américa latina: “mujeres, resistencia y movimientos … · subordinada de un sistema histórico...

15
1 América Latina: “Mujeres, resistencia y movimientos sociales” Introducción a cargo de Marina Moretti Gafas violetas” para mirar a nuestra América “Si la Historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia” Más aún en el caso de las mujeres que somos las que más perdemos entre los perdedores, pese a nuestro protagonismo, pese a nuestras creaciones y a las luchas emprendidas. La dificultad para abordar uno de los aspectos centrales de la historia revolucionaria y emancipatoria de las mujeres en América Latina está, en primer lugar, en el más o menos amplio desconocimiento sobre el tema y, por otro lado, en la hegemonía de una cultura patriarcal o androcéntrica que lo dificulta aún más. Tal vez sea útil ponernos las gafas violetas”, esas que María Paula, citando a Nuria Varela, recomendaba en la primera jornada de este taller. 1 No tenemos, sin embargo, pretensión de exhaustividad, ya que el escenario de lucha de emancipación de las mujeres en nuestra América no es para nada simple o lineal. Hemos podido intercambiar algunos materiales importantes que tienen el mérito de recopilar historias, enhebrándolas y poniéndolas a andar para articular el mosaico propio de América Latina. Algunos de esos materiales los hemos volcado en el cuadernillo preparatorio de esta jornada, pero sin duda nos falta mucho más que, seguramente, podremos continuar en lo sucesivo. Nuestra intención es ofrecer algunos fragmentos de estas historias y elaboraciones que pensamos pueden ayudarnos a entender el presente y a buscar colectivamente nuestros desafíos. Lo haremos con la convicción de que no habrá transformación social sin liberación de las mujeres y, al mismo tiempo, que no habrá liberación de las mujeres sin una radical transformación social. Así, siguiendo el hilo conductor de la primera jornada, buscaremos en el recorrido feminista una contribución fundamental para la transformación social y revolucionaria; y en las luchas y los movimientos sociales de las mujeres una connotación particular que interpela a los feminismos, a su permanente transformación radical. 1 Ver María Paula García, Introducción a la primera jornada del taller Feminismo como lucha social, autonomía y revolución, en http://tallerfeminismta.wordpress.com

Upload: truongnga

Post on 12-Oct-2018

220 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: América Latina: “Mujeres, resistencia y movimientos … · subordinada de un sistema histórico mundial que inició su expansión con el capitalismo y que ... incluyendo las feministas

1

América Latina: “Mujeres, resistencia y movimientos sociales”

Introducción a cargo de Marina Moretti

“Gafas violetas” para mirar a nuestra América

“Si la Historia la escriben los que ganan,

eso quiere decir que hay otra historia,

la verdadera historia”

Más aún en el caso de las mujeres que somos las que más perdemos entre los perdedores, pese a

nuestro protagonismo, pese a nuestras creaciones y a las luchas emprendidas.

La dificultad para abordar uno de los aspectos centrales de la historia revolucionaria y

emancipatoria de las mujeres en América Latina está, en primer lugar, en el más o menos amplio

desconocimiento sobre el tema y, por otro lado, en la hegemonía de una cultura patriarcal o

androcéntrica que lo dificulta aún más.

Tal vez sea útil ponernos las “gafas violetas”, esas que María Paula, citando a Nuria Varela,

recomendaba en la primera jornada de este taller.1 No tenemos, sin embargo, pretensión de

exhaustividad, ya que el escenario de lucha de emancipación de las mujeres en nuestra América no

es para nada simple o lineal. Hemos podido intercambiar algunos materiales importantes que tienen

el mérito de recopilar historias, enhebrándolas y poniéndolas a andar para articular el mosaico

propio de América Latina. Algunos de esos materiales los hemos volcado en el cuadernillo

preparatorio de esta jornada, pero sin duda nos falta mucho más que, seguramente, podremos

continuar en lo sucesivo.

Nuestra intención es ofrecer algunos fragmentos de estas historias y elaboraciones que pensamos

pueden ayudarnos a entender el presente y a buscar colectivamente nuestros desafíos. Lo haremos

con la convicción de que no habrá transformación social sin liberación de las mujeres y, al mismo

tiempo, que no habrá liberación de las mujeres sin una radical transformación social. Así, siguiendo

el hilo conductor de la primera jornada, buscaremos en el recorrido feminista una contribución

fundamental para la transformación social y revolucionaria; y en las luchas y los movimientos

sociales de las mujeres una connotación particular que interpela a los feminismos, a su permanente

transformación radical.

1 Ver María Paula García, Introducción a la primera jornada del taller Feminismo como lucha social, autonomía y

revolución, en http://tallerfeminismta.wordpress.com

Page 2: América Latina: “Mujeres, resistencia y movimientos … · subordinada de un sistema histórico mundial que inició su expansión con el capitalismo y que ... incluyendo las feministas

2

Queremos vincularnos con las experiencias pasadas y presentes sin Biblia sagrada, sin dogmas, pero

también sin modas pasajeras y con la madurez suficiente para entender que muchos conceptos y

muchas prácticas que surgieron en un momento determinado, que tuvieron un valor enorme y que

arrojaron luz sobre determinadas circunstancias históricas, necesitan recrearse a partir de nuestra

propia experiencia y reflexión. Con las “gafas violetas” podemos recorrer algunos momentos de la

historia desde la conquista, las dictaduras, hasta las expresiones del capitalismo actual. Veremos

que las distintas formas de relaciones sociales de explotación, opresión y dominación han tenido al

patriarcado como un gran aliado, funcional al capitalismo y promotor de una cultura androcéntrica

que ha logrado sobrevivir y recrearse. Una cultura y una práctica que se han enraizado socialmente

y que las encontramos en distintas clases sociales. Una observación que debemos al aporte

feminista que amplía el horizonte del concepto de opresores y oprimidos al advertir que dentro de

los oprimidos hay también opresores: opresores pueden ser los hombres de cualquier clase social y

de cualquier minoría étnica. En la opresión y discriminación hacia las mujeres los hombres serían

algo así como una “nobleza” (no actúan como clase sino como un sector que goza de privilegios y

de estatus social).2

Volviendo sobre la jornada pasada quisiera proponerles recoger aquellos elementos del feminismo

que consideramos útiles y que nos interesa continuar: feminismo como teoría; feminismo como

movimiento social y político; feminismo como práctica cotidiana.3 Se trata de tres elementos

presentes de manera diferente de cómo se presentó en Europa y Estados Unidos. Una diferencia que

también nos señalará elementos distintivos de la praxis liberadora.

