a plena voz 37 definitiva

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A Plena Voz y sus fraternos lectores 45 A A sus fraterno sus fraterno Voces de la Calle WILLIAM OSUNA 46 Voces d Voces d WI WI Comic IVÁN LIRA 48 Contenido La tarea revolucionaria YLDEFONSO FINOL 4 r r Perolita CÉSAR CHIRINOS 31 Un balance del referendo constitucional: ¿Por qué la derrota del “sí” es salvadora? GERSON GÓMEZ ACOSTA 11 referend referend ¿P ¿P del del Poemas de Arnulfo Quintero 25 Arnul Arnul Crisis en el horizonte RAÚL VALDÉS VIVÓ 26 Crisis en Crisis en El Poder Popular es la democracia verdadera JOSÉ OLMOS CARMEN CECILIA LARA 14 El Po El Po demo demo 6 Venezuela 2008: ¿para dónde va la revolución? MARCELO COLUSSI 22 Laureados Poetas 2007 15 Triunfó el terror MUNDO IRIBARREN 17 La renovación universitaria. La imaginación al poder GERÓNIMO PÉREZ RESCANIERE OPEP en el mercado energético mundial LIBIA GUERRERO CASTELLÓN 35 OPEP OPEP energ energ LIBIA G LIBIA G 20 Que se calle el rey FERNANDO CASADO 30 Luz en los andes: el cine de Antonio Eguino GUADI CALVO Manifiesto para la Patria Grande Manifiesto de Buenos Aires 37 Manifies Manifies Que sea la última vez TULIO MONSALVE 40 Nido de Ratas HÉCTOR SEIJAS 43 Ni Ni Imperio y Estados fallidos JORGE ARTURO REYES 29 Imperi Imperi JORG JORG

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A Plena Vozy sus fraternos lectores45A Plena Voz45A Plena Vozy sus fraternos lectores45y sus fraternos lectores

Voces de la CalleWILLIAM OSUNA46Voces de la Calle46Voces de la CalleWILLIAM OSUNA46WILLIAM OSUNA

ComicIVÁN LIRA48

contenido

La tarearevolucionaria

YLDEFONSO FINOL4revolucionaria4revolucionaria

PerolitaCÉSAR CHIRINOS31CÉSAR CHIRINOS31CÉSAR CHIRINOS

Un balance delreferendo constitucional:

¿Por qué la derrota del “sí” es salvadora?

GERSON GÓMEZ ACOSTA11referendo constitucional:11referendo constitucional:¿Por qué la derrota11¿Por qué la derrota

del “sí” es salvadora?11del “sí” es salvadora?¿Por qué la derrota

del “sí” es salvadora?¿Por qué la derrota11¿Por qué la derrota

del “sí” es salvadora?¿Por qué la derrota Poemas de

Arnulfo Quintero25Arnulfo Quintero25Arnulfo Quintero

Crisis en el horizonte RAÚL VALDÉS VIVÓ26Crisis en el horizonte 26Crisis en el horizonte El Poder Popular es la

democracia verdadera JOSÉ OLMOS

CARMEN CECILIA LARA14El Poder Popular es la 14El Poder Popular es la democracia verdadera 14democracia verdadera El Poder Popular es la democracia verdadera El Poder Popular es la 14El Poder Popular es la democracia verdadera El Poder Popular es la

6Venezuela 2008:¿para dónde va la

revolución?MARCELO COLUSSI

22Laureados Poetas 2007

15 Triunfó el terror

MUNDO IRIBARREN

17La renovaciónuniversitaria.

La imaginación al poder GERÓNIMO PÉREZ RESCANIERE

OPEP en el mercado energético mundialLIBIA GUERRERO CASTELLÓN35OPEP en el mercado 35OPEP en el mercado

energético mundial35energético mundialLIBIA GUERRERO CASTELLÓN35LIBIA GUERRERO CASTELLÓN20Que se calle el rey

FERNANDO CASADO

30 Luz en los andes: el cine de Antonio Eguino

GUADI CALVO

Manifi esto para la Patria Grande

Manifi esto de Buenos Aires37Manifi esto de Buenos Aires37Manifi esto de Buenos Aires

Que seala última vez

TULIO MONSALVE40Nido de Ratas

HÉCTOR SEIJAS43Nido de Ratas43Nido de Ratas

Imperio y Estados fallidos

JORGE ARTURO REYES29Imperio y Estados 29Imperio y Estados

JORGE ARTURO REYES29JORGE ARTURO REYES

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A Plena VozRevista Cultural de Venezuela

N° 37 noviembre de 2007DirectorWilliam Osuna

Jefe de RedacciónHéctor Seijas

Asistente a la Coordinación EditorialLibia Guerrero CNP 10.911

Consejo EditorialFrancisco Sesto NovásBenito IradyGustavo PereiraWilliam OsunaMiguel Márquez

Diseño y DiagramaciónGlenn Díaz [email protected]

Portada y Dirección de artePájaro [email protected](Obra de portada: Alicia Velasco)

CorrecciónLeya Olmos

Colaboraron en este número:Raúl Valdés Vivó, José Olmos, Carmen Cecilia Lara, Jorge Arturo Reyes, Gerónimo Pérez Rescaniere, Yldefonso Finol, Guadi Calvo, César Chirinos, Fernando Casado, María Alejandra Rojas Sánchez, Alejandro Silva, Joel Rojas, Inti Clark, Arnulfo Quintero, Tulio Monsalve, Mundo Iribarren, Marcelo Colussi, Gherson Gómez Acosta, Héctor Seijas, Libia Guerrero Castellón, William Osuna, Iván Lira.

Depósito Legal: pp200302CS576 ISSN: 1690-6659

Ministerio del Poder Popular para la CulturaAv. Panteón, Foro Libertador, Edf. Archivo General de la Nación, planta baja, Caracas­ Venezuela,E­mail: [email protected] Tlfs: 58 0212 5648023/5640106

Editorial El perro y la ranaTlf: 58 0212 3775379

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EDITORIAL

Decir que la victoria oposicionista es un triunfo pírrico, viste, le da brillantez al anillo, barniza la palabra, gusta en los taburetes de las academias. En cambio enferiarse con la palabra mierda, convertirla en un espectáculo irreverente contra el espejo moral de la derecha venezolana, nos devuelve todo el incienso de la pacatería burguesa, el copón de cobre malo y vino piche que se fermenta en las barricas de las elites. La mierda es cruel e igualitaria, embadurna las cárceles de los miserables y el castillo de los reyes. Pasó por los ríos de la Roma imperial y las quebradas que bajan del cerro Ávila. Los intelectuales oposicionistas piensan que la palabra mierda no la merecen sus oídos. Mejor que se vayan al convento de al lado con sus fruslerías verbales y su manual de hábitos e higiene. Allí podrían averiguar si su materia fecal, les rebota, o jugarse el gallo del coronel Buendía para el próximo libro. La mierda no es femenina como piensa los gramáticos. Aún no se sabe por qué los gatos la esconden debajo de las alfombras. En la casa de campo guarda distancia con las hamacas, aunque de vez en cuando aparece como una sombra parda detrás de la puerta que conduce al corral. Los franceses cuando se martillan un dedo la invoca, merde, oh lala. Un célebre episodio literario nos refiere la siguiente anécdota: Silvina Ocampo en una de sus veladas literarias, le reclamó a Borges y Bioy Casares, el escaso areté porteño que suscitaba el estruendo de sus risas y burlas, ante un texto leído por uno de sus invitados. El invitado se ahogaba en la cárcel del poema, entre gansos y odaliscas. Borges y Bioy en la seguridad de sus palabras. Muchachos no sean mierdas, los reprimía madame Ocampo. La velada continuaba. Una vez tuve un amigo, Tirso Acosta, lo apodaban mierda seca. ¿Dónde estará mi amigo de sardina y de maní?. ¿Aún vive con su apodo a cuesta?

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4 A Plena Voz

Hacer la revolución es una tarea –difícil tarea, recordando a Domingo León– de todos los días. O, para ser más exactos,

de todos los minutos. No hay tiempo para el descanso, una batalla sigue a la otra y la vida es un torbellino de exigencias crecientes y de esfuerzo tras esfuerzo. Construcción heroica, a decir de Mariátegui.Para nosotros no hay derrota. Sólo aprendizaje. Al escoger la militancia revolucionaria como camino de vida, perdemos el derecho al retiro. Porque nunca abandona la lucha del pueblo quien se precie de ser revolucionario de verdad. La perseverancia es condición necesaria –aunque no sufi ciente– para optar al inmensurable honor de ser re-volucionario.Como aprendices de revolucionarios que somos toda la vida, debemos recor-dar aquella sabia enseñanza del cama-rada Lenin, según la cual «el peor error de un revolucionario es confundir sus deseos con la realidad». Es el vicio del subjetivismo en su máxima expresión. Románticos comos somos, es decir, amantes de lo profundo, lo denso y lo bello, nuestra tendencia «natural» a

soñar las utopías nos puede conducir, en ciertas situaciones, a querer coger las nubes con las manos. Tomar el cie-lo por asalto, decían los muchachos del Mayo francés. La realidad es un todo complejísimo donde se mezclan lo material y lo inma-terial. El cambio revolucionario sólo es posible cuando se interceptan las cur-vas de las condiciones objetivas y las subjetivas. Cuando la situación social y económica coincide con la concien-cia ideológica del pueblo para crear el punto de despegue revolucionario. Sólo allí es posible, políticamente, dar el salto. Intentarlo antes es volunta-rismo, dejarlo pasar es inmovilismo, falta de disposición combativa. Los dos errores son fatales para el movimiento revolucionario.Nuestra Revolución bolivariana acaba de sufrir un revés electoral signifi cativo que debemos evaluar muy seriamen-te. Respondernos con honestidad las preguntas de rigor y hacer de las res-puestas un plan de acción. ¿Escogimos el momento y el terreno adecuados para este combate? ¿Supimos trasmitir nuestro mensaje con claridad y cohe-rencia? ¿Evaluamos correctamente nuestras fuerzas y las del enemigo?

