aportes al “foro debate: argentina, estrategia país”

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Año XXIII • N° 63 • Agosto 2005 46 A partir de la angustiante recesión que se inició en las postrimerías de los años 90 y que concluyó en la crisis social, políti- ca y económica más grave de la historia argentina a fines del año 2001, muchas per- sonas e instituciones soñaron e impulsaron instancias y espacios para repensar y hasta -así se decía- refundar la Argentina. Tal vez, la iniciativa más reconocida públicamente fue la que promovieron conjuntamente la Iglesia Católica en la Argentina y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) denominada “Diálogo Argentino”. Este espacio quiso ser un ámbito para evitar lo que finalmente sucedió con la violenta anticipación del final del mandato del Presidente De la Rúa y la serie de con- flictos que se desencadenaron simultánea- mente en múltiples niveles y dimensiones de la sociedad argentina. Sin embargo, gra- cias a Dios, el desastroso quiebre generali- zado no arrasó también con esta laudable iniciativa en donde confluyeron sectores nacionales y organismos internacionales. Todo lo contrario, durante su breve gobier- no, hasta el Presidente Duhalde se asoció a ella, en el contexto de la emergencia. Luego, la coyuntura económica positiva volvió a hacer confluir las miradas del par- tido gobernante y sus corrientes en las elec- ciones presidenciales del año 2003. De todas formas, distintos especialis- tas reconocen que algunas iniciativas del Diálogo Argentino tuvieron repercusiones relevantes. En especial, aquellas dirigidas a paliar la grave situación social, lo que per- mitió, en definitiva, el despliegue -gracias a una aceptable paz social- de la transición política y económica. También en la Mesa del Diálogo se desarrollaron diversos encuentros -o “mesas”- destinados a dife- rentes sectores de la política nacional: la ciencia y la tecnología, la justicia, la educa- ción, etc. Algunos de ellos presentaron acuerdos más enhebrados y otros fueron espacios que consiguieron simplemente replantear disidencias sin emprender el afanoso camino del reconocimiento com- partido de responsabilidades y de los justos reclamos de cada una de las partes. Los mismos Obispos lo señalaron así en sus documentos pastorales. A partir del gobierno del Presidente Kirchner y del período de crecimiento que se afianzó -no sabemos aún si es de desarrollo sustentable e integral-, las actividades del Diálogo Argentino continuaron su andar con altibajos y en cierta soledad. Hoy en día, parece más bien una iniciativa que aglutina actores de la sociedad civil sin que todavía se logre sentar en las “mesas” a los agentes más poderosos y tradicionales de la nación: el Estado -en sus distintos niveles-, los partidos políticos y los grandes agentes del sector empresario y sindical. En algún sentido, parece que la tardía madurez argentina podría expandirse “desde abajo hacia arriba”. En definitiva, para quien simplemente ojea el diario, el Diálogo Argentino es la punta de lanza de diversos sectores de la sociedad argentina que quie- ren repensarse en diálogo como nación para superar el “coyunturalismo” que nos carac- teriza como cultura. En este contexto, la Pastoral Social y Aportes al “Foro Debate: Argentina, Estrategia País” PRESENTACIÓN

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Page 1: Aportes al “Foro Debate: Argentina, Estrategia País”

Año XXIII • N° 63 • Agosto 2005 46

A partir de la angustiante recesiónque se inició en las postrimerías de los años90 y que concluyó en la crisis social, políti-ca y económica más grave de la historiaargentina a fines del año 2001, muchas per-sonas e instituciones soñaron e impulsaroninstancias y espacios para repensar y hasta-así se decía- refundar la Argentina. Tal vez, lainiciativa más reconocida públicamente fuela que promovieron conjuntamente laIglesia Católica en la Argentina y elPrograma de las Naciones Unidas para elDesarrollo (PNUD) denominada “DiálogoArgentino”.

Este espacio quiso ser un ámbitopara evitar lo que finalmente sucedió con laviolenta anticipación del final del mandatodel Presidente De la Rúa y la serie de con-flictos que se desencadenaron simultánea-mente en múltiples niveles y dimensionesde la sociedad argentina. Sin embargo, gra-cias a Dios, el desastroso quiebre generali-zado no arrasó también con esta laudableiniciativa en donde confluyeron sectoresnacionales y organismos internacionales.Todo lo contrario, durante su breve gobier-no, hasta el Presidente Duhalde se asoció aella, en el contexto de la emergencia.Luego, la coyuntura económica positivavolvió a hacer confluir las miradas del par-tido gobernante y sus corrientes en las elec-ciones presidenciales del año 2003.

De todas formas, distintos especialis-tas reconocen que algunas iniciativas delDiálogo Argentino tuvieron repercusionesrelevantes. En especial, aquellas dirigidas apaliar la grave situación social, lo que per-mitió, en definitiva, el despliegue -gracias a

una aceptable paz social- de la transiciónpolítica y económica. También en la Mesadel Diálogo se desarrollaron diversosencuentros -o “mesas”- destinados a dife-rentes sectores de la política nacional: laciencia y la tecnología, la justicia, la educa-ción, etc. Algunos de ellos presentaronacuerdos más enhebrados y otros fueronespacios que consiguieron simplementereplantear disidencias sin emprender elafanoso camino del reconocimiento com-partido de responsabilidades y de los justosreclamos de cada una de las partes. Losmismos Obispos lo señalaron así en susdocumentos pastorales.

A partir del gobierno del PresidenteKirchner y del período de crecimiento que seafianzó -no sabemos aún si es de desarrollosustentable e integral-, las actividades delDiálogo Argentino continuaron su andarcon altibajos y en cierta soledad. Hoy endía, parece más bien una iniciativa queaglutina actores de la sociedad civil sin quetodavía se logre sentar en las “mesas” a losagentes más poderosos y tradicionales de lanación: el Estado -en sus distintos niveles-,los partidos políticos y los grandes agentesdel sector empresario y sindical. En algúnsentido, parece que la tardía madurezargentina podría expandirse “desde abajohacia arriba”. En definitiva, para quiensimplemente ojea el diario, el DiálogoArgentino es la punta de lanza de diversossectores de la sociedad argentina que quie-ren repensarse en diálogo como nación parasuperar el “coyunturalismo” que nos carac-teriza como cultura.

En este contexto, la Pastoral Social y

Aportes al “Foro Debate: Argentina,Estrategia País”PRESENTACIÓN

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Cáritas Argentina proponen la realizaciónde un Foro Debate titulado “Argentina,Estrategia - País” en el marco de la integra-ción regional y el mundo globalizado. EsteForo fue presentado e inaugurado el pasa-do 14 de junio en el Palacio San Martín connumerosa concurrencia. Desde estas pági-nas, haciéndonos eco de esta iniciativa,invitamos a todos nuestros lectores al próxi-mo encuentro que se realizará el 17 deagosto en el mismo ámbito.

¿Cuál es el objeto de este ForoDebate? Los organizadores señalan que en“el mundo globalizado se constata laimportancia de que los países reflexionensobre sí mismos para la cristalización deproyectos sustentables. Se delinean posiblesescenarios futuros, algunos marcados por lafragmentación y otros por la integración,que nos presentan desafíos éticos a los cua-les hay que dar respuestas”. Así se planteala necesidad de un foro como “un espacioabierto de discusión donde el debate esenriquecido por la amplitud de la partici-pación y el respetuoso intercambio deideas”. Entre sus objetivos se encuentran:

• “Articular los múltiples aportesprovenientes de la sociedad y exponerlos alanálisis y la crítica constructiva”.

• “Arribar a un trazado de coinci-dencias básicas sobre un nuevo modelo dedesarrollo nacional y de lineamientos estra-tégicos comunes en la región en el marcode un escenario futuro compartido”.

Para cumplir con sus objetivos elForo se propone “la elaboración periódicade papers que irán reflejando los consensosy tensiones, producto del intercambio” ysolicita que se difunda este proyecto entre“los actores sociales locales para alentar suparticipación”. Entre las actividades previs-tas, se encuentran: “reuniones con miem-bros del Poder Ejecutivo, Legislativo,Comisiones del MerCoSur, Embajadas yrepresentantes de Organismos Internacio-nales”, “animación de foros regionales pre-senciales”, “seminarios públicos y semipú-blicos con una amplia participación políticay social” y la “elaboración de una publica-ción final a presentarse ante el Congreso dela Nación y otros Organismos Oficiales”.3

Frente a esta convocatoria, el proce-

so de renovación desde nuestro origen ytradición que se viene desarrollando desdehace unos años en la Revista Valores en lasociedad industrial, nos impele a aportardesde nuestra perspectiva al debate sobre laArgentina. Si nuestro país logra mejoraralguna vez, lo hará desde la toma de con-ciencia y la participación generosa de unagran cantidad de ciudadanos que modifi-quen de raíz el cortoplacismo, el autoencie-rro y las ilusiones pasajeras de éxito econó-mico a las cuales, todavía, somos tan afec-tos.

Por esta razón, a partir de estenúmero, nuestra revista ofrecerá lo quepodría denominarse una sección destinada aparticipar en este Foro Debate. Por ello,invitamos a nuestros lectores a enviar artí-culos y a entrar en diálogo con los que sepubliquen aquí. Es nuestra intención tam-bién, organizar algunos seminarios y colo-quios que promuevan además el encuentrointerpersonal y el diálogo para enriquecer,desde otra dinámica, las miradas de cadauno y de los distintos grupos o comunida-des. Nos colocamos públicamente, portanto, a disposición de los coordinadoresdel Foro como otro ámbito de potenciaciónde sus objetivos y como colaboradoresestrechos de sus actividades en lo que sejuzgue necesario.

Finalmente, antes de introducir losdos primeros aportes que nuestra Revistarealiza al Foro Debate es conveniente expli-citar dos consideraciones. En primer lugar,ambos escritos surgen como comentarios yreflexiones a partir del Documento Basedel “Foro Debate: Argentina, EstrategiaPaís” Consensos y tensiones en la búsqueda deun nuevo rumbo que puede leerse en su sitioen Internet. Por lo tanto, hemos querido asíresponder en forma dialogal a la invitacióndel mismo Foro respetando su naturaleza.En segundo lugar, cabe señalar que ambosaportes se hicieron con cierta premura parapoder intervenir con la prontitud requeri-da. Estos textos, se consideran seminales yserán profundizados en sucesivas oportuni-dades. Su carácter provisorio responde ade-más a la intención de quedar “abiertos” alos aportes y críticas que se susciten de talmanera que el futuro desarrollo de las ideas

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aquí expresadas no sea endogámico sinoinclusivo de otras miradas. Ojalá este obje-tivo pueda cumplirse gracias a la participa-ción de distintas personas y sectores a losque renovamos la invitación.

El primer texto, Coincidencias y dife-rencias con el Documento Base del “Foro Debate:Argentina, Estrategia País” elaborado porCarlos Hoevel y Carlos Horacio Torrendell,es un análisis introductorio del DocumentoBase desde una perspectiva social cristianaque pretende desentrañar los supuestos ylógicas del documento, resignificar sus ten-siones y desarrollar algunas líneas posiblesde profundización.

El segundo escrito, es unaContribución del Departamento de Economía dela Universidad Católica Argentina, realizadopor Patricio Millán, su Director, y por losprofesores e investigadores, FacundoEtchebehere y Ernesto O´Connor. Aquí elobjetivo estuvo cifrado en esbozar algunasreflexiones y consideraciones preliminarescomo núcleos decisivos para el desarrollode una Estrategia País.

Dios quiera así que la Revista Valores

en la sociedad industrial, responda solícita-mente al llamado del Foro debate, queexpresa el sentir de gran parte de la comu-nidad nacional y que, junto con investiga-dores, docentes y lectores pueda ser unespacio más para repensar y dialogar gene-rosamente sobre nuestra Argentina.