La cuestión es sumamente compleja porque la historia de la opresión y de lucha de la mujer se

pensó frecuentemente como una historia euro y etnocéntrica. Y si bien el feminismo es en sí un

movimiento internacionalista, en el sentido que sus ideas nunca han sido consideradas específicas

de un grupo, la historia de las mujeres latinoamericanas, asiáticas y africanas ha sido enfocada

desde la óptica occidental. No sólo su historia sino la teoría de su emancipación. Frente a este

panorama podemos retomar las enseñanzas del marxista peruano José Carlos Mariátegui, cuando

decía: “Ni calco ni copia, creación heroica”. Tal vez, sin buscar heroínas y mucho menos héroes,

podemos retomar esta observación y dar vida, desde nuestra propia realidad y con nuestro propio

lenguaje, a una teoría y práctica de transformación social para terminar con las jerarquías y los

privilegios, con la explotación de una clase sobre otras, con la opresión hacia las mujeres por el

simple hecho de ser mujeres o hacia cualquier tipo de elección sexual.

2 Pierre Bourdieu, La dominación masculina, Anagrama, 2000.

3 Ver María Paula García, Ídem.

Page 3: América Latina: “Mujeres, resistencia y movimientos … · subordinada de un sistema histórico mundial que inició su expansión con el capitalismo y que ... incluyendo las feministas

3

Género, clase y etnia: algo más que triple opresión

La conquista de América significó un genocidio y un descomunal avasallamiento a los pueblos

indígenas, pero también desplegó su virulencia patriarcal mediante el estupro generalizado de las

indígenas. No estamos diciendo que la dominación sobre las mujeres haya aparecido en América

con la conquista, pero sí que esa dominación se vio reforzada y profundizada tomando a las mujeres

como “botín de guerra”.

Un ejemplo que sirve para señalar también el lugar asignado simbólicamente al género femenino lo

constituye el caso de la Malinche. Nacida con el nombre de Malinani o Mailintzin (de donde, en la

deformación castellana, resultó Malinche) esta indígena azteca fue popularmente conocida como

sinónimo de traición. La “traición de Malinche” fue haber sido la traductora y amante de Hernán

Cortés. Se presenta así la colaboración con los invasores como una exclusividad femenina y no

como un proceder de distintos pueblos indígenas que pactaban según su conveniencia. No se dice,

sin embargo, que la Malinche fue una esclava que le regalaron a Hernán Cortés los caciques de

Tabasco para que oficiara de traductora ya que, además de maya, hablaba nahuatl.4 Es muy

probable que esta versión recién surgiera en 1821 cuando la independencia de México necesitaba

ser sostenida con algún mito fundador. Qué mejor que una mujer como símbolo de traición, una

nueva Eva que desobedece el mandato y es el principio de todos los males.

Pero la subordinación de las mujeres mayoritariamente está acompañada por otras opresiones. Así

“desde que Fernández de Oviedo se preguntó si los indios eran hombres, la identidad ha sido un

problema difícil de abordar.”5 Desde entonces hasta inicios del siglo XX, cuando ya había sido

delimitado el perímetro de los Estados un siglo antes, las clases dominantes intentan definir lo

“nacional” y precisar inclusiones y, sobre todo, exclusiones. Se fue imponiendo paulatinamente un

pensamiento hegemónico que definió a América Latina con una identidad mestiza

institucionalizando lo que Francesca Gargallo denomina una triple mordaza:6 se crea la mentira del

mestizaje generalizado; se pone en un lugar secundario u oculto a las culturas indígenas y, por

último, porque se niegan los aportes afrolatinoamericanos.

Así, con esta falsa idea de sí y en un territorio brutalmente occidentalizado, se pasó a formar parte

subordinada de un sistema histórico mundial que inició su expansión con el capitalismo y que

continúa hasta el día de hoy. Una identidad falsa que atravesó a muchos de los proyectos de

liberación y a las mismas prácticas sociales, incluyendo las feministas.

4 Tzvetan Todorov, La conquista de América: el problema del otro, Siglo XXI, 1996.

5 Francesca Gargallo, Las ideas feministas Latinoamericanas, en http://webs.uvigo.es

6 Francesca Gargallo, Ob. Cit.

Page 4: América Latina: “Mujeres, resistencia y movimientos … · subordinada de un sistema histórico mundial que inició su expansión con el capitalismo y que ... incluyendo las feministas

4

Si bien la idea de la identidad mestiza se extendió por casi todo el subcontinente, el caso de

Argentina es particular. Hasta fechas recientes los argentinos se han visto a sí mismos,

mayoritariamente, como un pueblo homogéneamente “blanco”, construido a partir del aporte de una

variedad de raíces europeas armónicamente integradas en una unidad nacional. Esto los convertía en

diferentes y únicos en el contexto de una América Latina mestiza. Pero esta asunción colectiva de

los argentinos como “nación de raza blanca y cultura europea” no existió siempre, por el contrario,

se puede datar. Se remonta a finales del siglo XIX y fue documentada por el censo de 1895, que

estableció que más del 80% de la población del país era de raza blanca y de origen europeo.7 Recién

el censo poblacional del 2000 reconoció por primera vez la existencia de comunidades indígenas en

el territorio nacional. Más de un siglo de negación de la presencia de indígenas en el territorio

argentino que dio por tierra el imaginario colectivo de que “no hay indios en Argentina, porque los

mataron a todos”.

El racismo como discurso científico y como práctica se hace “sentido común” en las sociedades

latinoamericanas y se erige permanentemente como fuente de explicación de los conflictos de clase

y como aliado de la opresión de género a comienzos del siglo XX intentando definir “lo nacional”.

