año 7. mayo, 2020. edición n° 12 mar adentro... · 2020. 5. 7. · samuel, samuel (testimonio...
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Año 7. Mayo, 2020. Edición N° 12
Equipo Revista
MAR ADENTRO
EDITOR:
Pbro. Lcdo. Beiker Martínez
COORDINADOR: Sem. Jhonny Rondón
EQUIPO DE SEMINARISTAS:
Jhonny Rondón, Luis Sandoval, Gilberto Jiménez y
Reybert Jiménez
COLABORADORES/REDACTORES:
Mons. Raúl Biord, Pbro. Lcdo. Rafael Troconis, Jhonny
Rondón, Samuel Martínez, Víctor Rojas, César Castillo,
Gilberto Jiménez, Reybert Jiménez, Lcda. Marisela Villa-
lobos, Comisión de Liturgia SSPA
DISEÑO Y ARTE:
Sem. Samuel Martínez
CONSEJO DIRECTIVO DEL
SEMINARIO “SAN PEDRO APÓSTOL” DE LA GUAIRA
RECTOR: Pbro. Beiker Martínez.
VICE-RECTOR/ECÓNOMO: Pbro. José Daniel Dallos.
DIRECTOR ESPIRITUAL: Pbro. Alfonso Barbera
DIRECTOR DE ESTUDIOS: Pbro. Wuilliam Vásquez.
SECRETARIO DE ESTUDIO: Pbro. Rafael Montilla.
DIRECTOR DE PROPEDÉUTICO: Pbro. Wuilliam Vásquez
FORMADOR DE PROPEDEUTICO: Diác. Onorio Herrera
DIRECCIÓN: AV. IBARRA, URB. ÁLAMO, MACUTO, EDO. LA GUAIRA
CORREO: [email protected]
SUMARIO
1. La voz del Papa: “¿Por qué
tienen miedo? ¿aún no tie-
nen fe?”
2. La voz del pastor : hacia la
II Asamblea Nacional de
Pastoral
3. Orar en tiempos del Covid-
19
4. Samuel, Samuel
(Testimonio Vocacional del
seminarista Samuel)
5. Familia, Iglesia Doméstica
6. Iglesia hoy: La Iglesia don-
de caminamos juntos
7. Santidad: Beata María de
San José
8. Entrevista: El servicio de la
caridad
9. Bienhechores
10. Buena nuevas
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Pbro. Lcdo. Beiker Martínez
a revista Mar Adentro, desde sus inicios, ha sido un esfuerzo con-
junto de formadores y seminaristas
del seminario San Pedro Apóstol
de la diócesis de La Guaira.
La primera edición de la revista fue en
diciembre del año 2008 e inició con el aporte de la empresa Total Venezue-
la, S. A. quienes ayudaron a la realiza-
ción del primer tiraje de mil (1000) ejemplares. El aporte de dicha empre-
sa llegó en el marco de la conmemora-
ción de los treinta (30) años del semi-
nario (fundado el 7-10-1977).
El consejo editorial de la revista estu-
vo encabezado por el Rector Pbro. Robert Cardona, como Editor el Pbro.
Ricardo Barreto (hoy obispo auxiliar
de Caracas), y como Supervisor de Arte mi persona, seminarista de teolo-
gía en aquel entonces, acompañados
por un excelente grupo de sacerdotes y
laicos, animados a dar forma a la re-vista del seminario, con la misión,
afirmada por el Padre Robert, en la
primera editorial de la revista (Cardona, 2008) de:
“[…]fortalecer los lazos de fe,
esperanza y amor que unen a los diversos apostolados que animan
la vida de la Iglesia de La Guaira,
enriqueciendo, también, la cultu-ra religiosa de los fieles. Brindan-
do así una herramienta de forma-
ción [desde una] […] opción de
vida inspirada en el mensaje del Evangelio [como lo es] la vida
sacerdotal, signo tangible de que
Dios sigue hoy llamando a su pueblo” (p. 3).
Próximos a cumplir 43 años de vida, nuestro seminario ha querido reactivar
la edición de la revista, después de una
pausa de cinco (5) años, conscientes
de la situación por la que atravesamos como país, en medio de una compleja
crisis humanitaria que se agudiza con
la pandemia del Covid-19, la cual está produciendo una histórica “ansia glo-
bal”. Por ello fieles al anuncio del
evangelio, queremos reiniciar el tiraje de la revista de forma digital, intentan-
do superar los obstáculos para llevar,
como nos anima el papa Francisco, la
alegría del Evangelio, la alegría mi-sionera (cf. EG 21) y poder ser para
todos los fieles un instrumento de uni-
dad y paz, reafirmando nuestra digni-dad de hijos de Dios, como nuestro
Señor nos lo dijo: Sólo trabajando jun-
tos, erradicando la enemistad entre
Dios y nosotros seremos instrumentos de paz. Ya al respecto Benedicto XVI
(2007) escribió:
“La enemistad con Dios es el
punto de partida de toda corrup-
ción del hombre; superarla, es el
presupuesto fundamental para la paz en el mundo. Sólo el hom-
bre reconciliado con Dios puede
estar también reconciliado y en armonía consigo mismo, y sólo
el hombre reconciliado con Dios
y consigo mismo puede crear paz a su alrededor y en todo el
mundo” (p. 113).
Finalmente esperamos que esta pausa providencial (cuarentena social) sirva
para iniciar en nosotros y en nuestro
país, la tan anhelada reconciliación y así reencontrarnos como hijos de Dios
por medio de la oración, el acompaña-
miento y la formación como feligresía de La Guaira, y ahora junto a todos los
que más allá de las fronteras diocesa-
nas, se unirán a través de los medios
digitales, y de manera especial con las 10 diócesis hermanas en Venezuela,
cuyos seminaristas se están formando
y hacen vida en nuestro seminario.
Contamos con sus oraciones, desde el
seminario oramos por ustedes que nos
lee y, por todos y cada uno a los que llegará este humilde trabajo.
«Felices los que trabajan por
la paz, porque ellos serán
llamados hijos de Dios» (Mt
5, 9).
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Por qué tienen miedo? ¿aún no tienen fe?” .
l pasado viernes 27 de marzo, el Papa
Francisco en la plaza de San Pedro, que
lucía por primera vez completamente
vacía ante la cuarentena obligatoria por la
pandemia del Covid-19, impartió una bendi-ción extraordinaria "Urbi et Orbi" (a la ciudad
[Roma] y al mundo), bendición que tradicio-
nalmente es realizada con ocasión a la Navidad
(25 de diciembre) y el Domingo de Pascua de
Resurrección, así como al anunciar el famoso
Habemus Papam, tras la reunión (cónclave) de
elección que hacen los cardenales por un nuevo
Papa para la Iglesia. Este momento de oración
estuvo signado ante el crucifijo de San Marce-
lo, la imagen que sobrevivió en 1519 a un in-
cendio en Roma, y con el que tres años más
tarde recorrió el Papa Clemente VII Roma para pedirle -y como efectivamente ocurrió- la sal-
vación de la gran peste. También oró ante la
Salus Populis Romana, que por primera vez en
1500 años sale de su sede, la Basílica de Santa
María la Mayor.
El Papa Francisco inició su reflexión
centrándose en el Evangelio de San Marcos (5, 35-40) que relata la tempestad y la reac-
ción de los discípulos ante ella. Luego de la
escucha de la Palabra, desde el atrio de la Ba-
sílica de San Pedro, que estaba completamente
vacío, indicó: “Al igual que a los discípulos
del Evangelio, nos sorprendió una tormenta
inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que
estábamos en la misma barca, todos frágiles y
desorientados; pero, al mismo tiempo, impor-
tantes y necesarios, todos llamados a remar
juntos”. El Papa además ha expresado que
“nos encontramos asustados y perdidos” pero en esta barca – recuerda – “estamos todos”, de
hecho, continúa, “al igual que esos discípulos,
que hablan con una única voz y con angustia
dicen: “perecemos”, también nosotros descu-
brimos que no podemos seguir cada uno por
nuestra cuenta, sino sólo juntos”.
