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Año I / Número 2 /julio/agosto-2011 ESCRIBEN: faltaenvido REVISTA de POLÍTICA y CULTURA N 2 ro El Estado en el Proyecto Nacional y Popular Enrique Lacolla, Domingo Ighina, Lucio Garzón Maceda Y los poetas Carlos Godoy y Lucas Tejerina Ilustración: Cape

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Revista FaltaEnvido

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faltaenvidoREVISTA de POLÍTICA y CULTURA

N 2 ro

El Estado en el Proyecto Nacional y PopularEnrique Lacolla, Domingo Ighina,Lucio Garzón MacedaY los poetas Carlos Godoy y Lucas Tejerina Ilustración: Cape

Page 2: Año 1 - Num 2 - Julio 2011

EquipoDirector:Pablo HerediaSecretario de Redacción:Juan GarridoConsejo de Redacción: Matías Barnes, Gina Fanchín,Ana Testa, Ezequiel RognaDiagramación:Hernán CappellettiIlustraciones:Hernán CappellettiFotografía:Gina Fanchín y Lucas FanchínColaboradores: Domingo Ighina, Lucio GarzónMaceda, Enrique Lacolla, Car-los Godoy, Lucas Tejerina,Diego Quinteros, Sergio Saiz,Daniela Kunz y Sabrina Rezzó-nicoAgradecimientos: a CarlaConte y la “Gata” Varela porhacer más hermosa la patriaperonista, a Nestor y Cristina,a toda la juventud peronista ykirchnerista, y a los compañe-ros Kapiangos.

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EDITORIAL

EL MAMELUCO Y LA PIEDRA-El rol del Estado como factor de cambio-Economía de a pie -¿Cuánto puede un Estado?-Las mayorías y los sindicatos

MANO A MANO-Entrevista a Carmen Nebreda

MORDISQUITO CULTURAL-¿Qúe pasa, Cine Club?

MARADONEANAS-Maradona o nada

LA HORA DE LOS PUEBLOS-Sobre los análisis de la democracia en la

América Latina de hoy

POLÉMIKAS-Estoy acá pero estoy allá-Un gordito ruludo y feliz: el cuarteto-El odio patético

JAURETCHEANAS -El Estado que no es

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os palitos: una batuta yun tronquito.La batuta se esgrimió

exuberante a través de un “ismo”poco frecuente en la política (lahemos escuchado alguna vezaplicándose al fútbol), y se quisoinstalar en la retórica provincialpara explicar las elecciones en laprovincia de Córdoba: De la Sotahabló de “cordobesismo” dirigién-dose a dos interlocutores, al pue-blo que lo había votado y algobierno nacional. Esa noche in-terpretó que buena parte de susvotos provenían del “campo” ytenía que darles ese mensaje defelicitación y agradecimiento. Ne-gaba, en parte, que el kirchne-rismo local también lo había

votado, al menos a través de un10 o 15 por ciento de los votosque obtuvo (si nos guiamos porlas elecciones de hace dos años),y suponía, a la vez, que tambiénel campo lo había hecho porquesu antecesor lo defendió férrea-mente ante la 125. Quizás una se-mana después (y hoy también),esté entendiendo que el kirchne-rismo (que puso fiscales en casitodas las mesas de la provincia)se movía en la provincia muchomás de lo que pensaba, y que el“campo” no era tan antikirchne-rista como pregonaba en su cír-culo. Reconozcamos que nomovió un pelo en la semana inter-media de las elecciones parabajar línea por sus candidatos “ofi-

ciales” a diputados en las prima-rias, y también que lo del “cordo-besismo” pasó a un segundoplano, pero lo que no se puedenegar es que el futuro gobernadoresa noche quiso dirigir su victoriaalertando al kirchnerismo que élsólo se sumaría al proyecto nacio-nal y popular si éste primero no sesubordinaba a los intereses de laprovincia. Hay aquí toda una vieja

discusión sobre el rol del Estado,sobre todo cuando desde el poderpolítico que lo gobierna se haplanteado un proyecto (“Nacionaly popular”) a largo plazo. Proba-blemente, repetimos, De la Sota lohaya dicho para quedar bien consus supuestos votantes (¿pro-pios?) del “Campo” y aclararlesque habían votado “bien”, en con-tra del gobierno nacional, pero sin

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embargo hay en su “cordobe-sismo” viejos resentimientos “doc-tos” de la gorileada local. Borges,al saludar y brindar su apoyo in-condicional a la Revolución Fusi-ladora del 55, homologó el“heroísmo” militar con la épica dedos gestas provinciales que ha-bían salvado al país de la tiranía:desde Entre Ríos, Urquiza noshabía liberado de Rosas, y desdeCórdoba, Lonardi nos había libe-rado de Perón. Por cierto, De laSota estaría lejos de citar exa-bruptos como este de Borges,pero la batuta del domingo por lanoche no hizo más que agitar añe-jos resabios de un localismo quesiempre respondió a los interesesde la oligarquía mediopelesca dela clase dirigente cordobesa. Apesar de la zozobra que se ha ins-talado en el peronismo local, de-bido al silencio “estratégico” delgobernador electo luego deltriunfo de Cristina en toda la pro-vincia, FaltaEnvido no se amilanafrente al pesimismo (que ya eshistórico) de los que creen que elperonismo en nuestra provincia in-tentará recolocarse en el campo

de la oposición. El tronquito, inverosímil, lo tiraronvarios, pero nos detengamos en elde Biolcatti. El dinero otorgapoder, y ese poder, en determina-dos espacios políticos del empre-sariado, implica cierta viveza paramoverse con destreza en los par-tidos políticos para presionarlos y“marcales la agenda”. Pero nadade eso le otorga un liderazgo máso menos estable en el tiempo sino sabe improvisar declaracionesque al menos no lo hundan parasiempre en el fango de la estupi-dez. Que la gente quiera ver Tine-lli y tener la seguridad de quepueda pagar el plasma en cuotas,sólo se le podría haber ocurrido aMario Pereyra, al Petete Martínez,al Lalo Freyre o a cualquier otroempleado de las corporacionesmediáticas (cuando decimos “em-pleado”, nos referimos también asecuaces, lamebotas o pelotudossoberbios que se jactan de ser“críticos” porque en el manual dela SIP, “crítico” figura como sinó-nimo de la “libertad de expresión”para mentir y crear “ambientes” demalestar) 1. A Biolcatti, como qui-

zás a De la Sota, lo apabulló eldato de que el “campo” había vo-tado a Cristina, y eso lo enervó ylo sacó de quicio, porque si lequeda algo de política en sus bol-sillos llenos de soja, debe haberllegado a la conclusión de que la“gente” (hablemos de pueblo deuna vez por todas) otra vez, en lahistoria argentina, ha vuelto acreer y confiar en las políticas deEstado. Y FaltaEnvido no seprende en el discurso mediáticode intentar explicar por qué a laoposición le fue mal, sino por quéal gobierno nacional le fue bien,como tampoco lo hacemos en elsentido de la antinomia maniqueade que unos son malos y otrosson buenos: pensamos y actua-mos, trabajamos y vivimos, discu-timos y militamos, dentro de unproyecto Nacional y popular queestá en proceso de formación po-

lítica constantemente, porquenuestra participación es vital, yhemos descubierto que se cambiael mundo desde la disputa por elpoder político, y el Estado es elmedio para garantizar que el pue-blo crea que es posible la justiciasocial, la independencia econó-mica y la soberanía política.En este número, FaltaEnvidoarroja al espacio cibernético másque algunas precisiones, muchaspreguntas, y un sentimiento Na-cional y popular. Para que loscompañeros se vistan de sol yayuden a nuestra presidenta a ca-minar por la Patria de todos.

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1 Preciado lector, seguro que Ud. experimentó (y quizás lo sigue haciendo) escuchar las radiosMitre y LV3 por las mañanas, tempranito y no tanto, y pudo haber comprobado que el paísque sus locutores promulgaban era más bien la España de la guerra civil, Kosovo de los 90,Irak de hace poco, o la Argentina de hace diez años.

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EL MAMELUCO Y LA PIEDRA

El Estado en el Proyecto Nacional y Popular

En los últimos años, el GobiernoNacional, a través de sus políti-cas sociales y económicas, haarrojado a la sociedad una viejadiscusión que el arco opositornunca ha querido asumir entodos sus alcances: el rol de Es-tado. El Estado no es un fin ensí mismo sino una “herra-mienta” (Ver Jauretcheana) deun Proyecto Nacional y Popularpuesto al servicio de los intere-ses genuinos de la Nación y delPueblo. FaltaEnvido aborda en

este número diversas preguntas

que apuntan a dilucidar y deba-

tir acerca de su constitución,

ejecución, gobierno y objetivos

en la actualidad y dentro del

campo de la economía, de la

política y de la cultura: ¿Qué es

el Estado? ¿Para qué sirve?

¿Cuál es su razón de ser y sus

objetivos? Arremánguense los

ojos –y los anteojos- frente a la

pantalla y no se pierdan ningún

artículo, que vale el esfuerzo.

El rol del Estado como factor de cambio / Enrique Lacolla

Economía de a pie / Sergio Saiz

¿Cuánto puede un Estado? / Juan Garrido

Las mayorías y los sindicatos / Lucio Garzón Maceda

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esde los orígenes de laorganización nacional,pero en especial a partir

del momento en que el primer pe-ronismo intentó desarrollar unapolítica industrializadora paranuestro país, un coro de agorerosse dedicó a subestimar cualquierintento patrocinado por el Estadoa los fines de modernizar la na-ción. Esa tesitura no ha cambiadoun ápice desde aquellos tiemposal presente. La punta de lanza deesta diatriba que alterna el desdénhacia cualquier intento de inde-pendizar al país con un desprecioprofundo y no siempre tácito haciasus habitantes, han sido los me-dios de comunicación. Prensa,radio y televisión han bombarde-

ado al público con una propa-ganda alambicadamente derro-tista, que hace hincapié en lapresunta fatalidad de un destinoagrario para la Argentina y que es-tima como irreversible –porcuanto sería la única posición “re-alista”- la subordinación del paísal dictado de las potencias quesiempre nos habrían tutelado:Gran Bretaña y Estados Unidos.

Arraigada en la enseñanza de lahistoria oficial y machaconamentevertida por el discurso único delos propagandistas del universoneoliberal, esta doctrina se tornóen la herramienta maestra blan-dida por el establishment paraacondicionar al público masivo

Por Enrique Lacolla

durante la década infame del me-nemismo y su fugaz colofón dela-rruista. Ahora, cuando hancambiado las tornas y el kirchne-rismo intenta una meritoria perotodavía modesta reorientación na-cional de la economía, los profe-tas del libre mercado y de ladesregulación irrestricta se hanpuesto histéricos: basta seguir lalínea editorial de La Nación o deClarín para percibir hasta quépunto los saca de quicio la posibi-lidad de que un modelo alternativoal que conformó y deformó a la Ar-gentina cobre presencia y se hagainsustituible.Para que una modificación de la

situación que revierta definitiva-mente ese espíritu pueda teneréxito en una sociedad como lanuestra, es indispensable la pre-sencia del Estado como factor ac-tivo del cambio. Ahora bien, laproposición inversa es tambiénverdadera: para que un país rela-tivamente avanzado como era laArgentina promediando la décadade los ’50, se retrotrajese brutal-mente a los niveles de dependen-cia y escualidez social queprimaban en gran parte de la pri-mera mitad del siglo XX, fue nece-saria la intervención del Estado,copado en ese caso por los agen-tes del sistema que usaron del

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puño del hierro de las Fuerzas Ar-madas para proceder a una des-estructuración del cuerpoeconómico que se prolongó hastamucho después de que el baño desangre hubiera terminado. Pueslas dos décadas democráticasque lo siguieron no hicieron otracosa que profundizar, con un re-frendo constitucional, la tendenciamarcada en 1955 y 1976.

La verdadera soberanía políticade un país no se consigue hastaque no se haya generado un di-seño geoestratégico autorreferen-ciado y sus estamentos dirigentesno hayan diseñado políticas deestado que, más allá de las disi-dencias de clase que son conna-turales a la sociedad capitalista,estén de acuerdo en el segui-miento de unos parámetros bási-cos que distingan los objetivosprimarios de los secundarios yque pergeñen las políticas activaspara alcanzarlos.

Esta lucha se ha venido deline-ando trabajosamente no sólo ennuestro país sino en toda Américalatina. Pero tal vez es sólo ahoracuando la conciencia de la natura-leza continental de la lucha y suunidad fundamental ha empezadoa generalizarse y a fructificar enemprendimientos como el Merco-sur, la Unasur y el Alba. Los es-fuerzos de diversos paíseslatinoamericanos para erigir ensolitario una estructura autónomahan sido derrotados siempre,hasta ahora, aunque en su mo-mento hayan plantado mojonesen la conciencia del pueblo y ob-tenido algunos logros sociales di-fíciles de revertir. El varguismo, elperonismo, el emenerrismo boli-viano y hasta la misma revoluciónmexicana terminaron siendo de-rrocados o desvirtuados en susesencias por los golpes de una re-acción ubicua y formidable.

