alejandra osorio - el rey en lima, el simulacro real y el ejercicio del poder en la lima

25
Serie: Historia, 27 © Instituto de Estudios Peruanos, IEP Horacio Urteaga 694, Lima 11 332-6194 / 424-4856 Fax (51 1) 332-6173 ISSN: 1022-0356 (Documento de Trabajo) ISSN: 1022-0402 (Serie Historia) Impreso en el Perú diciembre, 2004 300 ejemplares Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú: 1501162004-9367 p.2 OSORIO, Alejandra B. El Rey en Lima. El simulacro real y el ejercicio del poder en la Lima del diecisiete.— Lima: IEP, 2004. – (Documento de Trabajo, 140. Serie Histo- ria, 27) HISTORIA / VIRREINATO / PODER POLÍTICO / SIGLO XVII / LIMA WD/01.04.03/H/27 EL REY EN LIMA El simulacro real y el ejercicio del poder en la Lima del diecisiete ALEJANDRA OSORIO DOCUMENTO DE TRABAJO N.° 140 ALEJANDRA B. OSORIO es doctora en Historia por la Universidad Estatal de Nueva York en Stony Brook. Actualmente es profesora de historia latinoameri- cana en el Wellesley College, en los Estados Unidos. Ha publicado en diversas revistas académicas, y en el momento viene concluyendo un libro sobre la cul- tura política barroca de Lima, durante los Austrias. http://www.iep.org.pe

Upload: danielzarazu

Post on 25-Sep-2015

24 views

Category:

Documents


16 download

DESCRIPTION

Ciencias sociales - Historia Perú Colonial.

TRANSCRIPT

  • IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO

    Serie: Historia, 27

    Instituto de Estudios Peruanos, IEPHoracio Urteaga 694, Lima 11 332-6194 / 424-4856Fax (51 1) 332-6173

    ISSN: 1022-0356 (Documento de Trabajo)ISSN: 1022-0402 (Serie Historia)

    Impreso en el Perdiciembre, 2004300 ejemplares

    Hecho el depsito legal en laBiblioteca Nacional del Per: 1501162004-9367

    p.2

    OSORIO, Alejandra B.

    El Rey en Lima. El simulacro real y el ejercicio del poder en la Lima deldiecisiete. Lima: IEP, 2004. (Documento de Trabajo, 140. Serie Histo-ria, 27)

    HISTORIA / VIRREINATO / PODER POLTICO / SIGLO XVII / LIMA

    WD/01.04.03/H/27

    EL REY EN LIMAEl simulacro real y el ejercicio del poder

    en la Lima del diecisiete

    ALEJANDRA OSORIO

    DOCUMENTO DE TRABAJO N. 140

    ALEJANDRA B. OSORIO es doctora en Historia por la Universidad Estatal deNueva York en Stony Brook. Actualmente es profesora de historia latinoameri-cana en el Wellesley College, en los Estados Unidos. Ha publicado en diversasrevistas acadmicas, y en el momento viene concluyendo un libro sobre la cul-tura poltica barroca de Lima, durante los Austrias.

    http://www.iep.org.pe

  • IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO p.5

    EL REY EN LIMAEl simulacro real y el ejercicio del poder

    en la Lima del diecisiete1

    The simulacrum is never that which conceals the truth it is the truthwhich conceals that there is none.

    The simulacrum is true.

    ECLESIASTS 2

    En 1622, el Rey Felipe IV presenci su proclamacin en la Plaza Mayorde Lima. Leandro de la Reinaga Salazar, el alcalde ms antiguo de laciudad haba sido elegido para conducir al Rey a su trono situado bajoun lujoso dosel en el centro del estrado en la Plaza Mayor. El Rey, sinembargo, result ser ms pesado de lo esperado y en el ltimo momento

    1. La investigacin para este artculo en los archivos de Per y Chile fue financiadapor una Fulbright Dissertation Fellowship, y en los archivos espaoles por una W.Burghardt Turner Fellowship del Estado de Nueva York. Versiones preliminares deeste trabajo fueron presentadas en Harvard University, SUNY at Stony Brook,Universidade do Porto, New York University, y la University of Massachusetts-Boston y El Colegio de Mxico. Deseo agradecer a los colegas que me hicieronsugerencias en estas reuniones. De igual manera agradezco los comentarios y suge-rencias de Alejandro Caeque, Antonio Feros, Temma Kaplan, Pilar Latasa Vasa-llo, Herman Lebovics, Paul Gootenberg, Sheryl Kroen, Adeline Rucquoi, KirstenSchultz, Mark Thurner, Kathleen Wilson y Jean-Paul Ziga.

    2. Citado en Baudrillard 1983: 1.

    CONTENIDO

    EL REY EN LIMA. EL SIMULACRO Y EL EJERCICIO DEL PODEREN LA LIMA DEL DIECISIETE 5

    Introduccin 7La ciudad, la plaza y la geografa del poder 11Las exequias reales, la proclamacin del rey y el poder real 19Las exequias reales 22La proclamacin del Rey 29El retrato del Rey y el ejercicio del poder real 32Reflexiones finales 34

    REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS 39

    P.3

    http://www.iep.org.pe

    DanielResaltar

    DanielSubrayado

    DanielSubrayado

    DanielSubrayado

    DanielSubrayado

  • IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO

    6 7fue necesario asegurar la ayuda de otros tres hombres ms para conducirlocon la debida decencia requerida por la ocasin.3

    Felipe IV no estuvo en Lima en 1622. En su lugar, un trasuntovivo del rey, que segn el relato de Romn de Herrera, cronista oficialde la ceremonia, meda dos varas de alto por una vara y media de anchocon un marco adicional de media vara de ancho por lado.4 En el centrosuperior el marco negro tena inscrito con letras de oro Viva el CatlicoRey Felipe quarto, viva felices aos, y estaba decorado con ricas cadenasde oro entretejidas con incrustaciones de diamantes, rubes, esmeraldas,topacios, y collares esmaltados. Una cadena de oro grande y pesada,puesta en la imagen por la ciudad como seal de su lealtad al Rey,complementaba la decoracin. Segn Herrera, la pintura misma mostrabaal monarca Felipe IV arrimado de medio cuerpo para Riba, y el restodel cuerpo calza entera, de obra y color morado, y el rostro como de unAngel, en cuio risueo semblante imperceptiblemente se daba a conocerun mirar autorizado.5

    Cuando los cuatro hombres y el Rey subieron al estrado con todo elrespeto, veneracin y majestad requerida, los oidores y dems personassentadas en los estrados y galeras aledaas se pusieron de pie y descu-brieron sus cabezas mientras el retrato era sentado en su trono des-crito como un silln ricamente elaborado y lujosamente adornadosituado bajo un dosel de tela fina de oro. Una vez que el rey fue aco-modado en su trono, los oidores se sentaron y cubrieron sus cabezas,mientras los alcaldes y el Cabildo bajaron del estrado haciendo pro-fundas reverencias al Theatro del Rey Nuestro Seor.6

    Herrera nos cuenta que, mientras esto suceda, escuadrones lujo-samente uniformados comenzaron a entrar en la Plaza Mayor comanda-dos por Diego de Carvajal, correo mayor del Per y teniente de caba-

    llera.7 Compaas montadas de arcabuceros seguidos por cien hombresde la artillera marcharon ante el theatro construido para la ocasinhaciendo profundas reverencias al Rey sentado en su trono. Seguan ala infantera doscientos hombres uniformados, los cuales tambin hacanreverencias al monarca. Cuando las compaas finalmente se ubicaronen la plaza frente al estrado, formaron, segn Herrera, cuatro bloquesde 25 filas de hombres uniformados todos los cuales saludaron al Reycon un disparo de sus mosquetes al aire. Este acontecimiento fue obser-vado y vitoreado por las multitudes congregadas en los techos, balcones,y ventanas de los edificios y calles alrededor de la Plaza Mayor.8

    Introduccin

    Es de dominio comn que los reyes de Espaa nunca visitaron las In-dias. Sin embargo, el Rey fue visto en Amrica como la cabeza legtimade la monarqua espaola durante el periodo colonial. Es ms, en elvirreinato del Per muchos limeos se mantuvieron leales a l hasta eltrmino de las Guerras de Independencia en el siglo diecinueve.

    Cmo se explica esta lealtad y legitimidad del rey espaol enAmrica a pesar de su lejana? Cules fueron las estrategias empleadaspara crear lazos polticos, as como las condiciones y trminos que losgobernaron? Este ensayo analiza uno de los numerosos mecanismosculturales que sirvieron para naturalizar el ejercicio del poder colo-nial en ultramar: las ceremonias relacionadas directamente con elcuerpo, tanto poltico como material, del Rey espaol durante el siglodiecisiete en Lima para ese entonces el centro fsico y simblico delpoder colonial en el virreinato del Per y su relacin con la creacinde una geografa del poder colonial.

    De acuerdo con el historiador espaol Xavier Gil-Pujol, la pre-sencia del rey incluso aunque estuviera fsicamente ausente fueabsolutamente necesaria e irremplazable como cabeza y miembro de la3. Archivo Histrico Municipal de Lima (AHML), Libro Tercero de Cdulas y

    Provisiones Segunda Parte (LTCP-SP). Relacion de la solemnidad y fiestas conque esta Ciudad de los Reyes levanto sus Estandartes reales, en nombre del Reynuestro Seor Felipe quarto, reconociendole por su natural Seor (1621), p. 501.

    4. Felipe IV asumi el trono espaol en 1621; la ceremonia de su proclamacin seefectu en Lima en febrero de 1622.

    5. AHML, LTCP-SP, Relacion de la solemnidad y fiestas... del Rey... Felipe quarto.6. AHML, LTCP-SP, Relacion de la solemnidad y fiestas... del Rey... Felipe quarto.

    7. El Correo Mayor de las Indias, Islas y Tierra Fime del Mar Ocano, al queposteriormente se adscribira el Virreinato del Per, fue creado en 1514. Despusde 1570, este cargo se adjudic a la familia Carvajal que lo retuvo hasta 1768.Vase Haring 1947: 318-319 y nota n. 9.

    8. AHML, LTCP-SP, Relacion de la solemnidad y fiestas... del Rey...Felipe quarto.

    http://www.iep.org.pe

    DanielResaltar

    DanielResaltar

    DanielResaltar

    DanielResaltar

    DanielSubrayado

    DanielSubrayado

    DanielSubrayado

    DanielSubrayado

    DanielSubrayado

    DanielSubrayado

  • IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO

    8 9comunidad que gobernaba.9 Un asunto fundamental para la monarquaespaola, desde Carlos V en adelante, fue precisamente cmo hacerpresente al Rey ausente en todos los reinos y provincias en los quegobernaba, especialmente en los ms distantes. En la propia Espaa,durante el reinado de Felipe II, el rey se haba convertido en algo ascomo un monarca ausente debido a una nueva vida ritual que tenacomo finalidad hacer invisible al Rey.10 A pesar de esto, los vasallosdel Rey en Espaa podan quizs esperar verlo alguna vez en sus vidasen una de sus entradas triunfales a ciudades europeas, durante su par-ticipacin en fiestas religiosas o en los Autos de fe.11 En el caso de lasIndias, el problema de hacer presente y real al Rey fue un asunto bastantems complejo para los oficiales coloniales y las elites locales dado queel Rey nunca visit el continente.12 Es por lo tanto quizs sorprendenteque la figura del Rey, as como los mecanismos de su gobierno en lasIndias, casi no hayan sido temas de estudios hasta la fecha.

