antología miguel hernández

21

Upload: raul-alcaraz

Post on 09-Mar-2016

216 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Antología poética de Miguel Hernández para recital en el IESO Galileo.

TRANSCRIPT

La pena hace silbar, lo he comprobado…

La pena hace silbar, lo he comprobado,cuando el que pena, pena malherido,pena de desamparo desabrido,pena de soledad de enamorado.

¿Qué ruiseñor amante no ha lanzadopálido, fervoroso y afligido,desde la ilustre soledad del nidoel amoroso silbo vulnerado?

¿Qué tórtola exquisita se resisteante el silencio crudo y favorablea expresar su quebranto de viuda?

Silbo en mi soledad, pájaro triste,con una devoción inagotable,y me atiende la sierra siempre muda.

Miguel Hernández

Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos...

Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,que son dos hormigueros solitarios,y son mis manos sin las tuyas variosintratables espinos a manojos..

No me encuentro los labios sin tus rojos,que me llenan de dulces campanarios,sin ti mis pensamientos son calvarioscriando nardos y agostando hinojos.

No sé qué es de mi oreja sin tu acento,ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,y mi voz sin tu trato se afemina.

Los olores persigo de tu vientoy la olvidada imagen de tu huella,que en ti principia, amor, y en mí termina. Miguel Hernández

Me tiraste un limón y tan amargo...

Me tiraste un limón, y tan amargo,con una mano cálida y tan pura,que no menoscabó su arquitecturay probé su amargura, sin embargo.Con el golpe amarillo, de un letargodulce pasó a una ansiosa calenturami sangre, que sintió la mordedurade una punta de seno duro y largo.Pero al mirarte y verte la sonrisaque te produjo el limonado hecho,a mi voraz malicia tan ajena,se me durmió la sangre en la camisa,y se volvió el poroso y áureo pechouna picuda y deslumbrante pena. Miguel Hernández

Por una senda van los hortelanos…

Por una senda van los hortelanos,que es la sagrada hora del regreso,con la sangre injuriada por el pesode inviernos, primaveras y veranos.

Vienen de los esfuerzos sobrehumanosy van a la canción, y van al beso,y van dejando por el aire impresoun olor de herramientas y de manos.

Por otra senda yo, por otra sendaque no conduce al beso aunque es la hora,sino que merodea sin destino.

Bajo su frente trágica y tremenda,un toro solo en la ribera lloraolvidando que es toro y masculino.

Miguel Hernández

Umbrío por la pena, casi bruno...

Umbrío por la pena, casi bruno,porque la pena tizna cuando estalla,donde yo no me hallo no se hallahombre más apenado que ninguno.Sobre la pena duermo solo y uno,pena en mi paz y pena en mi batalla,perro que ni me deja ni se calla,siempre a su dueño fiel, pero importuno.Cardos y penas llevo por corona,cardos y penas siembran sus leopardosy no me dejan bueno hueso alguno.No podrá con la pena mi personarodeada de penas y de cardos:¡cuánto penar para morirse uno! Miguel Hernández

Como el toro he nacido para el luto...

Como el toro he nacido para el lutoy el dolor, como el toro estoy marcadopor un hierro infernal en el costadoy por varón en la ingle con un fruto.

Como el toro lo encuentra diminutotodo mi corazón desmesurado,y del rostro del beso enamorado,como el toro a tu amor se lo disputo.

Como el toro me crezco en el castigo,la lengua en corazón tengo bañaday llevo al cuello un vendaval sonoro.

Como el toro te sigo y te persigo,y dejas mi deseo en una espada,como el toro burlado, como el toro. Miguel Hernández

Tengo estos huesos hechos a las penas...

Tengo estos huesos hechos a las penas y a las cavilaciones estas sienes: pena que vas, cavilación que vienes como el mar de la playa a las arenas.Como el mar de la playa a las arenas, voy en este naufragio de vaivenes, por una noche oscura de sartenes redondas, pobres, tristes y morenas.Nadie me salvará de este naufragio si no es tu amor, la tabla que procuro, si no es tu voz, el norte que pretendo.Eludiendo por eso el mal presagio de que ni en ti siquiera habré seguro, voy entre pena y pena sonriendo. Miguel Hernández

1

Elegía a Ramón Sijé(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo, Ramón Sijé, con quien tanto quería.)

Yo quiero ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas,compañero del alma tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas,y órganos mi dolor sin instrumentos,a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.Tanto dolor se agrupa en mi costado,que por doler, me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida,un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,lloro mi desventura y sus conjuntos y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,y sin calor de nadie y sin consuelo voyde mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,temprano madrugó la madrugada,temprano está rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada, no perdono a la vida desatenta,no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta de piedras, rayos y hachas estridentes, sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,

2

quiero apartar la tierra parte a parte a dentelladas secas y calientes.

