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Texto hsitórico sobre la FORA.

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  • LA FORA

  • DIEGO ABAD DE SANTILLN

    LA FORAIdeologa y trayectoria del movimientoobrero revolucionario en la Argentina

  • 1 ed.: Ediciones Nervio, 1933.La presente edicin est basada en la de Editorial Proyeccin, 1971,revisada por el autor.

    Libros de AnarresCorrientes 4790Buenos Aires / ArgentinaTel: 4857-1248

    ISBN: 987-20875-7-1

    La reproduccin de este libro, a travs de medios pti-cos, electrnicos, qumicos, fotogrficos o de fotoco-pias est permitida y alentada por los editores.

    Queda hecho el depsito que marca la ley 11.723

    Impreso en Argentina / Printed in Argentina

    Abad de Santilln, DiegoLa FORA. Ideologa y trayectoria delmovimiento obrero en la Argentina - 1a. ed.Buenos Aires: Libros de Anarres, 2005.304 p.; 20x12,5 cm. (Utopa Libertaria)

    ISBN 987-20875-7-1

    1. Historia Poltica Argentina. I. TtuloCDD 320.982

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    DIEGO ABAD DE SANTILLN

    Como ya los aos van pasando mi ambicin es slo,slo la siembra, como antiguo campesino que he sido;si la semilla es sana y el terreno es frtil, ya dar susfrutos; si no es as, por lo menos me quedar la satis-faccin de haberlo intentado.

    Diego Abad de Santilln

    Baudilio Sinesio Garca Fernndez, ms conocido por suseudnimo, Diego Abad de Santilln, naci en Reyero, Len(Espaa), el 20 de mayo de 1897.

    Su notable biografa sintetiza, quiz como ninguna otra, lasglorias y las miserias del que fuera el pujante movimiento anar-quista del siglo XX en dos de los pases en donde este movimien-to tuvo su mayor implantacin social, la Argentina y Espaa.Por razones de extensin le daremos mayor desarrollo a losaos previos a la aparicin de su libro sobre la FORA, que hoyreeditamos, resumiendo brevemente los aos posteriores, aun-que stos no hayan sido menos importantes en hechos y en ideas.

    Con su familia, campesina, emigr a la Argentina en 1905 yse radic en la ciudad de Santa Fe. Concurri a la escuela hastael cuarto grado debiendo trabajar desde entonces en diversosoficios y, posteriormente, en la chacra que sus padres arrenda-ban. Ms tarde, nuevamente en la ciudad, consigui emplearseen el Ferrocarril Central Norte, en el taller de armado de vago-nes. Luego de un perodo en Charaday (en el territorio del Cha-co) volvi a Santa Fe, donde asisti irregularmente a distintasescuelas nocturnas.

    A pesar de la oposicin de su padre regres a Espaa en1912 para cursar su secundario y en 1915 ingres en la seccinde lenguas y literatura clsicas de la Facultad de Filosofa yLetras de Madrid. En 1916 comenz a utilizar seudnimo ensus primeros escritos: escribi un opsculo sobre el derecho deEspaa a la revolucin y luego public Psicologa del puebloespaol. En ese tiempo fue, adems, secretario de redaccin de

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    una revista para ciegos. Su participacin en la huelga general ylos sucesos revolucionarios de 1917 le valieron un ao de pri-sin en la Crcel Modelo de Madrid. A travs de reclusosanarquistas y de Toms Herreros fundador de SolidaridadObrera e integrante del Comit Pro Presos comenz su acer-camiento a los ideales cratas. En 1918 fue incluido en la am-nista, decretada a consecuencia de las elecciones de diputadosa las Cortes y sali clandestinamente de Espaa hacia la Ar-gentina escapando de una posible convocatoria a prestar servi-cio militar. Radicado por unos meses en la casa de sus padresen Santa Fe, se relacion con los grupos libertarios locales yfund la revista Espaa futura. En ese ao, tambin, comenzsu relacin con La Protesta y en 1919, tras los sucesos de laSemana Trgica, volvi otra temporada a la crcel, esta vez enSanta Fe.

    Estando La Protesta clausurada, edit algunos pocos nme-ros de la revista La Campana junto con Emilio Lpez Arangoy Juan Torralvo y otros tantos de un semanario anticlericalorientado por Oreste Ristori.

    La Protesta recin reapareci en octubre de 1920, y Santillnse incorpor a su grupo editor, formado entonces por MarianoTorrente, Joaqun Gmez y Lpez Arango. Apolinario Barrera,su administrador, todava permaneca en prisin purgando surocambolesco intento de lograr la fuga de Simn Radowitzkydel penal de Ushuaia. En 1921 trab amistad y comparti vi-vienda con Enrico Arrigoni y Kurt Wilckens. En tanto, desde elperidico, se informaba da a da sobre los sucesos de La Fo-restal y de la Patagonia y su desenlace trgico.

    Considerndose vencido en su batalla periodstica, cedien-do a las instancias de sus compaeros y a su inters por estu-diar medicina, decidi viajar a Alemania, que an restaaba lasheridas producidas por la represin a la Repblica de los Con-sejos de Baviera y a la revuelta espartaquista. Apolinario Ba-rrera contribuy a su decisin pidindole que cumpliera all lasfunciones de corresponsal del diario. Antes de partir colaboren la gestacin, a raz de una idea de Enrique Nido, del Suple-mento de La Protesta y, con un grupo afn, de los inicios de laeditorial Argonauta.

    En Hamburgo y en Berln y principalmente a travs de la

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    FAUD (Frei Arbeiter Union Deutschland) se relacion con co-nocidos militantes del anarquismo y el sindicalismo, comoAugustn Souchy, Francesco Ghezzi, Theodor Plivier, y en par-ticular con los emigrados rusos Emma Goldman, PiotrArchinov, Alexander Berkman, Volin, Alexander Schapiro,Grigori Maximov, Nstor Majno trabando una perdurableamistad con Max Nettlau y Rudolf Rocker, cuyos trabajos tra-ducira al espaol. En esos tiempos se uni a la que fuera lacompaera de toda su vida, Elise Kater, hija del editor y sindi-calista Fritz Kater.

    En diciembre de 1922 asisti como delegado indirecto de laFORA al congreso de refundacin de la AIT, que tena comoobjetivo el reagrupamiento de las tendencias libertarias y revo-lucionarias del movimiento obrero, al margen de la reformistaInternacional Socialdemcrata de Amsterdam y de la Interna-cional Sindical Roja.

    En 1924 se public en la editorial La Protesta el primer tomode su traduccin de las obras completas de Bakunin, La revolu-cin social en Francia I.

    Desde los Suplementos de La Protesta y en los plenos de laAIT defendi posturas adversas tanto al sindicalismo revolu-cionario (neutralista) como al anarcosindicalismo, por su pre-tensin de administrar la vida social durante y despus del he-cho revolucionario. En este sentido, sustent planteos puristascontra lo que consideraba vicios funcionaristas y reformistasen la CNT.

    En 1925 public en Mjico Ricardo Flores Magn. El aps-tol de la revolucin social mexicana y ese mismo ao, en cola-boracin con Emilio Lpez Arango en la editorial Cosmos deBarcelona El anarquismo en el movimiento obrero, en dondeen relacin con el sindicalismo defendi las posiciones foristas(o ms especficamente quintistas), en cuestiones como la orga-nizacin por sociedades de resistencia y federaciones de oficio;y la creacin de tantos movimientos obreros como tendenciasdividen al proletariado, idea en sintona con la recomenda-cin del comunismo anrquico por parte del 5 congreso de laFORA de 1905.

    En 1926 regres a la Argentina, encontrando que las luchasintestinas en las que se hallaba sumido el anarquismo y que

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    haban tenido su clmax con los sucesos de General Pico1, ha-ban alcanzado al propio grupo editor de La Protesta: ApolinarioBarrera ya no formaba parte de l su lugar lo ocupaba MarianoTorrente y el resto lo constituan, adems de Lpez Arango,Joaqun Gmez, Jos Mara Acha, Juan Crusao y BenassiAladino. Posteriormente se incorporara Manuel Villar. Santillnquiso imponer un tono conciliador y, en disidencia, Acha seretir.

    No obstante esto, los enfrentamientos siguieron surgiendo,sobre todo alrededor de la figura de Lpez Arango. El Suple-mento, semanal y con una fuerte impronta cultural, pas, apropuesta de ste, a ser quincenal y de carcter ms militante,lo que result en la desercin de un importante nmero de cola-boradores. Un intento de desplazarlo acab con el alejamientode Benassi Aladino quien, en un futuro, integrara el ConsejoFederal de la FORA. Por ese entonces, La Protesta estuvo a lacabeza de la campaa en favor de Sacco y Vanzetti, que en laArgentina fue muy intensa y acompaada por numerosasmovilizaciones y huelgas generales.

    En 1927, y en relacin con el festejo de los 30 aos del dia-rio, se organiz el Certamen Internacional de La Protesta. Unode los artculos publicados como resultado de dicho certamenfue La Protesta. Su historia, sus diversas fases y su significa-cin en el movimiento anarquista de Amrica del Sur del pro-pio Abad de Santilln. Fue en esa dcada cuando La Protesta seconvirti en la editorial ms importante del pensamiento liber-tario; en esa editorial, en 1929, public el quinto tomo de lasobras completas de Bakunin, Estatismo y anarqua, que conayuda de Schapiro haba traducido directamente del ruso.

    Es en esa poca cuando Santilln, al par que iniciaba unacampaa a favor de la jornada laboral de seis horas, comen-zaba a cuestionar el papel del hecho revolucionario como ni-ca posibilidad de transformacin social. La proximidad de lagran crisis econmica le hizo considerar la posibilidad del fun-cionamiento de comunidades de trabajo autnomas (sobretodo agrcolas) y de cooperativas de produccin y de consu-mo2 como una forma de resistir y poner en marcha la cons-truccin socialista.

    Redact la declaracin de principios y el estatuto de la ACAT

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    (Asociacin Continental Americana de los Trabajadores) cuyocongreso fundacional sesion en Buenos Aires en mayo de 1929,con la asistencia de delegados de la Argentina, Paraguay, Boli-via, Mjico, Guatemala, Uruguay y Brasil.

    En estos aos recrudeci la dursima contienda ideolgicaentre los sectores del anarquismo que apoyaban la accin delos llamados expropiadores y los que los consideraban simplesbandidos, terroristas y hasta infiltrados que slo conseguandesprestigiar al movimiento. En la prensa ambas posiciones es-tuvieron representadas por los peridicos La Antorcha y LaProtesta, y la virulencia de las acusaciones cruzadas, denunciase improperios sigui creciendo hasta el extremo de costarle lavida a Lpez Arango. Santilln nunca perdonara esta muerte,y hasta en sus ltimos aos seguira acusando a su autor deagente del Partido Comunista.

    Poco antes de septiembre de 1930 public en la editorialArgonauta El anarquismo en la Argentina, desde sus orgeneshasta 1910.

    El golpe de Uriburu lo encontr alineado con las posicionesque proponan una resistencia a ultranza incluida la huelgageneral contra las predominantes en el Consejo Federal de laFORA que opinaban que, por tratarse de un conflicto entresectores de la burguesa, el movimiento obrero deba mantener-se al margen. Su posicin coincida con la de quienes hasta ayerhaban sido sus adversarios, como Rodolfo Gonzlez Pacheco,Horacio Badaraco y Antonio Morn.