    Quisiera sugerir aqu que en la Lima del diecisiete las ceremoniasreales sirvieron para hacer presente al Rey ausente y unirlo con susvasallos en un pacto recproco que necesitaba del ritual para hacerloverdadero. Debido a que, en el caso del Per, el Rey genuino nofue nunca producido como un original sino ms bien re/producido,su simulacrum o copia para la cual no existe un original convirtial Rey espaol en un monarca hiperreal. Estas re/presentaciones delRey fueron, sin embargo, siempre autnticas o verdaderas ya que,como el referente no fue nunca visto en Lima, el simulacro era verdaderopor virtud de esta ausencia. Ella convirti al Rey espaol en un monarcahiperreal para sus vasallos debido a que su esencia se derivaba de unarepresentacin o copia de una copia; la materialidad del Rey slo podaser imaginada, por lo tanto, como se haca la de Dios o la de Jesucristo.A pesar de esto, el poder y la autoridad del Rey fueron muy reales yconcretos para sus vasallos para quienes el Rey espaol fue una figura

    de autoridad anloga a la figura de Dios: poda ver sin ser visto. Enotras palabras, se poda sentir y escuchar al Rey sin tener presente sucuerpo biolgico o fsico el cual era slo posible imaginar. No obstante,el Rey era concreta o materialmente conocido por sus vasallos a travsde objetos o representaciones que posean su esencia o aura13 y poderal igual que la Hostia la cual era el cuerpo de Cristo y posea el aura ypoder de Dios. Dicho de otro modo, para los vasallos en Lima el si-mulacro del Rey de Espaa era el Rey real.

    La centralidad de la figura del Rey en las ceremonias limeas pareceno haber sido igualada en otras ciudades americanas.14 Debido a que elvirrey no estuvo nunca presente durante las ceremonias reales del siglodiecisiete en Lima, es muy probable que rituales tales como las pro-clamaciones y las exequias reales puedan haber sido ms importantespara la legitimacin del poder colonial que las entradas virreinales queiniciaban el nuevo gobierno del alter ego del Rey. Por lo tanto, el si-mulacrum del Rey en Lima constituy no solo el principio organizadorde las ceremonias reales sino tambin un aspecto central del ejerciciodel poder monrquico en el Per colonial. Las ceremonias reales fueronigualmente fundamentales en el afianzamiento de Lima como la ciudadms principal y poderosa frente a sus rivales en el virreinato.15 Estascelebraciones del siglo diecisiete alrededor del simulacro del Rey cons-tituyeron una fuente importante de capital simblico en la produccindel aura de Lima en las disputas con la capital Inca del Cuzco sobre culde las dos ciudades ocupara el lugar de cabeza de los reinos del Per.16Por ltimo, la vida ceremonial cortesana de Lima desarrollada duranteeste periodo la consagr hacia fines de siglo como el centro indiscutibledel poder colonial en el virreinato del Per y como el referente culturaldel Imperio en su totalidad.17

    9. Gil Pujol 1997: 225-258. Esto est tambin establecido en las Siete Partidas. PartidaII, Ttulo I, Ley V.

    10. Vase Ro Barredo, 2000.11. Gil Pujol 1997: 232-233. Tambin Prez Samper 1997:379-394, Christian 1981 y

    Ro Barredo 2000: 23-32, 44-82 y 199-234.12. Vase Foucault 1994: 46-77; Rama 1996: 3; Tanner 1993 y Alfonso Snchez Coello.

    13. Benjamin 1988: 217-224.14. Sobre las ceremonias en la Nueva Espaa donde la figura del Rey y su simulacro,

    particularmente su retrato, parecen no haber tenido la misma importancia, vaseCurcio-Nagy 1993.

    15. Vase Osorio 2001: 249-259. Acerca de los usos de estas crnicas en Chile,consltese Cruz de Amenbar 1995: 78-85.

    16. Una discusin acerca de esta disputa se encuentra en Osorio 2001: captulo uno.17. Esto se logr con la canonizacin de Santa Rosa de Lima en 1671 y su designacin

    como la santa patrona de todo el imperio espaol incluyendo a las Filipinas ese

    http://www.iep.org.pe

    DanielResaltar

    DanielResaltar

    DanielResaltar

    DanielResaltar

    DanielSubrayado

    DanielSubrayado

  • IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO

    |10 11Entre las ceremonias organizadas alrededor del cuerpo del Rey, desu poder y de su majestad, las exequias reales u honras fnebres y laproclamacin o levantamiento de pendones del Rey constituyeron doscaras de una misma moneda. Ellas tuvieron el doble fin de hacer real elRey ausente a sus vasallos distantes, al mismo tiempo que unieron alRey y sus vasallos en una relacin personal y recproca o pacto poltico.Como ha sugerido Franois-Xavier Guerra, la fe jurada al Rey comomonarca y seor implicaba la obligacin del vasallo a servir y defendera su seor con acciones, riquezas e incluso con su propia vida.18 EnLima colonial, el juramento de lealtad de la ciudad como ente corpo-rativo al Rey se renovaba anualmente en la ceremonia del estandartereal, el cual tena un papel central en la proclamacin del Rey.19 Mientraslas exequias permitan a la ciudad y sus vasallos desplegar pblicamentesu dolor y sufrimiento por la muerte del monarca, la culminacin de laproclamacin requera que la ciudad y sus ciudadanos proclamaranpblicamente su aceptacin, lealtad y amor por el nuevo Rey.20 El actode jurar y expresar lealtad al Rey es de singular importancia paraentender el pacto entre los vasallos y el Rey. La obligacin poltica enAmrica colonial, como seala Guerra, se bas en un compromiso muypersonal con una persona muy concreta: el Rey, formalizada por eljuramento. Dado que la lealtad al monarca de sus vasallos se bas en

    una relacin personal, la presencia del Rey en las ceremonias colonia-les era fundamental. En la Lima del diecisiete el Rey estuvo personal-mente presente en diversas formas: presida sus ceremonias cortesanascmodamente sentado en el trono en la plaza mayor; su voz se escuchabacada ao cuando su juramento anual a la ciudad era enunciado por eloidor ms antiguo; su voluntad se comunicaba pblicamente en la cere-monia del pregn cuando se lean sus cdulas reales en voz alta; su selloreal y firma Yo EL REY agraciaba los papeles coloniales. El Reyespaol tena un cuerpo original biolgico que resida en Espaa,pero su simulacro resida en Lima, y cuando ste se desplegaba enelaborados rituales pblicos permita a sus distantes pero leales vasallosverlo, orlo, y sentirlo como si l realmente estuviese all.

    La ciudad, la plaza y la geografa del poder

    De acuerdo al historiador espaol Jos Antonio Maravall, el barrocofue una poca de fiestas y esplendor.21 Como manifestacin cultural, elbarroco constituy un fenmeno urbano donde la ciudad no slo provealos recursos necesarios para sostener las necesidades de los grupossociales privilegiados, sino que tambin ella misma se asoci con lacultura y su produccin. Una de las caractersticas de esta cultura barrocafue su predileccin por la ostentacin, provocando que la ciudad fueraconocida por sus modos de vestir lujosos, sus despliegues de riquezas,sus edificios y arquitectura magnfica, as como por sus esplndidasfiestas.22 Para las sociedades europeas barrocas del siglo diecisiete, elurbanismo fue un elemento crucial en la acumulacin del poder de laselites locales gobernantes.23 Los nuevos centros urbanos de poder talescomo Madrid y Pars ganaron importancia y centralidad en la medida enque los nuevos patrones de migracin rural hacia las urbes producidaspor las transformaciones econmicas experimentadas en el campo in-crementaron sus poblaciones, y que los monarcas las convirtieron en las

    mismo ao, convirtindola as en el referente cultural de todas las procesionesespaolas. AHML, LTCP- Primera Parte (PP), Cedula de SM, 11 de Marzo de1669, remitiendo el Breve de su Santidad en que declara por Patrona de esteReino del Pir la Bienaventurada Santa Rosa de Santa Maria, con oficio y fiestade precepto (1669). Biblioteca Nacional de Chile (BNCh), Juan Flix Proao, Vidaautentica de Santa Rosa de Lima traducida de la bula de canonizacion. Lima,1897.

    18. Guerra 1994: 197-198.19. Vase, por ejemplo, Biblioteca Nacional del Per (BNP), Annimo, Solemne

    Proclamacion y cabalgata Real, Que el Dia 5. de Octubre de este ao de 1701hizo la muy Noble, y Leal Ciudad de los Reyes Lima, levantando Pendones por elRey catolico D. Felipe V. BNP, Lima Gozosa. Descripcin de la Solemne Pompa,y Festibas Demostraciones, conque la Ciudad de los Reyes Corte de la AmericaMeridional proclam el Nombre Augusto de su Catholico Rey el Seor DonCARLOS III. (que Dios prospere). Por el Conde de la Superunda, Virrey del Peru.Lima, 1759.

    20. Vase Partida II, Ttulo I, Ley III.

    21. Maravall 1986: 114 y 241.22. Vase Bonet Correa 1983.23. Nader 1990 y Wilkinson-Zerner 2000.

    http://www.iep.org.pe

    DanielResaltar

    DanielSubrayado

    DanielSubrayado

  • IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO

    12 13sedes permanentes de sus cortes reales.24 En el imperio espaol deultramar, la creacin de centros urbanos tales como Lima y el proyectoimperial de reubicar a las poblaciones indgenas en las reduccionesimplementadas en el Per por el virrey Francisco de Toledo en la dcadade 1570, constituyeron una manifestacin de esta nueva ideologa degobierno a travs de civitas, o la experiencia de la vida urbana.25 Estenuevo concepto de gobierno, como ha sealado Anthony Pagden, hizode la ciudad el centro de la civilizacin y de la produccin cultural, ascomo del poder poltico.26 Es importante sealar tambin que la ideande ritual, como ha sealado Edward Muir, se desarroll en el siglodiecisis.27 Consecuentemente, el estado-teatro urbano del barroco delos siglos diecisis y diecisiete ejerci su poder poltico a travs de ela-borados rituales pblicos capaces de hacer real y concreto algo abs-tracto.28 Lo abstracto se converta en realidad a travs de imgenes cuyopoder fue ampliamente reconocido en las sociedades de la poca tem-prana moderna.29 Como han sealado Fernando Checa y Jos M. Morn,la iconografa, los emblemas, las alegoras, y los jeroglficos utilizadosen las fiestas cvicas solemnes fueron esenciales para el desarrollo dehbitos mentales en la lectura e interpretacin de estos smbolos, queno slo eran asequibles y legibles al pblico, sino que tambin cumplanuna funcin didctica en que las lecciones morales eran compartidascon el pueblo en general.30

    Como en el barroco europeo, en Amrica, el centro fsico y simblicodel poder colonial se concentr en las ciudades. Dentro de la ciudadcolonial de Lima el poder se encontraba an ms localizado en el espacioalrededor de la Plaza Mayor, el corazn y centro de la vida social, poltica,

    y cultural urbana.31 La importancia simblica de la Plaza Mayor como elcentro del poder colonial en Lima fue establecida por Francisco Pizarroen el momento de su fundacin en 1535 cuando despus de distribuirespacios para la catedral, las casas reales, el cabildo y la crcel, designsolares alrededor de ella a sus conquistadores.32 La situacin espacial delos poderosos conquistadores y sus familias en las casas situadas alre-dedor de la plaza, aledaas a los edificios de las instituciones oficialescoloniales, reflejaban directamente el poder personal y liberalidad dePizarro. Las residencias de los fieles conquistadores constituan repre-sentaciones espaciales de su squito como governador de la tierra.33Durante el siglo diecisiete, este espacio central del poder en Lima seextendi para incluir las principales calles adyacentes a la Plaza Mayoren las cuales se encontraban erigidas las iglesias de las rdenes religiosasms importantes presentes en el virreinato: jesuitas, dominicos, merce-darios, franciscanos y agustinos.34

    Este espacio del poder colonial en Lima se reafirmaba continua-mente a travs del ritual; una vez acordada la fecha para la ceremoniacontenida en la cdula real, sta era comunicada a la ciudad en laceremonia del pregn o publicacin.35 La procesin del pregn era unritual importante que trazaba y narraba la geografa del poder en la Limacolonial alrededor de la plaza. En ella, los vecinos notables, montados ylujosamente ataviados, acompaaban al pregonero real cuando anunciabaen voz alta en determinadas esquinas de la ciudad siempre identificadascomo las ms principales o de ms calidad la futura ceremonia que secelebrara en Lima.36 Como estos anuncios pblicos se ejecutaban siem-

    24. Ro Barredo 2000; Strong 1973; Dickens 1977 y Domnguez Ortiz 1969 y 1984.25. Vase Pagden 1995; Lechner 1981; Snchez-Concha Barrios 1996 y Coello de la

    Rosa 2000.26. Pagden 1995: 11-28, 44-45.27. Muir 1997: 7.28. Ibid. Vase tambin Strong 1984.Una discusin del universo social constitutivo de

    estas liturgias se encuentra en Bourdieu 1991: 107-116.29. Brown 2000: 19-26. Tambin Bouza 1998.30. Checa y Morn 1989: 236. Vase tambin de la Flor 2002, Edgerton 1980, Burke

    1986: 162-176, Muir 1997: 147-154, Trexler 1980: 1-9 y Caeque 1996: 334.

