alejandro dolina - el libro del fantasma

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El libro del fantasma, de Alejando Dolina

Bajado de El Ortibahttp://elortiba.galeon.com

ALEJANDRO

DOLINA

El librodel fantasmaQu es un fantasma?, pregunt Stephen. Un hombre que se ha desvanecido hasta ser impalpable, por muerte, por ausencia, por cambio de costumbres.James Joyce

El fantasma IEn aquel verano, yo acostumbraba a pasar las tardecitas en laplaza de Devoto. Haba descubierto que el lugar era triste, y mepareca conveniente para un hombre como yo. Me haba dejadola Mujer Amada y mi dolor incomodaba a mis amigos y familia-res. Un primero de marzo se me present el fantasma.-Buenas tardes. No hace falta que me diga que usted detesta ha-blar con desconocidos. Ser brevsimo: soy una aparicin y lo necesito.El hombre pareca bastante concreto y hasta tena un aire fami-liar, como si nos conociramos del tren. Le ahorr cualquier ma-nifestacin de asombro o controversia.-Hable.Como usted sabr, un alma en pena es la consecuencia de un des-perfecto jurdico de ultratumba. Algunas personas no llegan a mere-cer enteramente el cielo, el infierno y ni siquiera el purgatorio. Seestablece entonces un rgimen especial que mantiene al involucradoen situacin de espectro por plazos que suelen prolongarse hasta elcumplimiento de unos sucesos determinados. Pues bien, yo era escri-tor. Un escritor bastante exitoso. Un editor ingenuo confi en m yme pag una fortuna por un libro que todava no haba escrito. Yome gast el dinero y me mor antes de completar ni siquiera una p-gina. Ahora estoy condenado a penar hasta que fuerzas superioresvean terminado el libro que promet. Y por qu no lo escribe?No se me ocurre nada. Los seres eternos no pueden escribir. Perousted puede ayudarme. Escriba para m.Yo tampoco puedo escribir. Amaba a una mujer: yo la miraba yse me ocurran ideas. Ella ya no est.El fantasma seal una flor que llevaba en el ojal.-Yo tengo lo que usted necesita. Esta flor enamora a la mujer denuestra vida. Escrbame el libro y se la dar. Doscientas pginas decualquier cosa.-Acepto.Vaya trayndome lo que pueda: cuentos, ensayos, poesas, notas...Yo lo esperar aqu el primero de cada mes.Salud apenas y se fue. Era un fantasma alto.El extrao idioma deKampung SebulaA finales de la dcada de 1950, el profesor George Fergusondaba clases particulares de ingls en su modesto departamento dela calle Fray Cayetano. Tena una reputacin de excntrico quedescansaba menos en una conducta atpica que en su elevada es-tatura.Los vecinos aseguraban que el hombre era capaz de conversaren veinticinco idiomas, y el mismo Ferguson se encargaba de fo-mentar esa idea mediante el uso de saludos y frases de cortesa,mayormente en italiano. Pero al margen del fcil asombro de lasviejas del barrio, sus discpulos estaban convencidos de que era ungenio.El presente trabajo se basa en noticias que aportaron dos de susalumnos, los hermanos Daniel y Humberto Giangrante. Estos j-venes, cuya aguda inteligencia no tardaremos en ovacionar, nota-ron que el profesor los despeda siempre con unas palabras que noparecan pertenecer al idioma ingls: reser fatino propisee. Un dase atrevieron a preguntar el significado de la frase. Ferguson reve-l que aquello no era otra cosa que un saludo bastante usual enidioma sebuls, una lengua que se hablaba en Kampung Sebula,una regin al norte de la isla de Natuna Besar, en el mar de la Chi-na. La traduccin literal era algo parecido a sea el destino propicioa nuestro reencuentro.Mitad por curiosidad y mitad por eludir los rigores del estu-dio, los hermanos Giangrante tomaron por costumbre interrogara Ferguson acerca de la extraa lengua de Kampung Sebula. Elprofesor no se negaba jams y se entusiasmaba contando su ju-ventud en aquellas regiones e ilustrando los episodios con expli-caciones filolgicas que se prolongaban muchas veces hasta elfinal de la clase.Al cabo de algunos aos, Daniel y Humberto Giangrante do-minaban mejor el sebuls que el idioma que haban pensado es-tudiar. Llegaron a tomar someros apuntes que sirven hoy comosoporte de esta monografa.Al parecer, la lengua en cuestin registra influencias del neer-lands, el indonesio bahasa, el chino, el javans, el castellano y elingls. Ferguson sostena que era el idioma ms complejo delmundo. La principal dificultad estaba en el pensamiento mismode los lugareos, casi incapaces de concebir ideas abstractas. Susmentes se resistan a desligar. Cada objeto era pensado sin sepa-rarlo de sus circunstancias.En aquella regin, palabras distintas designan a un mismo ob-jeto en sus diferentes relaciones. La cama ocupada se menta conun vocablo (letork); la cama vaca, con otro (kabrera) y no com-parten ambas palabras una raz visible: el idioma sebuls no regis-tra una vinculacin lgica entre el concepto de cama y lassituaciones adjetivas. Sin embargo, la concurrencia de dos o mspartes de la oracin en una misma palabra es bastante frecuenteen las lenguas ms toscas.Otra dificultad: una misma cosa es aludida con sonidos queson diferentes segn quien hable. Escuela es laborek para un nio,tus para un adulto, lemb -que es tambin recuerdo- para un vie-jo.Conjugaciones, declinaciones y casos varan segn la edad, elsexo, la posicin social y el color del pelo del hablante. Nada cues-ta pensar que el tiempo, el progreso y las tinturas implican cierta-mente un cambio de lenguaje. Adems, cabe imaginar que esindispensable conocer todos los idiomas para poder relacionarseadecuadamente en Kampung Sebula.El ms sencillo de los sublenguajes era el de las mujeres solte-ras, de vocablos escassimos, segn explicaba Ferguson, porque loslugareos consideraban la ignorancia como una casta virtud.A principios de siglo, la lengua de los pelirrojos estaba casi ex-tinguida, o mejor dicho, casi no haba pelirrojos en la isla.Slo los maestros podan hablar idiomas ajenos a su condicin.Fuera de estos casos la usurpacin lingstica era castigada severa-mente. El profesor Ferguson revel confidencialmente a los her-manos Giangrante que en ciertos cafetines de mala muerteexistan hombres que hablaban el idioma de las mujeres. El nom-bre que se daba a estos sujetos variaba conforme al rgimen ya ex-puesto.Los pronombres personales usados para las conjugaciones sig-nificaban lo siguiente: yo, t, l, ella, nosotros, nosotras, vosotros, vo-sotras, pocos, casi nadie, ellos, ellas, la mitad de m mismo, el seorgobernador.

Curiosa es la funcin de la palabra u, que sirve para indicarque la siguiente frase consigna una falsedad. De la misma mane-ra ueu convierte en falso todo lo que se dice a continuacin, sinotro lmite que la aparicin de la palabra nonset, que anuncia la fi-nalizacin de la mentira. Los hermanos Giangrante preguntaronqu suceda cuando el vocablo u se presentaba en medio de unafrase ya declarada falsa por un u anterior. Ferguson se tom unda para responder. Despus declar que el segundo u deba sertomado como una promesa de veracidad, y el tercero como un re-torno a la mentira, de suerte que un nmero impar de adverten-cias era garanta de falsedad y un nmero par lo era de exactitud.Con el tiempo los dialectos de Kampung Sebula se fueronmultiplicando, en virtud de la movilidad social y de la inevitablesuperposicin de jerarquas: un soltero puede ser tambin viejo ymorocho. Algunos espritus nacionalistas intentaron imponer unalengua general, con el resultado de que se convirtiera sta en unajerga ms. Debe aclararse que la escritura sebulesa, como la china,posibilitaba por su carcter pictogrfico el entendimiento entrepersonas de diferentes categoras: casa era masong para, el anciano,kosmo para el nio, u para el vagabundo, pero siempre se escri-ba dibujando una casa. Ferguson sostena que la ausencia de al-gunos vocablos en la lengua sebulesa obedeca a la dificultadexistente para dibujarlos. Los hermanos Giangrante dudaron deesta afirmacin.Los gestos no slo enfatizaban, sino que completaban el senti-do de la lengua hablada. La mano derecha apoyada en el hombroizquierdo indicaba el pretrito. La mano en la frente, el subjunti-vo. La mano extendida hacia adelante, el futuro. La palabra sebu-lesa norm significa al mismo tiempo manco y mudo.El lenguaje potico estaba completamente separado del idiomacotidiano. Las palabras estaban destinadas a facilitar la rima: to-das terminaban en ero o ajo. Por lo dems, las metforas ya venanhechas. Ojo y lucero eran la misma palabra, como tambin loeran piel y ptalo, estrella y diamante, fro y desdn, perla y dien-te, desgracia y orn de perros. Exista para cada frase un segundosentido, perfectamente explcito, al que recurran los poetas, omejor dicho, los empleados que se encargaban de la poesa.El profesor George Ferguson muri en 1963. Los hermanosDaniel y Humberto Giangrante prometieron al despedir sus res-tos seguir aprendiendo el sebuls y visitar la isla de Natuna Besar,en cuya regin septentrional se hallaba la ciudad de Kampung Se-bula. En lo primero no pudieron perseverar demasiado. Entre loslibros y papeles de Ferguson no hallaron ni siquiera uno que se re-lacionara con el lenguaje mltiple, a no ser una serie de aparentespictografas que al fin vinieron a revelarse como obra de un sobri-no del profesor. A pesar de esta frustracin, los hermanos Gian-grante consideraron que sus conocimientos y vocabulario lespermitiran hacer pie en Kampung Sebula y empezaron a ahorrarpara el viaje.En enero de 1970, despus de un viaje agotador, llegaron a laregin. Al ver a un polica, se dirigieron a l en la lengua de losservidores pblicos: -Dove hotel loca?El vigilante no entendi absolutamente nada. Intentaron conotras personas utilizando todas las variantes que conocan. Perono obtuvieron ni siquiera una respuesta. Encendieron la radio ylamentaron no haber prestado atencin al curso de ingls de Fer-guson, pues todas las canciones estaban en ese idioma. Buscaronalgunos lugares que el profesor haba evocado en las tardes de lacalle Fray Cayetano: el saln IF, donde atendan prostitutas filo-sficas; la calle He-ling, en la que era obligatorio besarse; el barGambrinus, donde los mozos se suicidaban si el cliente no estabasatisfecho.Al ver que nadie comprenda el sebuls, los hermanos Gian-grante dieron en pensar que tal vez la lengua se haba ramificadohasta existir tantos idiomas como personas. Sin embargo, un ma-rinero argentino les asegur que all se hablaba el indonesio o elingls y que las palabras eran ms o menos las mismas para todoel mundo.Los Giangrante sintieron crecer en su interior una ominosasospecha: acaso el profesor Ferguson se haba burlado de ellos?Haban perdido su juventud estudiando un idioma inexistente,inventado por un borracho?(1).Las noticias sobre los hermanos llegan apenas hasta aqu. Algu-nos dicen que fueron detenidos vaya a saber por qu delito y queestn sepultados en un manicomio de Kampung Sebula tratandode congraciarse con los enfermeros hablndoles en el idioma delos trabajadores de la salud, que es el mismo de los locos.

1 El profesor Ferguson en verdad no beba.Instrucciones para abrirel paquete de jabn Sunlight(Trabajo realizado por Manuel Mandeb por encargo de la agencia de publicidad Vivencia.)

