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 lla sabe lo que es morir

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8/12/2019 Abandon Meg Cabot

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lla sabe lo que es morir

8/12/2019 Abandon Meg Cabot

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  2PURPLE ROSE

MODER DOR

Sheilita Belikov

TR DUCTOR S CORRECTOR S

Abril. masi

andre27xl ★ MoNt$3★ ANDRE_G luchita_c

Belentxu Pimienta

daianandrea DaRk Bass

elamela Nony_mo

flochi

Kathesweet

Kazenbrr RECOPIL CIÓN

Little Rose masi

LizC

masi

Mery St. Clair DISEÑO~NightW~ Sheilita Belikov

Pimienta

sary_meles

Selene

Sheilita Belikov

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  3PURPLE ROSE

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  4PURPLE ROSE

Sinopsis

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19Capítulo 20

Capítulo 21

Capítulo 22

Capítulo 23

Capítulo 24

Siguiente Libro

Sobre la autora

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  5PURPLE ROSE

El Mito de Perséfone, oscuramente reimaginado… 

 Ella no cayó en su mundo. Fue llevada.

Con diecisiete años de edad, Pierce sabe lo que nos sucede cuando morimos.

Así es como ella conoce a John Hayden, el misterioso desconocido que la hadevuelto a su normal vida  — o al menos a la vida que Pierce conocía antes delaccidente —  algo casi imposible.

Aunque ella pensó haber escapado de él, comenzando en una nueva escuela en un

lugar completamente nuevo, resulta que estaba equivocada. Él la encuentra.

¿Qué quiere John de ella? Pierce cree saberlo... del mismo modo que sabe que él noes un ángel guardián, y que su mundo oscuro no es exactamente el cielo. Perotampoco puede mantenerse alejada de él, especialmente porque siempre está ahícuando menos se lo espera, pero precisamente cuando más lo necesita.

Pero si se dejar caer más, podría encontrarse de nuevo en el lugar que más teme.

Y cuando Pierce descubre la terrible verdad, es exactamente adonde John la lleva:

El Inframundo.

Primer Libro de la Trilogía Abandon

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  6PURPLE ROSE

Éste la arrojará de pueblo en pueblo,hasta que dé con ella en el abismo,del que la hizo salir el Envidioso.

DANTE ALIGHIERI,Infierno, Canto I

Traducido por Sheilita BelikovCorregido por Nony_mo 

Todo puede pasar en el parpadeo de un ojo. Todo en absoluto.

Uno. 

Dos.

Tres.

 Parpadeo.

Una chica se está riendo con sus amigos.

De repente, un cráter divide la tierra. A través de él irrumpe un hombre en unacuadriga1 de color negro, como el carbón, forjada en los abismos más profundos delinfierno, tirado por sementales con cascos de acero y ojos de fuego.

Antes de que alguien pueda gritar una advertencia, antes de que la chica pueda darla vuelta y correr, los estruendosos cascos están sobre ella.

La chica ya no se está riendo. En cambio, está gritando.

Ya es demasiado tarde. El hombre se asoma desde su cuadriga negra para agarrarlapor la cintura y llevarla con él hacia el interior de ese cráter.

La vida como ella alguna vez la conoció, nunca será la misma.

Sin embargo, no tienes que preocuparte por esa chica. Ella es sólo un personaje deun libro. Su nombre era Perséfone, y el ser secuestrada por Hades, el dios de losmuertos, y llevada a vivir con él al Inframundo, fue la manera en la que los griegosexplicaron el cambio de las estaciones. Es lo que se conoce como un mito deorigen.

1  Cuadriga : Tipo de carro tirado por cuatro caballos en línea.

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  7PURPLE ROSE

¿Qué me pasó a mí? Eso no es ningún mito.

Hace unos días, si me hubieras contado una historia sobre una chica que tenía queir a vivir con un chico en su palacio subterráneo durante seis meses al año,simplemente me hubiese reído. ¿Crees que esa chica tiene problemas? Te diré quién

tiene problemas: yo. Más grandes que Perséfone.Sobre todo ahora, después de lo sucedido la otra noche en el cementerio. Lo querealmente  ocurrió, quiero decir.

La policía cree saberlo, por supuesto. Así como todos en la escuela. Todos en la islaentera, al parecer, tienen una teoría.

Esa es la diferencia entre ellos y yo. Todos ellos tienen teorías.

Yo lo sé.

Así que, ¿a quién le importa lo que le pasó a Perséfone? En comparación con lo queme pasó, eso no es nada.

En realidad, Perséfone tuvo suerte. Porque su madre apareció para rescatarla.

Nadie va a venir a rescatarme a mí.

Así que mi consejo: ¿hagas lo que hagas?

No parpadees.

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  8PURPLE ROSE

Como en otoño se vuelan las hojasunas tras otras, hasta que la rama

ve ya en la tierra todos sus despojos.DANTE ALIGHIERI,Infierno, Canto III

Traducido por BelentxuCorregido por Nony_mo

Una vez, morí.

En realidad, nadie sabe a ciencia cierta cuánto tiempo estuve muerta. Alrededor deuna hora, más o menos.

Pero también estuve en estado de hipotermia. Razón por la cual — una vez que mesuministraron el calor necesario — los desfibriladores, junto con una mega dosis deepinefrina, me devolvieron a la vida.

De todos modos, eso es lo que dicen los médicos. Yo, tengo una opinión diferentedel por qué sigo estando entre los vivos.

Sin embargo, es algo que he aprendido a no compartir con las demás personas.

 ¿Viste una luz?  

Eso es lo primero que todo el mundo quiere saber cuando descubren que he muertoy resucitado. Es lo primero que mi primo de diecisiete años, Alex, me preguntóanoche en la fiesta de mamá.

 — ¿Viste una luz?

Tan pronto como Alex soltó las palabras de su boca, su padre, mi tío Chris, le diouna palmada en la nuca.

 — ¡Ay!  — dijo Alex, levantando el brazo para frotarse el cuero cabelludo — . ¿Quétiene de malo preguntarle si vio una luz?

 — Es de mala educación  — comentó lacónicamente el tío Chris — . Eso no se les

pregunta a las personas que han muerto.

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  9PURPLE ROSE

Bebí un trago de la soda que tenía entre las manos. Mamá no me había preguntadosi quería una enorme fiesta de “ Bienvenida a Isla Huesos, Pierce” . ¿Pero que podíadecir? Ella estaba tan emocionada con esto… Al parecer, había invitado a todos losque conocía de los viejos tiempos, incluidos todos los miembros de su familia,quienes — a excepción de mamá y de su hermano menor, Chris — , no se habíanmovido de la isla de tres por cinco kilómetros cuadrados, próxima a la costa del Surde Florida en la que habían nacido.

Claro que el tío Chris no se había marchado exactamente de Isla Huesos para ir a launiversidad, casarse y tener un bebé, como había hecho mamá.

 — Pero el accidente fue hace casi dos años — dijo Alex — . Ya no puede afectarle. — Alex me miró — . Pierce — dijo, con tono sarcástico — , ¿te sigue afectando el hechode que murieras y resucitaras hace casi dos años?  

Intenté sonreír.

 — Estoy bien con eso — mentí.

 — Te lo dije  — le dijo Alex a su padre. A mí, me dijo — : Así que, ¿viste o no visteuna luz?

Respiré profundamente y cité algo que había leído en Internet:

 — Prácticamente todos los ECM te dirán que cuando murieron, vieron algo, a

menudo algún tipo de luz.

 — ¿Qué es un ECM? — preguntó el tío Chris, rascándose la cabeza bajo su gorra de béisbol de Isla Huesos, de la marca Bait and Tackle.

 — Alguien que ha tenido una Experiencia Cercana a la Muerte  — expliqué. Ojaláhubiese podido rascarme bajo el vestido de verano blanco que mamá me habíacomprado, para que lo usara esa tarde. Me quedaba demasiado estrecho en elpecho. No obstante, no creo que hubiese sido de buena educación, ni siquieraaunque el tío Chris y Alex fueran de la familia.

 — Oh — dijo el tío Chris — . ECM. Ya lo entiendo.

Los ECM, según había leído, podían padecer profundos cambios de personalidad ydificultades para readaptarse a la vida después de… bueno, de morir. Lospredicadores de Pentecostés que habían vuelto a la vida habían terminado porunirse a clubes de motociclistas. Motoristas vestidos de cuero que se habíanlevantado y se habían ido directamente a la parroquia más cercana para volver a bautizarse.

Creo que me ha ido bien, teniendo en cuenta las circunstancias.

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  10PURPLE ROSE

Aunque cuando leí el expediente que mi último colegio había enviado después desugerir a mis padres que encontraran una “solución educativa alternativa” para mí(que era su forma educada de decir que me habían expulsado después de “elincidente” de la pasada primavera); me di cuenta de que la Academia Westportpara Señoritas puede que no estuviera necesariamente de acuerdo conmigo:

 Pierce tiene tendencia a desconectarse. A veces, simplemente está a la deriva. Y cuando decide prestar atención, tiende a concentrarse demasiado, pero, por lo general, no necesariamente enlo que se está impartiendo en clase. Se sugiera que se someta a las pruebas Wechsler  2   yTOVA3. 

Sin embargo, ese informe en particular lo habían escrito durante el semestreinmediatamente posterior al accidente (hace más de un año antes de que hubieseocurrido el “incidente”), cuando yo tenía cosas más importantes que los deberes de

los que preocuparme. Esas idiotas incluso me echaron de la obra del colegio“ Blancanieves ”, en la que tenía el papel principal. 

¿Cómo lo justificó mi profesora de teatro? Oh, sí: al parecer, me identificaba unpoco demasiado con la pobre no muerta Blancanieves.

Realmente, no sé cómo podría haberlo evitado en ese momento. Porque, ademásde haber muerto, también había nacido con la fortuna de una princesa gracias apapá — él es director ejecutivo de una de las proveedoras más grandes del mundo,una empresa que suministra bienes y servicios a las industrias petroleras, militares,

y de gas (todo el mundo ha oído hablar de su empresa. Ha estado en las noticias,sobretodo últimamente). Y además, resulta que nací con la apariencia de unaprincesa, gracias a mamá. Heredé su delicada estructura ósea, su espeso cabello ysus grandes ojos oscuros.

Desafortunadamente, también heredé el sensible corazón de princesa de mamá. Loque terminó por matarme.

 —Así que… ¿estuviste al final de un túnel? — quiso saber Alex — . ¿La luz? Eso es loque siempre se le oye decir a la gente.

 — Tu prima no fue hacia la luz  — dijo su padre, visiblemente preocupado debajo sugorra de béisbol —. Si lo hubiese hecho, no estaría aquí. Deja de molestarla… 

 — Está bien  — dije, sonriéndole al tío Chris — . No me importa responder suspreguntas.

2 Wechsler : texto de inteligencia. David Wechsler (Lespezi, 12 de enero, de 1896 - 2 de mayo, de

1981) fue un psicólogo norteamericano. Desarrolló escalas de inteligencia bien conocidas, como laWechsler Adult Intelligence Scale (WAIS) y la Wechsler Intelligence Scale for Children (WISC).3 TOVA (Test of Variables of Attention): Prueba de variables de la atención.

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  11PURPLE ROSE

Sí me importaba, en realidad; pero dar vueltas en el patio trasero con el tío Chris yAlex era mejor que estar adentro con un grupo de personas a la que no conocía.Me giré hacia Alex y le dije:

 — Algunas personas dicen que vieron una luz al final de un túnel. Ninguna de ellas

sabe exactamente lo que era, pero todos tienen teorías.

 — ¿Cómo cuáles? — preguntó Alex.

Un trueno retumbó en la distancia. No sonó muy alto. La gente en el interior de lacasa probablemente no lo oyó por las risas, las salpicaduras de la cascada en lapiscina y la música que mamá había puesto y sonaba a través de los altavocesinteriores y exteriores que estaban diseñados de una forma no muy inteligente parahacerse pasar por rocas.

Pero yo lo escuché. Le había seguido el resplandor de un relámpago… no se tratabade un rayo de calor4, a pesar de que hacía tanto calor en el Sur de Florida en unatarde de principios de septiembre a las ocho como hubiese hecho en Connecticut enpleno julio al medio día. Había una tempestad en alta mar y venía en nuestradirección.

 — No sé  — dije. Pensé en alguna otra cosa que hubiese leído — . Algunos de ellospiensan que la luz es el camino hacia una dimensión espiritual diferente, una a laque solo los muertos tienen acceso.

Alex sonrió.

 — Genial — dijo él — . Las Puertas del Cielo.

 — Podría ser — contesté, encogiéndome de hombros — . Pero los científicos dicenque la luz es de hecho una alucinación producida por un fogonazo de losneurotransmisores del cerebro en el momento en que ellos mueren.

Los ojos del tío Chris parecían tristes.

 — Me gusta más la explicación de Alex — dijo — . La de las Puertas del Cielo.

No quería que el tío Chris se sintiese mal.

 — Nadie sabe a ciencia cierta lo que nos sucede al morir — dije rápidamente.

4  El rayo de calor   (heat lightning) es un concepto que en español no existe. Se le llama así alrelámpago que aparece en el horizonte o entre nubes de tormenta distantes y que no van ligadas niacompañan al sonido del trueno. Estos rayos se llaman así, “de calor” porque son frecuentes en lastormentas veraniegas cuando hace calor. En el párrafo que nos atañe, el término tiene un doblesentido. Por un lado, la protagonista quiere resaltar, que a pesar de que sonó el trueno y acto

seguido, apareció el relámpago, ambos hechos no estaban relacionados: se trata de un rayo de calor,que no acompaña al trueno. Por otro, la protagonista expresa que, a pesar de que es una tardecalurosa y de tormenta, el rayo no era de “calor” y he ahí un juego de palabras.

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hecho, cuando mamá echó a papá de casa por “dejar” que me ahogara. Papá se fuea vivir a su apartamento ático que tenía porque estaba cerca del edificio de suoficina en Manhattan, sin imaginar que, un año y medio después, seguiríallamándolo hogar.

 — Es mucho mejor olvidar y perdonar, Pierce  — me dice papá cada vez quehablamos —. Así puedes seguir adelante. Tu madre tiene que aprender eso… 

Pero en realidad, el término “olvidar y perdonar” no significa nada para mí.   Elperdón nos permite dejar de pensar en un problema, lo que no siempre es saludable(basta con ver el caso de mis padres).

Pero si olvidamos, no aprendemos de nuestros errores.

Y eso podría resultar mortal. ¿Quién lo sabe mejor que yo?

Así que, ¿perdonar? Claro, papá.

¿Pero olvidar?

Incluso si quisiera, no puedo.

Porque hay algo que no me dejaría.

No culpo a mamá por querer regresar al lugar en el que nació y se crió, incluso  si

hace un calor infame, a menudo, huracanes sacuden la isla y ésta puede o no tenernubes de misteriosos humos químicos alrededor, que es exactamente cómo yo meimagino el mal que salió de la caja que la pobre Pandora abrió y que después soltósobre la humanidad.

Sin embargo, si alguien me hubiera mencionado antes de mudarnos lo que significael nombre de la isla en español — y el  por qué   los exploradores españoles que laencontraron le pusieron semejante nombre — , probablemente nunca me hubiesemostrado de acuerdo con el plan de mamá de “vamos a comenzar de nuevo en IslaHuesos”. 

En especial, porque es duro empezar en un sitio donde te encuentras con la personaque sigue apareciendo para arruinar tu vida una y otra vez.

Sólo que tampoco le podría mencionar eso a mi madre. Se suponía que el hecho deque yo había estado una vez en Isla Huesos era un gran secreto (no un secreto malo.Solo un secreto entre las dos, decía siempre mamá).

Porque papá no podía soportar a la familia de mamá, la que, según él (no sin partede razón), estaba llena de convictos y chiflados; no eran precisamente los modelos

adecuados para su única hija. Mamá me había hecho prometer que nunca le

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  14PURPLE ROSE

contaría sobre el día en que viajamos juntas para ir al funeral de mi abuelo maternocuando tenía siete años.

Así que lo había prometido. ¿Qué sabía yo? Nunca lo contaría… 

…en especial la parte acerca de lo que ocurrió después  del funeral, en el cementerio.Realmente nunca pensé que tuviese  que contárselo a nadie, ya que la abuela lo sabíatodo.

Y las abuelas nunca permiten que nada malo suceda. No a su única nieta.

Por lo tanto no conocía a nadie en la fiesta de mamá, salvo a mi madre, a Alex y ala abuela; todos ellos se habían sentado en la misma fila conmigo durante el funeraldel abuelo. Eso había sido hace diez años, por aquel entonces el hermano de mamáseguía en la cárcel.

El tío Chris no se estaba adaptando muy bien a la vida en “el exterior”. Él noparecía tener mucha idea de qué hacer, como por ejemplo en cada ocasión que unode los camareros salía al jardín para volver a llenar su copa de champán. En vez dedecir solo “No, gracias”, el tío Chris había gritado: “¡Aguardiente!” y habíaapartado la copa, de forma que el champán se había vertido en el suelo del patio dela piscina en vez de en la copa.

 — No bebo  — había explicado el tío Chris con timidez — . Estoy enganchado alaguardiente.

 — Lo siento, señor  — había replicado el camarero, mirando el charco cada vezmayor de Veuve Clicquot a nuestros pies.

Decidí que me gustaba el tío Chris, aunque papá me hubiese avisado de queiniciaría un oscuro reino de terror y venganza, inmediatamente después de salir deprisión. Pero yo, desde que llegué a Isla Huesos — donde él vivía ahora con laabuela, que había criado a Alex, en ausencia de la madre que lo había abandonadocuando era tan solo un bebé y después de que al tío Chris lo metieran en la cárcel — 

, solo le había visto sentado en el sofá y viendo el canal del tiempo, obsesionado,tomando aguardiente.

Pero el padre de Alex me da un poco de miedo en cierto sentido: tenía los ojos mástristes que nadie que yo hubiese visto.

Salvo, quizás, los de otra persona.

Pero yo intentaba no pensar en él . Del mismo modo en que trataba de no pensar enel día que morí.

Algunas personas, sin embargo, me estaban poniendo ambas cosasextremadamente difíciles.

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 — No todos los que mueren y resucitan  — le dije con cuidado al tío Chris — , pasanexactamente por la misma experiencia… 

Justo cuando yo decía esto, la abuela llegó tambaleándose por los escalones delporche trasero en sus pequeños tacones de aguja. Al contrario que Chris y Alex,

ella se había esforzado por vestirse y llevaba un vaporoso vestido beige y uno de suschales de seda que ella misma se había tejido.

 — Ahí estás, Pierce — dijo con un tono de voz que hacía ver que estaba molesta — .¿Qué estás haciendo ahí fuera? Todas estas personas te están esperando dentro paraconocerte. Venga, quiero que saludes al Padre Michaels...

 — Oh, hola — dijo Alex, animado — . Me pregunto si él lo sabe.

 — ¿Saber qué? — preguntó la abuela con aire desconcertado.

 — Qué era la luz que vio Pierce cuando murió — dijo Alex — . Yo creo que eran lasPuertas del Cielo; pero Pierce dice que los científicos dicen que se trata de… ¿Quées lo que dicen, Pierce?

Tragué saliva.

 — Una alucinación  — dije — . Los científicos dicen que han obtenido los mismosresultados en pruebas a sujetos que no estaban muriendo, sino a los que habíansuministrado drogas y electrodos al cerebro. Algunos de ellos también vieron una

luz.

 — ¿ Eso es lo que estás haciendo ahí? — preguntó la abuela, impactada —  ¿Blasfemar?

Después de morir y resucitar, mis calificaciones bajaron. Fue entonces cuando laorientadora vocacional de la Academia Westport para Señoritas, la señora Keeler,recomendó a mis padres que encontrara algo que me interesara más allá del mundoacadémico. Aquellos a los que el colegio no se les da muy bien y que todavíapueden tener éxito en la vida, aseguró la señora Keeler a mis padres, si encontrabanalgo en lo que “involucrarse”. 

Llegó el día en que encontré un interés más allá de lo académico en el que“involucrarme”. Uno que consiguió que me expulsaran de la Academia Westportpara Señoritas y me trajo aquí, a Isla Huesos, que algunas personas llaman paraíso.

Estoy bastante segura de que la gente que llama paraíso a Isla Huesos nuncaconoció a mi abuela.

 — No  — dijo Alex soltando una carcajada — . Para blasfemar tendría que estardiciendo que la luz se encuentra entre las piernas de sus nuevas madres en el

momento en que vuelven a nacer en su nueva vida. Por supuesto, si fuera hinduista,eso no sería una blasfemia en absoluto.

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La cara de la abuela era como la que tendría de haber mordido un limón.

 — Bueno, Alexander Cabrero  — fijo ella bruscamente — . Tú no eres hinduista. Ypuede que también te apetezca recordar que soy la que paga ese montón de chatarraque tú llamas coche. Si quieres que siga haciéndolo, puede que quieras mostrar un

poco más de respeto.

 — Lo siento, abuela  — murmuró Alex, con la cabeza gacha y la vista fija en elcharco de champán en el suelo mientras que, a su lado, su padre hacía lo mismo,tras quitarse rápidamente la gorra de béisbol.

La abuela me miró, aparentemente forzando la expresión para suavizarla un poco.

 — Ahora, Pierce  — dijo ella — , ¿por qué no vienes adentro y saludas al PadreMichael? Por supuesto, no te acordarás de él, del funeral del abuelo, porque eras

demasiado joven, pero él se acuerda de ti y está muy contento de que te unas anuestra pequeña parroquia.

 — ¿Sabes qué?  — dije — . No me siento del todo bien.  — Y no me lo estabainventado. El calor empezaba a hacerse insoportable. Deseaba poderdesabrocharme unos cuantos botones de la parte delantera de mi vestido — . Creoque necesito algo de aire.

 — Entonces, pasa adentro  — dijo la abuela, de nuevo, desconcertada — . Hay aireacondicionado. O lo habría si tu madre no hubiese abierto todas las puertas…  

 — ¿Qué es lo que he hecho ahora, madre?  — Mamá apareció en el porche trasero yagarró un cóctel de gambas de la bandeja de un camarero que pasaba por allí — .¡Oh, Pierce! ¡Ahí estás! Empezaba a preguntarme dónde te habías metido.  — Entonces, se fijó en mi cara y dijo — : Cariño, ¿te encuentras bien?

 — Dice que necesita algo de aire fresco  — le dijo la abuela, todavía confusa — . Peroestá afuera. ¿Qué le pasa? ¿Se ha tomado sus medicinas hoy? ¿Estás  segura de quePierce está preparada para volver al colegio, Deb? Sabes cómo es. Quizás ella…  

 — Está bien, madre — la interrumpió mamá. Se dirigió a mí y dijo —: Pierce… 

Alcé la cabeza. Los ojos de mamá parecían más oscuros de lo normal a la luz delporche. Estaba guapa y fresca en sus vaqueros blancos y en su holgada camiseta deseda. Estaba perfecta. Todo era perfecto. Todo iba a ser estupendo.

 — Tengo que irme — dije, intentando controlar el sollozo de pánico que sentía subirpor la garganta.

 — Entonces, vete, cariño  — dijo mamá, apoyándose en el porche para inclinarse

hacia a mí y ponerme la mano en la frente como si estuviera midiendo la fiebre.Olía como siempre, a su perfume y algo como a mamá. Su largo cabello oscuro

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  17PURPLE ROSE

rozó mi hombro desnudo cuando me besó — . No pasa nada. Simplemente no teolvides de encender las luces de la bicicleta para que la gente pueda verte.

 — ¿Qué?  — dijo la abuela con incredulidad — . ¿Vas a dejar que se vaya a dar unavuelta en bici? ¡Pero si estamos en plena fiesta! ¡Su fiesta!

Mamá la ignoró.

 — No hagas paradas — me dijo — . No te bajes de la bici.

Me di la vuelta sin decir una palabra más, ni a Alex ni al tío Chris, quienes meobservaban atónitos, y me dirigí hacia el jardín lateral donde tenía aparcada minueva bici. No miré atrás.

 —Y… ¿Pierce? — me gritó mamá a mi espalda.

Se me tensaron los hombros. ¿Y si lo que decía la abuela la había hecho cambiar deopinión?

Sin embargo, lo único que añadió fue:

 — No te vayas muy lejos. Se acerca una tormenta.

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  18PURPLE ROSE

Cuando vi a aquel en ese gran desierto«Apiádate de mi —  yo le grité — ,

seas quien seas, sombra a hombre vivo.»DANTE ALIGHIERI,Infierno, Canto I

Traducido por Abril.Corregido por Nony_mo

Todos quieren creer que hay algo más — algo maravilloso — esperándoles al otrolado. El paraíso.

Valhalla6. El cielo. Su siguiente — menos horrible — vida.

Es sólo que yo he estado al otro lado. Así que sé lo que hay allí.

Y no es un paraíso. Por lo menos, no justamente ahora.

Es una verdad que he tenido que soportar sola, porque nada bueno les ha sucedidoa las pocas personas con las cuales lo compartí.

Así que algunas veces tengo que irme antes de decir — o hacer — algo de lo que mearrepentiré. De lo contrario, algo malo ocurrirá.

 Él  hará que pase.

Mamá lo entendía. No sobre él, por supuesto — ella no sabía sobre él — pero sí sobremi necesidad de irme. Es por eso que me dejó ir.

Bajando por la colina de nuestra nueva casa, con la brisa en mi cabellorefrescándome instantáneamente, solo podía pensar en mi abuela.

―¿Hombre? ¿Qué hombre?

Eso fue lo que la abuela había dicho el otro día en su casa cuando me levanté delsillón, donde había estado sentada mirando el Canal del Clima con el tío Chris, y la

6

 Valhalla : En la mitología nórdica, Valhalla es la fortaleza a la cual los guerreros o einherjer van almorir en combate. Se sitúa en el palacio de Odín en Asgard, donde los guerreros fallecidos son bienvenidos por Bragi y conducidos por las valquirias.

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  19PURPLE ROSE

seguí a la cocina para preguntarle sobre el funeral del abuelo… másespecíficamente, lo que había sucedido después en el cementerio.

―Ya sabes ―dije―. El hombre del que te conté. Ese con el ave.

Nunca habíamos tenido la oportunidad de hablar de él de nuevo. No desde el díaque sucedió. No es que se supusiera que ese día fuera un secreto — sólo entre chicas,mamá y yo — la abuela y yo nunca habíamos estado en la misma habitación juntasotra vez, gracias a mi padre.

Mientras los años pasaban, lo que en verdad sucedió esa mañana en el cementeriose empezaba a parecer cada vez más a un sueño. Quizás sí había  sido un sueño.¿Cómo puede haber sucedido algo de eso? Era imposible.

Luego morí.

Y me di cuenta de que lo que había visto ese día en el cementerio no solo no fue unsueño, fue lo más singular e importante que me pasó en toda la vida. Bueno, hastaque mi corazón se detuvo.

―Ve afuera y juega un rato ―mi abuela había dicho―.  Tu mamá está ocupada justo ahora. Iré a buscarte cuando terminemos.

Ella y mi madre estuvieron en el cementerio, después del funeral en la oficina delsacristán, firmando el último de los trámites de la tumba del abuelo.

Quizás yo sólo estaba un poco nerviosa. Creo que me golpeé con algo del escritorioen la oficina. Lo que no me sorprendía. Al igual que mi primo Alex, quien tambiénhabía estado allí, yo siempre tenía problemas con prestar atención.

A diferencia de Alex, mi problema resultó ser menos, no más, intensamentesupervisado. Porque era una niña, y ¿en qué clase de problemas podía meterse unaniña?

Recordaba a mamá mirando los formularios que estaba rellenando para ayudar a la

abuela. Me sonrío entre lágrimas.

―Está bien, cariño ―dijo ella―. Ve afuera. Solo quédate cerca. Todo estará bien.

Me quedé cerca. En aquel entonces, siempre escuchaba a mi madre.

Encontré al ave a casi doce metros de distancia desde la oficina del sacristán. Ibacojeando por el camino entre las tumbas, arrastrando una de sus alas, obviamenterota. Inmediatamente corrí hacia ella, tratando de recogerla, ya que sabía que si sela llevaba a mamá, la ayudaría. Ella amaba a los pájaros.

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Pero solo empeoré las cosas. El pájaro se asustó y trató de volar, intentó saltarhacia el lateral de una cripta cercana, golpeándose contra los ladrillos.

Luego sólo permaneció en el suelo. Mientras me apresuraba a llegar a su lado,comprendí con horror que estaba muerta.

Naturalmente, comencé a llorar. Me sentía ya demasiado triste, considerando elhecho de que recién finalizaba el funeral de un pariente al que nunca conocí, luegome echaron de la oficina por mi mal comportamiento. ¿Y ahora esto?

Fue entonces cuando el hombre vino transitando por el camino. Para mí, a primeravista, él parecía imposiblemente alto, casi un gigante, hasta después de que searrodillara a mi lado y me preguntara por qué lloraba.

Mirándolo más atentamente, me di cuenta de que era solo un adolescente, apenas

un hombre. Pero tan alto como era, y considerando que estaba vestido todo denegro, me pareció mucho más grande de lo que en realidad era.

―Estaba t-tratando de ayudar ―dije, casi incoherentemente entre sollozos,mientras apuntaba hacia el ave―. Estaba herida. Pero luego la asusté y sólo loempeoré. Y ahora está muerta. Fue un ac-ac-accidente.

―Por supuesto que lo fue ―dijo, extendiendo hacia abajo una mano para recogerel flácido y frágil cuerpo del ave con una sola mano.

―No quiero ir al infierno ―gemí.

―¿Quién dijo que irás al infierno? ―pregunto él, pareciendo confundido.

―Es allí a dónde van los asesinos ―le dije entre lágrimas―. Mi abuela me lo dijo.

―Bueno, no eres una asesina ―me aseguró―. Y creo que tienes un poco más detiempo para empezar a preocuparte sobre a dónde vas a ir después de morir.

No debería estar hablando con un extraño. Mis padres me lo habían taladrado en la

cabeza.

Pero este extraño parecía lo suficientemente bueno. Y mi madre estaba cerca,dentro de la oficina. Estaba segura de que estaba a salvo.

―¿Deberíamos buscar un ataúd para ella? ―pregunté, señalando al ave. Estaballena de conocimientos, que había aprendido en el funeral―.  Cuando morimos,deben ponernos en un ataúd, y luego nadie nos vuelve a ver otra vez.

―Algunos de nosotros ―respondió secamente el extraño―.  No todos. Y sí,

supongo que podríamos ponerla en un ataúd. O podría hacerla revivir. ¿Cuálprefieres?

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―No puedes hacerla vivir otra vez ―dije, tan sorprendida por la pregunta, que mislágrimas fueron olvidadas. Él había estado acariciando al ave, la cual estabadefinitivamente muerta. Su cabeza caída entre sus dedos, con el cuello roto―. Nadie puede hacer eso.

―Yo puedo ―dijo―. Si quieres.

―Sí, por favor ―susurré, y él pasó su mano sobre el pájaro. Un segundo después,su cabeza se alzó, y con un pestañeó de sus ojos brillantes, despegó de sus manos,aleteando firmemente mientras volaba hacia el cielo azul brillante.Estaba tan emocionada, que lloré―. ¡Hazlo otra vez!

―No puedo ―dijo, levantándose del suelo―. Se ha ido.

Pensé sobre eso, luego me levanté para alcanzar su mano y empecé a tirarlo.

―¿Puedes hacer eso con mi abuelo? Lo acaban de poner por allí.  — Señalé hacia lacripta al otro lado del cementerio.

Él había dicho, amablemente:

―No. Lo siento.

―Pero haría muy feliz a mi mamá. Y a la abuela también. ¿ Por favor?   Sólo tetomará un segundo… 

―No ―dijo otra vez, empezando a parecer alarmado. Se arrodilló al lado mío unavez más―. ¿Cuál es tu nombre?

―Pierce ―dije―. Pero… 

―Bueno, Pierce ―dijo. Sus ojos, me di cuenta, eran del mismo color de lascuchillas de mis patines de hielo que estaban en Connecticut―. Tu abuelo estaríaorgulloso de ti. Pero es mejor dejarlo donde está. Puede que asuste a tu madre o atu abuela un poco verlo de pie y caminando después de que fue enterrado, ¿no lo

crees?

No había considerado eso, pero probablemente él tenía razón.

Ahí fue cuando mi abuela vino a buscarme. El hombre la vio. Tenía que haberlavisto, y ella a él, ya que intercambiaron un “buenas tardes” antes de que él se dierala vuelta y luego de decirme adiós, se marchara.

―Pierce ―dijo la abuela cuando me alcanzó―. ¿Sabes quién era ese?

―No ―dije. Pero procedí a contarle todo sobre él, y las cosas milagrosas quehacía.

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―¿Y te gusto él? ―preguntó ella, cuando terminé mi jadeante narración.

―No lo sé ―contesté, desconcertada por la pregunta. ¡Él logró que un pájaromuerto volviera a vivir! Pero se negó hacer lo mismo con el abuelo. Así que fue unproblema.

La abuela sonrío por primera vez en todo el día.

―Te gustará ―dijo.

Luego me tomó de la mano y me llevó hacia el coche, donde mamá y Alex estabanesperando.

Recuerdo haber mirado hacia atrás. No había ninguna señal del hombre, sólo lasflores escarlatas de las ramas negras retorcidas del árbol poinciana que colgaban

como un dosel sobre nuestras cabezas, estallando como fuegos artificiales rojoscontra el cielo celeste.… 

Pero ahora, como a todos a los que les conté lo que vi cuando morí — no una luzsino un hombre — la abuela insistía en que me había imaginado todo.

―Por supuesto que no había ningún hombre en el cementerio reviviendo a lospájaros ―ella dijo el otro día en su cocina, sacudiendo su cabeza―.  ¿Quiénescuchó tal cosa? Ya sabes, Pierce, me preocupo por ti. Siempre soñando… y desdetu accidente, escuché que empeoraste. Y tampoco creas que vas a arreglártelas solo

con tu aspecto. Tu madre tiene físico  y   cerebro, ¿y mira lo que le pasó a ella?Bonito, fue todo bueno y lindo hasta que el Señor Bolsas de Dinero decide que va adejar que sus hi jos se ahoguen… 

―Abuela ―dije, tratando incluso de mantener mi tono voz―. Como puedes decirque el hombre no estaba allí cuando tú misma me preguntaste si a mí… 

―De verdad que espero que esta nueva escuela te ayude, Pierce ―me interrumpióla abuela―. Porque ciertamente te las arreglaste para romper algunos puentes en laúltima, ¿no es así? ―Ella puso una bandeja de sándwiches en mis brazos―. Ahora,llévale eso a tu tío antes de que se muera de hambre. No ha tenido un descansopara comer desde el desayuno.

Dejé su casa — después de llevar los sándwiches, por supuesto — y me marché conmi bicicleta a casa. Sentía que tenía que hacerlo antes de que algo terrible sucediera.Cosas terribles siempre parecían pasar cuando me enojaba. Cosas que no eran miculpa. Era mejor que me marchara antes de que empeoraran.

Antes de que él  apareciera.

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Ahora, aquí estaba yo en mi bicicleta otra vez, solo que esta vez estaba pedaleandosin ningún destino en particular. Solo necesitaba alejarme… de mi abuela. De laspreguntas. Del sonido de toda esa charla. De las salpicaduras de la cascada de lapiscina… especialmente de esa piscina…

A diferencia del “incidente” de la primavera pasada en mi vieja escuela, este fuepor mi culpa. Me tropecé — con mi propia bufanda — y me golpeé la cabeza, luegocaí dentro de la piscina en Connecticut.

Había estado tratando de rescatar a un pájaro herido… sí, otro más.

Ese pájaro sobrevivió, y sin la ayuda del extraño del Cementerio Isla Huesos.

Yo no fui tan afortunada.

La temperatura del agua cuando entré en ella fue tan paralizante como el golpe querecibí en la parte de atrás de mi cabeza. Rápidamente el agua se infiltró dentro demi abrigo de invierno y mis botas, haciendo que mis brazos y piernas fuesendemasiado pesadas como para subir a la superficie, ni hablar de nadar. La pesadacubierta de lona de la piscina que papá se había olvidado de reparar,instantáneamente colapso debajo de mi peso y se enredó alrededor mío, tanrestrictiva como el abrazo de una serpiente pitón.

Estaba muy lejos del borde o de la escalera como para llegar hasta ella, pesadacomo estaba con mi ropa y con la lona tirando de mí hacia abajo. Si me las hubieraarreglado para llegar a la escalera, dudo que tuviera la fuerza para subir.

Pero hice lo mejor posible. Es increíble lo que una chica de quince años, inclusouna con un hematoma subdural, puede hacer cuando está desesperada porpermanecer con vida.

Papá había estado haciendo una llamada-conferencia en su estudio en ese mismomomento, lejos, al otro extremo de la casa. Él olvidó que mamá estaba en lalibrería, trabajando para terminar su disertación de los hábitos de apareamiento de

las espátulas rosadas, y que yo no estaba en el refugio de animales con mi mejoramiga Hannah, donde era voluntaria, y que hoy era el día libre de la ama de llaves.

Justo como olvidó también mencionarle a alguien que una pareja de remaches demetal, que se suponía que sostenían la cubierta de la piscina en su lugar, se habíanoxidado debido al paso del invierno.

No hubiera hecho una gran diferencia — por lo menos para mí — que papá hubierarecordado alguna de esas cosas, o por lo menos el que él hubiera dejado el teléfono.No tuve ninguna oportunidad de pedir ayuda. El ahogamiento no sucede en la vida

real al igual que lo hace en las películas. En el momento en que mi cráneo contusose dio cuenta de que yo estaba en algún tipo de peligro, el peso de todo el agua que

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reflexivamente hubiera tragado por la impresión del frío — estábamos en febrero enNueva Inglaterra — ya había causado que mi cuerpo se hundiera hasta el fondo de lapiscina como una piedra.

A pesar del pánico inicial y del miedo, se estaba muy relajante allí abajo. Lo único

que oía era mi propio latido y el sonido de las burbujas procedentes de migarganta… y ambos se hacían cada vez más débiles, y sonaban cada vez más lejos.

En ese momento no me di cuenta de que eso sucedía porque me estaba muriendo.

La luz del sol por la tarde — derramada a través de las hojas que habían voladohasta la parte superior del agua — hacia bellísimos diseños en el suelo de la piscina,a mí alrededor. Me recordaba la manera en la que el sol se había derramado através de los ventanales de la iglesia donde se había realizado el funeral de miabuelo. A pesar de que no debía hablar de ello, nunca olvidé ese día, ni cuantolloraron mi mamá y mi abuela a lo largo de todo el servicio…

Tampoco había olvidado cómo de fuerte la abuela había sostenido mis manosmientras me llevaba lejos del cementerio más tarde, y cómo de rojas, esas flores delas ramas del árbol poinciana, parecían contra el cielo sobre nuestras cabezas…

…rojas como las borlas al final de mi bufanda flotando al rededor de mi caramientras moría en el fondo de la piscina.

Quizás fue por eso que, cuando las vi de nuevo, después de que me hubiera idolejos de la casa de mi abuela — no a las borlas, por supuesto, si no a las flores delárbol poinciana — apreté fuertemente los frenos de mi bicicleta.

No me di cuenta de que había ido hasta el cementerio. Mis pies me habían llevadoallí inconscientemente.

Sabía por qué, por supuesto. No era la primera vez que me pasaba.

Pedaleé a través del cementerio más de una vez desde mi llegada a Isla Huesos — mamá hasta lo había incluido en el pequeño recorrido de “orientación” que me dio

cuando llegué. Ya que todos los ataúdes estaban en criptas y bóvedas sobre el suelo,el cementerio se había convertido en uno de los principales destinos turísticos de laisla. Resulta que si se entierran los cuerpos en un lugar que regularmente se inundapor los huracanes, todos los esqueletos saldrán a la superficie. Luego encontrarás atus seres queridos colgando de los árboles y de las ramas, o incluso en la playa, algoasí como una película de terror.

―Es por eso ―mamá me había informado―,  que los exploradores españolesdescubrieron esta isla hace quinientos años y la bautizaron como Isla Huesos.

Cuando llegaron, estaba cubierta por huesos humanos, probablemente que unatormenta arrojo de un cementerio indio.

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Pero a pesar de que había pasado muchas veces a través del cementerio desde quellegué aquí, nunca fui capaz de encontrar el árbol que había visto ese día cuandotenía siete años. No hasta la noche de la fiesta.

Que fue lo que me hizo hacerlo.

―No te detengas ―había dicho mama―. Quédate en tu bici ―dijo―. Se acercauna tormenta.

Y ahora que estaba parada en frente del árbol poinciana, podía ver que la tormentaque venía no era la misma a la que mamá se refería.

Era algo mucho, mucho peor.

La mayoría de las flores del árbol se habían caído al suelo. Secas y marchitas,

yacían al rededor de mis pies como una alfombra roja, susurrándose entre símientras el viento las recogía y las esparcía lejos del camino pavimentado.

La cripta bajo el árbol no parecía muy diferente desde el día del funeral de miabuelo. El yeso se continuaba cayendo en algunos lugares, revelando ladrillos queeran tan rojos como las flores debajo de mis pies.

La principal diferencia era que ahora podía ver un nombre tallado en el bloque deletras sobre la entrada a la bóveda, y una puerta desplazada de hierro forjado.Ninguna fecha.

Solo un nombre. HAYDEN .

No me había dado cuenta del nombre cuando tenía siete años. Tenía otras cosas enmi mente. De la misma manera que había venido a este cementerio tantas vecesdurante la semana pasada y nunca reconocí el árbol hasta esta noche.

―Él no era real, Pierce.

No había sido sólo la abuela el otro día en su cocina quien me lo dijo, también

todos esos psiquiatras a los que mis pobres padres me llevaron después de miaccidente, incapaces de creer los reportes que seguían recibiendo de mis maestros:que su preciada hija no estaba actuando con un promedio superior o incluso unnivel medio.

Es muy común para pacientes que perdieron actividad eléctrica en su corazón ocerebro por cualquier intervalo de tiempo, reportar haber visto alguna clase dealucinación durante el periodo en el que estuvieron muertos.

Pero era vital para mi salud mental, todos esos doctores me lo dijeron, recordar que

había sido solo un sueño.

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Sí, había sido muy realista. Pero no podía entender como había algunas cosas quehabía leído en libros de la escuela, o visto en televisión, o quizás había visto añosantes — aunque no les conté a ninguno de ellos lo que había pasado en el funeral delabuelo — ¿en la visión que tuve durante mi experiencia cercana a la muerte?

Era importante mantenerlo en mi mente, también, como lo era el hecho de quemientras ocurría, fui capaz de controlar mis propias acciones. Eso era conocidocomo sueño lúcido. Si hubiese sido real lo que me pasó, no hubiera sido capaz deescapar de mi captor.

¡Así que no tenía nada de lo que preocuparme! Él no venía detrás de mí a buscarme. Porque él era un producto de mi imaginación.

Me senté frente a los psiquiatras y asentí. Tenían razón. Por supuesto que la tenían.

Pero por dentro, me sentía tan…

…apenada por ellos.

Porque las paredes detrás de sus escritorios estaban llenas de tantos diplomasenmarcados y grados — algunos de ellos de las mismísimas escuelas de la IvyLeague7, en las cuales mis padres se desesperaban por hacerme entrar.

Y eso era lo que me hacía sentir tan triste. Porque mis padres no podían ver que no

importaba. Todos esos diplomas, todos esos grados.

Y esos doctores ni siquiera tienen una idea de lo que estaban hablando. 

Porque yo tenía una prueba. Siempre la tuve. Cuando me detuve frente a la criptadebajo del árbol poinciana, desabroché los dos primeros botones del demasiadoajustado vestido que mamá me había sugerido usar en la fiesta, y presioné mi dedoscontra ello. Me podía haber quitado la ropa en cualquier momento, en cualquierade esas oficinas y mostrárselos a ellos y decir: ¿Sueño lúcido? ¿De verdad? ¿Y quéhay de esto, Doctor?

Pero nunca lo hice. Solo lo mantuve donde siempre, escondido dentro de mi top.

Porque — además del hecho de que no me creerían — todos esos doctores habíantratado de ayudarme muchísimo. Parecían muy amables.

No quería que nada malo les sucediera.

7 La Ivy League, Liga Ivy o Liga de la Hiedra es una conferencia deportiva de la NCAA de ocho

universidades privadas del noreste de los Estados Unidos. En 1954, ya se denominaba así, de formaoficiosa, a este grupo de universidades, que tienen en común unas connotaciones académicas deexcelencia, así como de elitismo por su antigüedad y selectiva admisión.

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Y había descubierto de mala manera que a las personas que se interesaban muchopor mi collar les sucedían cosas malas.

Así que después de eso, nunca se lo mostré a nadie. Ni siquiera a mi abuela cuandodijo eso en su cocina. No es que eso hubiese hecho alguna diferencia en ella.

No fue hasta que permanecí parada allí en frente de la cripta donde nos habíamosconocido, que de repente me di cuenta de que quizás yo era la única que hacía quelas cosas malas sucedieran.

Porque regresé. No sólo regresé de la muerte, sino que regresé al lugar donde todocomenzó.

¿Qué estaba haciendo aquí? ¿Estaba tan loca como todos en Connecticut decíanque estaba? Estaba en un cementerio sola por la noche.  Necesitaba salir de aquí.

Necesitaba correr. Cada vello de mi cuerpo se erizó, diciéndome que corriera.

Pero por supuesto, para ese momento, ya era tarde. Porque alguien estabaviniendo, haciendo sonar los pétalos de las flores marchitas bajo sus pies, mientrasse acercaba.

Huesos. A eso sonaban todas esas flores al ser pisoteadas. A la ruptura de pequeñoshuesos.

Oh, Dios. ¿Por qué mamá me había contado esa historia? ¿Por qué no podía tener

una madre normal que cuenta historias normales sobre hadas madrinas y taconesde cristal, en vez de historias sobre esqueletos humanos esparcidos por la playa?

Ni siquiera me tuve que dar la vuelta para ver quién era. Lo sabía. Por supuesto quelo sabía.

El grito que solté cuando de verdad me di la vuelta y vi su cara, era losuficientemente fuerte como para despertar a los muertos.

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Me pareció que contra mí venía,con la cabeza erguida y hambre fiera,

 y hasta temerle parecía el aire.DANTE ALIGHIERI,Infierno, Canto I

Traducido por KazenbrrCorregido por Nony_mo

Él parecía estar tan en shock como yo me sentía.

 — ¿Qué estás haciendo aquí?

Su voz sonaba como el trueno que podía escuchar acercándose cada vez que unrelámpago iluminaba la parte alta de las palmeras, donde las oscuras nubes detormenta chocaban una contra la otra.

Traté de decir algo pero todo lo que salió de mi boca fue aire.

Bueno, no me debió haber sorprendido mucho, aun si una parte de mí sabía, desdeel momento en que mamá dijo las palabras  Isla Huesos,  que este momento iba asuceder. Supongo que aun había estado esperando superarlo de alguna formaextraña. ¿Qué otra razón tendría mi cabeza para decirle a mis pies que pedalearanhacía el cementerio?

No mi cabeza. Mi corazón. Esa aguja cardiaca de cuatro pulgadas que habíapenetrado mi pecho… puede que hubiera re-iniciado mi corazón. Pero eso no

quiere decir que no esté roto, todavía.

Lo intenté de nuevo, después de despejarme la garganta. Esperaba que él nopudiera ver cómo me temblaban las rodillas debajo de la falda de mi vestido.

 — Lo-lo lamento — dije — . Sobre el grito. Me asustaste. Yo no estaba… yo no iba…mi mamá y yo nos acabamos de mudar aquí. — Esta última parte fue incoherente — . A Isla Huesos. Quiere empezar de nuevo aquí, por… lo que tú ya sabes. 

Mi voz se desvaneció. No me gustaba hablar de lo que había sucedido en mi

antigua escuela en Westport.

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¿Y cuál era el punto de contárselo? Él había estado ahí.

Solo me había asustado. Por su expresión, estaba bastante segura que no estabafeliz de verme. Claro, acabada de gritarle en su cara. Esa no es la clase de cosa quete engracia con otras personas. Especialmente chicos, me imagino.

 — No es mi culpa — añadí. Mi corazón estaba latiendo tan fuerte en mi pecho, queapenas podía escuchar el viento, moviendo las palmeras encima de nosotros, o losgrillos y cigarras entre las criptas que se alzaban de las sombras a nuestroalrededor — . Ella quiere salvar a las aves. ¿Qué se suponía que iba a decir yo?

Mi voz sonaba completamente diferente. Y no era una sorpresa. ¿Qué chica podríahablar normalmente con alguien que la observaba como él lo hacía? Él era tan alto — casi dos metros, casi un pie más alto que yo — y sus bíceps y hombros eran tananchos que fácilmente hubiera podido unirse a cualquier equipo de futbolamericano de cualquier universidad… Había sufrido suficientes partidos mientraspasaba “tiempo familiar” con mi papá y podía reconocer ese tipo de cuerpo.

Excepto que estaba segura de que ningún entrenador lo querría, gracias a su muyevidente problema de actitud. Los jeans negros, la apretada sudadera negra, las botas militares negras, y los nudillos marcados por cicatrices — y no eran solo susnudillos, tampoco —eran las pruebas inmediatas de que él no iba a jugar „bien‟ connadie. Aun su cabello, cayendo en desalineadas ondas color café sobre su cabeza ycuello, parecían gritar oscuridad .

Excepto sus ojos. Tan grises como las nubes sobre nosotros, ellos siempre parecíanarder con una brillante intensidad que me costaba trabajo olvidar… y créanme, lointenté.

Sin embargo, ya no eran así. Ahora se veían sin brillo, en blanco, como dosagujeros causados por balas. Casi podrías decir que eran… ojos de muerto. 

Me pregunte qué había pasado para causar ese cambio. Desde luego no era mi  culpa. Yo no era esa clase de chica.

Su voz no estaba muerta. Estaba llena de sarcasmo.

 — Quiero decir  — él dijo — , ¿qué haces aquí   ahora, esta noche? En el cementerio.Cuando está cerrado.

Tragué saliva con dificultad.

Claro. Por supuesto que él sabía lo que yo estaba haciendo en Isla Huesos. Élsiempre parecía saber donde estaba y que estaba haciendo exactamente.Probablemente había visto a mi avión aterrizar. Posiblemente había observadomientras sacaba mis maletas de la banda de equipaje, y cuando mamá me ayudaba

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a llevarlas al automóvil. Me preguntaba si había mirado mientras mamá y yotuvimos que esforzarnos tanto para subir las maletas a su SUV híbrido porque erandemasiado pesadas. Hubiera sido amable de su parte venir y ofrecernos ayuda.

Prácticamente podía sentir como su ira salía de su cuerpo en ondas.

Sabía que lo había herido una vez (en mi defensa, él me había herido primero.Retener a alguien contra su voluntad es  una felonía. Lo investigué).

Pero como él había aparecido dos veces desde entonces, para salvar mi vida — o almenos supongo que eso era lo que estaba haciendo — yo asumí que me habíaperdonado.

Sin embargo, sus ojos no estaban mostrando la más mínima chispa de calor, por nodecir culpa, por lo que había tratado de hacerme. Así que supongo que me

equivoqué.

 — Mira — le dije, mi voz un poco hosca con algo de mi propia ira. No tenía derechoa ser tan grosero. Seguro, me había sorprendido, así que yo grité.

¿Pero él sabía todo este tiempo que yo he estado en la isla y nunca se detuvo asaludar? No es que yo quisiera que lo hiciera, ya que cada vez que aparecía, alguienresultaba lastimado. Pero aun así.

 — Estaba en el vecindario, así que pensé en venir y asegurarme que todo está bien

entre nosotros. — Me di cuenta que me había acorralado yo sola al decir esto. ¿Porqué no escuché a mamá y me quedé en mi bicicleta? — . Que no hay resentimientos.

Él continuaba mirándome.

 — Sin resentimientos — repitió.

 — Correcto  — dije. Esto salió aun más horriblemente de lo que me pude haberimaginado. Y claro, tenía una reputación por ser capaz de imaginarme bastantescosas — . Ya superé lo que me hiciste. Y solo quería asegurarme de que entendieras

que lo que yo te hice… lo que paso cuando yo… tú sabes . Me fui. No es personal.

 — Oh, lo entiendo  — dijo él. Su tono era tan frío como su mirada — . Fuiste muyimpersonal al respecto. Tomaste una decisión. Y luego actuaste.  — Se encogió dehombros y cruzó los brazos — . Sin considerar las consecuencias.

 Herida gracias a su recordatorio de mi comportamiento de ese día: “ Fuiste muy impersonal alrespecto. Tomaste una decisión. Y actuaste ”, sentí que mis ojos se llenaban de lagrimas.

Oh, Dios. ¿Ahora iba a llorar enfrente de él? ¿Mamá quería que todo fuera perfecto?

Bien, esto no era perfecto.

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 — Tenía quince   años  — dije, tratando sin mucho éxito de controlarme. Habíaensayado esta conversación tantas veces en mi cabeza, y debería de haberla tenidodominada. El problema, por supuesto, era que mis conversaciones con él, en la vidareal, nunca suceden como en mi cabeza — . ¿Quién está listo para esa clase decompromiso a los

quince?  

 — ¿Diecisiete es mejor para ti? — preguntó.

Horrorizada, grité: — ¿Qué? ¡No!

 — Bien — dijo él — , para ser alguien que sigue diciendo que no está lista para morir,tienes una forma interesante de demostrarlo.

Miré directo a esos ojos sin vida.

 — ¿Qué quieres decir con eso?

 — Solo que la mayoría de las personas que valoran algo sus vidas no se la pasanvagando por cementerios al anochecer. Pero, de nuevo, estamos hablando de ti.

El cementerio de Isla Huesos se compone de 19 acres que no tienen cámaras deseguridad o guardias. El sacristán del cementerio se va a casa a las seis en punto,como me informó una noche después de echarme (y regañarme por usar “un lugarde veneración como camino”), después de cerrar con llave la puerta del cementerio. 

Así que si él decidía llevarme de vuelta a su mundo — lo cual estoy casi segura quetiene el poder para hacer — a menos que hubiera un borracho por aquí durmiendodetrás de una tumba, quien me escuchara gritar y llamara al 911, nadie iba a venir ami rescate.

 Buenas noches. Hoy se cumple el décimo aniversario de la misteriosa desaparición de PierceOliviera de 17 años de edad, quien desapareció sin dejar rastro alguno en una pequeña isla en Florida llamada Isla Huesos, mientras daba un, aparentemente, inocente paseo en su bicicletauna caliente noche de septiembre.

 — ¿Me estás amenazando?  — demandé, colocando mis manos en mis caderas,tratando de pretender que era más valiente de lo que en realidad me sentía. Porquelo que en realidad sentía era completo terror.

No me di cuenta de que se estaba acercando mientras hablaba — había olvidado queél tenía la habilidad de moverse tan ligero como un gato cuando quería. Esta vez,los pétalos secos no hicieron un solo sonido debajo de sus botas con punta deacero — hasta que estuvo parado enfrente de mí.

Entre más se acercaba, más rápido latía mi corazón. No solamente porque tenía

miedo de lo que planeaba hacer conmigo, sino también porque estaba notando

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todas esas pequeñas cosas que lo hacían tan atractivo. De cerca, sus ojos eran tanclaros como los míos eran oscuros… solo que los míos, yo sabía, eran de un cálidomarrón, con pedazos color ámbar y miel en ellos — como una vez él mismo meinformó, en un momento de ternura entre nosotros.

Lo cual no era exactamente un cumplido, si lo piensas, por que tanto el ámbarcomo la miel son sustancias pegajosas en las que los insectos se quedan atrapados.

Sus ojos estaban llenos de lo opuesto — pedazos de acero, uno de los metales másduros sobre la tierra.

Un hecho del que era difícil no darse cuenta, con su rostro a escasos centímetros delmío.

 — ¿Amenazándote? — repitió mirándome — . ¿Con qué? ¿Qué podría hacerte yo a ti?

No estás muerta. Al menos, ya no.

Respiré hondo, deseando que mi pulso no latiera tan rápido, porque de repenteestaba segura de lo que iba a pasar:

Él me iba a besar…. 

…o, tal vez, pude notar, mi corazón dando un decepcionado flop, no.

Me había equivocado en el foco de su atención. No eran mis labios lo que él había

estado mirando, era algo más abajo… el lugar donde mi vestido estaba abierto,gracias a que yo lo había desabotonado en el frente. Me hubiera gustado pensar quese sentía atraído por mi forma femenina — y tenía razón para pensar que lo estaba.

Pero esta noche, era lo que estaba ahí colgando de una cadena de oro que no mehabía quitado desde el día en que había muerto, lo que tanto le interesaba. Sesuponía que me protegería del mal. O, al menos, eso fue lo que me dijo cuando melo dio.

Pero ciertamente no me había hecho mucho bien esta noche — o cualquier otra, por

lo que podría decir.

No fue hasta que estuve de pie ahí, enfrente del cementerio, sintiendo su alientosobre mi mejilla, que me di cuenta de que nunca había preguntado si estuvo bienque lo hubiera tomado de su mundo. No lo había robado exactamente, él me lohabía dado.

Pero estoy casi segura que fue un regalo que tenía condiciones, y que una de ellasera que me quedara en su mundo, y… 

Eso no había pasado.

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Sin considerar las consecuencias, él había dicho. 

Sentí un nudo en el estómago y rápidamente crucé mis brazos para cubrir la piedray todo el frente de mi vestido.

 —  Aun lo tienes — suspiró. 

Su voz ya no sonaba más como un trueno. Sonaba justamente como el día que nosconocimos, cuando había sido tan amable y reconfortante.

 — Claro que aun lo tengo — dije, confundida por su sorpresa.

¿Qué pensaba? ¿Qué en el momento que me había alejado de él, lo había arrojadodebajo de una apisonadora en movimiento o algo así?

Entonces mordí mi labio. Supongo que él tenía justificación en pensar queposiblemente yo no quería conservar recordatorios del día que morí… o de él. 

Probablemente era una tonta por no haberlo tirado al océano, al estilo de la viejitade Titanic . Cualquier otra chica lo hubiera hecho. De hecho, la mayoría de laschicas lo habrían vendido, considerando lo mucho que me han dicho que vale.

¿Qué quería decir el que yo no hubiese hecho ninguna de esas cosas?

 Nada. Ciertamente no es que tuviese algún sentimiento especial hacía él.  Debería 

estar muy loca para que eso fuera cierto, considerando lo que él me había hecho.Oh, por favor no dejes que piense que esa fue la razón por la que lo conservé.

Pero, entonces, porque la idea de devolverlo me hacía sentir… ¿enferma? Todo loque debería sentir era alivio.

Lentamente, tomé la cadena. El redondo y multifacético diamante — ahora tan griscomo las nubes en el cielo, y casi del tamaño de una uva — cayó de su envoltura deseguridad, encontrando una forma de brillar aun en una noche tan tormentosacomo esta. Las nubes aun no cubrían la luna.

Cuando vio lo que estaba haciendo, fue como ver a alguien retiras las proteccionescontra la tormenta de las ventanas de una casa que había sido cerrada por latemporada de huracanes. Todo ese calculado vacío en su expresión se desvaneció.Incluso había vida en esos ojos, anteriormente muertos.

Tenía el derecho a estar sorprendido de que aun lo tuviese: ¿Quién anda por ahícon un recordatorio del día de su  muerte ? Probablemente necesitaba regresar contodos esos psicoterapitas y decirles la verdad, esta vez.

