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MUYQUYTA
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M U Y Q U y T A
Maria Paula Sanabria López Asesor: Carlos Mery Concha
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Trabajo de grado para optar por el título de maestra en Artes Visuales con énfasis plástico.
Pontificia Universidad Javeriana
Agradecimientos especiales a:
Carlos MerySandra Milena Ibagué
Miguel PaipillaMaria De Ospina
Ana Pinzon Olga HernándezMaria Montoya
Primera Edición: Abril de 2018
Derechos Reservados
©Maria Paula Sanabria López
Impreso en Bogotá, Colombia
Firma Asesor :
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ESPACIO PARA NOTAS
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ESPACIO PARA NOTAS
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Desde que era muy pequeña, la ciudad, en especial la ciudad de Bogotá me
cautivaba con todas sus calles, sobre todo las que eran bastante coloridas
y llamativas. Recuerdo que, en aquellos viajes hacia Villavicencio que
realizábamos con mi familia varias veces al año, pasábamos por barrios
periféricos en donde el graffiti y el arte urbano, nacían con mucha fuerza. Ya
en el colegio, aproximadamente en el año 2010, decidí empezar a registrar
todos aquellos muros que llamaban mi atención. ¿Por qué? en realidad solo
era una cuestión de intuición: quería poder llevar conmigo esas imágenes
a todas partes y poder apreciarlas una y otra vez. Fue entonces cuando
empecé a encontrarme además con el mundo fotográfico, fotos que con
mi primera cámara compacta Sony, me permitieron a mi manera, entender
el espacio y el tiempo. Es interesante de hecho pensar el modo como en
esa época de mi vida, comencé a tener cierta inclinación por cosas tan
sencillas pero que a su vez tendrían un impacto enorme en la manera en
que hoy en día percibo cada cosa que veo, y sin darme cuenta, se volverían
parte de mis preocupaciones como artista.
Volviendo un poco a los barrios populares en la periferia de Bogotá, siempre
me llamó la atención su arquitectura, las personas que allí habitaban, los
colores y las formas que hacían parte de la decoración de las casas.
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Me parecía que era muy diferente a lo que estaba acostumbrada a ver, en
especial en Chapinero, el barrio donde yo vivía en aquella época. En Bogotá,
sentía que veía todo igual: de “color ladrillo” – como solía yo decir – que era
para mí el más predominante de todos, mientras que, al pasar por puntos
periféricos de la ciudad, sentía que entraba a una atmósfera diferente,
todo parecía tener características que los hacían especiales y llamativos a
mis ojos. Lo que más puedo recordar definitivamente, son los colores.
Una cuestión que me atrae a nivel cultural, es que la construcción popular
contiene una identidad propia, pero a su vez es diversa; es decir, en los
barrios o municipios donde predomina este tipo de arquitectura, me parece
evidente que las personas que allí habitan tienen gustos compartidos
de acuerdo con la cultura misma, donde se conforma una estética muy
particular capaz de reflejarse en las viviendas. Sin embargo, a pesar de
que existen semejanzas, sigue teniendo un carácter heterogéneo, lo que
se confirma con algunas conversaciones que he tenido con habitantes de
estos hogares, donde la decisión respecto a la fachada es finalmente una
manifestación de cada núcleo familiar que quiere otorgarle un aspecto
propio y que se destaque frente a las casas vecinas.
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La siguiente cita puede complementar esta idea que describo, es un aparte
de un texto del arquitecto Hernando Carvajalino Bayona, que ha realizado
varias investigaciones sobre la estética de lo popular:
“La intención de originalidad no se manifiesta consciente e individualmente,
entre otras razones porque la fachada popular raras veces es producto
del trabajo de una sola persona o resultado de un momento único de
ejecución. Propietarios, albañiles, carpinteros, ornamentadores, artesanos
y pintores, intervienen en una especie de creación colectiva cuyo punto
de convergencia es el consenso en torno de los valores de la cultura local,
proceso colectivo liderado por el propietario, en el cual, el componente
estético está íntimamente relacionado con el ideal de consolidar el que
seguramente será el mayor patrimonio de su vida, y con el cual, el poblador
y su familia, buscarán expresarlo hacia fuera, de la manera más llamativa
posible, destacándose en la cuadra o haciendo de su casa un referente en
el barrio, la casa de los rombos, la de color verde con bordes amarillos o la
de enchape cerámico en primer piso. Esta casa, cuya fachada como plano
perimetral de la calle, participa en la configuración del espacio urbano,
establece esa barrera que, si bien permite esconder, proteger, limitar y
filtrar, también sirve para aparentar, destacar y simbolizar” 1.