En un subcontinente balcanizadoy significado por la existencia de

tendencias centrífugas que se pu-sieron en marcha prácticamentejunto a la independencia del impe-rio español –opresivo pero débilinstrumento unitario- la disgrega-ción de la incipiente nación latino-americana se operó a granvelocidad. Sus partes fueron ab-sorbidas por el influjo exterior y enese proceso la clase dominantese tornó en una burguesía com-pradora cuya función era ser lacorrea de transmisión del interésexterno. Esta fue la base de suprosperidad. Una prosperidad deespaldas al país. Este núcleo bienconsolidado no podía ni puede serabatido sin la conquista del Es-tado por las tendencias-nacionalpopulares, que a su vez deben lu-char para vincularse con los movi-mientos de igual carácter quemilitan en el continente.

La similitud de los procesos quellevaron a la sujeción de los paí-ses de América latina al diktat im-perial está proclamando lanecesidad de plantear su luchahacia una convergencia de políti-cas combatientes que permitancontrabalancear la influencia im-perialista, siempre al acecho paradesbaratar cualquier intento desuperación cuando en un país

prevalecen momentáneamentelas tendencias nacional-popula-res. No hace mucho tiempo atrásla movilización de la Unasur y delgrupo de Río abortó un intento se-cesionista del Oriente boliviano ybloqueó un crescendo belicistaentre Colombia y Ecuador, susci-tado como consecuencia del ase-sinato del jefe de las FARC en uncampamento situado en el territo-rio de este último país. En ambasmaniobras estuvo presente lamano de la CIA, pero lo que enotro momento habría sido ungolpe demoledor que hubiera lo-grado su objetivo, terminó enagua de borrajas gracias a la in-tercesión de los organismos gene-rados autónomamente por lospaíses de Latinoamérica, sin quela OEA, que tiene su sede enWashington, tuviera arte ni parteen la solución de los conflictos.

Este es un salto cualitativo muygrande. En el pasado los ensayosde liberación nacional se habíanencerrado en sí mismos. Es ver-dad que Perón, por ejemplo, consu teoría del ABC (Argentina, Bra-sil y Chile) percibió y propuso conpropiedad los términos del pro-blema, pero no tuvo tiempo, niocasión, ni socios para llevarlo

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“Ante la inexistencia de una burguesía nacional consciente de supapel, o la escasa disposición que muestra para hacerse cargo de sutarea propulsora del mercado interno y de la necesidad de defenderloincrementando la inversión en él, en vez de girar ganancias haciafuera, es necesario que el Estado oriente la economía. De una maneraflexible, sí; pero firme. Y para eso es indispensable se recupere de ladebilidad estructural que todavía lo aflige.”

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adelante. Getulio Vargas fue em-pujado al suicidio, el general Car-los Ibáñez del Campo quedópreso del aparato parlamentariodonde primaban las tendenciasconservadoras y el mismo Perónfue derrocado en 1955.

Los tiempos de la guerra fría y dela revolución cubana sacaronluego al problema de su eje. El es-pantajo comunista blandido porEstados Unidos y la desmesurade una utopía unitaria fundada enla lucha armada, condujeron aldesastre. Ahora ha refluido sinembargo el shock psicológico pro-ducido por esa derrota y en variospaíses de Iberoamérica han co-menzado a instrumentarse desdeel Estado políticas dirigidas a re-gular la economía con miras aparar a estos países sobre suspropias piernas y a vincularlos enuna sociedad fraterna. La ame-naza de la dictadura neoliberalpersiste, con todo, y su objetivo noes otro, una vez más, que la con-quista del Estado. Esto es, no sólodel gobierno, sino de la paraferna-lia institucional desde la cual sepuede operar a favor tanto para li-berar a un país de su dependen-cia, como para remachar esta.

En Argentina, por ejemplo, no hayduda de hacia adónde apuntan el“agropower”, las finanzas, el com-plejo de las empresas transnacio-nales y la trama comunicacional.Y las elecciones en la Capital Fe-deral y en Santa Fe demuestranque el poder agrario, la combina-ción de terratenientes y chacare-ros enriquecidos que ponen suscampos en manos de los grandesentes transnacionales y se dedi-can a vivir de esa renta, constituyeun poder que gravita fuertementeen varios de los escenarios elec-torales decisivos para la construc-ción del poder en Argentina.

Esto resalta la seriedad del mo-mento y la necesidad de extremarlos esfuerzos para que el procesode recuperación del Estado poruna línea de pensamiento y ac-ción que se rebela contra el diktatneoliberal, continúe su marcha.Ante la inexistencia de una bur-guesía nacional consciente de supapel, o la escasa disposición quemuestra para hacerse cargo de sutarea propulsora del mercado in-terno y de la necesidad de defen-derlo incrementando la inversiónen él, en vez de girar gananciashacia fuera, es necesario que el

Estado oriente la economía. Deuna manera flexible, sí; perofirme. Y para eso es indispensa-ble se recupere de la debilidadestructural que todavía lo aflige.Es necesario que los únicos ac-tores sociales que pueden pres-tarle fuerza –el movimientoobrero y los sectores medios y jó-venes que se están incorporandoa la corriente nacional- asumanun compromiso cotidiano y que,paralelamente, estos actores so-ciales sean percibidos desde elgobierno como los aliados indis-pensables para llevar adelante laprofundización de un modelo queestá bien encaminado, pero quedebe aun transitar lo más sustan-cial y difícil de su recorrido.

(www.enriquelacolla.com )

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misma complejidad en palabrasque la vuelven ajena no es algo“necesario”; al contrario, es unaopción entre otras y, como todaopción, persigue sus objetivos:que los de a pie no entendamosde economía, no hablemos deeconomía y así unos pocos searroguen el derecho de hablar ennuestro nombre, decidiendo pornosotros cuestiones tan vitalescomo por ejemplo qué deudas sepagan y cuáles no, si tendremosque trabajar seis o doce horas pordía, o si nuestros pibes podránejercer su derecho a ser niños yniñas. Yendo de a poco y asu-miendo los riesgos de simplifica-

ción que toda síntesis conlleva,estas líneas pretenden abrir unespacio en donde podamos pre-guntarnos por lo complejo de laeconomía desde la gente simple:¿por qué sube el precio del pan?¿qué tienen que ver los gemelossuperávit con lo que pagamos deluz, o de gas? ¿por qué el defaultparece algo malo, indeseable,aunque no sepamos explicar muybien de qué se trata? ¿qué tieneque ver el “boom” sojero con queme suban el alquiler? No preten-demos aquí escupir verdades;más bien se trata de compartir al-gunas preguntas que muchasveces, al igual que ustedes segu-

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os procesos económicoshan permanecido -y enbuena medida aún per-

manecen- como realidades sóloaccesibles a “unos pocos inicia-dos”. El saber económico, esdecir, la forma de hablar de eco-nomía o la producción de conoci-mientos sobre economía, se hapreocupado deliberadamente portransformar su lenguaje y sus ex-plicaciones en algo críptico, traba-josamente difícil de entender ysólo reservado a “especialistas”:

un lenguaje ajeno y necesario detraducción, formulado para con-vencernos de que habla sobreuna realidad inaccesible para losque vamos de a pie.

En efecto, la economía -como tan-tas otras dimensiones históricas-es un campo de problemas y rea-lidades por demás complejos.Pero ello no la convierte en un fe-nómeno incomprensible y muchomenos en algo extraño a nuestromundo cotidiano. Expresar esa

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Para los que nos enredamos con la lógica discursiva de los economistaso también para los que nunca quisimos “estudiar” más allá del debe yhaber de la contabilidad básica, Sergio Saiz nos acerca con claridad pe-dagógica la movilidad de los factores económicos que sustentan el mo-delo nacional y popular, así como también los valores políticos queentran en juego.

Por Sergio Saiz

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Notas sobre el rol del Estado en la economía

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EL MAMELUCO Y LA PIEDRA / EL ESTADO EN EL PROYECTO NACIONAL Y POPULAR

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mos nombrarlo como un modelopolítico en el sentido extenso deltérmino. Y ello no sólo porque laorientación económica se encuen-tra ahora subordinada a la direc-ción política marcada por larepresentación del voto popular,sino también -y no por ello secun-dariamente- porque sus efectoseconómicos no radican exclusiva-mente en aquello que habitual-mente identificamos con esteúltimo término, sino en la articula-ción -desde el Estado- de uncuantioso conjunto de políticaspúblicas (sociales, culturales, edu-cativas, sanitarias, etc.).

Sin embargo, más allá de que nose trate para nosotros de un mo-delo económico, nos concentrare-mos en abordar el modelo desdeuna mirada económica. Puestos adesandar por partes aquella pre-gunta, dedicaremos esta primeraentrega a presentar algunas notassobre el lugar del consumo y el roldel Estado en esta etapa.

Cuando el orden de los factores altera el producto

En la mayoría de los discursosque podemos escuchar o leer en

estos días, existen dos grandesperspectivas para abordar los pro-blemas económicos: una que seposiciona desde la inversión(oferta) y otra que lo hace desdeel consumo (demanda).

Para la primera de ellas, la solu-ción a todos nuestros problemasde crecimiento o desarrollo econó-mico (términos que son asumidospor esta perspectiva indistinta-mente) radica en “incentivar laoferta”, “otorgar facilidades a la in-versión”, o en “garantizar la segu-ridad jurídica como requisitoindispensable para promover el in-greso de capitales”. Todos sinóni-mos que quieren decir, ni más nimenos, que debemos otorgar alcapital -el poder del dinero- todaslas facilidades posibles para quemaximice sus ganancias.

El razonamiento que se escondedetrás de aquellos slogans, tan re-sonados en nuestro país a partirde 1976 y convertidos en dogmadurante la década de los `90, essimplificadamente el siguiente: elcrecimiento económico resulta dela inversión de capital, ya que esdicha inversión la que generapuestos de trabajo, y en esa me-

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ramente, nos hacemos todos losdías al leer los diarios.

Para empezar a desandarlas, ele-gimos una pregunta grande: ¿quées “el modelo”? Responderla deltodo, exhaustivamente, requieremás palabras de las que entran eneste artículo y de seguro másmañas de las que están al alcancedel que suscribe. Por ello iremosaquí de a poco, respondiéndolaparcialmente, como toda res-puesta que se pretenda responsa-ble; lo haremos, a veces,apelando a números y estadísti-cas, aunque en otras ocasionesprescindamos de las cifras paraintentar presentar el sentido queasumen determinadas políticasdesde nuestro punto de vista.

Para comenzar señalaremos algu-nas características que, conjunta-mente, le otorgan identidad al“modelo” y lo posicionan distintiva-mente en el marco mundial y lati-noamericano contemporáneo: el

rol activo y regulador del Estado,el consumo y el trabajo comograndes ordenadores sociales yeconómicos, la redistribución in-clusiva del ingreso, la política fis-cal y comercial superavitaria, laflotación administrada como polí-tica monetaria, la reducción delendeudamiento externo y loscambios en su composición ycomportamiento. A estos trazosgenerales habría que agregar porsupuesto otro conjunto de carac-terísticas (como políticas socialesque combinan prestaciones uni-versales permanentes y prestacio-nes focalizadas de modotransitorio, políticas de ciencia ytécnica jerarquizadas como nuncaantes en nuestro país, entre otras)que permiten sostener el carácterintegral del “modelo”. De allí queel primer señalamiento que debié-ramos hacer en torno a aquellagran pregunta es que no se trataexclusivamente de un modeloeconómico; antes bien, debiéra-

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“…algunas características que, conjuntamente, le otorgan identidad al“modelo” y lo posicionan distintivamente en el marco mundial y latinoa-mericano contemporáneo: el rol activo y regulador del Estado, el con-sumo y el trabajo como grandes ordenadores sociales y económicos, laredistribución inclusiva del ingreso, la política fiscal y comercial supera-vitaria, la flotación administrada como política monetaria, la reduccióndel endeudamiento externo y los cambios en su composición y compor-tamiento”.

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para ello recordar la realidad denuestro país en el año 2001 o in-formarse sobre la situación queatraviesan Grecia, España, Portu-gal y tantos otros países que en laactualidad padecen los resultadosdel recetario neoliberal.

Frente a esta perspectiva, a partirde 2003 volvió a erigirse en nues-tro país otro paradigma que en-cuentra sus raíces históricas en elperonismo de la década de 1940;un enfoque que invierte aquellafórmula que comenzaba en la in-versión y concluía en la distribu-ción, alteración de los factoresque sí modifica en este caso elproducto. Bajo las premisas deque el mercado librado a sí mismoantes que crear puestos de tra-bajo los destruye y antes que dis-

tribuir el ingreso lo concentra, elparadigma que sustenta la políticaeconómica aplicada durante losúltimos ocho años sostiene, porsobre todo, una intervención ac-tiva el Estado. Dicha intervenciónse orienta a regular, a través dediferentes mecanismos, la diná-mica de distintos factores econó-micos, como entre otros, lossalarios (por ejemplo promo-viendo las convenciones colecti-vas de trabajo y aumentandoprogresivamente el salario mí-nimo), los niveles de empleo (ge-nerando programas gratuitos decapacitación y empleo para des-ocupados, modificando la ley dequiebras para que los trabajado-res puedan mantener su fuentede trabajo en esos casos o dero-

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dida, a través del salario, no sóloun mercado para lo producidosino también la distribución del in-greso. El orden otorgado a cadauno de los factores (que aquí po-dríamos sintetizar en la fórmula in-versión = trabajo = consumo =distribución) presupone entoncesque, a los efectos de incrementarla inversión y desatar este su-puesto círculo virtuoso, debenotorgarse todas las facilidades po-sibles al poder del dinero, entreotras, reducción de impuestos ysubsidios a las empresas, moda-lidades de contratación que limi-ten los derechos de lostrabajadores (sobre todo encuanto a su estabilidad laboral, sucapacidad de negociación res-pecto al salario y las condicionesde trabajo). Vale destacar que enciertos casos, como en el de la pri-vatización de algunas de las em-presas estatales durante nuestradécada neoliberal, estos “incenti-vos a la productividad” llegaron al

extremo de garantizar incluso de-terminados “niveles de rentabili-dad” (es decir, gananciasempresarias).

