ganadores iii certamen - fundación ave maría granada...
Post on 24-May-2018
227 Views
Preview:
TRANSCRIPT
III CERTAMEN DE RELATO CORTO DE LAS ESCUELAS DEL AVE MARÍA
1. CATEGORÍA INFANTIL 1.1. Don arbolón 1.2. Don arbolón
2. CATEGORÍA PRIMER CICLO DE EPO 2.1. El monstruo triste 2.2. Los dragones del reino
3. CATEGORÍA SEGUNDO CICLO DE EPO 3.1. Rosas 3.2. El sueño de Carmen
4. CATEGORÍA TERCER CICLO DE EPO 4.4. The mirror 4.2. Hermano robot
5. CATEGORÍA PRIMER CICLO DE ESO 5.1. Los ojos de las estrellas 5.2. Aquel pozo
6. CATEGORÍA SEGUNDO CICLO DE ESO Y FPB 6.1. El laberinto de las sombras eternas 6.2. La misteriosa fuente
7. CATEGORÍA BACHILLERATO Y FP 7.1. Guía del nuevo mundo 7.2. Háblame de ella
8. CATEGORÍA NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES Y AULA DE INTEGRACIÓN 8.1. Ana y el monstruo Beliat
III CERTAMEN DE RELATO CORTO DE LAS ESCUELAS
DEL AVE MARÍA
CATEGORÍA INFANTIL
PRIMER PREMIO
ÁFRICA LAMENCA BLÁZQUEZ
INFANTIL (5 años)
AVE MARÍA CASA MADRE
III CERTAMEN DE RELATO CORTO DE LAS ESCUELAS
DEL AVE MARÍA
CATEGORÍA INFANTIL
ACCÉSIT
YONATAN UTRERA HEREDIA
INFANTIL (5 años)
AVE MARÍA ESPARRAGUERA
III CERTAMEN DE RELATO CORTO DE LAS ESCUELAS
DEL AVE MARÍA
CATEGORÍA PRIMER CICLO DE EPO
PRIMER PREMIO
FERNANDO SÁNCHEZ ROMERO
2º EPO
AVE MARÍA ALBOLOTE
EL MONSTRUO TRISTE
Había una vez un lago cercano al lugar donde yo vivo. Era muy bonito, rodeado de árboles y montañas, pero a la gente le daba miedo ir porque decían que había un monstruo muy, muy malo.
Cuando la gente se acercaba a pasear por la orilla del lago, el monstruo aparecía, levantaba las patas, abría su enorme boca, y hacía un sonido. La gente salía corriendo y decía:
-‐ ¡Qué nos come el monstruo! El pobre, se quedaba solo y llorando.
Un día dos amigos fueron a pescar al lago, porque les gustaba mucho. Cuando llegaron a la orilla, sacaron sus cañas y las lanzaron con el anzuelo. De repente, algo picó y uno de los niños empezó a tirar y entonces apareció el monstruo. Los niños se llevaron un susto tan grande, que se cayeron al suelo y el monstruo les dijo llorando:
-‐ ¡Me habéis hecho daño y encima no tengo amigos!. Los niños se miraron y le dijeron al monstruo:
-‐ Si quieres, nosotros seremos tus amigos. El monstruo se puso muy contento y dijo en voz alta:
-‐ ¡Por fin tengo amigos!
Y colorín colorado, este monstruoso cuento, se ha acabado.
III CERTAMEN DE RELATO CORTO DE LAS ESCUELAS
DEL AVE MARÍA
CATEGORÍA PRIMER CICLO DE EPO
ACCÉSIT
EZEQUIEL RODRÍGUEZ SANTIAGO
1º EPO
AVE MARÍA VARADERO
LOS DRAGONES DEL REINO
Érase una vez un niño y una niña que vivían cerca de las montañas.
El rey los mandó a una cueva y se encontraron dos huevos. Se los llevaron al rey y le preguntaron si podían quedárselos. El rey les dijo que sí. Los niños subieron a lo más alto del castillo hicieron un nido y pusieron allí los dos huevos.
Unos días más tarde se rompieron y salieron unos dragones muy pequeños, los niños los cuidaron hasta que los dragones se hicieron mayores. Aprendieron a volar y los niños se montaron encima y fueron volando por todo el reino.
Pasó el tiempo, llegó al reino un caballero y se presentó al rey.
-‐ El rey le dijo: ¿quién eres?
-‐ Soy el caballero Negro.
El rey le abrió la puerta, comió en el reino, durmió y cuando se despertó y vio a los dragones quería matarlos. Pero los dragones echaron fuego por la boca y le dieron en el culo, el caballero salió huyendo hasta el lago pero allí había un cocodrilo que quiso comérselo y le dio un bocado en el culo. El caballero salió huyendo del reino y nunca más volvió.
El rey les dijo a los niños que podían seguir cuidando a los dragones para que fueran sus mascotas y protegieran el reino.
Y así fue como todos vivieron felices.
III CERTAMEN DE RELATO CORTO DE LAS ESCUELAS
DEL AVE MARÍA
CATEGORÍA SEGUNDO CICLO DE EPO
PRIMER PREMIO
MARIO BALDA AGUADO
4º EPO
AVE MARÍA DE LA QUINTA
ROSAS
Mauro llevaba enfadado más de dos meses, desde el día de Acción de Gracias. Esto ocurría
porque ese día, sus padres y él habían preparado una comida familiar. Cuando su tío Sergio
llegó, le regaló a Mauro unas rosas de plástico. El niño se lo agradeció, las puso en un jarrón y
se fue a comer con su familia.
Cuando todo el mundo se marchó, Mauro fue a mirar sus flores y se encontró con algo que no
le gustó un pelo. ¡Las rosas de plástico se habían convertido en rosas de verdad!
-‐ ¡Atchís! -‐ estornudó Mauro -‐ ¡Oh no, la alergia!
-‐ Me llamo Ras -‐ dijo una.
-‐ Me llamo Res -‐ dijo la otra.
-‐ Chicas, no gritéis -‐ dijo la última -‐ Por cierto, yo me llamo Ris.
Como a Mauro le daban alergia, las tiró a la basura.
Por la noche, se escucharon gritos que venían de la bolsa de la basura. Mauro fue
inmediatamente a regañar a las rosas.
-‐ ¡Callaos por favor! ¿Podéis estar calladas? -‐ les gritó Mauro.
-‐ ¿Pero qué crees que haces? -‐ se escuchó una voz que venía de detrás de Mauro.
¡Era su madre! ¡Le habían pillado!
-‐ Señorito, tú no vas a tirar esas rosas que tu tío Sergio te regaló con todo su cariño, como que
soy tu madre –le dijo ella y le mandó a su habitación con las rosas.
-‐ No pasa nada -‐ dijo Ras intentando tranquilizar a Mauro.
-‐ ¿Que no pasa nada? ¡Si nos llega a coger el camión de la basura estaríamos muertas todas! -‐
exclamó Res bastante indignada.
-‐Poneos de acuerdo -‐ pacificó Ris.
-‐ ¡No servís para nada! ¡Sólo sabéis hacerme estornudar! -‐ gritó Mauro.
Después, Mauro se puso a hacer sus deberes. Cuando terminó, Res se puso a bailar en la mesa
y eso divirtió a Mauro y le puso de buen humor.
-‐ Yo le llamo el baile “Mueve tus caderas” -‐ dijo Res
-‐ Ese baile es muy infantil -‐ opinó Ras
No lo es -‐ respondió Res
-‐ Poneos de acuerdo -‐ tranquilizó Ris
-‐ ¡Atchís! ¡Callaos, pesadas! -‐ exclamó Mauro lleno de furia.
-‐ No somos tan pesadas -‐ dijo Res
-‐ Si lo dice será por algo -‐ añadió Ras
-‐ Poneos de acuerdo. Hagamos caso a Mauro -‐ les dijo Ris
Mauro no las soportaba, por lo que decidió abandonarlas cuando su madre se fue al
supermercado. Las dejó en un solitario sitio, cerca del río Tajo.
El niño no las echaba de menos las primeras semanas. Él estaba serio y tranquilo, como era
normalmente. Además seguía su rutina diaria: levantarse, desayunar, ir al colegio, comer, ver
la tele, echarse la siesta, hacer los deberes, cenar y dormir. Así todos los días, como hacía
antes de que llegaran las rosas. La boca de Mauro siempre formaba una línea recta, pues
jamás había regalado su sonrisa a nadie, excepto a las rosas.
Al cabo de unos meses, cuando Mauro terminó sus deberes, se tumbó en la cama boca abajo y
comenzó a llorar. ¡Cuánto añoraba a las rosas! ¡Cómo echaba de menos su sonrisa y sus ganas
de pasarlo bien en todo momento! Si las encontraba, ¿le perdonarían?
Mauro decidió ir a buscar a las rosas y rogarles que volvieran.
El niño cogió comida y agua, por si tardaba mucho en volver, y emprendió la marcha. Llegó
donde las había dejado. Era un camino en línea recta, que no tenía ninguna curva y no se veía
su final.
Mauro empezó a seguir el camino. Ya llevaba tres horas caminando, cuando de repente pisó
un gran charco de barro y se hundió en la tierra.
Cuando cayó, lo primero que hizo fue mirar a su alrededor, y lo que vio fue un alucinante
paisaje. Todo estaba reluciente y bien cuidado. Pero lo más impresionante fue que los
habitantes de ese lugar eran nada más y nada menos que rosas con vida.
Mauro empezó a mirar a ver si encontraba a sus rosas y desde luego que las encontró. El
entristecido en ese momento Mauro, había caído en una gran sala. Al fondo había un escena-‐
rio en el que estaban Ras, Res y Ris, tumbadas en hamacas mientras les abanicaban.
Mauro se abrió espacio entre la muchedumbre que adoraba a sus rosas y cuando llegó al
escenario les preguntó a aquellas a las que tanto echaba de menos:
-‐ ¿Qué hacéis aquí? ¿Por qué os adoran todas estas rosas?