    31. Vase La plaza en Espaa e Iberoamrica 1998 y lvarez Requillo, y otros 1982.Tambin Kagan 2000: 19-44 y 169-176; para el caso de Madrid, Escobar 2003.

    32. Libros de Cabildo de Lima (LCL) 1935, volumen I, Fundacin de Lima.33. Ibd.34. La plaza mayor fue perdiendo su centralidad en estas ceremonias durante el siglo

    XVIII. BNP, Annimo, Solemne Proclamacion... Felipe V. y BNP, Lima Gozosa.Vase tambin Bromley y Barbagelata 1945, Eguiguren 1945, Glvez 1943, Gunther1983 y Panfichi 1995:15-42.

    35. Bourdieu 1991: 111-113.36. Pueden ser consultadas las siguientes relaciones del siglo XVII donde ste es el

    caso: Archivo General de Indias (AGI), Lima 110, Relacion de la Jura de Felipe II,Cuzco 1557, y Jura de Felipe II en Lima. En Coleccin de documentos inditos

    http://www.iep.org.pe

  • IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO

    14 15pre en los mismos lugares y frente a los mismos edificios, el espaciocomprendido entre ellos adquira, a travs del tiempo, un aura de podery el ritual un carcter de legitimacin que formaba parte de una liturgiacvica.37 El pregn, por lo tanto, creaba lo que Michel de Certeau de-nomina un field of operation o un espacio ritual oficial autorizado dentrodel cul se celebraban o actuaban dichas ceremonias oficiales.38

    En el caso de Lima, la ubicacin de las residencias de los conquis-tadores y los edificios oficiales alrededor de la Plaza Mayor simbolizandolas estructuras permanentes del poder colonial, provean una genealogahistrica urdida en una narrativa del poder por la ruta procesional delpregn. La narracin era creada por la lenta procesin de hombreslujosamente vestidos y montados en hermosos caballos acompaadosde melodiosa msica a travs de calles selectas, as como por los pregonesejecutados siempre frente a los edificios ms significativos de la ciudadque albergaban a las principales instituciones de la sociedad colonialsubrayando su importancia. Esta narrativa en actos generaba un aurade poder colonial alrededor de la Plaza Mayor ampliamente reconocidae utilizada, tanto por las elites como por la plebe, y en ocasiones eraapropiada como fuente de poder personal.39 En 1668, Tomasa, una esclavanegra, explic al juez de la Extirpacin de Idolatra que para fortificarsus poderes adivinatorios ella conjuraba las hojas de coca invocando alos siete demonios nombrando en voz alta las calles adyacentes a laplaza, as como la catedral, la residencia del arzobispo, el palacio vi-rreinal, el cabildo eclesistico, la casa del cabildo [secular], y la horca.40

    As, el espacio ritual oficial del poder alrededor de la Plaza Mayor podaser adoptado como propio en Lima colonial por mujeres africanas,espaolas, indias o mestizas pobres para la prctica cotidiana de la magiapopular.41

    Fue en este espacio urbano central donde, una vez asegurado elfinanciamiento para la celebracin de la ceremonia, los ciudadanos seembarcaban en la construccin de elaborados escenarios y decoraciones,convirtiendo las calles de la urbe colonial en el escenario donde losedificios se reconfiguraban con adiciones efmeras tales como arcos,nuevas murallas, altares, plantas, y mantas de diversos colores.42 Estaescenografa requera tambin de luces nuevas, fuertes aromas y nuevasmelodas que llenaran el espacio urbano, as como nuevos trajes paracada uno de los participantes. Como la propia palabra connota hoy enda, el ceremonial barroco pretenda saturar todos los espacios de estarea urbana central con elementos alegricos relacionados con la ce-remonia en cuestin.

    Las ceremonias barrocas oficiales tenan como objetivo transformarradicalmente el espacio urbano convirtiendo el corazn de la ciudadliteralmente en un teatro. En el lenguaje de la poca, la palabra teatro seutilizaba metafricamente para sealar el lugar donde algo o alguien seexpona a la estimacin o censura del mundo o al Theatrum Publi-cum.43 En esta cultura de escrutinio pblico, la ostentacin fue la sealmxima de rango, poder y autoridad, y la apariencia se convirti enun valor social altamente apreciado.44 En el siglo diecisiete, el poder semanifestaba y constitua a travs de la pompa externa de estas cere-

    relativos al descubrimiento. Madrid: Imprenta de Fras y compaa, 1865, 4, pp.390-402. AGI, Lima 97, Hernando de Valverde, Relacin de las exequias y honrrasfnebres, hechas al Catlico Rey de las Espaas, y las Indias, Don Philipo tercero.AHML, LTCP- SP, Relacion de la solemnidad y fiestas... del Rey... Felipe quarto.Biblioteca Nacional de Madrid (BNM), Solemnidad Funebre i Exequias A La muertedel Catholico I Augustissimo Rei Nuestro Seor D. FELIPE IV el GRANDE, (Lima,1666). BNP, Aclamacion y Pendones que levanto la muy noble y coronada ciudadde los Reyes por el Catolico y Augustissimo Rey D. Carlos II, (Lima, 1666), 17v.

    37. VaseValenzuela Mrquez 1999.38. De Certeau 1988: 122-124.39. Durn Montero 1978, Pagden 1995: 44-45 y Rama 1996: 1-16.40. Archivo Arzobispal de Lima (AAL), Seccin: Hechiceras e Idolatras, Ao: 1668,

    Paquete: 7, Documento: VI, Folio: 18.

    41. Osorio 1999.42. Ramos Sosa 1992: 17-19. Tambin Lohmann Villena 1996 y 1994 y Wuffarden

    2000: 59-76 y Kagan 2000: 173.43. Definiciones de teatro coetneas se encuentran en Covarrubias Horozco 1943. Para

    analizar las variaciones en las definiciones del siglo XVIII, vase el Diccionariode la lengua castellana [] 1726 (1979).

    44. Lima no fue diferente de ciudades europeas tales como Pars y Londres duranteeste periodo. Sennett 1974: 3-5 y 12-88.

    45. Se podra decir que los oficiales participantes en estas ceremonias posean poderen proporcin al reconocimiento que reciban en ellas de parte de los sujetoscoloniales que observaban la ceremonia. El vestir lujoso jug un papel muyimportante como marcador de distincin. Bourdieu 1991: 106 y 1984: Parte I.

    http://www.iep.org.pe

  • IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO

    16 17monias.45 En forma similar, los diseos de estos nuevos centros urba-nos coloniales tales como Lima y las crnicas escritas sobre ellos pro-porcionaron una especie de comentario social de la manera en que laciudad y su sociedad deberan funcionar idealmente. Como resultado,los cronistas criollos y espaoles comenzaron a exagerar de manerapredecible la magnificencia de las ceremonias y de la ciudad en sus es-critos; particularmente hacia mediados del siglo diecisiete, las crnicasdescriben cada vez ms una sociedad urbana extremadamente ordenada,lujosa y unificada.

    Las apariencias oficiales no lo eran todo, sin embargo, ya quems all de la anhelada magnificencia de las representaciones barrocasy de los diseos perfectos de la ciudad ceremonial exista tambin otrarealidad urbana; la de una ciudad de cuartos hacinados con familiaspobres en edificios mediocres.46 Los callejones llamados a veces ca-llejones de cuartos de numerosas habitaciones situadas alrededor deun patio comn, usualmente equipados con una cocina y un gallinero,constituyeron una caracterstica importante de la ciudad colonial y de lavida urbana limea.47 Las condiciones de vida en estos callejones limeosfueron precarias ya que en la mayora de los casos estos cuartos peque-os acomodaban a un sin nmero de personas convirtiendo la vidaprivada en conocimiento pblico de la comunidad del callejn. La vidacomunitaria cotidiana de los callejones facilit el intercambio entre mu-jeres pobres de diversas descendencias de sus conocimientos de curan-dera, magia, y hechicera, convirtiendo los espacios interiores en lugaresfrtiles para la creacin de una cultura hbrida que coexista conjun-tamente con la cultura oficial barroca de las ceremonias pblicas.48 Loshabitantes de estos callejones fueron el foco del proyecto civilizador ydisciplinante de la Extirpacin de la Idolatra y de la Inquisicin. Estoscallejones confirieron a la ciudad cortesana un carcter de laberinto in-terior ms privado donde se practicaba una cultura plebeya en losmundos interiores 49 ms all de los escenarios pblicos del poder co-

    lonial alrededor de la Plaza Mayor. A pesar de esta cultura del callejn,los oficiales coloniales y los habitantes de la ciudad cooperaron durantelas ceremonias en la transformacin de la urbe en un teatro polticopblico, y este trabajo teatral englob muchas prcticas cotidianas yespacios urbanos.

    Las celebraciones oficiales barrocas implicaban grandes costos deproduccin. Los oficiales municipales se quejaban continuamente al Reyy a otros oficiales de la ciudad de los problemas ocasionados por estasproducciones en el presupuesto de la ciudad.50 Sin embargo, y a pesarde las quejas, las ciudades asumieron grandes deudas para producir estasceremonias en la forma apropiada de acuerdo al protocolo requerido,lo cual implic que en repetidas ocasiones los oficiales encargados delas fiestas tuvieran que cubrir con sus propios fondos grandes porcionesde los gastos originados por stas cuando tanto el erario municipal comoel real se encontraban desprovistos de dinero.51 En muchos casos, despusde las fiestas se entablaron numerosos juicios legales reclamando dichoreembolso; sin embargo, fueron muy escasas las demandas que se re-solvieron favorablemente para los litigantes lo que propici, mas bien,largas disputas sobre quin deba asumir finalmente las deudas incurridasdurante las celebraciones.52 A pesar de esto, dado que las celebracionespblicas constituan un reflejo de la pena o alegra que la ciudad ysu gente sentan por su Rey, cada vez que se present la ocasin tantolas ciudades como los vasallos se hicieron cargo de los gastos de pro-duccin de la ceremonia. Estas deudas personales eran asumidas en parteporque el esplendor de las ceremonias pblicas constitua un mensajeimportante para otras ciudades rivales sobre la dominacin econmica

    46 Vase Osorio 1999.47 Durn Montero 1992: 7.48. Vase Osorio 1999, Charney 1988: 9 y 11-16 y Vergara Ormeo 2000: 135-157.49. Panfichi y Portocarrero 1995.

    50. El caso del cabildo de Santiago de Chile y el financiamiento de estas ceremonias hasido analizado por Cruz de Amenbar 1995: 38-41.

    51. Vase, por ejemplo, BNM, Etiquetta Real de Palacio, y Marqus de Guadalczar,Relacin de los Estilos y Tratamientos de que usan los Virreyes del Peru, q.remitio al Seor Conde de Chichn su subcesor, luego que lleg al Puerto dePaita.