Pero tampoco nos engañemos con fal-sos consuelos pequeñoburgueses. Que si salimos fortalecidos porque ahora la oposición reconoce la Constitución de 1999. Que si logramos mayor credibili-dad internacional por haber perdido y reconocerlo. Tonterías. Perdimos y hay que cantarse las verdades, como dice el poema de Benedetti. Sólo se transfor-ma una derrota en victoria si se sacan las lecciones correctas del hecho y se toman las acciones correctivas.Hay que pasar a la ofensiva. Nos deja-mos quitar la calle y nuestros enemigos la usaron como tribuna de sus consig-nas. Burocratizamos a nuestro movi-miento estudiantil y nos crearon otro que fue cabeza de playa de la contra-rrevolución. Descuidamos la vigilancia revolucionaria de nuestras trincheras y se nos llenaron de oportunistas que jugaron para el bando contrario. La mala hierba de los personalismos cun-de entre nosotros. Nos sobran candida-tos y nos faltan combatientes. Luchar contra el imperialismo ameri-ta patriotas con sincera capacidad de entrega y desprendimiento. Chávez es uno y de los buenos. Pero él solo no puede ni podrá. Es hora de templar el acero de la conciencia revolucionaria.

la tarearevolucionaria YldeFoNso FiNol

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A Plena Voz 5

El Enemigo

La oposición venezolana ya sabe que el terreno de combate no es sólo el electoral. Hace rato vienen combinando diferentes formas de lucha que pasan por la conspiración, el sabotaje, el terrorismo y la guerra psicológica, con la que acaban de lograr su primer triunfo.En el referéndum de la Reforma Constitucional ganó la mentira. La mentira que impuso el fascismo mediático y las mentiras sobre las que los chavistas basamos nuestra campaña. El enemigo hizo su trabajo. La derecha tiene que mentir para manipular la conciencia de los ciudadanos. No pueden hacer otra cosa, ya que, decir la verdad sobre el capitalismo es abrir los ojos al pueblo sobre un incorregible sistema opresor. Eso sólo puede y debe hacerse desde el campo de la revolución. Esa es la tarea de los socialistas y comunistas. El domingo 2 de diciembre ganó el asesino de José Aníbal Oliveros Yépez. Ganaron los piromaníacos que intentaron quemar a decenas de estudiantes en la Escuela de Trabajo Social, y que quemaron al hijo del fotógrafo Francisco Solórzano. Ganó

Globovisión. Ganó RCTV. Ganaron los golpistas del 2002 que andan por ahí muy tranquilos conspirando. Ganaron los traidores. Los acaparadores de leche. Ganaron Aznar y Uribe. Ganó la Casa Blanca.No debemos cometer el gravísimo error de minimizar los hechos adversos. Nos creíamos ganadores y perdimos. Esa es la realidad. Decíamos que ellos no tenían maquinaria, que estaban desmovilizados, que estaban divididos, entre otras leyendas. Pero la verdad es que se unieron y se movilizaron. Las llamadas maquinarias, término muy adeco por cierto, ya sabemos que son susceptibles de ser derrotadas cuando se tiene la fuerza determinante de la mayoría. ¿Quién podía tener el poder de convocatoria para unirlos y movilizarlos? Solo un factor muy poderoso pudo lograr eso. Yo no tengo ninguna duda sobre la autoría del plan opositor y sobre el factor de poder que logró hacerlo exitoso: el imperialismo, en este caso a través del Gobierno de George Bush, el gran ganador.En estos días he observado diversas actitudes entre el chavismo con quien comparto y me reúno. Hay perplejidad entre quienes no se imaginaban la posibilidad de una derrota. Hay rabia

en el chavismo de corazón. Hay tristeza más allá de las consignas. Hay despecho. Hay muchas ganas de refl exionar y de ser escuchados. Nuestra gente quiere ser escuchada. Quiere gritar sus rabias. Quiere que la discusión sea horizontal. Quiere asistir a asambleas de iguales. Quiere derribar los presidios. La gente quiere hablar con Chávez. Debemos descifrar exactamente cuál fue la táctica de la oposición. El enemigo fue más astuto y más efectivo. Nos aplicó una de «vuelvan caras». Simularon hasta última hora estar en desbandada, dispersos, con varios mandos. Fingieron incluso una retirada. Pero cuando nos vieron confi ados, triunfalistas, viraron con fuerza y nos derrotaron.Entre los cientos de balances que he escuchado, los más sinceros sin duda son los del chavismo de base. En la llamada «dirigencia» y entre burócratas, se cocinan muchos pretextos y saludos a la bandera. Pero ¡ojo!, que en todos observo un peligroso sesgo electoralista. Se cree que la recuperación vendrá de prepararnos para ganar las elecciones de gobernadores y alcaldes a fi nales del próximo año. Para esa fecha se está dejando el desquite. Muy peligrosa actitud, insisto. La derecha no esperará hasta allá para golpear de nuevo.

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6 A Plena Voz

La derrota electoral del pasado 2 de diciembre es un campanazo de alerta para la Revolución Boliva-

riana. Hoy, a una semana de conocidos los primeros resultados, tanto el bloque del SÍ como la oposición de derecha que ganó con el NO ya están sumergidos en una urgente e imprescindible revisión de lo sucedido y de análisis y propuesta de los futuros escenarios.

La lucha de clases sigue al rojo vivo, y si por un momento pudo pensarse que el triunfo electoral de diciembre del 2006 con una amplia mayoría abría el camino al triunfo final de la revolución socialista, lo acontecido la semana pasada muestra que no es así. Por el contrario, convoca a pensar muy críticamente todo lo hecho en estos años: ¿qué avanzó la revolución bolivariana?, ¿qué falta por hacer?, ¿por qué la sorpresa de los otros días?

A estas alturas ya ha corrido mu-

cha tinta explicando las causas de esa derrota, primera del presidente Hugo Chávez en sus años de liderazgo políti-co. Sin querer con estas líneas agregar nada nuevo a lo ya dicho, todo indica-ría que hay entender lo sucedido como una combinación de dos factores: 1) el ataque de la derecha, y 2) la derecha en-dógena de la revolución. Es difícil, cuan-do no imposible, establecer porcentajes en el grado de responsabilidad de uno u otro factor. Se trata, en todo caso, de una compleja mezcla.

Secundariamente puede decirse también que, en forma indirecta, esta derrota electoral sirve para demostrar la transparencia de la institucionalidad del gobierno bolivariano, evidencian-do así que tanta pirotecnia verbal de la oposición en cada una de las elecciones pasadas cantando fraude, se invalida ahora. Sirve para mostrar, igualmente,

que el presidente Chávez no es el tirano dictatorial que la maquinaria mediática internacional ha puesto a circular desde hace ya tiempo.

No deben minimizarse en absoluto los errores propios; la autocomplacen-cia, en definitiva, es tan dañina –o quizá más dañina aún– que el ataque frontal del enemigo. De todos modos quedarse con la idea que por culpa de la corrup-ción insertada en el gobierno se perdió el referéndum de la semana pasada es parcial. La corrupción como modo gene-ral de hacer gobierno, y más aún: como práctica cultural cotidiana hondamente enraizada («¿cuánto hay pa’eso?») es un cáncer de larga data en la sociedad ve-nezolana. En todo caso, si hubo algo –o mucho– de voto castigo, ello se debió a una sumatoria de cosas. Está en la cres-ta de la ola mediática de la derecha vivir hablando de la corrupción sin límites del

Venezuela 2008:¿para dónde va la revolución?

MArcelo colussi

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chavismo; ese mensaje sin dudas ha per-neado toda la sociedad, y de alguna ma-nera funciona ya como frase-cliché. Pero la situación es algo más compleja aún: si hubo castigo al gobierno (no a Chávez sino a los cuadros que lo acompañan) es por la insatisfacción en las condiciones generales de vida que sufre la población.

Si bien es cierto que ha habido avances extraordinarios con la revolu-ción, continúan vigentes muchos pro-blemas que siguen siendo cuellos de botella muy molestos para el grueso de la gente común: problema habitacional, inseguridad ciudadana, desempleo, eco-nomía informal subterránea, desabaste-cimiento de algunos productos básicos. Sabemos que en mucho de todo esto juega la mano de la derecha (la lucha de clases sigue al rojo vivo, insistimos), pero el resultado final es que todas esas incomodidades de la vida cotidiana real-mente molestan, y en general la pobla-ción las liga, en primera instancia, a la responsabilidad del gobierno que debería atenderlas. Si a eso se suma una actitud «cuartorepublicana» en muchos funcio-narios del Estado –prepotencia, soberbia y falta de autocrítica, más una real in-competencia de raigambre histórica– es fácilmente entendible un cierto grado de apatía en los votantes.

Si algunos de los productos de con-sumo masivo que no se consiguen en Mercal están en los vendedores informa-les al doble o al triple de precio, eso llama al desánimo. No es, al menos en princi-pio, una cuestión ideológica, de valores culturales: es algo práctico. Si la gente no tiene resuelta sus necesidades, y ade-más de eso ve que más allá de un discur-so encendido por parte del presidente, muchos funcionarios públicos siguen con las mismas prácticas tradicionales, es difícil poner en marcha la llama revo-lucionaria.

Luego de la derrota, algunos secto-res bolivarianos han hablado de traición. ¿Traición al presidente Chávez? Si hoy se repitieran las elecciones presidenciales, probablemente Chávez ganaría con su caudal de más de siete millones del año pasado. Nadie traicionó a nadie. Los tres millones de chavistas que ahora se abs-tuvieron fueron ganados por el desáni-mo, la falta de motivación ideológica, la fosilización que se puede ver en los cua-dros medios del PSUV, y en muy buena medida –esto conviene no olvidarlo nun-

ca– por la propaganda de la derecha. La Revolución Bolivariana está ante

dos enemigos: 1) la derecha endógena y 2) la derecha económica y política (local e internacional). De cómo se mueva ante ambas dependerá la continuidad del pro-yecto revolucionario, o su reversión.

La derecha endógena

Una primera reacción, conocidos los resultados el lunes a la madrugada, fue buscar responsables en la misma estructura bolivariana. ¿Quién tuvo la culpa? La cuestión es más compleja que eso. Cortando algunas cabezas no se so-luciona nada. La cuestión es saber leer esta derrota y trazar líneas de acción congruentes, más allá de respuestas vis-cerales. Lo cual no quita, por supuesto, que haya que comenzar de forma inme-diata una autocrítica fuerte.

Nadie duda que las estructuras con las que viene moviéndose la Revolución Bolivariana (aparato de Estado así como partido político) distan mucho de ser fuerzas revolucionarias. El aparato de Estado, heredero de una larga cultura burocrática y de corruptela institucio-nalizada –como sucede, en términos generales, en todos los países latinoame-ricanos– no podía, ni puede todavía, ser una auténtica garantía de avance en las transformaciones que abrió la revolu-ción. De ahí la necesidad de crear estruc-turas paralelas, tales como las misiones. Lo que está claro es que no se puede pedir peras al olmo: a un Estado crecido hasta el infinito en la cultura rentista y buro-crática de las décadas pasadas es impo-sible exigirle estar a la altura de las ta-reas revolucionarias del momento. Y es muy difícil reemplazar esas estructuras. Las misiones, si bien fueron acertadas respuestas coyunturales, no alcanzan. En otros términos: no es que el Estado cuartorepublicano esté lleno de traido-res; está lleno de gente que no termina de sintonizar con valores socialistas pro-ducto de una pesadísima conformación ideológica histórica, exacerbadas más aún por las nuevas tecnologías comu-nicacionales desde unas décadas hacia aquí. La Guerra Fría aún no ha termi-nado; el fantasma del «comunismo apá-trida y ateo que se come los niños» sigue vigente.