El racismo siempre clasifica y jerarquiza. Es un racismo de clase. Así encontramos frases de

representantes de las elites políticas e intelectuales “blancas” que definen que el aymara es como “el

paisaje del altiplano, huraño y salvaje”; cuando se refieren a los quechuas nos advierten que “ante la

brutalidad del blanco, buscan, como toda raza débil, su defensa en los vicios femeninos de la

mentira, la hipocresía, la emulación y el engaño. Pero estos mismos vicios no son innatos de la raza.

Los ha adquirido por contagio”. Podemos encontrar también referencias al mulato como “irritable y

veleidoso como una mujer y, como una mujer, como degenerado, como demonio mismo, fuerte de

grado y débil por fuerza […] nuevo Luzbel, es el eterno Rebelado”.8

Es común que el discurso racista apele a metáforas vitalistas y a determinados valores sociales

sexuados: energía, decisión, iniciativa (y sus contrarios) y todas las representaciones viriles del

poder (y sus contrarios), que se entrecruzan con lo que se entiende es una manifiesta degeneración

femenina y hasta demoníaca. Todos argumentos que unen despectivamente raza y género para

legitimar a una clase social que detenta el poder económico y político.

El feminismo latinoamericano tiene historia

7 Mónica Quijada, “De mitos nacionales, definiciones cívicas y clasificaciones grupales. Los indígenas en la

construcción nacional argentina, siglos XIX a XXI”, en Calidoscopio latinoamericano. Imágenes históricas para un

debate vigente, Waldo Ansaldi coordinador, Emecé Editores, 2006.

8 Patricia Funes y Waldo Ansaldi, “Cuestión de piel. Racialismo y legitimidad política en el orden oligárquico

latinoamericano”, en Calidoscopio latinoamericano, Ob. Cit.

Page 5: América Latina: “Mujeres, resistencia y movimientos … · subordinada de un sistema histórico mundial que inició su expansión con el capitalismo y que ... incluyendo las feministas

5

Se suele creer que las mujeres latinoamericanas estuvieron muy retrasadas respecto de las europeas

y estadounidenses en las luchas por el derecho al voto o de otras reivindicaciones liberales y

democráticas. Pero esto no fue así y podemos realizar una breve síntesis.

En 1870, la poetisa y maestra mexicana Rita Cetina Gutiérrez fundó La Siempreviva, un grupo

sufragista en Yucatán, compuesto fundamentalmente por maestras que teorizaban sobre la

educación y, en especial, la educación de las mujeres. Sabemos también que entre 1910 y 1915,

ocho estudiantes de la Escuela de Derecho de Mérida presentaron tesis sobre el tema del divorcio y

los derechos de las mujeres. Con estos antecedentes se convocó en Mérida a los dos primeros

congresos feministas de la historia de México, en enero y noviembre de 1916. En ellos las

delegadas apoyaron el derecho al voto y a la participación política de las mujeres, divulgaron

informaciones sobre anticonceptivos y abortivos, se pronunciaron a favor de la educación laica,

exigieron el fin del fanatismo, la intolerancia y la superstición religiosa. En las elecciones de 1923,

el Partido Socialista de Yucatán obtuvo tres diputadas mujeres y una suplente. Allá por 1880

organizaciones femeninas en Brasil conformaron asociaciones abolicionistas de la esclavitud. En

1910 en Argentina se realizó el Primer Congreso Feminista Internacional, con delegadas extranjeras

y nacionales, para tratar las mejoras sociales, la lucha por la paz, el acceso femenino a la educación

superior y para expresarse en contra de la doble moral. En Colombia, en 1912, se manifestaron a

favor de los derechos civiles de la mujer casada. En Panamá, en 1916, fundaron el primer Centro de

Cultura Femenina, cuyo lema era “virtud y patria”. En Honduras, en 1924, se fundó un Círculo de

Cultura Femenina para el estudio con las mujeres de sectores populares; ellas se enfrentaron

machete en mano a la intervención militar norteamericana.9

En cuanto al derecho al voto nos encontramos con una amplitud de grupos y personalidades que

desarrollaron un variado accionar y con la particularidad de que un sector llegó a practicar de hecho

el ejercicio del voto en la segunda mitad del siglo XIX.10

Lucha que continuó en el siglo XX,

llegando a obtener el derecho al voto en Ecuador en 1924, en Brasil y Uruguay en 1932, es decir

antes que en Francia y muy pocos años después que en Inglaterra. En Uruguay, la Constitución de

1917 abrió la posibilidad de otorgar el voto femenino en cuestiones municipales y nacionales pero

definitivamente se logró en 1932. En Cuba la mujer obtuvo dos importantes conquistas en 1917 y

1918: la patria potestad y el divorcio. El voto se obtuvo en 1934, el mismo año que las francesas.

9 Ver Francesca Gargallo, Ob. Cit.

10

A principios de la década de 1920 se acentuó la lucha de la mujer ecuatoriana por el derecho al voto. Estas mujeres

aprovecharon que la Constitución hablaba en general de los derechos ciudadanos para que Matilde Hidalgo, primera

doctora en Medicina, se inscribiera en los registros electorales. Recién ante este hecho los miembros de la Junta

Electoral se desconciertan e indican que el voto es únicamente para hombres. No obstante, ellas no se rinden y

consiguen el voto cuatro años después.

Page 6: América Latina: “Mujeres, resistencia y movimientos … · subordinada de un sistema histórico mundial que inició su expansión con el capitalismo y que ... incluyendo las feministas

6

En 1939 se obtuvo en El Salvador, en 1942 en República Dominicana, en 1944 en Jamaica, en 1945

en Guatemala, Venezuela11

y Panamá, en 1949 en Chile12

y Costa Rica, en 1952 en Bolivia, en

1953 en México y en 1954 en Colombia. El último país latinoamericano fue Paraguay en 1961.

