siembra de ajos
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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN
U. E. COLEGIO EXPERIMENTAL “ANDRÉS ELOY BLANCO”
Estudiante:
Héctor Vigués #10
Profesora:
Yesenia
Barquisimeto, Noviembre 2013
LA SIEMBRA DE AJOS
PARTE I
BIOGRAFIA DE ARTURO USLAR PIETRI
Arturo Uslar Pietri nació en Caracas en una casa situada en la calle de
Romualda a Manduca, número 102, el 16 de mayo de 1906. Fue hijo mayor
del matrimonio entre el general Arturo Uslar Santamaría y de Helena Pietri
Paúl. Entre sus antepasados se incluye a Johan Von Uslar, un alemán que
luchó con en la Batalla de Waterloo en 1815 y por la independencia de
Venezuela. Uslar Pietri se crio en esa casa y en Maracay (Aragua), lugar
donde publicó algunos cuentos en revistas juveniles.
Su infancia y adolescencia estuvieron enmarcadas por la provincia
venezolana: Los Teques, Maracay, Cagua. Desde 1915 conoció a un
compañero que ejercería en él influjo importante y con quien habría de
compartir el crecimiento intelectual: Carlos Eduardo Frías. Estudió Ciencias
Políticas en la Universidad Central de Venezuela de la capital venezolana.
Hay una incidencia particular que podría explicar en cierto modo la
actitud de Arturo Uslar Pietri en sus días juveniles, con respecto a los
acontecimientos políticos encabezados por los universitarios contra Juan
Vicente Gómez. Su abuelo materno, el médico y general Juan Pietri, fue
amigo personal del dictador. Estuvo entre quienes lo impulsaron a actuar
contra Cipriano Castro, en 1908. Cuando Gómez asumió la Presidencia, el
general Pietri formó parte del Consejo de Gobierno, primero como Ministro
de Hacienda y luego como Vice-Presidente de la República, en el
desempeño de cuya responsabilidad murió en 1911. Uslar era entonces un
niño de 5 años; esos vínculos de familia y la condición militar de su padre
debieron pesar sobre el joven que desde 1923 cursaba Ciencias Políticas en
la Universidad Central. Su conducta en las acciones estudiantiles fue, pues,
muy discreta, de modo particular en las protestas de 1928, cuando estaba
apenas a un año de obtener su título de Abogado. En cambio, desde
temprano se definió en él la vocación literaria. Como alumno de secundaria
en el Colegio San José de Los Teques empezó a escribir primeras páginas.
Ya en 1922 había publicado un texto, «La lucha» en Billiken. Sus
colaboraciones se hicieron frecuentes también en El Universal y El Nuevo
Diario. Lector temprano de modernistas y simbolistas, Eugenio de Castro,
Gómez Carrillo, Rémy de Gourmont, Darío, Lugones, Herrera y Reissig,
Horacio Quiroga, Valle Inclán, su escritura inicial estuvo señalado por esas
tendencias.
A partir de 1925 cambian las perspectivas: contactos intelectuales con
otros jóvenes universitarios, nuevas fuentes de lectura; los realistas rusos:
Andreiev, Gogol, en especial el libro común de aquellos estudiantes:
Saschka Yegulev. Además la Revista de Occidente, editada en Madrid por
Ortega y Gasset, y una especie de breviario para el aprendizaje de las
nuevas estéticas: Literaturas europeas de vanguardia, de Guillermo de Torre.
