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El hombre-lobo y la diferencia sexual
Dr. Juan Carlos Jorge
Catedrático, Departamento de Anatomía y Neurobiología
Oficial de Diversidad e Inclusión, Escuela de Medicina - UPR
Resumen
Tres historias del hombre-lobo –un cuento infantil, un caso Freudiano, y un caso
médico-legal– me permite examinar tres representaciones sobre la diferencia sexual.
En la cuarta y quinta parte de este trabajo planteo el equívoco de las asociaciones
norteamericanas de psiquiatría y de psicología de avalar el cambio de “desorden de
identidad de género” por “disforia de género” en el Manual Diagnóstico y Estadístico de
los Trastornos Mentales 5ta Edición. Estas categorías diagnósticas asumen una
“embriología del género” que carece de evidencia científica según trabajo teórico y de
investigación que hemos hecho en Puerto Rico. Al fin de cuentas, la “disforia de
género” como categoría diagnóstica no es más que la respuesta clínica a un miedo
infantil.
Introducción
Sexo -aprendemos desde los cuentos de hadas- se expresa en una de dos formas:
varón o hembra. Aquello que no logramos entender lo extraditamos a las fronteras
entre lo humano y lo no-humano (Izzi 2000); esa ha sido la estrategia para que no se
nos venga abajo un axioma básico que sostiene nuestras identidades validadas en, y
por, el orden social. Los mitos, el folclore, los bestiarios, los cuentos de hadas, y los
sueños rebasan los límites del tiempo y del espacio según intentan explicar los casos
en donde se rompe esta premisa básica de la existencia humana. El/la hermafrodita,
el/la intersexual, la persona con desorden de desarrollo sexual según la nomenclatura
clínica más reciente (Lee et al 2008), son injustamente reducidos en el imaginario
sociocultural a monstruos sexuales. Pero esta impronta sociocultural se repite una y
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otra vez cada vez que un ser enfrenta el devenir en humano. El tránsito más
escabroso en ese devenir se trata precisamente de entender y posicionarse
psíquicamente ante el descubrimiento de la diferencia sexual.
La noción médica de que el cuerpo sexo-diverso es una monstruosidad data desde los
inicios de la práctica médica como la conocemos hoy. En un texto médico del siglo 16,
Des monstres et prodiges, 1579 (De monstruos y prodigios), Ambroise Paré [1509-
1590] enlista a l*s “hermafroditas” en su catálogo de monstruosidades (Paré 1579).
Otro texto médico importante del mismo siglo, De re anatomica, 1559 (De cuestiones
anatómicas), contiene en su último liber (libro o capitulo) el texto “De iis qvae raro in
anatome reperivntvr, LIBER XV” (De esas cosas raramente ocurren en la naturaleza).
Su autor, Realdo Colombo [1515 (?)-1559], claramente narra sus encuentros con cinco
“hermafroditas” desde su panóptica de medicus-anatomista. Gracias a este texto
médico en particular he llegado a concluir que:
“…..Colombo, armado con su bisturí en la mesa de disección anatómica, aporta significativamente al libro de la naturaleza para des-entrañar lo que es y no es normal. Desde ese entonces quedamos atrapados los hombres, las mujeres, y tod*s aquell*s que cuestionamos el absurdo del razonamiento médico que nos define por la categoría de “sexo” desde el nacimiento mismo de eso que llamamos modernidad” (Jorge 2011).
Colombo, dirigiéndose a un amigo y colega, se refiere a los casos de variantes
genitales que tuvo la oportunidad de estudiar como un asunto raro y monstruoso.
“Sin embargo, mi Boni, o mejor, queridísimo Jacopo, entre todas las cosas sorprendentes y raras que yo he observado en diferentes momentos en cuanto a la estructura del cuerpo humano, yo considero que no hay cosa más sorprendente, nada más raro, que lo que yo he investigado diligentemente sobre la naturaleza de lo que no es ni varón ni hembra. […] Pero antes de que termine este tratado, me gustaría hacer un relato sobre una cosa monstruosa que noté en una mujer. Ella era una mujer cuya vulva no tenía nada especial o diferente de la vulva de otras hembras; una porción de la vagina era extendida, o algo similar a una vagina, pero en el abdomen no había útero, vasos seminales, u ovarios, y cuantas veces ella cohabitara con un hombre -y ella cohabitaba frecuentemente- ella se quejaba de una manera impresionante”. [Para cita completa refiérase a Jorge (2011). Texto original de Colombo (1559) traducido por JC Jorge basado en la traducción al inglés de Moes y O’Malley (1960)].
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En este capítulo analizaremos tres historias sobre la diferencia sexual. El arquetipo en
común de estas tres historias es la figura del hombre-lobo según un cuento infantil, un
caso de Freud, y un caso médico-legal. Examinaremos además la ambivalencia y la
inconsistencia teórica de la psicología y la psiquiatría estadounidense de no aplicar la
categoría diagnóstica “desorden de identidad de género” pero aplicar la categoría
diagnóstica “disforia de género” (DSM-IV-TR versus DSM-V, respectivamente) a
personas cuya apariencia genital al momento de nacer superan la dicotomía varón-
hembra.