-‐ Atrás, deja en paz a las rosas con vida más importantes que existen. Son las tres últimas de
esta especie en llegar al lugar de las rosas parlantes: “Rosalandia”. Son muy importantes -‐ dijo
una de las rosas que abanicaban a Ras, Res y Ris.
-‐ Chicas, vosotras, ¿queréis veniros conmigo? ¿Me perdonáis por todo lo que he hecho? -‐
preguntó Mauro.
-‐ Yo te perdono. Has sido capaz de reconocer tu error -‐ decidió Ras.
-‐ Yo no. Nos habías dejado en medio de la nada. Podíamos haber muerto de hambre -‐ dijo Res.
-‐ Pongámonos de acuerdo. Vamos a decidirlo -‐ opinó Ris.
-‐ ¡Uaaaaaaaaaaaaaaah! -‐ se escuchó un grito que venía de la entrada.
-‐ Hola -‐ dijeron las tres rosas que habían entrado.
-‐ ¿Más rosas parlantes? Si no había más -‐ se sorprendió Res
-‐ Será porque nosotras antes éramos de plástico, hablamos por arte de magia -‐ dijo Ras.
-‐ ¿Érais de plástico? ¡Fuera, fuera! Estas nuevas son las que de verdad faltaban. Vosotras
debéis iros –dijo otra de las que abanicaban.
Y de esa manera las rosas, ni tuvieron que decidir, se fueron de vuelta a casa con Mauro y
cambiaron la forma de ser del niño. Ahora iba regalando su sonrisa a todo el que pasaba y se
divertía y reía con las rosas, aunque le hiciesen estornudar.
Mauro había aprendido una importante lección, que le serviría para toda la vida: de los
demás, no sólo hay que ver lo negativo, también hay que ver las cosas positivas y aceptar a la
gente tal y como es.
III CERTAMEN DE RELATO CORTO DE LAS ESCUELAS
DEL AVE MARÍA
CATEGORÍA SEGUNDO CICLO DE EPO
ACCÉSIT
CARMEN ESTERO CORRAL
3º EPO
AVE MARÍA VARADERO
EL SUEÑO DE CARMEN
Hace algún tiempo hubo una niña que se llamaba Carmen, era alta, con ojos marrones, el
pelo castaño, era inteligente, alegre y un poco despistada .Vivía con sus padres, su madre era
muy simpática y alegre, su padre era muy trabajador y siempre se esforzaba por complacer a
su hija y hacer que se sintiera muy feliz. Carmen por las noches soñaba grandes historias como
los cuentos de hadas, de fantasía e incluso con grandes fabulas súper divertidas. Hubo una
noche en la que Carmen estaba muy contenta porque al día siguiente seria su cumpleaños,
estaba muy intrigada por la fiesta, los regalos y porque intuía que algo bonito iba a ocurrir ese
día. Cuando se quedo dormida soñó que estaba en su casa y de repente salieron jirafas,
elefantes, monos, unicornios…También salió un gran arcoíris, globos de caramelo de los
sabores de fresa como las rosas, limón como siempre tan agrio, menta como las hojas o de
naranja. También una gran tarta de hojas que se comen, nubes de colores, figuritas de
gemínala, animales, muñecos, flores, ect.
El día de su cumpleaños llevaba un gran vestido rosa con detalles azul marino, morado y
violeta, con un gran diamante de color turquesa, y una gran tela que tenia pegados
corazoncitos de plata, era precioso, sus padres le regalaron un maletín de magia con una bola
de cristal, libros de magia, una varita mágica y lo más alucinante, una tableta que pinchabas en
un botón y salían varios objetos en la pantalla, pinchabas en el objeto que quisieras y salía de
ella, era todo tan raro! Carmen no entendía nada de nada, decía que eso era un rollo pero sus
padres le respondieron que así iba a ser su fiesta de cumpleaños, algo diferente pero que
creían que sería una gran fiesta. Carmen no entendía por qué no estaban sus amigos en su
fiesta, ella había invitado a todos sus amigos y le prometieron que irían, por lo que sus padres
le tuvieron que explicar lo que había ocurrido. Le explicaron que sus amigos eran los animales
que estaba viendo todo ocurrió cuando su padre estaba explicando a todos los amigos algunos
trucos de magia y mientras ellos escuchaban atentamente, el padre hizo un conjuro de prueba
con palabras como “ falalun falala que estos niños se conviertan en animales ya” y sin darse
cuenta todos los niños eran pequeños animales correteando por la sala. El padre no entendía
lo que había pasado hasta que se dio cuenta que al decir el conjuro tenia la varita mágica en la
mano y fue él mismo quien hizo aquella catástrofe.
La madre de Carmen se lo contó tranquilamente a su hija pero ella enfurecida no entendía y
exigía al padre una solución. Furiosa le dijo a su padre que intentara otro conjuro para
arreglarlo.
El padre aseguro haberlo intentado de todas las formas posibles asique Carmen aun mas
furiosa, dijo que mama y ella le ayudarían, la madre acepto ayudar a su hija un poco asustada.
Se pusieron manos a la obra para encontrar una solución.
Paso mucho rato hasta que Carmen dijo en voz alta que había encontrado el conjuro. Su
madre para asegurarse de que ese era el conjuro que haría que los animales volvieran a ser
niños y no convertirlos en otra cosa, lo leyó varias veces y prepararon al padre para que lo
dijera, mientras su padre se preparaba para realizarlo Carmen prometía a cada animalito que
pronto empezarían a disfrutar de la gran fiesta de cumpleaños que habían preparado.
Su padre leyó el conjuro “ Falalin falala que estos niños no se conviertan en animales más”. De
repente todos volvieron a ser como antes, nada de animales. Al fin los amigos de Carmen
empezaron a jugar, reír y comer sin parar para celebrar el cumpleaños de su amiga. Al fin llego
la hora de la tarta que estaba de rechupete, todos se pusieron morados. Lo último de la fiesta
fueron los regalos, recibió un montón de cosas preciosas, juegos, libros, ropa… Sus padres no
sabían si darle el regalo que le habían comprado teniendo a que no lo sepa manejar y cometa
catástrofes como la que había cometido su padre, pero confiaron en ella ya que siempre había
demostrado ser una niña responsable.
Carmen, además de responsable se convirtió en una maga de lujo, hacia trucos increíbles, llego
a controlar perfectamente a su varita y desde aquel día de cumpleaños la niña y su varita se
hicieron inseparables, las dos se lo pasaban pipa haciendo cosas que la gente se quedaba
extrañadísima pero ellas estaban siempre riendo sin parar.
¿Te gustaría ser un mago como Carmen?
III CERTAMEN DE RELATO CORTO DE LAS ESCUELAS
DEL AVE MARÍA
CATEGORÍA TERCER CICLO DE EPO
PRIMER PREMIO
MARÍA MAGDALENA URIBE QUESADA
6º EPO
AVE MARÍA S. ISIDRO
THE MIRROR
Vamos de camino a casa de Kristen. Me sorprende que nos hayan acogido tan bien en el nuevo
instituto. A la vez que ando mantengo la vista fija en mis zapatos, serios y aburridos. Cuando
levanto la mirada veo a Kristen caminando delante mía. Es guapa, alta y esbelta. Normalmente
lo que más destaca en una persona son sus rasgos, pero en este caso no tanto. Su pelo es
corto, un poco más largo que el de un chico, pero está perfectamente cuidado. Sus ojos son
grandes, con bonitas pestañas. Tiene la nariz pequeña y sus labios son finos. Pero eso sigue sin
llamar la atención, lo que sí llama la atención es el color: tiene el pelo blanco nieve y los ojos
morados claros. Supongo que se habrá tintado el pelo y puesto lentillas para destacar, como
cualquier chica de dieciséis años. Cuando llegamos me fijo en las flores del jardín. Son bonitas,
de muchos colores, alegres, al contrario que mis zapatos.
Vuelvo en sí cuando Jack me llama -‐ ¡Kath! ¡Mira que casa tan enorme! -‐ Voy…
Entro en la casa y me encuentro el vestíbulo más grande que he visto en mi vida.
-‐ Subid a mi cuarto -‐ dice Kristen -‐ Está al final del pasillo, a la derecha -‐ ella tuerce a la
izquierda, hacia la cocina. Jack y yo subimos al dormitorio de Kristen, que es algo más pequeño
que el vestíbulo.
-‐ Esta casa es gigante -‐ me dice Jack metiéndose en la habitación.
-‐ Ya ves…-‐ respondo.
Al entrar, Jack se sienta en la cama y yo me quedo de pie. A mi lado hay un espejo. Me miro en
él y veo una chica alta, con el pelo largo, marrón muy oscuro y los ojos también castaños.
Él; sin embargo, tiene el pelo rubio miel, y pecas (al igual que otra chica llamada Sarah). Los
ojos al igual que los míos y las mejillas algo sonrojadas.
Cuando me vuelvo lo encuentro rebuscando en un cajón -‐ ¡Jack! ¿Qué haces? -‐ digo, pero ya
no veo tan nítidamente.
-‐ Ya paro…Era para ver la cara que ponías -‐ dice soltando una risita -‐ Pero ahora que te veo, no
tienes buena cara. ¿Estás bien?
Yo intento sentarme en la cama, ya que no le puedo contestar, pero prefiero no moverme. No
me siento bien. Estoy sudando. Entonces cierro los ojos y lo último que oigo es la voz de Jack.
-‐ ¡Katherine! ¡Kath!…
Cuando me despierto no estoy en la habitación de Kristen. Siento hierba con mis manos y el
aire fresco en mi cara. Me incorporo y abro los ojos. Veo a un chico al lado mío. Parece
preocupado.
-‐ ¿Estás bien? -‐ pregunta -‐ sí, eso creo. ¿Y Kristen? Y… ¿Jack?