El Pontífice también ha elevado
una súplica en estos momentos de prue-
ba: “. El Papa asegura que hemos avan-
zado rápidamente, sintiéndonos fuertes y
capaces de todo y codiciosos de ganan-
cias – dice – “nos hemos dejado absor-
ber por lo material y trastornar por la
prisa”,“¿Por qué tienen miedo? ¿aún no
tienen fe?” . Es en este momento en el
que el Papa, dirigiéndose al Señor, ase-
gura que “no nos hemos detenido ante
sus llamadas”, tampoco “nos hemos
despertado ante guerras e injusticias del
mundo” ni “hemos escuchado el grito de
los pobres y de nuestro planeta grave-
mente enfermo”. De hecho, dice,
“hemos continuado imperturbables, pen-sando en mantenernos siempre sanos en
un mundo enfermo”.
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“Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos
sido sanados y abrazados para que nadie ni
nada nos separe de su amor redentor”
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“Señor, nos diriges una lla-
mada, una llamada a la fe.
Que no es tanto creer que
Tú existes, sino ir hacia ti y
confiar en ti” dijo el Ro-
mano Pontífice. En esta
Cuaresma resuena la llama-
da urgente: “Conviértanse”
en la que se nos llama a to-
mar este tiempo de prueba
como un momento de elec-
ción. “No es el momento de
tu juicio, sino de nuestro
juicio – asegura el Papa – el
tiempo para elegir entre lo
que cuenta verdaderamente
y lo que pasa, para separar
lo que es necesario de lo
que no lo es”. También es
el tiempo “de restablecer el
rumbo de la vida hacia ti,
Señor, y hacia los demás”,
puntualiza.
Sigamos el ejemplo de las
personas ejemplares, co-
rrientemente olvidadas
El Papa también nos pide
que dirijamos nuestra mira-
da a tantos compañeros de
viaje que son ejemplares,
pues, “ante el miedo – dice
– han reaccionado dando la
propia vida”. El Papa se
refiere a la generosa entrega
de personas comunes
“corrientemente olvidadas”
que no aparecen “en porta-
das de diarios y de revistas,
ni en las grandes pasarelas
del último show” pero, sin
lugar a dudas, “están escri-
biendo hoy los aconteci-
mientos decisivos de nues-
tra historia: médicos, enfer-
meros y enfermeras, encar-
gados de reponer los pro-
ductos en los supermerca-
dos, limpiadoras, cuidado-
ras, transportistas, fuerzas
de seguridad, voluntarios,
sacerdotes, religiosas y tan-
tos pero tantos otros que
comprendieron que nadie se
salva solo”.
La oración y el servicio
silencioso son nuestras
armas vencedoras
El comienzo de la fe es sa-
ber que necesitamos la sal-
vación. “Invitemos a Jesús
a la barca de nuestra vida”
nos pide el Papa y
“entreguémosle nuestros
temores, para que los ven-
za”. Francisco asegura que,
si hacemos esto, experimen-
taremos, al igual que los
discípulos, que, con Él a
bordo, no se naufraga”. En
este sentido, el Papa nos
hace un ejemplo gráfico:
“Tenemos un ancla: en su
Cruz hemos sido salvados.
Tenemos un timón: en su
Cruz hemos sido rescata-
dos. Tenemos una esperan-
za: en su Cruz hemos sido
sanados y abrazados para
que nadie ni nada nos sepa-
re de su amor redentor”, el
Papa nos ha enseñado el
itinerario que hemos de em-
prender desde la tormenta
en la que nos encontramos
para reconocerle, sentirnos
amados y abrazados por Él
e inflamemos nuestro cora-
zón de esperanza, pues Él
guía el timón de nuestra
vida, no naufragaremos,
viviremos resucitados con
Él en una Nueva Vida, sa-
biendo que esto lo vencere-
mos a fuerza de fe y ora-
ción, del reencuentro consi-
go, la familia y con Dios.
Al final de su reflexión, el Papa ha pedido al
Señor que bendiga “al mundo”, dé salud “a
los cuerpos” y consuele “los corazones”;
“Nos pides que no sintamos temor, pero
nuestra fe es débil y tenemos miedo”, ha
concluido. Que el Señor pueda convertir
nuestros miedos en esperanzas, nuestro cora-
zón en la barca de la familia que hoy está lla-
mada a abrazarse como en la cruz con el Se-
ñor, y resucitados con Él, caminar con la
frente en alto, sabiendo que pronto el Señor
hará surgir el sol de la esperanza sobre bue-
nos y malos, un nuevo despertar, un nuevo
amanecer, basta tener fe y poner por obra el
empeño por una vida más animada por el Se-
ñor en la oración, en Familia aprovechemos
esta experiencia. Todo tiempo de crisis gene-
ra grandes transformaciones en el mundo,
dejémonos transformar por el Señor.
Fuente: Vatican News. Comentario: Sem. Reybert Jiménez |5
n noviembre de 2015 se celebró la primera Asamblea Nacional de Pas-
toral en Venezuela. Fue una linda
experiencia de sinodalidad, con el
objetivo de evaluar la puesta en marcha del Concilio Plenario de Vene-
zuela, en lo que tiene que ver con el
anuncio profético del evangelio, la co-munión eclesial, la contribución de la
Iglesia a la gestación de una nueva so-
ciedad y la formación del discipulado misionero. Elaboró propuestas pastora-
les ofrecidas a toda la Iglesia en Vene-
zuela: diócesis y vicariatos, vida consa-
grada, laicos, movimientos de apostola-do, organizaciones educativas, cultura-
les y sanitarias, Cáritas diocesanas y
parroquiales, centros formativos pasto-rales y sociales, universidades. Las con-
clusiones fueron presentadas, unas co-
mo propuestas generales y otras en cada una de las dimensiones abordadas en la
asamblea.
Para julio de 2020 se propuso la cele-
bración de la II Asamblea Nacional de-Pastoral, con el tema: “una parroquia
misionera en salida para nuevos tiem-
pos”. Es una necesidad muy sentida en todos los lugares: la parroquia como
institución sigue siendo válida, pero
debe ser profundamente renovada, des-de una auténtica conversión pastoral y
misionera de los agentes evangelizado-res. Esto exige un cambio de mentali-
dad como discípulos misioneros, y tam-
bién una nueva forma de estructuras e
instancias: el Plan Pastoral Parroquial, el Consejo Pastoral Parroquial, la Vica-
ría Diocesana de Pastoral y el Plan Pas-
toral de la Diócesis.
El Consejo Asesor Nacional de Pasto-
ral, junto con todos los vicarios diocesa-
nos de pastoral y los directores de los departamentos del SPEV, organizó un
camino para llegar a la II Asamblea
Nacional, proponiendo una ruta desde
las asambleas parroquiales, zonales o arciprestales, y provinciales.
La cita bíblica inspiradora de la Asam-
blea es: “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos” (Mt 28,19). Los ob-
jetivos planteados son:
Vivir una experiencia de sinodali-dad para caminar juntos en la fe y la
misión como pueblo de Dios.
Acompañar el camino de anima-ción pastoral en la Iglesia venezolana
con el impulso del Concilio Plenario,
la conferencia de Aparecida y la ex-
hortación Evangelii Gaudium. Recrear el perfil misionero de una
parroquia evangelizadora en Vene-
zuela.
El camino ha sido desarrollado en las diferentes iglesias locales con diversi-
dad de matices. En La Guaira, ha servi-
do para realizar una evaluación sosega-
da en cada una de las parroquias desde estas cinco dimensiones:
Una parroquia evangelizadora y
misionera (anuncio).
Una parroquia casa y escuela de
comunión (comunión).
Una parroquia samaritana y mise-
ricordiosa (servicio).
Una Parroquia que inicia en la fe
y la misión (formación).
Una parroquia que escucha la
Palabra y celebra su fe
(celebración).
