evolucion de la sevilla intramuros en el siglo xviii
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Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 1
EVOLUCION DE SEVILLA
INTRAMUROS durante el S. XVIII
Jorge Monedero Martín
Enero 2009
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 2
Índice
Introducción............................................................................
La ciudad en su relación fundacional: río, márgenes y
puerto………………………………………………………...
Muralla: evolución, funciones y puertas territoriales.........
Entorno en su Organización Productiva:
Explotación agraria, industrialización y transformación...
Trafico marítimo y comercio con las Indias……………….
Sociedad...................................................................................
De 1700 a 1766.........................................................................
La Sevilla de Olavide 1767 1778............................................
De 1779 a 1800.........................................................................
Arquitectura Domestica Sevillana en el Siglo XVIII...........
Hitos.........................................................................................
Bibliografía y otros recursos..................................................
Conclusiones............................................................................
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Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
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Introducción
Difícilmente podríamos entender la evolución de la
ciudad sin un marco o enfoque amplio de relaciones tanto
con el río y la orografía de sus zonas adyacentes --que
determinan un amplio espectro de influencias en su
evolución-- como del contenido vulnerable de una ciudad que
nace para ser sitiada y en la mayoría de los casos impuesta
por continuas dominaciones.
Por ello que era inevitable acudir en primera instancia al final
de la historia o mejor dicho al principio del origen de la
ciudad. No se podría entender el siglo XVIII de una forma
aislada sin un origen y un final a este transcurso evolutivo de
continuos crecimientos y decrecimientos demográficos,
continuas crecidas e inundaciones del río o las influencias
políticas y sociales que determinan tanto el urbanismo como
la generación de recursos de su sociedad.
Desde la raíz semítica de ―Spal‖, denominación probable de
la Sevilla original y cuya denominación parece ser de los
habitantes de los Alcores que lo hacían refiriéndose a ―tierras
de abajo‖ para nombrar a los habitantes del único montículo,
posiblemente aluvión, que se elevaba sobre una zona de paso
del río que iba a dar a una zona mas ancha y de amplias
mareas salinas que los romanos denominaron Lago Ligustino
a la altura de Puebla del Río hasta Sevilla.
La localización de Tartessos (1200-550 a.C) nos viene
refrendada por Avieno en la Ora Marítima, donde aparece
claramente que esa ciudad se halla asentada sobre una isla en
la desembocadura del río del mismo nombre. Supuestamente
en la desembocadura se había formado un delta constituido
por múltiples islas y diversos brazos del río. Una de esas islas
estaría ocupada por Tartessos la mítica ciudad portuaria y
capital del reino más antiguo de Occidente.
Sabemos por estudios geológicos recientes que en la época a
la que se refiere el relato de Avieno (S.VI a.C.) el actual
Guadalquivir desembocaba en el denominado ―Estrecho de
Coria‖ (cuyos dos vértices serían Caura y Orippo) en un
extenso Golfo marino denominado ―Golfo Tartésico‖ que
podemos considerar mar abierto y que ocuparía todo el sur de
la provincia de Sevilla en una zona que comprendería las
Marismas e Islas del Guadalquivir.
Las poblaciones tartésicas se hallaban distribuidas en las
riveras del Golfo Tartésico y del lago Ligur o Lago Ligustino
disfrutando de buenas comunicaciones gracias a la
navegabilidad de toda el área. El lago estaba bajo la
influencia de las mareas con aguas mixtas saladas-dulces,
tenía numerosos caños laterales e islas formadas entre brazos
de agua. Este lago tenía un singular y trascendental valor
estratégico como vía de comunicación pues además era punto
de arranque y destino de la navegación del propio río
Tartessos (navegable también en gran medida hasta su cuenca
superior mucho más allá de Córdoba).
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Alrededor del siglo VI antes de nuestra era la desembocadura
del Guadalquivir se situaba aproximadamente a la altura de la
actual Puebla del Río, precedida por una zona amplia de
marismas que se iniciaban a la altura de Alcalá del Río, y
bordeada por dos elevaciones amesetadas que hoy
conocemos como Los Alcores y el Aljarafe. Esta ―marisma‖
o Lago Ligustino —Lago del lobo, como lo conocieron los
romanos— es el enclave territorial de la ciudad de Sevilla.
Dentro de la topografía de este terreno, se encontraban
algunas elevaciones o islas que sirvieron para el primer
asentamiento humano en el territorio. Una de ellas, la más
significativa y génesis de la ciudad, es la conocida
arqueológicamente como Cota 14, elevación central en los
alrededores de la actual plaza de la Alfalfa donde se ubicó, a
tenor de los datos que poseemos, la primera factoría fenicia
para el comercio con los indígenas de las tierras altas.
La enorme vulnerabilidad de la ciudad tiene su relevancia ya
que los accesos al núcleo elevado era posible por la mayoría
de los flancos, además de su acceso fluvial a través del río
que permitían incluso ser dominado por zonas adyacentes
mas altas, de mejor abastecimiento a tropas y agrupamiento
en la zona del lago de barcos.
Este carácter de accesibilidad le dio enormes posibilidades de
ser nexo de unión entre comerciantes y navegantes. Como
sistema defensivo se construyo en sucesivas etapas y
ampliaciones un muro que rodeaba a la ciudad. El actual de
origen almohade, hecho de manera muy sólida de tapial y
más de cien torres en los albores de entrada del siglo XVIII.
Pero no se podría entender todo este entramado de relaciones
de un montículo elevado sobre las aguas de no más de 12
metros sobre el nivel de mar y sitiado por las enormes
crecidas del río sin una relación con las ricas tierras
adyacentes y en especial en un siglo en donde se inicia la
arquitectura de hacendados agricultores que provienen de los
repartos que desde 1200 el rey Fernando hace tras su
dominación sevillana. Por ello el estudio presente intenta dar
sentido a las formas de crecimiento en su razón fundacional,
en su relación con el puerto fluvial y la ciudad puente.
En su aspecto territorial con sus límites, las secuencias que
explican el proceso y el resultado del siglo que nos ocupa con
sus puertas territoriales y de abastecimiento.
En las primeras averiguaciones sobre el plano topográfico
actual del que disponemos se realizó las primeras líneas de
cotas sobre el nivel máximo intuyendo la entrada de río a la
ciudad y sus bajos en laguna que se formaban en la zona de
Alameda en la antigüedad.
El siglos XVIII sevillano evoca un siglo anterior cargado de
catástrofes que incluía el resultado de la perdida del 50% de
la población en las plagas que asolaron dicho siglo. De ser
una de las ciudades mas pobladas y mas prosperas del mundo
superando a Paris o Roma, Sevilla pierde su monopolio con
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America y se convierte en una ciudad donde la propiedad de
la Iglesia incluía el 97% de las edificaciones civiles. La fuerte
atracción de capitales y de familias acaudaladas que durante
los siglos anteriores había propiciado una ciudad de corte
monárquica muy pronunciada hizo del primer tramo del siglo
un ir y venir de visitas, fastos, bodas y demas eventos
relacionados con la nobleza y la monarquía de la época.
Sevilla seguía siendo una ciudad privilegiada donde mantenía
importantes monopolios reales como el tabaco, la fundición
de cañones, la fabrica de la moneda y la del salitre.
La segunda mitad del siglo estuvo marcado por dos
acontecimientos que generaron los principales cambios en las
obras de la ciudad: el terremoto de Lisboa 1755 y la venida
como intendente de la ciudad de Pablo de Olavide. El
terremoto originó una fe inusitada y marcó la construcción de
decenas de nuevas iglesias, capillas y auspicios. La figura de
Pablo de Olavide la apertura de la ciudad a la intelectualidad
ilustrada contando en aquel tiempo con la presencia de
Jovellanos. Además de atraer los primeros avances de
transformaciones de paseos, espacios públicos y verdes
arbolados.
Mas del 50% de las casas sevillanas estaban en ruinas tras el
terremoto de Lisboa, ese transito hasta la reconstrucción dio
lugar a agregaciones y segregaciones de enorme calado,
llegando algunos conventos a duplicar su superficie mediante
la agregación de casas conservándose aun hoy adarves
integrados plenamente en conventos.
En la Arquitectura domestica Sevillana iniciamos un estudio
del diseño y edificación de la arquitectura doméstica en la
ciudad durante la segunda mitad del siglo XVIII. Se indaga
sobre la labor proyectual de los arquitectos locales, y el modo
en que condiciona el proceso de construcción de estos
edificios la labor supervisora de los maestros mayores de la
ciudad y la normativa municipal, inspirada en los principios
ilustrados. Se analizan las características de su arquitectura
en cuanto a planta, volúmenes, alzados y decoración, y se
documentan algunas de las casas principales y casas-palacios
representativas de la segunda mitad del siglo.
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Situación del estuario aprox. hace 20.000-
6.000 años. Esta escotarura
marina en el sur de la provincia de Sevilla
puede ser observada en mapas de la
península a gran escala medievales e
incluso hasta del s. XVI.
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Castillo de Triana y Puente de Barcas.
El río, márgenes y puerto.
El río a su paso por Sevilla no solo va a suponer una amenaza
permanente por sus enormes crecidas sino también un motivo
de ocio en los acalorados días del verano y la vía principal de
su comercio.
Los refuerzos en contención frente a las crecidas en los
márgenes mas cercanos a la ciudad son aprovechados para
acondicionar paseos y pavimentar zonas como es el Patín de
las Damas. Situado en el extremo final de la ciudad.
Se urbaniza toda la zona de la hoy actual calle Torneo
denominada de las Delicias y se hace todo un malecón en la
zona del arenal.
En 1.726 el Arzobispo Salcedo prohíbe que las mujeres se
bañen en el río ―so pena de excomunión‖ y niega sepultura a
las ahogadas; intenta así evitar el escándalo de la mezcla de
sexos. Algo que resulto parecer grotesco pues el
Ayuntamiento convocó una junta de médicos que votó a
favor de la utilidad de los baños de modo que el Arzobispo
tuvo que revocar el edicto sin dejar de exigir vigilasen la
decencia.
Desde 1.742 fueron prohibidas varias veces las veladas en el
río por los excesos nocturnos y desde Olavide los baños
quedarán reglamentados: desde los Humeros hasta la puerta
de San Juan para las mujeres; los hombres desde el husillo
frente al Almacén de Maderas del Segura hasta el barranco de
la cal vieja; los de Triana desde el
husillo del convento de Los Remedios hasta El Agujero
donde se vende naranjas. Se nombran dos buzos o maestros
de agua con chaleco y calzones de lienzo por debajo de la
rodilla que hacían sonar un caracol de campo ante el peligro.
Cada año había entre 30 y 60 ahogados que eran asistidos en
el Hospital de la Caridad.
El puente tiene ahora diez barcos chatos (antes 11). Por el
lado de Sevilla hay una glorieta cercada de poyos y barandas
de hierro, y en los antepechos de ambos lados estaban
pintadas figuras de la Virgen y de santos sobre fondo verde,
debajo de las cuales había otras bastante grotescas de moros.
Tras la riada las ordenanzas de 1.784 ponen el puente bajo la
administración del Ayuntamiento que sustituirá así al antiguo
arrendador. El servicio de guardia permanente estaba
formado por dos mozos para achicar y un "sobrestante" que
era un vigilante y administrador que se alojaba por la noche
en la cámara de uno de los barcos.
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La significación de la relación entre la ciudad de Sevilla y el
río Guadalquivir y algunas hipótesis de interpretación
parecen referirse a las relaciones de Sevilla con su río con
pretensión de alguna originalidad es una tarea realmente
difícil dada la abundante bibliografía dedicada a esta ciudad,
la que dedica al Guadalquivir una atención preferente,
aunque desde distintas perspectivas, constituye una
proporción muy destacable. Este hecho pone de manifiesto,
en primer lugar, la significación fundamental del
Guadalquivir, y de la red hidrográfica tributaria, para la
comprensión del emplazamiento, la función, la forma y la
estructura de Sevilla; en segundo lugar, la repercusión de esta
realidad en la imagen que la ciudad tiene de sí misma,
expresada en la abundante iconografía sobre el río y en su
permanencia en los mitos urbanos.
Estos rasgos justifican, quizás, el especial interés de la
relación entre la ciudad de Sevilla y el río Guadalquivir como
laboratorio donde contrastar determinadas hipótesis sobre la
naturaleza y la dinámica de las relaciones entre el agua y el
espacio urbano. De entre estas hipótesis, a modo de marco
general al que referir los resultados del análisis de nuestro
caso, cabría destacar las siguientes:
— El carácter complejo y dinámico de la relación entre el río
y la ciudad, fruto de la combinación, históricamente
cambiante, de recursos y oportunidades (comunicación,
abastecimiento, eliminación de residuos, recursos espaciales)
aportados por los ríos, y de riesgos y amenazas (inundación,
contaminación) que ellos mismos entrañan (Pelletier, 1990).
— La importancia de las características del régimen
hidrológico mediterráneo para la comprensión de las
especiales tensiones en el diálogo entre el río y la ciudad en
la mayor parte del Estado español, sin perder de vista los
rasgos más específicos que condicionan cada caso concreto,
por ejemplo el carácter de estuario (Moral Ituarte, 1992).
— El tránsito desde un modelo de relación fundado en el
dominio y el aprovechamiento hacia un nuevo paradigma
definido por la voluntad de integración (Zoido Naranjo y
Fernández Salinas, 1996), condicionado a cambios
tecnológicos, pero también a modificaciones en las
percepciones y en los equilibrios de los intereses sociales
implicados.
— La importancia de las intervenciones públicas en los
espacios fluviales (motivadas por las afecciones al dominio
público, la interrelación de intereses y la necesidad de
intervenciones de gran intensidad) y la diversidad de las
lógicas de actuación dominantes en las diferentes
administraciones en presencia.
Los rasgos geográficos básicos de la ría de Guadalquivir son
que esta situado en el extremo superior del tramo de estuario
accesible a las embarcaciones marinas, la relación de Sevilla
con su río ha estado condicionada secularmente por el
progresivo deterioro de las condiciones de navegación. El
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estuario del Guadalquivir se desarrolla a lo largo de una
llanura de pendiente prácticamente imperceptible formada
por materiales aluviales que se vienen sedimentando a razón
de entre 1 y 2,5 mm/año en los últimos milenios. La falta de
pendiente y la naturaleza deleznable de estos materiales,
unidos a la violencia de sus avenidas, motivan el carácter
sinuoso e inestable de su cauce, que aguas abajo de Sevilla se
dividía en diversos brazos de trazado meandriforme.
A consecuencia de la irregularidad de su régimen, el «Río
Grande» de Andalucía ha merecido la calificación de «gran
torrente» (Vanney, 1970).
Efectivamente, con un módulo que ronda los 185 m3/s y con
estiajes que, antes de la regulación a la que actualmente está
sometido, descendía por debajo de los 10 m3/s el
Guadalquivir experimentaba crecidas de 5.000 m3/s y
9.000 m3/s con periodos de recurrencia de 5 y 100 años
respectivamente. En estas condiciones, las aguas alcanzaban
una altura de 7 y 10 metros sobre el cero geográfico,
amenazando con diferente intensidad a una ciudad que en
gran parte se extiende sobre el propio llano de inundación del
Guadalquivir y cuyas áreas más deprimidas (la Alameda de
Hércules, sobre un lecho fosilizado) se sitúan a la cota 4,30.
En estas condiciones, la relación de Sevilla con el río que le
da sentido ha estado marcada por la lucha secular por la
preservación de la navegabilidad y por la defensa frente a la
amenaza constante de inundación (Palomo, 1878). Esta
dinámica ha dado como resultado un proceso de intensa
intervención sobre el cauce, que por medio de diferentes
cortas o rectificaciones ejecutadas en los últimos 200 años,
ha reducido en cerca de 40 kilómetros el desarrollo inicial
del estuario.
Concretamente la Corta de la Merlina –a la altura de Puebla y
Coria del Río--que se ejecuta al final del siglo y que reduce
la extensión del río en varios kms dándole mayor capacidad
de desagüe frente a las inundaciones.
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Muralla: evolución, funciones y puertas territoriales.
La primitiva ciudad fundada por los fenicios solamente
ocupaba las cotas 12 y 14, es decir, lo que hoy son las calles
Abades, San Isidoro, la Cuesta del Rosario, y muy poco más.
Tanto para festejar el triunfo de Munda, como para
asegurarse un punto fortificado en la región Bética, Julio
César decide convertir Sevilla en una plaza fortificada,
ensanchando su perímetro, y sustituyendo por murallas recias
la antigua empalizada de troncos trabados con barro, que
había existido en la época cartaginesa.
Podemos establecer como fecha válida la del año 45 a.J. para
la construcción de la muralla (en Abril de dicho año había
estado César en Sevilla). La muralla se construye con el
material llamado "opus caementicium", compuesto de
argamasa rica en cal y trabada con guijarros de rio: este
material, famoso conocido con el nombre vulgar de (mortero
romano), tiene la propiedad de que su riqueza en cal y la
manera de amasarla, le da una dureza extraordinaria y una
duración demostrada por el excelente estado en que se
encuentran estos muros al cabo de dos mil años. Parece ser
que la muralla describió primeramente el contorno de un
recinto pequeño, y gracias a los hallazgos de cimiento y resto
de esta muralla puede fijarse con bastante exactitud cual sería
su trazado.
Según las autorizadas opiniones de los profesores don
Antonio Blanco Freijeiro, don José Guerrero Lobillo y don
Francisco Collantes de Terán, el perímetro de la muralla sería
el siguiente: Catedral -- calle Mateos Gago "donde hay
vestigios de un lienzo de muralla" -- Puerta de la Carne --
Puerta Osario -- calle Alhóndiga "donde se ha encontrado
cimientos de una puerta" -- Plaza de Villasis "donde se ha
encontrado otra puerta" -- calle Cuna -- Plaza del Salvador --
Catedral.
Queda una ligera reserva respecto al trazado del muro sur, si
iría exactamente por calle Mateos Gago, o más hacia el
Alcazar, reserva que manifiesta explícitamente el profesor
Blanco Freijeiro; pero en todo caso no cambia
sustancialmente la cuestión, sino en unos metros más o
menos.
Calles principales de la Sevilla romana. En esta primera
época, en que Sevilla era como la que acabamos de describir,
tuvo, según Guerrero Lobillo, como calle principal o "Cardo
máximo" la actual calle Abades, con la particularidad de que
era doble de ancho que ahora, puesto abarcaba en una sola
anchura las dos calles actuales de Abades y don Remondo.
Blanco Freijeiro piensa que Sevilla debió parecerse mucho en
su trazado a Tréveris, y que el Foro estaría en la plaza de la
Alfalfa, y el principal templo sería el que nos ha dejado el
soberbio testimonio de sus columnas en la calle Mármoles.
Ampliación de la muralla: Aumentado el número de
habitantes de Sevilla, tanto por crecimiento vegetativo, como
por inmigración, atraída ésta por la importancia creciente de
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la industria y el comercio de la floreciente capital de la
Bética, se hizo necesario ensanchar la ciudad. Esto debió
ocurrir después de Augusto. Para el ensanche, se derribó la
muralla en su tramo comprendido entre la actual plaza de
Villasis -- Alhondiga -- Puerta Osario, y se hizo una nueva
muralla que iba desde San Martín -- calle Doctor Letamendi -
- Feria -- Resolana -- Macarena -- Puerta de Córdoba --
Osario.
Es a partir de este momento cuando Sevilla cuenta ya con su
muralla romana definitiva, cuyas puertas serían: Puerta de la
Carne, Puerta Carmona, Puerta Osario, Puerta del Sol, Puerta
de Córdoba, Puerta de la Macarena, posible Puerta en
Relator, esquina a Feria, posible Puerta de San Martín, Puerta
en Villasis, posible puerta en el Salvador, posible puerta en
Mateos Gago. Todas las que damos como posibles
desaparecieron en la época árabe al hacerse el ensanche hacia
el Oeste
Aumentado considerablemente el perímetro de Sevilla, con
esta nueva alineación de la muralla, cambió la topografía
urbana. Ya el -- Cardo máximo -- no va a ser la calle Abades,
sino una larga vía que irá desde la muralla de la calle Mateos
Gago hasta la Puerta de la Macarena, o sea la calle Abades, la
de Cabeza del Rey Don Pedro, la de Alhóndiga, la de Bustos
Tavera, y la calle San Luis. Este -- Cardo máximo -- o calle
principal tendría sus -- documanos -- o calles transversales,
perpendiculares a ella, siendo el -- documano máximo -- la
actual Cuesta del Rosario, prolongada por calle Aguilas y San
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Esteban, o sea desde la puerta de muralla que habría en el
Salvador hasta la Puerta de Carmona. Otro -- documano --
seria la calle del Sol, prolongada por las de Imagen y Laraña
hasta Villasis, o sea uniría la puerta de muralla en Villasis,
con la Puerta del Sol.
Finalmente habría un -- documano inferior -- que sería la
actual calle Relator, y su prolongación Fray Diego de Cádiz,
uniendo de este modo la Puerta de Córdoba con la Puerta de
Muralla que daba al río, que entonces pasaba por lo que hoy
es la Alameda de Hércules.
Añadiremos que el nombre de Macarena debió aparecer
precisamente en la época de construcción de esta segunda
muralla posterior a Augusto. Macarena significa Macarius-
ena o sea -- propiedad o pesesión de Macarius --, por haber
en sus proximidades terrenos, y una torre, propiedad de un
romano llamado Macario. En la época definitiva del
amurallamiento romano, contaba éste con 166 torres y otros
tantos lienzos de murallas.
Plano de época del Tagarete
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Primer plano topográfico de Sevilla mandado levantar
por Olavide, delineado por Francisco Manuel Coelho
y grabado por José Amat en 1.771.
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Plano de la Casa de la Moneda
Fuente del arzobispo, plano sobre el sistema de fuentes y
abastecimientos mandado a elaborar para cubrir necesidades
de abastecimiento desde la indicada fuente a diversos puntos
de la ciudad.
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Plano de la zona de la Fábrica de Tabacos
Entorno en la Organización Productiva:
Explotación agraria, industrialización y transformación
El reino de Sevilla va a la cabeza de la renta industrial de
Castilla y León según el catastro de Ensenada (1.750/ 1.754)
con 148,43 millones de reales (14,96 %) seguida de Madrid
con 122,84 millones aunque esto se deba fundamentalmente a
las rentas del tabaco. La primitiva fábrica de tabacos,
enfrente de San Pedro, comprendía a principios del XVIII
toda la manzana colindante con el hospital del Buen Suceso,
ampliado luego con más locales en 1.714, 1.726 y 1.737 ya
que el magnífico negocio se convirtió en monopolio por R.C.
de 20 de diciembre de 1.730. Los primeros planos del nuevo
edificio son de Antonio Salas de 1.728, pero se paralizó todo
dos años después a causa de las innovaciones técnicas
introducidas por Sebastián de Bustos (horno para secar el
tabaco) y Sebastián Caballero (molinos de dos piedras) que
obligan a elaborar otros plano en 1.731 a manos de Diego
Bordick. Comenzó a funcionar el 9 de junio de 1.758: en
planta baja estaban los molinos tirados por acémilas en casi
total oscuridad, las cuadras de cernido y los almacenes de
tabaco en rama. En planta alta los talleres de cigarros,
desconocidos en Europa, que se fuman cada vez más sobre
todo si son habanos ya que la pipa no triunfa en España
excepto en Cataluña. El suelo era de tierra o de ladrillos de
canto. Los 174 molinos producían un polvo estornutatorio
más fino que el rapé francés que se obtenía raspando las
hojas pero que por cuestiones de moda acabó elaborándose
aquí por R.C. de 22 de julio de 1.786; el polvo sevillano o
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"cucarachero"se mezclaba con tierra roja llamada almazarrón
procedente de Murcia con fines industriales y lícitos.
Por R.O. de 16 de julio de 1.730 se reduce la fabricación de
monedas a Madrid y Sevilla y ante la insistencia de Segovia
se le autorizó en 1.747 el acuñamiento de maravedíes de
cobre.
Se importa algodón en rama, colonias, pesca salada o
ahumada y manufacturas en especial de textiles. La
exportaciones a Francia, Inglaterra, Bélgica (el 15 % de los
navíos de Ostende proceden de Sevilla), y Alemania fueron
hasta 1.765 lana y seda. Las mercancías americanas eran de
azúcar, cacao, vainilla y tabaco. El R.D. de 12 de mayo de
1.717 trasladaba a Cádiz los tribunales de la Casa de
Contratación y del Consulado Marítimo, lo que acentúa las
resentidas sátiras contra Cádiz y el señor Patiño. La lonja se
quedará vacía hasta que a fines de siglo se instale el Archivo
General de Indias. Como compensación los corredores de
lonja vieron confirmados sus privilegios hasta que en 1.756
se liberalice el comercio americano.
Las cigarreras" de Gonzalo de Bilbao
Los comerciantes del siglo XVII dedicaron gran parte de sus
excedentes económicos a la compra de tierras. Ello les daba,
además de beneficios en el marco del ciclo económico
expansivo de la segunda mitad del siglo, un considerable
prestigio social y el siempre ansiado reconocimiento
nobiliario. Éste se lograba, una vez asentado el interesado en
un término municipal, al ser recibido como hidalgo en su
ayuntamiento y se consolidaba adquiriendo un cargo
municipal. Por último, la transmisión de tal condición la
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Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 17
aseguraba la fundación de un mayorazgo, en el que solía ser
pieza clave la vinculación de una
hacienda, con frecuencia conocida por el apellido de sus
propietarios
Ahora bien, no fueron estos mercaderes enriquecidos los
únicos que en el siglo XVII adquirieron la propiedad de
haciendas. Las más llamativas compras las llevó a efecto un
personaje excepcional, que en modo alguno requería de la
tierra como respaldo social, por la sencilla razón de lo tenía
en grado superlativo.
Nos referimos a don Fernando de Silva y Álvarez de Toledo,
XII duque de Alba. Militar, político, académico e ilustrado,
fue uno de los personajes más influyentes de la España de
Fernando VI y de Carlos II. Instó a la expulsión de la
Compañía de Jesús de España desde el Consejo
extraordinario que decidió tan polémica medida y aún luego
presionó en Roma para que se produjera, como a la postre
ocurrió, la disolución universal de la orden.
Se da la circunstancia de que el duque fue, a la vez, uno de
los grandes beneficiados de la expulsión ya que compró
algunas de las mejores y mayores fincas de la Compañía y
que al igual que todos sus bienes fueron nacionalizados y
luego subastados. En efecto, contamos con la relación de las
fincas que Alba adquirió, de las cuales todas menos dos
estaban en el entorno sevillano. Eran la hacienda San
Ambrosio de Tarazona en La Rinconada; la hacienda y el
cortijo La Pizana, en Gerena; las haciendas y los cortijos El
Algarbejo y Los Ángeles Viejos en Utrera; la hacienda San
Ignacio de Miraflores en La Rinconada; la hacienda
Miraflores en Sevilla; la hacienda San Francisco Javier de los
Ángeles en Alcalá de Guadaíra; la hacienda Los Ángeles en
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Alcalá de Guadaíra; la hacienda y el cortijo San Javier de la
Montera en Utrera; la hacienda de Écija y la hacienda La
Laguna en Baeza.
Resulta imposible analizar estas explotaciones en tan breves
páginas, siendo incluso complejo su mera identificación en
algunos casos. Así, en la actualidad podemos reconocer
Tarazona en La Rinconada,
que se encuentra lamentablemente arruinada; La Pizana en
Gerena, aún propiedad de la Casa de Alba; El Algarbejo en
Alcalá de Guadaíra; Miraflores en Sevilla; Los Ángeles
también en Alcalá de Guadaíra y La Laguna en Baeza
Hay que insistir en la ubicación de las explotaciones, en el
entorno de Sevilla, con la excepción de las haciendas de Écija
y La Laguna en Baeza. No sabemos si el duque compró más
―bienes negros‖ en otros puntos de España, pero de no ser así
resulta llamativo que su práctica totalidad estuviesen en las
inmediaciones de Sevilla. Por otro lado, es del máximo
interés la asociación que se hace de haciendas y cortijos,
como ocurre, entre otros, en los significativos casos de La
Pizana y El Algarbejo.