-‐ ¿Kristen y Jack? Lo siento, no los conozco -‐ ¿Entonces dónde estoy? -‐ pregunto,
levantándome.
-‐ En el Reino del Cielo -‐ responde -‐ ¿Cómo que el Reino del Cielo?
-‐ Sí -‐ asiente con la cabeza -‐ el más grande de los e importante de los Cuatro Reinos -‐ me
ofrece su mano y espera a que se la estreche -‐ Soy Will, y tú…
-‐ Katherine…Kath -‐ le digo, pero no le estrecho la mano, él la esconde en el bolsillo de su
pantalón. Me fijo en su aspecto y en su ropa. Tiene el pelo marrón, pero no tan oscuro como el
mío. Sus ojos son tan oscuros que parecen negros. Es alto… y guapo. En cuanto a la ropa... es
rara. Lleva una camisa marrón de una tela extraña y unos pantalones negros también de tela.
Ese material no parecía muy resistente, ni caliente. Lo que me da a pensar que estaban en
verano. Aparenta la misma edad que yo. En comparación con mi uniforme azul y gris, es algo
extraño, lo que me hace pensar, solo por un momento, que no estoy en mi ciudad.
-‐ ¿Dónde estoy, Will? -‐ le pregunto-‐ ¿En qué ciudad? No puedo estar en el Reino del Cielo. Es
una broma, ¿verdad?
-‐ ¿De dónde vienes tú? -‐ me pregunta. Presiento que me va a estar preguntando todo el día.
-‐ De mi ciudad. De mi instituto -‐ le digo enseñando la insignia bordada en mi camisa con el
nombre de mi instituto -‐ ¿Instituto? Aquí no hay institutos desde hace mucho tiempo. Debería
llevarte con el sabio, a ver si él sabe algo de ti…-‐ dice mirando a otro lado. Entonces me coge
de la mano y tira de mí.…
Llegamos al pueblo unos minutos después. Se supone que estamos en el Reino del Cielo, y
según lo que Will me ha contado hay otros tres más: el Reino del Mar, el Reino del Desierto y
el Reino de la Selva. Pasamos por delante de una cabaña en la que se para. Se mete dentro y
yo le sigo, en ella hay un señor mayor vestido con ropas blancas y sentado en una gran butaca.
-‐ Eh, hola -‐ dice Will -‐ Vengo para preguntarte por ella -‐ me mira.
-‐ Acércate -‐ dice el hombre, que me mira de arriba abajo -‐ ¿Tu nombre?
-‐ Katherine -‐ respondo nerviosa.
-‐ Vale. Te voy a hacer una pregunta importante… ¿Vienes…de fuera?
-‐ ¿Se refiere a fuera del espejo? -‐ digo, luego asiento con la cabeza al ver que él hace lo mismo.
-‐ ¿Fuera has visto…a gente con el pelo y los ojos raros? -‐ yo vuelvo a asentir.
-‐ ¿Cómo que espejo y gente rara? -‐ dice Will extrañado -‐ No entiendo nada.
-‐ Verás -‐ comienza el hombre -‐ el país sonde están los Cuatro Reinos está en guerra. El rey de
este reino posee un ‘’bastón’’, por así decirlo, que manda a la gente al mundo ‘’real’’. Estás, en
el mundo real no recuerdan nada de lo que les pasó en este mundo, pero hay gente que sí lo
recuerda. Gente que puede volver a entrar, y salir cuando quiera, porque son inmunes al
efecto del bastón. La marca que deja la magia del bastón, cuando eres diferente, es un cambio
de color en los ojos y el pelo.
-‐ Entonces…para volver tengo que conseguir el bastón de ese rey. ¿Dónde está? -‐ digo ansiosa.
-‐ Pero, ¿no me has oído? Hay muy pocas posibilidades de que seas inmune. ¡Podrías olvidarlo
to…! -‐ dice el señor mayor, pero Will, que se encuentra muy apagado, le interrumpe.
-‐ Si quieres…Te puedo llevar -‐ ¿Enserio? ¡Gracias, Will! -‐ digo, y le doy un abrazo rápido -‐ ¡Pues
vamos!
-‐ ¡Esperad! -‐ grita el señor pero Will y yo ya he salido corriendo.
Cuando llegamos al castillo, planeamos robar el bastón, pero él no está muy convencido.
Entramos y encontramos un vestíbulo más grande que el de Kristen. Seguidamente subimos
por unas escaleras inmensas y entramos por una puerta. Después de varios intentos
encontramos la habitación en la que está el bastón.
-‐ Perfecto -‐ digo pero justo cuando lo cojo y voy a agitarlo para ver que hace, oigo la voz de
Will gritándome.
-‐ ¡Kath! -‐su grito suena ahogado. Me vuelvo, pero no me da tiempo a ver nada porque siento
como algo me da en la cabeza y lo veo todo borroso de nuevo. Cierro los ojos
involuntariamente y siento como me desplomo en el suelo.
Cuando me despierto estoy el suelo de la habitación de Kristen otra vez.
-‐ Will…-‐ digo con hilo de voz mientras me toco la cabeza, que me duele -‐ ¡Will!
-‐ ¿Kath? Dios, menos mal que estás bien. ¿Qué te has hecho en…? -‐ oigo, pero no es Will, es
Jack.
-‐ Jack… ¿Cómo que eso? -‐ digo mirándome en el espejo. Al principio no veo nada raro, pero
luego me doy cuenta de que mi pelo degrada al burdeos y mis ojos son del mismo tono de
rojo.
-‐ ¿Qué pasa? ¿Will? -‐ escucho y me vuelvo rápidamente. Es Kristen que acaba de llegar y está
apoyada en el marco de la puerta, sonriente -‐ ¿Desde cuándo te tintas el pelo, Kath?
III CERTAMEN DE RELATO CORTO DE LAS ESCUELAS
DEL AVE MARÍA
CATEGORÍA TERCER CICLO DE EPO
ACCÉSIT
ANDREA TORRES GARCÍA
5º EPO
AVE MARÍA DE LA QUINTA
HERMANO ROBOT
Iván era un niño de una edad aproximada a los diez años, ni muy alto, ni muy bajo, aplicado y
estudioso, sincero y noble, pero sobre todo, un gran inventor.
Vivía en un barrio cercano al centro y, puesto que sus padres trabajaban en el extranjero, el
vivía en casa de sus abuelos.
Un día, volvió del colegio cabizbajo y pensativo, su abuela le pregunto:
-‐ Iván, ¿te ocurre algo?
-‐ No abuela, gracias -‐ le contestó no muy animado -‐ Lo único es que mis padres nunca están en
casa y me gustaría tenerlos aquí y que me dieran un hermano para jugar con él.
-‐ A tu abuelo y a mi también nos gustaría -‐ añadió la abuela -‐ Tus padres están haciendo
muchos esfuerzos para que los trasladen aquí y así poder estar juntos, trabajan sinfín y seguro
que algún día serán recompensados con el traslado a casa. Tus padres tienen mucha fé en ti y
quieren lo mejor, trabaja duro como ellos y todo saldrá adelante.
Una tarde mientras jugaba en su cuarto, miro por la ventana y lanzó un suspiro. Vio su
apenada tez reflejada en el cristal y mientras contemplaba la calle, vio a su amigo Rubén que
iba de camino a casa jugando con su hermano pequeño, Tomas, al verlos se dijo a sí mismo
con decisión:
-‐ ¡Se acabó! , ¡no quiero seguir así, tengo que hacer algo...!
Apartó todo lo que se encontraba sobre su mesa, puso en ella sus herramientas, y comenzó a
dibujar varios planos, esquemas, circuitos, etc. Al poco tiempo, a la salida del colegio, no se fue
a casa, sino que acudió a una ferretería situada en el centro de la ciudad y compró abundante
material eléctrico y mecánico entre los que se encontraban: mecanismos articulados para las
extremidades, un microprocesador de gran potencia para que pudiera controlar todas sus
actividades automatizadas, varios módulos de memoria para ejecutar los sistemas de control
y, lo mas importante, un disco duro de gran capacidad para que pudiese recordar y almacenar
todas sus experiencias.
Para la cabeza utilizo una antigua televisión pequeña rota que encontró en el sótano, extrajo
el cableado y lo conectó a la unidad de control central. En el disco duro se encontraba
grabado una base de datos de expresiones faciales, también le incorporó un sistema de voz
mediante los altavoces del televisor, y un micrófono que encontró tirado en la basura que le
iba perfecto para que reconociese los sonidos y pudiese escuchar como si de un oído se
tratara. Le añadió además parte de una cámara de video que le permitiría ver. Conectó todo el
cableado que se extendía por todas las partes de su cuerpo de metal con diversos sensores y
sistemas eléctricos motorizados que le permitiría, entre otras, andar, mover los brazos y las
piernas, notar cambios de temperatura, de presión, tacto, etc., etc.
-‐ “Ya tengo el sistema nervioso” exclamó con orgullo.
El tronco del cuerpo lo hizo con un gran altavoz roto que tenía Rubén en casa de su padre, sin
utilidad alguna, abrió la tapadera de detrás e introdujo la unidad de control central y dos
baterías de moto que le regaló su abuelo que servirían para almacenar energía. Hizo varios
orificios para poner sus extremidades. Primero hizo el cuello juntando varias válvulas, después,
los brazos y piernas, usando varios tubos de metal que unió mediante los mecanismos
articulados que compró en la ferretería y para los pies usó unos patines de cuatro ruedas que
le regalaron cuando cumplió 5 años.
-‐ ¡Esto va sobre ruedas! ¡Ya queda menos! , -‐se decía a sí mismo.
Tan sólo le quedaba hacer las pruebas correspondientes, el robot en su interior tenía
almacenados todos los datos necesarios para que aquel invento con materiales reciclados
pudiese tener los conocimientos y comportarse como un ser humano. Iván le bautizó como
Tim, su nuevo hermano.
