trabajos completos engeo xxxiii. mesa 1- historia
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XXXIII ENCUENTRO DE GEOHISTORIA REGIONAL
FACULTAD DE HUMANIDADES- UNAF. ISBN 978-987-1604-21-0
Formosa, 12, 13 y 14 de septiembre de 2013- Formosa- Argentina
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UNIVERSIDAD NACIONAL DE FORMOSA FACULTAD DE HUMANIDADES CARRERAS DE GEOGRAFÍA E HISTORIA Av. Gdor. Gutnisky 3200 Formosa Capital CP 3200 Email: decanatofh@unf.edu.ar
ANALES DEL
XXXIII ENCUENTRO DE
GEOHISTORIA REGIONAL
MESA N°1
APORTES DE HISTORIA E HISTORIOGRAFÍA REGIONAL, NACIONAL, Y LATINOAMERICANA. SOCIEDAD, ESTADO Y ECONOMÍA.
FACULTAD DE HUMANIDADES- UNIVERSIDAD NACIONAL DE FORMOSA
Formosa, 12, 13 y 14 de septiembre de 2013
ISBN 978-987-1604-21-0
XXXIII ENCUENTRO DE GEOHISTORIA REGIONAL
FACULTAD DE HUMANIDADES- UNAF. ISBN 978-987-1604-21-0
Formosa, 12, 13 y 14 de septiembre de 2013- Formosa- Argentina
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COMITÉ EVALUADOR
ENGEO XXXIII
Prof. Dr. Ricardo Omar Conte
Prof. Dr. Santiago Kalafattich
Prof. Dr. Antolín Ernesto Moral
Prof. Eduardo Isaac Varela
Prof. Magter Mónica Daldovo
Prof. Magter. Alicia Caballero de Helguero
Lic. Magter Sergio Omar Sapkus
Lic. Magter. Rubén Fernando Ben
Lic. Magter. Luis Caputo
Esta publicación cuenta con referato y ISBN otorgado por la
Cámara Argentina del Libro.
AUTORIDADES DE LA FACULTAD DE HUMANIDADES
Decano: Prof. Esp. Augusto César Parmetler
Vicedecana: Prof. Esp. María Olga Mayor de Brunelli
Secretaria Académica: Lic. Emilce Erico
Secretaria de Docencia, Extensión e Investigación: Magter Marisa Budiño
Secretario Administrativo: Lic. Simeón Rotela
Director Carrera de Geografía: Prof. Eduardo Isaac Varela
Directora Carrera de Historia: Prof. Esp. Albis Hortencia Gómez
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ÍNDICE
Reglamento de ENGEO XXXIII………………………………………………. 5
La exploración del Alto Paraná en el escenario de posguerra de la Triple Alianza. 7
Alberto Daniel Alcaráz
Colonización y explotación rural: la diversificación productiva entre los suizos
de Línea Cuchilla como estrategia ante el falso llamado del oro verde…………… 20
Laura Mabel Zang
Indígenas y afrodescendientes en Corrientes, según los censos de principios
del XIX. (1814-1820)……………………………………………………………….. 36
María Laura Salinas y Fátima Victoria Valenzuela
La obra pública del gobierno nacional en la construcción de ciudad. El caso
del barrio “Perón” de la ciudad de Corrientes………………………………………. 55
Miguel Ángel Riera
Nativos y extranjeros en la ciudad de Corrientes durante la primera mitad del
siglo XIX. Una aproximación desde la literatura de viajeros………………………. 67
Angelina Oliveira Maisa Ronit
Jueces Letrados del Chaco: una visión de la sociedad en los Territorios
Nacionales a partir de las actuaciones de sus jueces (1884-1922)………………….. 91
Andrés Eduardo Meza
A la búsqueda del progreso. La elite dirigente correntina y el territorio de las
antiguas Misiones. (1870-1881)…………………………………………………….. 104
Alicia Belén Montenegro
Corrientes a fines de la época colonial: muerte, religión y prácticas significativas… 119
Andrea Leticia Rougier
La localidad de Fontana (Chaco) entre la Historia local y la construcción de una
identidad………………………………………………………………………… 132
Carla Mariel Velázquez y Silvana Cóseres
La colonización del suelo fiscal durante la década del cuarenta: Análisis de
caso de las tierras del campo Winter……………………………………………… 145
Adrián Alejandro Almirón
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Devoción y prácticas religiosas: bautismo, matrimonio y defunción en Corrientes
colonial…………………………………………………………………………….. 158
Fernando Ariel Pozzaglio
Encomiendas y visitas en Corrientes Colonial. Siglo XVII……………………. 179
Gabriela Cristina Lytwyn
Fuentes para el estudio de la Administración de Correos en la América
Colonial (1764-1777)…………………………………………………………… 197
Rocio Moreno Cabanillas
Análisis Historiográfico del libro: Dominación colonial y trabajo indígena.
Un estudio de la encomienda en Corrientes colonial…………………………… 212
Carlos Oscar Figueredo
La Historia Regional Reciente en el Libro “Monte Madre”……………………. 216
Mónica Inés Daldovo
Los desafíos de hacer Historia reciente………………………………………… 224
Karina Giménez y Raúl Urbina
Francisca Zambonini de Zambrini, imágenes ejemplares en la
Historiografia local y regional………………………………………………….. 233
Alicia Nelly Caballero
Sistema de espacios públicos con valor patrimonial en el Gran Resistencia:
propuesta para su gestión……………………………………………………….. 243
Regina Pérez, Laura Alcalá, María D. Foulkes, Marina Scornik,
Paula Valdés y Aníbal Bennato
La Rebelión de Arecayá (1660): guaraníes armados en la frontera……………. 263
Pedro Miguel Omar Svriz Wucherer
El enfoque de desarrollo de capacidades en aula de Historia………………….. 283
Orlando Raúl Aguirre y Carolina Nogueira
Sin abogados y escribanos. Dificultades para iniciar el Juicio de
Residencia al gobernador Joaquín de Alós en 1796…………………………… 297
Herib Caballero Campos
La actuación de los sacerdotes en Misiones durante la década revolucionaria
(1810-1820)……………………………………………………………………… 298
Jorge Francisco Machón y Oscar Daniel Cantero
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XXXIII° ENCUENTRO DE GEOHISTORIA REGIONAL -
FACULTAD DE HUMANIDADES- UNIVERSIDAD NACIONAL DE FORMOSA.
Formosa, 12, 13 y 14 de septiembre de 2013
1. Los Encuentros de Geohistoria Regional tienen por objetivo lograr el acercamiento, la colaboración mutua y el intercambio de experiencias y conocimientos entre los distintos investigadores en ciencias humanas y sociales que estudian la temática regional del Nordeste argentino, en sentido geográfico amplio, incluyendo el área de Misiones Jesuíticas, el Paraguay, sur de Brasil y Bolivia.
2. Para ser miembro pleno del Encuentro, se deberá presentar un trabajo original de
investigación ajustado a la temática de la mesa correspondiente, de extensión máxima de 15 páginas, tamaño A4, a espacio sencillo, letra Times New Roman cuerpo 12, incluido aparato erudito, gráficos, mapas e ilustraciones. La presentación se hará en un CD en programa Microsoft Word o por correo electrónico a los coordinadores de la mesa con copia a la comisión organizadora. No se aceptarán trabajos que impliquen informes de avances, ni proyectos de investigación. Las notas deberán estar a pie de página e incorporadas mediante el sistema automático del procesador de texto.
3. Al 11 de mayo de 2013, los participantes deberán enviar un resumen de su trabajo a los coordinadores de las mesas temáticas que figuran más abajo, de no más de 15 renglones, el cual será evaluado, notificando la aceptación del mismo en el plazo de 15 días. El resumen deberá ir precedido por el encabezado indicado en el archivo que acompaña este adjunto (ver archivo: “Modelo resumen”).
4. Para el 30 de julio de 2013, los participantes deberán remitir el trabajo completo a los coordinadores, el que será enviado a los comentaristas de las sesiones.
5. Cada investigador dispondrá de 15 minutos para exponer los aspectos más salientes y las conclusiones de su investigación. Se realizarán luego los comentarios y a continuación los participantes podrán solicitar explicaciones o ampliaciones sobre lo expuesto, con intervenciones de no más de 10 minutos de duración.
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6. Todos los trabajos expuestos por sus autores serán publicados en formato digital. No se incluirán aquellos trabajos cuyos autores no participen del Encuentro.
7. Durante la sesión de clausura del Encuentro, se debatirán las mociones que por
escrito pudieran presentar los participantes.
Cronograma:
Recepción de Resúmenes: hasta el 11 de mayo de 2013.
Recepción de Ponencias: hasta el 30 de julio de 2013.
Comisión Organizadora:
Coordinador General: Dr. Ricardo Omar Conte
Comité Organizador: Dr. Santiago Kalafattich, Prof. Eduardo I. Varela. Lic. Mónica Daldovo, Prof. Rubén Esteban Díaz, Lic. Alicia Caballero.
INFORMES E INSCRIPCIÓN
Dirección electrónica: engeoxxxiii@gmail.com o a los correos de los
responsables de cada mesa.
Dirección postal: Facultad de Humanidades- Universidad Nacional de Formosa. Campus Universitario. Av. Gdor. Gutnisky 3200 Formosa Capital. CP 3200.
Tel: 54-370- 4452473/4454009
ARANCELES
Expositores $ 150
Asistentes $ 50
Estudiantes $ 10
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MESA N°1
APORTES DE HISTORIA E HISTORIOGRAFÍA REGIONAL, NACIONAL, Y
LATINOAMERICANA. SOCIEDAD, ESTADO Y ECONOMÍA.
Coordinadores responsables:
Prof. Mónica Daldovo: monica_daldovo@hotmail.com
Lic. Alicia Caballero: acaballero@arnet.com.ar
Prof. Rubén Díaz:
La exploración del Alto Paraná en el escenario de posguerra de la
Triple Alianza.
Alberto Daniel Alcaráz
Universidad Nacional de Misiones - CONICET
Posadas-Misiones
albertoalcaraz79@gmail.com
Resumen
Luego de la Guerra de la Triple Alianza y una vez que las cuestiones fronterizas
quedaron militarmente definidas con la derrota paraguaya y se dieron los primeros pasos en
la exploración en busca de los recursos y las inversiones que posibilitaron la creación de
medios técnicos para poder extraer las materias primas y consolidar las vías de
comunicación. La explotación de los recursos naturales se realizó entonces bajo
condiciones políticas estables1, pero con un nuevo orden económico que respondería de allí
en más a la iniciativa de empresas privadas que operaban en toda una región que
comprendía porciones de territorios de las repúblicas de Argentina, Paraguay y el Brasil.
La ocupación militar del espacio y luego la explotación de los recursos naturales
silvestres orientaron los procesos de ocupación en toda la región altoparanaense – y en
particular la yerba mate- que también contribuyó a delimitar la agenda de interés en las
nuevas fronteras establecidas entre los Estados nacionales ya que junto a ellas; también se
hacían presente las esferas de influencia de sus respectivas élites tanto regionales como
locales, las cuales no siempre respetaron los límites internacionales.
1 Para Sormani y Bitlloch (1997), el apogeo de la producción de la estancia pampeana coincidió precisamente
con el momento en que el llamado problema del indio y de los caudillos del interior había sido militarmente
“resueltos” o estaban en vías de serlo en zonas periféricas como el Chaco, la Patagonia y Misiones. En esta
última, el problema a resolver era más bien la cuestión de la soberanía disputada por los Estados nacionales
vecinos con pretensiones territoriales.
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Palabras clave
Exploración del Alto Paraná- Post-guerra Triple Alianza.
La expansión de los estados nacionales en la segunda mitad del siglo XIX.
Para Oscar Oszlak (2012:17), la presencia estatal se verificaría a partir de un
conjunto de atributos dados en una instancia de la organización en la que se distinguirían,
entre otras cosas, la capacidad de externalizar poder y obtener reconocimiento como unidad
soberana dentro de un sistema de relaciones interestatales. Otro elemento también sería la
institucionalización de esa autoridad para imponer una estructura de relaciones de poder y
garantizar el monopolio sobre los medios organizados de coerción además de la creación de
instituciones públicas con funcionarios bajo un control centralizado de sus actividades y
finalmente la capacidad de todo este conjunto de internalizar una identidad colectiva
mediante la emisión de símbolos que reforzaron los sentimientos de pertenencia que
posibilitaron el control ideológico como mecanismo de dominación.
Luego de la Guerra de la Triple Alianza y una vez que las cuestiones fronterizas
quedaron militarmente definidas con la derrota paraguaya2, se dieron los primeros pasos en
la exploración en busca de los recursos y las inversiones que posibilitaron la creación de
medios técnicos para poder extraer las materias primas y consolidar las vías de
comunicación3. La explotación de los recursos naturales se realizó entonces bajo
condiciones políticas estables4, pero con un nuevo orden económico que respondería de allí
en más a la iniciativa de empresas privadas que operaban en toda una región que
comprendía porciones de territorios de las repúblicas de Argentina, Paraguay y el Brasil.
La ocupación militar del espacio y luego la explotación de los recursos naturales
silvestres orientaron los procesos de ocupación en toda la región altoparanaense – y en
particular la yerba mate- que también contribuyó a delimitar la agenda de interés en las
nuevas fronteras establecidas entre los Estados nacionales ya que junto a ellas; también se
hacían presente las esferas de influencia de sus respectivas élites tanto regionales como
locales, las cuales no siempre respetaron los límites internacionales. El nuevo clima de
“orden y progreso” que se tradujo en “paz social”, posibilitó a un reducido grupo de
comerciantes y empresarios acumular el grueso de las ganancias generadas a partir del
trabajo humano aplicado sobre el conjunto de los recursos naturales con valor económico y
2 La definición de limites con el Paraguay ya había quedado en gran medida militarmente resuelto al
concluir la guerra de la Triple Alianza en 1870 con la delimitación de la soberanía sobre muchos territorios
disputados, los conflictos limítrofes entre la Argentina, Brasil se resolverían recién con el laudo de 1895
(véase en: Aldao Carlos, 1894) 3 Las picadas y caminos comunicaban el interior de los obrajes con los puertos improvisados en los
fondeaderos que ofrecía el río y posibilitaba la comunicación fluvial. 4 Para Sormani y Bitlloch (1997), el apogeo de la producción de la estancia pampeana coincidió precisamente
con el momento en que el llamado problema del indio y de los caudillos del interior había sido militarmente
“resueltos” o estaban en vías de serlo en zonas periféricas como el Chaco, la Patagonia y Misiones. En esta
última, el problema a resolver era más bien la cuestión de la soberanía disputada por los Estados nacionales
vecinos con pretensiones territoriales.
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conformó una “élite regional” que traspasó con sus intereses el margen estricto de las
fronteras nacionales y repartió el conglomerado de sus actividades económicas en los tres
países5.
La organización de las explotaciones económicas a modo de enclaves, traspasó
indistintamente desde un primer momento los espacios fronterizos y siguió más bien un
criterio que buscaba la mayor rentabilidad económica pero en ese proceso también
provocaba la apertura y el trazado de las vías de comunicación necesarias para la
explotación de las materias primas destinadas a los principales centros de consumo situados
en las ciudades de la Cuenca del Plata. La actividad extractivista y depredatoria de los
recursos naturales tuvo lugar en puntos muy diversos de las regiones selváticas de la cuenca
superior del río Alto Paraná y fue organizada bajo un sistema de economía de enclaves, los
cuales fueron caracterizados como “obrajes y fábricas, cuyo núcleo de actividad
económica se hallaban controlados directamente desde fuera del país o la región, hacia
donde remitían las ganancias obtenidas en la actividad”. Sin embargo, la escasa
vinculación de esos puntos con el desarrollo integral de la economía local también quedaba
evidenciada en la maquinaria utilizada, la cual era importada lo mismo que los productos
comestibles6 dado que se trataba de empresas que constituían una extensión de su espacio
económico central situado en las grandes ciudades y las condiciones legales de propiedad
de la tierra con las características del personal empleado, tanto por los trabajadores,
gerentes y capataces en el obraje maderero o yerbatero, fueron por excelencia los núcleos
típicos de la producción organizada bajo la forma de enclave7 que organizó la distribución
del espacio a posteriori 8
(Sormani y Bitloch, 1997: 42, 43).
La penetración de las relaciones capitalistas de producción a espacios
económicamente “nuevos” fue una de las consecuencias de la continua ampliación de la
escala de intercambio global que alcanzó de ese modo a espacios que permanecían aislados
pero que fueron abiertos a la circulación mundial de mercancías (Wolf, 1987). La gran
expansión de fines del siglo XIX hizo que algunas materias primas cobraran interés gracias
al adelanto en los medios técnicos de transporte como el ferrocarril y los barcos a vapor, los
cuales hicieron posible la explotación de regiones enteras a grandes escalas9. La
5 En Trincheras de San José en la medida que se formaron las “elites”, consolidadas como las clases
propietarias a fines del siglo XIX, la nueva estructura social fue organizando una sociedad en la que los
gauchos criollos y las etnias indígenas debían ocupar las posiciones “de clase”, resultantes de un proceso de
“colonialismo interno” que apuntaba a la proletarización a esos grupos sociales. 6 Salvo la carne y el combustible representado por la leña, lo demás era adquirido para la alimentación de los
trabajadores en otras regiones de la Argentina - harinas, aceites, etc.- (Sormani y Bitlloch, 1997: 43) 7 La misma definición del concepto “enclave” evidencia el aislamiento físico y espacial originalmente
determinado por las condiciones naturales, sociales, legales e institucionales, tales como la presencia de la
selva y sus habitantes aborígenes reacios al contacto con las sociedades nacionales; otras características de
esos grupos como el nomadismo y los hábitos ambulatorios - tanto indígena como criollos- podían causar
escasez de mano de obra ya que las empresas necesitaban de trabajadores disciplinados bajo un sistema de
trabajo que los fijara al terreno. 8 El aislamiento del obraje de su entorno, hallaba en las picadas que conducían al río, la única vía de
comunicación con otros puntos. El trazado de esos caminos primigenios de los obrajes yerbateros y madereros
aún puede observarse en el trazado urbano de muchos pueblos del Alto Paraná misionero tales como Eldorado, Montecarlo, entre otros. 9 El modo de producción capitalista fue el sistema económico predominante desde el surgimiento de la
modernidad y organizó las relaciones de intercambio mundial hasta la época de los estados nacionales
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apropiación del valor económico generado a partir de los recursos naturales y del trabajo
humano confluyó junto a otros factores en la región: por un lado la extracción de yerba
mate y maderas en gran escala, sólo fue posible cuando fueron resueltas las cuestiones
limítrofes más candentes entre los Estados nacionales fronterizos que disputaban el espacio
regional - que no fue resuelta durante gran parte del siglo XIX10
y por otra parte cuando se
obtuvo la propiedad jurídica de la tierra distribuida en grandes extensiones lo cual obligó a
la población local a someterse al nuevo régimen en calidad de asalariados, condición que
también fue extendiéndose a los nativos aborígenes que habitaban las selvas.
La expansión de las sociedades nacionales y las tribus indígenas.
Diversas parcialidades de tribus guaraníes fueron desde mucho antes de los tiempos
coloniales, sociedades sin Estado las cuales estaban organizadas económicamente por lazos
de reciprocidad donde “el cumplimiento de la palabra” era relevante. Mantuvieron por
mucho tiempo sus pautas culturales debido en gran parte al aislamiento de las sociedades
coloniales europeas y luego de la emancipación de las nacionales, lo que les permitió
conservar sus formas de organizar las relaciones humanas con el medio ambiente en
sintonía con su sistema religioso y concepción móvil del espacio (Meliá, 1991: 12).
La profundización del contacto de las sociedades nacionales y las tribus indígenas11
de la región del Alto Paraná en la segunda mitad del siglo XIX fue el resultado inevitable
de la expansión hacia el interior de los tres estados nacionales fronterizos12
. La “fricción
interétnica” resultante de una oposición histórica entre las sociedades indígenas frente a las
acciones envolventes de las sociedades nacionales que generaron una variación en toda la
zona de lo que Cardoso de Oliveira (1992,25) denominó “colonialismo interno”. El
panorama abierto tras la finalización de la Guerra de la Triple Alianza desplegó una nueva
situación donde comenzaron a ser más regulares los viajes de exploración, reconocimiento
y con fines comerciales. Esas circunstancias obligaron a los nativos a relacionarse
lentamente o bien a continuar desplazándose hacia territorios más alejados del contacto con
las sociedades nacionales de quienes habían permanecido alejados desde el periodo colonial
actuales. Desde el siglo XV muchos pueblos considerados “primitivos” por los europeos, fueron en la mayoría
de los casos aniquilados, desaparecieron o fueron esclavizados en minas y grandes plantaciones que
empezaban a proliferar en distintos puntos del planeta acompañando el naciente proceso de expansión
capitalista a escala global que movilizó enormes contingentes de mano de obra y “trasplantó” población de
un continente hacia otro, obligándolos a adaptarse a nuevas condiciones ecológicas. (Wolf, 1987: 30-42) 10 La cuestión limítrofe quedó militarmente resuelta entre la Argentina, Paraguay y Brasil al concluir la
guerra de la triple Alianza en 1870, tras la repartición de los territorios anteriormente en litigio. No fue así
para el caso argentino-brasileño que debió esperar al laudo del presidente Grover Cleveland de 1895. 11 El patrón de asentamiento histórico de los antiguos guaraníes se basaba en los Teko´a Guazu - gran aldea
agrícola dirigida por jefes guerreros, chamánicos, agrícolas o por personajes que reflejaban las tres categorías
juntas-, donde la estructura del linaje se organizaba por la línea paterna y los parientes eran llamados
hermanos o hermanas en cada generación, con una distinción entre hermanos y hermanas mayores y menores
con varios líderes de las familias extensas reunidos en un concejo encabezado por un cacique cuya influencia
podía extenderse en un amplio territorio (Melia, 1991). 12 Dentro de los nuevos límites nacionales establecidos a fines del siglo XIX, quedaron atrapados grupos
humanos pertenecientes a la nación Guaraní y sus diversas parcialidades Avá, chiripá, Guayaqui, Mbyá,
Tupies, Tupinambás, Sorionó, Chiriguanos y debido a que los indios no consideraban límites fronterizos a los
accidentes naturales tales como ríos, cascadas y sierras, los mismos atravesaban indistintamente las fronteras.
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y en actitud de permanente desconfianza, hasta que la finalización de la Guerra animó a los
empresarios yerbateros a exploraciones en las que se encontraron con muchas tribus
indígenas, en las que abundaron los desencuentros, negociaciones y pactos la mayoría de
los empresarios yerbateros consiguieron que los nativos recolectaran yerba mate a cambio
de objetos por ellos apreciados, tales como hachas, machetes, perros de caza (Ambrosetti
en 1894: 44).
La hostilidad con la que se realizaron los primeros encuentros con las tribus nativas
ya habían obstaculizado en la primera mitad del siglo la explotación regular de la yerba
mate silvestre y a ello se sumaba al desconocimiento del territorio debido a los
permanentes riesgos de enfrentamientos entre las comitivas de yerbateros y las tribus de
aborígenes que convivían en el medio ecológico selvático, lo que provocó que la mayoría
de los yerbales silvestres se mantuvieran alejados de la explotación hasta finales del siglo
XIX. En 1874 habían comenzado las exploraciones de las costas misioneras del Alto Paraná
argentino con embarcaciones a vapor y canoas que fueron financiadas por los yerbateros de
Trincheras de San José13
y llegaron a la altura de la desembocadura del arroyo Piray –
también denominado rio dos peixes por los brasileños –, lugar que a la vez constituía un
estratégico punto situado a mitad de camino entre Posadas y el puerto paraguayo de Tacurú
Pucú14
.
El lugar fue habilitado oficialmente en 1875 con la denominación de Puerto Piray15
y funcionó como un fondeadero de barcos que comunicaba las rutas fluvial y terrestre para
el embarque de yerba mate proveniente de San Pedro16
, Barracón, Palmas Novas y Campo
Eré hacia Trincheras de San José y constituyó uno de los primeros enclaves abiertos en el
Alto Paraná correspondiente al territorio argentino en la segunda mitad del siglo XIX. En
Puerto Piray se construyó una larga picada que partía hacia todas las poblaciones y parajes
situados en el centro las Altas Misiones y los yerbales en territorios por entonces en litigio
con Brasil hasta el laudo del Presidente Cleveland de 1895. La picada fue abierta con
grandes esfuerzos y procuraba fundamentalmente comunicar a Posadas con los yerbales
“nuevos”, principalmente los recientemente descubiertos en las cercanías del por entonces
paraje de San Pedro. Sin embargo el sitio no estaba despoblado puesto que se rumoraba
desde hacía muchos años que en sus cercanías existía una tribu hostil, la que dificultó la
exploración del Alto Paraná “hasta 1875, por temor a los indios Tupis que por allí se
entregaban al pillaje, las chatas y las canoas que remontaban el Paraná de día, dejaban a
13 En adelante ciudad de Posadas. 14 El lugar por entonces era el punto extremo de la navegación fluvial y desde 1870, en ese sitio se internaban
muchas comitivas que recorrían una extensa picada que comunicaba al puerto con los inmensos yerbales del
interior, los cuales traspasaban los límites y comprendían incluso a gran parte del sur del Estado brasileño de
Mato Grosso. 15 El poblado en la actualidad sigue llevando la misma denominación y constituyó un paraje hasta que en la década de 1950 vio florecer la instalación de una planta procesadora de pasta celulósica de la empresa
Celulosa Argentina S. A, la que luego fue vendida en la década de 1990 a la sociedad chileno-estadounidense
Alto Paraná S. A. que montó un aserradero considerado por la compañía como “el más grande de
Sudamérica”. 16 El paraje de San Pedro fue bautizado con ese nombre en honor al emperador de Brasil Pedro II quien
financio la expedición a cargo del coronel Marcondes. En sus inmediaciones se descubrieron inmensos
yerbales naturales que con la picada eran comunicadas con las poblaciones de Campo Eré y Palmas en una
zona en litigio en la parte oriental de Misiones (Machón, 2000: 6).
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la tarde la costa argentina para reposar más tranquilamente sobre la orilla paraguaya”17
(Luchessi, 1936: 11).
El trayecto de la picada abierta con tales fines tenía unos 146 kilómetros y
atravesaba los recientemente descubiertos yerbales de San Pedro, Barracón, San Antonio,
Fracrán los cuales comenzaron a explotarse tras la pacificación de las tribus indígenas que
habitaban la zona luego del llamado “pacto de la selva” que fuera acordado entre el
cacique Bonifacio Maydana y el descubiertero Fructuoso Moraes Dutra que comandaba una
comitiva financiada por los empresarios yerbateros Juan y Francisco Goicoechea quienes
residían en Posadas.
Los empresarios y hermanos, Juan y Francisco Goicochea eran unos antiguos
vivanderos18
de origen uruguayo quienes también habían financiado una expedición para
explotar económicamente los yerbales de Tacurú Pucú, situados en el extremo norte de
Paraguay19
-. Con anterioridad ningún empresario yerbatero había podido establecerse y
explotar con regularidad esa zona de Misiones rica en yerbales de la que probablemente
también ya se tenía conocimiento unos años antes de la Guerra de la Triple Alianza. Fue
finalmente “Don Juan Goicochea, [quien] impulsado por el deseo de descubrir nuevos
yerbales, [financió y] equipó una expedición exploradora mencionada, a cuyo frente estaba
el montaraz brasileño, Fructuoso Moraes Dutra, quien después de penosos trabajos,
encontró un hermoso yerbal virgen, a cuya explotación se dio principio bajo muy buenos
auspicios” (Fernández Ramos, 1935: 106).
Los hermanos Goicochea20
, representaban a un grupo social que hemos denominado
en otro trabajo (Alcaráz, 2012) la “primera generación de una elite local” que residió en
Posadas, pero que a diferencia de otros exponentes de ese conjunto social, éstos adoptaron
claramente algunos matices que los proyectaban como prototipos de una verdadera “elite
regional” que actuaba en un ámbito geográfico mucho mayor, debido a que el movimiento
comercial que realizaban traspasaba indistintamente las fronteras nacionales recientemente
acordadas tras la guerra. Las relaciones sociales establecidas por aquellos empresarios
también evidenciaban algunas conexiones con otros empresarios del poder local de
Posadas. Asi por ejemplo el comisario general de yerbales del Gobierno de Corrientes,
representado por entonces en Felipe Tamareu, –quien también era socio de los hermanos
Goicochea y al igual que éstos era miembro activo de la recientemente creada logia Roque
17 Frente al puerto de Piray se encontraba emplazada a modo de enclave, la población paraguaya de San
Lorenzo, que actuaba como puerto de cabecera de una zona donde unos años antes otro explorador -
Theodoro Gazpar- había descubierto importantes yerbales silvestres que a fines de la década de 1890 sería
una de las principales explotaciones de yerbales de la Compañía Domingo Barthe. 18 Los vivanderos eran comerciantes que a su propio riesgo ofrecían todo tipo de mercancías a las tropas
aliadas en la guerra contra el Paraguay (1865-1870) y acumularon gracias a ello los recursos que luego les
permitieron financiar expediciones de exploración ( Para más datos véase: Alcaráz, 2012). 19 También lo hizo el comerciante residente en la ciudad de Corrientes Francisco Meabe a quien se atribuía el
descubrimiento de tales yerbales, pero que sin embargo abandonó la empresa tras recibir duras pérdidas
ocasionadas por naufragios y dificultades económicas en el transporte del producto (Ambrosetti,1894). 20 Desde el lugar que ocupaban en el Concejo Municipal lograron la aprobación de las partida de cinco mil
pesos que financió desde Posadas la expedición a los yerbales de San Pedro y Barracón de los que
probablemente tenían algún conocimiento por haber estado en contacto como vivanderos con los ejércitos
brasileños durante la Guerra de la Triple Alianza ya que la zona había sido explorada por la expedición
brasileña a cargo del coronel Marcondes.
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Pérez– fue quien dio cuenta al gobierno de la Provincia de Corrientes sobre los trabajos
realizados por la comisión exploradora y de la importancia de los yerbales allí descubiertos,
afirmándoles que podrían extraerse no menos de 300.000 arrobas anuales, pero con la
advertencia de que muy próximo al yerbal, habitaba una tribu compuesta de unos 142
individuos que prestaban obediencia al cacique Bonifacio Maydana (Luchessi, 1936: 12).
El encuentro de los yerbateros comandados por Felipe Tamareu en 1874 con las
tribus de indígenas implicó primero una negociación del espacio de la que no todos los
indígenas estuvieron de acuerdo ante el nuevo panorama de encuentros e intercambios que
se avecinaba a la región. Junto a la primera tribu se encontraba otra, “la que hasta hace
pocos años, formaban una sola, el otro cacique se llamaba Fracrán […] pero se dividió en
dos bandos por divergencias entre Fracrán y Maydana” (Tamareu en: Fernández Ramos,
1935: 107).
Esa situación evidenciaba una vez más los vestigios de los encontronazos entre las
comitivas yerbateras con los nativos. Ellos eran el fruto de muchos años de mutua
desconfianza y como resultado de esos desencuentros en los que una tribu atacó a una
comitiva yerbatera y dio muerte a la mayoría de sus integrantes pero adoptó al único
superviviente que por entonces era sólo niño de diez años de edad21
llamado Bonifacio
Maydana22
quien paradójicamente luego sería el líder del grupo que lo secuestró. El
disenso entre los dos líderes aborígenes para acordar con los yerbateros mostraba también
la complejidad de las relaciones que se establecían en ese ámbito ya que con las comitivas
comenzó la introducción de instrumentos como hachas, machetes, perros de caza y otros
implementos muy apreciados por los indígenas pero que generaron en esas sociedades
nuevas necesidades que posteriormente fueron el fundamento de futuros intercambios entre
los nativos y las sociedades nacionales que de ese modo iniciaban el largo proceso que los
transformaría en futuros trabajadores asalariados.
El comisario de yerbales Felipe Tamareu había propuesto al gobierno de Corrientes
realizar un reconocimiento del arroyo Piray Guazú para establecer el tramo navegable del
mismo o realizar la fundación de un pueblo en el punto más conveniente sobre la orilla
izquierda de la desembocadura de la rivera del río Paraná23
. Sin embargo esas sugerencias
no fueron atendidas por el gobierno de Corrientes y los hermanos Goicochea en
representación de los intereses de los empresarios yerbateros optaron por realizar con los
recursos públicos de su comuna realizar la exploración del interior del Territorio para
someter a la tribu de Bonifacio Maydana contratando para ese fin al brasileño Fructuoso
21 En su “segundo viaje a Las Misiones y el Alto Paraná” Ambrosetti (1892) comentaba que entre los
guaraníes era una costumbre muy difundida adoptar niños pequeños para educarlos dentro de sus pautas
culturales. 22 Bonifacio Maydana era natural de Santo Tomé, hijo de Roque Liberato Luga Maydana, dedicado al oficio
de maestro de postas que vivía en el paraje llamado Mberití entre los años 1845 y 1846 en momentos en que
la ciudad de Buenos Aires y los pueblos del litoral se hallaban privados de la yerba mate por el bloqueo
anglo-francés, circunstancia que afectó considerablemente el precio del producto y estimuló a algunos
comerciantes a la búsqueda de yerba en el Alto Uruguay. El capitán Jacinto Galeano, organizó una expedición
en la que acompañaban varios jóvenes del Departamento de Santo Tomé pero que tuvo mal suceso “pues en
una sorpresa que dieron los indios salvajes a su comitiva fue muerto, entre otros, dicho capitán, llevándose
cautivo al joven Maydana e ignorando sus deudos su destino le creyeron muerto”(Fernández Ramos, 1935:
107). 23 Actualmente se levanta en ese punto la ciudad de Puerto Piray, perteneciente al Departamento Montecarlo.
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Moraes Dutra24
, un conocedor del idioma tupi guaraní además de experimentado
explorador (Fernández Ramos, 1935: 107).
Por aquellos años Fructuoso Moráes Dutra era calificado como uno de los mejores
exploradores de la región por Adamo Luchessi25
– su sucesor en el rubro– quien lo
consideraba su “maestro para prepararme a la vida de la selva” y según la misma fuente,
el experimentado montaráz contaba por entonces con aproximadamente unos cuarenta años
de edad con carácter “bastante sociable para haber vivido siempre tan alejado de los
centros civilizados” pero que le valió para lograr un “conocimiento práctico de los peligros
y de los recursos de la selva virgen” (Luchessi, 1936:11).
El encuentro de Moraes Dutra con la tribu de Bonifacio Maydana quedó reflejado
en un relato vivamente comentado a la llegada de su comitiva a la ciudad de Posadas y
acompañado del cacique. El hecho significó un acontecimiento tuvo tal trascendencia que
incluso décadas después –a mediados de la década de 1930– aún resonaba en la memoria de
los antiguos pobladores. La llegada del explorador al campamento de Maydana se habría
producido con el acompañamiento de seis hombres a quienes dejó en posición de resguardo
ante una eventual emboscada bajo la consigna de que al oír un tiro penetraran hasta el
lugar, para atacar a los indios de la tribu que componían un total aproximado de unos
cuarenta y seis hombres que armados con arcos y flechas estaban en condiciones de pelear
(Fernández Ramos, 1935: 107). El clima de mutua desconfianza vivido en ese momento se
reflejó en los relatos de la conversación que fueron narrados a la llegada del explorador
quien probablemente se valió de la legua Tupí –idioma con el que Dutra y Maidana se
comunicaban habitualmente–.
En aquella ocasión el descubiertero interrogó al cacique diciéndole “¿Por que huye
Ud. de los suyos, de nosotros?” a lo que aquel respondió “Porque vienen sin duda a
hostilizarnos” y para persuadirlo de sus buenas intenciones el representante de los
yerbateros continuó diciéndole que estaba dispuesto a ceder posiciones para dar muestras
de confianza, resaltándole que ese era su cometido a lo que el cacique respondió:
“Entonces tire su escopeta y no dé un paso adelante”. Dutra sugirió al nativo para que
también se desarmara tirando sus arcos y flechas para que se produzca un mutuo desarme;
el descubiertero dejó caer su escopeta pero sin embargo Maydana no tiró su arco y la
situación se volvió tensa. Dutra nuevamente inquirió ya con alguna preocupación por la
razón por la que no se había desarmado a lo que obtuvo la respuesta; “usted tiene todavía
un arma” – en alusión al machete– a lo que el descubiertero respondió: “Esto no es un
arma, no es para pelear, es una herramienta indispensable para abrir piques, cortar ramas
24 Fructuoso Moraes Dutra había servido como intérprete en una Reducción brasileña de indios. Su padre
había sido llamado por un tiempo a la corte de Río de Janeiro para dar una charla sobre las costumbres y la
lengua Tupí al Emperador don Pedro II. Era semi-analfabeto pero hablaba, además del portugués, el guaraní y
el tupí corrientemente. “No conociendo las cartas geográficas, no sabía servirse de las brújulas; mantenía la
dirección con el surgir y el declinar del sol. En las jornadas nubladas se orientaba como podía con el curso
del agua, o con las especiales características del terreno” (Luchessi, 1936:12). 25 Ambos exploradores trabaron amistad y luego se separaron con destinos diferentes: “Dutra y Maydana se
dirigieron en canoa al Pirahy, y yo con diez hombres y las provisiones necesarias para producir yerba-mate
llegaba al puerto de Tacurupucú, después de quince días de remo y pértiga, sobre la chata Caledonia”
(Luchessi, 1936:11).
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y andar por el monte”. Finalmente los nativos se dejaron convencer, tiraron sus arcos y sus
flechas dando inicio a un trato más cordial. (Fernández Ramos, 1935: 107).
Luego de resolverse el momento de tensión Fructuoso Moraes Dutra habría
comenzado una arenga diciéndoles que “debían abandonar su vida y selvática, llena de
penurias, para dedicarse al trabajo útil; que se les suministrarían herramientas, víveres,
etc., que era necesario permitir a los cristianos que abriesen picadas para llegar a los
yerbales, lo cual redundaría en el beneficio de ellos mismos”. El discurso tuvo cierta
acogida entre los nativos quienes pactaron con los yerbateros a quienes en los años
siguientes se irían sometiendo con mayor intensidad (Fernández Ramos, 1935: 108).
Por otra parte, Bonifacio Maidana fue conducido por el río Paraná hasta el pueblo
de Trincheras de San José26
, lugar donde fue agasajado calurosamente por los vecinos y
permaneció unos días hasta que fue trasladado a la ciudad de Corrientes, donde los jefes de
Gobierno le brindaron acogida y fue ascendido al grado honorífico de capitán. Un testigo
de aquella travesía que conoció a Fructuoso Moraes Dutra afirmaba que vivía “en el único
albergue con techo de paja que entonces existía en Itapúa (Posadas)” y estaba
generalmente acompañado por Bonifacio Maidana a quien “tres meses antes había logrado
sorprender y conducir hacia la orilla del Paraná”. En ese momento “regresaba entonces
de Corrientes, donde había sido enviado por Goicoechea [Juan, quien entonces era
presidente del Concejo Municipal] para presentar a Maydana, sometido, al Gobierno de la
provincia. Maydana fue vestido con un uniforme militar de oficial, que al no estar cortado
a su medida, lo volvía sumamente torpe e incómodo para caminar” (Luchessi, 1936:11)
Desde 1875 quedó formalmente liberado para el tráfico y explotación de yerba
mate, la zona de las Altas Misiones en la costa del Alto Paraná argentino que abarcaba una
zona desde el pueblo de Corpus hasta la desembocadura del río Iguazú. En ese espacio
muchos empresarios yerbateros de Posadas y Santa Ana fueron a establecerse debido al
agotamiento de los yerbales de las zonas centro y sur misionera. En igual sentido y luego de
la pacificación de los indígenas27
, un buen número de yerbateros brasileños dejó el Alto
Uruguay para establecerse en los pueblos de Santa Ana, Loreto y San Ignacio con sus
familias, mulas de carga y perros de caza donde se dedicaron a la producción y transporte
de la yerba mate. El grupo de brasileños fue relativamente importante ya que introdujeron
la lengua portuguesa que rápidamente se generalizó en la zona. Según Luchessi (1936)
gran parte de esos yerbateros habían prestado servicio durante la guerra y por esa razón no
omitían nunca anteponer al propio nombre los grados militares obtenidos en el ejército. En
tanto, en el flamante enclave de Puerto Piray, pronto se distinguirían otros reconocidos
exploradores del Alto Paraná como Theodoro Gaspar y el “viejo Almeida” según narraba
Luchessi (1936), quienes adquirían reconocimiento al mismo tiempo que se consolidaban
las primeras Compañías explotadoras de yerba mate fundadas por experimentados
“sertonistas”, es decir hombres de la selva que habían realizado exploraciones mucho antes
26 En adelante ciudad de Posadas. 27
Con anterioridad al “pacto de la selva” los indios Guayanáes producían en Villa Azara (Paraguay)
pequeñas cantidades de yerba-mate que transportaban en canoas para intercambiarlas en Trincheras de San
José por objetos considerados de primera necesidad, siendo el principal comercio que tenía lugar entre dos
poblaciones del Alto Paraná.
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de 1875, como el situado a la misma altura del lado de la orilla paraguaya, donde se
levantaba el puerto de San Lorenzo28
.
Los “puertos” que fueron habilitados a modo de enclaves en los sucesivos años, en
su gran mayoría eran solo improvisados atracaderos de embarcaciones situados a las orillas
de los cursos navegables de los arroyos o el río Paraná y raras veces contaban con
instalaciones donde resguardar los cargamentos de yerba mate. Puerto Piray era en realidad
“un fondeadero” habilitado como portal de entrada a los yerbales silvestres de San Pedro
en el interior de Misiones y como única manifestación del “progreso”, los galpones de
Faraldo & Cia., que “sirve para depósito de las yerbas que elaboran en los yerbales de San
Pedro y que conducen allí por la picada de donde acabamos de salir”. En el lugar “no hay
ni una casa de negocio, nada absolutamente que indique que allí pueda formarse un núcleo
de población” a pesar de que aquel lugar era estratégico en la comunicación del interior de
Misiones por ser “el punto medio de la navegación del Alto Paraná” (Ambrosetti,
1892:110-111).
La principal picada de Misiones era por entonces la que partía de Santa Ana y
comunicaba a los yerbateros con el paraje de Ñú Guazú – actual Campo Grande–. Desde
allí otro tramo de unos cien kilómetros comunicaban con el puerto de San Javier – en la
costa del río Uruguay–;otro tramo de unos ochenta kilómetros llegaba a San Pedro,
mientras que la distancia de Piray a Campiñas de Américo – en la actual frontera con
Brasil– era de unos ciento cuarenta y seis kilómetros. De Piray a “San Pedro hay 77
kilómetros de picadas, y entre ese último punto y Campiñas de Américo, 69 kilómetros. Esa
gran picada se prolonga todavía hasta la población brasilera de Campo Eré. Todavía hay
una picada más antigua, que saliendo de Campo Grande se dirige a San Pedro,
empalmando con la de Paggi” (Queirel, 1897:221).
La relevancia de la picada de Piray residía en el estratégico lugar en que se
posicionaba dentro de la economía regional que se generaba a partir de la apertura del
frente extractivo ya que desde aquel punto podía accederse a los nuevos yerbales de
Misiones, además de los “antiguos” situados en el sur y centro del territorio29
al igual que
los situados en los estados Brasileños de Santa Catarina y la zona norte de Estado de Rio
Grande do Sul que también poseían ricos yerbales. La picada partía de las costas del Paraná
y comunicaba a San Pedro – situada en el centro de las Altas Misiones– y desde allí unía
su tramo con otras picadas que comunicaban a los yerbales de Paggi en la costa del
Uruguay, además de los parajes de Palmas y Campo Eré en el territorio en litigio con
Brasil. En el trayecto de las picadas abiertas en la selva de mayor prolongación, se
establecían puntos para que acampasen las comitivas con las tropas de mulas y bueyes. Para
28 Juan Bautista Ambrosetti tuvo oportunidad de visitar ese puerto en 1892 en compañía del empresario
yerbatero Juan José Arrillaga –quien en 1898, sería también socio comercial de Domingo Barthe en la
explotación de yerbas de Tacurú Pucú–. Por esos años esas tierras ya se encontraban bajo la propiedad de
Barthe y en ese punto se encontraban los yerbales más productivos. 29
Los caminos muy rudimentarios eran también llamados “picadas mulateras” porque esos animales las
transitaban dada la precariedad de esas vías abiertas “a fuerza de hacha y machete, cruzando los cerros por su
cima y laderas, con el suficiente ancho para que puedan transitar cómodamente los cargueros de mulas en
que se acarrea la yerba y demás mercaderías”. En esas ruta “son tan necesarios los puentes como en los
caminos del sur” ya que “la vegetación impidiendo el libre acceso del sol en ellas, hace que se sequen
después de las lluvias, mucho más difícilmente que aquellos otros caminos, y que con poco que sean
transitadas se descompongan mucho mas” (Queirel, 1897:220).
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ello se calculaba el recorrido que hacían los animales de carga en un día de viaje para que
descansaran durante la noche en los “pozos” o postas que generalmente “se ubican cerca
de alguna aguada y en sitios que, limitados por accidentes naturales, ofrezcan la seguridad
necesaria para soltar las mulas, sin temor de que en la noche se alejen o extravíen en el
monte”; ya que a veces esos lugares contaban corrales para encerrar las mulas30
y en otras
ocasiones con improvisados galpones de troncos y techos de paja para depositar las
“bruacas”31
de yerba mate bajo resguardo. “Estos sitios se llaman repuntes. Para
conseguir eso se cierra, además la picada provisoriamente. Fuera de ellos nada
interrumpe durante leguas la selva (…) está por demás decir que por las picadas no
transitan vehículos de ruedas, sino mulas” (Queirel, 1897: 321). La exploración y la explotación de la yerba mate en el interior de las Altas Misiones
estimularon la apertura de más picadas, las cuales se transformaron en la infraestructura básica de
comunicación hacia el interior que posibilitaron la extracción, procesamiento y consumo de la
yerba mate silvestre en otros puntos. El frente extractivo avanzaba implacable en la ocupación del espacio aunque no promovía el asentamiento estable de habitantes, sino que se basaba en los ciclos
del trabajo temporario de los peones obrajeros los cuales eran contratados principalmente en las
ciudades de Posadas y Encarnación (Ambrosetti, 1892).
El incremento de la explotación de los obrajes derivo también en la regularización de las comunicaciones fluviales en los años siguientes y para 1892 ya existían varias líneas regulares de
vapores que prestaban servicio en una travesía en la que atracaban en los diferentes puertos de
obrajeros que se abrían sucesivamente en ambas márgenes del río hasta alcanzar el puerto paraguayo de Tacurú Pucú
32, “donde la empresa La industrial paraguaya tiene grandes depósitos
de yerba que explotan en sus inmensos yerbales” y muy cerca de aquel puerto se encontraba el
extremo navegable situado en los saltos del Guayrá (Ambrosetti, 1892: 110).
Los hermanos Juan y Francisco Goicoechea actuaron en los primeros años de posguerra desde la ciudad de Posadas como los representantes más dinámicos de una elite local que
desplegaba el ámbito de sus intereses en la región altoparanaense e introdujeron los primeros
vapores comerciales que remontaron desde 1876 regularmente desde aquella ciudad al puerto de Piray, desde donde transportaban exclusivamente yerba mate. Sin embargo el desconocimiento de
los peligros del rio, hizo que uno de sus vapores encallara tras un accidente en las costas de la isla
Caraguatay – situada a pocos kilómetros del puerto de Piray – que derivó en un gran perjuicio económico que influyó en el detrimento del liderazgo que habían alcanzado. El elevado costo de los
fletes y la pérdida del principal medio de transporte posiblemente motivaron años después el
abandono aquel emprendimiento yerbatero que fuera uno de los primeros en el Alto Paraná.
Ambrosetti en 1894 divisó los restos el vapor Teresa, “como el rio estaba muy bajo pudimos apreciar una playa de grandes rocas, cortadas en forma muy parecida a la del basalto y sobre
estas los restos del vapor Teresa, que hace algunos años se estrelló contra ellas” aquella
embarcación naufragó luego de chocar contra piedras del lecho del río y era visible el casco
30La picada de Puerto Piray generó algunos parajes habitados hasta la actualidad, directamente vinculados a la
salida y el transporte de productos derivados del frente extractivo desde el interior. Piray 18, kilometro 22,
colonia Guaraypo, Mborá entre otros puntos situados en cercanías de la actual ruta 16 – la antigua picada
que comunicaba con San Pedro y Campo Eré. 31 Las bruacas eran recipientes hechos de cuero vacuno sin curtir que servían para transportar la yerba mate
procesada. El sistema fue abandonado luego por antihigiénico reemplazándoselo por barriles elaborados en
madera de araucaria 32 Por entonces “tres vapores hacen carrera del Alto Paraná entre Posadas y Tacurú Pucú: El San Javier y el
Lucero de la Compañía La platense, hacen un viaje mensual cada uno y el Félix Esperanza, propiedad de
don Juan Goycochea, hace dos viajes sin itinerario fijo; además hay varios buques de cabotaje que viajan
frecuentemente y un sin número de canoas” (Ambrosetti, 1892: 110).
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“completamente en seco, abollado, abierto en varios puntos y cerca de él desparramadas las calderas y diversas piezas” (Ambrosetti, 1894: 54-55).
A pesar de algunos infortunios y naufragios que malograron algunas empresas, las
embarcaciones a vapor constituyeron el medio más eficaz y barato para el desarrollo de las
comunicaciones y el transporte entre los numerosos obrajes que se hallaban diseminados a lo largo de las costas del Territorio Nacional de Misiones, Paraguay y Brasil y desarrollaron un circuito con
un recorrido que culminaba a los pies del Salto Guayrá. Como resultado de la exploración y
apertura del espacio para la explotación económica de los recursos naturales, entre 1880 y 1900 que eran explotados con mayor intensidad, fueron abiertos nuevos obrajes en ambas márgenes del
río Paraná, los cuales se sumaron al frente extractivo. También se sumaron muchos nuevos
empresarios yerbateros, muchos de los cuales eran contratistas que adquirían derechos de explotación alquilando parcelas a los propietarios de las grandes extensiones de tierra
33, luego de
que las mismas pasaron a manos privadas en la región en la década de 1880 o actuaron como
administradores de grandes empresas con sede en Buenos Aires.
Los “puertos” que más prosperaban eran aquellos que se ubicaban en los sitios en los que se producía la confluencia del rio con las picadas más largas por donde las comitivas de peones se
internaban al interior para sacar la producción yerbas y maderas en mulas y carros tirados por
bueyes. En el proceso de regularización de navegación fluvial del Alto Paraná intervinieron al principio numerosos pequeños y medianos vapores de los empresarios yerbateros que pertenecían a
la primera generación de la élite local residente en Posadas que constituyeron las primeras
empresas de navegación, pero con la intensificación de la actividad del fluvial y la formación de
poblados estables en el Ato Paraná34
fueron consolidándose los primeros monopolios de la explotación yerbatera y de obrajes que contaban con transporte propio. La actividad del puerto de
Posadas de ningún modo se restringió exclusivamente al territorio misionero ya que constituyó el
mayor epicentro de la explotación yerbatera en una región que involucraba también a los yerbales del sur de Mato Groso- donde operaba la Compañía Matte Larangeira- al igual que los de Tacurú
Pucú en territorio paraguayo – que luego sería exclusividad de La Industrial Paraguaya-.
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AMBROSETTI Juan Bautista. (1892): Viaje a las Misiones Argentinas y Brasileras
33 Luis Arrechea, Santiago López y Cia. Pedro Labat, Pablo y Gregorio Pomar, Honorio y Osorio Perié, Isidro Dioverti, Ayala y Vega, Ricardo Faraldo, Moisés S. Bertoni, Juan Caferatta, Arturo y Carlos Escalada, Diego
Krieger, Ángel Botta Castelli, Jaime Pagés, Julio T. Allica, José Schimilffen, Retto Bertone, Adolfo De
Burgoing y Domingo Barthe entre otros (Fernández Ramos, 1935: 105). 34 Pueden citarse a las poblaciones Argentinas de Candelaria, Santa Ana, Corpus Puerto Piray y los
innumerables obrajes de esa costa. El puerto paraguayo Encarnación hasta Tacurú Pucú y los innumerables
obrajes en ese tramo en esa orilla. En tanto que en Brasil la colonia militar de Foz de Iguaçú y las del Estado
de Paraná, además de las poblaciones vinculadas a la empresa Matte Larangeira (Guayrá, Campanario y
Dourados) en el Estado de Mato Grosso. (Véase: Linhares, 1969, también Bolsi, 1985)
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Colonización y explotación rural: la diversificación productiva
entre los suizos de Línea Cuchilla como estrategia ante el falso llamado
del oro verde.
Laura Mabel Zang
Universidad Nacional de Tres de Febrero
Tres de Febrero- Buenos Aires
lauramabelzang@yahoo.com.ar
Resumen
Ruiz de Montoya fue escenario de dos procesos inmigratorios. Hacia 1920 “Cuña
Pirú” se convirtió en foco de asentamiento de inmigrantes de origen alemán-brasilero y
alemanes de Alemania atraídos por la Compañía Colonizadora Alto Paraná Culmey y Cía.,
dirigida por Carlos Culmey.
Para 1936-1937 arribaron suizos a “Línea Cuchilla”, atraídos por la política
migratoria adoptada por Suiza con el objeto de paliar los efectos de la crisis económica por
el que estaba atravesando ese país.
Los objetivos de este trabajo radican en estudiar el desarrollo y consolidación de las
colonias Cuña Pirú y Línea Cuchilla centrándonos en los inmigrantes suizos arribados a
mediados de 1930.
Las actividades económicas desarrolladas por éstos fueron diferentes a las que
llevaron a cabo quienes se arraigaron en Oro Verde y Santo Pipó una década antes pues
aunque “el llamado del Oro Verde” persistió, ya no pudieron cultivar yerba mate debido a
la regulación de las plantaciones con la creación de la CRYM en 1935.
Introducción
Ruiz de Montoya –situada en el Alto Paraná en Misiones– fue escenario de dos
procesos inmigratorios: uno a comienzos de la década de 1920 en Línea Cuña Pirú con
inmigrantes de origen alemán y principalmente germano-brasileño que llegaron atraídos por
la Compañía Colonizadora Alto Paraná Culmey y Cía.; en tanto que el segundo grupo de
inmigrantes era de origen suizo y se asentó en Línea Cuchilla hacia mediados de la década
de 1930, la mayor parte de ellos atraídos por la política migratoria suiza adoptada con el
objeto de paliar los efectos de la crisis económica que atravesaba en ese entonces dicho país
europeo.
Para contextualizar la situación, en este trabajo se analizan ambos procesos
inmigratorios para centrarnos en el segundo grupo, principalmente en las estrategias
económicas que éstos desarrollaron una vez asentados en territorio misionero.
El marco temporal estudiado abarca desde 1920 hasta 1945, es decir, desde el inicio
de la colonización privada y el asentamiento de inmigrantes alemanes y alemanes-
brasileños en Línea Cuña Pirú, seguido luego del proceso colonizador con inmigrantes
suizos de mediados de la década de 1930 en Línea Cuchilla hasta mediados de la década de
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1940, fecha en que se consolidó la primera Comisión de Fomento y se integraron Línea
Cuña Pirú y Línea Cuchilla bajo el nuevo municipio de Ruiz de Montoya.
Metodológicamente, la realización de entrevistas semi estructuradas a los
inmigrantes suizos y el análisis de las memorias escritas por gran parte de éstos, permitirá
obtener información de primera mano desde la perspectiva de los actores acerca de la
colonización agrícola y la organización del espacio por los colonos.
Ruiz de Montoya y sus procesos inmigratorios
Inmigrantes alemanes y alemanes-brasileños en Línea Cuña Pirú
Entre los factores que favorecieron el asentamiento de esta primera corriente de
inmigrantes durante la década de 1920, tuvo un peso importante la política dirigida primero
por la Compañía Colonizadora Alto Paraná Culmey y Cía. y después de 1925 por la
Compañía Eldorado Colonización y Explotación de Bosques con el ofrecimiento de ciertas
facilidades en la adquisición y pago de la tierra a los colonos para su instalación en Puerto
Rico, Montecarlo y Eldorado.
Asimismo, entre los alemanes-brasileños tuvo gran repercusión en la decisión de
emigrar en primer lugar, la declaración de guerra de Brasil hacia Alemania en 1917 y la
clausura de escuelas y el despido de docentes de las mismas ocurridos como consecuencia
de ello; en segundo lugar, el fraccionamiento de las unidades económicas en las colonias
alemanas del sur de Brasil que les restaba rentabilidad.
Por su parte, los inmigrantes alemanes provenientes de la metrópoli, emigraron
debido a la situación económica de este país europeo tras la Primera Guerra Mundial.
El Tratado de Versalles en 1919 impuso a Alemania la obligación de pagar las
reparaciones y los daños causados a los países vencedores durante la guerra: por la llamada
“cláusula de culpabilidad” se hizo a este país el único responsable del conflicto bélico. Si
bien el monto que debía pagar no se precisó, el objetivo principal fue perpetuar la
debilidad alemana y tener medios para presionarla; esto se pudo concretar por un lado, con
la ocupación francesa del Ruhr y por medio del endeudamiento del país (Hobsbawn
2007:105-106).
En este contexto, los alemanes que arribaron a Misiones se concentraron
principalmente en Eldorado y Montecarlo, mientras que la procedencia de los inmigrantes
que llegaron a Puerto Rico fue mayormente de Brasil.
Las compañías de colonización encargadas de la venta de lotes estuvieron a cargo
de Carlos Culmey35
para Montecarlo y Puerto Rico; mientras que Adolfo Schwelm se
ocupó de ello en la colonia Eldorado al norte de las anteriores.
En todos estos casos se pretendió consolidar una suerte de medianos propietarios
con parcelas de entre 25 y 30 hectáreas. Sin embargo, a estos lotes se fijaron precios
uniformes sin atenderse a la calidad de la tierra de cada uno ni la distancia que existía entre
35 Carlos Culmey fue un ingeniero alemán, nacido en la localidad germana de Neuweid, el 19 de junio de
1879. Con la ayuda del sacerdote Federico Lassberg, entre 1919 y 1924 dirigió la empresa colonizadora “Alto
Paraná Culmey y Cía.” de cuyas campañas surgieron Montecarlo, Puerto Rico, Capioví y Ruiz de Montoya.
Después de la fusión de la Compañía Alto Paraná Culmey y Cía. con la Compañía Eldorado Colonización y
Explotación de Bosques a cargo de Adolfo Schwelm, Carlos Culmey retornó al sur de Brasil donde continuó
su labor colonizadora. (Culmey 1999: 17- 26).
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estos y las principales vías de comunicación. En el caso de alemanes y alemanes-brasileños,
la Compañía Colonizadora Alto Paraná Culmey y Cía. realizó gran parte de los contratos de
compra y venta hacia los colonos en Brasil; de allí que muchos de los inmigrantes no
conocieran con antelación el espacio que debían habitar.
En Línea Cuña Pirú la aptitud de las tierras con fines agrícolas era menor y se
encontraban más alejadas del Río Paraná y de los principales caminos que comunicaban
con Puerto Rico y Capioví que las que estaban ubicadas en Línea Cuchilla.
Muchos de los inmigrantes consideraron por ello que en la distribución de lotes
efectuada en 1920 en Línea Cuña Pirú se había recurrido a “tretas” para que la venta sea
efectuada más rápidamente; Jacob Nobs señaló que “la elección del predio había sido
sencilla” pues en el plano que la compañía colonizadora les presentó la mayoría de los lotes
estaban vendidos a los colonos alemanes-brasileños, pero “con el tiempo […] descubrimos
que casi todos estos compradores […] habían sido ficticios o soñados, o que había sido una
treta para aumentar el valor de la tierra” (Nobs en Gallero 2008: 51).
Para la Compañía Colonizadora Alto Paraná Culmey y Cía., la activación de la
“producción agrícola tenía el objeto de dar vida a la colonia” (Gallero 2009a:116) y por ello
se vendieron lotes en lugares distantes como Línea Cuña Pirú, donde fue indispensable ni
bien se asentaron los inmigrantes crear caminos para la comunicación de estos entre sí,
con otras localidades como Capioví y Puerto Rico y para la salida de los productos
agrícolas que permitan el crecimiento de la colonia.
Muchos de estos caminos surgieron sobre las bases de lo que fueron las picadas36
durante el frente extractivo. De este modo, el sistema de parcelamiento Waldhufendorf37
,
con el parcelamiento de lotes de formas irregulares, debía asegurar por un lado que cada
lote tuviese acceso al agua para poder realizar cultivos agrícolas; por otro lado, permitir
que las chacras de las distintas familias estuvieran unidas por picadas y tengan una mejor
comunicación entre ellas.
La planificación de Cuña Pirú como futuro centro urbano fue un factor de gran peso
en la venta de los lotes (Minder 2010). Johann Christian Theler describió la forma en que le
fueron asignados los mismos por Carlos Culmey quien le aconseja su instalación en dicho
lugar porque tendría un futuro más prometedor que Puerto Rico puesto que “se había
mensurado aproximadamente tres kilómetros cuadrados para una ciudad” con el objetivo de
formar una comunidad centralmente situada entre las colonias de Puerto Rico y San Alberto
sobre el río Paraná y Campo Grande y que esta nueva comunidad […] quedaría unida al
puerto de Tabay sobre el Paraná […] y ello era favorable por estar mucho más cerca de
Posadas (en: Gallero 2008: 29).
La venta de tierras de la Compañía Colonizadora a los inmigrantes fue concretada
sin que estos conocieran previamente los lotes que adquirían y ésta fue una de las causas de
que decidieran re-emigrar ni bien obtuvieran algún dinero. Gran parte de los colonos
llegaban con la idea no sólo de ser propietarios de sus tierras sino con la convicción de que
las colonias agrícolas estaban más organizadas; sin embargo, se encontraron con la selva
como paisaje predominante (Reckziegel, 2010).
36 La Real Academia Española define a las picadas como “camino o senda abierta por el hombre a través de la
espesura del monte.” 37 El término corresponde a una palabra compuesta: Wald/ bosque; Hufen/ porción de tierra; Dörf/ Pueblo.
(Gallero 2009 a).
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A pesar de esta situación, la adaptación al medio de los inmigrantes alemanes-
brasileños fue más sencilla debido a que en Brasil contaban con dos y hasta tres
generaciones de agricultores en sus familias; además, las tareas agrícolas y los cultivos que
se llevaban a cabo en este país eran similares a los que se producían en Misiones. Estos
factores les daban una ventaja en cuanto a cómo y de qué manera organizar sus chacras
respecto a los recién llegados de Europa; en muchas oportunidades oficiaron de maestros
en la enseñanza de las tareas agrícolas a los alemanes provenientes de Alemania y a los
suizos.
Las colonias de alemanes-brasileños en el Alto Paraná Misionero fueron
organizadas por credos religiosos para evitar conflictos: las colonias de Puerto Rico,
Capioví y Ruiz de Montoya fueron pobladas por inmigrantes alemanes-brasileños católicos,
mientras que en Montecarlo arribaron principalmente protestantes.
Hacia 1924 –año de la fusión de la Compañía Colonizadora Alto Paraná Culmey y
Cía. con la Compañía Colonizadora Eldorado Colonización y Explotación de Bosques–, el
ingreso de inmigrantes alemanes y alemanes-brasileños a Puerto Rico se redujo debido a
varios factores. En primer lugar, hacia 1921 se produjo una epidemia de paludismo en la
región del Alto Paraná que generó pánico y desacreditó a las colonias en formación
(Culmey 1999: 67).
En segundo lugar, la crisis del Ruhr que se produjo en Alemania en 1923 restringió
la salida de alemanes del país ante el peligro de ruptura de las relaciones franco-alemanas38
.
En tercer lugar, la devaluación de la moneda en Brasil causó la imposibilidad de
comprar lotes a muchos colonos debido al aumento de precios de los mismos en relación al
dinero brasileño (Gallero 2009a: 123; también Reckziegel 2010).
La fusión de ambas Compañías repercutió en la distribución espacial de los
inmigrantes pues, de acuerdo con Adolfo Schwelm39
, se dejó de lado la separación de
protestantes y católicos, hecho que explica que para 1936 y 1937 se haya permitido el
asentamiento de inmigrantes suizos en Línea Cuchilla cuando estos en su mayoría
pertenecían a la Iglesia Evangélica Suiza.
Inmigrantes suizos en Línea Cuchilla
En la segunda mitad de la década de 1930 ingresaron a Misiones inmigrantes de
origen suizo. Éstos decidieron emigrar debido a la situación económica por la que
atravesaba Suiza durante este período y por la política inmigratoria que adoptó ese país.
Hasta la segunda mitad de los años veinte, Suiza experimentó una recuperación económica
notable y para 1929, el número de población desempleada se redujo a 8000.
38 Francia, preocupada por perpetuar el debilitamiento económico de Alemania, en 1923 ocupó su corazón
industrial con la “excusa de que los alemanes se negaban a pagar” la deuda de guerra que les impuso el Tratado de Versalles. Sin embargo, para 1924 “tuvieron que tolerar el fortalecimiento de la economía
alemana” (Hobsbawn 2007: 106). 39 Adolfo Julio Schwelm nació el día 29 de septiembre de 1882 en la ciudad de Frankfurt, Alemania. Llegó a
la Argentina en el año 1914, como Delegado bancario para la América del Sur. En 1919 arribó a Misiones,
donde compró 82 mil hectáreas con el apoyo financiero de la Banca Tornquinst y estableció la
empresa “Compañía Eldorado Colonización y Explotación de Bosques” con el objetivo de asentar “un
número considerable de europeos afectados directa o indirectamente por la guerra y por la crisis que en
Alemania se vivía después del conflicto” (Abínzano 1985: 536).
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Sin embargo, la caída del mercado de valores de Nueva York y la posterior crisis
económica mundial no lograron escapar a la vista de Suiza, aunque el inicio de la fase de
depresión comenzó con un retardo en el tiempo si se lo compara con lo que sucedió en
otros países. De este modo, para 1936 el desempleo de dos dígitos se levantó otra vez y
alcanzó su cenit con más de 93.000 (Schneider 1998: 196-197) al mismo tiempo que el
franco suizo se devaluó en un 30% en 1936.
Las personas que decidieron emigrar en este período, provenía del sector urbano
siendo los trabajadores de la construcción y de la industria textil los más afectados por las
medidas económicas y por los despidos de personal.
En este contexto, la promoción de la colonización y la financiación de la misma fue
una de las salidas a la crisis. Con la organización de las nuevas colonias se pretendió que
los emigrados lograsen medios de subsistencia.
A partir de la firma del Tratado Suizo-Argentino sobre Emigración y Colonización
del 6 de julio de 1937, se expatriaron más de cincuenta familias de suizos hacia la
Argentina. El punto de destino fue el Territorio Nacional de Misiones, no solamente por la
accesibilidad de la tierra, sino también porque provistos “de un capital inicial no superior a
4000 francos” (Ferrari 1942: 37), la venta de madera nativa de las unidades económicas
proporcionaría un ingreso extra a los futuros colonos.
Según los cálculos realizados por Luis Ferrari, esta cantidad de dinero era suficiente
como para cubrir los gastos del traslado primero de Suiza a Buenos Aires y luego a
Misiones, adquirir un lote de tierra de entre 20 y 25 hectáreas, edificar la casa de madera y
el galpón, afrontar el desmonte de tres hectáreas, comprar algunos animales domésticos
(una vaca y aproximadamente 10 cerdos y 20 gallinas) y el dinero sobrante para cubrir
necesidades básicas las primeras plantaciones comiencen a dar frutos (Ferrari 1942: 28-
29).
En Misiones, a diferencia de las provincias de clima templado, un total de veinte a
veinticinco hectáreas de monte representaban una extensión económicamente rentable para
que una familia pudiese lograr la subsistencia que en Suiza no tenía.
Estas veinte hectáreas a partir del convenio firmado entre Suiza y Argentina se
redujeron en su costo: “en la Colonia de Puerto Rico, al precio de setenta pesos por
hectárea, en lugar de ciento diez y ciento veinte pesos que era el precio que se abonaba por
estas mismas tierras hasta cuatro o cinco meses atrás” (Ferrari 1942: 27)40
.
De esta manera, en las primeras cuatro décadas del siglo XX, más del 60% de los
suizos emigrados a la Argentina se instalaron en Misiones.
Para 1939 el 74% como en este caso de los suizos subvencionados que ingresaron al
país se radicaron en Misiones sobresaliendo como focos de asentamiento las colonias de
Línea Cuchilla, Puerto Mineral, Oberá, Eldorado y Puerto Esperanza, entre otras (Glatz
1997: 131-149).
Hacia 1939, el ingreso de inmigrantes se interrumpió debido a que, por un lado, las
fronteras de Suiza fueron cerradas herméticamente salvo por otorgamiento de permisos
40 En Eldorado –comentó Ferrari– uno de los colonos suizos que arribara unos meses antes de la firma del
Convenio de Inmigración entre Suiza y Argentina, paga ciento diez pesos la hectárea de tierra abonando el
40% del monto correspondiente a veinte hectáreas al contado, al acercarse el vencimiento de la cuota y no
contando con los recursos para solventar la misma le solicita ayuda. Este colono plantea su queja a Ferrari,
sosteniendo que los otros inmigrantes llegan con dinero “fácil” y consiguen la tierra a un precio mucho más
bajo que los que vinieron con medios propios.
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especiales y por otro, la desocupación se redujo siendo el Ejército un empleador destacado
en éste período.
Hacia 1937, no todos los suizos que arribaron a Ruiz de Montoya lo hicieron en el
marco del Tratado Suizo-Argentino, sino movilizados con recursos propios. Hacia 1936
arribaron inmigrantes suizos movilizados con recursos propios que se ubicaron en Línea
Cuchilla; entre estos pueden ser mencionados las familias Studer, Bärchin, Lenzin, Müller,
Herziger, Muster, Herzog, Burri, Schweri, Schedler, Zimmermann, entre otros.
El destino original para muchos de estos inmigrantes había sido Canadá, “pero
debido al dólar alto y a la devaluación del franco suizo (en 1936), tuvieron que emigrar a la
Argentina, donde los costos de vida eran inferiores a Canadá” (Glatz 1997: 205).
La familia Lorenzo Zimmerman, por ejemplo, emigró de Suiza no tanto como
consecuencia de la crisis económica sino porque “todos se daban cuenta que había una
guerra en la puerta”. Si bien el destino elegido fue Canadá, “Misiones nos gustó porque
había mucha madera en el monte y nosotros en Suiza ya teníamos un aserradero”, lo que
implicó tener más o menos resuelto la obtención de las materias primas para su
funcionamiento (Zimmermann 2010).
¿Colonos o campesinos? Organización de la chacra entre los inmigrantes suizos.
La diversificación de la producción como estrategia ante el “falso llamado del Oro Verde”
En Ruiz de Montoya durante la etapa que estudiamos la tarea principal estaba dada
por la explotación agrícola. Una vez asentados, los inmigrantes comenzaban a organizar las
plantaciones en sus chacras.
Tras dos o tres años las parcelas de tierras que eran sometidas a rozado41
y se
realizaban siembras de maíz, comenzando a ser plantados principalmente con yerba y tras
la regulación de este cultivo, con tabaco y té. Johann Christian Theler en sus memorias
escribió:
Cuando surgieron las primeras colonias en el Alto Paraná, el alboroto
por la yerba era tan grande, que los grandes capitalistas así como los
pequeños colonos, plantaron cientos de miles de plantas por año, hasta
que, debido al exceso de producción, una pesada crisis se abatió sobre
todos (Gallero 2008, 34).
El éxito de la producción de yerba mate42
de cultivo en el Territorio Nacional de
Misiones durante las primeras décadas del siglo XX generó “un grave conflicto con los
41 Tras el desmonte, el rozado consistía en la quema de los restos vegetales para la limpieza del espacio que con posterioridad se emplearía como chacra. Sin embargo, esta práctica a pesar de facilitar y agilizar la
limpieza de la parcela de tierra, provocó paulatinamente la pérdida de fertilidad del suelo por el uso del fuego. 42 Según estimaciones de Daumas, la producción de Misiones en 1929 fue de aproximadamente 20.000.000
Kg. y para el año 1930 fue de 25.000.000 Kg. En 1928, del consumo de yerba mate del país calculado en
90.000.000 Kg., solamente 17.800.000 Kg. fue de procedencia nacional y la restante extranjera donde
concurrieron el Paraguay y Matto Grosso con 22,16%, Río Grande con el 8,31% y Paraná/Santa Catarina con
el 69,53%. De este modo, “no hay, ni puede haber superproducción interna; pero hay superoferta, debido a la
fácil concurrencia del artículo extranjero en el mercado nacional”. (Daumas 1930: 8, 11 y 12).
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industriales brasileños, virtuales dueños del mercado consumidor argentino, y había sumido
en una crisis de precios al sector” (Magán 2008: 3).
Por su parte, en la Argentina la crisis económica provocó la caída de los precios
internacionales de las materias primas; en ese contexto, a partir de 1931, el gobierno de
Agustín P. Justo implementó medidas de carácter intervencionista para paliar los efectos de
esta situación. Entre 1933 y 1938, como consecuencia de la importación de yerba
canchada43
desde Brasil, el 40% del consumo nacional pasó a estar abastecido por la yerba
de esta procedencia y debido a ello el cultivo de yerba nacional fue regulado por la
Comisión Reguladora de la Yerba Mate44
–CRYM– creada por ley Nº 12236 del 04 de
octubre de 1935 (Medina 1996: 19-20)45
.
Estos hechos impidieron que los inmigrantes que se asentaron en Línea Cuchilla a
partir de la segunda mitad de la década de 1930 cultivasen yerba mate y debido a ello
debieron optar por cultivos alternativos que además figuraban como plantaciones necesarias
para asegurar la subsistencia del núcleo familiar, como por ejemplo: maíz, mandioca,
poroto, hortalizas, tabaco y té.
De este modo, las actividades económicas desarrolladas por estos inmigrantes
fueron diferentes a las que llevaron a cabo aquellos que se arraigaron en Oro Verde y Santo
Pipó una década antes pues aunque “el llamado del Oro Verde” persistía, ya no pudieron
cultivar yerba mate debido a la regulación que ejerció la CRYM (Zang 2013).
Vida agraria y economía colona
Durante los primeros años, los colonos se vieron en la necesidad de realizar la
limpieza de sus lotes, labor que no fue fácil sobre todo para los inmigrantes que provenían
directamente de Europa, como fue el caso de los suizos.
Para el desmonte y rozado fue necesario recurrir en muchos casos a la contratación
de mano de obra para llevar a cabo estas tareas a las que no estuvieron habituados, aunque
no siempre contaron con el capital para poder emprender semejante gasto más aún cuando
las chacras no estaban todavía en producción. Por ello, la subvención que otorgó el
gobierno suizo fue de gran ayuda.
La adaptación al medio de los inmigrantes alemanes-brasileños fue más sencilla
debido a que en Brasil contaban con dos y hasta tres generaciones de agricultores en sus
familias; además, las tareas agrícolas y los cultivos que se llevaban a cabo en este país eran
similares a los que se producían en Misiones.
Estos factores les daban una ventaja en cuanto a cómo y de qué manera organizar
sus chacras respecto a los recién llegados de Europa; en muchas oportunidades oficiaron
43 Proceso por el cual una vez secada la yerba, con el fin de facilitar su embolsado y transporte, se somete la
misma a un proceso de trituración, fraccionándolo en pedazos más o menos pequeños, y por lo general no mayor de un centímetro cuadrado y corresponde al proceso previo a la molienda. Esta operación se llevaba a
cabo esparciendo la yerba sobre un lugar plano, recubierto de arpilleras, a las que denominaban "canchas"; de
allí deriva el término "canchado". 44 En el país durante la década de 1930 fueron creados varios organismos de este tipo, entre los que pueden
nombrarse la Junta Nacional de Carnes y la Junta Reguladora de Granos. (Magán 2008: 2). 45 “Privilegiando las buenas relaciones con la vecina República de Brasil, importante compradora de trigo, la
misión fundamental de la CRYM era, en ese momento, dar cabida en el mercado a la yerba mate de ese
origen”. (Magán 2008: 3).
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de maestros en la enseñanza de las tareas agrícolas a los alemanes provenientes de
Alemania y a los suizos.
Entre los colonos, al igual que en el campesinado, la mano de obra familiar no era
contada como un recurso económicamente cuantificable en cuentas de la explotación
(Chayanov 1981: 56). Si se atiende a este factor y a la escasa participación de mano de obra
asalariada dentro de las unidades económicas de los colonos durante el período de
consolidación de la colonia, puede comprenderse porqué gran parte de los inmigrantes
tuvieron familias numerosas. Los mismos dueños de grandes yerbales consideraron que esta
prole numerosa era una ventaja pues:
el colono plantador que aborda la empresa con la ayuda personal de su
familia posee enormes ventajas sobre las sociedades capitalistas, por
cuanto no solamente reduce los gastos de plantación y explotación a su
mínima expresión, sino que la estupenda fertilidad de las tierras
misioneras le brinda otros cultivos arroz, tabaco, maíz, mandioca,
naranjas, algodón, tártago, etc., de los cuales saca su subsistencia durante
los años ingratos del comienzo (Daumas 1930: 8).
Cuando se obtenían los medios indispensables para garantizar la supervivencia y
alimentación del grupo familiar y el almacenamiento de lo necesario para la cría de
animales domésticos, muchas veces se recurría a la venta de los excedentes dándose así
sustento a una economía de carácter más mercantil.
De esta forma, en una primera etapa la recurrencia a mano de obra asalariada fue
prácticamente nula salvo en trabajos de rozado de monte; en una segunda etapa en cambio
se registra un aumento en el uso de trabajo asalariado debido al ingreso de dinero generado
por la venta de los productos de la chacra y corresponde también al inicio de la
mecanización de la unidad económica (en un primer momento la mecanización estuvo
orientada a la compra de tractores y rastras y una vez que se contaban con estos
implementos, la adquisición de trilladoras y macheteadoras fue muy importante).
La lógica que operó en gran parte de este proceso fue la de la consideración de que
a más barata la mano de obra, mayores serían los réditos. Los criollos ofrecían de este
modo su fuerza de trabajo a los colonos y se convertían en trabajadores proletarios
estacionales46
.
Otra variable que influyó en la necesidad de recurrir al uso de mano de obra de
“criollos” fue la cantidad de tierras que contaban con una explotación.
Si bien muchos inmigrantes durante los primero años de colonia optaron por no
recurrir al empleo de mano de obra fuera del núcleo familiar, una vez que lograron
acumular capitales y riquezas se tornó más frecuente el empleo de mano de obra asalariada
en sus chacras. Así, “de los campesinos –señalan Archetti y Stölen– los colonos conservan
el trabajo doméstico […] y de los capitalistas el uso de fuerza de trabajo asalariada para los
trabajos de carpidas y cosecha” (Archetti y Stölen 1975: 147).
46 La existencia previa de un proletariado rural conformado durante el período extractivista en Misiones,
según Roberto Abínzano aportó la mano de obra barata para los colonos, situación que permitió el desarrollo
de procesos de producción de tipo capitalista (Abínzano 1985: 380).
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Los colonos no llegan sin embargo a constituirse en capitalistas pues a diferencia de
una empresa de este tipo, no buscan obtener “un excedente regular y una rentabilidad
económica” (Bartolomé 2007: 129).
Durante la década de 1930 y comienzos de la década de 1940 fue muy común que
los obreros de la empresa Martin y Cía. instalada en Puerto Mineral en períodos donde la
zafra de la yerba había cesado salieran a buscar trabajo –por lo general en cosechas de
productos agrícolas o en el desmalezado– en las chacras de los colonos hasta tanto los
trabajos en los yerbales se reactivaran. Mauro Minder señalaba que en algunos períodos del
año en la colonia se asentaban grupos de trabajadores en su mayor parte de origen
paraguayo sin residencia fija en la colonia y de allí que se difundiera entre muchos colonos
la imagen del criollo como nómade y vago (Minder 2010).
De este modo, según los datos de la encuesta realizada a comienzos de la década de
1970, de 1200 casos tomados en Misiones, “el 71,3% de los productores propietarios de
Misiones son de origen o ascendencia “europea o euro-americana” mientras que el “92% de
los asalariados rurales […] corresponden a la categoría de “americano o argentino
indiferenciado”; es decir, según Víctor Rau hay una coincidencia entre las formas de
inserción ocupacional y la ascendencia étnica que se perpetuó en el tiempo (Rau 2012: 72).
Una vez que el “colono” lograba la acumulación de riquezas y la capitalización de
su chacra, la orientación se modificaba y se optaba por aumentar el empleo de mano de
obra fuera del grupo familiar.
A diferencia entonces del campesinado concebido como un conjunto de productores
agrícolas orientados a la subsistencia, los colonos son productores agrarios que acumulan
ganancias pero sin llegar a constituirse en “capitalistas agrarios” (Schiavoni 1995: 41-42).
La economía desarrollada por los colonos fue concebida por Archetti y Stölen como
poscampesina en la medida que
el productor doméstico puede acumular capital sistemáticamente, lo que
se manifiesta en una adecuada tasa de reposición de tecnología, mayores
inversiones productivas y, por lo tanto, una expansión de sus actividades
económicas, inversiones no-productivas (por ejemplo en educación para
sus hijos), aparición de organizaciones cooperativas y un acelerado
proceso de diferenciación intraclase (Archetti y Stölen 1975: 123).
Entre mediados de la década de 1940 y mediados de la de 1950, el movimiento
cooperativo tuvo un notable incremento en el país tanto en número de organizaciones como
en el de sus asociados.
Durante el gobierno de Juan Domingo Perón, la interrelación entre el sistema
cooperativo y las políticas del Estado se afianzó y se quintuplicaron “las cooperativas
agropecuarias y productores asociados” (Lattuada 2004:46); en este sentido, según Graciela
Mateo, la modificación misma de la Constitución de la Nación Argentina en 1949 cambió
la concepción de la propiedad de un esquema liberal individualista a un esquema que
reconoció el sentido social de la misma (Mateo 2012: 131).
En Misiones, a comienzos de la década de 1950 la suspensión para realizar nuevas
plantaciones de yerbales no fue tan estricta y fueron otorgados permisos para que los
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colonos ingresaran con parcelas pequeñas47
–entre cinco y diez hectáreas por año– al
cultivo de dicha planta. Fue durante este período en que se consolidó en Línea Cuchilla
primero la Cooperativa para la elaboración de té y más tarde para el procesamiento de la
yerba mate.
El tamaño de la chacra y la cantidad de hectáreas en producción con yerba mate
generaba una diferenciación entre los colonos en relación la frecuencia en recurrir al trabajo
asalariado. Mauro Minder señaló que era común que los propietarios de yerbales de más de
25 hectáreas tuviesen “una cuadrilla para su cosecha de forma más o menos permanente”,
mientras que en explotaciones menores “esa cuadrilla de trabajadores fue provista y eran
proporcionados por la Cooperativa de yerba”48
. Sin embargo, esto fue foco de conflicto
entre los colonos pues
después de un tiempo de venir trabajando así, los propietarios que tenían
un grupo de peones con trabajo estable querían empezar a exigir que
todos tengan peones estables y no solo para cosechar la yerba, sino
también para los otros trabajos de la chacras […] pero no alcanzaba para
pagar [dinero] a alguien todo el año ni había tanto trabajo para darles
(Minder 2010).
La cantidad de tierra disponible para realizar sus cultivos no fue el único indicativo
del grado de riqueza de los colonos, pues se debe tener en cuenta las inversiones en
maquinarias agrícolas principalmente tractores, arados, macheteadotas y en algunas casos
trilladoras.
Sin embargo, los propietarios de las extensiones de tierra más grandes pudieron
realizar mayores inversiones de este tipo de capital, lo que posibilitó la optimización en el
uso de la mano de obra disponible a excepción de la temporada de la cosecha de la yerba
mate, momento en que se requería del empleo de gran cantidad de mano de obra
estacionaria49
.
De acuerdo a la capacidad de capitalización, los campesinos se corresponden a
productores que casi en su exclusividad emplean mano de obra familiar pero que no llegan
a tener capacidad de acumulación de capital aunque fuera de manera limitada; en cambio
los colonos utilizan “en forma combinada mano de obra familiar y asalariada, con variada
potencialidad de acumulación de capital” (Schiavoni 1995: 48).
47 El período de mayor productividad de la yerba mate corresponden hasta los 20 años de la planta y luego
comienza la decadencia de su rendimiento. Como consecuencia de esto, para 1959 se creía que la producción
de yerba nacional no cubriría la demanda materia prima; para compensar este descenso, a partir de 1953 debía
comenzar el replante. De ese modo, la sanción del decreto N° 9.246 “suspendió el impuesto que se aplicaba a
cada plantación nueva de yerba mate y abrió un registro de plantadores que desearan renovar las plantaciones
existentes o efectuar replantes”. (Magán 2008: 10). 48 Con la desregulación de la yerba mate en la década de 1990 se dio un paulatino desplazamiento de las
cooperativas como compradoras de hoja verde de yerba mate y aparecieron empresarios contratistas que
compraban la cosecha a los colonos corriendo bajo su responsabilidad la mano de obra. 49 En Misiones, la tarea de cosechar yerba mate se denomina como “tarefa”, mientras que el obrero encargado
de la misma se lo conoce como “tarefero” (Rau 2012: 75). La fuente de datos estadísticos sin embargo, no da
cuenta de los datos cuantitativos disponibles acerca del uso de esta mano de obra y en gran medida ello se
debe a que las condiciones de la contratación eran muy informales, con precariedad laboral y trabajo en
“negro”.
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En la colonia Puerto Rico María Cecilia Gallero analizó situaciones similares e
identificó dos modos de producción distintos: por una parte, el de aquellos productores que
se “mantuvieron en el estilo campesino que se sostuvieron gracias al autoconsumo y su
excedente de producción lo destinaron para el mercado”; por otra parte, el de los que se
diversificaron con la implementación de “agroindustrias artesanales familiares” como ser
las fábricas de almidón de mandioca y la fabricación de ladrillos (Gallero 2009a: 170-171).
Dentro de este último grupo, la que se denomina como “agroindustria artesanal
familiar”, podemos incluir el aserradero de la familia Zimmermann. En este caso, tener
vedado el cultivo de yerba mate no implicó en este caso mantenerse en una producción
limitada al autoconsumo y a la venta de los excedentes pues conllevó mayor grado de
capitalización y contratación de mayor cantidad de mano de obra que la necesaria para las
labores de la chacra.
En su entrevista, Lorenzo Zimmermann manifestó que en el aserradero emplearon a
colonos alemanes-brasileños porque “este trabajo implicó mayor responsabilidad y
precisión que carpir en la chacra, donde trabajaban para nosotros los criollos”
(Zimmermann 2010).
Esto nos da la pauta de que la “confianza” entre inmigrantes, aunque fueran de
orígenes distintos, era mayor que entre inmigrantes y criollos por un lado y por el otro, nos
permite tomar en cuenta que muchos colonos ofrecían su mano de obra como trabajadores
asalariados. Sin embargo, esta situación más que indicativo de pobreza50
era una forma de
asegurarse un ingreso de dinero más o menos estable, situación que no promovió la venta
de productos agrícolas.
Nosotros vs. los otros: La situación del contacto interétnico en la colonia
Grupos étnicos en contacto y categorías de identificación
Las relaciones interétnicas representan uno de los fenómenos más comunes del
mundo moderno y se las puede caracterizar como relaciones que se presentan entre
individuos y grupos poblacionales de diversos orígenes y procedencias nacionales,
culturales y raciales (Cardoso de Oliveira 1992: 19). Para Fredrik Barth “en la medida que
los actores utilizan las identidades étnicas para categorizarse a sí mismos y a los otros, con
fines de interacción, forman grupos étnicos en este sentido de organización (Barth 1976:
15).
Esta consideración expuesta en Barth sobre el grupo étnico fue merecedora de
críticas pues señala que enfatizan no las diferencias en base a organizaciones étnicas sino
sobre las formas culturales manifiestas (Cardoso de Oliveira 1992: 20).
Goffman considera que “la identidad social surge como la actualización del proceso
de identificación, e involucra la noción de grupo, particularmente la de grupo social”; sin
embrago, el autor señala que la identidad social no se disocia de la identidad personal pues
de alguna manera es un reflejo de ésta (Goffman en: Cardoso de Oliveira 1992: 22-23).
50 Los campesinos habían sido clasificados por Marx y por Engels tomando en cuenta “la estratificación
interna de las explotaciones familiares […] en ricos, medianos y pobres, utilizando como principal criterio la
compra o venta de fuerza de trabajo”. E l primero compra fuerza de trabajo, el mediano usa la fuerza de
trabajo de su familia, mientras que en el último caso el campesino está obligado a vender su fuerza trabajo
para lograr subsistir. (Archetti y Stölen 1975: 116).
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Estas identidades –social y personal– son categorías que orientan las relaciones
sociales y en el espacio de las relaciones interétnicas –sostiene Cardoso de Oliveira– las
mismas operan como “un sistema de “oposiciones” o contrastes” o lo que el autor
denomina“identidad contrastante”. Esta noción es “la esencia de la identidad étnica” y se
presenta en la “afirmación del nosotros frente a los otros”.
La situación que se genera a partir de la identidad étnica es el contacto interétnico
sobre todo en la fricción interétnica (Cardoso de Oliveira 1992: 23) que es entendida como
“la situación de contacto entre dos poblaciones dialécticamente unificadas a través de
intereses diametralmente opuestos, aunque independientes, por paradójico que parezca”
(Cardoso de Oliveira 1972: 30).
Durante el período de consolidación de la colonia existían cuatro categorías étnicas
bien diferenciadas unas de otras: los alemanes-brasileños junto con los alemanes
provenientes de la metrópoli, los suizos, los criollos y los aborígenes. Los criterios con que
las personas fueron reconocidas dentro de una u otra categoría no siempre fueron uniformes
ni únicos para un grupo étnico.
Así, “colono” fue una de las categorías más empleadas para la designación de
inmigrantes de origen europeo o sus descendientes dedicados a explotaciones agrícolas y/o
ganaderas, lo que implicaba cierta estabilidad y permanencia en la ocupación de la tierra
frente a los trabajadores estacionales del sector rural –sobre todo criollos de diversos
orígenes como paraguayos, brasileños y provenientes de otras provincias de Argentina– que
se empleaban para el trabajo dentro de la unidad económica o “chacra” de los “colonos”.
De este modo, el término colono indicaba la pertenencia a un determinado grupo
étnico y se lo conoció como “gringo” frente a los “criollos”.
“Colonos” y “criollos” no fueron sin embargo grupos homogéneos. Además del
origen nacional que los distinguía –suizos, alemanes-brasileños y alemanes por un lado y
paraguayos, argentinos y brasileños por el otro– existieron factores económicos de
distinción: en el primer caso éstos estuvieron vinculados a la capacidad de acumulación, la
posesión de maquinarias agrícolas, al tamaño de la chacra y la contratación de mano de
obra asalariada; en el caso de los criollos los mismos estuvieron ligados a las condiciones
de contratación de su mano de obra –obreros asalariados estables con residencia en la
colonia o trabajadores estacionales/golondrinas requeridos solamente en épocas de
cosecha–.
Por otro lado, la presencia de criollos y aborígenes estaba asociada a los sectores
más bajos de la escala social aunque con algunas variantes. El concepto “criollo” remite a
los trabajadores rurales o peones, que encarnaron la figura del “carpidor, del machetero, del
cosechero, del tarefero” (Ortiz 1999: 37).
Asimismo, más que indicativo de un grupo étnico el término operó como medio de
diferenciación respecto de los inmigrantes europeos o sus descendientes y de los aborígenes
siendo criollo aquel que no era ni inmigrante ni aborigen.
De este modo, el origen nacional del criollo no fue un indicativo de la pertenencia al
grupo étnico pues dentro de esta categoría se podían identificar a paraguayos, brasileños y
argentinos que provenían de otras provincias (sobre todo de Corrientes).
A modo de hipótesis, la percepción que los colonos tuvieron de los criollos no fue
siempre la misma; en general ser “criollo” operó como estigma y fue sinónimo de “falta de
entusiasmo para el trabajo e irresponsable” frente al “afán de progreso de los inmigrantes”,
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“derrochadores y sin preocupaciones por el futuro” frente a la “capacidad de ahorro de los
colonos”.
Según el imaginario que muchos de los colonos construyeron en relación a los
criollos, los consideraban como poco ahorrativos y sin preocupaciones por el futuro cuyo
trabajo respondía a cubrir ciertas necesidades: “les importaba tener para comer hoy. Si
tenían para comer ya al otro día no venían a trabajar y uno a veces necesitaba que el trabajo
se haga pronto y no se podía depender de cuando ellos querían venir a trabajar”.
Este pensamiento tendiente a aumentar la rentabilidad acelerando la productividad
del trabajo individual común entre los colonos es propio del “moderno capitalismo” que,
según el sociólogo alemán Max Weber, encontró la oposición del “retraso […] en la que se
encuentra estacionada la clase trabajadora”.
Para Weber, en las tareas agrícolas la implantación del salario a destajo tuvo el
objeto de hacer rendir a los trabajadores rurales llevando “al máximo posible la intensidad
del trabajo”, sobre todo en épocas de cosecha pues debido a las irregularidades del tiempo
se precisa de mayor rapidez para evitar posibles pérdidas.
Con esta situación “el moderno empresario” del sector rural pretende obtener un
“máximum beneficio” y hacer que el trabajador también coincida en este interés; sin
embargo, a éste último “no le importó ganar menos con tal de no trabajar más; tampoco
tuvo en cuenta lo que podría ganar diariamente, si rendía al máximum posible su trabajo”
(Weber 2011: 80-81).
Las relaciones interétnicas que mantuvieron muchos de los inmigrantes con los
criollos estuvieron marcadas por la alteridad o diferenciación.
En este sentido, las denominaciones que usaron los colonos inmigrantes para
referirse a los criollos operaron como forma de mantener las fronteras étnicas y como
mecanismo de diferenciación; así designaciones como “Der Schwarze” o “der niger” [el
negro], “el caboclo”, o “der coati” fueron empleados de manera despectiva por los
inmigrantes mientras que “der hiesigi”, según comentaba un informante no implicó
desprecio pues equivaldría a decir criollo.
Del mismo modo los criollos elaboraron sus categorías distintivas para designar a
los inmigrantes como “los gringos”, “la polacada” etc., a quienes también atribuyeron
ciertas características estigmatizantes negativas como la de tacaños, racistas, entre otros.
Esto refleja el conflicto interétnico en el sentido señalado por Cardoso de Oliveira al
referirse a las identidades contrastantes que se manifiestan en lo que denominó “las
fricciones interétnicas” (Cardoso de Oliveira 1992: 23-25).
El criollo fue más bien discriminado por su identidad personal y social más que por
su color de piel o por su grupo étnico. Se concebía a los criollos como de “sangre caliente
americana” que “les sobra tiempo para pensar sólo en el sexo” y su “desenfadada pasión
seductora dirigida a la conquista de alguna gringa”; el temor de muchos colonos –señala
Kegler– era que el criollo aspirase a ser su yerno: “acabo de pagarle su changa y ya
pretende estrechar a mi hija en el baile […] es mi carpidor y aspira a ser mi yerno” (Kegler
2006: 47-49).
Este pensamiento hacia el criollo no fue el mismo si quien andaba a la conquista de
alguna gringa era hijo de un médico, maestro u ocupaba una posición económica
privilegiada. Esto pone de manifiesto que, además de las distinciones étnicas, culturales y
lingüísticas, las barreras entre criollos y colonos también se debieron a factores socio-
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económicos o de clase social a la hora de aceptar o rechazar al otro por parte de los
colonos51
.
Conclusiones
La colonización privada en Ruiz de Montoya se estableció en dos etapas: la primera
de ellas fue a comienzos de la década de 1920 en Línea Cuña Pirú, en la misma llegaron
inmigrantes de origen alemán y principalmente germano-brasileño atraídos por la
Compañía Colonizadora Alto Paraná Culmey y Cía. La segunda etapa fue a mediados de la
década de 1930 y correspondió al arribo de inmigrantes de origen suizo a Línea Cuchilla;
este grupo fue atraído por la política migratoria adoptada por el país europeo con el objeto
de paliar los efectos de la crisis económica.
En términos generales, entre 1900 y 1939 más del 60% de los suizos emigrados a la
Argentina se instalaron en Misiones. Para 1939 el 74% de los suizos subvencionados que
ingresaron al país se radicaron en Misiones sobresaliendo como focos de asentamiento las
colonias de Línea Cuchilla, Puerto Mineral, Oberá, Eldorado y Puerto Esperanza, entre
otras (Glatz 1997: 131-149). Estos inmigrantes pensaban probar fortuna con las
plantaciones de yerba mate pero no pudieron realizarlas debido a la regulación de este
cultivo.
Muchos llegaron con la idea de retornar a Suiza una vez que este país superase la
crisis económica y ellos lograsen acumular algún capital; otros, como un pequeño grupo de
suizo-franceses, lo hicieron porque no lograron adaptarse a su nueva vida de agricultores.
Hacia 1939, el ingreso de inmigrantes se interrumpió debido a que las fronteras de Suiza
fueron cerradas herméticamente salvo por otorgamiento de permisos especiales.
La creación de la CRYM que reguló el cultivo de yerba mate tuvo un notable
impacto en la organización económica de esta segunda corriente de inmigrantes debido a
que se vieron impedidos a realizar nuevas plantaciones.
De este modo, al igual que en el caso de los “colonos” alemanes-brasileños que se
asentaron hacia la década de 1920 en Cuña Pirú, desarrollaron un tipo de explotación
agrícola -la chacra- que estuvo orientada a la autosuficiencia del núcleo familiar a través de
la diversificación de la producción, plantando lo indispensable para la alimentación
Sin embargo, a diferencia de los alemanes-brasileños cuyo entorno doméstico
mantuvo las características de su organización en las colonias del sur de Brasil; los suizos
recurrieron a la diversificación de la producción no como algo previsto antes de su partida
desde Suiza sino debido a la imposibilidad de ingresar al cultivo yerbatero.
El estudio del proceso inmigratorio de Ruiz de Montoya intentó esclarecer algunos
puntos más amplios en la discusión acerca de la organización económica de los colonos
distinguiéndolos del campesinado de acuerdo al tipo de mano de obra usada (dentro del
grupo familiar o asalariada) y la capacidad de acumulación de capital.
En determinadas etapas productivas, como durante la cosecha de la yerba mate,
dependiendo de las cantidades plantadas, las mismas no podían ser efectuadas recurriendo
51 De este modo, para Cardoso de Oliveira en “los contextos marcados por las estructuras de clases la
tendencia que se observa es que la etnicidad, en cuanto ideología encubre las relaciones de clase,
enmascarándolas ante los agentes sociales” (Cardoso de Oliveira 1992: 221).
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únicamente a la familia y fueron en estos casos que emplearon a peones para la realización
de esta tarea.
Sin embargo, una vez que los colonos lograron acumular ganancias por la venta de
productos agrícolas, la recurrencia a mano de obra asalariada aumentó, lo cual significó un
punto de distinción con los campesinos.
Al mismo tiempo, la colonia fue escenario de contacto entre distintos grupos
étnicos, contactos que muchas veces estuvieron signados, por un lado en la necesidad de
generar mecanismos de identificación hacia el interior del grupo y por el otro, por la
diferenciación respecto a otros.
