aportes de hildegarda de bingen a la medicina

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APORTES DE HILDEGARDA DE BINGEN A LA MEDICINA MARINA GÓMEZ PRIETO (UCA) 1. Introducción Descubrimos en Hildegarda de Bingen una multifacética figura del siglo XII que incursionó en todas las disciplinas conocidas entonces: Teología, Filosofía, Medicina, Arte pictórico, Música, actividades pastorales y eclesiales. Analizando la realidad del siglo XII se constata la contraposición del pensamiento Monástico y el Escolástico. En este enfrentamiento de Fe vs. Razón, San Agustín vs. Aristóteles, la abadesa de Bingen logra una armoniosa e interesante síntesis. Su obra, además, lleva la impronta del modo femenino de pensar y obrar, de vivir, de ser. Alrededor del año 1155 escribe sus obras médicas: Liber Simplicis Medicinae o Physica y el Liber Compositae Medicinae o Causae et Curae, en las cuales aborda multiplicidad de temas médicos a partir del estudio de los elementos de la Naturaleza, del funcionamiento del cuerpo humano y formas más adecuadas de alimentarlo, enfermedades tanto físicas como psíquicas así como sintomatología y tratamientos. Respecto de la Medicina propuso un concepto holístico del arte de curar, entendiendo al ser humano como una integración de cuerpo, mente y espíritu. Elabora una tipología femenina apoyada en los cuatro temperamentos clásicos, diferenciándola de la masculina sobre la base de las características sexuales de cada uno. Añade además en esta descripción el análisis de la condición social y de la educación de la mujer. El concepto de salud y enfermedad así como las correlaciones entre enfermedades orgánicas vs. enfermedades psíquicas muestran un enfoque novedoso para su época. En años posteriores redacta su libro sobre los principios de psicoterapia Liber Vitae Meritorum, en el cual describe con singular maestría las estrategias psicoterapéuticas para el abordaje en especial de las hoy llamadas enfermedades psicosomáticas. Adelantándose a lo que hoy se conoce como Terapias Alternativas (homeopatía, flores de Bach, aromaterapia...) Hildegarda estudia las plantas y las piedras descubriendo sus propiedades curativas. Al referirse a las enfermedades producidas por la bilis: la melancolía, la gota, el reumatismo y los accesos de cólera prescribe un régimen de

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Page 1: Aportes de Hildegarda de Bingen a La Medicina

APORTES DE HILDEGARDA DE BINGEN A LA MEDICINA

MARINA GÓMEZ PRIETO (UCA) 

 1. Introducción

Descubrimos en Hildegarda de Bingen una multifacética figura del siglo XII que incursionó en todas las disciplinas conocidas entonces: Teología, Filosofía, Medicina, Arte pictórico, Música, actividades pastorales y eclesiales.

Analizando la realidad del siglo XII se constata la contraposición del pensamiento Monástico y el Escolástico. En este enfrentamiento de Fe vs. Razón, San Agustín vs. Aristóteles, la abadesa de Bingen logra una armoniosa e interesante síntesis. Su obra, además, lleva la impronta del modo femenino de pensar y obrar, de vivir, de ser.

Alrededor del año 1155 escribe sus obras médicas: Liber Simplicis Medicinae o Physica y el Liber Compositae Medicinae o Causae et Curae, en las cuales aborda multiplicidad de temas médicos a partir del estudio de los elementos de la Naturaleza, del funcionamiento del cuerpo humano y formas más adecuadas de alimentarlo, enfermedades tanto físicas como psíquicas así como sintomatología y tratamientos.

Respecto de la Medicina propuso un concepto holístico del arte de curar, entendiendo al ser humano como una integración de cuerpo, mente y espíritu.

Elabora una tipología femenina apoyada en los cuatro temperamentos clásicos, diferenciándola de la masculina sobre la base de las características sexuales de cada uno. Añade además en esta descripción el análisis de la condición social y de la educación de la mujer.

El concepto de salud y enfermedad así como las correlaciones entre enfermedades orgánicas vs. enfermedades psíquicas muestran un enfoque novedoso para su época.

En años posteriores redacta su libro sobre los principios de psicoterapia Liber Vitae Meritorum, en el cual describe con singular maestría las estrategias psicoterapéuticas para el abordaje en especial de las hoy llamadas enfermedades psicosomáticas.