Un frío día de Marzo, Tim e Iván fueron a jugar junto a un extenso lago, hicieron una
competición de saltos de piedras sobre el agua. Inesperadamente Iván cayó al lago
quedándose prácticamente inmóvil por que el frío y el peso de su ropa le impedían moverse.
Tim sin pensarlo se arrojó al agua para salvarlo. Al entrar en contacto con el agua el robot
sufrió múltiples cortocircuitos pero se pudo adentrar lo suficiente en el lago para que Iván
pudiera agarrarse a él y llegar a la orilla salvando su vida.
Tras recuperarse de lo ocurrido en el lago Iván decidió reconstruir a quien consideraba “su
hermano” y que además le salvó de morir ahogado. Iván trabajó durante semanas para
reparar al robot pero todos sus esfuerzos no obtuvieron resultado alguno, TIM no funcionaba.
Iván no lograba entender el porque de su fracaso, había repasado los planos y esquemas
múltiples veces, armó y desarmó el robot en innumerables ocasiones, cambió componentes,
etc. Sin éxito alguno.
Iván se convenció así mismo de que TIM no volvería a funcionar, pero siempre pensó que
tenerlo en su cuarto le recordaría los buenos momentos pasados. Y rescató de su interior el
disco duro donde se almacenaba toda la información de TIM.
-‐ Conectaré el disco duro a mi ordenador... a ver lo que queda de él, pensó Iván.
Una vez conectado el disco al ordenador Iván quedó estupefacto al descubrir que el disco
estaba prácticamente vacío y que sólo había un archivo de texto con el nombre “CARTA PARA
IVAN.DOC”
-‐ ¿Una carta para mí? Se dijo.
Al abrir el Archivo encontró lo siguiente:
“Querido Iván:
Gracias por tu empeño, gracias por darme lo mejor de ti, gracias por crearme, por cuidarme,
por quererme, por tu FE en mí…
He disfrutado mucho a tu lado viendo lo bien que tratas a tus abuelos lo bien que los cuidas y
los quieres, me he sentido muy apenado cuando estabas triste pensando en tus padres, me he
enorgullecido siempre de los resultados de tus exámenes y de lo bien que tratas a tu amigo
Rubén y al resto de compañeros del colegio. Lograste con trastos viejos lo que nadie se podría
imaginar, pusiste todo el empeño en crearme y conseguiste darme vida. Aquel día en el lago
sabía perfectamente que lanzarme al agua a por ti sería el mayor gesto de agradecimiento que
podía tener hacia ti por todo lo que me has dado y por todo lo que has conseguido.
Todo lo bueno que haces día a día tendrá su recompensa en el futuro... nunca podré llegar a ser
tu hermano... tan solo soy una maquina que ha llegado a sentirse humano por tu esfuerzo, por
tu bondad, por tu dedicación y tu magia... no cambies nunca”
Iván nunca supo describir lo que sintió a leer la carta fue una sensación mezcla de alegría,
sorpresa, tristeza e incredulidad. Como es fácil de imaginar lo primero que hizo fue imprimir
aquella carta y ponerla al lado de su cama para leerla cada noche y sentirse acompañado.
A los dos meses se produjo un gran cambio en la vida de Iván sus Padres habían conseguido el
traslado a su casa y por fin estarían juntos de nuevo.
El día del regreso de los padres de Iván fue impactante. Iván se encontraba nervioso e
impaciente junto a sus abuelos en la estación de tren... cuando los padres de Iván se bajaron
del tren se abalanzó sobre ellos llorando de alegría y notó que su madre tenía la cintura más
grande… y le dijo:
-‐ ¡Mamá estas muy guapa! Pero creo que has engordado ¿no?-‐ a lo que su madre le respondió.
-‐ ¡Así es hijo! Queríamos darte una sorpresa. ¡Estoy embarazada y pronto tendrás un
hermanito con el que jugar… y queremos que tú elijas el nombre!
-‐ Se llamara Tim... -‐ dijo él.
III CERTAMEN DE RELATO CORTO DE LAS ESCUELAS
DEL AVE MARÍA
CATEGORÍA PRIMER CICLO DE ESO
PRIMER PREMIO
ELENA DEL CARMEN RODRÍGUEZ TORRES
2º ESO
AVE MARÍA VARADERO
LOS OJOS DE LAS ESTRELLAS
Érase una vez una niña llamada Tania. Vivía en un pueblo tranquilo de pocos habitantes. Por lo tanto llevaba una vida sencilla.
Tania era rubia, alta, delgada, con la tez clara y los ojos de un extraño color… Bueno colores.
Cuando se enfadaba, se le ponían rojos escarlatas, verdes cristalinos cuando estaba
preocupada y estando tranquila, azules. Nadie sabía el por qué de lo que le pasaba.
Siempre llevaba gafas de sol. Por eso, nadie, excepto su familia y algunos médicos, sabían lo
que le sucedía a sus ojos.
No le gustaba que le hablaran sobre ellos. Porque no quería ser diferente a los demás. Esto no
servía de nada, ya que estaba totalmente aislada. Siempre se metía en la biblioteca y por más
que los profesores le insistían ella nunca cedía.
Un día, la profesora anunció la llegada de una alumna nueva. Dijo que era especial… Y todos
murmuraron sobre el asunto.
Pasados dos días llegó la nueva alumna, y a Tania le llamó la atención que ella también tenía
gafas de sol. Y que no mirara a nadie, ni a nada. Y cuando sonó el timbre descubrió el por qué…
Era ciega. Y al igual que ella, la nueva no salió al recreo como los demás si no que se metió en
la biblioteca y se acercó a Tania. Sheila, que era como se llamaba la nueva, se presentó y le
preguntó que si podía tocarle el rostro. Tania asintió un poco extrañada. Sheila hizo un gesto
de sorpresa al descubrir las gafas. Y le preguntó por qué las llevaba, Tania le dijo que era
porque le molestaba mucho el sol.
Sheila hizo un ademán señalando el techo. Tania le respondió:
-‐ Son muy delicados, me daña cualquier tipo de luz.
Sheila se encogió de hombros y no preguntó nada más. Un silencio incómodo se hizo con la
situación. Hasta que Tania decidió preguntarle a Sheila qué le había sucedido a sus ojos. Sheila
sonrió y le empezó a contar:
-‐ De pequeña, hubo un incendio en mi casa, y tuve la mala suerte que una llamarada de humo
y trozos de madera me dieron en los ojos. Yo me desmayé y cuando desperté estaba en un
hospital. Lo cierto es que sólo veía un poco borroso pero al año empeoró de tal forma que dejé
de ver.
Tania le dijo que preferiría ser ciega a tener sus ojos. Pero Sheila se lo tomó peor de lo que
pensaba.
-‐ ¡No digas eso ni en broma! Tú no sabes lo que es no ver nada. Y con nada me refiero a no
poder ver las personas que más quieres. Que no puedas ver el mundo tal y como es. ¡Yo sí que
preferiría tener los ojos delicados a ser ciega!
Tania suspiró y le contó su historia con mucha tristeza. Sheila se animó y olvidó su cabreo. Y
empezó a hacerle todo tipo de preguntas, Tania le contestaba triste. Sheila se percató y le
preguntó por qué no le gustaba enseñar sus ojos y ella respondió
-‐ Son diferentes. Y si ellos lo son, yo lo soy. Eres la única que lo sabe a parte de mi familia. Y me
gustaría que siguiera así.
Sheila aceptó y dijo:
-‐ ¿Supongo que esto nos hace amigas no?
Tania afirmó alegremente. Y ahí empezó su amistad. Todas las tardes quedaban para jugar y
conocerse, los padres de ambas estaban asombrados. Por lo bien que se llevaban y ellos
decidieron conocerse. Y la verdad es que se llevaron muy bien.
Unas semanas más tarde, Tania ya era mucho más valiente y confiaba en sí misma. Cuando la
maestra anunció que tenían que hacer una redacción sobre un problema superado, Sheila
convenció a Tania para que se liberara de sus gafas de sol.
Estuvo varios días detrás de ella hasta que por fin la convenció. Lo comentó a la maestra y ella
se puso muy feliz del gran paso que iba a dar Tania.
Tania hizo una redacción increíble de lo que le sucedía. La noche antes de presentar el trabajo
abrió la ventana y se sentó en ella. Miró al cielo, en ese momento tenía los ojos verdes, lo que
significaba que estaba preocupada. Pero no por la redacción sino por Sheila. Vio una estrella
fugaz y dijo en voz alta:
-‐ Siempre que he visto una estrella fugaz he deseado tener unos ojos normales. Pero hoy mi
deseo es que Sheila vuelva a ver. No se merece no poder ver este cielo, o estas preciosas
estrellas.
Minutos más tarde Tania se quedó dormida aún en la ventana.
Desayunando, a Tania se le ocurrió una fantástica idea… Tal vez si convencía a Sheila para
operarse en una clínica especial recuperara la vista, pero se desanimó cuando pensó que
costaría muchísimo dinero. Decidió comentárselo a su madre, esta tuvo una fantástica idea:
-‐ Cariño y ¿si recaudas dinero para la operación? Puedes hacer mercadillos, espectáculos,
etc.…
-‐ ¡Claro es una idea increíble! Se lo diré a todos después de mi redacción.
Tania salió corriendo de su casa y se fue directamente en busca de su maestra. A la maestra le
pareció una buenísima idea y se lo comentó a los demás profesores. También avisaron a los
padres de Sheila que se emocionaron muchísimo. Decidieron darle una sorpresa a Sheila.
Todos habían terminado de leer sus redacciones. Llego el momento de Tania, ya no estaba
nerviosa. En medio de su lectura se quitó las gafas y las tiró a la basura. Al terminar todos
aplaudieron le dieron un gran abrazo a Tania.
La maestra comenzó a contarle la idea de Tania a Sheila:
-‐ Sheila, queremos ayudarte por eso vamos a financiar una operación para que recuperes la
vista. Todos los alumnos y profesores de esta escuela van a colaborar. Ya nos hemos
informado y dicen que puedes recuperar la vista. Solo si tu estas de acuerdo.