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Entrevistas
Entrevista a Ruth Lienhard de Keller el 22-06-2009 en su domicilio particular en la
colonia Capiovicito.
Entrevista realizada a Alfonso Jungblut el 28-04-2009 en su domicilio particular en
Cuña Pirú. Este informante falleció durante el transcurso de la presente investigación.
Entrevista realizada a Benno Reckziegel el 19-05-2010 en su domicilio particular en
Puerto Rico.
Entrevista efectuada a Lorenzo Zimmermann el 15-07-2010 en su domicilio
particular en Línea Cuchilla.
Entrevista a Mauro Minder en su domicilio particular en Línea Cuchilla el 05-12-
2010.
Entrevista realizada a María Cuba en su domicilio en Línea Cuchilla el 05-12-2010.
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Indígenas y afrodescendientes en Corrientes, según los censos de
principios del XIX. (1814-1820)
María Laura Salinas: marlausali@gmail.com
Fátima Victoria Valenzuela: fatima_val@live.com.ar
IIGHI- CONICET
Universidad Nacional del Nordeste
Resistencia- Chaco
Resumen
La ciudad de Corrientes y los espacios pertenecientes a su jurisdicción cuentan con
una serie de censos de la etapa pre-estadística, de fines del siglo XVIII y primera mitad del
siglo XIX. En abril de 1814 Corrientes declara su independencia provincial y a partir de allí
se realizan en el lapso de cincuenta y cinco años, varios censos de población que en algunos
casos abarcaron espacialmente a la provincia y en otros a la ciudad capital.
Esta interesante periodicidad en el registro de la información, es poco observada
para otras regiones y la riqueza informativa de dichos censos permite abordar desde
diversas perspectivas el estudio de la población y del territorio correntino. Nos ocuparemos
especialmente en esta ocasión de dos censos: el de 1814 y el de 1820.
En dichas fuentes nos interesa indagar sobre las características de la población
indígena y afrodescendiente que habitaba en los diversos poblados y en la ciudad de
Corrientes.
Los detalles que nos ofrecen contrastados con otros documentos nos permitirán no
sólo identificar cuantitativamente a los grupos que mencionamos sino también profundizar
en aspectos cualitativos; en el proceso de conformación de pueblos en el interior correntino
incluido en el marco de la expansión de las fronteras y el poblamiento de la jurisdicción.
Se trabajaran los dos censos en triangulación, pues se buscará complementar los
datos y establecer relaciones. Tenemos que señalar que el censo de 1814 presenta algunas
deficiencias en el registro de los datos correspondientes a los padrones de la capital,
sumado a que define regiones por accidentes geográficos mientras que el censo de 1820
presenta informes más completos y determinados por cuarteles más precisos.
Debido a estas diferencias se intentará evaluar las posibilidades y limitaciones de
dichas fuentes para el estudio de los grupos mencionados en el caso de Corrientes.
Las fuentes: Los censos de 1814 y 1820
Entre los antecedentes más significativos sobre esta cuestión se deben destacar los
trabajos de Ernesto Maeder (1969) (1980) (1981) quien se ha dedicado al estudio de
algunos de los censos, transformándose sus análisis en ineludibles antecedentes para
retomar el tema. También Sonzogni- Ramírez (1980), García-Aguilar (2000) se
concentraron en censos de principios y mediados del siglo XIX, realizando aportes
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específicos para la ciudad de Corrientes. Bolsi y Foschiatti (1995) realizaron estudios
metodológicos y de fuentes en lo que se refiere a la historia demográfica del Nordeste.
Se analizarán específicamente en esta ocasión dos censos: el de 1814 y el de 1820.
Interesa profundizar en las características de la población indígena y afrodescendiente que
habitaba en los diversos poblados y en la ciudad de Corrientes.
Los detalles que ofrecen contrastados con otros documentos nos permitirán no sólo
identificar cuantitativamente a los grupos que mencionamos sino también profundizar en
aspectos cualitativos; en el proceso de conformación de pueblos en el interior correntino
incluido en el marco de la expansión de las fronteras y el poblamiento de la jurisdicción por
parte de estos grupos.
En dichos censos la información que obtenemos es diversa no sólo datos
morfológicos de la población como nombre, edad, estado civil y origen/procedencia, sino
también aspectos que permiten ingresar en otros abordajes sobre los sujetos como el caudal
de bienes, sus ocupaciones, la estructura familiar.
Explorar estas variables en el espacio correntino, permitirá comenzar a explicar
cómo se formaron internamente una serie de poblados que configuraron la campaña
correntina con la posibilidad de contextualizar en un momento clave y central de la
conformación y definición de las fronteras interiores.
Se intentará también establecer un análisis socio-económico que permita no sólo dar
cuenta de la población al interior de los poblados y ciudad, sino además examinar las
actividades económicas que configuraron y caracterizaron a los mismos en vinculación con
la población.
El censo de 1814 presenta algunas deficiencias en el registro de los datos
correspondientes a los padrones de la capital, además define regiones por accidentes
geográficos mientras que el censo de 1820 presenta informes más completos y
determinados por cuarteles más precisos. Debido a estas diferencias se intentará evaluar las
posibilidades y limitaciones de dichas fuentes para el estudio de los grupos mencionados en
el caso de Corrientes
El Congreso Provincial Constituyente dispuso la elaboración del denominado
empadronamiento general de los habitantes de Corrientes en 1814. En el mismo se recabó
información sobre la nómina de habitantes, con indicación precisa de apellidos y nombres,
edad y estado civil, también se tomó en cuenta: la patria, la clase o grupo étnico, la
profesión y el caudal de bienes.
Según la mirada de historiadores que trabajaron anteriormente con ellos posee una
“rica gama de información, cabe lamentar algunas lagunas importantes que restringen su
valor”. (Maeder, 1980) El censo impide formar un cuadro completo de la población, aun así
nos ofrece un panorama de la diversidad étnica52
.
Dicho corpus documental que excede las 500 fojas se halla en el Archivo General
de la Provincia de Corrientes, en regular estado de conservación; dicho material se
encuentra en folios enumerados y encuadernados.
52 El censo de 1814 muestra un panorama de la realidad étnica de Corrientes, en donde identifica cinco
núcleos principales: los blancos (europeos y descendientes de éstos), naturales (indígenas), mestizos (fruto del
cruzamiento de europeos e indios), negros (africanos generalmente utilizados como esclavos) y las castas (son
los pardos, mulatos y morenos, cruzamiento entre negros y europeos, y entre negros e indios).
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El censo de 1820, se implementó cuando “fue reconocida por bando la autoridad
suprema de Francisco Ramírez, que hizo su entrada a la ciudad de Corrientes en septiembre
del mismo año. Posteriormente fue declarado por los pueblos de Entre Ríos y Corrientes,
Jefe Supremo de las dos provincias, cuya denominación común fue la República
Entrerriana…” (Mantilla, 1929)
Durante su corta dominación, mandó a levantar un censo de población en la
provincia con fines de conscripción. Se dividió a la ciudad de Corrientes en cuatro cuarteles
y en cuatro partidos, en Lomas y Riachuelo se consignó el número, la edad y la clase. Este
empadronamiento “…fue una disposición que el supremo jefe de la República Entrerriana,
asignó al sargento mayor y comandante interino Dr. Juan José Blanco”53
.
En Entre Ríos se tuvieron en cuenta, la zona urbana, las villas y los partidos o
lugares de la campaña. Tomando los datos correspondientes a la edad, sexo, estado civil,
procedencia.
Este empadronamiento también se conserva en el AGPC, y se compone de tres
tomos que alcanzan más de 1600 páginas de anotaciones. Su estado de conservación es
similar al de 1814.
Corrientes y su configuración territorial en las primeras décadas del siglo XIX
Para entender la distribución espacial de la población de Corrientes, es preciso el
conocimiento del proceso de configuración del espacio. En el siglo XIX, en Corrientes se
produjo el proceso de definición de su distrito autónomo, momento en el cual la ocupación
del suelo “permitió a la antigua y pequeña ciudad de Corrientes triplicar su territorio…”
(Maeder, 1981) y alcanzar sus fronteras definitivas.
En relación con ese proceso, se dio un crecimiento demográfico que permitió el
cambio de la fisonomía de la jurisdicción y la expansión territorial, hacia los campos
abiertos del este y del sur.
Todo esto se reflejó en la ampliación del espacio ocupado, distinguiéndose dos áreas
a las cuales haremos referencia. Por un lado, la ciudad de Corrientes, pequeña y poco
elegante al decir de algunos visitantes “la cual contaba con buenas iglesias y en una o dos
de las calles principales había varias casas de familia, grandes y cómodas, habitadas por los
magnates del lugar”. (Robertson, 1950).
Las calles eran miserables, sin pavimento y con suelo de arena y fango. En cuanto a
la vivienda de la gente pobre, tenían un ruin aspecto, no pasan de simples chozas o
cobertizos.
Por otro lado, la campaña correntina experimentó un proceso de crecimiento
demográfico a consecuencia de la expansión territorial que permitió la ocupación del suelo
y a su vez, fue delineando sus fronteras jurisdiccionales.
En ese sentido, “aparecieron un pequeño número de núcleos urbanos” (Maeder,
1969) que eran los pueblos de españoles, aunque se caracterizaban por ser simples
rancherías en desarrollo en los cuales no es posible distinguir su población estrictamente
urbana de los campesinos de la parroquia o partido.
53AGPC. Censos. Tomo III. AÑO 1820. Folio 1.
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Mientras se producía el surgimiento de los poblados de la campaña, los pueblos de
indios fundados casi todos a principios del siglo XVII con carácter de reducciones a cargo
de religiosos, experimentaban la disminución y desarticulación de su población indígena.
Estos fueron “la Pura y Limpia Concepción de Itatí, Santiago Sánchez, Candelaria
de Ohoma, Santa Ana de las Guácaras, Santa Lucía de los Astos y Las Garzas” (Maeder,
1963). Los avances de los grupos chaqueños habían impactado en algunos de ellos
produciéndose su abandono en el caso de los pequeños pueblos de Ohoma o S. Sánchez
habitados también por etnias chaqueñas a las que resultaba difícil estabilizar en el régimen
de comunidad pretendido por franciscanos y encomenderos.
Los primeros poblados que fueron surgiendo en la campaña correntina fueron
Saladas, Caacati y Mburucuyá, y con la expansión hacia el sur, aparecieron centros como
San Roque, Concepción del Yaguareté Cora, Paso del Rey o Curupaití. A fines del siglo
XVIII y principios del siglo XIX, surgieron Goya y Esquina, en la costa del Paraná, y
Curuzú Cuatía en el Pay Ubre.
Estos se caracterizaban por ser pequeñas poblaciones o simples caseríos, por
ejemplo, “Caacaty presentaba una plaza alargada, rodeada de casitas, sobre cuyos lazos se
alzaba la iglesia…” (D´orbiny, 1945); con casas bajas y pequeñas a eso se reducía el
pueblo, el resto de las casas estaban esparcidas en el campo. Su número de habitantes
urbanos era de 700 a 800 personas pero su planta rural era mucho más considerable, pues
estaba más poblada su campaña circundante.
Los poblados “fueron en un primer momento doce comandancias”54
a cargo de un
comandante militar y un alcalde, de las que tendrán el título de ciudad, solamente Goya y
San Roque. Estas últimas se destacaron por sus puertos naturales sobre el Paraná,
acompañaban el poblamiento de los bajos meridionales y la instalación de la receptoría de
la Real Hacienda.
Por otra parte, a partir de 1800 se evidenció el aumento de los centros en la campaña
correntina, del curato de la capital se desprendieron los pagos o partidos de Curupaity,
Ensenadas, Ensenaditas, Maloyas, Galarzas y Garabatá para formar los nuevos curatos de
San Cosme y el Palmar. Lo cual dio origen a los departamentos mientras que el distrito
administrativo de la capital quedó reducido a Lomas y Riachuelo.
En las décadas posteriores, “se produjo la fundación de Bella Vista (1825), el
trazado del pueblo de Empedrado (1826), la incorporación de San Miguel y Loreto, la
fundación del pueblo de Pasos de los Higos, el restablecimiento de La Cruz”. (Maeder,
1969)
En dicho contexto de expansión es notorio que Corrientes experimentó un proceso
de ruralización desde fines del siglo XVIII-XIX, pues la población logró dispersarse en la
campaña y “la fundación de los poblados se dio en forma lenta, de modo espontaneo sin
una estructura definida, ni plan”, con un desarrollo urbano escaso55
.
Este complejo proceso lo analizaremos a partir de los datos brindados por los censos
de población de 1814/1820.
54Ensenadas, Itaty, Caacaty, Empedrado, el Palmar, Bellavista, Saladas, Goya, San Roque, Yaguarete Cora, la
Esquina y CuruzúCuatía. 55 Ibídem. P. 126.
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La distribución de la población en Corrientes en las primeras décadas del siglo XIX
La historia demográfica de Corrientes, puede ser estudiada a través de diferentes
períodos de crecimiento poblacional desde el momento mismo de la fundación de la ciudad
en 1588.
Los siglos XVI, XVII y XVIII ofrecen datos demográficos provenientes de registros
y padrones de indios, padrones que presentan nombre de encomenderos, “censos”
poblacionales, de recuentos de milicias, relatos de viajeros, descripciones y relevamientos
ordenados por los gobernadores. Este tipo de información no siempre ofrece datos precisos,
muchas veces son estimaciones y cálculos aproximados de acuerdo con la información que
se puede localizar.
Recién en el siglo XIX y a partir del primer censo provincial de 1814, se inician
una serie de censos urbanos y provinciales que permiten dilucidar la situación demográfica
de Corrientes.56
A partir de la fundación de la ciudad en el año 1588 que se constituyó en el centro
de la ocupación territorial, se observa un avance y expansión de las fronteras en diferentes
etapas.
La capital correntina se constituye en parte como centro de defensa de la extensa
jurisdicción y las preocupaciones de los correntinos de los primeros tiempos estuvieron
vinculadas específicamente al tema de la seguridad, a la protección del incipiente poblado
de los avances de las etnias chaqueñas.
La principal actividad económica que se aplicó en este primigenio núcleo fue la
agricultura de subsistencia, en pequeñas parcelas que fueron repartidas hasta las márgenes
del río Empedrado.
Luego la actividad ganadera se constituyó en uno de los elementos más importantes
de la economía correntina que se potenció con el comercio y las acciones en el puerto de la
ciudad. Durante los siglos XIX y XX la ganadería siguió consolidándose en el escenario
económico de la región.
Quienes se han ocupado de profundizar en los estudios sobre la demografía
correntina (Foschiatti, 1987) la han dividido en diferentes etapas. En esta oportunidad se
mencionarán sólo las que son pertinentes en cuanto al período de estudio seleccionado
Primer período: 1588-1622
Segundo período: 1662-1760,
Tercer período: 1769-1841
Cuarto período: 1841-1895
El proceso de ocupación del espacio correntino se complementa claramente con el
crecimiento de la población de Corrientes en las primeras décadas del siglo XIX esto se
confirma con algunos datos como por ejemplo los aportados por la Breve Relación del siglo
XVIII que sostenía que la “población española en Corrientes estaba formada por 1.053
56
Los otros recuentos del siglo XIX se realizan en las siguientes fechas: 1820 (censo provincial ordenado por
Francisco Ramírez), 1825, 1827, 1830 y 1832 (urbanos). 1833 (Censo provincial dispuesto por el
gobernador Ferré). 1850 (urbano) 1852 (urbano, 1854 (censo provincial ordenado por el gobernador Juna
Pujol), 1857 (censo confederal, 1869 ( censo nacional, 1895 ( censo nacional).
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familias y 6.420 almas, se hacía referencia a 1.267 naturales y 500 esclavos” (Maeder,
1981).
A su vez, “los mulatos y negros de todo sexo y edad eran 1.071. Lo que tiende a ser
el 12, 5% del total de la población en Corrientes”. En 1814, “la población de Corrientes
ascendía aproximadamente a un total de 25.413 habitantes”57
; lo que determina que la
población se triplicó entre 1760 a 1814. Posteriormente en 1820 la población se elevó a
36.397 individuos.
Cuadro 1: Distribución étnica de la población en Corrientes en el siglo XIX
Categorías Étnicas 1814 1820
Blancos 14.844
(70.8%)
28.115
(76,6)
Naturales 3611 (17.2%)
4.336
Negros, mulatos,
pardos libres,
esclavos
2447
(11.1%)
3555
(9,14%)
Totales 25.413 36.697
Elaboración propia
Fuentes: AGPC. Censos. TOMO I-VI.
En cuanto a la distribución étnica, es notoria la presencia mayoritaria de blancos en
dichas décadas del siglo XIX en Corrientes, un 70% aproximadamente. Este sector aparece
en los empadronamientos dentro de la “clase española”, en el censo de 1820 se distinguen
anteponiendo al nombre y apellido del individuo, la denominación Don o Doña.
Estos datos se toman de acuerdo con la información que se ofrece en los
documentos, la conformación social correntina es mucho más compleja de lo que nos
pueden ofrecer los censos.
Las categorías “clase española” “natural” “negros, mulatos, pardos libres, etc.”
ofrecen un panorama estructurado en cuanto a los grupos existentes, en la práctica se sabe
que no existen diferencias tan taxativas entre ellas y que cada grupo puede incluir
individuos que no pertenecen a dicha denominación. Pensemos en el caso de criollos o
mestizos que se incluyen en esa clase española.
Un segundo grupo étnico representan los “naturales”, siendo alrededor del 17,2% de
la población total, que eran definidos en los censos como indios. Sabemos también que la
categoría indio, es una de las que más pueden engañar a los estudiosos, sobre todo porque
no se contemplan las diferencias étnicas, se incluye todo bajo un mismo rótulo.
En el caso del territorio correntino, existen diversos grupos de guaraníes, chaqueños
y emigrados de otras regiones, que llegaron a Corrientes en diversas circunstancias.58
Otro grupo étnico lo constituyen los afrodescendientes, con este vocablo reconocido
por la UNESCO, se hace referencia a los negros, mulatos, morenos y pardos, tanto libres
57 Este censo presenta la dificultad de que no se hallan los padrones correspondientes a los cuarteles urbanos
de Corrientes, por lo que sus datos son parciales. 58 Pudimos estudiar ya en el siglo XVII y XVIII, numerosos itinerarios desarrollados por indios que provenían
del Tucumán, Buenos Aires, Santa Fe o de regiones del Brasil, se instalaban en Corrientes trabajando con
vecinos de la ciudad. (Salinas, 2010 )
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como esclavos. Su presencia es poco significativa si se compara con otras ciudades del
Virreinato por diversas razones, por un lado, por “la existencia de mano de obra indígena
disponible y el predominio de una economía ganadera que no la demanda”59
.
Por otro, se sostiene que otros obstáculos a su introducción fueron la lejanía de la
provincia y la obligación impuesta a los habitantes de traer negros de Buenos Aires con el
doble de valor que tenían.
Dentro de este grupo podemos encontrar diferentes categorías que hacen referencia a los
afrodescendientes en Corrientes, por un lado étnicas: como pardos, mulatos y morenos y
por otro, jurídicas, esclavos, libres o libertos.
Cuadro 2. Población afrodescendiente en Corrientes en los primeros decenios del siglo XIX
1814 1820
Pardos libres 1010 1574
Pardos esclavos 110 788
Negros esclavos 55 24
Negros libres 9 64
Morenos 218 esclavos,
64 libres
Mulatos 70 esclavos
350 libres
201
Esclavos 493 393
Libertos 20
Totales 2447 3326
Elaboración propia
Fuentes: AGPC. Censos. TOMO I-VI.
Población y espacio. Corrientes en el siglo XIX
El estudio exhaustivo de la distribución espacial de la población en Corrientes nos
permitirá entender por qué sostenemos que se produjo una ruralización en el siglo XVIII-
XIX, centrándonos en el análisis de la población indígena y afrodescendiente.
Por los datos analizados del censo de 1820, que incorpora los padrones de los cuatro
cuarteles de la ciudad, se observa que el 85,5% de la población correntina se concentraba
en la campaña, circunstancia que reducía el número de habitantes en la capital, y aunque la
concentración era elevada en la campaña se daba una baja densidad pues “el tipo de
ocupación rural no favorecía la concentración de la población y la vastedad del terreno
provocaba que Corrientes continúe prácticamente desierta”. (Maeder, 1969)
Como sostuvimos anteriormente, se produjo un proceso de ruralización en
Corrientes que se identifica claramente en el análisis de las fuentes cuantitativas de los
censos de 1814 y 1820, registros que nos permiten ubicar y estudiar a la población indígena
y afrodescendiente, teniendo en cuenta la ciudad y la campaña correntina.
En primera instancia, podemos observar una mayor concentración de la población
indígena en la campaña correntina.
59 MALLO, Silvia. Experiencias de vida, formas de trabajo y búsquedas de libertad. En: La Ruta del Esclavo
en el Río de la Plata: Su Historia y sus consecuencias. UNESCO. pp. 65.
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Los afrodescendientes se presentan en menor número en la ciudad de Corrientes en
1820 con respecto a la población indígena.
Cuadro 3
Ubicación espacial de la población entre 1814/1820
1814 1820
Ciudad Campaña Ciudad Campaña
Indígenas - 3606 380 3691
Afrodescendientes - 2447 1225 2042
Cuadro 2. Elaboración propia.
Fuentes: AGPC. Censos. Tomo I-VI.
La distribución puede ser claramente observada en las tres regiones en la campaña
correntina, agrupando los padrones en tres ámbitos bien delimitados, la primera por el río
Santa Lucía, la segunda por el río Corrientes y la tercera por el Miriñay, el Guayquiraró, el
Paraná y el Corrientes. (Ver mapa)
Cuadro 4. Población indígena y afrodescendientes, según el censo de 1814
Indígenas Afrodescendientes
Región N° 1 1828 1073
Región N° 2 1146 999
Región N° 3 632 241
Fuente: Elaboración propia. Censos. Tomo I y II. 1814.
En 1814, la población indígena y afrodescendiente se concentraba en la región uno,
es decir, en el triángulo fluvial Paraná-Santa Lucía. En esta región podemos distinguir la
presencia de poblados de españoles como Caacaty, Saladas, Empedrado, Mburucuyá, los
partidos suburbanos de Corrientes; y a su vez, la existencia de pueblos de indios como Itati,
Santa Lucía.
Con respecto a su desarrollo económico y productivo, existieron dos áreas: la
ganadera, comprendida entre el río San Lorenzo y Santa Lucía, que “poseía las estancias
ganaderas más antiguas que existían en el territorio correntino”;( Maeder. 1981) y la
agrícola con “los cultivos comprendidos entre los partidos de Caacaty y Zapallos, San
Lorenzo, Ambrocio”
(Maeder, 1980)
Podemos señalar que una característica central para la época, fue la disminución de
la población concentrada en los pueblos de indios y a su vez, la dispersión de esta en la
campaña y en los pueblos de españoles que se fundaron a fines del siglo XVIII.
Esto surgirá a consecuencia de la administración por parte de los corregidores,
quienes dispondrán de los pueblos de indios a fines del siglo XVIII, y “buscaran la
aplicación de la libertad y reconocer el derecho a la propiedad particular sobre una parcela
de tierra suficiente para su sostenimiento y el de sus familias”.
Por su parte que el cabildo indígena sostendrá la necesidad de mantener el régimen
de comunidad, por sus ventajas y posibilidades lo cual le posibilitaba “poseer sus propias
chacras, animales y herramientas de trabajo” (Salinas, 2010)
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Itatí, por ejemplo, se estima que contaba con 650 individuos, aunque en el
empadronamiento sólo se consignan 181 sujetos entre varones casados y solteros, y las
mujeres viudas, pero no se tiene en cuenta las mujeres casadas ni los niños. A pesar de eso,
“la población se reduce de 888 sujetos que había en 1760, a 650” (Salinas, 2010). En el
padrón de Itatí aparecen sólo dos estancias, aunque en el siglo XVIII llegó a contar con seis
de ellas con rango de tales, que constituyeron una de las más grandes propiedades rurales
de Corrientes.
Las que aparecen son la de San Antonio integrada por “3 indios casados, labradores
(dos a Itatí y uno a Santiago); dos pardos labradores (uno de Paraguay y otro de Itatí) y dos
españoles que eran pobladores”60
.
Y la estancia de Itaibatte estaba integrada por cuatro indios, de los cuales dos eran
labradores, uno peón y un agregado. Debemos señalar que se precisa que todos los
individuos que integraban las estancias poseían caudal de bienes importantes, que rondaban
entre los 84 a 309.
Y a su vez, se registraba la presencia de cuatro peones y una china de dichas
estancias; la casa del señor cura y los dependientes de la casa del administrador61
.
El pueblo de Santa Lucía aparece censado teniendo en cuenta las familias que
existen en el pueblo, integradas por varones y mujeres de allí. Por otra parte, aparecían los
naturales de otros pueblos casados con mujeres del lugar; y por último, los individuos
sueltos.
“En este pueblo existía una chacra, la estancia de San Antonio, la de San Fermín, la
de San Roque y la del Serrito, los corrales, el puesto y los 41 ranchos-viviendas de los
naturales y empleados”62
. “Los terrenos del pueblo eran dos leguas de terrenos que a todos
vientos debe tener, y las estancias que llaman del Batel de Sur a Norte, digo que de Norte a
Sur tendrá de diez a dose leguas”63
.
El pueblo tenía numerosos bienes y herramientas como 41 puertas, 7 ventanas, 10
mesas, 4 escaños, 2 colchones, 1 asada, 2 barretas de fierro, 2 balanzas de madera, 29 libros
latinos en romance y Recopilación de Leyes, 1 Ordenanza del Señor Bucarrelli, entre tantas
cosas.
La dispersión de los indígenas en la campaña se dio hacia el territorio comprendido
entre San Lorenzo y Santa Lucía, en el cual la mayor parte de estos se encontraban en
unidades a cargo de españoles que contaban con indígenas y afrodescendientes en la
misma, sólo encontramos 13 familias nucleares cuyos cabezas de la misma son indígenas64
.
Esta nueva estructura nos indica la desarticulación de la comunidad y el trabajo
como mano de obra para el español-criollo; por un lado, los hombres dedicados a las tareas
rurales como peones, labradores y por otro, las mujeres en las tareas domésticas.
Los “españoles”, cabezas de familia, mantenían diferentes oficios tales como
labradores, comerciantes, sargentos, clérigos, criador, sastre, entre otros. Por ejemplo, la
60 AGPC. CENSOS. Tomo II. Foja 38. 61 Desde 1787, las estancias estaban en mano de administradores seglares, 62 AGPC. CENSOS. Tomo II. Foja 114-114v. 63 AGPC. CENSOS. Tomo II. Foja 115v. 64 La familia nuclear de Tomasa Leyes, india, de 40 años, con un caudal de bienes de 16 y con 9 indios en su
unidad”, la de Estanislao Maringui, indio, de Misiones, 60, carpintero, y cuya familia estaba integrada por
cuatro pardos libres y un indio; la de Mauricio Riveros, indio, de 40 años, escultor y pintor, a cargo de 2
pardos libres y 2 indios. En: AGPC. CENSOS. Tomo II. Foja 55-58.
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unidad de Juan Josef Lafuente, sargento mayor, español, a cargo de 7 indios, 2 pardas libres
y 17 esclavos.
En la costa del Río Santa Lucía de Oriente, la unidad de “Antonio León Martínez,
labrador a cargo de 30 indios y 9 pardos”65
. O la unidad de “Francisco Ramires, español,
con un caudal de 164 bienes, aparecen 19 indios peones, 5 mestizos”66
.
O la unidad de “Josefa Aguilar que mantiene 14 indios, 2 mestizos, 1 negra”67
. En la
propiedad de “Nicolasa Reyes, de 66 años, española, con un caudal de 500 bienes aparecen
un total de 15 indígenas en su dominio, de los cuales los hombres son labradores y
peones”68
.
También existe la propiedad de “Melchora Ludueña, viuda con un caudal de 1900
bienes, a cargo de 9 indígenas (peones), 7 esclavos (1 carpintero) y 3 pardos libres”69
.
En cuanto a los afrodescendientes, se observa que en la región comprendía entre el
Río Paraná-Santa Lucía en la cual el 55.6% del total son pardos libres.
Aunque sólo encontramos 21 familias nucleares a cargo de los pardos, en la región
de Caacaty, por ejemplo, la de Melchora Zamudio, de 56 años, viuda, y parda, mantiene a
10 pardos, solteros a su cargo70
. O la de Francisco Reyes, paraguayo, platero, que posee 6
pardos, de una franja etaria menor a 10 años.
En los poblados de Caacaty, Zaapallos, Saladas y Mburucuyá, dedicados a la
agricultura se recurría a mano de obra indígena o bien a los esclavos que añadían brazos
para la siembra y la siega71
.
En esta región aparecen 76 unidades productivas72
que poseían afrodescendientes en
su propiedad, de los cuales, un total de 42 unidades tenían de 1 a 3 sujetos de color,
mientras que de 4 a 6 sujetos, de 7 a 9 unidades y de 10 a más individuos existían 12
unidades por cada una de estas tres variables expuesta.
Citaremos algunos ejemplos, la estancia de Bartolome Cabral73
, un español que se
dedicaba a las actividad ganadera y cumplía sus tareas de gobierno, siendo alcalde del
Cabildo (contaba con un caudal de bienes de 1000), tenía a su cargo a cuatro esclavos, tres
pardos y dos indios. Otro caso es la unidad censal de Thomas Galeano74
, un paraguayo
español con un caudal de 200, con cuatro esclavos a su cargo. En tanto, la unidad censal y
productiva de Diego Monson75
, santafesino español, con un caudal de 1000, tenía a su
cargo cuatro esclavos (dos mujeres y dos hombres de menor edad) y cinco indios. “O el
caso de Balentín Flores, criador, a cargo de 14 indios (carpintero/peón), 6 esclavos, 5
pardos libres”76
.
65 AGPC. CENSOS. Tomo II. Foja 63. 66 AGPC. CENSOS. Tomo II. Foja 141. 67 AGPC. CENSOS. Tomo II. Foja 148. 68 AGPC. CENSOS. Tomo II. Foja 67. 69 AGPC. CENSOS. Tomo II. Foja 69v. 70 María, Timotea, Marta, Petronila, Maria Luisa, Pedro, Sipriano, Rufo, Juan Gregorio y Luis. AGPC. Censos. Tomo I. Folio 84. 71 MAEDER, Ernesto. (1981) Pág. 256. 72 Utilizamos el concepto de unidades productivas hace referencia a una unidad censal, en la cual podemos
incluir a grupos domésticos como a trabajadores dependientes. 73 AGPC. Censos. Tomo I. Folio 77. 1814. 74 AGPC. Censos. Tomo I. Folio 80. 1814. 75 AGPC. Censos. Tomo I. Folio 85. 1814. 76 AGPC. CENSOS. Tomo II. Foja 71.
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Otro elemento importante a tener en cuenta, es que en esta región estudiada se
encontraba la estancia de Nuestra Madre la Merced77
, la cual tenía once pardos, tres
esclavos y 18 indios.
En este caso, son esclavos los sujetos de mayor edad, por ejemplo, Matías La
Merced de 65 años, Marcos La Merced de 32 años.
Mientras que los pardos son individuos de menor franja etaria, que han
experimentado procesos de mestizaje y manumisiones. Además conforman en su mayoría
población masculina, siendo 6 hombres y 5 mujeres.
Por otra parte se identifica la aparición de oficios realizados por los
afrodescendientes como ser la platería. Lo que se ha denomina como las “artesanías
domésticas”78
que las fuentes nos indican que son ocupaciones a cargo de pardos, y que
también en Paraguay fue observado por Juan Carlos Garavaglia.
Por ejemplo, Silvestre Martínez, un pardo paraguayo, platero, casado y, con un
caudal de 90.
Cuadro 5. Afrodescendientes, región entre Paraná-Santa Lucía en 1814
Padrón Pardos Esclavos Negros Mulatos Otros Total
Esc. Lib. Esc. Lib. Esc. Lib.
Riachuelo y
Sombrero Grande
30 2 32
Sombrero y
Empedrado
19 46 71
Itati 7 7
Empedrado y Santa
Lucía
38 73 111
San Lorenzo y Santa
Lucía
206 160 15 100 12 libertos 493
Partidos de Caacaty
y Zapallos
(Región 1)
250 170 386
Total 1100
Fuente: Elaboración propia. Censos. Tomo I y II. 1814.
Si analizamos la región determinada por el río Santa Lucia y Corrientes, la cual se
incorporó en una segunda etapa de expansión territorial y ganadera, se observa una
disminución de la población analizada, pero los indígenas superan el número de
afrodescendientes.
En este extenso territorio, se encuentra el partido de Yaguareté Cora, las regiones
entre Santa Lucía y Batel, el Partido de Maruchas y costa del río Corrientes.
En esta región se observa en los padrones un mayor número de familias nucleares
de indígenas, en las cuales los varones adultos son labradores con caudales de bienes
ínfimos en comparación con las importantes riquezas de criadores y estancieros españoles.
77 AGPC. Censos. Tomo I. Folio 90. 1814. 78 MAEDER, Ernesto. p. 267.
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Estas familias mantienen un reducido número, están integradas por el varón su esposa e
hijos. Por ejemplo, la familia de Simon Mbatu, indio, labrador, casado con un caudal de 24
y su esposa-Rosa Molina y su hijo Narciso.
El 10% de los indios son conchabados en Yaguareté Corá, mientras que el resto no
definen sus ocupaciones, salvo el caso de los sirvientes de la iglesia (Dominga Peres y
Blasia).
En estos casos podemos comenzar a explicar la transición que se produce a partir
del fin del régimen de comunidad, la población indígena, en siglos anteriores encomendada
y residente en los pueblos de indios se dispersa y el tributario pasa a ser peón o
conchabado.
Con respecto a la población afrodescendiente, como se observa en el cuadro n° 5,
predominan en los parajes de Santa Lucía y Batel. En el padrón de los habitantes en esos
parajes en el puerto de Goya, de las 15 unidades productivas existentes se observa que 6
están en manos de mulatos como la de Leandro Rodríguez, mulato, casado con seis hijos a
su cargo; la de Pasqual Esquibel, de 55 años con 5 hijos y su esposa mulata.
También aparecen 13 unidades productivas en el padrón de Santa Lucía y Batel que
están a cargo de mujeres, en donde son ellas la cabeza de familia, esto nos permite
empezar a pensar en la importancia de la presencia femenina en el “mundo campesino”.
Citaremos algunos ejemplos de esta situación como el de María Antonia Verón,
viuda, que posee 9 esclavos a su cargo; Rosa Suarez de 60 años de edad, con tres esclavos y
dos pardos; Gerónima Sanchéz, de 76 años, viuda con 8 esclavos y un pardo.79
Cuadro .6 Distribución de los afrodescendientes en la región comprendida entre el río Santa Lucía
y Corrientes
Padrón Pardos Esclavos Negros Mulatos Otros Total
Esc. Lib. Esc. Lib. Esc. Lib.
Parajes de Santa
Lucía y Batel
74
82
124 26 2 28 82 7 315
Partido de
Yaguarete Cora
21 141 1 163
Pueblo de San
Miguel
1 1
Fuente: Elaboración propia.
Censos. Tomo I y II. 1814.
Además aparecen los pardos en el padrón de Yaguareté Cora siendo labradores
como Pedro Caballero de 28 años, con un caudal de 18 pesos plata, o siendo capitán de
naturales (que es), conchabados.
Además 17 unidades de las 45 están a cargo de pardos80
. Lo que demuestra que
estos podían poseer tierras, bienes, y lograban ciertas posibilidades para arraigar familias.
79 Habíamos observado en padrones del siglo XVII y XVIII también la situación de mujeres encomenderas a
cargo de todas las actividades que implicaba esta concesión. 80Francisca Bergara, parda, 57, viuda a cargo de 8 pardos; Juan Vicente Cuevas, 49, casado, pardo a cargo de
9 pardos; María Ninfa Bergara, 56, Corrientes, parda, a cargo de 7 pardos; Manuel Borda, 30, casado, a cargo
de 4 pardos; Marcela Portillo, 52, viuda a cargo de 6 pardos; Domingo Maidana, 28, pardo a cargo de 6;
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En el padrón de Maruchas es recurrente la presencia de mulatos en las unidades
productivas que son 40, de las cuales 11 están a cargo de mulatos. En la costa oriental de
las 41 unidades con afrodescendientes, sólo 9 están en manos de pardos.
El tercer lugar lo ocupa la región tres, ubicada entre el río Corrientes y el
Guayquiraró. Este espacio fue “la tercera etapa de poblamiento de los correntinos tras
cruzar la frontera del río Corrientes, y en el cual se asentaban las ricas tierras de pastoreo
ubicadas entre Goya y el Miriñay”. (Maeder, 1963)
Podemos distinguir dos áreas, por un lado, el pueblo de Esquina que surgió como
puerto natural sobre el Paraná y que se erigió como respuesta a la necesidad de embarcar
los cueros. Los partidos de Pay Ubre, María y costa del Miriñay, en los cuales se dio la
ocupación ganadera y el establecimiento de estancias concentradas.
Es menos frecuente la existencia de población afrodescendiente e indígena,
existiendo solamente 29 unidades productivas con sujetos en su propiedad.
Por ejemplo, Manuel Benites81
de 42 años, soltero, español, posee tres pardos, dos
esclavos y un indio. O el caso de una india yapeyuana82
que posee un caudal considerable
de pesos plata (1000) y que tiene a su cargo ocho esclavos (de los cuales cuatro son de
Guinea que habrán llegado a Corrientes en el pasado y tienen edades que rondan los 80 a 40
años) y un pardo (de un año, que inferimos que es liberto).
La población indígena y afrodescendiente en 1820
El empadronamiento realizado en 1820 tiene en cuenta a dos poblados de indios,
Santa Ana de las Guácaras e Itatí; por otro lado, presenta la población de la campaña
correntina teniendo en cuenta las distintas regiones ya consideradas en 1814.
No se logra precisar la población que reside en los pueblos de españoles.
En la región uno, la población indígena se concentraba en Itatí y en Santa Ana de las
Guacarás, este último se define como un pueblo compuesto por naturales como
agregados83
.
En tanto, de Itatí se mencionaba que “los naturales natos del mismo que vivían en el
pueblo eran 531”84
mientras que los que estaban asentados en “casas de campo de los
mismos naturales del pueblo eran 306”85
. Sólo residían “37 españoles en el pueblo pero 490
eran arrendatarios de las tierras de Itatí”86
.
Yaguarete Cora y Goya eran los poblados con mayor número de indígenas. Este
último se constituyó como villa en 1807, por los estancieros de los alrededores de
Corrientes y Batel. Su importancia económica radicaba en constituir “uno de los puertos de
las mercancías extranjeras y para la exportación de numerosos productos” (D´ORBINY,
Alcides 1945).
Francisco Oliba, 49, Corrientes, pardo a cargo de 6 sujetos; Marcela Bernal, 59, viuda a cargo de 5 pardos; Manuel Antonio Oliba, pardo, soltero a cargo de 5 pardos 81 AGPC. Censos. Tomo I. Folio 77. 1814. 82 AGPC. Censos. Tomo I. Folio 80. 1814. 83 AGPC. CENSOS. TOMO V. Foja 195. Recordemos que Santa Ana de los Guácaras es un pueblo que en el
siglo XVII se conformó con población indígena emigrada de la despoblada Concepción del Bermejo en 1630. 84 AGPC. CENSOS. TOMO V. Foja 186. 85 AGPC. CENSOS. TOMO V. Foja 186v. 86 AGPC. CENSOS. TOMO V. Foja 187.
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La población indígena y extranjera se encargada de atender los numerosos
negocios, circunstancia que caracterizaba a Goya como un puerto fructífero por su
comercio. Este captó a la población indígena de Santa Lucía, por lo que esta último pierde
importancia diluyéndose en dicho contexto y hasta incluso no aparece censada en 1820.
Cuadro 7. Distribución de la población afrodescendiente e indígena en
los pueblos de la campaña, según el censo de 1820
Indígenas Afrodescendientes Otros
Lomas abajo
y arriba
101 145
Riachuelo
abajo y arriba
31
6 chinas
113
Caacaty y
Zapallos
585 286
Itaty 837 naturales -
Empedrado-
Capilla del
Señor
33 23 agregados
Ensenadita 42
Santa Ana de
las Guacaras
267
San Cosme 3
3 4 agregados
2 en dominio
4 chinas
3 a mi cargo
Yaguarete
Cora
590
(23,25%)
240
(9,45%)
Batel 27 84
San Roque 76 mestizos
621 indios
567
Goya 6 mestizas
247 indios
266
Maruchas 137 72
Pay Ubre 121
5 mestizos
117
Curuzu
Cuatia
31 44
Esquina 9
Esclavos
Sirvientes
95 agregados
Elaboración propia.
Fuentes: AGPC. CENSOS. Tomo I-XIII.
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Aspectos comparativos: 1814/1820
Cuadro 8. Distribución de la población afrodescendiente en la Campaña de Corrientes
1814 1820
Región 1- 1107 687
Región 2 999 1229
Región 3 294 126
Cuadro 2. Elaboración propia.
Fuentes: AGPC. Censos. Tomo I-VI.
Si se observa el cuadro n° 8, se evidencia un aumento de afrodescendientes en la
campaña, principalmente en la región n° 2. A su vez, se registra una mayor concentración
en la región delimitada entre el río Santa Lucía y Corrientes, zona en donde se ubicaron los
poblados como San Roque, Concepción de Yaguarete Cora. Mientras que la región n° 3,
presenta un reducido número de afrodescendientes, siendo la colonización más tardía.
Esta población de la campaña, presenta en 1814 una mayor presencia de mujeres en
esta zona, aunque podemos observar que en el cuartel 3 correspondiente al Pay Ubre, el
índice de masculinidad aumenta lo que asociamos a las tareas ganaderas que se llevaban a
cabo en esas zonas. Pues la mujer era muy necesaria en las tareas en los hogares, y el
hombre era utilizado en los trabajos rurales.
Las características de la población en la ciudad
Por otra parte, son interesantes los datos de la ciudad de Corrientes, la misma
“constituía el núcleo urbano de mayor importancia”. Su desarrollo demográfico y urbano
fue lento al ritmo de las posibilidades de una provincia con desarrollo todavía pastoril.
Según el censo de 1820, en la ciudad de Corrientes los afrodescendientes
representaban el 23.0% del total poblacional que habitaban los cuatro cuarteles mientras
que la población indígena sólo el 7.15% de la misma.
Los indígenas en su mayor parte permanecían a cargo de españoles y sus
ocupaciones se desarrollaban en los servicios domésticos y personales (siendo peones y
sirvientes). Por ejemplo, en la casa de “Don Tomás Cossia, casado con Mercedes Gramajo,
aparecían 4 indígenas y un moreno libre a su cardo”87
.
Se presentaba un número reducido de indígenas con ocupaciones vinculadas a la
construcción, un albañil, un carpintero, un pintor; también aparecía un indígena que era
carnicero.
En cuanto al origen de estos indígenas, podemos señalar que sólo el 20,78%
procedían de otros territorios como Misiones, Paraguay, Itatí y San Roque, pues la mayor
parte eran de la ciudad. Por ejemplo, en el cuartel n° 3, aparecen “5 indios de Itaty de los
cuales 2 son peones, y están a cargo de María Antonia Mesa”88
.
87 AGPC. Censos. Tomo III. Folio 5. 1820. 88 AGPC. Censos. Tomo III. Folio 98. 1820.
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En la ciudad de Corrientes, se observa el 43,26% de los afrodescendientes eran
pardos libres, que mantenían familias nucleares a su cargo como el caso de Eulalia Martin,
de 40 años, parda libre a cargo de 4 pardos.
En cuanto a los afrodescendientes esclavos, existían 413 pardos esclavos y 216
morenos esclavos. Estos integraban las 118 unidades productivas pequeñas que
reconocemos en la ciudad, las cuales se componían de pardos esclavos, libres y morenos
esclavos.
Por ejemplo, la familia Godoy que posee una parda esclava de 20 años, la familia
Segovia que posee una morena esclava de 40 años, la familia Canteros que mantiene a dos
pardos esclavos. También evidenciamos la existencia de unidades medianas conformadas
con 4 a 6 afrodescendientes a su cargo, las que pertenecían a familias importantes de
Corrientes, por ejemplo, la familia Cabral89
, Martin Aramón90
, Manuel Vedoya91
, Tomás
Caria92
, Josef Pichoto, Ursula Casafus93
, Pampin94
, Ubeda, entre otras.
Las unidades productivas que superan la cantidad de afrodescendientes son las que
pertenecen a órdenes religiosas como los conventos de Santo Domingo95
en donde la
población afrodescendiente superaba al número de religiosos, eran 44 individuos de los
cuales 23 eran libres; el Convento de San Francisco96
poseía 18 pardos (sólo dos libres), y
el Convento de la Merced97
con 70 pardos.
Cuadro 9. Presencia de indígenas y afrodescendientes en la ciudad, según el censo de 1820
Indígenas Afrodescendiente Total
poblacional
Cuartel n° 1 154 557 1596
Cuartel n° 2 67 124 823
Cuartel n° 3 65 397 1679
Cuartel n° 4 94 147 1210
Total 380 1225 5.308
Elaboración propia.
Fuentes: AGPC. CENSOS. Tomo I-XIII.
A modo de cierre
En este trabajo nos propusimos comenzar a indagar sobre la presencia en el
territorio correntino de los grupos subalternos, específicamente indígenas y
89AGPC. Censos. Tomo III. Folio 2. 1820. 90AGPC. Censos. Tomo III. Folio 3. 1820. 91AGPC. Censos. Tomo III. Folio 4. 1820. 92AGPC. Censos. Tomo III. Folio 5. 1820. 93AGPC. Censos. Tomo III. Folio 18-19 1820. 94AGPC. Censos. Tomo III. Folio 25-26. 1820. 95AGPC. Censos. Tomo III. Folio 112-113. 1820. 96
AGPC. Censos. Tomo III. Folio 113-114. 1820. 97
AGPC. Censos. Tomo III. Folio 8-11. 1820.
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afrodescendientes, e identificar su presencia en este escenario de cambios y continuidades
con respecto a las nuevas fronteras y proceso de expansión.
La jurisdicción de la ciudad y sus poblados principales cuentan con una serie
significativa de censos que reflejan las particularidades del poblamiento, la expansión y la
distribución de la población durante todo el siglo XIX, época clave en cuanto a la
definición de nuevos espacios y conformación de pueblos.
Tomamos específicamente el caso de los censos de 1814 y 1820, que aún con una
serie de irregularidades y lagunas en la información se constituyen en valiosos documentos
para analizar la población a partir de los diversos grupos que fueron constituyendo la
sociedad correntina.
Intentamos responder a las primeras preguntas vinculadas al proceso de
conformación de poblados en el territorio de Corrientes y los datos que nos revelan ambos
censos nos llevan a identificar un proceso de ruralización durante el siglo XIX con la
instalación de una serie de poblados que fueron recepcionando a la población dispersa,
heredera de las antiguas prácticas de vida de comunidad, como en el caso de los pueblos de
indios y de las nuevas situaciones jurídicas como en el caso de los afrodescendientes que
habían modificado su realidad en algunos casos debido a los cambios en la legislación.
Los orígenes de Corrientes y su desarrollo fueron principalmente urbanos durante
los siglos XVII y XVIII con la presencia de unos pocos pueblos de indios, reducciones a
cargo de religiosos, vinculados directamente a la vida de la ciudad y de los vecinos.
A fines del siglo XVIII y principios del XIX, la expansión de las fronteras, genera
una nueva distribución de la población que trasciende las líneas urbanas para comenzar a
residir en estos poblados que imprimen nuevas características al territorio correntino.
En esta primera aproximación se presentaron específicamente los resultados de
ambos censos, intentamos en un siguiente paso vincular en mayor medida los datos de
población a las características socieoeconómicas y al rol de los indígenas y
afrodescendientes.
Queremos en una segunda etapa profundizar en la importancia de estos grupos y su
inserción en la sociedad correntina, a la luz de los datos que nos ofrecen estos censos de
población.
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Anexo
Mapa I: Corrientes durante el período 1810-1815
Bibliografía
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Corrientes entre 1588 y 1980. Academia Nacional de la Geografía.
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sociedad en la provincia de Corrientes, primera mitad del siglo XIX. Fondo de Cultura
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FOSCHIATTI, Ana María. (1987) “La evolución demográfica de la ciudad de
Corrientes. 1588-1980”. En Cuadernos de Estudios regionales. VII Encuentro de
Geohistoria Regional.
GARCÍA, Analía- AGUILAR, Rosario. (2000) “La población de la ciudad de
Corrientes a través del censo de 1825”. En Actas XX Encuentro de Geohistoria Regional,
Resistencia, IIGHI-Conicet.
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MAEDER, Ernesto J. A. (1980) Demografía y potencial humano de Corrientes. El
censo provincial de 1814. Resistencia. Folia Histórica del Nordeste. Nº 4.
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Eudeba.
IBIDEM (1981) Historia económica y social de Corrientes en el período virreinal
(1776-1810).Academia Nacional de la Historia. Bs. As.
IBIDEM (1969) La estructura demográfica y ocupacional de Corrientes y Entre
Ríos, en 1820. Corrientes. Archivo General de la Provincia y Registro Oficial. Cuadernos
de Historia. Serie I. N°4.
MALLO, Silvia. (2004) Experiencias de vida, formas de trabajo y búsquedas de
libertad. En: La Ruta del Esclavo en el Río de la Plata: Su Historia y sus consecuencias.
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MANTILLA, Florencio M. (1929) Crónica Histórica de la provincia de Corrientes.
Bs. As. Espiasse y Cía.
SALINAS, M. Laura. (2010). Dominación colonial y trabajo indígena. Un estudio
sobre la encomienda en Corrientes colonial. CEADUC. Paraguay.
SALINAS, M. L y SVRIZ WUCHERER, P.(2010) “Indios de ciudad: tributarios, en
depósito y concertados en Corrientes y Asunción. Siglo XVII”. En: GARCÍA BELSUNCE,
C. (Coord.). Cuadernos del Grupo de Trabajo sobre Historia de la Población. 7-8. El Indio
dentro de la sociedad hispano-criolla. Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, pp.
41-74.
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Corrientes a mediados del siglo XIX. Cuadernos de Geohistoria Regional N°2, Resistencia,
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Fuentes editas
D´ORBINY, Alcides (1945) Viaje a la América Meridional. Bs. As. Editorial
Futuro.
ROBERTSON, Juan Parish; ROBERTSON, Guillermo. Cartas de Sud-América.
Buenos Aires. Emecé, 1950. 3 v. ilus.
Fuentes inéditas
AGPC. CENSOS Tomo I (1814), Tomo II (1814), Tomo III (1820). Tomo IV
(1820), Tomo V (1820)
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La obra pública del gobierno nacional en la construcción de ciudad.
El caso del barrio “Perón” de la ciudad de Corrientes.
Miguel Ángel Riera
Corrientes Capital
miguelangelriera@yahoo.com.ar
Resumen
A mediados del siglo XX, dentro de la esfera del gobierno nacional de Juan
Domingo Perón, se llevó adelante en la República Argentina un importante volumen de
obra pública que contempló la construcción de caminos, centrales eléctricas, hospitales,
escuelas, puertos, como así también barrios de viviendas de interés social.
Una de las acciones llevadas adelante como programa inserto en la planificación
nacional, tendió a la mejora de la calidad de vida de la clase trabajadora, además de su
dignificación a través de la imagen arquitectónica plasmada en las viviendas, otorgando el
simbolismo asociado a las clases acomodadas.
En la ciudad de Corrientes se ejecutaron dos barrios de viviendas de interés social:
Perón y Evita. El primero de ellos surgió a través de la acción directa del Estado Nacional
en su rol de ejecutor de la obra pública, localizado en un sector contiguo al área
consolidada de la ciudad, en la entonces “periferia urbana”, destacándose por la
implantación de viviendas individuales en el centro de la parcela, con retiro de línea
municipal, otorgando importancia a los espacios verdes, llegando al presente con una
importante calidad ambiental que lo singulariza a nivel urbano.
Introducción
A inicios de la década del 30, las consecuencias de la crisis económica mundial
tendrán repercusión en la República Argentina, generando una alta desocupación acentuado
por la importante masa migratoria localizada particularmente en Buenos Aires, proveniente
de ciudades menores y del espacio rural, dando inicio a la intervención efectiva de los
poderes públicos a fin de atenuar los impactos sociales.
La realización de un importante plan de obras públicas destinadas a mejorar la
comunicación y la asistencia social se consolidaron a partir de 1945 y durante una década,
dentro de la cual la vivienda de interés social tendrá importante gravitación.
Organizado en aspectos que contemplan la obra pública como acción dinamizadora
de la gestión del gobierno nacional, la provincia de Corrientes como escenario de la obra
pública, el barrio “Perón” como concreción en la marco de la obra pública nacional y la
conclusión, este trabajo tiende a reflejar la manera en que en la ciudad de Corrientes a
mediados del siglo XX se gestó la construcción de un barrio de viviendas de interés social,
enmarcado en los lineamientos de la planificación nacional en un contexto local dentro del
cual se llevaron adelante otros emprendimientos públicos significativos en aquél entonces.
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La obra pública como acción dinamizadora de la gestión del gobierno nacional
La crisis mundial que se desencadenó en 1929, tuvo impacto en nuestro país
afectando a la estructura económica, sustentada en un modelo agro-exportador. Los
movimientos migratorios provenientes de Europa reflejaron una profunda reducción
aumentando las migraciones internas de las áreas rurales hacia las ciudades, en particular
Buenos Aires, como producto de los cambios que en lo económico afectaron a las
actividades agropecuarias, generando con ello una alta desocupación en el espacio rural a
inicios de la década del 30.
“Surgía así un nuevo proletariado industrial, que llenando las ocupaciones manuales
no especializadas y las tareas más humildes, iba sustituyendo a los extranjeros y a sus hijos
que, mientras tanto, se habían transformado en empleados, profesionales y pequeños y
medianos comerciantes e industriales” (Rapoport, 2010: 240).
El desarrollo económico a nivel nacional, privilegió particularmente la región de la
pampa húmeda, en la cual se asentaron los principales establecimientos industriales que en
su mayoría, procesaban los productos primarios generando una dinámica migratoria
caracterizada por la población proveniente del espacio rural, situación que se acentúa ante
la oferta generada por la concreción de obras de infraestructura y equipamientos en las
principales ciudades del país.
“La industrialización a nivel nacional aceleró el proceso de migraciones internas y
ya en esta etapa la ciudad de Corrientes no fue en absoluto un punto de convergencia, sino
que lo fue el Gran Buenos Aires. Esta situación provocó una concentración del sector
obrero, modificando la estructura del poder, iniciando así la etapa del “nacionalismo
popular”. (Gutiérrez, Sánchez Negrette ,1988: 206).
El proceso de industrialización que se inició en aquél entonces tendió a superar la
coyuntura, en la que la población inmigrante de “tierra adentro” será protagonista de la
masa proletaria que emergió en la gran ciudad, ocupando espacios en los bordes urbanos en
proximidades de los establecimientos fabriles.
“El desarrollo de una incipiente industrialización motivó la migración masiva a
Buenos Aires y así “la ciudad más europea fuera de Europa” vino a tomar contacto con las
raíces mismas de su país a través de esos criollo marginados que silenciosa, pero
sistemáticamente, iban ensanchando la ciudad”(Gutiérrez, 2003: 40).
El Estado tomará un papel intervencionista por cuanto asumió la responsabilidad de
tratar de aliviar la grave situación económica en la que se encontraba la mayor parte de la
población trabajadora, para lo cual llevó adelante un importante plan de obras públicas,
contemplando aquellos equipamientos e infraestructuras para generar la dinamización de la
economía.
“Frente a una inicial caída de la inversión en la construcción…, y frente a los casi
400.000 desocupados, la política del Estado fue, entre otras medidas, la del incremento de
la obra pública. Grandes emprendimientos fueron encarados en distintas áreas, pero
especialmente en construcciones portuarias, en redes camineras y en infraestructuras
urbanas“(Liernur, 2008: 174).
Un dato a destacar fue que como resultado del auge constructivo y del proceso de
sustitución de importaciones, se produjo un importante incremento de la producción de
cemento que pasó de doscientas setenta toneladas con relación a las cuatrocientas treinta
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que se importaban en el período 1926-1930 a setecientas ochenta contra veintidós en el
período 1935-36.
El alcance territorial de la inversión pública se plasmó cabalmente en la
construcción de caminos, priorizando con ello el transporte automotor por sobre el
ferroviario.
“La red de caminos fue desarrollada ente 1933 y 1939, a partir de la creación de la
Dirección Nacional de Vialidad (1932) y del Fondo Nacional de Vialidad (1934), con lo
que se consolidó al importancia del automóvil y, paralelamente, de la producción petrolera”
(Liernur, 2008: 174).
La penetración de la producción norteamericana se evidencia por la incorporación
del automóvil como medio de circulación más efectivo, sumado a los del transporte de
pasajeros con el servicio de ómnibus y al de transporte de cargas a través del importante
crecimiento de la flota de camiones. Ello surge como consecuencia de la penetración de la
producción norteamericana, junto al desarrollo petrolero, sumado a la obsolescencia y el
encarecimiento de los costos relativos del transporte ferroviario.
El aumento de la población trabajadora generó además un escenario de conflictos en
la relación entre los obreros y empresarios en virtud de reclamos de condiciones laborales
dignas.
“En los años inmediatos a 1943 se fue desarrollando una progresiva tendencia por
parte del Estado al asumir, y reclamar como propia, la función de regularizador de las
relaciones obrero-patronales. Paulatinamente, la negociación colectiva ente las partes, que
se desarrollaba autónoma y voluntariamente en el terreno privado, pasó a ser un ámbito de
mediación y regulación a cargo del Estado” (Rapoport, 2010: 258).
La política intervencionista del Estado posibilitó el desarrollo y la expansión de las
firmas vinculadas a la industria de la construcción, pero en particular a las empresas de
origen alemán quienes tuvieron a su cargo importantes obras públicas en el país. El
desarrollo de los emprendimientos llevados adelante por esferas estatales, tendieron a
consolidar la estructura de la ciudad existente, con la ejecución de obras de equipamiento e
infraestructura urbana, aumentando especialmente el valor de la propiedad de la tierra en
las áreas centrales.
Dentro de la planificación de alcance nacional llevada adelante a partir de 1946 por
el gobierno peronista, la temática de la vivienda de interés social se posicionó como uno de
los aspectos más significativos. No solamente es asumido como una problemática
cuantitativa sino que, además, lo cualitativo es incorporado a través de lo simbólico en
virtud de establecer imágenes asociadas a las clases acomodadas tendiendo a la
dignificación de la clase obrera, generando un cambio que en lo proyectual y constructivo
tenderá a materializar conjuntos barriales con una impronta particular.
Grandes emprendimientos llevados adelante como “Ciudad Evita” en la provincia
de Buenos Aires, el conjunto de Parque Saavedra en la Capital Federal y otras de menor
escala en el resto del país, contribuyeron a afianzar el paisaje urbano de una población que
aspiraba a exhibir una nueva condición social a través de una casa digna plasmado en
adecuadas condiciones de habitabilidad.
La planificación llevada adelante contempló la construcción de equipamientos y
redes de infraestructura básica que tuvieron efectivo alcance nacional, para lo cual se
establecieron obras en las capitales provinciales, intentado equilibrar el crecimiento
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desordenado que manifestaba una macro concentración en la capital nacional en desmedro
del resto del país.
“El peronismo no sólo había comprendido el profundo cambio social sino que era a
la vez, consecuencia del mismo. Frenar la transformación traumática de Buenos Aires en el
proceso de urbanización y fortalecer las ciudades capitales de provincia y de territorios
nacionales para vertebrar de una manera más equilibrada el país, aparecieron como
horizontes de su acción” (Gutiérrez, 2003: 30).
Pero toda planificación debe sustentarse en una política de gobierno que genere las
condiciones económicas que posibiliten la concreción de la obra pública, para la provisión
de insumos que en grandes cantidades necesitaron los emprendimientos, generando a su vez
la reactivación de las economías regionales.
Se hizo necesaria la industrialización del país para abastecer de materiales a las
obras de construcción de viviendas dentro de la planificación peronista. Un dato
significativo lo dio la implementación de líneas de crédito blandas de los planes Eva Perón
que posibilitaron el desarrollo de núcleos urbanos intermedios y pequeños, distribuyendo
en el resto del país los beneficios de las operatorias.
La construcción de conjuntos de vivienda masiva, además de ocupar un lugar
importante dentro del plan de obra pública, implicó la adquisición de derechos y alcanzar el
grado de bienestar para la clase trabajadora.
“En esta felicidad emblematizada en una imagen asociada con la vida privada –
“vivir como la gente”-, pero construida y promovida en términos públicos, la obra pública
ocupaba un lugar destacado y, en particular, los conjuntos de vivienda masiva,
representados en la obra por chalecitos californianos, operaban como símbolos de la
adquisición de nuevos derechos y de la extensión del bienestar, es decir, de una
transformación completa del mundo popular” (Ballent, 2005: 20).
La cantidad de viviendas construidas en el país en un reducido lapso de tiempo,
como la importante inversión llevada adelante, es resaltada por la publicidad oficial al
señalar que “En 60 años el Banco hipotecario nacional otorgó créditos para 20 mil
viviendas, por valor de 400 millones de pesos. Durante 5 años el gobierno justicialista
entregó 4.500 millones y posibilitó la edificación de 135 mil viviendas” (Así cumple
Perón, 1951: 8).
El lenguaje californiano es adoptado por la simpleza de sus elementos distintivos,
particularmente en la arquitectura de escala doméstica.
“Basado en unos pocos vocablos –techos inclinados de tejas españolas, muros
blancos, ventanas y carpinterías de madera rústica y, a lo sumo, algún aparato decorativo
muy simple en los pórticos-, actuó de manera similar el repertorio elemental del
“Californiano” para caracterizar obras de escala doméstica o de inserción no metropolitana,
aplicándose en estas últimas otro repertorio elemental normado, el del “monumentalismo”
(Liernur, 2008: 150).
Desde lo simbólico, se posicionó como estilo distintivo de las clases acomodadas.
El precedente en nuestro país lo daba la utilización de este estilo en reemplazo del
normando, vasco, tudor, utilizado particularmente en las ciudades de veraneo. El gobierno
peronista lo re-significó para las clases populares como modelo de ascenso social.
“Cuando los migrantes criollos fueron atraídos a la ciudad por la incipiente
industrialización, el californiano fue percibido por vastos sectores como el modelo más
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apto por convertirse en símbolo de ascenso de las masas, que pugnaban por incorporarse a
la extensa clase media argentina”(Aboy, 2005: 33).
El amplio abanico de emprendimientos que beneficiaron a distintas regiones del
país, posibilitó la incorporación de equipamientos y redes de infraestructura a localidades
carentes de los mismos, como así también a aquellos que presentaban un alto déficit en
dicha cuestión.
“En cuanto a las obras públicas, éstas abarcaron un espectro de amplitud nunca
antes vista: puertos, aeropuertos, líneas férreas, elevadores terminales y de campaña para
granos, represas, centrales hidroeléctricas, plantas siderúrgicas, fábricas de aviones,
laboratorios de investigación de la energía atómica –los primeros del Tercer Mundo- , obras
de saneamiento, gasoducto, puentes, autopistas, nuevos edificios para las grandes empresas
nacionalizadas por el Estado, etc” (Larrañaga, Petrina, 1987: 109).
Un acontecimiento significativo fue la habilitación efectiva de un puente
internacional, construido entre los años 1942 a 1945, el primero en la región
mesopotámica, que se realizó el 12 de octubre de 1945, aunque su inauguración oficial es
llevada adelante el 21 de mayo de 1947, posibilitando la conexión física de las ciudades de
Paso de los Libres (Argentina) y Uruguayana (Brasil).
“Dicha inauguración fue presenciada por los presidentes de ambos países, Juan
Domingo Perón (Argentina) y Eurico Gaspar Dutra (Brasil), en el año 1947, llamándole
Puente Internacional vial y ferroviario Agustín Pedro Justo/Getulio Vargas. Dicha
construcción enmarcada en el contexto del momento, fue considerada una de las obras de
ingeniería más importantes de América Latina” (Martelli, Marum, 2012: 164)
La provincia de Corrientes como escenario de la obra pública
Hacia mediados del siglo XX, la provincia de Corrientes sustentaba su economía
mayoritariamente en las actividades agropecuarias, con un incipiente desarrollo industrial
que no había sido potenciado en concordancia con el auge que tuvo en la región de la
pampa húmeda, definiendo además una población económicamente activa ocupada en el
rubro terciario, conformado en su mayoría por una amplia franja de empleados públicos.
En el escenario político, la prevalencia de los llamados “partidos provinciales”,
personificados principalmente por el autonomista y el liberal, caracterizaron la conducción
institucional, a los cuales se sumaron los partidos nacionales a través de acuerdos políticos
durante muchos años. En 1946 se llevaron adelante elecciones que llevaron al poder al
peronismo en el ámbito nacional.
“En las elecciones de febrero de 1946 el peronismo se consagró triunfador en todo
el país, no solo accedió a la presidencia de la República y consiguió una abrumadora
mayoría en la Cámara de Diputados de la Nación sino que logró imponer sus fórmulas en
los gobiernos de caso todas las provincias, con una sola excepción, la provincia de
Corrientes, en la que resultó ganadora la fórmula radical” (Solís Carnicer, 2010: 59).
Esta situación generó un ambiente adverso particularmente en la esfera del gobierno
nacional, siendo apoyado en ese pensamiento por legisladores que respondían a su
ideología política, dando inicio a un proceso que sustentado en irregularidades del acto
eleccionario en el espacio provincial, en 1947 dio lugar a que la provincia sea intervenida
por el gobierno nacional, disponiendo al frente de la Intervención Federal al General Juan
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Filomeno Velazco, quien asume el destino institucional con el mandato de integrar a
Corrientes al proyecto nacional.
“El 12 de septiembre de 1947 asumió sus funciones el interventor federal, general
Juan Filomeno Velazco, que era correntino y profundo conocedor de su provincia y sus
necesidades. Fue evidente que su misión consistía en allanar el camino para la llegada del
peronismo al gobierno de Corrientes y esto lo consiguió con su propio triunfo como
candidato a gobernador en las elecciones realizadas el 5 de diciembre de 1948, luego de
reformarse la ley electoral, aplicándose el régimen de elección directa que se utilizaba en el
orden nacional” (Castello, 2008: 286).
Su período de gobierno se extendió hasta el año 1952, caracterizándose ente otras
cuestiones, por una importante obra pública llevada adelante en el territorio provincial.
“Su gobierno fue uno de los más progresistas que tuvo Corrientes y las obras
públicas estuvieron a la orden del día, tanto en la capital como en los departamentos. La
mayoría de los decretos dictados por la Intervención Federal fueron ratificados por distintas
leyes sancionadas en 1949” (Castello, 2008: 287).
La sanción de una ley posibilitó la ejecución de un amplio programa de obras
públicas, comprendiendo equipamientos y redes de infraestructura que tendieron a mejorar
la calidad de vida de la población.
“El 14 de septiembre de 1949 se sancionó la ley Nº 1394 aprobando el Plan de
Obras Públicas y Viales de la provincia, caracterizándose este gobierno por las múltiples
obras realizadas en estos dos campos. En la capital se levantaron barrios suburbanos para
las clases modestas; se amplió la Avenida Costanera; se urbanizó el puerto y se
pavimentaron los accesos a la ciudad. Se construyeron los edificios del Palacio de Justicia,
del Ministerio de Hacienda y del Banco de la Nación. En toda la provincia se construyeron
caminos y puentes y en la ciudad de Esquina el Palacio Municipal y un enorme matadero
modelo” (Castello, 2008: 290).
Se creó un organismo público que tuvo importante gravitación en ejecutivo
provincial como lo fue “… el Instituto Inversor de la Provincia de Corrientes, que actuó
como entidad autárquica, formando parte del Ministerio de Hacienda, Obras Públicas y
Economía y teniendo como objeto promover el desarrollo forestal, agrícola-ganadero,
radicación de industrias, lugares de turismo, urbanismo, construcciones, propendiendo así
al mejoramiento y embellecimiento de las distintas zonas de la provincia” (Castello, 2008:
290).
En su mensaje durante el inicio de sesiones ordinarias de la Legislatura Provincial el
1º de mayo de 1951, el Gobernador Velazco destacó una serie de logros de su gestión,
como el de la construcción de caminos que posibilitaron la conexión de las ciudades
localizadas junto a los dos grandes ríos que limitan la provincia, posicionándose como
alternativa al transporte fluvial y ferroviario.
“Dentro del Plan de Obras Públicas y Viales que ha emprendido mi gobierno –y en
el que deposito la confianza de que constituirá un paso decisivo para el progreso integral de
la Provincia – deseo destacar, en esta oportunidad, a la consideración de V. Honorabilidad,
dos de ellas, por su singular relevancia en muchos sentidos. Me refiero a las rutas del
Uruguay y del Paraná, que si en sus aspectos materiales asumen proporciones sumamente
destacadas al dotar de medios de comunicación -vehículos para su comercio y producción-
a las grandes zonas adyacentes a los ríos respectivos, tienen en nuestro caso un valor más,
imponderable, que trasciende lo enunciado” (Velazco, 1951: 5).
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En la ciudad capital, coincidente con la planificación del gobierno nacional, se
inició la ejecución de un importante edificio sanitario (el cual no pudo ser finalizado a raíz
del Golpe de Estado de 1955) como así también la concreción de un equipamiento
destinado a albergue infantil, novedoso en el ámbito provincial. “Testimonios que se
materializan, en grandiosas realizaciones.
En nuestra Capital, el Hogar Escuela, con capacidad para 1500 niños, alojados en
las mejores condiciones; el magnífico Policlínico que se construye en esta ciudad –similar
al de Paso de los Libres- que será sin duda modelo en su género, dotado de todos los
adelantos de la técnica moderna” (Velazco, 1951: 6). En la faz recreativa y como insumo
tendiente al desarrollo de la actividad turística en la provincia, se concretó la construcción
de los hoteles de turismo en la ciudad capital en 1948 y en Paso de los Libres en 1950, éste
último demolido hace algunos años.
Hogar Escuela General Perón Ex Escuela Nacional Nº 408
La educación fue contemplada a través de la construcción de establecimientos
escolares en distintas localidades como así también en el espacio rural, enmarcadas en el
denominado “Plan Quinquenal” del gobierno nacional.
“Además, ochenta y seis escuelas serán construidas por la Fundación –Eva Perón
que quedarán habilitadas antes de finalizar el corriente año, distribuidas adecuadamente en
todo el territorio de nuestra provincia, de modo que vayamos aproximándonos al ideal de
que ningún niño correntino quede sin saber leer y escribir. Igualmente, en este caso, los
terrenos necesarios han sido cedidos por conducto del gobierno que me honro en ejercer”
(Velazco, 1951: 6).
El apoyo del gobierno nacional al plan de obras públicas llevadas adelante por la
provincia, se plasmó en la finalización de un paseo emblemático de la ciudad capital al
presente como lo es la avenida costanera, complementada con los trabajos realizados en el
puerto a fin de modernizarlo en su operatividad.
“El Ministerio de Obras Públicas de la Nación ha colaborado en forma permanente
con el Gobierno de la Provincia, habiendo, durante el período que se considera, dado
término a la construcción de la Avenida Costanera “General San Martín” de esta capital y
prosiguiendo activamente la ejecución de las obras del puerto, las que de proseguir con el
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ritmo actual han de estar seguramente terminadas para los primeros meses del año
próximo” (Velazco, 1951: 25).
Av. Costanera General San Martín. Barrio residencial sobre la Costanera.
El gobierno provincial tomó a su cargo la realización de un barrio residencial que
complementó las obras realizadas en este paseo, a fin de mejorar su imagen paisajística en
un sector que hasta entonces constituía la periferia urbana.
“La Avenida Costanera Gral. San Martín, carece de edificación a tono con su
belleza. Preocupado mi Gobierno por este problema urbano de nuestra capital, trazó las
bases del futuro Gran Barrio Residencial de la Costanera, y el Instituto Inversor se ha
encargado de realizarlo a breve plazo. Una amplia zona de la misma y sus proximidades
fueron ya declaradas de utilidad pública, comenzándose la construcción de edificios
residenciales y vendiéndose en pública subasta, algunos lotes de terreno” (Velazco, 1951:
29).
El barrio “Perón” como concreción en el marco de la obra pública nacional
En el mes de junio de 1944, el gobierno de la Intervención Federal en la provincia
de Corrientes, respondiendo a las decisiones del gobierno nacional instaurado desde el día 4
de junio de 1943, crea el Instituto Provincial de la Vivienda. La finalidad de esta acción
estuvo sustentada en dar solución al problema de la vivienda obrera ante la precaria
situación que denotaba una importante masa de población trabajadora.
“La situación de las clases obreras de Corrientes plantea la perentoria exigencia de
liberarlas de las malas condiciones de alojamiento que padecen…Que es deber del gobierno
dar al obrero argentino la forma de vida digna que le asegure el arraigo de un hogar en el
suelo patrio con el fin alto de que se aprenda a amarlo y esté dispuesto a defenderlo y
proveer el desenvolvimiento de su familia…Que el afán de justicia que movió las armas de
la Nación el 4 de junio debe plegarse a las exigencias de lo real a fin de que no se convierta
en una ilusión malograda.” (El Liberal: Corrientes, 16/6/44).
Hacia 1949 aproximadamente se inicia la construcción de dos barrios de viviendas
de interés social, en consonancia con las directivas emanadas por la autoridad nacional.
Los barrios “Perón” y “Evita” se localizaron en la entonces periferia de la ciudad,
incorporando el concepto de “ciudad jardín” en su trazado urbano en función de la
importancia otorgada a los espacios verdes por medio de la presencia de plazas, arbolado y
el retiro de la edificación de la línea municipal, posibilitando la incorporación de un jardín
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en lote individual. El primero de ellos surge como acción directa del Gobierno Nacional
según lo señalado por el gobernador de la provincia
“En otro sentido, no se ha descuidado la eficaz protección de la salud, la infancia y
la maternidad, avanzando asimismo, en la solución del problema de la vivienda con las
realizaciones que son del dominio público y que, para ejemplificar, citaré en sus más
cabales exponentes: los barrios “Perón” y “Evita”, coordinando así la obra del Gobierno
Nacional, a quien pertenece la primera…” (Velázco, 1951: 1).
El barrio “Perón” (actualmente denominado “Yapeyú”) fue inicialmente ofrecido en
alquiler a los asociados a gremios y sindicatos locales, tal como lo enuncia un periódico de
aquella época.
“La Delegación del Ministerio de Hacienda de la Nación que se encuentra en
nuestra ciudad, a los efectos de proceder a la adjudicación de las viviendas del Barrio Juan
Perón del distrito Capital nos pide hacer saber a los dirigentes de gremios y sindicatos, que
deben remitir a la brevedad a la sede de la Delegación, calle Irigoyen 1027, la nómina de
los asociados que deseen alquilar las mencionadas viviendas. El número de casas a
adjudicarse asciende a 200…” (El Liberal: Corrientes, 6/6/50).
Ubicación del barrio en la ciudad. El barrio y su entorno inmediato.
Las “200 viviendas populares” fueron construidas por la empresa Baggini Gerding
Bellora S.R.L. quién también tuvo a su cargo la construcción de otras obras públicas en la
capital como el barrio “Evita”, el centro sanitario y el maternal.
Localizado al este del área central, en proximidades del arroyo Manantiales, sus
límites estaban dados al norte por la calle Pellegrini (actual avenida Gobernador Ruiz), al
sur por la calle Ayacucho, al este por la calle Estados Unidos y al oeste por la calle
Santiago del Estero (actual Tránsito Cocomarola).
Como equipamientos próximos se localizaban la estación cabecera del Ferrocarril
“Económico”, el “Corrientes Tenis Club” y el “Hipódromo General San Martín”, éste
último con una amplia convocatoria de público al haber sido uno de los ámbitos recreativos
más importantes de la ciudad en aquél entonces.
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Viviendas al momento de la habilitación del barrio.
La tecnología constructiva empleada fue de tipo tradicional con muros portantes en
ladrillos comunes, cubierta de tejas coloniales a dos aguas con la particularidad de
combinar este criterio en función de la conformación edilicia, carpintería de madera,
paramentos de revoque a la cal y solados en mosaicos calcáreos, contemplando
instalaciones sanitarias y eléctricas.
El trazado urbano planteó una estructura de calles que dan continuidad a la traza
urbana preexistente, presentando alteraciones por la localización de una avenida con
parterre central en diagonal, además de pasajes y una calle curva, introduciendo con ello un
elemento novedoso que no era común por la extensión en damero que desde tiempos de la
colonia caracterizó a la ciudad.
El sector central del barrio fue destinado a un espacio verde, el cuál al presente
constituye la plaza “1º Junta”. El criterio de localización de las viviendas en lotes con
espacio libre circundante se asoció a la idea de mejores condiciones de higiene e
independencia social, entendidos como crítica al amanzanamiento tradicional de la ciudad,
interpretado esto último como un aspecto negativo al contener una alta densificación
edilicia y malas condiciones de salubridad.
La concreción del barrio formó parte de una planificación integral que implicó
además de la construcción de viviendas con infraestructura básica, la ejecución de una
escuela, plaza, red vial pavimentada y arborización, otorgándole importancia a la calidad
ambiental.
Actuó como un fragmento urbano que se anticipó al desarrollo de los barrios
próximos, al posicionarse como área consolidada en similares características que el central.
Ello dio como resultado la definición de una porción urbana con elementos propios
como la infraestructura completa, destacándose plenamente en su entorno inmediato,
carente entonces de servicios básicos.
Constituye un modelo de construcción de ciudad que al Este del área central
posibilitó la extensión efectiva de infraestructura y servicios, potenciando también al
aumento de la cotización de las propiedades inmuebles existentes con anterioridad en el
entorno inmediato.
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Conclusión
La crisis económica mundial generó en nuestro país la intervención estatal en pos de
paliar las consecuencias negativas que afectaron particularmente a la población asalariada.
En la década del 30 se llevó adelante la creación de organismos públicos que posibilitaron
mediante la ejecución de obras que contemplaron la construcción de caminos, puentes y
redes de infraestructura urbana, el efectivo empleo de una importante masa de trabajadores.
Hacia mediados de la década del 40, con el advenimiento del peronismo, esta
política se incrementará incorporando edificios destinados a la salud pública, educación,
esparcimiento y la vivienda de interés social.
En la provincia de Corrientes la efectiva implementación de esta política se llevó
adelante mediante la intervención federal y luego con la institucionalización efectiva a
través del voto ciudadano en la figura de una autoridad que, en sintonía con el proyecto
nacional, llevó adelante un importante plan de obras públicas que contempló también la
construcción de viviendas de interés social.
El barrio “Perón” constituyó uno de los primeros barrios de este tipo en la ciudad
capital, conteniendo características similares a otros construidos en el país, singularizado
hasta el presente no sólo por el lenguaje arquitectónico de las viviendas sino además por la
importancia otorgada al medio ambiente por cuanto se incorporó la vegetación de calles y
la plaza, dando también esta posibilidad en las parcelas por la implantación de las viviendas
en el centro de lote individual con perímetro libre.
Bibliografía
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SOLÍS CARNICER, María del Mar (2010): “El peronismo en Corrientes. Entre la
frustración de la derrota electoral y la conquista del poder político (1946-1948).” Folia
Histórica del Nordeste, 18, 59-81.
Otras fuentes
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Subsecretaría de informaciones.
VELÁZCO, Filomeno (1951): “Mensaje”. En Mensaje ante la Honorable Asamblea
Legislativa de la Provincia de Corrientes, apertura de sesiones ordinarias de1951.
Corrientes.
Fuentes fotográficas
ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Buenos Aires.
NEDIM – NÚCLEO DE ESTUDIOS DE LA IMAGEN. IIGHI CONICET,
Resistencia.
SECRETARIA DE PLANEAMIENTO, OBRAS Y SERVICIOS PÚBLICOS,
Municipalidad de la ciudad de Corrientes.
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Nativos y extranjeros en la ciudad de Corrientes durante la primera
mitad del siglo XIX. Una aproximación desde la literatura de viajeros.
Angelina Oliveira Maisa Ronit
maisaangelina@gmail.com
Instituto de Historia
Facultad de Humanidades
Universidad Nacional del Nordeste
Resistencia- Chaco
Resumen
La ciudad de Corrientes recibió aportes de inmigración europea desde el último
tercio del siglo XVIII, en coincidencia con el proceso iniciado por el reformismo
borbónico. La llegada de europeos continuó durante el siglo XIX, y no se trató
exclusivamente de españoles, sino de europeos procedentes de otros países.
A lo largo del período la sociedad nativa se mostró receptiva con los extranjeros, en
particular las familias que integraban la elite local. En las primeras décadas del siglo XIX
se destaca la presencia de los hermanos Jhon y William Parish Robertson (1815-1816),
comerciantes de origen británico, y de Alcides D´Orbigny (1827-1828), naturalista de
origen francés, que recorrieron la región rioplatense y permanecieron un tiempo en
Corrientes, donde tomaron contacto con sus compatriotas y figuras de la sociedad local.
Los recuerdos y experiencias de los hermanos Robertson fueron reunidos en la obra
Cartas de Sud-América, editada en 1843. El francés Alcides Dessalines D`Orbigny hizo lo
propio con su obra Viaje a la América Meridional publicada en 1839.
En ambos casos se trata de valiosos testimonios que proporcionan una mirada
europea sobre la realidad política y social local, en distintos momentos del devenir
institucional de la provincia.
Al analizar sus escritos nuestro objetivo es establecer qué lugar ocupaba el
extranjero en la sociedad urbana de Corrientes, cómo veía a la sociedad nativa y de qué
manera se relacionaba con ella.
Este trabajo es una primera aproximación al estudio de la presencia de extranjeros
en la sociedad correntina, que corresponde a una Beca de Pregrado bajo el tema: El viejo
patriciado y la sociedad nueva. La formación de una comunidad de italianos en Corrientes
en la segunda mitad del siglo XIX.
Introducción
Este trabajo pretende constituir un primer acercamiento al estudio de la presencia de
extranjeros en la sociedad correntina. El mismo forma parte de las actividades
correspondientes una Beca de Pregrado bajo el título: El viejo patriciado y la sociedad
nueva. La formación de una comunidad de italianos en Corrientes en la segunda mitad del
siglo XIX.
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Consideraremos aquí las obras de los hermanos Robertson y de Alcides D’Orbigny;
el objetivo de este trabajo es establecer qué lugar ocupaba el extranjero en la sociedad de
Corrientes, cómo veía a la sociedad nativa y de qué manera se relacionaba con ella.
En primer lugar realizaremos una breve caracterización de la sociedad correntina en el siglo
XIX. Seguidamente nos referiremos a los viajeros autores de las obras analizadas, y al
contexto en el que socializaron y, finalmente analizaremos la información que nos dan
respecto de la sociedad del momento.
Desarrollo
Breve caracterización de la sociedad correntina en el siglo XIX
Según Ernesto Maeder (1969: 14) la ciudad de Corrientes constituía ya a principios
de siglo el núcleo urbano de mayor importancia de la región mesopotámica por su
antigüedad y población. Al ubicarse sobre una región adecuada de las costas del Paraná,
“fue puerto de escala obligada en la ruta a Asunción.
Su desarrollo urbano y demográfico fue lento al ritmo de las posibilidades de una
provincia cuyo desarrollo era todavía pastoril”. Según los datos que el censo de 1820 le
proporciona a Maeder, esta ciudad contaba con 876 casas, 3 conventos y 2 iglesias; su
población total era de 7.542 habitantes, incluyendo las chacras y las quintas de cuarteles
suburbanos.
En cuanto a los extranjeros que allí vivían, eran de mayor cantidad los originarios de
países limítrofes como Paraguay y Brasil que los europeos (los españoles, los más
numerosos, que alcanzaban el número de 102 en el censo de 1820; luego se encontraban 14
ingleses, 7 franceses ,3 italianos y un irlandés. Se debe tener en cuenta que en esta época
“la inmigración no era importante en el país y menos aún en la provincia ganadera”
(Sonzogni; Ramirez; 1980: 23).
Por su parte, Manuel Florencio Mantilla -agudo observador de la realidad correntina
de finales del siglo-, en una descripción de 1895 distinguía la existencia en Corrientes de
tres sectores sociales a los que denominaba “alta sociedad”, “sociedad nueva” y “masa
popular” (Quiñonez, M.; 2007: 16).
Los extranjeros que habitaban en la ciudad, serían parte de esa “sociedad nueva”
formada por familias de reciente arraigo, entre ellas las de origen europeo que se asentaron
en la ciudad durante todo el siglo XIX y que lograron ser admitidos por la elite local.
Mantilla además atribuía a estas familias y a su éxito económico, la responsabilidad
de muchos cambios en el orden social, la causante de “tensiones”. El autor revela estos
aspectos en comentarios referidos “a la ‘ostentación’ y ‘los placeres fugaces’, que alteraron
la vida apacible y la rusticidad característica de la sociedad tradicional”.
Asimismo, no solo se quejaba de las alteraciones que presentaba el viejo orden
social, “sino de aquellas que se manifestaban en el paisaje urbano que lentamente se
poblaba de nuevas mansiones alejadas de las toscas casonas coloniales y en las nuevas
costumbres que regían la vida social” (Quiñonez, M.; 2007:25).
Quiere decir entonces, que en la nueva dinámica social este sector incipiente por un
lado carecía del linaje que caracterizaba a las familias del patriciado; por otro, producía
alteraciones, ya que las actividades que realizaban -comerciales o industriales- implicaban
nuevos valores para la sociedad relacionados, por ejemplo, con el éxito económico.
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La literatura de viajeros: Los hermanos Robertson y Alcides D’Orbigny
Con la apertura del puerto de Buenos Aires al tráfico inglés en 1809 -tras los
sucesos acaecidos en Europa- desembarcaron un gran número de comerciantes británicos,
entre ellos el escoses Jhon Parish Robertson.
A la edad de 17 años, frecuentó los mejores círculos sociales y fue presentado al
Virrey Liniers, en vísperas de entregar el mando a Cisneros. Pasó dos años y medio en la
ciudad, entregado a la práctica del comercio con otros comerciantes británicos y en esta, su
primera temporada en Buenos Aires, asistió a la Revolución de Mayo.
A fines de 1812 realizó su primera empresa comercial en la ciudad de Asunción
entrando en relaciones con Gaspar Rodríguez de Francia, frecuentándolo con asiduidad
cuando todavía ejercía el consulado. En 1813 llegó William, hermano de Jhon, para
reunírsele en Asunción, más ambos fueron expulsados en 1815 de esta ciudad debido a
conflictos con el entonces ya dictador Francia.
Previamente, Jhon había establecido relaciones de importancia en Corrientes, las
cuales le permitieron establecerse en la ciudad y asociarse a otros capitalistas e incrementar
su fortuna por medio del negocio de cueros, superando el capital que había alcanzado en
Paraguay gracias al negocio de yerba.
Un año permanecieron los hermanos en Corrientes y marcharon luego a Buenos
Aires. Habían acopiado una cantidad importante de cueros de toda especie que representaba
una considerable fortuna.
La situación político económica sumamente inestable de la época los llevó a la ruina
en la década de 1830, lo que provocó su regreso a Inglaterra. Una vez reunidos allí,
proyectaron escribir la historia de sus aventuras en América del Sur.
Para la realización de la obra no solo los ayudaba su memoria, sino también un rico
archivo formado por cartas que los hermanos se enviaban entre sí durante su estadía en
Sudamérica.
Todo hace suponer que además habrían registrado muchos episodios y
descripciones en apuntes directos que los autores habrían tomado en el momento,
impresionados por alguna escena particular o por alguna conversación pintoresca.
Publicaron sus memorias en numerosos escritos como Cartas al Paraguay en 1838, y en
1843 apareció Cartas de Sudamérica.
Estas cartas comprenden las andanzas de los hermanos en la provincia de Corrientes
por los años 1815-1816, aspectos de Buenos Aires (1815-1820), viajes a Inglaterra y
capítulos de la historia del país. (J.L Busaniche; 1950: 41).
En cuanto al francés Alcides Dessalines D’Orbigny nació en Coveron, en el año
1802. Desde temprano se formó en las ciencias médicas y naturales, pues tanto su padre
como su hermano se dedicaron a estas y fueron autores de valiosos libros sobre zoología y
botánica.
Esto explica que Alcides antes de cumplir los veinte años fuese un hombre de
ciencia, recibiendo en 1825 la misión de visitar, explorar y estudiar la fauna y la flora de las
regiones australes de América del Sur, partiendo con el título de “naturalista –viajero” por
el Museo de Historia Natural.
Así es que D’Orbigny recorrió durante ocho años -desde 1826-, las tierras del
Brasil, Uruguay, Argentina, Paraguay, Chile, Perú y Bolivia, regresando a su país natal en
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1834, donde coordinó sus documentos y observaciones, los clasificó y corrigió, para luego
dar a luz el primer tomo de su obra Viaje a la América Meridional fechada en París y
Estrasburgo, en 1839 (Morales; 1945:8).
D’Orbigny emprendió su viaje remontando el Paraná, pasando por Santa Fe, Entre
Ríos; llegó primero a tierras de Goya y finalmente a Corrientes el 15 de marzo de 1827.
Permaneció y recorrió los alrededores de la ciudad, aproximadamente un año. Sus
observaciones incluyen los nombres de las especies animales, vegetales, descripción de
paisajes, de la geografía, pero también recoge datos sobre la organización social, política,
económica, las costumbres y la historia de cada uno de los lugares visitados98
.
Algo que distingue a los hermanos Robertson de Alcides D’Orbigny es que tuvieron
una prolongada estadía en la ciudad de Corrientes en momentos históricos esencialmente
distintos. Mientras los jóvenes escoceses visitaron la ciudad apenas cinco años más tarde
de producida la Revolución de Mayo presenciando un escenario agitado y en vías de
organización, la estadía del francés Alcides D’Orbigny coincidió con un momento prospero
de la ciudad que disfrutaba ya de la suficiente tranquilidad como para impulsar un
desarrollo propio.
Los escoceses estuvieron en la ciudad entre 1815 y 1816. Por estos años Corrientes
se encontraba bajo el poder del Teniente Gobernador Juan Bautista Méndez integrando
desde 1814 la Liga de los pueblos libres, que reconocía a José Gervasio de Artigas como
Protector.
Después de la derrota de este, Francisco Ramírez incorporó a Corrientes en 1820 a
su República Entrerriana, hasta que en 1821 pudo Corrientes recuperar su jurisdicción y sus
derechos, para pensar en organizar institucionalmente su gobierno. D’Orbigny permaneció
en la ciudad y recorrió sus alrededores entre los años 1827 y 1828 cuando la misma se
encontraba bajo el gobierno de Pedro Ferré, en un momento de relativa tranquilidad que
contrastaba considerablemente con la etapa anterior:
“En este periodo pudieron realizarse algunas obras de aliento, organizar el aparato
administrativo del estado, fomentar las actividades económicas, erigir pueblos y aumentar
su influencia entre las restantes provincias. Adherida Corrientes al Pacto Federal desde
1831, se destacó por su interés en contribuir a la organización nacional y por su defensa
apasionada en 1832 de los intereses económicos provinciales frente al gobierno
bonaerense” (Maeder, E.; 1980: 61).
Relaciones sociales y mirada de los viajeros
Los extranjeros que visitaron la ciudad de Corrientes- con objetivos tan distintos
como entablar relaciones comerciales, en el caso de los Robertson, o estudiar sobre la fauna
y la flora, en el caso de D´Orbigny- supieron integrarse a esta sociedad, y dejaron en sus
escritos un aporte de gran valor para el estudio histórico.
Ambos se relacionaron con otros extranjeros residentes en la ciudad capital: el
inglés Mr. Postlethwaite dio acilo a los Robertson, y los franceses Parchappe y Bread,
ayudaron a D’Orbigny en su estadía en general.
También ambos se relacionaron con las autoridades de la ciudad en el respectivo
momento de la visita. Los hermanos Robertson entablaron relaciones con Méndez:
98 (S/D).
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“El gobernador de Corrientes, el coronel Méndez, era sincero amigo mío; también
eran mis amigos muchos vecinos respetables de la ciudad” (Robertson; 1950: 77). Este
vínculo se veía favorecido por la actividad comercial que realizaban los Robertson que
permitió al entonces gobernador gestionar la compra de armas para socavar las ambiciones
de los portugueses sobre la Banda Oriental.
También conocieron y entablaron relaciones con el “gaucho irlandés” Pedro
Campbell, tan allegado a Artigas que Méndez supo recomendar a los hermanos que hicieran
amistad con él: “Lo cierto es que el coronel Méndez al despedirse, me aconsejó en toda
forma que cultivara la amistad con mi compatriota, ‘porque –dijo- después de Artigas,
nadie puede hacerle un servicio en la provincia como Pedro Campbell’” (Robertson;
1950:85).
Sin embargo, el sucesor de Méndez, Cabral, no mostró un entendimiento semejante
a su antecesor con los extranjeros, al contrario, miraba con malos ojos el tráfico de estos
que iba en detrimento de la mayoría de los cabildantes, también dedicados al comercio. Así,
Cabral aprovechó un decreto de Artigas contra los españoles en el que se ordenaba el envío
de todos los “europeos” al cuartel de Purificación: “Los europeos, en el habla del país
quería decir los españoles.
En este supuesto, el decreto de Artigas lanzado contra los europeos era, como todos
sabían, contra los españoles. Pero Cabral, con toda astucia y malicia, tomó la expresión al
pie de la letra y decidió que, como quiera que los ingleses eran europeos, quedaban también
comprendidos en el decreto” (Robertson; 1950:37).
Los ingleses, dirigidos por William Parish Robertson, se quejaron ante el cabildo de
la situación y al enterarse Artigas “escribió en términos muy severos y despectivos a los
cabildantes, para decirles que solamente un burro como el alcalde de Corrientes, podía
ignorar que “europeo” quería decir un español y no un inglés” (Robertson; 1950: 43).
Por su parte, D´Orbigny conoció a Pedro Ferré quien le concedió el permiso
necesario para que pudiera recorrer el interior de la provincia: “Me presenté ante e l
gobernador, don Pedro Ferré, para obtener el premiso necesario. Me prometió convocar al
congreso para concedérmelo, y, en efecto, unos días después me remitió un pasaporte del
gobierno que me recomendaba, en la forma más expresiva, a las autoridades rurales”
(D’Orbigny; 1945: 124).
El objetivo de D’Orbigny se vio favorecido gracias a la relación ya previamente
establecida entre el gobernador y Parchappe, a quien había encomendado la realización de
relevamientos topográficos en el territorio de la provincia. D’Orbigny supo reconocer y
referirse a las virtudes de Ferré y su gestión al señalar, entre otras cosas, que la instrucción
había mejorado gracias a la administración de este gobernador que logró que en el colegio
se enseñara latín, español, matemáticas y dibujo.
En esa oportunidad dirá: “Don Pedro Ferré es uno de esos hombres raros que deben
a la naturaleza, más que a la educación, la fuerza de gobernar con justicia y un juicio
notable en todo, para el bien general de su país” (D´Orbigny; 1945: 367).
Si bien los viajeros entablaban relaciones con la elite de la ciudad, también tuvieron
contacto aquí y en el interior de la provincia con otros sectores de la sociedad correntina,
como es el caso de los indios.
En su obra D’Orbigny reconoce la necesidad de civilizarlos mediante el contacto
con el europeo: “No hay para ellos otro medio de perfeccionamiento posible que mezclarlos
y fundirlos con los europeos” (D´Orbigny; 1945: 341). Sin embargo supo reconocer en una
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ocasión, no sin asombro, las virtudes de unos indios que conformaban la banda de Caacaty
y que se presentaron en la casa del comandante del lugar para agasajar al naturalista y otros
cuatro compatriotas suyos que allí se encontraban:
“Se presentó la banda del lugar, que escuché con verdadero placer, debido a su
originalidad. La componían indios guaraníes. Uno tocaba el violín de su propia
factura; otro pulsaba un arpa hecha con un tronco ahuecado (…) Estos virtuosos
nos tocaron unos aires nacionales con mucha precisión, y apenas podía
explicarme cómo hombres carentes de instrucción musical y contando con
instrumentos tan imperfectos, podían ejecutar melodías y hacerse escuchar con
agrado” (D´Orbigny; 1945: 224).
Por otra parte, los indios parecen haber no rechazado al extranjero; al contrario,
colaboraron con él en la realización de su tarea: “Otro motivo me retenía en Corrientes.
Tenía a mi disposición muchos indios jóvenes que hurgaban por mi cuenta las
cercanías y me ayudaban a completar mis observaciones acerca de la incubación de los
pájaros que anidaban en gran cantidad por todos los arbustos vecinos” (D´Orbigny; 1945:
207). También en su camino a San Roque, una familia de indios se habría mostrado muy
amable con el francés que por su parte supo advertir sus bondades:
“Nos ofrecieron, con la mayor generosidad, compartir la escasa sombra que
podía dar su techo y nos calentaron agua para el mate, que invariablemente me
proponía tomar mi compañero de viaje en cuanto había que engañar un apetito
que no siempre había medios de satisfacer (…).¡Qué contraste, en efecto, entre
aquellos laboriosos indios, satisfechos y contentos de que no les faltara
alimento y tanto ociosos de nuestras ciudades que, gastados en todos los
placeres, rodeados de una apoltronada opulencia, aun están sumidos en
preocupaciones tienen voz para quejarse de los rigores que les impone el
destino!” (D´Orbigny; 1945: 143).
En lo que refiere a lo narrado por los Robertson, mostraron una visión menos
tolerante y más negativa de los indios y sus hábitos; así, en la descripción de su camino
hacia Goya, William describe:
“Poco o nada de interés pude observar en la marcha hasta que llegué, a medio
camino, a un grupo de chozas miserables llamado ‘Las Garzas’, cuya pobreza y
el aspecto salvaje de sus moradores causaban pésima impresión. Eran todos
indios reducidos, de la orilla opuesta del Gran Chaco, perezosos y casi
desnudos que vivían en la suciedad y la indigencia”. Sin embargo, a cinco
leguas de Goya, “…el pueblecito de Santa Lucia fundado por los jesuitas (…)
conservaba todavía entonces el aspecto de una ‘reducción’ y los indios, más
civilizados vivían cómodos y felices” (Robertson; 1950: 182).
En cuanto a su estadía en la ciudad, para los Robertson el bienestar y la satisfacción
eran mayor cuanto más se pareciese su vida en las lejanas tierras de Corrientes a la llevada
en su país natal. Así dirá William Parish Robertson:
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“Pocos periodos de mi vida han sido más felices que aquellos meses de 1817
pasados en Corrientes. El encanto consistía en haber encontrado un hogar [la
casa de la familia Postlethwaite] donde menos podía esperarlo. Cuando,
cerrada la sala y sentados en la mesa, a la hora del té, quería imaginar (lo que
era, después de todo, la verdad) que me hallaba en un lugar remoto, aislado y
desconocido de América del Sur, esto me resultaba difícil” (Robertson;
1950:21).