Desde 1925 en adelante se incrementa la producción y publicación de
textos. Fue abundante la escritura de poemas que sólo recogería en libro ya
en plenitud de su carrera literaria: Manoa, (1972). Los primeros cuentos
empiezan a difundirse por la misma época. La vida de aquel escritor de 20
años estaba delimitada. Antes de que estallase la pequeña escaramuza
intelectual contra válvula, Uslar había publicado un texto dramático reimpreso
luego en la revista: «E ultreja». En 1927, un año antes de redactar el
manifiesto editorial de válvula, había publicado un ensayo teórico sobre
vanguardismo. El intelectual ostentaba familiaridad con principios de la
filosofía de Spengler. Estrenaba prosa enérgica y el poder dialéctico de
argumentación que no ha abandonado al ensayista. Cita a Góngora junto a
Goya, Whitman, Mallarmé, Wilde, Lautréamont, Rimbaud, Marinetti, Cocteau,
Picasso, Tzara, Huidobro. No le es ajena la inclinación hacia los problemas
de la plástica, tan palpable en el conjunto de su obra. Lo más sorprendente
es que aquel ensayo de juventud está escrito para refutar puntos de vista
reticentes sobre las vanguardias, expuestos nada menos que por César
Vallejo. Cobra relieve singular una cita extensa, si se piensa que fue
esgrimida como argumento en aquellos días de agrio debate a lo largo de
toda América: Pero ha habido sin embargo hombres superficiales que han
tomado la vanguardia como una excentricidad de artistas ociosos, como un
aspecto de la antigua manía bohemia de epatar a los burgueses,
localizándola como propia del grupo que por mayores facilidades de medio y
ubicación ha podido vocearla más, colocados sobre esta falsa base han
intentado gritar que las nuevas generaciones de América son plagiarias del
arte moderno europeo. Uno de éstos es César Vallejo, sudamericano, quien
enrostra a las gentes jóvenes del continente tamaña vaciedad. Bien se ve
que no se ha tomado el trabajo de saber que pertenecemos a una cultura, en
todo el ancho sentido que encierra el puñado de letras, y que un fenómeno
de ella ha de arropar a todos los hombres que la constituyen con las
necesidades de las fuerzas fisiológicas, sin que puedan decirse plagiarios los
unos de los otros, pero sí con el derecho de llamar desertores o rezagados a
los que no tienen el valor de colocarse en su momento histórico.
Entre enero y septiembre de 1928 Arturo Uslar Pietri llena un
indisputable primer plano intelectual, tanto por sus intervenciones en el
escándalo y la polémica de válvula como por la aparición de su primer libro
de cuentos.
En 1929, doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad Central de
Venezuela, se marcha a Europa. Lleva investidura de funcionario diplomático
en la Legación de Venezuela ante el gobierno francés y representante ad
honorem en la Sociedad de Naciones. Se le ha reprochado innumerables
veces el desempeño de esas funciones cuando sus compañeros de aulas
universitarias estaban prisioneros o en el exilio. Seguimos creyendo que este
criterio puede tener validez histórica para juzgar su conducta política de
juventud, pero no como expediente para negar su obra. Además, vistos los
hechos desde una perspectiva contemporánea y en contraste con la actitud
posterior de muchos protagonistas estudiantiles de 1928, se pueden
considerar los hechos sin que medien resentimientos de grupo. Para efectos
de la historia literaria, aun así, este criterio resulta estrecho a la hora de
valorar obras. En esos mismos años, Julio Garmendia desempeñaba
también modestísimos cargos diplomáticos y otro tanto ocurría con Enrique
Bernardo Núñez, para citar sólo a aquéllos no involucrados en la cohorte
oficial de modernistas y positivistas, plegados incondicionalmente al régimen.
En los casos de Garmendia y Núñez, como en el de Uslar, la excepcional
calidad de la obra legada diferencia campos. Se hace innegable.
En Europa, Uslar Pietri tuvo oportunidad de afirmar como experiencia
lo que en Caracas había sido vislumbre asimilada en páginas de libros y
revistas donde se hablaba de nuevas modalidades culturales. El gusto por la
pintura se acentúa. Lee con avidez a Breton, Eluard, Maurois, Mauriac,
Giono, Michaux, Céline. Frecuenta las tertulias surrealistas de La Coupole.
Se actualiza en las controversias generadas a partir del Segundo Manifiesto
Surrealista y las ácidas disensiones provocadas entre Breton y sus
seguidores, que advienen en detractores. No hace, pues, ni más ni menos,
que otros hispanoamericanos con quienes entabla contacto inmediato:
Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier, Luis Cardoza y Aragón, Max
Jiménez. Conoce intelectuales europeos que estaban en primera línea de las
transformaciones literarias: Rafael Alberti, Robert Desnos, Max Darieux, Jean
Cassou, Adolphe de Falgairolles, George Pillement, Curzio Malaparte,
Massimo Bontempelli y otros. Continuos viajes amplían su visión de Europa.
Recorre Italia, España, Inglaterra. Lo estimulante para él, sin embargo, sigue
siendo la convivencia con la capital francesa.
