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Los Enemigos del Coaching Rodrigo "roco" Pacheco Paper de Estudio · Guía nº 8 ACP 2016

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Los Enemigos del Coaching Rodrigo "roco" Pacheco

Paper de Estudio · Guía nº 8 ACP 2016

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Los Enemigos del Coaching

Sabemos con claridad que cuando estamos frente a la posibilidad de aprender algo nuevo, aparecen en nosotros ciertos particulares enemigos del aprendizaje. Incluso a estas alturas del proceso ya los podemos distinguir: tenerlo claro todo, todo el tiempo; enjuiciarlo todo; no tomar en cuenta el cuerpo y las emociones; no dar autoridad; confundir saber con tener información y muchos otros. Todos ellos hacen su tarea de desviar nuestra atención de lo que realmente es medular en los procesos de aprendizaje y que seguramente necesitamos mirar y transitar.

Cuando hablamos de enemigos del aprendizaje, nos estamos refiriendo a todas esas fuerzas internas que nos poseen sin que muchas veces seamos capaces de reconocerlas, y que se gatillan con motor propio durante el aprender. Tienen un poder innegable en influir en lo que es o no posible y nos llevan a perpetuar una manera de ser y actuar.

Todos sin excepción tenemos esas fuerzas conservadoras que llamamos, enemigos del aprendizaje. No importa el nivel de evolución humana, siempre existirá un posible aprendizaje y cuando nos topamos con eso, junto con la disposición a aprender, aparecerá una “vocecita” (que algunas veces seremos capaces de verla como tal y muchas otras no) que nos dirá algo con el poder de boicotear el aprendizaje esperado.

Lo ponemos como “vocecita”, para enfatizar que el origen del dispersor del aprendizaje es una conversación interna, una inquietud mental que tiene el poder de desviar la atención y la energía —que deberían estar disponibles en el aprendizaje— hacia juicios de cómo estamos o debiéramos estar.

Pudiera pensarse que cuando estamos en una sesión de coaching, solo el coachee será invadido por los enemigos del aprendizaje y los que jugamos el rol de coach estamos parados en un lugar donde solo existen certezas y donde no debiera evidenciarse ninguna vulnerabilidad o duda.

Pero esto no es así. Podemos decir con énfasis que el coach siempre está en su propio camino de desarrollo, con sus respectivos enemigos y aliados del aprendizaje.

Desde esta perspectiva es posible mirar la interacción de coaching como una danza donde hay dos personas, cada una en su respectivo proceso personal de aprendizaje,

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dinamizado por sus respectivas fuerzas internas (conservadoras y transformadoras) que cohabitan en una constante tensión, muy característica de lo que significa ser humano.

Como dijimos, la danza del coaching puede ser vista como dos espacios de aprendizaje, los del coachee y los del coach, vividos en diferentes niveles y que se retroalimentan dentro del eterno camino de la evolución humana. Las fuerzas que constituyen el camino del coachee las llamamos fuerzas conservadoras y transformadoras. Para poder diferenciarlas, a las fuerzas que integran el proceso del coach, las llamamos boicoteadoras y aliadas. Y dentro de este documento a esas fuerzas boicoteadoras las llamaremos los enemigos del coaching.

Como decíamos, en toda interacción de coaching podemos distinguir en el coach la presencia de estos enemigos (boicoteadores) en constante tensión con las fuerzas que genuinamente posee y están al servicio del coachee (aliadas). Cuando nos movilizamos desde nuestros aliados, toda la atención, dones, competencias, energía y experiencia del coach, están disponibles para el crecimiento y aprendizaje del coachee. Ocurre desde la aceptación de las realidades en juego y el amor por el servicio. Desde este lugar la conversación emerge y fluye misteriosamente, expandiendo la existencia de ambos.

En esta ocasión nos centraremos, en aquellas derivas que, cuando aparecen, nos alejan del estar al servicio del coachee. La mayoría de las veces, de manera inconsciente, ingenua o por ceguera, como en las siguientes situaciones, entre otras:

- El coach intenta sacar alguna ventaja personal de la interacción.

- Se quiere aparentar algo que no se es.

