apocalipsis (com nt casa de la biblia)

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  • 8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)

    1/49

    APOCALIPSIS

    Francisco ontreras Molina

    INTRODU ION

    La primera impresión que produce este

    libro

    tanto

    tiempo olvidado, y

    cubierto de

    polvo , es de una

    profunda

    atracción. El lec-

    tor

    se siente,

    ya desde el principio,

    hechiza

    do y

    en

    sintonía espontánea con el Apoca-

    lipsis:

    participa

    de sus

    experiencias

    reli-

    giosas; oye la

    voz

    del

    Señor

    que

    le

    habla

    en

    forma de siete

    cartas; es testigo

    privile-

    giado de las espléndidas liturgias que se de-

    sarrollan

    en

    el cielo;

    toma

    parte

    en el

    com-

    bate

    a

    muerte

    entre

    el

    bien

    y el mal.

    La

    lec-

    tura va

    interesando más

    y

    cobra un

    ritmo

    intenso y acelerado. Yal mismo tiempo, se

    produce una sensación de vértigo.

    Hay

    mo-

    mentos en que nos hallamos superados por

    la visión alucinante

    de este

    libro misterioso;

    nos resulta excesivo

    en

    demasía. Una pare

    cida

    sensación contrapuesta,

    de

    atracción y

    de vértigo, experimentaba ya en el siglo 111

    Dionisia

    de

    Alejandría:

    Yo no

    me

    atreveré

    a

    rechazar

    este

    libro que muchos hermanos

    consideran con

    favor;

    pero

    estimando

    que

    sus

    concepciones sobrepasan

    mi propia

    inteligencia, supongo

    que la

    significación de

    cada

    pasaje es, de

    alguna

    manera, oculta

    y

    maravillosa.

    Y porque no lo comprendo,

    supongo que

    hay en

    estas palabras

    un sen

    tido más profundo (HistOria Eclesiástica VII.

    25.4). Esta

    confesión podría ser

    considera

    da con ironía. Mejor es tomarla como

    una

    sincera invitación para

    acercarnos

    de

    ma

    nera

    responsable

    e inteligente al Apocalip-

    sis.

    Al

    leer

    este libro, atractivo y desconcer

    tante al mismo tiempo, no debemos olvi-

    dar que el

    Apocalipsis

    ha

    nacido

    en

    el

    con

    texto

    de

    un

    fecundo

    movimiento, que pro

    dujo

    otras obras

    literarias semejantes a ésta.

    En efecto, el movimiento apocalíptico, que

    se desarrolló

    entre

    los judíos primero, y lue

    go

    entre

    los cristianos,

    en

    el

    periodo de tiem-

    po

    que va

    desde

    el

    siglo IV

    a.

    C. al

    II d.

    C.,

    nos ha dejado numerosos

    escritos

    que nos

    ayudan a entender el

    simbolismo

    y las ex-

    presiones

    del

    Apocalipsis, por eso los

    ten

    dremos

    en cuenta

    y

    los

    citaremos a lo lar

    go del

    comentario.

    l Simbolismo

    Presencia masiva de símbolos Es

    esta

    peculiaridad, la

    que

    primero

    y

    más

    pode

    rosamente llama nuestra atención.

    El

    libro

    se encuentra saturado

    de

    visiones simbóli-

    cas. El autor sigue los usos habituales de los

    escritores apocalípticos. No

    en

    vano

    su

    libro

    comienza

    con

    esta palabra Apocalipsis , que

    significa manifestación

    de

    algo oculto . Pe-

    ro se aparta

    del

    hermetismo y de la

    fantasía

    de

    las obras apocalípticas; su libro se pre-

    695

  • 8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)

    2/49

    APOCALIPSIS

    senta como una

    profecía

    de la historia, lle

    na de símbolos.

    El

    autor se ve coaccionado a escribir de

    esta manera, porque el mensaje que quiere

    transmitir así se

    lo impone. La victoria de

    Cristo ha cambiado el curso del tiempo y las

    dimensiones

    del

    espacio;

    su

    luz

    nueva

    baña

    por completo nuestra realidad y llena de sen

    tido los acontecimientos de

    nuestra

    historia;

    éstos

    quedan

    transfigurados

    por

    la pre

    sencia de Cristo. solamente el

    símbolo

    es

    capaz

    de superar el convencionalismo de

    nuestro lenguaje, elevar lo concreto a una

    dimensión

    transcendente y

    abrirlo

    a

    una

    contemplación misteriosa.

    El simbolismo del Apocalipsis proviene en

    primer

    lugar del Antiguo Testamento (la ser

    piente, el paraíso, las plagas, las

    trompetas

    .. ,

    también

    de la apocalíptica judía,

    yespe

    cialmente de

    la

    concepción original, propia

    del autor, que

    sabe

    incorporar los diversos

    elementos

    en

    una nueva síntesis genial.

    A fin de tener

    una

    visión lo más global

    y coherente posible,

    que

    nos permita enten

    der mejor el Apocalipsis, agrupamos las

    diversas

    clases

    de símbolos.

    Simbolismo cósmico significa la

    dimen

    sión transcendente,

    la

    presencia de

    Dios. So

    bre todo los cataclismos (sol negro, luna que

    se

    desangra, terremotos

    ..

    , expresan

    la pre

    sencia inmediata de Dios

    en la

    historia. An

    te

    esta

    presencia tan fuerte, la naturaleza se

    resiente, y el hombre por ello está invitado

    a reconocer a Dios; sin embargo

    muchos

    le

    rechazan.

    Simbolismo

    teriomórj ico

    (es decir,

    to

    mando

    como referencia el mundo

    animal):

    alude

    a

    las

    fuerzas

    sobrehumanas,

    casi

    des

    comunales, pero siempre controladas por

    el poder de

    Dios.

    Estas fuerzas actúan

    en

    la

    historia de manera bruta, bestial , des

    humanizándola. Aparecen el gran dragón, la

    primera y segunda bestia, los caballos, los

    cuernos ..

    Simbolismo

    cromático

    los

    colores

    ad

    quieren una significación

    que

    sobrepasa

    su

    valor convencional y

    meramente

    estético. El

    rojo indica

    la

    violencia y la

    crueldad;

    el

    blan

    co

    hace

    referencia

    al

    mundo

    sobrenatural,

    es

    pecialmente a la resurrección; el dorado es el

    696

    color de

    la

    liturgia; el verde no significa

    la

    es

    peranza, como se piensa

    comúnmente,

    sino

    la

    caducidad

    de

    la

    vida y la muerte.

    Simbolismo

    aritmético

    Los números ha

    blan y

    expresan

    la calidad de

    algo

    que

    su

    cantidad indica. El siete y sus

    múltiplos

    sig

    nifican

    la

    perfección,

    la

    totalidad; el doce

    ha

    ce

    referencia

    a la historia de la salvación, al

    Antiguo Testamento

    (doce

    tribus)

    o al Nue

    vo

    Testamento (doce apóstoles); las

    frac

    ciones de siete y

    sus

    múltiplos indican la par

    cialidad, se refieren a un poder o un

    tiempo

    breve, limitado.

    Actitud ante el símbolo

    Lo

    primero es

    dejarse impresionar por la

    fuerza

    del símbo

    lo; no ofrecer resistencia ante su

    capacidad

    de evocación;

    meterse en

    esta

    atmósfera en

    volvente y sobrecogedora,

    que

    tiene el po

    der

    de conmocionarnos

    y

    de

    situarnos

    en

    re

    giones abiertas, cercanas a la contemplación

    del

    misterio.

    Por ello, una actitud fría que va armada

    de

    la

    clave o del truco fácil

    para

    convertir en

    seguida el símbolo en un dato intelectual, -sin

    permitir que el

    símbolo

    sea elocuente e in

    terpele-, es una actitud irrespetuosa para con

    el Apocalipsis.

    No

    es

    éste

    un

    tratado

    de

    dog

    mas,

    sino un

    libro misterioso que habla de

    la

    revelación con el lenguaje de los símbolos.

    Luego

    hay

    que

    ir

    descifrando el símbolo

    pacientemente; analizando

    desde un estu

    dio

    riguroso

    cada elemento,

    uno

    a uno. Es

    preciso extraer

    su

    contenido teológico,

    sin

    quitarle su poder de evocación. Por ello, no

    se puede leer el libro

    demasiado

    de prisa; el

    ritmo de

    su

    lectura debe ser lento,

    interca

    lado de

    profundas

    pausas

    reflexivas y

    aten

    tos silencios.

    Hay

    que

    comprender el contenido del sím

    bolo desde

    la

    situación concreta que el lec

    tor

    está

    viviendo: historia personal, de la co

    munidad cristiana, de

    la

    IgleSia y de los hom

    bres. Es preciso

    contrastar

    el símbolo con la

    historia.

    De lo contrario se quedará en una

    ficción

    desencarnada, sin ese

    poder que

    en

    cierra

    para

    iluminar

    y

    orientar

    nuestra

    mar

    cha por el mundo.

    Todo

    esto

    significa

    que

    la

    lectura

    delli

    bro

    es evocadora y provocadora. Primero, ac-

  • 8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)

    3/49

    titud pasiva: dejarse

    llenar;

    después,

    dili

    gencia que

    exige

    del lector

    una presencia

    muy despierta, una actitud constante de

    complicidad

    para

    ir

    encontrando

    la

    respuesta

    a sus inacabables enigmas. El libro se deja

    leer

    cuando

    se

    va respondiendo

    a

    estas

    pre

    guntas que

    su

    lectura

    plantea.

    2.

    structura

    del libro

    El

    Apocalipsis aparece como una obra

    unitaria, precedida

    de un prólogo litúrgiCO

    Ap

    1, 1-3 , Y concluida por un epílogo, igual

    mente

    litúrgico (Ap

    22,6-21 . La obra

    cons

    ta de dos grandes partes, desiguales en

    cuan

    to a

    su extensión

    y contenido,

    pero que son

    fácilmente

    apreciables.

    La

    primera

    tiene co

    mo

    principal elemento

    las

    siete

    cartas

    a

    las

    iglesias

    (Ap

    2-3 ; la segunda comprende

    el

    resto del libro (Ap 4-22 . La división sería,

    pues,

    la siguiente:

    Prólogo Ap

    1,1-3

    1. LAS SIETE CARTAS A LAS IGLESIAS

    Ap

    1,4-3,22

    Introducción litúrgica Ap 1,4-8

    Presentación

    de Cristo resucitado

    Ap 1,9-20)

    Las

    siete

    cartas Ap

    2-3

    n

    INTERPRETACION PROFETlCA

    DE LA

    HISTORIA Ap

    4,1-22,5

    Preludio Ap 4-5

    Los sellos Ap 6-7)

    Las trompetas Ap 8,1-11,14

    Las

    tres

    señales Ap 11,15-16,16

    Desenlace final Ap 16,17-22,5

    Epílogo Ap

    22,6-21

    A lo

    largo

    del comentario

    se encuentra

    una

    introducción

    a cada una de

    estas

    par

    tes o

    secciones. Leyéndolas todas seguidas

    podremos

    hacernos

    una idea del

    desarro

    llo del libro.