¿Pero qué bien haría eso? Podría ayudarme. Pero no los ayudaría a ellos.

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  34PURPLE ROSE

 — Uh  — dije lentamente.  Hazlo, la voz de mi madre me advertía dentro de micabeza. Excepto que ella no sabía de dónde había salido el collar. Decírselo sólo laharía pensar que estoy tan loca como todos piensan — . ¿Quieres que te lo devuelva?

Casi me mató el preguntar. Pero el momento había llegado, me dije a mi misma.

Un nuevo comienzo.

Todo este tiempo lo había estado escondiendo debajo de mis camisas, tratando deproteger a otros.

Pero si dijese la verdad, también he estado tratando de protegerlo. Porque lo adorabaen un grado casi ridículo, y lo hice desde el momento en que lo vi por primera vez,cuando él me lo dio.

Pero también no quería ninguna de las consecuencias . No para mí. No para él. No

para nadie.

Pasé la cadena sobre mi cabeza, sin importarme que se enredara en mi largocabello. Estaba tratando de estar tan serena y sensible como fuera posible.

Porque en la Academia Westport para Señoritas — de la que, es cierto, me habíanexpulsado, pero ¿y qué? — nos enseñan a ser serenas y sensibles cuando tratamoscon otros o con asuntos difíciles. Por eso mi papá había insistido en que fuera ahídesde el jardín de infancia en adelante. Había escuchado de la escuela gracias aalgunos de sus clientes, y esperaba que evitara que yo terminara como él.

Hasta ahora, las cosas no se veían prometedoras.

 Hazlo.

Le ofrecí el collar, con todo y un poco de mi cabello.

 — Está bien — dije, maldiciéndome en silencio porque mi voz aun temblaba. Y misdedos. ¿Podría él ver esto, como podía ver las lágrimas en mis ojos, a la luz de laluna? —. Puedes cogerlo. Sé que nunca debí tomarlo. Lamento las… consecuencias

que esto pudo haber causado. Pero todo paso tan rápido. Bueno, tú lo sabes. Detodos modos  — añadí, intentando aligerar la situación con humor — , al menosahora ya no tendrás que seguirme.

Si hubiera estado buscando  precisamente   la peor cosa para decir, la habíaencontrado. En un instante, las persianas que se habían abierto cuando él vio queaún conservaba el collar, se cerraron de golpe sobre sus ojos y su cara.

Tomando el colgante de mi mano, demandó:

 —  ¿Siguiéndote? ¿Así es como lo llamas?

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  35PURPLE ROSE

Parpadeé, sorprendida por su reacción. Ahí acaba la sensibilidad y la serenidad.También el humor.

 —Te di esto… — Sacudió el collar en mi cara, su voz golpeándome como la lluviaque ya golpeaba el manglar en la costa —… porque, como pensé que había dejado

claro, protege del mal al quien lo usa… algo que, debo añadir, parece que túnecesitas más que nadie, ya que cada vez que te veo, estás en una clase de peligromortal. Pero como obviamente no me quieres — o a esto — en tu vida, te doy unasugerencia. Deja de venir aquí. Y no lo uses .

Al decir no lo uses   se dio la vuelta y lo arrojó — mi hermoso collar  — tan fuerte comopudo. Salió volando a través del cielo nocturno y aterrizó en algún lugar en la vastaoscuridad de Cementerio de Isla Huesos y sus 19 Acres.

No debería haber sido como si lo estuviera viendo arrojar mi corazón.

Pero así fue.

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  36PURPLE ROSE

En toda par te impera y allí rige;allí está su ciudad y su alto trono.¡Cuán feliz es quien él allí destina!

DANTE ALIGHIERI,Infierno, Canto I

Traducido por PimientaCorregido por luchita_c

La siguiente vez que lo vi después de ese día en el cementerio con la abuela, estabamuerta.

Por supuesto dije lo primero que todo el mundo dice cuando abre sus ojos despuésde golpearse la cabeza, tragar un galón de agua de una piscina, y luego sufrir unamuerte cerebral8. 

 — ¿Dónde estoy?

Porque yo no estaba en el fondo de la piscina… aunque todavía llevaba la ropa quehabía llevado cuando me caí en ella. Ahora estaban húmedas, y se aferraban a mícomo una segunda piel fría. Yo no estaba en una camilla de hospital ni en unaambulancia, tampoco.

En su lugar, estaba en una vasta caverna subterránea, que parecía no terminarnunca, a lo largo de la orilla de un ventoso lago.

No estaba sola, sin embargo.

 — ¿Nombre?

Un hombre gigantesco vestido de negro se volvió hacia mí después de haber oídomi ¿Dónde estoy? , levantando una tableta brillante que tenía en la palma de la mano.

Estaba demasiado aturdida para hacer otra cosa que responder:

 — Pierce Oliviera.

8 En inglés Flatline: muerte o inactividad cerebral, o literalmente como dice la palabra línea planaen un monitor de constantes vitales.

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  37PURPLE ROSE

 — Estás ahí  — dijo, después de introducir mi nombre. Miré a la dirección en queseñalaba.

Estábamos de pie, me di cuenta, entre una multitud de lo que parecían ser miles deotras personas, sobre todo ciudadanos mayores, pero algunos de mi misma edad, o

incluso más jóvenes, todos parecían tan miserables como yo.

Simplemente no tenían la piel empapada o estaban aturdidos por un golpe violentoen la cabeza. Pero ellos estaban, como yo, siendo ordenados en dos filas porenormes hombres vestidos completamente de negro. Los hombres lucían de lamanera en la que las chicas mayores de la escuela que tomaban el tren a la Ciudadde Nueva York para colarse en discotecas, describían a los gorilas que les pedíanidentificaciones, musculosos, calvos, vestidos de cuero negro, y tatuados por todaspartes. En otras palabras, súper aterradores.

A diferencia de mi mejor amiga, Hannah, yo nunca había tenido el coraje de tratarde colarme, siendo menor de edad, en un club de la ciudad. No tenía unaidentificación falsa. Yo apenas podía recordar donde ponía la real.

Así que no me atrevía a desobedecer las órdenes del hombre frente a mí. Las filasserpenteaban hacia el lago, donde sobresalían dos muelles. Una fila era muy larga.La otra era un poco más corta. Él estaba señalando hacia la más corta.

 — Permanezca en su propia fila — gruñó. Era una orden.

Corrí sin decir una palabra hasta el final de la fila más corta, demasiado asustadapara pronunciar algún sonido.

Fue entonces cuando me encontré de pie detrás de una mujer menuda, mayor, deapariencia dulce a la que toqué en el hombro y le pregunté:

 — ¿Disculpe, señora?

Se dio la vuelta. Tenía la cara más deteriorada que había visto nunca. Tendría uncentenar de años.

 — ¿Sí, querida? Oh, mírate. ¡Estás toda mojada!

 — Estoy bien  — mentí. Yo estaba temblando, me castañeteaban un poco losdientes — . Me preguntaba, ¿sabe dónde estamos?

 — Oh, sí, querida — dijo con una sonrisa enorme — . Estamos subiendo al barco.

Yo ni siquiera sabía cómo responder a eso. ¿Esto era un sueño? Pero si lo era,¿cómo iba a poder escurrir el agua de mi bufanda y realmente sentir el agua bajar a

medida que la apretaba con mis dedos?

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  38PURPLE ROSE

 — ¿Hacía donde va el barco? — le pregunté.

 — Oh, no sé — dijo la anciana, con otra sonrisa dulce — . Nadie nos dice nada. Peroyo creo que debe ser a algún lugar maravilloso. Porque mira como todas esaspersonas mayores no parecen querer estar en esa fila. — Señaló a la fila más larga, a

una docena de metros de la nuestra.

Era cierto. La gente en esa fila, aparentemente después de escuchar lo que laanciana había dicho, casi hubo disturbios en un intento de escapar de su fila yentrar en la nuestra. Algunos de los hombres calvos, tatuados y con abrigos decuero negro se veían obligados a detenerlos, como guardaespaldas en un conciertode rock tratando de contener a los fans rebeldes.

 — Oye — dijo el hombre en la fila detrás de mí. Era mayor que yo, pero más jovenque la anciana. Tal vez en sus veinte años — . ¿Puedes obtener cobertura?  — Élsostenía su teléfono móvil — . No puedo conseguir nada de cobertura.

Me di unas palmaditas en los bolsillos del abrigo. Estaban vacíos. Por supuesto queno tenía mi teléfono. Esto era por lo general como lo eran mis pesadillas.

 — Lo siento  — dije — . No.

Fue entonces cuando lo vi. El hombre alto vestido de negro, botas negras, guantesde cuero negro, chaqueta de cuero negro… galopaba hacia los disturbios en uncaballo negro enorme.

Lo reconocí de inmediato, a pesar de que habían pasado muchos años. Una oleadade alivio se apoderó de mí. Finalmente, una cara conocida.

Tal vez por eso no dudé, ni siquiera cuando vi que todos los demás se habíandispersado, dándole un amplio espacio, escabulléndose de la fila y cabeceandohacia él.

 — Oh, querida, yo no lo haría si fuera tú — dijo la anciana detrás de mí.

 — Está bien — le dije sobre mi hombro — . ¡Lo conozco!

 — Loca.  — Oí decir detrás de mí al hombre entre dientes (no tenía ni idea de conqué frecuencia escucharía eso más adelante) — . Debe estar intentando suicidarse.

Ellos no lo habían relacionado.

Ni siquiera yo.

No entonces.

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  39PURPLE ROSE

No todo el mundo está a gusto con los caballos, me dije mientras corría hacia él porla arena. Es por eso que, a diferencia de mí, ellos tenían tanto miedo.

Y este caballo no era como el de mi mejor amiga Hannah, Double Dare, cuyacómoda placidez (él estaba empezando a resistirse al más mínimo salto), podría

haber sido una de las razones por las que Hannah prefería ahora pasar el tiempo enel equipo de baloncesto de la escuela o salir por el centro comercial con laesperanza de ver a algunos de los amigos de su hermano mayor, o incluso ir aclubes nocturnos en lugar de a los establos. El nombre de Double Dare estabaempezando a convertirse en una especie de broma. No había nada atrevido en él, laverdad.

Con este   caballo, por el contrario, parecía ser un atrevimiento mirarlo, y muchopeor acercarse.

Esa era probablemente la razón por la que se asustó.

Todo lo que dije fue:

 — Oye.  — En un intento de llamar la atención de su jinete... justo cuando estabagritando a todo el mundo en la otra fila para que se quedaran donde estaban, unaorden que parecía intimidatoria por la dureza de su tono.

No tenía idea de que un tono tan brutal podría provenir del hombre dulce que yorecordaba, el que había hecho que un pájaro volviera a la vida en el funeral de miabuelo.

Me quedé allí paralizada de miedo... hasta que la siguiente cosa que supe fue quelos cascos de carbón negro rozaron el aire a pocos centímetros de mi cabeza cuandoel caballo se encabritó, resoplando de indignación.

Luego me agaché, temiendo por mi vida, tirando mis manos sobre mi rostro paraprotegerme los ojos. Un segundo más tarde, los cascos enormes golpearon el suelootra vez, lanzando fragmentos de arena por todas partes, mientras yo saltaba

 buscando seguridad.Fue entonces cuando un ruido como el del trueno más fuerte que había escuchandonunca, llenó la caverna. Yo no estaba segura de si se trataba de un trueno o delsonido real del caballo, ya que golpeó la playa con una de sus patas traserashundiéndose bajo la arena.

Una voz masculina gritó algo. Cuando levanté la vista de donde me habíaagazapado en un esfuerzo por no ser aplastada, me di cuenta que el grito venía del jinete. Había gritado el nombre del caballo, Alastor, o algo parecido, y daba

patadas con los estribos llevando al caballo de nuevo a sus pies.

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  40PURPLE ROSE

Fue entonces cuando me di cuenta, con un impacto físico que me sacudió tantocomo la reacción violenta del caballo, que esto no era una pesadilla. Si lo hubierasido, habría despertado en ese momento. No tendría arena en la boca.

Y el hombre que había conocido el día del funeral de mi abuelo, no hubiera estado

de repente de pie junto a mí, mirándome con sus ojos plateados sin mostrar elmenor atisbo de reconocimiento... o de humanidad.

Fue entonces cuando que di cuenta de que había algo, que no era esa voz terrible,diferente en él. No, no era que él  fuera diferente… 

Era yo.

No tenía siete años.

Pero él era exactamente el mismo que había estado ese día en el cementerio. Elcabello oscuro. Los ojos brillantes. La altura de una torre, sólo que no parecía tangigante como lo había parecido entonces.

¿Cómo era esto posible? ¿Cuántos años habían pasado desde la última vez que lohabía visto?

 — ¿Estás bien?  — exigió con una voz que era, de alguna manera, aún peor, másfuerte y más autoritaria que el trueno que había lanzado a través de la cavernasegundos antes.

 — Yo… yo creo que sí — dije, resistiendo la tentación de saltar y correr. Mi corazónestaba en mi garganta, cuando extendí la mano para tomar la suya, lo que lepermitió tirar de mí hasta ponerme de pie. Su piel se sentía tentadoramente cálida yseca, teniendo en cuenta que la mía era exactamente lo contrario — . ¿Estás bien?

Él me lanzó una mirada de incredulidad, su brillante mirada parecía examinarme.

 — ¿Qué si estoy bien?  — preguntó — . Podrías haber sido pisoteada. ¿Y me estáspreguntando si yo estoy bien?

 — ¿Acaso no te desmontó?  — le pregunté, mirando nerviosamente a su caballo,pateando el suelo a pocos metros de distancia, retenido por sus riendas, apenas, poruno de los guardias. El caballo tenía que ser por lo menos mitad Clydesdale 9. Y elresto demoníaco.

Su dueño no parecía tener el más mínimo interés en la discusión de cualquier lesiónque pudiera haber sufrido durante el accidente. Yo lo había causado.

9 Clydesdale: Caballo escocés. 

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  41PURPLE ROSE

 — Estoy bien  — dijo bruscamente — . Pero tienes que aprender a seguir lasinstrucciones. Las palabras “Quédate en tu fila” ¿No significan nada para ti? — Élme soltó la mano para envolver la parte superior de mi brazo.

Y lo siguiente que supe, es que me estaba arrastrando de regreso hacia la fila.

No de la que había venido.

A la otra.

Traté de decir algo. Lo hice. Pero creo que el impacto de todo estaba finalmenteempezando a pasarme factura. Todo lo que podía hacer era mirar. Sus ojos eran delmismo color exacto al de las estrellas que un cliente militar japonés le había dado ami padre. Cuando mi padre abrió la caja delante de mí, el color de las láminashabía despertado un vago recuerdo en mí.

No fue hasta ahora que me di cuenta de lo era ese recuerdo.

 Él.

 — Nunca toques esto  — me había advertido papá. Igualmente, yo no queríatocarlos… hasta que dijo eso. 

Entonces había tenido una extraña obsesión hasta sacar uno de los cajonesespeciales en los que papá las mantenía, y tirarlas en el tronco de un viejo árbol en

nuestro patio trasero. Papá tuvo que usar un par de pinzas para sacarlas, ya que sehabían incrustado profundamente. Después de eso, mantuvo las hojas encerradasen su oficina de seguridad, excepto cuando se las llevaba fuera para tratar de tirarlasen el mismo árbol, para ver si podía hacer que se incrustaran como lo había hechoyo. Lo cual, para su consternación, no fue posible.

Ahora, por primera vez, sentí como si entendiera la obsesión por tocar las estrellasninja de mi padre, a pesar de su advertencia de que no lo hiciera.

 — No te molestes en mirarme así — me advirtió mi captor — . No va a funcionar. He

estado haciendo esto durante mucho tiempo. Conozco todos los trucos. Y el bateode esos grandes ojos marrones no me provoca nada, te lo garantizo.

Parpadeé. ¿Estaba hablándome a mí? Obviamente. Yo era la única persona queestaba arrastrando.

¿Trucos? ¿Qué estaba diciendo?

Todavía no estoy segura de cómo me las arreglé para juntar las palabras, y muchomenos una oración completa, bajo esa amenazante mirada.

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  42PURPLE ROSE

Pero supongo que cuando estas completamente empapada, desesperada, aterrada, ysola, te das cuenta que no tienes absolutamente nada más que perder.

 —Yo… no sé de qué estás hablando —  balbuceé. No podía mantener mi voz másfirme que cualquiera de mis dedos temblorosos — . Yo no sé ningún truco. No era

mi intención molestar a tu caballo. Y lo siento si te lesionó. Pero necesitaba hablarcontigo… 

 — Es demasiado tarde  — dijo inexpresivamente, mirando al frente — . Y ya heescuchado todas las excusas que podía tomar hoy. Una vez que mi decisión estátomada, es la final. No hago excepciones... ni siquiera para las chicas que son comotú.

 — Entiendo  — dije, aunque no tenía ni idea de lo que estaba hablando. ¿Quédecisión? ¿Y las chicas qué cómo yo? Imaginé me veía totalmente patética, con miropa empapada. Mi pelo estaba probablemente colgando como una cola de rata.¿Era eso lo que él quería decir? Pero eso no es lo que yo quería.

La otra fila, la ruidosa, estaba cada vez más cerca. No me gustó el aspecto de esafila lo más mínimo. No había señoras dulces ancianas en esa fila. Nadie allí estabatratando de conseguir un teléfono móvil para trabajar.

En cambio, la gente estaba lanzando golpes y tirones de pelo, tratando de romperlos guardias para entrar en la otra fila.

Las cosas se pusieron aún peores cuando, un segundo más tarde, un cuerno sonó.Una gran ferry como el que mi padres y yo habíamos tomado a Martha's Vineyarddurante un verano, lo suficientemente grande como para caber cientos de personasy sus coches, fue traqueteando a través del agua hacia el muelle más cercano a lafila en la que yo había estado antes parada.

Una onda de anticipación se expandió a través de la caverna. El estruendo creció deforma casi insoportable. Una persona de la fila ruidosa logró liberarse y, acontinuación, se lanzó al otro lado de nuestro camino, haciéndome perder mi

equilibrio ya inestable. Mi captor tuvo que lanzar un brazo protector a mí alrededorpara que no cayera.

 — ¡Tomaré su lugar — estaba gritando el hombre de la fila — , si ella viene aquí!

Uno de los guardias lo atrapó antes de que llegara muy lejos y lo arrastró, gritando,hacia atrás.

 — Pero no es justo — gritó — . ¿Por qué no puedo tomar su lugar?

El desconocido del cementerio, después de haber visto todo esto, me miró.

 — ¿De dónde vienes? — preguntó con suspicacia.

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  43PURPLE ROSE

 — Eso es lo que he estado tratando de decirte  — dije con mis ojos llenos de

lágrimas— ¿No te acuerdas de mí?

Él negó con la cabeza. Pero su control sobre mi había comenzado a aflojarse.

 — Soy yo  — dije. Odiaba el hecho de que igual que cuando nos conocimos, yoestaba llorando. Sin embargo, tal vez ayudaría a refrescarle la memoria — . En elcementerio de Isla Huesos, el día del funeral de mi abuelo. Hiciste que un pájaromuerto volviera a la vida.

Su actitud cambió totalmente. El brillo endurecido desapareció de sus ojos grises.De pronto, eran tan suaves como me habían parecido la primera vez que lo conocí.

 — ¿Eras tú? — Incluso su voz había cambiado. Sonaba casi humana.

 — Sí — dije, sonriendo a pesar de mis lágrimas. Pude ver que había conseguido querecordara. Tal vez, sólo tal vez, todo iba a estar bien después de todo — . Era yo

 — Pierce  — dijo. Yo casi podía ver sus recuerdos volver de golpe — . Tu nombreera... Pierce.

Asentí con la cabeza, las lágrimas caían tan rápido que tenía que alcanzar ylimpiarlas.

 — Pierce Oliviera.

Mi nombre en sus labios sonaba tan bien en ese horrible lugar. El hecho de quenada en absoluto fuera familiar a mi alrededor, de que todo estuviera tan mal, eramás maravilloso de lo que podía describir. Tuve que abstenerme de lanzar mis brazos alrededor de él. Después de todo, ya no tenía siete años.

Y él ya no era el chico amable que había aparecido una vez haciendo trucos demagia con palomas.

Razón por la cual yo estaba manteniendo mi distancia.

 — Creo que ha habido un error — dije cuando me soltó de la mano y la metió en el bolsillo de su chaqueta y sacó una de las tabletas que tenían todos los guardias. Élestaba buscando mi nombre, me di cuenta — . Por eso estoy tan contenta de haberteencontrado. Yo realmente no creo que se suponga que deba estar aquí. No teofendas, pero este lugar... — las palabras salieron antes de que pudiera detenerlas — … lo que sea, es horrible . ¿Estás investigando o algo así?

Tuve la sensación de que él lo hacía, pero eso no me detuvo al insultar sushabilidades de gestión a la cara, un mal hábito que había adquirido gracias a mi

padre, que nunca había tenido ningún reparo en devolver un bistec o una botella devino que no le gustaba.

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 — Porque realmente vendría bien algo de información  — seguí mientras él seguíaleyendo lo que decía en su tableta — . No hay señales ni nada diciendo dondeestamos o cuando se irá el próximo barco, y no creo que todos vayamos a caber enuno de esos, y realmente  hace mucho frío aquí, y nadie puede conseguir coberturacon el teléfono y… — Di un paso más cerca de él para que los guardias noescucharan lo que dije a continuación, aunque estaba bastante segura, que contodas las fuertes protestas sucediendo detrás nosotros y el sonido metálico de lacadena del ancla cuando el barco atracó en el otro lado, estaba segura —… ¿esostipos que están organizando de las filas? Son muy groseros.

 — Lo siento — dijo. Deslizó la tableta en su bolsillo, y luego se quitó el abrigo y loenvolvió a mi alrededor, apretando el abrigo, y a mí, cerca del cuello — . ¿Es estomejor?

Un poco sorprendida porque él me había hecho perder el punto de lo que trataba dedecirle, pero sin lugar a dudas mucho más caliente. Su abrigo pesaba una toneladay prácticamente desprendía vapor de su calor corporal. Asentí con la cabeza. Él nohabía soltado el cuello.

Se sentía extraño estar tan cerca de él. Definitivamente no era un chico amable.

En cambio, estaba muy cercano a mi edad.

Y chisporroteaba sexualidad masculina.

Me preguntaba si yo debería simplemente haberme quedado en mi fila. Todo elmundo en ella estaba subiendo a la embarcación, que parecía, ahora que la pudever de cerca, bastante cómoda.

 — No me refiero sólo a mí  — seguí más despacio — . Todo el mundo aquí estávolviéndose loco. Están húmedos y fríos también.

Señalé hacia la fila de personas que no fueron puestos en libertad en el ferry.

 — ¿Qué pasa con ellos?

Él miró en la dirección donde yo había señalado, luego de vuelta hacia mí. Todavíaestaba aferrando el cuello de su abrigo, manteniéndolo apretado alrededor de mishombros.

 — No tienes que preocuparte  — dijo. Su expresión se había endurecido aún más, ypor sus ojos pasó una tormenta gris, como si fuera un tema del que no le gustaradiscutir — . Un barco vendrá por ellos, también.

 — Bueno, todavía merecen ser tratados mejor  — dije, haciendo una mueca cuando

otro hombre trató de colarse en la fila del embarque antes de que un guardia usarala fuerza para someterlo — . No es su culpa.

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  45PURPLE ROSE

Dio un paso más cerca hacia mí, bloqueando mi visión de lo que estaba pasandodelante del transbordador.

 — ¿No quieres ir a otro lugar?  — preguntó — . ¿A algún lugar lejos de aquí? ¿Algúnlugar caliente?

 — Oh  — dije, sintiendo una oleada de alivio. Se había dado cuenta de que habríasido un error. Él iba a arreglarlo. Me iba a casa.

 — Sí, por favor .

Y entonces parpadeé. Porque eso es lo que hacen los seres humanos, sobre todocuando han estado llorando.

Pero cuando abrí los ojos de nuevo, no estaba en casa. No estaba de pie en la orilla

del lago, tampoco.

Y lo que yo había estado esperando que fuera el final de la pesadilla, resultó sersólo el comienzo.

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  46PURPLE ROSE

«Es menester que sigas otra ruta — me repuso después de que vio mi llanto — ,

si quieres ir te del lugar salvaje».DANTE ALIGHIERI,Infierno, Canto I

Traducido por Selene, Kathesweet y masiCorregido por ★  MoNt$3★  

En lugar de en una casa, o de estar junto al lago, estaba en una espaciosa y elegantehabitación.

El caballo se había ido. Los guardias se habían ido. La playa a lo largo del lago

había desaparecido. Toda la gente — la gente que había estado esperando en la

fila — se había ido, también.

Sin embargo, el viento seguía allí. Provocando que las largas cortinas blancas degasa, que colgaban de los elegantes arcos a lo largo de un lado de la sala, seondularan suavemente.

Pero el viento fue lo único que reconocí. Todo lo demás a mi alrededor — la cama

 blanca cubierta con un oscuro y pesado dosel en un extremo de la habitación, unpar de sillas como tronos en una larga mesa de banquete frente a una enormechimenea; los adornos con tapices antiguos, todos representando escenasmedievales, que colgaban por aquí y por allá en las lisas y blancas paredes de

mármol, e incluso el diván blanco en el que estaba sentada — , nunca lo había visto

antes en mi vida.

Estaba soñando. Tenía que estarlo.

Excepto que todo — el sonido del agua que burbujeaba en la fuente en el patio fuerade los arcos, la suavidad de la piel de la alfombra bajo mis pies descalzos, el olor de

la leña ardiendo en la chimenea — , se sentía muy real. Tan real como todo lo quehabía sentido una fracción de segundo antes.

Lo más real de todo era él, sentado a mi lado en el diván.

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  47PURPLE ROSE

 — ¿Mejor ahora? — me preguntó.

Su voz ya no sonaba como un trueno. En cambio, sonaba exuberante, como laalfombra en la que se hundieron mis pies cuando los moví.

Lo que hice en el minuto en el que él habló.

 ¿Qué estaba pasando?   Levanté una mano temblorosa para pasarla a lo largo del — ahora seco — cabello sobre mi cara, y tuve el atisbo de algo blanco. Bajé la vista.

Ya no estaba vestida con su largo abrigo, o con mi ropa mojada y fría. Llevabaalgún tipo de bata. Tampoco era una bata de hospital. Era muy ceñida en la partesuperior, con una falda que casi barría el suelo. Tenía un vago parecido a lo que lasdoncellas en los tapices de las paredes llevaban. No se habría visto fuera de lugar en

el cotillón anual que se celebra para las mujeres de clase alta en la Academia deWestport para señoritas.

Esta parte tenía que ser un sueño.

Pero entonces, ¿por qué iba a sentir mi corazón latir tan fuerte en mi pecho?

Él se levantó del diván cuando yo lo hice. Ahora me estaba mirando con unaexpresión en su rostro que sólo podría describir como preocupada.

 — ¿No es esto lo que querías?  — preguntó — . Ahora estás caliente y seca. Dijiste

que querías irte de allí.

Lo miré fijamente, con la boca abierta, totalmente incapaz de hablar.

Era una estudiante de décimo grado de Connecticut que acababa de parpadear y determinar en el dormitorio de un chico de dieciocho o diecinueve años de edad.

¿No podía él ver cómo esto podría molestarme?

 — Tú estás segura aquí, ¿sabes? — aseguró.

Solía pensar que estaba a salvo en mi propio patio trasero. Y mira  cómo eso habíacambiado.

 — No lo entiendo — dije, cuando por fin logré encontrar mi voz. Incluso entonces,salió un sonido patético. Necesitaba volver a sentarme. Estaba bastante segura de

que estaba teniendo algún tipo de derrame cerebral o algo así — . ¿Qué estápasando? ¿Dónde estamos? ¿Quién eres tú?

Supongo que el hecho de que fuera capaz de hablar le hizo pensar que estaba bien,porque se dirigió hacia la mesa.

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 — John  — dijo, lanzando el nombre casualmente sobre uno de sus hombros

increíblemente amplios — . Soy John. ¿No te lo dije la última vez? Pensé que lohabía hecho.

¿John? ¿Su nombre era John?Tal vez me golpeé la cabeza más duro de lo que pensaba, y tenía amnesia o algo

así. Tal vez había estado en una fiesta de disfraces — que explicaría lo del vestido —  y este chico era uno de los amigos del hermano de Hannah y yo sólo lo habíaolvidado.

Sólo eso explicaría lo que había sucedido en el cementerio con la abuela.

John. Yo soy John.

 — ¿Cómo... cómo lo hiciste? — le pregunté, con voz temblorosa — . En un minutoestábamos allí, junto al lago, y al siguiente...

 — Oh. — Se encogió de hombros — . Un beneficio adicional del trabajo, supongo.

 — Sacó una de las sillas tipo trono — . Debes estar cansada. ¿No quieres sentarte? Yestoy seguro de que debes tener hambre.

Hasta que lo mencionó no había notado lo hambrienta que estaba. Sólo mirandolos montones de melocotones maduros, las crujientes manzanas y las brillantes

uvas en los cuencos de plata brillante — por no mencionar el agua clara y fresca enlas copas de cristal, tan frías que podía ver cómo las gotas se condensaban por los

lados —  bueno, no era muy fácil quedarme donde estaba, sobre todo por lasensación de inestabilidad bajo mis pies.

Pero mi padre me había advertido acerca de situaciones como ésta. Tal vez no esto

exactamente. Pero sí, lo de no aceptar comida — y bebidas — de extraños.

Especialmente de extraños y jóvenes hombres. Incluso de los que conocía de antes.

 — ¿Trabajo? — pregunté, y permanecí donde estaba. Mi mente parecía ser apenascapaz de comprender lo que estaba sucediendo. Porque estaba pasando demasiado,

y todo muy rápido — . ¿Qué trabajo? No lo entiendo. Aún no me has dicho dónde,

exactamente, estoy. ¿Y quiénes eran todas esas personas?

 — Oh, ¿ahí afuera?  — Ahora esos ojos grises, cuando los volvió hacia mí, no seveían tormentosos o llenos de manchas de acero o de otra cosa que... bueno,parecía lamento. Esa fue la única palabra que se me ocurrió para describir su

mirada — . Siento todo eso. De lo que te acusé antes, fue imperdonable por miparte. Nunca había conocido a una chica como tú. Al menos, no en mucho tiempo.

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  49PURPLE ROSE

 — ¿Una chica como yo? — repetí. Recordé lo que había dicho cuando me arrastró

fuera de la fila... su aspecto rudo — . ¿Qué significa eso?

 — Nada — dijo, rápidamente — . Sólo quería decir que no acostumbro a conocer a

chicas de tu... naturaleza.

 — ¿Qué sabes tú acerca de mi naturaleza?  — pregunté. Mi voz temblaba. Estaba

 bastante segura de que se estaba volviendo histérica, a pesar de que ya no meencontraba mojada y de que en esta sala se estaba mucho más caliente de lo que

había estado abajo en el lago — . Tú apenas me conoces. Tenía siete años cuando

nos reunimos la última vez. Ni siquiera me reconociste hasta que te dije quién erayo, incluso entonces tuviste que mirar en tu pequeña máquina. Eso me dice que…

 — Lo dije como un cumplido — insistió, dejando de lado la silla en la cual queríaque me sentara. Se movió hacia mí, con ambas palmas hacia arriba, como si yo

fuera un caballo al que quería calmar — . Y realmente no has cambiado tanto comopodría pensarse. Todavía tienes los ojos más grandes que he visto nunca. Soncálidos, ya sabes. Como la miel.

No pude dejar de notar que sus propios ojos eran exactamente del mismo color delos tazones que desbordaban fruta.

 — Tú has cambiado — le dije. No lo decía como un cumplido, y él parecía saberlo.

Tenía que saberlo, aunque sólo fuera porque por cada paso que daba hacia mí, meponía a la defensiva de nuevo... por lo menos hasta que me encontré golpeando eldiván. Ahora no tenía a dónde ir, y me quede mirándolo, mi corazón latía en migarganta. ¿En qué me había metido? Nunca debería haber accedido a dejar que metocara en la playa.

 — En realidad — dijo, tan cerca, que podía sentir el calor de su cuerpo — . No hecambiado en absoluto. Ni tú tampoco. Todavía estás pidiendo favores para losdemás. La última vez que te vi, querías revivir un pájaro. Luego, a tu abuelo. Yahora, allá afuera tú no dejabas de hablar de los demás.

 Ellos  están mojados y

ellosestán helados.  Ellos  merecen ser tratados mejor. Qué fue lo que dijiste.  ¿Estás bien?  Eso es lo que querías saber cuando mi caballo casi te pisotea.  ¿Estás bien?   ¿Sabescuántas veces me han hecho esa pregunta desde que llegué aquí?

Tragué. Su rostro estaba a pocos centímetros del mío. El olor a humo de leña eramuy fuerte. No sabía si venía de él o del fuego en la sala. Tal vez de ambos.

 — No lo sé — dije.

 — Nunca — dijo — . Y he estado haciendo esto desde hace bastante tiempo. Todo elmundo siempre dice: “Estoy mojado”. “Tengo frío”. Nadie, nunca, preguntó por mi

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salud. Excepto tú. A ti te importa. No sólo las aves y los caballos, también te

importan las personas. Y por eso — dijo, inclinándose peligrosamente — , supongoque muchas personas se preocupan por ti.

Por un momento, pensé que iba a besarme. Estaba casi segura de que iba a hacerlo.

Su boca estaba tan cerca de la mía, y había estirado su largo y musculoso brazocomo si quisiera envolverlo a mi alrededor.

Había oído hablar de personas que se enamoraban a primera vista. Lo que él habíadicho acerca de mi percepción sobre él había cambiado, eso era cierto: él tenía unllamativo aspecto, con ese pelo oscuro que le caía en la cara, y el contraste con susojos claros. No era guapo, precisamente, pero si era alguien que si veías en el centrocomercial o en algún lugar, no serías capaz de mirar hacia otro lado.

Al menos, yo no sería capaz de hacerlo. 

Salvo que no me besó. En cambio, se levantó para llegar a algo en un estante justoencima de mi cabeza. Era una caja de madera pequeña. Después de que la hubiera bajado, levantó una de mis manos y dijo:

 — Ven y siéntate conmigo. Sólo por un momento.

Mi corazón seguía martillando de pensar que había estado a punto de besarme. Noes que hubiera querido que me besara. Ni siquiera quería sentarme con él.

Simplemente no quería parecer grosera. Especialmente desde que había empezadoa acorralarme contra la mesa.

¿Qué podía hacer? Sería de mala educación negarme a unirme a él. No habíatratado de hacer algo para herirme, excepto gritarme por causar que su caballo seresbalara y posiblemente se hiciera daño, y luego salir de la línea en la que suponíaque debía estar. Y hacía funcionar este lugar, lo que sea que esto sea. Era unainvitada aquí. Tenía que hacer lo que él dijera.

Aun así, dije tan amablemente como pude mientras tomaba la silla que me habíaofrecido:

 — Escucha, esto ha sido muy amable, y espero que todo funcione con el trabajo, oum, o lo que sea que hagas. Muchas gracias por la invitación a… —  ¿Qué hora era, detodas maneras? No tenía idea. No había relojes por ningún lado, y la luz afuera delas cortinas de gasa blanca era rosada, tal como había sido en el lago. La cavernaentera parecía estar moldeada en brillo rosado. ¿Era la hora del almuerzo? ¿O de lacena? No tenía idea —  …comer contigo. Me encantaría quedarme, pero...

Mientras había estado hablando, él había puesto la caja que bajó del estante enfrente de mí, luego abrió la tapa.

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Y allí estaba.

Mi voz se desvaneció mientras la miraba. Realmente no soy una persona de joyas.

Pero ésta era diferente.

 — ¿Te gusta?  —preguntó. Parecía casi… nervioso, en cierto modo. Queconsiderando lo seguro que era, se podría decir que casi autoritario, era inusual — .No tienes que aceptarlo si te sientes incómoda con ello o no te gusta.

La piedra cayó de un golpe suave contra mi esternón.

Porque por supuesto había asentido en respuesta a su pregunta de si, sí o no megustaba. Me había quedado sin palabras por el deseo.

Y luego, naturalmente, él fue hasta la parte trasera de mi silla para poner el collaralrededor de mi cuello.

Nunca en mi vida había visto nada tan hermoso. La piedra era del color de unanube de tormenta… gris en los bordes y luego volviéndose tan azul oscuro en elcentro, que era casi negra. Era todo lo contrario a los diamantes solitarios blancos y brillantes, o a los zafiros azul oscuro que todas las otras chicas en mi escuelaobtenían de Tiffany en sus cumpleaños.

Gris, podía escucharlas decir. Gris en tan Pierce.

 — Te sienta bien — dijo brevemente, su voz tan áspera como un trueno de nuevo. Sela aclaró — . Pensé en esto en el momento en que te vi, allá abajo. Nunca pensé… bueno, nunca pensé que resultarías ser tú, o que quisieras venir aquí conmigo.

No tenía ni idea de sobre qué estaba hablando. Contra la blusa blanca de mivestido, la piedra era del mismo color que el Estrecho de Long Island en un día detormenta. Me acordé de la vista que veía afuera de la ventana de mi habitación enmi casa.

 — ¿Sabes algo acerca de los diamantes de color?  — preguntó. Sacudí mi cabeza,todavía sin palabras ante la belleza de su regalo. Asintió y continuó — : Vienen encasi todos los colores que puedas imaginar. Rosa, amarillo, rojo, verde, negro,gris… pero son muy raros. Cualquier tono de azul, como éste, es el más deseable detodos. Hombres han matado por diamantes azules. Piedras como ésta sonenterradas tan profundamente en la corteza terrestre, que ya ves, son casiimposibles de encontrar. Han sido descubiertas sólo dos o tres que ni de lejos erantan grandes como ésta.

Llegó al respaldo de la silla para levantar la piedra pesada de donde colgaba.

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Todavía no estaba muy segura de lo que me había sucedido. Pero fuera de todo:golpear mi cabeza, luchar en la piscina, despertar encontrándome en un mundoextraño cubierto por un cielo rosado hecho de piedra, correr hacia algún chico quehabía conocido cuando tenía siete años, que resultó no sólo poseer el poder dehacer que los pájaros muertos volvieran a la vida sino también transportarmágicamente a chicas de un lugar a otro…  Esto  era lo que finalmente me enviósobre el borde: que él casualmente invadiera mi espacio personal como si tuvieraalgún derecho.

Estoy bastante segura de que no notó que de repente mis mejillas ardían.

Siguió hablando como si no pasara nada. Eso era muy posible, considerando que laúnica compañía que él aparentemente solía tener eran caballos, enormes bravucones tatuados, y con siete años de edad, no sabía que algo estaba mal.

Pero eso no lo hacía todo bien conmigo.

 — He leído que este diamante tiene propiedades especiales  — dijo — . Se supone quedebe proteger a su portadora del mal, tal vez incluso ayudarla a detectarlo. Lo quees bueno, porque la verdadera maldad con frecuencia usa a la más inocente de susformas. Algunos de nuestros amigos más cercanos pueden resultar no tener losmejores intereses de corazón. Y nunca tenemos la más remota sospecha… no hastaque es demasiado tarde.  — Estaba hablando con una amargura que sugería quehabía tenido una experiencia personal en ése ámbito — . No se me ocurre  — 

continuó, en un tono totalmente diferente, ahora sonaba ligeramente divertido — ,alguien que necesite algo como esto más que tú.

Todavía no tenía idea de qué estaba hablando.

Lo único que sabía era que la piedra, que había estado observándola mantener ensus dedos callosos mientras hablaba, había estado haciendo algo extraño… pasandode casi negra en el centro a los grises pálidos, como el color de la pelusa suave en elpecho de un gatito atigrado.

Esto iba demasiado rápido para mí. Nunca había ido al cine con un chico. Portodos los esfuerzos de Hannah de conseguir que los amigos de su hermano lanotaran, y arrastrándome con ella durante la mayor parte de sus intentos, ningunode ellos lo había hecho.

Y ahora estaba en la habitación de este chico increíblemente sexy, y él me habíadado este collar, y ni siquiera sé dónde estaba mi ropa.

Me agaché bajo su brazo y dije, saltando de la silla:

 — Bueno, muchas gracias, John. Pero probablemente debería irme, porque estoysegura de que mi mamá debe estar buscándome. Probablemente está muy

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preocupada. Ya sabes cómo son las madres. Así que, si sólo me dijeras cómo llegara casa desde aquí, me iré.

Una parte de mí sabía que era inútil. Pero tenía que intentarlo. Tal vez habíaservicio de autos. Mi papá siempre decía que a dondequiera que fuera, si pedía un

servicio de auto, él pagaría, incluso si era desde Nueva Jersey.

 — Entonces — terminé —. Puedes volver a lo que sea que… tú… hagas… — Mi vozse desvaneció mientras miraba la expresión en su cara pasar de ligeramentedivertida a gravemente seria — . ¿Qué?  — dije. No me gustaba la expresión de sucara — . ¿Qué está mal?

 — Lo siento — dijo. Estaba frunciendo el ceño ahora — . Pierce, pensé que lo sabías.

Y entonces oí su voz recordándome cómo me había tropezado y golpeado la

cabeza, había caído en la piscina y me había ahogado, y esa era la razón por la quemi ropa estaba mojada, y… 

 Muerta. Esa fue la principal palabra que escuché. Yo estaba muerta. 

Ahí fue donde dejé de escuchar.

Supongo que una parte de mí lo había sabido todo el tiempo. Pero en realidad oírledecir la palabra:  Muerta. Estaba muerta, era la mayor sorpresa de todas. Peor que elgolpe en la cabeza. Peor que asfixiarme en el agua. Peor que yacer en el fondo de

esa piscina, sabiendo que mi papá nunca iba a llegar a tiempo para salvarme, y quehabía muerto por culpa de un pájaro. ¡Un pájaro!

Un pájaro que no había estado herido en absoluto, sino que estaba algo aturdidopor el frío, que se había alejado tan pronto como llegué a la cubierta de la piscina.Lo había visto mientras me ahogaba.

 Muerta. Estaba muerta. 

Tantas cosas tenían sentido ahora. Es por eso que el teléfono no había funcionado.

Sus teléfonos estaban muertos.

Al igual que nosotros.

Me sentí congelada. Todo dentro mí. Como si todavía estuviera en el fondo de lapiscina, en esa agua muy helada.

Sólo tenía quince años. Hace apenas unas horas, había estado hablando conHannah por teléfono. Había estado planeando ir al centro comercial a ver unapelícula más tarde. Había conseguido convencerla para que su mamá nos llevara a

los establos a visitar a Double Dare primero… 

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  54PURPLE ROSE

¡Mamá! Mi mamá ni siquiera sabía dónde estaba. Tenía que dejarle saber a mimamá dónde estaba.

 —Yo… — Mi lengua y mis labios parecían ser las únicas partes de mí que noestaban congeladas — . Gracias  — dije, interrumpiendo lo que sea que había estado

explicando. Porque John todavía estaba hablando. ¿Quién sabía lo que estabadiciendo? Parecía nervioso otra vez — . Muchas gracias por todo. Pero tengo queirme ahora. Adiós.

Me aparté de él y comencé a caminar en dirección a las cortinas de gasa, hacia elpatio. Él dio un paso rápido, bloqueando mi camino.

 — Sé que esto es molesto  — dijo — . Pero no funciona exactamente de esa manera.Ya ves, una vez que llegas aquí, no puedes irte.

Negué con la cabeza. ´

 — Pero tengo que hacerlo — dije — . Tengo que hacerle saber a mi mamá que estoy bien. Excepto por la parte de estar muerta  — agregué. No estaba muy segura decómo se iba a tomar esa noticia.

 — Tu mamá está bien — aseguró. Poniendo sus manos sobre mis hombros desnudosy físicamente dirigiéndome de vuelta a la habitación — . Te lo dije, no puedes irte. Ycreo que deberías sentarte otra vez. Has tenido un shock.

 — ¿Qué quieres decir con que no puedo irme?  — Me giré de nuevo para encararlo.De repente, ya no me sentí vaga — . ¿Qué pasa con toda esa gente en el lago? Seestán yendo, ¿no?

Se encogió de hombros.

 — En cierto modo. Hacia su destino final.

 — ¿Qué es eso? — pregunté.

 — Su recompensa justa — dijo, con un poco de amargura.

 — ¿Ahí es donde el barco los está llevando?  — pregunté — . ¿No se supone que deboestar en ese barco? ¿El que se está yendo?

Mi voz se desvaneció al leer su expresión. Esto era más serio de lo que habíaprevisto.

 — El que acaba de salir, querrás decir — dijo.

Las palabras parecieron hacer eco por toda la habitación. A pesar de que enrealidad no lo hicieron.

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 — Espera — dije — . ¿Qué?

 — El barco se fue — dijo — . Te pregunté si querías ir a otro lugar, y tú dijiste: sí, porfavor. Y ahora el barco se ha ido. Me escogiste sobre el barco, y ahora esto esdonde vas a tener que quedarte. Mira, realmente no pareces estar bien. Creo que

debes sentarte. ¿No quieres comer algo? ¿Beber algo? ¿Algo de té caliente?

Un trueno retumbó. Pero estaba dentro de mi cabeza, no fuera. De repente, meestaba congelando de nuevo, a pesar del fuego que ardía en la enorme chimenea. 

 — ¿Me estás diciendo que me tengo que quedar aquí contigo para siempre porquehiciste que perdiera el barco? — exigí.

Era tan alto, que tuve que estirar mi cuello para mirarlo a la cara. Lo que vi allí — elmúsculo moviéndose en su mejilla marcada, el conjunto tenaz de su mandíbula — 

me hizo estar tan asustada como me había sentido en el lago.

Incluso entonces, a pesar de la determinación que pude ver en su rostro, noté latristeza en esos ojos plateados...

Nada de eso ayudó a las lágrimas que podía sentir viniendo, o a mi pulso acelerado.

 — ¿Qué pasa con el otro barco? — exigí. Mi voz sonaba estridente, incluso para mispropios oídos — . ¿La gente en la otra fila?

 — Tú no quieres ir a donde el barco se dirige  — dijo John brevemente — . ¿Por quépiensas que todos ellos querían subirse en el tuyo?

No podía creer que esto estuviera sucediendo.

 — Está bien  — dije, luchando por calmarme, a pesar de que podía sentir como micorazón golpeaba mi garganta — . Porque no estar en ese barco, significa que no hepasado a mi destino final, ¿no? Y puedes hacer que la gente muerta regrese a lavida. Lo hiciste con el pájaro. Así que vas a hacerlo conmigo. Vas a devolverme denuevo a la vida. Tienes que hacerlo, porque me hiciste fracasar, haciendo que

perdiera mi barco. Así que hazlo. Ahora, John.

Su expresión se mantuvo obstinada, aun cuando sus ojos mostraron tristeza.

 — No puedo — dijo.

 — ¿No puedes? — Mi voz quedó atrapada en un sollozo — . ¿O no lo harás?

Miró hacia otro lado.

 — No lo haré — dijo.

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  56PURPLE ROSE

Ahora mi corazón se sentía como si estuviera siendo constreñido nuevamente enesa piscina cubierta una y otra vez.

 — ¿Por qué no?

 —Porque… — dijo. Pero pareció tener que pensar en ello durante un momento — .Va contra las reglas.

 — ¿No haces tú las reglas?  — pregunté. Esto era horrible. Esto era lo peor que mehabía ocurrido alguna vez. Incluyendo el haber muerto.

 — No  — dijo. Me di cuenta de que estaba tratando de mantener su temperamento bajo control. Pero él no tenía ningún éxito más con eso del que yo estaba teniendocon mis lágrimas. Lejos en la distancia un trueno retumbó. Esta vez, no estaba enmi cabeza — . Yo no las hago.

 — Entonces, ¿quién las hace?  — Su figura había empezado a desdibujarse frente amí. No porque él se hubiera ido a ninguna parte, sino por las lágrimas queamenazaban con desbordarse por mis ojos. Me las limpié furiosamente.

 — No lo sé — dijo. Ahora sólo parecía cansado — . ¿Está bien? ¿Crees que me gustaesto más que a ti? ¿No crees que me gustaría salir de aquí para ir a ver a mi  madre?Pero no puedo tampoco.

Oír que deseaba ver a su propia madre no estaba, precisamente, ayudando a la

situación con mis lágrimas. Nunca había considerado el que alguien como élpudiera tener una madre. Pero, por supuesto que la tenía. ¿No la tenía todo elmundo?

 — ¿Por qué no?

 — A causa de las Furias  — dijo rotundamente, como si eso lo explicara todo — .Confía en mí, se aseguran de que las consecuencias por romper las reglas aquí seanmucho peores que cualquier cosa que te puedas imaginar. Y no sólo por romper lasreglas. Por todo lo que consideren como… — se interrumpió y me miró, luego bajó

la mirada y movió su cabeza — . Bueno, sólo confía en mí. Es por eso que te di elcollar. Te avisará si alguna Furia está cerca. De esa manera sabrás que si estáshaciendo algo que pueda ponerte en peligro de ellos, aun sin darte cuenta.

Cuando volvió a levantar la mirada, sus ojos estaban brillantes. Más brillantes aúnque las estrellas ninja de papá. Pero su voz fue suave.

 — Te prometo, Pierce, que dentro de algún tiempo verás, que no es tan malo estaraquí. Tienes todo lo que puedas desear. Todas las comodidades de casa… 

Era lo peor que podría haber dicho. Todas las comodidades de casa... excepto todo — todo — lo que amaba.

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  57PURPLE ROSE

Ahora ya no estaba congelada. Me estaba derritiendo. Las lágrimas comenzaron aderramarse tan densas y rápidas, que todo, incluso él, desapareció ante mis ojos.

 — Lo siento.  — Escondí mi rostro entre mis manos. Esto era terrible. Estabamuerta, y ahora, ¿estaba siendo torturada también? — . No puedo quedarme aquí.

 No puedo.

 — No  — dijo. Ahora el trueno sonaba como si estuviera justo sobre nuestrascabezas — . No llores.

Había extendido una mano mientras lo decía, para ponerla sobre mi hombro — paraconsolarme, supongo — , pero me alejé de su toque, retrocediendo como si mehubiera escaldado, y me retiré hacia la chimenea, donde me derrumbé.

 ¿Para siempre?  ¿Iba a estar atrapada aquí con él para siempre?

¿Y por qué? ¿Por alguna regla  arbitraria? ¿Algo llamado Furia? Tenía que estar bromeando. Sólo podía imaginar lo que mi padre diría si estuviera aquí.  ¿No sabesquién soy?, gritaría.

A pesar de que me sentía completamente entumecida por dentro, todavía podíasentir el calor de las llamas contra la espalda. ¿Cómo podría estar muerta si todavíapodía sentir? ¿Cómo?  

Un segundo más tarde, John estaba a mi lado, diciendo:

 — Aquí. Bebe esto. Te ayudará.

Puso una taza de algo caliente en mis manos.

Pero no podía beber.

Luego se sentó a mi lado junto a la chimenea. Después de un rato, me di cuenta deque estaba hablando otra vez.

 — Sé que parece malo ahora, pero se pondrá mejor, lo prometo. Pronto — no deinmediato, pero con el tiempo — ni siquiera te importará. O al menos, no teimportará tanto. No es lo mismo que no importarte en absoluto, lo sé. Pero almenos no estarás sola. Eso es lo importante.

Esa era la peor parte. Estar solo tanto tiempo.

¿Sobre qué estaba hablando aún? Levanté mi mirada herida y la dejé vagar por lahabitación, hasta que finalmente se quedó fija en la cama. Fue entonces cuando medi cuenta de lo grande que era. Para dos, en realidad.

Oh, Dios.

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  58PURPLE ROSE

 Mantente alejada de la piscina en la temporada de invierno, Pierce. Incluso con la cubierta,no es segura. 

Este era el precio que estaba pagando por no escuchar a mi madre.

Nunca pensé que sería así de alto.

No pudo haber sido una coincidencia que justo en ese mismo momento, noté unapuerta abierta a través de un arco en el otro lado de la habitación, más allá de lacama. A través de ella pude ver un largo pasillo iluminado por elegantescandelabros de pared. Dos escaleras de piedra se curvaban en ello. Uno se dirigíahacia arriba. El otro se dirigía hacia abajo.

No lo había notado antes, estaba segura, porque no había estado llevando esecollar.

Él mismo había dicho que el diamante protegía a su portador del mal.

Por lo que ya estaba funcionando.

Realmente había una sola pregunta en mi mente:  ¿Qué escalera me llevaría lo más lejos posible de aquí?  

Iba a tener que tomar esa decisión cuando llegara el momento.

 — Bueno — dije, dándome cuenta de que si no lo distraía de alguna manera, nuncaiba a tener la oportunidad de escapar de todos modos — . Supongo que tienes razón.Estoy... estoy simplemente haciendo el tonto.

Me miró, pareciendo un poco sorprendido por mi cambio brusco de actitud.

 — ¿En serio? — preguntó. — ¿Tú... quieres decir eso?

 — Por supuesto — dije. De alguna manera, incluso me las arreglé para mostrar unaligera sonrisa.

Entonces levanté la taza que me había dado, como si en realidad fuera a beber deella.

Fue entonces cuando él hizo algo que nunca había hecho en mi compañía antes deese momento.

Algo terrible. Algo que demostró que, a pesar de lo que él había dicho antes deconocer mi carácter demasiado bien, en realidad no me conocía en absoluto.

Él sonrió.

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  59PURPLE ROSE

Y entonces hice algo que todavía hace que mi corazón se retuerza en mi pecho cadavez que lo recuerdo. Algo que aún me persigue en mis sueños. Algo que no puedocreer que hiciera y, al día de hoy, realmente deseo no haberlo hecho.

Excepto que tuve que hacerlo. La forma en que la cama estaba colocada allí, y la

forma en que él  estaba sentado allí, y... bueno, ¿qué otra alternativa tenía?

Es sólo que cada vez que recuerdo esa sonrisa, mi corazón todavía se rompe unpoco.

Pero era tan joven y estaba tan asustada. No sabía qué más hacer.

Así que hice lo primero que pensé. Lo que estoy segura de que mi padre — y hastami madre y la Academia Westport para chicas — hubiera querido que hiciera.

Le arrojé esa taza de té caliente en su rostro.

Y entonces huí.

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  60PURPLE ROSE

Tal mi ánimo, huyendo todavía,se volvió por mirar de nuevo el sitio

que a los que viven traspasar no deja.DANTE ALIGHIERI,Infierno, Canto I

Traducido por ~NightW~Corregido por masi

Tomé la escalera que se curvaba hacia abajo, pensando que me llevaría de vuelta allago. Recuerdo, tan claramente como si hubiera sido ayer, que con cada paso,sentía como si mi corazón fuera a explotar.

Eso, los siquiatras me aseguraron más tarde, era la epinefrina.

Lo siguiente que supe, era que estaba mirando hacia el rostro de mi madre. Mirabamientras su expresión pasaba de un gesto agonizante y atormentado y salvaje, a

una alegre esperanza, mientras yo respondía como un robot a las preguntas deldoctor de turno en la sala de emergencias.

Estaba viva. Había logrado salir de allí, de lo que sea que fuera.

Lejos de él .

Todo lo que siguió parecía haber sucedido en una especie de neblina. La cirugía porel hematoma. Mi recuperación. Los doctores. Los psiquiatras.

El divorcio.Porque por supuesto papá no fue el que me salvó, después de todo. Esa fue mamá.

Cuando llegó a casa de la biblioteca y me llamó, miró a su alrededor y finalmenteencontró donde había desaparecido, ella fue la que la que se zambulló en la piscinay me sacó. Sus labios fueron los que se volvieron azules al tratar de devolverle lavida a mi cuerpo congelado por los doce minutos que tardaron los de EMT enllegar. Era su cabello mojado el que caía suavemente en mi rostro.

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  61PURPLE ROSE

Papá ni siquiera se dio cuenta de lo que estaba pasando hasta que escuchó lassirenas de la ambulancia que ella había llamado desde su teléfono móvil. Aunestaba en su teleconferencia.

 — ¡Pero fue algo bueno — decía papá siempre — , que el agua de la piscina estuviera

tan fría! De otro modo, hoy no estarías viva. Esa fue la única manera por la quefueron capaces de reiniciar tu corazón, una vez que lograron calentarte.

Sin embargo, estaba realmente en lo cierto. Gracias a la temperatura casicongelante del agua, mi recuperación física estaba completa.

Eran mis asuntos… psicológicos los que necesitaban atención. Especialmentecuando, mientras ella firmaba mi alta del hospital después de la recuperación de lacirugía, mama dijo:

 — Oh, cariño, he estado intentando averiguarlo. ¿De dónde salió esto?

Y dejó caer un collar en mi regazo.

 El collar. El que él me había dado.

 — ¿De dónde lo sacaste?  — pregunté, sosteniéndolo, esperando que el horror quesentía no se reflejara en mi rostro.

 — Ellos lo sacaron junto con las demás cosas, mientras te preparaban para la cirugía

 — dijo ella — , después de revivirte. Aparentemente, lo estabas usando bajo tuabrigo. Casi les dije que habían cometido un error y que no era tuyo, porque nuncaantes te lo había visto. ¿Es tuyo? ¿Se lo pediste prestado a Hannah o algo así?

 — Uh, no. Fue… un regalo — dije. ¿Cómo era posible? ¿Cómo podría hacer cruzadoconmigo? Especialmente cuando a cada uno de los doctores a los que le habíadicho lo que había visto mientras estuve muerta — mi neurólogo, el cirujano detraumas, incluso los doctores que habían pasado a verme durante el fin desemana — me habían asegurado que todo había sido un horrible sueño espantoso — pero esto significaba que no había sido un sueño. Esto significaba que… 

 — ¿Regalo? — Mamá estaba distraída de todas las formas. Papá usualmente llevabalas maletas. Pero mamá lo había desterrado del hospital. La vista de él la molestabatanto que, aunque entonces no lo sabía, ella ya lo había echado de la casa.

 — ¿Regalo de quien?  — preguntó mamá, moviendo distraídamente las maletasfrente a ella. No estoy segura de si fue porque yo estaba sosteniendo el collar, quetuve la sabiduría de responder de la forma en que lo hice o si era porque sabía queera mejor que decirle la verdad.

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 — Solo de un amigo  — fue todo lo que pude decir en el momento en que mirabahacia abajo al fondo de piedra gris — azulado. Estaba demasiado molesta para deciralgo más que eso.

Esto significaba que era real. Todo era real. Él  era real.

Gracias a Dios no le dije la verdad a mamá. Gracias a Dios ella estaba demasiadodistraída por el divorcio, y nunca más volvió a mencionar el collar. Gracia a Diosque yo siempre usaba el diamante escondido dentro de mi camisa después de lo quepasó, demasiado confundida por lo que implicaba su existencia en este mundo conrespecto a mi lúcido sueño, demasiado para compartirlo con alguien… 

Bien, excepto por lo que le mencioné a Hannah sobre el asunto cuando regresé a laescuela. E incluso eso demostró rápidamente ser un error por lo que aprendírápidamente a mantener mi boca cerrada.

Pero no tan malo como el error que cometí una semana o dos después, cuandomamá fue — inevitablemente detenida por los abogados de papá y no me recogiódespués de una cita ambulatoria, y me encontré a mí misma vagando en unalmacén de joyería que había visto en la misma manzana de la oficina de mi doctormientras la esperaba. Mirando ausente hacia todos los cuarzos grises que luegopasaban a la venta, debí haber, inconscientemente, sacado el diamante ycomenzado a jugar con ello, dado que el hombre detrás del mostrador se dio cuentay habló sobre su belleza.