Este razonamiento presuponetambién que, en tanto se sostieneque el mercado es el mecanismomás eficaz y eficiente en la asig-nación de los recursos, el rol delEstado debe limitarse a garantizarel funcionamiento “libre” del mer-cado, porque mientras las motiva-ciones de los agentes económicospor maximizar sus utilidades −quese lograrían coordinar y agregarpor medio del mercado− no pro-ducirían conflictos ni condiciona-mientos en los procesos deproducción e intercambio, el fun-cionamiento del mercado librado asus propias fuerzas generaría lascondiciones para resolverlos yconduciría al equilibrio. Redundarsobre los efectos sociales y eco-nómicos de estas premisas nosparece aquí innecesario; baste

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“El razonamiento que se esconde detrás de aquellos slogans, tanresonados en nuestro país a partir de 1976 y convertidos endogma durante la década de los `90, es simplificadamente el si-guiente: el crecimiento económico resulta de la inversión de ca-pital, ya que es dicha inversión la que genera puestos de trabajo,y en esa medida, a través del salario, no sólo un mercado paralo producido sino también la distribución del ingreso”.

“…la inversión se incentiva genuinamente -al conformar y ampliarla demanda- y ya no especulativamente -a partir de facilidadesorientadas a maximizar la ganancia y no al crecimiento de la pro-ducción-; se favorece así a las inversiones productivas antes quea las financieras, al tiempo que se adoptan políticas que tienden afavorecer al capital local frente al extranjero, procurando fortalecerel entramado productivo basado en trabajo -valor agregado- na-cional (por ejemplo, orientando las compras del sector público aempresas nacionales o promoviendo aquellas inversiones que uti-licen insumos producidos en el país)”.

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gando las leyes de flexibilizaciónlaboral que permitían el despidoarbitrario), los precios (estable-ciendo precios máximos como enel caso de los combustibles o fi-jando las tarifas de los servicios -agua, luz, etc.- mediantediferentes tipos de subsidios), lainversión (orientando el créditohacia las pequeñas y medianasempresas -sector intensivo enmano de obra, es decir que em-plea mayor cantidad de trabajado-res en relación a la inversión- ofortaleciendo la inversión públicaen ciencia y tecnología para agre-gar valor a nuestra producción).

Luego, lo anterior supone tambiénotro enfoque de la dinámica eco-nómica considerada globalmente,centrado ya no en la oferta sino enla demanda. Sintéticamente, el ra-zonamiento que lo sustenta puederesumirse como sigue: la distribu-ción debe ser asumida por el Es-

tado y orientarse a incentivar y for-talecer el consumo (que no es otracosa que la capacidad de argenti-nos y argentinas de adquirirbienes y servicios). La distribucióna la que referimos podemos ejem-plificarla en numerosas políticaspúblicas, tanto en aquellas vincu-ladas a las diferentes políticas dela seguridad social (AsignaciónUniversal por Hijo, jubilacionespara aquellas personas que nocuentan con los aportes requeri-dos, incremento de las asignacio-nes familiares, etc.), como enaquellas en las que es el Estadoquien asume tareas productivasmovilizando la inversión (en in-fraestructura -rutas, gasoductos,usinas-, en salud -promoviendo lafabricación en laboratorios públi-cos de medicamentos accesiblesa bajo costo-, o en educación -equipamiento, construcción denuevos establecimientos, eleva-

ción de los salarios docentes-, porejemplo). A su vez, a la creaciónde puestos de trabajo derivada dela inversión pública directa, seagregan aquellos creados parasatisfacer aquel incremento de lademanda en el mercado interno(es decir, el mercado conformadopor los agentes económicos -tra-bajadores, sector público y pri-vado- que interactúan en el mediolocal).

De este modo, la inversión se in-centiva genuinamente -al confor-mar y ampliar la demanda- y ya noespeculativamente -a partir de fa-cilidades orientadas a maximizarla ganancia y no al crecimiento dela producción-; se favorece así alas inversiones productivas antesque a las financieras, al tiempoque se adoptan políticas que tien-den a favorecer al capital localfrente al extranjero, procurandofortalecer el entramado productivo

basado en trabajo -valor agre-gado- nacional (por ejemplo,orientando las compras del sectorpúblico a empresas nacionales opromoviendo aquellas inversionesque utilicen insumos producidosen el país). Podríamos entoncessintetizar este enfoque bajo la fór-mula inversa que presentáramosantes: aquí la distribución es laque genera el consumo, que a suvez incentiva la creación de pues-tos de trabajo, movilizando final-mente a la inversión privada.

Dos enfoques del consumo y el roldel Estado: Argentina 2001 y Ar-gentina 2011. No se acaban allílas distancias recorridas por nues-tro país en la última década.

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Si alguien exhumara elcuerpo de la nación du-rante los años noventa po-

dría encontrarse con restos dejuguetes chinos, revistas con abul-tados paquetes turísticos al ex-tranjero, la moral de la clasemedia descomponiéndose enalgún frepasista, tejido social ra-quítico aunque resistente, unmontón de licuadoras y muertosde hambre, más de un psicoana-lista haciendo negocios y más deuna vieja haciendo la olla. La des-integración y la larga derrota cu-brían la existencia colectiva.Tomas Hobbes fue quien afirmóque el Estado es un “dios mortal”,

y los argentinos parecíamos obs-tinados en comprobar su finitud,no sin la venia, claro está, de losdirectorios económicos de orga-nismos extranjeros.

2Un recuerdo reciente. NéstorKirchner entregaba la ESMA a losorganismos de DDHH e inaugu-raba un Museo de la Memoria enlo que había sido un centro de de-tención clandestino durante la úl-tima dictadura militar. Auscultabala memoria latente de miles de ar-gentinos, aunque para muchossólo usufructuaba luchas ajenas(Caparrós sigue insistiendo en

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Por Juan Garrido

¿Cuántopuede un Estado?

1esto). En aquel discurso del 24 demarzo de 2004, Kirchner iba aenunciar una frase clave para en-tender la década de la cual iba sersu mayor representante: “comopresidente de la Nación Argentina,vengo a pedir perdón del EstadoNacional”. No hubo sólo un actode redención. Néstor comenzabahablar en nombre del Estado y rá-pidamente demarcaba su trin-chera política. En los años treinta

del siglo XX, desde las cárcelesfascistas, Antonio Gramsci escri-bía sobre la importancia que lastrincheras políticas e ideológicasiban a tener en la reconstrucciónde un proyecto de liberación na-cional: “donde la “sociedad civil”se ha convertido en una estruc-tura muy compleja y resistente,las superestructuras son como elsistema de trincheras en la guerramoderna”.

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EL MAMELUCO Y LA PIEDRA / EL ESTADO EN EL PROYECTO NACIONAL Y POPULAR

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En un país cuyo destino estabasellado por los poderes económi-cos concentrados, digitados agusto por organismos internacio-nales, avalados y dulcificados porla prensa -que poco a poco se vol-vía la parte más dinámica de laestructura ideológica dominante-,¿qué podía oponerse por parte deuna organización social y políticanueva a esta estructura social? Larevalorización de la dimensión es-tatal de la política fue la respuestaque en Argentina y en toda Latino-américa se dieron los distintosprocesos de transformación so-cial. Había que convertir viejosaparatos nacionales desguazadosen organizaciones democrático-

populares. Ya lo pistoneaba desdeel subsuelo de la patria, ScalabriniOrtiz: “la democratización de lavida pública argentina cambiarásu tono, la humanizará; dará unpulso a esa concepción implaca-ble, rígida y fría que se llama Es-tado, en cuyo nombre y en cuyoprestigio se han atrincheradohasta ahora las oligarquías, los fi-nancistas y los colonizadores ex-tranjeros que no aprecian del paísmás que la cifra del dividendo quepueden extraer”.Desde el 2003 cada esfera del Es-tado (y no sólo el poder ejecutivo)se convertía en un punto estraté-gico de construcción y acumula-ción política, demarcaba un

territorio de disputa donde se ad-quiría con el paso de los meses lafuerza capaz de revocar el sis-tema neoliberal. Lo fue desde lanueva ley de educación nacional,a la participación de representan-tes del Estado en la dirección delas empresas. Y esto rebatiendolos manuales de la derecha liberaly de la “nueva” izquierda antiglo-balización y anti “poder consti-tuido”, por utilizar el término deuno de sus mentores que estabaen boga, Toni Negri principal-mente, pero también Virno, Ba-diou, Holloway… ocupandodurante largos años la sobaquerade la intelectualidad argentina.Como seña: el Grupo Aconteci-miento de Raúl Cerdeiras todavíaesta ahí, buscando grietas quenos distancien del Estado y susformas representativas, aunqueéstas sean centenas de desocu-pados.

3Sobre la defensa del Estado nadiepudo escribir una sola canción derock. Hay un dato que de algunamanera lo corrobora: en la últimadécada, el rock nacional no sacó

una sola banda a la altura de LosRedondos o Sumo, ni de cerca. Elrelato libertario del Estado es dedifícil justificación, enunciación yse presenta menos en la consignahistórica o callejera que en la vidadigna reconstruida. Los hijos delos desocupados ya no escribencanciones de rock en la esquinadel barrio, habrá que agudizar eloído para escuchar los acordesque salgan de la recuperación deltrabajo y de la nueva rutina argen-tina.

4La genealogía marxista del Es-tado siempre nos condujo a unainjusticia y a su ocultamiento. Unamáquina de clase para oprimir aotra. Pero la crítica y el desen-mascaramiento de la utilidad declase del Estado, si bien fueron yson esenciales, no agotan la con-cepción del mismo, no lo puedenhacer porque no permiten abarcarla complejidad que la vida de lasclases populares adquiere en lahistoria argentina. En el marxismoes muy difícil encontrar una hipó-tesis creativa sobre las prácticasconstituyentes de las masas y una

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“Gramsci sostenía una tesis difícil de abarcar desde losmárgenes de la filosofía política marxista: “destruir una he-gemonía y crear otra”, es la persistencia del Poder y la ne-cesidad del gobierno en cualquier sistema social, aunqueno cualquier relación de poder y gobierno sean lo mismo.En el riesgo de pensarlo se debate lo mejor de la tradiciónnacional y popular, en su omisión y negación se desba-rrancó el llamado “socialismo real”.”

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perspectiva de reconstrucción delpoder al interior de un proyecto deliberación. Su lugar privilegiadofue siempre la sospecha y la de-nuncia, que fue llevado al absurdoen la histeria de los megáfonostroskos. No son lugares a deses-timar de la política (me refiero a lasospecha y la denuncia, no a lostroskos) pero cuando se convier-ten en las únicas coordenadas deun partido o movimiento, no sólopromueven el entumecimiento dela crítica sino que ante todo, en laextrema negatividad, llegan acoincidir con la derecha liberal ysus proyectos destituyentes… lle-vando al Estado por distintos ca-minos al mismo desarmadero, sinaprender nunca que las partes sedistribuyen entre los pocos acau-dalados de siempre.Gramsci sostenía una tesis difícil

de abarcar desde los márgenesde la filosofía política marxista:“destruir una hegemonía y crearotra”, es la persistencia del Podery la necesidad del gobierno encualquier sistema social, aunqueno cualquier relación de poder ygobierno sean lo mismo. En elriesgo de pensarlo se debate lomejor de la tradición nacional ypopular, en su omisión y negaciónse desbarrancó el llamado “socia-lismo real”.

5Igual distancia hay que tomar dela arquitectura liberal de las insti-tuciones: armazón para que lasfuerzas económicas instituyan sureinado. Casullo nos decía quehabía que ponerle fin al “estadoalfombra roja para los jefes dellobby económico, eclesiástico,

mediático y militar”. Porque sibien los liberales farfullaron siem-pre por la defensa de la libertad demercado, conjurando populismosde toda laya que decidieran “auto-ritariamente” intervenir en la eco-nomía, nunca dejaron de apelar alos distintos aparatos de represiónpara despejar el circuito del mer-cader. Estado cobani de su putajerarquía, que busca funcionarios-alcahuetes-de-turno y vigilantesde sus privilegios, que vuelve ahacerse presente en sucesoscomo el de Ledesma, y marcaque la distribución de la tierra y lasfuerzas de seguridad son unos delos mayores problemas a resolverpor los Estados Latinoamericanosque buscan la transformación so-cial.

Pero la distancia de los trazosmás duros de la arquitectura libe-ral se marco profunda en la 125.Ahora alguien tendrá que escribirla epopeya negra de la noche del2008 en que el gordo D´Elía sacócorriendo a los pitucos golpistasde la plaza. Un humilde partisanodel Estado nacional y popular.