1) Busque la flecha indicadora.2) Presione con el dedo pulgar hasta que el cartn del envase ceda.3) Disimule. Soy un joven escritor que no tiene otra ocasin que sta de conectarse con las muchedumbres. Usted finja que sigue abriendo este estpido paquete y yo le dir algunas verdades. 4) Los vendedores de elixir nos convidan todos los das a olvidar las penas y mantener jubiloso el nimo. El Pensamiento Oficial del Mundo ha decidido que una persona alegre es preferible a una triste.5) La medicina aconseja cosmovisiones optimistas por creerlas ms saludables. Al parecer, la verdad perjudica la funcin heptica. 6) Viene gente. Siga la lnea de puntos en la direccin indicada por la flecha.7) Escuche bien porque tenemos poco tiempo: la tristeza es la nica actitud posible que los compradores de este jabn pueden adoptar ante un universo que no se les acomoda. Toda alegra no es ms que un olvido momentneo de la tragedia esencial de la vida. Puede uno rerse del cuento de los supositorios, pero ste es apenas un descanso en el camino. Uno juega, retoza y refiere historias picarescas, solamente para no recordar que ha de morirse. Ese es el sentido original de la palabra diversin: apartar, desviar, llamar la atencin hacia una cosa que no es la principal.8) Conversar acerca de estos asuntos es considerado de la peor educacin. Los comerciantes se escandalizan, las personas opti mistas huyen despavoridas, los maximalistas declaran que la angustia ante la muerte es un entretenimiento burgus y los escritores comprometidos gritan que la preocupacin metafsica es literatura de evasin. Al respecto, mientras le recomiendo que no deje el paquete de jabn al alcance de los nios, le juro que todo lo que se escribe es de evasin, menos la metafsica: las noticias polticas, los libros de sociologa, los horarios del ferrocarril, los estudios sobre las reservas de petrleo, no hacen ms que apartarnos del tema central, que es la muerte.9) Calcule 100 gr de jabn por cada kilo de ropa sucia.10) Cuanto ms inteligente, profunda y sensible es una persona, ms probabilidades tiene de cruzarse con la tristeza. Por eso, las exhortaciones a la alegra suelen proponer la interrupcin del pensamiento: "es mejor no pensar..." Casi todos los aparatos y artificios que el hombre ha inventado para producir alegra suspenden toda reflexin: la pirotecnia, la msica bailable, las cantinas de la Boca, el metegol, los concursos de la televisin, las kermeses.11) Separe la ropa blanca de la ropa de color. Y entienda que la tristeza tiene ms fuerza que la alegra: un hombre recibe dos noticias, una buena y una mala. Supongamos que ha acertado en la quiniela y que ha muerto su hermana. Si el hombre no es un canalla, prevalecer la tristeza. El premio no lo consolar de la desgracia. Byron deca que el recuerdo de una dicha pasada es triste, mientras que el recuerdo de un pesar sigue siendo pesaroso.12) No mezcle este jabn con otros productos y no haga caso de los sofistas risueos. Tarde o temprano alguien le dir: "Si un problema tiene solucin, no vale la pena preocuparse. Y si no la tiene, qu se gana con la preocupacin?". Confunde esta gente las arduas cuestiones de la vida con las palabras cruzadas. La soledad, la angustia, el desencuentro y la injusticia no son problemas sino tragedias, y no es que uno se preocupe sino que se desespera.Lloraba Soln la muerte de su hijo. Un amigo se acerca y le dice:-Por qu lloras, si sabes que es intil?Por eso contest Soln porque s que es intil.13) No est tan mal ser triste, seora. El que se entristece se humilla, se rebaja, abandona el orgullo. Quien est triste se ensi- misma, piensa. La tristeza es hija y madre de la meditacin. Par- ticipe del concurso "Vacaciones Sunlight" enviando este cupn por correo.14) Ahora que se fue el jabonero, aprovechar para confesarle que suelo elegir a mis amigos entre la gente triste. Y no vaya a creer el ama de casa Sunlight que nuestras reuniones consisten en charlas lacrimgenas. Nada de eso: concurrimos a bailongos atorrantes, amanecemos en lugares desconocidos, cantamos canciones puercas, nos enamoramos de mujeres desvergonzadas que revolean el escote y hacemos sonar los timbres de las casas para luego darnos a la fuga. Los muchachos tristes nos remos mucho, le aseguro. Pero eso s: a veces, mientras corremos entre carcajadas, perseguidos por las vctimas de nuestras ingeniosas bromas, necesitamos ver un gesto sombro y fraternal en el amigo que marcha a nuestro lado. Es el gesto noble que lo salva a uno para siempre. Es el gesto que significa "atencin, muchachos, que no me he olvidado de nada".NOTA: Las instrucciones para abrir el paquete de jabn Sunlight fueron rechazadas.Arena

Los paganos admitan la existencia de divinidades toscas, im-perfectas, chapuceras.Los dioses no slo estaban sujetos a toda clase de vaivenes ti-cos sino que tambin cometan numerosos errores en el ejerciciode su profesin: creaban universos endebles, se dejaban engaarpor los humanos, desconocan el futuro, fallaban en sus clculos.Las grandes religiones monotestas acuaron la idea de la infa-libilidad divina, de un poder sin grietas.No es nuestro propsito ejercitarnos ociosamente en la lgicapara entretenernos con esas paradojas que tanto divierten a losgandules agnsticos. Ahorraremos al lector la modesta perpleji-dad de pensar si Dios es capaz de crear un objeto tan pesado quel mismo no pueda levantar.Sin embargo, la historia de la arena comienza con una distrac-cin de un Dios omnipotente.Las tradiciones islmicas dicen que, habiendo finalizado lacreacin, el Seor advirti que faltaba la arena. Grave defecto, sibien se mira. Los hombres estaran privados de la deliciosa volup-tuosidad que sienten al caminar junto a los mares. El fondo de losros sera siempre rispido, los arquitectos careceran de un mate-rial indispensable, los caminos no podran suavizarse, las huellasde los enamorados seran invisibles.Dispuesto a remediar su olvido, Dios envi al arcngel Gabrielcon una enorme bolsa de arena a que la desparramara all dondefuera necesario.Pero el Enemigo trabaja siempre para estropear la obra divina.Mientras Gabriel volaba con su carga inconcebible, el diablo leagujere la bolsa. Esto sucedi exactamente sobre la regin quehoy es Arabia. Casi toda la arena se volc en ese lugar, de modotal que las nueve dcimas partes del pas quedaron convertidas pa-ra siempre en un desierto.Advertido de esta catstrofe, Dios resolvi ofrecer a los rabesalgunos dones compensatorios.Les dio un cielo lleno de estrellas como no hay otro, para quemiraran siempre hacia lo alto.Les dio el turbante, que bajo el sol del desierto es mucho msvalioso que una corona.Les dio la tienda, que es mejor que un palacio.Les dio la espada. Les dio el camello. Les dio el caballo.Y les dio algo ms precioso que todas las otras cosas juntas: lapalabra, el oro de los rabes.Otros pueblos modelan en la piedra o los metales. Los rabesmodelan en el verbo.El poeta (el chair) es sacerdote, juez, mdico, jefe. El poeta espoderoso: puede traer alegra, tristeza, encono. Puede desencade-nar la venganza y la guerra. Puede matar con la palabra.Los errores de Dios, como los de los grandes artistas, como losde los verdaderos enamorados, desencadenan tantas reparacionesfelices que cabe desearlos.Espejos I

La antigedad clsica no conoci los espejos. Los sirios inven-taron el vidrio soplado cien aos antes de Cristo. Pero se tratabade un vidrio opaco. Recin en el siglo XIII, en Venecia, se pudoobtener vidrio totalmente incoloro y transparente.Las tcnicas eran absolutamente secretas. Los artesanos traba-jaban en una isla muy vigilada y las penas para los infidentes erande la mayor severidad.En 1291 los venecianos descubrieron que si se revesta el vidriocon una lmina de metal se obtena una superficie cuyos reflejoseran ntidos y luminosos.Durante muchos siglos, las personas slo podan mirarse en elreflejo de las aguas quietas o en superficies de metal pulido.Pero como la quietud de las aguas no era frecuente y el metalpulido era demasiado oneroso, casi nadie conoca su propio as-pecto. Las noticias que uno tena acerca de su fealdad o bellezaprovenan de testimonios ajenos, siempre teidos de subjetividad,cuando no de malicia.El padre Sallinger asegur en el siglo XVIII que el mundo de losespejos y el mundo de los hombres no siempre estuvieron incomu-nicados. Hace muchos siglos ambos reinos vivan en paz y eran di-versos, es decir, no coincidan como ahora sus formas y colores. Losespejos no eran sino puertas que comunicaban un reino con otro.Pero un da la gente del espejo invadi la tierra. Hubo una lar-ga lucha y finalmente el Emperador Amarillo derrot a los inva-sores. El castigo que les impuso fue horroroso: los encarcel en losespejos y los oblig a repetir todos los actos de los hombres.As estn las cosas ahora. Pero un da la gente del espejo volve-r a rebelarse.Primero advertiremos algunas imperfecciones en los reflejos.Despus oiremos sonidos extraos hasta que un color no parecidoa ningn otro sealar el comienzo de la nueva invasin. Las barre-ras de vidrio se rompern y esta vez la gente del espejo vencer.Es probable que los sucesores del Emperador Amarillo ejerzanvigilancia permanente sobre el mundo del espejo. Quin sabe quclase de atentos guardianes estarn pendientes de la mnima hete-rodoxia de las imgenes para dar la voz de alarma. Tal vez la rebe-lin est prxima y tambin la venganza. Acaso pronto conoz-camos la horrible condena de repetir servilmente los movimien-tos ajenos.Pero en este ltimo instante aparece una idea perturbadora.Quin nos asegura cul es exactamente nuestro lado en el espe-jo? Quin puede jurar que decide sus movimientos?Cabe la aciaga posibilidad de que otros estn tomando nuestrasdecisiones sin que nosotros lo sospechemos siquiera. Y quiz has-ta nuestro ms soberano grito de libertad no sea sino el cumpli-miento de unas conductas que amos desconocidos nos imponen.En ese caso el color misterioso no debe ser para nosotros una po-sibilidad alarmante sino una esperanza. Que tiemble el EmperadorAmarillo! La hora de la venganza suena slo para los derrotados.Espejos II

Algunos aficionados a la magia postulan la existencia de espe-jos memoriosos, que guardan las imgenes aun en ausencia de losobjetos reflejados.El msico Ives Castagnino jura que una tarde en La Perla deFlores le hizo gestos de simpata a una jovencita que descubri enel espejo. En cierto momento, anot el nmero de su telfono alrevs en una servilleta que se puso luego en la frente. Ella tomnota. Suponindose aceptado, se dio vuelta para proseguir la se-duccin en forma directa. La chica no estaba. Volvi a mirar el es-pejo y la vio ostensible y contundente, con un solero a lunares.Agotados los experimentos pticos, el msico calcul queaquel espejo conservaba imgenes del pasado y se fue tranquila-mente.La tarde siguiente, se cruz en la puerta misma de La Perla conla jovencita del solero. Despus de filosofar brevemente, crey en-tender que el espejo no reflejaba el pasado, sino el futuro.La confitera estaba desierta. La chica se sent en la misma me-sa del da anterior. Castagnino -por capricho- modific su ubi-cacin.Al rato la busc en el espejo y no la encontr. Se acerc enton-ces a la mesa y se dispona a hablarle, cuando vio que ella le hacacaritas al espejo mientras anotaba un nmero de telfono.Castagnino capt al fin la verdad: en el espejo de La Perla de Flo-res poda verse el pasado o el futuro, segn donde uno se sentara.Perplejo ante aquellas reflexiones, gan la puerta y busc unaconfitera sin espejos.Magia