Sonrojándome fuertemente, traté de esconderlo, pero fue demasiado tarde. Él pidiómirarlo más de cerca, diciendo que nunca había visto una piedra tan inusual.

¿Qué podía hacer? Lo dejé mirar, pero mantuve la cadena alrededor de mi cuello,como siempre. Nunca me la quitaba desde que mi madre me la había devuelto. Nosé por qué. La piedra me fascinaba. Nunca parecía ser de un color o de otro, sinoque constantemente estaba cambiando. Incluso cuando el hombre detrás delmostrador la sostuvo, estaba cambiando de un plata pálido al profundo colorpúrpura de las nubes.

Lo siguiente que supe, fue que el chico detrás del mostrador dijo que tenía  quemostrárselo a su jefe, quien estaba en la parte de atrás, tomando su almuerzo. Iba aadorarlo.

No sabía lo que creía que iba a pasar… o por qué tenía el fuerte deseo de huir. 

Debí haber escuchado a mis instintos. Debería haber visto lo que la piedra estabaintentando decirme.

Pero no lo hice.

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Después de que el asistente desapareciera, el joyero jefe salió, limpiándose la bocacon una servilleta. Para ese entonces, pude ver que mi madre había detenido elcoche al cruzar la calle.

 — De hecho  — dije, con una oleada de alivio corriendo a través de mi cuerpo.

Ahora tenía una excusa para irme — . Mi transporte está aquí. Necesito irme. Losiento… 

Sin embargo, el vendedor más viejo ya había medido el extremo de mi colgantepara ese entonces, así que estaba atrapada, suspendida sobre el mostrador de vidriopor la cadena de oro.

Ahí fue cuando varias cosas parecieron suceder todas al mismo tiempo.

Algo se volvió frío en la mirada del joyero mientras fijaba su vista en la piedra.

Mientras más cerca se inclinaba para verla, más nerviosa me ponía… y más oscuroparecía volverse el corazón del diamante. Mi propio corazón empezó a latir muyrápido.

Y aunque no podía volver mi rostro todo el camino porque el joyero casi que metenía literalmente por el cuello, podía jurar que lo vi, por el rabillo del ojo, a él ,parado afuera de la tienda, mirándonos a través de la ventana.

 — ¿Tiene alguna idea de lo que es esto que está usando, señorita?  — preguntó el joyero. Y entonces habló en alguna clase de idioma extraño — . Este es de unincreíble azul oscuro grisáceo. Si no me equivoco, probablemente valga unoscincuenta o setenta y cinco millones de dólares. Tal vez más si se puede probar suprocedencia, ya que se asemeja misteriosamente a uno que vi antes en algún lugar.

¿Qué podía decir? La piedra se había vuelto del color del ébano. Tiré suavementede la cadena, esperando que la soltara.

Excepto que, por supuesto, sólo la sostuvo más fuerte, manteniéndome prisioneraen su tienda.

 — Lo siento — dije —. De verdad tengo que… 

 — No deberías estar caminando por ahí en las calles usando esto  — interrumpió el joyero — . Debería estar en una caja de seguridad. De hecho debería de confiscarlo,solo por tu propia seguridad. ¿Dónde lo conseguiste? ¿Saben tus padres que tienesesto?

Solo había pasado un mes desde el accidente. Todo el mundo en la escuela estabaempezando a tratarme diferente porque había estado actuando extraño desde queregresé de la muerte. Había perdido todo interés en ir al centro comercial y trabajaren los grupos de rescates de animales que solían gustarme. Le dije esa excusa

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extraña a Hannah sobre que siempre la protegería ¡del diablo! (Me había estadorefiriendo al collar, pero ella no lo había sabido). Pronto perdería el papel deBlancanieves en la obra del colegio.

Ya estaba durmiendo en un ataúd de cristal completamente sola.

Pero de alguna manera logré encontrar una forma de asegurarle al joyero, con voz balbuceante, que el collar era una reliquia de la familia, que se lo agradecía mucho.Y que mi madre estaba, de hecho, esperándome en el coche afuera de la tienda yque necesitaba ir con ella justo ahora. Aunque realmente estaba más asustada de laidea de caminar fuera de la tienda y de posiblemente encontrarme con él , que porquedarme adentro con el joyero extremadamente irritable.

Ahí fue cuando escuché las campanas de la puerta de la tienda detrás de mí,indicando que alguien estaba entrando.

Mi corazón se hundió. No, por favor, no.

 — No te creo  — dijo el joyero rotundamente — . De hecho, sólo para que lo sepas,mi asistente está en la parte de atrás hablando por teléfono con la policía. Justoahora. Están de camino. Así que tu madre — si está esperando afuera, lo cual dudosinceramente, dado que claramente has robado esto — puede entrar y unírsenos, side verdad le importa, y observarte mientras eres arrestada por un gran robo.

Excepto que a mi madre nunca se le dio esa oportunidad. Porque John dio un pasoadelante.

Y las paredes de la tienda parecieron volverse del color de la sangre ante mis ojos.

 — Discúlpeme  — dijo John con voz profunda, sonó completamente fuera de lugaren un lugar tan pequeño y lujoso. Él parecía completamente fuera de lugar dentro deella, tan amenazante debido a su tamaño pero aun más ahora con la chaqueta negrade cuero y los vaqueros que estaba usando.

Pensé que me iba a desmayar. ¿Qué estaba haciendo él aquí? ¿Había venido allevarme porque había roto las reglas? ¿Era por eso que la piedra de mi collar sehabía vuelto negra, para advertirme?

El joyero se volvió para mirarlo, molesto.

 — Mi asistente estará con usted en un momento señor — dijo.

 — No, gracias — dijo John, como si estuviera negándose a una oferta de maní en unavión — . Suéltela.

Los ojos del joyero se abrieron un poco. Pero no me soltó.

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 —  Discúlpeme   — dijo el joyero, pareciendo indignado — . Pero, ¿está emparentadocon esta jovencita? Porque ella… 

Ahí fue cuando John — no viéndose molesto, ni enojado, ni nada en absoluto,realmente — extendió la mano a través del mostrador y se apoderó de la mano que

el joyero estaba usando para mantenerme cautiva en la tienda, como si Johnestuviera midiendo su pulso.

Pero John no estaba midiendo su pulso. Eso no era lo que estaba haciendo enabsoluto.

El joyero dio un grito ahogado. Su boca se abrió. Algo de la frialdad desapareció desus ojos. En lugar de eso, se llenaron de miedo.

No supe — entonces — lo que John estaba haciendo. Mi mente aun estaba

conmocionada por el hecho de que estuviera ahí, después de todo.

Pero reconocí, en una forma en la que claramente el joyero no lo había hecho, elpeligro en su mandíbula y la mirada determinada en sus ojos.

Y la ansiedad que se apoderó de mí ya no tenía nada que ver con mi propiaseguridad.

 — John  — dije. Tomé el colgante de los dedos apretados del hombre que ya seestaba alejando del mostrador. No podía quitar la vista del rostro del joyero. Estaba

totalmente pálido — . Por favor. Lo que sea que estés haciendo. No lo hagas. Estoy bien. En serio.

No estaba bien. Era obvio que no estaba bien.

Pero eso resultó ser algo bueno para decir, dado que John — después de lanzar unamirada agitada en mi dirección como para medir la verdad de mi afirmación — soltóla muñeca del joyero.

Tan pronto como lo hizo, el viejo volvió a respirar jadeando y tambaleándose hacia

atrás, apretando su corazón.

No fue el único. Yo estaba aferrada a mi propio corazón después de la miradareprochadora que John me lanzó un segundo después…justo antes de que elasistente del joyero apareciera de vuelta en la tienda y dijera:

 — Ya está, Señor Curry, la policía está de camino. ¡Oh, por Dios!

Entonces — como la cobarde que soy — me giré y corrí a ciegas hacia fuera de latienda, con las campanas tintineantes de la tienda detrás de mí.

Pero ¿Qué más iba a hacer? ¿Quedarme hasta que la policía apareciera?

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Corrí directa al coche de mi madre.

 — Pierce  — dijo mamá, bajando su teléfono celular, y viéndose sorprendidamientras yo me desplomaba, moviéndome contra el asiento del pasajero — . Ahíestás. Estaba tratando de llamarte. ¿Otra vez olvidaste tu teléfono? No contestabas.

¿Dónde estabas… 

 — Conduce —  jadeé — . Sólo conduce.

 — ¿Qué pasa? ¿No te gusto el nuevo doctor? La madre de Jennifer McNamara dijoque él… 

 — No es eso. Solo vámonos.

Las siguientes horas fueron de agonía mientras esperaba a que la policía — o él —  

aparecieran en la puerta. Seguramente, alguien había visto el coche en el que entréy había escrito el número de matrícula de mi madre. ¿Qué sucedería si habíacámaras de seguridad en la tienda?

Pero la policía nunca llegó.

Tampoco John.

Y aunque miraba el periódico todos los días, incluso los obituarios, nunca vi unasola historia perteneciente a la joyería.

Averigüé, la siguiente vez que visité el área, que había un cartel del alquiler en laventana del almacén de la joyería. Cuando le pregunté a un vendedor de la tiendade ropa que estaba junto, me dijo que había oído que el señor Curry se estabarecuperando de un ataque al corazón y que se había mudado… posiblemente aFlorida. Creía que había dicho que tenía nietos allí.

Y gracias a  Dios , porque todos en la manzana habían odiado a ese ancianoamargado, y ahora quizás finalmente tuvieran una tienda de zapatos decente en lamanzana, y ese vestido que se vería tan bien en mí, ¿querría probármelo?

De lo que fui capaz de reunir, para cuando llegó la policía, el ayudante del joyeroestaba demasiado ocupado dándole al Sr. Curry un RCP 10  como para recordar elhecho de que él los había llamado por una chica que podría haber estado enposesión de un collar robado... No importaba un tipo con una chaqueta de cueroque había desaparecido tan misteriosamente como ella lo había hecho.

Tal vez por eso nunca más le muestro mi collar a otra persona.

10 La reanimación cardiopulmonar (RCP), o reanimación cardiorrespiratoria (RCR), es un conjunto

de maniobras temporales y normalizadas internacionalmente destinadas a asegurar la oxigenaciónde los órganos vitales cuando la circulación de la sangre de una persona se detiene súbitamente,independientemente de la causa de la parada cardiorrespiratoria.

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Había sido difícil no sentir desde entonces como si... bueno, como si John estuvieraobservándome. Tal vez incluso protegiéndome. Un poco celosamente.

Especialmente después de lo sucedido en la escuela, con Hannah y el Sr. Mueller.

Lo que nunca fui capaz de entender es  por qué . ¿Por qué molestarse? Huiría de él .

Y ahora que había lanzado el collar fuera, en el laberinto de criptas sobre tierra queformaban el cementerio Isla Huesos, yo sabía que no era porque él lo quisiera devuelta.

Yo debería haber ido a buscarlo. Debería haberlo hecho, pero no lo hice.

Porque cuando él levantó su brazo para lanzar el collar, me di cuenta — como era deesperar de alguien que había sido expulsado de la Academia de Westport para

Chicas — que lo había entendido todo mal.

No era de mi incumbencia, por supuesto. Ya no es así. Él acababa de dejarlo claro,lanzando mi collar al equivalente a un campo de fútbol de distancia. Salvo que yohabía decidido recientemente empezar a convertir los asuntos de todo el mundo enmis asuntos. Era parte del “nuevo comienzo” que mamá quería tener en esta isla.

Y sus asuntos siempre habían sido mis asuntos. Él era el que había empezado todoesto. Él había venido a mí . La primera vez, de todos modos.

Así que no podía ir a buscar a mi collar. Tenía que quedarme. No tenía másremedio, de verdad.

La cual fue la razón por la cual esa noche en el cementerio me paré en el césped ypregunté:

 — ¿Que le sucedió a tu brazo?

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¡Cuán dura cosa es decir cuál eraesta salvaje selva, áspera y fuerte

que me vuelve el temor al pensamiento!DANTE ALIGHIERI,Infierno, Canto I

Traducido por Little RoseCorregido por luchita_c

Él se quedó mirándome como si sospechara que estaba loca. Bueno, ¿por quéhabría de ser él diferente de los demás?

 —  ¿Qué? — Aún parecía bastante enojado. Un buen signo de esto, era que su pechohabía comenzado a subir y bajar como si hubiera estado corriendo.

Entonces debería haber sabido que no debería haber hecho lo que hice después, quefue acercarme y pasar un dedo por la cicatriz que acababa de ver, pasarlo por todo

su brazo derecho y dentro de la manga de su camiseta negra.

Nunca debí haber dicho:

 — Esa es nueva.

Pero igualmente lo hice.

Alejó su brazo como si mi dedo fuera un cable eléctrico que intentara matarlo.

 — Detente — dijo gruñendo — . No es nada.

 — A mí no me parece nada  — dije preocupada. Había comenzado a unir ciertaspiezas en mi mente y no me gustaba el panorama al que había llegado — . ¿Es esouna consecuencia?

Sus ojos se entrecerraron. Podía sentir el calor de su cuerpo y oler la esencia querecordaba tan bien — una mezcla de humo de leña y algo que me recordaba alotoño.

 — No soy un ave — dijo en un tono peligroso — . No requiero cuidados, ni de ti ni de

nadie más. ¿Sabe tu madre dónde estás ahora mismo?

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Era divertido que mencionara a mi madre. Porque era su voz la que estaba oyendoen mi cabeza, apurándome a decirle eso que no había dicho la última vez que lohabía visto, ese fatídico día en la escuela… esa cosa que  no me había dejadodecirle. Se había ido antes de que pudiera hacerlo.

Bueno, tuvo que hacerlo. La policía estaba acercándose. Otra vez.

No es que mi madre supiera algo de él, excepto lo que los psiquiatras (y, ahorasabía, mi abuela) creían: que no es real.

Pero si mamá hubiera sabido lo que yo sabía de él, habría querido  que lo dijera.Obviamente yo necesitaba decirlo, ahora más que nunca, porque estaba claro que mievaluación inicial de él no había sido lo suficientemente amplia:

Él era algo salvaje, como esa paloma que yo había encontrado, muy necesitado de

ayuda de alguien, incluso aunque no lo admitiera.

Pero aunque al ayudarlo, yo sólo lo lastimara más, tenía que intentarlo al menos.Por lo que dije lo que debería haber dicho hace mucho tiempo:

 — Lo siento.

Su mirada se entrecerró aún más.

 — ¿Perdón? — dijo.

 — Lo siento  — repetí más fuerte esta vez — . Por lo que te hice el día que morí. Sihubo… consecuencias. Especialmente para ti. 

No respondió, sólo se quedó mirándome como si  yo  fuera la del desorden depersonalidad antisocial. ¿Quién le da un collar a una chica — especialmente uno conuna piedra que cambiaba de colores como el cielo, a veces gris como una mañanade febrero, otras veces negro como la medianoche — y que luego lo arroja a travésde un cementerio cuando ella amablemente intenta devolvérselo porque sospechaque podría acarrearle consecuencias ?

¿Pero por qué era yo la que me disculpaba? Habría sido lindo oír un “perdón” o dosde su parte.

Porque él había sido horrible conmigo el día que nos conocimos.

Y, sí, como que lo había compensado con lo que hizo por mí en la joyería y, mástarde, en la escuela con el Sr. Mueller.

Pero aún así, yo había perdido mucho. Cierto, había recuperado mi vida. ¿Pero qué

pasa con todas las cosas que no  recuperé? Como el matrimonio de mis padres, yHannah, para empezar. No había estado en la escuela ni siquiera un día entero

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después de que saliera del hospital antes de que mi mejor amiga de entonces,Hannah Chang, me dejara de lado por decirle eso  — entre otras cosas, como salirpor el centro comercial esperando atraer las miradas de los amigos de su hermanomayor, y descuidar a Double Dare — o el “aguanta la respiración cuando pases porel cementerio, o los espíritus malvados poseerán tu alma”. Cosas que solíamoscreer que eran estúpidas, y que ya no hacíamos.

Cierto, a los quince nos decían cosas así de todos modos.

Pero no había ayudado a la causa que yo alegremente le informara:

 — No te preocupes por el diablo, Hannah. Puedo verlo ahora. Y te protegeré de él.

No es un misterio que me llamara loca. Es lo que todos  en el colegio comenzaron adecirme al fin y al cabo.

Supongo que no puedo culparlos. ¿Por qué no habrían de llamar a alguien que diceque puede ver el diablo — y que tiene la habilidad de proteger a la gente de él — loca?Especialmente cuando ella después falló tan espectacularmente en su labor.

Sé que Hannah sólo me llamó loca porque estaba preocupada por mí. Debe dehaber pensado que volví del hospital después de mi accidente actuando… bueno,algo mentalmente inestable.

Hannah luego me dijo que lo lamentaba, y sabía que ella realmente lo hacía. Los

amigos a veces se distancian, dijo. Como tuvo que hacer con Double Dare. Ellasimplemente no tenía tiempo para caballos, explicó. Había pasado a otras cosas.Como el baloncesto. Y los chicos.

Le dije que estaba bien. Para ese entonces yo ya estaba profundamente metida enmi ataúd de cristal como para que me importara nada — sobre ella, sobre el diablodel que había prometido protegerla, o incluso del hecho que todos creyeran queestaba loca.

No fue hasta el año siguiente que comprendí cómo había enredado las cosas. Para

ese entonces ya era demasiado tarde para Hannah, claro.

Sabía que no podía culpar por nada de eso a John. Es sólo en los cuentos de hadasque la princesa puede permitirse el esperar al príncipe que la salve. En la vida real,deben salir de sus cajas de cristal y salvarse solas.

¿Y en qué cuento de hadas de alguna persona cuerda sería John la idea del PríncipeAzul? Era lo opuesto a un príncipe. Más como el príncipe Aterrador.

Pero entonces… quizás él no podía evitar ser aterrador. 

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Como yo no podía evitar ser como soy, o reaccionar ante él de la forma en que lohice cuando tenía quince.

 — No estoy simplemente disculpándome  — dije, preguntándome por qué era que,ahora que era mayor, aún no podía encontrar la mejor forma de hablar con él — ,

por lo que hiciste por mí en la joyería, o la primavera pasada en mi escuela.

Esta vez, en vez de mover la cabeza, se limitó a alzar una ceja negra. Esto nosimplificaba exactamente las cosas. Su expresión seguía siendo ilegible.

 — Esto no tiene nada que ver con eso  — dije cuando él permaneció en silencio — .No es que no esté agradecida. Porque lo estoy. Lamento no habértelo dicho en eseentonces. Las cosas se pusieron un poco… locas, después de que te fuiste.  

Locas era difícilmente la palabra indicada para describir la tormenta de fuego que

John había dejado atrás el día que apareció en la Academia Westport Para Chicas.

 — La cual  — dijo —… es la razón por la que tú y tu madre están aquí ahora.Comenzando de nuevo.

 — Exactamente  — dije — . Por lo que no voy a necesitarte en mi nueva escuela. Ysólo para que lo sepas, tenía la situación en Westport bajo control antes de que túaparecieras.

Ahora alzó ambas cejas.

 — Es verdad  — insistí — . No necesitaba tu ayuda. Eso es para lo que la cámaraera…

Sus manos se cerraron de golpe ante la palabra cámara, con tanta velocidad que elgesto se vio difuminado. Antes de que me diera cuenta había tomado mi antebrazoen un agarre indoloro, pero tampoco amable, y me estaba arrastrando hacia él.

Las sombras que habían caído sobre sus ojos finalmente volvieron — por uninstante.

 — ¿Qué cámara? — demandó.

 — La cámara  — murmuré comenzando a pensar que probablemente no deberíahaber abierto la boca sobre esto —, que tenía en mi mochila… 

Decir que quedó en shock habría sido minimizar su reacción.

 — ¿Me estás diciendo que lo  planeaste ?  — preguntó — . Lo que pasó ese día con tumaestro. ¿Fue a propósito? ¿ Hiciste  que hiciera lo que hizo?

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Quizás él en realidad no estaba siguiéndome. Porque de haberlo hecho, se habríaenterado de eso.

 — Bueno — dije con la boca seca — . Sí.

Luego, antes de que él tuviera una oportunidad de explotar, dado que podía ver queestaba a punto de hacerlo, añadí rápidamente:

 — Era la única manera de obtener pruebas de cómo era en realidad el Sr. Mueller,porque nadie creía que Hannah y él hubieran… — Mi voz me falló, porque cuandolevanté la vista a su cara, vi que su boca estaba reducida a una fina línea… como laque era mi corazón el día que había caído en su mundo.

Sabía que esto no era bueno. Esto era todo muy, muy malo.

 — Pero nunca quise que fuera tan lejos  — dije rápidamente — . Acepto toda laresponsabilidad por todo lo que pasó ese… 

El agarre en mi brazo se volvió más fuerte.

 — ¿Cómo pudiste ponerte a ti misma en una situación tan peligrosa para empezar? — demandó — . ¿Y por algo tan estúpido? ¿Tienes idea de lo que podría habertepasado?

Bueno, sí… ahora. En ese entonces, no tenía la más mínima idea, o no lo habría

intentado.

Pero le dije, intentando calmarlo:

 — Realmente, no fue algo tan...

 —  No deberías haber estado ahí   — dijo con los dientes apretados — . Como no deberíasestar aquí ahora.

Y lo siguiente que supe, fue que estaba alejándome psíquicamente de la cripta.

 — Las puertas del cementerio están cerradas por la noche  — murmuró. Flores detodos colores quedaban aplastadas bajo sus gruesas botas negras mientrascaminaba.

Apenas lo oí. Era cierto que una vez, de alguna manera me las había arreglado paraescapar de él — y de la muerte. Pero eso había sido por esos desfibriladores y esadosis de epinefrina allá en el mundo real… o eso dijeron los doctores. Mi escape nohabía tenido nada que ver con nada de lo que había hecho en su mundo, dijeron.Porque ese mundo no era real.

Salvo — como yo sabía mejor que nadie — que era real.

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 — ¿Cómo es que llegaste aquí? Esta verja tiene cinco metro de altura y estárematada con púas arriba — dijo por lo bajo.

No quería decir nada que lo enfureciera más… como que la verja no había sido tandifícil de escalar una vez tomé uno de esos grandes cubos de basura de lata, que

estaban desparramados por todos lados en Isla Huesos.

Y que no era mi culpa que la familia de Dolores Sanchez, amada esposa deRodrigo, haya decidido poner su cripta tan cerca de la verja en el cementerio,dándome un gran punto de apoyo para mi caída.

¿Debería arriesgarme a volver a enfurecerlo señalando que, incluso si la policíahubiera entendido lo que vio en el video — que no lo hicieron — no hubieranencontrado nada con lo que cuestionarlo? El Departamento de Policía de Westportno sabía donde vivía él. Me pregunto si alguien, además de mí, lo sabía.

Aunque tenía unas preguntitas para él. ¿Cómo había sabido aparecer ese día, con elSr. Mueller, cuando más lo necesitaba? ¿Fue realmente el collar, como dijo,mientras lo sacudía frente a mi cara? ¿Fue así como lo supo la vez anterior, con el joyero?

¿Pero por qué se había molestado, dado que evidentemente odiaba a mi personapor lo que le había hecho?

Ahora no parecía el momento indicado para sacar eso, o nada relacionado, acolación.

 — Nada de esto es mi culpa, sabes — le dije mientras él me arrastraba tan rápido quetemí perder una sandalia. Aunque ése era el menor de mis miedos.

 — ¿Ah sí?  — dijo, volviéndose sólo lo necesario para lanzarme una mirada — .¿Cómo es que nada es tu culpa?

 — Todo lo que hice fue morirme  — dije — . Y entonces, cuando se presentó unaoportunidad de ya no estar muerta, la tomé. No tuvo nada que ver contigo.

Volvió la vista hacia delante.

 — Ajá — dijo.

 — ¿Qué se supone que significa eso? — demandé, anonadada por su tono — . Te dije,que tenía miedo. No quise herirte. Es por eso que vine aquí esta noche, adisculparme. Quiero que seamos amigos, quiero ayudarte. Te devolví el collar. Nosé qué más puedo hacer.

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 — Te diré qué puedes hacer  — dijo deteniéndose abruptamente. Ahora se inclinópara tomarme ambos hombros. Pero sin besarme. Sólo para mirarme enojado unpoco más — . Puedes dejarme en paz.

Las lágrimas volvieron a mis ojos. ¿ Eso es  lo que quería de mí? ¿Qué me alejara?

Esto se estaba volviendo un desastre peor que cuando me morí. Y yo seguíarespirando, lo que era decir algo.

 — Me gustaría  — le dije. Todo lo que podía oír además del tono profundo yreprobatorio de su voz era el martilleo de mi corazón en los oídos.  Estúpida,estúpida, estúpida, parecía decirme — . Salvo que cada vez que lo intento, tú aparecesotra vez y actúas como un… como un… 

 — ¿Cómo un qué? — me increpó. Parecía estar retándome a decirlo.  No, me advirtió

la voz en mi cabeza de mi madre. No lo digas .

 — Como un imbécil .

Sabía, cuando estaba diciéndolo, que eso no sería ni inteligente ni sensible de decir.Especialmente dado que estaba intentando hacer lo correcto. Porque tendríamosque vivir en una isla juntos. Y él había salvado mi vida, después de todo, ese día conel Sr. Mueller.

Bueno, quizás no mi vida, pero había salvado algo, como sea. Pero de alguna

manera, sólo había empeorado todo al disculparme.

Como si ya no estuviera bastante mal la situación, después de destrozar todo,acaricié esa nueva cicatriz que vi en su antebrazo derecho.

No pude evitarlo. Nunca había sido capaz de mantenerme alejada de las cosas queduelen.

Por lo que ahí estaba: mi error final de la tarde.

Su boca se torció en una mueca bastante fea, probando que había acertado en unacosa: él nunca sería el Príncipe Azul de nadie.

 — Bueno, ya no tendrás que preocuparte por eso  — escupió, retirando su brazocomo si yo fuera venenosa — . Porque no volverás a verme después de esta noche.

En ese momento comprendí varias cosas. La primera fue que sus ojos ya noparecían muertos. Estaban vivos y como electrizados, lo que era peligroso.

La segunda revelación vino a mí más lentamente, mientras yo miraba a los dedos

que había posado sobre mi brazo, dedos contra los cuales habían caído mechonesde mi pelo, liberados de su broche.

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Y es que las suyas no eran las suaves manos de la gente de nuestra edad, la mayoríade los cuales no tienen otro trabajo que enviar mensajes de texto y utilizar consolasde video juegos.

Las manos de John eran de trabajador — uno real, de trabajo duro. Las manos de un

luchador. Pero no sólo un luchador, noté, mientras me aferraba. Las suyas eranmanos que mataban.

Una parte de mí debió haberlo sabido todo el tiempo. Pero no había caído en lacuenta hasta esta noche.

Y para ese entonces, por supuesto, era demasiado tarde.

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 A mitad del camino de la vida,en una selva oscura me encontraba porque mi ruta había extraviado.

DANTE ALIGHIERI,Infierno, Canto I

Traducido por elamelaCorregido por Pimienta

Cuando llegué a casa, mamá dijo:

 — Oh, hola, cariño. Me alegro de que lograras volver antes de la tormenta. Parececomo si estuviera a punto de diluviar en cualquier momento. ¿Tuviste un viajeagradable?

 — Sí — dije. Me di la vuelta y cerré la puerta. Usé el pestillo y el cierre del pomo dela puerta. Luego pulsé el botón de soporte de la alarma e  introduje nuestro código.

Nuestro código son nuestras iniciales, además de los años de universidad en quemamá ganó el campeonato de la NCAA11. Mamá está sobrellevando la decepciónde que probablemente no estaré haciendo ninguno  de los cuatro años deuniversidad, y aun menos en aquella donde papá y ella se conocieron, bastante bien.

 — Eh, cariño  — dijo mamá con una mirada divertida en su rostro — . ¿Qué estáshaciendo?

 — Seguridad — le dije. Mi corazón todavía estaba palpitando contra las paredes demi pecho. Tan pronto como había regresado en mi bicicleta, me había dirigidorápidamente hacia casa. Ni siquiera me había detenido afuera para echar con llavemi bicicleta o para apagar las luces, me di cuenta ahora, mientras alzaba la cortinade una de las ventanas del vestíbulo para mirar afuera y ver si me había seguido — .La seguridad es lo primero.

 — Bueno, cariño — dijo mamá, pulsando el botón de apagado de la alarma, y luegoponiendo el código de nuevo — . Algunos de nuestros invitados todavía están aquí.

11  NCAA:  Asociación compuesta de unas 1200 organizaciones e instituciones, que son las queorganizan la mayoría de los programas de los deportes universitarios de EEUU.

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Así que, ¿qué tal si esperamos para poner la alarma hasta después  de que se vayan?¿De acuerdo?

Asentí con la cabeza, todavía mirando afuera de la ventana del vestíbulo.  No iba avolver allí afuera para apagar las luces de mi bicicleta. Podían encenderse y

apagarse durante toda la noche, en lo que a mí respecta. Simplemente compraríaluces nuevas por si se apagaban. Valdría la pena. Si me robaban la bicicleta, ¿qué?Simplemente haría que papá me comprara una nueva. Todo esto era culpa suya, detodos modos. Eso es lo que piensa mamá.

Nunca iba a salir de nuevo.

No mientras estuviera él  allí afuera.

 — ¿Cariño? — me preguntó mamá — . ¿Estás bien?

 — Claro, mamá  — dije, dejando caer la cortina — . Estoy genial. ¿Te lo estáspasando bien en tu fiesta?

 — Es tu fiesta, cariño  — dijo, sonriendo — . Y me lo estoy pasando muy bien. Esgenial ver a todos de nuevo. Creo que incluso tu tío Chris se divierte… 

 — Genial, mamá  — la interrumpí — . Mira, estoy muy cansada. Me voy a ir a lacama. — Iba a tirar del edredón por encima de mi cabeza y no salir nunca.

 — Oh — dijo mamá, pareciendo decepcionada — . ¿No quieres decir buenas noches atodos? Tu tío Chris te esperó especialmente para verte antes de que él, la abuela yAlex se fueran a casa. Y creo que Alex quiere asegurarse de que no tienes ningunapregunta más acerca de empezar la escuela mañana. Pensé que era muy dulce porsu parte.

Sólo recordar que la escuela comenzaba mañana me daban ganas de morderme lasuñas. Pero mamá me había llevado ayer a una manicura-pedicura especial deregreso a las clases, así que sabía que tenía que mantenerlas fuera de mi boca.

 — Sabes qué  — dije — . Estoy realmente agotada. Debe ser toda la emoción deúltimo minuto de la fiesta. Simplemente dale a Alex las gracias, pero lo verémañana por la mañana cuando venga a recogerme para la escuela. Buenas noches,mamá.

Subí corriendo las escaleras antes de que pudiera decir algo más.

 Él había destruido las puertas del cementerio.

Había aplastado la cerradura con un solo golpe, cruel, con una de esas pesadas

 botas negras. Entonces, cuando las puertas se estrellaron violentamente al abrirse,me había empujado a través de ellas.

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 — Largo de aquí — me había advertido con su profunda voz de diablo — . ¿Me oyes,Pierce? Sal de aquí y no vuelvas nunca. No es seguro para ti estar aquí. No, amenos que realmente quieras terminar muerta. Para siempre esta vez.

Un rayo enorme había iluminado las nubes justo después de que lo dijera, y luego

el estallido del trueno, tan fuerte que pensé que el cielo se estaba partiendo en dos,había amortiguado el sonido de las puertas girando de nuevo en su lugar detrás demí.

Sin mirar atrás, corrí hasta donde había dejado mi bicicleta encadenada, estabamuy agradecida de haber escapado.

Ahora, de pie en la ducha, dejando que el agua se derramara sobre mí, tan calienteque casi estaba hirviendo, me preguntaba:

¿Había pasado algo de eso realmente? ¿Cómo podría ser? Además nadie podríaabrir pateando una puerta de metal cerrada y las puertas negras forjadas de hierrodel Cementerio de Isla Huesos eran enormes, lo suficientemente grandes para queun coche fúnebre las cruzara, y gruesas y fuertes como las barras de la cárcel.

Nadie que viviera en este  mundo, de todos modos.

No quería pensar en ello.

No podía pensar en otra cosa.

¿Le había visto realmente… hablado con él… tocado… sido tocada  por   él? Miréhacia abajo, hacia la piel desnuda de mis brazos donde esos dedos asesinos habíanestado. Increíblemente, no habían dejado ninguna marca, aunque antes podríahaber jurado que me habían sonado hasta los huesos.

Ni siquiera tenía ya el collar para probarme a mí misma de que algo de eso habíasucedido. Ahora estaba perdido, esta vez para siempre , al igual que él había dicho,porque estaba completamente segura de que nunca pondría un pie de nuevo en esecementerio. Tal vez algún turista lo encontrara. Probablemente terminaría en unaventa online o en una casa de empeños en alguna parte.

Saliendo de la ducha y envolviéndome en una de las gruesas toallas blancas quemamá había escogido para decorar el interior, sacudí mi cabeza. Ya no meimportaba. Sabía lo que había visto, lo que había sentido. No necesitaba una piezade joyería para probarlo. Ni a mí misma, ni a nadie.

Verlo esta noche, sólo había empeorado las cosas. Mis disculpas por lo que le habíahecho obviamente le habían pasado por encima como una gran piñata vacía en unafiesta de cumpleaños a los cinco años.

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Por otro lado, no había oído ninguna disculpa por parte de él. Entonces, ¿por quésiquiera me importaba? Los chicos podrían ser realmente unos imbéciles. Al menospor lo que había observado. Mamá sin duda creía eso. La cual era la razón por laque ella nos había hecho la maleta a las dos y nos llevó a Isla Huesos. Porque yo noera lo único que ella amaba que sentía que papá había permitido que muriera porun descuido

 — ¿Isla Huesos, Deb? ¿En serio?  — Había oído a papa decírselo después de dejarmeen uno de nuestros últimos (impuesto judicialmente, por supuesto, aunque no meimportaba) almuerzos. Ninguno de ellos sabía que estaba al otro lado de la puerta,escuchando. Sabía que escuchar a escondidas estaba mal. Pero ¿de qué otra manerase supone que entendiera lo que estaba pasando? — . ¿Piensas que eso  es lo que elconsejero quiso decir cuando dijo “en un lugar mejor, adecuado a susnecesidades”? 

 — No puede  — dijo mamá —   ser nada peor para ella de lo que Connecticut haresultado ser.

 — No puedes escoger al maestro sobre mí, Deb  — dijo papá a la defensiva — . Esoera todo para ti. Oí cómo la presionabas para que aceptara su oferta de clasesparticulares… 

 — Ya basta  — dijo mamá. Ahora ella sonaba a la defensiva — . Me estoy quedandoen su casa. Fin de la historia.

 — Por supuesto que sí. Ve a salvar a los pájaros.

 — Alguien tiene que hacerlo — dijo ella firmemente.

 — Eso no va a hacer ninguna diferencia, Deb — le aseguró papá — . Eso va a ser unagota en un cubo de agua. Creo que la razón más probable para que te vayas es queél  está disponible de nuevo.

Ahora mamá simplemente sonaba enfadada.

 — Pensaba que tendrías mejores cosas que hacer en este momento que buscar elestado civil de mis ex-novios en Internet.

 — Me gusta seguir la pista de sus hábitos de apareamiento  — dijo papá — , al igualque haces con las espátulas rosadas.

 — Las espátulas  — espetó mamá — , ya no se están apareando. La mayoría de ellasse están muriendo. Gracias a ti .

 — Oh, por el amor de Dios, Deborah. ¿Crees que hice eso a propósito, también?

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 — Como seguramente algunas otras cosas que podría mencionar  — dijo mamá — .Esa fuga de aceite no habría ocurrido si hubieras estado prestando atención.

Ouch.

Pero papá no lo podía negar, aunque estoy segura de que hubiese querido. Era unade las razones por las que él iba siempre a la televisión. La compañía de papá era almenos en parte la culpable de la destrucción de las economías locales de cientos decomunidades del Golfo o su alrededor, incluyendo la de Isla Huesos. Los turistasno querían ir de vacaciones a un lugar donde sus motos acuáticas alquiladaspodrían chocar con bancos de petróleo. Las novias no querían bolas de alquitránen sus fotos de boda en la playa. Los deportistas ya no alquilarían barcos parapescar en las zonas donde una gran cantidad de vida marina había sido consideradano comestible debido a que el vertido de la compañía de papá se había usado con

mucho abandono imprudente.

 — Es perfectamente seguro.  — Papá siempre iba a los programas de noticias paraasegurarlo — . ¡Ha sido probado!

Pero cuando un periodista le sirvió a papá un plato de cóctel de gambas que segúnél había sido cogido en las aguas donde el vertido de su compañía se había echado,y lo desafió en el aire a que se lo comiera si era tan seguro, papá se puso muy rojo ydijo que su médico le dijo que no le permitía comer gambas a causa de sucolesterol.

Papá no tenía el colesterol alto.

Simplemente me pregunté quién era ese  que papá le había mencionado a mamá. Nome gustaba molestarla con cosas innecesarias desde que parecía tener suficientes ensu cabeza, con las Espátulas rosadas y la mudanza y el tío Chris y, por supuesto,yo.

Lo cual era el porqué, cuando levanté una de las cortinas de mi habitación antes demeterme en la cama, y vi a un hombre de pie junto a la piscina, no le dije nada

sobre eso.

Para entonces, todos los invitados de la fiesta se habían ido a casa, y mamá hacíatiempo que se había ido a dormir. La tormenta, mientras tanto, había llegado contoda su fuerza. La intensidad, mientras que a menudo parecía estar en Isla Huesos,lejos de tierra firme, se había apagado.

Demasiado para nuestro débil sistema de seguridad.

La lluvia estaba cayendo en las hojas. Nuestra pequeña piscina, con forma de

riñón, en el patio trasero estaba amenazando con desbordarse, y el viento estabaagitando las hojas de las palmeras como pedazos de periódico.

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Pero cuando un rayo convirtió el patio de oscuro a iluminado por la lúgubre luzdiurna, durante sólo un segundo, pude haber jurado que vi a John allí de piemirándome.

Esa era la única persona que podía ser. ¿Quién más podría entrar?

Papá había accedido a dejarme vivir fuera del estado con la cláusula de que mamáme enviaría a una escuela con un programa adecuado a mis “necesidadesespeciales” y  compró una casa en una comunidad cerrada, él sabía lo mucho que laofenderían sus inclinaciones liberales.

Dolphin Key era la única comunidad parecida en Isla Huesos. Había un guardia deseguridad apostado en la entrada las veinticuatro horas, la única manera de entrar ysalir de nuestra calle.

Los muros Españoles12  que rodeaban nuestra nueva casa eran de doce metros dealtura. No había manera de que alguien pudiera subirlas sin una escalera de mano.

Sin embargo, las paredes y los guardias de seguridad no podían detener a alguiencomo John.

Pero ¿por qué se tomaría la molestia de estar parado bajo la lluvia tras la ventana demi habitación cuando me había dicho que lo dejara en paz? Por no mencionar elhecho de que le había llamado imbécil en la cara.

¿Por qué me había molestado siquiera en disculparme con él por lo que habíahecho? Él me había hecho cosas mucho peores. ¿Por qué no podía odiarle, en lamanera en la que debía?

Tal vez porque John era como uno de los pájaros de mamá: algo salvaje. No podíaevitar ser como era. Nunca iba a conseguir comunicarme con él. Como papá habíadicho, ¿cuál era el punto siquiera de intentarlo?

Especialmente desde que obviamente había roto “las reglas”, de las que John habíahablado de una manera tan misteriosa, por huir. Sin duda, iba a tener que ser

castigada por esto, muy probablemente por él… o tal vez por esas Furias de las quehabía hablado. No podía escapar de la muerte. Había leído sobre todo esto despuésdel accidente. La muerte vendrá a por ti, con el tiempo.

Cuando el rayo relampagueó de nuevo unos segundos más tarde, sin embargo, vique la figura se había ido. Tal vez nunca había estado ahí después de todo. Tal vezsólo había sido esa imaginación hiperactiva que todo el mundo seguía acusándomede tener, gastándome una broma.

12 Con esta expresión de muros Españoles, la autora se refiere a muros de piedra con adornos querodean la casa.

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Dejé caer la cortina y volví a la cama de nuevo. Esto era tan estúpido. Debería desentirme bien. Le había devuelto el collar que había cogido con falsos pretextos, ydije todas las cosas que sentía que tenía que decir. Había sacado literalmente todolo que necesitaba fuera de mi pecho. Estaba teniendo un nuevo comienzo aquí, aligual que mamá.

¡John incluso había aceptado mis disculpas! Tal vez un poco reticente, pero lohabía hecho. Él estaba siguiendo adelante también, como lo demostraba con sulanzamiento del collar a unos buenos cientos de metros a través del cementerio ydiciéndome que me mantuviera alejada de él.

Y después, cuando fui a ver mi bicicleta por la ventana del cuarto baño, y vi quealguien la había encadenado y apagado las luces, me dije con firmeza que debíahaber sido mi tío Chris, o tal vez Alex, mientras habían abandonado la fiesta. De

ninguna manera había sido John. ¿Por qué haría algo bueno como eso por mí,cuando había dejado demasiado claro que odiaba mis entrañas y quería que memantuviera alejada de él?

¿Entonces por qué, mientras me metía en la cama, me sentía peor  en lugar de mejor?No sentía ninguna sensación de encierro, ni tampoco una sensación de… terror , queera la única palabra para eso. Desde que había puesto un pie en esta isla, eso estodo lo que había sentido, esta presión en la parte trasera de mi cuello, como si algofuera a pasar, algo malo.

¡Algo malo que ya había pasado!  Le  había visto. ¡Se terminó!

¿Así que por qué estaba levantada en mitad de la noche, incapaz de dormir? No porel trueno, tampoco. Casi parecía como si… pero no podía ser posible, porque eratan estúpido… pero era como si echara de menos el peso familiar de ese collaralrededor de mi cuello.

¿Qué había mal en mí? ¿Por qué no podía conseguir con mamá “tener un programade nuevo comienzo”? 

Cuando le di las gracias a Alex a la mañana siguiente mientras subía a su coche, mepreguntó por qué.

 — Mi bicicleta  — le dije — . ¿La ataste con llave anoche cuando saliste de mi casa?¿Y apagaste las luces?

 — Uh — dijo — . No. Cuando me fui — lo cual supongo que fue justo después de quellegaras a casa, tu madre dijo que te habías ido arriba. Gracias por decir buenasnoches, por cierto. ¡Oh, y por escaquearte de esa manera y dejarme a solas con laabuela! Eso fue muy dulce — , tu bicicleta ya estaba encadenada y las luces

apagadas. Pensé que lo habías hecho tú.

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 — No  — dije, sintiendo frío de repente. Ya que la corriente alterna del coche de laabuela, llamado por Alex como montón de basura, estaba rota, tuvimos queconducir con las ventanillas bajadas, y ya hacía más 27 grados afuera — . No lo hice.

 — Eh — dijo — . Bueno, eso es raro. Pero no la parte más extraña.  — Tocó el claxon

a algunos turistas quienes estaban deambulando en mitad de la calle para tomarfotos a una higuera de gran tamaño — . Hola, ¿qué piensa esta gente, que es la calleprincipal de Disney? Algunos de nosotros realmente vivimos aquí, ya sabes. — Tocóel claxon un poco más.

 — ¿Cual es la parte más extraña?  — le pregunté, después de que los turistas sehubieran apartado apresuradamente fuera del camino y Alex hubiera pisado elacelerador. No estaba segura de si quería oír esto.

No estaba segura de que no quisiera oírlo, tampoco, sin embargo.

 — Oh. Sólo que había todos estos pétalos de Poinciana 13 muertos a lo largo de tucamino. Simplemente allí colocados. Y esto fue antes   de la tormenta. Así que nopudieron haber sido llevados por el viento allí. Pensé que eso era un poco extraño,porque no hay Poincianas en tu calle. Así que, ¿cómo llegaron allí?... Oh, bueno. — Subió la radio — . ¿Lista para la escuela?

Tragué fuertemente.

 — No.

13 Poinciana : Arbusto con flores tropicales de color naranja o rojo.

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Yo no sé repetir cómo entré en ella, pues tan dormido me hallaba en el punto

que abandoné la senda verdadera.DANTE ALIGHIERI,Infierno, Canto I

Traducido por Sary_melesCorregido por ★  MoNt$3★  

Mamá me inscribió en un programa reconocido a nivel nacional (que era la únicarazón de que papá lo aprobara. De lo contrario, dijo que me internaría en una

escuela en Suiza) en la Prepa Isla Huesos, llamado Nuevos Caminos.

Nuevos Caminos era para los estudiantes "con problemas": los niños como Alex,cuyo padre acababa de ser puesto en libertad condicional de la cárcel y cuya madrehabía estado más o menos desaparecida14  desde que él nació, por eso él se habíavisto obligado a vivir toda su vida con su abuela. Y sí, era tan malo como parecía.

Nuevos Caminos también era para las chicas como yo, que habían muerto y luegovolvieron con un poco de actitud.

En serio. Nueva Caminos: Independientemente de qué tengas, te curará. (No es sulema oficial).

 — Está altamente recomendado  — me dijo mamá durante el verano — . Todavía

vas a ir a las clases ordinarias regulares, como todos los demás. Simplemente

obtendrás supervisión adicional durante el año por los trabajadores sociales conexperiencia cognitiva conductual y asesoramiento. Ellos realmente   saben lo queestán haciendo, Pierce. No te hubiera inscrito si no hubiera creído que podríanayudarte.

 Ah, pensé,  por no agregar también que no me hubieran inscrito en Nuevos Caminos, si no fuese por lo que le sucedió al Sr. Mueller.

14 En el texto original aparece el término MIA: Cuyas siglas se refieren a Missing in Action, es decir,desaparecida.

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Pero lo que sea. Un internado para niños ricos con problemas sociales en Suiza esmi única otra opción, ¿qué iba a decir? ¡Sí, Nuevos Caminos!

Por lo menos los consejeros de Nuevos Caminos  — en especial Jade, a la que fui

asignada —  había sido realmente buena en hacerme sentir bienvenida, a pesar desaber lo que había hecho — o supuestamente hice, de todos modos —  a un maestro

en mi escuela anterior. Jade no parecía asustada cuando me habló durante nuestrasreuniones de orientación, siempre haciendo un completo contacto visual ysonriendo mucho e incluso me ofreció tiras de regaliz rojo de la jarra que manteníaen su escritorio. Mi collar, me di cuenta, nunca se había vuelto de ningún colorcuando estuve en la oficina de Jade. Sólo se quedó constante, en un suave gris... elmismo color que la capa de un autobús Greyhound15 retirado.

Pero cuando llegué a mi primer día en la que era la única Preparatoria en Isla

Huesos, a la que cientos de estudiantes iban desde islas vecinas  — mi madre meinformó un día, de manera no tan servicial, que había más de 1.700 en la costa deFlorida y me hizo una lista de las diversas formas en cómo la compañía de papá

estaba lentamente destruyendo éstos ecosistemas — , no me sentí mejor. No tenía lanecesidad de mirar hacia abajo al color de mi collar, que ya no tenía de todosmodos, para que me dijera cómo me sentía.

Me sentía abrumada a pesar de las cuidadosas instrucciones de Jade sobre quéesperar. Nunca había visto tantos niños, tantos chicos , muchos edificios llenos de

gente... cuatro alas enormes, todas conectadas por un patio central pavimentado, — el Patio, así dijo Jade que se llamaba —  en el centro había todas esas mesas de

picnic oscurecidas.

Jade había explicado, que aquí era donde se suponía que comería todos los días. Lacafetería estaba afuera.

Este hecho no tiene ningún sentido para mí, no importa cuántas veces Jade me lodiga.

Sólo a las personas mayores se les permite salir de la escuela para el almuerzo. Yoestaba en el último año, pero ¿cómo iba a salir de la escuela? No tenía una licenciade conducir. El Estado de Connecticut había aceptado, al parecer, lo que mineurólogo dijo, que no era una buena idea para mí el conducir.

Miré la prueba escrita para el Estado de Florida online, ya que Jade me habíaanimado, y había incluso más  preguntas que en la del Estado de Connecticut. Nohabía esperanza.

15 Greyhound: Es el nombre de una compañía de autobuses de EEUU, cuyo color de alguno de susautobuses es gris.

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Alex había dicho de camino a la escuela:

 — Te veré en el Patio para el almuerzo. Vamos a comer una hamburguesa.

Pero cuando llegó la hora del almuerzo, por supuesto que no lo pude encontrar. No

me había dicho en dónde juntarnos. Esto era típico de Alex. Además, típico de mí,por desgracia, me olvidé de preguntar.

Seleccioné dos refrescos con cafeína, una bolsa de frutos secos, una bolsa de patatasy una bolsa de galletas de las máquinas expendedoras. Luego me escondí en la biblioteca para comérmelo. Esto parecía lo más seguro de hacer.

La biblioteca fue el lugar donde Jade me encontró.

 — Pierce — dijo, sacando la silla del pupitre junto a mí y sentándose en ella — . Te

he estado buscando.

 — Estoy aquí  — dije estúpidamente. Obviamente estaba aquí. Me quité los

auriculares — . ¿Cómo te va?

 — Bien — dijo Jade — . ¿Cómo te va a ti? Por lo que veo, no te gustó la cafeteríapara el almuerzo.

 — Hoy no — dije — . Tal vez mañana.

¿Qué iba a decir? No tenía mi collar para protegerme, ya no más. No es queforzosamente crea que necesito de sus poderes protectores.

No, estaba segura, no los necesitaba.

 — Hey, escucha, lo entiendo. Está genial  — dijo Jade. Jade tenía el pelo muyoscuro y muchos cordeles de cuero negro que llevaba alrededor del cuello y lasmuñecas y un tatuaje en su muñeca, que decía Check   Yourself Before You Wreck

Yourself 16 — . Pero si quieres hablar, acerca de lo que sucedió con ese maestro en tu

antigua escuela o acerca de esa amiga tuya que murió... de cualquier cosa. Ya sabesdónde encontrarme.

Sabía dónde encontrarla. Las oficinas de Nuevos Caminos se encuentran en el Ala-D, que es también el lugar en donde todas mis clases están localizadas.Conveniente.

Y realmente... ¿cualquier cosa, Jade? ¿Y del chico que me encontré ayer por la nocheen el cementerio? ¿Podemos hablar de él? Porque me he topado con él antes, en

16 Check  Yourself Before You Wreck Yourself: Refrénate antes de hundirte.

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realidad durante "lo que sucedió con ese maestro"  en mi antigua escuela. Cuando "esaamiga"  mía murió.

O por lo menos cuando traté de hacer lo correcto con su muerte.

Y él mandó a un profesor al hospital.

 — Gracias — dije, sin mencionar nada de eso — . Lo haré.

Jade me dirigió una mirada extraña, a medio camino entre la sonrisa y la tristeza.

 — Hey — dijo, extendió su mano para tocar la mía — . Lo digo en serio. Nada de losucedido en tu vieja escuela fue tu culpa, ya lo sabes.

Me congelé cuando me tocó. Y no sólo porque la bibliotecaria nos estaba dando

una mirada de desaprobación a través del cuarto... aunque estoy bastante segura deque ella no apreciaba nuestra conversación en la zona tranquila de su biblioteca ymucho menos que yo la usara como comedor.

 — De acuerdo — dije — . Lo sé.

¿Era una broma?

Jade asintió.

 — Bien — dijo — . Recuerda que mientras tanto, trata de disfrutar, ¿de acuerdo? Séque has pasado por mucho, pero date un descanso. Es sólo la preparatoria.

Pegué una sonrisa en mi cara.

 — Claro — dije. Tal vez Jade era la que estaba loca, no yo. A pesar de que ella y suscompañeros, los miembros del personal de Nuevos Caminos, habían hecho grandesesfuerzos para recordarnos a todos que no hay tal cosa como "loco" o "normal."

Éstas palabras no son terapéuticamente beneficiosas  — . Lo intentaré.

 — Bueno, bueno, gran charla. — Jade se levantó — . Cinco minutos hasta que suenela campana. Asegúrate de pasar a hablar conmigo después de la escuela paracomprobar que todo está bien. Tengo algo más del regaliz que te gusta. Del rojo.Ah, y hay una asamblea en el auditorio a las dos. No te lo pierdas. Va a ser épica. 

Me guiñó un ojo y se fue.  Épica, a diferencia de loco o normal , es una palabra queutilizan los adorables miembros de Nuevos Caminos. Especialmente Jade. Refrénateantes de hundirte. 

Estaba claro que mi experiencia en PIH podía hundirme o yo podía nadar.

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Ya sabía lo que era hundirse.

Decidí que bien podría nadar.

Cuando llegué a la sala de la asamblea, el ruido era ensordecedor. La sala de dos

mil asientos estaba llena de gente saludándose después de un largo verano: laschicas con larga uñas pintadas a la francesa  — esto se usaba, totalmente en el

norte... al menos de acuerdo a los chismes que había escuchado en la Academia

Westport para chicas, antes de que me expulsaran — ,  gritando y abrazándose y

chicos tatuados, con pañuelos en la cabeza chocando sus puños en alto, y algunosen realidad saludándose mutuamente un poco más agresivamente que eso. Eranmuchos estudiantes que hablaban a un volumen tan alto en un cuarto tan grande,que me sentí tentada a ponerme mis auriculares sólo para alejarme de esta locura.O cual sea la palabra terapéuticamente beneficiosa para los locos.

Pero sabía que no podía. Me había prometido que iba a seguir participando esteaño. Si no me comprometía, ¿cómo podía evitar que la chica de al lado muriera pormi culpa? 

Y está bien, había fallado miserablemente en ayudar a la última.

Pero nunca se sabía. Tenía un montón de ventajas aquí en la Isla Huesos que nohabía tenido en Connecticut. Por lo menos aquí no era invisible. Lo sabía, porqueun tipo con una camisa blanca me había notado y sostuvo la puerta del auditorio

abierta para mí.

No era capaz de creerlo, en realidad.

 — Después de ti — me dijo amablemente.

No estaba segura de qué me había sorprendido más: el hecho de que fue la primera

persona que me había hablado en todo el día  — además de Jade — , o el hecho deque fuera un tipo de chico hermoso, para nada amenazador, con estilo de chico de banda: alto, ojos azules, con una amistosa sonrisa fácil, revelando una serie de

dientes blancos y perfectamente rectos, con un bronceado, que puedo decirte que esde llevar una vida al aire libre y no de salón, al igual que los reflejos rubios en supelo rubio-castaño.

Todo esto culminaba con un par de pantalones cortos color caqui y un polo blancoque mostraba sus bíceps.

Increíble.

Él debe navegar, si tengo que adivinar. No se consiguen ésos bíceps pero si un buen

 bronceado si lo haces regularmente.

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 — Gracias — dije, sin sonreír.

Fue justo entonces cuando la brisa del océano hizo volar mi horario de clases decolor rosa desde la parte superior de mi bolso.

 — Oh, aquí — dijo, dejando de lado la puerta — .Déjame a mí.

 — Está bien — le dije. Sólo quería que se alejara. Él era como el concepto de una

cafetería al aire libre: no lo entendía.

Ya era demasiado tarde, sin embargo. Ya había despegado mi horario de dónde sehabía fijado contra un cubo de basura con una pegatina que decía ESTO ESSOLAMENTE PARA LATAS Y BOTELLAS.

 — Entonces, Pierce Oliviera — dijo, mirando mi horario cuando me lo entregó denuevo. Soltó una carcajada — . Ala-D, ¿eh?

No tenía ni idea de lo que estaba hablando. Supongo que podría saberlo por miexpresión, ya que estuvo encantado de explicarme.

 — Es genial, no te preocupes por eso — dijo. Esto parecía extraño, justo como los

consejos de Jade, diciéndome que debía darme un respiro. Por lo menos no me

había dicho que me relajara. Odio cuando las personas me dicen que me relaje — .Nuevos Caminos, ¿verdad?

Lo miré. ¿Cómo lo sabía? ¿Tenía yo un letrero o algo así? Me había vestido muycuidadosamente por la mañana. Era mi primer día en la escuela pública, lo quesignificaba mi primer día sin uniforme... mi primer día en la escuela con lo quequisiera. ¿Qué había hecho mal?

 — Todo el mundo en el Ala-D está en: Nuevos Caminos  — explicó — . No es que

eso sea algo malo. Nuevos Caminos es muy bueno. He tenido un montón deamigos que fueron a Nuevos Caminos. Es un gran programa. Realmente genial… 

Me incliné y tomé el horario, entonces lo puse nuevamente dentro de mi bolsa.Estaba haciendo que me pusiera nerviosa. Las personas muy atractivas son las quemás nerviosa me ponen sobre todo si tenía que moverme entre ellos.

Tal vez eso se debía a que la gente atractiva también tendía a estar ocupada, y laspersonas ocupadas me asustan. ¿Cómo mantienen su ropa tan arreglada? La camisade este chico era demasiado blanca. ¿Cómo si no hubiera derramado nada en ella?

Eso no puede ser cierto. Lo único bueno de no tener que volver a usar uniforme — que podía decir —  es que por lo menos podía usar camisas de color negro, por lo

que las manchas no se muestran.

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  90PURPLE ROSE

John nunca se vestía de blanco. Para mí, era algo bueno.

Ah, cierto, nunca debía pensar en él de nuevo.

 — Tengo problemas de ira  — le informé. Todo el mundo iba a imaginarlo algún

día. Bien podía sacarlo al aire libre.

 — Hey, no es lo peor  — dijo, mostrándome todos esos dientes deslumbrantes — .Quiero decir, sigues siendo Pierce Oliviera. Eso es bueno, ¿verdad?

 — Sí — dije sonriendo. Jade me había dicho que cuando no esté segura de cómo

reaccionar a algo, sólo debo imitar el comportamiento de la gente que veía a mí

alrededor — . Supongo.

 ¿Sigues siendo Pierce Oliviera?   ¿Qué significa eso? Debe haber sido sarcasmo como:“ ¿Estás relacionada con Zack Oliviera?”  

O “¿el hermano de tu madre no es el tipo que fue a la cárcel por mucho tiempo?”  

O "¿No eres tú la chica que hizo esa cosa a ese maestro?"

No podía decirlo. Tal vez las tres. Quizás ninguna de las anteriores. Desearía queJohn no hubiera tirado mi collar esa noche.

No, no. Él era un idiota. Ya había terminado con él. Yo estaba en NuevosCaminos.

Señalé a las puertas del auditorio.

 — ¿Vas a…? 

 — Oh, sí seguro.  — Se inclinó y abrió la puerta de nuevo. Una explosiónensordecedora de sonido nos golpeó.

 — Gracias — dije, y me alejé de él.

Dale esquinazo, me dije. Eso fue lo que Jade llamaría una interacción positiva.Había sido épica.

Excepto que tal vez no lo fue. Porque cuando vi al chico del polo por segunda vezdentro, me miró y sonrió. Se había unido a algunos de sus compañeros. Todos ellos

me sonrieron también. Dos chicas con el pelo lacio planchado — un milagro lograr

eso en el sur de Florida —   me empezaron a echar mal de ojo. Ellas tocaban el

teclado de sus teléfonos con sus largas uñas postizas blancas. Me sorprendió que

pudieran escribir y echar mal de ojo a alguien al mismo tiempo. Estaban haciendomúltiples tareas a un nivel completamente nuevo.

