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  • Tribuna

    Hacer historia en el siglo XXI

    Esteban Mira Caballos, historiador

    Ya no es posible continuar usando el mtodo historicista que se ha mostrado incapaz de dar una interpretacin satisfactoria del pasado

    Febrero, 2015 6

    Corren nuevos tiempos, elmundo cambia vertiginosa-mente, ya nada es ni puede sercomo era. El mundo actual,cambiante y convulso, necesitade una nueva ciencia histricarenovada. Ya no es posible con-tinuar usando el mtodo histori-cista que se ha mostrado incapazde dar una interpretacin satis-factoria del pasado. De hecho,hace ya varios lustros que KarlPopper denunci el estanca-miento de la historia, debido a lainsolvencia de este mtodo a lahora de resolver los problemasque plantea la actual ciencia hu-manstica. Esta forma clsica deinterpretar la historia parta detres premisas:Una, destacaba al individuofrente a la colectividad, al inter-pretar que eran los grandes per-sonajes o los grandes tiranos losque movan los hilos de la evo-lucin. Dos, contextualizaba loshechos en su poca, de maneraque todo quedaba ms o menosjustificado. Defendan que encada perodo histrico las perso-nas exhiban una forma de ac-tuar caracterstica que explicabasus comportamientos. Obvia-mente, con este razonamiento sepodan comprender, y en ocasio-nes hasta justificar, las matanzasde aborgenes, la esclavitud mo-derna, los campos de concentra-cin soviticos los famososgoulags- o el exterminio de ju-dos a manos de los Nazis. Estepunto de vista ha permitido laimpunidad de cientos de actos

    de violencia y de genocidio a lolargo de los siglos. Y tres, soste-na que el historiador no debajuzgar sino solo narrar o descri-bir los hechos para hacerlos asms comprensibles al lector. Erala historia-batalla que se abste-na de cualquier juicio de valory negaba todo compromiso so-cial.

    Est claro que hoy ms quenunca necesitamos reformular laciencia histrica para que sirvaa la sociedad de nuestro tiempo.Y todo ello en base a tres princi-pios metodolgicos bsicos: Primero, realizando un nuevoplanteamiento global del pa-sado. Debemos quitarnos lavenda de los ojos, los atavismos,las ideas preconcebidas y losmitos. La historia de la humani-dad se ha fundamentado engrandes hitos, como la Revolu-cin Neoltica, el Descubri-miento de Amrica, laRevolucin Francesa o las Re-voluciones Industriales. Peroprecisamente esos hitos desen-cadenaron grandes saltos ade-lante, sociedades excedentariasque progresaron a costa de so-meter y degradar a la naturaleza.La evolucin humana es tam-bin la historia de la progresivadestruccin del medio cuyasconsecuencias ltimas estamosempezando a padecer en estosmomentos. Con anterioridad,durante el largo perodo paleol-tico, la humanidad disfrut desociedades autosuficientes quevivieron armnicamente con labisfera. No se trata de volver ala Edad de Piedra pero s deaprender de aquellos homnidosy sapiens primitivos su forma derespetar a la Madre Tierra. Segundo, acabando con la ideaabsurda de que no podemos juz-gar el pasado sino solo narrar loshechos, hacer esa historia epis-dica y trivial que los historiado-

    res de los Anales llamaronhistoria venmentielle. No solose puede juzgar sino que es uncometido ineludible de cualquierintelectual. Ya hace ms demedio siglo, Walter Benjamnplate la posibilidad de partirdel presente para explicarse elpasado, idea que repiti unosaos despus Edward H. Carr

    cuando expuso que la historiadeba hacerse desde el presente.Ms recientemente, ReinhartKoselleck ha escrito que el his-toriador trabaja con un futurodel pasado y reinterpreta ste enbase a sus propias experienciase inquietudes. Por tanto, pareceobvio que el historiador reinter-preta continuamente el pasadodesde su presente. Y tercero, formulando nuevasinterrogantes a viejas cuestio-nes, replantendonos la historiadesde innovadores puntos devista. No se trata de nada nuevo,ya el maestro Lucien Febvrehace ms de medio siglo escri-bi que sin buenas preguntas nohaba historia porque stas eranprecisamente el comienzo y elfinal de toda narracin histrica.Slo usando mtodos alternati-vos al de la historiografa bur-guesa podremos reinterpretaradecuadamente el pasado, des-cubriendo verdades que llevan

    ocultas siglos, e incluso mile-nios. Por el contrario, si usamoslos mismos mtodos y las mis-mas fuentes que la historiografaburguesa llegaremos a las mis-mas viejas e inservibles conclu-siones. En este sentido, JosepFontana ha insistido en la nece-sidad de explicar la verdaderahistoria del capitalismo para aspoderlo combatir y reemplazarlopor formas ms justas de orga-nizacin social.Por fortuna, actualmente haytoda una corriente historiogr-fica que, superando el marco delmarxismo, trabaja dentro delcomparativismo constructivo.Por ejemplo, Marcel Detienneha hablado de la necesidad decomparar lo incomparable, sinmiedos, porque se podrn obte-ner de esta forma puntos de vis-tas interesantes y novedosasinterpretaciones. Y efectiva-mente, este enlace entre pasadoy presente lo han llevado a cabo

    ya numerosos historiadores consorprendentes y enjundiosos re-sultados. Asimismo, el nuevohistoriador del siglo XXI debe-ra estar siempre con los margi-nados, los rebeldes y losoprimidos, que con frecuenciasuelen ser los mismos. Estamosen la obligacin moral y profe-sional de prestarles nuestra vozy nuestra pluma a los eterna-mente vencidos, a aquellos gru-pos humanos que fueronvctimas de la evolucin y delprogreso, al representar un es-torbo en el proceso de expansinde las sociedades excedentariaso capitalistas. Guanches cana-rios, llaneros venezolanos, gau-chos argentinos o apachesnorteamericanos, por poner solounos ejemplos, fueron barridosde la faz de la tierra en nombrede la civilizacin y del progresoy con el silencio estremecedorde la mayora. Por robarles, seles rob hasta el alma, la memo-ria de su propia existencia. Y esque, como dira Walter Benja-min, tampoco los muertos esta-rn a salvo del enemigo, unenemigo que no ha cesado devencer. En definitiva, hoy ms quenunca los historiadores y los in-telectuales en general necesita-mos convertirnos en disidentes yplantear visiones alternativas delpasado para poder proyectar unpresente y un futuro ms justo.Ello puede conllevar ciertasdosis de idealismo, pero no hayque olvidar que fueron precisa-

    mente visionarios y soadoreslos que cambiaron en diversasocasiones el rumbo de los acon-tecimientos. Esto incluye lacomparacin histrica, supe-rando el miedo a los anacronis-mos, refutando as los grandessmbolos que hasta el presentehan sido los signos de identidadde muchos colectivos humanos.

    Actualmente haytoda una corrientehistoriogrfica quetrabaja dentro delcomparativismoconstructivo

    Estamos en la obli-gacin moral y profe-sional de prestarles

    nuestra voz y nuestrapluma a los eterna-

    mente vencidos

    Hoy ms que nuncalos historiadores nece-sitamos convertirnosen disidentes y plan-tear visiones alterna-

    tivas del pasado

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