adivinanzas, bombas, rondas y demas

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adivinanzas, bombas y demas

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Canciones infantiles para dormirA la ru ru, nene,a la ru ru ya,duérmete mi nene,duérmase ya.

Duérmase mi negro, cara de pambazo,que si no se duermele doy un trancazo...Mi negrito lindo,ya se está durmiendo,pon cara de palo,que yo te estoy viendo...

A la ru ru, nene,a la ru ru ró,este negro lindoya se me durmió.

Canción para los niños antes de dormirYa va siendo hora de que los pequesnos vayamos a la cama.¡Ale!Vamos a la camaque hay que descansar.Para que mañanapodamos madrugar.Vamos a la camaque hay que descansar.Para que mañanapodamos madrugar.

Nana infantil para cantar a bebés y niñosEsta niña tiene sueñotiene ganas de dormir,tiene un ojito cerrado,el otro no lo puede abrir.

Duérmete mi niña,duérmete mi sol,duérmete pedazode mi corazón.

BOMBAS SOLAS1.__Cuanta naranja maduracuanto limón por el suelocuanta muchacha bonitacuanto haragán sin dinero.

2.__Desde lejos he venidorodando como una tusasolo por venirte a verniña ojitos de guatusa.

3.__Las Mujeres de este tiemposon como el maíz molidoapenas tiene quince añosy ya quieren marido.

4.__El chile para que piquedebe ser bien coloradoel amor para que duredebe ser dicimulado

5.__La Barita de San Antonioya no se cuando florese,la vergüenza de los hombresyo no se cuando aparece

6.__Las Mujeres que aman a dos hombresno es tonta si no entendidasi una vela se le apagala otra le queda encendida.

Uga la tortuga¡Caramba, todo me sale mal! se lamenta constantemente Uga, la tortuga. Y es que no es para menos: siempre llega tarde, es la última en acabar sus tareas, casi nunca consigue premios a la rapidez y, para colmo es una dormilona.¡Esto tiene que cambiar! se propuso un buen día, harta de que sus compañeros del bosque le recriminaran por su poco esfuerzo al realizar sus tareas.Cuento infantil sobre la perseverancia

Y es que había optado por no intentar siquiera realizar actividades tan sencillas como amontonar hojitas secas caídas de los árboles en otoño, o quitar piedrecitas de camino hacia la charca donde chapoteaban los calurosos

días de verano.-¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis compañeros? Mejor es dedicarme a jugar y a descansar.- No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que verdaderamente cuenta no es hacer el trabajo en un tiempo récord; lo importante es acabarlo realizándolo lo mejor que sabes, pues siempre te quedará la recompensa de haberlo conseguido.No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren tiempo y esfuerzo. Si no lo intentas nunca sabrás lo que eres capaz de hacer, y siempre te quedarás con la duda de si lo hubieras logrados alguna vez.Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar y vivir con la duda. La constancia y la perseverancia son buenas aliadas para conseguir lo que nos proponemos; por ello yo te aconsejo que lo intentes. Hasta te puede sorprender de lo que eres capaz.- ¡Caramba, hormiguita, me has tocado las fibras! Esto es lo que yo necesitaba: alguien que me ayudara a comprender el valor del esfuerzo; te prometo que lo intentaré.Pasaron unos días y Uga, la tortuga, se esforzaba en sus quehaceres.Se sentía feliz consigo misma pues cada día conseguía lo poquito que se proponía porque era consciente de que había hecho todo lo posible por lograrlo.- He encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse grandes e imposibles metas, sino acabar todas las pequeñas tareas que contribuyen a lograr grandes fines.FIN