En la actualidad, los caseríos de estas explotaciones
responden fundamentalmente a la tipología edilicia del
cortijo. Ahora bien, ello no es óbice, como a todas luces
indica nuestra fuente, para que las explotaciones,
especialmente las grandes, procuraran su diversificación
productiva, por lo que no es de extrañar que La Pizana tenga
molino aceitero. En este sentido ya se ha apuntado que las
haciendas en modo alguno eran monocultivos olivareros,
pero lo que en esta ocasión nos encontramos no son otros
cultivos complementarios para el abastecimiento y
subsistencia del personal de la propia finca, sino una
combinación que a todas luces buscaba una mayor
rentabilidad económica.
Precisamente esta rentabilidad debió de ser la causa que llevó
al duque de Alba a la adquisición de estas fincas. En efecto,
don Fernando, lejos de responder al manido tópico de gran
propietario absentista, fue un vanguardista agricultor que
quiso convertir sus explotaciones en emporios productivos,
en los que no faltó una innegable vocación fabril. Sin duda, el
más representativo ejemplo de ello fue la construcción del
monumental molino de San Fernando a las afueras de la
localidad de El Carpio (Córdoba).
A referida rentabilidad económica debió estar sin duda en
relación con los postulados fisiocráticos de los ilustrados, los
cuales además consideraban que la agricultura era el
principal sector económico y el mayor generador de riqueza.
Ahora bien, la voluntad mercantil de las adquisiciones
sevillanas del duque de Alba no impidió que los caseríos de
sus nuevas fincas fueran de inmediato timbrados con su
linajudo escudo, representado en azulejos que presiden sus
portadas, en ocasiones acompañados por los símbolos y los
santos de la Compañía de Jesús. Se da la llamativa
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 19
circunstancia de que unos azulejos heráldicos idénticos, sólo
que de mayor tamaño, presiden la portada del palacio de las
Dueñas, la residencia hispalense de don Fernando, también
por él remodelada.
También en esto último, además de ese carácter fisiocrático
aludido, cabría quizás rastrear una cierta emulación por parte
del duque de Alba, ya que no debemos olvidar que a la vez
que él llevaba a cabo sus numerosas adquisiciones sevillanas,
el rey Carlos II disponía en Aranjuez dos interesantes ensayos
agronómicos, el Real Cortijo de San Isidro fundado en 1766
y Campo Flamenco en 1775.
Los caseríos de las haciendas: su relación con la
arquitectura urbana y sus usos.
La referida relación entre los caseríos rústicos del duque de
Alba y su residencia sevillana nos lleva a un nuevo ámbito de
análisis, el del estudio comparado entre la arquitectura
agrícola y la urbana.
Resulta frecuente en las clasificaciones tipológicas de los
edificios la disociación de los rurales de los urbanos.
También en esto la opulenta realidad de las haciendas resulta
paradigmática, al quebrar por completo tan dogmática
separación, ya que existen sus propiedades agrícolas -en este
caso en relación a la famosa sucesora de don Fernando, doña
María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de
Toledo, XII duquesa de Alba- es analizado en HERERA
GARCÍA, Antonio: ―Una muestra de las preocupaciones
―ilustradas‖ de la Duquesa de Alba en la administración de
sus tierras sevillanas (1798)‖en L’ouvrier, l’Espagne, la
Bourgogne et la vie provinciale: parcours d’un historien.
Mélanges offerts à Pierre Ponsot.
Haciendas tanto rurales como urbanas. Además, pensamos
que la realidad constructiva del Antiguo Régimen en modo
alguno distinguió los edificios por su localización urbana o
rural, sino por su función.
En este sentido ya hemos indicado que la hacienda sumó una
serie de variadas funciones, entre las que destacó
sobremanera la producción de aceite, llevada a cabo en la
almazara. La preeminencia de tal producción la demuestra
que la referida almazara no es sólo el elemento esencial e
identificativo de la hacienda, sino que es la pieza más
importante de su caserío, por lo cual no compartimos la
habitual denominación de ―hacienda de olivar‖ que se le da,
ya que además de la referida variedad de cultivos propia de
esta explotación, en su caserío lo que prima es, mucho más
que el olivar, la producción de aceite.
Ahora bien, junto a esta pieza industrial, en la hacienda hay
otras muchas dependencias, que cabría agruparlas en
residenciales y ganaderas. De esta manera, hay que señalar
que tras la almazara, en las haciendas el elemento más
significativo es el señorío o residencia del propietario. Salvo
contadas excepciones, las residencias señoriales son una serie
de habitaciones, rematadas por un alto mirador y conectadas
habitualmente con la capilla. Junto a ello es frecuente
encontrar la vivienda de los caseros, apenas una o dos
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 20
estancias; las casillas para los recogedores, sólo una
habitación, y en ocasiones para otros trabajadores, como el
maestro molinero. Por último, hay que referir las
dependencias ganaderas, que por lo general son cuadras, ya
que fueron equinos los animales más utilizados en las fincas
olivareras, y que ocupan la parte inferior de una crujía, en
cuyo piso superior suele existir un pajar y granero.
Ello diferencia las haciendas de los cortijos, en los que La
almazara ocupa al menos una crujía del patio en torno al cual
se organizan estos edificios y se articula usualmente
mediante tres naves paralelas separadas por líneas
longitudinales de arcos. Las dos primeras naves servían para
el almacenamiento de la aceituna en lo que se denominan
trojes, apenas unos tabiques y que producían la
compartimentación de las referidas naves. También en estas
primeras naves se disponía el molino de rulos que se
instalaba en un arco de mayor luz que los restantes. Por
último, la aceituna molida pasaba a la prensa, que se
encontraba en la tercera nave, ocupada en su mayoría por una
enorme viga encastrada en la torre de contrapeso.
Por lo general en esta última nave también estaba la bodega,
configurada por una serie de tinajas enterradas, en las que se
guardaba el aceite tras haber sido decantado y separado del
alpechín.
Cabría hacer referencia también a la presencia porcina en las
haciendas, pero al ubicarse las zahurdas separadamente del
núcleo edificatorio no lo condicionaron.
En cualquier caso, fueron muchas las funciones que hubo que
articular en un mismo edificio, en el que dependiendo de su
ubicación en el campo o en la ciudad hubo alguna diferencia.
Así, en las urbanas
es lógicamente menos habitual la presencia de capilla e
igualmente se reducen los espacios destinados a los
trabajadores ya que no hacía falta que viviesen en el caserío.
La articulación de diferentes funciones, aperos, bestias y
personas tiene orígenes remotos que cabría retrotraer a las
villas romanas. No obstante, todo indica que su definición
más acabada se produjo en el siglo XVII, momento en el que
en el entorno sevillano alcanzó también gran desarrollo la
vivienda urbana, por lo que pensamos que cabe plantear la
comparación entre ambas. No obstante, la casa sevillana, a
pesar de lo mucho que se ha divagado sobre ella, no ha sido
hasta ahora estudiada con la profundidad que requiere o
quizás habría que decir requería, ya que el sistemático y
pavoroso proceso de destrucción que sobre la misma se lleva
a cabo desde hace medio siglo ha ocasionado que en nuestros
días su estudio deba ser realizado ya, más que desde la
historia del arte, desde la arqueología.
Por fortuna, otras localidades del entorno sevillano no han
corrido tan aciaga suerte. En tal sentido es paradigmático el
caso de Carmona, que conserva su caserío prácticamente
intacto. Se trata en este caso de un caserío de tradición
mudéjar, levantado a lo largo de los siglos de la Edad
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 21
Moderna y en gran medida renovado tras el terremoto de
Lisboa de 1755. Además, recientemente han aparecido
diversos estudios que dan una primera aproximación general
a tan interesante asunto. Así, se han establecidos diversos
tipos, encabezados por la casa-palacio, denominación de
imprecisos perfiles pero arraigada en el entorno sevillano, y
cuyo ejemplo más acabado es la casa de los Rueda. A este
tipo le siguen el que se ha convertido, además de fuente
esencial, en crónica de una lamentable muerte anunciada.
La que se ha denominado casa unifamiliar o popular mayor y,
por último, la casa de vecinos o colectiva.
Independientemente de sus discutibles denominaciones,
resulta evidente que son las referidas casas palacios y las
unifamiliares las que cabe relacionar con las haciendas. Es de
destacar, en primer lugar, que eran precisamente los
propietarios de éstas los que vivían en casas-palacios, como
ocurrió en el caso de Carmona con, entre otros, los Lasso de
la Vega, Briones o Caro. Sus residencias urbanas no
responden a una formulación tan definida y acabada como la
de la hacienda. Condicionadas por una estructura urbana de
tradición islámica y con las limitaciones espaciales propias
de las ciudades, estas grandes casas se articulan en torno a un
patio principal y otros espacios menores, bien patios, bien
jardines, bien corrales. No suelen responder a proyectos
arquitectónicos ni unitarios ni levantados de una sola
vez. Por el contrario, se trata de construcciones que en
muchos casos incluyen estructuras medievales y
renacentistas, una y otra vez remozadas, como ocurrió tras el
terremoto de Lisboa, momento en el que numerosas
viviendas adquirieron su actual aspecto barroco, bajo el cual
son aún legibles atávicos sustratos mudéjares. En cualquier
caso, sobre estas caóticas estructuras sobresalen ciertos hitos
representativos, como portadas linajudamente blasonadas y
con grandes balcones y, en menor medida, miradores.
A las pautas básicas referidas, en las que se ven ya
similitudes y diferencias con las haciendas, hay que añadir
ciertas dependencias que no hacen más que agudizar estas
relaciones. Así, lógicamente en las casas de Carmona
primaba su función residencial, pero contaban con una fuerte
componente agrícola, no sólo por tener sistemáticamente
dependencias como cuadras, graneros, pajares y lugares de
almacenamiento, sino también dependencias de producción –
como huertas – e incluso de transformación, hasta constituir
lo que se ha denominado una ―casa de labranza‖ dentro de la
vivienda.
Es más, aún se ha hecho referencia a un tipo específico de
vivienda, denominada ―casas de labor‖ y en el que las
dependencias agrícolas alcanzan un gran protagonismo. Se
han definido como casas de medianos propietarios,
caracterizadas por un menor desarrollo constructivo de las
casas-palacios y en su mayoría dedicas a funciones agrícolas
debido a que los cortijos o haciendas de sus propiedades no
eran lo suficientemente grandes como para que resultara
rentables en ellos la construcción de un caserío.
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 22
Como ya indicamos, carece de sentido por tanto establecer
una línea divisoria entre la arquitectura urbana y la rural, ya
que la existencia de una sutil gradación de casos impide en
puridad saber dónde termina lo agrícola y dónde empieza lo
ciudadano. Sin ninguna duda la estrechísima relación entre el
campo y la ciudad, tan característica del Antiguo Régimen,
fue la que ocasionó toda esta galería de posibilidades.
No hemos de olvidar, además, que fueron los mismos
arquitectos los que levantaron unas y otras.
Ahora bien, la hacienda no sólo tuvo un destino meramente
utilitario, como tampoco la casa en sus diversas modalidades,
y por ello no debemos asociarla únicamente a su
funcionalidad agrícola. Resulta evidente que su arquitectura
en la mayoría de la ocasiones tenía un importante
componente de representatividad social. Es bien conocido a
este respecto cómo ya en el siglo XVI Serlio en el libro VII
de su De architectura proponía toda una gama de casas de
campo en función de la posición social de sus propietarios.
Lo que ya no resulta tan claro es si ello quedó reducido a su
mera materialidad o si la hacienda también recibió lo que
podríamos denominar un ―uso representativo‖. En otras
palabras, ¿sirvieron las haciendas a la manera de las villas
clásicas? No es ésta una cuestión fácil de responder ya que
contamos con pocas referencias y descripciones.
Esta identidad de autoría se demuestra, por ejemplo, en el
arquitecto Juan Navarro, que trabajó para el duque de Alcalá
tanto en su sevillana Casa de Pilatos como en su hacienda
nazarena de Quintos.
A pesar de ello, creemos que no podemos partir de la
automática identificación que en ocasiones se ha hecho de la
hacienda con lo que de manera genérica se ha denominado
villa. La hacienda, y ello no debe ser olvidado, es
fundamentalmente el caserío de una explotación agrícola
destinada a transformar la aceituna en aceite, mientras que en
la villa es básica su componente residencial y lúdica, su
carácter de evasión urbana y la evocación utópica de arcádico
mundo pastoril.
¿Cabe rastrear algo de esto último en las haciendas del
entorno sevillano? Acerca de esta villeggiatura hay que
remitir al estudio de la villa suburbana realizado por Vicente
Lleó en el marco del humanismo hispalense del siglo XVI.
Ahora bien, estas villas eran, más que haciendas, huertas del
entorno inmediato de Sevilla que sólo excepcionalmente se
vieron interpretadas y usadas como auténticas villas, que
cabría enlazar tanto con la tradición clásica como con la
musulmana.
Ahora bien, hay datos que apuntan a que las haciendas
excepcionalmente sí fueron usadas a la manera de las villas.
En este sentido resulta significativo el caso de las fiestas que
el poeta Juan de Arguijo ofreció a la marquesa de Denia en su
hacienda Tablantes de Espartinas con motivo de su visita a
Sevilla en 1599. También se celebraron entonces grandes
fiestas en la cercana hacienda Benazuza de Sanlúcar la
Mayor.
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 23
Es más, la propia arquitectura de las haciendas pone en
evidencia como su carácter residencial alcanzó un papel
esencial y, sobre todo, su suntuosa decoración permite
establecer esporádicas comparaciones
con las villas italianas. En este sentido hay que decir que a
veces los señoríos sobrepasaron su habitual ubicación en
parte o en toda una crujía del patio, para configurarse como
una entidad mayor y autónoma, casi como un edificio dentro
de otro, al disponerse, a su vez, en torno a un patio.
Al respecto cabría referir el señorío de la aludida Benazuza,
que responde a las pautas de las casas-palacios sevillanas del
siglo XVI. Más significativos aún por su cronología, primera
mitad del siglo XVII, son el de la hacienda Mateo Pablo en
Alcalá de Guadaíra y el de Ibarburu en Dos Hermanas. Ahora
bien, no se trató solo de una cuestión de dimensiones
constructivas sino, sobre todo, suntuaria, a partir de una
decoración que prueba un afán que va más allá de lo
meramente utilitario. En este caso resultan esenciales los
paramentos recubiertos de frescos, que no sólo se encuentran
en muchas capillas sino en algunos señoríos, como en los de
Torrequemada en Gelves y La Soledad en Alcalá de
Guadaíra.
Una descripción que muestra la relativa suntuosidad de estos
señoríos es la realizada en 1735 de la hacienda Torre de las
Arcas en Bollullos de la Mitación: ―sobre la izquierda está la
casa de vivienda con tránsito para entrar en ella y tres
corredores, columnas y arcos, salas principales y diferentes
divisiones que separan otras y el cuadro donde está el jardín y
sus cercas, cocina baxa, lavadero, corral y sus cercas y todo
doblado y la escalera principal que da paso a los cuartos y
corredores con sus arcos y columnas y barandas de fierro. Y
toda la dicha casa está solada de ladrillo raspado y con sus
puertas y ventanas‖. También sabemos, por un inventario de
1714 que el edificio contaba con veintiocho lienzos ―de dos
varas de alto, maltratados, de diferentes señores reyes, reinas
y príncipes‖.
No obstante, son escasísimas las referencias con las que
contamos que prueben un uso más allá del agrícola de las
haciendas. Un caso significativo en el marco cronológico que
en esta ocasión tratamos podría ser el uso que hizo de la
referida Tablantes como residencia el arzobispo don
Francisco de Solís Folch de Cardona cuando ardió el cercano
palacio arzobispal de Umbrete en 1762. Poco después fue de
nuevo utilizado por otro prelado, en concreto por don
Francisco Javier Delgado y Venegas el 20 de mayo de 1776.
Este arzobispo viajaba a Sevilla para tomar posesión de su
Sede, pero afectado en el viaje de fiebres tercianas se detuvo
en Tablantes, donde fue cumplimentado por el cabildo
sevillano. Si se trató de un acto producto de la necesidad o de
un decisión meditada no lo sabemos, pero todo hace suponer
que la hacienda contaría con las comodidades mínimas como
para llevar a cabo con la solemnidad requerida la bienvenida
del nuevo arzobispo. Quizás más significativas fueron las
visitas reales giradas a Mateo Pablo en el siglo XVII, aún
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 24
recordadas por azulejos realizados por Gestoso a principios
del siglo XX.
El primero de ellos recuerda que el 6 de octubre de 1726,
coincidiendo con el denominado Lustro Real en el que la
corte de Felipe V residió en Sevilla, visitaron la hacienda el
príncipe de Asturias, así como los infantes don Carlos y don
Felipe, ―dedicándose al exercicio de caça‖. Carecemos de
datos suficientes acerca de este asunto digno de estudio, pero
es muy posible que las haciendas fueran utilizadas de forma
más o menos generalizadas como cotos de caza, de manera
que habría que añadir ésta a sus diversas funciones ya
referidas.
Así, al menos parece que ocurrió en la hacienda La
Corchuela, tradicional cazadero de lobos.
En cualquier caso, no creemos que ello sea suficiente para
incluir las haciendas entre las variedades de las villas. Como
ya hemos indicado, se trata de edificios que fueron ideados
fundamentalmente asociados a las explotaciones agrícolas en
las que se levantaban, lo que no fue óbice para que apuntaran
en ocasiones un cierto carácter lúdico. Este uso lo suponemos
paralelo al respaldo social que la propiedad de las mismas
produjo en los hacendados, asunto del que nos hemos
ocupado con anterioridad. Ahora bien, sólo desde época
recientísima, apenas finales del siglo XIX y principios del
XX, pueden hacerse referencias algo más numerosas a un uso
recreativo de estos edificios, precisamente cuando fueron
perdieron su tradicional utilidad agrícola. No obstante,
incluso entonces ello siguió siendo la excepción y no la regla.
Otras referencias al uso de diversas haciendas por parte de
los arzobispos de Sevilla las dan los Anales de Justino Matute
y de José Velázquez y Sánchez. De ellas destacamos en esta
ocasión que el cardenal-infante don Luis de Borbón se
retirase el 2 de septiembre de 1800 a la hacienda de
Fuensanta para evitar la epidemia de fiebre amarilla que
padecía entonces la ciudad.
Trafico marítimo y comercio con las indias.
La política reformista del Despotismo Ilustrado vinculó la
recuperación de la economía española a la reactivación del
comercio ultramarino, tal y como preconizaban los teóricos
del mercantilismo tardío que le sirvieron de inspiración. De
ahí que apenas acabada la Guerra de Sucesión, los ministros
de Felipe V adoptaran una serie de medidas para reorganizar
un sector profundamente deprimido y desarticulado.
Ahora bien, por esta misma razón, antes de abordar la
política reformista llevada a cabo en el ámbito del tráfico
colonial, es conveniente trazar un somero panorama de la
situación de partida. Una vez realizado el descubrimiento de
América y comenzado el asentamiento de españoles en los
primeros enclaves caribeños y centroamericanos como
consecuencia de los viajes de exploración y la constatación
de la existencia de oro y plata en las tierras recién halladas,
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 25
los Reyes Católicos se vieron en la necesidad de organizar
una línea comercial que uniera los reinos hispanos con el
Nuevo Mundo: la Carrera de Indias.
Después de un período de vacilaciones, se adoptaron una
serie de decisiones inspiradas por el naciente mercantilismo,
que incluían la reserva del monopolio del comercio con las
Indias a los súbditos españoles de los monarcas
(fundamentado en las bulas alejandrinas de 1493 y el tratado
de Tordesillas de 1494, que declaraban los derechos de la
Monarquía Hispánica a la explotación del Nuevo Mundo), la
constitución de un organismo de control de todo lo
relacionado con dicho tráfico (la Casa de la Contratación) y
la designación del puerto de Sevilla (―puerto y puerta de las
Indias‖) como única cabecera de la ruta que debía unir la
Península con las tierras americanas.
En el plano de la navegación, tras un período presidido por
los ―registros sueltos‖ que navegaron en solitario o en
pequeños convoyes espontáneos hasta las Antillas primero y
hasta el continente más tarde, sin fecha predeterminada para
zarpar mas que por la oportunidad de los vientos y corrientes
(corredor de los alisios en verano y corriente de Canarias en
invierno), sin restricciones en las cargas (hasta 1543, en que
se crea el Consulado y se estipula el valor mínimo de cada
partida en 1.000 pesos), con el concurso de numerosos barcos
(carabelas, naos, urcas, tipos de escaso tonelaje, entre 40 y
100 toneladas) propiedad de armadores procedentes de todo
el litoral español y fabricados en su totalidad en astilleros
nacionales, se fue dando paso, en un principio por razones de
defensa para preservar la seguridad de las rutas atlánticas de
los ataques de los corsarios isabelinos, a un sistema
comercial regulado de un modo más estricto, que culminó
con la promulgación del famoso Proyecto de Flotas y
Galeones (1564, con algunas disposiciones complementarias
posteriores), que establecía la salida anual de dos grandes
flotas convoyadas al amparo de navíos de guerra fuertemente
artillados.
Las flotas se componían de barcos de muy diversos tipos
(galeones, naos, urcas, filibotes, pingues, fragatas, zabras,
pataches), aunque desde el último tercio del siglo acabaron
predominando los galeones, grandes bastimentos que fueron
aumentando las doscientas toneladas de arqueo de media de
la segunda mitad del Quinientos hasta las quinientas o más de
la segunda mitad del Seiscientos.
A medida que se iba acentuando el gigantismo de las
embarcaciones, se va degradando la operatividad del sistema
de flotas y galeones al entrar en juego un poderoso oligopolio
de intereses privados no coincidentes con el ―bien de la
nación‖. Nos referimos a que emerge dentro de este sistema
un implícito negocio de especulación comercial en los
mercados americanos; de ahí que los flotistas intenten
retrasar de forma deliberada la partida de los convoyes
comerciales para que la carestía de productos incida en el
aumento de los precios de los mismos.
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 26
Los buques son cada vez menos y más grandes (costosas
estadías en la metrópoli y en América para llenar y vaciar las
enormes bodegas), con el consiguiente encarecimiento del
costo de construcción y la imposibilidad de poder obtener un
bastimento por un precio módico, por lo que los propios
flotistas se erigen en los dueños de los buques, ya que son los
únicos que disponen de capitales lo suficientemente fuertes
para invertir en barcos y afrontar no sólo la improductividad
de los tiempos muertos durante el fondeo, sino también los
gastos consiguientes a la estadía (impuestos de puerto,
sustento de tripulaciones de mantenimiento y vigía, deterioro
de los cascos, etc.), con lo que el sector del transporte deja de
diferenciarse del sector comercial y se inicia una larga etapa
de supeditación del sector naviero a los intereses del
comercio.
A esto hay que añadir que los flotistas estaban fuertemente
respaldados por las autoridades de la Casa de la Contratación
que, pese a una detallada normativa sobre la prelación y
orden para la formación del buque de cada convoy, eran las
que tenían la última palabra para designar los barcos que
habían de integrar cada expedición.
Si bien es cierto que no existió una normativa que impidiera
directamente la participación en la Carrera de los armadores
de cualquier punto del litoral español, la práctica indujo a la
autoexclusión de los mismos, cuando al amparo del
oligopolio del Consulado sevillano se produjo el cambio en
las estructuras de la propiedad de los mercantes al servicio de
la Carrera, que hacía prácticamente inviable el negocio de los
fletes en el puerto hispalense y cortaba la posibilidad de la
participación en las rutas americanas, las que daban mayores
beneficios y podían ofrecer la oportunidad de la acumulación
de capital previa para la inversión en nuevas unidades.
Consecuencia de este cambio paulatino en la estructura de la
flota fue la disminución del potencial numérico de la flota
mercante, la primacía de los intereses del comercio
especulativo sobre el sostenimiento de líneas comerciales
dinámicas, la muerte por inanición del sueño de maestres y
pilotos de la Carrera de convertirse en dueños de los barcos
que patroneaban o pilotaban (como fruto de la inversión de
los beneficios obtenidos en la realización de su tarea
profesional), la autoexclusión de las rutas ultramarinas de los
pequeños armadores y el surgimiento del puerto de Cádiz
como alternativa a la plaza sevillana, dadas las crecientes
dificultades que entrañaba el gran calado de los buques para
superar la barra de Sanlúcar de Barrameda.
Por otra parte, los intercambios no pudieron tener una base
más sencilla a lo largo de todo el siglo. Consistieron en la
exportación de productos agrícolas (vino y aceite, los
llamados "frutos" por antonomasia) y productos
manufacturados (sobre todo, las llamadas "ropas" por
antonomasia: paños, bayetas, lienzos, sedas, terciopelos,
brocados, encajes), además de hierro y clavazón y de los
cargamentos de mercurio destinados al procedimiento de
beneficio de la plata llamado amalgama (embarcados en una
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 27
flota separada de galeones conocidos con el nombre de "los
azogues") y en la importación de metales preciosos (al
principio oro, pero después fundamentalmente plata), que se
complementaban con algunos otros productos, entre los
cuales destacaban los colorantes (grana, añil y palos
tintóreos).
Artículos de menor consideración eran en el caso de las
remesas metropolitanas algunos derivados de los principales
productos agrarios (vinagre, aguardiente, aceitunas,
alcaparras, harina) y algunos otros frutos secos (almendras,
avellanas, pasas), así como otras manufacturas (peletería,
jabón, papel, calzados, sombreros, medias, cintas,
quincallería, cordelería, herramientas, cerámica), medicinas y
algunos objetos de devoción (rosarios) y también culturales,
como libros, obras de arte (especialmente pinturas) e
instrumentos de música. En el caso de las importaciones,
junto a los metales preciosos y los colorantes, hay que
mencionar algunas otras materias primas (singularmente los
cueros), algunos productos medicinales (jenjigre,
zarzaparrilla, guayaco, cañafístula, jalapa), algún objeto
suntuario (perlas, carey) y algunos otros géneros, entre los
que merecen lugar aparte los productos de plantación como el
tabaco (cuya elaboración y distribución se convertiría en un
monopolio de la Real Hacienda a partir del siglo XVII), el
azúcar o el cacao, que también hacen en el siglo XVII sus
primeras y tímidas apariciones y, en menor medida, el
algodón (ya en el XVIII).
El cuadro no quedaría completo sin tener en cuenta que si los
"frutos" eran fundamentalmente andaluces, el hierro era
vizcaíno y el mercurio provenía de las minas de Almadén, el
conjunto de las "ropas" estaba constituido masivamente por
reexportaciones de tejidos procedentes de la Europa del
Norte. Y que fue precisamente el valor muy superior de estas
manufacturas textiles el que desató las críticas de los
tratadistas coetáneos (que hablaron del avasallamiento de la
plaza sevillana por la producción extranjera y que llegaron a
imaginar a España como "las Indias de Europa"), así como el
que permite caracterizar en gran medida el comercio
sevillano como un comercio de intermediación, en el que
muchos agentes españoles actuaban tan sólo como
comisionistas, mientras los beneficios de las exportaciones
industriales iban a parar a los proveedores extranjeros.
Como la plata indiana servía naturalmente para pagar las
remesas metropolitanas, una parte importante pasaba a manos
de los mercaderes (españoles y también extranjeros) que
hacían de intermediarios con los proveedores del norte de
Europa, que se convertía así en el destino final de un
porcentaje difícil de calcular del metal precioso, lo que hizo
pensar en la economía española como mero "puente de plata"
entre América y Europa.
Sin embargo, tampoco debe desdeñarse la plata retenida en
las arcas hispanas, tanto a través de la propia actividad
comercial (avituallamiento de los buques, venta de licencias
de embarque, producto de los fletes, beneficios del comercio
a comisión, retribución de las exportaciones nacionales y
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 28
participación en los seguros y en los riesgos de mar, el
sistema crediticio fundamental para el funcionamiento de la
Carrera), como a través de los ingresos propios de la Corona
(esencialmente los derechos de aduana y el quinto real sobre
los metales preciosos). En cualquier caso, la investigación no
ha resuelto aún la contradicción entre el proceso inflacionario
vivido por España y la huida del metal precioso allende las
fronteras peninsulares.
Un lugar aparte hay que conceder al tráfico de esclavos. La
existencia de mano de obra indígena no propició la entrada
de esclavos africanos en América en los primeros tiempos del
asentamiento hispano, al tiempo que la falta de bases en las
costas occidentales de Africa (como consecuencia del tratado
de Tordesillas) impedía la actuación directa de los
mercaderes españoles en este ramo. De ahí que se recurriese
a la suscripción de contratos para la introducción de esclavos,
es decir a un sistema de asientos que no tenía paralelo en el
modo general de funcionamiento de la Carrera de Indias.