1. El hombre-lobo se come a La Caperucita Roja
Una de las producciones culturales de mayor alcance a nivel mundial sobre el arquetipo
del hombre-lobo es, sin lugar a dudas, el cuento de La Caperucita Roja (Charles
Perrault [1628-1703]; Jacob (1785-1863) y Wilhelm Grimm [1786-1859]). Este cuento
popular, para lo cual hay varias versiones con fuertes tradiciones germánicas a través
de varios países europeos, es parte del sistema de clasificación Aame-Thompson para
cuentos populares con el número 333. La publicación del cuento por Perrault data del
1697, pero los elementos básicos del cuento pueden rastrearse a historias de siglos
anteriores. Por ejemplo, el dios griego Cronos devora a sus propios hijos aunque éstos
salen del vientre de su padre y son sustituidos por unas piedras. En Fecunda ratis, una
historia corta en latín del 1023 por Egberto de Lieja (Egbert von Lüttich), una niña
vestida de rojo es acompañada por lobos.
Aquí un resumen del cuento según la versión de Perrault (1697): la abuela confeccionó
una caperucita roja para su nieta. Un día, su madre le encargó a la niña llevarle comida
a su abuela, quien se encontraba enferma. Su madre le advirtió que no debía
apartarse del camino según atravesara el bosque. De camino a la casa de la abuela, la
niña se encontró con un lobo. La Figura 1 [INSERTAR AQUÍ] muestra una de las
muchas versiones de la ilustración del infame lobo. El lobo deseaba comérsela pero
éste no lo hizo de inmediato porque temía ser atrapado por unos leñadores que
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también estaban en el bosque, y por ende, podían matarlo. El lobo le pregunta a la
niña hacia dónde se dirigía y la niña le responde que a la casa de la abuela. El lobo le
dice que él también quiere visitar a su abuela y se marcha a toda prisa hacia la casa de
ésta mientras la niña se entretiene y se distrae recogiendo flores por el camino. El lobo
llega a la casa de la abuela fingiendo ser la niña, se come a la abuela, y se mete en su
cama. Cuando llega la niña, el lobo finge nuevamente ser la abuela y le pide que se
meta en la cama. La niña se desnuda y se mete en la cama con el lobo. La niña se
sorprende de ver a su “abuela” sin ropas, y es aquí donde ocurre el famoso diálogo
entre estos dos personajes fantásticos:
- ¡Abuelita, qué brazos más grandes tienes!
- Para abrazarte mejor.
De aquí la niña continúa preguntando sobre los pies, las orejas y los ojos, hasta llegar a
la pregunta mortal; los dientes de la “abuela”. A lo que el lobo responde:
- ¡Para comerte mejor!
El lobo se arroja sobre la niña y se la come. La versión del cuento según Perrault
termina con un poema aleccionador a las muchachas para que no le hagan caso al
primero que se les acerque.
Lo que está en juego en el cuento de La Caperucita Roja es la amenaza a la niña de
ser devorada. La clave del cuento, sin embargo, está en la elección de la niña por
entretenerse y distraerse en el camino rumbo a la casa de la abuela luego de haber
conversado con el lobo. La niña compra tiempo; quiere deshacerse de su
abuela/madre para tomar el camino del placer (Bettelheim 1977). Pero la niña no logra
por completo su propósito a pesar de que el lobo se come a la abuela/madre. Pues la
verdadera amenaza de la niña es su sexualidad incipiente; sexualidad para la cual no
está preparada en tanto ni tan siquiera comprende la diferencia sexual entre el varón y
la hembra. En efecto, la Caperucita Roja es devorada en el momento que descubre la
diferencia entre los sexos.
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El padre de la niña no es mencionado directamente en este cuento sino más bien que
se desdobla en dos personajes. Desde el psicoanálisis, se puede argumentar que la
figura del padre está representada precisamente por el lobo y también por otro
personaje que aparece a final del cuento sin muchas explicaciones: el cazador. El
primero personifica el peligro de los conflictos edipales mientras que el segundo
personifica al protector. En el cuento, el cazador practica una especie de cesárea al
lobo y extrae de su vientre a la abuela y a la niña salvando a ambas. En la lógica
infantil, es razonable pensar que el feto haya llegado al útero porque en algún momento
la madre se lo habría tragado en vez de ser producto del acto sexual entre los padres.
La niña le llena el vientre al lobo con piedras; y éste se cae, revienta y muere. Con la
muerte del lobo triunfa la psiquis de la niña, ahora instaurada aceptablemente en el
orden socio-sexual. De modo que la Caperucita Roja sobrevive su vuelta simbólica al
útero materno (Bettelheim 1977).