El Conejito Soñador

Había una vez un conejito soñador que vivía en una casita en medio del bosque, rodeado de libros y fantasía, pero no tenía amigos. Todos le habían dado de lado porque se pasaba el día contando historias imaginarias sobre hazañas caballerescas, aventuras submarinas y expediciones extraterrestres. Siempre estaba inventando aventuras como si las hubiera vivido de verdad, hasta que sus amigos se cansaron de escucharle y acabó quedándose solo.Al principio el conejito se sintió muy triste y empezó a pensar que sus historias eran muy aburridas y por eso nadie las quería escuchar. Pero pese a eso continuó escribiendo. Las historias del conejito eran increíbles y le permitían vivir todo tipo de aventuras. Se imaginaba vestido de caballero salvando a inocentes princesas o sintiendo el frío del mar sobre su traje de buzo mientras exploraba las profundidades del océano.Se pasaba el día escribiendo historias y dibujando los lugares que imaginaba. De vez en cuando, salía al bosque a leer en voz alta, por si

alguien estaba interesado en compartir sus relatos.Un día, mientras el conejito soñador leía entusiasmado su último relato, apareció por allí una hermosa conejita que parecía perdida. Pero nuestro amigo estaba tan entregado a la interpretación de sus propios cuentos que ni se enteró de que alguien lo escuchaba. Cuando acabó, la conejita le aplaudió con entusiasmo.-Vaya, no sabía que tenía público- dijo el conejito soñador a la recién llegada -. ¿Te ha gustado mi historia?-Ha sido muy emocionante -respondió ella-. ¿Sabes más historias?-¡Claro!- dijo emocionado el conejito -. Yo mismo las escribo.- ¿De verdad? ¿Y son todas tan apasionantes?- ¿Tu crees que son apasionantes? Todo el mundo dice que son aburridísimas… - Pues eso no es cierto, a mi me ha gustado mucho. Ojalá yo supiera saber escribir historias como la tuya pero no se...El conejito se dio cuenta de que la conejita se había puesto de repente muy triste así que se acercó y, pasándole la patita por encima del hombro, le dijo con dulzura:- Yo puedo enseñarte si quieres a escribirlas. Seguro que aprendes muy rápido- ¿Sí? ¿Me lo dices en serio?- ¡Claro que sí! ¡Hasta podríamos escribirlas juntos!- ¡Genial! Estoy deseando explorar esos lugares, viajar a esos mundos y conocer a todos esos villanos y malandrines -dijo la conejita-Los conejitos se hicieron muy amigos y compartieron juegos y escribieron cientos de libros que leyeron a niños de todo el mundo. Sus historias jamás contadas y peripecias se hicieron muy famosas y el conejito no volvió jamás a sentirse solo ni tampoco a dudar de sus historias.

El perrito que no podía caminarBo era un perrito muy alegre y juguetón que no podía caminar desde que nació porque tenía una parálisis en las patas traseras. Amina, una niña que lo vio al nacer, convenció a sus papás para llevarlo a casa y cuidarlo para evitar que lo sacrificasen.Bo y su pequeña dueña Amina jugaban mucho juntos. El perrito se esforzaba por moverse usando solo sus patas delanteras y puesto que no podía saltar y apenas moverse, ladraba para expresar todo lo que necesitaba. A pesar de las dificultades, Bo era un perro feliz que llenaba de alegría y optimismo la casa en la que vivía.Un día los papás de Amina llegaron a casa con Adela, una niña de la edad de Amina que iba vivir con ellos una temporada. Cuando Bo la vio se arrastró enseguida a saludarle y a darle la bienvenida con su alegría de siempre. Pero Adela lo miró con desprecio y se echó a llorar.Bo no se rindió e intentó hacer todas las tonterías que sabía para hacerla reír, pero no nada funcionaba y Adela no dejaba de llorar.