Se ha tratado de un camino progresivo
de formación y evaluación de la actua-
ción de la parroquia en cada una de es-tas dimensiones. Por supuesto, algunas
parroquias lograron hacer todos los te-
mas; otras, sólo algunos. Pero todas
iniciaron el camino propuesto. Nos planteamos formarnos sobre las diferen-
tes responsabilidades de una parroquia
y examinar cuánto hemos realizado de las orientaciones que el Plan Diocesano
de Pastoral asigna a la parroquia.
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El 7 de marzo 2020 realizamos la VI
Asamblea Diocesana de Pastoral con la
participación de los sacerdotes, diáco-
nos, religiosas, seminaristas, agentes
de pastoral, 10 laicos de cada parro-
quia, representantes de los movimien-
tos de apostado y de los secretariados
diocesanos. Éramos casi 280 personas,
y nos reunimos por zonas pastorales
más los secretariados. Se hizo una eva-
luación del proceso realizado y se eli-
gieron los representantes de cada zona
pastoral para el nuevo Consejo Dioce-
sano de Pastoral 2020-2025.
El 14 de marzo estaba prevista la
asamblea provincial, pero la cuarente-
na impuesta por la pandemia, nos obli-
gó a suspenderla. Probablemente haya
que posponer también la Asamblea
Nacional.
Lo que sí podemos hacer es continuar
el camino parroquial y, ahora con los
medios virtuales, continuar la forma-
ción y evaluación en los cinco temas
propuestos. Ojalá que cada parroquia
aproveche para fortalecer la red de
comunicación con el consejo parro-
quial de pastoral, el de asuntos econó-
micos, los catequistas, cáritas, las dife-
rentes pastorales (litúrgica, educativa,
familiar, juvenil, misionera) y con los
movimientos de apostolado y religio-
sas presentes en las parroquias. De este
modo se puedan completar las asam-
bleas parroquiales y realizar un diag-
nóstico pastoral de la propia parroquia,
que nos permita avanzar en el Proyecto
Parroquial de Pastoral, que algunas
parroquias ya han elaborado, pero co-
mo todo proyecto, debe ser evaluado y
actualizado permanentemente.
Gracias a Dios porque en nuestra dió-
cesis de La Guaira y en toda Venezue-
la, la Iglesia está comprometida en un
camino sinodal, un proceso permanen-
te de conversión pastoral y misionera.
Las circunstancias actuales de la pan-
demia nos han hecho descubrir nuevas
formas de estar presentes y de organi-
zarnos.
Le pedimos a Dios y a la Virgen María
nos ayuden a renovar nuestras parro-
quias, en el marco del inicio del año
jubilar por los 50 años de creación de
la diócesis. San Pedro Apóstol nuestro
patrono nos ayude a confirmar a nues-
tros hermanos y ser piedras vivas para
la edificación del Reino de Dios.
Mons. Raúl Biord Castillo Obispo de La Guaira
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a pandemia que azota actualmente a la humanidad está re-
presentando una verdadera prueba para la fe de muchos.
Innumerables personas han enfermado, bastantes de grave-
dad, y un número significativo ha muerto a lo largo y ancho
del mundo. El temor y la incertidumbre han invadido las mentes y los corazones de muchos, porque la situación no sólo pone en
riesgo la salud de todos, sino que ha causado una fuerte desacele-
ración en la economía, que traerá consigo más pobreza y miseria.
Hace unos años, un cantautor venezolano compuso una canción
cuyo estribillo decía: “No basta rezar”. Se puede entender lo que
aquel poeta quería decir, porque
además de orar, también hay que
trabajar y hacer lo que esté de
nuestra parte para cambiar las si-
tuaciones adversas, injustas o do-
lorosas de la vida personal y co-lectiva. Pero hay que recordar que
la oración tiene un poder inmenso.
La Biblia nos recuerda que la
“oración ferviente del justo tiene
gran poder” (Sant 5,16) y Jesús
nos enseña que hay que orar para
no caer en la tentación, y que todo
lo que pidamos al Padre en su
nombre nos será concedido (cf. Jn
15,16).
En este breve artículo quisiera compartir con ustedes algunas
reflexiones en torno a la oración, teniendo como telón de fondo
la oración de Jesús en el Huerto de los Olivos. La noche en que
Jesús fue entregado a las autoridades judías, Jesús celebró la
Última Cena con los apóstoles, y una vez concluida, se fue al
Huerto de Getsemaní con la intención de orar. Entonces sucedió
lo que nos narran los evangelios: “Toma consigo a Pedro, Santia-
go y Juan, y comenzó a sentir pavor y angustia. Y les dice: «Mi
alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad». Y
adelantándose un poco, caía en tierra y suplicaba que a ser posi-
ble pasara de él aquella hora. Y decía: «¡Abbá, Padre!; todo es
posible para ti; aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú». Viene entonces y los encuentra
dormidos; y dice a Pedro: «Simón, ¿duermes?, ¿ni una hora has
podido velar? Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que
el espíritu está pronto, pero la carne es débil» (Mc 14,33-38).
La narración dice que Jesús ha ido a orar. Para Jesús, la oración
ocupa un lugar fundamental. Ahora, cuando está a punto de pa-
decer y morir, se retira a este pequeño huerto a las afueras de Jerusalén. Se aparta un poco de los Doce, toma consigo aparte a
tres de los discípulos más cercanos y alejándose un poco se pos-
tra sobre el suelo y comienza a orar. Se dirige al Padre, llamán-
dole Abbá, una expresión que usan los niños hebreos para diri-
girse a sus padres. Una expresión que ningún judío emplearía
para dirigirse a Dios. La usa en cambio, el Señor. Una expresión
que denota cercanía, confianza abso-
luta, amor filial. Jesús pide al Padre
que, si es posible, le libre del sufri-
miento que está por venir. Su natura-
leza humana se resiste al dolor físico
y anímico que le sobrevendrá. Pero agrega: “no se haga mi voluntad,
sino la tuya”. Jesús se ha sujetado
siempre al querer salvífico de su
Padre Dios; ha llegado a decir que su
alimento es “hacer la voluntad del
que le ha enviado” (Jn 4,34). En este
momento crucial de la historia Jesús
vuelve a obedecer, porque quiere,
con su obediencia, liberarnos de
nuestra desobediencia; con su humil-
dad, liberarnos de nuestra soberbia y orgullo; con su amor, reparar nuestro desamor, y de esa manera
conducirnos al encuentro con Dios.
Jesús ha querido que nuestra oración sea semejante a la suya. Por
eso nos invita a llamar a Dios Padre, animándonos a acudir con-
fiadamente a Él, con la certeza de que siempre atenderá nuestras
peticiones y súplicas.
Al volver donde los apóstoles y encontrarles dormidos, les dice:
“Velad y orad, para que no caigáis en tentación” ¿A cuál tenta-
ción se refiere? A la del escándalo de la cruz. La pasión y muerte
de Cristo van a suponer una prueba inmensa a su fe; a esa con-fianza que han depositado en Jesús, su Maestro.
A semejanza de los apóstoles, también a nosotros nos toca sufrir tentaciones, es decir, circunstancias que de alguna u otra forma ponen a prueba nuestra fe. Pensemos, por ejemplo, en los actuales momentos: el temor, la an-gustia, la soledad, quizás el hambre… En medio de estas circunstancias debemos acercarnos a Dios para orar con serenidad, sin perder la paz, ejercitando nuestra filiación divina. Si Dios es Padre, ¿No va a querer lo mejor para sus hijos? ¿No va a querer lo mejor para nosotros? Como dijo el mismo Jesús en una ocasión: “Si ustedes que son malos, sabéis dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más vuestro Padre del cielo no dará el Espíritu Santo a quien se lo pida?” (cf. Lc 11,13). No pongamos en duda el amor de Dios por nosotros, aun cuando a veces no comprenda-mos lo que ocurre.