En Argentina la lucha por el derecho al voto se venía llevando adelante desde 1862. En 1914 las

mujeres votaron sin clasificación en algunos municipios y en 1928 se obtuvo en la provincia de San

Juan. En Buenos Aires la lucha venía siendo planteada, entre otras, por Alicia Moreau de Justo y

por Elvira Rawson de Dellepiane quienes practicaron un simulacro de votación. La organización del

Partido Feminista Nacional, en 1919, promovido por Alfonsina Storni y Julieta Lanteri, aceleró la

lucha que, no sin retrocesos, obtuvo el derecho al voto en 1947 con el apoyo de Eva Duarte durante

el gobierno de Perón.13

Sin embargo, la hegemonía de la Rama Femenina del Partido Justicialista,

supeditada a los dictados del propio Perón, nunca tendrá autonomía para levantar reivindicaciones

específicas.

Un recorrido similar de lucha protagonizaron las mujeres latinoamericanas respecto del derecho al

divorcio.

Seguramente no todas estas mujeres supieron ir más allá de la ardua reivindicación de algunos

derechos fundamentales, dentro de los cuales el derecho al voto aparecía como el que habilitaría

todos los demás. Tampoco tuvieron mayor conciencia sobre la necesidad de salir de la dicotomía

mujer-hombre construida por la cultura patriarcal y rebatida con fuerza recién en los años 70. No

obstante, conformaron movimientos de mujeres que reivindicaban transformaciones sociales y

políticas que buscaban revertir la opresión, explotación y subordinación de las mujeres. Lo hicieron

buscando la igualdad de derechos y reivindicando una idea de nación para la cual rescataron

personajes de culturas prehispánicas, de la época colonial o de la lucha independentista con quienes

identificarse.

Otro sector de mujeres para destacar y que aún permanece oculto es el de las corrientes anarquistas,

que irrumpieron en América Latina a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Procedentes de

Europa, fundamentalmente de Italia y España, serán muy influyentes para la construcción de ideas

sobre la emancipación femenina. Retomaremos el tema en la próxima jornada sobre Argentina, pero

queremos adelantarnos mencionando aquella famosa consiga “Ni Dios, ni Patrón, ni Marido”,

11

Las mujeres venezolanas en su campaña reivindicativa expresaron: “No queremos el voto como un obsequio, ni como

una dádiva que un corazón generoso deposita en manos de un necesitado, sino como un derecho impostergable. Todas

las mujeres estamos unidas en esta contienda”.

12

En Chile las mujeres también votaron “de facto” en 1874 y 1876 lo cual obligó a cambiar la Constitución con el fin

de establecer categóricamente que la mujer no tenía derecho a elegir ni ser elegida. El Movimiento pro Emancipación

de la Mujer Chilena expresó en su lucha: “¿Qué preparación se le exigió al hombre? Saber leer y escribir, tener 21 años

de edad e inscribirse en los registros electorales. Son exigencias muy sencillas de cumplir”.

13

Luís Vitale, La mujer latinoamericana y el derecho al voto, en http://www.archivochile.com/ideas_autores/vitalel

Page 7: América Latina: “Mujeres, resistencia y movimientos … · subordinada de un sistema histórico mundial que inició su expansión con el capitalismo y que ... incluyendo las feministas

7

expresada en un artículo en el periódico La Voz de la Mujer (que salió en Buenos Aires entre los

años 1896 y 1897), publicado por mujeres inmigrantes. En esta publicación se reconocía la

especificidad de la opresión de las mujeres y se convocaba a movilizarse contra su subordinación

como mujeres y como trabajadoras, añadiendo la crítica a la sexualidad y a la familia. Desarrollan

su actividad a través de centros de estudios sociales y de propaganda, de comités de presas sociales

y organizaciones gremiales mixtas y de mujeres. De esta lucha surgirán personalidades muy

importantes como Juana Rouco Buela en Argentina, Juana Belén Gutiérrez de Mendoza en México,

Luisa Capetillo en Puerto Rico, Petronila Infantes en Bolivia, entre otras.

De “los años del silencio” a los de la radicalización

Lo que sucedió entre 1950 y 1970 la feminista chilena Julieta Kirkwood lo llamó “los años del

silencio”. Fueron años en los que las mujeres se movilizaron políticamente aunque estuvieron

ausentes las reivindicaciones feministas. Fueron años de populismo y de intervencionismo en

Guatemala y República Dominicana en los que las mujeres mayoritariamente fueron parte de los

movimientos clasistas y populares, así como de los partidos políticos y sindicatos. Francesca

Gargallo plantea que esos fueron años de un fervor literario sin precedentes entre las mujeres de

América Latina y aventura que ésta fue una forma de encontrarse a sí mismas.14

Durante la década de 1970 y al compás de la radicalización social propia de aquellos años, como la

lucha contra la guerra de Vietnam, el Mayo Francés o el Cordobazo en Argentina, el feminismo se

afirmó consustanciándose con todas estas expresiones por una nueva sociedad. A diferencia de sus

manifestaciones anteriores, planteó el problema de la identidad de las mujeres y de su diferencia

con los hombres, es decir afirmó que los hombres no eran ni su medida ni su modelo. Respondieron

a la construcción naturalizada de la mujer como “la Otra” respecto del hombre percibido como lo

humano universal. Rechazaron ser naturaleza, madre fecunda, regalo, castrada, impura o musa y

dijeron “el otro es él”. El feminismo de la segunda mitad del siglo XX fomentó el encuentro entre

mujeres y las reconoció como protagonistas de su propio proceso de liberación.

En México, las feministas de la autonomía radical fundaron el colectivo La Revuelta y empezaron a

reunirse en pequeños espacios para hablar politizando la sexualidad y criticando al lenguaje y a sus

categorías conceptuales.

En Chile, el golpe de Estado de Pinochet, en septiembre de 1973, reencauzó la lucha feminista hacia

la militancia de la resistencia al gobierno militar, planteando desde este lugar una salida política a

su subordinación.

14

Francesca Gargallo, Ob. Cit.