- No te preocupes, Bo- decían los papás de Amina-. Adela está triste porque viene de un país muy pobre que está en guerra y ha sufrido mucho. Está triste porque ha tenido que separarse de su familia.Bo pareció entender lo que le decían, porque se acercó a Adela y se quedó con ella sin ladrar ni hacer nada, sólo haciéndole compañía.La tristeza de Adela fue poco a poco inundando la casa. Todos estaban muy preocupados por ella, porque no eran capaces de hacerla sonreír ni un poquito.Pasaron los días y Bo no se separaba de Adela, y eso que la niña lo intentaba apartar y huía a esconderse cuando lo veía e incluso protestaba cuando Bo intentaba jugar con ella.Pero el perrito no se daba por vencido. Cuando Amina estaba, Bo jugaba con ella mientras Adela miraba y, aunque no sonreía, dejaba de llorar cuando Bo jugueteaba y hacía sus gracias.Un día que Amina no estaba a Bo le entraron muchas ganas de jugar y se le ocurrió intentar que fuera Adela quien jugara con él. Como la niña no le hacía caso, Bo no paraba de moverse y, de pronto, se chocó contra una mesa tan fuerte que se le cayó encima un vaso de leche. El vaso no se rompió porque era de plástico, pero empapó al pobre Bo de leche y lo dejó paralizado del susto.

Adela, cuando lo vio, le quedó mirando al perrito sin decir nada. De repente, se echó a reír, viendo lo gracioso que estaba el perrito lleno de leche con su cara de susto. Cuando Bo vio que Adela se reía, empezó a lamerse la leche y a hacer más tonterías mientras la niña, sin parar de reír, intentaba limpiarlo con el mantel. Cuando Amina y sus vio lo que se reía Adela se alegró muchísimo, y corrió a decírselo a sus papás. Por fin todos volvían a estar alegres.A pesar de no ser un perrito como los demás, Bo fue el único capaz de lograr que la alegría y el optimismo volvieran a aquella casa.

Los Musicos de Bremen Había una vez un campesino que tenía un asno. Durante mucho tiempo le había servido para llevar los sacos de trigo al molino, pero el asno se empezó a hacer viejo e inservible y el amo pensó en deshacerse de él. El asno no era tonto, y como sabía de las intenciones de su amo se escapó rumbo a Bremen para tratar de hacer carrera como músico, ya que el animal tocaba el laúd. En su camino se tropezó con un perro cazador que jadeaba agotado.- ¿Todo bien amigo?- Sí, sí tranquilo. Intentaba escaparme de mi amo, que quiere matarme porque soy viejo y ya no le sirvo para ir de caza. - ¿Por qué no te vienes conmigo? Voy camino de Bremen, donde pienso ganarme la vida como músico. Juntos podríamos formar una banda… tu podrías tocar los timbales. ¿Qué te parece?El asno convenció al perro y continuaron su camino juntos. Al poco, se encontraron con un gato con mala cara.- ¿Qué te pasa minino? - preguntó el asno- Que no tengo adónde ir. Mi ama ha tratado de ahogarme porque estoy viejo y me paso el día tirado junto al fuego.

- ¿Y por qué no te unes a nosotros? Vamos a Bremen, a formar una banda de música. El gato dijo que no sabía mucho de música, pero como no se le ocurría nada mejor aceptó y se unió al asno y al perro. Más adelante dieron con un gallo que gritaba con todas sus fuerzas.- ¿Por qué gritas gallo? - dijo el asno- Porque mi ama va a echarme a la cazuela esta noche. Por eso grito mientras estoy vivo.- Anda, no malgastes tu tiempo y vente con nosotros. Vamos a Bremen y tienes buena voz así que eres perfecto para nuestra banda de música. Continuaron caminando los cuatro animales todo lo que pudieron pero no llegaron esa misma noche a Bremen. No sabían dónde pasar la noche cuando vieron luz en una casa al otro lado del bosque y decidieron acercarse. Vieron a un grupo de ladrones a punto de darse un gran festín de comida y con el hambre que tenían decidieron que tenían que hacer algo para echar de la casa a los ladrones. El asno se colocó junto a la ventana, el perro se subió encima del asno, el gato encima del perro y el gallo encima de la cabeza del gato. Así, unos encima de otros, empezaron a rebuznar, ladrar, maullar y cantar con toda su alma. Rompieron incluso la ventana y armaron tal estruendo que los ladrones huyeron creyendo que se trataba de algún fantasma. Los animales cenaron hasta que ya no pudieron más y se echaron a dormir. El asno eligió el estiércol, el perro se fue detrás de la puerta, el gato prefirió las cenizas del hogar y el gallo se puso encima de una viga. A media noche uno de los ladrones, viendo a lo lejos que la casa parecía en calma se armó de valor y decidió volver. Pero cuando llegó la casa estaba a oscuras, confundió los ojos del gato con las brasas del hogar, acercó una cerilla y el gato le arañó la cara, fue hacia la puerta y le mordió el perro en la pierna, salió corriendo fuera de la casa, pisó el estercolero y el asno le dio una coz y justo en ese momento el gallo empezó a cantar desde la viga ¡¡Kirikíi!!El ladrón corrió todo lo rápido que pudieron sus pies y cuando llegó le contó a sus compañeros:- ¡En la casa hay una bruja que me ha arañado la cara, detrás de la puerta un hombre con un cuchillo que me lo ha clavado en la pierna, y fuera un monstruo que me ha golpeado con un terrible mazo!! Y encima del tejado un juez que gritaba ¡Traedme el ladrón aquí!Tras esto a los ladrones ni se les ocurrió volver a pisar esa casa y los músicos de Bremen todavía siguen allí.

