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INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL SECRETARÍA DE INVESTIGACIÓN Y POSGRADO
CENTRO DE INVESTIGACIONES ECONÓMICAS ADMINISTRATIVAS Y SOCIALES
“LA DIRECCIÓN DE ESTUDIOS GEOGRÁFICOS Y CLIMATOLÓGICOS (1915-1934)”
T E S I S
QUE PARA OBTENER EL GRADO DE: MAESTRO EN CIENCIAS EN METODOLOGIA DE LA CIENCIA
P R E S E N T A :
MA. PATRICIA MÉNDEZ MENDOZA
DIRECTORES: DR. HUMBERTO MONTEÓN GONZÁLEZ M. EN C. GABRIELA MARÍA LUISA RIQUELME ALCANTAR
MÉXICO, D.F., ENERO DE 2009.
AGRADECIMIENTOS
Al Instituto Politécnico Nacional por haberme permitido ser alumna de esta institución.
Al Doctor Héctor Mendoza Vargas por su participación en el desarrollo de esta investigación. Agradezco la revisión meticulosa que hizo de la primera versión de la tesis. De igual forma al M. en C. Guillermo Aullet Bribiesca quien propuso el tema y aportó valiosas ideas que están plasmadas a lo largo de mi trabajo. No menos importantes fueron la aportaciones al contenido del presente trabajo del Dr. Ángel Bassols Batalla, el Dr. Ernesto Jauregui, la Dra. Patricia Gómez Rey y el Capitán Roberto Castillo Méndez. Agradezco también a la M. en C. Esperanza Verduzco Ríos por sus valiosos consejos.
Especialmente a la Comisión Revisora. Los asesores de la tesis: el Dr. Humberto Monteón González, pieza clave del cierre de este ciclo profesional y la M. en C Gabriela Riquelme Alcantar responsable de la estructuración y cuidadosa revisión de la redacción final del trabajo. A los sinodales Dra. Georgina Isunza Visuet y al Dr. José Benjamín Méndez Bahena por sus valiosos comentarios y aportaciones a los contenidos de la investigación. A la Dra. Ma. del Pilar Longar Blanco por su fina atención para conmigo en el proceso de titulación. De igual forma estoy agradecida con el Dr. Luis Mauricio Rodríguez Salazar.
Finalmente, no quiero dejar de mencionar el agradecimiento que tengo hacia una serie de profesionales que me brindaron su servicio y amabilidad a lo largo de tantos años... en muchas ocasiones resolvieron a través de un libro o documento las dudas que se me presentaron a lo largo de mi investigación. A todo el personal de la biblioteca del Instituto Mora, en especial, a Carlos Arellano, Miguel Ángel Jurado y Roberto Olivos. Del Instituto de Geografía a David Velázquez Mancilla. A Carlos Vidali y Guadalupe Lara Trejo de la Mapoteca Orozco y Berra y al personal de la biblioteca Mariano Bárcena. A todos ellos y al personal de otras instituciones a quien he dejado de mencionar por el escaso espacio en este papel ¡muchas gracias!
A MI HERMANO EL CAMPESINO
Es cierto-me has preguntado-que los obreros de la ciudad, quieren despojarme de la tierra de esta hermosa tierra que yo amo, que me produce doradas espigas, ciertamente tras mucho trabajo, pero que, sin embargo me las produce? Ella me ha mantenido a mi padre y a mi abuelo y mis hijos hallarán en ella un poco de pan ¿Es decir que tu quieres desposeerme de esta tierra, arrojarme de mi cabaña y mi huerto?
-No, hermano mío, no, es cierto. Puesto que es tuyo el suelo y eres tu quien lo cultiva, a ti sólo pertenecen sus mieses. Nadie tiene derecho, antes que tú, que haces crecer el pan, a comérselo en compañía de tu mujer y de tus hijos. Guarda tus campos con toda tranquilidad, conserva tu azadón y tu arado para remover la tierra endurecida, separa la semilla para fecundar el suelo. Nada existe más sagrado que tu labor. ¡Maldito mil veces quien intente quitarte ese suelo por ti fecundado!
Elissé Reclus
1
ÍNDICE Página
Índice de cuadros y figuras 4
Glosario 6
Resumen-abstract 10
Introducción 11
Capítulo I. La Geografía heredada
1.1 Antecedentes 16
1.2 La comunidad geográfica en el siglo XIX 22
1.3 El proyecto geográfico del porfiriato 26
1.4 Las instituciones geográficas del porfiriato 27
1.4.1 La Comisión Geográfico-Exploradora 27
1.4.2 La Comisión Geodésica Mexicana 29
1.5 Los criterios en los métodos de trabajo
geográfico del siglo XIX 30
1.5.1 Críticas a los métodos de trabajo utilizados por la Comisión
Geográfico-Exploradora 32
Capítulo II. El gobierno posrevolucionario y su visión del territorio
2.1 El nacionalismo como discurso político 34
del gobierno posrevolucionario
2.2 La integración del territorio: la división del territorio, las
fronteras internacionales y el Mar Territorial 35
2.3 La organización de la administración pública
bajo la visión nacionalista de Venustiano Carranza 44
Capítulo III. La Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos 1915-1934
3.1 La organización de la Dirección de Estudios
Geográficos y Climatológicos 51
2
3.1.1 El presupuesto 53
3.2 El personal 55
3.3 El programa de trabajo 56
3.4 Los métodos e instrumentos utilizados en el trabajo de campo 57
Capítulo IV. Los trabajos geográficos
4.1 Los trabajos técnico-científicos 62
4.1.1 Las triangulaciones geodésicas nacionales 62
4.1.2 La Dirección de Estudios Geográficos y su relación con
la iniciativa privada 64
4.1.3 La delimitación espacial 65
4.1.4 Los trabajos de precisión 66
4.2 Los trabajos cartográficos 69
4.2.1 Los métodos de producción cartográfica 69
4.2.2 La producción cartográfica 73
4.2.3 La organización de los trabajos cartográficos 83
4.3 Los trabajos climatológicos 89
4.3.1 La importancia de la Climatología para el gobierno
posrevolucionario 89
4.3.2 Las tareas de carácter meteorológico: la previsión del tiempo 93
4.3.3 Métodos de previsión del tiempo 95
4.3.4 Los atlas climatológicos 97
4.4 Los trabajos hidrológicos 99
Capítulo V. Los resultados
5.1 La profesionalización de la Geografía en el México
posrevolucionario 104
5.2 La importancia de la Geografía en la administración de la ciencia
del gobierno de Carranza 107
5.3 La visión del territorio de los gobiernos posrevolucionarios
a través de la Dirección de Estudios Geográficos y
Climatológicos (1915-1934) 110
5.4 La Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos en
3
la construcción del conocimiento geográfico universal 112
5.5 Las publicaciones de la Dirección de Estudios Geográficos
y Climatológicos 115
5.6 Sus personajes 117
5.7 La vinculación de la Dirección de Estudios Geográficos y
Climatológicos con el ámbito académico 119 Conclusiones 126 Bibliografía 133 Anexo 1. Pedro Celestino Sánchez y su trayectoria profesional 143 Anexo 2. Figuras 1-16 144-159
4
ÍNDICE DE CUADROS Y FIGURAS Listado de Cuadros Página
1. Población censal 1900-1930 47
2. Comparación del presupuesto asignado a las instituciones geográficas del
porfiriato con el destinado a la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos
(1918) 54
3. Principales triangulaciones topográficas e hidrográficas realizadas por la
Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos (1915-1934) 63
4. Área de los estados de la República (según datos comparativos de la Secretaría
Fomento y la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos) 71-72
5. Cartas murales que publicó la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos 78
6. Cartas hidrográficas 81
7. Ingenieros geógrafos egresados del Colegio de Minería y de la Escuela Nacional
de Ingenieros (1856-1917) 118
Relación de Figuras (Ver Anexo 2)
1. División territorial según la Constitución de 1917 144
2. Reformas a la división territorial de la Constitución de 1917 en 1931 145
3. Croquis des triangulations geodesiques de la Republique Mexicaine
1: 3 000 000 (1924) 146
4. Diagrama de la división de la Carta General de la República Mexicana a la
escala 1: 500 000, relacionada con la Carta del Mundo a la Millonésima 147
5. Carta General de la República Mexicana 1: 2 000 000 (1923) 148
6. Carta del estado de Aguascalientes 1: 100 000 (1933) 149
7. Carta altimétrica de la República Mexicana 1: 2 000 000 (1931) 150
8. Plano de la Ciudad de México 1: 20 000 (1929) 151
9. Lugares donde se observó la intensidad de la pesantez y anomalías
en milésimas de dina de la gravedad 1: 6 500 000 (1930) 152
10. Carta esquemática de las operaciones geodésicas, astronómicas y
gravimétricas hechas en la República Mexicana 1: 2 000 000 (1931) 153
11. Carta climatológica de la República Mexicana. Sin escala (1929) 154
5
12. Observatorios y estaciones del Servicio Meterorológico, 1: 3 000 000 (1921) 155
13. Observatorios y estaciones meteorológicas, termopluviométricas y
pluviométricas 1: 6 500 000. Sin Año 156
14. Croquis de las cuencas principales de la República Mexicana 1: 6 500 000.
Sin Año 157
15. Mapa orohidrográfico de la República Mexicana. Sin Escala (1928) 158
16. Ubicación de plantas eléctricas en la República Mexicana 1: 5 000 000 (1929) 159
6
GLOSARIO
Aneroide. Del barómetro sin mercurio o fluido.
Astronomía geodésica. Este tipo de trabajos tiene como propósito la determinación de las
coordenadas geográficas de vértices geodésicos, en el mayor número posible, con el objeto de
poder calcular las desviaciones de la vertical, por su comparación con las coordenadas geodésicas
deducidas de la triangulación.
Barómetro. Instrumento para medir la presión atmosférica.
Carta o mapa topográfico. Que ilustra con precisión y en su posición geográfica, los rasgos
planimétricos y del relieve de una porción de la Superficie Terrestre. Se distingue de un mapa
(carta) planimétrico por la adición del relieve en forma mesurable.
Carta o mapa a escala grande. A escala de 1: 75 000 o mayor, también llamado plano a escala
grande.
Carta o mapa a escala intermedia. Comúnmente a escala de 1: 200 000 a 1: 500 000 destinado
para el planeamiento (E.U.). En la rama militar sirve para el planeamiento de operaciones
estratégicas, incluyendo el movimiento, concentración y abastecimiento de las tropas.
Carta o mapa a escala media. Escala mayor que 1: 600 000 y menor que 1: 75 000 (EU.); mapa o
carta a escala mayor a 1: 500 000 y menor que 1: 100 000 (Brasil). Las publicaciones a 1: 100 000
y 1: 50 000 (Argentina).
Carta o mapa a (en) escala pequeña. Mapa o carta a escala de 1: 600 000 o más pequeña (E.U).
En Argentina escala inferior a 1: 100 000. También se le llama mapa o carta a escala pequeña.
Cartografía. El arte y ciencia de confeccionar una carta o mapa bajo ciertas normas, expresando
gráficamente los rasgos físicos de la Tierra o de otros cuerpos celestes y todo aquello que
constituya obra del hombre.
Control terrestre. Punto o sistema de puntos en la Superficie de la Tierra cuyas posiciones han sido
establecidas por levantamientos terrestres, referidos a la esfera celeste, al geoide, a un elipsoide
7
de referencia dado, o aun falso origen. También denominado control de campo o apoyo terrestre.
Coordenadas astronómicas: 1. Los valores que definen la posición de un punto en la Superficie de
la Tierra o del geoide en el que se usa la dirección local de la gravedad como referencia. También
denominada coordenadas geográficas; coordenadas gravimétricas. 2. Las coordenadas de un
cuerpo celeste con respecto a un equinoccio dado.
Curva de nivel. Línea imaginaria en el terreno cuyos puntos están a igual latitud sobre o bajo el
nivel de una superficie de referencia, generalmente el nivel medio del mar.
Escala. La relación entre la distancia en la fotografía, mapa, u otro gráfico con su distancia
correspondiente en el terreno u otro gráfico. Las escalas se denominan según el tipo de gráfico en
que aparecen, y la manera en que se expresan. 2. Una serie de marcas o graduaciones a
intervalos precisos en un dispositivo o instrumento. 3. Medición por medio de una regla.
Escala Numérica. Escala de un mapa (carta), expresada como fracción o razón que correlaciona la
unidad de distancia en el mapa con la distancia que le corresponde en las mismas unidades en el
terreno. También se le llama escala fraccionaria; escala natural.
Fotogrametría. La ciencia de obtener mediciones digna de confianza por medio de fotografías.
Fotogrametría aérea. Fotogrametría que utiliza fotografías aéreas.
Fotogrametría terrestre. Fotogrametría que utiliza fotografías terrestres.
Estereofotogrametría. Fotogrametría que utiliza equipo y métodos estereoscópicos.
Heliótropo. Helióstato manual.
Helióstato. Instrumento geodésico para hacer señales a distancia reflejando rayos de luz solar en
dirección siempre fija.
Hipsómetro. Termómetro para medir la altitud de un lugar.
8
Invar. Una aleación de níquel y acero que posee un bajo coeficiente de dilatación terminal. Se
emplea en la fabricación de alambres para medir bases geodésicas.
Isanómala. Línea que une puntos de igual variación del valor normal.
Isobara. Línea que en un mapa (carta) une todos los puntos de igual presión o constante.
Isoterma. Línea que en un mapa (carta) une todos los puntos de igual temperatura.
Isoyeta. Línea que en un mapa (carta) une todos los puntos de igual presión.
Levantamiento. La acción u operación de hacer mediciones para determinar las posiciones
relativas de puntos, en sobre, o debajo de la Superficie de la Tierra, también los resultados de tales
operaciones; también una organización para efectuar levantamientos.
Levantamiento fotogramétrico. Un levantamiento que emplea fotografías terrestres o aéreas.
Levantamiento terrestre. Levantamiento por métodos terrestres, a diferencia del levantamiento
Mareógrafo. Instrumento para medir las variaciones de las mareas.
Planimetría. 1. La ciencia de medir superficies planas; mediciones horizontales 2. Todo lo que
normalmente se representa en un mapa (carta) con excepción del relieve, es decir, los trabajos u
obras del hombre y accidentes naturales tales como bosques y la hidrología.
Plano. Impresión a escala grande, destinada a dar información particular y muy detallada. Por
ejemplo: 1. Planos catastrales 2. Planos económicos locales 3. Planos base para el estudio socio-
económico de áreas urbanas. 4. Mapa que muestra solamente la información en dos dimensiones
Proyección cartográfica. Procedimiento sistemático para producir todo o una parte de un cuerpo
esférico tal como la Tierra sobre una hoja plana. Una proyección cartográfica se puede construir
por computación analítica o se puede construir geométricamente.
Proyección del Mapa (Carta) Internacional del Mundo. Para los mapas (cartas) preparadas antes
de 1962, una proyección policónica modificada, con dos meridianos estándar a lo largo de los
9
cuales la escala es exacta. La escala del mapa (carta) es de 1: 1 000 000; los meridianos
geográficos se representan por líneas rectas que unen los puntos correspondientes en las líneas
paralelas geográficas superiores e inferiores de la proyección que están divididas con precisión.
Estas líneas que representan son paralelos son arcos de círculos, no concéntricos. También se
llama proyección del mapa del mundo a la millonésima. En 1962, la proyección fue cambiada a la
Cónica Conforme de Lambert.
Proyección Transversa de Mercator. Proyección Cilíndrica Conforme, que en principio es
equivalente a la proyección regular de marcador girada 90º en azimut. En esta proyección el
Meridiano Central se representa por una línea recta, que corresponde a la recta que representa al
Ecuador en la proyección regular de Mercator. Con excepción del Meridiano Central y el Ecuador,
ni los meridianos geográficos ni los paralelos geodésicos se representan por líneas rectas.
Teodolito. Instrumento topográfico para medir ángulos en sus planos respectivos.
Topografía. 1. La configuración de la Superficie de la Tierra, que incluye su relieve, la posición de
sus ríos y arroyos, caminos ciudades, etc. El conjunto de los accidentes naturales y físicos de la
Tierra. Un determinado accidente tal como una montaña o un valle se denomina accidente
topográfico. La topografía se subdivide en hipsografía (los aspectos del relieve), hidrografía (los
accidentes relacionados con red de drenaje y las extensiones de agua), cultura (accidentes hechos
por el hombre) y la vegetación.
Triangulación. Método de levantamiento en el que las estaciones son puntos materializados en el
terreno, localizados en los vértices de una cadena o red de triángulos. Los ángulos acimutales y
verticales en cada vértice se miden por instrumento y los lados se obtienen por cálculo a partir de
otros denominados lados base, cuyas larguras se obtienen por medición directa en el terreno,
efectuadas con mucha precisión.
10
Resumen
Esta investigación analiza a través de la historia social de la ciencia una etapa de la Geografía
mexicana vista a través de una institución de gran trascendencia en el periodo revolucionario: La
Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos. La integración de esta dependencia en el
proceso de institucionalización de la disciplina continuidades y rupturas. Describe también la visión
del territorio de los gobiernos pos-revolucionarios en el periodo 1915-1934.
Su programa de trabajo fue un pilar para el Estado mexicano, las tareas geográficas apoyaron al
gobierno en la organización y administración del territorio mexicano. Esta institución también ayudó
a resolver algunos problemas sociales de la Revolución Mexicana como la tenencia de la tierra y la
productividad agrícola. En el campo científico, su planeación le permitió conducir sus actividades
hacia algunas disciplinas de la ciencia como la Geodesia, la Astronomía y la Topografía. La
Geografía encontró en esta oficina un espacio para su desarrollo científico, en especial, para la
Cartografía, la Climatología y la Hidrología.
Finalmente, hay una relación entre la institución y la academia a través de una comunidad de
Geógrafos que genera nuevos conocimientos y que establece ligas con la Universidad por medio
de la docencia.
Abstract
This research presents an analysis made through the science social history of a stage of the
mexican Geography seen for the eyes of the Direction of Geographical and climatology Studies, an
institution of great importance in the years after the revolution. This department joins the process of
institutionalization of discipline, continuities and rupture. It also describes the vision of territory of
post revolutionary governments in the period from 1915 to 1934.
It science program was a basis for State Mexican, Geographical’s research and development goals
would supported administrative and organization government land distribution tasks regarding
Mexican Revolution movement’s agreement such farm individual property and national agriculture
production.
Then, land sciences like Geodesy, Astronomy and Topography were also guided thro their scientist
activities. The Geography found a space in this office to it developed, in special for the cartography,
climatology and hidrology. Finally, there is a relation between the institution and the academy,
through of a community of geographers that generates new knowledge and establishes links with
the University through teaching.
11
INTRODUCCIÓN
Los conocimientos geográficos se generaron desde mucho antes de la conquista con nuestros
antiguos mexicanos, más tarde durante la colonización y en forma importante durante la vida
independiente, pero si nos abocamos al proceso de institucionalización de la disciplina en un país
joven como México, ésta es reciente. Se ubica en la segunda mitad del siglo XIX, si nos referimos:
"a la práctica de una ciencia que desarrolla una metodología y un cuerpo de conocimientos sólidos
que permite seguir estudios superiores y la consecuente profesionalización de sus actividades"
(Moncada, 2003:15).
La burocratización de la actividad geográfica fue en buena parte propiciada por la necesidad del
Estado mexicano de organizar el territorio nacional hasta bien entrado el siglo XX, pero también
influyó la ausencia de otros incentivos que propició el desarrollo de la disciplina como lo eran en
otras regiones del mundo, la industria y el ejército. Una forma de promover la práctica geográfica
por parte del gobierno ya fuera liberal, conservador o monárquico fue la creación de instituciones.
Una prueba de ello fue la fundación, en 1833, de la primera institución geográfica en América
Latina, la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística y más tarde en los años cincuenta del
Ministerio de Fomento, en donde se inician formalmente las labores geográficas bajo el patrocinio
estatal. La consolidación del Estado mexicano en 1867, primero con Juárez y luego con Lerdo de
Tejada, trajo consigo el triunfo del sector liberal progresista, para este grupo el desarrollo científico
era un factor primordial para el progreso material del país. Promover la ciencia a través de la
creación de instituciones científicas fue un objetivo constante. Durante la breve monarquía de
Maximiliano también se promovió el quehacer geográfico, la Comission Scientifique du Mexique
realizó importantes trabajos en el área de las Ciencias de la Tierra, se formó la Comisión Científica
de Pachuca donde participaron en su gobierno importantes estudiosos de la Geografía como el
caso de Orozco y Berra quien contribuyó con varios trabajos.
Pero sin lugar a dudas el periodo más propicio para el desenvolvimiento de la Geografía nacional
en el siglo XIX, se encuentra durante la dictadura de Porfirio Díaz pues para su gobierno esta
disciplina fue un arma fundamental para su proyecto político. La dependencia externa fue un
elemento básico en la política económica del gobierno del porfiriato, de ahí que los trabajos
geográficos fueran un elemento básico para promover las inversiones extranjeras. Por ello apoyó la
invasión neocolonialista de varios países de Europa y, en especial de los Estados Unidos, quienes
sin ningún miramiento saquearon los recursos naturales de México, como los agrícolas, mineros y
especialmente el petróleo. Para los países imperialistas la información geográfica era un
instrumento básico para realizar con éxito sus propósitos. Los estudios científico-técnicos eran
12
necesidades inmediatas para poder cuantificar, extraer y saquear los recursos del país. De ahí la
importancia de la realización de los trabajos topográficos, las exploraciones de la flora y de la
fauna, la elaboración de cartografía y la obtención de datos de carácter astronómico y
meteorológico. La respuesta del gobierno fue la creación de una infraestructura científica que al
igual que pudiera apoyar su política interior en aspectos como el hacendario y la buena marcha de
algunos sectores de la administración pública, también sirviera de apoyo a los intereses externos.
Prueba de ello, fue la fundación ya en forma de instituciones geográficas que ya habían sido
planeadas durante la instauración de la República como el Observatorio Meteorológico y el
Observatorio Astronómico. También se crearon la Comisión Geográfico-Exploradora, la Comisión
de Cartografía y la Comisión Geodésica Mexicana.
Al arribar el siglo XX, la Revolución Mexicana generó grandes cambios sociales, económicos y
políticos, el campo científico no fue la excepción. Desde un principio este movimiento se
caracterizó por la preocupación de lograr que los hombres de ciencia mexicanos participaran
activamente en la elaboración del conocimiento científico, superando así la aspiración porfiriana de
estar simplemente al tanto del desarrollo de la ciencia en los países avanzados (Gortari, 1980). La
ciencia fue un elemento que se consideró para la reconstrucción nacional. Bajo este propósito era
importante para el Estado mexicano crear una infraestructura científica que pudiera organizar e
integrar el territorio mexicano, cuantificar y cualificar los recursos naturales y humanos con que
contaba el país. En este sentido las instituciones científicas jugaron un papel determinante en esta
tarea nacional ¿pero qué función se le asignó a la Geografía con los diferentes gobiernos
posrevolucionarios? ¿Cómo se organizaron los trabajos geográficos? ¿Qué tipo de trabajos se
realizaron? ¿Qué papel jugó la Geografía en el ámbito académico?
El objetivo general de esta investigación es abordar un periodo de la Geografía nacional vista a
través del estudio de la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos (1915-1934). Analizar
su contexto, es decir, el papel que jugó esta dependencia gubernamental como arma política y
social para el Estado mexicano. Ubicar a esta dependencia gubernamental dentro de las rupturas y
continuidades de las instituciones geográficas mexicanas. Situar la trascendencia de los trabajos
cartográficos, climatológicos e hidrológicos en el contexto científico nacional y en especial para el
desarrollo de la Geografía. Finalmente se busca analizar la vinculación que se establece entre la
Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos y el ámbito académico. Además de indagar
sobre otras cuestiones: la contribución de esta dependencia a la especialización de varias
disciplinas de la Ciencias de la Tierra y los nexos que de alguna u otra forma establecieron con la
Geografía. Detectar cual fue la relación con los centros científicos internacionales y si se generó
una ciencia autóctona.
13
Se analiza el tema desde la perspectiva de la historia social de la ciencia ya que permite obtener
una visión particular de la institución, pero a la vez general, en su contexto con la ciencia nacional y
universal. El corte social que tiene esta perspectiva metodológica, permite analizar varias
categorías: la circunstancia histórica en la que se desenvuelven las instituciones, sus
transformaciones y su vínculo con la sociedad. Visualizar a la institución como un ente que se
transforma, que cambia, que modifica su estructura constantemente, por razones de carácter
científico y de orden social. La vinculación que el gobierno busca establecer entre las
dependencias y sus proyectos nacionales. Finalmente también nos permite ir hacia el interior,
desentrañar las repercusiones de las instituciones en la propia disciplina: las líneas de
investigación que se desarrollan, sus personajes, la formación de una comunidad científica y su
papel en el desenvolvimiento de la disciplina misma.
Partiendo de estas premisas, en esta investigación se hace un análisis de un periodo de la historia
de la Geografía visto través de una institución como la Dirección de Estudios Geográficos y
Climatológicos (1915-1934). Se parte de que esta dependencia se integró al proceso de
institucionalización de la Geografía iniciado a mediados del siglo XIX con la creación de la
Secretaría de Fomento y la instauración de instituciones como la Comisión Geográfico-
Exploradora, el Servicio Meteorológico y la Comisión Geodésica Mexicana. Se intenta que este
estudio refleje las continuidades y rupturas que se dan en el conocimiento geográfico en el primer
tercio del siglo XX, los cambios y transformaciones del programa de trabajo de esta dependencia
con relación a los métodos y técnicas utilizados en el siglo XIX. Su injerencia en el desarrollo de la
disciplina marcado por una tendencia hacia la Geografía Física. Resaltar la formación de una
comunidad de geógrafos que intenta generar una ciencia nacional, pero que no deja de
influenciarse por la comunidad geográfica internacional a través de figuras como Emanuel de
Martonne, Elissé Reclus, Alfred Wegener y Friederich Ratzel. No menos importante son los nexos
de estos profesionales mexicanos con la Universidad a través de la docencia.
Las fuentes de información que se utilizaron para realizar esta investigación fueron documentos
oficiales hemerográficos y bibliográficos. Para el desarrollo del trabajo las fuentes bibliográficas
consultadas fueron de dos tipos: publicaciones de la época o bien en estudios recientes que al
tratar un tema en particular de alguna forma abordan el objeto de estudio. Las fuentes primarias
que se consultaron fueron: el Boletín y las Memorias publicadas por la Secretaría de Agricultura y
Fomento. Un hecho importante a destacar es que no hubo una sistematización en la publicación de
estos documentos en el periodo de la investigación. Este inconveniente no resta la importancia de
esta fuente por ser junto con las publicaciones de la Dirección de Estudios Geográficos y
14
Climatológicas, el instrumento por excelencia en donde se publicaron los trabajos realizados por
esta dependencia. Los trabajos de la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos también
encontraron acogida para su publicación en las Memorias o Boletines de la Sociedad Científica
Antonio Alzate y en el Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, dos
instituciones de gran trascendencia de la promoción editorial del conocimiento científico. También
se consultaron El Diario de los Debates del Congreso Constituyente 1919-1917 y la obra los
presidentes de México ante la nación: informes, manifiestos y documentos de 1821 a 1966. Es
importante destacar la influencia en los contenidos del presente trabajo a través de las obras
citadas en la bibliografía de los siguientes geógrafos: Ángel Bassols Batalla, Héctor Mendoza
Vargas, Omar Moncada Maya, Luz María Azuela Bernal y Patricia Gómez Rey. Los últimos cuatro
profesionales historiadores de la disciplina en el Instituto de Geografía.
Los mapas que se adjuntan en el Anexo 2 del trabajo se digitalizaron en la "Mapoteca Manuel
Orozco y Berra, Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera, SAGARPA". Por el gran
número de mapas que se manejan se creyó conveniente ubicarlos al final del trabajo en un anexo.
Las figuras 5, 7 y 15 fueron construidas en 4 hojas, razón por la que al empalmarse en el software
Microsoft Word, aparecen como imágenes desplazadas.
El cuerpo de la tesis se divide en cinco apartados. En el primer capítulo se abordan los
antecedentes: la herencia geográfica del siglo XIX, las premisas que rigen su actividad científica y
su influencia en el desenvolvimiento de la Geografía del siglo XX. Destaca la trascendencia de la
formación de una comunidad científica para el desenvolvimiento de la labor geográfica y sus
repercusiones en la formación y desarrollo de las instituciones. Subraya la importancia del Estado
como principal promotor de la actividad geográfica sobre todo luego de la formación de la
Secretaría de Fomento y de la creación de dos importantes instituciones creadas durante el
porfiriato como la Comisión Geográfico-Exploradora y la Comisión Geodésica Mexicana.
El capítulo II, analiza el contexto histórico-político en que se funda la Dirección de Estudios
Geográficos y Climatológicos, es decir, el marco social en que se construye esta institución.
Destaca su inscripción en el movimiento revolucionario y su papel en la corriente nacionalista.
Resalta en especial, el papel que Venustiano Carranza y su secretario de Fomento Pastor Rouaix,
le asignan a la Geografía. La importancia de las tareas geográficas para la reconstrucción nacional
y la reordenación de la administración pública.
En el capítulo III se toca el tema de la organización de la Dirección de Estudios Geográficos y
Climatológicos. Se marcan los antecedentes de su fundación subrayando que es resultado de una
reestructuración de las instituciones creadas durante la dictadura de Porfirio Díaz. Destaca la
15
variación del presupuesto en relación con las instituciones del porfiriato y el comportamiento de los
recursos asignados a esta institución en cada uno de los departamentos; las líneas que marcan su
programa de trabajo. Los métodos de trabajo y las críticas que al respecto se derivan en la
comunidad profesional. Las características del personal y su papel en el desarrollo de las tareas
geográficas.
En el cuarto capítulo se describen los trabajos que realizó esta dependencia. Destaca la
participación del Estado mexicano como principal promotor de las tareas geográficas durante el
periodo de 1915-1934. Señala la importancia de los trabajos científico-técnico para el programa
posrevolucionario y su injerencia en el desenvolvimiento de diversas Ciencias de la Tierra. Los
contrastes que hay en el desarrollo de las tareas geográficas, marcadas según el periodo por una
especialización hacia cierta área de la Geografía según las convicciones e intereses
gubernamentales.
En el último apartado se analizan los resultados. Se destaca la trascendencia de esta institución en
el desarrollo de la Geografía nacional y su contribución al conocimiento científico universal durante
el periodo 1915-1934. Su papel en el proceso de profesionalización de la Geografía. Resalta la
formación de una comunidad de geógrafos que no sólo contribuye a la investigación geográfica a
través de las instituciones gubernamentales sino que también busca incidir en el ámbito
académico.
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CAPÍTULO I. LA GEOGRAFÍA HEREDADA
1.1 Antecedentes
En 1821 al adquirir el poder Agustín de Iturbide, México rompía su dependencia con España y con
ello surgía una nueva administración del gobierno que reclamaba con apremio el impulso de los
estudios geográficos. Los mapas, las estadísticas y la exploración del territorio eran actividades
fundamentales con miras al conocimiento del territorio mexicano. Dos formas de trabajo se
promovieron: uno basado en la descripción geográfica realizada por los estados y otro por medio
de la ingeniería geográfica realizada por comisiones científicas dirigidas por eminentes hombres
que trabajaron con base a los objetivos gubernamentales. La necesidad de crear un inventario de
la riqueza de la nación propició que el nuevo gobierno procediera a la recopilación de datos
geográficos y estadísticos, a través de los gobiernos estatales. Los datos eran presentados en
forma de estadísticas o bien en mapas que informaban sobre el territorio, sus costumbres y sus
recursos naturales.
Los esfuerzos individuales estuvieron presentes en la construcción de la cartografía regional y
estatal, en muchas ocasiones asociados a los objetivos de las comisiones científicas, o bien
sujetos a sus propios intereses. Destacan especialmente los trabajos realizados por el Capitán
español José María Narváez en el occidente mexicano. De esta zona que comprendía entidades
como Aguascalientes, Colima, Jalisco, Sinaloa, Alta y Baja California y Nuevo México, Narváez
realizó una serie de cartas urbanas e hidrográficas en la primera parte del siglo XIX. En estos
trabajos se encuentra el primer antecedente de la utilización de los métodos astronómicos en la
construcción de cartas geográficas. El ingeniero militar Tomás Ramón del Moral, en 1928, fue otro
de los que impulsaron los trabajos topográficos principalmente aplicados al centro del país. En el
mismo año construyó las cartas del Estado de México y del Distrito Federal. Al describir el método
de trabajo, él maneja ya triangulaciones geodésicas, de cadenas de triángulos azimutales y de
intersecciones y de relleno con poligonales levantadas a "rumbo y distancia". En opinión de Jorge
Luis Tamayo (1962), Tomás Ramón del Moral podría ser considerado el primer ingeniero en
México en introducir los métodos geodésicos. Con su obra Geodesia, realizó importantes aportes
teóricos a la materia. Francisco Camargo fue otro cartógrafo que introdujo avances técnicos en la
elaboración de los mapas. En 1831, elaboró la carta del estado de Querétaro apoyada en 46
posiciones astronómicas determinadas especialmente por él. La comisión científica que se encargó
de fijar los límites entre México y los Estados Unidos entre 1827-1834, bajo la dirección del General
Manuel Mier y Terán, determinó varias posiciones astronómicas en Texas, Coahuila Tamaulipas y
Nuevo León, que permitieron publicar los mapas de Tamaulipas en 1831 y la de Nuevo León en
1853.
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Con el propósito de conocer y poder controlar mejor el territorio nacional, el Estado mexicano
asignó a las instituciones que él mismo creó la realización de las siguientes tareas: 1) el
reconocimiento de las fronteras internacionales, 2) de los litorales del Pacífico y del Atlántico y 3)
de ciertas regiones del interior del territorio. Con esta finalidad partiría un contingente de ingenieros
formado en buena parte por ex alumnos del antiguo Real Seminario de Minería que bajo el mando
del General Pedro García Conde realizaron expediciones a ciertas áreas del país como el Istmo de
Tehuantepec, la Sierra Gorda y la costa del departamento de Jalisco.
Los estudios realizados en el Istmo de Tehuantepec obedecieron a la necesidad de abrir un canal
o bien para establecer vías de comunicación interoceánica por tierra. Desde el período de la Nueva
España, se elaboraron varios proyectos para abrir un canal en la región, en uno de ellos se
argumentaba que con este hecho se tendría la ventaja de navegar por el río Coatzacoalcos. Sin
embargo, nunca se tomaron cartas en el asunto y el tema pasó a segundo término. El interés por
esta zona resurgió en la vida independiente, cuando por órdenes del gobierno federal, los
ingenieros Juan Orbegoso y Tadeo Ortiz hicieron un reconocimiento de esta zona y con base a
este trabajo recomendaron la construcción de un camino terrestre o ferroviario. Más tarde la idea
de construir en el Istmo de Tehuantepec, un canal interoceánico propició el estudio particular de
esa región, el mismo Tadeo Ortiz, sería comisionado para la realización de esta tarea. Como
resultado de varios reconocimientos, en 1824 se elaboró un plano del Istmo, el cual fue publicado
en el primer Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. Al ser apoyado en 12
posiciones astronómicas vendría a ser considerado uno de los primeros documentos de carácter
científico.
Era evidente que el interés por construir un paso que atravesara el continente americano rebasaba
las fronteras nacionales. Desde el siglo XVI se identificaron cuatro posibles rutas interoceánicas: 1)
el Istmo de Tehuantepec; 2) el río San Juan y el lago de Nicaragua; 3) el Istmo de Panamá 4) el
valle de Chagres también en este país. El aspecto económico fue un factor que favoreció en el
siglo XIX el interés en este tema. El último tercio de este siglo fue el escenario de grandes
transformaciones, los poderosos países coloniales comenzaron a debilitarse y cedieron su lugar a
los intereses industriales y comerciales, con ello surgía una nueva política económica: el
imperialismo. Para los países imperialistas como Inglaterra, Francia y un nuevo actor: los Estados
Unidos, la ruta transistmica era estratégica para obtener materias primas de América. La
importancia que esta vía tenía para los Estados Unidos se fundamentaba en varias ventajas que
representaba para su economía: la cercanía a sus principales puertos en el Atlántico y en el
Pacífico; la posibilidad de combinar la construcción de un ferrocarril y un canal; la explotación de
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riquezas naturales y la ventaja de mano de obra que brindaba la zona; la oportunidad de colonizar
los territorios del Istmo y con ello mantener la hegemonía en la región (Duval, 2000).
En los años cuarenta del siglo XIX se volvía a retomar con fuerza el tema del Istmo de
Tehuantepec al considerar los beneficios que traería para México la unión de los dos océanos que
lo limitaban: el Pacífico y el Atlántico. El 1º de marzo de 1842, Antonio López de Santa Anna otorgó
por primera vez a un empresario mexicano llamado José Garay, la concesión para colonizar y abrir
un paso en el Istmo mexicano. La necesidad de respaldar sus intereses impulsó a Garay a buscar
socios extranjeros: la empresa Manning y Mackintosh, radicada en México y asociada con la
compañía londinense de John Schneider. A pesar de no haberse entregado a esta asociación los
derechos para construir el canal interoceánico este hecho marcaría la iniciativa para que años más
tarde, otros tomaran derechos en la región. En 1850, Peter A. Hargous impulsó la formación de
una compañía con ciudadanos de Nueva Orleans para respaldar sus privilegios en Tehuantepec,
en la que desde luego José Garay era accionista, bajo este antecedente surgiría la compañía de
Nueva Orleans, una empresa que por muchos años mantuvo injerencia en la zona.
Estas acciones volvieron a generar un interés sobre esta región, se realizaron estudios de
reconocimiento y se elaboró una cartografía del Istmo de Tehuantepec. En 1842 una comisión de
ingenieros partiría a esta región y se ampliarían los estudios hacia el Océano Pacífico, al construir
una triangulación de 49 vértices y medir una base de 19 930 metros. Los trabajos de esta comisión
fueron suficientes para conocer la topografía del Istmo, la cual se hizo constar en un mapa de éste
y del curso del Coatzacoalcos, así como de otros dos más que fueron publicados en el libro que
lleva por título: Reconocimiento del Istmo de Tehuantepec, realizado durante los años de 1842-
1843. La compañía de Nueva Orleans, realizó nuevos reconocimientos con miras a construir un
ferrocarril que uniera los puntos navegables de los ríos. Esta comisión dirigida por el General J.G.
Barnard, aprovechó los estudios anteriormente realizados en la zona (Rojas, 1910).
Otra tarea fundamental para la integración del territorio mexicano y su comunicación especialmente
con Europa era el reconocimiento de las costas y mares, en particular del Golfo de México. A esto
obedecieron las órdenes del primer presidente de México, Guadalupe Victoria de construir los
mapas sobre esta temática: mandó imprimir el primer Atlas del Golfo de México y Mar Caribe al
que se le daría por título Portulano de la América Septentrional. Este documento contenía 112
cartas de navegación y un mapa general. A la publicación de este importante portulano se sumaba
la impresión del Derrotero de las Islas Antillas de las Costas de Tierra Firme y de las del Seno
mexicano corregido y aumentado con un apéndice sobre las corrientes del Océano Atlántico (Maldonado, 1968).
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Para el Estado mexicano resultó una preocupación constante el reconocimiento del Golfo y del
Pacífico así como el de sus ríos interiores, el Alvarado, el Pánuco, el río Bravo del Norte, el
Santiago y el Colorado para favorecer el tráfico de mercancías al interior de la República Mexicana,
pero no lo fue menos la exploración y elaboración de los mapas de su territorio. Con estos
objetivos se crearon dos instituciones gubernamentales, una civil y otra de carácter militar. En 1833
el Instituto Nacional de Geografía y Estadística, quien con el tiempo sería la primera sociedad
geográfica en América y, más tarde, la Comisión de Estadística Militar en 1839. El Instituto
Nacional de Geografía se creó por ley durante el gobierno interino de Gómez Farias constituido por
los siguientes departamentos: el de Geografía, el de Estadística, otro de Observaciones
Geográficas, Astronómicas y Meteorológicas y el último departamento de Adquisición de
Materiales. Con esta dependencia se promovieron las exploraciones geográficas destinadas a
compilar datos sobre posiciones geográficas, nomenclatura y características de regiones, parajes y
poblaciones de México, como base de una nueva cartografía. Con la finalidad de crear la carta
militar del país se creó la Comisión de Estadística Militar bajo el mando del General Juan N.
Almonte durante el gobierno de Anastasio Bustamante. Los ingenieros militares se trasladaron a
diferentes regiones del país, con el objetivo de obtener información geográfica del territorio y
elaborar mapas de regiones estratégicas del país: Istmo de Tehuantepec 1823-1826, del entorno
de la Ciudad de México y de la frontera noreste de México-Estados Unidos 1827-1829. Con la
fundación de esta institución se transformaban las actividades del Instituto Nacional de Geografía y
Estadística ya que a la Comisión de Estadística Militar también se le atribuyeron funciones para
obtener datos geográficos y estadísticos. En el decreto que da origen a esta institución se hacía
hincapié en que su Sección de Geografía se especializaría en trabajos dedicados a la construcción
de la Carta General de la República, determinando las posiciones de la capital mexicana, el puerto
de Veracruz, Acapulco, San Blas, Monterrey, de las Californias, así como de los volcanes y
montañas de Orizaba y Perote. Su permanencia como institución se reafirma cuando en 1849
durante el gobierno del General José María Salas, se decreta que esta dependencia permanecería
vigente hasta la publicación de sus trabajos, en especial la construcción de la Carta General de la
República y las Cartas de los Estados, el Diccionario Geográfico y la Estadística de la Nación. Esta
situación cambia radicalmente cuando la visión civil vuelve a retomar fuerza en las voces de
Gómez de la Cortina, Velásquez de León y Bustamante, quienes proponen que la Comisión de
Estadística Militar se una con el Instituto Nacional de Geografía y Estadística. Esta proposición es
aceptada en abril de 1851 y como resultado de esto la Comisión de Estadística Militar da paso a la
Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística.
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Una herramienta básica para el desenvolvimiento del Estado mexicano fue la construcción de la
Carta General de la República Mexicana ya mencionada. Esta empresa se impulsó a través del
Instituto Nacional de Estadística y Geografía, posteriormente denominada la Sociedad Mexicana
de Geografía y Estadística. La construcción de la carta se inició bajo la dirección de Diego García
Conde, jefe del Cuerpo de Ingenieros Militares y Tomas Ramón del Moral. Más tarde, en 1833 se le
encomendó esta tarea a Ignacio Mora y Villamil quien construyó la Carta de la República Mexicana
en la Proyección Transversa de Mercator. En 1841 el General Orbegoso hizo entrega de cuantos
planos existían en su poder a Pedro García Conde para que se terminara el trabajo; sin embargo,
el bajo presupuesto de la institución y la inestabilidad política impidieron a la Sociedad Mexicana
de Geografía y Estadística realizar un trabajo sistemático en este objetivo.
La Carta General de la República fue concluida en 1850, su construcción llevó más de veinte años
y en ella intervinieron diversos personajes, los avances se lograron según las circunstancias lo
permitieron; su labor tropezó en muchas ocasiones con factores de índole social o científico. Los
escasos medios financieros con que contaba la institución la obligaron a buscar el lugar más
económico para publicarla. Esto ocasionó que este documento se sujetara a un intenso peregrinar.