D’Orbigny, en cambio se mostraba más dispuesto a aceptar lo que la ciudad podía
ofrecerle, sin esperar semejanzas con su lejana Francia: “Pese a la poca regularidad de
Corrientes, debo confesar que encontré muy agradables a la ciudad y sus habitantes.
Una estadía de un mes en medio de comarcas deshabitadas, el continuo suplicio de la
mordedura de los mosquitos, la carencia de pan y carne fresca desde mi partida de Buenos
Aires hacía más de quince días me habían vuelto poco exigente” (D’Orbigny; 1945: 117).
Es importante aclarar que a diferencia de los Robertson, comerciantes quizás poco
dispuestos a soportar una vida llena de limitaciones e incomodidades, D’Orbigny se veía
obligado a tolerar y convivir con las dificultades que le suponía tener que trasladarse de un
lugar a otro para la realización de su actividad como naturalista.
Por otro lado, el francés siempre se mostró más reflexivo sobre sus críticas acerca
de Corrientes, llegando casi hasta a objetar sus propias apreciaciones, como cuando
presenció la fiesta de San Francisco y relató con sorpresa sobre las mujeres y los hombres
que disfrutaban de la ocasión con la distribución de cigarros, aguardiente de caña de azúcar,
para luego de las doce del mediodía retirarse a comer y dormir la siesta, y concluyó
diciendo:
“Cada vez que veía renovarse tales escenas que aun evocan la edad primitiva
de la civilización, empezaba por criticar todo; pero vinculándola en el recuerdo
a numerosas fiestas nuestras, de las aldeas de la baja Bretaña o del fondo de los
campos de Poitou, pronto reconocía que a pesar del alejamiento de los lugares,
los hombres de ambos continentes son, a un mismo nivel de civilización,
siempre y en todas partes más o menos los mismos, movidos por iguales
pasiones y siempre condenados por bárbaros con excesiva precipitación , por el
observador que los ve por primera vez”(D’Orbigny; 1945: 195).
La sociedad de Corrientes parece haber sido muy receptiva y hospitalaria con los
extranjeros y es necesario subrayar que tanto los Hermanos Robertson como D’Orbigny
consideraban esta amable ‘hospitalidad’ de los correntinos como una herencia española
que, según el francés, corría riesgo de desaparecer en cuanto la civilización avanzara hacia
esos territorios ya que se extendería con ella el egoísmo y la más exaltada por haber
recibido el viajero la aceptación y recomendación de un gobernante falsedad. En el relato
de D’Orbigny puede percibirse una actitud muy amable y cordial del correntino hacia el
hombre extranjero. La cálida recepción de la sociedad nativa se vio aún tan importante en la
época como Ferré y por ser considerado, como todo francés, médico:
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“Como francés, se me consideraba necesariamente médico, de manera que
fui consultado acerca de su enfermedad. En esta oportunidad, así como en
muchas otras ulteriores, prescribía unos remedios sencillos que tomados con
confianza y ayudados por la buena constitución del enfermo, produjeron la
curación más perfecta, según supe más tarde. Por otra parte, fui tanto mejor
recibido por cuanto, abstracción hecha de mi reputación médica, tenía del
gobernador de la provincia recomendaciones que causaron el mejor efecto del
mundo en las autoridades locales” (D’Orbigny; 1945: 144).
Resulta interesante ver además, cómo los pobladores del lugar se mostraban
curiosos por las tareas del francés y dispuestos a colaborar con él:
“Dediqué todos mis días disponibles a recorrer los alrededores, cazando
y pidiendo a los habitantes que me trajeran animales, conchas e insectos. Cada
día veía enriquecer mis colecciones. Con frecuencia extendía un lienzo en la
plaza del poblado; colocaba encima dos velas encendidas y esperaba que los
insectos nocturnos cayeran en la trampa (…) La estrategia pareció
extraordinaria a los pobladores que se sorprendían al observar la trivialidad de
mis ocupaciones; pero encontré la manera de acabar con sus preguntas, a veces
inoportunas, diciéndoles que recogía esas muestras como médico, para
convertirlas en remedios, y desde entonces se dedicaron a ayudarme, cosa que
no habrían hecho con seguridad si hubiesen visto en mis investigaciones un
mero propósito de curiosidad. Todos los chicos del pueblo me secundaron en
la búsqueda de plantas, conchas e insectos” (D’Orbigny; 1945: 185).
Por otro lado, podemos pensar que la disposición de D’Orbigny a tomar costumbres
del lugar como tomar mates para ‘engañar el apetito’ o aprender el guaraní ‘para recorrer
con provecho el interior de la provincia’ ayudaron a entablar relaciones con la sociedad
local. Esta apropiación de hábitos culturales del lugar, era premeditada por el francés y
aconsejada para el emprendimiento de cualquier viaje:
“Quien quiera viajar con provecho no debe descuidar nada para ponerse en todas
partes al corriente de los usos propios de cada provincia que recorre; pues amoldándose a
todos tendrá la seguridad de hacerse estimar por todas las clases sociales y encontrarlas
siempre deseosas de ayudarlo; desde entonces queda asegurado el éxito de su misión”
(D’Orbigny; 1945:201).
En la obra de los Robertson, y partiendo fundamentalmente del relato de reuniones
en la casa de la familia inglesa Posthlethwaite, logramos observar la disposición de cierto
sector de la sociedad nativa a entablar relaciones con esta familia extranjera que, por su
parte se mostraba muy abierta al entendimiento con los correntinos, habían comenzado a
estudiar español, asimismo intentaban aprender sobre las costumbres del lugar, visitaban a
las familias y las recibían en su propia casa, pudiéndose notar su voluntad por ser parte de
la sociedad. En este sentido comenta William:
“Por fortuna, la señora Postlethwaite y sus hijas poseían un carácter tan adaptable,
tan animoso, que se acomodaban fácilmente a los hábitos del pueblo en que vivían
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y donde eran las preferidas. Nunca se les oía formular comparaciones (tan odiosas
para quienes resultan rebajados con ellas) entre en su propio país y el de su
residencia. Jamás hacían alusión a las comodidades inglesas ni a las dificultades
que encontraban en Sud América” (Robertson; 1950:19).
Los hermanos Robertson, a diferencia de D’Orbigny se relacionaron en mayor
medida con las figuras más destacadas de la sociedad correntina del momento y se puede
percibir en su relato una casi permanente desconfianza hacia el común de la población,
resultante del temor a que los asaltaran debido al desorden imperante en Corrientes. Para
asegurar la protección de sus intereses se preocupaban por ganarse el favor de los hombres
cercanos a Artigas:
“Yo era considerado como uno de los habitantes más ricos y me hallaba
en mayor peligro que otro cualquiera, pero se sabía también que había
merecido poco tiempo antes el favor y la protección de Artigas. Estas
circunstancias y algunas dádivas oportunas, consistentes en dinero y en
cascos de cerveza que distribuí entre los hombres más influyentes del
partido artigueño, me fueron muy útiles, salvándome de los riesgos a que
estaba expuesto” (Robertson; 1950:77).
Si bien los hermanos Robertson fueron, al igual que el francés, recibidos con
amabilidad y cortesía, no gozaron siempre de la aceptación de toda la población por ser
comerciantes ingleses; esto es notable en la ocasión del incidente ya citado con el sucesor
de Méndez, Cabral, y también en la apreciación de la esposa de Don Isidoro Martínez,
quien, molesta por el supuesto reemplazo del trueque por el uso de la moneda, reprochaba:
“Si yo fuera gobernador de la provincia, haría salir a los ingleses del territorio porque están
arruinando y destruyendo el comercio.
Antes de llegar ellos aquí la gente pobre se acercaba a la puerta de la calle para
gritar: -¡Pan por yerba!, ¡Tabaco por azúcar! Así hacíamos verdaderas ganancias y la clase
baja se mantenía en su lugar comportándose con sumisión y humildad ante sus superiores”
(Robertson; 1950:99).
A pesar de que los hermanos Robertson y D’Orbigny visitaron Corrientes en
momentos históricamente distintos y por motivos diferentes, ambos fueron extranjeros que
en mayor o menor medida supieron apreciar la ciudad y relacionarse con sus habitantes.
Podemos pensar, por lo antes expuesto, que las relaciones que entablaron estuvieron
en gran medida influidas por la finalidad y el momento de su estadía.
Más allá de la diferencia que existe en las apreciaciones de estos viajeros, ambos
parecieron interesados por mostrar en sus escritos una actitud de agradecimiento y aprecio a
la ciudad y sus habitantes por la atención brindada en su estadía.
Robertson recordaban que “…estaba contento de ver en aquella región remota tanta
bondad y respeto para quienes con la pena de una larga separación habían dejado su país
natal…”y que los “…extranjeros siempre recibieron de ellos [los correntinos], las mejores
pruebas de generosidad y hospitalidad” (Robertson; 1950: 13). Por su parte D’Orbigny
decía al momento de su partida:
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“Me detuve algunos instantes antes de entrar en otra provincia, dando mi último
adiós a aquella que me había acogido durante más de un año sin que tuviera que nunca que
quejarme un solo instante de sus habitantes”(D’Orbigny; 1945:358).
Bibliografía
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Las relaciones entre Corrientes y Asunción durante el ciclo
revolucionario a través de la historiografía correntina.
Josefina Clemente
Instituto de Historia
Facultad de Humanidades
Universidad Nacional del Nordeste
Resistencia- Chaco
Josefina_clemente@hotmail.com
Resumen
En el marco de la historiografía correntina es habitual considerar que entre
Corrientes y el Paraguay siempre ha existido un fuerte lazo surgido en los tiempos
coloniales, que atravesó momentos de vinculación armónica así como otros de tensión y
enfrentamiento por disputas territoriales hasta el estallido de la guerra de la Triple Alianza.
La guerra generó tensiones al interior de la sociedad correntina, y en el clima
posbélico, atravesado por esas tensiones que perduraron largo tiempo, comenzó a escribirse
la historia provincial.
Nos proponemos analizar cómo han sido tratadas por la historiografía correntina las
relaciones sostenidas por las ciudades de Corrientes y Asunción en los comienzos del ciclo
revolucionario, es decir, durante la campaña de Belgrano al Paraguay (1810-1811) y la
invasión a Corrientes en 1811.
El corpus seleccionado está compuesto por la Crónica Histórica de la Provincia de
Corrientes (finalizada en 1897 y publicada en 1928) de Manuel Florencio Mantilla, la
Historia de la Provincia de Corrientes (1929) de Hernán Félix Gómez, Las luchas por el
federalismo (1936) de Justo Díaz de Vivar y El ejército libertador correntino (1941) de
Valerio Bonastre.
Desarrollo
I.
El fuerte vínculo existente entre los pueblos correntino y paraguayo se origina en el
período colonial. Se trata de dos ciudades que tienen un lazo muy estrecho que deriva del
origen mismo de la ciudad de Corrientes ya que fue desde Asunción donde se inició el
proceso fundacional que dio nacimiento, entre otras, a la ciudad de San Juan de Vera de las
siete Corrientes (1588).
Desde entonces por la proximidad geográfica, la lengua en común -el guaraní- y el
fuerte lazo histórico-cultural el vínculo se fortaleció a lo largo de los siglos. (Quiñonez,
2010). Sin embargo es necesario tener en cuenta que los límites entre las jurisdicciones
correntina y paraguaya tuvieron la característica de fronteras móviles durante todo el
período colonial y gran parte del siglo XIX y fueron objeto de enfrentamientos
diplomáticos como también de acuerdos (Maeder, 1999:128).
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Estas cuestiones conllevan a que las historias de Corrientes y Paraguay estén
particularmente signadas por acontecimientos que las marcaron y que se ven reflejados en
las producciones historiográficas de sus historiadores.
La historia de Corrientes surgió a fines del siglo XIX con la obra de Manuel
Florencio Mantilla (1853-1909), que constituye la primera visión general del pasado de la
provincia. Miembro de una familia vinculada al partido liberal, finalizado sus estudios de
Derecho en Buenos Aires, regresó a Corrientes en 1874 y se dedicó al periodismo. Entre
1878 y 1880 fue ministro del gobierno liberal de Felipe Cabral. En junio de 1880, luego de
la caída de esta administración a raíz de la intervención federal decretada por el presidente
Roca, abandonó la provincia para exiliarse en el Paraguay.
Luego de un efímero retorno en 1882, cuando se iniciaba el ciclo de gobiernos
autonomistas que se extendió hasta la revolución de 1893, decidió radicarse definitivamente
en Buenos Aires, donde se puso al frente de la actividad opositora de los emigrados de su
partido.
Su período de máxima producción histórica se inicia con el exilio en el Paraguay y
alcanza su punto culminante con la elaboración de la Crónica Histórica de la Provincia de
Corrientes (1897). Sus escritos históricos convirtieron a Mantilla en el referente
fundamental de la historia provincial hasta la aparición de los primeros estudios elaborados
por hombres como Manuel Vicente Figuerero, Valerio Bonastre y Hernán Gómez, quienes
continuaron la línea abierta por la labor precursora de Mantilla y, en algunos casos
produjeron importantes rectificaciones.
Las reconstrucciones de Mantilla se constituyeron en la versión canónica de la
historia provincial y aportaron dos premisas que fueron continuadas y profundizadas por los
historiadores del siglo XX: la perseverante defensa de la autonomía y la vocación nacional
y federal de su clase dirigente (Quiñonez, 2004).
En la primera mitad del siglo XX, la obra del historiador correntino Hernán Félix
Gómez (1888-1945), constituyó el primer intento por brindar un marco teórico-
metodológico a los estudios históricos correntinos, así como por delinear una perspectiva
correntina de la historia argentina. Gómez nació en la ciudad de Corrientes, el 26 de
diciembre de 1888, en el seno de una familia de larga y reconocida trayectoria en la vida de
la provincia. La rama masculina de los Gómez se había unido, por medio del matrimonio, a
través de las sucesivas generaciones, con hogares de antiguo arraigo, pertenecientes a los
grupos dirigentes de la sociedad correntina.
En 1910 egresó de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de
Buenos Aires, con el título de abogado. Se radicó en Corrientes, donde inmediatamente
inició su labor política, cultural y educativa. Miembro de una familia autonomista, desde
muy joven se vinculó con la política, dentro de las filas de este partido. A partir de la
década de 1920, Gómez entró en plena actividad intelectual. A este período pertenecen sus
obras históricas más importantes.
Su obra Historia de la Provincia de Corrientes, apareció entre 1928 y 1929 en tres
volúmenes, en coincidencia con la publicación de las otras historias generales de
Corrientes: la Crónica Histórica de la Provincia de Corrientes, de Manuel Florencio
Mantilla, y las Lecciones de historiografía de Corrientes de Manuel Vicente Figuerero.
El trabajo de Gómez constituye un esfuerzo por superar la crónica y ofrecer una
visión orgánica del pasado correntino dentro del marco nacional, con el objeto de “hacer la
historia argentina con la circunstancia de que ella es contemplada desde la provincia”.
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Cada volumen corresponde a una etapa de la historia correntina, y puede sostenerse
que, en general, toda su obra constituye una de las primeras propuestas de periodización de
la historia provincial. Dentro de la misma, se distinguen la historia de la ciudad de
Corrientes y la historia de la provincia. La primera se desarrolla desde su fundación, en
1588, hasta la organización de la provincia, en 1814; la segunda, desde esa fecha hasta el
presente (Leoni, 2004).
Justo Díaz de Vivar (1889-1944) era miembro de una importante familia de la elite
correntina; pertenecía a la cuarta generación, nacida en suelo americano, de los
descendientes de Pedro Díaz de Vivar, un español que afincado en Corrientes en la
primeras décadas del siglo XIX, estableció lazos de parentesco con las principales familias
de la sociedad local.
Fue un hombre de gran actuación pública, de profundas convicciones nacionalistas
y de reconocido prestigio, que ejerció su profesión de médico, pero que también se dedicó a
la docencia en el Colegio Nacional de la ciudad; fue Diputado Nacional por el partido
liberal, Ministro de Hacienda e Instrucción Pública de la Provincia y Presidente de la
Dirección Provincial de Salubridad.
El aporte historiográfico de Díaz de Vivar resulta original y mereció el elogio de sus
contemporáneos y la valentía que implicaba exponer argumentos descalificadores para
quienes habían sido consagrados como los principales héroes correntinos.
En su libro Las Luchas por el Federalismo, publicado en 1936, a diferencia de las
imágenes que hasta entonces habían brindado sus historiadores, que se esforzaban por
destacar el desempeño de la provincia en el proceso de construcción del estado nacional por
medio de actuaciones heroicas de sus hombres; describe un ambiente extremadamente
chato, empobrecido y mediocre, con hombres que no estaban preparados para hacer frente a
las circunstancias que siguieron al estallido revolucionario (Quiñonez, 2004).
Valerio Bonastre (1881-1949) recibió una formación como maestro normal,
bachiller y abogado. Se recibió en la Universidad de Buenos Aires, donde tomó contacto
con nuevas ideas; alcanzó el título de doctor en jurisprudencia en 1909. Su fructífera labor
se extendió por distintos campos, pues fue docente, periodista, se desempeñó como
magistrado en Goya y Corrientes, concejal en Goya, director del Archivo General de la
Provincia. Bonastre fue, ante todo, un maestro, en la más completa acepción del término.
Fue profesor secundario en el Colegio Nacional General. San Martín, donde dictó
Historia, como Rector del Colegio Nacional de Resistencia y como director de la Escuela
Normal de Varones “José Manuel Estrada”.
A su labor docente, Bonastre sumó su intervención en distintas instituciones
vinculadas con la preservación, la investigación y la difusión del conocimiento del pasado
provincial. A partir de la década de 1930, comenzó la organización institucional de la
historiografía en las provincias, con la creación de organismos como Juntas y Academias.
En este contexto se inserta la organización de instituciones vinculadas con los
estudios históricos en Corrientes; integró la Comisión del Museo Colonial, la Academia de
Estudios Históricos, el Instituto Sanmartiniano, así como diversas comisiones de homenaje
a los acontecimientos señeros de la historia correntina, que se encargaron de organizar actos
y publicar trabajos.
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La labor de Valerio Bonastre, que puede acotarse entre las décadas de 1930 y 1940,
coincide con la etapa de auge de la Nueva Escuela Histórica, que fue también una etapa de
gran prestigio de la profesión, prestigio estrechamente vinculado con la necesidad de
construir una conciencia nacional. Su producción abarca varios libros y alrededor de cien
artículos, publicados en distintos periódicos de la provincia y en obras conmemorativas.
Sus trabajos aparecieron en La Unión y en La Patria, de Goya; El Mensajero de Nuestra
Señora de Itatí; en La Escuela, Nueva Epoca, La Mañana, El Liberal y El Pueblo, de la
capital correntina y en Estampa Chaqueña, de Resistencia.
Una característica propia de la historiografía correntina está presente en su obra El
ejército libertador correntino, la reivindicación del aporte de la provincia al proceso de
construcción del federalismo argentino frente a la hegemonía del gobierno de Buenos
Aires, pero destacando que la acción provincial siempre estuvo inserta en un marco
nacional.
Estos historiadores comenzaron a escribir la historia de su provincia luego de
transcurridos acontecimientos que la relacionaron con Paraguay, y que provocaron
momentos de acercamiento y afinidad como en la revuelta comunera; pero también fueron
objeto de varios enfrentamientos como en el conflicto por la región del Ñeembucú-durante
el periodo colonial-; la campaña de Belgrano al Paraguay y la invasión paraguaya a
Corrientes de 1811; los conflictos por la Tranquera de Loreto, hasta alcanzar el momento
de tensión más álgido tras el estallido de la Guerra de la Triple Alianza.
La propuesta de nuestro trabajo consiste en analizar las obras de los autores
mencionados, teniendo en cuenta los condicionantes que intervinieron en su elaboración y
de qué manera reflejaron el complejo vínculo existente entre Corrientes y Paraguay.
II.
La Junta nombrada en Buenos Aires el 25 de mayo de 1810-que reemplazó al
Virrey luego de la llegada de las noticias de la caída de la Junta Central de Sevilla- tuvo la
preocupación del reconocimiento a su autoridad en todo el territorio del virreinato;
autoridad que, en alguna medida, se vio erosionada por la actitud asumida por el Paraguay
que no aceptó subordinarse a ella y el 24 de julio de 1810 juró fidelidad al Consejo de
Regencia.
Fue por este posicionamiento que la junta decidió despachar una fuerza comandada
por uno de sus vocales, Manuel Belgrano, para “auxiliar” a quienes en ella adherían en
causa de Buenos Aires. Belgrano luego de atravesar territorio entrerriano y correntino,
cruzó al Paraguay donde no habiendo recibido el apoyo esperado, debió capitular en marzo
de 1811 (Brezzo, 2009:12).
El historiador paraguayo Fulgencio Moreno sostiene que por la manera en que se
buscó el apoyo del Paraguay, se reveló desde un principio el desconocimiento de cuanto se
refería a esta provincia por parte de los miembros de la Junta. (Moreno, 1911).
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El primer error provino de la diplomacia de Buenos Aires que comisionó al coronel
José Espínola99
para llevar al Paraguay el pliego que pedía el reconocimiento de la Junta y
la cooperación de la provincia, desconociendo que el mismo contaba con la animosidad del
gobernador y el pueblo paraguayo. Como señala Julio César Chávez: “… si en vez de
enviar a Espínola la Junta hubiese nombrado a Belgrano o a un Rodríguez Peña, muy otro
hubiese sido el proceso revolucionario paraguayo” (Chávez, 1959:29).
Cuando Espínola llega a Villa del Pilar comete el grave error de anunciar el envío
de un fuerte cuerpo de tropas en apoyo de la Junta Provisional, en razón de esto en el
Paraguay las autoridades empezaron a preparar las milicias, con el pretexto de que una
potencia vecina (Portugal) la amenazaba, pero en realidad era para defenderse de la Junta
de Buenos Aires.
Pero no sólo el nombramiento de este coronel habría sido desacertado, existía una
cuestión que no fue advertida por la Junta y cuyas raíces eran más profundas y
significativas para los paraguayos. Había fundadas quejas del gobierno español en el
Paraguay, pero eran más grandes las diferencias con el Plata que con la metrópoli.
La capital asunceña fue durante el siglo XVIII el centro de la conquista y de la
colonización. Factores geográficos, políticos y económicos desplazaron ese centro a la
ciudad de Buenos Aires; no sólo quedó herido el orgullo asunceño sino que pronto se unió
el factor económico, ya que la única vía de salida para el Paraguay era la de Buenos Aires
que vino a convertirse en un tutor del Paraguay por el sólo hecho de dominar la llave de su
salida al mundo (Chávez, 1959).
En este estado de cosas se puede comprender el contexto en el que se desarrollaron
los acontecimientos, percibir el sentimiento que se gestaba en Paraguay como consecuencia
de todos estos acontecimientos, y entender el motivo por el cual este país se opuso tan
fuertemente a las ideas difundidas desde la Junta que para los paraguayos no eran más que
otro intento de avasallamiento por parte de los porteños.
Durante la campaña que debió conducir, enviado por la Junta, Belgrano trató de
evitar el uso de la fuerza para someter a la Provincia del Paraguay. A través del teniente
gobernador de Corrientes Elías Galván envió agentes que debían recorrer los pueblos
informando que su propósito era liberarlos del régimen opresor, restituir los derechos,
suprimir el estanco del tabaco y eliminar los impuestos que se imponían a sus productos.
Esta maniobra no evitó que el gobierno paraguayo continuara organizando
activamente su defensa, que fuera encomendada al teniente de caballería Fulgencio Yegros
y al alcalde de primer voto de Pilar, don Blas José Roxas, quienes más adelante serían los
promotores de la independencia paraguaya.
Estos se hacen del control del territorio del Ñeembucú, comprendido hasta el
Arroyo Hondo. Belgrano envió un último emisario al gobernador Bernardo de Velasco
(1806-1811) con el fin de convencerlo de que era inútil el enfrentamiento, pero apenas
llegado a Paso de la Patria éste fue detenido. Finalmente, el 18 de diciembre de 1810, el
ejército expedicionario al mando de Belgrano cruzó el río Paraná con lo que oficialmente se
iniciaron las hostilidades (Caballero Campo, 2010).
99 José Espínola era el coronel de las milicias de Villa Real, que había sido depuesto de su cargo y por ese
motivo se encontraba en Buenos Aires cuando estalla la revolución, gestionando la reposición en la
comandancia.
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Para entender el proceso que culmina en la derrota del ejército comandado por
Manuel Belgrano, es necesario volver sobre la suma de errores que éste habría cometido y
el desconocimiento por parte de los porteños de las realidades imperantes en el pueblo
paraguayo.
No se efectuará una explicación de las acciones bélicas que tuvieron lugar en
Paraguarí (19 de enero de 1811) y Tacuarí100
(9 de marzo de 1811), nuestra atención se
centrará en las causas que las llevaron al fracaso de las armas revolucionarias.
Espínola había informado erróneamente a la Junta de que en el Paraguay el partido a
favor de la revolución era poderoso, y que bastarían doscientos hombres para derribar al
gobernador Velazco; también se había previsto que en el tránsito hacia el Paraguay se
unirían otras fuerzas, situación que no se concretó.
El desconocimiento que Belgrano tenía del territorio paraguayo lo llevó también a
no utilizar todas las fuerzas que se le enviaron desde Corrientes y las Misiones (Castello,
1984); el general acrecentó su optimismo cuando se incorporan los paraguayos Cálcena y
Echeverría, a quienes se les había atribuido una gran influencia sobre la población.
Como expresa Chávez, los errores radicaron en “…no comprender que los
paraguayos desde el 25 de mayo se resistieron a ser libertados y se volcaron a favor del
régimen, no para sostenerlo, sino para defender su autonomía, el derecho a ser dueños de su
destino (…) Aquella explosión popular no fue en ningún momento de oposición a la
independencia, sino afirmación localista; una autoafirmación de nacionalidad” (Chávez,
1959:70).
Tras el fracaso de la expedición, Belgrano inicia una intensa comunicación con el
comandante paraguayo Manuel Atanasio Cabañas, con el fin de neutralizar los efectos de la
fracasada campaña militar y conseguir propagar las ideas de independencia y libertad. Ante
el temor de que los criollos decidiesen rebelarse en su contra, Velasco dispuso desarmar a
los criollos y desmovilizar a las milicias; tras estas medidas, sumado al descontento que
existía por la pobre actuación militar del gobernador durante el conflicto, los oficiales que
fueron desmovilizados se dispusieron a derrocar al gobierno.
Careciendo del prestigio necesario para adoptar medidas decisivas en lo político y
en lo militar, Velasco planea aislar el foco revolucionario, y para evitar el contacto entre
Paraguay y Buenos Aires, y facilitar las comunicaciones con Montevideo, donde se había
instalado el nuevo virrey designado por el Consejo de Regencia; envía una expedición
naval a ocupar Corrientes (Caballero Campo, 2010).
Paralelamente, después de la derrota de Belgrano en el Paraguay, se propuso en la
Junta Grande la fortificación de Corrientes, pero el proyecto no se realizó; por otra parte, la
ciudad se hallaba desprotegida debido a que Belgrano se llevó hacia la Banda Oriental gran
parte de las milicias correntinas con todo el armamento reunido.
En este estado de cosas, el 7 de abril de 1811 una flotilla paraguaya compuesta por
siete buques al mando del comandante de Ñeembucú, don Jaime Ferrer, se presentó frente a
la ciudad de Corrientes.
Éste dirigió una intimación a las autoridades de la ciudad, para que respondiesen si
se alineaban con la posición asumida por la Provincia del Paraguay, reconociendo al
Consejo de Regencia y al nuevo Virrey del Río de la Plata, don Francisco Javier de Elio, en
100 Mitre en su obra: “Historia de Belgrano y de la independencia Argentina” lleva a cabo una descripción
pormenorizada de lo acaecido en ambas batallas.
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cuyo caso serían apoyados por sus armas contra la autoridad de Buenos Aires (Moreno,
1911). Galván, sin fuerzas para resistir, accedió al pedido del jefe realista.
El juramento de obediencia prestado por el Cabildo, se había convertido en una verdadera
sumisión a los dictados del Gobernador español del Paraguay don Bernardo de Velasco.
Tal es así que el 11 de mayo-ante la incapacidad del Cabildo de ejercer un mando enérgico-
se encargó el mando político a una comisión de tres cabildantes, siendo designados para
ocupar el cargo Juan Asencio Virasoro, Don Félix de Llano y Don Raimundo Molinas.
Este triunvirato viendo el estado precario de la caja real y en atención a las
dificultades que presentaba el aprovisionamiento de las fuerzas españolas, decretó una
subscripción pública, que se podía pagar en especies e inició incursiones en la campaña,
que se hallaba en poder de los patriotas (Gómez, 1929).
Más tarde, creyendo segura la situación, Ferrer se marchó dejando como
comandante de armas al capitán Blas José de Roxas. Este oficial era seguidor de Fulgencio
Yegros quien, en combinación con otros oficiales preparaba un movimiento revolucionario
que finalmente estalló en Asunción el 14 de mayo de 1811. Posteriormente, el 21 de mayo,
se conoció el pronunciamiento de los patriotas de Asunción y el subsiguiente cambio de
gobierno, siendo evacuada la ciudad de Corrientes el 6 de junio de 1811(Castello, 1984).
Lo expresado anteriormente da cuenta de los motivos por los cuales la campaña de
Belgrano al Paraguay no fue bien vista por la mayor parte del pueblo correntino, quien
activamente participo de la empresa, y luego debió enfrentar la invasión a su territorio sin
recursos de defensa, pero por sobre todas las cosas, por la pérdida de la región del
Ñeembucú tras el tratado firmado el 12 de octubre de 1811.101
III.
Manuel Florencio Mantilla, fue un destacado miembro de la elite dirigente de su
tiempo, y una personalidad activa en el ámbito político. En 1884 publica Estudios
biográficos sobre patriotas correntinos, que fuera elaborado en parte durante su exilio en
tierras paraguayas. Con este conjunto de biografías intentó exaltar las figuras del período
revolucionario y la lucha contra Rosas: Genaro Perugorría, Ángel Fernández Blanco,
Genaro Berón de Astrada, Pedro Ferré, Nicolás M. Tedesqui y Joaquín Madariaga. Se trata
de biografías escritas con un estilo ágil que evidencian un conocimiento sólido del pasado.
En el prólogo del libro señaló que quizás faltara arte en su tarea: “…ante la crítica
exigente, más no exactitud y justicia; porque en todo me ciño rigurosamente a la verdad
histórica, sin afirmar un hecho y sin adelantar un juicio que no esté comprobado en
documento de autoridad innegable” (Rivera, 1984: 37).
La obra que dio base a la historia provincial, titulada Crónica Histórica de la
Provincia de Corrientes fue elaborada entre 1895 y 1897, dentro de un contexto en el que
101 Desde 1841 la Provincia de Corrientes abandonó sus pretensiones en el área, pero los límites no fueron
fijados definitivamente hasta la finalización de la Guerra de la Triple Alianza, con la firma del Tratado de
Límites entre la República Argentina y la República del Paraguay el 3 de febrero de 1876 que fijó al Paraná
como divisoria.
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las heridas tras la guerra de la Triple Alianza no estaban cerradas, por el contrario, las
secuelas en el terreno político y social en el que actuaba Mantilla estaban a flor de piel.102
La guerra con el Paraguay grabó en su espíritu profunda indignación, y es por esto
que, tras la lectura de sus escritos se puede advertir cierto encono hacia aquellas
circunstancias que vincularon a su provincia con el país vecino.
Tanto en Estudios biográficos sobre patriotas correntinos como en Crónica
Histórica de la Provincia de Corrientes, el autor se ocupa de la campaña de Belgrano al
Paraguay y la invasión paraguaya a Corrientes en 1811. Al referirse a estos episodios se
muestra crítico respecto de la actuación de Belgrano, desacreditándolo como militar y
diplomático, y responsabilizándolo tanto del fracaso de la campaña como de la pérdida de
la región del Ñeembucú.
Belgrano no se acreditó mejor diplomático que militar en la segunda misión que el
gobierno le confió ante la Junta paraguaya; cedió cándidamente a todas las exigencias de
Francia, sin ninguna ventaja. Una de las cláusulas del tratado que firmó el 12 de octubre de
1811, perjudicó directamente los derechos territoriales de Corrientes.
So pretexto de precaver desavenencias entre correntinos y paraguayos, se fijó al río
Paraná como límite de las dos provincias, hasta tanto el Congreso general determinase
definitivamente la demarcación; ratificándose de esta suerte la usurpación paraguaya hecha
a favor de la resistencia española a la instalación de la Junta Gubernativa. Con eso, la
independencia acordada al Paraguay y la jurisdicción que también se le reconoció sobre el
departamento Candelaria, fueron atropellados derechos e intereses vitales de Corrientes y
de la Nación, que ningún gobierno reparó después.
Desmembración real del territorio y el pié paraguayo puesto en la banda izquierda
del Alto Paraná. Agregó Belgrano a los perjuicios que llevaba sufridos Corrientes de la
Revolución, no obstante sus méritos y servicios (Mantilla, 1928:174).
También deja entrever parte de su responsabilidad de la invasión paraguaya, ya que
al retirarse dejó desguarnecida a la provincia “… en situación inerme, a merced de los
enemigos inmediatos”. (Mantilla, 1884:170). La figura destacada en detrimento de
Belgrano y de Elías Galván es Ángel Fernández Blanco103
, quien se hace cargo de la
defensa de la ciudad, aporta fondos para la misma y se ocupa de la instrucción de los
soldados.
Entre otros méritos le atribuye el haber reparado en que Fulgencio Yegros, uno de
los promotores de la Revolución del 14 de mayo en el Paraguay, ejercía influencia sobre el
capitán Blas José Roxas y a partir de allí fomenta en él ideas que tendían a comprometer su
fidelidad, decidiéndolo a pronunciarse por la Junta Gubernativa. Mantilla afirma: “…el
triunfo de la revolución paraguaya selló la obra de Blanco...” (Mantilla, 1884:45-46). Para
Belgrano, en cambio, no hay ningún elogio respecto de su actuación durante la invasión; ya
que éste habría llevado lo mejor de las milicias correntinas y su armamento a la Banda
Oriental dejando desguarnecida a la ciudad.
102 Acerca de los conflictos sociales que generó la guerra en la sociedad correntina véase: RAMIREZ
BRASCHI, Dardo (2000): La guerra de la Triple Alianza a través de los periódicos correntinos. Corrientes,
Amerindia. 103 Hacendado y militar correntino que colaboro con la organización del ejército que hizo la Expedición
Libertadora al Paraguay, reuniendo voluntarios y pagando todo el equipamiento de dos compañías. Después
de la derrota, cuando los realistas ocuparon brevemente la ciudad de Corrientes, logró mantenerse al servicio
de las unidades patriotas y apoyarlas en todo lo que pudo.
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Para entender su posición frente a estos hechos, es necesario no perder de vista los
condicionantes que intervienen en su perspectiva. Mantilla forma parte de una trama
familiar que incluye a muchos personajes de los que se ocupa en el relato: por línea materna
es nieto de Juan Benítez de Arriola, a quien se considera el conquistador de la región del
Ñeembucú, territorio que se pierde tras la firma del armisticio de 1811, y por la rama
paterna, una de sus tías es esposa de Juan José Fernández Blanco, hermano de Ángel, y
futuro gobernador de la provincia en 1821.
Esto puede conferir un sesgo peculiar a su interpretación de los acontecimientos, en
relación con el papel que asigna tanto a Fernández Blanco, como a Pedro Ferré, también
emparentado con su familia, y la fuerte defensa que realiza de los derechos territoriales de
Corrientes, en una línea interpretativa que sostiene firmemente a lo largo de sus obras.
En su obra titulada Historia de la Provincia de Corrientes Hernán Félix Gómez,
además de ofrecer una visión global del pasado correntino, aporta una de las primeras
propuestas de periodización de la historia provincial. Elaborada en la década de 1920 y
publicada en 1928, al mismo tiempo que se daba a conocer las otras historias integrales de
Manuel Florencio Mantilla y Manuel Vicente Figuerero.
En ella se puede observar una gran preocupación heurística producto de su adopción
de los principios metodológicos de la Nueva Escuela Histórica (Leoni, 2004:85). Utiliza
una abundante bibliografía, en la cual incluye a las obras de Mantilla, y las fuentes de las
que podía disponer en el Archivo de la provincia.
Sus escritos históricos vienen a sumarse a la producción que se venía elaborando
desde el siglo XIX, a pesar de que la obra principal de Mantilla se encontrara inédita.
Sin embargo, las consecuencias de la guerra de la triple Alianza, es decir, la
conflictividad social que había generado entre los correntinos y la rivalidad acrecentada con
el pueblo paraguayo, continuaba operando en el ánimo de los intelectuales a la hora de
tratar la guerra, de la cual no se escribía, pero también condicionaba la lectura de toda la
relación habida entre correntinos y paraguayos hasta 1865.
Gómez efectúa un relato que se distingue del que hemos observado, en el que puede
apreciarse el esfuerzo del autor por mostrar una neutralidad, una distancia con los hechos,
que resulta novedosa. Gómez se dedica a narrar los hechos durante la campaña al Paraguay
evitando valoraciones hacia los paraguayos y la figura de Belgrano, marcado así diferencias
con Mantilla.
Es probable que esto se deba a que son otros los objetivos que persigue en este
trabajo en el cual se proponer una mirada diferente en torno a la relación centro-periferia
que resignifique la visión dominante del pasado argentino, donde su provincia ocupe el
lugar que le corresponde de acuerdo con sus acciones.
En coincidencia con Mantilla sostiene que Corrientes se hallaba desguarnecida
durante la campaña de Belgrano y no contaba con recursos suficientes para hacer frente a la
invasión paraguaya ya que:… “todo lo disponible, todo el que podía sostener un arma,
había sido ofrecido al General del Ejército del Norte, no restando en la ciudad sino los
inútiles y los que por su avanzada edad no podían sufrir las penurias de una campaña”
(Gómez, 1929:55).
También coincide con Mantilla al destacar que Belgrano poseía un absoluto
desconocimiento del estado en que se encontraban las milicias paraguayas, y aporta como
fuente una nota escrita a Galván en la que decía: “los insurrectos están muy quietos (…),
que bestias y que cobardes son (…) Si luego Ud. haya puesto a los que vienen de la Bajada
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en los pasos quisiere venir a divertirse en la primera acción, lo consiento para que se
entretenga un rato” (Gómez, 1929:49).
Sin embargo brinda interpretaciones diferentes respecto de la figura de Belgrano, ya
que no lo responsabiliza de lo acaecido en 1811. A lo largo del relato señala que las órdenes
eran impartidas desde la Junta de Buenos Aires, y que Belgrano no hacía más que
obedecerlas.
De hecho, al referirse al controvertido tratado firmado tras la derrota, no alude en
ningún momento a la figura de Belgrano y solo menciona como signatarias del mismo a
“las Juntas de Buenos Aires y Paraguay como una consecuencia de la misión encomendada
al General Belgrano” (Gómez, 1929:65).
Por otra parte, es el único que menciona al triunvirato que se forma durante la
invasión paraguaya, al respecto señala: “… ante indicación que hiciera en oficio el
Gobernador del Paraguay Velasco que se resolvió con fecha 11 de Mayo encargar del
mando político a una comisión de tres Cabildantes, que lo ejercerían por orden. En la
reunión capitular de ese día fueron designados don Juan Asencio Virasoro, don Félix de
Llano y Don Raimundo Molinas” (Gómez, 1929:60-61).
Y más adelante, tras el retiro de los paraguayos escribe: “El espíritu público
necesitaba una reparación. Y fue entonces cuando Galván en 22 de junio suspende a los
cabildantes que formaron el gobierno provisorio-los arresta hasta que justifiquen su
conducta…” (Gómez, 1929:62).
Estas referencias no las encontramos en la obra de Mantilla, y este dato es singular
porque da cuenta de lo expresado respecto de que el sector social al cual pertenecía el autor
condicionaba su visión de los hechos.
A diferencia de Mantilla que trata este episodio con suma discreción, Gómez que no
guarda ni un vínculo familiar con quienes integraron ese triunvirato, y adhiere a una
práctica historiográfica que prioriza la objetividad frente a los hechos, trata el tema sin
reparos y hace referencia al trato de traidores recibido por quienes integraron el triunvirato.
Consecuente con su objetivo de reivindicar el rol de Corrientes en la historia nacional,
sostiene que durante la campaña y la posterior invasión Corrientes, y su Teniente de
Gobernador Elías Galván, fueron el centro de las acciones:
“… la compra de la pólvora de que se carecía, la provisión de caballos para su
ejército, que marchaba con lentitud; la de carne que llego a faltarle; la de yerba,
caballos, bueyes y ganado para división de Rocamora que bajaba desde Yapeyú; la
exploración de los pasos de Paraná y del pensamiento del pueblo paraguayo, etc.-
todo corría de cuenta de los hombres de Corrientes”. (Gómez, 1929:39).
Considerando el propósito de la obra, va más allá de una simple narración de la
historia política y militar de Corrientes, podemos vislumbrar las razones por las cuales
Gómez da cuenta de los episodios desde otra perspectiva, con un sesgo peculiar, presenta
aristas diferentes, teniendo como fin último la exaltación de los méritos de Corrientes y
recuperar el lugar que le correspondía en el contexto nacional.
Siguiendo la línea trazada por Gómez, Díaz de Vivar elabora una obra cuya
finalidad es presentar desde una visión litoraleña, un panorama de conjunto de la lucha por
el federalismo.
El trabajo presenta una escasa utilización de fuentes, el contenido presente en sus
citas pretende reforzar ciertas ideas, y sobre todo, hacer referencia a otros autores utilizados
para reforzar sus argumentos. Las luchas por el federalismo, al centrarse en la ciudad de
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Corrientes hace referencia a las relaciones que tuvo la misma con el país vecino a lo largo
del siglo XIX.
El autor afirma que fue la expedición de Belgrano al Paraguay el primer contacto
que tuvo Corrientes con el “exterior”, pero echa por tierra las causas ideológicas que
movían a esa campaña, alegando que:
La revolución americana, que concluyó con el separatismo y la creación de nuevas
nacionalidades, fue al comienzo una guerra civil, de causas menos románticas e
ideológicas que las que se propalan por nuestros pretensiosos escritores; y en su
génesis influyeron varios factores, condicionados todos por la ola de fondo que
venía desde la revolución de las colonias inglesas de Norteamérica, enormemente
agrandada por el estado de conmoción que la Revolución Francesa produjo en
Europa… (Díaz de Vivar, 1936:33)
Presenta además una idea no observada hasta el momento respecto del
comportamiento del pueblo, considerándolo como un actor principal, el cual dio su
desinteresado esfuerzo a La Patria que, debido a su sentido de auto-determinación, se
convirtió en el “soldado desconocido” (Díaz de Vivar, 1936:35) protagonista del proceso
revolucionario.
Tal es así que Díaz de Vivar destaca actores que no merecen la misma distinción en
otras obras del período: fueron el pueblo, la masa anónima, los gauchos correntinos los que
sirvieron de auxilio fundamental al general Belgrano; la presencia de estos sectores guarda
relación con lo que Díaz de Vivar sostuvo acerca de que la provincia de Corrientes no
estaba preparada para las circunstancias que se abren tras la revolución, y es por esta razón
que la masa anónima–no los héroes- fue la que hizo frente a este proceso.
La invasión de la que fue objeto la ciudad de Corrientes, es vista como el punto de
partida para el fortalecimiento de la unidad regional. Al respecto el autor señala:
Las circunstancias no eran ya las de antes; Corrientes era ahora una ciudad de
frontera, una Marca, como se decía en el Medioevo; era enemigo del Paraguay que
se había segregado y era fuerte-lo acababa de demostrar derrotando a Belgrano-, y
también había que contar con la rapacidad lusitana nunca dormida. Y así, por
necesidad material de vida, debió afirmarse con más fuerza el concepto de unidad
provincial… (Díaz de Vivar, 1936:37)
En suma, siendo consecuente con la finalidad que se propone con la elaboración de
la obra-una contraposición al relato hegemónico metropolitano- es que presenta posturas
diferentes, destacando la participación de otros actores, que en definitiva lo conduce a su
objetivo mayor, el de enfrentarse a la “historia oficiosa”, reivindicando el rol de las
provincias en la lucha por el federalismo.
En El Ejército Libertador Correntino, Valerio Bonastre, se refiere a las cinco
campañas (la expedición de Belgrano al Paraguay, Pago Largo, Caá-Guazú, Ybahai y
Vences) libradas por el pueblo de Corrientes, donde en palabras de su autor: …”Ningún
pueblo, ninguna provincia, lo secundó con su esfuerzo, auxilios pecuniarios, provisiones de
cualquiera naturaleza…” (Bonastre, 1941:25).
La tarea que emprende con esta obra tiene que ver con presentar un bosquejo de la
participación que tuvieron los ejércitos libertadores que armó la provincia a lo largo de la
primera mitad del siglo XIX. Bonastre intenta aplicar los criterios metodológicos
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propugnados por la Nueva Escuela Histórica, en cuanto a la utilización de numerosas
fuentes, fundamentalmente documentos oficiales del Archivo Público de la ciudad.
Al tratarse de una obra dedicada a las campañas militares, en ella se atiende a lo
ocurrido durante la campaña de Belgrano al Paraguay pero no se tiene en cuenta lo que
sobreviene tras la derrota, es decir, la invasión paraguaya a la ciudad.
Cuando aludimos a los otros autores, hemos demostrado como cada uno-influido
por diversos condicionantes- le imprime su sesgo, su mirada particular al relato de los
acontecimientos; en el caso de Bonastre se advierte un giro en cuanto a la contemplación
hacia la figura de Belgrano, una notoria contraposición con lo apuntado por Mantilla ya que
a diferencia de éste, lo considera un gran militar y diplomático, no escatimando en elogios
hacia su persona a lo largo del relato.
En esta obra Manuel Belgrano es visto como un gran general, un gran patriota:
…fuera de don Cornelio Saavedra, nadie, creemos con toda conciencia, era más
señalado que el universitario de Valladolid para la difícil misión encomendada.
Belgrano fue ante todo patriota de corazón, y fervorizado por el ideal patrio, era
susceptible de cuanto sacrificio y abnegación son de imaginarse. Inteligencia lúcida,
se hallaba en posesión de los secretos de las matemáticas, cuyos problemas tienen
tanta aplicación en el arte de la guerra. Tampoco le era desconocida la impresión
que suscita el fogonazo de los fusiles y el estampido de los cañones desde que con
admirable valor se había batido en la famosa jornada de 1807. Pero lo que destaca
su personalidad es su energía, que mantiene activa, exenta de doblez durante esa
campaña del Paraguay, a la que consideramos nosotros la más cruenta, por la
naturaleza de las cosas y de los hombres a quienes él, contra todo, se esforzaba en
anular con rasgos que le estereotipan como figura singular (Bonastre, 1941:31-32).
Al describir lo ocurrido en Paraguarí y Tacuarí no critica el desempeño de Belgrano
como militar, por el contrario, responsabiliza de la derrota principalmente al escaso número
de combatientes con los que contaba:
El 9 de marzo de 1811 es atacado vigorosamente el reducido ejército patriota de 400
hombres por su engreído y numeroso rival compuesto por más de 2.000 paraguayos,
que creía pulverizarlo en breve tiempo. En corto intervalo se sucedieron cuatro
combates en los cuales la personalidad del jefe argentino se destacó por su entereza
y denuedo que dio ejemplo… (Bonastre, 1941:38)
Gran patriota, el mejor general y un conspicuo diplomático son algunas de las
ponderaciones que podemos encontrar en esta obra respecto de la figura de Belgrano. La
firma del armisticio-acto negativo para la mayoría de los historiadores correntinos- es vista
como un suceso valioso porque a través de él, Belgrano propicio en el pueblo paraguayo las
ideas que dieron base a su posterior independencia:
Esa victoria, obtenida en desigual contienda, permitió se firmara un armisticio que
hace honor al jefe argentino, no sólo porque el puñado de héroes se retiró intacto,
sino por su alcance ulterior, desde que preparó la independencia del Paraguay,
merced a la cordial inteligencia establecida entre los que se combatían horas antes, y
de la cual Belgrano pudo salir airoso persuadiendo a Cabañas de los verdaderos
propósitos de que eran portadoras las armas de Buenos Aires (Bonastre, 1941:39)
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Tanto Corrientes como Asunción padecieron un pronunciado aislamiento aún
avanzado el siglo XIX, y debieron luchar por su supervivencia; por otra parte esa cercanía
geográfica, contrastaba con la lejanía que separaba a ambas ciudades de Buenos Aires.
Bonastre es el único historiador-de los analizados- que hace referencia de lo
expresado al afirmar que Belgrano comenzó a darse cuenta de la difícil situación en la que
se encontraba al no recibir auxilios desde Buenos Aires, debido que a la ciudad del Plata le
interesaba más el camino al Alto Perú, prestando muy poca atención a las regiones boreales
del Paraná, que prácticamente llevaron una vida independiente.
El punto más interesante a destacar es que el historiador subraya una cuestión que
resulta decisiva para la premisa que venimos sosteniendo a lo lago de nuestro trabajo-la
existencia de un fuerte vínculo entre los pueblos correntino y paraguayo- al sostener que:
“Corrientes, antes que al Plata, pertenecía al Paraguay, por las relaciones de vecindad, de
comercio y el común origen. Así, mientras el porteño era considerado como un “extraño”,
el paraguayo gozaba de respeto y cariño” (Bonastre, 1941:37)
Estamos frente a un trabajo que pone énfasis en el aspecto militar de la historia
correntina, con un discurso que sigue la línea de la mayoría de los relatos producidos en
cuanto a la visión positiva que se imprime a la figura de Belgrano y su influencia en la
independencia paraguaya.
Pero a la vez resulta singular encontrarnos con el autor que más claramente hace
referencia a la relación existente entre Corrientes y Paraguay, producto del profundo
aislamiento en el que se encontraban, que devino en un fuerte vínculo entre sus pueblos.
Todo lo dicho pone en evidencia que los relatos producidos por dichos historiadores están
fuertemente signados por las consecuencias de la guerra de la triple Alianza, que
condicionó a los intelectuales correntinos a la hora de elaborar una historia sobre su
provincia.
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Jueces Letrados del Chaco: una visión de la sociedad en los Territorios
Nacionales a partir de las actuaciones de sus jueces (1884-1922)
Andrés Eduardo Meza
Secretaria de Ciencia y Técnica
Universidad Nacional del Nordeste
Resistencia- Chaco
andrés_mezae@hotmail.com-ameza@cap.uvq.edu.ar
Resumen
Los Territorios Nacionales creados en 1884 presentan una situación particular en su
organización institucional. Fueron creados de forma tal que su funcionamiento dependiera
en todo del gobierno central nacional.
Entre estas instituciones se encontraba la organización judicial creada por la ley
1532, la cual respondía a los propósitos de crear una situación propicia para el progreso
económico de estas regiones garantizando la propiedad y, para garantizar la aplicación de la
ley como voluntad del Estado.
Estos eran los tiempos del positivismo, que luego de un largo proceso se había
impuesto en el ambiente jurídico argentino. De acuerdo con esta concepción, en su aspecto
jurídico, la legislación debía ser aplicada de forma desapasionada y desprovista de toda
subjetividad por parte de los jueces.
No obstante, el papel de los Jueces que trabajaron en estas regiones varió en su
funcionamiento, ya que, pronto, estas instituciones se volvieron esferas públicas de
influencia por medio de las que se buscaba obtener beneficios y ganar amigos.
Además, estos funcionarios debieron convertirse en “traductores” capaces de
adaptar las leyes a la situación particular de una regiones muy diversas en su carácter,
cuestión que no había sido tenido en cuenta al crear una legislación de carácter general y
poco contemplativa de las situaciones particulares.
Introducción
El propósito que nos hemos propuesto en nuestra línea de investigación es realizar
una aproximación al conocimiento de las características sociales del Chaco de la época
territoriana desde las fuentes judiciales. Para ser más exacto, nuestro objetivo es poder
recrear una imagen de los actores sociales que figuran en los legajos del juzgado letrado y
del contexto en que se desenvolvieron.
Estos se encuentran más completos que los archivos del juzgado de paz (al menos el
de Resistencia) que, además, según la ley de Territorios nacionales, debía actuar de forma
oral, por lo que quedaron pocos registros de sus actuaciones. No obstante, y a pesar de
contar con las herramientas que nos brindan la Microhistoria, esto se ha presentado como
una tarea harto difícil. Son numerosas las dificultades que se nos presentan a este respecto
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en primer lugar las de tipo físico, por el mal estado de los documentos, que los hace o bien
difíciles de leer o directamente ilegibles.
A esto se suma una dificultad de fondo, ya que es más difícil de lo que parece
“extraer” de los legajos la información sobre estos actores, ya que pasan por el filtro de
quienes se ocupaban de escribir las declaraciones. Sin embargo estos individuos están allí y
es posible aprender acerca de ellos.
Para este trabajo en particular he recurrido a dos legajos que me permitiera observar
algunos aspectos de la sociedad territoriana en dos momentos diferentes como son el año
1895 y el período que va de 1916 a 1920.
El Territorio del Chaco y su organización judicial
El Gran Chaco formaba parte de aquellos espacios que eran considerados fronteras
entre la civilización y el mundo indígena, es decir, una frontera interior. Además era una
importante frontera geopolítica. Esto último se hizo más que evidente luego de la guerra de
la Triple Alianza, cuando la soberanía sobre dichos territorios fue puesta en cuestión por el
Paraguay, ahora apoyado por Brasil.
El peligro que significaba esta situación para una importante porción de territorio
argentino llevó al presidente Sarmiento a decidir darle entidad institucional a estas
regiones. Mediante un decreto presidencial creo la Gobernación del Chaco, con capital en
la Villa Occidental y cuyo primer jefe de gobierno fue Julio de Vedia. El Congreso lo
ratificó y mediante la ley Nº 576 de 1872 le asignó a su gobernador jurisdicción hasta el río
verde, actualmente parte del Paraguay.
Pero esto no concluyó aquí, puesto que en 1874 se creó la Jefatura Política del
Chaco mediante la ley Nº 686 que establecía su límite norte en la orilla derecha del río
Bermejo hasta el arrolló del Rey. Sin embrago, el fallo Hayes terminó por dejar en manos
del Paraguay la parte norte del Chaco.
Desde entonces, largos años pasarían hasta que recibiera su organización definitiva,
que vendría de la mano de la ley Nº 1532 de Organización de los Territorios Nacionales.
Esta norma separó al Territorio en dos Divisiones Administrativas diferenciadas: Formosa
(Chaco Central) y el Chaco (Chaco Austral) del cual nos ocuparemos nosotros.
El Territorio Nacional del Chaco tuvo un poblamiento de carácter muy singular, ya
que los primeros grupos de pobladores fueron personas que buscaban refugio en un lugar
considerado como frontera. Luego vinieron quienes buscaban explotar los bosques
mediante los obrajes. Finalmente, se fomentó el establecimiento de colonias agrícolas
constituidas a partir de la iniciativas estatal. Esto coincidía con los propósitos de la Ley de
Migración y colonización (o Ley Avellaneda) de 1876.
Más adelante, aunque los inmigrantes siguieron llegando, se debió más a la
iniciativa privada y a las redes familiares, que a los propósitos del Estado. No obstante, el
principal componente poblacional lo constituyeron migrantes de provincias limítrofes como
Santiago del Estero y Corrientes, tal como lo reflejaron los censos de 1895 y 1914 donde se
puede apreciar que la población extranjera pasa de ser el 27% al 21% del total.
Económicamente el Chaco se vio condicionado por la forma en que se distribuyó la
tierra y la falta de medios de transportes hasta mucho más adelante en su trayectoria
histórica. La extensiones de tierras otorgadas excedían por mucho lo establecido por la Ley
Avellaneda y, por lo general, no cumplían con lo que esta establecía en cuanto a la
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radicación de colonos. Esto llevó a que esta primera etapa de la historia territoriana esté
signada por la explotación forestal para obtener tronco, tablas y durmientes.
Esta explotación se realizaba mediante los llamados obrajes, que se constituían en
sociedades cerradas con sus propias características, que demandaban una fuerte institución
judicial, tal como veremos que lo señalaba el primer gobernador del Territorio Manuel
Obligado.
El propósito de la ley 1532 era el de organizar los Territorios Nacionales de manera
definitiva -o al menos hasta que pasaran a ser provincias- para esto contaba con 64
artículos. Los primeros cinco se ocupaban de las demarcaciones de límites de cada región y
las condiciones necesarias para ser provincializadas.
Luego se agrupaban en seis títulos que se ocupaban específicamente del gobernador,
el secretario de la gobernación, a los consejos municipales, a las legislaturas y de los dos
tipos de jueces.
Está especificidad de funciones para los jueces nos estaría indicando la importancia
que tendría, aparentemente, para la clase gobernante el establecimiento de una organización
judicial que funcionara de manera eficiente, eficaz y racional.
La ley 1532 también sentó las bases para la organización del sistema jurídico de los
Territorios Nacionales que va a presentar tres características particulares:
La primera, es que respondía a la idea impuesta entre la clase dirigente de la
Argentina, de que en estas regiones no se debía repetir el proceso de autonomía y
rebelión que se dio en las provincias tradicionales del país, por lo que todo el
sistema estaba sujeto a las decisiones del Estado Nacional y la centralización era
total.
En segundo lugar-y como consecuencia de lo anterior- la organización solo ejercía
una justicia legal, externa y que solo podía garantizar el Estado que la creo, sin
criterios éticos o filosóficos y en la que el juez solo era el encargado de aplicar, por
una operación lógica, el precepto legal. Esto respondía al positivismo imperante.
Son recurrentes los pedidos de los gobernadores de ejemplares de los códigos
nacionales, necesarios para cumplir con este precepto.
El tercero es un aspecto al que forzaba la realidad de los territorios alejados del
gobierno central. Según la Ley 1532, existían dos tipos de magistrados en los
Territorios Nacionales, los Jueces Letrados (o de Sección) y los Jueces de Paz (o
legos). Estos magistrados se convertirían en intérpretes de la realidad local, de tal
manera de adecuar las normas a la misma.
Juzgado letrado: ausencias y defectos
Los artículos que van del 33 al 45 de la ley de Territorios nacionales se refieren al
Juez Letrado. Según los mismos era nombrado directamente por el Ejecutivo Nacional con
acuerdo del Senado y, una vez designado, debía residir en la Capital del Territorio
ausentándose solo con permiso del Ministerio de Justicia. Además de ser ciudadano, debía
ser abogado que ejerciera la profesión.
Contaba con una amplia jurisdicción (civil, criminal, comercial y correccional) y
además tenía jurisdicción como Juez Federal. Sus dictámenes solo eran apelables ante la
Cámara de Apelaciones residente en la Corte Suprema sita en Buenos Aires, aunque
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debían elevar obligatoriamente en consulta, ante la Suprema Corte de Justicia asuntos del
fisco o de menores e incapaces.
No tenían apelación aquellos asuntos en los que hubiera sido designado como
arbitrador. Podía contar como colaborador con un escribano nombrado por el Ejecutivo
Nacional a propuesta del propio juez.
La justicia letrada presento diversos cuestionamientos desde el momento mismo de
entrar en vigor la institución, pues en el momento mismo de ser tratada la ley 1532 entró en
debate la cuestión de si los jueces letrados lo eran “de la ley o de la constitución”. La
cuestión no es menor, puesto que de ser jueces de la constitución, se trataría de jueces
federales al igual que los de la Capital y por lo tanto aparte de atribuciones ordinarias
también tendrían atribuciones en asuntos federales y constitucionales.
No obstante, se consideró que al ser creados por una ley del Congreso, eran jueces
de la ley, por lo que no debían tener los mismos atributos que los jueces federales. Aunque
el debate concluyo sin que se modificaran los aspectos esenciales de la ley 1532 respecto de
la judicatura letrada, lo cierto es que la cuestión mantuvo su vigencia y se terminó por
darle, en el año 1897 una ley especial: la ley 3575.
La ley 3575 modificó varios aspectos, entre los que no es el menor el de la duración
de los jueces que establece en su artículo 1 inciso 2 “...los jueces letrados duraran cuatro
años en el ejercicio de sus funciones, pudiendo ser reelectos.” (Linares Quintana, 1937,
p. 341). Esto no tiene mucha significación, puesto que sin la garantía de durabilidad que le
daba la ley anterior -y que solo podía ser truncada por mala conducta- dependerían del
nombramiento del ejecutivo y el Senado, lo que le restaba independencia cuando menos.
Eso sin considerar que, nuevamente, se colocaba a los territorianos en un plano de
inferioridad en sus derechos respecto del resto de la Nación, al no poder recurrir a un juez
sin las mismas garantías que los otros ciudadanos del país.
Un defecto de la ley 1532 que la 3575 no modificó es que “...establece la unidad
de fueros, sistema que si bien pudo explicarse y no dar lugar a inconvenientes en la
época que la ley comenzó a aplicarse, resulta hoy una de las más graves faltas del
estatuto territorial...” (Linares Quintana, 1937, p. 342).
Esto no es un dato menor, puesto que se refleja que “el status jurídico-legal que
rigió a estos espacios estaba caracterizado por un importante nivel de improvisación y
ambigüedad que afecto su administración y gestión”. (Moroni, 2005, p. 178).
El grado de centralismo que se podía observar en el juzgado letrado y aun en la
propia gobernación contrastaba con la relativa autonomía de que gozaban los jueces de paz.
Estos solo contaban con algunos decretos ministeriales y de los gobernadores y ciertos
códigos rurales provinciales para realizar sus sentencias, pero en definitiva, era el criterio
del juez el que decidía en última instancia.
Y todo amparado por la ley que organizaba los Territorios Nacionales. Fue solo en
1894 que se intentó paliar estos inconvenientes, al tratar de dar un criterio común y así
uniformar las sentencias, a partir de la sanción del Código rural para los Territorios
Nacionales.
El Código Rural constaba de dos libros, el primero era el más extenso y se dividía
en títulos y capítulos y trataba, en su primera sección, temas como la caza y la pesca, la
viabilidad, la industria de transportes, la ganadería, las hierras y señaladas, entre otros;
luego viene otra sección cuyos temas la agricultura y el régimen de aguas. El libro segundo
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es más breve pero también tenía una amplitud de temas como allanamiento, juego,
embriaguez, vagancia y armas.
También es en este libro donde se establece el procedimiento del juez de paz, en el
artículo 238 El artículo 239 establecía las condiciones de apelación ante el juez letrado, se
trataban de todas las penas superiores a 50 pesos.
En el Territorio nacional del Chaco, la administración de la justicia letrada se inició
recién en 1887, con la llegada del primer juez, Alfredo Parodié, cuya falta ya hacía notar el
gobernador Obligado: “Es de indispensable necesidad, para que pueda haber administración
de justicia que sea nombrado el Juez de Sección de estos Territorios y dotar a los Jueces de
Paz (…) de un sueldo a fines de poder nombrar personas entendidas que atiendan a las
necesidades de la Justicia de Paz…”104 de todas maneras, el juzgado de sección funcionaria
con diversas limitaciones materiales y humanas que intentarían ser compensadas en 1921
con la incorporación de otro juez letrado en Resistencia (uno se haría cargo de asuntos
civiles y comerciales y el otro de lo penal y correccional), que además trató de disminuir la
concentración de fueros. Pero ya mucho antes hubo pedidos para establecer Cámaras de
Justicia Viajeras que pudieran solucionar las dificultades que presentaban las
comunicaciones. Pero a las complicaciones de infraestructura y de personal, se sumaba el
desequilibrio que representaba la “…escasa preparación de los jueces de paz [que] era
sustituida por otras condiciones que hablaban de su situación de vecino “respetado” y
afincado,
Para 1891 un nuevo gobernador, Antonio Dónovan, aún denunciaba problemas que
entorpecían el funcionamiento de la justicia, “…me permito hacer presente a V. E. lo
indispensable que es para la regularidad de la administración de justicia el inmediato
nombramiento de un funcionario letrado a sueldo que desempeñe los deberes propios del
Ministerio Pupilar y del Ministerio Fiscal.”105
La falta de protectores de menores e incapaces y de fiscales encargados de las
recusaciones se hacía pesada para el sistema, y el juez Letrado debía recurrir a
nombramientos ad hoc.
Pero Dónovan señala una nueva dificultad. “Este recurso presenta, sin embargo,
muchos inconvenientes. Desde luego, como no hay abogados en el Chaco, ni personas
estudiadas en derecho, los nombramientos especiales recaen invariablemente en personas sin
idoneidad ni preparación suficiente, y con frecuencia también sin moralidad ni diligencia.”106
La solución que el gobernador propuso fue la de nombrar a un ciudadano de
Corrientes con título de abogado para desempeñar ambos cargos. No hemos hallado
registro de que su petición fuera respondida.
Uno de los problemas más graves que enfrentaba la justicia territoriana era el de las
apelaciones que por su lentitud hacía totalmente ineficiente cualquier “beneficio de la
institución”.
Dónovan es bastante elocuente al expresar esta situación. “Entre nosotros por
desgracia no son raros los ejemplos de pleitos que se fallan después de una peregrinación de
ocho o diez años y a veces de más. (…) A aumentar estos inconvenientes, que se sienten en la
104 “Nota Nº 36, 24 de marzo de 1886” Copiador de la Secretaria de la Gobernación 1885-1887.
Archivo Histórico Provincial “Monseñor Alumni”, Resistencia, Chaco.
105 Copiador de la Secretaría de la Gobernación 1889-1891. Archivo Histórico Provincial “Monseñor
Alumni”, Resistencia, Chaco.
106 Copiador de la Secretaría de la Gobernación 1889-1891. Archivo Histórico Provincial “Monseñor
Alumni”, Resistencia, Chaco.
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misma capital de la República, vienen, en los Territorios, las distancias y las escasa
importancia de los litigios”107
. La sensación de pertenecer a una región periférica se hace
presente en esta última afirmación. Pero el gobernador no se quedó solamente con las
protestas, sino que propuso una solución. La creación de Cámaras Viajeras que se ocupen
de las apelaciones. Por lo visto, su solución no fue tenida en cuenta.
Pero aún más grave era que esta esfera que se establecía sea aprovechada por el
propio Juez Letrado, como lo denunciaba el propio gobernador Dónovan respecto de la
situación que ya habíamos analizado. “Hay más, Como el Juez es quien hace sin control
alguno los nombramientos ad hoc, recaen indefectiblemente en amigos personales suyos, a
quienes favorece con regulaciones exultantes de honorarios…”108
Se puede uno imaginar lo importante que era, por lo tanto, mantener buenas
relaciones con el Juez de Sección, así como lo perjudicial que pudo haber sido esto para la
buena prosecución de la justicia.
Un caso paradigmático: la vagancia y la corrupción policíaca en el Territorio
chaquense
El primer caso que examinamos se trata de una investigación realizada al comisario
de Resistencia Juan Ronco, por supuesto abuso de autoridad, que en este caso significa que
golpeo con “bofetadas” a La Cruz Romero.
El primer protagonista de este caso es La Cruz Romero, oriundo de Barranqueras de
38 años “más o menos” pero que a raíz de un incidente ocurrido en esa ciudad, donde el
vivía en casa de su patrón y donde trabajaba, tuvo que irse a Resistencia. Un aspecto que
queda más que claro en esta época es el papel subsidiario que tenía el puerto de
Barranqueras en esta época que, como nos dice Altamirano, era “...puerto de entrada y
salida de mercaderías y productos, con destino a los diversos puntos del litoral
Paranaénse.” (Altamirano, 1987, 196).
La movilidad que era posible entre ambas ciudades se observa en el
comportamiento de Romero, quien declara que sufre un incidente el domingo y dice que
“...este lunes en esta capital que él llegó a casa de su patrón...”, esto era posible por la
gran complementariedad que había entre ambos poblados. Mucha gente que vivía en
Resistencia trabajaba en el puerto o en las industrias que surgían cerca del mismo. Lo
demuestra el hecho de que el propio patrón de Romero vivía en Resistencia pero tenía casa
en Barranqueras también.
El incidente que el describe parece reforzar todos los argumentos acerca de la
peligrosidad de la vagancia y de la problemática de los “guapos”, tal como nos las describe
María del Rosario Avellaneda para la campaña bonaerense entre 1860 y 1880.
No obstante debemos hacer algunas salvedades con dicho tipo de vagancia. Por lo
general los conflictos descriptos para la campaña bonaerense se daban por la presencia del
alcohol, cosa que nuestro protagonista al menos no menciona.
Un segundo aspecto a tener en cuenta es que, siguiendo la herencia rosista, en
Buenos aires el vago o perjudicial era “...todo aquel ocioso que no tenía ninguna
107 “Nota del 26 de enero de 1892” Segunda parte del Copiador de la Secretaría de la Gobernación
1891-1893. Archivo Histórico Provincial “Monseñor Alumni”, Resistencia, Chaco.
108 Copiador de la Secretaría de la Gobernación 1889-1891. Archivo Histórico Provincial “Monseñor
Alumni”, Resistencia, Chaco.
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ocupación, ni hogar, o que asistía a pulperías, a casas de juegos y/o carreras durante
los días laborales.” (Avellaneda y Vollaco, 2012, 24) En esto también se aleja nuestro
personaje, pues declara trabajar en Barranqueras y la situación de violencia a la que se va a
enfrentar sucedió un domingo en que “...no teniendo nada que hacer andaba
paseando...” Un tercer aspecto destacable es que en los expedientes analizados por Avellaneda,
los protagonistas de los hechos de violencia son personas unidas al mundo rural, mientras
que aquí lo es un marinero. Y es que en el Chaco, para este período, no había un fuerte
desarrollo agrario, por lo que no existía un gran componente social de trabajadores rurales.
No obstante, si existían diversos puertos y obrajes que eran las principales fuentes de
disturbios e irregularidades.
Ahora veamos algunos aspectos relacionados con el Código Rural que se sancionó
en 1894 para los Territorios Nacionales. Hasta la sanción de esta legislación, el Territorio
del Chaco presentaba un gran vacío en este aspecto, que apenas podía ser compensado por
algunos decretos de los ejecutivos de la Nación y del mismo Territorio, así como el Código
de policía de Santa Fe. El Código Rural se inspiró en parte en el Código de Alsina de 1865,
el cual era muy explícito en su prohibición del uso de armas.
Sin embargo, el Código dado para los Territorios mostraba algunas ambigüedades,
ya que el artículo 253 establecía que “La policía no podrá prohibir o restringir el
derecho de llevar armas...”, pero el 254 sin embargo prohibía “...hacer ostentación de
armas o llevarlas a la vista...” No obstante, en nuestro caso vemos se puede ver como el
dicho marinero ataca a la Cruz con el machete que llevaba, al parecer, propinándole varios
golpes. No obstante, quien terminará arrestado será nuestro protagonista y aquí es cuando
comienza el caso propuesto para esta ocasión.
Ahora veamos al otro personaje de nuestro trabajo, al acusado de abuso de
autoridad, comisario Juan Ronco. El hombre italiano de origen formaba parte de la gran
comunidad de italianos que llegaron al Chaco desde sus orígenes (eran el 47% en esta
época). Sin embargo, aunque los comisarios eran designados por el gobernador, de acuerdo
a la ley 1532, la nacionalidad no representaba una limitación a diferencia del caso de los
Jueces de Paz que tenían que ser nativos.
Sin embargo, en los diversos territorios las quejas contra los comisarios por
corrupción o incumplimiento de sus funciones eran moneda corriente. En el diario La voz
del Chaco podemos ver la siguiente denuncia. “…Si se realizara una investigación, se
destaparía un ambiente infestado de malhechores, nó solamente casos de abigeato que
los pobladores no denuncian por estar desengañados de la justicia o por temor a
sordas reprimendas que los inhabilitan, sino que se descubriría más de un crimen
ocultado por la incapacidad de la policía, y más de una villanía cometida por los
mismos encargados de la justicia..." (Cit. En Mari, 2013, 5). Aunque el diario es de 1917
refleja la atmósfera de este período. Incluso agrega una declaración aún más contundente:
"...comisarios, oficiales, y empleados subalternos, sufren cuando más, después de una
denuncia, la instrucción de un sumario que a la final los vuelve a sus puestos, rondos y
tondos con más ínfulas que antes..." esto era así porque el Código Rural solo establecía
una pena de multa para aquellos policías que cometieran algún abuso.
Ronco nos presenta otro panorama de la situación que venimos viendo, pues cuando
se le pregunta porque fue arrestado Romero, contesta “...a pedido del capitán del Puerto
de Barranqueras por desórdenes y hurto.” la violencia y el robo eran los dos problemas
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principales en los nacientes Territorios, con sus grandes distancias y la escasez de personal
y recursos. Como nos dice Maeder. “Si el número de agentes era insuficiente, debe
añadirse que los bajos sueldos, la inestabilidad de las prestaciones, el mantenimiento
de la caballada a su costa y la enorme extensión del territorio hacían aún más difícil el
servicio...” (Maeder, 1996, 156-157) la criminalidad era un serio problema, pero también
representa una contradicción para un Estado central que pretendía que la justica y la policía
sirvieran para establecer las condiciones para el “progreso”.
La policía demostraba estar lejos de poder brindar la estabilidad que se pretendía
lograr en las regiones territoriales. Esto se hace aún más evidente si tenemos en cuenta que
para 1896 el gobernador Luzuriaga decía que “...el aumento del personal propuesto y
que responde a ofrecer mayores garantías a la población que se encuentra diseminada
en estas vastas regiones y a los intereses de aquellos que con su trabajo valorizan las
tierras que cultivan.”109
Entre las poblaciones para las que pedía un aumento de personal
se encontraban Puerto Barranqueras y Resistencia.
El contrato incumplido: la presencia de los abogados en la justicia chaqueña
El siguiente caso es un caso que corresponde a los años 1916 a 1921 y se trata de
una demanda antepuesta por el señor Manuel Espora, comerciante de Resistencia, al señor
Pedro Barrere, comerciante de Margarita Belén, por incumplimiento de contrato. La
situación con que nos encontramos es más colleja de lo que asemeja: Pedro Barrere le
transfirió a Juan Barrere (cuya relación parental no he podido determinar) una cierta
cantidad de ganado vacuno y equino.
Esta transferencia fue realizada mediante un certificado que a su vez pasó a manos
de Don Rodolfo Gabardini que, finalmente, lo transfirió a Espora. Sin embargo, Pedro
Barrere, desconociendo sus obligaciones, incumple este contrato al no transferir dicho
ganado.
Pues bien, existen un par de aspectos que debemos señalar a partir de este
documento y que consideramos de gran importancia. En primer lugar, este lo aquí descripto
no es solamente un caso correccional, como los muchos que se encuentran cuando uno
estudia una organización judiciaria territorial.
Más bien, es un caso de materia comercial civil, que responde a la nueva situación
económica del Chaco para esta época, como veremos más adelante. Por otra parte, los
sujetos sociales que intervienen son de otro estrato social. Se trata de comerciantes que
probablemente hayan abarcado diversos rubros en la economía chaqueña, tal como era
propio de esta época y tal como lo era la persona más significativa que figura en la nómina
del caso: Rodolfo Gabardini.
Un tercer aspecto muy interesante para explorar, es la aparición, por primera vez en
los casos que a los que he tenido acceso, de los abogados como representantes en una
causa.
109
MAEDER, Ernesto. Memorias de los gobernadores del Territorio Nacional del Chaco 1885-1899,
Resistencia, FacHum-UNNE-IIGHI-CONICET, 1985.
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Respecto al primer punto, debemos tener en cuenta que durante los primeros años
de funcionamiento de las instituciones judiciales del Territorio del Chaco, la gran mayoría
de los casos de que disponemos eran de carácter correccional. Esto se relaciona con un
proceso típico de la implantación de la estatidad, que es la creación de un orden social en el
cual los asuntos se definen a partir de cuales son aquellos que son perjudiciales y cuales no
para la comunidad.
El positivismo le dio sustento teórico a esta concepción a partir de la noción de
“defensa social”. Aunque la criminalidad era muy acentuada en el período que comprende
nuestro estudio, también comienzan a surgir otro tipo de problemas por la mayor
complejidad de la vida social. Y es que, según se puede ver en la obra de Ernesto Maeder
(Maeder, 1996, p. 201-202), entre 1920 y 1930 se produce un fuerte incremento en la
producción ganadera, diversificando la economía y complejizando las relaciones sociales.
Como resultado tenemos aquí un caso de incumplimiento de un contrato de compra-
venta en el que se prometió la entrega de una propiedad y que debido a sucesivos traspasos
llegó a unas manos diferentes a las iniciales, razón por la cual el primer prestatario se niega
a cumplir con lo estipulado.
Siguiendo con este punto, esta es una época de gran prosperidad para el Chaco,
cuando su industria basada en la explotación se encontraba en auge, cuando el Ingenio las
Palmas del Chaco Austral estaba en su mayor esplendor y cuando hombres emprendedores
como Rodolfo Gabardini venidos del extranjero podían hacer fortuna.
No es de extrañar que sobre el propio Juan Barrere (a quien primero se le otorgó el
contrato) declare el Juez de Paz de Margarita Belén que era “...francés, comerciante de mi
conocimiento personal de que doy fe...”: Esto es natural puesto que el período que va de
de 1914 a 1920 fué el de mayor llegada de inmigrantes la Chaco en principios de siglo XX,
representando los extranjeros entre el 21 y el 18% de la población (aunque este componente
irá disminuyendo). No obstante de ser de una mayoría europea, no se consignan grandes
ingresos de franceses e ingleses, aunque estos llegaban generalmente en calidad de
empresarios o comerciantes, rubro en el que se inserta nuestro Juan Barrere.
El tercer y último aspecto a resaltar en esta instancia, es la presencia que por
primera vez surge a mi estudio, de la actuación de abogados (y no pocos por cierto), siendo
la primera vez que actúan letrados sin ser jueces en este Territorio. Sin embargo, no quiero
caer en la soberbia de decir que son los primeros, puede ser que haya habido otros.
Pero, lo cierto es que, tanto para Manuel Espora como para Pedro Barrere, se
presentan abogados a los que se otorgan plenos poderes para que realicen los trámites
judiciales correspondientes al caso.
Por Espora se presentan Benjamín de la Vega y Francisco With y por Barrere lo
hacen Antonio Taboada y Ángel polo.
Pero, de hecho, Espora terminará asumiendo sus responsabilidades personalmente
por estar “disconforme” con los servicios prestados, por lo cual debe, paralelamente,
enfrentar un pleito por haberes impagos.
En este punto, quiero aclarar que en el único Territorio, que yo sepa, que se ha
estudiado la actuación de los abogados- así como la importancia de la misma- ha sido en la
Pampa (Moroni y Marrón, 2006, 359-379), donde se conoce la presencia de cinco
abogados en la ciudad capital, desde 1906.
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De hecho, esta pequeña corporación demostró ser muy activa dentro de su
comunidad siendo directores de periódicos, miembros de diversas sociedades y siempre
haciendo público su interés por la reforma judicial en los territorios.
Para 1917 realizaron un tímido intento de asociación que no dio frutos, pero de igual
manera se pueden observar una fuerte presencia de los abogados dentro de la burocracia
política.
Observaciones finales
Los dos casos que se presentan aquí, evidencian la situación particular de la
sociedad chaqueña a fines del siglo XIX y a principios del XX. La situación que nos
presenta el abuso de autoridad de Juan Ronco contra Romero, nos presenta al Chaco, como
un Territorio que en nada se diferencia, en su situación, aquellos lugares en que la estatidad
recién comienza a afianzarse.
Se lo ve como una región en que la violencia está a flor de piel y en que la policía
no se presenta como la solución más óptima por su situación de corrupción y falta de
ubicuidad.
En el caso de Manuel Espora contra Pedro Barrere, nos encontramos con un Chaco
que ya presenta un aspecto diferente. Las relaciones sociales se hacen más complejas a la
par de la diversificación de la economía. Hay una gran afluencia de inmigrantes que son la
parte más emprendedora de la sociedad chaquense.
Y no deja una gran interrogante abierta: ¿Cuál fue la importancia de la comunidad
de abogados del Chaco?
Fueron numerosos o pocos? ¿Tuvieron algún otro papel destacable en la sociedad?
¿O solo figuraban como parte del funcionamiento de una organización judicial que muchas
veces dejaba que desear?
Las fuentes judiciales son un excelente medio de acceso a la una parte de la realidad
social chaqueña del período territoriano.
En especial, las actuaciones de los jueces letrados, ya que fueron registradas y
alcanzan una gran extensión y un nivel de detalle y descripción en lo actuado que nos
permite al menos vislumbrar cuales eran loa conflictos y las necesidades delos actores de
una sociedad que estaba -incluso hasta principios del siglo XX- en una etapa formativa.
Claro está, debo aclararlo, siempre se debe recurrir a otras fuentes para contrastar. O
en su defecto, a lo que hayan trabajado en otras áreas otros autores.
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SEGUNDA PARTE DEL COPIADOR DE LA SECRETARÍA DE LA
GOBERNACIÓN VI-1889 A XI-1891. Archivo Histórico Provincial “Monseñor Alumni”,
Resistencia, Chaco, 250 fojas.
COPIADOR DE LA SECRETARIA DE LA GOBERNACIÓN 1885-1887. Archivo
Histórico Provincial “Monseñor Alumni”, Resistencia, Chaco, 217 fojas.
SEGUNDA PARTE DEL COPIADOR DE LA SECRETARÍA DE LA
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Resistencia, Chaco.
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A la búsqueda del progreso. La elite dirigente correntina y el territorio de
las antiguas Misiones. (1870-1881)
Alicia Belén Montenegro
Instituto de Historia
Facultad de Humanidades
Universidad Nacional del Nordeste
Resistencia- Chaco
bel.montenegro22@gmail.com
Resumen
Desde mediados del siglo XIX los miembros de la elite dirigente correntina llevaron
adelante iniciativas tendientes a lograr un efectivo control de sus territorios ubicados sobre
la costa del Uruguay.
Estas acciones pusieron en evidencia las dificultades que los cursos de agua y la
gran masa acuífera del Iberá planteaban a la comunicación interna y al desarrollo
productivo de la provincia, y ponían en duda el logro de sus expectativas de progreso
económico.
A partir del análisis de los decretos, acuerdos, emitidos por el gobierno de
Corrientes y de los discursos enunciados por los legisladores de la provincia durante la
discusión de leyes vinculadas con el ordenamiento territorial, el desarrollo de
infraestructura y el impulso a las actividades productivas en el territorio de la antiguas
Misiones; pretendemos establecer las expectativas y proyectos de sus miembros acerca del
futuro de la provincia, las representaciones del pasado que alimentaban esas expectativas e
identificar los argumentos utilizados por la Provincia de Corrientes a favor de sus derechos
sobre este espacio estratégico a raíz de la disputa con el Estado Nacional durante el proceso
que condujo a la federalización del territorio.
Introducción
Desde los comienzos de la construcción del estado correntino, a partir de 1821, los
miembros de su elite dirigente experimentaron la necesidad de conocer el territorio que
habían logrado controlar desde los tiempos coloniales y que potencialmente correspondía a
la provincia que continuaba entonces con su expansión territorial.
En el imaginario de la elite dirigente correntina de mediados del siglo XIX, existían
grandes expectativas tanto en el plano político como en el económico. En el primer aspecto
los correntinos esperaban de la Nación una retribución por todo lo que la provincia había
realizado en pro de la conformación del Estado Nacional, el cual debía traducirse en un
futuro promisorio, en el que tendrían una participación activa en la conducción del país.
En el terreno económico, los miembros de esa elite dirigente estaban convencidos
de que los recursos con los que contaba la provincia serían suficientes para alcanzar un gran
desarrollo. Con respecto a este punto debemos tomar en cuenta el papel que desempeñaron
viajeros y naturalistas a lo largo de los siglos XVIII y XIX, ya que ellos colaboraron en la
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construcción de un imaginario acerca de las potencialidades económicas que ofrecía su
territorio, considerados como la clave para un futuro venturoso.
Dentro de estas expectativas de progreso, el territorio de Misiones ocupaba un lugar
importante, ya que este espacio se caracterizaba por su suelo apto para el cultivo de la yerba
mate y por la riqueza de sus maderas. La elite correntina tenía el interés de asegurar para sí
la posesión de este territorio, para poder perfeccionar y desarrollar el cultivo de los
yerbales.
Desde mediados del siglo XIX, durante el gobierno del Dr. Juan Gregorio Pujol
(1852-1859) cobra importancia estratégica la efectiva posesión del territorio de las antiguas
misiones para la explotación de sus bosques y yerbales naturales, en medio de un proceso
de definición estatal, y de redefinición de vías de comunicación fluviales y la llegada del
ferrocarril, cuyo trazado aún no estaba perfilado.
A partir del análisis de los decretos, acuerdos, emitidos por el gobierno de
Corrientes y de los discursos enunciados por los legisladores de la provincia durante la
discusión de leyes vinculadas con el ordenamiento territorial, el desarrollo de
infraestructura y el impulso a las actividades productivas en el territorio de la antiguas
Misiones; pretendemos establecer las expectativas y proyectos de sus miembros acerca del
futuro de la provincia, las representaciones del pasado que alimentaban esas expectativas e
identificar los argumentos utilizados por la Provincia de Corrientes a favor de sus derechos
sobre este espacio estratégico a raíz de la disputa con el Estado Nacional durante el proceso
que condujo a la federalización del territorio.
La ocupación correntina en el territorio de Misiones
La provincia de Corrientes, que forma parte de la porción del territorio argentino
denominada Mesopotamia, se encuentra localizada entre los ríos Paraná y Uruguay.
La ocupación y poblamiento del territorio correntino se había iniciado desde dos
direcciones: la primera se encontraba en el vértice noroeste, sobre el Rio Paraná, en donde
había sido fundada la ciudad de Corrientes (1588); 110
la segunda se había iniciado en el
sector nordeste.
En esta última dirección se instalaron las misiones jesuíticas de guaraníes que
estuvieron afincadas en las cuencas del Alto Paraná y Uruguay, zona que actualmente
comprende a la provincia de Misiones y la parte nordeste de la provincia.
La formación de las Misiones se había iniciado a comienzos del siglo XVII, con el
objetivo de evangelizar aquellas áreas habitadas por guaraníes que no estaban controladas
por los españoles. Los jesuitas lograron extender su acción misional al sur de Paraguay, el
noroeste del Rio Grande y el actual nordeste argentino; pero desde fecha temprana, las
110 La provincia de Corrientes se originó a partir de un núcleo urbano, que fue fundado en 1588 y que se
denominó Ciudad de Vera. Desde aquí se inició la ocupación del territorio por parte de la población blanca.
Véase: BRUNIARD, Enrique. Bases, fitos o fisiogeográficos de la provincia de Corrientes. En: Revista de
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reducciones comenzaron a sufrir los ataques de bandeiras paulistas,111
que provocaron la
destrucción de las reducciones del Guayrá.
Tras el ataque de las malocas, las reducciones que lograron sobrevivir, San Ignacio
y Loreto, emprendieron el abandono de su emplazamiento. Conducidos por el padre Ruiz
de Montoya, los jesuitas lograron fundar, entre 1622 y 1629, nuevas reducciones ubicadas
hacia el este del Guayrá, entre los ríos Paraná y Uruguay.112
A partir de entonces se inició una etapa de consolidación y recuperación de parte del
territorio que habían perdido, alcanzando, a mediados del siglo XVIII “…un alto grado de
desarrollo, estabilidad y expansión dentro del ámbito colonial rioplatense”.113
Como resultado del renovado movimiento poblador, en Paraguay quedaron
constituidos ocho pueblos; siete en Rio Grande do Sul y quince en el actual territorio
argentino. De esta manera fueron repartidos entre los territorios limítrofes los treinta
pueblos de indios guaraníes.
Los quince pueblos localizados dentro del actual territorio argentino conformaron
las Misiones Occidentales; y a lo largo de la costa del Rio Uruguay se establecieron los
pueblos de Yapeyú, La Cruz y Santo Tomé, formando parte del área que actualmente
corresponde a la provincia de Corrientes.
Estos pueblos cumplían el papel de proveedores de ganado para los pueblos
agrícolas. En el transcurso del siglo XVIII, Corrientes fue ampliando su jurisdicción hacia
el este y el sur, ocupando tierras para la actividad pastoril. Inicialmente la instalación de las
misiones jesuíticas en el área correntina no provocó ningún tipo de objeción por parte de la
provincia.
Ernesto Maeder sostiene que los primeros roces entre los correntinos y las misiones
no se produjeron por motivos de posesión territorial sino por las áreas de aprovechamiento
del ganado cimarrón. La ampliación de la jurisdicción correntina, significo la coexistencia
de la ciudad y su área de expansión por una parte, y de las Misiones jesuíticas por otra,
dando lugar a relaciones conflictivas, ya que el cabildo correntino consideraba a las
misiones como una intromisión en un territorio que le pertenecía por derecho desde su
fundación.
En la segunda mitad del siglo XVIII adquirió mayor impulso el proceso de
ocupación del suelo, lo que “permitió a la antigua y pequeña ciudad triplicar su territorio en
el lapso de sesenta años y alcanzar sus fronteras definitivas”.114
Este movimiento expansivo
hacia el este se topó con la frontera misionera, generando litigios por tierras en las nacientes
del río Corriente como al sur del Ibera, en la cuenca del río Miriñay.115
111 Las bandeiras o también conocidas como “malocas” eran expediciones salidas desde San Pablo que tenían
el objetivo de capturar indios para su venta como mano de obra esclava en Brasil. 112 véase: MAEDER, Ernesto. Atlas Histórico del Nordeste Argentino. Universidad Nacional del Nordeste.
Instituto de Investigaciones Geo históricas. 1995. Pág. 62. 113 MAEDER, Ernesto. Atlas Histórico del Nordeste Argentino. Op. Cit. Pág. 66.
114 MAEDER, Ernesto. Historia económica de Corrientes en el periodo virreinal: 1776-1810. Academia
Nacional de la Historia; Banco de la Nación Argentina. Bs. As., 1981. Pág. 61. 115 Ver: Maeder, Ernesto. La historiografía correntina. Algunas observaciones sobre su visión de la época
colonial en esa provincia. En: Visiones del pasado. Estudios de historiografía de Corrientes. Ernesto Maeder,
María Silvia Leoni, María Gabriela Quiñonez, María del Mar Solís Carnicer. Moglia ediciones. Corrientes.
2004
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Por lo tanto podemos señalar que al finalizar el periodo hispánico “la expansión
correntina había alcanzado la zona del Ibera y el Rio Miriñay lindando con los campos
pertenecientes a los pueblos de las misiones occidentales”.116
En 1768, la expulsión de los jesuitas planteo el problema de cómo reorganizar esas
jurisdicciones y encarar su administración. Las reducciones pasaron a conformar, bajo la
administración española, la provincia de Misiones y el gobernador Bucarelli decidió
dividirlo en cuatro departamentos: Candelaria, Santiago, Yapeyú y San Miguel; los cuales
quedaron bajo la administración de un gobernador auxiliado por tres tenientes.117
La descentralización del gobierno perturbó la vida económica y social de las
reducciones. A partir de este momento y hasta las primeras décadas del siglo XIX se
produjo una progresiva disolución de la sociedad guaraní acompañada de la fragmentación
del espacio ocupado por la misma: algunas reducciones entraron en declinación, otras se
despoblaron, y en muchas se desorganizaron las actividades económicas que las
sustentaban, por lo cual varias quedaron en manos de pobladores criollos y con el inicio
del periodo independiente muchos de los pueblos guaraníes se dispersaron.118
La fragmentación del territorio, convirtió a las misiones en frontera de nuevos
estados, provocando con ello conflictos jurisdiccionales y el reparto del espacio entre las
naciones limítrofes que surgieron a raíz del colapso de los imperios español y portugués.
Paralelamente a este proceso se fue llevando a cabo “la expansión de las fronteras
ganaderas de la sociedad hispano criolla y lusitana riograndense”. 119
Los litigios de tierras y la mala explotación de las estancias hicieron decaer el stock
ganadero y la explotación agrícola, provocando la disminución de la población. Los
problemas limítrofes entre España y Portugal, debilitaron aún más a las misiones,
ocasionando finalmente la primera fragmentación de la provincia (1801), ya que las
fuerzas portuguesas terminaron ocupando los siete pueblos que integraban las Misiones
Orientales.120
Los sucesos ocurridos a partir de 1810 interrumpieron la expansión territorial de
Corrientes, ya que la provincia se vio afectada por la contienda entre artiguistas y
directoriales. En 1814, el Director Gervasio Posadas, con el fin de obtener apoyos para
enfrentarse a Artigas, dictó un decreto en el cual incluía parte del territorio misionero
dentro de los límites de la provincia.
Más tarde, la victoria de Francisco Ramírez sobre Artigas significó para Corrientes
la incorporación a la fugaz experiencia de la República Entrerriana, situación que
permaneció así hasta 1821 cuando una revolución local logró restablecer la soberanía
provincial. A partir de entonces la provincia reanudo su expansión territorial.
116 Enrique C. Schaller. La provincia de Corrientes y el poblamiento de Misiones. En: Actas de las terceras
jornadas de Historia argentina y americana. Unidad y diversidad en América Latina: conflictos y
coincidencias. Tomo II. Buenos Aires. U.C.A, 2000. pág. 563. 117 Véase: MAEDER; Ernesto. El caso Misiones, su proceso histórico y su posterior distribución territorial.
Separata de Randle, P.H (ed). La geografía y la historia en la identidad nacional. Bs. As, 1981. Tomo II. 118 Véase: SCHALLER, Enrique. La provincia de Corrientes y la ocupación de la Banda Occidental del Rio
Uruguay (1830-1895). Op. Cit. 119 MAEDER, Ernesto. De las Misiones del Paraguay a los estados Nacionales: configuración y disolución de
una región histórica: 1610-1810. En: Missoes guaraní: Impacto na sociedade contemporânea. Sao Paulo:
EDUC, 1999. Pág. 125. 120 véase: MAEDER, E. El caso Misiones, su proceso histórico y su posterior distribución territorial. Op. Cit.
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Con el objetivo de anexar el vasto territorio misionero, a partir de 1822 el gobierno
correntino, intentó sin éxito, incorporar a su jurisdicción y dominio algunos pueblos de las
Misiones. En ese mismo año, se firmó el Tratado del Cuadrilátero, en el cual se
determinaba la frontera entre Corrientes y Misiones: “…la misma corría a lo largo del rio
Miriñay y su prolongación por la laguna de Ibera hasta Tranquera de Loreto”; 121
además se
le reconocía a los misioneros el derecho de elegir su propio gobierno.
Finalmente, a partir de 1827 se pudo dar inicio al repoblamiento e incorporación
efectiva del territorio misionero con la anexión de los pueblos de San Miguel y Loreto; pero
recién en 1830 se logró la anexión a la provincia de Corrientes de parte del espacio que
había correspondido a las Misiones Occidentales.
Ello se concretó a través de un acuerdo con las poblaciones guaraníes asentadas en
las ruinas de la reducción de la Cruz. De esta manera, Corrientes incorporaba de manera
efectiva esos territorios y la población nativa “aceptaba someterse a la autoridad de la
provincia y acatar sus leyes”; 122
pero dado a que no existían en ese momento autoridades
nacionales que decidieran sobre los límites provinciales, se establecía “…que la condición
legal de las Misiones Occidentales quedaba en statu quo hasta que la Nación reunida en
congreso resuelva sobre ello”.123
El convenio firmado con los pobladores de la Cruz permitió a Corrientes extender
su jurisdicción sobre los campos misioneros, expandiéndose hacia el norte hasta alcanzar el
Rio Aguapey. Allí tropezó con los asentamientos militares del Paraguay, que pretendían
asegurar el corredor que comunicaba Itapuá con San Borja.124
Ante este hecho el gobernador correntino Pedro Ferré, decidió enviar fuerzas para
ocupar la Tranquera de Loreto. Inicialmente las tropas paraguayas se retiraron del lugar,
pero a fines de 1833 intentaron recuperar la zona. Por falta de apoyo y recursos, la
provincia se vio obligada a retirar sus tropas, y la frontera con el Paraguay se mantuvo
indefinida y en un estado de constante tensión.
Hacia mediados del siglo XIX se inició una nueva fase en la ocupación correntina
de las antiguas misiones: la llegada de Justo José de Urquiza al gobierno de la
Confederación Argentina, significo un cambio de relaciones con el Paraguay, gracias al
reconocimiento de su independencia y la proclamación de la libre navegación de los ríos.
A su vez, el Tratado de navegación, firmado en 1856 entre ambos países, establecía
que los paraguayos mantenían la ocupación de la zona de Candelaria, pero abandonaban la
vigilancia de las áreas ubicadas a lo largo del Rio Uruguay.
De esta manera Corrientes pudo continuar con su avance al este de la frontera del
Aguapey e incorporo “el sector comprendido entre el Aguapey, el Uruguay y la sierra
central misionera. El área fue anexionada al departamento de Santo Tomé”.125
121 SCHALLER, Enrique. La distribución de la tierra y el poblamiento de la provincia de Corrientes. En: Cuadernos de Geohistoria regional. N° 31. Resistencia. IIGHI, 1995. Pág. 28. 122 Enrique C. Schaller. La distribución de la tierra y el poblamiento de la provincia de Corrientes. Op. Cit.
Pág. 31. 123 SCHALLER, Enrique. La provincia de Corrientes y el poblamiento de Misiones. Op. Cit. Pág. 564. 124 El corredor que unía Itapuá y San Borja tenía una gran importancia estratégica ya que constituía para el
Paraguay, la única ruta de contacto con el exterior hasta la apertura de los ríos del Plata a la navegación de
buques extranjeros. 125 SCHALLER, Enrique. La provincia de Corrientes y el poblamiento de Misiones. Op. Cit. Pág. 573.
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Este departamento se convirtió en un centro comercial importante en la región
“desde donde se generaba un activo intercambio de ganado y otros productos con las
poblaciones brasileñas de la otra ribera del Uruguay”.126
Conjuntamente, la provincia pudo tener acceso a los yerbales del interior de
Misiones; mientras que algunas localidades misioneras como San Javier, Concepción y
Apóstoles hicieron provecho de las ventajas que le daba su posición limítrofe y su
condición de escala en la ruta que unía San Borja e Itapuá.
La derrota del Paraguay en la Guerra de la Triple Alianza, ayudo a que Corrientes
pudiera extender su control sobre las fortificaciones de San José y Loreto, completándose
de esta manera el avance sobre las tierras misioneras.
Sin embargo, Enrique C. Schaller considera que, a pesar de este repoblamiento, la
acción colonizadora dio pocos resultados, ya que Corrientes carecía de medios necesarios
para fomentar el poblamiento agrícola en zonas alejadas de la capital.
Asimismo, el fin de la guerra significo para la provincia de Misiones la renovación
del impulso de los pobladores misioneros, el cual aumento con la llegada de inmigrantes de
países limítrofes y por la intervención de Corrientes y la Nación.
Movilizados por sus intereses económicos, estos dos últimos iniciaron los primeros
intentos de colonización oficial. El gobierno correntino destino terrenos para la fundación
de pueblos agrícolas; 127
Mientras que el gobierno nacional, llevo adelante la firma de un contrato con la
Sociedad Anónima de Colonización del Alto Uruguay para colonizar sobre este rio una
superficie de 800 kilómetros; pero estas acciones llevadas a cabo tuvieron escaso éxito.