Por otro lado, las estructuras par-tidistas con que fue moviéndose el pro-

ceso bolivariano dejan serias dudas. De momento, hasta la creación del actual Partido Socialista Unido de Venezuela –PSUV– no pasaron de ser maquinarias electorales, muy centradas en el cliente-lismo político y sin una ideología clara. La creación del PSUV, que se suponía po-día comenzar a remediar esas carencias en tanto un germen de poder popular real, aún no ha encontrado su camino, su perfil de partido revolucionario. Sigue siendo una sumatoria difusa de buenas intenciones, socialistas revolucionarios de corazón y oportunistas de siempre. Refleja, en definitiva, lo que es la socie-dad, una sociedad más que nada «cha-vista», que sigue a un líder a quien ado-ra, pero que no es portadora de ideales revolucionarios inquebrantables. Una sociedad que todavía no se define como socialista. Lo cual abre el interrogante respecto a ese nivel de lo ideológico-cul-tural: ¿cuándo pasan a ser revoluciona-rias las sociedades? ¿Eso de qué depende? ¿Cómo se construye? Lo cierto es que, producto de una larga –podríamos decir milenaria– cultura de sometimiento, las masas a veces se comportan revolucio-nariamente (el Caracazo, por ejemplo), pero en general se mantienen de un ni-vel de identificación con el discurso de la clase dominante. Y no hay ninguna duda que el discurso anticomunista visceral aún produce mucho escozor. Los tres millones de venezolanos y venezolanas que no fueron a votar no son traidores ni están cuidando a capa y espada sus fincas, empresas o bancos. Simplemen-te repiten los miedos ancestrales que los diseñadores mediáticos de la derecha saben explotar: «el castro-comunismo te va a quitar la casita y te va a sacar los hijos para llevarlos a un campo de ree-ducación en Cuba».

Todo lo cual no significa que los tres millones que ahora no votaron por el SÍ son de derecha, oligarcas conserva-dores y furiosos antichavistas. De todos modos, en ese discurso de derecha, con-servador, discurso de la clase dominante con el que se manipula y confunde a las masas populares, ahí hay un enemigo a vencer. ¿Qué pasó con el tercer motor de la revolución: Moral y Luces? ¿No está funcionando adecuadamente? ¿Cómo es posible que un pobre que se vería benefi-ciado concretamente por la reforma no se moleste en ir a votar?

Esto lleva a otra consideración: el

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8 A Plena Voz

chavismo está lleno de infiltrados. En parte, es así. Sin dudas que tanto las ins-tancias gubernamentales como el PSUV están plagadas de oportunistas, de gente que se puso hoy la boina roja pero man-teniéndose muy lejos de los ideales revo-lucionarios, gente a la que le resbala (o le repugna) la idea de socialismo. Se im-pone urgentemente un trabajo de depu-ración. Sin una profunda y genuina de-puración de los cuadros del movimiento bolivariano, tanto el gobierno como el partido político de la revolución seguirán siendo una bomba de tiempo que podrá implosionar en cualquier momento.

¿Cómo hacer esa depuración? Transfiriendo poder al pueblo, permi-tiendo que los consejos comunales y las instancias populares sean realmente el garante de los cambios revolucionarios propuestos. El presidente Chávez mani-festó después del 2 de diciembre que el pueblo aún no está maduro para acep-tar una propuesta socialista. Sí y no; la mitad de la población dijo sí. Y por otro lado, alguna vez debe empezar el poder popular. Ahora es cuando, aunque téc-nicamente la propuesta no haya salido ganadora en las urnas. El poder popular, así como los cambios revolucionarios, las transformaciones en la historia no se decretan legalmente por vía constitucio-nal. Simplemente se hacen (en general con grandes cuotas de sufrimiento, de muertos, de largas y penosas luchas).

La derecha económica y política (lo-cal e internacional)

Venezuela, como país rentista mo-noproductor y que a su vez continúa la estructura heredada de la colonia espa-ñola, ha generado una oligarquía na-cional muy ligada a los intereses de la principal potencia hemisférica: Estados Unidos. Esa clase dirigente no tiene pro-yecto de burguesía nacional propia, in-dependiente. Ha vivido e intenta seguir viviendo de una producción destinada casi exclusivamente al mercado externo. Si bien es cierto que ha perdido en muy buena medida el manejo del petróleo, sus negocios dentro del país no se vieron afectados mayormente por la llegada del proceso bolivariano. Tiene las alarmas prendidas, sin dudas, pero no ha perdido su lugar preponderante en la economía nacional. Aunque el gobierno haya in-tentado generar un campo de entendi-

miento mutuo con propuestas de econo-mía mixta (privada-estatal), sin expro-piaciones de los grandes capitales, sin tocar a las multinacionales, sin reforma agraria, su olfato de clase la ha puesto en pie de guerra. Son ya muchos los inten-tos de desestabilización que emprendió, hasta ahora sin éxito, para desbancar al actual gobierno. Y sin dudas seguirá en ese plan.

Detrás de esa burguesía nacional, anudada económicamente en sus in-tereses y con proyectos geoestratégicos propios como gran potencia global, apa-rece el capital estadounidense, dueño y señor histórico de esta parte del mundo, que cuenta con Venezuela como su gran reserva de petróleo (primeras reservas probadas más grandes del planeta).

¿Acaso estas derechas, estas pode-rosas oligarquías –la segunda fortuna más grande de Latinoamérica está en Venezuela: grupo Cisneros– y la avidez eterna del imperio más grande de la his-toria aceptarían gustosos una pérdida de sus privilegios? La construcción de un mundo nuevo, con mayores cuotas de justicia para toda la población (es decir: eso que llamamos socialismo), aunque no quiera, inevitablemente choca con las fuerzas que se oponen a un cambio. En Venezuela, la «revolución bonita» hasta ahora, asentada en gran medida en la muñeca habilísima de un gran estadis-ta como Hugo Chávez, se ha manejado sin entrar en una confrontación frontal de clases. La propuesta de reforma cons-titucional comenzaba a sentar las bases para esa profundización (prohibición del latifundio, prohibición del monopolio, fortalecimiento del poder popular). Y por eso mismo fue tan grande el trabajo que hizo la derecha para evitar su aproba-ción.

¿Acaso los grandes poderes, los enormes capitales que manejan el mun-do, aliados con las peores fuerzas re-accionarias del país –empresariado de FEDECAMARAS, Conferencia Episcopal, medios de comunicación golpistas, per-sonajes arribistas siempre listos a pasar-se al campo del poder (léase: algunos po-líticos, militares y sindicalistas oportu-nistas)–, acaso esos sectores permitirían gustosos, en una «fiesta democrática», aprobar una herramienta legislativa que pudiera servir para arrebatarles sus enormes beneficios? Si dieron batalla para detener esta reforma –y lo peor: la

ganaron– sin dudas continuarán el ata-que, más aún ahora, envalentonados por los resultados. Ya hubo voces en la dere-cha venezolana diciendo que la derrota del SÍ (derrota pírrica, no olvidemos) fue un «plebiscito anti Chávez». Aunque en modo alguno lo fue, y la derecha lo sabe, ahora tratará de capitalizar esos resulta-dos de la manera más manipulada posi-ble. Como se dijo por ahí: no ganó el NO sino que perdió el SÍ. Pero en política, al menos en la noción clásica de políti-ca, de lo que se trata es de hacer que la gente no tome parte en los asuntos que le conciernen, haciéndosele creer que está decidiendo («la democracia es una ficción estadística»). Esa es, hasta ahora, la única democracia que conocemos: la democracia donde el pueblo es un sim-ple títere manipulado. La democracia de base, participativa y revolucionaria, es hacia lo que queremos ir; pero el domin-go pasado le pusieron una zancadilla.

¿Qué hará la derecha ahora? Seguir atacando. Quizá más que antes, porque este resultado, aunque no pueda capita-lizarlo en lo inmediato, le favorece en el mediano plazo. ¿Por qué haría otra cosa? Chávez y la Revolución Bolivariana son el enemigo de clase y no dudarán en buscar exterminarles. Más aún al presi-dente, el verdadero soporte y garantía de todos los cambios en juego. La batería de ataque será, como siempre, muy amplia. Pero quizá, porque ya lo intentaron y no funcionó, no apostarán todo por la vía violenta, por el golpe militar (Baduel no parece una ficha de recambio. No es un líder que mueva masas, y no tiene tro-pas). Lo más probable es que continúe la guerra mediática, más encarnizada aún, a lo que podrán sumarse nuevos y pre-ocupante escenarios: el golpe de Estado suave, golpe de Estado con mecha larga. Para eso es básico el atentado contra la economía.

La intervención del gobierno es-tadounidense en la política interna de Venezuela seguramente se hará más descarada. Si lo era de un modo abierto hasta ahora –la oposición política fun-ciona como un marioneta de la Casa Blanca– los resultados del pasado refe-réndum auguran una mayor ingeren-cia, incluso más abierta. En muy buena medida el NO triunfó por las campañas de terror impulsadas desde los medios masivos de comunicación. Ahora, al-canzado este peldaño, es de esperarse

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un aumento del acoso, y el campo de la economía es el ámbito por excelencia. El desabastecimiento, la inflación, el mercado negro, por último, tienen para la revolución consecuencias más perni-ciosas que cualquier guarimba. Si todo esto ya se lo viene experimentando, sin dudas va a aumentar. Eso, más todo tipo posible de sabotaje en la vida cotidiana, son una fórmula siempre eficaz para desestabilizar cualquier gobierno. Ya lo hicieron en Chile en los 70 y en Nicara-gua en los 80 (la CIA sabe hacer su tra-bajo, no caben dudas). En Venezuela, por cierto, también ha comenzado. Y si, jun-to a toda esta estrategia desestabilizado-ra, se sigue teniendo una percepción de corrupción generalizada en las filas del gobierno (más allá de que efectivamen-te la haya no importando si es mucha o poca), sumando problemas económicos a corrupción visible, la población tiende a desmoralizarse. De las respuestas que pueda dar el gobierno antes estos proble-mas dependerá la consolidación, o no, de la revolución.