1 Carvajalino, H. (2000) “Estética de lo popular: los engalles de la casa. Serie Ciudad y Hábitat, 11, Expresión formal de la vivienda popular espontánea.” Bogotá, Colombia.
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De las ideas anteriormente expuestas es interesante resaltar la “finalidad”
de la fachada y de cada elemento que se encuentra inscrito allí. Se habla
de un proceso creativo por cuenta de su construcción colaborativa y a la
vez, de un gusto específico y singular que quiere marcar diferencia. Es
igualmente clave tener siempre presente la imitación como un factor
importante, donde elementos decorativos como las formas geométricas
pintadas, los ornamentos o el rebordeado de las estructuras son acogidos
por muchas personas para hacer parte de su propia y “única” composición.
Por otro lado, un elemento que siento que tiene un gran impacto es que
no todos los municipios cercanos y barrios que se encuentran en Bogotá,
se mantienen igual a través de los años, ya que la modernización también
ha tenido un papel fundamental en la arquitectura y su transformación. Es
por esta razón que en la nueva arquitectura popular se mantienen algunas
características antiguas, pero también contienen intenciones más fuertes en
cuanto al manejo de materiales y elementos decorativos de los que hablaba
anteriormente: baldosines que conforman mosaicos, ornamentación en
metal, estructuras en concreto y el uso de pintura industrial de color. Este
elemento -el color- “ha ingresado como modificador de la apariencia visual
de la arquitectura tradicional, la que ahora es vistosamente marcada
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por su uso y aparece también como parte esencial de la nueva arquitectura
popular, en la que combina con una amplia gama de elementos artesanales
e industriales.” 1
Al tratarse el color como un elemento fundamental, no puedo evitar recordar
que cada casa parecía tener una identidad propia al vestirse de un color
diferente; de hecho, cuando era pequeña, solía pensar en que aquel color
con el que la casa se vestía todos los días, hablaba a su vez de la familia que
allí vivía o de la actividad económica que se desarrollaba. Era interesante
encontrar que cuando se trataba por ejemplo de supermercados, en sus
colores predominaban los verdes, amarillos y naranjas, mientras que las
viviendas familiares casi siempre partían de una sola tonalidad de color.
Fue entonces cuando me pude dar cuenta que las fachadas de las casas,
además de ser un atractivo visual, pueden llegar también a contar historias
y mostrar una identidad particular. Al llegar a este punto, me resultan de
mucha utilidad y complemento las ideas de Friedensreich Hundertwasser,
un artista y arquitecto austríaco que entiende la creación arquitectónica
como un conjunto de pieles que expone claramente en el siguiente esquema:
1 Fonseca, L. y Saldarriaga, A. (1992) “Arquitectura popular en Colombia.”, Bogotá, Colombia: Altamir Edicio-nes
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Dice Hundertwasser sobre las diferentes capas:
“La primera de ellas es la nuestra la epidermis; la segunda, la vestimenta;
la tercera la casa, los edificios; la cuarta piel es la identidad, es nuestro
*Foto # 1 : Forqués N. (2014) Ilustración Recuperado de: http://revistamito.com/la-piel-que-habitamos/
*Foto # 1
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entorno más cercano, nuestra familia, nuestro barrio o ciudad, en
resumen, todo aquello ajeno a nosotros que nos ayuda a definirnos.
Por último, la quinta piel es la Tierra, nuestro planeta (…).” 1
Es bastante atrayente la manera en cómo este artista define lo que sería
cada piel, cada capa que hace parte de nuestra vida y que finalmente se
convierte en formas de cubrir y de mostrarse ante el mundo. La fachada en
las casas empieza a tener un carácter análogo al acto de vestir y muestra
la relación de nosotros mismos con la forma en que cada día elegimos
qué usar en nuestro cuerpo, es un límite entre el exterior y el interior, una
barrera de protección, pero igualmente una interfase de comunicación, de
acceso y salida.
Me parece importante rescatar lo que es la fachada por definición:
Especialmente la parte exterior principal de un edificio que da acceso
al mismo. Del latín Facies y del italiano Facciata: Cara exterior 2. Es
interesante como el origen mismo de la palabra habla sobre un rostro que
es mostrado ante el mundo, conectándose con las relaciones de las que
hablaba Hundertwasser sobre la piel y la arquitectura, y así mismo, su
vínculo con el ser humano.