La Manta Magica Elisa era un niña de 12 años divertida y alegre que pasaba mucho tiempo jugando en el jardín de su casa. Un día se despistó y se le hizo tarde. No se dio cuenta de que empezaba a hacer frío y se puso enferma. Su mamá decidió llevarla a casa de la abuelita para que la cuidara mientras se recuperaba.A Elisa le encantaba ir a casa de su abuela porque siempre le contaba historias maravillosas de cuando era joven. La abuelita de Elisa era un auténtica aventurera.

- Y, ¿si es la abuelita la que llama a la puerta? -preguntó Elisa.- La abuelita tiene llaves, hija -respondió su mamá-. Si alguien llama y te

dice que es tu abuela no te fíes y no abras. La abuela no tardará en venir.La mamá de Elisa se marchó y la pequeña se quedó en aquella casa que tanto le gustaba. Se echó en el sofá y cogió uno de los libros que tenía allí su abuela para ella.De repente encontró algo muy curioso junto a ella, sobre el sofá. Era una manta que nunca antes había visto. Se la puso encima de las piernas y…-Ah! -gritó-. ¡Mis piernas! ¡¿Dónde están mis piernas!?Sin saber muy bien lo que hacía, quitó la manta que ya no se veía, y las piernas aparecieron de nuevo.-¡Es una manta mágica! ¡Cuando te la pones te haces invisible!El lobo empezó a buscar. Abrió todas las puertas y miró dentro de todos los armarios. Incluso miró en los cajones. Aunque la verdad es que fue algo un poco extraño ¿Quién se iba a meter en un cajón?Justo cuando entraba en la habitaciónEl lobo empezó a dar vueltas sin sentido, sin saber dónde meterse. Al final, decidió meterse debajo de la cama.¡Oh, no! ¡Debajo de la cama estaba…. Elisa! Cuando la niña sintió que se metía el lobo dentro se puso a temblar de miedo. Entonces recordó que no la podía ver porque llevaba puesta la manta mágica, así que esperó hasta que su abuela entrara. La niña recordó que la puerta se había quedado abierta, así que supo que la abuela sospecharía algo en cuanto la viera. Era una auténtica aventurera, seguro que estaba preparada.Cuando Elisa sintió los pasos de su abuela, lentos y pausados, se imaginó que estaba al acecho, como en sus aventuras. Cuando la notó más cerca, le dio un pellizco al lobo donde más duele. La sorpresa y el dolor hicieron que el lobo pegara un grito y saliera como loco de debajo de la cama. En cuanto salió, la abuelita le pegó un golpe tan fuerte con un palo que el pobre lobo salió medio atontado de allí.Cuando había pasado el peligro, la abuelita dijo con voz firme:-Elisa, ya puedes salir de debajo de la cama.-¿Cómo sabías que estaba ahí metida, abuelita? -preguntó la niña, sorprendida.-Porque yo hubiera hecho lo mismo que tú hija mía-contestó-. Seguro que has pasado mucho miedo.-Bueno, no tanto -dijo la niña con cara de valiente -. Esta manta que me he encontrado y que te hace invisible me ha ayudado.-¡Ay, la manta, la manta! -dijo la abuelita -. ¡Dichosa manta! Seguro que te entretuviste jugando con ella y no te diste cuenta de que no debías abrir la puerta.-Lo siento, abuelita. Ya he aprendido la lección. A partir de ahora estaré más atenta y pensaré antes de hacer las cosas.Desde entonces, Elisa tiene siempre cerca la manta de su abuelita, pero no ha vuelto a abrir la puerta a nadie y presta atención a todo lo que le dicen, por si acaso.