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  91PURPLE ROSE

 — Ala-D. — Uno de ellos se burló de mí. Casi sonó como un gran insulto.

¿Cuál era la obsesión de todos con el Ala-D?

Con la esperanza de que no estuviera a punto de tener un ataque de pánico en toda

regla — el latido en la parte trasera de mi cuello era más fuerte que nunca —  miré ami alrededor en el auditorio, incapaz de encontrar a Alex en algún lugar. Sinembargo, vi a una chica que está en mi clase de economía. Ella había estado en laoficina de Nuevos Caminos la semana pasada, con su propia sesión de orientacióncon un consejero diferente. Me acordé de ella porque... bueno, era un poco difícilde olvidar. Además, me di cuenta de que cada vez que había estado por ahí, micollar se había puesto morado. No sabía lo que quería decir, pero ella estabasentada en el extremo de un pasillo, y había un montón de asientos vacíos a sualrededor.

 — ¿Está ocupado este asiento? — Fui a donde ella estaba y pregunté.

Me ignoró. Me tomó un par de segundos darme cuenta y no desanimarme. Llevabaauriculares. No había sido capaz de verlos porque su aurora gigante de pelo oscuroy rizado con vetas de color púrpura brillante aquí y allá, los escondían.

Estaba mirando la pantalla de su teléfono móvil, cuando le toqué el hombro, luegodijo:

 — Oh, lo siento. — Movió sus piernas para que pasara.

 — Gracias — dije, y me senté en el asiento junto al suyo.

Debería haber sabido, por supuesto, que iba a ir así. No sólo después de anoche  — todavía no estaba al cien por ciento segura de que eso hubiera sucedido realmente,incluso después de la historia de Alex sobre las flores de Poinciana. La tormenta

había arrastrado la mayoría de ellas lejos para el momento en que me levanté —  para después llegar a la escuela y ver que era la única chica que no llevaba una

minifalda. La mía se ajustaba al manual estudiantil de PIH, que Mamá y yoestudiamos minuciosamente, especialmente la sección marcada como “Código deVestimenta Estudiantil”, era exactamente no más de diez centímetros sobre mirodilla, como el manual especificaba.

¿Cómo iba a suponer que el código de Vestimenta no era de ninguna manera

forzado a seguir  — particularmente la prohibición sobre "Torsos descubiertos o

pantalones caídos" —  cuando no había conocido a nadie de mi edad de Isla Huesoshasta hoy? Ya que no había pasado el tiempo en bicicleta por el cementerio lasemana antes de que la escuela comenzara con la esperanza de echar un vistazo a

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John, había estado en el sofá con Alex y su padre delante de la televisión en casa dela abuela.

Y Alex, un chico típico, había contestado:

 — No sé. Ropa. — Cuando mamá y yo le preguntamos qué llevaban las niñas de laPIH a la escuela.

La chica a mi lado — tenía perforaciones en el labio y la ceja —  volvió a la pantalla

de su teléfono tan pronto como me senté. Algunas personas podrían haber pensadoque era de mala educación espiar lo que estaba haciendo. Yo no. Es cierto que a unextraño podría haberle parecido que era espionaje... tal vez lo hice porque no teníateléfono móvil.

Pero, en realidad, Tim, el jefe del programa de Nuevos Caminos, me dijo que podíatener de vuelta mi teléfono al final del día. Pensó que así me iba a enfocar mejor y a"interactuar más" si no podía estar online.

No me molesté en contradecirlo. Supe desde lo sucedido en mi escuela el añopasado que todo lo que decía era cierto.

Le dije a mi mejor amiga, Hannah, el día que volví después de mi accidente que ibaa protegerla del mal.

Pero ya no podía. En cambio, sufrí por el hecho de que ella me había llamado loca,cuando estaba todavía entumecida por lo que había visto a John hacer en la joyería,y preocupada de que volvería algún día y que la próxima vez me lo hiciera a mí,por lo que yo permanecí dentro de mi ataúd de cristal esperando a que mi apuestopríncipe me viniera a rescatar.

Por eso no había notado el mal. No del tipo de gente a la que le gusta fingir que esreal, como las que cuentan las historias de fantasmas o sobre las que hacenpelículas de terror.

Pero el mal real había vagado por los pasillos del Academia Westport para chicas, buscando una dulce víctima, la más inocente que pudiera encontrar.

En el momento en que me di cuenta de que no hay   príncipes azules, que tododepende de mí... que había sido siempre  así, ya era demasiado tarde.

Hannah estaba muerta.

Y a diferencia de mí, ella no iba a volver.

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  93PURPLE ROSE

Traducido por andre27xlCorregido por masi

De cierta forma, estoy agradecida con el Sr. Mueller, que comenzó a dar clases enla Academia Westport para Chicas el año pasado, cuando yo era una estudiante detercer año. Me dio la única cosa que estaba empezando a pensar que nuncaobtendría: ese interés fuera de lo académico al cual comprometerme, aquello que laSra. Keeler le recomendó a mis padres que buscaran después de mi accidente.

El Sr. Mueller subió como un cohete, en un instante, en la escala de popularidad deambos, tanto del cuerpo estudiantil como de sus padres, en la Academia Westport

para Chicas después de ser contratado como el nuevo entrenador de baloncesto yllevado al equipo a las finales estatales.

Como si eso no fuera suficiente, empezó a ofrecer sesiones gratis de tutoría despuésdel colegio para sus estudiantes “especiales”, incluso para aquellas de nosotras, quecomo yo, habíamos sido movidas a todas las clases alternativas, gracias a lo quefinalmente había sido diagnosticado como déficit de atención con un desorden dehiperactividad, y predominio de falta de atención.

Por supuesto, por ser el solo instructor masculino bien parecido y joven en unaescuela de chicas, sin mencionar un instructor de deportes, el Sr. Muellerprobablemente habría sido popular de todas maneras. Pero las sesiones de tutoríagratis ayudaban.

Yo parecía ser la única persona en la escuela entera que tenía sospechas del Sr.Mueller y sus motivos desde el principio. Quizás porque una de las expresionesfavoritas de mi padre era: No existe tal cosa como un almuerzo gratis. Nadie es tan auto-sacrificado, especialmente cuando sólo lo que está obteniendo son galletascaseras hechas por las madres agradecidas de las estudiantes.

Rompió el profundo sueño de mi menteun gran trueno, de modo que cual hombre

que a la fuerza despierta, me repuse.DANTE ALIGHIERI,Infierno, Canto IV

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Fue cuando una miga de una de esas galletas cayó en mi rodilla desnuda mientrasel Sr. Mueller estaba inclinado sobre mi escritorio, ayudándome con un ejercicioparticular de álgebra durante la clase un día, que noté por primera vez algo extrañoen él, a parte de su asombroso atractivo y aparente sobre abundancia de tiempolibre.

 — Ups  — dijo el Sr. Mueller, presionando la migaja en mi rodilla con su dedo.Luego levantó el dedo hacia su boca y lamió la galleta. Y entonces me sonrió — .¡Perdona!

Quizás una chica que no hubiera muerto y luego terminara siendo seguida por untipo totalmente alto y perturbador, con ojos plateados que una vez la había forzadoa vivir con él, se hubiera dicho a sí misma: Huh. A este chico le deben gustar bastante las galletas.

Yo, sin embargo, me sentí como si me hubieran dado un choque eléctrico.

Y no de tipo romántico: Oh, ¡me tocó!   Otras chicas de mi clase hubieran estadosuspirando sobre él, pero a mi definitivamente no me gustaba el Sr. Mueller, y no loquería tocándome. Ni siquiera lo quería tocando migajas de galleta que pudieronhaber caído sobre mí.

No fue sino hasta la noche cuando llegué a casa que lo vi.

 ¡El Sr. Mueller acaba de tocar la rodilla desnuda de Pierce Oliveira, luego lamió su dedo! ¡SEXY!!!

Esto fue seguido de una tonelada de comentarios en las distintas redes sociales a losque estas observaciones fueron publicadas, como:  Ella tiene tanta suerte o ¿Qué hizoella para merecer ESO? Y ¿Quién demonios es Pierce Oliviera?

Estas observaciones realmente consiguieron hundirse a través del grueso vidrio demi ataúd. Me hicieron sentir incómoda, no sólo porque levantaron viejos demonios(ya que he estado manejándome exitosamente para evitar cualquier viaje a la

oficina de tutoría últimamente), sino porque después el Sr. Mueller me preguntó, frente a todo el mundo, un día dos después, si me gustaría comenzar a venir a algunassesiones privadas de tutoría.

Las cosas solo fueron cuesta abajo después de eso.

 ¡El Sr. Mueller le acaba de preguntar a Pierce Oliviera si quiere tutoría privada! ¡Tiene tanta suerte! ¡Él es tan sexy!!!!

 — No entiendo  — dijo mamá — . El Sr. Mueller me dijo en su charla de padres yprofesores que se ofrecía a darte tutoría porque estás atrasada en la mayoría de tusclases, y dijiste que no. ¿Por qué harías eso?

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 — Ya tengo tutores — dije. Los tenía, también. Mi padre se aseguraba de que tuvieratutores para casi cada materia. No es que ayudase. Tienen que importarte lostutores para marcar la diferencia.

 — Pero el Sr. Mueller parece tan agradable — mi madre diría.

Debí haber dicho algo entonces.  Mamá, debí haber dicho, el Sr. Mueller no esagradable.  — El problema era que ella no me hubiera creído. Que el tipo me dieramiedo no era prueba de nada.

Especialmente desde que mamá no era la única que pensaba que el Sr. Mueller eraun regalo de Dios para la Academia Westport para Chicas. Todas   las madresestaban dando las tarjetas de sus hijas y latas de galletas caseras para que se laspresentaran al Sr. Mueller para demostrar lo mucho que lo apreciaban, y para lasesión de baloncesto era aún mejor.

El Sr. Mueller siempre irradiaría placer cuando encontrara estas en su escritorio, ydiría infantilmente (pero en serio, podías notar que estaba extasiado):  — ¡Chicas!¡No tenían que hacer esto!

Hasta que mi ex-mejor amiga, Hannah Chang, quien realmente había engordadodurante el verano durante el cual no hablamos y que se ha convertido en la estrella jugadora del equipo de baloncesto de la Academia Westport para Chicas y una delas asistentes más entusiasta a las sesiones privadas de tutoría del Sr. Mueller, dejó

una nota en su escritorio que realmente lo hizo fruncir el ceño.Lo sé porque Hannah estaba en el salón de estudio que tenía con el Sr. Mueller y sesentó en el escritorio frente a mí. La vi escribir la nota, y luego dejarla para él.Hasta vi cuando el Sr. Mueller la abrió.

No había emitido placer por ella, sin embargo.

No es que yo pensara en nada de esto. Hannah dejaba notas en el escritorio del Sr.Mueller todo el tiempo. Siempre estaban laboriosamente dobladas y decoradas con

etiquetas en forma de pequeños corazones. En mi cumpleaños, incluso Hannah mehabía dejado una nota a mí, con un papel especial que tenía caballos por todoslados. La había encontrado cuando me senté en mi escritorio.

 ¡Feliz cumpleaños Pierce!   Había escrito Hannah en su gran y chiflada letra cursiva.Había dibujado una trozo de tarta bailando con una vela en la cima. ¡Ten uncumpleaños muy feliz! Con amor, Hannah. Incluso habiéndome separado del resto delmundo en ese entonces,  ¿Cuál era el punto?  Era mi actitud. Simplemente todos vamos amorir y luego no nos van a permitir subirnos al bote , no pude evitar sentirme un pocoafectada. Hannah quizás no había tratado a su caballo, Double Dare, tan bien

como debería.

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Pero Hannah se preocupaba por las personas. Y porque se preocupaba, hacía que lagente se preocupara por ella. ¿No había escuchado eso antes en algún lugar?

De todas formas, a pesar de que me hubiera llamado loca en décimo grado, todavíame agradaba Hannah Chang.

Por lo que siempre me culparé por lo que le había sucedido.

Estaba tomando el desayuno con mi madre la mañana después de que viera aHannah dejar la nota para el Sr. Mueller. Mamá, quien estaba leyendo el periódicolocal, de repente empezó a lloriquear, luego cubrió su boca con su mano.

 — ¿Mamá?  — La miré con curiosidad sobre mi té de hierbas. Mi neurólogo mehabía advertido de no auto-medicarme con cafeína, por mis pesadillas e insomnio.Mi madre bromeaba con que si mi padre alguna vez dejaba de auto-medicarse con

cafeína, el mundo se convertiría en un lugar menos peligroso — . ¿Qué pasa?

 — Nada  — dijo ella, bajando el periódico. Sólo que no era nada. Porque su caraestaba pálida.

 — Mamá — dije — . ¿Qué es? Dime.

 — Es sólo que...  — Era obvio que la última cosa en el mundo que ella quería eradecírmelo. Era también obvio que sabía que tenía que hacerlo.

 — Es sólo que dice que una chica llamada Hannah Chang murió de una sobredosisanoche — dijo mamá, levantando el periódico — . Pero estoy segura de que no es lamisma Hannah Chang. — Me atraganté con un poquito de té que había tragado.

Cuando estaba tosiendo, dije: — Déjame ver eso.

Chica Local muere en aparente suicidio, gritaba el artículo en la página frontal denuestro periódico pueblerino. La cara de Hannah, sonriente con su uniformeescolar, me miraba.

Mamá no había visto a Hannah en casi dos años, por mi retirada a mi ataúd devidrio desde el accidente. Hannah había cambiado bastante durante ese tiempo.

 — Es ella — dije, con mi pecho contraído — . Es Hannah.

 — Ella no podría haber hecho esto a propósito  — murmuró mamá, acariciando micabello mientras yo miraba la foto — . Dice que fueron píldoras para dormir. Quizástomó una y luego estaba tan adormilada que se le olvidó, y accidentalmente   tomómás. Estoy segura de que no quiso matarse.

Yo estaba igualmente segura de eso. Chicas como Hannah Chang no toman poraccidente demasiadas pastillas para dormir.

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 — Gracias, mamá — dije, dándole un rápido abrazo mientras me levantaba — . Perotengo que irme o llegaré tarde.

 — Pierce  — dijo mamá, mirándome nerviosamente — . ¿Estás bien? Está bien siquieres quedarte en casa hoy. Sé que tú y Hannah no han sido cercanas

desde...bueno, el accidente. Pero ustedes dos una vez fueron mejores amigas...

 — Está bien — dije automáticamente — . Estoy bien.

Fui al garaje a montarme en la bicicleta para el paseo hasta la escuela. Papá mehabía comprado un convertible BMW para mi cumpleaños número 16, pensandoque sería un incentivo para que me presentara y aprobara el examen de conducir yobtuviera mi licencia.

Pero por supuesto que no había funcionado. Ya había hecho el examen escrito

cuarenta y dos veces en línea. Nunca lo había pasado.

Porque yo no estaba bien. En muchas formas.

El papel especial de caballos de Hannah y las etiquetas en forma de corazón y ser laestrella del equipo de baloncesto y que nunca olvidara un cumpleaños y quepretendía que espíritus malignos poseerían tu alma si no contenías el alientocuando pasaras al lado del cementerio, todas esas cosas sólo habían sido unaventana vestida para disfrazar el hecho de que en el interior, ella no estaba bien,tampoco.

Pero había sido suficiente para engañarme. Tanto así que me había perdido elhecho de que todo el tiempo había estado sentada allí frente a mí, algo había estadosucediendo en la vida de Hannah tan terrible, que la había hecho tragar un puñadode píldoras para dormir y se había convertido en una princesa durmiente.Permanentemente.

¿Cómo había estado tan fuera de contacto?

Para el momento en el que llegué a la escuela, todo el mundo sabía lo que había

sucedido con Hannah. Todos estaban hablando como  si   hubieran sido mejoresamigos una vez, y  si   se hubieran sentado tras ella en el salón de estudio. Todo elmundo estaba especulando acerca de por qué lo había hecho. Sus susurros sonabancomo gritos para mí, porque normalmente usaba auriculares en el pasillo para bloquear todo el ruido, lo cual sólo parecía incrementar el zumbido que usualmentesentía en mi cabeza.

Pero ese día, me los quité. Tenía que escuchar, me dije. Le debía por lo menos esoa Hannah. Tenía que descubrir qué le había sucedido.

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Todo lo que escuchaba, sin embargo, era a la gente preguntando exactamente lamisma pregunta que me estaba haciendo a mí misma: ¿Cómo pudo una chica queparecía tan dulce y feliz como Hannah Chang ir a casa desde la escuela el díaanterior y tener una sobredosis?

¿Dónde estaba ella ahora? Me pregunté. ¿Estaría bien? ¿Era una de las afortunadasque había sido capaz de montarse en el bote correcto, el que llevaba a la gente a unlugar mejor? ¿O todavía estaba parada, fría y húmeda, en esa otra fila, esperandopor ese otro bote, en esa playa horrible? No lo sabía. Me di cuenta de que quizásnunca lo sabría.

Pero había algo que podía descubrir:

La razón.

Ese día, por primera vez en más de un año, en vez de pasar mi tiempo entre clases,segura en mi ataúd, ignorando a todo el mundo, con mis auriculares puestos, melos quité y me uní a todas las chicas chismosas que se la pasaban en las máquinasexpendedoras fuera del gimnasio.

Metí mi dinero y compré la bebida con más cafeína que pudiera encontrar, a pesarde la advertencia de mi neurólogo. Había decidido que era tiempo de dejar de estarasustada y comenzar a ser peligrosa, como mi padre.

Abrí la soda y la bebí mientras me quedé parada allí escuchándolas especular el porqué Hannah lo había hecho.

Tomé una segunda soda más lentamente en mi camino a clases — sin los auricularespuestos — mientras intentaba recordar todo de la última hora que había visto aHannah viva. ¿Había estado molesta? ¿Había estado triste?

Y lo más importante. ¿Qué le había escrito en esa nota al Sr. Mueller, la que habíadejado en su escritorio, la que lo había hecho fruncir el ceño?

Corazones. Recordaba eso. El papel que había usado para escribirle la nota al Sr.

Mueller había estado cubierto con corazones.

Y amor. Pienso que la había visto escribir la palabra amor.

 ¿Por qué? ¿Esa era una de las palabras? ¿ Por qué  no le había prestado más atención alas cosas que realmente importaban?

 No lo hagas . ¿Había sido esa una de las palabras? Como en, ni siquiera te molestesPierce. Estás tan loca como todos ellos dicen que lo estás.

Cuando llegué a la sala de estudio, duramente pude evitar mirar su escritorio, aparte de la cara triste y pálida del Sr. Mueller. Tratar de involucrarme me había

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dejado débil. No lo había hecho en un año. Ahora podía ver por qué: Involucrarseera completamente agotador. ¿Cómo hacia la gente para hacerlo todo el día, todoslos días?

Me deslicé en mi asiento, cuidadosa de no mirar sino hacia abajo, en caso de que la

visión del escritorio de Hannah vacío me desquiciara.

Así es como logré ver un par de zapatos. Los mocasines negros del Sr. Mueller, losque tienen borlas en ellos.

 — Pierce  — dice el Sr. Mueller en voz baja — . ¿Puedo hablar contigo? Tengo quepedirte un favor especial.

Tratando de no pensar en sus zapatos, porque por supuesto era una cosacompletamente ridícula en la cual concentrarse en un momento como este, levanté

mi vista para encontrarme con la suya.

 — Sí, ¿Sr. Mueller? — pregunté.

 — Estoy seguro de que has escuchado las tristes noticias acerca de Hannah Chang — dijo.

 — Sí — dije — . Lo escuché.

 — Bueno, la administración está realmente preocupada por intentos de imitación — 

me dijo en este tono conversacional. Como si fuéramos de la misma edad. Como sifuéramos iguales. Esta era la razón de por qué tantas chicas adoraban al Sr.Mueller. Porque nunca nos hablaba como si fuéramos inferiores — . Generalmentecuando un estudiante se suicida, otros estudiantes siguen la idea de intentarlo... Hasvisto cómo la gente está colocando flores en su casillero.

Había pasado por el casillero de Hannah en mi camino a clases. Ya estaba llenocon ramos de flores y tarjetas y peluches. Especialmente peluches de caballos.

 — Sí — dije, tragando fuerte.

 — La escuela no está planeando hacer un servicio funerario ni nada  — continuó elSr. Mueller — . Ya han decidido que no quieren embellecer su muerte. Sólo quierenque continuemos como si nada hubiera pasado.

Como si nada hubiera pasado. Asentí. Pude ver que el Sr. Mueller había decididono afeitarse esta mañana. Lucía un poco de barba. Lo hacía parecer un poco a eseactor guapo que hacía de doctor en ese programa popular de televisión. El doctoren ese programa, recordé de repente, también usaba generalmente zapatos con borlas en ellos. ¿Por qué no podía dejar de pensar en borlas?

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 — Así que ¿me podrías hacer un favor  — dijo en su tono de, Somos muy buenosamigos — , y moverte un asiento más adelante? Realmente no puedo dejar el viejoasiento de Hannah vacío así. Lo hace ver como si la estuviéramos recordando yapoyando lo que hizo. Y realmente no podemos tener eso ahora, ¿cierto?

Lo miré y a su barba incipiente. La próxima vez que vaya a la ciudad para uno demis almuerzos obligatorios con mi padre, decidí, iba ir hasta su closet y tomaríacada par de zapatos con borlas que tuviera y los iba a donar al asilo local dehombres. Incluso los Prada. No quería ver otro par de zapatos con borlas en ellosde nuevo.

 — Claro, Sr. Mueller  — dije, forzándome a sonreír — . Me sentaré en el viejoescritorio de Hannah.

 Aunque no lleva muerta ni veinticuatro horas, y sería como decir que nunca existió.

Me levanté de mi silla y me deslicé en la de Hannah. Se sentía de la manera en quese sentiría el estar en el ataúd de alguien más.

 — Gracias  — dijo el Sr. Mueller, sonriéndome calmado — . Gracias por ser tancomprensiva, Pierce.

Era gracioso que dijera eso. Porque en el momento en el que me deslicé en elescritorio de Hannah, lo entendí. Miré el diamante ubicado en mi camisa y vi quese había vuelto tan negro en ese momento como en la tienda de la joyería.

Y de repente, recordé las palabras que había visto a Hannah escribir en la nota parael Sr. Mueller. Justo así.

Quizás porque estaba sentada en su pupitre. Quizás era por toda la cafeína. Quizásera por el collar. No lo sé.

Pero de repente, entendí... todo.

De acuerdo, quizás no todo. Pero la razón de mi repulsión hacia el Sr. Mueller, de

todas formas.

 — Por supuesto...  — tragué fuerte de nuevo — . Usted   debe saber por qué lo hizo,¿cierto, Sr. Mueller?

El Sr. Mueller, que había estado caminando hacia su escritorio, se congeló. Lacampana había sonado para este momento, pero todo el mundo todavía estabahablando y dando vueltas. Nadie más me había escuchado, o ni siquiera meestaban prestando atención.

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Esa es la cosa, estaba empezando a darme cuenta de las cosas, ahora quefinalmente me había levantado de mi ataúd y estaba empezando a mirar alrededorfuera de este. La gente realmente no presta atención, ¿cierto?

Por supuesto, yo era tan culpable de esto como el resto.

 — ¿Por qué lo hizo?  — El Sr. Mueller se dio la vuelta para mirarme, con sus ojoscolor avellana bien abiertos. Estaba sonriendo, todavía en una forma amigable — .No, no lo sé. Por supuesto, ella era un poco... problemática.

Problemática. Claro. Si pensaba que Hannah era problemática, mejor que empezaraa correr. Ahora. Porque yo iba a empezar a dar más problemas de los que nuncahaya imaginado en sus sueños más salvajes.

 — Pero ella le dejó una nota ayer — dije, abriendo mis ojos inocentemente — . Yo lo

vi. Lo vi leyéndola.

Lo observé cuidadosamente. Todo dependía de cómo el Sr. Mueller reaccionaría.

 — Oh, eso — dijo el Sr. Mueller. No se quedó callado ni un segundo — . No era nadaimportante. — Se encogió de hombros — . Ya conocías a Hannah. Siempre dejandonotas graciosas. Me hubiese gustado saber que esa iba a ser la última. La habríaguardado. En su lugar, la lancé a la papelera de reciclaje.  — Señaló la papelera azulal lado de su escritorio. Sólo papel, se podía leer en la etiqueta que tenía al lado.Podía ver desde donde estaba sentada que la papelera estaba vacía — .Probablemente ya esté en camino hacia alguna planta de reciclaje en Nueva Jerseypara este momento. O, vaya.

Luego fue hacia el frente de la sala para tomar lista. Cuando llegó al lugar donde elnombre de Hannah habría estado, se lo saltó, como si nunca hubiera estado allí. Ynadie dijo nada. Ni siquiera yo. No entonces, de todas maneras.

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  102PURPLE ROSE

Con el terror ciñendo mi cabeza dije:«Maestro, ¿qué es lo que escucho,

 y quién son éstos que el dolor abate?»DANTE ALIGHIERI,Infierno, Canto III

Traducido por flochi y LizCCorregido por DaRk Bass

La niña sentada junto a mí en el auditorio de PIH estaba revisando los comentariosen su página de Facebook. La vi estremecerse, después finalmente apagó suteléfono y se echó hacia atrás, murmurando algo en español. Mi español escritoestá oficialmente por debajo del promedio, pero conozco todas las palabrotas.

 — En mi vieja escuela  — ofrecí, aunque sabía que no me había hablado — ,escribieron que yo tengo un gran palo en mi trasero.

La chica me miró de súbito, como si finalmente me viera por primera vez. Teníadelineados sus expresivos ojos oscuros muy expertamente con delineador negro ymáscara, y pegada en la esquina de cada párpado una pequeña estrella plateada.Recordé que en PIH había clases de cosmetología. Tal vez se había inscripto enellas.

 — ¿Qué? — dijo, pareciendo confundida.

 — En internet. — Señalé su teléfono — . En mi vieja escuela. También me llamabanzorra. — No mencioné las otras palabras peores que me habían dicho, después de lo

que pasó con el Sr. Mueller.

Ella frunció el ceño. No pude saber si esa era una buena o mala señal.

 — Oh, ¿sí? — dijo — . Bueno, me llamaron zorra, también. Debido a estas.  — Señalósus pechos. Era difícil negar que fueran bastante enormes. La camiseta de algodón blanco que llevaba tenía volantes por delante. Esto podría no haber ayudado a lasituación.

 — Algunas personas son simplemente estúpidas  — dije, mi mirada yendo

involuntariamente a las dos chicas con el cabello lacio, que estaban paradas junto a

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las escaleras del escenario. Estaban mirando en mi dirección…sólo que ahora noparecían desdeñosas. Parecían conmocionadas.

Una, notando que yo había mirado en su dirección, levantó una mano con los bordes de las uñas de color blanco, sonrió, y saludó. A mí.

Por un segundo no pude descubrir la razón. Luego vi al chico de la camisa polo blanco alejándose de ellas, y todo se aclaró.

 — No hay escasez de estupidez por aquí  — dijo sarcásticamente la chica junto ami — . Oye, ¿no estás en mi clase de economía?

 — Sí. Soy Pierce.  — Evité cuidadosamente decir mi apellido. Tuve la sensación deque eso era lo que las dos chicas junto a las escaleras habían descubierto. Eso es,probablemente, lo que explicaba su repentino cambio de actitud en lo que a mí

concernía.

 Es una isla pequeña, me había advertido mamá. Y no todo el mundo va a ser tan sofisticado como lo fueron en Westport.

 Las personas en Isla Huesos podrían decidir que les gustas por quien es tu papá. O no,considerándolo. Todo depende. Sólo ten cuidado. 

 — Kayla Rivera — dijo la chica junto a mí, señalándose a sí misma — . Eres la primade Alex Cabrero.

Era la declaración de un hecho. Así que, o Alex había estado hablando de mí, oKayla recordó mi nombre de algún otro lugar. ¿Tim o Jade habían estado instandoa todos los demás chicos de Nuevos Caminos a ser amables conmigo? Ese era elgiro más beneficioso en que podía pensar. Qué patético, si era cierto.

Bueno, al menos no parecía saber quién era mi padre. Realmente esperaba quecuando tuviera mi teléfono de regreso, no encontraría todo tipo de cosas acerca demí por Internet. Yo no tenía Facebook ni página de Twitter, ni un blog o algosiquiera parecido. Tenía bastantes personas siguiéndome en la vida real. Aunquesupongo que ya no es así.

 — Sí — dije — . Escucha. ¿Puedo preguntarte algo?

 — Oh, son reales  — dijo Kayla, señalando sus pechos — . El seguro de mamá cubrela cirugía de reducción de pechos, y voy a conseguir una, tan pronto como cumpladieciocho. No por razones cosméticas, tampoco. No me importa con que nombresme llamen. Es que estoy cansada de que mis rodillas golpeen mis pezones cada vezque trato de pedalear una bicicleta. Además, me duele la espalda. Me la haríaahora, pero el doctor dice que todavía estoy creciendo. ¿Puedes creerlo? Estascosas pueden seguir creciendo.

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 — Wow  — dije. Y yo pensaba que tenía problemas — . Pero no era sobre eso, enrealidad. ¿Qué quiere decir cuando la gente te llama Ala-D?

Antes de que pudiera contestar, se sintió un golpazo atrás de nuestros asientos,como si alguien los hubiera pateado. Me giré rápidamente, segura de que era él .

Pero por supuesto, no lo era. Era solamente mi primo Alex, encaramándose en lafila detrás de nosotras.

 — Ey  — me dijo — . Ahí estás. Estuve buscándote en el almuerzo. ¿Por qué norespondiste tu teléfono?

 — Tim lo cogió — dije — . Dijo que socializaría mejor sin él.

Kayla rió.

 — Oh, hombre — dijo ella — . En verdad eres nueva. No puedo creer que cayeras coneso. Nunca entregues el teléfono, pollita, sin importar lo que Tim diga.  Nunca.

Me encogí de hombros.

 — Nadie me llama, de todos modos.

Eso era triste pero cierto. ¿John tenía siquiera un teléfono móvil? Dudosamente.¿Cómo pagaría su factura? ¿Con diamantes grises? Eso probablemente le parecería

 bien a la compañía de teléfonos.Alex se encaramó al asiento junto a mí, después se hundió en él.

 — Gracias — dijo — . Supongo que yo no cuento como nadie.

 — Sabes lo que quise decir — dije.

Me empujó amigablemente en el hombro como respuesta.

 — Cálmense, chicos.

Eso es lo que el hombre, el director de la escuela, dijo con voz cansada cuando sesubió al escenario y se quedó de pie detrás del podio, esperando que todos tomaranasiento. Mientras él hojeaba un montón de notas que trajo con él, comprobandoque estuvieran en orden, escuché a Alex exhalar un suspiro. No lo culpaba. Miréalrededor, ya aburrida. Necesitaba otra soda. Sólo había tenido seis en el desayuno.Más vale que este tipo haga su discurso animadamente.

 — Entonces — me dijo Alex — , ¿cómo ha sido tu primer día hasta ahora?

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 — ¿Hasta ahora? — Me encogí de hombros. Las chicas que se habían burlado de micon Ala-D, me di cuenta, habían encontrado asientos… al otro lado del chico delpolo blanco, quien sostuvo la puerta abierta para mí. Interesante — . Bien.

 — Wow  — dijo Alex — . Mientes casi tan convincente como mi padre En serio.

Estoy inspirado.

 — Este lugar apesta  — dijo Kayla — . Sé que el Departamento de Educación delEstado de Florida está sin dinero. Pero creo que hay chinches en mi asiento.

 — Gente.  — La voz del Director Alvarez resonó en el micrófono — . Tanto comosiga continuando este comportamiento infantil… 

Alguien gritó algo poco halagador sobre el parentesco del Director Álvarez ysugirió que hacía algo incestuoso con su madre.

Ahí fue cuando las puertas del auditorio se abrieron, y oficiales de la policía enuniformes de manga corta — sin deferencia al calor — aparecieron en cada salida.Entraron en el auditorio y se apoyaron contra las paredes.

Los miré nerviosamente. Había esperado algo un poco más interesante que lacomún y corriente típica convocatoria para mantener lejos las drogas.

Pero después de pasar un considerable tiempo en compañía de la policía hace unoscuantos meses — a pesar de que yo no había hecho absolutamente nada, sólo la

persona que había tomado toda la culpa — esto era mucho.

Los policías parecían poner a todos, no solamente a mí, nerviosos. El auditoriorepentinamente se quedó en silencio.

 — Sr. Flores — dijo el Director en el micrófono — , podría sorprenderse al saber quepuedo verlo perfectamente desde acá arriba. Y acaba de obtener una OSS17 por suobservación acerca de mi madre. Eso quiere decir una Suspensión en la Escuela,para aquellos de ustedes que nos están familiarizados con el término. Por favor,váyase de los terrenos de la escuela, Sr. Flores, y no se moleste en regresar hasta el

lunes.

Todos en la audiencia se rieron apreciativamente ante esto, mientras un joven conun pañuelo negro en la cabeza se levantó y caminó tranquilamente — sin parecerpreocupado por la suspensión — desde la última fila del auditorio. Los oficiales depolicía observaron su salida con indiferencia desde donde estaban.

Esto estaba lejos de ser la Academia Westport para Chicas, donde la primeraasamblea era siempre dedicada a un amoroso tributo en forma de canción a lafundadora de la escuela, la Señorita Emily Gordon Portsmith.

17 OSS: Out of School Suspension.

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 — Hey.

Para mi sorpresa, el chico del polo blanco se había levantado de su asiento. Ahorahabía vuelto su rostro al auditorio entero. Sin limpiar el sudor nervioso de ambasmanos sobre sus caquis cortos (probablemente porque no tenía sudor nervioso), dijo

con voz despreocupada:

 — Bienvenidos de vuelta, Wreckers.

Para mi asombro, todos guardaron silencio al escucharlo. Supongo que esto podríahaber sido debido a los policías.

Pero había algo más en eso. Había una facilidad, una confianza con la cual estechico hablaba — y supongo que el buen aspecto del chico de banda no lastimaba,tampoco — que hizo que las personas parecieran solo querer  callarse y escuchar.

 — Sé que ha sido una largo verano  — dijo, mostrándose serio y todavía amistoso yaccesible — . Y estoy emocionado de estar de vuelta y verlos a todos ustedes,también. Bueno, alguno  de ustedes. ¿Verdad, Andre?  — Su mirada cayó sobre unchico en la multitud, quien frunció el ceño disimuladamente. Andre fingióinclinarse en su asiento. Todos rieron.

 — Pero es el turno del señor Álvarez ahora  — el chico de la remera blancacontinuó — . Así que dejemos que el hombre diga lo que tiene que decir. ¿Bien? Paz.

Se volvió y se sentó tras un aplauso atronador. Yo también aplaudí, sin estar segurade la razón. Excepto que todos los demás lo hacían…excepto, me di cuenta, miprimo Alex.

 — ¿Por qué no estás aplaudiendo? — me acerqué para murmurarle.

Se encogió de hombros. Como su padre, Alex no era siempre súper comunicativo.

 — Gracias — dio el Director Álvarez mientras el clamor de los aplausos empezaba amorir. Claramente quiso hacerse con el control de la situación antes de que alguien

más pudiera comenzar a gritar acerca de su madre — . Gracias, Sr. Rector por eso. Ypara todos ustedes, estudiantes de primer año o estudiantes de transferencia quepodrían ser nuevos en PIH y no lo saben, ese fue el presidente de la clase séniorSeth Rector, quien también pasa este año a ser el mariscal de campo del equipo y eltesorero del Club de Español de la preparatoria Isla Huesos… 

¿Rector? Definitivamente había escuchado — o al menos visto — ese nombre por laisla. ¿Sólo que dónde?

O, cierto. Ya que a la economía local no le estaba yendo tan bien — gracias, en no

una pequeña parte, a la compañía de papá — cada negocio en Isla Huesos parecía

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tener un cartel de SE VENDE en la ventana. Bienes Raíces Rector parecía estar portodas partes. ¿Podía tener alguna relación con Seth Rector?

 — Sólo quería darles la bienvenida a todos ustedes, nuevos y  viejos alumnos, antesde cederle el micrófono a alguien que creo que conocen bien. Pero primero, me

gustaría discutir un importante problema de seguridad con todos ustedes. Y eseproblema son… las fogatas.

El Director Álvarez bajó la vista a sus tarjetas de notas. ¿Tarjetas de notas? ¿Enserio? Ronquido.

 — ¿Por qué ya no permitimos las fogatas durante los partidos de futbol en PIH?Bueno, déjenme decirles. Aquí en Isla Huesos, la temperatura media en septiembrees de unos treinta grados. Ante temperaturas como esa, una fogata puedeextenderse rápidamente fuera de control… 

Pero no era solamente en los carteles de bienes raíces donde había visto lapalabra Rector . Había sido escrita en otro lugar… 

 Ahora recordaba. Había sido tallada en el mármol brillante de uno de los mausoleosque mamá y yo habíamos pasado por el cementerio durante el recorrido en bicicletade la isla que ella me había dado.

A diferencia del resto de las criptas en las proximidades, el mausoleo Rector estabaen su propia parcela, acordonado por una cerca de cadena, y tenía dos plantas, conplacas de metal brillante. Esta familia había hecho realmente todo lo posible por susqueridos difuntos.

 — Algunos tienen dinero para quemar  — había remarcado, preguntándomeociosamente por qué mi collar, metido dentro del escote en V de la camiseta queestaba usando en ese momento, se había vuelto de un gris profundo y tomentoso.

 — Sí — había contestado mamá con una voz divertida — . Algunos sí.

 — ¿Qué pasa, mamá? — Cuando había alzado la vista de mi collar hacia ella, vi quese había vuelto tan blanca como el vestido de playa que estaba usando — . ¿Conocesa estas personas o algo?

 — Solía hacerlo — dijo con una voz distante — . Hace mucho tiempo.

Luego pareció sacudirse a si misma, puso su pie sobre el pedal, y me sonrió.

 — Míranos, pasando todo este tiempo en un cementerio con tan hermoso día.Vamos a por algunas limonadas.

 — Y por eso es que este año — decía monótonamente el Director Álvarez — , vamosa tomar medidas proactivas para frenar tales actividades. Deben ser conscientes de

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que los oficiales de policía de Isla Huesos, junto con miembros reconocidos a nivelnacional de la Preparatoria de Isla Huesos, premiados por sus programasinnovadores de servicios sociales, Nuevos Caminos, entraran en vigor los próximosdías, y noches, y planean prestar particular atención este año...

Fue entonces cuando los abucheos estallaron. Estaba tan sorprendida por ello, aúnpensando en ese día atrás con mamá en el cementerio, que estuve a punto de saltarde mi asiento. No tenía idea de lo que estaba pasando, realmente. ¿Cómo habíamospasado de fogatas a la policía, y, por alguna razón, a mis consejeros de NuevosCaminos, estando fuera en vigor para frenar tales actividades?

Pero nunca había visto tanta hostilidad de la multitud. Nunca había pasado algocomo esto en mi vieja escuela... a menos que cuente el escándalo que estalló la vezque traté de demostrar que mi ex mejor amiga se había suicidado por una relación

amorosa con su entrenador de baloncesto. — ¡Simplemente no queremos ver a las personas saliendo lastimadas!  — gritaba elDirector Álvarez por el micrófono — . ¡Deben saber que todo esto es por suprotección! El comportamiento delincuente, el vandalismo, el incendiopremeditado no se tolerará este año y serán perseguidos con todo el rigor de la ley.Y quienes sean capturados serán responsables tanto penalmente como por elsistema escolar. Los cargos van desde daño criminal hasta la agresión, por nohablar de la expulsión...

Los abucheos se volvieron burlas. La gente también empezó a lanzar insultos, y nosólo sobre la madre del Director Álvarez. Insultos de su esposa comenzaron avolar, aunque no todos en Inglés, por lo que no pude captar los detalles.

Alex y Kayla, por el contrario, sólo parecían aburridos. Bueno, está bien: Kaylaparecía aburrida. Estaba revisando su página de Facebook de nuevo.

Alex se veía disgustado.

Pero entonces, Alex parecía disgustado la mayor parte del tiempo. ¿Quién podría

culparlo? La vida no se había ocupado de mi primo Alex de la manera más justa.No sólo tenía que vivir con la abuela, si no que su padre había estado en la cárceldurante la mayor parte de su vida, y Alex ni siquiera hablaba acerca de las visitasocasionales de su madre desde el continente, excepto para decir que no habría másde ellas ahora que su padre estaba en casa porque el tío Chris no la toleraría (ellatrabajaba en cualquier parte que puedes buscar en línea, pero sólo si eres mayor dedieciocho años).

 Refrénate antes de hundirte .

 — Además — continuó el Director Álvarez, alzando la voz como si aumentando elvolumen, fuera a hacer a las personas más receptivas. Podía ver como su frente

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empezaba brillar. Se estaba caldeando el ambiente en el auditorio. No sólo referentea la temperatura.

 — Deben saber que tenemos contacto con todas las ferreterías locales, pidiéndolesque no vendan grandes cantidades de madera a los menores de edad o a sus padres

durante la semana próxima.

Se armó la algarabía. Nunca había oído una explosión como tal. Las personasestaban de pie en sus asientos. Habrías pensado que les había quitado susprivilegios de almuerzo fuera del campus o algo así.

Los policías que habían estado apoyados en los muros dieron varios pasos haciaadelante, poniéndose alerta. Las personas que habían estado de pie en sus asientosse sentaron de nuevo. Pero todavía se veían molestos.

 — ¿Qué — me volví a preguntarle a Alex, sin comprender — ,está pasando? ¿Por quéestán tan molestos? ¿Sólo por el hecho de que no pueden hacer algunas estúpidasfogatas?

 — No — dijo Alex, sacudiendo su cabeza. Su sonrisa era amarga — . Esto no es sobrefogatas en absoluto. No es por eso que están prohibiendo la madera.

Negué con la cabeza.

 — ¿Qué? No lo entiendo.

 — No te preocupes. Ni él lo hace  — dijo Alex, inclinando su cabeza en la direccióndel director — . Es sobre Nuevos Caminos. Siempre están haciendo mierdas comoestas. Pero nunca cambia nada. La mayoría de las veces, sólo lo empeora todo.Como meternos a todos en el Ala-D.

 — Espera — le dije, completamente confundida ahora — . ¿Qué tiene que ver el Ala-D con todo esto?

Alex miró más allá de mí.

 — Ella quiere saber qué tiene que ver el Ala-D en todo esto  — le dijo a Kayla conuna sonrisa.

 — Ay — dijo Kayla. Chasqueó su lengua y sacudió la cabeza — . Que pollita.

 — ¿Qué? — pregunté, completamente confundida — . ¿Qué es? Es sólo un edificio.

 — Es tan linda — le dijo Kayla a él — . ¿De dónde la conseguiste?

 — Es del continente —dijo Alex, en una voz de “¿no sientes lástima por ella?”. 

El Director Álvarez levantó las dos manos.

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 — ¡Gente! Gente, escuchen... Aquí... ¡aquí está el Jefe de la Policía Santos paraexplicarles! Jefe... son todos suyos.

Y con eso, el director salió del escenario, obviamente, dispuesto a dejar que otrapersona cargara con la culpa.

El jefe de la policía, sin embargo, se tomó su tiempo para llegar hasta el podio. Él, adiferencia del director, no tenía tarjetas de apuntes.

Él, sin embargo, tenía su mano derecha apoyada en la culata de la pistola quellevaba en la cadera. Sea o no que lo hizo intencionalmente, me di cuenta que losabucheos se calmaron de inmediato.

Y nadie gritó una palabra acerca de su esposa. De hecho, un respetuoso, o tal vezasustado, silencio pareció caer sobre el auditorio una vez más.

El Jefe Santos se veía un poco escalofriante. Era un hombre grande, tenía un bigotegris, cejas grises gruesas a juego, y una voz muy profunda, algo sonora. Se tomó sutiempo no sólo en subir el micrófono, si no en elegir sus palabras.

 — Gracias, Director Álvarez  — dijo el jefe de policía, sin molestarse siquiera enmirar al hombre más pequeño. Su mirada de halcón, en su lugar, estaba en todosnosotros. De hecho, parecía dirigirse directamente a mí.

Sentí que me hundía un poco más en mi asiento. Quería un refresco, más que

nunca.

 — Vamos a dejar de jugar juegos — dijo el jefe de la policía, aspirando un poco entredientes — . No son niños. Y todos ustedes saben por qué estoy aquí.  — Podrías haberescuchado a un delfín rompiendo la superficie del agua al otro lado.

No había hecho nada malo, no en la Preparatoria de Isla Huesos, de todos modos.Pero me sentí como si lo hubiera hecho.

Espera... ¿eso era? ¿Habría leído mi expediente? ¿Sabía lo que había hecho atrás en

mi antigua escuela? Eso tenía que ser. Él lo sabía.

Sólo que yo no había hecho nada. Claro, había  planeado hacer algo.

Pero no lo había hecho. Todo lo había hecho John. Nada había sido probado, noen un tribunal de justicia, de todos modos. Los cargos criminales nunca habían sidoaún presentados en mi contra, por falta de evidencias.

¿Cargos civiles? Bueno, eso es harina de otro costal.

 — Ya hemos empezado a ver el vandalismo en un área determinada de la ciudad, yes sólo el primer día de escuela — el Jefe Santos continuó con su voz deliberada.

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 Espera. ¿Vandalismo?

Me entraron ganas de reír. ¿Qué había de malo en mí? Aparte de lo obvio, porsupuesto. ¿Por qué diablos había pensado, ni por un segundo, que esto tenía algoque ver conmigo?

Jade tenía razón: tenía que darme un respiro.  Era sólo la preparatoria, después detodo.

 — Y creo que ustedes saben de qué área de la ciudad estoy hablando  — continuó el jefe de la policía.

Vi un cambio sutil que se había producido en la actitud de los policías de pie a lasalida. Ellos, al igual que su jefe, tenían las manos descansando en las culatas desus pistolas.

Hablaban en serio.

 — Cuando su director vino a mí  — dijo el jefe de la Policía Santos en un tono queera aún más cuidadosamente controlado que cualquier otro que había utilizadohasta ahora — , le dije que no había nada en el mundo que me daría más placer quevenir aquí y hablar con todos ustedes. De hecho...

Aquí, el jefe de la policía se inclinó hacia delante contra el podio y apuntó su dedoíndice hacia todos nosotros, haciéndonos señas de acercarnos, como si quisiera

decirnos un secreto.

Él, a diferencia del director Álvarez, era un orador convincente, en realidad meencontré haciendo lo que pedía antes de darme cuenta de lo estúpido que era. ¿Quépodía decirme el jefe de policía de la Isla Huesos? Ni siquiera me conoce.

Y si las cosas salían como yo esperaba, él nunca lo haría.

 — Me gustaría que todos y cada uno de ustedes fueran a casa después de esto y lesdigan a sus padres, muchos de los cuales también asistieron a esta hermosa

institución, que el jefe de policía Santos se acercó y habló hoy con ustedes sobreuna antigua tradición de Isla Huesos que estoy seguro que muchos de ellosdisfrutaron cuando iban a la escuela aquí. Esto es lo que quiero que les digan:Mamá. Papá.  — Su voz se elevó tanto en el tono como en el timbre. Ahora ya nohablaba más en voz baja. Ahora sus palabras retumbaban en todo el auditorio,haciendo temblar las paredes como un trueno — .  La Noche de Ataúdes se cancela esteaño.

Hubo un gemido inmediato, y sin lugar a duda enojado, seguido de murmullosindignados. Las personas realmente parecían molestas de que no pudieran celebraralgo llamado Noche de Ataúdes.

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¿Qué clase de loco lugar era este de todos modos?

 — Gente — el jefe de policía continuó, levantando las manos para pedir silencio. Ylo consiguió — . Tal vez deberían haber pensado en esto antes de que algunos deustedes irrumpieran en el Cementerio de Isla Huesos anoche y cometieran actos de

vandalismo allí. No sólo en una de las criptas, si no en la entrada también.

Lo miré fijamente, sin atreverme a respirar.

El cementerio. Oh, Dios.

Y la puerta. La destrozada y retorcida puerta.

 — ¡El cementerio no es su patio de recreo privado!  — La voz del jefe de la policía,que había sido de un agradable acento agudo, ahora subió a un rugido

ensordecedor, sorprendiendo incluso a Kayla, quien bajó su teléfono móvil y lomiró con ojos como platos — . Es un lugar de descanso para los muertos. Esastumbas merecen respeto. No pueden ir a profanarlas para su propia diversióninfantil en mi vigilancia... ¡ Ninguna de ellas! ¿ Estoy siendo claro al respecto?

Sentí el dolor en la parte trasera de mi cuello empezar a palpitar más fuerte quenunca.

 — Ahora que tengo su completa atención  — dijo el jefe de policía con voztranquila — , quiero que sepan que hasta nuevo aviso, las puertas del cementerio se

van a mantener cerradas las veinticuatro horas al día, después de que hayan sidoreparadas, por supuesto, por si acaso alguno de ustedes no me toma en serio acercade esto. Y porque puede haber uno o dos de ustedes lo suficientemente estúpidoscomo para tratar de escalar la cerca,  — uh-oh — , varios de mis agentes estaránpatrullando por la noche. Ya que estoy seguro de que esto va a alterar aquellos deustedes que deseen pagar sus respetos a sus seres queridos que están enterrados allí,no duden en preparar una cita con el sacristán del cementerio, Richard Smith.

El Jefe de la Policía Santos señaló a un hombre anciano, elegantemente vestido con

una chaqueta de lino, una corbata de lazo verde brillante y un sombrero de copa baja, que estaba sentado en una silla plegable en la parte inferior de las escalerashasta el escenario del auditorio, con un maletín posado sobre sus rodillas. En lamención de su nombre, se levantó, se quitó el sombrero ante nosotros, y luego sesentó de nuevo.

Lo reconocí de inmediato como el mismo hombre que me había gritado tantasveces por utilizar su cementerio como una vía pública.

 — El sacristán del cementerio Smith estará encantado de abrir la puerta y escoltar a

cualquiera de ustedes que deseen presentar sus respetos a sus seres queridos

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directamente a sus tumbas, y esperar allí hasta que hayan terminado  — explicó el jefe de policía.

El sacristán del cementerio Richard Smith se levantó y gritó con una voz profundade un hombre anciano:

 — Durante las horas de visita apropiadas. — Antes de sentarse de nuevo.

 — Durante las horas de visita apropiadas, por supuesto  — el Jefe de la PolicíaSantos repitió en el micrófono.

Más murmullos infelices por parte de la multitud, a excepción de Alex, que levantóuna ceja como si encontrara toda la cosa bastante interesante. Comenzó atamborilear nerviosamente a lo largo de la parte posterior del asiento frente a él conun bolígrafo, para gran disgusto de la chica sentada allí.

 — ¿Podrías por favor dejar   de hacer eso?  — la chica de repente se dio vuelta parapreguntar.

 — Lo siento — dijo Alex, y dejó de tamborilear.

 — ¿Quién se anima a ir a Gut Busters después de esto?  — Kayla levantó la vista desu teléfono para preguntar.

 — Sólo tengo cinco dólares — dijo Alex.

 — La pollita aquí puede pagar  — dijo Kayla — . ¿No se supone que su padre es dealguna clase de rico? ¿Estás dentro, pollita?

 — Claro — le dije — . Lo que sea.

No tenía ni idea a qué había acordado a ir. Todo lo que podía pensar mientrasestaba sentada allí, sintiéndome casi tan aturdida como si me hubiera tropezado denuevo con mi bufanda y me hubiera dado otro hematoma subdural, era como dealguna manera, John lo había hecho de nuevo.

Dejó atrás otra prueba sustancial de que era real, y cometió un acto criminalmientras lo hacía. Un acto criminal que la policía de Isla Huesos, al igual que lapolicía en Connecticut, que había sentido que no había tenido otra opción, porque¿cómo iban a culpar a una sombra de ciento ochenta y tres centímetros, que, a pesarde que había aparecido en un vídeo, no había dejado pisadas o huellas dactilares?,iban a culparme.

¿Podría mi día ser peor?

Pero resultó que mi día podría empeorar. Mucho.

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Porque cuando entré en las oficinas de Nuevos Caminos después de la asambleapara buscar mi teléfono, Alex y Kayla arrastrándose detrás de mí, discutiendo sobrepor qué incluso teníamos que parar a recoger mi teléfono ya que había dicho quenadie nunca me llamaba, de todos modos, ¿a quién me encuentro allí conversandocon Tim y Jade y los otros consejeros, si no a mi madre?

Pero esa no fue lo peor. Ni por un millón de años. Porque sentado tranquilamenteen una de las sillas de vinilo de color púrpura en la sala de espera, mirando haciaabajo, a una copia antigua de la revista Time a través de un par de gafas conmontura de oro, estaba el sacristán del cementerio Richard Smith. Su sombrero depaja y la cartera estaban los dos puestos en la silla a su lado. En la parte superior dela cartera estaba un collar.

Mi collar.

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Traducción SOS por Sheilita Belikov y Little RoseCorregido por DaRk Bass

Mi corazón hizo un doble salto mortal dentro de mi pecho tan pronto como puselos ojos en ello. No me había dado cuenta de lo mucho que había estadoanhelándolo hasta que lo vi en posesión de alguien más.

Pero no estaba sólo en posesión de cualquier otra persona. Mi collar estaba en lasmanos del sacristán del cementerio. ¿Qué significaba eso?

Suponía que nada bueno.

 — ¡Oh, hola, cariño!  — exclamó mamá. Logró aguantar las ganas de arrojar sus brazos alrededor de mí y darme un gran abrazo delante de todos.

Pero podías darte cuenta que es lo que quería hacer.

 — Espero que no te importe que haya venido  — dijo — . Sé que se supone que lallevarías a casa, Alex, pero simplemente no podía esperar. Quería ver por mí mismacómo fue todo. Lo juro, ¡tenía más nervios de primer día que ustedes chicos!

 No. No creo que los tuvieras, mamá. Verás, no sabes lo que me pasó anoche en el cementerio. Dormiste bien durante la tormenta.

Y no tienes ni idea de lo que el hombre viejo sentado en esa silla de vinilo está a punto dehacer. Yo tampoco, en realidad.

 Pero él no puede probar nada. Cualquier persona puede tener un collar como ese. Bueno,quizás no cualquiera. Y tal vez no exactamente como ese...

 Pero no importa. Mientras él no haga nada que me haga enojar.

 Aquí no cruza nunca un alma justa, por lo cual si Carón de ti se enoja,

comprenderás qué cosa significa.DANTE ALIGHIERI,Infierno, Canto III

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  116PURPLE ROSE

 — No te preocupes, mamá  — le dije, acercándome y dándole un pequeño medioabrazo. Esperaba que ella no fuera capaz de sentir lo mucho que estabatemblando — . Las cosas salieron genial hoy.

Mentira. Y claramente estaban a punto de ponerse mucho, mucho peor.

 — Oh  — dijo mamá, devolviéndome el abrazo — , estoy tan contenta. No es queesperara que las cosas fueran de otra manera  — añadió en voz baja — , pero no pudeevitar sentirme un poco preocupada, cuando me acerqué y vi todos esos coches depolicía afuera...

 — Oh, eso no fue nada  — dije, cuidadosa de mantener mi mirada apartada delsacristán del cementerio.

 — Oh, cierto — dijo Kayla con una risa sarcástica — . Nada. Sólo están tratando de

evitar que el cuerpo estudiantil se sublevé y maté al Director Álvarez porquecanceló la Noche del Ataúd. Otra vez. Lo de siempre.

 — ¿Noche del Ataúd?  — Mamá dejó escapar un borboteo feliz de risa. Si hubieraentrado alguien que no supiera que no era así, podrían haberla confundido con unmiembro del personal de Nuevos Caminos, no una madre. Ella no lucía muydiferente a ellos, a excepción de no tener ningún tatuaje. La diferencia principal eraque mamá llevaba un polo azul marino con la insignia blanca del Instituto Marinode Isla Huesos en ello. El IMIH es donde había conseguido un trabajo aquí. Al

conseguir un trabajo, me refiero a que es donde ella había donado una gran partedel dinero que recibió de papá en el acuerdo de divorcio.

Dadas sus referencias, estoy segura de que el IMIH habría contratado a mamá detodos modos. Pero no habrían sido capaces de pagarle un salario, ya que estabantan bajos en financiación. Ahora  — gracias a mamá —   tenían un montón. Y lasespátulas — cuya población había sido realmente diezmada, debido en gran parte ala compañía de mi padre —  tenían buenas posibilidades... no sólo las espátulas, sinotambién muchos otros de la vida marina local.

A veces era en cierto modo un alivio saber que no todos los problemas conyugalesde mis padres provenían de sólo mi accidente.

 — No me digan que la Preparatoria de Isla Huesos todavía tiene una Noche deAtaúd — estaba diciendo Mamá, emocionada como un niño, estrechando la manode Kayla, que se había presentado a sí misma. A Kayla aparentemente le encantabapresentarse a la gente. No estaba segura de por qué ella estaba en Nuevos Caminos,pero la timidez no era uno de sus problemas.

 — Bueno, digamos que la administración está haciendo todo lo posible para

encargarse de que no la hagamos  — dijo Tim — . Pero las viejas costumbres nuncamueren.

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Yo estaba teniendo un momento difícil siguiendo la conversación, a la vez quetambién mantenía un ojo en el Sacristán del Cementerio, Smith. ¿Me reconoceríade todas las veces que me había pedido que me bajara de mi bicicleta y mostrara algode respeto por los difuntos ? Seguramente no.

E incluso si lo hacía, ¿qué más da? Él no sabía que era mi collar o que yo habíaestado en el cementerio anoche o que tenía algo que ver con lo que le habíasucedido al portón.

Excepto, por supuesto, que allí estaba ese mechón de pelo  — los cabellos que mearranqué de mi cabeza mientras dramáticamente me quitaba el collar paradevolvérselo a John —  todavía unido a la cadena de oro. Ahora podía ver la marañade color marrón oscuro contra el cuero marrón más claro de su maletín.

¿Podría exigir una muestra de ADN mía? No sin una orden judicial.

Pero aun si pudiera, ¿qué más da? Yo había estado en el cementerio muchas veces,comenzando desde hace una década. No podía demostrar que había estado allíanoche. ¡Y ciertamente yo no le había hecho nada al portón! ¿Cómo podría? Sólosoy una debutante en la Academia Westport para Chicas.

O al menos lo habría sido si no hubiera sido expulsada por agresión.

 — Hablando de que las viejas costumbres nunca mueren  — dijo Tim — .Felicitaciones, Pierce. Un día concluido, sin SI o SE. Sigue con el buen trabajo.  — Él abrió un cajón y sacó mi teléfono móvil, ofreciéndomelo con un ademánostentoso.

 — Gracias — dije, agarrándolo de su mano extendida. Como director del programade Nuevos Caminos, Tim estaba más cerca de la edad de mi madre que de la deJade, lo que significaba que no tendía a utilizar palabras como épico o tenía algúntatuaje visible. En cambio, decía cosas como SI (Suspensión Interna) y SE(Suspensión Externa) y llevaba una corbata.

 — Entonces, ¿podemos irnos ahora?  — preguntó Alex con tanta impaciencia queJade, que había estado apoyada en la puerta de su oficina con su frasco decaramelos de regaliz rojo acunado en sus brazos, se echó a reír.

 — ¿Cuál es la prisa, amigo?  — preguntó ella, inclinando el frasco de regaliz en sudirección — . ¿No puedes esperar para comenzar a trabajar en toda la tarea?