El mago Rizzuto no conoca ningn truco. Su nmero era biensencillo: golpeaba su galera con una varita azul y luego esperabaque apareciera una paloma.Naturalmente, la total ausencia de dobles fondos, de mangashospitalarias y de juegos de manos conduca siempre al mismo re-sultado desalentador. La paloma no apareca.Rizzuto sola presentarse en teatros humildes y en festivales debarrio, de donde casi siempre lo echaban a patadas.La verdad es que el hombre crea en la magia, en la verdaderamagia. Y en cada actuacin, en cada golpe de su varita azul esta-ba la fervorosa esperanza de un milagro. l no se contentaba conlas tcnicas del engao. Quera que su paloma apareciera redon-damente.Durante largo tiempo lo acompaaron la desilusin y los silbi-dos. Otro cualquiera hubiera abandonado la lucha. Pero Rizzutoconfiaba.Una noche se present en el club Fnix. Otros magos lo habanprecedido. Cuando le lleg el turno, dio su clsico golpe con lavarita azul. Y desde el fondo de la galera sali una paloma, una pa-loma blanca que vol hacia una ventana y se perdi en la noche.Apenas si lo aplaudieron.Las muchedumbres prefieren un arte hecho de trampas apara-tosas a los milagros puros.Rizzuto no volvi a los escenarios. Tal vez siga haciendo apare-cer palomas en forma particular.Teatro I

En cierta poca de la tragedia clsica, se entenda que el perso-naje que apareca por la izquierda vena desde lejos. Contraria-mente, el que entraba en escena por la derecha, vena desde unlugar cercano o viva all mismo.Este cdigo ahorraba una serie de trmites palabreros. El direc-tor teatral Enrique Argenti, enemigo profesional de los textos, so- con extender estas convenciones, de suerte que con sloasomarse o situarse en un lugar determinado el personaje revela-ra su condicin, su pasado, sus propsitos y aun su futuro.Para ello dispuso en el escenario un nmero adecuado de puer-tas, ventanas, sillas y pasadizos, cada uno de los cuales garantiza-ba un destino.Haba una puerta para los enamorados, otra para los traidores,otra para los maridos engaados. Por la puerta azul entraban losvalientes, por la blanca los cobardes. Asomarse a la ventana msalta era informar que uno estaba loco, por la ms baja miraban losmentirosos.Haba una silla para que se sentaran los que moriran jvenes,y un silln para los espas de un rey enemigo. Los delincuentes separaban bajo una luz roja. Los delatores, contra un muro gris.El futuro y el pasado correspondan a la derecha y la izquierdarespectivamente. En general, todos los actores iban desplazndo-se hacia la derecha, conforme avanzaba la obra. Cuando alguienmarchaba en sentido contrario, se comprenda que estaba recor-dando.Argenti quiso ser todava ms audaz: lo dicho bajo la luz de undeterminado reflector deba entenderse de modo metafrico. Lasluces generales alumbraban el sentido literal. Tachos luminososvelados por distintas gelatinas anunciaban metonimias, sincdo-ques, anadiplosis o epanalepsis. Velos transparentes colgando delas alturas flameaban sobre las familias que arrastraban una mal-dicin. Las crticas a las autoridades eran sealadas por un gong,cuyo sonido haca estallar en aplausos a las muchedumbres opo-sitoras de la platea.Los dilogos se redujeron a lo imprescindible, y casi no era ne-cesario ser actor para comunicar estados de conciencia. Bastabacon pararse en el lugar apropiado.El pblico tambin decidi ubicarse en situaciones geogrficasque denotaran su opinin. Quiero decir que no fue nadie.Teatro II

El director Enrique Argenti estaba convencido de que la fina-lidad principal del arte era la sorpresa. Buscando el asombro ge-neral, su compaa realiz experiencias muy curiosas.La primera de ellas fue el Teatro a Oscuras. Algunos historiado-res sostienen que esta genial ocurrencia fue absolutamente casualy tuvo su origen en un corte de luz que se produjo mientras se re-presentaba la obra Esquina peligrosa.Sea como fuere, la compaa de Argenti empez a trabajar sinluces. Desde el escenario surgan voces y cada espectador imagi-naba caras y acciones segn su propia fantasa.La ventajas de este mtodo de trabajo son innegables. Siemprees mejor lo imaginado que lo que realmente se ve. Por eso no nossorprende enterarnos de que, en 1960, la compaa obtuvo unpremio a la mejor escenografa en su versin de Macbeth. Un aodespus el teatro fue multado a causa de un audaz desnudo en Senecesita un hombre con cara de infeliz.Siempre desde las tinieblas, Argenti dirigi tambin peras yespectculos de danza.El lago de los cisnes fue calificada por los crticos como "la ms fan-tstica interpretacin jams vista", lo cual era rigurosamente cierto.Sin embargo, algunos enemigos de Argenti lo acusaron de en-gaar al pblico. Con toda malicia, sospechaban que el directorse limitaba a poner un disco y que no existan en realidad bailari-nes ni decorados. Los ms severos llegaron a afirmar que Argentini siquiera se molestaba en levantar el teln. Nada de esto fue de-mostrado jams.Los recursos de este creador no se agotaban en la oscuridad. En1965 sorprendi a todos con su obra El intervalo. Intentaremosun breve resumen.El pblico se instala en las butacas. Se levanta el teln y duran-te algo menos de tres minutos se desarrollan unos dilogos insus-tanciales. Baja el teln y la gente sale al pasillo a fumar.All, inesperadamente, uno de los carameleros estrangula a unacomodador y hace saber a voz en cuello que se trataba del aman-te de su mujer. Intervienen el boletero y la chica del guardarropas.Entre todos van dando a conocer un drama complicadsimo. Encierto momento, la chicharra anuncia que ha terminado el inter-valo. El pblico pasa a la sala. All tiene lugar otro acto de dos mi-nutos y luego se invita a la gente a un segundo intervalo.En definitiva, la obra transcurre en el pasillo y finaliza con lamuerte del caramelero.Los espectadores no siempre supieron captar esta sutileza, es-pecialmente aquellos que, por no ser fumadores, permanecan ensus butacas durante los sabrosos entreactos.En un intento por complacer a los sectores populares, EnriqueArgenti organiz representaciones en las que se acceda a los pe-didos del pblico. Al comenzar la funcin, los actores enfrenta-ban a la concurrencia y escuchaban sus solicitudes.Romeo y Julieta!Ms all del invierno!El rosal de las ruinas!Luego de un pequeo cambio de opiniones, la compaa se de-cida por alguna de las obras y la representaba. Muchas veces, es-to ocasionaba el descontento de los espectadores no complacidos,pero jams hubo problemas demasiado graves.Los enemigos de Argenti, siempre suspicaces, creyeron notarque siempre se representaba la misma obra (Barranca abaj) y queentre quienes la solicitaban desde la platea no costaba nada reco-nocer a algunos personajes secundarios de la pieza.Como tantos artistas que se proponen nicamente el sobresal-to, Enrique Argenti fue vctima de su propia perseverancia. Lasorpresa constante no sorprende.El arte de la ausencia

En el teatro oriental, sucede en ciertos momentos que un soloactor canta o baila y los dems permanecen sentados de espaldasal pblico. Kameko Kichizaemon, un famoso actor de kabuki delsiglo XVIII, escribi que no era conveniente que el actor se rela-jara ni aun en la ms pasiva de las situaciones. "Cuando estoy sen-tado ejecuto toda la danza en mi mente. Si no lo hiciese, la vista demi espalda aburrira al espectador".En occidente, las virtudes teatrales de la omisin fueron ejerci-das del modo ms sublime por el ya legendario lan Wilenski. Co-mo todos sabemos, este artista continuaba desarrollando suenerga actoral aun cuando su personaje no estuviera en el escena-rio. A decir verdad, era precisamente en esos momentos de ausen-cia cuando Wilenski haca notar su increble capacidad de noexpresar.Sus comienzos en la compaa del director Enrique Argenti nofueron muy prometedores. Se destacaba, eso s, por su extraordi-naria concentracin: si tena que disparar una flecha en el terceracto, su arco ya estaba tenso una hora antes de la funcin; si mo-ra en el primer acto, no haba forma de hacerlo reaccionar hastaque los serenos que cuidaban el teatro lo arrojaban afuera.En 1957, un crtico se refiri a su actuacin diciendo que el p-blico no vea la hora de que Wilenski se fuera del escenario. Losamigos del actor lograron convencerlo de que el dictamen estaba re-ferido a la fuerte impresin que dejaba la ausencia de su personaje.Despus lleg la consagracin. Los principales teatros se dispu-taban su participacin para encarnar personajes que ya se habanido o que todava no haban llegado. Algunas veces, ni siquieraapareca en escena. Eran sus interpretaciones predilectas. Pasabalargas horas maquillndose y encargaba costosos vestuarios. Losespectadores lo ovacionbamos cada vez que un actor nombrabaal personaje ausente. Con el tiempo, Wilenski empez a exigirque tales menciones fueran ms frecuentes. Al terminar la fun-cin, todos aplaudamos de pie y l agradeca inclinndose ocul-to detrs de la coulisse.Su mayor xito fue sin duda Esperando a Godot. Lamentable-mente, una enfermedad lo mantuvo en cama largos meses y de-bi ser reemplazado por Luis Pisano, un joven inexperto que elpblico no acept jams.Hay que reconocer que la fama lo alter. Sabedor del brillo desus ausencias, procedi a ejercerlas en su vida personal. Se hacainvitar a todas las fiestas del ambiente, solamente para no ir. Ensu casa, casi nunca lo vean. Sin embargo, la inasistencia absolutaes imposible. Uno siempre est en alguna parte.El actor se rebelaba ante esta realidad y procuraba atenuar almximo los efectos de su presencia. Empleaba toda su energa enomitirse. Durante algunas reuniones sola discutirse si Wilenskiestaba o no estaba. Tales dudas, lamentablemente, invadieron supropio espritu. Los parroquianos del bar "La Fragata" cuentanque algunas noches entraba con andar sigiloso y preguntaba a to-dos si no lo haban visto.Sigui representando papeles de ausente, cada vez con ms xi-to y con ms eficacia. Ya no solamente no podamos verlo los es-pectadores, sino que ni siquiera sus compaeros de elencoalcanzaban a cruzrselo. Lidia Moreno, una actriz que fue su com-paera durante diez aos, confes en una entrevista radial quenunca lo haba visto. A decir verdad, slo los viejos actores con-servaban un recuerdo personal de Wilenski.La compaa de Enrique Argenti sigui anunciando en los pro-gramas la participacin del genial artista. En 1979, un periodista suspicaz pretendi acusar a Argenti de haber despedido a Wilenski aos atrs, para ahorrarse los altos sueldos que el actor cobraba. Pero el pblico no crey en tales denuncias. Sus admiradores continuamos llenando las salas.