6Es necesario acercarse al Estadode una manera mucho más diná-mica y compleja, no perder devista que efectivamente una desus dimensiones es el ejercicio dela dominación, pero reconociendoque ésta no es la única realidad.El Estado es un escenario de con-tratos, es cierto, pero también debatallas, luchas en las que se

“¿Cómo resolver la gran problemática de la con-tinuidad del poder popular, la subsistencia delacto libre, cómo garantizar la continuidad delkirchnerismo como un modelo de inclusión socialy ampliación de derechos? ¿Cómo volver elacontecimiento que abrió Néstor y Cristina enduración?”

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juega una relación de predominiode unos y la posibilidad de decidirsobre otros. ¿Se puede desde elpoder incentivar mecanismos deexpropiación del poder? Pareceser una contradicción imposibleque el kirchnerismo decidió cabal-gar. Abandonar esta batalla essólo entregarla a los sectores re-accionarios.Es imposible concebir un estadolibre si el primero se concibe comoinstitucionalidad autónoma e inde-pendiente de los hombres, por en-cima de los conflictos, pues loúnico que así puede provocar esla pasividad y la impotencia entrelas masas. Pero si el Estado seinstituye como predicado y no su-jeto de los hombres, logra mos-trarse como propietario de unacapacidad vital para la vida polí-tica argentina: la posibilidad degarantizar la cristalización de lainiciativa social y sus necesida-des, y por otro lado, la duración deun modelo de liberación nacionaldonde pueden multiplicarse lastrincheras públicas en las que sedirime políticamente un destinocomún sin las injerencias carnales

de los grandes poderes trasnacio-nales.

7Octubre, mes peronista. La mili-tancia tiene por delante no sólouna afrenta electoral sino una difi-cultad histórica, la que de algúnmodo tuvo que enfrentar todo mo-vimiento político y social que se

propuso dar vuelta un sistema deinjusticia: ¿Cómo resolver la granproblemática de la continuidad delpoder popular, la subsistencia delacto libre, cómo garantizar la con-tinuidad del kirchnerismo como unmodelo de inclusión social y am-pliación de derechos? ¿Cómo vol-ver el acontecimiento que abrióNéstor y Cristina en duración?

Gramsci rumiando en la deriva deestos conflictos planteaba un mé-todo de la libertad: siempre desdeabajo. Esto no significaba desco-nocer las asimetrías propias quetodo sistema de gobierno y departido obligan a atravesar, sinoen sostenerlas a partir del recono-cimiento permanente de su ori-gen, los olvidados de la patria.Este reconocimiento implica un re-alismo político sobre nosotrosmismos, que -como anotaba tam-bién el filósofo italiano- conlleveuna continua adecuación de la or-ganización al movimiento real, unmodo de contemporizar los impul-sos de abajo con los mandos dearriba, una inserción continua delos elementos que brotan de loprofundo de la masa en el marcosólido del aparato de dirección,que asegure la continuidad y laacumulación regular de las expe-riencias en el Estado.

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EL MAMELUCO Y LA PIEDRA / EL ESTADO EN EL PROYECTO NACIONAL Y POPULAR

Montage: Lucas Fanchín

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e ha expuesto pública-mente sin cortapisas, departe de las mayorías, el

papel de los sindicatos en una so-ciedad moderna y democrática.Las mayorías son partidarias desindicatos fuertes tanto en repre-sentación, como en representati-vidad y medios. No hay motivovaledero ni señal clara que ellocambiase.

Se considera a los sindicatos re-presentativos, obviamente, acto-res indispensables en el conflictosocial, conflicto cuya existenciaes propia, con su mas y susmenos, al capitalismo; se ha

dicho, que ese conflicto social,como tal, debe ser vivido sintemor por parte de los empresa-rios.

Ese conflicto es un motor delavance social derivado de la con-tradicción de intereses del sistemavigente, es la exteriorización de labúsqueda permanente y renovadade mayor justicia y equidad.

Los sindicatos conocen la adhe-sión a su pensamiento y saludanla posición mayoritaria. Nadiepuede soslayar una evidencia: apartir del 2003 -ya van ocho años-los sindicatos han vivido el perí-

Por Lucio Garzón Maceda

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odo más prolongado de plenorespeto de sus derechos, enque fue una constante decisiva laposibilidad de negociar colectiva-mente los salarios y condicioneslaborales, de manera periódica ycontinuada. .

No creo, por ello, que deban es-perarse cambios traumáticos enlas relaciones con los sindicatos;por el contrario, creo que las lec-

ciones de nuestra historia, relati-vamente reciente, aconsejan alos líderes sociales, como dicenlos franceses, cambiar el aguade la palangana, cuidando de noarrojar con ella al recién na-cido…

Sin perder de vista la realidad, lasmayorías han manifestado serpartidarias de la unidad y es desuponer que, sin agredir la auto-

Las mayorías y los sindicatos

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EL MAMELUCO Y LA PIEDRA / EL ESTADO EN EL PROYECTO NACIONAL Y POPULAR

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nomía asociacional, se compartavehiculizar la tendencia registradaen países europeos, para aumen-tar poder, reduciendo -vía fusio-nes- el número crecido deorganizaciones y desarrollar aúnmás la capacidad de negociacióne intervención social; esa reduc-ción cuantitativa en algunos paí-ses de capitalismo avanzado, hapermitido que las organizacionesde ámbito nacional no superen ladecena, en tanto aquí superancon creces el centenar.

Es posible que los sindicatosmayoritarios avancen en la expo-sición de lineamientos destinadosa garantizar el libre desarrollo cre-ativo del pensamiento en el senode sus organizaciones, como unode los caminos para preservar el

principio básico que establece laexistencia de mil voces al inte-

rior y una sola al exterior.

La relación mayorías y sindicatosganará en intensidad, ante la pro-ximidad de las elecciones, ya queéstos, -preservando la autonomíaque le es propia, sin abandonarlas pujas salariales (“el pan y lamanteca”)-, harán conocer susproyectos y demandas de cam-bios, que es imperioso introduciren nuestra sociedad tan desigual.

Los sindicatos tienen el derecho yhasta la obligación de dar apoyosquienes afiancen sus luchas.

No puede dudarse que el libre yaccesible goce de todos los servi-cios públicos esenciales (vivienda,

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transporte, salud, educación, se-guridad, esparcimiento, higiene ycalidad de vida cotidiana), la se-guridad social, el desarrollo de laciudadanía del trabajador al inte-rior de la empresa, la participacióny control de producción y ganan-cias y la problemática del empleode los jóvenes – quienes aquí yallá están ganando la calle- la in-serción, entre otras urgencias,nutrirán la agenda política de lasmayorías y , por ende, de los Sin-dicatos.

Las mayorías compartirán con lossindicatos las bondades de afian-zar la existencia de un movimientoobrero organizado – que es algomás que la mera existencia desindicatos- cuyas propuestas lasinterpreten; claro está que los sin-dicatos deberán comprender, porsu parte, que la relación dialécticacon las mayorías es una avenidade doble mano y que requiere deaportes, participación y responsa-bilidad mayores que exceden almero reclamo cortoplacista.

Creo que algunos nerviosos re-querimientos de cambiasen la po-

líticas hacia los sindicatos notendrán demasiado eco, ya queson equívocas, algunas interesa-das, con excesiva carga ideoló-gica conservadora; no esaconsejable cambiar de bote enmedio del río y menos aun se des-prenderse de aliados históricos enmedio de una batalla, menos quemenos cuando los reclamos po-drían estar alentados por una de-valuada expectativa.-

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Fotografía: Gina Fanchín

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i vida personal es la vidade una trabajadora. Em-pecé a trabajar a los 16

años. Fui parte de una familia muyhumilde, de laburantes. Mi viejoera un autodidacta, yo siempre lorecupero como un boyero, aquelchico que vivía tirado por ahí aten-diendo a los animales. Su madrele había dicho a los siete años quequien no se ganaba el pan no sepodía sentar en esa mesa. Enton-ces empezó a deambular hastaque lo recogió una mujer de nom-bre Carmen, de allí mi nombre. Élera español y fue siempre unanarquista. Leía todos los clási-cos, por ejemplo la generación del`27 española… y también todoslos argentinos; se dedicó a la mú-sica y terminó siendo concertistade violín, con medallas de oro ytodo. También fue panadero, por-que doña Carmen tenía una pana-dería… Como él había sufridotanto nos crió en una libertad ab-soluta. Nos decía que las únicascondiciones que nos ponía en la

vida es que leyéramos y escuchá-ramos música clásica. En cuanto a mis estudios, re-cuerdo haber tenido profesoresmuy buenos…; recuerdo que en5º año pegábamos en los bañoslos volantes que nos traían losprofes, en plena dictadura…, apartir de allí seguí militando per-manentemente…

Cultura y educación

¿Cómo piensa una política cultu-ral en Córdoba?A mí me gusta mucho lo que seestá haciendo a nivel nacional,esto de ganar la calle. Realmentecreo que es el espacio público, elespacio ganado por todos, el quedebe promoverse, obviamentecon buenas propuestas culturales,en la plaza, en las escuelas, enlos barrios. No “la cultura erudita”,sino aquella que nos muestre ladiversidad, la diferencia, lo propiode cada uno, para poderla disfru-tar en conjunto. No es lo mismo el

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Hace aproximadamente tres meses FaltaEnvido conversó con ladiputada Carmen Nebreda sobre el rol de la juventud en estanueva etapa de dignificación del trabajador argentino. Si bien depor medio hubo un par de elecciones, sus palabras fueron másallá de las victoriosas conyunturas y hoy resuenan con el alientode su experiencia como guías, advertencias y visiones personales,para el futuro de la juventud militante.

Córdoba, junio de 2011

Mano a mano con

Carmen NebredaReferente de la lucha por los derechos de los docentes y la educación en Córdoba. M

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Por Gina Fanchín

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hacer individual que el de con-junto. No es lo mismo ir al cine aver una película que sentarte enuna plaza. Tenemos el ejemplo dela película Belgrano, en donde laplaza es un entorno que te cambiala experiencia como espectadoracuando alguien al lado tuyo te co-menta algún pasaje.

Política y gremialismo en Córdoba

Acerca de las disputas gremialesen Córdoba ¿Hubo alguna divi-sión en la CGT?En Córdoba nunca hubo una solaCGT. Cuando se logró la unidadfue en la acción… Por ejemplo, enel Cordobazo la unidad se logróen la acción. Desde entonces seha pretendido una unidad de lostrabajadores, pero no se ha lo-grado. Los gremios que hoy difi-cultan la unidad también fueronparte de los que la impidieron. Loque se ha logrado hoy es que de100 gremios, 84 se unifiquen; fal-tan 16, pero que de 100, 84 traba-jen para lograrla, eso se da porprimera vez. Es decir, hoy apa-rece como si hubiera sido una es-cisión lo que realmente es algoque nunca se había dado. Veni-mos de dos CGT que tenían más

o menos 50 gremios cada una, yhoy tenemos una que tiene 84,pero aparece otro grupo que dice“no” (que en realidad son alrede-dor de 10, o menos, y otros queson sectores que no tienen perso-nería gremial) y todo parece queestamos lejos de la unidad. Enton-ces los medios lo difunden comola gran escisión, cuando en reali-dad, como nunca en la historia delmovimiento obrero, se ha logradoun gran consenso. Es exacta-mente al revés de lo que aparece.

¿Cómo ve en el plano político laproyección del espacio Kirchne-rista? El espacio kirchnerista es un es-pacio transversal: recupera yabarca sectores muy amplios dela sociedad. A su vez, Cristina,nuestra conductora, es la presi-denta del Partido Justicialista na-cional; otro vector que formaparte esencial del kirchnerismo esel Partido de la Victoria, un partidocon un fuerte entronque peronista,justicialista. Para algunos que novienen del justicialismo no se en-tiende tan fácilmente, pero paranosotros es comprensible que sebusque la unidad dentro del pero-nismo, que en realidad es un mo-vimiento que abarca sectores que

están dentro del kirchnerismo yotros sectores que no. De todasmaneras, hoy se está escindiendofuertemente el sector más de de-recha que ya no tiene casi cabidadentro del peronismo.

¿Cuál es el papel de De La Sotaen un posible acuerdo o des-acuerdo?Hay compañeros que dicen “yo aDe La Sota no lo voto por nada”,y otros que plantean “hay que dareste paso para después avanzar”.Yo hoy creo que nosotros, comokirchneristas, tenemos que avalara Cristina, que es nuestra conduc-ción, nuestra compañera, y no hayotra mejor.El otro día Cristina les dijo a lossindicalistas que la lealtad es unbien muy fuerte, pero muy escaso:nos lo estaba diciendo a todos. Deallí que entonces nosotros no po-demos decirle a Cristina te sigo enesta porque me gusta y no te sigoen esta porque no me gusta. Que-remos depositar en la compañeraque conduce la confianza de decirsi Cristina lo determina…: te lodice una vieja que nunca se so-metió a nadie, si Cristina lo deter-mina es la mejor opción quetenemos, si nos dice vamos aden-tro y después adentro tendremos

“Hay que ser muy amplios yganar la calle, que es el espa-cio público que nos ha que-dado, porque la dictaduraprimero y el neoliberalismodespués, nos la quitaron paraencerrarnos en los shop-pings. A la calle se la llenó de“inseguridad”. Si ganamos lacalle, si nos apropiamos de lacalle, combatiremos la segu-ridad. Porque la inseguridad yel delito necesitan de la oscu-ridad y la soledad, para quenadie vea. Si la gente gana lacalle, no habrá oscuridad y encambio sí habrá muchos quevean.”