1 Una evaluación sintética de toda esta etapa y de lainiciativa del Diálogo Argentino puede verse en:Grupo Gerardo Farell, Crisis y reconstrucción. Aportesdesde el pensamiento social de la Iglesia. Dimensión polí-tico-económica y Dimensión social y ético-cultural, 2 volú-menes, San Pablo, Buenos Aires, 2003.2 Por ejemplo, cfr. Asamblea Plenaria delEpiscopado Argentino, Testigos del diálogo, 27 deabril de 2002; Asamblea Plenaria Extraordinaria delEpiscopado Argentino, La Nación que queremos, 28 deseptiembre de 2002; y Comisión Permanente delEpiscopado Argentino, Recrear la voluntad de serNación, 14 de marzo de 2003.3 Estas citas fueron extraídas el 11 de julio de 2005del sitio del Foro en Internet: [http://www.cari-tas.org.ar].

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1. Introducción

Situados en lo que todos esperamossean los últimos años de la larga declina-ción argentina, agradecemos y felicitamosla excelente iniciativa de la ComisiónNacional de Caritas Argentina y de laComisión Episcopal de Pastoral Social porabrir un espacio de diálogo como el “ForoDebate: Argentina, Estrategia País”. Cada vezes más evidente entre nosotros la necesidadde transitar hacia una democracia que nose limite al cumplimiento periódico de losprocesos electorales sino que esté perma-nentemente alimentada por una ampliadiscusión de los temas de interés común.En nuestra opinión, sólo desde una activaparticipación de los ciudadanos en foroscomo éste, que hoy nos ofrece la Iglesia, ytambién en muchos otros similares, podráser posible ir anticipando los cambios nece-sarios para una progresiva reconstrucciónde la vida nacional.

En este sentido, creemos, es tambiénmuy positiva la propuesta de comenzar eldiálogo a partir de un texto que se ofrececomo punto de partida. El escrito en cues-tión se titula: Documento Base “Consensos ytensiones en la búsqueda de un nuevo rumbo”1

(en adelante: DB). En él se propone unmarco conceptual que va más allá de lamera coyuntura y eleva el nivel del diálogoa la discusión de ideas de fondo sobre losproblemas del país. Siguiendo pues la invi-tación realizada en su “Propuesta metodo-lógica” (p. 5), acercamos aquí un breveensayo como respuesta a este DB, en el queexpondremos ideas en parte coincidentes y

en parte críticas, que esperamos ayudencomo una aproximación inicial que puedaser, a su vez, sujeta a crítica y al diálogointerpelante para luego ser integrada en undocumento superador junto con otrosaportes.

El DB destaca tres ejes crucialessobre los que enhebra todo su discurso: a)el debate sobre una visión estratégica deldesarrollo del país; b) la articulación e inte-gración de la nación en la región sudameri-cana; y, por último, c) la inserción interna-cional (p. 15). Estos tres ejes resultan desuma actualidad y un verdadero aciertopara abrir el horizonte del debate. Sinduda, pensarse como nación, en el contex-to de la región y del mundo, es el caminoadecuado para estructurar el diálogo ydesarrollar una verdadera estrategia inte-gral.

A partir de aquí el DB esboza unaserie de consensos emergentes sobre la rea-lidad social y económica de la Argentina ydescribe distintas tensiones que se incluyenen el seno de estos mismos consensos. Anuestro criterio, esta idea también es muyvaliosa pues intenta identificar consensossin excluir el reconocimiento de conflictos operspectivas a veces contradictorias en suinterior y ayuda a encarar un diálogohonesto y que incluya a todos.

De este modo, en seguida presenta-remos, en primer lugar, los consensos y ten-siones que estructuran el DB. A continua-ción, en sucesivos apartados, introducire-mos nuestras consideraciones alrededor detres ejes: la discusión ideológica, la pers-pectiva sobre la historia argentina, la crítica

Coincidencias y diferencias con elDocumento Base del “Foro Debate:Argentina, Estrategia País”CARLOS HOEVEL Y CARLOS HORACIO TORRENDELL

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a la metodología de análisis social y a lascondiciones éticas del diálogo implícitas enel texto. Por último, propondremos algunasconclusiones y temas para el debate.

2. Líneas generales del Documento Base

El DB parte de la idea de que esta-mos viviendo una etapa “bisagra de la his-toria nacional” en la que habría perdido suhegemonía lo que los autores identificancon diferentes denominaciones tales como“modelo o paradigma neoliberal”, “pensa-miento único”, “estrategia ortodoxa delConsenso de Washington” que habría sidodominante en la Argentina de la década del90 y, por lo demás, no sólo la causa princi-pal de la gran crisis del 2001 sino del fraca-so global de la Argentina como país. Estoabriría la oportunidad de reemplazar estemodelo de “desarticulación de la industrianacional”, “desempleo” y “desesperación”para retomar un modelo de “movilidadsocial ascendente, configuración amplia decapas medias y pleno empleo” que habríacaracterizado a la Argentina -sostiene elDB- aproximadamente hasta fines de los80, exceptuando la época de Martínez deHoz (p. 16). De allí que en esta línea, deacuerdo con el DB, es necesario diseñaruna nueva “visión estratégica del desarrollocomo nuevo rumbo a confirmar luego de lapérdida de hegemonía del modelo neolibe-ral” (p. 14). En efecto, frente a la visión quelos autores llaman reiteradamente “econo-micista”, “antipolítica” y “privatista” carac-terizada por “el repliegue del enclaustra-miento privado” (p. 36) en la que prevale-cería “una ética individualista que buscaconciliar ética con interés empresario” (p.19), esta nueva visión debería caracterizar-se, en cambio, por adoptar “una orienta-ción económica heterodoxa” (p. 16), funda-da en “un vínculo social más sustantivo entorno a la cohesión” (p. 19) basada en “unaperspectiva no técnica, sino ético-social enla búsqueda dialógica del bien común” (p.15), denominada por el documento como“construcción dialógico-democrática” (p.15) o “ético-comunicativa” (p. 34) que per-mita “una subjetivización más amplia y

dinámica en términos de pertenencia a unacomunidad de valores” que los autoresidentifican con el “ethos” (p. 36).

Para ello, los autores proponen par-tir de una serie de consensos básicos “enrelación al modelo de país a construir” (p.5) que, en su opinión, se constatan en nues-tra sociedad. En efecto, para los autoresexisten hoy en la Argentina, especialmentedespués de la terrible crisis del 2001, por lomenos ocho consensos básicos: 1) la necesi-dad de ir más allá del puro crecimiento eco-nómico y apuntar hacia una concepción éticadel desarrollo; 2) la exigencia de que elmodelo de desarrollo sea sustentable; 3) sunecesaria orientación productiva y generadorade trabajo; 4) el desafío de que se trate de unmodelo regional (Mercosur, Sudamérica); 5)la necesidad de insertar a la Argentina activa-mente en la globalización; 6) la importanciade la reconstrucción del Estado; 7) el rol clavede la participación de la sociedad civil; y 8) elpapel fundamental de la subjetividad y la cul-tura.

Sin embargo, según el documento, sibien la mayoría de los argentinos estamosde acuerdo en general en estos consensos,existirían entre nosotros “tensiones vincula-das a los modos y formas de alcanzarlos” (p.5). Estas tensiones no serían sino la expre-sión de la disyuntiva de hierro que es labase conceptual de todo el documento: neo-liberalismo o antineoliberalismo. Así, el docu-mento plantea las siguientes disyuntivas otensiones dentro de cada consenso:

Concepción ética del desarrollo: lasalternativas serían, por un lado, entre la“perspectiva procedimental” neoliberalbasada en “la economía como ciencia neu-tral” (p. 18), que entiende a la corrupcióncomo un problema de “moral individual” yal problema social como una “respuestacompensatoria ex post” a la decisión econó-mica reducida a la “neobeneficencia” y, porel otro, la “perspectiva de la justicia social”basada en una “redistribución progresivadel ingreso” que incluyera una “reforma tri-butaria de carácter progresivo” y el carácter“colectivo” de los servicios públicos (p. 19),entre otras cosas.

Un modelo sustentable: la opción seríaentre la perspectiva de “aceptabilidad de

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los organismos internacionales”, la “com-placencia a los mercados” (p. 29) basada enla necesidad de una “reconstrucción con-tractual” que mostrara nuestra “confiabili-dad y voluntad de honrar los compromisosasumidos” (p. 21) superando, por ejemplo“los ‘atrasos’ de las tarifas” o la perspectivadel “equilibrio entre deuda externa y deudasocial” basada en la idea de que “primero laeconomía crezca para poder pagar”, “parano pagar con el hambre de la población”(p. 20).

Una orientación productiva: la opciónsería entre la “perspectiva sectorialista delcomplejo agroindustrial” que apunta “apromover exportaciones sin mayor preocu-pación por el mercado interno” (p. 22) y la“perspectiva reindustrializadora” sustenta-da por “pymes, cámaras empresarias y sec-tores mercado-internistas” (p. 23).

Un modelo regional: aquí la dicotomíase da entre una “perspectiva excluyente”basada en la idea de, por un lado, “unainserción directa de lo nacional en lo glo-bal” y, por el otro, de que existen en el país“regiones viables y regiones inviables” porlo cual debe aplicarse el criterio de “res-ponsabilidad fiscal” con lo cual cada pro-vincia “debería financiar sus gastos con larecaudación territorial de sus impuestos” yla “perspectiva incluyente” basada en laidea de “cooperación entre la Nación y lasprovincias” (p. 25), el desarrollo “articula-do con lo local” especialmente a través dela creación de “cadenas de valor local” y“microrregiones” (p. 26), a la vez que unainserción del país en la globalización a tra-vés del “Mercosur y la ComunidadSudamericana” que enfrente “la presión delos EEUU por definir la inserción en elALCA” (p. 27).

Una inserción activa en la globalización:la opción en este punto sería entre una“perspectiva de inserción pasiva y acrítica”fundada en una idea “unipolar” y de “con-centración económica” de la globalizaciónpropia de “ciertos actores económico-finan-cieros” y una perspectiva de “inserción acti-va” más afín con los “movimientos ecologis-tas, las asociaciones de derechos humanos yde mujeres” mal llamada “antiglobaliza-ción” y que debería ser llamada “antineoli-

beral”, “de globalización de la solidaridad”o “altermundista” (p. 29) que “apunta auna agenda global de desarrollo y de luchacontra la pobreza sosteniendo que ‘otromundo es posible’” y esperanzada en queen los próximos años tengan un rol desta-cado en la globalización “India, Rusia,China y Brasil” (p. 30).

La reconstrucción del Estado: aquí laalternativa se presentaría entre una “pers-pectiva que apunta a un Estado eficiente yregulador”, “pasivo”, “casi administrativo”,“ausente o gendarme”, “mero protector dela propiedad y las personas del sector gana-dor” o concentrado en “la transparencia, laseguridad y la eficacia” y en las “reformasestructurales de segunda generación” y, encambio, una “perspectiva que alienta unEstado garante del desarrollo y la inclusiónsocial”, con “beneficios previsionales a losexcluidos”, aliento de “empresas públicasde carácter regional” (p. 31), entre otrascosas.

La participación de la sociedad civil: eneste tema la opción sería entre una “pers-pectiva de participación para una democra-cia de opinión” en que el rol de la sociedadcivil entendido como “tercer sector” sereduce a la “auditoría y control” del Estadoy de la corporación política vistos como el“principal problema” (p. 34), “asistir a lospobres”, “privatizando la solidaridad(‘hacer el bien me hace bien’)” (p. 33), entanto la otra opción sería la de una “pers-pectiva de participación para una democra-cia ampliada y concertadora” basada en“espacios alternativos, nodos multiactora-les, foros, movilizaciones populares yONG’s” (p. 32), orientados a ampliar ytransformar el concepto de “ciudadanía entérminos de búsqueda de un cambio derelaciones de poder y de constitución deuna nueva agenda” (p. 33), recuperando “lapolítica y el Estado como orientador de laeconomía en función del interés general”(p. 34).