Page 8: América Latina: “Mujeres, resistencia y movimientos … · subordinada de un sistema histórico mundial que inició su expansión con el capitalismo y que ... incluyendo las feministas

8

En Argentina, la radicalización obrera, estudiantil y popular de los años 70 supuso la participación

militante de muchas mujeres en diferentes corrientes de izquierda y en la guerrilla que, en la

mayoría de los casos, consideraban al proyecto feminista como portador de una contradicción

secundaria, pequeño-burguesa o antirrevolucionaria. Más adelante, la dictadura también demostró

que la propia tortura tenía una saña particular contra la sexualidad femenina. Tiempo después,

muchas mujeres comenzaron a enfrentar su específica condición en la sociedad y a desarrollar

reflexiones críticas, por ejemplo cuestionando la prédica del “hombre nuevo”, que ninguneaba la

rabia de las mujeres.15

En otros países, aun enfrentando situaciones políticas y económicas diferentes, el feminismo radical

se expresó en grupos de autoconciencia que se construyeron involucrándose con los problemas de

su país y solidarizándose con la lucha de las mujeres en los países bajo gobierno militar.

Las mujeres que se reivindicaban feministas querían libertad, por eso negaban la feminidad que les

era impuesta como un molde, un modelo y un corsé. Ya no luchaban sólo por la igualdad (por otra

parte algunos derechos se habían conseguido) sino que luchaban por la liberación y se reconocían

como parte de un mismo movimiento. La maternidad voluntaria y el derecho al aborto fueron dos

ejes importantes del feminismo de aquellos años.

También aportaron con reflexiones propias que quedaron opacadas por la hegemonía del

pensamiento occidental. Ya en la década de 1970, las mexicanas Eli Bartra y Adriana Valadés

plantean una idea de transformación revolucionaria del sistema y de la liberación de las mujeres.

“El feminismo es la lucha consciente y organizada de las mujeres contra el sistema opresor

y explotador que vivimos: subvierte todas las esferas posibles, públicas y privadas, de ese

sistema que no solamente es clasista, sino también sexista, racista, que explota y oprime de

múltiples maneras a todos los grupos fuera de las esferas del poder”.16

Por su parte Marta Lamas, otra feminista mexicana, introdujo la idea de que las funciones de

educadora, alimentadora y cuidadora se podían traducir en el trabajo de maternazgo,17

es decir

15

Como parte de estas reflexiones críticas se puede consultar el libro de Raquel Gutiérrez Aguilar, ¡A desordenar! Por

una historia abierta de la lucha social, CEAM y Tinta Limón Ediciones, México, 2006. Una de sus reflexiones es la

siguiente: “Caíamos en la misma dicotomía que en términos discursivos sometíamos a crítica: la subversión o

revolucionarización de las formas patriarcal-burguesas de dominación no eran una y la misma cosa que la revolución

social y la lucha por ella, sino que era, más bien, “algo” que por ahí existía y a lo que se daba mayor importancia según

la ocasión”.

16

Eli Bartra y Adriana Valadés, La naturaleza femenina, Tercer coloquio nacional de filosofía, UNAM, 1985, p. 129.

Citado en Francesca Gargallo, Ob. Cit.

17

En su artículo “Maternidad y Política”, Marta Lamas construye la categoría de maternazgo para referirse a “al trabajo

emocional y físico de la crianza y cuidado infantil y poner así en evidencia la diferencia entre lo biológico (gestación y

parto) de la maternidad y lo social”. Jornadas Feministas, México, 1987.

Page 9: América Latina: “Mujeres, resistencia y movimientos … · subordinada de un sistema histórico mundial que inició su expansión con el capitalismo y que ... incluyendo las feministas

9

actividades que hombres y mujeres podían asumir por igual y cuyos derechos deberían ser

reconocidos por el Estado.

Como vimos en la primera jornada fueron justamente las feministas afroamericanas, latinas y

lesbianas las que denuncian la construcción de un estereotipo de mujer blanca, de clase media,

heterosexual, que supuestamente nos representaría a todas. Denuncian incluso la mirada

paternalista, el interés exótico por parte de las estadounidenses. Entre ellas, Luiza Bairros, una

feminista militante de Movimiento Negro Unificado de Brasil también ha intentado contestar a la

pregunta: ¿Qué es lo que podría existir en común entre mujeres de diferentes grupos raciales y

clases sociales en sociedades racistas, sexistas y clasistas? Ella cuenta una escena culinaria

televisiva en la que se ve a una conductora blanca y a una ayudanta negra, sin voz y muy poco

captada por las cámaras. La presentadora blanca no escapa del estereotipo de una mujer confinada

al espacio desvalorado de la cocina, mientras la ayudanta negra tenía la peor parte sin siquiera

ocupar un lugar de transmisión de su conocimiento.

Luiza Bairros reivindica al feminismo socialista en tanto procura extender la intersección entre

género, “raza”, orientación sexual y clase. No obstante, polemiza con la idea de doble o triple

explotación (clase + sexismo + racismo + homofobia), porque impide ver cómo todas y todos

somos afectados por el sexismo en sus diferentes formas (homofobia, machismo, misoginia). Al

mismo tiempo, plantea que la raza, el género, la clase social y la orientación sexual se reconfiguran

o alimentan mutuamente. No es que una mujer trabajadora negra es triplemente oprimida o más

oprimida que una mujer blanca de su misma clase social, sino que la opresión que experimenta

proporciona un punto de vista diferente sobre lo que es ser mujer en una sociedad desigual, racista y

sexista.18

Sólo mencionamos algunos aportes que han sido menoscabados por el discurso feminista

dominante, que ha mostrado poca o ninguna comprensión de la supremacía blanca como impacto en

una realidad clasista, en un Estado racista, sexista y capitalista. En todo caso una mayor

comprensión todavía nos compete y de ella se desprende no sólo una articulación de las distintas

esferas sino un proyecto de revolución social y feminista que comprenda la lucha contra el racismo,

el sexismo y toda forma de explotación y opresión como parte de la misma búsqueda.

