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Resumen “El orden Caníbal” (COMPLETO).
Dolor y Poder, Medicina y Dinero, conceptos eternamente vinculados, en los que
se lee nuestro porvenir invariable y trastornado. (p.11)
El problema de la salud nos remite a la imagen que nos hacemos de nosotros
mismos, de nuestras faltas y nuestros derechos: se anuncia entonces un nuevo
orden de vida, en la que la prótesis va a sustituir al medico, en el que la industria
entra en trance de apartar al hombre de curar al hombre. (p.11)
Porque el movimiento actual de la medicina hacia la prótesis, del tratamiento de
los vivos havia la producción consiente de vida, de la curación de los hombres
hacia la comercialización de copias, trastorna el orden de las cosas. Pronto el
hombre no será ya una preciosa maquina, productora de capital, y, por tanto, que
curar, sino una mercancía que consumir, y , por tanto, de producir. (p.12)
Luego, incapaz de administrar la violencia de las epidemias y de frenar la
proliferación de los pobres, nuevos vehículos del Mal, se borra el orden de los
Dioses (...) Luego, el nacimiento de la economía industrial anuncia una nueva
metáfora: mas estética, mas dinámica. Hay que poner a trabajar a los pobres,
preciosas maquinas que mantener y ya no peligros que alejar. Los Signos de los
Cuerpos se mezclan, surge un nuevo orden, el de los Signos de las Maquinas, que
conducir y reparar. El Mal ya no es la proliferación de una violencia
desiquilibradora en el cuerpo social, sino una avería en la maquina individual.
Curarse es dejar de estar enfermo o ser pobre. (p.13)
Hablar de salud es, por tanto hablar de política en lo mas alto sentido, es
comprender como un terapeuta sostiene un orden, designando a sus enemigos e
imponiendo las formas de la destrucción. Luchar contra el Mal es siempre comer el
mal: el orden sigue siendo caníbal. (p.14)
1
Las primeras relaciones que ha mantenido el hombre y el dolor, las primeras
defensas que ha desarrollado contra las fuerzas que lo asaltan no son fáciles de
circunscribir. Menester es también busca sus huellas en el presente mismo.
Porque nuestras sociedades (...) jamás han podido eliminar de su comportamiento
humano lo que milenios de practica y de experiencia han enseñado a las
sociedades sin escritura. (p.17)
Dar un sentido a la muerte hace, por tanto, temibles a los muertos, señores del
dolor, lo son también de estatuto terrestre. Sus deseos, sus caprichos, sus
valores, dictan el porvenir de los vivos que deben descifrar esas leyes y
conformarse con ellas mientras puedan. Toda enfermedad esta representada por
una posesión, resultado de un hechizo por las almas de los muertos, y produce un
sentimiento de culpabilidad: sé esta enfermo porque no se ha obedecido a las
leyes, explicitas o implícitas, de las almas de los muertos. La enfermedad es, a la
vez, agresión e interpelación de los muertos, fin de una materialidad y retorno a
una eternidad, fin de una impotencia y principio de un poder. (p.20)
(...) la primera forma de separación de las almas y los cuerpos de los muertos (...)
para un clan de prevenirse contra las almas de sus muertos, es consumir su
cadáver, dualidad de estrategia que tiene su valor: se separan las almas de los
muertos y se asimilan sus fuerzas (...) La más antigua prueba de canibalismo
conocida hoy ha sido hallada en la caverna de Chu Ku Tien, en China: seis
bóvedas craneas, fragmentos de cráneos, mandíbulas de sinántropos. La
ausencia de otras partes del cuerpo lleva a considerar estos fragmentos como los
restos de un festín caníbal, seguido de un rito funerario (p.21)
El canibalismo (...) ha sido siempre uno de los pretextos del colonialismo: la misma
palabra “caníbal” viene de caríbal, uno de los nombres dados por los españoles
las islas Caribes y a sus habitantes. (p.22)
2
La conjunción –por vía de la comida caníbal- entre cuerpo vivo y cuerpo muerto,
es la disyunción entre vivos y “almas muertas” y la supresión del cadáver, tratado
como alimento (...)un fantasma que sin espesor que ya no tiene nada que hacer
junto a los vivos. (p.24)
Este canibalismo (...) suele analizarse como un factor de regulación demográfica y
ciertamente ha desempeñado este papel en esas economías sin rápidos
progresos técnicos. Pero el homicidio hubiese bastado, y comerse a los muertos
tiene otro uso: esta subsistencia del canibalismo nos permite constantemente a la
separación del alma y del cuerpo, la asimilación de la fuerza de los muertos, y la
eternidad. (p.26)
En nuestros días el canibalismo se practica todavía en las Islas Marquesas, en el
anterior de Nueva Guinea, en Melanesia, en las Islas Fidji, en Nueva Zelanada y
en Sumatra (...) en Camboya y el Vietnam se hace abortar a las mujeres con siete
meses de embarazo para dar de comer a los fetos de los cuadros superiores.
Además (...) a lo largo de la historia, no hay pueblo que no haya prescrito comer
fragmentos bien determinados del cuerpo humano según las enfermedades a
curar (...) En tal caso se puede designar al canibalismo como la primera de las
terapéuticas, incluso cuando ninguna de las historias de la medicina, en sus
descripciones de las formas primitivas de curación, haya hecho la menor alusión a
ello, aunque la mayor parte de los etnólogos se niegue a toda explicación general
del canibalismo (p.27)
Esta omnipresencia multiforme del canibalismo en todo el pensamiento popular de
la curación da su primera fuerza a la hipótesis de este libro: el Orden caníbal es el
fundamento de las practicas terapéuticas, la invariante fundamental y estructural
de los comportamientos de las sociedades primitivas ante la posesión, sentido
primero del mal (p.30)
3
A partir de la practica, el Orden puede teorizarse. Considerando los ejemplos (...)