2. El hombre-lobo se acuesta en el diván
Una demostración clara del uso de la hipnoterapia para el tratamiento de algunos
trastornos mentales fue proporcionada por Josef Breuer (1842-1925) y su paciente más
famosa, Anna O. El joven Sigmund Freud (1856-1939) trabajó con Breuer tras
estudiar hipnosis en las escuelas de la Salpetriere y Nancy. Ellos publicaron un
influyente compendio de estudios de caso sobre el tema (Breuer y Freud 1895). Pero
Freud eventualmente departió de "la cura del habla" como la concibió Breuer, en gran
medida porque las teorías de Freud pusieron énfasis en las etapas del desarrollo
psicosexual como eje de estructuración del Yo. Otro paciente famoso, "El caso del
hombre-lobo", surge a partir del análisis de un recuerdo de infancia de una pesadilla de
un paciente de Freud sobre un grupo de lobos (Freud 1914/1918). Este caso es único
en la historia de la psicología porque el paciente, S.P., fue tratado por dos analistas;
por el mismo Freud y por Ruth Mack Brunswick (1897-1946). Ambos terapistas
escribieron su propio análisis del caso. Por otra parte, S.P. escribió su auto-biografía
que incluye sus recuerdos sobre Freud (The wolf-man, 1971). Por lo tanto, tenemos la
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oportunidad de conocer la historia de vida de S.P. desde su infancia hasta su vejez,
según escrita en sus memorias a la edad de ochenta y tres años.
Uno de los casos más influyentes en la historia del psicoanálisis que muestra su marco
teórico y uso clínico es precisamente este caso (Freud 1914/1918). El paciente, S.P.,
produjo el dibujo a petición de Freud (vea Figura 2). [INSERTAR AQUÍ] Según S.P.,
él soñó que un grupo de seis o siete lobos blancos con la cola peluda estaban mirando
hacia él, inmóvil, desde un árbol frente a la ventana abierta de su dormitorio. Recordó
la pesadilla cuando, a lo sumo, el debió tener entre tres a cinco años de edad. Freud
argumentó en su análisis del caso que esta pesadilla de S.P. a sus cuatro años había
reactivado una memoria cuando él apenas tenía un año y medio de edad. Desde esta
pesadilla y hasta los once o doce años, S.P. sufrió de un miedo extremo a imágenes de
hombres-lobo parados en sus patas traseras; como las que generalmente se ilustran en
el cuento de "Caperucita Roja". Freud utiliza "el caso del hombre-lobo" para refinar sus
ideas sobre los mecanismos simbólicos del inconsciente. La Tabla 1 [INSERTAR
AQUÍ] muestra algunos de los elementos centrales en la interpretación de Freud sobre
las representaciones simbólicas del inconsciente que se revelan en la pesadilla. Fue a
través de este caso que Freud introdujo el importante concepto de "escena primaria"
para referirse a la memoria imaginaria o fáctica del/* niñ* sobre las relaciones sexuales
entre sus padres.
Con respecto a su paciente, Freud señaló que "... (S.P.) se vio obligado a darse cuenta
que su infección gonorreal constituye una lesión grave a su cuerpo. El golpe a su
narcisismo fue demasiado para él y se hizo a pedazos" (Freud 1914/1918). Este
concepto fue desarrollado por Freud más adelante y se refiere en la teoría
psicoanalítica como "cicatriz narcisista" (Freud 1922, Fenichel 1946/1999). De hecho,
otro concepto clave en el psicoanálisis con vertiente lacaniana,"el estadío del espejo
narcisista", es una etapa en el desarrollo de la identidad yoica durante la infancia y se
basa en gran medida en estas ideas originales de Freud a partir de este caso.
S.P. sufrió la pérdida de tres relaciones cercanas durante su vida; todos cometieron
suicidio. Su padre, diagnosticado como maníaco depresivo y quien pasó largas
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temporadas en sanatorios durante la niñez y adolescencia de S.P., fue encontrado
muerto probablemente debido a una sobredosis auto-infligida con veronal; un
medicamento que se utilizaba en la época como somnífero. La esposa de S.P.,
Therese, también cometió suicidio después de perder a su propia hija debido a la
tuberculosis. Pero la primera en cometer suicidio fue la hermana de S.P., Anna. En
sus memorias, S.P. reflexiona acerca de su suicidio.
"Se podría decir que la tragedia de Anna, a pesar de sus dotes intelectuales, consistió en su intento de suprimir su naturaleza femenina y que falló en ese intento. Por supuesto, me estoy refiriendo no a actos conscientes sino a un mecanismo totalmente oculto a su mente consciente." S.P. en El hombre-lobo, 1971 (traducido por JC Jorge).
S.P. reflexionó sobre los comportamientos genéricos de ambos.
"En su primera infancia, Anna se comportó de niña pequeña más bien como un niño travieso. Nunca jugaba con muñecas, lo cual me sorprendió mucho. Se me ocurrió la idea de que si yo hubiese sido una chica me hubiera gustado jugar con muñecas. [Pero] como chico me daba vergüenza hacerlo. Más tarde, mi juego favorito fue con soldaditos de plomo, tal vez un sustituto de las muñecas." S.P. en El hombre-lobo, 1971 (traducido por JC Jorge).
Según S.P., Anna no se identificaba con su cuerpo.
"Cuando estaba creciendo, el rasgo femenino de Anna comenzó a aparecer. Al parecer, ella no podía ocuparse de éstos y se convirtieron en complejos de inferioridad patológicos." S.P. en El hombre-lobo, 1971 (traducido por JC Jorge).
Ante todas estas circunstancias, Anna optó por concluir su vida. S.P. nos muestra
algunos mecanismos del inconsciente que nos permite representarnos a nosotros
mismos ante el descubrimiento de la diferencia sexual.
