ficha n°2
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Abiega, Florencia 4.855.8386 Felippone, Cecilia 3.424.4884
Gutiérrez, Ana 4.896.7731
FICHA N°2: “Entrevista de padres”
Fernández, A. (1987). Motivo de consulta. En La inteligencia atrapada (pp. 157200).
Buenos Aires. Nueva visión.
Flesler, A. (2007). Los padres y la transferencia. En A. Flesler (Ed.), El niño en análisis y
el lugar de los padres (pp. 137155). Buenos Aires. Paidós.
Paín, S. (1983). Diagnóstico del problema de aprendizaje. En Diagnóstico y tratamiento
de las dificultades de aprendizaje (pp. 4454). Buenos Aires. Nueva Visión.
Shterenberg, M. (15 de abril de 2013) Melanie Klein, Anna Freud y Arminda Aberastury:
Diferentes abordajes para el análisis de niños. Recuperado de
http://spm.mx/home/melaniekleinannafreudyarmindaaberasturydiferentesabordajesp
araelanalisisdeninos/
Siquier de Ocampo, M. L. (1976). La entrevista inicial. En Las técnicas proyectivas y el
proceso psicodiagnóstico (pp. 2347). Buenos Aires. Nueva Visión.
Para Shterenberg (2013), el primer aporte en el análisis de niños lo realiza Sigmund
Freud, con el reconocido “Caso Juanito”, que tenía la particularidad de que Freud no
trabajó con el niño sino con su padre. El éxito terapéutico del caso generó esperanzas de
que el método psicoanalista pudiera ser utilizado con niños; intentando varios analistas el
método de Freud. Pero éstos se encontraron con diversas dificultades como por ejemplo el
hecho de que no lograban la asociación libre en los niños, instrumento fundamental para el
análisis de adultos. Freud plantea una diferencia en la transferencia de niños y de los
adultos. Esta transferencia es jugada en primera instancia con los padres, allí la
participación de ellos es crucial, ya que las respuestas obtenidas abren la puerta a futuras
indagaciones. La posición de los padres es decididamente determinante para lograr la
confianza del niño, así como también para generar la desconfianza.
Posteriormente, HugHellmuth, considerada pionera en el análisis de niños después
de Freud, implementa otra técnica que consiste en dejar de lado el diván, la asociación
libre, reducir las sesiones, permitirse jugar con el niño y contar con la colaboración de los
padres.
Shterenberg (2013) menciona que Madeleine Rambert, implementó la técnica de
títeres, en la cual el niño jugaba con un teatro de títeres donde se representaban los
personajes de la vida diaria del niño [mamá, papá, docente]. De esta forma se lograba por
un lado, que el niño expresara conflictos que difícilmente los manifestaría hablando, y por
otro “(…) podía satisfacer fantasías sádicas y masoquistas que no podía expresar en la
vida diaria” (Shterenberg, 2013, párr.6).
Anna Freud, creía necesario hacer un trabajo previo con el niño que lo hiciera capaz
de poder afrontar el análisis. Esto tenía como finalidad hacer al niño analizable donde ella
se volvía una persona interesante y útil para el niño, decirle a los padres de las múltiples
ventajas de acudir a ella y logrando crear un vínculo fuerte que soporte el análisis.
Recurría a los padres para obtener información y completar así la historia del caso,
mediante periódicas entrevistas para conocer el avance de la cura. Ésta analista sostiene
que el niño es incapaz de establecer la neurosis de transferencia porque sus padres están
presentes en el ambiente inmediato. El enfoque consiste en dirigir la estrategia hacia el
hogar del niño (Shterenberg, 2013).
Por otro lado, según Shterenberg (2013), Melanie Klein consideraba que através del
juego el niño vence realidades dolorosas y domina miedos instintivos proyectándolos al
exterior en los juguetes. Debido a que el superyó se conforma en la infancia temprana es
importante comprender su severidad en relación con los impulsos canibalísticos y sádicos,
la castración, la sensación de estar cortado en pedazos.
Acerca cuando los padres llegan al consultorio del analista Flesler (2007) plantea que
lo hacen por diferentes razones. Aunque comúnmente se diga que por ellos comienza la
consulta, no siempre es así. Si llegan a hacerlo es porque algún síntoma del hijo ha
despertado una inquietud por buscar respuestas a sus preguntas. Cuando una pregunta a
promovido la consulta, es la via mas apta para intervenir la cara simbólica de la
transferencia y el niño es colocado como objeto de deseo. Pero no todos los padres
consultan, ni preguntan pero si demandan. Puede ser porque el niño ha herido la imagen
narcisista de los padres, o porque molesta, por su falta de ajuste a los comportamientos
esperados. En este caso, la transferencia es imaginaria y el lugar de niño es como objeto
de amor.