- Se traspasan al coaching inseguridades o miedos personales.

- Aparecen momentos de incertidumbre, desde la ansiosa incomodidad deno poder sostener la confusión y no saber qué hacer.

A estas derivas las podemos mirar como “juegos personales”, al servicio de nosotros mismos.

Normalmente estos juegos, los andamos trayendo a la vida, confundiéndolos como “nuestra manera de ser”. Se sostienen gastando gran energía en intentar que no se noten. De una manera astuta, creamos un camuflaje psicológico. Son juegos aprendidos en los contextos sociales donde se ha habitado en la historia personal y normalmente

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están al servicio de la importancia personal. En el coaching, cuando aparecen, filtran la percepción del Observador que es el coachee, priorizando escuchar más al juego y sus voces, que a lo que nos pueda decir.

Es imposible no tener estos juegos personales, funcionamos con ellos y desde ellos. Emergen espontáneamente y se mueven con gran libertad en la conversación. Incluso es posible que cohabiten varios a la vez. Si recuerdan, al comienzo del proceso, cuando miraron sus enemigos del aprendizaje, seguramente les tiene que haber pasado que sentían que los tenían casi todos.

La siguiente propuesta consiste en reconocerlos, saber que existen, mirarlos con profunda liviandad y aprender a soltarlos o, mejor aún, encontrar maneras para transformarlos en aliados. Así, toda la energía usada en sostener el juego, queda disponible para enfocarla en el mundo abierto que es el coachee.

Los miraremos desde los elementos que constituyen a cualquier deriva del comportamiento humano: la narrativa, las emociones y la corporalidad. Y para poder distinguirlo de manera liviana y a la vez profunda, a cada uno le pondremos un nombre y un apellido. El nombre dará la característica del juego y el apellido le dará la tonalidad emocional del mismo juego. Por ejemplo, “El Juez Severo”. El nombre “Juez” hace referencia del juego que se caracteriza por juzgarlo todo, cada aspecto del coachee será juzgado, desde que entra, su ropa, cómo saluda, lo que dice, etc. Lo de “Severo” es que los juicios se realizan de manera enfática, vistos como verdades o afirmaciones.

Aclaramos que los enemigos no son blanco o negro; no es que se tienen o no se tienen. Existen de manera gradual, aparecen diferentes matices de los elementos que constituyen el juego. En el contexto de este artículo, hemos exagerado estos elementos, para ayudar a su visibilidad.

Entonces les presentamos algunos enemigos del coaching:

1. El Juez Severo

Comenzamos los enemigos con el ejemplo que usamos para clarificar, el por qué del nombre y del apellido de cada personaje. El “Juez Severo” es un juego que, seguro hace parte de la forma relacional del coach y por tanto trasciende a la historia que ha creado con su coachee. Consiste en juzgar todo desde una carga moral tan importante que convierte los juicios en afirmaciones. Aparecen en sus interpretaciones o

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devoluciones al coachee frases como, “bien, esto está bien” o “no, esto está mal”. Su propia mirada, paternalista o maternalista y conservadora, termina aliándose a las fuerzas conservadoras del coachee, truncándole sus posibilidades de transformación (y las propias). La parte de lo “severo” en el juego corresponde a los altos estándares desde donde se realizan los juicios. Es posible que el contexto donde se hizo necesario actuar desde esta deriva, era de alta severidad y donde abundaban los juicios altamente exigentes.

Narrativa: La conversación que más abunda en su narrativa es la de “juicios personales”. Una frase que podría ser como la esencia exacerbada, de este enemigo del coaching es la siguiente: “¡¡Ah, no… eso sí que no!!... ¿¡Cómo fuiste a hacer eso!?... ¡¡Esto es inaceptable!!… ¡¡No, eso no!!... ¡¡Noooo!!”.

Emocionalidad: Las emociones que podemos distinguir en la base de este enemigo son una mezcla de gravedad, desconfianza, necesidad de control, rabia y algo de miedo y tristeza.

Corporalidad: apretada, cerrada, disposición a una mezcla de resolución y estabilidad con tensión corporal alta, gesto en el rostro de desprecio y contraído.