3. El hombre-lobo vuelve a asesinar
Manuel explica en corte,
"La primera vez que me transformé, fue en las montañas de Couso. Me encontré con dos lobos de aspecto feroz. De repente caí al suelo y comencé a sentir
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convulsiones, me revolqué tres veces, y unos segundos más tarde, yo también era un lobo. Salí a merodear con los otros dos por cinco días, hasta que regresé a mi cuerpo, el que usted ve ante sí hoy en día, su Señoría. Los otros dos lobos vinieron conmigo, los que yo también pensaba que eran lobos, pero se cambiaron a forma humana. Ellos eran de Valencia. Uno de ellos se llamaba Antonio y el otro Don Genaro. Ellos también fueron hechizados... atacamos y nos comimos a varias personas porque teníamos hambre." (Adaptación de lenguaje por JC Jorge, texto original AH.P. Ourense, Caja 8938 (Judicial, Legajo 1852).
Este caso alcanzó tal notoriedad en la España de la primera mitad del siglo 19 que la
misma Reina Isabel II intervino en el caso judicial. Por Decreto Real en el 1854, la
Reina Isabel II perdonó la condena a muerte de Manuel y le impuso la pena de
condena a prisión por el resto de sus días.
En la mitología, licantropía se refiere a la presunta capacidad de un ser humano a
transformarse en un lobo, o en términos más amplios, de transformarse a una forma
animal. Licantropía clínica es el término aplicado a casos donde la persona se
comporta como, o piensa que se puede transformar en, un animal (Moselhy, 1999). El
juicio de Manuel tuvo lugar durante un periodo histórico en el que el hipnotismo fue
cobrando impulso en la práctica médica. Joseph-Pierre Durand de Gros (1826-1900)
fue una fuerza importante detrás del movimiento que finalmente llevó a la incorporación
del "Braidismo" (basado en las teorías y trabajo clínico de James Braid; 1795-1860)
como una herramienta médica para el tratamiento de algunas entidades clínicas. Una
biografía completa de la familia Durand de Gros (Cosson 1993) y la escritura original
por Durand de Gros haciendo referencia a "L'Anthropophage Galicien" (de Durand
Gross 1855), lleva a la conclusión que fue precisamente Durand de Gros quien escribió
al ministro español de Gracia y Justicia argumentando que Manuel padecía de una
forma de monomanía y, por lo tanto, que no debería ser ejecutado por sus crímenes
(Simón Lorda 2013). "El Sr. Phillips", según la carta dirigida al Ministro, también
argumentó que la enfermedad mental de Manuel podría responder al tratamiento
hipnótico. Fue precisamente el argumento que Manuel padecía de una enfermedad
mental que condujo a la reina Isabel II a conmutar se pena de muerte. Aunque los
médicos de Allariz que fueron consultados en el caso no eran especialistas de la
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mente, ellos no encontraron evidencia médica de que Manuel sufriera de licantropía o
cualquier otra aflicción mental.
Copias digitales de dos registros parroquiales de Santa Eulalia de Esgos han sido
publicados por Domínguez-González (2008). En el primero, la criatura aparece
registrada como "Manuela", pero a sus quince años de edad, la adolescente recibió su
confirmación en la fe católica como "Manuel". Esto levanta la posibilidad de que, en
acuerdo entre los padres biológicos de Manuel/a y autoridades religiosas, se haya
decidido en ese momento que Manuela era, en efectos prácticos, Manuel. De hecho,
durante el juicio en su contra, Manuel fue conocido como un fiel seguidor de las
tradiciones del catolicismo por los pobladores de Allariz.
Un meta-análisis de reportes clínicos de intersexualidad apuntan que es precisamente
durante la adolescencia cuando la persona intersexual adopta un posicionamiento
sobre su identidad sociosexual para representarse ante l*s demás (Jorge 2007). Tras
la proposición original por Mariño-Ferro (2007) de que Manuel fue una hembra al nacer,
Serrulla-Rech y colaboradores proponen que Manuel fue un "pseudo hermafrodita
femenino" o un individuo con un desorden de desarrollo sexual (Pontevedra 2012,
Serrulla-Rech y Sanín-Matías 2012).
Aparte de la discrepancia entre los registros parroquiales en relación con el nombre
del/* niñ*, la última propuesta desde la medicina forense sobre "el hombre lobo de
Allariz" se basa en las medidas antropométricas y relatos sobre los comportamientos
de género de Manuel obtenidos de la documentación del caso judicial que contiene la
cantidad impresionante de 1,667 folios (AH.P Ouruense 1852). Según varios relatos de
corte, Manuel era pequeño de estatura y piernas gruesas (entre 1,37 m [4'6 ''] y 1,49 m
[4'11] de altura). Su estatura para un hombre adulto es uno de los argumentos por
Serrulla-Rech y Sanin-Matías (2012) para proponer que Manuel fue una hembra con
hiperplasia adrenal congénita (HAC; Hargitai et al., 2001; Krone et al 2012; Muthusamy
et al. 2010). Se han hecho dos reconstrucciones de cara de cómo podría haber sido
Manuel en la España del siglo 19 (vea Figura 3). [INSERTAR AQUÍ] El Panel A
muestra una interpretación artística de la apariencia de Manuel publicado por primera
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vez en Madrid en el 1854. El dibujo que se muestra en el Panel B es un bosquejo
dibujado por un policía retirado en el 1987 basado en medidas antropométricas
registradas en las actas de Ourense del 1852. El panel C muestra un dibujo siguiendo
un modelo tridimensional hecho con alambre de cobre y rellenado de barro siguiendo
las mismas medidas y publicado por Serrulla-Rech y Sanín-Matías (2012). Las
proporciones de la cara de Manuel fueron estudiadas por los médicos que fueron
consultados en el caso durante su juicio, ya que alguna de sus declaraciones se
basaba en la frenología para proporcionar un análisis de la personalidad de Manuel.