    Forzado a salir del pas, luego de un perodo en Montevideodonde mont una pequea librera con Simn Radowitzky yManuel Villar viaj a Espaa en las vsperas del CongresoMundial de la AIT de junio de 1931, del que particip en for-ma independiente y con puntos de vista sensiblemente diferen-tes a los que haba mantenido con anterioridad. Su visin sobrela posibilidad de un programa anarquista y la participacin delos sindicatos en una futura sociedad posrevolucionaria estabacambiando.

    La CNT, a pedido de la AIT, le coste el viaje de regreso aMontevideo, que fue apenas una escala para su reingresoclandestino a la Argentina. En febrero de 1932, al da siguientede la transmisin del mando presidencial al general Justo re-

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    apareci La Protesta3 brevemente, ya que primero le fue supri-mida la franquicia postal (lo que oblig a que fuera transfor-mada en semanario) y luego antes de fin de ao fue nueva-mente clausurada. En ese ao se public su traduccin del librode Gustav Landauer Incitacin al socialismo. Y tambin apare-ci su folleto La bancarrota del sistema econmico y polticodel capitalismo fuertemente influido por la crisis del 29 y lagran depresin subsiguiente en el que promova la formacinde consejos de economa para la sociedad post capitalista.

    En 1933 la editorial Nervio public, con prlogo de JuanLazarte, La FORA: ideologa y trayectoria del movimiento obre-ro revolucionario en la Argentina, que hoy reeditamos. En estelibro comienza a vislumbrarse un cierto sentido crtico4, si biensigue reivindicando al forismo quintista en muchos aspectos.La notable transformacin de su ideario se vio rubricada por laaparicin en 1933 de Reconstruccin social, escrita en colabo-racin con Juan Lazarte, en donde se realiza un estudio de lasociedad argentina y de su posible cambio en una situacinpostrevolucionaria orientada por los sindicatos.

    En 1934 y de nuevo en Espaa, form parte de la redac-cin de Solidaridad Obrera lo que le vali alguna que otraestada en la Crcel Modelo, dirigi el semanario Tierra yLibertad y fund la revista Tiempos Nuevos. Siendo parte delgrupo Nervio, particip de la FAI (Federacin AnarquistaIbrica) de cuyo Comit Peninsular lleg a ser secretario. Lossucesos de octubre en Asturias y Catalua le valieron un for-zado descanso en el buque Santa Isabel, utilizado como crcelflotante. En este ao public su estudio Las cargas tributarias.Apuntes sobre las finanzas estatales contemporneas, unamuestra ms de su creciente inters por los temas econmicosy por los planteamientos sindicalistas; y comenz la serie deartculos en Tierra y Libertad y en Tiempos Nuevos, que cris-talizaran en el libro impreso por Ediciones Tierra y Liber-tad en enero de 1936 El organismo econmico de la revolu-cin. Cmo vivimos y cmo podramos vivir en Espaa, quemuchos consideran su obra cumbre. Aqu, ya definitivamen-te, no slo abandon Santilln sus antiguos criterios acercadel porvenir de la sociedad y la actuacin de los sindicatosdespus de la abolicin del capitalismo y del Estado5, sino

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    tambin los principios bsicos del anarcocomunismo de razkropotkiniana6.

    En el congreso de Zaragoza de enero de 1936 defendi losplanteamientos de El organismo, y en relacin con el dic-tamen sobre el comunismo libertario se mostr crtico, particu-larmente sobre lo que vea como contradictorio y poco defini-do respecto de a quin le correspondera administrar la riquezasocial y del papel que desempearan las comunas libres en lasociedad futura.

    En mayo y junio, ya en las vsperas del alzamiento militar,estuvo nuevamente detenido en la Crcel Modelo.

    En Barcelona, luego de la victoria popular sobre los milita-res sublevados en las jornadas del 19 y 20 de julio de 1936, fueintegrante del grupo de miembros de la CNT-FAI que acudie-ron a la convocatoria del presidente de la Generalidad, LluisCompanys, quien les propuso la formacin de un Comit deMilicias en el que estuvieran representados todos los sectorespolticos y sindicales antifascistas. Tras la Asamblea de la Fede-racin Local de Sindicatos, en la que abog por no pactar conel gobierno, Santilln form parte de la delegacin que el 21 dejulio se entrevist con Companys y de la que surgi el Comitde Central de Milicias Antifascistas de Catalua, en el que es-tuvo a cargo de la seccin de organizacin. En agosto particippor la FAI en el consejo de Economa de la Generalidad. Enseptiembre se reorganiz el gobierno cataln bajo el nombre deConsejo de la Generalidad, disolvindose de hecho el Comitde Milicias. Del mismo formaran parte tres miembros de laCNT, uno de ellos Santilln, quien desempe el cargo de con-sejero de Economa7 hasta abril de 1937.

    Las jornadas de mayo de 1937 en Barcelona lo tuvieron,junto con otros destacados miembros de CNT-FAI, tratando delograr un alto el fuego, logro del que pronto se arrepentira8 yen esta lnea public ese mismo ao su ensayo La revolucin yla guerra de Espaa.

    En 1938 fund la revista Timn. Sntesis de orientacin po-ltico-social, mientras prosegua su trabajo de editor en Edicio-nes Tierra y Libertad.

    Poco antes de la cada de Barcelona cruz a Francia, dondefue internado en el campo de concentracin de Saint Cyprien,

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    del que logr evadirse y alcanzar los Estados Unidos, y de all ya travs de Chile y Uruguay retornar a la Argentina. En Chileintent relanzar Timn, de la que logr sacar siete nmeros, yen 1940, ya en la editorial Imn de Buenos Aires, public Porqu perdimos la guerra. Una contribucin a la historia de latragedia espaola.

    Con un grupo de compaeros form un grupo de la CNT enel exilio que, posteriormente, se integrara como tal a la Fede-racin Libertaria Argentina. Fue asiduo colaborador de las re-vistas Accin Libertaria y Comunidad Ibrica (Mjico) y delperidico luego revista Reconstruir. Prest su ayuda para lacreacin de la editorial Americalee. En 1948 fund La Campa-na. Revista mensual de estudios sociales, de la que slo salieroncuatro nmeros.

    Consigui empleo en la editorial TEA, con vistas a producirobras de cultura general en gran formato. As, entre numerosasobras, nacieron los nueve tomos de la Gran enciclopedia ar-gentina, cuya primera parte aparecera en 1957 y la Historiaargentina en cinco tomos, el primero de los cuales sera editadoen 1965.

    Una antologa de sus textos (publicada por Cajica en 1971),Estrategia y tctica (Ayer, hoy y maana), constituye una sn-tesis del pensamiento de sus ltimos aos9 y refleja una posi-cin reformista, comn en muchos militantes libertarios lue-go de las derrotas sufridas frente al fascismo y al estalinismo (yen la Argentina exasperada por la omnipresencia delperonismo) que podra entenderse dentro de una opcin porel mal menor.

    En 1975 hizo un viaje a Mjico en relacin con su trabajosobre la revolucin que resultara en la Historia de la revolu-cin mexicana, de la que slo se publicaran dos tomos (de loscinco previstos) en 1976.

    Tras la muerte de Franco se traslad con su compaera aEspaa, donde intent sin xito relanzar Timn. En 1977 pu-blica sus Memorias (1897-1936) y en 1978 retorn a la Argen-tina, donde comenz a trabajar en una nueva edicin de suEnciclopedia argentina, actualizada y ampliada a veinte tomos,que nunca lleg a ver la luz.

    En 1982, con su salud ya muy deteriorada, volvi a Espaa,

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    por ltima vez, para acabar sus das el 18 de octubre de 1983,en un hogar para ancianos de la beneficencia de Barcelona.

    J. C. P.

    NOTAS

    1 Movidos por esa excomunin un grupo de miembros de la FORA llevun sorpresivo ataque violento contra los animadores de Pampa Libre yqued herido Jacobo Prince, un militante muy capaz y una promesa que,si no qued en el local asaltado, carg todo el resto de su vida con los efectosvergonzosos del acto infamante. DAS. Memorias, Edit. Planeta, Barcelo-na 1977, pgina 103. Vase adems la pgina 276 en el captulo 17 de estaedicin.

    2 Es en ese contexto que debe verse la iniciativa de Santilln que dio origena los tpicos colectivos argentinos: el primer taxista que, en la malariade 1928, se entusiasm con su idea de hacer circular los vehculos dealquiler con varios pasajeros, tarifa popular y recorridos fijos fue JuanLpez Saluto (vuelto a su Galicia natal fue fusilado por los franquistasal comenzar la guerra) quien la present en una asamblea del gremio dechoferes perteneciente a la FORA. La sugerencia de Santilln se comple-mentaba con la de constituir un gran consorcio socializado, que incluyesetanto el transporte urbano y suburbano como el de larga distancia.Obviamente no prosper. DAS. Memorias, Edit. Planeta, Barcelona 1977,pgina 125.

    3 Hacer reaparecer el diario as, de golpe, era como gritar: Aqu estamos!Somos los mismos que habis querido eliminar, dispuestos a proseguir lalucha! Pero habamos demostrado entonces que no ramos la fuerzacoherente que queramos representar, porque cualquier incidente podravolverla inofensiva Op. cit., pg. 168.

    4 En referencia al Noveno Congreso de la FORA de 1915, vase la pgina244 del captulo 14 en esta edicin. En torno de las federaciones porindustria y sobre la funcin de los sindicatos en la sociedad futura vase laspginas 301 y 302 en el captulo 20.

    5 En el prembulo de su libro dice: En todas la reuniones de la CNT y dela FAI se propicia el estudio de las bases generales sobre las cuales ha deser edificada la nueva sociedad sin capitalismo y sin Estado. Nos atrevemosa resumir a continuacin nuestros puntos de vista, nuestras sugerencias, nocon miras a un lejano futuro y como ideal supremo sino en relacin con unfuturo inmediato. Coincidiendo ahora con Cornelissen, en que elncleo de la produccin, la clula econmica, es el establecimiento y noel oficio, sostiene que los sindicatos luego de los consejos de fbrica (o deexplotacin agrcola, forestal, etc.) seran los organismos representati-vos. Estos sindicatos se coaligaran de acuerdo con las funciones bsicas dela economa, en 18 consejos de ramo, no olvidando la coordinacinterritorial que unira a los consejos de ramo en consejos locales de la

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    economa, a stos en consejos regionales y finalmente stos en un consejofederal de la economa. Cfr. El organismo econmico de la revolucin.

    6 Para facilitar el intercambio de los productos hay estas tres posibilidades:1 El sistema monetario que implica el salariado, el mercado, el privilegio.2 La toma del montn, posible en la abundancia. 3 El control social delconsumo, cuyo nivel han de fijar las existencias disponibles. Nosotrosadoptamos la ltima forma del consumo; no se har segn las necesidades,pues las necesidades son infinitas y las existencias no lo son, sino segn elnivel de produccin. Op. cit., pg. 161.