2. El apegado al libreto autoexigente

Es un enemigo que surge en la auto exigencia y desconfianza en sí mismo del coach. Es posible que maneje las distinciones, sepa cómo escuchar y contener al coachee, conozca el camino del coaching y en el momento de la verdad, el gran temor a parecer incompetente y de quedar en blanco, lo paraliza. La respuesta que encuentra el coach es programar, realizar una agenda, anotar los pasos del “verdadero formato” que sostiene el camino del coaching e ir a la sesión apegado a esa agenda. La gran dificultad es que no podrá servir al coachee si no da espacio a que se genere la danza espontánea, donde el coachee se abra por la confianza que le da el coach, en su capacidad de acoger su misterio, espacio que siempre es incierto, imposible de planificar en un libreto.

El territorio vital donde vamos dando cada paso dentro del coaching es incierto. Esto no significa que invitemos a la improvisación sin base. La estructura hace florecer la magia.

Narrativa: La conversación de este enemigo, está basada en una memorización de los pasos y un constante murmullo de inseguridad

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contenida. Existe como una doble conversación: una interior, que va recordando lo que viene (que en el ejemplo que presentaremos a continuación la pondremos entre paréntesis) y la otra que es la que escucha el coachee, que sale a borbotones, descontinuada y un tanto descontextualizada con lo que va necesitando el coachee.

“Bienvenido…. eeee… (Lo primero era, contexto y permiso…. ¿o permiso y luego contexto?)… voy a contextualizar la sesión y ahora te pido permiso para…. (¿Y ahora que venía?) … eeee… (Tengo que indagar)…. ahora voy a indagar… (¿Cómo decía Julio?) … eeee… ¿qué está pasando?... (¿Y ahora qué más?)… (Ahh… las emociones)… ¿Qué sientes, dónde los sientes y cuánto lo sientes?... etc., etc., etc…

Emocionalidad: Las emociones que más sustentan este enemigo son el miedo, la inseguridad, la desconfianza en sí mismo, la auto exigencia y la vergüenza.

Corporalidad: El movimiento de disposición es hacia atrás y algo hacia arriba, en alta tensión corporal. Mucha inquietud, como buscando a que llegue la información de algún lado. Gestualidad, ojos abiertos, tragando saliva, respiración entrecortada.

3. El esotérico “zen-trado”

Este enemigo del coaching cuesta distinguirlo porque es muy bien intencionado en servir a los demás. Pareciera ser que su genuina y eterna búsqueda por el desarrollo de su conciencia lo situará en un lugar especial. No se duda de su honesta generosidad y deseos de bien para las personas y toda la humanidad. Lo complejo es cuando se transforma en un estado permanente de ser y cuando se proyecta el camino propio como útil para el coachee. Se piensa que todos los elementos y experiencias que él ha aprendido en su propio camino le servirán al coachee. No hay nada malo en cada uno de esos elementos; por el contrario, estamos seguros de su valor cuando son parte de un contexto adecuado. Lo complicado es cuando se usan todos a la vez y se usan solo porque al coach le dan resultado para pacificarse o centrarse. Cosas como encender inciensos, leer cartas del tarot, prender velas, usar ropas de formas y colores especiales (por ejemplo ropa de la India), sala semioscura, música new age, abrazos prolongados, mantras, etc…

Narrativa: la articulación es ya especial, posee un hablar muy lento y muy sereno, bien pronunciado, evidenciando esta pretensión de estar iluminado.

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Aún cuando se delata una señal muy sutil de su humanidad, si observamos bien se puede percibir una leve tensión interior.

“Bienvenido hermano…. Déjame prender una vela, nos centrarnos, necesito sentir tu energía, invoquemos a los ángeles y a todos los ancestros. Por favor saca una carta…. El universo te está hablando… Ven, abracémonos”.

Emocionalidad: La emoción es más de control que de serenidad. Hay una presencia muy disimulada de arrogancia, de estar en un nivel de conciencia algo superior. Se pretende la humildad y la serenidad, que se quiebra con la intolerancia o impaciencia cuando hay algo o alguien que se sale del orden pacífico.