Pero estas reconstrucciones de cara en nada aportan a conocer la identidad (sexual)
de Manuel.
Manuel tenía muchos oficios antes de su sentencia a cadena perpetua. Él trabajó como
sastre, vendedor ambulante, guía para viajeros, pastor, fabricante y vendedor de
tejidos, agricultor, cocinero, sirviente doméstico, y tejedor, entre otros oficios.
Teniendo en cuenta estos oficios, Manuel fue considerado "afeminado" según los
estándares masculinos de su comunidad. La mayoría de los crímenes fueron
cometidos mientras Manuel viajaba de un pueblo a otro como guía para mujeres no-
casadas y sus hijos. Por ejemplo, ese fue el destino de Manuela García, 47 y su hija
Petra, 15, Benita García-Blanco, 34 años y su hijo Francisco, 10, Antonia Land, 37 y su
hijo José Pazos, 21. La propuesta de que Manuel era una hembra con hiperplasia
adrenal congénita también se utiliza como una posible explicación de sus conductas
criminales. La noción equívoca es que la sobreproducción de andrógenos en una
hembra puede llevar a conductas violentas (Serrulla-Rech y Sanin-Matías 2012).
Manuel sabía leer y escribir, habilidades atípicas en la España rural de mediados del
siglo 19. Esto sugiere que Manuel nació en una familia educada (Serrulla-Rech y
Sanin-Matías 2012). Como un criminal astuto, Manuel escribió cartas engañosas a las
familias de sus víctimas notificándoles que sus seres queridos se habían asentado en
pueblos cercanos. Por lo tanto, sus crímenes pasaron desapercibidos durante varios
años porque los familiares de sus víctimas no tenían razón para sospechar que sus
parientes habían sido asesinados. Pero esta estrategia criminal llegó a su fin cuando,
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con los años, los aldeanos comenzaron a sospechar que algunos de los artículos de
ropa que Manuel ofrecía en venta solían pertenecer a mujeres y niños desaparecidos.
Lo cierto es que la evidencia irrefutable que vinculó a Manuel con sus víctimas fue
proporcionada por Manuel mismo cuando él condujo a oficiales de la policía a lugares
específicos donde él había cometido algunos de sus crímenes. Manuel fue quien
proporcionó evidencia de restos de huesos humanos a los fiscales. Según una
descripción forense de un hueso de la cadera derecha, se determinó que una de las
víctimas fue una hembra de aproximadamente cuatro pies y siete pulgadas de alto y
cerca de veintitrés años de edad.
En la corte, Manuel también fue acusado de contrabando. Se argumentaba que el
jabón de alta calidad que Manuel vendía era fabricado con grasa humana y que Manuel
proporcionaba grasa humana a farmacéuticos portugueses. Estos rumores condujeron
a la creencia de que Manuel hervía a sus víctimas para extraer su contenido de grasa
corporal. Los hermanos Castro-Vicente encontraron evidencia en libros de alquimia de
mediados del siglo 19 que argumentaban a favor de los efectos terapéuticos de la
grasa humana para tratar la epilepsia y la alopecia. Esto plantea la posibilidad de que
Manuel estaba al tanto de estas creencias sobre las propiedades curativas de la grasa
humana (Cástor Castro-Vicente, comunicación personal). Pero el análisis forense de la
cadera de la hembra no apoyó esta acusación en particular porque, de acuerdo a los
informes proporcionados en el juicio, los tejidos blandos de la víctima probablemente
decayeron a consecuencia de la exposición prolongada a los elementos ambientales.
A pesar de esto, Manuel continúa siendo una figura icónica en la cultura española
contemporánea también conocido como "El hombre del sebo". Manuel por lo tanto, ha
sido inmortalizado en la cultura española como un monstruo (sexual).
4. El cuento de la disforia de género
Nacemos en rosas y en azules. Nos precede un nombre. Nos atraviesan los deseos
de aquell*s que de alguna manera u otra se hicieron el compromiso de inaugurarnos en
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el orden humano. Pero, ¿cómo y desde cuando nos comenzamos a adaptar a una
categoría sexual? ¿Cómo se juegan esos procesos mentales si la configuración
anatómica de los genitales reta la inteligibilidad de “sexo” al momento de nacer? Ese
es el drama social y médico que se repite una y otra vez cada vez que nace una
criatura con una variante genital.