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Fotografía: Gina Fanchín

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que discutir, o si nos dice vamospor fuera, porque es la mejor ma-nera, aunque nos rompamos elalma, para estar lo mejor posible.Me parece que ella es la mejor ca-pacitada para mirar el panoramanacional, por lo tanto hay que de-positarle esa confianza de deter-minar qué es lo más ventajoso.

“El otro día Cristina les dijo a lossindicalistas que la lealtad es unbien muy fuerte, pero muy escaso:nos lo estaba diciendo a todos. Deallí que entonces nosotros no po-demos decirle a Cristina te sigo enesta porque me gusta y no te sigoen esta porque no me gusta.”

Juventud y política

¿Qué lugar se imagina para la ju-ventud kirchnerista en este pro-yecto?Este es uno de los mejores mo-mentos para la juventud, despuésde haber sido arrasada. En los 70cometimos errores, aunque sabí-amos que buscábamos un mundomejor. Hoy nosotros estamos vi-viendo la posibilidad de llevar ade-lante esos cambios y creo, por lomenos personalmente, con doblesatisfacción: porque estás vi-

viendo ese mundo mejor y porquelo estás dejando en manos de losjóvenes, lo estás llevando ade-lante con los jóvenes… con uste-des. Una siente que puededepositar la experiencia en otroque se hace cargo del futuro. Esesencial y fundamental el rol de lajuventud, porque si ella toma elproyecto quiere decir que ya esta-mos yendo para adelante. El pro-yecto no puede quedar solo ennosotros, tiene que ser tomadopor la juventud para que lo profun-dice. Cuando decimos que el fu-turo es hoy, es porque hoy hayque hacerse cargo, que el ma-ñana sea posible. Yo creo que esesencial, que es primordial; ade-más, para los jóvenes, creo queesto es desafiante, el hecho depoder romper estructuras y cam-biar. Lo que les digo a los jóveneses que habría que entender quehay políticas jóvenes y políticasviejas: que ningún joven seadueñe de la viejas políticas, por-que creo que allí está lo grave.Hablo también de los modos dehacer políticas, porque muchasveces se puede ver en algunos jó-venes la tentación por llegar a lu-gares de poder con las mismasprácticas que les critican a los vie-jos.

Me siento muy feliz, porque desdeuna posición más egoísta quizás,veo que estoy viviendo esto quenunca pensé vivirlo, con la alegríade ver a mis hijos encaminados,de verlos a ustedes encaminadosy de ver a mis nietos de 14 y 16años que ya están andando en lapolítica; entonces digo ¡ya está, yalo hicimos, esto no se queda acá!

¿No le parece, sin embargo, quetodavía falta un tiempo más paraque se produzca la síntesis prác-tica de ‘traspasar la posta’…?Va a ser paulatina, ningún movi-miento social se da de un mo-mento para otro, pero creo que el

empuje de los jóvenes y el propionúcleo seguro del concepto deeste proyecto nacional y popularasí lo va a exigir, porque ya loexige, lo hace presente. Si tene-mos una presidenta que perma-nentemente habla de los jóvenesy los interpela, y además los jóve-nes lo hacen permanentemente,quiere decir que hay una interpe-lación mutua, de unos a otros; esbueno que los jóvenes interpeleny sean interpelados a la vez.

“Yo estoy llegando al final, me voy a jubilar como docente, porquenunca me avine a sumarme a las prácticas de la vieja política; en-tonces espero que los jóvenes puedan mantenerse jóvenes, perojóvenes en la idea de la construcción, de las prácticas, del modode mirar el futuro, de la solidaridad, de la igualdad, de la equidad,de entender que el colectivo vale más que lo personal, y que lo per-sonal vale en la medida que contribuye a lo colectivo.”

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Fotografía: Gina Fanchín

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Mordisquitocultural

"¿Por qué no pensás un poco vos también? Yo no te

pido que inventés una escuela filosófica o que leas a

Einstein y te vayas a dormir con el teorema puesto. Yo

te pido que abandones tu posición de terco y pienses...

pienses en lo que estaba pasando y en lo que pasa

ahora. Tenías una patria como una rosa, pero esa rosa

no perfumaba tu vida sino que estaba deshojando en

el ojal de los otros. Ahora la solapa de tus enemigos

está vacía y la rosa es tuya..."

l Cineclub Municipal Hugodel Carril transita desdehace más de una década

por los escarpados senderos de lagestión cultural de Córdoba Capi-tal. Hoy está atravesando unafuerte crisis institucional eviden-ciada, puertas adentro, en el des-membramiento de sus equipos detrabajo y, puertas afuera, en ladesaparición de los clásicos espa-cios consagrados a la producciónartística local y en la visible men-gua de la afluencia de público.Esta situación, además, ha resen-tido las magras posibilidades de

mostrar sus obras que los artistaslocales tienen en el campo culturalcordobés. Si echamos un vistazoa su presente, comprobaremosque el cineclub El Corto o los ci-clos de música en vivo Ensayo deOrquesta y de teatro OpeningNight (por no mencionar tambiénlos ciclos Dulce y Melancólico, LaVentana Indiscreta, Alta Fidelidady las sitcom teatrales realizadaspor el Teatro Minúsculo, así comotambién la amplia oferta en mate-ria de cursos) hoy brillan por suausencia. Y no es que público yartistas sólo extrañen (extrañe-

¿Qué pasa, Cineclub?

Por Ezequiel Rogna-Con la colaboración de Matías Barnes-

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Enrique Santos Discépolo

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mos) algún ritual de día de se-mana o una opción económicapara entretenernos sábados y do-mingos. Sucede que nada vino aocupar el lugar de los espacioscancelados y el Cineclub, otrorareferente de la cultura local, se en-cuentra congelado en la mismagrilla cinematográfica de siempre,erigido como el monumento de supropio fracaso como espacio deproducción y exhibición del artemade in Córdoba.La situación puede resultar para-dójica si se tienen en cuenta loscambios en las condiciones de

producción cultural que en los úl-timos tiempos se vienen impul-sando desde el gobierno nacional.Cambios que, con la Ley de Me-dios y la TV Digital como motoresprincipales, tienden al desarrollode nuevas dinámicas de creacióny difusión del arte. Estas dinámi-cas ya han dado lugar a fenóme-nos novedosos como la ampliadistribución de las películas cordo-besas El invierno de los raros, Hi-pólito y De caravana y laproducción de series ficcionales ydocumentales para televisión, depróxima aparición, realizadas

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desde y para todas las provinciasdel país.Sin embargo, a los fines de nocaer en desviaciones interpretati-vas, incorrectas asociaciones di-rectas y asimilacionesreduccionistas entre las distintasesferas gubernamentales, nos de-tendremos brevemente en el ám-bito estatal al que le compete laprincipal responsabilidad en la cri-sis institucional del Cineclub: laMunicipalidad.

(Por otra parte, en lo que respectaal conflicto “puertas adentro”, sólopor cuestiones de espacio, invita-mos al lector a visitar los siguien-tes sitios de interés:http://www.diaadia.com.ar/?q=content/protesta-ante-el-cineclub-municipal, www.lamiradaencendida.word-press.com/2010/12/27/la-situa-cion-del-cineclub-municipal/,http://www.cispren.com.ar/index-main.php?lnk=1&mnu=10&id-nota=6990)

Cineclub ¿Municipal?Intentaré esbozar un par de ano-taciones que permitan compren-der qué es lo que le pasa alCineclub. He trabajado allí y sé,por la experiencia de proximidad,que el problema es complejo.Pero al mismo tiempo, tan simplecomo desesperante: no existe niha existido ninguna política cultu-ral desarrollada en el ámbito mu-nicipal. En esto coinciden tantoPablo Mrakovich como Diego Pi-gini, voces entrevistadas paraesta nota. Dice Mrakovich, Secre-tario de Daniel Salzano y emple-ado municipal con sede en elCineclub: “Nosotros hemos pa-sado cuatro intendencias distin-tas, cuatro partidos políticosdistintos, cientos de directores decultura y nunca nadie vino acá adecirnos ‘este es el proyecto cul-tural para la ciudad de este go-bierno’; nada, jamás.” Por suparte, Diego Pigini, ex-miembrodel plantel del Cineclub, creador,entre otros espacios, del CineclubEl Corto y el Festival Cortópolis,

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Fotografía: Gina Fanchín

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habla en los siguientes términosrespecto a la relación del Cine-club Municipal con las gestionesdel gobierno: “(el Cineclub) noresponde a una gestión municipalen realidad, porque si respon-diera a una gestión municipal nohubiera existido directamente.Eso sí es algo que hay que reco-nocer, compartamos o no las lí-neas de trabajo, sí hay quereconocer que subsiste no por lagestión municipal, que seríacomo un CPC más, sino por el la-buro de la gente que está ahíadentro. Digamos, subsiste. Des-pués, podés compartir o no cómose labura ahí adentro, qué se po-

dría hacer mejor o no, pero nodepende de una política munici-pal. Porque no la hay. Digamos,si hubiera alguna política culturalmunicipal, funcionaría por lomenos algún otro espacio.”Con gobiernos municipales siningerencia positiva en la gestióncultural de la ciudad que mala-mente administran, el Cineclubcomo espacio surgió, se sostuvoy aún subsiste por obra y graciade su Sr. Director, Daniel Sal-zano, figura con el peso simbó-lico suficiente como para soportarlos embates de los funcionariosmunicipales de turno pero con lamirada puesta en el ombligo de

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su indiscutido personalismo, susberretines y obsesiones, a los quese suman sus claras limitacionesa la hora de gestionar, tanto porpropia incapacidad (al fin y al caboél es periodista y escritor, no ges-tor) como por permanecer in-merso en un medio adverso que,lejos de mejorar, empeora año aaño. Sus decisiones, dentro deesa sostenida falta de políticasculturales municipales, han sidounilaterales y han llevado a laAsociación de Amigos del Cine-club a incorporar alternativamentemano de obra precarizada (traba-jadores monotribu- tistas con rela-ción de dependencia de hecho)

para la creación y el sosteni-miento de actividades culturalesautogestionadas, así como a ex-pulsarla posteriormente, sin con-templaciones, cuando “laDirección” lo creyó conveniente.Los ciclos dedicados a la música,al teatro y al cine local, al depen-der de manera directa de un grupode entusiastas trabajadores reclu-tados por fuera de la esfera muni-cipal, simplemente cayeroncuando éstos dejaron de estar, yasea por propia voluntad (en loscasos más raros) como por deci-sión del Director (en los casosmás numerosos). En este sentido,cuando se le pregunta a Pigini por

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la contradicción manifiesta entrela drástica reducción de propues-tas cinematográficas locales en lacartelera del Cineclub y el buenmomento por el que atraviesa elcine cordobés, responde: “lamen-tablemente, tanto el espacio de ElCorto como Cortópolis no fue to-talmente absorbido por el Cine-club sino que dependía de lavoluntad de trabajo nuestra. En-tonces pasó que por cuestionesinternas yo me voy y el espacio noestá más. Ése es el problema decuando no se institucionalizanesos espacios. Por eso te digoque no creo que haya una deci-sión de que ese espacio deje deestar, sino que simplemente yome fui y no está más. Es comomucho más simple y a la vez mástriste. Porque depende sólo delgrupo de trabajo nuestro.”

¿Y por casa cómo andamos?

Para completar este pequeñocuadro sobre algunas de las con-secuencias derivadas de la falta

de políticas culturales estatales,proponemos asomarnos a otro es-pacio dependiente del municipio.Como un botón alcanza paramuestra, consultamos a Lita Ro-sali, integrante de la Red de Veci-nos de San Vicente, sobre suexperiencia con el Centro Culturalde barrio San Vicente. Nos cuentaque, desde hace años, las malasexperiencias vienen acumulán-dose, y van desde la desatenciónen trámites cotidianos hasta re-chazos de propuestas culturaleshechas por los vecinos de maneradesinteresada. Por ejemplo, LosÚnicos, banda de cuarteto en laque toca uno de sus hijos, tuvoque lidiar con el personal del Cen-tro Cultural para poder presen-tarse en el auditorio: “La personaque está a cargo del Centro Cul-tural… no sé si es que no quieretrabajar, si es que no quiere anadie… no hay quién no se queje.Ella no quería que hubiera una ac-tuación. Uno va a cultura, que esdonde depende en el Centro Cul-tural, y ellos te repiten: ‘Sra. Usted

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puede utilizar, ese lugar, ese tea-tro, cuando lo necesite, porque esoes de los vecinos; cuídenlo, porqueeso es de ustedes y qué sé yo’.Pero después uno vuelve acá yson todos ‘no’: que no tienen gentelos fines de semana, que las lucesno andan, que el sonido no séqué…” Vemos, entonces, que losencargados de gestionar eventosculturales en los barrios no sólo nocumplen con su tarea sino que in-cluso impiden a los vecinos llevara cabo sus iniciativas. Situaciónpenosa que los termina alejando.Dice Lita en relación al Centro Cul-tural: “La verdad que hace comocuatro o cinco meses que no voy.Es como que ya no quiero ir más.Y no es que sea necia ni nada, yosoy de insistir, voy una y otra vezpara tratar de hablar. Esa es la po-lítica que tenemos en la Red. Visteque a lo mejor una vez uno no seexpresó bien… Pero ya no.”

