albeiro arias desterrados de la luz poesÍa
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Albeiro Arias
Desterrados de la
Luz
Alcaldía de IbaguéSecretaría de Cultura, Turismo
y Comercio de Ibagué
Premio de poesía Juan Lozano y Lozano en el marco de los Estímulos Artísticos
y Culturales 2013
Poesía
ALBEIRO ARIAS
DESTERRADOS DE LA LUZ
Poesía
Premio de poesía Juan Lozano y Lozanoen el marco de los Estímulos Artísticos y Culturales 2013
Alcaldía de IbaguéSecretaría de Cultura, Turismo
y Comercio de Ibagué
© Albeiro [email protected]@ALBEIROARIAS© Alcaldía de Ibagué© Secretaria de Cultura, Turismo y Comercio de Ibagué
ISBN: 978-958-8822-22-8
Diagramación: Caza de Libros EditoresDiseño de carátula: Caza de Libros Editores
Impreso en Colombia
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“No tenemos nada nuestro, salvo el tiempo,del que gozan hasta quienes no tienen morada”
Baltasar Gracián, El Cortesano
Desplazados del paraíso 1.
Ese lugarque tú mencionas en tus sueños,
sigue ahí, donde siempre estuvo.
Pero la lluvia aún no llegapara lavar las cenizas ni la sangre coagulada
de lo que un día fuera el dintel de tu casa.
Antonio María Flórez
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Cuando el vuelo del pájaro se apaga, la casa se llena de palabras
Dos versos entresacados del poemario Desterrados de la luz, de Al-beiro Arias, sirven de título para este breve texto. De la misma ma-nera podrían entretejerse y parafrasearse muchos otros para desta-car el grave lamento y leve canto ante el dolor y la esperanza de los densos y sugestivos poemas de este libro.
Uno tras otro, los poemas se defienden por sí solos, tanto por su tono como por la capacidad de generar una atmósfera que crece mientras se avanza por cada una de sus partes. Y desde el comien-zo apelan de manera alusiva, poniendo de presente la tensión gene-rada por la violencia y sus consecuencias y fantasmas, y la manera como se convoca e invita a creer en la escritura como palabra que no sirve para redimir pero sí de puerta que fija huellas y da salida al profundo malestar que agobia.
Desterrados de la luz habla del dolor. No cualquier dolor, sino del espíritu del dolor. El de una experiencia que se contiene, en el sentido más profundo del término, sin permitirse desbocar el mie-do, el horror, la angustia, la orfandad y el sentimiento de desolación. Nada más significativo que cada expresión que se amasa y amansa con el lenguaje creativo, como lo propone ese yo poético que habla en cada verso para dar constancia del mundo desmantelado, de las ausencias, del tiempo y de los espacios vacíos ante la muerte que amenaza. Y tampoco es cualquier muerte: es la de la violencia que
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Albeiro Arias
persigue con la zozobra que conduce al exilio, al desplazamiento, al destierro, a la pérdida y a los abandonos. Muerte que de manera se-mejante cantaron Wilslawa Szymborska, Mahmud Dawirsh, Marina Stvietáieva o Juan Gelman en otros territorios. Temas y tonos que nos resultan próximos.
Es la poética de un mundo desmantelado que se nombra con el sintagma de Eugenio Montejo cuando definió la relación del poe-ta con la vida: “alfabeto del mundo”. Este alfabeto también apresa vida y dolor a través de la escritura. Y no lo hace desde una poesía encubierta donde sobresalen las metáforas, sino de manera revela-dora en la que las realidades están ahí mientras cae una lluvia por entre agujeros negros. El dolor habla y sin embargo, no se aguarda redención a través de la palabra poética, sino más bien compañía, pues ella, escritura o palabra, como una eterna Penélope al cons-truir la espera, camina por los rastros, sigue huellas y da refugio. La palabra es la huella de los desheredados del paraíso, dice uno de los versos, mientras en otros afirma que “el poeta ha decidido ex-tirparse los ojos” y que “sus lágrimas no pueden apagar el incendio del mundo”.