1 Forqués N. (2014) “La piel que habitamos”. Recuperado de: http://revistamito.com/la-piel-que-habitamos/
2 Lajo Pérez, R. (1990) “Léxico de arte”, Madrid, España: Akal.
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He descubierto que aquellas intuiciones de años atrás tomaron forma, y
empezaron a aflorar como preferencias por tipos de arquitectura que en
particular resaltan elementos como los colores, las interacciones espaciales
y las estructuras compositivas: todas ellas comenzaron a ser parte de la
mayoría de mis trabajos, constatando relaciones y vínculos muy precisos.
Ahora comprendo la fachada como un elemento fundamental a la hora de
entender mi inclinación por el espacio urbano, y la manera en como este
“rostro exterior” puede abarcar diversos aspectos que crean un impacto en
la manera como se percibe un lugar determinado.
En los últimos años me he acercado con mucha frecuencia a diferentes
calles de la ciudad y de municipios cercanos, las he recorrido para realizar
diferentes intervenciones creativas. Mi acercamiento más reciente fue a
dos municipios de Colombia a las afueras de Bogotá: Funza y Mosquera.
Son en realidad dos municipios que no recordaba haber visitado antes,
pero tenía la intuición de que podrían tratarse de pequeñas poblaciones
que contenían la arquitectura popular que tanto me atraía.
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Al llegar a estos municipios, me interesaron sus habitantes y sus pequeñas
casas en medio de algunas urbanizaciones modernas. Sus calles angostas
dieron lugar a que empezara a recorrer el lugar de una manera mucho más
detallada; y me sorprendió que a diferencia de algunos barrios populares
que se encuentran en Bogotá, estas viviendas resultan estar en buen
estado y con pintura renovada, conservado su estructura y fachada de una
manera vistosamente atractiva.
*Foto # 2 : Funza, Cundinamarca. 1 abril 2018. Escala indeterminada, Google Maps: https://www.google.com/maps/place/
Funza,+Cundinamarca/@4.7142783,-74.2274442,12z/data=!4m5!3m4!1s0x8e3f82a935a650d5:0x7bcbcfe2307bb094!8m2!3d4.717029!4d-74.21225
*Foto # 2
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Esto puede ser consecuencia de que al tratarse de un municipio pequeño
donde existe una identidad cultural mucho más fuerte, da paso a
preocupaciones como la estética de todo el entorno y finalmente a su
conservación.
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Al realizar los diversos recorridos en Funza y en Mosquera, empecé a
encontrarme con aquellas repeticiones de elementos decorativos de los
que hablaba anteriormente. Esto me llevó a constatar y cuestionarme
sobre patrones que empezaban a aparecer y especialmente un elemento
recurrente que se destacó: la figura del rombo como un componente que
se repite constantemente en la mayoría de las fachadas. No obstante, este
hecho me hace pensar ¿por qué el rombo, y no el círculo o el cuadrado o el
triángulo?
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Rombo,
Rombo azul, verde, amarillo, naranja, blanco, rojo,
Con contorno y sin contorno,
Con relleno y sin relleno,
Grande, pequeño, mediano,
En la puerta, en la ventana, en la pared, en el techo, en la esquina,
A la derecha, a la izquierda,
Dentro de un cuadrado o solitario,
Con un círculo en el medio,
Un rombo casi triangulo,
Un rombo chueco,
Un rombo simétrico,
Un rombo que se alinea con la puerta, la ventana y el techo,
Un rombo...
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El rombo se ha vuelto parte del paisaje urbano propio de los barrios y
municipios populares, y es, en definitiva, la forma con más repeticiones:
“quizás su utilización tenga que ver con que éste permite que, dentro de la
ortogonalidad propia de estas viviendas, se pueda hacer cierto rompimiento
formal, en cuanto, se dispone de una figura que se conforma a partir de
diagonales, dándole cierto movimiento a la fachada” 1. Así mismo, es
atrayente ver como en la mayoría de los casos, esta figura adquiere un
papel fundamental en la composición del color, ya que el rombo siempre
se destaca en la fachada al ser de una tonalidad cromática diferente al
color base de la casa, otorgándole un protagonismo decorativo bastante
evidente, así como lo hace también un segundo componente gráfico: el
rebordeado.
El rebordeado va comúnmente en las ventanas, puertas y en el rectángulo
global de la estructura de la vivienda. Según los testimonios de algunos
habitantes, la función del rebordeado es destacar cada uno de estos
elementos de la casa y que además sirva como una especie de marco que
contraste con el color de fondo.