La economía venezolana, pese a precios del petróleo siempre en ascenso, sigue siendo estructuralmente proble-mática. Es cierto que viene creciendo desde hace ya años, pero más allá de ese real crecimiento macroeconómico aún acumula enormes contradicciones. El discurso triunfalista de muchos funcio-narios de gobierno choca con los pro-blemas que sigue sufriendo la población en el día a día. Y es una realidad que el desabastecimiento existe, así como la in-flación o un dólar paralelo a precios as-tronómicos. De lo que se trata es de rec-tificar políticas en forma urgente para que ese perpetuo sabotaje económico no logre el desánimo de las grandes masas, hoy por hoy innegablemente chavistas.

¿Qué pasó con la famosa valija con los 800.000 dólares detenida en Buenos Aires? ¿Solamente maniobra de la CIA? Dos o tres funcionarios de peso detenidos y procesados por actos de corrupción pueden ser una escuela ideológica mu-cho más profunda que varias marchas multitudinarias. Y servirían mucho más para tapar la boca a Globovisión y CNN.

A la lucha en el campo económico seguirán –aumentando lo que ya existe– las campañas mediáticas de intoxica-ción, buscando las fórmulas de las «re-voluciones de colores» desarrolladas en algunas repúblicas ex soviéticas. Es de-

cir: lograr un clima de ingobernabilidad, problemas continuos en lo cotidiano, inseguridad, responsabilizando de todo ello al gobierno. El nuevo movimiento es-tudiantil antichavista, hábilmente crea-do por los arquitectos comunicacionales que el gobierno estadounidense puso en marcha, en este caso ha funcionado. La correcta manipulación de los grupos y/o figuras necesarias (estos «estudiantes re-volucionarios» o la ex esposa de Chávez) tienen un papel crucial en la construc-ción de las matrices de opinión. De lo que tratarán es de ir creando el cansancio y el desánimo en la población. Y de ahí, a la apatía. Una revolución sin base moti-vada no se mantiene. A eso es a lo que apuntará entonces la derecha: a aislar al líder de su pueblo.

Por tanto, entonces, es de esperarse que el ataque de la derecha arrecie. Si ya ha aparecido la idea de un llamado a la reconciliación, ello no significa sino invi-tación a la negociación. ¿Pero qué puede negociar la revolución? ¿Con quién tie-ne que reconciliarse? ¿Con los grandes propietarios que han prendido sus luces rojas de alarma? Negociar, o lo que es lo mismo: desacelerar el ritmo de los cam-bios revolucionarios, no sería sino la de-rrota de todo el proceso iniciado nueva años atrás. Lo cual, a su vez, desarma todos los planes de integración latinoa-mericana contenidos en el ALBA.

¿Para dónde, entonces?

En general los planteamientos que presenta Chávez cuando dialoga con su pueblo –como muy pocos líderes pueden hacer, por cierto– generan expectativas que el mantenimiento del capitalismo y la economía de mercado luego impi-den cumplir. Han transcurrido ya nue-ve años de Revolución Bolivariana, y si bien hay cambios enormes en muchos aspectos, son muchas aún las proble-máticas que continúan sin solución. El socialismo, llámese del siglo XXI o como se quiera, debe servir, básicamen-te, para brindar «la mayor suma de fe-licidad posible al pueblo», para decirlo en clave bolivariana. Si no, más allá de cualquier discurso, por más emotivo que sea, pierde credibilidad. Y las masas, más temprano que tarde, tienden a desmoti-varse. En esa línea sería injusto –y quizá equivocado– decir que esos tres millones de abstención el domingo 2 de diciembre

fueron una pasada de factura a la gestión de gobierno del presidente Hugo Chávez. Pero más allá de que algunos chavistas realmente revolucionarios, convencidos e identificados plenamente con todo el proceso puedan haber votado por el NO –con críticas atendibles quizá en cuanto a que la reforma no era imprescindible, a que no fue muy discutida, a que era de-masiado compleja, que no debió duplicar el número de artículos a reformar, etc.– el grado de abstencionismo debe ser in-terpretado correctamente y debe llamar a una autocrítica. ¿Por qué no votó toda esa masa de gente? ¿Está cansada de pro-blemas que el capitalismo, y la derecha en clara provocación política, generan (desabastecimiento, inflación, falta de vivienda) pero que el gobierno no alcan-za a responder adecuadamente? ¿Está desmotivada por ver la incongruencia de un líder que llama a cultivar los valo-res de la solidaridad e igualdad mientras se constatan cuadros gubernamentales con prácticas arrogantes e innecesarios carros lujosos con escoltas y whisky es-cocés? ¿Se asustó mucho con la campa-ña de terror urdida por la derecha? ¿Hay una combinación de todo ello que habrá que ir atendiendo punto por punto?

La derecha, como no podía ser de otra manera, se siente eufórica luego de este triunfo (que, en realidad, no espe-raba). Así como quedan ahora las cosas ya está contando los días para la salida de Miraflores del actual presidente, dado que no pudo aprobarse la reelección continua. Lo cual lleva a dos considera-ciones de fondo:

1) Si se va Chávez en el 2013 (a lo que podríamos agregar: si lo logran eli-minar físicamente antes vía magnicidio, hipótesis nunca descartable), ¿se termi-na la revolución? ¿No hay allí una debi-lidad estructural muy grande que hay que comenzar a revisar urgentemente?

2) La burguesía nacional, si bien perdió mucho de su poder político, en to-dos estos años ha mantenido intacto su poder económico y sigue presente en el país como un poderoso factor decisorio. Mientras eso sea así, la revolución estará siempre amenazada. ¿Puede construir-se el socialismo en esos términos? ¿No ha llegado el momento de avanzar más decididamente sobre el campo del gran capital?

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Estas dos consideraciones –creo, y por eso lo propongo como puntos a la discusión. Es mi modesto aporte luego del campanazo de alerta de la semana pasada– deben ser campos de la obligada autocrítica de la revolución.

Poder popular: única garantía de la revolución

No puede haber revolución sin

Chávez, pero tampoco puede haber re-volución sólo con Chávez. Es urgente e imprescindible, más allá de la no aproba-ción de esta reforma (al menos por aho-ra) que se comience a construir un só-lido e indestructible poder popular, una democracia desde abajo que sirva como efectiva contraloría social. Los consejos comunales ya son una realidad; quizá ahora se trata de potenciarlos como nun-ca, más aún que si se hubiera ganado el referéndum. Si es cierto que sólo el pue-blo salva al pueblo, que el socialismo es equivalente a poder popular, a la organi-zación real de la población ejerciendo la democracia directa, es ahora el momen-to de demostrarlo. Nadie está llamando a la anarquía social, a destruir los poderes del Estado. Se trata de poner en práctica lo que incluso la Constitución de 1999 consagra, no en la forma que proponía el nuevo texto constitucional, pero sí ya en su espíritu. Una vez más: los cambios sociales no los fija un papel. Los fijan los hechos consumados. Es hora de abrir más las compuertas del poder popular.

¿Capitalismo o socialismo?

Hasta ahora la revolución no tocó mayormente las grandes palancas de la economía capitalista: multinacionales, latifundios, gran capital nacional. Es cierto que, en el contexto internacional actual –que no es Cuba de 1959 en ple-na Guerra Fría y con un campo socialis-ta victorioso– se hace imposible edificar un país con fronteras cerradas y una economía planificada y centralizada. Pero tener al enemigo dentro mismo del país complotando todo el tiempo trata-do de mantenerlo a raya es una trampa peligrosa que en algún momento puede volverse mortal. Las oligarquías –nacio-nal e internacional– más allá de haber sido tratadas con especial deferencia en lo económico, no dejaron nunca de complotar. Y ahora se sienten envalento-

nadas luego de este revés. Sin dudas los escenarios en el futuro inmediato serán de gran movilidad para tratar de ahogar toda alternativa progresista: en Bolivia harán lo imposible para terminar con el proceso que viene impulsando el Movi-miento al Socialismo con Evo Morales a la cabeza, y en Venezuela seguirán ade-lante con los planes desestabilizadores. ¿Puede ser un aliado táctico el gran capi-tal, o tarde o temprano terminará inten-tando aniquilar los avances populares? La experiencia histórica enseña que la lucha de clases no se detiene nunca por buenas intenciones, por consideraciones personales, por voluntades. Los «pactos sociales» siempre terminan favorecien-do a unos en detrimento de otros, por la sencilla razón que, aunque no nos guste, no son posibles. Las clases dominantes no dan concesiones, y todo aquello que se le pone en el camino, tratan de barrer-lo. ¿No será momento para la revolución de buscar modelos que superen el capita-lismo depredador? No hay mejor defensa que un buen ataque.

¿Y la reforma constitucional?

El presidente Chávez dijo que no retiraba «ni una coma» de la propues-ta presentada. La lucha de clases sigue al rojo vivo, con o sin reforma. En todo caso, ahora lo podemos ver, este no fue el mejor momento para presentarla (la experiencia lo demostró contundente-mente con esta bofetada al SÍ). Pero si se quiere construir una nueva sociedad so-cialista, lo hecho hasta ahora por el pro-ceso bolivariano es sólo un primer paso, mientras que los cambios estructurales profundos de la sociedad siguen pen-dientes. En ese sentido, entonces, una reforma constitucional que abra otra perspectiva económico-social y cultural está aún a la espera.

Por lo pronto ahora comienza a to-mar forma la idea de volver a presentar la reforma (la de los 69 artículos, u otra, habrá que verlo) siendo proponente en este caso la población organizada, reco-giendo el 25% de firmas del padrón elec-toral. Es posible. De todos modos, quizá es muy prematuro una semana después de la derrota del referéndum para tomar una decisión política de esa magnitud.

La derecha, triunfal, pide negociar, pide reconciliación. En la lucha de cla-ses no hay mucho que negociar. Si se

está hablando del cambio estructural de la sociedad, «reconciliarse» no sería sino renegar de esos cambios. Sería, en otros términos, reconocer el pasado refe-réndum como una derrota histórica, lo cual llevaría sólo a un retroceso político. Y como ya se ha dicho en innumerables ocasiones en estos días: se perdió sólo una batalla, pero la lucha sigue. Por tan-to: ¿qué hacer ahora?

Estas breves consideraciones no pretenden decirlo (ojalá lo supiera, o más aún: ojalá alguien lo supiera y lo pudie-ra dar como fórmula). En todo caso, y a partir de todo lo anteriormente expues-to, dos cosas quedan claras:

1) Negociar es perder todo lo conse-guido en estos años de revolución. Es de-cir: retroceder es posibilitar que se venga abajo todo el proceso bolivariano, y por tanto, todos los procesos progresistas que comienzan a levantarse en América Latina. Se trata de seguir adelante.