    52. Ejemplos de ello se encuentran en: AAL, Curatos, 1625, 12, 3: Parroquia delSagrario y los Gastos q hicieron en el Recibimiento del Arcobispo Gonzalo deCampo; y AAL, Papeles Importantes, Lima 1606/1609, I: 25: Exhibicion de todoslos procesos fulminados con referencias a las exequias de Santo Toribio deMogrovejo.

    http://www.iep.org.pe

  • IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO

    18 19y la magnificencia social poseda por la ciudad. La falta de moderacinfiscal de las ciudades barrocas en la produccin de stas lujosas ce-remonias, incluso en momentos de crisis econmica, debe ser entendidapor lo tanto en el contexto del significado poltico que las fiestas y susrelaciones tenan para el poder que ciudades como Lima ejercan opodan ejercer sobre otras ms pequeas y provincianas. Las regu-laciones reales que trataron de moderar los gastos excesivos de lasceremonias cortesanas generaron una procesin interminable de de-cretos oficiales advirtiendo a las ciudades que redujeran los costos ydespliegues de excesiva magnificencia en sus ceremonias.53 Pero eldiscurso de contricin fiscal del Rey parece no encajar con los sig-nificados culturales y sociales que estas ceremonias ostentosas y opu-lentas tenan, as como con el lujo requerido por el estricto protocoloque los gobernaba.54 Estos despliegues barrocos de riqueza y lujo hansido interpretados comnmente desde un punto de vista puramenteeconmico racional de costos y beneficios.55 Los clculos de esta n-dole, sin embargo, ignoran el hecho de que el grado de lujo y opulenciapblica constituyeron una fuente de capital simblico requerido paraejercer poder sobre las ciudades rivales en el reino, en otras palabras,como prctica poltica estratgica ms que como una eleccin econ-mica inmediata. A travs de estos esplndidos rituales pblicos, las ciu-dades y sus vasallos pudieron acumular el capital simblico que les per-mita luego ejercer como dominacin sobre ciudades menores, lo cual,a cambio, poda generar beneficios materiales adicionales en la formade privilegios y favores otorgados por el nuevo monarca. La magni-ficencia social de las ciudades barrocas se bas en una combinacinde riquezas materiales, capital simblico y el patrocinio de la cortemetropolitana.

    Los cabildos tambin fomentaron la imagen colectiva de sus ciu-dades a travs de rituales cvicos altamente elaborados, as como a travs

    de las crnicas y de las historias de la urbe barroca.56 De esta manera lasciudades construyeron una memoria histrica de su constitucin co-mo cuerpo o comunidad armoniosa. Esta historia urbana confiri alas ciudades preeminencias sobre otras urbes basadas en su antige-dad.57 Las ciudades proveyeron tambin sus memorias colectivas derelatos de su polica u orden y ornato como smbolos de su superiori-dad frente a otras urbes, ya que el diseo organizado y compuesto desus calles constituy un reflejo directo del buen gobierno de la sociedadcolonial. Calles y plazas sirvieron de escenario para la exhibicin pbli-ca de la condicin de sus habitantes nobles y plebeyos por igual.

    Las exequias reales, la proclamacin del rey y el poder real

    Segn Peter Burke, el ritual en el siglo diecisiete fue visto como undrama que requera ser representado para incitar a la obediencia.58 Du-rante el siglo diecisiete, el calendario ceremonial de Lima contemplabams de trescientas fiestas:59 aquellas particularmente relacionadas conel ciclo vital del Rey y de su real familia incluan la celebracin y con-memoracin de nacimientos, matrimonios, bautizos, muertes y lasrogativas por su salud y bienestar; por su parte, las fiestas ligadas al ci-clo vital de la monarqua celebraban las victorias militares, los santospatronos reales, y la proclamacin del nuevo Rey. Las ceremonias realesproporcionaron a los monarcas una oportunidad de materializar, aunquepor un tiempo limitado, diseos utpicos de espacios urbanos y consti-tuciones polticas.60

    Las exequias reales y la proclamacin del Rey fueron dos de lasceremonias ms majestuosas y costosas celebradas en Lima colonial.En las Indias, estas ceremonias constituyeron dos ocasiones supremas

    53. Diversas Ordenanzas que regulaban los costos excesivos de estas ceremonias fuerondecretadas en Espaa en 1588, 1674, 1684 y 1691. Vase Baena Gall 1992: 31.Tambin, Recopilacin de leyes (1987), Libro IV, Ttulo XIII, Ley x: Que los lutospor muerte de personas Reales, se paguen de los propios.

    54. Vase, por ejemplo, BNM, Sucesos del Ao 1619, Relacin 80.55. Vase Beezley y otros 1994.

    56. Flor 2002: 166 y 184, Beverly 1993: 50 y Muir 1997: 7-8 y 55-72.57. Bouza 1996: 53 y 1998: 26-57.58. Burke 1992: 7.59. Acosta de Arias Schreiber 1997: 55-56. El caso de Santiago de Chile ha sido

    estudiado por Cruz de Amenbar 1995.60. Vase Flor 2002: 161-182. Tambin AAL, Papeles Importantes, Hunuco, 1613,

    19, 3, 29 fojas, Autos sobre las costumbres que se ha de guardar en reciuir elestandarte real en la Iglesia mayor parroquial en la ciudad de Hunuco.

    http://www.iep.org.pe

  • IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO

    20 21en que las ciudades como cuerpos corporativos tanto en el sentidosocial como poltico desplegaron sus poderes a travs de la magni-ficencia exhibida en estos acontecimientos, los cuales llegaron a duraren ocasiones hasta casi un ao. Ambas ceremonias estaban diseadaspara demostrar en conjunto tanto la pena y el dolor causados por lamuerte de un Rey como la alegra de tener un sucesor. La ostentacinmostrada en las ceremonias pblicas en el siglo diecisiete constituy unreflejo directo del poder de la ciudad que las celebraba, as como unamedida de su lealtad hacia el rey. De igual forma, la magnificenciadesplegada por los vasallos del Rey en sus vestuarios y en sus con-tribuciones a la decoracin de la ciudad para la ocasin, estaban direc-tamente relacionadas con el amor individual y el grado de lealtad queellos sentan por su Rey. Estas grandes manifestaciones de pena y dolordurante las exequias reales fueron vistas como formas pblicas e indivi-duales de pago por las mercedes o favores otorgados por el Rey muertoa la ciudad y sus vasallos. En ese sentido, el lujo del vestuario del AlfrezReal y su comitiva mostrado ostentosamente durante la proclamacindel Rey reflejaba esta lealtad al monarca.

    En la cdula real enviada a Lima con fecha de 24 de octubre de1665 comunicando la muerte de Felipe IV y la sucesin al trono deEspaa de Carlos II, la reina regente explicaba que la tradicin deproclamar al rey en Espaa se remontaba a 1407 cuando el Duque deAlba, Don Fadrique de Toledo, haba levantado los pendones por el reyFelipe I, el Hermoso, con el grito de Castilla, Castilla, Castilla por elRey nuestro seor! 61 En vila medieval los reyes eran elegidos primeropor la nobleza y luego proclamados por el pueblo. La tradicin de reunirseen privado para organizar las ceremonias alrededor de la muerte yproclamacin del Rey tiene sus races, segn Angus MacKay, en latradicin medieval segn la cual los nobles y oligarcas decidan enprivado aceptar o no al nuevo Rey para luego actuar los ritualestradicionales en pblico.62 Esto equivala a la eleccin del nuevomonarca, quien luego juraba respetar los antiguos fueros o privilegiosde la tierra y concederles otros nuevos; la proclamacin implicaba la

    aceptacin del pueblo de su nuevo seor y de su compromiso a de-fender, amar, respetar y honrar al Rey.63 El ncleo central de la pro-clamacin fue, por lo tanto, el compromiso mutuo de lealtad que el Reyy sus vasallos juraron mantener.

    Siguiendo esta larga tradicin, los miembros de la Audiencia y delCabildo de Lima, tras recibir la cdula que anunciaba la muerte de unRey, se reunan en sus respectivas oficinas en privado para leer yreconocer al nuevo monarca. Esta eleccin simblica en privado yaceptacin en pblico del nuevo Rey parece seguir la lgica de laargumentacin esgrimida en la relacin escrita para la proclamacin deFelipe II celebrada en el Cuzco en 1557. El escribano que describi laceremonia seal repetidas veces que la haba escrito para cumplir conlo que la tradicin dictaba y para que ms tarde fuera enviada al nuevoRey como testimonio de la aprobacin de la ciudad a su sucesin altrono.64

    Durante el siglo diecisiete, para comenzar los preparativos de lasceremonias reales en Lima era necesaria una cdula real autorizandoformalmente la celebracin de las exequias reales y la proclamacin delrey.65 A pesar de que la muerte de Carlos II se conoci en Lima variassemanas antes del arribo de la cdula real que la anunciaba oficialmente,el dolor que el virrey Conde de la Monclova deseaba expresar p-blicamente tuvo que esperar la llegada del documento oficial antes depoder anunciar formalmente su muerte a la ciudad.66 La gaceta mediantela que el virrey se enter inicialmente del fallecimiento del monarca noposea, segn el cronista, la autoridad necesaria para convocar el lutooficial. La decisin del virrey-conde de esperar la real cdula se entiendeen el contexto de que la decisin de honrar la muerte del Rey con unaceremonia pblica no era nicamente suya ya que una vez recibida lacdula, tena que comunicar su contenido primero a la Audiencia y luegoal Cabildo para que ellos, a su vez, pudieran reconocer la muerte delRey y aprobar la sucesin del nuevo monarca por medio de la

    61. BNP, Aclamacin y Pendones... Carlos II. Los orgenes se remontan a 1366. Eire1995: 297.

    62. MacKay 1985: 19. Vase tambin Evans 1977: 121.

    63. MacKay 1985: 22.64. AGI, Lima 110, Relacin de la Jura de Felipe II.65. Angulo 1935: 137.66. BNCh, Joseph Buenda, Parentacion Real al Soberano... Seor Don Carlos II.

    Lima, 1701, fjs.19-21.

    http://www.iep.org.pe

  • IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO

    22 23designacin de una fecha futura para las ceremonias.67 El conde de laMonclova recibi la cdula real que notificaba la muerte de Carlos II elda 6 de mayo de 1701. Los miembros de la Audiencia y del Cabildo sereunieron en privado a las siete de la maana del da siguiente en susrespectivas salas para reconocer el documento ordenando un pregnque se lo anunciara a la ciudad.68

    Las exequias reales

    En el barroco, tanto la muerte como la vida fueron celebradas de maneradramtica. La transformacin hecha por Felipe II, a fines del siglodiecisis, de las exequias reales en un ritual oficial para ser celebradono slo en Madrid sino en todas las ciudades de su imperio, permiti ala monarqua espaola exaltar su poder absoluto, al mismo tiempo quele facilit la invencin de un mito de origen para la nueva dinastaaustriaca.69 La celebracin de las exequias reales no slo fue un rito desucesin sino tambin una ocasin fnebre que recordaba a todos sumortalidad, incluyendo la del monarca, a pesar de que la monarqua pa-reca sobrevivir ms all de su vida terrenal.70 Es importante contrastarla vulnerabilidad ante la muerte de los reyes espaoles con la aparenteinmortalidad de los reyes franceses. Mientras que el elaborado ritualestatal que rodeaba la muerte de los reyes franceses tena como fin resaltarla naturaleza sobrehumana o sagrada de la monarqua,71 el ceremonialespaol subrayaba la vulnerabilidad humana del rey ante Dios.72 Elcolorido vestuario del Rey francs manifestaba su inmortalidad mientrasque el vestuario negro llevado por el Rey espaol mostraba su mortalidad.

    Es posible que el hecho de que el Rey francs no muriera pblicamentecreara una distancia con sus vasallos que no parece haber existido de lamisma manera en el caso del monarca espaol.73 En Madrid, el cuerpodel Rey muerto se exhiba vestido de negro por varios das, mientrasque en las ciudades de sus reinos su muerte era representada por unaurna cubierta con lujosas telas que simbolizaban las cenizas de su cuerpodecompuesto, as como su majestad real. Su espritu se encontrabaomnipresente en las pinturas y en los artefactos que decoraban sucatafalco.74

    Las exequias reales constituan manifestaciones externas de leal-tad y de poder. Se esperaba, por lo tanto, que aquellos que recibanmayores beneficios de Dios y del Rey realizaran mayores demostracionesde dolor y de alegra. Ello fue expresado por Pedro Ramrez en su pa-negrico pronunciado en la catedral de Lima en 1613 con ocasin de lasexequias de la reina Margarita de Austria. Ramrez planteaba que, sibien todo el mundo estaba en deuda con Dios, el grado de sta depen-da de lo que cada cual haba recibido de l. Segn el fraile, dado que elRey y la reina reciban ms que nadie, estaban obligados a hacer unmayor despliegue de dolor y as sucesivamente de acuerdo a la condicinsocial de cada uno.75 El dolor o la pena, sin embargo, no se expresabanabiertamente con llantos o emociones vivas sino por medio de una mayoro menor ostentacin reflejada en las dimensiones del tmulo y en ellargo y la calidad de las lobas (o tnicas fnebres) llevadas en seal deduelo. Los lutos adoptados por todos los habitantes de la ciudad simbo-lizaban obediencia y respeto por el difunto, a la vez que mostraban lajerarqua social imperante en la ciudad.