Inter-sexual, literalmente, entre los dos sexos. En países industrializados, el
nacimiento de una criatura intersexual provoca la activación de protocolos médicos
para ajustarla a una categoría sociosexual. Dichos protocolos pueden incluir
intervenciones quirúrgicas para reconfigurar la apariencia genital; intervenciones
quirúrgicas que editan los cuerpos intersexuales para satisfacer a papá y mamá, y para
satisfacer a l*s demás. Pero esta es una promesa clínica Frankenstiana que no se
cumple. Porque la persona intersexual quirúrgicamente editada durante su infancia se
siente engañad* por quien manejó el bisturí sobre su carne; cuando apenas se formaba
su identidad yoica. Hay pistas de tal engaño; cada vez que una persona intersexual no
logra satisfacer el mandato clínico de vivir su “género” de acuerdo a su “sexo” (Jorge
2007). Es que los protocolos médicos vigentes validan solo dos formas sexuales:
macho o hembra, niño o niña, muchacho o muchacha, hombre o mujer. Porque para
efectos biomédicos, la díada sexo-género es infalible; perfecta.
Amparados en una visión humanística de la medicina, un grupo de expertos se reunió
en la ciudad de Chicago de los Estados Unidos y lograron re-nombrar y re-significar la
intersexualidad humana como “desorden de desarrollo sexual” (DDS; Lee et al 2006).
Con este peligroso juego de palabras, el Consenso de Chicago realmente logró
cimentar la idea -de una vez por todas- que los cuerpos sexualmente diversos son
errores de la naturaleza, determinados por la genética, mutantes sexuales anclados por
su anatomía, desde el momento mismo de la concepción. Atrapados en su propia bio-
lógica, el Consenso de Chicago equívocamente asume que debe haber una
“embriología del género” (Jorge 2010 a,b), aunque todavía no logremos encontrarla en
los sustratos materiales de la carne. Lo cierto es que tal embriología no existe; aquí
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otra promesa clínica no cumplida con el llamado “movimiento de identidad de género”
iniciado desde varias sub-especialidades médicas (Pauly and Edgerton, 1986).
La noción de que una persona que nace con una varianza genital debe comportarse
como un varón típico o una hembra típica de acuerdo a la asignación clínica de sexo
ignora los procesos mentales que encausan la identificación genérica. Es necesario
investigar con mayor profundidad las ideas científicas hegemónicas que asumen
relaciones lineales entre la diferenciación sexual de los genitales vis ā vis la
diferenciación psicosexual. He aquí un asunto profundamente humano que las ciencias
no logran explicar; ha sido difícil establecer referentes teóricos y de investigación
razonables sobre los procesos inherentes a la auto-realización de la diferencia sexual.
Hasta ese entonces, los protocolos clínicos actuales para el manejo clínico de la
intersexualidad humana carecen de fundamento (Jorge y Agramonte-Machado 2013).
De hecho, el constructo teórico de "la herida narcisista" que Freud introduce con el
caso de S.P., lo conlleva a proponer que lo femenino proviene de la auto-realización de
la carencia del pene. En términos biomédicos, "hembra" suele definirse como la
ausencia del cromosoma de Y; como la ausencia de varón.
¿Fue la auto-identificación Manuel como un hombre lobo un intento fallido para dar
sentido a su cuerpo presumiblemente atípico? Según el Manual de diagnóstico y
estadístico para la cuarta edición de texto revisado de los trastornos mentales (DSM-IV-
TR) de la Asociación Americana de Psiquiátrica de los Estados Unidos, uno de los
criterios para aplicar la categoría de diagnóstico "trastorno de identidad de género"
(GID) era:
"La perturbación no es concurrente con una condición intersexual física". DSM-IV-TR 2000.
Sin embargo, este no es el caso en la edición vigente del DSM-V (2013). La nueva
categoría de diagnóstico, "disforia de género", es aplicable a los casos "con un
trastorno del desarrollo sexual" o "sin un trastorno del desarrollo sexual". Este cambio
considerable en los criterios de diagnóstico en relación a género es consistente con la
re-conceptualización de la intersexualidad como un trastorno enraizado en los procesos
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embriológicos que regulan la diferenciación sexual de los genitales y por lo tanto, la
diferenciación sexual del comportamiento y las identidades. Pero los enlaces
embriológicos entre el sexo y el género no se están establecidos (Jorge 2010 a, b).
Esta “embriología de la psiquis” asume que de alguna manera los mal llamados
cromosomas “sexuales”, hormonas “sexuales” y gónadas intervienen en la formación
de la identidad de género según concebida en el ámbito clínico.