Corporalidad: La disposición es hacia abajo e intentando que sea apertura. Termina siendo una suave resolución, muy controlada, con el cuerpo en tensión muy disimulada.

La gestualidad en la misma línea, rostro intentando ser todo el tiempo relajado y ese juego es lo que va permitiendo que surja la presencia de tensión.

4. El entusiasta positivo

Es un enemigo muy especial; ve oportunidades en todos lados, nada es problema, siempre hay una solución. El está dispuesto a hacer todo por el coachee, Tiene la energía necesaria para hacerlo. Su dificultad está en que no termina de escuchar al coachee, no le da espacio para que se muestre como el Observador que es. Todo el tiempo le va buscando soluciones. Su mirada está dentro de los marcos que delinean las situaciones que plantea el coachee. No hay desafío a la mirada del Observador que es, solo oportunidades, y su gran lema es sacar al coachee de la situación en que se encuentra. Eso no da tiempo para que el coachee habite lo que le pasa, que acepte y legitime su proceso, por tanto pierde la profundidad del coaching.

Narrativa: El tono de voz es alto, energético, dinámico, es lo que podríamos distinguir como la voz del motivador. Experto en motivación de personas y equipos. Y sabemos que el coaching no es eso. Al contrario, la motivación por sí sola es una excitación sin trasfondo y por tanto no hay transformación. Su conversación es:

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“EEEEE… Positivoooo, A ver, a ver, ¿qué pasa aquí?... nada de caras largas… Sé positivo… ¿¿Cuál es el quiebre???.... ¡¡¡Bienvenidos todos los quiebres!!!... Todas son enseñanzas…. Lo que no te mata, te enseña… ¡¡Vamos, campeón!!... A ver, a ver, con voz bien alta grita conmigo: ¡¡¡SE ACABÓ EL QUIEBREEEEE!!!”

Emocionalidad: Excitación, mucho entusiasmo, ambición, ganas, dinamismo, motivación, seducción.

Corporalidad: Disposición resolutiva y algo de flexibilidad, el cuerpo en una secuencia de alta tensión a poca tensión corporal. Su gestualidad tiene una mirada directa y concentrada y hay una sonrisa constante. Es un cuerpo inquieto, invasor y muy poco contenedor.

5. El que niega el coaching

Todos recordamos cuando Jesús le dijo a Pedro “me negarás tres veces antes de que cante el gallo” y por supuesto Pedro le dijo que eso no era posible. Con el debido respeto y guardando las proporciones, algo parecido les pasa a los coaches recién egresados. Todo el mundo, comienza a notar que son coaches por su manera de hablar, las preguntas que hacen o las conversaciones que ponen. Andan coacheando a la persona que se les cruza y lo peculiar del tema es que cuando les preguntan, “bueno, bueno, ¿estás haciendo coaching?, la respuesta es siempre la misma…”No, no, coaching no; solo son preguntas, solo conversaciones, pero coaching no”.

Al parecer, el enemigo está en la dificultad de instalar y posicionar la conversación de coaching. De ofrecer y comprometerse con lo que significa una sesión de coaching. Con hacer la promesa de servir al otro entregándole algo que sea relevante y valioso para él. Como no está esa capacidad y sí hay aprendizaje de nuevas competencias, se va usando lo aprendido en todos lados, sin los contextos y permisos otorgados. Quedamos en la situación de que si la conversación resulta entonces “era coaching” y si no resulta, entonces “no era coaching”.

Pasa mucho en las organizaciones. Las personas recién formadas van usando las competencias de manera descontextualizada y a veces entran en intimidades importantes, que por la sola razón de conocerlas, complejizan las relaciones laborales. Lo central del juego de este enemigo, es que las competencias de coaching pueden comenzar a usarse como arma de poder personal en las relaciones.

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Narrativa: La conversación es usando en cualquier momento y lugar las distinciones aprendidas. Es querer usar lo aprendido sin entrar en el compromiso y responsabilidad de lo aprendido.

“¿Desde dónde dices lo que dices y por qué eso es importante para ti?... y esto coaching, coaching no es.

