allais alphonse - un drama bien parisino

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Un Drama Bien Parisino

19

Un Drama Bien Parisino

Alphonse AllaisCaptulo I

Donde se traba conocimiento con un caballero y una dama que

hubiesen podido ser felices, sin sus eternos malentendidos

Oh que ha sabido escoger bien,

el parroquiano!

Rabelais

En el momento que comienza esta historia, Ral y Margarita (un bello nombre para los amores) estaban casados desde haca cinco meses aproximadamente.

Matrimonio de conveniencia, por supuesto.

Ral, una bella tarde, escuchando a Margarita cantar el bonito romance del coronel Henry drville:

El aguacero, querido por la rana

Perfuma el bosque rejuvenecido

el bosque, es como Nini.

Se siente bueno cuando se lava

Ral, deca yo, se haba jurado que la divina Margarita (diva Margarita) no pertenecera jams a otro hombre que no fuera l mismo.

El matrimonio hubiera sido el ms fliz de todos los matrimonios, sin el mal carcter de los dos cnyugues.

Por un s, por un no, crac! un plato roto, una bofetada, una patada en el trasero.

Por todos esos ruidos, el Amor hua afligido, esperando, en la esquina de un gran parque, la hora siempre cercana de la reconciliacin.

Entonces, besos sin nmero, caricias sin fin, tiernas y bien informadas, unos ardores de infierno.

Era posible creer que esos dos cochinos se peleaban slo para darse la oportunidad de hacer las paces.

Captulo II

Simple episodio que, sin ligarse directamente a la accin, dar a

la clientela una idea sobre la manera en que viven nuestros hroes

Amor en latin hace amor

Por lo que proviene del amor la muerte

Y, antes, preocupacin que muerde,

Duelos, lloros, trampas, renuncias, remordimientos

(Poema de amor)

Un da, sin embargo, fue ms grave que de costumbre.

Una tarde ms bien.

Ellos haban ido al Teatro de Aplicacin, donde representaban, entre otras piezas, La Infiel, del seor de Porto-Riche.

Cuando hayas visto lo suficiente a Gordoclaudio, rechin Ral, me lo dirs.

Y t, vituper Margarita, cuando conozcas a la seorita Moreno de memoria, me pasars los anteojos.

Inaugurado con ese tono, la conversacin no poda terminar sino con las ms lamentables violencias recprocas.

En el coche que los trajo de regreso, Margarita tom placer en rascar sobre el amor propio de Ral como si fuera una vieja mandolina fuera de uso.

Por eso, no bien entrados en la casa, los combatientes tomaron sus posiciones respectivas.

Con la mano levantada, la oreja dura, el bigote como el de los gatos furibundos, Ral camin hacia Margarita, quien comenz a sentir que no las tena todas consigo.

Margarita huy, furtiva y rpida, como hace la cierva al esquivar a los cazadores.

Ral iba a atraparla.

Entonces, la luz genial de la angustia suprema fulgur en el pequeo cerebro de Margarita.

Volvindose bruscamente, se lanz en los brazos de Ral gritando:

Te lo suplico, mi pequeo Ral, defindeme!

Captulo III

Donde nuestros amigos se reconcilian como les deseo a ustedes que se

reconcilien frecuentemente, a ustedes los que cometen travesuras

Hold your tongue,

please

Captulo IV

Cmo se podr constatar que la gente que se mete en lo que no

le importa hara mucho mejor quedndose tranquila

Es estupendo eso de que el

mundo se vuelve rosado

despus de cierto tiempo!

(Palabras de mi conserje la

maana del lunes pasado)

Una maana Ral recibi el mensaje siguiente:

Si usted desea, una vez por azar, ver a su mujer en excelente humor, vaya entonces, el jueves, al baile de los Incoherentes, en el Molino Rojo. Ella estar all enmascarada y disfrazada de piragua congolesa. Al buen entendedor, pocas palabras!

Un amigo

La misma maana, Margarita recibi el mensaje siguiente:

Si usted desea, una vez por azar, ver a su marido en excelente humor, vaya entonces, el jueves, al baile de los Incoherentes, en el Molino Rojo. l estar all enmascarado y disfrazado de templario de finales de siglo. Al buen entendedor, pocas palabras!

Una amiga

Las notas no cayeron en la oreja de dos sordos.

Disimulando admirablemente sus intenciones, cuando lleg el da fatal:

Mi querida amiga, dijo Ral con su aspecto ms inocente, voy a estar forzado de dejarte hasta maana. Intereses de la ms alta importancia me llevan a Dunquerque.

Eso me viene bien, respondi Margarita, deliciosamente cndida, vengo de recibir un telegrama de mi ta Aspasia, la cual, en grave padecimiento, me llama a su cabecera.

Captulo V

Donde se ve a la loca juventud de hoy girar en torno a los ms quimricos y

efmeros placeres, en lugar de pensar en la eternidad

Mi quiero ver ecstasis

La vido es tan bello

Auguste Marin

Los ecos del Diablo encerrado han sido unnimes en proclamar que el baile de los Incoherentes revisti este ao un resplandor desacostumbrado.

Muchas espaldas y no pocas piernas, sin contar los accesorios.

Dos asistentes parecan no tomar parte en la locura general: un Templario de finales de siglo y una Piragua congolesa, ambos hermticamente enmascarados.

Al sonar las tres de la maana, el Templario se acerc a la Piragua y la invit a venir a cenar con l.

Por toda respuesta, la Piragua apoy su pequea mano sobre el robusto brazo del Templario, y la pareja se alej.

Captulo VI

Donde la situacin se enreda

- I say, dont you think

the rajah laughs at us?

-Perhaps, sir

Henry OMercier- Djenos un instante, le dijo el Templario al mesonero del restaurant, vamos a elegir nuestro men y luego le llamaremos.

El mesonero se retir y el Templario cerr cuidadosamente la puerta del apartado.

Despus, con un movimiento brusco, luego de quitarse su casco, arranc el antifaz de la piragua.

Ambos lanzaron, al mismo tiempo, un grito de estupor, no reconocindose ni el uno ni el otro.

l, no era Ral.

Ella, no era Margarita.

Se presentaron mutuamente sus disculpas, y no tardaron en trabar conocimiento gracias a una pequea cena, y no les digo ms all de eso.

Captulo VII

Desenlace fliz para todo el mundo, salvo para los otros

Bebamos el vermut granadino,

esperanza de nuestros viejos batallones

George Auriol

Esta pequea malandanza sirvi de leccin a Ral y a Margarita.

A partir de ese momento, no se pelearon nunca ms, y fueron perfectamente felices.

Ellos no tienen an muchos nios, pero eso ya llegar.

Traduccin de Piero Arria