5. Trabajo teórico y de investigación sobre intersexualidad humana en Puerto
Rico
La díada sexo-género según la lógica médica no es infalible; así lo demostramos con la
publicación de un caso de hiperplasia adrenal congénita en Puerto Rico (Jorge et al
2008a). Este caso en particular se trata de una persona que, acorde con criterios
médicos, debiera ser una hembra: su cariotipo es 46, XX, tiene útero y trompas de
Falopio en su cavidad pélvica, y por lo tanto, potencialmente pudiese reproducirse
como mujer. Pero “Ana” nunca se auto-identificó como niña y al momento en que le
conocimos en su adultez persiste en auto-nombrarse “Juan”. La hiperplasia adrenal
congénita se caracteriza por la sobreproducción de andrógenos de fuente adrenal
durante el periodo embrionario/fetal. Si los tejidos en desarrollo expresan un cariotipo
46,XX, y dependiendo de los niveles de sobreproducción androgénica así como el inicio
y duración de dicha exposición, el falo en desarrollo se hipertrofia y las labias majora y
minora pueden adquirir apariencia de bolsas escrotales sin testículos. En algunos
casos, el introito vaginal no es fácilmente detectable e incluso, la parte inferior del canal
vaginal no se desarrolla de manera que el útero no queda conectado a la vagina. Por
lo tanto, un clítoris grande, unas labias de apariencia escrotal, y el empequeñecimiento
o no formación del introito vaginal crean dudas sobre “el sexo verdadero” del / de la
neonato en la sala de parto. Protocolos médicos vigentes dictaminan que neonatos
con hiperplasia adrenal congénita de cariotipo 46, XX sean invariablemente asignadas
al sexo de hembra, que se suprima mediante medicamento la sobreproducción de
andrógenos de fuente adrenal, y que se les sugiera a los padres una serie de cirugías
15
genitales para adecuar a la criatura al sexo de hembra. La justificación clínica para las
cirugías genitales es triple: (1) para que la niña no tenga duda de que es una niña en
vez de un niño, (2) para que los padres pueden identificarse con su bebé de manera
que le críen en el sexo asignado sin tener dudas al respecto, (3) para potenciar la
posibilidad de que la criatura se reproduzca cuando madure sexualmente si así lo
desease. Por lo tanto, la idea clínica es reducir el tamaño del clítoris y reconfigurar la
apariencia genital durante la infancia como si ese fuera EL significante de género. Pero
a pesar de estas intervenciones, “Ana” en Puerto Rico continúa identificándose como
“varón” (Jorge et al 2008a). Aunque nuestra propuesta de que cesen las cirugías
genitales en estos casos no fue favorecida en el ámbito médico (Meyer-Bahlburgh
2008), nos mantenemos en nuestra posición (Jorge et al 2008b). Una de las críticas
importantes fue que basábamos nuestra propuesta en al análisis de un solo caso. Para
atender este asunto, en colaboración con la investigadora Adriana Agramonte de la
Unidad de Endocrinología del Hospital de la Habana en Cuba logramos analizar el
desarrollo de 10 de estos casos en Cuba y en Puerto Rico desde la niñez hasta la
adolescencia o adultez y concluimos que la identificación de género de estas personas
puede ser femenina, masculina, o un gradiente entre estos dos polos (Jorge y
Agramonte-Machado, 2013). Entonces, al igual que la preferencia sexual de acuerdo a
la Escala de Kinsey, la identificación genérica es más bien un gradiente. Como parte
de nuestro trabajo propusimos un algoritmo de intervención psicológica para atender
estos casos en el ámbito hospitalario y propusimos además, la creación de protocolos
médicos ajustados al Caribe (Jorge y Agramonte-Machado 2013).
Otra variante en la apariencia genital se puede producir cuando la apertura del meato
uretral no se encuentra en la corona del glande del pene pero en cualquier otra
posición anatómica que puede variar desde una posición sub-coronal hasta cualquier
punto a lo largo del cuerpo del pene e incluso hasta las bolsas escrotales o el perineo.
A esta variante genital se le conoce en la medicina como “hipospadias” (“hypospadias”
en inglés). Hemos encontrado que los casos de hipospadias en Puerto Rico se
conglomeran geo-espacialmente en la isla de Puerto Rico (Avilés et al 2014). Esto
16
levanta la posibilidad de que algún día entendamos las relaciones no-lineales entre
geo-espacio y apariencia genital.
Basados en nuestro trabajo experimental, hemos propuesto el constructo teórico
“embriología del género” como un concepto paradójico en tanto la medicina y la
psicología estadounidense asume que existe un sustrato biológico del género, pero la
realidad es que no hay evidencia científica que sustente tal supuesto (Jorge 2010a).
Este trabajo teórico ha tenido resonancia entre algunos expert*s latinoamerican*s en
sexualidad humana por lo que se nos solicitó traducir el trabajo al idioma español
(Jorge 2010b). Es importante subrayar aquí la importancia de que investigador*s en
sexualidad humana nos dediquemos a generar conocimiento en el tema desde
nuestras latitudes porque la geopolítica del conocimiento validado por las grandes
asociaciones profesionales toman como válido aquel conocimiento que proviene de las
potencias mundiales (Jorge 2010c). Este fue el caso cuando en el 2008 se re-nombró
la intersexualidad humana como “desorden de desarrollo sexual”; en tal discusión de 50
expert*s tan solo participó una colega latinoamericana; de Brasil (Jorge 2011). Pero
asociaciones médicas iberoamericanas influyentes, tales como la Federación
Latinoamericana de Sociedades de Sexología y Educación Sexual (FLASSES), la
Asociación Mundial de Sexología Médica (AMSM), y la Academia Internacional de
Sexología Médica (AISM) están asumiendo posiciones críticas y de profundidad teórica
referente a la sexo-género diversidad. Luego de varias reuniones en la ciudad de
Caracas, y como parte del Comité Operativo del Manual Diagnóstico de Sexología-
Tercera Edición (MDS 2012), logramos avalar la idea de que una persona intersexual
que no se identifique con el sexo asignado al nacer no indica una condición mental sino
más bien, que la disonancia de género puede ser producida por error médico. A esto
se le conoce como un efecto iatrogénico de la asignación clínica de sexo. Al momento,
este posicionamiento clínico es único a nivel mundial pero confiamos en que
eventualmente otras asociaciones de profesionales de la salud coincidan con nosotros.