Los miedos, los ejércitos invisibles, los “niños que jamás intima-ron con la travesura”, o lo amenazante que acaba con la infancia y sus muñecos de felpa, en fin, se presentan en claroscuro y ante una luna siempre a la intemperie. Esa necesidad de llorar hacia adentro, de exiliarse, de estar forzado a borrar recuerdos, o a percibir que no queda una gota de aire en ellos, se relaciona con cielos clausurados, hogueras apagadas, luciérnagas derribadas, ciudades enmarañadas que agonizan mientras se oyen disparos que “espantan de los ojos el cielo” y se confirma que “el camposanto atrapa/ el tiempo que muere con cada hombre”, o que los cementerios se llenan con la vida de sus muertos.
Como en un largo juego de contrarios o un oxímoron juguetón, el camino que se forja con el canto de una naturaleza poética cuya atmósfera de desolación y desconsuelo compete a un estado de ánimo sólo posible a través de la experiencia. En esta diversidad de figuras opuestas, la luz tiene oscuridad, el hielo tiene fuego, día
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Desterrados de la Luz
es noche, lo visible es invisible, el paisaje natural se desdobla en el urbano y la palabra puede ser silencio.
La experiencia propuesta no es privativa de un individuo sino forma parte de un legado histórico y universal, que Albeiro Arias logra transmitir desde un sentimiento particular frente a esa reali-dad propia e inmediata donde “los ocobos de octubre se deshojan”, y se extiende a una verdad universal: la de estar condenado a vivir en medio de la violencia, el horror y de la muerte. Todos somos “desheredados del paraíso” y expulsados de la luz, como el primer ángel, el caído, y la primera pareja. He aquí una simbología univer-sal y unas analogías que superan la temporalidad. En este no poder caminar, sentir el miedo ajeno, sentirse paralizado y exangüe, sub-yacen los arquetipos que muestran la tensión entre la luz y la os-curidad, la libertad y la prisión, la ciudad y la diversidad natural, la memoria y la desmemoria. Así como Luzbel da paso a Lucifer para mostrar el contrario de la luz, Eva y Adán viven la condena a la in-felicidad con la expulsión del Paraíso, Caín vive la condena de estar errante sobre la tierra. Si en el pasado estaba la abuela destejiendo ponientes en el patio, en el presente se llevan flores a los sepulcros y queda la duda sobre la existencia de los pájaros: “Talvez, nunca hubo risa sino pájaros, pájaros que nadie vio”. Queda la esperanza, a veces escéptica, de la palabra que da refugio aunque no salve, en ese Mundo desmantelado, en Las tumbas del almanaque, en el Anaquel de ausencias, en El sótano de tus ojos. Cuando el vuelo del
pájaro se apaga, la casa se llena de palabras
Luz Mary Giraldo
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INTROITO Criaturas del aire
F.S.
Acabo de sentir un aterrador momento de miedo.
Ese que pocas veces me convengo abrigar, y cuando sucede, debe ser breve, aunque vivido como inagotable puesto que el miedo paraliza y en mi bosque eso se traduce en muerte. Trepé hasta la copa del árbol más alto, ese que sobresale como una isla en el verde mar de hojas y sentí desasosiego. No fui capaz de regresar al rincón de la selva que es mi refugio, al que he retornado desde lugares inimaginables.
Acabo de sentir un aterrador momento de miedo.
No es el miedo del cervatillo, cuando da sus postrimeros saltos antes de caer bajo las zarpas del felino. Ni el miedo del fastuoso elefante y su manada, cuando el fuego devasta el horizonte y arropa el cielo magno con su crujir letal. No es el miedo ancestral a las creaturas invisibles que reptan, gruñen, rugen, saltan, nadan o zumban en la penumbra.
Acabo de sentir un aterrador momento de miedo.
Llegaron a mi bosque los civilizados con sus ejércitos de muerte.
MUNDO DESMANTELADO
Manos crispadas me confinan al exilio.
