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AGENTES QUÍMICOS

Fundamentos de Higiene Industrial

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INTRODUCCIÓN

Etimológicamente Higiene Industrial significa «protección de la salud en el trabajo»; en efecto, la palabra «higiene» procede del griego Hygiea, divinidad mitológica hija de Esculapio, dios de la Medicina, cuya «función» era la protección de la salud y la prevención de la enfermedad.

El término «industrial», no se refiere, en sentido estricto, sólo a lo que acostumbramos a llamar «industrias» sino, como dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua en la primera acepción del término «industria», a la «maña y destreza o artificio para hacer una cosa»; en definitiva, a cualquier trabajo o actividad.

En este sentido la expresión «Higiene Industrial» sería sinónimo de prevención de riesgos laborales y, de hecho, así se utilizó a principios de siglo en España, cuando en 1929 los doctores Oliveras y Soler la definían como la parte de la Higiene «que concierne a las industrias y estudia los medios para mantener en buen estado de salubridad el personal a ellas dedicado, así como la acción perjudicial de aquellas sobre las personas ajenas a las mismas». Esta definición, aplicada a los conceptos actuales de “salubridad” y “acción perjudicial” no se diferencia demasiado del concepto de prevención de riesgos laborales en su sentido más amplio, pero en su contexto temporal posiblemente hacía referencia sólo a lo que actualmente denominamos aspecto físico de la salud, y en ese sentido es como se ha desarrollado la Higiene Industrial.

La definición de Higiene Industrial que puede considerarse actualmente como oficial es la dada en 1959 por la American Industrial Hygiene Association: la Higiene Industrial es la ciencia y el arte de la identificación, evaluación y control de aquellos factores o agentes ambientales, originados por el puesto de trabajo o presentes en el mismo, que pueden causar enfermedad, disminución de la salud o el bienestar, o incomodidad o ineficiencia significativos entre los trabajadores o los restantes miembros de la comunidad.

En esta definición existen varios rasgos destacables: En primer lugar, su carácter ambiental; la Higiene Industrial centra su estudio en el ambiente que rodea al trabajador más que en este mismo, por cuanto es en ese ambiente donde se encuentran las causas básicas del proceso que desemboca en la enfermedad profesional; la Higiene Industrial efectúa, por tanto, una prevención esencialmente primaria de las enfermedades que padece el trabajador relacionadas con el puesto de trabajo.

En segundo lugar, hay que destacar la función de control de la agresión; la Higiene Industrial no pretende únicamente obtener información sobre las características potencialmente agresivas del ambiente, sino que se plantea como objetivo fundamental la modificación (control) del mismo.

En tercer lugar, señalemos cómo los objetivos de la Higiene Industrial se han ido ampliando desde un concepto original de proteger al trabajador frente a la enfermedad profesional hasta incluir la incomodidad y no sólo de los trabajadores, sino de los restantes miembros de la comunidad, aunque manteniendo siempre el puesto de trabajo y los factores ambientales como objetos del estudio.

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ANTECEDENTES HISTÓRICOS

A lo largo de los siglos se ha acumulado un amplio caudal de conocimientos sobre la relación causa-efecto entre el trabajo y ciertas enfermedades asociadas a determinadas profesiones. Hipócrates ya describió correctamente en el siglo IV a.C. las enfermedades que aquejaban a los trabajadores ocupados en la extracción de mineral de plomo. El que podría calificarse de primer tratado sobre las enfermedades profesionales fue publicado en Módena el año 1700 por Bernardino Ramazzini, con el título De Morbis Artificum Diatriba. Ramazzini creía que el medio ambiente de trabajo podía afectar a la salud de los trabajadores, y su trabajo tuvo un gran efecto en el desarrollo de lo que posteriormente se llamaría Higiene Industrial.

El nacimiento de la Higiene Industrial como disciplina independiente de la medicina preventiva puede considerarse simultáneo al despertar del sentimiento de necesidad de la prevención en el trabajo y se sitúa entre finales del siglo XIX (Ley de fábricas británicas de 1878) y principios del siglo XX (Ley de compensaciones de 1908 en los Estados Unidos).

Los primeros higienistas industriales propiamente dichos aparecen simultáneamente en Gran Bretaña y los Estados Unidos a finales del siglo XIX y comienzos del XX. En esa época el personaje más carismático fue la doctora Alice Hamilton, quien en 1910 comenzó su andadura en el hasta entonces poco explorado campo de controlar los factores de riesgo que conducían a la aparición de enfermedades profesionales. Los trabajos de la doctora Hamilton tuvieron una gran influencia en la aparición, en los Estados Unidos, de reglamentaciones orientadas a controlar los riesgos laborales e hicieron que fuera la primera mujer que formó parte del cuerpo docente de la Universidad de Harvard.

En 1938 un grupo de higienistas industriales que trabajaban en el U.S. Public Health Service fundó la American Conference of Governmental Industrial Hygienists (ACGIH), que algunos años más tarde empezó a publicar los mundialmente conocidos valores TLV.

Casi simultáneamente, en junio de 1939, otro grupo de profesionales formó la American Industrial Hygiene Association (AIHA), otra gran asociación profesional que ha pervivido hasta nuestros días y que publica el conocido Journal que lleva su nombre. En estos momentos forman parte de la AIHA más de 9.000 higienistas industriales.

Los esfuerzos de ambas asociaciones hicieron que, en los Estados Unidos, los empresarios empezaran a descubrir que un trabajador sano es un trabajador productivo y los sindicatos empezaran a considerar que la protección de la salud de los trabajadores debería ser un objetivo prioritario.