En cuanto a escritura, el cambio más notable operado en el novel
cuentista de Barrabás y otros relatos fue su incursión afortunada en la
novela, quizá la más afortunada. Fue inducido tal vez por la amistad de dos
latinoamericanos que lo animaron, con quienes intercambió experiencias y
lecturas de originales: Alejo Carpentier y Miguel Ángel Asturias. Este último
residía en Europa desde 1923. Luego de un corto paso de cinco meses por
Inglaterra se había radicado en París. Cursaba con George Reynaud algunas
materias relacionadas con las culturas mayenses de Mesoamérica. Tomaba
conciencia a fondo del contexto cultural de su propio ámbito nativo,
irónicamente desde Francia. Es la famosa búsqueda de una perspectiva de
distancia, que los novelistas contemporáneos latinoamericanos han revivido.
Asturias ampliaba un cuento, «Los mendigos políticos», para convertirlo en
El Señor Presidente. En 1930 había publicado en Madrid sus Leyendas de
Guatemala, que tanto admiraron a Paul Valery.
En París, Uslar no sólo maduró con la asimilación de nuevas técnicas
que se imponían a través de Breton y que tuvieron largo expediente de
antecesores, sino que también reafirmó sus convicciones
hispanoamericanas, al igual que sus otros dos compañeros más próximos.
Un americanismo mágico fue el resultado, algo que más tarde evolucionó
hasta generar la versión mágica del realismo. Esto es indicio de que la
aceptación de algunos cánones surrealistas obedeció a estudio crítico, a
discernimiento y reflexión. No fue un simple contagio de modas y modos de
escribir.
Los años siguientes transcurren entre viajes. Periódicamente va a
Ginebra, como delegado de Venezuela ante la Sociedad de Naciones.
Conoce Marruecos acompañado por Miguel Ángel Asturias. En febrero de
1934 emprende regreso a Venezuela.
Al retornar a Venezuela, el país vivía entonces los estertores de la
dictadura gomecista. El viejo cacique andino había reasumido directamente
la presidencia en 1932. La bonanza fiscal procedente del auge petrolero
había permanecido y se incrementaba año tras año. El país se había
remozado materialmente en algunos aspectos.
El 17 de diciembre de 1935 muere «oficialmente» Juan Vicente
Gómez. El país grita y desborda su júbilo. Eleazar López Contreras asume
provisionalmente la Presidencia. Quedaba cerrado así el siniestro período de
27 años de dictadura, que Eustoquio Gómez -pariente del dictador- y el
Coronel Tarazona, habían pretendido alargar mediante la liquidación física
de López Contreras, en una conjura que resultó fallida. El Presidente de
transición termina contando con el apoyo de la mayoría y la adhesión casi
inmediata de numerosos intelectuales.
En agosto del mismo 1935 circuló el tercero y último número de El
Ingenioso Hidalgo. En él aparece otro ensayo importante de Uslar:
«Interludio a la novela». Su teoría del conocimiento mágico queda reiterada:
«...el arte es muy otra cosa que una receta eficaz, es más bien un equilibrio
inverosímil, una calidad que se revela a la intuición, un conocimiento
adventicio e inesperado, una relación mágica» (16). Por ello estima que la
novela difícilmente logra esa jerarquía artística. Su conceptualización apunta,
posiblemente a un hecho: su inclinación dominante hacia el cuento, vocación
inicial ratificada con los años y de cuya producción su novelística llega a
distar abismos en calidad y elaboración. Transcribo sus ideas por parecerme
de enorme vigencia, próximo a cuanto en aquellos años planteaba Malraux, a
propósito de la novela y de las formulaciones teóricas de Vladimir Weidlé -
Les abeilles d'Aristée (1935)- a propósito del realismo mágico o realismo del
mito. Son planteamientos que numerosos teóricos han reactualizado en
nuestros días.
En 1938 figura, al lado de otros catedráticos, entre los fundadores de
la Facultad de Economía de la Universidad Central. Para entonces era
Director de Política en el Ministerio de Relaciones Exteriores, cargo que deja
para desempeñar el de Director del Instituto de Inmigración y Colonización.
Había ingresado en la vida pública. Y también en la política. En el seno del
poder alternaban posiciones paradójicas. De una parte se había configurado
un sector eminentemente cerrado, proclive a un gomecismo residual. De la
otra, un sector liberal más progresista. El segundo se aglutinó en torno al
Partido Agrario Nacional, que proclamaba pequeñas reformas. Entre los
fundadores estaba el nombre de Arturo Uslar Pietri, al lado de
personalidades políticas relevantes que desempeñarían, después de López
Contreras, funciones de importancia. Entre ellas destacaban Manuel R.