Acostumbrados como estbamos a no verlo, ni nos dimos cuenta cuando se retir. En 1992 le hicimos un homenaje. Nunca supimos si vino.Didascalias

Personajes: Peter; Emma, su mujer; Adelia, la mucama.El comedor de una lujosa casa. Al comenzar la accin, Emma es-t sentada en un silln leyendo una novela. Entra Peter.Peter: (camina con el paso lento de los traidores, con la morosidadde los que habiendo decidido cometer un acto brutal esperan, sin em-bargo, que una circunstancia fortuita venga a redimirlos a ltimo mo-mento. Se va acercando a Emma como para decirle algo, pero luegoretrocede, horrorizado ante s mismo. Con ambas manos se toma la ca-beza y se mira en un espejo francs, que otras veces lo ha reflejado encompaa de amantes ocasionales. Peter se retira del espejo, tal vez aver-gonzado de los innumerables adulterios que ha llegado a cometer en esamisma sala. Caviloso, mete las manos en los bolsillos de la chaqueta yvuelve a acercarse a Emma. De pronto se detiene. Con aire espantadosaca del bolsillo derecho una cana. Comienza a romperla, pero luego searrepiente y la guarda. Es evidente que se trata de la cana que esa mis-ma tarde le ha escrito Adelia, la mucama. Como si temiera que Emmafuera a darse cuenta de que en aquella cana figura el plan detallado desu asesinato, Peter introduce el papel hasta el fondo del bolsillo de suchaqueta. Una chaqueta cara, tpica de quienes habiendo tenido unorigen humilde se han casado por dinero con una mujer a la que noamaban. Peter saca un pauelo manchado de rouge y se seca la transpi-racin. De su bolsillo cae un cuatro de copas. Peter lo recoge apresura-damente, temiendo que Emma vaya a sospechar que ha estado jugandoy perdiendo durante muchos aos y que ahora solamente podra salvar-lo una herencia afortunada. Disimulando su inquietud, sonre).-Buenos das, Emma.Emma: (mira al pblico como expresando que ya est en antece-dentes del siniestro plan que se prepara en su contra. Sonre con la su-perioridad de las mujeres que han tomado hace poco un nuevoamante).-Buenos das, PetenAdelia: (entra con una bandeja y dos copas llenas. Tiene en su ros-tro la expresin inquieta de las mucamas que tienen con su patrnuna historia demasiado profunda. Deja las bebidas sobre una mesi-ta. Mira hacia todos lados, como si temiera que alguien pudiera des-cubrir que una de las dos copas est envenenada. Mete las manos enel bolsillo de su uniforme y suspira profundamente, como satisfechade saber que all tiene los dos pasajes del avin que a la maana si-guiente habr de conducir al Caribe a ella y a Peter. Se retira).Emma: (con la crueldad soberbia de los que han ingerido un an-tdoto que los pone a cubierto de cualquier veneno).-Brindamos ?Peter: Salud. (Bebe la copa hasta el fondo, con la ingenuidad delos que ignoran que el verdadero veneno ha sido puesto en la comidaunas horas antes. Se acomoda la corbata que le ha regalado Adelia,en un gesto que le resultara pattico si supiera que ambos van a mo-rir.)Emma: (un poco lnguida porque no ha comido.)Salud. (Bebe poniendo los ojos en blanco, como quien piensa enun joven amante, que es adems el cocinero.)

TELNCineEn 1960, el director hngaro Laszlo Martok film la pelcula"Bajo la mesa".El obtuso cineasta estableci dos espacios diferentes, cada unode ellos con su propia cadena de signos para llevar adelante el re-lato. La historia se desarrolla en el transcurso de una cena. En laparte superior de la pantalla, es decir, sobre la mesa, suceden loshechos evidentes, diurnos, racionales. Los personajes dialogan yse presentan de un modo mundano y superficial. El decorado, elvestuario, el discurso, el maquillaje y la iluminacin son grosera-mente naturalistas.Mientras tanto, en la parte inferior de la pantalla, se nos pre-sentan unos sucesos oscuros, pasionales, nocturnos, que acasodesmienten lo que se dice en el distrito superior: las manos delprotagonista acarician las piernas de su cuada, en el mismo mo-mento en que el hombre le dice a su esposa que jams la ha enga-ado. Los personajes se mueven guiados por sus impulsos, susactos provienen de fuentes irracionales y, en consecuencia, suscomportamientos son enigmticos, en franca oposicin con lamoral burguesa.La temporalidad, que al principio de la pelcula est organiza-da en forma simultnea en ambos foros, acaba por quebrarse has-ta fluir en diferentes direcciones: debajo de la mesa se ven laspiernas de alguien que todava no lleg. Hay raccontos que sola-mente abarcan la mitad de la pantalla. Cerca del final, la mitadinferior muestra la infancia de los personajes, con guardapolvosblancos, pantalones cortos y zapatos "Siete vidas".Las marcas de autor de Laszlo Martok aparecen a cada momen-to, del modo ms desagradable: la sincdoque, hija de una cma-ra torcida, las clebres subjetivas del cameraman, la intertex-tualidad con los productos ms deleznables de la industria del es-pectculo.Como es su costumbre, el director repite hasta la saciedad si-tuaciones que a su criterio ejemplifican la organizacin esttica dela obra. Finalmente, la dualidad de cdigos es percibida no slopor los espectadores sino tambin por los personajes. La jovenadolescente, harta de la hipocresa de las clases dominantes, pidea su novio que le hable de amor bajo la mesa. Una vez all, ya sinque ninguna parte de ellos mismos est en contacto con el mun-do de las apariencias, los jvenes hablan el idioma de la verdad omejor dicho se revuelcan como bestias.En oposicin, cada vez que un personaje trata de sobreponersea las gigantescas fuerzas del deseo y el automatismo inconsciente,se para sobre los platos y saluda el triunfo de la razn recitandoolmpicos teoremas.En el sorprendente desenlace, el mozo retira la mesa y desapa-recen las fronteras entre la conciencia y la subconciencia. Los rin-cones ms secretos del alma reciben una luz repentina, mientrascaen abruptamente las mscaras cotidianas de la mentira. Ante se-mejante cataclismo, el restaurante se incendia y todos mueren enun fuego purificador.La pelcula exhibe algunos recursos de gran sutileza: el estu-diante que formula la misma pregunta dos veces, primero arribay despus abajo; el extrao efecto del racconto inmediato, dondelos personajes recuerdan lo que acaban de hacer.Sin embargo, Martok no puede evitar la sospecha de no ser en-tendido, una sensacin que es proverbial en los malos directores.Por ese motivo, el relato se demora en explicaciones superfluasque hallan su culminacin en el discurso que el propio Martok re-cita en off al final de la pelcula.La censura de aquellos aos no perdon algunas audacias y re-solvi prohibir la mitad inferior. La parte de arriba se estren enel cine Ocean y fue un xito comercial. Qued una pelcula diur-na, realista, convencional y finita.El fantasma II

El primero de abril me present en la plaza de Devoto con al-gunos escritos antiguos que el decoro y la vanidad me haban im-pedido publicar. El fantasma ya me estaba esperando. Guard lospapeles en una carpeta, sin mirarlos. Su desinters me molest unpoco.No los va a leer?Estarn bien, calculo. Disculpe si le digo que lo nico que meimporta es completar las doscientas pginas. Usted cree que lo mandarn al cielo?No lo s. Yo slo quiero salir de esta situacin. Para serle sincero,no s cmo es el cielo.Se supone que es un establecimiento que produce agrados.Quin sabe. Hay distintas opiniones. Ah tiene a los vikings. Elparaso estaba reservado a quienes encontraban la muerte en el com-bate. Morir de viejo, o en la cama, era un deshonor para esta gente.Al final de cada batalla, las walkirias recorran el campo y traslada-ban a los muertos al Valhalla. Era un vasto saln techado de escudosde oro, provisto de quinientas puertas. Cada maana, los bienaven-turados salan al campo y combatan. Al anochecer, todas las heridasse curaban, los miembros cercenados volvan a su lugar y quienes ha-ban sido muertos, resucitaban. Y as da tras da, perpetuamente.Usted sabe lo que es morir todos los das?-S.Adivinanzas

Hace muchos siglos, en los tiempos de la dinasta Sung, anda-ban por la ciudad de Hang-cheu los inventores de adivinanzas. Sesabe que todos vestan del mismo color, pero se discute cul eraese color. Solan caminar por los jardines que estaban ms all delas murallas, o por la orilla de los canales, o por el barrio de losactores.Todos conocan sus procedimientos: se jugaba por dinero. Lahonestidad de estos hombres era proverbial. Jams se negaban apagar cuando alguien daba con la solucin de sus enigmas. De en-tre todos los artistas ambulantes, los inventores de adivinanzaseran los preferidos de las muchedumbres. Convocaban ms curio-sos que los acrbatas, los amaestradores de peces o los remonta-dores de barriletes.Segn se dice, las adivinanzas eran siempre distintas y jamsvolvan a usarse una vez que alguien las resolva. Los estudiosospretenden reconocer distintas tcnicas en la formulacin de acer-tijos. La ms usual consista en la descripcin concreta de una co-sa que en lenguaje metafrico resultaba ser otra. El legendarioWang-li acu durante su vida alrededor de setenta mil adivinan-zas obscenas cuya respuesta era siempre la misma.La preferida del maestro Hsu-t'ang Chih-yu puede escribirseas:Tiene patas, pero no es un pez. Tiene dientes, pero no es un gusa-no. Es insignificante, pero no es el emperador.La respuesta, Li, el vendedor de limones, es imprevisible pero noinevitable.Los emperadores solan favorecer a estos ingeniosos peregrinosinstalndolos en la corte. All permanecan largos perodos, dis-frutando del lujo y la molicie. Casi todas las maanas el empera-dor se haca formular una adivinanza. Hay que admitir que setrataba de una situacin delicada, pues un enigma que el empera-dor no pudiera resolver trastornaba ciertamente las leyes de la na-turaleza. Para evitar catstrofes, los inventores ideaban misteriossencillos o mejor an daban por buena cualquier respuesta im-perial. Durante siglos, fue seal de cautela en la China el contes-tar una indagatoria con la frmula: "aquello que al emperadorpluguiere".El dato ms curioso es el que se anota a continuacin: cada vezque alguien adivinaba, los formuladores saltaban de gozo y dabanmuestras de la ms sincera alegra. No les importaba perder unamoneda, si a cambio reciban el halago de ser comprendidos. Es-ta alegra era mayor cuanto ms difcil era la adivinanza.Aristteles deca, o se olvid de decir, que la vida del entendi-miento es la vida ms dichosa a la que el hombre puede aspirar.Wang-li, en el prlogo del Libro de las Adivinanzas Obscenas,escribi: "La adivinanza, el enigma, la prueba o el examen no seproponen dejar afuera al peregrino, sino hacer que entre mejor de loque era. La puerta de la nobleza es difcil de abrir, pero se abre. S-lo las puertas de los tiranos son inexpugnables".Con la llegada de los mongoles, la estrella de los inventores deadivinanzas se fue apagando. Ya en tiempos de decadencia, los l-timos formuladores reducan al mnimo las dificultades: Brillo re-dondo soy de tus noches. Algunos enigmas ya venan resueltos: Ques una cosa que brilla en el cielo y que se llama Luna?Segn el maestro Yin-yan Lung-ch'i, todo idioma es una co-leccin de adivinanzas, ya que las palabras sustituyen a las cosas ylos enigmas son sustituciones. Algunos hablan de la adivinanza deTzu-fu. Los maestros del Zen crean que la recompensa por suadecuada resolucin era nada menos que la comprensin cabaldel sentido del universo. Su formulacin usual era: Tres, dos, uno,dime, adivinador, cul es el sentido del mundo.Habla Laura

Yo que sostuve la agitada tramadel verso escrito al borde del abismo,siempre volv la espalda al cataclismo.Yo soy la que no est. La que no te ama.Yo que alumbr con pertinaz ausenciatu visin de poeta endemoniadorespond a cada agnico llamadocon la misma estelar indiferencia.Soy Hidra que venci, fiera salvajeque al hroe despedaza y atormentapero recibe a cambio un beso tierno.Te pregunto: no es cruel el homenaje?No esconde acaso la mayor afrenta?Muchas puertas, mi amor, dan al infierno.La murga del tiempo