se puede descomponer el Orden caníbal en cinco operaciones sucesivas, cinco
elementos determinantes de su estrategia frente al mal: la primera consiste en
seleccionar los signos de los que se cree vendrá el mal. Luego esos signos son
vigilados. Después se denuncia la causa del mal, del desorden de los signos con
que hay que negociar. Y por ultimo viene la separación del mal (...) he aquí las
etapas de la terapéutica caníbal (p.31)
Para reempezar a limitar la violencia, para mantener el orden sin amenazar al
grupo, el mismo Orden caníbal puso primero limites a la antropofagia (...) El
canibalismo explica que las sensualidad y alimento son todas partes de un objeto
de prohibiciones equivalentes (...) Los mitos describen el canibalismo familiar
como un acto de delirio e ignorancia, un acto negativo, de enfermo (...) (p.33)
Una vez circunscrito el canibalismo, el Mal ya no es el hecho de que las almas
anónimas, sino de almas distinguidas, lo bastante fuertes para comerse a las
otras, y , por tanto, para ser designadas como Dioses. El Mal ya no es una
relación entre los vivos y las almas, sino entre los vivos y los Dioses
representantes de las almas (p.34)
En términos míticos esa ruptura se traduce, sea por una catástrofe natural, sea por
una revelación. El mal, la posesión, es producido entonces por los Dioses que
roban las almas de los vivos. Curar sigue siendo comer diabólicamente como un
Dios, o un hombre designado para representarlo, para apartar el mal, para separar
a los Dioses de los hombres, o, mejor aun, para ir al reino de los Dioses a buscar
el alma perdida (...) Desde entonces la protección contra el mal no exige ya comer
a los muertos, sino comunicar con los Dioses, sea comiéndolos, sea destruyendo
uno de sus mediadores (...) Sacrificios y ofrendas se hacen con vistas a obtener el
perdón y curación (...) El Orden Caníbal, ya demasiado peligroso, demasiado
costoso en vidas humanas, demasiado poco gratificadle al hombre, se ritualizar
4
(...) Un mediador intercede e intenta rechazar el mal sin tener que destruirlo: el
sacerdote, primer curador. (p.35)
El fin del canibalismo divino acompaña el fin del canibalismo humano y su
separación del mal pasa en lo sucesivo por la simbología de la ceremonia. Se
trata, siempre, de comunicar con él mas allá, prevenir las enfermedades, curar, o
dar sentido a la muerte, se trata también de denunciar y separar. Pero, en lugar de
consumir efectivamente un cadáver, se consume, durante un espectáculo de
canibalismo, la representación de los Signos de los Dioses del Orden caníbal, que
describe la eliminación del Mal y conjura su advenimiento. Esta teatralizacion
desarticula el ritual caníbal: la ofrenda de quien hace sacrificio de dinero para
prevenirse contra los Dioses amenazadora se encuentra aislada del sacrificio
mismo. La ofrenda de dinero o de animales (...) el sacrificio o el exorcismo (...) son
formas religiosas de organización de la representación de los Dioses: la primera
financia a los actores, las segunda constituye el espectáculo. La primera
escenifica la denuncia del mal, la segunda organiza su separación (p.37)
Para ser chaman hay que haber sido enfermo, simbólicamente comido y tener el
cuerpo despedazado por los espíritus y las almas de los chamanes muertos (p.39)
Para curar es menester primero denunciar y negociar con el mal: sé buscara el
alma fugitiva del enfermo, para hacerle reintegrar el cuerpo, sea suplicar a los
Dioses para que se aleje. Luego es preciso expulsar los cuerpos extraños que han
invadido al enfermo. El curador debe, por tanto, saber entrar en éxtasis para que
el alma abandone su cuerpo (...)luego muestra al enfermo y los asistentes el
objeto del mal que ha extraído. (p.40)
El cristianismo es la ultima representación teológica del Orden caníbal (...) en el
orden de Cristo se sigue creyendo que el mal es culpa y la culpa una redención.
Cristo se convierte en mediador, intercesor de los hombres ante Dios, más
misericordioso que la Ley, más compasivo que el Dios de Israel. Del mismo modo
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que los griegos sustituyeron el Olimpo a los Dioses caníbales, como los hebreos
remplazaron el sacrificio por la ofrenda y el panteón por la ley, los cristianos
perfeccionan esta evolución sustituyendo la Ley por este ultimo intercesor: “Vine
para consumar la Ley y no destruirla” (p.44)
La representación sacrificial cristiana conjura el mal de Dios y hace olvidar al
canibalismo, sin, no obstante, borrarlo. Como no reconocerlo en las palabras de
Juan sobre el pan, “cuerpo de Cristo”, y sobre el vino, “sangre de Cristo”: “Si no
coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tendréis la vida.
Quien coma mi carne y beba mi sangre tendrá la vida eterna, y yo lo resucitare él
ultimo día. Porque mi carne es ciertamente un alimento, y mi sangre ciertamente
una bebida. Quien coma mi carne y beba mi sangre permanecer en mi, y yo en él.
Como enviado del Padre, que esta vivo, yo vivo para el Padre, del mismo modo
quien me coma vivirá, también él por mí. He aquí el pan descendido del cielo; no
es como el que comen vuestros padres; ellos están muertos; quien coma de este
pan vivirá eternamente. Para curar, para vivir, aquí y en él mas allá, el fiel debe
comer a Cristo (...) En el misterio necesario, el sacerdote cristiano se convierte,
por tanto, en mediador segundo entre el hombre y el mal, en aquel que puede
hablar al Hijo que habla al Padre, aquel que ayuda a la curación. El cristianismo
invierte el antiguo Orden de los Dioses y se hace estrategia de conquista de las
almas y de apropiación del poder y de las riquezas, un instrumento de conversión.