    3. utor y

    tiempo

    Ya ha aparecido

    con

    frecuencia

    la pala

    bra

    autor,

    y

    todavía

    no

    sabemos

    quién

    es;

    APOCALIPSIS

    mas podemos

    barruntar

    por cuanto se ha

    dicho que debe tratarse de

    una

    persona

    genial

    que

    ha logrado

    escribir

    una obra úni

    ca

    y

    misteriosa.

    Su

    libro ha estado al ser

    vicio de

    esta

    verdad teológica:

    la

    interven

    ción decisiva de Cristo dentro de

    la

    histo

    ria de

    la humanidad.

    Pero el autor del Apocalipsis no es Juan,

    el apóstol, aunque él de manera explícita

    así

    se nombre Ap 1,10). Sin embargo, no de

    be extrañarnos que

    el verdadero autor del

    libro se ampare en la autoridad

    del

    apóstol

    Juan, pues este fenómeno (llamado técnica

    mente

    pseudonimia )

    es muy frecuente en

    tre los

    escritores

    apocalípticos. El autor real

    del libro se refiere a un

    personaje

    célebre

    del

    pasado con

    el cual siente

    una

    especial

    afi

    nidad

    y

    pone la revelación en

    su

    boca.

    No

    se trata de una

    falsificación

    ni de un

    plagio;

    es simplemente una

    relación ideal

    que

    se es

    tablece con este personaje. El autor, pues, del

    Apocalipsis

    es

    distinto de

    Juan,

    el apóstol. Es

    un discípulo, que se pone a

    escribir

    con ad

    miración bajo la guía

    ideal de

    su maestro.

    La fecha de composición del Apocalipsis

    se sitúa hacia el fmal del primer siglo. El tes

    timonio

    de

    Ireneo Hacia

    el

    fmal de Domicia

    no Adv. haer. V,30) también lo confirma. No

    es

    posible una

    mayor

    precisión. Se admite,

    pues, que fue escrito en

    tomo

    al año

    95.

    4.

    Situación

    vital. Mensaje

    para

    hoy

    La

    situación que

    refleja

    este

    libro

    es de

    profunda crisis. Analizando sus principales

    características, puede hacerse de

    manera es

    pontánea una

    correspondencia

    con

    nuestros

    días.

    Las claves de

    solución

    que

    da

    el Apo

    calipsis,

    nos

    son

    perfectamente

    válidas.

    Crisis interna. Se

    aprecia

    sobre todo

    en

    las siete cartas. Dentro de

    la

    comunidad

    se

    han

    infiltrado

    las

    herejías: se relativiza

    la

    obra redentora de Cristo, se

    le

    toma como

    un personaje

    celeste,

    sin

    incidencia en

    nues

    tra

    realidad; se

    ridiculizan

    los imperativos

    de

    la ética

    cristiana, se practica la

    indife

    rencia

    y el

    laxismo

    moral,

    esa

    actitud

    ambi

    gua de la Iglesia, a la que el Señor llamó con

    repugnancia

    la

    tibieza .

    Crisis

    externa

    Hechos

    que

    han

    conmo-

    697

  • 8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)

    4/49

    APOCALIPSIS

    cionado el mundo cristiano. El autor del

    Apocalipsis ha

    visto proféticamente en los

    signos

    de

    aquellos tiempos especialmente

    la persecución de los cristianos en Asia Me-

    nor

    bajo

    el

    imperio de Domiciano,

    a quien

    se pretendía

    dar

    un culto divina) un choque

    inevitable

    entre

    la

    fe

    cristiana

    y

    el

    imperio

    romano.

    El autor

    no

    sólo

    ha hecho una

    de

    nuncia política, sino que ha

    desenmascara

    do

    la verdadera realidad; debajo

    del imperio

    romano, que

    pretende

    erigirse

    en

    absoluto,

    se

    esconde y actúa una

    fuerza

    demoníaca.

    El Apocalipsis está

    escrito con acentos ra

    dicales e intransigentes:

    se

    adora a Cristo,

    el Cordero, o se es inevitablemente esclavo

    de la bestia.

    Es

    preciso

    tomar

    partido. In

    cluso en los

    momentos

    más grandiosos

    del

    libro,

    hay

    una

    fuerte llamada

    a

    la

    fidelidad

    cristiana

    Ap 22,15).

    En esto consiste el mensaje del Apocalip-

    sis.

    La

    Iglesia, purificada por la

    palabra

    de

    Cristo, sabiamente

    discernida por

    el Espíri-

    tu, se enfrenta, con tal de

    mantener el tes

    timonio de Jesús,

    con un mundo

    hostil, que

    la silencia con

    su

    indiferencia y enemistad,

    y

    sigue la misma suerte que su Maestro: la

    persecución

    y el rechazo hasta la

    muerte.

    La

    comunidad

    cristiana,

    ayer como

    hoy,

    está

    invitada

    a leer

    este

    libro. Aquí

    se

    habla

    fundamentalmente de un hecho que ha

    transtornado

    la

    historia

    de la

    humanidad: el

    misterio pascual

    de

    Cristo, o dicho

    con

    pa

    labras del

    Apocalipsis,

    la aparición

    del

    Cordero

    de

    pie, aunque degollado Ap 5,6).

    Esta

    intervención

    decisiva

    de Cristo ha

    he

    cho

    que la eternidad de Dios

    se meta

    en

    nuestro tiempo, y que el espacio

    pierda

    sus

    coordenadas de arriba

    y

    abajo;

    y el cielo, el

    lugar

    de Dios, se

    abra e

    invada la tierra

    y

    la historia.

    Se

    trata,

    pues,

    de una teología de

    la historia, que se nos ofrece bajo

    unas

    cla-

    ves

    de comprensión,

    en

    forma de

    símbolos,

    la conducta providente de Dios para

    con

    la

    Iglesia.

    Se

    le

    ha llamado con razón,

    el

    libro

    del

    consuelo

    cristiano.

    No es un libro fácil,

    698

    ni

    está

    escrito para gente

    curiosa;

    es la res

    puesta

    divina

    al

    grito

    de la

    humanidad y

    al

    perseverante testimonio

    de la

    fe

    de la

    Iglesia.

    Quien lee el Apocalipsis, se da cuenta de

    que es

    el

    último

    libro

    de la

    Biblia, el más sa

    turado

    de citas

    del

    Antiguo Testamento,

    el

    más

    denso

    y dificil.

    Se

    trata

    de

    una

    historia

    que va

    progresando,

    tiene

    su

    ritmo

    interior

    y

    creciente. Su

    lectura

    debe

    estar

    acompañada

    de una actitud sapiencial, meditativa, a fin de

    discernir con

    inteligencia

    espiritual su

    men

    saje.

    Estas pautas

    ya

    son

    ofrecidas

    por

    el mis-

    mo

    libro:

    son los

    himnos

    que de

    manera es-

    tratégica

    lo

    recorren de

    principio a fin. Con

    ellos se puede descubrir gozar cuanto su

    lectura

    va diciendo;

    son remansos dentro

    del

    mismo

    libro. Estos himnos nacieron en la

    liturgia,

    y

    es en este ámbito

    privilegiado

    de la

    liturgia, donde el libro

    debiera ser

    proclama

    do, entendido y

    celebrado.

    5 Bibliografía

    S. Bartina, Apocalipsis

    de

    San Juan en

    Sagrada Escritura. Madrid

    1962.

    J.

    Salguero, Apocalipsis en Biblia comen

    tada. Madrid 1965.

    J.

    Comblin,

    Cristo

    en

    el

    Apocalipsis Barce

    lona

    1966.

    D. Barsotti, El Apocalipsis una respuesta al

    tiempo Salamanca

    1967.

    L Cerfaux-J.Cambier, El Apocalipsis de

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    U

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    Apocalipsis Estella

    1982.

    E. Schick, El

    Apocalipsis

    Barcelona 1973.

    J. M. González

    Ruiz,

    Apocalipsis de

    Juan

    Madrid 1987.

    F.

    Contreras, El Espíritu en el libro del Apo-

    calipsis Salamanca 1986.

    F. Contreras, El Señor de

    la

    vida. Lectura

    cristológica del Apocalipsis Salamanca 1991.

    F.

    Contreras, Iglesia

    de

    testigos según

    elApa-

    calipsis Granada 1993.

    J.P.

    Charlier,

    Comprender

    el Apocalipsis

    2 vol.,

    Bilbao

    1993.

  • 8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)

    5/49

    COMENT RIO

    PROLOGO

    1,1-3)

    Desde el primer momento se insiste

    en la centralidad que

    ocupa

    la

    presencia

    de Jesucristo: todo el Apocalipsis

    se

    re

    fiere

    constantemente

    a su persona y

    acti

    vidad, pretende

    desvelar

    ante los ojos de la

    Iglesia

    la profundidad y riqueza de

    su

    misterio.

    Sin embargo, el origen último de la

    re

    velación

    es

    Dios,

    quien se

    la entrega a

    Jesu

    cristo, y éste, como protagonista de una

    cadena de testimonios,

    la

    muestra a sus sier

    vos,

    a su ángel intérprete, y finalmente a

    Juan, el

    cual

    se

    presenta ante

    nosotros co

    mo el testigo de cuanto ha visto; a saber, de

    la palabra

    de

    Dios,

    testimoniada por

    Jesu

    cristo.

    Ya al comienzo del libro se proclama una

    bienaventuranza. Es

    la

    primera de las

    sie

    te

    bienaventuranzas

    que lo jalonan, califi

    cándolo

    como

    un

    libro

    de

    dicha

    y

    de con

    suelo;

    imagen

    completamente

    positiva,

    tan

    lejana de

    las

    erróneas concepciones que

    lo miran

    como

    un catálogo de

    desventuras

    y

    fatalismos.

    El Apocalipsis

    es

    el gran li

    bro de la

    esperanza cristiana. Es por

    igual

    dichoso quien proclama la

    profecía

    y quien

    la

    cumple.