1 Carvajalino, H. (2000) “Estética de lo popular: los engalles de la casa. Serie Ciudad y Hábitat, 11, Expresión
formal de la vivienda popular espontánea.” Bogotá, Colombia.
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“Esta delimitación se hace con líneas rectas paralelas, de un ancho
aproximado entre los cinco y los doce centímetros, al borde de los
componentes antes mencionados, sin embargo, puede darse también a
través de curvaturas, medios círculos, que contrastan y juguetean con el
contexto de ortogonalidad en el que se ubican”. 1
1 Carvajalino, H. (2000) “Estética de lo popular: los engalles de la casa. Serie Ciudad y Hábitat, 11, Expresión
formal de la vivienda popular espontánea.” Bogotá, Colombia.
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Finalmente, la ornamentación en hierro adquiere también una importancia
a la hora de exponer las características que componen la arquitectura
popular. Estas figuras que se presentan comúnmente en las ventanas y
puertas, son de carácter geométrico o de motivos naturales, los cuales
ayudan principalmente a la seguridad de la vivienda. Estos ornamentos
muchas veces incluyen también al rombo u otras figuras que se encuentran
plasmadas en la pintura de la fachada; sin embargo, es encantador ver la
manera en que tienen su propia “personalidad” y le aportan un componente
compositivo a la casa. Así mismo, las rejas u ornamentos manifiestan aquel
límite entre lo público y lo privado, protegen una ventana, una puerta, un
vidrio translucido que da paso a la intimidad e identidad de la persona que
muestra la piel de su casa ante el mundo.
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Las características de las fachadas populares observadas y analizadas
anteriormente cobran especial importancia al estar íntimamente ligadas a
nuestra percepción del entorno y al impacto que pueden tener en nuestros
sentidos.
En efecto, las sensaciones frente a lo que nos rodea, y que se presentan
cada vez que caminamos por las calles, permiten experimentar una
relación directa y personal con el espacio. A lo anterior se suma mi propia
experiencia, al ser un cuerpo que está en constante encuentro con el
espacio urbano, y que lleva varios años siendo sensible a cada cosa que
percibe y que halla en él, para poder transformarlo o representarlo. Es así
como mi propio cuerpo me ha permitido crear un vínculo con la atmósfera
misma. A la hora de realizar una acción y/o intervención en el espacio, por
ejemplo, es interesante cómo mi cuerpo se está enfrentando a un formato
muchas veces más grande que él.
Cuando me he propuesto realizar prácticas como el graffiti o cualquier otro
tipo de intervención en grandes estructuras, el cuerpo recorre, se desplaza
por un espacio determinado, donde adquiere la capacidad de volverse “más
grande de lo que ya es” para crear algo.
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Es entonces como desde esta acción se empieza a modificar un espacio y es
en ese momento donde se percibe con mayor claridad, el bello encuentro
entre mi ser y las demás personas, aún siendo desconocidas, que observan
e interpretan mi obra.
Lo anterior tiene que ver mucho con el recorrido, ya que siento que es una de
las mejores maneras de tener un contacto directo con la realidad y sentirla
corporalmente. Cuando recorro un espacio, todas las condiciones físicas
del mismo empiezan a tener una relación directa conmigo, me permiten
encontrar vínculos con cada objeto, cada estructura y cada fenómeno que
se descubre en un lugar, para así entenderlo y por ende transformarlo y/o
resignificarlo. Esto me recuerda a un texto de Olafur Eliasson en el que
afirma que “Experimentar los espacios, desplazarse por ellos y beneficiarse
(de vuestro sentido) del tiempo os ofrece la ventaja de la presencia, de
tener un cuerpo. Moverse e implicarse en vuestros entornos es finalmente
lo que constituye el espacio (y a vosotros mismos).” 1
Las intervenciones en el espacio público ofrecen distintos puntos desde
donde podemos analizarlas, pero tienen definitivamente un origen común,
y es el momento en que cada una de ellas son pensadas para crear una
1 Eliasson, O. (2012) “Leer es respirar, es devenir. Escritos de Olafur Eliasson”. Barcelona, España: Editorial Gustavo Gili, SL.
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narrativa nueva en un lugar determinado. Cada uno de nosotros tiene el
“deber” de tener una relación particular con el entorno, relación que se
genera mediante el recorrido, construyendo así una re-significación siempre
cambiante del espacio. Por ejemplo, la relación de un transeúnte común
con el espacio es muy distinta a la que tiene un artista urbano, ya que en
el caso de prácticas como el graffiti, se quiere cambiar la piel de la ciudad
para dejar un rastro muy particular; mientras que cualquier otra persona
que va caminando por la calle puede simplemente tomar un papel pasivo
frente a lo que lo rodea, probablemente percibiendo superficialmente cada
fenómeno visual que se va dando en la ciudad.