(p.45)
El discurso de conversión se disimula tras un discurso de piedad: cuidar es un
acto de fe, una ofrenda a los enfermos, los más desheredados de las criaturas de
Dios. Denunciadores y mediadores, los sacerdotes se ocupan de todos aquellos
que no se integran a un orden social y negocian en su nombre. Es menester
ayudar a aquellos que son demasiado débiles para defenderse por sí solos contra
el Maligno. (p.49)
6
Con el perdón cristiano, ayudar al pobre se convierte en un medio de alejar el
Mal , pero el pobre no es todavía sino un pretexto. El Mal sigue siendo de origen
divino. Sufrir es buscar la redención por las culpas que han provocado este
sufrimiento; curar es haber obtenido su perdón. (p.51)
Cuando aparecen las epidemias, los Signos de los Dioses y ano bastan para curar
el Mal. La enfermedad y ano es negociable con Dios. Hasta la Iglesia empieza a
desconfiar de su poder sobre los cuerpos, que aleja a sus sacerdotes del poder
sobre las armas (...) A partir del siglo X la noción de pecado no basta para explicar
el Mal. Y aunque su misión le prohibía en teoría ocuparse de “la miserable
envoltura carnal del hombre,” los sacerdotes terapeutas se interesan por ella cada
vez más. Médicos de los cuerpos, observadores y separadores, no pueden
contenerse con ayudar a morir en el seno de Dios. (p.54)
El siglo XII, falto de recursos y de ofrendas, ignora lo que es la fundación de un
hospital: la escasez, el peso aplastante de los impuestos y los tributos especiales
recaudados para la fortificación de las ciudades acrecentaron la miseria (p.56)
El hospital pierde su función redentora y su credibilidad de legaterio, mientras
aparece un poder local cuidadoso de no dejarse malgastar(...) el poder de
curación de los reyes taumaturgos, ungidos por el Señor y, en consecuencia,
curadores, rememora el acto caníbal: ser tocado, todavía es apropiarse del aliento
de vida y de las fuerzas invisibles. (p.57)
En torno a la edad clásica, el poder político adquiere el mal a su cuenta y la
curación a su cargo. El canibalismo se vela. Los Dioses ya no dirigen deseos ni
revoluciones. Con el desplazamiento de los hombres y mercancías circulan y se
intercambian las enfermedades. Prolifera entonces una violencia nueva,
propiamente terrestre, peligrosa: violencia de la miseria y del dolor que anula las
diferencias, iguales a los muertos, desequilibra los poderes y trastorna el Orden de
vida. El discurso sobre el Mal deja de ser el monopolio de los hombres de los
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Dioses, los sacerdotes, para ser tomado sobre sí por los hombres de los Cuerpos,
los policías. (p.65)
La emergencia de una sociedad urbana hace proliferar el mal destructivo, la
epidemia. Su nombre cambia de siglo en siglo y las formas de su aparición siguen
siendo mal conocidas. Interpretada en el Orden de los Dioses como azote divino,
como castigo de una culpa (...) a partir del siglo XII la acción lo impone sobre la
interpretación y la estrategia se modifica delante del Mal (p.66)
No tener mal es ser cómplice del mal, incluso ser el mal.
Cuando la búsqueda de los signos del mal se orienta ya no hacia los dioses, sino
entre los hombres, se dirige primero, con toda naturalidad, a aquellos que se
escapan del mal epidémico. Los leprosos, los judíos, los curadores y las brujas,
separados económica y políticamente del mundo cristiano organizado, resisten
mejor la peste que los campesinos y ciudadanos: son, por tanto, las primeras
victimas propiciatorias seglares, los primeros cuerpos del delito. (p.71)
Con la separación de los muertos del mundo de la vida, con la secularizaron de las
victimas propiciatorias, se anuncia una nueva estrategia con respecto al Mal, ya no
destruir sino encerrar, ya no sacrificar sino contener a los muertos, contener la
muerte. Los terapeutas y ano intentan, como en el Orden de los Dioses, dar
sentido a la muerte, sino impedir su proliferación, contenerla contendiendo el mal
(p.74)
Se completa entonces el paradigma en gestación desde el siglo XII: el Mal rompe
los equilibrios sociales y luchar contra él es tanto como contener al pobre (...) el
Orden de los Cuerpos no tiene por objeto curarlo, sino impedir destruir a la
sociedad: el pobre es el Mal y no el enfermo, él es el cuerpo del delito, el que
amenaza el Orden de vida y que no tiene derecho a ninguna parcela de propiedad
sobre el mundo. Para impedir la epidemia, la enfermedad y la violencia, es preciso
mantener a los pobres, ya no por la escenografita del consumo físico de los
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poseídos, sino por el consumo simbólico de los portadores e violencia epidémica.
(p.75)
Si al final del Orden de los Dioses, el pobre se ha convertido en pretexto de la
ofrenda, todavía no es sino la ocasión de una relación conjuratoria a los dioses, un
medio de redención. Cuando la caridad cristiana obliga a las comunas a alimentar
a los pobres, el objetivo y es parte político: el advenimiento del Orden de los
Cuerpos, la caridad y ano designa la imagen del débil, sino el mal. (p.77)
Esta ayuda a los pobres se extiende también a los periodos sin epidemias,
designar a los pobres se hace preventivo y conjuratorio. Las cargas de la
mendicidad pesan cada vez mas sobre la burguesía que administra las comunas
(p.78)
Todos estos vagabundos (pobres) no podían encontrar trabajo y había que
inventar otro modo de separación distinto del látigo o la esclavitud: seria el
hospital. Pero bajo la permanencia de nombre varia el papel, y el hospital del siglo
XIV no es del siglo XII. En el hospital del Orden de los Cuerpos los pobres ya no
son recibidos como pretexto de la ofrenda a Dios. Aunque todavía no están
cuidados, se les amontona allí hasta la muerte, se les separa minuciosamente de
los cuerpos del poder, concediéndoles a veces un mínimo de cuidados para que
no se revuelvan: el hospital pasa a ser el instrumento esencial de la separación del
Mal (p.87)
Se acaba así la revolución del orden hospitalario, que ratifica la secularización
administrativa de los establecimientos de beneficencia: la ofrenda de los dioses
cuyo pretexto eran los pobres, deja lugar a la separación de los cuerpos de los
pobres, enfermos o rebeldes. (p.92)
9
Misterioso Orden de los Cuerpos en la que la policía administrativa ya el mal y
donde, sin embargo, la Iglesia ejerce todavía su poder, donde el saber medico no
tiene casi nada que decir sobre la enfermedad y, no obstante, se honra a los
médicos en la corte. En realidad, la Iglesia no es mas que uno de los disfraces de
un policía en la que él medico se convierte en auxiliar. Solo tienen derecho a la
medicina aquellos a quienes se les reconoce alguna utilidad en el Orden de los
Cuerpos y algunos pobres (...) (p.98)