    7 Nos mostramos dispuestos a disolver el Comit de Milicias, es decir aabandonar una posicin revolucionaria que nunca haba tenido el puebloespaol hasta entonces. Todo para conseguir armamento y ayuda financie-ra para continuar con xito nuestra guerra. Sabamos que no era posibletriunfar en la revolucin si no se triunfaba antes en la guerra, y por la guerralo sacrificbamos todo. Sacrificbamos la revolucin misma, sin advertirque ese sacrificio implicaba tambin el sacrificio de los objetivos de laguerra. El Comit de Milicias garantizaba la supremaca del pueblo enarmas, garantizaba la autonoma de Catalua, garantizaba la pureza y lalegitimidad de la guerra, garantizaba la resurreccin del ritmo espaol ydel alma espaola; pero, se nos deca y repeta sin cesar, que mientraspersistiramos en mantenerlo, es decir, mientras persistiramos en afianzarel poder popular, no llegaran armas a Catalua ni se nos facilitarandivisas para adquirirlas en el extranjero, ni se nos proporcionaranmaterias primas para la industria. Y como perder la guerra equivala aperderlo todo, a volver a un estado como el que priv en la Espaa de unFernando VII, en la conviccin de que el impulso dado por nosotros y pornuestro pueblo no podra desaparecer del todo de los cuerpos armadosmilitarizados que proyectaba el Gobierno central y de la vida econmicanueva, dejamos el Comit de Milicias para incorporarnos al Gobierno dela Generalidad en la Consejera de Defensa y en otros departamentosvitales del gobierno autnomo. DAS, Por qu perdimos la guerra, BuenosAires, 1940.

    8 Y los que habamos expuesto la vida por suspender el fuego estbamostentados a exponerla otra vez para reanudarlo, pero para reanudarlo yllegar al fin. Op. cit., pg. 171.

    9 hay un capitalismo que podramos calificar de comprensivo y progre-sista () La gran revolucin de hoy es la reforma; la barricada ha cumplidosu misin, si es que tuvo una misin (), opinamos que importa hoymucho ms la lucha contra el totalitarismo estatal que contra el sistemacapitalista

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    PRLOGO

    CONDICIONES ECONMICAS, SOCIALES Y POLTICAS EN QUE SEDESARROLLA EL MOVIMIENTO OBRERO EMANCIPADOR DE LA F.O.R.A.

    El movimiento de los proletarios y campesinos, que respon-de a la tendencia social e ideolgica de la Federacin ObreraRegional Argentina, aparece histricamente en la ltima dca-da del siglo XIX.

    Es el resultado de un conjunto de causas que arrancan, porsus ideales, de un pasado precapitalista: se asientan, por su eco-noma, en las condiciones que el capitalismo nacional y mun-dial en su desarrollo establece en estos pases, despus del ao1890; se concreta y organiza en la accin voluntaria creadorade las clases trabajadoras.

    La revolucin industrial que caracteriza al movimiento obre-ro de Alemania o Inglaterra no haba llegado todava al pas, ylas transformaciones de las pampas sin alambradas y los mon-tes vrgenes eran apenas perceptibles.

    El pas acababa de constituir su verdadera unidad nacionalcon la federalizacin de Buenos Aires y la poltica no tena msque caractersticas conservadoras, por cualquier lado que se lamirara, sin restos de los pensamientos incompletos de Rivadaviao del Dogma socialista de Echeverra.

    Quitadas las tierras a los indios que tampoco las cultiva-ban y a los campesinos sin ttulos de propiedad, la burguesaterrateniente se preparaba desde haca muchos aos para sacarfuertes provechos explotando las riquezas naturales, para locual era menester poblar el pas con las masas que losimperialismos europeos condenaban a la inaccin y la miseria.Se inici, pues, con todas las fuerzas y medios, una poltica deinmigracin y poblacin, estableciendo agencias en puertos deEuropa y pagando primas por cabeza de inmigrantes.

    Durante dos siglos haban subsistido en Amrica una eco-noma y una cultura primitivas, sin que evolucin alguna mo-dificara su aspecto. En todo este tiempo, la accin proselitista

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    fue nula y la estabilizacin de fuertes organizaciones fue pocomenos que imposible.

    En el terreno burgus exista una organizacin feudal queno sigue verdaderamente a los pases avanzados hasta des-pus de la guerra, con la incorporacin de las mquinas, ideas ytcnicas nuevas. En 1900 toman cuerpo las grandes industrias:frigorfica, petrolfera, etctera.

    Encuntrase en provincias un capitalismo incipiente tan au-tctono como minsculo, que nos retrotrae al siglo XVIII con susformas feudales, por no decir patriarcales. Sin duda el siglo XIX,entre nosotros, tiene mucho de feudal. Para el trabajador fuerade las ciudades existi verdaderamente y se extiende a nuestrosdas, como puede comprobarse en los ingenios tucumanos ojujeos, en los obrajes del Chaco y Santiago, en las canteras oen los yerbales del Norte. No hubo medios importantes de pro-duccin colectiva; puede decirse que sta se halla en lo indivi-dual y vira hacia lo colectivo. Los grados de evolucin de laeconoma argentina no se haban cumplido y no se cumplenhasta que el imperialismo nos abraza, embarcndonos en susigno econmico y poltico de la unidad del mundo y en susaventuras guerrero-comerciales.

    El capitalismo financiero alguna vez simula batallas contrala economa nacional, pero termina por absorberla, y ya en1930 puede decirse que no existe economa especficamentenacional.

    Las transformaciones econmico-sociales justifican en 1890la formacin de una organizacin de lucha emancipadora.

    Aunque el capitalismo autctono fuera hasta 1880 primiti-vo y no existieran los fenmenos de Europa, lo exacto es quepocos aos ms tarde avanzan los capitales bancarios, para re-cin en 1910 aparecer el capital industrial propiamente dichoen Buenos Aires, Crdoba, Rosario, Tucumn y Avellaneda,detenindose su progreso con la guerra.

    La importacin de capitales es el fenmeno econmico msimportante de los ltimos 30 aos, as como la organizacinobrera es la accin de lucha ms intensa del proletariado, res-puesta categrica de la energa de las masas, apenas se movili-zaron en sus asociaciones y gremios.

    En 1890 se inicia la lucha imperialista por las zonas de in-

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    fluencia, pero recin en 1914 toma cuerpo, para llegar a unpunto culminante despus del ao 1920 bajo las banderas deldlar y la libra.

    El capital bancario viene del exterior. Ya dijimos que Ale-mania, Francia e Inglaterra haban colonizado estos mercadostan importantes en materias primas.

    Los europeos dominan hasta la guerra, en emprstitos, cons-trucciones navales, venta de armamentos, capitales para explo-tar industrias extractivas. Inglaterra haba empleado en el ao1913 solamente 11 millones de libras y el total de sus capitalesinvertidos en 1931 era de 396 millones de libras. Al terminar laguerra las cosas cambian.

    Las ventas norteamericanas eran en 1913 el 15% y en 1924llegan al 22%. En 1930 los yanquis invirtieron en nuestro pasun total de 807.770.000 dlares. Estos capitales son aplicadoscon la misma finalidad que el anterior (armamentos, etc.), y enla explotacin de riquezas en exclusivo beneficio de las clasespropietarias.

    De los emprstitos, la clase trabajadora argentina no sacningn provecho. En muchos casos le fueron perjudiciales. Lasobras pblicas fueron grandes negocios; cuanto vala uno sepagaba 3 o 4; los ferrocarriles, caminos, puertos, etc., slo be-neficiaron a la gran burguesa y en contados casos llegaron a lapequea burguesa.

    El paso del ferrocarril por una regin valorizaba la tierra;inmediatamente se les suba el arriendo a los agricultores, yquien deseaba trabajar o comprar tierras tena que pagar eldoble. Puede decirse que el capital encareci el costo de la vida,aument la explotacin, valorizando al final la propiedad de latierra, sobre todo el latifundio, mientras que la clase trabajado-ra siempre qued en la miseria. Decan que el pas era rico (en1922 la riqueza nacional se calculaba en 13.200.000.000 dedlares), pero en realidad la que aumentaban eran los pobres,el hambre y la miseria.

    Estos capitales de explotacin beneficiaron a los prestamis-tas, consiguiendo altos intereses a los que hacan de interme-diarios, a quienes vendieron vil y patriticamente el pas y aaquellos a quienes las obras beneficiaban directamente. No lospaga el pas. Los pag y los sigue pagando el pueblo, como

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    dijera un estadista, con su hambre y sed. Lo paga el esfuerzo delos trabajadores; con los sufrimientos de su vida indigna y llenade privaciones.

    Conviene hacer notar las conexiones de esta poltica de in-troduccin imperial con la preparacin de las prximas gue-rras. En la ltima, 1914-18, Sudamrica y nosotros, especial-mente, servimos al capital de los aliados.

    Toda esa intromisin para civilizarnos nos adentra en la uni-dad del capitalismo y nos hace colonia, donde los imperialismosen guerras futuras van a chocar y a buscar sus materias primascon que abastecerse y asegurar el triunfo.

    Aqu no se forman vastas empresas como en Norteamricao Europa. Siguen ese ritmo solamente las industrias extractivas,que se colocan a un paso de la socializacin por sus caracters-ticas y evolucin, mientras los otros se socializarn por volun-tad popular.

    Sin duda la produccin va tomando un carcter social porlos mismos considerandos de su naturaleza y si por esto resta-ra, al parecer, en la etapa burguesa, toma definitivamente lascaractersticas socialistas, por su ensamblamiento y unidad conrespecto a la economa internacional.

    En este perodo en el mercado interior luchan las distintasindustrias y, merced a la soldadura de la poltica con la econo-ma, consiguen proteccin los bodegueros de San Juan yMendoza, la industria azucarera de Tucumn y Salta, losyerbateros de Misiones, fabricantes de calzados y otras indus-trias menores, lo cual obliga al pueblo a pagar muchos cientosde millones de ms, que en su 90% van a engrosar las grandesfortunas de esos seores que viven en Europa.

    Hasta la guerra, la lucha entre los grupos de capitalistasinternos no tiene las contradicciones ni las asperezas que se venen las naciones industriales. Aqu la ria es menor (passemicolonial, agro-ganadero); desaparecen grupos ante los avan-ces de los imperialismos, tomando el capitalismo criollo en suentremezcla con el extranjero, en lneas generales, la direccininglesa o norteamericana.

    La pequea industria desarrllase y vegeta con la engaifade bastarse a s misma se protege por fuertes aranceles de lamortal competencia extranjera, pero vive condenada a una

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    vida anmica por las condiciones artificiales y antiindustrialesdel pas, carencia de hierro, de combustible y fuerza motriz,alto costo de transporte, etctera.

    LA ESTRUCTURACIN NACIONAL

    Se verifica un aumento enorme de la poblacin. En 1890 fuede 6 millones y en 1930 pasa a 11 millones 500.000. Se debe,ms que al crecimiento vegetativo, a los factores inmigrativos,pues la poltica de poblacin lleg a traer al pas en poco menosde medio siglo, hasta 1924, cinco millones y medio, entre loscuales hay 2.600.000 italianos y 1.780.000 espaoles; estos tra-bajadores tuvieron en su mayora un influjo poderoso, tanto enlo econmico como en lo social; adems del brazo traan elcerebro y las ideas que no podan detener las aduanas y quetanto alteraran la geografa regional.

    Se concretan en este mismo perodo las diez grandes ciu-dades donde aparece por excelencia el movimiento gremial.Pero es en los puertos, Buenos Aires, Rosario, Baha Blanca,Avellaneda, donde los movimientos se hacen ms intensos yprogresistas.

    Se divide la poblacin, correspondiendo un 70% a la urba-na y un 30% a la rural (1932).