 — Vamos a Queen — explicó Kayla, metiendo su mano en el frasco después de queJade se lo pasara, Alex tuvo que negar con la cabeza — . Y queremos llegar antesque la multitud.

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 — Oh — dijo mamá, con una mirada que reconocí. Era la misma mirada que habíatenido cuando Kayla había mencionado la Noche del Ataúd, lo que sea que esofuera... la mirada de mamá con ojos llenos de nostalgia por los tiempos pasadosmás felices — . ¿Los chicos todavía van a ese lugar al otro lado de la Playa Higginsdespués de la escuela, a tomar un helado?

 — Sí  — dijo Alex secamente — . Por eso tenemos que apurarnos. Necesito más quesólo regaliz sin grasa para satisfacer mi dosis tres-quince de azúcar.

Todos se rieron... excepto el Sacristán del Cementerio Smith, que dejó su revista, yluego se puso de pie.

 — No bromearía sobre dosis si fuera tú, muchacho  — le dijo a Alex severamente — .Sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de tiempo que tu padre sirvió en lacárcel, y para qué.

La risa se detuvo tan abruptamente como si hubiera sido simplemente arrastradapor uno de los vientos de cuarenta millas por hora de anoche.

 — Discúlpeme  — dijo mamá con tensión, volviéndose hacia el Sacristán delCementerio Smith — . No creo que nos conozcamos. Soy Deborah Cabrero, y estaes mi hija, Pierce. Alex es mi sobrino. Christopher Cabrero  — su padre —   es mihermano.

 — Lo sé  — dijo el Sacristán del Cementerio Smith. No parecía incómodo enabsoluto. Se veía como si estar en las oficinas de Nuevos Caminos, con su chaquetade lino y corbata de lazo, creando problemas, fuera todo lo que tuviera en suagenda para el día.

Lo cual, teniendo en cuenta que trabajaba en un cementerio que ahora mantenía suportón (roto) cerrado las 24/7, probablemente era todo lo que tenía en su agendapara el día.

 — Es una lástima lo que le pasó a su hermano. Innecesario, también. No me

gustaría ver a éste ir por el mismo camino.  — La mirada de ojos oscuros del Sr.Smith se posó en Alex, que se sonrojó furiosamente todo el camino hasta elnacimiento de su cabello negro azabache.

Pero antes de que Alex tuviera tiempo de responder, el Sr. Smith se volvió paramirar a mi madre por encima de sus anteojos con montura dorada y le dijo:

 — Las cosas resultaron muy diferentes para usted de lo que fueron para su hermano,¿no fue así, Deborah? Solía jugar a las bochas con su padre antes de que muriera. Élestaba muy orgulloso de usted. Qué pena que no parecía poder visitarlo más a

menudo cuando aún estaba con vida.  — No me perdí el reproche en su tono y nopodía ver cómo mamá podría, tampoco... pero nunca se sabía con ella. Muchas

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veces, su cabeza estaba ausente con las espátulas — . Pero está de vuelta en IslaHuesos, por el momento, por lo que veo. Espero que sea capaz de mostrar un pocomás de apoyo a Christopher ahora de lo que hizo en aquel entonces.

Los ojos de mamá estaban tan abiertos como una moneda. Yo estaba bastante

segura de que esta vez, su cabeza no estaba ausente con las espátulas. Se habíadado cuenta del reproche sobre su falta de visitas al abuelo antes de morir. Y  del desobre su falta de apoyo al tío Chris... lo que eso significara.

Incluso antes de mirar hacia abajo la parte de atrás de mi cuello ya habíacomenzado a palpitarme.

Pero una vez vi los zapatos del sacristán del cementerio, supe que todo habíaacabado.

 Borlas.

 — No estoy segura de comprender a lo que se refiere, Señor Smith  — dijo mi madrecon un tono muy controlado — . Pero gracias por la preocupación. Mi hermano, haestado bastante bien desde su liberación… 

 — ¿Lo ha estado?  — preguntó el sacristán del cementerio, sonando genuinamentealegre de oír eso — . Bueno, eso es bueno. Era un chico bastante popular, en lapreparatoria, por lo que recuerdo. Debe haber tenido visitas todo el tiempo… 

 ¿Qué?  Eso no podía estar bien. Nadie se había detenido para ver al Tío Chris, almenos no cuando yo había estado en la casa de la Abuela para cenar o para juntarme con Alex o simplemente sentarme en el sillón a ver el canal del clima en latele en silencio con su padre. En realidad no era un mal canal, de hecho teníamuchos programas sobre gente metida en tornados.

 — Ustedes dos — solía decir la abuela cuando regresaba a casa después de un largodía — . ¡Como guisantes en una vaina! ¿Cómo pueden beber eso? Mata su cerebro,saben. Pierce, ¿el doctor sabe cuántas gaseosas bebes en un día? No me importa si

son de dieta. Pensé que no debías tomar cafeína. Es lo que tu madre dice. Tepareces más a tu padre cada día. Christopher ¿podrías dejar de alentarla si fuerastan amable?

 Refrénate antes de hundirte.

Pero lo que el sacristán estaba diciendo era sin duda cierto. El tío Chris, como mimadre, aparentemente había  sido popular en la preparatoria. Cuando entró en eledificio principal de PIH — que ahora era el Ala-D —   llevando mis papeles detransferencia de la Academia Westport y me inscribió para este año, Alex había

señalado la vitrina de trofeos. El nombre del tío Chris estaba por todos lados. El de

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mamá también, por cosas como tenis y natación. El abuelo estaba ahí conatletismo, y la abuela como Reina de la Graduación.

La familia Cabrero estaba en toda el Ala-D.

Todos excepto Alex. Y yo, por supuesto.

Mi madre estaba de pie en la nueva oficina del Ala-D, mordiéndose el labio inferiormientras miraba al suelo…aunque no en dirección a los zapatos del Señor Smith.Lo cual no podía entender. ¿Cómo puede ser que no los viera? ¿Cómo puedealguien mirar otra cosa? Eran demasiado feos .

Miré el collar. Yo ni siquiera estaba usándolo, y estaba tomando un color extraño.

Tenía que salir de ahí, me di cuenta, antes de que algo terrible ocurriera.

 — Bueno  — estaba diciendo Tim en una voz alegremente agresiva, rompiendo elsilencio — . Alexander está en nuestro nuevo Programa, y le está yendo muy bien.Es un súper chico.

 — Me alegra tanto oír eso.  — Richard Smith lanzó a Alex una mirada sobre laarmadura de sus lentes doradas. Pero mientras su boca podía querer decir la palabraagradable , su mirada indicaba otra cosa — . Pasé por aquí porque tenía algo de granimportancia que discutir.

Se dio la vuelta para inclinarse sobre su maletín, en el cual mi collar estabacuidadosamente situado.

Oh, no. Él lo sabía. No sé cómo, pero lo sabía. Sabía que había sido yo la delcementerio anoche, con la puerta. Incluso aunque no fui. Bueno, no del todo.

Levantó la piedra ahora púrpura-grisácea.

Oí a mi mamá contener el aliento. Lo había reconocido. Por supuesto que sí. Mevio usarlo mil veces, en el del caos que siguió a mi accidente y su divorcio, y

después todos los días, a pesar de que nunca preguntó de dónde venía. Parecíapensar que era simplemente una baratija a la que yo le había tomado cariño.

Ahora, al verla en las manos de alguien más, su mirada se dirigió a la mía,claramente confundida.

La sangre me bombeaba en las orejas, y silenciosamente le dije que no hiciera nada.Las paredes de las oficinas de Nuevos Caminos parecían rojas.

 No lo digas , pensé. No estaba segura de si se lo decía a mamá o a Richard Smith o a

mí misma. Por favor no lo digas. Algo terrible ocurrirá si lo dices … 

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  121PURPLE ROSE

El sacristán hizo a un lado mi collar, abrió el portafolio y sacó un fajo de papelesdel interior.

 — Esperaba que me ayudaran a distribuir estos panfletos.  — Se dio la vuelta, seacercó a nosotros y nos los pasó — . Explican la nueva política de visitas al

cementerio, y me gustaría que fueran entregados lo más pronto posible.

Tim, de pie a mi lado, miró a las páginas que el sacristán había puesto en susmanos. Parecía confundido.

No era el único.

 — Podrías simplemente haberlos dejado en la oficina principal  — dijo — . Ellosmanejan estas cosas, ya lo sabes Richard.

 — Oh sí  — dijo el sacristán Smith mientras daba vueltas, repartiendo pilas depanfletos — . Lo sé, pero encuentro al personal del Ala-D mucho más útil.

Me quedé mirando las hojas en mis manos. El rojo que envolvía al edificio estabadesapareciendo, mi corazón — y mi respiración —  volvían a la normalidad.

Pero luego noté que mis panfletos eran diferentes a los del resto. La primera hoja delos míos, estaba rayada en lo que parecía ser tinta de pluma estilográfica, en unaflagrante cursiva.

Saca un turno para verme , había escrito el sacristán.  Lo harás si no quieres problemas. 

Bajo el mensaje, había un número telefónico.

Problemas eran lo último que yo quería.

El problema era, como John había señalado anoche, que los problemas parecíanseguirme a donde sea que yo fuera.

Miré el mensaje, intentando que tuviera sentido — ¿Cómo lo supo? ¿Cómo pudo

saber Richard Smith que era yo? — hasta que oí un click. Cuando alcé la vista, elsacristán estaba cerrando su maletín.

Con mi collar metido adentro.

 — Bueno, adiós a todos  — dijo el Señor Smith, levantando el maletín ydirigiéndonos una amable sonrisa — . Tengan todos una mañana agradable.

Luego dejó la oficina, pasando más lentamente a mi lado canturreando algo — paramirarme directamente a los ojos mientras yo lo observaba irse.

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  122PURPLE ROSE

No fue hasta después que noté que la canción que canturreaba era: Right Aroundthe Rosie.

Lo que en realidad no significa nada.

A menos que seas alguien que una vez murió y regresó de la tumba. Por lo que hasestado mucho tiempo en internet, buscando hechos extraños sobre la muerte. Aligual que algunas personas creen que esa canción de cuna “Right Around theRosie” es, realmente, sobre la Peste Negra, que mató a cien millones de personas enla Edad Media.

 — Huh — dijo Jade cuando se fue — . Ése es un tipo extraño. — Me pasó su jarra decaramelos — . ¿Dulces?

Miré los regalices rojos.

 — Eh — dije — . Estoy bien, pero gracias. — Había perdido el apetito.

Creo que mamá se sentía igual. Me sonrió — demasiado efusivamente —  como parademostrar que todo estaba bien.

Pero podía ver que se estaba aferrando a su pulsera con tanta fuerza que susnudillos estaban blancos. Sabía tan bien como yo que todo estaba lejos de bien.

 — ¡Entonces!  — miró a Alex y a Kayla y a mí — . ¡Island Queen! ¿No va a ser

divertido?

 — Oh sí — dije — . Será épico.

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La tierra lacrimosa lanzó un viento,que hizo brillar un relámpago rojo, y, venciéndome todos mis sentidos.

DANTE ALIGHIERI,Infierno, Canto III

Traducido por daianandreaCorregido por masi

Podría pensar en un montón de cosas que podría haber estado haciendo en lugar deestar parada en una fila de veinte personas fuera del Island Queen — la versión demercado de Isla Huesos del Dairy Queen18 — en el sol ardiente de la tarde.

Dormir, era una cosa. No había tenido mucho de eso la anterior noche. Y bien, quehabía sido todo por mi culpa. Pero aún así.

Reunirme con Richard Smith, otra más.

Pero no había contestado cuando lo llamé desde la habitación de las chicas antes dereunirme con Alex y Kayla abajo, en el aparcamiento de los estudiantes —  probablemente porque no había llegado a casa todavía. El número que me habíadejado podría no ser un teléfono móvil. No parecía del tipo de personas que tieneun teléfono móvil. Tal vez él no sabía lo que era uno.

 — Um, hola, uh, señor Smith — tartamudeé — . Soy Pierce Oliveira. Nos conocimosen la oficina de Nuevos Caminos. Me entregó una nota pidiendo que lo llamara. — Mis palmas estaban aún sudando por mi encuentro con él, a pesar del aireacondicionado de la escuela que se sentía como a temperaturas bajo cero — . Asíque estoy llamando para concertar esa cita que usted solicitó — dije.

Ese fue probablemente el mensaje más frívolo que había dejado en la historia delmundo. Pero ¿qué iba a decir? ¿Quiero de vuelta el collar que abandoné en el cementerio lanoche anterior cuando se cometió un delito allí?  No iba a dejar nada grabado que mepudiera incriminar. Había aprendido mucho de lo que pasó en Westport.

18 Dairy Queen: (abreviado como DQ) es una cadena mundial de helados y restaurantes de comidarápida..

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  124PURPLE ROSE

 — Si pudiera devolverme la llamada  — dije — , a la brevedad posible, realmente loapreciaría. Cuanto antes mejor, porque me gustaría resolver esto hoy si es posible. — Dejé el número, en caso de que no tuviera identificador de llamadas, y colgué.

Ahora no había nada que pudiera hacer más que matar el tiempo hasta que él

llamara. Acababa de haber preferido no haber parado en una línea de miles depersonas bajo el caluroso sol abrasador, esperando por algo llamado Gut Burner.

 — Buster  — me corrigió Kayla, cuando le pregunté por qué no podíamossimplemente ir a otro lugar para conseguirlos — . Gut Busters. Y sólo los hacenaquí. Son como los Blizzards19, los que puedes conseguir en Dairy Queen, solo quemejores, porque les ponen más cosas.

 — ¿Qué clase de cosas?  — pregunté. Me sentía irritada, y en realidad no tenía nadaque hacer en la fila. ¿Qué pasa si el señor Smith me preguntaba directamente dóndehabía conseguido el collar?

 ¿Qué pasa si …?   Me iba a preguntar.

 — Ya sabes  — estaba diciendo Kayla — , cosas. Me gustan las galletas de chocolatecon chips. A Alex le gustan con pedacitos de Butterfinger20 con M&Ms. ¿Cuál es tuelección, pollita?

Pero había algo aún peor que el sacristán del cementerio pudiera preguntarme. Ytemía que el hecho de tener que responderle lo fuera aún más. El recuerdo de cómofue destruida la puerta — y el por qué — estaba aún demasiado reciente. No estabasegura de de poder mentir al respecto aún si delatarme a mí misma.

Te diré lo que puedes hacer , había dicho John cuando le pregunté qué más podía hacerpara ayudarlo, puedes dejarme solo.

Él había desaparecido mientras decía:  — Puedo asegurarte de que nunca tendrásque preocuparte por mí apareciendo y actuando como un idiota.  — Justo antes deimpulsar sus pies contra la puerta del cementerio de Isla Huesos. El ruido había

sonado como un estampido supersónico. — Pollita. Pollita. Pierce.

Miré hacia ella.

 — Lo siento — dije parpadeando — . ¿Qué?

Kayla rodó sus ojos.

19 Blizzards: Tipo de helado propio de DQ.20 Butterfinger : una golosina de mantequilla de maní de Nestlé.

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  125PURPLE ROSE

 — ¿Que está mal con tu prima, Alex?

 — Ella está medicada  — murmuró Alex — . Pero lo complementa con altas dosis decafeína, aunque se supone que no debería.

Lo fulminé con la mirada.

 — Wow — dije — . Puedo ver que alguien ha estado escuchando a la abuela.

Él no se molestó en responder. Estaba mirando a su alrededor, a todo el mundo enla fila por delante y por detrás nuestro, casi como si estuviera tratando de encontrara alguien o temiendo verlo… 

Solo que, ¿a quién?

Esto no era exactamente lo que había estado esperando, cuando estuve de acuerdoen ir con ellos a tomar un helado después de la escuela. Sólo quería ver cómo eraser normal — como si tuviera amigos, como si fuera una de la multitud — en frentede mi madre, donde eso parecía ser la única parte de su visita a la oficina deNuevos Caminos que eso la había hecho feliz, después de todo ese intercambio conel sacristán del cementerio sobre el tío Chris.

¿De qué había ido todo eso, de todas formas? Nunca tuve demasiado claro por quéel tío Chris había ido a la cárcel. Algo acerca de las drogas… posesión conintención de distribución. Nada violento, de todos modos. Lo sabía. Yo era la única

en la familia con ese tipo de cosas en mi expediente. O al menos yo lo estaría si losabogados de mi padre no hicieran lo que él les estaba pagando para hacer.

 — Que se diviertan — mamá había seguido diciendo, mientras se despidió de mí enla oficina de Nuevos Caminos.

 Por favor , sus ojos parecían estar suplicando.  Por favor, no arruines esto, por nosotras,como lo hiciste en Westport.

Así que yo estaba tratando de no arruinar esto, como si estuviera de nuevo en

Westport.

Pero hasta ahora la única cosa de la diversión de ir a Island Queen era ver ladiscusión de mi primo y Kayla.

 — Bueno  — Kayla estaba diciéndole a Alex — , no es como si ella fuera la pequeñaseñorita inocente.

 — Kayla — dijo Alex, con tono cortante.

 — ¿Qué?  — exigió — . Es cierto, ¿no? Todo el mundo habla sobre eso. Está enGoogle si pones su nombre allí.

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 — Kayla — dijo Alex — . Déjalo.

Ella le lanzó una mirada indignada.

 — Esto va a revelarse esta semana en el grupo de todos modos, Alex, así que ella

puede también simplemente admitirlo ahora.

 — Uh — dije — . ¿De qué estamos hablando?

 — De ti  — dijo Kayla — . ¿Mataste, o no mataste a un maestro en tu escuelaanterior?

Alex enterró su rostro entre sus manos.

 — Wow — dije — . ¿Realmente? No.

Kayla parecía decepcionada.

 — Oh. Todo el mundo dice que tú lo mataste.

 — Bueno — dije — . No lo hice.

 — Pero lo lastimaste muchísimo — dijo Kayla — . ¿Verdad?

Antes de que pudiera responder, una de las chicas que me había estado lanzandoterribles miradas en el auditorio — la reconocí por su increíblemente pelo lacio —  

caminaba hacia mí.

 — Oh, Dios mío  — dijo, parando y acercándose a mí — . Espera. Tú eres PierceOliveira, ¿no?

Nunca había visto a esta chica en mi vida, excepto cuando ella me habíadespreciado, entonces hubo un aparente cambio de esencia, como en el auditorio.

Pero ella se acercó con una sonrisa tan grande como si fuéramos mejores amigasque no se veían desde hace mucho tiempo.

 — Uh — dije — . ¿Sí?

 — Oh, Dios mío  — gritó de nuevo. En realidad dio un pequeño salto en el aire — .¡He estado esperando conocerte! Soy Farah. ¿Farah Endicott? Novia de SethRector. Seth me dijo que se reunió contigo hoy y que fuiste muy cool.

Al principio no tenía ni idea de lo que estaba hablando. Luego recordé al tipo queme había ayudado rescatando mi horario de clases y quien había calmado a todo elmundo en la asamblea. Seth Rector, de Bienes Raíces Rector. Y probablemente, el

mausoleo Rector en el cementerio.

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Bueno, algún día. Él obviamente no estaba ahora.

 — Oh — dije, no estaba segura de cómo responder — . Hola.

 — ¿Qué estás haciendo, quedándote parada aquí?  — preguntó Farah, pareciendo

horrorizada. Su voz era tan fuerte, que todo el mundo en de la fila se me habíaquedado mirando fijamente — la chica que supuestamente había matado a unmaestro en su última escuela, al menos de acuerdo con Kayla — y la estaba mirandodirectamente — . Esto es, como, demente.

 — Uh  — dije, mirando a Alex y a Kayla, sin poder dejar de notar que Farah loshabía ignorado por completo.

Pero parecían estar bien, porque ellos la estaban ignorando también. Alex estabamirando fríamente hacia el agua. La playa estaba a sólo unos cien metros de

distancia, a través del aparcamiento y más allá del rompeolas de un metro. Y Kaylahabía agarrado su teléfono móvil y estaba revisando sus mensajes de textos.

 — Simplemente llegamos aquí un poco tarde  — dije — . Tuvimos que hacer unaparada después de la escuela, en nuestro camino hasta aquí.

No mencioné que la parada había sido en la oficina de Nuevos Caminos pararecoger mi teléfono móvil, que no estaba autorizado a llevar en la escuela, debidoen parte a mi desorden en el desarrollo neurológico.

 — Bueno, vengan a sentarse con nosotros  — dijo Farah con una gran sonrisa,extendiendo la mano y agarrando, no mi brazo sino el de Kayla... Que parecíahasta sorprendida, no solo yo, Kayla también. La vi tensa y luego intercambió unarápida mirada sorprendida con mi primo Alex — . Tenemos más mesas en laplaya — con sombrillas, así que estarán en la sombra. Y Seth está casi delante de lafila. Sólo dime lo que quieres, y lo añadiré a nuestro pedido. Entonces, todospodemos ir a sentarnos cerca del agua. Es muuuucho mejor allá, no te lo puedesimaginar.

 — No — dijo Kayla rápidamente — . Farah eso está bien. Pero gracias. — Sí — dijo Alex — . Gracias, pero estamos bien.

Miré de Alex a Kayla y luego viceversa. Algo raro estaba pasando.

Es cierto, la única cosa en el mundo que quería hacer en ese momento eraconseguir mi estúpido Stomach Búster o lo que fuera, tomármelo, luego volver acasa y esperar a que el señor Smith llamara así podría encontrar lo que él quería.

No estaba exactamente con ganas de ser acusada de otro crimen que no hice, ni

cometí.

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  128PURPLE ROSE

Pero iba a suceder de todos modos, así que quería pasar la mayor parte de miespera con aire acondicionado, o a la sombra por lo menos.

Aún cuando Kayla y Alex no tenían exactamente los mismos problemas como losmíos, todavía parecía un poco extraño que prefirieran sudar allí durante una hora a

aceptar la invitación de Farah.

 — Pero tenemos una gran mesa  — dijo Farah, pareciendo preocupada. Sus labios,con un brillo rojo cereza, fruncidos. Señaló una variedad de mesas de picnic demetal azul brillante cerca de la playa, todas bajo la sombra de enormes sombrillasamarillas. Habían sólo unos pocos asientos a la izquierda en cualquiera de ellas, yaparentemente estaban reservadas para nosotros — . No puedes sentirlo aquí, perohay totalmente una gran brisa allí. Y te lo juro, si me dices lo que quieres, measeguraré de que Seth lo pida para ti. ¿Qué tienes que perder?

Eché un vistazo a Kayla y a mi primo. ¿Qué tienen que perder?

Miedo. Lo pude ver en los ojos exóticamente maquillados de Kayla. Por algunarazón, ella tenía miedo de Farah.

¿Y Alex? Bueno, de los ojos oscuros de Alex, no me di cuenta de nada.

Sabía que Alex tenía problemas con Seth Rector. Sabía que el diamante de micollar se había vuelto de un gris tormentoso cuando me paré frente al mausoleoRector ese día con mamá en el cementerio, al igual que sabía que se había vueltopúrpura cuando vi por primera vez a Kayla en las oficinas de Nuevos Caminos.

No sé por qué estas cosas estaban ocurriendo.

Y la verdad era que estaba guardándome algunos secretos para mí misma. Así que¿quién era yo para juzgar a Alex o a Kayla?

Pero también sabía, que de pie en el aparcamiento de la Island Queen después de lanoche que había tenido — después del día que había tenido — simplemente no podíahacerlo más. El punto era que estaba haciendo un nuevo comienzo: no iba a ser la

chica que se limitaba a observar mientras que la gente que me rodea se lastimaba.

Así que cualquier tema que Alex y Kayla tuvieran con Seth y Farah — o con quienestuviera sentado en su mesa allí en la playa — yo iba a llegar al fondo del asunto.Esta vez, iba a proteger a mis amigos de la maldad.

Y la única manera que sabía era averiguar lo que estaba mal.

 — Tomaré un Coke float.  — Me volví y le dije a Farah — . Eso es una gran cantidadde Coca-Cola con una bola de helado de vainilla encima. Y usa esto.  — Un billete

de veinte dólares en su mano blanca con uñas puntiagudas, luego sacudí mi cabezahacia atrás en dirección a Alex y Kayla — . Ellos tomarán uno de chocolate Gut

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  129PURPLE ROSE

Buster con galletas con chips de chocolate y un Gut Buster de vainilla Butterfingercon un poco de M&M.

Una brillante Farah, frunció la boca rompiendo en una amplia sonrisa, revelandouna serie de perfectos dientes blancos rectos. Ellos eran sorprendentes, como los de

su novio.

 — Fantástico — dijo — .Me reuniré con ustedes en la mesa.

Me di cuenta de que la mayoría de los chicos que nos rodeaban en la fila, parecíandisfrutar de la manera en que Farah desfilaba — no caminaba — , los pliegues de sufalda corta oscura a cuadros verdes balanceándose detrás de ella (que estabadefinitivamente a más de diez centímetros por encima de las rodillas).

La mayoría de los chicos, excepto mi primo Alex.

 — No deberías haber hecho eso — él se dio la vuelta para hablarme.

 — Está bien  — dije, echando mi bolso al hombro. Era pesado porque lo habíallenado con todos los libros que iba a necesitar si iba a hacer mi tarea. No sé porqué no lo había dejado en el coche. Nunca pienso en las cosas. Obviamente. Nohabía manera de que fuera a hacer alguna tarea — . Ya me lo devolverás… 

 — Si piensas que por pagarme un Gut Buster  — dijo Alex, su ira precipitándosehacia mí como uno de los truenos de John — , voy a ir a sentarme con esos del Ala-

A, y que todos vamos a comportarnos, a pesar de nuestras aparentes diferenciasexternas, mientras que todos ellos llevan marcas de diseño y coches caros a estrenarque sus padres compraron para sus cumpleaños, y yo me pongo ropa del Ejército deSalvación y conduzco un montón de chatarra vieja oxidada, ¿y qué tenemos algo encomún? Que tal vez nosotros podemos cantar y bailar, y entonces conseguiremospapeles protagonizando en un musical en la Preparatoria de Islas de Huesos, ¿comosi se tratara de una maldita película de Disney? Bueno, tengo noticias para ti,Pierce. Eso no va a suceder. Y no importa lo que diga la abuela, no eres como tupadre. No puedes simplemente tirar dinero al problema y hacer que desaparezca.

De hecho, ¿sabes lo que puedes hacer con tu dinero, Pierce? Puedes metértelo por… 

 — Wow  — Kayla interrumpió, tratando de mantener la paz — . ¿Qué es esto? Penséque estábamos aquí para tomar un helado.

 — Gracias — le dije con gratitud. Nunca había visto a Alex tan loco.

 — No me des las gracias todavía  — dijo Kayla — . ¿Quién ordena un Coke float enlugar de un Gut Buster? Eso es una locura.

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  130PURPLE ROSE

 — Oh. — Mamá me había dicho que tuviera cuidado con insultar a la gente del lugarsin querer. Traté de pensar en lo que Jade haría en mi situación — . Por lo menos nopedí una Coca-Cola dietética — señalé.

Kayla me miró y movió la cabeza lentamente.

 — ¿Estás seguro de que ella no mató a ese maestro? — se dirigió a Alex.

 — Esto no es una broma  — dijo él. Pero no estaba mirando a Kayla. Me estabamirando a mí. Y no estaba hablando de lo que yo había pedido — . Algunos denosotros vivimos aquí, sabes.

Era lo que había dicho acerca de los turistas en el camino a la escuela esa mañana.

Y duele — exactamente como lo intentó — porque sabía que significaba que eso es lo

que pensaba de mí… y mamá, también, probablemente. Que estábamos de paso yno nos preocupábamos por la gente del lugar y sus problemas.

Y ni siquiera era como que no lo merecíamos. ¿Dónde habíamos estado todo eltiempo que él crecía sin una madre ni un padre, solo una loca abuela?

Por supuesto que nos parecíamos a los turistas para él. Incluso Richard Smith, elsacristán del cementerio, lo había señalado. Mamá nunca había vuelto a IslaHuesos después de que yo hubiera nacido y el tío Chris fuera detenido. Yo nuncahacía conocido a mi abuelo. No hasta su funeral. Cuando conocí a John.

Quien, al igual que Alex, sólo quería que lo dejaran en paz.

 — Lo siento — le dije a Alex, entendiendo — . Sé que sólo nos invita porque quieren jugar a Verificar a la Chica Nueva. Pero ¿a quién le importa? ellos tienen losasientos a la sombra, y no vamos a tener que esperar más en esta fila.

 — Tal vez tú quieras ir a sentarte a la sombra con ellos  — dijo Alex, casi hirviendode la rabia — . Pero todo  el mundo no gira a tu alrededor, Pierce. Algunos denosotros podríamos tener problemas con ellos. Problemas reales . ¿Alguna vez

pensaste en eso?

 — ¿Qué problemas? — le pregunté. Ahora finalmente estábamos progresando. Habíaestado preguntándome eso toda la tarde — . ¿Qué te hizo Seth Rector, Alex?

 — Mantente lejos de él, Pierce  — dijo, frunciendo el ceño — . No sabes en lo que teestás metiendo, créeme.

 — ¡Hey, ustedes!  — Farah, que estaba sosteniendo una bandeja cargada de tazasaltas, nos saludó cerca de la parte delantera de la fila — . ¿Vienen?

 — Uh — dije, sacudiendo la mano hacia atrás — . ¡Sí! Espera.

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  131PURPLE ROSE

Me volví hacia Alex.

 — ¿No sé en lo que me estoy metiendo?  — le pregunté — . ¿Es una broma? ¿Tengoque recordarte que morí? Así que lo que está pasando entré tú y Seth Rector, dudomucho que sea peor que eso.

Los ojos de Kayla se abrieron.

 — ¿Ella murió? Alex, nunca me dijiste eso.

Alex continuó mirándome por un instante o dos. Por un segundo, pensé que enrealidad podría decirme la verdad. Pude ver su nuez de Adán moviéndose haciaarriba y abajo. El sudor brillaba en toda su frente y las sienes. Parecía quererdecírmelo… lo que sería conveniente, ya que una vez que supiera, podría comenzara trabajar en la solución del problema. Algunas personas podrían no querer mi

ayuda… 

Pero lamentablemente terminó diciendo:

 — Al diablo. ¿Quieres pasar el rato con tus nuevos amigos del Ala-A, Pierce? Que sediviertan. Pásala bien. Me voy de aquí.

Luego se dio la vuelta sin decir una palabra y se dirigió a través del aparcamientohacia su coche.

 — Mierda  — dijo Kayla, viéndolo irse. Se volvió a mirarme — . Todas mis cosasestán todavía en su coche. Mis libros y todo.

 — Está bien — le dije — . Ve con él.

Kayla vaciló mientras miraba más allá de mí, hacia la mesa de los increíblementeatractivos del Ala-A, todos agarrando los Gut Busters que Farah y Seth habíantraído con ellos en las bandejas.

 — No lo entiendo — dijo ella.

Levanté las cejas.

 — ¿Entender qué?

 — ¿Por qué deseas deshacerte de tu primo para sentarte con ellos? Son una especiede mezquinos para la gente que no son… como ellos. 

 — Estoy tratando de hacer un nuevo comienzo  — le expliqué — . Y parte de elloincluye no dejar que le pasen cosas malas a las personas que quiero.

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  132PURPLE ROSE

 — Oh — dijo Kayla. No parecía como si lo entendiera. Pero eso estaba bien. Nadielo hacía, en realidad — . Bueno, buena suerte con eso. — Entonces ella gritó — : Alex,espera. — Y se fue tras él.

Suspiré.

Entonces agarré mi bolso pesado y comencé la calurosa caminata por la playa,hacia las mesas de picnic.

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  133PURPLE ROSE

Luego tomó mi mano con la suyacon gesto alegre, que me confortó,

 y en las cosas secretas me introdujo.DANTE ALIGHIERI,Infierno, Canto III

Traducido por SeleneCorregido por Pimienta

 ¿Por qué ya no me amas?

Eso es lo último que recuerdo de Hannah, la nota que le había escrito al Sr. Muellerel día en que ella murió, la nota ya no existía, gracias a que Sr. Mueller la habíadestruido.

 ¿Por qué ya no me amas?

Hannah pudo haber ingerido las pastillas que la mataron.Y yo no había estado ahí para ella, todavía estaba demasiado confusa ytraumatizada por todo lo que me había pasado como para recordar mi promesa deprotegerla.

¿Pero el Sr. Mueller?

Él era uno de los verdaderos responsables de la muerte de Hannah. Lo sabía en mishuesos, con la misma certeza que sabía que la madre de Hannah estaba

manteniendo la habitación de su hija intacta como una especie de santuario de ella,tal y como había estado el día de su muerte, hasta la ropa sucia que había estado enel cesto de la ropa de Hannah, así sus padres podrían levantar la tapa de la cesta ysentir el aroma de su hija de vez en cuando, y fingir que estaba viva.

Durante semanas después de la muerte de Hannah, no podía pensar en nada más.

 ¿Cómo pude dejar que esto sucediera?

Yo fui una de las que le había contado a Hannah que el mal no estaba sólo en los

cementerios.

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  134PURPLE ROSE

El mal puede estar en cualquier lugar. En nuestras iglesias. En nuestros propioshogares.

En nuestras escuelas.

Y aunque yo le había prometido otra cosa, yo no había hecho nada para protegerlade ello.

Cuando escuché a mi padre decir que Changs no tenía ninguna posibilidad deganar su demanda contra la escuela y obtener que el Sr. Mueller fuera destituido desu cargo porque era su palabra contra la suya, y todo lo que tenían por pruebas eranalgunas anotaciones en el diario de Hannah, supe lo que tenía que hacer.

Y esta vez, no era correr como una pequeña niña asustada por la forma en que mehabía comportado frente a John, dos veces.

Por supuesto las cosas fueron mal desde el principio, sin embargo. No esperaba queel Sr. Mueller apagara las luces durante la sesión de tutoría privada que habíamosacordado finalmente tener. Porque tenía un dolor de cabeza, dijo ansioso.

No, por supuesto, que nadie en la Academia Westport para Chicas creía que habíaestado involucrado en una relación sentimental con una estudiante que se habíasuicidado por él. Nadie más que yo. La demanda de Changs había hecho enrealidad más popular al Sr. Mueller. Frenético por su salud, debido a la tensión del juicio le hacía palidecer bajo su barba de chivo, muchas de las madres e hijascomenzaron a dejarle muchos   productos horneados. Algunas de las chicas lehicieron una nueva porra21  para mostrarles su apoyo. El Sr Mueller Shout-Out22,ellos la llamaron. La realizaban en todos los partidos y eventos de la escuela.

Esto no era tan malo como los nombres con los cuales muchos de ellos comenzarona llamar a Hannah: Puta. Mentirosa. Skank  23.

Así que no era lo suficientemente malo que Hannah muriera. Tenían que matar surecuerdo, también.

La escuela ni siquiera le dio al Sr. Mueller una especie de licencia administrativa,tampoco. Supongo que no podían porque sería como si estuvieran tomando partidopor cualquiera de las dos partes o algo así.

Eso me hizo ver en rojo. Literalmente. Todos los días, cuando caminaba por lospasillos de la Academia Westport para Chicas la mayoría de las veces todo lo que

21 Porra : las coreografías de hacen las porristas y donde cantan un grito de ánimos.22 Shout-Out: es una expresión que significa hurra o vamos es una expresión de apoyo y de seguir

adelante se usan en el deporte frecuentemente.23 Skank : Es un término peyorativo para describir a una mujer implica que ella es grosera, vulgar yuna puta.

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  135PURPLE ROSE

veía, en todos los lugares a los que miraba: rojo. Rojo como las flores de poinciana.Rojo como las borlas en mi bufanda.

Cuándo me di cuenta estaba en el pasillo y sobre mi cabeza estaban las lucesencendidas del aula del Sr. Mueller de la cual salí esa tarde. Mi corazón latía con

tanta fuerza en mi pecho, que apenas podía hablar, y él no había puesto un dedo enmí todavía. ¿Cómo iba una cámara escondida en mi mochila, con un objetivo en elagujero que había cortado en el bolsillo delantero, era la forma en que había leídoen Internet que tenía que hacerlo, supongo que recogería algo de la penumbra quehabía, gracias a la tormenta de primavera que estaba acechando en el exterior?

Yo ni siquiera había pensado realmente que se suponía que sucedería después deque lo filmara teniendo un comportamiento inapropiado conmigo. Supongo quetendría me decir, Oh lo lamento, acabo de recordar que tengo una cita Sr Mueller me tengo

que ir ahora, quiero decir ya.

¿Cómo iba a salir de allí sin tener que hacer, bueno… eso, con él? 

No podía dejar que eso pasara. Tenía que mantener el control.

El Sr. Mueller continuaba diciéndome que deberíamos darnos masajes en el cuelloel uno al otro. Que él sabía lo tensa que debía estar por todos mis problemas encasa, él dijo, con el divorcio entre mis padres (que había salido en todas las noticiasdebido a la cantidad de dinero en juego y a quien era mi padre). El Sr. Mueller dijo

que se imaginaba que tenía que sentirme tan estresada como él. Pero que eso estaba bien. Ambos éramos adultos. Podríamos admitir que nos sintiéramos atraídos eluno al otro.

Entonces supe que no iba a ser capaz de hacer lo que pensaba. No sólo fue que lacámara probablemente no grabara nada debido a la falta de iluminación adecuada,haciendo que todo este asunto fuera para nada, por supuesto tenía lo que el señorChangs no tenía: evidencia, pero ahora que estaba sola con él, la idea de que el Sr.Mueller tocara cualquier parte de mí, aunque sólo sea mi cuello, me daba ganas devomitar.

Lo peor de todo era que nadie me iba a creer. ¿Por qué lo harían?

Supongo que eso fue lo que me puso tan desquiciada. Tan desquiciada que el tinterojo comenzó a aparecer en la periferia de mi visión.

Oh, no.

Al reproducir la grabación de lo que sucedió ese día en el aula del Sr. Mueller, no sepuede ver nada en absoluto, en gran parte por la iluminación, a excepción de mi

 blusa blanca del uniforme escolar, y la mancha oscura del brazo del Sr. Mueller quese acerca a mí.

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  136PURPLE ROSE

En la cinta, se puede oír su voz asegurándome que todo va a estar bien. Que sólonecesito relajarme, me decía.

Odio cuando la gente me dice que sólo hay que relajarse.

¿Le habrá dicho a Hannah que sólo necesitaba relajarse? Apuesto a que él se lo dijo.

Fue entonces cuando mi visión se volvió de color magenta24.

 — Ya no hay responsabilidad, Pierce.  — A papá siempre le gustaba quejarse en

nuestros lujosos almuerzos — . Nadie se hace responsable por lo que hace. Siempre

es culpa de otra persona. Por lo general, la gente simplemente culpa a la víctima.

 Puta. Mentirosa. Skank .

Bueno, yo sigo queriendo que el Sr. Mueller se responsabilice por lo que le habíasucedido a Hannah.

Fue cuando el Sr. Mueller me decía que me relajara, y cuando acercaba su manohacia mí, que yo pensé que me masajearía el cuello, pero pronto me di cuenta deque era por una razón diferente, cuando sucedió. Se puede ver lo que paso en lacinta. No soy yo, apoyada contra el borde de la mesa, diciéndome a mí misma quepodía manejar la situación si se me escapaba de las manos (una vez, cuandoestábamos esperando a papá para salir de una reunión de la junta, su chófer, un ex-policía, me enseñó a golpear a alguien en defensa propia, en caso de que lonecesitara), y el Sr. Mueller, de pie frente a mí, levantando el brazo. Su mano seacercaba a mi cara.

Al segundo siguiente, el Sr. Mueller se había ido.

No quiero decir, literalmente, que había desaparecido. Sólo quiero decir que en lacinta, una sombra negra aparece, bloqueando todo el lente por un segundo o dos.Es como si una tercera persona hubiera entrado en la habitación. Aunque nadie, noimporta qué tanto lo analizara un experto en cine digital, o cuánto papá se

comprometiera a pagarles por su testimonio, pudo decir con certeza, que a mí esasombra sin lugar a dudas me parece la figura de un hombre... un hombre muy altocon el pelo bastante largo y oscuro, tal vez de dieciocho o diecinueve años.

Durante unos segundos, no se puede ver nada en la cinta. La pantalla está en negro.Sólo se pueden escuchar los sonidos. Hay un breve forcejeo, a continuación, uncrujido repugnante, una conversación apagada.

Un segundo después, la sombra se ha ido.

24 Magenta : un color que se asemeja al fucsia, aunque más intenso, virando al violeta.

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  137PURPLE ROSE

En la grabación, yo estoy exactamente donde siempre había estado, recostadacontra el escritorio. Sólo que ahora, en vez de estar de pie frente a mí con su manohacia mi rostro, el Sr. Mueller esta encogido contra la pizarra, sosteniendo su brazocontra su pecho.

Y él está gritando.

Debido a que todos los huesos de su mano acababan de ser rotos.

Pero especialmente los huesos del dedo que él utilizó para presionar las migas degalletas, en la piel desnuda de mi rodilla. Aquellos, en particular, fueronpulverizados.

La policía de Westport dijo:

 — Es poco probable... aunque no imposible que una niña tan pequeña como yopodría haberle causado tanto daño a un hombre adulto.

Lamentablemente, el Sr. Marzjak, el conserje, jura que no vio a nadie más entrar osalir del aula hasta que los paramédicos llegaron unos minutos después de que élmismo les llamara, el estaba afuera y después encontró al Sr. Mueller retorciéndosedebido a tanto dolor. El Sr. Marzjak escuchó los gritos. Él había estado afuera en elpasillo fregando el piso. De hecho, era la conciencia del Sr. Mueller lo que lo llevóa tratar de cubrir mi boca con su mano, en primer lugar, temeroso de que pudieracomenzar a gritar y llamar la atención del conserje.

La policía no creyó la historia del Sr. Mueller sobre mi agresión, que aparentementecomo él les indicó y como lo describieron en su informe como "una manera muyagitada".

Ellos no creían que si buscaban por toda la escuela, pudieran encontrar "a untercero", incluso antes de que ellos encontraran la cámara digital que estabagrabando dentro de mi mochila y de reproducir el vídeo.

Sin embargo, nadie más fue encontrado. Debido a la tormenta que había, cualquier

persona que pudiera haber saltado al aula del Sr. Mueller en la primera plantatendría que haber dejado algún rastro que lo probara. Pero el lodo bajo las ventanasdel aula no está perturbado.

Por supuesto, no encontraron ninguna prueba. ¿Por qué John se molestaría en usarlas ventanas o las puertas como una persona normal? ¿Por qué se molestaría endecir hola? Sólo poof  . Crunch. Adiós.

Salvo que él no se había molestado en decir siquiera adiós.

A pesar de que se detuvo para lanzarme otra de sus miradas salvajes,reprochándome con sus ojos de plata justo antes de que desapareciera.

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  138PURPLE ROSE

 — Espera — le había dicho después de que apareció de la nada, dio un solo paso, seapoderó de la mano del Sr Mueller frente a mi rostro y se la retorció con una fuerzaque habría enviado el entrenador de baloncesto a caer de rodillas delante de mí.

No estaba tan oscura la habitación como para que yo no pudiera ver como todo el

color desaparecía de la cara del Sr. Mueller. Yo había pensado que se habíadesmayado por unos segundos, si no hubiera sido por el grito escalofriante que dejóescapar. Fue sólo un apretón que John le dio, sujetándolo medio suspendido en elaire, para impedir que cayera al suelo.

 — ¿Qué? — John ya tenía su otra mano en un puño armado, listo para golpear el Sr.Mueller para que perdiera la conciencia. No parecía muy contento de verme.

Realmente no podía culparlo, dadas las circunstancias. Cada vez que nosencontrábamos, al parecer, era porque estaba en algún tipo de problema.

John se quedó allí frunciendo el ceño hacia mí, con el pecho agitado de arriba haciaabajo exactamente igual que la paloma que había encontrado el día en que nosconocimos, con los ojos vidriosos con el mismo tipo de confusión y dolor. Supongoque lanzarse a través de dimensiones alternas no es fácil.

 — No lo hagas  — le dije, lanzando mi mirada hacia el rostro pálido del Sr.

Mueller — . Por favor, John. Solo no lo hagas.

John me miró, como si él no entendiera ni una palabra de lo que estaba diciendo.

Yo no estaba segura de haber entendido, tampoco. Sólo sabía que no podía ver anadie más, ni siquiera a alguien a quien odiaba tanto como el Sr. Mueller, morir.

Extendí mi mano y la puse sobre el puño de John.

Había tantas cosas que podría haber dicho entonces. Tantas cosas que debería haberdicho.

Pero sólo una palabra se salió de mi... el nombre que no había sido capaz de salir

de mi cabeza desde hace semanas. La razón por la que estaba allí, la razón de quelos tres estuviéramos allí.

 — Hannah — le dije. Había un mundo de dolor en esas dos sílabas.

Yo no podía soportar la idea de que ella todavía pudiera estar al lado de ese lago,esperando en el frío que el barco llegara, que el otro barco llegara. Desde que habíaoído hablar de su muerte, había sido todo en lo que podía pensar, además dedemostrar que el Sr. Mueller había tenido un romance con ella. Tenía que saber siella estaba bien.

Y yo sabía que John me diría la verdad.

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Tan pronto como lo toqué, vi algo del salvajismo en su expresión irse. Su mirada sesuavizó, y parecía recobrar el aliento. Incluso negó con la cabeza, como si estuvieradesconcertado, pero como ¿De verdad?   ¿De eso es  de lo que se trataba todo esto?  

 — Ella está con las personas que la aman — dijo él.

Mis hombros se hundieron de alivio. Eso era todo lo que había querido escuchar.

John miró al Sr Mueller, que seguía gimiendo y gritando, y luego se volteó haciamí.

 — Estás tú… 

Fue interrumpido, porque la puerta del aula se estaba abriendo. El Sr. Marzjakvenía, después de haber oído los gritos del Sr. Mueller.

Fue entonces cuando John desapareció.

Y todo sucedió tan rápido, que podría haber pensado que lo había imaginado... sisu imagen no hubiera sido capturada en la grabación.

Por supuesto, el Sr. Mueller negó que hubiera alguien más en la habitación. Él dijoque me volví completamente loca cuando íbamos a comenzar con las preguntas dela guía de estudio del SAT y que lo ataque sin provocación.

Esa es la explicación que todo el mundo en la Academia Westport para Chicasdecidió creer. Así que en lugar de Hannah Chang, todos empezaron a llamarme  puta, mentirosa, y en resumen una skank.

Eso estaba bien para mí, desde que el Sr. Mueller fue puesto en suspensiónpermanente. "El incidente", como todos lo llaman, es todavía objeto deinvestigación.

Y por lo menos no le hicieron un Shout-Out a Mueller otra vez.

Pero, como los abogados de papá señalaron, el Sr. Mueller tiene un montón derazones para mantener su versión. Incluso si nunca enseñara otra vez, y no podía, amenos que pueda hacerlo con una sola mano, él puede sacar un acuerdo decente dela demanda civil. Después de todo, él fue atacado por la hija del medio locoZachary Oliviera (o eso afirma él). Todo el mundo sabe que las personas que hanmuerto y vuelven a la vida... bueno, vuelven un poco fuera de si .

Aún así. Si bien nadie puede estar totalmente de acuerdo en qué sucedióexactamente durante   el "incidente", gracias a la poca luz y a que el Sr. Mueller

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estaba gimiendo, la grabación de todo lo que el Sr. Mueller dijo antes   de que élempezara a gritar tiene a la DA25, por no mencionar a Changs, intrigados.

Y luego está mi  declaración.

 — ¿Por qué el Sr. Mueller trataría de poner su mano sobre mi boca? — le pregunté alpolicía en la escena. Yo estaba agitada — cualquiera lo hubiera estado. Pero tenía laspalabras de John para consolarme. Hannah estaba con las personas que laamaban — . Si él no estaba haciendo nada malo, entonces ¿por qué estaba tanpreocupado de que pudiera gritar?

 — Esa es una muy buena pregunta — dijeron ellos.

Después de lo sucedido, la señora Keeler gentilmente le "sugirió" a mis padresencontrar una "solución alternativa de educación" para mí, una escuela en mejores

condiciones para manejar a una estudiante con mis "problemas".

Me eché a reír cuando ella dijo eso allí mismo, delante de mis padres.

Servir . Derechos.

 — Esto es para protegerte a ti misma  — me gritó papá durante nuestro siguientealmuerzo.

 — Eso es todo, estoy fuera. ¿Alguna vez te he dicho que no te defiendas? No, pero

¿tenias que mutilarlo permanentemente? Gasté todo ese dinero en esa escuela delujo para Chicas, por no hablar de todo ese dinero en siquiatras, ¿y qué es lo querecibo?

Me encogí de hombros.

 — ¿Unas siete demandas civiles?

 — Yo incluso te compré ese maldito caballo  — me gritó, haciéndome caso omiso —  ,

de los Changs, porque tú me dijiste que lo querías mucho. ¿Y qué hiciste? ¡Le diste

un par de vueltas y lo donaste a una casa para enfermos mentales!

 — Es una escuela para niños autistas, papá  — le dije con calma, jugando con la

pajita en mi refresco — . Double Dare será parte de su programa de terapia equina.Él va a hacer feliz a un montón de niños y será montado, mimado y adulado todoslos días. Son impuestos libres para ti y los Changs no tendrán la carga financiera demantener a un caballo que nadie pasea.

 — Por no hablar de  — papá rugió, lo suficientemente alto para que todos los otros

hombres de negocios en sus trajes de tres piezas se voltearan a mirar —  , ¿qué pasó

25 DA: fiscal de distrito

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  141PURPLE ROSE

con todos mis zapatos? ¡Todos los que tienen borlas en ellos se han ido! ¿Voy atener que encadenarte la próxima vez que te vea? Si no es mi lanzador estrella japonés, son mis zapatos. Por favor, dime. Me preocupas a veces, Pierce, deverdad. ¿Por lo menos comprendes plenamente las consecuencias de tus acciones?

 — No sé papá  — le dije. La verdad era, que por primera vez en mucho tiempo, mesentía bien. Incluso cuando mi padre me gritaba sobre las ensaladas Cobb en unrestaurante de lujo en el centro de Manhattan.

Claro, había sido expulsada de la escuela. Yo no podía estar más de una hora sinansiar el consumo de una bebida con cafeína. Y el chico que había conocidomientras estaba muerta había aparecido en forma inesperada y me había causadosiete demandas civiles.

Pero me sentía positiva sobre el futuro.

 — Puedes decir algo bueno que pueda salir de esto  — le dije.

 — Una cosa  — papá me retó, levantando un dedo índice rechoncho —  , nombra una 

cosa buena que pueda salir de esto.

Me encogí de hombros.

 — Por lo menos  — le dije —  , f inalmente encontré un interés personal fuera de lascosas académicas en la cual comprometerme.

Papá no pensó que eso fuera muy gracioso.

Supongo que tenía razón en una cosa:

A veces no entiendo completamente las consecuencias de mis acciones.

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  142PURPLE ROSE

Un tumulto formaban, el cual girasiempre en el aire eternamente oscuro,

como arena al soplar el torbellino.DANTE ALIGHIERI,Infierno, Canto III

Traducido por masiCorregido por Pimienta

No hubo ningún intento de sutileza.

 — Hey, gente, esta es Pierce Oliviera  — anunció Farah de manera significativa.

Un chico con un corte de pelo rubio, la tez del mismo color rosa que una puesta desol Isla Huesos, y un cuello que era tan grueso como un neumático de tractor, dijo,pareciendo impresionado:

 — ¡Oh, hey, he oído hablar de ti! ¿No es tu padre ese tipo que dirige esa empresaque mantiene al ejército armado o algo? ¿El que siempre está gritando en la tele?

 — Bryce.  — Farah puso los ojos en blanco, luego me sonrió disculpándose — . Porfavor, discúlpale. No sale mucho de la isla.

 — ¿Qué he hecho?  — Bryce parecía indignado — . Simplemente hice una pregunta.¿Qué hay de malo en preguntar si su padre es el hombre de la TV? Él es, ¿no?

 — Sí — dije, tomando asiento junto a él — . Zack Oliveira es mi padre.

Eso fue todo. Yo estaba dentro.

Pero no sólo fue a causa de quién era mi padre. Había un montón de otras razones,por lo que ocurrió.

 — ¿Dónde te dejaste a tus amigos? — preguntó Farah con curiosidad, mirando a sualrededor en busca de Kayla y Alex.

 — Oh, tuvieron que irse  — dije sin darle importancia, con la esperanza de que siactuaba dulce y breve, habría menos preguntas.

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  143PURPLE ROSE

No me tendría que haber preocupado. A nadie le importaba lo suficiente como parapreguntar algo más sobre Kayla o Alex (aunque Bryce acabó sus Gut Busters, y acontinuación, soltó un eructo enorme, haciendo que todas las chicas chillaran enprotesta y arrojaran sus envolturas de pajitas arrugadas hacia él).

De lo que querían hablar era algo completamente distinto.

 — Así que tengo el cuatro por ocho  — dijo Seth, alisando una hoja de papel quehabía sacado del bolsillo de sus pantalones cortos y que la brisa seguía arrugando.Bajé la mirada para ver lo que representaba el dibujo, pero desde donde yo estabasentada, era imposible saber lo que era. Bueno, no imposible, exactamente.Simplemente no lo podía creer.

 — ¿Donde lo conseguiste?  — exigió saber Bryce — . Pensé que Alvarez eliminó elmartillo en todas las ventas de madera.

Seth le dirigió una mirada muy sarcástica. — Tío. Por favor.

 — Oh — dijo Bryce, eructando de nuevo — . Cierto.

 — Bryce, de verdad  — dijo irritada una chica cuyo nombre resultó ser Serena — .¿Tienes  que hacer eso?

 — Creo que tengo el síndrome del intestino irritable — se quejó Bryce.

 — Bueno, no me sorprende  — dijo — . ¿Sabes cuántas calorías hay en una de esascosas? Y acabas de tomarte tres .

Serena. Hice una nota mental del nombre. Cuando había estado de nuevo en lahabitación de las chicas en la escuela, haciendo mi llamada al sacristán delcementerio, había comprobado también en la página de Facebook de Kayla.

Sólo por curiosidad.

La persona que había publicado el más humilde comentario sobre ello se había

llamado a si misma SerenaSweetie.

¿Era esto de lo que Kayla tenía miedo, y el por qué no había querido aceptar lainvitación de Farah?

 — Yo puedo tener acceso a una sierra circular  — continuó Seth — . Es el ensamblaje,la pintura y el almacenamiento lo que va a ser difícil. Como seguramente recordáisdel año pasado.

 — Cierto — dijo Farah, enderezándose en su asiento — . Esa es la manera en que los

atrapamos. ¿Te acuerdas? Fue tan obvio. Todos ellos se fueron congregando en lacasa de Caleb Tarantino.

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 — Oh, cierto. — Una niña llamada Nicole, sentada frente a mí, se iluminó — . Todoslas luces consiguieron despertarme. Fue entonces cuando te llamé, ¿recuerdasCody? Porque ellos estaban metiéndolo y sacándolo al camino de entrada de suspadres a todas horas, y yo no podía dormir, y yo estaba como, “¿Qué pasa contodas esas fiestas en de Cal? Y ¿cómo es que no estamos invitados?” 

 — Fue algo bello — Cody, otro miembro del equipo de fútbol — aunque lejos de sertan grande como Bryce, y aparentemente un poco más intelectual — asintió con lacabeza con entusiasmo — . Ellos nunca supieron lo que les golpeó.

 — Fuimos como ninjas  — dijo Bryce — . Ninjas en la noche. Ellos aprendieron a nometerse con el Rector Wreckers.

Cody y Bryce se pusieron de pie al mismo tiempo, a continuación, golpearon suspechos, fuertemente, a través de la mesa. Farah y Serena pusieron sus ojos en blanco.

 — Sí  — dijo Nicole, su pajita golpeando ruidosamente la parte inferior de su GutBuster26 — . Bueno, yo lo hubiese agradecido si hubieran destrozado un poco menosel material. Ya que mi casa olió a humo durante meses. Y la construcción delnuevo garaje de los Tarantinos empieza a las ocho en punto cada mañana, y todavía está en marcha, y ya sabes cómo me pongo si no tengo mis diez horas de sueñoreparador.

 — Así que eso es lo que le pasó a tu cara  — dijo Cody — . Me lo estaba preguntaba.Todo el mundo se rió cuando Nicole gritó con fingida indignación, luego se volviópara darle una bofetada fingida.

Seguí sorbiendo de mi Coca Cola. Todos los demás podían haber entendido lo queestaba pasando. Pero ciertamente yo no lo hacía.

 — Está bien — dijo Seth — . Así que, aunque ya hemos establecido, sin una pizca deduda, que somos más listos que los del último año del año pasado, y que la cosecha

de junior de este año no es más que un puñado de debiluchos y tristes tontos,todavía tenemos que encontrar una localización segura.

 — Bueno, supongo que el cementerio está fuera de opción  — dijo Cody con unasonrisa.

Todos se rieron. Todo el mundo menos yo.

 — Obviamente  — dijo Seth — . Aunque no creo que no estuviera pensando en esoantes de que Santos hiciera su pequeño anuncio. ¿Quién arruinó la entrada?¿Alguien lo sabe?

26 Buster: Bebida.

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Me quedé inmóvil, la cucharada del poco helado que no se había derretido a mediocamino a mi boca.

 — He escuchado que fueron las pandillas de Miami — dijo Bryce.

Todo el mundo se burló.

 — Lo digo en serio — insistió Bryce — . El novio de mi hermana tiene un primo conlos Federales, y dice que acaban de hacer algunas detenciones en Myrtle Grove.Los MGB... ¿Los Murda Grove Boys? Quizás están utilizando los cementerioscomo parte de sus ritos de iniciación. Vi a estos chicos con algunos cantos principales   conduciendo alrededor de lo de Wendy cerca del Searstown Mall lasemana pasada…. 

 — Volviendo a la realidad  — dijo Seth, poniendo en blanco sus ojos — , lo que

necesitamos es un lugar que no esté   cerrado veinticuatros horas siete días a lasemana pero donde nadie de la escuela pueda conducir por ahí.

 — Se refiere a algo como una comunidad cerrada  — dijo Farah, suspirando connostalgia — . Si, simplemente, conoceríamos a alguien que viviera en Dolphin Key...

Casi me atraganté con mi refresco. ¿Esto era realmente lo que ocurría? ¿Realmenteestaban intentando, no muy sutilmente, conseguir que les dejara usar mi  casa paraalgo que sonaba muy ilegal y también peligroso?

Parecía probable. Aparentemente, ellos no pensaban que yo fuera muy inteligente.Esto, lo había comprendido, porque estaba en el Ala-D. La gente del Ala-D no eranconsiderados en alta estima. Había comprendido esto a través de fragmentos de laconversación anterior, de aquí y allí.

 — Sí, bueno, ¿qué más se podría esperar? Ella es tan del Ala-D — había comentadoSerena acerca de otra chica, que, se supo, había dado a luz durante el verano.

 — Bueno, es obvio que debería haber sido puesto en el Ala-D desde el principio — leoí decir a Cody de un compañero jugador de fútbol que había sido metido en uncampamento para controlar el temperamento, por sus padres, debido a sucomportamiento fuera de control.