Las técnicas de Higiene Industrial desarrolladas en Estado Unidos (y en menor medida en Gran Bretaña) fueron importadas y difundidas, a principios de los años setenta, por el Plan Nacional de Higiene y Seguridad en el Trabajo, que más tarde se convirtió en el Servicio Social de Higiene y Seguridad en el Trabajo y finalmente fue refundado como Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo.

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1.-FUNDAMENTOS DE HIGIENE INDUSTRIAL GENERALIDADES Aceptando la definición moderna del término “Salud”, en la que se contempla no tan solo la

ausencia de enfermedad orgánica (funcionamiento deficiente del conjunto de células, tejidos, órganos y sistemas del cuerpo humano), si no el equilibrio físico, psíquico y social, podemos aceptar que el control de la “Salud Laboral”, sea algo más amplio que únicamente evitar la aparición de la enfermedad profesional, definida en la ley 16744 que indica: “Es enfermedad profesional la causada de una manera directa por el ejercicio de la profesión o el trabajo que realice una persona y que le produzca incapacidad o muerte.”

HIGIENE INDUSTRIAL: Se define como una Técnica no médica de prevención de las

enfermedades profesionales, mediante el control en el medio ambiente de trabajo de los contaminantes que las producen. La higiene industrial se ocupa de las relaciones y efectos que produce sobre el trabajador el contaminante existente en el lugar de trabajo.

Mencionamos aquí para distinguirlas que la ERGONOMÍA es la técnica de estudio y adaptación

mutua entre el hombre y su puesto de trabajo, mientras que la MEDICINA DEL TRABAJO es la parte de la ciencia médica dedicada a la vigilancia y prevención de los efectos de los distintos contaminantes y agentes físicos sobre el hombre.

Dado que el objetivo fundamental de la Higiene Industrial es el de Prevenir las Enfermedades

Profesionales, para conseguir dicho objetivo basa su actuación sobre las funciones del reconocimiento, la evaluación y el control de los factores ambientales del trabajo.

Relación entre la enfermedad profesional y el accidente del trabajo Desde el punto de vista técnico, la enfermedad profesional se define como un deterioro lento

y paulatino de la salud del trabajador producido por una exposición continuada a situaciones adversas, mientras que el accidente de trabajo se define como un suceso normal que, presentándose de forma inesperada, interrumpe la continuidad del trabajo y causa daño al trabajador.

La similitud entre ambos radica en la consecuencia final: daño en la salud del trabajador. La

diferencia, en el tiempo durante el cual transcurre la acción que acaba causando el daño. En la enfermedad, el tiempo es importante, ya que con la concentración, cantidad o energía del contaminante configura la dosis y el efecto que produce en la persona expuesta. En cambio en caso de accidente de trabajo, el tiempo es irrelevante, ya que no influye en el efecto causado; éste aparece de manera instantánea en el momento del accidente.

Factores ambientales y tipos de contaminantes El desarrollo de una actividad laboral cualquiera provoca modificaciones en el ambiente de

trabajo que originan estímulos agresivos para la salud de las personas implicadas. Dichos estímulos, que reciben el nombre de contaminantes, pueden presentarse como porciones de materia (inerte o viva), así como manifestaciones energéticas de naturaleza diversa y su presencia

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en el entorno laboral da lugar a lo que conoce como RIESGO HIGIÉNICO. Este concepto puede definirse como “la probabilidad de sufrir alteraciones en la salud por la acción de los contaminantes, también llamados FACTORES DE RIESGO, durante la realización de un trabajo”.

Contaminante químico es toda sustancia que durante su manipulación puede incorporarse al

ambiente y penetrar en el organismo humano con efectos nocivos y capacidad para lesionar la salud de las personas que entran en contacto con él. Podemos clasificarlos atendiendo a su naturaleza, los factores de riesgo o contaminantes en:

Contaminantes químicos: Se entiende por tal, toda porción de materia inerte, es decir no viva,

en cualquiera de sus estados de agregación (sólido, líquido o gas), cuya presencia en la atmósfera de trabajo puede originar alteraciones en la salud de las personas expuestas. Al tratarse de materia inerte, su absorción por el organismo no provoca un incremento de la porción absorbida. Dentro de este grupo cabe citar, a modo de ejemplo, polvos finos, fibras, humos, nieblas, gases, vapores, etc.

Agentes físicos nocivos: Son manifestaciones energéticas, cuya presencia en el ambiente de

trabajo puede originar riesgo higiénico. Algunos ejemplos de formas de energía capaces de actuar como factores de riesgo son: ruido, vibraciones, variaciones de la presión, radiaciones (ionizantes y no ionizantes), etc.

Contaminantes biológicos: Se considera como tal, toda la porción de materia viva (virus,

bacterias, hongos...), cuya presencia en el ámbito laboral puede provocar efectos adversos en la salud de las personas con las que entran en contacto. A diferencia de lo que ocurre con los contaminantes químicos, la absorción de un contaminante biológico origina en el organismo un incremento de la porción absorbida.

Además de los factores ambientales existen otros factores adicionales que tienen una gran importancia en la posible nocividad de un contaminante y su acción biológica sobre el organismo. Los podemos clasificar en:

Factores intrínsecos: Aquellos sobre los que el hombre no puede ejercer ningún control

(susceptibilidad del individuo, raza, edad, etc.) Factores extrínsecos: Aquellos sobre los que se puede ejercer control (concentración del

contaminante, duración de la exposición al riesgo, nutrición, sinergias debidas a la utilización de otras sustancias como tabaco, drogas, alcohol, etc.)