    Los primeros cuatro

    versículos

    ponen

    de relieve

    algunas

    cualidades espe

    cíficas. Esta revelación es totalmente divi

    na,

    no

    parte de

    la

    iniciativa de

    un hom

    bre.

    Revelación

    no

    cerrada

    o

    hermética,

    sino descifrada;

    es decir,

    se trata de

    una

    profecía abierta: la

    gran

    profecía

    de los

    úl

    timos tiempos. Cristo la

    interpreta

    median

    te

    su ángel y, muy especialmente a través

    de

    Juan. Se

    subraya la mediación humana

    del Apocalipsis.

    Por

    fin, puede

    cerrarse

    fe

    lizmente este círculo de revelación,

    cuando

    el

    libro

    se proclama y, sobre todo, cuando

    los

    cristianos

    lo escuchan y ponen en prác

    tica

    sus

    enseñanzas.

    I

    LAS SIETE CARTAS A LAS IGLESIAS

    1,4-3,22)

    Esta primera parte del libro

    del Apoca

    lipsis

    intenta

    colocar al lector

    en

    la

    situación

    adecuada

    para

    entender

    la segunda,

    que es

    la

    más

    extensa, y contiene el mensaje cen

    tral del libro.

    El

    núcleo de esta primera par

    te lo constituyen los capítulos 2 y 3. Estos

    capítulos son

    en su

    conjunto un detallado

    proceso penitencial, que

    el autor

    propone

    a la

    Iglesia

    antes de desvelarle

    el

    sentido

    de

    la

    historia, pues sólo aquellos que se han

    convertido

    a Cristo

    serán

    capaces de con

    templar

    el devenir de

    la historia

    en profun

    didad. Los primeros versículos Ap 1,4-8 son

    un

    diálogo

    litúrgico con

    la

    comunidad que

    escucha

    y aclama. En Ap 1,9-20 se hace una

    detallada presentación

    de Cristo

    con

    las mis

    mas

    imágenes con las que después se pre

    senta

    ante las

    siete iglesias. En los

    capítu

    los

    2

    y

    3,

    siete

    cartas

    dirigidas a iglesias con

    cretas

    proponen un

    proceso,

    que se

    dirige

    en realidad a toda

    la

    Iglesia.

    1,4-8

    Introducción litúrgica.

    Al

    co

    mienzo del libro asistimos a un diálogo li

    túrgico entre un lector y

    la

    comunidad cris

    tiana.

    Este

    diálogo inicial Ap 1,4-8 corres

    ponde

    a otro

    diálogo

    litúrgico final Ap

    22,6-21 , Y los dos enmarcan perfectamen

    te

    el

    Apocalipsis,

    dándole

    la

    configuración

    y

    el

    valor

    de

    un

    libro

    esencialmente

    litúrgi

    co, que encuentra su lugar

    dentro

    de

    la

    ce

    lebración viva de la Iglesia.

    Bajo la mención

    de

    las siete iglesias

    de

    Asia es preciso considerar la universalidad

    de la Iglesia,

    aquí vista

    idealmente en el

    sim

    bólico número

    de

    siete, que indica plenitud.

    A toda

    la

    Iglesia cristiana, pues, se dirige es

    te saludo.

    En tres

    bloque literarios, perfectamente

    delimitados, se

    menciona

    el misterio

    de

    Dios,

    como

    Trinidad santa.

    699

  • 8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)

    6/49

    APOCALIPSIS 1

    Dios

    es considerado

    como

    El

    que es, el

    que

    era el que está a punto

    de

    llegar; a

    sa

    ber, como quien tiene perfecto dominio so

    bre

    el

    pasado:

    el que

    era,

    sobre el presen

    te: el que es y sobre el futuro: el que

    está

    a

    punto de llegar. Es el dueño y señor de

    la

    historia;

    en

    sus

    manos están

    los

    insonda

    bles destinos y el barro

    del

    tiempo, que él

    moldea providencialmente.

    Los siete espíritus no denotan

    siete

    án-

    geles

    de alto rango,

    o

    arcángeles, sino la

    presencia

    viva del Espíritu Santo: un solo

    Espíritu

    en su

    realidad personal

    y esencial,

    y que

    es

    totalidad -siete- en sus innume

    rables manifestaciones. La historia

    está

    sem

    brada

    de sus asombrosas e

    infinitas

    ma

    ravillas.

    Cristo es recordado con

    tres

    atributos

    principales, que provienen del Salmo

    89

    in

    terpretado en clave

    mesiánica.

    Los tres tí

    tulos corresponden respectivamente a

    una

    confesión de

    f

    e indican el mister io de vida

    muerte, resurrección y ascensión del

    Señor.

    Es

    testigo fidedigno,

    porque con

    una

    vida

    culminada

    en

    la

    muerte,

    y

    con perseveran

    cia

    mantenida

    hasta

    la

    cruz, ha expresado

    perfectamente cuanto Dios quiso revelarnos.

    Ha

    surgido

    victorioso

    de

    entre

    los

    muertos,

    como primicia de los resucitados expresión

    frecuente en

    Pablo: Col 1,18; 1 Cor 15,20),

    inaugurando

    con su resurrección una nue

    va

    forma de

    ser

    y un reino nuevo.

    La comunidad cristiana responde agra

    decida a esta presencia de Dios, yen

    espe

    cial de Jesucristo. Toda la asamblea se sa

    be

    y se siente amada por el Señor.

    Como fruto primero de este amor,

    ha

    si

    do

    perdonada de

    todos

    sus

    pecados. La

    so

    licitud de Cristo le

    ha

    llevado a derramar

    su

    sangre redentora

    por su

    Iglesia;

    está re

    cién lavada

    en el bautismo del agua y de la

    sangre renovadora, y ahora el

    Señor

    la ha

    ce

    partícipe

    de sus prerrogativas. La

    con

    vierte en reino, para que

    combata

    en favor

    del evangelio y extienda por el

    mundo

    el se

    ñorío de Cristo; y

    la

    convierte

    también

    en sa

    cerdocio, a fin de ofrecer a Dios el culto de

    su

    vida.

    Ambas funciones

    tienen

    sentido

    cuando se realizan uniéndose del todo a

    Cristo,

    que

    es

    el rey de

    reyes,

    y único su-

    700

    mo sacerdote. Dios se manifiesta a los cris

    tianos, merced a Jesucristo, como Padre.

    1 9-20

    Presentación

    de Cristo resuci

    tado. Juan, desde su destierro en

    la

    isla

    de Patmos, en donde ha sido confinado a cau

    sa

    de

    su

    valiente

    predicación

    de

    la

    palabra

    de

    Dios,

    se une

    a todos los cristianos,

    aun

    que estén lejos. Se considera desde

    su

    más

    profunda

    identidad,

    hermano

    y

    compañero

    de todos; y

    comparte

    las tribulaciones apos

    tólicas

    que

    conlleva

    necesariamente el cre

    cimiento

    del

    reino de Dios. es testigo de

    una

    misteriosa

    revelación. Oye una podero

    sa voz como el sonar de una

    trompeta;

    se

    vuelve y ve a

    Cristo,

    adornado de una sim

    bología

    rica

    y

    brillante. Después, recibe

    el

    encargo de

    una

    misión

    profética.

    Cada

    uno

    de los símbolos remite

    a pá

    ginas

    del Antiguo

    Testamento, que

    subra

    yan ante

    todo

    la

    divinidad del Señor. Aho

    ra

    aparecen

    referidos a

    la

    persona de Cris

    to; y

    con

    ello se realiza un

    intercambio

    de

    títulos; quiere afirmarse categóricamente que

    Cristo goza de

    la misma

    divinidad.

    Descifrando este cúmulo de símbolos, ob

    tenemos las siguientes afirmaciones teoló

    gicas.

    Cristo

    es

    el Hijo del

    hombre,

    lleno de

    poder, que conoce por dentro, sondea y juz

    ga

    a la Iglesia

    sus ojos

    eran

    como llamas

    de

    Juego). Es el

    único

    sumo

    sacerdote

    que pre

    side

    toda acción

    litúrgica

    dentro de la Igle-

    sia, vista ésta en la imagen,

    al

    mismo tiem

    po

    unitaria y colectiva, de los siete candela

    bros de oro.

    Habla

    a la Iglesia

    con autoridad

    divina

    su voz como estruendo

    de

    aguas cau-

    dalosas

    y

    con

    fuerza combativa

    de

    su

    boca

    salía

    una espada

    cortante

    de

    dosJilos .

    Es la

    plenitud de la divinidad,

    que

    habita huma

    namente en un

    cuerpo

    resplandeciente: por

    su resurrección

    ha llegado a

    ser fuente

    de

    vi-

    da

    sus cabellos son de nieve, símbolo de di

    vinidad;

    su

    rostro brilla

    como un

    sol a me

    diodía, lleno de hermosura). Es sobre todo,

    el Cristo

    pascual;

    estuvo muerto, pero vive

    por

    los siglos.

    Es el

    Señor

    de la

    vida.

    El

    único Señor,

    quien

    detenta todo el poder;

    pues

    en su resurrección ha derrotado

    a

    la

    muerte y al abismo. Sostiene con

    su

    mano

    poderosa la marcha de

    la

    Iglesia,

    la

    canfor-

  • 8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)

    7/49

    ta, y le

    asegura

    un

    destino

    de gloria. Le

    da

    fIrmeza

    sus

    pies

    se

    apoyan en el bronce . La

    Iglesia, que es candelabro, tiene aspiración

    de

    estrella; a

    saber,

    la

    Iglesia que vive en la

    historia terrena anhela realizar su vocación

    escatológica,

    es

    decir, vivir

    en

    el

    espacio de

    la transcendencia

    divina. Del

    cumplimiento

    feliz de este destino fmal Cristo es el garan-

    te y el realizador; él tiene en su mano, fuer

    temente

    agarradas,

    las

    siete estrellas.

    Esta presentación de Cristo es

    impresio

    nante. Nos

    sorprende

    el vigor y

    la

    multipli-

    cidad torrencial

    de

    los símbolos. Todo ello se

    pone de

    acuerdo, aliándose

    en

    extraña sín-

    tesis, a fin

    de

    ofrecer un

    retrato

    vivísimo del

    Señor. Esta visión es una de las

    más

    origi

    nales y

    misteriosas

    del Nuevo Testamento.

    Su

    fuerza

    y

    capacidad

    de

    evocación

    aumen-

    tan

    de

    grado

    conforme

    se la

    contempla

    con

    detención y

    se

    profundiza

    más

    en ella, aun

    en sus detalles

    más

    pequeños. A volver re

    petidamente sobre

    esta

    visión

    están

    invita

    dos los

    cristianos, como

    hizo el propio

    Juan

    Ap 1,12 .