Me di cuenta de la mirada de advertencia que Seth envió a través de la mesa depicnic y lo rápidamente que las bocas se cerraron al momento, pero ya erademasiado tarde. Ya lo tenía: Todas las personas inscritas en Nuevos Caminos erandel Ala-D, pero no todo el mundo de Ala-D estaba matriculado en NuevosCaminos. Sólo había cincuenta jóvenes en Nuevos Caminos. Pero había quinientosniños en el Ala-D. El Ala-D, que resultaba, era donde la administración enviaba a

todos   sus, alumnos problemáticos, todos los pandilleros y perdidos, cualquier

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persona con un problema de drogas o disciplinario, para evitar que sus malasactitudes infectaran a los chicos normales en el resto de la escuela.

Esa era la única razón en la que podía pensar, de todos modos, para explicar el porqué estábamos alojados todos en un ala separada de los otros estudiantes. Incluso

aunque pareciera casi demasiado extraño para ser verdad. Como el hecho de queestas nuevas caras, los chicos atléticos que apenas me conocían aparentementeparecían estar pidiendo que sacrificara mi casa para su extraño ritual.

 — ¿Sobre qué — dije, bajando la taza — , exactamente estáis hablando, chicos?

Farah se echó a reír como si fuera la cosa más adorable que ella hubiera vistonunca.

 — ¡La Noche del Ataúd, tonta!

 — Pero, ¿no dijo el jefe de policía que la Noche del Ataúd fue cancelada este año? — pregunté.

Ahora todo el mundo en la mesa se echó a reír ante mi ridícula ingenuidad.

 — La administración lo cancela todos los años  — explicó Seth pacientemente,cuando la risa se desvaneció — . Pero todos los años, ocurre de todos modos. Tieneque ser así. Es la Noche del Ataúd. Es una tradición.

 — Oh  — dije, recordando la expresión del rostro de mi madre mientras me habíapreguntado por la Noche del Ataúd. Era, obviamente, un gran acontecimiento enIsla Huesos — . Pero, ¿cuál es  la tradición, exactamente?

Cody estornudó-tosió la palabra  Ala-D , pero Seth, después de darle un gesto queclaramente decía “Oye, dale a la chica nueva un descanso”, explicó:

 — Cada año, la clase de último año en la Preparatoria Isla Huesos construye supropio ataúd. A continuación, lo escondemos en algún lugar de la isla. Y le toca ala clase junior intentar encontrarlo.

Esperé, esperando oír más.

Pero no siguió nada más. Todo el mundo me miró expectante, mientras en elfondo, las gaviotas revoloteaban alrededor, en busca de alguna patata frita perdidaque pudiera haberse caído. Sobre la playa, un tipo sin camisa lanzaba un frisbee asu perro, que se perdía y luego se precipitaba felizmente en el agua pararecuperarla.

 — Uh — dije finalmente — . Muy bien. Pero... ¿por qué?

Seth miró a todos los demás en busca de ayuda.

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 — ¿Qué por qué? — preguntó finalmente.

 — ¿Por qué quieren encontrarlo?  — No estaba tratando de ser una pelmaza.Sinceramente no lo entendía — . ¿Qué hay en su interior?

Seth sonrió como si yo hubiera preguntado algo dulce.  — ¿Qué quieres decir conqué hay en su interior? No hay nada en su interior.

 — Bueno, entonces ¿qué importa?  — pregunté, realmente desconcertada — . ¿Quiénse preocupa por encontrar algún viejo ataúd vacío?

La sonrisa de Seth se desvaneció, y hubo algunos murmullos bajos al otro extremode la mesa de picnic. Oí claramente las palabras  ¿En serio?  y  Dios, realmente está en el Ala-D.

 — Oye — dijo Seth bruscamente. Pero a todos los demás, no a mí — . Cálmense.  — Para mí, dijo, con su tono de voz suave y su sonrisa perfecta en su lugar — : Enprimer lugar, no es un viejo  ataúd. Es un flamante ataúd, como dije, uno queestaremos construyendo y pintando a mano, con nuestro año escolar y todosnuestros nombres sobre ello. El tuyo también. Y si los juniors lo encuentran, loextraerán en mitad del campo de fútbol durante el primer partido de la temporada yle prenderán fuego delante de todos. Y filmándose a ellos mismos mientras lo estánhaciendo, y luego publicándolo online en todas partes. Entonces seremostotalmente humillados. Así que no queremos eso.

Yo ya había unido la parte del fuego, después de que el Director Alvarez hubieradado el discurso increíblemente aburrido, con lo que Nicole había mencionadoacerca de su casa oliendo a humo durante meses después de que el RectorWreckers, lo cual supuse que eran Seth y sus amigos, hubieran descubierto el ataúddel año pasado de la clase de último año en el garaje de su vecino y aparentementehubieran elegido prenderlo fuego en el sitio.

Lo que todavía no entendía era el porqué a alguno de ellos le importaba.

 — Ese es el por qué  — dijo Farah, poniendo una mano sobre mi hombro — ,pensamos que sería genial si se pudiéramos ocultar el ataúd este año en tu  casa.Sólo durante un rato. Porque vives en Dolphin Key. Para entrar y salir de tuvecindario, la gente tiene que tener el permiso del guardia de la puerta principal,¿verdad? Eres la única estudiante de PIH que vive allí este año. Lo sé, porque mimadre está en el comité de refuerzo y he comprobado la base de datos. DolphinKey mayoritariamente es una comunidad de jubilados y extranjeros. Es realmenteexclusiva. La mayoría de la gente de aquí en Isla Huesos no puede permitirse el lujode vivir allí. Lo que eso significa es que nadie de PIH debería ser capaz de entrar,excepto nosotros, y sólo cuando nos ayudes a pasar por la puerta. Tú, y el ataúd,

estarán totalmente seguros. Lo que sucedió el año pasado donde Cal, nuncaocurriría en tu casa.

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Simplemente me la quedé mirando fijamente. Esto era una broma. Ninguna deestas personas ni siquiera sabía de lo que estaban hablando. ¿Seguros? Yo era lapersona menos segura en el mundo.

Especialmente ahora, con mi collar desaparecido.

Oh, sí. Y el tipo que me lo había dado, a quien había conocido mientras estuvemuerta, no le gustaba ya más porque habíamos tenido una gran pelea. O algo así.Lo cual estaba bien, porque estaba haciendo un nuevo comienzo. Nuevos Caminos.Necesitaba otro refresco.

 — Sólo es hasta que nosotros lo pintemos de todos modos  — agregó Sethapresuradamente.

 — Entonces lo moveremos a otra parte. No podemos mantenerlo demasiado tiempo

en un mismo lugar, con el fin de evitar que lo detecten. Después de tu casa,probablemente lo moveremos a un hangar en el aeropuerto de Isla Huesos, mipadre tiene un avión, y esos tontos nunca lo harán pasar por la seguridad de laFAA, y tal vez lo cederán a la base de la Marina.

 — Mi padre es un coronel — dijo Nicole, quien pestañeó hacia mí.

 — Luego tal vez tenerlo en la isla durante un rato — dijo Seth.

Pude ver que continuarían así toda la noche.

 — ¿Qué pasa si ellos no lo encuentran? — interrumpí — . Me refiero a los juniors.

 — Si no lo encuentran — dijo Serena, mirándome como si yo le hubiera preguntadoalgo muy estúpido — , sacaremos el ataúd, como parte del espectáculo del descansodel juego y lo pasearemos frente a la vista de todos, mientras que la banda y elequipo de baile, de la que soy capitán, actuamos con la sintonía de la canción deéxito de MC Hammer de 1990, U Can't Touch This.

 — Lo cual no puedes hacer. ¡Debido a la regla Wrecker!  — Bryce y Cody se dieron

otro golpe en el pecho.

Les miré fijamente, sin poder creer que mi madre hubiese recordado la Noche delAtaúd con tanto sentimentalismo.

Pero traté de no permitir que mis verdaderos sentimientos se mostraran. Todavíanecesitaba averiguar por qué Alex odiaba tanto a Seth. Además del hecho de quetodos ellos consideraban a todos los del Ala-D como anormales.

Aunque el término  freak   era subjetivo. Algo así como normal   y loco. Yo, por

ejemplo, podría considerar a alguien anormal por recorrer una isla tratando de

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ocultar un ataúd casero, luego pasearlo con una canción de hace veinte años de MCHammer durante el descanso de un evento deportivo.

Pero eso era como yo. Y era bien sabido que estaba loca.

Y sospechaba que cuando Alex averiguara que Seth Rector quería guardar el ataúdde la clase de último año en mi casa, y él estaba obligado si yo estaba de acuerdo enhacerlo y se daría cuenta de cuantas Anormalidades colgaban alrededor de migaraje, que probablemente iba a darme la razón bastante rápido.

 — No lo sé — dije — . Tengo que preguntárselo a mi madre primero. Ya sabes cómoes… 

 — Por supuesto  — dijo Seth, su mirada azulada firme — . Totalmente. Noquerríamos hacer nada para alterar a tu madre.

 — Estoy segura de que ella dirá que está bien  — dijo Farah — . ¿No fue tu madre alPIH27? Me pareció ver su nombre en el trofeo… 

 — Tengo otra pregunta — interrumpí — . ¿Por qué un ataúd?

Farah y Nicole me miraron como si yo hubiera preguntado por qué el cielo es azul.

 — ¿Qué?

 — ¿Por qué un ataúd? — pregunté — . ¿Por qué construir y ocultar un ataúd?Ahora todo el mundo  estaba mirándome. Pero no percibí lo que era tan raro en lapregunta.

 — ¿Por qué no un barco?  — insistí — . ¿No somos la Preparatoria de Isla HuesosWreckers ?

Los Wreckers son personas que solían hacer pillaje de los barcos que se hundieronen alta mar entre aquí y el arrecife, ¿verdad? ¿Y luego revendían lo que lograban

saquear de nuevo a los propietarios de barcos, para su beneficio? Así que ¿no tendríamás sentido para nosotros construir y ocultar un barco? ¿Dado que la mascota de laescuela es un pirata, atractivo, no un esqueleto?

En el silencio que siguió, pude oír las olas mientras barrían por la playa detrás denosotros. Isla Huesos, por lo general, no solía tente ese tipo de olas grandes, quenormalmente esperarías ver en Florida porque la isla estaba situada dentro de unarrecife de coral, el tercero más grande del mundo.

27 PIH: Preparatoria de Isla Huesos

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Pero por alguna razón, me di cuenta de que ese día, las olas eran más grandes de lohabitual. Quizás ellas, como yo, sentían la inquietud en el aire.

 — Oye — dijo Bryce, alzando las cejas — . Ella tiene razón. Tendría más sentido si setratara de un barco. ¿Por qué es  un ataúd?

 — ¿Sabes qué?  — Seth levantó su mochila — . No lo sé. Y no me importa. Todo loque sé es que siempre ha sido un ataúd.

 — Es probablemente para mejor  — dijo Bryce pensativo — . Porque la Noche delBarco no suena tan bien como Noche del Ataúd, ¿sabes?

Todos se rieron.

Yo no sabía entonces que estaba a punto de descubrir por qué era un ataúd. Y si

alguno de ellos hubiera sabido lo que la Noche del Ataúd era realmente,definitivamente no se habrían estado riendo.

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La borrasca infernal, que nunca cesa,en su rapiña lleva a los espíritus;volviendo y golpeando les acosa.

DANTE ALIGHIERI,Infierno, Canto V

Traducción SOS por Sheilita Belikov y LizCCorregido por luchita_c

Cuando me bajé de la F-1501 negra de Seth  — un regalo de cumpleaños de supadre, él había explicado casualmente mientras me traía a casa —  divisé al tío Chrisen el camino de entrada, con una de nuestras tumbonas de madera en sus brazos.

 — ¿Quién es ese?  — preguntó Farah con curiosidad, mientras se acomodaba en elasiento delantero que yo acababa de desocupar.

 — El hermano de mi madre — dije.

El tío Chris había dejado lo que estaba haciendo y sólo se había quedado allímirándonos, con su boca entreabierta y la gran silla de madera en sus brazos, contodo y brillantes cojines a rayas azules y verdes.

Es cierto que la camioneta de Seth era todo un espectáculo. Nadie en mi vecindarioallá en Connecticut — por no hablar de la Academia Westport para Chicas —  habíaconducido una que se le pareciera. Seth había levantado la carrocería para queestuviera a un pie firme más o menos de las ruedas, los rines los cuales brillaban enun plateado brillante. Las ventanas habían sido tintadas del mismo color negro que

el resto de la camioneta, por lo que no se podía ver que estaba sentado en el interiora menos que las puertas estuvieran abiertas. Seth tenía puesta música  — una bandaque a mí me sonaba principalmente como griterío —  y el volumen estaba muy alto,la camioneta parecía estar vibrando.

Pero tenía la sensación de que no era la razón por la que el tío Chris estabamirando.

 — ¿Es el padre de Alex? — preguntó Farah.

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 — Sí  — dije. Ciertamente ella era curiosa. ¿Quién no estaría curiosa sobre un tipoque había estado en la cárcel, por casi la misma cantidad de tiempo que ella habíaestado viva? — . Gracias por el aventón.

 — Así que tienes mi número  — dijo Seth — . Llámame después de averiguar lo que

tu madre diga. — Supongo que tuve que haberlo mirado un poco inexpresivamente,ya que agregó — : Ya sabes. Sobre el asunto. — Me lanzó una mirada significativa.

 — Oh, está bien — dije, sacudiéndome a mi misma — . El asunto. Seguro.

Cerré la puerta. Intelectualmente, sabía que todavía serían capaces de verme através de los vidrios polarizados.

Pero psicológicamente, ya que yo ya no podía verlos, sentía como si no pudieranverme.

Y de alguna manera, eso se sentía bien.

 — Hola, tío Chris — dije, caminando hacia él con mi pesada mochila. Detrás de mí,oí las enormes ruedas de la camioneta haciendo crujir algunos fragmentos sueltosde grava en el camino de entrada. La vibración de la música ya estaba haciéndosemás suave — . ¿Qué estás haciendo?

El padre de Alex no se había movido. Todavía estaba mirando la camioneta.

 — ¿Quiénes eran? — preguntó.

 — Sólo algunas personas de la escuela — dije — . Me dieron un aventón a casa.

 — Pensé que Alex iba a llevarte y traerte de la escuela — dijo.

 — Oh, él tenía otras cosas que hacer después de la escuela hoy  — dije. No eranecesariamente una mentira — . Así que conseguí un aventón con otras personas.¿Qué estás haciendo con esa silla?

 — Llevándola al garaje  — dijo — . Acaban de anunciar en el Canal del Tiempo quehay una alerta de huracán. Estamos en el cono.

 — ¿El qué?  — No había oído nada acerca de un huracán. Bueno, supongo que sí,pero no había prestado atención porque no habían dicho que viniera en nuestrodirección. El sol se estaba poniendo, pero no había ni una nube en el cielo.

 — El cono es lo que ellos llaman la trayectoria  posible   del huracán, ya que lastormentas pueden ser muy impredecibles  — dijo el tío Chris. El clima era el interésen el que, el tío Chris había elegido involucrarse al salir de la prisión — .

Probablemente nos golpearán nada más que bandas lluviosas  — esas son lastormentas eléctricas que rodean la parte externa del ojo de una tormenta. Pero en

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realidad todavía no saben con esta. Estamos en el cono de tres días deincertidumbre.

Lo miré, sorprendida de que había estado tan absorta en mis propiaspreocupaciones, que no me había dado cuenta de esto por mí misma, especialmente

teniendo en cuenta las olas que acababa de ver en la playa, por no hablar de laviolencia de la tormenta de anoche. La temporada de huracanes duraba desde juliohasta noviembre, y sólo era septiembre. Estábamos justo en medio de ella.

Pero en mi caso, la temporada de tormentas no parecía estar aquí sólo literalmente,sino figuradamente también, como me di cuenta cuando estaba siguiendo a Farah ySeth a su camioneta después de que habíamos terminado en Island Queen, y miteléfono celular había comenzado a sonar. El número que Richard Smith habíaescrito en los folletos que me había dado, apareció en mi pantalla.

 — ¿Hola? — había dicho yo, respondiendo con el corazón desbocado.

 — ¿Señorita Oliviera? — La voz áspera había sonado familiar.

 — Oh, Sr. Smith — dije — . Muchas gracias por devolverme la llamada.

No hubo respuesta.

 — Um...  — Seth y Farah, antes de subir a la camioneta de Seth, habían decididotener un momento privado. Sólo que no fue tan privado, en realidad, ya que todos

en Island Queen podían verlos. Ellos estaban besuqueándose completamente contrala camioneta. Si esto era lo que iba a tener que esperar para la próxima semana oasí, si estas personas estarían en mi casa constantemente, construyendo un ataúd enmi garaje, no estaba segura de que valiera la pena, ni siquiera por Alex. Yo, comoel tío Chris, debería haber elegido el clima como mi hobby.

 — Así que, ¿ahora sería un buen momento para programar esa cita que ustedmencionó en su nota? — había preguntado yo.

 — Ahora sería un momento excelente  — había dicho el sacristán del cementerio — .

¿Cuándo estará disponible, Señorita Oliviera?

 — Um  — dije. Volví a mirar a Seth y Farah. Todavía besándose. Aparté la miradaotra vez — . Ahora. Ahora sería muy bueno para mí. ¿Ahora sería conveniente parausted?

 — Ahora no sería conveniente para mí — había dicho con su voz gruñona — . Pero alas seis, cuando mi oficina cierre, debería estar disponible. Confío en que sabedónde está mi oficina.

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 — Lo hago  — dije, haciendo caso omiso de que estaba obviamente tirándome unaindirecta, ya que él sabía cuánto tiempo había pasado en el cementerio — . Estaréallí a las seis.

 — No llegue tarde — dijo — . Me iré a las seis si no está allí.

Entonces me colgó.

 Me había quedado mirando el teléfono, con los ojos entrecerrados. Puedo lucir como unacolegiala de ojos color miel en el exterior, con el dobladillo de la falda a diez centímetros porencima de la rodilla, reglamentarios .

 Pero le arrancaré las borlas a sus zapatos, viejo. Sólo trate de Googlearme .

Muy bien, bueno, en mis fantasías, eso podría suceder.

 — No se puede ser demasiado cuidadoso con estas tormentas.  — El tío Chris estabasiguiendo adelante en mi camino de entrada — . Dependiendo de la trayectoria quelleven, pueden pasar alrededor de nosotros o golpearnos directamente. Por logeneral, nada de qué preocuparse, pero no queremos que estos bonitos mueblespara jardín terminen en tu piscina, con tanto dinero que tu madre se gastó en ellos.Seth One28.

 — ¿Perdón?  — Necesitaba darme prisa si quería llegar a mi cita con el Sr. Smith atiempo. Después de Isla Queen, Seth y Farah me habían llevado a cabo Reef Key

para darme un recorrido por las especificaciones de las urbanizaciones de suspadres. Había tenido que fingir que resultaba emocionante, sacudiendo tanto lamano del Sr. Rector como el Sr. Endicott y actuando como si me importaran lasmuy aburridas cosas que estaban diciendo, las cuales sonaban para mí como bla,bla, bla. ¡Ambiente de complejo turístico de lujo! Bla, bla, bla. La libertad de una islaprivada.  Bla, bla, bla. ¡Canchas de tenis!  Bla, bla, bla. Lagunas Privadas de agua demar. Junto con las ocho pequeñas palabras que me había acostumbrado a escuchara donde quiera que fuera: Tal vez tú padre estaría interesado en invertir .

Había estado aliviada de escapar con mi habitual: — Claro, ¿por qué no le das unallamada? Aquí está su tarjeta. — Yo siempre tenía una a la mano ahora, en caso deemergencia. Creo que a papá le gustaba recibir llamadas de personas a las que lesdaba sus tarjetas. Le gusta gritar en el teléfono tanto como lo hace en la televisión.

Ahora el Tío Chris había comenzado a moverse hacia la puerta del garaje abierta.

 — Seth One1. Eso es lo que dice en la placa de tu amigo.

28 Seth One: Nombre de la matricula de la camioneta 4 x 4 de Seth, sería como decir Seth único o elúnico.

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Realmente no quería recordar el tiempo que había chocado contra la parte traserade un camión de UPS tratando de no golpear a una ardilla, y cómo de fuerte mipadre había gritado por destruir el BMW que me había dado.

 — Probablemente sea mejor, considerando todas las cosas, que no utilice ningún

vehículo de motor.

 — No hagas eso — dijo el tío Chris — . Nunca hagas eso.

Amplié mis ojos ante él.

 — ¿Perdón? — Le dije.

 — No te desanimes — dijo — . Yo sé lo que te pasó. Me enteré de ello, a pesar de queestaba fuera. Tu madre se mantuvo en contacto conmigo y me envió fotos tuyas,

también. Apuesto a que no lo sabías, ¿verdad? Bueno, es verdad.

Lo miré. Estaba en lo cierto. Yo no había oído esto.

 — Y cuando me enteré de lo que te sucedió, como no estabas haciéndolo demasiado bien, le dije a tu madre que no se preocupara. — Me sonrió, la misma sonrisa dulceque siempre me daba —. “ Esto va a salir bien,” le dije a tu madre. “ Puedes verlo en susojos ”. Ahora, ¿Alex? De Alex no estoy tan seguro. Es triste decirlo sobre tu propiohijo, pero... — Se encogió de hombros — . Me preocupo por él.

Sabía exactamente lo que quería decir. Me preocupaba por Alex, también.

 — Y no es sólo porque eres una chica, tampoco, o hija de Deb.  — Sacudió lacabeza — . Deb nunca fue para nada como tú.

 — Lo sé  — dije. Traté de mantener la amargura fuera de mi voz.  Refrénate antes dehundirte  — . Todavía tienen todos los trofeos que ganó para la escuela. Los trofeosque ambos ganaron. Están en exposición en el Ala-A.

Él pareció desconcertado.

 — ¿Qué es una Ala-A?

 — Es... no importa.  — Supongo que él y Alex realmente no hablaban mucho — . Serehízo la preparatoria desde que tú… te fuiste. 

 — Se rehízo un montón de cosas desde que me fui  — dijo — . Pero eso no es lo quequise decir. Deb es sólo... todo es fácil para ella. Como ganar aquellos trofeos.Todo el mundo sabía que Deb iba a hacer algo de esta roca algún día. Nadie pensóque yo lo haría. Excepto de la manera que lo hice.  — Rió brevemente — . Supongo

que sólo demuestra que, los trofeos que ganas en la preparatoria no necesariamentesignifican mucho. Así que...  — Él miró hacia otro lado, frente a las nubes

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tornándose rosadas por la puesta del sol — . Nunca dejes que te digan que eresdemasiado estúpido para hacer algo. No estoy diciendo que va a ser fácil para ti, dela forma que era para tu mamá. Tal vez vas a tener que trabajar un poco más duroque otras personas, lo que sé que no es justo. Pero eso no significa que sólo debesdarte por vencida. Porque si lo haces, entonces, ¿en dónde vas a estar?  — Me miró yse encogió de hombros.

 — Um — le dije — . ¿En una bicicleta?

 — Sí — dijo — . En una bicicleta.

 Excepto que estaba bastante segura que la respuesta correcta era la de vivir con la mujer que posee Knuts for Knitting después de haber servido tan sólo una pena de prisión de dieciséisaños.

Ahora estaba empezando a entender lo que quería decir papá del tío Chris pasandopor un reinando de terror y venganza ahora que había salido de la cárcel. Esto eratoda la cosa de “todavía las aguas son profundas”. Había muchas más cosas en lacabeza de tío Chris de lo que yo pensaba.

 — Así que tu mamá me dijo que te dijera que se le va hacer tarde; tenía que regresara la oficina para una reunión — dijo.

 — Oh — dije — . En realidad, tengo una reunión, también...

 — De acuerdo  — dijo el tío Chris — . Bueno, voy a poner los muebles en la parteposterior. A menos que necesites transporte para tu reunión o algo...

 — Oh, no, estoy bien, gracias.  — Dirigí mi bicicleta hacia la puerta principal. Aldarme cuenta de su expresión abatida, agregué — , pero tal vez mañana puedasllevarme a una lección de conducción.

Vi cómo su rostro se iluminó, y sabía que había dicho exactamente lo correcto.

 — Genial — dijo — . Siempre es tan bueno verte, Piercey.

Si hubiera sabido entonces como iba a resultar la noche, podría no sólo haberlesonreído y despedido con la mano, a continuación abrí la puerta y maneje fuera.Podría haber cancelado mi reunión con el sacristán del cementerio y habermepegado al lado del tío Chris para el resto de la noche. Para asegurarme de que elmal no lo atrapara. Esta iba a ser mi nueva afición.

Pero no sabía entonces lo mucho que el cono de incertidumbre se había reducido, oque estaba dirigida directamente hacia la Isla Huesos.

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«Hijo mío — cortés dijo el maestro — ,los que en ira de Dios hallan la muerte

llegan aquí de todos los países.»DANTE ALIGHIERI,Infierno, Canto III

Traducido por Mery St. Clair y ANDRE_GCorregido por masi

La oficina del sacristán del cementerio, justo como él me había recordado, cerrabapuntualmente a las seis. Ya habían pasado cuando toqué en la puerta.

 — Llegas tarde  — se quejó Richard Smith cuando abrió la puerta — . Pero noesperaba a nadie más. Entra.

Él se hizo a un lado, permitiéndome entrar en su inmaculadamente limpia oficina.Debido a que el sol había comenzado a hundirse más allá de las copas de los

árboles, él había encendido una pequeña lámpara de bronce de escritorio, la únicacosa que parecía seguir con el aspecto histórico del Cementerio de Isla Huesos, erauna placa de bronce frente a la puerta exterior que explicaba que había sidoestablecida hace más de 150 años atrás, en 1847.

Supongo que podría estar más sorprendida que la mayoría de las personas,considerando el hecho de que la oficina estaba en la pintoresca casa, con cerca blanquecina, pórtico, techo inclinado, ventanas con cortinas turquesas, y suelosoriginales de pino.

Pero por dentro, era exactamente de la manera en que yo recordaba hace diez añosatrás, aunque Richard Smith no había sido el sacristán en ese entonces: todos losarchivadores de metal y estantes que contenían malas fotocopias para interacción ypermisos de construcción para el sellado y papeleo para las tumbas.

Sin embargo, es los que los sacristanes de cementerios hacen. Supervisar elenterramiento de los muertos. Ellos, exactamente, no están decorando.

 — Bueno, no te quedes ahí  — dijo Richard Smith de mal humor, cerrando, bloqueando la puerta detrás de mí — . Siéntate.

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Él señaló a una de las varias sillas de imitación de piel que estaban en frente de unlargo escritorio de madera. Eran diferentes de las sillas que recordaba en mi últimavisita, pero no demasiado. Yo no había podido sentarme en alguna de ellasentonces. La abuela me había enviado afuera antes de que tuviera una oportunidad.Eran cómodas. Pero aún así me encontré a mí misma inquieta.

John me había dicho que no volviera al cementerio.  No es seguro para ti estar aquí , fueronsus palabras exactas.  No a menos que tú realmente quieras terminar muerta. Para siempreesta vez.

Bueno, yo estaba de regreso en el cementerio. O por lo menos en la oficina delsacristán del cementerio. ¿Estaba a punto de terminar muerta por esta visita?

Realmente no creo que eso pudiera ser justo.

El Sr. Smith debió sentir mi agitación, ya que él se sentó en la silla detrás delescritorio con un crujido y se puso a trabajar con una sorprendente rapidez. Quitóel collar de la cima de un cajón, lo puso sobre la plataforma del escritorio verdefrente a él.

 — ¿Reconoces esto?  — preguntó, mirándome por encima de la montura de susgafas.

Traté de averiguar la manera en que podía manejar esto.

Y había decidido eso, cuando traté con el policía sobre el Sr. Mueller, negociar eraprobablemente la manera más segura de continuar.

Pero era difícilmente, con la forma de la almohadilla de cuero verde mostrandotodas las mejores características del collar, la cadena de otro reluciente, latempestuosa piedra gris. ¿Le daba un aspecto más pálido de lo normal o se trata deun truco de la luz? — no solo agarrarlo e irse. ¿Qué podría él hacer si yo lo hacía? Élno podía perseguirme. Era viejo. Más viejo de lo que la joyería había sido, incluso.Él probablemente tendría un ataque al corazón, sin la ayuda de John.

Pero no podría hacerlo. No a él. No estaba segura de por qué, exactamente. Él noparecía muy agradable, no conmigo ni con mi madre.

Negociar. Ese era el camino a seguir.

 — No  — dije, apartando mi mirada del collar y mirándolo a los ojos. No era lailuminación. La piedra parecía más blanca en el medio. Algo raro estabapasando — . Nunca lo había visto antes en mi vida.

 — Pensé que dirías eso  — dijo Richard Smith, sonriendo — . Lo interesante es que

yo, por otra parte, lo he visto antes.

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Mi corazón se hundió. Oh, grandioso. No otro más. Esto era exactamente lo que el joyero había dicho, ¿Cómo podía meterme en estas situaciones? ¿Y con mis propiospies? Parece que camino — o corro — hacia los problemas constantemente.

 — Nunca en la vida real, por supuesto  — añadió — . Solo en representaciones

artísticas. Como ves, en mi tiempo libre, cuando no estoy aquí reservando sitiospara tumbas o tratando de mantener fuera adolescentes idiotas como tú que noprofanen tumbas de más de cien años, yo leo. Sobre todo de deidades de lamuerte… de aquellos quienes escoltan a los recién fallecidos a la otra vida   — agregó, yo supuse porque él pensaba que era una de esos “idiotas adolecentes”,pero no podía entender el término.

Él no sabía, por supuesto, que yo era una NDE29 y, como tal, muy familiarizadacon todo lo relacionado con los muertos.

 — Mi compañera piensa que soy un loco, también  — dijo con un encogimiento dehombros — . Y supongo que llevo conmigo mi trabajo a casa un poco. Peroencuentro en nuestra cultura el miedo hacia la muerte un poco ridícula, cuando lamuerte es realmente una parte natural del círculo de la vida. No estoy diciendo quela vida no debe ser disfrutada al máximo, pero ciertamente disfruto la mía. Pero túdeberías ver las reacciones de las personas cuando ellos me preguntan en fiestas:“¿A qué te dedicas?" Y yo se lo digo. Ellos no pueden alejarse lo suficientementerápido.

 — ¿A sí? — dije, sólo por educación. Sabía cómo las personas en las fiestas deberíande haberse sentido. Además, no quiere decir algo malo, pero pienso que sucompañera podría ponerse loca con toda esta cosa. Aunque yo estaba difícilmenteechando piedras a mi tejado.

 — Así que ya ves  — dijo Richard Smith — . Por eso, cuando me encontré con esto, — él dio unas palmaditas al collar — , en mi cementerio esta mañana, no sabíaexactamente que era, pero también sabía que no se le había caído a algún turistaque casualmente atravesó nuestro pequeño cementerio para tomar un par de fotosantes de regresar a uno de los barcos crucero. Y cuando encontré que esto,  — 

suavemente se inclinó sobre escritorio para apartar algunos mechones de mi largo yoscuro cabello, que claramente había sido gentilmente extraído de maraña de nudosque habían sido atrapados por mi cadena — . Pensé, a quien he visto en elcementerio tarde con un cabello como este, ¿Quién posiblemente podría tener ensus manos una cosa tan singular? Ciertamente, puede ser la joven dama que veoaquí casi a diario, quien no solo se rehúsa a cumplir mi simple solicitud de no usarlos caminos como vía pública, sino que también habitualmente usa una largacadena de oro alrededor de su cuello. ¿Podría ser?

29 NDE: Persona que ha vivido una experiencia cercana a la muerte.

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Me di cuenta que lo había subestimado en la oficina en Nuevos Caminos. Lacorbata de lazo y borlas eran solo apariencias.

Este tipo era bueno. Realmente bueno.

 — Nunca he visto este collar en mi vida  — dije. Esa era mi historia — por ahora — yestaba apegándome a ella.

Él sonrió un poco y siguió como si yo no hubiera hablado.

 — Pensé que una joven dama quien corre a través de este lugar sin tener en cuenta alos peatones, casi como si estuviera entrenando para el Tour de Francia, podríadecir eso la noche después del terrible acto de vandalismo que se cometió aquí. Asíque, naturalmente, fui a la zona donde ocurrieron los actos de vandalismo. Y miralo que encontré tirado en la puerta.  — Él levantó otro largo y oscuro cabello.

Primero él lo comparó junto lo que había extraído del collar — . Mismo color.Misma longitud. — Entonces él lo levantó al aire y lo acercó a un ojo, como si no lohubiera medido contra mi cabello desde la cima de mi cabeza hacia abajo, más alláde mis hombros — . Una buena coincidencia, diría.

No había manera de saberlo, por supuesto, si él realmente lo había encontrado junto a la puerta. No había manera de saber si era verdad o si realmente estabaponiendo todo esto a prueba, para hacerme caer y engañarme, y admitir que yohabía estado dentro del cementerio anoche.

Pero repentinamente, me sentí débil. Como si estuviera a punto de desmayarme oalgo.

 Por favor, no arruines esto para nosotros , me había pedido mamá. Sin palabras, perocon sus ojos. Yo estaba metida en esto. Yo estaba metida en este gran enredo.

¿Por qué? Me pregunté a mi misma. ¿Por qué no estoy viendo en rojo, cuando máslo necesito? ¿Qué está mal conmigo? Este tipo no era tan bueno. Él era  sólo lo quepapá llamaría un chiflado.

Quizás era por eso. No era más que un chiflado. No me daba la impresión dequerer hacerme daño.

Entonces, ¿Qué quería?

 —Eso… no prueba nada  — me las arreglé para murmurar.

 — No — concordó él, deslizando todo el cabello de regreso al cajón de su escritorioy cerrándolo. Evidencia para más tarde, pensé con tristeza — . No lo es. Solo lomencioné porque estaba tan sorprendido de verte, de todas las personas, la nieta de

Carlos Cabrero, envuelta en algo tan… complicado. Creo que tú quieresmantenerte fuera de problemas, al menos por el bien de tu tío.

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Clavé la mirada en la imagen, la reproducción de un retrato de María Antonieta, lareina sentenciada de Francia. Sorprendentemente, llevaba puesto un vestidosemejante a la especie de toga en la que Perséfone, la reacia novia de Hades,siempre había sido representada en los laterales de los antiguos jarrones clásicos.Incluso había hojas de uva tejidas a través de la enorme peluca empolvada de lareina. Bueno, hojas de uva hechas de oro, pero como sea.

Y en su cuello — ese delgado cuello que pronto seria rebanado en dos por MadameGuillotina — colgaba mi diamante, pero en una gargantilla de terciopelo verdeoscuro en lugar de una cadena de oro.

John me había dicho que habían muerto hombres por el diamante que él me habíaregalado. Resultó que no habían sido tan solo hombres.

¿Él lo sabía? ¿Conocía su sangrienta “procedencia”, como el joyero la habíallamado?

Por supuesto que lo sabía. Él tenía que haberlo sabido.

Y de todas formas me lo había regalado. Dijo que se suponía que me protegería… 

Bastante bien le había hecho a María Antonieta.

Ahora estaba temblando de una forma incontrolable. Había dejado mi cárdigan encasa. Desearía haberlo tirado en la canasta de mi bicicleta.

¿Pero cómo habría podido saberlo? ¿Cómo habría podido saber que estaríaescuchando sobre… bueno, estas cosas? 

Aunque aparentemente, el sacristán del cementerio no había notado miincomodidad. Estaba contando bastante entusiasmado su mórbida historia.

 — El diamante desapareció — dijo, cerrando el libro — , junto con la mayor parte delas joyas de la reina, después de su arresto. Hasta que volvió a aparecer, al azar,unos cincuenta años más tarde. En la lista de carga de un barco comerciante que

atracó30 aquí en la Isla Huesos, de todas partes donde podría haberlo hecho, el oncede Octubre de 1846. Y esa fue la última vez que él — o cualquiera de las personasdel barco — fue visto. El barco, como cada uno de los barcos que estaban ese día enel muelle, se hundió a causa de un huracán de Categoría Cinco que apareció de lanada, ahogando a más de mil personas, destruyendo cada bote y edificación de laisla — incluyendo el hospital, así que no había lugar donde tratar a los heridos, y elfaro, por lo tanto no había forma de hacer una señal para pedir ayuda. También — añadió — , desenterró cada ataúd que estaba en este cementerio dejándolos a mar

30 El verbo atracar  en este caso se refiere a descargar la mercancía.

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abierto. Así que tampoco había donde enterrar a los recién fallecidos.” Sacudió lacabeza. “Debió haber sido un verdadero desastre, con los mosquitos y la cólera.

Creo que hice alguna especie de sonido asfixiante que Richard Smith confundió porincredulidad, ya que se apresuró a asegurarme:

 — Oh, sí. Sabes, es por eso que ahora conservamos los ataúdes en criptas. Porsupuesto que ellos, deberían haber tenido mejor criterio, incluso en aquel entonces,considerando lo que los Españoles encontraron trescientos años atrás cuando ellosllegaron aquí, pero…   — se encogió elaboradamente de hombros — . Algunaspersonas escogen cegarse a la historia.

Ya no me sentía a punto de desmayarme. O fría. Ahora solo sentía… nada. 

 — Un interesante hecho sobre ese huracán — el sacristán del cementerio continuó — 

, es que fue el más mortífero en toda la historia de Isla Huesos. Un hombre mássupersticioso que yo podría decir que fue casi como si alguien no quisiera que estediamante — con su mala brujería, como mi compañero lo llamaría — se bajara de ese barco. Porque nunca lo hizo, sabes. Se hundió hasta las profundidades del mar junto con el resto de la mercancía del barco, para nunca volver a ser visto… aunquela compañía propietaria del barco contrato rescatistas para que lo buscaran, y ellos buscaron durante meses, incluso años, en aguas que tan solo tenían tres metros dealtura. Jamás encontraron un rastro de ello. ¿De ahí fue que lo obtuviste?  — Sumirada, se afiló por encima de la montura de sus gafas — . ¿De un rescatista? Porque

hoy en día no es rescate, Señorita Oliviera, o búsqueda de tesoros, o lo que sea quela persona que le dio esto haya podido decirle. Se llama violación de sitiosarqueológicos sumergidos y destrucción de patrimonio cultural submarino, y eso, aligual que profanar la tumba de alguien, es ilegal.

Sacudí mi cabeza, en shock. ¿De qué estaba hablando?

 — No  — dije, mi corazón comenzaba a golpear con más fuerza que el rayo alexterior — . No, claro que no. No fue nada como eso… 

 Pensé en él en el momento en que te vi, John había dicho cuando me había dado el collar. Es solo que nunca pensé… bueno, nunca pensé que serias tú, o que quisieras venir aquí conmigo. 

¿Era esa la forma en que él lo había conseguido? ¿Causando ese horrible huracánque había matado a tantas personas y hundido tantos barcos, después colectando surecompensa de las profundidades del mar?

Pero eso era imposible.

De todas formas… nada de lo que le había visto hacer era posible.  

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 — Quien sea que te lo haya dado  — el Sr, Smith refunfuñó, levantando el collar yexaminándolo más cerca de la luz — , lo ha reanudado desde la época de MaríaAntonieta. Y otorgándole un estilo que solo puedo llamar — y eso si quisiera ser benévolo — caprichoso.

 — Ya se lo he dicho — dije —. Yo no… 

 — Oh, cierto  — dijo, mirando hacia el techo — . No sabes nada al respecto. Buenopues, esta montura es bastante única. ¿Alcanzas a ver el modo en que cada puntaforma un pequeño diseño en espiral a través de la parte de arriba del diamante?Bastante hermoso. Y poco usual. ¿Sabes que representan estas cinco puntas?  — Nisiquiera esperó a que le contestara — . Ríos  — dijo — . Cinco por todos. Ahora,¿Puedes pensar en un lugar que tenga cinco ríos? Adelante. Adivina.

 — No lo sé. Soy terrible en geografía.  — Y realmente en todas las otras materias,que no tenían que ver con vengar la muerte de Hannah Chang — . Mire, realmentetengo que… 

 — Es bastante simple. — Levantó un lápiz y señaló con él la primera punta — , Pena. — Señaló la segunda — . Lamentación. — Señaló la tercera — . Fuego. — La cuarta — .Olvido. — La quinta — . Y Odio.

Un trueno retumbó. Ahora la tormenta estaba tan cerca, que parecía estar justoencima de nuestras cabezas.

 — Los Cinco Ríos del Inframundo  — dijo Richard Smith, sonando encantadoconsigo mismo, los contó con sus dedos de las manos — . Acheron, Cocytus,Phlegethon, Lethe, el río Styx. Santo Dios, niña.  — Se recostó en su silla y me mirófijamente — , ¿No les enseñan a los niños algo útil en la escuela por estos días? El Inframundo.

Me sentí como si alguien me hubiera atropellado.

No debí haberlo hecho, por supuesto. Debí haberlo sabido. Había estado allí justo

enfrente de mí todo el tiempo. Literalmente. Había estado alrededor de mi cuello.No sabía porque no lo había visto. Los psiquiatras habían tratado de decírmelo. Mipresunto sueño había estado lleno de cosas que había visto en la TV. ¿No habíaestudiado los mitos Griegos en la escuela?

Por supuesto que sí.

Pero nunca había prestado atención a las cosas que no me interesaban, inclusoantes del accidente. También había heredado eso, de mis dos   padres, aunque sialguna vez llegaba a mencionar esto se culparían uno al otro. Espátulas, tu culpa.No, arrojar estrellas, culpa tuya.

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¿Pero realmente, quien prestaba atención a los mitos? Todos esos extraños nombresy gente siendo golpeada por flechas en el talón de Aquiles y chicas que son llevadasal Inframundo. Era complicado y extraño y no tenía nada que ver con la realidad.

Y sin embargo al mismo tiempo… algo no tenía sentido.  

 — Pero, — pestañee hacia él — , no habían ríos cuando yo estuve allí. Solo un lago.

Ahora era él quien me miraba fijamente a mí.

Y realmente, con toda la razón.

 — ¿Cuándo estuviste allí?  — El Sr. Smith se quitó sus gafas — . ¿Qué quieres decircon cuándo estuviste allí ?

A veces solo me cansa tanto el tener que pretender. Realmente, era agotador, tratarde encajar, tratar de ser “normal.” Incluso si esa palabra no era terapéuticamente beneficiosa.

 — Este collar — dije, colocando mi mano encima de ello. La piedra se sintió cálida yconfórtale bajo mi palma, de la misma forma que siempre lo había hecho.

Pero ahora que sabía que habían muerto más de mil personas a causa de él — queuna reina había perdido su cabeza por él, de forma indirecta — no me sentí tanamistosa con él como alguna vez lo había sido.

 — Se supone que protege a su usuario del mal — dije.

 — Pues — Richard Smith dijo, parpadeando rápidamente. Por primera vez, parecíano estar tan seguro de sí mismo — . Sí. Eso dice la leyenda. Se supone que esa es larazón por la que Hades lo fabricó. Y si alguna persona que no es un consorteelegido por la deidad de la muerte31  intenta poseerlo… — Se encogió de hombros,luego se frotó los ojos, y se volvió a colocar sus gafas — . Bueno obviamente nada bueno va a pasarle a esa persona. Pero todo eso es tan solo una historia. ¿Quéquerías decir cuando dijiste…? 

 — Él no me contó esa parte  — murmuré, echando un vistazo por encima de mihombro, hacia la ventana — . No me dijo que iba a haber espíritus malignosviniendo detrás de mí. No me dijo quién era. O tal vez si lo hizo. Yo estaballorando tanto… 

31  Deidad de la muerte  (Death deity) una deidad de la muerte o un Dios de la Muerte, toma

diferentes formas según la cultura o la religión a la cual se refiera el contexto. El término refiere adeidades que colectan o gobiernan la muerte, algunas veces a esas deidades que determinan la horade la muerte. 

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Me levanté de mi silla, sintiéndome mareada, y me moví hacia la ventana. La vistade la oficina del sacristán del cementerio daba hacia la calle pero también dabahacia la esquina del cementerio donde se levantaba el árbol de ponciana, susoscuras y torcidas ramas esparcidas alrededor de la cripta Hayden.

No sé qué era lo que estaba esperando ver allí, ¿A él? ¿Como si existiera laposibilidad de que él pudiera estar allí, al lado de la cripta donde había tirado elcollar que me había regalado (porque yo se lo había dado de vuelta)? ¿O al lado dela puerta que él había pateado rompiéndola después de decirme que me fuera(porque lo había llamado imbécil)?

No estaba segura de si quería verlo, o si temía verlo.

No tenía de que preocuparme. El cementerio, igual que la calle, estaba desierto.Todo el mundo estaba tratando de evitar la tormenta que se avecinaba.

Justo como él trataba de evitarme a mí. O no le importaba.

 — Señorita Oliviera  — el sacristán del cementerio dijo detrás de mí — , no entiendonada de esto. ¿Quién es él? ¿A qué se refería cuando dijo que estuvo allí?

 — No importa. — Me reí. No podía creer nada de esto — . Tiré una taza de té en surostro.

Escuché el crujido de la silla del sacristán del cementerio, como si se estuviera

poniendo de pie.

 — Espere — dijo —. ¿Me está diciendo que usted…? 

 — ¿Qué es lo que quiere? — Me giré alejándome de la ventana. No sé por qué razónme estaba desquitando con él. No era su culpa, pobre hombre. Creo que fue elhaber ido hasta la ventana y mirar hacia afuera y darme cuenta que él no estaba allíy que jamás volvería a estar allí, y que incluso después de todas las cosas por lasque yo había pasado, todo lo que acababa de escuchar, cuando debería estaraliviada al ver que él no estaba allí, lo que sentí fue desilusión.

No pertenecía a Nuevos Caminos. Debía estar de vuelta en el Preescolar.

 — ¿Qué es lo que quiere de mí, dándome notas misteriosas y tratándome deintimidar de esta manera?  — demandé — .¿Dinero para reparar la estúpida puerta?Bien. Haré que mi padre pague por ello. Tan solo no le diga a nadie al respecto. Mimadre está tratando de volver a empezar en este lugar.

Caminé hacia el escritorio y agarré el collar. Tan pronto como lo hice, me sentímejor. Consolada.

Esto podría haber sido lo más perturbador de todo esto.

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 — Y le mentí  — dije — . Esto es mío. O tomo de vuelta. No me importa ningunaestúpida maldición. Así que. — Lo miré a los ojos — . ¿Cuánto va a ser?

Parecía sorprendido. Más que sorprendido.

Parecía horrorizado.

 — ¿Dinero? — él se hizo eco — . Jamás quise dinero de parte suya, Señorita Oliviera.El dinero nunca ha tenido nada que ver con esto.

Lo miré confundida.

 — Pero si no quiere dinero — dije — , ¿qué es lo que quiere de mí?

 — Bueno, pues para empezar la verdad.  — Miró más allá de mí, hacia la ventana

por la que yo justo acababa de mirar — . ¿Hace cuánto tiempo conoce a John?

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«¿Es que no escuchas su llanto doliente?¿No ves la muerte que ahora le amenazaen el torrente al que el mar no supera?»

DANTE ALIGHIERI,Infierno, Canto II

Traducido por ~NightW~ y elamelaCorregido por DaRk Bass

 — ¿Yo? — lo miré — . ¿Quiere decir que conoce a John?

Luego me di cuenta de lo que había hecho. Acababa de admitirle la existencia deJohn. Excepto que… ¿No acababa él de admitirme la existencia de John?  

 — Bueno, por supuesto que sí  — dijo Richard Smith, mirándome como si yo fueraun poco torpe — . No tan bien como tú lo conoces, evidentemente. Pero entonces,cuando pasé, no fui al Inframundo.

De repente, sentí mis rodillas débiles. Busqué la silla, y me dejé caer en ella,agarrando el collar que tenía en el pecho.

 —Quiere decir que usted… 

 — Sí, sí,  — dijo él, acariciando su pecho impacientemente — . Ataque al corazón.Cirugía de bypass. Pero acababa de ver la luz. — Se volvió a sentar en su silla y memiró con una expresión completamente diferente a la que había usado antes. Ahorase veía…bueno, un poco impresionado. Como si yo no fuera la— adolescente

estúpida — que originalmente había pensado.

Lo cual, tenía que admitir, era como había estado actuando, o algo así. Pero habíansido circunstancias atenuantes.

 — ¿Qué hay de usted, señorita Oliviera? ¿Cómo pasó?  — Su mirada se volvióamable.

 — Me tropecé y me golpeé la cabeza  — dije — . Y me ahogué. Pero tuve hipotermia. — añadí, porque odiaba la forma en que morí. Sonaba tan estúpido. Especialmente

cuando pensé en el ave.

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Él asintió.

 — Ah, por supuesto. Por eso fue que fueron capaces de revivirle.  — Hizo de nuevouna mueca con sus gafas, puliendo los lentes con el trapo que había colocado sobreel escritorio, luego volviendo a colocarlo en su lugar, para volver a mirarme una

vez más — . ¿Dijo algo sobre arrojar…té en su cara? 

Miré hacia el suelo.

 — Sí. Así es como…bueno, así es como escapé. 

 — Ya veo  — dijo en un tono completamente imparcial — . Y esto sucedió hacecuanto… ¿Un año y medio? 

Miré hacia arriba una vez más, sorprendida.

 — ¿Cómo lo supo?

 — Oh, sólo lo supuse  — dijo él, su mirada, de repente, perdida a lo lejos — . Esoexplicaría mucho, es todo.

 — ¿Sobre qué? — No entendía.

 — No importa  — dijo él, volviendo a mirarme — . Entonces.  — Se inclinó haciaadelante en su silla, haciéndola crujir — . Dígame lo que pasó con el collar. Si no le

importa, por supuesto. Le preguntaría a él, pero… bueno, no ha sido terriblementecomunicativo últimamente.  — Sonrió de repente, con los ojos brillantes detrás desus anteojos.

 — Por supuesto, ahora sé por qué. Aunque estoy seguro que estará de acuerdo, queJohn si tiene sus momentos. — Sacudí mi cabeza, incapaz de entender lo que estabaescuchando. Todo este tiempo, había estado insistiéndole a la gente que John erareal, y nadie me creyó.

Y ahora, sentado frente a mí, había alguien quien no solo me creía sino que

también lo había visto — y hablado con él — por si mismo.

Y aparentemente no pensaba que era un monstruo. Lo llamó John. Solo así.Solo…John. John sí que tiene sus momentos.

No estaba loca. Nunca había estado loca.

 — No lo entiendo  — dije — . ¿Usted habla con él? Ustedes dostienen…conversaciones. — Necesitaba un refresco, un expreso, mis pastillas, unpaseo muy, muy rápido en mi bicicleta, algo. No podía procesar esta información.

La idea de John sentado en esta oficina, en esta silla, hablando con este hombre, nocuadraba.

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 — Bueno  — dijo Richard Smith, inclinándose para recostarse en su silla, luciendopensativo — . No a menudo, por supuesto. Pero ocasionalmente, sí, nosencontramos por ahí, y charlamos. No siempre ha sido fácil. Él puede ser unpoco… ¿Cómo lo llaman los de su generación? Oh, sí. Malhumorado.

¿Malhumorado? Entrando y saliendo de la nada, ¿intentando asesinar a todo aquelque me toca? Eso era decir poco.

 — Pero tengo la ventaja de haber experimentado la muerte en una ocasión anterior,lo cual mis predecesores en esta posición — quienes dejaron numerosas advertenciassobre…el mal humor de John —  no tenían — explicó el sacristán del cementerio — .De manera que no tengo miedo ni de la muerte ni de las cosas que vengan con ella,tales como John.

Mis ojos se abrieron. El hecho de que Richard Smith no tuviera miedo de John, odel lugar del que vino, me pareció en extremo imprudente.

 — Y algunas de las advertencias, admitiré, han resultado ser justificadas  — prosiguió — . Y él es, por supuesto, un hombre un poco atormentado. ¿Quién no losería, en su posición? Pero las historias sobre él  — las cosas por las que la gentetiende a culparlo — se han salido completamente de proporción. El vandalismo, porejemplo.

 — ¿Esta bromeando?  — Lo miré impresionada — . ¿Está hablando de la puerta?

Porque ese fue él.

Yo estaba ahí. Y ese era totalmente él.

Las cejas de Richard Smith se levantaron.

 — Bueno, él ciertamente no es responsable de todas las muertes misteriosas por lascuales mis predecesores… 

Sacudí mi cabeza.

 — Déjeme preguntarle algo. ¿La gente que murió era del tipo sucio que de algúnmodo merecía morir? Porque si lo eran, él lo hizo.  — El sacristán del cementerioestaba sacudiendo su cabeza —. Pero… 

 — ¿Qué está mal con usted? — dejé salir — . ¿No puede escuchar el trueno de afuera?Ese era totalmente él.

Se interrumpió y me miró.

 — Él ciertamente no puede controlar el clima.

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 — De acuerdo  — dije. Ese hombre vivía en un mundo de fantasía — . Bien. Nopuede. ¿Por cuánto tiempo ha estado él aquí? ¿Estuvo por aquí durante el granhuracán que usted mencionó, ese donde desapareció el collar?

Los ojos del sacristán del cementerio se abrieron.

 — Él es una deidad de la muerte, Señorita Oliviera, no un asesino o unmeteorólogo. Usted, de todas las personas, debería saber eso.

No creí que este hombre conociera a John en lo absoluto, pero no dije nada paracorregirlo.

 — Pero por lo que entiendo.  — siguió — . Sí, el Gran Huracán de 1846 es cuandoJohn originalmente apareció en la isla… o al menos cuando empezaron a grabarsus avistamientos.  — Debí parecer sorprendida, porque dijo — : Oh, sí. Otra gentetambién lo ha visto, no solo los sacristanes del cementerio…aunque la mayoría delos avistamientos han ocurrido en los alrededores. ¿Por qué cree que nunca hemosinvertido en cámaras de seguridad? Porque todos en la Isla Huesos saben que debenalejarse de aquí después de que caiga la oscuridad, dado que nadie quiere correr elriesgo de encontrarlo.  — Su expresión se ensombreció — . Bien, con excepción, porsupuesto, de los adolescentes que aun no han aprendido su lección, especialmentedurante los días previos a la Noche de Ataúd.

Sacudí mi cabeza.

 — ¿Qué es eso? ¿Eso también tiene algo que ver con John?

 — Por supuesto que sí  — dijo él. Para entonces la habitación se había vuelto tanoscura que apenas podía ver la expresión del rostro del sacristán en las sombras.Afuera, el viento se había calmado. Aun parecía mortal, del tipo que se pone justoantes de que caiga lo peor.

 — Excepto que todo paso hace mucho, nadie recuerda la historia o, al menos, larecuerda correctamente. Solo recuerdan que es importante construir un ataúd, y

luego esconderlo…Por supuesto el escondite es simbólico. El escondite representael entierro.

 — Pero ¿por qué? — pregunté — . No tiene sentido.

 — Lo tiene, de hecho  — dijo — . Porque ninguna vida — si fue dirigida por unapersona decente — debería ser olvidada. Así que, por ejemplo, un soldado que fuetraicionado por la gente que él pensó que eran sus amigos, su cuerpo es arrojadodesde un barco y abandonado a las olas, su familia deja de preguntarse lo que lepaso, nunca sabiendo si estaba vivo, si estaba bien… Es un cierto tipo de infierno

propio.

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Parpadeé, mi mente remontándose, por alguna razón, a esos momentos en loprofundo de la piscina del patio de casa en Connecticut, cuando estuve allí mirandopor las borlas de mi bufanda. Abandonada. Así fue como me sentí. Aunque, porsupuesto, nadie me había traicionado o asesinado, realmente. Mi muerte no habíasido culpa de nadie sino mía.

 — ¿Eso es lo que le paso a él?  — pregunté, con un repentino latido en mi voz.Aunque por supuesto no me importaba John, no me gustaba pensar que eso lehabía pasado a él. Debió haber sido aterrador, ser movido por las olas del océano.Me había sentido agradable bajo el agua de mi piscina. Al menos mi madre habíasabido donde encontrarme.

 ¿Crees que me gusta eso más de lo que te gusta a ti?  Me había preguntado John ese día ensu habitación, con voz ronca. ¿No crees que me gustaría ver a mi madre?  

Creo que el corazón se me partió un poco en ese momento, en la oficina delsacristán.

No lo había sabido. No había tenido idea de lo que John estaba hablando.

Ahora lo sabía.

De repente el sacristán del cementerio, se inclinó en la silla causando que crujieraruidosamente. El momento — cualquiera que haya sido — estaba roto. No ibadecirme más sobre la muerte de John, si era siquiera eso de lo que había estadohablando.

 — Como cualquier cosa  — dijo él. Volviendo al asunto — . La historia ha sidodistorsionada. Y quizás, en este caso, eso es algo bueno. Porque algunas personascuando conocen la verdadera historia, no pueden soportarla. Es demasiadoaterradora. Y se vuelve algo como la Noche de Ataúd y tiene más que ver confutbol y colocar cosas al fuego que lo que tiene que ver con honrar a la muerte. Peroaun tengo curiosidad — dijo — , sobre lo que le pasó, Señorita Oliviera, después quemurió. ¿Fue ahí cuando John le dio el collar?

Me sentí ruborizada por alguna razón.

 —Cuando morí… lo que pasó… fue… — sacudí mi cabeza. Era sorprendente.Ahora que finalmente había encontrado alguien que de verdad me creía, laspalabras no salían. Nunca podría decirle a este agradable hombre como era deverdad estar en el Inframundo, o por lo que había pasado ahí — . No fue como enlos libros — dije finalmente — . Tuve que correr. Tenía que hacerlo.

El Señor Smith levantó las cejas.

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 — Ya veo — dijo — . Pero primero, ¿él te dio eso? — Señaló al collar en mis manos — . ¿Y de alguna manera regresó contigo?

Aun estaba demasiado avergonzada por lo que había hecho en ese entonces comopara mirarlo a los ojos. Miré hacia abajo a la piedra. Parecía cambiar una vez más,

 blanca, como la camisa del Señor Smith.

 — Sí  — dije — . Lo había conocido antes, aquí, el día del funeral de mi abuelo,cuanto tenía siete años. Él fue… agradable, ese día. Luego morí   cuando teníaquince años, y lo volví a ver. Ese día, no fue tan agradable. Al menos al principio.Desde entonces sólo lo he visto un par de veces. Una fue anoche.  — Repentinamente, me di cuenta de que había arruinado la manicura de regreso a laescuela, quitando la mayor parte mientras hablaba — . Él puede actuar unpoco…salvaje. Antes no sabía por qué, pero ahora, gracias a usted, creo que tengo

una mejor idea. Quiero ayudarlo, pero no me dejara.El Señor Smith hizo un ligero ruido de graznido.

 — Oh, no. Imaginaría que tu ayuda es lo último que él quiere.

Levanté mis manos en un gesto de impotencia.

 — Entonces, no sé qué hacer. ¿No le asusta?

 —Bueno… tal vez un poco, en el principio. Uno de los peligros de trabajar en un

cementerio, supongo, que ves cosas aterradoras todo el tiempo. Pero… — Richard Smith se encogió de hombros — . Sabes por qué llaman a este lugar laIsla Huesos, ¿verdad? No puedes tener un lugar habitualmente lleno de muertos yno tener una entrada al Inframundo.

Levanté la mirada hacia él, mi corazón encogiéndose en mi pecho.

 — ¿Eso es lo que es la Isla Huesos?

 — Bueno, por supuesto, Señorita Oliviera  — dijo, sonriendo un poco — . ¿Qué

pensaba? Y con eso, por supuesto, tiene que tener un guardián de los muertos. Yalguien con un trabajo como ese está obligado a ser un poco aterrador.