Primero se envió a los Estados Unidos de América y posteriormente a Europa. Finalmente las
autoridades decidieron sacarle una copia a la misma escala y que uno de los jóvenes cartógrafos
del Ministerio de Fomento, el ingeniero Antonio García Cubas la copiara, los interminables sucesos
que se presentaron para su publicación, no impidieron que este documento fuera de gran utilidad
en los momentos en que se formaba la Constitución de 1857, aún cuando era una copia, puesto
que la carta original se hallaba en Nueva York. Esta carta geográfica fue vital por ser el documento
oficial más veraz con el que contaba el Estado mexicano en ese momento. Nuevos
acontecimientos políticos volvieron a turbar la paz en la República Mexicana, sobrevinieron nuevos
problemas y por fin la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística acordó que no siendo ya
oportuna su publicación fuese exhibida en la sala de sesiones y respectivamente en la biblioteca y
en el archivo, el Atlas y el Portulano. El Atlas Geográfico estaba compuesto por 30 mapas y el
Portulano por 16 mapas de los puertos del país. La Carta General, el Atlas y el Portulano
construidas por la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística representan la culminación de
una serie de esfuerzos individuales y gubernamentales iniciados desde principios del siglo XIX, en
vías del desarrollo de la Geografía nacional. Con ella se inició la construcción de la primera Carta
General de la República realizada por mexicanos y de carácter científico. Representa una
herramienta cartográfica para un territorio mexicano que en ese momento era prácticamente
desconocido (IMSS, 1982).
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En 1848 un suceso histórico marcaría una nueva visión del territorio mexicano, la desmembración
del territorio ante la guerra que sostuvo Estados Unidos contra México. Con este acontecimiento
México perdía en virtud del tratado de Paz, firmado en Guadalupe Hidalgo el 2 de febrero de 1848,
a la Alta California, Nuevo México, Texas y fracciones de Chihuahua, Tamaulipas y Coahuila; esto
implicaba la posesión por parte de los Estados Unidos de más de la mitad del territorio mexicano.
La demarcación de una nueva frontera demandaba la participación de personal especializado, es
decir, del ingeniero geógrafo, sin embargo la escasez de este tipo de profesional obligaba que
estas labores fueran realizadas por ingenieros militares y topógrafos. En 1853, al vender Santa
Anna otra parte del territorio nacional por medio del tratado de la Mesilla o Gadsden se trazó una
nueva línea fronteriza. Para ello, se formó una nueva comisión, el ingeniero Salazar Illaregui fue el
responsable de los trabajos científicos, Francisco Jiménez en colaboración con Manuel Alemán
dirigían la mayor de los trabajos astronómicos necesarios para obtener la latitud y longitud de los
puntos que definían la frontera con los Estados Unidos. También participaron Agustín Díaz y su
hermano Luis Díaz a quienes les correspondió gran parte del trabajo topográfico sobre el río Bravo
adscrito a la Comisión Mexicana. Los trabajos de campo finalizaron en 1855 y durante 1856 y
1857, las comisiones mexicana y estadounidense se reunieron para formar su cartografía en la
ciudad de Washington: en total 58 mapas a tres diferentes escalas fueron el resultado final de los
trabajos mencionados, dichos mapas constituyeron durante algún tiempo la mejor representación
de las regiones señaladas (Tamayo, 2004). Es importante destacar que los trabajos realizados por
la Comisión Mexicana de Límites con los Estados Unidos y más tarde por la Comisión de Límites
con Guatemala, en 1882, son de gran trascendencia en el ámbito geográfico dados los métodos e
instrumentos utilizados.
La invasión de los Estados Unidos a México y con ello la pérdida de buena parte de su territorio,
generó una gran inseguridad en el gobierno. El riesgo siempre patente de perder más territorio
ante el interés manifiesto del país vecino, en especial por California y el Istmo de Tehuantepec lo
remarcaba aún más. La respuesta de los científicos mexicanos fue un ferviente patriotismo, el cual
les motivaba a luchar y defender su territorio y a un entusiasmo por conocer los recursos del país y
buscar la forma de aprovecharlos. Para cada uno de los grupos beligerantes en su lucha por lograr
el control del territorio mexicano era fundamental imponer su proyecto de nación. Luego de
constantes enfrentamientos entre liberales y conservadores, los primeros asumieron el poder y con
ello se impuso su visión liberal. Los liberales en los años cincuenta del siglo XIX, concibieron una
idea de nación en términos de integración, desarrollo económico y soberanía nacional con la
pretensión de hacer de México una nación moderna. En este proceso de reestructuración y
modernización, el Estado mexicano fue un agente de primera importancia, manifestándose, entre
otras cosas, con la expedición de las leyes de Reforma. Como respuesta, se creó el Ministerio de
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Fomento a quien se le encomendó entre otros objetivos, la dirección, la ejecución, el sostenimiento
y el control de los trabajos geográficos (Parrés, 1940). En nuestra opinión, con la creación del
Ministerio de Fomento en 1853, se encuentra el antecedente inmediato de la institucionalización de
la Geografía oficial, basada en la utilización de métodos y técnicas avanzadas bajo objetivos
gubernamentales, asociado a esfuerzos individuales de orden nacional que colaborarían en el
desarrollo de este objetivo: Antonio García Cubas, Francisco Díaz Covarrubias, José Salazar
Illaregui, Francisco Jiménez, Agustín Díaz, Manuel Orozco y Berra quienes realizarían una
aportación importante de obras y mapas que caracterizan este periodo; estos seguirían el camino
iniciado a principios de siglo por personajes de talla internacional que dejaron un gran legado en la
Geografía nacional, tal es el caso de Alejandro de Humboldt.
1.2 La comunidad geográfica en el siglo XIX
En los albores del siglo XIX, los trabajos de Alejandro de Humboldt marcan la época de transición
en la historia de la Geografía mexicana entre el período colonial y el de México independiente. Al
arribar a México este personaje recorrió varios puntos del país con nuevos métodos e
instrumentos. Resultado de esto fue la formación de su obra Ensayo político sobre el Reino de la
Nueva España. Esta resumiría a grandes rasgos la Geografía y Estadística de la Nueva España.
Esta edición estaba acompañada de un significativo Atlas de la Nueva España. A excepción de
Yucatán esta carta abarcaba toda la República Mexicana incluyendo el territorio, que hacia el norte
formaba la Nueva España. Para elaborar este mapa Humboldt aprovechó los materiales existentes
en el país como el croquis del Valle de México que le obsequió José María Fagoaga, así como la
carta formada por Luis Martín que aunque con muchas imperfecciones le fueron de gran utilidad.
A mediados del siglo XIX, Antonio García Cubas continuaría con el legado de Humboldt, personaje
que sería considerado por muchos, el padre de la Cartografía mexicana. Su contribución
cartográfica fue abundante, publicó la Carta General de la República Mexicana en diversas
ediciones. Para García Cubas, la carta formada, en 1850 por la Sociedad Mexicana de Geografía y
Estadística presentaba grandes errores por eso, en su opinión, esta institución decidió no
publicarla. En su primera edición de 1853, bajo la iniciativa de Lerdo de Tejada, las correcciones
que hizo a esta carta fueron pocas. Para el autor era difícil compaginar la nueva información con la
anterior que era imprecisa. Esto lo llevó a mejorar las nuevas ediciones, en especial la publicada
en 1863. Esta contribución cartográfica fue el resultado de diez años de trabajo, misma que serviría
más tarde a la carta elaborada por Orozco y Berra durante la intervención francesa. En este
período Antonio García Cubas llevó a cabo variadas tareas ordenadas por el Ministerio de
Fomento, entre otras, el levantamiento de planos topográficos en el estado de Hidalgo y en el Valle
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de México. Su trascendencia en el ámbito cultural radica en la promoción que realizó para la
creación de la Sociedad Filarmónica Mexicana, antecedente inmediato del Conservatorio de
Música. Pero sin lugar a dudas su obra más importante fue el Atlas Geográfico Histórico y
Pintoresco de la República Mexicana que fue acompañada de un libro descriptivo en el cual
sintetizó Geografía, Historia y Estadística del país.
En el caso de Manuel Orozco y Berra, su participación más significativa se produce en un episodio
dramático para la historia nacional: la intervención francesa. Napoleón III con miras a obtener
materias primas y un mayor control de América ante el expansionismo de los Estados Unidos le
impone a México al Emperador Maximiliano. Con el apoyo del grupo conservador mexicano que
consentía esta decisión pues consideraba que la nación mexicana estaba todavía en una etapa de
inmadurez política que le impedía gobernarse por sí misma. Para ellos traer la corona del
extranjero para que decidiera los destinos del país no era mala idea política y económica. Ya en el
poder de México, Maximiliano propuso que los hombres de ciencia mexicanos participaran en su
proyecto de nación. Esto sin dejar de mencionar la invitación a un gran contingente de científicos
franceses que llegaron al país como resultado de la formación de la Commissoon Scientifique du
Mexique. El espíritu modernizador del emperador y su actitud favorable al progreso científico se
manifestó ampliamente con la participación activa de los ingenieros mexicanos. Durante su gestión
se retomaron algunos proyectos como el del Valle de México y el del Observatorio Meteorológico y
Observatorio Astronómico. También en esta época se creó la Comisión Científica de Pachuca.
Aceptar la invitación de colaborar en el gobierno de Maximiliano, le llevó a Orozco y Berra a ser
considerado un traidor a la patria. Sin embargo, su acción no le exime del importante legado que
proporcionó al desarrollo de la Geografía de la época. Este autor contribuye al estudio del pasado
mexicano y a la configuración geohistórica del territorio. Su obra, el Diccionario Universal de
Historia y de Geografía en 10 tomos integra las monografías histórico-geográficas de cada una de
las entidades federativas. También publicó en cuatro tomos la Historia Antigua y de la Conquista
de México donde dedicó varios capítulos a descifrar la configuración del territorio mexicano. El
estudio sobre las lenguas mexicanas fue también auspiciado por el gobierno de Maximiliano, cuyo
producto más significativo fue la Carta Etnográfica de la República Mexicana. Este mapa
representa un legado para el estudio de la Geografía Cultural del país. Otra de sus participaciones
para el Imperio de Maximiliano se refiere a la elaboración de un estudio más científico de la división
territorial del país, dado el atraso tan significativo en el tema y de gran importancia para la
organización y obtención de recursos económicos de México.
Al respecto, el 10 de abril de 1865 se publicó el estatuto provisional del Imperio Mexicano, en el
que se establecía la división del territorio nacional en 8 grandes divisiones militares y 50
24
departamentos. Cada departamento en distritos y cada distrito en municipalidades. En la propuesta
para el nuevo mapa político económico-administrativo territorial de México, se enmarca el deseo
histórico de establecer una mayor precisión en la división territorial, búsqueda que se dio desde los
inicios de la nueva nación mexicana y que se refleja principalmente en los decretos
constitucionales de Apatzingán de 1824 y en la Constitución Mexicana de 1857 y en la lucha de los
grupos en el poder por establecer una división federalista o centralista en el país. En esta
propuesta se observa claramente la influencia de concepciones externas en el ámbito de la división
territorial, especialmente la de procedencia francesa. La trascendencia de la obra de Manuel
Orozco y Berra para una nueva división territorial mexicana es muy significativa. Con la publicación
de la Carta Oficial del Imperio, en opinión de Ángel Bassols Batalla muestra su gran visión histórica
y su contribución a la Geografía regional (Bassols, 1976).
Francisco Díaz Covarrubias junto con su inseparable amigo y compañero de práctica profesional,
el ingeniero Manuel Fernández Leal, fueron indudablemente los constructores de la ingeniería
geográfica y de la ciencia mexicana de fines de siglo XIX. Las primeras tareas en la materia Díaz
Covarrubias las realizó en 1857, cuando bajo al mando del Ministerio de Fomento, el ingeniero
Manuel Siliceo formó una comisión para levantar la Carta Geográfica y Topográfica del Valle de
México. En ella realizó la determinación de la posición geográfica de la Ciudad de México, en la
que fue auxiliado con los instrumentos del pequeño observatorio de prácticas del Colegio de
Minería; empleó novedosos métodos astronómicos y geodésicos en el país. También elaboró
tablas de coordenadas geográficas para construir la proyección de la Carta de la República
Mexicana y las tablas geodésicas calculadas para las latitudes de la República (Orozco y Berra,
1881:350).
La guerra de Reforma de esos años, no impidió a este ingeniero continuar con sus labores. A
pesar de que aparentemente no se continuaron los trabajos de la Comisión del Valle de México,
éste pudo publicar sus Tablas geodésicas calculadas para la República Mexicana bajo el auspicio
del Ministerio de Fomento, en 1860. Afiliado al grupo liberal, con el triunfo de Benito Juárez, en
1861, Díaz Covarrubias fue nombrado director de la Comisión del Valle de México cuya obra más
significativa fue la medida de la base para la triangulación del Valle de México. Es trascendente
mencionar aquí que para esta medida él mismo construyó los aparatos de medición.
Al igual que su amor por la Ingeniería, la Astronomía también fue la pasión de Díaz Covarrubias en
el tema fue el autor de incontables trabajos, entre otros, predijo dos eclipses: el primero, la
visibilidad parcial de un eclipse de Sol, el 25 de marzo de 1857: "su predicción contrariaba la
célebre autoridad del calendario de Galván que aseguraba que el fenómeno no sería visto en la
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capital" (Azuela, 2004: 251). En efecto si pudo verse desde la capital y su pronóstico ocurrió con
apenas dos segundos de diferencia con respecto a sus cálculos. Este acontecimiento junto con el
segundo que había de ocurrir el 18 de julio de 1860, le proporcionaba gran prestigio profesional. En
1874, también organizó la primera expedición científica mexicana al extranjero con la finalidad de
observar el tránsito de Venus por el disco solar. La participación mexicana en este evento daría
prueba de la ilustración de los ingenieros mexicanos y contribuiría a su integración en la
organización de la ciencia. La situación económica del país era precaria pero su relación con el
poder lerdista, le permitieron asistir a Díaz Covarrubias a este evento y concluirlo con gran éxito.
Para el último tercio del siglo XIX, el prestigio profesional de este importante geógrafo mexicano le
permitió influir en las decisiones gubernamentales y de la comunidad académica en bien del
progreso de la ciencia mexicana. Su participación fue decisiva en la construcción de dos
instituciones de gran trascendencia para la Geografía mexicana: el Observatorio Astronómico y el
Observatorio Meteorológico. El primero sería instalado en Chapultepec en 1863; la creación de
esta institución fue fundamental para el desarrollo del conocimiento geográfico, dada su
importancia del avance de los métodos astronómicos para la elaboración de las cartas geográficas.
En esos mismos años también propondría la creación de una red de observatorios meteorológicos
en el país. La red sería, en su opinión, indispensable para el desarrollo de la Meteorología y por
ello importante para el desenvolvimiento de actividades como la agricultura y la navegación.
Nuevamente la situación de inestabilidad política del país, impidieron que se desarrollaran sus
proyectos. También influiría el triunfo de Porfirio Díaz sobre Lerdo de Tejada, su incondicional
apoyo político a este último le llevarían incluso al exilio diplomático. Sin embargo, su prestigio
profesional le generaba consideraciones especiales, sus relaciones con la comunidad científica, le
llevarían a Díaz Covarruvias a seguir influyendo en los destinos de la ciencia mexicana en su
periodo de mayor auge de fines del siglo XIX. En febrero de 1878 partió Díaz Covarrubias a
Guatemala como Ministro de México. Durante su estancia en ese país dirigió la Comisión de
Límites Internacionales de México con Guatemala hasta el año de 1880. En la década siguiente
viajó por Europa primero como delegado mexicano a diferentes congresos científicos y desde
1886, como diplomático ya que fue designado cónsul en París cargo que desempeñaba cuando le
sorprendió la muerte el 19 de marzo de 1889.
Paradójicamente, sus proyectos de fomento y desarrollo de la práctica científica se materializaron
durante el porfiriato. De hecho una de las primeras decisiones de Porfirio Díaz fue la reinstalación
del Observatorio Astronómico Nacional que encomendó a Ángel Anguiano el 18 de diciembre de
1876, dos meses después, el 8 de febrero de 1877 creó el Observatorio Meteorológico Central que
sería el corazón de la red meteorológica que él mismo propusiera. Durante el porfiriato la
organización de la ciencia mexicana había cambiado de manera radical, pues a partir de la
26
fundación de los observatorios que promoviera Díaz Covarrubias, se abrió un proceso de
institucionalización de la ciencia que modificó irreversiblemente la práctica y el pensamiento
científico de México (Azuela, 2004).
1.3 El proyecto geográfico del porfiriato
En 1877 nuevas condiciones político sociales dieron lugar a un ambiente de paz. Luego de su
triunfo sobre Lerdo e Iglesias con la Revolución de Tuxtepec, los militares tomaban el poder con
Porfirio Díaz. En plena Cámara de Diputados Díaz discutía su programa político. Dos objetivos se
proponía: lograr la paz social y proteger a aquellos que controlaban las riquezas nacionales. Esta
posición radica, según Arnaldo Córdova, en la unión de dos grandes necesidades de aquélla
época: justificar el privilegio de la riqueza para que de su libre juego surgiera un país poderoso y,
por otro lado, la urgencia de un régimen dictatorial y autoritario que pudiese llevar a término la gran
obra de unificación nacional de que precisaba México (Córdova, 1984). La política económica de
Díaz partía del reconocimiento abierto de la imposibilidad del desarrollo independiente de la
economía mexicana. Era necesario llevar a cabo una intensa campaña para atraer el capital
extranjero, esta actitud del gobierno nacional se vio apoyada por las condiciones geopolíticas
internacionales marcada por la transición del capitalismo tardío al imperialismo, cuando se convirtió
en ley fundamental del mundo capitalista, el saqueo y despojo sistemático de las materias primas,
en especial de los productos agrícolas, los minerales y el petróleo de los países atrasados
(Alperovich, et al., 1984 ).
Bajo este orden de ideas, la Geografía era sin duda, un arma política para el proyecto de Porfirio
Díaz tendiente a desarrollar el capitalismo en el país sobre la base de una dependencia económica
externa. Las diversas fallas y la ausencia de una cartografía sistematizada y precisa llevó a varios
errores en la administración pública. Por eso surgió en la mente de los dirigentes porfiristas la idea
de que nada se haría de provecho en el progreso material de nuestro país sin la existencia de una
carta geográfica nacional que permitiera hacer un estudio científico del territorio. Era preciso
cambiar la escala de la producción cartográfica a una de alcance nacional y la implementación de
un plan bien concebido y estudiado para el perfeccionamiento de la carta geográfica, en el que se
diera principio a las exigencias de la ciencia de ese momento.
Si se pretendía atraer las inversiones extranjeras e incluso las nacionales para el Estado mexicano
era fundamental elaborar una carta precisa, que diera idea clara del territorio, de su extensión, de
su orografía e hidrografía, sus puertos y vías de comunicación. Por otro lado fomentar el desarrollo
de las actividades agrícolas e industriales requería de un programa de exploración del territorio
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nacional que permitiría cuantificar y explotar los recursos naturales del país. Hacer una carta y con
ella una exploración cuidadosa, metódica y con procedimientos científicos, era una doble
necesidad que se imponía porque ¿Cómo pretender presentar a México al más insignificante
interés mundial, si aún no podríamos mostrar una carta oficial, auténtica que diera idea clara del
territorio, de su extensión, su sistema orográfico e hidrográfico, sus vías de comunicación? ¿Cómo
pretender con probabilidades de éxito atraer el capital extranjero e interesar al propio, fomentar la
agricultura y agregar nuevas industrias, sin hacer una seria exploración que diera elementos para
estudiar las rocas, clasificar la fauna y flora, precisar siquiera superficialmente la distribución de
nuestros recursos naturales? (Piña, 1909).
Iniciar un programa de trabajo que apoyara la creación de la Carta General de la República
Mexicana y la exploración del vasto territorio en grandes extensiones desconocido y en muchas
otras no integradas tales como las regiones de los pueblos mayas del oriente de Yucatán o los
pueblos indios de los estados fronterizos de Chihuahua y Sonora, basado en nuevos métodos de
elaboración y presentación cartográfica era fundamental para el Estado. Por ello se hacia preciso
la creación de centros de actividad científica que consagraran sus tareas a objetivos de utilidad
práctica y de resultados inmediatos.
1.4 Las instituciones geográficas del porfiriato 1.4.1 La Comisión Geográfico-Exploradora
Bajo la percepción gubernamental de fundar instituciones con resultados prácticos, el mismo
presidente Porfirio Díaz encargó al ministro de Fomento, Vicente Riva Palacios la creación de
varias instituciones de carácter geográfico. En atención a estas instrucciones, casi al mismo tiempo
se formaron los observatorios Astronómico y Meteorológico. El primero, piedra angular de la
Cartografía mexicana y el segundo básico para el estudio científico de la Climatología del país. Por
su lado, Riva Palacio encomendó al ingeniero Agustín Díaz la organización de la Sección de
Cartografía con el objeto de formar la Carta General de la República Mexicana utilizando los
mapas que hasta ese momento se habían construido. De esta forma, la Sección de Cartografía
procedió a examinar y a catalogar todas las cartas existentes en el Ministerio de Fomento. La
confusión, divergencia y contradicciones que aparecieron en los datos numéricos provocó grandes
dudas acerca de la información incluso de aquellas posiciones que provenían de autoridades en
que se había tenido gran confianza.
En 1877, poco después de la creación de la Sección de Cartografía nacía la Comisión Geográfico-
Exploradora, fundada con el objetivo de "levantar la Carta General de la República con toda la
28
exactitud científica y de explorar el territorio en los tres reinos: mineral, vegetal y animal” (Treviño,
1974:7). Bajo estos lineamientos, la Comisión Geográfico-Exploradora contribuía al adelanto de la
Geografía mexicana y con ella a dar a conocer los elementos de la riqueza con que contaba el
país. Los trabajos consistían principalmente en la situación geográfica de los lugares, cálculo de la
nivelación trigonométrica, cartas murales de diversos estados, registro del curso de innumerables
ríos y la colección de ejemplares zoológicos, plantas y fósiles, entre otros. Aún cuando sus
objetivos iniciales fueron la exploración, su preocupación se centró en el desarrollo de una
cartografía básica de gran escala por medio de la cual el país cubriría sus necesidades inmediatas
en la materia.
El establecimiento de esta dependencia fue el resultado de la combinación de personal de las
Secretarías de Guerra y Fomento, sin embargo, la coordinación del trabajo geográfico fue
entregada a los militares en la persona de Agustín Díaz. Una serie de factores políticos,
económicos y humanos influyeron en esta estratégica decisión del grupo en el poder. Para Héctor
Mendoza Vargas (1993) varios aspectos merecen señalarse como causas de esta situación: la
llegada de los militares al poder ejecutivo federal, una marcada ausencia de ingenieros geógrafos
altamente especializados en disponibilidad dentro de la burocracia gubernamental y un limitado
presupuesto que no permitiría la aplicación de métodos e instrumental de alta precisión, propios del
ingeniero geógrafo, para el proyecto de la Carta General de la República Mexicana.
La Comisión Geográfico-Exploradora quedó incluida dentro de la primera Sección de Fomento, con
una serie de oficinas en donde cada departamento desarrollaba funciones específicas, siendo las
principales las Secciones de Topografía, Astronomía, Dibujo y finalmente la Sección de Impresión.
El incremento del presupuesto de esta comisión paso de poco menos de $ 20 mil en menos de tres
años a cerca de $ 1 millón a mediados de 1880 (Piña, 1909). Al mejorar su situación económica
permitió que se fundara en 1879 una nueva sección, la de Historia Natural, a cargo del ingeniero
militar Fernando Ferrari Pérez. Esta sección abordaría el campo de las Ciencias Naturales en lo
referente a recolección, clasificación, preparación y exposición de muestras mineralógicas,
petrográficas, botánicas y zoológicas de todas las regiones de la República Mexicana en que
operaba. Se realizaron varias exploraciones científicas especiales en Baja California y en las islas
del Triángulo en Campeche. La gran cantidad de materiales acumulados durante sus
exploraciones le permitió a Fernando Ferrari participar en forma exitosa obteniendo varios premios
en una serie de exposiciones internacionales: Nueva Orleans (1884), Paris (1889) y Colombina de
Chicago (1893).
29
En marzo de 1907, el Ministro de Fomento, Olegario Medina, por acuerdo del presidente de la
República Mexicana y dadas las exigencias de la exploración de nuestro territorio reorganizó el
Ministerio de Fomento, por lo que en julio de 1908 esta sección paso a formar parte de la Comisión
Exploradora de la Flora y Fauna. Con esto adquirió atribuciones propias y un presupuesto
independiente (Treviño, 1974).
Un aspecto relevante de esta dependencia fue la integración de un Cuerpo del Estado Mayor
dedicado a trabajos cartográficos y la realización de tareas de orden estratégico. La política agraria
de Díaz generó grandes injusticias y desigualdades en la distribución de la tierra; varios pueblos
indígenas fueron desplazados de sus tierras y de sus aguas. Entre ellos cabe destacar a los
antiguos pueblos mayas y yaquis quienes se sublevaron ante esta situación. La rebelión de estos
pueblos indígenas preocupó al presidente Porfirio Díaz por lo que no vaciló en echar mano de un
número considerable de prestigiados ingenieros militares de la Comisión Geográfico-Exploradora
para ir a Sonora y ocuparse del trazo, fraccionamiento y reparto de tierras entre dichos indígenas.
El responsable de esta tarea, fue Agustín Díaz, a quién se le asignó, en 1887, el levantamiento de
una carta geográfica del estado de Sonora con el fin de proyectar un reparto de tierras y construir
canales de riego para la zona de los ríos, Mayo y Yaqui, ante la sublevación de sus indígenas.
Lamentablemente estos fueron sometidos y el trabajo ya no se llevó a cabo (Tamayo, 2004). Con
este mismo propósito un nuevo grupo de ingenieros marcharía al cantón veracruzano de Papantla
para calmar la revuelta social. Con fines distintos se formaría más tarde el grupo que partió al río
Colorado para registrar, estudiar y ayudar a la comisión de límites entre México y Estados Unidos.
Por su parte la Sección del norte se ocuparía de levantar los estados de Nuevo León y Tamaulipas,
además de las tareas propiamente topográficas encomendadas por el propio presidente se
añadían las labores cartográficas e incluso las de orden científico, la Comisión de Sonora realizó la
carta de Sonora, de la que habría de aparecer en varias fracciones a la cienmilésima (García,
1975).
1.4.2 La Comisión Geodésica Mexicana
A finales del siglo XIX, era evidente que la administración pública requería de nuevos métodos
científico-técnicos que ayudaran a la resolución de problemas de índole nacional, entre ellos, el
hacendario. Era necesario entonces la creación de una institución que cumpliera con estos
objetivos, luego de varias peticiones surgía por disposición del gobierno en el presupuesto de
1897-1898 la Comisión Geodésica Mexicana. En mayo de 1898 se firmó el acuerdo presidencial
que creaba este nuevo organismo científico, "adelantándose con este hecho a todas las naciones
hispanas del continente" (Parrés, 1940:5). México para fines de siglo XIX, gozaba del privilegio de
30
ser el primer país de América Latina que iniciara la geodesia de su territorio. El objetivo de su
creación no era inicialmente el apoyo a la producción cartográfica, para eso estaba la Comisión
Geográfico-Exploradora, sino de ayudar al gobierno en la resolución de dos grandes problemas
nacionales: la distribución de la tierra y la recaudación de la propiedad agraria. Los trabajos de
catastro fiscal que se habían emprendido por el gobierno federal requerían de establecer puntos de
referencia precisos para ligar los diversos trabajos parciales que sólo las operaciones geodésicas
podían proporcionar convenientemente.
La presión internacional fue, sin duda, un factor que influyó en la creación de la primera institución
oficial en América Latina que incorporaba los trabajos geodésicos, la Comisión Geodésica
Mexicana. En abril de 1898, México recibió la invitación por parte de la U.S Coast and Geodetic
Survey para unirse con Canadá y los Estados Unidos en el proyecto de medir un arco de meridiano
terrestre, con el fin de conocer la forma y dimensiones de la Tierra. Esta propuesta presionó al
gobierno mexicano para apresurar la organización de esta institución cuya dirección quedaba a
cargo del ingeniero Ángel Anguiano. En este acto el gobierno mexicano demostró su plena
subordinación a los trabajos internacionales, aún cuando en opinión de su director el plan de
trabajo de la Comisión Geodésica Mexicana no sólo respondía a un compromiso internacional, sino
a objetivos nacionales más importantes y provechosos: el ensanchamiento de la carta geográfica
(Anguiano, 1913).
1.5 Los criterios en los métodos de trabajo geográfico del siglo XIX Al iniciar los trabajos de campo, el proyecto de la Comisión Geográfico-Exploradora fue más allá de
la compilación cartográfica para la construcción de una carta general. Sin embargo, la dirección de
esta institución tuvo que decidir entre los métodos astronómicos o los geodésicos. La elección de
los métodos astronómicos refleja sin duda, la influencia que para la segunda mitad del siglo ejercía
la propuesta de Francisco Díaz Covarrubias de elegir los métodos astronómicos. Agustín Díaz
justificaba la elección de este procedimiento debido, entre otras causas, a la gran extensión del
territorio, escasez de recursos financieros y el escaso personal especializado que impedía al país
que pudiera en esos momentos decidirse por métodos geodésicos. Era preciso aprovechar la
apertura inicial del gobierno hacia los trabajos geográficos e iniciarlos no importando que fuera a
través de métodos no muy precisos, pero que a cambio proporcionarían resultados de utilidad
práctica. El plan adoptado para los trabajos de campo consistía en la determinación de puntos
astronómicos que formando una red extendida por todas las vías telegráficas, sirviera de base para
enlazar los datos aislados que se tenían, sino también para apoyar en ella cuantos trabajos
topográficos se ejecutaran en lo sucesivo cualquiera que fuera su procedencia (Díaz, 1877).
31
El procedimiento seguido por el ingeniero Agustín Díaz y sus sucesores en la construcción de las
cartas geográficas y principalmente para la elaboración del mapa general del país a la
cienmilésima, consistió en formar un canevá de posiciones geográficas determinadas por
procedimientos astronómicos cerrando entre ellas poligonales mediante líneas de itinerarios
topográficos, refiriéndolas con detalles secundarios. Para realizar esto, la Comisión Geodésica
procedió de la siguiente manera: las latitudes fueron obtenidas principalmente mediante el cálculo
de distancias cenitales circunmeridianas observadas tanto al norte como al sur del cenit y
procurando que las estrellas elegidas formaran pares que culminaran a igual altura a uno y otro
lado. Es importante destacar que desde 1902 prefirió referirse a cenitales meridianas de dos
estrellas, la longitud se determinó entre otros procedimientos por triangulaciones geodésicas,
señales luminosas y telefónicas, pero especialmente, por señales telegráficas o bien cuando no fue
posible utilizarlo se usó el sistema de transporte de cronómetros, se hacían viajes dobles y
formaban poligonales cerrados o líneas quebradas apoyadas en puntos de longitud precisa, de
modo que fuera posible hacer comprobaciones.
El canevá formado con los puntos situados del modo anterior presentaba varios defectos en
opinión de sus críticos. Para el ingeniero Francisco Díaz Rivero el número de puntos que constituía
el canevá era insuficiente para apoyar los trabajos topográficos posteriores, pero más grave era el
hecho de que la elección de dichos puntos era a menudo muy discutible, en la mayor parte de los
casos se trataba de puntos que se elegían por su categoría administrativa y no por su buena
situación geográfica. Por otro lado, como la mayoría de estos estaban situados en los fondos de
los valles e invisibles unos de otros, era imposible detectarlos geométricamente por medios
directos sino sólo después de laboriosos trabajos de gabinete. En opinión de Díaz Rivero debían
haberse elegido "los vértices de altas montañas y otros lugares compiscuos" (García, 1975: 522).
Por otro lado los levantamientos, las exploraciones que hacía la comisión en el terreno, le
permitían obtener información sobre la configuración de éste y las obras hechas por el hombre. La
altimetría y planimetría de las cartas de la comisión estaba basado en la integración "in situ". El
empleo de esta institución a través de su observación hacia el dibujo del lugar, este primer
borrador era conocido como itinerario o un esquicio. Este método propiciaba varios errores, el
principal de ellos era que las medidas eran irregulares, aproximadas y de orden puramente
expeditos, a esto se agregaba el problema era hacer el relleno de las poligonales. Para Díaz
Rivero este defecto era uno de los mayores de las cartas de la Comisión Geográfico-Exploradora.
Al respecto señalaba "Las áreas de los polígonos determinados por líneas de itinerarios son
extensísimas, aún en escalas de 1:100 000 como puede juzgarse fácilmente de las hojas ya
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publicadas [...] Es el medio pues muy arbitrario y de aquí se desprende un manantial de
inexactitudes" (Díaz, 1946:22). Sin embargo, debía anotarse en favor de la Comisión Geográfico-
Exploradora que la determinación de puntos culminantes por métodos directos hubiera sido
sumamente tardada. Otro acierto de esta dependencia gubernamental fue la utilización de señales
telegráficas, ya que si bien era difícil su acceso a ellas representaba un problema menor que la
utilización de señales ópticas o luminosas sobre todo cuando se usaban en áreas de gran
nubosidad en donde era imposible su visibilidad (García, 1975).
1.5.1 Críticas a los métodos de trabajo utilizados por la Comisión Geográfico-Exploradora
La Comisión Geográfico-Exploradora podía ofrecer grandes servicios al gobierno al emplear
procedimientos rápidos en la acumulación de datos para el conocimiento y exploración del territorio
nacional. Sin embargo, para principios de siglo XX, era necesario incorporar nuevas metodologías.
En este sentido, los ingenieros geógrafos de la época criticaron abiertamente los métodos
utilizados por la Comisión Geográfico-Exploradora y propusieron reformar los procedimientos de
producción de materiales geográficos que el Estado realizaba sobre el territorio. Varios ingenieros
geógrafos, entre ellos, Francisco Díaz Rivero, Felipe Valle y Ángel Anguiano presentaron ante el
gobierno sus propuestas para incorporar los procedimientos geodésicos en la elaboración de una
nueva carta general del país. Francisco Díaz Rivero consideraba que en pleno siglo XX, el Estado
requería ya de una nueva carta de gran escala y precisión desde el punto de vista catastral,
político, civil y militar. En su opinión tanto los ingenieros geógrafos como los oficiales del Estado
Mayor debían integrarse como personal fijo y dedicarse a las operaciones geodésicas,
astronómicas, topográficas y cartográficas del plan general de la nueva carta general del país
(Díaz, 1946).
En plena Academia de Ciencias Exactas, el ingeniero geógrafo Felipe Valle, manifestaba al
presidente de México Porfirio Díaz, la necesidad de emprender los trabajos definitivos que debían
servir de base sólida al desarrollo económico de la nación. La carta topográfica era la base en la
que debían fundamentarse todos los demás estudios que demandaban los progresos del país pero
bajo el auspicio de los trabajos geodésicos. Para Ángel Anguiano era evidente el atraso en los
métodos geográficos, por lo que consideraba que éste era el momento de dar forma a la verdadera
base científica mediante las operaciones geodésicas, dando de esta manera mayor impulso a
estas tareas. A este respecto señalaba "nada se puede hacer con debida exactitud en la carta
geográfica de una nación, sin los datos que puede proporcionar la Astronomía y la Geodesia...No
se puede decir que la Astronomía en la parte que se aplica a la Geografía sea superior a la
Geodesia, ni que esta sea superior a aquella: ambas se ayudan mutuamente pero con la
33
circunstancia, sin embargo, de que la Astronomía puede habitualmente ofrecer grandes servicios a
la Geografía" (Anguiano, 1913: 52). Bajo su punto de vista era importante determinar y rectificar la
ubicación de muchos lugares de la República Mexicana que con grandes errores aparecían en la
carta y que por su importancia deberían estar ya corregidos. Había que iniciar por fijar con
precisión las capitales de los estados, los puertos en ambas costas, las principales ciudades y
aquéllos lugares que por alguna circunstancia merecieran referencia en los trabajos para continuar
después con los lugares de segundo orden y completar así con los recursos de la astronomía de
posición, lo que pudiera llamarse el boceto de la carta geográfica (Ibídem: 53)
A fines del siglo XX, una buena parte de los trabajos geográficos sería dirigida por elementos
civiles al quedar a cargo la dirección y subdirección de la Comisión Geodésica en manos de los
ingenieros Ángel Anguiano y Felipe Valle respectivamente. En su momento, Ángel Anguiano, no
dejó de evidenciar la inexperiencia en la realización de las tareas prácticas por parte de la
Comisión Geodésica Mexicana. En su opinión había que retomar las metodologías de otras
instituciones de renombre internacional como el Instituto Geodésico de Madrid y en la marcha
aprovechar la experiencia de trabajar con la Coast and Geodetic Survey de los Estados Unidos.
Sin dejar, desde luego, de incorporar las útiles enseñanzas de la Asociación Geodésica
Internacional. Todas estas instituciones eran organismos fundamentales en los que debería
apoyarse esta institución para dar a conocer al mundo los trabajos geodésicos del país.
34
CAPÍTULO II. EL GOBIERNO POSREVOLUCIONARIO Y SU VISIÓN DEL TERRITORIO
2.1 El nacionalismo como discurso político del gobierno posrevolucionario
La Revolución Mexicana propició una revisión de la historia nacional. Una nueva forma de entender
al país generó un debate ideológico en el cual no sólo se renovaba la inquietud del ser nacional
sino también la idea de organización social, el tipo de desarrollo económico, político y cultural que
debía promoverse (Córdova,1984). El Estado nacional que con la Revolución surgía se articulaba
en un nuevo discurso: el nacionalismo revolucionario, su programa se plasmaba en un documento
de trascendencia como era la Constitución Mexicana de 1917. En él se planteaba la necesidad de
realizar un vasto plan de reformas sociales y económicas con el propósito de lograr en el plazo
más breve una efectiva integración territorial, una activación de la economía nacional y una
disminución sustancial de la desigualdad y la marginación social prevaleciente. Su desarrollo se
inscribía en una agresiva etapa del expansionismo estadounidense y en la redefinición del poder a
nivel mundial, y como consiguiente en una desigual y conflictiva relación con los Estados Unidos.
Resultado de esto, se dio el fortalecimiento de la independencia económica exterior y la lucha por
la soberanía nacional como una constante en sus objetivos.
La Constitución Mexicana de 1917 representó una amalgama de diversos puntos de vista respecto
a la reforma y a la naturaleza de la revolución. El nacionalismo constituía el lazo que mantenía
unido el ideario. Las reformas de la Constitución eran expresiones nacionalistas de la gran
variedad de planes, programas y decretos promulgados desde 1910, expedidos por el gobierno
carrancista. De especial importancia fueron dos programas, el plan de Guadalupe expedido en
1913, donde se plasmaba la necesidad de destruir la dictadura militar y erigir un gobierno civil en el
país, y más tarde, las adiciones al plan de Guadalupe, en el que se asentaban las bases de las
reformas políticas, sociales y económicas, figurando en él, entre otros temas, la libertad municipal,
el problema agrario, el catastro nacional y las reformas laborales. Es pues en esta época en la que
se encuentran los antecedentes para la legislación de las demandas de las masas campesinas y la
de los trabajadores en la ciudad, que más tarde se plasmarían principalmente en los artículos 27 y
123 constitucionales. El nacionalismo como discurso político en el gobierno posrevolucionario
parte de la hipótesis de que las necesidades del país pueden ser mejor satisfechas si se recogen
las demandas que dieron origen a la revolución. De esto también se incorporaba en su texto los
derechos sociales, estableciendo la posibilidad de dar vigencia a las garantías individuales
(Cordera, 1989).
El reformismo social mexicano sirvió como doctrina y como estrategia política para construir un
régimen político institucional lo suficientemente fuerte como para imponer su soberanía a la
35
sociedad mexicana en su conjunto y en ella fue decisiva la conversión de las reformas sociales en
instituciones políticas a través de la Constitución Mexicana. La Constitución de 1917 resolvió el
dilema del gobierno fuerte, que antes sólo había sido posible a fuerza de violar la constitución,
otorgándole, de una vez y por siempre los poderes de excepción que se necesitaban para
gobernar y mantener bajo éste, el control de todo el país. De esta manera, en las condiciones
particulares del país, "resolvió el mayor problema que enfrenta todo sistema capitalista nacional el
de contar con un Estado que diera unidad y dirección" (Córdova, 1984: 56).
2.2 La integración del territorio: la división del territorio, las fronteras internacionales y el Mar Territorial
Luego del caos generado por la guerra civil, el Estado nacional posrevolucionario tenía una
inmensa tarea, iniciar la organización de la nación y su completa pacificación. Las iniciativas para
conseguir el desarrollo de la nación mexicana, su progreso económico y político tenía que ser la
consecuencia del conocimiento del territorio, sus riquezas naturales, las características de su
población, las condiciones económicas y sociales y su relación con el medio. El nuevo programa
económico exigía en opinión de uno de los grandes constructores sociales de esa época, el
ingeniero Pastor Rouaix, de un conocimiento sistemático del territorio nacional y sus recursos
naturales. El sector militar que pretendía conservar la paz y tranquilidad en el país, requería
también de ese conocimiento, para determinar y señalar los lugares estratégicos más ventajosos
para la construcción de obras de defensa en las costas y fronteras, para el acotamiento del ejército
y las vías más apropiadas para movilizarlo. Bajo esta perspectiva los hombres del México
posrevolucionario a quienes tocó regir los destinos del país, no dejaron de impulsar los estudios
geográficos bajo un ferviente patriotismo. Esta inmensa labor requirió de un conocimiento del
territorio mexicano, para el control y una organización de acuerdo a los intereses del Estado
nacional, así el poder fue concebido intrínsicamente con el control del espacio. Tres aspectos eran
básicos en el logro de esto objetivo: la organización de la división territorial, la delimitación de las
fronteras internacionales y el control del Mar Territorial.
La organización de la división territorial
Para los constituyentes del 17, Enrique Colunga, Francisco J. Mújica, Luís G. Monzón, Enrique
Recio y Alberto Román, a quienes tocó integrar la Comisión Revisora sobre la división territorial,
era evidente la falta de organización e información respecto a este tema. El diputado de Colima,
Francisco Ramírez Villareal, demandaba en plena tribuna del Congreso Constituyente, el 26 de
enero de 1917, que era necesario reconocer la falta de estudios serios en el conocimiento de la
36
división territorial y su jurisdicción correspondiente, situación que traía como consecuencia un
grave problema en la delimitación espacial estatal, lo que frecuentemente recaía en dificultades
políticas entre sus gobiernos. En su opinión los errores en la organización territorial a nivel nacional
a lo largo de la historia nacional habían influido en forma por demás importante en el fracaso de la
política de los gobiernos ya fuera del sector liberal o conservador. Por otro lado, le atribuía a la
organización espacial una fuente de poder y en su discurso así lo señalaba: "los gobernantes no
han podido llegar a comprender todo el medio sobre el cual se extiende la esfera del poder, no han
llegado a darse cuenta del radio de acción de la influencia administrativa y política que deben
hacer sentir hasta los más lejanos ámbitos de cada entidad" (Diario de los Debates del Congreso
Constituyente, 1916-1917:1960: 992).
En un periodo muy corto, del 6 de diciembre de 1916 al 26 de enero de 1917, se inicio la discusión
sobre la organización espacial del territorio mexicano, no sin la reprobación de varios de los
constituyentes que pedían más tiempo y mayor organización para un tema de gran trascendencia.
Carranza y su grupo de asesores instalados en Querétaro en diciembre de 1916, empezaron a
discutir para reformar la Constitución Mexicana en este apartado. Su proyecto aceptaba la división
territorial hasta entonces existente e introduce las siguientes innovaciones: convertir al territorio de
Tepic, en estado y que llevara el nombre de Nayarit, suprimir el estado del Valle de México, y que
las islas en aguas territoriales de México quedaran bajo la jurisdicción del gobierno federal. En
términos generales, los constituyentes rechazaron el examen cuidadoso de las cuestiones
territoriales alegando la falta de tiempo y por lo tanto aprobando casi sin discusión los artículos del
proyecto presentado por Venustiano Carranza (O ' Gorman, 1973).