El impacto de la subjetividad y la cultu-ra: aquí el dilema estaría dado entre una“perspectiva cerrada y fragmentaria” típicadel “pragmatismo, el individualismo y eleconomicismo predominantes durante los‘90”, que lleva a la “uniformización y homo-

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genización cultural”, la “dilución de todoproyecto colectivo y comunitario” (p. 34), elaislamiento del “proyecto educativo delmodelo de desarrollo” y la concepción delos medios de comunicación “como nego-cio” y como cultura “evasiva, narcisista y deausencia de todo sentido colectivo” (p. 35)que “busca posicionar a los individuos en eltemor, la inseguridad y en el repliegue delenclaustramiento privado” (p. 36). Frente aella estaría una “perspectiva abierta, diná-mica e inclusiva” de la cultura centrada enla “inclusión como derecho humano”,reforzando “el sentido de pertenencia delos jóvenes” (p. 34), el papel fundamentalde los medios de comunicación “en elmarco de políticas culturales que posibili-ten tanto la participación social, comoafianzar el rol del Estado en la reafirmacióndel derecho a la libertad de información”(p. 35) y todo esto dentro de una explicita-ción de un “proyecto educativo como motorde la movilidad social” y la “recuperaciónde la cultura” a través de la apertura delespacio público, la asociatividad y la defen-sa de los derechos humanos” (p. 36).

Luego de haber trazado las líneascentrales del DB, intentaremos a continua-ción dar nuestro parecer sobre los ejes queanticipamos en la introducción.

3. El problema del desarrollo: ¿es el neo-liberalismo el único culpable?

Ciertamente el DB que acabamos dedescribir tiene en nuestra opinión la granvirtud de mostrar el problema argentino enperspectiva global. En ese sentido, es undato de la realidad la irrupción en elmundo desde fines de la década del 70 ydurante los años 80 y 90 de un movimientoideológico inspirador de reformas en casitodos los países que se ha dado en llamarcon el nombre genérico de “neoliberalis-mo”. Dentro de éste se incluye muchasveces lo que en parte fue una reivindicaciónjusta de libertad económica frente al excesi-vo control o tamaño del Estado. De hecho,en el campo de la política económica hubomuy distintos tipos de “neoliberalismos”que fueron desde las duras medidas priva-

tizadoras en Gran Bretaña, la desregula-ción parcial de Reagan en EEUU, la combi-nación de una gran apertura comercial almismo tiempo que un fuerte apoyo delEstado en Chile, Australia y NuevaZelanda, o las reducciones y reformasmenores a los sistemas de seguridad socialen Suecia o Alemania.

Sin embargo, también es cierto queexiste un neoliberalismo claramente ideo-lógico que considera que el desarrollo de laeconomía está basado en dar rienda sueltaal interés individual, el cual, en competen-cia con el interés de los demás, daría comoresultado el bien de toda la sociedad enten-dido como la mera suma de los intereseseconómicos individuales. El neoliberalismosostiene esta concepción apoyado en untipo de ciencia económica que pretendedarle una justificación objetiva, basada enla idea de que los hombres actuamos siem-pre buscando nuestra máxima utilidad obeneficio y cuando esta conducta se desa-rrolla en el contexto de los intercambios deun libre mercado se logra el mejor resulta-do posible para todos y cada uno. Es ciertoque no todos los neoliberales comparten lasposturas más extremas como las de loslibertarios o la de la Escuela económica deChicago, quienes consideran que todas lasáreas de la vida individual y social se rigenpor la maximización del propio interés yconstituyen “mercados” siendo la únicafunción de la política el promover la aper-tura de estos “mercados”. Existen tambiénneoliberales “neoconservadores” e inclusocatólicos que creen que tanto los mismosindividuos como el Estado deben tomardecisiones que amortigüen para otros cam-pos de la vida privada o social la lógica demaximización y el utilitarismo que, segúnellos, no puede sino reinar necesariamenteen la vida económica. Pero aunque estasúltimas posturas reconocen la limitacióndel utilitarismo económico, en última ins-tancia creen que no hay más remedio queaceptarlo, al menos para la economía, y entodo caso sólo cabe reparar los daños “porfuera” de la estructura económica cuyo fun-cionamiento eficiente exige que permanez-ca más o menos inamovible.

En ese sentido, creemos que la críti-

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ca del DB al neoliberalismo es acertada enla medida en que éste reduce todo el pro-blema social a los mecanismos impersona-les del mercado, un ideal a perseguir tantoen política económica como en el resto delas políticas de Estado. Es también unhecho que la expansión de la globalizacióny de las nuevas tecnologías de la comunica-ción reforzaron enormemente la falsa ilu-sión neoliberal -aprovechada en muchoscasos por dirigentes inescrupulosos- de quela política de los Estados nacionales ya notenía otro papel que el de obedecer la lógi-ca implacable, anónima y automática deciertos mercados, especialmente, los merca-dos financieros internacionales. Tambiéncoincidimos, por otra parte, con la crítica alintento del neoliberalismo de reducir laética económica a un apéndice “ex post”,filantrópico, altruista o paternalista que es,en realidad, la negación completa de laética y, mucho más aún, de la ética cristianaya que convierte a la justicia y la caridad oen un acto de “egoísmo inteligente” o enmera limosna dada desde la posición desuperioridad de un “ganador” a los “perde-dores”. En realidad, en nuestra opinión, lasteorías económicas neoliberales no son másque intentos de justificación pseudocientífi-ca de un egoísmo productivista o consumis-ta que es naturalizado, glorificado comouna virtud y presentado como sinónimo dela búsqueda de felicidad, cuya posibilidadde ser compatibilizado con la ética es siem-pre hipócrita y puramente extrínseca.

Está clara, por lo tanto, para noso-tros, la cuota de responsabilidad de la ideo-logía neoliberal. Sin embargo, nos pareceque no es la única ideología social en circu-lación en el mundo con consecuenciasnegativas. También existen formas nuevasque podríamos agrupar bajo un nombretambién genérico de “neosocialismo” endonde se incluyen diversas posturas que tie-nen en común distintas reinterpretacionesdel socialismo o del marxismo clásicos,aunque adaptadas a las nuevas formas pro-pias de la globalización. Como en el casodel neoliberalismo, también a veces seincluye erróneamente dentro de los neoso-cialistas a quienes sólo creen que el merca-do no puede ser entendido como un meca-

nismo totalmente desvinculado de la políti-ca y reivindican la necesidad de una regula-ción justa de la economía por parte delEstado. Sin embargo, también existe unneosocialismo ideológico que no es en rea-lidad, a nuestro juicio, más que la otra caradel neoliberalismo. En efecto, los neosocia-listas no critican la concepción economicis-ta de la vida individual y social reducida ala obtención de una cada vez mayor pro-ducción y confort material. Simplementedifieren con los neoliberales en el modo dealcanzar este objetivo. Aceptando tambiénlos presupuestos neoliberales de que elmercado está regido por una lógica impla-cable de intereses egoístas que constituyeuna estructura rígida inmodificable abintrinseco, los neosocialistas proponen sucontrol, transformación o completo reem-plazo por parte de una fuerza colectiva queejerza una coerción externa sobre los indi-viduos y logre distribuir los beneficios deuna manera más igualitaria. El neosocialis-mo parece estar inspirado también en laidea de que ante la globalización generali-zada del mercado sirven de poco las accio-nes individuales y sólo cabe hacerle frentemediante una globalización de estructurascolectivas que “pongan orden” al individua-lismo neoliberal.

De hecho, existen hoy distintas for-mas de neosocialismo. En efecto encontra-mos, por ejemplo, neosocialistas “globales”empeñados en reducir cada vez más la deci-sión de los Estados nacionales y sus ciuda-danos imponiendo políticas mundialesobligatorias en temas como el control de lanatalidad, la familia o el “género”, muchasde las cuales pasan por encima de la digni-dad humana, aduciendo razones de desa-rrollo social; neosocialistas “comunitaris-tas” que en muchos casos consideran a lacomunidad local o regional como un orga-nismo superior al individuo hasta el puntode poner en cuestión sus derechos indivi-duales; neosocialistas partidarios de unaconcepción social basada en la “razóncomunicativa” quienes sostienen que tantoreglas como valores de la vida social son elexclusivo producto del consenso; neosocia-listas “neoestatistas” quienes creen que elmercado, aunque inevitable, es un mal en sí

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mismo al que hay que hostigar e intentarsiempre reducir reemplazándolo por accio-nes estatales. En la práctica política se veflorecer al neosocialismo especialmente enalgunos importantes lobbies con fuerte par-ticipación en organismos internacionales,en muchas políticas sociales, de bienestar yculturales en países tan variados comoEspaña, Francia, los países escandinavos eincluso en Gran Bretaña o en los EstadosUnidos y en organismos de fuerte tenden-cia “redistributiva” y “protectora” como laUnión Europea.

Por lo demás, estas formas de neoso-cialismo suelen apoyarse en una filosofíaque reduce al hombre a su dimensiónsocial, política y comunitaria y desprecia oconsidera peligrosa su dimensión indivi-dual. Así es como todo lo que no está“socialmente consensuado” no tiene paraesta ideología legitimidad alguna y todo loaprobado con algún método “social” pasa-ría automáticamente a tener legitimación.Por otra parte, al menospreciar el papel delcambio moral interior en la subjetividad delos individuos, los neosocialistas niegan laposibilidad de una ética económica queinforme las decisiones personales de losempresarios, consumidores u otros agentesindividuales del mercado y, por tanto, sucapacidad para mejorar desde adentro laestructura de las relaciones económicas.

Pero no sólo eso. Su negación de lamoralidad individual también hace imposi-ble una moral o ética social. En efecto, sibien los neosocialistas se refieren constante-mente al papel de la ética del consenso, deldiálogo y de la solidaridad, ¿qué consenso,diálogo o solidaridad puede haber sinoexiste previamente una transformaciónindividual interior? Dado que para el neo-socialismo no tiene sentido promover o ins-tar al cambio ético individual, sólo cabepensar que su concepción de la “éticasocial” se reduce a hacer sentir a los indivi-duos el poder coercitivo de la colectividad.Así, a nuestro juicio, lo que los neosocialis-tas proponen no es una verdadera éticasocial ni menos una ética de comunión cris-tiana, sino el intento de oponer un poder(el Estado, los organismos globales) a otropoder (el mercado). Todas las transforma-

ciones estructurales que surgen por la merafuerza de lo colectivo y sin algún grado deadhesión interna de las personas son, ennuestra opinión, meros cambios extrínsecosque no sólo suelen terminar en un fracaso,sino en el reemplazo de unos ganadorespor otros que es el único fruto posible deuna ideología que sigue manejándose en elplano de la lógica del poder aunque éstesea ejercido colectivamente y presentadocomo una “ética” social y “solidaria.” Estono significa, claro, desconocer la importan-cia de las mediaciones sociales en el desa-rrollo de las subjetividades individuales ycomunitarias, ni tampoco sostener que elEstado no deba ejercer una acción coactivamediante las leyes o medidas políticas. Sinembargo, es evidente que éstas son impo-tentes si no están imbuidas de una conver-sión moral interior que es aquella que pre-cisamente el neosocialismo desprecia.

En nuestra opinión, entonces, el DBparte de un diagnóstico incompleto delproblema ideológico y cultural de nuestrassociedades al sostener la hegemonía delneoliberalismo como “pensamiento único”(p. 6).2 En realidad, el neoliberalismo comoreducción del hombre al mercado convivehoy con el neosocialismo como reduccióndel hombre al Estado, a la comunidad localo global. En tal sentido, a nuestro juicio, elproblema de las actuales ideologías políti-cas y económicas y sus aplicaciones prácti-cas sigue teniendo su base, como lo vienenseñalando innumerables pensadores desdehace ya varias décadas, en un problema cul-tural y espiritual más profundo que ha sidollamado con distintas denominacionescomo el problema de la “sociedad del bien-estar”, la “sociedad de consumo” o la“sociedad administrada o disciplinaria”,apoyado en una concepción positivista dela ciencia y la tecnología, en que la vidahumana individual y social queda reducidaa la satisfacción eficiente de necesidades yasea por el camino neoliberal o por el neo-socialista. A nuestro juicio esta visión unidi-mensional y alienante de la vida es el verda-dero problema de nuestro tiempo y tam-bién el núcleo de la cuestión socioeconómi-ca. De esta manera, creemos que el DBpone un énfasis exclusivo en el problema

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del neoliberalismo, pero olvida al neosocia-lismo y, al hacerlo, corre el riesgo de suscri-bir a algunas de sus tesis que no son sinouna expresión diferente de la misma ideo-logía despersonalizante que hoy lo invadetodo.