 — ¿Y es eso lo que él es?  — pregunté, pensando en el nombre escrito encima de lapuerta de la cripta junto a la cual lo había encontrado dos veces. No queríapreguntarlo. Pero ahora que sabía sobre el collar, tenía que hacerlo — . ¿Éles…Hades?

Afuera, las primeras gotas de lluvia empezaron a caer, tocando el techo de hojalata.Lento al principio. Pero duro. Sonaban como balas.

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 — Por supuesto que no.  — El anciano se veía sorprendido — . Hades era un dios, yJohn Hayden no es eso. Nació como hombre, y vivió como un hombre, y muriócomo uno, y sólo entonces se convirtió en lo que tú y yo conocemos ahora… elgobernante del Inframundo.

 — Así que, ¿él tomó el lugar de Hades cuando él se…  retiró?  — pregunté, aun sinentender.

El Señor Smith sacudió su cabeza.

 — No, no — dijo — . Lo más que he podido averiguar — y por favor entienda — , no esla única persona que he conocido además de John que de hecho ha estado ahí, esque John no viene del Inframundo. Personalmente no creo que exista elInframundo. Ese sería todo un honor para nuestra pequeña isla, pero ha habido unpoco de explosión demográfica desde los días de Homero, ¿no cree?

Lo miré. No entendía nada de lo que acaba de decir.

 — Excepto que John no era Hades. Lo cual era un alivio, supuse. Pero todavía noentendía lo que era, exactamente — . ¿Quién es Homero?

Suspiró como si se preguntara cómo había sido maldecido con esa alumna inepta, yluego se volvió hacia su libro sobre las deidades de la muerte, mostrándome unasección de ilustraciones de colores brillantes, cada una representando una muestradiferente de lo que me parecía a mí, era como el infierno. Pero supongo que paraalguien como él, se ven como campos de diversión.

 — Mire — dijo Richard Smith, obviamente tratando de ser paciente conmigo — . Esmuy sencillo, de verdad. Cada cultura, cada religión en el mundo, ha tenido supropia mitología acerca de un Inframundo a través del cual las almas de losmuertos pasan antes de dirigirse a la otra vida, desde los aztecas hasta los griegos,los musulmanes y los cristianos. Puede haber docenas, incluso cientos deInframundos, por lo que sabemos. Actúan como... como una especie de plantas deprocesamiento para las almas de los difuntos, clasificando los dignos de los

indignos, antes de que sean enviados a su destino final. Y este pequeño cementeriode aquí simplemente resulta ser el centro de uno de ellos. Tu abuelo — quiencompartía mi interés en este tema — y yo estudiamos el asunto extensamente.

Impresionada, le interrumpí:

 — ¿Mi abuelo conocía a John? Pensé que dijo que sólo jugaba a la petanca con él.

Parecía un poco avergonzado de sí mismo.

 — Ah, ¿se refiere a lo que dije de regreso a la preparatoria hoy? Bueno, sí, eso fueuna pequeña mentira. Y no, su abuelo nunca conoció a John, a pesar de que sabía

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de él, por supuesto. La persona que ocupó este cargo antes que yo,  — se aclaró lagarganta — , digamos solo que su opinión sobre la existencia de otra vida era untanto estrecha. No puede imaginarse lo poco receptivas que algunas personaspueden ser con la idea de que un chico sea capaz de caminar en ambos mundos, asícomo en el plano astral, y que lo haya estado haciendo con bastante comodidaddurante el último siglo y medio.

En realidad, podría imaginarme fácilmente lo poco receptivas que algunas personas  podrían ser con esta idea. Al igual que mi padre, por ejemplo. Lo cual era él porquenunca se lo había mencionado.

 — Mi abuelo — dije tratando de dirigirle de nuevo hacia el tema.

 — Oh — dijo — . Bueno, sí, como estaba diciendo, no vimos a John mucho en esosdías. No fue hasta mi propia ocupación aquí como sacristán que tuve laoportunidad de conocerlo, y para entonces tu abuelo por desgracia había cruzado.En cuanto a la petanca, tu abuelo nunca quiso que tu abuela supiera que era unmiembro de nuestra pequeña, um, sociedad. Como decía, algunas personasconsideran el estudio de las deidades de la muerte y del Inframundo un poco... bueno, simplemente morboso. Y tu abuela es una de esas personas. No estoydiciendo que no sea una mujer encantadora  — añadió de prisa — . Y un activo parala comunidad. Mi compañera teje, y compra todos sus hilos en su tienda. Es solouna mujer muy conservadora, y creo que podría haber encontrado el hecho de quesu abuelo estuvo involucrado en algo tan… esotérico  un poco más difícil de

entender que su estancia en un equipo de petanca.

Negué con la cabeza.

 — Eso es raro.

El sacristán del cementerio me miró por encima de las monturas de sus gafas.

 — ¿Por qué es raro?

Había estado a punto de decir:  Porque ella es la que me presentó a John. Pero no lo había hecho, recordé. En su cocina, en verdad había insistido en que mehabía inventado todo.

 No es seguro para ti el estar aquí.

¿Inframundo? ¿Deidades de la muerte? ¿Furias? John no había estado bromeando:no era seguro para nadie estar en este cementerio. De ninguna manera la abuela mehabría dejado salir de esta oficina si hubiera tenido alguna pista.

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 — Es raro  — dije en cambio —  que la abuela no lo supiera. Debido a que dijo quetodo el mundo lo sabe. Todo el mundo sabe acerca de John, y que Isla Huesos estásituada justamente en la parte superior de este Inframundo.

 — Hay conocimiento — dijo el Sr. Smith —  y luego hay creencia. Tu abuela sabe las

historias acerca de John. Todo el mundo por aquí las sabe. Pero ya sea que crea queen realidad son ciertas o no... eso es diferente. Tu abuela es bien conocida por tenerlos pies bien plantados en el suelo.

Tenía razón. La abuela no creía en nada que no pudiera ver con sus propios ojos,excepto por lo que se decía en la Biblia. Eso es lo que le había dicho a mamá sobreel vertido que la compañía de papá había utilizado.

 — No he visto ninguna señal de eso  — había dicho — . O de cualquiera de esa gentedel petróleo que se estaba quejando tanto.

 — Ese es el motivo, madre — mamá había dicho — . Sólo porque no puedas verlo nosignifica que no esté allí. Nadie sabe el daño que podría hacer al ecosistema duranteaños desde ahora.

 — Oh, por el amor de Dios, Deborah  — la abuela le había dicho — . Aporte mireclamación de ingresos por el turismo perdido, y esa compañía pagóinmediatamente todo, hasta el último centavo. Así que lo siento, pero ¿por quédebería importarme un montón de estúpidos pájaros?

 — En cualquier caso  — Richard Smith estaba diciendo —   su abuelo y yo siempreabrazábamos la teoría de que tiene que haber tantos John Hayden en el universo  — almas que, por cualquier razón, están destinadas a pasar la eternidad clasificandolos espíritus de los muertos y situándolos en el camino hacia su destino final —  como Inframundos hay.

 — Pero entonces ¿cómo fui enviada a este Inframundo, en Isla Huesos, cuandomorí en Connecticut?  — le pregunté — . No habría tenido más sentido para mi ir auno en, digamos, ¿Bridgeport? Yo debería de estar en Bridgeport. Si hubiera un

Inframundo en el área triestatal, sin duda me parecía que estaría localizado bajoBridgeport.

Parecía pensativo.

 — Dijo que lo conoció antes, cuando tenía siete años. Tal vez es por eso.

Negué con la cabeza. No es que todo lo que estaba diciendo el Sr. Smith no tuvierasentido.... Es sólo que no me podía creer que hubiera estado tan ciega durante tantotiempo. Y todavía tenía tantas preguntas.

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 — ¿Y no hay nada que se pueda hacer?  — le pregunté al sacristán del cementerio — .¿Acerca de las Furias? ¿Para ayudar a John?

Me sonrió con cierta tristeza.

 — ¿Y qué propone que hagamos con ellas, Srta. Oliveira? Está hablando de unaregión donde las almas de la gente van después de que están muertas. ¿Vamos aasaltarla con antorchas encendidas y horcas? ¿Cómo vamos a llegar siquiera hastaallí sin morir primero?

Quería llorar. Las furias parecían un desastre aún peor que el que la compañía depapá hubiera provocado el problema.

 — ¿Cómo fue John elegido para semejante trabajo de mala muerte de todos modos? — le pregunté — . No parece justo. ¿Qué hizo para merecerlo?

 — Eso — dijo el Sr. Smith con firmeza, cerrando el libro — , es algo que simplementeva a tener que preguntárselo usted misma.

Me sonrojé.

 — No puedo hablar con él — dije rotundamente — . Él me odia.

 — Oh  — El Sr. Smith se puso de pie. Claramente preparándose para irse — . Estoyseguro de que eso no es verdad.

 — No  — dije — . No lo entiende. He intentado hablar con él. Es todo lo que puedohacer simplemente para que consiga que me escuche. Intenté disculparme con élpor lo que sucedió —  bueno, cuando nos conocimos. Acerca del té. ¿Y sabe lo quehizo? Lanzó este collar a través del cementerio.

 — Finalmente  — dijo el Sr. Smith, mirándome vagamente divertido — , unaexplicación de por qué lo encontré junto a la parcela de la familia Wolkowsky estamañana.

 — Es una pesadilla  — dije. Se sentía bien tener a alguien finalmente con el quedesahogarse de estas cosas. Alguien que realmente me escucharía, que sabía de loque estaba hablando. Era solo demasiado malo que fuera un hombre viejo queevidentemente no sabía nada de nada, excepto por las deidades de la muerte — . Nosé lo que debo hacer. Si no hubiera sabido nada de esto  — que Isla Huesos estabasituada en la parte superior de alguna especie de Inframundo — ¿cree que habríaestado de acuerdo en trasladarme aquí? Y todo lo que hice fue morir. Entonces,sólo porque me di cuenta de que conocí a John en este cementerio cuando teníasiete años, pensé que podría ser capaz de ayudarme, y por casualidad hice algunassugerencias sobre cómo podría manejar el lugar un poco mejor.

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El sacristán del cementerio, quien había empezado a reordenar los papeles en sumaletín, hizo una mueca.

 — Oh, querida. Estoy seguro de que no le gusto eso.

 — Sí — dije — . Lo sé, ¿vale? Y entonces la siguiente cosa que sé, es que me tenía enesa habitación con una cama, diciéndome que íbamos a estar ahí para siempre oalgo así, porque perdí el barco, lo cual se me ocurre pensar que hizo que lo hiciera apropósito, por cierto; ¿y que se suponía que hiciera? Me estaba volviendo loca.Usted lo habría estado también.

 — Bueno  — el Sr. Smith dijo — . Sí. Estoy seguro de que me habría estado, eh,volviendo loco.

De repente, me levanté y caminé por la pequeña oficina otra vez, agarrando con

fuerza el collar. Afuera, la lluvia caía tan fuerte como si todos los ángeles del cieloestuvieran llorando por mí, al mismo tiempo. Excepto por, por supuesto, que no loestaban, porque estaba bastante segura de que todos los ángeles del cielo me habíanvuelto la espalda, o nada de esto estaría sucediendo.

 — Se da cuenta que desde que he regresado de ese lugar, cada vez que me doy lavuelta  — le informé — , él está dándole a alguien un ataque al corazón, opulverizando su mano, o estrellando una puerta justo enfrente de mí, y ¿soy la quese culpa por ello? ¡Cada vez!

Parecía preocupado.

 — No creo que pueda responsabilizar a John por todo eso… 

 — ¡Lo vi hacerlo! — exclamé — . ¡Tuve que impedirle que hiciera algo peor! ¿Y ahorame está diciendo que tengo que hablar con él? ¿Cómo puedo hablar con él? Cadavez que hablo con él, algo horrible sucede. Vine aquí con mi madre para tratar detener un nuevo comienzo, para ser normal. Aunque la palabra normal no esterapéuticamente conveniente. Pero, ¿cómo puedo ser normal cuando me dice que

tengo que hablar con alguien que está a cargo de un Inframundo, y quien, porcierto, me dio el collar que Hades le dio a Perséfone, y P.S: mató a miles depersonas? — Sacudí el diamante hacia él — . Todo esto es una locura.

 — No  — dijo el Sr. Smith, cerrando su maletín con un decidido chasquido yvolviéndose hacia mí con una cara que de repente se había vuelto tan gris como lapiedra que sostenía en mis manos — . No lo es. Todo tiene sentido para mí ahora.Cuando empecé a trabajar aquí, John era un desafío, es cierto. Pero fui capaz dellegar hasta él, probablemente porque le gusté, he visto la muerte… Hay muy pocascosas que ya me asustan. Pero hace exactamente un año y medio, algo ocurrió que

convirtió a John en la, eh, pesadilla que describe. Nunca supe que era hasta estanoche porque no hablaría de ello. Pero ahora lo sé. Era usted.

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Bajé mi brazo por la sorpresa. La lluvia había comenzado a aflojar.

Pero la tensión en la voz del sacristán no lo hizo.

 — Srta. Oliviera, solo entierro a los muertos. John clasifica a dónde van sus almas

después de que hayan muerto. No sé qué papel juega en todo esto... pero sé lo quenecesita para averiguarlo, y necesita hacerlo rápidamente. Porque me llevó algunosmeses después de que viniera por primera vez conseguir que John se calmara. Ytodo estaba bien hasta anoche, cuando consiguió que se irritara de nuevo. Lasiguiente cosa que sé, es que mi puerta está destrozada, hay un collar de una reinamuerta situado en mi cementerio, y ahora un huracán ha surgido de la nada y alparecer se está dirigiendo directamente hacia nuestro camino. Así que si puedohacer una sugerencia por el bien de todos, ¿por qué no intenta  — sus ojos marronesestaban suplicando —  simplemente ser un poco más dulce con ese chico?

Abrí mi boca. Había muchas cosas que quería decirle a Richard Smith. Una era queno importa lo dulce que fuera con John, no iba a hacer ninguna diferencia. John eraun animal salvaje y, como cualquier animal salvaje, iba a hacer lo que quisiera, ynadie podría detenerlo.

Y dos, no importaba lo dulce que fuera con John Hayden. Podía ir a cualquierlugar y hacer cualquier cosa que quisiera con sólo un parpadeo de sus ojos.

Pero luego me di cuenta que diciendo todas esas cosas sería la peor cosa que hacer.

Sería como arrojar las nociones románticas de Richard Smith sobre el Inframundo,con sus cinco ríos de tristeza y lamento y así sucesivamente. Señalando la horribleverdad — sobre los guardias tatuados y los barcos y las filas y la playa congelada —  a este hombre viejo no iba a mejorar nada. ¿Qué bien haría? Simplemente lodestrozaría, aprendiendo que esas cosas que en realidad amaba no existían.

De la misma manera que destrozaría al Sr. Smith el saber que John no habíaestado, sin importar lo que pueda pensar, enamorado de mí, por todo lo que habíadicho que sabía sobre mi naturaleza, por lo que había visto en mis ojos y por elhecho de que me había preocupado más por la pobre gente de allí abajo de lo que lo

había hecho de mí misma.

Si estaba tan enamorado de mí, como el Sr. Smith parecía estar insinuando, ¿porqué no había sido un poco más amable? Todos esos meses cuando había estadosufriendo en mi propio ataúd, en lugar de aparecer de pronto y tratar de matar a lagente delante de mí, ¿por qué simplemente no me había dicho que me quería, si esoera verdad?

Por supuesto, siempre había la posibilidad de que hubiera crecido tan salvaje — siendo torturado noche y día por las Furias por dejarme escapar — que había

olvidado lo importante que es para la gente escuchar las palabras Te quiero. Tal vez

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no sabía cómo decir las palabras Te quiero. Claramente parecía tener un problemacon las palabras Lo siento.

¡Oh, Dios!, ¿qué estaba haciendo? No me podía creer que estuviera siquieraconsiderando la idea de tomar la sugerencia del Sr. Smith en serio. Era un

excéntrico de Isla Huesos - no diferente, en realidad, a su propia manera, que miabuela. ¿Quién posee una tienda de punto en un lugar donde la temperatura mediaes de treinta y tres grados? Y no es de extrañar que hubieran nombrado a RichardSmith como sacristán del cementerio: ¡Estaba obsesionado con las deidades de lamuerte!

Ir a su oficina, me di cuenta, había sido una mala idea. ¿Qué había logradorealmente, de todos modos? Nada bueno. Salvo que había conseguido mi collar denuevo.

Mi collar que, había aprendido, mató a todo aquel que lo tocara. Genial.

 — Mire — le dije al sacristán del cementerio, dejando caer de nuevo la cadena sobremi cabeza. Cuando sentí el pesado peso del colgante golpeando contra mi corazón,me sentí un poco más tranquila. Lo cual era de por sí deprimente — . No importa.Está bien. Lo entiendo.

Me miró a la luz de la lámpara.

 — ¿Lo hace, Srta. Oliveira? Porque tengo la sensación de que no he tenido másexitoso convenciéndola de lo que lo he tenido convenciendo a John.

 — Bueno — dije — , ahora ya sabe por qué no estaba tan emocionada con la idea depasar toda la eternidad con él. Porque él es imposible.

El sacristán del cementerio pareció pensativo.

 — Imposible, sí  — admitió, después de unos segundos — . Pero interesante. Comousted. Y la eternidad es mucho tiempo. Así que si tiene que pasarla con alguien,podría ver el querer pasarla con alguien imposible... aunque interesante.

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Tal palomas llamadas del deseo,al dulce nido con el ala alzada,

van por el viento del querer llevadas.DANTE ALIGHIERI,Infierno, Canto V

Traducido por kathesweetCorregido por DaRk Bass

 — Cariño, algunos chicos se detuvieron por aquí para verte. Tenían madera.

Eso es lo primero que mi madre dijo cuando llegué a casa. Me tomó un minutoentender de qué estaba hablando. Entonces me di cuenta de lo que debió haberocurrido.

 — Lo siento, mamá  — dije, cuando mi ira contra Seth Rector había disminuido losuficiente como para permitirme hablar — . Yo no les dije que podían hacer eso.

Dije que tenía que preguntarte si estaba bien primero.

 — Eso es lo que dijeron. — Mamá estaba en nuestra nueva cocina, que supongo queya no era nueva, haciendo pasta — . Pero dijeron que no podían contactarte. Ya quetu teléfono estaba en tu mochila en el garaje, como me enteré cuando también tratéde llamarte, y ahí es donde finalmente lo escuché sonando. Supongo que esaprobablemente fue la razón.

Hice una mueca. No podía creer que hubiera dado lugar a esto. En realidad, podía.No es de extrañar lo mucho que especuló la abuela sobre mí.

 — Mama — dije —. Lo siento mucho. Pero ellos no deberían haber… 

 — Cariño, todo está bien  — dijo, deslizando un plato en frente de mí mientras mesentaba en el mostrador — . Me explicaron que era para la Noche del Ataúd, así queles dije que estaba bien y los dejé venir. Parecían muy agradables. A pesar de queme llamaran señora.

Mamá imitó un ceño fruncido mientras se sentaba a mi lado en frente de su propioplato de pasta. Ella odiaba que la llamaran señora. Decía que eso la hacía sentir

vieja, y se preguntaba cuando había pasado de ser una señorita a ser una señora.

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Sin embargo, no parecía reprochárselo a Seth y sus amigos, y ni siquiera me dio suconferencia habitual sobre olvidar mi móvil.

Me di cuenta del por qué, después de que su mirada se posara en la cadenaalrededor de mi cuello.

 — Oh  — dijo — . Lo llevas puesto. Eso es gracioso. Hoy en la oficina de NuevosCaminos, podría haber jurado que lo tenía ese horrible viejo del cementerio  — Hizouna mueca, luego tomó un sorbo de la copa de vino que se había servido — . ¿Sabesqué? No importa. Quizás necesito bifocales. De cualquier manera, asumí queestaba bien dejarlos entrar. Lo estuvo, ¿no?

¿Qué podría decir? He estado intentando decirle a Seth y sus amigos que,desafortunadamente, mi madre había dicho que no. Muy mal, muy triste.

¿Cómo habían sabido que esto era lo que yo había estado planeando hacer? No esde extrañar que Alex los odie tanto. Los sucios soplones.

Puse una sonrisa falsa en mi cara y dije:

 — No, mamá. Es genial. Súper, de hecho. Exactamente lo que quería.

Oh, bueno, me dije. Al menos de esta manera podría aprobar la Primera Fase de miplan: robar el teléfono móvil de Serena, encontrar fotos comprometedoras en ello(ella parecía ser de la clase de persona que las tiene), luego chantajearla hasta que

dejara en paz a Kayla.

 — De cualquier manera, no adivinas lo que pasó  — dijo mi madre — . ¿Te acuerdasde ese Tim de tu programa de Nuevos Caminos? Bueno, él me invitó a salir.  — Meguiñó un ojo — . Esa es la razón por la que realmente no me importa que esosamigos tuyos me llamen señora. Supongo que tu vieja madre todavía puede obteneralgo.

 — Mamá — dije, bajando mi cuchara — . En realidad estoy comiendo ahora mismo.

 — No te preocupes  — dijo con una sonrisa — . Sabía que te sentirías de esa manerasobre eso. Es por eso que le dije que estaba demasiado ocupada en este momentopara salir. Pero aún así fue muy agradable. Me invitó al espectáculo náutico delpróximo fin de semana. Tienes que admitir que Tim es muy lindo.

 — Sigo comiendo  — dije — . Y no tengo que admitir nada, excepto que entre tú ypapá, no sé cuál de los dos me va a matar antes. De forma permanente. Lo digo enserio.

Quería informarle que acababa de averiguar que su lugar de nacimiento estaba

situado en el Inframundo, lo que en realidad no debería ser una sorpresa para ella,considerando todas las cosas.

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Pero no quería destruir su buen humor, sobre todo porque me había hecho la cena yhabía sido muy agradable sobre la madera, aunque no fuera exactamente lo que yoquería.

Mamá rió y bebió un poco de su vino.

 — Lo tomo como que estamos en un hogar afortunado que ha sido seleccionadopara la construcción del ataúd de la clase de último año  — dijo, con mucho tacto,cambiando de tema — . ¿Cómo lo lograste en tu primer día? Ni siquiera estás en unequipo deportivo.

 — Vivimos en una comunidad cerrada — le dije, apuñalando hoscamente un pedazode brócoli que pude ver que había escondido en la pasta, así yo comería un pocomás de vegetales — . Nadie puede conducir por aquí y ver lo que estamos haciendo a

menos que vivan aquí. — Oh — dijo mamá a sabiendas — . Ellos han caído en la cuenta. Solían construirlosen el mausoleo de alguien, en el cementerio por esa razón.

 — Sí  — dije, con un pequeño escalofrío — . Bueno, ellos ya no pueden usar elcementerio porque la policía está sobre ellos por eso.

Lo que explicaría por qué, cuando había aceptado la oferta del Sr. Smith de traermea casa (la lluvia había cesado para entonces, pero no lo suficiente como para que

montara mi bicicleta a través de ésta fuera más tentador que un asiento en unaminivan cálida y seca) habíamos encontrado a Jade, mi consejera de NuevosCaminos, cruzando el cementerio en pantalones cortos y un poncho de lluvia deplástico con DPIH escrito sobre éste.

 — ¿Qué, en el nombre del cielo, estás haciendo aquí afuera?  — El Sr. Smith había bajado su ventana para preguntarle — . No me digas que ellos no cancelaron lapatrulla en una noche como ésta. ¿No han escuchado que viene un huracán?

Jade bajó su capucha y nos sonrió.

 — Es solo una alerta, no una advertencia  — dijo, refiriéndose al huracán. Luegoseñaló el rayo de la luz de su bicicleta hacia el auto — . ¿Eres tú, Pierce? ¿Qué estáshaciendo aquí con el Sr. Smith?

 — Um  — dije, un poco avergonzada por haber escogido la minivan sobre mi bicicleta cuando a Jade evidentemente no le importaba la lluvia. Yo era la quellevaba un collar que aparentemente mantenía alejados a los demonios, y estabaasustada de una llovizna. Además, no tenía idea de cómo responder a su preguntasobre qué estaba haciendo en la minivan de Richard Smith.

Él contestó por mí:

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 — La vi afuera montando en el último aguacero  — dijo — . Y tuve misericordia deella. La estoy llevando a su casa. ¿Estás segura de que no puedo hacer lo mismo porti? La bicicleta de ella todavía está enclavada en la puerta, así que hay muchoespacio para poner la tuya en la parte de atrás, si lo deseas. Lo que recomiendoencarecidamente.

 — No  — dijo Jade, poniendo su capucha hacia arriba mientras otros cochespasaban, salpicando agua por todas partes, sus luces destellando contra los lados delas criptas cercanas a medida que se alzaban detrás de las altas vallas de pinchos demetal negro — . ¿Está bromeando? Estoy pasando el mejor momento de mi vidaaquí patrullando con el DPIH32. Me dieron un walkie-talkie y todo.  — Se levantó elponcho de lluvia para revelar el radio en su cadera — . Vamos a asegurarnos de queno hallan más chicos malos en su puerta, Sr. S. y si los hay, les voy a rosear gaspimienta, no se preocupe.

Me incliné hacia adelante en mi asiento. Esto era ridículo. Jade estaba montandosu bicicleta por el cementerio, de noche, en una tormenta, ¿por algo que John habíahecho? Ella iba a mojarse por nada.

Sin mencionar, las palabras de John de la noche anterior todavía resonando en misoídos: No es seguro para ti estar aquí.

 —Realmente no creo… — empecé a decir, pero el Sr. Smith me interrumpió.

 — Está bien, Jade — dijo — . ¿Están los oficiales Rodríguez y Poling, y tú esta noche?

 — Hasta la una de la mañana  — dijo alegremente — . Ellos están dando vueltas en lapatrulla. — Hizo una mueca — . Como pequeños bebés, todos cómodos y calientes.

No reí.

 — De verdad — dije otra vez —. Creo que deberías… 

 — No creo que vayas a ver algo de acción esta noche por la lluvia. — El sacristán del

cementerio me interrumpió otra vez — . Pero los oficiales tienen la llave para entraren mi oficina si necesitan algo, y por supuesto el jefe de policía tiene el número demi casa. Diviértete. Y cuídate.

Ella sonrió y saludó, luego se fue. Miré detrás de nosotros mientras el Sr. Smithapretaba el botón de la ventana para cerrarla.

 — ¿Por qué no la hizo entrar en el coche?  — pregunté — . Eso es una completalocura, pasear en una bicicleta en este clima… 

32 DPIH: Departamento de Policía de Isla Huesos. 

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 — Probablemente el cambio más seguro que la noche podría tener — dijo — , con eseprograma tonto que su escuela tiene. Emparejando a los profesores con la policía.No tiene sentido para mí. Nada de lo que le enseñan a los chicos en la escuela tienesentido para mí.

 — Ella no es una profesora  — dije, todavía mirando hacia atrás, a las luces de su bicicleta mientras se alejaba — . Es una consejera. Y es verdaderamente agradable.Esto es muy estúpido.

 — No importa. Nadie va a estar afuera en una noche como ésta, de cualquiermanera. ¿Y qué quería decir con hacerla entrar en el coche? Usted es una chicaextraña. ¿Cómo, exactamente, haces que una mujer como esa haga algo? La vio; seestá divirtiendo. Estará perfectamente segura, al igual que lo estuvo usted, lasmuchas veces que montó en su bicicleta por mi cementerio. Nada malo le sucederá.

John se encargará de eso. — John me dijo que el cementerio no era seguro  — le expliqué — . Me lo dijoanoche. Me dijo que nunca volviera. Dijo que si lo hacía, terminaría muerta, estavez para siempre. Fue entonces cuando pateó la puerta.

El Sr. Smith se echó a reír.

 — Eso suena como John. ¿Eso fue antes o después de que arrojara el collar?

 — No es divertido — dije con el ceño fruncido — . ¿Por qué diría que no era seguro sino lo decía en serio?

 — Él quiso decir que no era seguro para usted — dijo el sacristán del cementerio — .Porque claramente lo molestó mucho, así que sintió ganas de matarla. Pero noquiso decirlo literalmente. Estaba exagerando para tener algo a su favor. Johnnunca ha matado a una mujer, que yo sepa, y si tuviera que empezar ahora,supongo que la mataría a usted, no a su consejera. Dios mío, ¿le enseñan algo en laescuela estos días? ¿Alguna vez ha oído hablar de la hipérbole? Le recomiendo que busque la palabra, Srta. Oliviera, si tiene la intención de perseguir una relación con

una deidad de la muerte.

Yo me había dado por vencida después de eso. Especialmente más tarde, despuésde haber limpiado los platos y haber hecho un intento a medias de hacer mi tarea,tenía por lo menos que lucir como si lo estuviera intentando, miré el pronóstico delas once en punto y vi que la Isla Huesos era ahora el punto muerto en el interiordel cono de tres días de lo desconocido. Los meteorólogos seguían llamándolo unaalerta, así que no hay evacuaciones siendo anunciadas, pero los oficiales estuvieronalentando a quienes viven en “zonas bajas o con tendencias a inundarse” a tomarprecauciones necesarias. Y puesto que los puentes que unían a Isla Huesos a la

parte continental podrían cerrarse una vez que los vientos alcanzaran las setenta

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millas por hora, así que los que querían trasladarse necesitaban hacerlo pronto,especialmente porque estaban abriendo solo un refugio, en el camino a Key Largo.

 — Mamá — dije nerviosamente — . ¿Estás viendo esto? ¿Deberíamos evacuar o algoasí?

Mamá estaba en su portátil.

 — Oh, cariño — dijo distraídamente — . No es más que una alerta. Y va a golpear enCuba primero. Estas tormentas siempre se apagan en Cuba. Y ni siquiera hancancelado la escuela mañana. Si no han cancelado la escuela, entonces no es nada.Confía en mí en esto. Así que espero que realmente hicieras tu tarea.  — Mesonrió — . Porque no hay ninguna posibilidad de que vayas a librarte de ella.

Apagué el televisor, sintiéndome deprimida. No es como si hubiera estado

esperando que un huracán viniera y golpeara mi escuela. Solo un niño quiere algoasí.

Pero cuando había encendido las luces del garaje mientras tomaba mi bolso mástemprano y había visto los cuatro-por-ocho que Seth había dejado allí, apoyadoscontra todos los muebles que mi tío Chris había dejado apilados tanordenadamente, me pregunté cómo iba a darle la noticia a Alex de que estaba en elcomité de la Noche del Ataúd con esa gente que tanto odiaba.

Y en esto tenía toda la razón para golpearme. Era demasiado. Todo esto. Iba atener a esas personas en mi casa, construyendo un ataúd que tenía algo que ver conun tipo que era el soberano de este Inframundo que nadie sabía que existía, justodebajo de la isla en la que habían vivido todas sus vidas… 

Si un huracán viniera y nos sacara a todos, al menos no tendría que lidiar con eso.

Pero no iba a ser así, yo sabía que tenía que hacer frente a mis problemas. Nollamar a mi papá y decirle que había decidido aceptar su oferta de un internado.

Porque no podía dejar de pensar de que Suiza estaba sonando muy tentadora derepente. Le rompería el corazón a mi madre, pero ella lo superaría si la convencíade que así tendría una mejor oportunidad de entrar en una universidad decente.

Sin duda, eso sería mucho mejor que decirle la verdad… que necesitaba alejarme deeste loco lugar al que me había traído, que también sucedía que estaba en la cimadel lugar exacto en el cual había pasado cada día desde que había muerto y queestaba tratando de olvidar.

Incluso llegué tan lejos como fue el marcar el número de papá mientras estaba

sentada en el garaje, para a continuación cerrar cuidadosamente la puerta así mimadre no oiría.

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 — ¿Qué?  — gritó mi padre, tomándolo en el primer timbre, como siempre hacíacuando lo llamaba.

Podía decir que estaba en una cena de negocios. Podía oír el murmullo de lasconversaciones y el tintineo de los cubiertos en el fondo. Papá nunca comía en casa.

¿Por qué debería hacerlo, cuando siempre había algún cliente dispuesto a llevarlo acomer a uno de los mejores restaurantes de Manhattan?

 — Papá — dije — . ¿Es un mal momento?

 — Nunca  — dijo — . Estoy en un lugar al que fuimos, ¿recuerdas, con esa pared de botellas de vinos que decías que deberían girar alrededor así podrías apuntar haciatu elección?  — De repente, mi padre estaba furioso — . ¡Sin embargo, ellos nopusieron en práctica tu sugerencia! ¡Los estantes todavía no giran!

 — Son estúpidos — dije — . Papá, necesito tu ayuda. Tengo que salir de aquí.

Él sonó encantado, como yo había sabido que estaría. Escuché un chasquido.

 — Avión — le dijo a alguien — . Isla Huesos. Mañana.

 — Es solo que  — dije — , aquí están pasando algunas cosas. Mamá es genial, losabes… 

 — ¿Está saliendo con alguien? — preguntó papá, muy casual.

 — Uh — dije —. ¿Qué? No. Por supuesto que no. Pero… 

 — ¿Qué? — Papá de repente estaba gritando — . No. Dije que el Chateau de 2005 deLa Mission Haun Brion. No el de 2008. Si quisiera el de 2008, habría preguntadopor el del 2008. ¿Están tratando de matarme?

Miré hacia abajo al diamante al final de mi cadena de oro. Estaba de vuelta a sucolor usual, gris pálido en los bordes y en el interior de color azul oscuro.

¿Qué estaba haciendo?

No podía irme, me di cuenta. No ahora. Irme ahora no sería mucho mejor quevolver a mi ataúd de cristal.

 — Papá — dije, frotando mi frente —. No importa. Yo… 

Papá volvió al teléfono conmigo.

 — Ahora me dicen que hay una especie de huracán llegando a allí. ¿Sabías eso? Ledije a tu madre que no regresara a ese infierno olvidado por Dios.

 Infierno. Papá, no tienes ni idea.

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 — Está bien, papá — dije — . Cambié de opinión. Quiero quedarme.

 — Pierce  — dijo papá — . Está bien. Puedo poner el avión allí. Es solo que elaeropuerto comercial está cerrado. Todo lo que el piloto tiene que hacer es aterrizaren la base naval, y luego puedo hacer que un amigo te recoja donde tu madre.

 — Mira, papá  — dije — . Está bien. Solo tuve un momento de debilidad. Tengo queirme. Mama está llamándome. Olvida que tuvimos esta conversación. Te llamaré anuestra hora habitual el domingo. — Y colgué.

Mamá se fue a la cama justo después de las noticias, lo que siempre hace. Toméuna ducha y me lavé el cabello, luego me puse un camisón viejo y un par depantalones cortos para dormir. Para entonces el grupo lluvioso, o lo que fuera,había muerto. La lluvia había parado. Asomándome a las cortinas de la ventana demi habitación, pude ver que el cielo estaba completamente despejado y las estrellaseran visibles. Las luces que el paisajista, consciente del medio ambiente de mimadre, había plantado estratégicamente en la base de algunas palmeras reales ennuestro patio habían empezado a brillar contra los troncos, a pesar de que mimadre había estado inquieta por la “contaminación lumínica” y preocupada porquelas luces pudieran causar confusión a las aves migratorias.

El paisajista la había mirado y le había dicho:

 — Señora, creo que las aves estarán bien. Y estas bombillas de bajo voltaje

funcionarán de un modo que usted pueda ver si hay algunos merodeadores en elpatio trasero sin tener que utilizar las luces de seguridad de alta energía.

Me había obsesionado con la palabra merodeadores.

Mirando afuera hacia el patio, vi que mamá había dejado las luces de la piscinaencendidas. Ahora el vapor salía a la superficie de color azul turquesa por lahumedad que quedaba después de la tormenta.

Había algo pequeño y negro flotando en medio de la piscina. Un cuerpo. No solo

flotando. Luchando. Fuera lo que fuese, era pequeño y tenía piernas.Y las estaba moviendo en un esfuerzo desesperado por llegar a las escaleras ysalvarse antes de ahogarse.

Pero no podía salvarse a sí mismo. Porque incluso si alcanzaba las escaleras, nosería capaz de subir el primer escalón. Era demasiado pequeño. Cualquiera podíaverlo.

Dejé caer la cortina.

¿Por qué yo? Eso era todo lo que tenía que decir. Simplemente… Por qué. Yo.

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Suspirando, salí de mi habitación, moviéndome a través de la oscuridad del pasillodel segundo piso. Podía oír la respiración suave de mi madre a través de la puertaabierta de su habitación. Ella podía quedarse dormida muy rápido, y quedarsedormida más profundamente que cualquier humano que jamás hubiera conocido.

Cuando llegué a las puertas francesas del patio trasero, puse el código en la alarmay las abrí.

Al salir era como entrar en una sopa. Por lo húmedo que era.

Las ranas croaban en todas partes. Una cigarra gritó. En algún lugar detrás de lamuro Español de tres metros con buganvillas, un gato, o posiblemente una rata deárbol, hacía ruidos. Lo ignoré todo, caminando descalza por el camino de piedrahacia la piscina, inmersa en mi misión. El camino de ladrillos todavía estabamojado por la tormenta, y cubierto de caracoles. No había luz suficiente de lasluces en las bases de las palmeras reales para que yo fuera capaz de ver los caracolesy evitar pisarlos.

Mamá no sólo había dejado las luces de la piscina encendidas, también habíadejado la cascada corriendo. El agua en la cascada de una pared de azulejos azulesy verdes al final de la piscina. Me acerqué a la casita donde guardábamos todas las balsas y equipos de limpieza y abrí la puerta. Ya había visto que la criaturaluchando en el agua era un geco verde brillante. Ahora estaba en peligro de serabsorbido por el filtro.

 — Espera — le dije, sacando un mástil de mango largo con una red en el extremo deltipo que el chico de la piscina usaba para recoger desechos — . Te tengo.

Segundos más tarde, cogí el geco y lo dejé en la red sobre la hoja de un hibisco.Aturdido en un primer momento, simplemente se quedó allí. Luego, dándosecuenta de que no iba a morir, se apartó.

Los aplausos parecieron venir de la nada. Estaba tan sorprendida, que el mástilplateado largo cayó en la piscina. Éste salpicó antes de hundirse en el fondo.

 — No  — dijo John, saliendo de las sombras mientras me aplaudía — , ni siquiera tegolpeaste la cabeza esta vez.

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Y están ansiosos de cruzar el río, pues la justicia santa les empuja,

 y así el temor se transforma en deseo.DANTE ALIGHIERI,Infierno, Canto III

Traducido por ANDRE_GCorregido por masi

 — En serio. — Presioné una mano sobre mi corazón. Estaba latiendo tan fuerte, quepensé que estaba teniendo un ataque cardiaco — . Tienes que dejar de hacer eso.

 — Lo siento — dijo, bajando sus manos.

Estaba parado al otro lado del agua azul brillante, tan alto e intimidante comosiempre, y todo vestido de negro, como era usual, probablemente esa era la razónpor la cual no lo había visto en la oscuridad.

Pero había algo diferente en él. Al principio pensé que eran sus ojos. Tal vezestaban reflejando la luz azul de la piscina, porque parecían estar brillando tantocomo ella.

Pero entonces comprendí que era algo más.

Y cuando lo hice, jadeé.

 — Espera  — dije, dando unos cuantos pasos indecisos alrededor del borde de la

piscina dirigiéndome hacia él, para poder ver mejor la expresión de su rostro — .¿Acabas de decir lo que creo que dijiste?

Se quedó dónde estaba. Parecía cauteloso, como la lagartija cuando cayó en la hojade hibisco… como ¿Qué acaba de pasar? ¿Es esta una especie de trampa?

 — ¿Qué? — dijo a la defensiva.

 — Lo hiciste  — dije, sin alcanzar a creérmelo del todo. Cuando llegué hasta él, nomovió un solo músculo mientras caminaba silenciosa, descalza, alrededor del borde

de la piscina dirigiéndome hacia él, hasta que estuve parada a menos de un metrode distancia, lo podía ver grabado en su rostro, en el resplandor de las luces del

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 jardín, y el ondulado reflejo del agua que estaba reflejándose desde la piscina — .Acabas de decir que lo sentías.

Se cambió de un pie al otro, incómodo. También su mirada. Miró a la piscina enlugar de a mi rostro.

 — Tan sólo me estaba disculpando — dijo formalmente — , por haberte alarmado. Elaplauso era para felicitarte por la mejoría en tus habilidades de salvavidas, desde laúltima vez… 

 — No  — dije, levantando una mano, con la palma hacia afuera — . Detente, sólodetente. Necesitamos hablar. Hablar de verdad. Prometo no insultarte si tuprometes no tratar de matar a nadie.

Su mirada volvió a dirigirse hacia mí. En ese momento, leí en sus ojos miles de

emociones: rabia, vergüenza, confusión, pena entre otras, antes de que cayera a micollar.

 — Lo llevas puesto — dijo con una voz que nunca antes le había escuchado.

 — Sí — dije. Mi corazón todavía no había dejado de palpitar fuertemente. La formaen que me estaba mirando no ayudaba.

 — Vi a Richard encontrarlo esta mañana  — dijo — . Esta noche te vi entrar a suoficina.

Así que él había estado allí. Debí haberlo sabido. No había lugar a dudas de porqueel clima había estado tan horrible.

Ahí fue cuando me di cuenta de lo que había en su voz… algo que nunca antes lehabía escuchado.

Temor. Estaba asustado. Temía a lo que Richard Smith podría haberme dicho.

 — Sí  — volví a decir —. Mira… — Miré a mi alrededor. Aunque el Tío Chris había

puesto todo el mobiliario externo en el garaje, había un lugar donde el intransigentecalor ya había secado la baldosa al lado de la piscina.

 — Ven aquí — dije, alcanzando una de sus manos.

Retrocedió un paso, no era que estuviera alejando sus dedos, pero no estabadispuesto a dejar que lo tocara. Todavía no.

 — Todo está bien — dije en lo que esperaba que fuera una voz tranquilizadora.Realmente era como esa lagartija: inseguro de lo que nosotros los humanos

podríamos hacerle a él — . Es sólo que quiero sentarme en un lugar que esté seco.Eso es lo que me gusta, ¿Recuerdas? Estar seca.

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No creo que haya cogido el chiste. Siguió mirándome con sospecha mientras yoagarraba su mano y lo empujaba hacia el lugar en el que quería sentarme… eincluso después de que hubiera soltado su mano, y me sentara en el borde de lapiscina, colocando mis dos pies dentro del agua fría, siguió parado allí por unmomento, mirándome como si no pudiera comprender que era exactamente lo queestaba pasando.

Decidí ignorarlo. Eso es lo que hacías con las cosas salvajes, eso había aprendidoen mi voluntariado con los grupos rescatistas de animales. Había funcionado. Dejarque ellos mismos comprendieran por su cuenta que no eras una amenaza, querealmente ni siquiera estabas interesado en ellos.

Entonces, eventualmente, si eras afortunado, ellos vendrían a ti.

Lo cual hizo John, después de un rato, sentándose a mi lado con las piernascruzadas… pero luciendo preparado para despegar ante la mínima señal de peligro.Lo cual era irónico, considerando que era una deidad de la muerte.

Ni siquiera consideré sugerirle que se quitara las botas. Eso generaría el apocalipsiso algo por el estilo.

En alguna parte del jardín, la cigarra, que se había tomado un descanso, volvió aempezar. Afortunadamente, el sonido de la caída del agua era lo suficientementefuerte como para ahogar su ruido y el de las ranas.

 — ¿Qué dijo Richard? — preguntó finalmente, después de haber estado allí sentadosen un minuto de completo silencio. Parecía aturdido, lo cual supongo que eracomprensible. Yo no había gritado, ni lo había insultado, ni le había tirado nada,una primera vez en nuestra relación. Probablemente se estaba preguntando quepodría haber dicho el sacristán del cementerio para producir este cambio de actitudhacia él.

 — Bueno — dije lentamente. No podía creer que algo de esto estuviera sucediendo.No estaba del todo segura de cómo estaba sucediendo. Si alguien me hubiera dicho,

una hora más temprano, que iba a suceder, jamás le habría creído.

Pero ahora, de alguna manera, parecía natural.

Se dulce. Eso era lo que Richard había dicho.

Bien, esa era la opinión de un solo hombre.

 — Dijo que este collar había matado a mil personas — dije.

John inmediatamente se tensó. Como si fuera a levantarse y a irse — o posiblemente

tirarme a la piscina.

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 — Hey  — dije, en lo que seguía esperando que fuera una voz tranquilizadora,estirándome y colocando una mano en su rodilla — , preguntaste que era lo quehabía dicho, yo tan sólo te lo estoy diciendo.

La mano pareció funcionar. Se quedó dónde estaba, la tensión abandonando su

cuerpo.

 — No fue el collar  — dijo, frunciendo el ceño — . ¿Piensas que te daría algo queasesinara personas? ¿Por qué razón haría eso? Las Furias lo hicieron porqueestaban enojadas porque la piedra no estaba siendo usada por la persona que sehabía previsto que lo hiciera.

 — ¿Y quién es esa persona? — pregunté.

John frunció más el ceño.

 — Tú sabes perfectamente bien quién es esa persona. Richard me dijo que te lohabía dicho. ¿Estás coqueteando conmigo?

 — Por supuesto que no — dije, esperando que a la luz de la piscina él no pudiera verque estaba sonrojada — . Sólo estoy tratando de aclarar los hechos, el Sr. Smith dijo bastantes cosas horribles sobre las Furias.

Frunció el ceño.

 — Richard está obsesionado con las Furias.

 — Pues  — dije — , ellas parecen bastante horribles. Dijo que son los espíritus de losmuertos que están infelices por el lugar donde terminaron.

Frunció más el ceño, pero a la piscina, no a mí.

 — Eso es más o menos preciso.

 — Y tú me dijiste  — dije — , que ellas son las encargadas de dar castigo si las

personas rompen las reglas en tu mundo. ¿Fue así como conseguiste éstas?  — Tracéla cicatriz de una de sus manos, que estaba descansando cerca de mí.

Por primera vez no alejó su mano. Aunque su mirada si dejó el agua y se enfocó enmis dedos en su lugar.

 — Sí — dijo en voz baja.

 — Y ahora hay Furias detrás de mí — dije.

Ahora esa brillante mirada plateada finalmente se dirigió por completo hacia mí.

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 — No hay ninguna Furia detrás de ti  — dijo. Parecía genuinamente perplejo — . ¿Porqué habría de haberla?

 — Pues  — dije. Porque me elegiste a mí, quise decir. Como Hades eligió aPerséfone. Sin embargo, opté por lo seguro, en caso de que me volviera a acusar de

estar coqueteando con él, y me decidí por decirle — : Porque me regalaste el collar.

 — Y tú me arrojaste una taza de té en el rostro  — me recordó con ironía — . Luego tefuiste. Estoy bastante seguro de que incluso las Furias captan ese mensaje alto yclaro. Difícilmente irían detrás de alguien que me odia tanto como ellas. De hecho,las Furias probablemente te consideran una de sus aliadas más cercanas.

Alejé mi mano de la suya, herida… a pesar de que la mayor parte de lo que habíadicho era verdad. Bueno, la parte del té, en resumidas cuentas.

 — Te lo dije, solo hice eso porque estaba asustada  — dije — . Y no soy una Furia.Aunque no creo que hiciera daño si te miraras a ti mismo un poco más a menudo,antes de irte autodestruyendo.  — Cuando sólo se quedó mirándome, sincomprenderme, me expliqué — : Podrías ser un poco más hospitalario con losinvitados cuando llegan a tu mundo, y también podrías dejar de andar tratando deasesinar a gente inocente todo el tiempo, como a ese joyero que casi mataste.

Parecía indignado.

 — Él no era inocente. Era un imbécil. Jamás debió haberte tocado. Merecía todo loque obtuvo.

Levanté la mirada hacia las estrellas, las cuales ardían frías y claras sobre nosotros,ahora que las nubes se habían apartado. Porque Isla Huesos era tan pequeña yestaba tan lejos de la civilización, que podía ver más estrellas en mi jardín de lo quehabía podido ver en mi jardín de Westport. Algunas veces, incluso alcanzaba a darvistazos a la Vía Láctea.

 — John — dije, luchando por tener paciencia — . El Sr. Smith me dijo que las Furias

podían poseer a cualquier humano que quisieran, si este tenía un carácter losuficientemente débil.

 — Pueden hacerlo — dijo John, sonando escéptico — . Pero difícilmente lo hacen, amenos que sea para castigarme de alguna manera. Así que sigo sin entender porqué razón crees que vendrían tras de ti, cuando has dejado tan claro que no quierestener nada que ver conmigo.

Bajé la mirada de las estrellas para mirarlo a él. Era tan frustrante.

 — ¿Por qué otra razón crees que ese anciano estaba tan interesado en el collar?  —  demandé — . ¿Si no fuera una Furia?

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 — Tal vez porque era un joyero — señaló.

Enterré mi rostro en mis manos. ¿Cómo iba a poder hacer que alguna vezcomprendiera?

 — ¿Qué pasa con mi profesor, el Sr. Mueller?  — pregunté a través del espacio entremis dedos — . ¿Estás tratando de decirme que él no era una Furia?

 — Justo anoche admitiste que tú te pusiste a ti misma en ese peligro  — dijo John.Cuando bajé las manos, vi que su expresión se había oscurecido — . Lo hiciste porvoluntad propia con el objetivo de ponerle una trampa. Él no vino tras de ti.

Quería corregirlo. El Sr. Mueller sí que había venido detrás de mí, al ir detrás de mimejor amiga.

Pero él no había matado a Hannah. Ella se había suicidado, sin embargo…  

 — Lo que le hizo a Hannah estuvo mal — dije — . Alguien tenía que detenerlo.

 — Pero tu realmente no querías que muriera  — dijo. En la luz azul danzantereflejada por la piscina, su expresión era medio grave, medio divertida — . Sabescómo eres, Pierce. Saliste de la casa a medianoche para sacar a una lagartija de lapiscina y así salvarla de la muerte.

 — ¿Cómo es que sabes eso?  — pregunte intrigada —. A menos que… — dejé de

hablar, mirándolo fijamente, al fin logrando comprender — . Espera. Tiraste esalagartija a la piscina. Sabías que yo la vería y vendría a salvarla, y entonces túpodrías hablar conmigo. ¿Verdad.?

Ni siquiera se molestó en negarlo. En vez de eso, se inclinó hacia delante hasta quesu rostro estuvo a pocos centímetros del mío para contrarrestar:

 — Si Richard Smith te dijo tantas cosas horribles sobre ese collar, como por ejemploque mató a mil personas, y que las Furias vendrían detrás de cualquier chica a laque yo se lo regalara con el fin de herirme mediante ella — lo cual obviamente crees,

sino no estarías haciéndome todas estas preguntas — , ¿Por qué sigues usándolo?Pensé que me odiabas por ser tan idiota.

Mi pulso dio un salto violento. ¿Fue debido a la pregunta — ya veía justo a través demi — o por su repentina proximidad?

 — Lo hago — dije, poniéndome sobre mis pies en lo que esperaba pareciera un gestoindignado, a pesar de que por dentro, estaba temblando — . De hecho, voy a volveradentro. En el futuro, John, apreciaría que te quedaras en tu lado de la isla, y yo mequedaré en el mío. También, si no trataras de matar personas — o lagartijas — para

llamar mi atención. Buenas noches.

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  198PURPLE ROSE

Pero no había dado más de un paso antes de que mi mano fuera agarrada. Lapróxima cosa que supe, es que me estaba empujando hacia atrás —  justo como yo lohabía cogido de la mano y lo había empujado antes.

Solamente que él no se había molestado en pararse. Simplemente me tiró sobre su

regazo.

Estaba tan sorprendida de encontrarme allí, que al principio solo clavé la mirada ensu rostro en estado de shock, tratando de darle sentido a lo que acababa de suceder.

 — John  — comencé a decir —, realmente no puedes solo…  — Entonces sus labios bajaron a los míos. Y todo ello: el sonido de la cascada, y el croar de las ranas, y elchillido de las cigarras y las luces en la base de las palmeras, y el ondulante reflejodel agua de la piscina sobre todo lo demás, se alejó, y era sólo John y la dureza desus brazos cuando se apretaban a mi alrededor, y su olor a humo de madera, y lasuavidad de su cabello entre mis dedos, y la manera en que podía sentir su corazóntamborileando contra el mío, y el hecho de que no podía creer que nada de estoestuviera sucediendo, no podía creer que nunca antes hubiera sucedido, no podíacreer que nunca antes hubiera permitido que sucediera, quería que jamás sedetuviera… 

 — Espera  — dije sin aliento, alejando mi boca de la suya — , John. Espera.  — Tuveque poner una mano sobre su pecho y empujarlo hacia atrás — . Espera un minuto.

 — ¿Qué?  — Sus brazos no habían aflojado ni una pizca de su agarre sobre mí — .¿Qué está mal?

¿Qué estaba mal? Todo. Nada. No lo sabía. No podía pensar. Me sentía como si laVía Láctea, oscilando por encima de nuestras cabezas como un pitcher celestial,repentinamente se hubiera dado la vuelta, vertiendo soles y planetas por migarganta. Las estrellas parecían estar disparándose de mis dedos de las manos y lospies, de las puntas de mi cabello.

 — No podemos hacer esto — dije, a pesar de que él estuviera besando mi garganta.

 — Sí — dijo, un destello en sus ojos que nunca antes había visto — . Sí, podemos.

 — No  — dije — . Quiero decir, yo no puedo.  — Mi pulso se estaba acelerando tandeprisa que pensé que mi corazón podría explotar en mi pecho, de la mismamanera que me había parecido cuando había corrido bajando esos escalonesalejándome de él. Solo que esta vez definitivamente no era por la epinefrina — .Necesito pensar sobre esto.

Levantó la cabeza para mirarme.

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  199PURPLE ROSE

 — Te he dado el suficiente tiempo para pensarlo  — dijo — . Casi dos años. Usaste elcollar durante todo ese tiempo. Incluso lo tomaste de vuelta después de que te di laoportunidad de ser libre, al tirarlo a lo lejos. Ahora sabes que es, y sigues usándolo.Sabes qué significa eso, Pierce.

Ahora comprendí que era ese destello en sus ojos. Era triunfo.

No era extraño que mi corazón estuviera latiendo tan deprisa. Él era fuego, y yo erala chispa.

Estaba condenada.

 — Todo eso significa  — le aseguré, luchando para salir de sus brazos — , que esposible que no seas el inmenso idiota que una vez te acusé de ser.

Para alivio mío, me dejó ir. No parecía feliz por ello, justo como la vez que lo habíahecho soltar al Sr, Mueller. Pero lo hizo.

 — Significa que te preocupas por mí — dijo.

 — Me preocupo por todo el mundo  — contesté — . Tú lo dijiste una vez. Soy unapersona que se preocupa bastante.

 — ¿Cuándo te puedo volver a ver? — demandó.

Desde luego que él había visto a través de mí. Mi sarcasmo era tan sólo unmecanismo de defensa para ocultar lo nerviosa que estaba por la reacción que micuerpo tenía al suyo.

Sabía por el hecho de que no había sido capaz de alejarme del cementerio queestaba siendo atraída por él.

Pero me había estado diciendo a mí misma que eso sólo se debía a los asuntos porresolver entre los dos. Y por el hecho de que él seguía tratando de matar personasen mi nombre. ¿Cómo pude haber anticipado lo que escucharía en la oficina de

Richard Smith? ¿O esto… la inmediata reacción química que parecía  ocurrircuando nuestros labios se encontraban? Mi boca seguía hormigueando.

¿Qué significaba todo eso? ¿A dónde podía ir? Él era un dios de la muerte. Yoestaba en el último año de la preparatoria.

Esto nunca funcionaria.

Él no compartía mi visión pesimista.

 — Mañana  — dijo, poniéndose de pie. Su mirada parecía consumirme — . Te verémañana. Al amanecer.

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 — John  — dije, sacudiendo la cabeza. Esto estaba pasando demasiado deprisa — .No. Al amanecer no. A esa hora es cuando la gente normal sigue estando dormida.Además, tengo que ir a la escuela.

 — Entonces, al atardecer. — Los ojos plateados destellaron — . Encuéntrate conmigo

aquí al atardecer.

 — John. Tenemos que hablar sobre esto de una forma racional. Me lo advertisteanoche  — dije — , que no volviera al cementerio. Que no era seguro para mí. ¿Erauna hipérbole? — Había consultado la palabra. Significa una declaración exageradacuya intención no es que se tome de forma literal — . ¿O estabas hablando en serio?

Dio un paso al frente, envolvió un brazo alrededor de mi cintura, y me empujóhacia él, luego me besó un poco más.

Era imposible pensar sobre el cementerio o las Furias o la Noche del Ataúd cuandoél me besaba. Era imposible creer que algo malo podía suceder, alguna vez, cuandome besaba. En todo lo que podía pensar era en él.

Dejó que su boca persistiera sobre la mía, de una forma que no era posesiva nidulce… era sólo como si su boca debiera estar sobre la mía.

Y él tenía razón. Lo hacía. Siempre lo había hecho.

No puedo creer que no lo hubiera sabido esto antes. Tal vez lo había sabido.

Tal vez ese siempre había sido el problema.

Cuando al fin me soltó, me sentía como si mi piel pudiera estar, realmente, dandoel mismo reflejo resplandeciente de la piscina.

 — Definitivamente deberías mantenerte muy, muy lejos del cementerio  — dijo enuna voz ligeramente áspera — . Eso no es una hipérbole. Te veré aquí mañana a lassiete de la noche. No esperaré ni un minuto más. Donde sea que estés, iré a buscarte. — Bajó la vista a mi pijama y frunció un poco el ceño — . Ponte ese vestido

que tenías anoche, el de los botones.

Y entonces se había ido.

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  201PURPLE ROSE

Y cual los estorninos forman de alasen invierno bandada larga y prieta,

así aquel viento a los malos espíritus…

DANTE ALIGHIERI,Infierno, Canto V

Traducido por flochiCorregido por Pimienta

La siguiente mañana no me levanté sino más bien floté.

 — Estás de buen humor — dijo mamá mientras vertía leche en mis cereales.

 — ¿Qué? — le pregunté distraídamente.

 — Estás tarareando — dijo con una sonrisa — . Parece que estás de buen humor.

 — Mamá — dije — . ¿Conoces a Tim?

Levantó sus cejas.

 — ¿Sí?

 — Definitivamente deberías ir con él a la regatta. Creo que sería bueno para ti.

 — ¿En serio?  — dijo ella, pareciendo divertida — . ¿Qué causó este cambio deopinión?

 — Oh — dije — . No lo sé. Deberías ser feliz.

 — Bueno  — dijo mamá — . Gracias, Pierce. Es muy generoso por tu parte darmepermiso para que sea feliz.  — Parecía pensativa — . Aunque, quizás lo llame mástarde. Estaba pensando que a los chicos de Nuevos Caminos podría gustarles unrecorrido por el laboratorio marino. Sabes que hemos hechos muchos progresosen… 

 — Hazlo, mamá  — dije, y la palmeé el hombro. No estaba muy segura de quererescuchar los avances del laboratorio marino.

En el coche hacia la escuela, Alex no estaba tan divertido por mi buen humor.

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  202PURPLE ROSE

 — Todavía estoy enojado contigo por lo de ayer  — dijo, dándole bocinazos a unagallina que no salía del medio de la carretera. Había gallinas y gallos en IslaHuesos. Corrían salvajes alrededor de toda la isla — . No es bueno. Seth y esoschicos… son malas noticias. No los conoces. 