Esta distinción remite a una practica (...) en los campesinos la permanencia de el
Orden de los Dioses; por otra, en los ricos, un nuevo pensamiento de vida, espejo
del Orden de los Cuerpos en su terapéutica individual, que hace de cada cuerpo
una copia del cuerpo social y como tal lo trata (...) Al lado de los sacerdotes y
curanderos, raros médicos, cirujanos y barberos, policías de cientos de cuerpos,
auxiliares de poder, hombres de la corte y la policía, comienzan a consolar y
conjurar. No tienen todavía importancia salvo en la gestión de los cuerpos de los
más ricos y de algunos pobres a quienes la policía quiere dar un espectáculo
conjuratorio, para hacer tolerar el miedo que produce y el terrible encerramiento
(p.99)
Los curanderos continuaban fundándose sobre la tradición cristiana del Orden de
los Dioses y el culto de los santos curadores se extendió mucho, como lo
atestiguan los nombres de las enfermedades de la época: mal de san Lupo, fuego
de san Lorenzo, mal de san Humberto. Peregrinaciones, exvotos y misas todavía
conjuran y atraen a la Iglesia a los aldeanos (p.101)
Como el mal de los cuerpos, el mal del cuerpo es entonces desequilibrio:
desequilibrio de los humores resultante de al invasión de por fuerzas nefastas. Si
se admite entonces la correlación del cuerpo y del cosmos, es con los cuerpos
celestes y ya no con los dioses: el solo regula el corazón y el costado derecho; la
luna, el estomago y el lado izquierdo; Júpiter los pulmones, el hígado y los
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miembros. La filosofía sucede a la teología, y la armonía científica a la armonía
teológica. La economía del cuerpo, como al de los cuerpos, recuerda la mecánica
simple, la estética; siendo el mal del desequilibrio, curar es eliminar sus acusas, es
reequilibrar los humores (p.102)
(...) cuando la Iglesia prohibió toda actividad medica a sus miembros, los
conocimientos médicos se localizaron secularizándose. En las facultades de las
grandes ciudades, en los cenáculos de las pequeñas ciudades y en nombre del
saber hipocondríaco, hombres que no pertenecían a la Iglesia se atribuían el
monopolio de las curas, sin que jamás el poder real, comprometido todo en la
organización policial, viniera a legitimarlos (p.104)
Frente a esta reticencia del poder a reconocerlos, las facultades y corporaciones
privadas, celosas de su autonomía, nunca reunieron mas de un centenar de
miembros(...) (p.107)
Los médicos de esa época salían de la burguesía (oficiales del rey, togados,
negociantes). En los siglos XV y XVI (...) la mayor parte de los médicos eran
incluso nobles y caballeros de la orden de Malta. Ser medico no era rebajarse,
porque ese estado, además de que procede del trabajo del espíritu y no de la obra
de las manos, es mas bien honorable que mercenario (p.109)
Los médicos de las facultades, vigilantes y denunciadores del mal, celosos de sus
privilegios, los definen rudamente contra los otros curadores del cuerpo. Sucede
que la cirugía y la farmacia, que siguen conocimientos mecánicos y comerciales
ignorados por los médicos, compiten con ellos (p.110)
Los médicos cortesanos, adorados u odiados, perentorios o discutidos,
desempeñan la mayor parte del tiempo una carrera fulgurante y breve, a la imagen
de la validez de su teoría o su remedio, al imperativo de la moda. Se elegían de
una manera compleja, por relación o intriga (...) por lo general, en las cortes se
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encontraban los médicos mas dotados y mejor formados de la época. Su carrera
era también el resultado de un juego sutil de influencias. (p.114)
Raro o improductivo, cortesano o funcionario, al medico se le pagaba al año por la
institución a la cual pertenecía o por el príncipe para quien trabajaba, sin salario
preestlabecido. Con algunas excepciones, no se ganaba l ávida curando, sino
explicando el mal, proclamando que podía algo contra él (p.121)
El éxito del Orden de los Cuerpos se encarna así en la gloria de sus servidores.
Pero se inicia su declinación ante la amplitud de la pobreza que el encierro ya no
puede contener, como ante los cambios económicos y las transformaciones de las
mentalidades. (p.123)
Pero el orden de los Cuerpos no se dan cuenta de las enfermedades infecciosas
que asolan provincias enteras: el paludismo y la tuberculosis siguen atemorizando,
así como una serie de enfermedades mortales todavía mal conocidas, como al
gripe, la disentería y la neumonía. La mortalidad campesina continua siendo
importante, y las ciudades europeas son todavía reservas demográficas incapaces
de subsistir sin la ayuda de una saludable campaña. (p.124)
(...) el índice de mortalidad infantil no decreció (...) la mortalidad de los niños que
se les confiaba y la práctica de los hospitales para niños abandonados y los
tornos, fueron criticados violentamente por los médicos (p.125)
Pero este interés súbito por la infancia no esta vinculado solo a la emergencia de
las ideas democráticas: la industria y sus exigencias comienzan ha hacer su
aparición, y el trabajo ya no es un modo de fijación de los pobres (...) sino una
fuente de ingresos y de poder. (p.126)
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Los informes (...) denuncian la avaricia de los jefes de empresa, la miseria, las
condiciones desastrosas de trabajo y al mismo tiempo la suciedad, el abandono y
la negligencia de los obreros (p.128)
Se inicia así el poder de vigilancia y educación de la clase obrera, delegado en los
médicos por intermedio de los jefes de empresa (...) el empresario de una
manufactura es quien ha de vigilar las salas; debe exigir a los obreros que estén
provistos de ropas y vestidos lo suficientemente limpios para sus trabajos, y es él
quien debe ordenar que se deduzca de los jornales lo necesario para mantenerlos
y renovarlos. Los obreros se someterán a sus reglamentos, quienes se
convencerán de que no podrán entrar en una manufactura ni tener trabajo de ella
a salvo con esas condiciones. (p.129)
En 1772 enseñada en la facultad no correspondía a las enseñanzas de la practica
(...) se pide que se prohíba la venta de medicamentos (...) se denuncian las primas
obtenidas con la economía lograda racionando los alimentos y medicinas de los
pobres (p.132)
El Orden de vida en crisis produce mas mal del que se puede consumir, y el coste
de ordenación de los cuerpos en la caridad y el hospital supera las posibilidades
económicas del tiempo. Ya nadie puede denunciar ni contener la violencia, y la
crisis, tanto política como económica, de los años 1780 (...) (p.134)
Para reducir los costos y otorgar mayor eficacia al Orden de vida, economistas y
médicos, tanto en Francia como en Inglaterra, investigan otras formas de gestión.