Palabras primeras

Este lamentable escenario debecomenzar a revertirse. En efecto,ésa es la profunda batalla culturalque debe librar cada uno desde sulugar para que el entramado socialse reconstruya y podamos tomaren nuestras manos lo que nuncadebió haber dejado de ser nuestro,llámese Cineclub Municipal Hugodel Carril, Centro Cultural San Vi-cente o cualquier otra institucióncuyo único propósito noble será elde servir a nuestro destino compar-tido.Cultura como actitud creadora ysolidaria de la comunidad.Lo demás es mala leche. O esno-bismo, bosta de paloma, pura chá-chara.

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ichona tarea la de hacerun recuento de los últi-mos acontecimientos en

tan pequeño espacio que el tipoque edita la revista, el Cape, nosdio. Yo se la peleé, pero se mos-tró inflexible ante la extorsión dela caja de vino Toro que, por otraparte, igualmente se tomó. Nostomamos. No importa, van un par de despo-triques personalizados tamañocartera de la dama, bolsillo delcaballero. Algunos de los muchosque aún nos quedan (ante la in-justicia infinita que nos propina-ron de espaldas a la obviavoluntad popular), le quitaron alDiego la posibilidad de continuarcon la dirección de la selecciónnacional. Esa manga de golpis-tas...

¡Es de no creer loco! Y parecíaque algo por ahí nos había que-dado, que algo habíamos apren-dido. Eso de ganar con un solo

dios mortal que nos salve todaslas papas es cosa de una vez pordecenio. Que esa formación anti-futbolística (¡¡¡puso tres cincos elmuy degenerado!!! ¡¡¡Cuatro de-fensores y tres cincos!!!) ya nodaba para más en un país al queel futbol no le parece cosa de re-sultados nomás. En un paísdonde el fútbol se vive como unaprocesión semanal de tristezas yalegrías, como la bienvenida aesa ruleta rusa envenenada quete puede pegar un cachetazo fu-lero o hacerte volar un rato porlos aires. Pero ojo, no tanto comopara no recordar que para el do-mingo que viene queda otroduelo y ahí de nuevo el cache-tazo o las alas y por ese ladoviene la justificación de las sema-nas, qué se yo... Y eso en esemismo país donde ponemos a untécnico (previa traición consu-mada a espaldas de un leal) quedista tanto de comprender la ma-nera en que la mayoría de nos-

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Por Diego Quinteros

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Cualquier parecido con la realidad es pura realidad.

Anonimus

maradoneanasMaradona o nada

"La va a tocar para Diego: ahí la tiene Maradona; lo marcan dos, pisala pelota Maradona. Arranca por la derecha el genio de fútbol mun-dial, y deja el tercero ¡y va a tocar para Burruchaga! Siempre Mara-dona... ¡Genio! ¡Genio! ¡Genio! Ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta... ¡Goooooolll!!¡Goooooolll! ¡Quiero llorar! ¡Dios santo! ¡Viva el fútbol! ¡Golaazo!¡Diegooooo! ¡Maradooona! ¡Es para llorar, perdóneme! Maradona, enuna corrida memorable, en la jugada de todos los tiempos, barriletecósmico, ¿de qué planeta viniste? Para dejar en el camino tanto in-glés, para que el país sea un puño apretado, gritando por Argentina...Argentina dos; Inglaterra cero. ¡Diegol, Diegol, Diego Armando Ma-radona! Gracias Dios, por el fútbol, por Maradona, por estas lágri-mas, por éste... Argentina dos; Inglaterra cero.”

Víctor Hugo Morales

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sentimiento, felicitaciones.¿Y a vos? ¿Eh? ¡A vos que tedicen Pecho Frío! ¡A vos que tecritican por lo de la letra delhimno, “mira al pendejo culiado,no canta el himno, seguro que nolo sabe”, “y no, pero seguro quesabe el de España, pendejo trai-dor”! ¡A vos que te piden que seasel que supere al más grande y poratrás te critican por el incumpli-miento de la tarea imposible, ha-ciéndote a la vez el culpable decada puta pelota que perdemos!¡A vos que te putearon por no serel del Barcelona cuando jugás enun equipo que, desde Batista, yano es un equipo sino una forma-ción cagonaza de puro nombreque cotiza un huevo en Europapero sin una remota idea de cómojugar en equipo acá! Te agarraronde punto y cuando era más fácilpegarte el más grande te salió aaguantar (¡si hasta quiere queseas mejor que él…!) diciendoque el que te discutía a vos era unsoberano pelotudo. Te lo deberíastatuar en el brazo pendejo, ade-más de salir por todos lados di-ciendo que querés que vuelva. Yocreo que nunca vas a ser el másgrande, es imposible superar a

Maradona, pero si alguna vez lohacés, va a ser sólo porque elDiego desde el banco te indiquecómo. Y el que te diga que esverso te está mintiendo.Diego: gracias por tantas lágri-mas, de las lindas y de las otras.La guachada te sigue esperandoal pie del cañón.PD: La Copa América fue una ca-gada. Todos jugaron horrible,nadie propuso nada. Cantidad deesquemas bilardistas agazapadosesperando una contra o un huecoaislado pero sin desacomodarseatrás. Manada de cagones. Quie-ren hacer del fútbol una ecuación.Sin cabezas que piensen el fútbolcomo Maradona estamos conde-nados a la derrota.

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otros entiende el fútbol, tanto tantocomo distan los de la UCR decomprender lo que siente el pue-blo. Pero ya está. Lo fueron aloportunista, a ese mendigo de éxi-tos ajenos. Vendrá otro. Nosotrosigual seguimos esperando mien-tras hacemos un asado para quevuelva el Diego y con él la alegríay las ganas de ver a la seleccióncon toda esa emoción que nosagrandaba el pecho.¡¡¡Hay que ser muy muerto pechofrío abanderado del juego horriblecomo para irte a la B dando lás-tima y seguir diciendo que sos ungrande del fútbol argentino!!! En laB vas a ser un nenito de mamácheto y bien peinado en plenaVilla Libertador. ¡Suerte y nosvemos pronto!Vaya también el reconocimiento,el aplauso y las gracias a los mu-chachotes de Belgranito que ledevolvieron el honor a nuestraCórdoba del caño y la gambeta,de volver a la máxima categoríadel fulbo argentino. Y esperamoscon confianza a los guachos detalleres y la gloria para que entretodos le hagamos el aguante aCórdoba a pura paredes y mucho

huevo ante tanto nariz respingadaque vota al impresentablementegorila facho inútil basura versero yculiadazo de Macri. ¡Por dios, queciudad la porteña…!Fito: ¡Te hacemos el re aguanteloco! Gracias por traducirnos yaguantarte por nosotros la traca-lada de pelotudeces increíblesque llegaron a decir de vos porqueexpresaste tus sentimientos comotodo el que viva en nuestra tierratiene derecho (tanto pelotudo votaa Macri y a vos te pegan porqueseas sensato). Si hasta los carade verga llegaron a llamartefacho. Impresentables… en fin,gracias loco. (Esta despotricadase funda en la condición de hinchade Rosario Central que el compa-ñero Fito expresa)A los hermanos uruguayos, cam-peones de la Copa América (quedebería comenzar a llamarse“copa de la Patria Grande”, vayala idea) nuestros reconocimientos.Pero aclarando: no se fíen mucha-chos, que a la vuelta de la esquinaestá la copa del mundo, y sivuelve el Diego van a ver quién esel capitán de la cuadra. Igual, conun sincero pero algo resentido

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ucho se ha dicho acercade las implicancias de losprocesos generalmente

comprendidos en el llamado ‘giroa la izquierda’ en América Latina.Abundan los análisis que orienta-dos a identificar los cambios de laizquierda en clave histórica y com-parativa vinculan las transforma-ciones actuales con el retorno deregímenes nacional – populares oel populismo. Este debate se pre-senta como un análisis de lasnuevas cualidades de la izquierdalatinoamericana después del largoperíodo de políticas neoliberales,de desmembramiento del Estadoy de la metamorfosis y crisis dellazo de representación política.Las indagaciones acerca de los

nuevos sentidos de la política y dela democracia, en cambio, sonmenos frecuentes. Considero queese déficit del pensamiento críticoexplica, al menos parcialmente, laprimacía de aquella clave de lec-tura que sencillamente opone lademocracia liberal representativa(o el liberalismo) al populismo. La pregunta por el carácter más omenos democrático (cuánta de-mocracia) de las experiencias en-marcadas en la nueva izquierdalatinoamericana (sus sujetos y susprácticas) estructura los argumen-tos de la literatura disponiblesobre la temática. Mientras algu-nos autores se refieren a estosprocesos en términos de una pro-fundización de la lucha por la de-

Por Daniela Kunz

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Sobre los análisis de la democracia en la América Latina de hoy

La hora delos pueblos

“…ya soplan vientos de fronda para los contumacesreaccionarios de otros tiempos: comienza ya “la horade los pueblos”, caracterizada por la liberación de lasnaciones del yugo opresor de los imperialismos comopor la supresión de la injusticia social”.

Juan Domingo Perón

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Fotografía: Gina Fanchín

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mocracia, otros sostienen que losmismos son reflejo de la inestabi-lidad política y expresión de lafalta de consolidación de las de-mocracias representativas de laregión. En línea con la primera de esas in-terpretaciones, numerosos inte-lectuales, dirigentes sociales ypolíticos inspiradores y/o actoresprotagónicos de los movimientoscomprendidos en el denominado‘giro a la izquierda’ sostienen queesas transformaciones “se desen-vuelven en el marco de la demo-cracia liberal y respetan sus reglasde juego aunque intentan transfor-marla, desbordando sus limitados

parámetros y rompiendo sus rígi-dos paradigmas, con reformas so-ciales profundas y poder para elpueblo” (Casado, 2002). Otrossostienen que el alto nivel de mo-vilización continental contra lo quefue dominante en los noventa esun signo de la repolitización gene-ralizada que caracteriza actual-mente el contexto regional, enparticular los movimientos colecti-vos de Ecuador, Bolivia y Vene-zuela. Estaríamos asistiendo, enese sentido, a un proceso de am-pliación de la democracia, a la ex-pansión de la conciencia delprincipio igualitario y, por ende, ala emergencia de nueva izquierda

democrática: “las demandas y re-surgimientos identitarios dancuenta del derrumbe de democra-cias limitadas bajo el empuje de laacción de excluidos y desconten-tos… si admitimos ese registro nopodemos pensar simplemente enlos términos de un retorno” (Che-resky, en Hilb y Villavicencio,2007: 7 – 8, énfasis propio).En contraste, según las interpre-taciones más difundidas, AméricaLatina asiste a una reversión delos logros alcanzados durante elproceso de democratización quesucedió a la ola de regímenes bu-rocrático - autoritarios de los añossetenta y ochenta (democraciasde transición). Como han soste-nido Hilb y Villavicencio (2007),estas últimas posturas, en gene-ral, se basan en las sospechasque despierta la (re)aparición deliderazgos fuertemente persona-listas que polarizan de manera ta-jante la escena política y que almismo tiempo dan muestras degran capacidad de intervenciónen la realidad social. Desde esaperspectiva, enfatizan el dañoirreparable que este tipo de inter-vención política podría ocasionaren las rutinas democráticas y en

las instituciones. Considero que los estudios másinfluyentes acerca de la demo-cracia continúan confinando susalcances al régimen político en-tendido desde el paradigma de lademocracia política o poliarquíaque dominó los estudios de latransitología durante el períodopostdictaduras, por una parte, yque la comprensión de la polí-tica continúa reducida a los aco-tados términos del ‘gobierno’ ylas acciones del Estado y de lasociedad civil, por otra. Ambas orientaciones son solida-rias con el prismático de la go-bernabilidad, esto es, la políticase evalúa en términos de su con-tribución a la estabilidad y la efi-cacia del sistema político. Así sefavorece la reproducción deaquella operación ideológica en-marcada en la guerra fría, orien-tada a impulsar el modelo demodernización que posibilitó larearticulación política mundial alservicio de la hegemonía nortea-mericana en el contexto de la cri-sis del orden político depostguerra. Muchas interpreta-ciones, insisto, parecen basarseen un diagnóstico similar al que