Finalmente, una variable queda siempre fuera del cuadro, el
fraude y el comercio de contrabando, imposible de evaluar,
aunque debió ser mayor en términos relativos durante los
momentos de mayor decadencia del tráfico y de mayor
descontrol de la Casa de la Contratación, en las décadas
finales del siglo XVII. Aunque hubo otras razones (la
centralización del tráfico en el puerto sevillano, la exclusión
de los extranjeros, la obligación de superar un determinado
monto en la inversión), fue sin duda la presión fiscal (avería,
almojarifazgo de Indias y derechos de toneladas, que venían
a representar aproximadamente el 35% del valor de las
mercancías intercambiadas) uno de los mayores incentivos
del fraude, que se vio potenciado además, en el caso de los
metales preciosos, por la práctica viciosa de la incautación de
los caudales en caso de necesidad de la Corona y por la
demora en la entrega de los caudales a los particulares por
parte de la Casa de la Contratación.
Sumar este 35% a los beneficios obtenidos en las operaciones
de exportación e importación resultó un incentivo muy
apetecible para muchos comerciantes, que buscaron las
formas de burlar a los agentes del fisco, la mayoría de las
veces con la colaboración de las propias autoridades o de los
propios capitanes de los barcos de las flotas, que participaban
directamente del fraude. Y, finalmente, hay que sumar a este
fraude generalizado el contrabando abierto, practicado por
los extranjeros y sus agentes españoles y que alcanzaba su
máxima expresión en la escala de las Canarias o en el
comercio directo realizado por agentes no autorizados
completamente al margen de las normas de la Carrera de
Indias. Un rosario de puertos onubenses y gaditanos supieron
rentabilizar su situación y, al tiempo que ayudaban a
completar los cargamentos y a proveer de bastimentos a las
naves, se dedicaron a atender las arribadas forzosas y a
ejercer un activo contrabando, especialmente intenso en las
localidades de la bahía gaditana.
Según los cálculos de las expediciones y los tonelajes, las
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 29
décadas finales del siglo XVII marcan una progresión en la
caída, que no se detiene ni siquiera con el cambio de centuria,
sino que llega hasta 1715, con la abrupta sima de 1709, la
más profunda desde la inauguración del comercio
ultramarino. Las razones de este largo periodo de contracción
no parecen depender de causas vinculadas con la evolución
de las colonias, es decir de una presunta "era de depresión"
de la América hispana, sino que se derivan más bien de la
crisis general de la metrópoli (crisis demográfica, económica,
social y política, que tiene su trasunto en las continuas
dificultades de la Real Hacienda y en el retroceso militar y
territorial en Europa y fuera de Europa), con sus
repercusiones en la Carrera de Indias.
La situación a fines del siglo XVII señalaba el fin de una
época: la Casa de la Contratación había declinado en sus
funciones de control, el monopolio sevillano se había
desplazado a otros puertos andaluces (y singularmente al
puerto gaditano), las remesas de metal precioso se habían
reducido a su mínima expresión, los efectivos navales era
insuficientes, las flotas no salían anualmente, las rutas
americanas durante la Guerra de Sucesión habían sido
atendidas por buques franceses y había aumentado la presión
fiscal y por ende el contrabando, de modo que los barcos
extranjeros visitaban abiertamente los puertos americanos y
se producía el auge del comercio directo entre los países
europeos y las colonias americanas. Ante semejante estado de
cosas, se imponía una reforma profunda de la Carrera de
Indias, que sería abordada por los ministros de la nueva
dinastía borbónica apenas concluida la Guerra de Sucesión.
En efecto, la Carrera de Indias presentaba un panorama
desolador al final de la guerra de Sucesión a la Corona de
España. Por un lado, el comercio oficial había descendido
durante la primera década de la centuria a cotas aún más
bajas que las registradas en la segunda mitad del siglo XVII,
al tiempo que aparecía más que nunca enteramente en manos
de los fabricantes y mercaderes extranjeros. Por otro lado, la
alianza con Francia, necesaria para sostener la causa de
Felipe V, había supuesto la concesión de toda una serie de
privilegios a los comerciantes de aquella nación, que habían
consolidado sus posiciones en la bahía de Cádiz, habían
obtenido a través de la Compagnie de Guinée el asiento para
la introducción de esclavos en América y habían aprovechado
su posición para irrumpir en el área del Pacífico, en el
virreinato del Perú, convertido poco menos que en un coto
reservado de los armadores galos a través sobre todo de los
cap-horniens radicados en Saint-Malo. Finalmente, el propio
tratado de Utrecht había dado carta de naturaleza legal a la
penetración comercial inglesa en la América hispana,
mediante la concesión del privilegio exclusivo de la
introducción de mano de obra esclava a la South Sea
Company (en detrimento de la compañía francesa) y del
llamado "navío de permiso", que permitía la negociación de
500 toneladas anuales de mercancías en las ferias de Veracruz
y Portobelo.
Ante esta comprometida situación, y partiendo de la
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 30
consideración del comercio con América como el principal
motor para facilitar la rápida recuperación de la economía
española, los sucesivos gobiernos de Felipe V llevaron a cabo
una política de constante intervención en la organización de
la Carrera de Indias, encauzando su actuación por una doble
vía. Así, por un lado, adoptaron una actitud revisionista
respecto de los privilegios obtenidos por franceses e ingleses
como consecuencia de la guerra de Sucesión y la paz de
Utrecht, es decir mantuvieron con tenacidad una política que
miraba a la anulación por todos los medios posibles de las
ventajas que habían pasado a disfrutar los extranjeros en el
ámbito americano.
Y, por otro, desplegaron un sistemático programa de reformas
con el propósito de recuperar el control del comercio
colonial, incrementar los niveles del tráfico de exportación e
importación y promover una suerte de nacionalización de la
Carrera de Indias.
Siguiendo un orden estrictamente cronológico, las primeras
medidas (las decididas durante los años 1717-1725)
consistieron en la aplicación al ámbito del tráfico ultramarino
de los principios de racionalización y de uniformización que
estaban presidiendo las etapas iniciales del reinado de Felipe
V en todos los órdenes de la vida española. Así, la primera
iniciativa fue la de ordenar el traslado de la Casa de la
Contratación a Cádiz (1717), en realidad un acto legislativo
que daba mera carta de naturaleza a un hecho consumado, el
progresivo desplazamiento del negocio colonial desde Sevilla
a la bahía gaditana, que ya había generado una acalorada
polémica desde finales del siglo anterior y cuya solución
consagraba la decadencia definitiva de la ciudad hispalense,
en favor de la plaza gaditana, cuyo triunfo se vio sancionado
por la construcción de toda una serie de fortalezas para la
defensa del puerto y de las flotas.
El decreto de 8 de mayo de 1717 introducía además algunas
modificaciones en la estructura interna de la institución, cuya
presidencia quedaba unida a la titularidad de la Intendencia
General de la Marina, creada al mismo tiempo, aunque
ambos cargos volverían a quedar separados a mediados de
siglo por un decreto de 22 de octubre de 1754. Sin embargo,
esta renovación institucional, al igual que el traslado
simultáneo del Consulado, no tendrían verdadera
trascendencia para la organización inmediata del tráfico.
La segunda disposición reformista consistió en la
introducción de una serie de mejoras de carácter
administrativo dentro de un sistema que seguía asentado en
los principios mercantilistas. Así, el nuevo instrumento
concebido para la revitalización de la Carrera fue la
publicación del llamado Proyecto de Flotas y Galeones de
1720. Al mismo tiempo piedra fundacional del nuevo orden y
confirmación del sistema imperante desde 1564, el proyecto
establecía una mejor reglamentación de las expediciones
(flotas, navíos, cargamentos, fechas, habilitaciones,
formalidades administrativas), lo que tuvo su reflejo en un
considerable progreso en la rapidez de la tramitación de los
registros, en la simplificación contable y en la prevención del
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 31
fraude. A este último fin se orientó uno de los capítulos
básicos de la ordenanza, estableciendo un nuevo sistema
arancelario que rebajaba los impuestos sobre los frutos y
gravaba las manufacturas por el procedimiento del palmeo,
es decir según los palmos cúbicos de los envases,
privilegiando así los productos de más valor en relación a su
volumen.
En cualquier caso, la buscada claridad impositiva se vería
comprometida por la permanencia del almojarifazgo de
Indias y la aparición, pocos años más tarde, de nuevos
derechos, como el de avisos, el de guardacostas o el de
almirantazgo, poniendo de relieve las limitaciones del
proyecto de renovación así como la excepción de la hacienda
en el reformismo borbónico. Es decir, los redactores de la
ordenanza se proponían promover el trafico introduciendo
mejoras técnicas, pero no querían en absoluto renunciar a los
fáciles ingresos que la Hacienda pública obtenía de una
presión fiscal poco indulgente para con los cargadores a
Indias.
En la segunda línea de actuación, atendida simultáneamente,
las autoridades borbónicas se propusieron la liquidación del
avasallamiento legal del tráfico ultramarino por los
comerciantes extranjeros que habían operado en América al
socaire de la guerra de Sucesión y ahora lo hacían al amparo
del tratado de Utrecht. La expulsión de los franceses del Mar
del Sur se llevó a cabo durante el virreinato del marqués de
Castelfuerte, que a partir de 1724 fue cercenando todos los
privilegios obtenidos por los navíos de aquella nación bajo la
capa protectora de la actitud condescendiente mantenida por
el virrey marqués de Castelldosrius, hasta el punto de que la
ruta de los cap-horniens pudo considerarse cerrada en torno a
1730.
Mayores dificultades presentó la denuncia de las cláusulas
del tratado de Utrecht favorables al comercio británico. El
privilegio del "navío de permiso" era un puñal hundido en el
costado de la Carrera de Indias. Por ello, si ya en 1725 las
autoridades de Veracruz procedieron a confiscar el buque
británico de aquel año, en 1729 el ministro José Patiño,
aprovechando la prolongación de las negociaciones del
tratado de Sevilla, negó la autorización para enviar el registro
a América. Tal actitud por parte española no podía conducir
sino a la ruptura de hostilidades, a una guerra que enfrentaría
a ambos países durante diez años (1739-1748). La paz de
Aquisgrán (1748) permitiría finalmente al gobierno español,
ya bajo el reinado de Fernando VI, liquidar mediante la firma
del tratado comercial de Madrid (1750) la espinosa cuestión
de la South Sea Company y sus derechos al asiento de negros
y al "navío de permiso", que eran abolidos mediante una
compensación en metálico de cien mil libras esterlinas.
En cualquier caso, esta mera reestructuración de un sistema
plenamente mercantilista, en su fundamento y en su práctica,
no satisfacía plenamente a los legisladores ilustrados, que
pronto se manifestaron a favor de introducir nuevas piezas
que corrigieran la excesiva rigidez de la Carrera de Indias.
Al control del tráfico por los funcionarios de la Corona debía
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 32
unirse la participación de los agentes españoles en el
comercio de exportación. Agentes que no eran sólo los
cargadores, sino también los cosecheros y los fabricantes, y
que no eran sólo los andaluces, sino también los del resto de
las provincias hispanas.
Ahora bien, ni el enunciado del principio ni la incitación
formal por parte de los intendentes podían bastar para
conseguir los resultados apetecidos, sino que era necesario
articular los mecanismos que permitiesen promover la
producción de las diversas regiones y canalizarla hacia
América. La primera vía que se creyó hallar para tal fin fue la
aplicación de una fórmula que no dejaba de ser también
estrictamente mercantilista, la creación de compañías a las
que se otorgaba el privilegio del tráfico exclusivo con las
áreas que se les designasen para el ejercicio de sus
actividades comerciales. Tal iniciativa tenía la doble ventaja
de la incorporación de los agentes españoles que quisiesen
insertarse en unas sociedades que tenían una marcada
implantación territorial (San Sebastián, Granada, Sevilla,
Barcelona, etc.) y la potenciación de aquellas áreas
deprimidas que en América habían quedado al margen de los
grandes circuitos servidos por las flotas.
La primera de estas sociedades fue la Compañía
Guipuzcoana de Caracas (1728), cuyos objetivos fueron los
de garantizar las relaciones entre San Sebastián y Venezuela,
el intercambio del hierro vascongado contra el cacao
venezolano y la persecución del contrabando en el área
(fundamentalmente el mantenido por los holandeses desde
Aruba y Curaçao y por los ingleses desde Jamaica, bases
fundadas en ámbitos territoriales desdeñados por los
españoles por su escaso interés comercial). Aunque hubo de
enfrentarse a diversas dificultades (el elevado precio del
hierro o el conflicto entre los mercaderes y los cultivadores
del cacao), alcanzaría una cierta longevidad, tras superar los
perjuicios sufridos por las sucesivas medidas liberalizadoras
de 1765 y 1778, para finalmente fundirse con la Compañía de
Filipinas (1785).
Le seguiría la Compañía de La Habana (1740), cuya
actividad principal debía ser la compra y envío de tabaco y
azúcar cubanos a España, pero que pronto diversificó sus
negocios de manera irregular, dedicándose a la introducción
fraudulenta de esclavos y a la exportación de tabaco a las
colonias británicas, al tiempo que sus administradores se
entregaban a la manipulación de los balances y a la práctica
de la doble contabilidad. Tras deshacerse de la pesada
obligación de fabricar una serie de navíos para la Corona en
el arsenal de La Habana, la ocupación de la ciudad por los
ingleses (1762-1763) cerró la primera etapa de la trayectoria
de la sociedad, que sobrevivió sin embargo a la crisis, gracias
a la autorización a introducir esclavos legalmente y a la
adquisición de ingenios azucareros, que le permitieron
comerciar con productos de su propiedad.
La fundación de la Real Compañía de Barcelona (1756) fue
resultado de la progresiva incorporación de Cataluña a la
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 33
Carrera de Indias, un fenómeno que venía produciéndose de
forma significativa desde más de una década atrás. La nueva
sociedad, cuyo establecimiento se justificaba por su misión
de revitalizar las deprimidas economías de las islas de Santo
Domingo, Puerto Rico y Margarita, pronto se enfrentó a las
dificultades derivadas de sus insuficiencias financieras y de
los bajos rendimientos de las inversiones de sus participantes.
No obstante, el funcionamiento regular de su factoría de
Santo Domingo y la ampliación de sus negocios,
singularmente a la remisión eventual del añil de Honduras
pero, sobre todo, a la continuada exportación del cacao de
Cumaná, su renglón más rentable, le permitieron mantenerse
en activo hasta que los decretos de 1765 y 1778 la
condenaron a una lenta pero insoslayable decadencia.
Las rutas ultramarinas estuvieron abiertas también a otras
sociedades, como algunas de las compañías de Comercio y
Fábricas (las de Granada y San Fernando de Sevilla), del
mismo modo que todavía en la tardía fecha de 1785 se
recurriría a este instrumento para fomentar el tráfico directo
entre la metrópoli y las islas Filipinas, hasta ahora sólo
garantizado mediante el galeón de Manila. No obstante,
mucho antes de que se fundara la Real Compañía de
Filipinas, las compañías privilegiadas habían pasado a
convertirse en una fórmula obsoleta, criticada desde muchas
instancias oficiales, donde se abría paso la idea de la libertad
comercial como única vía para un verdadero progreso del
tráfico colonial, como ya había predicado el equipo dirigido
por Campillo en el seno de la secretaría de Marina e Indias
desde antes de mediados del siglo.
En efecto, había que abolir el sistema de Flotas y Galeones.
La incidencia negativa del sistema, culpable del
anquilosamiento de la marina mercante y de la perpetuación
del verdadero monopolio, el consular, que entorpecía la
extracción de géneros y frutos y daba preferencia al comercio
ilícito sobre el comercio legal, comenzó a ser enfatizada
durante la época del monopolio gaditano en las opiniones y
comentarios de los proyectistas (conde de Torrehermosa,
Legarra, Campillo, Ward y Campomanes), que expusieron
claramente los efectos nocivos del sistema: las flotas no
salían con regularidad ni en uno ni en otro continente y así
las desabastecidas áreas americanas eran campo abonado
para el surtimiento a través del contrabando. Los buques
españoles que podían haberse dedicado a llevar los frutos y
manufactiras desde la metrópoli no se construyeron jamás y
el relevo lo tomaron los extranjeros, que hicieron su negocio
a costa de un sistema de comercio y transporte que los
favorecía, es decir que contribuía al desarrollo de las flotas
nacionales de sus competidores. Como muestra, la opinión de
Bernardo Ward, que en su Proyecto económico (1762) dice
taxativamente: ―En una palabra, es tal el desorden en todo y
en cada parte de nuestros intereses en América, que si los
enemigos de España [...] se juntasen para discurrir el modo
de inutilizárnosla, creo que no pudieran idear un medio más
eficaz que la coordinación de un sistema [el de galeones y
flotas], que ha producido los efectos que acabamos de
reconocer‖.
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 34
La objeción al sistema imperante es clara y no hay que
olvidar que este escrito es posterior al ensayo de la
navegación en ―registros sueltos‖, propiciada por un hecho
fortuito (la guerra del asiento, más que las compañías
privilegiadas, salvo quizás para el caso de Guipúzcoa), no
calculado por los ministros borbónicos, el que terminaría
potenciando la participación provincial, especialmente en el
caso de Cataluña, sin duda la región más preparada para
aceptar el reto. En efecto, la ya mencionada guerra contra
Inglaterra (1739-1748) obligó a las autoridades españolas a
imaginar una excepción a la regla que evitase el riesgo del
bloqueo británico contra las flotas de la Carrera de Indias y al
mismo tiempo garantizase tanto el abastecimiento de las
colonias americanas como las remesas de plata y otros
productos ultramarinos a la metrópoli. Se autorizaron así los
registros sueltos, que ofrecían la ventaja de su flexibilidad,
tanto para sortear con mayor facilidad el acecho de los
buques ingleses como para zarpar con rapidez sin la
servidumbre de la espera para constituir el convoy habitual.
Sus resultados superaron las expectativas, incrementando el
tráfico (no sólo con las plazas que servían de desembocadura
a las flotas sino con las regiones marginales tradicionalmente
mal abastecidas) y ofreciendo nuevas oportunidades a las
empresas mercantiles de otras regiones metropolitanas
apartadas del comercio directo en virtud de las exigencias del
sistema de flotas y galeones. El caso de Cataluña, cuya
marina mercante pudo volver a las aguas atlánticas casi dos
siglos después de una renuncia impuesta por una práctica
desfavorable para sus intereses, ilustra a la perfección esta
influencia decisiva de un cambio en el sistema de navegación
sobre la transformación del sistema comercial. Los registros
sueltos de 1739 (que además se autorizaban utilizando la vía
reservada de Indias al margen de la Casa de la Contratación)
significaron el reverso y el fin del sistema implantado por el
Proyecto de Flotas y Galeones de 1564 y abrieron así una
nueva época en la Carrera de Indias.
El final de la guerra con Inglaterra planteó la alternativa de
mantener el sistema de registros sueltos o volver a la
situación anterior. La exigencia de los Consulados de Cádiz,
México y Lima, principales interesados en retornar al
régimen primitivo, permitieron al conservador Julián de
Arriaga (que había sustituido al marqués de la Ensenada en la
secretaría de Marina e Indias) proceder al restablecimiento de
las flotas destinadas a Veracruz en 1754 (por real orden de 11
de octubre), pero por el contrario los restantes destinos
fueron atendidos ya por los registros sueltos que tan buenos
resultados habían proporcionado, de tal modo que, pese a la
concesión a los flotistas mexicanos y a sus aliados gaditanos,
el tráfico al margen de las flotas vino a representar, entre
1754 y 1778, el 87% del comercio total entre la metrópoli y
sus colonias americanas. De este modo, la exigencia de una
particular coyuntura cobraba carta de naturaleza en la Carrera
de Indias y preparaba el camino para asumir otras
innovaciones más radicales sugeridas por los ministros
ilustrados de ideas más avanzadas.
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 35
La primera medida descentralizadora fue de alcance limitado.
Se trató de la designación de un segundo puerto como sede
de un monopolio secundario, la creación de un servicio de
Correos Marítimos en la ciudad de La Coruña, que en
realidad vino a constituir un apoyo a la exportación
ultramarina de todas las regiones litorales del Cantábrico.
Durante sus años de funcionamiento normalizado, los
destinos más frecuentados por sus barcos fueron los de
Buenos Aires (que concentró el 61% de las expediciones) y el
complejo de las Islas de Barlovento, Tierra Firme y Nueva
España, que absorbieron el 39% restante. Instaurado en 1764,
su vigencia fue también corta, puesto que el decreto de 1778
le asestó el golpe de gracia, perdiendo La Coruña (lo mismo
que Cádiz, que de todas formas centralizó un poco más del
75% del tráfico ultramarino) su condición de puerto
privilegiado frente a las restantes plazas peninsulares.
Ahora bien, por muy limitadas que fueran las cuñas
introducidas en el sistema monopolístico gaditano por las
compañías privilegiadas y por los correos marítimos, su
importancia radica en la experimentación práctica del
principio de liberalización comercial con la participación de
otros puertos en el registro de los cargamentos destinados a
América. Al año siguiente se entraba ya en una etapa
diferente, que sin contrariar frontalmente la hegemonía de
Cádiz significaba el abandono del sistema de puerto único y
su sustitución por un sistema de contactos multitalerales entre
diversos puertos metropolitanos y diversos puertos
americanos, que de hecho dejaba expedito el camino para la
instauración del Libre Comercio.
El primer paso en esta vía, que tuvo todavía un alcance
reducido, fue la promulgación del llamado Decreto de
Comercio Libre de Barlovento (1765). Consistió en la
autorización del tráfico directo a nueve puertos peninsulares
(Barcelona, Alicante, Cartagena, Málaga, Cádiz, Sevilla,
Gijón, Santander y La Coruña) con diversas islas antillanas
(Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico, Margarita y Trinidad), a
las que se sumaron, en ampliaciones sucesivas, otras diversas
áreas, como fueron Luisiana (1768), Campeche y Yucatán
(1770), Canarias (1772) y Santa Marta y Riohacha (1776).
Aunque se trataba en general de áreas secundarias e incluso
deprimidas, fueron muy numerosos los barcos que utilizaron
los registros de Barlovento. Además, hay que decir que los
efectos se vieron ampliados por la disposición que permitía la
visita de diversos puertos caribeños en el transcurso de la
misma expedición, lo cual facilitaba el comercio
intercolonial, que también se estaba liberalizando
paralelamente por las mismas fechas. En cualquier caso, la
consecuencia más importante fue crear la conciencia entre las
autoridades y los implicados del progresivo estado de
disolución del monopolio gaditano, del abigarramiento
producido por la coexistencia de los regímenes diferentes de
flotas, registros sueltos, compañías privilegiadas y correos
marítimos y, en resumidas cuentas, de la necesidad de una
profunda transformación y simplificación del tráfico colonial,
de una reforma completa de la Carrera de Indias.
El Decreto de Libre Comercio de 2 de febrero de 1778, que
incorporaba al ámbito liberalizado las regiones de Perú, Chile
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 36
y Río de la Plata, apenas si tuvo trascendencia en razón de su
breve periodo de funcionamiento, pues a los pocos meses
dejaba paso al más completo Decreto de Libre Comercio de
12 de octubre de 1778, que establecía el tráfico directo entre
trece puertos españoles (los nueve ya citados, más los de
Palma de Mallorca, Los Alfaques de Tortosa, Almería y Santa
Cruz de Tenerife, a los que se sumarían algunos otros a lo
largo del periodo de vigencia del sistema) con numerosos
puertos de toda América (los nueve puertos mayores de La
Habana, Cartagena de Indias, Buenos Aires, Montevideo,
Valparaíso, Concepción, Arica, El Callao y Guayaquil, más
los trece puertos menores de Puerto Rico, Santo Domingo,
Monte Christi en La Española, Santiago de Cuba, Trinidad,
Margarita, Campeche, Santo Tomás de Castilla, Omoa,
Riohacha, Portobelo, Chagres y Santa Marta), con la
excepción de las áreas de Nueva España y Venezuela, que no
se incorporarían a la nueva situación hasta 1789. Entre las
novedades más importantes introducidas destacaba un
sistema arancelario menos gravoso y más flexible con una
discriminación proteccionista en favor de los productos
nacionales, una serie de medidas en favor de la
nacionalización del transporte (barcos exclusivamente de
propiedad nacional y tarifas proteccionistas para los de
fabricación española o hispanoamericana), lastradas bien es
verdad por toda una serie de excepciones debidas a la
insuficiencia del armamento nacional, y la creación de una
serie de "consulados nuevos" para defender los intereses de
todos los agentes implicados en el comercio colonial. El año
de 1778 se convirtió en un año de transición, en un momento
especial durante el cual convivieron registros realizados por
todos los sistemas imaginables (1720, 1764, 1765, febrero de
1778, octubre de 1778), y finalmente en un gozne que abría
la puerta a la expansión del sistema ya radicalmente nuevo
del Libre Comercio por antonomasia.
¿Qué balance cabe hacer de la política reformista ilustrada en
relación con la Carrera de Indias? Desgraciadamente no es
posible dar una respuesta definitiva a todas las preguntas,
especialmente porque carecemos de suficientes evidencias
cuantificables homogéneas sobre el valor del comercio antes
y después de 1717 y a lo largo de los períodos de 1717-1778
y 1779-1828 (más bien 1818, año en torno al cual se debe
establecer, aunque sea con reservas, el principio de la
concienciación de la situación crítica a que debía enfrentarse
España en las colonias y año en que se abrió la posibilidad de
realizar expediciones desde los puertos metropolitanos a los
buques extranjeros, gravados con un recargo del 4% en la
habilitación de registros en concepto de bandera extranjera).
Además, se debe tener presente, a la hora de la valoración de
la etapa del Libre Comercio, que los preliminares de la crisis
colonial se han de fijar en 1808 (cuando los representantes
americanos en las Cortes de Bayona formularon una serie de
peticiones tendentes a poner fin al pacto colonial), que las
Juntas Americanas entre 1810 y 1814 iniciaron con carácter
soberano relaciones con Gran Bretaña y Estados Unidos y
que, si bien el triunfo de los movimientos revolucionarios
pioneros fue efímero y al finalizar la guerra de la
Independencia en el territorio peninsular la metrópoli logró
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 37
restaurar el régimen colonial (salvo en gran parte del Río de
la Plata y Venezuela), las bases para el restablecimiento de la
soberanía eran tan frágiles que entre 1818 y 1821 se
produjeron una serie de declaraciones independentistas en
cadena, quedando la resistencia de los grupos realistas
reducida a algunos enclaves aislados, que tan sólo se
pudieron mantener hasta 1824 ó 1826, fecha en que el
derrumbe del dominio colonial fue claro y manifiesto. En
cualquier caso, si seguimos los datos disponibles sobre los
caudales procedentes de las colonias, el número de
expediciones a América, la naturaleza de los géneros
exportados y la participación regional, se puede obtener una
idea aproximada de los efectos de las medidas del
reformismo borbónico.
En efecto, una magnitud significativa es el valor de los
caudales recibidos de América, especialmente los que vienen
por cuenta de particulares y que pueden por tanto suponerse
en líneas generales equivalentes al producto de la venta de las
mercancías exportadas. La posibilidad de contrastar las cifras
correspondientes a tres momentos diferentes (1717-1738,
1747-1778 y 1782-1796), permite comprobar la evolución
interna seguida durante los períodos aquí analizados.