Denuncian las fundaciones hospitalarias, bienes inmovilizados, generadores de
pobreza y neutralizadoras de fuerza de trabajo. Proponen vender esos bienes,
reunirlos en una “masa común” y que de ellos se beneficien los indigentes para
reducir la pobreza. (p.136)
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Este principio resulta (...) el menos costoso y el memos inflacionista (...) con este
orden de cosas ningún germen de progreso, ningún obstáculo al desarrollo de la
industria, del comercio, de la riqueza publica, y al nivel tan necesario de establecer
en el precio de la mano de obra; y sin embargo, posibilidad entera de interesar a
los departamentos a vigilar el crecimiento del numero de sus pobres. (p.137)
Con el advenimiento del capitalismo industrial el hombre ha comenzado a
considerarse como una de sus creaciones, como el útil de su nueva riqueza, como
una maquina razonadora. El Orden ya no es el derroche sino el rendimiento. El
Mal ya no es lo marginal, sino la enfermedad, la avería de la maquina: vigilar es
razonar, designar se convierte en deducir, separar se transforma en reparar, la
terapéutica ya no reside en el encierro de los pobres y los enfermos, sino en la
eliminación de la pobreza y la enfermedad. El Estado ya no es caridad sino
seguro; los discursos económico, político y terapéutico se unifican y funden un
discurso disciplinario nuevo, la exposición clínica.
El curador dominante ya no es tampoco el policía, sino él medico que abandona
su puesto de auxiliar ignorado de los terapeutas anteriores. Toda la sociedad
puede leer esto como si se tratara de un espectáculo conjuratorio, como una
nueva relación con el Mal, como una nueva escenografita heredera de los
Ordenes de vida anteriores, consumadora de un nuevo Mal: la carencia, carencia
de hombres, carencia de fuerza, carencia de trabajo. (p.143)
Cambia entonces la metáfora del Orden caníbal: curar las enfermedades
microbianas sigue siendo separar el mal del cuerpo, pero es expulsa al microbio
como es expulsar a un parásito social. Y en lo sucesivo el Mal puede ser
considerado independientemente del enfermo (p.149)
El estado de naturaleza es la libertad del cambio y de la propiedad donde la
maquina humana o social encuentra lo que necesita consumir, donde cada
individuo se posee a sí mismo y posee riquezas. El desequilibrio, la crisis,
sobreviven cuando la sociedad, falta de medios de consumir, o porque su
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mecanismo intrínseco esta roto, se avería. Consumir, es, por tanto, comer, pero no
solo por la boca, ni asolo alimentos, sino ropa , vivienda, educación y salud; es
usar, destruir un sentido para producir otro sentido: El consumo no es una
destrucción de materia, sino una destrucción de utilidad.”
Este consumo necesario para el funcionamiento de la maquina es, por tanto, solo
una nueva metáfora global del Orden caníbal: el deseo y la necesidad de comer el
uno mismo para vivir, reproducirse y perpetuarse. El deseo de consumo
económico remite así al acuerdo de comer el uno mismo; no para imitar al otro,
sino para comerlo por miedo a ser comido por él y para alejar un mal nuevo: la
incapacidad de la maquina de funcionar por falta o por debilidad. (p.150)
La esperanza de vivir constituye un concepto mayor del capitalismo y de sus
estrategias: en apariencia individual, liberal y humanitario, funda en realidad un
ideal estadístico , materialista y macroeconómico.
Cuando se consolida este concepto, al esperanza de vivir sigue siendo débil y
disminuye incluso por el crecimiento urbano de la mortalidad infantil. Aumentar la
esperanza de vida supone, por tanto, la protección del niño, productor esencial,
maquina potencial y medio de reproducción de las maquinas existentes. (p.151)
Cuando él medico ha conquistado su poder, sacerdotes y policías continúan
creyendo que son los garantizadores del orden. Sin embargo, su lengua, su
sentido de la vida y del mal, su estrategia ya no constituyen la metáfora fundadora,
aquella en la cual se habla el presente y se sueña el porvenir. (p.152)
La prótesis de las maquinas remenda el saber de la maquina: ahora que se sabe
disecar, que el trabajo se divide, la prótesis se articula. Como el terapeuta
contemporáneo, ya no contiene el cuerpo, pero lo sostiene, ayuda a devolver a los
trabajadores su fuerza de trabajo, elimina la deformidad y ya no lo deforme. Como
el terapeuta nuevo, indica, canaliza y orienta. (p.156)
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Pero la prótesis no era todavía mas que el reflejo secundario del cuerpo del objeto,
el anuncio del curador futuro, reproducción del cuerpo, prótesis programada.
(p.157)
El nuevo terapeuta encuentra sus primeros clientes en la burguesía pragmática y
comerciante, su clase de origen. Pero las leyes del mercado naciente no bastan
para abrirle a una clientela; ha de encontrar una practica en otras clases sociales,
y es preciso para esto que los obreros se pongan a trabajar y se conviertan en
compradores solventes de cura medica. El nuevo poder designa al medico como
poseedor del saber útil, el verdadero saber de vida, y le proporciona los medios de
ejercerlo en el hospital. En cambio, él medico vigila y denuncia el mal por cuenta
del poder, acorrala a la enfermedad y la pobreza y las separa por cuenta del
Orden. (p.157)
La utopía del cambio medico coincide (...) cronológicamente con la utopía del
mercado liberal. En realidad el Orden de las Maquinas no escapa tan fácilmente
de las necesidades de los Ordenes anteriores: el terapeuta denuncia al Mal tan
espantoso que el mercado medico no puede por si solo aniquilarlo: le es preciso,
una vez mas, dar espectáculo conjuratorio. Pero la escenografita ya no este
reservada solo a los ricos, se dirige a todos los poseedores de buena salud, a
quienes es preciso tranquilizar, a quienes es menester hacer asegurar.
Se pasa entonces de la Caridad al Seguro. Para organizar este nuevo
espectáculo, es necesario un siglo durante el cual se denuncia el mal nuevo; las
masas aplauden el nuevo discurso y se impregnan de nuevo terror, medicina y
burguesía disponen de la convivencia de su doble estrategia y cada uno se pone
al servicio del otro: el Estado asegurador designa al medico como el verdadero
terapeuta, y el facultativo designa la economía liberal como el sistema económico
más sano. (pp.157-158)
Él medico del siglo XIX, en su voluntad pragmática, no asiste a un enfermo ni a
una enfermedad, sino a una familia. Es el ideal de la economía de competencia
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perfecta: su oficio no exige sino gastos simples y un utillaje limitado (pinzas,
ganchos, agujas, tenazas para separar, cilindro de Laennec o especulo de
Recamier para vigilar. El herrero afila sus cuchillos, el guarnicionero confecciona
sus bragueros, el mismo se fabrica sus prótesis, y, hasta 1880, vende o produce
productos purgantes, narcóticos y eméticos. En el campo de al división del trabajo
sigue siendo imprecisa y él medico es también un campesino. (p.169)
Se deduce (...) que él medico era, en el siglo XIX, el nexo entre la ideología
caritativa y la ideología capitalista: ya no pensaba su acto como puramente
comercial, sino todavía como caritativo (p.170)
El respeto constituía para él medico el valor privilegiado. A través e su saber y su
modo de vida, estaba considerado por las gentes de la burguesía, aunque sus
ingresos fueran menores, como un igual (...) Mediado el siglo, cuando la sociedad
europea se urbaniza, el éxodo rural, luego el teléfono y el automóvil impulsan a los
ciudadanos y rurales a consultar a los médicos fuera de casa. En grados diversos
la clase media se enriquece, esta mejor alimentada y más instruida; en
consecuencia mas tentada de que la asista él medico en su consulta. Los
consultorios se separan de los domicilios y se instalan cerca del hospital local,
donde la clientela empieza a pagar los cuidados y la estancia.