Adelantándose a lo que hoy se conoce como Terapias Alternativas (homeopatía, flores de Bach, aromaterapia...) Hildegarda estudia las plantas y las piedras descubriendo sus propiedades curativas. Al referirse a las enfermedades producidas por la bilis: la melancolía, la gota, el reumatismo y los accesos de cólera prescribe un régimen de comida bien preparado y algún medicamento elaborado con hierbas en polvo como la salvia, que apacigua y la rosa que alegra.

Su enciclopedia médica contiene más de dos mil remedios y sugerencias.

Pero en los trabajos de Hildegarda se destaca otro enfoque que es la búsqueda del equilibrio entre la naturaleza y los seres humanos en vías al logro de la salud.

2. Concepto de salud y enfermedad

Hildegarda establece una íntima relación entre el cosmos y el hombre, en una interacción mutua, que posibilitaría el estado de salud o de enfermedad. Así la salud o la enfermedad dependen de las fuerzas de los elementos, y de este modo las células y los tejidos (humores en su lenguaje) están combinados en las energías vitales: si están equilibrados, el hombre está tranquilo, sano. Si se perturba ese equilibrio se altera el cuerpo y enferma tanto física como mentalmente.Es evidente la alianza del hombre con la naturaleza. Toma de ella elementos para sostenerse y en caso de enfermedad para poder superarla.

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Hildegarda considera el cuerpo como expresión del alma. Por eso puede ser adornado y vestido lujosamente para reflejar así mejor la belleza del espíritu.

En su Enciclopedia Médica aparece la idea del cuerpo como un organizado sistema de energía que necesita mantener su armonía (sinónimo de salud). En este equilibrio se conjugan los cuatro elementos de la naturaleza con los cuatro humores clásicos, posibilitando la salud o en caso contrario la enfermedad.

Para Hildegarda la enfermedad forma parte de la vida como manifestación de la ruptura producida por el pecado original. La caracteriza poéticamente como “carencia y sequedad, como ausencia de lo verde, de lo que es sano y de la salvación”. El verde es sinónimo de salud tanto física como mental.

Asocia a la enfermedad con la maldad, entendiéndola como la productora de la maldad, producto de un desarreglo interior, un quiebre de la belleza y la armonía interiores que constituyen la salud del hombre.

La imagen del hombre sano que después enferma se correlaciona con una visión teológica de la creación y de la caída del hombre (Adán y el hombre pecan y deben ser redimidos, curados). Desde esta caída la enfermedad y la muerte acosan al hombre.

La enfermedad es una condición existencial ante la cual el hombre y la sociedad deben responder. Esta actitud ética (de responsabilidad) es la misma que se sustenta en la prevención y el tratamiento de las enfermedades psicosomáticas tan en boga en nuestro tiempo.

Así como todo lo que el cuerpo recibe afecta a los humores transformándose en salud o enfermedad, del mismo modo los pensamientos o deseos producen cambios en el alma que provoca bienestar y felicidad o confusión y malestar.

Hildegarda no enfatiza tanto los tratamientos cuanto el poner las cosas en orden (restitutio ad integrum) tornando la persona a un modo de vida más sano (restitutio ad integritatem).

H. Schipperges escribe sobre la concepción de enfermedad en Hildegarda afirmando: “No existe ni siquiera un proceso patológico, sino sólo un no hacer, un dejar de lado, una carencia, una falta de alcance. La enfermedad es una debilidad esencial, mientras que la salud es un proceso, una producción permanente, una estructura ordenada, un mundo en orden”.

En consecuencia, la Medicina es considerada como una terapia que ayuda a vivir de un modo grato a Dios. Es considerada como una regla de vida, de ahí la recomendación de una vida moral para el mantenimiento de la salud. Ésta constituye un proceso, un quehacer permanente,  tendiente a un orden que involucra tanto al espíritu como al cuerpo.

La abadesa de Bingen señaló los cuatro principios básicos para el mantenimiento de la salud: el descanso (como evitación del stress), el ejercicio, una dieta balanceada (con períodos de ayuno moderado) y una conducta moral.

Para poder entender los conceptos de Hildegarda sobre Medicina es necesario tener presente la teoría de los humores y de los cuatro elementos. Estos conceptos fueron ampliamente desarrolladas por Hipócrates y Galeno. La conjunción de los humores y de los cuatro elementos determinaba el estado de salud o enfermedad de las personas. El predominio de uno de los cuatro humores permitía clasificar los temperamentos. Se consolidaba una correlación psicosomática entre cuerpo y mente, a partir de la vinculación con el SNA (sistema nervioso autónomo), que inerva todos los órganos de la economía.