 — Ahora sí  — dije. Alex no sabía lo mismo que yo. Pero él me había recordadoalgo. ¿Cómo iba a ver a John si tenía a esos estúpidos de Ala-A en mi casa,construyendo ese ataúd?

¿Y qué hay del tío Chris? Se suponía que iba a darme clases de conducir después dela escuela.

Oh, bueno. No importa. Todo se resolvería de alguna manera. Siempre lo hacía.¿Qué importaba, de todas maneras? Por primera vez, durante el tiempo más largoque podía recordar, yo era feliz. ¿No merecía ser feliz? Sí, pensaba que sí.

 — ¿Estás escuchándome? — exigió Alex. Estábamos entrando en el aparcamiento dela escuela.

 — Lo siento, ¿qué? — le pregunté.

 — Jesús — dijo — . ¿Qué pasa contigo esta mañana? ¿No tomaste tus pastillas?

 — Lo siento, Alex — dije —. Estoy escuchando. Es sólo que… bueno, hay algo queprobablemente debería decirte. Pero no te va a gustar.

Giró en un espacio del aparcamiento y tiró del freno.

 — Lo juro por Dios, Pierce  — dijo — . Si vas a decirme que vas a salir con SethRector, voy a tirarte del coche.

 — No  — dije — . ¿Qué? No seas estúpido. Pero esos chicos se invitaron solos a micasa para construir el ataúd senior este año.

Me miró fijamente por lo que tuvo que ser un minuto completo. Por unos cuantos

segundos, realmente me asusté, pensando que podría tener una apoplejía o algo así.Sus ojos parecían como si estuviera empezando a enojarse.

 — Mira, Alex  — dije apresuradamente — . No te enojes. Sólo les dije que podíanhacerlo si mamá lo permitía, porque viste cuan contenta estaba ella cuando todosestuvieron hablando sobre la Noche del Ataúd en la oficina de Nuevos Caminosayer. Y después aparecieron con la madera antes de que siquiera tuviera laoportunidad de hablar con mamá. Ella los dejó entrar y sabes cuánto quiere que yoencaje. Puedo decirles que vengan a recoger la madera si realmente te molesta… 

Pero para ese instante él ya estaba sacudiendo la cabeza.

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  203PURPLE ROSE

 — Pierce — dijo — . Pierce, Pierce, Pierce.

 — ¿Qué?  — pregunté con ansiedad — . Por favor, no me digas nada sobre comoquemaron el garaje de la casa del último chico en que construyeron el ataúd,porque ya lo sabía, Alex. Sé en lo que me estoy metiendo, ¿ok?  — Toqué en un acto

reflejo mi collar — . Va a estar todo bien.

Iba a estar más que bien. Al menos, eso esperaba. Pero no podía decírselo, porsupuesto.

Todavía estaba sacudiendo la cabeza. Pero estaba sonriendo, también.

 — ¿Sabes qué? — dijo finalmente — . Tienes razón.

Lo miré, sin estar segura de haberlo escuchado correctamente.

 — ¿Qué dijiste?

 — Tienes razón.  — Se encogió de hombros — . Va a estar todo bien. Va a salirestupendo, en realidad. Es casi perfecto.  — Levantó su mano derecha — . Ponlaaquí, prima. Eres mi chica.

Miré su mano con cautela. Pero pegué la mía a la suya y lo dejé hacer algunascosas complicadas a mis dedos flojos.

 — ¿De qué estás hablando? — le pregunté mientras nos dirigíamos a la escuela juntocon el resto de las hordas — . ¿Cómo que es casi perfecto? Pensé que estaríasenojado conmigo.

 — Es eso  — dijo Alex. Realmente hubo un titubeo en su paso — . No te preocupespor eso, ¿bien? Olvida que siquiera me lo dijiste. Está todo bien. Oye  — dijo a unchico que lo había saludado con un grito de — : Hola, Cabrero.

 —Pero… — Mi burbuja de felicidad no estaba completamente destrozada. Aunquesi ligeramente manchada — . No lo entiendo. Pensé que odiabas a esos chicos.

 — Oh, los odio  — dijo — . Pero así están las cosas.  — Pasó sus brazos alrededor demi cuello — . Si están en tu casa, siempre sabré donde están. Porque me harás sabercuando estén ahí. ¿Verdad?

 — Por supuesto — dije — . Si lo quieres. Pero, ¿por qué necesitas saber dónde están?

 — No te preocupes por eso, como dije. — Me sonrió. Realmente parecía contento — .Estamos bien.

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  204PURPLE ROSE

 — Pero no vas a decirlo, ¿verdad?  — Todavía tenía una mala sensación sobre todoesto —. ¿Dónde está el “sabes qué? Porque eso nos reflejaría de mala manera aambos, pienso yo.

 — Oh, no tienes que preocuparte por eso, prima  — dijo, y me guiñó un ojo — . ¿Nos

vemos en el almuerzo? No lo arruines esta vez. En el asta de la bandera en la mitaddl Patio. Realmente no puede ser más simple, Pierce. No entiendo cómo pudistehaberlo arruinado ayer.

Sí. Yo tampoco. Excepto que había estado asustada de la cafetería.

El día de hoy no pensé que tendría ese problema. El día de hoy, no podía vermeasustada de nada.

Con mi felicidad restaurada, floté a través del primer, segundo y tercer período.

Estaba sentada en el cuarto período, que resultaba ser economía, la clase quecompartía con Kayla, quien me recibió con una sonrisa y un:  — ¡Hola! ¿Cómoestás? ¿Así que tú y Alex se arreglaron? Acabo de verlo en inglés. ¿Por qué estabade tan buen humor? — Cuando hubo un golpe en la puerta del aula.

Eso fue lo que me despertó del pequeño garabato que había estado haciendo de unachica en un cohete de ataúd que lanzaba flores a las personas. Eso y la maestradiciendo mi nombre.

 — Pase para ti.  — Me tendió un papel rosado con mi nombre escrito en él — . Te buscan en la oficina.

La oficina Nuevos Caminos. Todos en el aula empezaron a abuchear, sabiendo queprobablemente había acumulado un SI o un SE de alguna manera. Aunque para mivida, no podía pensar en que había hecho. A menos…  

 — Detente  — la profesora, de quien no había estado lo bastante en ese lugar pararecordar su nombre, me regañó — . Toma tus cosas, Pierce. Está cerca el final delperíodo. Probablemente no tengas tiempo para regresar antes del almuerzo.

Recogí mis libros y mochila. Kayla puso una cara de interrogación. Me encogí dehombros. No tenía idea de qué se trataba.

Excepto que sí la tenía. Sólo esperaba que mi miedo no se mostrara en mi rostro.

¿Qué había hecho John ahora? Había pensado que las cosas estaban finalmentemejor. ¿Mejor? Pensé que las cosas estaban bien.

Y bien, quizás me había estado engañando a mí misma. Quizás una chica, nisiquiera una NDE, no podía tener una relación normal con una deidad de la

muerte.

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  205PURPLE ROSE

¿Pero por qué ella tenía que ser castigada por intentarlo?

Excepto que a medida que me acercaba a la oficina, vi a través de las ventanas dealrededor que las cosas estaban incluso peor de lo que me había imaginado. Peorque esos abucheos que me habían dedicado en el aula.

El Jefe de Policía Santos estaba ahí, junto con otros policías. Oh, Dios.

Eché a correr.

 — ¿Qué? — dije cuando irrumpí en la oficina — . ¿Qué pasó?

 — Vaya — dijo el jefe de policía. Bajó la taza de café que había estado tomando — .¿Quién es?

 — Pierce Olivera, jefe.  — Tim parecía más pálido de lo normal. Su camisaabotonada se veía arrugada y se había salido en la espalda — . Ella es la delcementerio… 

 — Oh, cierto. — El jefe de policía señaló una oficina — . Sígame, señorita.

¿Qué estaba pasando? ¿El jefe de policía quería verme? ¿Iba a ser culpada por lapuerta del cementerio después de todo?

 — ¿Necesito llamar a mi madre? — exigí, quedándome en donde me encontraba.

 — No lo sé  — dijo el Jefe de Policía Santos, levantando sus cejas grises y tupidasinterrogantemente — . ¿Lo necesita?

 — No, Pierce  — dijo Tim. Parecía cansado — . No es necesario. Está todo bien. Lapolicía sólo quiere hacerte algunas preguntas.

Si hubiera sido cualquier persona menos la persona a quien yo le había entregadomi teléfono móvil el día anterior, me había olvidado hacerlo esa mañana. Perodespués, había olvidado traer mi teléfono a la escuela, lo había descubierto poco

antes, había estado tan atrapada en mi feliz nubecita de amor, probablementehabría insistido, al estilo de Zack Oliviera, que necesitaba un abogado.

Pero dado que era Tim, posible futuro novio de mi madre, me encogí de hombros yseguí al Jefe de Policía Santos al interior de la oficina, la que se encontraba llena decajas de cartón con panfletos que decían Nuevos Caminos: ¡Un nuevo Camino parati!

Una oficial de Policía femenina estaba sentada en una mesa de conferencia dentrode la oficina, escribiendo algo en un bloc de notas. Cuando entré, ella alzó la vista.

No sonrió.

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  206PURPLE ROSE

 — ¿Cómo dijiste que era tu nombre? — me dijo el Policía Santos cuando lo seguí — .¿Pierce qué?

 — Oliviera — respondió Tim en mi lugar. Había venido detrás de nosotros. Estabasosteniendo, pude ver, mi archivo. Durante el último año y medio, me había

convertido en una experta en leer mi nombre boca abajo.

 — Oh.  — El jefe de policía tiró de una silla en la mesa de conferencias — . Tomeasiento, Srta. Oliveira. — Lo dijo mal — . Esto no tardará mucho.

Desconcertada, pero sabiendo por experiencia que nada bueno estaba a punto desuceder, tomé el asiento que me ofreció.

 — Si esto se trata de la puerta del cementerio — dije — . Yo no tuve nada que ver.

El jefe de policía me contempló con algo de sorpresa sobre el borde de su taza decafé.

 — La puerta del cementerio  — dijo, cuando bajó la taza de nuevo — . ¿Y qué sabeusted sobre la puerta del cementerio?

 — Nada — dije — . Eso es lo que le estoy diciendo. No sé nada. No sé quién lo hizo.

 — ¿Hizo qué?  — Vi al oficial de policía intercambiando miradas con la oficial depolicía, quien había dejado de escribir en su bloc de notas y estaba mirándome

como si fuera la perpetradora que estaba añorando atrapar.

 — Patearla — dije — . Y romper la cerradura.

El jefe de policía Santos exhaló lo bastante profundamente para enviar algunasgotitas de café, que quedaron en los pelos de su bigote, esparciéndose en el aire. Laoficial de policía suspiró y volvió a sus garabatos. Tim, que había tomado asientoen el extremo de la mesa de conferencias, abrió mi archivo y fingió estar ocupadoleyéndolo. No podía estar segura, pero pensé que había escuchado a la oficial depolicía decir Ala-D en voz baja. Sacudió su cabeza con incredulidad.

 —Señorita… como sea que sea su nombre — dijo el policía Santos — . La fuerza quese aplicó a esa puerta la otra noche requerida para infligir ese tipo de daño fue iguala la cantidad de fuerza que toma lanzar una pequeña granada. Por lo tanto, yahemos determinado que no fue causado por una simple patada.

Me quedé sentada allí bajando mi mirada a mis uñas, ahora destruido todo rastrode esmalte.

 — Oh — dije.

¿Quién era yo para decirle a la policía que estaban equivocados? Una vez más.

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  207PURPLE ROSE

 — No estamos aquí para hablar de la puerta, de todos modos  — dijo de malhumor — . ¿Oficial Hernández?

La oficial de policía volteó una página de su bloc de notas, luego preguntó en unmonótono.

 — ¿Le pertenece una bicicleta azul Sun Cruiser con una cesta floreada Blanca, granasiento púrpura, cerradura roja, y número de serial R-guión-uno-cien-guión-siete-cincuenta-uno-once-diecisiete?

Los miré con pánico cegador. Mi mente se había quedado en blanco.

 — No lo sé — dije.

 — Pierce  — dijo Tim suavemente — . La tienes. Tú y tu madre registraron una

 bicicleta bajo tu nombre con el departamento de policía, en caso de que fuerarobada.

Parpadeé, mi corazón empezando a latir más fuerte de lo normal.

 — Oh — dije — . Bueno, tengo una bicicleta azul con asiento púrpura, cesto blanco ycerradura roja y esas cosas. Y registré una bicicleta en el departamento de policía,en caso de que fuera robada. Pero no recuerdo el número de serial en el fondo demi cabeza. ¿Quién anda memorizando el número de serial de su bicicleta? Eso es…quiero decir, esa manera de preguntar es más de lo que cualquiera debería ser

obligado a saber… 

 — ¿Cuándo fue la última vez que vio su bicicleta?  — interrumpió el oficial depolicía, tomando un sorbo de su café.

 — Anoche — dije —. Cuando la monté para ver… 

Me detuve. Toda la sangre pareció haberse congelado en mis venas.

Mi bicicleta. La había dejado encadenada en la cerca del cementerio.

Cuando había visto a Richard Smith.

 — Oh, Dios mío. — Me levanté, casi golpeando mi silla — . ¿Qué le pasó?

Estaba muerto. Lo supe. Fue la última persona que había tocado mi collar.

Y ahora estaba muerto.

Debería haberlo sabido. Debería haber sabido que nunca sería feliz. Debería habersabido que no sería capaz de manejarlo. ¿Por qué sería yo capaz de manejar a una

deidad de la muerte? ¿El maldito gobernante de un Inframundo? ¿A quién estaba

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  208PURPLE ROSE

engañando? No había sido capaz de mantener a mi mejor amiga con vida. Nopodía hacer divisiones largas. Ni siquiera podía conducir.

 — Cálmate, Pierce  — dijo Tim, poniéndose de pie y rodeando la mesa hasta milado. Había empezado a hiperventilar — . Está todo bien. Va a estar todo bien. Eso

es lo que estamos tratando de averiguar.

 — ¿Pero qué pasó?  — grité. Podía sentir la histeria empezando a penetrarme — . Élestaba bien cuando lo vi por última vez. Estaba bien cuando me dejó en casa.

 — ¿Quién estaba bien? — Tim miró al jefe de policía, quien parecía tan confundidocomo Tim — . ¿De quién estás hablando, Pierce?

 — El Sr. Smith  — dije. Algo del pánico empezó a reducirse cuando vi, por susexpresiones, que no sabían de lo que yo estaba hablando — . El sacristán del

cementerio. ¿Por qué? Esperen. ¿De quién están hablando?

 — Jade  — dijo Tim suavemente — . Estamos buscando testigos que podrían haberestado dentro o cerca del cementerio anoche. Ella nunca llegó a casa de su turno.Esta mañana fue encontrada dentro del cementerio, muerta.

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Por mí se va hasta la ciudad doliente, por mí se va al eterno sufrimiento, por mí se va a la gente condenada.

DANTE ALIGHIERI,Infierno, Canto III

Traducido por LizC (SOS) y Sheilita BelikovCorregido por masi

Se hizo el anuncio durante el almuerzo.

No el que Jade había muerto. ¿Por qué harían eso? La Preparatoria Isla Huesos noquería “embellecer” una muerte más que lo que la Academia de Westport paraChicas había hecho.

No, el anuncio fue que el huracán se había elevado a una advertencia por el CentroNacional de Huracanes. Todos los eventos posteriores a la escuela fueron

cancelados, al igual que las clases del día siguiente. Estábamos siendo despedidos alas dos en punto en lugar de a las 3.15.

 — ¿Por qué no sólo nos dejan ir ahora?  — Se quejó Kayla por encima de la ensaladahecha por su chef  — . Quiero decir, ¿de qué sirve una hora más de clase, con todo elmundo volviéndose loco porque un huracán gigantesco se acerca? No es quevayamos a aprender algo después de esto.

 — Sí  — dije — . Y nos daría menos tiempo para conmemorar su muerte.Simplemente cancelen la escuela ahora para que no podamos ni siquiera hablar de

ella.

 — ¿Qué? — preguntó Kayla.

 — Nada  — dije, bajando mi burrito. ¿Quién puede comer en un momento comoéste, de todos modos?

 — ¿Recuerdas el tiempo cuando ella no mató a su maestro?  — Alex le explicó aKayla — . Fue por algo así como esto con Jade.

 — No, no lo fue — dije — . Jade no se golpeó a sí misma en la cabeza con un objetocontundente.

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  210PURPLE ROSE

Tim me había dicho que lo más cerca que la policía pudo imaginar, ya que elcuerpo de Jade no había sido encontrado después de todo este tiempo y ningúntestigo se había presentado aún, es que había sido víctima de lo que parecía ser unasalto al azar. Tan pronto como los paramédicos llegaron a ella — se encontrabadetrás de una cripta cuando Richard Smith había ido al cementerio para el trabajopor la mañana — la habían llevado en helicóptero al Centro de Trauma Ryder deMiami.

Pero incluso ellos no habían sido capaces de salvarla. El daño en su cráneo — apesar de que había tenido su casco de bicicleta puesto — era demasiado extenso.

 — Lo siento, Pierce  — me había dicho Tim, dándome una palmada en la espaldacuando me vine abajo en la sala de conferencias y lloré — . Lo siento mucho.

No lo sentía tanto como yo.

Nada malo le ocurrirá a ella. John se encargará de ello.

Eso es lo que Richard Smith me había dicho en el coche después de que Jade sealejara en la lluvia.

Pero algo malo le había sucedido. Lo peor que podría sucederle a alguien.

Porque John no había estado en el cementerio para cuidar de ella.

Él había estado conmigo.

Eso es lo que le había dicho al Sr. Smith, cuando salí tambaleándome de la oficinade Nuevos Caminos después de que me dejaran ir. Lo había llamado a su oficinainmediatamente desde un teléfono público.

 — Todo es culpa mía — le dije entre sollozos.

 — No veo cómo eso es posible — respondió — . A menos que tú hayas sido la que lagolpeara por detrás con el tubo o pala o lo que fuera que se utilizó para matarla, y

luego tomara su cartera y su bicicleta. Y su radio de policía. Eso también faltaba, locual me parece extraño. Raramente se puede empeñar un radio de la policía...

 — Sabe lo que quiero decir. John estaba conmigo cuando ella murió  — susurré en elteléfono. La campana había sonado para entonces, y la gente estaba por todoslados, lanzándome miradas extrañas porque no solo estaba yo en lo que tenía queser el último teléfono de pago que quedaba en Isla Huesos, sino porque estaballorando.

 — No fue culpa de John, tampoco, Srta. Oliviera  — dijo con una calma

exasperante — . A pesar de que se siente tan mal como usted lo hace. ¿Quién creesque me despertó y me llevó hasta ella?

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  211PURPLE ROSE

 — No era seguro — gemí — . ¡John dijo que el cementerio no era seguro!

¿Por qué no le dije anoche que ella estaba allí? Había estado demasiado distraídapor sus besos...

 — Para ti  — me recordó Richard Smith — . Él dijo que no era seguro para ti. Nadiepodría haber previsto esto, señorita Oliviera, ni siquiera la deidad de la muerte. Erasólo su tiempo. Es lamentable, por supuesto, y cuando se encuentre a la personaresponsable, espero que sea castigado con todo el rigor de la ley. Pero tampocopuede culpar de esto a John, y mucho menos a si misma. Jade decidió estar allí.Ella sabía los riesgos de lo que estaba haciendo. Y tú viste lo bien que la estabapasando. John dijo que se trasladó a un lugar mejor...

Le había colgado, estaba tan furiosa. Esto es lo que había resultado de la sugerenciade Richard Smith, de que debía “ser más dulce”. Alguien quien me agradaba— realmente me agradaba — estaba muerta.

 Refrénate antes de hundirte.

Sí, supongo que racionalmente sabía en el fondo de mi mente que la muerte de Jadeno fue por mi culpa, o la de John... Pero cuando algo horrible sucede, es lanaturaleza humana querer echarle la culpa a alguien. Queremos a alguien pararendir cuentas, a pesar de que a veces las cosas simplemente suceden.

El problema, como mi padre dice, era que con demasiada frecuencia, nos aferramosa la persona responsable equivocada. A veces, incluso a la propia víctima. Hacemosesto para que nos podamos asegurar de que las cosas malas nunca nos pasen anosotros. “Oh, esa cosa terrible le sucedió a esta persona porque hizo tal y tal cosa.Todo lo que tengo que hacer no es hacer tal-y-tal-cosa, y entonces esa cosa terriblenunca me pasará a mí”. 

Morí tratando de rescatar a un pájaro. Mi madre le dio la responsabilidad a mipadre por eso, dado que él no arregló la cubierta de la piscina, ni se dio cuenta deque me estaba ahogando. Cuando en realidad fue mi culpa por ser tan torpe.

En el caso de Jade, tan pronto como los detalles de su muerte llegaron a la policía — los cuales aparecieron tan pronto como entré en el patio — todo el mundo decía: — Bueno, ¿qué estaba haciendo ella montada en su bicicleta tan tarde en la noche, yen el cementerio, de todos los lugares? Nunca debería haber estado haciendo eso.No es de extrañar que ella muriera.

Como si fuera culpa de Jade.

Sólo había un pequeño problema con esta teoría:

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  212PURPLE ROSE

Jade había sido asesinada por alguien. La policía quería encontrar a esa persona opor lo menos un testigo que pudiera decir que lo había visto.

Para el momento en que la primera de las grandes nubes de tormenta gris del díacomenzó a aparecer, todas las piezas comenzaron a juntarse. Más tarde, no podía

creer el tiempo que me llevó verlo.

Pero todo fue tan horrible. ¿Quién hubiera podido imaginar algo tan horrible?

Y la cosa es que, la gente muere. A veces se tropiezan y caen, luego se golpean lacabeza y ruedan hasta la piscina y se ahogan.

Otras veces, se dejan seducir por su entrenador de baloncesto y luego las abandona,y se van a casa y tragan una botella de píldoras de prescripción.

Otras veces son asaltados mientras montan bicicleta y no son encontrados a tiempoy luego mueren.

Es simplemente como son las cosas. No tiene nada que ver contigo,necesariamente.

 — ¿Tía Deb? — dijo Alex, contestando su teléfono cuando sonó mientras dejábamosnuestras bandejas de comida vacías — . Lo sé. Pierce se olvidó de su teléfono denuevo, ¿no?

Pero entonces, de nuevo, otras veces, tiene algo que ver contigo.

El rostro de Alex perdió su color natural mientras hablaba con mi madre.Evidentemente, ella no quería hablar conmigo.

Otros sí lo hicieron, sin embargo.

 — Hey, Pierce — dijo Farah, sonriendo y saludando mientras ella y Seth pasaban delargo, abrazados por la cintura.

 — Oh — les dije. No podía devolverles la sonrisa. Pero saludé con la mano — . Hey.Las nubes de tormenta retumbaban por encima. Era tan raro que hicieran a todosen esta escuela almorzar fuera. ¿Qué se supone que debemos hacer, me preguntaba,cuando llovía? ¿Cómo estaba a punto de hacer ahora, por ejemplo?

 — Pierce — me gritó Bryce, mientras caminaba por el camino a los botes de basuracon lo que parecía cerca de doce envoltorios de burritos. Cody estaba con él — .¡Pierce, Pierce, Pierce, Pierce! — gritaron como si fuera un canto. Como si fuera elcántico que Mueller recibió.

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  213PURPLE ROSE

 — Dios  — dijo Kayla para mí — . ¿Qué hiciste con ellos ayer, comer helado o tenersexo?

Le hice una mueca.

 — Eu. Cierra la boca.

Alex colgó el teléfono.

 — Oye — dije — . ¿Qué quería mi madre?

 — Ella estaba llamando desde la estación de policía. Acaban de llevar a mi padreallí para ser interrogado  — dijo. Parecía enfermo, como si alguien lo hubieragolpeado en el estómago — . Por el asesinato de Jade.

Sentí el suelo moverse bajo mis pies. Al principio pensé que era un trueno.

Pero no había habido ningún trueno. No entonces.

 — ¿Qué? — dije, con mi mente girando — . Pero, cómo es que incluso...

 — Un testigo hizo una llamada anónima con la denuncia  — dijo Alex — . Dijeronque ellos vieron a mi padre dando vueltas cerca del cementerio la noche anterior, enel coche de la abuela. Simplemente se acercaron y lo confiscaron. Están haciéndolepruebas en busca de rastros de evidencia. — Él dejó escapar una risa que no sonaba

para nada como la suya — . El coche de la abuela. Ellos simplemente tomaron elcoche de la abuela. Me pregunto qué van a encontrar en él. Una gran cantidad dehilo, eso es seguro.

 — Alex — le dije con inquietud.

Esto no podía estar sucediendo. No tantas cosas terribles a la vez. ¿Cómo podrían?

Algo andaba mal. No sólo mal, sino del tipo mal en que los planetas-están-fuera-de-órbita.

Revísate a ti mismo antes de que juzgues por ti mismo.

Tan pronto como lo pensé, una ráfaga de viento barrió el patio, tan fuerte que todoel mundo aún sentados en las muchas mesas del almuerzo tuvieron que apoderarsede sus envoltorios de comida para evitar que se volaran. Farah y Nicole dejaronescapar gritos a todo pulmón y aferraron sus faldas. Todos los hombres en el Patiolo notaron, excepto Alex.

 — Él ni siquiera salió ayer por la noche  — estaba diciendo con rabia sobre el tíoChris — . Tú lo conoces. Nunca sale, a excepción de sus encuentros con su oficial de

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  214PURPLE ROSE

libertad condicional. Él sólo se sienta en frente de la televisión, viendo el Canal delTiempo, bebiendo...

 — Mountain Dew — terminé por él — . Lo sé.

Miré a mi alrededor. Los rayos comenzaban a parpadear en el mar.

No. Esto no puede estar pasando.

Pero al mismo tiempo, la sensación de hundimiento que había estadoexperimentando desde que había visto a la policía en la oficina de Nuevos Caminosme dijo que definitivamente estaba pasando.

No. No desde que había visto a la policía en la oficina de Nuevos Caminos. Desdeque había vuelto de entre los muertos.

Si realmente quería ser honesta conmigo misma, pensé, tenía que admitir que habíaempezado mucho antes de eso:

 — ¿Te gusta? — La abuela me había preguntado.

 — No lo sé — respondí.

La abuela había sonreído.

 — Lo hará — había dicho ella.

Y metió una bufanda alrededor de mi cuello. Una bufanda que había tejido ellamisma, sólo para mí.

Una de color rojo. Con borlas.

Espera. Eso no era lo que había ocurrido. ¿Qué estaba pensando? La abuela teníarazón: yo realmente tenía una imaginación hiperactiva

 — ¿Se trata sólo de un caso de capturar a los sospechosos de siempre?  — preguntó

Kayla — . Lo vi en una película una vez. Tal vez sólo porque tu padre fue a la cárceluna vez, están cuestionando a todos los que...

 — No  — dijo Alex amargamente, viéndose como si quisiera golpear algo. Pero nohabía nada cerca lo suficientemente suave para golpear sin dañarse a sí mismo,excepto, posiblemente, algunos del Ala-A quienes estaban dispersándose porqueestaba a punto de llover y la campana de alarma estaba por sonar para las próximasclases — . Te lo dije. Alguien dijo que lo vio. Un testigo. Algunos testigos, si él se lasarreglaba para ver a mi padre en algún lugar que no debía, conduciendo un cocheen el que nunca había estado.

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  215PURPLE ROSE

 — Oh, Alex — dijo Kayla, y puso su mano sobre su hombro. Su expresión era mássuave de lo que jamás había visto — . Lo lamento tanto, lo siento.

Mi mente regresó de nuevo al tío Chris del día anterior, cuando él me instó a nodejar que nadie me dijera que no podía hacer algo en lo que ya hubiera puesto mi

mente.

Eso no iba a ser un problema, no lo creo.

 — Dame tu teléfono, Alex — dije, tendiéndole la mano.

 — ¿Por qué? — preguntó, al instante sospechando, incluso en su desesperación.

 — Porque — dije — , voy a llamar a mi padre.

Alex sacudió la cabeza hacia mí.

 — Pierce. Tu padre odia a mi padre. ¿Recuerdas?

 — No, no lo hace — mentí — . Sólo dámelo.

 — Pierce — dijo Alex — . Es amable de tu parte ofrecerte. En realidad, lo es. Pero noquieres involucrarte en esto. No es algo que realmente puedas manejar.

Me tuve que reír. Aunque la verdad es que no sentía ganas de hacerlo.

 — Oh, Alex  — le dije — . Confía en mí. Lo que manejo a diario hace que estoparezca un juego.

Esta declaración fue seguida por un trueno tan fuerte, que envió al resto de lospocos estudiantes que aún estaban de pie bajo el corredor con nosotros luchandopor la seguridad de las distintas alas donde tenían clases.

 — Mira — dijo Alex, alzando la voz para hacerse oír por encima del viento — , te loagradezco, Pierce. Pero creo que tu padre ya ha hecho bastante daño aquí. ¿Nocrees?

Kayla respiró profundamente. Sentí que mis ojos picaban, me di cuenta de que eraporque estaba llorando... aunque no es que fuera algo que no hubiera oído antes, yde mi propia madre.

 — Llegaremos tarde a clase — dijo Alex, y se abrió paso entre los dos — . Nos vemosen el coche a las dos si quieres un aventón a casa.

Se apresuró a bajar el corredor hacia la Ala-D, con su cabeza gacha, los hombrosencogidos sobre sí mismos. Se veía más pequeño de lo que jamás lo había visto. Y

Alex había crecido 5 centímetros completos durante el verano. El Tío Chrisorgulloso me mostró las marcas en la puerta de la cocina.

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  216PURPLE ROSE

 — No lo decía en serio — Kayla se volvió hacia mí para decirlo.

 — Sí — dije, sacudiendo la cabeza — . Lo hizo.

 — Bueno — dijo Kayla — . Tal vez lo hizo. Pero ya sabes. Está molesto. Hey.  — Ella

estaba mirando algo por encima de mi hombro — . ¿No es tu abuela la señora deKnuts for Knitting?

 — Sí — dije — . ¿Por qué?

 — Porque está aquí.

Me di la vuelta. Kayla tenía razón. Mi abuela se acercaba por el corredor hacianosotras, con uno de sus atuendos habituales artístico de gauchos de color beige, blusa blanca, y zapatos Keds blancos sin cordones.

Alrededor de su cuello tenía una de las bufandas de muchos colores que siemprellevaba, todas tejidas por su propia mano. En cada extremo de la bufanda colgabauna serie de borlas.

La abuela era medio famosa en la isla por ellas. Algunas personas las utilizabancomo tiras para los ventiladores de techo.

 — ¡Pierce!  — La abuela levantó una mano para saludar. Incluso tan lejos comoestaba, a dos bloques de casilleros enteros de distancia, podía oír su respiración

ruidosa. La abuela no era muy atlética. No le gusta caminar a los lugares, preferíatomar su coche — .Gracias a Dios que te encontré. ¿Has oído las noticias acerca deChristopher? Es tan horrible.

 — Tiene que estar aquí para firmar y sacarlos de la escuela, chicos  — Kayla mesusurró al oído — . Excepto por el almuerzo, no los dejarán salir de la escuela amenos que sea una emergencia familiar y si una persona mayor de dieciocho firmapara sacarlos.

 — Oh  — dije — . Excepto que, ¿Alex no acababa de decir que su coche estaba

confiscado?

Kayla se encogió de hombros.

 — Ella debe haber conducido el coche de tu madre.

 — Entonces ¿por qué mi madre no le dijo a Alex que venía de camino?

Kayla me miró.

 — Pollita  — dijo — . ¿Qué estás diciendo? ¿Crees que tu abuela está aquí parasecuestrarte o algo así?

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  217PURPLE ROSE

 — ¿Te gusta?

 — No lo sé.

 — Lo harás.

Puse mi mochila en el suelo, sin dejar de mirar a la abuela, que casi había llegado alfinal del último bloque de armarios. Las borlas en los extremos de la bufanda se balanceaban.

Justo como las que estaban en el extremo de la bufanda que había usado el día quemorí y se balanceaban en el agua sobre mi cabeza.

Habían estado allí todo el tiempo, justo en frente de mí, y me había tomado tantotiempo averiguarlo.

Había sido una tonta.

 — ¿Qué tan disfuncional es tu familia, de todos modos?  — continuaba Kayla.

 — Kayla  — dije, enrollando mis mangas — . Hazme un favor, ¿de acuerdo? Ve aclase.

 — Uh  — dijo Kayla con una risita — , está bien. ¿Así que supongo que no te voy aver en el coche de Alex a las dos?

 — No lo creo — dije — , llama a la policía.

Kayla se rió un poco más. Obviamente pensó que todo esto era una bromadivertida.

 — No te preocupes, pollita  — dijo, y se dirigió al Ala-D — . Lo haré. Los policías yyo vamos en camino.

Lo que Kayla no sabía, y yo tampoco, es que el diamante escondido dentro de micamisa, el cual era de un morado alegre por lo general cada vez que Kayla estaba

cerca, se había puesto de color ónix al minuto en que mi abuela apareció.

Siempre se ponía de este color cuando mi abuela estaba cerca. Había imaginadoque esto era porque ella me desaprobaba o me ponía nerviosa.

Ahora sabía la verdadera razón del por qué.

 — ¿Por qué?  —  jadeó la abuela, cuando finalmente llegó hasta mí — , ¿no vinistecuando me viste? Me estoy muriendo aquí.

 — Podría ayudar — murmuré — , si te quitaras la bufanda.

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  218PURPLE ROSE

 — ¿Qué fue eso?  — La abuela tenía los ojos azules. Ella era la única de la familiaque los tenía. Porque ella no era una Oliviera. O una Cabrero. Lo que era en sulugar, yo estaba apenas comenzando a entenderlo.

 — ¿Por qué estás aquí, abuela? — pregunté.

 — Oh  — dijo, abanicándose con los extremos de su bufanda — . Estoy aquí para buscarte. Tu madre te quiere en casa. Algo terrible ha sucedido. Tu tío Chris.

 — Ya lo sé — dije rotundamente — . Se lo llevaron para interrogarlo.

 — Oh  — dijo otra vez, viéndose sorprendida — . Bueno, si ya sabes, ¿por qué estásahí parada? Vamos. — Ella me tomó del brazo, y luego, cuando no me moví, tiró demí.

 — Pierce — dijo, molesta — . ¿Qué te pasa? No tenemos tiempo para juegos. ¿Está apunto de llover, no sabes? Una tormenta se avecina. No me quiero mojar. Vamos.

 — ¿Qué pasa con Alex? — pregunté.

 — Ya se fue — dijo la abuela sin perder el ritmo.

 — ¿En serio? — dije — . ¿Lo hizo? ¿Lo llamaste?

 — Sí  — dijo — . Lo hice. Él dijo que no podía encontrarte. Ahora vamos, no tengo

todo el día. Tengo que volver a la tienda. Vamos. — No — dije, sacudiendo la cabeza — . No contigo.

 — ¿De qué estás hablando? — La abuela era un poco más baja que yo, pero era másancha y por lo tanto, tenía un centro de gravedad más bajo. Cuando empujaba,empujaba con fuerza.

Pero podría ser terca, también.

 — ¡Pierce! ¿Qué es lo que te pasa?  — preguntó ella. Su agarre era tan fuerte, que

sentía como si estuviera cortando mi circulación — . Le he dicho a tu madre una yotra vez que te mantengas lejos de todo eso de la cafeína.

 — Oh, te gustaría eso, ¿no?  — El patio. El corredor. Sus borlas. Todo estabaempezando a ponerse rojo. Pero no me importaba — . Harías cualquier cosa paraque yo no recuerde. Pero ¿adivina qué? Recuerdo, incluso más que lo hasadivinado. Tú me enviaste al cementerio el día del funeral del abuelo a propósito.Lo hiciste para que así me encontrara con John.

La abuela parpadeó hacía mí sin comprender.

 — ¿Qué? — dijo — . No sé de lo que estás...

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  219PURPLE ROSE

 — El abuelo no sabía nada acerca de tu pequeño plan, ¿verdad?  — seguí,ignorándola — . Richard Smith me dijo que le dijiste al abuelo que no creías en lasdeidades de la muerte. Pero sí crees en ellas, ¿no? No sólo crees en las deidades dela muerte, te gusta torturarlas, ¿no? Porque eso es lo que las Furias hacen.

Ahora la abuela tenía el mismo color que sus gauchos. Fuera del corredor, el vientose había levantado. Movía sus rizos grises cortos. Pero seguía aferrándose a mi brazo.

 — No sé de donde estás sacando estas cosas  — dijo — . Pero si has estado hablandocon Richard Smith, sólo puedo imaginar lo que has oído. Ese hombre es un loco,obsesionado con la idea de que la muerte es una parte natural de la vida, o algunatontería sin sentido, cuando tú debes saber mejor que nadie, Pierce, lo querealmente sucede cuando morimos. Así que allá tú si quieres creer lo que dijo. Sólo

vine aquí para recogerte y llevarte con tu madre. — ¿Usando el coche de quién?  — pregunté — . No el de mamá, porque ella acaba dellamar a Alex desde cualquier lugar en el que están interrogando al tío Chris, y eltuyo está confiscado. Así que gran error, abuela. ¿Sabes cuál es el otro error quecometiste? Matarme.

Fue entonces cuando vi un destello de algo en aquellos ojos azules. No miedo. Erademasiado reptil para ser miedo.

Era más como...Odio.

 — Oh, sé que pensaste que nunca lo averiguaría — dije, tratando todavía de arrancarmi brazo de su agarre. Pero ella seguía colgada, con su expresión cambiando.Ahora ella se veía como la cosa salvaje que una vez había estado tan convencidaque era John.

Excepto sus ojos, incluso en su momento más desesperado, él nunca me había

mirado con tanto odio. Ni una sola vez. Sus ojos una vez pueden haberse vistomuertos, pero yo nunca había dudado de que hubiera vida en ellos en alguna parte.Con la abuela, de repente no estaba tan segura.

 — Tú me enviaste al cementerio cuando tenía siete años para que así con certezaconociera a John, ¿cierto? Luego de esa manera cuando muriera, estaría segura deir al Inframundo aquí en Isla Huesos, y no tendría miedo de él, y entonces tal vez élme notaría y me elegiría para ser su consorte, de la forma en que Hades escogió aPerséfone. ¿Cierto?

Había empezado a llover, gotas gruesas y duras, hacían fuertes ruidos al golpear eltecho de metal del corredor.

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  221PURPLE ROSE

asegurándome de que tu madre hiciera todas las tareas y obtuviera manicurasemanal.

Las lágrimas picaban en mis ojos. Intelectualmente sabía, por supuesto, que ella yano era realmente mi abuela.

Pero ser llamada estúpida y fea por ella dolía más de lo que debería.

 — Matarte fue la parte fácil  — siguió ella — . El problema es que no permanecistemuerta. Tienes mucho más de tu padre de lo que cualquiera de nosotrosesperábamos.

 — ¿Sabes qué? — dije, levantando la barbilla — . Voy a tomar eso como un cumplido. — Aunque sabía que ella no tenía intención de que fuera uno.

 — Les dije que debido a eso, nunca iba a funcionar  — dijo entre dientes, como si yoni siquiera hubiera hablado — . Pero, ¿me escucharon? Por supuesto que no. Yahora mira lo que ha ocurrido. Si no estás muerta y al lado de John Hayden, élnunca conocerá la verdadera felicidad. Y si John Hayden no es feliz, entonces nopodemos arrebatarle esa felicidad, ¿verdad? Pero esa es una situación quefácilmente puedo rectificar… 

Fue entonces cuando ella se abalanzó... directamente contra el puño que yo habíaimpulsado frente a mí, exactamente de la manera en que el chofer de papá mehabía enseñado, en caso de que alguna vez estuviera en una situación en la quetuviera que defenderme.

Ella se tambaleó y cayó hacia atrás, dejando escapar un grito que no era como nadaque hubiera oído antes en mi vida. Era tan agudo, que destrozó la neblina roja quehabía caído sobre mis ojos.

Allí fue cuando John apareció.

Simplemente apareció de la nada, en sus jeans negros y camiseta, como simaterializarse en el Patio de la Preparatoria Isla Huesos en medio de un aguacero y

una pelea entre su novia y su abuela Furia fuera algo que hiciera todos los días.

 — Vamos  — me dijo con voz tranquila, envolviendo un brazo alrededor de micintura y levantándome del suelo para llevarme cargando.

No Hola.

Ni Hola, Pierce. Buen gancho derecho tienes ahí.

Ni Es encantador verte. Lamento que tu consejera fuera asesinada anoche. Sí, ya

veo que tu abuela es una Furia a pesar de que te dije que ninguna estaba detrás deti. Supongo que estaba equivocado.

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  222PURPLE ROSE

Sólo Vamos.

 — Volveré por ti  — dije sobre mi hombro a la que solía ser mi abuela. Creo queestaba un poco histérica. John me llevó alrededor de la esquina hacia la entrada delAla-B.

 — No  — me dijo John en el mismo tono que había usado ese día en la joyería.Como si estuviera rechazando bebidas de un carrito de servicio — . No volverás porella.

 — ¿Qué quieres decir? — Me quité el pelo que me había caído en la cara para poderver a dónde nos dirigíamos — . John, ¿sabes lo que ella es? Es una Furia. Dijiste queno había ninguna Furia tras de mí, pero adivina qué. ¡La hay! Mi abuela es una. ¡Yella me mató! Tejió la bufanda con la me tropecé cuando morí. John, ella ha estadotratando de hacerte daño desde antes de que yo naciera… 

Pero él no me puso en el suelo, incluso cuando me retorcí, hasta que llegamos auna parte del corredor que pareció sentir estaba a una distancia lo bastante segurade mi todavía gritona abuela en la que yo estaría fuera de peligro, o ella. Inclusoentonces, cuando se detuvo y me puso de nuevo sobre mis propios pies, memantuvo presionada contra un casillero con sus manos sobre mis hombros para queno pudiera escapar.

 — Lo sé — fue todo lo que dijo, su expresión seria.

Lo miré, sorprendida.

 — ¿Lo sabes? ¿Sobre mi abuela? ¿Cómo?

 — No es acerca de tu abuela  — dijo, sacudiendo la cabeza — . A pesar de que tienesentido. Debí haberlo supuesto. Tenías razón acerca de que las Furias están detrásde ti.

 — ¡Lo sabía! — exclamé — . Mi collar se vuelve negro cuando están cerca.  — Levantéel colgante para mostrárselo. El diamante seguía estando tan oscuro como el

alquitrán — . Lo hizo con el joyero y el Sr. Mueller. No me importa lo que digas,John, creo que ambos también eran Furias. Esto no se ha equivocado ni una vez.Solamente no sabía cómo interpretarlo. Es una lástima que no venga con unmanual de usuario o algo así. Porque saber lo que todos los diferentes coloressignifican sería muy bene… 

 — Pierce — dijo. Su expresión estaba más sombría de lo que jamás la había visto — .Las Furias mataron a Jade.

Mis ojos se llenaron de lágrimas al instante. Dejé caer el collar. El pesado diamantegolpeó mi pecho con un ruido sordo.

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  223PURPLE ROSE

 —Oh, John, no. Mi abuela… — Estaba demasiado alterada para terminar la frase.

 — No, no ella. Pero si lo que estás diciendo es verdad, probablemente fueronamigos de ella. Fueron tres hombres los que mataron a Jade. Ella dijo que no losreconoció. Llevaban máscaras.

 — ¿Por qué Jade? — pregunté — . Jade nunca le hizo nada a nadie.

Excepto ofrecerles buenos consejos y regaliz rojo.

 — ¿No te das cuenta?  — Sus ojos grises parecían angustiados — . Jade murió porquela confundieron contigo, Pierce. Tú siempre estás yendo a través de ese cementerioen tu bicicleta… 

Levanté mi mirada afligida a la suya.

 — John. Si el Sr. Mueller era una Furia, entonces esta no es la primera vez que lehan hecho daño a alguien más por mi culpa. Porque... Hannah. ¿Qué pasó conHannah?

Él me devolvió la mirada, sin palabras. La lluvia había aumentado. Ahora queestaba empezando a llover a cantaros

 — Debería — dije en voz baja — , haberte dejado matarlo.

 — No — dijo él, apretando su agarre en mis hombros — . Tenías razón en detenerme.Con el joyero, también. Ellos no cometen los asesinatos, Pierce. Son las Furias quelos poseen. A veces se me olvida.

 — Debe haber alguna manera de detenerlas antes de que lastimen a alguien más,John — le dije — . Tiene que haber una manera.

 — Son imparables  — dijo — . Puedes romper sus huesos, incluso puedes matar loscuerpos en los que están dentro. Eso no les hace nada.

 —Pero cuando golpeé a mi abuela hace un momento…  — Si golpearlas tuviera alguna utilidad, ¿crees que quedaría alguna de ellas?  — exigió. Seguía mirando alrededor de la esquina, como si esperara que mi abuelaaparecería por allí en cualquier momento — . Créeme, he golpeado a bastantes lasveces suficientes, deberían estar extinguidas para ahora. Pero siempre regresan.Sólo encuentran un nuevo cuerpo que habitar, algunas nuevas almas de mentalidaddébil que corromper.

 — Entonces, ¿qué vamos a hacer?  — pregunté, extendiendo mis brazos para

ponerlos alrededor de su cuello, desesperada por algún tipo de consuelo.

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  224PURPLE ROSE

Él enterró su cabeza en el lugar donde mi cuello se encontraba con mi hombro,aferrándose a mí tan estrechamente como si estuviera en las olas una vez más,abandonado en la tormenta, y yo fuera lo único sólido que había encontrado parasostenerse. En lugar de que yo encontrara consuelo en él, me di cuenta de que élestaba buscándolo en mí. Esto me asustó casi más que cualquier otra cosa quehubiera ocurrido hasta ahora.

 — No sé por qué alguna vez pensé que simplemente porque elegiste no estarconmigo — dijo, con la voz amortiguada por mi cabello — , estarías a salvo de ellas,cuando todo este tiempo, ni siquiera estabas a salvo de tu propia fami… 

 — Shhh  — dije, incapaz de soportar dejarlo terminar la frase. ¿Qué podía haberhecho para que mi abuela lo odiará tanto? —  Todo estará bien. Vamos a encontraruna manera… 

 — No.  — De repente, se enderezó. Pero siguió sin soltarme. Se aferró a mishombros — . No estará bien, Pierce. Son las Furias. Están en la tierra. Y están detrásde ti.

 — Pero el collar — dije, señalándolo. Quería hacerle saber que me podía proteger yomisma. Me había protegido a mi misma. Solamente no había logrado proteger a losdemás — . Con un poco más de práctica, ahora que entiendo lo que está pasando,estoy segura de que… 

Él negó con la cabeza. — Pierce  — dijo — . He estado pensando en esto desde que encontré a Jade. Y hayuna cosa que yo puedo hacer para protegerte de las Furias.

Lo miré, sin atreverme a permitirme tener esperanza.

 — ¿En serio? ¿Qué?

 — Me temo que no te va a gustar — dijo.

 — ¿Por qué? ¿Qué es?

Me besó suavemente en la frente, dejando que sus labios permanecieran allí.

 — Cierra los ojos — dijo.

 — ¿Por qué? — pregunté con confusión.

 — Sólo hazlo. Te prometo que no te perjudicará — dijo.

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  225PURPLE ROSE

Cuando me di cuenta de lo que él estaba a punto de hacer, me abalancé. Cuandome agarró, le di una patada. Hice palanca en su agarre duro como roca y lesupliqué. Luché por escapar.

 — John  — grité — . No. No hagas esto. No de esta manera. Es lo que quieren, mi

abuela me lo dijo. Por favor, te lo ruego…  

Pero ya era demasiado tarde. Él era demasiado fuerte. Yo no podía escapar.

Y, por supuesto, eventualmente, parpadeé.

Uno.

Dos.

Tres.

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  226PURPLE ROSE

«Antes de mí no fue cosa creadasino lo eterno y duro eternamente.

Dejad, los que aquí entráis, toda esperanza.»DANTE ALIGHIERI,Infierno, Canto III

Traducción por KazenberrCorregido por luchita_c

Nada había cambiado. Las vaporosas cortinas blancas en los elegantes arcos,volando en la gentil brisa. Los tapices colgando de las paredes de mármol liso. Elfuego en la chimenea. La fruta en los brillantes tazones de plata en la larga mesa de banquete. Aún el cielo era el mismo. Aún rosado, un perpetuo atardecer-anochecer.

Y la cama. La cama aún estaba ahí, por supuesto. Aún con sábanas blancas, condosel, y hecha para dos.

Salí de sus brazos en el momento en que me dejó ir — que fue al segundo en el quellegamos ahí.

 — ¡No! — dije en cuanto abrí mis ojos.

No lo podía creer. No podía creer que estuviera de vuelta ahí, el lugar de tantas demis pesadillas.

 — Pierce — él dijo con una tranquila voz — . No te enojes. Sabes que esto es por tu bien.

 ¿No te enojes? ¿Es por tu bien?

Incluso tenía el mismo vestido.

Bueno, tal vez no exactamente el mismo. Pero mirando hacia abajo, vi que estabausando algo muy similar al vestido que me había puesto — con su mente — la últimavez que me había traído aquí. Era largo, y blanco, y fluído. Cuando levanté unamano a mi cabello, sentí algo en él.

 — ¿Flores?  — Las saqué de mi cabeza y las arrojé al suelo con repulsión — . ¿Estásloco? ¡Y deja de vestirme! Puedo vestirme yo sola.

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  227PURPLE ROSE

 — Pensé que te gustaría — dijo, aparentemente herido — . Te ves muy bonita.

No había otra respuesta que le pudiera decir, excepto: — ¡Te voy a matar!

Él consideró eso.

 — Has llegado tarde — me informó.

Entonces cruzó la habitación hasta uno de sus estantes, sacó un libro, fue al sillón,se sentó, abrió el libro, y empezó a leer.

Así sin más. Conversación terminada. ¿Me pregunto que tendremos para cenar mástarde?

Bueno, si él pensaba que este era el fin del asunto, estaba muy, pero que muy

equivocado.

Caminé frente a él, mis piernas temblando, directo hacía el arco en la entrada quehabía tomado en dirección al pasillo y a la libertad la última vez que habíaescapado.

Él no trató de detenerme. Ni siquiera hizo un sonido.

Debí haber sospechado algo entonces. Pero, claro, no lo hice. Tenía esperanza.Entonces.

Aún estaban ahí…. Las escaleras, exactamente como las recordaba. Mirando sobremi hombro, espere a que él dijera algo.  Detente. Espera. Hablemos al respecto. Las Furias. ¿Qué planeas hacer con ellas si es que sales de aquí?  

Pero no dijo ni una palabra.

Levantando el dobladillo de mi estúpida larga falda, corrí escaleras abajo,exactamente como lo había hecho la vez anterior.

La puerta estaba cerrada. Por supuesto.

Debía haber sabido que él habría pensado en esto. No podía ser engañado unasegunda vez.

Aún así, lancé mi peso contra la puerta. La pateé y empujé.

Cuando se hizo evidente que no iba a moverse, tomé la segunda escalera, la que securvaba hacía arriba. La puerta al final de ésta escalera también estaba cerrada.

Aún así, no me di por vencida. Estaba caminando por todo el pasillo, como un

perro anti-drogas en aduana, mis manos presionando las paredes, buscando pasajessecretos.

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  228PURPLE ROSE

No encontré nada salvo un elegante cuarto de baño — que incluía una gran bañeracon una vista a un lindo jardín, donde crecían las flores que él había puesto en micabello.

Me escabullí por la ventana del baño, y corrí atravesando del jardín, luego intenté

saltar la pared. Cuando llegué arriba, vi…

El lago. El mismo lago junto al cual, hace año y medio, había estado de pie,temblando con el resto de los muertos.

No había botes, por supuesto. Excepto Los   Botes .

Y estos estaban recogiendo pasajeros, en el otro lado del lago, no donde yo estaba.

Cuando regresé — derrotada, mi vestido roto y sucio por haber escalado la pared del

 jardín — a la habitación con la cama, él estaba sentado exactamente en la mismaposición que estaba cuando me fui, leyendo el mismo libro.

 — Espero que no estés planeando patearme  — dijo él, sin siquiera molestarse enapartar la mirada del libro — , tan fuerte como a esas puertas.

 — Lo haré  — dije — . Si las siguientes palabras que salen de tu boca son:  Pierce, sólonecesitas relajarte . ¿Cuánto tiempo llevas planeando esto?

 — Sabes que es la única manera — dijo él, dando la vuelta a la página. El hecho que

hubiera ignorado mi pregunta no me pasó desapercibido — . Si quieres, podemosvisitar los establos más tarde. Estoy seguro de que Alastor ya superó su animosidadcontra ti.

Me senté en el sillón junto a él. Estaba empezando a entender porque siempre habíaparecido tan salvaje cada vez que lo había visto durante el año y medio que habíapasado. Yo me sentía igual, como si las paredes del castillo ya se estuvierancerrando sobre mí.

 — John — dije, reposando mi mano sobre su brazo — . ¿Estoy muerta?

Él bajó el libro y me miró a los ojos. Su expresión era cautelosa

 — No, Pierce  — dijo — . Claro que no estás muerta. La única razón por la que tetraje aquí es para protegerte de las Furias, quienes están tratando de matarte. Penséque entendías eso.

Me quedé sin habla.

 —Entonces… en Isla Huesos, ¿simplemente desaparecí? 

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  229PURPLE ROSE

 — Eso supongo — dijo él, después de pensarlo un momento — . No lo sé en realidad.Nunca antes había rescatado de las Furias a la chica que amo.  — Pareció alarmarsecuando vio que mis ojos estaban llenándose de lágrimas.

 —  No llores .

 — ¿Cómo podría no hacerlo? — pregunté — . Acabas de decir que me amas.

 — Bien, ¿Por qué creías que todo esto estaba pasando?  — Dejó a un lado su libro ypuso sus brazos a mi alrededor — . Las furias no estarían tratando de matarte si yono te amara.

 — No lo sabía — dije. Las lágrimas caían sobre mis mejillas, pero no hice nada paratratar de detenerlas. Su camiseta absorbía la mayoría de ellas — . Nunca dijiste nadaal respecto. Cada vez que te vi parecías tan… salvaje. 

 — ¿Cómo esperabas que actuara?  — preguntó — . Tú seguías haciendo cosas comoarrojarme té a la cara.

Con todo y mis lágrimas lo miré con reproche.

 — Esto no es divertido — dije — . ¿Sabes que si no estoy en el automóvil de mi primoAlex a las dos de la tarde, mi amiga Kayla va a llamar a la policía? Lo hará. ¿Quiénsabe qué clase de mentiras mi abuela va a decir cuando pregunte? Probablementedirá que me mataste y arrojaste mi cuerpo en alguna parte del océano. Mi madre

nunca lo superará.

Empecé a sollozar contra su pecho, sólo al pensar en mi mamá.

 — Ella no tiene idea de quién eres.

 — Shhh  — dijo él, acariciando mi cabello con una mano — . No tiene que ser así.Richard sabe quién soy. Se lo puedo decir a Richard. Puedo hacer que él se lo digaa tu madre si quieres, decir que me conoce y que nosotros huimos juntos y noscasamos. Incluso le puedo dar cartas de tu parte, si quieres, para que se las dé a tu

madre.

 — John — dije, levantado mi cabeza para mirarlo — . ¿En qué siglo vives? Ya nadieescribe cartas , mucho menos huye para casarse a los diecisiete. Y si le das cartas aRichard Smith para que se las dé a mi mamá, no sólo mi papá se asegurará de queRichard sea arrestado por complicidad en mi desaparición, sino que probablementelo llevará a alguna locación secreta y lo enterrará vivo. ¿Sabes al menos quién es mipadre?

Ahora John estaba besando mi cabello.

 — No me importa quién es tu padre.

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  231PURPLE ROSE

 — Así que no puedes tratar de irte otra vez  — dijo en una voz dura — . ¿Loentiendes? No importa que. No puedes irte esta vez . No será fácil, pero al menos tengouna oportunidad de protegerte aquí. Allá afuera, no tengo ninguna.

No sé que me hizo hacerlo.

Pero alcé mi mano y recorrí con ella su rostro. Debía haber estado enojada con él.

Y lo estaba.

Pero también estaba segura que a pesar de qué tan bien había sellado esas puertas,debía haber una forma de salir.

Sabía que yo la iba a encontrar. Tenía que hacerlo. No para alejarme de John, peropara regresar a mi  mundo y decirle a mi madre que estaba bien. Y para ayudar a

probar que el Tío Chris era inocente. Y para asegurarme de que mi abuela y todasesas personas que las Furias habían poseído enfrentaran la justicia, o al menos queno lastimaran a nadie más, incluyendo a John, otra vez.

Porque, a pesar de lo que John y Richard Smith decían, yo estaba segura de quehabía una forma de detener a las Furias. Simplemente, tenía que haber una forma.

Mientras tanto, quería que él supiera cuanto lo sentía… que lamentaba el dolor quele había causado, y la manera en la que lo había herido la última vez que estuve enesta habitación. Había dicho que lo sentía antes, en el cementerio.

Pero esta vez, mientras acariciaba el rostro que había quemado con té hacía un añoy medio, murmuré: — Lo siento. — En realidad lo sentía.

Él tomó mi mano y presionó sus labios contra mi palma.

 — ¿Por qué no le das una oportunidad esta vez? — dijo con otra de esas sonrisas quetiraban lo hilos de mi corazón — . ¿Quién sabe? Puede que te empiece a gustar estaraquí.

Le sonreí… entonces miré, involuntariamente, a la cama detrás de él. 

Y me di cuenta, con gran sorpresa, que él tenía razón. Había una posibilidad de queme pudiera gustar estar aquí.

Y tal vez eso — y no a él — era a lo que más le tenía miedo.

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Siguiente Libro:

 Escapar del reino de los muertos es imposible cuando alguien allí te quiere de vuelta. 

Con diecisiete años de edad Pierce Oliviera no está muerta.

No esta vez.

Pero está siendo retenida contra su voluntad en el mundo oscuro y crepuscularentre el cielo y el infierno, donde los espíritus de los difuntos esperan antes deembarcarse en su viaje final.

Su captor, John Hayden, afirma que es por su propia seguridad. Debido a que notodos los muertos son queridos. Algunos son tan infelices con el lugar dondeterminaron después de dejar el Inframundo que han regresado como Furias,decididas a vengarse... de quién las envió allí y de a quienes ame.

Pero mientras Pierce podría estar a salvo de las Furias en el Inframundo, peligrosmucho peores podrían estar a su acecho allí... y podrían tener que ver más con sugobernante que con sus enemigos.

Y a menos que Pierce sea cuidadosa, esta vez no habrá escapatoria.

Segundo Libro de la Trilogía Abandon 

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Meg Cabot (nacida como Meggin Patricia Cabot el 1 de febrero de 1967

en Indiana) es una escritora estadounidense de comedias románticaspara jóvenes y adultos. También ha escrito bajo el seudónimo deMeggin Cabot, Patricia Cabot y Jenny Carroll.

A lo largo de su carrera ha escrito y publicado casi 40 libros, aunque sele conoce por su gran éxito "El Diario de La Princesa" que fue llevado ala pantalla grande en dos películas de la productora Walt DisneyPictures.

Cabot ha editado más de 15 millones de copias de sus libros  — infantiles, juveniles y adultos —  en todo el mundo. Su página Web tieneuna media de 61120 visitantes cada mes.

Trilogía Abandon:

1.  Abandon2.  Underworld (2012)

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