    Ante la grandeza de esta visión, Juan cae

    como muerto. El

    Señor

    le reanima; con su-

    ma

    delicadeza

    pone

    su

    mano sobre él

    y

    le

    quita

    todo temor.

    Lo

    levanta y le confiere

    una

    investidura profética. Juan debe

    escribir

    lo

    que ha visto, lo

    que está

    sucediendo, a

    saber,

    las

    cartas de las siete iglesias Ap 2-3 . lo

    que

    va a suceder después de todo esto, es

    decir, la

    segunda parte del

    libro

    Ap

    4-22 .

    Con

    esta garantía

    de

    ser profeta

    suscitado

    por Cristo, y

    de que su palabra es para

    todos

    nosotros verdadera, pues tiene el sello de

    Dios, Juan va a redactar,

    por

    orden divina,

    las cartas

    a las siete iglesias.

    ITINERARIO PENITENCIAL

    2,1-3,22)

    Cristo

    interpela

    a la Iglesia, le habla

    con autoridad divina,

    reconoce

    y valora los

    progresos en

    su vida de

    fe,

    mas

    también le

    echa en cara

    sus

    defectos

    y su

    responsa-

    ble culpabilidad; pretende a todo trance que

    la

    Iglesia,

    dejando antiguos lastres, se arre-

    pienta y

    de

    una vez por todas se convierta.

    APOCALIPSIS 2

    Este

    es

    el objetivo

    principal de

    las cartas: la

    conversión

    leal

    de la

    Iglesia.

    La Iglesia aparece representada con el

    simbólico número de siete: son siete iglesias;

    es decir, toda

    la

    Iglesia en su esencial uni-

    dad y universalidad; y

    es

    una comunidad

    de

    cristianos que

    necesitan

    convertirse de con-

    tinuo a la palabra del Señor.

    La función

    de

    estas cartas

    Ap

    2-3 , es

    la

    de

    preparar y purificar a la Iglesia, a fin de

    que pueda,

    ya sin

    inútiles impedimentos, aco

    ger toda la revelación futura y

    dar

    testimonio

    ante el mundo de

    la

    palabra

    de Dios.

    En las cartas

    se

    descubre una estructu-

    ra

    refinada; son un prodigio de esmero y com

    posición literaria. Seis elementos formales

    se

    van repitiendo en cada una

    de

    ellas.

    1)

    Dirección

    de

    la

    carta:

    señala las

    siete

    ciudades

    de

    la provincia romana

    de

    Asia, si

    guiendo

    la

    ruta

    del

    correo

    imperial.

    2 Autopresentación de Cristo: aparece el

    Señor revestido de los símbolos y prerro-

    gativas que ya hemos conocido

    en la

    visión

    inicial

    Ap

    1,9-20 .

    3

    Juicio

    de

    Cristo: como

    buen

    conocedor

    y pedagogo de la Iglesia, alaba el Señor, en

    primer

    lugar, cuanto de

    bueno

    ha

    realiza-

    do

    la

    comunidad.

    Pero

    no

    quiere

    una

    Iglesia

    contaminada, por eso le recrimina con se-

    veridad

    sus

    pecados.

    4 Exhortación a

    la

    conversión:

    en todas las

    cartas se repite de

    manera

    insistente

    esta

    ur-

    gencia a la conversión. Es el momento cru-

    cial

    de

    la carta,

    su mensaje

    teológico cumbre.

    5

    Promesa al vencedor: con

    el

    consuelo

    de

    participar

    en

    su victoria pascual, el Se

    ñor

    pretende

    levantar el ánimo cansado

    de

    la

    Iglesia.

    6

    Llamada

    de

    atención

    profunda: se

    trata

    de

    la formulación sapiencial: El que ten-

    ga oídos,

    que escuche

    lo que el Espíritu dice

    a

    las iglesias.

    Es un toque

    de

    alerta a fin

    de

    que

    la

    comunidad

    cristiana

    escuche con

    di

    ligencia

    la

    palabra

    del

    Señor, discernida e

    interiorizada

    por el

    Espíritu, que

    asiste

    a

    la Iglesia. Sólo

    él

    puede ofrecer la

    recta

    in-

    terpretación

    y

    conducir

    plenamente a la ver

    dad de Cristo.

    Toda

    la

    Iglesia

    está

    invitada,

    pues,

    a

    leer

    con fe y atenta reflexión

    estas

    siete cartas,

    701

  • 8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)

    8/49

    APOCALIPSIS 2

    a fin

    de

    encontrar en ellas la palabra siem

    pre salvadora del Señor y el aliento de su Es

    píritu.

    2,1-7 A

    la iglesia

    de

    Efeso: ¡Vuelve l

    amor primero La ciudad de Efeso

    ocupaba

    la

    primacía

    política, comercial y religiosa

    de

    todo el entorno

    de

    la

    provincia de

    Asia;

    era

    la metrópoli. A

    esta

    iglesia el

    Señor se

    apa

    rece revestido del fulgor de su

    divinidad

    y

    paseando entre los

    siete candelabros de

    oro

    a

    saber ejercitando

    la

    unción

    de

    sumo

    sacerdote uniendo por medio de

    la

    liturgia

    a

    todas

    las iglesias. El Señor conoce su ac

    tividad y el esfuerzo positivo por mantener

    intacta

    su

    fe; sabe cuánto ha sufrido

    con

    en

    tereza,

    sin

    desfallecer.

    Mas

    no todo

    brilla por igual en esta

    igle

    sia; el Señor le

    echa

    en cara que ha

    aban

    donado

    su amor primero. No

    se

    refiere sólo

    a un afecto inicial

    en

    el tiempo.

    Se trata

    del

    amor mejor. el óptimo. La

    comunidad

    cri

    tiana ha decaído

    de

    aquel amor primordial

    cuyo símbolo

    era

    el

    trato

    transparente entre

    Adán y

    el Creador antes de la caída; amor

    visto idealmente en las relaciones espon

    sales de Israel

    y DiOS, recordado con

    nos

    talgia

    por

    los

    profetas Os 2 16-17.21-22;

    3 1.21-22;

    Is 54 4-8; Jr 2 1-4 4;

    11.15; Ez

    16; 23); amor

    que

    debe

    unir

    a Cristo y

    la

    Iglesia. Amor de preferencia exclusiva y gozo

    de la mutua posesión, t n

    cantado

    en el Can

    tar de

    los

    Cantares.

    Este abandono

    desleal

    es sentido fuertemente por el Señor. Por ello

    recomienda que haga memoria que

    se

    con

    vierta

    y realice

    las

    obras

    primeras; es

    decir,

    que

    recorra los

    tres

    estadios en la historia de

    la

    conversión.

    Si

    no

    lo

    hace

    será

    excluida

    de

    la comunión viva de las iglesias. Pero si lo

    gra

    mantenerse

    y volver al amor primero, se

    rá una

    Iglesia vencedora y

    recibirá

    un

    pre

    mio: comer del árbol de la vida. Cristo, ver

    dadero

    árbol

    de

    vida, concede a

    la

    Iglesia,

    no

    sólo la de Efeso, sino a toda comunidad cris

    tiana

    vencedora, esta recompensa: le asegu

    ra

    la inmortalidad

    -mediante

    la Eucaristía-

    la participación en la misma vida eterna de

    Dios.

    En

    la

    nueva

    Jerusalén hay

    un árbol

    de

    vida Ap 22,2).

    2,8-11

    A

    la

    iglesia

    de

    Esmirna:

    ¡Sé fiel

    702

    hasta

    la muerte El Señor

    se

    aparece a esta

    igleSia. que

    está

    sufriendo la persecución y

    la

    excomunión

    por parte de los

    judíos. En

    toda la

    carta

    no hay un solo

    reproche

    sino

    una continua

    exhortación a

    la

    perseveran

    cia y al aguante. Las prerrogativas del Señor

    aluden

    a

    su

    poder

    sobre

    la muerte

    y

    tie

    nen que

    ver

    con el premio que concederá a

    la Iglesia.

    La

    situación

    de

    la carta

    muestra un hos

    til antagonismo entre

    los

    cristianos

    los

    ju-

    díos Oposición

    que

    resulta conocida en

    el

    Nuevo Testamento

    1 Tes 2,15-16; Hch 13,50;

    14,2.5; 14,19). Los judíos actuaban

    median

    te la

    delación y acusaban con saña a los

    cristianos.

    Por ello, el Apocalipsis habla con

    acentos

    muy

    negativos

    de

    los

    judíos;

    los lla

    ma

    sinagoga

    de

    Satanás. Ya no

    son

    el

    pue

    blo de Dios, sino

    que

    se

    han

    convertido me

    diante una trágica pirueta en

    instrumen

    tos al servicio del diablo. Los cristianos

    serán

    tentados durante diez días, es decir, un tiem

    po breve. Si

    se

    mantienen

    fieles hasta la

    muerte no

    serán

    alcanzados

    por la

    muerte

    segunda expresión que

    alude

    a

    la separa

    ción total

    entre

    la criatura y

    su

    creador, y su

    pone eliminación del mundo venidero: estar

    excluidos para siempre

    de la

    vida en

    la

    nueva

    ciudad de

    Jerusalén. Quien

    esté

    libre

    de

    esta

    muerte segunda podrá entrar y go

    zar

    en

    la Jerusalén

    celeste, donde la muer

    te

    ya

    no existe Ap 21,4).

    2,12-17 A la iglesia de Pérgamo: ¡Haz

    frente al

    errorl Cristo se presenta a

    esta

    igle

    sia de manera beligerante. La espada de do

    ble filo es su palabra: con ella combatirá por

    los

    suyos.

    La

    comunidad cristiana

    vivía

    en

    una atmósfera infectada de idolatría. Pér

    gamo

    era

    el

    centro

    del culto imperial

    para

    to

    da

    la provincia

    de

    Asia; los templos paganos

    se

    multiplicaban por doquier.

    El ambiente

    resultaba asfixiante y

    confesar la fe

    suponía

    un

    atrevimiento costoso. La comunidad ya

    ha padecido en uno

    de

    sus miembros

    in

    signes el precio

    de

    la fidelidad. Cristo llama

    a

    Antipas mifiel

    testigo; ha

    sabido

    mante

    nerse

    unido

    a Cristo, sin

    desertar

    ni Siquie

    ra en los días más duros. Pero viene

    un

    jui

    cio

    de

    desaprobación. Se han

    adherido

    a

    la

  • 8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)

    9/49

    doctrina de Balaán y de los

    nicolaítas. Pa

    rece ser que las dos

    cosas

    nicolaítas no

    es sino la traducción

    griega

    del hebreo Ba

    laán: vencedor

    o

    dominador

    del

    pueblo-

    sig-

    nifican lo mismo.