Comienzan los años 80: Encuentros Feministas Latinoamericanos y del Caribe

Los años 80 comienzan con una verdadera novedad y una fortaleza: el feminismo o los feminismos

latinoamericanos empiezan a organizarse de manera propia, a encontrarse y conocerse, empiezan a

18

Luiza Bairros, “Nuestros feminismos revisitados”, Política y Cultura, núm. 014, Universidad Autónoma

Metropolitana, Xochimilco, México, 2000. También en: http://redalyc.uaemex.mx

Page 10: América Latina: “Mujeres, resistencia y movimientos … · subordinada de un sistema histórico mundial que inició su expansión con el capitalismo y que ... incluyendo las feministas

10

debatir. La historia de casi 30 años de encuentros19

comienza en Colombia en 1981 y con una

alternancia bianual se suceden brindando nuevos elementos, planteando nuevas controversias y

desafíos.

Desde su segunda apuesta en Lima, Perú, en 1983, queda generalizada y asumida la categoría de

“patriarcado”. A través de ella las feministas querían “comprenderlo todo”. El patriarcado era

responsable de la heterosexualidad obligatoria, de la represión, de la doble moral, de la

subordinación de las mujeres, de la violencia, de la prohibición del aborto y del maltrato, de las

guerras e injusticias, etc. El patriarcado así planteado sufría una excesiva carga abarcadora de la

realidad social, que desatendía o menoscababa las relaciones de dominación capitalista en las que se

entreteje la propia historia social y la fuerza de las situaciones concretas de subordinación de las

mujeres.

Fueron años en los que las sociedades empezaban a salir de la cruel represión de las dictaduras y en

los que se cultivó la consigna “democracia en el país, en la casa y en la cama” que enunciaron las

feministas chilenas Julieta Kirkwood y Margarita Pisano. Ponían sobre el tapete la insoluble unión

entre la violencia en el ámbito público y privado. Fue una consigna que recorrió América Latina y

que se combinó con otra igualmente dramática: “Vivos los llevaron, vivos los queremos” de las

Madres de Plaza de Mayo.

Diez años más tarde en Costa del Sol, San Salvador, el VI Encuentro tuvo que hacer frente a la

ofensiva neoliberal que intentaba captar especialistas para los centros del poder. Los distintos

feminismos se dividieron entre lo que más tarde sería conocido como feminismo “institucional” y

feminismo “autónomo”. El agrupamiento conformado alrededor del “Manifiesto de las Cómplices a

sus compañeras de ruta”, en el que participaban feministas chilenas y mexicanas como Margarita

Pisano, Ximena Bedregal, Francesca Gargallo, Amalia Fischer, Edda Gabiola, Sandra Lilia y Rosa

Rojas tuvo el gran mérito de delimitarse y plantear una opción radical y autónoma. Si bien se siguió

nombrando al patriarcado como un “sistema de sistemas” que “justifica las relaciones desiguales

entre los sexos y la inferiorización de las mujeres” y que construye una “idea patriarcal de libertad

que permite a los hombres el tráfico de mujeres y la guerra”, también plantearon la necesidad de

una ética y de una política feminista:

“Neguémonos a considerar hermoso lo que nos denigra o ningunea: no nos inspiran las

musas de Apolo. Rechacemos las catedrales de perfectas proporciones en las que el culto

masculino ensalza a una de nosotras para condenar la sexualidad de todas, pero sobre todo

19

El primero fue en Colombia, 1981; después Perú, 1983; Brasil, 1985; México, 1987; Argentina, 1990; El Salvador,

1993; Chile, 1996; República Dominicana, 1999; Costa Rica, 2002; Brasil, 2005; México, 2009.

Page 11: América Latina: “Mujeres, resistencia y movimientos … · subordinada de un sistema histórico mundial que inició su expansión con el capitalismo y que ... incluyendo las feministas

11

no las construyamos nosotras como peaje para ser aceptadas por los sacerdotes de la

cultura patriarcal”.20

El “Manifiesto” fue una declaración de deslindamiento contra lo que años después conoceríamos

con el nombre de globalización, contra la política económica mundial y el origen de los fondos de

las ONG. Por eso agregaban:

“No queremos acceder al poder que esta cultura construye, que supuestamente nos otorga

derechos. Las Cómplices no queremos esa complicidad. No creemos ni en su justicia ni en

algunos de sus paradigmas porque su dinámica de dominio me hace cómplice de su

perpetuación. Esa cultura es una utopía negativa del ser humano, pues no apela a su

libertad”.21

En el siguiente encuentro se consumaría la divisoria de aguas. Realizado en Cartagena, Chile, el VII

Encuentro terminó por apellidar a algunas feministas como “autónomas” y a la mayoría como

“institucionales”. De allí en más los encuentros continuarán bajo el signo de la autonomía con

nuevas controversias para desandar. Otros simplemente se emprenderán como parte de las agencias

gubernamentales o no y con la trampa de la “pluralidad”.

Deslindamiento político y anclaje ético marcarán el comienzo del propio camino de los feminismos

que empezaron aglutinándose como autónomos y que luego también tomarán diversas opciones. Lo

que podemos aventurar del recorrido del feminismo latinoamericano es que nunca surge como un

fenómeno aislado o sólo como un quiebre patriarcal. De alguna manera, la acertada lucha del

feminismo autónomo sufrió también de cierto corporativismo que soslayó su construcción dentro de

los distintos movimientos sociales y políticos.

Los años 90 y el capitalismo neoliberal

En los años 90 empieza un fenómeno llamado globalización, que no es más que el capitalismo en

una nueva fase, a través del cual el planeta intentó ser convertido en un espacio único y sin fronteras

para el dinero, las mercancías y los servicios. El mercado se presentó como la garantía de la

realización humana a través de la sociedad de consumo. América Latina fue particularmente

golpeada acrecentando dramáticamente la desocupación, la flexibilización del trabajo e

20

Manifiesto de las Cómplices a sus compañeras de ruta, presentado por Margarita Pisano, Ximena Bedregal,

Francesca Gargallo, Amalia Fischer, Edda Gabiola, Sandra Lilid y Rosa Rojas, 1993.

21

Manifiesto de las Cómplices…, Ídem.