-‐ ¡Claro que estoy de acuerdo es mi sueño! Gracias, gracias.
Todos volvieron a darse un gran abrazo. Al par de semanas consiguieron el dinero necesario.
Incluso sobró dinero que lo emplearía para una fiesta si todo salía bien.
Tania no se separó en ningún momento de Sheila durante su estancia en el hospital. Por fin
llegó el día, el médico le desenroscaba la venda. Sheila parpadeó unos instantes pero se notó
claramente que distinguía sombras. Y que estaba feliz. Cuando llegaron a la fiesta todos la
esperaban ansiosos por ver el resultado.
Sheila no paraba de darles las gracias a todos. Y no soltaba la mano de Tania ni paraba de darle
besos. Las dos al fin fueron felices.
III CERTAMEN DE RELATO CORTO DE LAS ESCUELAS
DEL AVE MARÍA
CATEGORÍA PRIMER CICLO DE ESO
ACCÉSIT
ALEJANDRA QUINTANA OLMOS
1º ESO
AVE MARÍA S.ISIDRO
AQUEL POZO
Me desperté, me vestí, desayuné y salí corriendo de mi casa, mientras estaba de camino a casa de mis abuelos, se oían a los pájaros graznar y a los perros maullar, estábamos en plena primavera por lo cual hacía un calor tremendo y el cielo era de color naranja y el suelo de color rosa fuerte, lleno de agua que me llegaba hasta las espinillas.
Cuando por fin llegue a la casa de mis abuelos, por primera vez en mi vida me extrañé por ver algo, era la primera vez que veía un pozo en la casa de mis abuelos; estaba fabricado con piedras color plata y por su aspecto se podía decir que era viejo. No le dí importancia y entré dentro de la casa: era una amplia sala, con las paredes hipnotizadoras, dos pufs, una alfombra que parecía que no tenía fondo, una jaula de oro destellante con un lindo pajarito dentro y un anciano se encontraba sentado en unos de los pufs.
-‐ ¡Hola abuelo! – exclamé -‐.
Él no respondió y tenía la mirada fija en un punto en concreto, un cuadro en el que había un castillo al lado de un precioso lago, ese paisaje tan mágico era impresionante. Se oyeron pasos bajando por la larguísima escalera de caracol que tenía al final dos piruletas enormes con forma de corazón; cuando ya llegó esa persona a la sala dijo:
-‐ Hola, Leona.
-‐ Hola, abuela -‐ le dije -‐.
Mi abuela era una anciana de por lo menos 63 años con una amplia pero agradable sonrisa en la cara. Me indicó con la mano que me sentara en el otro puf que había en la sala así que me senté y ella fue a por una silla que había en un rincón de la habitación. Estuvimos conversando durante un rato hasta que llamaron a la puerta, mi abuela se levantó para ir a abrir; cuando abrió se encontraban allí sus vecinos que vinieron para entregarle un pudding. Cuando se volvió a sentar recordé el pozo que había en frente de su casa, por lo cual le pregunté que desde cuando estaba ahí el pozo, qué hacia allí porque yo nunca lo había visto antes allí y ella me respondió:
-‐ El pozo lleva ahí más tiempo de lo que tú crees, solo es que se aparece a la gente que está viviendo una mentira, y te voy a contar su historia:
-‐ “Había una linda princesa que vivía en su castillo. Un día su padre calló muy enfermó y murió por lo cual la linda princesa ascendió al trono. Un día, un príncipe se presentó al palacio para pedir la mano de la princesa y ella accedió. Pasado un tiempo se casaron y tuvieron dos hijos, uno de ellos se fue a explorar tierras mientras que el otro se quedó y vió ese pozo y se lo comunicó a su madre, ella que tenía mucha curiosidad. Cuando se hizo de noche bajó a verlo por si misma; al llegar descubrió que era verdad y éste le dijo que su esposo estaba casado con otra mujer. Ésta se fue corriendo y pasados los días descubrió que era verdad y fue otra vez al pozo que esta vez tenía una larguísima escalera que conducía a su interior; no soportando más su pena bajó y nunca volvió y ya no se supo más de ella”.
-‐ Unos dicen que murió y otros que llegó a otro lugar del mundo…
-‐ ¿Cómo que una mentira? -‐ pregunté -‐.
Pero no me respondió.
Al caer la noche nos fuimos todos a dormir. Mi habitación era de color violeta y era muy florida. Cuando conseguí dormirme un ruido me despertó y me asomé a la ventana que se encontraba en mi habitación y vi a un maravilloso y precioso unicornio blanco en el patio que había detrás de la casa. Bajé corriendo a verlo de cerca pero cuando llegué ya no estaba, había desparecido, por lo cual me fui otra vez a la cama pensando cómo es que había llegado hasta allí ese magnífico unicornio. Pasada la noche me desperté, desayuné y me vestí con mi sudadera favorita roja, mis pantalones vaqueros rotos y mis zapatillas de deporte; salí de la casa de mis abuelos, me dirigí a el camino que hay enfrente de la casa de sus vecinos y empecé a correr (a mí por las mañanas siempre me gusta hacer deporte), mientras que corría pensé en aquel unicornio que vi anoche y tenía pensado en volver a ver ese unicornio esta noche.
Cuando llegué otra vez a la casa de mis abuelos vi otra vez aquel pozo viejo, pero esta vez me dirigí hacia él, me senté en su borde hasta que miré al fondo del pozo y descubrí que no tenía fondo y me retiré corriendo de él, me dirigí hacia la casa de mis abuelos, le eché una mirada por última vez y entré a la casa.
-‐ ¡Ya he llegado! -‐ grité -‐.
-‐ No vuelvas a acercarte a el pozo nunca más, que puede ser muy peligroso -‐ dijo mi abuela regañándome -‐.
Le dije que sí con la cabeza y me fui a mi habitación. En cuanto llegué me tiré en mi blandita y cómoda cama de agua y me quedé dormida; me desperté un rato después pero lo suficiente como para saber que mis abuelos habían salido así que estaba sola en la casa y aproveché para salir al jardín de detrás de la casa a investigar. Después de media hora no encontré nada, ninguna pista, estaba pensando en rendirme cuando al ir a sentarme en la escalera que daba de la casa al jardín encontré una destellante llave de cristal con una cuerda de plata que parecía que en cualquier instante esa cuerda se rompería de lo fina que era, así que la cogí con cuidado para que no se rompiera y me subí otra vez a mi cuarto.
Cuando llegaron mis abuelos les pregunté que donde habían estado, me respondieron que habían salido a comprar y como parecía tan tranquila durmiendo no me quisieron despertar. Pensé en decirles o preguntarles sobre la llave que encontré en el jardín pero preferí que no por si acaso. Comimos sopa de letras y salí a contemplar el precioso paisaje que se veía desde el balcón de la habitación de mis abuelos y se podía contemplar el cielo naranja, los árboles de las flores rosas y las montañas de nieve a lo lejos, de repente me llamaron para ayudar a limpiar, a mí me tocó el salón, a mi abuela la habitación y a mi abuelo su habitación. Mientras que limpiaba el salón me fijé de nuevo en ese cuadro que mi abuelo miraba cuando llegue ayer y decidí limpiarlo un poco porque estaba lleno de polvo y en el cuadro encontré un trozo de la piedra plateada de el pozo sin profundidad de aquí enfrente << ¿Qué hace aquí una piedra del pozo que tenemos prohibido ir, si está prohibido acercarse?>>
Me fui a cenar y luego a la cama de agua; abrí la ventana y también desplegué las cortinas y me fui a dormir porque seguro que si me quedaba despierta el unicornio no vendría y no lo volvería a ver y esa curiosidad que tenía se quedaría en curiosidad. Pasado el rato volví a oír algo que me despertó y salí al jardín. No había nada, no estaba el unicornio. De pronto sentí
algo en mi hombro, me giré corriendo… era mi abuelo que había puesto su mano en mi hombro y me dijo:
-‐ ¿Qué haces aquí a estas horas de la noche?
-‐ Eeeeeeh… Estaba buscando una de mis lentillas que se me cayó ayer.
Volví a mi habitación y me eché adormir. Por la mañana volví a salir a hacer deporte. Esta vez decidí que iría más lejos que el anterior día y llegué hasta dos caminos, estaba el izquierdo que daba miedo y el derecho que era florido, había animalitos… Así era obvio qué camino iba a coger así que me fui por el lado izquierdo que era un camino gris, los árboles estaban muertos y las plantas marchitas, no había animales, pero sin embargo oí algo acercarse. Me volví rápidamente y allí estaba el precioso unicornio blanco de aquella noche me acerqué y me dejó acariciarle y empezó a correr, pero de repente y me indicó con su cabeza que le siguiera y así lo hice cuando llegamos a nuestro destino vi el pozo de la casa de mis abuelos, allí también estaba mi abuelo me dijo que me acercará y cuando ya me puse a su lado también me dijo que me asomará al pozo, cuando me asomé pude comprobar que el pozo esta vez tenía una larguísima escalera que conducía a su interior. Mi abuelo me dijo que bajará y cuándo llegará abajo que me quedará allí, pero antes de irme me dio el cuadro del castillo y me fui.
Cuando llegué abajo pude comprobar que había llegado a otro mundo. Salí del pozo y al dar mi primer paso en aquel lugar extraño recordé: que en realidad me llamó Anastasia, tengo 14 años y mis padres murieron en un accidente y estoy a cargo de mi hermano menor, Ángel. En ese mismo instante recordé el cuadro que me dieron lo miré y pude descubrir que este y había cambiado ahora allí ere de noche, en el lago se reflejaba la luna, el astillo era de cristal y allí estaba el unicornio. Había una nota esa llave de cristal que tienes habré este castillo.
Aquel pozo guardaba un gran secreto que yo siempre guardaré en mi corazón.