Egaña, J. González Gorrondona, e intelectuales como Ramón Díaz Sánchez,
Manuel Felipe Rugeles, Julio Morales Lara y el eminente pediatra Pastor
Oropeza. Representaban todos inteligencias de la burguesía progresista
liberal. Sus buenas intenciones duraron poco.
En julio de 1950 regresa a Caracas. Se integra en la docencia
superior, en la Universidad Central de Venezuela y el Instituto Pedagógico
Nacional. La brillantez de sus exposiciones sobre literatura venezolana no
demoraron en granjearle prestigio y simpatía. Combina esta labor con
actividades de la empresa privada. Con su amigo de infancia, Carlos
Eduardo Frías, trabaja en una compañía publicitaria, que dirige hasta 1963.
Dirige también el Papel Literario de El Nacional, en cuya tarea destacó por su
receptividad y amplitud frente a nuevos valores literarios.
La labor cultural de Uslar Pietri comienza a difundirse desde 1952 a
través de un programa de televisión denominado «Valores Humanos». Su
marginamiento de la vida política del país será prolongado, casi hasta
vísperas de la caída de Pérez Jiménez. El régimen dictatorial entra en
descomposición y crisis a mediados de 1957. La resistencia clandestina se
organiza de manera unitaria. Insurge una Junta Patriótica donde convergen
sectores políticos y clases sociales sin excepción. Las protestas estudiantiles
y sindicales se intensifican. El 1 de enero de 1958 emerge un primer
movimiento militar de la Fuerza Aérea. Los grupos económicos y religiosos
apoyan las sacudidas que desde distintos ángulos cristalizan en un gran
movimiento nacional. El 10 de enero aparece en la prensa un manifiesto
firmado por numerosos intelectuales. Entre ellos está Uslar Pietri. Los
firmantes son detenidos en la Cárcel Modelo de Caracas. El 23 de enero de
ese año el país queda liberado del dictador y se restituyen las libertades
públicas.
En el quinquenio de 1952 a 1957 la tarea de escritura es fecunda para
Uslar. Desde 1950 en que editó De una a otra Venezuela, sus ideas
liberales, proclives a la defensa de la libre empresa, son discutidas con calor
pero también con respeto hacia un hombre consolidado ya de manera
indiscutible en la historia intelectual. Alterna la crítica con los ensayos de
temas económicos, sociales o literarios. Así van sucediéndose
ininterrumpidamente sus libros: Apuntes para retratos (1952), Arístides Rojas
(1953), Breve historia de la novela hispanoamericana (1954), El otoño en
Europa (1954), Pizarrón (1955). Las academias lo incorporan como Individuo
de Número: en 1955, la de Ciencias Políticas y Sociales. Su discurso relativo
al problema petrolero hace recordar al hombre que muchos años antes había
acuñado una frase: «Hay que sembrar el petróleo». La polémica no se hace
esperar. En 1958 es sucesivamente recibido por las Academias de la Lengua
y de la Historia.
En 1963, dentro de un clima de gran agitación, el país se preparaba
para una nueva contienda electoral. Las coaliciones de partidos y los frentes
originan numerosas fórmulas. El nombre de Arturo Uslar Pietri, respaldado
por su enorme prestigio intelectual y por su irreductible oposición contra
Acción Democrática participará en la campaña como candidato a la
Presidencia de la República. Inicialmente se le consideró como el más
llamado a constituir una candidatura de unidad nacional. Ramón J.
Velásquez refiere así aquella circunstancia:
En 1969, Caldera toma posesión de la Presidencia de la República.
Uslar actúa como parlamentario. La política de pacificación del nuevo
gobernante fue recibida con alguna reticencia por ciertos sectores
parlamentarios, especialmente el derrotado partido Acción Democrática. La
legalización de los partidos de izquierda comienza con el retorno a la vida
abierta de un maltrecho Partido Comunista. El MIR propone acogerse a la
legalidad y pide que sea Uslar Pietri el vocero de su decisión ante el
gobierno. Nuevamente su nombre está señalado por el respeto a su amplitud
de ideas y a la tolerancia de puntos de vista contrarios al suyo.