4. Crítica a la interpretación de la historiacercana del desarrollo argentino

El DB también sostiene que el neoli-beralismo es la principal causa de los pro-blemas del desarrollo argentino. Aquí tam-bién diferimos, tanto por las razones gene-rales que acabamos de señalar, como porlas que tienen que ver con lo que conside-ramos una interpretación sesgada y llamati-vamente deformada de la historia argenti-na del último siglo. La economía argentinasufrió ciertamente los males del neolibera-lismo, pero ¿quién puede negar la influen-cia igualmente negativa de otros malescomo el estatismo, el corporativismo, elcaudillismo clientelista, el marxismo revo-lucionario, el militarismo o el populismo?

Por lo demás, es cierto que durantela década del 90 se aplicaron en laArgentina una serie de políticas que podrí-an formar parte de la ideología neoliberaltales como las privatizaciones, la desregula-ción de la economía y la apertura a lasinversiones y a capitales extranjeros. Peroestas medidas no son en sí mismas “neoli-berales” ni, a nuestro criterio, necesaria-mente negativas, ya que facilitaron en partela modernización de algunos sectores denuestra economía que hoy son la base decapitalización sobre la que se asienta elactual crecimiento económico. Por otraparte, otras políticas de la década del 90 nofueron precisamente neoliberales comen-zando por la misma ley de convertibilidad.De hecho ésta última fue una medida polí-tico-jurídica de fijación estatal del tipo decambio que permitió en su momento ponerfin a la historia inflacionaria e hiperinfla-cionaria argentina, aunque también demos-tró, a la larga, el fracaso de un exageradocontrol estatal en este campo. Tampoco,ciertamente, fueron neoliberales muchasotras políticas como la falta de disciplina

presupuestaria (el gasto publico se elevó enun 80 % en valores constantes desde 1991)y fiscal que llevaron al Estado argentino aun pavoroso endeudamiento que arrastróconsigo al sistema de previsión social y,finalmente, al sistema financiero mismo.

En definitiva, si bien la discusiónsobre esa década durará probablementemucho tiempo más, es necesario reconocerque no fueron sólo las medidas neoliberaleslas que nos llevaron a la crisis. Es precisoanalizar qué otros factores influyeron ennuestro país para que reformas aplicadascon éxito o, por lo menos, con un costomucho menor en otros países, como Chile,Nueva Zelanda o Irlanda tuvieran tanmalos resultados en la Argentina. ¿Nohabrán sido los evidentes aspectos negati-vos del desempleo, volatilidad y concentra-ción de riqueza propios de la nueva econo-mía global potenciados en nuestro país porel viejo estatismo local con su corrupción,clientelismo y sistemas de prebendas portodos conocidos?

En este sentido, nuestra opiniónsobre la interpretación que hace el DB de lahistoria argentina del último siglo tambiénes crítica. En efecto, la “ilusión del desarro-llo” no es exclusiva de los 90. Es evidenteque los modelos de desarrollo encarados enla Argentina especialmente en los 40, 50 y60 que venían a reemplazar el ya caducomodelo agroexportador, generaron tam-bién una “ilusión del desarrollo” basada enuna industria en gran medida sobreprotegi-da y de escasa competitividad. Lo mismopodría decirse de las tasas ilusorias deempleo de aquellas épocas que escondían,en realidad, un desempleo encubierto. Dehecho, la crisis de estancamiento e inflaciónde las décadas del 70 y 80 no fueron otracosa que la manifestación de los límites ter-minales a los que había llegado ese mode-lo. En una palabra, la interpretación de lahistoria del desarrollo argentino no puedehacerse planteando todo el siglo XX comoun siglo de desarrollo sólo interrumpidoapenas en 1976 y en los 90: el drama de ladecadencia económica argentina iniciadacon el fin del modelo agroexportadornunca fue bien resuelto ni por las políticasestatistas o desarrollistas ni por las políticas

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liberales o monetaristas y espera aún hoy laelaboración de una estrategia equilibradaentre políticas de mercado y de Estado, decrecimiento y de desarrollo, para su resolu-ción definitiva.

5. De las falsas disyuntivas a las visionesintegradoras

Hasta aquí hemos considerado loque a nuestro juicio es una concepciónincompleta y parcial del DB en su presenta-ción del problema ideológico y en su inter-pretación de la historia argentina. A partirde allí, creemos que las tensiones que pre-senta el DB sufren de la misma parcialidady plantea falsas disyuntivas desarrolladas apartir de la lectura dicotómica “neolibera-lismo-antineoliberalismo”, más allá deaciertos concretos en algunas descripcioneslogradas. Reconocemos, por otra parte, queel texto plantea que estas tensiones sonparte de nuestra realidad social. Más allá deesta cuestión, que abordaremos seguida-mente, creemos valioso mostrar que estasdicotomías pueden ser integradas. En efec-to, creemos que es arbitraria la disyuntivaentre “moral individual” y “justicia social”en el tema de la concepción ética del desa-rrollo y más bien habría que referirse a una“moral personal” que es a la vez, individualy social. Del mismo modo, nos parece erra-do, al tratar un modelo de desarrollo sus-tentable, contraponer el criterio de la“aceptabilidad de los organismos interna-cionales” con la de que “primero la econo-mía crezca para poder pagar”, cuandosabemos que ambas cosas deben ser realiza-das simultáneamente. Igual cosa cabríadecir sobre la extraña inclinación del DB-de sabor ya rancio en la sociedad argenti-na- a oponer la “promoción de las exporta-ciones” a la “preocupación por el mercadointerno” y la “perspectiva reindustrializa-dora”, cuando se sabe que un país como laArgentina debe pensar con realismo cómova a poder alcanzar competitividad auténti-ca en su economía para poder convertirseen un gran exportador, especialmente apartir de agregar valor a su valiosa agroin-dustria ya en desarrollo, de promover toda

industria que resulte competitiva y de enca-rar la venta de servicios desde la tradicióncreativa argentina. Por otro lado, de estaforma y simultáneamente deberá constituirun mercado interno justo. La experienciainternacional muestra que un verdaderodesarrollo incluye, tarde o temprano, todosestos ingredientes.

Otras disyuntivas presentadas en elDB también nos parecen forzadas como laque se insinúa entre el criterio de “respon-sabilidad fiscal” con lo cual cada provincia“debería financiar sus gastos con la recau-dación territorial de sus impuestos” y laidea de “cooperación entre la Nación y lasprovincias” (p. 25). ¿Es posible -nos pre-guntamos- rechazar la primera para reali-zar la segunda? Adherimos, por otra parte,a la necesidad de la creación de “cadenasde valor local” y “microrregiones” (p. 26)-éste es el modelo de desarrollo que hoy sepropicia cada vez más en el mundo- perono debería parecerse en nada a los falsosdesarrollos regionales que se promovieronen otro tiempo.

En cuanto a la inserción argentinaen la globalización, no caben dudas acercade la importancia de la dimensión geopolí-tica y cultural del “Mercosur y laComunidad Sudamericana” pero ello nosignifica que deba ser el único ámbito en elque se inserte la Argentina, especialmentesi queda teñido del rasgo ideológico de unaunión ante “la presión de los EEUU” (p.27).

Otra disyuntiva que nos sorprendees la que se plantea entre “un Estado efi-ciente y regulador”, “mero protector de lapropiedad y las personas del sector gana-dor” y una “perspectiva que alienta unEstado garante del desarrollo y la inclusiónsocial.” ¿No sería mejor hablar de unEstado respetuoso del orden jurídico, de lapropiedad y los contratos que sea a la vez, yen parte por ello mismo, alentador deldesarrollo? En relación a la sociedad civil,por lo demás, tampoco creemos que seaadecuado contraponer como lo hace el DBlas valiosas funciones de ésta en la “audito-ría y control” del Estado y en la ayuda pri-vada a los pobres y la “perspectiva de parti-cipación para una democracia ampliada y

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concertadora”. Creemos que la sociedadcivil puede y debe incluir ambos conceptos.

Por último, si bien estamos de acuer-do en que nuestro problema cultural tieneque ver con una cultura “evasiva, narcisistay de ausencia de todo sentido colectivo” (p.35) no nos parece que haya que identificarautomáticamente la verdadera cultura, porejemplo, con la acción de los medios decomunicación “en el marco de políticas cul-turales que posibiliten tanto la participa-ción social, como afianzar el rol del Estadoen la reafirmación del derecho a la libertadde información” (p. 35). Mucha experienciatenemos ya del manejo ideológico-políticoque se hace en nombre de las “políticas cul-turales”. Creemos que en el DB hace faltauna visión superadora de la cultura, vistano tanto desde una falsa oposición entre“enclaustramiento privado” y “proyectocolectivo”, sino como un despliegue de lavida espiritual y material de las personasindividuales -¡nada se habla en el DB de lanecesidad del crecimiento personal para lacultura!- las comunidades y las tradicioneshistóricas, en perspectiva de nación y ensintonía con la cultura universal.

6. De las tensiones a las (dis)tensiones:hacia una ética del diálogo

Según nuestra visión, el DB mani-fiesta una cuestión adicional que aunque, aprimera vista, parecería “metodológica” oligada al “análisis del discurso” puede cau-sar la marginación, en función del diálogo,de algunos sectores de la comunidad nacio-nal y limita éticamente, quizás aún más quesu propia perspectiva ideológica, el futurodel debate que pretende iniciar. Es necesa-rio detenerse en el análisis de la mismaconfiguración del DB para explicar estaafirmación. Para ello distinguiremos tresproblemas o aspectos: la “naturaleza” deltexto, la presentación “valorativo-discursi-va” de las tensiones y la cuestión del“autor”.

La naturaleza del DB. En primerlugar, el DB -recordemos- se presenta comoun texto inicial de un Foro Debate que per-sigue “colaborar con la construcción de una

visión estratégica del desarrollo paraArgentina”. “Este espacio plural para laparticipación, contará con una metodolo-gía multiactoral que permita discerniropciones y alternativas en la búsqueda deuna noción de desarrollo de mediano ylargo plazo” (p. 3). En este marco, el DB“analiza la configuración del escenariosocio-político posterior a la crisis argentinade diciembre de 2001, con el fin de funda-mentar la necesidad de explicitar el rumboa seguir en nuestro país los próximos años.Por otra parte, también son enumeradas lastensiones subyacentes a estos consensos”.Finalmente, se aclara que este DB intentahacer un análisis que interpele “cuestionessustantivas” y que éstas pueden ser tomadaspara su profundización, crítica y discusión.El DB, a su vez, no posee “consideracionesfinales” para “posibilitar la construcción enforma abierta y plural de conclusiones com-partidas” (p. 4).

Es explícito entonces qué pretendeeste foro y qué se busca con este primerpaso que es el mismo DB. Como lo señala-mos en la introducción, se destaca comomuy positiva la iniciativa del foro, la aper-tura de espacios para un diálogo participa-tivo sobre la estrategia nacional y el hechode reconocer consensos que incluyen ten-siones. Esto último, insistimos, es un acier-to realista. Sin embargo, y aquí es dondeubicamos el problema fundamental, lanaturaleza del DB en el contexto del ForoDebate hubiera requerido ciertos cuidadosmetodológicos y discursivos que respondancon justicia a la invitación abierta que sequiere realizar. El DB, como lo comproba-mos en el estudio hasta aquí encarado, estámás cerca de ser un documento sectorial queexpresa su visión ideológica -legítima,obviamente, dentro de un sano pluralismo-que un texto que se presenta con una (siem-pre) relativa neutralidad descriptiva -al modode un mapa o cartografía representativa delas perspectivas nacionales- y que, por lotanto, invite cordialmente a la participaciónde todos en el debate. Expliquemos deteni-damente esta cuestión.