Dentro de mi trabajo personal se pueden encontrar diversas características
que lo componen y que a su vez son importantes conceptualmente, ya
que mi obra en términos generales, se basa en elementos ¨puros¨ dentro
del marco artístico. Esto quiere decir, que mi trabajo acude a nociones
y decisiones que tratan sobre el color, la forma, y el espacio; aspectos
que se asimilan al arte abstracto, acogiendo la tradición en la que “los
nuevos estilos acostumbraron a los pintores a la visión de colores y formas
desconectadas de los objetos y crearon una inmensa cofradía de obras de
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arte que traspasaban las barreras del tiempo y el espacio. (….) Lo que
en alguna época se consideró monstruoso, ahora era forma y expresión
pura, la prueba estética palpable de que, en el arte, el sentimiento y el
pensamiento son anteriores al mundo representado”. 1
Desde este contexto que me pregunto en cómo los seres humanos estamos
o no conscientes del mundo en el que vivimos y las posibilidades de
percepción que nos permiten nuestros sentidos. Como diría George Perec,
“Interrogar lo que parece tan natural que ya olvidamos su origen”.2 Sin
embargo, se trata también de una experiencia estética, una aproximación
hacia un espacio en el que el ser humano da cuenta de una descomposición
del mundo en sus partes, en sus colores y en sus formas, donde se va a
sentir finalmente acogido, como en el mundo de la abstracción. Se trata de
“Interrogar lo que ha dejado de sorprendernos”.3 Cuando interrogamos lo
que pasa a nuestro alrededor diariamente, es cuando los seres humanos
podemos apreciar aspectos físicos y conceptuales que no habían sido
tomados en cuenta dentro de la vida cotidiana; es por esta razón que los
artistas somos los llamados a poner ante los ojos de los demás una nueva
percepción del mundo, donde el recurso más importante es finalmente la
1 Schapiro, M. “La Naturaleza del Arte Abstracto”, Recuperado de: http://abstractpossible.org/2011/04/10/la-na-
turaleza-del-arte-abstracto/
2 Perec, G. (2008) “Lo infraordinario.”, México, D.F: Editorial Verdehalago S.A de C.V
3 Perec, G. (2008) “Lo infraordinario.”, México, D.F: Editorial Verdehalago S.A de C.V
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experiencia estética. Todo lo ya mencionado tiene eco con un proyecto
anterior en el que decidí resaltar aspectos físicos que me parecían
interesantes del espacio urbano mediante el color. Se trata de una serie
de intervenciones en distintos lugares de la ciudad de Bogotá, titulada
Metamorfosis.
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En Metamorfosis no se trataba de dar un mensaje totalmente claro al
espectador, era un trabajo de carácter abierto para que quien lo observara
tuviera una interpretación propia. Enmarcaba la manera como se pueden
llegar a relacionar las características resaltadas por mi intervención, con el
espacio en el que se encontraban. Dentro de este proyecto, en algunos casos
se trataba de muros con grandes formatos, donde tenía que desplazarme
por el mismo lugar varias veces, y en el acto del recorrido pude darme
cuenta de muchas cosas en las cuales no me hubiera fijado “de paso” en un
día normal. Esto me ayudó a ser sutil con los detalles que quería resaltar
en mi trabajo, e invitar a que las personas empezaran a apreciar de una
manera diferente lo que antes no percibían, tal y como yo lo hice.
Así mismo, cada acto en Metamorfosis fue meramente intuitivo, puesto
que, al no haber una planeación anterior, hubo espacio para un acto
performático, y donde el transeúnte empezaba a ser consciente del entorno
en el que habita para así entenderlo y por ende transformarlo. Aquí las
decisiones cromáticas y compositivas fueron esenciales a la hora en que el
espectador - tanto el que estaba en la calle como el que veía las imágenes
en un espacio expositivo – se encontrara con una manera diferente de ver
el espacio y a su vez, perciba las relaciones entre los elementos que allí
existentes y los nuevos elementos que le fueron otorgados.