Las transformaciones sociales, los descubrimientos técnicos y la difusión creciente
de la instrucción de las masas, precisan, por tanto, el estatuto del nuevo terapeuta
y lo vulgariza en una población que ha vencido su miedo. Una especialización se
hace primero según las partes del cuerpo humano (cardiología), o según las
categorías del cuerpo social (pediatría), luego en virtud de una observación
(química o radiología. Al mismo tiempo que se afirma su ejercicio, el hospital, lugar
esencial de observación, se convierte en el lugar primordial de las asistencias; de
“santo laico,” él medico se convierte en hombre de ciencia. Esta objetivación de la
relación al mal, esta extensión del numero de enfermos ya no permite que los
honorarios se basen en la fortuna de los pacientes que pasan por ser anónimos, y
las tarifas ya no pueden seguir siendo anárquicas. (p.171)
17
Él medico asegura poco o más su propio monopolio sobre la curación. Asiste, pero
es también el actor de un espectáculo en gestación: recurre todavía a los
accesorios de la Caridad, lucha contra los pobres, pero usa ya los del Seguro,
lucha contra la pobreza. (p.173)
Esta lucha contra la pobreza debe pasar por una asistencia financiera de rentas
muy bajas. Se enfrentan tres escuelas en nombre de tres conceptos de la
separación del mal: sea detener el progreso industrial porque produce la pobreza,
sea acelerar ese progreso para eliminarla, sea vivir con ella reduciéndola a lo
tolerable. Conservadurismo, economía política y Filantropismo.
El catolicismo social conservador hace del capitalismo industrial la causa de la
pobreza (p.174)
El Estado de las maquinas no podía (...) funcionar eficazmente, sino en la
simultaneidad del aumento de la esperanza de vida y del seguro de reparación. La
esperanza de vida se alarga, por tanto, gracias a la vigilancia, a la denuncia y a la
separación del mal por la higiene (...) se reduce la mortalidad infantil (p.179)
El Estado del capital deja de hablar del infierno o de cárcel para contener en
camas de hospitales y en gastos de salud. El libre cambio construye un Estado
nuevo que designa el saber medico como verdadero, él medico como terapeuta, la
higiene como separadora y ka seguridad como conjuradora. (p.180)
En todas partes del capitalismo liberal produce, por tanto, un Estado a la vez de
organizador del mercado y asegurador contra las consecuencias de su juego, y
hay coincidencia entre la aparición de los primeros Estados del Orden nuevo y la
generalización del seguro publico.
así renace el espectáculo y se llena la escena. Ya no es el enfermo el verdadero
consumidor del intercambio medico, sino quienes gozan de buena salud,
tranquilizados por el espectáculo de los cuidados financieros por sus cotizaciones.
18
Incluso si el hospital conserva en parte su papel religioso y policial y el enfermo
pide entonces perdón y absolución, en don esencial el espectáculo del Orden
caníbal se convierte en comerciante: se consume siempre el mal para eliminarlo,
pero la ingestión ya no es simbólica ni administrativa, es económica; el
espectáculo de la curación, en el siglo XX, se convierte en elemento constitutivo
del consumo industrial. Espectáculo de puesta en orden, espectáculo de vida y de
muerte en que la democracia liberal canaliza las revoluciones, come lo que le
amenaza, ingiere deseos de socialismo, y donde la dictadura bruñe de
herramientas de su barbarie. (p.181)
La salud de los trabajadores se conviene en un medio esencial de asegurar la
reestabilización del capital humano y en 1925 el doctor Hacket escribe (...) “La
salud de los trabajadores debe ser mantenida y mejorada como los medios de
producción (...) La recesion de 1929-1930 trastorno a los servicios médicos,
privados todos: en un año los ingresos de los hospitales descendieron en tres
cuartas partes, el promedio de la ocupación en un tercio y las subvenciones
filantrópicas en dos tercios, mientras que se cuadruplicaban las cargas de
asistencia a los parados y a los pobres (...) el nuevo contexto afinaba y precisaba
el papel del Estado asegurador: con Keynes el Estado asegura al capitalismo una
salida de sus mercancías. En el deseo de producir una demanda solvente de
cuidados y de tener la seguridad de ser pagados por sus servicios, varios
hospitales organizaron sistemas e seguro, que proponían a las categorías sociales
de las que deseaban tener clientela: la seguridad, para los enfermos, de ser
cuidados, se convirtió en el medio de que los médicos recibieran sus honorarios
(p.183)
No pagara se hace normal, pagar se convierte en un lujo que resurge el origen
sacrificial de la terapéutica. La relación con el dinero sigue siendo ambigua,
contradictoria incluso (...) ha sido fijada por el asegurador y el acto medico, por la
objetividad y la caridad. (p.187)
19
El mundo medico y paramédico emplea en nuestros días, en los países
desarrollados, alrededor de un 5% de la población activa, y la salud se ha
conferido desde 1965 en el mercado mas importante de la economía americana,
por delante de los sectores del automóvil y el acero. Los descubrimientos de la
bacteriología, de al química biológica, de la endocrinología, de la clínica
reparadora y el ritmo de innovación farmacéutica explican esta revolución medica.
La separación del mal (...) esta cada vez mas especializada y el hospital se
convierte en el lugar esencial de espectáculo. El mercado competitivo cede el sito
a una economía concentrada e industrializada.
El hospital se convierte en el lugar mayor de la investigación y los cuidados, y el
medico se integra al cada vez mas, sea porque lo atraiga un interés económico
(p.188.
Paralelamente, el crecimiento de la industria farmacéutica, sobre todo después
de1945, desarrollo la presencia de los médicos en los complejos fármaco-
industriales. Los médicos trabajaban cada vez mas en o para esas empresas,
innovando ratificando innovaciones con su testimonio.