2) Es momento de ver cómo se si-gue. En otros términos: es momento de promover una genuina y –¿por qué no decirlo así?– revolucionaria autocrítica: ¿lo estamos haciendo bien? ¿En qué fa-llamos? Esta es una tarea urgente para el movimiento bolivariano, pero no sólo en el secretismo de las altas esferas, en los conciliábulos de palacio. Debe ser la población, barrio por barrio, comunidad por comunidad, a través de los batallo-nes del PSUV, de todas las instancias de participación popular real, de los Con-sejos Comunales, con sus dirigentes a la cabeza –y si los dirigentes no están a la altura, superándolos entonces– como se debe encarar la discusión. Quizá el pue-blo no estaba lo suficientemente maduro para aprobar la propuesta de reforma, como dijo el presidente Chávez; pero un 50% dijo sí, por lo que puede decirse que un porcentaje bastante grande no le da la espalda al socialismo.

Si el socialismo sigue siendo el punto de llegada, la derrota en este referéndum es sólo una circunstancia pasajera. De las derrotas también hay que aprender, y como revolucionarios estamos convoca-dos a estudiar críticamente lo sucedido, a discutir, a aportar. Estas breves líneas no pretenden sino ser justamente eso: un genuino aporte. La lucha sigue.

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Toda derrota en política debe ser asumida como un apren-dizaje. En sí misma, toda

derrota es formadora y sus resultados suelen ser muy productivos y fortalece-dores, para quienes la asumen como un momento de reflexión y fortalecedor. A continuación presento una lectura re-flexiva y crítica del resultado del Refe-rendo Constitucional.

Los Lacayos del Imperio

No se ha votado a favor o en con-tra de Chávez. Esto es un mito fabrica-do por los medios internacionales para demonizarlo. Si mañana se celebraran elecciones presidenciales, Chávez vol-vería a ganar. La inmensa mayoría de los pobres y de las personas del pueblo le están agradecidos por emplear el di-

nero del petróleo no para enriquecer a las multinacionales y a la elite venezo-lana, sino para sacarlos de la pobreza, para proporcionarles atención médica, educación y formación, comida. Y la dignidad frente al Imperio.

Las trasnacionales, fueron precisa-mente un instrumento del Imperio que ha intervenido con todos sus medios en la campaña. Ford, General Motors, Dai-

un balance del referendo constitucional:¿Por qué la derrota del «sí» es salvadora? GersoN GÓMeZ AcosTA

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mlerChrysler, Bridgestone Firestone, Goodyear, Alcoa, Shell, Pfizer, Dupont, Cargill, Coca-Cola, Kraft, Novartis, Uni-lever, Heinz, Johnson & Johnson, Citi-bank, Colgate Palmolive, DHL y Owens Illinois han aportado ocho millones de dólares para distribuir panfletos del tipo «Si usted es madre, PERDERÁ. Perderá su casa, a su familia, a sus hijos (¡los ni-ños pertenecerán al Estado!)» Panfletos que específicamente tenían por objetivo a los campesinos, a los estudiantes, a los pequeños empresarios, etc. Métodos ya utilizados para sembrar el pánico en-tre los chilenos en 1973 y preparar el aplastamiento de Allende y la dictadura de Pinochet.

Los medios de comunicación privados, el impacto de la televisión privada, en manos de los milmillonarios venezola-nos, se ha empleado a fondo para difun-dir este miedo al comunismo, con el que se bombardea desde hace años.

La política exterior de USA hacia Venezuela. Es indudable que la amenaza muy real de un golpe de Estado made in CIA ha hecho dudar a muchas perso-nas (y esta amenaza sigue existiendo). La oposición no ha mejorado su posi-ción. Pero tres millones de personas que votaron a Chávez el año pasado se han abstenido esta vez.

Por lo tanto, han sido fundamenta-les los factores exteriores. Pero lo mismo ocurre en cada elección o referendum. El libro de Eva Golinger, Código Chavez - La CIA contra Venezuela demuestra que se trata de un asedio permanente. Así pues, habrá que buscar la razón de la derrota en el interior. ¿Qué debilida-des han desempeñado un papel en el campo revolucionario?

La Derecha Infiltrada en la Revolu-ción. En primer lugar, la burocracia y la corrupción tanto de derecha como pseudobolivarina. Venezuela no es el infierno descrito por Bush y compañía, pero tampoco es un paraíso en el que todo marcha bien. El aparato de Estado y también el movimiento bolivariano están gangrenados por la burocracia y la ineficiencia, incluso por aquellos que se llaman chavistas para apropiarse de una parte del pastel. Muchas de las re-formas emprendidas por Chávez no se llevan a cabo a causa de esta burocra-cia. Por ejemplo, la vivienda sigue sien-do un problema dramático. La insegu-ridad también revela todo el problema

de la corrupción en la policía. Resulta hipócrita decir que todo ello es por cul-pa de Chávez. En toda América Latina reinan los mismos males y desde hace mucho tiempo, pero aquí la oposición los explota a fondo.

Las Limitaciones de La Revolución

Lo expuesto no comprende las úni-cas variables que contribuyen al retro-ceso del proceso bolivariano. Además están otros asuntos hacia adentro de nuestras filas revolucionarias, que es necesario explicitar para enriquecer la reflexión y evaluación de lo acontecido:

La Revolución no tiene un partido Revolucionario. Este fue su instrumento político coherente, orgánico y eficaz. Quien le concedió once victorias. En-tiéndase que fue un error disolver el MBR200, los Círculos Bolivarianos, las Unidades de Batalla Electoral (UBE) y el MVR a las puertas de unas elecciones, con un PSUV que apenas nacía.

La Revolución requiere formar en Ideología, y esto no se decreta. Es muy necesaria para interpretar y valorar el mundo. Sólo ella hace posible crear un proyecto de vida alternativo al impues-to por el sistema. Proyecto con metas específicas y acciones para vencer ad-versarios y convocar aliados.

La Revolución necesita Revoluciona-rios. No se trata de convocar a todos, sino de convocar a quienes deseen com-prometerse. Ya basta concederle poder a oportunistas de turno, burocracias socialdemócratas de la cuarta, medio-cres y corruptos que ahora usan la ca-misa roja y no la verde o la blanca.

La Revolución no desarma a sus adver-sarios. La Oposición renovó su financia-miento con factura yanqui, realizó mar-chas violentas e hirió policías, retomo el terrorismo y asesinó líderes populares del campo y la ciudad, retomó la agre-sión mediática violando la ley resorte, presentó a la Reforma como violadora de Derecho Fundamentales, Exhortó al golpe de Estado, nuevamente propició el desabastecimiento. Atiéndase, dicho método fue el aplicado el 2002. Y todo esto ante autoridades revolucionarias que no lo impidieron.

La Revolución requiere una ofensiva revolucionaria. Si la nuestra Revolución pierde el dinamismo se desgastará, y es

la corrupción, la ineficacia y el burocra-tismo quienes actualmente la ahogan. Por ejemplo, actualmente la Asamblea Nacional es roja rojita y aún no se le-gislado y aprobado la Ley de Policia Nacional ¿Qué estarán esperando los diputados (as)? deberían ya dedicarse a la sanción de normas socialistas radica-les y decisivas.

.¿Para qué la Reforma?

La cuestión central de la reforma era, es y será precisamente, dar más poder a los consejos comunales de base para que pudieran controlar y esquivar a la burocracia. Por esa razón algunos burócratas no se han movilizado como de costumbre. El enemigo más peligroso está en el interior.

¿Se ha querido ir demasiado rápi-do en algunas cuestiones? ¿Es correcto definir Venezuela como socialista o hay que plantear más bien un Estado con un amplio frente unido para asegurar la democracia, el desarrollo económico y la independencia frente al Imperio?

¿Han encontrado los medios de co-municación de la revolución el estilo co-rrecto frente al lavado de cerebro de los medios de la elite y del Imperio? Muchos chavistas creen que no. En todo caso, la guerra mediática se libra también en el plano internacional. Demonizar a Chávez forma parte de una campaña de las multinacionales para controlar el petróleo y el gas en todo el mundo: Iraq, Irán, África, Rusia y América Latina. Bolivia también está amenazada. Pero los pueblos tienen derecho a decidir ellos mismos su futuro. Por consiguien-te, cada uno debe librar ahí donde pue-da esta batalla de la información.

Aún en nuestra nación la burgue-sía tiene en sus manos instrumentos poderosos para moldear a la opinión pública. Organizaron una absoluta movilización de los medios de comuni-cación reaccionarios para realizar una campaña histérica de mentiras y ca-lumnias contra Chávez, la revolución y el socialismo. Esta campaña alarmis-ta sin duda tuvo un efecto en los sec-tores más atrasados de la población. La presión fue despiadada. La Iglesia Católica, encabezada por la re-accionaria Conferencia Episcopal, pre-dicó desde sus púlpitos contra Chávez y el «comunismo ateo». En Últimas No-

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ticias, uno de los periódicos más leídos en Venezuela y uno de los que más leen los bolivarianos, apareció un anuncio de dos páginas en el que se decía que el Estado te quitaría a tus hijos y que ellos pertenecerían al Estado, que se elimina-ría la libertad de confesión religiosa.

En Carabobo, el periódico regio-nal Notitarde, publicó una encuesta en primera línea con el siguiente titu-lar: «Hoy tú decides y la decisión será para siempre» y justo debajo de una fotografía una carnicería vacía con una bandera cubana y una imagen de Castro con el siguiente titular: «Así es cómo hoy es la Cuba socialista». Estos ejemplos demuestran la hipocresía mendaz de la campaña de los medios de comunicación internaciona-les cuando dicen que «no hay libertad de prensa hoy en Venezuela». Esta cam-paña ruidosa alcanzó su crescendo hace unos meses cuando el gobierno decidió no renovar la licencia de RCTV, una cadena de televisión de derechas que era un nido célebre de conspiradores contrarrevolucionarios que jugaron un papel clave en el golpe de abril de 2002. El problema no es que la revo-lución haya limitado los derechos demo-cráticos de la oposición o pisoteado la «libertad de prensa». El problema es que la revolución ha sido demasiado gene-rosa con sus oponentes, excesivamente tolerante, muy paciente, demasiado ca-ballerosa. Ha dejado excesivo poder en manos de la oligarquía y sus agentes. Ha puesto un arma en sus manos y que la están utilizando de modo muy efec-tivo para sabotear la revolución, desca-rrilarla y por último destruirla.

¿Qué hacer de ahora en adelante?