Los factores ambientales pueden originar sobre el individuo trastornos biológicos en su organismo y dañar su salud, ocasionando diversas respuestas (crónicas, agudas, irreversibles, reversibles, envejecimiento prematuro, situaciones de malestar o disconfort,...)

Factores que determinan una enfermedad profesional La concentración del agente contaminante en el ambiente de trabajo: Existen valores

máximos permisibles, establecidos para muchos de los agentes físicos y químicos que suelen estar presentes habitualmente en el ambiente de trabajo, por debajo de los cuales es previsible que en condiciones normales no produzcan daño al trabajador expuesto.

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El tiempo de exposición: Los límites comentados suelen referirse normalmente a tiempos de exposición determinados, relacionados con una jornada laboral de 8 horas diarias y 48 horas semanales .

Las características individuales de cada individuo: La concentración y el tiempo de exposición

se establecen para una población normal por lo que habrá que considerar en cada caso las condiciones de vida y las constantes personales de cada individuo.

La relatividad de la salud: La definición legal de la salud no coincide con la definición técnica:

El trabajo es un fenómeno en constante evolución, los métodos de trabajo y los productos utilizados son cada día más diversos y cambiantes, y también lo son los conceptos que de salud y enfermedad están vigentes en una sociedad, por lo que limitarse a lo establecido oficialmente, aunque esto sea muy reciente, no es garantía de enfocar el problema de las enfermedades profesionales en su real dimensión.

La presencia de varios agentes contaminantes al mismo tiempo: No es difícil suponer que las

agresiones causadas por un elemento adverso disminuyen la capacidad de defensa de un individuo, por lo que los valores límites aceptables se han de poner en cuestión cuando existen varias condiciones agresivas en un puesto de trabajo.

El Objetivo de la higiene industrial es:

El estudio ambiente físico en cuanto puede afectar negativamente al hombre, su técnica fundamental de actuación es el estudio de la contaminación ambiental mediante la realización de lo que suele llamarse la encuesta higiénica.

Los objetivos de una encuesta higiénica son la determinación de cuál o cuáles son los agentes

agresivos presentes en el ambiente, las causas de generación de los mismos y cualquiera otra circunstancia que pueda estar relacionada con la magnitud de los efectos patológicos que pudieran producirse, con un interés especial en los efectos patológicos con periodos de latencia prolongados, o que requieren exposiciones prolongadas, para que los efectos sean perceptibles.

Dentro de estas circunstancias ambientales se sabe que una de las más importantes es la

cantidad de contaminante presente en el ambiente; dicha cantidad se suele determinar a través de la concentración en el caso de las sustancias químicas o de alguna magnitud energética en el caso de los agresores no químicos.

De ahí el carácter relevante de las técnicas de medición que, en muchos casos, exigen el

concurso indispensable de complejos y especializados laboratorios de análisis químico, hasta el punto de que algunos autores hablan de la Higiene Analítica como una rama específica dentro de la Higiene Industrial.

Una vez obtenida la información cualitativa y cuantitativa necesaria para definir la agresión

con el máximo grado posible de exactitud, es necesario evaluarla, es decir, juzgar cuán elevada es la probabilidad de que aparezca un efecto perjudicial para las personas que se encuentran en el ambiente estudiado.

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Evaluar será, pues, comparar la situación ambiental estudiada con unos “patrones de admisibilidad” que se elaboran estudiando previamente las acciones que los contaminantes ejercen sobre los individuos. Del resultado de esta comparación deduciremos si la situación es admisible o si, por el contrario, es necesario corregirla para reducir los niveles de contaminación hasta situarlos en una zona no peligrosa.

De lo expuesto se deduce claramente que el punto más específico de la actuación de la

Higiene Industrial reside en la encuesta higiénica; sólo una encuesta correctamente efectuada será capaz de aportar los datos necesarios para una adecuada labor de medición y una evaluación correcta, y permitirá realizar las correcciones más idóneas; por ello muchas veces se habla de la Higiene de Campo como la rama de la Higiene Industrial en la que se reúnen los conocimientos, técnicas y experiencias necesarios para realizar una encuesta higiénica correcta.

ESQUEMA DE ACTUACIÓN DE LA HIGIENE INDUSTRIAL

Finalmente, es necesario implantar un sistema de vigilancia regular y periódica del ambiente

para confirmar que la situación se mantiene en condiciones adecuadas. La necesidad de una vigilancia periódica en el caso de los riesgos que se manifiestan a largo plazo es casi evidente si se tiene en cuenta que el daño a la salud que se pretende evitar con la actuación de la Higiene Industrial no es consecuencia de un hecho puntual, sino de una continuidad en la exposición; por ello es necesario obtener una información continua. Una encuesta higiénica es una “foto” de un ambiente y lo que se necesita para evitar el riesgo es una sucesión de fotos, o sea una “película”, que muestre la idoneidad del ambiente.

Para conseguir su objetivo la higiene basa sus actuaciones en: Reconocimiento de los factores medioambientales que influyen sobre la salud de los

trabajadores, basados en el conocimiento profundo sobre productos (contaminantes), métodos de trabajo procesos e instalaciones (análisis de condiciones de trabajo) y los efectos que producen sobre el hombre y su bienestar.