Mientras la primera etapa arroja un total de casi 131 millones
de pesos, la segunda alcanza los 401 millones, lo que
significa (por encima de la desigual duración de ambas
etapas) un aumento más que considerable de las remesas
metálicas entre las fechas consideradas, que se incrementan
durante la primera etapa del Libre Comercio hasta alcanzar
448 millones (sólo para Cádiz y Barcelona en una época
jalonada de conflictos bélicos)
De este modo, sin pretender deducir más conclusiones de las
permitidas, no cabe duda de la espectacular progresión de los
indicadores disponibles, aunque no respondan exactamente a
las preguntas formuladas. El comercio creció sin duda a lo
largo del periodo del monopolio gaditano, si bien este
crecimiento no debe imputarse exclusivamente a la bondad
de la política reformista en el terreno específico del tráfico
ultramarino, sino al desarrollo general de la economía
española a todo lo largo del Setecientos. En cualquier caso, el
sistema de Libre Comercio representó un nuevo paso
adelante en el crecimiento del comercio colonial, ya que, si
volvemos a emplear los mismos indicadores (partiendo de la
base de las 930 expediciones efectuadas en los últimos
cincuenta años del monopolio sevillano), obtenemos los
siguientes resultados: 1.188 expediciones (o viajes de ida),
en los sesenta y dos años de vigencia del monopolio
gaditano, frente a 3.949 expediciones durante los cuarenta
años del libre comercio, acerca de los cuales existen cifras
procedentes del cómputo de las fuentes oficiales (aunque se
debe tener en cuenta que los buques empleados en la Carrera
durante esta última etapa eran de menor tonelaje). El
proyecto de dinamización del ritmo del tráfico se cumplió
incluso más allá del desideratum expresado por Campomanes
de tener cuarenta buques navegando anualmente en viaje
redondo, ya que de 19 unidades anuales de media durante el
monopolio gaditano se pasa a 87 expediciones de media
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
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durante el período de libertad comercial.
Ahora bien, incluso si consideramos que el número de
expediciones en la ruta atlántica puede tener un correlato
adecuado en las cifras de las exportaciones a América,
faltarían otras variables para juzgar del éxito o el fracaso de
la política borbónica. En efecto, tan interesante como el
crecimiento general del tráfico resulta el grado de
nacionalización obtenido a partir de la incorporación de las
distintas regiones al comercio de exportación. En este
sentido, los escasos datos disponibles para el período del
monopolio gaditano no predisponen al optimismo, ya que
durante dicho espacio la producción española podría haber
representado tan sólo un 16% del valor total de las
exportaciones, calculado a partir de la manipulación de los
registros de la flota de 1757 y su extrapolación al conjunto de
los años 1717-1778. Aunque carecemos de cifras para
comprobar un posible progreso a lo largo de dicha etapa, en
cualquier caso también aquí el Libre Comercio se reveló
como el verdadero sistema rupturista, ya que la cifra del 52%
para la exportación española en relación al total durante el
periodo 1782-1796 permite constatar cómo, quizás por
primera vez en la historia de la Carrera de Indias, las
reexportaciones extranjeras se ven superadas por los géneros
de la producción nacional. Tendencia que se mantiene e
incluso se acentúa si llegamos hasta 1818 (62%), y hasta
1828, según los primeros datos de una investigación aún en
curso.
Si la producción nacional se va haciendo poco a poco su
hueco en las bodegas de los buques de la Carrera, éstos
también se incorporan a un proceso de nacionalización en su
fábrica (114.600 toneladas de construcción española frente a
las 38.000 toneladas del monopolio gaditano)
Ahora bien, no todo el litoral contribuyó en igual medida al
progreso de la construcción naval. La construcción nacional
se distribuyó de forma desigual por la geografía tanto
española como americana, siendo Cataluña y Vascongadas
las que más toneladas aportaron y Andalucía la que incluyó
mayor número de bastimentos en la composición de la flota
del Libre Comercio, lo cual no fue óbice para que los
astilleros de Valencia y Baleares mostraran su vitalidad
constructiva como beneficiarias de los cambios producidos
en el tonelaje de los barcos a partir del cambio en el sistema
de navegación y de las repetidas crisis bélicas que incidieron
en el tráfico ultramarino (barcos de escaso porte por
conveniencias de seguridad y división de riesgos). Por otra
parte, la misma disparidad en la participación regional
mostrada por las distintas áreas metropolitanas es exportable
a los diferentes ámbitos hispanoamericanos involucrados en
la construcción naval con representación en la Carrera,
pudiéndose detectar un ritmo de crecimiento, siempre en
progresión, a medida que se va consolidando el Libre
Comercio y las distintas áreas americanas van progresando al
beneficiarse de los efectos positivos de la libre circulación
entre los puertos habilitados.
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 39
Continuando con el sector naval, los otros dos indicadores
que sirven para mostrar el posible éxito de las medidas
reformistas son el fomento del número de bastimentos
mercantes para el mantenimiento de unas líneas regulares con
las colonias ultramarinas y la modernización de los tipos de
buques para adecuarse a las necesidades de mayor velocidad
de rotación y de crucero. En ambos aspectos se puede
convenir que se logró una mejora notable. En primer lugar, la
flota mercante se incrementó con respecto al monopolio
gaditano, de modo que de 598 barcos se pasó a 1.720
unidades, teniendo en cuenta que a esta cifra se han de añadir
las embarcaciones del Libre Comercio que zarparon de los
otros puertos habilitados al margen del tráfico gaditano.
En segundo lugar, al tiempo que la velocidad de rotación se
incrementó (son numerosos los barcos que habilitan en Cádiz
dos veces en el mismo año), la velocidad de crucero se vio
potenciada por la reducción del porte de los buques (el
62,75% de las expediciones se hicieron en buques de porte
inferior a las 200 toneladas, mientras que en el monopolio
gaditano sólo se realizaron el 32%, predominando las
efectuadas en barcos de mayor tonelaje) y la modernización
de sus perfiles y arboladuras. Los navíos, paquebotes, saetías
y urcas del monopolio fueron desplazados por fragatas,
bergantines, polacras y goletas, mientras se incorporan toda
una serie de tipos de tradición mediterránea de velas latinas
(jabeques, jabeques-místicos, jabeques-polacra), que
progresivamente se van adecuando a las necesidades
atlánticas a través de la adopción de aparejos mixtos, idóneos
para barloventear ciñendo el viento de bolina. Y los cascos no
sólo se estilizan por el procedimiento de de alargar la quilla
con relación a la manga, sino que también comienzan a
recubrirse con forros de cobre, contribuyendo a aumentar la
velocidad, la maniobrabilidad y a disminuir los costos de
estadía para las reparaciones inherentes a los forros de
madera agredidos por la broma en las cálidas aguas de la
costa americana.
Resumiendo, la progresiva incorporación regional se vio
favorecida desde el primer momento por la política
reformista, tanto por la promoción de las compañías
privilegiadas, como por la implantación de los registros
sueltos o por la progresiva quiebra del sistema de puerto
único permitiendo al menos la "multiplicación del
monopolio". La reserva de espacios exclusivos en América
para sociedades de base provincial, la posibilidad de navegar
en barcos de modesto porte al margen del control de las flotas
por parte de la oligarquía de los cargadores gaditanos y la
utilización de los puertos más cercanos para el embarque de
los géneros dejando para realizar en Cádiz tan sólo el trámite
del registro de los cargamentos, fueron otras tantas bazas en
el activo de las burguesías locales de las diversas regiones,
incluso antes de la promulgación del Decreto de Libre
Comercio de 1778. También en este terreno puede decirse
que el reformismo cosechó indudables éxitos, aunque con
una indudable diferenciación regional
.
Así, la respuesta regional fue inexistente en los casos de los
puertos de los Alfaques de Tortosa, Cartagena, Almeria y
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 40
Sevilla y extremadamente tímida en Alicante, Palma de
Mallorca, Gijón y Santa Cruz de Tenerife. En mayor medida
comparecieron las plazas de Santander, La Coruña y Málaga,
mientras Cádiz retenía la mayor parte del tráfico por su
ventaja inercial y Barcelona se revelaba como la gran
beneficiaria del sistema gracias al proceso de crecimiento
económico protagonizado por Cataluña a lo largo del
Setecientos.
En suma, el reformismo borbónico no supuso una alteración
de las bases mercantilistas que fundamentaron el
funcionamiento de la Carrera de Indias desde sus primeros
momentos. En este sentido, la política llevada a cabo por los
Borbones se mantuvo dentro de la lógica del absolutismo
ilustrado, que buscaba en todos los campos soluciones para el
apuntalamiento del Antiguo Régimen, nunca para su
subversión. Ahora bien, dicho esto, la Carrera de Indias se
benefició de la aplicación de principios de racionalización
para conseguir un mejor rendimiento que se reflejase en el
crecimiento del tráfico y en la nacionalización de las
exportaciones. En este contexto, los métodos aplicados
fueron cada vez más avanzados, en una secuencia que va
desde la mera reordenación de comienzos de siglo hasta la
adopción de medidas tendentes a erosionar la doctrina del
puerto único y la amplia liberalización posterior a 1778.
Naturalmente, nada en esta política lesionaba el dogma del
control estatal y la reserva del espacio americano a los
súbditos de la Monarquía Hispánica, incluso cuando
impelidos por la cruda realidad se autorizó, por real decreto
de 9 de febrero de 1824, el comercio directo con los
extranjeros en los dominios de América, gravado con un
recargo del 6% de habilitación por derecho de extranjería,
para dificultar que los foráneos pudiesen participar de los
beneficios reservados a los naturales. La modernización del
sistema debía ser justamente la garantía de la perpetuación
del propio sistema, por lo que la administración se mostró
renuente a publicar el decreto de 21 de febrero de 1828, acta
de defunción del Libre Comercio y, en definitiva, de la
Carrera de Indias. Sin embargo, del mismo modo que la
mayor racionalidad y eficacia del Despotismo Ilustrado
permitió a la larga la aparición de una ideología
independentista y la efectiva emancipación de América, el
mejor funcionamiento de la Carrera de Indias contribuyó a la
denuncia de los principios del pacto colonial favorable a la
metrópoli en que tenía su fundamento. La independencia de
América acabó con el sistema de intercambios establecido a
raíz del descubrimiento justamente cuando el reformismo
borbónico estaba empezando a producir sus mejores frutos en
el sector del comercio ultramarino.
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 41
Sociedad
El arzobispo Arcas ordenó repartir sus rentas entre conventos,
hospitales y pobres para conmemorar las victorias de Felipe
V en Italia. Don Felipe Gil de Taboada (1.719-1.722) metió
en la cárcel arzobispal a varios sacerdotes que se amotinaron
para pedir mejor trato ( junio 1.721). Don Luis Salcedo y
Azcona (1.722-1.741). Don Luis de Borbón (1.742-1.754)
hijo de Isabel de Farnesio, tomó posesión a los 14 años por
dispensa papal, de modo que la diócesis fue administrada de
hecho por el arcediano Marqués de Campoverde, hasta que
en 1.749 fuera sustituido por Francisco Solís Folch de
Cardona, hijo del marqués de Montellano, que volvió luego a
Sevilla como propietario de la mitra (1.755-1.775)
falleciendo en Roma durante un cónclave.
De los 15.000 extranjeros a principios de siglo pasamos a
4.000 en 1.746 dedicados a oficios menospreciados como
peluqueros, cocineros, carboneros, carniceros y taberneros;
los flamencos y británicos se marchan a Cádiz.
Los abogados sevillanos que se regían tradicionalmente por
las ordenanzas de la Real Audiencia (1.603), deciden en
1.703 incorporarse al colegio de Madrid para sustanciar los
pleitos en la capital, por más que ellos no se constituyan en
colegio sino en 1.732 muy vinculado a los padres
mercedarios en cuya casa grande, donde se rendía culto al
Señor de la Pasión, celebran sus funciones religiosas hasta
que en 1.768 fueran trasladados a la iglesia de los clérigos
menores en la c/ Borceguinería.
Fachada y patio de la Real Audiencia.
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 42
En 1.708 a la malísima cosecha se unió una plaga de
langostas y miles de hambrientos se congregaron en las
gradas, igual que en 1.717, y en 1.734 en que el Arzobispo
puso remedio al entregar 20.000 fanegas de trigo. En la
hambruna de 1.750 los pobres mendigaban de dos en dos
vestidos de paño oscuro con un corazón rojo en el pecho.
En el XVIII se recogieron en la Casa Cuna 28.000 expósitos
con un promedio anual de 282, o sea más del 10% de los
nacidos, de los que a los pocos meses sólo sobrevivían un 20
% amamantados por las amas de la institución que llegaron
a ser 374 en 1.750.
Los gitanos, que comenzaban a formar su cante, eran
tratantes, esquiladores, herreros y oficiales de matadero. La
R.O. de 1.745 les obliga a residir en ciertos pueblos, y la de
1.749 ordena la prisión, el embargo y la expulsión de la
ciudad, aunque los que acreditaron buena conducta
regresaron y fueron recluidos bajo vigilancia en el Corral del
Agua (San Bartolomé). Luego, para integrarse, compraron las
tallas de Nuestro Padre Jesús de la Salud y María Santísima
de las Angustias a las que dieron culto en el convento del
Pópulo saliendo por primera vez de procesión en la Semana
Santa de 1.758.
Los criados domésticos negros y mulatos eran ya más
numerosos en Cádiz y Málaga que en Sevilla. Fue famosa la
criada negra de la Condesa de Santa Gadea que fallecida en
1.735 fue sepultada en el panteón real. El negro Salvador de
la Cruz (fallecido en 1.775 a los 115 años) fundó en San
Roque la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores que
hizo su última estación en 1.786 pues a fines de siglo sólo
quedaba una docena de negros. De los 2.384 servidores "de
librea" sobresalen los asturianos que también eran aguadores,
costaleros, y mozos de cordel, con hermandad propia en el
Patio de los Naranjos donde daban culto a Nuestra Señora de
la Granada.
Carro de la máscara de 1.746 en homenaje a Felipe V y
Doña Bárbara de Braganza por Domingo Martínez. Al
fondo balcones del Ayuntamiento engalanados.
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 43
El correccional de los "Niños Toribios" fundado por Toribio
de Velasco, se inició en modesta casa de la c/ Peral aunque
luego el Ayuntamiento le ceda la Inquisición vieja, y después
de 1.767 se trasladan al antiguo Hospital de Indias anejo al
Colegio de San Hermenegildo. Se concibió para alternar la
escuela de sastrería, zapatería, carpintería etc., con el rosario,
misa y media hora de oración mental diaria, y disciplinarse
en comunidad tres veces a la semana. Fallecido Toribio en
1.730, se fue convirtiendo en correccional donde por una
módica pensión se admitía a los niños incorregibles. Después
de la guerra napoleónica hubo que instalar un reñidero de
gallos para poder sobrevivir, y en 1.830 sirvió de prisión a
varios religiosos.
La guerra de principios de siglo desnuda a la juventud del
traje de golilla (adorno que circunda el cuello) mientras que
por el contrario en 1.713 comienza a ser usado por los
subalternos de la Audiencia con manteo (< manteau: capa
larga con cuello sobre la sotana), puños blancos y peluca a la
francesa que se dejó de usar cuando así lo hizo Jovellanos. La
pragmática de 1.723 sobre el lujo obligó a Cabildo y
Audiencia a vestir de negro en una medida que sólo se
atempera con la llegada de las flotas en especial la de 1.758
en que aparecen las prendas recamadas en oro y plata. Hacia
1.725 se impuso la sustitución de la gineta (estribos cortos)
por la brida (freno, riendas y correaje de cabeza) más
conforme al traje corto que se empezó a usar.
El 28 de noviembre de 1.700 el Cabildo acepta a Felipe de
Anjou y manda a Madrid para rendirle pleitesía al diputado
Miguel de Jáuregui, Marqués de Gandul, mientras que el
Cabildo eclesiástico comisiona al canónigo Lorenzo Folch
Cardona. Una "Relación de los servicios de Sevilla a Felipe
V" explica que con medio millón de escudos se crearon
cuatro regimientos de infantería y uno de caballería además
de improvisarse una fábrica de pólvora en las afueras. En
1.707 fue motivo de fiestas que la reina se quedase preñada,
la victoria de Almansa, y el nacimiento del infante Luis
Fernando anunciado con repiques según reseña la Gaceta de
Sevilla de ese año. Para conmemorar las victorias de
Brihuega y Villaviciosa se saca a la Inmaculada conocida por
el pueblo como "la cieguecita". Cuando en 1.724 María Luisa
Gabriela Manuel subió al trono por renuncia de su padre, el
Asistente Conde de la Jarosa arrojó al pueblo medallas de
plata con la efigie del joven Luis I que reinó 9 meses.
Las leyes prohibían el uso de armas cortas de fuego y el traje
de golilla indispensable para justas, juegos de toros y cañas
etc, de modo que se iba perdiendo el gusto por las armas y la
cría de caballos. Para evitarlo el gobierno crea en 1.725 la
Junta de Caballería del Reino y autoriza la reconstitución de
la Real Maestranza de Sevilla (también de Ronda, Granada y
Valencia) formada por 36 caballeros nobles que obtuvieron
en 1.730 el privilegio de usar pistolas de arzón y uniformes
de grana.
Esta hermandad construyó una plaza cuadrángular de madera
apoyada en uno de los muros del convento del Pópulo junto
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 44
al río donde se venían celebrando las corridas desde
principios del XVIII. Sirvió hasta 1.733 en que se levanta una
redonda de madera junto al Baratillo (el primer ruedo del
país) aunque Felipe V dio privilegio para construir otra de
material, La R.O. de 10 de mayo de 1.754 prohíbe la fiesta y
durante los 5 años que duró se pudrieron las maderas.
La reconstrucción se produce desde 1.759 de material el
exterior y la tercera parte de las gradas para lo que hizo falta
arrojar los escombros del vertedero al río. En la fiesta de dos
días en mañana y tarde se lidiaban unos 40 ó 50 toros. Eran
días festivos en que la afición, que iba prefiriendo el toreo a
pie al tradicional rejoneo de los caballeros, se arremolinaba
toda la noche anterior en las calles próximas pues el encierro
matutino era gratuito. Destacaban el negro José Cándido (de
Chiclana), Juan Romero (de Ronda), y el ídolo Juan Miguel
de San Bernardo donde había una escuela de tauromaquia en
el Matadero apodada El Colegio donde practicaban los
maletillas.
En el Corpus se colocan toldos o velas en Gradas, plaza de
San Francisco, Salvador, Almirantazgo y Placentines, se hace
la tarasca (sierpe monstruosa), y desfilan los gigantones, y los
danzantes que solían ser valencianos que venían todos los
años por 300 reales hasta que la prohibición de los autos en
1.765 acabó con ellos.
Cuando el Asistente Carlos de Herrera concluyó el Coliseo en
1.675 coincidieron malas cosechas y epidemias que
justificaron la intervención del Arzobispo Spínola, del jesuita
Padre Tirso González, y de Miguel de Mañara que consiguen
la prohibición de comedias en Sevilla en 1.679 convirtiendo
el teatro de la Montería en viviendas para subalternos del
Alcázar y caballerizas del Asistente. En 1.692 se permitió
representar allí volatines y juegos de manos pero un fuego
con consecuencias desgraciadas obligó al Asistente a prohibir
todas las representaciones que pasaron a casas de vecinos.
Durante la primera mitad del XVIII Sevilla se resigna a
representaciones de titiriteros, teatros mecánicos de muñecos
etc, en barracas de lienzo o madera por temporadas, y en
casas ruinosas de la calle de las monjas de Gracia, o en unos
almacenes de Triana frente a la Torre del Oro. La prohibición
es reiterada por Felipe V para Sevilla en 1.731, y luego en
1.749 y en 1.755 aunque no parece que las compañías
italianas la cumplan.
Plaza de toros de la Maestranza por Domínguez Bécquer
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 45
De 1700 a 1766
Para reorganizar la administración española
según el modelo francés crea José Patiño, Secretario de
Hacienda y Marina, en julio de 1.718 el cargo de Intendente
de Provincias y Ejércitos pero ante la general oposición sus
funciones quedan delimitadas a la Intendencia de Guerra. Al
ser Sevilla ciudad realenga tenía Asistente que a lo largo del
XVIII amplía sus facultades con la Superintendencia General
de Rentas del Reino de Sevilla y la Intendencia General del
Ejército. Entre 1.732-1.738 el Asistente será Rodrigo
Caballero sucedido por Ginés de Hermosa y Espejo (marzo
1.738-julio 1.752) que restableció el orden en tabernas y
casas de juego, y mejoró la administración de los pósitos
(reservas de grano) con un sistema que estaría vigente hasta
fines de siglo. Fernando de Valdés Quirós (1 de julio 1.752-
1.757) atendió los daños del terremoto del 1 de noviembre de
1.755 que arruinó 300 casas e hizo tañer las campanas de La
Giralda por más que los daños no fueran comparables con los
600 pescadores ahogados que faenaban en Huelva. A pesar de
los 8 ó 10 minutos que duró no causó demasiadas desgracias
lo que se conmemora con el monumento del Triunfo en la
plaza homónima. El Alguacil Mayor desempeñado
tradicionalmente por la Casa de Medinaceli había perdido sus
responsabilidades desde los Reyes Católicos que las
atribuyeron al Asistente cuyos Tenientes presidían el Cabildo,
firmaban las actas y su voto equivalía a una tercera parte de
los de todos los demás capitulares.
En el XVIII el Alguacil Mayor será un cargo honorífico pues
sus funciones derivaron por el uso al Procurador Mayor de la
ciudad al que correspondía el gobierno y orden en el
Ayuntamiento ya que decidía en cuestiones graves y urgentes
sin intervención del Cabildo; este cargo estuvo vinculado a
perpetuidad a Gerónimo Ortiz de Sandoval, Conde de
Mejorada, con el mismo nombre y apellido durante todo el
siglo. El Alférez Mayor es un cargo venal encargado de
portar el pendón y custodiar las llaves, ocupado desde 1.738
por Juan Ignacio del Río Estrada y Olloquí. El Teniente
Alcalde de los Reales Alcázares es desde 1.738 Jacinto
Márquez.
En la Real Audiencia de Grados de la plaza de San Francisco
son regentes: Pedro de Ursúa y Arismendi (1.698-1.706),
Tomás Percero de Ulloa (1.706-1.709), Antonio Valcárcel
(1.709), Antonio de Alcázar (1.713) con el que todos los
ministros de la Audiencia vestirán golilla, Manuel de Torres
(1.713-1.732), Joaquín Antonio de Bazán Marqués de San Gil
(1.733), Jacinto Márquez (1.736) que murió aquí ejerciendo
en 1.753, Francisco Fernández (1.753), Luis de Cárdenas y
Montalvo (1.754), y Domingo Cerezo Nieva (1.755-1.770).
En 1.717 se suprimen todos los "puertos mojados y secos" o
fronteras interiores pero la reacción de Navarra y el País
Vasco obligó a reponerlas allí en 1.722. Aparte el
almojarifazgo mayor o aranceles aduaneros que iban a parar a
la Real Hacienda, el Ayuntamiento se nutría de las rentas de
Propios, de las rentas o impuestos sobre el comercio, y de los
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 46
arbitrios que eran gravámenes excepcionales que se seguían
percibiendo por uso inveterado.
Si en esta época el espíritu contrarreformista del XVII
sevillano había sido de manera significativa en la
construcción de una importante arquitectura religiosa
principalmente de conventos que ocupaban en muchos casos
manzanas enteras el XVIII lo fue de Iglesias. El clero
sevillano poseía casi el 97% de las propiedades residenciales
en la ciudad principalmente por razones económicas que
hacían subsistir del diezmo en materias primas de sus grandes
latifundios por otra del carácter económico de la ciudad que
lo hacia de sus explotaciones agrarias. Los hacendados en
períodos de incertidumbre no podían mantener sus
propiedades y la iglesia parecía no verse afectada por esos
rebotes de crisis dado su carácter en especie del que nutrían
sus arcas.
En los siglos XVII y XVIII Sevilla cae en una profunda
decadencia económica y urbana. Se sospecha que en la gran
epidemia de peste de 1649 murieron aproximadamente
60.000 personas, el 46% de la población existente, pasando
Sevilla de 130.000 a 70.000 habitantes. La población de
65.000 habitantes en 1.650 asciende a 85.000 en 1.705
aunque la guerra y la epidemia de 1.719, que mató a 13.000,
la reduce a 65.000 que se mantiene hasta 1.750.
También transforma a Sevilla en una ciudad-convento. En
1671 existían 45 monasterios de frailes y 28 conventos
femeninos. Todas las órdenes importantes, franciscanos,
dominicos, agustinos y jesuitas, se instalaron en ella. El arte
barroco, a menudo religioso, florece en pintura con nombres
como Valdés Leal, Murillo y Zurbarán y en escultura con
Martínez Montañés y Juan de Mesa. De esta época datan un
gran número de iglesias y retablos así como muchas de las
imágenes, pasos y costumbres de la Semana Santa sevillana.
Sevilla es una ciudad amurallada y lo será hasta bien entrado
el XIX. Cada invierno su cauce se desborda adoptando
medidas de dudosa eficacia en su prevención como era el
atracancamiento de las puertas de la muralla. De ello la
importancia como muro defensivo de las riadas que
otorgaban los gobernantes de la época.
En la "Representación, manifiestos, exclamaciones y suspiros
que hacen y dan los 17 gremios de mercaderes unidos"
publicada en 1.701 pero redactada en 1.695, se dice
exageradamente que de los 16.000 telares de seda, quedan en
uso unos 200, y de los mercaderes de paños sólo quedan 3
ancianos. Los mercaderes que habían sido proveedores de
materias e intermediarios de los artesanos, prefieren ahora
importar géneros de Milán o Lyon dejando en paro a muchos
de los 3.000 telares "de lo estrecho" (listonería y
pasamanería). De fines del XVII nos quedan las colgaduras
de las columnas de la catedral, donativo del comercio en
acción de gracias por el salvamento de la flota acechada por
los franceses.
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 47
En 1.593 se prohíbe que los barcos construidos en Sevilla y
su costa participen en la Carrera por la mala calidad de la
madera que sólo servía para hacer barquitos de pesca,
chalupas, gabarras que en un par de días traían la plata de la
bahía, y los veloces "avisos" de 50 toneladas capaces de
cruzar el Atlántico. La falta de calado impedía botar en los
astilleros de Triana buques de más de 500 toneladas, y
además había que importar de lejos cordaje, velamen y
muchas otras piezas. En la segunda mitad del siglo el escaso
tráfico llevó a la falta de barcos y a un olvido del arte de
navegar pues apenas saben guiarse por las estrellas y abundan
las pérdidas por la impericia de los pilotos.
Las fábricas de pólvora estaban en Los Remedios para
aminorar los efectos de las explosiones accidentales como la
de 1.613 que dañó las vidrieras de la catedral. Hacia 1.622
los molinos de Cuartos suministraban la pólvora a los
galeones, pero a fines de siglo no queda ninguno. La fábrica
de Artillería fundada a mediados del XVI por Juan Morel, fue
vendida por sus descendientes a la familia flamenca o
alemana Vanvel o Bambel que siguió a su frente después de
vendérsela al Estado en 1.634; luego tomaron la contrata
Francisco Ballesteros, Juan Sniders de Salazar, y Enrique
Havet, hasta que en 1.717 pasó a la directa administración
estatal: Sus cañones de bronce eran de mediana calidad pues
el cobre venezolano no es el húngaro. La primera y única
fábrica de tabacos de España estuvo en la morería, cerca de
San Pedro, donde trabajaban 400 personas y 100 caballerías.
El motrileño Martínez de la Mata "duro, bronco y sin letras",
tercer seglar de San Francisco y procurador de galeotes,
convocó a los gremios para dar respuesta a los géneros
extranjeros que habían arruinado la producción propia, muy
visible en el contraste entre la opulencia de las familias de
estirpe extranjera frente a la miseria del pueblo sevillano en
los años 50. En 1.679 el gobierno da un giro a su política
económica según el rumbo marcado por el mercantilista
ministro francés Colbert en el que la recuperación industrial
es el primer objetivo. El gobierno promete apoyo legislativo,
exención de la reglamentación gremial, desgravación
tributaria, y permiso para traer oficiales extranjeros
que enseñen las nuevas técnicas. Sin embargo en 1.680-84 las
malas cosechas, los desastres naturales y la devaluación
sumergen en el marasmo a la capital pese a que en 1.687 se
constituya una Junta de Comercio presidida por el Asistente
Conde de Montellano, y pese a seguir siendo en 1.700 la
segunda ciudad de España.
En 1717 la nueva administración borbónica ordenó el
traslado de la Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz, puerto
mejor adaptado al comercio transatlántico. Sevilla pierde así
una gran parte de su importancia económica y política. El
terremoto de Lisboa de 1755 también se sintió en los
inmuebles de la ciudad afectando incluso a la Giralda y
llegando a causar 9 víctimas.