Un rato antes de admitir la falsedad de un milagro, los Hom-bres Sabios se complacen en sealar el carcter metafrico delprodigio.Ahora bien, un milagro es la negacin de una metfora. Cuan-do decimos que un hombre vuela milagrosamente estamos anu-lando toda referencia a la poesa, a la libertad o a la independenciade costumbres.La explicacin metafrica es una cobarda propia de quienes nose atreven ni a la fe ni a la incredulidad. Los hechos milagrososque a continuacin narraremos deben ser reputados verdaderos ofalsos, pero no smbolos de otros hechos. Podr objetarse que noexiste en el universo objeto alguno que no sea un smbolo, ni dic-tamen que no gambetee la refutacin presumiendo de metafri-co. En tal caso podremos decir que la objecin misma essimblica.Los vecinos de Flores suelen hablar del Barrio Maldito. Al pare-cer, es un distrito de mala suerte donde siempre ocurre lo desati-nado y horrible. Personajes monstruosos garantizan la perfeccinde las desgracias: hay all brujas, demonios, ogros, dragones, basi-liscos y quimeras. Se asegura que nadie sale vivo.Espritus barrocos han ido aadiendo detalles. Una pared deniebla que rodea la barriada. Un guardin implacable. Una calledonde no se puede cantar. Se discute asimismo el emplazamientoreal y los lmites exactos del Barrio Maldito. Al oeste de la va to-dos juran que queda al este. Los del sur lo suponen en el norte.Algunos lo identifican con Parque Chas. Los pedantes garantizanque el Barrio Maldito est dentro de nosotros mismos, junto conel demonio, un nio, la persona amada, etctera.Por esas calles funestas anda la Murga del Tiempo, tambin lla-mada Comparsa del Devenir, un grupo de bailarines zaparrastro-sos que se mueven sin la menor gracia. La Murga baila todo elao, sus apariciones son sorpresivas y su canto es imposible de serrecordado, ni aun por los mismos cantores, que se ven obligadosa inventar letras nuevas perpetuamente.Pero la principal cualidad de esta comparsa se escribe as: si al-guien baila con ellos ya no puede dejar de bailar, ni abandonar lamurga. De este modo, el nmero de sus integrantes aumenta ca-da da. Las madres aconsejan a los nios huir ni bien oigan losbombos y los intimidan con historias espantosas de nios rapta-dos y condenados a la repeticin perpetua de un paso murguero.Cada vez que una persona deja de aparecer por los boliches deFlores, es elegante suponer que ha sido hechizada por la Murga.Siendo que quien ve la Murga no puede evitar el baile y sien-do que quien baila no puede dejar de hacerlo, est claro que laMurga no ha sido vista sino por sus propios integrantes. Esto ti-e de sospecha todos los testimonios, incluso ste. Sin embargo,la imposibilidad de cualquier desmentida permite afirmacionesaudaces: las mujeres van desnudas, las carrozas vuelan, los disfra-ces son imposibles de quitar, los pomos lanzan Agua de Olvido.El polgrafo de Flores Manuel Mandeb jur haber bailado du-rante horas con las chicas de la comparsa. Al parecer, un pasoequivocado le permiti escapar. Hombre propenso, en el baile co-mo en la vida, a salir por el lado opuesto, qued solo levantandouna pierna hacia el oriente cuando todos marchaban hacia occi-dente. El percance le dej tiempo para pensar y as fue como sa-li rajando.El mismo Mandeb hizo correr un rumor complicadsimo acer-ca de la marcha del tiempo en el interior de la Murga. Parece quehay un ncleo alrededor del cual giran los bailarines y donde sue-le caminar el Director. Segn Mandeb, all al tiempo marcha alrevs, en direccin al pasado. Los cigarrillos crecen en los cenice-ros. Las leyendas se transmiten de generacin en generacin, pe-ro son los hijos los que las cuentan a los padres. Uno tiene el pelocada vez ms corto. Las historias de amor empiezan por el hasto.Los libertinos salen borrachos de su casa y regresan sobrios la no-che anterior. Mandeb habla tambin de tiempos que marchan ha-cia el costado, con causas sin efecto, o con efectos pertenecientesa otra serie. Tambin menciona una esquina en donde el tiempopasa rpido y los soles del da son como guios de lucirnaga.Si tuviramos la cobarda de buscar metforas, muy pronto di-ramos que la Murga es la vida, que todos bailamos en ella, queno hay modo de escapar a la sucesin, que el canto nunca se re-pite. Los agregados de Mandeb podran interpretarse como con-trapuntos de recuerdo en la meloda principal, y la huida delpolgrafo como la eterna ilusin del hombre concreto de ser art-fice de su propio destino.Por suerte nos asiste el coraje de descreer de estas leyendas y nonos cansaremos de pregonar la inexistencia de murgas y compar-sas, con toda la fuerza de nuestra voz, agitando nuestras matracas,soplando nuestras cornetas y bailando, bailando, bailando.Naipes

El casamiento entre parientes demasiado cercanos fue causa dela decadencia de muchas casas reales europeas. A decir verdad, elnmero de personas pertenecientes a la alta nobleza fue siemprems bien reducido. Y a la vuelta de los casamientos y de las con-fluencias sanguneas, casi todos eran parientes entre s. De estasuerte, era una ardua cuestin para cualquier prncipe dar conuna esposa adecuada que no fuera, digamos, su ta.El caso es que esta estrechez de los horizontes conyugales fuedegradando las estirpes y alcanz a dotar a las naciones de algu-nos reyes de histrica estupidez.Carlos VI de Francia fue, por cierto, el resultado de muchas ge-neraciones de nobles que no salan de su casa. En verdad no eraidiota sino loco, aunque supo beneficiar a su patria con una totalfalta de inters por los asuntos pblicos. Por desgracia, ese intersfue asumido con el mayor entusiasmo por su mujer, Isabel de Ba-viera, quien no era ni loca ni estpida, aunque s perversa.A finales del siglo XIV, el pobre Carlos haba dado ya suficien-tes muestras de demencia como para ser alejado del poder.Estando con su ejrcito en Le Mans, oy caer la espada de unode sus caballeros y tuvo un ataque de furia de tal naturaleza quedurante una hora estuvo tirando estocadas a lo ms selecto de sustropas. Mat a cuatro, hiri a una docena, hasta que, por fin, sele rompi el sable.Sola tener crisis terribles, durante las cuales no saba quin era.Muchas veces pretenda ser soltero y llamarse Jorge. Recorra lospasillos bailando en forma grotesca. O llamaba a los guardias ase-gurando que lo perseguan para matarlo.Durante algunos meses prohibi a los cortesanos que se le acer-caran: crea ser de cristal y tena miedo de que lo rompieran. Serecubra de frazadas y se mova con extrema lentitud.Isabel de Baviera resolvi dejarlo solo y se fue con uno de susamantes el duque de Turena, hermano del rey al castillo de Bar-bette.Carlos VI qued solo en la cerrazn de su locura. Nadie loatenda. Yaca en medio de sus propias heces, lleno de piojos, lasuas largas, vestido con harapos que no se cambiaba nunca.Pero a Isabel no le bastaba con alejarlo del poder: deseaba ma-tarlo para que accediera al trono su cuado y amante. Y como re-sultaba riesgoso hacerlo en forma directa, concibi la idea dehacer que se consumiera de lujuria. Para ello le envi a una jovenmuy aparente, Odette de Chamdivert.Pero a la nia le gust el rey. Y adems de complacerlo en la ca-ma, lo limpi, lo atendi y lo cuid amorosamente.Odette conoca un juego que los mercaderes haban trado ha-ca muy poco del Oriente. Eran unos cartones pintados con figu-ras y nmeros. Los rabes llamaban a este juego naib. Odette yCarlos pasaban las tardes muy entretenidos con esta diversin. Elrey encarg al pintor Gringonieur que le hiciera tres juegos. Pagpor ellos cincuenta y tres soles. Las barajas se instalaban de estemodo en Occidente. Son -como vemos- mucho ms modernasque los dados, que fueron conocidos por todos los pueblos de laantigedad clsica.Sin embargo hay otras opiniones. Algunos hablan de un libroescrito por Toth, el dios egipcio con cabeza de ibis. Este libro se-ra tan viejo como la humanidad misma y en sus pginas estaba"aquella cosa de la que se deriva el conocimiento de todas las dems".Advertido Toth de la malicia de los hombres, pens que no con-vena impartirles nociones tan poderosas. Entonces meti el libroen una caja de oro, que puso luego dentro de otra de plata. Vinie-ron despus sucesivas cajas de marfil, de cobre, de bronce y dehierro. Para culminar el procedimiento deposit el ingente envol-torio en el fondo del Nilo. Algunas lminas del libro cayeron mis-teriosamente en poder de Moiss, que al parecer las sac deEgipto junto con vasos y adornos de oro.Merced al examen de esas lminas habra nacido la ciencia delos cabalistas.En el siglo XVII, el padre Athanasius Kircher consigui una deesas lminas, tal vez en Alejandra. El obtuso jesuta dijo haber re-suelto a partir de ella el misterio de los jeroglficos. As public,dos siglos antes de Champollion, un libro llamado La lengua egip-cia restituida, donde a travs de centenares de pginas se revela elsignificado de todos los signos, con el milagroso resultado de noacertar siquiera uno.La lmina pas, segn dicen, a poder del cardenal Bembo. Pe-ro tratndose de Kircher, conviene dudar de todo.Los aficionados a la magia afirman que del libro secreto deToth es hijo el tarot egipcio y que el tarot habra dado lugar anuestras barajas cotidianas.De donde podra conjeturarse que la revelacin de los miste-rios del universo se ha ido degradando con los siglos hasta dar enel chinchn.Carreras secretas