Finalmente, cuando hacemos un análisis de las categorías diagnósticas referentes a
género según el DSM desde la lógica de la nosología psiquiátrica encontramos que la
17
categoría “disforia de género” no cumple con los criterios básicos de la nosografía
médica, y por lo tanto, predecimos que la categoría está destinada al olvido (Jorge
2015). Al fin de cuentas, la intervención clínica ante la diversidad sexual no es más
que una respuesta irracional disfrazada de saber experto ante un miedo infantil.
Conclusión
Manuel, en un mundo de a dos, se auto-identifica como un hombre-lobo. S.P., a través
de su pesadilla con los lobos, supera un nódulo psíquico causado por los síntomas
referentes a su sexualidad. Para muchos otros, como para la hermana de S.P., el
suicidio se presenta como única alternativa ante el drama humano de asumirse en el
orden sexual. Pero ojalá que Caperucita ya no tenga que ir de paseo por el bosque en
el próximo milenio porque el tema de la diferencia sexual se haya tornado irrelevante
para nuestra especie. Yo, mientras tanto, continuaré coqueteando a la luz de la luna
llena.
Agradecimiento: El autor agradece a la Dra. Lissette Rolón, Universidad de Puerto
Rico- Recinto Universitario de Mayagüez, por traerle a su atención al caso de Manuel/a
Blanco Romasanta.
18
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Leyendas para figuras:
Figura 1. “Le Petit Chaperon rouge” (La Caperucita Roja) por Charles Perault. A. Representación artística del encuentro fatal entre la niña y el hombro-lobo según el ilustrador inglés Walter Crane (1845–1915). B. Texto original del diálogo entre la niña y el hombre-lobo por Charles Perault.
21
Figura 2. Los lobos de S.P. Dibujo de S.P. sobre el recuerdo de una pesadilla infantil
sobre lobos y narrativa de S.P. sobre su pesadilla durante una sesión con Freud (texto
en inglés tomado de The Wolf-man, 1971).
Figura 3. Manuel Blanco Romasanta. A. Manuel Blanco Romasanta, litografía. Publicada en: La Ilustración, Periódico Universal (26 June 1854, Madrid). B. Reconstrucción de la cara de Manuel por García-Mañá (2008). C. Reconstrucción de la cara de Manuel por Serrulla-Rech & Sanín-Matías (2012).
Tabla 1. La interpretación de Freud de la pesadilla de S.P.
La pesadilla
Interpretación de Freud
“De repente, la ventana se abre…” Transposición de sujeto-objeto; ventana= los ojos del sujeto; el infante abre sus ojos
“… algunos lobos blancos estaban sentados en un árbol de nueces…
Árbol= El árbol de Navidad 1 Blanco= sábanas de la cama, ropa interior, muerte Lobos= Regalos de navidad; el padre de S.P.
“Habían seis o siete de ellos. “ Referencia al cuento infantil ‘El lobo y las siete cabritas’; historia folclórica de origen germánico
documentada por los hermanos Grimm 2
“Los lobos estaban inmóviles…” Antítesis, escena de gran movimiento; coito entre los padres de S.P.
“…ellos tenían rabos grandes como las zorras…” Referencia al pene
“…y ellos tenían las orejas paradas como los perros cuando le están prestando atención a algo.”
Inversión, S.P. observa la escena primaria con
atención 3
“Con gran terror, de ser comido por los lobos, grité y me desperté.”
Fantasía sexual con el padre
1 S.P. estaba convencido de que él había nacido en la Noche de Navidad pero él nació el 6 de enero de
1887. Esta corrección fue anotada por Muriel Gardiner en El Hombre-Lobo, 1971. 2 En el cuento, seis de los siete niños son extraídos del abdomen del lobo como si éste hubiese estado preñado. Refiérase al caso para un análisis detallado de Freud sobre la discrepancia entre el número de lobos en la pesadilla y el dibujo de S.P.
3
Freud acuña el término “escena primaria” para referirse a la memoria fáctica o imagnaria sobre al acto coital entre los padres como un intento de entender la diferencia sexual entre los padres y la identidad propia en relación a los padres.
"Grandmother dear!" she exclaimed, "what big
arms you have!"
"The better to embrace you, my child!"
"Grandmother dear, what big legs you have!"
"The better to run with, my child!"
"Grandmother dear, what big ears you have!"
"The better to hear with, my child!"
"Grandmother dear, what big eyes you have!"
"The better to see with, my child!"
"Grandmother dear, what big teeth you have!"
"The better to eat you with!“
Charles Perrault in Little Red Riding Hood,
“I dreamt that it was night and that I was lying in my
bed. (My bed stood with its foot towards the window;
in front of the window there was a row of old walnut
trees. I know it was winter when I had the dream, and
night-time. Suddenly the window opened of its own
accord, and I was terrified to see that some white
wolves were sitting on the big walnut tree in front of the
window. There were six or seven of them. The wolves
were quite white, and looked more like foxes or sheep-
dogs, for they had big tails like foxes and they had their
ears pricked like dogs when they pay attention to
something. In great terror, evidently of being eaten up
by the wolves, I screamed and woke up.”
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