La pretensión de enunciar consensosy tensiones que representan no sólo conste-laciones ideológicas sino también, y esto es

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clave a la hora de comprender el problema,grupos de argentinos concretos con los cualestambién hay que dialogar, requiere desarrollartextos como el DB de una forma muy inclu-siva. ¿Qué significa esto? Por supuesto quereconocemos que todos tenemos el derechode presentar nuestras posiciones, justificar-las y además, explicar qué dificultadesobservamos en otras posturas. De hecho, loestamos haciendo en este escrito. Perocuando pretendemos escribir un documen-to para iniciar un diálogo nacional, hay quereconocer que el tipo de texto a diseñardebe ser diferente. Esto no implica abonarun pluralismo relativista ni un eclecticismoacrítico. Pero sí comprender que sobre lamateria “estrategia nacional” puede haberdiversidad de ideologías, de tradiciones, deexperiencias en juego más o menos legíti-mas y honestas y que, si el diálogo está bienplanteado, pueden lograrse acuerdos yreconocimientos mutuos de verdades par-ciales y errores o limitaciones propias. ElForo y el DB reconocen la diversidad y, aldesarrollar el DB, pretenden colocarse porarriba de la disputa identificando consensosy tensiones, al modo de una descripción.Sin embargo, esta descripción de las posi-ciones del debate se vuelve además valorati-va y, por lo tanto, el DB se constituye en undocumento que evalúa la realidad desde supropia perspectiva.

La identificación de consensos y detensiones desde un ámbito social como elForo, ahora sí, requiere de una metodologíadiferente. Por ejemplo, recientemente,Claude Thélot, Presidente de la Comisióndel debate para el futuro de la Escuela,3explicó que este organismo independientehabía sido instituido en Francia por elPresidente Chirac con el objeto de promo-ver un gran debate nacional y relevar laopinión de especialistas, actores y de lasociedad en su conjunto para identificar lasgrandes demandas y necesidades existentesen vistas a una reforma educativa instru-mentada a través de la sanción de unanueva ley de educación. Este trabajo se rea-lizó con una detallada metodología socioló-gica que permitió la expresión de todos,aún de aquellos a los cuales se les dificulta-ba participar.4 Por otra parte, en este senti-

do, se destaca la contribución crítica deJuan Carlos Scannone a las lecturas de losproblemas argentinos por parte de losObispos en sus últimos documentos colecti-vos, donde señala un “déficit de mediacio-nes”. Éste consistiría en no tener en cuentael aporte que pueden hacer las ciencias“humanas y sociales” al “ejercicio de unaracionalidad práctica -tanto comunicativacomo estratégica- (…) puestas al servicio delos fines éticos, así como también el uso delos instrumentos institucionales y organizativoscorrespondientes, sin dejarlo todo librado ala espontaneidad y la buena voluntad”.5Sobre la base de la experiencia francesa yde esta valiosa apreciación, creemos que esnecesario aplicar también esta reflexión, enforma análoga, a la labor del Foro Debate yal diseño de textos como el DB a través dela elaboración de metodologías que permi-tan abordar a consideraciones representati-vas y con un lenguaje cuidadoso. De estaforma, se pueden desarrollar textos queinviten a todos al debate y que no marginena nadie desde la misma expresión de losconsensos y tensiones descriptas. Esto, a lavez, no debe orillar en un cientificismosocial ni en un racionalismo metodológicoinconducente.

La presentación “valorativo-discursi-va” de las tensiones. ¿En qué aspecto del DBestos problemas se manifiestan con mayoragudeza? Como se anticipó, nos parece queesto ocurre en la forma de enunciar, omejor de denominar-valorar los polos de lastensiones existentes. Por ejemplo: unosposeen una “[p]erspectiva excluyente” yotros una “incluyente” (p. 9); hay quienespromueven la “inserción pasiva y acrítica” yaquellos que favorecen una “inserción acti-va” (p. 10-11); hay quienes plantean una“[p]erspectiva cerrada y fragmentaria”frente a quienes vislumbran una “abierta,dinámica e inclusiva” (p. 12-13). Los paresde las tensiones, casi hasta estéticamente,reclaman del lector el rechazo de un polo yla adhesión al otro que es el que claramen-te proponen como estrategia válida losautores. Así, ¿quién sostendría “suelto decuerpo” que su propuesta es excluyente, pasi-va, acrítica, cerrada y fragmentaria? Y ¿quiénno diría que su planteo es incluyente, abierto,

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dinámico y activo? Aún hasta el más radicalneoliberal, aunque nosotros no comparta-mos sus ideas y podamos demostrar queestá equivocado, nunca aceptaría los califi-cativos evidentemente negativos utilizadosen el DB y hasta podría defenderse dicien-do que justamente su propuesta es másabierta, inclusiva, etc. Por lo tanto, la des-cripción de los polos del DB no es neutralsino todo lo contrario. Este recurso discur-sivo es legítimo en el contexto de un deba-te pero no puede ser la base para un diálo-go inclusivo, que no provoque desconfianzani conflictos desde el principio.

Por otra parte, las tensiones descu-biertas se dan entre lo que podríamos lla-mar genéricamente una posición socialdemó-crata o neosocialista, que trata de mostrarsecomo integradora y hasta con cierta capaci-dad de síntesis al incluir aportes de la orto-doxia económica, y un polo de derecha o neo-liberal reincidente. Este planteo nuevamenteparece sesgado: ¿no existen, por ejemplo,los rupturistas que no desean ningún diálo-go con los organismos internacionales? ¿Noson también argentinos aquellos que pose-en una visión estatista más fuerte que la delpolo integrador del DB? ¿Son tan pocos?

En este sentido, el recurso discursivode plantear sólo las diferencias entre unneosocialismo actualizado y un neolibera-lismo rancio deviene en el corrimiento delas tensiones hacia la derecha lo cual provocados efectos: por una parte, se sobre-dirige laatención al neoliberalismo, recrudeciendo ysobre-acusando su posición y deslegitimán-dola en función de su inclusión en el deba-te; por otra, se hacen invisibles las posicio-nes colectivistas radicales o comunitaristas.No sabemos cual es la razón de este olvido.Pero sea el preservar esos planteos o eldirectamente obviarlos por superados,dejan nuevamente a un sector de la vidanacional marginado de la discusión. En sín-tesis, la forma de plantear los disensosintenta sensibilizar al lector a favor de unode los polos, provocar el rechazo del segun-do y obviar un tercero. Evidentemente,quien se encuentre en una de las posicionesdenostadas o desaparecidas no se integraráel diálogo y, si persiste en ello, se sentiráinicialmente incómodo.

La cuestión del “autor”. En parte estaobservación está ya implícita en lo desarro-llado hasta aquí pero es necesario explici-tarla brevemente. Un texto como el DBpara que no posea las limitaciones que mar-camos tiene que estar elaborado al calor deotra metodología que incluya a los distintossectores sociales e ideológicos. De estaforma, si cada grupo coloca sus propuestasal menos se sentirá representado en el poloque expuso. De esta forma, además la con-vocatoria al debate adquirirá legitimidad eidentificará a cada sector con el esfuerzopersonal y social que implica todo foro deestas características.

Por otro lado, el esbozo de propues-ta metodológica que realizamos se hacemás necesario por ser instituciones de laIglesia Católica las que convocan al debate.Si nuestra Iglesia se ofrece generosamenteen esta línea -para ser casa del diálogo-tiene que tratar de incluir a todos y distin-guir con claridad sus ideas y propuestas deaquellos documentos que, para iniciar laconversación, tienen que reunir la diversi-dad. En esto hay que redoblar el cuidado.Pero hay aún otro elemento que llama laatención. Dado que ya hemos demostradoque la lectura de la realidad del DB es sec-torial, tratándose de un documento presen-tado por organismos eclesiales, sorprendelo poco que se ha abrevado en el pensa-miento social cristiano argentino, latinoa-mericano y universal.6 Es cierto que se citandocumentos del episcopado local, peroéstos son sólo aquellos de menor alcance yque surgen durante los últimos años. Conesta observación no queremos indicar quehay que apelar a estas fuentes prescindien-do de otras pero sí que habría que recurrirmínimamente al rico acerbo social-cristia-no, que no incluye solamente los pronun-ciamientos episcopales de ocasión. En sín-tesis, o la Iglesia propone sus ideas para undebate o se coloca en el lugar de soportedel diálogo. En la primera opción, susdocumentos reflejarán sus aspiraciones ycompartirán la mesa junto con otros. En lasegunda, tendrá que extremar el cuidadopor el diseño institucional del diálogo detal forma que incluya a todos. Por supuestoque la Iglesia puede cumplir ambos roles,

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como cualquier otra institución, pero debedistinguir muy bien en cada ocasión desdequé lugar está pronunciándose. En estesentido, el valioso recorrido del DiálogoArgentino fue y es una experiencia quedemuestra que esto es posible.

Por las razones presentadas hasta elmomento, vemos la necesidad de desmon-tar estas tensiones -por eso proponemosrealizar (dis)tensiones- y promover unesfuerzo conjunto para reconfigurarlas enun futuro documento que dé resultadosmás representativos e inclusivos. Todo diá-logo de la envergadura de un debate nacio-nal requiere previamente reflexionar sobrela ética que posibilita las condiciones paraun diálogo convocante -a esto nos referire-mos in extenso en las conclusiones-. Parapoder dialogar, es también clave reconocercon precisión qué posiciones hay en juegopara lo cual hay que dejar hablar a cada poloen cuestión reconociendo además que pue-den haber más de dos. Por eso, es vital laforma de presentar los disensos, tratandode evitar todo término que, como en lasoposiciones antes descriptas, puedan con-llevar valoraciones implícitas o explícitas.En definitiva, cada uno tiene que presentarsu “posición” y luego, mediante un genuinodiálogo, vislumbrar los límites y riquezas delas tensiones existentes.

Así, para concluir este apartado,proponemos que el Foro Debate que nosconvoca desarrolle una metodología másorganizada, participativa e inclusiva quepermita abordar el primer desafío, o sea, laconfiguración del marco y campo del debate,reubicando los consensos y las tensionesexistentes en la realidad de nuestra socie-dad. Más allá de no negar el rol de los aca-démicos y especialistas en esta tarea, esnecesario abandonar relativamente o almenos interpelar la función de “intelectua-les orgánicos o universales”7 y caminar asíuna labor de interpretación de los proble-mas sociales y políticos -función que no sedebe abandonar- reconstruida desde unametodología, menos vertical y más horizon-tal, que incluya a la sociedad que se preten-de interpretar. No sólo la política y elEstado tienen que abrirse, también nues-tras lecturas académicas. Esta propuesta

puede parecer, por instrumental, muy bási-ca pero, en el contexto de la complejidadde las actuales sociedades, es un nuevo pasohermenéutico y ético que permite captarmás adecuadamente sus dinamismos másgenuinos y, por lo tanto, promover un ver-dadero diálogo interpersonal y menos for-mal.

En este sentido, finalizaremos esteescrito desarrollando algunas conclusionescentrales y proponiendo un conjunto de“temas”, obviamente desde nuestra pers-pectiva, que puedan ser un aporte para eldesarrollo de consensos y tensiones másamplios. A la luz de lo antedicho, no consi-deramos que nosotros debamos asumir ladescripción de las principales tensiones enjuego -ésta es una tarea que nos supera-pero sí manifestar algunas ideas y propues-tas para intervenir en el debate desde nues-tro modo de ver las cosas.

7. Conclusión: el desafío del personalis-mo ético como núcleo del desarrolloargentino

Nos parece un acierto del DB elhecho de proponer abordar los consensosexistentes en el país yendo más allá de lopuramente socio-económico, como es fre-cuente en otros documentos de este tipo, yenfatizar la importancia de la dimensiónética y cultural. Ya es más que evidente elfracaso de los acercamientos economicistasque reducen los fenómenos sociales a pro-cesos o mecanismos impersonales regidospor una lógica puramente utilitaria.8 Sinembargo, creemos que la discusión ética ycultural de la economía debe ser abordadacon más énfasis desde su verdadero núcleo:la persona humana. En efecto, a nuestrojuicio, la acción económica es un aspecto dela acción humana que brota del interior dela persona y, por lo tanto, hay que com-prender y redescubrir su lógica auténticadesde este mismo origen.