Una vez consolidado el gobierno nacional, se hizo más urgente la necesidad de
establecer la condición legal de Misiones. En 1862, una ley del Congreso Nacional
determinó que: “los territorios fuera de los límites o posesión de las provincias eran
nacionales, aunque hubieran sido enajenados desde el 1 de mayo de 1853”.128
A partir de esta ley la provincia de Corrientes se preocupó por garantizar sus
derechos sobre el área ubicada entre el Miriñay y el Aguapey.
La nueva constitución correntina sancionada en 1864, incluía el territorio de las
antiguas misiones como parte de la provincia de Corrientes; en su artículo 2 estipulaba que
los límites de su territorio eran: “al sur, el rio Guayquiraró en el desagüe al rio Paraná y el
arroyo Mocoreta en su desagüe al río Uruguay; al este, el rio Uruguay; al norte, el rio
Paraná hasta el Pepirí- Guazú y san Antonio Guazú; al oeste, el mismo rio Paraná y todas
las demás tierras en cuya posesión se halla”.129
Hernán Gómez señala que al establecer
estos límites, “la constitución era consecuente con el régimen territorial adoptado por el
país”.130
126 1BRUNIARD, Enrique. Op. Cit. Pág. 62. 127 Estos pueblos debían estar ubicados sobre los ríos Paraná y Uruguay; los mismos serian: San Carlos, San
Javier, Concepción, Apóstoles, Mártires, Candelaria, San Ignacio, Corpus y San José en Misiones; luego se
agregarían Santa Ana, San Alonso y Garruchos en Corrientes. Véase: BOLSI, Alfredo. El proceso de
poblamiento pionero en Misiones (1830-1920). En: Folia histórica del nordeste / IIGHI Instituto de
Investigaciones Geohistóricas. N° 2, 1976. Resistencia, Universidad Nacional del Nordeste. Pág.25. 128 SCHALLER, Enrique. La provincia de Corrientes y el poblamiento de Misiones. Op. Cit. Pág. 578. 129 GOMEZ. Hernán. Instituciones de corrientes. Buenos Aires, ed. J. Lajouane, 1922. pp 403. pág. 76. 130 GOMEZ, Hernán. Instituciones de Corrientes. Op. cit.
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De esta manera, el deseo de la Nación de incluir dichos territorios bajo su
administración, y el de Corrientes, de incorporarlos definitivamente, desembocó en un
conflicto jurisdiccional.
Camino a la Federalización del territorio de Misiones:
La preocupación por garantizar los derechos sobre Misiones, se hizo más urgente a
partir de la década del 70. Corrientes trato de hacer valer sus derechos estableciendo una
estructura administrativa, regulando la explotación de los montes y yerbales y fomentando
la colonización agrícola.
En consecuencia, se dieron un conjunto de disposiciones, acuerdos y decretos, que
apuntaban a regular la explotación de la yerba mate en el territorio de Misiones, a extender
una línea del ferrocarril, la realización del censo de población y estadística, el
nombramiento de comisiones encargadas de recolectar documentos y datos referentes a la
disputa con la Nación: “estos proyectos deben entenderse en relación con una serie de las
expectativas que, las autoridades correntinas colocaban en el desarrollo de esa zona a la que
imaginaban con una inmensa potencialidad económica y productiva”.131
El proyecto de expansión y fortalecimiento del control correntino sobre el territorio
de misiones constituía una clara aspiración de la elite dirigente.
En 1871, en un mensaje ante la Honorable Cámara Legislativa, el gobernador de la
provincia, Baibiene, sostenía que la explotación de la yerba y las maderas había tomado
mayores proporciones y que la población en aquellas tierras se había acrecentado con
inmigrantes de todas partes. La abundancia de las preciosas maderas, la feracidad del suelo
y la bondad del clima eran algunos de los atributos que poseía la provincia.
Al mencionar las relaciones mantenidas con la nación, el gobernador señalaba que
la misma se encontraba en una etapa de armonía.
Se hacía mención a la orden del congreso argentino sobre la realización de estudios
técnicos para la construcción de puentes en la provincia sobre los ríos Corrientes, Batel y
Santa Lucia. Para Baibiene, esta promesa del Poder Ejecutivo de la nación debía albergar a
todos los habitantes de la provincia, cuyo comercio e intereses sufrían el aislamiento que le
imponían los ríos que la surcaban.132
De esta forma, Corrientes sufriría los efectos de un buen sistema de gobierno que
destruiría los obstáculos naturales que afectaban a la provincia.
El progreso de los transportes en la provincia había sido limitado. Los proyectos de
construcción de vías terrestres y fluviales, impulsadas por la elite dirigente, y respaldadas
por el gobierno nacional, estaban dirigidas a asegurar la hegemonía de la provincia sobre la
región de las antiguas misiones.
Entre estos proyectos estaban los que incluían la construcción de un ferrocarril que
uniría las costas este de Corrientes y Entre Ríos. La construcción del ferrocarril posibilitaría
la puesta en comunicación de los pueblos del alto Uruguay con los mercados de
Montevideo y Buenos Aires.
131 BUCHBINDER, Pablo. Caudillos de pluma y hombres de acción. Estado, política en Corrientes en
tiempos de la organización nacional. Buenos Aires, Prometeo, 2004.Pag. 133. 132 Mensaje del Poder Ejecutivo a la Honorable Cámara Legislativa de la provincia. Corrientes, 6 de agosto de
1871. Registro Oficial de la Provincia de Corrientes. Segundo semestre del año 1871. Corrientes, Imprenta de
Antonio Sánchez Negrete, 1886.
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Además haría posible la comunicación hacia el territorio de Misiones, acercando los
productos yerbateros a los grandes centros urbanos del litoral.
En 1874 el Poder Ejecutivo provincial, autorizo la concesión de los terrenos
necesarios para la empresa del ferrocarril, que por ley nacional debía construirse, uniendo
la capital provincial y el pueblo de Mercedes.
El terreno era concedido gratuitamente y se autorizaba a la empresa a realizar las
expropiaciones necesarias.133
Otra ley provincial concedió la autorización para construir un
ferrocarril en Misiones al señor Gilbert Beresford. La cámara legislativa dio su autorización
al Poder Ejecutivo para conceder gratuitamente el terreno necesario para la construcción del
ferrocarril que debía partir del pueblo de Ituzaingó, hasta san Isidro, con ramales a
candelaria y san Javier.
La empresa a su vez, tenía la obligación de colonizar los terrenos fiscales dados por
el gobierno, e introducir al menos un colono por cada cien metros de ferrocarril que se
construyera. También se estipulaba que la empresa no adquiriría la propiedad de esos
terrenos, sino en razón del número de metros de ferrocarril construido.134
Con respecto a la explotación de los yerbales, el gobernador de la provincia, José
Luis Madariaga, consideraba que estos, constituían una parte importante de la riqueza de la
provincia y que estaban siendo explotados de forma excesiva por particulares. Por lo tanto,
considero que era deber del gobierno provincial, procurar por todos los medios posibles la
conservación de los montes.135
Para reglamentar la explotación de la yerba mate, a partir de 1976, comienza a
decretar el nombramiento de comisarios de los yerbales.
Ese mismo año quedo reglamentado la elaboración de los yerbales de la provincia,
en donde se acordaba que la fiscalización y explotación de los yerbales de San Javier, Santa
Ana, Corpus y los que en adelante se descubrieran se repartirían en cuatro secciones y la
delimitación de los límites quedaba sometida a la aprobación del gobierno.136
Al dictarse la ley nacional de inmigración y colonización, en 1876, que incluía a
Misiones entre los territorios despoblados, se abrió nuevamente un periodo de indecisión en
el cual las autoridades nacionales mantenían latente el propósito de cercenar la provincia.
En este contexto, el gobernador de Corrientes, Madariaga, nombro una comisión para
coleccionar los documentos del archivo correntino que probaban su dominio. En abril de
1877, se decretó la formación de una comisión destinada a recolectar los documentos
probatorios sobre el territorio de Misiones. Dicho decreto sostenía:
“Aunque el Poder Ejecutivo de la provincia ha iniciado ya ante el
gobierno de la Nación las gestiones necesarias en sostén de los
derechos de la provincia de Corrientes al territorio de Misiones, que
si bien las resoluciones de poder ejecutivo de la Nación en solicitud
133 Registro oficial de la provincia de Corrientes del año 1874. Corrientes, Imprenta El Autonomista, 1874,
284 p 134 Libro de Actas de la Honorable Cámara de Diputados. Años 1870-1875. 3° Sesión extraordinaria, 21 de
enero de 1874. Corrientes. 135 Registro oficial de la provincia de Corrientes del año 1876. Corrientes, Imprenta El Autonomista, 1874,
339 p. 136 Registro oficial de la provincia de Corrientes del año 1876. Corrientes, Imprenta El Autonomista, 1874,
pág. 302.
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de Rosce no importan resolver la cuestión de límites, como lo ha
manifestado el presidente de la república, esa cuestión se agita ya y
es conveniente coleccionar los documentos que comprueban los
derechos incuestionables de la provincia al expresado
territorio…”.137
En el marco del mencionado decreto se ordenó que las oficinas públicas pusieran a
disposición de la comisión, los documentos y antecedentes relativos a Misiones, con el fin
de facilitar el trabajo encomendado; y se decretó el nombramiento de dos agrimensores
para que integraran la mesa topográfica, que tenía el objetivo de construir una carta
corográfica de las regiones de la provincia que pudieran ser afectadas por la cuestión de sus
límites territoriales.138
En 1875 el congreso de la nación había aprobado una ley en la que declaraba la
necesidad de iniciar la colonización agrícola. A partir de agosto de 1877, comienza a
debatirse en la cámara legislativa de Corrientes las concesiones hechas por el gobierno
nacional a Rosse de un área de terreno en las Misiones.
Al mismo tiempo se puso en discusión un proyecto de ley que solicitaba la
autorización para ofrecer al gobierno nacional tierras de propiedad fiscal para el
establecimiento de colonias agrícolas.
En torno a este proyecto existieron posturas que lo defendieron, como la del
Diputado Verón, que consideraba que este proyecto colmaría las necesidades de la
provincia y acortaría las diferencias existentes entre el gobierno de la Nación y las demás
provincias.
Contrariamente, el Diputado Méndez creía que el proyecto de ley de colonizaciones
tenía puntos que eran vulnerables, citaba al artículo 10 de la Constitución Nacional, que
estipulaba que las provincias tenían el derecho de colonizar y que había que darle a los
colonos todos los poderes públicos, ya que es sabido que estos traen el comercio, la
industria y la ciencia. Finalmente el proyecto fue aprobado por mayoría.139
En 1878 se acordó y decreto llevar adelante la operación del Censo de población y
estadístico del territorio de Misiones. Dicha operación debía ser realizada sobre la
población del territorio que integraba “Entre el Uruguay, Miriñay, laguna Ibera hasta la
tranquera de San Miguel, para Iguazú, hasta el límite norte con el imperio del Brasil”.140
137 Registro oficial de la provincia de Corrientes. Primer semestre del año 1877. Corrientes, Imprenta de
Antonio Sánchez Negrete, 1885. Pág. 126. La comisión estaba compuesta por Ramón Contreras, Lisandro
Segovia, Juan Valenzuela y el archivero José Alsina. En 1878 se decretó la formación de una nueva comisión
en la ciudad de Buenos Aires encargada de recolectar los documentos y datos en los archivos públicos y
particulares de dicha ciudad referentes a la parte del territorio de esta provincia. Esta comisión estuvo integrada por Manuel Lagraña, agustin Justo y Santiago Ballestra. Ver: Registro oficial de la provincia de
Corrientes del año 1878. Corrientes, Imprenta El Autonomista, 1878, 403 p. 138 Registro oficial de la provincia de Corrientes. Primer semestre del año 1877. Corrientes, Imprenta de
Antonio Sánchez Negrete, 1885. Pág. 182. 139 Libro de Actas de la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Corrientes. 21° Sesión
Ordinaria, 17 de agosto de 1877. 140 Registro oficial de la provincia de Corrientes del año 1878. Corrientes, Imprenta El Autonomista, 1878,
403 p.
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También incluía la riqueza pecuaria, la producción agrícola, la descripción de
lugares, la clasificación de los pastos y la composición de las tierras cultivables, las
corrientes de agua que podían ser aplicadas para la irrigación.
El censo tenía el objeto de levantar aquellos datos estadísticos que sirvieran para
testimoniar la posesión de Corrientes sobre el territorio de Misiones y el estado de la
población. Manuel Mantilla sostenía que dicho censo, era la mejor arma de defensa, porque
se creía que aun prescindiendo de los títulos, los datos censales eran una prueba de la
rapidez con la que había sido poblado el territorio, el desarrollo que había tenido en la
industria, en el comercio y en la sujeción a las leyes; ello sería evidencia de que había sido
la provincia de Corrientes quien había poblado y desarrollado el territorio misionero, más
que la Nación y cualquier otra provincia.141
La década del 80 se inicia con la presidencia de Julio A. Roca, el cual se propuso
llevar adelante la tarea de centralización y modernización institucional, y el delineamiento
de las fronteras con los países vecinos por medio de acuerdos y arbitrajes.
El dominio correntino sobre Misiones se vio seriamente comprometido, tras el
mensaje que el presidente emitió en la inauguración de sesiones del Congreso Nacional, en
mayo de 1881, al incluir entre las tierras de propiedad inmediata de la nación las de este
territorio.
Ante las declaraciones del presidente, la legislatura correntina, el 22 de junio de ese
mismo año, dirigió un manifiesto al Congreso Nacional y a las provincias, con el fin de
acreditar los derechos que tenía Corrientes sobre el territorio de Misiones.
En el texto, los correntinos manifestaban su descontento por las declaraciones del
presidente, porque significaba, para ellos, una violación a los derechos de soberanía local
de la provincia que afectaba a más de 30000 correntinos que poblaban Misiones; y a los
derechos de jurisdicción y de dominio territorial sobre esa región. Expresaban: “¡será justo
que el pueblo de la provincia sea dividido, de modo que una porción notable de sus hijos
sean obligados a romper violentamente los lazos sagrados que los ligan a la misma política
que les dio el ser!”.142
El manifiesto hace mención a cada uno de los títulos probatorios de los derechos de
Corrientes sobre el territorio disputado y se subraya la labor llevada a cabo por el gobierno
de Corrientes, destacándose que ha sido la provincia la que fomento la repoblación, facilito
los establecimientos de ganadería, el corte de madreas, la elaboración de la caña de azúcar
y la yerba mate, y dispuso de sus tierras por los medios regulares de las leyes generales de
tierras públicas, y ha reglamentado el uso de los bosques de yerbales.
Finalmente, los legisladores expresaban que depositan su confianza en el Congreso
de la Nación, como aquel que inspirara la justicia en el nombre de Corrientes y en la
opinión de las otras provincias, para que juzgando aquella actitud en presencia de los que la
impugnan sin razón transmitan la justificación de ella a la posteridad.
Días después de la emisión de este manifiesto, el presidente de la Nación envió al
Congreso Nacional, el proyecto de ley que establecía la nacionalización del territorio de
141
Memoria presentada a la honorable Cámara Legislativa por el Ministro de Gobierno Doctor D. Mantilla.
Junio de 1879. Corrientes 142 Libro de Actas de la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Corrientes. Años 1878-1881.
Sesión extraordinaria, 28 de junio de 1881.
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Misiones, cuyo límite seria “al oeste quedara fijado por el cauce principal del rio Aguapey,
desde su desembocadura en el Uruguay hasta el paralelo 28° de latitud sur y de allí por la
línea meridiana hasta el rio Paraná”143
.
El Poder Ejecutivo insistía en la necesidad de que el estado nacional interviniera
sobre el territorio de Misiones, con el fin de sacarlo del estado de aislamiento e incorporarlo
al desarrollo y progreso del país.
Se consideraba que luego de la federalización del territorio, se le otorgaría
protección y los medios necesarios para su desarrollo y prosperidad. Los fundamentos de
los derechos de la nación giraban en torno a una síntesis de la evolución histórica, la falta
de títulos por parte de Corrientes para reclamarlos, y en un informe detallado sobre el
estado de abandono y atraso en el que se hallaban estas tierras: “las antiguas y florecientes
poblaciones de Misiones, no son hoy sino ruinas y desiertos.
Solo la naturaleza bruta impera allí en todo su esplendor con sus bosques
impenetrables, sus numerosos ríos y arroyos y los dos ríos caudalosos que reciben sus
aguas, pero falta el trabajo, el capital, bajo el amparo de una autoridad real, que le ofrezca
garantía y seguridad”.144
En este sentido resulta importante mencionar el trabajo de Mardoqueo Navarro, “El
territorio Nacional de Misiones”,145
obra en la cual realiza una defensa de los intereses de
la nación respecto al territorio de Misiones haciendo un examen de los documentos que la
comisión colectora de 1877 había presentado para fundamentar los derechos de la provincia
de Corrientes sobre las Misiones Occidentales.
Para Navarro, la comisión colectora de documentos intento construir una historia
nueva, desnaturalizando los hechos del pasado según sus propias conveniencias, por tal
motivo fueron los propios documentos presentados por la misma los que permitieron
desautorizar dicho trabajo.
Argumentaba para ello la falta de la copia integral del Acta de Fundación, la no
aprobación de la Asamblea General Constituyente al decreto de Posadas, lo estipulado por
el artículo 4 del acuerdo de 1827.
Con respecto a las discusiones que se originaron en el Congreso Nacional en torno a esta
ley, tenemos el trabajo de Susana Zouvi,146
la cual realiza un análisis del debate
parlamentario.
La autora sostiene que las discusiones en torno a este asunto indicaban que no era
propósito del gobierno nacional menoscabar los derechos de Corrientes sino que se tenía el
objetivo de prever de seguridad al territorio de Misiones, promover su poblamiento y
acción estatal en todos los órdenes.
De estos debates se destacó la posición del senador por Buenos Aires, Carlos
Pellegrini, el cual se había expedido en disidencia por el proyecto de ley, considerándolo
143 GOMEZ, Hernán. Instituciones de la Provincia de Corrientes. Buenos Aires, ed. J. Lajouane, 1922. Pág. 77 144 Biblioteca del Congreso de la Nación. Dirección de Referencia Legislativa. Cámara de Senadores. 5°
Sesión
Ordinaria. Mensaje y Proyecto de Ley del Poder Ejecutivo Nacional. Buenos Aires. 5 de Julio de 1881. En:
ZOUVI, Susana. Op. cit. 145 NAVARRO, Mardoqueo. El territorio nacional de Misiones. Bs. As. “La Republica”. Junio, 1881. 146ZOUVI, Susana. La federalización de Misiones. En: Dirección URL:
http://historiapolitica.com/datos/biblioteca/tn13.pdf
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como violatorio de la Constitución Nacional, que no facultaba al congreso a federalizar
territorios de provincias.
El senador califico al proyecto de ley de inoportuno, impolítico e inmoral y se
mostró contrario a segregar a Misiones de la provincia de Corrientes, “entendía no hacía
falta nacionalizarlo, para proceder a su colonización y desarrollo. Por el contrario se debía
apoyar y a ayudar a Corrientes para que realizara esa tarea en las tierras misioneras”.147
La defensa de la posición correntina estuvo a cargo de los senadores por esa
provincia, los señores Gelabert y Baibiene. Ambos expresaron su molestia por las
acusaciones vertidas en el curso del debate. Gelabert consideraba que Corrientes tenia
legítimos derechos y títulos a ocupar los departamentos de Misiones en virtud de los pactos
preexistentes invocados por la Constitución Nacional, defendió el accionar de su provincia
sobre el territorio para reconstruirlo y poblarlo, poniendo como ejemplos el progreso de los
pueblos de Ituzaingó, San José, Santo Tomé, Candelaria, Corpus Mártires, Apósteles.
Para el senador Baibiene existía una campaña de propaganda y difamación
expresada a través de la prensa oficial. Para él, la causa del despoblamiento y atraso era
consecuencia de la conmoción política y social que vivía la provincia por los
enfrentamientos entre los partidos políticos locales: Autonomistas y Liberales.
Tras largos debates, finalmente el 20 de diciembre de 1881, fue sancionada y
promulgada la ley que determinaba la creación del Territorio Nacional de Misiones. De
esta forma quedaba establecido que la zona localizada al este de los arroyos Pindapoy y
Chimiray pasaban a integrar el territorio misionero y que la provincia de Corrientes tenía la
jurisdicción de las áreas situadas entre el Miriñay y el Aguapey.
Los departamentos de la Cruz, Santo Tomé y parte de Candelaria quedaron bajo la
jurisdicción correntina; mientras que el nuevo territorio incluía los departamentos de San
Javier y parte norte de Candelaria. Como consecuencia de la federalización, corrientes
perdió aproximadamente 46.739 km2, al ceder el pueblo de Posadas como capital del
territorio nacional de Misiones
Por ley nacional se determinaba que los límites de la provincia de Corrientes serian
“ al norte por el alto Paraná, el este por los arroyos Pindapoy y el Chimiray, y el rio
Uruguay; al sud por el rio Mocoreta hasta el arroyo las tunas, por este hasta sus nacientes y
una línea que corte la cuchilla de Basualdo hasta las nacientes del arroyo del mismo
nombre, por esta corriente hasta su confluencia con el rio Guayquiraró hasta su desagüe en
el Paraná, y al este por el rio Paraná”148
.
Esta ley también acordaba que le correspondía al Poder Ejecutivo proponer al
congreso la organización, administración y gobierno que considerase conveniente para la
parte del territorio de Misiones que quedaba fuera de los límites de la provincia de
Corrientes.
Seguidamente, se decretó el cese de las funciones de los empleados de la provincia
en la parte federalizada de Misiones. Este decreto incluía a todos los jueces, receptores,
agentes policiales y preceptores que se hallaran en dicho territorio.
147 Zouvi, Susana op. Cit. Pág. 8 148 Registro oficial de la provincia de Corrientes. primer semestre del año 1881. Corrientes, Imprenta de
Antonio Sánchez Negrete, 1885. Pág. 59.
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Asimismo se disponía dejar en manos de las autoridades nacionales de Misiones, los
documentos y papeles existentes en el archivo general relacionado con la administración,
rentas y propiedad privada perteneciente a dicho territorio.149
La capital del territorio de Misiones había quedado establecida en Corpus, que paso
a llamarse Ciudad de San Martin; no obstante, el primer gobernador del territorio,
Rudecindo Roca se instaló en la ciudad de Posadas, que había quedado dentro de los límites
de Corrientes.
El Poder Ejecutivo envió un mensaje a la cámara legislativa de Corrientes,
solicitándole la sesión del pueblo de Posadas a favor de la Nación para establecer en él, la
capital o asiento de la gobernación de ese territorio.
Con respecto a las opiniones emitidas por los diputados correntinos en torno a este
asunto, debemos mencionar la exposición hecha por el diputado Garrido que sostenía que el
estado actual en el que se hallaban las relaciones con el Poder Ejecutivo exigían una
solución, y que dicha ley podía llegar a llenar ese vacío, al conciliar los intereses
particulares con los del estado general.
Además expresaba que el legislador tenía el deber de arrancar con todo los medios
posibles los obstáculos que pudieran oponerse al buen funcionamiento de la administración
y gobierno del que forma parte, “disipando con el brillo de sus luces y con el calor de sus
decisiones los males que pudieran oscurecer la vida armónica de los poderes”.150
Conclusión
Finalmente, el 22 de agosto de 1882, la cámara legislativa de la provincia de
Corrientes accedió al pedido del Poder Ejecutivo Nacional, de incorporar al territorio de
Misiones, “el área comprendida entre el límite de este territorio por el este, por el norte el
rio Paraná hasta donde forma barra el arroyo Itaembé; este mismo arroyo por el oeste hasta
sus nacientes, desde donde tratara una línea que pasando por el mojón NO de la propiedad
de doña Luisa de Alurralde, termine con el mojón colocado en las puntas o nacientes del
arroyo Chimiray”.151
De esta manera Posadas pasaba a convertirse en la capital del territorio nacional de
Misiones.
Tras la federalización, la provincia de Corrientes decidió enajenar, a bajos precios,
los campos misioneros ubicados al este del Rio aguapey, llevando a cabo la venta de
2.101.936 hectáreas de este territorio.
Pero tiempo más tarde el gobierno nacional consiguió, en 1894, dejar sin efecto las
ventas realizadas de aquellos compradores que no habían hecho efectiva la mensura de las
tierras.
No obstante, los latifundios formados se convirtieron en un obstáculo para el acceso
a la tierra, provocando que la parte norte del territorio sufriese un vacío poblacional. 152
149 Registro oficial de la provincia de Corrientes. Segundo semestre del año 1882. Corrientes, Imprenta de
Antonio Sánchez Negrete, 1885. 150 Libro de Actas de la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Corrientes. años 1881-1886.
21° Sesión Ordinaria, 17 de agosto de 1882. 151 Registro oficial de la provincia de Corrientes. Segundo semestre del año 1881. Corrientes, Imprenta de
Antonio Sánchez Negrete, 1885. Pág. 308. 152
Véase: BOLSI, Alfredo. El proceso de poblamiento pionero en Misiones (1830-1920).
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Por su parte el estado nacional llevo adelante la creación de nuevos pueblos y
colonias: se organizaron las colonias de Candelaria y Santa Ana y se fundaron los pueblos
de Bonpland, Apóstoles.
Asimismo, Misiones se vio favorecida por la llegada de población inmigrante, lo
que provoco que la probación correntina dejara de ser la dominante, cediendo paso a la
llegada de población brasileña, la cual permitió el desarrollo económico de la provincia.
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Corrientes a fines de la época colonial: muerte, religión y prácticas
significativas.
Andrea Leticia Rougier
NEHC-IIGHI
Universidad Nacional del Nordeste
Resistencia- Chaco
andrealetrougier@gmail.com
Resumen
El tema de la muerte y la serie de rituales que implica dicho momento, ha sido un
campo que los antropólogos e historiadores han abordado de manera profunda y desde
diversos enfoques.
Para el caso de Corrientes en las últimas décadas de la colonia contamos con
abordajes aislados, lo que representa una falta de continuidad y de profundización en la
temática.
Por esta razón, este trabajo tiene como objetivos centrales analizar cómo los
pobladores de la ciudad y su campaña se preparaban para morir; profundizar en las
prácticas significativas realizadas con el fin de ordenar su conciencia y el reparto de los
bienes materiales; y finalmente, abordar el papel de la Iglesia católica en la regulación de
los rituales realizados por los familiares y autoridades eclesiásticas.
Este estudio lo realizaremos a partir de las fuentes que se conservan en el Archivo
General de la Provincia de Corrientes, en la sala 1, entre las que se destacan los
testamentos, tasaciones e inventarios de bienes y cartas dotales.
Asimismo, contamos con los documentos del Archivo de la Iglesia de Nuestra
Señora del Rosario, tales como actas de defunciones y visitas realizadas por los obispos.
Dicha información se enriquecerá con los datos aportados por los viajeros que
pasaron por la ciudad, siendo Alcides D´Orbigny quien se aboca más detenidamente a la
descripción de la muerte.
Introducción: Fuentes para estudiar la muerte
Para comenzar el análisis de las prácticas significativas en torno a la muerte y las
disposiciones que la Iglesia católica estableció con respecto a las mismas, debemos
referirnos al corpus documental disponible para el abordaje de dicha temática.
La ciudad de San Juan de Vera de las Siete Corrientes fue fundada el 3 de abril de
1588 por al adelantado Juan Torres de Vera y Aragón, fecha a partir del cual se
comenzaron a redactar los documentos que se conservan hasta la actualidad en el Archivo
General de la Provincia de Corrientes (AGPC).
La sala 1 de dicha institución conserva las secciones de Judiciales y Protocolos,
series documentales que abarcan para el período 1755-1801 los tomos 98 al 179; y los
tomos 38 al 60 para Protocolos. Estas encuadernaciones incluyen diversos tipos de fuentes,
de las cuales nos interesan especialmente por el tipo de información que nos ofrecen y por
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la especificidad de datos los testamentos y las tasaciones e inventarios de bienes; los cuales
hacen referencias no solamente a objetos sino también a diversas prácticas significativas
para estudiar el tema del morir y la muerte.
Dado que estas series no poseen una catalogación sistemática no podemos estimar la
cantidad específica de cada tipo de documentación, aun así nos interesa resaltar que hasta el
momento hemos consultado allí 62 testamentos, 25 tasaciones y 18 inventarios de bienes.
Asimismo contamos con el Archivo de la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario
(INSR), en el cual se conservan las actas de defunción de la ciudad y de la campaña, de las
cuales hemos analizado 30 hasta el momento.
Los viajeros que visitaron la ciudad y sus alrededores son de gran valor también
para complementar los datos aportados por la documentación conservada en los
mencionados archivos. En este sentido los escritos de Alcides D´Orbigny se destacan por la
descripción que realiza sobre las costumbres de la sociedad correntina, la religiosidad y las
prácticas mortuorias.
El testamento como elemento de salvación
Partimos de la idea que propone García Hernández sobre la reivindicación de la
muerte y el morir por sobre la antropología de los muertos, dado que permitirá realizar un
enfoque más amplio y multidisciplinar. “Proponemos y defendemos un abordaje de estudio
de la antropología de la muerte, que implícitamente refuerce, desde cualquiera de las
visiones, una visión veraz del morir y de la muerte, pues son hombres y mujeres quienes la
crean, desde el entendimiento de las realidades de las distintas sociedades humanas” (2008:
51).
En el caso específico de los testamentos, fuente que consideramos fundamental para
el análisis que nos proponemos realizar, los autores coinciden en señalar que este tipo de
documento “conjuga su carácter espiritual con el jurídico” (Rojas Vargas: 2005; 193), lo
que representa la posibilidad de analizar diversos aspectos: la espiritualidad y religiosidad,
datos biográficos, la economía familiar, las relaciones familiares y la manera en que las
comunidades expresaron y celebraron la muerte153
.
Para la Iglesia católica la salvación del alma fue una preocupación recurrente y
desde esta perspectiva durante mucho tiempo se sostuvo que al morir, el alma podía morar
solamente en dos lugares: el cielo y el infierno, lo que dependía de la vida que la persona
haya desarrollado en la tierra. Pero en la edad media, los autores sitúan el surgimiento del
purgatorio y esta creencia va a ser modificada.
“El purgatorio, como espacio de purificación de los pecados y faltas, modifica los
antiguos esquemas binarios de oposición entre el bien y el mal, dando paso a un esquema
ternario en donde el purgatorio aparece como un espacio concreto de expiación para
quienes no pueden salvarse de manera directa” (Gutiérrez de Angelis; 2011: 5-6).
153 Un interesante trabajo que aborda esta temática en la campaña bonaerense es la obra de María Elena
Barral De Sotanas por la Pampa. Religión y sociedad en el Buenos Aires rural tardocolonial.
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Mediante el concilio de Trento, desarrollado en 1563, esta creencia se ve fortalecida
al quedar por escrito en las sesiones “habiendo la Iglesia católica, instruida por el Espíritu
Santo, según la doctrina de la Sagrada Escritura y de la antigua tradición de los Padres,
enseñado en los sagrados concilios, y últimamente en este general de Trento, que hay
Purgatorio”154
.
Por estos motivos, la importancia del testamento es central y los historiadores que
han dedicado sus trabajos al estudio de estas fuentes destacan la insistencia de los teólogos
católicos en la necesidad de redactar las mismas en buen estado de salud:
Despiertos, en esos momentos, los sentidos del cuerpo y las potencias del alma
(memoria, entendimiento y voluntad), los otorgantes tratarían mejor lo conducente a
la salvación de sus almas. Testar en sanidad era considerado como expresión de la
prudencia del hombre quien, libre de preocupaciones materiales y terrenas, tendría
descanso a la hora de su muerte y dispondría de todo el tiempo para atender sólo a
los negocios del alma (Seoane; 2008: 62).
A pesar de ello, en Corrientes no se cumplía con dicha recomendación, sino que por
lo general el escribano hallaba a las personas enfermas, situación que los documentos
consultados reflejan claramente:
Notorio sea a los que la presente carta y pública escritura de testamento vieren como
yo el sargento mayor don Joseph Ignacio Cabral vecino de esta ciudad de San Juan
de Vera de las Corrientes y el maestre de campo don Joseph de Acosta apoderados
de doña María Robledo, vecina de esta dicha ciudad ya difunta quien por hallarse
gravemente enferma no puedo otorgar su testamento, última y postrimera voluntad,
por cuya razón nos nombró a dos de sus apoderados155
; fui llamado por parte de
Francisca Rolón vecina así mesmo de esta dicha ciudad vine a la casa de su morada
a quien hallé gravemente enferma en la cama pero en su entero juicio y natural
acuerdo según su concertado razonar y dijo que por la gravedad del accidente de que
adolece no le da lugar para otorgar su testamento, última y postrimera voluntad por
cuya razón dijo que daba dio todo su poder156
.
En lo que respecta al carácter espiritual de los testamentos debemos mencionar en
primer lugar que este tipo de escritos, “era el instrumento apto para confesar la fe, la
fidelidad, la confianza y la lealtad con los arcanos y sacramentos de la única y verdadera
Iglesia, a la que el otorgante había pertenecido, pertenecía y deseaba pertenecer hasta el
último momento de su vida terrena” (Seoane: 2008; 150). Por este motivo, Rojas Vargas
afirma que “La primera parte del testamento, en muchos casos más de la mitad del
documento completo, está dedicada a las cláusulas devocionales” (2005: 198), situación
que podemos observar en el caso correntino.
154 Concilio de Trento, Sesión XXV. Decreto sobre el
purgatorio.(http://multimedios.org/docs/d000436/p000005.htm#4-p0.14.1.1- 21 de marzo de 2013) 155 AGPC. Sala 1, Protocolos, Tomo 39. Testamento de doña María Robledo. F. 53. 1757. 156 AGPC. Sala 1, Protocolos, Tomo 39. Testamento de Francisca Rolón. F. 69.
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La parte devocional que presentan estos documentos puede dividirse en dos157
: la
primera sección en la que incluyen las cláusulas de carácter declaratorio, en la que Dios
ocupaba un lugar central y era considerado como el “posibilitador” de todo, situación que
se refleja en las profesiones de fe realizadas generalmente en la primera parte de variados
testamentos “en el nombre de Dios todopoderoso con cuyo principio todas las cosas tienen
loable medio y dichoso fin”158
. Asimismo era una oportunidad útil para dejar por escrito
una última confesión de fe, como lo hiciera Pedro Sánchez Negrete al afirmar: “…creo en
los misterios de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo y un solo Dios
todopoderoso…”159
; o más extensa aún como era el caso de doña María Robledo quien
confesaba creer:
en el santísimo misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu santo, tres
personas distintas y un solo Dios verdadero y en el de la encarnación del Verbo
eterno, en las purísimas entrañas de nuestra Señora la Virgen María y en todo lo
demás que cree, predica y confiesa Nuestra Santa Madre Iglesia Católica Apostólica
Romana, regida y gobernada por el Espíritu Santo…160
.
“Declarar la fe tiene como finalidad la búsqueda del perdón, la posibilidad de que
el alma inicie el camino de su salvación cerrando en paz lo hecho en vida ante Dios, ante la
familia y el resto de las personas” (Gutiérrez de Angelis; 2011: 12).
En esta sección también cobraban un gran valor los intercesores dado que
acompañaban en los últimos momentos de la vida. En Corrientes la Virgen María era la
más requerida para la asistencia de los moribundos; nombrándola como la “Santísima Reina
de los ángeles, Santísima Madre de Dios Señora Nuestra”161
, o solicitando su ayuda y la de
los demás santos y ángeles “… y para mi mejor acierto interpongo por mis abogados a la
Serenísima reina de los ángeles, la Virgen nuestra, al santo ángel de la guarda y de mi
nombre y demás santos y santas de la corte del cielo, a cuyo honor y reverencia hago y
ordeno este testamento…”162
; o como fue el caso de María Robledo quien “interpuso por
sus intereses y abogados a la Serenísima Reina de los ángeles María Santísima y al ángel de
su guarda para que intercediesen con Dios Nuestro Señor le perdonase sus culpas y pecados
cuando de este mundo fuese …”163
.
157 El trabajo de Astrid Guiovanna Rojas Vargas (2005) explica claramente la organización de este tipo de
fuentes en Santafé, Colombia. Dado que hemos encontrado importantes similitudes en la documentación de
Corrientes, podemos utilizar el marco presentado por la mencionada autora. También se pueden consultar
para analizar esta temática los trabajos de Nora Siegrist (1998), María Elena Barral (2007), María Isabel
Seoane (2008) y Ana María Martínez de Sánchez (2011). 158 Archivo General de la Provincia de Corrientes (En adelante AGPC). Sala 1, Protocolos, Tomo 39.
Testamento de doña Gregoria Ballejo. F. 20. Julio de 1757. 159 AGPC. Sala 1, Protocolos, Tomo 39. Testamento del Capitán Pedro Sánchez Negrete. F. 12v. 1757. 160 AGPC. Sala 1, Protocolos, Tomo 39. Testamento de doña María Robledo. F. 53v. 1757. 161 AGPC. Sala 1, Protocolos, Tomo 39. Testamento del Capitán Pedro Sánchez Negrete. F. 13. 1757. 162 AGPC. Sala 1, Protocolos, Tomo 39. Testamento de doña Gregoria Ballejo. F. 20v. Julio de 1757. 163 AGPC. Sala 1, Protocolos, Tomo 39. Testamento de doña María Robledo. F. 53v. 1757.
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Bajo la protección de los mencionados intercesores se encomendaba el alma a Dios
dejando por escrito “encomiendo mi alma a Dios, Nuestro Señor que la creó con el infinito
precio de su preciosa sangre”164
.
Y la segunda sección comprende las cláusulas de tipo decisorias, en las cuales la
persona que realiza el testamento establece una serie de cuestiones relacionadas con los
primeros momentos posteriores a su fallecimiento. De esta manera, el lugar de sepultura se
dejaba señalado previamente, y en este período el entierro urbano fue el más común.
“El cristianismo había hecho de las iglesias el sitio por excelencia de entierro, ella
brindaba protección y asilo a los cuerpos” (Kuncar: 2006; 14). Por este motivo, la sepultura
en las iglesias tenía diversas intenciones, las cuales quedan establecidas de manera explícita
en las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio: para que los cristianos estén más cerca de Dios
por la fe, para que los visitantes hagan oración por los amigos y parientes muertos, para que
quienes puedan rueguen a Dios y a los santos por ellos, y para que el diablo no se acerque
al cementerio165
.
Por estas razones la iglesia mayor y las pertenecientes a las diferentes órdenes
fueron ampliamente requeridas. Pedro Sánchez Negrete señalaba “es mi voluntad que
siendo la de Dios Nuestro Señor llevarme de esta presente vida, mi cuerpo sea sepultado en
la iglesia parroquial en la sepultura que tengo en ella con la mortaja ordinaria, y acompañe
mi cuerpo el señor cura sacristán con cruz alta y capa”166
. El maestre de campo don Juan
Ignacio de Soto también establecía que “era su voluntad que si la de Dios Nuestro Señor de
llevarlo de esta presente vida a la eterna su cuerpo sea sepultado en la iglesia de San
Francisco y sea amortajado con hábito de dicha religión”167
.
Como se observa también la mortaja era un elemento esencial en dicho ritual, ya
que “simbolizaba el despojarse de las cosas de este mundo. El cuerpo se preparaba para el
entierro, no ya en los vestidos que habían sido suyos, sino en la vestidura religiosa” (Casey,
2002: 25).
En otros documentos podemos observar que solamente se respetaba la estructura, ya
que no se establecen todos los pasos a seguir, por ejemplo, en el testamento de doña
Francisca Rolón se lee:
que era su voluntad que si la de Dios Nuestro Señor fuese servido de llevarle de esta
presente vida a la eterna su cuerpo sea sepultado en la iglesia Matriz, en la sepultura
164 AGPC. Sala 1, Protocolos, Tomo 39. Testamento del Capitán Pedro Sánchez Negrete. F. 13. 1757. 165 Partida I, Título XII, ley 2. Citado en Valentina Ayrolo. “Reflexiones sobre el proceso de secularización a
través del morir y ser enterrado. Córdoba del Tucumán en el siglo XIX”. Dimensión Antropológica, año 16,
vol. 46, mayo/agosto, 2009, p.119. 166 AGPC. Sala 1, Protocolos, Tomo 39. Testamento del Capitán Pedro Sánchez Negrete. F. 13. 1757. Es
necesario señalar que en este ritual cumplían un importante papel las cruces, y que podían ser de dos tipos: la
cruz alta medía aproximadamente dos metros, y la cruz baja no sobrepasaba la cabeza del cura que la
transportaba. La primera tenía un costo mucho más elevado que la segunda (Retamal Ávila: 2006; 14).
También debemos destacar que el empleo de la cruz alta implicaba “que el difunto había militado, peleando
con las armas de la fe contra el mundo, el demonio y la carne” (Martínez de Sánchez; 2011: 313). 167 AGPC. Sala 1, Protocolos, Tomo 39. Testamento del maestre de campo don Juan Ignacio de Soto. F.
79. 1757.
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que dispusieron sus albaceas y que acompañase el cuerpo el señor cura y sacristán y
amortajada con la mortaja que dispusieron sus apoderados…168
.
Partiendo de la idea que “la Iglesia trató de imponer su visión de la muerte, el
enterramiento y el más allá, extirpando las formas que podían remitir a viejas prácticas
rituales de los naturales” (Martínez de Sánchez; 2011: 324) lo mencionado anteriormente
cobra una gran importancia. Desde el valor simbólico, el lugar que una persona podía pagar
para ser sepultada dentro de la Iglesia le permitiría acceder a mayores ventajas espirituales;
lugares que como señalan los documentos en muchos casos eran pagados con anterioridad.
Además de estos datos, en esta sección encontramos datos referidos a la pertenencia
a una determinada cofradía, como Pedro Sánchez Negrete que pertenecía a la de Santa Vera
Cruz169
, o como dejara asentado en su testamento Gregoria Ballejo “declaro soy cofrada de
todas las cofradías instituidas en la iglesia parroquial y de los conventos de esta ciudad, a
quienes he acudido con limosna y recaudamientos anuales…”170
. El hecho de pertenecer a
estas instituciones otorgaba una seguridad en el espacio de enterramiento, dado que “una de
las funciones sociales principales que cumplieron estas asociaciones piadosas fue la de
brindar asistencia material y espiritual en el momento de la muerte del cófrade” (Martínez
de Sánchez; 2011: 321)171
.
Como señala Gutiérrez de Ángelis, “este grupo se mantenía cohesionado por lazos
de reciprocidad, parentesco y compadrazgo que establecía lazos de pertenencia en la
jerarquía social” (2011: 8). Estaban ordenadas según castas y géneros, lo cual daba cuenta
de la jerarquización y organización social, por ello cada cofradía disponía de un lugar
determinado dentro de la iglesia, y en caso de pertenecer a varias de ellas, como doña
Ballejo, la persona debía elegir cuál prefería.
La segunda parte de los testamentos presentan similitudes en la disposición,
enumerando los bienes que poseía la familia. Debemos advertir que hay variantes en la
redacción de la misma, encontrando casos en los cuales la persona solamente enumera los
bienes sin identificar los que fueron aportados por cada conyugue al momento de la
unión172
. En otros documentos encontramos datos específicos, como el capitán Miguel de
los Ríos173
, quien diferencia los bienes adquiridos en común y los bienes que él aportó al
momento del casamiento; o en los testamentos de doña Micaela González174
y Juana Pérez
168 AGPC. Sala 1, Protocolos, Tomo 39. Testamento de Francisca Rolón. F. 69v. 169 AGPC. Sala 1, Protocolos, Tomo 39. Testamento del Capitán Pedro Sánchez Negrete. F. 13. 1757. 170 AGPC. Sala 1, Protocolos, Tomo 39. Testamento de doña Gregoria Ballejo. F. 21. Julio de 1757. 171 Las cofradías podrían ser analizadas también desde el punto de vista de la reciprocidad propuesta en el
Ensayo sobre el don de Marcel Mauss, quien afirma que “el don y el contradón está impreso en la psique
humana: se cambian las cosas no por lo que valen, sino por lo que vale el cambio: la alianza, la solidaridad, la socialidad” (Molina y Valenzuela; 2006: 183) y por Godelier quien avanza en dicho planteo y sostiene que
nada se devuelve sino que se re-dona. 172 Para analizar estos casos se puede consultar: AGPC. Sala 1, Protocolos. Tomo 35. Testamento del
capitán Roque Sánchez. F.49; Tomo 38. Testamento del capitán comandante don Juan de Alegre.
F.192; Tomo 39. Testamento de María Cabral de Velasco. F. 6. 173 AGPC. Sala 1, Protocolos, Tomo 35. Testamento del capitán Miguel de los Ríos. F.3. 174 AGPC. Sala 1, Protocolos, Tomo 35. Testamento de doña Micaela González. F. 165.
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Lindo175
en los que se establecen por separado los bienes que la mujer y el hombre
incorporaron al matrimonio.
También en este apartado se pueden observar casos en que los padres realizaban
grandes esfuerzos por consolidar las relaciones entre sus hijos a partir de los bienes
entregados, los cuales serían distribuidos luego de su muerte. Así Juana Pérez Lindo
establecía en su testamento “que la sala de mi vivienda sea para dichas mis dos hijas Ana e
Inés por mitad igualmente para que como buenas hermanas vivan juntas”176
.
Asimismo, encontramos interesantes datos sobre objetos que nos permiten analizar
las relaciones establecidas entre vivos y muertos, y que se incluyen dentro de los micro-
ritos cotidianos que desempeñan fundamentalmente dos funciones, ayudar al alma del
recién fallecido y propiciar la unidad entre los vivos177
. Una cruz grande de palo178
, un
crucifijo179
, candeleros de metal180
, una efigie de Nuestro Señor crucificado con su
nicho181
, las imágenes de la Concepción, el Niño Dios y San Antonio182
, un santo Cristo de
metal con su cruz183
, son ejemplos de los elementos que los correntinos poseían en sus
hogares con el fin de rezar por el descanso sus muertos y por los seres queridos que los
rodeaban.
Además de estos bienes mediante los cuales se establecían vínculos entre ambos
mundos debemos mencionar los comportamientos que contribuían al ascenso del alma
hacia el cielo. La caridad de los vivos cobraba, luego del fallecimiento, un lugar destacado,
dado que a los vivos les competía administrar los sufragios y los fondos, entre los que se
ocupaban un importante rol la limosna, la plegaria y la misa.
Esto quedó claramente establecido también a partir de Trento cuando se
recomendaba “más cuiden los obispos que los sufragios de los fieles, es a saber, los
sacrificios de las misas, las oraciones, las limosnas y otras obras de piedad, que se
acostumbran hacer por otros fieles difuntos, se ejecuten piadosa y devotamente según lo
establecido por la Iglesia”184
.
175 AGPC. Sala 1, Protocolos, Tomo 35. Testamento de doña Juana Pérez Lindo. F. 177. 176 AGPC. Sala 1, Protocolos, Tomo 35. Testamento de doña Juana Pérez Lindo. F. 177. 177
Esta temática de encuentra analizada en el trabajo realizado por César Bondar “Angelitos: altares y
entierros domésticos. Corrientes (Argentina) y Sur de la región oriental de la República del Paraguay”. 178 AGPC. Sala 1, Protocolos, Tomo 37. Testamento de Antonia de Velazco. F.184v. 1755. 179 AGPC. Sala 1, Protocolos, Tomo 37. Testamento del sargento mayor Santiago Robledo. F.176. 1755. 180 AGPC. Sala 1, Protocolos, Tomo 35. Testamento del sargento mayor Santiago Cabrera. F.51v. 1754. 181 AGPC. Sala 1, Protocolos, Tomo 36. Testamento de Phelipa Valderas. F. 12v. 13 de septiembre de 1753. 182 AGPC. Sala 1, Protocolos, Tomo 35. Testamento del capitán Esteban Chaparro. F. 162. 11 de julio de
1753. 183 AGPC. Sala 1, Protocolos, Tomo 35. Memoria de los bienes que quedaron por fin y muerte de don
Antonio Enríquez, presbítero ya difunto. F. 126. 1752. 184 Concilio de Trento, Sesión XXV. Decreto sobre el purgatorio.
(http://multimedios.org/docs/d000436/p000005.htm#4-p0.14.1.1- 21 de marzo de 2013).
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Morir sin testar y sin recibir los sacramentos
Los documentos de este período, fundamentalmente las partidas de defunciones, nos
permiten observar que los casos en que las personas morían sin realizar su testamento o sin
recibir los últimos sacramentos eran muy frecuentes y respondían a diversos motivos. Esta
situación representaba un gran riesgo para los católicos correntinos, ya que “morir sin testar
ponía en riesgo el descanso eterno, porque implicaba la prohibición de enterrar el cuerpo en
lugar sagrado o bendito” (Ayrolo; 2009: 109).
La enfermedad y muerte repentinas “significaban una muerte sin preparación ni
asistencia espiritual y sin sacramentos” (Martínez de Sánchez; 2011: 298), lo cual queda
establecido en las fuentes. Ese fue el caso de Juan Bauptista Mesa quien “no recibió los
santos sacramentos por haber muerto de repente y por lo mismo no otorgó testamento”185
.
Según el concilio de Trento, el sacramento de la extremaunción:
purifica los pecados, si aún todavía quedan algunos por expiar, así como de las
reliquias del pecado; alivia y fortalece al alma del enfermo, excitando en él una
confianza grande en la divina misericordia; y alentado con ella sufre con más
tolerancia las incomodidades y trabajos de la enfermedad, y resiste más las
tentaciones del demonio, que le pone asechanzas para hacerle caer; y en fin le
consigue en algunas ocasiones la salud del cuerpo, cuando es conveniente a la del
alma186
.
La situación de los enfermos se complicaba más aún para aquellas personas que
vivían en la campaña y que no contaban con una atención espiritual permanente, quedando
registrado en las partidas de la siguiente manera “en once de junio de setecientos ochenta
años murió Juan Benitez de Arriola, marido de Silveria Silva vecinos de esta ciudad de
Corrientes, no recibió los santos sacramentos, solo se confesó por haberse enfermado en el
campo y muerto…”187
.
La pobreza fue otro factor que condicionó la falta de estos requerimientos,
asentándose específicamente al margen de cada partida la leyenda “pobre” y explicando
detalladamente los pasos que se siguieron: “en dos de octubre de setenta y cuatro años
murió Bonifacia Balenzuela, soltera y natural de esta ciudad habiendo recibido los santos
sacramentos no testó por pobre y se le hizo entierro de limosna con tres posas188
en el tercer
lance de la parroquia”189
.
185 Iglesia de Nuestra Señora del Rosario (en adelante INSR). Libro de defunciones. Vol. I. F. 505. 186 Concilio de Trento, Sesión XXV. Capítulo II. Sobre el efecto de la extremaunción.
(http://multimedios.org/docs/d000436/p000005.htm#4-p0.14.1.1- 21 de marzo de 2013).
187 INSR. Libro de defunciones. Vol. I. Año 1764. F. 301v. 188 Según explica Ana María Martínez de Sánchez las posas eran paradas hechas por el clero durante la
procesión mortuoria para cantar un responso. Una se hacía a la salida de la casa y otra a la entrada de la
iglesia (2011: 313). 189 INSR. Libro de defunciones. Vol. I. Año 1764. F. 25.
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El obispo Manuel de la Torre en su visita realizada en 1764190
explicaba que en caso
de ser pobre la Iglesia debía encargarse de los gastos que implicaba una sepultura
estableciendo que
a los pobres miserables, previene S.S.I entierren de charitativa limosna los ministros
eclesiásticos entendiéndose por tales los que en esta vida no dejaron bienes, ni quien
de justicia deba enterrarles, no teniendo padres, o hijos que puedan suplir la corta
limosna de el entierro y sepultura como están obligados: pues siendo grave cargo de
los hijos atender a las necesidades de sus padres vivos con antelación…191
.
También indicaba que se debía realizar el acostumbrado toque de campanas para
invitar a los fieles a concurrir al entierro. Este requerimiento respondía a la falta de
asistencia a aquellos funerales que no contaban con los tradicionales convites “tan mal
introducidos en estas partes”192
.
Asimismo el obispo dejaba plasmada en su escrito la necesidad de constatar la
pobreza denunciada por los pobladores ya que en variadas oportunidades “muchos se
fingen pobres para pedir sus herederos entierro y sepultura de charidad o limosna, teniendo
después contiendas sobre la herencia de algunos ajuares y alhajas de antemano sepultadas,
privando totalmente al difunto de los debidos sufragios”193
.
Otras regulaciones acerca de la muerte: los angelitos
Además de las mencionadas regulaciones que señalamos, consideramos relevante
incluir la mirada que la Iglesia tuvo acerca de ciertas prácticas populares en lo que respecta
a la sepultura de los niños. El obispo Manuel Antonio de la Torre en la visita mencionada
anteriormente también dejó asentadas cuestiones referentes a estas prácticas:
ha sido informado S.S.I. de el introducido desarreglo con que se suele ostentarse la
vanidad en la muerte de estos párvulos, colocando tontamente las madres los tiernos
cadáveres en altarcitos con mas número de luces que suele tener por nuestra tibia fe
el Corpus Christi, viniendo…como una especie de idolatría semejantes excesos de la
vanidad como… tantas luces se dejan ver: no siendo… lo que se ha informado a S.
I. de hacer ni posas en el entierro con las entonadas lucidas mesas, añadiéndose la
ridícula de que lleven entre cuatro al angelito entumbado, cuando Nuestra Santa
Madre Iglesia …vayan estos párvulos muy a la vista de todos con tunicela dada y
coronadas de flores sus cabezas en señal todo de su inocencia y de su pureza194
.
190 Agradecemos al Lic. Fernando Pozzaglio por facilitarnos esta documentación y por su orientación en la
temática. 191 INSR. Libro de defunciones. Vol. I. Año 1764. F. 8. 192 INSR. Libro de defunciones. Vol. I. Año 1764. F. 8. 193 INSR. Libro de defunciones. Vol. I. Año 1764. F. 8v.
194 INSR. Libro de defunciones. Vol. I. Año 1764. F. 20v. La visita realizada, también en 1764, por el
obispo Manuel Abad Illana a Córdoba presenta numerosas coincidencias en las regulaciones establecidas por
Manuel Antonio de la Torre (Martínez de Sánchez; 2011: 312)
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Por dichos motivos resolvió reglamentar los diferentes momentos y pasos de la
sepultura, primeramente estableció que “los párvulos se entierren con cruz sin asta, a
diferencia de los adultos que ha de… elevada con ella, siendo la razón porque siendo la
cruz el real estandarte de la milicia Christiana, se enarbola, pada dar a entender, que aquel
difunto militó bajo de la bandera de Jesuchristo con las armas de la fe”195
. Con respecto al
trato que debía hacerse del cuerpo señalaba que “en adelante reforme los padres de familia
semejantes impropios altares y excesos de luces, siendo las bastantes dos velas sobre una
mesa tapeada en que esté el párvulo”196
, prohibiendo también las “desordenadas y
escandalosas fiestas que se practican”197
.
Además dejó por escrito una solicitud a la justicia pública en la que planteaba la
necesidad de recurrir a la misma para eliminar dichas prácticas “para exterminar dichos
abusos y demás que se van notados en la serie de esta visita, implore en caso necesario el
auxilio el real brazo, sin el cual no suele tener eficacia la autoridad de los obispos”198
.
A pesar de las detalladas disposiciones que este documento establece sobre los ritos
aceptados y rechazados por la religión católica, en Corrientes hallamos registros de la
continuidad de esas prácticas mortuorias. Para su abordaje contamos con el relato que
realiza el francés Alcides D´Orbigny sobre el velorio de un angelito. Este estudioso había
sido enviado por el Museo de París con el fin de estudiar la flora y la fauna americana, pero
su estadía durante 1827 en Corrientes le permite analizar diversos aspectos y costumbres de
esta ciudad y su campaña.
De este modo, este viajero establece estrechos vínculos con los pobladores y
participa en diversas situaciones de la vida cotidiana. Entre ellos, asiste al velorio de un
niño señalando:
En cuanto muere un niño de corta edad, y esto se acaba de producir en una casa del
pueblo, un alma aún mácula –dicen sus padres-, un ángel, va al cielo. Erigen un altar
doméstico, donde colocan al niño vestido con esmero y lo rodean de cirios
encendidos, vecinos, amigos e incluso todos los que se enteran de la noticia,
invitados o no, acuden en seguida a la casa del velorio; extraños y parientes,
indiferentemente, bailan el cielito y demás danzas del país, beben aguardiente,
fuman, toman mate, todos locamente alegres. Así pasa la noche, en la exaltación del
regocijo. Al día siguiente se presenta el cura a buscar el cuerpo del niño para el
entierro, lo que hace escoltado al menos por un violín, como en algunas bodas
rústicas de Francia; entonces la madre que la víspera cantara y bailara igual que los
demás, recordando por fin que ha sido madre, se desespera, llora, grita, aturdiendo
al villorrio, hasta que el cansancio y el recuerdo de la noche precedente, extinguen y
secan sus lágrimas. Estas fiestas congregan, generalmente, a los habitantes de dos
leguas a la redonda. Las he visto en Corrientes, las he visto en el interior de Bolivia;
se practican inclusive en Colombia, donde (¿se dará crédito al testimonio de un
195 INSR. Libro de defunciones. Vol. I. Año 1764. F. 19. 196 INSR. Libro de defunciones. Vol. I. Año 1764. F. 21. 197 INSR. Libro de defunciones. Vol. I. Año 1764. F. 21v. 198 INSR. Libro de defunciones. Vol. I. Año 1764. F. 21v.
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viajero concienzudo?) se llega a pedir prestado el cadáver del párvulo que a menudo
pasa de casa en casa hasta hacerse descompuesto. ¡Monstruosa mescolanza de
superstición y sensualidad, que desconoce los derechos de la humanidad borrando o
pervirtiendo los sentimientos que la propia naturaleza ha impreso en el fondo del
corazón del hombre! (1945: 145-146).
Como se observa en la detallada descripción de las acciones que familiares, amigos
y desconocidos realizan en torno a la muerte de un niño, la visita del obispo no logra dar fin
a este tipo de acontecimientos y no elimina la cotidianeidad de dichos rituales.
Valoraciones finales
Como señalamos en el desarrollo de este trabajo, el morir y la muerte son temas que
ocuparon a las diversas disciplinas, las cuales con diferentes miradas propusieron
particulares modos de abordarlos.
De este modo, la historia y la antropología contribuyeron de manera conjunta a la
explicación de los rituales y prácticas significativas de las sociedades coloniales ante la
muerte. El caso de Corrientes en particular representaba en dicho campo de análisis un
vacío historiográfico, ya que los estudios realizados no presentaban una continuidad. Por
ello nos propusimos, mediante este trabajo, indagar sobre el papel de la Iglesia en los
comportamientos relacionados con la preparación del alma para el buen morir y los rituales
posteriores.
Pudimos notar la fuerte impronta de la Iglesia que regulaba y daba el fundamento
espiritual a las acciones que realizaban los pobladores con el fin de preparar el alma para su
tránsito al cielo. En este sentido, redactar un testamento en el cual se confesaba la
pertenencia a la religión y la creencia en la Santísima Trinidad y los santos tenía como fin
facilitar ese ascenso o recortar el tiempo de permanencia en el purgatorio.
Asimismo, dejar por escrito las acciones que los familiares y miembros de las
cofradías debían llevar a cabo luego de la muerte comprometía al entorno a realizarlas, de
modo tal que el pasaje al cielo se vería favorecido con las oraciones, las limosnas
entregadas y sobre todo por las misas ofrecidas.
Los vínculos entre vivos y muertos durante el período colonial estuvieron
fuertemente regulados por la Iglesia, desde el lugar en el que se establecían las sepulturas,
los altares que se erigían en los hogares correntinos, los elementos de devoción que eran
empleados para orar, la utilización de una determinada mortaja, tenían un sentido espiritual
que los guiaban y otorgaban significación.
A pesar de lo señalado, y de la importancia que tuvo la fe cristiana en la concepción
de la muerte ciertas prácticas, como el velorio del angelito, continuaron vigentes en las
creencias de los correntinos, y se siguieron llevando a cabo en el interior de los hogares.
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D’ORBIGNY, Alcides (1945) Viaje a la América Meridional. Tomo I. Editorial
Futuro, Buenos Aires.
CONCILIO DE TRENTO. Sección XXV. Decretos Sobre el Purgatorio y Sobre la
Extremaunción. http://multimedios.org/docs/d000436/p000005.htm#4-p0.14.1.1- 21 de
marzo de 2013).
Fuentes inéditas
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Registros Parroquiales. Libro I. Defunciones. 1764-1795.
Archivo General de la Provincia de Corrientes:
1- Protocolos:
Tomo 35 (años 1751-1752-1753)
Tomo 36 (años 1753-1754)
Tomo 37 (años 1754-1755)
Tomo 38 (años 1755- 1756-1757)
Tomo 39 (años 1757-1758)
Tomo 41 (años 1760-1761)
2- Judiciales:
Tomo 97 (años 1754- 1755)
Tomo 98 (años 1755- 1756)
Tomo 99 (años 1756- 1758)
Tomo 100 (años 1758- 1759)
Tomo 101 (año 1759)
Tomo 102 (años 1759- 1760)
Tomo 165 (año 1795)
Tomo 166 (año 1795)
Tomo 171 (años 1797- 1798)
Tomo 172 (año 1798)
Tomo 173 (años 1798- 1799)
Tomo 174 (año 1799)
Tomo 176 (años 1799- 1800)
Tomo 177 (año 1800)
Tomo 178 (año 1800)
Tomo 179 (años 1800-1801)
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La localidad de Fontana (Chaco) entre la Historia local y la construcción
de una identidad.
Carla Mariel Velázquez: carma_lfc@hotmail.com
Silvana Cóseres: silvanacoseres@gmail.com IIGHI-CONICET
Universidad Nacional del Nordeste
Resistencia – Chaco
Resumen
La presente investigación forma parte de un proyecto más amplio que se propone
abordar la problemática de la escritura de la historia en espacios regionales a través de la
mirada micro hacia la localidad de Fontana, ciudad ubicada en la provincia del Chaco que
forma parte del departamento San Fernando y constituye el denominado Gran Resistencia,
Nuestro estudio, en una primera instancia estará orientado hacia un análisis del
estado de la cuestión, para ello nos valdremos de las investigaciones y producciones que se
refieran, por un lado al aspecto teórico y metodológico , y por otro lado a los estudios
regionales realizados en nuestra provincia y enmarcados en su adecuado contexto
historiográfico.
En una segunda instancia nos proponemos analizar las producciones que se refieran
la historia de la localidad de Fontana con el fin de considerarlas dentro del enfoque de la
historia local. El objetivo que plantea nuestro trabajo es abordar por lo tanto, el estudio de
la ciudad nombrada anteriormente desde dos perspectivas, la Historia Regional, la cual nos
permitirá explicar el funcionamiento de la sociedad a través de las relaciones económicas y
sociales que caracterizan el espacio y, desde la Historia Local que nos propone dar una
mayor importancia a los individuos y sus relaciones, como grupos, con las estructuras y los
procesos sociales de los cuales son protagonistas. También ingresaremos en el análisis de
algunas características de la vida de la localidad en sus aspectos institucionales, políticos,
económicos, etc. desde los orígenes a la autonomía municipal.
El concepto de REGIÓN y su tratamiento en la Historiografía
Para contextualizar nuestro abordaje sobre Fontana, nos propusimos delinear un
breve marco teórico en el cual referimos a la historiografía regional y sus avances en el
campo historiográfico nacional, tendientes a precisar algunos conceptos centrales como la
noción de región y sus aplicaciones metodológicas para su investigación.
La historiografía nos ha demostrado que el interés por los espacios regionales ya
estaba presente desde el siglo XIX, a través de las “Crónicas Regionales” (CARBIA,
Rómulo 1925) reconocidas por su marcada orientación política e institucional, sin embargo
habría que esperar hasta finalizados los años 80 para que dichas historias dejen a un lado las
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cuestiones institucionales, políticas y administrativas e intenten construirse desde espacios
superadores de manera más comprensiva. Este recorrido historiográfico es el que nos
aproxima a la historiografía actual donde los estudios regionales han alcanzado una nueva
dimensión y donde el concepto de Región representa en el ámbito académico un aporte que
nos ha legado la crisis y renovación de la historia.
Los estudios de la geografía tradicional1 nos proponía el planteamiento del concepto
Región de una manera estática, la cual nos mostraba a la Región como objeto de estudio en
sí mismo. Sin embargo las producciones historiográficas más actuales demuestran una
marcada influencia de la geografía crítica2, la cual nos hace posible replantearnos el
concepto de Región en tanto construcción humana, siendo el hombre y su cultura quienes
actúan sobre el espacio y lo modifican.
En lo que se refiere específicamente a los aportes desde la Historia, es el trabajo de
Eric Van Young el que marca un momento decisivo en la historiografía, puesto que ha
llevado a los historiadores a plantearse una discusión acerca de los alcances teórico-
metodológicos para la construcción histórica regional, desde el momento en que concibe a
la historia Regional como una “especialización de las relaciones económicas”3 (Van Young.
1987:257 ), lo cual nos motiva a pensar en el entramado de relaciones que se establecen
dentro de una sociedad, a través de las diferentes actividades económicas, y la magnitud de
dichas relaciones en un espacio determinado, cuestión que acaba estableciendo o creando
de manera colectiva características que se sostienen en la sociedad .
Sin embargo, aún continuaba siendo una preocupación la delimitación del espacio
en tanto categoría analítica, pero aquí cabe destacar nuevamente el aporte de Van Young al
establecer la definición de “hipótesis a demostrar”4,( Van Young. 1987:257 ) para el
concepto de Región, por lo que sostiene que cuando el investigador escribe historia regional
es necesario que preste especial atención a las relaciones económicas que se dan dentro de
un marco territorial y que son una expresión de las relaciones sociales.
Sin embargo, existen trabajos que anteceden a las teorizaciones de Van Young
como lo son las producciones realizadas en México. Cabe destacar aquí el importante
aporte del escritor Luis González y González quién ya en 1968 en su trabajo titulado
“Pueblo en vilo, microhistoria de San José de Gracia”, concebía que la sociedad, siendo
multiheterogénea y diversa, precisaba un estudio más profundo y complejo por lo que, un
enfoque regional permitía delinear nuevos marcos analíticos, rompiendo así con las
interpretaciones globalizantes de la historia mexicana de marcados tintes centralistas.
A partir de dicha obra se comienza, en México, a pensar en lo regional como “…una
totalidad desde la cual emergían las historias que la habían conformado y constituido, y
donde surgía una identidad sociohistórica que en mucho no coincidían con las versiones
nacionales y oficiales…” (ÁLVAREZ SERRANO, Pablo1968-1999).
Sin lugar a dudas dicho trabajo llevó a una reflexión dentro de la historiografía
mexicana que para las años setenta influyó en los trabajos de Enrique Krauze, titulado
“Caudillos culturales de la revolución mexicana, publicado en 1973, o bien en la obra de
Héctor Aguilar Camín, llamada “La frontera Nómada: sonora y la revolución mexicana”,
publicada en 1981, ambos claros ejemplos de la renovación de la historiografía mexicana y
del interés por los estudios regionales y locales.
El reconocimiento de lo Regional, como una especialidad de la historia que nos
permite concentrarnos en las relaciones y movimientos sociales, como así también en las
estructuras económicas y aspectos culturales, motivó a replantear las historias nacionales de
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los diversos países, entre los que queremos hacer una especial mención a la historia
regional producida en ámbitos académicos de la Argentina y más aún profundizar en
aquellas obras producidas en la provincia del Chaco.
Esta construcción a partir de lo regional, y sobre todo desde el punto de vista social,
nos demuestra que es un proceso para la construcción de identificaciones históricamente
apropiadas que le confieren a un grupo social y le dan estructuras significativas para
asumirse como unidad, y que a su vez tiene en si diversos aspectos de identificación.
Dentro de las producciones a nivel nacional nos gustaría comenzar destacando los
aportes conceptuales de Susana Bandieri, para quién (Bandieri 2005:104) la región o el
estudio regional se aborda desde la dinámica relación hombre-espacio, considerando a la
región como un sistema abierto, un objeto que se aborda desde diferentes perspectivas,
tanto desde lo social como desde lo económico, y que apuntan a una idea de totalidad.
En esta idea los actores sociales cobran un rol protagónico hablando tanto como un
agente social en su interacción en cuanto a las redes sociales y las redes de poder, como así
también en los puntos de vista económicos; la organización, la distribución y la capacidad
de una creación económica regional.
De esta manera, la región se presenta como un resultado de complejos territoriales,
en el cual todos los puntos antes analizados se encuentran interrelacionados y encuentran
un equilibrio de subsistemas; el cual, a su vez, permite al historiador una comprensión
mucho mejor para la interpretación de cada aspecto presentado.
Sin embargo, cabe destacar también el aporte que nos dejó Bernardo Canal Feijóo
quién, planteó por primera vez la necesidad de una planificación regional para la
construcción del Noroeste, superando los límites políticos y administrativos y valorando las
relaciones sociales y culturales para demostrar la existencia de un espacio histórico-cultural
homogéneo que encierra a las seis provincias que integran dicha región.
Consideramos que la más ajustada aproximación al concepto de región planteada a
comienzos de la década de 1.970 es la de Carlos Sempat Assadourian, quien planteaba la
necesidad de recuperar la noción de espacio económico, superando las limitaciones que
ofrece el recorte territorial, político, administrativo, con el fin de valorar la reconstrucción
del sistema de relaciones internas y externas, que se modificaban en cada período histórico.
Dentro de esta perspectiva, Assadourian pudo descubrir las relaciones esenciales de
todo un sistema, lo cual permitía detenerse en ciertas particularidades de una realidad
mucho más compleja.
Por todo esto, consideramos que es pertinente conocer con profundidad todos los
trabajos que podamos, en relación a los abordajes regionales para lograr una mejor
comprensión de las posibles alternativas y los diferentes aspectos que no debemos dejar
pasar para lograr un buen trabajo, siendo conscientes que tal no es solo un análisis a escala
micro, eludiendo el proceso de la historia en general de una historia nacional o cualquier
otra, sino todo lo contrario es asumir la responsabilidad de que, estudiando y analizando de
manera sistemática cada aspecto de una región, sus relaciones económicas y de producción,
las relaciones sociales, su forma de administración, nos pueden conducir a la construcción
de una identidad y la de una conciencia de comunidad, primero a nivel región y luego a una
nacional, la cual, su característica principal es la heterogeneidad y divergencias con las
demás regiones que nos demuestran su disparidad y singularidad.
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La complejidad de la Historia Local
La Historia Local fue tradicionalmente abordada por eruditos o historiadores no
profesionales, cuyos trabajos se basaron más en los detalles que en la interpretación, sin
embargo a fines de los años `50 éste historia reclamó un tipo de conocimiento diferente, así
es como la Historia Local fue fecundada por varios métodos, teorías y prácticas de la
Historia Social.
Esta línea de investigación constituye una aproximación al estudio histórico desde la
historia social, generada a partir de la década de 1960. Sin embargo, cabe destacar que
hablar de Historia Local no significa necesariamente cambiar los temas, o incluso el objeto
de estudio, sino más bien significa hallar un nuevo abordaje analítico que nos permita
visualizar la complejidad de los fenómenos sociales.
Este tipo de investigación específica, tiene como tarea fundamental, reflexionar
sobre determinados ejes problemáticos que nos permiten llegar al conocimiento del todo a
través del examen de sus partes. Es por eso que nos valdremos de sus aportes para reflejar
una parte de la realidad histórica del chaco que aún no ha sido abordada de manera
organizada y sistemática.
Según Julián Casanova, en su artículo “Historia local, Historia Social y
Microhistoria”, la reducción de la escala se presenta como un procedimiento analítico que
puede ser aplicado independientemente de las dimensiones del objeto analizado, lo que
diferencia a la Historia local de la microhistoria.
Esta Historia Local se propone relacionar los individuos y los grupos con las
estructuras y con los procesos sociales, un tipo de Historia local que no se aparta del marco
histórico general, de las teorías y de los procesos sociales.
Para abordarla, nos serviremos de “…la metodología cualitativa, entendiendo por
esta como un tipo de metodología interesada en captar el sentido y las significaciones que
subyacen y estructuran lo que realizan las personas en su relación con el mundo social
(Banister, Burman, Parker, Taylor & Tindall, 1994: 6), mediante ello aspiramos a dilucidar
los elementos que conformaron la identidad de la sociedad de Fontana a lo largo de todo su
desarrollo histórico.
Un recorrido por la Historiografía Chaqueña
Antes de referirnos a las obras historiográficas sobre Fontana específicamente,
quisiéramos señalar como se desarrolló la historiografía en nuestra región, los aportes
conceptuales y metodológicos, que serían un aporte central para nuestra investigación. Lo
cual nos posibilitaría acercarnos a obras clásicas sobre el Chaco, centrales para conocer el
contexto socio-político que acompañó al surgimiento de Fontana.
El interés por el estudio de la historia del Chaco fue escaso dentro del ámbito
nacional, sin embargo, debemos destacar que los primeros aportes acerca de los
conocimientos geohistóricos de dicha región se deben en un primer lugar a los religiosos6
que trabajaron para la evangelización dentro de éstos espacios, como así también a las
memorias, expuestas a través de documentos históricos, de los primeros exploradores del
territorio.
Entrados a la segunda mitad del Siglo XIX, las visiones que se refieren al Chaco
provienen de los diferentes organismos7 que por medio de sus discursos representan al
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gobierno nacional y, que por lo tanto dejan como resultado la imagen de “… desierto verde,
un vasto espacio sin historia, dotado de existencia a partir de los descubrimientos de las
empresas exploradoras…”8 (LEONI, María Silvia. 2008. Pp28), justamente contra ésta visión,
que permanece dentro de los ámbitos académicos por años, se comienzan a producir
diferentes obras que revisan y replantean dicha cuestión.
Cabe destacar que para éstos momentos no existían aún instituciones que
favorecieran al desarrollo de un campo de formación profesional para historiadores,
cuestión que sin embargo no impidió que otros profesionales tales como periodistas,
docentes o sacerdotes, se involucren en el estudio de la región, intentando reconstruir la
historia de éste espacio haciendo especial alusión al rol que cumplió el Ejército Argentino
para la incorporación definitiva del territorio a la Nación.
Así es como en los primeros intentos por reconstruir la realidad histórica del Chaco,
se presta especial atención a las cuestiones políticas y administrativas, profundizando en las
expediciones y campañas, destacando también el esfuerzo de los argentinos por “civilizar”
los territorios ganados al desierto y a los pueblos originarios.
Hasta que comienza la profesionalización para la producción histórica, en el Chaco,
fueron principalmente, periodistas, docentes y descendientes de los primeros pobladores,
quienes iniciaron los primeros intentos por rescatar los elementos que consideraron valiosos
para orientar a la reconstrucción de la historia de una sociedad en gestación.
Entre las primeras producciones que consideramos como central para la
historiografía chaqueña destacamos la de Guido Miranda, quién siendo maestro y periodista
llevó a cabo un estudio acerca de la historia del Chaco y logró producir la obra clásica
titulada: “Tres Ciclos Chaqueños” (1955) trabajo en el cual distinguió tres etapas o ciclos
en la evolución histórica del Chaco: Fundación, Tanino y Algodón, desde donde logró
desentrañar la identidad regional.
Los Tres Ciclos chaqueños, de Guido Miranda expone la evolución del Chaco a
través de las actividades económicas más importantes que se han desarrollado en la región,
dando una central importancia a los procesos socio- económicos. Su interés por producir un
saber organizado, que partiera desde los orígenes y comprendiera las características y el
sentido del desarrollo chaqueño, con sus rasgos distintivos, con sus logros y fracasos, debe
entenderse dentro del contexto que acompañó a dicha producción, es decir que debemos ver
a la obra dentro de un momento histórico donde el Chaco aparecía como un territorio de
gran pujanza económica.
Uno de los aportes que valoramos, en este trabajo, de Guido Miranda, es
fundamentalmente su concepción de ver al hombre como un ser situado, cuestión que
permite analizar la interrelación que se establece con el ambiente geográfico, el cual sirve
de contexto existencial y nos permite visualizar un regionalismo, concepto planteado con
anterioridad por Canal Feijoó, quién lo entiende como “ el diálogo inmediato del espíritu
con la realidad localizada de la naturaleza y de la historia, como exigencia para la
justificación de la cultura” ( LEONI, María Silvia . 2008: 35).
De ésta manera, el autor de “Los Tres Ciclos Chaqueños” pudo lograr una visión
globalizadora del desarrollo histórico chaqueño, en un momento de tensiones políticas en el
cual se estaba debatiendo el nombre la de actual provincia del Chaco.
Sin embargo, la profesionalización del ámbito historiográfico se inició, sin duda,
con la creación de la Facultad de Humanidades, en el año 1958. Es en ella donde los
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profesionales se encargaron de brindar los cimientos sólidos para llevar a cabo los estudios
históricos, junto con la definición de las pertinentes metodologías de trabajo.
En este sentido no solo es importante destacar las producciones historiográficas que
intentaron por primera vez constituir un cuerpo de saber ordenado para dar respuesta a los
estudios relacionados con nuestra región, sino que resulta interesante conocer los aportes,
desde el punto de vista teórico; para ello nos valdremos en primera instancia del aporte que
nos dejó Ramón de las Mercedes Tissera quién trata al concepto de Región desde dos ejes:
la ecología y la historia, indicando que “… un ámbito llega a ser región cuando el largo
proceso generacional alcanza conciencia de su integración como grupo humano sobre un
territorio con el que se siente consustanciado..” (TISSERA, Ramón. 1973: 23-23), con ello
propuso pensar en un Chaco histórico, que comprendía el Chaco, actual norte de Santa Fé,
este de Salta y Formosa, al que denomina “Región del Gran Chaco”.
Con el transcurrir del tiempo se comenzarían a asentar los resultados de la labor
investigativa de la Universidad Nacional del Nordeste, cuestión que a su vez se vio
favorecida por la labor del Dr. Ernesto Maeder en el Instituto de Historia de dicha
Universidad.
La primera contribución que realiza el Dr. Ernesto Maeder a la historia de la
Provincia del Chaco es la publicación, en el año 1967, del trabajo titulado “Historia del
Chaco y de sus Pueblos”, para Historia Argentina Contemporánea publicada por la
Academia Nacional de la Historia.
Dicho trabajo abarca desde la etapa del descubrimiento y la exploración inicial del
Chaco, hasta el año 1930, donde se puede observar el minucioso estudio de todo lo
publicado hasta ese momento acerca de la región chaqueña. Podríamos considerar este
trabajo entonces como la primera sistematización y primer análisis del desarrollo histórico
del Chaco, desde una sólida base heurística que da unidad y sentido al proceso histórico
chaqueño.
Entre otros trabajos importantes del Dr. Maeder debemos destacar el interés por
haber establecido un plan de publicaciones, dentro del Instituto de Historia de la Facultad
de Humanidades, que comprendía entre otros trabajos, la publicación de la Revista Folia
Histórica del Nordeste, la edición de fuentes para la historia regional y de monografías
independientes, trabajos aquellos que en sus inicios y hasta la actualidad estimularon y
estimulan el trabajo de investigación, tanto en docentes como en alumnos de la misma
Universidad.
Pero queremos hacer aquí una especial mención del aporte del Dr. Maeder con
respecto al concepto de “Región histórica” expresa en el artículo publicado en la revista
Res Gesta de Rosario, en el año 1982, donde intenta compartir, con sus colegas, la
necesidad de explicar el proceso argentino desde una manera integral, y su interés por
“…mostrar la importancia que posee la consideración de las regiones históricas en una
visión más integral de la historia Argentina…” (MAEDER, Ernesto. 1982:15).
Siendo testigo de la renovación de la historiografía, explica que la concepción
político-institucional, que se impuso en los siglos XIX y XX, encontraron en la provincia
una unidad de estudio completa para el análisis, sin embargo deja en claro que entre los
historiadores posteriores éste marco resultó estrecho y hasta insuficiente, puesto que no
respondía al estudio de nuevos temas y problemáticas, para las cuales le resultó más
apropiado percibirlos dentro de un ámbito regional, puesto que a su parecer los medios
geográficos suelen ser más claros que los marcos institucionales.
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De ésta idea se desprende su interés por plantear los problemas económicos,
demográficos o sociales a partir de otros espacios que permitan diseñar zonas de estudio
diferentes de las tradicionales.
A estos nuevos espacios es a lo que llamó “Regiones Históricas” (Op. Cit), donde se
valora el espacio geográfico, entendido como “….una generalización fundada en la
homogeneidad y la organización jerarquizada del espacio, la primera está constituida por la
combinación de hechos físicos (suelos, lluvias, temperaturas), biológicos (flora, fauna,
cultivos), y humanos, que se repiten en el espacio hasta configurar un área de cierta
uniformidad o constancia en sus caracteres relevantes…” (BRUNIARD, Enrique. 1969-
1971: 5-63) y el tiempo, dos coordenadas que aspiran a demostrar que la realidad
geográfica puede ser transformada por un proceso histórico.
Sin embargo, bajo este contexto debemos recordar que el concepto de Regiones
Históricas se oponía a la planificación de políticas territoriales que proponía la asimilación
de unidades territoriales, artificialmente concebidas, como parte de la “regionalización”,
planteo del que surgieron las denominaciones de NOA- Nordeste Argentino, y NEA-
Nordeste Argentino, hacia las décadas del `60 y ’70, las cuales persiguieron objetivos
totalmente diferentes, pero que tuvieron gran repercusión en los ambientes académicos
relacionados a las Ciencias Sociales y Humanas.
Los aportes del Dr. Maeder superan lo teórico- conceptual puesto que extiende
también un aporte metodológico en cuanto a la investigación desde la perspectiva regional,
el cual se trasmite a partir de nuevos planteos de problemas como la determinación de los
espacios y los recortes cronológicos que permitan profundizar las investigaciones de los
procesos históricos.
Incluso también tuvo presente los problemas heurísticos que podían traer este tipo
de investigaciones, vinculadas a los espacios regionales, y entre ellos destaca la necesidad
de contar con una buena calidad y diversidad bibliográfica, el registro cuidadoso de del
conjunto de fuentes oficiales editas, compuesto por memorias ministeriales, informes o
anuarios de las Direcciones o Departamentos de inmigración Tierras y Colonias, Correos,
Consejo nacional de Educación, etc, los cuales constituyen un valioso conjunto de
información.
Entre los académicos de la región que continuaron haciendo aportes de tipo
conceptual para el estudio y análisis de lo regional nos parece pertinente hacer referencia al
Prof. Héctor Borrini, quién como disertante del VI° Ciclo de Docencia e Investigación para
Historia y Geografía, llevado a cabo en el Instituto de Investigaciones Geohistóricas del
Chaco en el año 1989, propuso ver a la región como una célula activa, susceptibles de
crecer o morir de acuerdo a las fuerzas gravitatorias contenidas en su núcleo. Concebía que
“…dentro de un espacio, o por el contrario, englobando a varios Estados, existen diferentes
áreas o regiones resultantes de los heterogéneos procesos históricos que se dan sobre
ellas…” ( BORRINI, Héctor. 1989: 8).
Dichos aportes conceptuales nos permiten observar el interés por dar respuestas a un
nuevo tratamiento de la historia, esta vez desde el enfoque regional.
Sin pretender hacer en éste trabajo un análisis de las producciones historiográficas
actuales, queremos resaltar también los aportes que nos llegan a partir de los estudios
realizados por el Dr. Hugo Humberto Beck, que nos dejó, entre otros trabajos importantes,
“Las guías del Chaco y Formosa. Útiles transformaciones del pasado, valiosas fuentes para
investigaciones actuales”, fuentes que utilizaremos para concretar nuestro trabajo.
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Y por otro lado, los trabajos realizados por el Lic. Enrique Schaller, quién nos
permite acercarnos a la cuestión de las tierras chaqueñas en el momento de la colonización,
puesto que en su trabajo sobre la colonización en el territorio Nacional del Chaco trata
sobre las mensuras, lo cual es uno de los aportes más significativos.
La Historia de Fontana: entre un enfoque regional y local
En este apartado analizaremos los diferentes abordajes que se han elaborado y
donde se ha mencionado a Fontana, teniendo en cuenta las obras clásicas de la
historiografía chaqueña, buscando delinear los conceptos y delinear aspectos que han sido
dejado de lado que nos servirán para abordajes futuros.
Debemos señalar que no existe por el momento una obra de síntesis que aborde el
estudio de Fontana de manera sistemática. Sin embargo existen algunas referencias en las
obras clásicas referidas a la Historia del Chaco, de modo que señalaremos aquellas que han
marcado una mirada económica e institucional sobre la localidad.
Una primera obra fue Tres Ciclos Chaqueños de Guido Miranda el cual sin referirse
específicamente a Fontana, al hacer mención al ciclo del tanino podemos desde una visión
socio-económica conocer el contexto en el cual se instaló la fábrica de los hermanos
Fontana, que en años posteriores dio origen al pueblo.
En la década del 80, surgió la obra de Marcos Altamirano denominada Historia del
Chaco, que se caracterizada por sistematizar los diferentes períodos históricos por los que
transito esta provincia. En el período territoriano al analizar el ciclo forestal hace referencia
a la instalación de la fábrica Río Arazá y al pueblo que surgirá a su alrededor, en relación a
Fontana. Siguiendo esa perspectiva, la producción historiográfica del Dr. Ernesto Maeder
en su Historia del Chaco también alude a Fontana cuando analiza la economía forestal entre
1916-1945.
Otra mirada de Fontana surgió a partir del trabajo de María Cristina de Pompert de
Valenzuela, quien en su libro Génesis y Primitivo Desarrollo del Poblamiento del Chaco
plantea tres factores fundamentales que favorecieron al surgimiento de los pueblos: la
industria forestal, el trazado del ferrocarril y la producción agropecuaria. En tanto Fontana
surgió a consecuencia de la concesión de tierras a particulares para la explotación agrícola,
por lo cual sus orígenes se remontan a la instalación de la colonia agrícola Puerto Vicentin.
A su vez, analiza brevemente la evolución histórica que desarrollo Fontana desde la
instalación de la fábrica de tanino hasta la creación del municipio en 1959, sin dar cuenta
de nuevas problemáticas vinculadas al origen y desarrollo esta localidad.
Posteriormente desde un enfoque institucional y político, el Dr. Hugo Beck en su
producción denominada Pueblos del Chaco, analizo el poblamiento destacando la
importancia de los dos tipos de colonización: privadas y estatales, señalando que dentro de
las primeras se tendría en cuenta a la colonia agrícola asentada en el Puerto Vicentini como
población que trasladará más tarde en las proximidades de la fábrica de Fontana.
Esta visión tiene un desarrollo más profundo en la tesis del licenciado Enrique
Schaller pues analizo las mensuras de tierras en el período de colonización del Chaco.
Otra mirada a la historia de Fontana se puede delinear a partir de los aportes de los
estudios de la geografía económica que recurren a la división del territorio chaqueño en
microrregiones. En estas Fontana formaría parte de la región Metropolitana9
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Desde una historia local, la publicación del contador Hugo Peérz se convierte en un
aporte para la reconstrucción de Fontana debido a que su estudio se centra en el origen del
Puerto Vicentini.
Creemos que con el aporte teórico de la historia regional y local, la historia de Fontana
podría avanzar sobre nuevas problemáticas que se acerquen a una historia social, que
permita conocer actores y que trascienda la perspectiva económica ya señalada en los
estudios clásicos.
Para lo cual, será necesario recurrir a la historia oral como una herramienta que
permita acercarnos a los protagonistas por ejemplo a los descendientes de las primeras
familias pobladoras, de manera tal que nos permita complementarla con las fuentes escritas.
Todo esto nos posibilitaría reflexionar sobre aquellos elementos que dentro de la
memoria colectiva se conservan en los actores sociales y que a su vez se ven reflejados en
la composición de su identidad social.
Esta sería una forma de repensar la cuestión de la identidad en Fontana, y también
de reflexionar sobre la identidad del Chaco.
Cuestión identidad
La Identidad es uno de los elementos más difíciles de desentrañar en una sociedad y
es de gran importancia dentro del estudio de lo regional
Quisimos dejar a la cuestión de la Identidad como un planteo aparte, puesto que
intentaremos hacer primeramente aquí un breve y acotado recorrido que nos acerque a los
esfuerzos que hicieron posible lograr una Identidad Chaqueña. A lo que aspiramos en ésta
última instancia de éste avance es lograr reconocer los elementos que hicieron posible que
actualmente podamos reconocer la Identidad chaqueña, de manera tal que nos podamos
basar en ellos a la hora de estudiar y abordar la reconstrucción de la identidad de Fontana,
verificando si es posible hablar de una identidad propia de Fontana o solo deberíamos
manteniéndonos a referirnos a identidad chaqueña en general.
Para ello sostenemos que el análisis de las distintas acciones de los hombres nos
permite observar el desarrollo paulatino de aquellos aspectos que fueron definiendo a una
sociedad, puesto que las acciones de los hombres se materializan en función del espacio
que comparten y donde viven.
“…La Identidad es lo que diferencia a una sociedad de otra, a un grupo social de
otro, casi siempre mediante la expresión de los símbolos socioculturales, la oposición por
los rasgos de pertenencia a un espacio o territorio, los signos que identifican la acción de
los hombres, la propia historicidad que materializa su forma de ser o su presente, y las
expresiones o acciones que los define y caracterizan…” (SERRANO ALVAREZ, Pablo.) .
A esta definición del concepto de Identidad queremos agregar la importancia del
“…sentido de identidad espacial…” (BORRINI, Héctor. 1989:8), por el cual se entiende el
sentido de pertenencia que tiene un individuo o un grupo particular a su lugar de origen.
En nuestra región uno de los problemas con los que se enfrentaron los historiadores
chaqueños del S.XX fue la de sentar las bases de la identidad de la sociedad chaqueña.
Podríamos decir entonces que una vez pacificado el Territorio Nacional e iniciado el
desarrollo urbano de la ciudad capital del Chaco, se planteó en el seno de la sociedad, el
interés por descubrir aquellos aspectos más destacables que hicieran posible lograr en la
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sociedad un sentimiento de pertenencia que uniera a los habitantes de tal manera que les
permitiera a los historiadores dotar al Chaco de una identidad propia.
El tratamiento de la Identidad en las producciones de la región chaqueña transitó por
diferentes momentos, en los cuales se intentó paulatinamente encontrar los diferentes
orígenes en los que se pudieron asentar dicha identidad.
En este sentido los primeros estudios regionales que abarcaron nuestra región
destacan, originalmente, la importancia de la fundación de Resistencia como un punto de
partida, incluso, ésta cuestión queda demostrada con la celebración del 2 de febrero como la
conmemoración de la llegada de los inmigrantes, aniversario de la ciudad y como la fecha
histórica más significativa en la historia del Chaco.
Sin embargo, en éste sentido también cabe destacar el gran aporte que nos han
dejado los historiadores correntinos, entre ellos, principalmente, queremos hacer mención a
Hernán Félix Gómez, el autor de la obra titulada “Historia de la Gobernación Nacional del
Chaco”, de 1939. En dicho trabajo, Gómez, junto con el tratamiento de temas relacionados
principalmente a cuestiones políticas, administrativas, sociales, militares y educativas
advierte, entre otras cosas , la falta de sentimientos en común y el sentido de pertenencia de
los habitantes.
En otra postura veremos que se destaca la importancia de la Iglesia católica en los
trabajos que refieren al Chaco y que intentaron encontrar vínculos con el pasado hispánico.
Esta interpretación religiosa que aspiró a encontrar el fundamento de la identidad
chaqueña en las raíces católicas de su cultura, tiene como principal exponente a José
Alumni (1907-1963), Secretario de la Vicaría Eclesiástica y Vicario en la Diócesis en sede
vacante, desde el año 1951 a 1955, para el segundo centenario de la fundación de la
reducción de San Fernando publicó, en 1951, el trabajo llamado “El Chaco. Figuras y
hechos de su pasado”.
Para estos momentos y con el afán de formar una conciencia histórica, los
intelectuales locales comenzaron a desarrollar diferentes actividades, que aspiraban a
estimular el interés de los habitantes de la ciudad para descubrir el origen y la evolución del
desarrollo histórico de la provincia.
En éste sentido nos resulta muy importante destacar el aporte nos llega desde el
periodismo de la época, el cual contribuyó con la difusión, desde la publicación en
periódicos y revistas, de una serie de trabajos en informes y cartas que intentaban rescatar
relatos acerca de los orígenes, los sucesos y los personajes que contribuyeron la
reconstrucción de la Historia del Chaco y estimularon el interés y consolidaron el sentido
de pertenencia a la región.
Otro aporte a la definición de la identidad chaqueña fue, sin duda, la interpretación
de Ramón de las Mercedes Tissera (1920-1981), quién criticó fuertemente la idea de un
Chaco sin herencias, ni ancestros y reconoció las consecuencias negativas que ésta idea
dejaba a las nuevas generaciones, en la obra titulada “Chaco Gualamba, historia de un
nombre”, publicada en 1972.
Entre las publicaciones mencionadas destacamos como una breve conclusión que se
logró para estos tiempos, imponer finalmente la representación de un Chaco con gran
diversidad, en el cual convergen distintos componentes étnicos y culturales; cuestión que
nos permite dilucidar el interés por forjar una identidad que permitiera a los
“resistencianos” diferenciarse de los pobladores de la provincia vecina de Corrientes,
quienes insistían en el papel central que Corrientes ejerció para la fundación de Resistencia.
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Bajo este contexto nos resulta fundamental destacar la importancia de la creación de
la Universidad Nacional del Nordeste, en el año 1958, que contribuyó a la consolidación de
la identidad como así también a la definición del ámbito regional.
La progresiva formación de historiadores de la región, a través de la carrera
universitaria, permitirá la definición de un campo profesional en el ámbito provincial que
destacará la importancia de los estudios regionales, a partir de los Congresos de Historia
Argentina y Regional, organizados por la Academia Nacional de la Historia desde 1970,
que favorecieron a la difusión y a incentivar a las investigaciones y producciones en toda la
región.
Otra institución que orientó y acompañó a los investigadores académicos fue el
Instituto de Investigaciones Geohistóricas, dependiente del CONICET, que fundado el 29
de marzo de 1979, aportó al tratamiento riguroso de los estudios realizados en la región que
colaboraron, a su vez, en la consolidación de una identidad de una sociedad que para éstos
momentos volvía los ojos al pasado para poder comprender su situación y su rol dentro del
ámbito Nacional.
Entre los profesionales que realizaron un aporte teórico- conceptual al tema de la
Identidad, en nuestra región, queremos hacer una especial mención al estudio realizado por
la Profesora Susana Colazo quién tras haber llevado a cabo un exhaustivo análisis de las
áreas etnográficas del NEA, donde explica que existen diferentes unidades étnicas en
nuestra región y que a cada una de ellas les corresponde una cultura propia, que halla su
fundamento en la identidad cultural, entendiéndola como “…la especificidad de los rasgos
culturales que caracterizan a un grupo… la identidad posee suficiente fluidez porque
responde a un proceso en constante construcción…” (COLAZO, Susana. 1989: 41).
Éste es el concepto que hemos querido considerar en nuestro trabajo puesto que nos
permitirá observar los elementos, que durante el período que estudiaremos, fueron
construyendo la identidad de los pobladores de Fontana.
Si bien contamos con elementos y material bibliográfico que nos permitan
comprender el paulatino desarrollo para la formación de una Identidad chaqueña, no sucede
lo mismo a la Hora de comenzar a estudiar la población de Fontana debido a que durante
muchos años sus habitantes formaron parte de la sociedad que comprendía a Resistencia,
por lo tanto consideramos que abordar el tema de la Identidad de Fontana nos llevará un
tiempo importante y mucho análisis junto a años de profunda investigación.
Consideraciones Finales
Quisiéramos en esta instancia, del avance de nuestro trabajo, destacar que por el
momento nuestro estudio acerca del estado de la cuestión de la historiografía regional nos
ha demostrado que contamos con un importante caudal de material bibliográfico el cual nos
servirá para tener una buena aproximación acerca de los conceptos y las alternativas
metodológicas que nos permitirán plantear de manera apropiada nuestro trabajo.
Sin embargo no nos sucede lo mismo cuando nos referimos al estudio de la
localidad de Fontana puesto que en primer lugar, nos encontramos con producciones
clásicas que al abordar la temática regional del chaco, `hacen una breve referencia a la
cuidad de Fontana, por lo que la información que conseguimos de la localidad se encuentra
para éstos momentos muy dispersa.
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Por otro lado, a la hora de trabajar en la búsqueda de las fuentes documentales, si
bien nos vimos en la posibilidad de poder consultar al Archivo Histórico de la Provincia del
Chaco, la información y /o documentación que conseguimos de Fontana no hace referencia
en ningún momento acerca de los orígenes, sino más bien es documentación posterior a
1959, fecha en que se concede por vez primera la autonomía al municipio de dicha ciudad,
resultándonos muy complicado acceder a las fuentes escritas que hagan referencia a la
localidad desde años posteriores. Si bien contamos también con la posibilidad de consultar
el Archivo de la Municipalidad de Fontana, aquí la documentación que encontramos es de
años posteriores a 1978, fecha en Fontana, logra recuperar su autonomía Municipal por
última vez.
Contamos también con la posibilidad de indagar en los Archivos de la Parroquia
Santa Rosa de Lima, en la cual se conservan las actas de Bautismo y defunción
principalmente, que nos acercan la posibilidad de conocer a las primeras familias que se
asentaron en Fontana.
Por último quisiéramos destacar que para complementar la información que
hallamos en los registros parroquiales, también pudimos obtener entrevistas que realizamos
a una Asociación Civil llamada: Asociación Civil Memorias de Nuestro Pueblo,
conformada por hijos de Inmigrantes que nos compartieron nuevos datos para abordar la
Historia de la Localidad de Fontana bajo el enfoque hacia nuevas problemáticas.
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La colonización del suelo fiscal durante la década del cuarenta: Análisis
de caso de las tierras del campo Winter.
Adrián Alejandro Almirón
IIGHI-CONICET
Universidad Nacional del Nordeste
Resistencia- Chaco
almirón.historia@gmail.com
Resumen
El proceso de colonización del Territorio del Chaco tuvo dos etapas fundamentales
que demarcaron la conformación del espacio territoriano. Con la sanción de la ley de tierras
4167 (1903), la colonización fiscal quedo en manos poder estatal. Durante toda la década
del veinte y treinta, la intervención del estado en el Chaco fue central logrando crear
numerosas colonias y pueblos fiscales.
Como consecuencia de esta expansión colonizadora, durante la década del cuarenta
se habían cumplido los objetivos de poblamiento en las tierras reservadas. En este contexto
proponemos el análisis de un conflicto por la tierras públicas, más precisamente en el Campo Winter.
Los actores involucrados en la disputa por el suelo son colonos e indígenas los
cuales demandan al Estado conservador y luego al peronista acciones tendientes a
favorecerlos. El posicionamiento que finalmente toma el Estado peronista nos posibilitara
describir algunas características sobre la colonización del suelo y la cuestión indígena con respecto a la tierra pública.
Para la elaboración de este trabajo utilizaremos las memorias del Ministerio de
Agricultura y las inspecciones de tierras realizadas en el campo Winter, como así también los periódicos de la época que se hicieron eco de este litigio por la posesión del suelo.