Incluso las instituciones de seguros determinaron con sus tarifas el porvenir de un
aparato o de un producto. Presencia ambigua y artesana, siempre sospechosa,
lugar de corrupción y de convivencia (p.189)
¿y el canibalismo? Cuando el mal no es ya sino una realidad física, toda estrategia
hacia el parece perder su sentido inaugural (...) Todos los actores y todos los
accesorios se hallan todavía presentes: un terapeuta, una conjuración y., sobre
todo, una promesa de eternidad por la aprobación de la vida. Ni que decir tiene
que la distancia parece inmensa de la observación del cielo de los rayos X, del
sacrificio a la cirugía, de al ofrenda al seguro, de la caza de los cadáveres a la
acumulación del beneficio. (p.189)
También las leyes perennes del canibalismo administran hoy el capitalismo: hay
que engullir el motín para mantener el Orden, hay que eliminar las actividades no
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rentables para producir valor y capital, hay que remplazar los productos obsoletos,
en putrefacción, por productos nuevos susceptibles de crear valor nuevo,
herramientas de eternidad (...) El capitalismo funciona en este espacio casi
caníbal: mercancías que consumir, hombres en estado de producir y de comer (...)
el ritmo de crecimiento económico se acelera con la capacidad de consumir y
productor, es decir con la angustia de la escasez, arma capitalista, miedo a ser
comido (p.190)
Un nuevo miedo había destruido el Orden de los Dioses, un mal desconocido
había aniquilado el Orden de los Cuerpos, y un mal inaudito revelo la impotencia
del Orden de las Maquinas. Parece reanudarse el proceso que había trastornado
los tres espectáculos del Orden caníbal original (...) Mas allá de las criaturas
puntuales de la medicina y de las injusticias del seguro, mas allá del derroche
farmacéutico y del abuso del poder de los médicos, se anuncia el trastorno del
hospital, del seguro, del complejo medico-industrial, se esboza la muerte de la
medicina y el nacimiento de nuevos signos de vida. Rematando la traducción del
acto de cura en objeto de consumo, esta mutación no puede sino ser rechazada
por los médicos, aferrados a sus privilegios, ansiosos ante las criticas de que se
les arroje un objeto, consientes de la decadencia de las formas de omnipotencia
(p.200)
Sin duda se debe también al hecho de que el seguro hace solvente la atención y
deja a uno de los actores, el medico, libre de fijar el coste de la terapéutica.
(p.201)
Del mismo modo que los pobres gozaban de buena salud elegían ingresar a las
leproserías, del mismo que los campesinos anhelaban en el Hospital General, e
desea ser operado, tener mal para ser compadecido.
Extraño Orden de vida en que el espectáculo de la cura impulsa a decirse
enfermo, en el que la representación es tanto mas costosa en medicamentos en
hospitalización como resulta ser ineficaz. Y esto no hace mas que empezar porque
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los limites de este Orden e vida no se alcanzan: todo el mundo ya no espera la
edad de los ciudadanos costosos, el seguro no se generaliza y muchos
espectadores siguen soñando todavía en salir a escena, una escena de la que
están excluidos, ser, también, ellos, un día, las vedette de este Orden en
decadencia (p.202)
He aquí (...) llegado el tiempo en que el espectáculo se disuelve, en el que la
representación se acaba, en el que se recompone la unidad del actor, del autor y
del espectador (p.203)
En lugar de estar desposeídos por los Dioses, alcanzados por la peste o los
microbios urbanos, los hombres de los países industriales sufren enfermedades
producidas por las fabricas, la proliferación de marginación y la soledad. Cuando
disminuye la mortalidad infantil, cuando se acelera la curación de los casos
difíciles, cuando se sanea la higiene alimentaría, al mismo tiempo, el alcohol, el
tabaco, el automóvil, los productos conservadores y colorantes, abastecen modos
de producción del dolor, manera de enfermar, de salir a escena por un suicidio a
menudo inconsciente. (p.204)
No solamente el Orden de las Maquinas es productor de enfermedades y
solicitudes de espectáculo, sino que también el mismo espectáculo es patógeno.
Tal y como las cruzadas aumentaron los riesgos patógenos, como el Hospital
General multiplico los riesgos de enfermedades infecciosas, la medicina de las
maquinas se convierte en productora y multiplicadora de su propio mal. (p.207)
Ya no hay fronteras para el Mal y las vidas se normalizan en la misma esperanza
de forma y duración. El coste de los ciudadanos otorgados a cada persona de
edad es cuatro veces superior en relación con los de un adulto, en el estado
previsible en termino medio del saber sobre estas enfermedades. En
consecuencia, y cualquiera que sea la forma de seguro del Orden de las
Maquinas, el ultimo acto del espectáculo es así cada vez mas raro (p.215)
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(...) en la lógica de las maquinas, la restricción no dará acceso a los ciudadanos,
salvo a aquellos cuyo rendimiento social, una vez curados, puede ser todavía
importante (p.216)
El Orden de las Maquinas intenta primero mantenerse reduciendo los costes, ya
no por la penuria, sino por la vigilancia del espectáculo situado bajo el control
absoluto del asegurador: se vigila a curadores y espectadores: se codifican las
terapéuticas eficaces y los beneficios de vida económica en cuidados; se define un
modelo de vida a imitar; a copiar; se organiza el Nacimiento de una Copia
idealizada en si misma, modelo mundial de norma (p.218)
Estado y empresa no pueden, por tanto, con solo controlar a los terapeutas,
detener las crisis de las maquinas. No basta, para contener los gastos de salud,
normalizar los comportamientos de los curadores. Habrá igualmente que reducirla
producción del Mal, la fascinación por el cuidado, el despilfarro del espectáculo, es
decir, prevenir todos los comportamientos que pueden conducir a pisar el
escenario (p.224)
En lugar de tabúes elegidos bajo el control del sacerdote, de prohibiciones
dictadas por la policía, de receta extendidas por el medico, el informativo y el
genetista confieren un nuevo sentido a lo normal, una nueva manera de ser justo,
ser honesto, y estar sano; se hace normal el perfil de vida que permite minimizar el
coste de salud (...) En un primer tiempo, los perfiles de vida que copiar fueron lo
que conducían a ser mas productivo; el hombre esta pensando todavía como
maquina y se evaluaba la normalidad por el rendimiento (...) en un segundo
tiempo, como es posible aislar la producción individual de cada uno en la
sociedad, como consumir se hace al menos tan importante comp. Producir, el
perfil de vida normal solo es aquel que economiza los gastos globales de salud,
sin referencia alguna al valor productivo del individuo; es el mismo para todos.