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Evaluación de los riesgos a corto y largo plazo, por medio de la objetivación de las condiciones ambientales y su comparación con los valores límites, necesitando para ello aplicar técnicas de muestreo y/o medición directa y en su caso el análisis de muestras en el laboratorio, para que la mayoría de los trabajos expuestos no contraigan una enfermedad profesional.

Control de los riesgos en base a los datos obtenidos en etapas anteriores, así como de las

condiciones no higiénicas utilizando los métodos adecuados para eliminar las causas de riesgo y reducir las concentraciones de los contaminantes a límites soportables para el hombre. Las medidas correctoras vendrán dadas, según los casos, mediante la actuación en el foco, trayecto o trabajador expuesto.

Ramas de la higiene industrial: La higiene del trabajo para evaluar y corregir las condiciones medioambientales partiendo de

criterios de validez general se desarrolla a través de: - La Higiene Teórica - La Higiene de Campo - La Higiene Analítica - La Higiene Operativa

Como veremos por las funciones que competen a cada una será preciso la actuación conjunta

de todas ellas ya que se encuentran íntimamente ligadas entre sí. Higiene Teórica: Dedicada al estudio de los contaminantes y se relaciona con el hombre, a

través de estudios y experimentaciones, con objeto de analizar las relaciones dosis-respuesta y establecer unos estándares de concentración.

Higiene de Campo: Es la encargada de realizar es estudio de la situación higiénica en el

ambiente de trabajo (análisis de puestos de trabajo, detección de contaminantes y tiempo de exposición, medición directa y toma de muestras, comparación de valores estándares).

Higiene Analítica: Realiza la investigación y determinación cualitativa y cuantitativa de los

contaminantes presentes en los ambientes de trabajo, en estrecha colaboración con la higiene de campo y la higiene teórica.

Higiene Operativa: Comprende la elección y recomendación de los métodos de control al

implantar para reducir los niveles de concentración hasta valores no perjudiciales para la salud.

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Vías de entrada de los contaminantes en los organismos La absorción de un contaminante químico por el organismo supone su incorporación a la

sangre, tras franquear los obstáculos naturales constituidos por las diversas barreras biológicas (paredes alveolares, epitelio gastrointestinal, epidermis, tejido vascular, etc.) a las que se accede por distintas vías que son fundamentalmente la respiratoria, cutánea, digestiva y parenteral. También se considera una vía de entrada las mucosas, si bien pueden tener menor importancia en el plano laboral general.

En el ámbito laboral, la vía respiratoria es sin duda la más importante, ya que cualquier

sustancia presente en la atmósfera de trabajo es susceptible de ser inhalada. a) Vía respiratoria Está constituida por todo el sistema respiratorio (nariz, laringe, bronquios, bronquiolos y

alvéolos pulmonares). Constituye la vía de entrada más importante para la mayoría de los contaminantes y la más

estudiada, hasta el punto que los valores estándar están referidos, salvo determinados casos, exclusivamente a esta vía.

El individuo necesita oxígeno para obtener la energía que le permita realizar sus funciones.

Para conseguir este oxígeno aspira el aire que le rodea, mediante la nariz y lo conduce a los pulmones.

Sustancias que no estén suspendidas en el aire, la probabilidad de que produzcan peligros higiénicos es muy pequeña, siempre y cuando sean manipulados convenientemente. Cualquier sustancia suspendida en el ambiente puede ser inhalada, pero sólo las partículas que posean un tamaño adecuado llegarán a los alvéolos influyendo también su solubilidad en los fluidos del sistema respiratorio, en los que se deposita. Por tanto todas las sustancias químicas que se encuentran en forma de gases, vapores, humos, fibras, etc… pueden ser arrastradas por corriente respiratoria de inhalación y dependiendo del tamaño y la forma de sus partículas, llegaran más o menos lejos en el recorrido de las canalizaciones que constituyen el aparato respiratorio. Así los gases y partículas más pequeñas de polvo o humos podrán llegar la sangre tal como hace el oxígeno.

El aire que es inhalado pasa en primer lugar por las fosas nasales, siendo acondicionado tanto

en temperatura como en humedad. Al mismo tiempo, las fosas nasales retienen las partículas de mayor tamaño.

En la laringe y tráquea, las partículas de suficiente tamaño son retenidas por la mucosidad que

recubre las paredes internas, siendo posteriormente eliminadas por expectoración y estornudos. En ocasiones estas partículas pasan al sistema digestivo (deglución).

Los vapores, gases y aerosoles no rechazados por los mecanismos de defensa antes vistos, son capaces de llegar a los alvéolos, lugar donde se produce el paso del oxigeno a la sangre, produciendo daños locales o atravesándolos para incorporarse a la sangre y ser distribuidos por todo el cuerpo junto con el oxígeno.

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Si el contaminante es un gas, un vapor o un aerosol líquido, se absorbe por difusión, sobre todo cuando se trata de un compuesto liposoluble. De este modo, una vez alcanzados los alvéolos pulmonares, atraviesa la membrana alvéolocapilar con una velocidad de difusión que será proporcional, entre otros factores, al gradiente de concentración existente entre el aire alveolar y la sangre. También se han descrito casos de lesión local (fibrosis intersticial) por la acción de ciertos contaminantes líquidos, tales como las nieblas de aceite mineral.

Si el contaminante es un sólido (polvos, fibras, humos...) o un aerosol, su acceso por esta vía

está condicionado principalmente por el tamaño de las partículas. Así, mientras las mayores de 5 μm precipitan en la mucosa nasofaríngea o van quedando retenidas en el epitelio ciliado de la tráquea y bronquios superiores, las menores de ese tamaño tienen una mayor probabilidad de alcanzar la región alveolar. Una vez allí, las partículas pueden ejercer una acción agresiva local (neumoconiosis, fibrótica o no) o pasar al torrente sanguíneo.