La teora segn la cual todos los objetos del universo se influ-yen mutuamente, aun ms all de la causalidad y el silogismo, hasido sostenida por muchas civilizaciones.Se sabe que la visin de un meteorito asegura el cumplimientode un anhelo. La incompetencia de los emperadores chinos pro-duce terremotos. El futuro imprime advertencias en las entraasde las aves.La adecuada pronunciacin de una palabra puede destruir elmundo.Yo, desde chico, he participado -sin admitirlo- de estas convic-ciones. Con toda frecuencia, me impona sencillas maniobras yprevea unas mdicas sanciones para el caso de su incumplimien-to. Antes de acostarme, cerraba las puertas de los roperos, sabien-do que si no lo haca debera soportar pesadillas. Bajaba de la camacon el pie derecho. Evitaba pisar baldosas celestes. Al interrumpirla lectura, cuidaba de hacerlo en una palabra terminada en ese.Los castigos que imaginaba eran al principio leves. Pero des-pus empec a jugar fuerte. Si me cortaba las uas por las noches,mi madre morira; si hablaba con un japons, quedara mudo; sino alcanzaba a tocar las ramas de algunos rboles, dejara de ca-minar para siempre.Este repertorio legislativo fue creciendo con el tiempo y al lle-gar mi adolescencia, mi vida transcurra en medio de una intrinca-da red de obligaciones y prohibiciones, a menudo contradictorias.Todo se hizo ms simple -ms dramtico- cuando descubr lascarreras secretas.Describir sus reglas. Se trata de elegir en la calle a una perso-na de caminar gil y proponerse alcanzarla antes de llegar a unpunto establecido. Est rigurosamente prohibido correr.Antes del comienzo de cada justa, se deciden las recompensasy penalidades: si llego a la esquina antes que el pelado, aprobarel examen de lingstica.Durante largos aos, compet sin perder jams. Me asista unaventaja decisiva: mis adversarios no estaban enterados de su par-ticipacin y por lo tanto, casi no oponan resistencia. Obtuve pre-mios fabulosos. En Constitucin, me asegur vivir ms denoventa aos. En la calle Sols, garantic la prosperidad de mis fa-miliares y amigos. En el subterrneo de Palermo, por escaso mar-gen, logr que Dios existiera.Tantas victorias me volvieron imprudente. Cada vez elega ri-vales ms difciles de alcanzar. Cada vez los castigos que me pro-meta eran ms horrorosos.Una tarde, al bajar del tren en Retiro, puse mis ojos en un ma-rinero que marchaba unos veinte pasos delante de m. Me hice elpropsito de alcanzarlo antes de la puerta del andn.Con el coraje y la generosidad que suelen ser hijos del aburri-miento, resolv jugrmelo todo. Una vida feliz, si ganaba. Unaexistencia mezquina, si perda. Y como una compadreada final,me vaci los bolsillos: apost el amor de la mujer deseada.Apur la marcha. Poco a poco fui acortando las ventajas que eljoven me llevaba. Las dificultades comenzaron pronto: un fami-lin me cerr el camino y perd segundos preciosos. Al borde delridculo, ensay el ms veloz de los pasos gimnsticos. El infiernome envi unos changadores en sentido contrario. Despus tuveque eludir a unas colegialas que se divertan empujndose. La ca-rrera estaba difcil, tuve miedo.Ya cerca de la meta, consegu ponerme a la par del marinero.Lo mir y descubr algo escalofriante: l tambin competa. Yno estaba dispuesto a dejarse vencer. Haba en sus ojos un desafoy una determinacin que me llenaron de espanto.En los ltimos metros, perdimos toda compostura. Pedamospermiso a los gritos y sin el menor pudor, empujbamos a cual-quiera. Pens en la mujer que amaba y estuve al borde del sollo-zo. En el ltimo instante, cuando ya pareca perdido, una reservamisteriosa de fortaleza y valor me permiti cruzar la puerta con loque yo cre una nfima ventaja.Sent alivio y felicidad. Pens que aquella misma noche missueos amorosos empezaran a cumplirse. No pude reprimir unademn de victoria. Alc los brazos y mir al cielo. Despus, co-mo en un gesto de cortesa, busqu al marinero. Lo que vi me lle-n de perplejidad. Tambin l festejaba con unos saltitosridculos. Por un instante nos miramos y hubo entre nosotros unno expresado litigio.Era evidente que aquel hombre crea haberme ganado. Sin em-bargo, yo estaba seguro de haberle sacado, al menos, una baldosa.Entonces dud. Haba calculado bien? Cul sera el precedi-miento legal en esos casos? Desde luego, no me atrev a consultar-lo con el marinero. Me alej confundido y pens que prontoconocera el veredicto. Una vida dichosa, un amor correspondido,daran fe de mi triunfo. La suerte aciaga, el rechazo terco, me ha-ran comprender la derrota.Pasaron los aos y nunca supe si en verdad gan aquella carre-ra. Muchas veces fui afortunado, muchas otras conoc la desdicha.La mujer de mis sueos me acept y rechaz sucesivamente.Todas las noches pienso en buscar a aquel marinero y pregun-tarle cmo lo trata la suerte. Solamente l tiene la respuesta acer-ca de la exacta naturaleza de mi destino. Quiz, en alguna parte,tambin l me est buscando.Me niego a considerar una posibilidad que algunos amigos mehan sealado: la inoperancia de los triunfos o derrotas obtenidosen carreras secretas.Margaritas

Las margaritas tienen -como se sabe- la prodigiosa facultad deresponder a consultas amorosas.El enamorado curioso debe apoderarse de una margarita cual-quiera. Acto seguido, pensar en aquella persona cuya disposicindeseare conocer. Luego, arrancar los ptalos de la flor uno a uno.A cada ptalo corresponder un dictamen recitado en voz alta.Me quiere mucho, para el primero; poquito, para el segundo;nada en el tercero.All termina la exigua serie de resultados posibles, que deberreiniciarse una y otra vez hasta llegar al ltimo ptalo: la elocu-cin que a ste correspondiere, ser la respuesta oracular de la flor.Tal respuesta es infalible y seala una inapelable verdad, salvoque -como sucede con frecuencia se haya cometido el ms m-nimo error en los procedimientos.Aplicando a este tro de revelaciones las leyes de divisibilidad,el enamorado metdico podra calcular sus probabilidades.Cuando el nmero de los ptalos es mltiplo de tres, la res-puesta es nada.Si al nmero de ptalos le falta uno para llegar a ser mltiplode tres, la respuesta es poquito.Si le sobra uno, la respuesta es mucho.Algunos pretenden que las respuestas posibles son en realidadcuatro. Convierten el informe me quiere mucho, en dos respues-tas diferentes:A) me quiere.B) mucho.Esta astucia reduce la posibilidad del nada de un treinta y tresa un veinticinco por ciento.Es imposible negar que entre el amor que sienten las personasy la morfologa de estas flores existe un nexo inconmovible.Pero admitido el vnculo, no hay acuerdo para explicar su na-turaleza. Examinemos algunas teoras.1) La flor influye sobre la persona en quien piensa el consul-tante: el nmero de ptalos impulsa a quien es pensado a amarmucho, poquito o nada al que deshoja.2) La persona pensada influye sobre la flor: la margarita adecael nmero de sus ptalos a la intensidad de los sentimientos inda-gados.3) Todo est escrito y el suplicante elegir slo aquellas marga-ritas cuyo nmero de ptalos asegure una respuesta exacta.Las margaritas mucho son imposibles para un hombre al quequieren poquito.4)Todo es mentira. No hay relacin alguna entre las aparentesrespuestas y la realidad. Esta es la opinin de los Refutadores deLeyendas, quienes sustentan su parecer con innumerables ejem-plos de personas que alentadas por la flor son rechazadas luego,incluso de mal modo.Los espritus leguleyos sealan con insistencia algunos precep-tos jurdicos. El arrancar o aadir ptalos, saltear respuestas o alterar su or-den invalida la consulta. Est prohibida la indagacin sucesiva y vana de diferentesmargaritas.

Los cientistas suean con que la gentica vendr a resolver susproblemas sentimentales, creando margaritas que siempre respon-dern mucho.Tambin se ha pensado en la posibilidad de obtener respuestasms variadas mediante la creacin de nuevos dictmenes: hastadecir basta, bastante, relativamente poco, vaya y pase, casi nada,menos que nada, ni loco que estuviera.La fe en las margaritas va empalideciendo en estos das. Los lti-mos fieles son tal vez los amantes rechazados, esas personas que in-sisten en preguntar lo que ya se les contest y que se contentan conlas respuestas favorables de flores, brujas y horscopos, mientras lasmujeres que aman bailan con otros seores en La Enramada.Margarita es perla en griego y en latn. Es ojo del da en inglsy es vegetal indagatorio en todo el mundo. Pasar de largo ante susconfidencias es un pecado imperdonable.Las flores, las estrellas, los pjaros: el Universo quiere hablarnos.Cada fenmeno de la naturaleza es una seal. Ante esos guioscsmicos tenemos la obligacin de considerarlos.Es cierto que nos acompaar la perpetua sensacin de quenunca comprenderemos o de que comprenderemos errneamen-te. Pero el error es preferible a la indiferencia.Cualquiera sea el mensaje que el cosmos prometa, por terribley amenazador que nos pareciere, ser mejor que la ausencia demensaje. Ser mas consolador que una ominosa y absurda indife-rencia de los astros.Atlas del infierno

Enzo Lucione, el predicador, crea que la intimidacin era elmejor recurso para que los pecadores se arrepintieran. Durantetoda su vida haba recorrido el barrio de Flores, casa por casa,anunciando que se vena el fin del mundo, que el Juicio Final nosiba a agarrar a todos inconfesos y que el Diablo se estaba frotan-do las manos.Era un hombre brutal. Resuelto a defender la causa del bien, lohaca sin misericordia. Muchas veces, agotados sus escasos argu-mentos, proceda a la conversin de impos con una pistola Ba-llester-Molina que segn Lucione era ms eficaz que la Biblia.Lo haban echado del Ejrcito de Salvacin, de los Testigos deJehov y de los mormones. Junto a un grupo de amigos aficiona-dos al tango fund la secta Los esparos del orse. Todos los s-bados recorran las milongas y mientras bailaban les murmurabanamenazas bblicas a las muchachas, tratando de redimirlas, o entodo caso, de seducirlas .Lucione careca de todo encanto. Su lenguaje era muy limita-do y sus conocimientos casi nulos. Aconsejado por un chofer decamionetas, resolvi reemplazar sus discursos de compadrito porun folleto explicativo, cuya redaccin encarg al bibliotecario Vi-cente Peluffo.Peluffo, que era ateo, tard seis aos en terminar el trabajo. Enrealidad, lo que hizo fue un brevsimo atlas del Infierno, prolijo,austero, despojado de toda grandilocuencia. Lucione protest ale-gando que las calles que l recorra eran tan horribles que se ne-cesitaba un Infierno muy riguroso para que los vecinos no losintieran como una mejora. Peluffo prometi corregirlo, peronunca lo hizo.Transcribimos su texto completo.Descripcin del infierno

1) UbicacinLas opiniones son muchsimas. Los romanos lo situaban bajoel Polo Sur. Gregorio Magno hablaba de un volcn de las islas L-pari. Otros han sealado el Etna, o el centro de la Tierra, o las An-tpodas, o el Sol, o el valle de Josafat.En el Huon de Bordeaux se dice que el infierno es una isla lla-mada Moysant. Hugo de Auvernia jura que encontr la puerta delinfierno en el lejano Oriente. Acerca de las puertas, se conocen va-rias: el pozo de San Patricio, en una de las islas del lago Derg, en Ir-landa; el fondo de un lago cerca de Pozzuoli; la que se llamaAverno, ubicada en el camino del cabo Tenaro, que fue la que uti-liz Heracles para raptar a Cerbero; en la vecindad de Heraclea delPonto, en Trecn; debajo de Jerusalem; en la boca de los volcanes;en Ceram, una de las islas Molucas. La principal de las entradas tie-ne nueve puertas: tres de bronce, tres de acero y tres de diamante.En general se coincide en que el Infierno est bajo la corteza dela Tierra. Los sabios de la Antigedad crean que bajo los nfimosstanos estaban las races del rbol de la Vida y del rbol del Co-nocimiento, cuyas ramas superiores rozan el Trono del Seor.Los griegos decan que bajo el Infierno haba otra instalacinan ms profunda: el Trtaro. La distancia entre la Tierra y el In-fierno era la misma que entre el Infierno y el Trtaro. Esta distan-cia fue precisada en distintas ocasiones y era exactamente lalongitud recorrida en cada libre por un cuerpo al cabo de nuevedas. Sin embargo, la palabra egea tar se relaciona siempre con laidea de occidentalidad, as como salma indica la orientalidad. Deeste modo tar-tar significara "muy, muy al oeste".

2) ExtensinEl propio Satans midi una vez el Infierno, por orden deCristo, y calcul que desde la puerta hasta el fondo haba 100.000millas. Resulta extrao que un establecimiento situado en el inte-rior de la Tierra sea mucho ms largo que el dimetro de sta.Otra cuestin aparece: si el Infierno es eterno, la Tierra tambindebe serlo.Pero hay dictmenes en disidencia: Milton no ubica al Infier-no en el centro de la Tierra sino a una distancia tres veces mayorque la que nos separa del planeta ms lejano (unos 990.000.000de leguas); el jesuta Cornelio Lapide calcula unos 200 nudos.El ruso Salzman, que es jugador de dados, conjetur que unlugar destinado a desagradar deba ser ante todo chico. Los repro-bos deban estar amontonados unos sobre otros, sin privacidad,porque la privacidad es tambin la libertad. Salzman sostena queas como en el cielo (o en el amor) el deleite est dado por quiennos acompaa, en el infierno el principal tormento consiste en lavecindad de personas poco recomendables.