Las primeras referencias del consumo de tabaco en España se
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 48
atestiguan en Sevilla. También la primera fábrica de tabacos
del país se asienta en esta ciudad. Se trata de la Real Fábrica
de Tabacos, cuya construcción se inicia en 1728 y que es uno
de los primeros grandes proyectos de edificio industrial en la
Europa moderna.
En 1729 la corte de Felipe V se traslada a Sevilla. La ciudad
lo recibe en plena crisis económica, como consecuencia de
las fugas de capital tras la perdida de monopolio con América
y la inmovilidad de los bienes eclesiásticos y nobiliarios.
El jesuita Antonio de Solís describe en su "Olimpiada"
(Sevilla, 1.747) la llegada de los reyes que procedían de
Badajoz de los esponsales del Príncipe de Asturias con
Bárbara de Braganza, y del Príncipe de Brasil con Mariana
Victoria de España. El 3 de febrero de 1.729 cruzan el puente
de barcas los 85 coches, 350 calesas, 3 berlinas, 750 caballos,
3.121 acémilas y otros 88 carros y galeras con 636 criados
que son recibidos con 18 cañonazos desde los altos del
Baratillo, seguidos de otros de los barcos anclados y el
repique de campanas durante tres horas. El Arzobispo Luis de
Salcedo y Azcona salió a encontrarse con el rey en Santa
Olalla, el Asistente Conde de Ripalda en Castilblanco, y el
Ayuntamiento en Santiponce. Este desembolsó 150.000
escudos para agasajos y obligó a los pudientes a dar comida y
alojamiento a embajadores, nobles y militares. La tropa se
instala del siguiente modo: la guardia flamenca en la posada
de San Pablo, la italiana en la de la Reina, la walona en el
Corral de Pineda, la infantería en el Hospital de la Sangre, y
los alabarderos en una casa alquilada cerca del Alcázar; la
guardia de corps se instala en un cuartel de nueva planta en
los Humeros, sobre el solar de las "cureñas" (putas) lo que
hiere su orgullo pues se creen con derecho a casas
particulares, e incendian el cuartel.
Plano de Collantes de Terán sobre inventario de
propiedades de la iglesia.
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 49
Desde entonces el rey ordena que excepto los ministros de
obligado servicio, todos los que viajasen por gusto pagasen
por el alojamiento. Felipe V salía por las tardes del Alcázar a
visitar monumentos, a dar batidas de lobos en La Corchuela,
o a pasear en góndola de 20 remeros estofada por fuera y con
terciopelo carmesí por dentro que le regaló el Ayuntamiento.
En 1.729 se trasladó públicamente el cuerpo de San Fernando
en la Capilla Real a la nueva urna de plata del platero Juan
Laureano. Veraneó en el Puerto de Santa María y regresó la
Corte a Sevilla el 27 de septiembre para que naciera el 17 de
noviembre la infanta María Antonia Fernanda que se casaría
en 1.750 con el Duque de Saboya.
El Marqués de Branchas costeó banquetes, ópera, baile,
castillos de fuegos y dos fuentes corrientes de vino en la
plaza del Duque. En 1.730 veranean en la sierra de Cazorla
hasta el 23 de agosto. En 1.731 muere el Asistente Conde de
Ripalda, se firma el Tratado de Sevilla, se concluye San Luis
de la Compañía de Jesús, y se marcha el 20 de octubre el
infante Carlos (futuro Carlos III) a ocupar los ducados de
Parma y Plasencia, y después el reino de las Dos Sicilias. La
Corte parte de Sevilla el 16 de mayo de 1.733. Su hermano
Fernando VI (1.746-1.759) disfrutó luego su luna de miel en
el Alcázar.
Aun cuando se vuelve a producir un resurgir económico en
las artes y en la cultura el entorno urbano no podrá
acometerse obras en la linea del Barroco Europeo,
localizándose principalmente en la zona extramuros de la
ciudad.
Traslado del cuerpo de San Fernando a la urna de plata de
la Capilla Real
El problema principal radicaba en la ausencia de una política
municipal auténticamente renovadora al modo europeo, ya
que a principios del siglo el gobierno de la ciudad estaba en
manos del estamento nobiliario que pretende perpetuar la
situación de privilegio que heredaba de épocas anteriores
mediante el apoyo de la alianza iglesia-estado.
La población de 65.000 habitantes en 1.650 asciende a
85.000 en 1.705 aunque la guerra y la epidemia de 1.719, que
mató a 13.000, la reduce a 65.000 que se mantiene hasta
1.750.
La nobleza sevillana ha iniciado un periodo de deterioro
económico que pone en peligro su identidad como casta. Para
evitarlo trata de controlar el poder local, lo que se traduce en
una política urbana conservadora que rechaza todo tipo de
reformas que suponga un menoscabo de su patrimonio
inmobiliario.. Como contrapartida, propondrá una serie de
intervenciones de carácter emblemático que, además de ser
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 50
mucho mas económicas, supone el manifiesto publico de su
adhesión a la nueva estética barroca. Me refiero a la
proliferación de fachadas, torreones, miradores etc que
introducidos de manera puntual en el entramado urbano, se
erigirán en signos externos de un nuevo lenguaje.
Sevilla seguía siendo una ciudad de palacios: en la plaza del
Duque la mansión del Duque de Medina Sidonia; en la calle
Dueñas el Duque de Alba había sucedido a los Pinedas; en la
plaza de la Paja junto a Los Terceros vivía el Duque de
Arcos; en la Casa de Pilatos el de Medinaceli y Alcalá; cerca
del convento de San Antonio el Duque de Osuna; en la
Borceguinería el de Veragua; frente a San Andrés los Duques
de Alburquerque, y junto a Santa María la Blanca el de
Sanlúcar Alguacil Mayor de la Santa Inquisición; los
Marqueses de la Algaba en la plaza de la Feria, y los de
Ayamonte en la de Regina; el Marqués de Paradas junto a
San Juan de Dios; el de Torreblanca en la calle Santiago, y el
de Moscoso en la calle del Corso; el de Montefuerte en la
calle Palmas; el de Villafranca y Carrión en la calle
Céspedes. El Conde de Águilas en la plaza de los Trapos, el
Conde de Mejorada en la calle Real, el de Cantillana en la
plaza de la universidad delante de la puerta de Jerez; el de
Castellar en la calle homónima; el de Peñaflor en la plaza de
Villasís; el de Monteagudo en la calle Sierpes; el de Benagiar
en la calle Monsalves y el de Montelirio en la plazuela de su
nombre. Además de los mayorazgos citados hay apellidos
ilustres como los Tello en Sierpes, los Guzmán en la calle del
Socorro, los Maestre en La Pajería, los Bucarelli en la calle
de los Generales (calle Santa Clara), los Solís en el Duque,
los Pumarejo (en su plaza), y los López Pintado en la calle
Santiago. Los títulos de Castilla avecindados sumaban 40
marqueses y 14 condes en 1.770 pues los duques y grandes
sólo tenían residencia esporádica en Sevilla. Muchos de ellos
con títulos comprados por mercaderes extranjeros en tiempos
de Carlos II y Felipe V: en total unas 200 familias muy otras
de las que entraron con Fernando III.
Las directrices europeas del barroco acerca de la
nacionalización, ordenación y desahogo de la ciudad se vera
plasmada en la creación de barrios periféricos, el derribo de
construcciones prexistentes en un intento de generar
ensanches interiores y la realización de espacios verdes para
el disfrute de la población.
En el sentido del jardín barroco francés donde la idea de l
dominio de la razón sobre la naturaleza se ve plasmado en la
Alameda de Hércules y la arboleda de la rivera del
Guadalquivir.
Hasta 1.731 La Alameda había sido un lugar maloliente pero
con la corte aquí se limpiaron los canales que lo circundaban
y se plantaron bancos y árboles para los conciertos
vespertinos a que asistían los Infantes. En 1.764 el Asistente
Larumbe instala 3 nuevas fuentes, otras 2 columnas a su
término y siembra 1.600 álamos. Entre las 6 y las 8 y luego
de 10 a medianoche concurrían en sus coches los caballeros
con capa o uniforme y las damas con enaguas negras
(basquiña o saya), mantilla negra de mañana y blanca por la
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 51
tarde, y abanico esencial para comunicarse mediante signos.
Junto al río se realizaban los saraos en el paseo de las
Delicias que iba desde la puerta de la Barqueta, donde hay un
plan enladrillado que llaman El Banquillo, hasta el Husillo
Real. Desde San Laureano hasta la puerta de Triana y el
almacén de maderas, estaba el paseo de El Malecón con
cuatro hileras de álamos.
Fachada de la Universidad de Mareantes. Fachada
churrigueresca diseñada por Leonardo de Figueroa muerto
en 1.730 y concluida 4 años más tarde por su hijo Matías.
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 52
El paseo de El Arenal sufrió modificaciones tras la
inundación de 1.784 y llegaba hasta el Arquillo de la Plata y
Arquillo de La Moneda junto a la Torre del Oro cuyo exterior
se restauró en 1.760 porque la piedra estaba corroída y se le
añadió el castillete de remate. La plaza de toros trazada por
Vicente Martín (1.760) era de material en su fachada y en 1/3
del interior pues no se remató el trabajo hasta un siglo
después.
El paseo de la Bella Flor llegaba hasta la desembocadura del
Tamarguillo, y desde allí una calle de álamos llegaba hasta la
venta de Eritaña. Había vendedores de confites, helados y
agua fresca en tenderetes, adornados con ramas de naranjos o
limoneros, con cántaros de barro amarillento y pequeñas
cañas adosadas a sus bocas para la entrada de aire y salida de
agua según un dispositivo desconocido por los aguadores de
Madrid.
En 1.732 el asistente Manuel de Torres ordena que los
vecinos coloquen faroles en las ventanas pues los farolillos
de imágenes y retablos no evitaban los frecuentes crímenes y
robos. El 27 de octubre de 1.760 el Asistente Larumbe
establece que desde las 11 de la noche nadie salga a la calle
sin luz. Desde 1.791 Sevilla cuenta con un servicio de
alumbrado por obra del Asistente Avalos que colocó farolas
por cuenta del ayuntamiento pero imponiendo una
contribución al vecindario para mantener al cuerpo de mozos
celadores del alumbrado.
Los vecinos tenían la obligación de adecentar los
proximidades de sus casas y de contribuir con un par de
reales al año a la recogida de las basuras depositadas por cada
familia en la puerta de la calle; esto se hacía cada mes
mediante arrastre. En 1.758 el Asistente Marqués de
Monterreal ordena que se barra una vez al mes toda la ciudad
y en 1.767 comienza a regir el Reglamento General de
limpieza de las calles por semanas exigiendo el pago a los
propietarios de modo que al final de siglo el inglés Fisher
alaba a la ciudad por su economía y limpieza. En 1.777 se
establecen cinco sitios de vertederos de escombros: frente al
hospital de la Caridad, junto a la venta de Eritaña, junto a la
Cruz del Campo, delante del hospital de la Sangre, y junto a
la huerta de La Torrecilla en Triana.
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 53
Hubo inundaciones en 1.708, 1.758, y la de fines de 1.783 y
principios de 1.784 que se acercó a la de 1.626 pues el agua
penetró en el recinto amurallado según describe poéticamente
Cándido Mª trigueros en su poema heroico "La Riada". La de
1796 superó a todas las demás del siglo siendo conmemorada
todavía por algunos azulejos que señalan la altura del agua.
En el Alcázar se instaló el Colegio Mayor de Santa María de
Jesús unido a la universidad y a la Casa de la Moneda, y allí
tenían su sede el Asistente, el Regente del Alcázar, la Casa de
la Contratación reparada en 1.756 y la Real Academia de
Buenas Letras.
Siguiendo por Génova veríamos la plaza de San Francisco
desde 1.717 empedrada y con una fuente del cantero Juan de
Iglesias (de Burgos) con un giraldillo de bronce como
remate. En 1.720 se hizo lo mismo con la plaza de La
Encarnación y su fuente. El terremoto de 1.755,
conmemorado en el monumento del "Triunfo" (en plaza
homónima), dejó ruinoso 1/6 parte del caserío de la ciudad
(50 solares en la collación de San Vicente) que el Consejo de
Castilla ordenó reedificar en el plazo de un año obligando a
los propietarios. La Cárcel Real quedó ruinosa y se reparó ese
mismo 1.755 y luego en 1.770, de modo que pudo prestar sus
servicios hasta 1.887 en que fue vendida pasando la cárcel al
exconvento del Pópulo. La cruz de la Cerrajería estaba en
Sierpes (hoy en la plaza de Santa Cruz).
La ruina de una parte importante del caserío de la ciudad tras
el terremoto de Lisboa de 1755 obligó a proceder a un
proceso de reconstrucción posterior, cuyo resultado se
manifiesta al observar el alto porcentaje de la arquitectura
doméstica objeto de protección que fue edificada durante esa
centuria. Precisamente este proceso de obras que se lleva a
cabo en Sevilla consolida un modelo de casa que sintetiza las
aportaciones que la tradición y la historia han dejado sobre
este género arquitectónico.
Pero además, de manera dinámica, se producen una serie de
cambios esenciales en la estructura del oficio de la
arquitectura y en la responsabilidad sobre el diseño,
relacionados con la política y el pensamiento ilustrados, que
tienen sus consecuencias sobre los cambios reales en las
plantas, espacios y alzados de las casas en Sevilla.
El Asistente Ramón de Larrumbe (15 de noviembre de 1.760-
junio 1.767) gestionó la expulsión de los jesuitas, la
restauración de los teatros y la introducción de la ópera.
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 54
La Sevilla de Olavide 1767-1778
Pero, sin duda el personaje mas celebre de esa época y que de
mas cambios nutrió a la sociedad y al urbanismo sevillano
fue Pablo de Olavide intendente de los cuatro reinos de
Andalucía (Sevilla, Córdoba, Jaén y Granada) Olavide
gozaría de autoridad sobre los intendentes locales, en asuntos
militares y de guerra. Pero su cargo municipal le daba plenos
poderes en todo lo tocante a Justicia, Política y Hacienda.
Aparte de la jurisdicción absoluta que se le concedía en las
Nuevas Poblaciones, quedaba encargado de liquidar los
bienes de los jesuitas en su intendencia, aunque cada caso en
particular estuviese al cargo de un "comisionado" para las
Temporalidades. Queda comprobado, no obstante, por
testimonios contemporáneos, que la eficacia de los
intendentes estaba muy limitada por las autoridades locales,
fuesen administrativas o judiciales.
Pablo de Olavide y Jáuregui llega a Cádiz en junio de 1.752
procedente de Lima como Oidor de aquella Audiencia, en un
cargo que obtuvo a los 20 años (1.745) de forma pintoresca.
La nobleza local le abre las puertas de la corte donde se
convierte en representante del pueblo con tanto acierto que
Campomanes le sugiere a Carlos III que lo nombre asistente
de Sevilla para dominar a su cabildo encaminándolo hacia la
democracia corporativa y al liberalismo económico. Además
se le nombra Intendente de Andalucía y Director de las
Nuevas Poblaciones cuyos fueros redactó junto a
Campomanes, y cuyos deslindes trazó camino de Sevilla el
Casa Grande de San Francisco.
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 55
20 de agosto de 1.767; allí deja a su amigo el eficiente
Manuel Gijón y León como Subdelegado para las Nuevas
Poblaciones. Limita sus estancias en Sevilla pues visita
brevemente las colonias en mayo y noviembre de 1.768 y
abril de 1.769; luego se instala definitivamente en La Peñuela
(luego llamada La Carolina) durante 5 años hasta 1.773 en
que regresa a Sevilla para volver en 1.774 a Nuevas
Poblaciones de donde es llamado a fines del 75 a Madrid para
responder ante el Santo Oficio que lo condena a prisión. La
1ª y 2ª Tenencia de la Asistencia fue jurada el 5-XII-68 y el
22-XI-69 respectivamente por Juan Gutiérrez de Piñeres y
Antonio Fernández de Calderón que con celo y fidelidad
sirvieron a la causa ilustrada. El Asistente se estrena
proponiendo al cabildo la prescripción del traje oscuro en las
sesiones. Más tarde crea los alcaldes de barrio a imitación de
lo hecho en Madrid en octubre de 1.768. Gestiona la R. C.
de13 de agosto de 1.769 que ordena la división de Sevilla en
5 cuarteles (8 Madrid, 5 Barcelona, Valladolid, Zaragoza,
Valencia, y 4 en Palma) : uno para el arrabal de Triana y 4 a
cargo de los 4 Alcaldes Mayores. Cada cuartel se subdivide
en 8 barrios gobernados por uno de los vecinos honrados
elegidos por los suyos con las mismas formalidades que las
usadas para los Diputados o los Síndicos Personeros del
Común. Cada alcalde dividirá su barrio en manzanas y
matriculará a todos los vecinos del mismo (320 manzanas en
total, 66 en Triana). Llevarán un bastón de vara y media con
puño de marfil, y velarán por la limpieza, el alumbrado,
fuentes etc, con facultad de prender a delincuentes y recoger
mendigos y niños abandonados. Todas las casas, conventos e
iglesias hubieron de ser numeradas con azulejos a costa de
sus dueños. La jurisdicción de estos alcaldes de barrio será
derogada por R. C. de 30 de diciembre de 1.800. En 1.776
una R.O. instituye un mando militar en Sevilla al mando de
un Capitán General que se hace cargo del ejército y de las
"sargentías" hasta entonces en manos del Intendente. El
Asistente Francisco Antonio Domezain (1.776-1.782) cede a
los Toribios el colegio de San Hermenegildo en cuya iglesia
fue enterrado en 1.782. López de Lerena (1.782-1.785) hizo
frente a la inundación del invierno de 1.783. José
Abalos(1.785-1.793) más piadoso que gobernante murió en
suma pobreza. Le sucede el Marqués de Uztáriz (1.793-
1.795) y Manuel Cándido Moreno (1.795-1.806) despreciado
por su escaso talento pero casado con la hermana de Godoy.
El siguiente, Vicente Hore Dávila.
Los Regidores o Caballeros Veinticuatros eran 60 y a final de
siglo 83 nobles de nombramiento real, mientras que los 72
Jurados eran elegidos por collaciones de entre sus nobles.
Raramente las sesiones se celebraban con más de 20
asistentes, con un máximo de 44 para recibir a Olavide, de un
total de 150 capitulares que reclaman no obstante su sueldo al
gobierno que decide en julio de 1.770 que se pague a los
enfermos y a los que estén verdaderamente ocupados por
disposición del Ayuntamiento. Entre Veinticuatros y Jurados
no podía haber amistad particular y de hecho había más bien
odio como cuando ambos cuerpos nombran por su cuenta al
Contador de Propios en dos personas distintas. El de los
Jurados, Juan José Bulnes, fue acusado ante el Consejo de
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 56
Castilla de comprar votos y en carta al rey de 29 de enero de
1.766 el Ayuntamiento le pide que "separe de sus empleos a
los culpables". Por R.O. de 5 de mayo de 1.766 Carlos III
crea el cargo de Síndico Personero y 4 Diputados del Común
que nombrará el común por parroquias. El rechazo del
Ayuntamiento a estos nuevos cargos se manifiesta en las
quejas de estos por el vacío que les hacían los Fieles
Ejecutores en los mercados, y en el informe del Conde de
Águila en septiembre de 1.766 donde pide que Sevilla quede
excluida de la resolución del Consejo y que Mejorada
continúe como Procurador Mayor hasta su muerte aunque
entonces se adoptará la disposición general.
Desde 1.737 era Provincial de la Santa Hermandad el
Marqués de Paradas, Juan Ignacio Tello de Guzmán que pasó
el cargo a Miguel Espinosa Maldonado (1.775) casado con la
Marquesa de Paradas, y luego en 1.786 a su hijo Juan Ignacio
con cuyo afrentoso asesinato en mayo de 1.808 quedó
extinguida la Santa Hermandad en Sevilla.
Son Regentes de la Audiencia José Martínez Pérez (1.770),
Francisco Javier del Arco Marqués de Arco Hermoso (1.771-
76), Francisco de Olmedo y León Marqués de los Llanos
(1.776-81), Gonzalo José Treviño (1.781-86), Benito Ramón
de Hermida (1.786-92), Bernardo de Riega (1.792-94),
Manuel de Soto (1.794-99), y Vicente Duque de Estrada.
Tenía dos salas: la de lo civil atendida por Oidores, y la de lo
criminal por los Alcaldes Mayores del Crimen. Se quejan de
que con tantas jurisdicciones privilegiadas casi no queda
nada para la ordinaria.
Los salarios de los funcionarios del Ayuntamiento y de la
Audiencia eran tan escasos que desde 1.768 se compensan
con los aranceles que cobrarán por sus diversas actuaciones.
Es todavía frecuente la compraventa de oficios: por poco más
de 100 ducados se consigue un oficio de Jurado que suele ser
comprado por un pobre hidalgo que lo fía todo a lo que pueda
sacar del Ayuntamiento; lo mismo hacen regidores y
alguaciles.
Entre los propios Sevilla cuenta con 29.727 fanegas de tierra
aunque Olavide en el informe de 18 de febrero de 1.768
explica al Consejo de Castilla que apenas está cultivada una
tercera parte por culpa de las leyes que impiden cercar los
campos de modo que el ganado destroza la labor; que los
pelentrines o pequeños arrendatarios no trabajan bien la tierra
porque se las arriendan como mucho por tres años y no viven
cerca de ellas; que los braceros y jornaleros viven
semidesnudos de pan y gazpacho y en el tiempo muerto de
labor se dedican a mendigar. Olavide propone el reparto de la
dehesa de Tablada y Tabladilla entre 180 colonos de
Villamartín en lotes de 20 a 50 fanegas con la obligación de
pagar a la Junta de Propios el octavo de las cosechas; tendrán
que sufrir las envidias de los pueblos vecinos. La carestía de
1.734 llevó la hogaza de pan hasta los 28 reales pero luego
pasó a 3 reales en los 80 y 24 cuartos en la siguiente década.
Se achacaba la subida en los comestibles a la actividad de
"estancadores" y "regatones" que sufrían multas de la
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 57
diputación de vigilancia de los mercados que iban a parar
directamente a los bolsillos de los capitulares con la natural
indignación de los Jurados en 1.775.
De los arbitrios tenemos que por cada libra de carne se había
de pagar 4 maravedís para empedrado, fuentes y
alcantarillado, 2 mrs. para la limpieza del río, 2 para el erario
municipal y 8 para el "servicio de SM" que en julio de 1.777
se intenta suprimir aunque la propuesta fue desestimada por
Real Providencia de 1.779 que mantiene los 8.
Patio del asistente de los reales Alcazares
La Real Fábrica de Tabacos estaba en el solar de la plaza
frente a San Pedro pero la R.O. de 18 de junio de 1725
dispone la erección de otra que comenzó en 1.728 según
proyecto del ingeniero militar Ignacio de Salas modificado
luego por Diego de Bordick hasta que se paralizan las obras
en 1.731 para reanudarse en 1.750 bajo la dirección del
ingeniero Sebastián van der Borcht que agregó la fachada,
vestíbulos, escaleras, salones y viviendas dándole ese
carácter palacial: se hizo de fuerte armazón sin madera por
temor a los incendios, gruesas paredes, pocos vanos en el
piso bajo para oscurecer los almacenes y amplias terrazas
para secar las hojas; 24 patios para la ventilación, 21 fuentes
y 10 pozos; 87 cuadras para alojar 400 mulos y caballos para
la molienda del tabaco.
El 23 de febrero de 1.761 el Marqués de Esquilache firma la
primera "Instrucción" para el gobierno de la fábrica: se
expulsará a los que faltan, a los desidiosos, alborotadores y
borrachos; se registrará a los operarios para evitar el abultado
contrabando con penas de hasta 5 años en cárcel propia. Se
entraba en verano a las 5 y en invierno a las 6 y media
aunque en el nuevo "Reglamento" de 1.790 se retrasa a las 6
y las 7 respectivamente. Se salía a las 11.30 por la mañana y
a las 4.30 ó 5 por la tarde. Disponían de 8.30 a 9 de la
mañana para el almuerzo. El personal de 2.000 hombres
sufría frecuentes pendencias y pasa a ser femenino en el XIX
lo que le da un ambiente que retrata la ópera cómica "La
Fábrica de Tabacos de Sevilla" estrenada en mayo de 1.850
en el teatro San Fernando con letra de José Sánchez Albarrán
y música de Mariano Soriano sobre los amores de una
cigarrera como en la "Carmen" (1.875) de Bizet. La capilla se
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
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termina en 1.763, y se remata en 1.771 con el foso, la cárcel y
las casas de la administración.
La Real Fábrica de Salitre creada en 1.757 frente a la puerta
del Sol quedó sin uso a principios del XIX cuando se
comenzó a importar pólvora de Inglaterra. El Real Almacén
de Maderas del Segura se instaló junto a la puerta de Triana.
La Real Fundición de Artillería, hermoseada por Carlos III,
purificaba el cobre y verificaba su aleación con el estaño.
Durante el XVIII imprimen en la calle Génova los herederos
de Juan Gómez de Blas en lo que sería la Imprenta Mayor de
la Ciudad, y también el taller de Hermosilla; en las Siete
Revueltas la de la familia de López de Haro, y la de Juan de
la Puerta; en Vizcaínos, la de Garay; la de Leefdael en el
Correo Viejo etc...
En los 70 hay 27 fábricas de sombreros. Las de curtido
oscilan entre 16 en 1.777 y 12 al año siguiente, siendo la más
famosa la de Nathan Wetherell de 1.785 con 400 obreros en
el antiguo convento de San Diego. Había medio centenar de
hornos de cerámica, una fábrica de jabón, 13 de velas de
sebo, 10 de esteras de juncos etc...
Consecuencia del "Discurso sobre el fomento de la industria
popular" (1.774) fue la creación en la primavera de 1.775 de
una Sociedad Económica (inicialmente Patriótica) a impulso
del Asistente y con socios como Francisco Javier Larumbe
que en 1.775 presentó unas "Reflexiones sobre el modo de
establecer la industria", o como Martín de Ulloa con un
discurso sobre las fábricas de seda de Sevilla: en 1.713 había
405 telares que pasan a mil en 1.732 y luego decaen hasta los
463 de 1.778 que se mantendrían hasta final de siglo; sin
embargo en la pasamanería pasamos de los 1.855 telares de
Ulloa a los 2.778 de 1.791. En la industria lanera se pasa de
los 91 telares de 1.747 a 39 en 1.777.
La Sociedad creará dos escuelas de hilado (Triana y San
Lorenzo) bajo la dirección de Jovellanos. En agosto de 1.780
fueron apresados más de un centenar de ingleses peritos en
diferentes profesiones de los que 14 se bautizaron;
aprovechando sus conocimientos se abrió una fábrica de
alambres, y Antonio Arboré una de tejidos de lana
inicialmente con gran éxito pero desde 1.785 retraído el
capital y por la gran competencia se perdió esta oportunidad
en favor de Cataluña y Valencia. Gracias a otro prisioneros la
Económica instaló en 1.780 una fábrica de quincallería a la
moda de Inglaterra: botones, hebillas, cubiertos, aguamaniles,
escribanías, alfileres, cadenas etc.. pero las dificultades para
importar las máquinas hicieron fracasar el proyecto. Los
telares de lana se incrementan desde los 39 de 1.777 a los 169
de 1.791 (93 de paños, 37 de sayales, y 39 de cordonería).
Esta industria textil decaerá de nuevo a principios del XIX.
De algodón ni se habla pues están instaladas en Cataluña
desde 1.741.
El habilidoso constructor de claves y órganos Juan de
Mármol disfrutó de una pensión de SM sobre las rentas del
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 59
Alcázar y vio exentos del servicio militar a los alumnos del
taller por él fundado. El salario medio del artesano excedía en
un 142 % al de los braceros. Mientras en Castilla los oficiales
eran deficitarios, en Sevilla había 7 veces más que maestros.
A pesar de que en 1.778 nuestra marina mercante no llegaba
al medio millar de navíos, se crea el 24 de noviembre de
1.784 el Consulado de comercio con independencia del de
Indias, y en 1.790 se suprime la Casa de Contratación pues
según el viajero Towsend en 1.784 el comercio con América
ascendía a 93.256 libras esterlinas frente a los 3.621.443 de
Cádiz. La R.C. de 30 de agosto de 1.747 había creado la Real
Compañía de San Fernando a impulso de Francisco León y
otros sevillanos para comerciar con tejidos y a los dos años
mantenía 4.878 operarios con 400 de ells en Sevilla, pero no
se hizo reparto entre los accionistas, la mayoría flamencos de
Cádiz, hasta 1.764 y estos fueron perdiendo interés.