“¿Dónde aprendiste eso?, ¿a qué contexto cultural pertenece?... y esto coaching, coaching no es.

“¿Me podrías fundar ese juicio… desde la compasión?… y esto coaching, coaching no es.

“Ese quiebre está instalado en tu ser pequeño… ¿te has atrevido a invocar a tu ser luminoso?... y esto coaching, coaching no es.

Emocionalidad: Las emociones de bases son el descompromiso, algo de atrevimiento y luego, cuando aparece la negación, se gatillan la inseguridad, el miedo y la vergüenza.

Corporalidad: es una secuencia donde aparece levemente la resolución con poca tensión corporal y luego al momento de negar, un movimiento hacia atrás con tensión. La gestualidad es también en secuencia, mirada directa al principio, con un tono de voz bajo, como si existiera un secreto y luego al negar, mirada esquiva, girando el rostro hacia los lados.

6. El sobreprotector aprensivo

Este es otro enemigo tremendamente bien intencionado que está muy disponible al servicio hacia el otro, tanto es así que comienza a hacerse cargo de su seguridad. Percibe a todas las personas vulnerables y necesitadas de cuidado. Sobre todo cuando están en medio de un proceso, que justamente movilizará a los coachees y hará que se sientan más vulnerables aún. No cree que podrán por sí solos, le brota con gran fuerza la necesidad de protegerlos de todo, incluso de ellos mismos.

Narrativa: la conversación que es típica de este enemigo del coaching es parecida a la de una mamá sobreprotectora cuando se cae su hijo más pequeño. A la más mínima señal de conexión con lo que le duele al coachee o con la expresión de lo que sienta, el coach sobreprotector aprensivo,interviene consolando hasta, literalmente asfixiarlo, ciego totalmente a queinvade el espacio de legítima exploración y aprendizaje del coachee. El

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sentido fundamental es cuidar y ese cuidado exagerado, no permite el aprendizaje.

“¿Qué le pasó?, ¿quién le hizo eso?, pero ¿cómo pueden hacerle eso? Venga para acá, llore acá, pobrecito, yo lo cuido”.

Emocionalidad: el coach se mueve en la lástima, el miedo personal proyectado a todo, la desconfianza, la posesividad, algo de ternura (en este caso invasiva), contención con tensión.

Corporalidad: disposición hacia delante es una ternura resolutiva y un movimiento hacia atrás en guardia, cuerpo en tensión alta. Gesto como si le hablara a un bebé. Con boca como de puchero y cara de tristeza y ternura.

7. El Consejero erudito

Es un enemigo que efectivamente sabe mucho. Por lo general son intelectuales, asiduos lectores, han tenido recorridos importantes en variadas formaciones y poseedores de títulos. Lo que podemos mirar es que este acercamiento a tantos saberes comienza a construir una matriz de certidumbres, que son fácilmente confundidas con verdades. Más aún si le han dado constantes resultados. Todos sabemos que lo que le ha servido a una persona, no tiene por que servirle a otras. Una de las riquezas del coaching —que este enemigo se pierde— es el dar lugar y conectar con “la verdad” que es el Observador que constituye al coachee. Y eso es imposible que esté en algún libro o curso, solo se podrá ir tendiendo a un acercamiento, mientras lo escuchamos ylegitimemos como Observador particular del mundo. La tendencia del consejeroerudito, será a dar consejos o sugerencias de caminos, que acotan oportunidades deaprendizaje y que podrían encauzar al coachee en aspectos que no son los que necesita.

Narrativa: “Mira, lo que a mí me ha servido es verlo por este lado; por tanto te sugiero que punto 1, punto 2 y punto 3… estoy seguro de que saldrá todo bien, hazme caso”…

Emocionalidad: Las emocionalidades que están en la base de este enemigo son la certeza, la arrogancia, el control, el autoritarismo, la rabia, el escepticismo, la desconfianza y algo de resignación.

Corporalidad: Las disposiciones son una combinación de estabilidad con resolución, con el cuerpo en tensión. La gestualidad, es con la comisura de

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los labios hacia abajo, y una mirada un tanto apretada. Moviendo la cabeza como diciendo que “si”, mientras dan consejos.