    El Antiguo

    Testamento contiene una

    tra

    dición

    positiva de Balaán, quien bendice

    al pueblo

    de Dios

    (Nm 23,8);

    pero coexiste

    también una interpretación

    desfavorable;

    aparece como el

    instigador

    y provocador de

    la

    infidelidad del

    pueblo (Nm

    31,16).

    el

    que los arrastra a

    la

    idolatría. Esta tradi

    ción se implantó en el

    judaísmo

    y el cris

    tianismo

    reciente;

    de

    ello

    se hace

    eco el Apo-

    calipsis. Pretende el

    Señor,

    mediante el

    recuerdo

    de Balaán, que su

    Iglesia

    se man

    tenga

    fiel a

    pesar de la presión circundante

    corrupta. La imagen de

    los

    banquetes

    y

    de

    la fornicación expresan la

    comunión con

    los

    valores paganos

    de

    los cultos

    imperiales. El

    Señor

    quiere que

    la

    Iglesia

    no

    pacte

    con la

    idolatría

    reinante.

    El

    premio

    es el

    maná

    escondido, a

    saber,

    reservado

    en el cielo para el mundo

    futuro.

    Es el

    alimento

    que

    Cristo dará íntegramen

    te a su Iglesia en la nueva Jerusalén. Con el

    que

    ya nutre a su Iglesia

    peregrina, comida

    que

    es

    su

    cuerpo resucitado

    (véase

    Jn

    6).

    La

    piedra blanca

    indica

    la nueva condición del

    vencedor, significa la participación en la mis-

    ma victoria de Cristo: su resurección. Ya for-

    ma

    parte de

    la

    nueva creación,

    instaurada

    por el Señor

    (simbolismo

    del color blanco).

    Tiene derecho a entrar en

    la

    nueva Jerusa

    lén

    (significación del nombre

    nuevo

    y de la

    piedra blanca); su entrada es libre (pues su

    nombre está escrito y escrito se quedará). Es

    la nueva

    y

    magnífica personalidad del

    cris-

    tiano,

    que

    le

    capacita

    para

    ser

    digno

    de

    to-

    mar parte

    en

    el

    banquete de bodas

    del Cor-

    dero

    y

    tener acceso

    a

    la ciudad

    de

    la nueva

    Jerusalén.

    2,18-29

    la

    iglesia de Tiatira: ¡Con

    servad la auténtica

    doctrina

    Es

    la única

    vez

    en todo

    el libro que Cristo se

    presenta

    con

    el solemne título de Hijo de Dios. Tie-

    ne

    una

    mirada

    penetrante merced

    a sus ojos

    de

    fuego,

    y

    una

    firmeza de

    bronce

    en

    sus

    pies. Quiere

    con este poder divino afianzar

    APOCALIPSIS 2

    la

    f

    de su Iglesia. Tiatira era la ciudad me

    nos importante de las siete mencionadas, y

    resulta

    paradÓjicamente la

    carta más

    exten-

    sa. El

    Señor

    reconoce el progreso impara

    ble que

    ha experimentado esta comunidad.

    Cinco sustantivos realzan este avance, re

    matado en

    la

    expresión:

    Tus

    últimas

    obras

    son

    in luso mejores que las primeras Pero

    si

    el juicio aprobatorio es grande, grande

    es

    asi-

    mismo la severidad

    con que

    Cristo la

    recri-

    mina. Se trata de una comunidad negligen-

    te, que

    deja

    hacer a Jezabel.

    Esta

    figura

    emblemática de mujer es símbolo

    de

    toda

    persona que seduce

    y

    engaña. Según

    Re

    16,31 fue ella

    quien arrastró

    a

    Jeroboán

    a

    la

    idolatría. Esta mujer, al

    igual

    que Balaán

    con quien forma una inseparable

    pareja

    de

    instigadores,

    sigue

    una línea demoníaca.

    Ambos realizan

    las

    mismas

    acciones y tra

    tan de corromper

    con

    la idolatría

    la

    f

    de la

    Iglesia.

    El Señor la

    amenaza. Y

    existe aquí

    veladamente

    un

    mensaje

    para la

    Iglesia

    de

    todos

    los tiempos: ahora

    dispone

    de tiempo,

    debe convertirse

    al Señor.

    La

    expresión:

    los

    que tienen

    ono imien-

    to de eso que llaman las profundidades de

    Satánas se refiere a personajes

    que pre

    tendían tener

    el

    conocimiento de

    Dios, gen-

    te autosufiente, los iluminados de siempre.

    Creían que su conocimiento de Dios

    les per

    mitía emanciparse de las normas de

    la

    con

    ducta cristiana. Mas

    esa pretendida

    sabi

    duría

    divina

    es en realidad demoníaca,

    pues de tal conocimiento, que hincha y enor-

    gullece,

    se vale

    el maligno para

    engañar

    los.

    Cristo, el ungido como Mesías, resucita

    do

    y glorioso,

    promete un premio

    a

    la comu

    nidad

    de

    Tiatira;

    concede

    su

    propia autori

    dad a

    la

    Iglesia,

    para que siga

    pastoreando

    a los fieles y

    luchando contra

    el mal, a fm de

    erradicarlo

    de

    la

    historia con la fuerza de

    su

    resurrección. El

    primer

    evangelio

    dirá

    lo mis-

    mo con otro

    lenguaje (Mt

    28,18-20). Cris

    to, convertido

    en

    estrella

    radiante en la ma

    ñana de pascua,

    hace

    partícipe de

    su poder

    regio y

    mesiánico

    a los cristianos que

    guar

    dan sus obras hasta

    el fmal.

    Estos

    brillarán

    por

    siempre

    en

    el cielo

    de

    la nueva Jerusa

    lén.

    703

  • 8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)

    10/49

    APOCALIPSIS 3

    3,1-6

    la iglesia de

    Sardes:

    ¡Estad

    vigilantes Sardes se encontraba al su

    deste de Tiatira, a unos 50 kilómetros, y era

    un

    importante centro

    comerciaL Cristo se

    presenta como

    el Señor

    de

    la

    vida;

    quiere

    despertar

    y

    reanimar

    a

    una comunidad mo

    ribunda.

    Por

    eso tiene

    en

    su

    mano

    los sie

    te

    espíritus

    (la

    plenitud

    del

    Espíritu Santo)

    y la capacidad

    para realizar

    la vocación

    de

    toda la Iglesia las

    siete

    estrellas), aunque

    Sardes

    ahora esté

    postrada

    en un grave le

    targo.

    Con su poderosa palabra, interpreta

    da

    por

    el

    Espíritu,

    que actúa

    en

    los profetas

    cristianos, el

    Señor

    dará vida a la Iglesia.

    Sardes.

    iglesia que está allúnite de

    sus

    fuer

    zas, y recibe

    una carta

    llena

    de

    elogios

    y

    de ánimo. Cristo se presenta

    a

    esta

    iglesia

    con dos títulos que subrayan su divinidad:

    el Santo Jn 6,69; 1 Jn 2,20; Ap 4,8) Y el

    e-

    raz Jn

    17,3; 1

    Jn

    5,20).

    Visiblemente

    apa

    rece el

    Señor

    como

    el que

    ti n

    la

    llave

    de

    Da-

    vid.

    Con

    esta

    designación

    se indica que

    Cris

    to detenta

    todo el poder

    mesiániCO;

    él

    es el

    nuevo

    David,

    el rey eterno que ha

    vencido a

    la muerte yal abismo (Ap 1,18); sólo él tie

    ne

    dominio

    sobre

    la

    nueva

    Jerusalén;

    él abre

    sus puertas. Esta

    presentación simbólica de

    Cristo encaja en

    la

    dolorosa situación de la

    iglesia de Filadelfia. El

    Señor

    no le hace

    nin

    gún

    reproche;

    sabe

    que

    es una

    comunidad

    pequeña y que

    carece de poder;

    pero

    tam

    bién

    sabe que es

    fie1

    Por ello, la anima

    a

    se-

    guir mostrando

    su perseverancia aun en me

    dio de la

    rabiosa persecución judía. Aunque

    los cristianos sean expulsados de las

    sina

    gogas, delatados ante

    las

    autoridades ro

    manas y abandonados, no

    deben

    inquietar-

    El reproche

    que

    Cristo le dirige

    es

    sin

    du

    da el

    más

    duro de

    cuantos

    aparecen en las

    cartas.

    Tener

    nombre

    de

    se

    refiere a la co

    munidad,

    vista exclusivamente

    desde

    fuera,

    en su

    porte

    social y

    público; pero

    por den

    tro,

    en

    su vida de fe y amor,

    está

    muerta. Só-

    lo

    presenta la fachada hipócrita de una

    exis

    tencia, que interiormente

    está

    llena de po

    dredumbre.

    Cómo no

    recordar

    las

    diatribas

    que Jesús dirigía contra

    los

    escribas y fa

    riseos (véase Mt 23,27-28). Mas

    no

    todos

    han

    muerto

    del todo; aún

    continúa un resto pal

    pitante agarrándose a la vida. sos pocos

    deben vigilar

    y

    confirmar

    cuanto

    de

    bueno

    hay en ellos. Sus obras

    no

    son perfectas a

    los ojos de Dios, porque no

    han

    llegado

    to-

    davía a la

    comunión

    con Cristo, plenitud de

    Dios y

    del hombre. Tras

    una larga requisi

    toria,

    que pretende hacer memoria de

    los do

    nes

    recibidos

    por

    esa iglesia, el

    Señor

    la lla

    ma, en un

    emocionado fmal climático, a

    una

    conversión urgente.

    Para fortalecer

    su decisión

    la

    anima con

    un

    premio.

    Los

    Cristianos vencedores

    pa

    searán

    con

    él

    vestidos

    de

    blanco; es

    una se

    ñal

    de

    triunfo

    y de victoria; significa poder

    participar totalmente en

    el misterio de

    su

    muerte y de su resurrección, para entrar en

    la plenitud de su

    vida. El

    Señor

    les asegu

    ra un destino de

    gloria; él

    escribe

    sus nom

    bres

    en el libro

    de

    la

    vida,

    y

    nada

    ni nadie

    los va

    a

    borrar.

    Cristo mismo

    será su de

    fensor ante la gran asamblea

    de

    los cielos.