Confiemos y no permitamos que las circunstancias adver-sas nos aplasten, sumergiéndonos en la desesperación. A este respecto, dice la Escritura: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la perse-cución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada? (...) pero en todo esto salimos más que vencedo-res gracias a aquel que nos amó” (Rom 8,35.37) Por tanto, en circunstancias como las actuales, debemos orar, pidiendo la fortaleza y la alegría para seguir adelan-te, a pesar de las dificultades; la sabiduría, para resolver los problemas; la fe, para descubrir la presencia amorosa de Dios en las circunstancias más concretas de nuestra existencia; una sensibilidad grande, para estar cerca de los que sufren y en general, por nuestro prójimo. En estos tiempos, y siempre, oremos. Dios escucha siempre las súplicas de sus hijos.
Por: Pbro. Lcdo. Rafael Troconis
Jesús ha querido que nuestra oración sea semejante a la suya. Por eso nos invita a llamar a Dios Padre, ani-mándonos a acudir confiadamente a Él, con la certeza de que siempre atenderá nuestras peticiones y súplicas.
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“Samuel, Samuel” (1 Sam 3,4)
i nombre es Samuel Martí-
nez, oriundo de La Victoria,
estado Aragua, y pertene-
ciente a la parroquia Ntra.
Sra. De Belén de El Castaño en la Diócesis de Maracay. Crecí
en medio de una familia humilde,
mi padre Manuel y mi madre
Zaida; soy el último de tres hijos,
fuimos criados bajo la fe católica
y una vida espiritual sencilla.
Desde muy pequeño la vida de fe
de mi madre fue formando en mi
corazón, como fermento vocacio-
nal, el deseo de la vida en la Igle-
sia, la inquietud por estar muy
cerca de Cristo; por lo cual, en la edad propicia y, con gran alegría,
recibí la formación de la cateque-
sis para la primera Comunión, en
la parroquia carmelita de la ciu-
dad de La Victoria, donde por
primera vez comulgué el alimen-
to de vida, la Eucaristía.
Terminada mi adolescencia,
mi vida cristiana se reducía solo a
la asistencia de la Eucaristía do-
minical, pasando por un tiempo de aridez espiritual, por ello me
alejé, permeando mi fe en las
cosas del mundo. No es sino has-
ta la llegada de nuestro primer
párroco, el Pbro. Pedro Hurtado,
cuando el Señor, pronunciando mi nombre: “Samuel, Samuel”,
como el del joven profeta, co-
menzó en mí, esta gran aventura
llamada “Vocación”.
En este sentido, un sencillo
pero significativo gesto del pa-
dre, al colocarles nombres bíbli-
cos a todos sus servidores, bastó
para sembrar en mi corazón el
deseo de volver a la fe, y retomar mi camino dentro de la Iglesia;
pues con la curiosidad de saber
qué nombre me había correspon-
dido (ya que mi madre tenía el de
“Hija de Jacob”), me acerqué al
presbítero luego de una Misa y le
pregunté: “¿qué nombre tengo
yo?”, bastó decir: “¡Samuel!”,
para que experimentar como con-
vicción que el Señor me llamaba
a esta aventura.
Al año siguiente, inicié el pro-ceso vocacional en el Seminario
“María, Madre de la Iglesia”, en
Maracay, donde fui aceptado
como candidato para la forma-
ción sacerdotal. Allí cursé toda la
formación discipular (filosófica),
y cimenté las bases de mi voca-
ción, luego en el Seminario Ar-
quidiocesano de Valencia, culmi-
né esta etapa y afiancé las aptitu-
des propias del sacerdocio.
Posteriormente, inicié mi for-
mación configurativa (teología) en
el Seminario Castrense “San Juan
de Capistrano” en Caracas, lugar
donde formé mi disciplina y amor por Cristo. Cabe destacar que, du-
rante este proceso, surgieron algu-
nas dudas, las valoro ahora como
oportunidades que Dios siempre
utiliza para clarificar la meta a la
que quiere conducirnos. Mons.
Rafael Conde, ahora obispo eméri-
to de la Diócesis de Maracay, dice:
“la vocación más que la certeza de
la llamada, es la generosidad de
una respuesta”, y esto lo confirmo
en el impulso con que podemos donar nuestra vida decidida y de-
sinteresadamente para seguir y ser-
vir al Señor que nos toma de la
mano y nos conduce en la búsqueda
de su proyecto de amor.
Luego de un año de servi-
cio y crecimiento pastoral, en mi Diócesis de origen, fui enviado a
culminar mis estudios de configura-
ción en el Seminario “San Pedro
Apóstol” de La Guaira, donde estoy
fortaleciendo mi vocación como
hombre de fe y oración, a través de
la profundización de mi espirituali-
dad y asidua vida de oración; otros
dos instrumentos que el Maestro
me ha concedido como fortaleza
para responderle con generosidad y
especialmente con alegría, fusio-nándolo además con la música, otro
don que se ha convertido en una
gran pasión en mi formación voca-
cional, y que junto a otros dones
que he recibido del Señor como
herramientas para evangelizar y
facilitar el encuentro personal con Él.
Ahora, a pocos días de culminar
mi camino de formación inicial en
el seminario, pido a Dios que me
siga concediendo el discernimiento
y fidelidad para llegar a ser aquello
que Él quiere de mí, “un sacerdote
según su corazón”, con la interce-
sión de nuestra Madre Santísima de
Belén, que ha sido fiel compañera
de cada uno de los pasos de mi
vocación.
Hoy, cada vez que recito ante el Señor Sa-
cramentado, las jaculatorias en que le pedimos,
“danos muchos sacerdotes santos”, oro por to-
dos mis hermanos en la vocación y por aquellos
jóvenes a los que animo a seguirle y servirle des-
de el sacerdocio o la consagración total de la vi-
da a Él, que siempre la hace mucho más plena y
auténticamente feliz.
Bendito sea el Señor que nos ha llamado a servirle de una manera especial,
por medio de la vocación a la vida sacerdotal.
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l contacto con Jesús, la presencia en sus múltiples milagros, la mi-
sericordia de su obrar, fue lo que
cautivó el corazón de sus discí-
pulos y de cuantos experimentaban el paso del Señor por sus vidas. No obs-
tante, la emoción que suscitaba su
presencia, pareció esfumarse con el aparente fracaso de su muerte; tanto,
que algunos de entre los suyos, regre-
saban cabizbajos a su cotidianidad, deseando que hubiese
sido otro el desenlace
de aquella apasionante
historia (cf. Lc 24, 23-35).
Así, muchas veces
experimentamos que cuanto hacemos, en
nuestra oración o pro-
pósitos, carecen de efi-cacia, y es entonces
cuando aparece el
desánimo, el pesimis-
mo, la tristeza y la de-sesperación que parecen
arropar nuestro corazón
e inundar nuestra exis-tencia entera. ¿Qué ha-
cer entonces? Como en tantas otras
circunstancias de nuestra vida, resul-
taría más fácil buscar soluciones in-mediatas, mágicas, definitivas; es allí
cuando comienza a languidecer la lla-
ma de la fe, que precisamente ilumina cuando más oscuro se presenta el ho-
rizonte.
Sin embargo, es necesario redescu-brir que nuestra fe no la ha suscitado,
ni la sostiene o alimenta, una idea va-
ga, un proyecto efímero, una persona-
lidad finita, sino aquél que verdadera-mente ha venido para darnos vida y
abrirnos de par en par las puertas de
su Reino, donde nos espera la vida sin
fin. Los evangelios nos relatan que luego de la muerte de Jesús, no termi-
nó todo, al contrario, irrumpió la glo-
ria vivificante de su divinidad; así, su
resurrección, viene a sorprender, re-animar e impulsar el corazón confun-
dido de quienes habían decidido se-
guirle. Cuanto todo parece perdido, el Se-
ñor sale a nuestro encuentro, como
con aquellas mujeres que, atemoriza-
das, hallaron el sepulcro vacío (cf. Mt
28, 9). Jesús, viene a acompañarnos y
a decirnos “miren mis manos y mis pies, soy yo” (Lc 24, 39); y esta certe-
za que enciende la llamada opacada
de nuestra fe, una vez más nos hace confirmar que no debe haber espacio
para el miedo y la desesperación,
cuando el Señor, vencedor, es quien timonea el futuro de nuestra existen-
cia.