El día 6 de diciembre de 1916 se iniciaba la discusión de la división territorial. En los artículos del
42 al 48 de la Constitución Mexicana. El tema se abordaba en su sección dos del título segundo
en el apartado "De las partes integrantes de la Federación y del territorio nacional". En este
apartado resaltaban dos aspectos: la preocupación de Carranza de convertir al territorio en una
Federación y la ausencia de cambios sustanciales que se pudieran agregar o modificar a la división
territorial de la Constitución de 1857. Los pocos cambios en este tema se visualizan en los
artículos 43 y 44. En el primer Artículo destacaba la creación del estado de Nayarit, en sustitución
del territorio de Tepic. En el Artículo 44, se expresaba que el Distrito Federal se ensancharía a
expensas de varios municipios pertenecientes al Estado de México (IMSS, 1982). La justificación
para ensanchar territorialmente al Valle de México, eran de tipo militar, político y civil como indicó
Carranza:
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“El Valle de México es una extensión territorial que tiene defensas naturales propias, que lo hacen
en cierto modo inaccesible y debiéndose aprovechar esas fortificaciones naturales es muy fácil
defenderlas. Hacer de la Ciudad de México, toda esta circunscripción, una formidable plaza fuerte
que sería el último reducto, la última línea de defensa del país, en el caso de una resistencia
desesperada en una guerra extranjera” (Diario de los Debates del Congreso Constituyente 1916-
1917, 1960:998).
La comisión dedicada al tema de la división territorial solicitó mayor tiempo para establecer
acuerdos en el tema de la división territorial. En la voz del diputado Pedro Chapa se solicitó que la
comisión se instalara por la mañana y por la tarde y se incorporaran nuevos delegados. La petición
fue aceptada y se incorporaron Paulino Machorro Narváez, el licenciado Hilario Medina, el doctor
Arturo Méndez, el General Heriberto Jara y el doctor Agustín Garza González. El 26 de enero de
1917 se presentó una lista de iniciativas para reformas a la división política territorial: Baja
California deseaba erigirse como estado, algo similar buscaba el presidente de Juchitan cuando
pedía que se formara una entidad federativa en el Istmo de Tehuantepec. Sin embargo, pese a las
simpatías de Carranza para esta última iniciativa, la petición fue rechazada. En el caso del territorio
de Baja California, la negativa se fundamentaba en el criterio de su escasa población. Otras
iniciativas presentadas fueron la de los municipios de Tepetzintla, Anizatlán, Olintla y Xopala
quienes integrados querían formar un nuevo estado que llevara el nombre de Zempoala. También
se envío un escrito del distrito de Taxco en que manifestaba interés por pertenecer al Distrito
Federal, y una sugerencia, que el nuevo estado conformado por el territorio de Tepic, se llamara
Carranza. La diputación de Querétaro, por su parte, pretendía que se reformara la división
territorial de los estados de Guanajuato, Querétaro y México para definir sus límites (Ibídem:998-
999). Pero la manifestación más vehemente fue la del delegado de Colima, en la observación de la
desigual extensión territorial de las entidades de la República Mexicana, él opinaba que una
consecuencia de ello era las desventaja económica, política y social que tenían los estados
pequeños, con respecto a los de gran extensión. Por ello, su petición era que el estado de Colima
se ampliara con base en cinco territorios de Jalisco y uno de Michoacán. La iniciativa fue
rechazada y se sugirió que este estado se anexara a Jalisco o a Michoacán.
La nueva Constitución Mexicana de principios de siglo reflejaba una organización territorial de la
Federación con pocos cambios en relación a la del 57, como se puede observar en la figura 1. La
división territorial de 1917, conformó al país en 28 estados, dos territorios (Baja California y
Quintana Roo) y un Distrito Federal (Commons, 2002). Reformas subsecuentes modificaron el
status jurídico del territorio de Baja California, el 7 de febrero de 1931 se conformaba en dos
nuevas entidades: Baja California y Baja California Sur, con estas medidas se sumaba un nuevo
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territorio (Ver figura 2). Esta división territorial no duraría mucho tiempo, pues el 19 de diciembre de
ese mismo año, el territorio de Quintana Roo, pasaría a distribuirse entre las entidades de Yucatán
y Campeche, en enero de 1935, se restablece el territorio de Quintana Roo. Años más tarde la idea
de los constituyentes de 1824, de conformar una Federación se hacía realidad con la división
territorial de 1974.
Las fronteras internacionales La demarcación de las fronteras nacionales era también una necesidad en el proceso de
integración del territorio. Para inicios de siglo XX, la disputa entre México y los países con los que
compartía fronteras: Estados Unidos, Guatemala y Belice ya no fueron por territorio, sino por la
soberanía de su línea divisoria. Había imprecisión en los límites fronterizos, sobre todo en la
frontera norte, por el hecho de que estaba trazada por el río Bravo, en época de lluvias su fuerte y
cambiante corriente provocaba problemas en la delimitación de la frontera. Por otro lado la
utilización indiscriminada del agua por el uso de represas para el desarrollo agrícola en el lado
estadounidense provocaba serias sequías en el territorio mexicano, afectando la agricultura
principalmente de Chihuahua. Esta situación causaba constantes disputas entre ambos países
fronterizos. La administración de Díaz puso en evidencia los excesos cometidos por los
estadounidenses. Sin embargo, las negociaciones se estancaron por la negligencia
norteamericana hasta mayo de 1906, fecha en que el gobierno estadounidense aceptó firmar un
tratado mediante el cual se comprometía por consideraciones de cortesía internacional, a dar el
agua suficiente a México.
Pero no todo eran controversias dilatadas e infructuosas también se dirigieron acciones tendientes
a disminuir dificultades. El 1º de febrero de 1933 se llevó acabo la convención para la rectificación
del río Bravo del Norte en el Valle de Juárez-El Paso Texas. El logro de esta reunión fue un
convenio para estabilizar la línea divisoria y para evitar las inundaciones de los Valles de Juárez y
de El Paso, Texas por medio de la construcción de un canal. Los terrenos perdidos por el trazo
nuevo quedarían en beneficio del país en cuyo lado quedasen, y se harían compensaciones en la
forma prevista por la convención de bancos de 1905. Luego de más de diez años, se lograba tras
largas negociaciones el Tratado sobre Aguas Internacionales del 3 de febrero de 1944. En este
acuerdo se reparte con cierta equidad el uso de las aguas del Bravo y de sus afluentes, sin olvidar
los de los ríos Tijuana y Colorado. Los efectos positivos de esa medida para México fue la
construcción de la presa Falcón, que riega extensas áreas agrícolas de México y beneficiaría una
importante área de Monterrey que carecía de electricidad (Sepúlveda, 1958a).
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La delimitación de la frontera sur adquiría sus propios matices: el pleito de Chiapas y el Soconusco
era el tema principal en la disputa entre México y Guatemala en el siglo XIX. Luego de que la
efímera República Federal de Centroamérica, 1823-1839 se desintegrara, Guatemala surgía en
1839 como una nueva nación. Este país en un intento de ensanchar su territorio motivaba a los
habitantes de Chiapas y el Soconusco a integrarse a él. Luego de un rotundo rechazo a esta
petición se confirmaba definitivamente la anexión de este territorio a la República Mexicana a
través del acta de la Junta General Chiapaneca del 15 de agosto de 1841. Por su parte el
Soconusco, al que los guatemaltecos hacían ya suyo, reiteró su integración a México. El General
Santa Anna previniendo cualquier maniobra por parte de los guatemaltecos envió tropas
permanentes a la región. El 11 de septiembre de 1842 se emite un decreto en el que el distrito del
Soconusco se integraba definitivamente al departamento de Chiapas. Con este hecho se resarcía
la imagen de Santa Anna, ya que si bien había contribuido a la pérdida del territorio de Texas, en
cambio reivindicaba a cambio el Soconusco para México.
El gobierno de Guatemala siguió manifestando su desacuerdo por medio de violentas irrupciones
al territorio mexicano por varias décadas, especialmente en 1879 y 1880. El gobierno mexicano,
representado por Porfirio Díaz remitió contingentes militares a la zona para controlar la situación.
Este hecho provocó que Guatemala solicitara la intervención del gobierno de los Estados Unidos.
Luego de constantes escarceos diplomáticos entre el gobierno de México, el de los Estados Unidos
y el representante guatemalteco en México, el 12 de agosto de 1882, con la participación del
estadista mexicano Matías Romero y el consentimiento del presidente de Guatemala, el General
Rufino Barrios, se firmaban los artículos preliminares al tratado de límites con ese país. La
convención de límites fue debidamente ratificada por ambos países, y los instrumentos respectivos
se intercambiaron el 1º de mayo de 1883. Pero continuaron las dificultades en la tarea de fijar la
línea divisoria, y aparecieron mutuas reclamaciones hasta que, como se ha visto finalmente el 1º
de abril de 1895 se acabo por fin con la disputa de límites en la frontera sur (Sepúlveda, 1958b).
Durante el periodo revolucionario no hubo mayor problema en la frontera sur con Guatemala, salvo
desacuerdos ocasionales por el control del agua, dados los cambios en el cauce de los ríos
Usumacinta y el Suchiate. En el año de 1938 se volvió a retomar en forma oficial esta frontera. Por
invitación de la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Dirección de Meteorología e Hidrología
junto con la Comisión de Límites de Guatemala se hicieron cargo de la reapertura y amojonamiento
de la línea divisoria entre México y Guatemala. Esta comprendía desde el monumento
internacional Número 35, situado en la intersección de los límites de México con Guatemala y
Belice, a lo largo del paralelo 17º 49' hasta el esquinero de Campeche y continuando por el
meridiano del Ceibo y el segundo paralelo hasta el río Usumacinta (Martínez, 1953).
40
En el caso de la frontera con Belice, su delimitación fue trazada con base en el convenio de julio de
1893 en el cual México reconocía la soberanía de Inglaterra en Belice. La nueva línea fronteriza
con esta colonia británica representaba en la historia nacional del siglo XIX, un nuevo despojo al
territorio mexicano, esta vez por parte de Inglaterra. Desde mediados del siglo pasado los ingleses
aprovecharon la inconformidad de los grupos mayas para sublevarlos contra el gobierno mexicano,
provocando una seria guerra de castas en el sureste mexicano. Aseguradas sus fronteras al oeste
y sur, y legalizado su apoderamiento del área situado entre el Sarstún al sur y Sibún al norte,
Inglaterra esperó el momento para despojar a México. Se dedicó a armar a los rebeldes mayas y
preparar sus avances hacia Yucatán. Los años de 1872 y 1873 recrudecen las acciones del
gobierno mexicano sobre los mayas de esta región. La nota de Vallarta del 23 de marzo de 1878
constituye un valioso esfuerzo para lograr el reconocimiento de los derechos de México sobre el
territorio de Belice entre los ríos Hondo y Sibún. Para el gobierno de Porfirio Díaz se presentaba el
dilema de seguir presionando con riesgo a perder más territorio o bien fijar un límite definitivo. Para
el gobierno nacional era más conveniente la segunda opción, por ello se optó por fijar los límites
con la Honduras Británica el 8 de julio de 1893 y de modo definitivo el 7 de abril de 1897. De esta
forma México perdía la parte situada entre los ríos Hondo al norte y Sibún al sur (Sepúlveda,
1958b).
Años más tarde al explorar estos linderos, el personal de la Dirección de Estudios Geográficos y
Climatológicos en la exploración al territorio de Quintana Roo, y al escribir el informe de los
trabajos, el jefe de operaciones, Manuel Medina realizó un comentario que denunciaba el abuso de
los ingleses en la demarcación de esta frontera: "habíamos visto muchas veces, sin darle
importancia la forma del lindero entre la República y la Colonia Británica y cuantos estábamos en
este territorio, nos dimos cuenta de la perfidia inglesa puesto que se abuso del escaso
conocimiento que nuestras autoridades mexicanas tenían del territorio para obtener todo género de
ventajas" (Secretaría de Agricultura y Fomento,1918: 9). Esta situación en opinión de Medina
generaba graves consecuencias para México, dado que con la configuración geográfica del lindero
que partía de la desembocadura del río Hondo y terminaba en la punta de San Pedro, se cerraba
por completo la bahía de Chetumal, generando que todos los productos mexicanos tuvieran que
pasar por aguas inglesas para llegar al Mar Caribe. Esta situación obligaba a pagar los
consiguientes derechos de transporte. Los límites sobre esta frontera no se trazaron en el terreno,
sino hasta 1915, con la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos, cuando se integró la
comisión que hizo el levantamiento de los ríos Hondo y el Azul, primero bajo la dirección del
ingeniero Pedro C. Sánchez y más tarde por el ingeniero Horacio Herrera.
41
Un caso pendiente en la delimitación internacional era el caso de El Chamizal, territorio como de
seiscientos acres de superficie situado al norte del río Bravo que por decisión arbitral de 11 de
junio de 1911 pasaba a ser parte de México (Casasus, 1911). Pese a la resolución del arbitraje
internacional a favor de México, Estados Unidos no aceptó la medida, por lo que ciudadanos
estadounidenses siguieron ocupando este territorio. La intensa guerra civil que azotó al país
durante el periodo revolucionario impidió que se abordara este asunto, el único intento formal para
solucionar esta disputa, se asumió durante la administración huertista, luego del asesinato de
Madero. El gobierno usurpador de Huerta en búsqueda del reconocimiento estadounidense, intentó
congraciarse con él y en una expresión antinacionalista, en marzo de 1913, reconoció un arbitraje
sobre las reclamaciones del gobierno de los Estados Unidos, y dos días después, aceptó renunciar
a El Chamizal, a cambio aceptó una isla y dos bancos, uno mediano y uno pequeño, espacios muy
cercanos a El Paso, Texas (IMSS, 1982). Esta decisión afectaba la integridad del territorio, por lo
que Venustiano Carranza encargado provisional del gobierno mexicano, luego del reconocimiento
del plan de Guadalupe, se manifiesta en desacuerdo con las medidas realizadas por Huerta y
expide un decreto en mayo de 1913, en donde creó las Comisiones Mixtas de Reclamaciones.
Junto a esta medida ofrecía garantías a los capitales de las naciones extranjeras afectadas por la
revolución. Si bien con esta medida al igual que Huerta buscaba la legitimidad en el exterior al
movimiento constitucionalista, también era una forma de presionar al gobierno de los Estados
Unidos, bajo premisas técnicas de respetar la decisión favorable a nuestro país sobre el territorio
de El Chamizal. En 1930 se realizó un intentó formal para negociar este territorio. El secretario de
Relaciones Exteriores mexicano y el embajador de los Estados Unidos se reunieron en El Paso
Texas. La posición del gobierno mexicano se sostuvo en que se respetara la decisión favorable
para México de 1911. Pero no fue si no hasta el sexenio de Adolfo López Mateos en donde el
gobierno estadounidense tomó la decisión formal de reintegrar a México este territorio.
El Mar Territorial
El área marítima e insular del territorio mexicano era una zona estratégica para el gobierno
revolucionario. Esta zona geográfica, representaba un medio de comunicación, de producción de
recursos naturales y de fomento al comercio exterior. En las tribunas del constituyente, y en
especial, en la Constitución de 1917, se encuentra el primer antecedente de legislación sobre el
Mar territorial conforme al Derecho Internacional. El Artículo 27 de la Carta Magna declaraba como
patrimonio de la nación a todas las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio.
Para los legisladores del constituyente era evidente la necesidad de estipular muy claramente la
delimitación del Mar territorial. Por ello era muy importante el Artículo 42 de la Constitución
Mexicana y no se vaciló en corregir el contenido de ese artículo, eliminando de éste la redacción
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que pudiera confundir el concepto de la soberanía de México con respecto a sus islas. La iniciativa
del gobierno mexicano consistía en precisar en el texto, mediante una buena redacción que las
islas más alejadas a tierra firme eran parte del territorio nacional. Un caso concreto era el de la isla
de Clipperton o de la Pasión, que estaba en disputa con Francia y sometida al arbitraje
internacional. Insertar esta afirmación en la Constitución política era la oportunidad del gobierno
mexicano de afirmar de una manera categórica el dominio eminente de México sobre este territorio.
El tema de la defensa del Mar Territorial mexicano al iniciar el siglo XX estaba estrechamente
vinculado con una desigual relación entre México y los Estados Unidos. Una agresiva política
imperialista estadounidense que actuaba de manera preferente, bajo el control económico era una
demostración de esto. Con el pretexto de que las leyes que se generaron en la Constitución
Mexicana amenazaban con la perdida o el debilitamiento de los intereses económicos de las
empresas estadounidenses, el gobierno de los Estados Unidos recurrió a la presión económica y
política, a la amenaza abierta e incluso a la intervención militar, como en la invasión del puerto de
Veracruz, en 1914, y la expedición punitiva en la frontera norte en 1916. Las protestas del gobierno
mexicano ante esta situación se manifiestan en los pronunciamientos constantes de Carranza, por
ejemplo, en el discurso dado por éste en el Congreso Constituyente de 1918 "El gobierno de
México espera que el de la República del Norte se mantenga respetuoso de nuestra soberanía e
independencia, pues el violarlas invocando la falta de garantías para sus nacionales o una
legislación inconveniente para sus intereses, constituye imperdonable transgresión de los
principios del derecho y de la moralidad internacionales y vendría a demostrar que la mayor
desgracia que puede tener un pueblo es la de ser débil" (Cámara de Diputados,1966:312). El discurso se acompañaba de constantes denuncias ante la embajada estadounidense por parte
del gobierno mexicano, especialmente por la violación del Espacio Aéreo y de su Mar territorial.
Las unidades de la Marina de Guerra de los Estados Unidos, permanecían en las aguas
territoriales, más de 24 horas, violando con ello, las normas del Derecho Internacional;
sobrevolaban el Espacio Aéreo, interceptaban la correspondencia nacional, utilizaban aparatos
portátiles que interferían las transmisiones mexicanas, no pagaban las tarifas aduanales y se
abstenían de proporcionar informes o registros que se les solicitaban. Se podrían señalar más
ejemplos, pero lo más reprochable fue la presencia ininterrumpida de los barcos de guerra de los
Estados Unidos frente a los puertos mexicanos, en ambos lados de la costa, de 1914 a 1920, con
pretexto de cuidar los intereses económicos de sus connacionales, en especial de los petroleros
(Meyer, 1988).
43
Otra respuesta ante los constantes agravios a la soberanía nacional, se manifiesta en la política
exterior del gobierno revolucionario mediante la reconocida doctrina Carranza, la cual es una
ampliación a las ideas propuestas por la doctrina Drago1 y más tarde por la doctrina Calvo. Esta
última una afirmación de la igualdad de la soberanía y del derecho de un Estado a controlar su
propia soberanía interna (Smith, 1973). Sin embargo, hasta la Revolución Mexicana las
discusiones sobre la doctrina Calvo eran meramente académicas, ningún país había intentado
ponerla en vigor y los jefes de las naciones latinoamericanas seguían aceptando las premisas
básicas y la política del capitalismo. En términos generales, las ideas directrices de esta corriente
nacionalista de Carranza lo expresaba así en su discurso ante el Congreso Constituyente en 1918
"que todos los países son iguales, deben respetar mutua y escrupulosamente sus instituciones, sus
leyes y su soberanía. Qué ningún país debe intervenir en ninguna forma y por ningún motivo en
asuntos interiores de otro. Todos deben someterse estrictamente y sin excepciones al principio
universal de no intervención" (Cámara de Diputados, 1966:252). Ante la presión extranjera, política,
económica y cultural, Carranza consideró necesario expandir el sentimiento nacionalista a toda
Latinoamérica, ya que con esto sus principios revolucionarios encontrarían en los gobiernos
latinoamericanos partidarios e incluso aliados en su lucha para limitar e impedir la intervención
extranjera en los asuntos internos. Consecuente con estas ideas, la política exterior del gobierno
mexicano, fue declararse neutral en la Primera Guerra Mundial y su rechazo a la doctrina Monroe.
Carranza declaraba públicamente el desconocimiento de esta doctrina ya que, en su opinión,
atacaba la soberanía e independencia de México y era una evidencia clara de la amenaza del
gobierno de los Estados Unidos de ejercer una tutela forzosa sobre Latinoamérica.
La riqueza marítima de nuestro país esta representada por la presencia de más de 10 000
kilómetros de litorales, cifra que lo coloca entre los países costeros más grandes del mundo. Pese
a la fuente inagotable de recursos para el territorio especialmente en la pesca, en México, al
menos hasta el primer tercio del siglo XX, no hubo acciones claras en cuanto a legislar sobre el
patrimonio de nuestros mares. El primer antecedente para legislar el Mar Patrimonial o Zona
Económica Exclusiva, se da casi al final de la administración porfirista, con la ley de Bienes
Inmuebles de la Nación, en diciembre de 1902. Más tarde, con el nuevo régimen constitucionalista
1 Doctrina formulada en 1902 por Luis María Drago, ministro de Relaciones Exteriores del gobierno del presidente Julio A. Roca, en la República Argentina. La doctrina Drago es el antecedente de la utilización del derecho como instrumento para salvaguardar la existencia de los Estados más débiles y vulnerables. Lo que ataca esta doctrina es la presión ejercida contra un Estado soberano por causa de la falta de pago. A propósito del incidente en Venezuela en 1902. cuando bajo la presidencia de Cipriano Castro este país fue objeto de la invasión tripartista realizada por Alemania, Inglaterra e Italia para obligar a esta nación al pago de las deudas contraídas con ciudadanos de los citados países. (García, 2002 y Lozada, 2002)
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se declaraba en el apartado del Artículo 27: "como propiedad de la nación las aguas de los mares
territoriales en la extensión y términos que fija el Derecho Internacional". En este se seguía
manejando las tres millas de amplitud del Mar Territorial. Sin embargo pese a que ya había un
concepto sobre Mar Patrimonial, no había en sí, una legislación clara sobre este asunto. Esta
situación no mejoraría, sino años más tarde.
Es hasta 1930, con la Conferencia de La Haya, donde los gobiernos, en ese momento llamados del
Tercer Mundo declaraban abiertamente la necesidad de utilizar los recursos vivos del mar
adyacente a sus costas en beneficio de sus naciones y establecer una lucha frontal contra las
potencias marítimas de economías desarrolladas que tenían grandes flotas pesqueras, capacidad
económica y tecnológica para operar a grandes distancias en zonas cercanas a sus costas. Ante la
evidente ausencia de una legislación del Derecho Internacional en el tema, los países ribereños en
desarrollo se pronunciaron por nuevas normas en este tópico que tendieran a proteger sus
intereses, convencidos de que la pesca podría ser una fuente importante de proteínas para la
alimentación de sus pueblos, demandaban extender los límites del Mar Territorial, para ello, era
necesario crear una nueva institución del derecho del mar: la Zona Económica Exclusiva o también
llamado Mar Patrimonial (LLanes, 1974).
En la Conferencia de La Haya, los países de escaso desarrollo se pronunciaron por ampliar a más
de tres millas la anchura del Mar Territorial, iniciativa que no se aceptó pero sí en cambio logró que
quedara estipulada jurídicamente la soberanía del estado ribereño sobre su Mar Territorial, el
Espacio Aéreo y el lecho y subsuelo de dicho mar. Además se debatió y aprobó la existencia de
otro espacio, la Zona Económica Exclusiva o también llamada el Mar Patrimonial: "una zona del
alta mar contigua al Mar Territorial, consistente en una franja paralela situada entre este mar y el
pelagus" (Zacklin, 1975:15). La extensión que se fijó para el Mar Territorial fue inicialmente de tres
millas de anchura, aunque en algunos casos por las condiciones geográficas de la zona podría ser
mayor. También se habló de una zona contigua que no podía extenderse más allá de doce millas
medidas desde la costa. En esta área ejercería jurisdicción el estado ribereño para impedir una
serie de problemas en temas como sanidad, navegación, seguridad y protección de la pesca.
2.3 La organización de la administración pública bajo la visión nacionalista de Venustiano Carranza Para el gobierno posrevolucionario era fundamental la organización espacial para el control del
territorio. Ésta era una medida de información para la reordenación de la administración pública,
elemento vital para mejorar el nivel social de la población que era, sin lugar a dudas, uno de los
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postulados básicos del programa surgido de la Revolución Mexicana. En julio de 1917, es
declarado oficialmente Venustiano Carranza como el nuevo presidente de México. Con él se
iniciaba una nueva etapa posrevolucionaria: la reconstrucción nacional, bajo esta iniciativa, era
crucial iniciar con nuevos lineamientos la reordenación de la administración pública. Los objetivos
de su gobierno obedecen al proyecto histórico del desarrollo del capitalismo, con la diferencia de
que su programa agregó la cuestión social que antes no se había hecho presente o había sido
sofocada por la dictadura y el papel rector del Estado para el logro del desarrollo económico
(Córdova, 1984).
La política económica, es decir el desarrollo y fomento de la riqueza del país que siguió el gobierno
revolucionario puede resumirse en la frase tradicional "México para los mexicanos". A Carranza le
quedaba muy clara la relación existente entre el control de los recursos naturales y la
independencia económica, por ello, no dudo en legislar en este sentido. La legislación más
significativa era la que se refería a defender y a reivindicar los recursos naturales del país, por lo
que en este empeño no pidió ni dio cuartel "a conservar ante todo la integridad de la nación y su
independencia", afirmaba Carranza a principios de 1916. Los dos sectores a los cuales les dedicó
mayor atención fueron el petróleo y las minas. En esta época el petróleo era la fuente de recursos
financieros más importante para el país. Las bases de la política petrolera de Carranza estaba
encaminada al logro de dos objetivos: aumentar el erario nacional vía impuestos cobrados a las
empresas petroleras y por otro lado a restituirle los derechos a la nación sobre los recursos del
subsuelo (Ulloa, 1979). Para ello realizó una serie de medidas, entre ellas, el aumento de
aranceles a la exportación del petróleo, decretos encaminados a realizar avalúos sobre los
terrenos petrolíferos, por medio de una serie de inspecciones a las zonas petroleras, con el objeto
de tener un mayor control sobre la explotación de este recurso. Se exigía a las compañías un
estudio de la zona de explotación. Por su parte la legislación minera del gobierno preconstitucional
versó sobre tres temas fundamentales: el aumento de los impuestos sobre las pertenencias y sobre
la exportación de metales y minerales; la caducidad de las minas que producían y la eliminación de
los privilegios para los propietarios extranjeros. En esta etapa se encuentra el antecedente más
significativo para resolver el problema agrario con la ley del 6 de enero de 1915. Más tarde, la
Constitución Mexicana de 1917, en el Artículo 27, establece principios y procedimientos para
solucionar este problema. Estipula, entre otros asuntos, la restitución de las tierras usurpadas a los
campesinos y la restauración de comunidades. Promueve el fraccionamiento de los latifundios
estipulando que en el caso de que los propietarios se opusieran a este proceso, se les expropiarían
sus tierras mediante el pago de la indemnización correspondiente.
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El Artículo 27 es una afirmación del control de los recursos naturales. En este apartado, la
Constitución otorgaba a la nación representada por el gobierno, ilimitados derechos en lo referente
a la propiedad del subsuelo, de las aguas, de los mares territoriales, de los ríos, de los lagos, así
como de los montes y de los bosques. Carranza sostenía que las riquezas naturales, su fomento y
desarrollo debían beneficiar de preferencia a los mexicanos, o aquellos extranjeros que por
residencia, familia o inversión definitiva de sus recursos económicos estuvieran establecidos en
México. Sólo los mexicanos por nacimiento, por naturalización y las sociedades mexicanas tenían
derecho para adquirir el dominio de las tierras, aguas y sus acciones, o para obtener concesiones
de explotación de minas de agua y combustibles en la República Mexicana. Carranza como liberal, concebía una idea de nación en términos de integración, desarrollo
económico y soberanía, con la pretensión de hacer de México una nación moderna. Bajo esta
concepción era preciso acelerar la transición del país de una economía rural a una economía
capitalista moderna. Para la formación de una nación moderna era necesaria la realización de
grandes transformaciones económicas y sociales en el país. Motivado por esto el gobierno
constitucionalista promovió numerosos cambios de organización a la infraestructura nacional,
impulsó la construcción de caminos, presas, cambios en el desarrollo urbano, acciones que
motivaron grandes transacciones económicas y políticas. Se aspiraba a activar amplios sectores de
la economía como la agricultura, la minería y especialmente el petróleo. En este sentido el estudio
del medio geográfico era un arma incuestionable hacia el progreso nacional, sin embargo, para
principios del siglo XX, aún con los avances realizados por las dependencias geográficas del siglo
pasado, el espacio nacional, seguía en gran parte desconocido y en muchas otras, no integradas
al territorio (Osorio, 1916 ).
El movimiento armado de la Revolución Mexicana tuvo un costo social y material. Un millón de
muertos aproximadamente. Un millón de migrantes a los Estados Unidos y un aparato productivo
desarticulado y en ciertas regiones devastado (Coll, 2000). Una movilidad de la población en
especial los campesinos sobre todo del centro y del norte se desplazaron a diferentes regiones de
la República Mexicana en vías de sus ideales revolucionarios. La población como nunca en los
tiempos recientes sufría una regresión en números absolutos. El censo con sus cifras lo
demuestra, de una población de 15 millones en 1910, se redujo a 14.3 millones de habitantes en
1921. El impacto en las tasas de natalidad fue un hecho, por ejemplo, en 1910 se registró una tasa
negativa de crecimiento anual de -0.5 recuperándose parcialmente en 1921 con una tasa de 1.73
(Ver cuadro 1). Bajo este panorama era necesario disminuir las grandes desigualdades regionales,
que frenaban el desarrollo económico nacional y controlar sus efectos, los "brotes rebeldes", que
afectaban la estabilidad política del país.
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Cuadro 1. Población censal 1900-1930
Año Población total en millones *Tasa
1900 13 607.3 1.09
1910 15 160.4 - .05
1921 14 334.8 1.73
1930 16 552.7 1.77
*Tasa de crecimiento media anual
Fuente: Coll, 2000:103
A inicios de siglo, México era un país eminentemente agrícola. Esta cualidad motivaba al gobierno
mexicano a fomentar una política agraria dirigida a incrementar la productividad en este terreno.
Para ello se hacia necesario el conocimiento de factores del medio físico como el clima, el suelo y
la hidrología del país; en el terreno económico, construir obras de irrigación hacia extensas zonas
del país y motivar los créditos para el campo. Por su parte la infraestructura y los medios de
comunicación terrestre y marítima, jugaban un importante papel en la integración del territorio, su
función era vincular más estrechamente las diferentes partes de la República Mexicana, además
de la importancia vital para la distribución y aprovechamiento de los recursos naturales. La visión
militar en la voz del General Salvador Alvarado expresaba así sus ideas con respecto al tema: "la
vasta extensión superficial de la República, la escasa densidad de la población diseminada en ella
y la falta de un sistema fluvial que proporcione vías naturales y baratas para el transporte de los
productos, hacen que el problema de las comunicaciones en nuestro país sea de tan gran
trascendencia que, constituya uno de los factores más importantes cuando se trate de procurar el
aprovechamiento de nuestras riquezas naturales" (Alvarado,1980:97). Desde el punto de vista
militar, las comunicaciones, eran de importancia, los caminos y los ferrocarriles, servirían como
medio de desplazamiento de los hombres y las armas.
Para el gobierno mexicano era una necesidad, no importando la crisis económica que vivía,
reconstruir y fomentar las comunicaciones destruidas como consecuencia de la guerra civil que
azotó al territorio mexicano. Carranza cobró importancia de los hechos para la integración del
territorio y se dio a la tarea de continuar con la construcción de diversos medios de comunicación.
Por herencia porfiriana los ferrocarriles ocuparían el primer lugar de la atención como medio de
transporte, pero el sistema carretero sería un sistema de comunicación que adquiriría gran
relevancia. En el informe presidencial de Carranza en 1917 así lo expresaba "las carreteras han
merecido especial atención". La distribución de los medios de comunicación terrestre fue resultado
48
del predominio en la orientación del comercio exterior dirigido principalmente a los Estados Unidos.
La tendencia dominante en la construcción del sistema carretero al igual que el de los ferrocarriles,
fue la de facilitar la salida de nuestros productos hacia el país vecino, asegurando el transporte de
mercancías de aquél país hacia México. El desarrollo del sistema marítimo no se dejó atrás, sin
lugar a dudas los puertos representaban una infraestructura fundamental: en el terreno militar,
permitían el control del armamento y en lo económico eran necesarios para salida de uno de los
recursos naturales de mayor exportación del país: el petróleo. El telégrafo registraba en el año de
1917 un superávit del 47% en los destinos presupuestales, mismo que se utilizaría, entre otros
fines, para la adquisición de estaciones radiotelegráficas, material y aparatos. Se construyeron
1057 kilómetros de líneas nuevas y la reparación de 166 747 kilómetros lineales. En este año
había 557 oficinas telegráficas, 20 telefónicas y 17 radiotelegráficas en servicio (Matute, 1995:
210).
Por otro lado, un aspecto relevante del gobierno de Carranza es la decisión manifiesta a establecer
una administración civilista. Esta posición ideológica se visualiza perfectamente en sus decisiones,
sobre todo, al dejar en manos de un civil la Secretaría de Agricultura y Fomento, una de las
secretarías de mayor trascendencia para el progreso del país. En este marco político, la figura de
Pastor Rouaix, representa uno de los aspectos más significativos del legado nacionalista de
Carranza. Su obra revolucionaria se funda en su sensibilidad para entender los grandes problemas
nacionales. Su comprensión de la realidad rural de México y sus conocimientos administrativos
fueron factores que motivaron a Carranza a encomendarle, en agosto de 1914 el despacho de la
entonces Secretaría de Fomento, Colonización e Industria. Más adelante, el 1º de enero de 1915,
es nombrado subsecretario y posteriormente secretario de Agricultura y Fomento cargo que
desempeñó hasta la muerte de Carranza en 1920 (Cruz, 1967).
Durante la usurpación del poder de Victoriano Huerta, los asuntos de la Secretaría de Fomento
estuvieron atendidos junto con los de la Secretaría de Comunicaciones, pero al ser ocupada la
plaza a fines de agosto de 1914, permitió al gobierno del jefe del Ejército Constitucionalista,
Venustiano Carranza, instalarse en la capital de la República Mexicana y reorganizar a la
Secretaría y poner a la cabeza de esta dependencia a Pastor Rouaix designándolo como Oficial
Mayor. El ingeniero Rouaix recibía una secretaría desorganizada, como consecuencia del caos
ocurrido durante los diecisiete meses de la usurpación huertista. Los dirigentes de esta institución
no tenían ni el talento, ni los conocimientos, ni el método, ni el orden para el desempeño de las
funciones criticaban las autoridades de esta dependencia en el Boletín de la Secretaría de
Fomento de 1916. Según esta fuente, los funcionarios de la entonces Secretaría de Fomento no se
ocupaban de ella por el bienestar de la nación, sino solamente para obtener utilidad personal, ya
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para celebrar contratos onerosos a la nación o para establecer privilegios y monopolios que de
haberse sostenido habrían causado inmensos perjuicios al país. En este contexto Rouaix tenía
sobre sus hombros gran responsabilidad. Su primera labor fue expulsar a los funcionarios
reaccionarios, luego de una saludable selección inició nuevos métodos en los procesos de trabajo.
Comenzaba la época de reconstrucción cuando la rebeldía de Francisco Villa ponía en peligro el
triunfo del constitucionalismo, por lo que nuevamente el gobierno de Carranza tuvo que trasladarse
a fines de noviembre de 1914 a una nueva sede política, el puerto de Veracruz. En este lugar, en
palabras de Rouaix: "Allí el pequeño grupo de funcionarios civiles que lo formaban, alejados de la
procela de odios que alzaba sus encrespadas olas en los campos del Bajío, pudieron consagrarse
a realizar sus ideales, cada uno en la esfera de acción que se le había encomendado" (Ibídem:11).
Es pues en esta época en donde encontramos la parte más sustanciosa de su obra revolucionaria,
en especial en el aspecto agrario, la cual tiene como precedente, la ley Agraria del 4 de agosto de
1913 que es el primer antecedente legislativo tendiente a resolver este problema. Según Pastor
Rouaix la carencia de tierras de los campesinos y el monopolio de ellas por los grandes
hacendados provocaba hambre y miseria en el campo mexicano. Por ello se hacia necesario que
el Estado fomentara la pequeña y mediana propiedad de la tierra, medida que traería como
resultado repartir la tierra entre muchos propietarios, beneficiando no sólo a los campesinos, sino
el desarrollo de las actividades económicas como la agricultura. Asimismo consideraba que esta
medida fomentaría la producción agrícola, fuente principal de riqueza nacional. La tierra ya no
estaría ociosa al ser monopolizada por unos cuantos hombres que no tenían interés en esta
actividad, sino en una gran cantidad de agricultores que motivados por su interés de mejorar su
nivel de vida, se esforzarían por aumentar la producción agrícola y finalmente esto llevaría
indudablemente a mejorar la paupérrima calidad de vida que millones de mexicanos vivían en el
campo mexicano (Rouaix, 1913).
Ya como secretario de Fomento ratificó la política nacionalista de Carranza de reivindicar para el
país lo que es suyo. Inició la revisión de todos aquellos contratos que fueran perjudiciales para la
nación, como fueron aquellos relacionados con la explotación de bosques, los pesqueros y los
petroleros (Rouaix, 1920). En especial las acciones que se emprendieron con más ahínco fueron
las encaminadas a anular las leyes relativas a los títulos expedidos y reivindicar a la nación sus
derechos, luego de las concesiones cedidas por la dictadura a las compañías deslindadoras, por
medio de las cuales millones de terrenos nacionales habían pasado a manos extranjeras y que se
encontraban en un grado lamentable de improductividad. Era preciso formular un proyecto que
abarcara la mayor parte de los problemas referentes al aspecto agrario, que favoreciera la
pequeña propiedad, disolviera el latifundio y restituyera a los pueblos las tierras que les fueron
arrebatadas tiempo atrás. El 6 de enero de 1915, Pastor Rouaix firmaba junto con el licenciado
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Luis Cabrera una ley que sentaría las bases de la Reforma Agraria. Para Rouaix no menos
importante era mantener bajo el control nacional los recursos naturales en especial, los del
subsuelo, el carbón de piedra y el petróleo. Con el afán de iniciar el proceso de nacionalización del
petróleo, visitaba constantemente las zonas petroleras del país para mantener una vigilancia férrea
de ellas y recorrió diversos estados de la Unión Americana con la finalidad de incorporar
tecnologías modernas para el desarrollo de una posible nacionalización del petróleo. En vías de
este objetivo organizó la Comisión Técnica y el Departamento de Petróleo dependiente del
despacho que encabezaba.
Al triunfo del constitucionalismo, el gobierno de Carranza regresó a la Ciudad de México en agosto
de 1915 y organizó a la Secretaría de Fomento agrupando las antiguas dependencias que la
formaban en doce direcciones y una oficialía mayor además de la Comisión Nacional Agraria que
fue instituida por ley el 6 de enero de 1915 (Diario de los Debates 1917, 1981: 87). La Secretaría
se organizó en forma federativa concediendo su autonomía a cada una de las diversas direcciones
que la componían de tal forma que cada dirección asumiría la responsabilidad de sus actos,
tramitándolos con arreglo a la ley dependiendo del gobierno central únicamente para tomar los
acuerdos relativos a las resoluciones definitivas y de gran importancia ligados íntimamente con los
objetivos de la política general cuya norma era en términos generales en el progreso del país. En
adelante la Secretaría de Fomento, sería en opinión de Rouaix, "el nervio de la reforma social", a
cargo de la cual quedarían todas las fuentes de riqueza nacional, las tierras y las aguas, los
yacimientos minerales y petrolíferos, la explotación de los bosques y el cultivo de los campos, el
comercio y la industria. Bajo esta perspectiva nacionalista dos instituciones científico-técnicas
importantes fueron la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos y la Dirección de
Estudios Biológicos. La primera fundamental para el estudio del territorio nacional y de sus
habitantes y la segunda para el estudio de la flora y de la fauna mexicana.
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CAPÍTULO III. LA DIRECCIÓN DE ESTUDIOS GEOGRÁFICOS Y CLIMATOLÓGICOS
(1915-1934) 3.1 La organización de la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos Para el gobierno revolucionario una necesidad apremiante era el control de la información
geográfica. Por ello no dudó en promover la creación de instituciones técnicamente especializadas
en el tema. En Octubre de 1915, se creó por decreto presidencial la Dirección de Estudios
Geográficos y Climatológicos, quien representaba sin duda, la institución de mayor trascendencia
en la primera parte del siglo XX en el ámbito geográfico. Su origen y desenvolvimiento marcó la
visión del Estado mexicano sobre el territorio nacional durante el periodo de 1915-1934. Con base
a los objetivos gubernamentales esta oficina sería la responsable del estudio del territorio nacional
desde el punto de vista geográfico y climatológico (Secretaría de Agricultura y Fomento, 1919).
Esta institución incorporaba en una sola, los estudios geográficos del país y fue el resultado de la
fusión de las principales dependencias gubernamentales que se ocupaban a fines del siglo pasado,
entre otros, del proyecto de la carta geográfica de México. Las oficinas reunidas fueron la Comisión
Geodésica Mexicana, la Comisión Geográfico-Exploradora, el Departamento de Cartografía de la
Secretaría de Fomento y los Observatorios Astronómico, Meteorológico y Sismológico. Al terminar
la administración porfirista estas instituciones eran en general las encargadas de realizar los
estudios geográficos en el país. La Comisión Geográfico-Exploradora tenía a su cargo la
elaboración de las cartas de la República Mexicana. En los varios años de su existencia produjo
los mapas de los estados de Puebla, Tlaxcala, Morelos, Veracruz, San Luís Potosí, Nuevo León e
inició los levantamiento en otras regiones consignando además de esos mapas en hojas a escala
de 1: 100 000, el resultado de sus mediciones totales. Independientemente de ellas trabajaba la
Comisión Geodésica Mexicana, creada con el fin de medir el arco de meridiano 98º Oeste en
combinación con trabajos similares de la nación estadounidense y debía después proceder a la
triangulación de dos paralelos. En las oficinas de la Secretaría de Fomento operaba el
Departamento de Cartografía que dibujaba y construía la Carta General de la República Mexicana,
desligado totalmente de las otras dos comisiones. El Servicio Meteorológico era atendido por el
Observatorio Central que concentraba los datos que recibía de los observatorios foráneos. Se
completaban estas investigaciones científicas con una Comisión Exploradora de la Fauna y la
Flora, también dependiente de la Secretaría de Fomento. (Sociedad Mexicana de Geografía y
Estadística, 1940).
Estas instituciones geográficas estuvieron funcionando, en general hasta 1914; diversas
circunstancias influyeron en su desintegración. En el caso de la Comisión Geográfico- Exploradora,
su personal, en su mayoría militar, era requerido en plena lucha civil, razón entendible del porqué
52
desde 1913 esta institución dejara de producir. Por su parte, la Comisión Geodésica Mexicana,
estaba en la última etapa de sus tareas con la medida del arco del meridiano de 98º Oeste, una
vez terminados sus trabajos, no tenía razones para continuar como institución. Finalmente la
Sección de Cartografía, al desintegrarse las dependencias antes señaladas se agotaban con ello,
las fuentes de información para la elaboración de nuevas cartas para el país (Parrés,1940). El
Observatorio Astronómico cuya misión era cooperar con las comisiones geográficas en la
determinación de la diferencia de longitudes, no corrió con mejor suerte.