Desde el punto de vista de la evolución de sus ideas literarias, aquel
joven escritor que había convulsionado el ambiente intelectual venezolano de
los años 20 con sus textos doctrinarios sobre la vanguardia, particularmente
a través de válvula y de su muy meditado ensayo de 1927, mantuvo a lo
largo del tiempo una definida voluntad de universalizar nuestros temas
contextuales. No fue la suya una prolongación de cosmopolitismos
asimilados de la estética modernista. La diferencia entre ambos conceptos
fue aprendida por Uslar en sus lecturas de Guillermo de Torre, quien dedicó
unas líneas de clarificación del problema en sus Literaturas europeas de
vanguardia:
En 1967, Caracas congregó un numeroso conjunto de escritores y
críticos. Se reunían en un Congreso del Instituto Internacional de Literatura
Iberoamericana, convocado en la capital venezolana con motivo de ser
concedido por primera vez el Premio Internacional de Novela «Rómulo
Gallegos» al escritor peruano Mario Vargas Llosa. Por esos días, Uslar es
centro de polémica literaria por dos planteamientos, uno sobre «La muerte de
la crítica»; otro, relativo al «vasallaje intelectual» de Venezuela, donde
pareció que regresaba intencionalmente a un nacionalismo estético, antítesis
conceptual de sus posiciones a lo largo de todo un camino luminoso de
creación universalista. Sin embargo, la repercusión en su obra narrativa no
fue tan absoluta. Su libro Pasos y pasajeros (1966) mantenía la misma línea
de expansión temática y expresiva donde hábilmente se escamotea el
localismo. No es que la materia estuviese ubicada en un ámbito geográfico
diferente al nacional. Por el contrario: su arraigo histórico y espacial
continuaba bien fincado en nuestros contextos. Pero la destreza del narrador
supo ubicar el desarrollo en una dimensión válida para cualquier marco
referencial de sus lectores y ése es uno de los grandes secretos de su éxito
internacional como cuentista.
En 1931, publicó su primera novela Las lanzas coloradas, relato
histórico situado durante la independencia de Venezuela. La obra fue muy
bien acogida y supuso el comienzo de una fructífera carrera literaria.
En 1936, Uslar Pietri se volvió muy activo en el debate político con la
muerte del dictador Juan Vicente Gómez. En 1939, con 33 años, se casó con
Isabel Braun Kerdel, con la que tuvo dos hijos: Arturo y Federico Uslar Braun
(ambos fallecidos). Ese mismo año, se convirtió en Ministro de Educación.
Fundó el Partido Democrático Venezolano y fue diputado del Congreso a
partir de 1944. En 1945 fue nombrado Ministro de Relaciones Interiores por
el presidente Isaías Medina Angarita.
Se convirtió en director del diario El Nacional desde 1969 hasta 1974,
año en que se trasladó a París como embajador venezolano para la Unesco.
Cuando volvió en 1979, se concentró en trabajar en sus escritos y en la
educación, dejando la política activa. Uslar Pietri fue una figura muy familiar
de la televisión debido al programa televisivo semanal llamado Valores
humanos, enfocado en la Historia y las Artes que comenzó a emitirse en
1953. La muerte sorprendió a Uslar Pietri en su casa, ubicada en el sector de
La Florida, Caracas, el 26 de febrero del año 2001 a los 94 años de edad.[1]
Lúcido hasta el último momento de su vida, Uslar Pietri no perdió oportunidad
de hacer sentir su peso intelectual a la hora de alertar sobre el rumbo que
llevaba su país.
PARTE II
LECTURA Y ANÁLISIS DE “LA SIEMBRA DE AJOS”
1. ¿Sobre qué trata el cuento?.
Trata sobre un hombre afrodescendiente, que fue a cumplir una
promesa ante la virgen que salvo a su madre de la muerte, que consta de
encender 10 velas, en una iglesia de un pueblo lejano. Para ello debió hacer
un viaje, y como llevaba poco dinero y provisiones, busco trabajo por unos
días, en hacienda de cultivos de ajos, donde al ver a la hija del dueño, una
mulata hermosa, se le quedó grabada en su pensamiento, lo cual lo
confundió, pero con el transcurrir de los días se dio cuenta que solo se
significaba la muerte y la fatalidad para su vida, ya que probablemente era
inalcanzable por ser pobre y ella, mas agraciada por la vida.
2. Tipo de Narrador (explique y extraiga ejemplo del cuento).
Narrador omnisciente. Porque está presente o tiene una visión
detallada de cada uno de los hechos.