(p.226)
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(...) un nuevo espejo de vida nos devuelve una nueva imagen de la muerte: si vivir
es no caer enfermo, morir es aceptar no seguir estando enfermo. La muerte se
hace entonces normal, irresistible, tolerable sin rebelión estadística. Inscrita en la
vida e indiscernible de ella. La epidemiología nueva de la vida construye la
ideología nueva de la muerte (...) si el comportamiento y la predisposición
condicen a ello, la muerte llega a ser prevista, aceptable, determinada (p.227)
La hipervigilancia constituye así la ultima defensa del Orden de las Maquinas. Las
instituciones de seguro pasan a ser lugares de producción y de gestión de los
perfiles de vida normales, asegurando la homogenización de los sistemas
hospitalarios y del seguro. (p.229)
El medico se encuentra entonces sometido a una autoridad nueva, abstracta,
racionalizada. Pasa a ser el actor reemplazable de un espectáculo normalizado.
Deja de ser poseedor de un saber, curador necesario, para ser solo el depositario
sin misterio de un saber centralizado. Ya no es mas que el medidor normalizado
entre el enfermo y los programas que guían imperativamente su comportamiento,
el agente automatizado de una televigilancia de la higiene, de la dietética y del
comportamiento. Su receta deja de ser farmacéutica para hacerse global, civil,
cultural. (p.230)
Los espejos de los signos de vida pueden ser exteriores al cuerpo o implantables.
Unos y otros están a punto de realizarse, en general por la miniaturización y
trivializacion del material medico de los hospitales. Los primeros son (...) un espejo
del estado psíquico, los segundos del estado somático.
Hoy no escapas de esa mirada casi ninguna fracción del cuerpo.
Los signos cardiacos y nerviosos pueden ser seguidos por electrocardiógrafos
miniaturizados, asegurando la comparación automática de sus resultados a las
normas, teniendo en cuenta parámetros específicos de cada individuo (p.234)
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Curar sigue siendo separar: ya no solo separar la pobreza o la enfermedad, sino
todavía la anormalidad, eliminando el mal código, del comportamiento de la
estructura genética. Curar es reencontrar la normalidad, recurso ultimo en caso de
fracaso en su conservación, en caso de realización de la predestinación. La
muerte no ha podido ser ni sensata, ni contenida, ni retardada, sino detectada y
determinada por el momento como el momento en que los espejos de vida indican
su mayor probabilidad. (p.239)
De la metáfora de maquina, la prótesis nueva se convierte poco a poco en
metáfora del código, sistema programado, capaz de insinuarse de manera todo lo
discreta posible en el proceso de vida y de separar el ruido del código, es decir, de
reestablecer la circulación normal de las informaciones necesarias para el
funcionamiento del programa de vida (p.242)
El saber genético comienza a elucidar algunas palabras de algunas lenguas
genéticas. Por una parte se empieza a comprender esas palabras –fracciones de
programas de vida, fragmentos de ADN, aislados en una célula- que hablan de
diferenciación y, por otra parte, los que describen los procesos de rechazo del no-
si-mismo. Se le estudia de dos maneras: sea produciendo un elemento de la frase
de manera artificial de una matriz de alquiler, sea estudiando la diferenciación
natural de los seres vivos en curso del proceso de reproducción (...) estudiando el
funcionamiento del código de ciertas partes del cuerpo (p.244)
Se estudian las lenguas haciendo creer que se aprende a reparar las maquinas
(...) se descubren las lenguas de la vida no para hacer hablar a las maquinas, sino
para hablar esas lenguas y corregir los textos existentes (...) para producir la vida
como un objeto. (p.247)
Una vez mas, unas crisis del Orden de vida secreta un misterioso reencuentro
entre un saber y un poder naciente: después de la vigilancia y la denuncia del mal,
la negociación y la separación se convierten de suyo en mercancías producidas en
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serie, bajo al forma de prótesis decodificadas. Cuando la totalidad de las
operaciones de referencia al mal se reagrupe en un orden único, la terapéutica
volverá a encontrar la unidad de los órganos del cuerpo, al prótesis total. (p.254)
El retroceso de la muerte por la sustitución de la prótesis en los órganos
debilitados y al multiplicación de las copias de un mismo molde trasnforma las
condiciones de la muerte: cuando la vida se convierte en un objeto, la muerte ya
no esta al otro lado del espejo, es el reflejo en el espejo de la vida-mercancía
(p.256)
Muchas relaciones sociales ya han sido sustituidas por prótesis: automóvil,
prótesis de desplazamiento, maquina de lavar, prótesis de mantenimiento. He aquí
las copias de la vida, prótesis de reproducción, extensión absoluta de la mercancía
al hombre mismo, ya vendedor de su fuerza de trabajo consumida por la clase
capitalista, futuro consumidor de copias del hombre vendidas por el capital. (p.259)
(...) la sexualidad, corazón de al vida antes que el código: puesto que el clonaje
anula la reproducción sexuada, puesto que es el retorno a la manera de al
reproducción de los protozoarios, a la forma pura de parentesco, realiza el sueño
del hombre de engendrarse el mismo, de ser su propio hijo al mismo tiempo que
otra persona distinta, ser el único que se consume, vivir mas allá de la muerte, no
ser confundido con un asola existencia, sino ser la matriz de al multitud de
existencias potenciales. Se anulan entonces la sexualidad y la jerarquía de
edades.
Luego la economía se trastorna: el orden de los Códigos disuelve la distinción
entre el hombre y sus producciones, por tanto entre todas las categorías de la
economía política: ya no hay consumidor ni producto, natural ni artificial,
comerciante y no comerciante (...) Tal vez sea posible creer que, al paso del
tiempo, se puede producir el hombre mismo como consumidor especifico con
respecto a un mercado, poniendo sus deseos en instrucciones codificadas,
primero en los espejos y luego en el código genético mismo, un poco como la
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necesidad de energía se programa en el plano de una maquina o de un automóvil.
(p.260)
Todo el orden político se piensa entonces en el control de los códigos, en el
control de conformidad con respecto a la copia organizada por el almacenaje de
los objetos y la normalización codificada de los desviantes (p.261)
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