Page 12: América Latina: “Mujeres, resistencia y movimientos … · subordinada de un sistema histórico mundial que inició su expansión con el capitalismo y que ... incluyendo las feministas

12

introduciendo los respectivos soportes ideológicos y de penetración cultural e intelectual. Las

ciudades latinoamericanas empezaron a parecerse unas a otras: zonas de pobreza extrema

“conviviendo” con grandes shoppings, espacios públicos privatizados y una sociabilidad

condicionada y desgarrada. Las privatizaciones y la exclusión social creciente fueron la constante

en un panorama por demás conocido en Argentina.

Pero además se consolidó un tipo de cultura narcisista en la que las personas están obligadas a

“vivir su propia vida”, son el centro de todos los derechos y especialmente el derecho al placer

anclado en la inmediatez del consumo. Presenciamos durante estos años un cambio cultural sin

ningún cambio en las relaciones sociales de dominación que fue tapando a la gran masa de pobres y

excluidos por el circuito capitalista, atomizando y separando a los pueblos de sus raíces culturales y

sociales, y mucho más aún separándolos de toda una cultura de lucha y resistencia revolucionaria.

Este panorama, que logró sus éxitos, impactó naturalmente también entre sectores de mujeres e

incluso en sectores del feminismo. Mujeres de capas medias y altas se convirtieron, más que antes,

en un objetivo principal de las estrategias de mercado y consumo de las grandes corporaciones.

Durante estos años a la par que crecía la participación femenina en el trabajo crecía también el

trabajo precario e informal. Y esto no es ninguna casualidad. Las ocupaciones no reglamentadas, sin

derechos laborales, sin contrato de trabajo y en condiciones precarias implican en primer lugar a las

mujeres. Al mismo tiempo que se acrecienta el trabajo precario continúan las responsabilidades

domésticas.

La pobreza fue adquiriendo rostro de mujer latinoamericana, en su “triple” discriminación de

género, de clase y etnia mientras varios fenómenos de precarización se acrecentaban:

El aumento de las madres jefas de hogar que trae aparejado una gran debilidad económica; tasas de

desempleo cuatro puntos más altas que las masculinas (entre 2002 y 2005); precariedad en los

puestos de trabajo y las brechas salariales respecto de los hombres; trabajo doméstico que

representa más horas de trabajo que todo el trabajo remunerado; aumento de los embarazos a

temprana edad; flujos migratorios con un gran porcentaje de mujeres que se insertan en circuitos

informales como el trabajo doméstico y de cuidados hasta la prostitución y la industria del sexo;22

destrucción de bienes naturales como el desmonte y la deforestación, el monocultivo de soja o la

instalación de grandes empresas mineras trasnacionales que impactan sobre las mujeres rurales,

campesinas e indígenas.

Las mujeres fuimos y somos las más afectadas a tal punto que se acuñó la expresión “feminización

de la pobreza”, es decir las más pobres entre los pobres. La necesidad de sobrevivir hizo surgir el

modelo de trabajadoras genéricas e intercambiables (flexibles, con capacidad de adaptación a

22

Ver Alba Carosio, Feminismo Latinoamericano: imperativo ético para la emancipación, Clacso, en

http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar

Page 13: América Latina: “Mujeres, resistencia y movimientos … · subordinada de un sistema histórico mundial que inició su expansión con el capitalismo y que ... incluyendo las feministas

13

horarios y a distintas tareas, sustituibles de ser reemplazadas por otras que aceptan las condiciones

de sobreexplotación…) y que son empleadas tanto en una maquila como en un taller clandestino

textil para grandes marcas.

Podemos ver que el patriarcado no engloba al capitalismo ni viceversa. Podríamos hablar del

entrecruzamiento de “dos sistemas hegemónicos” (patriarcado y capitalismo) que se renuevan y que

“pactan” nuevos y más amplios espacios de trabajo para las mujeres conviviendo con la exclusión y

la desocupación, y que se concretan a su vez en nuevos ámbitos y formas de explotación económica

y doméstica. La migración laboral y la prostitución son, cada vez más, “salidas forzadas” para la

supervivencia de miles de mujeres.

A todo esto se le suma la violencia hacia las mujeres que adquiere formas descarnadas y veladas.

Los asesinatos en cadena o femicidios son una constante en el continente, como en Ciudad Juárez o

Guatemala, por citar sólo dos ejemplos.

¿Qué pasó con los distintos sectores del feminismo durante estos años?

En su mayoría salieron a conquistar representatividad, ganar cuotas y visibilidad política. Se

dedicaron a la política de la identidad, abandonando cualquier análisis vinculado con las

condiciones sociales de existencia, en el plano económico, político y cultural. Se pasó del “camino

de la insubordinación a la institucionalización”.23

Podríamos decir que algunos feminismos fueron

incorporados o cooptados a lineamientos de acción de organismos de poder internacionales, lo que

dio lugar a las llamadas “expertas”, otrora militantes.

Frente a este feminismo –que optó por estar interno al sistema, convirtiendo a ciertas mujeres en

“líderes” o “lideresas” especialistas en asuntos femeninos o tecnócratas de género, por ejemplo,

para el Banco Mundial– se siguen alzando voces de protesta y proyectos alternativos, como el de

Victoria Aldunate Morales:

“Afirmamos que el Banco Mundial no puede tener “enfoque de género”. Que si lo tiene es

porque lo usa para hacernos creer que es una institución humanizada, para esconder tras

ese lenguaje su verdadero ataque a las mujeres pobres. Y afirmamos también que si lo tiene

es porque sus asesoras, feministas y no feministas lo han permitido. Nosotras no vamos a

callar esta realidad y hacernos cómplices de ella, por eso denunciamos en la calle, en cada

una de nuestras acciones esta realidad. No aceptamos ser el maquillaje del Banco Mundial,

que no es una instancia inocente, sino una institución cómplice de la explotación, la

pobreza y hasta la muerte de mujeres, niñas, niños y hombres en todo el mundo”.24

23

Andrea D´Atri, Feminismo Latinoamericano. Entre la insolencia de las luchas populares y la mesura de la

institucionalización, 2005, en http://www.creatividadfeminista.org/artículos/2005