3) Centros urbanosEmmanuel Swedenborg, que recorri prolijamente el cielo y elinfierno, declara que las ciudades terrestres tienen su doble en lasalturas y su triple en el abismo. Existe una Londres celeste y unaMontevideo infernal, para deleite de los bienaventurados inglesesy para tormento de los reprobos uruguayos. En todo caso, Swe-denborg juraba que la vida de ultratumba no era una condena niuna recompensa, sino una eleccin. Los malvados elegan el in-fierno. O mejor dicho, el lugar que elegan los malvados se con-verta por esa misma razn en el infierno.Dante representa la ciudad de Dite, rodeada de fosos hedion-dos, torres de fuego y murallas de hierro. San Buenaventura creeque el infierno es enteramente urbano. Sin embargo, innumera-bles cronistas consignan la existencia del continente helado, al es-te del Orco. All viven las arpas, las hidras, las gorgonas y las qui-meras. Es una regin de tempestades perpetuas, de huracanes y degranizo.La capital del infierno es Pandemnium, que ms que una ciu-dad es el castillo y cuartel privado del Diablo. Esta construccinpuede considerarse una criatura, pues responde a las rdenes deSatn. Con slo decir una palabra aparecen o desaparecen habita-ciones, se abren o cierran puertas, etc. El Pandemnium mani-fiesta el mayor de los lujos, pero tambin el ms tremendo horror.Desde sus torres ms altas es posible ver todo el Infierno.Adems de las habitaciones del Principe del Mal, estn los apo-sentos de los demonios principales: Asmodeo, Abadn, Mam-mn, Belial, Leviatn, Mefistfeles, Belceb, Astaroth. Se trata deantiguos Serafines y Querubines, que despus de la Cada se con-virtieron en ministros y alcahuetes de Satn.'A pesar de los esfuerzos que se hacen por conservarlo, el Pan-demnium muestra un aspecto bastante ruinoso. Esto sucede entodas las construcciones del Infierno.Otros hablan de la Babilonia infernal, perpetuamente incen-diada, recorrida por aguas turbias y cubierta por un cielo de hie-rro y bronce. Los vientos son helados o abrasadores. Las plantasson siempre venenosas y los animales son monstruos cuya raznde existir es atormentar a los condenados.

4) HidrografaHagamos mencin de los principales ros: Cocito: tambin llamado Ro de los Lamentos, a causa de loslastimeros sonidos que en sus orillas resuenan. Su corriente esmuy fra y se dice que sus aguas no son otra cosa que las lgrimasde los condenados. Se une con el Flegetonte, que es el ro de lasllamas, en una gran cascada de la que nace el Aqueronte. Aqueronte: es el ro que atraviesan las almas para llegar al rei-no de los muertos. Es un ro lento, negro y profundo, de aguasamargas y orillas imprecisas, cubiertas de caaverales. Los roma-nos lo situaban en las cercanas del Polo Sur. El barquero Caron-te se ocupa de cruzar a las almas hasta la orilla opuesta del ro. Setrata de un viejo horripilante que conduce la barca, pero no rema.En verdad, obliga a las mismas almas a hacerlo. Por cada viaje co-bra un bolo y es por eso que los antiguos sepultaban a los muer-tos con una moneda en la boca. Cuando Heracles visit losinfiernos, le dio una soberana paliza y lo oblig a pasearlo. Leteo: es el ro del que beban los muertos para olvidar su vi-da terrestre. Se le llama tambin Fuente del Olvido. Algunos di-cen que el famoso licor que limpia los ayeres no es otra cosa queagua del Leteo. Su curso es silencioso y apacible, aunque lleno decaprichosas sinuosidades. Los condenados procuran intilmentemojarse siquiera con una gota de estas aguas para perder en dul-ce olvido el sentimiento de todos sus males. Pero jams lo logran.La mismsima Medusa custodia esta corriente. Estigia: sus aguas tienen propiedades mgicas. Es el ro en elque Tetis sumergi a su hijo Aquiles para hacerlo invulnerable.Los dioses lo usaban para comprometerse por juramento. El pro-cedimiento usual era el siguiente: Zeus enviaba a Iris a llenar unajarra, ante la cual se juraba. Si el dios cometa luego perjurio le es-peraba un castigo horroroso. Permaneca un ao sin respiracin.Tampoco poda comer ni beber. Finalizado ese ao, quedaba du-rante otros nueve al margen de los dioses, sin participar de susreuniones y festines.El ro Estigia tiene origen en una fuente de la Arcadia, cerca deNonacris, que tal vez quiere decir "nueve precipicios". Sir JamesFrazer visit el lugar en 1895 y explic la descripcin de Heso-do, que habla de pilares de plata, observando que durante el in-vierno enormes carmbanos cuelgan sobre los desfiladeros.La fuente brota de una roca y luego se pierde bajo la tierra. Susaguas son venenosas, quiebran el hierro y los metales y no es po-sible llenar con ella ninguna vasija o recipiente sin que se rompa.Slo los cascos de los caballos la resisten.Suele contarse que Alejandro de Macedonia muri envenena-do por esa agua. Sin embargo, Frazer declar que un anlisis qu-mico haba revelado la ausencia de sustancias venenosas.

5) PoblacinLa raza diablica es muy numerosa. Algunos calculan que lle-gan a sumar 10.000 billones.En 1273, el cardenal de Tusculum recibi una revelacin divi-na, conforme a la cual los demonios seran 133.306.668. La tra-dicin hebrea hablaba de una cantidad menor: apenas 200, segnel libro de Enoc.Adems de los demonios viven en el Infierno numerososmonstruos adjuntos que ayudan en las torturas y por supuestolos condenados. El nmero de estos ltimos se obtiene calculan-do la cantidad de personas que han muerto desde Adn y restan-do a la cifra obtenida la suma de los que han ido al Cielo y alPurgatorio.

6)Decadencia del InfiernoEl poder del Diablo es limitado. No puede estar presente mu-cho tiempo en un lugar. Aparenta belleza, pero siempre algunaparte de su cuerpo presenta una deformacin. Lo quema el aguabendita. Lo sigue siempre una estela de olor inmundo. Pero tal vezla peor de sus limitaciones sea la imposibilidad de ordenar y man-tener una estructura tan enorme y compleja como el Infierno.Todos estn demasiado viejos. Los ministros se han vuelto pe-rezosos. Los demonios ms activos se cansaron ya. Las tentacionestienden a la ineficacia. Los pactos diablicos son cada vez ms es-casos. Esto no obedece a la derrota del Mal, sino ms bien a sutriunfo. Los hombres se condenan solos, por mera estupidez omalevolencia, sin que haga falta la intervencin demonaca. Unavez muertos, tampoco es necesario ocuparse de atormentarlos,pues ellos mismos cumplen esta tarea con inslita eficacia. De es-te modo, el Infierno est lleno de legiones ociosas que vagan en-tre las llamas sin saber qu hacer.

7)Ventajas del InfiernoSin caer en el consuelo insolvente, hay que decir que el conde-nado puede hallar alivio a sus dolores merced al poder de adapta-cin que es proverbial en la raza humana. Al cabo de mil aosardiendo, uno empieza a acostumbrarse. Es esencial en un grandolor su carcter sorpresivo.En otro orden de cosas, quien se halla en el abismo no puedeser amenazado, ya que la amenaza consiste en prometer un mal.El mismo razonamiento nos hace advertir que en el Infierno na-die tiene miedo. Y una cosa ms: toda noticia es buena.

8) Caprichos jurdicosConviene que los espritus leguleyos anoten estas normas ex-travagantes.Es posible salir del Infierno, salvo que uno haya comido algo enl. Despus del primer bocado, las puertas se cierran para siempre.Los tormentos son perpetuos e incesantes, pero Dios concederecreos. Tal vez el Da de Navidad.Una leyenda de finales del siglo IV relata la visita de San Pabloy el arcngel Miguel al reino de la perdicin. Al ver el sufrimien-to de los pecadores rogaron a Dios misericordia. Jess se presen-t en persona en el Infierno y concedi a todas las almas la graciade no sufrir tormento alguno desde la hora nona del sbado has-ta la prima del lunes.San Pedro Damin cuenta que cerca de Pozzuoli hay unasaguas pestferas desde donde surgen unos pjaros espantosos queslo son visibles desde la noche del sbado a la maana del lunes.Jams se alimentan. No es posible cazarlos. Algunos creen que sonalmas de condenados que disfrutan del consuelo concedido porCristo.Sin embargo, los ruegos de los santos no deben ser muy fre-cuentes: suele afirmarse que los huspedes del Paraso hallan de-leite en contemplar el sufrimiento de las almas en el Averno.Cualquiera puede imaginar la escena: una morralla de papanatascelestiales asomada al abismo, burlndose con gritos chuscos,arrojando porqueras y escupiendo. Abajo, entre las llamas, loscondenados alzan puos como brasas, mientras gritan:-Hijos de puta!Dios mismo pone fin a la vergonzosa escena, echando a pata-das a la patota de santurrones.El hombre moderno, ansioso de mediciones exactas, desea sa-ber qu posibilidades tiene de salvarse. Julin Loriot, clebre ora-dor del siglo XVII, elabor estadsticas consultando a unresucitado: de cada sesenta mil muertos, uno va al Paraso, tres alpurgatorio y 59.996 almas marchan al Infierno. Juan Crisstomocalculaba que no haba ms de cien elegidos en toda la poblacinde Constantinopla. Un eremita se le apareci a San Bernardo ensu lecho de muerte y le asegur que de los treinta mil muertos deaquel da se salvaran slo dos.En cuanto al Juicio Final, debe recordarse que tendr lugar enel valle de Josafat, no lejos de Jerusalem, y despus de la resurrec-cin, que habr puesto a los condenados en posesin de sus he-diondos y deformados cuerpos. Cristo dictar la sentencia enlengua siriaca.En 1274, el Concilio de Lyon fund el purgatorio. All van losque no son malos del todo y pueden beneficiarse con las oracio-nes y actos piadosos de los vivos.Enzo Lucione reparti entre los vecinos el folleto creado porPeluffo pensando que una amenaza impresa es ms eficaz que unaverbal. Sin embargo, la gente sigui pecando.Los vigilantes, que saben de amenazas, ensean que el mal pro-metido debe parecer inminente. No importa tanto la aspereza deun castigo como la certeza y proximidad de su ejecucin. Los de-lincuentes menos dotados sometidos a interrogatorio suelen con-fesar sus crmenes slo para terminar con las presiones y loscachetazos. No calculan que el precio de ese alivio ser una terri-ble condena. Las mentes pobres no reaccionan sino ante peligrosinmediatos. El Infierno es lejano y acaso inexistente.Agotados los folletos, Lucione abandon su misin de salvaralmas y se perdi en el olvido.Saint Germain