Ayúdame a no pedir
ayuda. Me quieren anochecer,
me van a morir.
Alejandra Pizarnik
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Desterrados de la Luz
1.
No he visto letreros de neón ni autobuses,
pero ya soy todo metrópoli.
Aquí comienza el nomadismo para mí,
que se alimenten mis pies con el asfalto,
que nadie me acoja como la ruina a donde nada llega,
que todo sea soledad y extrañeza,
cartografía que no indica un lugar para existir.
Hoy un mundo comienza y otro acaba,
esa es mi certeza, criaturas que zarpan
y se adentran en la oscuridad de los callejones.
Cuando todo suceda, espero no olvidar la flor
que alguna vez le dio luz a tu mirada.
Porque ya soy como cualquier ciudad,
destierro, hambre y muerte.
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Albeiro Arias
2.
Sí,
he sido testigo de todo.
Ejércitos invisibles destruir todo lo visible.
Las garras del miedo arrasando bosques como un diluvio nuevo.
La noche enferma
y unos pies vencidos sosteniendo soledades para no morir.
El fuego enloquecido mordisquea el croquis
de un país ciego donde los niños ya sin recuerdos
abandonan para siempre sus muñecos de felpa.
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Desterrados de la Luz
3.
El nómada camina oscuro y las estrellas se coagulan.
Evado todas las sombras, camino la asechanza y la fuga,
guardo un pedazo de hambre para el hambre,
buitres famélicos anhelando avivarse con mis males.
La luna tiene el frío en la piel de los muertos.
Lloro hacia adentro, me exilio,
borro los recuerdos,
no deseo otra cosa que este no hallarme,
este no saberme, huirme en la oscuridad.
Con cada paso descubro el camino.
Toda la vida me abandono resignadamente
como las aves emigran resignadamente.
Todo el camino huyo para encontrarme.
Paso a paso construyo mi noche.
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Albeiro Arias
4.
Me consta.
Un río de plata fina, dilatado e íntimo,
bordeaba mis días inocentes.
Doy fe.
Con desigual pulsación, montañas adentro, mi aldea el paraíso
que Dios soñó.
Lo juro.
Con pocos disparos al aire
me espantaron de los ojos ese cielo.
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Desterrados de la Luz
5.
En esta noche de alfileres, sin apetito para el hambre,
la radio con sus músicas ajenas ignora los gritos desamparados.
El bosque se desvanece bajo el fuego de las antorchas
mientras los pies del nómada agitan la luz del polvo lunar.
El camino agónico se desangra sobre el río.
El cadáver baja sobre el lomo de la cordillera
y la niña con su llanto desamparado impide el sueño de los muertos.
Las mujeres desconocen un arrullo,
sus hijos amamantados con abandono
nunca conocieron la felicidad.
El primer hálito en los ojos de la parturienta,
la canción de cuna, el que será un pavoroso verdugo
y no aquel niño que todos pensaron que amarían.
La naranja que nunca fue dulce y la guerra que nunca debió ser.
Otros embalsaman a sus caudillos
mientras profetizan un mundo nuevo
con sus hordas de incertidumbre.
El poeta ha decidido extirparse los ojos:
sus lágrimas no pueden apagar el incendio del mundo.
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Albeiro Arias
6.
¿Cuánto desierto debe atravesar el reptil
antes de cavar su tumba en la arena?
¿Cuántas ciudades debe andar un hombre
antes de poder llamarse a sí mismo nómada?
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Desterrados de la Luz
7.
Palpitan los ojos de pesadilla su desvelo eterno.
En la mochila reposan los gemidos
de la otra humanidad: los desterrados de la luz.
En las bancas de la noche
los recuerdos se abrigan con sabanas de sangre.
La madrugada ha de encontrarme
con el hambre masticando mis días.
El camposanto atrapa
el tiempo que muere con cada hombre.
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Albeiro Arias
8.
Hay que buscar un camino distinto para la bella
metáfora que se cautiva con el poder.