Era evidente la desorganización en la coordinación de las dependencias que realizaban trabajos
geográficos. Esto que había sido ya advertido por el Ministerio de Fomento propició en 1912 una
tentativa de unificar estas dependencias. Esta iniciativa que fracasó, pudo realizarse años más
tarde, con la creación de la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos. El gobierno
constitucionalista creyó conveniente organizar estas dependencias de la Secretaría de Fomento
dándoles cohesión y unidad para que fueran más eficientes en sus resultados, agrupándolas en
una sola dirección, la que debía proceder a sus trabajos con un nuevo plan científico que
subsanara las deficiencias de las anteriores dependencias. La Dirección de Estudios Geográficos y
Climatológicos señalaría los derroteros que debían tomar los diversos estudios y trabajos hechos
por las comisiones, armonizaría los trabajos y se encargaría de resolver las dificultades técnicas
para la mejor marcha de la administración (Gallo, 1916). Para la instalación de esta oficina, se
acondicionó en forma rápida y sin grandes recursos económicos, el antiguo edificio del
exarzobispado de Tacubaya. La dependencia gubernamental se constituyó en los siguientes
departamentos: la Comisión Geográfica de la República, el Observatorio Astronómico y el
Observatorio Meteorológico. El Observatorio Sismológico formaba parte del Astronómico.
Luego de crearse esta dependencia, para 1916 las actividades de los diferentes departamentos era
la siguiente: la Comisión Geográfica continuaría los trabajos geodésicos, como la medida de los
arcos de meridiano y de paralelo, la nivelación de precisión, determinaciones de la gravedad en
diversos puntos y el levantamiento y la construcción de la carta a la escala de 1: 2 000 000. Para
realizar tan variadas tareas este departamento se dividió en cuatro secciones que quedarían a
cargo de ilustres personalidades: Sección de Geodesia por Silverio Alemán, Sección de
Cartografía por el ingeniero Sotero Prieto, Sección de Cálculos por el ingeniero Ricardo Toscano y
la Sección de Hidrografía y Costas por el ingeniero Basilio Romo. Por su parte el Servicio
Meteorológico sería atendida por el ingeniero José Covarrubias. La reorganización de este servicio
permitiría el continuo aporte de datos procedentes de sus observatorios y estaciones
meteorológicas con miras a contribuir al estudio del clima y la previsión del tiempo en el país.
53
Al incorporarse a la Dirección de Estudios Geográficos el Observatorio Astronómico de Tacubaya
cambió su programa de trabajo, el director Joaquín Gallo lo enumeraba en nueve tareas para el
año de 1916:
I. Observaciones meridianas del Sol, la Luna, los planetas y las estrellas.
II. Observaciones de cometas, planetas, estrellas dobles, ocultaciones, fotometría y
Espectroscopia estelar.
III. Observaciones diarias de manchas y protuberancias solares. Actinometría.
IV. Carta y Catálogo Fotográfico de la zona de 10 a 16 grados de declinación sur.
V. Servicio de la hora.
VI. Situación astronómica de puntos de la República Mexicana.
VII. Determinación periódica de elementos magnéticos en la estación de
Teoloyucan y levantamiento de la carta magnética.
VIII. Sismología
IX. Publicaciones: Anuario, Boletín, carta del cielo
3.1.1 El presupuesto
El presupuesto asignado en 1918 a la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos varió
significativamente con respecto al asignado a las diferentes dependencias geográficas creadas con
el gobierno de Porfirio Díaz. La Comisión Geográfico-Exploradora recibió un presupuesto
significativamente importante en relación a otras dependencias que realizaban actividades
geográficas en ese periodo y en términos absolutos muy superior al que se le asignara a esta
nueva dependencia. La distribución del presupuesto de la Dirección de Estudios Geográficos, de
$478 mil 236 pesos, denotaba la importancia que para esta institución tenían dentro de su
organización los trabajos de campo y cartográficos, pues un porcentaje muy significativo el 60.63%
estaba destinado a estas tareas, sólo el 23.42% al Observatorio Meteorológico y un 15.92% al
Observatorio Astronómico, datos que se pueden apreciar en el cuadro 2.
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Cuadro 2. Comparación del presupuesto asignado a las instituciones geográficas del porfiriato con el destinado a la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos (1918).
Presupuesto asignado a las instituciones geográficas del porfiriato
Departamento Presupuesto. En pesos/Moneda Nacional
Comisión Geográfico-Exploradora 342,337.50
Comisión Geodésica 105,535.75
Comisión Exploradora de la Fauna y de la Flora 59,580.00
Departamento de Cartografía 22,666.50
Observatorio Meteorológico 52,214.75
Observatorio Astronómico 77,194.75
Presupuesto destinado a la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos (1918)
Departamento Presupuesto en pesos /Moneda Nacional
Comisión Geográfica de la República
(Gastos de campo y de gabinete)
289,975.00
Observatorio Astronómico 76,156.00
Servicio Meteorológico 112,005.00
Total 478,236.00
Fuente: Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, 1940:418-419
Pese a la importancia de esta institución geográfica, esta nueva organización no dejó de criticarse
en las voces de varias personalidades expertas en el tema de la época. El ingeniero Valentín
Gama estaba de acuerdo en que se unificaran las instituciones que se encargaban de los trabajos
geográficos en la Secretaría de Fomento, pero no aceptaba que se incorporaran a esta institución,
los observatorios Astronómico y Meteorológico. Bajo su punto de vista todavía podía entender la
incorporación del Observatorio Meteorológico, justificado desde el punto de vista teórico, dado que
sus trabajos podrían servir de base a la de otra área del conocimiento geográfico, pero de ninguna
manera aceptaba la incorporación del Observatorio Astronómico que tenía ya para entonces
actividades dirigidas a su especialidad, en especial la carta del cielo, y la distraían las tareas de
carácter geográfico. A las anteriores razones, agregó la dificultad de encontrar un especialista en
tan diferentes ramos del conocimiento, en su opinión, se corría el riesgo de que el director se
55
convirtiera en un intermediario de carácter puramente administrativo entre las autoridades
superiores de la Secretaría de Fomento y el personal técnico (Gama, 1923:338).
3.2 El personal
¿Pero cuál sería el perfil profesional que garantizara el éxito de tan variadas e importantes tareas
sobre el territorio mexicano? Para principios de siglo un tema que se discutía en los foros
académicos era el referente al reclutamiento del personal idóneo para dirigir las tareas geográficas
ante la evidente escasez de ingenieros geógrafos. Los técnicos en la materia que sirvieron al
régimen porfirista hasta 1911 huyeron a partir de la caída del dictador y más tarde otros se
sumaron a salir del país con la derrota del reaccionario Victoriano Huerta. Pero también en el
ámbito académico la desaparición de la carrera de ingeniero geógrafo en la Escuela de Ingenieros
agudizaba este problema. La escasez de personal preparado para esos trabajos, hizo que Pedro
C. Sánchez creara un departamento de adiestramiento en esta disciplina, que él mismo dirigiría
(Martínez, 1960).
La escasez de personal especializado era un problema. En las voces de profesionales
relacionados con el ámbito geográfico como los ingenieros geógrafos Isidro Lombardo director de
Catastro y el ex director de la Comisión Geodésica Mexicana Valentín Gama, proponían como
idóneo organizar militarmente los servicios geográficos. En opinión de Lombardo había que imitar a
los países que encargaban los trabajos geográficos al Estado Mayor del Ejército y a la Marina. Esto
traería en su opinión dos ventajas: facilitar la misión del Ejército, en este caso, la Defensa
Nacional, para cuyo éxito el conocimiento geográfico era básico. En segundo lugar por el lado
económico esto traería beneficios pues al asignarle el trabajo a los militares, no se recargaría el
presupuesto a la nación mexicana (Díaz, 1913). Valentín Gama, por su parte apoyaba estas ideas
a tal grado que sus opiniones se extendieron hasta el ámbito académico; su poder de decisión
aprovechando su puesto como rector de la Universidad Nacional, fue decisivo en la desaparición
de la carrera de ingeniero geógrafo.
La preocupación de encontrar personal especializado en el control de las tareas geográficas quedó
resuelto con la incorporación del ingeniero Pedro Celestino Sánchez como director de la Dirección
de Estudios Geográficos y Climatológicos, uno de los profesionales más experimentados en el
desarrollo de las labores geográficas. Su trascendencia académica y profesional le hacía el
candidato idóneo para desarrollar esta importante empresa. Esto sin demeritar a sus colaboradores
que por nombrar algunos eran: Manuel Medina, Manuel Toscano, Aurelio Leyva, Octavio
Bustamante, Elpidio López, José Goméz; sus conocimientos y habilidades les permitían trabajar en
56
diversas áreas de la dependencia ya fuera la Geodesia, la Topografía, la Astronomía, la
Climatología o bien la Cartografía. Todos ellos ingenieros, en su mayoría civiles que trabajaron en
equipo bajo un mismo objetivo: el progreso de la nación mexicana.
3.3 El programa de trabajo
El ingeniero Pedro Celestino Sánchez director de esta institución describe el plan de trabajo de la
Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos en el siguiente párrafo: el programa de esta
dependencia se formó bajo las normas técnicas más precisas que la Comisión Geográfico-
Exploradora y con lineamientos más amplios que el de la Comisión Geodésica. Es decir agregaba
a las actividades de carácter geodésico, la topografía, hidrología y cartografía del país (Sánchez,
1945). Esto sin olvidar el papel tan importante que tuvo para esta oficina los estudios
climatológicos y la exploración del territorio mexicano.
La exploración del territorio fue una de las primeras tareas asignadas a la Dirección de Estudios
Geográficos, más tarde los estudios científicos de la flora y la fauna quedarían bajo la supervisión
de la Dirección de Estudios Biológicos. Una de las primeras exploraciones de esta institución
estuvo encaminada a recorrer una parte del territorio de Quintana Roo. Esta expedición científica
tuvo varios propósitos, según señalaba Carranza en su informe de labores ante el Congreso de la
Unión en 1917: estudiar los recursos de esta región y poder explotarlos racionalmente, en especial,
los recursos forestales como las maderas preciosas y el zapote que era tan importante para la
producción chiclera. Realizar operaciones de carácter técnico como la determinación de posiciones
astronómicas que servirían para la Geografía del país, pero también esta expedición sirvió para
corregir el problema del cierre de la bahía de Chetumal, en el lindero de la colonia británica, este
hecho obligaba a los mexicanos a navegar por aguas inglesas para llegar al Mar Caribe, era
importante, ante esta situación, la posibilidad de abrir un puerto en la región del Caribe que
comunicara a la ciudad de Payo Obispo (después Chetumal) con la bahía del Espíritu Santo y
corrigiera este problema, su construcción traería la ventaja de poder exportar por este puerto los
productos tropicales del país (Diario de los Debates, 1917:1981). Para el gobierno mexicano era
importante también dar a conocer las riquezas naturales de otras regiones del país. Por ello fueron
explorados por personal de la Secretaría de Agricultura y Fomento entidades como Zacatecas,
Chihuahua, Coahuila, Sonora, Sinaloa y el territorio de California. Estudiar la Geografía del
territorio de California era de especial interés para Carranza, sobre todo, luego de viajar por los
Estados Unidos y observar el progreso económico, la semejanza en las características geográficas
de éste y las comarcas costeras mexicanas de California, le sugerían que podría lograr un
desarrollo económico similar en el territorio mexicano (Cámara de Diputados, 1966: 274).
57
En las tareas de orden científico-técnico se observaban básicamente dos líneas que presidían la
concepción del plan de trabajo: uno de carácter científico, para contribuir a las demandas de la
ciencia en el contexto internacional y de esa manera poder configurar en el concierto científico de
las naciones modernas y otro de carácter nacional que tomaban en cuenta que estos trabajos
servirían de base a todos los que sucesivamente habían de hacerse para obtenerse la
representación del terreno, haciéndose a la vez la cartografía de las diversas localidades, que era
una necesidad nacional. Para el gobierno, el mapa era necesario para cualquier género de
actividades en el país y guía imprescindible para la acción sobre el territorio mexicano (Secretaría
de Agricultura y Fomento, 1919).
Los factores geográficos y climatológicos de un país solamente podían obtenerse mediante una
organización estructurada. Con el desarrollo de un programa progresivo de trabajos que estuvieran
en consonancia con el adelanto de la ciencia y con las posibilidades económicas de la nación. Los
compromisos científicos a los que el gobierno nacional se sujetaba requerían esta posición
(Medina, 1947).
3.4 Los métodos e instrumentos utilizados en el trabajo de campo
Al abocarse esta institución a sus tareas, era importante definir los métodos de producción de
materiales geográficos que bajo el patrocinio del Estado se proponían realizar sobre el territorio. En
el ambiente académico seguía la discusión acerca del método a seguir en la construcción de la
carta geográfica. Este debate había iniciado en el siglo pasado por el ingeniero Ángel Anguiano y
el ingeniero Isidro Lombardo. El primero apoyaba los métodos geodésicos e Isidro Lombardo
sostenía la opinión de que el mejor método para construir la carta era en base a observaciones
astronómicas, tal polémica se volvió a retomar en las figuras de Gama y Sánchez. En pleno Primer
Congreso de Geografía, en la sesión del día 29 de septiembre de 1921, Gama reafirmó su posición
con respecto a los métodos para la construcción de la carta geográfica con las siguientes palabras:
"creo que el método que más nos conviene, el que me parece más adecuado a nuestros recursos,
a nuestras necesidades y aún a la configuración de nuestro territorio, es el que consiste en apoyar
los detalles en puntos situados astronómicamente" (Gama, 1923). Para Valentín Gama, si bien
éste no era el único método que se podría utilizar, pero sí el que se aprovechara en mayor medida.
Por su parte, el director de la Dirección de Estudios Geográficos, Pedro C. Sánchez proponía
incorporar las técnicas más avanzadas a los trabajos de campo y de gabinete en la construcción
de la carta geográfica. Esto sin olvidar, la precaria situación económica que vivía el país en ese
58
momento y que sin lugar a dudas influiría en los ritmos de sus tareas. Su idea era que los trabajos
geodésicos sirvieran de base a los que subsecuentemente habían de hacerse para obtener una
imagen fiel del terreno, haciéndose a la vez, la cartografía de las diferentes entidades del país.
Esta decisión requirió de un presupuesto, la extensión de las triangulaciones como redes de apoyo
en el campo y las posiciones geográficas de primero y segundo orden. Para el registro de los
detalles, se utilizaron los procedimientos topográficos (Herrera, 1945).
Bajo estas acciones se incorporaba la técnica más avanzada en el trabajo de campo de ese
momento para la nueva oficina: "el método consistía en cubrir con redes geográficas y topográficas
de distintos órdenes las principales cordilleras y cuencas más importantes a fin de que los puntos
trigonométricos de ellas sirvieran de apoyo a todos los puntos que debían constar en el plano"
(Secretaría de Agricultura y Fomento, 1919:101). Siendo los principales detalles a considerar en el
mapa los siguientes: la hidrografía, la orografía, la infraestructura y los linderos de los estados de la
República Mexicana y sus costas. Bajo esta línea, se reemplazaba el programa inicial de
operaciones consistente en cubrir al país de un canevá sobre meridianos y paralelos, distanciados
unos de otros por cierto número de grados, este cambio en el método permitiría su aplicación
práctica inmediata.
La elaboración de una carta geográfica era una obra de ciencia, de tiempo y de dinero bajo la
concepción de Manuel Medina, encargado del área de la Comisión Geográfica. Su construcción se
apoyaba en el conocimiento pues tenían que aplicarse los métodos más avanzados, es decir, los
procedimientos de la Geodesia, Astronomía y la Topografía. Era una labor de tiempo que
propiciaba la coordinación, dado que sus operaciones debían permanecer estrechamente
vinculadas, pero también económica pues la construcción de una carta requería de fuertes
inversiones. El equipo de trabajo de esta dependencia estaba de acuerdo en la decisión de la
selección de los métodos a seguir en el programa de trabajo; el ingeniero Medina coincidía con
Sánchez en que la base de todo proyecto para tomar decisiones ya fuera en la administración
pública o en el orden científico era el plano topográfico. Este debía basarse en un levantamiento
geodésico que comprendía la triangulación, las poligonales y la nivelación. Estos trabajos fungirían
como un armazón que proporcionaría posiciones geográficas y altitudes de muchos puntos de una
región dada, así como las distancias y las direcciones entre las estaciones contiguas de control. La
ventaja en apoyar el levantamiento en redes geodésicas era que quedaría el esqueleto
trigonométrico que más tarde se podría aplicar a trabajos de orden catastral, técnico o científico
(Medina, 1943). La organización de los trabajos geodésicos apoyaría la construcción de una
cartografía precisa, las tareas catastrales y las actividades de apoyo científico internacional.
59
Atendiendo al desarrollo científico nacional y a la cooperación internacional, los trabajos de campo
de la Dirección de Estudios Geográficos continuaron con las labores iniciadas por la extinta
Comisión Geodésica Mexicana. No sólo se basaron en realizar triangulaciones sino también se
hicieron trabajos de gran precisión como los de astronomía geodésica, medidas de bases y
estudios de la gravedad según el programa de labores de la Unión Geodésica Internacional y de la
Coast Geodetic Survey de los Estados Unidos. Los trabajos realizados se clasificaron en dos tipos
los que requerían de mayor precisión y utilizaban instrumentos y métodos más rigurosos tanto para
la observación como para el cálculo, que en especial eran los de carácter científico, y aquellos que
al no requerir tal grado de exactitud podrían utilizar aparatos de menor precisión y reducir el
número de observaciones (Martínez, 1953).
La generación de una tecnología de precisión para la organización de los trabajos geográficos de
campo y de gabinete había sido iniciada por la Comisión Geodésica, pero al desintegrarse ésta, la
Dirección de Estudios heredó sus instrumentos y métodos de trabajo. Los nuevos tiempos exigían
mayor precisión y economizar tiempo y dinero. Había entonces que renovar muchos de esos
aparatos: la innovación tecnológica en el mercado externo facilitaría esta tarea. Pero no siempre se
pudo disponer del instrumental necesario, la situación crítica que vivía el país durante el periodo
revolucionario motivó en varias ocasiones al gobierno mexicano a solicitar apoyo tecnológico a las
instituciones internacionales y nacionales, en especial de la Coast and Geodetic Survey y a nivel
regional al Instituto Panamericano de Geografía e Historia.
Esta dependencia tecnológica y subordinación científica hacia el exterior se reforzaba por el hecho
de que en pleno inicio de siglo XX, seguían sin resolverse en la comunidad científica internacional
varios temas sobre el planeta Tierra: su forma y dimensiones, la estructura interna, su evolución
geológica, la movilidad de los continentes etc., Esto motivaba a las instituciones científicas
internacionales a buscar el apoyo de otras instituciones a nivel mundial para que juntas trabajaran
sobre las observaciones de la gravedad, las nivelaciones de precisión, la astronomía geodésica,
que ayudarían a resolver la incógnitas antes señaladas. Por ejemplo, el problema de la forma y
dimensiones de la Tierra subsistía. Sobre este tema, señalaba Pedro C. Sánchez, "los sabios no se
ponen de acuerdo sobre lo que debe entenderse como "geoide"2 . Al participar como institución en
estas tareas de investigación, esta dependencia no sólo contribuía al conocimiento universal desde
el punto de vista científico, sino también en lo social, pues estos avances en la ciencia influían
positivamente al disminuir el riesgo de pérdidas de vida humana por estos fenómenos, por lo tanto
coadyuvaban a elevar su calidad de vida.
2 El Geoide es la superficie de referencia para las observaciones astronómicas y para la nivelación geodésica (IPGH, 1986)
60
De esta forma se concluye que los métodos de trabajo de campo y de gabinete de la Dirección de
Estudios se rigieron, en general, según las normas de las instituciones internacionales. Esta
observación, sin embargo, no deja de contemplar la incorporación de una metodología nacional
que en ciertos momentos, llevo a la institución y a su personal a recibir reconocimientos
internacionales por estos logros. Un ejemplo de esto, es la distinción a Pedro C. Sánchez, en uno
de los congresos internacionales de geodesia, por haber medido una de las bases geodésicas
mundiales más grandes, la de la "Cruz", en el estado de Tamaulipas. La utilización de este
procedimiento llegó a conocerse en el concierto mundial como el “Método Mexicano”. La medida
de una gran base como la de la Cruz sorprendió en el informe del Congreso de Hamburgo por no
tenerse noticia de otra medida de esa magnitud y por su precisión alcanzada (Martínez, 1960).
Por otro lado, los trabajos especializados no sólo se realizaron con la finalidad de apoyar el
desarrollo científico internacional, sino también para contribuir al conocimiento de la Geografía
nacional. A partir del año de 1916, luego de terminado el segmento de arco del territorio 98º Oeste
del meridiano de Grenwich, las tareas de precisión tuvieron el propósito apoyar los trabajos
cartográficos del país. Dentro de la secuencia de operaciones necesarias que implicaba la
construcción de los mapas, dos etapas de suma importancia eran la del reconocimiento del terreno
y la obtención de los cálculos, dado que en ellas se realizaban una serie de tareas que requerían
una gran precisión en los métodos, técnicas e instrumental utilizado. La primera tarea en la
construcción de las cartas geográficas era reconocer el terreno. En ella se planeaban las
triangulaciones, las nivelaciones de las bases, los polígonos y líneas de nivelación y las posiciones
astronómicas para referir el canevá. El primer paso era construir grandes cadenas de triángulos a
lo largo del territorio, enlazados unos a otros con una cantidad de líneas, de manera que se
pudiera armar un conjunto resistente. Para medir la dirección y altura de los vértices de los
triángulos había que recorrer el terreno y escoger puntos significativos, como las cimas de las
montañas, o las poblaciones. Los aparatos utilizados para medir los vértices eran la brújula y el
teodolito y a la vez se utilizaba el barómetro, aneroide o el hipsómetro para determinar la altura
sobre el nivel del mar de la estación ocupada. Una vez terminado el recorrido, se dibujaban los
datos observados en un plano esquemático de la región sobre el cual se proyectan las
triangulaciones primarias, secundarias y terciarias, así como los grandes circuitos de poligonales.
Pero también era importante hacer un señalamiento material de los puntos o vértices elegidos
mediante construcciones de concreto, en forma de prismas rectos o bien de planchas del mismo
material sepultado en el terreno. Señalados todos los vértices de una triangulación se procedía a
estacionarse en cada uno de ellos para medir los ángulos entre las líneas que concurren en dicho
61
punto. Las señales de las grandes triangulaciones geodésicas estaban situadas a grandes
distancias, este hecho requería la utilización de instrumentos especiales para su visibilidad. En un
principio se usaron los heliógrafos o heliotropos, pero su utilización propició una serie de
desventajas de orden técnico y geográfico, se requería estar cambiando continuamente la posición
de los espejos del heliótropo y era necesario que predominara buen tiempo para realizar las
observaciones. Para remediar esta situación se cambiaron por faros eléctricos provistos de espejos
parabólicos. La modificación propició dos ventajas: las observaciones se realizaron por la noche y
se logró acortar el tiempo que se empleaba para verificarlas. Otra innovación tecnológica que se
generó fue el cambio de uso de los teodolitos llamados "altazimutes" por reflectores. Las beneficios
se pudieron apreciar claramente en la triangulación realizada en el estado de Yucatán, los vértices
podían observarse con mayor rapidez. El máximo tiempo que se llevaba en una estación para
realizar sus mediciones era de una semana, para el caso de la cadena meridiana en el país, su
duración fue de varias semanas. Otra tarea en la construcción de las cartas era la medición de la
bases, su operación era muy delicada, su longitud debía estar proporcionada a la de los lados de la
triangulación para que las figuras de enlace angular no tuvieran ángulos muy agudos. En este tema
también se pudo observar un progreso significativo en el uso de la técnica. El utilizar el alambre de
metal invar en lugar de las cintas propició una mayor precisión en sus trabajos, pues el coeficiente
de dilatación del primero era muy pequeño.
Finalmente, todas las operaciones geodésicas tenían una margen de error, desde las más
elementales hasta las más complicadas. Por esto se debían corregir en lo posible. En primer lugar
desde el terreno, el ingeniero de campo debía revisar su trabajo y calcular los errores, que sus
trabajos estuvieran dentro del margen de error tolerable. Después de la minuciosa comprobación
de campo seguía la de gabinete. Una vez depurados los datos, se sometían a su ajuste o
compensación por el método de los mínimos cuadrados.
62
CAPÍTULO IV. LOS TRABAJOS GEOGRÁFICOS 4.1 Los trabajos técnico científicos
4.1.1 Las triangulaciones geodésicas nacionales
Las labores de campo en la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos se iniciaron a partir
de la terminación del arco del meridiano 98º Oeste de Greenwich. En la orientación de sus trabajos
se partió de la necesidad que desde un principio se tuvo de proporcionar puntos de apoyo
geodésico a trabajos de campo que se hacían en varios estados de la República Mexicana. Se
procedió a proyectar las triangulaciones en aquellos lugares que por lo pronto quedarían
desprendidos del canevá geodésico general, pero que paulatinamente se irían ligando para formar
un conjunto homogéneo (Sánchez, 1945). Según este concepto se terminaron las triangulaciones
con fines catastrales y cartográficos en los estados de Hidalgo, Yucatán, Sinaloa, Chihuahua y
Baja California. De igual forma se procedió a proyectar y medir una triangulación geodésica que se
desarrolló desde los límites del Valle de México y seguía la cuenca de los ríos Lerma y Santiago
hasta la desembocadura de este río en el Océano Pacífico (Ver figura 3). Esta triangulación sirvió
para estudiar una cuenca hidrográfica y posteriormente de enlace a las triangulaciones regionales
de los estados de Aguascalientes, Zacatecas, Jalisco y Nayarit (Parrés, 1940).
También se efectuaron triangulaciones topográficas en el puerto de Veracruz, puerto de Alvarado y
puerto México, éstas fueron de gran utilidad para la construcción de las cartas hidrográficas de
estas zonas. Otras triangulaciones que se realizaron fueron destinadas a diversos fines como las
de la serranía de Zacatecas, Amecameca y Popocatepetl. La idea que se tuvo para realizar la
triangulación en los alrededores de la ciudad de Zacatecas, era la de establecer un canevá de
apoyo para el levantamiento fotogramétrico de la serranía que rodeaba a la ciudad. El gobierno del
estado de Zacatecas y los dirigentes de la Comisión Geográfica de la Dirección de Estudios
Geográficos acordaron iniciar las operaciones topográficas en la serranía de Zacatecas por
razones económicas, en especial, para la localización de las vetas minerales y de los fundos
mineros (Secretaría de Agricultura y Fomento, 1933). Con fines científicos se realizaron las
triangulaciones en Amecameca, Popocatepetl y del Nevado de Toluca. Complementariamente se
efectuaron triangulaciones de los ríos Conchos, Chihuahua y San Pedro (Ver cuadro 3).
63
Cuadro 3. Principales triangulaciones topográficas e hidrográficas realizadas por la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos (1915-1934).
Entidad Vértices Kilómetros cuadrados
Aguascalientes 19 394
Baja California 87 78
Puerto de Veracruz (hidrográfica)
25 510
Puerto de Alvarado 12 37
Puerto México 8 6
Serranía de Zacatecas 10 1591
Amecameca y Popocatepetl 27 1731
Nevado de Toluca 5 804
Fuente: Medina, 1953: 119
En las tareas de la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos estaba la formación de las
cartas hidrográficas de las costas del Golfo de México. Al iniciar la construcción de la carta de los
alrededores de Veracruz se encontraron varias deficiencias en los trabajos de campo realizados en
la zona con anterioridad. Las triangulaciones que se hicieron en la región por la Comisión
Geográfica en el año de 1886, la del ingeniero Leyva en 1913 y la llevada a cabo por el ingeniero
Manuel Dublán en 1918 no comprendían los arrecifes que señalaban los canales de entradas. Al
ser esta información muy necesaria para la infraestructura como para la navegación. Esta
dependencia gubernamental dispuso que se hiciera una nueva triangulación que a la vez que
situara las islas y arrecifes de Veracruz, se relacionara una y otra de las triangulaciones antes
realizadas, esto con la finalidad de construir un conjunto trigonométrico que estuviera apoyada en
una base única y referida a los mismos ejes (Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos,
1927a).
El personal que se nombró para la ejecución de estos trabajos quedó formado por el ingeniero
Manuel Medina, por los jefes de la Sección Geodésica e Hidrográfica, los ingenieros Elfego Ruiz y
Alberto Zenteno y por el ayudante de campo Mariano Saldaña. Con la idea de apresurar las
operaciones para que no se vieran afectados por la inconveniencia de la temporada de los nortes,
la Dirección de Estudios acordó reforzar el personal con el de la Sección de Gravedad formada por
los ingenieros José F. de Bracho y Augusto Rojas, que en esos momentos se encontraban en el
64
puerto llevando a cabo su gira de determinaciones gravimétricas. También se envió personal del
Observatorio Astronómico de su Sección Magnética para que hiciera la determinación de la
declinación, inclinación y componente horizontal de la fuerza magnética en Veracruz. Otro de los
cometidos de la Comisión que realizó la triangulación de Veracruz y Antón Lizardo fue la
determinación de la longitud geográfica de este puerto. Aunque ya había sido determinada en el
año de 1890, su longitud no coincidía con la anotada por la Hidrography Office de la Marina
estadounidense en las cartas del puerto de Veracruz. Por esta razón se decidió que se realizara
una nueva determinación de aquellas coordenadas, empleando como aparato astronómico el
Zenital de Repsol número 2, inscribiendo automáticamente las señales de tiempo emitidas por la
red inalámbrica del Observatorio Astronómico de Tacubaya de la Ciudad de México. Por último,
con el objeto de obtener el detalle que debería formar parte de la carta hidrográfica se corrieron
sobre la costa tres poligonales apoyadas en varios vértices.
Otro trabajo importante de la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos fue la
construcción de las cartas portuarias del país, a ella se le atribuye la construcción de la mayoría de
éstas durante el periodo 1915-1930.
4.1.2 La Dirección de Estudios Geográficos y su relación con la iniciativa privada Un caso relevante en el programa de la Dirección de Estudios fue su apoyo a la iniciativa privada,
especialmente a la empresa Fundidora de Monterrey aprovechando sus labores en el estado de
Durango. Al revisar el material existente para iniciar sus actividades en la entidad, esta
dependencia encontró una gran cantidad de planos topográficos que cubrían una buena parte del
estado de Durango, pero en contraste había una gran escasez de material de campo. Esta
deficiencia le motivó a realizar algunos trabajos en el estado de orden geodésico y astronómico. El
programa inicial de trabajos se limitaba a hacer una situación astronómica de precisión en su
capital, pero esto se amplio para llevar a cabo algunas operaciones que fueron solicitadas por la
compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey. Los motivos para solicitar el apoyo de esta
institución hacia la empresa fue hacer una rectificación geométrica de los fundos que poseía en el
cerro del Mercado, para poder a través de esto delinear rigurosamente sus linderos. Esta solicitud
aprovechó los propios objetivos oficiales cuando el gobierno mexicano dispuso que la Secretaría
de Agricultura y Fomento mandara hacer la determinación de una meridiana astronómica en cada
una de las capitales del estado, para que a dichas meridianas se refirieran las operaciones
topográficas que se practicaran en cualquier región del territorio nacional. Este propósito se
manifestaría en el decreto que el presidente Álvaro Obregón expidió en 1923, con el afán de
resolver las fallas en los planos de los fundos mineros a consecuencia de la discordancia en las
orientaciones magnéticas.
65
Bajo esta base la compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey solicitó que la Dirección de
Estudios Geográficos y Climatológicos hiciera el trazo de la meridiana astronómica de la ciudad de
Durango, para referir a esta línea todos sus trabajos de campo. Además, con información previa,
de que esta oficina gubernamental había iniciado en toda la República Mexicana los estudios de la
intensidad de la pesantez y con pleno conocimiento de la importancia que tenían estas
determinaciones para las exploraciones de carácter geológico, solicitó que se hicieran algunas
estaciones gravimétricas en el cerro del Mercado, para precisar los cambios de densidad del
subsuelo, y localizar en vista de dichos cambios, las vetas de mineral de fierro (Dirección de
Estudios Geográficos y Climatológicos, 1927b).
4.1.3 La delimitación espacial
El problema de la delimitación espacial era vigente, la escasez de datos y de una cartografía
precisa ocasionaban serios problemas políticos entre los gobiernos estatales. Sin embargo la
situación económica que vivía el país como resultado de la guerra civil que azotaba el territorio
mexicano impedía que se realizaran estudios constantes sobre el tema y que en muchas
ocasiones se tuviera que recurrir para resolver este conflicto a los decretos y estadísticas
establecidos con anterioridad. La Dirección de Estudios Geográficos realizó estudios de límites en
las siguientes entidades: entre Zacatecas y San Luís Potosí, en la zona de la hacienda sierra
Hermosa y entre Zacatecas y Aguascalientes, en la región colindante con el cañón de Juchipila.
El trabajo más importante por su magnitud espacial fue el realizado en las entidades de Yucatán y
Campeche, en donde se ubicó astronómicamente el famoso "Punto Put" que es el sitio en donde
se cortaron los linderos de los estados de Yucatán, Campeche y Quintana Roo. Esta delimitación
se había ya realizado con base en el decreto de 1862, pero tenía grandes errores. Por ello la
Dirección de Estudios se dio a la tarea de formar una comisión técnica para realizar una serie de
trabajos de campo y de gabinete para reivindicar dicho límite. Luego de designar a los
representantes técnicos de cada una de las entidades federativas, la Comisión Geográfica de esta
dependencia convino en verificar una expedición al lugar, el 22 de abril de 1922 para tener un
conocimiento más amplio y en la que estarían los representantes de las entidades involucradas,
para dar un carácter oficial a las decisiones tomadas. Como resultado de esta expedición se
aprobó la idea de aceptar como futuro vértice de reunión de los linderos territoriales de sus
respectivas entidades, el centro del monumento de mampostería que había sido construido en la
vivienda Put, punto en el cual se practicaron las observaciones astronómicas para su situación
geográfica (Medina, 1925). La demarcación de las fronteras internacionales fue otra de las tareas
encomendadas a esta dependencia. Entre los años de 1918 a 1923, la Dirección de Estudios hizo
66
el levantamiento geotopográfico de la frontera de México y Belice.
4.1.4 Los trabajos de precisión Para fines del siglo XIX, era evidente la escasez de trabajos especializados en el país, aún así el
gobierno mexicano aceptó ser parte de la Asociación Geodésica Mexicana. Se solicitaron los
trabajos geodésicos realizados en México, pero estos eran escasos, si acaso podrían mencionarse
los trabajos realizados por las Comisiones de Límites en el norte y en el sur del país y los llevados
a cabo en el Distrito Federal, situación que trajo como consecuencia que México pasara
inadvertido en el tema. Este hecho se revirtió con la creación de la Comisión Geodésica Mexicana
en 1899, los técnicos en el área pusieron gran empeño en sus tareas y años más tarde en la
Conferencia de Cambridge pudo resolverse una propuesta de la Asociación Geodésica
Internacional acerca de la medida de las grandes bases. Con las operaciones realizadas en la
medición de las grandes bases, México demostraba la excelencia de un longimetro conocido como
los alambres invar. Más tarde bajo la necesidad de discernir sobre un sólo elipsoide, hubo la
necesidad de enlazar los trabajos de la Comisión Geodésica Mexicana con los de la Coast and
Geodetic Survey y reportar sus avances con la oficina de Washington. Estos avances llevarían a
reconocer por parte de esta institución, la colaboración y calidad de los trabajos mexicanos en la
Conferencia de Hamburgo. En este mismo evento también se reconoció la medición de una gran
base, la de la Cruz de cerca de 40 kilómetros, en donde Pedro C. Sánchez había sido el primero
en América Latina en utilizar con éxito los alambres de invar como ya se ha comentado. En la
Conferencia de la Asociación Geodésica de 1909, se dudaba de la precisión alcanzada por este
longimetro, sobre todo después del fracaso al medir las bases por medio de ese instrumento en el
arco de Perú por parte de la Comisión Francesa. Pero la medida de la base de la Cruz le permitió
al autor confirmar el porqué del fracaso de los trabajos en el Perú (Martínez, 1953). El éxito de
Pedro C. Sánchez en las labores geodésicas se desarrolló ampliamente con la medición del arco
meridiano de 98º Oeste de Greenwich, que sería sin duda su trabajo geodésico de mayor
trascendencia en las dos primeras décadas del siglo XX.
La triangulación del meridiano de 98º Oeste de Greenwich fue uno de los trabajos de precisión de
mayor importancia que realizó la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos. Este trabajo
fue iniciado en 1901 por la Comisión Geodésica Mexicana y terminado por esta institución en 1916.
Este arco de 55º, iba desde las costas del Pacífico del territorio mexicano hasta el Océano Ártico,
respecto del meridiano de Greenwich, atravesaba la República Mexicana en una extensión poco
mayor de 10º, en los Estados Unidos abarcaba sensiblemente 22º y una cantidad igual en el
Canadá (Sánchez, 1938). Esta cadena cubría en México una superficie de cerca de 80 000
67
kilómetros cuadrados y recorría la sierra de Oaxaca, parte de la de Puebla, Veracruz e Hidalgo y
terminaba en las llanuras del estado de Tamaulipas. Esta triangulación estaba apoyada en cinco
bases geodésicas: la de Oaxaca con ocho kilómetros de longitud, la de Tecamachalco de 12
kilómetros, la de río Verde de 15 kilómetros, la de La Cruz de 39 kilómetros y la de Colombres con
7 kilómetros.
Las labores técnicas de esta dependencia no sólo se aplicaron a la medición del segmento de
meridiano, sino también se hicieron trabajos de gran precisión como los de astronomía de posición,
estudios de la intensidad de la pesantez, observaciones de la gravedad, todos ellos en cooperación
al programa de labores de la Unión Geodésica Internacional y de la Coast and Geodetic Survey de
los Estados Unidos. En México las primeras observaciones de la intensidad de la pesantez se
hicieron en Tacubaya en el año de 1912. Se trabajó inicialmente con equipo alemán, pero
generaba grandes problemas, pues los prismas de sus espejos se desajustaban en los viajes, por
lo que la institución prefirió mandar construir un equipo similar al de la Coast and Geodetic Survey
a la casa de Berger and Son de Boston, en los Estados Unidos. Con este instrumento se obtuvo el
valor de la gravedad en Tacubaya con toda la precisión, en el circuito Washington-Tacubaya-
Washington. Luego de esta tarea, las observaciones gravimétricas permanecieron suspendidas por
varios años. La situación crítica que vivía el país a consecuencia de la Revolución, obligaba al
gobierno mexicano a dirigir sus operaciones a las necesidades científicas inmediatas,
descuidándose este tipo de investigaciones. Las observaciones gravimétricas se reanudaron en
1925, año en el que programó y llevó a cabo la primera gira gravimétrica en el país. Se realizó un
circuito de operaciones a partir de Tacubaya, formado por las poblaciones de Puebla, Tehuacán,
Orizaba, Jalapa y Veracruz. A partir de esta fecha, en el programa de trabajo anual, siempre figuró
una Sección de Gravimetría. Cuando el escaso presupuesto de la Dirección de Estudios impedía
seguir sus tareas era auxiliada económicamente por el Instituto Panamericano de Geografía e
Historia.
El ingeniero Pedro C. Sánchez construyó una serie de cartas de isanómalas. Estos gráficos eran
muy importantes pues ayudaban en la interpretación de la distribución de las anomalías
gravimétricas en el país. Según el procedimiento las positivas estaban ubicadas en regiones de
estabilidad isostática, las negativas en regiones de desequilibrio interno, y la línea de separación
de ambas, es decir, la isanómala cero, en coincidencia con el Eje Volcánico Mexicano.
El método seguido fue el siguiente se trazaron las isanómalas sobre la carta orohidrográfica, para
Pedro C. Sánchez era importante observar la influencia de la orogenia en el comportamiento de
éstas; dos casos resaltaban en el análisis de esta carta: la coincidencia de isanómala cero con el
Eje Volcánico en donde se alinean los volcanes más importantes del país y en segundo lugar la
68
ubicación al sur de este sistema montañoso de todos los epifocos que producen los sismos en el
país, irradiando hacia el interior de nuestro territorio, en contraste con el norte que era una zona de
gran estabilidad (Sánchez, 1930).
En 1930 Pedro C. Sánchez tuvo la oportunidad de presentar en la Unión Geodésica y Geofísica
Americana sus investigaciones referentes a las observaciones de gravedad hechas en el Eje
Volcánico. Una conclusión de su trabajo era que las isanómalas negativas debían ser
características de zonas sísmicas y volcánicas (Sánchez, 1945). Estas conclusiones iniciales
pudieron constatarse en otros estudios internacionales como el realizado por el Dr. Meinesz en el
archipiélago Indio y las del observatorio Naval de Washington en las Antillas y el Mar Caribe. Más
tarde él mismo pudo confirmarlo en las investigaciones que realizó en Centroamérica para el
Instituto Panamericano de Geografía e Historia. Un trabajó en donde confirmó que la actividad
sísmica en esta región era semejante a la de México.
Las observaciones sobre nivelación de precisión también fueron iniciadas por la Comisión
Geodésica Mexicana entre el puerto de Veracruz y la Ciudad de México en los años de 1909 a
1912. Mediante esta nivelación pudo conocerse la verdadera altitud de la Ciudad de México, pues
las determinaciones realizadas como la de ferrocarriles, no se habían apoyado en un plano
previamente determinado. La nivelación se apoyó en observaciones mareométricas hechas en
Veracruz, de las cuales se dedujo el nivel medio del mar referido a un banco de nivelación que se
estableció en el muelle de sanidad de dicho puerto. Un año más tarde con el objeto de determinar
las altitudes medias de las bases geodésicas que se habían medido hasta el año de 1913. Para los
cálculos de reducción al nivel del mar, se hicieron nivelaciones en localidades de San Marcos a
Tecamachalco y de la ciudad de Oaxaca a Cihuatlán. Ya creada la Dirección de Estudios
Geográficos se realizó una nivelación de precisión, en el estado de Yucatán, que iba del puerto de
Progreso a la ciudad de Mérida y de esta a la población de Valladolid, con una amplitud de 200
kilómetros. La precisión que esta institución alcanzo en este trabajo fue muy similar a la obtenida
en la nivelación de México a Veracruz. La altura del nivel del mar, se obtuvo por medio de los
medimareómetros instalados en los puertos de Veracruz y Progreso. De estos se obtuvieron
observaciones continuas durante tres años. Las nivelaciones citadas se efectuaron con un nivel de
precisión semejante al alcanzado por la U. S Coast and Geodetic Survey. Las nivelaciones
realizadas en el estado de Yucatán, eran sin duda importantes desde el punto de vista geodésico,
pero también sirvieron para estudiar un tema básico de Geografía Física de la península, las aguas
subterráneas. Una conclusión de los trabajos de esta dependencia en esta área fue que el nivel del
agua de los cenotes, se ubicaba sobre el nivel del mar y no a nivel del mar como se había sugerido
(Sánchez, 1924a).
69
La Comisión Geodésica Mexicana instaló un mareógrafo del tipo Lallemand y efectuó
observaciones del nivel medio del mar entre los años de 1909 a 1914. La escala de dicho
mareógrafo se relacionó en altura con una marca (banco de nivel) establecido en el muelle de
sanidad de dicho puerto. De este banco partió el nivel de precisión sobre la vía de ferrocarril
interoceánico hasta la estación de San Marcos Puebla, continuándola por la vía a la Ciudad de
México. Para referir las nivelaciones en el estado de Yucatán en los años de 1917 y 1918, se hizo
el estudio del nivel medio del mar en el puerto de Progreso por medio de lecturas directas sobre
tres reglas instaladas en el muelle de concreto de dicho puerto. Las observaciones se prolongaron
por todo el tiempo que permaneció en Yucatán la expedición geodésica, dejando establecido un
banco de nivel a pie del faro. En el año de 1930 se instaló en el puerto de Acapulco un
mediomareómetro tipo Lallemand, cuya escala quedó referida a un banco de nivel establecido en
el muelle fiscal. Algunos años más tarde se instaló otro banco de nivel en la escalinata, debido a
las obras del puerto, las observaciones se suspendieron por varios años.