Aunque los "caminos reales" pavimentados aparecen en
1.767, Floridablanca se queja en 1.788 de que en 20 años
sólo se había terminado una legua en Andalucía. La cosa
cambia con la creación del Cuerpo de Ingenieros de Caminos
y Canales en 1.799 porque entre 1.800 y 1.808 se construyen
en España 2.850 kms a una media de 320 al año por más que
el sistema radial no se concluya sino en 1.840.
Olavide intentó en 1.767 restablecer la navegación hasta
Córdoba para lo cual envió un barco cargado de trigo y así
experimentar las dificultades que intentaron subsanar los
ingenieros Francisco de Gózar y Mr Expelieux enviados por
el gobierno.
El préstamo privado estaba montado sobre la usura y fueron
sonadas las quiebras como la de los hermanos Morales en
1.704. Los montepíos se constituían con un fondo común de
gremios o profesiones: Colegio de Abogados (1.782), de
Escribanos y Procuradores (1.786), de Corredores de Lonja
(1.792). El Monte de Piedad, en Madrid desde principios de
siglo, llega a Sevilla en 1.773 por iniciativa de José del
Castillo Cepeda.
Olavide construyó un nuevo barrio sobre la antigua mancebía
(La Laguna) entre la calle de La Pajería y la Puerta del
Arenal, comenzado en 1.772 bajo la dirección del arquitecto
Molviedro y terminado en 1.778.
La ubicación de la Mancebía de Sevilla (siglo XVI)
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 60
Aunque la voluntad municipal era relegar la mancebía a
zonas fuera de la ciudad, la realidad fue que, dado el carácter
portuario de la ciudad, el burdel publico se sitúo en al propio
corazón de la ciudad, en el llamado compás de la laguna, en
el barrio del arenal. Aunque el trazado urbano de esta zona de
Sevilla ha sufrido importantes transformaciones desde los
tiempos de la Mancebía hasta hoy, podríamos reconstruir el
trazado casi exacto del recinto a partir de los datos
fragmentarios que se poseen.
Por el lado del río, el límite oficial lo ponía el trazado de la
Muralla que, desde la actual confluencia de las calles
Almansa y Santas Patronas, discurría trazando un ángulo por
detrás de la calle Santas Patronas, llegando hasta la calle de
la Mar. En algún punto hacia la mitad del trazado de esta
calle se ubicaba una puerta secundaria del recinto, que
comunicaba con el Arenal y el río, puerta que fue objeto de
continuos cuidados por parte de las autoridades municipales,
ya que a través de ella se hacían fáciles el acceso o la huida
de los rufianes y aun de las mismas rameras. Desde aquí, una
tapia especialmente construida al efecto cercaba la casa
pública. La tapia subía desde la desembocadura de Castelar
en García de Vinuesa (calle de la Mar), discurriendo por la
calle Harinas. A diferencia de la actualidad, la calle de la Mar
no se comunicaba con la calle Castelar. De hecho, hasta las
reformas urbanísticas emprendidas en esta parcela urbana en
los años cincuenta y sesenta del siglo XVIII por mano del
arquitecto Molviedro, no se daría comunicación entre ambas
calles. Para más detalle, el continuador de los Anales de Ortiz
de Zúñiga en el siglo XVIII, el académico Luis Germán y
Ribón, fecha en el 15 de noviembre de 1760 el inicio del
derribo de la tapia y las casas que posibilitó la "entrada al
sitio o Barrio de la Laguna".
Probablemente, la tapia no se erigía justo en el límite de las
casas con la calle Harinas, sino algo más hacia atrás, de
forma paralela a la calle; la descripción de algunas de las
casas que el Cabildo catedralicio poseía en la zona en los
años cuarenta del siglo XVI relata que las casas tenían
entrada por la calle Harinas, pero tras patios y corralones se
salía a la Mancebía. A mitad del recorrido de esta calle,
girando hacia la izquierda, se entraba en la calle Boticas
(actual Mariano de Cavia); el propio nombre nos hace
sospechar que estamos en los mismísimos umbrales del
burdel. En efecto, en este callejón se situaba la entrada oficial
a la Mancebía, la puerta principal ubicada bajo el Arquillo de
Nuestra Señora de Atocha. La puerta era más conocida por El
Golpe, a causa de poseer uno de esos pestillos que se cierran
solos con un simple golpe; en el Golpe se sentaba
habitualmente el "mozo del golpe", un empleado de los
padres encargado de la vigilancia.
La tapia continuaba, pegada a las casas lindantes (lo que
facilitaba la existencia de entradas y salidas secretas), por
entre las calles Piñones (actual Padre Marchena) y Pajería
(hoy Zaragoza), quizá más cercana a esta última; de unas
casas que por allí poseía el Cabildo de la Catedral a
principios del siglo XV, se dice que tenían puertas a la Pajería
y a La Laguna.
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 61
Desde este punto, el trazado de los linderos de la casa pública
se hacen menos reconocibles en el viario actual. Desde
Piñones, la tapia continuaba por detrás de la calle Quirós y
Rositas, para enlazar con el tramo final de la Pajería que iba a
morir en la calle del Rey (San Pablo), donde el cerco se
cerraba con el encuentro entre la tapia y la Muralla.
Del interior poco sabemos. La actual calle Castelar describía
el eje longitudinal del recinto, la calle principal donde se
situaban las boticas de más asegurada clientela. La calle se
ensanchaba algo, formando la actual plaza de Molviedro,
lugar de encuentros, fiestas y comilonas, además de algún
que otro bodegón (aunque las ordenanzas lo prohibiesen).
Otras calles ya de menos importancia prostibularia, eran las
actuales Santas Patronas, Galera, Doña Guiomar y Rositas.
Allí junto al lugar donde fondeaban los navíos, donde
acudían los marineros y los emigrantes, el negocio era más
intenso y directo. Esta ubicación central (pues el puerto era
ya entonces, como lo sería mucho más en el siglo siguiente,
el verdadero corazón de Sevilla) explica la reiterada decisión
del Concejo por aislar la Mancebía lo más posible, ordenando
tapiar todo su contorno y eliminar portillos que daban paso a
calles secundarias.
A lo largo del siglo XVI hubo que hacer frente a diversas
reparaciones en el sistema de aislamiento en buena parte,
hubo que enfrentarse a la propia acción de las rameras,
reticentes siempre a ser encerradas en el Compás. En una
solicitud sin fecha, pero sin duda de la década de los setenta,
los padres de la Mancebía, Rafael Rodriguez y Juan de Jódar,
reclamaban al cabildo la urgencia de varias reparaciones, en
especial del muro, a causa de los agujeros practicados en el
mismos por las mujeres. Para solucionarlo, pedían que se
elevara la altura del muro, que se empedrasen las calles
interiores y que se limpiasen los montones de basura apilados
junto a la muralla y la tapia (lo que también facilitaba el
acceso de los rufianes).
La decisión municipal de aislar el burdel sería
sistemáticamente violada en los años siguientes, cuando el
Arenal sevillano se transformase en la Babilonia cantada por
Lope de Vega; frente a la reclusión, las rameras y sus rufianes
respondieron practicando numerosas entradas secretas en el
lienzo de muralla que separaba a la Mancebía del puerto, al
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 62
objeto de favorecer los encuentros furtivos y, sobre todo, la
huida de los rufianes en caso de visitas de los alguaciles. Al
mismo tiempo, se favorecía así el que las mujeres públicas
pudiesen salir a ejercer su oficio subrepticiamente por las
calles, lejos del control del "padre" y de las restricciones
horarias.
Una petición del cabildo de los jurados a los caballeros
veinticuatros de la ciudad, fechada el 11 de julio de 1576 nos
acerca a las prácticas mediante las cuales prostitutas y
rufianes obviaban el cerco institucional. Los jurados
denuncian la existencia de numerosas aberturas en el muro de
la Mancebía, por las cuales burlaban a las justicias los
numerosos delincuentes que encontraban en el barrio su más
seguro refugio; la petición de aumentar la vigilancia y
reforzar los muros se fundamenta en que:
"tan necesario es que semejante lugar donde gente tan
desenfrenada como es notorio que a éste acude esté como
conviene guardado, por excusar los muchos males que de no
estar guardado han resultado y resultan"
Unos pocos años después, en 1583, hubo que asegurar el
portillo que, a través de las murallas, daba salida al Arenal; se
construyó una sólida puerta y se la afianzó con una buena
reja. Ni puerta ni reja debían ser de excesiva solidez, habida
cuenta de que siete años más tarde el padre de la Mancebía,
Diego Felipe, recordó al cabildo que, aunque lo había
ordenado reparar tres meses atrás, el portillo de la muralla
seguía caído; por él continuaban entrando "hombres de mala
vida". Lo peor no era eso, sino que, al amparo de la noche,
las casas que el cabildo poseía en el recinto estaban siendo
sistemáticamente robadas: puertas, herrajes y hasta tejas
habían ya pasado a otras manos, añadiéndose a ello la
cantidad de basuras que la gente iba arrojando dentro de la
Mancebía. Este problema de múltiples accesos también fue
denunciado por el Padre León a las autoridades:
"Procuré con grande instancia con la justicia, que me cerrasen
una puerta de verjas de hierro que sale a la puerta del Arenal, y
otra que está hacia La Laguna de la misma Marina, y que se
clavasen las verjas de hierro en el suelo, para que no faltando a
la necesidad que hay de desaguar aquel maldito lugar de las
lluvias, se acudiese a remediar un grandísimo daño y daños que
resultan de aquella casa pestilencial tuviese más de una puerta.
Porque además y allende de que se podrán escabullir con
facilidad los delincuentes de la mano de la justicia, entrando por
una puerta y saliendo por otra, en la misma casa, se hacían
muchos males y habían muy grandes pendencias con confianza
de poderse escapar por esta o por aquella puerta; pero para mi
propósito también me estaba muy mal que estuviesen estas
puertas abiertas, porque los hombres que echábamos de una
casa afuera para predicarles, salían por una puerta y se volvían a
entrar por las otras dos.
Y aún allá suelen decir: renegad de casa que tiene dos puertas,
cuánto más nos hacían regañar las dos puertas excusadas fuera
de la principal; y para tan mala casa bastaba una puerta y ésa se
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 63
había de cerrar a piedra y lodo.
Pues tiene otro daño más grave esta puerta de hierro, que sale al
Arenal, digo a la puerta del Arenal, y es que con ocasión de
comprar alguna cosa de las que venden allí, salen las mujercillas
de la casa pública y desde su puerta llaman a los mozuelos y
otros sin llamarlos viendo la ocasión tan cerca se lanzan por
aquella puerta del infierno (que así la llamaba yo) y quedan
presos de vicio bestial de la carne, y otros que con achaque caen
en lo atroz del alma hocicando en el cieno de la lujuria."
"Compendio..." del P. León, 1ª parte Cap. 6
A pesar de los desvelos municipales, la banda de la Mancebía
que daba al Arenal estuvo siempre sometida a diversos
ataques. Ante todo, los realizados por las propias mujeres y
sus rufianes, verdaderos especialistas en practicar "butrones"
allá donde se pretendiera ilusamente enclaustrarlos, con la
facilidad que para ello daba la noche, la confusión humana
reinante en el puerto y la falta de vigilancia extramuros. Pero,
sobre todo, el principal enemigo del muro fue el propio
Guadalquivir, que a la mínima crecida invadía la ciudad
precisamente por la zona deprimida que era la Laguna
(antiguo brazo del río desecado siglos atrás), quedando
durante semanas totalmente anegada y despoblada de
habitantes.
"...porque el lugar de la dicha mancebía, como es notorio, es
lugar público e mui antiguo para lo que es y con el se escuzan
otros muchos ynconvinientes que podrian suseder y en ninguna
parte se puede poner questé mas acomodada, porque semejantes
lugares an destar en las çiudades tan prençipales como ésta en la
parte e lugar donde del ordinario la justicia la bea o bisite para
quitar e prebenir a los delitos que de hordinario como se bee por
espiriencia, suelen suseder en semejantes lugares, por ser
frequentados de hombres estranjeros y forasteros y de mal bibir,
que a ellos revierten e si la justicia no estubiese de hordinario en
ella podrían yr en cresimiento los dichos delitos, e quedar sin
castiglo, de que vendría muncho daño a la Republica..."
Informe de los Jurados al Cabildo municipal, 1575, por el
intento de traslado de la Mancebía
Otras obras civiles notables son el mercado de la calle Feria
(1.719), el Alfolí de la Sal (1.724) instalado en una
ampliación de la vieja fábrica de tabaco, y la reparación de la
Alhóndiga.
En la tertulia de Olavide en el Alcázar se celebraba un
concierto cada semana y el resto de ella se dedicaba a discutir
sobre filosofía, religión, ciencia, literatura y sobre novedades
editoriales a veces prohibidas. Son contertulios los condes de
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Malaspina y del Águila, los fiscales Bruna o Jovellanos,
marinos como Antonio de Ulloa, y eclesiásticos como
Cándido Mª Trigueros o J. Cevallos. Se traducen tragedias
francesas de Racine, Lemierre, Regnard, Mercier, Piron,
Beaumarchais y de Voltaire; el propio Olavide tradujo 10 que
se estrenaron en Madrid, Sevilla y Barcelona. Aquí nació la
"poesía filosófica" imitando a Pope por instigación de
Jovellanos que a su vez escribió el primer drama
prerromántico europeo "El delincuente honrado"(1.774); aquí
hizo González de León su zarzuela "El hijo de Ulises", y
Trigueros compuso varias de las suyas; también se cultivó la
anacreóntica y la epístola en correspondencia con la escuela
de Salamanca.
En cambio, como Asistente de la ciudad de Sevilla -cargo
equivalente al de Corregidor en otras ciudades pero de mayor
importancia- su autoridad era plena e indiscutida, aunque no
siempre acatada con sumisión. Durante los dos primeros años
de su Asistencia, remitió a Madrid informe tras informe, de
los más variados asuntos: reforma universitaria y docente,
libertad de comercio, navegación del río, reforma agraria,
beneficencia municipal, etc. Reglamenta, proyecta, ordena y
no da tregua de descanso ni a su pluma ni a sus
colaboradores.
Se enfrenta con los orgullosos capitulares de la ciudad, que
ven peligrar sus ancestrales privilegios; con los gremios,
dueños del comercio y de la industria artesana, cuyos
monopolios intenta destruir; con el contrabando y los fraudes
a la Real Hacienda; con la escasez de alimentos; con los
abusos en la administración de las rentas municipales; con la
injusta distribución de la tierra; con la vida relajada de los
numerosos conventos que poblaban la ciudad. A todo llega la
mano firme y renovadora de Olavide, bien hallado en su
cargo político, crecido por las circunstancias, haciendo gala
de una conciencia recta que él mismo había ignorado algunos
años antes.
Su gobierno municipal no se limitó al saneamiento de fraudes
y ―torcidas‖ costumbres. Su estrechísima colaboración con
los "ilustrados" ministros de Carlos III, su temperamento
activo y entusiasta y su privilegiada situación política en
Andalucía fueron los factores que determinaron su condición
de fiel ejecutor de los deseos reformistas del rey y de sus
ministros. Proyectó un gran hospicio general, valiéndose de
su anterior experiencia en la corte; gestionó la creación de la
Sociedad Patriótica; reglamentó los baños en el río, las
representaciones teatrales y el nefando baile de máscaras en
Carnaval, la limpieza de la ciudad y las manifestaciones
callejeras de la devoción popular. Su condición de americano,
exento de los prejuicios de orden social o religioso que
predeterminaban la actuación de todo español por el mero
hecho de serlo, le permitió acometer con alegría y desenfado
estas empresas, temerarias para un español peninsular, que
sintiese sobre sus hombros todo el peso de una tradición
amparada desde muy antiguo por el casi sagrado marchamo
de "intocable".
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Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 65
No terminan aquí sus trabajos en Sevilla, la ciudad natal de
su abuelo materno. Ordenó la destrucción y posterior trazado
urbanístico de la malsana e inmoral barriada de "La Laguna",
que convirtió -con la ayuda del arquitecto Molviedro- de
mancebía en magnífica zona residencial, a espaldas del
Arenal, cuya calle principal llevó su nombre durante muchos
años.
Dividió la ciudad en cinco cuarteles, para mejora de la
administración y orden público; numeró los barrios y
manzanas; adecentó la orilla izquierda del río, dotándola de
malecones y excelentes paseos, al mejor de los cuales
denominó de "Las Delicias", quizá en recuerdo de la finca de
Voltaire, donde vivió algunos días. Finalmente, encargó en
1771 el primer plano de la ciudad, que fue premiado por la
Real Academia de San Fernando. En él quedaba de
manifiesto la nueva división de la ciudad, manifestada en sus
calles con rótulos en azulejos, muchos de los cuales aún
pueden verse por Sevilla.
En el orden cultural, se debe a Olavide el Plan general de
enseñanza; el fomento de la bella literatura; la protección de
la biblioteca pública y la ardiente defensa del teatro. Por lo
que respecta a este último, ha de saberse que, al llegar a
Sevilla, sólo estaban permitidos para la recreación popular,
los inocentes juegos circenses de volatines, sombras
chinescas y pantomimas, aparte de alguna representación
aislada de ópera para las clases elevadas.
El teatro, propiamente tal, era desconocido en Sevilla desde
hacía más de un siglo, por motivos de rigidez moral. En este
punto el municipio sevillano -aconsejado por famosos
predicadores- siempre fue intransigente. Tuvo que luchar el
Asistente contra la antiquísima prohibición. No sólo autorizó
las representaciones, sino que acondicionó un local
provisional en la calle San Eloy mientras se terminaba la
construcción de uno de nueva planta en la plaza del Duque.
En los años de su Asistencia se pusieron en escena más de
600 títulos, algunos de obras francesas traducidas por él
mismo. A más llegó su ambicioso proyecto. Estableció la
primera escuela dramática del país, hecho insólito que
produjo gran escándalo en las gentes timoratas, pero que
surtió de actores a los teatros de los Reales Sitios durante
varios años.
En la tertulia de Olavide en el Alcázar se celebraba un
concierto cada semana y el resto de ella se dedicaba a discutir
sobre filosofía, religión, ciencia, literatura y sobre novedades
editoriales a veces prohibidas. Son contertulios los condes de
Malaspina y del Águila, los fiscales Bruna o Jovellanos,
marinos como Antonio de Ulloa, y eclesiásticos como
Cándido Mª Trigueros o J. Cevallos. Se traducen tragedias
francesas de Racine, Lemierre, Regnard, Mercier, Piron,
Beaumarchais y de Voltaire; el propio Olavide tradujo 10 que
se estrenaron en Madrid, Sevilla y Barcelona. Aquí nació la
"poesía filosófica" imitando a Pope por instigación de
Jovellanos que a su vez escribió el primer drama
prerromántico europeo "El delincuente honrado"(1.774); aquí
hizo González de León su zarzuela "El hijo de Ulises", y
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 66
Trigueros compuso varias de las suyas; también se cultivó la
anacreóntica y la epístola en correspondencia con la escuela
de Salamanca.
Se llega a las 15.830 personas dedicadas al culto en el Reino
de Sevilla: 45 conventos de religiosos y 28 de monjas, 27
parroquias, ermitas, capillas y humilladeros hasta los 150
lugares de oración. Olavide los critica no tanto por asistir a
las comedias sino por el contrabando generalizado que les
permite la exención jurisdiccional de sus privilegios. Carlos
III ordena en 1.764 que los carmelitas de Sevilla se retiren a
la clausura, en 1.767 expulsa a la Compañía de Jesús odiada
por el clero secular a pesar de estar formado en sus aulas, y
en 1.769 nombra un visitador para la reforma de los
trinitarios. Los padres filipenses, que en 1.781 inauguran una
casa de ejercicios espirituales, sustituyen a los jesuitas en la
dirección espiritual de la alta sociedad hispalense que acude
con frecuencia a las audiciones musicales de San Felipe Neri.
Olavide destinó el ahora vacío colegio jesuita de San
Hermenegildo a hospicio. En 1.792 Sevilla acogió a 160
sacerdotes franceses exiliados por no someterse al juramento
cívico exigido por la Asamblea de la República, pero casi
todos regresaron en 1.797.
La población activa sumaba un tercio de los que 14.000 eran
de gremios industriales principalmente domésticas y
suntuarias a los que hay que sumar unos 12.000 entre
artesanos por cuenta propia, profesionales y comerciantes. La
Pragmática de Carlos III de 19 de septiembre de 1.783 decide
hacer útiles a los gitanos para el Estado: La medida afecta a
1.615 de Sevilla, 668 de Jerez, y 590 de Cádiz con un total de
7.933 en Andalucía.
Los dementes se recluían en el Hospital de Inocentes con
separación de sexos pues allí iban a parar también prostitutas
incorregibles, acusados de escándalo público, o simples
familiares de convivencia difícil; los había de caridad pero
también de pago. En 1.770 había 39 recluidos, y 72 en 1.792.
En la Real Audiencia los antiguos Jueces de Grado y
Alcaldes de la Cruzada fueron sustituidos en esta época por
Oidores y Alcaldes del Crimen presididos por el regente
como pudo ser Francisco de Bruna, Melchor de Jovellanos o
Juan Pablo Forner. El edificio fue reparado en 1.783. Los
delitos más corrientes son la embriaguez, escándalos, robos a
mano armada y homicidios ya que las reyertas entre guapos o
valentones son frecuentes y muchos acaban en el hospital de
San Hermenegildo, o en el del Cardenal también llamado "de
heridos". Casos famosos son el del criado mulato que
apuñaló al Marqués de Moscoso (1.750), o el del asesinato
del Hermano Mayor de la Santa Caridad por un noble que fue
ejecutado en 1.800. En la década de los 60 los alguaciles no
se atrevían con Miguel Pérez alias Carmona el Lanero que les
hacía frente hasta que murió de un disparo. Algún bandolero
fue noble como Francisco Huertas, sobrino del Regidor de
Écija, que sufrió garrote en sillón cubierto de bayeta negra en
la plaza de San Francisco en 1.798. En mayo de 1.781 se
ahorcó a sus 24 años al salteador de caminos Diego
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Corrientes que aunque no tenía delitos de sangre, sí tuvo el
atrevimiento de humillar al soberbio "Sr. del Gran Poder"
Francisco de Bruna: arrastrado por las calles, ahorcado en
Sevilla y descuartizado en la puerta de Carmona de modo que
su cabeza enjaulada quedó colgada en la venta de La
Alcantarilla donde tuvo el incidente con el Oidor.
La Cárcel Real tenía un patio de 130 pies de ancho con las
celdas que daban a la calle para las mujeres, mientras que los
hombres se hacinaban en las galeras interiores con mala
ventilación y olores. Se utiliza la tortura según defiende el
canónigo Pedro de Castro como pueda ser la "cama de
tortura" con sogas que oprimen pecho y vientre a vueltas de
torniquete. Otras cárceles son: la de Caballeros en la puerta
de Triana, la de la Audiencia, la del Arzobispo, la de la
Fábrica de Tabacos, y la de la Santa Hermandad.
La tranquilidad social del XVIII sólo se vio amenazada
cuando el Regimiento de Córdoba destinado a Cuba desde
1.763, llegó a Sevilla y reclamó un aumento de la paga que
fue denegada; se encerraron en el convento de San Francisco
de donde fueron desalojados por 5 regimientos mandados por
el Ministro de la Guerra Gregorio de Muniain. En 1.785 la
inundación trajo un enjambre de jornaleros que pudieron
emplearse en número de 3.000 en las obras del malecón del
río con el objetivo tanto de detener las aguas como de aliviar
la miseria.
Las mesas de trucos habían sido prohibidas por el Consejo de
Castilla el 2 de septiembre de 1.755, pero Carlos III las
autoriza sólo para las clases distinguidas. Se permitía el
ajedrez, damas, tablas de trucos y billar; también había casas
clandestinas con juego de Banca como en la del músico de la
catedral Fabián Rodríquez (1.784), o como la que había en
1.805 en la fonda de las Cuatro Naciones propiedad de Juan
Brull también empresario de teatro.
Habrá festejos militares desde que en 1.776 se instale
guarnición fija. En la proclamación de Carlos III(1.759-
1.788) hubo toros en la plaza vieja del Baratillo; en la de
Carlos IV (1.788-1.808) Félix Caraza, Arquitecto Mayor,
diseñó la fachada de un palacio clásico para cubrir todo el
frente del Ayuntamiento con la colaboración de los pintores
Joaquín de Cabra (Cabral) Bejarano, José Guerra, Francisco
Jiménez y Manuel Carmona; el arquitecto Lucas Cintora
levantó en el Patio Banderas el mayor arco del que haya
memoria justo el mismo 1.789 en que se toma la Bastilla.
Seremos de nuevo Corte en 1.796 cuando Carlos IV acude
con la reina María Luisa y sus hijos a cumplir la promesa de
rezar ante el cuerpo de San Fernando por la recobrada salud
del futuro Fernando VII. La ciudad gastó 134.000 pesos en
adornos y fiestas para los 11 días que el rey dedicó a pescar
sábalos, a cazar lobos en Gerena y avutardas en Santiponce.
Su valido Manuel Godoy fue obsequiado con plaza vitalicia
de Caballero Veinticuatro, y su hermana casada con el
Asistente mereció la banda azul de la orden de María Luisa.
Sin embargo al conocerse la caída de Godoy en marzo de
1.808 una masa de más de 300 personas vencieron las puertas
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
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del convento de San Juan de Dios para hacer añicos un
retrato del valido que se había colocado junto al altar mayor.
Fiesta señera fue el recibimiento que la Junta Suprema
presidida por Francisco de Saavedra dio al victorioso general
Castaños tras derrotar al mariscal Dupont en Bailén.
En los 70 nace la rivalidad taurina entre José Delgado (Pepe
Hillo), Joaquín Rodríguez (Costillares), y Pepe Romero, el
rey de los toreros. De 1.771 a 1.785 la tauromaquia repartió
100.000 reales al año a la Maestranza hasta ese último año el
Asistente Ábalos solicitó al rey la supresión definitiva para
frenar el lujo. Aunque Forner dirá que el sevillano "para
comer no trabajará, para lucir se enardecerá", defiende la
licitud de divertir al pueblo con lo que se renuevan los
festejos en abril de 1.793 con rápido encumbramiento del
sevillano Francisco Garcés.
El jueves 22 de enero de 1.761 fue la primera representación
de ópera en Sevilla llevada a cabo por la compañía bufa
italiana de Antonio Ribalto en un solar de la calle Carpio con
vistas al convento dominico de monjas de Santa María de
Gracia, y gracias a una iniciativa del propio Asistente
Larrumbe que doblegó al Ayuntamiento y consiguió un gran
éxito entre las clases distinguidas.
En vista del éxito José Chacón, empresario de una compañía
que representaba en San Juan de Aznalfarache, solicitó
permiso para establecerse en la capital al Consejo de Castilla
el 12 de febrero de 1.767 que le reiteró la prohibición que al
mes siguiente es refutada por Chacón en un Memorial que se
constituye en el primer cimiento de toda la defensa posterior
del teatro, y donde reitera la solicitud de licencia por 10 años
tras los cuales los beneficios irán destinados al proyectado
hospicio para pobres. Campomanes accede y obliga al
Ayuntamiento que acuerda la conformidad el 26 de junio de
1.767, al día siguiente de la jura de Olavide como Asistente.
Desde el 5 de octubre la compañía cómica de Chacón
sustituye a la italiana de ópera en el local de Santa María de
García mientras se construye a marchas forzadas otro
también provisional y de madera en la calle San Eloy,
esquina al Dormitorio de San Pablo que abrió el 25 de
diciembre con "Las armas de la hermosura" de Calderón.