Los Granizados de Luis Al llegar el verano el puesto de granizados de Luis se llenaba de gente. Había gente que pedía granizados de limón, otros de naranja, de cola o hasta de fresa o de café. Eran tantas las personas que pasaban por allí a lo largo del día que Luis tenía que poner la máquina a funcionar ya a primera hora de la mañana para que cuando llegasen los primeros bañistas a la playa todo estuviese listo. Al menos así había sido cada verano hasta aquel en el que Luis dejó de vender tantos granizados. Parecía que la gente se había cansado de los sabores de siempre o que con un helado les bastaba para combatir el calor. La verdad es que Luis no conocía exactamente las razones,

sólo sabía que hacía años su máquina granizadora no paraba de funcionar y ahora apenas vendía unos cinco granizados al día. Se sentía tan triste que cada mañana le costaba más levantarse para abrir su puesto sabiendo que no iba a tener casi clientes.

Un día, antes de que el sol saliera, Luis le pidió ilusionado a las estrellas que le dieran la receta para poder volver a ilusionar a la gente y al día siguiente le pasó una cosa muy extraña.

Estaba preparando su granizadora cuando escuchó dentro de ella un ruido extraño. No le dió importancia porque la máquina llevaba varios días parada y pensó que podía ser por eso. Lo que sí le desconcertó fue el momento de servir el primer granizado del día. Era de café y se lo había pedido una de sus clientas más fieles, una adorable anciana llamada Dorotea.

- ¡Mmmm qué rico está hijo mío! ¡Todavía más rico de lo habitual! - dijo Dorotea nada más probarlo.

Pero eso no fue todo, porque cuando Dorotea dio el primer sorbo a su granizado de café, algo empezó a cambiar. La mujer sintió de repente como un ritmo extraño invadía su cuerpo y le hacía bailar y bailar sin poder parar. Era raro que una mujer de 80 años como Dorotea hiciese eso sin algún tipo de ayuda, así que Luis sintió una curiosidad tremenda por lo que estaba pasando. Para comprobar que se trataba del granizado, decidió repartirlos gratis a todo el que quisiera acercarse por su puesto.

Llegó un niño a por uno de fresa y al momento empezó a bailar hip hop; una mujer que compartió con su hijo uno de limón empezó a recitar poesía; otro señor que siempre iba muy tapado a la playa se tomó uno de naranja y empezó a cantar y así toda la gente que se acercó a por un granizado hasta su puesto.

Todos adquirían alguna habilidad artística desde el primer sorbo. Luis creyó que eran sus granizados, que estaban recuperando la magia de siempre. No pudo demostrarlo, pero todo el mundo empezó a acercarse de nuevo por su puesto para comprar un rico granizado. Un escritor que había perdido la inspiración o un pintor sin ideas nuevas. Todos encontraron en la bebida de Luis la fuerza que creían haber perdido.