Otro trabajo de carácter especial que se realizó desde la oficina tuvo como objetivo comprobar la
fórmula de corrección "al aire libre" en las determinaciones gravimétricas, para lo cual se
establecieron dos estaciones pendulares a diversas alturas: la primera en Tlamacas, sobre las
faldas del Popocatepetl a 4 000 metros, y la segunda desde la mina "Tiro Hermoso", en Real del
Monte Hidalgo. Con fines de investigación se hizo una observación pendular en el cráter del
Nevado de Toluca (Medina, 1953).
4.2 Trabajos cartográficos 4.2.1 Los métodos de producción cartográfica
Luego de crearse la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos, en 1915, el director de
esta institución creyó conveniente, en un primer momento, atender de preferencia a la Sección de
Cartografía pues ese trabajo podría emprenderse de inmediato y sería de gran utilidad para el
trabajo de campo, tan pronto como fuera posible realizarlo. En la realización de las tareas
geográficas influyó la desaparición del personal especializado: el ingeniero geógrafo. Este factor,
sin lugar a dudas, limitaba la producción cartográfica, pero la demanda de las cartas geográficas
por parte de la administración pública y del sector privado era constante y había que satisfacerla.
En términos generales la preparación de las cartas publicadas por esta dependencia se hizo
basándose en los mejores elementos con que pudo contarse tanto de carácter oficial, como de
procedencia particular. Esta dependencia recibió el archivo de los planos de la Sección de
Cartografía de la Secretaría de Fomento, los de la Comisión Geográfico-Exploradora, la colección
privada de Manuel Orozco y Berra; los archivos de las Comisiones de Límites de México y los
70
Estados Unidos y los de México y Guatemala. Así como la colección completa de las cartas
terminadas por la Oficina Hidrográfica de los Estados Unidos; los planos del Departamento Agrario,
del Catastro del Distrito Federal y de la Comisión Nacional de Irrigación. Además de los valiosos
planos topográficos realizados por particulares en distintas regiones del país. De estos últimos
destaca el plano de Durango formado por los ingenieros Rouaix y Patoni. Pero también los
elaborados con los datos proporcionados por los ingenieros de las compañías deslindadoras para
construir las cartas de Chihuahua y de Baja California, sin demeritar otros planos construidos por
particulares en distintos estados de la República Mexicana.
Los métodos de producción cartográfica eran imprecisos. Por mucho tiempo la cartografía se
construyó sobre la recopilación de coordenadas astronómicas de escasa precisión. El método de
astronomía de posición era una alternativa para la elaboración de las cartas geográficas en su
momento, pero los nuevos tiempos requerían de trabajos de mayor precisión. En vías de este
propósito el encargado de la Sección de Cartografía de esta institución, el ingeniero Sotero Prieto,
se encargó de investigar, catalogar y depurar todas las posiciones geográficas del territorio y de
reducirlas al mismo origen pues era común que cada observador había referido las longitudes
geográficas a un meridiano diferente.
El trabajo cartográfico se basó en levantamientos geodésicos que abarcaban alrededor de 200,
000 kilómetros cuadrados en el país y levantamientos topográficos que cubrían alrededor de 100,
000 kilómetros cuadrados. “Esta oficina recopiló 1462 posiciones geográficas de la Comisión
Geográfico-Exploradora y 10 astronómicas y 75 posiciones geodésicas de la Comisión Geodésica
Mexicana además recopiló cerca de 20 000 cotas de su catálogo de altitudes” (Martínez, 1953:
132). Después de un minucioso trabajo de análisis fueron referidas al meridiano de Greenwich y
recopiladas en un catálogo de datos numéricos, geográficos y topográficos. Este catálogo fue
publicado en 1927, compuesto por veintiséis tablas de gran utilidad para los trabajos internos de la
Dirección de Estudios o para otras oficinas que realizaban operaciones geodésicas, topográficas,
astronómicas o gravimétricas en la República Mexicana. Dada la importancia de estos datos y en
vista de la gran demanda de las dependencias gubernamentales hubo que reeditar este catálogo
en 1933. En la segunda edición se agregaron 17 tablas y un cuadro de datos geográficos, estos se
condensaron en 24 de las 26 tablas que formaban la primera publicación. Los datos de esta nueva
edición provenían, en gran parte, de los trabajos de la Comisión Geográfico-Exploradora y de los
geodésicos y topográficos a que dio lugar el levantamiento de la gran cadena trigonométrica para
medir el arco meridiano de 98º Oeste de Greenwich, pero también de las triangulaciones hechas
por la propia Dirección de Estudios Geográficos en diversas partes del país con la finalidad de
completar y perfeccionar su obra cartográfica.
71
Una operación necesaria para el logro de una cartografía precisa consistía en realizar cálculos
matemáticos sobre las dimensiones territoriales. En especial sobre el área aproximada de la
República Mexicana y de sus estados. El cálculo realizado por esta dependencia sobre el área del
país se hizo con referencia a los dos elipsoides aceptados en ese momento, el de Bessel y el de
Clarke. Los resultados sólo diferían al de ellos en una cantidad poco significativa de 400 kilómetros
cuadrados, mientras que si se comparaba este error con los datos obtenidos a mediados del siglo
pasado por Antonio García Cubas eran 50 veces mayores. La diferencia en la precisión de sus
datos residía en opinión de los autores Pedro C. Sánchez y Ricardo Toscano en dos factores: la
imperfección de los planos en que se basó García Cubas y en segundo término en el método
seguido para obtener sus cálculos. (Ver cuadro 4). A esto se sumaba la imprecisión en los linderos
estatales, un problema vigente que afectaba también las operaciones matemáticas realizadas por
esta dependencia. La ejecución de los trabajos de campo para la delimitación estatal requería de
fuertes inversiones. La situación precaria que vivía el país limitaba sus trabajos por lo que en su
mayoría los trazos en los linderos de los estados se basaban en datos estadísticos o bien en la
información obtenida en los decretos.
CUADRO 4: Área de los estados de la República Mexicana (según datos comparativos de la Secretaría de Fomento y la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos)
Estado Datos de la Dirección Datos de Fomento (1899)
Datos de García Cubas
Aguascalientes 6 472 7 692 7 692
Baja California 144 093 151 109 151 109
Campeche 57 070 46 855 46 855
Chiapas 74 415 70 524 70 524
Chihuahua 245 612 233 094 233 000
Coahuila 150 395 165 099 165 099
Colima 5 205 5 887 5 887
Distrito Federal 1 583 1 499 1 498
Durango 123 520 109 495 109 495
Guerrero 64 458 64 756 64 579
Guanajuato 30 585 28 363 28 363
Hidalgo 20 884 22 215 22 215
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Jalisco 80 683 86 752 86 752
9Michoacán 60 083 58 594 58 594
México 21 400 23 185 23 185
Morelos 4 964 7 082 7 082
Nayarit 27 053 28 371 28 371
Nuevo León 65 103 61 343 61 118
Oaxaca 94 211 91 664 91 664
Puebla 33 995 31 616 31 616
Querétaro 11 480 11 638 11 638
Quintana Roo 45 907 * *
San Luís Potosí 63 241 62 177 62 177
Sinaloa 58 488 71 380 71 330
Sonora 182 553 198 496 199 224
Tlaxcala 4 027 4 132 4 132
Tabasco 24 232 26 094 26 094
Tamaulipas 79 602 83 597 83 395
Veracruz 71 896 75 863 75 651
Yucatán 37 350 91 201 91 201
Zacatecas 72 843 63 386 63 386
Superficie de la
República
1 963 303 1 983 159 1 982 926
Fuente: Sánchez, 1922: 16
* Sin información
La selección de la escala era un elemento de gran importancia para la elaboración cartográfica. La
utilización de la escala 1: 100 000 por la Comisión Geográfico-Exploradora fue uno de los aspectos
más criticados en la obra de esa institución. A este respecto opinaba el director de esta
dependencia, Pedro C. Sánchez con las siguientes palabras: "Las hojas a la 1:100 000 no tienen ni
73
el detalle que exige la escala, ni mucho menos la precisión requerida, y ofrecen, además, el
inconveniente de la escasez de datos, que con justa razón se les ha reprochado" (Sánchez,
1924b:5). Otro experto en la materia, Manuel Medina, señalaba que generar una cartografía a la
cienmilésima era muy comprometedor pues exigía que las distancias y las alturas pudieran ser
estimadas con un error máximo de 10 metros. Esta precisión, en su opinión, no la ofrecían las
posiciones geográficas obtenidas mediante métodos astronómicos, ni los instrumento utilizados en
sus itinerarios como la rueda perambuladora o la brújula de mano quienes sólo aseguraban una
posición inferior a un cincuentavo (Medina, 1943). La precisión que pudiera alcanzarse por las
cartas de la Comisión Geográfico-Exploradora no iban más allá de la ofrecida por la escala 1: 500
000, de esto que se le reprochara no haber utilizado esta escala ya que consideraban que con ello
se pudo incluso terminar la carta del país.
La elección de la escala a utilizar por esta dependencia estaba estrechamente relacionada con sus
objetivos gubernamentales ¿Pero cuáles eran los propósitos de esta institución con la colaboración
de su cartografía? La finalidad de los trabajos geográficos era esencialmente la adquisición de
datos para la formación de la Carta General de la República Mexicana, dada su importancia como
fuente de información para los asuntos oficiales. Esta carta sería más perfecta en cuanto más
datos se obtuvieran e investigaciones precisas se realizaran. La carta geográfica de un país era
una obra de años y en México tendría que ser más tardada, dada la gran extensión territorial y su
topografía tan accidentada. La situación económica y política tan precaria en la que vivía el
gobierno, luego de la Revolución Mexicana impidió que se le diera el impulso necesario a esta
tarea, al considerar estos inconvenientes y replantear los propósitos para elaborar su cartografía
esta dependencia se propuso como objetivo diseñar una serie de mapas basado en métodos
semiprecisos con la finalidad de proporcionar materiales a una escala media para su utilización
inmediata en los proyectos del gobierno, por ello que una de las tareas cartográficas que ayudaría
inicialmente a cumplir estos propósitos era la construcción de los atlas geográficos.
4.2.2 La producción cartográfica Los atlas geográficos
Una de las principales novedades acuñadas por los cartógrafos holandeses fue la concepción del
atlas en el sentido moderno del término, como una colección de mapas relacionados entre sí con
una determinada coherencia interna, integrada por mapas del mismo tamaño y publicados juntos
en uno o más volúmenes (Rivera et al.,1992) En México el primer intento de reunir mapas y
documentos relativos al territorio nacional se dieron a principios del siglo XIX, con el famoso Atlas
Geographique et phisique del Essai Politique sur le Royaume de la Nouvelle Espagne, publicado
74
por Alejandro de Humboldt. Años más tarde, en 1858, Antonio García Cubas elaboraría el primer
atlas elaborado por un mexicano, con su publicación se establecería la tradición mexicana en la
formación de los atlas geográficos. La creación de esta obra se respaldaba en los intereses
institucionales, con la fundación del Ministerio de Fomento bajo la dirección de Joaquín Velázquez
de León se generó un fuerte espíritu científico y un gran interés por la información estadística y
geográfica, condiciones sin duda, muy favorables para el fomento de trabajos cartográficos como lo
era este atlas geográfico. Bajo el punto de vista de Manuel Maldonado Koerdell "aunque diverso en
muchas características, el atlas de García Cubas modernizaba y actualizaba la información
existente por aquellos años sobre el territorio mexicano, presentándola en un metódico conjunto de
mapas a colores acompañados de un texto analítico y de estadísticas[...] Los mapas del atlas de
García Cubas eran esencialmente planimétricos, es decir, mostraban con mayor o menor exactitud
la posición geográfica de los puntos de referencia y en lo posible, el curso de las corrientes
fluviales, la forma de lagos y otros cuerpos de agua y el desarrollo de costas para los estados
marítimos. En cambio, la topografía, aún en áreas para entonces ya bien conocidas, era punto
menos que fantástica aunque notablemente más avanzada y ampliada de lo que se mostraba en
los mapas de Humboldt. El sistema de achurado era muy bueno en algunos mapas y en otros
apenas si se rellenaban los espacios que dejan libres las líneas de meridianos y paralelos, los
nombres de poblaciones y otros detalles cartográficos" (Maldonado, 1968: 32). Este documento se
componía de 2 cartas generales y 29 cartas especiales.
El atlas de García Cubas era más avanzado en relación al de Humboldt, disponía de una mayor
información, métodos de trabajo más precisos, sin dejar de advertir el toque artístico que en él se
lograba. En la concepción de los atlas que se realizaron en el siglo XIX, los mapas habían sido
preparados, grabados y ordenados para un fin específico: la descripción geográfica, a su vez
explicada por un texto que acompañaba a los mapas o por separado. Este tipo de atlas diferían de
los atlas publicados a principios de siglo XX, pues estos últimos documentos ya se presentan bajo
un nuevo concepto "como una colección de cartas que se ejecutan en número variable de hojas,
cada una con su propia división y nomenclatura" (Ibídem: 35). Con estas condiciones se elaboró el
Atlas Geográfico de la República Mexicana a escalas variables, que sin duda, fue la edición
cartográfica oficial de mayor trascendencia para los albores del siglo XX. Sin la pretensión de
producir cartas geográficas perfectas pero si útiles se realizó esta obra. Este documento estaba
compuesto de una pequeña Carta General de la República Mexicana a la escala de 1: 5 000 000 y
de cartas adaptadas a una fácil consulta de cada una de sus entidades federativas a escalas
variables del orden de la millonésima. La escala más grande utilizada fue 1: 50 000 que
correspondió al Distrito Federal y la más pequeña del orden del 1: 2 000 000 en el territorio de Baja
California. En la primera edición que publicó en 1919 bajo la autoridad de Pedro C. Sánchez, se
75
utilizaron íntegramente lo datos de las hojas publicadas por la Comisión Geográfico-Exploradora,
en las regiones levantadas por dicha comisión pero pasando de la escala de un cienmilésimo a un
millón, lo que implicaba que se redujeran los errores contenidos en ellos de diez a uno. En lo que
se refiere a la morfología del territorio se reemplazaban las curvas de nivel por una configuración a
sombras con líneas ininterrumpidas, para no significar una precisión engañosa. En palabras de
Pedro C. Sánchez "el Atlas Geográfico de la República Mexicana es un trabajo exclusivamente de
cartografía en donde se aprovechan todas las cartas que se pudieron conseguir oficiales y
particulares" (Sánchez dir.,1919-1921: 1). Este trabajo fue editado año con año, implantándosele
algunas mejoras, reemplazando las cartas antiguas por aquellas que fueron levantadas por esta
nueva dependencia como las cartas de Yucatán y Aguascalientes.
La falta de información geográfica técnicamente precisa lo hacía un documento incompleto e
impreciso pero cumplía con las necesidades inmediatas de las esferas oficiales y privadas. Era
evidente la imprecisión de los trabajos de simple recopilación como era el caso de los atlas
geográficos. Los responsables del magno proyecto del atlas geográfico mexicano, Pastor Rouaix y
Pedro C. Sánchez, no eran indiferentes a esta realidad, como se advierte en la introducción de
este documento: "Muchos son los defectos que tiene este trabajo, sin duda alguna, pero el
apresuramiento que ha mostrado el público por adquirirlo, no bien se terminaba el plano de cada
estado hizo comprender a la Secretaria de Agricultura y Fomento su utilidad y de aquí su empeño
para hacer que se terminara en un plazo brevísimo, facilitando todo lo necesario, a pesar de las
difíciles condiciones por que el país ha pasado" (Ibídem: 2).
El ingeniero Pedro C. Sánchez aunque reconocía los defectos de este documento, no por ello
dejaba de resaltar la importancia de la construcción de este atlas, considerándolo como el primer
trabajo serio en cartografía que se había hecho en el país. Para el director de la Dirección de
Estudios Geográficos este documento sería la base para el conocimiento geográfico del país. "Las
autoridades estatales podrían contribuir con nuevos datos que ayudarían a mejorarlo, en tanto que
esta institución logrará cubrir el país de canevás geodésicos y topográficos" (Ibídem:3).
Nuevos requerimientos del ámbito político-militar presionaron para la construcción de un nuevo
atlas, trabajado con diferente metodología. La Secretaría de Guerra se enfrentó a la necesidad de
contar con un atlas a escala uniforme que pudiera utilizarse con fines militares, luego de la
asonada militar que se produjo en 1923, durante el gobierno de Obregón, por el General Adolfo de
la Huerta. El General Obregón dio instrucciones precisas para la preparación de un atlas
geográfico con el objeto de utilizarse en la estrategia militar. Se laboró para su construcción desde
el año de 1925 y luego de varios años de trabajo se editó. Este atlas está compuesto por 51 hojas,
76
de 63 x 44 centímetros cada una, dibujado en la Proyección Policónica modificada por Lallemand,
en la que los meridianos son líneas rectas. Esta estructura facilitaba la unión de una hoja con las
inmediatas y se prestaba a formar conjuntos aplicables a problemas militares y rutas de aviación.
Paralelamente a la realización de este trabajo el director de esta dependencia propuso la
construcción de una Carta de la República Mexicana a la escala de 1: 500 000, en hojas de dos
grados de latitud por tres grados de longitud a fin de que éstas fueran útiles. Se formó el proyecto
de estas hojas de tal manera que cuatro de ellas cubrieran el espacio destinado a la Carta Mundial
al Millonésimo, de acuerdo con el esquema internacional de la carta del mundo (Ver figura 4). La
información que requería esta nueva carta geográfica era de mayor precisión, por ello, eran
necesarios los trabajos de campo con la finalidad, entre otras, de efectuar enlaces de algunos
planos, aclarar diversas dudas ocasionadas por la discordancia entre algunos datos que se tenían
en cartera, así como para lograr una representación más fiel del relieve del terreno, de acuerdo
con las enseñanzas modernas respecto a la configuración orográfica (Sánchez, 1924b).
Para usos militares, era importante que figuraran ciertos accidentes naturales o artificiales y que las
posiciones relativas de los detalles o accidentes comprendidos en determinado radio se tuvieran
con cierta precisión (Gama, 1923:346). Aún cuando desde 1924 se proyectó la construcción de
esta carta no fue, sino hasta 1927 cuando se inició su construcción y hasta el año de 1942 que al
fin pudo exhibirse, su impresión en este año fue dedicado a la II Conferencia Interamericana de
Agricultura.
La Carta General de la República Mexicana y de los estados
La preparación de las cartas publicadas por la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos
se basó en la selección de las mejores cartas que se pudieran aprovechar tanto de carácter oficial
como de procedencia particular. Para el gobierno posrevolucionario era necesario contar con
cartas de todas las entidades de la República Mexicana para llenar las necesidades de la
administración y de la iniciativa privada. El estudio de un país para planear las obras que fueran
necesarias para su desarrollo y el mejoramiento de vida de sus habitantes debía iniciarse por la
formación de la cartografía del territorio lo suficientemente precisa para poder proyectar cualquiera
obra de ingeniería o planear la explotación agrícola o industrial.
La construcción de una nueva carta geográfica que cumpliera con estas expectativas se volvía una
exigencia, la Dirección de Estudios depuró todos los datos existentes y elaboró entre 1915 y 1923
la Carta General de la República Mexicana a escala 1: 2 000 000 (Ver figura 5). Su fuente de
77
información no provenía de operaciones de campo, sino principalmente de cartas y planos oficiales
y privadas de las diferentes entidades. También se obtuvo información de la oficina hidrográfica de
los Estados Unidos y de la Comisión Geográfico-Exploradora en lo que respecta a las costas del
país, las fronteras internacionales se delinearon con datos de la Comisión de Límites y los linderos
de los estados con la división política constitucional. La Dirección de Estudios publicó durante su
periodo de actividades tres ediciones, para 1953 ya se habían publicado 15.
Los trabajos cartográficos en un primer momento se abocaron simplemente a la reproducción de
los materiales construidos por la Comisión Geográfico-Exploradora. Se hicieron reducciones de las
cartas de Nuevo León, San Luís Potosí y Tamaulipas que fueran publicadas a mayor escala por la
dependencia antes señalada. Para las de Chihuahua, Sonora y Coahuila, Yucatán y Oaxaca se
utilizaron las hojas 1: 100 000 de la Comisión Geográfico-Exploradora y los trabajos astronómicos y
topográficos efectuados por ella (Ibídem: 339). En términos reales la producción cartográfica de la
Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos, no fue muy abundante, principalmente se
orientó a construir cartas murales a una escala del orden de 1: 500 000 como puede constatarse
en el cuadro 5. La carta del Distrito Federal fue su primer trabajo, se inició en 1914 y fue terminado
por ésta dependencia en 1918. El armazón de esta carta se formó con las triangulaciones
previamente realizadas por el Catastro del Distrito Federal, este hecho propició un avance en
relación a lo editado anteriormente.
El ingeniero Pedro C. Sánchez construyó la carta de Durango en 1919. En opinión de Rouaix, uno
de los creadores de este documento, no era una obra perfecta pues no provenía de un
levantamiento topográfico sin embargo, aludía las ventajas “el procedimiento empleado para la
formación de este mapa general del estado de Durango, creo que debe ser recomendado para la
formación de los demás estados de la República Mexicana en su primer intento de planografía,
para que sirvan de base a trabajos de precisión como son los levantamientos geodésicos, que
deberan emprenderse en el futuro“ (Rouaix,1928:176).
La carta de Sonora se editó a escala 1: 500 000 en 1924. Para su elaboración se contó con
material diverso: trabajos de límites en la frontera con los Estados Unidos, cartas hidrográficas
americanas, datos numéricos gráficos proporcionados por la Comisión Geográfico-Exploradora y
un contingente de 266 planos existentes en los archivos de la Dirección de Estudios Geográficos
(Medina,1943:25). Por su parte la carta de Hidalgo publicada en 1926 se basó en los trabajos de
campo realizados por la Comisión Científica de Pachuca. La carta de Chihuahua contó con un
buen número de posiciones geográficas y con trabajos topográficos serios, un factor que influyó en
ese hecho fue la gran cantidad de trabajos topográficos que se realizaron en las cuencas de sus
78
ríos, dada la importancia de estos para las obras de irrigación. Otro factor que favoreció este hecho
fue que la Dirección de Estudios mantuvo una expedición geodésica que hizo reconocimientos y
proyecto de varias triangulaciones geodésicas, cuyos datos se aprovecharon para la construcción
de la carta.
Cuadro 5. Cartas murales que publicó la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos
Entidad Año Escala
Distrito Federal 1918 1: 50 000
Durango 1919 1: 500 000
Sonora 1924 1: 500 000
Hidalgo 1926 1: 200 000
Chihuahua 1927 1: 400 000
México 1927 1: 200 000
Chiapas 1927 1: 500 000
Yucatán 1931 1: 200 000
Aguascalientes 1934 1: 100 000
Carta General de la República
Mexicana
1921 1: 2 000 000
Carta hidrológica de la
República Mexicana
1926 1: 2 000 000
Fuente: IPGH, 1953:256
Si se analiza la producción cartográfica de la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos,
bajo criterios técnicamente rigurosos, es decir que estas hayan sido realizadas mediante
operaciones geodésicas, astronómicas y topográficas sólo se pueden señalar algunas cartas que
se elaboraron bajo estas normas: la carta del Distrito Federal, la de Yucatán, Aguascalientes y
Zacatecas. Para la formación de la carta del Distrito Federal se recurrió a las triangulaciones
realizadas por la Dirección de Catastro y la de algunos municipios que bajo los criterios de esta
misma dependencia realizaron varios trabajos de gran precisión. La configuración de esta carta no
era del todo homogénea en cuanto a su precisión por no proceder de un trabajo especial como se
hizo para México y sus alrededores. En base a estas consideraciones se puede afirmar que la
elaboración de una cartografía precisa realizada por esta dependencia se inició propiamente con la
construcción de la carta de Yucatán, publicada en el año de 1931 a la escala de 1: 200 000. Los
resultados de los trabajos realizados en esta entidad para la construcción de su carta geográfica
fueron expuestos en el Congresos de la Unión Internacional de Geodesia. Con este reporte se
79
mostraba a la comunidad científica la capacidad del personal técnico mexicano para realizar
trabajos de esta magnitud (Bustamante, 1939).
La carta del estado de Aguascalientes presentó modalidades especiales: la configuración del
terreno se hizo por el procedimiento fotográfico, el cual fue empleado por primera vez en México
para trabajos geográficos. Para el logro de este objetivo la Dirección de Estudios Geográficos
dispuso del equipo fotogramétrico de la Comisión Nacional de Irrigación. En la construcción de la
carta de esta entidad quedó demostrada la posibilidad de emplear con éxito el método
fotogramétrico en levantamientos geográficos, siempre que este estuviera apoyado en puntos de
control geodésico y topográfico previamente establecidos. También quedaba claro que con este
procedimiento se lograba una gran economía en el costo de los trabajos de campo. La inversión
realizada así lo demostraba: "En el estado de Aguascalientes se obtuvo un valor unitario de 0.75
por kilómetro cuadrado de levantamiento fotográfico... La inversión realizada en la construcción de
esta carta incluyendo operaciones geodésicas, topográficas y fotogramétricas representó un gasto
de $ 70 000.00 pesos correspondiendo por tanto un valor de 13 pesos por kilómetro cuadrado"
(Parrés, 1940: 7-8). La carta se construyó a escala de 1:100 000, con curvas de nivel de 50 metros
de equidistancia, se procedió a hacer las observaciones necesarias para contar con una
triangulación de apoyo (Ver figura 6). Se hizo el levantamiento de detalles por procedimientos
topográficos adecuados y se recogieron los datos necesarios para una configuración
suficientemente precisa por medio del sistema fototipográfico.
La organización de los trabajos geográficos en el estado de Aguascalientes y los trabajos de
campo iniciados en el estado de Zacatecas en los años treinta, era un modelo a seguir para los
diversos estados de la República Mexicana, siempre que se contara con suficiente personal y un
presupuesto para realizar tales actividades, dado que había que considerar la extensión territorial y
la distancia de apoyo a las redes principales de apoyo. En el caso de los trabajos iniciados en el
estado de Zacatecas, la idea que se tuvo para realizar una triangulación topográfica en los
alrededores de la capital, fue la de establecer un canevá de apoyo para el levantamiento
fotogramétrico de la serranía que rodea a esta ciudad. En el curso de las pláticas que se tuvieron
entre el gobernador del estado de Zacatecas y los miembros de la Comisión Geográfica de la
Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos, se hizo ver la conveniencia de que los trabajos
geográficos se orientaran hacia resultados de aplicación práctica. En este caso particular una
operación que tenía resultados inmediatos era el plano orohidrográfico de la serranía de
Zacatecas. Con este se establecían bases firmes para estudios posteriores de aprovisionamiento
de aguas, de exploraciones geológicas, de localización de vetas minerales y de fundos mineros, de
drenaje, de construcción de pequeñas presas de almacenamiento, de planeamiento y ensanche de
80
la ciudad y para el trazo de carreteras para las poblaciones circunvecinas. Convenía entonces
hacer un levantamiento de apoyo, lo más completo y detallado que fuera posible, situando
trigonométricamente todos los puntos dominantes que se extienden desde los cerros de
Vetagrande, hasta los últimos contrafuertes de la sierra, cerca de la hacienda de Malpaso, era
importante también hacer un levantamiento poligonal del principal thalweg3 de Zacatecas y de sus
ramificaciones, pues la experiencia adquirida en levantamientos fotogramétricos indicaba la ventaja
de situar por operaciones topográficas las barrancas, cuyo cauce no se lograba abarcar en la
mayoría de los casos por la fotografía.
La decisión de iniciar el levantamiento de la carta de Zacatecas por la región de los cañones al sur
del Estado, se basó en consideraciones que para la Comisión Geográfica de la Dirección de
Estudios Geográficos y Climatológicos tenían gran significado: de lado económico que era la región
agrícola más rica, pero también desconocida y ampliamente fraccionada. Desde el punto de vista
técnico, el levantamiento de los cañones generaba puntos de control en la triangulación del estado
de Aguascalientes ya terminado en lindero occidental de dicho estado, a partir del cerro del Pinal y
la sierra que continúa al sur limitan, con la sierra de Morones y el cañón de Juchipila (Secretaría de
Agricultura y Fomento, 1933). En la parte baja del cañón y casi al pie de la Sierra Oriental, se
desarrollaba la carretera de Zacatecas a Juchipila.
Otros trabajos cartográficos
El relieve de un país tiene enorme influencia sobre el clima, el tipo de suelos, de la vegetación, de
la vida animal. De ahí, que otro trabajo de importancia fue la carta altimétrica construida a escala 1:
2 000 000. Este trabajo representaba una primera aproximación a la morfología de la República
Mexicana. Se preparó con base en los materiales utilizados en la construcción de la Carta General
de la República Mexicana y las 20 000 altitudes de lugares del país, determinadas en buena parte
por la propia Dirección de Estudios, pero también por Ferrocarriles, y la Comisión de Caminos. El
levantamiento de muchos ríos, los accidentes topográficos que venían contenidos en muchas
cartas y los datos de alturas sobre el nivel del mar permitían interpretar la orogenia mexicana. La
primera edición se publicó en 1931 y debieron pasar 20 años para que se publicara una segunda
edición en 1953 (Ver figura 7).
También se editaron cartas hidrográficas de los puertos de Tampico, Alvarado, Puerto México (hoy
3 Línea que une las porciones más profundas del cauce de un río; algunas veces el término se utiliza en un sentido más amplio para aplicarlo a todo el cauce (Lugo,1986 )
81
Coatzacoalcos), Veracruz y Antón Lizardo, para las cuales se utilizó la Proyección Transversa de
Mercator como se observa en el cuadro 6. El Atlas de límites entre México y Belice a la escala de
1: 10 000 se realizó con base en los levantamientos geodésico-topográficos de los ríos Hondo y
Azul realizados durante los años de 1918 a 1923.
Cuadro 6: Cartas hidrográficas
Cartas hidrográficas Escala Carta hidrográfica de Veracruz y fondeadero de Antón Lizardo
1: 100 000
Carta hidrográfica de Puerto México 1: 10 000
Carta hidrográfica de Puerto Alvarado 1: 15 000
Fuente: IPGH, 1953: 328
Con fines administrativos la Dirección editó en 1929 el plano de la Ciudad de México, reproducción
del plano catastral de la Ciudad de México a la escala de 1:10 000 (Ver figura 8). Así como el
esquema de las carreteras que se formó con datos de la Comisión Nacional de Caminos y que en
este mismo año publicara esta dependencia a escala 1: 50 000. La carta de los ferrocarriles de la
República Mexicana se editó a escala 1: 3 000 000, en ésta no aparece fecha de elaboración. El
plano del cerro del Mercado fue hecho por indicación y financiamiento de la Fundidora de Fierro y
Acero de Monterrey. Aunque sin escala, este plano está configurado con curvas de nivel y en él se
observan todas las concesiones mineras que tenía la compañía. Con fines especulativos o
científicos se construyeron una gran variedad de cartas o planos. Con este propósito se elaboró un
plano en donde se indicaba la declinación magnética para 1915 y otro en 1932 en donde se
observaban las líneas de inclinación magnética para ese año. En 1927 se construyó la carta
sísmica de la República Mexicana a escala 1: 2 000 000. En 1929 el plano de la región del
Popocatepetl (pueblo de Amecameca y detalle topográfico entre Metzintla y Popocatepetl) a escala
1: 50 000. Para estudios gravimétricos se elaboraron varios planos a varias escalas: En 1930 se
publicó un plano en donde se podían verificar los lugares en donde se observó en el país la
intensidad de la pesantez y las anomalías de milésima de dina en escala de 1: 6 500 00 (Ver figura
9). También se observaron las estaciones de gravedad hechas en México durante los años de
1925-1927 en un plano a escala 1: 5 000 000. En 1931 se editó un plano esquemático de las
operaciones geodésicas, astronómicas y gravimétricas de la República Mexicana (Ver figura 10).
En 1932 elaboró un plano para el Instituto Panamericano de Geografía y Estadística de la zona del
Nevado de Toluca que comprendía el levantamiento topográfico del cráter de este volcán.
82
Los trabajos cartográficos de orden internacional
A nivel internacional grandes proyectos cartográficos generales se comenzaron a gestar, pero por
su importancia destaca la Carta Mundial al Millonésimo. Su elaboración se proyectó desde el
Congreso Internacional de Geografía de Berna, en el año de 1891 y más tarde se volvió a retomar
la idea en los Congresos Geográficos de Londres, 1895, y de Ginebra en 1908. En 1909, el
gobierno británico convocó a una conferencia internacional en la que se acordaron las
características que debía contener la carta al millonésimo y enviaron a todos los gobiernos por la
vía diplomática una invitación para adherirse al proyecto. El gobierno mexicano aceptó la invitación
y para ratificarlo envió a Pedro C. Sánchez y a una numerosa delegación al Congreso de Roma en
1913, con la finalidad de traer un proyecto más maduro al país. En el Congreso de Roma ya se
mostraron siete hojas terminadas además de la publicación en donde se daban a conocer los
progresos y las resoluciones internacionales aprobadas, que entre otras, figuraban las siguientes:
cada hoja debía cubrir una superficie de 4º en latitud y 6º en longitud; los meridianos serían
representados por líneas rectas y los meridianos por arcos de círculo; la proyección utilizada sería
la Policónica Modificada de Lallemand; cada hoja sería una carta hipsométrica con curvas de nivel.
El proyecto de la elaboración de la carta sería llevado a cabo por un organismo cartográfico
nacional, el cual remitiría sus resultados al Bureau Central, a fin de que este pudiera comunicarlos
a las respectivas organizaciones geográficas internacionales. Para 1921, el organismo encargado
de llevar a cabo este proyecto era la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos. Varios
países habían construido sus primeras hojas. En América Latina cabe destacar el caso de
Argentina que ya tenía construidas tres. En México este proyecto no se inició, dada la importancia
que para el país adquiría en esos momentos la construcción del atlas a 1: 500 000, pero una vez
terminado este trabajo se pretendía iniciar la construcción de las hojas correspondientes al país.
Una institución internacional que se abocó a realizar la cartografía en Latinoamérica fue la
American Geographical Society de Nueva York. El proyecto para esta región constaba de 107
hojas, cada hoja medía 4º de latitud por 6º de longitud. El mapa completo cubriría desde la frontera
de los Estados Unidos con México, hasta el Cabo de Hornos, incluyendo las Antillas. México se
cubriría en 16 hojas. Este mapa concuerda en esquema y escala con la famosa Carta Internacional
del Mundo en la escala de 1:1 000 000. El ingeniero Manuel Medina realizó una serie de
observaciones a las doce hojas que abarcaba la parte continental de la República Mexicana a
propósito del calce que cada hoja presentaba en donde se remarcaba la "confianza relativa" del
documento. En este se señalaba esquemáticamente las regiones que contaban con
levantamientos geodésicos, con levantamientos hidrográficos, con topografía expedita y aquellos
que carecían de levantamientos. Entre los señalamientos que hace Manuel Medina a este
83
documento están: las costas de la República Mexicana están trazadas de acuerdo con los datos
proporcionados por la Hidrographic Survey de la Marina de los Estados Unidos, en este apartado
no deja de destacar los errores de que adolecen las cartas americanas; caso contrario de las
fronteras internacionales de México, correctamente delimitadas por esa estadounidense; la
información a detalle del interior de las cartas, fue tomada íntegramente por las cartas mexicanas,
en su opinión, seguramente en la construcción de estas cartas se aprovecharon los levantamientos
de las compañías de petróleo, especialmente los aéreos hechos en los estados de Veracruz y de
Tamaulipas. Otro aspecto relevante fue la configuración a curvas de nivel, con equidistancias de
100 metros, que tenían las hojas de esta colección. Sin embargo, sólo la considera una
representación aproximada del relieve mexicano, su tarea se basaba en los informes de la
Dirección de Estudios Geográficos, en base a su todavía impreciso catálogo de altitudes que esta
dependencia había elaborado (Medina, 1943).
Pero de manera especial habrá que tratar los trabajos que la oficina Hidrográfica de los Estados
Unidos de Norteamérica realizó sobre las costas mexicanas. La "Hidrographic Office", de la Marina
fue la compañía que proporcionaba la información de más alto valor que se tenía hasta el momento
para el estudio de las costas de México. Las cartas que publicó esta oficina sobre México, en las
primeras décadas del siglo XX, estaban agrupadas en varias regiones: "Costa del Golfo de México
y Mar Caribe", "Costa del Pacífico", Baja California, Costa este y Baja California, Costa oeste.
Finalmente habrá que indicar que a través de la historia mexicana, es evidente la infinidad de
planos y mapas construidos por compañías e individuos extranjeros que han salido del territorio sin
que puedan ser aprovechados para mejorar la cartografía mexicana. De ahí que una de las
demandas de Manuel Medina consistía en fomentar en los gobiernos nacionales y a nivel
individual: "la convicción de que, debemos por un sentimiento de nacionalidad y de amor propio,
intensificar en el más alto grado nuestra producción cartográfica. ¿Cómo lograrlo? Concediéndole
a esta actividad la importancia nacional que tiene, segura y firme base del desenvolvimiento de
nuestra nación en todos órdenes" (Ibídem: 38).
4.2.3 La organización de los trabajos cartográficos El Consejo Directivo de los Levantamientos Topográficos y su función en la coordinación de los trabajos cartográficos nacionales La base para el éxito de los proyectos oficiales y particulares del gobierno revolucionario se
centraba en la construcción de una buena carta geográfica que pudiera dar soporte a una serie de
necesidades nacionales: la repartición de la tierra, la concesión de ejidos, los proyectos de
84
irrigación. Durante las tres primeras décadas del siglo XX las instituciones que hacían trabajos
geográficos eran la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos, de la Secretaría de
Agricultura y Fomento y el Catastro Nacional que hacía por su parte levantamientos topográficos
de precisión en el Distrito Federal. También existían otras dependencias que hacían
levantamientos topográficos de varias regiones del país dada su necesidad de obtener información
y contar con la cartografía. Sin embargo era común que esos trabajos, después de servir al objeto
que los había motivado, pasaran a los archivos, en donde quedaban relegados indefinidamente y
olvidados. De esto que surgiera la idea entre los dirigentes de varias dependencias
gubernamentales de aprovechar todos estos trabajos de topografía y cartografía para que todos
ellos contribuyeran a la formación de la Carta General de la República Mexicana. Así con el deseo
de dar más alcance a esta acción, y bajo el afán que animaba al gobierno de que en todas partes
se hicieran trabajos geográficos útiles en bien del país, se propuso coordinar y aprovechar los
trabajos que en materia topográfica se llevaba a cabo en diversas secretarías de Estado.
La inquietud de coordinar los trabajos geográficos se reafirmaba con una iniciativa del exterior. En
el mes de enero de 1920, William Bowie dirigió una carta al director de la Dirección de Estudios
Geográficos y Climatológicos. En ella le informaba sobre la creación del Board and Survey and
Maps, un departamento que coordinaba la realización de los trabajos topográficos en los Estados
Unidos; en este documento se describían los beneficios que traería consigo la creación de una
dependencia con estas características. Este hecho, en nuestra opinión, influyó decisivamente en la
idea de instalar en México una institución muy similar a la recién creada en los Estados Unidos. El
ingeniero Pedro C. Sánchez fue el portador de esta idea hacia las esferas oficiales. La Secretaría
de Agricultura y Fomento, convencida de las grandes ventajas que tenía esta iniciativa consiguió
del Ejecutivo la creación del Consejo Directivo de los Levantamientos Topográficos de la
República.
Esta dependencia sería la encargada de lograr la coordinación, subordinación y reglamentación de
los trabajos en Topografía, Geodesia y Astronomía que se hicieran en el país, por las
dependencias oficiales y orientaría sus tareas bajo la reglamentación que dictara el consejo. Sería
además el lazo de unión de todas las dependencias en la edición de la cartografía que recayera en
un apoyo mutuo en cuanto a la transferencia de datos. "Esta institución se encargaría de la
coordinación y reglamentación técnica de los trabajos de ingeniería geo-topográfica que hacían en
la República Mexicana, las diversas secretarías de Estado" (Secretaría de Agricultura y Fomento,
1933:22). Las dependencias que se agruparon en torno a este consejo fueron las siguientes:
Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos; Sección de Ingenieros Geógrafos y
Topógrafos de la Secretaría de Agricultura y Fomento; Departamento de Exploraciones y Estudios
85
Geológicos de la Secretaría de Industria y Comercio; Catastro Nacional, de la Secretaría de
Hacienda y Crédito Público; Comisión Internacional de Límites entre México y los Estados Unidos
de Norteamérica, de la Secretaría de Relaciones Exteriores; Dirección de Tierras, Colonización,
Aguas e Irrigación, de la Secretaría de Agricultura y Fomento; Comisión Nacional Agraria, de la
Secretaría de Agricultura y Fomento; Dirección de Caminos, de la Secretaría de Comunicaciones y
Obras Públicas.
Una vez en marcha, los resultados alcanzados por esta dependencia intergubernamental no fueron
los esperados. Entre las causas de su escaso éxito, pueden citarse dos: una escasez de trabajos
topográficos en las diferentes dependencias oficiales y la movilidad de sus dirigentes; se hacia un
cambio constante de sus representantes ante el Consejo, en términos generales "propició la falta
de cohesión, coordinación e iniciativa de los trabajos". Sin embargo, esto no impidió que varias
iniciativas presentadas por la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos se aprobaran
entre ellas:
a) que se dictaran instrucciones generales para los trabajos de campo y de gabinete.
b) se aprobó el plan general para la publicación por la misma dirección, de la carta de la República
Mexicana a la escala 1: 500 000 en hojas que abarcarían dos grados de latitud por tres de longitud.
c) también se logró, que en dicho Consejo se hiciera un estudio sobre nomenclatura y signos
convencionales (Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos, 1931).
Más tarde el tema se retomaría pero con objetivos ya a nivel regional. En el Primer Congreso del
Instituto Panamericano de Geografía e Historia que se realizó en la ciudad de Río de Janeiro el día
30 de diciembre de 1932 se hizo la siguiente propuesta: "que se procure establecer una completa
uniformidad en la nomenclatura, en los signos y en las letras que se empleen en la cartas
geográficas que se editen en todos los países de América para facilitar su lectura e interpretación"
(Bustamante et al.,1935:3). Uno de los autores de esta iniciativa, Octavio Bustamante resumía en
unas cuantas palabras la importancia de esta propuesta a propósito de los trabajos cartográficos
en América: los signos son un lenguaje gráfico que debe ser utilizado con un carácter
panamericano (Ibídem: 5). La propuesta no tuvo el eco deseado en ese momento, sin embargo, no
se dejó de trabajar en esta tarea. De esta forma los ingenieros Octavio Bustamante, Pedro C.
Sánchez con la ayuda del entonces jefe de la Sección de Cartografía de la Dirección de Estudios
Geográficos, el ingeniero Sotero Prieto construyeron una tabla completa de signos y letras. Esta
tabla también se apoyó en los signos convencionales adoptados por el Consejo Directivo de los
Levantamientos Topográficos de la República Mexicana, en sus 2a, 5a y 6a sesiones y los signos
recomendados por el "Board of Survey and Maps" de los Estados Unidos.