La política es el arte de la guerra por medios pacíficos y cívicos. En ella la aplicación de la inteligencia racional y fría es más útil que los afectos y el senti-mentalismo. Por ello es necesario, pro-piciar en nuestro entorno revoluciona-rio una reflexión de altura, adulta y es-peranzadora, con análisis de coyuntura acerca del momento que vive nuestra Revolución. Sería pertinente revisar, entre otros, los siguientes puntos:

-El poco tiempo pautado para la discu-sión para la reflexión y la asimilación de la propuesta de la reforma.

- La débil campaña comunicacional del «Sí». Se debió hacer énfasis en cla-rificar los artículos que motivaron mie-dos y dudas en los electores.

-La falta de compromiso de las alcal-días y gobernaciones bolivarianas, que no trabajaron para promover el Sí a la refor-ma.

-La falta de «movilización organizada» para votar y para motivar y llevar a vo-tar por el Sí el día domingo, a camaradas «adstencionistas», «dudosos», «tercera edad»…

-El sentimiento triunfalista. Cuál adecos «sentimos» que con mucho di-nero, recursos y logística roja rojita, se construye un pueblo inteligente, forma-do y comprometido con un proyecto so-cialista.

-La inconsistencia del PSUV y los Concejos Comunales. No sólo se requieren «caras nuevas» y «caras jóvenes» sino formación ideológica e integral de altu-ra, y una práctica ética en la política.

-El subestimar a la oposición: a la Iglesia Católica, a los evangélicos y a las Universidades Autónomas y Priva-das. Fueron ellos el rostro promotor del No. Nosotros sólo tenemos a Chavez, y muchos otros liderazgos que nos hacen daño.

Sin embargo no queda fracturado el apoyo al Presidente, sólo se rechazó una propuesta de Reforma, ya que la absten-ción fue de camaradas que ante dudas, prefirieron esa opción que votar No. Además, queda fortalecido: a) el sistema bolivariano, democrático, representativo y protagónico, así como su legitimidad para decidir desacuerdos en nuestro país. b) la legitimidad, autoridad y carácter demócrata del Presidente Chavez. c) la responsabilidad y el civismo demócrata del pueblo venezolano. d) la legitimidad y vigencia de la Constitución Bolivaria-na de 1999 y d) La credibilidad, trans-parencia y legitimidad Institucional del CNE.

¿Qué nos toca hacer ahora? I- Re-tomar las Salas Situacionales y la Con-traloría Social, colocar en primer orden el análisis del entorno para el desarro-llo integral de la administración públi-ca nacional. Entiéndase, es necesario crear y coordinar espacios institucio-nales de análisis del entorno, descritos como instancias de análisis estratégico de la mano de las comunidades orga-nizadas. II-Con el pueblo, ingeniarnos

vías para establecer: El Fondo Social a trabajadores independientes, la reduc-ción a seis horas laborales, el financia-miento a los Concejos Comunales, en-tre otros temas... III-Discutir el Artículo 342 de la Constitución Vigente donde se presentan otras modos de lograr la Reforma Constitucional, y IV- trabajar de la mano con el pueblo, de cara a las elecciones de alcaldes y gobernadores de octubre del 2008.

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el Poder Popular es la democracia verdadera JosÉ olMos cArMeN ceciliA lArA

La democracia tiene lecturas diversas que son fruto del pa-pel que ha jugado la palabra a través de la historia. Para los griegos era una expresión

natural de un estado de cosas donde los ciudadanos (no las mujeres, ni los escla-vos o los no poseedores) tenían derechos políticos. En consecuencia, democracia era el ejercicio del gobierno por parte de los ciudadanos.

De allí las posteriores sociedades recogieron una idea bendecida por los helenistas y por quienes entendían a los imperios griego y romano como ejem-plos a seguir. La democracia se convirtió en «el gobierno del pueblo», con lo cual escamoteaban el contenido clasista y la convertían en un concepto formal que encubría la exclusión y la mistifi cación de las relaciones sociales de poder entre las élites y el pueblo trabajador. Se ocul-taba así la feroz realidad de la división social del trabajo.

Luego, al surgir los partidos políti-cos e instrumentarse la representativi-dad que se desprende de la organización del Estado en tres poderes, el argumento de quienes detentan el poder económico, para interesar a los oprimidos, fue la de-mocracia burguesa. Era una propuesta que los ideólogos del capitalismo nacien-te levantaron frente a la monarquía, a lo largo de varios siglos, hasta que ésta se cristalizó a través de las revoluciones bur-guesas. En realidad, se trata de una for-ma de participación indirecta, donde los derechos políticos se endosan a un o una representante. Naturalmente, la burgue-sía y sus voceros jamás reconocieron, ni lo harán, esta calidad y contenido de su modelo de organización social y política, que en el fondo esconde la realidad de la explotación, como dijimos anteriormen-te. Prefi ere idealizarla desde su forma. Nótese que la burguesía sólo permite al

pueblo trabajador que ejerza su poder de elegir a quienes van a conducir el Estado, cuando convoca a elecciones cada cierto tiempo y nunca más.

Los propagandistas del capitalismo se ocuparon –efi cazmente, por lo demás– de presentar en lo sucesivo su forma de «democracia» como la única aceptable y como un verdadero modelo que com-promete en su lógica de «inclusión» to-das las expresiones progresistas, siempre asociadas con la visión liberal de lo social, aun cuando el capitalismo, en la prácti-ca, utilice todas las formas coercitivas para someter física y espiritualmente al pueblo a este modelo de organización del poder. Estas contradicciones se expresan con toda su fuerza en su etapa de mayor desarrollo, su fase imperial, en la cual es donde el aparato ideológico (escuela, re-ligión, medios de difusión, leyes, familia) adquiere su mayor potencia, gracias al avance de la tecnología en lo que se ha llamado la «globalización».

De la democracia burguesa a la par-ticipación protagónica del pueblo

El debate necesario alrededor de lo que es la democracia, entonces, debe abordar una cuestión central, el pro-blema del poder: ¿quién, cuándo, cómo, dónde y para qué se ejerce el poder? Desde este ángulo se trata de superar la visión positivista del concepto de democracia que la hace meramente instrumental y abordarlo como una construcción que se realiza en la medi-da en que el pueblo se hace sujeto social y político.

Este proceso de edifi cación de un nuevo modelo de democracia, para superar de manera dialéctica la visión burguesa con su enfoque de la división de poderes, tan defendida por el general Raúl Isaías Baduel, fue abordado en la

Constitución de 1999 en sus artículos 5 y 70, cuando se entrega la soberanía de manera intransferible al pueblo y se pautan dos vías de participación pro-tagónica para su ejercicio, la indirecta como representación revocable y la directa como el referendo, los cabildos abiertos, la Asamblea de Ciudadanos y Ciudadanas, la iniciativa legislativa y constitucional, entre otras.

Precisamente la reforma consti-tucional propuesta por el Presidente de la República, centrada en incluir en la Carta Magna el Poder Popular junto con los Poderes Municipal, Estadal y Nacional, signifi ca el desarrollo pleno de este nuevo modelo de democracia directa que viene, como hemos dicho, a trascender el modelo de democracia burguesa. Al no haber sido aprobada esta reforma, el pueblo venezolano en ejercicio del protagonismo que le ga-rantiza la actual Constitución puede convocar a un nuevo referendo, ya sea para aprobar la propuesta original de la reforma constitucional o proponer en-miendas constitucionales orientadas a la construcción de una conciencia del pueblo como sujeto social y político en el ejercicio pleno del Poder Popular.

La originalidad así expresada de la Revolución bolivariana permite conju-rar los fantasmas y prever los errores de experiencias revolucionarias del pasa-do, con la fórmula de la participación protagónica y directa del pueblo en los asuntos del Estado, en la correlación en-tre territorio y hábitat, en la vida social y económica de la República. Es decir, para pasar del capitalismo al socialismo de-bemos, necesariamente, transformar no sólo el concepto de democracia burguesa incrustado en el hipotálamo de nuestro aparato psíquico, sino fundamentalmen-te su praxis concreta de enajenación de los derechos y la soberanía popular.

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Primeros comicios desde mil no­vecientos noventa y ocho que perdemos los bolivarianos y pri­meras elecciones a las que no

acudimos rojos rojitos, por instrucciones expresas del Comando Zamora. Porque, como nos lo expresara el instructor en un taller para testigos, «no vamos a ser tan pendejos de estar identificables cuando se prenda el peo». Sin embargo, recibimos un brazalete rojo «para identificarnos en­tre nosotros». Como si aquí desde hace un buen tiempo no nos conociéramos todos.

La ausencia de ese factor tan vistoso, tan motivante, tan histórico, como lo son nuestros hombres y mujeres vestidos de rojo, desparramados a lo largo y ancho del territorio nacional en el referendo del domingo 2 de diciembre, fue la primera, profunda y contundente victoria del te­rror contra el pueblo bolivariano de Ve­nezuela en esta época revolucionaria.

La razón de ser primordial del terro­rismo es sembrar terror. Y en este caso, el terror se sembró primero en la vanguar­dia. Estábamos seguros del triunfo del Sí

y no sé si por el bombardeo mediático o porque en realidad estaba montado, se tenía la certeza de que ese Sí sería negado de inmediato por la oposición y de que éste sería el estallido de la guerra. ¿Cuán­tos camaradas honestos, compatriotas convencidos y comprometidos, no sin­tieron una sensación de alivio en su fue­ro interno al conocer la victoria del No? ¿Qué dejamos entonces para esa masa de hombres y mujeres movilizados bajo las banderas bolivarianas que, además del bombardeo terrorista, no recibieron con­

Triunfó el terrorMuNdo iribArreN

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signas claras, orientadoras, por parte de la «organización» revolucionaria?

Porque en realidad no estamos pre­parados para la guerra y ése es nuestro talón de Aquiles.

Tres millones de chavistas no acudie­ron a votar. Y en las necesarias reflexiones postderrota se especula sobre una serie de razones, por demás muy lógicas todas. La más manida es la del triunfalismo: nos sentíamos tan sobrados que el pueblo sencillamente «se las echó al hombro». Esto reforzado con que no estaba en jue­go la continuidad del Comandante en la Presidencia de la República, pero no sólo él mismo había identificado profunda­mente al proyecto de la reforma con su persona, sino que además estaba en jue­go el derecho que tenemos de tenerlo allí mientras queramos. Porque ése es un de­recho del electo y del elector.

Otra es la del pase de factura. Que a estas alturas del proceso bolivariano la inseguridad, la desidia e incompetencia, el burocratismo y la corrupción, así como el desmejoramiento y desatención de las misiones en general, han generado una desazón en el seno del pueblo, quien con su ausencia el domingo 2 de diciembre habría dado una clarinada de alerta.