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“La arquitectura es espacio. Dicho de otra forma, la arquitectura permite
que esa dimensión, carente en sí de materialidad, se convierta en algo
concreto, perceptible, comprensible. En la experiencia cotidiana el espacio
se capta a través de los elementos y materiales que lo configuran.” 1
Otro proyecto que tiene relación con Metamorfosis, se titula
Reconstrucciones, que fue un trabajo en Chía – Cundinamarca, en el que,
identifiqué unos espacios en particular de este municipio, y quise hablar
sobre la reconstrucción de su memoria y de su historia. Fue así como
intervine algunas casas y construcciones que se encontraban en diferentes
puntos visibles del municipio donde a partir elementos que hablaban de su
pasado, realicé diferentes imágenes que cambiaron de forma significativa
la apariencia de las estructuras.
1 Saldarriaga, A. (2002) “La Arquitectura como Experiencia. Espacio, Cuerpo y Sensibilidad”, Bogotá D.C.: Ville-
gas Editores, Universidad Nacional de Colombia.
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Teniendo en cuenta esta experiencia y al poseer siempre un contacto directo
con las personas dueñas de estas viviendas, pude entender que mediante
estas intervenciones logré encontrar un vínculo con lugares de la memoria,
devolviéndole un recuerdo en particular a cada persona, tanto de lo que se
vivió años atrás en la historia de Chía – por ejemplo, el maíz como principal
producto de su agricultura-, o asuntos personales y muy particulares, que
al estar plasmados en sus propias fachadas encontraron un lugar con el
que sentirse identificados: donde antes había un muro de color neutro, se
convirtió luego en un espacio de encuentro con el recuerdo.
Aquí la noción de re-significación para mi fue importante, ya que la
intervención en algo ya existente, demostró mi manera de ver aquello que
en la vida real ya está impuesto, pero que, gracias a los atributos nuevos,
pude generar una experiencia estética diferente.
Como lo mencioné al inicio del texto, suelo recorrer con frecuencia la
ciudad en la que vivo, y aunque no tenga mayores conocimientos sobre las
formalidades de la arquitectura en general, siento que tengo una conexión
con cada elemento que me rodea en el espacio urbano.
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Así mismo señalé, que la fotografía ha sido el medio por el cual registro
todas aquellas imágenes de mi propia percepción. La fotografía es el medio
en el que logro capturar la esencia de lo que se encuentra frente a mí para
darle un significado e interpretación propia.
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Recuerdo que hace pocos años le prestaba especial atención a cómo
se comportaba el color y las formas en las calles, y cómo eso se podría
llegar a transformar en algo más, algo que nadie se imaginara que podría
salir de un edificio por el que se pasa todos los días para ir al trabajo.
Fue de esta manera como comencé a registrar imágenes de “retazos” de
edificios que llamaban mi atención, ya fuera porque alguien más los había
intervenido pictóricamente, o por las formas que en la arquitectura misma
se encontraban, simulando una pintura abstracta.
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Realicé un tercer proyecto de carácter audiovisual titulado Inexistencias.
En este caso, construí un maletín que contenía un espejo en una de sus
caras. Al ver este objeto y la manera en como el reflejo que proporcionaba
el espejo empezaba a crear una doble imagen de la realidad, me decidí a
realizar un video en el que se mostrara el recorrido de una persona por la
ciudad que llevaba consigo este maletín.
*https://vimeo.com/176825205
Era bastante atrayente la manera en cómo se empezaba a visualizar una
“segunda dimensión” dentro del maletín, como si una nueva realidad
estuviera emergiendo constantemente de aquel objeto y que a la vez jugara
con el espacio en el que se encontraba el personaje en ese instante.
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Desde el momento que realicé este proyecto, me surgió un gran interés por
el reflejo como un fenómeno por el cual pude traer una segunda imagen a
otra ya existente, evidenciando lo que se encuentra alrededor y, por ende,
al yuxtaponer ambos escenarios, se crea una unión de presencias que
dialogan entre sí.
Teniendo en cuenta estos intereses y mis trabajos anteriores, empecé a
explorar las diversas maneras de cómo distintos materiales y composiciones
podían reflejar mi percepción a cerca del color y la forma, y de esta manera
se convirtieran en una guía para la materialización de mi trabajo de grado.
Pensando en lo anterior, decidí primero jugar con la espacialidad y el color,
realizando un modelo a pequeña escala de planos de color – simulando
una instalación - para entender la manera como se comportaba el color
con respecto a la luz, y los diferentes planos que se proyectaban. En este
ejercicio me imaginaba cómo una persona podría pasar por estos grandes
planos y darse cuenta de los colores que se forman por las sombras y la
composición cromática, a través de un recorrido y experiencia totalmente
inmersivos, como lo proponen artistas como Olafur Eliasson, James Turrell
o Carlos Cruz Diez.