Ejemplo extraído: “La vega estrecha, entre colinas, manchada a
pedazos de tierra fresca y de verdor de cultivos; más lejos, junto al bosque
de samanes que cerraba el fondo, otro peón; más cerca, a la sombra de un
mango enorme, frente al establo de las vacas, cruzaba el isleño, amo de la
plantación, y junto al establo, en el corredor chato de la casa del amo, veía a
la hija mulata con un traje de flores rojas y azules”. Se puede observar que el
narrador tiene una visión amplia de bosques, personas, lugares y hechos,
que quiere decir que está en todas partes, es decir omnisciente.
3. Explique el título.
Este título tiene que ver con el escenario donde se da el relato, donde
explica lo difícil de la vida del campesino trabajador y las vicisitudes que
estos pasan, donde el olor de tierra y cultivo, se relacionan con una mujer.
4. Extraiga ejemplos de narración, descripción y diálogo (Ejemplo
de cada uno).
a. Narración: “Era ella misma que venía en el viento. Todo lo que de
ella había poseído era su presencia en aquel olor penetrante. En él sentía su
tinte oscuro, el clima de su carne, y hasta una palpitación viva y sin contorno
que se adhería a sus poros y un brillo de ojos húmedos. Sintió ruido de
pasos y despertó casi de aquella fiebre imaginaria que lo torturaba. Se
incorporó. Por entre los árboles asomaba vivo el traje florido de la mulata“.
b. Dialogo: Rodaban sobre hojas secas sin tino: —Huele a ajos,
mulata. Intentaba una serie de gestos que venían ordena-dos desde su
interior, sin que pudiera dirigirlos. —A ajos, mulata. La lucha pasó a un ritmo
unánime y acordado como un pulso. —A ajos. Y después de una inmovilidad
muerta y perdida en lo hondo, donde yacía su consciencia.
c. Descripción: “El sudor corría, goteaba y caía sobre su sombra,
deformada en el surco como el contorno de un animal”.
5. Extraiga 5 Figuras Literarias e identifíquelas.
a. Humanización: “El sudor corría, goteaba y caía sobre su sombra,
deformada en el surco como el contorno de un animal”.
b. Simil: “Pero sobre todo se destacaba el verde profundo de la
siembra de ajos, con sus juncos lisos, como una laguna”.
c. Hipérbole: La temperatura de su piel. «Quemas, mulata.»
d. Personificación: “Oía voces, sin saber si eran de ella o del mundo
vegetal que los rodeaba”
e. Metáfora: “La hacía plegarse hacia atrás como un arco”
6. Describe el Ambiente (Explique y extraiga ejemplos).
a. Ambiente Temporal: “Había venido a pie, caminando durante tres
días para cumplir aquella promesa”. Explicación: Porque determina el tiempo
de lo narrado.
b. Ambiente Geográfico: “Las mujeres, de zaraza floreada y pañolón”.
Explicación: Determina el ámbito geográfico, es decir el sitio donde
transcurre el relato.
c. Ambiente Social: “Y los jugadores de bolas acompañando a gritos
las peripecias de la partida”. Explicación: Porque hace referencia a los sitios
donde se reunían a compartir, en el patio de bolas criollas, la pulpería, entre
otros. Siendo el más resaltante de todos es que el negro pertenecía a la
clase social campesina empobrecida y el isleño, dueño de la plantación,
pertenecía a la clase dominante, por poseer la riqueza y la tierra.
7. ¿Por qué el protagonista no quería marcharse del pueblo?
Porque sentía una atracción afectiva o amorosa por la mulata, hija del
isleño, dueño de la plantación donde consiguió el trabajo.}
8. Opinión sobre la lectura.
La lectura es un poco aburrida. En algunos instantes llama la atención
y permite que la imaginación del lector vuele pero a su vez tiene párrafos
confusos.
9. Cambia el Final (pon a volar tu imaginación).
“Ella sola estaba llena de muerte, de fatalidad, de olor a ajos. Una luz
suave del atardecer adelgazaba los árboles. Sin hablar, recogió su paquete y
se fue alejando. A cada paso aceleraba la marcha, como si huyera. Un viento
perezoso y ancho fluía de los límites del bosque y llenaba el vasto espacio
de la tarde, abierta entre los montes. Sentía prisa de irse y de llegar lejos.
Venía como de una enfermedad a la salud. Marchaba con paso alegre y
rápido. Comenzó a silbar. En la distancia, que fundía la sombra, traqueteaba
una carreta con un farol entre las ruedas. Conquisto a la mulata, se le llevó a
vivir a su conuco, donde se casaron, tuvieron 12 hijos e hijas y vivieron
felices por siempre”.
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