Más compleja aún es la situación cuando los padres llegan enviados por terceros. No
consultan, ni demandan, sino que están enojados porque los mandan, por la interrupción
del goce que a ellos no los perturba. Son otros quienes ponen en palabras el silencio de
una voz que aclama expresión, generalmente llamando la atención en ámbitos públicos
como: la escuela, entre otros (Flesler, 2007).
Con respecto a las entrevistas iniciales, se caracteriza por ser semidirigida, es decir,
que el paciente tiene libertad para exponer sus problemas comenzando por donde quiere e
incluyendo o no lo que desee. El primer momento de este tipo de entrevistas [semidirigida]
corresponde a la presentación mutua y a la aclaración del encuadre por parte del
psicólogo, y luego operar con la técnica de entrevista libre, para que el paciente tenga la
oportunidad de expresar libremente el motivo de su consulta. Finalmente, en el último
momento de esta primera entrevista el psicólogo debe adoptar una técnica directiva para
señalar algunos vectores cuando el paciente no sabe como empezar o cómo continuar,
señalar situaciones de bloqueo o paralización por incremento de la angustia, indagar
acerca de aspectos de la conducta del paciente a los que éste no se ha referido
espontaneamente. También se pueden incluir test proyectivos a dicha entrevista ya que
los mismos presentan ciertas ventajas que los hacen irremplazables e imprescindibles.
Según De Ocampo (1976) es importante destacar la capacidad de los padres de
elaboración de la situacion diagnóstica, ya que de ello depende muchas veces la iniciación
y, especialmente, la continuidad de un tratamiento. En la entrevista con los padres, la
presencia de ambos es imprescindible. De Ocampo (1976), entiende que la inclusión de
ambos implica la observación in situ de cómo son, que roles desempeñan cada uno de
ellos respecto del otro, con el psicólogo, que aporta cada uno, que aspectos del hijo
muestran respectivamente, como vivencian el psicodiagnóstico y la posibilidad de una
psicoterapia. Pedir que ocurra y crear las condiciones para que así sea, es valorizarlos
ubicandolos en el rol que corresponde a cada uno, ya que según de Ocampo (1976) el niño
es un emergente de un grupo familiar y se puede entender mejor si vemos a la pareja
parental. Con esto queremos decir que, el hijo es producto de una pareja y no de la madre
sola o del padre. Cuando se cita a un único miembro de la pareja parental pareciera que
la/lo destacamos del resto del grupo familiar, pero esto tiene su contrapartida ya que
únicamente a ella/el la/lo hacemos responsable de cómo es su hijo. Por otra parte, la
presencia de ambos evita el peligro de aceptar la ausencia como “chivo emisario”, es decir,
como depositario de lo malo del vínculo, y al presente como representante de lo bueno. En
definitiva, la presencia de ambos también permite compartir la culpa y por lo tanto
disminuirla. Si se recomienda la iniciación de una terapia, ambos deben recibir esa
información, encarar esa responsabilidad y adoptar una resolución.
El objetivo importante según de Ocampo (1976) que debe investigarse en la primera
consulta es el motivo de consulta. Suele suceder que los padres de un niño o un
adolescente no aclaran al paciente porque lo llevan a ver al psicólogo. En este caso se
trata al paciente como tercero excluido. Si lo aclaran al motivo, funciona como tercero
incluido.
En general, lo que los padres o el mismo paciente disocian, postergan o evitan
transmitir al psicologo es lo más ansiógeno.En la entrevista, el psicólogo se siente como el
hijo de la pareja, como espectador obligado de peleas continuas y con dificultades para
entender los mensajes porque son permanentemente contradictorios. Estos padres llegan
a la entrevista final con la fantasía de que por fin se sabrá quien de los dos tenía razón
cuando perciben que el psicólogo no toma partido por ninguno, sino que comprende a los
dos, suelen aliviarse o enojarse según el caso.
Fernández (1987) plantea acerca del motivo de consulta, que se intenta que se
describa y se escenifique “la queja”, lo que les preocupa, para luego tratar de
problematizarlo abriendo una descripción acerca de lo que significan esas palabras, por
qué lo dicen, quién las dice, qué significa para ellos. Según Paín (1983) el psicólogo debe
participar lo menos posible, para animar el diálogo, favorecer la expresión y crear un clima
afectuoso y comprensivo; es su misión que la pareja salga reconfortada, menos ansiosa de
lo que llegó y con una imagen clara de la tarea próxima. “El despliegue del motivo de
consulta en el grupo familiar posibilita la creación de un espacio donde circule la
depositación de los aspectos enfermos y se desestereotipe la queja traída por los padres.”
(Fernández, 1987, p.163). Los padres deben poder hablar libremente sin hacerles
preguntas particularizadas, para ello se les puede pedir ejemplos, anécdota, de alguna
escena familiar donde se ponga en evidencia la problemática. No se incluye la anamnesis.
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