86
La coordinación de los trabajos geográficos en el continente Americano a través del Instituto Panamericano de Geografía e Historia A fines de la segunda década del siglo XX, nuevas condiciones político-económicas a nivel mundial
y particularmente en Latinoamérica influyeron en una nueva visión de la Geografía. Esto motivaba
a cambiar la escala en los trabajos geográficos de la nacional a una de escala regional. Esta
inquietud motivaría a Pedro C. Sánchez y al entonces director del Observatorio Astronómico
Joaquín Gallo durante su participación como delegados oficiales en la Sexta Conferencia
Panamericana de La Habana, en 1929, a presentar un proyecto para la creación de un Instituto
Geográfico Panamericano que tuviera como finalidad coordinar los trabajos geográficos
latinoamericanos. Esta propuesta fue aceptada y el 5 de mayo de 1930 se creaba, con sede en la
Ciudad de México, el Instituto Panamericano de Geografía e Historia, ganando con ello el país
prestigio y decoro científico a nivel internacional. El presidente Pascual Ortiz Rubio inauguraba
esta institución en el edificio de Tacubaya, en el traspatio que ocupaba la Dirección de Estudios
Geográficos y Climatológicos.
La instalación en México del Instituto Panamericano de Geografía e Historia se fundamentó
básicamente en dos circunstancias: el liderazgo regional en América Latina de la Dirección de
Estudios Geográficos y Climatológicos por el alcance de sus trabajos cartográficos, geodésicos,
hidrológicos y climatológicos. Luego de la creación de la Comisión Geodésica Mexicana a fines del
siglo XIX, México era para las primeras décadas del siglo XX, el país que mayor número trabajos
geodésicos había efectuado en Latinoamérica (Parrés, 1940). A nivel individual el trabajo de Pedro
Sánchez traspasaba las fronteras mexicanas hacia el resto del continente. De ahí que cuando se
hizo la invitación por parte del gobierno mexicano, los países americanos se sumaron a esta
propuesta y la mayoría aceptaron participar en este proyecto. Este personaje figuraría como el
puente de la difusión científica en Latinoamérica. Su experiencia a nivel nacional e internacional en
los trabajos geográficos le permitiría asumir el puesto de director y coordinador de la recién creada
institución. A esta dependencia se inscribieron la mayoría de los países latinoamericanos. Los
primeros en integrarse fueron Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador, El Salvador,
Guatemala, Honduras, México, Nicaragua y Perú. Más tarde se unieron Argentina y Venezuela, los
Estados Unidos se incorporaron hasta el año de 1935. La presidencia de esta institución la asumía
un importante miembro del U. S. Coast and Geodetic Survey, el super intendente William Bowie.
Este hecho reflejaba el propósito de los Estados Unidos de marcar el liderazgo en la generación de
los trabajos científicos en el continente Americano. Bajo esta tendencia de un Panamericanismo
puro, el coloso país del norte pretendía que los países latinoamericanos participaran en la
formación de una ciencia interamericana.
87
El Instituto Panamericano de Geografía e Historia se propuso varios temas de la Geografía y de la
historia latinoamericana, entre otros apartados de la Topografía, Geodesia, Cartografía,
Geomorfología, la Etnografía, la Geografía Histórica, Geografía Biológica y Geografía Económica.
En la Sexta Conferencia Internacional de los Estados Americanos realizada en Cuba, este país
hizo la sugerencia de que la Historia se incorporará también como objeto de estudio dada la
relación tan estrecha que guardaba esta ciencia con los estudios geográficos, petición aceptada y
con ello esta área del saber se abocaría a los siguientes temas: la Prehistoria, Historia,
Precolombina y Arqueología, Historia Colonial y otra área dedicada a la Historia de la
Independencia de América y de la época independiente.
La trascendencia de los estudios geográficos en los trabajos del continente Americano radica, en
nuestra opinión, en el hecho de que todavía en la primera parte del siglo XX, aún se estaban
conformando los Estados nacionales en América Latina. Bajo estas condiciones la elaboración de
las cartas geográficas era fundamental para la delimitación de su territorio y el conocimiento de sus
recursos naturales. Se hacía preciso el manejo de escalas, técnicas y procedimientos. Por otro
lado, en el lado técnico se buscaba la operación de una carta lo más precisa posible, de esta forma
al igual que en México también en el resto de América se cuestionaban sobre los métodos a utilizar
para su construcción. La innovación tecnológica era un elemento presente en sus consideraciones:
la fotografía aérea debía reemplazar a la utilización de viejos procedimientos como la plancheta y
al taquímetro. La utilización de la fotografía en México era muy reciente. En el mes de enero de
1926 se mostraba al presidente Plutarco Elías Calles, en el Palacio Nacional los procedimientos
fototopográficos, exponiendo con el pequeño modelo del estereoautógrafo, los métodos
fotogramétricos para levantamiento de planos. El 1º de junio de 1926 fue aprobado el programa
para organizar un Departamento Fototopográfico en la Comisión Nacional de Irrigación. Los
primeros trabajos terrestres de campo se iniciaron en abril de 1927, para noviembre se empezó a
montar el estereofotógrafo de la casa Zeizz. En el mes de diciembre se hacía ya la primera
restitución de trabajos terrestres. Para el año siguiente, 1928, se iniciaron las primeras pruebas de
levantamientos aéreos. El primer trabajo realizado fue el levantamiento de Tampico y sus
contornos, con la finalidad de formar un plano a la escala de 1: 2 500 de esta región. Los
resultados fueron un trabajo impreciso, en parte debido a que los apartados e instrumentos de
dicho departamento no estaban aún completos, lo que generaba grandes dificultades y carencias
para la formación del plano. Faltaba además un triangulador radial y estéreo comparador para la
restitución automática de visitas aéreas, para formar planos de reconocimientos a escalas desde
1: 20 000 y menores los que tenían gran valor para el estudio preliminar de los proyectos
especiales. Para aplicar los métodos estereofotogramétricos para la formación del mapa de la
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República Mexicana se necesitaban varios apartados para la restitución de vistas aéreas, así como
cámaras aéreas automáticas y un número mayor de equipos de campo y estereoautógrafos para la
restitución de trabajos terrestres.
Para el primer tercio del siglo XX, la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos que era la
institución encargada de la construcción de la Carta de la República Mexicana carecía de
infraestructura para llevar a cabo esta tarea bajo cánones técnicos modernos: la fotografía aérea.
Esta institución inició la aplicación de la fotogrametría terrestre con el equipo Wild y Zeizz de la
Comisión Nacional de Irrigación, para la elaboración de sus cartas geográficas de Aguascalientes a
la 1: 100 000 y de Morelos a escala 1: 50 000, sin embargo, la escasez de recursos económicos
impidió que se generalizara este procedimiento a todo el país. Sin cumplir con el objetivo de crear
por parte de esta importante institución, una cartografía a una escala mayor. Una de las mayores
críticas al trabajo de esta dependencia fue la tardía y el escaso empleo de la componente
tecnológica, dado que como lo señalara repetidamente Valentín Gama, en la construcción de sus
mapas esta dependencia sólo se abocaría a la "restitución geométrica del territorio". Esta situación
no mejoraría en los años posteriores, pues en México se presentaría por un largo tiempo un rezago
en la tecnología utilizada para los trabajos cartográficos nacionales.
El Instituto Panamericano de Geografía e Historia puso desde su creación todo el interés que
requería la ejecución de las cartas geográficas, a través de las diversas asambleas realizadas en
varios países, desde la primera realizada en México, en 1929. De manera especial en la de
Washington celebrada en 1935, donde promovió que se elaboraran cartas de todos los países del
continente, hasta lograr un buen mapa de todo América. Un propósito permanente de esta
institución fue "estandarizar los mapas y las cartas de las 21 naciones miembros" se señalaba años
más tarde en la reunión de la ciudad de Lima, en Perú. Bajo esta perspectiva el director del
Instituto Panamericano de Geografía e Historia, Pedro C. Sánchez sugirió la creación de una
Comisión de Cartografía, la cual se encargaría de coordinar los trabajos de la cartografía del
continente Americano. Así lo manifestó: "mi deseo era empezar a reunir planos de punto de partida
para abordar de lleno el problema definitivo de la ejecución de las cartas" (Sánchez, 1935: 10). La
Comisión de Cartografía se fundó en junio de 1941 con la presidencia de Fabot H. Randal y como
secretario André C. Simonpietri.
89
4.3 Los trabajos climatológicos 4.3.1 La importancia de la Climatología para el gobierno posrevolucionario El estudio del clima es un aspecto de suma importancia, en ocasiones decisivo para el éxito o
fracaso de una política agrícola, industrial o comercial. Por ello, la necesidad de su conocimiento
para el mejor desenvolvimiento de cualquier plan de desarrollo en el medio rural o urbano que se
quisiera implementar. La variable climática es uno de los elementos de la naturaleza que afecta la
capacidad productiva de una nación al hacer posible el crecimiento de infinidad de cultivos,
propiciar la existencia de pastos o forrajes y apoyar a la industria dado los grandes volúmenes de
agua que se requieren para ella (Bassols, 1984). México, para principios del siglo XX, era un país
eminentemente rural. El 90% de la población mexicana vivía en este hábitat y se dedicaba
principalmente a las actividades agrícolas. De esto la importancia que para esta institución tendría
la organización del Servicio Meteorológico Nacional. Se puede afirmar que los trabajos de campo,
los cartográficos junto con los climatológicos fueron los pilares de la base de la producción de esta
dependencia, de ello, la importancia de este departamento. En un primer momento la cartografía
figuró en forma preponderante dada la importancia de este instrumento para el gobierno
revolucionario de Venustiano Carranza, fundado en un conocimiento de las condiciones
geográfico-políticas del territorio nacional y de sus recursos naturales y humanos. Más tarde la
pacificación relativa del país permitió un mayor control político del espacio nacional, bajo
condiciones más favorables se generó un nuevo programa económico. En éste era indudable el
papel trascendental que el estudio de la Meteorología y Climatología tenía para el gobierno
revolucionario, dado la influencia en su proyecto económico, particularmente en el tema de
irrigación.
El estudio sistemático de la Climatología del país requería de una infraestructura meteorológica
que permitiera el conocimiento de esta área del saber. Sin embargo, la guerra civil que afectó al
país propició un verdadero caos en el funcionamiento y distribución de las estaciones
meteorológicas, muchas de ellas fueron destruidas total o parcialmente. Sólo se contaba con una
red de información deficiente, con falta de equipo y de personal. Esto explica porque las
observaciones eran poco precisas y fallaban en los momentos difíciles. El personal que se
ocupaba del funcionamiento de las estaciones era escaso e improvisado, careciendo de los
conocimientos especializados en el área. Todas estas necesidades no escapaban del pensamiento
del gobierno posrevolucionario. A mediados del mes de septiembre de 1915, bajo indicaciones del
gobierno federal el Observatorio Meteorológico Central reanudaba sus labores, mismas que habían
sido suspendidas por algún tiempo.
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El Observatorio Meteorológico Nacional: 1877-1934 El desenvolvimiento del Servicio Meteorológico Mexicano ha estado estrechamente relacionado
con la historia de la Meteorología nacional. El siglo XIX, fue particularmente importante para el
desarrollo de esta ciencia en México específicamente para su institucionalización, sobre todo luego
de la creación del Observatorio Meteorológico Nacional. Para Carlos Contreras Servin el desarrollo
de la Meteorología durante el siglo decimonónico comprende tres etapas: la primera la denomina
como la continuación a la etapa de los precursores y se desarrolla en las primeras décadas del
siglo XIX. La segunda etapa la marca con el establecimiento de los primeros observatorios en los
colegios de enseñanza superior, teniendo su límite hasta la institucionalización de esta ciencia que
coincide con la creación del Observatorio Meteorológico Central. Finalmente la última etapa va
desde la instauración de esta institución, hasta la consolidación de una pequeña red de estaciones
meteorológicas en el país a finales del XIX (Contreras, 1999).
El 8 de febrero de 1877, se fundó por decreto el Observatorio Meteorológico y Magnético Central y
un mes después el 6 de marzo entraba en funciones a cargo del ingeniero geógrafo Mariano
Bárcena. Luego de variados puestos en la burocracia gubernamental, miembro del Senado y
gobernador del estado de Jalisco, el ingeniero Bárcena dirigió el Observatorio por cerca de 22 años
hasta su muerte el 10 de abril de 1899. Luego de este acontecimiento asumiría la dirección de esta
dependencia, el ingeniero Manuel Pastrana. Al fundarse esta institución su objetivo comprendía la
organización del Observatorio Central y controlar a través de él todos los trabajos meteorológicos
del país. Esta medida era la continuación a la pretensión iniciada con la Sociedad Mexicana de
Geografía y Estadística desde 1862 de crear una red meteorológica nacional y más tarde del
propósito del General Vicente Riva Palacio, entonces secretario de Fomento de crear un
Observatorio Meteorológico bajo el patrocinio del Estado. Esta iniciativa no prosperó y debió
esperar este objetivo hasta la creación del Observatorio Meteorológico. La fundación de esta
institución, bajo el punto de vista de Luz Fernanda Azuela obedece a tres aspectos: 1) En primer
término se ubica en un impulso externo, que en este caso adquirió dimensiones políticas, pues con
el establecimiento de la red mexicana que efectuaría los estudios y observaciones propuestos por
el Congreso Internacional de Meteorología el gobierno de Díaz había frenado la potencial invasión
de la soberanía nacional. 2) en el orden interno hay un elemento que se relaciona con el proyecto
modernizador del Estado. 3) finalmente un elemento relacionado con el desarrollo de la disciplina
misma. Al abrigo de de los observatorios se constituyó una comunidad profesional que impulsó el
desarrollo de las Ciencias de la Atmósfera en México. Con sus observaciones se completaron los
primeros estudios meteorológicos del norte del continente Americano (Azuela, 1995:105).
91
Hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XIX, era evidente la escasez de una red
meteorológica nacional y la continuidad en sus observaciones. Para el gobierno mexicano era
necesario desarrollar una cada vez mayor red de observatorios a lo ancho del territorio mexicano
que mantuvieran una estrecha relación con una matriz, en este caso el Observatorio Meteorológico
Central. Con este propósito se formó un proyecto de reglamento con el fin de establecer oficinas
meteorológicas auxiliares en los puertos del Golfo y del Pacífico y en las capitales de los estados.
Luego de crearse el Servicio Meteorológico Nacional, se obtuvo la cooperación de 17 colegios de
los estados y 9 particulares a los cuales se les fijaron tres observaciones diarias a las 7 am, 2 pm y
9 pm de tiempo local. En el Observatorio Central se establecieron 24 observaciones diarias y así se
continuó con este procedimiento durante los últimos años del siglo XIX. Para fines de este siglo se
contaban con 14 oficinas meteorológicas sostenidas por los gobiernos de los estados, ocho por
particulares, la de Mazatlán por el gobierno federal así como el Observatorio Central. Los datos
reunidos se publicaron en el Boletín del Observatorio Meteorológico Central y desde 1900 se
iniciaron los trabajos de la carta del tiempo de la República Mexicana. En 1901 la red
meteorológica estaba formada por 23 oficinas de las cuales 14 sostenían los gobiernos locales, 8
los particulares y una el gobierno Federal a través del Observatorio Meteorológico Central. Para
1910, el número de oficinas se había triplicado y, además existían redes locales, como las
establecidas en los estados de Oaxaca, de Jalisco y de San Luis Potosí (Tamayo, 1962).
Con la Revolución Mexicana buena parte de la infraestructura desarrollada hasta ese momento fue
destruida por la guerra. El establecimiento de un nuevo gobierno nacional generó nuevos
planteamientos. En un primer momento, a fines de julio de 1915 se ordenó trasladar a Tacubaya el
observatorio que se hallaba sobre la azotea del Palacio Nacional, dejando en ese lugar una
estación meteorológica. Esta medida era un avance pues el antiguo local carecía de la
infraestructura necesaria para el estudio de la Meteorología. Otra medida fue reorganizar el servicio
en todo el país y para ello la Secretaría de Fomento se dirigió a los gobernadores de los estados
pidiéndoles su cooperación con tal objetivo. Desde mediados de 1916, la Secretaría de Agricultura
y Fomento dispuso que el Observatorio Central y el Servicio Meteorológico pasaran a depender de
la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos, bajo la denominación de Departamento
Meteorológico, éste se estableció en Tacubaya y quedó bajo la dirección del ingeniero José
Covarrubias.
Un hecho interesante a resaltar es la formación de una comunidad de meteorólogos, hecho muy
trascendente, sobre todo ante la escasez de personal especializado. Al reorganizarse el Sistema
Meteorológico se forma un grupo importante de profesionistas formado por los ingenieros Carlos
Rodríguez, Gómez Farías, Octavio Bustamante, Luis Felipe Murguía, Alejandro Alegre. En 1920 al
92
integrarse el ingeniero José Gómez al Servicio Meteorológico Nacional vino a darle un fuerte
impulso a la Meteorología y Climatología del país, entre otras acciones, debido a la actualización
de las claves meteorológicas, el seguimiento de instrucciones meteorológicas y la emisión
sistemática de los boletines del Servicio. El éxito alcanzado durante su larga gestión como director
del Servicio Meteorológico, se puede explicar, porque durante su dirección se rodeo de
prestigiados meteorólogos como Elpidio López, Manuel Lebrija Celay, Mariano Moctezuma, todos
ellos profesionales que ejercerían una fuerte influencia en el desarrollo de la Meteorología y
Climatología nacional hasta la primera mitad del siglo XX.
El Servicio meteorológico y el proyecto revolucionario, 1915-1934
Al organizarse en 1915, la oficina Central del Servicio Meteorológico en Tacubaya sus funciones se
abocaron en dos direcciones: difundir la información recopilada a la diversas entidades y
proporcionar informes oportunos sobre el estado del tiempo en cualquier zona del país dando los
pronósticos a corto plazo a diversos sectores del ámbito público y privado, en especial a los
marinos, aviadores, agricultores, comerciantes y en general al público interesado en este tema.
También era necesario informar a las dependencias oficiales, como la Dirección General de
Caminos, la Comisión Nacional de Irrigación, la Dirección de Ferrocarriles, entre otras. Para
difundir la información se utilizaron medios de propaganda como el telégrafo, el teléfono y las
comunicaciones aéreas. En el orden internacional se practicaron las observaciones meteorológicas
acordadas por el Comité Meteorológico Internacional y se enviaban los estudios y estadísticas
solicitados del extranjero (Secretaría de Agricultura y Fomento, 1933).
El Servicio Meteorológico estaba formado por diversos observatorios de distintas categorías
distribuidos en todo el país y la oficina central respectiva. Desde el punto de vista de la amplitud de
sus observaciones y de la categoría de su equipo, los observatorios se dividían en: estaciones
meteorológicas, de evaporación, termopluviométricas y pluviométricas. La Oficina Central tenía a
su cargo la revisión, depuración, y recopilación estadística de los datos que todos los observatorios
remitían, así como los estudios diarios de la previsión del tiempo a corto plazo y los climatológicos.
Bajo esta organización se cumplían las necesidades más apremiantes de información
meteorológica y climatológica en los distintos ámbitos del sector público y privad de la nación. Las
líneas de trabajo de este departamento meteorológico se abocaron principalmente a la
recopilación de información meteorológica con fines climáticos y para el sustento de información
para los trabajos hidrológicos que requería en su momento la Comisión de Irrigación. Pero también
fue importante la construcción de material cartográfico en donde se pudiera plasmar la información
meteorológica y climatológica del país.
93
4.3.2 Las tareas de carácter meteorológico: la previsión del tiempo La previsión del tiempo era un tema básico para el mejor desempeño de las actividades agrícolas,
de navegación marítima y aérea. El pronóstico del tiempo era de gran ayuda si se pretendía que
las labores agrícolas se practicaran en tiempo oportuno y evitar los daños que ciertos fenómenos
meteorológicos como las heladas, los huracanes, las tempestades y las lluvias ocasionaban a la
agricultura nacional. Un antecedente de la utilización de la previsión del tiempo en México, se
encuentra a principios de siglo XX cuando el ingeniero Pastrana como jefe del Servicio
Meteorológico encontró conveniente realizar estudios sobre Meteorología Dinámica dada su
significado para la previsión del tiempo. Al implantar este servicio se continuaba la labor iniciada
por el ingeniero Agustín Chávez director general de Telégrafos quien ya había establecido varias
oficinas telegráficas en el Servicio Meteorológico a fines del siglo XIX. Agustín Chávez con la
pretensión de construir la carta del tiempo, propuso a la Secretaría de Comunicaciones y Obras
Públicas, la creación de una serie de estaciones meteorológicas a lo largo del país, mismas que
estarían a cargo de los telegrafistas, quienes enviarían los resultados de sus observaciones a la
Dirección de Telégrafos, para que con estos datos se procediera a elaborar la carta del tiempo. La
propuesta fue aceptada y gracias a esta decisión la Dirección de Telégrafos pudo construir en el
año de 1898, la primera carta del tiempo que se registra en la historia de la Meteorología
mexicana.
La carta del tiempo representaba una herramienta fundamental para la previsión del tiempo, en
especial, para el pronóstico de los “nortes” en el Golfo de México. Sin embargo, la predicción de
este fenómeno no era muy preciso, pues sólo se realizaba en los observatorios de Telégrafos una
sola observación a las 6 horas 23 minutos a.m, por ello, el director del Observatorio Meteorológico
Central, el ingeniero Pastrana, les propuso a los directores de los observatorios del país que
además de esa observación realizaran otra por la tarde, la de las 6 horas 23 minutos p.m. Esta
información permitió que el 22 de agosto de 1901, el Observatorio Meteorológico y Magnético
Central imprimiera su primera carta del tiempo. Contenía una sinopsis de las 24 horas anteriores y
el tiempo probable para las 24 horas siguientes. Esta carta superó por el número de datos y por la
publicación de sus pronósticos a la publicación realizada por la Dirección General de Telégrafos
(González, 1911). Una ventaja de la carta del tiempo publicada por el Observatorio Central era que
con el registro de las dos observaciones simultáneas se permitía prever ya con mayor exactitud la
aparición de los “nortes” en el Golfo de México.
Para las primeras décadas del siglo XX, no sólo se considera la importancia de la previsión a corto
plazo, sino también a largo plazo. En opinión de los expertos en el tema de la previsión del tiempo
94
de la época, como es el caso del ingeniero Elpidio López la verdadera importancia de la previsión
del tiempo no consistía en prever si llovería al día siguiente, si esta lluvia era aislada y poco
intensa, o correspondía a un día de temporal que había sido anunciado, sino en conocer con
anticipación suficiente cuándo se presentaría un cambio general que daría lugar a fenómenos de
cierta importancia y duración, ya fueran éstos el buen tiempo, un período de lluvias, una onda fría,
un norte o algunas heladas de cierta intensidad. Indudablemente que en las épocas críticas de las
labores del campo tenía interés particular para el agricultor la previsión oportuna de estos
fenómenos, pero esta debía anunciársele con la anticipación que se necesitaba para que la labor
del previsor fuera buena, lo que no se conseguía con la previsión de las veinticuatro horas
siguientes (López, 1922).
En el objetivo de lograr un pronóstico del tiempo a largo plazo y una mayor comprensión de la
Climatología nacional, era preciso estudiar la Meteorología Dinámica. Si grande era la importancia
que tenía en el estudio de la Climatología las influencias debidas a la latitud, a la distribución de
tierras y aguas y a la elevación sobre el nivel del mar, no era menor la influencia de las
perturbaciones atmosféricas. Los nortes del Golfo, los ciclones, las heladas y los temporales, que
eran condiciones que afectaban el tiempo de la República Mexicana, no podrían determinase sin
un conocimiento previo de estos fenómenos. La importancia de su estudio, aunque elemental, del
proceso en que se generaban las perturbaciones atmosféricas radicaba, por un lado, en que sin
estos elementos no se podrían establecer las causas que hacían tan variable el clima de ciertas
regiones naturales de México y a nivel teórico, en que ante tal carencia los conocimientos de
Climatología nacional serían en gran parte empíricos. El estudio de este tema venía a dar la
explicación del proceso de esas perturbaciones generales que modificaban el estado del tiempo en
uno o dos días o a veces en horas solamente, permitiría conocer las causas que originaban estos
cambios, y por otro lado, en el aspecto humano sería de gran beneficio en la vida del hombre y de
sus actividades (López, 1923:29-30). De esto se deduce que sin conocer la influencia que sobre el
tiempo de una región del globo tenían tanto los grandes centros de acción de la atmósfera y las
perturbaciones que de ella se derivan, era muy difícil darse una idea de las variaciones del clima
de cualquier región. Era un hecho la influencia que tenían los fenómenos meteorológicos en el
clima, pues este no es otra cosa que “un estado medio de las variables condiciones dinámicas del
aire que controlan el tiempo” (Ibídem: 33).
Luego de fundarse el Departamento Meteorológico la concepción de la previsión racional del
tiempo descansaba sobre dos bases: la primera, el conocimiento de los tipos de tiempo, es decir,
determinar las condiciones dinámicas de la atmósfera que se requerían para que se presentara tal
o cual modificación en ella; y la segunda, que una vez conocido el tipo de tiempo que daría tal o
95
cual estado de tiempo, permitiría predecirlo con la mayor anticipación posible (Ibídem, 31), La
presencia, persistencia, o desvanecimiento de uno u otro de los tipos de tiempo estaba
estrechamente vinculada con la posición que sobre la Superficie de la Tierra tenían los grandes
máximos y mínimos barométricos conocidos como los Grandes Centros de Acción de la Atmósfera.
Estos fenómenos no ocupaban exactamente todo el tiempo las mismas regiones del globo, sino
que sufrían desplazamientos temporales más o menos importantes alrededor de su posición
media, y cuando éstos eran considerables y, sobre todo, persistentes provocaban en las diversas
regiones del mundo con estos movimientos cambios en el tiempo atmosférico, que iban desde un
invierno riguroso o suave o bien un estío seco o lluvioso.
La importancia de construir las cartas del tiempo como un instrumento fundamental en la previsión
del tiempo radicaba en el propio concepto que se daba en esa época de este documento : "mapas
del país para el cual se estudia el probable estado del tiempo por venir, y de los próximos que le
rodean, abarcando la mayor extensión posible de la superficie terrestre, y en los cuales se trazan
líneas que unen los puntos de igual presión barométrica reducida al nivel del mar, o isobaras;
líneas de igual temperatura o isotermas; líneas de igual variación en presión y temperatura, vientos
nublados, lluvias, datos todos que se obtienen por la vía telegráfica y como resultados de
observaciones meteorológicas simultáneas ejecutadas diariamente, a una hora fija, en un gran
número de estaciones meteorológicas" (Ibídem).
Las investigaciones generadas en base a numerosas estadísticas formados en los centros
directores de los diversos servicios meteorológicos del mundo, permitían encontrar relaciones de
causa a efecto entre las diversas situaciones dinámicas que se presentaban en el día y los
cambios que sufría el tiempo al siguiente día o siguientes inmediatos al primero. Los tipos de
tiempo así formados y sus relaciones con los anteriores y posteriores, deducidos de un gran
número de mapas trazados día a día y discutidos razonadamente, teniendo en consideración las
leyes de termodinámica, la radiación, pendiente de presión y temperatura, vientos, nubes, situación
geográfica y topográfica, etc., que daban ya ciertas bases racionales de la previsión del tiempo tan
necesarios para el progreso de la agricultura y la navegación.
4.3.3 Métodos de previsión del tiempo
Ernesto Domínguez, un previsor del Servicio Meteorológico Mexicano, en su obra Apuntes sobre
Previsión del Tiempo a Corto Plazo describe a grandes rasgos la metodología seguida en esta
institución para pronosticar el tiempo a corto plazo en la segunda década del siglo XX: el sistema
generalmente usado para conocer la distribución geográfica de las presiones y el estado del tiempo
96
reinante en una porción determinada del globo, consistía en instalar convenientemente sobre esa
región una red de estaciones que la cubrían, éstas tenían la obligación de hacer simultáneamente
una o varias observaciones, de los principales elementos meteorológicos y remitirlos a una oficina
central. Los elementos meteorológicos que generalmente se observaban eran: temperatura, lluvia,
viento, humedad y tensión del vapor, nubes, estado del tiempo a la hora de la observación, a esto
se agregaba el cambio de presión registrado en determinado tiempo antes de la observación y el
tiempo reinante entre dos observaciones sucesivas. Una vez efectuados las observaciones en
todos los puntos de la red meteorológica y que se concentraban en la Oficina Central, se procedía
a formar la carta del tiempo. Para Domínguez el concepto de carta del tiempo la define de la
siguiente manera: "Esta consiste en una carta geográfica de la región, en donde se han hecho las
observaciones y que tiene como puntos principales las estaciones que forman la red meteorológica
[...] Inmediatamente se procede a escribir sobre ella y de un modo convencional, los datos
meteorológicos correspondientes a cada observatorio, de modo que al terminar la carta queda
representada en ella la distribución geográfica de los principales elementos meteorológicos"
(Domínguez, 1924: 3-4).
Después de revisar millares de cartas difícilmente se encontraban dos iguales. Sin embargo, se
veían en ellas caracteres comunes, de modo que se podían separar en grupos cuya afinidad fuera
evidente. De esto se podría formar una carta que fuera representativa de rasgos semejante en
varias cartas, se formaría un grupo de cartas que se les denominaría como "la carta tipo" o "tipo de
tiempo". Pero el tiempo reinante en la atmósfera no siempre era el mismo. Por ello se generaron
otros medios para prever las modificaciones de las cartas, que pudieran dar una idea de las
variaciones que sufrían si se comparaban con cartas sucesivas, pudiendo seguir en ellas las
trayectorias de los centros de altas y bajas presiones y su desalojamiento de un día a otro.
Para ver de una manera gráfica las modificaciones que sufría una carta con respecto a la del día
anterior, se construían las llamadas cartas de variaciones, en las cuales se anotaban las
modificaciones de los principales elementos meteorológicos, y por medio de las cuales se tenía
una idea de la tendencia general de los movimientos barométricos y de otros elementos como lo
eran la temperatura, la humedad, etcétera.
El método para construir este tipo de cartas era similar a la descrita para la carta del tiempo, pues
en ella también se unían todos los puntos que tenían la misma variación de un elemento
determinado. Las líneas de igual variación de presión se les denominó isalobaras e isalotermas a
las que unían los puntos de igual variación de temperatura. Las variaciones se obtenían
generalmente de 24 horas, sin embargo, cuando las modificaciones en los elementos eran rápidas,
97
las indicaciones en las variaciones en ese lapso de tiempo perdían su valor, por ello había que
recurrir a un periodo más corto de 12 horas. En el caso de México como las variaciones de la
presión atmosférica eran generalmente lentas, casi siempre se podían utilizar la variaciones de 24
horas, un caso que no aplicaba en los Estados Unidos quien por las variaciones de la distribución
geográfica de las presiones como en esa región se verifican cambios muy bruscos de presión, en
este país si era necesario construir cartas de variaciones en 12 horas. Otro dato que se utilizaba
frecuentemente para prever la carta del día siguiente era el conocimiento de las trayectorias
normales de centros de altas y bajas presiones con lo que era más fácil señalar su desalojamiento.
4.3.4 Los atlas climatológicos
Una de las principales tareas de la Dirección de Estudios, fue sin lugar a dudas la recopilación de
información meteorológica y climatológica a través de los diferentes observatorios y estaciones
climatológicas que eran controlados por el Observatorio Meteorológico Nacional. No de menor
importancia fue la construcción de material cartográfico, que tuviera como finalidad reflejar
gráficamente la información recopilada por el Departamento Meteorológico de esta institución. Una
mayor sistematización en la recopilación de los datos meteorológicos permitió interpretar esta
información y preparar en 1920 a Elpidio López su obra de Climatología, documento de gran
trascendencia que marca el principal antecedente teórico en el país que aborda esta rama de la
Geografía. En 1922 se publica el primer Atlas Meteorológico de la República Mexicana con datos
de 1905 a 1910. En 1928 se edita un segundo Atlas Meteorológico de la República Mexicana
(1921-1925), material, sin lugar a dudas, de gran utilidad para la construcción del Atlas
Climatológico de México editado en 1939 por la Dirección de Geografía Meteorología e Hidrología.
La labor en la promoción de la Climatología nacional iniciada por el ingeniero Elpidio López fue
continuado por José C. Gómez, aprovechando los materiales reunidos hasta el año de 1925 a
través de los Atlas meteorológicos ya mencionados, junto con Pedro C. Sánchez, preparó el
Estudio de Climatología Comparada con Aplicaciones a la República Mexicana. En este
documento se hace un intento por clasificar los climas de México, con una marcada influencia de
las ideas de De Martonne. El ingeniero Gómez no cesó en su labor de recopilación de información
en el Servicio Meteorológico, un dato sobresaliente es el hecho de que la información recopilada
por este importante climatólogo del país haya sido una fuente de información para el Manual de
Climatología que dirigieron W. Koeppen y R. Greiger, publicado en Berlín en 1936 (Tamayo, 1962).
En el ámbito nacional esta obra fue el soporte teórico para la construcción de la carta climatológica
que publicó la Dirección de Estudios en 1929 (Ver figura 11). Esta carta serviría de apoyo también
más tarde para "El Atlas Climatológico de México", que preparó el Servicio Meteorológico Mexicano
98
con datos de 1921 a 1930. Este documento representó una de las fuentes de consulta más
importantes para el estudio de la Climatología nacional no superada en un buen tiempo.
La construcción de este atlas permitió en su momento abordar en forma apropiada el estudio de los
climas de la República Mexicana. Según Pedro C. Sánchez su formación obedecía a la inquietud
de proporcionar mejores datos, patentizados gráficamente para abordar el problema del clima.
Para el director de esta dependencia era importante las críticas a este obra, en vías de mejorarla,
por lo que este trabajo no solo fue discutido por su personal en las figuras de Octavio Bustamante,
Mariano Moctezuma y José Cleofas Gómez, sino también por profesionales de otras dependencias
de la Secretaría de Fomento como Marte R. Gómez y Ezequiel A. Chávez, entre otros. Bajo la
percepción de estas eminentes figuras era evidente su imprecisión. Consiente de ello, el director
de esta institución esperaba que con este trabajo sucediera algo parecido a la labor realizada en el
Atlas Geográfico de la República Mexicana, el cual el público lo había solicitado y esta
dependencia se comprometía a mejorarlo en cada edición (Sánchez, 1936).
Las críticas más significativas hacia este documento se centraron en la deficiencia de la
información que en sus estadísticas proporcionaban. Los inconvenientes radicaban en dos
aspectos básicos: sólo abarcaba un periodo de 5 años y el número de observatorios
meteorológicos y de estaciones termopluviométricas era relativamente escaso. La crisis económica
propiciaba que el gobierno nacional destinara un reducido presupuesto, situación que no permitía
sostener las mismas estaciones durante un período largo del año. La distribución de la red
meteorológica era irregular a causa de su extensión territorial y su escasa población, lo que
ocasionaba que el número de estaciones meteorológicas que proporcionaban datos a la oficina
central fuera reducido. La ubicación de las estaciones dejaba mucho que desear pues se
encontraban situados en ocasiones muy cerca unas de las otras, y en otras, entre ellas podían
verse grandes espacios vacíos. No había una planeación para localizar las estaciones en sitios
estratégicos: como podían ser todas las islas mexicanas del Caribe, del Golfo y del Pacífico, los
puertos en la península de Yucatán, en Tamaulipas, Guerrero, Baja California, Sinaloa o Colima
que son espacios específicos por donde avanzan los huracanes y la localización de estas
estaciones permitiría la observación de esos fenómenos en su marcha hacia el interior de la
República Mexicana (Ver figura 12). También era recomendable localizar observatorios en
localidades situadas a diferentes alturas sobre el nivel del mar hasta llegar a las cumbres de las
sierras madres y a las vertientes interiores donde se registraban bruscos cambios de temperaturas
o diversos regímenes de precipitación pluvial.
99
Para la tercera década del siglo XX, era evidente el rezago en infraestructura de red meteorológica
que padecía México a nivel mundial. Según las cifras que se manejaban en la Memoria de la
Secretaría de Fomento en 1931, mientras que los Estados Unidos contaba con 7106 estaciones
meteorológicas, ubicada cada una en 1 321 kilómetros, México sólo contaba con 513 estaciones,
ubicadas cada 3 828 kilómetros cada una. Una razón que influía directamente en esta situación
eran los recursos económicos destinados a esta actividad. El presupuesto mexicano de $ 112, 107
pesos anual, era menor en comparación con el obtenido por los Estados Unidos de $13, 059, 200 o
bien el de España con $2 213, 000 anuales. A esto se sumaba los requerimientos de orden
geográfico; en México por su relieve accidentado una buena parte de su territorio requería de un
mayor número de estaciones meteorológicas en comparación con aquellas naciones que poseían
grandes planicies como los Estados Unidos y la mayor parte de las naciones europeas. Los datos
de cada observatorio no indicaban sino los valores climatológicos aplicables a una reducida
extensión superficial (Secretaría de Agricultura y Fomento, 1933).
La base de la aplicación práctica de la Climatología y de la Meteorología se funda en la estadística.
Mientras más corto es el período de años que abarca la estadística meteorológica, mas indecisas
son las inferencias que puedan deducirse de su examen y su estudio. En Francia por ejemplo, la
organización del Servicio Meteorológico data de 1863 y en los Estados Unidos de 1870, en México
la fundación del Observatorio Central se hizo en 1867, pero la red meteorológica solamente ha
tenido un periodo de concentración de datos que datan de 1900.
4.4 Los trabajos hidrológicos
Estimular en México el desarrollo de una agricultura irrigada era un objetivo de los años veinte del
siglo XX. El Estado mexicano opinaba al igual que otros gobiernos occidentales que la prosperidad
económica y social de las naciones dependía del desarrollo de una agricultura comercial bien
dotada de infraestructura y de sistemas de riego. Estas medidas consideraban que traería como
consecuencia cosechas suficientes para el consumo nacional y una organización de la producción
que garantizaría el bienestar de la población rural. En el caso de México esta política se justificaba
aún más dadas las condiciones geográficas tan irregulares: un relieve eminentemente montañoso
de terrenos de gran pendiente y de precipitación pluvial tan escasa en algunas de sus regiones y
tan irregular en otros. Las condiciones estructurales de la nación mexicana en ese periodo histórico
impedían desarrollar un proceso de industrialización, bajo esta limitación el proyecto agrario sería
el eje rector de la economía nacional. La exportaciones agropecuarias se sumarían a la mineras y
petroleras para activar la riqueza del país. Los objetivos inmediatos eran mejorar los sistemas de
cultivo y la explotación de la tierra, poner en marcha programas de construcción hidráulica para
100
irrigación y crear organismos oficiales de crédito rural, para ello era necesario iniciar la
reconstrucción y modernización del país bajo la palanca estatal.
La impresionante infraestructura de los años veinte reflejada en grandes obras de irrigación se
enfrentaba con el escaso conocimiento sobre los recursos hidrológicos disponibles en el país, en
particular sobre el escurrimiento de los ríos. Si el gobierno pretendía obtener grandes beneficios de
la política de irrigación: la modernización tecnológica, el fraccionamiento de latifundios, la
formación de la clase media agraria y una consolidación de la frontera norte, entre otros esto no
podía improvisarse, las inversiones de millones de pesos debía estar respaldados en
conocimientos precisos que evitaran errores en variados aspectos: amenazas a la vida humana, la
producción agrícola y también dar legitimidad a su política gubernamental. La parte de ingeniería
podría subsanarse con la asesoría externa, pero por más experiencia que tuvieran las agencias
internacionales no podían inventar los datos hidrométricos (Aboites, 1998).
Para principios de siglo XX, los estudios sobre los fenómenos hidrológicos eran incompletos y
escasos, en especial en lo que se refería a los datos hidrológicos, que fueran tan útiles para los
trabajos de la ingeniería hidráulica, la industria y la agricultura. En 1919 el eminente ingeniero
estadounidense W. Mead señalaba en su obra de "Hidrología" la ignorancia en los conocimientos
sobre los fenómenos hidrológicos pese a los grandes avances de las ciencias naturales en los dos
últimos siglos (Sánchez, 1928). En México desde la última etapa del porfiriato surgía un gran
interés sobre el aprovechamiento de los recursos hidrológicos con fines agrícolas, para obras de
irrigación, la creación de la Caja de Préstamos era un ejemplo de ello. Los años veinte generó una
nueva visión en el uso del agua basado en dos líneas principales: desarrollar una agricultura
moderna a partir de los sistemas de riego y la generación de electricidad que propiciaría el
desarrollo de una industria de transformación, de esto la importancia que para el gobierno de
Obregón en adelante tenía el conocimiento a detalle del comportamiento del agua en los ríos y
lagunas principalmente. Estos objetivos gubernamentales justificarían crear instituciones que
regularan el aprovechamiento del agua, la Dirección de Irrigación y más tarde en el año de 1926, la
Comisión Nacional de Irrigación.
La creación de la Comisión Nacional de Irrigación favoreció el impulso del conocimiento de la
Meteorología e Hidrología del país, al propiciar la formación de un sistema de registro hidrológico
mucho más sistemático y preciso, en especial en aquellas en donde se construía o planeaba
construir obras de riego. En opinión de Jorge L. Tamayo, la Comisión Nacional de Irrigación:
"introdujo en México los métodos modernos y los demás organismos, tanto oficiales como privados
que posteriormente hicieron investigaciones hidrométricas adoptarían sin discusión sus
101
procedimientos" (Tamayo, 1962). Hasta antes de la creación de esta institución las estaciones
meteorológicas ubicadas en el país por parte de la Dirección de Estudios Geográficos estaban
destinadas únicamente a obtener un conocimiento de la Climatología nacional, pero sin una
finalidad inmediata, en su mayoría eran pluviométricas y termopluviométricas, las estaciones de
evaporación sólo existían en algunas capitales de los estados (Ver figura 13).
Por su parte el presidente Calles junto con los dirigentes de la Comisión Nacional de Irrigación
dirigieron sus objetivos en el uso del agua hacia el aprovechamiento de las corrientes
internacionales del norte del país, es decir hacia las del río Colorado, el Tijuana y el Bravo y sus
afluentes. En opinión del gobierno mexicano las obras del centro podían esperar dada la necesidad
de ejecutar inmediatamente las obras para aprovechar las aguas internacionales dentro de nuestro
territorio, sino se quería tener serías dificultades en lo futuro, en vista de los intereses de los
Estados Unidos en la región desde inicios del siglo XX.
Dos obstáculos frenaban los trabajos de la Comisión Nacional de Irrigación: la falta de datos sobre
el escurrimiento de los ríos que se intentaba aprovechar y la falta de personal especializado en el
tema. De muy pocas corrientes había datos de aforos por más de cinco años y los existentes eran
de una dudosa veracidad. Sólo en las corrientes que había instalado la Dirección de Irrigación se
tenían datos desde 1921, es decir con las que se podía contar con un periodo de cinco años, pero
de una gran parte del país no había información de ningún género.
El ingeniero Sánchez Mejorada comentaba sobre el dilema del gobierno en ese momento: si se
debía seguir el camino estrictamente teórico de no iniciar las obras de irrigación hasta que no se
contara con más aforos de las corrientes que se intentaba aprovechar o bien iniciarlas empleando
todos los recursos técnicos posibles no sólo en el país, sino también contando con la de los países
más avanzados en el tema, para éste lo más idóneo era iniciarlas no importando los primeros
errores que se cometieran en las primeras obras. La falta de información cobraría serios costos a
las obras hidráulicas, como el caso de la presa Don Martín que haría posible la existencia del
distrito de riego número 4, instalada en el río Salado. Esta se construyó, sin previa información,
pues sobre este rió no se hizo ningún aforo. En 1938 la presa se secó y puso en riesgo durante
dos años los asentamientos humanos construidos en torno al distrito de riego de Ciudad Anáhuac
(Aboites, 1998).