    Los latifundios y la industria hacen que la gente emigre a lasciudades. Las cosechas y la crisis gestan un movimiento inversohasta la gran crisis del sistema, donde todo equilibrio est rotoy los desocupados ruedan para todos lados sin rumbo y sinobedecer a ninguna ley urbana o campera.

    El aumento del proletariado es paralelo al de la poblacin,las grandes ciudades y el desarrollo de la explotacin capitalis-ta. El promedio de proletarios es en los ltimos seis aos de500.000 en Buenos Aires. La proletarizacin aumenta en losaos crticos y toma fuerza incontenible en la iniciacin de lacrisis del sistema que padecemos. La poblacin obrera y cam-pesina es de 6 1/2 millones.

    Los grandes terratenientes argentinos no pasan de 500 fa-milias, 2.500 personas que representan la 4.800 ava parte de lapoblacin.

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    Estos terratenientes poseen su base econmica en la granpropiedad, en las estancias, bosques y terrenos.

    El terratenientismo absorbe las 4/5 partes de las buenas tie-rras del pas.

    La presin de los terratenientes es directa y decisiva. Segnlos tiempos, son dueos poltica y econmicamente del pas.

    Participan con el capital financiero en la direccin de la cosapblica y ceden el poder por un tiempo a la pequea burguesahasta la restauracin de 1930.

    En realidad como veremos ms tarde el pas pasa de losterratenientes a la burguesa y de sta vuelve a los primeros,hasta caer en manos del militarismo como representante hist-rico de los grandes terratenientes y del capital financiero.

    La burguesa est compuesta por 75.000 personas que re-presentan un poco ms de la doscientas ava parte de la pobla-cin del pas.

    Ejerce influencia poltica por s sola y puede contarse comoun anexo de las grandes fuerzas capitalistas; se deja orientar yapadrinar, no tiene voluntad propia. Por un lado es esclava delpretorianismo, por otro tiene miedo a los grandes terratenien-tes. Est formada por propietarios, profesionales, mdicos, abo-gados, ingenieros, pequeos rentistas.

    Los campesinos propietarios y pequeos propietarios quetrabajan la tierra llegan a 60.000 sobre una masa de agriculto-res de 300.000, habiendo por lo tanto 240.000 agricultores cuyoempobrecimiento y miseria son tales que empiezan a definirsepor el proletariado.

    La clase media incluyendo la burocracia cuenta con msde 3.500.000 personas, va hacia la burguesa en las pocas debonanza y se desgrana hacia el proletariado en las pocas decrisis.

    La tierra vive esclava del latifundio.Antes de 1890 la tierra abundaba; una legua de campo bue-

    no en la parte sur de la provincia de Santa Fe, cerca de Rosario,vala $2.000; en 1928 el precio subi a ms de un milln ymedio de pesos. Qu haba pasado? La tierra haba desapare-cido por la especulacin y el feudalismo. El monopolio de latierra no se colm hasta 1895. Entonces el capital servido porlos partidos polticos se aduea de inmensas extensiones de tie-

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    rras con una gran capa de humus, agua buena en el subsuelo,vas de comunicacin, etctera.

    Se da el caso de un pas con casi 3 millones de kilmetroscuadrados y una poblacin de 6 millones de habitantes que puedealbergar 300.

    La propiedad de la tierra argentina es de historia reciente yse forma por el asalto, la depredacin y el robo. Despus, lasbayonetas e instituciones justifican y ordenan todo.

    Existe un paralelismo entre el monopolio de la tierra y eldesorden de los gobiernos. El latifundio caracteriza la demo-cracia criolla desde 1850, as sea en la tierra, la industria, laganadera y el comercio. A estas formas econmicas correspon-den todos los caudillos, cuya expresin clara y punto culmi-nante se encuentran en Jurez Celman, Roca, Figueroa Alcorta,Uriburu y dems.

    He aqu una lista de los mayores latifundistas de la provin-cia de Buenos Aires:

    lzaga Unzu 411,938 hectreas con un valor de 111.826.700pesos.Anchorena 382.670 hectreas con un valor de 67.101.350pesos.Luro 232.333 hectreas con un valor de 21.413.500 pesos.P. Iraola 191.218 hectreas con un valor de 47.467.800 pesos.Pradere 187.034 hectreas con un valor de 24.502.209 pesos.Guerrero 182,449 hectreas con un valor de 31.841.900 pesos.Leloir 181.036 hectreas con un valor de 16.832.200 pesos.Graciarena 155.687 hectreas con un valor de 22.464.800pesos.Duggan 121.041 hectreas con un valor de 36.844.000 pesos.Pereda 122.205 hectreas con un valor de 32.194.600 pesos.Duhau 113.334 hectreas con un valor de 14.754.700 pesos.Zuberbhler 105.295 hectreas con un valor de 9.748.400pesos.H. Vegas 109.678 hectreas con un valor de 25.038.200 pesos.M. de Hoz 101.256 hectreas con un valor de 23.248.150pesos.Santamarina 158.684 hectreas con un valor de 41.019.700pesos.

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    En la Provincia de Santa Fe:S. A. Estancia La Cruz del Sud 364.696.538 metros cuadrados.S. A. La Cruz del Sud 370.104.419 metros cuadrados.La Forestal Ltda. 415.332.441 metros cuadrados.S. A. Domingo Minetti e hijo limitada 423.483.059 metros

    cuadrados.S. A. Lloyd American 423.181.058 metros cuadrados.Laisca H. y Ca. 450.849.349 metros cuadrados.S.A. Estancia La Cruz del Sud 436.743.410 metros cuadrados.S. A. Dodero Hermanos 511.876.263 metros cuadrados.Dodero Nicols 523.931.044 metros cuadrados.S. A. La Previsora 544.709.345 metros cuadrados.Castagnino Rosa T. de, 581.700.000 metros cuadrados.Soc. JumaJik Col Ass 597.840.622 metros cuadrados.Dodero Luis 611.058.206 metros cuadrados.Dodero Jos H. 620.010.661 metros cuadrados.La Forestal Ltda. 672.960.000 metros cuadrados.La Forestal Ltda. 674.960.000 metros cuadrados.Dodero Hermanos Ltda. 835.696.375 metros cuadrados.Dodero Hermanos Ltda. 890. 345. 000 metros cuadrados.La Forestal Ltda. 985.300.000 metros cuadrados.Sieber Ana 750.000.000 metros cuadrados.Soc. Ann. Hedos y Balbiani J. 1.000.212.196 metros cua-

    drados.Saralegui E. P. Puerg 1.044.606.821 metros cuadrados.La Forestal Ltda. 1.086.381.221 metros cuadrados.La Crisella S.A. 1.250.289.191 metros cuadrados.El censo de 1914 daba 506 propietarios de ms de 25.000

    hectreas con una extensin de 29.000.000.El latifundio no slo empobreci al pas, sino que trajo la

    ms escandalosa esclavitud. Para sacar provecho de sus tierras,las dividi en parcelas que alquil a los colonos en la formams expoliativa. No slo fue una explotacin material exhaus-tiva, sino que se le prohibi asociarse, vender su cereal a otroscomerciantes que no fuera aquel del agrado del terrateniente,hacer huelgas, etctera.

    Los esclavos del campo se levantan en los grandes movi-mientos de 1912 y 1917; despus de estas luchas se consigueuna ley, cuya nica clusula mediocre se sintetiza en que el

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    propietario no puede desalojar al colono cada ao, como podahacerlo antes, sino cada cuatro aos; las dems clusulas de laley entregan ntegro el agricultor al dueo de la tierra.

    El campo esclavo sigue trabajando entre dos extremos eco-nmicos: en los aos buenos el chacarero entrega la mitad desu cosecha, en los aos malos la entrega toda.

    En 30 aos el colono arrendatario pag 12 veces el costodel valor del campo. Este aumento era cargado al valor de latierra, la que suba en precio y por consiguiente en tasa dealquiler.

    Se dio el caso estupendo que el agricultor argentino, a medi-da que ms produca pagaba ms, valorizaba ms la tierra yaumentaba su empobrecimiento y el de los proletarios de laciudad.

    Las pocas de depresin, cuando el precio de la tierra sevena abajo crisis 1890, 1920, 1921, 1929 y otras, fueronaprovechadas por capitalistas y usureros para adquirir tierras abajo precio, fenmeno equiparable al que pasa en la bolsa deNueva York cuando los especuladores hacen bajar el precio delas acciones para comprar, escamoteando el dinero de los po-bres que se metieron a especular.

    Junto al chacarero estn los ltimos explotados, esos cien-tos de miles de peones que son esclavos de todo el mundo. Paraestos parias no hay ley ni amparo. Viven en la orilla de lasciudades, en los ranchos de los pueblos de campaa, forman eleterno ejrcito de desocupados.

    El monopolio de la tierra, la afluencia inmigratoria, la pose-sin de las fbricas y dems tiles de produccin, la incorpora-cin de la maquinaria a las industrias y en especial a la agricul-tura (cosechadoras, elevadores, tractores, arados, etc.) traenapareados una gran miseria, un aumento y hambreamiento dela clase obrera.

    La jornada de trabajo era en el 90 de 12 y 14 horas; traba-jan mujeres y nios; los salarios medios eran de 2 a 3 pesos enlas ciudades; en los campos, fuera de las cosechas, el salariomedio era de un peso en las provincias de Santa Fe, BuenosAires, Crdoba y de 0,50 en el resto del pas. El salario de ham-bre de la peonada era variable, de acuerdo con el alza o la bajadel cereal.

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    Estos salarios, como se sabe, enriquecen a la burguesa yproducen hondas rebeliones en los trabajadores.

    La F.O.R.A. es el motor que pone en marcha todo el movi-miento contra esta terrible presin econmica, consiguiendo,despus de cruentas luchas, la jornada de 10 horas y ms tardede 8 y un aumento gradual de los salarios que se logran princi-palmente donde existe organizacin.

    El campo tambin eleva su protesta secular al grito de Tie-rra y Libertad, que fue el lema de la F.O.R.A. en sus grandesesfuerzos en pro de la organizacin agraria y en la lucha contrala estructura monopolista del capitalismo burgus.

    Las caractersticas del desarrollo econmico argentino pue-den leerse en las siguientes cifras:

    Poblacin en 1930: 11.500. 000 cifras redondas.Red ferroviaria: 1885 4.502 kilmetros; 1930 40.000 kilme-tros y 454.000 autos y camiones.Ganadera:Vacunos, 21.961.657 en 1888, y 32.200.000, en 1930.Lanares, 66.706.095 en 1888, y 44.413.000 en 1930.Porcinos, 393.758 en 1888 y, 3.768.000 en 1930.Yeguarizos, 417.494 en 1888, y 9.858.000 en 1930.Caprinos, 1.884.755 en 1888, y 5.647.000 en 1930.En 1922 haba 27.000 arados y 700 cosechadoras.En 1925 haba 98.000 arados y 1.325 cosechadoras.En 1929 haba 111.000 arados y 9.000 cosechadoras.Agricultura:Trigo, produccin media durante cinco aos 1891-95,4.492.320.Maz, produccin media durante cinco aos 1891-95,1.423.552.Lino, produccin media durante cinco aos 1891-95,508.277.Trigo, produccin media durante cinco aos 1927-31,6.858.161.Maz, produccin media durante cinco aos 1927-31,7.817.681.Lino; produccin media durante cinco aos 1927-31,1.901.135.