Ser persona significa, en primer tér-mino, haber recibido como don un ser pro-pio individual e irrepetible. Si se niega laindividualidad no hay persona ya que nohabría en ese caso un “yo” que se me hubie-

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ra dado como el don más preciado que esmi propio ser. Pero ser persona no implicasólo poseerse y recibirse sino ante tododarse, hacer entrega libre de uno mismocomo don a Dios y al prójimo en tanto ima-gen de Dios. Así, la plenitud de la vida per-sonal, con la cual se identifica la ética cris-tiana del amor, no es otra cosa que estedarse como don desde lo que uno es y harecibido, a su vez, como don, por medio delcual la persona se confirma en lo que es y,al mismo tiempo, se entrega a otro. La per-sona es más cuando se da más. Pero nopuede darse si no se recibe a sí misma, sinose encuentra consigo misma. Uno no puededarse a sí mismo si se aliena, si niega supropio ser. Se trata pues de dos procesossimultáneos que no pueden separarse: el deser y recibirse a uno mismo y el de darse alos demás.

Pero al hombre no sólo le es entrega-do un ser propio sino también un tener pro-pio del cual también tiene que hacer donsiguiendo la misma lógica de toda su vidapersonal. En efecto, el sentido de la activi-dad económica consiste en tener bienes eco-nómicos -no simplemente en regalarlos oenajenarlos lo cual los dejaría sin dar fruto-pero en tenerlos dándolos, ofreciéndoloscomo don a través de su uso productivopara satisfacer con igual actitud de dontanto las propias necesidades como las delos demás. A nuestro juicio, es errado elplanteo neoliberal y neosocialista que ve ala acción económica individual como irre-mediablemente egoísta y utilitarista.Tampoco creemos que haya una contradic-ción intrínseca entre el ser y el tener, entrela economización y el don. Por el contrario,la acción económica, si está integrada enuna acción personal abierta al don, puedeperfectamente adquirir, ella misma, laforma del don. Estos puntos de vista noproceden de un espiritualismo ingenuo.Cada vez es más abrumadora la bibliografíaacadémica en el campo económico en losúltimos años que muestra la falsedad de lahipótesis utilitarista como único móvil posi-ble de la acción económica y la evidenciaempírica de la poderosa influencia de valo-res morales como el sentido de justicia, deconfianza o de generosidad que impregnan

muchas acciones de los empresarios, consu-midores y otros agentes del mercado. Enotras palabras, la economía no tiene unalógica utilitaria autónoma sino que toma laorientación que tome interiormente la per-sona humana: de allí el enorme poder de laespiritualidad personal que es el que daforma a la economía desde su mismo ori-gen.

Por otra parte, esta dimensión per-sonal de la economía no se contrapone consu dimensión social sino todo lo contrario.El tener económico vivido como don (invir-tiendo, produciendo, trabajando, consu-miendo o comerciando, teniendo siempreen vista la satisfacción de las propias nece-sidades pero también las de los demáscomo si fueran las propias), aún cuando semantenga como un tener individual (pro-piedad privada) y en la medida en que nosea poseído avaramente o consumística-mente, se hace bien común. Así, no hay con-tradicción intrínseca entre la actividad eco-nómica de las personas y la sociedad, entrela propiedad privada y el bien común.9 Dehecho, la socialización de los bienes de pro-ducción o su enajenación indirecta pormedio de una coacción excesiva impositivao regulatoria, pueden ser enormementeantisociales ya que quitan la posibilidad desu donación personal a quien los posee ycon ello empobrecen no sólo materialmen-te a la sociedad en inversiones, bienes y ser-vicios que se dejan de producir y brindar,sino sobre todo la empobrecen espiritual-mente. Ciertamente no es nuestra inten-ción idealizar a la economía, ya que tampo-co se debe perder de vista la tendencia delhombre al egoísmo y a la posesividad avaray la necesidad de ejercer una coacción legala quienes convierten a su actividad econó-mica en un puro medio de explotación delprójimo. Sin embargo, precisamente paracomenzar a cambiar esto último, el caminono es resignarse a pensar la economía y elmercado como el ámbito natural del egoís-mo, sino en tomar conciencia que es unadimensión enormemente importante deexpresión de la vida personal y social a laque hay que seguir apostando a renovarevangélicamente desde su mismo núcleo yno simplemente “reparar” o “coaccionar”

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desde afuera. No creemos, así, en la falsadisyuntiva entre una concepción del desa-rrollo basada en el individualismo utilitaris-ta apenas amortiguado por una “neobene-ficencia” hipócrita y otra basada en la “jus-ticia social” entendida como una “redistri-bución del ingreso” realizada por medio dela coacción política o social. Por el contra-rio, creemos que la ética personal es la basede la justicia social en la medida en que lajusticia es ante todo una virtud personalque puede dar forma desde su origen a lavida social y económica.10

Así, aplicando esta reflexión generalal caso argentino, creemos que nuestro paísdebe apostar a la conversión personal comoúnico punto de partida posible de unaestrategia para su desarrollo. Esta conver-sión debería probablemente tener caracte-rísticas similares a las que son necesarias enotros lugares del mundo pero habría quesumarles las que sanarían las formas deirresponsabilidad, improvisación, corrup-ción, cortoplacismo y falta de espíritunacional más típicas del egoísmo argentino.Esta conversión, en campo económico, ten-dría que partir de una fuerte personaliza-ción de la vida empresaria y laboral.También creemos que debe darse una revo-lución de la responsabilidad y el don en lavida política y de la sociedad civil en gene-ral. Es cierto que existe una presión desper-sonalizante de todo el sistema -compuestopor una mayoría no sólo nacional sinomundial- inclinada ciegamente a la obten-ción de las propias ganancias, al consumis-mo o simplemente a un activismo vacío. Sinembargo, creemos que la solución no es uncambio extrínseco de estructuras sino elcambio interior, la conversión de los cora-zones, que es el único modo posible para irmodificando los problemas estructurales,estrategia a la que siempre apostó la Iglesiay que nosotros creemos que hoy debemosrenovar con fe.

Por otro lado, según quedó eviden-ciado en el sexto apartado de este escrito,los argentinos tenemos otro desafío éticocomún: repensar nuestras formas de dialo-gar, nuestra ética del diálogo que se mani-fiesta en los procedimientos que usamos.Este es un aspecto especialmente delicado

de nuestra personalidad nacional. En estesentido, tenemos que aprender a sentarnosen la mesa. Para ello es imprescindible“salir a buscar a todos” a los caminos dondequieran que estén e insistirles en que sonbienvenidos. Luego debemos aprender aponernos en el lugar ideológico y experien-cial del otro. La decadencia argentina hapromovido la acumulación de resentimien-tos y desconfianzas. Por esta razón, lamutua denominación de las perspectivas oposiciones tiene que ser muy cuidadosa. Nose puede invitar a dialogar a alguien paracaratularlo, desde la misma mesa, según mipropia perspectiva. Por supuesto que eslegítima la evaluación del otro y su pro-puesta. Pero en el inicio es necesaria unaapertura que, sin olvidar el pasado ni sosla-yarlo, permita que nos escuchemos en unacto primordial. Luego sí, cuando noshayamos familiarizado y descubierto comopartes del mismo drama, será el momentode la memoria y de la crítica en un marco decorresponsabilidad mutua.

Pero para que esto sea posible nosparece necesario concebir nuestra memoriade un modo integral. A la hora de encararun diálogo tendiente a promover y definirestrategias institucionales siempre se hacenpresentes viejas y recientes heridas y prejui-cios. Esto ha quedado explícito, una vezmás, en el DB. Hay que sentarnos en lasmesas de diálogo con una memoria purifi-cada liberando “la conciencia personal ycomún de todas las formas de resentimien-to o de violencia que la herencia de las cul-pas del pasado puede habernos dejado”pues ellas “dejan sentir a menudo el pesode sus consecuencias y permanecen comootras tantas tentaciones hoy en día”11. Paraello, es clave que el diálogo encarado paradelinear un futuro en comunión permita laexperiencia de otro tipo de mirada sobre elotro y su (nuestro) pasado: “Si el olvido esun recurso de la voluntad colectiva contramemorias fragmentadas que se cobranrevancha, un paso más nos llevaría a unamagna experiencia todavía inédita: la de lamemoria total. Es decir, no la que elige unfragmento del pasado para convertirlo enmotor de una tradición viva, sino la queelige el pasado del hombre en la totalidadsinfónica de su hazaña. (…) A partir de esa

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memoria de la unidad totalizadora de lo huma-no en el pasado, también hallaremos labases sólidas de un reencuentro con elempeño de tener futuro. Sólo así se abriría,presumo, un espacio para la utopía”.12

Finalmente, en el contexto de unaética para el diálogo argentino, éste “a dife-rencia de una conversación superficial,tiene como objetivo el descubrimiento y elreconocimiento común de la verdad”.13 Eldiálogo no es un encuentro exclusivamentehorizontal sino uno en donde al menos dosse colocan en tensión también vertical,hacia el logos. Éste tiene que ser tambiénnuestro norte concreto: el descubrimientoen común de la verdad sobre la política que tene-mos que ayudar a delinear asumiendo como unvalor la diversidad de talentos y perspectivas.Además “nadie puede desempeñar sincera-mente un papel en un proceso de diálogo sino está dispuesto a exponerse a la verdad ya crecer en ella”. Por eso, consideramos queel mensaje cristiano y la oportunidad histó-rica que estamos viviendo nos convoca aabrirnos a la verdad que puede aparecersefrente a nosotros aún en la palabra de aquelsobre el cual caen nuestros prejuicios. Y sicreemos sinceramente equivocado o parcialsu planteo, esforcémonos por entender sufundamento, su racionalidad, su expresión,su semilla de verdad y juntos descubrire-mos, en un clima fraterno y en el tiempoque se requiera, la naturaleza de una ver-dad más integral sobre nuestra nación. Esimperioso que evitemos el silencio resenti-do que juega en este punto muchas vecesun protagonismo peligroso y la palabraintempestiva e inoportuna que cierra alotro al replanteo humilde de su afirmación.

Existe otro peligro al cual los argen-tinos somos afectos: “la pretensión de tenersiempre la razón. Es el caso de interlocuto-res que no se dejan guiar por el esfuerzo decomprender, sino que exigen para sí mis-mos todo el espacio del diálogo. En estalínea, pronto deja de existir un intercambiosincero. La diversidad que enriquece seconvierte en oposición agresiva, en buscade un escenario para presentar el propiomonólogo. Entre los interlocutores selevanta una muralla fría, que separa mun-dos cerrados en sí mismos. En vez de la sin-cera búsqueda de la verdad, se dan preten-siones, amenazas e imposiciones”. En nues-tro trabajo conjunto, tenemos que aprender

a presentar nuestras propuestas no comoun “todo cerrado” y representativo de latotalidad sino como instrumentos musicalesque utilizados apropiada y limitadamenteen una sinfonía, concurren en una bellezaque nunca podrían alcanzar aisladamente.

Además muchas veces podemos des-prendernos, en función de un proyectocomún, de ciertos términos que pueden serreemplazados por otros más apropiados endeterminados contextos sin caer por estoen un nominalismo craso. Deberíamos qui-zás encontrar también aquellas ideas ypalabras integradoras a través las cuales,sin convertirnos en consensualistas y desa-rrollando pacientemente el sentido de cadauna, todos puedan ver expresada hastadonde sea posible sus ideas y propuestas.La búsqueda de nuestra estrategia nacionalno es una verdad a priori que hay queencontrar afuera de nosotros ni que un ilu-minado, por más sabio que sea, pueda pro-ponernos. Es un descubrimiento al que hayque llegar entre todos los habitantes de laArgentina a partir de nosotros mismos. Elacuerdo nacional que surge así no es frutode un consenso horizontal, racionalista,externo o impuesto sino de una búsquedadesinteresada, integradora y armónica dela verdad posible y prudente sobre nuestrofuturo común.

A continuación, para concluir estasreflexiones, luego de haber esbozado estasíntesis ética que propone una concepciónpersonal, social y dialógica destinada aldesarrollo y despliegue de un debate entorno de una estrategia nacional, presenta-mos ideas para el diálogo sobre laArgentina.