La necesidad creciente de aprovechar los recursos hidráulicos requería el conocimiento de la
cantidad de agua que pasaba por una corriente. Por eso, era preciso establecer estaciones de
aforo sobre las corrientes, situación que les permitiría conocer con precisión el régimen
102
pluviométrico así como el valor de su caudal máximo y mínimo. El estudio de la Climatología era
importante dado que es un factor que influye en el régimen de las corrientes: el clima, es el que
determina el modo de alimentación de los cursos de agua, bajo estas consideraciones la Comisión
Nacional de Irrigación, desde su fundación, le dio importancia a la obtención de datos
meteorológicos, tanto para conocer el régimen de precipitación como los demás elementos que lo
determinan, conocimientos que eran tan necesarios para planear las actividades en el
aprovechamiento de los recursos hídricos, de ahí la importancia de estimular una amplia red de
estaciones meteorológicas. Otro aspecto relevante era la recolección de información sobre el
escurrimiento de las aguas en los ríos y con ello conocer la magnitud de los recursos hidráulicos y
su régimen, a la vez de disponer de elementos para poder prever con base firme la frecuencia y
magnitud de las avenidas. Era necesario el soporte de instituciones que realizaran trabajos y
proporcionaran información técnica sobre el tema, la Dirección de Aguas, Tierras y la Comisión
Nacional de Irrigación eran dependencias especializadas pero había que apoyarse en otras
instituciones que proporcionaran datos y estudios técnicos.
Para el gobierno revolucionario el estudio de las redes hidrológicas se hacia una necesidad
inmediata, de ahí de asignar como tarea el estudio hidrológico de la República Mexicana a la
Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos. Para principios de siglo XX, la visión de
cuenca se constituía básica para el estudio y aprovechamiento de los recursos hídricos del país.
Para darse cuenta del régimen pluviométrico de la República y del escurrimiento superficial, era
indispensable atender al aspecto orohidrográfico. Desde esta perspectiva la primera tarea
realizada por esta dependencia fue la ubicación de las cuencas hidrológicas más importantes de la
República Mexicana, para facilitar su estudio se les dio nombres locales a fin de distinguirlas, una
vez localizadas se calculó su superficie (Ver figura 14). Este dato permitiría conocer la cantidad de
agua de precipitación que correspondía a cada cuenca, esto en base a la precipitación media que
para ello daban las isoyetas. Cada cuenca estaba caracterizada en general por su canal o río más
importante, pero también se tenían en cuenta los afluentes más notables, calculando las
superficies de sus cuencas parciales. Así tanto de los canales principales como de los secundarios
se medía su capacidad hidrológica. Dichas cuencas unas cerradas, otras abiertas eran
consecuencia de la formación del relieve en sus distintas edades geológicas y los movimientos
tectónicos que originaron la aparición de las principales cordilleras marcaron de un principio las
pendientes más importantes o escurrimientos generales de las aguas en dos vertientes: la del
Pacífico y la del Golfo.
103
Tres publicaciones trascendentes de la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos para
los estudios hidrológicos del país fueron la carta hidrológica de la República Mexicana, el mapa
orohidrográfico y la carta hidroeléctrica de la República Mexicana a escala 1: 5 000 000 publicada
en 1929. La carta hidrológica de la República Mexicana que fue construida por la Dirección de
Estudios, en opinión, de Tamayo es un documento imperfecto: "presenta grandes errores y
defectos, entre otros el de no aislar cuencas importantes, encerrando además de ellas otras
corrientes" (Tamayo, 1946:96). Sin embargo esto no le exime de su importancia pues durante
muchos años fue el único material existente para estudiar la hidrología mexicana ya que hasta
1940 la Comisión Nacional de Irrigación construiría la propia. La primera edición de la carta
hidrológica de la República Mexicana se publicó en 1926 en escala 1: 2 000 000, un año más tarde
se hizo una segunda edición. La edición del mapa orohidrográfico se realizó en 1928, este hecho
revestía gran importancia pues el relieve es un factor que determina la características de la
hidrología máximo en un país en donde cerca del 80% del territorio es montañoso (Ver figura 15).
Finalmente otro plano que construyó la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos de
importancia para el tema fue la ubicación de las plantas eléctricas en la República Mexicana hasta
1929, este plano reflejaba la relevancia de las hidroeléctricas ante el inminente desarrollo industrial
y urbano en el país (Ver figura 16).
104
CAPÍTULO V. LOS RESULTADOS
5.1 La profesionalización de la Geografía en el México posrevolucionario
La ingeniería geográfica en México al igual que la ciencia y la tecnología nacional están
estrechamente relacionadas con el diseño de las naciones latinoamericanas. Desde inicios del
siglo decimonónico la ciencia estuvo vinculada a la concepción y formación de los Estados
nacionales, en prácticamente todas las regiones de América existía un movimiento por la ciencia y
las artes útiles. Se buscaba con la ciencia dotar al Estado nacional de los medios necesarios para
su ejercicio gubernamental y justificar mediante ella su poder. El factor que promovió y organizó las
actividades científicas y técnicas en los orígenes de las naciones americanas fue "la de educar al
ciudadano y formar los técnicos que necesitaba la República" (Rodríguez, 1992:146). La ciencia y
la tecnología debía ser útil a las diversas tareas gubernamentales, principalmente a su política
minera, y a la construcción de estadísticas de la Federación y de los estados que dieran cuenta a
la situación relativa de varios tópicos: la población, la salud, la agricultura, la ganadería, la
hacienda pública, etcétera. El reconocimiento del territorio, por su puesto, era igualmente
importante.
Al inicio de la vida independiente, la ingeniería geográfica aparece en diversos proyectos
educativos, pero no es sino hasta con Gómez Farías, en 1833, cuando surge el primer antecedente
del que habría de realizar las prácticas profesionales en la disciplina, el agrimensor geógrafo. "La
profesionalización de la Geografía, fue manifiesta por la necesidad del Estado mexicano, o si se
quiere, por la necesidad de algunos de sus gobiernos, de conocer el territorio sobre el cual ejercía
su poder" (Moncada: 2003: 73). Ante estos requerimientos el Estado promovió y creó organismos e
institutos para promover las actividades geográficas a lo largo del siglo XIX. Los geógrafos eran
requeridos en todo tipo de instituciones creadas por el gobierno mexicano ya fueran los
observatorios o las comisiones de límites internacionales o la de los estados, o en el catastro. La
Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística fue sin duda la institución que marcaría el liderazgo
en las actividades geográficas de la primera parte del siglo XIX. En los años cincuenta la creación
del Ministerio de Fomento sería un elemento clave para el desenvolvimiento profesional de los
ingenieros geógrafos. De ahí surgieron varias personalidades de gran trayectoria que se
relacionaron especialmente con la Cartografía y la Astronomía a lo largo de la segunda mitad del
siglo XIX: Antonio García Cubas, Manuel Orozco y Berra y Francisco Díaz Covarrubias, son
ejemplo de ello. Bajo el liderazgo de estos profesionales se formó una incipiente comunidad de
geógrafos que participaron en forma decisiva en el desenvolvimiento de las actividades geográficas
del México del último tercio del siglo XIX.
105
La situación no fue siempre favorable para la ingeniería geográfica en el ámbito académico. En
opinión de Omar Moncada, uno de los momentos en los que se presenta un mayor atraso de los
contenidos en la disciplina se produce, en 1858, con el grupo conservador en el poder. Al revisar la
propuesta académica de la carrera paradójicamente no aparece la materia en sus cursos. Durante
la intervención francesa y con el poder del gobierno mexicano de Maximiliano, se dio la
transformación del Colegio de Minería en la Escuela Imperial de Minas. En su programa no
aparece esta profesión, ni se dicta la materia en sus cursos (Ibídem: 65). La activa participación en
la vida política y cultural de algunos de los ingenieros geógrafos como Francisco Díaz Covarrubias
y Manuel Fernández Leal, entre otros, permitieron a estos grupos favorecer el desarrollo de la
Geografía en el ámbito académico e institucional. Desde estos ámbitos incidieron en las decisiones
del grupo en el poder, el ala liberal, liderado por el entonces presidente Benito Juárez. Un ejemplo
claro fue su participación en la decisión del gobierno para la emisión de la nueva ley Orgánica de
Instrucción Pública del Distrito Federal del 2 de diciembre de 1867. Con esta ley se transformó el
Colegio de Minería en la Escuela Nacional de Ingenieros. Un objetivo claro con esta reforma era
crear cuadros profesionales que ayudaran a la modernización económica tan pretendida por el
gobierno de esa época. Otro aspecto que se dejaba ver en el plan de estudios era la idea de
fortalecer las vocaciones técnico-científicas, con el objeto de sustituir con nuevos profesionales a
los abogados que tradicionalmente habían ocupado los puestos de decisión (Azuela, 2004). Con
estos propósitos se modificó la organización de la estructura académica y en ella se ratificaron
nuevas profesiones, entre ellas, la del ingeniero geógrafo e hidrógrafo. Los esfuerzos realizados
por una serie de ingenieros geógrafos, que lucharon y se esforzaron por generar una disciplina
mucho más sólida, no fueron suficientes.
En 1877, la carrera de ingeniero geógrafo había desaparecido extraoficialmente de la Escuela de
Ingenieros. Para el siglo XX, pese a las reformas ocurridas durante los años de 1902, 1907 y 1913
la demanda siguió siendo casi nula, lo que llevó finalmente a la desaparición de esta carrera. El 24
de octubre de 1914 bajo el amparo del régimen constitucionalista, la Secretaría de Instrucción
Pública comisionaba a Valentín Gama, entonces rector de la Universidad Nacional, para formular
un nuevo plan de estudios de la Escuela de Ingenieros. En las instrucciones que se giraron para
este proyecto sólo se favorecían las carreras de ingeniero topógrafo, ingeniero civil y arquitecto. "Al
atender a esta solicitud el ingeniero Gama eliminaba la carrera de ingeniero geógrafo en la
Universidad Nacional. Esta situación se repitió en la sucesiva cadena de planes de estudio de la
Escuela de Ingenieros, presentados a las autoridades antes de la autonomía de 1929" (Mendoza,
1993: 206).
106
La decisión de eliminar esta profesión dentro de la estructura de la Escuela Nacional de Ingenieros
el director de esta institución, el ingeniero Mateo Plowes la justificaba en estos términos: "La
carrera de (ingeniero) geógrafo, como en otra ocasión se ha dicho, no tiene en la actualidad
alumnos que la cursen, seguramente porque esta especialidad no tiene fuera del Estado ninguna
demanda dado que sus aplicaciones exigen el desembolso de grandes recursos que sólo el
gobierno puede dispensar" (Moncada, 2003: 69). La idea de desaparecer la carrera estaba
presente desde tiempo atrás, ¿pero por qué profesionales de la ingeniería geográfica como
Joaquín Gallo y Valentín Gama, quienes tendrían en su momento el poder de la toma de
decisiones sobre todo cuando ocuparon interinamente la rectoría de la Universidad no defendieron
la presencia de este profesional en el ámbito académico? ¿Por qué no interfirieron para cambiar el
rumbo en las decisiones? ¿En qué se basaron para destituir al personal especializado en las
tareas geográficas? Los argumentos que presentó Valentín Gama para desaparecer al ingeniero
geógrafo de la vida profesional son, entre otros: la baja matricula escolar relacionada
estrechamente con las escasas posibilidades de trabajo para este profesional. Éstas se limitaban a
un número muy reducido de empleos que ofrecía el Estado, a diferencia de otras ramas de la
ingeniería, quienes podían ejercer libremente en otros campos. A esto hecho también se sumaba
el propio desinterés de la juventud de la época hacia los estudios científicos que se justificaban
ante la escasa remuneración para sus labores y lo pesado de los trabajos geográficos (Gama,
1923). En relación a esto Valentín Gama señalaba:
“Es un hecho que hace mucho advertimos que los jóvenes no muestran ninguna afición por los
estudios de la Geografía Física y Matemática, ni por los astronómicos que les sirven de base y que,
antes, bien, los miran con cierto desdén. Buena prueba de ello es que, quienes concurren a la
Escuela de Ingenieros se dedican exclusivamente a carreras industriales(ingeniería civil, ingeniería
en minas, etc.,), de las que esperan mayor provecho pecuniario y cuyo ejercicio es más cómodo.
Fundándonos en eso, más de una vez propusimos en las juntas de profesores de la Escuela de
Ingenieros, que se suprimiera resueltamente la carrera de geógrafo” (Gama, 1933: 404).
Pero su posición con respecto al futuro del desenvolvimiento de este profesional, iba más allá del
ámbito académico, como lo expresaría, años más tarde. En 1923, en pleno Primer Congreso de
Geografía realizado en la Ciudad de México, propondría organizar militarmente los servicios
geográficos, sumándose con ello a otras voces que tenían esta misma visión y que ocupaban
puestos de decisión en el ámbito gubernamental como era el caso de Isidro Díaz Lombardo,
entonces director de Catastro. Ellos coincidían con otros países que con gran éxito organizaban las
tareas geográficas a través de miembros del Estado Mayor del Ejército. Ordenar de esta forma los
trabajos, en su opinión, traería consigo grandes ventajas económicas, reduciría en forma notable el
107
presupuesto destinado a estos trabajos, de la nación, en un momento en el que el país atravesaba
una situación económica por demás precaria. Por su parte, lo pesado de las tareas y el desinterés
manifiesto por los estudiantes para este tipo de trabajos eran factores que se sumaban a justificar
su propuesta de proponer a los militares como el personal más capacitado para realizar los
trabajos geográficos (Ibídem: 404).
5.2 La importancia de la Geografía en la administración de la ciencia del gobierno de Carranza
En la administración del gobierno de Carranza se promovió principalmente el desarrollo de la
educación básica y la educación superior técnica, para su gobierno la ciencia debía cumplir con
fines prácticos, por eso la orientación de las instituciones que promovió, por ejemplo, la
transformación de la Escuela de Artes y Oficios en la Escuela Práctica de Ingenieros, Mecánicos y
Electricistas, en 1915 y la creación, en 1916, de dos instituciones de gran importancia: la Escuela
Química Industrial y la Escuela Constitucionalista Médico Militar. El ingeniero Félix Palavacini era el
principal exponente de la política educativa de Carranza. Graduado como ingeniero topógrafo,
tomó a su cargo durante el periodo constitucionalista la Secretaría de Instrucción Pública y de
Bellas Artes. Sus argumentos que sostienen su proyecto educativo reflejan las ideas de Carranza
en torno a los siguientes aspectos: la descentralización educativa, la enseñanza elemental, la
primaria industrial y la enseñanza técnica. Ésta orientación se fundamenta en una realidad
educativa nacional, la de México caracterizado por ser un país con la mayoría de su población
analfabeta.
La Universidad no fue un elemento prioritario para su administración "Sería falso decir que el grupo
carrancista carecía de un proyecto para la Universidad Nacional, sin embargo éste era
básicamente político y buscaba sobre todo eliminar el carácter elitista de la Universidad"
(Garcidiego: 2000:21). En opinión de Carranza, la Universidad era elitista y antipopular. De alguna
forma esta posición estaba influenciada por el rechazo de algunos de los miembros de la
Universidad a su gobierno. Al respecto Natalia Priego Martínez opina: "las instituciones científicas y
la propia Universidad Nacional, no vieron con malos ojos, el gobierno de Victoriano Huerta, como
ejemplo puede recordarse el hecho de que haya sido recibido con todos los honores en el Instituto
Bacteriológico" (Priego, 2000: 34). Esta situación pudo haber influido en su decisión de desechar
la idea de la autonomía de la Universidad, aun cuando ya había prometido la firma en 1915 a su
secretario de Instrucción Publica Félix F. Palavacini durante su estancia en el puerto de Veracruz y
explica también la expulsión del país que realizó de todos aquellos profesionales que colaboraron
con el gobierno de Huerta. Ruy Pérez Tamayo descalifica a Carranza por su política anticientífica y
108
anticultural. En su opinión, descuida sectores de gran trascendencia, como el de salud y el ámbito
cultural. Hay que recordar que una de las comunidades académicas que mayor fuerza adquirió en
el siglo XIX, fue la de los médicos, bajo esta línea enumera a un gran número de instituciones que
durante su gobierno desapareció: "El 6 de septiembre de 1915, el presidente Carranza firmó un
decreto que al referirse al Instituto Médico Nacional, lo considera como no prioritario a los intereses
de la nación, lo desaparece, la misma suerte habían corrido ya otras dependencias relacionadas
con la ciencia y con la cultura en general, como la Academia Nacional de Historia Superior,
desintegrada el 7 de septiembre de 1914, el Instituto Patológico Nacional creado el 7 octubre de
1913, el Instituto Bacteriológico Nacional cerrado también en octubre de 1915. La Academia
Nacional de Bellas Artes, la Biblioteca Nacional y el Museo de Arqueología, Historia y Etnología
fueron eliminados el 7 de agosto de 1915, por disposición del Ejército de Oriente que entonces
ocupaba la Ciudad de México" (Pérez, 2005:53). Hace la observación sobre la aversión que
Carranza tenía sobre ciertos científicos especialmente médicos como Aureliano Urrutia, quien
había sido Ministro durante el periodo de gobierno de Huerta o el caso de Eduardo Liceaga quien
estaba a la cabeza del Consejo de Salubridad. En el ámbito geográfico a Pérez Tamayo le parece
inexplicable la desaparición de la Comisión Geográfico-Exploradora luego de su trascendental
trabajo cartográfico.
En nuestra opinión la crítica que Ruy Pérez Tamayo hace a la administración de la ciencia nacional
de Carraza es un reflejo de su formación académica cómo Médico. No estamos de acuerdo con la
aseveración de que la política educativa de su gobierno se constituya un "freno directo a la ciencia
y a la cultura del país". Bajo nuestro punto de vista el programa científico de Carranza va más allá
de un asunto político, su predilección hacia ciertas áreas como en su caso fueron las Ciencias de
la Tierra, no fue producto de alguna animadversión del presidente hacia las humanidades sino que
había una escala de prioridades nacionales como anteriormente ya se señaló. El interés del Estado
nacional posrevolucionario por la ciencia es evidente los documentos y discursos oficiales lo
demuestran. En 1919 en uno de los boletines se declaraba: "quien ha valorado mejor la
importancia del saber, quien más se ha preocupado, por la aplicación práctica de las ciencias ha
sido la Revolución" (Secretaría de Agricultura y Fomento, 1919: 98). Para el gobierno de Carranza
luego del triunfo del régimen constitucionalista, una de las principales preocupaciones consistió en
utilizar los elementos técnicos del país como uno de los medios más valiosos para la
reconstrucción nacional. Por ello atendiendo el cultivo de las ciencias encomendó a la Secretaría
de Agricultura y Fomento dependencia que estudiaba las fuentes naturales de riqueza del país, el
programa y ejecución de los trabajos científicos. En esta línea, un objetivo constante del gobierno
de Carranza fue fomentar la investigación científica nacional, no a través de la Universidad sino a
través de las instituciones que el mismo promovía. Los estudios técnico-profesionales eran un
109
recurso fundamental para el conocimiento del territorio nacional y de sus recursos naturales, base
del progreso material del pueblo mexicano. Desde el periodo preconstitucional tuvo un interés
manifiesto por promocionar y premiar el trabajo científico de los intelectuales mexicanos y conocer
más a fondo las actividades científicas de las diferentes dependencias que conformaban a la
Secretaría de Fomento. En este sentido giraba instrucciones para el logro de este objetivo. En
mayo de 1916, la Secretaría de Fomento con la finalidad de estimular a su personal y conocer de
cerca la importancia científica de algunas de sus dependencias convocó a un concurso científico
entre los empleados de la propia secretaría. En una circular publicada en el boletín de esta
institución de ese año así lo anunciaba:
“El C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista considerando la urgente necesidad que tiene la
nación mexicana de impulsar los estudios científicos que tengan por objeto dar a conocer, su
geografía, su flora, su fauna, sus riquezas naturales desconocidas y los medios más fáciles y
seguros de explotarlos, al mismo tiempo que estimular los descubrimientos e inventos en todos los
ramos del saber humano que al ser útiles a la humanidad haga conocido el nombre de México en
los centros científicos del mundo” (Secretaría de Agricultura y Fomento, 1916: 5).
En el discurso de Carranza es evidente la importancia que asigna a la Geografía, esta disciplina
fue un pilar de su administración de la ciencia, la fundación de la Dirección de Estudios
Geográficos y Climatológicos durante su gestión así lo corrobora. La creación de la Dirección de
esta dependencia en el gobierno de Venustiano Carranza se justifica por la importancia que su
gobierno dio a la Geografía para la organización del territorio y el papel que concedió a la
información geográfica para la administración pública y en el sector táctico. La elaboración de una
cartografía nacional redundaría, desde su punto de vista, en acciones que permitirían la integración
del territorio y un mejor manejo de la administración pública, permitiendo con ello el progreso
material del país. La Geografía sería un arma para el mejoramiento social de la población, ayudaría
a resolver graves problemas nacionales como el de la tenencia de la tierra, el control de los
recursos naturales y en especial, el desarrollo de la agricultura mexicana, temas sin duda pilares
de su política nacionalista.
110
5.3 La visión del territorio de los gobiernos posrevolucionarios a través de la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos (1915-1934)
El programa de labores de la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos estuvo
estrechamente ligado a las necesidades del Estado mexicano. Reflejaba la visión que los
diferentes gobiernos revolucionarios tendrían sobre el territorio mexicano. Para el gobierno de
Carranza la elaboración de una cartografía nacional se hacia una necesidad inmediata. El mapa
era una tecnología geográfica para su gobierno, debido a la gran utilidad para el conocimiento del
territorio mexicano, de sus recursos naturales y un arma para el control espacial en un momento de
fuerte conflicto político dado la guerra civil que vivía el país. Un país como México requería de la
formación de un cuadro geográfico, el mapa sería un elemento informativo de gran utilidad para las
necesidades administrativas del Estado nacional. La realización de estas tareas asignadas a la
Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos se cumplirían mediante las siguientes
acciones: la observación de triangulaciones geodésicas, la astronomía de posición o geodésica, las
nivelaciones de precisión y los demás trabajos necesarios que le permitieran llevar a cabo la
cartografía de las regiones trianguladas y en forma provisional, la de otras regiones del país que no
cumplieran con estos trabajos. En esta forma logró terminar a escala pequeña toda la cartografía
del país y publicó los mapas de todas las entidades federativas a través del Atlas General de la
República Mexicana editado en 1919. Con una Carta General a escala 1: 5 000 000. También
elaboró mapas murales comprendidas en escalas de 1: 500 000 y 1: 1000 000. La precariedad
económica que vivía el país después de una prolongada guerra civil impidió la generación de una
cuantiosa cartografía, su producción se limitó a la adaptación de un buen número de cartas
construidas por la antigua Comisión Geográfico-Exploradora y a la elaboración de un reducido
número de cartas de escala mediana. La Primera Guerra Mundial trajo consigo grandes avances
en la aerofotogrametría con fines militares y cartográficos. Ello le permitió a la cartografía
incorporar avances en los métodos tradicionales sobre todo en los países desarrollados. En México
esta clase de innovación tecnológica estuvo ausente en la mayor parte de sus trabajos
cartográficos. La carencia de equipo y el alto costo de su producción le impidieron a la Dirección de
Estudios elaborar su cartografía bajo estos métodos. Más adelante con equipo prestado por la
Comisión de Irrigación construyó la carta de Aguascalientes y la de Morelos con métodos
fotogramétricos lo cual fue el inicio de un programa de trabajo que desde esas oficinas se deseaba
impulsar.
Al derrocar al gobierno de Venustiano Carranza arriban otros grupos al poder y con ello una nueva
visión del territorio. Estos revolucionarios pretendían la modernización del país, en una base de
111
estructura capitalista, situación que, sin duda, afectaba las líneas de trabajo a seguir por esta
dependencia. Pese a que la cartografía era sin duda fundamental para las nuevas necesidades
administrativas, esta pasó a segundo término. Su producción disminuyó considerablemente. Sólo
se construyó una escasa cantidad de cartas principalmente a escalas medias, excepción hecha de
los trabajos estratégicos. La inestabilidad política estaba todavía presente en el territorio, violentas
irrupciones aquejaban al país. Este contexto obligó al mismo presidente Obregón en 1925 a dar la
instrucción de construir un Atlas Geográfico de la República Mexicana, dada la necesidad de un
juego de cartas a escala y formato uniforme para fines militares. Se resolvió hacerlo a escala 1:
500 000, cuatro de estas formarían una hoja a un millón, escala adoptada a nivel internacional para
la carta mundial. Este trabajo se terminó hasta el año de 1943. Aún cuando esta carta tenía una
seria deficiencia en el posicionamiento, los datos referentes a su toponimia, corrientes, sierras,
poblados era de lo mejor con que se contaba en ese momento.
En el intento de acelerar el progreso material del país se dio un giro en el programa de esta
dependencia geográfica. Había que desarrollar varios sectores de la economía nacional, en
especial la agricultura en estado rezagado hasta ese momento. Modernizar esta actividad era una
necesidad si se quería contribuir significativamente al progreso material del país. El clima del país,
en una parte seco y semidesértico propiciaba condiciones geográficas impropias para el
desenvolvimiento de las actividades agrícolas. En buena parte éste era el factor que imponía al
país una agricultura de temporal sujeta a un periodo de lluvias corto, sólo presente en la mayor
parte del territorio durante el periodo de verano. Las condiciones climáticas desfavorables limitaban
el desarrollo de una agricultura de exportación que era en ese momento un objetivo nacional. Por
ello, el Estado mexicano no dudó en promover una férrea política de irrigación, crediticia y de
comunicaciones un especialista opinaba: "esta política estaba encaminada a aumentar la
productividad de las tierras de escasa o irregular precipitación, haciéndolas útiles, con esta
finalidad se iniciaría la política de riego de la Revolución Mexicana en 1926" (Tamayo, 1962:47). En
concordancia con estos propósitos el gobierno mexicano favoreció los estudios técnicos
relacionados con el tema, los del clima, en especial los relacionados con la temperatura y la
precipitación, los de los ríos y la geología nacional.
La Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos se ocupó de estudiar, entre otros temas la
hidrología del país. Su participación fue importante en la construcción de cartas hidrológicas y en la
realización de los estudios técnicos que permitirían un mayor conocimiento del comportamiento de
las aguas superficiales, pero principalmente la emisión de datos meteorológicos. Analizar el
comportamiento de la precipitación serviría a la Comisión Nacional de Irrigación para facilitar su
labor en resolver los diversos problemas de ingeniería hidráulica.
112
La importancia de obtener información sobre la precipitación del país, se fundaba en la
trascendencia que este elemento tenía sobre la formación de las aguas superficiales y
subterráneas. Era necesario conocer su comportamiento, cuáles eran las precipitaciones máximas
y cuáles las mínimas, no sólo de ese momento, sino también de épocas anteriores para que con
los datos no sólo se pudiera hacer el cálculo de las probables lluvias sino también del caudal de la
cuenca (Ugalde, 1932). La información gráfica de este elemento también era importante, pues para
esa época no se disponía sino de unas cuantas estaciones hidrométricas, razón por la que se
decidió valuar el escurrimiento virgen de agua superficial con base en las cartas de isoyetas
promedio, de un periodo corto.
El diseño de nuevos proyectos políticos en irrigación e hidroeléctricos permitía diversificar el campo
de estudio de la Geografía hacia otras áreas como el de la hidrología. Pero fue un hecho que los
trabajos nacionales en el tema fueron realizados principalmente por la Comisión Nacional de
Irrigación, asignándole a esta dependencia casi exclusivamente el trabajo cartográfico del tema.
Uno de los departamentos de la Dirección de Estudios que fue beneficiada por estos nuevos
proyectos fue el del Servicio Meteorológico, se creó una mayor infraestructura de estaciones y
observatorios, generando con ello una mejor cobertura de datos a lo largo del territorio nacional,
tan útiles para el desarrollo de la Meteorología y por tanto de la Climatología.
5.4 La Dirección de Estudios Geográficos en la construcción del conocimiento geográfico universal Un propósito del gobierno posrevolucionario fue promover a México como una nación moderna a
través de los trabajos científico-técnicos que la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos
con la idea de ganar prestigio en el concurso científico internacional. Con los gobiernos
revolucionarios se rompe con la línea iniciada a fines del siglo pasado por Porfirio Díaz de dar a
conocer al país, por medios de promoción científica tan costosos como en su momento fueron las
"ferias internacionales". La situación precaria que vivía el país luego de la Revolución Mexicana,
impedía participar en ellas, sin embargo el gobierno buscó otras formas de insertarse en el
concierto científico internacional. De esta forma, no importando la situación política o económica
que viviera el país, aceptó y gestionó cualquier invitación para México en el terreno científico
proveniente de las instituciones internacionales. Esta situación, sin lugar a dudas, seguía
generando una subordinación al conocimiento científico externo, pero en tiempos de crisis
económica, permitiría la participación de los científicos mexicanos en estos eventos y en muchos
casos generar un conocimiento local, al imprimirle un sello particular a las metodologías utilizadas.
113
La Dirección de Estudios durante sus casi veinte años de vida (1915-1934), fue un ejemplo de
institución con gran prestigio en el ámbito internacional contribuyendo con ello al decoro científico
nacional.
En el ámbito externo, la coordinación entre las instituciones a nivel mundial era un requerimiento
básico en la búsqueda de las diversas interrogantes de la ciencia de ese momento. La
subordinación de esta dependencia a las prioridades científicas internacionales siempre estuvo
presente. La cooperación científica era necesaria en un momento de plena efervescencia en la
búsqueda de estudios científico-técnicos que permitieran dar a luz nuevos conocimientos sobre el
planeta, entre otros: su origen, la estructura, la evolución geológica, la movilidad de los continentes
y forma de la Tierra. Esta institución cooperó de diversas formas en la inmensa labor internacional
que se hacía para resolver tan importantes cuestiones que interesaban al hombre no sólo desde el
punto de vista científico, sino también del humano ya que su vida y tranquilidad dependían de la
previsión de fenómenos como los sismos y la actividad volcánica.
La Primera Guerra Mundial suspendió los trabajos en Europa y la Asociación Geodésica
Internacional, organización a la que pertenecía México, quedó destruida. Al triunfo de las naciones
aliadas sobre los Imperios Centrales de Europa, se creyó necesario que los trabajos científicos
volvieran a emprenderse lo antes posible y con ese objetivo, las naciones aliadas se reunieron en
Bruselas, en 1918, para formar una nueva organización a la que se le denominó "Consejo
Internacional Aliado de las Investigaciones Científicas". En esta nueva organización geodésica no
formaban parte, ni los países centrales, ni las naciones que permanecieron neutrales durante el
conflicto. Pero esto no fue un obstáculo para que México se incorporara a esta institución. Para el
gobierno de los Estados Unidos la participación de México era una necesidad dado los trabajos
que se realizaban sobre el continente Americano. De ahí que el director de la Coast and Geodetic
Survey, el superintendente Wiliam Bowie presionara para su incorporación a esta institución. En la
cooperación que México sostenía con las instituciones internacionales, la dependencia tecnológica
fue una constante pues estas labores requerían de gran precisión, al utilizar instrumentos y
métodos más rigurosos tanto para la observación como para el cálculo. Sin embargo esto no
impidió a las instituciones científicas mexicanas desarrollar metodologías propias, como en otros
apartados de este trabajo se han señalado.
La participación de la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos en los compromisos
internacionales fue paulatina y constante. Se comprometió a medir un arco de meridiano y a pesar
de la revolución social que afectó al país, las labores no se suspendieron. El gobierno mexicano
entregó el trabajo concluido de la medida del meridiano en el Congreso de Roma de 1922. La
114
triangulación del meridiano de 98º Oeste de Greenwich fue el trabajo de mayor trascendencia en el
continente Americano para el inicio del siglo XX. La magnífica calidad de este trabajo lo hacia un
valioso aporte nacional al progreso de los conocimientos geográficos universales y además
permitiría el estudio de 200 000 kilómetros del territorio mexicano. Con base en esta cadena
meridiana se completaron tres enlaces mexicanos con el U. S. Coast and Geodetic Survey. La
primera liga se realizó en abril de 1916, luego de haberse terminado el trabajo de campo a lo largo
del meridiano 98º Oeste de Greenwich. La importancia de este primer enlace para México radica
en que sus coordenadas geodésicas quedaron referidas a un "Punto Dato" del que el país carecía.
En las postrimerías del siglo XX sólo se había localizado un punto dato en la América, ubicado en
un pueblo de los Estados Unidos llamado Meades Ranch, cerca de Kansas City. Por ser el punto
origen de las triangulaciones entre México, los Estados Unidos y Canadá, se le conoce como
"Punto Dato Norteamericano". La segunda liga geodésica entre ambos países se llevó a cabo entre
las Californias, Alta y Baja, en diciembre de 1929, con motivo de la triangulación geodésica que
realizó la Dirección de Estudios en el distrito norte de Baja California. La tercera liga se efectuó en
febrero de 1931 sobre el meridiano 106º en las cercanías de Ciudad Juárez y El Paso Texas. Ya
fuera del periodo de trabajo de esta dependencia se efectuó la última liga en 1950 a lo largo del
meridiano 101º Oeste de Greenwich y correspondió con la terminación de las observaciones
mexicanas sobre dicho meridiano (Martínez, 1953). La figura de enlace fue un cuadrilátero con
diagonales donde dos estaciones quedaron en territorio de México "Colombres" y "Tenacitas"y las
dos restantes en el de lo Estados Unidos: "Donna" y "Río".
Las triangulaciones cumplían variadas funciones: la medida de grandes líneas terrestres con el
objetivo de estudiar la forma y dimensiones de la Tierra, la delimitación de las fronteras nacionales
e internacionales y la localización de puntos de control terrestre para la formación de cartas
geográficas (Medina, 1953:137). Sin dejar de mencionar que la medición de este arco de meridiano
también fue utilizado por el prestigioso profesor Hayford para el cálculo del elipsoide terrestre. La
institución realizó varios enlaces de triangulaciones con las de los Estados Unidos, ellas obedecían
a un principio de coordinación y transformación de la red geodésica en una triangulación
internacional al servicio de las Américas.
Las labores técnicas de esta dependencia no sólo se aplicaron a la medición del segmento del
meridiano, sino también se hicieron trabajos de gran precisión como los de astronomía de posición,
estudios de la intensidad de la pesantez, observaciones de la gravedad, todos ellos en cooperación
con el programa de labores de la Unión Geodésica Internacional y de la Coast and Geodetic
Survey. México fue invitado por la Unión Astronómica Internacional, para tomar parte en una
determinación mundial de longitudes, que se desarrollaría entre los años de 1926 y 1933, dos
115
consideraciones motivaron estas operaciones: determinar la precisión que era posible alcanzar en
la determinación de las longitudes geográficas por el método inalámbrico, a cuyo efecto se
efectuarían circuitos cerrados de observaciones a lo largo de varios paralelos terrestres y comparar
las determinaciones hechas sobre los mismos puntos, en un intervalo de siete años, para deducir
de los resultados obtenidos algún cambio que pudiera explicar la fijeza o movilidad de los
continentes en relación con la teoría de Wegener (Ibídem: 134). Se eligieron en México tres
estaciones para efectuar las observaciones de longitud: Tacubaya, Zacatecas y Colima. Con este
acontecimiento se presentaba una gran oportunidad para determinar la longitud de estas tres
estaciones con relación a los meridianos de París, Washington y Honululú, una oportunidad en la
historia astronómica de México de poder determinar longitudes en el país, por observaciones
directas con un observatorio fuera del continente. Sus resultados no sólo contribuirían al avance de
la astronomía de posición sino también al campo de la Geología en especial, con el conocimiento
de la recién creada teoría de la Deriva de los Continentes de Alfred Wegener (1915).
Por otra parte la realización de las triangulaciones en varias partes del mundo ayudaba a resolver
los cuestionamientos sobre la forma y dimensiones de la Tierra, pero sólo en los continentes, de
ahí la importancia que adquirían las observaciones gravimétricas, pues estas operaciones
permitían ir más allá en los cálculos para relacionar a los océanos y continentes. Así mismo este
tipo de observaciones también eran útiles para conocer el origen y estructura de la Tierra y en
campos de aplicación inmediata como la exploración geofísica de minerales, mantos y pozos
petroleros. La actividad petrolera podía aumentar su trascendencia para la economía mexicana,
considerando que para 1921, era el segundo país petrolero del mundo. Pero este tipo de estudios
eran de suma importancia no sólo para México, sino también era estratégico en un periodo de
efervescencia industrial. No menos indispensable era este hidrocarburo para las grandes potencias
mundiales que estaban en conflicto en plena Primera Guerra Mundial. En México las compañías
estadounidenses eran las que explotaban este recurso, por lo que presionaban a través de sus
gobiernos para alentar este tipo de estudios técnicos en el país.
5.5 Las publicaciones de la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos
La Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos fue un medio importante para que los
ingenieros geógrafos publicaran. Hasta 1934 esta institución había editado 30 publicaciones
seriadas, sin mencionar todavía las de cartografía y otras publicaciones no seriadas, además del
Boletín del Servicio Meteorológico Nacional, el Boletín y el Anuario del Observatorio Astronómico
Nacional y las publicaciones del servicio Sismológico Nacional. La participación de Pedro C.
Sánchez en la producción editorial de esta dependencia es evidente con 16 publicaciones.
116
La temática que abordaron las publicaciones de esta institución fue diversa: Geodesia, Topografía,
Cartografía, Astronomía, Sismología, Hidrología, Meteorología, Climatología, tocando con ella
varias ramas de las Ciencias de la Tierra. En los primeros años las publicaciones se dirigieron
especialmente hacia temas de la Topografía, la Matemática y la Geodesia era importante
fundamentar teóricamente los trabajos de campo que esta institución realizaba no sólo para
resolver problemas de orden nacional, sino también de orden internacional como la forma y
dimensiones de la Tierra. En 1927 cuando ya desempeñaba la cátedra de Geografía Física en la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de México, Pedro C. Sánchez publicó
uno de sus principales trabajos científicos: Geografía Física con Aplicaciones a la República
Mexicana. Se trata de una obra basada en la Geographie Phisique de Emmanuel de Martonne que
era la obra publicada más consolidada en la materia. La obra de de Pedro C. Sánchez es una
aplicación a la Geografía Física del país, hace una interpretación fisiográfica de la geología del
territorio nacional y una explicación teórica de los climas de México, basado en la dinámica de la
atmósfera. Una forma de divulgar las ideas de este importante geógrafo mexicano a nivel
internacional era publicar en inglés. De ahí que en 1927 la Dirección le editó su obra: "Genesis of
the Mexican Republic", que era una síntesis de su importante obra sobre la Geografía Física de
México (Martínez, 1960).
La relativa estabilidad político-económica que hubo a partir de 1926, permitió que dos años
después se editaran una gran cantidad de publicaciones. En este año aparecieron dos obras
importantes. En primer término "Los Apuntes de Cartografía" publicado en coautoría por Pedro C.
Sánchez y Manuel Medina. En ella se estudian a fondo las proyecciones cartográficas junto con
otros temas del área particularmente aplicados a las dimensiones de la República Mexicana. Por
ello fue muy esperada por los especialistas. Por su parte, la Historia de la Geodesia en México, es
una síntesis sobre los trabajos realizados en la materia por la Comisión Geodésica Mexicana y la
Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos. Los estudios de caso fueron muy importantes
para fundamentar las tesis sostenidas por Pedro C. Sánchez en su Geografía Física. Tres libros
especializados en esta línea fueron hechos por este autor: Estudio Orogénico de la República
Mexicana y el Estudio Hidrológico de la República Mexicana publicados en 1928. Un año más
tarde, en 1929, el Estudio de Climatología Comparada con Aplicaciones a la República Mexicana.
Con la obra de Las Anomalías de la Gravedad en México publicada en 1930 se daría paso al
primer estudio sobre gravimetría en los países latinoamericanos.
117
Las publicaciones realizadas por esta dependencia se abocarían en buena parte a la Geografía
Física esto se explica en buena parte por el perfil de los trabajos realizados encaminados
principalmente hacia la Geodesia, la Astronomía, la Hidrología y la Climatología. Sin embargo, en
la tercera década del siglo XX, se inició la publicación de los estudios de Geografía Humana bajo la
pluma de Pedro C. Sánchez. El hecho refleja la influencia de los temas humanos que se abordan
en la Universidad en la figura del director de esta institución. En 1930 la Dirección de Estudios
Geográficos y Climatológicos publica un estudio sobre Enseñanzas Fundamentales de la
Geografía Humana de Pedro C. Sánchez y en 1931 La Geografía Económica. En 1932, La
Geografía Política. Estas tres obras fueron publicadas como folletos, en ellas se estudiaba el tema
como una introducción con los conceptos básicos y algunas clasificaciones.
La participación de esta institución en las organizaciones científicas internacionales le obligaba a
rendir informes acerca de sus labores. Durante su larga producción la Dirección rindió varios
informes sobre los trabajos geodésicos mexicanos a la Asamblea de la Sección de Geodesia de la
Unión Geodésica y Geofísica Internacional. Las ediciones fueron publicadas por estas instituciones
y más tarde traducidas al español. Algunos de esos ejemplos fueron: en Roma (1922), rindió
informes del periodo de 1912 hasta 1921; en Madrid (1924) informes de 1922 a 1924; en Praga
(1927) informes de 1924 a 1927; en Praga (1930) informes de 1927 a 1930; en Estocolmo (1933)
informes de 1930 a 1933. Los artículos de la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos
también fueron publicados en otras instituciones de gran trascendencia para el siglo XX como lo
eran en su momento, el Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, las Memorias
de la Sociedad Científica Antonio Alzate, ambas de la Ciudad de México.
5.6 Sus personajes
A principios del siglo desaparecía la profesión del ingeniero geógrafo del ámbito académico. Sin
embargo, esto no limitó el quehacer de estos profesionales y su desenvolvimiento en las
instituciones gubernamentales. El número de profesionales en el área era, sin duda, poco
numeroso, de 1856 a 1917 sólo habían se registraron con un título profesional 18 ingenieros
geógrafos egresados del Colegio de Minería y de la Escuela Nacional de Ingenieros (Ver cuadro
7). Entre ellos sobresalen Salazar Illaregui y Francisco Jiménez quienes fueron los primeros en
obtener el título de ingenieros geógrafos en 1856, debido a que el Colegio de Minería les otorgaría
este reconocimiento con base en su brillante participación en la delimitación de la frontera norte.
Francisco Díaz Covarrubias (1858), Leandro Fernández (1884), Isidro Díaz Lombardo (1885),
Felipe Valle (1890), Valentín Gama (1881) y del mismo Pedro Sánchez que no se tiene el registro
de cuando se titula. Es de suponer que la base estudiantil era mayor, pues muchos de ellos sólo
118
habían terminado parcialmente sus estudios. Además hay que destacar que la carrera profesional
no sólo se impartía en la Escuela de Ingenieros, también se tenía noticia de que la ingeniería
geográfica se impartía en la Escuela de Ingenieros de Jalisco y que en 1870 se estableció la
carrera de ingeniero geógrafo e hidrógrafo en el Instituto Científico y Literario del Estado de México
(Moncada, 2003:70).