8. El orillero evasor

El juego acá es irse por las ramas. Justo cuando es el momento de profundizar o entregar una interpretación poderosa, hay un movimiento que desvía la atención. Muchas de las personas que tienen este enemigo, ya han desarrollados habilidades y competencias de coaching que les permitirían hacer prácticas profundas. Son buenos observadores, escuchadores, indagadores, por tanto llegan con sus coachees a momentos claves y cuando eso ocurre les aparece la inseguridad y no se atreven. Lo que hacen es abrir otro territorio, a través de nuevas preguntas. Al final la sesión está llena de indagaciones, llena de puertas y ventanas de aprendizaje sin ser utilizadas. Esto provoca mucha frustración en el coach y el coachee. Todo el tiempo estuvieron alrededor, por las orillas, y no tocaron lo medular.

Narrativa: la conversación está centrada en preguntas, muchas veces muy buenas, que cada una de ellas es la entrada a un camino posible de ser profundizado. Una voz interna inquieta y sin mucho poder movilizador le va impulsando a profundizar y a la vez está dudando (va entre paréntesis en el ejemplo):

“Eso te pasa…. ¿Y cuándo te comenzó?.... y... (Ahora sí, ahora sí)… ¿Dónde lo aprendiste?.... y…. (Ahora es el momento, ya lo viste, dile) ¿Estás cansado de eso no?... y... (¡Dale!) ¿En qué parte del cuerpo lo sientes?... y... (Ya, ahora… no, no puedo) ¿En qué otro dominio de la vida te pasa?..... Y… (Ahora sí, dale,… no, no) ¿Cuál es la emoción que sientes? … y... (¡Uf!, se acabó el tiempo)

Emocionalidad: Las emociones son inseguridad, miedo, timidez, ansiedad y frustración.

Corporalidad: es un secuencia de una resolución muy leve, pasando a una flexibilidad hacia atrás, con tensión media alta. Gestualidad, concentrada en el momento de la pregunta y nerviosa entremedio de las preguntas (cuando habla la voz interna).

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9. El buscador de lágrimas

En este enemigo se produce una confusión interesante. El coach piensa que el coaching está “logrado” cuando el coachee llora. Parece raro, pero en muchos casos se da que cuando el coachee llora, el coach siente un cierto sabor a un nuevo poder. Da la sensación que hay un encuentro con una competencia que se ha desarrollado: ser capaz de que “los coachees lloren”, y eso se cataloga internamente como un nivel superior de coaching. Y a la vez es contradictorio, ya que en muchos casos está acompañado de un “no saber que hacer” con el coachee que llora.

Las personas en los procesos de coaching se encuentran cara a cara con temas importantes de sus vidas y cuando eso pasa, es natural que afloren las emociones. Por tanto es importante que el coach desarrolle competencias que le permitan actuar con serenidad, naturalidad y con capacidad de contención cuando esto ocurre. Miramos este enemigo como parte del camino, son los pasos iniciales que reflejan los primeros encuentros con estas respuestas naturales de los seres humanos y denotan las ignorancias culturales, de no estar habituados a convivir con los espacios emocionales.

Narrativa: La conversación apunta a conectar al coachee con dolores, con la particularidad de que hay una parte de la intención en servir y otra en buscar satisfacción por emocionar al coachee. Son voces muy ocultas, casi imperceptibles y que sin embargo existen.

“Conecta con tus pérdidas…. ¿Eso te da tristeza?, cuánto dolor profundo… esa humedad en tus ojos, ¿son lágrimas de qué?.... qué dicen esas lágrimas, suelta el llanto, eso es”...

“¿Y ahora qué?”

Emocionalidad: la emocionalidad de base está constituida por la emoción de ganas, ansiedad, manipulación, algo de ambición de cierto poder e inseguridad.

Corporalidad: la disposición de la resolución mientras busca la emoción del coachee, con tensión media alta, gestualidad concentrada, mirada fija en los ojos del coachee y al final cuerpo atrás en tensión.