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Fotografía: Gina Fanchin

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había inspirado las propuestasde la Trilateral (el más influyentede los múltiples discursos sobrela crisis de legitimidad de las so-ciedades capitalistas que a finesde los 70’s señalaban los límitespolíticos y económicos del Es-tado keynesiano). Recordemosque los intelectuales que forma-ban ‘la Comisión’, decían “si laetapa actual corresponde a unafase del ciclo donde se observauna recrudescencia de la partici-pación política y una exacerba-

ción de la polarización, es nece-sario reducir las reivindicacionesy favorecer la pasividad política.Es conveniente instaurar unnuevo equilibrio político y para lo-grarlo se propone reducir el ex-ceso de democracia. Porque unsistema político verdaderamentedemocrático y eficaz debe des-cansar en una cierta apatía polí-tica y una reducción de laimplicación ciudadana, caso con-trario deviene sobrecargado ycae en el clientelismo, una situa-

ción que lleva al aumento de losgastos sociales en detrimento delos gastos de seguridad…”. Como observa Brunelle (2008),ese diagnóstivo revelaba el temorfrente a los efectos perversos oimprevisibles de una politizacióndemasiado grande y una profundadesconfianza respecto de lo polí-tico. De hecho, en nuestra región,desde los primeros años de latransición, el llamado a ‘producirgobernabilidad’ ha querido indicarel límite de tolerancia para los pro-yectos y objetivos sociopolíticosconsiderados compatibles conprocesos de reforma política ytransición pactada. Igualmente seha querido hacer referencia a losmárgenes de movilidad que poseey dispone la elite política parahacer compatible una acción degobierno considerada estable yeficiente con un orden económicoafincado en la doctrina del mer-cado. En nombre de la gobernabi-lidad se han articulado políticas deajuste económico, flexibilidad la-boral, privatización y desnaciona-lización de la economía y todo elconjunto de medidas implicadoen el programa neoliberal (Roit-

man, 2005). De allí que una am-plia literatura asimila gobernabili-dad con una situación social depaz, consenso y alternancia en elpoder (Blandón, 2008). De esemodo, los objetivos de la goberna-bilidad se centran en garantizar unejercicio continuado de procesoselectorales competitivos, dondegobernar la sociedad es permitirque los ciudadanos accedan a co-micios electorales carentes deconflictividad. Con todo, la gobernabilidad sepresenta como un dispositivo neu-tro e independiente de los progra-mas políticos; el punto de inflexiónque separa una gestión eficientede un mal gobierno sobre la basede criterios tales como eficacia,productividad, competitividad y ra-cionalidad. Sin embargo, eso im-plica que un conjunto deparámetros de calidad propios dela economía de mercado se apli-can a la acción de gobierno, legi-timándola o impugnándola. Enese sentido, no llama la atenciónque proyectos que se presentancomo antisistémicos o críticosfrente al capitalismo sean consi-derados, en nombre de la gober-

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nabilidad, como ingobernables,con escasa funcionalidad, conflic-tivos, generador de inestabilidad yde alto riesgo para el proceso deglobalización” (Roitman, 2005:38). La gobernabilidad así entendidaestaría negando el poder constitu-yente, el poder que irrumpe, que-branta, interrumpe y desquiciatodo equilibrio preexistente y todaposibilidad de continuidad, lo pro-pio de la democracia. En todocaso, la idea de gobernabilidad esmás bien la aplicación del antiguoconcepto de control, de manejo yfuncionalización del conflicto (unproblema que Foucault trató congenio y profundidad), es decir, lacuestión no es el origen del con-flicto en cuanto expresa necesida-des materiales o políticas, sino las

técnicas para impedir que atentecontra el sistema. Siguiendo eserazonamiento, el concepto de go-bernabilidad podría equipararse ala lógica de la policía (propuestapor Rancière a partir de los traba-jos de Foucault) en oposición auna lógica propiamente política.Tal la tesis de Roitman (2005), lademocracia aparece como unajustificación desde el poder de loque éste hace y de lo que dicepoder hacer, quedando subsu-mida en un hacer técnico – admi-nistrativo, no político. Además de la primacía de la go-bernabilidad para pensar la polí-tica y la democracia, hay que decirque las dificultades para abordarlos procesos actuales enmarca-dos en la nueva izquierda latinoa-mericana también están

presentes en aquellos análisis quecontinúan la línea iniciada con latransitología, la corriente hegemó-nica durante la década de losochenta e inicios de los noventa.Dos de las proposiciones de eseparadigma siguen siendo centra-les en los debates actuales acercade la democracia latinoamericanae implican una particular forma deconservadurismo frente a la pro-blemática sustancial del cambiopolítico. Me refiero a la pretensiónde definir con precisión lo que lademocracia ‘es’, postulando unconjunto de propiedades conside-radas esencialmente (permanen-temente) democráticas, siemprevinculadas a los procedimientosque guían la selección del go-bierno y la toma de decisiones,por una parte, y a la idea de la

transición a la democracia comometáfora espacio – temporal, porotra. Tanto la idea de gobernabilidad(vinculada a un fin eficiente -la es-tabilidad o el equilibrio-, a un que-hacer administrativo propiamentetécnico y a un reformulado mitodel progreso), como la de demo-cracia entendida como un términoen movimiento con un destino pre-fijado, tienden a anticipar el deve-nir histórico y niegan lademocracia si es que acordamospara ella un sentido radicalmenteemancipatorio, esto es, si es quele atribuimos un contenido siem-pre inencontrable y la comprende-mos en los términos de unproceso que nunca puede consi-derarse definitivamente acabado.

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Fotografía: Gina Fanchín

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El fin del mundo

En el 2012 se acaba el mundo. Siprestamos atención podemos verlos indicios. El fantasma del inte-rés anual está despedazando laeconomía de Norte América, deEuropa. Catástrofes naturales te-levisadas por canales de noticias:inundaciones, terremotos, huraca-nes, lluvias torrenciales, incendiosforestales, desastres nucleares.Libros de autoayuda que revien-tan las bancas de las editoriales.Fenómenos de consumo masivoinexplicables. Situaciones insóli-tas en los campos deportivos,grandes construcciones de ce-mento en las ciudades metropoli-tanas. Nos aproximamos a la erade lo post. Post dictaduras, postpolítica, post televisión, post eco-nomía, post arte, post capitalismo,post literatura, post fútbol.

#elprogramadefantino

Hace dos años apareció en canalAmérica un programa que sellama El Show del fútbol. Lo con-duce Alejandro Fantino acompa-ñado por un panel conformado porperiodistas y exfutbolistas. La con-formación espacial del programaal aire es discursivamente un ma-nifiesto. A la derecha del conduc-tor, exfutbolistas, a la izquierda losperiodistas. Este programa podríaformar parte de la fenomenologíafantinezca de hacer televisión, yconformarse con ser, en el mejorde los casos, un novedoso pro-grama de entretenimiento; peroen realidad es uno de los prime-ros, sino el primero, de los progra-mas de fútbol en los que no haygoles, no hay repeticiones de ju-gadas, no hay resúmenes de par-tidos. Paradójicamente se llama El

Por Juan Garrido

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Polémikas Estoy acá pero estoy alláUna lectura sobre el ascenso de BelgranoPor Carlos Godoy

Estoy acá pero estoy allá / Carlos Godoy

Ese gordito ruludo y feliz: el cuarteto /Lucas Tejerina

El odio patético / Pablo Heredia

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show del fútbol cuando precisa-mente de lo que no se habla esdel show, para poner en escenatoda la Rosca futbolera en la quelos panelistas, arengados por elconductor, ponen sobre la mesatodas las cuentas pendientes quearrastran por posicionarse profe-sionalmente en zonas de interpre-tación y participación opuestasdentro del negociado del fútbol.

Este año en la twitósfera, el has-htag #elprogramadefantino contri-buyó a posicionar al programa delconductor santafesino como unfenómeno sociológico, o por lomenos extraño, de la televisióndeportiva argentina. Probable-

mente, dada la naturaleza del pro-yecto, es un programa que, asícomo la tendencia a la reproduc-ción repetitiva de los reality showsy los programas de chimentos,esté planteando, no un nuevo fe-nómeno televisivo, sino unanueva era del fútbol argentino. Laera del post fútbol.

El álgebra del post fútbol

Coincidió con la llegada del Fútbolpara todos, el mal rendimiento delos grandes clubes y el floreci-miento de clubes chicos comoGodoy Cruz de Mendoza. Surgióuna nueva hegemonía impuestapor Vélez Sarsfield y Estudiantes

de La Plata que son los que sevienen disputado los últimos cam-peonatos y San Lorenzo, Boca oRiver pasaron a ser noticia por es-cándalos deportivos o renovaciónde técnicos.

El post fútbol es un aura de nega-tividad que envuelve a las súperestrellas, los grandes clubes y albuen juego, generando de estemodo, que de lo único que sepueda hablar, en términos perio-dísticos o de opinión, sea de losresiduos que deja el gran relatodel fútbol argentino. Lo que no hayy debería haber. Lo que es porquedebe ser pero no es.

Para comprobar basta con che-quear los resultados de la copaAmérica o, el descenso del clubmillonario River Plate.

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#elprogramadefantino pese a queya supera las cien emisiones,entre mayo y junio tuvo las másbrillantes, en lo que a género res-pecta, donde develaron mecanis-mos de la burocracia corrupta dela AFA y se posicionaron, a travésde una causa prácticamente fede-ralista, en contra de la dirigenciade Julio Grondona y a favor deuna nueva Asociación de FútbolArgentina más inclusiva y bene-factora. Fueron una serie de sieteu ocho programas seguidos quefinalizaron con la emisión del día26 de junio cuando se enfrentaronal acontecimiento que confirmaríala llegada de la sociedad al postfútbol: el descenso de River Plateen el monumental de la mano delClub Atlético Belgrano de Cór-doba.

Esa emisión demostró dos cosas.La primera que la idea de atacar aGrondona respondió a proponeralgo vendible que nadie hacía, no

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a un auténtico interés político. Y lasegunda que el federalismo, en eldiscurso hegemónico, es un con-cepto ligado a lo políticamente co-rrecto y a la moral clasista de lasbuenas costumbres.

El hermoso tejido de la conspiración

El tratamiento que hicieron losmedios porteños del ascenso deBelgrano de Córdoba y del des-censo de River Plate fue catastró-fico. Nunca se reconoció al clubde Alberdi ningún tipo de mérito,salvo escasos periodistas comoMatías Martin o Pablo Varsky ensus respectivos programas radia-les. La catástrofe de que el clubmás ganador de la historia del fút-bol argentino comenzara a jugaren segunda división, debido aaños de mala administración em-presarial, significó desde la expre-sión morbosa del goce en elsufrimiento ajeno hasta lecturasconspiranoicas.

El show del fútbol mostró un con-

ductor y unos panelistas sacadosporque en la escenificación de labatalla que había perdido River,también perdían los porteños,como auténticos representantesdel poder político y económico ar-gentino ante un grupo de pobresprovincianos movidos por la ener-gía del deseo y la carencia. El pro-grama oficialista 678 construyó untejido de relaciones probabilísticasque conducían a una intencionali-dad en el descenso del club millo-nario por parte de las grandesempresas monopólicas, a fin deacrecentar sus ganancias en de-rechos de transmisiones de lospartidos; lo que dos semanas des-pués se destruyó al confirmardesde la Presidencia de la Naciónque todos los partidos de Riverserían reproducidos por el canaloficial del Estado. El diario depor-tivo Olé, en un gesto de no acep-tación y provocación, recién pusoel escudo de Belgrano entre losescudos de los clubes de primeradespués de dos semanas y hastahoy en día, no sacaron el escudode River.

La única patria es la infancia

El crítico literario Mauro Libertella,acérrimo hincha de River, publicóun artículo el domingo tres de julioen la revista cultural Ñ dondeplanteaba algo interesante. Paraél, el descenso de River es lamarca generacional que señala eldefinitivo fin del siglo XX, de laadolescencia. Se podría agregarun puente con la crisis del 2001.Personalmente creo que son lasdos fechas más importantes en larealidad histórica correspondientea una generación de adultos quereúnen una serie de condiciones:nacidos en democracia, hinchasde Belgrano, relativa participaciónen la crisis del 2001. Es el cierrede un ciclo de diez años que co-

mienza con una crisis neurálgicay termina con uno de los clubesmás grandes del mundo en unasituación histórica inesperada.

Luego de la renuncia de De LaRúa, la Plaza de Mayo, que fue elescenario más simbólico de la ba-talla, quedó calma. En el monolitoubicado en el centro, construidocomo homenaje para el primercentenario, alguien dejó una pin-tada que fue retratada por variosmedios. La pintada decía: el 21 dediciembre ganó el pueblo. Esamisma pintada puede aplicarse alo que pasó el 26 de junio del 2011en el Monumental de Nuñez.

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“Otra cosa que recuerdo de la primaria es la señorita MaríaMazzaforte. Era una vieja gorda bastante peculiar. Cuando seenojaba conmigo gritaba mi nombre completo y nos sacaba apasear por la costanera del río Suquía para escuchar a los pá-jaros y aprender los nombres de los árboles y los insectos.Tenía un fiat 600 celeste porque era fanática de Belgrano. Ibasiempre a la cancha. Cuando yo dejé el Mariano Moreno yentré al colegio Manuel Belgrano enfermó de cáncer y sus úl-timos días de trabajo, antes de pedir licencia, iba a la escuelacon un pañuelo atado a la cabeza, como Axel Rose, para ocul-tar la caída del cabello. A veces algunos alumnos le pregunta-ban con picardía porque usaba pañuelo tan a la moda y ellales respondía porque soy Pirata.”

Extracto de “Soy Pirata” por C. Godoy solicitado por la comisión direc-tiva de CAB para repartir entre los hinchas.

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un par de empleaditos dela señora apropiadora losmandan a cubrir, otra vez,

los bailes de cuarteto, luego hande publicar esos pequeños mues-trarios de miedo, impotencia yasombro en Ciudad X. No falta, enese muestrario, la opinión acadé-mica, tan vanidosa ella.