Una senda más humana para los amaneceres ciegos,
una morada menos infame
para los esqueletos sembrados por el mundo,
tu sonrisa tatuada en la piel de los ausentes.
Una mirada alternativa, otros ojos, quizá,
que iluminen la noche y la recorran así,
sin destino.
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Desterrados de la Luz
9.
Bajo la palabra huella
otros caminantes dejaron sus marcas,
los desheredados del paraíso.
Igual, el mismo miedo les señalaba el camino.
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Albeiro Arias
10.
Como las ondas en el estanque,
mi camino es sólo eso,
pies que se deslizan fugazmente en la superficie.
Luego, hundirse.
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Desterrados de la Luz
11.
Lo andado no te hace propietario de tus pasos.
El hirviente asfalto,
el caliginoso viento en el rostro;
esa imagen sepia, incierta,
tatuada en los nublados ojos del alma.
Paisaje distante acumulado en las jornadas del cuerpo.
Cuando lo ausente está ahí,
cuando las cicatrices en el zapato, debajo del sol,
sin duda, tus despojos.
Los cadáveres empalados se deshacen de lejanía.
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Albeiro Arias
12.
Voy a escribir la palabra ventana
por donde pienso escapar.
Derribaré los muros
a golpe de colores imaginados.
Es tan subterráneo el alfabeto del mundo
con su inalcanzable oscuridad.
Siempre asustándonos.
Hay un resquicio
por donde aún puedo ver la palabra luz
y respiro metáforas recién cortadas.
¿O son prisioneros con sus alas de vidrio
volando hacia la palabra libertad?
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Desterrados de la Luz
13.
¿Es un imperio
esa luz que se apaga
o una luciérnaga?
Jorge Luis Borges
Traigo flores a tu sepulcro en esta noche de luna vana.
Borges decía que los imperios se apagan como las luciérnagas.
A este régimen le llegará su noche.
Podré, entonces, traértelas en el día.
LAS TUMBAS DEL ALMANAQUE
El nómada no se ha movido es
el tiempo el que pasa sin
meta ni destino.
Tomás Segovia
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Desterrados de la Luz
1.
Ciega luciérnaga alumbrada
en la eternidad de un cielo sin estrellas.
Un ala es de hielo y danza hacia atrás.
Su otra ala es de fuego y gira hacia delante.
Deja caer escamas que fulguran los paisajes
de su existir en un orden ajeno al de la historia.
Es la historia del día fluyendo hacia la muerte.
Historia de la oscuridad avanzando hacia la vida.
Visible oscuridad, luz invisible.
Día o noche, ambos, mi destino.
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2.
Los días llegan bravíos sin el sonido incierto de los bosques.
Vieras qué agónica la ciudad.
Supieras qué desconsuelo andar,
ir y venir sin el néctar de los árboles
y la esperanza del felino hambriento.
Hay fechas de hielo en el calendario,
tristes cuerpos sin aferrarse al tacto.
Aquí tú presencia en mis ojos cansados:
Noche lejana y agua espesa, venado desorientado
–yo mismo-
en la enredada maraña de la ciudad.
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Desterrados de la Luz
3.
Pasar del canto de los árboles al mutismo de los andenes.
De llevar a cuestas,
bajo la mirada curiosa de las ventanas,
los cuerpos entrados en otro tiempo.
Entender así que la vida se proyecta en el telón de los días
que uno tras otro son una función olvidada.
Con el cuerpo rasgado y este andar a tientas
ya mi esperanza no tiene calendario.
Con las manos tembleques
escribo otra vez mi vida, la que nunca fue.
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Albeiro Arias
4.
Escombro de luciérnaga derribada,
esa que vuela en los sueños ancestrales
y despliega sus alas de silencio eterno, verdadero.
Un aleteo y otro aleteo,
y la noche avanza en un pequeños aleteos,
día a día un viento nuevo hasta que el cielo
nos destierre con sus cuchillos de luz.
Y aún sin cielo, volaré a tu lado.