En definitiva, la porción total de contaminante absorbida por vía inhalatoria dependerá de su

concentración en la atmósfera de trabajo, del tiempo de exposición y de la ventilación pulmonar.

b) Vía dérmica Los contaminantes pueden entrar en el organismo a través de toda la superficie epidérmica de

la piel, que es una cubierta de espesor variable que envuelve al organismo. Su función no es exclusivamente protectora, sino también metabólica, siendo capaz de

segregar sustancias que protegen metabólicamente de agentes químicos y microbianos. La facilidad con que una sustancia se absorbe a través de la piel, depende fundamentalmente de sus propiedades químicas (capacidad de disolverse en agua o en grasas) y del estado de la propia piel. Así por ejemplo una piel cuya epidermis no esté intacta ofrece una menor resistencia al paso del tóxico. Un detalle a tener en cuenta es que la ropa de trabajo impregnada con alguna sustancia

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química puede originar la intoxicación por vía dérmica. La circulación periférica de la sangre, cuyo aumento puede provocarlo la temperatura ambiente y la carga física del trabajo, ayuda a una mejor distribución del tóxico por todo el cuerpo.

Los tóxicos que ingresan en el organismo por esta vía, deben atravesar una serie de “capas”

hasta llegar a las terminaciones capilares, pudiendo incorporarse a la sangre para ser de este modo distribuidos por todo el cuerpo. La superficie de penetración es importante, así como el estado de integridad de la piel, que puede estar debilitada por lesiones o por la acción de disolventes capaces de eliminar las grasas naturales que protegen su superficie. También la temperatura y la sudoración pueden influir en la absorción del tóxico a través de la piel.

La vía cutánea es la segunda en importancia desde el punto de vista laboral y aunque la piel

suele ser una buena barrera que impide el paso de los contaminantes químicos a la sangre, existen diversas sustancias para las que resulta bastante permeable. Entre dichas sustancias se encuentran algunos disolventes orgánicos (n- butanal, 2-butoxietanol, tolueno,etc.), así como ciertos compuestos inorgánicos, como algunos derivados de cromo hexavalente, que además de penetrar en el organismo por esta vía pueden producir un daño local en la piel, conocido como dermatitis de contacto. Este efecto también es producido por numerosas sustancias que no llegan a ser absorbidas por la piel.

La absorción a través de la piel debe tenerse muy presente en Higiene Industrial, ya que su

contribución a la intoxicación suele ser significativa y para algunas sustancias es incluso vía principal de penetración. La temperatura y la sudoración pueden influir en la absorción de tóxicos a través de la piel.

c) Vía digestiva Se entiende como tal el sistema formado por la boca, el estómago e intestinos. Generalmente

se considera de poca importancia, salvo en casos de intoxicación accidental, o cuando se come, bebe o fuma en el puesto de trabajo. No obstante es preciso tener en cuenta los contaminantes

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que se pueden ingerir disueltos en las mucosas del sistema respiratorio y que pasan al sistema digestivo siendo luego absorbidos en éste.

La ingestión de substancias químicas durante el trabajo suele ser un hecho involuntario, que casi siempre va asociado a prácticas poco higiénicas, como fumar, comer o beber en el puesto de trabajo. En general, esta vía no tiene mucha importancia en Higiene Industrial, en determinados casos debe tenerse en cuenta, por ejemplo, cuando el contacto entre el individuo y la sustancia es continuo y ésta se encuentra en forma de polvo. La dosis absorbida por el organismo puede verse incrementada en estas situaciones debido a la ingestión del tóxico.

El recorrido de las sustancias desde la cavidad oral, pasando por el estómago e intestinos,

origina diversos grados de absorción, dependiendo de las características del producto. Esto se debe a las distintas substancias químicas que habitan en el tubo digestivo como ayuda a la digestión y que originan un “ambiente” químico diferente a lo largo del mismo.

El aseo personal, así como la prohibición de comer, beber o fumar en los puestos de trabajo,

minimiza la entrada del contaminante por esta vía.

d) Vía parenteral Es la penetración directa del tóxico en la sangre, a través de una discontinuidad de la piel por

ejemplo, a través de una herida. Constituye la vía de entrada más grave e importante para los contaminantes biológicos.

Debe tenerse en cuenta cuando existen heridas en la piel o en aquellos casos en los que es posible la inoculación directa del tóxico.

Su carácter es mayoritariamente accidental y tiene importancia en aquellos casos en que se

manejan objetos punzantes con regularidad (por ejemplo, agujas hipodérmicas en centros sanitarios o laboratorios). Sin embargo ha de ser tomada muy en cuenta en estas ocasiones ya que el tóxico puede pasar directamente al torrente circulatorio sin que apenas existan barreras que se lo impidan.

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2.- CONTAMINANTES QUÍMICOS Por exposición a un agente químico se entiende el contacto y la interacción de una sustancia o

producto químico con el organismo humano, cualquiera que sea la forma o circunstancia en que dicho contacto se produzca. Si la exposición es consecuencia de la actividad laboral se habla de exposición laboral y, por extensión, de los riesgos para la salud que pueden derivarse de la misma.