Olavide puso al frente a Cayetano Valdés para que todo se
ejecutase con puntualidad y decoro. Los coches aparcaban en
la plaza del Duque y se prohibía fumar, andar embozados a la
entrada, entrar en los vestuarios y dar voces o perturbar la
representación; en los lugares distinguidos se usaba traje
militar pues la capa en el hombre y el manto o mantilla en la
mujer sólo se permitía en la Cazuela (2 reales) o en los pisos
altos (3 reales); los camarotes bajos y altos del primer piso
costaban 12 reales de vellón por día, los del segundo piso a 8
reales ya que así se aseguraban de no permanecer de pie. En
este lugar introdujo Olavide en Sevilla el baile de máscaras
en el carnaval de 1.768 que sólo podían ponerse en el teatro
donde no se admitían menores ni armas; se prohibían las
máscaras de magistrados, de eclesiásticos o de órdenes, de
colegios o de ermitaños, y los trajes indecentes, sucios o de
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
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personas bajas como se consideraba a los gitanos. El primer
día fue el 20 de enero con 216 máscaras repitiéndose 10 días
no consecutivos hasta el 20 de febrero con una recaudación
total de 52.230 reales por entradas a 10 reales; el baile
consistía en minués y contradanzas de parejas organizadas
por un maestro de música que instruía en las reglas del baile.
Olavide creó la primera escuela de actores de España con la
ayuda del Marqués de Grañina adiestrando niños/as pobres
en el arte dramático de la mano del francés Louis Reynaud
con tal acierto que recibieron peticiones de actores para los
Reales Sitios. Allí se formaron las futuras primeras figuras
María la Bermeja, las hermanas Duque, Gertrudis Valdés,
Polonia Rachel y María del Rosario Fernández la Tirana.
Otros actores sevillanos de la época fueron Antonio de la
Fuente, Vicente Casas, Mariano Querol y Antonio Robles.
Olavide quiso construir un grandioso teatro definitivo en un
local del Duque de Medina Sidonia en la plaza del Duque
esquina con la calle Armas; lindaba por la plaza con la casa
ducal, y por la izquierda con un callejón sin salida que daba
al colegio de los Ingleses. Encargó el trabajo al arquitecto
francés Charles la Treverse y el duque Pedro de Alcántara
cedió los locales por 4.080 reales al año. La marcha de
Olavide a las Nuevas Poblaciones paralizó las obras ese
mismo año, de modo que en 1.783 el nuevo Asistente alquiló
el local para atahonas, fábrica de hules etc. Poco después la
casa de Medina Sidonia recupera la propiedad para venderla
en pública subasta en 1.785.
Mientras, se había seguido representando en el teatro de San
Eloy hasta que se suspendieron las funciones por ruina del
local el 2 de enero de 1.778. Parte de la compañía siguió
representando en el antiguo local de La Montería, y parte en
un local abandonado de Los Remedios. El 29 de junio de
1.778 el Ayuntamiento ordenó el cese definitivo de las
comedias.
En los casi doce años de comedias se representaron más de
400 obras en más del 50 % de Calderón y su escuela como
son Moreto, Rojas Zorrilla, Matos Fragoso, Diamante,
Bances Candamo y José Cañizares, aunque el mayor éxito se
lo llevara la comedia de magia "El diablo predicador" (20
representaciones) del sevillano Luis Belmonte Bermúdez. De
los autores modernos tenemos a los italianos Metastasio y
Goldoni con óperas bufas, tragedias y comedias
sentimentales, los franceses Racine, Moliere, Lemierre,
Beaumarchais o Voltaire con "La escocesa" y El huérfano de
la China" traducidas por Iriarte y estrenadas en 1.774 y 1.778
respectivamente. La mayor parte se tradujo en la tertulia de
Olavide donde también se presentaron originales de los
participantes como Antonio González de León, Cándido
María Trigueros o el propio Jovellanos que escribió aquí "El
delincuente honrado" (1.774).
El Marqués de Gandul abre su casa en 1.788 a una nueva
generación de poetas, entre los que se encuentra su hijo
Francisco, que fundan la Academia de los Horacianos donde
se impone Manuel María Arjona, sacerdote, pues los demás
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 70
son estudiantes de teología. Son neoclásicos que imitan a los
latinos y a los españoles del siglo XVI en especial los
sevillanos, pero que se lamentan como hace Justino Matute
del hinchado estilo de Góngora pues prefieren a Garcilaso,
Villegas o Argensola. Al ausentarse Arjona la academia
decayó y trasladada ya a la Biblioteca Pública de San Acacio
desaparece en diciembre de 1.791 pese a ingresar un mes
antes el fiscal Forner. Recogen la antorcha los teólogos José
María Roldán (22 años) y Félix José Reinoso (21 años) que
en 1.793 convencen a la universidad de la necesidad de
fundar una Academia de Letras Humanas ya que esta materia
no se impartía en sus aulas. El primer año Reinoso llevó el
peso pero en diciembre ya eran miembros los teólogos
Alberto Lista, Blanco-White y Eduardo Vácquer (sic). En
1.797 tuvo sede en el colegio de Santa María de Jesús donde
Blanco-White era colegial secretario. A principios de 1.798
entran Matute, Sotelo, Núñez Díaz, Mármol, y Álvarez
Santullano dando la mayor brillantez a la academia justo
cuando sufrió la perfidia anónima de la "Carta familiar de D.
Myas Sobeo a D. Rosauro de Safo"; ellos responden con la
edición de sus poesías en 1.797, las "Memorias" anuales de
trabajos académicos, la convocatoria de premios literarios, y
la lectura de disertaciones conservadas en la Biblioteca
Universitaria de Sevilla. La epidemia de 1.800 acabó con la
Academia. Por los mismos años y en el mismo colegio de
Santa María de Jesús funcionaba la Academia de Historia
Eclesiástica con Arjona, Blanco, Sotelo etc.
La Real Escuela de las Tres Nobles Artes tuvo su origen en
reuniones amistosas y privadas en 1.759, pero ya en 1.769 su
protector Francisco de Bruna les consigue una pensión con
cargo a las rentas del Alcázar, y una casa frente a la "Pila
seca"; en 1.775 fue reconocida oficialmente y comenzó a
funcionar al año siguiente. En 1.827 se llamaría Real
Academia de Santa Isabel, en 1.850 Real Academia de Bellas
Artes, y desde 1.936 Real Academia de Bellas Artes de Santa
Isabel de Hungría.
En mayo de 1769, Olavide abandonó temporalmente su
residencia del Alcázar sevillano para trasladarse a las Nuevas
Poblaciones, donde permanecería durante cuatro años.
Sacrificando su afición al lujo y al bienestar, trasladó su
vivienda al pequeño palacio de La Peñuela (más tarde
llamada La Carolina).
Volvió Olavide a Sevilla en 1773, pero marchó a los pocos
meses a Sierra Morena, donde urgían su presencia los graves
problemas que planteaba la colonización. A fines de 1775 es
llamado a Madrid para responder de las acusaciones
presentadas contra él por el Santo Oficio. El proceso, la
condena y la prisión le alejarán para siempre de la Sevilla que
organizó, la del río Guadalquivir cuyas riberas embelleció, la
de las inolvidables tardes del Alcázar, en la que, con sus
"ilustrados" amigos, proyectó los revolucionarios perfiles de
la Sevilla futura, soñando con la ilusión de una patria mejor.
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 71
De 1779 a 1800
El censo de Floridablanca (1.786) recoge 76.000 habitantes.
En agosto de 1.800 prende en Triana la fiebre amarilla que se
extiende durante 4 meses y acaba con 11.000 hombres y
3.672 mujeres. Se tomaron medidas higiénicas como aislar a
los contagiados y cerrar los teatros aunque se consintió el
rosario; se organizan en las parroquias "Juntas de Piedad"
formadas por voluntarios que trasladan los cadáveres, a la
vez que los hermanos de la Santa Caridad solicitan limosnas.
La Regia Sociedad de Medicina colaboró heroicamente
mientras que las autoridades civiles huían sin vergüenza
dejando la ciudad en manos de dos beneméritos capitulares:
Juan Manuel Urriortia y Antonio Fernández Soler. Se
improvisaron dos fosas comunes: una junto a la ermita del
santo en el Prado de San Sebastián, y la otra en La Macarena
cerca de San Onofre.
En mayo de 1.803 el Ayuntamiento manda la construcción
de un cementerio permanente según proyecto de Félix Caraza
que funcionará 15 años después. El cronista Félix González
de León dice que de 80.000 habitantes se descendió a 65.000.
Luego, a pesar de la guerra y de la epidemia de 1.819, se
llegó a los 75.000 en el censo de 1.821-22.
Al Arzobispo Folch de Cardona le sucede Francisco Delgado
(1.776-1.781) que sólo estuvo aquí un año pues en 1.777 se le
nombra Patriarca de las Indias y marcha a Madrid donde
muere. D. Alonso Marcos Llanes (1.782-1.795) enlosa la
catedral.
Nobles ilustres son el Oidor Francisco de Bruna, Teniente
Alcalde de los Alcázares y coleccionista de objetos de arte
que se mostraban como el principal museo de la ciudad.
Miguel Espinosa y Maldonado, Conde del Águila, regaló a la
R.A.E. el único retrato tenido por verdadero de Cervantes
para la edición del Quijote de 1.780, y reunió una colección
de manuscritos sobre la historia de la ciudad. Martín de
Ulloa, hermano del marino Antonio, de la Academia de la
Historia, de la Sevillana de Buenas Letras, y director de la
Sociedad Patriótica pronunció aquí unas "Oraciones"
inaugurales de entre las que sobresalió una sobre la historia
de los godos. Luis Daoíz y Torres nació el 10 de febrero de
1.767 en la casa de su abuela materna, la Casa de Flores, en
la plaza de la Gavidia y murió heroicamente el 2 de mayo de
1.808.
El 17 de octubre de 1.795 se abre el Teatro Cómico en un
local de madera de la calle de la Muela con tres pisos para
2.281 personas y Café anejo, estrenando "El maestro de
Alejandro", comedia de Zárate, y una "Loa" del fiscal Juan
Pablo Forner en la que defiende al teatro de los abusos de la
predicación sagrada; esta levantó polémica como cuando José
Álvarez Caballero, funcionario del Archivo de Indias que en
1.812 sería redactor del Diartio del Gobierno de Sevilla,
publicó en 1.796 "La loa restituida a su primitivo ser". La
cartelera continuó fiel a los gustos calderoniano con algunas
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 72
novedades como los dramas históricos de Comella, las
refundiciones de Trigueros, Dionisio Solís, y Rodríguez de
Arellano, y las nuevas obras de Moratín y Quintana traídas
aquí al poco de ser estrenadas en Madrid. En 1.806 se estrena
"Otelo" de Shakespeare, "Pablo y Virginia", óperas de
Orlandi, Pergolesi, y Manuel García. El único sevillano Juan
María Rodríguez autor de la tragedia "La noche terrible o
Inés de Castro" (1.797), se malogró en la epidemia de 1.800.
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 73
Arquitectura domestica Sevillana durante la segunda
mitad del siglo XVIII
El siglo XVIII es un período histórico de importancia
sobresaliente para el patrimonio arquitectónico de la ciudad
de Sevilla. Entre otras razones, la ruina de una parte
importante del caserío de la ciudad tras el terremoto de
Lisboa de 1755 obligó a proceder a un proceso de
reconstrucción posterior, cuyo resultado se manifiesta al
observar el alto porcentaje de la arquitectura doméstica
objeto de protección que fue edificada durante esa centuria.
Precisamente este proceso de obras que se lleva a cabo en
Sevilla consolida un modelo de casa que sintetiza las
aportaciones que la tradición y la historia han dejado sobre
este género arquitectónico.
Pero además, de manera dinámica, se producen una serie de
cambios esenciales en la estructura del
oficio de la arquitectura y en la responsabilidad sobre el
diseño, relacionados con la política y el pensamiento
ilustrados, que tienen sus consecuencias sobre los cambios
reales en las plantas, espacios y alzados de las casas en
Sevilla.
Maestros de Obras y arquitectura domestica.
Tradicionalmente, el gremio de albañilería, quién decidía
sobre la competencia para el ejercicio de la profesión de la
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 74
arquitectura a través de los exámenes de maestría, gozaba
igualmente del dominio sobre aspectos fundamentales de la
arquitectura doméstica en la ciudad. Sus alarifes, cargos
ejecutivos del gremio que se renovaban anualmente, eran los
encargados de inspeccionar y dar su aprobación a las medidas
y diseño de los nuevos edificios que se fueran a construir en
la ciudad. El acto administrativo donde se concretaba tal
vigilancia era la denominada dación de medidas, en la que
participaban también el maestro encargado de la
construcción, el maestro mayor de obras de la ciudad y
representantes delegados del cabildo municipal. El maestro
que recibía el encargo por el propietario del inmueble
solicitaba al municipio la presencia de sus representantes
para este acto antes del inicio de la obras, y la aquiescencia
del arquitecto municipal, y sobre todo de los alarifes
gremiales, era el trámite principal para comenzar la
construcción.
Los alarifes cuidaban de que se cumplieran normas de policía
y ornato urbano, como por ejemplo las dimensiones del vuelo
de cornisas o portadas de las viviendas, así como de una
modesta modernización
urbanística de la trama de la ciudad, a través del atirantado de
los frentes de fachada de las nuevas construcciones, que
permitía una paulatina alineación de tramos de las vías
públicas, si bien sobre el marcado carácter sinuoso e irregular
de su trazado general.
La presencia de los alarifes gremiales suponía la aceptación
social de su papel preeminente en lo legal y efectivo sobre las
construcciones domésticas, dentro de una estructura global de
control exhaustivo del oficio, de procedencia tardomedieval.
Pero asumido este reconocimiento de la superioridad del
gremio y sus representantes, las condiciones establecidas se
circunscribían a la adopción de ciertas normas de seguridad y
respeto al común, de modo que subsistía un amplio margen
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 75
para la libertad de los maestros de obras en la creación y el
diseño arquitectónico, dentro del influjo general de la estética
del clasicismo asumida desde el Renacimiento, y de la
tradición específica local. En cualquier caso, debemos hablar,
al menos para el siglo que nos ocupa, de una arquitectura de
diseño y autor que evita encuadrar sus realizaciones bajo el
término de arquitectura popular.
La Casa en la ciudad ilustrada.
Los cambios que se producen en la política ciudadana en el
último tercio del siglo tendrán sus repercusiones sobre la
arquitectura doméstica que se desarrolla en la ciudad. La
creación de la Real Academia de San Fernando de Madrid y
el establecimiento de unas normas legales para promover el
control del diseño arquitectónico y de la formación
profesional de los arquitectos en el seno de esa institución
tendrán como consecuencia en la ciudad de Sevilla el intento
de reforzar la autoridad del municipio y centralizar la
actividad en este aspecto. Para ello se adoptan medidas para
dotar a la ciudad de unas ordenanzas de policía y ornato
propias, y para conseguir reforzar el papel del arquitecto
titular de la corporación sobre la arquitectura doméstica.
En 1779 el municipio trató en cabildo sobre las ordenanzas
de Madrid para la construcción de edificios, normas que
habían supuesto para la villa y corte la alianza entre la
corporación municipal y la Real Academia y el alejamiento
definitivo sobre cualquier responsabilidad en el diseño de la
arquitectura doméstica de aquella ciudad del gremio de
albañilería. En Sevilla se decidió adoptar esa normativa, con
la elaboración de unas ordenanzas propias y la adopción de
una serie de medidas prácticas sobre la construcción en la
ciudad. Las decisiones del cabildo manifestaron una visión
global de los problemas de la ciudad, y una interpretación de
la misma como objeto de las reformas políticas y estéticas de
acuerdo con el marco de acción del pensamiento ilustrado.
Las implicaciones de estas decisiones del cabildo en el
campo de la arquitectura doméstica son profundas, puesto
que se reconoce por el municipio que ―esta clase de policía
no había sido mirada con el cuidado y esmero que exigía‖
con el resultado de ―no establecerse la decoración del aspecto
público‖.
La mención a la ―decoración del aspecto público‖ alude por
supuesto al diseño de la arquitectura de la ciudad, en especial
a la doméstica. Para reforzar el control del cabildo y del
arquitecto titular elegido por la ciudad sobre las trazas, se
decide que los maestros de obras que fueran a realizar las
obras pasasen al arquitecto municipal un borrador, sobre el
cual expresaba el arquitecto su conformidad mediante una
licencia de obras, y una vez aceptado podría procederse a la
dación de medidas. Sin embargo, y a diferencia de lo que
sucede en Madrid, en Sevilla se mantiene la presencia de los
alcaldes alarifes del gremio como parte de este acto de las
medidas, de modo que aún se colegia y a la vez se dispersa la
facultad del control sobre el diseño de la arquitectura
doméstica. A lo largo del resto del siglo, y también durante
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 76
las primeras décadas del siglo XIX los arquitectos titulares
revindicarán un protagonismo único en la aprobación de los
diseños, de modo que solicitan que los cargos gremiales no
comparezcan al acto de la dación de medidas. Para ello no
dudan en acusar a estos representantes del gremio del ―mayor
desorden y falta de conocimiento‖ como hace en 1794 el
arquitecto municipal José Echamorro.
Es indudable que sobre esa carencia de decoración del
aspecto público a la que se aludía anteriormente se aprecia
una crítica a la libertad de los maestros de obras sevillanos
autores de los edificios. El acoso a su responsabilidad sobre
tal apartado de la arquitectura de la ciudad proviene tanto de
una visión despectiva generalizada que parte de ciertos
promotores de los encargos en la Sevilla del XVIII como por
la
crítica ilustrada hacia los gremios y la formación intelectual
de sus integrantes, y el prestigio de la enseñanza académica.
Esta retórica se expresa desde el punto de vista formal en una
crítica a la utilización libre del ornato, es decir a la presencia
del adorno barroquista en la arquitectura de la ciudad,
mientras se potencia la homogeneidad del diseño y
disminución de lo ornamental, especialmente en las
superficies murales domésticas.
Sin embargo, en el ámbito complejo del dieciocho sevillano,
existen una serie de dificultades para la conversión de la
arquitectura a los presupuestos ilustrados, y también en el
campo de la arquitectura civil.
Las licencias de obras otorgadas por los arquitectos
municipales no se ponen en marcha hasta 1789, y no se
consolida el modelo hasta los inicios del siglo XIX,
perviviendo con situaciones donde se limita la acción
directora del arquitecto a su comparecencia en el acto de dar
las medidas8. Además, los propios arquitectos al servicio del
ayuntamiento, que no tienen aún en Sevilla una formación ni
grado académico, no expresan reservas a la acción de los
maestros de obras, y no ponen excesivas dificultades a la
hora de aprobar los diseños de las viviendas elaborados por
sus colegas.
Finalmente, hay que considerar que los autores de las casas
siguen patrones heredados de su formación tradicional, de
índole barroquista y marcada por la tradición, presente
especialmente en este género arquitectónico.
La Arquitectura Domestica.
Plantas.
El elemento fundamental de la casa sevillana acomodada es
el patio, que se convierte en organizador de los diversos
espacios de la vivienda. Por cualquier cambio que se
produzca en la evolución de la arquitectura doméstica en la
ciudad, éste aparece siempre como invariable núcleo
esencial. Su carácter instrumental y simbólico en la etapa
musulmana fue rescatado por a través de la síntesis del
mundo mudéjar para la Sevilla cristiana. La casa sevillana
por excelencia, Los Reales Alcázares, en su distribución de
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 77
cuartos y patios, conformó un modelo que se imita a través
de las casas señoriales de las familias aristócratas residentes
en la ciudad. De este esfuerzo constructivo, y a través de la
síntesis de diversos aspectos mudéjares con posteriores
aplicaciones de materiales y lenguaje del Renacimiento
durante la segunda mitad del siglo XV y el XVI se establece
un tipo de casa que aunque en constante evolución no pierde
sus rasgos más esenciales hasta la Edad Contemporánea.
En el siglo XVIII se produce la definitiva integración entre el
patio como elemento organizador de la casa y el diseño de su
planta, de modo que se adoptan diseños regulares o
semiregulares para establecer las distintas estancias y
habitaciones en su entorno, que toman para su simetría el eje
central del patio. La tendencia es que el propio patio adopte
una figura en ángulos rectos en las obras de nueva planta,
como ocurre en la casi completa reconstrucción de Conde de
Ibarra 18 por su propietario el comerciante Keyser en 1774
[Lámina de encabezamiento]. Esta relación proporcional
entre el patio y otros compartimentos de la casa se produce
igualmente entre aquel y el frente de fachada del edificio, de
modo que desaparece el característico
eje acodado que había señalado el acceso desde la calle hacia
las mansiones sevillanas y que ha sido identificado como
pervivencia del concepto de intimidad propio de la casa
musulmana. Durante la segunda mitad de siglo la conexión
puerta-casa se realiza mediante un eje longitudinal, que se
pretende en muchos casos centrado en la mitad de su
superficie, y que lleva directamente hasta el propio patio del
edificio.
Corral del Lucero
Es posible que esta solución, que se va extendiendo como
recurso en las obras realizadas después del terremoto de
Lisboa, hiciera señalar a algunos viajeros, como el caso del
conde Miot de Melito, una cierta regularidad en la
conformación de las viviendas sevillanas, por lo demás
caracterizadas por los patios de columnas cuya prolijidad
había asombrado a Ponz11. Su éxito es tal que a comienzos
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 78
del siglo XIX se interviene en la más cualificada mansión de
la ciudad, los Reales Alcázares, para abrir un acceso directo
desde el portada del Palacio del Rey Don Pedro hasta el Patio
de las Doncellas, operación que hizo el maestro M a n u e l
Cintora en 1805. El empleo de esta vía directa de acceso al
interior de la casa tiene diversas implicaciones.
Se convierte en un nuevo recorrido representativo del
edificio, y también en un nuevo eje visual y perspectivo. El
zaguán de la casa adquiere un papel protocolario, puramente
un tránsito entre la puerta de la calle y el postigo de la casa,
llamado en efecto ―puerta de en medio‖. En ejemplos más
tardíos, la profundidad de la vivienda es mejorada mediante
la apertura de huecos en el frente contrario del patio, que
termina en ocasiones en el jardín al fondo de la parcela,
rematada tal fuga en una fuente u otro elemento significativo.
La conexión portada-patio-jardín está presente en Conde de
Ibarra 18, Ximénez de Enciso 33, o Dos Hermanas 9, sólo
algunos ejemplos entre la arquitectura doméstica del conjunto
histórico de la ciudad. Otras
casas principales presentaban variaciones en torno a este tipo.
En la desaparecida Casa-palacio de Molviedro, este eje
finalizaba en un patio abierto hacia el testero de la vivienda,
por cuanto la amplitud en
anchura de la casa hacia posible la situación lateral del jardín.
En la Casa de las Columnas en Triana, la axialidad
longitudinal del edificio, en una parcela estrecha entre Pureza
y calle Betis, permitía el tránsito entre ambos accesos en los
extremos del recorrido, mientras que la distribución del
edificio, correspondiente a dos áreas análogas cada una en
torno a un patio, tenía como eje de simetría una crujía
paralela a las líneas de fachada en el centro del edificio,
donde se disponía la escalera principal de la casa [lám. 1].
La paulatina conciencia en la planificación de la vivienda que
exige tal modelo tendrá un tardío y depurado ejemplo en la
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 79
Casa de los Condes de Casa-Galindo, construida ya en el
XIX por el maestro Alonso Moreno para Don Vicente Torres
Andueza y que se conoce por el título de su posterior
propietario, el aristócrata Andrés Lasso de la Vega. Esta casa-
palacio, con amplio zaguán y triple arquería de acceso al
patio, posee una estancia intermedia y destacada entre éste y
el jardín trasero.
Estos cambios aumentan las posibilidades expresivas de la
arquitectura doméstica, integrando sus interiores dentro del
concepto ilustrado de ―aspecto público‖, por cuanto la visión
desde la calle limita la intimidad a la vez que magnifica la
capacidad de ostentación de las viviendas.
Esta ambivalencia entre lo privado y lo público prepara la
aparición de las cancelas como sustitución de los cerrados
postigos en los zaguanes, cuyo uso se extiende por la ciudad
a comienzos del siglo XIX. La labor de rejería de ―gitanilla‖,
que se populariza como escudos decorativos de balcones y
ventanas, pasa también a definir el acceso intermedio al patio
desde el zaguán, de modo que se consigue atenuar el efecto
de absoluta impudicia mientras permite vislumbrar el aspecto
interior de los edificios. Además, absorbe las posibilidades
decorativas en las fachadas, mientras se insiste en la sencillez
y la exclusión del adorno de sus paramentos.
Espacios y volúmenes.
Pese a los ajustes que la tendencia a la regularidad y a la
axialidad implican en las casas sevillanas, la distribución del
interior y la presencia de determinados espacios tradicionales
permanecen sin alteraciones importantes en estos años
últimos del siglo. Continúa la escasa especialización de los
espacios, de modo que sólo se puede hablar de áreas
funcionales en la casa, como las zonas de servicios y cocinas,
situadas cerca de pozos, en áreas marginales con respecto al
eje de la casa. Por lo que respecta a aquellos elementos de
uso más definido, el zaguán pierde su función como
apeadero, y adquiere el valor representativo antes
mencionado. Las cocheras o caballerizas toman acceso
independiente desde el frente de fachada del edificio se
sitúan, si existe otro frente a calle, en relación con esa entrada
secundaria.
La parte más esencial continúa siendo el cuerpo de la casa, la
crujía de fachada, que suele ser además la zona de la casa con
un volumen más potente. Allí suele disponerse el salón de
estrado, o sala principal de la casa, que en casas importantes
se duplica en el piso superior. En continuidad con el modelo
tradicional, pervive en los pisos principales de las casas
acomodadas la consabida división en salas, recámaras
y gabinetes15, aunque en viviendas de menor prestancia se
mantiene la tendencia a acomodar las estancias en los
volúmenes determinados por las crujías. Sólo se mencionará
expresamente el influjo francés de
la distribución en departamentos a partir de la invasión
francesa.
El patio se forma con columnas sobre las que voltean arcos
de medio punto o escarzanos, a veces coexistiendo en un
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 80
mismo espacio, como el caso de Conde de Ibarra 18 [lám. 2] .
En el piso superior se emplean de nuevo galerías de
columnas o balcones que se abren desde corredores. No es
extraño que aparezcan, incluso en casas de cierta apariencia,
patios sin columnas, con corredores altos sobre vigas, quizás
asociados al uso de los bajos como oficinas o casas
comerciales.
Así ocurre por ejemplo, en varias viviendas construidas tras
la ordenación del barrio de la Laguna desde 1772, como
Castelar 14 y 16, Gamazo 24 o Padre Marchena 16 y 18,
junto a otras más principales con amplio patio de arquerías,
como la casa del hacendado Don Pedro de la Cuesta en
Castelar 26-28. Las casas acomodadas abren escalera al piso
superior en algún frente o ángulo del patio. Tras el patio se
abren diversas habitaciones a un lado del tránsito principal
del edificio, o a ambos en caso de estar centrado en eje con el
zaguán.
En un lugar contrario o distante de la parcela al de la crujía
de fachada suele situarse el jardín, definido en un
tono culto, con la presencia en ocasiones de algún frente de
arcos formando una logia abierta al mismo, y donde, en
continuidad con la adquisición de estos elementos en el
Renacimiento, con la presencia de fuentes parietales, los
antiguos riscos, cuya visión completaba en ocasiones el eje
perspectivo de la casa desde su principal acceso.
La distribución de la planta baja suele repetirse en el
principal en las casas acomodadas, dualidad más acusada
cuanto mayor rango tenga la vivienda.
En cuanto al uso, existía la conocida mudanza en la
ocupación de los pisos del edificio, meses de calor el bajo,
invierno en el piso principal, rito que implicaba incluso el
traslado del mobiliario de la morada18. Posiblemente esta
correspondencia entre la habitación de la vivienda y su altura
en pisos fue menos estricta cuanto menor rango tuviese el
edificio. En esta planta superior, el salón de estrado se
dispone sobre la portada principal de la casa. Los dormitorios
abren en el cuerpo de fachada hacia la calle, o sobre el jardín
en los ubicados en cuerpos interiores de la vivienda. Una
escalera, en ocasiones llamada falsa escalera, comunica las
cocinas del bajo con las del piso superior, abarcando entonces
estos servicios un ámbito de la vivienda en torno a un
patinillo de luces. Los criados vivían cerca de las entradas
secundarias, en las cercanías de las cocheras o caballerizas si
están en cuerpos independientes al de fachada o en una
tercera planta. Este tercer piso no se extendía por toda la
superficie del inmueble, sino que remataba los volúmenes de
algunos cuerpos del mismo, sin completa conexión, aunque
tanto su presencia en las fincas urbanas construidas, como la
superficie que en ellas ocupa, aumentan en estos años finales
del siglo. Si existe, siempre aparece al menos en la crujía de
fachada del mismo, en continuidad con un deseo de
ostentación o apariencia continuado desde el Barroco. Este
piso último se compone de soberado o miradores, que actúan
como depósito de paja o grano, palomar o trasteros, abiertos
a azoteas que conectan con otros miradores o lavaderos.