    3,7-13 la iglesia

    de Filadelfia: ¡Man-

    tente fiel

    Ciudad pequeña,

    al sudeste de

    704

    se

    ni

    perder

    la paz. Cristo

    les va abrir de

    par

    en par

    una

    puerta,

    que nadie será ya ca

    paz de cerrar: les

    franqueará

    la entrada en

    la

    ciudad nueva. Se convertirán en morado

    res

    perpetuos

    con

    pleno derecho

    y

    no

    serán

    expulsados

    nunca.

    Este

    es el

    consuelo

    que

    recibe

    esta

    comunidad

    y en

    ella toda la

    Iglesia.

    Los cristianos son el

    verdadero

    Israel,

    hi

    jos

    y

    herederos de

    la mejor

    tradición

    del

    n-

    tiguo

    Testamento. En cambio

    los judíos ya

    no

    son legítimos judíos, sino que mienten;

    han renegado de su pasado y

    sobre

    todo de

    su destino, que era

    abrirse mediante la fe

    a

    Cristo. los

    que se creían

    el

    centro

    del

    mundo, vienen

    ahora a

    postrarse delante

    de

    la Iglesia

    cristiana.

    Esta

    alteración

    tiene una

    raíz

    profunda y

    una razón gratuita:

    el

    amor

    con

    que Cristo ha amado a su Iglesia. El Se

    ñor

    seguirá

    mostrando su asistencia, ya que

    la

    comunidad

    cristiana de

    Filadelfia

    se man

    tiene en

    la

    fidelidad. Cuando vengan

    las

    prue

    bas sobre todos los habitantes de

    la

    tierra,

    el

    Señor

    la

    protegerá con

    la

    predilección

    de

    su

    providencia.

    En medio de

    su

    perseveran

    cia

    conserva lo que tiene con su aguante

    y

    paciencia,

    la

    Iglesia está entretejiendo, tal

  • 8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)

    11/49

    vez

    sin

    saberlo.

    la

    corona

    de

    su

    premio. que

    nadie debe arrebatarle.

    El premio se refiere

    a

    la firme perma

    nencia del

    cristiano vencedor para siempre

    Junto a Dios -nunca será echado fuera-o Las

    tres inscripciones inciden

    sobre esta consa

    gración total

    y exclusiva del

    cristiano

    a Dios

    y Cristo; pertenencia que quedará asegu

    rada del todo cuanto el cristiano habite

    en

    la ciudad eterna de la nueva

    Jerusalén.

    3,14-22 A la iglesia de Laodicea

    ¡Sal de

    tu tibiezal Ciudad cercana

    de

    Colosas. Su

    geografía y su historia se reflejan en

    algunos

    detalles

    de

    la carta.

    como en

    seguida

    vere

    mos.

    Eran

    muy

    conocidas en

    la

    antigüedad

    sus fuentes termales.

    Ciudad

    muy

    rica

    y flo

    reciente; tras un terremoto destructor. se

    ne

    gó a

    recibir

    ayuda alguna. declarando con

    manifiesto orgullo:

    No

    necesitamos de na

    da . Famosa

    por

    sus telares y vestidos

    de

    la

    na. célebre finalmente porque en ella

    ha

    bía una famosa escuela médica para la cu

    ración de

    los ojos.

    El

    Señor se presenta con tres

    títulos.

    que

    le

    designan

    como

    la

    fortaleza propia

    de

    Dios.

    la solidez de

    la

    palabra divina. y el origen

    modelo arquetípico

    que

    recapitula

    el

    plan de

    Dios.

    Con

    esta

    consistencia

    divina. el

    Señor

    se dirige a

    una

    iglesia a

    la

    que

    habla con du

    reza

    inusitada. voy a vomitarte de mi bo-

    ca.

    le dice).

    Es tibia.

    es

    decir. se

    trata

    de

    una

    comu

    nidad

    que

    vive

    sin comprometerse con su

    fe.

    que

    se

    mantiene entre dos aguas .

    jugando

    a

    ser cristiana sin dejar

    de

    ser

    pagana y

    mundana. conviviendo con dos

    maridos.

    Es

    te

    juego resulta para el Señor de un efecto

    insufrible y le produce

    náusea.

    La comuni

    dad.

    además.

    anda diciendo con orgullo que

    es inmensamente rica y que no le hace falta

    nada. El juicio del Señor es. por ello. duro y

    certero. Va

    contra una

    comunidad

    que vi

    ve

    en

    el permanente

    engaño;

    no sabe

    esta

    iglesia que. en el fondo.

    -como

    el

    Señor

    le di

    ce-o

    es miserable. pobre. ciega y desnuda

    Tras el

    juicio.

    viene una triple recomenda

    ción. La comunidad debe

    buscar

    sólo

    en

    el

    Señor.

    no en

    ella

    misma.

    su

    verdadero te

    soro

    y riqueza. Tiene

    que

    vestir

    la vestidura

    APOCALIPSIS 4

    blanca

    de

    su dignidad

    de

    esposa

    del

    Se

    ñor.

    debe

    untarse colirio

    en

    los

    ojos. a

    fin

    de poder

    ver.

    mediante

    la fe.

    con la mis

    ma mirada de

    Cristo.

    Cristo espera. aldabeando con

    la

    mano y

    llamando con su voz. a que se

    abra

    por fin

    la puerta

    (Ap

    3.20).

    Sin

    excluir

    otros

    en

    cuentros. se

    refiere

    principalmente al

    mo

    mento privilegiado de unión.

    de

    la Iglesia y

    del

    cristiano.

    en el sacramento de

    la

    Euca

    ristía: encuentro con Cristo

    resucitado.

    que

    en

    la

    noche

    de

    la pascua.

    viene en busca

    de

    la

    Iglesia. El

    último premio

    resulta el mejor.

    Y

    este

    es el don

    soberano

    para

    la

    Iglesia ven

    cedora:

    reinar con Dios

    y

    con

    Cristo para

    siempre.

    poder compartir eternamente el

    mismo

    trono de

    la divinidad.

    11

    INTERPRET CION PROFETIC

    E L HISTORI

    4.1-22.5)

    Después

    del

    proceso

    penitencial

    de puri

    ficación

    (Ap

    1.4-3.22). la asamblea está

    pre

    parada para escuchar

    la

    revelación

    de

    lo

    que

    va

    a

    suceder

    (Ap 1.1; 4.1).

    El vidente

    es

    in

    vitado a subir al nivel de

    lo

    divino para

    contemplar el

    desarrollo

    de la historia des

    de

    la óptica

    de

    la

    trascendencia.

    Con

    un amplio

    despliegue

    de

    imagina

    ción y utilizando

    numerosos

    símbolos. el au

    tor presenta el desarrollo

    de

    esta

    historia

    en

    cinco cuadros. El

    primero

    de ellos

    (Ap 4.1-

    5.14)

    sitúa

    al lector en la óptica adecuada:

    la

    historia sólo puede ser descifrada desde

    Cristo. En el

    segundo

    (Ap 6.1-7.17)

    apare

    cen dibujadas las fuerzas

    que intervienen

    en este drama de la historia humana. En el

    tercer

    cuadro (Ap 8.1-11.14). estas

    fuer

    zas comienzan

    a actuar y la historia

    se

    pone

    en movimiento. El

    cuarto cuadro

    (Ap

    11.15-16.16) presenta

    con

    fuerza

    el

    mo

    mento

    decisivo

    de

    esta

    historia: el choque

    entre las fuerzas

    del

    bien y las fuerzas del

    mal. Finalmente.

    en

    el quinto (Ap 16.16-

    22.5) se describe el desenlace

    final

    de

    to

    da esta

    historia. Los

    cánticos

    se suceden sin

    cesar. porque la victoria es

    de

    Dios y

    al-

    705

  • 8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)

    12/49

    APOCALIPSIS 4

    canza

    a

    os que han permanecido firmes

    en

    Jafe

    1.

    Lo que v suceder

    4,1-5,14)

    Estos

    dos capítulos están entrelazados de

    tal

    manera uno

    en el otro,

    que

    forman

    una

    rigurosa unidad teológica.

    En

    ellos se reve

    lan las

    claves para comprender

    la

    historia,

    es decir, con frase del Apocalipsis:

    todo

    lo que

    va a suceder Han sido colocados

    expresa

    mente aquí,

    con

    un sentido preciso;

    inculcar

    la

    fe en la

    providencia

    y

    sabiduría de

    Dios,

    aunque las apariencias de la

    realidad

    sean

    engañosas.

    La

    historia

    está

    vista desde don

    de debe

    verse:

    desde

    los ojos

    de

    Dios.

    El

    conjunto de

    estos dos

    capítulos forma

    literariamente un preludio

    sobrecogedor

    y

    majestuoso.

    Sus

    evocadores símbolos

    se

    nos

    manifiestan impregnados de fuerza. Asisti

    mos

    a un

    espectáculo fascinante,

    celestial.

    La

    residencia

    de Dios aparece a manera de

    un gran

    templo

    transfigurado,

    y

    las des

    cripciones

    son

    litúrgicas.

    4,1-11

    El trono

    de

    Dios.

    Nosotros, lec

    tores del Apocalipsis, somos invitados con

    Juan a subir al cielo, donde se nos mos

    trará

    lo que

    ha de suceder. El

    cielo

    quiere

    decir

    el lugar

    de

    la

    gloria

    de Dios. Aquella

    puerta

    que

    permanecía cerrada (véase Ez

    44,2) se nos

    abre. Lo que

    se ve primero es

    un misterioso

    trono

    y

    alguien que está

    sen

    tado en

    él.

    La visión de

    Dios, sentado

    en

    el

    trono, indica su perfecto dominio

    sobre

    to

    do

    lo

    creado

    (véase

    Sal

    93,1-2).

    Mas no es

    un trono oscuro o desfigurado, sino

    que

    ocu

    pa

    la

    posición central-catorce veces

    sale

    la

    palabra-o El relato entero gira

    en

    torno del

    trono

    que está

    lleno

    de

    luz.

    Se insiste en

    la

    brillantez que emana

    del trono, coloreado

    por

    el destello

    de las tres piedras

    preciosas

    más

    célebres de

    la antigüedad. y

    un arco

    iris,

    refulgente como

    una

    esmeralda,

    nimba

    el

    trono

    divino.