Dentro de este ámbito de la prevención de riesgos laborales es habitual distinguir entre

exposiciones agudas y exposiciones crónicas. Por exposición aguda se entiende el contacto directo con productos químicos, o la inhalación de aire contaminado, que se produce durante un periodo corto de tiempo y de forma ocasional. El efecto perjudicial en la salud puede ser inmediato o diferido en el tiempo.

Si el efecto es inmediato se puede hablar de un “accidente químico”. Ejemplos de estas

situaciones pueden ser las quemaduras provocadas por salpicaduras de un ácido al realizar un trasvase, el edema pulmonar ocasionado por la inhalación de cloro al entrar en un recinto en el que se ha producido una fuga o la asfixia causada por inhalación de monóxido de carbono. Esta forma de actuación es muy similar a la de un accidente; en efecto, el daño a la salud tiene una causa inmediata, se produce en un momento definido y en un tiempo muy corto, todo ello permite diferenciar el antes y el después de un hecho y utilizar las metodologías propias de la seguridad del trabajo para analizar las causas y las consecuencias y deducir medidas preventivas o de protección.

El ámbito clásico de actuación de la Higiene Industrial es el de las exposiciones crónicas,

caracterizadas por un contacto con que no se aprecian efectos a corto plazo; no obstante, si la exposición se prolonga durante un periodo de tiempo suficiente, los daños a la salud se manifiestan. En este mecanismo de generación de daño a la salud, el patrón temporal de exposición y los mecanismos de interacción del organismo con las sustancias químicas son factores determinantes, que deben ser estudiados para poder conocer la magnitud de los riesgos y la necesidad de adoptar medidas preventivas.

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CLASIFICACIÓN DE LOS CONTAMINANTES QUÍMICOS

GASES Y VAPORES Gases: Son fluidos amorfos que ocupan todo el espacio que los contiene, dando 760 mm de

Hg de presión a 25 ºC. Sus partículas son de tamaño molecular y, por tanto, se pueden mover por transferencia de masa o por difusión o gravedad (hacia abajo o hacia arriba si son más ligeros que el aire).

Vapores: Son la fase gaseosa de una sustancia generalmente sólida o líquida a 25ºC y 760 mm

de Hg de presión. El vapor puede pasar a sólido o líquido actuando bien sobre su presión o bien sobre su temperatura El tamaño de las partículas también es molecular y es aplicable todo lo comentado para los gases

Agentes Químicos

De acción sobre las vías respiratorias superiores De acción sobre los bronquios De acción sobre los pulmones

Irritantes

Asfixiantes

Anestésicos

Gases y Vapores

Aerosoles

Sólidos

Líquidos

Humos

Polvos

Nieblas

Primarios De acción sobre las vísceras De acción sobre el sistema Hematopoyético De acción sobre el sistema nervioso central De acción sobre el sistema circulatorio y la sangre

Simple Químicos

Smoke

Fume

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Según sus efectos los gases y vapores se clasifican en Irritantes: El efecto irritante es la manifestación de la respuesta del organismo frente a una agresión

externa, que se produce en el lugar de contacto del tóxico. Muchas sustancias son capaces de producir irritaciones o reacciones cutáneas o respiratorias, siempre y cuando se encuentren en concentraciones suficientemente altas y durante un periodo de tiempo suficiente. Su acción puede ser intensa (irritantes fuertes) o moderada (irritantes leves).

En la piel las manifestaciones clínicas son diversas, desde un leve enrojecimiento a una úlcera.

En el aparato respiratorio, en el caso de los irritantes con acción intensa, el síntoma principal suele ser una insuficiencia respiratoria inmediata acompañada de los síntomas propios de la irritación mucosa (lagrimeo, estornudos, dificultades para tragar).

La condición que determina un mayor o menor efecto de los agentes irritantes que actúan

sobre la vía respiratoria es esencialmente su solubilidad en agua. Los compuestos solubles en agua dan lugar a los síntomas más agudos, que, salvo algunas excepciones, son los menos graves. Los de baja solubilidad en agua producen una lesión difusa en los alvéolos (edema pulmonar), cuyos síntomas aparecen con cierto retraso respecto a la exposición, incluso 24 horas. Este retraso constituye un factor de riesgo adicional debido a la posibilidad de un diagnóstico equivocado, que inducirá un tratamiento no adecuado, ya que es probable no relacionar los síntomas con la exposición sufrida.

Bronquios y Alveolos

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Anestésicos: Los anestésicos o narcóticos son aquellos compuestos que actúan sobre el sistema nervioso

central, limitando o reduciendo la actividad cerebral. En general, se trata de sustancias liposolubles (solubles en grasas) que actúan sobre el tejido nervioso del cerebro, de carácter graso.

El volumen de irrigación sanguínea que recibe el cerebro es tanto mayor que las demás partes del cuerpo, de modo que la presión parcial en el cerebro de cualquier vapor o gas inhalado alcanza en forma casi inmediata el mismo valor de la presión parcial de los pulmones. El efecto anestésico de cualquier gas depende de la concentración efectiva que se alcanza en el cerebro y de la potencia farmacológica del gas. Los disolventes orgánicos son el ejemplo típico de estos compuestos.

Sistema nervioso central

Asfixiantes: Los asfixiantes son sustancias, normalmente en estado gaseoso, cuya presencia en el aire

impide, por diversos procedimientos, que se lleve a cabo el aporte de oxígeno a las células. El monóxido de carbono, el cianuro de hidrógeno o el sulfuro de hidrógeno son ejemplos de sustancias asfixiantes.