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    Comercio:En 1890 no se export, y en 1930 se exportaron $614.100.000de pesos.En 1890, no se import nada, pero en 1930, las importacio-nes alcanzaron la cifra de $887.500.000 de pesos.

    En el rgimen poltico se verifica una evolucin sincrnica.Los caudillos subsisten. Apenas han perdido la barbarie

    autctona; el extranjero mejora el ambiente, pero no hace per-der las peculiaridades caractersticas.

    Las elecciones son el espectculo ms bochornoso; no votanmujeres ni extranjeros; en cambio los ciudadanos argentinos lohacen de cuando en cuando, entre el fraude y el escndalo cvi-co crnico. En tal aspecto no hay progreso. En la provincia deBuenos Aires la tragedia electoral es lo mismo en el ao 1890 o1932.

    El sistema electoral permite turnarse a los partidos. Carga elcampo sobre la ciudad y siempre triunfa el campo; entendmo-nos; el latifundio. La ms cruda barbarie domina y orienta todala politiquera hasta 1916, y despus, algunas veces tambin.

    El Parlamento es un instituto decorativo, donde lo ms re-presentativo es su edificio de estilo mezclado y plagiado, de tra-dicin escandalosa. La accin de sus componentes no cuenta.

    El Parlamento no gobierna ni colabora, no tiene prestigioo poderes. Su eficiencia en el desarrollo societario argentinoes nula. La burguesa paisana, como medida instintivaprecaucional, jams le dio importancia. Hubo pocas en quelos diputados se peleaban por abrir las puertas de los carrua-jes a los presidentes o servan para sacar de paseo por Palermoa las amistades femeninas de los ministros; lo ms comn esque estuvieran a sueldo de las fuerzas econmicas.

    El poder lo tiene el Ejecutivo.Cuando el presidente es el jefe de partido, los parlamenta-

    rios viven como en un comit poltico. El gobierno de la nacindisminuye hasta la altura de una oficina burocrtica de nego-cios y conchabos pblicos. Las pandillas gobernantes atacan lacosa pblica; y as llega la gran crisis y el pas debe ms de5.400 millones, que nunca pagar.

    Nuestra democracia se desarrolla en su rgimen poltico,

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    con supervivencias monrquicas. El presidente tiene ms pode-res que un monarca y a veces ms caprichos. En 1890 aparecela Causa por oposicin al Rgimen. Con el correr del tiempo,30 aos despus la Causa se hace Rgimen, y las cosas siguen lomismo.

    Toda la poltica regimental y causista con sus hechos alar-mantes, 1890, 1893, 1905, no tiene importancia alguna en eldesarrollo econmico, social y cultural del pas. Ni siquiera den-tro de la poltica misma, lo que hizo decir que se vivi unapoca poltica sin poltica.

    El gobierno lo usufructan, hasta 1916, las clases conserva-doras; latifundistas, estancieros. Despus, los mismos, con otronombre.

    El partido Radical sigui a los conservadores, cometiendosus mismos errores, en el caos ms despilfarrador del trabajonacional. La explotacin no vari. Se aliaron bien pronto conlos mismos de su clase: los conservadores de ayer y siempre. Nohaba distingo fundamental con el Rgimen; las formas ence-rraban un mismo contenido.

    Prontamente la creencia de las muchedumbres se desvane-ci y el partido demaggico transformse en conservador, si-guiendo la tradicin y trayectoria de los partidos que desaloja-ra y cuyo espritu hered. Semana trgica, Santa Cruz.

    Cuando el socialismo gan su primera eleccin, elconservadorismo tembl y vinieron algunas leyes seudosocialesque pretendieron detener intilmente el avance electoral del re-formismo. Estas leyes slo intentaban aplacar a los obreros.

    El socialismo trat de atraer las masas a la urna electoral;con su poltica de pactos las alejaba y slo persigui y consi-gui el aburguesamiento de los obreros.

    Produce una figura, Juan B. Justo, que no puede conside-rarse como hombre aislado, sino en su medio y en su poca.De inteligencia extraordinaria, desvirtu el socialismo, ha-ciendo una colaboracin de clases, conciliando nacionalismoe internacionalismo y asaeteando la poltica de los terrate-nientes burgueses, formulando su credo reformista en la c-lebre frase capitalismo sano y capitalismo espurio. El socia-lismo aborigen le debe su organizacin y su tctica, que pue-de sintetizarse en la palabra oficial del comit ejecutivo en

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    1932: El mtodo evolutivo que consiste en capacitar al pue-blo trabajador para la conquista progresiva de su bienestar yemancipacin.

    Las oligarquas desalojadas, en su crudsimo gauchaje, porla burguesa democrtica nativa, no se avienen a la prdida delpoder y aprovechan la coyuntura de la crisis mundial para, ayu-dadas por el imperialismo y el pretorianismo, agudizar la des-composicin poltica de 1930 dando el golpe de Estado. Losrestos de la mentalidad colonial se haban corrido de Salta enolas de petrleo y llegaban a Buenos Aires victoriosos.

    Establecida la dictadura, no retroceden las fuerzas, sino queavanzan cada una en su desarrollo. Las minoras hacia la revo-lucin y las oligarquas hacia el fascismo.

    Ya en 1930, la burguesa argentina no se siente segura en elterreno de la democracia y marcha, siguiendo a Mussolini, ha-cia el fascismo. Organiza sus huestes en legiones patriticas ycvicas que siembran el terror, ensandose con los obreros.

    Tales hechos, que catalogaramos de transformacin oligr-quica, estn aclarando las lneas de lucha: reaccin o revolu-cin. En medio de estas fuerzas, un partido Socialista que no sedefine y que, cuando lo haga, ser terriblemente tarde, pues lareaccin lo habr destruido, a no ser que l mismo se trasformeen reaccin.

    Se caracteriza tambin el perodo de lucha en que acta laF.O.R.A. por un rpido crecimiento del militarismo.

    Los gastos militares eran:En 1890, 16 millones de pesos (cifras redondas).En 1891, 18 millones de pesos (cifras redondas).En 1892, 24 millones de pesos (cifras redondas).En 1895, 51 millones de pesos (cifras redondas).En 1896, 63 millones de pesos (cifras redondas).De 1890 a 1896, el presupuesto de guerra aument en un

    299% mientras el presupuesto general lo haca en un 50%.En 1928 los gastos militares fueron de 192.000.000.En 1929, 194.000.000.En 1930, 207.000.000.En 1931, 188.000.000.En 1932, 188.000.000.En 1932 representan el 23% de un presupuesto de ms de

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    800 millones de pesos. Estupenda preparacin para la guerraimperialista!

    El militarismo fue cultivado por los conservadores, por losradicales y tambin por los socialistas. El armamentismo aloca-do de un pueblo de economa agraria, sin enemigos externos,no puede explicarse de otra manera que concibindolo como lafuerza sobre la cual se asienta el sistema capitalista. La seguri-dad que se da al capital interno y externo, para lo cual ellospagan un pequeo inters, pues el total grueso lo paga la eco-noma trabajadora.

    El militarismo sostiene una posicin privilegiada; por unosaos es ajeno a la poltica. Mas no poda serlo eternamente porla ley ineludible que rige el militarismo de Amrica y quefantasmagricamente pesa sobre sus pueblos, lo que GonzlezPrada ha sintetizado as:

    Siempre que, refirindose a gobernantes y gobiernos, diga-mos tiranos y tirana entindase caporal y caporalismo. No elcaporalismo napolenico ni el alemn, sino el sudamericano,consistente en la autocracia de un soldadote burdo y rapaz, quecon una mano sablea la constitucin y con la otra pega un zar-pazo a la caja fiscal

    El pretorianismo haba llegado a formas hipertrficas. Ennuestro pas sucedi una cosa estupenda antes del 90. Como entodo el resto de Amrica las revoluciones fueron siempre he-chas a base de sublevaciones del ejrcito.

    Se llegaba a la presidencia sublevando uno o dos batallones;despus unos cuantos balazos. Paz, y todo terminaba en unaparada o desfile, y as sucesivamente.

    Despus del 90 se modifica un poco el sistema, mas lo queno se modifica es la psicologa de los caudillos polticos y el93, 1905, 1930 y 32 se ensayan golpes a base de las fuerzasarmadas.

    Entretanto, los dos sectores polticos en que se divida laburguesa nacional cultivaban el militarismo, y un gobierno trasotro, la causa o el rgimen aumentaban gastos, prebendas oprivilegios.

    En 1930 se encuentra el pas con un fabuloso ejrcito, lacrisis, la miseria y la desocupacin. La hora de la espada habasonado.

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    Un instrumento de esa clase no poda ms que ahogar a lademocracia y as sucedi.

    Un general enfermo realiz un paseo en automvil desdeCampo de Mayo a la plaza del mismo nombre. Pero la espadanunca solucion ningn problema.

    Volvi el poder a la clase ultrarreaccionaria, al capital ex-tranjero y al latifundismo, clase que no haba sido otra queaquella que se radicalizaba y que despus se radicaliz con elnombre de Partido Radical Impersonalista.

    La evolucin del militarismo era clara. Corrompidos los go-biernos nacionales por tanta degeneracin de costumbres pol-ticas, se introduce y toma el poder para salvar la nacin. Estode salvar la nacin no se sabe qu significado tiene (la nacinson los intereses de una clase?); y cuanto salva es la clase con-servadora y propietaria. No suceden ms que prisiones, fusila-mientos, diarios clausurados, persecuciones, terror, dficit y au-mento del presupuesto; algunas cifras son elocuentes en el ba-lance de un ao de dictadura providencial: 12.000 presos, 120diarios clausurados, 8 facultades cerradas, ms de 600 depor-tados, una docena de fusilamientos y ms de un ao de estadode sitio y ley marcial. Todo ese arsenal dirigido contra el movi-miento obrero e ideolgico emancipador.

    Sucede cuanto tiene que suceder, lo que vemos en Venezue-la, Hait, Cuba, Per. No hay tirano, no existe dictadura queno se respalde en la fuerza. En la Rusia de 1914 el zar se susten-taba en un poderoso ejrcito y en una nobleza fuerte.

    Tras de la primera dictadura, vino la segunda con la mismabase.

    Es que ya no se puede gobernar sin el estado de sitio. Lademocracia no ofrece suficientes garantas; el fascismo es lanica salvacin para las clases latifundistas: unido al imperia-lismo impide el arribo del proceso revolucionario. Es la reac-cin sistematizada y previa. Mata todo germen. Mientras tan-to, existe un malestar general. Se sienten cosas extraas en elpas. La reaccin todava empuja con sus provocaciones y per-secuciones. La crisis no hace ms que acelerar el proceso.

    Es sobre esta geografa poltica y econmica que acta todoel movimiento de la F.O.R.A. Ponindose unas veces en contrade los acontecimientos, otras proclamando sus huelgas gene-

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    rales. Derrotada o triunfadora, luchando siempre y siguiendola luz de sus altos ideales como gua de la clase trabajadoraargentina.

    La historia de la F.O.R.A. es la narracin pica ms emocio-nante y ms vital de cuanto puedan escribir los cronistas verda-deros y narrar las historias de estos pueblos de Amrica.

    Qu conjunto de luchas hay en ningn sector de civiliza-cin argentina que pueda comparrsele?