8. Algunos temas para repensar laArgentina

A partir de lo desarrollado hastaaquí y teniendo en cuenta precisamente losaportes y las carencias que pueden vislum-brarse de acuerdo con los tres ejes de nues-tra lectura del DB -la mirada sobre el pro-blema ideológico, la perspectiva histórica yla crítica a las falsas disyuntivas y a la formadel diálogo, enunciaremos brevementealgunos elementos que, desde nuestra pers-pectiva, podrían ser ofrecidos en la mesajunto con otros. Dejamos estos temas sim-

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plemente esbozados con el propósito deque queden abiertos para ser ampliados orevisados sucesivamente, siguiendo así latónica del Foro.

Argentinos a las cosas. Según la cono-cida sentencia de Ortega, proponemos queel debate argentino sobre nuestra estrategiade país supere las dicotomías ideológicas yavance sobre discusiones que por concretasno dejan de ser estructurales. Queremos serclaros en este punto. No proponemos redu-cir el debate a lo local, ni a la eficiencia nial voluntarismo. Más bien, promovemosincluir los aspectos ideológicos, globales yestructurales en un debate que parta de lo con-creto, donde se integra naturalmente lo par-ticular y lo universal, lo endógeno y lo exó-geno, lo micro y lo macro. Esta línea de tra-bajo implica reunir a los agentes sociales dedistintos sectores, en especial, el simbólicoy el productivo. El DB es rico en elementosque podrían ayudar en esta dirección.

Diseñar políticas universales. Un con-senso que percibimos como casi general esel de lograr una mayor integración de lasociedad argentina que supere la fragmen-tación y la injusticia. En este sentido, sor-prende que pese al despegue de la econo-mía en los últimos años, se encuentre pos-tergado el debate sobre la inclusión univer-sal de todos los habitantes de nuestranación. En función de este cometido, esimprescindible recentrar nuestras fuerzasen la política educativa y de salud de formatal que podamos brindar condiciones equi-tativas para el desarrollo que no están tantoen la distribución de los bienes materialessino en la ayuda para desplegar las capacidadespersonales de todos los habitantes que les per-mita crecer por sí mismos como personas.

Redistribuir las cargas fiscales. Hoy endía aparece también otro consenso en nues-tra sociedad que trasciende fronteras ideo-lógicas: se evalúa que el sistema impositivose hace más pesado sobre las espaldas delos sectores de menores ingresos y también,vía la coparticipación federal, sobre lasregiones más desbastadas. Aunque nopodemos abundar sobre este punto aquí,señalamos que redistribuir impuestos nodebería significar crecimiento del Estadosino la posibilidad de generar mayores posibili-dades de acceso a la propiedad, en aquellos sec-tores que menos poseen. Es notable la per-sistencia de este esquema impositivo que

trasciende la década del 90 y sobrevive enla actualidad. ¿Qué factores permiten queesta injusticia básica continúe vigente pesea los nuevos aires post-convertibilidad?

Hacia un Estado ético y participativo.En la línea de lo expresado en el DB, seobserva que en la Argentina hay una fuerteexigencia latente por reenhebrar la rela-ción entre Estado y sociedad civil, todo estoen el marco de la necesidad de una fuerterenovación del sistema político. Esto impli-ca ciertamente aplicar reformas como laelectoral, de los partidos y también la de lacarrera administrativa de los funcionariospúblicos. Pero requiere ante todo revitalizaral Estado por medio de una fuerte partici-pación de personas con fuerte sentido y voca-ción por lo público. Es necesario ademássuperar, según nuestra visión, la continuatutela autoritaria del Estado sobre la socie-dad civil lo cual no significa para nada nineoliberalismo ni Estado mínimo ni priva-tismo. Pero sí, aceptar que el desafío esdiseñar un Estado cruzado por el principiode subsidiariedad, que en el contexto delpensamiento social cristiano, fomenta eldespliegue de agentes sociales responsablesy cooperativos. Este rediseño genera, a suvez, una sociedad más libre, ni libertaria niindividualista, y alejada del populismo ydel clientelismo.

De lo macro a lo micro-macro. Nos atre-vemos a afirmar que la “ilusión del desarro-llo” sobrevive. Antes inspirada en el neoli-beralismo y el mercado salvador. Ahora enel neosocialismo y en el Estado interventor.¿Qué poseen de común ambas perspecti-vas? Su extraordinaria pasión por las socie-dades abstractas y anónimas. Tal es así, queen los últimos años, los ejes del debate sue-len ser los mismos aunque se presentendisimuladamente como diferentes por losvalores en juego. Por ejemplo: o acordamoscon el FMI o no lo hacemos, o apoyamos lasgrandes empresas privatizadas o no, oaceptamos el déficit fiscal o proponemos elsuperávit, o crece más o menos el PBI,... ypodríamos seguir así. ¿Y las personas con-cretas? ¿Y los sectores sociales concretos? ¿Ylas PyMES? ¿Y las ciudades, los barrios, lospueblos? ¿Y la cultura del trabajo? Tanto elneosocialismo como el neoliberalismo tien-den a observar los problemas en formamacro e impersonal. Lo que importa sonlas grandes variables, las grandes estructu-

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ras como el Estado y el mercado. Porsupuesto que aceptamos que tienen su rela-tiva importancia pero, para que signifiquenalgo consistente, deben estar ancladas ydesagregadas en las realidades concretas queestán detrás. Por eso, propugnamos institu-ciones y discursos políticos y económicosque converjan sobre lo macro desde lomicro y viceversa. Que evalúen lo estructu-ral pero desde las comunidades y experien-cias concretas. Que dejen de hablar sólo delos grandes problemas nacionales paracomplementarlos con los problemas localesque se potencian y vinculan con los anterio-res.

Hecha la ley... hecha la justicia. Otromal endémico argentino es el desapego a laley por implicar, en síntesis, injusticia y pro-visoriedad. Esto reclama un consenso polí-tico y económico para consolidar la justicia.Este capítulo además de requerir algunasreformas de fondo, que habrá que acordar,implica destinar fondos y repensar la orga-nización del Poder Judicial y del PoderLegislativo. Ésta es una dimensión endonde se manifiesta el problema argentinodel desapego a las instituciones. Unademocracia no es sólo expresión de libertadpolítica o electoral. Es también el apego alos derechos civiles que son protegidosmediante un fuerte entramado institucio-nal. Éste debe estar enhebrado sustancial-mente sobre la base de la justicia.

Inversión en educación, cultura, cienciay tecnología. Además del factor inclusivo dela educación arriba mencionado, ella es unvalor en sí misma. La Argentina tiene quediscutir si cree o no en que toda la dinámi-ca completa de la sociedad no tiene otro finque la realización espiritual y la felicidad delas personas. ¿Es posible que comencemosa valorar la educación y la cultura más alláde lo que sirven para la economía? Esto nosignifica, por otra parte, dejar de lado elaspecto económico de la cuestión quedemuestra que una inversión bien llevadacon la participación de las universidades,centros de investigación y desarrollo yPyMES es crucial para potenciar sectoreseconómicos diversos como el agrícola, elindustrial y los servicios.

La cultura del trabajo. Uno de losmales argentinos, que impactan tanto en lasubjetividad individual como en la social, esla debacle de la cultura del trabajo. Las cau-

sas de esta situación no se derivan solamen-te del desempleo estructural de las nuevaseconomías posindutriales. Se remontanmás lejos. Podríamos enunciar simplemen-te fenómenos como la patria financiera yespeculativa, la patria contratista, el desem-pleo encubierto en el Estado, los “ñoquis”,el clientelismo político, etc. Por lo tanto,una vez más, recurrir a las consecuenciasdel neoliberalismo no explica aisladamenteel profundo deterioro de nuestra culturadel trabajo. Para percibir su gravedad tam-bién resulta apropiado compararlo conaquellos sectores productivos que subsisten,se multiplican y se potencian en nuestropaís. Proponemos focalizar este punto en eldebate lo que requerirá integrar diversasperspectivas: la moral, la educativa, la eco-nómica, la sociológica y la política.

Reconstituir la moral individual y social.El desarrollo sustentable de la Argentinatambién se hará efectivo progresivamente apartir de la superación de otra antinomiaaún persistente: la que enfrenta la moralindividual a la social o estructural.Identificar el reclamo por la moral indivi-dual con el neoliberalismo y asociar lalucha por la justicia social con el neosocia-lismo deriva en una visión antitética delproblema cultural argentino. No hay moralindividual genuina y fructífera si no se ple-nifica y amplía al campo social. Tampocohabrá moral social y estructuras socialesjustas si éstas no son efecto de la plenitudpersonal y de nuestras comunidades debase y nacional. Sólo una cultura políticaque abandone la admiración por los cons-tructos racionalistas estatistas o de mercadoy se centre en una noción de bien comúnque no enfrente bienes particulares con bie-nes sociales podrá delinear institucionesvivas que promuevan el desarrollo integralde la Argentina.

Aprender a dialogar en búsqueda de laverdad. Tanto el Foro Debate como otrasinstancias similares tienen que cuestionar-se, en primer lugar, por los supuestos éticosde los diálogos que inician y los valores quese plasman en la forma de estas conversacio-nes. Aunque este aporte se refiere no a laestrategia del país sino a la forma de elabo-rarla, todo perfeccionamiento de las condi-ciones para un debate nacional es ya, en símismo, un gran paso en cualquier estrate-gia común. No habrá estrategia, por mejor

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diseñada que esté, sin el acuerdo y la acti-tud responsable de todos. Y en el caso deldiálogo, la mayor responsabilidad está en laapertura a la verdad sobre nuestro futuro yal aporte que todos podemos hacer paradescubrirla en común. Los foros y debatestienen que cuidar, por otra parte, ademásde sus contenidos explícitos y procedimen-tales, los implícitos que son los fundamen-tos, los valores y la antropología que siem-pre son la base última para un diálogo ver-daderamente constructivo.

1 Este documento fue elaborado con la colaboraciónde algunos miembros del Grupo de PensamientoSocial de la Iglesia Gerardo Farell: Daniel GarcíaDelgado, Eloy P. Mealla y Juan Carlos Scannone. Larevisión y edición estuvo a cargo de Victoria Darlingy Cristina Calvo. [cfr: http://www.caritas.org.ar].2 Las denuncias de “pensamientos únicos” suelenconstituir más una estrategia discursiva que una rea-lidad contrastable. De hecho, el neoliberalismopodría denunciar la existencia del pensamientoúnico keynesiano durante la vigencia del Estado deBienestar, por ejemplo, situación de más largo yprofundo anclaje. Lo que sí es cierto y comprobablees que en cada periodo puede identificarse un cier-to paradigma o constelación que nuclea posiciona-mientos ideológicos. Pero esto es simplemente ladinámica de la historia humana. En fin, durantetodos los años 90, y no sólo al final, la literatura crí-tica del neoliberalismo resulta abrumadora y, tal vez,sea mayor que la promotora del supuesto pensa-miento único, lo cual, insistimos, no significa desco-nocer ingenuamente su posición relativamentehegemónica.3 Su ponencia formó parte del “I ForoLatinoamericano de Educación. Pactos y participa-ción: retos de la educación actual” organizado por laFundación Santillana en Buenos Aires entre el 4 y el6 de abril de 2005.4 Cfr. [www.debatnational.education.fr]. Esta expe-riencia la presentamos como ilustrativa y no signifi-ca que propongamos que sólo desde el Estado pue-den convocarse estos grandes debates nacionales.Desde la sociedad civil y desde instituciones repre-sentativas como la Iglesia Católica en Argentinapuede hacerse y, tal vez, con mayor legitimidad quedesde el Estado.5 Cfr. Scannone, Juan C., “HOY LA PATRIA