Entonces, ahora, como familia,
¿qué vamos a hacer cuando todo pare-ce seguir avanzando sin muy buenos
pronósticos?, es ahora cuando, debe-
mos asirnos del Maestro, fuente de
nuestra esperanza, fiel cumplidor de sus promesas, y mantenernos, así co-
mo los discípulos que, “…con algunas
mujeres, la madre de Jesús y sus pa-
rientes, permanecían íntimamente uni-dos en la oración” (Hch 1,14); ¿dónde
lo hacían? en sus casas, en el ambien-
te de una familiaridad compartida, en una plegaria que como sinfonía, con-
jugaba el sentir de sus corazones.
Hoy más que nunca, nuestra casa, como nuestro corazón,
ha sido inaugurado por
el Señor como su nuevo
Templo, allí le recono-ceremos, en el alimento
de su Palabra, en la frac-
ción del Pan, en la pues-ta en común de los afec-
tos que nos animan y
sostienen. De esta mane-ra, seguimos redescu-
briendo, como nos ha
invitado el Papa Francis-
co que, “la presencia del Señor habita en la fami-
lia real y concreta, con
todos sus sufrimientos, luchas, alegrías e inten-
tos cotidianos” (Amoris Laetitia, 315).
Sigamos caminando de la mano con
el Resucitado, que está con nosotros cada día, abrámosle la puerta, pues Él
quiere entrar y compartir la mesa con
nosotros (cf. Ap 3, 20), no olvidemos que “la oración en familia es un me-
dio privilegiado para expresar y forta-
lecer la fe pascual” (Amoris Laetitia, 318); nuestra fe, cual cirio resplande-
ciente, se mantendrá encendido, ci-
mentando entre y con nosotros una
“Iglesia doméstica” (Lumen Gentium, 11), a donde el Señor vendrá para
quedarse, cual Divino huésped que
visita y acompaña.
¡Está vivo y entre nosotros, iluminando nuestro hogar con la claridad de su luz!
|10
esde el inicio del pontificado del Papa Francisco en el año
2013, y ya como experiencia
iniciada desde el Concilio Vaticano II, se ha hecho
mayor énfasis en la Iglesia sobre la
necesidad de reformarla. Esto es
una tarea no sólo de nuestros pasto-res. Así, esta renovación pasa por
una conversión sinodal, pastoral y
ministerial, y aquí está lo que com-pete al pueblo de Dios, a cada
fiel.“El Concilio Vaticano II pre-
sentó la conversión eclesial como
la apertura a una permanente refor-ma de sí por fidelidad a Jesucris-
to” (EG 26). Es decir, reformas
espirituales, pastorales e institucio-nales para abandonar los esfuerzos
caducos en la transmisión de la fe
(evangelización, la pastoral y de las estructuras eclesiales, etc).
La sinodalidad (cf. Comisión Teo-
lógica Internacional, 2018, n.7),
por tanto, ya un término trillado en nuestros días con el imperativo
“caminar juntos”, nos habla sobre
la corresponsabilidad y participa-
ción del pueblo de Dios; el mismo Señor enseñó a sus discípulos a
vivir en comunidad (cf. Mc 3,13-
19), para luego enviarlos a predicar
(cf. Mt 28,19) por la fuerza trans-formadora del Espíritu (cf. Jn
20,21). De manera que, es una espi-
ral que va subiendo y debe desem-bocar “no sólo en caminar juntos,
sino en decidir juntos” (Sandra
Arenas,2019,Seminario Internacio-nal de Teología).
Nos hemos acostumbrado en la
Iglesia a hacer “siempre lo mis-
mo” (cf. EG 33), lo que “hemos aprendido”, que no está mal, pero
relega a la Iglesia a la mera expe-
riencia sacramental sin compromi-so, sin necesidad de Misión, y re-
cordemos que la Iglesia o es misio-
nera, o no es Iglesia (cf. AG 2; EN 14). No podemos renunciar a nues-
tra esencia, seguir así significa dar
muerte a nuestro “Ser” Iglesia, a la
cristiandad, a nuestro quehacer pas-toral, más aún, seguir cruzados de
brazos sería hoy atentar contra la
fuerza transformadora del Evange-lio (cf. Hch 1,8).
Debemos aprender a caminar juntos en la Iglesia, desde el centro de esta (Evangelio
-Sacramentos-Religiosidad) hacia la peri-
feria (cf. EG 30 y 63). Hasta ahora nos
hemos quedado en el centro, en una frial-dad misionera y una espiritualidad estáti-
ca, no basta la formación y la experiencia
personal de nuestras parroquias, esto es fundamental y necesario, pero debe empu-
jarnos necesariamente a la misión con los
pobres, alejados, los más vulnerables (periferias).
Por otro lado, podríamos preguntarnos,
¿cómo hacer para caminar juntos? Este
camino inicia por decidir juntos. Esta es una cuestión a retomar en nuestras parro-
quias, negando todo tipo de autoritarismo
y dando paso a la libertad de consenso. No consiste en destruir y valorar lo que hoy
tenemos como cosa innecesaria, más bien,
el camino se emprende desde reconocer y autoevaluarnos como Iglesia para entablar
puentes e Instancias de Comunión: fami-
lia, comunidades, movimientos apostóli-
cos, la parroquia, la diócesis, otros (cf. CPV, Doc. 11, n.14ss). Este es el camino
de la sinodalidad, pasa por todas las es-
tructuras eclesiales para reconocernos unos con otros, sostener un diálogo como
fruto de relaciones humanas sinceras, de
discernimiento, de autoevaluación y plani-ficación conjunta, recordando que el sa-
cerdote es quien preside el discernimiento
pastoral en la comunidad, juntos suma-
mos, y Jesús en su Evangelio nos enseña a sumar, a integrar, nunca pretendamos ca-
minar solos (cf. EG 33).
Por: Sem. MSc. Jhonny Rondón
|11
LA IGLESIA DONDE CAMINAMOS JUNTOS
CONVERSIÓN DE MENTALIDADES
El ejemplo preclaro para comprender el cambio de
mentalidades se entiende desde la reforma de estruc-
turas y la conversión pastoral (cf. EG 27); y así como el término de solidaridad, “supone crear una nueva
mentalidad que piense en términos de comuni-
dad” (EG 188), este criterio trastoca principalmente a
la familia; cuando sabemos que la cristiandad en la familia se ha perdido, y como resultado encontramos
familias con una espiritualidad desencarnada (no fruc-
tífera ni fecunda), caemos en cuenta que hemos saca-do a Cristo de nuestros hogares, de nuestras estructu-
ras básicas: Familia, Escuela, Comunidad, de la mis-
ma Iglesia en su conjunto (cf. AL 43).
Renovar, pues, mentalidades, es reformar estas estruc-
turas básicas, no cambiemos el mundo, empecemos por cambiar cada miembro en la familia, no con me-
nosprecio sino con apremio para reconocernos, reco-
menzar, revivir y reedificar la fe en Familia, esto se logra no sólo con fe y oración, sino con obras, siendo
Iglesia, hay que ser fiel discípulo para ser Iglesia, y
luego de una formación cristiana, ser testigos alegres
del Evangelio (cf. AL 59; EG 1). En este sentido, queda claro que “Cristo y el cristia-
nismo no son lo mismo, se trata de vislumbrar un
mundo fraterno en vez de fratricida” (Jorge Costadoat, 2019, SIT). Por tanto, si la pastoral no intenta llegar a
todos puede terminar no siendo cristiana. Se ha dicho
llegar a todos, no basta llegar a los mismos, es la con-versión pastoral que tanto nos urge.