III CERTAMEN DE RELATO CORTO DE LAS ESCUELAS
DEL AVE MARÍA
CATEGORÍA SEGUNDO CICLO DE ESO
Y FORMACIÓN PROFESIONAL BÁSICA
PRIMER PREMIO
MARÍA PALACÍN PLAZAS
3º ESO
AVE MARÍA DE LA QUINTA
LABERINTO DE LAS SOMBRAS ETERNAS
El cielo había adquirido un tinte rojizo y las nubes se entrelazaban unas con otras, extendiendo sus garras hacia el horizonte, cubriendo el firmamento.
Las calles estaban desiertas, cubiertas por una gruesa capa de nieve blanquecina, y las farolas iluminaban levemente las aceras con su luz amarillenta. El silencio era pesado, sobrecogedor; nadie caminaba por las estrechas galerías de aquella ciudad sin nombre.
De repente, un farol se alzó en el aire, moviéndose a una velocidad vertiginosa en círculos, y comenzó a arder en llamas. Se oyeron pasos acelerados, pero no se distinguía ninguna figura. Sólo se escuchaba el suave repiqueteo de los zapatos rozando el hielo del suelo.
El objeto empezó a danzar a más velocidad y se dirigió, presuroso, surcando las infinitas callejuelas, hacia una diminuta plaza donde se alzaba, majestuosa, una imponente catedral de piedra negra. Se detuvo en el centro, y los pasos también. Segundos después, ardió por completo, y un individuo cubierto por una capa oscura se materializó de inmediato. No se le podían ver los rasgos, pero su figura era esbelta, grácil, y se movía con la destreza de los vientos.
Un aullido lastimero rasgó el silencio, y otros más lo corearon.
La caza había comenzado.
Jinetes negros avanzaban por las estrechas galerías de la ciudad, montados en bestias semejantes a lobos, cuyos ojos rojizos llameaban, en busca de sangre. Gritos temibles salían de sus gargantas, y el horizonte se tiñó de negro.
La bruma envolvía lentamente el paraje, nublando la visión, pero aquellos seres parecían poder distinguir cada recodo en aquella oscuridad impenetrable.
El encapuchado comenzó a recitar, con voz cavernosa, unas palabras ininteligibles. Alzó la mano y la situó en la gigantesca puerta de metal, pero ésta no cedió.
Había sido sellada.
Los rugidos de los monstruos estaban cada vez más próximos, y en sus miradas de fuego se podía leer el frío aliento de la muerte.
Segundos después, entraron a la plaza, envueltos en aquella niebla espectral. Uno de los jinetes, cuya montura era la más descomunal, se adelantó. Aunque eran sólo sombras, y sus facciones eran irreconocibles en aquellos rostros de tinieblas, pareció que sonreía.
Comenzó a hablar, en un idioma arcaico, jamás usado; las palabras poseían un matiz amenazador. Su voz era un sonido gutural que parecía salido de las entrañas de la tierra.
La figura encapuchada se irguió, resuelta, ante él. La puerta no se había abierto, y ahora debía enfrentarse a su propia muerte. Los jinetes ocupaban todos los rincones, y sus enormes bestias parecían ansiosas de probar su sangre.
El individuo le contestó en aquella lengua.
Se estudiaron mutuamente.
El ser ordenó algo, y los espectros chillaron, complacidos.
Y entonces comenzó la persecución.
El encapuchado era ágil, y conseguía esquivar con ligera facilidad las fauces de los monstruos. Pero no era rival para los Jinetes Negros, nacidos de las tinieblas, cuyas almas habían sido vendidas al mismo diablo siglos atrás. Cuando ellos querían una presa, no tardaba en ser capturada.
El individuo de la capa no se amilanó. Sabía que no tenía oportunidad de entrar en la catedral, ya que la entrada había sido sellada por magia negra. Pero tal vez conseguía salir de aquella ciudad teñida del aliento de la muerte.
Porque había sido la Muerte la que había enviado a sus siervos a buscar su alma. Un alma que le pertenecía.
El encapuchado entró por una callejuela, y se convirtió en aquél farol envuelto en llamas, que danzaba a gran velocidad, recorriendo las frías y desérticas avenidas.
Los espectros no tardaron en seguirlo, y con un grito desgarrador, se lanzaron a la caza.
La presa se detuvo en una plaza más pequeña que la anterior, que parecía abandonada. En el centro, un tiovivo envuelto en bruma, cuyos caballos estaban ya oxidados, se movía lentamente. Algo lo atrajo hacia allí, la promesa de salir con vida de aquella persecución. Se acercó a él, y lo examinó con rapidez. Le quedaban exactamente 30 segundos para que las bestias, seguidas por sus amos, entrasen allí y recuperasen lo que era suyo.
Era un portal.
No paró a detenerse qué tipo de puerta abriría, simplemente activó aquél mecanismo de metal y recitó aquellas palabras frías en ese idioma desconocido y perdido en el tiempo.
Y fue eso, el tiempo, lo que lo salvó.
Desapareció de allí, tal vez para siempre.
O tal vez no.
Cuando los Jinetes llegaron, no había rastro de la presencia del encapuchado. Uno de ellos, el más antiguo y poderoso, se acercó a aquél tiovivo que continuaba girando, incansable; aunque su maquinaria hubiese perecido años atrás.
Alzó una mano, que no poseía carne; era sólo una mezcla de huesos y sombras unidas por el dolor y la maldad. En un gesto colérico, la crispó. Y lanzó un chillido agónico, de desafío e ira.
Los espectros se desvanecieron con la niebla.
Mientras, el tiovivo continuó girando, envuelto en aquella bruma de tinieblas.
III CERTAMEN DE RELATO CORTO DE LAS ESCUELAS
DEL AVE MARÍA
CATEGORÍA SEGUNDO CICLO DE ESO
Y FORMACIÓN PROFESIONAL BÁSICA
ACCÉSIT
ANA OCAÑA POVEDANO
3º ESO
AVE MARÍA S.CRISTÓBAL
LA MISTERIOSA FUENTE
Aquella mañana me desperté ilusionada y nerviosa porque iba a ir a la primera excursión de mi nuevo colegio ``El jardín de la Infancia´´ en el que cursaba 3º de ESO.
Mi profesora Nuria nos había explicado que en aquella excusión nos íbamos a encontrar cosas históricas preciosas. Aquella excursión era al ``Carmen de los Mártires´´, al que en aquella época los árabes llamaban ``Campo Ahabul´´. También nos explicó que fue el lugar desde donde Boabdil partió para hacer entrega de su amada ciudad a los cristianos. Aquel jardín palaciego contenía flores, plantas, arboles, pinos… y también muchas fuentes, estanques…
Yo pensaba que en aquel lugar vivían personas o familias con un gran poder económico y yo deseaba estar en aquella época y ser uno de ellos y vivir en aquel lugar ya que sería encantador.
Yo, nerviosa, me desperté embobada pensando en lo que dijo la maestra y en lo bien que me lo iba a pasar. Me levante, me vestí y desayuné. Preparé la mochila para la excursión y metí una cámara, un bocadillo y agua. Corriendo salí de mi casa para llegar en cuanto antes al colegio y al entrar vi a mis compañeros cansados y poco ilusionados, todo lo contrario de lo que me imaginaba y de como yo estaba. Yo era muy distinta al resto de mi clase porque a mí me encantaba leer, escribir, ver restos históricos y muchas cosas más…
Bueno, antes de proseguir con mi historia y de contar lo que me sucedió en aquel jardín palaciego, tendré que presentarme. Me llamo Rosa y en aquella época tenía 15 años. Nuria, nuestra profesora, nos dijo que nos montáramos ya en el autobús que nos esperaba en la misma puerta de nuestro colegio. Yo me senté al lado de mi mejor amiga, Violeta, la cual tenía un año más que yo porque había repetido un curso. Ella más o menos me comprendía porque también le encantaba las cosas históricas y éramos las dos únicas que estábamos ilusionadas y nerviosas por ver aquello.
El autobús se paró lejos del Carmen de los Mártires porque por aquella zona no se podía pasar. Nos bajamos todos del autobús y anduvimos un poco hasta llegar al sitio esperado. En la puerta vimos, a mano izquierda encima del tejado, a cuatro pavos reales. Era la primera vez que veía a esos animales tan preciosos y me quedé maravillada observándolos. Nuria nos explicó que los machos abrían las alas para que los vieran las hembras y se enamoraran de ellos. Era como una técnica para ligar entre ellos. En el centro nos encontramos una gran reja que hacía de puerta principal y a los lados cuatro columnas con cuatro farolas.
Entramos todos juntos y vimos a mano derecha una gran barandilla desde donde se veían preciosas vistas de toda Granada y justo enfrente una fuente pequeña.
Yo vi al lado una casa pequeña árabe y me adentré en ella para ver qué contenía y era una pequeña fuente del estilo de las de La Alhambra.
Al poco rato nuestra maestra nos llamó a todos y nos reunimos para desayunar juntos. Al cabo de quince minutos Nuria dijo que nos daba tiempo libre para ver y curiosear por nosotros mismos toda aquella maravilla que teníamos justo delante de nosotros. Media clase se quedó sentada en unos bancos que tenían los jardines pero Violeta y yo nos metimos dentro de los jardines para ver lo que contenían.
Un chico de la clase que se llamaba Julián y tenía mi edad nos hizo una broma escondiéndose detrás de una palmera y asustándonos. Mi amiga Violeta se resbaló y cayó al suelo y se hizo una gran herida en el codo y en la pierna. Violeta, triste, dijo que se volvía con la maestra y me dijo que fuera yo y que investigara y que hiciera muchas fotos con mi cámara para luego ella verlo. Le hice caso y seguí adelante. Vi otros cuatro pavos reales sueltos en los jardines. Éstos eran de otro color diferente. Anduve hasta llegar a una fuente. Aquella fuente era distinta a la demás, era como si cobrase vida propia y las figuras que contenía se movieran poco a poco, sin movimientos bruscos. Yo, asustada, me quedé como hipnotizada.