REQUIERE ALGO INÉDITO”. La ConferenciaEpiscopal Argentina y la “crisis histórica” de nuestropaís”, en: Grupo Gerardo Farell, Crisis y reconstruc-ción. Aportes desde el pensamiento social de la Iglesia.Dimensión político-económica, San Pablo, Buenos Aires,2003, p.53.6 En este sentido, consideramos valioso para pensarnuestra situación y elaborar propuestas desde unaperspectiva socialcristiana recurrir al recientementeeditado Compendio de la Doctrina Social de la Iglesiaelaborado por la Comisión Justicia y Paz, en especialel desarrollo del principio personalista y los siguien-tes. Además es recomendable releer, desde la actua-lidad, los documentos de las Conferencias Generalesdel Episcopado Latinoamericano -Río de Janeiro,Medellín, Puebla y Santo Domingo- y del episcopa-do argentino, Iglesia y comunidad nacional.7 Cfr. Foucault, Michel, Microfísica del poder, LaPiqueta, Madrid, 1992. Especialmente “Verdad ypoder”. Aunque no acordamos con el autor los fun-damentos metafísicos de sus lecturas son rescatables,desde nuestra perspectiva, algunas de sus críticas ala función del intelectual en la sociedad.8 “La persona no puede estar finalizada a proyectos decarácter económico, social o político, impuestos porautoridad alguna, ni siquiera en nombre del presun-to progreso de la sociedad civil en su conjunto o deotras personas, en el presente o en el futuro”(Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, nº 133).9 Sobre estas cuestiones, es interesante destacar queel Compendio de la Doctrina Social de la Iglesiaseñala como principio primario el destino universalde los bienes y sobre él se asienta la propiedad pri-vada.10 “Los auténticos cambios sociales son efectivos yduraderos sólo si están sobre un cambio decidido dela conducta personal. No será posible jamás unaauténtica moralización de la vida social si no es apartir de las personas y en referencia a ellas: en efec-to, “el ejercicio de la vida moral proclama la digni-dad de la persona humana”” (Compendio de laDoctrina Social de la Iglesia, nº 134).11 Comisión Teológica Internacional, Memoria yreconciliación: la Iglesia y las culpas del pasado,Paulinas, Buenos Aires, 2000, p. 9.12 Cfr. Massuh, Víctor, Cara y contracara. ¿Una civili-zación a la deriva?, Emecé, Buenos Aires, 1999, pp.41-43.13 Cfr. Juan Pablo II, Discurso a la ConferenciaEpiscopal Austríaca, Viena, 21 de junio de 1998. Nosservimos de aquí en adelante de algunos párrafos deeste texto.

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Puntos centrales del Documento Base

• El problema central es el neoliberalismo. Es una visión “economicista”, “antipolítica” y “privatista” caracterizada por “elrepliegue del enclaustramiento privado” en la que prevalecería “una ética individualista que busca conciliar éticacon interés empresario”, la “dilución de todo proyecto colectivo y comunitario”, la “perspectiva que apunta a unEstado eficiente y regulador”, “pasivo”, “casi administrativo”, “ausente o gendarme” y “mero protector de la pro-piedad y las personas del sector ganador.”

• Es necesario diseñar una nueva visión. Debería caracterizarse, en cambio, por adoptar “una orientación económica hetero-doxa”, fundada en “un vínculo social más sustantivo en torno a la cohesión” basada en “una perspectiva no técni-ca, sino ético-social en la búsqueda dialógica del bien común”, denominada por el documento como “construccióndialógico-democrática” o “ético-comunicativa” que permita “una subjetivización más amplia y dinámica en térmi-nos de pertenencia a una comunidad de valores.”

• Etapa bisagra: el modelo neoliberal ha perdido su apogeo. Estamos viviendo una etapa “bisagra de la historia nacional”. Haperdido su hegemonía el “modelo o paradigma neoliberal”, “pensamiento único”, dominante en la Argentina dela década del 90 y causa principal no sólo de la gran crisis del 2001 sino del fracaso global del país. Era un mode-lo de “desarticulación de la industria nacional”, “desempleo” y “desesperación.” Hay que retomar el modelo de“movilidad social ascendente, configuración amplia de capas medias y pleno empleo” vigente en la Argentina hastaMartínez de Hoz.

• Consensos básicos: 1) la necesidad de ir más allá del puro crecimiento económico y apuntar hacia una concepción ética deldesarrollo; 2) la exigencia de que el modelo de desarrollo sea sustentable; 3) su necesaria orientación productiva ygeneradora de trabajo; 4) el desafío de que se trate de un modelo regional (Mercosur, Sudamérica); 5) la necesi-dad de insertar a la Argentina activamente en la globalización; 6) la importancia de la reconstrucción del Estado;7) el rol clave de la participación de la sociedad civil; y 8) el papel fundamental de la subjetividad y la cultura. Estosconsensos se encuentran marcados por las tensiones vinculadas a los modos y formas de alcanzarlos”. Estas tensio-nes no serían sino la expresión de la disyuntiva de hierro que es la base conceptual de todo el documento: neoli-beralismo o antineoliberalismo.

• Tensiones existentes. La tensión de base es la que se establece entre el neoliberalismo y el antineoliberalismo, sin embargoésta se explicita, según los autores, en las siguientes contraposiciones: moral individual vs. justicia social; aceptabi-lidad de los organismos internacionales y complacencia a los mercados vs. equilibrio entre deuda externa y deudasocial; perspectiva sectorialista del complejo agroindustrial vs. perspectiva reindustrializadora; inserción directa delo nacional en lo global vs. perspectiva incluyente de cooperación entre la Nación y las provincias; inserción pasi-va y acrítica en la globalización vs. inserción activa más afín con los movimientos altermundistas; perspectiva queapunta a un Estado eficiente y regulador vs. perspectiva que alienta un Estado garante del desarrollo y la inclusiónsocial; participación para una democracia de opinión vs. participación para una democracia ampliada y concerta-dora; perspectiva cerrada y fragmentaria de uniformización y homogenización cultural vs. perspectiva abierta,dinámica e inclusiva de la cultura

Crítica al Documento Base

• Planteo incompleto del problema ideológico. El DB parte de un diagnóstico incompleto del problema ideológico y cultural denuestras sociedades al sostener la hegemonía del neoliberalismo como “pensamiento único.” En realidad, el neo-liberalismo como reducción del hombre al mercado convive hoy con el neosocialismo como reducción del hombreal Estado, a la comunidad local o global.

• Olvido del problema de la persona como núcleo de la cuestión económico-social. Neoliberalismo y neosocialismo son expresiónde un problema cultural y espiritual más profundo que es el de la despersonalización propia de la “sociedad delbienestar”, la “sociedad de consumo”, la “sociedad administrada o disciplinaria” en que la persona humana quedareducida a la satisfacción de necesidades materiales.

• Interpretación parcial de la historia argentina. Si bien la discusión sobre la historia del desarrollo argentino y de la décadade los 90 no ha concluido, es necesario reconocer que no fue sólo el neoliberalismo el que nos llevó a la decaden-cia y a la crisis. No es posible reducir los males de la historia argentina a la época de Martínez de Hoz y de la con-vertibilidad, olvidando los males del estatismo, el corporativismo, el caudillismo clientelista, el marxismo revolu-cionario, el militarismo o el populismo que nos marcaron durante todo el siglo XX.

• Falsas disyuntivas. Creemos que las tensiones que presenta el DB sufren de la misma parcialidad y plantea falsas disyun-tivas desarrolladas a partir de la lectura dicotómica “neoliberalismo-antineoliberalismo”, más allá de aciertos con-cretos en algunas descripciones logradas.

• Marginación de sectores en el llamado al diálogo. El DB manifiesta una cuestión “metodológica” o ligada al “análisis del dis-curso” que puede causar la marginación, en función del diálogo, de algunos sectores de la comunidad nacional ylimita éticamente, quizás aún más que su propia perspectiva ideológica, el futuro del debate que pretende iniciar.

Síntesis

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Propuesta de una visión personalista

• Poner énfasis en la persona humana como centro de la economía. La discusión ética y cultural de la economía debe ser aborda-da con más énfasis desde su verdadero núcleo: la persona humana. En efecto, a nuestro juicio, la acción económi-ca es un aspecto de la acción humana que brota del interior de la persona y, por lo tanto, hay que comprender yredescubrir su lógica auténtica desde este mismo origen.

• La personalización de la economía es la base de su verdadera dimensión social. La dimensión personal de la economía no se con-trapone con su dimensión social sino todo lo contrario. El tener económico vivido como don (invirtiendo, produ-ciendo, trabajando, consumiendo o comerciando, teniendo siempre en vista la satisfacción de las propias necesi-dades pero también las de los demás como si fueran las propias), aún cuando se mantenga como un tener indivi-dual (propiedad privada) y en la medida en que no sea poseído avaramente o consumísticamente, se hace biencomún.

• Es necesario partir de la conversión personal. Nuestro país debe apostar a la conversión personal como único punto de par-tida posible de una estrategia para su desarrollo.

• Nuestro mayor desafío ético: repensar nuestra personalidad nacional, desde una memoria integral. Hay que repensar nuestras for-mas de dialogar, nuestra ética del diálogo que se manifiesta en los procedimientos que usamos. Este es un aspec-to especialmente delicado de nuestra personalidad nacional. Es necesario concebir nuestra memoria de un modointegral.

• El diálogo tiene que ser también nuestro norte concreto. El diálogo debe ser un descubrimiento en común de la verdad sobrela política que tenemos que ayudar a delinear asumiendo como un valor la diversidad de talentos y perspectivas.

Algunos temas para repensar la Argentina

• Argentinos a las cosas. Inclusión de los aspectos ideológicos, globales y estructurales en un debate que parta de lo concre-to, donde se integra naturalmente lo particular y lo universal, lo endógeno y lo exógeno, lo micro y lo macro.

• Diseñar políticas universales. Es imprescindible recentrar nuestras fuerzas en la política educativa y de salud de forma talque podamos brindar condiciones equitativas para el desarrollo que están no tanto en la distribución de bienesmateriales sino en la ayuda para desplegar las capacidades personales de todos los habitantes que les permita cre-cer por sí mismos como personas.

• Redistribuir las cargas fiscales. Redistribuir impuestos no debería significar crecimiento del Estado sino generar posibilida-des de acceso a la propiedad, fomentándola en aquellos sectores que menos poseen.

• Hacia un Estado ético y participativo. Es necesario aplicar ciertas reformas en nuestra democracia y ante todo revitalizar alEstado por medio de una fuerte participación de personas con fuerte sentido y vocación por lo público. Es nece-sario un rediseño del Estado que genere, a su vez, una sociedad más libre.

• De lo macro a lo micro-macro. Tanto el neosocialismo como el neoliberalismo tienden a observar los problemas en formamacro e impersonal. Esto tiene su importancia pero, para que signifiquen algo consistente, deben estar ancladas ydesagregadas en las realidades concretas que están detrás.

• Hecha la ley... hecha la justicia. Otro mal endémico argentino es el desapego a la ley por implicar, en síntesis, injusticia yprovisoriedad. Esto reclama un consenso político y económico para consolidar la justicia.

• Inversión en educación, cultura, ciencia y tecnología. Además del factor inclusivo de la educación arriba mencionado y delevidente valor económico que tiene en una sociedad globalizada ella es un valor en sí misma. La Argentina tieneque discutir si cree o no en que toda la dinámica completa de la sociedad no tiene otro fin que la realización espi-ritual y la felicidad de las personas. ¿Es posible que comencemos a valorar la educación y la cultura más allá de loque sirven para la economía?

• La cultura del trabajo. Uno de los males argentinos, que impactan tanto en la subjetividad individual como en la social,es la debacle de la cultura del trabajo. Proponemos focalizar este punto en el debate lo que requerirá integrar diver-sas perspectivas: la moral, la educativa, la económica, la sociológica y la política.

• Reconstituir la moral individual y social. Es necesario superar la antinomia que enfrenta la moral individual a la social oestructural. Sólo una cultura política que abandone la admiración por los constructos racionalistas estatistas o demercado y se centre en una noción de bien común que no enfrente bienes particulares con bienes sociales podrádelinear instituciones vivas que promuevan el desarrollo integral de la Argentina.

• Aprender a dialogar en búsqueda de la verdad. Tanto el Foro Debate como otras instancias similares tienen que cuestionar-se, en primer lugar, por los supuestos éticos de los diálogos que inician y los valores que se plasman en la forma deestas conversaciones.