Introducción
La política de colonización en el suelo fiscal durante la década del cuarenta tuvo
como principal características diversos cambios. La aparición de nuevas instituciones
reformistas como el Consejo Agrario Nacional y la Dirección General de Tierras y Bosques
(DGTyB), tendrán como principal objetivo llevar adelante una política social, beneficiando
a familias que trabajaban la tierra fiscal.
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Acompañado a esto debemos destacar que se dio un combate ferviente contra el
latifundismo este había comenzado desde el gobierno radical, se acentuó durante la etapa
conservadora y prosiguió durante el gobierno peronista199
Las grandes extensiones de tierras particulares, en el Chaco formaron parte de la
primera etapa de la colonización. Estos espacios fueron en donde se ubicaron las empresas
de extracción del tanino y los ingenios más importantes del Chaco. La prensa local, de
forma constante realizaba críticas sobre la concentración de tierras de la forestal o de
particulares, dado el escaso uso de la tierra, para una explotación familiar.
Por otro lado, debido al avance de la población sobre las tierras libres, se dieron en
diversos lugares del Chaco, ocupaciones espontáneas, estas generaron serios inconveniente
administrativo a la hora de llevar adelante una organización de la tenencia legal del suelo
fiscal. En casos puntuales, las tierras ocupadas formaban parte de propiedades,
generándose en estos casos, disputas para definir quienes tenían mayores derechos sobre
las ocupaciones.
El presente trabajo tiene el objetivo lograr vincular estos problemas que tuvo el
Estado para controlar las tierras consideradas fiscales. Por otro lado, analizaremos los
mecanismos que tuvieron las instituciones estatales para resolver este tipo problemas que
definirían la organización del suelo del Chaco.
Para estudiar esta cuestión tomamos como caso referente los hechos que ocurrieron
en el “Campo Winter” desde principio de la década del cuarenta hasta 1964 en donde el
expediente referido a este litigio nos permite analizar la eficiencia de las entidades locales
y nacionales ante estos inconvenientes que demandaban celeridad en las decisiones.
El Campo Winter: el escenario de litigio
Este campo se ubicaba en el departamento Tobas sobre al río Bermejo, muy cerca
del Territorio Nacional de Formosa. El campo contaba con una superficie de 10.000 Ha y
fue propiedad de Lorenzo Winter (1842-1915), debemos destacar que este fue uno de los
militares que llevo adelante la campaña del Chaco Austral200
.
Como forma de agradecimiento a sus labores le concedieron tierra que no pudo
explotar, en función de esto, esta concesión retorno al poder del fisco y se llevó adelante
una mensura judicial en 1910 realizado por el ingeniero Octavio Pico. Los nuevos
propietarios de este campo serán Julio Cardellino y Juan Víctor Casteran, hacia 1950
producto de traspasos de la tierra, se agregarían nuevos propietarios como Edmundo
Duretti, Rodolfo Gigliani y los sucesores de Juan Víctor Casteran.
Los primeros propietarios subdividieron la tierra, y se extendieron 800 ha más de
la superficie originaria, dadas las variaciones que tuvo el curso del río en los años tras la
199
Destacamos el trabajo de Balsa Javier (2012). “Discursos y políticas agrarias en Argentina, 1920-1955”.
América Latina en la Historia Económica. Revista de investigación, Vol. 19, Núm. 3, septiembre-diciembre,
2012, Pp98-128.En línea: http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/2791/279123576004.pdf 200 Importante militar argentino partícipe en la mayoría de las campañas contra el indígena en todo el
Territorio Nacional. En 1899, acompañado de un importante número de tropas, estuvo a cargo de una
campaña en la zona del Chaco Austral. Fue, durante su carrera, Gobernador de la Patagonia, Gobernador de
Formosa y Jefe del Estado Mayor.
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mensura realizada por Pico. Ambos nuevos propietarios (Cardellino y Casteran)
consideraron que la extensión de su propiedad se resguardaba bajo la legislación del
código civil, con sus artículos 2572 y 2573 el cual contemplaba la situación de los
propietarios ribereños de ríos no navegables. En el expediente que menciona la descripción
del campo y la expansión de las tierras, los propietarios le comunicaban al poder nacional
sus fundamentos de tomar posesión de estas nuevas extensiones de tierras
Como es sabido que el curso del río Bermejo es variable, en los cuarenta y
seis años que median entre la mensura, aludida y hoy, es seguro que el
límite Norte del “Campo Winter” ha sufrido variaciones. Como no se trata
de un río navegable, es posible que el aumento de superficie se debe a
aluvión, que por la circunstancia anotada aprovecha al propietario ribereño,
por la que tampoco son objetables las ventas y su inscripción es
procedente201
Consecuentes de estar en derecho, estos primeros propietarios realizan la venta de
de las tierras que se encontraban como sobrantes adjuntando que tenían derechos
adquiridos sobre dichas tierras202
.
El gobierno nacional y el gobierno provincial del Chaco tiempo después discutirán
si este espacio corresponde a estos dos propietarios o si debe considerarse parte del Estado.
No obstante antes de resolver la cuestión sobre la propiedad de estas tierras, se llevaría
adelante pedidos para ocupar estas hectáreas que se encontraban de forma incierta para
quienes iban a ser destinados.
Paralelamente a estos hechos, la colonización fiscal en el centro del Territorio
Nacional se encontraba en un proceso ascendente. Desde 1920 la creación de colonias y
pueblos fiscales fue una de las principales preocupaciones por parte del gobierno nacional
sobre las tierras reservadas especialmente para este fin.
Durante la década del treinta se prosiguió con la instauración de dichos
asentamientos incrementándose considerablemente la población rural del Territorio
Nacional
El frente pionero, fundamentalmente argentino, fue reforzado con la
entrada de inmigrantes extranjeros patrocinada por el Estado Nacional,
que logro radicar entre 1923 y 1930 -16000 europeos entre los que se
incluyen polacos, italianos, yugoslavos, búlgaros, etc., que se instalaron
en la planicie centro-chaqueña, en las zonas de influencia de Sáenz Peña,
Villa Ángela y Charata preferentemente. Más tarde, entre 1931 y 1936,
concluye la entrada masiva de extranjeros con el aporte de 4.118
pobladores ucranianos, polacos y checoslovacos. Este aporte europeo, tan
201 Instituto de Colonización de la Provincia del Chaco. 1944. Expediente “Campo Winter”. Sin numeración,
foja 36 202 “De lo expresado resulta que al vender a los actuales vendedores “Ad Corpus”, dentro de los limites que se
expresan derechos y acciones, trasmitió su parte indivisa sobre todo lo que existiera dentro de los linderos
resultantes de la mensura judicial del “campo Winter” y del lote realizado por los señores Casteran y
Cardellino, de lo que hay constancias en este registro. Es por ello que los actuales vendedores pueden
transmitir el dominio sobre el sobrante Norte del lote del “Campo Winter” Ibíd., fj 35
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mentado en la colonización de la provincia del Chaco, resulta reducido si
lo comparamos con el aporte de las provincias vecinas y con las cifras de
población total que, en 1922, un año antes del ingreso de los extranjeros
sumaban 60.564 habitantes, y hacia 1935 excede el cuádruple203
Producto de este gran avance poblador se produce un avance progresivo en las
tierras fiscales y privadas. En este caso, el campo Winter será uno de los escenarios en
donde diversos actores se presentaran interesados.
Hacia 1945 un grupo de obreros del Zapallar le envían una carta al General Juan D.
Perón para ocupar la tierra que se encontraba libre de ocupación. Para convencerlo,
utilizan parte del discurso oficial a fin de atender sus demandas y ser atendidos a sus
pedidos
La tierra dejara se ser un bien de renta y convertirse en una fuente de trabajo
existiendo sobre el Río Bermejo ochocientos ochenta y seis hectáreas de
terreno sobrante del campo denominado Winter y siendo su totalidad apto
para agricultura y no pudiendo conseguir en arrendamiento o compra con
quien se dice dueño que es el señor garante del Banco Italia de la ciudad de
Resistencia y siendo nuestro lema el de producir y producir, comunicamos al
señor presidente de la Nación que un grupo de familia argentinos todos
afiliados a esta institución obrera han entrado a trabajar casi la totalidad del
campo. Solicitamos al Sr. presidente se interese por nuestra situación204
La institución mencionada a la cual se encontraban afiliados era el sindicato obrero
de Oficios varios –El Zapallar- del Chaco, el encargado de esta institución era Felipe
Gallardo. Este también recibe una copia del telegrama que le es enviada a Perón. Por su
parte, desde el gobierno Nacional no se registró ninguna acción de llevar adelante desalojos
sobre estos terrenos, probablemente una situación importante de estos hombres fue su
condición de afiliados.
Esta actitud de enviar cartas a Perón y también en casos puntuales a Eva Duarte
fueron situaciones comunes en la vida territoriana. La correspondencia de la población
hacia los mandatarios nacionales para poder obtener soluciones, por fuera de las
instituciones y delegaciones que fueron creándose con el correr de los años a partir de 1946,
demostraba de forma parcial que los pobladores no encontraban solución en estas
instituciones.
Girbal Blacha menciona “con la llegada del peronismo al gobierno nacional, no
son pocos los productores-grandes, medianos y pequeños cooperativizados- quienes
anticipadamente se dirigen al gobierno pidiendo explicaciones y soluciones que
contemplen sus situaciones específicas” ( Girbal Blacha: 2011, p106), en este sentido,
también el trabajo de Vanderlei Vazelesk (2008) desarrolla apreciaciones sobre el
comportamiento de los pobladores y la correspondencia hacia Capital Federal como una
instancia , de donde provendría las soluciones a los inconvenientes de los pobladores.
203
Bruniard Enrique y Colaboradores, (1979) “El Gran Chaco Argentino: ensayo de interpretación
geográfica”, 1975-1978 , Resistencia, Instituto de Geografía en la Facultad de Humanidades, p 67 204Instituto de Colonización de la Provincia del Chaco. 1944. Op.cit, foja sin numero
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Girbal concluye mencionando que vivir en el Territorio del Chaco no era sencillo,
encontrando como solución, escribir a los mandatarios nacionales, para que las burocracias
específicas procedan sobre el terreno, “aunque este registro no suponga la resolución de
los problemas vigentes, que en muchos casos reconocen larga data”. (Girbal Blacha: 2011,
p 111)
Las medidas que fueron tomadas por el gobierno nacional ante esta ocupación
espontánea, fue simplemente realizar una serie de investigaciones referidas a la propiedad,
en este caso, la discusión que fue central para los técnicos fue concertar si el río Bermejo
era navegable o no navegable, a partir de este punto, se iban a dirimir cuales eran las
decisiones para con los ocupantes.
No obstante a esto, no existió ninguna acción directa sobre estas tierras en los
primeros años de la ocupación, sin embargo la DGTyB en 1948, continuaba con su
cometido de llevar adelante un registro minucioso sobre el terreno que le correspondía al
Estado205
. Se produjeron nuevas inspecciones en distintos lotes fiscales a fin de lograr un
mejor conocimiento del terreno para poder tenerlo presente para la colonización.
Las inspecciones se concentraron en las explotaciones pastoriles, espacios que
fueron escasamente explorados durante la década del treinta y que tendrán importante
atención durante el primer peronismo.
De esta forma las tierras del campo Winter fueron ocupadas por los miembros del
sindicato, sumado a esta ocupación, el cacique José Villeta también realizó una carta
extensa dirigida al gobernador del Territorio Nacional Farias Antenor, exponiendo la
situación precaria en la cual se encontraba dado los conflictos por el dominio de la tierra
que comenzó agudizarse con los nuevos llegados
me sirvo disponer por donde corresponde a fin de que se nos permita
como en una oportunidad se nos había prometido habitar y a bajar,
dentro del perímetro de la reserva fiscal comprendida en los márgenes
del Río colorado de esta jurisdicción ya que los colonos desalojados de
las inmediaciones del río Bermejo, se están concentrando en las
inmediaciones de las reservas que ya oportunamente nos fueron
adjudicadas, paulatinamente nos están desalojando, creándonos una
situación difícil, ya que los aborígenes al recurrir en busca de justicia en
los estrados de las distintas reparticiones encargadas de la misma nunca
encuentran eco (…) En tal sentido, y si así ello fuera necesario
compromiso ante S.S. hacer trabajar en toda la extensión adjudicada,
fomento una colonia aborigen, que concentrase de los primeros
pobladores de la zona206
205 Marta Ruffini menciona al respecto sobre las tareas que se llevaron adelante durante esta etapa: “ la
necesidad de imprimir mayor celeridad a los tramites sobre tierras fiscales y asignar al Estado un rol de
guardián de los intereses de los habitantes rurales, evitando que se abandonaran sobreprecios por
arrendamientos o fueran engañados por gestores que cobraban sumas importantes sin activar
suficientemente los expedientes”, Ruffini, 2011, p 169 206 Ibíd. foja 8
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Este pedido expreso del cacique no tiene éxito, debido a que si bien no existían
tramites puntuales de propiedad y no existía una resolución puntual sobre quienes tenían los
derechos sobre la tierra, eran reconocidos a los propietarios del campo Winter.
El representante legal del propietario Juan Casteran se comunica con el encargado
de la Oficina de tierras de Resistencia, poniendo de manifiesto y confirmando la propiedad
de dichos lotes sobre la tierra. Como respuesta por parte de la Dirección General de Tierras,
se insiste atender a las características de la propiedad, dado que una mensura e 1941
realizada por esta oficina evidencio que dicha extensión sobrante de la mensura de 1910,
era en realidad de 12.800 ha, una superficie que podría constituir tal como se hacía expreso
el pedido del cacique en una nueva colonia.
Asimismo debemos destacar que Villeta no solo envío cartas, sino que además
realizo una exposición sobre la situación en la que vivían las familias indígenas en estas
tierras
Que es ocupante del citado desde el año 1927 en compañía de 102
familias que explotan en pequeñas escalas tierras dentro de este campo.
Que sabe por informes extraoficiales, que las tierras que ocupan son de
propiedad fiscal, motivo este que lo ha impulsado a solicitar de las
autoridades nacionales se le conceda, el permiso para trabajar la tierra
en forma tranquila, pues en distintas oportunidades también me han
informado que la tierra a que ocupaban pertenecía a la estancia
particular denominada “Winter”207
A partir de estos pedidos, la Dirección General de Tierras y Bosques promueve una
investigación en torno a la posesión de la tierra para concretar quienes tenían finalmente la
potestad sobre las tierras.
Para ello aprueban la realización de una inspección de las tierras en disputa, el
encargado de realizar este trabajo fue el auxiliar Mariano Morona, la inspección se realizó
en 1948, el cual al encontrarse con el cacique le comunica que dichas tierras forman parte
de una propiedad privada, no obstante el funcionario de tierras a partir de lo comentado por
el cacique, comprende que también las tierras en cuestión, son consideradas por los
miembros de la comunidad indígena como fiscales.
Probablemente en dicho espacio, no existía ningún señalamiento que pudiera
identificar como propiedad privada, por este motivo, los problemas de poder definir de
forma concreta a quien pertenecía dichas tierras. Sin embargo, el inspector de tierra por su
parte destaca que se llevaban adelante prácticas de compra y venta, teniendo presente que
no se realizó el traspaso legal de la propiedad ni se poseía definido de forma concreta a
quien pertenecía dicha tierra
Efectivamente existe sobrante no escribiendo a que atribuirlo, motivo
este, que ha dejado sin vender o comprometer 470 ha ubicadas en los
lotes 91, 92, 93, 94 y 105 de la subdivisión practicada por el
denominado Campo “Winter” y en lo que respecta al lote 104, este ha
207 Ibid, foja 131
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sido comprometido por los propietarios al señor Gregorio Lensinas,
quien posee el boleto de compra-venta respectivo208
.
A partir de estos hechos, la DGTyB en 1949 aun no podía resolver de forma
eficiente el problema de estas tierras. La Dirección General de Tierras realizo un informe
sobre la situación en la cual se encontraban estos espacios desde el punto de vista legal,
realizando una nota manifestando su opinión sobre las tierras en cuestión.
En razón de lo anteriormente expuesto, esta dirección general se
encuentra inhibida de formular cualquier aprobación en tal sentido,
circunstancia esta que corresponde comunicar a la gobernación
recurrente, para que por su intermedio se notifique a los interesados
directos, haciendo notar que como único medio de establecer en forma
concreta si existe o no un excedente de superficie en la propiedad que
detenta don Lorenzo Winter, conocida como campo “Winter”, seria
ejecutar una nueva mensura de aquella extensión, acto este que se
encuentra fuera de la órbita jurisdiccional de este organismo209
El conflicto y la decisión sobre quiénes eran los dueños de la tierra, quedo en
suspenso. En el expediente de las tierras no se llevaron adelante inspecciones de forma
puntualizada de cada poblador sobre la situación en la cual vivían y qué tipo de uso hacían
con la tierra.
En 1951 se provincializa el Territorio y se denomina Presidencia Perón, este perdura
hasta producido el golpe de Estado de 1955, donde se prohíbe todo enunciado y recuerdo de
la provincia Perón. En cuanto a la administración de la tierra, la nueva ley nacional 13.995
aprobada en 1950, remplazaba la ley antigua 4.167 de 1903210
.
La institución provincial encargada de llevar adelante el proceso de colonización
será la Dirección de Tierras y Colonización, este se encargó de llevar adelante la
centralización de la gestión de la tierra pública211
En este marco el conflicto y la decisión sobre quien debía tener la posesión
definitiva de las tierras no era resuelta por la nueva entidad de gobierno. Es interesante
destacar que parte de esta situación la conocía Felipe Gallardo. Este fue el primer
gobernador provincial hasta 1955.
No obstante a ello, las familias residentes en estas tierras aún se encontraban sin
tener una clara definición sobre su situación legal, no obstante la administración de
208 Ibid, foja 15 209 Ibid, foja 21 210 Enrique Schaller menciona al respecto sobre esta nueva legislación, definiendo a la unidad económica de
explotación: “ La unidad económica se definía como el predio que por su superficie, calidad trabajada por una familia que aporte la mayor parte del trabajo necesario permita subdividir a sus necesidades y a una
evolución favorable de la empresa”, Schaller, 2010, p 45 211 “El organismo en las primeras etapas de su funcionamiento debió encarar la organización interna, el
ordenamiento de la documentación sobre tierra que recibía de la nación y al mismo tiempo acelerar la entrega
de títulos y organizar nuevas colonias. Al parecer poco se avanzo en al organización interna y en cuanto a la
adjudicación, en algunos casos se actúo impresionadamente y se cometieron errores de procedimiento. De
todas formas debe señalarse que pese a las dificultades fue un periodo bastante activo en cuanto a la entrega
de títulos”.Ibid, p 49
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Gallardo prosiguió con las tareas de colonización en nuevas áreas de tierra fiscal, uno de los
principales puntos de trabajo de esta administración fue resolver la situación de los
pobladores que habían quedado sin tierra, reservando áreas fiscales adyacentes a las
colonias, y en caso de no disponer de ellas, adquirir campos privados para lograr resolver
esta demanda. (Schaller, 2010, p.49)
Tras la revolución libertadora en el Chaco se realizó una intervención federal,
primeramente fue Miguel Ángel Mascaro el responsable de esta intervención, y luego fue
Pedro Ignacio de Ávila quien perduro hasta 1958(Schaller, 2010, p.49). En cuanto a las
labores de la Dirección de Tierras y Colonización se concentraron en realizar
investigaciones referidas a las irregularidades detectadas de la administración anterior, pero
también llevaron adelante mensuras y reservas de tierras para la explotación forestal, entre
esto se destaca el decreto 2.683 de 1957, el cual creaba el parque provincial. (Schaller,
2010, p.52)
Entre las medidas que fueron aprobadas se resolvió suspender las concesiones
legales de la época anterior, quedando en una situación incierta. En este contexto, debemos
mencionar que la cuestión indígena para el peronismo fue importante de atender desde lo
discursivo con una posición paternalista (Giordano, 1993, p197).
Esta protección sobre las comunidades tuvo sus consecuencias quedando incierta,
posibilitando que ocurriera el desalojo de las familias indígenas del campo.
Debido a la falta de lograr una resolución, los ocupantes de estas tierras comenzaron
a disputarse por los terrenos. Los desalojos comenzaron en 1957 y fueron las comunidades
indígenas las afectadas por estas medidas. Este hecho es tomado por un diario local el cual
titula “Desalojar y correr al Indio” en 1962
En el año 1957 fueron desalojados del campo Winter unas 500 familias
indígenas según manifestación del cacique José Villeta. Estas tierras
fueron adjudicadas como sobrante de mensuras, cuatro leguas, quedaron
en la costa del río Bermejo (…) Este desalojo lo efectúo la policía
diciendo que dichas parcelas pertenecían a Humberto Pérez propietario de
varios lotes en el mismo campo. Estas tierras fueron habitadas por
indígenas por varias generaciones. Nunca hubo investigación 212
Es interesante destacar que durante esta etapa no se llevaron adelante inspecciones
de estas tierras para definir este litigio hacia 1959 nuevamente la administración provincial
trata sobre estas tierras.
En este sentido el gobierno provincial del Chaco administrado por Anselmo Zoilo
Duca (1958-1962), termino el ordenamiento y la clasificación de los expedientes que
habían pasado de la DGTyB, en este marco las tierras del campo Winter nuevamente entran
en discusión para lograr definir quienes tenían derechos sobre la tierra (Schaller, 2010, pp
54-55).
La asesoría jurídica del Chaco le envió una carta al director de Tierras y
Colonización Fermín Marcon, para que diera mayor información sobre el estado actual de
esas tierras.
212 Ibíd., Extracto del diario el Baluarte, Julio de 1962, N 7
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“Es interés conocer, mediante testimonio debidamente autenticados los términos
exactos de la escritura traslativa de dominio originaria, de la Nación a él o los
particulares a los efectos de dictaminar en el expediente del rubro” (Instituto de
Colonización, Foja 37).
La respuesta sobre esta situación legal se concentró nuevamente en discutir sobre
los derechos que tenían los antiguos propietarios atendiendo a la navegabilidad del río
Bermejo, en 1962 se lleva adelante un nuevo informe que refleja la incapacidad
administrativa de lograr dar una solución concreta para las personas que residían en este
espacio
El informe de la Dirección de tierras que obra a fs. 36 aporta una serie
de datos y antecedentes de importancia en esta materia. Es en base a
dichos antecedentes, debidamente corroborados en consulta con
estudios de geología y topografía del Chaco, que cabría afirmar en
definitiva que el Río Bermejo es un río navegable, es decir en las
condiciones de navegabilidad que la doctrina y jurisprudencia han
ajustado, al establecer que la navegabilidad de un río estará dado por
las circunstancias de que pueda ser “navegado” “Stricto sensu”.
Que en definitiva y frente a la carencia de elementos de juicio de
fundamental importancia, según se ha expresado, considero que autos
no se encuentran en estado de dictamen sobre la cuestión planteada, ya
que solo podría realizarse un planteo sobre el carácter de
navegabilidad del río Bermejo213
.
Tras estos hechos, hacia 1962 continuaron los desalojos en el campo de otro
indígena por otro poblador que asumió mayor potestad sobre la tierra. Por otro lado, en
estas mismas tierras, Pérez también realizo contratos de arrendamiento con pobladores de
la zona, a los cuales intimaba para desalojarlos de las tierras.
El señor Humberto Pérez, titulándose propietario del lote 105 procede a
desalojar a los pobladores que se encuentran dentro del mismo,
habiendo iniciado juicio de desalojo a los deponentes y a otros alegando
falta de pago por el arrendamiento por ante la Cámara Regional Paritaria
de conciliación y arbitraje obligatorio de Resistencia, la que
rechazo(…)214
Ante esta situación, los damnificados piden que se realice una mensura a fin de
lograr conocer de forma fehaciente quienes tenían títulos de propiedad. Por su parte, el
Ministerio del Interior intenta recabar información en el CAN organismo encargado de
llevar adelante el proceso de colonización, el cual responde que no tiene antecedente
alguno sobre las tierras.
Hacia 1964 el gobierno provincial aun no encontraba la solución la determinación
de este campo, y nuevamente sugiere realizar una mensura e inspección de tierra para
213 Instituto de Colonización, Op.cit, Foja 41 214 Ibíd., foja 51
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lograr conocer de forma fehaciente la propiedad establecida después de Winter y los
ocupantes que se encontraban en las tierras sobrantes.
Pensar sobre el accionar Estatal
Estas tierras en particular nos demuestran de forma fehaciente los problemas que
tuvieron la administración nacional y luego provincial para controlar de forma eficiente las
tierras fiscales.
Estos hechos son la consecuencia de una ocupación espontanea de forma
desorganizada en distintos espacios considerados “libres” para asentarse. Pero debemos
destacar este hecho porque demuestra un conjunto de falencias que perjudico de manera
extraordinaria a la comunidad indígena que se encontraba residiendo allí. La falta de
mensura y sobre todo de la inspección adecuada de la tierra nos demuestra cierto abandono
por parte de los encargados de esta tarea.
Debemos también puntualizar que la indecisión de lograr definir si el Río Bermejo
era navegable o no, retraso la posibilidad de establecer de forma clara la posesión de cada
colono.
Asimismo es sorprendente la desinteligencia que existió entre los distintos
ministerios para establecer de manera clara una decisión, desconociendo o no informándose
lo suficiente sobre las inspecciones y los estudios realizados sobre el rio, pero aún más
llama la atención el desconocimiento de leyes que sostenían la navegabilidad del rio215
,
aunque lo más probable, fue que los distintos funcionarios se concentraran en las déficits
que había generado la navegación por el Bermejo.
En este caso, debemos destacar que hacia 1949 el gobierno nacional abandono la
idea de continuar con el financiamiento de esta empresa dadas las pérdidas económicas,
sumado a una etapa de crisis económica que reajusto claramente el presupuesto para este
tipo de empresas.
Las causas que determinaron esta medida fueron varias, entre las que
podemos mencionar el pesado déficit que mantenía este servicio, el
escaso poblamiento y producción del área que era atendida y los
problemas de navegabilidad del Bermejo.
Diversas gestiones se llevaron a cabo en los primeros años de 1950 ante la
subsecretaria de Marina Mercante (…) a mediados de 1952, por
215
“Entre los considerados de la Ley de Fomento de los Territorios Nacionales, se encontraba el propósito
de implementar la navegación del rio Bermejo, con el fin de desarrollar las actividades agrícolas, forestales y ganaderas, con el asentamiento de población, en ese sector de los Territorios de Chaco y Formosa.
De esta manera, el 9 de julio de 1911, el ministerio de Obras públicas de la Nación, por intermedio de la
Dirección General de Hidráulica, inauguraba un servicio de navegación regular en el rio Bermejo, desde su
desembocadura hasta el Km 642. Poco tiempo, después, y como resultaba muy oneroso mantener la
navegabilidad del rio con dragado permanente hasta esa altura, se redujo el servicio con itinerario fijo hasta
el km 254, donde se encuentra la localidad de Puerto Presidencia Roca”. Pérez Emilia María (1993). La
Navegación Fluvial y el sistema portuario en Chaco y Formosa entre 1880 y 1960. Cuadernos de Geohistoria
Regional N 28, Instituto de Investigaciones Geohistoricas, Resistencia, Conicet-Fundanord, p 30
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resolución del Ministerio de Obras públicas, se dispuso el cese definitivo
del servicio oficial del transporte fluvial en el rio Bermejo216
No obstante si bien existieron estas desinteligencias, se comprueba de forma parcial
que la administración de la tierra fue una tarea pendiente, que genero el desalojo de
familias, la aparición de propietarios realizando contratos de arrendamiento a terceros que
con el tiempo se verán presionados por estos dueños.
Fue en este contexto en donde podemos contextualizar el informe de la Comisión
Interamericano de Desarrollo Agrícola referida al Chaco y la administración de la tierra
publica durante la década del sesenta
Los problemas de tenencia requieren solución más urgente son
aquellos que afectan a los grupos que viven precariamente como
ocupantes y trabajadores temporales de la agricultura, y a los
colonos de tierras fiscales que aún esperan la sanción oficial de su
ocupación y el otorgamiento de los títulos de propiedad. En el censo
de 1960 se indica que alrededor del 45 % de la mano de obra estaba
trabajando en explotaciones agrícolas de predios fiscales
(usualmente en posesión de algunos derechos legalmente
aceptados), o en tierras privadas (generalmente sin derecho)217
Pero lo más llamativo del conjunto de indecisión fue la carencia de papeles sobre
este campo, dado que de forma regular ante el pedido de los antecedentes de estos campos,
se respondía con la falta de documentación de la misma, desde los organismos nacionales
encargados de llevar adelante la colonización DGTyB hasta luego el CAN, hasta los
organismos provinciales que no pudieron tampoco dar una solución satisfactoria a estas
demandas.
No obstante se evidencia en el transcurrir de los hechos, que las modificaciones
políticas también pudieron influir en las decisiones que finalmente se resolvieron.
En este caso, si bien no existió una solución directa sobre la posesión de las familias
indígenas en estas tierras, durante la etapa peronista por lo pronto hubo un marco legal que
favoreció a los indígenas en estas tierras, Ruffini destaca en este sentido estas acciones
realizadas “un ejemplo claro es el de los indígenas, para los que se decidieron políticas de
promoción y protección estatal, se atendieron casos puntuales privilegiándose
prioritariamente su derecho a la tierra”( (Ruffini, 2011, p 180). Giordano destaca en su
obra, diversas etapas de la política indigenista que se llevaron desde el Estado218
.
El desalojo coincide cuando desde las esferas estatales, los indígenas son
considerados como “parias”219
, dejando de lado el discurso de reivindicación histórica
216 Ibíd. p 64 217 Barraclough y Collarte, 1972, p 126 218 Las políticas aplicadas desde el Estado Nación se construyen mediante la construcción de imágenes desde
el discurso oficial. Desde este punto la autora destaca tres posiciones que serán las que atravesaran el siglo
XIX y XX. 1. Imágenes del esquema civilizatorio. 2. Imágenes del esquema integracionista. 3. Imágenes del
esquema reparacionista-reivindicatorio 219 “Con la intervención militar, y la creación de nuevas instituciones como la Dirección del Aborigen de la
Provincia del Chaco en 1956, el concepto de reivindicación no se hace presente en los discursos oficiales,
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comenzado durante la etapa radical y que durante el peronismo tuvo una amplia
repercusión.
No obstante, a esto se evidencia de forma concreta que las investigaciones, las
intervenciones administrativas que se llevaron durante toda la década del cuarenta en estas
reparticiones no pudieron solucionar de fondo tamaño problema de estructura en esta
tierras, prevaleciendo prácticas de poder a nivel local ante la falta de una administración
centralizada.
Consideraciones finales
La administración de la tierra fiscal fue una de las prioridades fundamentales del
Estado Nacional sobre el Territorio, sin embargo los intentos por lograr una mejor gestión
sobre la tierra fueron defectuosos.
Fueron muchos quizás los impedimentos que hicieron que esta realidad pudiera
sobreponerse sobre el ideal de obtener un registro puntual sobre la tierra, entre ellos quizás
el más importante fue la desorganización documental. Llama la atención como de manera
constante con el correr de los años, ninguna de las reparticiones encargadas pudo dar con
los trámites de estas tierras.
Con este caso de tierras pudimos aproximarnos a la difícil tarea que tuvo el Estado
Nacional y luego provincial de solucionar estos conflictos, no obstante dado a la falta de
inspecciones en el expediente de forma pormenorizada sobre los distintos actores que se
encontraban en el suelo, nos llama la atención del poco esfuerzo llevado adelante por las
organismos locales por conocer de forma concreta los problemas que se presentaron a estos
pobladores y la falta de celeridad, esto se evidencia en los años de tratamiento del tema.
Probablemente las políticas proteccionistas y reivindicatorias a los indígenas desde
el discurso, y sin tener una solución concreta determino que tiempo después se produjera el
desalojo de las 500 familias indígenas.
Relacionado a esto debemos destacar que entre la población del Cacique Villeta
sostenía que se encontraban residiendo desde 1927, incrementándose la población con el
correr del tiempo, esto género que fueran tantas familias desalojadas durante la década del
cincuenta en pleno proceso de intervención militar, momento histórico en donde coincide
el discurso del indígena “paria”, sin tierra.
Por otro lado, creemos que el conflicto debía resolverse de forma inmediata, por ello
consideramos que las tierras eran fiscales (de allí el título de nuestra ponencia), esto se
manifiesta en la constante presencia del Estado en el Bermejo, aun cuando los proyectos
implementados en el rio no dieron sus resultados esperados, existe una postura desde la
práctica que hubiese sido determinante para resolver de forma rápida dicho problema.
para ser retomados por los candidatos de las elecciones de 1958. Reapareció entonces la idea de paria; el
discurso de la mayoría de los políticos continuaba la retórica de incorporación del indio a través de su
radicación en la tierra, pero aún existía un criterio claro sobre la manera de hacer efectivos estos conceptos,
que desde hacía décadas se repetían, permaneciendo como una expresión de deseos sin llegar a concretarse”.
Giordano Mariana,2008, p 198
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Devoción y prácticas religiosas: bautismo, matrimonio y defunción en
Corrientes colonial.
Fernando Ariel Pozzaglio
IIGHI- CONICET
Universidad Nacional del Nordeste
Resistencia- Chaco
fearpozzaglio@yahoo.com.ar
Resumen
El siguiente trabajo de investigación, de carácter exploratorio, tiene como objetivo
hacer un estudio sobre las prácticas religiosas en relación a la celebración del Bautismo, el
Matrimonio y la defunción en Corrientes Colonial.
No propusimos observar de qué modo eran concebidos por los vecinos de Corriente
estos acontecimientos religioso durante la época colonial, y cuáles fueron los cambios que
establecieron en la realización de las ceremonias a partir de la Visita que realizó el obispo
Manuel Antonio de la Torre en 1764, que intentó hacer más estricto el control de las
prácticas religiosas de acuerdo con los mandatos de la Iglesia de Roma.
Para la realización de este trabajo hemos recurrido esencialmente a las actas de
Bautismos, Matrimonios y defunciones que se conservan en el Archivo de la Iglesia de
Nuestra Señora del Rosario en Corrientes220
. Las mismas comenzaron a escribirse
regularmente a partir de 1764, como consecuencia de la Visita hecha por el obispo a esta
ciudad ribereña.
Desarrollo
Lamentablemente, las actas parroquiales de la primera mitad del siglo XVIII no se
han conservado, perdiéndose así un invaluable cúmulo de información que nos permitiría
percibir el desarrollo, de algún modo, de algunas prácticas religiosas y recepción de los
sacramentos por parte de los correntinos de esta época.
Por otra parte, hemos recurrido a obras de carácter general y trabajos específicos
que refieren a la temática religiosa en el ámbito hispanoamericano, lo que nos brindó un
marco amplio para comprender la cuestión que estamos abordando.
Como afirma María Elena Barral, la historiografía sobre Hispanoamérica colonial,
en las últimas décadas, en algunas de sus líneas de investigación, ha comenzado a
interesarse por abordar analíticamente los aspectos religiosos, siendo antes dejado de lado
en detrimento de las cuestiones políticas, sociales y económicas221
.
220 En la transcripción de los documentos se ha modernizado la ortografía para una mayor comodidad en la lectura. No
obstante, se han desplegado las abreviaturas e implementado las reglas básicas de mayúsculas y minúsculas de la lengua
castellana. Se ha preservado en las citas el estilo propio de la época a fin de conservar lo esencial de la información que
nos brindan estas fuentes de primera mano. 221 BARRAL, María Elena. “Lo religioso como dimensión de análisis en la historiografía social sobre Hispanoamérica en
el periodo colonial”. En: Sociedad y Religión. Vol. XVIII, N° 28/29, 2007. p. 19.
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Numerosos son los trabajos de investigación que abordaron la cuestión religiosa en
distintas ciudades de la América Colonial, destacándose las más trascendentes por ser
capitales de virreinato, como México o Lima.
Con respecto al territorio que actualmente pertenece a la Argentina, debemos
mencionar que, si bien, se realizaron obras de carácter general y precursora en las
cuestiones eclesiásticas222
, posteriormente distintos investigadores se interesaron por tratar
un aspecto religioso en alguna ciudad colonial, lo que permitió aumentar el número de
investigaciones realizadas, continuándose actualmente con su producción.
Para Buenos Aires colonial han aparecido investigadores que abordan una cuestión
relacionada con el mundo religioso. Se destaca María Isabel Seoane, quien a través de los
testamentos ha estudiado no sólo la esencia de este documento privado, sino también la
mentalidad religiosa de los testantes y el significado particular de cada uno de sus actos223
.
Ana María Martínez de Sánchez se ha dedicado a estudiar el aspecto religioso en
Córdoba Colonial, destacándose la concepción de la muerte del cristiano y su salvación
eterna, el simbolismo del entierro, los sermones como medio discursivo para la
evangelización de los feligreses y las cofradías religiosas en aquella ciudad, entre otros
temas224
. Así también, los trabajos de Gabriela Peña225
y Alejandra Bustos Posse226
han
sido de gran importancia para conocer el mundo espiritual de Córdoba colonial.
Debemos decir que para la ciudad colonial de Corrientes poco se ha estudiado con
respecto al mundo religioso y espiritual.
El hermetismo del ámbito eclesiástico de Corrientes, receloso de compartir las
fuentes al público en general, el interés de por temas políticos y socio económicos, en
detrimento del religioso, ha logrado que sea escaso el abordaje de esta temática.
Una primera aproximación a la mentalidad religiosa y a su proyección en el
testamento en Corrientes lo realizó Analía García227
. Sin embargo, creemos que falta aún
mucho por estudiar con respecto a la religiosidad y prácticas religiosas en la ciudad
correntina.
Para esto, es insoslayable realizar un estudio profundo y sistemático de
documentaciones eclesiásticas, como así también de distintos testamentos y otras fuentes
que nos permitan observar esta cuestión particular en esta ciudad ribereña.
222 Véase BRUNO, Cayetano. Historia de la Iglesia en la Argentina, t. III y IV., Don Bosco, Buenos Aires, 1968. DI
STEFANO, Roberto y ZANATTA, Loris. Historia de la Iglesia en Argentina. Desde la conquista hasta fines del siglo
XX. Grjalbo Mondadori, Buenos Aires, 2000. 223 Una obra destacada de María Isabel Seoane. Sentido espiritual del testamento indiano. Buenos Aires, FECIC, 1985. 224 A efecto de brindar una orientación bibliográfica de las producciones de MARTÍNEZ, Ana María podemos citar
algunas de sus obras más destacadas: Cofradías y obras pías en Córdoba del Tucumán. Córdoba, Universidad Católica de
Salta, 2006; Vida y “Buena muerte” en Córdoba en la segunda mitad del siglo XVIII. Córdoba, Centro de Estudios
Históricos, 1996. 225 PEÑA, Gabriela. “El culto público a los santos en Córdoba del Tucumán”. En: II Congreso Argentino de
Americanistas. Bs. As. 1998. pp. 271-288. 226 BUSTOS POSSE, Alejandra. Piedad y muerte en Córdoba. Siglos XVI y XVII. Thesys 5, Universidad Católica de
Córdoba, Córdoba, 2005. 227 GARCÍA, Analía. “Incidencia de la religiosidad en las actitudes ante la muerte. Corrientes en el siglo XVIII”. En:
Nordeste, Segunda época. Serie: investigación y ensayo. Historia. 23. Facultad de Humanidades – Universidad Nacional del Nordeste, 2004. pp.39-66.
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El renacimiento espiritual por el sacramento del Bautismo
El Bautismo constituyó unos de los sacramentos más trascendentes en la vida del
cristiano en virtud que permitía el ingreso al Reino de Dios y era además la puerta hacia los
demás ritos sacramentales. La gracia del Bautismo borraba la mácula del pecado original en
el “nueva criatura” y lo convertía en miembro activo y parte integrante de la Iglesia
Católica.
De acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia Católica, basadas en preceptos bíblicos
y reafirmados por el Concilio de Trento, recibir el Bautismo era una condición ineludible
para la salvación eterna. Sin embargo, no era suficiente en la medida que el cristiano debía
continuar su participación en el Cuerpo de Cristo, la Iglesia, cumpliendo los preceptos
eclesiásticos, pudiendo llegar a perder la Gracia de la Salvación en caso de abjurar de la fe
verdadera.
Durante los primeros años de existencia de la ciudad correntina, pareciera ser que
llevaron irregularmente los asientos de los Bautismos. El obispo de la Torre que visitó la
ciudad en 1764 señaló que las actas se labraban con defecto y brevedad, omitiéndose
algunas cláusulas prevenidas por Nuestra Madre Iglesia. La causa de esta simplicidad la
halló en la escasez de papel en la ciudad, bien caro y muy utilizado en los asuntos legales.
Dispuso el prelado, para solucionar este problema, dispuso y determinó poner en
dicha iglesia muchos libros parroquiales del tamaño, folios, y encuadernación del presente
(es decir, 40cm x 25cm. aprox.). Pareciera ser que la Torre donó estos libros, o los recursos
para adquirirlos, dada la pronta aparición de los papeles en la iglesia parroquial, antes
escasos. Lo cierto es que a partir de 1764, año de su visita, las actas de Bautismos
comenzaron a labrarse periódica e ininterrumpidamente a lo largo de toda la época colonial,
de acuerdo con las prescripciones episcopales228
.
En Corrientes colonial, al igual que en el resto de las ciudades hispanoamericanas,
era común que se bautizara a los párvulos, es decir, a las criaturas que aún no poseían uso
de razón. Al leer las actas bautismales de Corrientes, observamos que era usual que, en
situaciones ordinarias, se bautizará a los infantes con tres o cinco días de haber nacido.
La explicación de esta costumbre arraigada en el mundo católico se debe, por una
parte, a la doctrina de la salvación exclusiva de los que han sido bautizados, como hemos
mencionado anteriormente, sin discriminar entre párvulos o adultos; por otra parte, y como
consecuencia de lo anterior, la alta tasa de mortalidad infantil de los tiempos del Antiguo
Régimen imponían como seguridad para la salvación eterna de las criaturas esta práctica
religiosa.
Ya los padres de la Iglesia sostenían esta creencia, llegando a crear un lugar en la
geografía del más allá, al que denominaron limbo. En este lugar iban las criaturas que
fallecían sin recibir las aguas bautismales, dado que de acuerdo con la concepción del
228 Véase Iglesia Nuestra Señora del Rosario, Libro de Bautismo Parroquiales de San Juan de Vera ciudad de las Siete
Corrientes. Dióle esta general visita el Ilustrísimo Señor Manuel Antonio de la Torre, Año 1764. Tomo I. (En adelante
INSR, Bautismo, t. I)
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pecado original, nadie podía entrar al paraíso, sin borrar aquella mácula heredada del
primer hombre229
.
El ritual romano prescribía administrar la ceremonia de este sacramento con
solemnidad, como era costumbre en la Iglesia Católica. La materia utilizada para realizar la
ceremonia del Bautismo era el agua bendita; llegando a afirmar la Iglesia la necesidad de
admirar por esto la “bondad infinita de Nuestro Señor, como el sacramento del Bautismo es
absolutamente necesario a todos los hombres para su salvación, escogió para su materia el
agua, que se encuentra siempre y en todas partes a disposición de todos”230
.
De acuerdo con la tradición, el Bautismo se podía realizar infundiendo el agua sobre
la cabeza del bautizado, por inmersión del mismo en el agua, o por aspersión. En
Corrientes, al basarse en el manual toledano, y de acuerdo con la costumbre de la Iglesia
latina, se realizaba mediante la infusión del agua natural sobre la cabeza o en otra parte
del cuerpo de la criatura (cuando más no se pudiere)…231
.
El sacerdote era el encargado de verter el agua bendita sobre la cabeza del neófito,
pronunciando en el momento la frase Ego baptizo in nomine Patris, et Filiis, et Spiritus
Sancti.
Era necesaria la presencia de un padrino o madrina, permitiéndose ambos o uno de
ellos. San Agustín afirma que “el niño renuncia a Satanás por la boca de lo que los llevan, y
personalmente no puede creer de corazón para justificarse, y confesar la fe con palabras
para salvarse, esto lo hace, sin embargo, por medio de los que por él responden”232
.
Para ser nombrado padrino o madrina, la Iglesia recomendaba, además de ser
bautizado, tener uso de razón y conocer las oraciones comunes de la religión cristiana,
como el Credo, y los misterios necesarios para nuestra salvación […] lo que no pueden los
ignorantes. Sin embargo, estaba establecido, según derecho, que la elección debía ser una
opción de los padres del bautizado, y recaer en la persona que estos quisieran,
sobreentendiéndose que los electos debían cumplir con los requisitos establecidos por la
Iglesia233
.
A través del Bautismo, el padrino o madrina adquirían la cognación espiritual, es
decir, una paternidad espiritual con su ahijado y un vínculo familiar con los padres del
bautizado234
. El padrino se comprometía a enseñar e instruir al ahijado (en caso necesario)
en las buenas y honestas costumbres: virtudes teologales, y rudimento de la doctrina
cristiana en lengua castellana de acuerdo con diversas reales cédulas emanadas por el
católico monarca hispánico235
.
229 El limbo, pese a ser tratado por algunos Padres de la Iglesia, ente ellos San Agustín, nunca fue declarado dogma en la
religión Católica. 230 Cfr. Mysterium Salutis. Manual de Teología como Historia de la salvación. El cristiano en el tiempo y la consumación
escatológica. Vol. V, trad. Alvaro Alemany y otros, Madrid, 1971. pp. 146-171. 231 INSR, Bautismos, t. I. f. 12. 232 Véase RICO PAVÉS, José Rico. Los sacramentos de la iniciación cristiana. Introducción teológica a los sacramentos
del Bautismo, Confirmación y Eucaristía. Colecciones Manuales Teológicas Sistemático. Instituto Teológico San
Ildefonso, Toledo, 2006. p. 75. 233 INSR, Bautismos, t. I, fs. 5 y 15. 234 INSR, Bautismo, t. I, f. 6. 235 En las actas de Bautismo, resume esta obligación de los padrinos o madrinas con respecto a sus ahijados, afirmando
que adquieren la obligación de la educación Christiana en la lengua castellana. Véase INSR, Bautismo, t. I. fs. 4v, 19.ss.
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De acuerdo con la disposición del Capítulo III del X Concilio de Lima, la presencia
de testigos en la ceremonia bautismal era obligatoria, los cuales debían certificar con su
firma, al finalizar el acta, su presencia que otorgaba validez de acuerdo con las leyes
eclesiásticas236
.
En momentos de urgencia, cuando la persona, habitualmente la criatura que acababa
de nacer, se encontraba en inminente peligro de muerte, estaba permitido realizar el
Bautismo de socorro o privado. En esta oportunidad, dado el apremio de las circunstancias,
cualquier secular podía aplicar este sacramento, pudiendo inclusive realizarlo echándole
agua corriente, a falta de la bendita237
.
Cualquier hombre o mujer, de cualquier estado o condición, o edad que sea,
siguiendo los pasos correctos y las palabras precisas, de acuerdo con el ritual romano, podía
bautizar en estos momentos críticos238
. Si el neófito fallecía al poco tiempo de realizarse el
Bautismo de socorro o privado, la Iglesia reconocía su validez.
En el caso de que la criatura o persona sobreviviera, debía llevársela ante el
sacerdote para que realizara la solemne ceremonia al que se denominaba sub conditione.
En esta oportunidad, el párroco asentaba en el libro de Bautismo el nombre del
nuevo cristiano, haciendo la aclaración que el mismo fue bautizado [o bautizada]
privadamente por hallarse en inminente peligro de muerte, después del cual solicitando la
acostumbrada solemne ceremonia, aclaraba el sacerdote, bauticé solemnemente239
. Podía
suceder que cura luego de haber hecho serio examen de la forma y modo del Bautismo de
socorro o privado, hallara duda en su valor. En este caso, el sacerdote debía manifestarlo y
dejarlo por escrito en la misma acta, realizando igualmente el solemne Bautismo de sub
conditione.240
En este caso, puesto que la Iglesia romana afirmó la necesidad de un único e
indisoluble Bautismo, no se consideraba un segundo, sino la revalidación del primero que
se realizaba “solemnemente”, esto es, de acuerdo a los ritos de la Iglesia Romana.
El obispo de la Torre, comunicó que debido a que muchos vecinos de Corrientes
vivían diseminados en chacras y estancias, alejados de la iglesia parroquial, especialmente
por lo dificultoso de los caminos y la intemperie de los tiempos, no era conveniente ni
prudente que los padres llevaran inmediatamente a sus hijos recién nacidos a bautizarlos
por el peligro que podían correr.
En estos casos, sólo era necesario que informen los padres a la parroquia sobre el
nacimiento de la criatura, aduciendo tales carencias, para que el sacerdote, o en su defecto
su teniente, otro sacerdote o clérigo, fuera a administrar este necesarísimo sacramento241
.
En los asientos de Bautismo se realizaba una discriminación entre hijos legítimos e
ilegítimos; la diferencia legal entre éstos se basaba en que mientras los primeros habían
236 INSR, Bautismos, t. I, f. 5. 237 INSR, Bautismo, t. I, f. 7v. 238 Para que pudiesen llevar a cabo los Bautismo de socorro correctamente, el obispo de la Torre vio la necesidad de
instruir a los fieles en la materia, forma, modo e intención de ministrar valida y lícitamente este sacramento, enseñando y
realizando exámenes a los muchachos y muchachas, y demás capaces de razón, en los días de Epifanía, Dominica in
Alvis, y Pentecostés, repitiendo una misma doctrina en todos los dichas días… Véase INSR, Bautismos, t. I, fs. 12-12v 239 INSR, Bautismos, t. I, fs.21v, 22v. 240 INSR, Bautismos, t. I, f. 7. 241 INSR, Bautismos, t. I, f.11.
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nacido dentro del marco del Matrimonio católico, los segundos, no. Estas categorías debían
especificarse al asentarse los libros bautismales.
Para el caso de los hijos legítimos, debían asentarse en las actas bautismales no solo
el nombre y apellido de la criatura, sino también los de sus padre y madre, al igual que la
naturaleza originaria y vecindad de cada uno de ellos242
.
En el caso de inscribirse a un ilegitimo debía asentarse: hijo [o hija] de fulana de tal,
soltera; figurando el nombre y apellido de la madre. El nombre del padre no debía figurar
en el acta, aunque lo informara la madre, o aunque los padres legítimos fueran notorios,
para evitar la infamia que pueda acontecer 243
.
Igualmente, para ocultar la mácula social de un nacimiento producto de una relación
clandestina, por ejemplo, cuando el hombre estaba casado con otra mujer que no fuera la
madre de la criatura, o cuando la casada [se hallaba por largo tiempo] ausente de su marido
concibiera una criatura, y otros casos semejantes, a fin de evitar la iniquidad que podrá
ocurrirse, el cura debía inscribir en el acta bautismal como niño de padres no conocidos244
.
El obispo, en su visita realizada en 1764, observó algunas irregularidades en las
ceremonias de este sacramento realizadas en Corrientes, e instruyó al párroco para evitar la
introducción de nuevos abusos y eliminar los no pocos introducidos245
.
En primer lugar, el prelado prohibió terminantemente que los párrocos otorgaran
licencia para que los sacerdotes regulares pudieran bautizar en los conventos contra lo
dispuesto, y encargado por Su Majestad, en la ley 78, título 14 del libro 1° de las
Recopiladas de estos reinos. Del mismo modo, ordenó no permitirse a los regulares ser
padrinos a efecto de evitar crear vínculos de compadrazgos con los vecinos del lugar246
.
Por otra parte, el obispo ordenó que los Bautismos se celebrasen, de acuerdo con la
tradición apostólica, a la hora de nona, que corresponde a las tres de la tarde247
. Esta hora
poseía un simbolismo sublime por sus graves misterios y excelentes prerrogativas
comprendidas248
. Enterado el prelado que en Corrientes algunos Bautismos se realizaban
por antojo o vanidad de los padres al meterse el sol, o ya puesto ordenó a los sacerdotes
prohibiese realizar los Bautismos solemnes en estos horarios vespertino o nocturno,
exceptuando cuando la gravedad de la circunstancias lo exigieran249
. Estableció pena de
excomunión mayor para los que lo celebrasen y permitiesen, seculares y sacerdotes, los
242 INSR, Bautismos, t. I, f. 4. 243 INSR, Bautismos, t. I, f. 4. 244 INSR, Bautismos, t. I, f. 6v. 245 INSR, Bautismos, t. I, f. 3v. 246 San Francisco prohibió en sus reglas el que los religiosos pudieran hacerse compadres de los seculares a efecto de no
dar lugar con tal titulo al pretexto, o familiaridad alguna con las mujeres; de que puede seguir algún escándalo. Véase
INSR, Bautismos, t. I, f. 14. 247 La hora de Nona posee un significado especial debido a que en aquella hora expiró Cristo, según San Mateo, y fue
traspasado con una lanza por un soldado romano, de donde emanaron todos los sacramentos; en esa misma hora San
Pedro, estando orando en la terraza de una casa, le fue revelado que admitiese a los paganos el Bautismo y que hiciera lo
mismo con Cornelio, el centurión, como consta en los Hechos de los Apóstoles. Véase LOBERA ABIO, Antonio. El
porqué de todas las ceremonias de la Iglesia y sus misterios y cartilla de prelados y sacerdotes. 2da. ed. Madrid, Librería
de D. Miguel Olamendi, 1867. p. 315. 248 INSR, Bautismos, t. I, f. 15v. 249 INSR, Bautismos, t. I, f. 15.
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Bautismos en estas altas e inadecuadas horas, a fin de evitar su realización y la consecuente
notable infamia de la madre o el padre 250
Declaraba el obispo, por una parte, ser culpa mortal, bautizar sin solemnidad, no
interviniendo inminente peligro de muerte en la criatura o catecúmeno, y por otra,
ordenaba a los párrocos no permitir ni otorgar licencia a los miembros de las órdenes
religiosas para que puedan bautizar en la ciudad251
.
El Matrimonio como sacramento
El Concilio de Trento, reafirmando la Doctrina sobre el Sacramento matrimonial,
aseveró que “el primer padre del humano linaje declaró, inspirado por el Espíritu Santo, que
el vínculo del Matrimonio es perpetuo e indisoluble, cuando dijo: Ya es esta hueso de mis
huesos, y carne de mis carnes: por esta causa, dejará el hombre a su padre y a su madre, y
se unirá a su mujer, y serán dos en un solo cuerpo”252
.
De este modo, el casamiento, durante la época colonial, constituyó en la mentalidad
de los fieles un contrato indisoluble entre dos personas, hombre y mujer, el cual se
realizada in facie eclesiae, es decir, ante la Iglesia Católica que lo constituyó en
sacramento. El paso de los hombres por esta institución era ineludible para constituir un
grupo familiar, considerado base de la sociedad, y marco legal inequívoco para la
procreación y traspaso de los bienes de los herederos253
.
De acuerdo con los preceptos eclesiásticos, el Matrimonio surgía a partir de la libre
iniciativa de dos fieles católicos que, luego de una madurez espiritual y psicobiológico,
deseaban aunar su vida social y económica.
Ante esta situación, la Iglesia, por medio de sus ministros, debía administrar el
sacramento, no sin antes cerciorarse correctamente de la idoneidad y preparación de los
fieles para el mismo, exigiendo el cumplimiento de ciertos requisitos determinados por las
leyes eclesiásticas. Esto se hallaba relacionado con el carácter único e indisoluble del
Matrimonio, dado que no se podía volver a contraerlo, estando con vida el cónyuge, ni
disolverlo por voluntad de los contrayentes.
Pareciera ser que en la ciudad correntina durante el siglo XVII y principios del
XVIII, las uniones ilícitas, es decir, la convivencia del hombre y la mujer, sin haberse
casado, era común, a juzgar por lo descripto por los jesuitas254
. Los Matrimonios,
probablemente, fueron escasos o poco comunes, dado el corto número de sacerdotes
existentes para celebrarlos.
Sin embargo, en Corrientes, durante los primeros años de la época colonial se
celebraron los Matrimonios sin llevarse a cabo un registro preciso y pormenorizado de los
mismos. Recién a partir del 8.XI.1740 comenzaron a asentarse regularmente los
250 INSR, Bautismos, t. I, f. 16. 251 INSR, Bautismos, t. I, fs. 9 y 14. 252 Véase GHIRARDI, Mónica e IRIGOYEN LÓPEZ, Antonio. “El Matrimonio, el concilio de Trento e Hispanoamérica”.
En: Rev6ista de Indias. vol. LXIX, núm. 246. 2009. p. 253. 253 Para un análisis integral del tema del Matrimonio en Hispanoamérica durante la época colonial, véase la obra de
RIPODAS ARDANAZ, Daisy. El Matrimonio en Indias. Realidad social y regulación jurídica. Buenos Aires, Fundación
para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 1977. 254 Cartas Anuas de la Provincia Jesuítica del Paraguay. 1658-1660 y 1659-1662…p.112.
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casamientos contraídos entre los vecinos, aunque los mismos se hicieron con simples
apuntaciones, a juzgar por la brevedad de sus escritos y los escasos datos registrados255
.
A partir de 1764, con la visita general del obispo Manuel Antonio de la Torre a la
ciudad correntina, comenzaron a asentarse los casamientos con mayor detalle y precisión,
de acuerdo con las disposiciones de la Iglesia Católica. Debía registrarse la fecha del
casamiento, con letras y no con guarismos; asimismo debían figurar en el acta los nombres
y apellidos de los contrayentes; en el caso de que fueran hijos de familias, debían
consignarse los nombres de los padres. Así también se solicitaba detallar la naturaleza de
ambos, es decir si los contrayentes eran considerados españoles, indios, negros o
mestizos256
.
Del mismo modo, si era viudo o viuda, debía aclararse que el casamiento era en
segundas nupcias, además de explicitar el nombre del cónyuge fallecido. No se debía
omitir el nombre de la parroquia, o lugar donde se celebró el casamiento.
Debía consignarse, asimismo, el nombre del párroco o vicario que ofició el
Matrimonio, junto al de los testigos. En este sentido, de la Torre, informaba que a los
testigos la vulgaridad llamaba padrinos y madrinas, y de tal forma eran nominados en las
actas antiguas, lo cual era considerado inútil e impropio en estos asuntos. Si bien reconocía
que las mujeres podían actuar como testigos abonadas en estos asuntos, se debían preferir
los hombres antes que a éstas257
. Si bien, dos testigos eran legalmente válidos para oficiar el
casamiento, se recomendaba tres.
En muchos casos, el paso previo al Matrimonio eran los esponsales, los cuales
consistían en la promesa y aceptación mutua de los contrayentes del futuro Matrimonio,
que si bien lo precedía no era obligatorio para su validez. Para su realización sólo era
necesario el consentimiento de las partes, si bien a veces se efectuaba ante el sacerdote que
bendecía el acto, o un escribano que lo dejaba asentado por escrito258
.
Sin embargo, antes de dar los esponsales que diera paso posteriormente al
casamiento, el párroco, de forma preliminar, debía constatar el libre consentimiento o
voluntades de los contrayentes. Esto se debe a que el anuencia de los novios es considerado
el elemento creador del Matrimonio para la Iglesia Católica, de acuerdo con el principio
romano concensus facit nuptias, sin el cual no es válido el casamiento259
.
Para comprobar el libre consentimiento de los futuros esposos, manifestado en los
denominado esponsales, el párroco debía examinar ante testigos la libre voluntad de cada
uno de los contrayentes, de forma separada, lo cual debía quedar registrado por un
escribano o notario que hiciera fe de lo indagado260
.
255 Dicho libro de Casados y Velados del periodo 1740-1764 no hemos hallado, o no se han conservado, en el Archivo de
la parroquia de Nuestra Señora del Rosario. Los mismos eran anotaciones simples, breves, sin mucho detalle, según
refiere el obispo de la Torre, que fueron escritos con estrechas márgenes con la intención de ahorrar papel, bien escaso y
caro en el Corrientes colonial. Véase Prólogo de Libro de Casamientos en esta Parroquia de San Juan de la ciudad de las
Siete Corrientes. Diole en su Santa General Visita el Ilustrísimo don Manuel Antonio de la Torre. Año 1764. (En adelante
INSR, Casamientos, t. I). 256 INSR, Casamientos, t. I, f. 9v. 257 INSR, Casamientos, t. I, f. 10v. 258 RÍPODAS ARDANAZ, Daisy. El Matrimonio en Indias….p. 63. 259 INSR, Casamientos, t. I, f. 14v. 260 INSR, Casamientos, t. I, f. 3v.
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Asimismo, se solicitaba a los párrocos que, siendo los contrayentes de otros
obispados, no se proclame casamiento sin antes las convenientes averiguaciones sobre la
realidad de la situación de estos forasteros, dado que podían falsear con respecto a su
condición libre, debiéndose proceder con toda cautela, y vigilancia, mediante las fatales
cotidianas experiencias261
.
Para corroborar la libertad de los contrayentes, se debía proceder a recurrir a
testigos, previo toma de juramento según derecho, cada uno por separado, a los cuales el
sacerdote debía hacer preguntas necesarias sobre el trato y conocimiento del contrayente,
por tiempo, y en qué parte, y sí solamente lo sabe de oído. Así también, a los contrayentes
se le debía tomar juramento, el cual debía ser tactus evangelium, esto es, colocando la mano
sobre los Evangelios, considerados libros sagrados262
.
Del mismo modo, los viudos que estaban, según disposiciones eclesiásticas, en
condiciones de contraer nuevas nupcias, debían presentar testimonios, con certificación
legal o, en su defecto, basados en testigos, que confirmen la defunción del consorte, de
nominado por tal motivo libertad viudal263
.
Para preservar la legitimidad y valor social del Matrimonio como sacramento, se
instaba asimismo a los curas que cuando llegara una pareja aduciendo estar unido en
Matrimonio, proveniente de otra jurisdicción, ya sea de españoles o indios, se les debía
exigir la presentación de certificación fehaciente de verdadero y legitimo Matrimonio 264
.
En el caso de no poseerlo, por aducir el extravío, el párroco para comprobar si las
palabras son o no verdaderas, el obispo de la Torre, basado en su larga experiencia,
indicaba implementar un método el cual consistía en aprehenderles repentinamente y por
separados, tomando a cada uno declaración en base a un interrogatorio exhaustivo,
preguntándoles sobre su edad, lugar y fecha de nacimiento, nombre de los padres y
hermanos, si se hallaban con vida, parroquia donde supuestamente contrajo enlace
matrimonial, fecha de la mismas, entre otros casos, y las mismas preguntas con respecto a
sus cónyuges.
El objetivo era poder hallar incoherencias y discrepancias, en caso de que lo
hubiera, en las declaraciones de los cónyuges a efecto de descubrir la falsedad.
Antes del casamiento, el párroco debía proceder a las amonestaciones, es decir, la
notificación pública del casamiento que habría de celebrarse, dando a conocer el nombre de
los contrayentes y el de sus padres265
.
261 INSR, Casamientos, t. I, f. 4. 262 INSR, Casamientos, t. I, f. 4v. 263 El obispo señala esta irregularidad en las administración parroquial en la ciudad de Corrientes, habiéndose
experimentado [...] en tiempo de su general visita, la nulidad del Matrimonio de Marcos Vallejos, con Michaela de las
Mercedes, esclava de su convento, habiéndole celebrado con la atestación de los testigos vagos, que declararon haber
muerto a puñaladas en la ciudad y puerto de Montevideo su marido, quien ha contado estar al presente residente en
Buenos Aires. Hecho similar ocurrió en el Paraguay, habiéndose informado el prelado en su visita a esta ciudad de que el
vecino, de nombre Francisco Vásquez, portugués, que se había casado antes de la llegada de su Ilustrísima con una
superficial informaciones de libertad vidual. Estos dos casos y las disposiciones señaladas en INSR, Matrimonios, t. I, f.
5. 264 INSR, Casamientos, t. I. f. 6v. 265 Las amonestaciones, publicaciones o proclamas, tienen un uso muy antiguo en la Iglesia Romana. Durante el siglo
XIII, el papa Inocencio III manifestó en el Concilio de Letrán las disposiciones referidas a las amonestaciones para que
fueran observadas en todas las iglesias, las cuales siglos después fueron renovadas y ratificadas en Trento.
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Esto debía realizarse en tres oportunidades, durante tres días festivos consecutivos,
en la iglesia parroquial, durante la misa mayor. La intención de estas amonestaciones tenía
como objetivo informar a la comunidad sobre el futuro enlace nupcial, otorgándole la
posibilidad de manifestar un impedimento legítimo que pudiera existir, no confesado o
conocido por los contrayentes, como así también evitar los matrimonios clandestinos.
Cabe aclarar que la leyes eclesiásticas prohibían terminantemente proceder a
celebrar el Matrimonio ante de la publicación de las amonestaciones. El sacerdote al labrar
el acta debía dejar asentada la realización de éstas, bajo pena de suspensión en el oficio por
tres años266
.
Sin embargo, el obispo o el vicario, por motivos de “causa justa”, podían otorgar
dispensas de las amonestaciones, esto es un privilegio de exenciones para que no se dijeran
las tres amonestaciones imperativas. Las causas justas señaladas incluían la posibilidad de
que alguien presentara una denuncia por malicia, lo cual retrasaría la celebración de la boda
por largo tiempo; o por infamia, en caso de que la mujer estuviera encinta, entre otras cosas
más.
Dado que los casados debían tener la estrecha obligación de enseñar y educar a su
familia en la doctrina cristiana, era requisito ineludible para recibir el sacramento
matrimonial que los contrayentes tuvieren conocimientos elementales sobre la doctrina
católica. Para verificar tal menester, el obispo ordenó que en adelante, antes de comenzar, ó
de concluir a lectura de moniciones, examinen el párroco á los contrayentes en lo general
de la doctrina cristiana, fines y obligaciones del santo Matrimonio…267
.
De acuerdo con el obispo que visitó la ciudad, era necesario dejar en claro en las
conciencias, tanto de los esposos como de las esposas, sobre las obligaciones que contraían
al casarse, ya que, de acuerdo con la experiencia del prelado, hay mucha ignorancia
culpable en esta ciudad268
.
No obstante, pedía el obispo que en el examen sobre la doctrina cristiana, los
sacerdotes tuvieran prudencia y consideración con los rudos, personas a las que se
consideraba ignorante y con dificultades en el aprendizaje de cuestiones abstractas. Se
aconsejaba, además de la paciencia, el ejercicio de repetir de memoria durante algún tiempo
necesario las oraciones, incluyendo el rosario, ya que éstos eran capaces de comprender lo
substancial de la doctrina, misterios y preceptos de la Iglesia Católica269
.
Pese a la libertad natural de los fieles, la Iglesia Católica estableció la existencia de
ciertos obstáculos para que dos fieles pudieran contraer enlace nupcial. Existían
impedimentos dirimentes o impedientes270
.
Los impedimentos dirimentes se hallaban relacionados con el quebrantamiento del
derecho natural; es decir, existía un impedimento para que se pudieran contraer Matrimonio
parientes consanguíneos, prohibición basada en el horror al incesto, e inclusive de
parentescos espirituales, producido por el vínculo de padrinazgo de Bautismo o
confirmación. Dentro de éstos se hallan, también, la edad núbil o minoría de edad, la
bigamia, la disparidad de culto, la falsa identidad, etc.
266 INSR, Casamientos, t. I, f. 7v. 267 Estableció el obispo de la Torre en la visita que el examen se debería realizar, una vez pasado dos años de la
publicación del auto, en lengua castellana. INSR, Casamientos, t. I, f. 8. 268 INSR, Casamientos, t. I. f. 9. 269 INSR, Casamientos, t. I, f. 8v. 270 Véase RÍPODAS ARDANAZ, Daisy. El Matrimonio en Indias…p. 68.
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Los impedimentos impedientes estaban basados en el derecho eclesiástico, y si bien
hacían ilícito el Matrimonio, constituyendo un acto criminal, no lo invalidaba. Entre estos
se encontraba el haber hecho voto de castidad uno de los cónyuges, o presentar ambos
disparidad de cultos271
.
Si bien para los impedimentos dirimentes la Iglesia no otorgaba dispensas, para los
impedientes, basado en caso particulares, los miembros eclesiásticos podían extender este
privilegio.
Del mismo modo, de acuerdo con los preceptos de la Iglesia, no todos los días del
calendario eran aptos para que los fieles contrajeran nupcias, dado que estaban señalados
tiempos prohibidos en los cuales no podía consumarse el Matrimonio, ni la conducción de
la esposa a la casa del esposo.
El concilio de Trento, ratificó “que todos observen exactamente las antiguas
prohibiciones de las nupcias solemnes o velaciones, desde el adviento de Nuestro Señor
Jesucristo hasta el día de la Epifanía, y desde el día de Ceniza hasta la octava de la Pascua
inclusive”272
.
Sin embargo, por motivos especiales, el obispo podía otorgar dispensas en tiempos
que la Iglesia prohibía la realización del Matrimonio273
. Para esto, los fieles que querían o
debían contraer enlace nupcial en estos tiempos no aptos, debía recurrir a la cámara o
tribunal de justicia en ausencia del obispo solicitando tal licencia. Sin embargo, en
consideración a que Corrientes se hallaba a gran distancia de Buenos Aires, donde se
encontraba la sede del obispado, y la comunicación con esta capital resultaba ser trabajosa
y costosa, otorgó comisión al vicario eclesiástico para que pueda conceder licencia para que
se puedan realizar Matrimonios en tiempos prohibidos274
.
Se impusieron para los casamientos en estos tiempos prohibidos, más allá de la
licencia otorgada, ciertas prevenciones y prohibiciones que se debían tener en cuenta en el
momento de su realización. Primeramente, el cura no debía dar las bendiciones nupciales.
Del mismo modo, el prelado prohibía en estos casamientos la realización de bullas
irreligiosas, convites, y otros indecibles teatrales festejos275
.
El enlace nupcial estaba enmarcado por distintos pasos y condiciones prescriptas
por el ritual romano. Así lo señaló el obispo de la Torre, ordenando hacer cumplir el modo
que debía realizarse en Corrientes, de acuerdo con el ritual toledano.
Junto al Matrimonio se realizaba habitualmente la ceremonia de velación. Así lo
manifiestan la mayoría de los correntinos en sus testamentos declarando haber sido casado
y velado según orden de nuestra madre Iglesia276
.
La velación se realizaba durante la misa pro spsonso et sponsa, última de las
votivas, las cuales se celebraban de forma exclusiva en los días semidobles o dobles siendo
estos festivos, sin pronunciar la oración del Gloria o Credo, diciéndose únicamente la
oración propoa de la misa nupcial, junto a las demás señaladas, posterior al Paternoste y al
Bendicamus Domino.
271 RÍPODAS ARDANAZ, Daisy. El matrimonio en Indias…p. 74. 272 Concilio de Trento. Trad. de Ignacio López de Ayala, Perís, Ch. Bouret, 1893. Cap. IX. 273 INSR, Casamientos, t. I, f. 12v. 274 Los derechos parroquiales estaban fijados en 4$ para los gastos de luminarias del Santísimo Sacramento de la iglesia, excepto para los miserables. Véase INSR, Casamientos, t. I. f.20. 275 INSR, Casamientos, t. I, f. 19. 276 Archivo General de la Provincia de Corrientes, Protocolo 11, f. 104. (En adelante AGPC, Protocolo).
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En los días domingos y el resto de los días festivos se debía decir la misa dominica,
o del Santo Misterio, pronunciándose el Gloria y el Creo, si lo estableciera la liturgia,
conmemorándose la misa nupcial. En esta celebración, se pone a los desposados un velo de
ceda blanco, y encarnado, si puede ser; cubriendo a la esposa la cabeza, y al esposo la
espalda; sobre el cual se pone el misterioso lugal, que enlaza las cabezas, o cuellos, de los
dos por cuya razón se llama el matriconjugum277
.
En este momento se debía quitar el velo y el yugo a los celebrantes y,
posteriormente, de acuerdo con el ritual romano, debían comulgar.
Después de las bendición con el agua bendita que debía indefectiblemente dar a de
ahora más a los contrayentes, el sacerdote pronunciaba las palabras: Pax et beditio dei
ominopotentus Patris et Filis, et Spiritu Sancti descendatsuper vos et maneat Semper,
amen. Después decía el placeat tibi, oración con la que el cura suplica a la Santísima
Trinidad que acepte el sacrificio eucarístico en favor suyo y de todos los participantes, se
leían las palabras del prólogo del evangelio de San Juan: Et Verbum caro factumest.
En último lugar, se hacía entrega de la esposa, tomándola el esposo de la mano
derecha, pronunciando el cura las palabras “Compañera os doy”, finalizando con la frase
latina: ite impace278
.
Si bien, la Iglesia romana, basado en preceptos bíblicos, permitía a los viudos y
viudas volver a contraer Matrimonio, se establecieron distintos pasos para realizarse este
casamiento. Cuando la mujer que iba a contraer enlace nupcial era viuda,
independientemente de si el hombre es también viudo o no, el casamiento se denomina
segundas nupcias. Nunca en caso contrario.
En estas celebraciones no se debía dar la bendición, ni entregar las arras ni los
anillos, como en la primera. De la misma manera, tampoco se practicaba la velación de los
cónyuges279
.
El cura salía a la puerta de la iglesia, vestido con pluvial blanco, rociando a los
novios con agua bendita, exhortándolos y tomándoles el consentimiento de ambos. Los
futuros esposos quedaban apartados del altar, mientras el sacerdote decía la misa del día,
siendo doble o dominical, la cual, si fuera semidoble podía decírseles la misa votiva,
excepto la pro sponso et sponsa280
.
Los vecinos de Corrientes ante la muerte
Sigmund Freud afirmó: Si quieres vivir, prepárate para morir. Y es que la muerte en
todas las culturas del mundo se configuró como parte de la vida. El cristianismo no fue la
excepción, sin embargo, concibió a la muerte de un modo singular.
La muerte no significó el fin de la existencia, sino por el contrario el inicio de una
nueva vida, eterna y perfecta, en el más allá. Por dicho motivo, los creyentes, seguros de su
salvación, debían concebir a la muerte no como algo sombrío, sino como cosa natural a
toda criatura, como lo expresan los testamentos281
.
277 INSR, Casamientos, t. I, f.17. 278 INSR, Casamientos, t. I, f. 17v. 279 INSR, Casamientos, t. I, f. 18. 280 INSR, Casamiento, t. I, f. 19v. 281 AGPC, Protocolo 44, f. 62.
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Sin embargo, el destino de esta vida ultraterrena no sería idéntico para todos los
seres humanos, ni siquiera aún para todos los creyentes.
Para aquellos que cumplieran con los preceptos de la Iglesia Católica, basados en
los mandamientos divinos, hasta el último momento de su vida, se hallaba reservado el
Cielo, lugar excelso habitado por la sempiterna presencia de Dios junto a las de sus ángeles
celestiales, los santos y los seres bienaventurados.
Como contrapartida, para quienes rechazaran las doctrinas de la Iglesia y, con esto,
a Dios, tras su muerte les esperaba la condena al “fuego eterno del infierno”.
No obstante, en la geografía del más allá existía un lugar intermedio, denominado
purgatorio, en el cual se producía la “purificación de los elegidos”. Si bien las almas que
pasan por este lugar eran susceptibles de salvación, debían transcurrir previamente por la
inenarrable atrocidad de las penas del fuego para purificarse282
.
El purgatorio, según Jacques Le Golf, fue un lugar de ultratumba concebido
tardíamente entre los siglos VI y X en la Europa medieval283
.
Algunos de los Padres de la Iglesia, como San Agustín, Gregorio Magno, Cesáreo
de Arlés, ya habían hecho referencia en sus obras a esta región del más allá, basando su
enseñanza en interpretaciones de los escritos bíblicos. Sin embargo, no fue hasta la
realización de los Concilios de Florencia y Lyon, y sobre todo en Trento, que la iglesia lo
declaró doctrina de fe.
Los tratadistas y teólogos, tras diversas discusiones a la luz de los Padres de la
Iglesia y Escrituras Sagradas, describieron al purgatorio como un lugar donde las almas
eran torturadas por un fuego material, no espiritual, a efecto de purificarlas y castigarlas por
los pecados cometidos.
Los castigos recibidos en este “tercer lugar” eran idénticos a los sufridos en el
infierno, inclusive se determinó que el purgatorio estaba ubicado “dentro de las entrañas de
la tierra”, cerca del Hades.
La única diferencia que se hallaba con respecto al infierno y los condenados allí era
la temporalidad, pues los que sufrían en el hades los hacían eternamente, a diferencia de los
del purgatorio, que “los atormenta el fuego por tiempo determinado”. Además, en el
purgatorio […] las almas […] no blasfeman, sino que alaban y bendicen a Dios y están
con grande quietud […] y así no tienen desesperación ni miedo…284
.
Sin embargo, en la práctica, podía acortarse este sufrimiento por medio de la
compra de bulas, papeles, extendidas para tal efecto, o por medio de las misas en honor al
difunto.
Como en el resto de Hispanoamérica, en Corrientes se utilizó la misa como medio
para reducir el tiempo del purgatorio. Por dicho motivo, los testadores exponían
decisivamente su voluntad con respecto al asunto. Como ejemplo significativo podemos
citar el de Felipa de Burgos, vecina de Corrientes, que a mediados del siglo XVIII mandaba
que si el día de mi entierro fuese ora competente de celebrar el Santo Sacrificio de la misa
se me diga una rezada de cuerpo presente y de no ser ora competente se diga al siguiente
282 FOGELMAN, Patricia. “Una economía espiritual de la Salvación. Culpabilidad y purgatorio de indulgencias en la era
colonial”. En: Andes, N° 015, Universidad Nacional de Salta, Salta, 2004. p.28. 283 LE GOLF, Jacques. El nacimiento del purgatorio. Madrid, Taurus, 1985. p. 74. 284TAUSSIET, María. “Gritos del más allá. La defensa del Purgatorio en la España de la Contrarreforma”. En: Hispania
Sacra, 57, Madrid, Taurus, 1985. p. 90.
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día y subsecuentemente se me digan nueve misas rezadas por razón de novenario y al final
de ellas otra rezada por vía de honras como asimismo cumplido el año otra misa rezada de
cada año…
Luego, agrega también mando se diga por el señor cura dos misas rezadas para las
almas de mis padres y de mi marido difunto… 285
.
La periocidad de las misas solicitadas estaba relacionadas con la necesidad de
transcurrir el menor tiempo posible en el purgatorio. Por dicho motivo, Felipa de Burgos
extiende este beneficio espiritual además a sus progenitores y a su cónyuge fallecido
previamente.
Todo esto, junto a otros beneficios espirituales y económicos, fueron, o al menos,
debían ser fijados en el testamento que disponían los vecinos antes de su muerte.
Del mismo modo, el testador realizaba en su último escrito jurídico por excelencia,
como prólogo, la invocación a la divinidad, lo que es significativo dado que manifiesta la
mentalidad del hombre colonial moldeado por los preceptos eclesiásticos.
Confesaba participar de los preceptos eclesiástico, sobre todo en la creencia del
misterio la Santísima Trinidad y en la Encarnación del Verbo eterno en las purísimas
entrañas de Nuestra Señora la Virgen María, lo que manifestaba ser hijo fiel de la Iglesia
Católica, hasta sus últimos días y no haber apostatado.
La muerte, como afirmamos, fue concebida como algo natural y sobre todo
determinada por Dios Padre que decidía el momento exacto de finalizar la vida de los seres
humanos.
Si bien, la confianza en la redención final debía ser una garantía para todos los
fieles, la imagen omnímoda y justiciera de la divinidad, lograba que en los momentos
previos de la muerte se solicitara el amparo y ayuda de los abogados celestiales, con
preferencia a la Serenísima Reina de los Ángeles, María Madre de Dios y Señora Nuestra,
junto a San José, el santo del fiel, por el cual llevaba dicho nombre, el Ángel de la guarda y,
especialmente, todos los demás de la corte del Cielo286
.
El objetivo anhelado del testador era lograr que estos protectores intercedieran ante
Dios para lograr el definitivo perdón de sus pecados y sus culpas cuando de esta vida pase
a la Eterna.
No obstante, todo cristiano era consciente, o al menos debería serlo, en virtud de las
enseñanzas de la Iglesia, que era ineludible, así como el Bautismo, la recepción del
sacramento de Reconciliación, esto es el perdón de los pecados mortales, antes de la última
hora.
En consecuencia, el obispo de la Torre en su visita a Corrientes en 1764, observó
que muchos vecinos, estando enfermos morían sin sacramento, y si bien reconocía el
problema de la distancia, producto de la diseminación de los pobladores, no sólo en el
casco urbano, sino también en la zona rural, situación común en los tiempos coloniales,
señalaba que en muchas ocasiones el motivo era la tardanza de los familiares en llamar al
sacerdote para la administración de los últimos sacramentos al moribundo, llegando en
285 AGPC, Protocolos 35 (1751-1753), f. 130. 286 Esta fórmula descripta en común en la mayoría de los testamentos. Por ejemplo: AGPC, Protocolo 11, fs. 52, 83, 111v.
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muchos casos estar éste en total decadencia, es decir, sin la conciencia plena y necesaria
para confesarse y recibir la comunión.
Para remediar esta situación, el obispo ordenaba que los fieles sintiéndose enfermos
con calentura continua, les avisen al tercero día [al sacerdote], como prevenido por la
Iglesia, para que estando en sus cabales sentidos pueda confesarse, y disponerse para el
Santo Viatico.…287
Del mismo modo, el cristiano, debía establecer el destino último de su cuerpo
mortal, reconociendo, en virtud al precepto bíblico del libro de Génesis, que lo destinaba a
la tierra en donde fui formado. Si bien reconocía la condición efímera corpórea, no por ello
dejaba de establecer, en muchos casos minuciosamente, el modo que debía ser preparado
para su descanso eterno.
Así, determinó, por ejemplo, Lucas Robledo, en su testamento que mi cuerpo sea
sepultado en la iglesia de Nuestro Padre San Francisco y amortajado con hábito de dicha
Sagrada Orden, y que acompañe mi cuerpo el señor cura con cruz alta y capa de oro...288
.
La muerte de las personas estaba regulada por los disposiciones de la Iglesia que
determinó en el Ritual Romano los pasos que se debían seguirse en el funeral y entierro del
verdadero católico.
Sin embargo, en Corrientes, al igual que las ciudades marginales de los territorios
hispánicos, durante mucho tiempo no se cumplieron taxativamente los mandatos
eclesiásticos en esta cuestión, tan delicada para los asuntos cristianos.
Ante el fallecimiento de un vecino, los familiares del difunto notificaban al párroco
del deceso, quien se encargaba de comunicar a la comunidad mediante campanadas de la
iglesia.
Los vecinos de Corrientes tenían la costumbre religiosa al oír los tañidos de la
campana de incorporarse, quitándose el sombrero y rezar un Padre Nuestro, o un responso,
si se encontraba en aquel momento frente a un sacerdote, por el alma del reciente
difunto289
.
Como suele suceder, alrededor del último adiós de los fieles, se fueron
conformando, por medio de la costumbres, y quizás en virtud del contacto con las creencias
guaraníticas, algunas tradiciones que, según la mirada oficial de la iglesia, recelosa siempre
de la ortodoxia, rayaban la herejía.
El obispo de la Torre, en su visita a la ciudad, comprobó distintas irregularidades
que se presentaban además en la confección del libro de Difuntos, es decir, el conjunto de
actas en donde el cura dejaba asentado por escrito el fallecimiento de los vecinos de la
ciudad290
. En este primer libro, comenzado a labrarse a partir del 3-XI-1740 por el párroco
Gregorio de Luque, solo se registraron el nombre, sin mención alguna de la familia, de
ciertos datos sacramentales y legales relacionados con su deceso, y sin la firma del
sacerdote, como lo prevenía el ritual291
.
287 INSR. Libros de Defunciones. I. f.22. (En adelante INSR, Defunciones). t. I. f. 5v. 288 AGPC, Protocolo 44 (1732-1733). f. 62v. 289 INSR, Defunciones, I, f. 15v. 290 No sabemos si el libro previo señalado se conserva en el archivo parroquial, o si el mismo se ha extraviado. 291 INSR, Defunciones, I, f. 5v.
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En adelante, el obispo de la Torre, ordenó que las actas se labraran detallando, amén
del nombre y apellido, en letra, y no en guarismo, la fecha del deceso y sepultura; su estado
civil, nombre del cónyuge, si correspondiera, o si fuera hijo de familia debían indicarse los
nombres de los padres.
Asimismo, debía señalarse el lance de sepulturas, donde fue enterrado, para que en
lo sucesivo siempre conste por estos connotados la identidad del difunto. Del mismo modo,
se ordenaba registrar si el difunto había otorgado testamento, en el caso de tuviera bienes, y
si falleció habiendo recibido los sacramentos292
.
Por último, como señalamos previamente, se debía dejar la voluntad espiritual del
difunto con respecto a la solicitud de la celebración de Novenas, o un determinado número
de misas por su alma y la de un familiar, dejando asentado, por testamento, el monto total
de las limosnas expedidos para tal efecto.
La fe y firma del sacerdote a cargo debían ser registradas indefectiblemente.
En el caso de que falleciera sin dejar testamento, el cura estaba autorizado a sacar de
los bienes del difunto la suma de 300$ para gastos de misas que posteriormente debían
hacerse por el descanso su alma; a excepción cuando el difunto quedare pupilo de por
criar, en estos casos el monto estipulado debería quedar en la prudente consideración del
sacerdote293
.
El obispo, además, dejó asentado que ante la falta de disposición del lugar de
entierro en un testamento por parte del difunto, indeliberadamente el mismo debía ser
sepultado en la iglesia matriz, otorgando las correspondientes limosnas señaladas, sin tener
derecho sus herederos a elegir alguna otra iglesia parroquial o regular294
.
Del mismo modo, ordenó el prelado dejar asentado en las actas cuando el difunto no
testaba por ser pobre, por lo cual los curas debían realizar el denominado entierro de
limosna, es decir, sin costo alguno por parte del difunto y su grupo familiar, en la iglesia
matriz.
Solicitaba, además, la presencia de los demás eclesiásticos en el entierro de las
personas de condición humilde, dado que los familiares en muchas ocasiones eran escasos o
inexistentes, sin esperar la invitación de los funerales convites, como se acostumbraba en
Corrientes, dado que en otras ciudades las campanas con sus clamores incitan á todo fiel
christiano á la más piadosa, y devota asistencia a los entierros…295
.
Así también, se solicitaba a los curas, a la hora de otorgar el beneficio de los
entierros de limosnas, realizar un exacto examen y necesarias justificaciones debido a que,
se alertaba, algunos vecinos tenían por costumbre fingir pobreza a efecto de conseguir esta
gracia para algún familiar, especialmente los padres, siendo que después los herederos de
éstos disputaban la herencia de algunos bienes personales del difuntos, como ajuares,
alhajas o algunos otros bienes, defraudando de este modo los derechos parroquiales296
.
La misa tiene una gran trascendencia para la religión católica, dado que es la
conmemora la pasión, muerte y resurrección de Cristo; así lo señaló el obispo, informando
sobre el alivio de los difuntos que se consigue por la santa missa como valor infinito para
292 INSR, Defunciones, I, f. 6. 293 INSR, Defunciones, I, f. 7. 294 INSR, Defunciones, I, f. 7v. 295 INSR, Defunciones, I, f. 8. 296 INSR, Defunciones, I, fs. 8v-9.
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satisfacer las deudas de las almas purgantes….297
Por dicho motivo, ordenó a los curas
ante la falta de esta costumbre de realizarla, que se practique los entierros con misa de
réquiem, ceremonia especial que se realiza por el ruego de las almas en el momento de dar
sepultura a los fieles.
El obispo de la Torre, siguiendo lo prescripto por el Ritual Romano, indicó que,
exceptuado los días de preceptos, las misas de réquiem se debían realizar estando el difunto
de cuerpo presente, si se enterrase por la mañana, o el siguiente día inmediato por la
mañana o la tarde298
.
Si bien estaba determinado por el ritual romano que los sacerdotes solo pudieran
celebrar una misa por día, a excepción del día de la Natividad del Señor, a efecto de hacer
efectiva esta gracia tan importante para los católicos, el papa Benedicto XIV, permitió que
cuando en las ciudades existiera un solo ministro, pueda éste celebrar la misa del día y otra
por el difunto que se enterrase299
.
No obstante, prohibía terminantemente la costumbre de celebrar dichas misas sobre
sepulcros, ni mucho menos sobre sepulturas, como consta varias declaraciones de la
Sagrada Congregación, considerándolo algo tan absurdo como sacrílego. Ni siquiera debía
permitirse cuando el difunto lo dispusiere por testamento, dada su contravención a las
disposiciones de la Iglesia de Roma300
.
Tras finalizar de velar al difunto se debía llevarlo en el féretro hasta la parroquia
donde se lo iba a sepultar. De este modo, se realizaba una procesión, con el cajón en andas,
en donde participaban los familiares y allegados al muerto, entonando cánticos y plegarias
devocionales.
Existía la costumbre en Corrientes, al igual que en muchas ciudades de Indias, de
instalar en el camino de la procesión las denominadas “posas”, en las cuales se detenía
momentáneamente el féretro, probablemente ubicadas en algunas esquinas de las calles. En
estos lugares preparados para la ocasión se realizaban rezos en favor del alma del
difunto301
.
El prelado que, según su relato, visitó algunos entierros y procesiones encontró
muchas irregularidades y costumbres que contradecían las disposiciones eclesiásticas. En
las procesiones ordenaba que los devotos vayan ordenados, de dos en dos, y con las cabezas
descubiertas lo que, por costumbre, no sucedía, ya que los que acompañaban la procesión
iban con sombreros, incluso algunos religiosos regulares.
Esto fue señalado por de la Torre como una acción irreverente lo cual condenó
terminantemente. La etiqueta y prescripciones eclesiásticas, basándose en pasajes
neotestamentarios, instituyeron esta costumbre por la cual se demostraba reverencia hacia
Dios. Estableció el obispo que si bien se podía tolerar que tengan la cabeza cubierta, según
general costumbre, a los que van de duelo, o de luto tras el féretro, los mismos debían
descubrirse indefectiblemente dentro de la iglesia, cualquiera sea el horario302
.
297 INSR, Defunciones, I, f.10v. 298 INSR, Defunciones, I, fs. 9v-10 299 INSR, Defunciones, I, f. 9v. 300 INSR, Defunciones, I, f. 12v. 301 RODRÍGUEZ ÁLVAREZ, María de los Ángeles. Usos y costumbres funerarias en la Nueva España. El Colegio de
Michoacán, El Colegio Mexiquense, 2001. pp. 91-92. 302 INSR, Defunciones, t. I, f. 15v.
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Del mismo modo, prohibió en las exequias la presencia de algunas mujeres que
manifestaban sus sentimientos de dolor y angustia profusamente. Manifestó el obispo que
siendo inevitable sin semejanzas casos de gemido, y el llanto […] especialmente en las
mujeres, que por su genio se hallan como imposibilitadas de reprimir, y aun de moderar
los lamentos: y más, cuando muchas (como sucede en las multas) parece que gritan de
estudio, y como se lo pegan; equivocándose así con las judías, y gentilidad, que alquilaban
lloronas, o lloradoras, siguiéndose de este abuso lo que escribía San Agustín: llanto
mucho, y ningún fruto para los difuntos…303
De acuerdo con el prelado, esta situación perturbaba los divinos oficios, al igual que
los sacerdotes y demás fieles que asistían al oficio religioso. Para solucionar esta cuestión
tan presente en la sociedad correntina, de la Torre ordenaba, en cumplimiento del III
Concilio de Toledo, echar a aquellas mujeres allegadas de los templos religiosos, para que
puedan en sus casas, o chacaras desahoguen la natural pena en el llanto, evitando así
además la presencia de las multas y demás lloronas, o lamentatrices, que acostumbraban
acompañarlas304
.
Consideraciones generales
Durante las últimas décadas, un número significativo de historiadores se ha
interesado por abordar cuestiones religiosas en Hispanoamérica colonial. Las ciudades
rioplatenses, destacándose Buenos Aires y Córdoba, entre otras, también se vieron
beneficiados con estos estudios.
La escasez de trabajos del ámbito eclesiástico para Corrientes nos impulsó a realizar
este trabajo de investigación, con el objetivo de indagar sobre el modo de celebrarse las
ceremonias de Bautismo y el Matrimonio y preparar a los difuntos para el último adiós.
El Bautismo, primer sacramento, constituía la puerta de ingreso a la Iglesia Católica
debido a la gracia que otorgaba al neófito al borrar la mácula del pecado original y
convertirlo en hijo adoptivo de Dios.
La alta tasa de mortalidad infantil y la concepción agustiniana de la imposibilidad
de la salvación eterna sin haber recibido este sacramento, motivó que las criaturas fueran
bautizadas a los pocos días de haber nacido. Si bien, de acuerdo con el rito romano, el
encargado de presidir la ceremonia y administrar el sacramento del bautismo era el
sacerdote o diácono, en caso urgente, como el eminente peligro de muerte del catecúmeno,
podía realizarlo un laico, siguiendo los pasos prescriptos por el ritual romano.
El sacramento del Matrimonio, por su parte, constituía un vínculo indisoluble entre
dos fieles, y único medio legal para conformar una familia y procrear a los descendientes.
Dada su trascendencia, la Iglesia vigiló estrictamente su concreción reglamentando los
requisitos que lo permitían e imposibilitaban.
Para esto constituyó al sacerdote como el pesquisidor de los asuntos privados de los
fieles, el cual debía velar por el estricto cumplimiento de las leyes eclesiásticas y detectar
los engaños y los fraudes posibles.
303 INSR, Defunciones, t. I. f. 16. 304 El obispo de la Torre, fundamentaba la decisión la expulsión de las mujeres de las exequias, apoyándose en un pasaje
del Evangelio: señaló el prelado que debía efectuarse así como yendo Christo a resucitar a la hija del Archisinagogo Jairo, expelió la turba que con sus descompensados lamentos tumultuaba la casa. INSR, Defunciones, t. I, f. 16v.
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Por otra parte, la muerte es concebida como algo inevitable, el fin del ciclo de vida.
Sin embrago, el cristianismo otorgó a este hecho un significado propedéutico, ya que el
espíritu continuaba existiendo y, de acuerdo con la manifestación de su fe acompañada con
obras, el fiel determinaba si iba al Cielo, donde se encontraba la presencia divina, al
infierno, donde sufriría castigos inenarrables y eternos, o el purgatorio, lugar intermedio
entre los anteriores lugares, donde momentáneamente debía pagar algunas por pecados
cometidos durante su existencia en la tierra, para luego ir al Paraíso.
Los vivos, sobre todo los familiares, podían contribuir a acortar el sufrimiento de
sus difuntos en el purgatorio, realizando misas, rogativas o novenas, previo pago de
limosnas al cura párroco.
Los testamentos fueron un medio eficaz y legal para asegurar la garantía de que se
continuaría rezando por el alma del cristiano, una vez fallecido305
.
A lo largo de años de aislamiento y falta de presencia constantes de religiosos en la
ciudad de Corrientes, se arraigaron algunas costumbres que, en algunos puntos,
contradecían, a las leyes eclesiásticas.
La visita realizada por el obispo Antonio de la Torre a mediados del siglo XVIII
intentó erradicar estas prácticas, por medio de disposiciones emanadas al efecto y el control
estricto de los sacerdotes. Sin embargo, fue una tarea difícil en la medida que estas
prácticas estaban tan arraigadas en la sociedad colonial correntina que hicieron caso omiso
a los mandatos episcopales, bautizando a sus hijos, conmemorando el matrimonio o
enterrando a sus difuntos, si bien con una concepción católica, agregándole a estas
celebraciones una forma particular de concebir estos hechos naturales, revestidos de un
ritual especial.
Fuentes y bibliografía
Fuentes inéditas
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LIBRO DE BAUTISMO PARROQUIALES de San Juan de Vera ciudad de las
Siete Corrientes. Dióle esta General Visita el Ilustrísimo Señor Manuel Antonio de la
Torre, Año 1764. Tomo I. 1764-1770.
LIBRO DE CASAMIENTOS en esta Parrochial de San Juan de la ciudad de las
Siete Corrientes. Diole en su santa general visita el Yllmo Señor don Manuel Antonio de la
Torre. Tomo I. 1764 – 1822.
ACTAS DE DEFUNCIONES. 1764 – 1795.
ARCHIVO GENERAL DE LA PROVINCIA DE CORRIENTES (AGPC)
Protocolo Tomo 11 años 1713 a 1715
Tomo 35 años 1751 a 1753
Tomo 44 años 1732 a 1733
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siglo XVIII con relación a lo propuesto en el día segundo del Ejercicio de la Buena Muerte del obispo San Alberto”. En:
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Fuentes éditas
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1660 y 1659-1662. Documento de Geohistoria Regional N° 17, Instituto de Investigaciones
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Encomiendas y visitas en Corrientes Colonial. Siglo XVII
Gabriela Cristina Lytwyn
NEHC-IIGHI-CONICET
Resistencia- Chaco
gabriela_lytwyn@hotmail.com
Resumen
En esta ponencia nos proponemos analizar las características de dos pueblos de
indios ubicados en la jurisdicción de Corrientes a mediados del siglo XVII: Nuestra Señora
de Itatí, habitada por guaraníes y Santa Lucía de los Astos conformada por etnias
guaycurúes.
Tendremos en cuenta entre otras fuentes, los datos que nos ofrece la visita realizada
por el oidor Andrés Garabito de León, oidor de la Audiencia de La Plata, a las encomiendas
de Corrientes en 1653, documento de gran importancia para los estudios coloniales de la
región, obrante en el Archivo y Bibliotecas Nacionales de Bolivia.
Este corpus documental nos proporciona una diversidad de datos sobre las
encomiendas en estos territorios, responde, entre otros aspectos al interés de la corona
española por conocer el estado de la población nativa sometida en estos territorios. En
dicho proceso se atienden por ejemplo cuestiones relacionadas con el tratamiento y el
trabajo indígena.
Nuestro interés se inclina en mayor medida a identificar las particularidades de la
cuestión étnica de estos pueblos, en la visita como fuente documental -desde una mirada
crítica- teniendo en cuenta otras documentaciones que nos aportan datos sobre los
encomenderos, repartimientos de oficios, honores y cargos, cuya distribución refleja la
preeminencia de la encomienda.
El expediente es bastante extenso, se pueden encontrar tanto en la visita a indios
“mitarios” como “originarios”, el resultado de las inspecciones realizadas, con los
descargos de los encomenderos que respondían a quejas expuestas por los indígenas, así
como las resoluciones o medidas tomadas por el visitador.
Introducción
En el marco de la historia colonial del Nordeste nos proponemos analizar las
características de los pueblos de indios encomendados de Corrientes a mediados del siglo
XVII: Nuestra Señora de Itatí, habitada por guaraníes, Santa Lucía de los Astos y Santiago
Sánchez; conformados por etnias guaycurúes.
Para lograr un enfoque jurídico y social tomaremos como fuente específica una
visita realizada a la región en 1653. La visita del oidor Andrés Garabito de León. Debemos
decir que las visitas a los pueblos de indios en el marco de las encomiendas han sido
analizadas y estudiadas desde diversas perspectivas a lo largo de los años; por ello
consideramos que un estudio desde la relación entre encomendados y encomenderos en las
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distintas situaciones de reclamos y transgresiones a la legislación vigente, arrojaría nuevas
luces para el conocimiento de la historia colonial de Corrientes.