Hildegarda habla de enfermedades autoagresivas (enfermedades cardio-vasculares, cáncer, artritis...) como causadas por carencia de energía vital y de fuerza espiritual.

El concepto de salud y enfermedad así como las correlaciones entre enfermedades orgánicas vs. enfermedades psíquicas resulta un enfoque novedoso para su época.

3. Aportes a la medicina de hoy

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Esta concepción de unidad psicosomática con repercusiones en lo espiritual nos recuerda las afirmaciones de V. Frankl al caracterizar a la persona como un ser bio-psico-socio-espiritual. Este autor propugna la búsqueda de un equilibrio al controlar el influjo de los condicionamientos tanto internos como externos, tomando conciencia de la responsabilidad ante sí mismo en cuanto a preservador de su propia salud. La propuesta de Hildegarda de asumir un comportamiento responsable aparece también en V. Frankl como correlato de la libertad.

El concepto de unidad psicosomática, así como el de trastorno psicosomático están en boga en nuestra sociedad signada por el stress y el conflicto multicausal. Se entiende por trastorno psicosomático la incidencia de los factores psíquicos desencadenantes de la patología orgánica tanto funcional como lesional.

Hildegarda propone renunciar a un estilo de vida perjudicial que fractura el equilibrio psicofísico y espiritual para vivir de manera sana. Señala para ello

la influencia positiva de la Literatura, la Música y la fuerza de la propia virtud en el logro y mantenimiento de la salud. Desde este punto de vista su planteo es sumamente actual.

4. La curación de una poseída: ¿ una estrategia psicoterapéutica?

En el libro de la Correspondencia (Vol.1, cartas 68, 68r y 69) se relata el abordaje de una persona mentalmente alterada: Sigewiza de Brauweiler, oriunda de una localidad cercana a Colonia. A pedido del abad Gedolfo del monasterio de Brauweiler, y ante la imposibilidad de atenderla personalmente por causas de salud, Hildegarda elaboró un complejo ritual tendiente a exorcizar a esta “poseída”. Hildegarda sabía que no puede haber posesión diabólica sino obsesión, trastorno, y locura.

La primera parte del tratamiento consistió en una presentación dramática que debió causar un fuerte impacto en esta joven trastornada. Se trata de una ceremonia realizada por varios sacerdotes probos revestidos con los ornamentos, quienes asumieron la representación de Abel, Noé, Abraham, Melquisedec, Jacob y Aarón.

“Seis sacerdotes. Rodeados por otros de ellos, con suavidad golpean a la endemoniada con una vara sobre la cabeza, la espalda, el pecho, los riñones, las rodillas y los pies diciendo: Oh, Satanás espíritu maligno que oprimes y asedias a esta mujer, en nombre de Aquel que vive y habla al hombre sencillo e ignorante con sencilla y humana doctrina, te ordenamos que abandones a la persona que tienes delante y que te alejes de esta mujer a la cual has atormentado hasta ahora.”

De nuevo la golpean como antes, en nombre del sacrificio de Abel, Abraham, Melquisedec, Jacob, Aarón... y luego cantan:

“La altura que jamás otra altura tocó, el abismo que nunca otro abismo alcanzó, la grandeza jamás igualada por otra, libere a esta mujer de la fuerza diabólica de la maldad estulta y de todas las astucias de Satanás de modo que él, confuso huya...”.

Según el relato del abad de Brasuweiler (Carta 69), este procedimiento produjo efectos momentáneos pues al poco tiempo de cesar el ritual, el demonio volvió a poseer a la mujer.

“Así Sigewiza es enviada a Hildegarda quien mantiene con ella varias conversaciones sobre la base de una gran comprensión de su dolencia y con actitud empática.”

Mientras tanto las monjas de su Monasterio oraban, peticionaban por Sigewiza haciendo sacrificios y ayunos. Este abordaje le permitió descargar con violencia y gritos cuanto la oprimía y desbordaba, volviéndose receptiva a las palabras de la abadesa. De este modo se observaba que el aura diabólica se debilitaba hasta desaparecer finalmente. Así esta mujer se liberó del sufrimiento, restauró las fuerzas del cuerpo y del alma y pudo gozar de salud. Quedó así libre, a partir de una convulsión, de sus fijaciones y traumas religiosos e incluso de su cólera.