    Son ms de 40 aos de emocin, pasin y dolor. All estntegro el sacrificio del movimiento obrero e intelectual de li-bertad. En estas pginas, escuetas y peladas como una monta-a abrupta, yacen encerrados tesoros inmensos para la genera-cin nueva que los descubra.

    Cunto herosmo en esos nobles camaradas que murieronpor hechos que realizados en los tiempos de Plutarco o en lasepopeyas burguesas de revoluciones liberales habran llenadoel mundo con sus ecos!

    Qu valor humano el de esos millares de proletarios oscu-ros y miserables ansiosos de los ms altos ideales afanadosen la tarea ciclpea de construir un mundo!

    A quines no tuvieron que vencer?; contra qu obstculono se estrellaron?; qu abismo no franquearon?

    La lucha proletaria fue en la Argentina tarea de gigantesnunca concluida, siempre por hacer. Tras un triunfo, una de-rrota; en seguida otro y otra; siempre as, hasta subsistir frentea la ms tempestuosa reaccin que fue la gran victoria.

    Todos los elementos de destruccin, las fuerzas ms brba-ras de la reaccin todopoderosa; la ametralladora, la prensa, ellibro, las crceles, estuvieron contra ella.

    No hay crimen que no se haya cometido con el movimientoobrero; no hay pena que no se le haya infligido ni infamia conque no cargara sobre su desarrollo. Todo lo malo fue dirigidocontra la organizacin, por cuanto ella significaba creaciones yactos propios, demostracin de capacidad histrica nueva, elgran peligro para una casta cuya misin y fuerzas terminaban.

    Sobre los militantes de la F.O.R.A. pesan ms de medio mi-lln de aos de presidio, ms de 5.000 muertos, decenas demiles de allanamientos, devastaciones, incendio de centenaresde bibliotecas obreras, confusin de sus componentes con los

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    delincuentes de derecho comn y otros hechos que caracterizanla tica de la civilizacin burguesa.

    Qu episodio hubo en la historia de Amrica que se ase-meje a esta infinita gesta de la lucha social? Solamente lasguerras de la Independencia. En estas revoluciones, que fue-ron las ms conservadoras del siglo XIX, los revolucionarioscontaban con un solo enemigo: los espaoles. Todo lo demsles era favorable. Tras una batalla, una independencia; des-pus de un combate, otra declaracin de la libertad de un pue-blo; despus las convulsiones caudillistas y al fin la constitu-cin de nacionalidades.

    En cambio en la guerra social no hubo slo batallas en lascuales un general venca al enemigo, sino guerra cruenta detodos los das y las horas. El capitalismo frreo y autoritaria-mente organizado en su unidad internacional. Enemigos portodos lados: los mismos obreros, los intelectuales, la prensa,las leyes, la justicia, el militarismo todo montado y perfeccio-nado, contra una masa de luchadores que siempre moran en elherosmo annimo, sin esa gloria de guerreros que desfilan acaballo vestidos con brillantes uniformes, aplaudidos por mu-chedumbres, entre la bullanga de las fanfarrias. Con la dife-rencia de que aquellas gentes nunca supieron dnde iban, mien-tras que en la epopeya socialista del nuevo mundo los trabaja-dores saben cul es su misin y hacia dnde los impulsa eldestino.

    Las glorias de las guerras de la independencia han sido eclip-sadas por las luchas civiles de nuestros das; por las primeras, elavance de los conglomerados humanos fue apenas perceptible.Una filosofa aspira a decir lo contrario, mas no presenta nin-guna prueba seria o evidente.

    El contenido histrico, social y econmico de esas campa-as ha sido superado; y la historia oficial que los refiere hoyrepresenta el aspecto esencialmente burgus democrtico queimpide el franco avance de la humanidad en su fase inicialreconstructiva.

    Qu dir la historia de maana?Las batallas sociales de Amrica del siglo XX son infinita-

    mente superiores y de mayor trascendencia que las guerras mi-litares del siglo XIX.

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    El herosmo de aquellos tiempos ya no tiene significadoheroico.

    En este constante combatir, en el rudo batallar de la granorganizacin, hay ms herosmo que en toda la historia polti-co-colonial de Amrica.

    Las masas que movan las guerras de la independencia mar-charon engaadas en cuanto al cumplimiento de las promesas.Eran escasas, dirigidas por minoras cuyo mvil era gobernar ya lo ms aspiraban a la constitucin de nacionalidades, y laprueba est en que la mayora de sus guerreros ms famososfueron monrquicos o dictadores y soaban con el estableci-miento de una monarqua. Sin embargo fueron esas humildesmasas las que en oposicin a sus mismos directores obligaron aimplantar las repblicas democrticas, pero no impidieron loque Ingenieros llama la Restauracin, vale decir, la sujecin delas mayoras a un terratenientismo unido a los grupos capital-imperialistas. La historia ensea cmo las oligarquas america-nas de la independencia y de la libertad terminan por asociarsecon el capitalismo financiero euro-yanqui para la explotacinms bochornosa e inhumana de los aborgenes y, en general, delos obreros y campesinos pobres.

    Las masas que llenan nuestros das son otras. Heredan larebelda tradicional, pero ms inteligentes y ms conscientes,aspiran, despus de la gran revolucin rusa y la desastrosa gue-rra, a formar una nueva organizacin de la produccin y distri-bucin sobre bases de otra moral y justicia. Se embarcaron enla gran aventura de la historia. Van a crear nuevas valoracionesticas y diversa manera de partir el pan.

    Esta guerra social, que parece terminar dentro de pocosaos, consume innumerables vidas, agota los mejores cerebros,pero sus episodios son los ms asombrosos. No se trata de vi-das paralelas, ni de Csares o Alejandros. En cada obrero sueleencontrarse un hroe. Millones de hroes de carne y hueso pue-blan y se mueren en la Tierra, bajo el mismo signo y con igualsentido, rumbo hacia el porvenir. Parece que la vida de cadahombre en este perodo de 1914-1932 se quema. Asistimos aincendios de corazones e inteligencias, exclusivamente en esasmasas proletarizadas, incontenibles por su afn y frrea volun-tad creadora.

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    La verdadera historia para el pensamiento moderno no esten 1820, sino en los movimientos sociales de nuestros das. Lahistoria no tiene relacin alguna con parlamentos, gobiernos,leyes, etc., sino con el mundo del trabajo y el rumbo revolucio-nario. Aqu est el martirologio ms emocionante y espantoso.El cristianismo queda empequeecido frente al movimiento so-cial de los siglos XIX y XX. Cun ridcula es la criminalidad delos Nerones que incendiaron Roma y Vespasianos que persi-guieron creyentes, frente a los dictadores o al capital modernoque mandan millones de hombres a las catstrofes o dejan mo-rir pueblos enteros de hambre y desocupacin.

    La historia del terror blanco en Europa y en Amrica slopuede ser explicada por la muerte de un rgimen entero queculmina en las dictaduras, como esfuerzo de la contrarrevolu-cin preventiva.

    La historia de la F.O.R.A. representa la primera luz del mo-vimiento americano (de la Amrica entera). Aqu tambin, comoen Europa y Asia, el proletariado luchaba por la unidad inter-nacional y por la previa emancipacin econmica y poltica,respondiendo a la accin conjunta colectiva.

    El gran organismo de ese espritu mundial e individual hasido la F.O.R.A. en el continente. Ella represent la frmulahistrica del proletariado regional en la Argentina, mas su ac-cin llega al terreno internacional por su esfuerzo encaminadohacia la fundacin de otras regionales.

    La F.O.R.A. es el intento ms serio de la organizacin conti-nental de los trabajadores.

    Por qu ha sido la F.O.R.A. un organismo de tan alta re-presentacin proletaria y libertaria regional y supranacional?Por su doctrina y por su prctica.

    Acept como eje de su ideologa el comunismo en el ordeneconmico y la libertad en el orden poltico.

    La socializacin de los medios y dems surge de la comuni-dad de los esfuerzos humanos en la produccin. sta no puedeser propiedad exclusiva de ningn hombre, por cuanto en laevolucin de la tcnica como en su elaboracin de las materias,todo ha sido producto del esfuerzo colectivo, no slo de estageneracin de trabajadores y tcnicos, sino de numerosas gene-raciones pasadas. Fuera de que el acrecentamiento del acervo

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    comn es obra de quienes trabajan en las mltiples formas quepuede tomar el trabajo, dos de las cuales han dado lugar a ladivisin artificial en manuales e intelectuales.

    Existe, pues, una comunidad en la historia y actualmente enla productividad social y una colaboracin sin la cual tampocoella podra subsistir.

    El campesino cultiva sus campos con las semillas de trigoanteriores a l y que el instituto de gentica ha trasformado envariedades ms productivas y adaptadas a sus tierras. Los ara-dos son producidos por la colaboracin que va del obrero mi-nero que trabaja en turnos hasta el obrero de la fbrica quemarcha racionalizado. El cereal se trasporta por personal fe-rroviario, que a su vez maneja rodados en cuya construccincolaboran miles de hombres. Llega a las ciudades donde se lle-va a los depsitos, de donde va a las panaderas en las cuales setrasforma en pan para ser repartido en miles de hogares. Todomerced al trabajo directo del productor, o de mquinas dirigi-das por l.

    Los mineros de Gales, por ejemplo, sacan el carbn; enGlasgow se junta el hierro. El acero se trasforma en mquinas,las cargan en buques (construidos por otros trabajadores), losmarineros las trasportan a ultramar, aqu las desembarcan y lasmontan mecnicos y albailes. Queda instalada una fbrica detejidos para la cual es indispensable que el pastor cuide sus ove-jas productoras de lana en los desiertos de la Patagonia o en loscampos de San Luis y Crdoba.

    Para alimento de esta gente trabajan los agricultores y losquinteros de las llanuras de otras provincias, mientras los hijosde esos obreros cuya fbrica da vestidos son educados por maes-tros y leen peridicos y libros hechos por periodistas, escritospor intelectuales e impresos por los tipgrafos.

    As toda la produccin est infinitamente conexa; cien milclulas se interrelacionan y unen en el aspecto ms insignifican-te de la productividad moderna que va desde el simple trabaja-dor manual hasta el tcnico especialista que estudia los nuevosinventos, o exclusivamente se preocupa del avance de tal o cualparte pequea de la produccin, y, si a mano viene, tarda aosen dar un invento extraordinario o corriente.

    La produccin, como sus instrumentos, no puede ser pro-

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    piedad individual, sino comn: los crea como los usa la comu-nidad. No se admite, por lo tanto, la propiedad privada salvoen pequeas cosas. La propiedad deja de ser privilegio paratransformarse en algo de uso colectivo, como producto histri-co colectivo.

    La produccin exige tanta solidaridad como el consumo,aunque se espanten los economistas de universidad; socialmen-te es lo mismo.

    No hay pues otro camino que socializar las riquezas y fuen-tes de riqueza: campos, fbricas, talleres, dinero, etc.; raciona-lizando al mismo tiempo la sociedad.

    La comunizacin traera la solucin que en los rdenes na-cional e internacional est buscando intilmente el capitalis-mo, resolviendo los graves problemas de la desocupacin, muer-te, inanicin, miseria y explotacin de las clases pobre y media.

    Pero la socializacin no puede implantarse desde arriba, siha de ser eficiente y duradera; necesita que arranque desde lasmismas fuentes de la produccin y las fuentes de ella estn en laclula social, en las organizaciones en que se agrupan por pri-mera vez los hombres, en los sindicatos. El sindicato es la basede la primera agrupacin social y de la unin de stos surgenlos sindicatos por industrias como organismo eficiente y orien-tador de la produccin.