Era la única fuente que tenía figuras. Me despisté un poco y me acerque más de la cuenta y caí rotundamente al agua. Dentro de aquella fuente me sumergí y no podía irme hacia la superficie y yo muy nerviosa y desesperada quería ir hacia fuera para poder respirar, pero me paré un momento y me di cuenta que podía respirar en el agua como los peces y que poco a poco la superficie iba desapareciendo. Todo lo veía negro, pero al cabo de dos segundos vi una luz dentro y nadé hasta ella y mientras que nadaba más hacia dentro veía las cosas más claras y la oscuridad desapareció.
Vi a todas las figuras que tenía la fuente en la que me sumergí y otras muchas más que estaban en el fondo y que cobraban vida. Nadé y nadé hasta el fondo de la fuente y vi cómo otra nueva superficie aparecía ante mí. Yo, eufórica, salí al exterior y vi que aquella fuente no era la misma que en la que me había sumergido. Era diferente, no tenía figuras y tenía color un color dorado. Las flores eran diferentes, eran más pequeñas y de repente vi a un hombre pasear majestuosamente con dos mujeres a su lado. Tenía una vestimenta muy antigua y mucho más lujosa.
Salí discretamente del agua sin que me vieran y comprendí lo que pasaba, era el rey Boabdil y dos de sus sirvientas. Gracias a la fuente en la que me sumergí había retrocedido muchos siglos atrás.
Unos de los soldados me vio y me arrestó. Aquel soldado me llevó a una celda oscura y mal oliente y se lo comunicó a Boabdil. Yo estaba muy asustada porque no sabía lo que me iba a decir ni a hacer. Cuando entró en la celda en la que estaba yo, lo vi y mi primera impresión era de ser un hombre honesto, sincero, amable…
Con todas mis fuerzas y todas mis esperanzas de que me creyera le conté todo lo que estaba pasando y por qué estaba allí, y también le conté la historia de su imperio y de lo que le iba a suceder. Él, asombrado, me creyó y cogió de su cuello una cadena con un corazón, la cual me entregó y me dijo que sólo lo abriera dentro del palacio pequeño árabe del Carmen de los Mártires. Me ayudó a salir de la celda y me llevó a la fuente en la que primeramente me sumergí.
Las figuras que vi la primera vez, las que cobraban vida, me ayudaron a salir a la superficie poco a poco. Al salir de aquella fuente era ya casi de noche y también noté que ya no había ninguna figura como antes y que tampoco era de color oro. Rápidamente fui donde Boabdil me había mandado con su collar y me adentré en el palacio pequeño árabe. Cogí la cadena que me había dado y el corazón como un imán me guió hacia unas de las piedras de la pared. Cogí la piedra de la pared, la arrastré hacia la derecha y vi como un hueco en el que el corazón funcionaba como una llave. Lo giré hacia la derecha y seguidamente salió de la pared una
puerta pequeña. Me adentré en ella y encontré un cofre en medio de una sala llena de riquezas. Cogí el cofre lo abrí y encontré una carta y un libro escrito por Boabdil sobre por qué huyó de Granada, por qué le dio a los cristianos su imperio y cómo se vino abajo su grandioso imperio.
En la carta explicaba por qué las estatuas ya no existían en aquellas fuentes y por qué las fuentes ya no eran color oro. La causa era que Boabdil, por la rabia que le entró al dejar su reino, cogió todas las estatuas y las hundió bajo el agua de la gran fuente en la que me sumergí y él maldijo a cada fuente para que se pusiera de color piedra y el color oro se fuera.
Al leer todo aquello comprendí por qué la madre le dijo:`` Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre´´. Al poco rato encontré a mi profesora Nuria desesperada buscándome, pero le conté todo lo sucedido y le di todo lo que encontré en aquella sala. Nuria y yo fuimos al Ayuntamiento y dimos todas las riquezas que encontramos.
Por la noche me preguntaron mis padres que cómo me lo había pasado y les conté todo lo sucedido. Yo me sentía muy contenta porque aquel secreto lo descubrí yo y eso sería una pista de que tenía que seguir visitando más sitios nuevos y descubrir muchas más cosas nuevas históricas.
Cada tarde me siento en el Carmen de los Mártires y miro hipnotizada una y otra vez aquella fuente a la que gracias a ella toda mi vida tiene más sentido y vivo encantada e ilusionada por descubrir otras muchas cosas históricas más.
Al cabo de un mes el Ayuntamiento invirtió todas las riquezas en el Carmen de los Mártires para que cada fuente reluciera como hacía muchos años. Las estatuas hundidas las colocaron en el sitio donde correspondía, pero cada una de ellas se movía poco a poco, con movimientos suaves, sin que nadie lo supiera más que yo.
Gracias a todo aquello aumentaron también las visitas de turistas y poco a poco es conocido por todo el mundo.
III CERTAMEN DE RELATO CORTO DE LAS ESCUELAS
DEL AVE MARÍA
CATEGORÍA BACHILLERATO Y FORMACIÓN PROFESIONAL
PRIMER PREMIO
MARINA RODRÍGUEZ LÓPEZ
2º BACHILLERATO
AVE MARÍA CASA MADRE
GUÍA DEL NUEVO MUNDO
La verdad es que tengo 80 años y me están presionando para que encuentre una pareja. Y
vosotros os preguntareis: ¿Por qué con esa edad quieren que encuentre una pareja? Y yo os
contaré la verdad: Ahora mismo vivimos en un mundo muy distinto al que vosotros conocéis.
Estamos en el 2082, en el 2020 un meteorito colisionó contra la tierra provocando que solo
sobrevivieran veinte personas de las cuales todas quedaron infectadas por un gas que emanó
del meteorito. Este gas ha estado provocando que nuestro ciclo cambie, de tal forma que
ahora nacemos como personas ancianas de 100 años y vamos rejuveneciendo poco a poco,
año tras año; hasta que llegamos a tener la apariencia de una persona de 25 años, en la cual
nos paramos y a lo largo de los años morimos.
Sí, ya se que suena extraño o que parece una locura, pero es cierto o por lo menos eso es lo
que quiero creer, porque si solo llevo viviendo veinte años y mi apariencia es la de una anciana
de ochenta años no se que me pasará cuando en verdad tenga los ochenta años.
Otra cosa que se me ha olvidado comentar es que todos los habitantes empezamos a buscar a
una pareja a los ochenta y cinco años, y procuramos tener tantos bebés como podamos a
partir de los cuarenta y cinco años o a partir de cuando nos empieza a venir el periodo a las
mujeres. Entiéndanlo no nos casamos por placer, no nos casamos por amor, solo nos casamos
y tenemos hijos para perpetrar nuestra especie.
Sí, en el futuro le seguimos teniendo un miedo terrible a la muerte, así que preferimos vivir
como si fuéramos ganado, al que se le obliga a tener crías, a morir.
Bueno también hemos cambiado las monedas oficiales, porque las antiguas nos producían
unos sarpullidos fantásticamente malos. Sí, el euro ya no existe, así que si os queréis adentrar
en este nuevo mundo deberéis de recordad esto:
Un delio es lo mismo que cinco céntimos.
Un Bandis es lo mismo que cincuenta céntimos.
Un Mardisson es lo mismo que cinco euros.
Sí, las medidas de las monedas pueden ser un poco demasiado grandes, pero nosotros nos las
arreglamos bastante bien así.
Ahora pasemos a las medidas de los billetes:
Un sordilan equivale a cinco Mardisson; es decir que equivale a veinticinco euros de los
antiguos.
Un Cartiglon equivale a tres sordilan; es decir que son como setenta y cinco euros antiguos.
Un Pisón equivale a dos Cartiglon; es decir que son ciento cincuenta euros antiguos.
Y ahora os he contado todo lo que hay que saber para sobrevivir en este nuevo mundo… ¿Os
atrevéis a vivir un día de mi vida?
¿Si? Entonces seguidme de cerca y no os perdáis.
-‐ ¿Coge el bussol? -‐ me preguntó el conductor desde su asiento.
-‐ No, pero gracias -‐ le contesté.
El bussol es como un bus normal y corriente, solo que flota y no tiene ruedas. Sí, los científicos
de este mundo son muy inteligentes.
Sigo caminando por el paseo marítimo y me choco con alguien.
-‐ Uh, lo siento -‐ me dice la muchacha ayudándome a levantarme del suelo.
-‐ No pasa nada -‐ le respondo sonriendo.
-‐ ¿Cuántos años tienes? -‐ pregunta de repente.
-‐ Ochenta.
-‐ Ochenta…-‐ repite para sí -‐ Quién los pillara -‐ dice y después se va pensando en algo.
Si os habéis sorprendido será mejor que os vayáis acostumbrando a ver a una chica de unos
treinta diciendo: Quién pillara los ochenta.
¿Por qué? Pues porque es a los ochenta cuando empiezas a vivir la vida y suele ser la edad a la
que te casas y haces más locuras que nadie.
Sigo caminando y veo una heladería. Así que me paro y me compro un helado de chocolate,
limón y tiramisú.
-‐ Aquí tienes -‐ me dice un hombre de más o menos mi edad -‐ y una chocolatina gratis para la
bella dama -‐ dice muy galán.
-‐ Gracias -‐ digo mientras cojo la chocolatina y el helado y continúo con mi paseo de mañana -‐
tarde-‐noche.
¿Que por qué paseo de mañana-‐tarde-‐noche? Porque nosotros no nos cansamos, en cambio
ustedes se cansan demasiado pronto a mi parecer. Pero aunque no nos cansemos tenemos
que eliminar todas las kilocalorías que consumimos a lo largo del día o no podemos dormir por
híper-‐actividad.
Sigo caminando y después de recorrer unos treinta kilómetros me doy la vuelta. Creo que ya
he andado suficiente por hoy. Llego a un hospital y pido que me teletransporten a mi casa y así
lo hacen.