    El vestido ceremonial barroco si entendemos estos lutos y losvestidos lujosos como tal tenan como fin reafirmar o establecer p-blicamente las cualidades de las personas que los vestan. Tambin eraampliamente sostenido en la sociedad colonial que el vestuario apro-piado preservaba el correcto orden social. Desde 1614, los lutos de

    67. Despus de 1701, los virreyes no procuraron ya el consenso del Cabildo y de laAudiencia en Lima.

    68. BNCh, Parentacion real... Carlos II, 21-25.69. Vase Mejas lvarez 1992, Maravall 1960, Eire 1995: 255-282, Varela 1990 y

    Wilkson Zerner 1998.70. Eire 1995: 296 y Orso 1989.71. Vase Giesey 1960.72. Vase por ejemplo, BNCh, Sermon Panegirico Fvneral a ... Filipo IV. El Grande.

    Lima, 1667, y BNCh, Sermon qve el Padre Maestro Fray Pedro Ramirez ... predicen las exeqvias ... de Margarita de Austria. Lima, 1613.

    73. Vase Varela 1990 y Eire 1995. Tambin BNCh, Cipriano de Medina, Oracin enMemoria de las Zenizas de D. Isabel de Borbn. Lima, 1645.

    74. All Manero 1989, Baena Gall 1992, Lisn Tolosana 1991, Mejas lvarez 1992:189-205, Orso 1989, Varela 1990 y Sebastin 1985: 110-120.

    75. BNCh, Sermn que el Padre Maestro Fray Pedro Ramrez.

    http://www.iep.org.pe

  • IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO

    24 25los oficiales de la ciudad fueron financiados por la corona espaola.76Sin embargo, se esperaba que los oficiales, nobles, y personas importantesde la ciudad distribuyeran lutos a sus familiares, incluyendo a sus cria-dos.77 Las diferencias sociales eran evidentes en el largo y la calidad delas telas utilizadas en la manufactura de los trajes ceremoniales. Porejemplo, los oficiales importantes de la ciudad vestan largas lobas defino terciopelo con grandes capirotes y mangas muy amplias, mientrasque los oficiales menores vestan unas ms cortas y fabricadas de bayeta.Se esperaba tambin que los pobres de la ciudad vistieran colores ob-scuros y sombrero. Las dimensiones de las lobas eran importantes yaque su tamao era asociado con la autoridad, de manera que mientrasms largas fueran, mayor era la autoridad que posean. Estas vestidurasdeban tocar el suelo y ser suficientemente largas y anchas para regularla distancia entre las filas durante la procesin, uniformndola por mediodel paso regulado.

    En el siglo diecisiete, el vestuario lujoso no solo constituy un im-portante smbolo de rango y poder, sino tambin un elemento funda-mental del teatro pblico del poder.78 En sus Empresas, el escritor polticoDiego Saavedra y Fajardo sealaba que la apariencia era esencial parala correcta divisin de la sociedad barroca y que la sumptuosidadera smbolo de la reputacin.79 La reputacin y la justicia eran funda-mentales para la inspiracin y preservacin de la obediencia a la ma-jestad, tanto temporal como divina, as como para la conservacin dela fe, elementos esenciales para el buen gobierno del pueblo. La osten-tacin pblica constituy un ejercicio del poder esencial para lograr un

    gobierno de xito en la sociedad de la poca. Dado que la autoridad sedefina literalmente como ostentacin, cubrirse con las lobas constituaun reflejo del rango de cada uno, as como la posibilidad de distribuirlasa familiares y criados una medida de su poder patriarcal.80 Los cronistasde estas ceremonias describan con gran dilatacin y detalle los vestidosde los participantes ms ilustres, incluyendo el color, forma y tamao decada piedra que adornaba el sombrero de cada uno de ellos. Cada por-menor adicional en la narrativa constitua una manifestacin ms delpoder y autoridad de la persona descrita. El despliegue pblico delvestuario lujoso en la Lima del diecisiete, al igual que en la Espaacoetnea, fsicamente representaba el poder. Fue en este vestir fsicodel poder donde resida la base de gran parte de la autoridad real, ypodemos asumir que tambin del poder colonial.81

    ***

    El 8 de octubre de 1621 cien repiques de campanas de la catedral deLima anunciando la muerte de Felipe III, respondidas por repiques delas otras iglesias de la ciudad, paralizaron toda la actividad urbana.82 Aligual que los lutos tanto el vestuario como el sentimiento pblicoeran considerados signos de lealtad y de amor por el Rey, los funcionariosoficiales que representaban a la corona o a la ciudad, desaparecieronde la vista pblica hasta que las lobas requeridas fueron confecciona-das. La demostracin de dolor necesitaba a la vez que todos los edificiospblicos cubriesen sus exteriores de color negro. Incluso los interioresdeban en ciertos casos vestirse de negro; las murallas y ventanasinteriores de todos los edificios coloniales y municipales fueron cubiertascon cortinas negras. El luto real requera tambin que la cama del virreyexhibiera sbanas negras mientras durara el duelo.83 De acuerdo a untestimonio de la poca, la tela negra creaba una ausencia de color y tex-

    76. En Lima, el protocolo de las exequias fue regulado primero por el Virrey Hurtadode Mendoza, primer Marqus de Caete (1555-1561) en una provisin de 1559.AHML, LTCP, Provisin de Don Hurtado de Mendoa Virrey del Peru = Lutos delRey. Consltese tambin, Recopilacin de leyes, Libro IV, Ttulo XIII, Ley x: Quelos lutos por muertes; AHML, LTCP, Cdula Real sobre lutos (1614), y Recopilacinde leyes, Libro III, Ttulo XV, ley ciii, Precedencias. Por muerte de Virreyes, Presidentes, sus mugeres no vsen los Ministros de lobas de luto, ni falten laAudiencia.

    77. AHML, LTCP, Cdula Real de Lutos, 1614.78. Vase Cummins 1991: 203-231, y AHML, LTCP, Provisin Real para que los

    Mulatos, Mulatas, Negros, ni Negras no vistan ni traigan Grana, Seda ni Oro.79. Saavedra y Fajardo 1960 (volumen II, Empresa XXXI): 61-62 y (XXI): 57, 67.

    80. AHML, Libro IV de Cdulas y Provisiones, Provisin y pragmtica de los lutos,1605.

    81. Diccionario de la lengua castellana [...] 1726.82. AGI, Lima 97, Relacin de las exequias... Philipo tercero.83. Vase BNCh, Parentacin Real... Carlos II.

    http://www.iep.org.pe

  • IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO

    26 27tura eliminando los edificios y la ciudad del campo visual haciendoreal y tangible la fatal ausencia del Rey difunto.84

    El tmulo fue, tal vez, la nica estructura colorida de la ceremoniade las exequias reales. Era una construccin de dimensiones monu-mentales que usualmente se situaba en la nave central de la catedral deLima.85 En el da de la ceremonia, esta estructura masiva se iluminabacon miles de velas que recordaban al pblico lo transitorio de su exis-tencia terrenal ya que la vida, como la llama de las velas, quemaba bri-llante e intensamente pero slo por un tiempo limitado. Este desplieguede luz representaba la naturaleza efmera de la vida y la imposibilidadde evitar la muerte, incluso para el Rey.86 El contraste entre la oscuridaddel interior de la iglesia y la luminosidad del catafalco evocaba el triunfode la vida sobre la muerte; estos smbolos podan referirse tanto al Reycomo tambin a cada uno de sus vasallos.

    De acuerdo a Josephe de Mugaburu, las exequias de Felipe IV fueroncelebradas en Lima con tanta solemnidad y grandiosidad como en lacorte misma del Rey.87 Las ceremonias comenzaron con una procesinmilitar de cinco batallones, cada uno con cien hombres uniformados yenlutados. Estos quinientos hombres vestidos de negro fueron seguidospor doscientos cincuenta y cuatro oficiales coloniales, criollos y clrigosvestidos con largas y anchas lobas. Mientras suceda todo esto, un tirode artillera fue escuchado en la ciudad cada hora durante dos dasconsecutivos, a la vez que las campanas de la catedral tocaron ciencampanazos cada hora respondidos por todas las iglesias de la ciudad.Mugaburu relata que durante la ceremonia fueron consumidas solamenteen el catafalco de la catedral dos mil treinta y una libras de cera. Du-rante las procesiones que transitaron por las calles de Lima marcando elduelo real, cada orden religiosa que entraba en la catedral para decirmisa o cantar el responsorio reciba cien libras de cera o cien velas de

    una libra cada una. Las dems parroquias de la ciudad recibieroncincuenta velas de una libra cada una para sus propias ceremonias.88

    La ceremonia central del funeral real se llev a cabo un jueves porla tarde cuando cada una de las cuatro ordenes religiosas de la ciudad sedirigieron hacia la catedral con sus comunidades portando cruces yguiadas por las imgenes de sus respectivos santos patronos: SantoDomingo, San Francisco, San Agustn, y la Virgen de la Merced, todasvestidas de luto. El Arzobispo Pedro de Villagmez continuaba lacomitiva vistiendo un gran sombrero sobre su gorra sacerdotal al frentede una gran procesin de ms de cuatrocientos clrigos seculares ensobrepellices, adems de prebendados y cannigos vestidos con largascapas de tafetn negro. La nota ms espectacular de la ceremonia fue,sin duda, el tmulo construido en la nave central de la catedral, tan altocomo su cpula.89 El catafalco era una gran pieza arquitectnica conespacio para ms de tres mil velas cuya magnificencia, de acuerdo aMugaburu, resaltaba aun ms en la oscuridad producida por los cortinajesde damascos negros y monedas de oro sevillanas (que reflejaban la luztitilante de las velas) que cubran la totalidad de las murallas interioresde la catedral, as como el techo y su cpula.90

    El tmulo de dimensiones y luminosidad impresionantes contenasiempre un sin fin de significados polticos. En Lima, el catafalco deFelipe III representaba el destino del Rey: sus victorias y hazaasmundiales, los rastros de su fama permanente, y su feliz entrada a labeatitud eterna y estaba adornado con muchas pinturas que repre-sentaban las principales historias y eventos ocurridos durante el gobiernodel Rey. Debido a que estos hechos, de acuerdo al cronista, habansucedido por orden explcita de Felipe constituan un fiel testimonio desu buen gobierno, sensatez, y xito como monarca. Los cuadros exhibidosen la estructura enfatizaban las entradas triunfales del Rey a diversasciudades europeas y los numerosos escudos de armas de todos susreinos.91 Dado que estas representaciones slo incluan mensajes positivos

    84. AGI, Lima 97, Relacin de las exequias... Philipo tercero.85. Vase Ramos Sosa 1992: 123-200, Varela 1990: 115 y Strong 1984: 42-64.86. Rodrguez Crespo 1956. Agradezco a Martn Monsalve por facilitarme una copia

    de esta transcripcin. Vase tambin, Varela 1990: 111 y Sebastin 1985: 93-125.87. Mugaburu 1975: 102.