    Los consejos de taller con su seccin tcnica, los comits defbricas, con su consejo de gestin; los sindicatos de industria;la federacin regional de las industrias con sus centros de esta-dstica, con sus centros de materias primas y de intercambio demercancas nacionales; los sindicatos agrarios, las federacionesregionales de la agricultura, con sus comits, estadsticas, dis-tribucin, irrigacin, electrificacin y mano de obra, unidos enun consejo nacional de la economa socializada; las comunas,cooperativas de consumo y produccin, etc., forman un sustra-to serio y nico de la futura organizacin.

    Se deduce de esto que una de las bases fundamentales de lalabor histrica de la F.O.R.A. ha descansado en el estudio ysolucin del fundamento econmico de los pueblos. Ella diosiempre a este problema un lugar importante, pero no exclusi-vo, apartndose definitivamente de la interpretacin econmi-ca de la historia y de todo el pensamiento marxista tan petulan-

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    te como anticientfico; de atribuir preponderancia determinan-te a los valores econmicos, quedando la voluntad de los hom-bres para siempre sierva y predeterminada por las leyes de laevolucin econmica.

    De aqu surgen distintas conclusiones: la revolucin no tie-ne sus causas slo en la miseria; y la prueba est en que haypases con revolucin que hace muchos aos estn en la miseria(no dudamos saldrn de ella).

    Ningn proceso revolucionario vence porque sean pobressus componentes. Existe una infinidad variada de causas: elsentido de justicia, la percepcin de una futura igualdad, laemancipacin.

    No se inicia el proceso de disgregacin societaria de la bur-guesa slo porque el capitalismo ha madurado su tcnica, porlas contradicciones de su desarrollo o por el choque de susimperialismos; sino tambin porque los hombres lo quierenpor cuanto hay una voluntad de cambio; los hombres quierencomo nunca, en esta hora de la historia, y lo que quieren lorealizan.

    En el orden poltico fue partidaria de la ms franca libertad,defendi siempre la libertad y puso en su tctica todas las fuer-zas de sus ideales. Su accin fue federalista, reconociendo quesi la fuerza inicial est en el sindicato, la raz humana se en-cuentra en el individuo, y cuantas instituciones menoscaben esteprincipio de libertad no producirn ms que dictadura, perse-cuciones, crceles y vuelta al rgimen opresor de la burguesa,cuyo principio est en la organizacin de la violencia por lasminoras depredadoras y represivas.

    Su ideal es antiestatista; rechaz el Estado como forma his-trica de la autoridad, como cristalizacin de la violencia orga-nizada, como instrumento de clase y sistema de opresin. Con-sidera que no es slo producto de la lucha de clases, sino formade organizacin de los instintos de autoridad que tiene el hom-bre desde pocas precapitalistas. No lo acepta en su necesidadni en su transitoriedad porque es un supuesto lgico y real quetodo Estado, cualquiera sea el calificativo que tenga, tiende noslo a crecer sino a eternizarse. Actan en l las dos frmulasvitales aplicables a todas las instituciones sociales; crecimientoy universalizacin.

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    Rechaz toda avalancha legislativa como impedimento aldesarrollo de la conciencia libre de los hombres.

    Sin la libertad no podr surgir ninguna organizacin esta-ble, pues la sujecin y coaccin estatal y autoritaria impedirntodo avance hacia una realidad concreta, que ser el principiodel verdadero socialismo.

    La libertad encuadra con la conciencia individual y se une ala produccin sin que exista la contradiccin que hay entre unay otra en el mundo burgus, empequeecido y dividido por latcnica y los nacionalismos.

    Las fuerzas que el individuo, los sindicatos, las comunas li-bres, las cooperativas perdieron frente al Estado, vuelven a susfuentes prstinas y se descubre en los componentes de dondearrancaron en pocas histricas.

    Atac, pues, el poder de la burguesa en su esencia y sustan-cia y a este mismo poder si se quiere ejercer en nombre delproletariado. El poder se disuelve en sus orgenes, porque aun-que pueda ser usado unas veces para cosas buenas, siempre hasido usado para cosas malas, y parece que los hombres en elpoder se vuelven con l opresores, perseguidores o malos pas-tores de los otros hombres.

    La F.O.R.A. sigui la gran tradicin idealista de la moral;las fuerzas que ella opone a las fuerzas del capitalismo son mo-rales y de accin directa y econmica.

    Si la accin directa slo puede dar el golpe para iniciar elcambio del aspecto institucional del rgimen, slo las fuerzasmorales pueden perfeccionar al hombre que ha conquistado supasar econmico.

    El problema de la revolucin, se deduce de esto, no es exclu-sivo de la distribucin productiva, sino de la liberacin huma-na y esto no podr realizarse por decreto, llmese al Estadoproletario o burgus, ni lo va a realizar a plazo fijo ningnpartido poltico o filoproletario.

    La F.O.R.A. tuvo como norma fija no slo la lucha contra elcapitalismo, sino que combati el hecho de que una enormemayora de obreros aspiran a ser capitalistas. Su labor, por con-siguiente, ha sido integral. Sus aspiraciones no son de exclusivi-dad anticapitalista, sino que hizo un inmenso esfuerzo pordesaburguesar a Amrica. Actu en el sentido econmico fun-

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    damental humano. De su larga actuacin se deducen sus pre-ocupaciones creadoras llegando al fondo del problema que in-dica que slo una labor de medios inmediatos puede producirel anhelo deseado y en ms corto plazo que la ilusin polticade la asuncin del mando y la exclusividad de la lucha por elpoder. Trabaj para que las masas estuvieran siempre descon-tentas de su suerte y su realidad, en contra de partidos socialis-tas que predicaban con la accin reformista la pasividad y elconformismo, dejando los cambios fundamentales para otraspocas.

    Sin embargo nunca cultiv los mviles inferiores de las ma-sas, ni el poder ni el dinero, y menos el crimen, ya que su idealera la ms pura concepcin humana y su realidad el ms desin-teresado herosmo. Los obreros federados jams tuvieron jefes,ni puestos, ni productiva gloria, ni pitanza regalada. Es el ejem-plo ms extraordinario de sacrificio colectivo e individual.

    En sus filas se luch por algo que no alcanzara esa genera-cin de luchadores, y cuando los aspectos de una conquistarelativa eran realidad slo servan para aumentar la lucha, parael avance siempre, y as se perdieron muchas batallas que el daanterior habanse ganado, porque el ideal no estaba en el au-mento de paga o disminucin de jornada, sino en la lucha porel socialismo.

    Llev el instinto de lucha por el socialismo verdadero al puntodesconocido por otras agrupaciones. No se estanc nunca. Siem-pre signific lo mismo cuando tuvo 40.000 afiliados como cuan-do, despus del ao 1920, lleg a 500.000.

    En los 40 aos de su historia se lee que no trat de ser slouna organizacin fuerte, no quiso la organizacin por s mis-ma, conoca el peligro que ella importaba para el futuro deAmrica. Porque cuando un organismo revolucionario se agran-da sin tener un nervio ideal que lo agigante igualmente, todo seviene al suelo, por cuanto el sentido conservador de la organi-zacin mata la fuerza revolucionaria del porvenir. Cuenta elejemplo de los grandes partidos y organizaciones socialistas au-toritarias ahogadas por su agigantamiento desmedido, como elpartido socialista alemn y el italiano, cuyo significado histri-co ltimo consiste en haber preparado el terreno para el triunfodel fascismo por su accin esttica, deletrea y democrtica.

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    De lo que trat fue de la emancipacin. He aqu un mvilvital, nunca superado, siempre perseguido que acicate instin-tivamente al movimiento especficamente obrero orientado porel gran organismo de lucha del proletariado argentino.

    Ha sido y sigue siendo la nica entidad federalista por prin-cipio y por tctica. Porque el federalismo encuadra en la natu-raleza humana. No se trata de un Estado federalista. Es eviden-te que entre Estado y federalismo existe una profunda contra-diccin y los Estados llamados federales evolucionan rpida-mente hacia la centralizacin. Las repblicas sudamericanas sonel mejor ejemplo de ello. La teora del Estado federal doctrina-riamente puede ser defendida, pero de la prctica del capitalis-mo internacional resulta cuanto est de acuerdo con la natura-leza del Estado una unitariedad progresiva, por ms declara-ciones que hagan esas novelas sintticas que los demcratasllaman, con tanto respeto hipcrita, constituciones.

    En nuestra regin, el sentido federalista es lo que, por tradi-cin popular y por accin geogrfica y territorial, tendr queprimar. Inmenso pas, con lugares apartados, de caractersticasdistintas, de aspecto desigual, de producciones mltiples; degrupos tnicos mezclados y con sangre de todas las razas de laTierra; de vecinos con conglomerados artificialmente clasifica-dos bajo las denominaciones nacionales, pero con psicologa yeconoma afn; que necesitan relacionarse e intercambiar pro-duccin y solidaridad; no cabe ms que un ideal federalistacompatible con todas las relaciones e interrelacionesimaginables entre los grupos productores. No nos podemosimaginar cmo el habitante de Salta o de Misiones necesiteobedecer para su desarrollo vital al juez de Buenos Aires, aun-que s se establece la lgica de un intercambio de productos,intelectual o funcional.

    Tal sentido integral federalista ha tenido su prctica, valedecir la teora ha sido vivificada por la prctica.

    La F.O.R.A. realiz el federalismo en su organizacin. Nofue jams centralista y las federaciones provinciales tuvieronjunto a la llamada, por comodidad, central, la ms amplia au-tonoma y dentro de stas, las locales igualmente; y junto aellas, los sindicatos practicaron un federalismo que ha marca-do la ruta definitiva de la organizacin argentina.

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    Qu ensea a este respecto la prctica del movimientoobrero?

    Que en el pas no cabe ningn organismo centralista. Quejams ha tenido vitalidad ni popularidad cuanto en otras regio-nes pudiera preparar el terreno para dictaduras circunstancialeso Estados eternos.

    Que los sindicatos han defendido fieramente su autonomay que las formas futuras, no slo del movimiento obrero sinode la constitucin societaria regional no puede ser otra que lafederalista, por as responder a la tradicin, revolucin y a losinstintos.

    En el federalismo forista ha desarrollado su vitalidad, todaslas energas posibles, durante largos aos, la clase obrera decualquier regin del pas.

    No se puede violentar la vida imponiendo un centralismocorruptor, creando una unidad artificiosa; construyendo de an-temano antagonismos feroces slo sostenidos por la violenciade gases y metrallas.

    La vida social es polimorfa, varia de comarca en comarca,se diferencia de pueblo a pueblo. Sus modalidades infinitas ne-cesitan de la libertad, para avances y retrocesos, creaciones ydestrucciones, para sus afinidades y antagonismos, errores yverdades. Slo compatibles en su magnfico imperio con la li-bertad, cuya frmula va unida al federalismo y a la autonoma.

    Fue el valor de resistencia ms serio opuesto a la sumisintotal de la sociedad por la captacin burguesa. Resisti laplena absorcin del capitalismo. Merced a su accin directahoy viven lozanas aunque perseguidas las nuevas fuerzas dereconstruccin.

    Resisti no slo al Estado y a sus agentes en los campos y enlas ciudades, sino tambin su filosofa, y desarticul el ambien-te de sumisin en que hubiera cado el proletariado sin unin ydefensa.