HACIA UNA IGLESIA MINISTERIAL
Ya sabiendo el criterio de sinodalidad y de conversión de mentalidades en la Iglesia, se da paso a la concep-
ción de una Iglesia Ministerial. El papa Francisco nos
habla al respecto sobre la inculturación de la ministe-
rialidad (Querida Amazonía, n. 85),donde todos tene-mos algo que hacer, donde todos somos importantes,
donde todos antes de hacer actividades estamos llama-dos a ser testigos y animadores de una pastoral orgá-
nica discernida en equipo.
La ministerialidad de la Iglesia reside en la diversidad
de los carismas suscitados por el Espíritu Santo (cf. 1
Co 12,4-11). Es la diversidad en la Iglesia y el aliento
del Espíritu quienes van animando y haciendo que cada uno en su carisma sea fermento del Reino de
Dios en el mundo (cf. EG 102). El Papa Francisco nos
ha invitado a Repensar los ministerios en la Iglesia
después del Sínodo de la Amazonía, como una forma
de impulsar la evangelización en los pueblos. Especi-
fica el pontífice sobre esta inculturación de la ministe-rialidad que, “la inculturación también debe desarro-
llarse y reflejarse en una forma encarnada de llevar
adelante la organización eclesial y la ministerialidad.
Si se incultura la espiritualidad, si se incultura la san-tidad, si se incultura el Evangelio mismo, ¿cómo evi-
tar pensar en una inculturación del modo como se es-
tructuran y se viven los ministerios eclesiales?” (QA 85).
En la Iglesia la ministerialidad se da, “tanto cuanto a
la medida del don recibido” (Pedro Trigo, 2019, SIT). Por tanto, hacia dónde caminar, dirá el Padre Luis
Ugalde, sj, que la Iglesia en Venezuela del centro ha-
cia la periferia (cf. EG 30 y 63). Es decir, entendamos
que de las actividades de los salones parroquiales ha-cia los barrios, con los pobres y necesitados, allí está
el verdadero rostro de Cristo (cf. Mt 25,40;Lc
15,11ss). Jesús se centra no en el templo sino que se revela en el centro de la periferia excluida: pobres,
enfermos, sin techo, pecadores, etc (cf. Mt 17; Jn 7; Jn
11). Tampoco acudir a los extremos, como nos adver-
tía Pablo VI: “nos hemos ocupado del mundo y hemos dejado de lado a Dios”, más bien, es una gran respon-
sabilidad pastoral de la Iglesia en tiempos de crisis la
encarnación solidaria en la situación que como Jesús,
se encarnó desde abajo.
Tenemos una inmensidad de carismas en
la Iglesia, tenemos la animación del Es-
píritu, empecemos pues por caminar y
decidir juntos el rumbo de la Iglesia que
queremos renovar. Recordemos, cami-
nando desde el centro hacia la periferia,
es momento de renovar nuestra mentali-
dad y ser discípulos misioneros en una
Iglesia ministerial y en salida misionera.
|12
l anhelo del corazón de Laura era entregar-se totalmente a Dios, quería ingresar a un convento de clausura, y como tal, se lo manifestó al Padre López Aveledo, su di-
rector espiritual. Pero ¿Quién es ésta Lau-
ra?
Laura Evangelista Alvarado Cardozo, conoci-da más tarde como la Madre María de San José, primera beata venezolana, nace en el pueblo de Choroní, estado Aragua, el 25 de abril de 1875,
y es bautizada y confirmada, según la costumbre de la época, ese mismo año. Su familia se mudó a la ciudad de Maracay cuando tenía cinco años, y tiempo después, a sus trece años, recibió la primera comunión, haciendo un voto de virgini-dad el 8 de diciembre de 1888, día de la Inmacu-
lada Concepción.
Su niñez y adolescencia estuvo marcada por un enorme amor a Dios y enormes deseos de servirle, como también, un gran temple espiri-tual que fue demostrando ante las adversidades que experimentó durante su vida. Laura heredó de su madre, Doña Margarita, una formidable y ferviente devoción por la Eucaristía, la cual le
acompañó por el resto de su vida.
Su mayor anhelo, entregarse totalmente a Dios, el problema, el Presidente de la época, el General Antonio Guzmán Blanco. Las monjas y sacerdotes habían sido expulsados del país, y los seminarios cerrados, y para ingresar en algún convento, tendría que viajar fuera de Venezuela,
así que la decisión no era nada fácil.
Dios respondió a sus súplicas, y su respuesta fue clara. Se desató una epidemia de viruela terrible en toda la ciudad de Maracay, el Padre López Aveledo, párroco de la entonces parro-quia de Maracay, se afanaba por auxiliar a las víctimas de la peste, consolarlos y aliviarles de su miseria. Los llevaba él mismo donde pudie-
ran ser atendidos para que no murieran en la calle, y cuando no podía hacer nada por ellos, se colocaba de rodillas, tomando sus manos y reza-ba encomendando sus almas para así darles el
perdón de Dios.
El padre López Aveledo se conmueve
enormemente, y fija en sí una idea clara, es necesario tomar una decisión, y la tomará con la ayuda de Dios: hay que crear un hos-
pital.
En 1893, el padre López Aveledo funda el Hospital San José, el primero de la ciudad de Maracay, en el cual la
joven Laura, hacia el año 1897, comenzaría a dedicarse voluntariamente a la atención de los
enfermos como hermana hospitalaria.
Para el año el año 1899, la joven Laura de 24 años, es nombrada por el padre López Aveledo directora y ecónoma del hospital. Pero los desig-nios de Dios tenían preparado algo mayor de
manos del sacerdote.
En 1901, en honor a su gran trabajo en el
hospital junto con las demás voluntarias, Laura fue consagrada como hermana hospitalaria agus-tina, adoptando el nombre de Sor María de San José. En ese momento es fundada la congrega-ción que inicia siendo llamada: “Hermanitas de los pobres de Maracay”, pasando luego a ser conocida como “Hermanas hospitalarias de San Agustín”, y finalmente, hoy son conocidas co-
mo: “Las Hermanas Agustinas Recoletas del
Corazón de Jesús”.
En 1903, la ahora conocida como María de san José es colocada a la cabeza de la comuni-dad como superiora, continuó su ardua labor no sólo en el Hospital San José, sino en muchos otros centros de salud en el país, ubicados en
ciudades como Maracaibo, Caracas, Coro, Ciu-
dad Bolívar, entre otras.
A pesar de su respetable labor en el hospital, la Madre María también se vio afectada de duras pruebas, de las cuales resalta considerablemente una, su relación con Doña Antonia del Castillo, su predecesora en la administración del hospital,
llamada por las jóvenes voluntarias “Misia An-tonia”. De ella recibieron múltiples y constantes maltratos y sufrimientos, en especial la futura beata, quien los soportó en silencio y con pa-ciencia, ofreciéndolos para no ser separada de su
trabajo con los pobres y enfermos.
Dedicó su vida al cuidado de los enfermos, la
ayuda a los hospitales, y lo propio de su carisma, la ayuda a niñas desamparadas y ancianos po-bres. La actividad de su congregación se caracte-rizó por la fundación de asilos, orfanatos, casas maternas, hospitales y colegios. Fundaron un
total de 35 casas a nivel
nacional.
Una de sus obras más admi-rables y que sigue en pie en la actualidad es la Casa Ho-gar Inmaculada Concepción, que funge como asilo para niñas desprotegidas, brin-dándoles el abrigo y la edu-cación necesarios. “La Casa
Hogar estará de aniversario el 24 de Mayo, aunque ten-drá que celebrarse en priva-
do debido a la situación que se vive con el Covid-
19. Admiro y quiero mucho a Madre María porque fuera de ser una mujer de fe era una visionaria, antes de sus 30 años ya había fundado esta casa, la cual inició sencillamente y con muchas críticas,
el padre López Aveledo le puso como tiempo de prueba un mes, y pasó el mes y ya lleva casi 115 años” relata la Lic. Nadezka Carvallo, psicóloga
de la casa hogar.