Quiero mirar la tierra hasta encontrarte y besarte la noble calaveray desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera,por los altos andamios de las florespajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores. Volverás al arrullo de las rejasde los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejasy tu sangre se irá a cada lado, disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,llama a un campo de almendras espumosas,mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero. Miguel Hernández

LAS ABARCAS DESIERTAS

Por el cinco de enero, cada enero poníami calzado cabreroa la ventana fría.

Y encontraba los díasque derriban las puertas,mis abarcas vacías,mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,ni trajes, ni palabras:siempre tuve regatos,siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,me lamió el cuerpo el ríoy del pie a la cabezapasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,para el seis, yo queríaque fuera el mundo enterouna juguetería.

Y al andar la alboradaremoviendo las huertas,mis abarcas sin nada,mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronadotuvo pie, tuvo ganapara ver el calzadode mi pobre ventana.

Toda gente de trono,toda gente de botasse rio con enconode mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hastacubrir de sal mi piel,por un mundo de pastay unos hombres de miel.

Por el cinco de enerode la majada míami calzado cabreroa la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradashallaban en sus puertasmis abarcas heladas,mis abarcas desiertas.

Miguel Hernández

La guerra, madre…

La guerra, madre: la guerra.Mi casa sola y sin nadie.Mi almohada sin aliento.La guerra, madre: la guerra.Mi almohada sin aliento.La guerra, madre: la guerra. La vida, madre: la vida.La vida para matarse.Mi corazón sin compaña.La guerra, madre: la guerra.Mi corazón sin compaña.La guerra, madre: la guerra.¿Quién mueve sus hondos pasosEn mi alma y en mi calle?Cartas moribundas, muertas.La guerra, madre: la guerra.Cartas moribundas, muertas.La guerra, madre: la guerra. Miguel Hernández

Canción últimaPintada, no vacía:pintada está mi casadel color de las grandespasiones y desgracias.Regresará del llantoadonde fue llevadacon su desierta mesa,con su ruinosa cama.Florecerán los besossobre las almohadas.Y en torno de los cuerposelevará la sábanasu inmensa enredaderanocturna, perfumada.El odio se amortiguadetrás de la ventana.Será la garra suave.Dejadme la esperanza. Miguel Hernández

No quiso ser

No conoció el encuentrodel hombre y la mujer.El amoroso vellono pudo florecer.Detuvo sus sentidosnegándose a sabery descendieron diáfanosante el amanecer.Vio turbio su mañanay se quedó en su ayer.No quiso ser. Miguel Hernández

Llegó con tres heridas…

Llegó con tres heridas:la del amor, la de la muerte, la de la vida.

Con tres heridas viene:la de la vida,la del amor, la de la muerte.

Con tres heridas yo:la de la vida,la de la muerte,la del amor. Miguel Hernández

Tristes guerras

Tristes guerrassi no es amor la empresa.Tristes, tristes.

Tristes armassi no son las palabras.Tristes, tristes.

Tristes hombressi no mueren de amores.Tristes, tristes. Miguel Hernández

Menos tu vientre

Menos tu vientretodo es confuso.

Menos tu vientretodo es futurofugaz, pasado,baldío y turbio.

Menos tu vientretodo es oculto,

menos tu vientretodo inseguro,todo postrero,polvo sin mundo.

Menos tu vientretodo es oscuro,menos tu vientreclaro y profundo. Miguel Hernández

El azahar de Murcia….

El azahar de Murciay la palmera de Elchepara exaltar la vidasobre tu vida ascienden.

El azahar de Murciay la palmera de Elchepara seguir la vidabajan sobre tu muerte.

Miguel Hernández

NANAS DE LA CEBOLLA

(Dedicada a su hijo, a raíz de recibir una carta de su mujer, en la que le decía que no comía más que pan y cebolla)

La cebolla es escarcha cerrada y pobre. Escarcha de tus días y de mis noches. Hambre y cebolla, hielo negro y escarcha grande y redonda. En la cuna del hambre mi niño estaba. Con sangre de cebolla se amamantaba. Pero tu sangre, escarchada de azúcar cebolla y hambre. Una mujer morena resuelta en lunas se derrama hilo a hilo sobre la cuna. Ríete niño que te traigo la luna cuando es preciso. Tu risa me hace libre, me pone alas. Soledades me quita, cárcel me arranca. Boca que vuela, corazón que en tus labios relampaguea. Es tu risa la espada más victoriosa, vencedor de las flores y las alondras. Rival del sol.

Porvenir de mis huesos y de mi amor. Desperté de ser niño: nunca despiertes. Triste llevo la boca: ríete siempre. Siempre en la cuna defendiendo la risa pluma por pluma. Al octavo mes ríes con cinco azahares. Con cinco diminutas ferocidades. Con cinco dientes como cinco jazmines adolescentes. Frontera de los besos serán mañana, cuando en la dentadura sientas un arma. Sientas un fuego correr dientes abajo buscando el centro. Vuela niño en la doble luna del pecho: él, triste de cebolla, tú satisfecho. No te derrumbes. No sepas lo que pasa ni lo que ocurre.

Miguel Hernández