La desobediente tortuguita RubyEra una vez una tortuguita que se llamaba Ruby y que vivía con su mamá y sus dos hermanitas tortugas. Un día, la mamá le dijo a Ruby que cuidara de sus hermanitas porque ella iba al campo en busca de unas hojas frescas para comer.Ruby le contestó que sí, que ella cuidaría de sus hermanas. Pero a lo lejos, Ruby, la tortuguita, escuchó una música que le gustaba y se colocó una blusa de color rojo, un sombrero, una falda amplia y se puso sus tacones para ir a bailar, porque decía que le gustaba esa música que estaba sonando.Cuento sobre la obediencia

Cuando llegó al lugar de donde venía la música, se encontró que allí vivía un perro que se llamaba Franklin, el cual le dijo que él tenía mucha hambre y que si ella no había pasado por algún lugar adonde hubiera comida abundante.Ella le dijo: 'tranquilo amigo, yo te voy a ayudar a conseguir comida. Cuando tu dueño se ponga a comer me avisas'. Así fue, cuando el señor José se iba a llevar un muslo de pollo a la boca, vino la tortuguita Ruby y le mordió el dedo gordo del pie.Del dolor que le produjo la mordedura de la tortuga, soltó el muslo de pollo de inmediato, llegó el perro y se lo llevó corriendo para comérselo lejos porque tenía mucha hambre.El señor José se puso a llorar; de inmediato su esposa, la señora María le preguntó que por qué daba tantos gritos. Él le mostró la herida que le había hecho la tortuguita y le pidió que llenara una olla grande con agua y la pusiera en el fogón a calentar para meter a la tortuguita dentro del agua caliente y poderla comer.Después llegó el perro y escuchó que la señora María buscaba afanada a la tortuguita porque el agua ya estaba caliente, pero Franklin, el perro, sabía que matarían a su amiga la tortuguita Ruby por haberlo ayudado a conseguir comida.Olfateó dónde se encontraba la tortuguita que se encontraba debajo de una cama y le dijo: 'Sssssh..., no te preocupes, que cuando se acuesten yo te abro la puerta para que salgas'.Cuando oscureció la tortuguita Ruby salió y el perro se despidió de ella en la puerta.La tortuguita tuvo mala suerte porque un señor que iba paseando por la calle la vio y la metió en un saco, pero como el perro vio que Ruby la tortuguita estaba en peligro, corrió muy deprisa y mordió en la nalga al señor.Luego el señor soltó el saco y el perro Franklin ayudó a salir a Ruby, la tortuguita, del saco, cuando de pronto vieron que la mamá de la tortuguita venía, llamándola, junto con sus hermanitas.La tortuguita Ruby le prometió a su mamá que la obedecería, ya que casi pierde la vida por desobedecerla. Y además, no había sido tan responsable dejando a sus hermanitas solitas.FIN

Dos amigos inseparablesEs un lugar maravilloso. Me encanta despertar y oír cantar a los pájaros, dijo Peter. A mí, me fascina oler el perfume de las flores y que el viento me sople en la cara, aseguró Lowin. Así iniciaban todas las mañanas de primavera para el oso Lowin y el zorro Peter. Ambos se tendían sobre el abundante pasto verde a descubrir las formas divertidas que se hacen con las nubes.Desde muy pequeños, Lowin y Peter son amigos. Se conocieron en un soleado y colorido día de primavera. El astuto Peter cazaba insectos entre las flores, mientras que Lowin comía plantas muy cerca de donde se encontraba el zorro.De repente, Peter descubrió una mariposa y estaba decidido a atraparla. Se colocó en posición de ataque y cuando saltó para agarrarla, chocó con Lowin.- Auchhhhh, ¿Qué haces?, me lastimaste - dijo el oso.