10. El Superman o superwoman que se posterga

Acá nos encontramos con un juego bastante común en nuestra cultura actual. Muchas personas con grandes necesidades de afecto, cuando se miran a sí mismas, no se

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encuentran merecedoras de ser queridas por el solo hecho de existir. Tienen el juicio de no ser suficientes, como si tuvieran que hacer muchas cosas por los otros para ser vistas, reconocidas y por sobre todo queridas. Bueno, cuando las personas que entran en este juego son coaches, lo hacen desde ese juego, confundiendo el servir con hacerlo todo por el coachee. No hay límites, solo existe e importa el coachee. Dejando sin espacio al coachee para realizar su legítimo camino de aprendizaje. Tampoco hay la capacidad de que el coachee pueda mirarse como el Observador que es, ya que ante cualquier tema planteado, no hay interpretación ni desafío. El coach provee las soluciones, piensa y hace por el coachee.

Narrativa: La conversación es de hacerlo todo por el otro, incluso cosas que ni siquiera el coachee pretendía que fueran cubiertas dentro del coaching.

“¿Qué necesitas?, yo lo hago, te paso a buscar, te invito a almorzar, te voy a dejar, ¿qué necesitas?, yo lo hago”.

Emocionalidad: las emociones son la ansiedad, inseguridad, entusiasmo por servir, miedo al rechazo, ganas de reconocimiento, sumisión, angustia y agotamiento.

Corporalidad: la disposición es resolutiva en dirección a servir al otro, a veces hacia atrás y abajo en poca tensión (cuerpo sumiso), gesto atento al otro, sonrisa forzada y agotada, denotando esfuerzo.

11. El comprador de historia encantado

Otro enemigo muy bien intencionado, tiene todas las ganas de servir y poder ser una posibilidad para el coachee.

Al estar tan al servicio, se olvida del sentido de por qué están en la conversación. Se han reunido para realizar un coaching. Si él no olvidara ese gran sentido, estaría escuchando al coachee y con base en eso pondría toda su experiencia y competencias al servicio del proceso. ¿Qué es lo que le hace olvidar el norte fundamental?

Ocurre mucho, que cuando no se está seguro de cómo actuar como coach, es fácil quedarse “encantado” con la historia del coachee. Nos compramos la historia. Ese es el preciso instante en donde dejamos de ser coaches. Si nos sumergimos dentro de la historia no podremos mostrarle al coachee qué tipo de Observador es él como poseedor de esa historia y que a fin de cuenta es una interpretación que construyó con

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base en los sucesos que vivió. Adentro de la historia solo podemos mirar cómo observa el coachee, perdemos el poder del coach.

Narrativa: Es una conversación de preguntas y comentarios que retroalimentan o reafirman la historia del coachee. Aparecen alabanzas, comentarios irrelevantes y muchos juicios personales.

“¿En serio eso pasó? ¿Y tú qué hiciste? … ¿de verdad?... ¡¡Uyyy qué valiente, eres admirable!!… Yo no sé si hubiera podido y además que el otro era tan desagradable... Era malo, muy malo y tu bueno, muy bueno”.

Emocionalidad: las emociones son la admiración, asombro inseguridad, encantamiento, ingenuidad, miedo al rechazo, sumisión, ternura.

Corporalidad: la disposición es apertura en dirección a ser sumiso al otro y abajo en poca tensión (cuerpo sumiso), gesto asombrado con el otro, ojos amplios.

* * *

Existen muchos otros enemigos más. Podemos decir que uno de los objetivos fundamentales de invitarlos a hacer esta reflexión es que sigan observándose ustedes mismos y con sus compañeros. Que descubran y develen estos juegos que están al servicio de las “inseguridades” o “seguridades” del coach. El gran poder de ellos es cuando trabajan, creyendo o, mejor dicho, estando convencidos de que no se notan, de que son secretos. Cuando se ponen sobre la mesa, pierden todo poder y presencia, incluso como mencionamos, pueden convertirse en aliados del coach.

Y otro ingrediente valioso, es que cuando los develemos con profundidad y liviandad se transforman en verdaderos actos transformacionales.

Buena suerte amigos y enemigos.

Escrito por Rodrigo "roco" Pacheco