Ciudad X es a La Voz Del Interiorlo que la revista Ñ a Clarín. ¿ Quése siente picotear la limosna men-sual de la mano de la señoraapropiadora ?. Los empleaditos van, últimamentey más que nunca, los empleaditos

no se cuestionan, sólo van. Creenpoder desentrañar lo, para ellos,desentrañable, ese organismovivo, refulgente, gordito ruludo yfeliz: el cuarteto. Tratan de disec-cionarlo y no lo pueden, pruebanetiquetarlo y no lo pueden. Lás-tima dan.

Yo los conozco. Yo los leo parasaber que nuevos territorios con-quista, en ellos, la conveniencia yel miedo. Tienen miedo. De todolo que está más allá de su con-cepción del mundo. De este belloy rozagante tumor que a vecescanta y a veces grita y a veces

afina y otras desentona, de estecúmulo latente de hermosa violen-cia que ha nacido en el ya frío ce-rebro de Córdoba, tienen miedo.

Esta no es mi declaración de amoral cuarteto, pero no concibo miamor sin música de cuarteto. Loquiero como se quieren los colo-res que tuvieron los juguetes demi infancia, lo cuido como se cui-dan las humedades de mis prime-ras calenturas. El desprecio es recíproco. Desdesu mundo hablan de este otromundo, entre líneas susurran lavisión peyorativa que tienen para

todo lo que es expresión popular.

Ningún cuartetero necesita queestos académicos ultra – ilustra-dos en un pensamiento estancadodesde hace décadas en las aulasoccidentales les venga a esclare-cer su música. Demasiados histé-ricos para comprender la violentaalegría de un Sargento Cabral. ¿Qué luz artificial puede iluminar alsol ?.

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Estos son mis pasos a seguir:

tatuarme la Mona en el omóplato iz-quierdo,

sacarme la barba,

comprarme una moto,

acelerar, acelerar a 110 km. por hora,

cruzarme de carril,

cerrar los ojos,

pensar en vos.

Ese gordito ruludo y feliz: el cuarteto

Para la Faltaenvido, Lucas Tejerina polemizacon uno de los últimos números de Ciudad X.

Por Lucas Tejerina

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Lucas Tejerina

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Fotografía: Gina Fanchín

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ace poco en un canal detelevisión dos jóvenes pe-riodistas porteños entre-

vistaban a Martín Caparrós con elmotivo de la aparición de sunuevo libro, Argentinismos. Refe-rían que en el libro Caparrós rela-taba en el primer párrafo que enuna reunión de viejos amigos ladiscusión entre quienes defendíanal gobierno y los que lo criticaban,había concluido en una pelea in-sufrible que concluyó en un enojocrispado irresoluble entre ambosbandos. El narrador-ensayista-autor y por sobre todo intelectual(una cosa hace a la otra), reflexio-naba que los defensores del go-bierno habían adoptado unaposición cerrada y autoritaria queclausuró la discusión dejandoanonadados a las pobres víctimasopositoras. El narrador se reivin-

dica no opositor, como tampocooficialista, sin embargo habladesde ese lugar de la nada (éldice de la “duda”) que es el del in-telectual que dice identificarse conla “crítica”. Del programa de tele-visión fuimos al texto, y nos en-contramos con una introducciónavasallante en sofismas de cuartacategoría: mientras aclara cadados fr ases que no está del ladodel arco opositor, todos los argu-mentos para posicionarse en con-tra del “kirchnerismo” son losmismos de esa oposición de lacual reniega. ¿Y la imaginacióndel intelectual? En solo un mo-mento dice que comprende a losviejos antiperonistas de los 70 quele recriminaban, como militante dela izquierda peronista, que el pe-ronismo era burgués; parece quequiere acercarse a Altamira,

quien, una vez ya editado el libro,festejó con Gelblung bebiendochampagne.Según con el cristal que se lomire, aunque parece que Capa-rrós es el dueño del prisma queproyecta todas las luces; muchoshemos vivido (y seguimos vi-viendo) esta situación, entre ami-gos, conocidos cercanos ytambién parientes, pero a la in-versa. Pero, distinguido Caparrós,podemos citarle miles de casoscontrarios para explicar quiénesgeneran esa negación clausa, ce-rrada, autoritaria, que parte de unodio irracional que en dichas reu-

niones nadie alcanza a entenderen donde se generó y por quésigue persistiendo. Los kirchneris-tas, cuando a veces bebemosvino luego de un extensísimoasado rociado por la alegría deuna noche que nos trama el can-sancio del laburo, nos llama laatención que nadie repare en lo si-guiente: cuando se defiende algolo hace desde el lugar de una cre-encia, mientras que los que nocreen, atacan sin más, no defien-den nada. Caparrós sostiene queel que cree no cuestiona (o es unaforma fácil de no cuestionar). Pá-senle a Scalabrini Ortiz, sus libros

El odio patéticoPor Pablo Heredia

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no están en su biblioteca (creer esla magia de la vida, es un actocreativo, es pensar hacia ade-lante).Defender nada implica ubicarseen un lugar exento de pasión porlo que se siente que debería ser.Y los antikircheristas (no nos refe-rimos a los que simplemente noson kirchneristas, que no es lomismo) han construido ese lugarque no es para discutir. Veamos,gran parte de los que votaron aCristina, lo hicieron desde el con-vencimiento (mitad bolsillo, mitadesperanza de un país mejor),mientras que muchos de los queno la votaron lo hicieron desde elodio, que no tiene lugar, porqueestá suspendido en la nada quesolo arropa resentimiento. Enestas reuniones de discusionesenojosas, podrá corroborarlo el in-telectual que simula “crítica inde-pendiente”, muy pocos,

poquísimos, antikirchneristas vo-taron convencidos a algún “oposi-tor”.Ante la coyuntura de unas eleccio-nes, no viene mal a muchos volvera pensar la política desde la psi-cología del amor y del odio, de lasociología del resentimiento y dela esperanza, de la historia delantes y del ahora, y de la apuestapor un proyecto nacional y de unprograma de intereses conserva-dores del poder colonial.

Como no todos se ponen deacuerdo acerca de qué es un inte-lectual (hay muchos libros escritossobre las identidades sociales quehan asumido históricamente), nosconcentraremos en las gestos queellos mismos (o nosotros mismos,¿por qué no?) deslizan para mos-trarse en público.Algunos intelectuales niegan quelo son, su identidad se posicionaen el gesto soy honesto y humilde,mi sabiduría me lleva a no recono-cerme como parte de un elite quedice “tengo la verdad”; otros seafirman en la designación y emi-ten soy el que sabe, soy críticosiempre y no milito para ningunaideología o partido, voy más alláde la coyuntura porque me inte-resa el futuro, soy parte de la eliteque dice “esto va a pasar” porqueel presente nunca me gusta.El domingo 22 de agosto por lanoche, se presentaron en un pro-grama de TN los “intelectuales”(dos de ellos experiodistas) MartínCaparrós, Tomás Abraham yJorge Lanata. Presentados comotales “criticaron” al gobierno y al

programa “6, 7, 8” augurando queel gobierno nacional, con cuatroaños más de poder incurriría en elerror de caer por su propio pesodebido al internismo que ya se es-taría visualizando en el kirchne-rismo (Abraham le puso fecha:abril-mayo del 2012). Pero no seamilanaron ante la “apabullante”victoria de Cristina y se pusieronde acuerdo para “militar” a favorde Binner, la única esperanza“progre” de la oposición. ¿Cómoes? Los intelectuales y periodistasno deben militar (como los quemiran con buenos ojos al go-bierno) y de repente el líder “so-cialista” santafesino es el únicoque puede garantizar una posibi-lidad real de disputarle el poder alKirchnerismo, vaticinando que deno lograr una victoria todo se caeel año que viene. Profetas delodio, aunque sea lean a Borges,que al menos discursivizó su re-sentimiento con “inteligencia”,humor y sin contradicciones declase.

Definición de intelectual po

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rturo Jauretche ha discu-tido como pocos desdeun supuesto fundamental,

la nación. Ese supuesto no dejade ser un campo de polémicas ygritos. Pero no es esa mata impe-netrable nuestro objeto. Baste conafirmar que Don Arturo cree quetoda nación es un creación colec-tiva (“La instrucción primaria” enLos profetas…) y que además nofue aún, en el sentido claro queuna nación implica libertad, sobe-ranía, independencia y sobretodo, voluntad de los pueblos. La nación para la “intelligentzia” –un supuesto civilizatorio que iden-tifica la masa crítica colonizanteentre los colonizados- no es sinoun instrumento que es sólo unmedio para llegar a un objetivo:

las instituciones.Cuando Jauretche habla de insti-tuciones en realidad habla de laorganización política y económicaque una sociedad se da. Institu-ciones son la superestructura quegarantiza el poder colonial, la vic-toria de la colonización pedagó-gica: “La nación para la‘intelligentzia’ continúa siendo loque fue para la Ilustración y suscontinuadores de la política libe-ral, que no la concibieron como finen sí misma, sino como medio. Elfin no es la nación, lo son las ins-tituciones: la República, la Consti-tución, la democracia, la libertadmisma, considerada esta desdeun punto de vista individual, y nodesde un punto de vista nacional”(ídem). ¿Qué es el Estado, sepa-

Por Domingo Ighina

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jauretcheanasEl estado que no es

“Ignoran que la multi-tud no odia, odian lasminorías. Porque con-quistar derechos pro-voca alegría, mientrasperder privilegios pro-voca rencor".

Arturo Jauretche

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rado de la vida cambiante y vi-brante de la nación? Un montónde presupuestos incuestionablesy mendaces: una república fun-dada en “mayo” que se realizó en“Caseros”, que se opone a unaprimera, segunda tiranías y –pa-rece según Majul y Morales Solá-a una tercera inminente (yo creíque para ellos ya era la terceranomás…). La república es unequilibrio de poderes que da porsupuesto que los tres poderesdeben ser de cuño distinto, puesrepresentan estratos de antiguorégimen. La república para los tri-bunos como Echeverría, Mitre, Ri-cardo Alfonsín o Federico Pinedo(abuelo y nieto), es algo premo-derno: el ejecutivo representa elpoder del demos, inestable y des-

bordado; el legislativo: la obliga-ción de representar a todos demodo parejo porque allí los patri-cios moderan el desborde; el judi-cial, sitio de una corporaciónpatricia que debe también mode-rar y que si no lo hace es porquefue comprado.La república, para nosotros y Jau-retche, el Estado, se completa conuna constitución. Como las tablasbajadas del Horeb, en 1853 se es-cribió para siempre la regla delEstado. Nada puede ser modifi-cado, y cuando se lo hace, lleva eldemonio de la esclavitud. Por esose detestó la modificación de1949 y se restauró la republicanade Urquiza; por eso ahora se de-plora la del 94, algo menos patri-cia, y se gime por si viene una

nueva que llegue a aniquilar la re-pública en tanto institución ajenaa la nación, al pueblo y a la demo-cracia.Pero hay algo más que pesasobre las instituciones del estadoque Jauretche proclama: el indivi-dualismo. El individualismo, queno es otra cosa que el antagonistacapitalista de comunidad, se pre-senta como valor supremo para elEstado. El yo como satisfechoburgués sólo puede considerarque la nación es el medio para sulibertad, su democracia, su pro-greso. La nación, en cambio, esun colectivo, una tarea de comu-nidad, un brazo compartido, unaminga política. La nación es tra-bajo, y todo trabajo, para el bur-gués satisfecho, es esclavitud.

Las instituciones, que son el Es-tado, son instrumentos coloniales.Su operatividad colonial lleva aconfundir de modo continuo, suexistencia con la voluntad de lospueblos. No se trata de creer quelas instituciones están para serderruidas, pero sí asumir sinmiedo que son históricas y comotales dependientes de sus cons-tructores y conservadores. El Es-tado, las instituciones, es uncampo de tensión. Allí se debe re-cuperar la representación de lassucesivas y heterogéneas afirma-ciones históricas. Por eso las ins-tituciones deben ser dichas yrenombradas constantemente ydeben ser refundadas. Es lo quehacen ahora Bolivia y Venezuelay lo que no puede hacer la élite

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chilena, tan comprometida consus instituciones. Nosotros, en lasdolorosas provincias del sur, de-bemos nombrar de nuevo las ins-tituciones, fundarlas desde lalibertad y la soberanía de nuestrascomunidades: “La soberanía y laindependencia se derrumban conla concepción institucional de laPatria y se derrumba la solidari-dad con el pueblo en cuanto ex-presión humana del hechoterritorial. El camino está abiertopara todas las formas de la trai-ción; la solidaridad con formas ins-titucionales o de vida,determinados órdenes sociales,convicciones internacionales, etc.,en que el patriotismo es una posi-ción ideológica, que en caso ne-cesario puede volverse contra el

propio territorio y el propio pue-blo”.La patria todavía no pudo suce-der, está por suceder. Nuestra so-lidaridad es con eso que siempreestá siendo aún, no con institucio-nes malversadas desde el co-mienzo, individualistas ycoloniales. El Estado no es la pa-tria, no es la fraternidad que espe-ramos. Pero ese Estado esnuestra herramienta de construc-ción. A poblarlo con la naturalidadde la calle y el hogar nos llamabaJauretche. Por eso decimosaguante Morocha, con esa natura-lidad de calle y casa que renovaráel Estado, las instituciones, afuerza de país real, de “patria car-nal” llena de hermanos. próximamente

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