- Disculpa, no era mi intención, intentaba capturar una mariposa, pero la muy astuta se me escapó - contestó Peter.- Ahhhhhh, bueno no hay problema. Me llamo Lowin y ¿tú cómo te llamas?- Peter, pero ¿vives en esta montaña? Nunca antes te había visto...De esta manera, se inició una larga conversación entre estos dos cachorros, y desde entonces, son los mejores amigos que se conoce por la montaña de Pando. Ahora son unos inquietos adolescentes en busca de las más divertidas aventuras. Un día de primavera, Peter le propuso a Lowin iniciar una aventura en los gallineros del granjero Jorge. A Peter le encantaba asustar a las gallinas.- Está bien, acepto, - dijo el oso-, pero con una condición.- ¿Cuál? - Preguntó el zorro.- Después de jugar nos vamos a la laguna a darnos un refrescante baño.- Trato hecho. Enseguida Peter empezó a planear cómo entrarían al gallinero. Tomó una ramita y sobre la tierra comenzó a dibujar un mapa para explicarle a Lowin de qué manera trabajarían en equipo para no dejar escapar a ninguna gallina y darles un buen susto.- Yo soy más pequeño y delgado, voy a entrar cuidadosamente al lugar donde las gallinas duermen. Y tú, como eres más grande, te quedarás afuera esperando que las gallinas salgan. Justo en ese momento, empezamos a corretearlas por toda la granja, dijo el zorro. El oso asintió y de inmediato pusieron su plan en marcha.A la cuenta de tres, tanto Peter como Lowin se pusieron en acción. Al cabo de unos segundos, empezaron a salir las gallinas. Mientras tanto, afuera del gallinero se encontraba Lowin, esperando para correr detrás de las pequeñas aves. Al cabo de unos segundos, el zorro y el oso se encontraban corriendo de un lado a otro, cuidándose de no dejar escapar a ninguna gallina.Casi cumplieron su misión, cuando repentinamente los sorprendió el granjero Jorge. Jorge, un señor gordo, alto y un poco gruñón, se montó en su tractor y comenzó a corretear a Peter y a Lowin por toda la colina. El zorro y el oso casi se dan por vencidos, pero después de tanto correr, encontraron un escondite. Allí, estuvieron unos minutos. Cuando se aseguraron que Jorge se había marchado, salieron.- Peter, siempre tus ideas terminan metiéndonos en problemas. Pasamos un buen susto.- Sí, sí, ya lo sé. Pero fue divertido, admítelo.- Tienes razón.Estos intrépidos amigos dejaron escapar una larga carcajada. De camino a la laguna, ya se encontraban planeando la aventura del siguiente día. Peter y Lowin disfrutaban al máximo de los días de primavera, su estación del año preferida. Y tal como habían acordado antes de iniciarse en la divertida persecución de las gallinas, se dirigieron hacia la laguna a darse un divertido y relajante baño.FIN

Fabula el Pastor mentirosoEstaba un pastor de ovejas junto con su rebaño, el cual comenzó a gritar con todas sus fuerzas: "¡Auxilio! ¡Auxilio! El lobo viene por mis ovejas". El pueblo, dejando a un lado todos sus quehaceres, acuden al llamado del joven, para darse cuenta que no es mas que una chanza pesada.El joven vuelve a hacerlo una segunda vez, y temiendo el pueblo, volvió. Sin embargo, nuevamente no era mas que una burla. Luego gritó de nuevo, siendo esta vez verdad que el lobo estaba atacando, sin embargo el pueblo no creyó en sus gritos, por lo que la fiera terminó devorándose el rebaño.

Moraleja: Mentimos y mentimos, y perdemos la confianza que los demás tienen en nosotros. Cuando digamos la verdad, no nos creerán.

Fabula el Jilguero TímidoHabía una vez un Jilguero que no quería cantar. Todas las demás aves se preguntaban por qué no quería cantar, y el siempre les respondía: "Jamás cantaré para ser objeto de burla."Un día, un Perico se le acercó al Jilguero para decirle: "¿Por qué tienes miedo? Canta, que nadie se reirá de ti." Sin embargo, el Jilguero no quiso cantar, ni tampoco le respondió nada al perico. Luego llego una Cotorra y también se le acercó al Jilguero y le dijo: "Te escuché una vez mientras cantabas en el bosque. ¡Tus cantos son hermosos! ¿Por qué no quieres