En definitiva, es posible detectar desde las décadas avanzadas
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 81
del siglo XVIII una tendencia a la integración de las partes de
la casa, que si no remite aún una la existencia de funciones
específicas para cada
espacio, si se concreta en una cierta regularidad y orden en la
distribución y una cierta homogeneidad en sus volúmenes.
Este camino del modelo de casa patio sevillana está
relacionado con la naturaleza de sus promotores.
Establecidas ya en la ciudad las mansiones de la aristocracia
de mayor abolengo, los comitentes son ahora miembros de la
nobleza de servicio, gentes recién ennoblecidas, o
comerciantes, como Don Pedro de la Cuesta, Francisco
Keyser, o Manuel Prudencio de Molviedro, que requieren
modelos simplificados de las casas nobiliares históricas de la
ciudad, más racionales en el tipo y más funcionales.
También se observa en el cambio de siglo, frente a la
tradicional sobriedad de la decoración de la casa hispánica de
épocas anteriores, una mayor preocupación burguesa por el
carácter del espacio doméstico.
Se disminuye el volumen aparente de las piezas con la
incorporación de falsos techos rasos bajo los forjados
de madera, moda presente en la ciudad desde los años
setenta. Igualmente se dotan con chimeneas los salones de las
viviendas, y se refuerza la dotación de portajes y el uso de
cristales19. Finalmente se divulgan nuevos usos para ciertas
piezas, convertidas en chineros o escritorios. Todo ello en un
ámbito cultural de ―domesticación‖ e individualización de la
vivienda.
Los Alzados
Los arquitectos y maestros de obras más cercanos a las ideas
ilustradas van a poner el acento en el orden y la simetría
como valores fundamentales para la organización de los
frentes de fachadas de los edificios.
Tal preocupación es recurrente en los proyectos de reforma
general de distintas áreas urbanas en Sevilla. Cuando los
maestros de obras Lucas Cintora y Félix Caraza informan
sobre el proyecto de derribo y ampliación de la zona del
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 82
Corral de Olmos, tras el ábside de la Catedral, se pronuncian
favorables a la proporción y correspondencia entre los
diverso edificios que conformen esta área monumental. El
maestro San Martín habla en 1789 de la obligación de seguir
el ―buen aspecto y simetría‖ en la creación de los alzados
exteriores de las casas. Esta simetría entre los elementos de la
fachada se convierte también en relación entre diversas
fachadas de una calle o plaza, guardando semejanzas en
ornato y altura para sus diferentes casas, ―con la simetría y
proporción de estar en ambas aceras las Paredes y tejados de
una misma altura‖ tal como se expresa el promotor de la
construcción del barrio de la Laguna, Manuel Molviedro,
para explicar la debida apariencia de los alzados de la zona
urbanizada. Estas consideraciones nos hablan de un nuevo
papel con que se define a la arquitectura civil bajo la visión
ilustrada, pues las nuevas edificaciones no son sólo expresión
de los deseos individuales de sus dueños o constructores, sino
también una responsabilidad colectiva que afecta a la imagen
de toda la ciudad, adoptando un valor representativo que
expresa el esfuerzo del común de sus habitantes, y que se
desprende del uso de nociones ilustradas que aluden al
aspecto o ornato público y al beneficio colectivo.
De este modo, el que los edificios estuvieran ―arreglados a
arte‖ era un elemento tan importante para que los arquitectos
municipales dieran su licencia a las nuevas obras como el
hecho de que no afectasen directamente con sus medidas los
derechos del común. Conocemos algunos de los aspectos que
las ordenanzas exigían a las nuevas casas que se fueran a
edificar en la Sevilla de fines del XVIII. Aunque ignoramos
si estas normas se explicitan en la reforma de las ordenanzas
municipales de policía urbana en esta época, o ya estaban
presentes como fundamentos en la construcción de los
edificios en las décadas anteriores del siglo, lo cierto es que
guardan una relación evidente con la preocupación por los
principios estéticos que hemos señalado.
Así, se pretende evitar la presencia de determinados
elementos como los guardapolvos o tejaroces, por un motivo
instrumental, ya que se consideran peligrosos por causar
desprendimientos, y también por razones estéticas, ya que
son vistos ejemplo de barroquismo y pretexto de excesivos
adornos.
En los edificios debe haber una proporción entre los pisos
altos y bajos. Se determina que el vuelo de cornisas y
balcones se encuentre proporcionado con la anchura de la
calle donde se abren. Las ventanas deben guardar una
relación de ancho y altura dependiendo del piso donde se
encontrasen, y las ordenanzas señalaban la obligación de
asegurar la intimidad de los vecinos. El uso de soportales se
aconseja para las plazas y vías principales en razón de la
comodidad y aspecto público.
En cuanto a las realizaciones concretas, en la segunda mitad
del siglo XVIII se divulga un modelo de fachada que es
resultado de la absorción de los recursos propios del
clasicismo por la arquitectura doméstica de la ciudad. Posee
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 83
dos cuerpos, con inclusión usual de un último piso o
soberado, que actúa compositivamente como ático autónomo
de los pisos inferiores. Los huecos en el muro se disponen de
manera regular, donde alternan, también dentro de una misma
fachada, balcones y ventanas cerradas con rejas voladas.
Se destaca moderadamente el eje principal de la fachada,
donde se dispone la portada y un vano correspondiente en el
piso superior, con balcón destacado. Esta portada suele ser
levemente saliente con respecto a la línea de fachada, y
destaca en ella un juego tectónico que suele ser muy
sintético, con pilastras y entablamento perfilados por el
resalte y balcón superior que invade el supuesto
entablamento de la portada.
Los paramentos son enlucidos, y su superficie está parcial o
totalmente avitolada. Si existe un soberado, suele diseñarse
con vanos de medio punto cuya sucesión se inserta entre
pilastras, sobre los que remata un volado tejado. Sobre este
modelo general se establecen variantes, siendo la principal de
ellas el desarrollo compositivo de estos elementos dentro de
un orden gigante que los enmarca, de modo que se refuerzan
los módulos verticales con la inclusión de cajas de pilastras,
que se disponen formando calles en la fachada o señalado sus
límites laterales, mientras se evita la autonomía formal del
soberado. En este tipo de fachada se refuerza en ocasiones los
signos clasicistas de su composición, con pilastras y
frontones como ornato de los balcones dispuestos sobre las
portadas, o definiendo los límites de la calle principal de la
fachada. En este grupo se incluirían, entre otras, las fachadas
de las viviendas de empleados de la Fábrica de Tabacos
en la calle San Fernando, la Casa de Don Benito del Campo,
Conde de Ibarra 18, Sánchez Bedoya 12, la casa de Pedro de
la Cuesta en Castelar 26-28 [lám. 3] o San Marcos 13. La
ordenación de los elementos de fachada y la austeridad
decorativa pertenecen a una tradición local que tiene como
modelos arquitectónicos del clasicismo a edificios como la
casa Lonja o el Hospital de la Sangre, pero que se acentúa
con el ejemplo de la construcción de los grandes edificios
fabriles del XVIII, en especial de la Real Fábrica de Tabacos,
en cuya obra se forman gran número de los maestros de obras
que toman los encargos de la construcción de las nuevas
residencias.
Como ocurría con el interior de las viviendas, es este modelo
de fachada el que va a continuar perviviendo en la Sevilla de
fines del siglo XVIII, de modo que la incorporación de las
novedades de la Ilustración en la arquitectura doméstica
serán muy limitadas. En el caso de las fachadas que optan por
ordenar sus elementos insertos dentro de un orden gigante, la
adopción o reflexión sobre los órdenes clásicos y el ornato se
traduce en el uso de elementos extraídos del repertorio
puramente tectónico. Sin embargo, estos elementos se
disponen, tanto cuantitativamente como por su situación en
las zonas significativas de los alzados, de un modo aún
barroquista.
En la llamada casa de las Columnas de la calle Pureza (1780)
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 84
el uso de formas del repertorio clásico, como la reaparición
de las columnas en su portada, se confunde en la reiteración
de un orden mensular en el entablamento de la casa, portada
y cierros, y la concentración de adornos fileteados en
ventanas y vanos. En la Casa de los Medina (Calle Santa
Ana), cuya fachada se construye entre 1790 y 1791 por el
arquitecto Lucas Cintora, o en la adaptación como casa
principal del antiguo Hospital del Rey, desde 179529, se
aprecia igualmente la ambigüedad a la que nos referimos,
pues junto a una cierta recuperación de una tectónica más
canónica, se observa, tanto en la concepción general de estas
fachadas -como máscaras de la edificación-, como en la
reiteración de sus elementos, la pervivencia de lo tradicional.
Junto a este grupo de fachadas asociadas a casas principales
aparece otro en viviendas de menor entidad que avanza desde
el modelo muy común de fachada de dos pisos y soberado
que antes mencionamos, en una línea inspirada por los
principios estéticos y a las normas de ordenanzas ilustradas.
En general, se pierde la organización independiente del
soberado, que poseía antes un sentido de término en altura o
remate de fachada de índole barroquista. En las décadas
finales del siglo su alzado exterior se integra en la
composición general de la fachada o se subordina a ésta,
desapareciendo los arcos y pilastras toscanas para
trasformarse en simples vanos cuadrados, como pequeñas
ventanas o balcones.
Los dinteles de los vanos de las fachadas adoptan un perfil
ligeramente curvilíneo, a modo de arcos rebajados. A la vez,
el vuelo del tejado va dejando paso a una azotea con rejas y
antepechos de material que sirven de soporte a jarrones y
bomboneras, de acuerdo a un ornato más ortodoxo en el
lenguaje clasicista. La integración de elementos y
una cierta homogeneidad formal configuran el precedente
inmediato de la casa burguesa sevillana del XIX.
Sin embargo, el concepto general aún es claramente
tradicional, con portadas diseñadas con una tectónica
específica, el característico perfil bulboso bajo balcones y
cierros, y el diseño de marcos con orejetas para
los vanos. La extensión de las azoteas incluso hace más
compleja la percepción volumétrica del edificio, que remata
en sucesivos terrados y miradores. La tendencia a la pérdida
de autonomía formal del soberado es ya distinguible en
viviendas edificadas en el barrio de la Laguna en la década de
los setenta, como en la casa esquina Castelar/Plaza de
Molviedro, muy transformada, Doña Guiomar 1, o los citados
nºs Castelar 14 y 16 o Gamazo 24. El camino hacia una
mayor integración de los elementos de la fachada se observa
en Mármoles 2 [lám. 4], o San Isidoro 18, casa rematada en
1794. Ya quizás de comienzos del siglo XIX son ejemplos
Don Remondo 13, Gravina 57 (desaparecida) y Teodosio 21,
mientras que la casa de Santa María la Blanca 17, cuya
fachada se construyó bajo diseño de Fernando Rosales en
1806[lám. 5], puede ser ejemplo paradigmático de estos
aspectos que hemos señalado.
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 85
En definitiva, la evolución de la casa sevillana bajo el influjo
más o menos intenso de la Ilustración se caracteriza por la
confusión en la adopción de las novedades formales, y en la
pervivencia de los esquemas tradicionales hasta muy entrado
el siglo XIX. La opción por otros modelos tienen una escasa
fortuna, como sucede en 1794, año en que se decide edificar
un nuevo alzado para el frente oriental de la plaza del
Salvador, de índole más tradicional a la opción diseñada por
el alarife Manuel de Silva, con un diseño de soportales de
líneas castellanas y portada monumental. Cuando se trata de
introducir algún aspecto aparentemente novedoso en su
ornato, éste más que integrarse se ―incrusta‖ en el modelo
dominante. Como Santa María la Blanca.
Ejemplo de ello señalamos el caso de la construcción de la
casa del comerciante Antonio Agustín Méndez, que en 1802
lleva a cabo el alarife Julián José de la Vega. La casa, actual
sede de una institución bancaria, fue objeto de una reforma
algunos años después, en 1807, por parte del mismo maestro
de obras que lo había edificado, actuación de índole
puramente estética, pues se limitó a cambiar la forma de la
portada del edificio para incorporarle un entablamento de
orden dórico con decoración icónica en las metopas, de modo
que se justifica con un elemento culto y de modernidad el
tono tradicional del propio diseño compositivo de la
vivienda. Así, la fuerza de la tradición domina en este género
arquitectónico, y pese a la crisis ilustrada, configura aspectos
relativos al tipo, elementos y formas que van a continuar sin
ruptura para integrarse en la arquitectura doméstica
decimonónica.
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 86
Hitos
1.719 Construcción del mercado de la calle Feria
1.720 Fuente de la Plaza de la Encarnación.
1.724. Alfolí de la Sal instalado en una ampliación de la vieja
fábrica de tabaco, y la reparación de la Alhóndiga.
1726 Marcos Sancho construye un puente sobre la
alcantarilla del Tagarete en sustitución del antiguo.
1729 Felipe V traslada la Corte a Sevilla.
1732 Primeros ensayos de alumbrado, pidiendo a los vecinos
que colocaran faroles en sus ventanas.
1755 Terremoto de Lisboa
1760 Segundo intento de alumbrado publico bajo multa
(repetido 1766-70-72-77-79 de nuevo sin éxito)
1776 Se instauro un mando militar en la ciudad a cargo del
Mariscal de Campo.
1757 Se colocaron varios husillos de desagüé en la ciudad,
desde la puerta de San Juan al río.
El desde 1 de noviembre comenzó la obligación de iluminar
con faroles las calles principales
1758 se comenzó a usar la real fábrica de tabacos aun sin
terminar.
Inauguración Iglesia de San Nicolás.
Reparación de murallas
Fabrica de salitre en la puerta del sol.
Paseo del arenal se arreglo.
Ensanchamiento de la entrada por la torre del oro y derribo
de las dos barrancas.
Incendio el 8/12 de la iglesia de San Roque.
Gran inundación que afecta a la estructura de la Casa de la
Moneda.
Publicación del reglamento de limpieza de calles.
1760
Cortes y dragados hechos al río
Derribo de casas salientes desde el compás de San Pablo
hasta la esquina de la calle Cantarranas.
Calle abierta desde la Puerta Jerez hasta el muro de Levante,
abriendo en este una puerta que se llamo de San Fernando.
El 28 de agosto aparece edicto en la fachada del
Ayuntamiento de subasta de de los terrenos de la laguna,
antigua mancebía, para edificar nuevas casas y urbanizar el
barrio según módulos modernos.
Expulsión de los jesuitas.
Restauración de las obras teatrales con la introducción de la
opera.
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 87
1761 Se dio comienzo a la maestranza en el monte del
baratillo.
1762 Se terminan obras de fábrica de salitre
Derribo la torre del almirantazgo unida a la catedral.
1763 Se terminaron cañerías de abastecimiento de fuentes
públicas
Finalización de las obras de la nueva portada de la Casa de la
Moneda.
1764 El asistente Lurumbe reforma la Alameda de Hércules y
le imprime un valor real colocando el símbolo del León
Tenante.
1765 Fundación de la escuela de San Luis.
Obras de embellecimiento del Paseo de la Alameda
1966 Inundaciones en invierno
Expulsión y ocupación de las 6 casas de la Cia de Jesús
1769 Real cedula de división de Sevilla en cinco cuarteles,
barrios y manzanas.
1767 Campomanes hizo de Olavide su colaborador en las
empresas ilustradas de instaurar nuevas poblaciones en Sierra
Morena y la ―hazañosa‖ tarea de someter y domeñar con
mano dura al altivo y reaccionario municipio Sevillano
abriendo la vida de la ciudad a una nueva etapa de
prosperidad.
Petición de ampliación del superintendente de la casa de la
moneda
1774 Reglamentación para el baño en el río dada la elevada
mortandad por ahogos.
1775 Es llamado Pablo de Olavide a Madrid por el tribunal
de la inquisición
1777 Finalizan las obras de la fábrica de tabacos.
1.778. Olavide construyó un nuevo barrio sobre la antigua
mancebía (La Laguna) entre la calle de La Pajería y la Puerta
del Arenal, comenzado en 1.772 bajo la dirección del
arquitecto Molviedro
1783 Nueva petición de la Casa de la Moneda de ampliación
del llamado Corral de Segovia
1784 Se construye el malecón del Arenal.
1786. Inundación y embellecimiento de los márgenes del río.
1791 Primer servicio publico de alumbrado
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
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Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 90
Conclusiones
En un principio para entender mejor el crecimiento de la
ciudad, sucesivas y desafortunadas inundaciones nos
planteamos investigar sobre un plano con trazado topográfico
de la ciudad. Hecho que nos pareció de enorme trascendencia
tras asistir a las primeras sesiones del aula con el profesor
Juan Cascales y seguir el recorrido de fuentes a las que
podíamos acudir.
Sin dejar de obviar que durante este periodo de mas de dos
mil años la topografía de la misma habría tenido enormes
cambios, nos quedamos gratamente sorprendidos cuando tras
unir todas las líneas de cotas, darles diferentes tonalidades a
las mas bajas --mas azul intenso y las superiores situarlas en
color tierra-- obtuvimos un plano que nos guío y motivó por
todo el recorrido y crecimiento de la ciudad desde sus
comienzos hasta la etapa actual. Haciendo una parada en el
siglo que nos ocupa y las relaciones de tramas y vacíos
existentes, su expansión se nos hacia mas visible por una
pura eliminación de zonas de las que teníamos noticias de su
creación anterior o posterior. Finalmente introduje sobre ese
primer plano de la ciudad las variables que parecían
probables en el continuo mareaje del brazo del río que
transcurría de Norte a Sur entrando por la zona de la Alameda
y saliendo por donde esta situada la plaza de toros. El
resultado que parecía bastante coincidente con los trazados
que se han hecho sobre las posibles etapas de evolución del
casco histórico a lo largo de mas de 2600 años.
Trabaje con el plano mas antiguo de Olavide y con una
superposición al actual pudimos observar algunas
desviaciones en su orientación, textura y dimensiones. Aun
cuando de su estudio se puede observar una realidad presente
a lo largo de todo el siglo XVIII y es que la organización
Católica tenia casi la totalidad de la propiedad existente en la
ciudad, descontando las de la aristocracia y de las
instituciones publicas existentes en aquel periodo muy
vinculadas a la iglesia católica hasta el punto que los
edificios públicos o de servicios en la mayoría de las
ocasiones se encontraban alojados en edificios propiedad de
la iglesia.
Como en el caso del propio ayuntamiento, la mayoría de los
llamados hospitales y una multitud de otros que fueron
desamortizados posteriormente. Si bien es cierto que tras la
lectura de crónicas de la época, la propiedad en la ciudad no
tenía prácticamente valor ya que de las sucesivas
inundaciones, plagas que propiciaban muerte en proporciones
de hasta el 50% de la población como las del siglo XVII, no
era rentable para el capital existente y necesitaba de un
enorme mantenimiento. Lo que hace presumir una creciente
transformación urbana desde sus adentros, es decir por
añadidos de casas y adarves que las propias organizaciones
religiosas iban añadiendo a sus instalaciones.
La Iglesia católica gobernaba en la ciudad por varios
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 91
motivos: su peso en la propiedad del territorio y su figura de
cobro de ―diezmos‖ en especie. Ya que tenían abundantes
latifundios repartidos por los alrededores y estos le generaba
--aun en las crisis más agudas-- sus rentas en cosechas y
genero de granja. Si esto añadimos el gran fanatismo de la
época y las enormes catástrofes que se sucedían podemos
hacernos un escenario sobre el ritmo de la ciudad tras las
plagas del S XVII, las inundaciones del XVIII y el terremoto
de Lisboa que asolo la ciudad y destruyo –según los cronistas
de la época—casi el 50% de las edificaciones existentes.
No nos paso desapercibido la relación territorial, la orografía
de los primeros asentamientos y su vulnerable acceso. Ha
sido invadida por múltiples civilizaciones con facilidad y
aceptación de sus residentes.
El protectorado recurrente en diversos tramos de la historia
de grandes eventos, inversiones o monopolios como los que
se establecieron con America o las sucesivas exposiciones del
1929 y 1992 que situaron a Sevilla en la cabecera de las
inversiones del estado.
Barrionuevo será el introduzca en la teoría de ―Ciudad
Puente‖. Y que tras un estudio más riguroso del aspecto
territorial nos dio algunas claves del puente de barcas y su
relación con el abastecimiento y la nueva concepción de la
ciudad musulmana.
Los arrabales de Sevilla durante todo el periodo se habían
convertido en refugio de aprovisionamiento y el puerto
estaba desplazado del arenal hacia el norte. La entrada por el
aljarafe sevillano de provisiones diarias y de mayor cercanía
origino una importante concentración de regadío y los
primeros asentamientos de raíz musulmana de pequeños
pueblos diseminados por toda ladera del aljarafe y la propia
Triana como arrabal de Sevilla.
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Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 92
Cotas:
+Altas Marrón
+Bajas Azul
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En el plano de la figura
adjunta se ha marcado las
principales áreas urbanas de
uso público con su foco
principal de comunicaciones
centralizado en torno a la
catedral y el edificio de
aduanas y antigua lonja. Sus
amplias tramas norte- sur en
la red de comunicaciones se
presuponen de un periodo
romano cuando el cardo
máximo estaba formado en
conexión con la Vía de la
Plata sobre la calzada
romana que comunicaba con
Gijón en norte-sur la
península.
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Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 94
En el grafico de la derecha de la
Sevilla del 1700 se ha realizado un
inventario de las propiedades de la
iglesia en aquel entonces. La
Sevilla del S.XVII había sido la de
los conventos. Grandes fundaciones
de religiosos y religiosas
establecían sedes del más diversos
ámbito. Ordenes religiosas,
militares descendientes de las
cruzadas y un amplio abanico de
servicios asistenciales de carácter
benéfico o hospitalario.
Algunas figuras al estar
superpuestas sobre el plano actual
de Sevilla aparecen desfiguradas
sobre el plano de Olavide dada su
inexactitud con respecto al plano
actual.
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El plano superpuesto
con el anterior, con las
obras ejecutadas por la
Iglesia en Sevilla en el
siglo XVIII. Se puede
observar la
envergadura de obras y
la transformación que
en este ámbito sufrió la
Sevilla post terremoto
de Lisboa. Los
cronistas de la época
señalan como cundió el
pánico en la ciudad y
el fervor religioso no se
hizo esperar --con no
solo el establecimiento
de multitud de capillas
y auspicios-- sino con
las ampliaciones de los
conventos existentes y
reformas de
edificaciones
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 96
En el siguiente plano donde se
observa la relación de tramas con
los espacios vacíos de la ciudad,
podemos ver que son casi
inexistentes. Con pequeñas
aperturas del periodo barroco
sevillano tardío-- que dio lugar a
apertura de espacios públicos
frente a las casas nobles para
buscar de esta manera la
perspectiva en su edificación tal y
como comienzan a marcar los
cánones renacentistas italianos.
Hecho que difícilmente se podía
producir en Sevilla, dado lo
intrincado de sus calles y sus
grandes estrecheces.
De tal carácter se produce frente a
la Casa Pilatos la primera
actuación urbanística en este
sentido --a principios del siglo que
nos ocupa-- y alguna más como en
la calle San Pablo o la demolición
del Corral de los Olmos.
Además de la Laguna de la Pajería.
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Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
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Al abundar y acudir a la bibliografía y en los matices que
hicieron al XVIII un siglo lleno de dinamismo y
transformación. Sevilla gozó de fama y prestigio desde su
concepto de ciudad-puerto, de ser centro de recepción de
fiestas y demas eventos y de aglutinar a las mas altas
corrientes sociales de su época.
El dinamismo burgués en Sevilla fue sustituido por la
aristocracia que controlaba los poderes fácticos desde la
primera conquista de Sevilla y poco después su territorio al
100% junto a la Iglesia. Los primeros cambios de una ciudad
que miraba a sus adentros --al estilo de las ciudades árabes—
donde coexisten un entramado de calles --muchas de ellas de
difícil acceso-- otras con núcleos diferenciados y separados.
Se inician las aperturas de huecos a la calle a modo de
ventanas, la sustitución de cuadras y almacenes de aperos
por nuevos usos especializados en la vivienda. La
incorporación de nuevos materiales como la fundición, el
vidrio. El uso del zaguán como forma segura de crear una
corriente en la casa y al mismo tiempo estando segura frente
a robos. Esta es una moda que se instala definitivamente en
este siglo tras seguir siendo una ciudad de callejones
laberínticos de tápiales con un único hueco a la calle como
puerta de acceso sin mas intermedio que un patio delantero
que servia de vividero.
El estuco decorativo era una muestra de buen gusto que se
fue implantando a lo largo del periodo dorado del XVI y
XVII.
Las primeras aperturas de plazas se producen tras las nuevas
corrientes barrocas que imprimen prestigio a los edificios.
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 100
A: Transito del brazo del
río antes de su desecación.
B: acceso original a la
ciudad en largas distancias
y seguro frente a las
crecidas que podían
impedir su transito.
C: Abastecimiento desde el
Puente de las Barcas en el
Siglo XII de la Sevilla
Musulmana.
D: Transito seguro al
puerto de pasajeros y al
comercio del oro.
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 101
Tras trazar unas hipotéticas líneas de
crecimiento y pensar en que para el
transito de mercancías o
abastecimiento era necesario pisar
tierra firme, lejos del orillaje. Al
menos hasta que fue avanzando el
desecado del río al cavo de los siglos.
Esto era trasladable a las huertas y las
calzadas de acceso y sobre las vías de
paso. Se trata del primer esqueleto de
la evolución de la ciudad y sobre la
que se sustenta toda su historia: la vía
de acceso segura del orillaje, Las
huertas con acceso directo al regadío
del río formando una hilera a lo largo
de todo San Luis.
El arenal podía ser mas un puerto de
control y aduana y situándose mas
arriba del río las
labores propias del
transito de
mercancías.
Evolución de Sevilla intramuros en el Siglo XVIII.
Teoría de la Arquitectura_ ETSAS 2008_ Jorge Monedero Martín_2º C 102
La ciudad es una lección de idoneidad
de un lugar en una lucha por el tiempo que va
logrando una forma y un sentido. Siempre en esa
tensión creativa surge el conflicto, crecer o decrecer,
innovar o integrar lo adquirido. Es por tanto un
producto creativo e integrador.
Muchas veces me pregunto la Sevilla que pudo ser y
que tras el continuo desecar del río fue olvidando: su
propia naturaleza, primero marina y después de
transito de agua acaudalada. La Venecia del Sur como
un fortín y refugio de conexiones con cientos de sitios
a través de la vía del río y de sus canales, obras de
adecuación hidráulicas que podrían conectaran
riveras con zonas residenciales, marismas con el alto
Guadalquivir y finalmente en su doble vertiente
Atlántica-Mediterránea.
Sevilla, como diría Umberto Eco es percibida mas
como un ―texto estético‖ que como una obra de arte.
El dinamismo es subrayado, la dialéctica de la
construcción-destrucción, la creación a modo de
Shiva danzante que pisa con fuerza a los dioses
menores para darle su lugar de sustento en la
vibración y el dinamismo de sus gentes.
Habría que poner como elemento de luz a la Giralda,
que visionada desde los lugares recónditos nos
devuelve el brillo de nuestra identidad. Es la metáfora
que diría Romero de Solís de ―faro de luz‖ Por
fortuna todavía quedan cuerpos para apreciar el
mestizaje en el arco y la piedra que aquellos primeros
almohades construyeron como primera mezquita.
La ciudad es como la palma de una mano, contiene
todas las señas y rasgos, daños pasados o futuro.
Descifrarlo no es labor baladí, tal y como Calvino
señalara como metáfora en Las ciudades invisibles.
Esta singladura empieza su andadura y como tantos
otros proyectos inacabados nos pone sobre los surcos
de una mano, la de la voluntad que la maneja. La
mano es el signo vivo de la coalición entre las fuerzas
interiores y las posibilidades exteriores.
Sevilla, 7 de Enero de 2009
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