Te mostraré los días blancos que anuncian la felicidad.
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Desterrados de la Luz
5.
Frágiles pies en tránsito por los tejados de pesadilla.
Majestuosa luna,
ilumina con sus escombros de luz
el camino de los desterrados. Majestuosa.
Yo aquí.
Estrellas los sueños. Aquí.
-Mis sueños, tal vez, con aromas de olvido.
Abrazos del grito extraño, testimonio,
que la vida se me escapa, huye, de la mano-.
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Albeiro Arias
6.
Sólo escucho desmoronarse una lluvia de guillotinas
y el grito de los fusiles guiándonos hacia tierras desconocidas,
lugar donde nos espera la obligada muerte.
El hambre, hiena traidora, asecha los cuerpos frágiles.
Hay orfandad en la mano que llama desde la oscuridad
como el pájaro, desabrigado, de patria.
Hay sombras.
Calladas sombras: noche inquieta.
Así se despeñan los días en las tumbas del almanaque,
calabozos rebosantes de infortunio
y la voz cerca al oído que te dice:
“hay mariposas y nos estamos muriendo”.
Cruel la noche que me sofoca con su lacónica luna. Cruel.
Y mi vida
-mi despojada vida-
noche imperiosa.
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Desterrados de la Luz
7.
Tres veces hizo de mi cuerpo su blanco,
y fui algo más que sangre en sus manos,
más que muerte, lo presiento.
Este su cuerpo,
su manera de ser.
Escasamente su forma de tararear sus días en el calendario.
Para el verdugo, la soledad.
La muerte terminará conmigo.
El tiempo va a cubrir con su manto de estrellas
este cuerpo desnudo de justicia.
No quedarán mis rastros en tu pupila
ni una gota de aire en tus recuerdos.
El olvido será el abrigo de este cuerpo frágil.
Para el asesino, la vida.
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Albeiro Arias
8.
Escucho en mi vigilia reptar los manantiales,
la luna en que todo fue hermoso;
la profecía hierática de los abuelos.
Hoy presiento el miedo en los ojos de los niños que han muerto.
La casa que se desvanece
como un oleaje de polvillo sobre la distancia.
Los astilleros donde se asolan renunciadas embarcaciones,
la amante esperando a quien nunca va a llegar.
Cadáveres pendiendo como los relojes olvidados en las gavetas.
No me atormenta el silencio que llega desde la muerte misma,
sino el silencio del miedo con sus ejércitos oscuros;
cuyos sables ultrajan las flores del camino que ya no podrán
atestiguar el sí de la novia o arrullar el sueño del cadáver.
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Desterrados de la Luz
9.
Para tus pies alados
hay un cielo de encierros.
Un camino forjado con tu canto, herraduras de sangre.
Para ti siembro una moneda de oro
en la maraña de la selva que nunca hallará el conquistador.
Al despertar no tendrás memoria
ni sabrás que alguien te espera desde la oscuridad.
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Albeiro Arias
10.
De tu cuerpo bastaba suprimir los disparos.
Desamarrar los tobillos para intentar la huida.
Arrancar de los ojos su abrigo para observar
la luciérnaga con cuernos que alumbra el paisaje.
Restaba arrancarle a los dientes su sonrisa.
Borrar de su memoria todo recuerdo
para asegurar en su nombre la fiesta de los vencidos.
Pero no hubo tiempo, nos quitaron de tus pies el camino.
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Desterrados de la Luz
11.
Cuando el incierto camino termine para nosotros
y no inhalemos el aire de la memoria.
Cuando ya no sangremos los colmillos del hambre
ni los buitres se sacien con nuestros infortunios,
entonces mi mano sostendrá en la madrugada
las banderas de silencio que el olvido agita sobre los torreones.
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Albeiro Arias
12.
Ocurre que ya no puedo caminar;
pasa que me resulta inverosímil todo acto de olvido.
Una a una las huellas regresan,
se desvían de los pies cansados y, entonces,
el cuerpo desorientado busca un lugar íntimo,
sin encontrar una morada.