Tras una larga y activa vida ayudando al próji-mo, el 2 de abril de 1967 sufre una trombosis y muere a los 92 años. El proceso de su beatificación
comienza en 1978, y en 1982, ocurre la curación de la hermana Teresa Silva, milagro que fue apro-bado por decreto papal de Juan Pablo II en 1993. En 1994, es trasladado su cuerpo incorrupto al sarcófago de cristal donde se encuentra actualmen-te para la veneración de sus hijas espirituales y
fieles. Su memoria se celebra el 7 de Mayo.
"Fundar un hospital en beneficio de
las clases populares es ya una obra
encomiable, aun cuando ésta se reali-
ce en condiciones ordinarias, pero
fundarlo en las condiciones de extre-
ma pobreza y emergencia, como es el
caso del padre López Aveledo, resulta
heroico (...)" [. BARRIOS Dilia a.r. La prime-
ra Beata de Venezuela María de San José
(Editorial San Pablo1995), p. 24.]
"Laboriosas hormiguitas y abnegadas samaritanas son aquellas jóvenes vo-
luntarias en el hospital. A pesar de la
suma pobreza, todo resplandece por la
limpieza y el orden que allí reinan. El local es una vieja y sencilla casa de
familia, habilitada para el efecto. Al
comienzo, a falta de camas, los enfer-mos descansan en esteras. El trabajo
arduo y la alimentación escasa; los
materiales de labor, rudimentarios; los fogones, a base de leña; el lavado, a
mano; para las curas de los enfermos
utilizan como algodón ropa usada, des-
hilachada y hervida. (...)" [BARRIOS Dilia a.r. La primera Beata de Venezue-
la María de San José (Editorial San Pa-
blo1995), p. 27-28.]
Por: Sem. Víctor T. Rojas.
BEATA MARÍA DE SAN JOSÉ
“QUIERO SER SANTA, PERO SANTA DE VERDAD”
|13
En esta edición de la revista Mar
Adentro, hemos dedicado este espa-
cio a una figura importante del equi-
po de Cáritas diocesano, su nombre
es Marisela Villalobos, nativa de Maracaibo, Estado Zulia, año 1951;
es farmacéutica, egresada de la Uni-
versidad Santa María en el año
1975; vecina del sector de Macuto,
quien con gran entrega desinteresa-
da ha asumido un servicio en la Far-
macia de Cáritas.
¿Qué es para usted el servicio de
Cáritas Diocesana?
Es un escenario idóneo para desarro-
llar una serie de proyectos y progra-
mas dirigidos a favorecer a los vene-
zolanos más vulnerables. He estado
convencidaen la necesidad de ejer-
cer una acción transformadora en el
individuo y en las comunidades para
que puedan ser autónomos, no de-
pendientes, y auto sustentables, esa
acción forma parte de la doctrina de Cáritas y en cuya acción está implí-
cita la capacitación, la educación y
el acompañamiento, esto representa
para mí el servicio de Cáritas Dioce-
sana.
¿Qué trabajo realizas en Cáritas
Diocesana?
Coordino el banco de medicamentos
“Santo Cristo de La Misericordia”,
ubicado en Punta Mulatos del Esta-
do de La Guaira.
¿Cómo puede contribuir la comu-
nidad con Cáritas Diocesana?
Participando y accionando en sus
distintos programas; realizando do-
naciones de alimentos, medicamen-
tos y económicamente si es necesa-
rio; cuidando y protegiendo sus pa-
rroquias, sacerdotes y agentes de pastoral; conociendo y valorando el
trabajo evangelizador que realizan
todos los sacerdotes de la diócesis.
¿Cuál es la acción de Cáritas res-
pecto a la Pandemia del Covid-19?
Aunque la Pandemia del Covid-19
es una responsabilidad del Estado y
su sector Sanitario, Cáritas Diocesa-
na ha contribuido a la mitigación de
los contagios y efectos del Covid-
19, exhortando a los voluntarios en las comunidades, invitando a cum-
plir todas las medidas preventivas de
la OMS y a través de charlas para la
capacitación de cómo combatir esta
pandemia.
¿Qué recomendaría como cristia-
na de cara al Covid-19?
Primero, que es nuestra responsabi-
lidad minimizar el riesgo de conta-
gio, cumpliendo con las normas establecidas por la OMS; segundo,
al evitar el contagio, se evita la pro-
pagación y se logra mitigarla curva
(límite) de los infectados, cumplien-
do con la cuarentena; luego, recor-
dando el distanciamiento social re-
querido, para protegerme y proteger
a los demás; por último, la educa-
ción sobre las formas de contagio en
esta pandemia y, primordial, la ora-
ción, pidiendo a Dios por este cla-
mor particular de cese del Covid-19
concretamente.
Quisiera contarnos, ¿qué la llevó a
colaborar con Cáritas diocesana?
Definitivamente la experiencia de la
Farmacia Osiris, ubicada en la Av. Álamo de Macuto, fundada en 1981,
con 37 años de atención al público y
comunidades. Desde allí me sentí
realmente animada. Una gran amiga,
la Sra. Omaira Rodríguez insistió en
que participara en una mesa técnica
de salud, donde explicarían los pro-
gramas y la doctrina de Cáritas. Esta-
ba presidida la reunión por el Padre
Álvaro Torres y la Lcda. Flor Piñan-
go, después de escucharlos, me iden-
tifiqué con la la-bor que realiza
Cáritas Diocesana
hacia las personas
que más necesi-
tan. Entonces,
desde marzo de
2018 estoy cola-
borando con Cári-
tas Diocesana.
El servicio de la caridad
|14
Por: Sem. Gilberto Jiménez
¿Cómo relaciona la fe con lo profesional
sin dejar de lado ninguno? Bueno, viviendo la Palabra de Jesucristo, desde la humildad, la
paciencia y poniendo al servicio de mis hermanos los dones que Dios me ha regalado.
Lcda. Marisela Villalobos
FAMILIA EN LA ORACIÓN Y
EN LA ACCIÓN
e indispensable de nosotros.
Ser familia es eso: acompa-
ñar y caminar juntos.
Especialmente, y lo más im-
portante, el bienhechor es aquella persona que, en medio
de sus ocupaciones diarias,
toma espacio de su tiempo
para elevar a Dios Padre una
oración ferviente para que
envíe su Santo Espíritu, ayude
y sustente esta casa de forma-
ción. Por tanto, el bienhechor
es una persona de oración y
acción, y quien, de algún mo-
do, se siente parte de esta gran
familia y por tanto quiere y propicia el bien espiritual y
material de nuestro seminario.
¿Cómo puedo ser bienhe-
chor?
Todos los que quieran formar
parte de esta gran familia y,
por consiguiente, formar parte
de nuestros bienhechores, es-
tán llamados a orar ferviente-
mente al Señor de la mies para
que cada día se acreciente el número de jóvenes dispuestos
a entregar su vida a su servicio
y de la Iglesia en Venezuela,
respondiendo al llamado de la
vocación sacerdotal, recitan-
do, cada jueves, la oración
por las vocaciones.
¿Cómo colaborar material-
mente con esta obra de
Dios?
La contribución espiritual, es
la más importante de todas,
pues es la oración la que hace
posible el caminar de nuestro
seminario y fortalece la voca-
ción de nuestros seminaristas.
Sin embargo, nuestra misión en ocasiones resulta cuesta
arriba por la carencia de recur-
sos económicos, debido a que
no contamos con ingresos
fijos y nuestros seminaristas
casi en su totalidad, provienen
de sectores populares del país.
Por lo que, su contribución
material y económica, ayuda-
ría al sustento de esta obra de Dios.
¿Qué es el seminario?