    Se insiste de nuevo en

    el ful

    gor de

    Dios (véase

    Ez 1,28), como luz de

    luz ,

    ésta como

    símbolo

    de la

    vida;

    pero se

    subraya ante todo,

    que este arco

    iris es

    la

    706

    señal segura de una

    alianza

    perpetua que

    Dios

    ha

    querido estrechar

    indeleblemente

    con

    la human idad Ya

    no

    habrá mas di lu-

    vios ni

    catástrofes que destruyan

    la huma

    nidad

    (véase

    Gen 9,13-15). El

    comienzo y el

    final

    de

    la historia están envueltos

    por la

    presencia

    y

    la armonía

    del

    arco

    iris,

    que

    sig

    nifica

    que

    Dios

    establece un

    pacto

    eterno

    y

    se

    compromete con

    la paz.

    Los

    relámpagos, las voces

    y

    los

    truenos

    contrastan con

    la

    contemplación

    tranquila

    del

    trono

    de

    Dios.

    Este simbolismo

    acústi

    co-atmosférico, propio

    de

    las

    apariciones

    de

    Dios (Ex 19,16; Jue 5,4ss;

    Job

    37,44) indi

    ca

    la

    proximidad

    divina;

    la poderosa

    activi

    dad

    de

    Dios, pronta a intervenir en

    la his

    toria.

    Hasta

    la

    misma naturaleza se

    resiente

    y

    se

    conmueve ante

    el poder

    de

    Dios.

    De

    lante del trono hay un mar,

    no

    opaco,

    sino

    transparente como

    el cristal. En

    el

    Apoca

    lipsis el mar es

    símbolo

    de la potencia

    hos

    t l Ap

    21,1) Quiere,

    pues,

    afirmarse

    que

    Dios

    es el dominador de todas las

    fuerzas nega

    tivas, que amenazan

    al

    hombre (Sal 66,6;

    74,13).

    La santidad

    de Dios lo invade e ilu

    mina

    su turbulencia.

    El

    mar, tan

    temido

    y

    caótico, se

    pone ahora,

    igual que

    un

    lebrel

    domesticado,

    a

    los pies de

    su

    amo. Como

    lectura cristológica, puede ser útil

    recor

    dar a Jesús, como

    vencedor

    de la tempestad

    y

    Señor

    del

    mar Mc

    5,39.41). Los

    veinticua

    tro

    ancianos

    es

    la

    suma de doce (doce tribus

    de

    Israel)

    más

    doce (doce

    apóstoles

    del Cor

    dero); representan la totalidad

    de

    los

    santos,

    quienes han

    intervenido

    de

    manera eficaz

    en

    la historia

    de

    la

    salvación

    y

    alaban

    a Dios.

    Portan vestiduras

    blancas,

    indicando que se

    han

    configurado

    con

    el

    misterio de

    la muer

    te (Ap 7,13) de la resurrección del

    Señor

    Ap 6,2; 14,14). Viven

    participando

    de la glo

    ria

    de

    Dios y de

    su

    dominio regio: están

    sen

    tados en tronos,

    llevan

    coronas de oro

    e

    in

    terceden

    ante el

    trono en

    favor

    de

    la huma

    nidad.

    El simbolismo de los cuatro

    seres vi

    vientes

    es extraño, y

    está

    repleto de detalles

    enigmáticos, no

    fáciles

    de entender. En me-

    dio del trono a su

    alrededor

    Ap 4,6), lo

    que

    es una

    contradicción

    obvia;

    pero quiere in

    sistirse con esta desmesura en

    su proximi-

  • 8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)

    13/49

    dad

    con Dios;

    se

    hallan tan cerca de Dios co

    mo nadie puede estar.

    Están

    llenos de

    ojos,

    llenos de ojos

    por

    delante y por detrás llenos

    de ojos porJuera y

    por

    dentro.

    De

    nuevo

    una

    desmedida cantidad

    de ojos:

    son

    todo ojos ,

    a

    saber,

    la

    ciencia

    y

    la perspicacia,

    la

    vigi

    lancia perfecta. Con las cuatro referencias

    al león,

    al

    toro,

    al hombre

    y

    al

    águila, se alu

    de

    a toda la creación,

    representada

    en

    sus

    cuatro puntos

    cardinales.

    Las alas indican

    su movilidad y agilidad. Están dedicados a

    entonar

    de por vida las

    alabanzas

    divinas.

    Intervienen

    activamente

    en la historia de

    la

    salvación. Participan

    en

    la apertura de los

    sellos { p 6,I8};

    interceden

    por la humani

    dad { p 4,8; 5,14}.

    Estos cuatro

    vivientes in

    dican

    al mismo

    tiempo

    la

    acción

    de

    Dios y

    la

    respuesta

    positiva

    de la humanidad.

    Un himno litúrgico

    cierra la

    visión.

    Los

    vivientes

    dan gloria

    a Dios,

    los

    ancianos le

    arrojan obsequiosamente sus coronas

    en se

    ñal de acatamiento y se

    postran

    con reve

    rencia

    ante él. y así, la presencia inefable de

    Dios

    sentado en el

    trono, se impone abso

    lutamente: empieza, centraliza

    y

    recapitu

    la el relato. Es

    digno

    el Señor

    de recibir

    to

    da gloria, honor y

    poder, porque

    es el

    crea

    dor de

    todo

    cuanto

    existe;

    él

    ha

    llamado

    lo

    que

    no era

    a

    la

    vida; y

    es

    el creador

    incesante

    del

    universo.

    La voluntad de Dios se mues

    tra como

    un

    designio

    de

    vida. El

    que

    está

    sentado en el

    trono

    vive por

    siempre,

    y

    es

    tá dispuesto

    a dar vida.

    5 1-14 El libro

    del

    Cordero

    Todo

    está

    ya dispuesto para que el proyecto divino

    de salvación comience a realizarse.

    Dios mismo emprende la iniciativa. De

    su

    trono

    emerge

    una

    mano

    y

    en ésta

    hay

    un

    li

    bro. La

    mano está extendida en son

    de

    paz

    y de comunión con la humanidad, a la

    que

    ofrece el don de

    un

    libro.

    ¿Quién

    será

    capaz

    de

    aceptar este gesto de

    invitación y

    de

    un r

    estrechamente a Dios con los hombres?

    No

    se encuentra

    nadie. y

    nadie en el cielo

    ni

    en la tierra

    ni

    debajo de la tierra podía abrir

    el libro y ver su contenido.

    Y la

    esperanza se

    muda en desolación y

    en

    llanto sin

    consue

    lo.

    Juan,

    l

    vidente,

    rompe a llorar

    amar

    gamente

    ..

    hasta

    que aparece

    ante

    sus

    ojos

    APOCALIPSIS 5

    la gran visión

    que es central

    en

    todo

    el Apo

    calipsis:

    un

    Cordero de pie, pero degolla

    do, con

    siete

    cuernos y siete ojos. Es Cris

    to pascual en la plenitud de

    su fuerza me

    siánica.

    El va

    a

    cambiar

    desde

    dentro el

    rumbo

    de

    la

    historia.

    ste

    capítulo quinto continúa

    en

    las

    mis

    mas circunstancias

    espaciales

    que el ante

    rior,

    en

    el

    templo

    del

    cielo; y

    se presenta

    temáticamente como su culminación

    y

    de

    senlace

    dramático.

    Lo

    que allí se encontra

    ba

    en

    situación estática

    y

    en una sublime

    le

    janía, ahora se convierte

    en

    dinamismo

    y

    cercanía merced a la presencia de Cristo

    muerto y resucitado.

    El

    resorte que pone

    en movimiento

    el

    re

    lato

    es

    el misterioso libro, del

    que

    se

    dicen

    al

    gunas características específicas. Está escri

    to

    por dentro y por fuera; es

    decir, todo

    en

    él

    es

    elocuente;

    libro

    que

    es

    preciso

    leer,

    no

    sólo exteriormente, sino desde dentro, sa

    biendo

    interpretarlo. Y está ya escrito y se

    llado además con siete sellos; completa

    mente acabado

    y

    hermético, al que no se le

    debe

    añadir

    nada véanse las severas

    reco

    mendaciones

    a

    quien

    trate de añadir o qui

    tar

    algo

    de este

    libro: Ap 22,18-19). El

    libro

    se encuentra en la mano

    del

    que

    se sienta en

    el

    trono;

    pertenece a

    Dios. Este libro con

    tiene el designiO misterioso

    de

    Dios sobre

    la

    historia.

    Nadie puede

    acercarse

    a

    tomar

    lo,

    ni

    es

    capaz

    de leer

    su interpretación.

    Por

    eso l humanidad, representada en Juan,

    llo

    ra

    intensamente, porque no

    encuentra

    un

    sentido

    que

    oriente su historia.

    Este

    llanto

    acaba cuando

    el vidente es consolado

    por

    las

    palabras

    de uno de los ancianos.

    No

    llores

    -le dice- pues ha

    vencido el león

    de

    la tribu

    de

    Judá

    el retoño

    de David.

    Se

    trata

    de

    una

    referencia

    a Cristo,

    como

    Mesías; él

    cumple

    el

    oráculo con

    que

    Jacob

    bendijo

    a Judá

    (véase

    Gn

    49,9). Yal

    mismo

    tiempo es el

    bro

    te que

    ha crecido

    de aquella

    raíz de David;

    es

    el nuevo rey, el que

    da

    plenitud y

    perfec

    ción a

    todas

    las

    promesas

    (véase Is

    11,1.10;

    Ap

    3,7;

    22,16). Sólo Cristo,

    muerto

    y

    resuci

    tado,

    es el intérprete del libro, el herme

    neuta de Dios Padre.

    y aparece ahora

    antes

    los

    ojos

    atónitos

    de

    Juan

    y

    también

    nuestros

    la

    visión

    cen-

    707

  • 8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)

    14/49

    APOCALIPSIS 5

    tral del capítulo,

    la aparición solemne, pero

    envuelta

    en

    un

    simbolismo atrevido, de Cris

    to

    en su misterio pascual.

    A fin

    de entender con corrección la

    teo

    logía del Apocalipsis, i remos descifrando

    es

    ta

    cadena

    de

    símbolos.

    Cordero.

    Es

    el símbolo

    más

    extraño pero

    el

    más rico de la cristología del Apocalip

    sis. La

    imagen se presenta

    como

    una

    con

    centración

    teológica, resultante

    de la per

    fecta asimilación de tres modelos

    inspira

    dores: el siervo, el cordero pascual, el cordero

    apocalíptico.

    Es la

    figura de inmolación, pro

    pia

    del siervo del Señor,

    que cual

    manso

    cor

    dero es

    llevado

    al

    matadero véase

    Is

    53,6-

      ; Jr

    11,19;

    Hch

    8,26-38).