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Sin embargo, en un segundo momento, sentí que mis intereses me guiaban
más hacia un lugar en donde la instalación y la interacción directa con
el espectador se alejaba un poco de mis preocupaciones con objetos
bidimensionales y en su lugar, la exploración de la forma tuviera un
protagonismo importante junto con la composición misma. Fue así como
recurrí al collage como un mecanismo en el que podía jugar con todos
aquellos elementos que me interesaban y cuyo producto final terminó
siendo un relieve, un objeto contemplativo para el espectador.
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Este ejercicio me recordó la manera en cómo puedo relacionar este tipo
de collage abstracto con mis fotografías: Ambos participan del mundo
de la contemplación y dan cuenta de una experiencia estética, donde
las segundas parten desde un medio digital y el otro de la plástica y los
diversos materiales para componer una imagen.
La piel de la casa popular, una apuesta formal sobre motivos recurrentes
Muyquyta: Fon. Gonz. */mikita/ Cons. */ Muikita / Etim. 1. muyquy-
uta 2. muyquy-ta
I. top. Asentamiento muisca que estaba ubicado en el actual municipio
de Funza Cundinamarca, cerca al río Bogotá y del cual tomó el nombre la
capital de Colombia.
Gracias a aquella atracción visual propia que viene desde años atrás, y
al análisis del origen y características de los colores y la geometría que
forma parte de la arquitectura, fui descubriendo que estos elementos se
encuentran con mayor facilidad y de manera especialmente atractiva en el
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municipio de Funza.
Allí encontré que podía ampliar mi interés particular por producir una
experiencia visual con las fachadas de esta arquitectura, lo que permitiría
la creación de imágenes fotográficas mediante actos de recomposición de
prácticas estilísticas recurrentes.
Gracias a un amplio catálogo de formas que se manifiestan tanto en las
paredes de las casas como en los patrones de las rejas de las ventanas,
efectué un ejercicio de apropiación en el que aquella geometría construye
una nueva percepción en quien aprecia la obra. Estas fachadas fueron mis
lienzos con características propias, de las cuales pude recoger elementos
para crear a partir de ellos.
Tuve presente que las viviendas no son objetos aislados, sino que hacen
parte de un entorno, en donde coexisten todos aquellos elementos que
conforman un barrio y su cultura, y que además hacen parte del día a día
de muchas personas que habitan las casas de mi interés. Exploré trabajar
también con los espacios que unen las fachadas, a los que yo identifico
como los los “bordes” de cada estructura y la manera en como éstos
empiezan a hablar sobre la experiencia de recorrer las calles de Funza.
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Decidí experimentar con ellos, ya que, al tener un plano tan específico de
las fachadas para mi proyecto, me pareció importante también registrar
dichos bordes como parte esencial del lugar.
Mediante este ejercicio pude crear una composición en movimiento de
las calles, y siento que fue de gran importancia para mi proceso, ya que
toda esta gran imagen que se construye desde retazos de Funza, permitió
apreciar también formas y planos de una manera casi abstracta, para así
ver desde una perspectiva diferente, el mundo que rodea las fachadas.
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Volviendo a la acción que tomo en las fachadas de Funza, es preciso
referirme a que cuando se quiere intervenir un espacio para hablar a
través de él, como se puede evidenciar en la gran mayoría de mi trabajo
previo, es importante la construcción de cada percepción tanto de las
personas que pasan casualmente por allí, como de aquellas que habitan
o se relacionan directamente con el lugar mismo. Esto tiene relevancia en
mi proyecto de grado, ya que las personas que habitan las casas objeto de
intervención, tienen también un papel crucial a la hora de la recomposición
de las fachadas. Esto quiere decir que, al momento de emprender en aquel
acto de insertar elementos nuevos en las casas, motivado por una acción
plástica, no es algo totalmente propuesto sólo por mí, sino que es de mi
interés promover un escenario de co-creación con las personas dueñas de
las viviendas.
A pesar de que existe una planeación anterior propia, en la que se piensa
compositivamente cuáles elementos nuevos aparecerán en el lugar, esta
nueva construcción es pensada también desde los ojos de quien en un
principio tomó decisiones estéticas sobre su propia fachada, y se pone
en juego mi participación en forma paralela a la de quien piensa de otra
manera sobre aquella estructura.
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Es así como en un primer lugar hago mi propia intervención y en un segundo
momento invito a que la persona o las personas que habitan el lugar, creen
una composición nueva.