Nuestro seminario, es una
institución de la Iglesia que peregrina en La Guaira. Fue
erigido canónicamente por
decreto firmado, el 2 de octu-
bre de 1977, por Mons. Fran-
cisco de Guruceaga Iturriza, II
obispo de esta diócesis, bajo el
patronato de “San Pedro
Apóstol”. En él se forman los
sacerdotes del futuro, tanto
para nuestra Iglesia particular,
como para las demás diócesis hermanas de nuestro país. Él
es el vientre fecundo que
proporciona las herramientas
de gestación y discernimiento
de las vocaciones sacerdotales
en sus cuatro dimensiones:
humana, espiritual, académica
y pastoral. Actualmente, con-
tamos con 44 seminaristas
provenientes de diez Estados
del país (Distrito Capital, Mi-
randa, Guárico, Amazonas, Aragua, Mérida, Cojedes, Mo-
nagas, Nueva Esparta, y La
Guaira), estos viven y se for-
man en el seminario. Esta casa
de formación desarrolla duran-
te todo el año una amplia la-
bor de promoción cultural y
humana dirigida de modo es-pecial a la población de La
Guaira, mediante la presencia
y acompañamiento de nuestros
seminaristas en las distintas
parroquias, apostolados y mo-
vimientos de nuestra diócesis.
¿Cómo se sostiene en el
tiempo esta obra?
Toda esta labor sería infecun-
da e imposible de mantenerse
en el tiempo, por sí sola, sin la
acción del Espíritu Santo, sin el apoyo y sustento de nues-
tros bienhechores.
El bienhechor es un fiel laico
que se ha identificado con
nuestro seminario y se ha in-
cluido como parte de nuestra
familia; es quien celebra y ríe
con cada alegría y gozo; pero,
también, se entristece y acom-
paña en las circunstancias
adversas. Es una parte vital
ORACIÓN POR LAS VOCACIONES
Espíritu de Amor Eterno, que procedes
del Padre y del Hijo, te damos gracias
por todas las vocaciones de apóstoles y
santos que han fecundado la Iglesia.
Abre los corazones y las mentes de los
jóvenes, para que una nueva floración
de santas vocaciones, en nuestras dióce-
sis y en la Iglesia Universal, manifieste
la constancia de tu amor, y todos pue-
dan conocer a Cristo “Luz verdadera
del mundo”, para ofrecer a cada ser
humano la segura esperanza de la vida
eterna. Amén
¡Qué Dios derrame abundantes bendiciones sobre usted y su familia,
que les acompañe siempre la intercesión de Ntra. Sra. de Coromoto,
patrona de Venezuela!
BANCO: CUENTA:
Mercantil : 0105-0038-9710-3821-8683 Cta. Corriente
BNC: 0191-0056-1921-5606-2318 Cta. Corriente
A nombre de: SEMINARIO SAN PEDRO APOSTOL RIF: J-00257893-9
Contáctanos a través del WhatsApp (0424) 237.72.70, y de los
e-mail:[email protected]; [email protected]
Por: Sem. César Rafael Castillo Garbán
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DANDO PASOS HACIA LA ENTREGA GENEROSA EN EL SACERDOCIO:
En este año electivo recibieron ministerios, como pasos de
mayor compromiso en el discernimiento vocacional, los
siguientes seminaristas de la etapa de configuración
(teología):
Admisión a las Sagradas Órdenes del Diaconado y
Presbiterado:
De la Diócesis de Maturín, Hanniel Palomo.
Por la Diócesis de los Teques, Luis Ordaz.
Por la Diócesis de Guarenas, Víctor Mijares.
Ministerio del Lectorado:
Por la Diócesis de Guarenas, Emmanuel Rangel.
Ministerio del Acolitado:
Por la Diócesis de Guarenas, César Castillo.
De la Diócesis de El Vigía San Carlos del Zulia:
Jhonny Rondón y Randy Duque.
Por la Diócesis de Maracay: Samuel Martínez.
|16
Tras el nombramiento del Padre Ricardo Barreto como rector del Seminario Santa Rosa de Lima en
Caracas, Mons. Raúl Biord Castillo ha nombrado como nuevo Rector del Seminario San Pedro
Apóstol al Pbro. Beiker Martínez. El nuevo padre rector fue ordenado sacerdote en el año 2010;ha
sido párroco en 4 parroquias y su último encargo pastoral antes de ser nombrado rector del semina-
rio fue como cura párroco de la Parroquia San José Obrero en Mamo. Además, realizó estudios en
la Pontificia Universidad Salesiana de Roma, obteniendo la Licenciatura en Pastoral Mención Pas-
toral Juvenil. Junto a él, conforman el Equipo Formador el Pbro. José Daniel Dallos, como Vice-
rrector-Ecónomo; el Pbro. Alfonso Barbera como Director Espiritual; el Pbro. Wuilliam Vázquez
como Director de Estudios; Pbro. Rafael Montilla como Secretario de Estudios; y el diácono
Onorio Herrera que junto con el Padre Wuilliam, fungen como formadores del curso propedéutico.
NUEVO RECTOR DEL SEMINARIO
Por: Sem. Luis Sandoval
Este año nuestra casa formativa se llenó de júbilo porque el Papa Francisco
nombró obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Caracas, al Pbro. Ricardo Ba-
rreto. La ordenación episcopal tuvo como consagrantes principales al Emmo.
Sr. Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo, arzobispo de Mérida y admi-
nistrador apostólico de Caracas; el Excmo. Mons. Raúl Biord Castillo, obispo
de La Guaira y, al Excmo. Mons. Fernando Castro, obispo de la Diócesis de
Margarita. La ceremonia, además, estuvo acompañada por algunos obispos
de nuestro país, sacerdotes del clero de Caracas y La Guaira, así como otros
sacerdotes de diversa procedencia, cercanos al ordenado. Cabe destacar que
Mons. Ricardo Barreto, como obispo auxiliar de Caracas, es ahora rector del
Seminario Mayor Santa Rosa de Lima, de la Arquidiócesis de Caracas; su
último encargo pastoral como sacerdote lo realizó sirviendo durante 7 años
como rector del Seminario Diocesano San Pedro Apóstol.
Este tradicional encuentro familiar
tuvo lugar en el Seminario San Pedro
Apóstol, el pasado 25 de enero. Se
contó con una significativa represen-
tación de los bienhechores de nuestro
Seminario. Cabe destacar que, con
esta actividad, damos gracias al Señor
por el trabajo que anualmente realizan
los bienhechores en favor de nuestro
seminario, así como sirve de momen-
to de comunión entre los fieles de las
parroquias de nuestra diócesis y el
Seminario. La actividad comenzó con
la animación musical, seguidamente
con la oración ante el Santísimo Sa-
cramento, dirigida por el padre Beiker
Martínez, rector del seminario, así
como con la participación de los de-
más miembros del Equipo formador.
También contamos con el saludo fra-
ternal del Excmo. Mons. Pablo Mo-
desto, obispo de Guasdualito y, en la
clausura del evento, con el Excmo.
Mons. Raúl Biord Castillo, obispo de
La Guaira. Fueron de gran atractivo
en la actividad, la animación musical
del coro de nuestro seminario y, la ya
acostumbrada y esperada presentación
de las obras teatrales, por parte de los
seminaristas en sus distintas etapas
formativas.
Recientemente como Iglesia venezolana, el pasado 27
de abril, se nos ha comunicado en la persona del Emmo.
Sr. Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo que, la
Comisión Teológica que estudia el milagro hecho por el
venerable, Siervo de Dios, José Gregorio Hernández, ha
aprobado por unanimidad el milagro de la curación de la
niña Yaxury Solórzano. Se espera la aprobación final del
Papa Francisco y posteriormente la posible fecha de
su tan esperada canonización. En tiempos de
crisis Dios siempre manifiesta estos luceros
de santidad en el mundo, pidamos al siervo
de Dios, venerable José Gregorio Hernández
que interceda ante el Señor por el cese de
esta pandemia que acecha al mundo entero.
PRIMER OBISPO EGRESADO DE NUESTRO SEMINARIO Y DEL CLERO GUAIREÑO
LA FIESTA DE BIENHECHORES UN COMPARTIR EN FAMILIA
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CAMINO A LOS ALTARES