Textos de distinta ndole han sido hospitalarios con la historiadel conde Saint Germain. Su nombre aparece en archivos oficia-les, papeles de Estado e informes confidenciales de todos los pa-ses de Europa.Pero tambin lo encontramos en la literatura, a veces con supropio nombre y otras veces oculto bajo la apariencia de un per-sonaje de ficcin.Es de lamentar que tambin se hayan interesado en el condetoda clase de esoteristas, alquimistas aficionados y vendedores deelixir.La interaccin de estas tres fuentes produce como resultado unborroso panorama biogrfico en donde la desconfianza y el tediollegan antes que el conocimiento.Puede decirse que naci el 26 de mayo de 1696 y que era hijodel ltimo soberano de Transilvania, Ferencz II. Poco se sabe desu vida en esos aos. Su padre muri en 1735 y un ao despusse produjo la muerte oficial del conde. Pero, como veremos ense-guida, lo ms interesante le sucede a Saint Germain despus demuerto. Estuvo en Escocia hasta 1745. Estudi alquimia en Ale-mania y en Austria. Tuvo muchos nombres: marqus de Montfe-rrat, conde Bellamare, caballero Schoenig, caballero Weldon,monsieur de Surmont, conde Soltikoff.En 1758, el mariscal Belle Isle lo presenta a la Pompadour yluego al rey de Francia. En ese momento tena sesenta y dos aospero representaba treinta. Era delgado, de mediana estatura y ca-bello oscuro.Algunos dicen que tena crdito ilimitado en todos los bancosdel mundo y otros sostienen que no usaba bancos ni banqueros.Jams pudo conocerse la verdadera fuente de sus recursos. Mu-chas veces fue perseguido por la polica, pero nunca fue apresado.Ante la menor dificultad, desapareca misteriosamente.Daba la impresin de haber viajado mucho. Ostentaba un cier-to lujo y lo rodeaba un grupo de fieles sirvientes.Nadie fue recibido jams en su casa. Nunca lo vieron comer nibeber.Deca haber sido inquilino de cuarenta cuerpos en forma suce-siva. Fue San Jos, Cristbal Coln, Roger Bacon, Francis Bacony el Papa Bonifacio V. Relataba su amistad con Cleopatra, Jesu-cristo, la reina de Saba, Santa Isabel y Luis XIV.A veces confesaba que un lquido especial lo haba mantenidovivo mil aos.Saint Germain era msico y compositor. Tocaba el piano, elvioln y cantaba con registro de bartono. Se le atribuye un ariabastante mediocre llamada La prfida inconstancia.Tambin pintaba y esculpa. Era ambidiestro y hasta poda es-cribir con ambas manos a la vez. Hablaba sin acento el ingls, ita-liano, portugus, espaol, francs, griego, latn, rabe, hebreo,chino, caldeo, sirio y snscrito. Lea de corrido la escritura cunei-forme babilnica y los jeroglficos egipcios.A veces entraba en trance profundo y se quedaba duro comouna estatua durante largas horas. Conoci a Cagliostro, pero nosimpatizaron. Volvi a morir en Suecia el 27 de febrero de 1784,pero no est enterrado en ninguna parte.Por cierto, esta segunda muerte no le impidi conocer a Cata-lina de Rusia en 1785, ser visto en Pars en 1789 ni pasear por Ro-ma en 1920.Sus seguidores le atribuyen la invencin del tren y del barco avapor, dos bagatelas para alguien que ha sabido completar haza-as mucho mayores.El lector razonable har bien en desconfiar de todos estos datos,pero no podr evitar un ingenuo e infantil deseo de que algo seacierto. Si Saint Germain pudo vencer a la muerte y al tiempo esporque, despus de todo, la muerte y el tiempo no son invencibles.Libros extraos

Usando un criterio amplio bien se puede afirmar que un libroque ensea operaciones mgicas es un libro mgico. En horas msexigentes pediremos que su mera lectura, posesin o manipula-cin opere prodigios.En este ltimo sentido, la biblioteca resultante es ms bien es-casa. Daremos noticia de algunos de sus volmenes.Nicols Flamel, un alquimista del siglo XIV, da cuenta de unlibro que segn parece haba sido editado en el infierno.Para el honrado buscador de extravagancias, los textos herm-ticos resultan menos ilustrativos que tediosos. Las obvias alego-ras, las recurrentes sustituciones, las intimidaciones verbales, casisiempre se quedan en aprontes. El que cita Flamel era dorado ymuy viejo. Las hojas no eran de papel ni de pergamino, sino defina corteza de rboles jvenes. Estaba encuadernado en cobre yla tapa estaba cubierta de unos caracteres indescifrables.Se compona de tres fascculos de siete hojas cada uno, la sp-tima hoja de cada fascculo apareca en blanco, en previsible me-tfora del descanso Divino despus de la creacin. Los textos,adornados por bellsimas ilustraciones, estaban escritos en latncon la ms rebuscada caligrafa.En la portada se lea en grandes letras: "El judo Abraham, prn-cipe, sacerdote, levita, astrlogo y filsofo, saluda y bendice al pueblojudo que la Ira de Dios dispers por toda la Gaita". El resto de lapgina apareca lleno de horribles maldiciones para quien osaraleer el libro.Esta truculencia es sospechosa. Cuesta imaginar un texto crea-do para no ser ledo nunca, aunque yo conozco algunos. Las mal-diciones son nfasis destinados a aumentar la fe del lector, msque a espantarlo.Segn Flamel, a partir de la tercera hoja se explicaba en senci-llas palabras cmo transformar los metales en oro. Al parecer, es-ta revelacin tena por objeto ayudar al pueblo cautivo a pagar susimpuestos.Durante ventin aos, el alquimista realiz miles de experi-mentos. Lo ayudaba en ellos y en otros una joven seora llama-da Perenelle.El 25 de abril de 1382 a las cinco de la tarde, Nicols Flameltransform una cantidad de mercurio en casi la misma cantidadde oro. La explicacin que dej de aquel hecho es perfectamenteintil y figura en otro libro, un libro convencional, que escribiel propio Flamel y que se llama "Libro de las figuras jeroglficas".Contemos de una vez el verdadero hecho prodigioso que ope-r el viejo libro infernal: la maldicin se cumpli y Flamel murimisteriosamente mientras buscaba la receta del arcano que pro-longa la vida, o sea, el elixir de la eterna juventud.Algunos aseguran, sin embargo, que Flamel no muri. El con-de de Saint Germain deca que en el siglo XVIII era cosa comnverlo caminar por Pars. Cierto es que el conde de Saint Germainera otro que bien bailaba despus de muerto y sus adeptos anhoy garantizan que se halla vivito y coleando.Del libro fatal no volvieron a tenerse noticias.La Sibila de Cumas se present en Roma durante el reinado deTarquino, el soberbio. Traa nueve colecciones de orculos mila-grosos. Su propsito era vender estos libros al rey, pero Tarquinoencontr excesivo el precio y no los quiso.La Sibila insisti. A cada negativa de Tarquino, quemaba trescolecciones. Al fin el rey se decidi a comprar las tres ltimas y lasdeposit en el templo de Jpiter Capitolino.Durante la repblica y hasta la poca de Augusto, estos librosfueron tenidos por milagrosos y se los consultaba en caso de gra-ves dificultades o desgracias. El resultado de estas consultas eraque las calamidades desaparecan como por encanto, salvo cuan-do se interpretaban errneamente las respuestas, cosa que sucedacon la mayor frecuencia.Me atrevo a opinar que el prestigio de estos rollos nace del he-cho de haber sobrevivido al fuego.Es inevitable una cierta devocin por los textos salvados de unacatstrofe, de modo especial cuando los perdidos son mayora.Todos sabemos que las nueve dcimas partes de los libros de laantigedad estn perdidos. Esa circunstancia nos hace venerar alos que han llegado hasta nosotros, aun cuando nadie nos asegu-re que se trata de los ms meritorios.Manuel Mandeb sealaba la posibilidad de una literatura naci-da en ruinas. Es decir, nada se ha perdido, todo fue escrito as, conprrafos faltantes y mintiendo el extravo de palabras que nuncafueron escritas. El final de la teora de Manuel Mandeb tambinse extravi.Dicen que en el barrio de Flores hay dos libros mgicos. Unoes el libro de la verdad, el otro es el de la mentira.El primero contiene toda clase de nociones exactas. Con lamayor precisin revela el origen del mundo, las frmulas del ar-te, los procedimientos del amor. Quien alcanza a leerlo adquiereunos convencimientos verdaderos y unos criterios equilibrados yjustos.Por el contrario, el libro de la mentira slo consigna falsedades.Quien tiene la desdicha de consultarlo se hace con la ms obtusacoleccin de creencias errneas.Un detalle siniestro: el libro de la mentira es falso aun en su t-tulo y pasa por ser el libro de la verdad. De modo que sus desven-turados lectores creen haber consultado el otro libro. As, no haynadie que piense que sus ideas provienen del libro de la mentira.Se dice tambin que las influencias veraces o embusteras de es-tos libros van ms all de los meros datos enunciados en los tex-tos. Al parecer, hasta los pensamientos y episodios ms simples dela vida de los lectores se contaminan en un sentido o en otro. Pa-ra el lector del libro de la verdad no existen demasiados proble-mas. Pero el lector del libro de la mentira se convierte en unacriatura de espanto. Los jvenes creen que son viejos. Los recha-zados se creen admitidos. Los que alguna vez viajaron al Paraguaypiensan que no han ido nunca.Sealo un matiz: la mentira no siempre es opuesta a la verdad.Para mentir el camino del norte no es necesario sealar el sur. Elnor-noreste ya es mentira. La siguiente idea es inevitable. El uni-verso de la mentira es mucho ms grande que el de la verdad. Ellibro de la mentira debe tener muchas pginas.Hablar de otro libro: el legendario Libro del Olvido. Comoustedes sabrn, avanzar en su lectura es ir limpiando la mente derecuerdos. La ltima pgina nos deja limpios de ayeres. La leyen-da asegura que el libro tiene un texto cualquiera. Tal vez no es si-no un ejemplar de Los miserables. Pero ese ejemplar, y slo se, esen verdad el Libro del Olvido y el lector no lo sabe y mientras co-noce las desventuras del protagonista se interna en el brumosopas de la desmemoria.Sin embargo, no se sabe de nadie que haya completado su lec-tura. Desde luego, quienes lo hicieron lo olvidaron. Esta mismacircunstancia impide la localizacin del libro, cuya apariencia, es-tado y ubicacin tambin han sido olvidados.Algunos dicen que hay ms de un Libro del Olvido y que sonmuchos los ejemplares mgicos que anulan los recuerdos. Haytambin quienes leen para olvidar una pena y recorren bibliotecasenteras con la esperanza de hallar el Libro del Olvido. Y finalmen-te, estn los que se preguntan si todos los libros no sern el Librodel Olvido, si no es cierto que toda memoria est destinada a bo-rrarse, que toda pena desaparecer del peor modo, que somos unrelmpago en la noche eterna.Tranva

Tal vez fue en Villa Urquiza. Manuel Mandeb vena vaya a sa-ber de dnde. En cierto momento, al llegar a un empedrado seencontr con los rieles del antiguo tranva.No es posible saber qu silogismos se trenzaron en su cabeza.El caso es que se detuvo en una esquina y se puso a esperar.Ya era tarde. Pasaron horas. Un paseante curioso se le acerc.Lo veo desorientado Puedo ayudarlo?No, gracias. Estoy esperando el tranva.El hombre le inform que haca muchos aos que ya no pasa-ban tranvas por all.No importa. Esperar.Cada tanto se asomaba hasta el medio de la calle y un pocoagachado escudriaba el horizonte.A veces caminaba algunos metros por la calle lateral, hasta quesbitamente volva corriendo a la esquina, temeroso de que eltranva apareciera justo en medio de sus modestas excursiones.Ms tarde, record que en este mundo las cosas se demorancuando perciben que son esperadas. Resolvi ejercer el disimulomirando en todas direcciones menos en aquella por la que podraaparecer el tranva.Lleg el amanecer. Vecinos madrugadores le sugirieron la con-veniencia de tomar el colectivo 107 pero Mandeb ya haba toma-do una decisin.Durante la maana, hizo algunas amistades ocasionales. Eltrnsito era un poco ms denso, lo que lo obligaba a prestar msatencin.Lleg la tarde y otra vez la noche. En verdad pasaron muchosdas. Por momentos Manuel Mandeb senta que su fe se quebran-taba. Muchas veces sinti la tentacin de optar por otros mediosde transporte que se le ofrecan seguros, concretos, convincentes.Pero l esperaba el tranva.Las gentes del lugar le cobraron cierta simpata y le convidabanpan y vino. En cierta ocasin fue a comprar cigarrillos y al volverpens que tal vez en su ausencia el tranva haba pasado. Algunaspersonas le aseguraron que no, pero un hombre que espera tran-vas no confa en nadie