Por tal motivo para el abordaje de esta temática nos proponemos empezar
comprender el rol que ocupaban estas inspecciones en el mundo indígena, partiendo de
algunas preguntas: Cómo y de qué manera las distintas etnias de los pueblos mencionados
realizaban los reclamos, que quedaron registrados en el expediente por medio de las quejas
y de los descargos de los encomenderos. Teniendo para ello en cuenta la particularidad de
que dichos pueblos se encontraban a una doble sumisión: la de los doctrineros y el sistema
de la comunidad franciscana306
junto con los encomenderos y el trabajo, servicio y tributo
que implicaba la encomienda. (SALINAS, 2009: 30)
Desde este punto de vista nos proponemos analizar la visita de indios realizada por
dicho oidor a las encomiendas de Corrientes, documento de gran importancia para los
estudios coloniales de la región, obrante en el Archivo y Bibliotecas Nacionales de Bolivia.
Esta fuente nos ofrece información específica, referida tanto a la población tributaria, como
a otros aspectos enmarcados dentro de la aplicación del régimen y a la vida del indígena.
Dicho corpus documental además nos proporciona una diversidad de datos sobre las
encomiendas en estos territorios, responde entre otros aspectos al interés de la corona
española por conocer el estado de la población nativa sometida en este contexto. Del mismo
modo se atienden cuestiones relacionadas con el tratamiento y el trabajo indígena, entre
otros aspectos.
En el marco del sistema de encomiendas, sabemos de las transgresiones que se
realizaron a la legislación vigente a los pueblos de indios, en el cual las situaciones de
violencia y maltratos formaban parte de esta realidad307
donde observaremos la
complejidad del ejercicio de la justicia. Para ello analizaremos casos particulares de las
distintas parcialidades en los pueblos de indios, que nos brinda la visita de Garabito de
León de mediados del siglo XVII, teniendo en cuenta la relación entre el encomendero y el
indígena.
Nuestro interés se inclina, en primer lugar, en dar cuenta de lo singular y
característico de la región del Nordeste, ya que precisamos explicar y determinar la
ubicación geográfica para comprender de manera integral el panorama que se nos presenta
en este periodo analizado. No obstante – es importante aclarar que- en esta investigación
haremos referencia al conocimiento del contexto geográfico, pero éste no constituye un eje
principal del mismo, sino que a partir de algunas características y conceptos de la región
complementamos nuestro análisis.
Ahondaremos, en cuestiones tales como: el lugar en donde se fundaron estas
reducciones, los cuales constituyeron poblados muy pequeños a diferencia de otros, empero
dejaron una gran impronta en el expediente, en donde se pueden encontrar las visita a
306 La presencia de las órdenes religiosas desde la primera mitad del siglo XVII llevaron adelante una fuerte política misional en los distintos pueblos, acción que se inició desde los territorios del Paraguay y se
extendieron hacia todo el Nordeste de la actual Argentina. Un tratamiento específico de esta cuestión se puede
encontrar en MAEDER.1990. 61-75
307Para comprender dicha realidad es necesario entender la complejidad del sistema, teniendo en cuenta que
la aplicación del sistema de encomiendas se estableció por medio de la concesión de tierras y de indios por
medio de licencias a particulares, que si bien se dieron dentro de un marco de normativas y legislaciones, en
cada lugar y espacio tuvieron diversas características.
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indios “mitarios” como “originarios”. Asimismo, se encontraran en ellas los resultados de
las inspecciones realizadas, con los descargos de los encomenderos que respondían a las
quejas expuestas por los indígenas, así como las resoluciones o medidas tomadas por el
visitador.
Es por ello, que nuestro segundo objetivo consta en identificar las particularidades
de las aquellas etnias que habitaron en estas reducciones en la jurisdicción de Corrientes, y
que se hacen presente en el expediente: los guaycurúes y los guaraníes. En primer lugar,
para lograr entender sus modos de vidas y su adaptación, o no, a las reglas impuestas por
los religiosos y encomenderos.
Esto nos implica pensar la idea de asimilación por parte de los indios, y las
consecuencias acerca de la permanencia temporal de estos pueblos. Sin embargo, es preciso
aclarar que, este trabajo no será un estudio de corte antropológico, sino más bien, que el
interés por lo étnico cumple un papel principal por las relaciones interétnicas que se
generaron en torno al contexto de la fundación de las reducciones de los pueblos de indios,
el espacio social que se configuró en toda la región y además por el tratamiento de la
información que nos ofrecen las visitas a indios, desde esta mirada se analiza distintos
aspectos del ámbito reduccional.
Fuentes para el estudio de las encomiendas en Corrientes: las visitas de indios
En primer lugar nos gustaría especificar algunas cuestiones vinculadas a las fuentes
que utilizamos para comprender el estudio de las encomiendas y la organización judicial de
las reducciones, teniendo en cuenta la legislación vigente y su aplicación; para luego
abordar sus particularidades en el sistema reduccional por medio de algunos casos
concretos que nos brindan los documentos analizados.
Entre las fuentes principales de nuestra investigación -y teniendo en cuenta el
contexto temporal del siglo XVII en Corrientes- debemos destacar los padrones, registros y
visitas de indios que son relevantes para obtener datos generales y parciales sobre las
reducciones y su población, en cuanto a la organización socioeconómica e institucional.
Además, por otra parte debemos señalar que contamos con otras fuentes que nos
contribuyen a complementar nuestra investigación308
, éstas son las Actas Capitulares, en las
cuales rescatamos datos sobre los encomenderos, repartimientos de oficios, honores y
cargos, cuya distribución refleja la preeminencia social.
Es importante tener en cuenta que desde los primeros tiempos de la colonia, la
población indígena reducida en los distintos pueblos de indios, fue motivo de controles
específicos -estos no siempre frecuentes- por parte de la Corona.
Los mismos estuvieron a cargo de oficiales y funcionarios de prestigios, oidores de
la Audiencia, gobernadores y enviados especiales, quienes con atribuciones concretas
debían comprobar el estado de los habitantes de dichos pueblos, verificar el cumplimiento
de la legislación vigente en las encomiendas e informar sobre el proceso de la
evangelización y otras cuestiones.
308 A estos documentos principales hemos sumado otras fuentes documentales y bibliografías específicas, no
solo para complementar y constatar los datos, sino también para comprender los diferentes contextos en
donde se aplicó el sistema de encomienda; además que reflejan en conjunto la aplicación de la justicia en las
reducciones y las relaciones entre las mismas.
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En el año 1650, el oidor de la audiencia de la cuidad de La Plata, Don Andrés
Garabito de León fue encomendado para realizar una visita a las encomiendas de los
pueblos de indios y ciudades del Paraguay, en 1653 recogió los mismos datos en Corrientes
y en los pueblos de su jurisdicción. El documento original e inédito de esta visita se
encuentra en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (Sucre) y el mismo ha sido
utilizado como fuente principal para nuestro estudio.
Esa fuente nos brinda un registro muy valioso de aquella inspección Real,
consignada en detalle, que nos permite conocer el estado de las reducciones, de pueblos de
indios, así como también las relaciones entre encomendados y encomenderos, además de la
situación del indígena que se encontraba inserto en el régimen de encomiendas.
El documento nos presenta datos e información de gran valor para el estudio de la
historia colonial del Nordeste en los siglos XVI y XVII, el cual nos aporta datos
demográficos, pleitos por títulos de encomiendas, medidas tomadas por el visitador y
además se advierte distintos casos particulares de violación a la legislación. (SALINAS,
2010: 127-130)
No obstante cabe señalar, que para realizar esta investigación el corpus documental
utilizado, la visita realizada por el oidor Andrés Garabito de León en los años 1650-1653
fue comparado y contrastado con otras efectuadas en otras regiones del mismo periodo
temporal, como ser la de Lujan de Vargas en el Tucumán309
. A partir de ellas pudimos
rescatar, entre otras cuestiones, particularidades de la región del Nordeste y distintos
aspecto que permiten conocer el estado de las reducciones en este territorio.
Ahora bien, para comprender las características de estas fuentes debemos
preguntarnos: ¿cómo se realizaban estas visitas generales a la tierra? Para entender su
concepción basta la lectura de las palabras del Escribano Real de la visita Pedro de Salas
quien, en la visita realizada por el oidor Garabito de León hacia mediados del siglo XVII,
expresaba claramente el proceso que debía llevarse a cabo:
En la ciudad de San Juan de Vera, en veintitrés días del mes de febrero de mil y
seiscientos y cincuenta y tres años; yo Pedro de Salas, escribano de su majestad (…)
digo se publique en la plaza pública de esta ciudad en concurso de gente como el
señor Don Andrés Garabito de León; (…) oidor de la real audiencia de La Plata,
visitador general de su distrito, (…) ha destar en esta ciudad a hacer la visita
general de la tierra y desagravio de las personas, que le hubieran inferido de
cualquier justicia y de los indios (…) se viere ejecutado la publique (…) para que
vista proveído que fuere justicia. (ABNB. EC. 1653: 7)
Estas palabras nos ejemplifican el proceso que se llevaba a cabo con la inspección
realizada por el visitador, y además que la visita de Garabito de León responde al interés de
la corona de conocer el estado de los tributarios de cada una de las encomiendas. Así
mismo, el visitador se interesa por el cumplimiento de la reglamentación sobre
encomiendas, vigente en este momento: las ordenanzas de Alfaro.
309Visita del Oidor de la Audiencia de Charcas, Antonio Martínez Luján de Vargas a la jurisdicción de
Córdoba, una de sus escalas de la inspección que realizara a toda la gobernación del Tucumán entre los años
1692 y 1694.
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El Contexto Geográfico: La región del Nordeste
La importancia que merece para el estudio de estos pueblos, delimitar el contexto
geográfico es determinante puesto que Corrientes en la etapa colonial, presenta
particularidades respecto otros territorios de investigaciones sobre las encomiendas y las
reducciones de indios en el territorio del Río de la Plata.
Cuando nos referimos a las particularidades, señalamos especialmente la gran
influencia que ejercieron otros territorios a la jurisdicción de Corrientes, como ser el
Paraguay, sur de Brasil y Bolivia; por tanto para definir a esta región se la debe comprender
como una construcción sociocultural y de procesos históricos comunes, los cual nos indica
lo difícil que es trazar los límites diferenciadores para cada territorio o zona de influencia.
Las diversas concepciones en torno a la región del Nordeste condujeron a los
estudiosos de la temática a delinear distintos y a buscar sus raíces históricas. Se ha señalado
que el Nordeste no solo no constituye una región geográfica, sino que tampoco se identifica
en ella a una única región histórica, pues si se examina su pasado, se advierten procesos
diferentes que tuvieron asiento en las distintas provincias/regiones que hoy lo componen.
(Maeder 1981: 40-45)
No obstante, debemos advertir que para comprender mejor y estudiar de manera
integral el espacio social que se configuró como la región del Nordeste, los conceptos de
frontera y de región son claves para describir este espacio geográfico en el período colonial.
Concebimos a la frontera como un área de interrelación dinámica entre sociedades
diferentes, espacio que intenta ser ocupado y que a su vez forma parte de un recorrido
permanente. En estos espacios, se realizan transformaciones profundas en las sociedades.
De manera tal que, estos conceptos se aplican a este espacio en permanente
definición, caracterizado por ser: dinámico y hostil. (ARECES, 1999: 25)
En el contexto geográfico de Corrientes y sus pueblos, el contacto entre blancos e
indígenas, por lo que nos indican las fuentes, se dio apenas realizada la fundación de la
ciudad, ya que en el mes de noviembre de 1588, se hizo el primer reparto de encomiendas,
en el que se incluían unas doce naciones y más de 50 pueblos. Aunque seguramente ese
reparto debió ser más aparente que real.
Los pueblos de indios en la jurisdicción de Corrientes. Sus aspectos más significativos:
Santa Lucía de los Astos, Santiago Sánchez e Itatí
Paralelamente al crecimiento y desarrollo de Corrientes –fundada en 1588- se
organizaron una serie de pueblos de indios, cercanos a la ciudad. Fueron los franciscanos
quienes tuvieron a su cargo la administración de estas reducciones, cuyos indios estaban
sujetos a través del sistema de Encomienda a vecinos de la ciudad310
.
310 Corrientes formó parte del proceso de conquista y población del litoral argentino. Descubierto y explorado
por las expediciones de Sebastián Gaboto y Diego García, su conocimiento se fue haciendo más preciso en los
viajes posteriores, que consolidaron el núcleo fundamental de la ciudad de Asunción. Esta región había
llamado tempranamente la atención de los españoles, por su ubicación estratégica como por las características
de su población. Con esta fundación se ligaron definitivamente las comunicaciones fluviales entre Buenos
Aires y Asunción a través de un puerto intermedio. Véase en: MARÍA LAURA SALINAS. “Fuentes para el
estudio del trabajo indígena. El caso del Nordeste argentino a mediados del siglo XVII”. Gazeta de
Antropología, 2008, 24 (2), articulo 41. ISSN 0214- 7564.
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El proceso de conquista de América ofreció múltiples oportunidades para que la
Corona otorgara recompensas a algunos de sus participantes en forma de encomiendas y
mercedes de la tierra, que eran vistos como reconocimiento a los beneficiarios. Corrientes,
al igual que el resto de los territorios americanos fue un terreno apropiado para estas
concesiones. En noviembre de 1588 Alonso de Vera y Aragón hizo el primer reparto de
encomiendas, actuando como Capitán General y Justicia Mayor de la ciudad.
Las reducciones Franciscanas se fundaron entre 1580 y 1615, en el ámbito del
Paraguay y Corrientes. La reducción era el medio o recurso esencial para lograr el cambio
esperado en los indios. Ordenanzas y cedulas Reales insistían en la necesidad de traer de los
montes a los indios para hacerles cristianos.
Según algunas descripciones, las reducciones no solo tenían por objeto concentrar a
los indios en pueblos, sino también desterrar todo aquello que iba en contra de la moral y
la doctrina cristiana, como ser la pintura, la desnudez, la antropofagia, la borrachera, etc.
No obstante, las Encomienda no tuvieron las mismas características las de la región
del Tucumán que las de Corrientes, que tienen mayores similitudes con las de Paraguay y
Santa Fe.
El contexto geográfico, las diversas etnias, la economía de cada región imprimieron
sellos diferentes en este sistema que nos lleva a individualizar a la encomienda
correntina y a explicar el contexto y el entramado de actores y relaciones que la
sustentaron. Una de las primeras diferencias importantes tiene que ver con el volumen
de la población. Las encomiendas que se aplicaron en la gobernación del Tucumán
por ejemplo, en territorios como Córdoba, Santiago del Estero, San Miguel de
Tucumán, Nuestra Señora de Talavera, para 1583 nos dan la cifra de 34.000 indios,
mientras que Corrientes a principios del siglo XVII, de acuerdo con los primeros
datos que llegan hasta nosotros tenía una población de 1312 indios encomendados
(González Rodríguez 1984: 10; Maeder 1981: 35).
Los pueblos sobre los cuales nuestro estudio se basa son: Itatí –fundada sobre el Alto
Paraná-, Santiago Sánchez y Santa Lucía de los Astos; esta última, situadas a largas
distancias de la ciudad, la cual servía de apoyo en la navegación del Paraná311
.
Santiago Sánchez y Santa Lucia fueron dos pueblos pequeños, no llegaron a
desplegar el desarrollo económico ni cultural que había logrado Itati. Con respecto a la
estructura económica de ambos pueblos, Santa Lucía presentaba una importante cantidad de
animales, que pertenecían a toda la comunidad, como así también herramienta para el
cultivo y tahonas de maíz y trigo, que el visitador Andrés Garabito de León tomó en cuenta
y dejó por escrito en el documento de la visita. Santiago Sánchez no contaba al parecer con
animales ni chacras en común.
No obstante, es importante resaltar que según los datos que nos arroja la visita a
estos pueblos, hubo una coincidencia en lo que respecta al estado de ambas
reducciones en ese momento; las mismas estaban viviendo circunstancias especiales
311 Así también se fundó, en la misma época, Calendaria de Ohoma, una reducción conformada por grupos
chaqueños con escasa población encomendada, asediada permanentemente por los indios no reducidos. Fue
destruida después de diversos ataques en 1739 y su población se refugió en el pueblo de San José de las
Saladas.
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debido a la Peste que había azotado un año antes (1652) a toda la zona. De este
hecho se expresan testimonios en las Actas Capitulares. (ANH. Actas Capitulares,
1652: T. II: 309)
Si bien las tres reducciones analizadas de Corrientes, guardan similitudes en algunos
aspectos, por ejemplo en cuanto a su organización institucional (dirigidas por un cura
doctrinero, un corregidor y un cabildo indígena)312
también se manifestaron diferencias
notorias en cuanto a la estabilidad y la relativa prosperidad existente en unas y otras.
A continuación expresaremos puntos diferenciadores y de similitud que se hallan
en estos pueblos, teniendo en cuenta las fuentes analizadas, especialmente la Visita del
Oidor Andes Garabito de León:
Reducciones de indios chaqueños: Santiago Sánchez y Santa Lucía de los Astos
La reducción de Santa Lucía de los Astos fue fundada en 1615 por el gobernador
Hernandarias de Saavedra. Ubicada a cuarenta leguas al sur de la ciudad de Corrientes -
estaba muy cerca de Santa Fe, por lo que los vecinos de dicha ciudad mantenían su mirada
en este pueblo- en el rincón que forma el río Corrientes al desembocar en el Paraná.
Tomó su nombre de los indios que habitaban la región y constituyeron juntamente
con algunos traídos del Chaco su primer núcleo poblador. Los indios pobladores de esta
región fueron: los Astos, Calastabaylones, colechas, y casotas, todo integran a la raza de los
guaycurús.
En el caso de Santa Lucia, como en cada reducción estudiada en este trabajo, estaba
encabezaba por un Cacique, y a su vez, organizada por:
Un fraile franciscano –cura doctrinero- que contaba con un compañero.
El Cabildo: compuesto totalmente de Indios, formado como el de los
españoles, con dos alcaldes regidores.
un administrador español para lo temporal.
Un corregidor indio.
A fines del siglo XVIII a pedido del cabildo de Corrientes el Virrey Don Nicolás de
Arredondo resolvió entregar la reducción al clero secular.
Las autoridades de la ciudad intervinieron desde entonces, directamente en su
gobierno, Santa Lucia de los Astos conoció las arbitrariedades de inescrupulosos
administradores laicos, con quienes tuvieron los indios graves y repetidos incidentes.
En cuanto a la organización socioeconómica, podemos destacar la existencia de una
Estancia que pertenecía a la comunidad, explotada por todos. El fruto del usufructo servía
para el sustento del cura, autoridades y resto de la población.
Dicha reducción carecía de mantenimiento de maíz o trigo de comunidad, pero
algunos indios poseían bueyes, vacas, y caballos, aunque en bajo número, y algunos
animales de uso domésticos. Los indios eran cazadores y pescadores.
En la visita del gobernador Diego de Góngora (1622) encontró que tenían pocos
indios, una iglesia mediana de tapis y madera, sin ornamentos ni otra cosa para su servicio.
312 Dicho cabildo estaba constituido por dos alcaldes ordinarios, dos regidores, un procurador, mayordomo, y
escribano elegidos todos anualmente, con la aprobación del teniente del gobernador de Corrientes.
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Las casas humildes: de madera y paja. Carecía la reducción en los primero tiempos de
mantenimiento de maíz o trigo de la comunidad. Empero, en el momento de la visita de
Garabito de León, el pueblo ya se había organizado en este aspecto y poseían una mil
cabezas de ganado, además de tener herramientas para trabajar la tierra.
El crecimiento y desarrollo de la reducción fue muy lenta. No obstante, a fines del
siglo XVII comenzó a adquirir cierta importancia por la cantidad cada vez mayor de
vecinos españoles que fundaban estancias.
La obra de la Orden de la Seráfica de san Francisco en Santa Lucía, terminó con
Fray Juan José Pereyra, quién además de su obra con los naturales se preocupó por la
construcción de la iglesia, transformándose en una de las mejores de la jurisdicción.
En 1805, el Teniente de Gobernador Solicitó al Virrey Marqués de Sobremonte la
supresión del régimen de comunidad a que estaban sometidos los indios de la antigua
reducción cuyo estado era deplorable. La afluencia de españoles que compraron terrenos en
ella, hizo que coexistieran el régimen de comunidad y las propiedades privadas.
En 1827 una ley sancionada por la legislatura de Corrientes suprimió el sistema de
comunidad y se realizaron modificaciones en la traza del pueblo para fomentar la
radicación de pobladores blancos.
Por su situación geográfica, en la costa oriental del Paraná, frente al Chaco -rio de
por medio- estaba expuesta a los numerosos ataques de los demás “Indios Infieles”:
En 1638, fue atacada y destruida por indios comarcanos, que se habían confederado
dirigidos por los caracarás, cortando las comunicaciones entre Corrientes, Santa Fe y
Buenos Aires.
Luego en 1689, los indios charrúas que habitaban al sur del río Corrientes,
avanzaron hacia el norte estableciendo sus tolderías cerca del pueblo con ánimo de atacarlo.
Este intento terminó con un pequeño enfrentamiento en el que hubo mayores
pérdidas y se logró expulsar a los invasores. No obstante, en 1739 recibió las consecuencias
de los ataques a las reducciones de Santiago Sánchez y Ohoma, ya que los habitantes de
estos pueblos se refugiaron en Santa Lucia.
Además de ataques externos la reducción se vio azotada por otros desastres
naturales como la Gran Peste de 1652, que diezmó la población.
Un incendio con consecuencias importantes en 1672, donde se destruyeron la
mayoría de las casas y la Iglesia, sin que se pudieran determinar las causas del mismo.
Por otra parte, en cuanto a los orígenes de la reducción de Santiago Sánchez,
resultan bastantes inciertos y al respecto hay una serie de datos que se presentan como
probables respecto a este tema.
Algunos autores han atribuidos la fundación a Manuel Cabral de Alpoin, en tiempos
que está a cargo de la gobernación de Corrientes, otros datos sostienen que la reducción ya
existía en tiempos en que éste capitán se radicó en la zona. Si se tiene en cuenta los datos
que ofrecen las visitas realizadas por Diego de Góngora (1622) y Pedro Esteban Dávila
(1634) en ambos casos no se hace referencia a esta reducción, por lo que se deduce que este
pueblo es posterior a esta época.
Más allá de estos datos la más antigua referencia documental que se tiene de este
pueblo, es del 19 de Abril de 1638, fecha en que el síndico del convento de San Francisco,
de Corrientes, Capitán Antón Martín de Don Benito, se presentó al cabildo de la ciudad en
nombre de Fray Luis Martínez, cura doctrinero de Santiago Sánchez, haciendo una
petición.
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El nombre de Santiago Sánchez, se tomó de un conquistador que aparentemente se
instaló en la zona cercana al lugar donde después funcionó la reducción. “El rio Empedrado
sobre el cual se fundó este pueblo, también se conoce como rio Santiago Sánchez”; y se
encuentra a seis leguas de Corrientes, donde el rio San Lorenzo desemboca en el Paraná.
(Mantilla, 1928: 98)
En función del régimen de gobierno fue el mismo que el de las reducciones de Santa
Lucia e Itatí, tanto en lo espiritual como en lo temporal, si bien en ella fueron los
corregidores, siempre blancos.
En el aspecto económico y por su estilo de vida surgieron mayores dificultades para
los españoles con los grupos chaqueños reducidos en Santiago Sánchez, como así también
en Santa Lucía. Los documentos mencionan permanentes fugas en busca de la vida nómada
a la que estaban acostumbrados. Creemos que éste es un factor importante a tener en cuenta
en el momento de analizar la inestabilidad de estos pueblos, centro de rebeliones y blanco
de avances de otros grupos indígenas. La situación de frontera explica también, de alguna
manera su vulnerabilidad.
En 1648, fue preciso vigilar e impedir las incursiones de los indios que vaqueaban
en los campos de jurisdicción de la ciudad, sin licencia, buscando al hacerlo
procurar por sus sustentos, además de cuero para su granjería y al año siguiente
debió el propio Alcalde de segundo voto pasar por Santiago Sánchez para imponer
a los caciques la obediencia a su corregidor y recordarles la obligación de que ellos
y sus indios estaban de atender con preferencias al cuidado de sus chacras y
sementeras, abasteciéndose de salir de los límites que tenían señalados, que era
cuatro leguas en contorno. (Actas Capitulares de Corrientes, 1942: T. II: 4)
Esta prohibición de salir a recoger ganado y hacer matanza sin autorización del
Cabildo y del Teniente de Gobernador, por el perjuicio que acarreaban, se reiteró repetidas
veces.
Los indígenas se quejaban a principios del siglo XVII del sitio elegido y de la
mortalidad, que había reducido mucho la población originaria. Se proveían de ganado
cimarrón y de sus cosechas; así mismo, se encuentran noticias de que los habitantes se
quejaban de remar en balzas y canoas en el Río Paraná. (Maeder, 1981: 25)
Los indios en los tres pueblos eran empleados en diversos trabajos en la ciudad y su
jurisdicción; lo más habitual eran arreglos de las calles, edificación, y reparación de casas e
iglesias, cementeras, cosechas, vaquerías, etc., además del servicio que debían cumplir para
su encomendero durante dos meses al año de acuerdo a la legislación
El pueblo de Santiago Sánchez fue el punto de un cruel ataque que concluyó con la
destrucción y el posterior incendio del pueblo. Su cura Fray José Antonio Giménez,
religioso franciscano se dirigió con los naturales a Itatí, así como el cura del pueblo de
Ohoma, don Marcos de Toledo, que antes estos sucesos emigró con sus feligreses tierra
adentro.
Tratados estos asuntos en la sesión capitular y Junta de Guerra de los días 14 y18 de
Enero de 1723, el Teniente de Gobernador y dos capitulares fueron a señalar el nuevo
emplazamiento de estos pueblos, tarea ya concluida para el 1 de julio de ese año. El pueblo
de Santiago Sánchez fue establecido sobre el río San Lorenzo.
En 1739 otro ataque, más grave que el de 1723, en el pueblo de Santiago Sánchez,
dio muerte a Fray Antonio Alegre de la orden seráfica y cautivaron a pobladores saqueando
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sus casas. Iguales incursiones se realizaron en estancias vecinas del pueblo de Santa Lucia
y de Itatí. Los sobrevivientes se refugiaron en la ciudad de Corrientes y pueblos de Santa
Lucia e Itatí. (Gómez, 1928: 20)
La reducción de La Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí: un caso particular
de población guaraní
La reducción de Itatí requiere una atención especial por las particularidades que
presentó en comparación con sus vecinas descriptas anteriormente. Es sin dudas la de
mayor población y al parecer más privilegiado por la naturaleza en su geografía –en
comparación a los otros pueblos-, a orillas del río Paraná, con muy buenas tierras era muy
apta para la agricultura y el pastoreo.
“Los orígenes del pueblo de Itatí se remontan a 1615-16, fue la más antigua de las
reducciones que se establecieron en jurisdicción de la ciudad de Corrientes que estuvieron a
cargo de los franciscanos”, y se constituyó a partir del agrupamiento de varias parcialidades
de etnias guaraníes. (Labougle, 1968: 2)
Su fundador fue Fray Luis Gámez313
, quien se ocupó de la organización y de los
primeros tiempos de la reducción. En este período lo acompañó por algunos años el Capitán
Juan de Cuenca elegido entre los demás vecinos de la ciudad por ser hábil y capaz en el
dominio de la lengua guaraní.
Los nativos de la reducción recibieron la doctrina, se preocuparon por el
mantenimiento de la iglesia, y con la orientación de los frailes, se destacaron en las tareas
relacionadas con: el trabajo, el arte y la educación, con todo ello de inmediato se demostró
que este pueblo se encontraba en pleno desarrollo y con características particulares.
El principal pueblo de indios que subsistía a comienzos del siglo XVIII fue la
reducción de Itatí. Su población que se mantuvo estable por largos años, no superó nunca
en este período el millar de habitantes.
Posteriormente y finalizando ya el siglo XVIII el panorama muestra un descenso de
la población, que continuará en ese ritmo a principios del siglo XIX. Las visitas que se
realizaron para control de las encomiendas y la Real Hacienda ponen de manifiesto una
cantidad importante de indios fugitivos y algunos otros cautivos de los payaguaes que
reducen aún más la población de Itatí.
En la segunda mitad del siglo XVIII algunas descripciones nos permiten
aproximarnos a las características del pueblo. El Padre José de Parras en 1753, se refiere a
Itatí de la siguiente manera:
Tiene este pueblo bellísima situación sobre las barrancas del Paraná. Compónese de
300 familias; es muy antiguo; sus casas son muy buenas, todas cubiertas de tejas; la
313 Primer Cura doctrinero del que existen referencias en documentos de la época. Según el juicio del cronista
Fray Diego de Córdova y Salinas en la Crónica Franciscana de las Provincias del Perú (1957 2da edición),
expresa que él “cuando no estaba doctrinando los indios, se le encontraba en la iglesia, ocupado siempre en
algún ejercicio religioso, por huir de la ociosidad. Murió como vivió en la doctrina de Itatí, de las Corrientes,
con aclamación de Santos, y hoy le lloran los indios y le veneran como si estuviera vivo”.
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casa del cabildo está en medio de una gran plaza y es muy buena. También lo es la
Iglesia cuya titular es la Virgen de Itatí. (Parras, 1943:166-175)
En lo que se refiere al resguardo de tierras de los indios que habitaban en los
pueblos, también es posible verificar en las fuentes si se conservaron las tierras en régimen
de comunidad y de usufructo individual de cada poblador. En las visitas se hacen frecuentes
menciones a las “parcelas” de tierras que corresponden a las familias.
Las fuentes nos permiten conocer cómo funcionaban internamente las encomiendas,
cómo se aplicaba el tributo, el tipo de trabajo que realizaban los indios en el territorio
correntino, la vigencia del servicio personal en algunos casos, más allá de la legislación que
desde las Ordenanzas de Alfaro había sido muy clara en este aspecto.
El tipo de trabajo que realizaban los varones en el pueblo de Itatí, se enmarcaba en
prácticas agrícola-ganaderas en el tiempo de servicio a sus encomenderos, éstos últimos en
general, sin grandes recursos económicos, eran poseedores de chacras, donde cultivaban y
tenían animales.
Los indios de los pueblos en el período de mita trabajaban en las tierras de los
encomenderos, ubicadas en general en la ciudad de Corrientes. Se debe tener en cuenta que
los encomenderos tenían también a su cargo indios originarios o yanaconas que vivían en la
casa del beneficiario cumpliendo tareas de servicio personal.
Sobre dicha reducción, dice el gobernador Góngora en su visita: “sus habitantes son
gente de mejor inclinación que las demás naciones, porque la mayor parte de ellos eran
labradores, andaban vestidos y estaban bautizados, construían sus casas de tapia y madera.
Recibían la enseñanza de las letras y contaban con maestros que les enseñaban en su
misma lengua.
Santiago Sánchez y Candelaria de Ohoma dejan de existir en el primer tercio del
XVIII, fueron avanzadas en diversas oportunidades por grupos del Chaco, hasta que sus
pocos habitantes se dispersaron y refugiaron en Corrientes o en Itatí.
Esta reducción tuvo mayor solidez en lo que se refirió a ataques de indígenas que
amenazaron su estabilidad, y sirvió de refugio para los habitantes de los pueblos atacados.
La presencia de las órdenes religiosas: la influencia de los Franciscanos en los pueblos
de indios del Nordeste
Dos órdenes religiosas, franciscanos y jesuitas fueron las encargadas de
implementar una fuerte política misional en la Cuenca del Plata, apoyadas a su vez por la
legislación vigente, las autoridades locales y el celo evangelizador de los frailes y
sacerdotes comprometidos en ello su labor fue sin duda precursora y amplia.
Dichas fundaciones alcanzaron en el primer tercio del siglo XVII una importancia
creciente no solo por el número de misiones establecidas sino también por la pronta
consolidación de las mismas.
Los pueblos franciscanos se conformaron en la región paraguaya y se extendieron
luego al Nordeste argentino, cuando la conquista aún no se había consolidado más que en
limitados espacios del territorio paraguayo. Como consecuencia de ello, estas reducciones
se formaron con parcialidades guaraníes que fueron sometidas al régimen de las
encomiendas a vecinos paraguayos y correntinos.
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En Corrientes se instalaron apenas fundada la ciudad en el año 1588. Los primeros
pasos estuvieron orientados a la creación del convento y a la administración de los pueblos
de indios sujetos a encomenderos allí residentes.
Debemos tener en cuenta que las reducciones franciscanas de Corrientes surgen
como una extensión de las del Paraguay: ya desde finales del siglo XVI, los franciscanos
habían dotado al Paraguay de numerosas reducciones estables (San Lorenzo de los Altos,
San Buenaventura de Yaguarón, San José de Caazapá, Yuty). En Corrientes se fundaron las
reducciones de la Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí, Candelaria de Ohoma,
Santiago Sánchez y Santa Lucía de los Astos. Todas pertenecieron a la provincia
franciscana de Asunción y Tucumán.
A continuación expondremos el mapa referencial de los pueblos trabajado. (Maeder, 1995:
25)
Las etnias de guaycurúes y guaraníes en Corrientes. Identidad cultural: adaptación o
negación
En el marco de la labor por parte de los franciscanos en el territorio de Corrientes,
podemos destacar a las etnias de guaycurúes y guaraníes que fueron reducidos en los
pueblos de Santa Lucia, Santiago Sánchez e Itatí, respectivamente.
A partir de la identificación y caracterización cultural de cada uno de estos grupos,
comprenderemos el proceso de adaptación por parte de estos indios a las imposiciones
culturales que, tanto los religiosos como los encomenderos, se propusieron establecer.
Los objetivos de los franciscanos, relacionados con la evangelización, y los
beneficios económicos que los encomenderos veían en la mano de obra indígena, no
estaban siempre asimilados a la vida cultural de los indios.
Es por ello que llevaremos a cabo, en este apartado, las características particulares
que identifica a cada etnia, teniendo en cuenta la organización socioeconómica que
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originalmente practicaban cada una de ellas; y sus respuestas –positiva o negativa- en
relación con los objetivos que tenían los seculares y religioso.
Los indios guaraníes poseen la particularidad de identificarse con la tierra en donde
se establecen y se desarrollan vitalmente. “La tierra guaraní se identifica con el tekohá, que
significa el lugar donde se da Tekó, esto es, el modo de ser propio, la costumbre y la
cultura” (Meliá, 2000: 535-551).
En el Tekohá se produce al mismo tiempo relaciones económicas, sociales y
organización política-religiosa esenciales para la vida del guaraní:
[El Tekohá comprende distintos espacio] un monte apartado y poco trajinado,
reservado para la caza, para la recolección de miel, frutas silvestres y para la pesca; la
existencia especialmente de manchas de tierra fértil para hacer en ella el rozado y
cultivo y, por último, e lugar adecuado y agradable para levantar la gran casa
comunal, o un grupo de casas, con un gran patio abierto, que propicia el encuentro
social y la celebración de ceremonias religiosas. (Meliá, 2000: 535-551).
En el caso de los indios guaycurúes, éstos eran grupos de indios chaqueños, que
fueron reducidos en los pueblos de Santa Lucía y Santiago Sánchez. Su manera de
organizarse difería en gran manera a los guaraníes, que se encontraban más asociadas a la
vida nómade, caracterizada por una económica de subsistencia basada en la caza y la
recolección. Se organizaban en grupos o bandas, de unas cien personas, dirigidas por un
cacique; este cacique era colaborado por un consejo de ancianos.
El cacique sólo podía dar órdenes en caso de guerra, no tenía poderes absolutos. Era
un cargo hereditario siempre y cuando el hijo mayor de éste se destacase como orador y
guerrero.
La tierra fue de propiedad común y cada tribu tenía un territorio de caza, cuyos
límites eran respetados rigurosamente.
Es por ello que podemos destacar una diferencia significativa entre los guaraníes y
los guaycurúes en función de la adaptación a la cultura impuesta por los “blancos”. El
pueblo de Itatí, que tuvo reducido a una mayor cantidad de indios guaraníes, se caracterizó
por su permanencia en el tiempo, más que los pueblos de Santiago Sánchez y Santa Lucía
que tenían como habitantes a los pueblos guaycurúes.
Esta situación nos hace comprender que la cultura guaranítica, con su organización
socioeconómica –caza, pesca, y principalmente, el rozado y el cultivo- influyó en un grado
mayor de adaptación a las formas de vidas, sedentarias, que los franciscanos y
encomenderos practicaban.
Sin embargo, los guaycurúes con su organización social en “tribus-belicosas”
hicieron que la permanencia de los pueblos sea más débil en el momento de afrontar los
ataques de otros indios no reducidos; y que la economía que practicaban culturalmente no
coincidía con una identidad necesariamente sedentaria.
En el marco del sistema de la encomienda: entre la ley y su aplicación
Es importante destacar, en primer lugar que, en la Recopilación de las Leyes de
Indias realizada en 1680 se establece, en la ley V, que en la provisión de encomiendas sean
preferidos los descendientes de descubridores, pacificadores y vecinos más antiguos que
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mejor y con más fidelidad hayan servido a la Corona. La organización en pueblos de indios,
tenía el objetivo de lograr un gobierno autónomo por parte de los indígenas.
Dentro del sistema de encomiendas en la ciudad de Corrientes, el indígena se
encontraba sometido a la autoridad del encomendero bajo diversas formas. Por su parte, la
aplicación y el funcionamiento de la encomienda mantuvieron características diferentes que
merecen señalarse:
Por un lado, la encomienda de indios mitarios, conformada por indígenas que vivían
en pueblos o reducciones. En algunos casos, como ser en los de Paraguay y Corrientes,
estos pueblos estaban administrados por religiosos franciscanos (Itá, Caazapá, Yutuy e
Itatí). En otros casos, los pueblos de indios no tenían la presencia permanente de religiosos,
y recibían la doctrina ocasionalmente por parte del clero secular (Ybirapariyará,
Mbaracayú, etc.).
Estos indígenas eran sometidos a la autoridad de un encomendero que residía
generalmente en ciudades cercanas y también se encontraban en el pueblo bajo la autoridad
del cacique. Los mitarios de acuerdo con la legislación imperante, trabajaban para sus
encomenderos dos meses al año314
, el resto del tiempo, “teóricamente”, se podían destinar
a cultivar tierras o a diferentes tareas en sus pueblos.
Conforme a la ley, sólo los hombres físicamente aptos, entre 18 y 50 años, pagaban
tributos a sus encomenderos, que se materializaban en forma de trabajo. Esta condición se
encontraba sujeta al procedimiento de cada encomendero en particular, que podía retener a
sus indios por más tiempo, para -por ejemplo- llevarlos viaje a otros territorios o para
desempeñar otras actividades, sin tener en consideración las obligaciones a las que estaban
sujetos bajo la legislación vigente. (SALINAS, 2010: 67-69).
Sin embargo, en la práctica también trabajaban los varones entre 13 y 17 años, cuyo
registro aparece detallado en los padrones porque son los próximos a tributar, así como
también aparecen en escena las mujeres.
Por otro lado, encontramos a la encomienda de indios originarios, éstas
pertenecían, por lo general, a los que habían sido repartidos por los gobernadores
individualmente, o por familias que vivían en las chacras o en casas de sus encomenderos y
estaban obligados a servirlos de por vida. Su situación en la práctica fue similar a la
esclavitud, y por lo general se constituían con indios capturados en batidas o hechos
prisioneros en ataques amparados en la llamada “guerra justa”. (SALINAS, 2010: 69-71).
Si bien las diferencias que existían entre las dos formas de sumisión, residían
fundamentalmente en la modalidad y el tiempo de servicio a sus encomenderos. Es
importante señalar que en ambos casos hubo situaciones de violación a la ley imperante en
este periodo temporal.
El siglo XVII en el espacio correntino, representó el momento de mayor poder de
los encomenderos, éstos poseían del trabajo y servicio del indio. De manera tal que, nos
demuestra, por un lado, la vigencia del régimen, y por otro, nos revela las particularidades
de sistema en este territorio.
314 Esta obligación de servicios y trabajos por turnos se la denominó Mita, por ello la derivación del nombre
de Mitarios o mitayos
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Transgresiones a la Legislación: Casos Particulares
Como advertimos anteriormente, sabemos de las transgresiones que se realizaron a
la legislación vigente a los pueblos de indios en el marco del sistema de encomiendas, en el
cual las situaciones de violencia y maltratos formaban parte de esta realidad donde
observaremos la complejidad del ejercicio de la justicia.
La Corona Española nombró a Don Francisco de Alfaro, oidor de la Audiencia de
Charcas, como visitador de los distritos del Tucumán y del Rio de la Plata, para que hiciera
efectivo el cumplimiento de la Real Cédula de 1610, que suprimía el servicio personal y
obligaba a reemplazarlo por el trabajo remunerado del indígena.
Sin embargo en este contexto de las ordenanzas y legislaciones vigente, en la
aplicación y ejecución de las mismas se llevaron adelante situaciones de transgresiones.
En el expediente de la visita del oidor Andrés Garabito de León, que se analiza para
llevar adelante esta investigación, el cual es bastante extenso y consta de las distintas
denuncias que expresan los indios de las distintas parcialidades étnicas característico y
singular.
Podemos ejemplificar estas situaciones de la relación y el vínculo entre el
encomendero y el encomendado dando cuenta de los distintos casos que advertimos en el
corpus documental (Visita de Garabito de León, 1653: 7):
Y en particular Martín dijo que, porque pretendió acabada su mita volverse a
su pueblo lo amarró de los brazos, estuvo cuatro días más y después le dejó
venir libremente. Que por la misma causa lo azotó y cuando pudo se vino a su
tierra.
Yendo de mita, lo tuvo tres meses contra su voluntad y le hizo que el alcalde de
la hermandad Diego Pérez le quisiese azotar de que le libró Juan de Lezcano
(….) Y en cuanto al tratamiento que les hace lo ha sido el peor (…) Y en lo que
dice Juan que por la misma causa lo azoté y cuando pudo se vino huyendo a su
tierra es mala la relación y contra la verdad.
Así expresaba el visitador:
(….) Mi asistencia era en el pueblo que estuve que si lo fuera quien le quitara
los domingos y fiestas y días de guardar y no oyen misa sino que ellos por su
culpa no la oyen sino que he visto en esto como en lo demás en los cargos que
me hacen, es todo falso de que me profiero aprobarlos con razón cediéndome
su señoría término de nueve días para traer testigos que están en la ciudad de
San Juan de Vera doce leguas de la reducción por tanto.
Y que hallándose presente a la dicha visita, ni dio ni procuro satisfacer a estos
cargos y dentro del término con más se lo prorrogado no ha hecho probanza que
en cierta manera es confesión de ellos. Declaro haber excedido notablemente el
dicho Francisco de Acuña en el uso y servicio de la mita de sus encomendados
por cuya causa le condena y multa en cuarenta pesos para la cámara de su
majestad y gastos de visita (…)
(….) Y en lo que tocó a trabajo durante la mita en domingos y días de fiesta de
obligación y cuidado de curarlos enfermando en este tiempo. Dijeron que el
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dicho su encomendero les obliga a trabajar todos los treinta días sin reservarles
ninguno y que para ellos no hay alguno de fiesta, porque nunca se la dice y
trabajan los domingos. Y cuando sucede enfermar alguno solo los ve sin
hacerles caso ni curarlos, porque no lo sabe el dicho su encomendero, ni lo
socorre con comida, y se vuelven de esta manera a su tierra. (….)
Este documento expone que los indios encomendados a la hora de contestar las
preguntas del interrogatorio establecido por el visitador, se animaban a exponer sus
conflictos y maltratos que padecían, a pesar que este sistema estaba regulado por
ordenanzas y legislaciones dictadas por la corona española.
(….) que cada día los amenazan los dichos españoles que han de ir a vaquear
con que andan todos los indios inquietos por defender sus vacas. (Visita de
Garabito de León, 1653: 7)
De esta manera damos cuenta del singular del documento en el que se pueden
determinar los distintos castigos o penas y que los cumplimientos a la ley que se debía
llevar a la práctica estaban muy lejos de lograr esta función de control.
Para solucionar estos problemas y el papel que cumplió la justicia colonial con sus
instituciones, logrando resolver enfrentamientos legales en los cuales se dirimían yerbales,
ganado, límites de haciendas, entre otros intereses económicos.
Algunas Consideraciones finales
La visita realizada por el oidor Andrés Garabito de León a las encomiendas del Rio
de la Plata Corrientes en 165, constituye un valioso documento que nos aporta una gran
riqueza de información y de datos, y nos ayuda a reconstruir la historia del Nordeste
argentino y del Paraguay, desde una nueva perspectiva.
El expediente nos demuestra que los pueblos de indios se encontraban en el marco
de la aplicación del sistema de encomiendas, sistema que en Corrientes fue clave para la
estructura de la sociedad.
Es por ello que, en primer lugar analizamos desde la visita a la tierra a los pueblos
de indios a comprender el rol que ocupaban estas inspecciones en el mundo indígena,
partiendo desde las preguntas: cómo y de qué manera las distintas etnias de los pueblos
mencionados realizaban sus reclamos, los cuales quedaron registrados en el expediente.
Misioneros e indios que habitaban las reducciones no estuvieron exentos de dicho control, y
por ello hallamos toda una serie de reglamentos, normas y disposiciones que regularon su
vida en las mismas, y particularmente el ejercicio de la justicia.
Por otro lado, analizamos sólo algunas de las disputas y quejas entre los indígenas
encomendados y los encomenderos, además examinamos las relaciones interétnicas que se
establecieron entre los pueblos de indios, y la presencia de la orden franciscana en estos
espacios territoriales.
Esperamos en futuras investigaciones profundizar muchos de estos tópicos que
permiten entender un poco más no sólo el contexto de la vida reduccional, sino que además
estudiar cómo funcionó - en el marco de la encomienda- el procedimiento de las visitas a la
tierra y qué tipo de justicia se hacía presente dentro de las reducciones de indios, y de qué
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manera se resolvieron los conflictos; pero principalmente en conjunto vuelven más
complejo el “escenario” reduccional del siglo XVII.
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Fuentes para el estudio de la Administración de Correos en la América
Colonial (1764-1777).
Rocío Moreno Cabanillas
Facultad de Humanidades
Universidad Pablo de la Olavide
Sevilla- España
monterocio6@hotmail.com
Resumen
La presente ponencia tiene como objetivo analizar las fuentes que nos proporciona
el Archivo General de Indias para el estudio del correo colonial después de Carlos III,
concretamente desde la publicación del Reglamento Provisional del Correo Marítimo de
España y sus Indias Occidentales de 26 de agosto de 1764 hasta la promulgación de la Real
Ordenanza definitiva del Correo Marítimo el 26 de enero de 1777.
De manera que en el año de 1764 el monarca borbónico Carlos III introducía, en el
marco de las reformas borbónicas, una mejora en el sistema postal ultramarino. A través de
él, pretendía diseñar una red centralizada de comunicaciones para perfeccionar las
relaciones entre España y sus colonias; con el fin de ejecutar un mejor gobierno y de sacar
el máximo provecho de sus dominios hispanoamericanos.
El estudio de estas Administraciones de Correos, instauradas a partir de 1764 en
varios territorios americanos, ha sido poco tratado por la historiografía.
Así que nos adentraremos en los documentos que nos proporcionan estas
instituciones desde su perspectiva interna; viendo las posibilidades de estudio que nos
ofrecen estas fuentes archivísticas para el estudio de la época colonial en América Latina.
Introducción
Como ya expresamos, esta ponencia tiene como objetivo analizar las fuentes que
nos proporciona el Archivo General de Indias – Sevilla, España - para el estudio del correo
colonial después de Carlos III, concretamente desde la publicación del Reglamento
Provisional del Correo Marítimo de España y sus Indias Occidentales de 26 de agosto de
1764 y la promulgación de la Real Ordenanza definitiva del Correo Marítimo el 26 de
enero de 1777, reglamentos con los que se crearon las Administraciones de Correos de
América Latina; hasta la incorporación del correo a la Real Armada el 6 de abril de 1802.
Antes de adentrarnos en el período a analizar en esta comunicación, hemos de
resaltar que en la historia de los correos de España a América pueden establecerse dos fases
bien diferenciadas:
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a. 1514-1764: Desde la creación del oficio de Correo Mayor de Indias que recayó en
Lorenzo Galíndez de Carvajal por real provisión de 14 de mayo de 1514 hasta la
promulgación del Reglamento Provisional del Correo Marítimo de España y sus
Indias Occidentales de 24 de agosto de 1764. En este punto, el correo terrestre
hispanoamericano se regía a través de estos Correos Mayores y el ultramarino
mediante el sistema de avisos que eran despachados por el Consulado de Indias.
b. 1764-1802: Desde la publicación del Reglamento Provisional de 1764 hasta la
incorporación de los correos a la Real Armada el 6 de abril de 1802. En esta etapa
se fueron promulgando una serie de leyes y normas que fueron dando forma a la
Renta de Correos.
Entre ambas épocas también existe una clara diferenciación en cuanto a la
localización de sus fuentes: las del primer período las podemos localizar repartidas y
dispersas por varias secciones del Archivo General de Indias como son Patronato,
Indiferente General, Escribanía, Contratación, Consulados y diferentes Audiencias;
mientras que los documentos de la segunda fase se encuentran ubicados en una de las
secciones del Archivo: la sección de Correos, lo que facilita el acceso al investigador
(LÓPEZ GUTIÉRREZ: 2005, 85).
La sección de Correos del Archivo General de Indias supone un punto clave para el
estudio del correo colonial que agrupa tanto al correo marítimo entre España, América y
Filipinas como al terrestre del continente americano.
Esta sección contiene un vasto volumen de documentación (896 legajos), cuya
cronología se sitúa desde la promulgación del Reglamento Provisional en 1764 a la
incorporación del Correo a la Real Armada en 1802. No obstante, estos límites temporales
son rebasados por ambos extremos.
Para esta sección contamos con dos instrumentos de descripción de gran utilidad
para el manejo de estas fuentes, como son los inventarios realizados por Antonia Heredia
Herrera (HEREDIA HERRERA: 1986) y sobre todo, el más reciente de Antonio J. López
Gutiérrez (LÓPEZ GUTIÉRREZ: 1996), que nos servirán de guía fundamental para
abordar nuestro estudio de una manera profusa y cabal.
Y que además, su publicación supuso un auge definitivo para el incremento de
trabajos de investigación en esta sección de correos.
De manera que en el año de 1764 el monarca borbónico Carlos III introdujo, en el
marco de las reformas borbónicas, una mejora en el sistema postal ultramarino.
A través de ella, pretendía diseñar una red centralizada de comunicaciones para
perfeccionar las relaciones entre España y sus colonias; con el fin de ejecutar un mejor
gobierno y de sacar el máximo provecho de sus dominios hispanoamericanos.
El estudio de estas Administraciones de Correos, instauradas a partir de 1764 en
varios territorios americanos, ha sido poco tratado por la historiografía.
Así que nos adentraremos en los documentos que nos proporcionan estas
instituciones desde su perspectiva interna; viendo las posibilidades de estudio que nos
ofrecen estas fuentes archivísticas para el estudio de la época colonial en América Latina.
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Establecimiento de las Administraciones de Correos y su incorporación a la Real
Armada (1764-1802)
En 1764 se crea la Institución de la Renta de Correos de España a América a través
de la promulgación del Reglamento Provisional de Correos Marítimos de España a sus
Indias Occidentales315
que el 24 de agosto del mismo año publicó el monarca Carlos III con
ayuda del Secretario de Estado y Superintendente de Correos, el Marqués de Grimaldi.
A partir de entonces se inició una nueva andadura en el servicio postal ultramarino,
poniendo fin a un extenso período de dos siglos de inestabilidad en el terreno de las
comunicaciones.
La creación de este sistema postal más organizado, impulsado por la Corona, trajo
numerosas transformaciones como son: la creación de nuevos cargos en Indias para el
manejo de las estafetas (administradores, interventores, etc.), la habilitación de La Coruña
como puerto principal de la salida de la correspondencia (que anteriormente era Cádiz)316
,
la instauración de las oficinas de correos en las distintas ciudades hispanoamericanas (La
Habana, Puerto Rico, Veracruz, Cartagena, etc.) y el establecimiento de embarcaciones
específicas para realizar la comunicación como fueron los paquebotes317
.
De manera que desde la Península, concretamente desde el puerto de La Coruña, se
van a trasladar navíos específicos para el acarreo de correspondencia denominados
“paquebotes”.
Estos paquebotes navegarán por el océano Atlántico realizando el giro postal entre
los dos continentes con el objetivo de unificar ambas orillas.
Esta creación de los Correos Marítimos corresponde a un proyecto dentro del marco
del reformismo borbónico que llevó a cabo la Monarquía Hispánica con el fin de situar a
los correos como piezas clave de un gobierno que pretendía ser más organizado y rentable,
por eso se decidió profesionalizar y burocratizar el servicio de correos con objeto de
alcanzar más eficacia y rendimiento económico, así como de garantizar la seguridad en las
relaciones administrativas y comerciales, con el fin de que sea un medio indispensable para
controlar sus dominios y obtener provecho de ellos.
Así pues, podemos decir que el correo era el instrumento esencial e imprescindible
de comunicación y administración entre la Corona y sus territorios americanos.
315 Vid. Archivo General de Indias – en adelante AGI - Correos, 484 A, Número 1. Regulaciones para el
funcionamiento de los correos marítimos y terrestres (1764-1794). “Reglamento Provisional del Correo
Marítimo de España a sus Indias Occidentales”. San Ildefonso. 24 de agosto de 1764. 316 “La decisión de designar a La Coruña como sede central de los Correos Marítimos estaría muy acorde con
el relanzamiento del norte de España por parte de los Borbones, característica que contrastaba con la política
metropolitana meridional desarrollada por los Habsburgo. Se revalorizan el comercio y la industria de Galicia, Asturias y Vizcaya, lo que suponía un desafío de Carlos III. Además, La Coruña estaba menos expuesta al
ataque de embarcaciones enemigas y contaba con una serie de puertos cercanos alternativos, como el del
Ferrol, refugio seguro para las embarcaciones en caso de tempestades o persecuciones” (ULLOA: 2001, 19). 317 Los paquebotes eran las embarcaciones encargadas del servicio marítimo postal para el transporte de la
correspondencia, pero también podían llevar pasajeros y carga. Tienen su origen en el siglo XVII, en una
embarcación que llevaba el correo entre Calais (Francia) y Dover (Inglaterra), que fue bautizada con la
expresión “Packet-Boat”, es decir, valija de correspondencia y buque, como expresión de barco-correo, y que
pasó a España con el nombre de “Paquebote”. (GARAY UNIBASO: 1987, 57).
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Para afianzar el control estatal sobre las vías de comunicación de Hispanoamérica se
produce en el año de 1769 la incorporación del correo terrestre a la Corona318
. Ello propició
que la organización del correo americano estuviera bajo el gobierno. Lo que suponía que, a
partir de ese momento, la Corona podía organizar un correo estatal y público tanto por vía
marítima como por vía terrestre.
En 1777 se produce la implantación definitiva de estas Administraciones de Correos
Hispanoamericanas a través de la publicación de la Real Orden del Correo Marítimo. Con
él se estableció en Madrid la Dirección General de Correos y se consolidaron las dos
Administraciones Principales Ultramarinas: La Habana y Buenos Aires.
Sin embargo, una serie de acontecimientos bélicos trastocaron el esquema de
funcionamiento de este organismo que sufrió daños irreparables. De modo que la crisis
definitiva de esta institución de la Renta de Correos llegaría con la guerra contra Inglaterra,
que se produjo desde 1797 a 1801, provocando una destrucción de la mayor parte de las
infraestructuras de esta Renta, sobre todo de sus buques, lo que terminó con la
incorporación de los Correos Marítimos a la Real Armada en 1802319
.
Esto conllevó a la promulgación de Manuel Godoy, que ostentaba el título de
Superintendente General de Correos y firmando como “Príncipe de la Paz”, de las “Reglas,
bajo las quales, según ha determinado S.M. han de quedar reunidas a la Real Armada” el 6
de abril de 1802. Estas disposiciones determinaban que los enseres y obligaciones de la
Institución de Correos Marítimo pasaban a partir de entonces a depender de la Real
Armada.
Esto trajo importantes transformaciones en el manejo del giro postal ultramarino;
pues a partir de entonces era el Ministerio de Marina (y no el de Estado como hasta la
fecha) el encargado de disponer de las embarcaciones necesarias, tomándolas de la Real
Armada, para realizar el servicio postal de España a América, así como de su equipamiento
y personal.
Organigrama de la Renta de Correos
El organigrama de la Renta de Correos (véase Cuadro nº 1) correspondía a un
esquema típicamente jerárquico insertado en la burocracia estatal de la época. Es
importante su comprensión dado que ello permite entender mejor cómo funcionó esta
institución a partir de los diversos elementos que participaron en ella.
En lo más alto de esta pirámide jerárquica se encontraba el Rey como el mayor
dignatario al que había que rendir cuentas y el que tomaba las últimas decisiones de los
asuntos más importantes que pasaban por él concernientes al gobierno de estas
administraciones de correos.
En la parte más alta del organigrama de la Renta de Correos se hallaba el cargo de
Superintendente General de Correos y Postas que correspondía, desde 1747, al Primer
Secretario de Estado y de Despacho. Éste tenía dos funciones fundamentales: la de
318 Vid. AGI, Correos, 484 A, Número 1. Regulaciones para el funcionamiento de los correos marítimos y
terrestres (1764-1794). “Real Resolución en la que el conde de Castillejo cede el Oficio de Correo Mayor a la
Corona”. Madrid, 15 de octubre de 1768. 319 Vid. AGI, Correos, 484 A, Número 1. Regulaciones para el funcionamiento de los correos marítimos y
terrestres (1764-1794). “Reglas baxo las quales según ha determinado S.M. han de quedar reunidos a la Real
Armada los correos marítimos”. Madrid, 6 de abril de 1802.
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gobierno y la de justicia. Aunque para esta última se instauró también la Real y Suprema
Junta de Correos el 20 de diciembre de 1776.
En la función de gobierno inmediatamente por debajo del Superintendente se
encontraba la Dirección General de Correos, localizada en Madrid, al mando de la cual
estaban los Directores Generales de Correos.
Al comienzo de la andadura de esta institución había dos Directores, también
denominados Administradores Generales, cuyo número ascendió a tres en 1783320
y a
cuatro en 1793321
.
Bajo la Dirección General de Correos se ubicaban las Administraciones de
Correos Peninsulares y las Ultramarinas que tenían como objetivo principal llevar a la
práctica las órdenes y mandatos provenientes de las instancias superiores.
En las Administraciones de Correos del lado peninsular sobresalía la de La Coruña
como núcleo canalizador de las relaciones con América, ya que era el principal centro de
salida y entrada de la correspondencia en España.
Desde este puerto de La Coruña zarpaban los paquebotes, unos con destino a La
Habana (Carrera de La Habana) y otros hacia Buenos Aires (Carrera de Buenos Aires).
No obstante, también hallamos la Administración de Bilbao donde se llevaba a cabo la
construcción y reparación de los paquebotes; y la de Cádiz que seguía siendo un importante
nexo de comunicación entre España y sus dominios ultramarinos322.
320 Vid. AGI, Correos, 484 B, Ramo 2, Número 1. Regulaciones para el funcionamiento de los correos
marítimos y terrestres (1768-1806). “Circular de los Directores de la Renta de Correos a los Administradores
Principales de Lima, Buenos Aires, Montevideo, Santa Fe, Quito y Cartagena”. Madrid, 22 de noviembre de
1783. 321 Vid. AGI, Correos, 484 B, Ramo 2, Número 1. Regulaciones para el funcionamiento de los correos
marítimos y terrestres (1768-1806). “Circular de los Directores de la Renta de Correos a los Administradores
Principales de Lima, Buenos Aires, Montevideo, Santa Fe, Quito y Cartagena”. Madrid, 26 de junio de 1793. 322 Aunque desde el puerto de Cádiz continuasen partiendo navíos hacia América con correspondencia,
generalmente eran barcos particulares de mercaderes, era evidente que con la creación de la empresa estatal
de los Correos Marítimos, que ponía como puerto principal de salida La Coruña en detrimento del gaditano, el
Rey iniciaba la descomposición del monopolio comercial andaluz con América y desequilibraba la
exclusividad de Cádiz como puerto único para el intercambio ultramarino. (LÓPEZ BERNAL: 2011, 41-42).
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Cuadro N° 1: “Organigrama de la Renta de Correos”
Elaboración propia. Fuente: LÓPEZ GUTIÉRREZ y otros: 1996.
Ya en América existían dos núcleos importantes de llegada, distribución y salida de
la correspondencia: La Habana y Buenos Aires. Ambas conformaban las denominadas
“Carrera de La Habana” y “Carrera de Buenos Aires”; y de ellas dependían una serie de
administraciones subalternas en un escalón inferior a modo local que, a su vez, tenían otras
estafetas agregadas más pequeñas323
.
323 En América cada una de las Administraciones Principal o Agregada era dirigida por un administrador
ayudado de de un oficial mayor interventor, varios oficiales como oficial 2º, oficial 3º, etc. - que variaban en
función del tamaño de la oficina de correos- , carteros y mozos de oficio. Además “vinculados a esta plantilla
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De modo que “cada administración tenía establecida una red de estafetas y su
cantidad era variable pero siempre numerosa” (HEREDIA HERRERA: 1982, 861).
Correos Marítimos. Carrera de La Habana y Buenos Aires
Fuente: ULLOA: 2001, 25.
Por un lado se encontraba la Administración de La Habana que se instauró en
1765 y de ella dependían las Islas de Barlovento, Reinos de Nueva España y Guatemala,
Cartagena de Indias, Portobelo y Tierra Firme.
Una vez llegaba la correspondencia desde La Coruña a La Habana, previa escala en
algunas ocasiones en las islas de Santo Domingo, Puerto Rico o Cuba, se establecían dos
rutas de distribución del correo: una que iba a Veracruz y de ahí repartía la correspondencia
a Nueva España; y la otra que se dirigía a Cartagena para dirigir el giro postal a Tierra
Firme y el Perú.
estarán también los maestros de postas obligados a mantener un número determinado de caballos y postillones
que serán ayudantes de los primeros, cuidarán sus caballos y acompañarán y retornarán los caballos de vacío”.
(HEREDIA HERRERA: 1982, 861).
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Ruta del correo marítimo y terrestre en la región del Caribe. Siglo XVIII.
Fuente: GUTIÉRREZ ÁLVAREZ: 1993, 342.
Por otra parte estaba la Administración de Buenos Aires que se implantó en 1767
con el fin de que hubiera una línea de correos que fuera directamente desde La Coruña a
Buenos Aires conocida como “Carrera de Buenos Aires”.
Esto supuso un importante cambio para el giro postal hispanoamericano, ya que a
partir de entonces se van a proyectar nuevas vías de acceso al interior.
Además el administrador de Buenos Aires cuidaba conjuntamente con el de
Montevideo en todo lo referente al regreso de los paquebotes al puerto de La Coruña.
Ligadas a las administraciones de La Habana y Buenos Aires se hallaban las
administraciones subalternas.
Relacionada con la de La Habana se localizaban las estafetas de México, Veracruz,
Guatemala, Santa Fe, Cartagena, Puerto Rico, Santo Domingo, Caracas y Manila; y con la
de Buenos Aires se ubicaban Montevideo, Chile, Lima y Potosí.
Con respecto a la carrera de Buenos Aires, nos encontramos en el AGI un mapa que
detalla de las diversas estafetas de correos que componían dicha carrera hacia el año 1804.
Esto posibilita hacernos una idea de la complejidad del sistema y los diversos territorios
que unían estas epístolas.
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Mapa que demuestra las situaciones de las Estafetas y Postas de la parte Septentrional del Río de la Plata,
Subalternas de la Administración principal de Correos de Montevideo.
Fuente: AGI, Mapas y Planos BUENOS_AIRES, 253
Cuadro de clasificación de fondos de la sección de Correos del Archivo General de
Indias
En el Archivo General de Indias – Sevilla, España – se encuentra un gran volumen
de documentación referente a este período de las Administraciones de Correos de América
Latina. Esta vasta documentación ocupa una sección completa denominada Sección de
Correos que alcanza el número de 896 legajos dedicados al correo colonial.
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Todos ellos bien delimitados en espacio y tiempo, lo que facilita el acceso al
investigador. Esto se ve ejemplificado en el siguiente cuadro de clasificación de dicha
sección.
Cuadro Nº 2: “Cuadro de Clasificación de la Sección de Correos del AGI”.
CUADRO DE CLASIFICACIÓN
DE LA SECCIÓN DE CORREOS DEL AGI
Administraciones Ultramarinas
1. Buenos Aires 2. Caracas 3. Cartagena de Indias 4. Santiago de Chile 5. Guatemala 6. Lima 7. México 8. Montevideo 9. Potosí 10. Santa Fe de Bogotá 11. Veracruz 12. La Habana 13. Puerto Rico 14. Santo Domingo 15. Manila
1765-1821 1764-1835 1764-1827 1767-1820 1766-1821 1752-1824 1620-1824 1767-1825 1773-1820 1765-1818 1764-1823 1764-1835 1764-1839 1765-1822 1809-1835
1A- 50B 51A- 68B 69A- 85B 86A- 89C 90A- 101B 102A-140B 141A-184 185A-204A 205A-212B 213A-229B 230A -255B 256A-331B 332A-343B 344A-352B 353A-353B
Administraciones Peninsulares 16. Bilbao 17. Cádiz 18. La Coruña
1764-1815 1764-1822 1764-1808
354A- 368B 369A- 373B 374A- 427B
Dirección General 19. General 1762-1822 428A- 484B
Fuente: LÓPEZ GUTIÉRREZ, 1996:37.
Este cuadro de clasificación (véase cuadro nº 2) sigue el esquema del organigrama
de la Renta de Correos:
En primer lugar se encuentran los legajos correspondientes a las Administraciones
Ultramarinas, en los que sobresalen las dos cabeceras de las dos rutas postales: La Habana
y Buenos Aires, con mayor cantidad de documentación y mayor complejidad debido a la
distinta tipología documental.
Esto es debido a que ambas estafetas formaban el núcleo esencial de cada una de sus
respectivas carreras, lo que hacía que tuviera más responsabilidad en las capacidades de
gestión y gobierno al tratarse de las administraciones principales a las que tenían que rendir
cuentas sus agregadas.
En segundo término se localizan las fuentes primarias concernientes a las
Administraciones Peninsulares, en la que destaca la de La Coruña como eje central de las
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relaciones postales por ser el centro de salida y entrada de la correspondencia hacia
América. La documentación de las estas tres oficinas de correos de la Península – La
Coruña, Bilbao y Cádiz – aborda sobre todo temas relacionados con la construcción de las
fragatas, la preparación de los paquebotes para partida, el ajuste de los fletes de la carga que
desean embarcar los particulares, la designación de los pilotos, marineros y artilleros de los
navíos, etc.
En última instancia se hallan los documentos incluidos en la subsección de la
Dirección General de Correos. Estos legajos tratan del estricto funcionamiento de la
Dirección General de Correos y sus respectivas estafetas, centrándose en las labores de
mando que tenían las instancias superiores de la Renta de Correos como fueron los
Directores Generales y el Superintendente General. En este sector se ubica una gran riqueza
de disposiciones, reglamentos, ordenanzas e instrucciones con los que las altas esferas de
este organismo ejercían su gobierno y control sobre las distintas administraciones.
Por lo que aquí se refleja el dominio que pretendía el Estado sobre sus territorios
ultramarinos a través del envío de órdenes que tenían que ser cumplidas por los empleados
de la Renta de Correos de la otra orilla del Atlántico.
La mayor parte de esta documentación se refiere a la correspondencia producida y
recibida de los Directores Generales de Correos de Madrid con las distintas
administraciones de correos. Por lo que en ello se encuentra un hilo documental de
recíprocos correos que permiten hacer una reconstrucción de las distintas oficinas de
correos hispanoamericanas.
Por ejemplo, en el caso de nuestro Trabajo Fin de Máster “La epístola controlada. El
establecimiento de la Administración de Correos de Cartagena de Indias en la segunda
mitad del siglo XVIII”, la consulta de documentos de distintas subsecciones pertenecientes
a la sección de Correos del Archivo General de Indias nos proporcionaron la información
pertinente a dicha oficina de correos de Cartagena, de la que no sólo extrajimos su
establecimiento y su devenir en los primeros años de vida sino también los problemas que
tuvo que afrentar, los empleados que estaban al mando y las estafetas subalternas que
estaban agregadas a ella, a la principal del virreinato de Nueva Granada.
Todo ello gracias a la consulta de estos legajos de dicha sección, lo que pone en
evidencia la gran relevancia que tienen estas fuentes archivísticas para el estudio del correo
colonial y el gran filón que suponen estos documentos para el investigador.
Los distintos tipos documentales
En la vasta documentación referente a las Administraciones de Correos ubicada en
la sección de Correos del Archivo General de Indias se encuentra una gran tipología
documental que sobresale por su variada información que ofrece distintas posibilidades de
estudio. Los tipos más usuales de la documentación que localizamos en la Administración
de Correos son la carta y las cuentas, dos de los pilares básicos de su conformación.
Una, la carta, dedicada a la comunicación entre los dependientes de cualquier
Administración de Correos con las autoridades de la Renta de Correos ubicadas en
territorio peninsular. Esta documentación es muy numerosa, de información íntegra y
detallada.
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Sus datos versan desde el establecimiento y organización de los correos marítimos y
terrestres hasta la repercusión de acontecimientos internacionales, pasando por los
problemas internos de la estafeta. El seguimiento de esta correspondencia permite analizar
el funcionamiento de cualquiera de dicho organismo y de las vicisitudes con las que se tuvo
que enfrentar.
Y otro, las cuentas, como soporte económico de una institución que no sólo se
planteaba como medio de comunicación y control de la información sino también como
elemento para obtener una serie de recursos económicos obtenido a través del transporte de
cartas por medio de su correspondiente pago de tasas.
Con este modelo documental se puede obtener información muy rica con la que
realizar distintas hipótesis de trabajo como la evolución económica de una concreta
administración de correos y sus subalterna, la posibilidad de ver cuáles eran las estafetas
que más dinero proporcionaban a las principales de La Habana y Buenos Aires, la
perspectiva de cuándo se produjo el declive económico de una respectiva oficina de
correos, etc.
Por ejemplo, con los datos de los primeros años de cuentas de la Administración de
Correos de Cartagena de Indias pudimos hacer en nuestro Trabajo Fin de Máster una
gráfica (véase nº 3) en la que se reflejaban los ingresos – cargo -, los gastos – data- y el
alcance que quedaba de ellos a favor de la Renta de Correos de dicho organismo.
Cuadro Nº 3: “Evolución de las Cuentas de la Administración de Correos de Cartagena de
Indias del año 1765 a 1769”.
Elaboración propia. Fuente: AGI, CORREOS, 73 A – 73 B324.
324 En esta gráfica las cifras expuestas se refieren a reales de plata. En ella, no se tienen en cuenta los reparos
que hizo en años posteriores la Contaduría General porque sobrepasa los límites cronológicos de nuestro
trabajo.
47.295
39.931
46.267
38.019
71.096,50
35.060,5
25.907 25.933 28.351
37.547
12.234,5 14.024 20.334
13.777
33.549,50
0
10.000
20.000
30.000
40.000
50.000
60.000
70.000
80.000
1765 1766 1767 1768 1769
Cargo
Data
Alcance
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Pero también se hallan otras tipologías documentales que predominan como son los
expedientes que ofrecen una información más exhaustiva de determinados empleados de la
Renta y de sucesos acaecidos en los que están implicados, lo que permite indagar más sobre
ellos; y los reglamentos y ordenanzas que transmiten las órdenes de las autoridades
civiles de la metrópoli a los empleados americanos para el buen manejo de la estafeta.
No obstante la riqueza de los tipos documentales continua con otros como los
diarios de navegación que forman una fuente de investigación muy valiosa ya que en ellos
se sigue la ruta postal de cada uno de los paquebotes que navegaban hacia América donde
se reflejan las vicisitudes a las que se tuvieron que enfrentar; y los pasaportes de los
paquebotes que son “una especie de credencial que les avala durante el viaje de ida y
vuelta” (LÓPEZ GUTIÉRREZ: 2005, 92).
De modo que cada modelo documental brinda información abundante y valiosa para
su análisis y estudio.
Conclusiones
La Sección de Correos del Archivo General de Indias ofrece una información
bastante rica y variada en su gran número de legajos dedicados al correo hispanoamericano.
Por lo que constituye una fuente esencial para el estudio de las Administraciones de
Correos de América Latina.
No obstante, complemento a esta sección se encuentran muchas otras del mismo
archivo (Ultramar, etc.) que dan la posibilidad de cruzar y contrastar la información; así
como de los importantes Archivo Generales de los países americanos como los de
Argentina, Colombia, México, Perú, etc.
Las posibilidades de investigación de esta documentación son muy provechosas e
interesantes. Además tienen la adición de que este tema del Correo en Hispanoamérica ha
sido muy poco tratado por la historiografía.
De manera que este repositorio documental constituye todo un tesoro para la
reconstrucción postal americana que se puede tratar desde diferentes vertientes.
Como, por ejemplo, el análisis exhaustivo de esta institución desde el interior de una
determinada oficina de correos, la observación del influjo de las reformas borbónicas en la
creación de los Correos Marítimos, el examen detallado de las rutas postales interiores de
Hispanoamérica, el estudio del personal que permitió que se cumpliera tal correspondencia
o de las clases de barcos que hacían el transporte del giro postal.
Esto son sólo algunos de los ejemplos de estudio que se puede llevar a cabo a través
de esta documentación, sin la cual no se entenderían las comunicaciones coloniales entre
España y América.
Lo que pretendemos poner en valor con esta ponencia es la gran riqueza documental
que nos proporcionan estas fuentes archivísticas para un tema tan relevante como es el
desarrollo del correo entre España y América en época colonial. Y fue este proyecto de giro
postal hispanoamericano lo que hizo posible que el plan de acercamiento entre ambos
continentes fuese una realidad palpable.
Y es que el funcionamiento del sistema postal y la fluidez del envío de la
correspondencia regular y metódica se conformó como un auténtico nexo entre ambas orillas.
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Análisis Historiográfico del libro: “Dominación colonial y trabajo
indígena. Un estudio de la encomienda en Corrientes colonial.
Carlos Oscar Figueredo
Facultad de Humanidades
Universidad Nacional de Formosa
Formosa Capital
cof_2211@hotmail.com
Resumen
En esta ponencia nos proponemos analizar desde el punto de vista historiográfico la
obra de María Laura Salinas “Dominación colonial y trabajo indígena. Un estudio de la
encomienda en Corrientes capital”.
El material historiográfico sobre el periodo colonial es abundante, teniendo en
cuenta las diversas miradas de los historiadores, los cuales se ocuparon de forma especial
del encuentro entre dos mundos desconocidos el uno del otro, y la consecuente destrucción
de la civilización prehispánica a través del choque cultural producido.
En este contexto el imperio español tuvo que poner en funcionamiento mecanismos
de interpretación de la realidad de los pueblos originarios y de esta forma ejercer el poder
real sobre dichos pueblos a través de un sistema burocrático que define el periodo
estudiado.
De esta manera la autora se sumerge en el estudio de las complejas relaciones
generadas en el nordeste en el marco de la aplicación del sistema de encomiendas sobre los
pueblos “indios” asentados en las zonas aledañas de la actual ciudad de Corrientes.
Introducción
La producción historiográfica de la época colonial se adscribe a dos modelos
diferentes de interpretación, la de los conquistadores y los conquistados.
La primera más abundante y tradicional, la segunda, la perspectiva del
“colonizado”, esta es relativamente reciente, y está enmarcado en el multiculturalismo que
propone nuevas exigencias epistemológicas y éticas.
Nuevos métodos y la interdisciplinariedad de la ciencia histórica permiten a los
estudiosos explorar el mundo de los conquistados a través del aporte de una mirada
etnográfica y antropológica.
Análisis historiográfico de la obra Dominación colonial y trabajo indígena. Un estudio
de la encomienda en Corrientes colonial
La obra de María Laura Salinas, es el resultado de investigaciones realizadas en el
marco de su formación doctoral en la ciudad de Sevilla, en la Universidad Pablo de
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Olavide. La misma, está orientada al estudio de las relaciones que se generaron en el
espacio nordeste del sector rioplatense colonial a mitad del siglo XVII.
Específicamente a la forma de aplicación de la encomienda en la jurisdicción de la
ciudad de Corrientes concretamente en el pueblo de Itatí.
La centralidad de la ciudad de Corrientes, en este estudio, es fundamental para
comprender el proceso de poblamiento del territorio que hasta ese momento era
considerado marginal.
La investigación está estructurada en dos partes: por un lado, una teórica
descriptiva en la cual se dan cuenta de los conceptos teóricos necesarios para sustentar la
investigación con cuatro capítulos y, por el otro, la aplicación concreta de los conceptos
teóricos enunciados en la primera parte con cinco capítulos más.
El contexto del periodo analizado por salinas se caracteriza por la resistencia
ejercida por los grupos indígenas, que lleva a el abandono de Matará y Concepción del
Bermejo en el año 1631.
Estos sucesos ponen en jaque la estabilidad a nivel regional y ciudades como
Corrientes debieron reforzar la defensa de su jurisdicción.
En este panorama, la autora indaga las características de la encomienda correntina
y sus vinculaciones con el Paraguay para efectivizar la dominación sobre los grupos
indígenas.
Las fuentes que se utilizan para estructurar la obra pertenecen a los encontrados en
los archivos de Sucre, Indias, Asunción, Santa Fe, Buenos aires y Corrientes de las visitas
de los indios realizados en este periodo.
Particularmente, las visitas realizada en los años 1650-1653 por el oidor de la
audiencia de La Plata Andrés Garabito de León, la cual permitió reconstruir la condición de
los pueblos y sus formas de relación con los encomenderos, apuntando a la composición
étnica –guaraníes y chaqueños- y sus formas de adaptación al sistema de encomiendas; a la
relación entre tributo, servicio personal y trabajo femenino.
El análisis de las fuentes permite además la caracterización de la forma de vida,
las costumbres, y las creencias religiosas, la estructura de las familias.
Los vínculos registrados en las fuentes ayudaron a estudiar las relaciones
interétnicas – feudatarios, autoridades, doctrineros y población indígena- y los vínculos de
parentesco, reciprocidad y liderazgos.
El estudio realizado por la autora sobre los pueblos Guaraníes como Guaycurúes,
sobre la relación entre consumo y trabajo en las unidades domesticas participantes en el
sistema de encomienda, permitió uno de los puntos más innovadores de su trabajo.
En la antropología económica –clásica, el subdesarrollo de las comunidades
primitivas, estaba ligado a la escasez de técnicas de producción, lo que tenía como
consecuencia el impedimento de generar excedente social y acumulación suficiente que
garantice la supervivencia de dichos grupos.
Salinas toma las ideas expuestas por el antropólogo norteamericano, Marshall
Sahlins, en una de sus obras más importantes 325
en la cual las comunidades primitivas, que
fueron consideradas “de subsistencia”, en realidad, deberían ser consideradas como
economía de la abundancia, ya que su actividad económica estaba basada en el cociente
consumidor- trabajador.
325 La economía de la Edad de Piedra.
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Los planteos de Salinas, se apoyan en los estudios de Alexander Chayanov que, a
comienzos del siglo XX, aspiraba a analizar al campesinado ruso durante el régimen
Zarista. Chayanov, apuntaba a demostrar que, el trabajo de la familia campesina, tenía
como objetivo cubrir y asegurar las necesidades, por sobre la obtención de utilidades. Es
decir, la actividad económica de la familia campesina, se rige por el equilibrio entre el
consumo de los miembros y la autoexplotación del trabajo326
.
La autora, a la luz de los estudios de Marshall Sahlins, permite ubicar a los
pueblos Guaraníes dentro de un modo de producción doméstico y una formación
económica general en la cual la economía estaba organizada por los grupos domésticos y
las relaciones de parentesco donde cada familia representa un microcosmos de la economía
a gran escala en lo que se refiere a la división del trabajo.
Este modo de producción, pone de manifiesto una división sexual de trabajo;
producción segmentaria con fines de consumo y acceso autónomo a los medios de
producción (Salinas: 2010, 49)
Otro de los objetivos que se plantea la autora fue el análisis de las relaciones
“feudatarios- encomendados” teniendo en cuenta la existencia de una elite encomendera
correntina relativamente pobre lo que incidió en la aplicación del régimen.
Del análisis demográfico se realiza una caracterización de la población
encomendada, para esto, Salinas parte de la hipótesis de que la aparición de pueblos
encomendados se relaciona con la aplicación del sistema del trabajo impuesto por los
vecinos de Corrientes.
A partir de los resultados de los estudios provenientes del campo de la
antropología, Salinas plantea que se puede conocer más acerca de un sistema que si bien ya
fue estudiado, es necesario reconocer las particularidades que se ponen de manifiesto de
acuerdo a los lugares que fueron implementados.
Estas particularidades, nacen de lo que Salinas llama un estudio microhistórico en
Corrientes colonial. Peter Burke, en su obra “Formas de Hacer Historia”, propone tres tipos
de microhistoria las que toman como objeto de análisis comunidades o pueblos, las que
estudian individuos olvidados y una tercera sobre familias.
En este sentido, la obra de Salinas estaría dentro de la primera clasificación, ya que
se realiza el estudio de los pueblos de indios de la región de corrientes.
Y no sería una mera historia local ya que más que estudiar “un pueblo de indios”
la idea es estudiar “en un pueblo de indios”. (Salinas 2010: 39)
Otra característica del trabajo del salinas, es la utilización del paradigma inicial, el
cual permite intuir realidades mucho más profundas, sobre esto, uno de los iniciadores de la
microhistoria exponía “si la realidad es impenetrable, existen zonas privilegiadas -
pruebas, indicios- que permiten descifrarla”. (Ginzburg 1994: 162) ciertas temáticas,
como el estudio de las estructuras familiares, no quedan resueltas en los documentos por lo
que se utilizan los indicios que la documentación presenta para descifrarla.
El método del paradigma indiciario propuesto por Ginzburg, es un elemento clave
que permite trabajar de manera detectivesca para encontrar dichos rasgos que faciliten
establecer conclusiones mucho más amplias que expliquen un fenómeno social.
326 Chayanov introduce el concepto de “autoexplotación familiar” en la cual, la familia campesina, debe
asegurarse la reproducción de sus condiciones de vida y trabajo y la satisfacción de las necesidades de todos
los integrantes de las familias.
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El aporte de otras disciplinas está presente en la obra, como es el caso de
Chayanov o Sahlins desde la antropología, la interdisciplinariedad es característica
constante de la microhistoria, recurriendo a modelos teóricos que en lo cotidiano tiene poco
que ver con el análisis histórico.
Consideraciones finales
La obra de María Laura Salinas, “Dominación colonial y trabajo indígena. Un
estudio de la encomienda en Corrientes colonial”, representa un rico aporte a los estudios
históricos coloniales en el ámbito del nordeste.
Nos permite conocer las relaciones entre encomenderos y poblaciones indígenas
participantes en el sistema, además de las formas de relación con demás pueblos indígenas.
Las herramientas tomadas de la antropología y la mirada etnohistórica reconstruye
la forma de vida en las encomiendas de la jurisdicción de corrientes colonial adentrándonos
en las familias indígenas, las formas de estructurarse y los liderazgos.
El análisis microhistorico y la reducción de la escala nos permite visualizar
diversas características particulares que escapan a la vista macrohistórica, más aun teniendo
en cuenta la microhistoria renuncia a modelos teóricos previos que sometan a los hechos y
entiende lo social como un conjunto de relaciones que van cambiando dentro de contextos
que se readaptan permanentemente.
El punto más innovador de la obra de Salinas es, sin lugar a dudas, el estudio de la
adaptabilidad de los pueblos de indios al sistema de encomiendas impuesto por los
españoles a través de la relación entre trabajo y consumo y sus efectos en las unidades
domésticas.
De esta manera, la obra parafraseando a Levi, representa una fotografía de las
condiciones de corrientes y su jurisdicción; y de los indios que son absorbidos por la
ciudad, donde las características particulares de la cultura prehispánica proponen una
lectura original de una sociedad.
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La Historia Regional Reciente en el Libro “Monte Madre”.
Mónica Inés Daldovo
Carrera de Historia
Facultad de Humanidades
Universidad Nacional de Formosa
Formosa Capital
Monica_daldovo@hotmail.com
Resumen
En 1965, la Iglesia Católica había concluido el Concilio Vaticano II, asimismo las
asambleas Episcopales de Puebla y Medellín y en Argentina en San Miguel (1969),
delinean los cambios en la Iglesia Católica a través de documentos que impactaron
fuertemente en un sector del Catolicismo, especialmente en las zonas rurales.
La opción por los pobres convocaba a la acción, y los documentos principalmente
los de Justicia y Paz de Medellín y San Miguel recomendaban los pasos del “Ver”, la ética
del “Juzgar” y el compromiso y la eficacia del “actuar”.
Entre 1968 y 1972 surgen con estas bases del Catolicismo en cinco Provincias del
Nordeste Argentino,-Chaco, Formosa, Corrientes, Misiones y Norte de Santa Fé-Las Ligas
Agrarias Católicas, iniciadas en el Movimiento Rural De Acción Católica Argentina.
Jorge Miceli, en el Libro “Monte Madre”, describe la historia de dos militantes
agrarios del Chaco, Irmina Kleimer y Remo Vénica quienes debieron huir y vivir en monte
chaqueño durante cuatro años perseguidos por el Golpe Militar. A través de la narración
de los periplos de la pareja de militantes Miceli logra una escenificar un panorama
geográfico - cultural y fundamentalmente poner al tapete la Historia reciente de la Región.
Introducción
La forma en la cual interrogamos nuestro pasado suele estar influida por los
conflictos de nuestro presente, desde la ciudadanía y desde los historiadores seleccionamos
temas y nos hacemos preguntas que a menudo reflejan las angustias.
Las preguntas que nos inquietan en un periodo determinado nos transportan a
nuestro pasado reciente para encontrar las claves que nos expliquen porque nuestros
pueblos tuvieron que enfrentar situaciones particularmente dolorosas y extremadamente
traumáticas.
Jorge Miceli, autor del Libro “Monte Madre”, en su afán por recuperar la historia de
una pareja internada en la selva Chaqueña entre los años 1975 y 1979, se enfrenta a un
doble desafío: interpelar a la historia reciente, tan militante como traumática y abordar en
consecuencia la Historia Regional desde los marcos teóricos actuales y pertinentes con el
objeto de estudio, tal vez sin conocerlos, puesto que no es historiador de profesión.
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“Monte Madre”: La Historia Reciente y Regional
A fines de la década de 1950 había surgido el Movimiento Rural de Acción
Católica, el cual dio origen en 1970 a las Ligas Agrarias. Primero en el Chaco, luego en el
Nordeste, Formosa, Misiones, Corriente, y en el Norte de Santa Fe.
En 1965, la Iglesia Católica había concluido el Concilio Vaticano II, posteriormente
las asambleas Episcopales de Puebla y Medellín y en Argentina en San Miguel (1969),
delinean los cambios en la Iglesia Católica a través de documentos que impactaron
fuertemente en un sector del Catolicismo, especialmente en las zonas rurales.
La opción por los pobres convocaba a la acción, y los documentos principalmente
los de Justicia y Paz de Medellín y San Miguel recomendaban los pasos del “Ver”, la ética
del “Juzgar” y el compromiso y la eficacia del “actuar”.
Entre 1968 y 1972 surgen con estas bases del Catolicismo en cinco Provincias del
Nordeste Argentino, -(Chaco, Formosa, Corrientes, Misiones y Norte de Santa Fe)-Las
Ligas Agrarias Católicas, iniciadas en el Movimiento Rural De Acción Católica Argentina.
Jorge Miceli, en el Libro “Monte Madre”, narra la historia de dos militantes agrarios
del Chaco, Irmina Kleimer y Remo Vénica quienes debieron huir y vivir en monte
chaqueño durante cuatro años perseguidos desde la última etapa del Gobierno de Isabel
Perón y más aún por el Golpe Militar.
A través de la narración de los periplos de la pareja de militantes Miceli logra
escenificar un panorama geográfico - cultural y fundamentalmente poner al tapete la
Historia reciente de la Región.
Este tramo de la historia de Remo e Irmina se va entrelazando con descripciones
sobre la situación del campo, la explotación de los hacheros, de los campesinos agrícolas,
de las explotaciones llevadas a cabo por las multinacionales; como también sobre qué era el
movimiento Rural y las Ligas Agrarias; junto con descripciones de los sucesos político-
sociales entre 1960 y 1980.
Todo esto en una dinámica e intensa descripción de sus valores, sus miedos, sus
esperanzas, la relación con la gente del monte chaqueño y con sus compañeros de lucha.
Puntualiza momentos de la historia Argentina, con aires de cambio profundo, que se
reflejaban en trabajo, compañerismo, organización, alegrías, esperanzas utopías a nivel
político, social y religioso y el derrumbe de esa construcción en la crueldad de la dictadura
con sus modus operandi y las complicidades institucionales, civiles y religiosas.
Entre los años 1968 y 1972 en medio de un clima de efervescencia juvenil
comprometida con ideales de igualdad y justicia para con los sectores rurales más
carenciados, el Movimiento Rural convertido en Ligas en La Provincia del Chaco, sumaban
muchas horas de reflexión consulta e intercambio con las bases y los dirigentes.
Esos jóvenes se preguntaban permanentemente ¿Cuál era el camino?
Los documentos principalmente , de justicia y Paz de Medellín y San Miguel
llenaban de contenido la filosofía de la organización; a través del método “Ver” para
diagnosticar la ética del “Juzgar” y el compromiso y la eficacia del Actuar”, los tres verbos
rectores del Movimiento Rural disciplinaban las acciones de la Organización.
Tudy Noceti ex militante del Movimiento Rural escribe la introducción del libro,
exponiendo la ideología de la Organización citando extractos precisos de los documentos
religiosos que oficiaron de inspiradores de la Organización campesina.
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Con estos principios como guías resonaban las acuciantes realidades campesinas
constatadas y reflexionadas a través de aquellos documentos. Algunos fragmentos citados
por Noceti expresaban:
“…. El verdadero desarrollo es el paso para cada uno y para todos de condiciones de
vida menos humanas, a condiciones más humanas. Menos humanas: las estructuras
opresoras que provienen del abuso del tener y del abuso del poder, de las explotaciones a
trabajadores o de las injusticias en las transacciones” (Introducción a las Conclusiones de
Medellín, 6,1968 en Miceli; 2006:14)
“…Quizás no se ha dicho suficientemente que los esfuerzos llevados a cabo no han
sido capaces de asegurar el respeto y la realización de la justicia en todos los sectores de las
comunidades nacionales …las familias no encuentran ...la juventud reclama… la mujer
reclama su igualdad de derecho y de hecho con el hombre… los campesinos reclaman
mejores condiciones de vida; o si son productores, mejores precios y la seguridad en la
comercialización…”(Documentos Justicia,1, Medellín 1968).
“Esta Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano no quiere
dejar de expresar su preocupación Pastoral por el amplio sector campesino…que requiere
una atención urgente…hay un denominador común: la necesidad de una promoción
humana de las poblaciones campesinas e indígenas.
Esta promoción no será viable si no se lleva a cabo una auténtica y urgente reforma
de las estructuras y de las políticas agrarias.”(Documento Justicia, 14).
Noceti explica que la cruel realidad rural regional y los documentos episcopales
constituían una llamada a la lucha por la justica, y por otra parte los reiterados golpes de
estado que consolidaron preocupaciones y miedos en la población que les dificultaría el
camino de la acción
Miceli, describió en su libro el trabajo de la Juventud para concretar el deseo de
estar junto al pueblo oprimido y trabajando organizadamente para lograr su liberación,
empresa en la cual se encontraron Remo e Irmina.
El autor describe una historia de amor y lucha con los hacheros del Chaco, quienes
desde fines de 1975, los ayudaron a sobrevivir en el monte, huyendo de la represión del
Estado.
Irmina, mujer militante y valiente de fuertes convicciones, a quien sus veintidós
años la encuentra transitando la clandestinidad y la soledad del monte, a quien las heridas
de bala ni el embarazo la doblegaron, el libro narra las alegrías y angustias de la maternidad
en el medio del campo y la entrega de su “nenita” para resguardarla del peligro.
Remo con el entusiasmo, el optimismo y el pensamiento reflexivo y estratégico que
les permitió sobrevivir y pode huir al exterior años más tarde.
El autor no sólo se enmarca en una historia reciente regional social, también
enriquece el texto con la descripción del paisaje del Monte chaqueño, de sus leyendas, sus
árboles, sus pájaros y bichos del lugar.
En ficticios diálogos describe el sentido del monte en una poética comparación con
el mar:
“…cuando se embravece el mar, las olas parecen montañas, de tan altas, todo deja
de tener ubicación :ya no hay arriba y abajo , no hay costados , todo es mar, todo es furia.
El barco queda a la buena de Dios, todo se mueve, todo se cofunde, pero a la vez todos son
iguales: el capitán y el marinero, el rico y el pobre, es como si Dios se hubiese enojado, y
nos quiere mostrar que para él todos somos iguales.
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El monte es más manso que el mar, pero igual. Si quiere te traga, pero si vos te
hermanas con él, podes vivir con él, podes vivir toda tu vida ahí dentro de él y te va a
cuidar…”(Miceli;2006: 28).
Luego de casi cuatro años de habitar en el monte, la pareja, luego de haber
caminado unos 300km se enfrentan a la aturdida vida urbana de la “Gran Ciudad”,- Buenos
Aires, en su huida hacia el exterior.
En ese momento del discurso el libro nos invita a pensar y comparar la vida
urbana y la paz del monte:
“Cuando bajaron del colectivo, el ritmo tan vertiginoso de la ciudad los paralizó,
se sentían mareados e indefensos. El monte era distinto…parece duro, inhóspito pero
protege a sus criaturas, las acaricia con su silencio .En el silencio del monte se puede
pensar fácilmente, reflexionar, decidir, soñar, cantar suavecito para no herirlo. El monte
también canta cuando hay viento, cuando llueve. De noche, cuando se acostaban hubieran
podido oír los pasos de una hormiga y el monte cantaba….
Aquí todo es ruido, movimiento urgente, toda la gente que camina rápido, nadie
canta, vendedores gritan, sirenas, autos y colectivos que rugen y largan chorros de humo,
gris, opaco, sus excrementos al viento, que caen en la calle y se impregna en las ropas, en
las pieles de los caminantes que no se dan cuenta y siguen caminando rápido, en mil
direcciones… ” (Miceli;2006:198)
El libro describe los espacios de las vivencias en el monte, y aunque Remo e Irmina
sabían que en esas circunstancias la diferencia entre la vida y la muerte era muy sutil, no
pensaban en la muerte, pues a cada paso que daban el monte mostraba la vida que
reventaba en sus venas .los habitantes naturales del monte, en cada movimiento, cantaban a
la vida. “Era imposible pensar en la muerte en semejante escenario” (Miceli, 2006:136)
Las fuentes utilizadas para la construcción histórica son, además del fundamental
relato de Remo e Irmina, documentos Episcopales, cartas personales, extractos del
periódico “El Campesino y Siguiendo la Huella” del Movimiento Rural y de Las Ligas
Agrarias; artículos periodísticos de las principales revistas y diarios de circulación de la
época de la dictadura; así como también declaraciones y comunicados de las Juntas y de
entidades afines como la Sociedad Rural Argentina.
El discurso tiene que ver con la profesión del autor, es un titiritero, que escribe una
historia friccionada para relatar pormenorizadamente el caso de la pareja pero en estrecha y
amena relación con los escenarios regionales, nacionales e internacionales.
Utiliza cartas personales de la pareja a sus familiares donde describen sus vivencias
y sus visiones acerca del momento que les tocaba afrontar y produce novedosas
confrontaciones noveladas con la información de la prensa, -Clarín , La Prensa, la Razón y
La Nación” en hitos Nacionales como por ejemplo el del 24 de marzo de 1976.
Así aparece en el texto la narración de un momento en el cual recogían unas
mercaderías envueltas con papeles arrugados del diario La Nación en la edición del 25 de
marzo de 1976. El autor, transcribe el siguiente artículo: “Las Fuerzas Armadas y su
determinación”, era el texto de la proclama de las tres Fuerzas Armadas difundidas el 24 de
marzo de ese año:
“Nuestro Pueblo ha sufrido una nueva frustración. Frente a un tremendo vacío de
poder capaz de sumirnos en la disolución y en la anarquía…a la falta de una estrategia
global que conducida por el poder político enfrentara a la subversión, a la ausencia total
de los ejemplos éticos y morales que deben dar quienes ejercen la conducción del Estado, a
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la manifiesta irresponsabilidad en el manejo de la economía, que ocasionara el
agotamiento del aparato productivo , a la especulación y la corrupción generalizadas todo
lo cual se traduce en una irreparable pérdida del sentido de grandeza y de fe.
Las Fuerzas Armadas, en cumplimiento de una obligación irrenunciable, han
asumido la conducción del Estado. Una obligación que surge de serenas meditaciones
sobre las consecuencias irreparables que podría tener sobre el destino de la Nación una
actitud distinta a la adoptada. Esta decisión persigue el propósito de terminar con el
desgobierno, la corrupción y el flagelo subversivo, y sólo está dirigida contra quienes han
delinquido o cometido abusos de poder.
Es una decisión por la Patria y no supone por lo tanto, discriminaciones contra
ninguna militancia cívica ni sector social alguno”. (Miceli; 2006:35)
Estas provocadoras transcripciones dan pie al escritor para exponer las opiniones de
los protagonistas de la historia respecto al Golpe y sus consecuencias directas para los
mismos; de esta novedosa manera el autor va confrontando los testimonios orales con los
escritos, en una clara disociación en las posturas políticas, sociales y económicas entre
ambas fuentes.
Asimismo se observan numerosas declaraciones de prensa de la cúpula eclesiástica
en favor de los operativos implementados por la dictadura militar, como por ejemplo el 9 de
setiembre de 1976, un día después del hallazgo de tres cuerpos en las costas uruguayas,
Monseñor Olimpo Santiago Maresma -Obispo de Mendoza- expresaba:”...hoy la Patria
está amenazada desde adentro y desde afuera. Por eso nuestro trabajo debe ser total: debe
abarcar el cuerpo y el espíritu (….) Nos reconforta ver hoy a los capitanes fe las Fuerzas
Armadas demostrando su fe en la protección de la Madre de Dios, fe que viene de muchos
años atrás, cuando San Martín dio el primer ejemplo (…)… estamos en una guerra casi
civil que no hemos declarado y que nos han declarado”… (Miceli; 2006:102)
Monseñor Tortolo, entonces vicario castrense en La Razón del 15 de setiembre de
1976, declaraba:
“…la guerrilla está en su ocaso, sorprende la alegría y el valor de los jóvenes
soldados que están luchando en Tucumán. Las estadísticas señalan que la mayor parte de
los guerrilleros son hijos de hogares rotos o mal avenidos…Respecto de presuntas
violaciones a los derechos humanos en Argentina, no tengo argumentos, ni pruebas
fehacientes para decir que sí. Lo oigo, lo escucho, hay voces, pero la realidad es la
siguiente: a mí no me consta y el mal tengo que probarlo, no basta con suponerlo…”
(Miceli; 2006:102).