Cuadro 7 Ingenieros geógrafos egresados del Colegio de Minería y de la Escuela Nacional de Ingenieros (1856-1917). Nombre Año de titulación Salazar Illaregui José 1856 Jiménez Francisco 1856 Díaz Covarrubias Francisco 1858 Mendizabal Tamborel, Joaquín 1883 Fernández Leandro 1884 Díaz Lombardo Isidro 1885 Tamborel, José 1887 Díaz Rugama, Adolfo 1887 Valle, Felipe 1890 Pérez, Ezequiel 1890 Gama, Valentín 1891 Mateos, Juan 1891 Beltrán y Puga, Guillermo 1891 Aragón, Agustín 1893 Alamán Romo, Silverio 1906 Gallo Monterrubio, Joaquín 1909 Díaz Rivero, Francisco 1917 Sánchez, Pedro. Celestino ¿??? Fuente. Moncada, 2003: 12 *Sin información
Entre las causas de la escasez del personal especializado existente a principios de siglo XX se
pueden citar varios factores. En primer término el estilo de una carrera que no resultaba atractiva a
un buen número de estudiantes, influenciados por factores de diverso orden, a esto se sumaban
las cuestiones de índole político. Un buen número de profesionales relacionados con este tipo de
actividades huyeron del país, primero con la caída de Porfirio Díaz y luego con la derrota de
Huerta. Sin embargo, éstas circunstancias no limitaron la participación de este profesional en las
instituciones de principios de siglo XX. Desde el siglo anterior los ingenieros geógrafos figuraron de
forma importante en la vida científica y cultural del país, sus relaciones con los grupos de poder
favorecieron este hecho. Destacaron de forma especial: Leandro Fernández y Salazar Illaregui
quienes llegaron a ocupar el puesto de secretario de Estado en gobiernos de tendencias políticas
opuestas. Leandro Fernández fue también gobernador del estado de Durango. Otros ingenieros
119
geógrafos que ocuparon cargos importantes fue Francisco Díaz Covarrubias como diplomático en
Guatemala y Francia, Agustín Aragón director de la Revista Positiva y secretario perpetuo de la
Academia Nacional de Ciencias. (Ibídem: 108). Con el cambio de siglo sobresalieron Isidro Díaz
Lombardo como Director de Catastro, Joaquín Gallo y Valentín Gama como rectores provisionales
de la Universidad Nacional. Un caso particular fue el de Pedro C. Sánchez a quien por su
trayectoria, los altos puestos de poder lo designan para dirigir la institución de mayor trascendencia
en el quehacer geográfico de las tres primeras décadas del siglo XX: la Dirección de Estudios
Geográficos y Climatológicos. Más tarde figuraría como coordinador de las actividades geográficas
en América a través del Instituto Panamericano de Geografía e Historia. Por su exitosa carrera y su
continuidad en el desenvolvimiento de las tareas geográficas y académicas podríamos considerarlo
como el geógrafo más trascendente para el desenvolvimiento de la disciplina en la primera mitad
del siglo XX, sin demeritar la importancia de otras figuras en la ciencia geográfica nacional como
Manuel Medina, Elodia Torres, Cleofás Gómez por citar sólo algunos. Bassols Batalla al analizar la
evolución de la geografía nacional, le atribuye a Pedro C. Sánchez el renacer de las actividades
geográficas del siglo XX en México (Bassols, 1982). Es indudable la trascendencia de Pedro C.
Sánchez, por ello se esboza algunos de los aspectos de su carrera profesional (Veáse anexo 1).
5.7 La vinculación de la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos con el ámbito académico La Revolución de 1910 encarnó el deseo popular de sacudirse los viejos yugos que sobre él
pesaban: dominio extranjero en lo económico, una cultura hibrida y una ciencia importada. La
Revolución hizo posible que la postura popular y nacionalista sustituyera a la elitista, malinchista y
afrancesada del porfiriato. El gobierno revolucionario intentó por varios medios ahondar en una
ciencia nacionalista que respondiera a un interés nacional y a un mejoramiento de las condiciones
sociales. El fuerte nacionalismo de la Revolución Mexicana aunque generó cierto aislamiento de
las corrientes modernas, condujo al mismo tiempo a evitar que la Geografía se convirtiera en un
apéndice de la europea o de las escuelas estadounidenses. Bajo el punto de vista de Bassols
Batalla lo que había comenzado prometiendo un rápido desenvolvimiento, es decir una Geografía
de contenido nuevo y de fresco rigor, se enfrentó a dificultades insuperables. ¿Qué paso se
pregunta este prestigiado geógrafo mexicano? ¿Por qué razones el México de los años veinte no
pudo crear las bases de un definitivo ascenso de la Geografía como disciplina a pesar de que la
necesitaba para la reconstrucción del país? Bajo su punto de vista la Geografía sería la indicada
para ser la batuta en la organización espacial que el nuevo gobierno posrevolucionario pretendía
para la nación mexicana. Sin embargo, destaca como otras disciplinas tomaron su lugar. Al no
instaurarse un sistema nacional de planificación, la evidente utilidad de la Geografía en la
120
ordenación del espacio paso inadvertida y otras especialidades prácticas tomaron su lugar sobre a
todo a raíz de la Segunda Guerra Mundial y del cambio político en 1940 (Ibídem: 17-18).
La respuesta, en nuestra opinión, se encuentra en diversas circunstancias, entre otras, se haya en
la evolución de la misma disciplina. Una realidad en pleno siglo XX, era que la Geografía apenas
se estaba conformando a nivel mundial. Con más razón en un país de reciente formación y de
escaso desarrollo científico como México. La Geografía moderna no nació en el contexto del
racionalismo de fines del siglo XVIII, o cuando se desarrollaron las grandes filosofías de la historia
de principios del siglo XIX, es contemporánea al prodigioso vuelo de las Ciencias Naturales de la
segunda mitad de este siglo, posterior a las teorías sobre el origen de la Evolución de las Especies
de Darwin y contemporánea a las filosofías evolucionistas (Claval, 1974). Un factor académico
determinante en este proceso opina, Paul Claval, fue la institucionalización de la Geografía en la
enseñanza de la cátedra en la Universidad. La importancia de este suceso radica en la
transformación que se genera en los métodos de transmisión del conocimiento permitiendo la
formación de escuelas geográficas y su profesionalización: multiplica el número de geógrafos
profesionales y asegura la continuidad en el desarrollo de la disciplina.
En el caso particular de la Geografía nacional, su desarrollo institucional es muy reciente. Pese ser
una disciplina de larga tradición en el país, no encuentra condiciones para desenvolverse
formalmente sino hasta mediados del siglo XIX. Los antecedentes de la institucionalización de la
Geografía en México se encuentran en el Real Seminario de Minería, luego en el Colegio de
Minería y finalmente en la Escuela de Ingenieros. En estos ámbitos surge el profesional
especializado de las tareas geográficas: el ingeniero geógrafo. La Geografía se desarrolla dentro
del corte de la ingeniería con funciones eminentemente prácticas muy vinculado a los intereses
gubernamentales, Con el inicio del siglo XX, se corta esta visión práctica y en las primeras décadas
del siglo XX, la Geografía no logra consolidarse como disciplina en la Universidad, es pues, en las
instituciones gubernamentales en donde se realiza la practica profesional de esta disciplina. El
proyecto original de Justo Sierra de la Universidad contempla que las instituciones científicas se
vinculen directamente a ella. Sin embargo, en la realidad no ocurrió así y éstas conservaron su
dependencia oficial a las instituciones adscritas ya fuera a la sección de Instrucción Pública, el de
Bellas Artes, el de Salud Pública o el de Guerra o a la Secretaría de Fomento, las relaciones con la
Universidad fueron tenues y puramente administrativas (Pérez, 2005).
La postura del Estado mexicano de controlar la investigación científica del país y asignarle una
función únicamente docente a la Universidad, sin duda, influyó en el desarrollo de la disciplina. La
controversia entre las autoridades universitarias y el Estado mexicano sobre la función de esta
121
institución estuvo siempre presente desde la creación de la Universidad. Con el gobierno
Constitucionalista por ejemplo la propuesta del secretario de Instrucción Pública Palavacini y la del
entonces rector de la Universidad Valentín Gama era radicalmente distinta a la de Ezequiel
Chávez, director de Altos Estudios. Este último si bien privilegiaba la formación de profesores como
una tarea básica para la enseñanza superior también consideraba a las instituciones de
investigación científica como elementos fundamentales para la Universidad, "pies y cabeza" de
esta institución (Garcidiego, 2000). La posición de los dos colaboradores de Carranza antes
mencionados, era contraria, en su opinión, la investigación era un tema exclusivo del Estado y de
ninguna forma aceptaban su incorporación a la Universidad.
La idea de incorporar la investigación a la Universidad estuvo presente en todo momento en la
mente de los dirigentes de esta institución. Sin embargo, siempre se encontró con la postura del
Estado mexicano de controlar las instituciones científicas del país. La autonomía parcial de la
Universidad, en 1929, abrió un espacio para el tema. La aprobación de la ley de autonomía se
llevó a cabo en un periodo de sesiones extraordinarias en la Cámara de Senadores. Uno de los
aspectos más discutidos se refería a la misión de la Universidad en relación con el tipo de
actividades que desarrollaría y su función social. Dos visiones distintas generaron controversia al
interior del recinto: la postura del Secretario de Educación Publica, Ezequiel Padilla y la del
entonces senador Pastor Rouaix. Para Ezequiel Padilla era fundamental dar un giro a las funciones
de la Universidad, e incluir la investigación dentro de las tareas de esta institución.
La posición del gobierno estaba representado por Pastor Rouaix, en plena Cámara de Senadores
expuso su punto de vista: las instituciones de enseñanza superior como la Universidad deberían
abocarse solamente a las funciones docentes y no extender su radio de acción hacia la
investigación. Bajo su percepción los temas sobre la exploración de la flora y la fauna, los estudios
geográficos, históricos, biológicos e industriales eran estudios que debían ser controlados por el
Estado (Carrillo, 1976). Con base en esto propuso que se fundara el Instituto Científico Nacional
para la Exploración del Territorio Mexicano, una institución que dependería directamente del
Ejecutivo. Esta iniciativa que no prosperó pues otros tema adquirían mayor importancia. En su
lugar en uno de los estatutos de la ley Orgánica que daba origen a la autonomía de la Universidad
Nacional se establecía ya como una función la investigación. La Biblioteca Nacional, el Instituto de
Biología, el Instituto de Geología y el Observatorio Astronómico se incorporaban a la Universidad
Al incorporarse estas dependencias se generó un espacio para la investigación pero no exenta de
limitaciones: El Estado seguiría controlando indirectamente las funciones de la investigación, pues
según el reglamento de la ley Orgánica ésta estaría sujeta en parte a los intereses nacionales. Así
la Universidad dependía para su sobrevivencia del presupuesto asignado por el gobierno.
122
Emanado de una fuerte corriente nacionalista, los estudios geográficos eran, sin duda, un tema
estratégico para el gobierno posrevolucionario. De esta forma la Geografía como disciplina y sus
estudios profesionales se vieron seriamente afectados pues esta postura oficial limitaba su
incorporación a la Universidad al ser controlados estos estudios por el Estado mexicano a través
de las instituciones científicas. Con ello se perdía un espacio fundamental para la
profesionalización de esta disciplina. Esto no impidió que desde dentro de esta institución surgieran
una serie de personalidades que en todo momento buscaron crear un espacio para la Geografía.
En 1914, por ejemplo cuando Ezequiel Chávez ocupó la rectoría de la Universidad Nacional se
envió al Congreso un proyecto para la creación de un Instituto Geográfico. Esta petición fue
rechazada por Victoriano Huerta, en opinión de Garcidiego el general Huerta no dejó de
influenciarse por su cargo militar, no iba a meterse en problemas cuando aparentemente seguía en
funciones la Comisión Geográfico-Exploradora a cargo de la Secretaría de Guerra (Garcidiego,
2000: 265).
Por su parte Pedro Sánchez desde su incorporación a la Escuela de Altos Estudios, en 1922,
trabajó por promover los estudios geográficos dentro de la Universidad. En este mismo año el
director de Altos Estudios Ezequiel Chávez aprovechando la estancia de Pedro Sánchez en
Europa con motivo de su participación en un Congreso Internacional de Geodesia le encomendó la
tarea de investigar en varias Universidades de ese continente sobre los planes de estudio con
relación a la carrera de ingeniero geógrafo. En su reporte destaca los planes de dos universidades
la de Oxford y la de Estrasburgo dejando de lado otras universidades que en su momento
promovían otro de tipo de estudios geográficos. Aún cuando el interés por el tema aparentemente
quedó en el olvidó si queda como precedente de un interés manifiesto de Ezequiel Chávez por
incorporar los estudios geográficos a la Universidad (Gómez, 2008).
El ingeniero Pedro C. Sánchez en su interés por promover la enseñanza práctica de la Geografía
trató de establecer un puente entre la institución científica y la Universidad, Patricia Gómez Rey
señala en su tesis doctoral varias propuestas de Pedro C. Sánchez con la finalidad de lograr este
propósito: 1) estableció un convenio con las autoridades de la Secretaría de Agricultura y Fomento
para que la Dirección de Estudios Geográficos diera preferencia para incorporarse a esta
institución a los egresados de la Escuela de Altos Estudios; 2) propuso impartir los cursos que
daba en la Facultad de Filosofía y Letras en las instalaciones de la Dirección de Estudios
Geográficos con la finalidad de que los alumnos se familiarizaran con el equipo e instrumental
manejado por esta dependencia. 3) En este mismo tenor incorporó a los estudiantes a esta
institución para que realizaran sus prácticas profesionales; 4) con miras a promover las tareas
123
geográficas en el ámbito académico logró un acuerdo entre las autoridades de la Secretaría de
Agricultura y Fomento y la Escuela Nacional de Altos Estudios para que la dependencia a la que
estaba a cargo elaborara una serie de cartas geográficas "mudas", es decir, sin nombres de las
entidades geográficas de la República Mexicana y éstas se vendieran a bajo costo en las escuelas
secundarias y en la Normal Superior. Otro registro importante en el tema se produce en 1924, al
integrarse una Comisión para revisar los planes de Estudio de la Facultad de Filosofía y Letras y la
Facultad de Graduados. El ingeniero Sánchez aprovechó esta iniciativa para proponer un
programa específico de formación de geógrafos, dentro del plan de estudios de la Escuela de
Graduados. El objetivo era preparar peritos y especialistas con carácter técnico en "cuestiones
netamente prácticas y de importancia social". Los títulos que generaría serían peritos en Ciencias
Sociales en materia fiscal y en materia municipal formaría actuarios, geógrafos e ingenieros
hidráulicos. Sin embargo por falta de presupuesto la Facultad de Graduados nunca abrió sus
puertas y la propuesta del ingeniero Pedro Sánchez fue archivada. Sin embargo este hecho no
deja de lado la participación de este profesional en la nueva organización académica de la Escuela
de Altos Estudios (Ibídem: 138-140).
Para fines de los años veinte era evidente el deterioro en el que habían caído los estudios
geográficos del país. Los proyectos del Estado mexicano de los años veinte con miras al desarrollo
capitalista del país, generó una nueva agenda centrando su atención en otros temas como el del
agua tan importante para sus proyectos de irrigación y electricidad. Una visión diferente se
manifiesta con relación a los estudios del territorio esto afectaba a las instituciones que se
abocaban a estas tareas una consecuencia era la inminente desaparición de instituciones como la
Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos y la Dirección de Estudios Biológicos. un
círculo importante de científicos y políticos preocupados por esta situación con Ezequiel Chávez,
Alfonso L. Herrera, Alfonso Pruneda, Pedro C. Sánchez, Enrique Schulz, Vicente Lombardo
Toledano propusieran la formación de un Instituto Geográfico. Esta institución pretendía figurar
como una agrupación autónoma, pero con el respaldo de instituciones científicas como la propia
Universidad, secretarías y departamentos de estado, sociedades obreras, instituciones bancarias y
comerciales, sociedades de beneficencia. Su función era recabar y difundir todo conocimiento e
información "su Geografía, Etnografía, flora y fauna, economía, administración publica etc.,
(Ibídem: 165).
La indefinición de la cátedra en los programas de estudio fue otra característica del desarrollo de
los estudios geográficos en México en las dos primeras décadas del siglo XX. La materia se incluyó
en el programa de estudios desde los inicios de la creación de la Escuela Nacional de Altos
Estudios pero apareció ligada a la Historia, como Geohistoria y fue dictada por el profesor Miguel
124
E. Shults. La asociación de la Geografía con la Historia en opinión de Menéndez, Menéndez,
Libertad fue el antecedente de un intenso peregrinar de los estudios geográficos en la Universidad
que la situó indistintamente ya fuera en el campo de las ciencias o bien de las humanidades
(Menéndez, 1996).
El carácter pragmático o humanista que adquirió la Geografía en el ámbito académico dependió de
la tendencia que siguió la Universidad en sus estudios. La tendencia humanista encontró
condiciones favorables en esta institución a la muerte de Porfirio Parra cuando fue sustituido en su
puesto de rector por el doctor Alfonso Pruneda. Con este funcionario como dirigente de la
Universidad arribaron un grupo de intelectuales miembros del Ateneo de la Juventud como era el
caso de su secretario Alfonso Reyes quién tenía como objetivo sustituir el espíritu científico
positivista de la Escuela de Altos Estudios por otro humanístico. La situación precaria que vivía la
Universidad apoyaba el éxito de esta tendencia, pues las humanidades son y han sido menos
costosas que las ciencias. De esta forma la Antropología, la Historia, la Sociología como Ciencias
Sociales abrirían camino en la Universidad y es precisamente con estas ciencias con las que la
Geografía se ligaría indefinidamente en esta primera etapa. En este marco se inscribe la tendencia
de los "precursores" de la Geografía como Miguel Schulz y Jesús Galindo y Villa, con ellos se daría
inicio a una visión humanista y la inscripción a principios de siglo de la primera cátedra de
Geografía Humana en la Universidad. A partir de los años veinte resurge la visión "positivista
pragmática" de la Geografía bajo el liderazgo de Pedro C. Sánchez. En opinión de Gómez Rey
esta tendencia se vio favorecida por una serie de acontecimientos: el deceso en 1922 del maestro
Schulz que venía impartiendo el mayor número de cátedras con un corte social y el hecho de que
Jesús Galindo dejara de impartir las materias contribuyó al giro de la enseñanza de la Geografía
hacia las Ciencias Físicas y Naturales. Los acontecimientos políticos internacionales la Primera y
Segunda Guerra Mundial dieron soporte a retomar los estudios de la Geografía Humana, para la
cátedra de Geografía Política con José Luis Osorio Mondragón otro pilar para la disciplina. Sin
embargo, en términos generales la fuerza política que adquirieron los "positivistas" en buena parte
bajo el liderazgo de Pedro Sánchez marcaría la fuerte tendencia hacia la Geografía Física que se
dio hasta ya bien entrados los años cincuenta del siglo pasado (Gómez, 2008)
De esta forma se puede concluir que en el ámbito académico las tres décadas del siglo pasado
estuvieron marcadas por una plena indefinición para la Geografía. Bajo esta situación no es sino
hasta el año de 1933, en donde se dan las condiciones para que resurja la Geografía como
disciplina independiente. Bajo una nueva estructura universitaria se creó el grado de maestro en
Ciencias Geográficas con fines netamente docentes. Aunque con un buen número de materias de
la disciplina aún había una gran injerencia de otras disciplinas como la Geología, la Antropología,
125
la Historia y la Sociología. Tuvieron que pasar cuatro años para que del grado de maestro se
pasara al grado de doctor en Ciencias Geográficas ya orientado con una formación de especialista.
Es en esta etapa en donde se inscribe la creación en 1938 del Instituto de Geografía que junto con
el Instituto de Física marcan el antecedente de ser los primeros en fundarse en la Universidad. En
1939 los estudios geográficos por su enfoque particularmente enfocado hacia la Geografía Física
se incorporaron como una sección de la recién creada Facultad de Ciencias. Sin embargo el
carácter dual de la Geografía y su tendencia hacia la formación de profesores generó controversia
sobre su función en esta Facultad. Luego de una sana discusión la rectoría de la Universidad
decidió que nuevamente se incorporara en 1943 a la Facultad de Filosofía y Letras bajo una nueva
organización. Los planes de estudio incorporaron nuevas materias geográficas y desaparecieron
las materias de otras disciplinas, marcándose ya una plena independencia en el perfil de esta
carrera. Se puede decir que hasta este periodo encontramos el antecedente de los actuales
programas de estudio de la Licenciatura de Geografía y los estudios de posgrado (maestría y
doctorado) (Ibídem: 191-194).
126
CONCLUSIONES
La Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos representa la continuación del proceso de
institucionalización de la Geografía en el primer tercio del siglo XX, iniciado con la creación de la
Secretaría de Fomento. En el orden científico-técnico con ella se marca una transformación en los
métodos y técnicas de los proyectos de trabajo, sobre todo, en comparación con las instituciones
creadas durante el porfiriato: la Comisión Geográfico-Exploradora, la Comisión Geodésica
Mexicana, el Observatorio Astronómico y el Observatorio Meteorológico Nacional. Un aspecto
relevante es la eliminación de la identificación Geografía-Astronomía tan presente en el siglo XIX.
La Astronomía era la base de los métodos que en el siglo anterior se utilizaban para la
determinación de la posición geográfica de un lugar, la utilización de nuevos procedimientos por la
Dirección de Estudios en la construcción de las cartas geográficas, basadas en triangulaciones
topográficas y geodésicas marcaron un perfil más especializado. La Astronomía no formó parte de
los intereses prácticos del Estado mexicano, como consecuencia esta disciplina desarrolló sus
propios temas lo que propició que en 1929, el departamento de Astronomía que formaba parte de
esta institución pasó a integrarse a la Universidad.
Abordar esta institución desde la perspectiva de la historia social de la ciencia permitió ir más allá
del contexto científico de la propia Geografía, valorar como influyeron los siguientes aspectos
externos: 1) la inscripción de los proyectos científicos en el discurso político, específicamente
ubicar a la Dirección de Estudios Geográficos en la fuerte corriente nacionalista que se gestó
durante el periodo posrevolucionario; 2) se resalta la fuerte burocratización de la actividad
geográfica ya iniciada desde el siglo decimonónico, propiciada por la necesidad del gobierno de
organizar el territorio y la administración pública; 3) también refleja el papel social que jugó esta
institución en la resolución de problemas nacionales como la tenencia de la tierra, las obras de
irrigación y la actividad petrolera, tan presentes en las políticas de los gobiernos nacionales (1915-
1934), luego de la fuerte conmoción generada por la Revolución Mexicana. En este sentido la
Geografía fungió como bandera para el Estado mexicano en la medida en que según su opinión,
ayudaría a mejorar el nivel de vida de las masas campesinas. Esta dependencia incorporó a su
programa de trabajo una serie de operaciones técnicas para intentar solucionar el problema de la
tenencia de la tierra: las mediciones y la elaboración de mapas fueron acciones que facilitarían la
asignación de los impuestos y el valor de la tierra a nivel nacional y local. La cartografía sirvió
como inventario gráfico y un instrumento político para controlar a las masas campesinas, dado que
como bien lo señala J. B. Harley (2005), los mapas catastrales juegan un papel en el contexto
ideológico.
127
4) por otro lado, la Dirección de Estudios es un ejemplo claro de que las instituciones son
cambiantes y reflejan las circunstancias e intereses políticos en los que se desenvuelven. La
investigación resalta dos visiones diferentes en la función de esta institución: por un lado, los
objetivos de Carranza al crear esta institución y más tarde otra propuesta en su programa, con los
gobiernos que procedieron a Álvaro Obregón. En sus orígenes esta institución era necesaria como
instrumento político y científico para el programa político de Carranza, pues su gobierno
promocionó, especialmente tres líneas de trabajo: la exploración del territorio, la cartografía y los
estudios climatológicos. La cartografía fue una componente tecnológica que se utilizó en el diseño
de nación ya que permitió delinear el territorio, demarcar sus fronteras y sus límites interiores,
ubicar sus recursos naturales y humanos. En opinión de Pastor Rouaix, colaborador de su
administración, para fincar la nacionalidad del Estado mexicano se hizo preciso presentar un
cuadro general de inmenso país, que pudiera visualizarse no sólo en cifras sino también en
imágenes, es decir en mapas. Los mapas fueron útiles también para el control y la defensa del
espacio nacional, máximo en el periodo en que vivía el país de guerra civil. Si había que crear una
estrategia para el campo de batalla, la cartografía representaba una forma de control de la
dimensión espacial del territorio y de sus fronteras.
La función de producir la cartografía fue especialmente designada a la Dirección de Estudios
Geográficos y Climatológicos a través de la generación de varias operaciones técnicas como las
triangulaciones geodésicas, la astronomía de posición, las nivelaciones de precisión que ayudaron
a la realización de las tareas cartográficas. Esta institución fue la encargada de continuar con la
tarea de construir la cartografía nacional iniciado en el siglo XIX, especialmente por la Comisión
Geográfico-Exploradora. El director de la Dirección de Estudios Geográficos, Pedro Sánchez criticó
abiertamente los métodos y escala utilizada por esta dependencia. Para construir una cartografía
de precisión era menester utilizar los métodos geodésicos en sustitución de los astronómicos. Por
otro lado, la escala utilizada por la Comisión Geográfico-Exploradora 1: 100 000, no reflejaba ni el
detalle, ni la precisión que se requería. Por ello, esta institución decidió utilizar una escala pequeña
que cubriría la totalidad del país. De esta forma se publicaron las cartas de todas las entidades de
este país a escalas variables del orden de la millonésima, a través del Atlas General de la
República Mexicana. La publicación de este documento representa uno de los más importantes
legados de esta dependencia para la historia mexicana en la construcción de los Atlas
Geográficos. La edición de este Atlas en 1919 y las subsecuentes fueron de gran utilidad para las
necesidades administrativas y para el ordenamiento espacial no sólo del gobierno mexicano, sino
también para la iniciativa privada hasta la primera mitad del siglo XX. No fue sino hasta 1949,
cuando bajo nuevos objetivos científicos y académicos se construiría un nuevo Atlas Geográfico
General Mexicano, elaborado por un numeroso personal del Departamento de Geografía de la
Universidad Nacional Autónoma de México.
128
La exploración del territorio fue otro tema que promocionó Carranza, quien entendía la dificultad de
explotar los recursos naturales sin un conocimiento previo del medio geográfico y los recursos
humanos con que contaba el país. Bajo esta perspectiva se recorrió palmo a palmo la República
Mexicana y se estudió sus recursos, en especial de aquéllas zonas aisladas del país. Inicialmente
esta dependencia asumió esta tarea, más tarde, como consecuencia de una reestructuración en la
Secretaría de Fomento, se le asignó esta función a la Dirección de Estudios Biológicos.
Los estudios climatológicos se justifican para Carranza en un país eminentemente rural, en donde
más del 80% de la Población Económicamente Activa vivía de la agricultura. Bajo este panorama
para el gobierno mexicano era importante implementar una serie de operaciones técnicas y de
carácter científico tendiente a resolver el conflicto social generado por la paupérrima producción
agrícola nacional. De manera especial era necesario implementar los estudios climatológicos,
máximo en un país de grandes contrastes, en el norte del país de climas secos y semiáridos y de
lluvia abundante en el sur y sureste. Bajo estos objetivos la red de estaciones meteorológicas
tendría la función básicamente de recopilar información con un carácter climatológico. Carranza
promovió todo tipo de trabajo que tuviera como finalidad la investigación en el área de la
Climatología.
Los años veinte marcan nuevos objetivos y cambios en el programa de la Dirección de Estudios
Geográficos y Climatológicos. Los trabajos cartográficos que fueron fundamentales en la primera
parte de vida de esta institución se relegaron a un segundo plano. Apenas si se terminaron algunas
cartas a escalas medias y se realizó un segundo Atlas con carácter estratégico. La rebelión de
Adolfo de la Huerta obligó al presidente Álvaro Obregón en 1923 a solicitar la construcción de un
Atlas a escala uniforme con fines militares, aunque se construyeron algunas hojas, éste se terminó
hasta 1943. El tema del agua adquirió importancia en el norte del país con miras a desarrollar una
agricultura capitalista. Los climas áridos y semiáridos de esa región limitaban la producción
agrícola de ahí la necesidad de implementar una política de riego que impulsara esta actividad con
miras a mejorar la calidad de vida de la población mexicana. La importancia que para el gobierno
mexicano adquirió el tema del agua trajo un impulso a los trabajos y estudios en el área de la
Meteorología e Hidrología del país. Con ello se propició la formación de un sistema de registro
hidrológico mucho más sistemático y preciso, en especial, dirigido hacia aquéllas zonas en donde
se construyó o planeaba construir obras de riego. Una consecuencia inmediata para la Dirección
de Estudios fue la reorientación de las tareas geográficas. A esta institución se le asignó la tarea
de recopilación de información meteorológica a través de los diferentes observatorios y estaciones
climatológicas controladas por el Servicio Meteorológico Nacional. Los objetivos cambiaron, si en
un primer momento las estaciones meteorológicas estaban destinadas a obtener un conocimiento
de la Climatología nacional, ahora estarían diseñadas para cubrir finalidades inmediatas. Dos
129
acciones gubernamentales se imponían: la reorganización del sistema meteorológico que incluía la
reconstrucción de las estaciones meteorológicas destruidas parcialmente por la guerra civil y la
implementación de nuevas en varias regiones del país. Con estas medidas se aumentó
considerablemente el número de observatorios y estaciones meteorológicas, aunque nunca
suficientes para las dimensiones de México. Un buen número de estaciones termo y pluviométricas
fueron creadas en el norte del país situación perfectamente explicable dada la política de irrigación
dirigida hacia esa región.
El estudio de la Meteorología era importante para los estudios hidrológicos dado que este es un
factor que influye en el régimen de las corrientes, ya que determina el modo de alimentación de las
corrientes de agua. Bajo estas consideraciones se le dio gran importancia a la obtención de datos
meteorológicos, tanto para conocer el régimen de precipitación como la de los demás elementos
que la determinaban. En el tema de la hidrología el estudio de las redes hidrológicas era una
necesidad si se requería tener una referencia amplia del tema. Bajo esta perspectiva se encargó a
la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos el estudio hidrológico de la República
Mexicana. El concepto de cuenca era básico a principios de siglo para el estudio de los recursos
hídricos del país. De ahí que siguiendo esta metodología la primera tarea de esta institución fue la
ubicación de las cuencas principales del país, para nombrarlas se utilizó la Toponimia, la siguiente
tarea era calcular su superficie. Esta institución no sólo estudio las cuencas principales sino
también las secundarias, por ello también se calculó la superficie de las cuencas parciales. Así
tanto de de los canales principales como de los secundarios se medía su capacidad hidrológica,
dato técnico que más tarde esta dependencia proporcionaría a la Comisión Nacional de Irrigación.
Una publicación importante en el tema fue la edición de la carta hidrológica de la República
Mexicana, pues durante mucho tiempo fue el único material para estudiar la hidrología del país,
dado que la Comisión Nacional construiría la suya hasta 1949. Por otro lado, un incipiente
desarrollo industrial y el crecimiento paulatino de la población mexicana demando la producción
hidroeléctrica. Era menester ubicar las plantas hidroeléctricas de esto la importancia de la
construcción de la carta hidroeléctrica de la República Mexicana.
Para los años treinta del siglo pasado, era evidente la importancia del tema del agua en los
objetivos gubernamentales una consecuencia inmediata fue la reestructuración de la dependencia,
de esta forma el primero de enero de 1934, la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos
era sustituida por la Dirección de Geografía Meteorología e Hidrología. Con estos cambios
administrativos se modificaron las tareas de esta institución pasando a segundo término los
trabajos cartográficos y climatológicos, en sustitución de los meteorológicos e hidrológicos. La
situación se reflejó en el presupuesto fiscal y en la capacidad de trabajo del personal que se
dedicaba a estas tareas. Este organismo se formó con las siguientes oficinas: El Instituto
130
Geográfico, el Departamento Geografía, el Servicio Meteorológico y los departamentos de Aguas y
Energía Hidráulica. Esta estructura estuvo inspirada en la idea de encauzar los trabajos
geográficos por derroteros de inmediata aplicación en situación que necesitaba resolver la
Secretaría de Agricultura y Fomento, como lo eran en su momento la determinación de las
características de las cuencas hidrográficas para resolver los problemas del aprovechamiento
pluvial dentro de la corrección técnica y económica necesaria (Parrés, 1940).
Es evidente que las instituciones cierran ciclos y que bajo nuevos objetivos se transforman o se
desintegran como es el caso de la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos, pero esto
no le exime de un legado al desarrollo de la ciencia nacional. A la luz de esta investigación durante
su periodo de vida (1915-1934) esta institución jugó un papel de gran trascendencia en el
desarrollo de la historia de la Geografía nacional, los rasgos que asume, en nuestra opinión, así lo
demuestran:
1. Representa la principal institución en el primer tercio del siglo XX en la promoción de la actividad
geográfica nacional. La fuerte burocratización de la actividad geográfica impidió que, como en otros
países avanzados la Geografía se desarrollará en el ámbito universitario. El carácter pragmático o
utilitario de sus líneas de trabajo se ven influenciados por los intereses y objetivos
gubernamentales.
2. Su programa de trabajo representa el último vestigio de la visión ingenieril en las instituciones
geográficas gubernamentales. Refleja todavía la fuerte influencia de los ingenieros geógrafos en el
primer tercio del siglo XX, evidenciado por el control que hacen estos de la dirección de las
actividades geográficas. Este hecho también se ve afectado por la escasa promoción de personal
en el área por parte de la Universidad, esto explicado en parte por la ausencia de este profesional
y la irregularidad de la disciplina en el ámbito académico.
3. El carácter pragmático que le asignó el Estado mexicano a esta dependencia influyó en el tipo
de trabajos que desarrolló, asociado principalmente a la Cartografía, la Geografía Matemática y la
Climatología. Los variados temas que abordó como la Astronomía, la Sismología, la Geodesia,
entre otras, permitió una especialización de las Ciencias de la Tierra. Las cuales no sólo se
abocaron a consolidar sus propias disciplinas sino también mantuvieron una estrecha relación con
la Geografía.
4. En el ámbito externo es la institución que mayor número de trabajos técnicos realizó en el ramo
de la Geodesia, Astronomía, Hidrología, Sismología, observaciones de la gravedad, nivelaciones
de precisión. En especial, su participación en la medición del arco del meridiano 98º Oeste de
131
Greeenwich le generó un gran prestigio internacional, situación que, sin duda influyó en la
instalación en México del Instituto Panamericano de Geografía e Historia.
5. La Dirección de Estudios Geográficos es la principal fuente de la cartografía nacional. Su
producción no fue muy cuantiosa, aunque si decorosa y diversa retomando los variados aspectos
que anteriormente ya se señalaron.
6. Con esta institución se generó una comunidad científica que participó activamente en la
formación del conocimiento geográfico nacional y eventualmente a nivel mundial. En especial en el
área de la Geografía Física se construyó un importante cuerpo teórico en donde sobresalen figuras
como Pedro Celestino Sánchez, Elpidio López, José Gómez entre otros. Con Pedro C. Sánchez
destaca su obra Geografía Física con Aplicaciones a la República Mexicana publicada en 1927,
cuando el autor ya desempeñaba la cátedra de Geografía Física en la Universidad Nacional. Se
trata de una publicación en donde Sánchez con clara influencia de Emanuel de Martonne a través
de su Geographie Phisique hace una aplicación a la Geografía de México. En un intento por
divulgar los conocimientos geográficos publicó una síntesis en inglés con el titulo Génesis of the
Mexican Republic. Su interés por una mayor especialización en esta rama de la Geografía le llevo
a construir tres obras más: el Estudio Orogénico de la República Mexicana y el Estudio Hidrológico
de la Republica Mexicana en 1928 y un año más tarde en 1929, el Estudio de Climatología
Comparada con Aplicaciones a la República Mexicana.
En el tema de la Climatología destaca la figura, en un primer momento del ingeniero geógrafo,
Elpidio López su obra: los estudios sobre la Climatología de la República Mexicana, va más allá de
los estudios descriptivos que se realizaban en el siglo XIX y se constituye como el primer
antecedente teórico en la materia. Más tarde el Estudio de Climatología Comparada con
Aplicaciones a la República Mexicana elaborada por José Gómez representa la continuación a los
esfuerzos iniciados por López. Las ideas de Emanuel de Martonne se ven plasmadas en esta obra
en el intento de hacer una clasificación de los climas de México. La figura de José Gómez es muy
significativa hasta los años cincuenta del siglo XX, su labor incesante en la recopilación de
información en el Servicio Meteorológico y de promoción constante en la materia a través de sus
publicaciones fue no sólo invaluable para el desarrollo de los estudios climatológicos no sólo en
México, sino también a nivel internacional. En 1930 estos materiales serían utilizados en una parte
del Manual de Climatología que dirigieron W. Koppen y R. Greiger en Berlín. Asociado a los
avances de la Climatología está el desarrollo de ciertas áreas en el conocimiento de la
Meteorología, en este sentido la Primera Guerra Mundial trajo grandes avances en la construcción
teórica de la Alta Atmosfera, tan importante para el estudio del pronóstico del tiempo.
132
En el ámbito externo es significativa su participación como institución en la red del conocimiento
universal. Sus trabajos en diversas temáticas como las observaciones de la gravedad, las
nivelaciones de precisión, las triangulaciones geodésicas entre otras fueron significativos en la
construcción de interrogantes de la ciencia de ese momento como la forma, dimensiones y
estructura de la Tierra o para el pronóstico de fenómenos como los sismos y la actividad volcánica.
Estos trabajos también fueron importantes para la construcción de teorías como la Deriva
Continental de Alfred Wegener.
7. La vinculación con el ámbito académico está presente principalmente en las figuras de Pedro
Sánchez en la Universidad y Elpidio en la Normal de Maestros. Sánchez representa el puente entre
la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos y la Universidad. Desde su arribo a la
Escuela de Altos Estudios en 1922, tuvo gran interés por promover la enseñanza práctica de la
Geografía en esta institución e incorporar a los egresados de la Universidad a la Dirección de
Estudios. No menos importante fue su injerencia en los programas y en las decisiones que se
toman con respecto a la disciplina. A este respecto junto con Pastor Rouaix son en parte
responsables del carácter pragmático que asumió la disciplina hasta 1950 hacia los temas de la
Geografía Física.
Finalmente abordar la historia de la Geografía a través de un estudio de caso como la Dirección de
Estudios Geográficos y Climatológicos permite entender la construcción del conocimiento de la
Geografía nacional. Sus continuidades y rupturas. Los factores científicos y extracientíficos que
influyeron en la creación y desenvolvimiento de esta institución y como ella repercutió en el
desarrollo de la propia disciplina. Pero sobre todo nos invita a indagar e investigar otros periodos
de la historia de la Geografía que nos ayudaran a enriquecer la visión geográfica de nuestros días.
133
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ANEXO 1. PEDRO CELESTINO SÁNCHEZ Y SU TRAYECTORIA PROFESIONAL.
La brillante carrera profesional de Pedro C. Sánchez se inició a fines de 1886 al ingresar a la
Escuela de Ingenieros de la que obtendría los títulos de ingeniero de Minas y Metalurgista e
ingeniero geógrafo. Sus primeras actividades profesionales se realizaron en el área de minas. Más
tarde desempeñó varios cargos, entre otros, astrónomo en el Observatorio Nacional de Tacubaya y
como geólogo en el Instituto Geológico Nacional, ambas instituciones dependientes de la
Secretaría de Fomento. Además fue primer ingeniero de la Comisión Hidrográfica del Valle de
México, dependencia de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, institución encargada
de hacer el estudio hidrológico del Valle de México, así como también jefe de la sección Técnica
del Catastro del Distrito Federal (Martínez,1960). Años más tarde, en 1899 se incorporó a la
Comisión Geodésica Mexicana como ingeniero adjunto. Su primer trabajo en esta institución fue la
medición de la base del Valle de México, la cual sirvió para realizar la triangulación entre México y
Puebla. El reconocimiento a sus trabajos por la comunidad nacional e internacional le sirvió para
que en 1904 se le asignara el puesto de subdirector de la Comisión Geodésica Mexicana, en
virtud de que solicitó el ingeniero geógrafo Valentín Gama una licencia para separarse de sus
labores. En 1913, Pedro C. Sánchez ascendió al puesto de Director de la Comisión Geodésica al
retirarse del puesto el ingeniero Ángel Anguiano por causa de su avanzada edad. Al recibir la
dirección el ingeniero Sánchez no dejó de expresar su agradecimiento y admiración a su maestro
Anguiano por sus incansables actividades en bien del progreso de la geografía nacional. Ya
iniciado el siglo XX, la labor profesional que marca la cumbre de su carrera es su puesto como
Director de la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos institución en donde laboraría
por cerca de veinte años. En ella continuaría con el legado de su maestro Anguiano en el tema de
la Geodesia.
144
ANEXO 2. FIGURAS
Figura 1. División territorial según la Constitución de 1917
Fuente: Commons 2002: 80
145
Figura 2. Reformas a la Constitución de 1917 en 1931
Fuente: Commons, 2002: 82
146
Figura 3. Croquis des triangulations geodesiques de la Republique Mexicaine
Fuente: Colección General de la República Mexicana. Varilla: CGRM03 Acervo de la Mapoteca Orozco y Berra
147
Figura 4. Diagrama de la división de la Carta General de la República Mexicana a la escala 1: 500 000 relacionada la
Carta del Mundo a la Millonésima.
Fuente: Colección General de la República Mexicana. Varilla: CGRM02 Acervo de la Mapoteca Orozco y Berra
148
Figura 5. Carta General de la República Mexicana
Fuente: Colección General de la República Mexicana. Varilla: CGRM31 Acervo de la Mapoteca Orozco y Berra
149
Figura 6. Carta geográfica del estado de Aguascalientes
Fuente: Colección General de la República Mexicana. Varilla: CGAGS04 Acervo de la Mapoteca Orozco y Berra
150
Figura 7. Carta altimétrica de la República Mexicana
Fuente: Colección General de la República Mexicana. Varilla: CGRM507 Acervo de la Mapoteca Orozco y Berra
151
Figura 8. Plano de la Ciudad de México
Fuente: Colección General de la República Mexicana. Varilla: CGRM29 Acervo de la Mapoteca Orozco y Berra
152
Figura 9. Lugares donde se observó la intensidad de la pesantez y anomalías en milésimas de dina de la gravedad
Fuente: Colección General de la República Mexicana. Varilla: CGRM29 Acervo de la Mapoteca Orozco y Berra
153
Figura 10. Carta esquemática de las operaciones geodésicas, astronómicas y gravimétricas hechas en la República Mexicana
Fuente: Colección General de la República Mexicana. Varilla: CGRM03 Acervo de la Mapoteca Orozco y Berra
154
Figura 11. Carta climatológica de la República Mexicana
Fuente: Colección General de la República Mexicana. Varilla: CGRM26 Acervo de la Mapoteca Orozco y Berra
155
Figura 12. Observatorios y estaciones del Servicio Meteorológico (1921)
Fuente: Colección General de la República Mexicana. Varilla: CGRM25 Acervo de la Mapoteca Orozco y Berra
156
Figura 13. Observatorios y estaciones meteorológicas, termopluviométricas y pluviométricas
Fuente: Colección General de la República Mexicana. Varilla: CGRM01 Acervo de la Mapoteca Orozco y Berra
157
Figura 14. Croquis de las cuencas principales de la República Mexicana
Fuente: Colección General de la República Mexicana. Varilla:CGRM30 Acervo de la Mapoteca Orozco y Berra.
158
Figura 15. Mapa orohidrográfico de la República Mexicana
Fuente: Colección General de la República Mexicana. Varilla: CGRM24 Acervo de la Mapoteca Orozco y Berra
159
Figura 16. Ubicación de plantas eléctricas en la República Mexicana
Fuente: Colección General de la República Mexicana. Varilla: CGRM01 Acervo de la Mapoteca Orozco y Berra
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