    Se

    refiere a

    la

    pre

    sencia

    de Cristo que

    derrama

    su

    preciosa

    sangre, como

    el

    cordero pascual, sacrifica

    do a fm

    de que

    su

    sangre

    sea señal

    eficaz de

    liberación

    véase

    Ex

    12,12-13.27; 24,8; Jn

    1,29; 1 Cor 5,7; 1 Pe 1,18-19;

    Jn

    1,29).

    Ves

    la

    figura

    poderosa de

    Cristo, rey vencedor

    de

    la muerte, lleno de la

    energía

    de su resu

    rrección;

    esta

    imagen

    es característica

    de

    la

    literatura apocalíptica,

    donde

    aparece un

    cordero vencedor

    y

    guía

    del

    rebaño, dotado

    de

    potente

    cornamenta y símbolo

    de realeza

    (véase

    Primer

    libro

    de

    Henoc

    89,41-46;

    90,6-10.37; Testamento de José

    19,8; Tes

    tamento

    de Benjamín

    3,8;

    Targum de

    Jeru

    salén

    sobre

    Exodo 1,5).

    El

    símbolo del Cor

    dero

    para

    designar

    a

    Cristo es único; no

    existe en ninguna

    otra página

    de la

    Biblia.

    El Apocalipsis

    ha

    sabido presentar en

    este

    símbolo

    animal,

    de

    una

    manera original

    y

    sintética, la

    plenitud del

    misterio de inmo

    lación, de

    redención

    y de victoria

    regia,

    que

    corresponde

    a

    Cristo

    muerto, resuci

    tado

    y enaltecido en favor

    de la

    humanidad.

    En medio: El

    Cordero se

    encuentra en

    medio, y

    esta

    posición

    enfatiza

    su

    centrali

    dad ya que

    ocupa el

    lugar más

    digno y

    pre

    ferente,

    lo

    más

    dentro pOSible

    del

    trono

    de

    la

    divinidad.

    De él se dirá más adelante: El

    Cordero

    que está

    en medio

    del trono

    Ap

    7,17l. Es

    una alusión

    a

    su

    divinidad.

    Cordero

    de

    pie:

    La

    postura enhiesta

    se re

    fiere a

    la resurrección de

    Jesús

    (véase

    Ap

    3,20;

    14,1; 15,2-3);

    ésta aparece como

    una

    victoria

    de Cristo

    sobre la muerte,

    a

    la que

    708

    pisotea, derrotándola,

    e

    incorporándose

    él

    mismo

    egregiamente a

    la

    vida.

    Como

    degollado:

    Alude a

    su

    muerte vio

    lenta

    en

    la

    cruz, por

    la

    que

    derramó

    su

    propia sangre véase Ap

    5,6.9.12;

    13,8).

    Con

    siete

    cuernos:

    Indica la

    plenitud del

    poder

    Nlli

    23,22;

    Dt

    33,17;

    1 Re

    22 11;

    Pri

    mer

    libro de Henoc 90,37). El

    cuemo

    es un

    símbolo con

    significación mesiánica

    espe

    cialmente en el canto

    del Benedictus: Lc

    1,69). Se afirma

    que

    Cristo posee

    toda la

    po

    tencia

    y

    la

    fuerza

    mesiánica, gracias

    a

    su

    re

    surrección

    Rom 1,4).

    Con siete ojos:

    Tiene

    Cristo

    la perfec

    ción

    de la ciencia

    y

    de la providencia

    (Jr 5,1;

    16,17;

    Ez

    5,11;

    m 8,1).

    como

    estos

    sie

    te

    Ojos

    son

    -dice

    el texto del

    Apocalipsis-

    los

    siete

    espíritus

    de Dios

    enviados

    a

    toda la

    tie

    rra, se

    indica

    que Cristo posee

    en

    mis

    mo la plenitud

    del

    Espíritu Santo,

    y lo

    envía

    permanentemente a

    toda la

    tierra.

    Así,

    pues, en un solo

    verso aparece

    de

    manera

    genial

    y

    concentrada

    el

    misterio de

    Cristo: Su

    dignidad divina

    en

    medio del

    tro-

    no),

    su muerte degollado), su

    resurrección

    de pie),

    la

    totalidad del poder

    mesiánico

    sie-

    te cuernos), y

    su

    íntima

    posesión

    y donación

    -poseedor

    y

    dador

    al mismo

    tiempo- de

    la

    exuberancia del Espíritu siete

    ojos que son

    los

    siete espíritus

    de

    Dios enviados

    a

    toda la

    tierra).

    Después

    Cristo

    es

    entronizado. Se indi

    ca, siguiendo un ceremonial

    de investidura,

    que Cristo ha tomado

    la realeza,

    se sienta

    en

    el

    mismo trono

    de Dios. Recibe todo el po

    der

    y gloria divina. La entronizacion regia de

    Cristo,

    punto culminante de

    la

    aventura

    di

    vino-humana

    de

    Jesús, desencadena

    un

    ver

    dadero torrente de

    alabanzas.

    Los vivientes y

    los

    ancianos Ap

    5,8-10)

    ensalzan

    a

    Cristo

    y

    ofrecen

    sus

    motivacio

    nes fundamentales: ha

    sido degollado,

    ha

    adquirido con

    el

    precio de su sangre

    el bo

    tín de todas las naciones -se

    alude a

    la uni

    versalidad

    de la

    redención,

    realizada por

    Cristo-.

    Ha

    instaurado un reino de

    sacer

    dotes. Es

    la

    fmalidad

    de la

    redención:

    que la

    humanidad

    llegue a

    ser

    posesión

    preciosa

    en la alianza de

    Dios y que

    extienda su

    rei

    no en la historia.

  • 8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)

    15/49

    Los

    ángeles

    entonan

    siete claros

    motivos

    de glorificación divina

    Ap

    5,11-12). Las cria

    turas Ap

    5,13), desde

    todos los rincones,

    aun

    los

    ás

    recónditos de

    la

    tierra, se

    suman

    a la

    alabanza de

    Dios y

    de

    Cristo. El tem

    plo donde resuenan estas incesantes acla

    maciones,

    ha

    ensanchado

    sus

    fronteras,

    ya

    tiene

    las

    dimensiones del

    mundo.

    Asistimos

    a

    una liturgia cósmica.

    Los

    vivientes

    y

    los ancianos redondean

    esta

    aclamación

    universal, postrándose

    re

    verentes

    y

    confirmando

    lo

    que antes se ha

    ido

    proclamando,

    con

    un

    amén

    recapitula

    dar.

    Alrededor del

    trono

    de Dios

    y

    de Cristo,

    centro de atracción hacia el que

    todo

    gravi

    ta,

    se

    cierra

    ya, como un perfecto círculo, es

    ta alabanza

    universal.

    2 Los sellos

    Revelación del sentido

    de

    la historia

    6.1-7.17)

    Esta segunda

    sección se caracteriza por

    la

    apertura paulatina de los sellos, que man

    tenían

    cerrado

    el libro. Es

    la

    primera expo

    sición de los

    elementos

    típicos

    que inter

    vendrán en

    la lucha

    dialéctica entre el bien

    y el mal. Los

    cuatro

    caballos expresan dra

    máticamente el desarrollo de

    la

    historia, que

    zigzaguea entre tantas dificultades. Los tres

    caballos de llamativo pelcye rojo, negro, ver

    de-amarillo) indican las grandes plagas de

    la humanidad; la violencia, la

    injusticia

    so

    cial,

    la muerte con

    todo

    su

    cortejo

    de

    males.

    El jinete

    montado

    en el

    caballo blanco,

    re

    presenta

    a Cristo

    resucitado,

    lleno

    de su

    efi

    ciente

    energía,

    que combatirá

    contra

    esos

    grandes azotes de

    la

    humanidad

    y

    que

    fi

    nalmente resultará vencedor.

    6,1-8

    Los cuatro jinetes

    Aquel

    libro

    herméticamente

    cerrado

    con siete

    sellos,

    se

    abre para que los decretos de Dios se

    cum

    plan.

    Cristo desata,

    uno

    a

    uno, todos

    los se

    llos.

    y de

    ese

    libro van saliendo, casi por

    encantamiento,

    unos

    caballos.

    No se

    puede

    caer

    en

    el

    seco

    intelectualismo, que

    reduce

    el

    símbolo

    a fríos

    esquemas;

    hay

    que apre-

    APOCALIPSIS 6

    ciar

    esta

    originalidad iconográfica, típica del

    Apocalipsis; y

    tratar de visualizar la

    ima

    gen

    y

    la larga secuencia de unos caballos

    surgiendo con fuerza de

    las

    páginas de un

    libro.

    Estas imágenes se inspiran remota

    mente en Zac

    1 8; 6 1-8. El

    Apocalipsis es

    una

    visión revelada,

    y

    hay

    que

    mirarla;

    es

    preciso valorar el hechizo

    único

    que nos pro

    porciona

    este libro singular. A

    esta

    contem

    plación se nos

    invita:

    ¡Ven . iré vi.

    El

    primer caballo es de

    color

    blanco.

    Su

    jinete

    lleva un arco

    y

    una corona. Es ven

    cedor y

    para

    vencer cabalga.

    Se trata de

    Cris

    to

    resucitado,

    adornado

    con

    el

    color blan

    co, el típico

    cromatismo de la

    resurrección.

    El

    es

    por

    su resurrección

    el vencedor abso

    luto

    de la muerte

    y del

    mal.

    Tiene

    un arco

    y

    una corona

    regia,

    pues

    está

    dispuesto

    a

    se

    guir combatiendo contra las

    fuerzas negati

    vas que

    invaden la

    historia los

    otros tres

    ca

    ballos). Antes de que aparezcan

    las gran

    des

    calamidades,

    se nos

    presenta la

    clave de

    la historia

    y

    la

    fuerza de

    la salvación:

    Cris

    to

    vencedor,

    lleno de

    la

    todopoderosa ener

    gía de

    su

    resurrección.

    El

    segundo caballo es

    rojo, el

    color de

    la sangre. Significa

    la

    violencia. Pues

    la

    vio

    lencia consigue

    quitar

    la

    paz

    de

    la

    tierra,

    y

    hace que

    surja la

    guerra, y que por ella los

    hombres se

    asesinen unos

    a otros. Comen

    zando por

    la

    sangre derramada de Abel, has

    ta la sangre de Cristo. y de sus testigos. La

    violencia deshumaniza y desnaturaliza a los

    hermanos.

    El tercer caballo quiere indicar la injus

    ticia

    social, que

    mata

    de hambre

    a

    gentes

    y

    pueblos,

    y d