24

Victoria Aldunate Morales, Sobre autonomías, en www.lahaine.org

Page 14: América Latina: “Mujeres, resistencia y movimientos … · subordinada de un sistema histórico mundial que inició su expansión con el capitalismo y que ... incluyendo las feministas

14

Con la causa feminista ya “profesionalizada” el capitalismo, en su fase neoliberal, pudo golpear y

tener éxito en la despolitización del movimiento. Esto es algo que percibe Victoria Sau Sánchez,

una feminista española, que en el año 2000 escribía:

“Mientras una parte del feminismo se pregunta, individual y cómodamente recostada en el

diván, «¿Quién soy yo? », y otra parte busca afanosamente la referencia necesaria para una

nota a pie de página que acredite como fiable su trabajo, y otra se lanza a la diversidad

sexual para demostrar –todavía hay que demostrar– que se es libre (pero sigue sufriendo el

mal de amor, porque cambian ellas pero no ellos), y otra aún «se moja » apuntándose a la

política activa, he aquí que el mundo revienta de pobreza: millones de criaturas, nacidas de

mujer, se suman a un modelo de sociedad que les reserva una cuna de espinas…”25

Sin embargo, otros sectores de mujeres se unieron en organizaciones campesinas, de desocupadas,

de pobladoras, de desplazadas por problemas ecológicos, etc. Las organizaciones de mujeres se

multiplicaron al interior de los movimientos sociales, pero muchas no tenían ninguna relación con

el movimiento feminista. Por otra parte surgió un “feminismo popular”, que de alguna manera se

planteó y privilegió la relación con el movimiento amplio de mujeres. Es el caso de feministas

socialistas, revolucionarias, libertarias, cristianas o de feministas independientes con distintas

preocupaciones y alcances en todos estos años.

Frente a la división actual de los feminismos no se nos escapa que algunos de estos sectores son

potencialmente antagónicos en cuanto a sus proyectos, lo que no invalida converger en alguna

circunstancia particular. Pero lo que nos parece relevante y actual es buscar nexos de resistencia

común y renovada entre la lucha que el movimiento de mujeres plantea y el hacerse de los distintos

feminismos radicales. Nexos renovados que no sólo comprendan cómo las batallas feministas y

anticapitalistas se entrelazan y se enredan íntimamente, sino que también sepan construirse y

desafiarse día a día como un movimiento con toda su amplitud y diversidad.

Estamos hablando de un desafío que integre tanto la violencia desatada contra las mujeres hasta el

hecho de que una mayoría de mujeres ven cómo diariamente sus hijas e hijos mueren de hambre o

son excluidas/os de todos los beneficios, porque ellas acceden únicamente a los trabajos peor

remunerados o directamente viven excluidas.

Propuestas para el debate

25

Victoria Sau Sánchez, ¿Adónde va el feminismo? En Reflexiones feministas para principios de siglo, Horas y horas,

Madrid, 2000.

Page 15: América Latina: “Mujeres, resistencia y movimientos … · subordinada de un sistema histórico mundial que inició su expansión con el capitalismo y que ... incluyendo las feministas

15

Podemos plantearnos algunos interrogantes y puntos de debate. A mí se me ocurren los siguientes,

que lógicamente pueden tomarse o reemplazarse por otros en los talleres que realizaremos por la

tarde.

1.- ¿Qué pasa cuando ponemos en el centro la política de demandas? En general, se pierde

autonomía y autogestión. La política de demandas es siempre una apuesta a lograr ser escuchadas

por el poderoso. Las demandas se dirigen para bien o para mal a quien controla el poder. Y aunque

muchas veces tengamos que luchar por fuertes demandas, no implica o no debería implicar

renunciar a la denuncia de la responsabilidad del sistema capitalista y patriarcal, a la explotación de

las trabajadoras, a la omisión que sufrimos en el terreno de la justicia, a la ardua tarea de buscar

cambiar colectivamente nuestras mentalidades y, fundamentalmente, saber construir y preservar los

propios movimientos.

2.- ¿Cómo podemos interpretar lo universal para las mujeres? Hablamos de universal como aquello

que nos une, sin caer en esencialismos o biologisismos conservadores y, finalmente, sistémicos y

patriarcales. ¿Cómo podemos proyectar y vivir la causa de la emancipación de las mujeres y qué

límites ponemos a la pluralidad? Aquí, podemos distinguir entre la pluralidad de las diferencias y

contrastes auspiciosos de un movimiento popular y el pluralismo entendido como un estar juntas sin

motivo válido para esa unión.

3.- ¿Cómo evitar que el feminismo se convierta en una lucha corporativa, incapaz de involucrarse y

enriquecerse con los movimientos sociales y con las luchas que se dan día a día? El feminismo

como lucha social y autónoma no quiere decir lucha escindida del movimiento de mujeres o de los

movimientos sociales en general.

4.- Y fundamentalmente: ¿Qué experiencias extraemos de nuestra América, con sus diferencias

nacionales y regionales, para proyectar una transformación social anticapitalista y antipatriarcal?

Necesitamos mirar a los pueblos en lucha, con sus avances y repliegues, contra el saqueo de los

bienes naturales en marcha y el desastre ecológico y social que implica, contra la precariedad del

trabajo y la feminización de la pobreza, contra la falta de justicia hacia las mujeres víctimas de la

trata, de la explotación sexual, de violaciones, torturas o asesinatos. Necesitamos deshacernos de

una América Latina que el imperialismo siempre vio como su esposa esclavizada.

5.- Por último: ¿Cómo contribuir con un pensamiento y una práctica que integren la explotación de

clase, el sexismo y el racismo, que sepa, al mismo tiempo, rechazar y resistir al multiculturalismo

promovido desde el poder que nos disgrega y desagrega a la vez que el capitalismo patriarcal no

pierde su dominación? Y cómo todo esto puede ser fuente de revolución y emancipación de las

mujeres y del conjunto de las/los explotadas/os y oprimidas/os.

Algunos de estos temas son los que queremos empezar a ahondar en este taller.