También se incluyen en este grupo los gases biológicamente inertes, es decir, que no ocasionan ningún efecto ni respuesta biológica, pero cuya presencia en el aire implica una menor concentración de oxígeno. Reciben el nombre de asfixiantes simples. El nitrógeno, los gases nobles, el hidrógeno y muchos hidrocarburos gaseosos (metano, etano, etileno, etc.) son ejemplos de estos asfixiantes simples.

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Algunos ejemplos de gases o vapores: El monóxido de carbono es un gas incoloro, inodoro e insípido algo menos denso que el aire

por lo que se difunde rápidamente. Se produce siempre que tiene lugar una combustión incompleta de carbón.

Sus efectos se deben a que su afinidad por la hemoglobina de la sangre es unas 300 veces

mayor que la del oxígeno del aire, con lo que impide el transporte por la sangre del oxígeno de los pulmones a las células, produciendo una asfixia química.

El dióxido de azufre es un gas incoloro, olor picante; se emplea como agente blanqueante y en

la obtención del ácido sulfúrico; se desprende en procesos de combustión ya que el azufre siempre acompaña a los carbones y petróleos. Muy soluble en agua causa irritaciones del sistema respiratorio superior.

Los óxidos de nitrógeno se obtienen como subproducto en la fabricación de productos

nitrosos, colorantes, explosivos, fertilizantes. Producen irritación del sistema respiratorio superior y edema pulmonar.

El mercurio es el único metal líquido y se evapora fácilmente incluso a temperatura ambiente.

Produce la enfermedad de hidragirismo. Cloro y sus derivados, constituyen un grupo de sustancias irritantes. El cloro es un gas

amarillento verdoso de olor muy característico, más pesado que el aire. Se utiliza en la depuración de aguas y como materia prima para derivados clorados. El óxido de cloro es un gas rojizo y es muy reactivo y muy tóxico.

Los vapores de plomo son un tóxico muy peligroso que se encuentra principalmente en las

industrias de fundición de plomo, plata y cinc, fabricación de minio, porcelana, vidrios, etc. El plomo desprende gran cantidad de vapores a 500 ºC y produce una grave enfermedad: el saturnismo.

El amoniaco se emplea en refrigeración en circuito cerrado y en la fabricación de abonos y

explosivos; se desprende en la descomposición de sustancias nitrogenadas, en aguas negras, etc. Muy soluble en agua causa una fuerte irritación en las mucosas del aparato respiratorio.

Los cianuros tienen una toxicidad derivada de su capacidad de desprender ácido cianhídrico

que inhibe la oxidación de la sangre por inactivación de las enzimas respiratorias. El ácido cianhídrico tiene un olor muy característico a almendras amargas, muy tóxico y puede penetrar en el organismo por inhalación, ingestión y por la piel.

Disolventes Son una serie de sustancias, generalmente orgánicas, que se utilizan para desengrasar, en

pinturas y barnices, etc. Dada su elevada presión de vapor se encuentran en todos los ambientes donde se utilizan, incluso a temperatura ambiente.

Suelen ser mezclas de diferentes compuestos químicos y no suelen ser solubles en agua;

suelen ser sustancias combustibles, dando lugar muy fácilmente a mezclas inflamables.

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Su toxicidad vendrá dada por su máximo valor de concentración en el aire admisible; sin embargo debemos tener en cuenta también que a más presión de vapor del producto más cantidad de él existirá en el ambiente.

La toxicidad de los disolventes acuosos está dada por las sustancias añadidas al agua, como

ácidos, álcalis, oxidantes, reductores, etc. Pueden presentarse riesgos en contactos accidentales, como consecuencia de la existencia de nieblas, etc. y en general ocasionan irritaciones del sistema respiratorio.

AEROSOLES Las sustancias tóxicas que en la industria constituyen los riesgos químicos al estar presentes en

la atmósfera en forma de aerosoles, están presentes en forma de pequeñas partículas mensurables de cierta magnitud. Un aerosol es una dispersión de partículas sólidas o líquidas, de

tamaño inferior a 100 en un medio gaseoso. Dentro del campo de los aerosoles se presentan una serie de estados físicos que se definen a continuación:

Polvo: Suspensión en el aire de partículas sólidas de tamaño pequeño procedentes de

procesos físicos de disgregación. La gama de tamaños de partículas de polvo es amplia, si bien,

estos, fundamentalmente oscilan entre 0,1 y 25 Los polvos no floculan excepto bajo fuerzas electrostáticas, no se difunden en el aire y sedimentan por acción de la gravedad

Humo (Smoke): suspensión en el aire de partículas sólidas originadas en procesos de

combustión incompleta. Su tamaño es generalmente inferior a 0,1 . Humo metálico (Fume): Suspensión en el aire de partículas sólidas metálicas generadas en un

proceso de condensación del estado gaseoso, partiendo de la sublimación o volatilización de un metal; a menudo va acompañada de una reacción química generalmente de oxidación. Su tamaño es similar al del humo. Estas partículas floculan (unión de partículas pequeñas, formándose otra de tamaño mayor).

Nieblas: Suspensión en el aire de pequeñas gotas de líquido que se genera por condensación

de un estado gaseoso o por ruptura mecánica de un estado líquido. El margen de tamaños para estas gotitas líquidas es muy amplio. Va desde 0,01 a 60 micras.