Ningún abrazo; pocos pies para el dolor.
Absurdo llegar, absurdo irse todavía.
ANAQUEL DE AUSENCIAS
Un poco de hambre
y el cansancio de llenar la estantería de ausencias.
Federico Díaz-Granados
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Desterrados de la Luz
1.
La palabra casa está al final de la calle.
Allí donde los ocobos de octubre se deshojan
y las hiedras abrazan lentamente cada reja del jardín.
El tiempo aminora los colores vivos en las paredes.
No conocemos su historia ni su fantasmal olvido.
De algo estamos seguros, en algún tiempo,
corrieron niños en sus rotondas,
hubo risas en sus dormitorios
y la abuela destejía sus ponientes en el patio.
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Albeiro Arias
2.
Para la muerte vive el hombre.
El hogar, con el sol de la huida, se atesora.
Desterrado que se resguarda con los colores de una bandera.
Cuando el cementerio se llena de vida con el que muere,
se hace una fiesta triste,
baile sin música.
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Desterrados de la Luz
3.
Como los suburbios en los ojos del desterrado,
caminar la sofocada hambre en días iguales,
sus dientes hundidos a la espera de un pedazo de pan,
que apacigüe con sus migas tanto llanto atragantado.
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Albeiro Arias
4.
Esqueletos vacíos de la palabra implacable de los días.
Las alas del pájaro en un cielo de raíces y el gato ronronea,
ajeno, tras la ventana, sosegado en su universo.
51
Desterrados de la Luz
5.
Los zancudos persiguen la piel despierta aún,
esquiva de pesadilla.
Merodean, alunizan sobre la tez.
La mano ciega intenta silenciar lo desconocido.
Una vez, otra.
Los pies se agitan poco,
comprenden lo que se siente ir tras algo que no se sabe.
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Albeiro Arias
6.
Desmanteladas las osamentas
la vida adentro como una flor se desluce.
La memoria y sus destellos como un siseo,
alas de mariposa.
Trae el viento el rumor de tu nombre en la distancia.
Tan cerca siempre del sombrío resplandor de la muerte.
El miedo es perpetuo,
por él,
la noche toda sangre,
por él.
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Desterrados de la Luz
7.
Oigo repicar la lluvia de alfileres que se despeñan en mi sueño.
Siento la soledad morder mi cuerpo.
Mis pies huyen como el camino yo huyo.
Escribo en mis huellas la forma de mi ausencia.
Escapo en mis retornos, olvido los recuerdos.
En los ojos del nómada ya se desmantela el mundo.
54
Albeiro Arias
8.
El nómada pisa el adoquinado
y su desasosiego agita en el cielo nocturno una estrella fugaz.
Convulsa es la luna en su mirada,
íntimo el dolor en los huesos.
La lengua para arrinconar el hambre
sigue vocalizando, canta.
55
Desterrados de la Luz
9.
Deshabitado y de pie frente al espejo del mundo,
la carne viva de pesadilla nos recuerda el otro bosque:
el afligido y espantado.
El incierto camino se entreteje
con sus rizomas, ensordeciendo los ojos y el deseo.
Arrinconar aquello que nos ha sido grato:
el canto de las aves que abre zanjas en el cielo
para los oídos encandilados por la hoguera.
56
Albeiro Arias
10.
Dirás que el sueño es sosiego,
alegría que nos retorna al mundo de los bosques.
Sucede así, en el correr de un niño inacabable;
su sonrisa abre un aguacero de pájaros
que vuelan impacientes sobre un cielo clausurado.
57
Desterrados de la Luz
11.
Debo creer en las promesas que no hago
y que son todas las letras de tu nombre.
Porque el camino desconoce los pasos que lo transitan.
Puedo pensar en el futuro adoquinado
con los huesos de tu cuerpo.
Debo imaginar que soy un poco de silla,
jardín en el patio, un pedazo de vuelo en la jaula,
algo de ventana en la casa de tus ojos.
58
Albeiro Arias
12.