cantar ahora?."Aún así el Jilguero siguió sin decir nada. Hasta que finalmente se le acercó un Ruiseñor y comenzó a cantar de una forma muy hermosa. Sin emargo, el Jilguero siguió con apatía, así que le preguntó: "Jilguero, ¿por qué no te unes a mi en canto? Haríamos un gran dúo." Y el Jilguero le confesó sus miedos al Ruiseñor. Y este le dijo: "No importa si cantas bien o mal, eso es asunto tuyo. Pero si no cantas, ni si quiera para ti mismo, entonces no eres un Jilguero, ni eres nada."Moraleja: Se tu mismo. Cumple con el propósito para el que Dios te diseñó, sin importar si esto agrada a los demás o no.

Fabula la Liebre y la TortugaUn día estaban la liebre y la tortuga discutiendo acerca de cual de los dos era mas veloz. Luego de mucho discutir, decidieron que la mejor manera de resolverlo era participando de una carrera.El día de la carrera, la liebre confiada por su gran velocidad, no se apuro por ir muy rápido, sino que se acostó a un lado del camino hasta que se quedó dormida. La tortuga, sin embargo, sabía que era mucho mas lenta, así que corrió sin cansancio hasta llevarle mucha ventaja a la liebre.La tortuga ganó la carrera y la liebre no pudo hacer nada.

Moraleja: Al final, el trabajo duro y la disciplina siempre termina venciendo los talentos y dones naturales.

La Zorra y el Lobo (Fabula) Una zorra tuvo la mala suerte de caer en un pozo y, al ver que se ahogaba, dio gritos pidiendo auxilio.En tan apremiante situación, un lobo que pasaba por allí se apresuró curiosamente para ver lo que acontecía.Entonces la zorra dijo:– ¡Eh, señor lobo! alárgueme una mano para salir de este peligro. Mire que, si no me ayuda, pereceré ahogada.El lobo le contestó:– ¡Qué pena me da verla en tal aprieto, pobrecilla! ¿Cuanto tiempo hace que está ahí abajo? ¿Cómo es que cayó? ¡Oiga, el agua debe estar muy fría! Es muy hondo el pozo, ¿verdad?Y la zorra imploró:

– ¡Sálvame señor lobo! No es este el momento de charlar. Luego le contaré. Por favor, no pierda tiempo con sus preguntas. ¡Déme una ayuda, que me ahogo!Moraleja: La ayuda oportuna, salva vida y fortuna.

El Perro de Presa y Otros CanesUn granjero adiestraba a un enorme perro para pelear con los osos y leones que depredaban su ganado.Llegado el día de hacer frente a las fieras, la cadena que sujetaba el mastín se arrancó y el animal salió disparado por las calles.Los perros de la vecindad, al verlo pasar como una saeta, le gritaron:– ¿Por qué huyes de esa manera?El otro repuso:– Aunque de comida tengo lo suficiente, el hecho de tener que combatir con osos y leones me resulta como tener que enfrentarme a la muerte.Entonces, los asombrados perros, comentaron:

– Nuestra vida callejera, aunque pobre, es mucho mejor a tener que pelear con temibles osos y leones.Moraleja: “No vale exponer la vida, por un plato de comida“.

Fabula la Zorra, el Oso y el LeónUn feroz León y un enorme Oso se encontraron al mismo tiempo un ciervo. Para decidir cual de los dos se quedaba con la presa, decidieron tener un combate, el que ganara se la llevaba. Mientras peleaban fuertemente, y sin ellos darse cuenta, pasó una astuta zorra.La Zorra, al verlos pelear y darse cuenta que estaba muy exhaustos, aprovechó la situación y se llevó el ciervo. Corrió muy lejos, mientras el León y el Oso solo pudieron ver como se iba, pues estaban muy cansados para correr tras de ella.

Entre ellos se murmuraron: "¡Que desdicha! Tanto esfuerzo y lucha para que la presa se la quedara la

Zorra."Moraleja: Muchas veces, por el egoísmo al no querer compartir, terminamos perdiendo todo.