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Dinámica de las partículas: Cuando las partículas de polvo quedan suspendidas en el aire, ellas se ven sujetas a la acción

de la gravedad. La atracción gravitacional hace que ellas comiencen a caer, pero a diferencia de lo que sucede en el vacío, en el cual la velocidad de caída es uniformemente acelerada, al caer la partícula en el aire ella se ve sometida al efecto de rozamiento con el aire lo que produce una resistencia a la caída. La partícula cae inicialmente en movimiento acelerado pero a medida que aumenta su velocidad se hace mayor el efecto de la resistencia del aire y llega un momento, en que la resistencia del aire equilibra la atracción gravitacional alcanzando la partícula una velocidad uniforme que corrientemente se denomina “velocidad terminal”.

La velocidad terminal de las partículas pequeñas es muy reducida midiéndose en algunos casos en cm y aún en mm por hora. En consecuencia el polvo fino suspendido en el aire puede permanecer en suspensión durante períodos muy prolongados. Del mismo modo debido a la gran magnitud de la resistencia del aire comparada con la masa y la inercia de las partículas pequeñas es extremadamente difícil proyectar o lanzar estas pequeñas partículas a través del aire y del mismo modo es igualmente difícil separarlas en una corriente de aire.

Las propiedades dinámicas de las partículas microscópicas son de la mayor importancia para el

estudio de riesgos y el control del polvo. Tanto la producción del aerosol es decir la suspensión de las partículas finas en el aire, la dispersión o transporte del polvo desde el punto de producción hacia el resto de los talleres o áreas de trabajo, el control del riesgo en los procesos con exposición a polvo y los problemas de los equipos de recolección de polvo todos están determinados por la dinámica de las partículas.

Desde el punto de vista fisiológico estas propiedades también son de importancia debido a que ellas determinan fundamentalmente la profundidad hacia la cual va a penetrar el polvo dentro de las vías respiratorias y el grado de retención del polvo dentro de ellas, determinan la dosis recibida por el pulmón y la magnitud del riesgo.

CLASIFICACIÓN DE POLVOS Y FIBRAS A título ilustrativo aclararemos el concepto de polvo respirable, que permitirá una mejor

comprensión del problema higiénico donde intervienen polvos. El polvo se puede clasificar según: Tamaño: a) Visible : Distinguible a simple vista con tamaño mayor de 40 micras b) Sedimentable : Con tamaño entre 10 y 15 micras, c) Respirable : Que puede penetrar en los pulmones, con tamaño inferior a 5 micras. d) Inhalable : inhalable con tamaño menor de 10 micras

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Efectos: a) Polvo neumoconiótico: Produce efectos irreversibles en el pulmón, denominados

genéricamente neumoconiosis. Sus efectos dependen de su fracción respirable en sílice. b) Polvo tóxico: Tienen una acción tóxica primaria en el organismo y sus efectos dependen

de la cantidad total de polvo suspendido (polvos metálicos por ejemplo óxido de plomo que produce saturnismo).

c) Polvo cancerígeno: Es todo polvo que puede inducir un tumor maligno en el hombre y someterlo a una determinada dosis, por ejemplo asbestos, ácido crómico, níquel, etc.

d) Polvo inerte: No contiene ningún compuesto tóxico y los productos neumoconióticos están en porcentaje inferior al 1%.

Por su forma: a) Fibras : Son aquellas partículas cuya longitud es superior a 3 veces su diámetro medio

(algodón, cáñamo, amianto, etc.). b) Polvo : Suspensión de partículas sólidas

Por su composición: a) Animales: Plumas, pelos, cuero, huesos b) Vegetales: Polen, cereales, tabaco c) Minerales: Metales, asbestos Por “fracción respirable” se entiende la parte de polvo total suspendida en el aire que alcanza,

por su pequeño tamaño, los alvéolos pulmonares depositándose en ellos. El resto es retenido por las mucosas del aparato respiratorio o sedimentan por gravedad.

Vemos pues que en el caso de la contaminación por polvo la determinación del riesgo

higiénico vendrá dada por los siguientes factores:

Composición química del polvo

Tamaño de las partículas

Concentración en el aire

Tiempo de exposición

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Unidades de medida La concentración de materia contaminante en el aire de origen químico y susceptible de

provocar un daño a la salud es extremadamente baja; quiere esto decir que debemos emplear unidades de medida capaces de ponderar esos bajos valores absolutos.

Por otra parte, también es necesario emplear las unidades adecuadas para los agentes físicos. Por todo ello existe cierta terminología que se debe conocer:

p.p.m. : Partes por millón expresadas volumétricamente y medidas a 25ºC y 760 mmHg. mg/m3 :Miligramos por metro cúbico. Expresa la concentración en forma gravimétrica. m.p.p.c.f. : Millones de partículas por pie cúbico. p.p.c.c : Partículas por centímetro cúbico. Μm : micra, millonésima parte del m. Μg : microgramo, millonésima parte del gramo Μl : microlitro, millonésima parte del litro Mg : miligramo m3 : metro cúbico Atm : Atmósfera = 760 mm. Hg Factores de conversión y equivalencia mg/m3 = 0.041 x ppm x Pm Donde: Pm = Peso molecular de una sustancia en g/mol medida a 25ºC y 760 mmHg de presión y

supuesto comportamiento ideal.

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BIBLIOGRAFÍA

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“HIGIENE INDUSTRIAL” tercera edición, Félix Bernal D., 2006

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2000

“MANUAL DE HIGIENE INDUSTRIAL”, fundación MAPFRE, 1995

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“BIBLIOTECA DEL CONGRESO NACIONAL”, www.bcn.cl

“LEY N° 16744”, 1968

“DECRETO SUPREMO N° 594”, 1999

“MÓDULO DE HIGIENE INDUSTRIAL”, Jesús Consuegra G.