Los despojados nunca acaban de desmantelar su mundo.
De trazar, inclusive, en nuestros terrenos su desasosiego;
de sembrar en el aire sus pensamientos,
nuestro abandono su desarraigo eterno.
Me da patria todo lo que se va,
me da frío toda carta sin dirección.
59
Desterrados de la Luz
13.
Olvidar que de una hoja de papel se hicieron barcos,
pensar que la lluvia floreció en la risa hasta ahogarla.
Tal vez, nunca hubo risa sino pájaros, pájaros que nadie vio.
Niños que jamás intimaron con la travesura.
69
Desterrados de la Luz
VII
La ventana abierta,
una cortina mecida por la brisa
y un durazno cortado en dos partes sobre la mesa.
La soledad del cadáver.
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Albeiro Arias
VIII
De hambre muere el cuerpo sobre el camino.
Esquelético, el carroñero llena sus intestinos de esperanza.
73
Desterrados de la Luz
XI
Sed de tus aguas, beberé de tu ausencia.
Un derrumbe de aguaceros negros.
CONTENIDO
PRÓLOGO
Cuando el vuelo del pájaro se apaga, la casa
se llena de palabras.................................................11
INTROITO...................................................................15
MUNDO DESMANTELADO1..............................................................................212...............................................................................223...............................................................................234...............................................................................245..............................................................................256................................................................................267..............................................................................278................................................................................289................................................................................2910............................................................................3011...........................................................................3112.............................................................................3213............................................................................33LAS TUMBAS DEL ALMANAQUE1...............................................................................392................................................................................403...............................................................................414..............................................................................425..............................................................................436..............................................................................447................................................................................45
8................................................................................469...............................................................................4710............................................................................4811..............................................................................4912..............................................................................50ANAQUEL DE AUSENCIAS1................................................................................552...............................................................................563................................................................................574..............................................................................585..............................................................................596..............................................................................607................................................................................618...............................................................................629................................................................................6310.............................................................................6411............................................................................6512...........................................................................6613...........................................................................67EN EL SÓTANO DE TUS OJOSI.................................................................................73II...............................................................................74III.............................................................................75IV.............................................................................76V.............................................................................77VI ...........................................................................78VII...........................................................................79VIII..........................................................................80IX.............................................................................81X..............................................................................82XI.............................................................................83XII...........................................................................84XIII...........................................................................85
Desterrados de la Luzde Albeiro Arias
Se terminó de imprimir en Noviembre de 2013en los talleres de Caza de Libros - Fundaproempresa
(Ciudad de Ibagué, Tolima - Colombia)
Impresión de 1000 ejemplares.
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El poeta sueña, en Desterrados de la luz, con aromas de olvido y paso a paso construye su noche. La luz evoca el paraíso ancestral y los territorios de la infancia y la felicidad primera. Albeiro Arias, en este sugerente ejercicio de nomadismo y soledad, sabe que sus lágrimas no pueden apagar el incendio del mundo, pero anuncia ventanas que se abren, caminos que nacen, muros que caen, vuelos que se ofrecen. Aquí, la mera evocación del mar testimonia naufragios, pero también la penumbra se anochece en el miedo y las luciérnagas se magnifican en la luz de cada hálito versal, con fuerza y enjundia vital.
Antonio María Flórez
La experiencia propuesta no es privativa de un individuo sino forma parte de un legado histórico y universal, que Albeiro Arias logra transmitir desde un sentimiento particular frente a esa realidad propia e inmediata donde "los ocobos de octubre se deshojan", y se extiende a una verdad universal: la de estar condenado a vivir en medio de la violencia, el horror y de la muerte. Todos somos "desheredados del paraíso" y expulsados de la luz, como el primer ángel, el caído, y la primera pareja. He aquí una simbología universal y unas analogías que superan la temporalidad.
Luz Mary Giraldo
Alcaldía de IbaguéSecretaría de Cultura, Turismo
y Comercio de Ibagué
Desterrados de la Luz
Albeiro Arias