    88. Mugaburu 1975: 102-105.89. BNM, Solemnidad Funebre i Exequias... Felipe IV.90. Mugaburu 1975: 103. BNM, Solemnidad Funebre i Exequias... Felipe IV.91. AGI, Lima 97, Relacin de las exequias... Philipo tercero.

    http://www.iep.org.pe

  • IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO

    28 29de las hazaas del Rey, tales imgenes favorables de su gobiernosugieren un intento de reinterpretar la historia en trminos positivos enlas mentes de sus vasallos.92

    Los panegricos relatados durante las exequias reales constituanuna forma adicional de reinterpretacin de la vida y obra del soberanofallecido. Estos sermones adulatorios eran siempre en primer lugarlecciones de historia, donde, antes de narrar las virtudes y victorias delRey muerto, se delineaba la genealoga del Imperio y se nombraban losmonarcas pasados, sus hazaas militares y sus virtudes mundanas. Apesar de la censura a la que eran sometidos antes de su publicacin,estos panegricos tambin podan criticar el gobierno del Rey fallecido.En 1666, Miguel Sanz Bretn comparaba la muerte de Felipe IV con laausencia de mucho sol en los reinos del Per.93 Aunque es posible queSanz Bretn se haya referido metafricamente solamente al vaco cau-sado por la muerte del Rey, la idea de rayos dbiles que apenas tocabansus reinos distantes era frecuentemente una metfora utilizada comocrtica al gobierno del monarca espaol.94

    El catafalco de Felipe III en Lima exhiba numerosos escudos dearmas reales estratgicamente situados alrededor de la urna que re-presentaba el fallecido cuerpo del Rey cubierta con lujosos damascosde brocados que manifestaban su majestad. En esta representacin delRey muerto lo que lo sobrevive no es la justicia, como en le caso de losreyes franceses simbolizado por la lit de justice sino ms bien sudinasta o genealoga real representada en el gran nmero de escudos dearmas presentes.95 Estos blasones asociaban al Rey con otros monarcasy casas reales europeas, permitiendo a los Austrias exaltar su linajedinstico como una fuente ms de su poder y autoridad.96 El poder so-cial del linaje era claramente comprendido en el Per como se reflejabaen las representaciones iconogrficas de las genealogas Incas de Manco

    Cpac que incorporaban a la dinasta del Per a Carlos V, Felipe II yotros reyes espaoles como herederos legtimos del Imperio Inca.97

    La importancia de ste linaje estuvo tambin presente en los retratosreales que usualmente se colgaban alrededor del tmulo intercaladoscon los escudos de armas de los reinos. En las exequias reales celebradasen Quito para la reina Margarita de Austria en 1613, la dinasta de losAustrias estuvo representada en veintisiete retratos de los reyes espaolesdesde Pepino I, Duque de Bravantia, hasta Felipe II.98 Estos retratos decuerpo entero y del tamao del cuerpo humano, de acuerdo al cronista,fueron copiados de un libro de estampas con gran cuidado para re-producir fielmente el detalle histrico de sus trajes originales y otrosdetalles. El cronista enfatiz repetidas veces que estos retratos eranvivas copias perfectas de las copias del libro, haciendo de ellos losmejores y ms vivos retratos en el reino.99 La copia fiel de la copia delos retratados haca que estos retratos fueran no slo autnticos sinotambin vivos; las imgenes posean el aura de los representados.100

    La proclamacin del Rey

    Mientras que los retratos de sus antecesores y los escudos de armasconectaban al Rey muerto con sus ancestros y las grandes dinastaseuropeas, el singular retrato real situado en el trono bajo un dosel doradoen el centro del gran tablado en la Plaza Mayor de Lima, ubicaba al Reyvivo en el corazn mismo de la ciudad colonial. En la proclamacin deFelipe IV, el gran escenario construido para su celebracin frente alpalacio virreinal y cercano al Cabildo meda 20 varas de largo por 15varas de ancho y 2.5 varas de alto. En cada esquina del estrado habauna pirmide de 12 varas de altura y 1.5 varas de ancho cubierta desedas de colores con una esfera en cada pice adornada con rosas, rasos,sedas y tafetanes. A la par que las proporciones del estrado y las lujosasdecoraciones daban testimonio de la majestad del Rey, la plataforma

    92. Sobre el reinado de Felipe III, vase Allen 2000. Madway 2000, por su parte, analizala prctica inglesa de reescribir la historia de las hazaas del rey.

    93. BNCh, Sermon Panegvirico... Filipo IV.94. Gil Pugol 1997: 231.95. Hanley 1999: 65-106 y 41-64. Vase tambin Kamen 2003: 3-93 y Maravall 1960.96. Trexler 1980: 92 y Maravall 1960: 102-112.

    97. Vase Julien 2000: especialmente captulo 3; tambin Cummins 1991: 203-231 y1996, Gisbert 1980 y Rowe 1967.

    98. Rodrguez Crespo 1956.99. Ibid., 217.100. Vase Benjamin 1998: 217-251. Tambin Baudrillard 1983 y Gruzinski 2002.

    http://www.iep.org.pe

  • IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO

    30 31rectangular, las rosas y las pirmides evocaban su perfeccin. Sobreeste escenario perfecto se encontraba otro ms pequeo de 14 varasde largo por 8 varas de ancho con cuatro columnas dricas que sostenanel dosel bajo el cual se encontraba el trono del Rey situado sobre unaalfombra persa. Las murallas de sta seccin estaban cubiertas concortinas de raso rosado de las cuales colgaban numerosos retratos de losancestros del monarca. En las dos columnas delanteras que sostenan eldosel haba dos estatuas gigantes de bulto representando a las dosms ilustres ciudades del reino: Lima y Cuzco. Cada una de ellassostena en sus manos una corona levemente inclinada hacia el doselcomo ofrecindola de buen agrado [al] Rey Nuestro Seor en su trasuntoen quien respetavan su Magestad no menos que en su original.101

    A pesar de que Lima y Cuzco aparecen coronando al Rey en igual-dad de condiciones el hecho que el gesto ceremonial se efectuara enLima y no en Cuzco es significativo ya que la ceremonia dotaba a Limacon el capital simblico y un aura de autoridad que poda emanar alresto del virreinato. En esta iconografa las capitales inca y colonialestaban incluidas bajo el poder del Rey espaol creando una trinidadunificadora. En la proclamacin de Carlos II en 1666, esta iconografade las urbes haba sido reemplazada por una figura del Inca ofreciendouna corona imperial al Rey de Espaa y una de la Coya extendindoleflores.102 Hacia fines del siglo diecisiete, tanto las ciudades espaolascomo las coloniales haban experimentado una considerable erosin desus poderes y autonoma bajo el reinado de Felipe IV.103 La sustitucinde las ciudades por imgenes del Inca y la Coya podra reflejar estecambio. Sin embargo, la transformacin en la iconografa coinciditambin con el aumento de la legitimidad experimentada por los Incascomo smbolos imperiales tanto en el Per como en Europa.104 Este

    cambio en las representaciones sugiere, por ltimo, la consolidacin deLima como centro indiscutible del poder colonial en el virreinato delPer.105

    La proclamacin de Felipe IV celebrada en Lima el domingo 6 defebrero de 1622, casi dos meses despus de la celebracin de las exequiasde Felipe III, mientras que la proclamacin de Carlos II se celebr elsbado 17 de octubre de 1666, exactamente un mes despus de lasexequias de Felipe IV. El perodo transcurrido entre las dos ceremoniasestuvo copado por procesiones diurnas y nocturnas de clrigos vestidosde luto, acompaados de msica lgubre, coros e incienso que emanabande las diferentes iglesias de la ciudad saturando el aire y las calles de laurbe triste por la muerte de su Rey. Sin embargo, esta atmsfera lgubrese transform rpidamente en exuberancia cuando la ciudad comenzlos preparativos para proclamar al nuevo monarca. El viernes 4 de febrerode 1622, un pregn que anunciaba la prxima proclamacin de FelipeIV exhort a los habitantes de la ciudad a salir al da siguiente con achas,fuegos artificiales, y otras alegres invenciones de acuerdo a las po-sibilidades y deseos de cada uno y celebrar as la noticia.106 Inmedia-tamente despus, y en marcado contraste con las exequias reales, lascampanas de la catedral repicaron alegremente, las gentes se despojaronde sus lutos y vistieron lujosos trajes de diversos colores, a la vez quelos edificios cambiaron sus colgaduras fnebres por ricas y coloridasalfombras persas, sobrecamas de Holanda y sedas de la China. Durantela proclamacin, terciopelos bordados con hilos de oro colgaban de lasventanas y balcones desde donde las damas observaban a los caballeroslujosamente vestidos pasendose ms abajo por la plaza.

    ***

    La entrada del Alfrez Real a la plaza llevando el lujoso EstandarteReal que exhiba los escudos reales de un lado y los de la ciudad deLima con tres coronas y una estrella en el otro, iniciaba el actoculminante de la proclamacin. Acompaado de dos alcaldes ordinariosy miembros del Cabildo, el alfrez subi las escaleras al estrado donde

    101. AHML, LTCP-SP, Relacion de la solemnidad y fiestas... del Rey... Felipe quarto.102. BNP, Aclamacion y Pendones que levanto la muy noble y coronada ciudad de los

    Reyes por el Catolico y Augustissimo Rey D. Carlos II. Lima, 1666. Sobre el papeldel Inca y la Coya en las ceremonias del reino de Quito, vase Espinosa Fernndezde Crdoba 1989: 17-21; un anlisis del mismo tema en el Cuzco se encuentra enDean 1999.

    103. Latasa Vassallo 1997: 118-153.104. Vase Burga 1988, Espinosa Fernndez de Crdoba 1989 y Osorio 2003.

    105. Osorio 2001.106. AHML, LTCP-SP, Relacion de la solemnidad y fiestas... del Rey... Felipe quarto.

    http://www.iep.org.pe

  • IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO

    32 33se encontraba sentado el Rey. Parado frente a su retrato, el alfrez hizotres reverencias agitando el estandarte despus de cada una y arrodilla-do frente al presidente de la Audiencia, exclam: Esta ciudad de losREYES, viene en cumplimiento de lo que S. Magd. manda conforme asu obligacin, y fidelidad a alzar Pendones por su Rey, y Seor natural,el REY Don Felipe quarto deeste nombre que Dios guarde muchos aos.El Rey, hablando a travs de la voz del oidor ms antiguo, reconociendola fidelidad de la ciudad y su amor por l reflejada en su despliegue degrandes demostraciones de juvilo, y fiestas, y tan excesivos gastos,jur respetarle sus viejos privilegios y concederle nuevos en el futuro.Tomando el Estandarte Real del Alfrez Real, el oidor se adelant yparado frente al Rey proclam: Castilla, Len, Piru, por el REY nuestroSEOR FELIPE DIOS GUARDE muchos aos! El pblico exclam enrespuesta: Viva el REY Nuestro Seor Felipe quarto; viva el Rey felicesaos!107

    El retrato del Rey y el ejercicio del poder real

    En su relato, Romn de Herrera dedica especial atencin a las di-mensiones y ornamentacin del marco del retrato de Felipe IV exhibidoen Lima.108 A partir del Renacimiento, los marcos dorados simbolizaronrango y distincin pasando a constituir un aspecto esencial de la virtudde la imagen, confirindole honor social a la persona circunscrita enellos.109 En Lima, la pintura de Felipe IV lo mostraba de cuerpo enteroreclinado y vestido de color purpreo; tanto la postura del rey como elcolor de su vestuario eran signos de realeza. A pesar de que el retratomostraba al rey de cuerpo entero, Herrera slo enfatiz la parte supe-rior alta, o ms especficamente su cara, sealando que su leve sonrisatambin un gesto real transmita un mirar autorizado.110 En la cr-

    nica de la proclamacin de Carlos II en 1666, el escritor tambin sealque el retrato del Rey [r]epresentaba Magestad, imperio, y dominio.111Descripciones coetneas de los retratos de Felipe IV y Carlos II enfatizanlos ojos del Rey; en ellas se sugera que se poda llegar a la esenciamisma del monarca a travs de la fiel representacin de sus ojos ex-presivos.112 Antonio de Len Pinelo explicaba en 1641 que la cara re-velaba la naturaleza de la persona en su totalidad, tanto espiritual cmofsicamente porque todo se abrevia en el rostro, i a l se reduzen lasperfecciones, que en los demas miembros estan repartidas.113 En laopinin de Pinelo, uno poda alcanzar el espritu de la persona a travsde sus ojos. Citando a Ovidio, Pinelo sealaba que en el rostro est elafecto, i este se comunica por los ojos.114 Segn l, la cabeza comprendael cuerpo entero; a pesar de que entenda que ella terminaba en el cuello,afirmaba: toda la muger es cabea y sus lmites se entienden, hastadonde comienza el vestido.115 La nocin de la cabeza como la sumatotal del cuerpo estaba reflejada en la teora poltica de la poca, dndeel Rey incorporaba como la cabeza, la totalidad de sus reinos ypoderes.116 Para Pinelo, el acto de mostrar la cara implicaba descu-brir[se] ambos en el sentido de descubrimiento y de revelacin de s aotros.