Por momentos, la historia de Remo e Irmina se convierten en una excusa para
describir la historia Nacional, la economía Nacional y hasta las costumbres así como una
detallada descripción de la flora y la fauna de la Región.
El transitar de la pareja por el monte es narrada en forma sincrónica y diacrónica
con la realidad política y los sucesos entre 1960 y 1980, entrelazada con la vida en el
obraje y la producción algodonera, sus condiciones de vida sanitarias, familiares y
económicas.
Respecto a los obrajes expresa:
“La mayoría de los obrajeros eran hombres recios, insensibles y sus propiedades
eran verdaderos feudos donde mantenían un rígido control de sus pertenencias: la tierra y
sus habitantes” ( Miceli;2006:72).
En relación a los cosecheros de algodón, dice, en palabras del relato de Remo:
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“Los cosecheros de algodón se atan una bolsa en la cintura y van planta por planta
arrancando los capullos que están a más de 60 cm del suelo. Al final de la jornada les
parecía que tenían la cintura rota” (Miceli; 2006:81)
En forma categórica describe la posición de los sectores sociales afines con el
golpe militar, como por ejemplo, el de los civiles como Juan Aleman , Secretario de
Hacienda del Gobierno de Videla decía:
Sería equitativo que nos dejen para construir por lo menos tanto tiempo como el
que se le dio al gobierno anterior para destruir”-La Razón 21 de setiembre de 1976.
(Miceli; 2006:102).
En tanto, La Sociedad Rural Argentina, en un comunicado difundido el tres de mayo
de 1978, reiteraba su apoyo a la dictadura militar en algunos párrafos:
“Previamente a cualquier consideración debemos recordar cómo se encontraba la
nación en el momento que la FFAA cumpliendo con su ineludible y patriótico deber,
cubrieron el vacío de poder que se había producido”. (Miceli; 2006:191)
En su obra “Monte Madre”, a la cual el autor la autodefine como un ensayo
histórico argentino, realiza un interesante aporte a la historia reciente regional agraria.
Hoy, el desafío actual implica entender la cuestión rural en perspectiva, para poder
dar cuenta y caracterizar la complejidad del mundo agrario y también su heterogeneidad,
pocas veces explicitada y más aún en medio de la globalización. La tarea debe llevarse a
cabo desde espacios territoriales diferentes. Este es el gran reto para las ciencias sociales y
las humanidades de hoy. Una labor que no puede emprenderse de espaldas a la historia y a
sus testimonios más plurales y variados que se expresan en la historiografía regional, con
sus nuevas interpretaciones, sustentadas en estudios singulares para recrear la intersección
entre la micro y la macro historia. (Girbal-Blacha; 2012).
Miceli, pone en tensión en todo el texto, las relaciones de poder entre los diferentes
actores sociales del proceso histórico abordado, de una manera muy didáctica e ilustrativa,
con una utilización de la prensa como fuente para confrontar los relatos orales de los
protagonistas de la historia.
Es difícil para historiador que convive en este tiempo y en esta sociedad,
aproximarse, estudiar, investigar y temas-problemas de la historia política reciente, de
actores que actúan, de la política, de las prácticas militantes y militares, del estado, en
definitiva, de la construcción del poder e identificación de los actores individuales o
colectivos en la arena de resolución de conflictos aún vigentes y permanentes.
En este sentido, Vezzeti (2007), sostiene que sigue abierta una recuperación pública
y una edificación política y jurídica de la memoria y de una acción efectiva sobre el pasado,
argumenta que en la intersección de memoria y política se sitúan las apuestas decisivas e
inciertas de una formación duradera, equilibrada, de la relación justa entre memoria del
pasado e imaginación y voluntad proyectadas al futuro.
El autor no delimita explícitamente la Región, el espacio, queda implícitamente
determinado a través de la construcción del discurso en el proceso histórico relatado.
Desde la historiografía, las actuales tendencias entienden la Historia Regional sin pensar"
la región en términos conceptuales para estudiar ciertos procesos, sino que al estudiar los
procesos queda aclarado el espacio investigable "(Bonaudo; 2001:1);
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Para Favaro, la delimitación del espacio temporal de la investigación se fundamenta
desde un marco teórico teniendo en cuenta el objeto de estudio, el método y las fuentes, al
ampliarse las dimensiones de análisis en nuestra disciplina es necesario reflejarlo en estos
intentos de re significar la historiografía argentina, sino se continua círculo vicioso
discutiendo las mismas temáticas o nuevas dimensiones de las mismas.(Favaro; 2011:19)
Para Leoni, las regiones no son categorías a priori sino verdaderos productos
históricos, espacios construidos, y no un determinismo de origen geográfico o
administrativo. (Leoni; 2011)
Reflexiones finales
El autor reproduce en el discurso escrito en papel los instrumentos de su profesión
de titiritero, pone en escena en los diecinueve capítulos del libro, a los actores sociales que
actuaron durante la década del setenta y el ochenta en la Argentina.
Le pone “voz” a Remo e Irmina que eran los silenciados en ese momento y los pone
en diálogo, a través de la prensa a los “otros” actores sociales que si tenían poder para
expresarse, como las Fuerzas Armadas, la Iglesia conservadora, la Sociedad Rural o
periodistas “políticos” cómplices de la dictadura militar.
Las obras acerca de la historia reciente y presente, además de estar fuertemente
interrelacionadas con todas las ciencias sociales son absolutamente necesarias para
comprender los cambios operados permanentemente en la sociedad y las economías locales.
Miceli, no sólo pone en escena el clima social, sino también graba en interesantes
párrafos una rica descripción geográfica de la Región especificado en la flora, la fauna, las
leyendas y los habitantes del monte.
No menos interesante resulta la significación y las representaciones que los
protagonistas tienen del ”monte”, justificando de esta forma el merecido título elegido para
el texto: ”Monte Madre”.
A través de la reconstrucción de una historia particular, de historias de vidas, de
casos, el autor logra poner en diálogo a la historia regional, local y nacional, problemática
que actualmente se centra en discusiones teóricas acerca precisamente de abordarlas
como lo hace Miceli, integradas en un relato complejo, pero dinámico y ameno .
Jorge Miceli, es un titiritero que logra reconstruir desde el ejercicio de las memorias
individuales de Remo e Irmina la memoria colectiva Nacional del doloroso
autodenominado” Proceso de Reorganización Nacional”- en la Argentina.
Por último “La HR, nos ofrece hoy una serie de posibilidades que aún estamos en
vías de explorar" (LEONI, 2011); esto se torna aún más contundente cuando los temas a
investigar se tratan de la historia reciente de nuestra Región.
Bibliografía
BONAUDO, Marta, (2001) “Entrevista a Mario Cerutti”, en Avances del Cesor,
núm.3, Universidad Nacional de Rosario, Rosario, vol III.
FAVARO, Orieta (2011) La trastienda de la Historia la historia Regional en
Sujetos Sociales y política .Historia Reciente de la Norpatagonia Argentina. La Colmena.
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GIRBAL-BLACHA, Noemí. "La Historia Regional Argentina En Tiempos del
Bicentenario de la Revolución de Mayo de 1810". Revista Mundo Agrario. Nº 24. 1er
semestre 2012.
LEONI, María Silvia. "El desarrollo de la Historia Regional en la
Argentina"(conferencia). I jornadas Provinciales de Historia Regional "Sociedad, Espacio,
cultura y Poder". Departamento de Historia. Facultad de Humanidades. Formosa. 2011.
Inédito.
MICELI, Jorge (2006) Monte Madre. Reconquista. Santa Fe.
VEZZETTI, Hugo. (2007) “Conflictos de la Memoria en la Argentina. Un estudio
histórico de la memoria social”. En: Anne Pérotin- Dumon (dir.). Historizar el pasado vivo
en América Latina,. URL:
http://etica.uahurtado.cl/historizarelpasadovivo/es_contenido.php
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Los desafíos de hacer Historia reciente.
Karina Giménez. gimenezk31@gmail.com
Raúl Urbina. urbinaraul1@gmail.com
Instituto Pedagógico Provincial
Formosa Capital
Resumen
Dentro de las polémicas que se han abierto a causa de los cambios establecidos por
la transformación educativa, una de las más interesantes es la referida a la incorporación a
la currícula de la historia reciente.
Si bien estos contenidos no están totalmente ausentes de la enseñanza, se restringen
a poco más que sobrevolar rápidamente algunos pocos acontecimientos de las últimas
décadas del pasado y, a medida que se acercaban al presente, se limitaba a una
enumeración aséptica de presidentes.
La finalidad de una “mayor dosis” de historia cercana, es permitir a los alumnos
comprender mejor el mundo en el que les ha tocado vivir. Por otra parte, desde el punto de
vista del sujeto del aprendizaje, se supone que una temática vinculada más estrechamente a
su cotidianeidad, lograría un mayor interés en el estudio de una disciplina en la que lograr
al menos su atención resulta cada vez más difícil.
Hacer Historia reciente planteará desafíos, objeciones como también oportunidades
para la comunidad académica y para la ciudadanía en general.
La historia reciente es una especialidad sustancialmente arriesgada. Supone
confrontar al historiador con un pasado vivo, cualquier discrepancia, daría pié a que aquél
fuese acusado de parcialidad, desacreditando su trabajo e incluso censurarlo.
Historia reciente: ¿por qué “historizar” los tiempos que vivimos?
“El hombre que se aventure a escribir sobre Historia Contemporánea debe esperar
verse atacado, tanto por lo que ha dicho como por lo que dejó de decir”.
VOLTAIRE, carta a Bertin de Rocheret
Surgen interrogantes:
¿Por qué los jóvenes y niños saben tan poco de historia?, ¿qué enseñan maestros y
profesores?, ¿es importante saber historia? ¿Por qué, para qué?, ¿Qué acontecimientos
históricos pueden aportarse a tan corta distancia de los sucesos y un pasado conviviente?
¿Puede “la memoria” llegar a ser objeto de conocimiento histórico? ¿En qué
aspectos el trabajo del pasado reciente difiere del pasado más remoto? ¿Puede el docente
ser imparcial en lo que trasmite a sus alumnos? o
¿Podrá hacer una descripción objetiva de los procesos históricos diferenciando de
sus opiniones o tendencias ideológicas?, circulan en las comunidades educativas (padres,
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docentes y alumnos), en los medios masivos de comunicación, en las administraciones
escolares y en los partidos e ideologías que están detrás de ellas.
Desafíos de hacer historia reciente
Hacer Historia reciente plantea desafíos, objeciones como también oportunidades
para la comunidad académica y para la ciudadanía en general.
El desafío consiste en la construcción de una historia que brinde respuestas a la
creciente demanda de una sociedad inmersa en la complejidad de la
mundialización de los acontecimientos.
La Historia Reciente es una actividad especialmente arriesgada. Supone confrontar
al historiador con un pasado vivo, Cualquier discrepancia o disonancia daría pie a
que aquél fuese acusado de parcialidad, desacreditando su trabajo e incluso
censurado.
Un historiador vive en ambos mundos: el de la conciencia histórica de su tiempo, y
el del saber profesional.
Los sucesos de la “historia inmediata” son “usados” de acuerdo a la significatividad
que le da el historiador , ese “uso del pasado en lugar de historia” implica uno de los
mayores riesgos para el quehacer histórico ya que este requiere de una
“honestidad” intelectual y un gran respeto por la formación de la conciencia
colectiva.
El problema de la delimitación temporal
Esto llevaría a preguntarse ¿a partir de qué fecha debe callar el historiador? ¿Qué
período abarca la historia presente?
El límite cronológico no se entiende como una época determinada, con una
delimitación temporal estática y fija, sino como una categoría dinámica y móvil que
se identifica con el periodo temporal en el cual desarrollan su existencia los propios
autores e historiadores.
El historiador se enfrenta a procesos abiertos, aún vigentes, inacabados, lo que
supone mayores niveles de complejidad.
El lugar del presente en la enseñanza de la historia
Abordar esta cuestión sobre la base de las siguientes ideas:
1-La recurrente aseveración según la cual el pasado ayuda a explicar el presente,
solo es válida siempre y cuando desde el presente se formulen interrogantes que obliguen a
desandar el camino de la historia.
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Por lo general, los presentes históricos no vienen acompañados de un material
historiográfico que los ilumine. En consecuencia, cada uno de estos presentes conmina a
sus historiadores a plantear nuevas preguntas a construir nuevos objetos de investigaci6n, a
descubrir nuevas temporalidades, es decir hay que construirlos.
A su vez, el presente constituye un campo de investigación historiográfica con su
propia especificidad. Parte de ella reside en las características diferenciales de sus
acontecimientos respecto de los correspondientes a los periodos precedentes.
2- La formación de la conciencia histórica es el objetivo prioritario de la enseñanza
de la historia. Esta conciencia, anclada en el presente, incluye tanto las representaciones
que los sujetos adquieren sobre el pasado como las imágenes sobre las que proyectan el
futuro. Por tanto, carece de legitimidad una enseñanza de la historia que evada la
consideración del presente.
3- No hay ni puede haber un programa común sobre la historia presente. En tanto
sujetos situados, los profesores se apropian del currículum y construyen su propia
pedagogía de la historia en la medida en que esta como todo conocimiento es campo de la
lucha hegemónica.
4- La construcción de una didáctica de la historia reciente requiere tener en cuenta
las especificidades de sus contenidos conceptuales.
Historia ¿quién y para quienes?
La historia reciente involucra a los sujetos del hecho educativo. Las aulas pueden
albergar por igual a víctimas y victimarios. Pero esto no es todo: los salones de clases
reúnen a personas a quienes una historia les resulta tan indiferente como cualquier otra
historia.
De modo tal que los profesores enfrentan una doble dificultad: La primera consiste
en dirigirse a una audiencia constituida para quienes de una manera u otra tuvieron algo
que ver con el periodo en cuestión. Esta tensión refuerza la necesidad de explicación.
Pero aquí la explicación se desliza por un terreno tortuoso en el que los actores
reclaman la razón para sí: "mi padre estuvo allí" es una expresión que se interpone con la
prepotencia del cuerpo jugado en la acción, con la fuerza del testigo.
La explicación histórica, Sin embargo, solo es válida en tanto demuestre su
capacidad para ir más allá de los relatos de los testigos. Los testigos son fuentes, es decir,
materia prima del trabajo historiográfico y, en el caso de la enseñanza, puede ser un punto
de partida, aunque difícilmente la explicación del profesor logre cambiar puntos de vista
anclados en la experiencia personal.
La segunda en la indiferencia hacia el pasado -que se extiende por igual al presente
- tiene que ver con la impronta cultural de nuestra época que, entre otras cosas, ha operado
una pérdida del sentido temporal propia de la experiencia humana.
Esta actitud no está al margen de los acontecimientos de la historia reciente. De
modo que las estrategias explicativas deberán comprender este fenómeno de nuestra
cultura. Creo, y de alguna manera lo he experimentado, que los jóvenes pueden interesarse
mejor en una historia que los involucre como generación.
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Llegados a este punto, se hace necesario abordar la figura de los profesores como
sujetos situados, portadores de un saber específico -la historia- y a su vez de las
concepciones del mundo que orientan su labor en forma explícita o implícita.
EI reclamo por un currículum de historia capaz de permitir la comprensión del
presente es inescindible de la consideración de los sujetos a los que se dirige.
¿Qué historia para que alumnos? y, como los encargados de conducir procesos de
enseñanza y aprendizaje son los maestros y profesores, hay que añadir otra pregunta: ¿Que
curriculum para que educadores? (Tamarit, 1997)
Se entiende entonces, la impugnación la idea de un estado neutral que persigue el
bien común, que emprende reformas igualmente neutrales, y cuyos docentes son agentes
reproductores de ideologías.
Nuestra propia biografía escolar -incluida la universitaria- y las manifestaciones de
los colegas en jornadas de capacitación, etc.; coinciden en la insuficiencia de Contenidos
sobre los temas del pasado reciente en los programas de los profesorados. Estos contenidos
aparecen en parte comprendidos dentro de las programaciones de Historia Contemporánea.
Pierre Nora (1978:221)
La historia del presente es objeto de una nueva historiografía que, por un lado se
desprende de la historia contemporánea y por otro, deja de lado el prejuicio sobre la
posibilidad de hacer historia sobre el presente porque los historiadores no conocen el
futuro.
Ha quedado atrás la preceptiva de la Academia Nacional de la Historia según la cual
deben pasar cincuenta años para que los acontecimientos puedan ser objeto de
conocimiento histórico.
En busca de una didáctica
Como dar cuenta de la historia del siglo XX sin perderse en la enorme masa de
información disponible?
Cómo hacer la opción para unos acontecimientos de modo tal que puedan sintetizar
los procesos que culminan en ellos al mismo tiempo que se revelen capaces de proyectarse
hacia el futuro?
Hasta hace no mucho tiempo, las didácticas especiales tenían un fuerte carácter
normativo. La metodología, en singular, parecía la clave abracadabrante de la enseñanza.
Asimismo, la demanda de los profesores, muchas veces se orientan hacia una
metodología capaz de solucionar los muchos y complejos problemas que plantea el
ejercicio docente.
Lo cierto es que no hay metodología sino metodologías, que estas dependen de los
tipos específicos de contenidos conceptuales y que este, a su vez, son productos de una
selección que remite a una teoría de la historia.
La teoría además, orienta los criterios de periodización, los ejes temáticos, los
contenidos procedimentales y actitudinales. No hay ni puede haber una didáctica
independiente de los contenidos de la materia histórica como no hay ni puede haber un
tratamiento puramente empírico de la misma.
Lo que los profesores conciban como el pasado reciente, orientara sus estrategias de
enseñanza. Si se acuerda con lo dicho aquí sobre el tema, se acordara también en la
necesidad de un tratamiento específico, entre otras cosas, porque, la cantidad y densidad de
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los acontecimientos requiere de un esfuerzo de selección mucho mayor respecto de otros
periodos de la historia
En los últimos tiempos, la enseñanza de la historia que se desarrolla en la escuela,
ha comenzado a ocupar un espacio interesante en los diversos discursos sociales.
Así, los frecuentes debates producidos en relación con los contenidos del currículo
de Historia indican la naturaleza ideológica del problema y su importancia como
instrumento al servicio de la política, debate que no siempre se produce en otras disciplinas
escolares.
Por otro lado, esta disciplina sigue creando problemas entre quienes la enseñan y
entre quienes la aprenden. Los primeros, porque no consiguen generar aprendizajes acordes
a sus expectativas; los segundos, porque no siempre visualizan algún valor en lo que
aprenden.
En la vida cotidiana de las aulas los alumnos y profesores, al igual que el resto de
las personas, ponen en acción un conjunto de concepciones sobre la realidad social y sobre
la realidad escolar en particular. Estas perspectivas son al mismo tiempo "herramientas"
para poder interpretar la realidad y conducirse a través de ellas.
En la perspectiva de los sujetos que enseñan historia hay un núcleo de tradiciones
interpretativas cuya preocupación aparece orientada hacia "el mundo del sujeto", y hacia el
"mundo de las significaciones". (Castoriadis, 1990, 1993, 1997). Por qué investigar la
enseñanza de la Historia reciente/ presente
Quienes enseñamos historia tenemos la alternativa de bucear en las significaciones
de los procesos históricos recientes, que como todos los transcursos se entraman en
campos de fuerza de diferentes impulsos que operan en la cambiante intersección de
discursos a menudo en conflicto.
Exponer junto a las jóvenes generaciones la necesidad de un examen amplio y
desprejuiciado de la historia reciente posibilita la comprensión de las sociedades como
producto del desarrollo y de las luchas históricas.
Es claro que la enseñanza del pasado reciente requiere, como cualquier otro período
histórico, de la historia profesional con toda la espesura teórica y las herramientas del
oficio para establecer verdades controversiales provisorias e históricamente condicionadas.
En el pasado reciente, la realidad ha demandado nuevas explicaciones surgidas de la
academia, de la política o de caminos de intersección entre ambas. Significarlo y
convertirlo en objetos de enseñanza da cuenta que el problema excede a la simple
reconstrucción histórica de lo acontecido; se trata además de un problema político,
filosófico y ético.
Sabemos que la educación se liga al porvenir y que no hay educación sin referencia
al pasado y que ese pasado siempre fue y es muy controvertido. Hubo y quizás todavía hay
una tradición de divorcio entre lo que enseñamos y la realidad histórica y, por lo tanto,
también la realidad presente.
Desconocer lo reciente puede ser un síntoma que nos revela la verdadera relación
con el pasado -sin interesar que este sea lejano o reciente- o también podría ser un síntoma
que dé cuenta de cuál es el lugar de la historia en nuestra sociedad, pregunta que permite
indagar aspectos que nos definen como comunidad.
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La propuesta entonces consiste en abordar teóricamente el síntoma, entendiendo el
pasado como un nuevo territorio de la política (Cruz, 2001), y poner en juego algunas
cuestiones que hacen al debate sobre la sociedad en nuestro país y desde allí reconocer la
importancia de la enseñanza de la historia reciente/presente en la formación de las jóvenes
generaciones.
Dentro de las polémicas que se han abierto a causa de los cambios establecidos por la
transformación educativa, una de las más interesantes es la referida a la incorporación
a la currícula de la historia argentina reciente. Si bien estos contenidos no estaban
totalmente ausentes de la enseñanza, se restringían a poco más que a sobrevolar
rápidamente algunos pocos acontecimientos de las últimas décadas de nuestro pasado
y, a medida que se le comenzaban a pisar los talones al presente, se limitaba
el racconto a una enumeración aséptica de presidentes.
La finalidad de que una mayor dosis de historia cercana permita a los alumnos
comprender mejor el mundo en el que les ha tocado vivir. Por otra parte, desde el
punto de vista del sujeto del aprendizaje, se supone que una temática vinculada más
estrechamente con la vida cotidiana de los jóvenes permitiría un mayor interés de su
parte en el estudio de una materia en la que lograr al menos su atención resulta cada
vez más difícil.
La importancia de la historia reciente no debe subestimarse por el fuerte
condicionamiento que ese pasado remoto ha dejado en nuestras sociedades (por
ejemplo, ¿puede entenderse el presente de América Latina sin conocer su pasado
colonial?).
Se ha reavivado el interés en los medios de comunicación por la enseñanza de la
historia.
Más allá de las reflexiones que podamos realizar sobre la historia erudita, es necesario
ensayar una respuesta sobre lo que ocurre con la historia escolar. Para ello sería
conveniente una relectura (aunque sea panorámica) de los manuales.
Aspirar a una pedagogía que combinara la razón, el corazón y la acción. Tal vez,
lograr esta intersección sea el objetivo cuando nos proponemos desarrollar políticas para
promover la enseñanza de nuestro pasado reciente en la escuela.
Los resultados no pueden evaluarse en el corto plazo, no podemos asegurar que
luego de este proceso los jóvenes cambien sus convicciones políticas y sus valores cívicos,
que hayan superado el miedo de sus padres, que sean más solidarios, que logren
reconocerse más fácilmente en el “otro”.
Sí podemos afirmar que se instalaron en ellos preguntas inquietantes difíciles de
disipar y que los involucran activamente. “Tenés que vivirlo vos, no se puede transmitir lo
que te pasa”, decían unos. “Me sirvió para crecer como persona. A sentir de otra manera. A
pensar de otra manera”, contaban otros.
Las posibilidades de que este proceso siga depende precisamente de la existencia de
espacios sociales donde los jóvenes tengan verdaderos momentos de encuentro entre el
pensar, el sentir y el actuar.
En principio, una educación comprometida, que los comprometa. Como espera una
escuela como tiempo de esperanza en la crisis de las utopías; una escuela como vigencia de
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lo público en la crisis del pensamiento; una escuela como espacio común de lo diferente
frente a la crisis del deseo.
Recordar no garantiza no repetir, no obstante constituya su utopía. Recordar implica
develar y asumirlas condiciones que hicieron posible el pasado para reconocerlas en el
presente. “El pasado sólo habrá sido superado el día en que las causas de lo ocurrido hayan
sido eliminadas. Y si su hechizo todavía no se ha roto hasta hoy, es porque las causas
siguen vivas”
No lo lograremos haciendo de la historia un monumento sino formando nuevos
ciudadanos que sean capaces de reflexionar sobre sí mismos y sobre las implicancias de sus
conductas y sus opciones. Ese debería ser el mandato de una necesaria y renovada memoria
escolar.
La escuela de hoy no está hecha para enseñar el conflicto. Se lleva mal con la
controversia, se cree neutral, prefiere dejar la política fuera del aula y homenajear a héroes
consagrados por epopeyas lejanas en el tiempo.
Por eso, cuando desde el Estado se le pide a la escuela que incorpore a la última
dictadura en los programas de Historia, los docentes enfrentan en el aula un desafío
mayúsculo: ¿cómo enseñar una historia que no tiene aún versiones definitivas? ¿Qué hacer
si en el curso conviven el familiar de un desaparecido con el de un militar, o alumnos que
escuchan en sus casas relatos contrapuestos de lo que sucedió? ¿Dónde poner las propias
convicciones cuando se da clase?
Hay varios problemas con enseñar historia reciente en la escuela. Su carácter actual
y controvertido, su condición abierta son algunos de ellos. "La posibilidad de historizar el
pasado cercano es una discusión incluso dentro de la disciplina” Dice María Paula
González, historiadora, docente e investigadora de Universidad Nacional de General
Sarmiento y del Conicet, especializada en didáctica de la historia reciente:
"Además, las memorias en conflicto resuenan y la escuela no está acostumbrada a
esas controversias. Se mueve más cómoda con el pasado lejano, no con temas que están en
la agenda pública", explica. La naturaleza traumática de este pasado cercano suma
dificultades -es una historia sin héroes, sólo hay víctimas y victimarios-, además de la
cuestión ética que obliga a los docentes a posicionarse, más o menos explícitamente.
Conclusión
La historia reciente duele todavía hoy, y lo hace de manera particular para cada
sociedad. "Una dificultad de enseñar historia reciente es la tensión entre explicar las cosas y
juzgarlas. Una historia cargada de frustración como la historia reciente tiene ese tono que
dificulta la explicación. Explicar exige tomar distancia, no suspender el juicio, sino
administrarlo", dice el sociólogo e historiador Marcos Novaro.
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Otro aspecto a analizar y que en oportunidades se presentan como argumentos para
“No hacer historia reciente” es la “ subjetividad” del historiador o del “emisor” de los
procesos históricos que se intenta trasmitir , en el primero de los casos porque el
historiador o el docente se encuentra demasiado inmerso en los “procesos” que debe
presentar.
De ello debemos concluir que el término “ Contemporánea” en el sentido empleado
hasta hoy en la enseñanza se introdujo ya en 1.867 en tiempos de Napoleón III , en una
reforma educativa francesa liderada por el ministro Víctor Duruy, y la delimitación de
un período histórico iniciado con la revolución francesa y que se extiende hasta la
actualidad y que según esta concepción la duración de este período histórico “no cerraría
nunca”. La concepción así establecida determinó el reconocimiento de cuatro grandes
edades que durante muchísimo tiempo y a lo largo de generaciones, nuestros alumnos han
memorizado con bastante éxito.
Pero resulta indudable reconocer que en el campo de la Historia y a la marcha de la
humanidad se han producido transformaciones estructurales que ponen en duda la precisión
del término “Contemporáneo” por lo que podríamos afirmar que la idea de
contemporaneidad es “RELATIVA”, y que al incorporar la Historia Reciente dentro de los
procesos históricos a analizar, la periodización tradicional que incluye a la edad
Contemporánea hasta nuestros días, DEBE SER REVISADA.
Es indudable que esta postura ya ha sido contemplada por diferentes círculos
historiográficos y se ha intentado esbozar nuevas definiciones más o menos improvisadas
pero que revelan esa necesidad de “revisión” así se ha hablado de “ era espacial”, “ era
atómica” “ era informática “ etc. para señalar tiempos muy diferentes a los tiempos en que
surgió el término “contemporánea” para la última etapa de la periodización utilizada en la
mayoría de los sistemas educativos.
No resultaría entonces inapropiado sostener a partir de la propuesta que la
“contemporaneidad” incluye necesariamente la experiencia vital y la memoria colectiva de
las generaciones vivas que contribuyen a la formación de la conciencia histórica y donde el
sujeto del “aquí y ahora” se ve partícipe porque la ha protagonizado o contemplado como
testigo y está comprometido voluntariamente o no a la construcción de esta conciencia.
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Francisca Zambonini de Zambrini, Imágenes Ejemplares En La
Historiografia Local y Regional.
Alicia Nelly Caballero
Carrera de Historia
Facultad de Humanidades
Universidad Nacional de Formosa
Junta de Estudios Históricos y Geográficos de Formosa
Formosa Capital
acaballero@arnet.com.ar
Resumen
Los hombres y mujeres que llegan a la recién fundada Villa Formosa por el
Comandante Luis Jorge Fontana entre marzo y abril de 1879, constituyen un universo de
protagonistas propios de un nuevo orden social inmerso en el proceso de afirmación del
estado nacional en los espacios fronterizos.
Rescatar e ilustrar trayectorias individuales y colectivas de estos pioneros, es clave
para la comprensión de la dinámica socio-cultural de estos escenarios y sus convivencias
iniciales donde se vislumbran peculiaridades de los albores de la sociedad formoseña.
Entre otras figuras aparece Doña Francisca Zambonini de Zambrini a quien la
memoria social y la historia retratan como pionera del magisterio en el territorio de
Formosa. ¿Quién era esta mujer?327
¿Con qué registros contamos que permitan acceder a
construir la historia de estas comarcas alejadas de los centros del poder estatal, pero
preocupación vertebral de un poder central en pleno proceso de expansión y definición
territorial?
En el imaginario formoseño, la representación ejemplar de Francisca Zambonini se
dibuja como modelo de virtudes femeninas y docentes.
En apretado recorrido historiográfico, nos detenemos en autores locales y regionales
que ofrecen la semblanza de la pionera de la docencia formoseña buscando extraer
imágenes comunes instaladas en la tradición ciudadana, en la conmemorativa escolar y la
discursiva periodística de manera insistente hasta constituirse en certezas evocativas de la
memoria social
Introducción
Los hombres y mujeres que llegan a la recién fundada Villa Formosa por el
Comandante Luis Jorge Fontana entre marzo y abril de 1879, constituyen un universo de
327 Francisca había nacido en Carmen de Patagones, población donde Fontana había pasado su infancia y su
adolescencia. Allí, Don Mariano Zambonini padre de la joven, era maestro fundador de la primera escuela del
poblado fronterizo bonaerense. A su vez, ya en el Paraguay los hermanos de Francisca eran allegados al
comandante incluso Santiago Zambonini participó del viaje de exploración para determinar el lugar de asiento
de la futura gobernación del Chaco y de acuerdo a lo contado en la Carta Abierta, se desempeñaba como
vicecónsul argentino en Asunción.
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protagonistas propios de un nuevo orden social inmerso en el proceso de afirmación del
estado nacional en los espacios fronterizos. Rescatar e ilustrar trayectorias individuales y
colectivas de estos pioneros, es clave para la comprensión de la dinámica socio-cultural de
estos escenarios y sus convivencias iniciales donde se vislumbran peculiaridades de los
albores de la sociedad formoseña.
Entre otras figuras aparece Francisca Zambonini de Zambrini a quien la memoria
social y la historia retratan como pionera del magisterio en el territorio de Formosa. ¿Quién
era esta mujer?328
¿Con qué registros contamos que permitan acceder a construir la historia
de estas comarcas alejadas de los polos del poder estatal, pero al mismo tiempo,
preocupación vertebral de un poder central en pleno proceso de expansión y definición
territorial?
En el imaginario formoseño, la representación ejemplar de Francisca Zambonini se
dibuja como modelo de virtudes femeninas y docentes. En apretado recorrido
historiográfico, nos detenemos en autores locales y regionales que ofrecen la semblanza de
la pionera de la docencia formoseña buscando extraer imágenes comunes instaladas en la
tradición ciudadana, en la conmemorativa escolar y la discursiva periodística de manera
insistente hasta constituirse en certezas evocativas de la memoria social.
Semblanza biográfica de Francisca Zambonini
Francisca Zambonini nació en Carmen de Patagones (Buenos Aires) el 8 de mayo
de 1856, hija de Mariano Zambonini y Carmen Viale. Hacia 1870 encontramos la familia
Zambonini radica en Asunción del Paraguay. En enero de 1874 se casó con Luis Zambrini,
inmigrante italiano, en la Iglesia de Encarnación de la Capital de la República del Paraguay.
El joven matrimonio se radicó en Villa Occidental donde nacieron sus tres primeros hijos
(Luis María, Jorge Nicanor y Carmen).
Al producirse la entrega de Villa Occidental después del laudo arbitral, la familia
Zambrini se radicó en la recién fundada Formosa en abril de 1879. Años más tarde Fontana
explicaba, en uno de los paquebotes llegó el respetable señor Zambrini con su joven esposa
y sus hijitos329
.
En junio de 1879, el Presidente Avellaneda nombró a Zambrini como
Administrador de Correo330
. También se dedicó al comercio y participó activamente en la
vida política del municipio formoseño, integrando la primera comisión municipal de la
Villa nombrada por el Comandante Fontana331
.
328 Francisca había nacido en Carmen de Patagones, población donde Fontana había pasado su infancia y su
adolescencia. Allí, Don Mariano Zambonini padre de la joven, era maestro fundador de la primera escuela del
poblado fronterizo bonaerense. A su vez, ya en el Paraguay los hermanos de Francisca eran allegados al comandante incluso Santiago Zambonini participó del viaje de exploración para determinar el lugar de asiento
de la futura gobernación del Chaco y de acuerdo a lo contado en la Carta Abierta, se desempeñaba como
vicecónsul argentino en Asunción. 329 Luis J Fontana, Carta Abierta a Formosa Capital del Chaco Austral fundada el día 28 de marzo 1879 por
Don Luis Jorge Fontana, San Juan, Imprenta y Librería Sarmiento, 1911. p. 45. 330 Registro Nacional de la República Argentina, Año 1879, Tomo XVIII. P. 196. 331 Emilio Ramón Lugo – Cirilo Ramón Sbardella, Aspectos históricos del municipio formoseño, Formosa,
Editorial Gualamba, 1993. p. 36.
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Arminda Paz afirma que Francisca estaba dedicada a las tareas del hogar332
, pero
condolida por la ignorancia de los niños formoseños, Francisca impartió clases bajo un
frondoso árbol, cuando aún no había sido instalada la escuela oficial333
.
En 1892 la familia Zambrini se trasladó a la ciudad de Asunción. Francisca falleció
en esa ciudad el 10 de septiembre de 1902334
.
Fontana, la Carta Abierta y el retrato de Misia Panchita
En 1911, en oportunidad de un nuevo aniversario de la Fundación de Formosa, el
entonces gobernador del Territorio Nacional D. Juan José Silva, correntino de nacimiento,
pronuncia un discurso alusivo a la conmemoración, en el que sostiene que la Fundación de
la Villa fue una obra colectiva, no atribuible a ninguna persona en particular, poniendo en
tela de juicio la versión tradicional que consideraba al Comandante Fontana como el
fundador de Formosa el 8 de abril de 1879335
.
El polémico discurso del gobernador sembró, así, la duda en el vecindario a cerca de
quien era el protagonista principal en la gesta fundacional. En términos históricos, el
recuerdo del hecho era reciente pues sólo habían transcurrido 32 años del acontecimiento,
sumado al hecho que el mismo Fontana aún vivía en San Juan. Ante tales sospechas, día
más tarde, Carlos C. Castañeda, vecino destacado de Formosa y amigo personal del
Comandante Fontana, le escribe una carta, pidiéndole que despejara las dudas surgidas
después de la alocución de Silva.
En extensa misiva, fechada el 15 de septiembre de 1911, Fontana respondió a
Castañeda relatando con lujo de detalles los avatares vividos desde la finalización de la
Guerra de la Triple Alianza hasta las campañas por el Gran Chaco de 1880. La fundación
de Formosa en la margen occidental del Río Paraguay de acuerdo a las órdenes recibidas
del Gobernador Lucio V. Mansilla, después de conocerse el Fallo Arbitral del Presidente
Rutherford Hayes en noviembre 1878, la llegada de los primeros pobladores desde Villa
Occidental y la entrega de la Villa al gobierno paraguayo constituyen la medula de la
epístola de Fontana336
.
En este sentido el examen de las conmemoraciones nos permiten ver la continuidad
temporal que presentan, pues a través de ellas el pasado se vuelve a revisar, a formalizar a
la luz de los valores presentes. Así la conmemoración ocupa un lugar central en el universo
político y por ende estas prácticas generan no solo adhesiones y consensos sino también
tensiones y conflictos337
. Es interesante, entonces, focalizar la mirada en la Carta Abierta en
tanto documento nacido en la búsqueda de resolver un dilema histórico en el contexto de
332 En Formosa, nacieron tres de sus hijos (Américo, Amparo y Antonio). A su vez el matrimonio Zambrini
adopto dos pequeños niños aborígenes, según consta en Libros de Bautismo de la Parroquia de Nuestra
Señora Del Carmen. En: Diario La Mañana, Formosa, domingo 17 de marzo de 2013. p. 28. 333 Arminda Paz, Francisca Zambonini de Zambrini. La primera maestra de Formosa, Cátedra de Historia
Regional, Facultad de Humanidades – UNaF, 2004. 334 Diario La Mañana, ob. cit., p. 28. 335 Justo L. Olivera, Fontana. Biografía de un patriota, Buenos Aires, Corregidor, 2011, p. 111. 336 Luis J Fontana, Carta Abierta a Formosa Capital del Chaco Austral fundada el día 28 de marzo 1879 por
Don Luis Jorge Fontana, San Juan, Imprenta y Librería Sarmiento, 1911. 337 Brigida Baeza, Frontera/s y memoria/s, “Los pioneros” coyhaiquinos y trevilenses. En: Intersecciones en
Antropología, Versión on-line V. 10 N° 2, Olavarría, Julio/Diciembre 2009.
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los procesos identitarios de poblaciones en plena formación y expresión de la memoria viva
del mismo sujeto en cuestión.
En el caso particular de Francisca, el relato epistolar de Fontana constituye una
pieza clave en la materialización del retrato ejemplar de la joven pionera al momento de
recordar la historia inicial de la comunidad formoseña. Fontana escribió:
“… En estos preliminares estábamos cuando dejé a Formosa, y los
habitantes de Villa Occidental durante mi ausencia, que fue corta,
continuaron llegando lentamente, aquellos más escasos de recursos
bajaban en canoas y en los barcos de cabotaje que zarpaban del puerto
de la Asunción, cargados de frutos del país, cuero, maderas, yerba,
bananas y naranjas y de muchos otros productos, estos buques llevaban
destino a los puertos del río Paraná hasta el Rosario y Buenos Aires. Los
comerciantes y las personadas acomodadas venían en los vapores de la
carreras que pasaban haciendo escala, detenían un momento su marcha
para que desembarcaran los pasajeros con sus muebles y enseres
domésticos.
En uno de los paquetes, llegó el respetable señor don Luis Zambrini, con
su joven esposa y sus hijitos, uno de esos niños es hoy el distinguido
facultativo de la clínica de la Capital Federal Doctor don Antonio F.
Zambrini. La señora de Zambrini Doña Francisca Zambonini (misia
Panchita, la llamaban), era hermana de los comerciantes acaudalados
del Paraguay, por esa época señores Mariano y Santiago, de Bartalomé y
de Antonio Zambonini, actualmente estos señores son gerentes de Bancos
en Buenos Aires, Bahía Blanca y La Plata, prueba evidente de su
competencia comercial y honradez personal.
La señora de Zambrini desempañaba en Villa Occidental la dirección de
la escuela nacional, y era dechado de virtuosas prendas personales
realzadas por su natural bondad y cultura, que la hacía digna de cariño y
de respeto, que le profesaron siempre los habitantes de Formosa, como lo
habían hecho antes en Villa Occidental.
Cuantas veces poseídos de admiración, contemplamos a esta señora
enseñando a leer a los niños a la sombra de los árboles, con el mismo
empeño y piadosa resignación, como si se encontrase bajo el techo de un
lujoso recinto; pero qué cuadro más edificante y hermoso que aquel,
diariamente confortaba con ejemplo enternecedor el ánimo de los
pobladores en sus fallecimientos. Los ancianos recordarán hoy a esta
señora con gratitud, era la maestra de sus hijos, los niños y las niñas que
fueron sus alumnos deben también recordarla con cariño. Solo la
posteridad parece haberla olvidado, no obstante de que ella fue la
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primera educacionista en Formosa; al menos su retrato debería colocarse
en la escuela que tuvo a su cargo. . .”338
Sabemos que los historiadores (as) condicionados por memoria social, a la cual
pueden reforzar o corregir, difunden el discurso mítico fundacional de tal forma que un
conjunto de ideas, de imágenes y acontecimientos rememorados constituyen un dogma
cuasi religioso que concentran significados en un lento proceso de memorialización339
. Así,
es observable que los autores/historiadores seleccionados para relevar la figura de Francisca
Zambonini, muestran coincidencias y continuidades en sus relatos evidenciando la
reproducción estereotipada de una visión del sujeto histórico a partir del fragmento
epistolar.
En primer lugar, nos detenemos en el historiador Cirilo Ramón Sbardella (1938-
2010) quien al referirse al Primer Año de Vida Formoseña, recurre a la Carta Abierta
explicando:
“. . . Dice Fontana que la Señora Francisca Zambonini de Zambrini fue
la primera educacionista de la Villa y tiene palabras de elogios para ella,
cuando manifiesta que estaba adornada con “virtuosas prendas
personales realzadas por su bondad natural y cultura” y el mismo
Fontana aclara que muchas veces poseídos de admiración . . .”340
Para fortalecer esta referencia, Sbardella cita a Carlos Primo Lopez Piacentini,
historiador chaqueño, quien sostiene que el fundador de Formosa puso a disposición de la
maestra los primeros elementos para el desempeño educacional341
.
Pero, preocupado por búsqueda de fuentes primarias avalatorias de los dichos,
también menciona el Informe del Consejo Nacional de Educación donde se comunica que
“apenas fue instalada la población se organizó la escuela bajo la dirección de la señora
de Zambrini”, bajo la sombra protectora de tres árboles situados en el terreno que hoy
comprende la calle Belgrano esquina Pringles, sin embargo, en las citas correspondientes,
el autor no registra el repositorio de procedencia ni data de confección del informe oficial,
dato no menor teniendo en cuenta la minuciosidad de Sbardella en la presentación de las
referencias bibliográficas.
En este sentido, la historiadora Norma del Rosso en un trabajo sobre el origen y
evolución de las instituciones educativas en Formosa, rastreo la acción docente de
Francisca Zambonini en Villa Occidental, capital de la gobernación del Chaco antes de
conocerse el Laudo Arbitral Hayes (1878), haciendo mención a documentos que precisan
el nombre de la joven educacionista342
.
338 Fontana, ob. Cit., pp. 44 - 45 339 María del Carmen Ríos, Para una historiografía del Bicentenario. Memoria social y memoria histórica en representaciones historiográficas. En: IX Jornadas Interescuelas, Universidad Nacional de Córdoba, 2003. 340 Cirilo Ramón Sbardella, Investigando la historia Formoseña, Formosa, Editorial “El Docente”, S/D de
edición, p. 37. 341 Carlos Primo Lopez Piacentini, Historia de la Provincia del Chaco. Chaco Territorio y Chaco Provincia,
Editorial Región, Tomo 5, 1979, p. 20. 342 Norma Del Rosso, Antecedentes para una historia de las instituciones escolares el nivel primario de la
Provincia de Formosa. En: Revista de Junta de Estudios Históricos y Geográficos de Formosa, Año I, N° 1,
Formosa, Graficart, 1982, pp. 59-90.
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Del Rosso explica que, en mayo de 1875 el señor Eduardo Caamaño era electo para
integrar la Comisión Municipal y en octubre del año siguiente -1876-, al igual que la Sra.
de Caamaño, renuncian a sus cargos de preceptores siendo designados para reemplazarlos
D. Francisco Morra y su esposa Carolina Z. de Morra.
Al producirse también la renuncia de ambos, se incorpora como preceptora la
señora Francisca Zambonini de Zambrini, cuya actuación en los albores del nacimiento
de la ciudad de Formosa estaba llamada a tener especial repercusión.
En febrero de 1878, en nota enviada por el Secretario de la Gobernación del Chaco,
D. Luis Jorge Fontana a la Preceptora de la Escuela Nacional de Niñas Francisca
Zambonini de Zambrini, comunica que:
“De orden del Señor Gobernador aviso a Ud. que en adelante las clases
de ese establecimiento a su cargo deberán abrirse todos los días hábiles,
desde las siete hasta las once de la mañana, tiempo que se distribuirá
convenientemente en la enseñanza de las siguientes asignaturas: Lectura,
Escritura, aritmética, geografía, gramática, labores de mano y doctrina
cristiana los días sábado en tanto no haya un sacerdote que se encargue
de esa asignatura”.
Luego de darle instrucciones sobre el período de vacaciones y fecha de comienzo
de clases concluye expresándole que:
“. . . a fin de que esta disposición sea efectiva, deberá Ud. pasar
mensualmente a esta Secretaría un estado demostrativo del movimiento
de la enseñanza y de asistencia a clase”.
Asimismo, Del Rosso precisa que Francisca Zambonini y Eduardo Montiel habrían
seguido desempeñándose como preceptores de niñas y de varones respectivamente, aún
cuando Fontana aseveraba, muchos años más tarde, que “La Sra. de Zambrini
desempeñaba en Villa Occidental la dirección de la Escuela Nacional. . .” No es
desacertado pensar que a pesar de no mediar designación formal, la Sra. de Zambrini
desempeñaba de hecho funciones de dirección del establecimiento o sección de niñas a su
cargo, de la misma manera que Duvivier las cumplía en el establecimiento o sección de
varones.
La alusión de documentos depositados en el Archivo Histórico de Formosa
probatorios de la presencia de Zambonini en Villa Occidental confirmarían los dichos de
Fontana en su Carta Abierta, a pesar de las escasas referencias documentales sobre la
circunstancias, carácter y condiciones en que se realizó la tarea educacional a la llegada a
Formosa, en instancias de grandes estrecheces materiales y organizativas.
Francisca, pionera de Formosa
La imagen de la pionera abnegada y modelo de sacrificio cívico en los momentos
fundacionales, adquiere fuerza legitimándose a través de afirmaciones procedentes de
autores regionales de trayectoria historiadora reconocida en el ámbito académico, por su
erudición y rigor histórico.
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Así, encontramos a la protagonista mencionada por Carlos G. Romero Sosa, quien
sostiene: “se improvisa, también una escuela de primeras letras para los hijos de los
pobladores. Allí imparte instrucción Francisca Zambonini de Zambrini, venida desde Villa
Occidental”343
. La referencia bibliográfica de Romero Sosa remite al historiador correntino
Hernán Gómez quien publicó en 1939, Historia de la Gobernación Nacional del Chaco,
pero no a fuentes primarias.
También con motivo del centenario de la Fundación de Formosa, la Universidad
Nacional del Nordeste realizó la publicación de un conjunto de memorias de los
gobernadores del Territorio Nacional de Formosa como un homenaje a sus pioneros y una
contribución a su historia territoriana. En la presentación de la edición el Dr. Ernesto
Maeder al explayarse sobre los pioneros de Formosa, afirma:
“. . . De esos primeros protagonistas cabe señalar gobernantes,
sacerdotes, maestros y pioneros de aquella sociedad todavía rústica,
incipiente y marginal” . . . “a este grupo cabe añadir también otras
figuras como Doña Francisca Zambonini de Zambrini, precursora de la
docencia en el territorio . . .”344
Maeder, a su vez, cita que los datos mencionados provienen de obras de Fernando
Casals y Carlos G. Romero Sosa (a quien ya hemos hecho referencia).
Precisamente, el formoseño Casals en su empeño por propiciar el conocimiento de
los pasos iniciales de Formosa345
, comenta:
“La historia formoseña, nace en Villa Occidental, nació con el Fallo del
Presidente Hayes y resulta un látigo a la sensibilidad de los argentinos
nacidos acá, tomar nombres de contemporáneos para señalar sus calles,
dejando en el anonimato a legiones de esforzados vecinos, que fueron los
auténticos obreros que elaboran nuestra patria chica”346
A su vez, el autor recomienda que un paseo público debería llamarse “De los
maestros” y debería incorporar “en el bronce indicador a la primera maestra: Doña
Francisca Zambonini de Zambrini”347
.
También, el historiador formoseño Emilio R. Lugo (1933 – 2008) en un breve
ensayo sobre la educación en Formosa, apela a la cita de un fragmento de la Carta Abierta
del Coronel Fontana (1911) para convalidar la consideración de “precursora de la
docencia en el territorio de Formosa” para la joven esposa de Don Luis Zambrini que
desde Villa Occidental se trasladaron junto a sus hijos a la recién nacida Villa formando
343 Carlos G. Romero Sosa, Historia de la provincia de Formosa y sus pueblos (1862-1930). En: Academia
Nacional de la Historia, Historia Argentina Contemporánea 1862-1930, Vol IV, Segunda Sección, Buenos
Aires, El Ateneo, 1967, p. 206. 344 Ernesto J. A. Maeder, “Advertencia editorial”. En: Memorias del Territorio Nacional de Formosa. 1885-
1879, Resistencia, Corrientes, Instituto de Historia, Facultad de Humanidades, UNNE, 1979, pp. 11-12 345 Alicia N. Caballero de Helguero, “Los hombres y los nombres de los lugares en Formosa. Martín Ruiz Moreno en la obra de Fernando Casals”. En: XXX Encuentro de Geohistoria Regional, IGHI – UNNE, 2010 346
Fernando Casals, Cualquier cosa, Buenos Aires, La Estrella, 1969, p. 75. 347 F. Casals, . . ., op cit., p. 79.
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parte de ese contingente pionero de la nueva capital del Chaco. Lugo se decide por el
siguiente párrafo:
“. . . cuantas veces poseídos de admiración, contemplamos a esta señora
enseñando a leer a los niños a la sombra de los árboles, con el mismo
empeño y piadosa resignación . . . confortaba con ejemplo enternecedor
el ánimo de los pobladores en su desfallecimiento”348
De forma que las imágenes recordadas por el Fundador se reiteran insistentemente
siendo el recuerdo fontaniano suficiente experiencia vital legitimante de la representación
de Francisca como modelo de esposa – madre – maestra, constituyéndose en símbolo
ejemplar de esos instantes primarios de la Villa Formosa.
En una monografía más reciente, elaborada por un alumno de noveno año, Ezequiel
Monziman, leemos:
“Según la bibliografía existente la educación en Formosa se inicia en el
año 1879 (año de su fundación) teniendo como primer docente a la
señora Francisca Zambonini de Zambrini la cual enseñaba en la galería
de su casona, a un contingente de 30 niños. La señora Francisca
Zambonini de Zambrini, era hermana de acaudalados comerciantes del
Paraguay . . . Doña Misia Panchita, como la llamaban . . .”349
Nuevamente el joven autor recurre a expresiones y descripciones cuya procedencia
serían autores ya comentados, que forman parte del repertorio bibliográfico abordado para
la elaboración de su escrito y al mismo tiempo la recreación de las afirmaciones de
Fontana.
Si decimos que el discurso historiográfico mediante de sus estampas descriptivas
fija formas del personaje que se institucionalizan a través del tiempo, el uso de la
transcripción de la Carta Abierta de Fontana de 1911, sirve a los autores en el propósito de
dar el efecto de veracidad que el texto de carácter histórico demanda. La insistente
selección del mismo documento, del mismo párrafo o incluso de las mismas frases, en la
presentación del proceso y de la pionera implica la obtención de una representación
histórica que intenta colmar vacíos, recuperar recuerdos y fijar imágenes en la memoria de
la comunidad.
Francisca y el reconocimiento público
En su Carta Abierta, Fontana sugería la recordación de esta abnegada mujer.
Precisamente en 1917, por iniciativa de la Eva Zolezzi, directora de la Escuela N° 2 – una
348 E. R. Lugo, “La educación en Formosa a viente años de su Fundación”. En: Revista de Junta de Estudios
Históricos y Geográficos de Formosa, Año I, N°1, Formosa, Julio 1982, p. 22. 349 E. Moziman, “Del ayer al hoy en la Educación formoseña”. En: Segundo Congreso de Historia de
Formosa y sus Pueblos, Profesorado en Historia, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de
Formosa, Formosa, Editorial Gualamba, 2007, p. 364.
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de las ramas del primitivo tronco escolar – el Consejo Nacional de Educación autorizó
colocar en la Dirección del establecimiento el retrato de Zambonini de Zambrini350
.
A propósito, Fermando Casals en el libro Formosa. Efemérides comentadas,
recuerda que el día 3 de noviembre de 1917 se realizó un acto de tributo en memoria de la
primera maestra del Territorio considerando justa la veneración de la dama pionera.351
Asimismo por iniciativa del Rotary Club de Formosa, una Ordenanza Municipal del
8 de abril de 1962, aniversario de Formosa, se impuso el nombre de Francisca Zambonini
de Zambrini a la calle que va desde la Prefectura Naval Formosa hasta el Club Náutico, “y
es precisamente donde ella dio sus primeras clases a la sombra de los árboles”. Un
monolito y una placa donados por el Rotary Club, perpetúan la recordación352
. También la
Escuela N° 241 de Formosa Capital lleva su nombre353
.
A modo de cierre
Las representaciones historiográficas retrospectivas de Francisca Zambonini de
Zambrini han quedado fuertemente vinculadas a la imagen retratada por el Coronel
Fontana en su Carta Abierta de 1911. La hegemonía del recuerdo de Fontana en el proceso
de memoralización de la épica fundacional de Formosa se impone mediante
representaciones historiográficas cuya discursiva reproduce la retórica epistolar del
fundador en continua resignificación del discurso a fin de reforzar y convalidar la
verosimilitud del sujeto-objeto ante la escasez documental.
Por lo que, la semblanza ejemplar de “Misia Panchita” recordada por el Fundador,
ha sido instalada en el relato de la fundación de Formosa en exaltación permanente de la
saga de hombres y mujeres que llegaron a un territorio nuevo, después de sufrir el revés de
la diplomacia internacional, e iniciar abnegados y estoicos la construcción de la nueva
capital de la gobernación del Chaco.
Así los rasgos morales de la pionera quedan directamente asociados a la idea de
precursora del magisterio en estos lares fronterizos de la República, expresivos de valores
universales, de desprendimiento, resignación y optimismo, valores necesarios para
motorizar el impulso fundador de las sociedades estatales de fines del siglo XIX.
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Sistema de espacios públicos con valor patrimonial en el Gran
Resistencia: propuesta para su gestión
Regina Pérez
Laura Alcalá
María Dora Foulkes
Marina Scornik
Paula Valdés
Aníbal Bennato
Facultad de Arquitectura y Urbanismo
Universidad Nacional del Nordeste
Corrientes capital
mariadoraf@gmail.com
Resumen
Esta ponencia indaga sobre el concepto de patrimonio cultural y específicamente
sobre el arquitectónico y su relación con el espacio público en el Área Metropolitana del
Gran Resistencia (AMGR), integrada por los municipios de Resistencia, Barranqueras,
Puerto Vilelas y Fontana.
En primer lugar se precisan las escalas y las funciones que puede cumplir el
patrimonio, en segundo lugar se analiza el rol que éste desempeña en la actualidad en el
espacio público urbano de estas ciudades, a partir de la identificación del patrimonio
cultural y arquitectónico existente.
Y por último se establecen criterios para definir un sistema de espacios públicos con
valor patrimonial y las posibles líneas de acción para gestionar su recuperación.
La ponencia es resultado de uno de los ejes de trabajo seguidos en el proyecto de
investigación llevado adelante entre 2009-2012 “Espacio Público en el Gran Resistencia.
Diagnóstico y propuesta para el mejoramiento integral del sistema de calles”.
Introducción
“La palabra “patrimonio” significa lo que se recibe de los padres, y que por lo
tanto es de uno por derecho propio, sin que ello sea discutible. En un sentido más amplio,
que el familiar o particular, referido a una sociedad o nación, involucra no sólo los bienes
materiales sino también los espirituales, que le son propios y que en conjunto, tipifican,
diferencian e individualizan a ese grupo humano”.(Bácula, 2000, pag.167)
Por extensión se denomina patrimonio cultural a todos aquellos bienes que se
convierten con el paso del tiempo en testimonio de una determinada época y que a través de
ellos se identifica una sociedad.
“Entendemos entonces, que nuestro Patrimonio Cultural no consta sólo de objetos
del pasado, ni de grandes o pequeñas obras que nos legaron las generaciones desaparecidas.
Es mucho más que eso, pues se engrandece y enriquece cuando a ella se le van
incorporando , costumbres, celebraciones, creencias, tradiciones, bailes, lenguas, técnicas,
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modas, hasta expresiones y modismos, todo ello constituye el patrimonio de una cultura
viva.” (Bácula, 2000, pag.169)
El patrimonio arquitectónico, integra el patrimonio cultural y siempre se relaciona
con la esfera de lo público, siempre participa y contribuye a la construcción de la imagen de
las ciudades y está en estrecha relación con el espacio público. Es por lo tanto definidor de
identidad del espacio público, donde dicho patrimonio arquitectónico es el limitante
principal, dándole escala, identidad, significado, carácter y temporalidad.
La idea de la conservación, debe mirarse también desde la perspectiva de que más
que conservar algo tal cual fue como si fuera una pieza de museo, debe salvarse de la
demolición e integrarse indispensablemente a la dinámica de la vida de la ciudad actual.
¿Porque algunos fragmentos del pasado deben ser salvados?
Porque son únicos, porque no son renovables, porque tiene valor o arquitectónico o
histórico y contribuyen a generar una memoria e identidad colectiva.
¿Cuáles son las razones por las que el patrimonio debe salvaguardarse?
Porque educa, porque integra, porque permite entender y descubrir la identidad, porque
orienta a los pueblos sobre lo realizado en el pasado y posibilita proyectarse hacia un
desarrollo coherente y sostenible.
De este modo el patrimonio construido, dejará de ser un objeto muerto, para
convertirse en un recurso, es decir algo que sirve para la experiencia presente y
seguramente para el futuro. Esta intervención que cambia el objeto en recurso, necesita una
actitud administrativa que lo mantenga vivo y que lo salvaguarde como referencia
identitaria. (Teneir, 2000, pag. 181)
Según Horacio Gnemmi, la noción de conservación del Patrimonio, debe superar la
idea de conservar un edificio aislado, viendo y valorando los conjuntos, el entorno, la calle,
la imagen que predomina en los lugares, el ambiente, los espacios de vida del hombre, que
en las ciudades son los espacios públicos. (Gnemmi, 1997, pag. 29)
Hay que considerar también que en la dinámica de las ciudades actuales, lo que
puede ser considerado patrimonio y es susceptible de su conservación es escaso y está
fragmentado en el territorio.
Muchas obras se han olvidado, otras se han perdido. El patrimonio trabaja en la
construcción y reconstrucción de la memoria, para que esta se exprese y se integre en
diferentes modalidades de acción humana.
El patrimonio y las escalas
Asumiendo que el patrimonio cultural, lo conforman todas aquellas manifestaciones
que una sociedad va generando, que la historia de la cultura y la memoria van atesorando y
se refieren a todas las acciones que esta despliega en el tiempo, podemos decir que el
patrimonio es una huella.
Huella de tiempos ya pasados, y que por alguna aleatoria razón sobrevivió. Desde
una fotografía, una carta, una canción, un objeto pequeño, se despliega toda una gama que
tiene diversas escalas, hasta una obra de arquitectura o un fragmento de ciudad, o una trama
urbana.
La escala determina básicamente su nivel de intervención. Desde un grupo humano
pequeño, hasta la gestión del estado, todo colabora para la conservación del patrimonio. Lo
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importante es también la conservación del mensaje espiritual, del que el patrimonio puede
ser soporte.
El patrimonio y sus funciones
Así como se reconocen diversas escalas, el patrimonio reconoce distintas funciones
atendiendo a su uso: conmemorativo, simbólico, estético, histórico o cultural-educativo.
Si la función es conmemorativa está relacionada básicamente con el recuerdo
puntual de una fecha, un aniversario, una fiesta, la evocación de un recuerdo. La historia
ligada a fechas y acontecimientos puntuales, es la más cercana a las construcciones
historiográficas avaladas por los Estados Nacionales y las historia oficiales. En este caso el
Patrimonio queda unido al relato instituido por la construcción de las identidades
nacionales.
Si la función es simbólica se amplía la significación de ese patrimonio. Las
funciones conmemorativa y simbólica pueden ir juntas, son complementarias. Si algo o
un objeto patrimonial se convierte en un símbolo es porque su polisemia ha agrupado una
serie de significados que son afines, de tal manera que constituye una entidad simbólica de
algo relacionado con el pasado y la historia de la sociedad.
Si el patrimonio es artístico, tendrá básicamente una función estética. Si además de
artístico, representa una época pasada, tendrá una función estética e histórica a la vez. El
arte educa y construye ciudadanía, ancla y define a la identidad cultural de una sociedad.
Crea lazos de pertenencia con el lugar. Los espacios públicos son los lugares ideales
para la ubicación del arte, dado que por su intenso uso y por la masividad con que son
frecuentados, pueden facilitar el acceso a este tipo de patrimonio.
También la conservación del patrimonio remite a su función histórica, aun
reconociendo que entre las cosas materiales que componen el patrimonio, hay muchas
ausencias. Lo que ha sobrevivido puede haber tenido su propia historia, o puede estar
relacionado con un relato histórico particular.
Ni la historia, ni el patrimonio son inocentes en sus mensajes. Hubo en nuestro país
una manera particular de contar la historia que le dio relevancia a cierta arquitectura, en
desmedro de otras, que se han perdido. Por ejemplo: la cultura negra, gran parte de la
cultura indígena, se han perdido.
De allí que la historia y el patrimonio nos muestran retazos de memoria, que hay
que completar con dificultad. De igual manera. el patrimonio doméstico se pierde día a día.
Esa pérdida de zonas y de límites materiales impacta en el espacio público, sobre
todo en la calle, en su imagen, en la construcción de una imagen que es única, y singular, ya
que propicia la discontinuidad, la fractura y la discordancia temporal de lenguajes
arquitectónicos y técnicos.
Una de las funciones más reconocibles es la cultural-educativa y es quizás la más
relevante porque es posible recrear y revivir en el espacio público modos de vida y de usos
a partir de conservar zonas o sectores con edificios de diferentes épocas o bien recrear parte
de la historia de una ciudad/sociedad.
Acá vale recrear las vivencias mayormente peatonales de las tramas antiguas, hoy
en muchos casos atiborradas de motos y vehículos que circulan a una velocidad distinta a la
que lo hacían unos pocos a principios de siglo, de allí la propuesta de peatonalización de
centros institucionales y neurálgicos de áreas metropolitanas.
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El valor de conservar determinados contextos como las tramas o plazas
fundacionales, los primeros edificios institucionales, también lo tienen los primeros
edificios industriales, la primera imprenta, la primera escuela, etc., es decir, edificios que
encarnan situaciones de progreso en la vida de una ciudad, así como también aquellos que
encierran pruebas de épocas aciagas o de horror como los centros clandestinos de
detención, convertidos hoy en casas de la memoria.
El espacio público puede constituir una muestra expresiva de las etapas
significativas de una ciudad o territorio y recrear sus significados en la actualidad.
Con estos fines conviene identificar y definir zonas de valor histórico por el
patrimonio que encierran, barrios o calles característicos, que presentan unicidad de estilo,
que rememoran y recrean la vida en épocas anteriores, etc.
El Patrimonio y el Espacio Público. Su rol en la actualidad
“Es el perfil mismo de nuestras culturas, el que amenaza desdibujarse, no sólo por la
pérdida irremediable de los objetos únicos que nos legó el pasado, sino más importante
todavía y más irremediable, es la erosión incesante de nuestra propia cultura, es decir de
nuestra capacidad de hacer las cosas a nuestra manera, según propósitos definidos por
nosotros y echando mano a un vastísimo repertorio de elementos de toda índole,
conocimientos, recursos materiales, formas de organización, símbolos, emociones y
valores, que forman el patrimonio cultural de todos los pueblos de América Latina.”
(Bonfill Batalla, 1993, pag 109)
El patrimonio arquitectónico es un eje central en el desarrollo de la memoria urbana
y en la construcción de narrativas urbanas, que favorezcan la creación de una imagen que
refuerce la identidad local. También la conservación del patrimonio construido, en sus
diferentes escalas, favorece la recuperación del paisaje degradado y contribuye al
embellecimiento de la ciudad.
Para el habitante común, el patrimonio construido funciona en muchos casos como
un hito de referencia. Cuando la ciudad cambia su escala, los hitos permiten reconstruir el
mapa mental que el ciudadano necesita para ubicarse y mantener su sensación de
pertenencia a un lugar (lo que los arquitectos denominan “ciudad análoga”), aún cuando
éstos cambien de función.
Estos elementos patrimoniales del pasado, son fácilmente identificables y facilitan
la comprensión y la lectura urbana del presente y su refuncionalización los convierte en un
capital activo altamente apropiable y valorado por los ciudadanos.
Es por ello que en muchas ciudades gran parte de la política urbana está orientada a
la recuperación para uso público, cultural y recreativo, de equipamientos obsoletos y áreas
libres abandonadas, dándoles otros usos.
Una hipótesis central es que la posibilidad de aproximación al arte y la cultura a
través del espacio público, así como la construcción de narrativas urbanas, permiten
conocer la producción pasada y presente de una sociedad, contribuir a una ciudadanía más
informada y educada.
Otra hipótesis es que las acciones de recalificación y resignificación de áreas
periféricas marginales o de instalaciones obsoletas, permiten desarrollar identidades
barriales positivas, contenedoras y revaloradas por la población usuaria, siendo ejemplo de
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ello lo realizado en Medellin, Colombia, donde fue posible potenciar y equipar comunas
marginadas.
El patrimonio en el AMGR
El análisis del AMGR permite identificar algunos ejemplos notables de
recuperación para uso público, cultural y recreativo, de equipamientos obsoletos y áreas
libres abandonadas, los que a partir de darles nuevos usos, alcanzaron alto grado de
apropiación y valoración por parte de los ciudadanos.
Por ejemplo, en Resistencia, el nuevo parque en terrenos del antiguo Tiro Federal, la
puesta en valor de la Laguna Arguello, la revitalización del Parque 2 de Febrero, la
restauración de la chimenea del pasaje Codutti, la peatonalización “Paseo Peatonal “Raúl
Alfonsin” y puesta en valor de las fachadas de la calle comercial tradicional, la
consolidación del Sendero de las Esculturas y su culminación en el Museum, ubicado a la
vera del río Negro en el predio del Domo del Centenario, el embellecimiento de la plaza
central como de otras del microcentro.
Pero en la misma ciudad es posible identificar también –y ello ha sido objeto de esta
investigación- patrimonios aún no explotados que permanecen como vacíos, zonas
abandonadas o sub ocupadas y cuya futura intervención previsiblemente tendría un impacto
positivo en los sentidos antes descritos como: la Fabril Financiera (barrio de características
singulares y alta unicidad vinculado a una fábrica); instalaciones abandonadas como la
Textil Abraham, el antiguo Anfiteatro Todaro, el área central vinculada a la antigua
Terminal de ómnibus hoy altamente degradada, el ex Mercado Municipal, Chalet Perrando,
entre otros.
Existen también en la ciudad iniciativas ciudadanas que dan lugar a una ya larga
tradición de articulación del arte al espacio público, tales como las acciones desarrolladas
por el Fogón de los Arrieros, o la Fundación Urunday que en general se produjeron y
producen en el área central de Resistencia pero que podrían ser extendidas al resto del
AMGR.
El Patrimonio arquitectónico en el AMGR
La ciudad de Resistencia, presenta una fundación tardía en relación a otras como por
ejemplo su vecina ciudad de Corrientes. Si bien es una ciudad joven, su crecimiento ha sido
acelerado en sus escasos 135 años de existencia.
Fundada en una zona estratégica, desde el punto de vista regional, presentó desde el
principio serias dificultades de ocupación dado que se ubica en el lecho mayor de
inundación del río Paraná y está rodeada por los ríos Negro, el riacho Arazá y el riacho
Barranqueras. Su fundación se realiza en el marco de la Ley de Inmigración, en el mes de
febrero de 1878. En ese año llega el primer contingente de 77 familias friulanas, las que
componen el núcleo inicial de la colonia.
Para poder organizar temporalmente el patrimonio del área, dividimos su desarrollo
urbano en etapas, definidas por los cambios producidos en el asentamiento, a nivel de la
imagen y a nivel de la escala, incluido su crecimiento y expansión en el territorio.
Estas etapas en parte son coincidentes con las planteadas por De Pompert de
Valenzuela: FUNDACIONAL (1878-1920), INDUSTRIALIZACIÓN (1920-1945),
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PROVINCIALIZACIÓN (1945-1955), METROPOLIZACIÓN (1955-1990) y
CONTEMPORÁNEA (1990 en adelante).
Utilizando como referencia esta cronología, podemos construir un inventario del
patrimonio de las ciudades agrupándolo en etapas, las que nos plantean no sólo una
determinada dimensión y escala, sino también una fisonomía que va a estar dada por el tipo
de arquitectura predominante en el período, y que va a determinar para las generaciones
posteriores un tipo de patrimonio a tener en cuenta.
Este, tendrá en el crecimiento y desarrollo de cada ciudad un lugar y un rol dentro
del paisaje urbano general.
Primera etapa: basada en el ejercicio de funciones básicas, asociadas a la
explotación forestal y a los cultivos de subsistencia, la que se extiende, desde su fundación,
hasta el año 1920.
Segunda etapa: ocupa el lapso de tiempo que va desde 1920 hasta 1945, marcada
por la conexión de la ciudad principal, Resistencia, con el interior del Chaco, al principio,
una conexión ferroviaria, que dinamiza el puerto de Barranqueras y Vilelas. La ciudad se
convierte en un polo de atracción con un fuerte desarrollo industrial, asociado al apogeo del
cultivo del algodón. Esta época se caracteriza por una notable expansión de su superficie
construida y un notable aumento de la población.
Tercera etapa: se extiende desde 1945 hasta 1975. En este período las ciudades
experimentan una fuerte crisis de sus tres pilares económicos que habían marcado su
desarrollo, el cultivo del algodón, la cría de ganado vacuno y la explotación forestal.
Estos treinta años se caracterizan por el predominio de actividades terciaras, entre ellas las
comerciales, las administrativas y de servicios, y un sostenido éxodo del campo a la capital,
generando una expansión acelerada y asincrónica de la misma ciudad y la generación de
vastas áreas periféricas sub-integradas y con hábitat inadecuados.
Cuarta etapa: se extiende entre 1975 hasta 1995. En ella podemos se completan las
comunicaciones aéreas y terrestres con la construcción de grandes equipamientos como el
puente General Belgrano que une las dos provincias Chaco-Corrientes y acerca
considerablemente sus capitales provinciales. Es de señalar la incorporación de 1.800 ha de
superficie construida, con una serie de problemas derivados del crecimiento acelerado y
escasamente planificado en un territorio con grandes humedales. (Foulkes – Perez, 2007)
El patrimonio arquitectónico reconocido en la primera etapa (1878 – 1920)
A esta primera etapa la hemos llamado, período de consolidación. Casi todos los
pueblos fundados sobre el río Paraná, hacia finales del siglo XIX, tienen un diseño basado
en una trama regular, con calles rectas y manzanas cuadradas.
Dentro de ese espectro, la colonia Resistencia se destaca por tener un área central de
trama ortogonal (cuadrícula de 100 x 100), y por haber previsto la distribución equidistante
de cinco plazas, (una de ellas –la central- de 5,29 has y cuatro plazas equidistantes de 1 ha
cada una) en un cuadrante de 100 has caracterizado además por un sistema de vías de
anchos generosos que permiten su adecuada forestación.
Esta trama fundacional que se organiza a partir de cuatro avenidas estructurantes de
la ciudad (Alberdi, 9 de Julio, Sarmiento, 25 de Mayo) permitió un notable
desenvolvimiento desde el principio que posiblemente se debió a su estratégica ubicación,
como un nudo de comunicación de la región Mercosur.
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Plano original de la ciudad de Resistencia con sus plazas.
354
De los edificios públicos de esta época, detectamos estas categorías: los construidos
por organismos nacionales y que corresponden al Patrimonio Nacional: Estación del
antiguo Ferrocarril Francés, Hospital Julio C. Perrando y Sede del Banco de la Nación
Argentina.
Los edificios públicos, gestionados y construidos en el ejido de la Municipalidad de
la ciudad de Resistencia y que conforman el Patrimonio Municipal: Mercado Central de
verduras y carnes, Escuela N° 1 Benjamín Zorrilla y la Iglesia Catedral.
La última categoría corresponde al Patrimonio habitacional, casi todas viviendas
particulares que conformaron el discontinuo tejido residencial de esta época, ya
desaparecido.
Antigua Estación del
Ferrocarril Francés
Escuela Nº 1 Benjamín Zorrilla Banco de la Nación Argentina
En este mismo período ubicamos a la ciudad de Barranqueras, que al igual que
Vilelas, nacieron sin el ritual de la fundación y dada su ubicación ribereña, con una fuerte
vocación portuaria, marcará su desarrollo al convertirlas en el “frente de agua” del AMGR.
Ambas ciudades se extienden a lo largo de 14 km de borde con gran concentración
de infraestructuras portuarias, viales e industriales, viaductos, terraplenes, talleres,
depósitos, chimeneas, casillas y viviendas de empleados (BENNATO, 2004), presentando
un valioso patrimonio industrial.
354 SUDAR KLAPPEMBACH, Luciana. 2004.”La colonia Resistencia como modelo de fundación republicana, procedimientos fundacionales y características urbanas“ Cuaderno Urbano 4. Resistencia, Chaco.
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El singular trazado y las edificaciones existentes conforman un conjunto y su valor
patrimonial reside en el paisaje urbano que generan como tal. Se trata de un patrimonio
modesto en general, no hay edificios monumentales o que respondan a una arquitectura de
“estilo”, si bien existen ejemplos de la llamada “belle époque” y del “art decó”, un gran
número de arquitectura italianizante, y también de arquitectura funcional compuesta
principalmente por edificaciones destinadas a depósitos e industrias.
La “espontaneidad” de su desarrollo se basa en su adecuación a fines prácticos del
sistema productivo, sin ninguna preocupación de orden especulativo referente al diseño, o
la trama urbana. El paisaje urbano del sitio carece de grandes edificios públicos y las
edificaciones de las empresas no competían con la importancia de otras instituciones de
gobierno o eclesiásticas.
Esta característica, deriva en una arquitectura simple y austera. La imagen urbana
que conformó su arquitectura funcional durante las primeras décadas del siglo XX, debe ser
analizada por lo tanto en el sentido de conjunto que adquirió en esos años.
Fuente: Elaboración propia en base a datos de APA/SUPCE/PPI/Setec & Asoc. SRL. Plano de Área de
Afectación.
Algunos edificios industriales del área Barranqueras y Vilelas son: Ferrocarril rural
“Dodero”(1903), Servicio fluvial interprovincial de pasajeros Barranqueras – Corrientes
(1905), Agencia Marítima Brunet. (1906), Tren Santa Fe Barranqueras la Sabana, Estación
terminal (1907), proyecto de depósitos y puerto. Tren del estado Barranqueras – Metán
(1909), depósitos, viviendas, en Vilelas. Embarcadero Antuña y Cia (Barranqueras, 1916),
Antonio Pastori, Tanino “Z” (Vilelas 1916) Mihanovich Limitada (1916) muelle y
depósitos, Anchorena, Atorrezagasti, Piazza & Cnia. (Vilelas, 1917/18) atracadero y
depósitos en el lote 21
Solar histórico
Vivienda de
Simeón Borda
Edificio “La Flota”
Centro Cultural
Iglesia
Banco de la Nación
Argentina
Casa del “gallito”
Empresa Mihanovich
Nuevo acceso vial
al Puerto
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Edificio Municipal. Ex -
Vialidad Nacional
Viviendas típicas del Barrio del
Puerto
Centro Cultural La Flota.
Recuperación del patrimonio
arquitectónico
La historia de Fontana, la otra ciudad del AMGR, se remonta a la época de la
colonización del Territorio Nacional del Chaco, cuando se distribuyeron solares para lo que
sería la ciudad de Resistencia y lotes rurales hacia el interior donde se formarían las
colonias. En esas colonias se ubicaron a familias de inmigrantes, entre las que estaba la de
Ángel Vicentini, quien le dio el nombre a la población que luego se formó en esa zona.
El lote estaba ubicado sobre el Río Negro, donde luego se construyó un puerto para
el embarque de productos y también personas. Poco después ya se lo conocía como Puerto
Vicentini.
Fuente: Municipalidad de Fontana -Casco histórico de la Ciudad de Fontana.
En 1901 se instaló en la colonia el ingenio azucarero y años después una fábrica de
tanino. En 1907 se habilitó la estación Río Arazá del Ferrocarril Santa Fe (luego General
Belgrano), ubicada cerca del puerto. El ferrocarril era utilizado para el transporte de cargas,
encomiendas y correspondencias.
Entre 1916 y 1917 llegó una nueva línea ferroviaria, conocida como Central Norte
Argentino o Ferrocarriles del Estado, y se habilitó la estación Cacuí, actualmente sede
central de la empresa estatal ferroviaria Sefecha.
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252
Oficialmente la localidad fue fundada el 27 de septiembre de 1916 por el ingeniero
Fontana y por su hermano Pedro, quienes al llegar instalaron una fábrica de extracto de
quebracho en el lugar, donde los empleados y obreros empezaron a levantar sus viviendas.
La taninera, ubicada cerca de las estaciones ferroviarias Vicentini y Río Arazá, ambas del
ferrocarril Santa Fe, al principio se llamó Río Arazá, para pasar a llamarse Fontana Ltda.
S.A. Industrial de Quebracho.
En 1919 comenzó a funcionar la desmotadora de algodón de la cooperativa Ministro
Le Breton y luego la fábrica de aceite, para lo que se construyó un desvío hasta dentro de la
cooperativa.
El barrio más antiguo: Puerto Vicentini, como los asentamientos Río Araza y
Cacuí, se encuentran ubicados en la CH 46, ambos en terrenos pertenecientes al Estado
Nacional,en proceso de transferencia a la provincia. Uno de los terrenos se afectó a
Patrimonio Histórico donde está emplazado el edificio de la antigua Estación de Tren.
De esta etapa se valora la traza urbana fundacional de la ciudad de Resistencia,
por su alta regularidad definida por las ocho avenidas limitantes, las cuatro avenidas
estructurantes del casco histórico y originadas en la plaza central de cuatro manzanas y el
centro institucional con edificios que ya son parte del patrimonio nacional y municipal. En
las ciudades portuarias de Barranqueras y Puerto Vilelas lo más importante como
patrimonio son las instalaciones portuarias y las destinadas a actividades industriales, con
predominio de lo utilitario sobre lo estilístico y del conjunto sobre obras individuales. En
la localidad de Fontana se valoran como patrimonio los barrios fundacionales Vicentini,
Arazá y la estación ferroviaria de Cacui.
El patrimonio arquitectónico reconocido en la segunda etapa. (1920 – 1945)
Este corte histórico está marcado por algunos acontecimientos de gran importancia
histórica no sólo para el AMGR sino para la provincia toda. Por ejemplo, la conexión
ferroviaria del interior del Chaco con la ciudad, la que se relaciona con una importante
actividad del puerto de Barranqueras.
Esta relación permite el traslado de las materias primas extraídas en las colonias,
como las maderas, hacia otras zonas del país. También el algodón que se procesa en las
desmotadoras es trasladado por vía fluvial desde el puerto de Barranqueras.
Es por ello que la ciudad se constituye en un centro estratégico con un fuerte
desarrollo industrial asociado al apogeo de la ya instituida explotación forestal y del
incipiente cultivo del algodón.
Es la época en que la ciudad de Resistencia se afianza como cabecera regional y
como tal afronta una notable expansión de su superficie construida y un sostenido aumento
de su población por la gran afluencia inmigratoria.(Maeder- Gutierrez, 2003,pag 71)
“La prosperidad económica intensifica la construcción tanto de casas particulares
como de nuevos negocios, los que cambian la fisonomía de la ciudad. No sólo la
arquitectura particular, también los espacios públicos reciben mejoras considerables, como
la plaza central, según se puede leer en el texto siguiente: Con la llegada de profesionales y
constructores (la mayoría italianos), ingresa la arquitectura historicista, el neoclasicismo, el
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pintoresquismo y la arquitectura ecléctica. De todas estas corrientes, se construyen
ejemplos de valor arquitectónico, y no sólo en la ciudad, también en el Cementerio San
Francisco Solano, por ese entonces llamado cementerio del Oeste. La ciudad en su zona
céntrica, que se va consolidando, adquiere un aspecto moderno y actual, aspecto que no
tuvo en las dos primeras décadas del siglo XX.” (Pérez, 2008, pág 17).
“Debemos destacar en esta etapa los aportes de algunos constructores, tales como
Juan Luís Vesconi, Ciro Todaro y el primer profesional arquitecto que trabaja en
Resistencia, arq. Bruno Delmónico. Estas tres personalidades que son inmigrantes italianos
llegados a Resistencia en los primeros años de siglo XX, van a aportar un caudal importante
de obras, contribuyendo de manera singular al desarrollo urbano de la ciudad en este
período de tiempo cambiando la fisonomía de la ciudad con el aporte de obras que aportan
un lenguaje moderno protoracionalista en los dos primeros y ecléctico en el caso de Bruno
del Mónico.” (Pérez, 2008, pag 17).
El patrimonio que conserva la ciudad de esta época es muy importante, pero ya no
predominan los edificios nacionales ni los municipales sino viviendas unifamiliares y
negocios particulares.
La obra más extendida y reconocida, y mejor mantenida en la actualidad, es la obra
del arquitecto Bruno Delmónico, de la que quedan numerosos ejemplos en excelente estado
de conservación, muchos de los cuales integran la lista de obras declaradas patrimonio
provincial.
De la obra de Vesconi se rescata la ubicada en esquina de calle Santa María de Oro
y Salta y de Ciro Todaro, el anfiteatro ubicado en calle Don Bosco y avenida Vélez
Sarfield. En el caso del Arq. Delmónico son varias de arquitectura doméstica: Casa
Morgan (López y Planes 160), Chalet Adolfo Rapaccioli (Corrientes 70),Chalet Perrando
(Av. Sarmiento, esq. Ayacucho),Casa Power, actual Sociedad Rural del Chaco (Sarmiento
301). Otras son equipamientos como el Hotel Savoy, luego Hospital de la Madre y el Niño,
hoy Hotel Amerian (Perón esquina Necochea), el actual Club Social, originalmente casa
particular de la familia Dodero, dueños del trencito Dodero (Avenida Alberdi, esq.
Obligado), establecimiento El Águila (Obligado 401) y la tienda y ropería La Nena (Arturo
Illia esq.Colón).
Con respecto al estado de las obras mencionadas, la del constructor Vesconi, en
líneas generales se mantiene sin alteraciones, en cambio la obra de Ciro Todaro, ha
desaparecido en su gran mayoría. La nombrada en este trabajo, el Anfiteatro Todaro, se
encuentra en una situación judicial complicada y en estado ruinoso.
La obra de Bruno Delmónico, ha tenido más suerte, la gran mayoría de sus obras
importantes y casi todas las citadas en este trabajo, se mantienen sin alteraciones
significativas, salvo el Chalet Perrando, en estado de total abandono.
Entre las que fueron muy intervenidas se encuentra el que fuera el Hospital de la
Madre y el Niño, hoy Hotel Amerian donde sólo queda en pie la fachada original, con
intervenciones.
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Casa Morgan- Arq. Bruno
Delmónico
Chalet Rapaccioli Casa Power actual Sociedad Rural
En Barranqueras y Vilelas los principales edificios de valor patrimonial realizados
en esta etapa son en su mayoría portuarios e industriales: Puerto Barranqueras (1921/23)
con muelle de madera, Bunge y Born Limitada S.A. (Compañía industrial y comercial del
Chaco, 1926),Astillero Gianiselli (1930), Molinos Río de la Plata (1935), Anderson
Clayton Co. (1936),Fábrica Nacional de Envases Textiles, FANDET y la fábrica National
Lead Co. (1936)
En la ciudad de Fontana la empresa La Forestal compró en 1931 la fábrica de los
hermanos Fontana y construyó el antiguo pueblo de Fontana, lo que hoy es el centro de la
localidad.
La urbanización de Fontana, como la mayoría de los pueblos tanineros, se realizó en
función de la fábrica, alrededor de la cual se estructuró el pueblo. El asentamiento se
extendió en forma paralela al ferrocarril Santa Fe, a través del ramal de la compañía que
llegaba hasta la fábrica.
Vista del Sector Sureste de la Fabrica (1924)
El pueblo se dividió en dos sectores. Hacia el noroeste de la fábrica estaba la mayor
parte de las construcciones y el centro actual de la localidad. Las manzanas rectangulares
rodeaban la plaza, frente a la cual están actualmente la Municipalidad (lugar que en la
época de la Forestal era La soltería, un albergue de los obreros solteros), la comisaría y el
centro de salud y la capilla, en terrenos del Obispado.
Hacia el sureste entre la fábrica y la laguna Fortini, se ubicaban la administración de
la fábrica y el almacén de ramos generales, la escuela y dos canchas de tenis que eran
usadas por el gerente y personal jerarquizado de la fábrica. El pueblo tenía agua corriente,
luz eléctrica y cloacas, y la fábrica tenía bazar, zapatería, tienda y almacén.
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De esta etapa se rescatan obras de constructores y arquitectos de origen italiano y en su
mayoría de equipamiento residencial, ubicadas dentro del área central de la ciudad de
Resistencia y la traza urbana y consolidación de la zona portuaria e industrial de
Barranqueras, Vilelas y Fontana que canalizan y transportan la producción primaria o de
la actividad industrial.
El patrimonio arquitectónico reconocido en la tercera etapa. (1945 – 1975)
El recorte de tiempo, que media entre 1945 y 1975, incluye cosas tan diversas como
los gobiernos peronistas, y los gobiernos posteriores a la revolución libertadora, en el
aspecto político.
Dentro del período de gobierno peronista, nos encontramos con un hecho histórico
relevante: la provincialización del territorio chaqueño y el no menos controvertido cambio
de nombre (se anula el nombre Chaco y la nueva provincia pasa a llamarse Presidente
Perón)”(Pérez ,2009, pag 1).
El país se caracterizaba en lo económico por la presencia de graves déficit fiscales,
caída de los salarios reales y contracción de la demanda por la presencia de un proceso
inflacionario y de un progresivo endeudamiento externo. Dentro de los aspectos positivos
aumenta la producción de petróleo, y aparecen las políticas crediticias oficiales para la
construcción de viviendas.
Las ciudades intermedias experimentan en este tiempo, un proceso de expansión
urbana acelerada que se caracteriza por la presencia de un fenómeno novedoso, los
complejos habitacionales de operatoria pública, que intentan solucionar la falta de
viviendas. En el caso de estudio, en esta época se experimenta el proceso de
metropolización, iniciando la formación del conglomerado de desarrollo lineal que
actualmente forman los municipios de Resistencia, Barranqueras, Vilelas y Fontana.
En la década del 50 aparecen en el paisaje urbano, obras aisladas diseñadas por los
primeros arquitectos argentinos recibidos en Rosario que se radican en la ciudad de
Resistencia.
Entre ellos los más importantes: el arquitecto Néstor Bianchi, Horacio Mascheroni y
Ernesto Galdeano. Sus principales aportes fueron en equipamiento residencial, pero
también realizaron obras muy valoradas como el Fogón de los Arrieros, en el lenguaje de la
arquitectura moderna internacional. Son los que imponen la arquitectura moderna, incluso
con sus variantes. Mascheroni (casa Baranda -Av. Sarmiento 222, casa Marquez –Av.
Sarmiento 201,casa Holzcan -Av. Sarmiento 665, casa Mascheroni – Pellegrini 627 y
Fogón de los Arrieros- Brown 350) y Bianchi (casa Bianchi- Salta 445, casa Valdés-
Marcelo T. de Alvear esq. Liniers y casa Cerno- Av. Sarmiento 650) son más racionalistas
y funcionalistas, mientras que Galdeano (casa Galdeano –Formosa 565 ,casa Zuanich-
Corrientes 135,casa Canetta -Av. Rivadavia , esq. Formosa, iglesia de la Asunción-
(Asunción esq. Monteagudo )adopta una línea mucho más orgánica.
No sólo Resistencia cambia en el tamaño y se metropoliza, también cambia
radicalmente el paisaje, porque se uniformiza dentro de los parámetros de la arquitectura
moderna.
Si bien en las primeras décadas del siglo se habían construido las obras básicas de
infraestructura edilicia, como el mercado, el hospital Perrando, el banco Nación, es en esta
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etapa, con la construcción del Aeropuerto Internacional, la Casa de Gobierno (Marcelo T.
de Alvear 145), el edificio de Correos (Av. Sarmiento, esq. Irigoyen) y de Teléfonos del
Estado (José M. Paz esq. Juan B. Justo) cuando se termina de incorporar a la ciudad y su
área metropolitana, parte de lo que necesita para su normal funcionamiento como capital.
En esta etapa la ciudad vuelve a cambiar su fisonomía y sobre todo su escala. Se
convierte en una metrópoli moderna, con rutas de conexión asfaltadas, tanto hacia el norte
como hacia el sur y cuenta con un aeropuerto internacional. Las obras de esta etapa,
determinadas por el lenguaje moderno, se pueden dividir en dos grupos: las obras
relacionadas con las comunicaciones y el gobierno, y las obras particulares.
“Los tres edificios públicos que permitieron una comunicación adecuada con el
resto del país y con el extranjero, fueron, Teléfonos del Estado, Aeropuerto General San
Martín y el edificio de Correos.” (Pianetti de Bianchi, 1975, pag 22). Los edificios de
Correos y Casa de Gobierno se han mantenido sin modificaciones y forman parte esencial
del patrimonio de la ciudad.
El edificio de la Compañía de Teléfonos, obra realizada por el Arq. Mario Roberto
Álvarez, ha sido intervenida, de tal manera que de su aspecto original queda muy poco.
En el caso de las obras particulares, las viviendas unifamiliares y los templos católicos
realizados por el arquitecto Ernesto Galdeano, se mantienen en buen estado de
conservación, al igual que la obra del arquitecto Néstor Bianchi, mientras que las obras del
arquitecto Mascheroni, en su gran mayoría han sido muy alteradas con excepción de la casa
particular del arquitecto y el Fogón de los Arrieros.
Agregamos como hecho significativo de este período la labor de la Universidad
Nacional del Nordeste que completa los niveles de educación superior anhelados por la
región y que desde el año 1956 incluye los estudios de arquitectura y urbanismo a su oferta
académica.
Casa de Gobierno Aeropuerto Internacional Edificio de Correos
En Barranqueras-Vilelas se realizan obras como el Frigorífico CAP (1953), los
Talleres metalúrgicos de TAMET y en 1973 la Junta Nacional de Granos.
La ciudad de Fontana en 1959, se constituye en municipio. En 1969 se vendió el
capital accionario de la sociedad anónima Quebrachales Fusionados a la compañía
Quebracho Formosa S.A. con sede en Puerto Tirol, hecho que significó además la
desaparición del nombre de La Forestal de la industria taninera argentina.
En 1972, finalmente, la empresa Unitán se hizo cargo de las empresas de Tirol y
Fontana.
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De esta etapa se rescata la obra de profesionales arquitectos enrolados en los principios
de la arquitectura moderna fundamentalmente en equipamiento residencial y que actúan
localmente también como docentes universitarios y de grandes equipamientos que
consolidan el centro institucional de la ciudad capital. También se consolidan como
municipios Barranqueras, Vilelas y Fontana, cuyos cascos urbanos están signados por la
actividad portuaria y área fabril.
El patrimonio en la Etapa 1975 – 1995
Desde una dimensión estrictamente política, esta etapa es inversa a la anterior.
Comienza con gobiernos militares y culmina con gobiernos democráticos. Es una etapa de
conflictos y oscura ya que incluye la desaparición ilegítima de 30.000 argentinos y la
guerra perdida por la recuperación de las Islas Malvinas.
Como consecuencia de los avatares de la política y de la economía, en esta etapa se
pone de manifiesto un proceso de crecimiento urbano mucho más acelerado que el de las
etapas anteriores y desordenado, que produce sub-urbanizaciones y asentamientos
irregulares.
También el abandono de determinados sectores de la zona céntrica como resultado
del proceso de desindustrialización, la privatización de las empresas del Estado y la
desregulación de las actividades económicas.
Sin embargo esos mismos procesos dejan huellas en el conglomerado urbano y se
tiende a revalorar y tratar de reciclar o reutilizar antiguos equipamientos básicamente
fabriles o portuarios, así como a potenciar y reafirmar la apuesta cultural de la ciudad de
Resistencia como la ciudad de las esculturas, completando y mejorando el Sendero de las
esculturas y posicionando sus Bienales como un signo distintivo e identificatorio.
También se replanteó el paradigma de crecimiento sobre el territorio en forma
acelerada y abusiva sin respetar las condiciones naturales del mismo, con ríos, riachos y un
sistema lacustre de particular belleza.
Recuperación Laguna Arguello Fogón de los Arrieros.
Arq.Mascheroni
Escultura del Perro Fernando
La revalorización patrimonial en Barranqueras y Vilelas se expresó en las siguientes
legislaciones: Ley N°6506 Declaratoria Casco Histórico de Barranqueras, Ley N° 5556
Escuela primaria N°69 “José Hernández” de Vilelas y Recuperación paisajística de la APA
del año 2005 de la laguna Rossi de Fazio en el casco de la ciudad de Barranqueras.
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En la localidad de Fontana el sector denominado Barrio Villa Allín posee una parte
urbanizada, con asentamientos antiguos y otros más nuevos; cuerpos de agua de
importantes dimensiones y muy descuidados, así como también espacios vacíos
improductivos que atraviesan su trama. Parte de este sector se encuentra dentro del “Área
declarada Patrimonio Histórico Provincial”, Decreto Provincial Nº 1.103, por estar próximo
a la zona de la fábrica de tanino.
En esta etapa se rescata la búsqueda de elementos que identifican y dan significado a las
ciudades: el Sendero de las Esculturas y el crecimiento del patrimonio escultórico en
Resistencia, el rescate del patrimonio portuario en la ciudad de Barranqueras, la identidad
fabril de Vilelas y la revalorización del patrimonio cultural y natural de Fontana. Además
el acento puesto en la revalorización del patrimonio natural y la conservación y
mantenimiento de ríos y lagunas que caracterizan al Área Metropolitana del Gran
Resistencia.
Líneas de acción: recuperación, puesta en valor, conservación
Si se localizan todas las obras identificadas en las distintas etapas con valor
arquitectónico patrimonial, se observa que mayoritariamente se encuentran dentro del
sector central de la ciudad de Resistencia, en el cuadrante fundacional.
En sí misma esta área debe considerarse un área patrimonial modélica (teniendo en
cuenta su estructuración regular entorno a avenidas y plazas), lo que lamentablemente no se
replicó en la extensión del territorio urbanizado.
En este sector por su parte, la concentración de obras define áreas de interés
patrimonial y recorridos culturales que siguen obras escultóricas de reconocido prestigio y
que han dado identidad a la ciudad, como “Capital de las esculturas”.
La recuperación del patrimonio, su puesta en valor o simplemente su conservación,
tiene básicamente que ver con dos aspectos: el primero, la consolidación y puesta en valor,
de las áreas o sectores de interés patrimonial, que permita garantizar un rostro, o una parte
de su historia que la identifique.
El segundo, tratar de trabajar contra la tendencia de las ciudades a la pérdida de sus
paisajes originales y a la dispersión y desconexión de los mismos.
La demolición de obras del pasado que son reemplazadas por nueva edificación, en
general edificios de mayor altura, que responden a la dinámica del mercado inmobiliario,
crea en las ciudades una uniformidad de paisajes peligrosamente similares y anodinos que
atentan contra la construcción de su singularidad.
Si creemos que las ciudades educan y permiten construir o reforzar la identidad de
sus ciudadanos, debemos trabajar contra la tendencia a la globalización de sus mensajes y
de sus lenguajes.
Una ciudad vivible, una ciudad amable, es también aquella que el ciudadano siente
como propia. Para eso su singularidad y particularidades que convierten a sus espacios
públicos en lugares significativos deben ser resguardadas y protegidas. Los espacios
públicos se comunican con los hombres a través de sus límites, de sus formas, de sus
lenguajes, de sus colores, de sus superficies libres, su vegetación y su belleza.
Más que salvar edificios, hay que salvar paisajes, hay que salvar ambientes que
constituyan lugares, poniendo de relieve sus riquezas culturales.
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La ciudad de Resistencia tiene una zona céntrica en la que se encuentra el
patrimonio construido de mayor valor arquitectónico. Algunos ejemplos son edificios
aislados como los nombrados en los apartados anteriores, pero también existen zonas de
valor patrimonial que incluyen cuadras enteras (avenida Sarmiento, primeras cuadras de
calle Colón, de calle Santa María de Oro, calle Pellegrini y Brown) o bien constituyen el
Sendero de las Esculturas.
PRIMER ETAPA 1878-1920
SEGUNDA ETAPA 1920-1945
TERCER ETAPA 1945-1975
CUARTA ETAPA 1975- 1995 Propuesta de protección de la trama central de la ciudad de Resistencia
La concentración del patrimonio construido en las calles del centro comercial de la
ciudad capital, es parte del mismo proceso histórico y está relacionado con el paso del
trencito Dodero que unía Barranqueras con Resistencia en los primeros años del siglo XX,
y también con las dos líneas férreas existentes: la del Ferrocarril Francés en el norte y el
actual Belgrano Cargas y Sefecha en el sur.
A estas comunicaciones férreas se agregan las viales que definen una organización
más lineal hacia la antigua zona industrial de Barranqueras y Vilelas, con su equipamiento
portuario y hacia Fontana con su equipamiento fabril.
Barranqueras conserva actualmente el único casco histórico del AMGR. Su
Municipio elaboró una propuesta de Renovación Urbana en el Barrio del Puerto, en 2006
(BENNATO, 2006) que fue ejecutado parcialmente, haciendo foco en el Centro Cultural La
Flota, como activador de acciones culturales.
En 2010 fue declarado por Ley Provincial N°6506 como patrimonio provincial el
conjunto urbano que se encuentra delimitado dentro de la chacra 272, que responde a una
trama única debido a su preexistencia a la mensura que del pueblo se hiciera en 1891, por el
agrimensor Juan Arias, y por el ingeniero Carlos Souringues en 1906. Sin embargo, a la
fecha no han sido emprendidas ningún tipo de acciones tendientes a su rescate y
valorización.
A esta situación debemos sumar la construcción del Tramo III del Sistemas
definitivo de defensas contra las inundaciones en 2002, que en la costa se constituye en un
terraplén de casi 6m de alto por 25m de ancho en su coronamiento y 60 metros en su base
que en su paso por el sector mencionado ha demolido gran parte de su patrimonio
arquitectónico y cercenado el barrio del Puerto y del contacto con el río.