Y la otra es la de la ignorancia. No supimos vender la reforma, no supimos darla a conocer, comprender y compartir. Que nuestro pueblo la hiciera suya. El po­der mediático logró confundir y atemori­zar a la gente con respecto al contenido de la reforma constitucional. Y por nues­tra parte, no pudimos ser más erráticos en el desarrollo de este proceso refrendario.

La cuestión principal es la organiza­ción revolucionaria. Partido, movimiento o como se le llame, es indispensable que el pueblo cuente con la herramienta polí­tica organizativa para resolver todos estos problemas y los que se presenten. El PSUV no fue más que el mismo MVR que lle­vó adelante los comicios anteriores y con los añadidos de las nuevas siglas la con­formación del Comando Zamora, el cual prácticamente es lo mismo que Maisanta y Florentino, la misma gente, las mismas prácticas y las mismas estructuras. No he­mos evolucionado, no ha habido revolu­ción en la revolución.

A partir del 2 de diciembre entramos en una nueva etapa. Una etapa cualitati­vamente distinta, y si no nos renovamos, perecemos. Así de sencillo. El enemigo ha asimilado las derrotas, ha perfeccionado

sus métodos y aplicado las mismas tácti­cas, pero con más acierto, mientras que nosotros nos dormimos en los laureles. No porque no agarráramos la calle, no porque no saliéramos al combate, sino porque no avanzamos en lo fundamen­tal, la construcción de la organización revolucionaria. No hay que olvidar que el enemigo lleva siglos en el poder y no está dispuesto a perderlo, y que la esencia de ese poder ha sido siempre la guerra y el terror.

El partido de nuevo tipo, pero ahora verdaderamente de nuevo tipo con rela­ción a su antecesor Movimiento Quinta República, para nuestro espacio y nuestro tiempo. Que se genere realmente de entre la gente. Que se haga de una ideología que la defina y con base en ello forme sus cua­dros. Que el pueblo sienta que el partido es él y que él es el partido. Que cuente para incertidumbres como la supuesta pérdida de los hijos por parte del Estado, con la voz amiga, clarificadora del partido. Un parti­do al que amemos profundamente porque en él somos todos y él es la herramienta para alcanzar la justicia social y construir una patria soberana. Un partido que for­me parte de la elaboración de propuestas tan trascendentes como la reforma consti­tucional, para que sea suya y cuente con los mecanismos y la claridad para trabajar por ella con el pueblo a todo lo largo y ancho de la patria bolivariana. Un parti­do que prepare e impulse la organización popular para todas las contingencias y que sea un recurso contundente de nuestros hombres y mujeres para derrotar al terri­ble enemigo del miedo, del terror. Que sea una instancia más para el estudio y la for­mación política del pueblo, el despertar de su inteligencia. Que sea autónomo, libre y soberano comprometido únicamente con Venezuela y la patria americana.

La historia nos enseña que el terror no es invencible. Despavorido huyó el pueblo de Caracas hacia Oriente en el año 1814 con su más preclara vanguardia a la cabeza, ante la arremetida terrorista del sanguinario José Tomás Boves. Se perdía una batalla, mas no la guerra, reorgani­zándose después las fuerzas revoluciona­rias, luego de una profunda reflexión au­tocrítica que comenzara por el propio co­mandante, el Libertador Simón Bolívar.

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El rostro con ojos de Cristo del Che Guevara, rodeado por la barba sin poda ni afeite, perfectamente ne-

gra, tocado con la boina, condensaba para la conciencia universal la seduc-ción romántica de una revolución más barbuda que creyente en la lucha de cla-ses, habitante de los campus universita-rios, incluso los norteamericanos, donde incendiaba banderas de las barras y las estrellas en crítica a la guerra de Viet-nam, sacrifi cadero de jóvenes norteame-ricanos por el ansia de cúpulas sin otra religión que el dinero y el poder.

El afi che es el arma favorita de este movimiento, afi che del Che, afi che de Marx, igualmente barbudo, afi che de Fidel. También conoce ese honor litográ-fi co Herbert Marcuse, fi lósofo universi-tario que ha adobado el marxismo con la idea psicoanalítica de El malestar en la

cultura. Marcuse, un viejito con aspecto de esos que uno se encuentra en la venta de quesos de la banlieu parisina, es el hé-roe de los jóvenes que paralizan la uni-versidad de La Sorbona y convierten los tallados adoquines de las calles de París en proyectiles rompecráneo. Los cráneos que buscan son los de los policías france-ses, ásperos por defi nición y que dan la batalla defendiendo al régimen de Char-les De Gaulle cuando se forma la bagarre. La recomendación marcusiana es un anarquismo con nuevo nombre, opues-to a toda autoridad, a la que llaman establishment oradores que incorporan groserías, localismos y el capricho. Más radical y más joven y más propagandís-ticamente judío es otro fi lósofo, Daniel Cohen Bendit, «Dany, el rojo», y también milita ahí Regice Debray, a cuyo nombre nimba su participación al lado del Che

Guevara en Bolivia. Todavía no se asocia a Debray con la localización del héroe por las tropas bolivianas ni con el muy trilateral presidente Françoise Mitte-rrand, como sucederá después, tampoco Cohen Bendit ha mostrado sus pulsiones a hacia la Nestlé.

Los marcusianos están a millón en la UCV, han descubierto que sólo los marginales, el lumpenproletariat de Marx, puede hacer la revolución, pues los obre-ros están alineados por la seguridad so-cial keynesiana del capitalismo. Esto es una nueva y cabal diferencia con el co-munismo –establishment soviético– que tiene a la clase obrera por incorruptible, inconmovible y santa protagonista de la revolución. En todo esto hay mucho de trotskysmo, como lo había en Guevara, en cuyo maletín de prisionero se encon-tró un libro de don León y como lo ha-

La renovaciónuniversitaria.

La imaginaciónal poder

GERÓNIMO

PÉREZ

RESCANIERE

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bía en la ultrarrevolucionaria idea del foquismo. Se jerarquiza la imaginación en esta segunda revolución francesa: «La imaginación al poder», dicen las pancartas por miles. Otras gritan: «To-memos el cielo por asalto».

Entre los jóvenes que corrían por las calles de Saint Michel va un venezo-lano, andino para más señas, llamado Bartolomé Sánchez. La francesita que lleva del brazo se llama Isabelle Hu-ppert y aparecerá en la década siguiente como preciosa protagonista de pelícu-las. Después la cinquecento de Sánchez y su novia se empata detrás del conjunto Los Beatles, que ofrece un concierto en París, y los sigue por Europa asistiendo a sus presentaciones, hasta Londres. Con los lentes estudiadamente baratos de John Lennon –son los que da gratui-tamente la seguridad social británica–, su música evolucionada y calibrada-mente desgarbada, Los Beatles son otro ícono de la rebeldía radical que mueve al mundo en aquella época. Sánchez viajó a Venezuela justo a tiempo para inscribirse en la Escuela de Estudios In-ternacionales, donde introdujo el rebel-dísimo bacilo marcusiano, con poéticos resultados.

La UCV agarró a dos manos la idea de «La imaginación al poder» y acaso donde se la asumió con más pasión fue en la Dirección de Cultura. Imposible olvidar las asambleas revolucionarias donde las arengas del pintor Jacobo Borges –sentado sobre el escritorio del director, las piernitas colgando– hi-laban mucho Marcuse y Einsenstein, y siempre terminaban en Mirafl ores. Allí aparecieron Ludovico Silva; Heinz Sontag; Oswaldo Rodríguez, sociólogo; Gustavo Rodríguez, entonces actor del Teatro Universitario, muy parecido al Che Guevara; José Ramón Márquez, ac-tor; Ruth Santander; Augusto Dugarte y Haydée Machín, guerrillera recién ba-jada de la montaña, cosa que sabríamos veinte años después. Nicolás Curiel, di-rector del Teatro Universitario, al escu-char a Haydée en una intervención, le presagió un mal futuro: «es el tipo de ser puro al que los políticos profesionales sacrifi can». Curiel era muy sabido, de-masiado. A la vez, y curiosamente, no se dejaba dominar por esa sabiduría, nada de cazurro asomaba en el caminar de aquel director escénico, que había traí-do a Venezuela imbricadas y confundi-

das en las ideologías teatrales de Bertolt Brecht, las de Constantin Stanislavsky y Jerzy Grotowsky. La veneración por lo nuevo, la idolatría del talento, el despre-cio por los «cuadrados», que hacían de la revolución broquel de sus propias re-presiones y miedo a la novedad, lo pin-tan como el padre ideológico del MAS, que aún no había aparecido, aunque inútilmente se lo buscará en la historias de ese partido, del que ni siquiera fue militante.

Los profesores cuadrados mi-raban con alarma aquella revolución que no pedía línea al Comité Central y era acaudillada por varios de los «loqui-tos» expulsados del partido. Aquellos jóvenes barbudos citaban a Marx pero, caramba, un joven Marx anarcoide, que la Academia Soviética borró en un trabajo de años de expurgación, produ-ciendo una bien empastada versión que ellos tenían en la biblioteca de su casa y leían como a la Biblia el protestante. Al menos en aquel momento ésa era la verdad visible, el tiempo mostrará que la resistencia de los profesores or-todoxamente comunistas respondía a una línea PC de acertado origen soviéti-co: la URSS apoyaba inconfesadamente a De Gaulle, que adversaba a la OTAN y mantenía hacia la guerra de Vietnam una neutralidad que para los yanquis era traición a Occidente. El Mayo fran-cés actuaba en ese marco. Pero eso no era visible, visible eran, sí, los comités de Toma, especie de guarimba marcu-siana, que impedía, con el recurso de los músculos, recurso de jóvenes, la en-trada a las escuelas a los profesores que no saludaran la bandera anárquica. Era la consecuencia de la autonomía uni-versitaria que esos mismos profesores habían esgrimido tanto contra Rómulo Betancourt. «La lengua es castigo del cuerpo», debieron decirse, y esto suce-día en toda la universidad.