Me visto para salir de juerga y me voy a la discoteca más cercana y allí encuentro a muchos de
mis amigos bailando y dando trotes como locos. Sí, ya sé como os puede resultar la visión,
personas de ochenta años bailando como si fueran chavales. ¿Cómo puede ser esto posible?
¡Si a más de uno se le debería haber roto algún hueso ya! Pues siento deciros que en este
mundo todos (jóvenes y viejos) tenemos los huesos con calcio más que de sobra para no
partirnos los huesos. Ésta es… una de las ventajas que nos dio ese gas.
Y ahora que habéis experimentado las ventajas y los inconvenientes de este nuevo mundo
pensad si de verdad es tan malo el vuestro, el que aún no ha cambiado nada. ¿Qué es lo que
creéis?
Escrito por Kotorita la escritora.
III CERTAMEN DE RELATO CORTO DE LAS ESCUELAS
DEL AVE MARÍA
CATEGORÍA BACHILLERATO Y FORMACIÓN PROFESIONAL
ACCÉSIT
MARÍA TERESA VERA FERNÁNDEZ
2º CFGS EDIFICACIÓN Y OBRA CIVIL
AVE MARÍA S.CRISTÓBAL
HÁBLAME DE ELLA
-‐ Háblame de ella.
El viejo traga saliva porque de pronto Óscar le pide algo que él no esperaba, pero enseguida se dispone a hablar.
-‐ Ella…ella era muy pequeñita, pero contaba grandes historias. Tenía la capacidad de hacer latir las conciencias de todas aquellas personas que la acababan conociendo…las hacía latir con la fuerza que late un pecho ardiente de ganas. Le encantaba inventar historias. ¿Sabes?, yo amaba esa manera suya de sentarse en el suelo, parecía más indefensa y pequeña aún de lo que ya era…
-‐ ¿Cómo la conociste?
-‐ Yo tenía once años entonces, y ella era la niña que sabía sonreír todo el tiempo.
La niña que soñaba con historias de príncipes y piratas,
con estrellitas hechas con trocitos de latas.
Ella pensaba que el cielo tocaba
cada vez que en un columpio
su cuerpo se balanceaba.
Los domingos respiraba cierto aire triste,
cuando acababa el fin de semana.
Le leía cuentos a su hermana, los cuales
ésta pensaba que se los inventaba.
Bailaba y saltaba sobre la cama.
Escribía por cada rincón de la casa,
y su madre cuando lo veía le regañaba.
Cuando eso pasó ella optó por
recortar las palabras y pegarlas.
Esa era ella…la niña de las pelucas de espuma,
Y pececitos en la lámpara.
-‐ Hablas de ella desde los recuerdos de tu infancia. Da la sensación de que la conociste…
-‐ La conocí realmente.
-‐ ¿Por qué le gustaba sentarse en el suelo? -‐ pregunta Óscar.
-‐ Le gustaba sentarse en el suelo…porque sentada en el suelo lloraba y escribía cuando a la realidad bajaba…me llegó a contar que se sentaba en el suelo para poder sentir que se mantenía todavía en él dando guerra, para sentir que vivía piel con piel con la tierra.
-‐ Me hubiera encantado conocerla. ¿Podrías leerme algo de ella?
-‐ Podría contarte mil historias sin leerlas. A ver que recuerde…-‐El viejo se queda un rato pensando hasta que recuerda un relato…
“Personas ciegas, caminan con los ojos vendados…todos por un mismo camino, personas con
desatino que maldicen su destino. Cuando camino por las grandes vías, sólo puedo ver miradas
vacías…personas iguales y diferentes a la vez, cada uno con su propia vejez mental, cada uno
con su propia dejadez…
Abogados sin titulación que toman la justicia por su mano, abellacados, abestiados sin
corazón, abismados de la realidad, acanallados por el acoso o bien por el dolor.
Acondicionados por sus propias mentes condicionadas, acabados por adicción…acelerados por
las vías en sus idas y venidas quitan vida. Aburrados por las lenguas podridas y los programas
malos de televisión. Abribonados por la codicia y la ambición. Consejeros que más tarde
recibirán consejos de los aconsejados. Abandonados por el orgullo o la traición.
¿Caminamos ciegos? No, caminamos con los ojos vendados del corazón.
Ven conmigo. Te mostraré la verdadera belleza de la vida, te haré entender que un cielo sin
estrellas también puede estar cargado de esperanzas y alegría…la risa contenida. Las mejores
balas que lanzas, son los besos que al aire tiras…
Quiero mostrarte lo maravillosa que es la naturaleza, las hojas de los árboles, ellos en si son
toda nuestra vida. Ama la naturaleza porque ella nos cuida. Recorramos paisajes plenos e
inmensos, y en tus días grises de pensamientos tristes, refúgiate en mi interior, ahí
encontrarás un espejo en un rincón…”.
-‐ Bonitos recuerdos. La echas de menos, ¿verdad?
-‐ Ahora puedo sentir en el alma el cosquilleo que siente un minusválido en su pierna cuando
recuerda que antes andaba…-‐ finalmente responde el viejo con un nudo en la garganta.
III CERTAMEN DE RELATO CORTO DE LAS ESCUELAS
DEL AVE MARÍA
CATEGORÍA NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES
Y AULA DE INTEGRACIÓN
PRIMER PREMIO
MARÍA ISABEL GÓMEZ LEGAZA
4º ESO
AVE MARÍA ALBOLOTE
Ana y el monstruo Beliat
Hace mucho, mucho tiempo, en una aldea pequeña y acogedor, vivía una niña muy bella,
llamada Ana. Los aldeanos la querían mucho y ella era muy cariñosa y apañada con los demás.
Ana vivía con su padre, ya que su madre murió al nacer ella. Su padre se llamaba Faustino y
ambos trabajaban en su propia tienda de juguetes.
Ana quería mucho a su padre y él adoraba a su hija.
En la aldea todos eran muy felices y el único miedo que tenían era a un monstruo, llamado
Beliat. Existían muchas historias sobre él y los aldeanos le tenían pánico.
Una noche lluviosa de otoño, los aldeanos vieron a la criatura oscura andando por las frías
calles de la aldea. La gente le temía y se escondía de él.
Al día siguiente, Ana, se iba al bosque a buscar moras y frambuesas para su padre, pero antes
de salir, su padre dijo:
-‐ ¡Hija, espera! Ten cuidado al entrar en el bosque… ¡y sobre todo, con Beliat!
-‐ ¡Tranquilo, papá! ¡Tendré mucho cuidado! – dijo Ana con una sonrisa -‐ ¡Adiós!
Ana empezó a dirigirse al bosque. Se adentró más y más, hasta alejarse de su casa. Dentro del
bosque, Ana se dirigió a su lugar secreto y favorito. Aquel lugar era muy especial. Ana lo
conocía porque era el lugar de todo el bosque donde había más moras y frambuesas.
De repente, Ana se sintió observada, ella miraba por todas partes, pero no había nadie. Al
llegar a su lugar especial, Ana empezó a recoger moras y frambuesas, hasta que la cesta estuvo
llena.
Cuando terminó, Ana recogió su cesta para irse, pero un ruido de los arbustos hizo que se
detuviera. Ana que era muy curiosa, se acercó y vio algo que la sorprendió. Era un hombre
peludo de color negro, sus orejas puntiagudas, los ojos amarillentos y brillantes como el sol,
sus dientes era blancos como la nieve, y sus dedos largos y delgados. Ana se dio cuenta de que
el extraño hombre estaba herido. Tenía una herida en el pie.
Ana se acercó y dijo:
-‐ ¿Te has hecho daño? ¿Quieres que te cure?
El monstruo no dijo nada, pero sí afirmó con la cabeza. Entonces Ana, cortó un poco de tela de
su ropa y cogió una rama de una planta curativa que había por allí. Puso la planta en la herida y
usó la tela para sujetarla.
-‐ ¡Ya está!, la herida se pondrá bien. Por cierto, me llamo Ana, ¿y tú?
-‐ Yo… me llamo Beliat.
-‐ ¿Beliat? ¡Ah, tú eres el monstruo del que habla mi padre! Dijo Ana asombrada.
Beliat se entristeció, y Ana dijo:
-‐ Pues no pareces tan malo.
Beliat se sorprendió al escuchar eso.
-‐ ¿No… te doy miedo? – preguntó Beliat.
-‐ No. Pareces una buena persona -‐ dijo Ana con una sonrisa -‐ Si fueras un monstruo, me
habrías hecho daño, pero no ha sido así.
Beliat se puso contento, buscó algo en su bolsita y sacó… una rosa blanca.
-‐ Para ti – dijo, entregando la rosa blanca a Ana.
-‐ ¡Qué preciosa, gracias! – dijo Ana sonriendo.
Desde entonces, Beliat y Ana se hicieron amigos. Jugaban, reían y cantaban juntos.
Hasta que sucedió algo inesperado…
Un día caluroso de verano la casa de Ana se incendió, y lo peor es que su padre estaba
atrapado dentro. Ana, al ver su casa en llamas, corrió a su casa.
-‐ ¡Papá, papá! – gritó Ana.
La gente intentó apagar la casa, pero no tenían suficiente agua.
-‐ ¡No, papá! – dijo Ana llorando -‐ ¡Beliat, ayúdame!
De la nada apareció Beliat. La gente se asustó a verlo, menos Ana. Beliat con valentía entró en
la casa, vio al padre de Ana, lo cargó en su hombro y lo dejó en la puerta de la casa. Cuando ya
estaba a salvo, se fue, salió pitando de allí. La gente al ver que lo salvó, se alegraron.
Ana se acercó a su padre para abrazarle. La gente aclamaba a su salvador.
Pasaron dos años, y Ana y su padre construyeron una casa nueva. Beliat vivía con ellos.
La gente ya no le temía, lo querían y lo adoraban por lo que hizo.
Y aprendieron que “La auténtica belleza no está en el aspecto, la belleza está en el interior”
top related