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En el caso de Fontana se efectiviza , dentro de propuestas de revalorización
patrimonial el Decreto Provincial Nº 1130 que declara Patrimonio Cultural y Natural de la
Provincia del Chaco a las instalaciones, terrenos y Laguna Fortini, pertenecientes a la Ex -
Fabrica de Tanino ubicada en la Chacra 43 de Fontana.
FONTANA RESISTENCIA BARRANQUERAS VILELAS
Propuesta de protección de áreas urbanas de valor patrimonial y natural en el AMGR
El valor patrimonial de esta área metropolitana y de sus núcleos urbanos sólo
comienza a emerger, cuando se reconoce la historia propia de cada uno y la que transitan en
común, así como la historia de quienes le dieron forma y los construyeron.
Se deberían consensuar políticas que trabajen para el rescate de las áreas de interés
mencionadas, hoy en desuso, abandonadas o degradadas, identificando puntualmente las
zonas, aspectos o edificios a intervenir, creando los instrumentos normativos adecuados,
dando lugar a la creación de textos legales para introducir criterios de protección.
“Otra posibilidad es la creación de las llamadas plazas duras o espacios públicos
inspirados en la imagen tradicional de la plaza, pero utilizando materiales nuevos, junto a
mobiliario urbano compuesto de elementos francamente artificiales, o la simple
monumentalización de los espacios públicos en los barrios deprimidos, donde la estructura
pública se convirtió en el sello de una política urbana.
Esta política entendía el espacio de la colectividad como un contenedor de
significado que podía completar la falta de sentido del lugar.” (Muñoz, 2008, pag 154)
Estas soluciones actualmente pueden verse por ejemplo en la ciudad de Medellín,
Colombia, en barrios periféricos, marginales de la ciudad, donde el poder político ha
trabajado a partir de la reconversión de sus espacios públicos.
Dadas las características de la cultura moderna, y su tendencia a asociar el tiempo
libre con consumo, el trabajo sobre el espacio público, y el patrimonio, encierra en sí
mismo algunos peligros.
Estos se relacionan con la tendencia a asociar los espacios públicos con ciertas y
determinadas actividades casi exclusivamente, como por ejemplo las recreativas, buscando
la festivalización de lo urbano y centrando en los grandes eventos la revitalización de los
lugares con valor patrimonial.
Otro peligro en la gestión del patrimonio es la banalización de la urbanidad,
vinculada sólo al consumo de masas, el darle a la imagen el mayor valor implicando la
clonación de imágenes urbanas, o la tematización o estandardización de las mismas.
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La clonación de imágenes se puede producir de diversas maneras, ya sea la copia de
imágenes de otros centros exitosos, o la simple réplica de una misma imagen en diferente
contexto.
La presencia del turismo también suele ser un factor de distorsión que orienta la
gestión sobre el patrimonio hacia la artificialización del mismo, afectando su singularidad
histórica y su veracidad.
El último peligro consiste en la segregación, tanto espacial como temporal. Hay que
tener en cuenta que si bien en la ciudad se produce en determinados casos segregación
espacial, como resultado de la diferenciación funcional, también existe una segregación
temporal que implica que existan espacios públicos que se utilizan sólo en determinados
días de la semana u horas del día, mientras que en otros, están vacíos.
Esto es en sí mismo una contradicción, ya que si bien el espacio se revitaliza, sólo
ocurre en determinadas horas o días de la semana. Es deseable que la conservación del
patrimonio construido no profundice las fracturas que ya existen en la ciudad sino que
contribuyan a superarlas.
Conclusión
En la medida que las sociedades construyan una conciencia de sus raíces, y lo hagan
desde su propia historia y diferenciando lo propio o local dentro del fenómeno generalizado
de globalización, podrán construir una memoria e identidad colectiva poniendo en valor
aquello que forma parte de su pasado.
Recién ahí, los testimonios construidos tendrán sentido.
Para esto se debe superar la cultura de la mera novedad que desarticula los mensajes
y los testimonios que en las ciudades y en sus espacios públicos, muchas veces se
encuentran próximos entre sí.
La conservación del patrimonio construido, significa, en qué lugares la conciencia
ciudadana pone la mirada para salvaguardar ese pedazo de historia urbana para la
posteridad y específicamente en la relación patrimonio- espacio público la apuesta debe ser
conservar áreas urbanas características y significativas de cada una de las ciudades.
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La Rebelión de Arecayá (1660): guaraníes armados en la frontera
Pedro Miguel Omar Svriz Wucherer
Núcleo de Estúdios Históricos Coloniales
Instituto de Investigaciones Geohistóricas-CONICET/UNNE
pmosvriz@yahoo.com.ar
Resumen
La presente ponencia tiene como objetivo analizar una rebelión indígena acaecida
hacia mediados del siglo XVII en territorio del actual Paraguay. No obstante, nuestro
objetivo es más amplio, ya que pretendemos entender a partir de esta rebelión el
funcionamiento de esta porosa frontera, tomando como eje de análisis las milicias guaraníes
formadas en las reducciones jesuíticas, las cuales participaron activamente: defendiendo
ciudades (Asunción, Villarrica y Corrientes) de ataques indígenas, construyendo fuertes, o
realizando “entradas” al territorio “infiel”, entre otras acciones.
Concretamente analizaremos los antecedentes y vicisitudes del pueblo de Arecayá
en los años previos a la revuelta de 1660.
Observando la participación de los diversos actores implicados (gobernador,
jesuitas, caciques guaraníes, “indios reducidos”, “indios enemigos”) para luego entender las
consecuencias de esta rebelión indígena.
Consideramos que un análisis exhaustivo de las fuentes que dejó dicha resistencia
guaraní, que fundamentalmente se circunscriben al Archivo General de Indias, nos
permitirá entender las particularidades de esta frontera y la actuación en ella de las milicias
guaraníes.
El pueblo de indios de Arecayá hacia mediados del siglo XVII
Para comenzar debemos mencionar que en las cercanías a la ciudad de Asunción se
desarrollaron una serie de pueblos de indios que tuvieron como principal objetivo proveer
mano de obra para las diversas actividades de la urbe. En las tierras cercanas a los ríos
Jejuy e Ypané, al norte de Asunción, se fundaron cuatro pueblos de indios denominados:
San Pedro de Ypané, Todos los Santos de Guarambaré, San Francisco de Atirá, y Nuestra
Señora de la Limpia Concepción de Arecayá (Mapa N° 1).
De todos ellos, nos interesa Arecayá, pueblo fundado en 1630 aproximadamente y
que atravesó muchas dificultades para consolidarse como tal, fundamentalmente a la
“malísima reputación” de sus habitantes, quienes se “coligaban con los infieles” de forma
permanente (AGUIRRE: 2003, 369).
No obstante, para las autoridades hispanas esta reducción ocupó permanentemente
un lugar importante, dado que se situaba a orillas del río Jejuy, a más de 200 km. de
Asunción y era “uno de los lugares obligatorios de amarre para las balsas provenientes de la
región de Mbaracayú” (KLEINPENNING, Vol.1: 2003, 290).
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Mapa N°1: “Pueblos de encomienda en Paraguay en 1651”
Fuente: KLEINPENNING, Vol. 1: 2003, 616.
Por tanto, controlar a esos nativos y tenerlos como mano de obra “adoctrinada” en
esa región, era clave para las autoridades y su comercio de la yerba mate355
. Recordemos
que periódicamente salían tropillas de 25 hombres de los pueblos norteños de Itá, Ipané,
Guarambaré y Arecayá como mano de obra necesaria para dicho comercio, mientras otros
establecimientos misionales como Caazapá y Yutí poseían sus propios yerbales silvestres
(SUSNIK:1979-1980, 220).
Ese rol que cumplieron los habitantes de Arecayá, junto a los restantes pueblos
norteños, es un punto esencial para entender los motivos de las visitas de gobernadores y
capitanes generales a esa zona, tanto desde Asunción como desde Villa Rica del Espíritu
Santo; con el afán de apaciguar ese territorio y mantener intactos los réditos económicos
que se obtenían. Observemos ahora los valiosos aportes para el estudio de este pueblo que
nos brinda este tipo de fuentes.
La Visita de Andrés Garabito de León, una mirada a Arecayá
Andrés Garabito de León se desempeñó como oidor de la Audiencia de Charcas y
llegó al Paraguay hacia finales del año 1649 para asumir como gobernador interino de dicha
provincia. Su objetivo era resolver las vicisitudes recientes planteadas entre el obispo del
Paraguay, fray Bernardino de Cárdenas, y la Compañía de Jesús.
355 Véase el comercio de la yerba en aquellos años en la obra de GARAVAGLIA: 1983.
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Paralelamente, hacia 1651, comenzó su visita de las villas y pueblos de indios de
aquella provincia con la particularidad que sólo visitó personalmente algunos de ellos356
.
En cambio, los restantes poblados fueron visitados en su nombre por el teniente de la Villa
de Talavera, Juan de Ibarra Velasco, quien precisamente fue el encargado de realizar la
visita del pueblo de Arecayá, el 10 de marzo de 1651357
.
Dicha visita nos expone el número de encomiendas vigentes en ese momento, 10 en
total358
; presentando además la cantidad de indios tributarios359
, el número de mujeres y el
total de niños y niñas que habitaban ese poblado.
Debemos destacar que también se establecieron los indios ausentes y fugados
durante dicha visita. Dada la extensión de la presente ponencia no podemos detenernos a
analizar esta rica fuente. Sólo destacaremos que la misma nos brinda información sobre los
inconvenientes que afrontó este pueblo hacia esos años, tal y como refleja la Tabla N° 1
referida a los indios ausentes y los motivos de su falta.
Tabla N°1: “Indios ausentes en Arecayá durante la Visita de 1651
” Elaboración propia. Fuente: ABNB.EC.1651.10
CAUSAS Varones
(+15)
Mujeres
(+15)
Varones
(-15)
Mujeres
(-15) Total según
causas
Trabajo en el Yerbal 11 - 1 - 12
Casa del Encomendero 8 4 2 1 15
En poder de otro
encomendero
12 10 5 - 27
En manos de un sacerdote - - 1 - 1
Repartido por fuga (mayoría
en Talavera)
5 6 4 2 17
En el Monte 2 1 1 - 4
Realizando otro trabajo
(pesca)
- - 1 - 1
No precisa - 2 2 2 6
En otra reducción (Tobatí) 1 - - - 1
Total según género y edad 39 23 17 5 84 indios
ausentes360
356
Esta Visita realizada a la provincia del Paraguay en 1651, hoy día se conserva en el Archivo y Biblioteca
Nacional de Bolivia (Sucre). Para la región del Paraguay un breve estudio de esta visita lo realiza
GARAVAGLIA: 1983, 177-185. Un análisis exhaustivo de esta Visita a la región del nordeste rioplatense
puede observarse en los trabajos de María Laura Salinas para Corrientes: SALINAS: 2010a y 2008. Y para el
Paraguay: SALINAS: 2010b. 357 Véase SALINAS: 2010b. 358 Estas encomiendas pertenecen a: Atanasio de Sosa, Miguel de Arévalo, Juan de García, Francisco de Vega,
Antonio Rodríguez, Melchor de San Miguel, Juan Ávalos, Francisco de Espíndola, Luis de Molina y Pablo Gómez. 359 Se denomina así a los nativos varones que tenían entre 18 y 50 años que pagaban el tributo en servicio
personal al encomendero. Exentos de dicho tributo estaban los enfermos, aquellos incapacitados para trabajar,
los caciques y sus primogénitos como también aquellos indios que cantaban en el coro. De igual forma se
encontraban exentos los varones que tenían más de 50 años de edad (aparecen en la fuente como reservados o
inclusive con el término de jubilados). También las mujeres estaban exentas del pago del tributo, sin embargo
son numerosos los casos en que aparecen sirviendo al encomendero con el hilado u otras tareas domésticas.
Véase SALINAS: 2008, 25-26.
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Estas cifras nos permiten configurar una idea más precisa de las causas para no estar
presentes al momento de realizarse esta visita. La mayoría de los casos fueron por
encontrarse en manos de un encomendero: sea el titular de la encomienda (15) o en manos
de otro encomendero (27). Inclusive aquí podemos sumar a los indios de este pueblo que
fueron repartidos por intentos de fuga recientes (17) que también fueron a parar en manos
de encomenderos de diferentes sitios.
En este punto de los “repartidos” la visita refiere, aunque sin nombrarla, a la
rebelión que intentaron en el año 1650 los nativos de este pueblo; situación que ocasionó
que fueran repartidos en su mayoría a los vecinos de la Villa de Talavera por el maestre de
campo Fernando de Zorrilla del Valle, quien castigó además el alzamiento con el
ahorcamiento de los principales cabecillas361
.
Por tanto la visita de 1651 adquiere gran valor porque representa el primer conteo
cuantitativo y cualitativo en este pueblo luego de aquel levantamiento, estableciendo las
quejas de los propios naturales, y en gran medida se erige en un control de cómo se
hallaban en ese momento sus habitantes.
Unos 59 nativos, es decir un 70,2 % de los ausentes de la Tabla N°1 se hallaban
alejados de su pueblo por realizar servicios de encomienda en diferentes puntos de la
provincia, en su mayoría cumpliendo como verdaderos “originarios” y no como
“mitarios”362
. Porcentaje que se incrementa (75,9% sobre 104 ausentes) si consideramos 20
piezas de indios (véase nota N° 7), de las cuales desconocemos su género y edades, pero
sabemos según esta visita que se encontraban en manos de un encomendero (Atanasio de
Molina).
En contraposición, hallamos que era escaso el porcentaje de fugados en el monte
(4,7%), en manos de un sacerdote (1,2%) o en otro pueblo de indios (1,2%). Inclusive
puede decirse que era “bajo” el porcentaje (si los comparamos con los antes mencionados
que estaban en servicio de un encomendero fuera del pueblo) de aquellos que trabajaban en
360 Esta cifra es la que podemos establecer según los datos que nos brinda la visita. Recordemos que este
número se amplía a más de 104 nativos ausentes y fugados, pero las imprecisiones en la fuente nos impiden
detallarlos. Uno de los caciques menciona: “…que tenía ausente en el Paraguay en casa de su encomendero (Atanasio de Molina) de muchos años, más de 20 piezas y que quiere ir a hablar con el oidor para que mande
restituirlas. No pone sus nombres porque no los recordaba”. A ello se suma que una pareja de nativos,
pertenecientes a la encomienda de Antonio Rodríguez, menciona que tenían “…hijos en poder del sargento
Fernando Díaz, de los repartidos”. Véase ABNB. EC. 1651.10. f.40v y f.43. Ambos datos no establecían el
tiempo de ausencia, el género y el número de esos indios ausentes, pero sí nos exponen el motivo de la falta
de estos nativos: servir en casa de encomenderos. Será este uno de los principales inconvenientes a los cuales
se enfrentaran los habitantes de este pueblo de indios. 361 No nos adentraremos en este precedente de la rebelión, pero sin duda ese fuerte castigo influyó para que
los indios realizaran un nuevo alzamiento diez años más tarde. 362 Recordemos que en el Paraguay, los denominados “yanaconas” en otras regiones (Tucumán por ejemplo),
reciben el nombre de “originarios”. Estos vivían en las chacras o casas de sus encomenderos y los servían de por vida, tenían en la práctica una situación semejante a la esclavitud. La diferencia con el “mitario” es que
este vivía en el pueblo y asistía al encomendero sólo dos meses al año (tiempo de trabajo llamado “mita”, de
allí su nombre) al menos en teoría, y también se diferenciaba del originario en que podía retirarse o dejar de
servir a su encomendero a los 50 años según la reglamentación estipulada (Ordenanzas de Alfaro de 1618).
Consideramos que la clasificación que propone Gastón Doucet para el Tucumán y que expone la Dra. Salinas
como aplicable para algunos de los casos de Paraguay, Corrientes y Santa Fe, hayan en estos individuos
alejados del pueblo de Arecayá un claro ejemplo de “yanaconas desmembrados de pueblos de encomienda”.
Véase SALINAS: 2010b, 3.
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el yerbal durante dicha visita (14,3%)363
. Demostrando esta última cifra que, al menos en
esos años, el comercio de la yerba no era la mayor influencia en la saca de indios de
Arecayá.
Por tanto, el panorama de este pueblo de indios en los años previos a la rebelión, es
el de uno diezmado de forma permanente por la saca de indios.
Los nativos salen del pueblo, muchas familias se fragmentaban, otras se trasladaban
íntegramente hacia otro territorio e incluso niños y niñas eran llevados por encomenderos a
trabajar en sus casas.
Manos arecayenses para construir un fuerte
Una de las principales acciones en las cuales formaban parte los habitantes de los
pueblos de indios cercanos a Asunción era participar en la construcción de fortificaciones
cercanas a la ciudad, con el objetivo de incrementar las posibilidades de defensa ante los
enemigos fronterizos.
Debe decirse que cuando hablamos de fortificaciones en el Paraguay no nos
referimos a un esquema de murallas de circunvalación en piedra sino por el contrario a
sistemas precarios de fortificación de campaña compuestos de empalizadas y foso que
protegen a un poblado364
. En rigor, según indica Ramón Gutiérrez en Paraguay “…hay dos
sistemas, el de piquete o guardia adicionada a la población o el de población fortificada…”
(GUTIÉRREZ: 1978, 29).
Al llegar a la gobernación del Paraguay, Alonso Sarmiento de Figueroa se encontró
con una provincia en permanente peligro por el ataque de indios fronterizos provenientes
del Gran Chaco.
Por tal motivo decidió tomar dos medidas: la primera, construir un fuerte que
defienda aquel territorio y la segunda efectuar una visita de indios para evaluar el estado de
su provincia. Con respecto a la segunda nos centraremos en el siguiente apartado, pero
veamos ahora la construcción del fuerte.
Se denominó aquel fuerte como castillo de San Ildefonso de Tapúa, o también
mencionado en las fuentes como castillo de San Ildefonso o castillo de Tapuá y comenzó su
construcción hacia fines de 1659.
La imagen N°1 que presentamos a continuación, expone claramente la manera en
que se informaba a la corona este tipo de acciones. Sabemos, pese a este tipo de
representaciones, que ese “castillo” estaba lejos de ser tal, no está constituido por piedra
sino por barro y madera. Sin embargo este dibujo sí nos muestra la posible estructura básica
del mismo: cuatro torretas con nombres de santos (San Francisco, Santo Domingo,
363 No profundizaremos en este trabajo en estas diferencias significativas entre ambas proporciones, pero
consideramos que una de las motivaciones de la misma se debe a que los indios recientemente habían sido
protagonistas de una rebelión. Posiblemente ello generó que los hispanos prefieran que la mita yerbatera proviniera de otros nativos, al menos hacia marzo de 1651 como lo refleja la Visita. Esperamos en futuras
aproximaciones profundizar sobre estas diferencias. 364 Se sabe que varios de los pueblos jesuíticos creados en el siglo XVII en el Tapé e Itatín estaba fortificados
para resistir a las malocas paulistas. En San Ignacio de Ipaumbucú había un foso circundado por paredes de
tapia, en San Pablo de Iniai una empalizada y en Loreto muralla de tapias. El autor Aguirre ha señalado cómo
los pueblos de Santiago y Santa María de Fe en 1661 al transmigrarse adoptaron similar propuesta. De la
rusticidad de estas defensas da buen testimonio su ineficacia para evitar la destrucción de los pueblos. Véase
GUTIÉRREZ: 1978, 29-30.
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Santiago y San Ignacio), una capilla, alojamientos para el “castellano”365
, otro para el
gobernador y un tercero más grande para los soldados, asimismo se localiza un almacén
donde se guardaban los avíos necesarios para este emplazamiento militar.
Los materiales perecederos con los cuales se realizaban este tipo de emplazamientos
nos impiden saber hoy día como eran realmente en su forma y organización del espacio, por
ello este tipo de representaciones adquieren mayor valor.
Imagen N°1 “Representación del castillo de San Ildefonso de Tapua”
Fuente: “Plano del castillo de San Ildefonso, situado en el pago de Tapua, a orillas del Río
Paraguay, a dos leguas de la Asunción, mandado construir por el gobernador Alonso sarmiento
de Figueroa, para contener a los indios guaicurúes y payaguás” 20.II.1660.AGI, Mapas y
Planos, Buenos Aires, 225.
Más allá de estas representaciones del fuerte y de los enemigos que lo circundaban,
la construcción del fuerte para los indios de Arecayá constituyó un agravante para su
delicada situación.
A la saca de indios constante que sufrían, fuera estos para trabajar en los yerbales
(en bajo número en esos años como hemos observado) o en las casas de sus encomenderos,
se agregó una constante movilización para construir dicho fuerte.
Por tal motivo, el gobernador decide visitar los pueblos de indios de la región para
contabilizarlos y repartir la “tarea”.
Sin embargo no supo, no pudo o no quiso prevenir la reacción que tendrían los
nativos de Arecayá al conocer el verdadero objetivo de aquella visita.
365 “Sargentos Mayores y Castellanos” es el rango atribuido a cuantos hubiesen tenido a su cargo un fuerte o
presidio, el cual se simplificaba llamándolos como “castellanos” en las fuentes coloniales. Véase
VELÁZQUEZ: 1977, 36.
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Los indios se rebelan…
Dada brevemente la situación previa, debemos adentrarnos en la llamada rebelión de
Arecayá de 1660. Este hecho fue analizado brevemente por Eladio Velázquez en su ya
clásica obra del año 1965366
. Sin embargo, nos dejó algunas “imprecisiones” sobre este
conflicto que bien valen ser analizadas, aplicando nuevas miradas. Comencemos por
establecer el suceso que nos compete con el mayor detalle posible.
En octubre de 1660, el gobernador Alonso Sarmiento de Figueroa salió a la visita
general y empadronamiento de los indios situados al norte y nordeste de la provincia. Por el
proceso posterior llevado a cabo contra el mismo, sabemos que lo acompañaron su capellán
el licenciado Alonso de Arce, el escribano Alonso Fernández Ruano, unos treinta soldados
y vecinos en su mayoría con encomiendas en los pueblos que debían recorrer, bajo el
mando del general Pedro de Gamarra y Mendoza.
Pero un punto interesante que justifica dicha visita, según confesó el propio
gobernador en el proceso en su contra en años posteriores, es que además de continuar con
una “costumbre” de todos los gobernadores precedentes la inicia porque “….todos los
vecinos encomenderos desta provincia le hicieron repetidas instancias a que hiciese dha
Visita para el remedio de las muchas quiebras que padecían en el entero de sus mitas en
todos los lugares sujetos a ella particularmente el de Arecayá…”367
Sin embargo, agrega luego que no todos los encomenderos lo
acompañaron teniendo la obligación de hacerlo. Lo más probable es que esta falta de apoyo
de los encomenderos se debió en primera instancia a los peligros a que se exponían con este
tipo de acciones, y en segundo lugar a que priorizaron sus intereses en las tierras cercanas a
Asunción.
Empero, es significativo resaltar cómo los intereses de los encomenderos influyeron
en la realización de este tipo de acciones, al menos el de aquellos que tenían encomiendas
en aquellos pueblos y veían que los ataques de guaycurúes y payaguás y/o la fuga de los
propios nativos “reducidos”, ponían en peligro sus beneficios económicos. Más aún
ejercieron influyentes en un gobernador recién llegado que trataba de “pacificar” su
provincia. Sin duda todos esos factores fueron determinantes para que se visitara esa región
y no otras.
El capitán Gonzalo de Rodas ofició de interprete en la visita realizada en Arecayá aquel 12
de octubre de 1660, e insistió en la necesidad de cumplir en adelante con las prestaciones
debidas a sus encomenderos. Según los testimonios, el gobernador “perdonó” a los nativos
la falta de cumplimiento que tenían hasta entonces.
Luego preguntó el intérprete si tenían quejas sobre el trato de sus encomenderos, a
lo cual respondieron negativamente. La visita se desarrolló con dificultad, dado que los
indios se hallaban inquietos y con los “arcos templados”.
Posiblemente el mencionado “perdón” otorgado por el gobernador a los indios por
no haber cumplido en el pasado a su servicio como mitarios, según el reclamo de los
encomenderos presentes; fue la única acción que logró tomar Sarmiento de Figueroa para
366 Véase VELÁZQUEZ: 1965. Otras obras dedicadas a la historia colonial del Paraguay se han centrado
brevemente en los acontecimientos de la rebelión de Arecayá de 1660, tal es el caso de AGUIRRE: 2003;
GARAVAGLIA: 1983; y SUSNIK: 1992, entre otros. 367 “Confesión del Señor Don Alonso Sarmiento de Figueroa”. Asunción, 06.II.1665. AGI, Escribanía de
Cámara de Justicia (En adelante AGI, ECJ), 882. f.49v.
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evitar una revuelta, que pudo haberse producido ante cualquier tipo de “castigo” o “carga”
a estos indios inquietos.
A pesar de la inquietud de los nativos, el gobernador tomó una decisión arriesgada,
y que sin duda influyó en la configuración de la rebelión posterior, quitó del cargo de
corregidor a Don Rodrigo Yaguariguay y se lo otorgó a Mateo Ñambayú.
El propio capitán Gonzalo de Rodas nos dice en su testimonio del 27 de enero de
1665 los motivos que llevaron al gobernador a realizar esa modificación en el cargo de
corregidor: “…le dijo el dicho gobernador a este testigo… que dijese al dicho Don Rodrigo que
no le quitaba el bastón de ninguna manera por delito que hubiese cometido, ni
sospecha que tuviese de él, sino sólo porque estaba viejo y cansado de servir, y que
antes le quedaba muy agradecido a lo bien que había usado su oficio que en todas ocasiones estaría muy atento ha hacerle el bien que pudiese (…) y luego el dho
gobernador dijo a este testigo que dijese al nuevo corregidor Don Mateo que aquel
bastón le entregaba en nombre de Su Majestad para que gobernase aquellos indios con justicia castigando a los que hiciesen delitos porque le daba la misma
jurisdicción para aquel lugar que él tenía en todo su gobierno, que mantuviese en paz
a los indios, que hiciese cumplir las mitas a sus encomenderos en conformidad de una memoria que le dio escrita…”
368.
A pesar de estas palabras, que matizaban el cambio de autoridad en el pueblo por la
avanzada edad del cacique Rodrigo, otros testimonios refieren a ciertos inconvenientes
entre el mismo y el gobernador al momento de comenzar la visita. El capitán Diego de
Yegros mencionó que luego de ordenar el gobernador que se reuniesen todos los indios del
pueblo para iniciarla:
“…vio que faltaban algunos contra la orden que tenía dada (…) riñó al indio
corregidor y le mandó que para la tarde viniesen todos sin reservar ninguno para oírles de justicia, y porque a la tarde faltaron otros muchos el dicho gobernador
reprehendió al corregidor, y con algún enojo le dio con el canto de la vengala un
golpe por su inobediencia algunos indios más de treinta se retiraron y templaron sus arcos, que aumentó la sospecha a los españoles que estaban presentes…”
369.
El cambio de autoridad en el pueblo de Arecayá, sumado al agravio del gobernador
a una autoridad como el cacique Rodrigo, pudo hacer germinar la semilla de la discordia en
dicho poblado; o al menos incrementó la sed de rebelión en unos nativos sometidos
permanentemente al régimen de trabajo hispano, que esperaban la oportunidad propicia
para manifestarse. El momento oportuno no tardó en llegar.
La visita del gobernador, al parecer pudo completarse y arrojó por lo menos un
número superior a 160 familias370
en Arecayá. Hasta el momento no hemos hallado
368 “Testimonio del cap. Gonzalo de Rodas”. Asunción, 27.I.1665. AGI. ECJ., 882. f.33v-34. 369 “Testimonio del cap. Diego de Yegros”. Asunción, 19.I.1665. AGI. ECJ., 882. f.17. Con menos detalle, el
testimonio de Don Ambrosio Taupi menciona la misma situación del golpe del gobernador al cacique
Rodrigo. Véase “Testimonio de Don Ambrosio Taupi”. Asunción, 04.II.1665. AGI. ECJ., 882.f.47. 370 La carta del Cabildo de Asunción del 31.XII.1660 escrita al Rey, persigue posicionar de buena manera y
rápidamente al gobernador Sarmiento de Figueroa ante los ojos del monarca. Posiblemente por ello expone
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documentación que precise el número exacto de nativos, y mucho menos que detalle, como
otrora lo hiciera la visita de 1651, la cantidad de tributarios, mujeres, niños y niñas, y los
ausentes durante la misma.
Podemos inferir que las dificultades para reunir a todos los indios del poblado,
probablemente hayan influido en la imprecisión en los números que se expresan en la
documentación. Puede observarse cómo la situación de Arecayá no se había modificado
con respecto a la inestabilidad demográfica que padecía hacia mediados del siglo XVII
desde el punto de vista de la documentación.
La comitiva del gobernador Alonso Sarmiento de Figueroa continuó luego su
camino hacia los pueblos de Atyrá, Ypané y Guarambaré, situados más al norte (véase
Mapa N° 1); regresando el 28 de octubre a Arecayá para continuar su viaje hacia Villa Rica
del Espíritu Santo y su distrito.
Este regreso se justificó en que era Arecayá por entonces el paso obligado para
proseguir su viaje, y el único “seguro” ante la amenaza constante de indios montaraces,
guaycurues y payaguás.
Algunos testigos del proceso llevado a cabo contra Sarmiento de Figueroa,
establecieron que ya en ese momento hubo indicios de la rebelión. El capitán Francisco
Sánchez de Cabrera, alcalde ordinario de primer voto, expresó que “…estando en la Visita
los dos o tres lugares comenzaron a tener sospechas del levantamiento de los indios que les
obligó a abreviar su vuelta trayendo el gobernador algunos indios de mita para esta ciudad
(Asunción) a que estaban obligados.”371
Más aún, cuando al llegar nuevamente a Arecayá se encontraron a la entrada del
pueblo con diez españoles de la Villa Rica que vinieron a advertirles sobre la presencia de
nativos arecayenses en los montes, preparando sus armas para una posible rebelión372
.
El gobernador hizo caso omiso de la advertencia de diez españoles provenientes de
la Villa Rica que vinieron a contarle sobre la presencia de nativos arecayenses en los
montes; y se refugió en el pueblo esa noche para luego continuar su viaje, “…y aquella
noche a prima se oyeron dentro desde dho pueblo remedos de aves y animales, y tocar
flautas y otros instrumentos de indios, que indican a la usanza de ellos guerra…”, nos dice
el propio gobernador373
.
Ante esta situación se mandó a llamar al cacique y corregidor, quien ante el
cuestionamiento sobre aquellos ruidos respondió “…que… era ordinario para que los indios
Payaguás sus enemigos estuviesen vigilantes, y no por otra cosa…”374
. A pesar de esta
justificación, aquella noche se reunieron los españoles que habían llegado con el
gobernador en la casa de este último, a excepción de Fulano de Almada que decidió
que las familias eran 160. Véase Carta del cabildo de Asunción. 31.XII.1660. AGI, Charcas, 33.f.1v. En
cambio en el proceso judicial se habla que este gobernador repartió al llegar a Asunción un total de 178
familias provenientes de aquel pueblo. Véase AGI. ECJ., 882. f.11. 371 “Testimonio del capitán Francisco Sánchez de Cabrera”. 19.I.1665. AGI. ECJ., 882.f.16. 372 Estos diez hispanos provenientes de la Villa Rica finalmente se quedan con el gobernador y padecen la
rebelión. Así se completan los cuarenta españoles a los cuales refieren las fuentes, dado que desde Asunción
acompañaron al gobernador una treintena de hombres según sus propias palabras. “Confesión del Señor Don
Alonso Sarmiento de Figueroa”. Asunción, 06.II.1665. AGI. ECJ., 882. f.49v. 373 Véase “Cabeza de Proceso para averiguar el alzamiento de los indios de Arecayá y castigo de culpables”.
AGI. ECJ., 882. f.1. 374 “Testimonio del Ayudante Cristóbal Hernández”. Asunción, 26.I.1665. AGI. ECJ., 882.f.29v.
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quedarse en su posada y moriría en manos de los rebeldes375
, y se mantuvieron alertas con
sus armas en las manos.
Finalmente al cuarto del alba estalló la revuelta, los nativos prendieron fuego la casa
donde se hallaban los españoles, quienes sorprendidos debieron huir hacia la iglesia del
pueblo. 4 muertos y 22 heridos fueron, según los testimonios, el saldo de aquel primer
asalto de los nativos.
Ya en la iglesia las órdenes del gobernador llevaron a “destechar” la iglesia para
evitar que pueda ser incendiada y la apertura de troneras desde donde disparar a los indios.
Posteriormente se nos presenta en la documentación los actos heroicos de los españoles
ante el ensañamiento de los indios con ellos.
Lo que podemos destacar en esto, es que en la revuelta no sólo participaron los
habitantes de Arecayá (que en ningún momento se especifica su número) sino también
indios de pueblos cercanos, lo cual genera mayor imprecisión en la cifra de los nativos que
formaron parte de estas acciones, las fuentes que informaron de la misma mencionan entre
ochocientos y mil indios.
La “confesión de los indios rebeldes”, que se anexa en esa documentación, expone
que tomaron parte del alzamiento, al menos en ese primer enfrenamiento, indios de Ypané,
Gaurambaré y algunos de Itá376
. Pero lo más interesante de los testimonios posteriores, es
que se reconoció el plegamiento con los rebeldes por parte de indios teóricamente “amigos”
que habían acompañado a los hispanos, inclusive pajes (nacidos y criados con los
españoles) y esclavos que los acompañaban.
Don Ambrosio Taupi, nativo que habitaba Arecayá al momento de la rebelión
expresó que también se unieron a la revuelta los indios mitarios de Ypané, Guarambaré y
Atirá, “…que el dho gobernador llevaba en cumplimiento de su obligación ha servir a sus
encomenderos…”377
. Aquí se observa el malestar de la mano de obra nativa con este
régimen, que al tener una oportunidad de rebelarse lo hicieron sin dudarlo.
El testimonio con mayor y mejor detalle de los que participaron a lo largo de esta
revuelta, fue el del vecino encomendero de Villa Rica, Pascual de Oviedo:
“…este declarante conoció indios de todas partes desta reducción de la Candelaria,
Ybirapariyará= Y Terecañé= Maracayú= Atirá= Tovatí= Yaguarón y que asi mismo por las montañas ocultamente los de Yutí vinieron a la facción y en particular Santiago
de Atirá= a Marcos de Tovatí= Y Gabriel Chesu de Yaguarón… y algunos vido (sic)
este testigo disfrazado con cabelleras postizas para no ser conocidos en particular
Francisco Sapi de la Candelaria de la encomienda de Pedro Sánchez= Diego Saiv de la de Juan Cardoso Logroño= Y otro Gabriel del capitán Juan Domínguez todos indios de
la dha reducción y pajes de los españoles desta Villa y de la ciudad sin que reconociese
uno fiel sacando un mestizo de Juan de Encinas y un negro de Don Esteban de
Figueroa y otro mulato del licenciado Alonso de Arce su capellán…”378
.
375 Véase “Testimonio del Ayudante Cristóbal Hernández”. Asunción, 26.I.1665. AGI. ECJ., 882.f.29v. 376 Confesión de los indios rebeldes. “Cabeza de Proceso para averiguar el alzamiento de los indios de
Arecayá y castigo de culpables”. AGI. ECJ., 882.f.28v. 377 “Testimonio de Don Ambrosio Taupi”. Asunción, 04.II.1665. AGI. ECJ., 882. f.47. 378 “Testimonio de Pascual de Oviedo”. Villa Rica, 30.I.1665. AGI. ECJ., 882. f.139v.
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Su declaración es muy rica, brinda información detallada no sólo de los pueblos que
participaron (bastantes más de los que expresaron la mayoría de testigos) sino también de
aquellos indios que con nombres propios reconoció. Inclusive expuso que algunos nativos
pasaron de noche para no ser reconocidos o utilizaron disfraces para dicho fin. Claramente
las estrategias indígenas fueron variables para poder participar de esta revuelta sin ser
fácilmente identificados.
De tal forma podemos decir que todas estas palabras nos muestran la inestabilidad
imperante en estos territorios hacia esos años, pero especialmente reflejan que los propios
términos de “indios amigos” e “indios enemigos” también la tenían. La oportunidad de
revelarse ante el poder establecido no fue desaprovechada por esa población subyugada.
Las milicias guaraníes
Al parecer el “arrepentimiento”, la conveniencia o el impedimento de un triunfo
definitivo frente al hispano, hicieron que “…los del pueblo de Atirá con su corregidor se
huyeron (sic) y fueron a las doctrinas del padre Lucas Quessa379
y el licenciado Juan Núñez
Vaca su cura, y les dieron aviso del estado en que se hallaban los españoles…”380
.
Esa advertencia de los indios de Atirá, a la cual sólo refirió este cacique y no así los
españoles que testimonian en este proceso, permitió la llegada de indios armados desde las
reducciones jesuíticas cercanas y también desde Atirá y Guarambaré. Nótese como los
indios de esos pueblos que inicialmente se unieron a la revuelta, luego la abandonaron y
pasaron al bando español convenientemente.
Sin duda es otra muestra de las estrategias nativas en la cual oscilaron en poco
tiempo de “amigos” a “enemigos” y viceversa según las conveniencias y posibilidades.
Ejemplos de nativos que oscilan hacia uno u otro bando son numerosos. En Chile,
los indios auxiliares cuando ya estaban de antemano apalabrados para la traición,
aguardaban el resultado de la batalla para inclinarse finalmente por el que llevaba mejor
suerte (SALAS: 1986, 240).
Según las palabras de los testigos españoles y del propio gobernador Sarmiento de
Figueroa, las tropas indígenas llegaron para “sacar” del monte a los rebeldes, y atribuyeron
a un “milagro” de la Virgen y al desánimo en los rebeldes por no obtener la contundente
victoria que pretendían, como las causas del cese de las hostilidades y la victoria hispana.
Esta idea de los indios auxiliares como necesarios para “sacar a los rebeldes del
monte” era una constante desde tiempos de la conquista.
Se consideraba que la mayor efectividad de estos elementos se lograba más que en
la lucha misma, luego de ella, en el alcance o persecución, donde los auxiliares
manifestaban una ferocidad que no tenían con sus adversarios cuando se defendían.
379 El padre Lucas Quessa nació en el año 1609 en Sassari, Cerdeña, Italia; ingresó a la Compañía de Jesús el
24.V.1629 en esa región italiana. Profesó sus primeros votos el 25.V.1631 y posiblemente realizó su
sacerdocio hacia el año 1637. Tres años más tarde llega la Provincia Jesuítica del Paraguay (28.XI.1640),
posteriormente trabaja en el colegio de Asunción (Paraguay) y luego en las reducciones guaraníes cercanas.
Su cuarto voto lo profesó el 18.IV.1649 en Encarnación, Itapua, Paraguay. Falleció el 01.X.1666 en San
Ignacio de los Itatines, Paraguay, región en la cual fue superior y donde concentró su labor misional durante
doce años. Cfr. STORNI: 1979, 40-41; y STORNI: 1980, 230. 380 “Testimonio de Don Ambrosio Taupi”. Asunción, 04.II.1665. AGI. ECJ., 882.f.47.
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Por ejemplo el licenciado Matienzo expresaba que salir a hacer guerra a los
chiriguanos –en un país que no toleraba caballos- sin indios de ayuda para los alcances era
lo mismo que salir a monterías de gamos y liebres sin perros (SALAS: 1986, 240).
En el caso que nos atañe no podemos decir que una cuestión excluyó a la otra, pero
somos los suficientemente escépticos como para pensar que influyó más en ese “desánimo”
de los rebeldes la llegada de unos 220 indios armados que un posible milagro de la Virgen.
Un Informe del padre Aguilar del año 1735 realizó una reseña de las diversas
intervenciones de las milicias guaraníes en las gobernaciones de Buenos Aires y Paraguay.
Para esta acción de 1660 expone que unos 220 indios “…caminaron día y noche,
acometieron a los rebelados, cogieron los autores de la rebelión, y libraron al gobernador
del peligro de la vida…”381
Además tomemos en cuenta las difíciles relaciones que tenían las autoridades
paraguayas con los miembros de la Compañía de Jesús, a tal punto que en la
documentación que hemos analizado hasta el momento no aparece mención de un
reconocimiento de las “milicias guaraníes” como tales, ni en esta ni en otras intervenciones
previas o posteriores; reemplazándolas siempre por expresiones como “indios amigos” o
“indios auxiliares”.
Siendo consecuentes con ello, pensamos que mucho menos este gobernador y los
españoles en general reconocerían la ayuda de esos indios “armados” para salvarles la vida
de aquel asedio382
.
Analicemos las palabras que utiliza Sarmiento de Figueroa a la hora de informar a la
corona lo sucedido:
“…se me reveló todo el Pueblo y me puso en conocido riesgo como tengo dada cuenta
a Vuestra Majestad en carta de 30 de diciembre de 1660… por lo cual mediante las
disposiciones y socorro que para ello tuve sujeté y recogí todo dicho gentío y habiendo castigado con pena capital las cabezas del alzamiento (que ya era tercero) y entre ellos
al idolatrado Rodrigo desnaturalicé los demás y los traje a esta ciudad donde hoy
quedan repartidos en encomiendas a diferentes vecinos…”383
.
Dejando de lado el castigo aplicado a estos rebeldes, debe observarse puntualmente
cómo se omite expresar quiénes lo “socorrieron”, y por el contrario procedió a auto-
señalarse como héroe de la jornada y quien recogió a los nativos rebelados.
Debemos considerar además que las milicias guaraníes por esos años se hallaban en
plena configuración, sentando las bases para su funcionamiento, en el cual por entonces las
armas de fuego debían ser “olvidadas” al menos en las acciones frente a indios fronterizos.
No obstante, y a pesar de todas esas restricciones a la cual debieron adaptarse las
milicias, tanto los jesuitas como las autoridades locales se veían beneficiadas de cada
movilización.
381 Véase “Información y certificación acerca de varios puntos pertenecientes a los Indios Guaranis, mandadas
hazer por el Padre Jayme de Aguilar Provincial de estas Provincias del Paraguay, Tucumán y Río de la Plata,
y hechas por los PP.s mas condecorados y experimentados de estas Missiones de Paraná y Uruguay”.
Candelaria, 02.XII.1735. AGN. Colección Andrés Lamas. Leg. N° 2.609. f. 42-42v. 382 Estas reflexiones se basan en el estudio documental que realizamos hasta el momento, no obstante no
descartamos que el avance de nuestra investigación para nuestra tesis doctoral nos exponga lo contrario.
Esperamos en futuros abordajes exponer consideraciones más concretas con respecto a este punto. 383 “Carta de Alonso Sarmiento de Figueroa”. Asunción, 30.V.1662. AGI, Charcas 30. f.2.
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No descartamos que en numerosas ocasiones se hayan “ocultado” a la corona la
utilización de armas de fuego durante sus acciones a fines de obtener beneficios posteriores.
Pensemos que en los años de 1661 y 1662, el propio gobernador Alonso Sarmiento de
Figueroa logró con la ayuda de los indios de estas reducciones realizar entradas punitivas al
territorio de los guaycurues para castigarlos; pero al mismo tiempo se obtuvieron tierras e
indios al otro lado del río Paraguay384
.
Finalmente debemos decir que las milicias guaraníes arribaron al conflicto de
Arecayá, según quien nos informe, antes o después del cese del enfrentamiento. Lo cierto
es que la revuelta de Arecayá finalizó al quinto día de producirse, pero se abrió a partir de
entonces una serie de acontecimientos teñidos de sangre indígena.
Consecuencias de una revuelta
Una vez lograda la “calma” en el poblado, se procedió a capturar a los principales
cabecillas de la revuelta. Los mismos fueron ajusticiados rápidamente, pero no en el pueblo
de Arecayá sino camino a Asunción.
En Tobatí se ahorcaron cuatro indios y quedaron “en horcas de tres palos” para
ejemplos de otros. Así sirvieron de prueba de lo que sucedía con los caciques rebeldes, un
claro mensaje intimidatorio a posibles revueltas futuras.
Este acto en ese pueblo en particular nos expone que posiblemente los españoles
intuyeron algún movimiento semejante en el mismo, o que se decidió así por ser un paso
clave para todo indio que se movilizaba hacia o desde Asunción.
Pero el desarrollo de dicho castigo camino a Asunción respondió a otros motivos
más prácticos. ¿Por qué no ahorcaron a los rebeldes rápidamente en el lugar de la rebelión?
La respuesta nos la brinda el propio gobernador Sarmiento de Figueroa, quien dijo que:
“…habiendo intentado de castigar los delincuentes luego como lo hubiera hecho si el padre Lucas Quessa de la Compañía de Jesús no le hubiera dicho que suspendiese la
ejecución porque habían grande peligro que se amotinasen los indios que él había
traído en su socorro porque había oído decir a los capitanes y caciques de ellos, que no consentirían que en su presencia se ahorcasen los indios que los más eran
parientes de dichos caciques…”385
Esta es una nueva muestra de las particularidades de la frontera porosa que
analizamos, en la cual no existieron las diferencias aparentes y discursivas entre indios
“reducidos” y aquellos “rebeldes”.
Por el contrario eran incluso parientes entre sí, por tal motivo el peligro de una
nueva revuelta con la participación de los indios armados de las reducciones jesuíticas era
posible a partir de la provocación de un castigo a los rebeldes ante sus ojos.
Por todo ello el gobernador decidió realizar la represalia a la revuelta alejado de
Arecayá, ya camino a Asunción.
384 Véase “Información y certificación acerca de varios puntos pertenecientes a los Indios Guaranis, mandadas
hazer por el Padre Jayme de Aguilar…”. Candelaria, 02.XII.1735. AGN. Colección Andrés Lamas. Leg. N°
2.609. f. 42v. 385 “Confesión del Señor Don Alonso Sarmiento de Figueroa”. Asunción, 06.II.1665. AGI. ECJ., 882. f.53.
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“…por lo cual este confesante viéndose con poca gente y esa toda herida y inhábil, y por evitar los inconvenientes que le representó el dho padre suspendió la
ejecución hasta que se vio libre de dhos indios del socorro que amenazaban
tumulto que fue dos jornadas distantes de Arecayá en un paraje llamado Itay donde
mandó ahorcar diez de los más culpados, y principales motores cabezas del rebelión, y los mandó poner en los caminos para ejemplo de los demás
indios…”386
.
El castigo no sólo fue para los cabecillas, los restantes habitantes del pueblo fueron
desnaturalizados y repartidos en Asunción a “perpetua servidumbre”, quedando así
extinguido el pueblo de Arecayá. Más de 160 familias según lo que expresan los
documentos fueron repartidas.
El rey dispuso el 25 de agosto de 1662 que los indios de Arecayá volvieran a su
pueblo pero la Audiencia de Buenos Aires en 1664 dejó en suspenso la aplicación de la
cédula hasta la llegada del oidor Pedro de Rojas desde Lima.
Posteriormente el gobernador Diez de Andino formó nuevamente el pueblo en el
pago del Tapuá, hasta que por Real Cédula de octubre de 1675 se dispuso se agregaran al
de Altos.
Las fuentes del periodo no nos dan mayores precisiones sobre el número de indios
que habitaron Arecayá por aquellos años, lo único que podemos saber por algunos
testimonios del proceso de 1665 es quiénes eran encomenderos de aquel pueblo hacia
aquellos años.
El ayudante Cristóbal Hernández, vecino feudatario del pueblo de Arecayá, expresó
que los encomenderos era: “…El sargento mayor Luis de Molina, difunto= Anton
Rodríguez, difunto= Francisco de Vega, difunto= Francisco Palacios= Antonio Gonzáles=
Juan de Roa, difunto= Francisco de Espínola Santa Cruz, difunto= El alférez real Rodrigo
de Aranda…”387
. Mientras que el vecino de Asunción, el capitán Melchor Alfonso dijo:
“…que los encomenderos de dicho pueblo de Arecayá según se quiere acordar son=
El capitán Palacios= El maestre de campo Rodrigo de Aranda= El alférez Juan de Roa, difunto= El alférez Bernardino de Abanasio (sic) de Sosa= La viuda del difunto
Anton Rodríguez= El alférez Luis de Molina, difunto= El veinte y cuatro Antonio
Gonzalez= El capitán Francisco de Espínola Santa Cruz= don Esteban de Figueroa y
que no se acuerda de otros que se remite a la Visita que hizo el dicho gobernador…”
388.
Si bien no hay una plena coincidencia entre ambas declaraciones, lo importante es
que nos permite conocer ciertamente los nombres de aquellos que tuvieron encomiendas en
ese pueblo de indios.
Una carta de 1674 que el gobernador del Paraguay Felipe Rexe Corvalán escribió a
la corona, narraba los problemas que se vivían en el nuevo asentamiento de Arecayá,
expresando que:
386 “Confesión del Señor Don Alonso Sarmiento de Figueroa”. Asunción, 06.II.1665. AGI. ECJ., 882. f.53. 387 “Testimonio del ayudante Cristóbal Hernández” Asunción, 26.I.1665. AGI. ECJ., 882. f.28-28v. 388 “Testimonio del capitán Melchor Alfonso” Asunción, 27.I.1665. AGI. ECJ., 882. f.30v.
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“…esta situado hoy y en depósito dos leguas desta ciudad (Asunción) desde el principio de vuestro gobernador Juan Diez de Andino e ha pedido y representado se
quieren mudar de aquel Paraje por la disminución que después acá ha tenido y la
fatiga que padecen con doce soldados que les asisten por el riesgo de los enemigos
que están muy cerca del Río y por estar entre las chacras de los españoles donde padecen muchas descomodidades…”
389
Y proponía además de la solución más pertinente, daba algunos datos sobre el
número de indios que estaban presentes en dicho pueblo en ese momento. Dice que:
“…les sería de grande alivio y conveniencia así para ellos como a los españoles se
agregasen al pueblo de San Lorenzo de los Altos que siendo 90 familias las que hoy tienen que han restado de cerca de 300 que se depositaron en el sitio que hoy tiene el
pueblo de Arecayá que juntas con las de los Altos que son otras tantas… será el
pueblo más a propósito…”390
En ese mismo año de 1674, nos encontramos con un empadronamiento de
encomenderos del Paraguay y apareció la serie de quiénes tenían encomiendas hacia esos
años y el número de piezas indígenas que poseían en cada pueblo391
. Es decir no nos
permite conocer en profundidad la estructura social de Arecayá, pero si nos posibilita otras
interesantes aproximaciones en los últimos años de este pueblo.
Se observa la particularidad de que en ese año perduraban 10 encomiendas todavía,
7 de ellas tenían un encomendero a su cargo mientras las restantes se encontraban vacas.
Entre las primeras encontramos a doña María Gregoria de San Miguel, Cristóbal
Hernández, doña Ana Pucheta, Bernardino de Sosa, Antonio González Freire, doña Beatriz
de León y Peralta y Roque de San Miguel. Son curiosos los casos que se nos presentan en
este documento con respecto a estos encomenderos.
En primer lugar se resalta la presencia de mujeres encomenderas por diversas
circunstancias. La primera de ellas era la viuda del sargento mayor Luis de Molina, doña
María Gregoria de San Miguel quien heredó 4 indios originarios en Asunción y 8
tributarios y un ausente en Arecayá392
.
Por su parte doña Ana Pucheta era soltera e hija única del maestro de campo
Baltasar de Pucheta, tenía en segunda vida 6 indios originarios y un ausente en Asunción, 5
tributarios en Ytá y 2 tributarios y un ausente del pueblo de Arecayá393
.
La tercera, doña Beatriz de León y Peralta “…era natural desta ciudad (Asunción) y
descendiente de pobladores y conquistadores de ella”, era mujer legítima del maestro de
campo Rodrigo de Rojas Aranda; y tenía en segunda vida una encomienda de indios
389 Carta de Felipe Rexe Corvalán. Asunción, 20.VII.1674. AGI, Charcas 30. f.3v. 390 Carta de Felipe Rexe Corvalán. Asunción, 20.VII.1674. AGI, Charcas 30. f.3v-4. Advertía solamente que debería solucionarse que cada uno de estos pueblos tiene su cura, en los Altos el Doctor Joseph Bernardino
Servin y en el de Arecayá el licenciado Juan Cavallero de Irarrazaval. 391 Este empadronamiento se nos presenta en “Carta de Felipe Rexe Corvalán, gobernador del Paraguay”.
Asunción, 28.III.1675. AGI, Charcas 30. 392 Véase “Carta de Felipe Rexe Corvalán, gobernador del Paraguay”. Asunción, 28.III.1675. AGI, Charcas
30. f.7. 393 Véase “Carta de Felipe Rexe Corvalán, gobernador del Paraguay”. Asunción, 28.III.1675. AGI, Charcas,
30. f.25.
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reducidos a diferentes pueblos, “…de que parece hizo merced por dos vidas a Pablo Gómez
su padre el dho Sebastián de León y Zárate por septiembre del año de 1650”394
.
Esta última tenía una mayor cantidad de indios repartidos en diversos pueblos: 15
tributarios en Tovatí; 4 en Yaguarón; 27 tributarios y 2 ausentes en Yutí; 9 tributarios en
Arecayá y 3 tributarios y un ausente en Caazapá.
Si observamos el total de indios de estas 7 encomiendas en Arecayá (69 tributarios y
7 ausentes), veremos que de ellos más del 27,5% estaba en manos de encomenderas (19
tributarios y 2 ausentes).
El segundo aspecto que nos parece destacable mencionar es que la mayoría de estos
encomenderos tenían una posesión de encomiendas repartidas en varios pueblos de indios,
siendo el mencionado caso de doña Beatriz de León y Peralta la que reúne mayor cantidad
de nativos repartidos en un mayor número de pueblos (cinco).
Pero lo particular es que los restantes poseían una combinación de encomiendas de
indios originarios en Asunción e indios tributarios en Arecayá, y algunos repartían estos
últimos en otros pueblos más.
Esto significa que la mayoría de los encomenderos hacia esos años tenían indios que
vivían y trabajaban en sus chacras o estancias, denominados “originarios”; mientras que los
tributarios lo hacían en los pueblos y las reducciones. La otra diferencia importante y
fundamental es el tiempo de trabajo de uno y otro.
Mientras estos últimos sólo debían a su encomendero la mita (sesenta días anuales),
los originarios no tenían limitado su tiempo de trabajo, siendo en realidad un servicio
perpetuo (GARAVAGLIA: 1983, 272-273). Por lo tanto, el poseer ambos tipos de
encomiendas permitió a estos beneficiarios un permanente servicio de mano de obra
indígena.
En tercera instancia, debemos referirnos a las encomiendas vacas que se presentan.
Las tres son por muerte de sus respectivos encomenderos: Eusebio de Vega, Juan García de
Roa y Antonio González. Estos dos últimos sólo tenían indios en Arecayá, contabilizando
para García de Roa 12 tributarios y 4 ausentes; y de Antonio Rodríguez 15 tributarios y 5
ausentes.
Es llamativo que Eusebio de Vega tuviera una encomienda fragmentada en seis
pueblos: Ytá (8 tributarios y un ausente), Yutí (12 tributarios y un ausente), Arecayá (13
tributarios y 3 ausentes), Caazapá (14 tributarios y 2 ausentes), Guarambaré (5 tributarios)
y Tovatí (2 tributarios). Totalizando 54 tributarios y 7 ausentes, lo cual nos refiere a una
encomienda significativa cuantitativa y cualitativamente.
Por otra parte nos encontramos con el caso de Roque de San Miguel, al cual refirió
la visita como ausente en Villa Rica durante los últimos 8 años, teniendo como tenía un
indio originario en Asunción y diversos indígenas repartidos en los pueblos de Tovatí (un
tributario), Atirá (5 tributarios) y en Arcayá (9 tributarios)395
.
Observamos así el poder que tenían aquellos encomenderos, y la disgregación de
estas encomiendas pequeñas en número y repartidas en varios poblados al mismo tiempo.
394 Véase “Carta de Felipe Rexe Corvalán, gobernador del Paraguay”. Asunción, 28.III.1675. AGI, Charcas,
30. f.34. 395 Véase “Carta de Felipe Rexe Corvalán, gobernador del Paraguay”. Asunción, 28.III.1675. AGI, Charcas,
30. f.7.
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En cuarto lugar nos resulta curioso cómo la rebelión del año 1660 siguió perdurando
en el discurso de los encomenderos del Paraguay, utilizando algunos de ellos como excusa
para la falta de sus títulos de encomienda durante la visita, argumentando que en dicha
rebelión los extraviaron o perdieron en el fuego durante aquellos sucesos. Ellos era el
capitán Diego de Yegros396
, capitán Juan de Encinas y capitán Martín de Orue de Zárate.
Todos estos fueron beneficiados con un nuevo título de encomienda por dos vidas,
logrando así utilizar como principal recurso esa rebelión para obtener una nueva
prerrogativa por parte de la monarquía. Curiosamente ninguno de ellos gozaba de
encomiendas en Arecayá, pero utilizaron dicho incendio como argumento.
Finalmente en el año 1677, se siguió la sugerencia del gobernador Rexe Corvalán
agregando a San Lorenzo de Altos las 90 familias provenientes de Arecayá, desapareciendo
así este grupo de indios que fueron absorbidos en el conjunto de pueblos de La Cordillera.
Gutiérrez expresa que en esto “…puede observarse que el desplazamiento y concreción de
los pueblos de indios originarios es coincidente en el tiempo y que la década clave es
aquella que va desde 1670 a 1680 en que se producen las transmigraciones a los
asentamientos definitivos” (GUTIÉRREZ: 1978, 292).
De esta forma, desapareció el pueblo de Arecayá que tuvo como observamos una
vida corta pero intensa, vinculada a las revueltas indígenas y con muchas dificultades para
los diversos actores que participaron de esta frontera.
Consideraciones finales
Según el estudio que realizamos hasta el momento, consideramos pertinente decir
que varios factores influyeron para que se desencadenase esta compleja rebelión en ese
momento preciso de octubre de 1660.
1. Fue determinante la exigencia por parte del gobernador Alonso Sarmiento de
Figueroa de movilizar parte de la población para participar de la construcción del castillo de
San Ildefonso de Tapuá hacia fines de 1659.
2. Deben tenerse en cuenta los aspectos imperantes de antaño, es decir la saca de
indios que nos reflejó la visita de 1651, la movilización para la explotación yerbatera y la
fuga voluntaria de los indios hacia el monte para realizar “prácticas idólatras”, tal y como
observaremos durante el proceso judicial, en el cual los principales caciques son ahorcados
bajo dicho argumento. Pero fundamentalmente la visita de Garabito de León expuso cómo
los arecayenses sufrían más la saca de indios por parte de los encomenderos para servirlos
permanentemente, en un porcentaje más elevado que las otras motivaciones generalmente
expuestas por la historiografía (trabajo en yerbales y “fuga” a los montes).
396 Con respecto a su encomienda nos dice que “…poseyó en segunda vida diferentes encomiendas de indios
asi originarios de esta ciudad como reducidos a los pueblos de San Francisco de Atirá y al de San Pedro de Ypané y al de Todos Santos de Guarambaré y al de San Lorenzo de los Altos y al de San Blas de Itá en que
sucedió al capitán Diego de Yegros su padre…” Y agrega luego que “…en el interin que viniese la resulta, el
dho capitán Diego de Yegros y usase en segunda vida de las dhas encomiendas y en la Visita que de ellas se
hizo se hallaron originarios desta ciudad 12 indios tributarios presentes y 2 ausentes desta provincia y
reducidos al pueblo de…Atirá 1 indio tributario y al de…Ypané 4 tributarios, y al de… Guarambaré 3
tributarios, y al de… Altos 10 tributarios presentes y 1 ausente, y al de…Ytá 1 presente y 2 ausentes de esta
provincia…” Véase “Carta de Felipe Rexe Corvalán, gobernador del Paraguay”. Asunción, 28.III.1675. AGI,
Charcas 30. f.6-f.6v.
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3. Los castigos a recientes levantamientos en aquel pueblo y en otros cercanos sin
duda influyeron para que se produjera la rebelión. Acontecimiento del cual desconocemos
el número preciso de nativos participantes pero que sabemos que formaron parte del mismo
tanto indios “reducidos” (el número de poblados que participaron varía según el testimonio
que tomemos) como “infieles” (montaraces, payaguás y guaycurúes), incluso pajes que
habían sido criados entre españoles; y mitarios que se desplazaban con el gobernador para
cumplir con su tarea en tierras asunceñas y aprovecharon la oportunidad de revelarse frente
al poder imperante.
4. La decisión del gobernador de modificar el corregidor del pueblo e inclusive,
según testimonios castigar en público al cacique Rodrigo, ayudó a aumentar el recelo de los
nativos y del propio Rodrigo que configuró en gran medida la revuelta.
Por otra parte, analizamos brevemente las consecuencias de la rebelión.
Fundamentalmente observamos el carácter de la participación de las milicias guaraníes en
dicho enfrentamiento.
Alejados del modelo de milicias que acataban las órdenes hispanas estudiamos a
estos cuerpos armados en plena etapa de configuración, afrontando la prohibición de armas
de fuego por parte de la corona pero debiendo movilizarse para “proteger” al gobernador; o
porque no, al contrario, se movilizaron para “proteger” a sus parientes nativos de Arecayá
(recordemos el testimonio del propio Sarmiento de Figueroa) ante las posibles represalias a
tal levantamiento.
Fuera por una u otra causa, los indios armados se desplazaron y pusieron fin a la
revuelta, capturando a los rebeldes y sacándolos del monte.
Posteriormente el castigo a esa rebelión fue decidido por el gobernador Sarmiento
de Figueroa de forma arbitraria.
Decidió ahorcar a los cabecillas camino a Asunción, mientras las familias fueron
desnaturalizadas y repartidas a encomenderos. Luego sus sucesores fueron tomando
diversas medidas con respecto a estos indios (inclusive se intentó reestablecer el pueblo en
su antiguo paraje), hasta que finalmente fue el gobernador Felipe Rege Corvalán, siguiendo
la Real Cédula del 23 de octubre de 1675, quien decidió unir la población que quedaba de
Arecayá con la de San Lorenzo de los Altos397
.
Esta decisión fue implementada el 7 de noviembre de 1677, de esa manera Arecayá
desapareció permanentemente, mientras que Altos incrementó su población hasta llegar a
las 874 almas en 1682.
Pero más allá de la desaparición del poblado, aquella rebelión dejó en claro
profundas consecuencias. La principal fue que las autoridades debieron desde entonces
manejarse con mayor cuidado a la hora de castigar este tipo de levantamientos.
Alonso Sarmiento de Figueroa fue un claro ejemplo de lo que podía suceder en
adelante: un largo proceso judicial, con las cargas económicas que el mismo conllevó, y
finalmente una prohibición de ocupar cargos públicos en los siguientes cuatro años fueron
las secuelas de su sangriento castigo a los participantes de la revuelta.
397 Los otros tres pueblos de indios situados al norte de Asunción no tuvieron mejor suerte, debieron ser
trasladados hacia otras regiones por la presión de guaycurúes y payaguás, de tal manera que se perdieron
todas esas tierras en “manos de los bárbaros”. Véase KLEINPENNING, Vol.1: 2003, 292.
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Los nativos de Arecayá no lograron vivir como antes, una vez reestablecidos en el
poblado aquella zona era prácticamente territorio infiel y duraron muy poco tiempo, aunque
el suficiente como para dejarnos datos de los encomenderos que se hicieron cargo de los
mismos (padrón del año 1674).
Con el tiempo todos esos pueblos de indios debieron ser trasladados y se perdieron
los territorios al norte de Asunción hasta bien entrado el siglo XVIII.
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El enfoque de desarrollo de capacidades en aula de Historia.
Orlando Raúl Aguirre: oraguirre@arnet.com.ar
Junta de Estudios Históricos y Geográficos de Formosa
Carolina Nogueira: caronog71@hotmail.com
Instituto Pedagógico Provincial
Formosa Capital
Resumen
A través del estudio de la historia, las nuevas generaciones adquieren conciencia de
su rol social y comienzan a comprender la dinámica y las características de la comunidad y
del país en el que habitan, y el lugar que estas entidades ocupan en el mundo, su estudio se
ha considerado, además, como uno de los medios para formar el sentido de pertenencia
nacional y provincial de los niños y jóvenes para propiciar su identidad con los valores
cívicos y sociales de cada época.
Por ende, es necesario que, a partir de la enseñanza de la Historia, desarrollemos
más y mejores recursos y capacidades para informar, sensibilizar, movilizar y desatar
procesos educativos y participativos no sólo para el estudio del pasado, sino también para
analizar los procesos sociales actuales: a través del manejo, selección e interpretación de
información
El logro de estos propósitos exige poner en práctica formas de enseñanza,
estrategias y secuencias didácticas que potencien la resignificación de los contenidos,
valorizando el propio entorno, y construyendo la identidad, desde el conocimiento de lo
propio.
Por ello la enseñanza de la Historia local y regional, está orientada al desarrollo de
capacidades, despertando la curiosidad y el interés por el estudio del pasado, desde las
preguntas que se formulan en el tiempo presente.
Desarrollo
Para iniciar esta ponencia es necesario establecer significados comunes para algunos
conceptos que vamos a utilizar a lo largo de la misma.
Conceptos previos
Existen importantes diferencias entre dos tipos de conocimiento: el declarativo (que
implica saber organizar un discurso sobre algo) y el procedimental (saber utilizar ese
conocimiento en forma adecuada en una situación determinada). En una primera
aproximación al tema podríamos asociar el conocimiento declarativo con los conceptos, y
el conocimiento procedimental con la posibilidad de poner en juego los conceptos.
El conocimiento declarativo es verbalizable, puede ser enseñado por exposición
(aunque esto no pretende decir que sea la mejor manera de enseñarlo) y es un tipo de
proceso mental esencialmente controlado en forma consciente por quien lo posee; mientras
que el conocimiento procedimental es difícil de verbalizar, se adquiere gradualmente,
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puede ser enseñado por práctica y ejercitación, y en muchos casos termina convirtiéndose
en algo esencialmente automático. (Pozo, J. I.y Postigo, Y., 2000)398
Procedimientos y destrezas
Según la definición clásica los procedimientos son secuencias de acción dirigidas al
logro de una meta. Los procedimientos podrían ordenarse en una línea de complejidad
creciente que iría desde las simples destrezas automatizadas hasta las capacidades de
aprendizaje y razonamiento.
Las primeras pueden adquirirse por práctica repetida, pero las segundas implican
planificación, toma de decisiones de los pasos a seguir y el modo de desarrollarlas resulta
menos clara.
Las destrezas, en el primer nivel de complejidad de este continuo, están
constituidas por procesos encapsulados que se disparan y se desenvuelven en forma
automática casi sin control consciente una vez que fueron iniciados, y que podrían
asimilarse a “reflejos condicionados”. Un ejemplo típico de estos procedimientos son los
programas de destreza motora (conducir un auto, o atarse los cordones de los zapatos). Una
vez que se adquiere la destreza, el proceso se automatiza y prácticamente desaparece del
nivel consciente.
Es más, se vuelve un proceso difícil de inhibir. Resulta prácticamente imposible
para un adulto letrado observar un cartel sin “leerlo”. No existe una denominación única y
consensuada para los tipos de procedimientos.
Los procedimientos automáticos suelen ser denominados habilidades o destrezas,
mientras que los procedimientos estratégicos suelen ser llamados estrategias, aptitudes,
destrezas cognitivas, capacidades o competencias. Estos términos no son sinónimos, pero
suelen utilizarse por distintos autores con sentidos que se superponen en parte.
Desde nuestra perspectiva, nos alcanza con pensar en dos extremos dentro de un
continuo de conocimientos procedimentales que diferencian a los automáticos de aquellos
que implican un nivel de control consciente de su desarrollo. Llamaremos aquí destrezas a
los primeros y capacidades a los segundos, a sabiendas de que son en realidad extremos de
un continuo y que tienen muchos puntos de vinculación entre sí.
Capacidad
Habilidad general que utiliza o puede utilizar un aprendiz para aprender, cuyo
componente fundamental es cognitivo Las capacidades, implican procesos que se
desarrollan con control consciente de la situación en los cuales las destrezas están al
servicio de un plan de acción de nivel jerárquico mayor desde el punto de vista cognitivo.
Esta clase de procedimientos se desarrollan siempre en forma intencional con el
objeto de lograr un fin determinado y su desarrollo varía en función de la situación
adecuándose permanentemente (como al resolver un acertijo, resumir un texto, leer entre
líneas, buscar un lugar seguro en una situación de emergencia, realizar una improvisación
acorde con una base musical dada).
398 Pozo, J. I.y Postigo, Y., (2000)
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Enseñar y aprender desarrollando capacidades
La enseñanza que procura desarrollar el saber hacer de los estudiantes implica
transitar por situaciones que pongan en juego determinados tipos de procedimientos en
forma repetida o frecuente. Sin embargo hay diferencias al aprender distintos tipos de
procedimientos; unos exigen repetición idéntica y otros requieren de frecuentes
oportunidades de aplicación con importantes cambios en cada caso.
■ Aprender una destreza exige repetición inalterada. Debe trabajarse sobre algo
idéntico y realizado en las mismas condiciones una y otra vez con la intención de
automatizarlo.
■ Desarrollar una capacidad exige aprovechar repetidas oportunidades de poner en
juego las destrezas disponibles en situaciones que requieran utilizarlas de modo estratégico
cuidando de que existan aspectos diferentes y novedosos entre una y otra oportunidad.
El rol de los contenidos conceptuales
Las capacidades no pueden ser desarrolladas en el vacío. La red de contenidos
conceptuales disciplinares se debe constituir en el marco de referencia sobre el cual trabajar
en relación con el desarrollo de capacidades. Esto no debe interpretarse como algo
secuencial en el sentido de disponer primero de la red de contenidos para luego desarrollar
capacidades, sino que se tratará de un trabajo interrelacionado.
Al revisar la planificación de una asignatura es posible seleccionar algunos
contenidos conceptuales que resultan más adecuados para generar estrategias de
pensamiento acordes con la disciplina y por ello quizás valga la pena dedicar un poco más
de tiempo a las actividades que los pongan en juego.
Acerca de la enseñanza de la historia
La enseñanza de la Historia, como asignatura específica busca garantizar que los
niños y adolescentes desarrollen capacidades para interpretar su realidad inmediata, del país
y del mundo, para analizar información acerca de los acontecimientos, hechos y procesos
histórico-sociales, es decir, que adquieran bases firmes para comprender y explicar las
características de la sociedad de la que forman parte, ubicar la importancia y las
consecuencias de las acciones propias, y de juzgar con mayores fundamentos las acciones
de los otros.
Es necesario para revalorizar la Historia Local dentro del currículum escolar:
Resignificar el papel de la Historia Regional, provincial y local, dentro del sistema
educativo.
Propiciar el desarrollo de capacidades que permitan a nuestros, niños, adolescentes
y jóvenes formoseños, a partir del conocimiento de las representaciones del pasado,
interpretar la realidad económica y política del devenir histórico provincial.
Fortalecer un sistema de valores y actitudes que utilicen la formación integral, del
pueblo formoseño, contribuyendo a la consolidación de su identidad.
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Considerando los lineamientos de la política educativa provincial, y en el marco de
la Resolución Ministerial 314/2012, se propone modificar la cultura del sistema educativo
para instalar un paradigma centrado en el desarrollo de capacidades de los estudiantes como
meta de mediano plazo, en forma paralela al desarrollo de los contenidos curriculares.
Se entiende que las capacidades elegidas como centrales (Comprensión Lectora,
Producción escrita, Resolución de problemas, Trabajo con otros y Juicio crítico) son logros
cognitivos de alta importancia para promover el aprendizaje continuo y lograr una
reducción sustancial del fracaso escolar.
A partir de esta perspectiva, y para el logro de los resultados propuestos, se pretende
aportar recursos pedagógico-didácticos, a los diferentes niveles del sistema educativo,
sostenidos en un profundo conocimiento de los recursos locales que la Historia provincial
ofrece.
Conocimiento que redunde en un compromiso responsable con el desarrollo
provincial y que permita otorgar “…una nueva dimensión a la comunidad educativa…”399
,
atendiendo a su potencialidad formadora de la identidad formoseña, fortaleciendo desde
esta construcción el avance de la planificación estratégica planteada en el Modelo de
Provincia.
Desarrollo de la Capacidad de Comprensión Lectora:
“Leer es construir significados en interacción con los textos”.
La comprensión lectora constituye una de las vías principales para la asimilación de
la experiencia acumulada por la humanidad. Su enseñanza coadyuva al desarrollo
intelectual y afectivo del estudiante, especialmente en el campo de la Historia.
“La lectura es fundamental para el aprendizaje de las Ciencias Sociales en general y
de la Historia en particular, porque permite a los alumnos acceder a variados discursos y a
información procedente de distintas fuentes.” 400
Aunque el impacto de las nuevas tecnologías de la información ha hecho que todas
las disciplinas científicas ensayaran aportes innovadores para transmitir los resultados de
sus investigaciones, en la enseñanza de la Historia, el texto escrito sigue siendo el principal
mecanismo de transmisión de las conclusiones de una investigación.
Al respecto, existen al menos dos grandes formatos: las revistas especializadas, en
las que se publican artículos, que no suelen tener más de treinta o cuarenta carillas, y los
libros, que a su vez pueden contener compilaciones de varios artículos o un único texto.
Abordar adecuadamente un texto historiográfico no es sencillo. Para comprenderlo,
es necesario conocer la intencionalidad del autor y, a menos en parte, el estado de los
conocimientos sobre el tema abordado. Luego, la lectura debe ser atenta y analítica, para
descubrir las ideas o hipótesis principales y las secundarias, junto con el modo en que el
autor decide probar dichas hipótesis.
399 Óp. Cit. 400 Asociación Civil “Educación para todos” (2010). Cuadernillo: La capacidad de la comprensión lectora.
Ministerio de Educación. Presidencia de la Nación. Buenos Aires Argentina.
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La lectura comprensiva, favorece la adquisición de habilidades consideradas
fundamentales en el aprendizaje del área y es una estrategia central para la formación de un
pensamiento crítico y reflexivo, de allí la necesidad de constituirse en un contenido a ser
enseñado.
Comprender es un proceso psicológico complejo e incluye factores no solo
lingüísticos, sino además motivacionales y cognitivos, que abarca el empleo de estrategias
conscientes que conducen en primer término a decodificar el texto; luego, presupone que el
lector capte el significado no solo literal de las palabras y las frases, o el sentido literal de
las oraciones; sino que debe captar el significado, el sentido y el contenido
complementario, lo cual significa, entre otras cosas, el procesamiento dinámico por parte de
ese receptor/lector, quien lo desarrolla estableciendo conexiones coherentes entre sus
conocimientos y la nueva información que le suministra el texto.
“En las clases de Ciencias Sociales se lee una variedad de textos: manuales, obras
de autor, documentos escritos, cuadros estadísticos, mapas, fotografías, películas, videos,
novelas, notas periodísticas, pinturas, objetos pertenecientes a distintas culturas, etc. Estos
textos son de distinto tipo. Los hay verbales, no verbales y textos que combinan signos
verbales y no verbales.
Entre los primeros se encuentran los textos que pueden presentar formas narrativas,
descriptivas y argumentativas. Entre los textos no verbales abundan, por ejemplo, los
planos y mapas, las fotografías y las imágenes de obras artísticas.” 401
Podemos clasificar los textos que se leen en Historia, teniendo en cuenta si
corresponden a fuentes primarias o secundarias.
“Las fuentes primarias constituyen la materia prima de los investigadores de las
Ciencias Sociales. Se caracterizan por ser de “primera mano”, es decir cercanos o
contemporáneos de los hechos que refieren. Ejemplos de fuentes primarias pueden ser una
entrevista, una encuesta, una crónica, un testamento, una lápida […] los registros
parroquiales.
Las fuentes secundarias son testimonios de segunda mano, como por ejemplo los
trabajos elaborados por los historiadores, los antropólogos, los geógrafos y otros científicos
sociales a partir del análisis e interpretación de las fuentes primarias, se trata de
construcciones, reconstrucciones, interpretaciones que realizan los autores sobre los
distintos hechos y procesos sociales que estudian, a partir de determinados enfoques y
teorías a las que adscriben. También son ejemplos de fuentes secundarias los textos
escolares, los censos, los cuadros estadísticos y los mapas.”402
Lo primero a tener en cuenta cuando vamos a utilizar una obra literaria como fuente
histórica, es que el objetivo de su autor ha sido escribir una ficción, una obra artística, y no
un instrumento para los historiadores. Esto es así, aún en el caso de los llamados escritores
“realistas”, siempre atentos a las condiciones sociales del medio histórico en el que se
desarrolla su aventura.
Sin embargo por más variados y ficticios que puedan ser los argumentos de los
textos literarios, por lo general, son temas (problemas que atraviesan sus argumentos)
suelen remitir a preocupaciones de la época en que escribe el autor, producto de su tiempo.
401 Óp. Cit. 402 Asociación Civil “Educación para todos” (2010). Cuadernillo: La capacidad de la comprensión lectora.
Ministerio de Educación. Presidencia de la Nación. Buenos Aires Argentina.
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Las memorias son un tipo muy particular de texto literario, en las que, al menos en
principio, el objetivo de su autor no suele ser narrar una ficción sino repasar su propia
vida. Por esa razón, las memorias más utilizadas por los historiadores son las de aquellos
que fueron protagonistas de hechos destacados, aunque, en realidad toda memoria puede
contener información importante para el historiador. Para analizar una memoria, primero
deben conocerse detalladamente la biografía del autor y el rol en los acontecimientos
que narra. También es muy importante saber los puntos de vista de este autor, ya sean
políticos, ideológicos o sociales. Todos estos elementos nos permiten comprender su punto
de vista sobre los hechos que protagonizó y que narró.
“Durante largo tiempo “aprender a leer” (en el sentido de “comprender lo que se
lee”) se naturalizó como una tarea docente que debía ser exclusivamente encarada por
quienes habían decidido dedicarse a la enseñanza de la lengua. Por fortuna, hoy ya sabemos
que no es así: la comprensión lectora forma parte del trabajo de todos los docentes y de
todas las disciplinas escolares.”403
“Los problemas de comprensión lectora, pueden conllevar dificultades en el
momento de generar ideas simples, de activar conocimientos previos, de formar macro
ideas, de realizar inferencias, de suprimir ideas irrelevantes o de controlar el propio proceso
de comprensión.
Éstas pueden ser debidas a limitaciones en: la memoria de trabajo a corto plazo, el
acceso al léxico, la supresión de ideas irrelevantes, el uso eficaz de estrategias de
comprensión lectora,...”404
¿Cómo podemos intervenir para mejorar en esta comprensión?
Por ejemplo, ante un tema que se ha de estudiar:
Mirar antes de empezar qué se ha de estudiar y pensar cuanto tiempo se puede
necesitar.
Mirar el título, los diferentes subtítulos y apartados del tema.
Pensar si hay algo que ya se sepa o si se recuerda de clase.
Trabajar cada sub-apartado:
Leerlo todo.
Subrayar las palabras que no se entienden.
Subrayar las ideas importantes.
Explicar en voz alta lo que se ha entendido.
Escribir un resumen de lo que se ha entendido del texto.
Hacer un esquema (con ayuda o rellenando uno medio hecho)
Escribir en un papel lo que ya se sabe.
Decir las definiciones como se han aprendido y con las propias palabras.
Hacer un pequeño examen con preguntas. Éstas podrían ser de respuesta directa, de
relacionar,...
Corregir la sintaxis, la semántica y la ortografía.
La comprensión lectora al servicio del pensamiento propio
403 Óp. Cit. 404 Lidia Fernández. Dificultades en la comprensión lectora como podemos intervenir
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La comprensión lectora es una capacidad que se constituye en una herramienta
fundamental para el desarrollo del pensamiento propio. Una de las finalidades de la
enseñanza de la Historia es la formación del pensamiento histórico, con la intención de
dotar a los estudiantes de una serie de instrumentos de análisis, de comprensión e
interpretación, que le permitan abordar el estudio de la historia con autonomía y construir
su propia representación del pasado, al mismo tiempo que pueda ser capaz de
contextualizar o juzgar los hechos históricos, consciente de la distancia que los separa del
presente.
Pensar históricamente, requiere en primer lugar, desplazarse mentalmente en el
tiempo, teniendo conciencia de la temporalidad, para ir construyendo una conciencia
histórica que relacione pasado con presente y se dirija al futuro.
Requiere en segundo término, capacidades para la representación histórica, que se
manifiesta principalmente a través de la narración histórica y de la explicación causal e
intencional.
En tercer lugar imaginación histórica para contextualizar, desarrollar las
capacidades apara la empatía y formar el pensamiento crítico creativo, a partir del análisis
histórico. Por ultimo señalamos la importancia de la interpretación de las fuentes históricas,
y del conocimiento de la construcción del proceso histórico.
La formación del pensamiento histórico debe estar al servicio de la ciudadanía
democrática que utiliza la historia para comprender el mundo actual, y gestionar el
porvenir.
La historia es una ciencia social, una construcción social al servicio de las personas
y de la democracia. Su conocimiento debe ser público y evaluable, por lo tanto tan
importante es la explicación del hecho histórico, como la perspectiva, cultural o ideológica
que se adopta para su interpretación.
Esto nos coloca ante el desarrollo de una actitud de aceptación de la pluralidad, así
como la necesidad de adoptar una postura frente al mundo, las cosas y las personas.
El aprendizaje de conceptos, relaciones, argumentaciones, debe tender al avance
sobre las nociones de sentido común, cuestione los estereotipos, reconozca supuestos y
pueda profundizar reflexionar críticamente sobre los problemas socio-territoriales actuales
y relevantes.
El pensamiento crítico supone capacidad para argumentar y fundamentar un juicio
autónomo. Se trata de contribuir a formar individuos que piensen por sí mismos y
desarrollen una perspectiva personal.
Sabemos que nuestros juicios están mediados por nuestras representaciones
sociales, nuestros prejuicios y el imaginario colectivo, entre otros. Por lo tanto el desarrollo
del pensamiento propio implica enseñar a comprender todos los componentes del
pensamiento histórico. El alcance del pensamiento autónomo en la clase de historia debe
ser una preparación para la convivencia social.
“El profesor se convierte en un pieza clave a la hora de generar herramientas que no
reduzcan interpretaciones, ni recojan una sola voz. Por el contrario, propiciar la
construcción de un pensamiento crítico en los alumnos, implica acompañarlos en el proceso
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de formulación de interrogantes provenientes de sus saberes, percepciones, sentimientos, y
brindar redes para poder responderlos.”405
La construcción de nociones sociales por parte de los jóvenes es uno de los aspectos
importantes que debe atenderse en el desarrollo curricular. Esta construcción debe incidir
en dos aspectos: por una parte proporcionando conocimientos específicos, por otra parte,
dando opción al alumnado para la discusión y la comprensión critica de estas nociones.
En este sentido las actividades que promuevan una participación activa en la vida de
su comunidad, barrio, población en general es una de las vías a través de las cuales, el niño
y el joven puede comprender el funcionamiento de la sociedad a través de la experiencia.
Por otra parte, la superación de los prejuicios y estereotipos sociales solo puede lograrse a
través del conocimiento y la experiencia
En este marco, resulta útil brindar oportunidades para favorecer el pensamiento
autónomo y creativo de los alumnos presentándoles un tema o problema desde los diversos
elementos que lo componen, con varias dimensiones de análisis; además de brindar
espacios para que puedan comunicar las interpretaciones que van elaborando, aceptar las
diferencias de pensamiento por parte de otros compañeros y ampliar la capacidad de
escucha.
Debemos realizar propuestas que definan las características de la construcción del
pensamiento crítico, como una serie de conocimientos que se transmiten, que se enseñan y
que se aprenden.
La secuencia que se ofrece a continuación, no tiene la intención de presentarse como
receta única sino más bien ofrecer una alternativa de trabajo, entre otras que probablemente
como docente ya se vengan realizando en el quehacer cotidiano del aula.
Desde esta propuesta se intenta revalorizar la comprensión lectora como una
oportunidad para incentivar algunas operaciones intelectuales necesarias para el desarrollo
y la comprensión de la Historia, teniendo en cuenta las singularidades de los alumnos.
Se ofrecen dos alternativas, para ser trabajados en el aula que pueden resultar
complementarias:
Primer texto:
El texto sobre el que se basa la propuesta de trabajo, está extraído del Libro
Formosa 2015, y una de sus particularidades reside en que sintetiza la realidad formoseña.
Por esta razón se considera que es un texto útil para desarrollar la capacidad de
comprensión lectora, en el marco de los contenidos de la Historia Local.
Síntesis Formosa 2015, pág. 47
Elaborar un diagnóstico sobre la situación económico social de la provincia de
Formosa exige repasar, en primer lugar, el desempeño de su producción primaria, base de
su desarrollo económico.
405 Asociación Civil “Educación para todos” (2010). Cuadernillo: La capacidad de la comprensión lectora.
Ministerio de Educación. Presidencia de la Nación. Buenos Aires Argentina.
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Y repasar el desempeño de su producción primaria remite a los distintos modelos o
tipologías productivas de la provincia en los 5,2 millones de hectáreas con aptitud
agropecuaria, sobre un total de poco más de 7 millones de hectáreas de superficie.
El diversificado mosaico productivo de Formosa está conformado por un
elevadísimo número de productores de subsistencia, localizados principalmente en su
Región Oriental: son más de 4.000 sobre los casi 9.000 productores agropecuarios censados
en 2002 (46% del total) si sólo se consideran los que poseen establecimientos de hasta 50
hectáreas, y poco más de 5.000 (57% del total) si se consideran los que poseen
establecimientos de hasta 100 hectáreas. En contraste, esos 5.000 productores sólo poseen
el 3% de la tierra agropecuaria.
Se trata de productores agrícolas o ganaderos de una diversidad de productos,
caracterizables por la debilidad de sus prácticas productivas, la escasa sanidad, la
reducidísima genética y, además, una vocación que aún necesita desarrollo en todo lo
pertinente a las mejoras productivas y la rentabilidad.
En el otro extremo se encuentra un conjunto de productores modernos, orientados
hacia la mejor ganadería bovina, caprina y bubalina, a los cítricos, la soja, el arroz, los
espárragos, el maní y la piscicultura. Cuentan, en su gran mayoría, con acceso a la
tecnología, la sanidad, la genética y el financiamiento, además de visión estratégica y una
orientación hacia los negocios y la rentabilidad
En medio entre esos dos modelos productivos se encuentra un tercero, en el cual
conviven aspectos del modelo de subsistencia y del modelo empresarial –algo de vocación
por la rentabilidad y la orientación empresaria, algo de equipamiento, algo de tecnología y
alguna capacidad financiera-, pero que, en conjunto, no alcanzan a conformar la masa
crítica que permita constituir un nuevo grupo consolidado de productores-empresarios
modernizadores.
Por su parte, la industria formoseña es incipiente: más allá de algunos
emprendimientos de escala regional (la planta de refrescos de la ciudad de Formosa, por
ejemplo), sólo la actividad forestal aporta una cantidad de establecimientos industriales
significativos (alrededor de 350), entre los que convive un número elevado de aserraderos,
de tecnología primaria, con fábricas de muebles de buen diseño y terminación que logran
significativas exportaciones a Europa y los Estados Unidos.
Con las nuevas inversiones en infraestructura, la incorporación de nuevos
productores agropecuarios empresariales y el fortalecimiento de los que no lo son aún -lo
son sólo parcialmente-, Formosa podrá, hacia el año 2015, duplicar su producción primaria
y ubicarla en el orden de las 1,2 a 1,5 millón de toneladas.
Las posibilidades de alcanzar esos niveles son amplias si se tiene en cuenta que, en
lo que respecta a lo estrictamente agrícola, Formosa posee alrededor de 125.000 hectáreas
plantadas, frente a un total de 1,6 a 2,1 millones de hectáreas con potencial para la
agricultura, y, en lo ganadero, la productividad media de la cría bovina no se ubica muy por
encima de los 20 kilos por hectárea por año.
Ese nuevo nivel productivo no sólo generará más riqueza de manera directa, sino
también nuevos emprendimientos industriales, al alcanzar la producción primaria una
nueva masa crítica imprescindible para el desempeño industrial. El caso más emblemático a
este respecto es, sin duda, la industria frigorífica.
Formosa 2015
XXXIII ENCUENTRO DE GEOHISTORIA REGIONAL
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Se recomienda al docente hacer una primera lectura, para familiarizarse con el
material presentado.
Como primera actividad se propone que los alumnos realicen una lectura global del
texto.
En esta primera aproximación es importante explicitar el hecho de que es muy
posible que una primera lectura arroje más interrogantes que respuestas, por lo tanto se
considera necesario aclarar que:
Será necesario dejar “en suspenso” la idea de una comprensión cabal y total de lo
que el texto explica.
Aparecerán dificultades y ellas siempre forman parte del proceso de comprensión y
apropiación de conocimientos.
Aprender es placentero pero también un trabajo.
En definitiva, en este primer paso es importante destrabar aquellas ideas y
expresiones que impiden el trabajo sobre el texto, tales como “no entiendo nada”.
“Entender lo que se lee” implica necesariamente un trabajo sobre el texto que
supone deducir por contexto e inferir ya sea a través del propio texto (inferencias lógicas) o
mediante los conocimientos del lector (inferencias pragmáticas). En este sentido se realizan
las siguientes sugerencias:
Se propone en primer término ubicar a los alumnos en el texto. Se recomienda que
el docente lea junto con los alumnos el título del mismo, destacando su importancia
en tanto primera información y referencia sobre lo que en el texto se va a
desarrollar.
Se propone como paso siguiente el trabajo en profundidad con el texto. Podría
iniciarse a través de preguntas sobre la puntuación, por ejemplo, qué indica el
“punto y seguido” y qué “el punto y aparte”.
Como tarea subsiguiente se recomienda realizar la división de párrafos mediante
corchetes cada vez que reconozcan en el texto los “puntos y apartes”.406
Sería pertinente detenerse con ellos en la cita final del texto. Es importante que
puedan ubicar de dónde se ha tomado, es decir, cuál es la fuente.
A continuación se sugiere que los alumnos subrayen las palabras del texto que no
comprenden.
Palabras y conceptos: la cuestión de la significación
Se propone situar a los alumnos en el trabajo de reconocimiento de palabras
desconocidas en cada uno de los párrafos. Se recomienda plantear un primer paso que
consiste en que los alumnos intenten relacionar esas palabras con otras. Para ello se sugiere
que el docente les ofrezca algunas pistas. Por ejemplo: Producción y emprendimiento.
406 Es importante recordar a los alumnos, que los textos se organizan a través de párrafos, que están divididos por “puntos
y apartes” y que cada uno de ellos presenta una “unidad de sentido” que se completará con el conjunto de los restantes párrafos del texto.
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Los alumnos podrían acceder al significado de las palabras que en el fragmento
aparecen subrayadas por dos caminos: la deducción asistida por el docente o el posterior
uso del diccionario.407
El diccionario es fundamental, pero se revelará insuficiente cuando las palabras
refieran a conceptos que forman parte del vocabulario específico de la disciplina. Sin
dudas, los alumnos requerirán precisiones por parte del docente sobre las
palabras/conceptos que figuran en el texto.
Sería importante aprovechar la ocasión que brinda el texto para retomar contenidos
y fijar conceptos ya desarrollados.
Conviene recalcar que este trabajo de comprensión lectora supone una tarea asistida
por parte del docente y se mueve en dos planos simultáneamente: por un lado, fortalecer
dicha capacidad, y por otro, profundizar/sistematizar los cambio ocurridos en la realidad
socioeconómica de Formosa Hoy.
De allí que se recomienda que el docente asuma un rol de facilitador, es decir que
priorice una actitud de acompañamiento en el trabajo. Las intervenciones docentes deberían
circunscribirse a ir desanudando en cada momento, las dificultades que lógicamente vayan
surgiendo para la comprensión, evitando adelantar los resultados.
407
Los alumnos podrían acceder al significado de las palabras que en el fragmento aparecen subrayadas por dos caminos:
la deducción asistida por el docente o el posterior uso del diccionario.
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Segundo texto:
A continuación se presentan un conjunto de consignas para que resuelvan los
alumnos:
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Trabajo grupal
Se propone plantear una actividad con todo el grupo-clase, coordinada por el
docente, a partir de las siguientes consignas:
Separar con corchetes cada uno de los párrafos que forman parte del texto y
numerarlos.
Tomar cada párrafo por separado y formular todas las preguntas que se pueden
contestar a partir de la información que ofrece cada uno de ellos.
El profesor elegirá a un alumno para que formule una de las preguntas que escribió
y posteriormente elegirá a otro, quien auxiliándose con el texto, deberá responderla. Se
sugiere repetir varias veces este procedimiento
Titulación de los párrafos
(Se sugiere que esta actividad se realice en pequeños grupos dentro de la clase.)
Tomar cada uno de los párrafos y ponerles un título. Tener en cuenta que el título
debe ser una muy breve síntesis o referencia significativa de la información que desarrolla.
Se sugiere que se anote en el pizarrón un listado con los títulos redactados por los
alumnos, distribuyéndolos por número de párrafo sobre el espacio del pizarrón.
Se propone que el docente elija alumnos, uno por cada párrafo. Cada uno de ellos deberá
seleccionar y justificar cuál es el título que considera más apropiado.
Llegados a este punto, sería interesante que el docente cierre esta actividad
explicitando -desde el punto de vista disciplinar- su propia selección de los títulos que
considera más pertinentes.
“Ideas principales…y secundarias.”
Hasta aquí, con el recorrido planteado se han ido merodeando diversas cuestiones:
la aproximación al texto por contexto, el reconocimiento de palabras desconocidas, la
búsqueda —y en algunos casos, la explicación del docente- de sus significados y el
reconocimiento de párrafos.
Se recomienda que éste sea el momento de explicitación de las diferencias entre las
ideas principales y las secundarias, es decir, las que son centrales en el texto y aquellas que
son información ampliatoria del mismo.
Con el bagaje de preguntas y de títulos recopilados a partir de las actividades
anteriores habrá seguramente muchos insumos sobre los cuales trabajar este punto:
A continuación se sugiere retomar las preguntas hechas a los párrafos. Todas fueron
importantes, en la medida en que se les había solicitado que formularan tantas como el
texto podía responder.
En esta instancia, se priorizará del conjunto de preguntas, aquellas que permitan a
partir de sus respuestas hacer un recorrido medular del proceso histórico y se explicará por
qué las otras amplían pero no van al centro de la cuestión que se está desarrollando.
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Para concluir se recomienda plantear a los alumnos una guía de lectura. Los
cuestionarios guiados suelen ser una herramienta útil cuando se trabaja sobre la
comprensión lectora, sin embargo su potencialidad puede resentirse según el momento en
que se los decida implementar. Se propone, en esta etapa del trabajo, como un cierre de la
secuencia para sintetizar y fijar los aspectos principales del texto.
Guía de preguntas
1. Identificar y caracterizar los procesos de pavimentación de las rutas provinciales en
función de los TRES MODELOS PRODUCTIVOS de la provincia de Formosa que
se describen en el primer texto.
2. A partir de los modelos reconocidos, determinar en cuál de ellos se encuentra la
localidad donde vives. Fundamenta tu respuesta.
3. Analizar las posibilidades y potencialidades de las transformaciones viales en la
producción primaria de la provincia en relación al desarrollo industrial.
4. A partir de los conceptos de “crecimiento” y “desarrollo”; enunciar cinco ideas que
apunten al crecimiento y cinco al desarrollo.
5. ¿Qué importancia tiene el “diagnóstico” para: la comprensión de la realidad
provincial, la toma de decisiones por parte del estado y la planificación de políticas
públicas?
Guía de temas
Sinteticen el proceso histórico que se analiza en el texto teniendo en cuenta:
Formosa Hoy
Potencialidades económicas.
Desarrollo agropecuario.
Diagnóstico situacional.
Estructura vial.
Políticas Públicas
Bibliografía y Fuentes
ASOCIACIÓN CIVIL “EDUCACIÓN PARA TODOS” Cuadernillo: La capacidad
de la comprensión lectora. Ministerio de Educación. Presidencia de la Nación. Buenos
Aires. 2010.
DIARIO FORMOSA. 12 de junio de 2013. Locales.
GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE FORMOSA. Formosa 2015. Formosa
Capital. 2010.
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Sin abogados y escribanos. Dificultades para iniciar el Juicio de
Residencia al gobernador Joaquín de Alós en 1796.
Herib Caballero Campos
Universidad Nacional de Asunción
Asunción- Paraguay
hcaballero@rec.una.py
Resumen
Esta ponencia dará cuenta del análisis de los cuadernos del Juicio de Residencia al
gobernador-intendente del Paraguay Joaquín de Alós y Brú (1787-1796), que se inició en
1796, y que por diversas circunstancias se retrasó en su inicio en casi un año.
Uno de los principales argumentos del juez residenciador fue la falta de escribanos
y de abogados o letrados que le pudieran asesorar en la conducción del proceso por lo cual
se produjeron varias consultas a la Real Audiencia de Buenos Aires, agravando el inicio
del juicio que el residenciado Alós tenía que ausentarse de la Provincia para asumir el
gobierno de Valparaíso en Chile.
Además el Cabildo de Asunción cuestionaba al Juez de Residencia por su
parentesco cercano con varios de los oficiales que debían ser sometidos a la Residencia.
Esta ponencia es uno de los primeros resultados del análisis de este cuerpo
documental compuesto por cinco volúmenes que se encuentran en el Archivo Nacional de
Asunción.
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La actuación de los sacerdotes en Misiones durante la década
revolucionaria (1810-1820).
Jorge Francisco Machón
Oscar Daniel Cantero
Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales
Universidad Nacional de Misiones
Junta de Estudios Históricos de Misiones
Posadas- Misiones
Os_da_can@yahoo.com.ar
Resumen
La experiencia jesuítica dejó una fuerte herencia cultural sobre la población
indígena de la antigua Provincia de Misiones, configurando una identidad local definida, la
cual se dejó sentir hasta bien entrado el siglo XIX.
Es decir, mientras el pueblo guaraní misionero mantuvo su integridad. En este
sentido, la fuerte religiosidad de los indígenas resulta una característica significativa.
Durante la década revolucionaria (1810-1820), en la que se combinaron la guerra de
independencia con una verdadera revolución social, encarnada en el proyecto artiguista, la
religiosidad misionera se puso en evidencia a través de la permanente utilización de un
vocabulario religioso por parte de numerosos líderes políticos.
Pero también se manifestó a través del fuerte protagonismo que tuvieron los
sacerdotes en este conflictivo período. En esta etapa, los religiosos tuvieron diversos
posicionamientos: hubo curas profundamente revolucionarios, como Fray Acevedo, asesor
y consejero de Andrés Artigas, pero también hubo quienes se opusieron la revolución,
adhiriendo a la postura conservadora del Obispo Lué de Buenos Aires.
Pero, ya sea en uno u otro sentido, la fuerte influencia que seguían ejerciendo los
curas en esta época resulta evidente.
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Daldovo, Mónica
Anales del XXXIII Encuentro de Geohistoria Regional. - 1a ed. - Formosa : Universidad
Nacional de Formosa. Editorial Universidad Nacional de Formosa. , 2013.
CD-ROM.
ISBN 978-987-1604-21-0
1. Geografía. 2. Historias. 3. Actas de Congresos. I. Título
CDD 910.82
Fecha de catalogación: 28/08/2013
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