    Durante el siglo diecisiete, la monarqua espaola, tanto en Espaacomo en Lima, adopt cada vez ms la costumbre de que los retratosreales presidieran las ceremonias reales en lugar del Rey ausente. Elxito de la sustitucin de lo real por el simulacro se ilustra en elincidente que ocurri durante la rebelin napolitana de 1647 cuando losmismos rebeldes que haban iniciado el fuego que destruy el palacioreal rescataron el retrato real de Felipe IV arrastrando sus estandartes

    107. AHML, LTCP-SP, Relacion de la solemnidad y fiestas... del Rey... Felipe quarto.108. AHML, LTCP-SP, Relacion de la solemnidad y fiestas... del Rey... Felipe quarto.109. Trexler 1980: 92.110. AHML, LTCP-SP, Relacion de la solemnidad y fiestas... del Rey... Felipe quarto.

    Tambin, Instruccin dada al Marqus de Montesclaros, 267-272. Para el casode Mxico, vase Schreffler 2000.

    111. BNP, Aclamacion y Pendones... Carlos II.112. BNP, Aclamacion y Pendones... Carlos II, 36-36v.113. BNCh, Antonio de Len Pinelo, Velos Antiguos i modernos en los rostros de las

    mugeres sus con ueniencias i daos. Ilustracion De la Real Prematica de lasTapadas. Madrid, 1641: 72.

    114. Pinelo, 1641: 73. Vase tambin Ovidio 1982:166-238 y Sennett 1976: 3-44.115. Pinelo, 1641: 78v-79.116. Vase Diego de Tovar Valderrama, Instituciones Polticas, Alcal de Henares, 1645

    y Kantorowicz 1957.

    http://www.iep.org.pe

  • IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO

    34 35reales inmediatamente despus como gesto de obediencia y respeto almonarca.117

    ***

    Tras la llegada de la dinasta borbnica en el siglo dieciocho, la pre-ponderancia del retrato del Rey en los rituales pblicos limeos declinsistemticamente. Ya para la proclamacin de Felipe V en 1701, el retratosingular del Rey no fue exhibido en la plaza mayor durante su pro-clamacin. En su reemplazo, la ciudad reparti entre el pblico presen-te estampas o pequeas imgenes impresas del rey ausente. Para laproclamacin de Carlos III en 1759, la cara y cuerpo del Rey de-saparecieron completamente y en su lugar el Real Pendn fue acomodadoen almohadones de lujoso brocado abajo el dosel en el centro del es-cenario en la Plaza Mayor.118 En esa misma ocasin, la aclamacin seredujo a Castilla y las Indias y los reinos del Per fueron perma-nentemente abandonados. Estos cambios sugieren que la presencia yrelacin ms personal de los Austrias dio paso a una representacin msabstracta de la figura del Rey bajo los Borbones. De igual manera, estastransformaciones reflejan un cambio en la relacin poltica imperial consus territorios que finalmente convirti a los reinos del Per en unamera colonia de Espaa hacia fines de siglo. El ceremonial poltico delsiglo dieciocho en Lima reflej rpidamente el protocolo ceremonialobservado por los Borbones franceses eliminando permanentemente elcuerpo y los ojos del rey de las ceremonias pblicas as como de susdescripciones.119

    Reflexiones finales

    Como en las Indias el Rey vivo no fue producido jams, la ausenciadel original condicion el entendimiento y la relacin poltica con susimulacro, hacindolo efectivamente real. Dado que el referente nofue visto nunca en Lima, el simulacro se convirti en verdadero por

    virtud de esta ausencia, combinado con el hecho de que el virrey noestuviera presente durante las ceremonias reales en el siglo diecisiete.Por lo tanto, el Rey espaol en Lima fue una imagen de autoridad nomuy distinta de la de Dios: poda verlo todo pero nunca ser visto enpersona. En otras palabras, la presencia del Rey se poda sentir pero sucuerpo material slo poda ser imaginado.

    En la metafsica barroca, la distincin entre el smbolo y lo sim-bolizado (o entre el signo y el significador) fue minimizada ya que secrea que todas las cosas posean una correspondencia oculta. El corazn,por ejemplo, no slo sirvi como metfora del Rey, sino que tambinpoda ser el Rey.120 Bernard Cohn ha sealado que en la India [oriental]en el siglo diecisiete el cuerpo del gobernador fue literalmente suautoridad, cuya sustancia se transmita a travs de lo que los europeosvieron como objetos. La ropa, las armas, las joyas y el papel constituyeronlos medios por los cuales el gobernador poda transmitir la sustancia desu autoridad a una persona elegida.121 En el Per, los reyes espaoleseran tambin conocidos por sus vasallos mayoritariamente a travs deobjetos tales como sus retratos, emblemas, insignias reales, y pa-labras inscritas en las Cdulas Reales escritas en papel sellado y pro-minentemente firmadas: Yo EL REY. Estos objetos y palabras deben servistos en el contexto americano como un simulacro barroco.122 En re-sumen, el simulacro o copia sin un original del Rey espaol fueverdadero/real para sus vasallos coloniales del Per.

    La hiperrealidad del Rey en la Lima del diecisiete fue revelada asus vasallos ultramarinos en diversas ceremonias centradas alrededorde su real persona. Ellas tuvieron la doble funcin de (re)presentar alRey y de unir a leales y amantes vasallos en un pacto con l.123 En unapalabra, el simulacro constituy un ejercicio barroco del poder colonialy no una mera exageracin colonial como han sealado algunosautores.124 Esta celebracin y su despliegue ceremonial fueron vistos

    117. Gil Pujol 1997: 233.118. Vase BNP, Anonimo. Solemne Proclamacion... Felipe V, y BNP, Lima Gozoza.119. Vase Burke 1992 y Marn 1993.

    120. Varela 1990: 80. Vase tambin Checa y Morn 1989.121. Cohn 1985: 279; traduccin de la autora. Sobre este tema consltese tambin Prez

    Samper 1997: 379-394.122. Vase Gruzinsky 1994 y Baudrillard 1983.123. Vase Trexler 1980 y Kertzer 1988.124. Palma 1964.

    http://www.iep.org.pe

    DanielResaltar

    DanielResaltar

  • IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO

    36 37como elementos esenciales en la inspiracin y mantenimiento de la obe-diencia a la majestad,tanto temporal como divina.125 La cara de Janode las exequias reales y la proclamacin del Rey, o de la muerte y lavida y la continuidad de la monarqua, estn quizs mejor expresadas enaquel antiguo proverbio castellano, A rey muerto, rey puesto.126

    Jos Antonio Maravall, Jos Dez Borque y otros autores han se-alado que la celebracin de las exequias reales proporcion a la mo-narqua espaola una ocasin ms para realzar su majestad y poder,manipulando desde la cspide las emociones de sus vasallos. De igualmanera, para ngel Rama, los centros urbanos del imperio, o las ciudadescoloniales constituyeron el principal instrumento de comunicacin so-cial, a travs de las cuales se diriga la diseminacin pblica de las ideo-logas sociales.127 Como Maravall, Rama seal tambin que los des-pliegues ceremoniales pblicos de la ciudad barroca tales como losarcos triunfales erigidos para las entradas virreinales constituyeronun simulacro poltico y un teatro de virtudes polticas.128 Para Rama,sin embargo, ambos temas mostraban el funcionamiento ideolgico delos intelectuales coloniales, ejemplificando la manera en que ellos inten-taron conjugar diversas fuerzas sociales, y tipificar su constante exal-tacin de (y bsqueda del patrocinio de) aquellos que, como la figuracarismtica del virrey, personificaban el poder real.129 Si bien es ciertoque las crnicas oficiales de las ceremonias barrocas enfatizan la ideade que el ornamento y la decoracin representaban el poder real y quelas ciudades utilizaron las ceremonias y las propias crnicas de estos ri-tuales en sus rivalidades y disputas, la presuncin de que las elites loca-les las realizaron como simples instrumentos para la diseminacin desus ideales tiende a subestimar el papel de estas ceremonias como impor-tantes rituales polticos en un proceso histrico de formacin cultural.130

    John Beverly ha sealado que hacia fines del siglo diecinueve, elbarroco fue visto por los intelectuales como un estilo cultural esen-cialmente reaccionario.131 Las ceremonias barrocas en las Indias hansido frecuentemente interpretadas como evidencia de la decadencia ycorrupcin del estado colonial. En su estudio clsico The Spanish Em-pire in America, C. H. Haring, por ejemplo, sostiene que una de lascaractersticas de la poltica espaola en Amrica desde mediados delsiglo diecisis fue casi [...] [una] petrificacin de su vida institucional.Aadiendo que durante este periodo la historia del estado espaol enAmrica se convirti en poco menos que una coleccin de ancdotasms o menos pintorescas donde los conflictos jurisdiccionales y losproblemas de etiqueta consumieron la vida de los jueces y virreyes.132Detrs de la crtica de Haring al protocolo poltico ceremonial de laAmrica espaola est la nocin de que ms all de la irracionalidaddel barroco se poda encontrar un orden poltico racional ejemplificadopor el Liberalismo Ilustrado ausente en el continente colonial. Esteestudio sugiere, sin embargo, que la etiqueta pblica proporcion msque simples ancdotas pintorescas de un estado colonial momificado,ya que tanto las ceremonias barrocas de Lima como las crnicas oficialesde ellas, constituyeron conjuntamente la verdadera esencia de la accinde gobernar en este periodo temprano moderno colonial.133

    ***

    Segn John Beverly el concepto del estado absolutista de Maravallquien lo deriva de la caracterizacin de Weber de la burocracia delestado moderno asume una gran confluencia de intereses entre la Co-rona, la nobleza, y la Iglesia, as como un grado demasiado alto decentralizacin y racionalidad funcional al aparato del estado en s.134Para Beverly, una visin ms productiva de la representacin del estadoen la cultura del barroco, sera verlo como lo imaginario en un sentidolacaniano de la proyeccin del deseo que sistemticamente malin-

    125. Vase Saavedra y Fajardo 1960 (II, XXI): 57 y 67.126. OKane 1959.127. Rama 1996: 23. Traduccin de la autora.128. Ibid., 24.129. Rama 1996, 24. Traduccin de la autora.130. Vase Maravall 1986, Bonet Correa 1983: 45-78, Dez Borque 1986: 11-40, Mejas

    lvarez 1992 y Beezley y otros 1994.

    131. Beverly 1993: 47.132. Haring 1947: 76.133. Geertz, 1980: 13.134. Beverly 1993: 60.

    http://www.iep.org.pe

    DanielResaltar

  • IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO

    38 39terpreta lo real del absolutismo, ms que como una manifestacin desu coherencia y autoridad.135 Las ceremonias oficiales de Lima fueronrealmente imaginarias, o representaciones deseadas de un centro depoder unificado a travs de las cuales se plasmaba e infunda elimaginario del estado. La imagen del Rey confiri coherencia a lo quefue de otra manera, una sociedad colonial fragmentada; el simulacro delRey y sus ceremonias pblicas constituyeron el ejercicio del poder y nosimples representaciones de ste. An ms, el simulacro del Rey fueesencial para la creacin/produccin del aura cortesana de Lima colo-nial, en ese momento moderno temprano cuando las ciudades capitalesse estaban convirtiendo en el principal referente del imaginario delEstado.

    REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS

    ACOSTA DE ARIAS SCHREIBER, Rosa Mara1997 Fiestas coloniales urbanas (Lima, Cuzco, Potos). Lima: Oto-

    rongo Producciones.