Esto me recuerda el momento en el que hablé con las personas dueñas
de las casas – Sandra, Miguel, Olga y Ana- quienes me contaban que
efectivamente ellos son los que toman decisiones estéticas sobre su
propia fachada, en cuanto al color, por ejemplo, se trata de resaltar en
el espacio de acuerdo a lo que se ve en casas vecinas, eligiendo un color
diferente al que se ve en las casas más cercanas. En cuanto a los elementos
pintados de la fachada, como la geometría, los propietarios de la casa
mencionaron que sirven para resaltar aspectos específicos de la vivienda,
como las ventanas y las puertas; también porque al ver aquellas figuras en
otras casas, optan por recoger todo aquello que les gusta para así hacer un
ejercicio de apropiación y aplicarlo de manera particular en su propia casa.
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Es por esta razón les llamó la atención insertar elementos nuevos que
provienen de motivos recurrentes de las fachadas, para ver de qué manera
se puede visualizar y entender aquella piel con elementos que seguramente
no se encuentran en su vivienda, pero sí en otras, y disfrutar de esta
nueva reconfiguración que les permite ver el lugar de manera diferente,
rescatando los elementos pictóricos y compositivos que se insertan allí de
forma novedosa.
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Asi mismo, estas intervenciones respetan la piel ajena, esto quiere decir
que la acción que desarrollo en las superficies de las viviendas es un acto
temporal y reversible. Los materiales usados se asemejan al ejercicio del
collage como una acción de “cortar y pegar” ya que se trata de recortes
de figuras, pero que al final dicha intervención, podrá ser modificada o
retirada del lugar en el momento que se desee.
Al ser una mediación en la que tanto los transeúntes como los dueños
de las viviendas se ven involucrados -de manera directa o indirecta-,
es interesante ver como se propicia una acción poética entre lo que la
fachada puede captar a través de un reflejo. Dicho de otro modo, se puede
pensar que al poner un elemento adicional como un espejo en las fachadas
–manteniendo la composición con las formas nuevas que se insertan en
el lugar-, y al ocurrir el acto en el que una persona contemple la fachada
transformada, entra en juego el reflejo de dos presencias: el rostro de la
fachada y del caminante.
Con esto encuentro una situación muy interesante al entender que, con el
reflejo, la persona percibe la fachada y en el mismo instante empieza a ser
parte de ella, lo que evidencia la relación directa que existe entre ella y su
entorno:
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aquel que se integra a través de su imagen en el espejo y se da cuenta de
que forma parte del cambio en el espacio. Es por esta razón que decido
agregarle este elemento a la intervención, ya que al adicionarle un espejo a
la fachada estoy poniendo “cara a cara” dos pieles distintas, logrando crear
el estrecho vínculo entre dos presencias que no deberían estar distanciadas
entre sí, sino que, por el contrario, establecen una comunicación directa
entre ellas, hasta el punto de ser parte de la misma imagen.
A modo de conclusión, considero que lo más valioso de mi trabajo fue el
haber descubierto que una sensibilidad que nació años atrás y que había
explorado de diferentes maneras a lo largo de mi carrera, se refleja en
un proyecto que me permite entender y apreciar muchos elementos del
espacio urbano y en el que puedo encontrar relaciones directas entre el
ser humano y la arquitectura, entre las artes y elementos pictóricos que
se presentan en estructuras, las cuales existen y hacen parte de nuestra
cultura y diario vivir. El poder hacer un acto de recomposición de elementos
que hacen parte de nuestro entorno, a su vez evidenciando lo que antes se
encontraba en el terreno de lo común o invisibilidad, refleja la manera en
cómo los artistas somos capaces de cambiar la forma en que se percibe un
espacio, otorgándole un valor nuevo y que los demás perciban el mundo
del que hacen parte, visto desde otras perspectivas.
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Es gracias a esto que puedo pensar en diferentes proyectos a futuro que
continúen con esta exploración, ya que se trata finalmente de la relación
con el estar en el mundo, de aquellas inquietudes y búsquedas que los
seres humanos tenemos y que pueden ser potenciados por una acción
artística.
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Bibliografía
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Perec, G. (2008) “Lo infraordinario.”, México, D.F: Editorial Verdehalago S.A de C.V
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Carvajalino, H. (2000) “Estética de lo popular: los engalles de la casa. Serie Ciu-dad y Hábitat, 11, Expresión formal de la vivienda popular espontánea.” Bogotá, Colombia.
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© Maria Paula Sanabria López Pontificia Universidad Javeriana
2018
Dedicado a mi familia, la que me ha ayudado en todo el proceso.
Yamile Lopez
Pablo Sanabria
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