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Al referirse a esta ceremonia algunos autores hablan de escena psicodramática, otros aluden a un exorcismo, pareciera que ambas interpretaciones pueden ser posibles tratándose de la abadesa de Bingen. Estas actitudes nos recuerdan los abordajes psicoterapéuticos tanto individuales como grupales, de las distintas corrientes teóricas actuales. Podemos afirmar, sin lugar a dudas, que Hildegarda de Bingen fue una precursora en este sentido.

Su mérito consiste en haber conjugado las técnicas psicoterapéuticas con los valores cristianos de la misericordia y la actitud humanitaria. Compara la actitud del médico con la respuesta del Buen Samaritano: “expresión de actitud caritativa”.

El paciente, afirma Hildegarda, necesita este reconocimiento, necesita nuestra atención en una relación de aceptación, ya que los enfermos son nuestros hermanos y hermanas. La persona enferma, –afirma Hildegarda– está más cerca de Dios que es quien puede ayudarle a entender el sentido del sufrimiento, y Cristo es el médico calificado para tratar las enfermedades.

Cristo es el modelo de médico a imitar pues practica las virtudes de la discreción (discretio), la misericordia (misericordia) y la justicia (justitia).

Hildegarda nos muestra así un modelo de psicoterapeuta despojado de todo narcisismo, instrumento de Dios en la tarea de la curación.

En su libro sobre la psicoterapia (Liber Vitae Mentorum) critica a la medicina clásica que intenta resolver la enfermedad desde el ángulo estrictamente biológico sin buscar las causas psicosomáticas, ya que el abordaje holístico de la enfermedad presupone una búsqueda de los factores que dañan el alma para poder solucionar tanto las dolencias físicas como las psíquicas.

Aconseja un abordaje que implica una actitud de acompañamiento comprensivo, contenedor y esclarecedor de las dolencias y de sus posibles causas, sin asumir conductas estrictas o punitivas sino favoreciendo el propio insight. Recomienda conversar con el paciente sobre su historia vital así como sobre las situaciones que pudieron desencadenar los síntomas.

5. Conclusiones

Los aportes de Hildegarda a la Medicina son múltiples, adelantándose en varios siglos a los desarrollos posteriores sobre conceptos de salud y enfermedad, la interrelación mente-cuerpo y las causas de los trastornos psicosomáticos (abordajes holísticos de la persona humana), así como las orientaciones psicoterapéuticas adecuadas a cada trastorno.

Ochocientos años después de Hildegarda, Karl Jung, discípulo de Sigmund Freud descubre, sin haber tenido conocimiento de las teorías de ésta, las virtudes como imágenes del alma humana, a las cuales denomina arquetipos.

Jacobo L. Moreno, creador del Psicodrama, en los fundamentos de su teoría considera que la enfermedad mental se produce por falta de creatividad y de espontaneidad, coincidiendo con Hildegarda en cuanto a la creatividad como sinónimo de salud.

El mismo autor propone la realización de dramatizaciones grupales en un intento por lograr la abreacción o catarsis de las tendencias conflictivas al revivir los estados anímicos que provocaron el trauma, enfatizando la participación del cuerpo y de la escenificación en un “como sí” que ayudaría a revivir la escena traumática paso a paso y las emociones que acompañaron a tales situaciones conflictivas con la finalidad de aliviar la angustia, la pesadumbre o la ansiedad.

Moreno habla de los cinco elementos intervinientes en las dramatizaciones: el escenario, el director, el protagonista, los yo-auxiliares y el público.

La representación de los sacerdotes con Sigewiza, la joven endemoniada, se encuadra dentro de este contexto, donde Dios, al decir de Moreno, sería “el gran director” de la dramatización que coordina la escena

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desde el cielo.

Hildegarda también favoreció la catarsis con las entrevistas personales que tuvo con Sigewiza al permitirle expresarse con actitudes agresivas, palabras ofensivas y gestos desajustados.

Sin duda es motivo de reflexión la efectividad de tales procedimientos de Hildegarda, “por sí mismos”, pues cabría deslindar, situación imposible, la acción de la Gracia, teniendo en cuenta la cantidad de milagros realizados por esta santa del siglo XII. En ocasión de celebrarse los ochocientos años de su muerte, el Papa Juan Pablo II dijo: “Enriquecida con peculiares dones sobrenaturales desde su tierna edad, Santa Hildegarda profundizó en los secretos de la Teología, Medicina, Música y otras artes, y escribió abundantemente sobre ellas, poniendo de manifiesto la unión entre la redención y el hombre”.

 

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