    Resisti la explotacin patronal, as como la intervencinautoritaria colaborando en la formacin de la conciencia deuna Amrica nueva.

    La burguesa ha querido ver solamente una funcin des-tructora en sus luchas. Su historia niega rotundamente el aser-to. No construy en la forma que pudiera haberse realizado si

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    los tiempos hubieran sido otros y las realidades revoluciona-rias ensayadas en un campo concreto. Pero dej una cons-truccin tan verdadera en la conciencia de sus adherentes por-que a la labor sindicalista se una la accin de militancia yeducacional.

    Por sus filas pasaron millones de obreros en quienes se elevel espritu de compaerismo, solidaridad y lucha; porque stahistoria que hoy nos cuenta Santilln vive escrita en el coraznde todos esos viejos y nuevos combatientes, que hicieron de lamilitancia a veces una religin y a veces una pasin. En tal as-pecto, la historia de la F.O.R.A. no es slo historia sino realis-mo social, porque en este mismo instante en que escribo susacciones pasadas van transmitindose como las viejas leyendasa voz viva, de hombre a hombre, y sus acciones presentes cris-talizndose en el germen promisorio de lucha por un mundonuevo.

    Bajo su bandera los obreros aprendieron el axioma de lasmasas modernas: la emancipacin de los proletarios ser obrade ellos mismos; no asunto de terceros, extraos u otras clases,sino personal y colectivo.

    De aqu que la accin de la F.O.R.A. haya sido durante suhistoria mucho ms eficaz e importante que la accin del Parla-mento argentino en cincuenta aos.

    Un paralelo entre las dos entidades no puede ser resistidopor el parlamentarismo nacional, cuyo descrdito y sumisinhace rato conocemos y cuya genuflexin e ineficacia procla-man en las plazas pblicas hasta los oradores noveles, a sueldode los intereses de la burguesa rural argentina.

    En estos ltimos cuarenta aos todo progreso, toda eleva-cin o conquista en el orden del mundo trabajador y hasta de lademocracia, ha sido debido al movimiento proletario y campe-sino, a cuya cabeza estuvo la F.O.R.A.

    Quien recorra las pginas de esta historia podr darse cabalcuenta de que si algo de utilidad hicieron el Parlamento y losgobiernos fue forzadamente y por la exigencia de las circuns-tancias y presin de las masas que, dirigidas por la ideologaforista, amenazaban la estabilidad del rgimen.

    Fue en la plaza pblica, en la agitacin callejera, en el bullirde las asambleas populares y obreras donde nacieron las fuer-

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    zas que, al parecer perdidas, despertaban de su sueo a esa bur-guesa, cuyo rgimen era incapaz de parlamentar.

    Fueron esas huelgas, los miles de huelgas con centenares deobreros muertos y los miles de presos sociales y polticos; fue elhambre de esos proletarios y de sus hijos; fue el sacrificio de losmejores cerebros obreros lo que obligaba a la burguesa a cederun adarme y hacer concesiones a la masa popular que aspira adignificarse y redimirse.

    Fueron esas huelgas parciales o generales que hicieron tam-balear el rgimen. Cuando la agitacin pblica se levantabaamenazante, entonces los polticos trataban con desgano ydemaggicamente los problemas, llevndolos a la legislacin,de donde salan leyes siempre burladas que, inteligentementepromulgadas, no hacan ms que calmar los nimos e impedirlos choques hasta que la marea popular bajara.

    La accin parlamentaria argentina no es nada ms que elreflejo descolorido de la accin conjunta de agitacin del prole-tariado y del campesinado.

    Las leyes agrarias vinieron despus de las infinitas huelgasde chacareros que amenazaron y coparon policas de pueblosenteros y cuando la agitacin llegaba a su extremo; recin en-tonces el Parlamento restaba a los terratenientes lo menos quepudieran dar, contando siempre con esa clusula que tiene todaley buena, por la cual quedan suprimidas sus bondades.

    En general, todo cuanto se hizo por va legislativa fue el ecode la accin directa de las masas unido al pnico o terror delcapitalismo.

    Jams del Parlamento burgus surgi un reconocimiento dederechos, concesiones fundamentales o algo de renunciacincristiana.

    La F.O.R.A. siempre la tuvo en jaque, y el futuro historia-dor social encontrar suficiente material en sus anales para de-mostrar cmo el avance de la colectividad regional hzose porlas fuerzas trabajadoras, encabezadas por sus organismos delucha.

    Los partidos obreristas aspiraron a explotar todos los movi-mientos populares con fines electorales, pero no consiguieronsu propsito y el proceso revolucionario se encontr siempreen su hora y oportunidad de avance.

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    El parlamentarismo en Amrica fue violado por la accindirecta de las masas. Del primero no quedar nada; malos dis-cursos, rias indecentes por intereses menores, subasta de pues-tos, negocios sucios, bajo nivel moral, malabarismo ycontorsionismo malabarista. De la agitacin popular y obrerapuede decirse que fue el nico elemento de progreso y de avan-ce social. Ella asimil la labor de los intelectuales serios y hon-rados y expandi sus semillas en sentido horizontal.

    Durante largo tiempo luch por la organizacin material ymoral del proletariado. Su principio organizador arranca de suideologa y de su prctica: organizarse para la lucha como unaspecto elemental de la nueva organizacin.

    La F.O.R.A. ha sido siempre organizadora: prueba es que en1921 la Federacin Provincial Santafecina tena ms de 110gremios adheridos y cotizantes formados al calor de sus pro-gramas y reivindicaciones.

    Pero a la organizacin le dio su sentido: organizar para lalucha y para la nueva sociedad; por eso acept las uniones gre-miales y los sindicatos por oficios y hasta oficios varios, com-prendiendo muy bien que las organizaciones de lucha tal vez nosirvieran para la reconstruccin o fuera menester cambiarles deforma, reforma que surga desde abajo, desde las asambleas ycongresos, desde los sindicatos y comunas; as fue como se acep-taron los sindicatos por industria y la organizacin moderna ycientfica del trabajo.

    En su combate contra la democracia desorganizadora diopreeminencia a la organizacin profesional.

    Su intento fue y es agrupar a los hombres por funciones y nopor ideas exclusivamente o intereses, como lo acepta la demo-cracia liberal.

    Trabaja por sustituir la desorganizacin y el despilfarro delrgimen propietario por un rgimen de valores funcionales, encuyo primer trmino est el trabajo, apoyado en la socializa-cin y en la racionalizacin de la sociedad. Jams luch paraocupar las posiciones que tiene la burguesa.

    Hay partidos que quieren la Revolucin para ir ellos al po-der y repartir los puestos de responsabilidad entre sus adherentesde confianza, repitiendo lo que hizo la democracia liberal conla invocacin de que ellos son honrados. Hay partidos que quie-

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    ren gobernar en nombre del proletariado y del campesinado,considerando a stos como menores de edad para dirigirse, peroaptos para trabajar y producir.

    La F.O.R.A. no tuvo ni tendr puestos para repartir, auntriunfando sus ideales. Sus militantes no van a beneficiarse conninguna ganga ni prebenda: ella reconoce la alta capacidad deorganizacin social de los proletarios, campesinos e intelectua-les que estn en sus filas. Considera capaz al pueblo para es-tructurar una nueva sociedad. No cree que sindicatos o comu-nas sean menores de edad sino todo lo contrario, puesto quecapacidad de produccin indica capacidad de organizacin ylibertad de determinacin.

    Ella no aspira a ser un gobierno central, con ejrcito nume-roso, militarismo, crceles, burocracias gigantes, jueces, poli-cas, destierros, persecuciones y ausencia total de derechos ele-mentales. No slo desaprueba eso, sino que se ha declarado encontra infinidad de veces. Ni confunde la causa del verdaderosocialismo con los intereses de un partido o de un grupo defanticos bien intencionados, a lo Robespierre. Ha querido siem-pre hacer de una de las frmulas histricas del pensamientosocialista un estado de conciencia. Se opone y se opondr atoda mistificacin proselitista que hunda a los proletarios en laesclavitud del salario, as sea esgrimido en nombre de la liber-tad o de la igualdad.

    Su accin cultural fue eficiente. Sus propagandistas pronun-ciaron miles de conferencias. Sus peridicos se multiplicaron, ha-biendo aos en que respondan a esa tendencia ms de treinta.Edit folletos, y aqu su obra empalma con la de La Protesta,vocero batallador del proletariado con ms de treinta aos de vida,y la de esta editorial que verti al espaol obras fundamentales delpensamiento humano, an no traducidas, y puso al alcance de lasmuchedumbres el libro bueno y barato. La cultura, dijo Spencer yrepiti Matienzo, no la crea el Estado, sino el pueblo.

    Expandi la cultura intelectual por todos los medios. Aus-pici infinidad de bibliotecas esparcidas en toda la repblica.Acredit el libro, el folleto. Despert las ansias del saber en lasmasas e hizo significativa la ventaja de la instruccin superior.Lo que la burguesa neg al obrero, la F.O.R.A. hizo todo loposible por drselo.

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    En este terreno confluye la obra de alta cultura realizadapor toda la prensa libre y por los compaeros amantes del sa-ber en las creaciones de centros culturales, bibliotecas, ateneos,ligas, centros recreativos, universidades populares, etc., los cualesen realidad son los que han dado al pueblo proletario argentinolo poco que tiene. Porque la burguesa no dio nada al pueblo.Le tir como limosna una msera e insuficiente instruccin pri-maria, con maestros impagos, esclavizados y cansados, reser-vndose ella la secundaria y universitaria, y los laboratorios,cines, teatros, prensa, revistas, etctera.1

    Tambin en el orden educacional foment la formacin decientos de escuelas racionalistas, algunas de ellas muy impor-tantes, como la Escuela del Sindicato de los obreros del F.C.C.A.en Rosario, que lleg a tener ms de 450 alumnos. Propici unanueva educacin. No esper nada del Estado; sus obreros in-tentaron la tarea de una nueva instruccin, pero la burguesa seles vena encima; y junto con el sindicato se clausuraba la es-cuela, encontrndose luego juntos tambin en las crceles maes-tros y obreros; otra de las pginas ms bochornosas del terrorargentino...

    Con la central inicial, el movimiento obrero se organiz entodo el pas. Sobre el terreno virgen los compaeros libraronlas primeras batallas contra el salvajismo primitivo de la igno-rancia estatal; no se luch slo contra el burgus, surgieron laorganizacin del Chaco, los movimientos de Santa Cruz, la or-ganizacin misionera, india en Jujuy, chacarera en las pampas eindustrial en las ciudades de Buenos Aires, Tucumn, Rosario,Crdoba, Avellaneda, Mendoza, y otras, y ella fue rota y nacide nuevo. Dispersadas sus fuerzas, disueltos sus gremios, el es-pritu no se perdi jams.

    Numerosa o pequea, lo mismo en los altos que en los ba-jos, all estuvo la F.O.R.A. con su solidaridad para todo el mun-do, para entidades nacionales o internacionales, cumpliendosiempre el deber moral con el proletariado mundial.

    En estos ltimos tiempos combati la dictadura, fue perse-guida y disuelta; presos sus consejos, fuera de la ley sus miem-bros, sus raleadas filas levantaban todava la huelga en son deprotesta, grande o pequea era lo nico serio que apareca en e