    ALFONSO SNCHEZ COELLO Y EL RETRATO EN LA CORTE DE FELIPE II.1990 Exposicin. Madrid: Museo del Prado.

    ALLEN, Paul C.2000 Philip III and the Pax Hispanica 1598-1621. The Failure of the

    Grand Strategy. New Haven: Yale University Press.

    ALL MANERO, Adita1989 Aportacin al estudio de las exequias reales en Hispanoamrica.

    La influencia sevillana en algunos tmulos limeos y mexicanos.En Anuario del Departamento de Historia y Teora del Arte, 1.Madrid, pp. 121-137.

    LVAREZ REQUILLO, Lino, et. al.1982 Plazas et sociabilite en Europe et Amerique Latine. Pars: Casa

    de Velzquez.

    ANGULO, Diego1935 Exequias de Carlos V en la Ciudad de los Reyes. En Revista

    del Archivo Nacional del Per, julio-diciembre, VIII (EntregaII). Lima: ANP.

    BAENA GALL, Jos Manuel1992 Exequias reales en la catedral de Sevilla durante el siglo XVII.

    En Arte Hispalense 31. Sevilla.

    BAUDRILLARD, Jean1983 The Precession of Simulacra. En Simulations. Nueva York:

    Semiotext(e).

    BENJAMIN, Walter1988 Illuminations. Essays and Reflections. Nueva York: Schocken

    Books.

    135. Beverly 1993: 60. Traduccin de la autora.

    http://www.iep.org.pe

    DanielResaltar

    DanielResaltar

    DanielResaltar

    DanielResaltar

    DanielResaltar

  • IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO

    40 41BEEZLEY, William (ed.)1994 Rituals of Power/Rituals of Rule. Wilmington, Delaware: Schol-

    arly Resource.

    BEVERLY, John1993 Against Literature. Minneapolis: University of Minnesota Press.

    BONET CORREA, Antonio1983 La fiesta barroca como prctica del poder. En El arte efmero

    en el mundo hispnico. Mxico: Universidad Nacional Autnomade Mxico.

    BOURDIEU, Pierre1984 Distinction. A Social Critique of the Judgement of Taste. Cam-

    bridge: Harvard University Press.

    1991 Language and Symbolic Power. Cambridge: Harvard UniversityPress.

    BOUZA, Fernando1996 Los Austrias Mayores. Imperio y monarqua de Carlos I y Felipe

    II. Madrid: Historia 16.

    1998 Imagen y propaganda. Captulos de Historia Cultural del Rei-nado de Felipe II. Madrid: Akal Ediciones.

    BROMLEY, Juan y Jos BARBAGELATA1945 Evolucin urbana de Lima. Lima: Talleres Grficos de la Edito-

    rial Lumen, S. A.

    BROWN, Jonathan2000 La antigua monarqua espaola como rea cultural. En Los

    Siglos de Oro en los virreinatos de Amrica, 1550-1700. Madrid:Museo de Amrica, pp. 19-26.

    BURKE, Peter1986 The Italian Renaissance. Culture and Society in Italy. Princeton:

    Princeton University Press, pp.162-176.

    1992 The Fabrication of Louis XIV. New Haven: Yale University Press.

    BURGA, Manuel1988 Nacimiento de una utopa. Muerte y resurreccin de los incas.

    Lima: Instituto de Apoyo Agrario.

    CAEQUE, Alejandro1996 Theater of Power: Writing and Representing the Auto de Fe in

    Colonial Mexico. En The Americas, 52, 3, enero, p. 334.

    CERTEAU, Michel de1988 The Practice of Everyday Life. Berkeley: University of Califor-

    nia Press.

    CHARNEY, Paul1988 El indio urbano: un anlisis econmico y social de la poblacin

    india de Lima en 1613. En Histrica XII (1), pp. 9 y 11-16.

    CHECA, Fernando y Jos M. MORN1989 El Barroco. Madrid: Ediciones Istmo.

    CHRISTIAN, William1981 Local Religion in Sixteenth-Century Spain. Princeton: Princeton

    University Press.

    COELLO DE LA ROSA, Alexander2000 El barro de Cristo. Entre la corona y el evangelio en el Per

    virreinal (1568-1580). Barcelona: Universitat Autnoma deBarcelona.

    COHN, Bernard1985 The Command of Language and the Language of Command.

    En Ranhit Guha (ed.), Subaltern Studies, vol. IV, p. 279.

    COVARRUBIAS HOROZCO, Sebastin de1943 Tesoro de la Lengua Castellana. Barcelona.

    CRUZ DE AMENBAR, Isabel1995 La fiesta: metamorfosis de lo cotidiano. Santiago: Universidad

    Catlica de Chile.

    CUMMINS, Thomas B. F.1991 We are the Other: Peruvian Portraits of Colonial Kurakakuna.

    En Kenneth J. Andrien y Rolena Adorno, Transatlantic Encoun-ters. European and Andeans in the Sixteenth Century. Berkeley:University of California Press, pp. 203-231.

    1996 A Tale of Two Cities: Cuzco, Lima and the Construction ofColonial Representation. En Converging Cultures. Art and Iden-tity in Spanish America. Brooklyn: The Brooklyn Museum.

    http://www.iep.org.pe

  • IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO

    42 43CURCIO-NAGY, Linda1993 Saints, Sovereignty and Spectacle in Colonial Mexico, Ph.D.

    Dissertation. Tulane University.

    DEAN, Carolyn1999 Inka Bodies and the Body of Christ. Corpus Christi in Colonial

    Cuzco, Peru. Durham: Duke University Press.

    DICCIONARIO DE LA LENGUA CASTELLANA [...]1726 1979 Madrid: Editorial Gredos.

    DICKENS, A. G. (ed.)1977 The Courts of Europe. Politics, Patronage and Royalty. 1400-

    1800. Londres: Thames and Hudson.

    DEZ BORQUE, Jos Mara1986 Relaciones del teatro y fiesta en el barroco espaol. En J. M.

    Dez Borque (ed.), Teatro y Fiesta en el Barroco. Espaa eIberoamrica. Espaa: Ediciones del Serbal, pp. 11-40.

    DOMNGUEZ ORTIZ, Antonio1969 Estudios de historia econmica y social de Espaa. Barcelona:

    Ariel.

    1984 Poltica fiscal y cambio social en la Espaa del siglo XVII.Madrid: Instituto de Estudios Fiscales.

    DURN MONTERO, Mara Antonia1978 Fundacin de ciudades en le Per durante el siglo XVI. Sevilla:

    Escuela de Estudios Hispano-Americanos.

    1992 Lima en 1613: aspectos urbanos, Anuario de Estudios Ame-ricanos 7, XLIX. Sevilla: EEHA.

    EDGERTON, Samuel Y.1980 Icons of Justice, Past and Present 89, pp. 23-38.

    EGUIGUREN, Luis Antonio1945 Las calles de Lima. Lima.

    EIRE, Carlos M. N.1995 From Madrid to Purgatory: the art and craft of dying in six-

    teenth-century Spain. Cambridge: Cambridge University Press.

    ESCOBAR, Jess2003 The Plaza Mayor and the Shaping of Baroque Madrid. Cam-

    bridge: Cambridge University Press.

    ESPINOSA FERNNDEZ DE CRDOBA, Carlos E.1989 La Mascarada del Inca: Una investigacin acerca del Teatro

    Poltico de la Colonia, Miscelnea Histrica Ecuatoriana 2,Ao 2, pp. 17-21.

    EVANS, R. J. W.1977 The Austrian Habsburgs.The Dynasty as a Political Institution.

    En A. G. Dickens (ed.), The Courts of Europe. Politics, Patron-age and Royalty. 1400-1800. Londres: Thames and Hudson.

    FLOR, Fernando R. de la2002 Barroco. Representacin e ideologa en el mundo hispnico

    (1580-1680). Madrid: Ediciones Ctedra.

    FOUCAULT, Michael1994 The Order of Things. An Archeology of the Human Sciences.

    Nueva York: Vintage Books, pp. 46-77.

    GLVEZ, Jos1943 Las calles de Lima y meses del ao. Lima: Editorial San Martn.

    GEERTZ, Clifford1980 Negara: The Theatre State in Seventeenth-Century Bali. Prin-

    ceton: Princeton University Press.

    GIESEY, Ralph E.1960 The Royal Funeral Ceremony in Renaissance France. Genve:

    Librairie E. Droz.

    1999 Models of Rulership in French Royal Ceremonial. En Wilentz,Sean (ed.), Rites of Power. Symbolism, Ritual and Politics Sincethe Middle Ages. Philadelphia: University of Pennsylvania Press,pp. 41-64.

    GIL PUJOL, Xavier1997 Una cultura cortesana provincial: Patria, comunicacin y

    lenguaje en la monarqua hispnica de los Austrias. En PabloFernndez Albadalejo, Monarqua, imperio y pueblos en laEspaa moderna. Alicante: Universidad de Alicante, pp. 225-258.

    http://www.iep.org.pe

  • IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO IEP/ DOCUMENTO DE TRABAJO

    44 45GISBERT, Teresa1980 Iconografa y mitos indgenas. La Paz: Gisbert.

    GRUZINSKI, Serge1994 La Guerra de las imgenes. De Cristbal Coln a Blade Run-

    ner (1492-2019). Mxico: Fondo de Cultura Econmica.

    2002 The Mestizo Mind. The Intellectual Dynamics of Colonizationand Globalization. Nueva York: Routledge.

    GUERRA, Franois-Xavier1994 La desintegracin de la Monarqua hispnica: Revolucin de

    Independencia. En Antonio Anino, Luis Castro Leiva y Fran-oise-Xavier Guerra (eds.), De los Imperios a las Naciones: Ibero-amrica. Zaragoza: Ibercaja.

    GUNTHER, Juan1983 Coleccin de mapas de Lima 1613-1983. Lima: Municipalidad

    de Lima.

    HANLEY, Sarah1999 Legend, Ritual and Discourse in the Lit de Justice Assembly:

    French Constitutional Ideology, 1527-1641. En Sean Wilentz,(ed.), Rites of Power. Symbolism, Ritual, and Politics since theMiddle Ages. Philadelphia: University of Pennsylvania Press, pp.65-106.

    HARING, C. H.1947 The Spanish Empire in America. Nueva York: Oxford Univer-

    sity Press.

    JULIEN, Catherine2000 Reading Inca History. Iowa City: University of Iowa Press.

    KAGAN, Richard L.2000 Urban Images of the Hispanic World, 1493-1793. New Haven:

    Yale University Press.

    KAMEN, Henry2003 Empire. How Spain Became A World Power, 1492-1763. Nueva

    York: Harper Collins.

    KANTOROWICZ, Ernst H.1957 The Kings Two Bodies. A Study in Medieval Political Theology.

    Princeton: Princeton University Press.

    KERTZER, David I.1988 Ritual, Politics, & Power. New Haven: Yale University Press.

    LATASA VASSALLO, Pilar1997 Administracin virreinal en el Per: Gobierno del Marqus de

    Montesclaros (1607-1615). Madrid: Centro de Estudios RamnAreces.

    LECHNER, J.1981 El concepto de polica y su presencia en la obra de los primeros

    historiadores de Indias, Revista de Indias 63-166, vol. 41, pp.395-409.

    LIBROS DE CABILDO DE LIMA (LCL)1935 Lima: Torres Aguirre - SanMart y Ca.

    LISN TOLOSANA, Carmelo1991 La imagen del Rey. Monarqua, realeza y poder ritual en la Casa

    de los Austrias. Madrid: Espasa Calpe.

    LOHMANN VILLENA, Guillermo1994 La fiesta en el arte. Lima: Banco de Crdito del Per.

    1996 La Semana Santa de Lima. Lima: Banco de Crdito del Per.

    MACKAY, Angus1985 Ritual and Propaganda in Fifteenth-Century Castile. Past and

    Present 107, 19.

    MADWAY, Lorraine2000 The Remaking of Majesty: Oliver Cromwell and the Visual

    Imagery of Monarchy, (Ponencia presentada en el Cong