En Ingeniería se hizo famoso el asunto, y en Estudios Políticos Bar-tolomé Sánchez había creado inclusive un periódico literario cuyo eslogan era: «contra la dictadura de la lírica». Edita-ron tres números, en papel barato. Dis-paraban contra Pablo Neruda, Premio Stalin en primera clase. Jóvenes de clase alta, que después serán políticos cope-yanos, lo acompañan en estas acciones. Caminando por los pasillos con un loro en el hombro que le ensucia la camisa

a cada rato, hablando trostkysmos, re-frescando las experiencias vividas en París, Sánchez infi siona en aquellos jó-venes gustos desconocidos…

La revolución la iban a hacer los marginales, según anuncio del pro-feta Marcuse, y había que empezar ya, de modo que se eligió Director de Cultu-ra al negro Brett, codirector, mejor di-cho, porque compartía con Haydée Ma-chín. Lorenzo Brett había hecho teatro alguna vez, pero su principal elemen-to de currículum era el ser atracador. También participó en algún secuestro. Estas actividades habían contribuido a su estabilización de la siguiente manera paradojal: el padre de Brett, un italiano, era un constructor importante, bene-fi ciado de la prosperidad del momen-to de estabilización de la democracia puntofi jista. Buscaba la respetabilidad, que es adorno indispensable al dinero, deseó aparecer en las páginas sociales, pero grandes disgustos le ocasionaban los escándalos de aquel hijo, cuyas de-lincuencias publicitaba Últimas Noticias en grandes titulares donde, por lógica, fi guraba la palabra Brett, el apellido Brett. «El negro Brett atraca otra vez en la fábrica de ropa interior», «Negro Brett se bate a tiros con la policía en los valles del Tuy», «Negro Brett refugiado en el barrio La Dolorita». Y así. El construc-tor Brett había reprendido a aquel hijo engendrado en su juventud por causas que bien comprende quien sabe que a los italianos les excitan las negras. Ob-tuvo la negativa que siempre da el hijo rebelde. Entonces optó por un remedio distinto: le ofreció un sueldo a Lorenzo. No tendría que asistir a una ofi cina ni a las obras que la empresa adelantaba, ni siquiera debía dejar de atracar. Su tra-bajo consistiría en no identifi carse con el apellido Brett cuando lo registraran en la prisión. Así de simple. Brett cobra-ba por no decir que era hijo de su papá. «Es un trabajo como cualquier otro», afi rmaba él, y explicaba que, cuando lo capturaban, presentaba en la reja de la cárcel la cédula de identidad, donde fi -guraba con el apellido de la madre y era ése el que salía en Últimas Noticias. Era inteligentísimo Lorenzo, demagógico, y tenía caliente el fulgor de la rebeldía cuando se incorporó a la Renovación Universitaria.

Se tomaba en serio su rol de Direc-tor de Cultura. Alguna vez lo encontré

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tó una obra, Mecanismos, de pura expre-sión corporal en el Ateneo de Caracas. Consiguieron unos pasajes para Francia, cuatro, de ida y vuelta. Cambiaron los de vuelta por cuatro más de ida, pues eran ocho actores-directores-escenógrafos. Los dirigía Dugarte junto al Negro Brett. No llevaban dinero pero sí una invitación para presentar su obra en el Festival de Nancy y su actitud de quemar las naves. No se supo más de ellos, a excepción de años después, cuando Dugarte apareció en Margarita convertido en músico, guía de turistas y alegrador del cuerpo de las viajeras alemanas, aunque últimamen-te he sabido que «atiende» también a las italianas y las españolas el muy coño de su madre.

La universidad tenía paralizadas todas sus clases. En un momento dado, el rector Jesús María Bianco, político as-tuto, se declaró a la cabeza del proceso de renovación. Era un paso audaz, pues el movimiento se había dirigido implícita-mente contra él, desconociendo su auto-ridad en tanto miembro del establishment. Tal vez Bianco «alienaba» la renovación con este acto, pero también le sumaba su poder y prestigio, que no eran pocos, pues había propinado algunas derrotas al gobierno y, como él mismo lo decía, era el único puente entre la izquierda y la realidad. Entonces sí reaccionó Cal-dera. La UCV fue tomada militarmente. La fi la de tanques avanzó por la avenida Fuerzas Armadas a las doce de la noche, hacia el sur. Otro grupo entró por las callejuelas de ranchos miserables del ba-rrio La Charneca. Entre los allanadores debemos suponer la fi gura sinuosa de Luis Posada Carriles, el comisario Basilio por pseudónimo, jefe de capturas de la Disip en ese entonces.

Ahí moría la renovación. Nunca se había producido en Venezuela –nunca se produjo después– una aventura tan radical como ésta en los terrenos de la existencialidad revolucionaria, existen-cial y artística. Al igual que con el MAS –nos excusamos por la repetición de esta constatación, pero no es de nosotros, sale de revisar la vida–, el tiempo se en-cargaría de mostrar cuán irrisorias eran las fantasías de «no-economicismo» formuladas por los intelectuales. No ter-minamos en Mirafl ores, casi todos los renovadores –no Haydée Machín, por supuesto, tampoco Oswaldo Rodríguez y por supuesto nunca Ludovico– respon-

dieron y responden hoy a las motivacio-nes que Lorenzo puso en la práctica, de forma adelantada.

Preparando el endeudamiento

En ese primer período de Caldera no hubo endeudamiento, pero, eso sí, se acomodaron las leyes para posibilitarlo. De momento no fue más. Luis Britto Gar-cía era entonces un joven abogado que trabajaba en la Contraloría General de la República. Había escrito humorismo y Vela de armas, una novela experimen-tal, pero sobre todo un libro, Rajatabla, cuyos textos brevísimos inauguraban, cada uno, una fórmula narrativa, a nivel mundial. Analizando contratos de entes estatales, notó que se había cambiado una ley aquí, un parágrafo allá, hacién-dose imposible la revisión del endeuda-miento fi rmado en el extranjero. Quizá fue el único entre los no conspiradores para el endeudamiento que conoció u olió lo que se cocinaba. Escribió un tex-to técnico analizando el caso y renun-ció a la contraloría, convencido de la inutilidad de laborar allí.

con las gavetas de archivos de la Escuela de Teatro sacadas y puestas sobre una mesa. Me explicó las causas:

«Estamos procediendo a una revi-sión exhaustiva de la planta profesoral y de la de alumnos, a ver cuáles activi-dades van a continuar y cuáles no en los nuevos pensa».

Debería suponerse que Lorenzo compartía enteramente la ideología de la renovación universitaria, particular-mente su sustrato central, que valoraba la cultura como el fósforo de la revolu-ción y rebajaba el economicismo; sin embargo, al clausurarse el proceso de renovación en la Dirección de Cultura por causas que analizaremos después, se constató la desaparición de tres má-quinas de escribir y algunos cuadros de los que formaban la pinacoteca de esa dependencia. En las evaluaciones poste-riores debió admitirse que marcaban la conducta de este militante restos del eco-nomicismo que los intelectuales marcu-sianos creían inexistente en la concien-cia marginal.

Y no debió sorprender. Las discu-siones abismales sobre la presencia del pensamiento capitalista en lo más ínti-mo de nuestra conducta de revolucio-narios ocupaban a veces toda la noche. En otras cedíamos al deseo, caso en el cual nos íbamos con alguna de las mu-chachas a una hondonada situada en el jardín llamado Tierra de Nadie, en el punto donde éste colinda con la pared posterior del edifi cio del Aula Magna. Aquí evoco a una gorda que ni sueño en nombrar porque hasta carro con chofer tuvo después, como corresponde a una sociólogo jefe de un ministerio de Acción Democrática, y que en aquellas madru-gadas lo hacía y lo hacía, sin que entrara a fallarle la voluntad. Tanta fuerza y peso ponía en sus actos que mató la grama de aquella hondonada. En los años siguien-tes, los jardineros colocan capas de tierra nueva con grama en la pelada superfi cie y hacían trabajos de estabilización inú-tilmente. Sólo tres años después reapare-cería lo verde en la hondonada, que re-comiendo a las generaciones que habrán de recuperar esa alta casa de estudios de las manos escuálidas. Amanecíamos allí y caminábamos hasta el Comedor Uni-versitario a disfrutar el desayuno, abun-dante y delicioso.

Casi todos éramos de Teatro, de ahí salió un grupo antiintelectual que mon-

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El rey de España le espetó un «¿Por qué no te callas?» al presidente de la República Bo-livariana de Venezuela, Hugo Chávez, y, posteriormente,

abandonó la sala donde estaba a punto de clausurarse la XVII Cumbre Ibero-americana celebrada en Chile. El contex-to en el que se dio la intervención real fue la discusión a dos bandas entre Chávez y Zapatero en la que el primero acusó al ex presidente del gobierno español, José Ma-ría Aznar, de ser un fascista, y el segundo defendía su carácter democrático.

¿Qué había ocurrido? ¿Cómo pue-de ser que su serenísima majestad haya perdido el control, olvidado el estricto protocolo real e intentado mandar a ca-llar al presidente de un país soberano e independiente como la República Boliva-riana de Venezuela? ¿Será que el insigne heraldo de la Madre Patria se durmió y al despertarse creyó que soñaba y que Chávez era tan sólo un gobernador de la Capitanía General de Venezuela, aún bajo la tutela del emperador español en

cuyos dominios nunca se pone el sol? ¿Se habría atrevido a hacer lo mismo el rey en una reunión de líderes de países eu-ropeos y mandado a callar, por ejemplo, a Nicolás Sarkozy? ¿A qué responde este lapso? ¿Tendrá tanta importancia para el rey de España la fi gura de Aznar? Quizás lo que ocurra es que el ex presidente es-pañol es uno de los súbditos predilectos del rey, con quien le unen lazos ideológi-cos fascistas que un mestizo con ínfulas socialistas no puede tener la osadía de mancillar.

La historia «real» de Juan Carlos I comienza cuando a la edad de 10 años, llamado por el generalísimo Franco, pisa por primera vez suelo español, prove-niente del exilio que compartía con su familia en Portugal. El dictador estaba haciendose viejo y sus asesores le acon-sejaron que debía ir buscando un suce-sor. Francó educó en las mejores escue-las al todavia «principe de España», le veía crecer y soñaba con restablecer una monarquía con un «delfín» a su imagen y semejanza. Franco imponía así la mo-

narquía en España pese a que al abuelo del actual rey, Alfonso XIII, los espa-ñoles le habían mandado al exilio en el año 1931, y además, no permitió que su padre Juan (III de haberse respetado la línea sucesoria) reinara, tal y como le correspondía, por ser hostil al dicta-dor; de hecho, mientras Franco estuvo vivo no puso un pie en España. De esta manera, en 1969, la dinastía borbónica consigue la recuperación del trono me-diante el doble juramento de Juan Carlos de lealtad a su excelencia el jefe del Esta-do, Franco, y de fi delidad a los principios del Movimiento Nacional y demás leyes fundamentales del Reino.

Durante esta época, la familia de los Aznar vivía cómodamente. El padre de José María, Manuel, era un renombrado periodista del régimen, quien durante la Guerra Civil Española fue ofi cial del Ejército nacional encargado de tareas de radiodifusión y propaganda de los fascistas, y crió a su hijo bajo los valores y principios de la Falange española, los mismos que juró Juan Carlos en 1969.

Que se calle el rey FERnAnDO CAsADO

EEl rey de España le espetó un cuyos dominios nunca se pone el sol? ¿Se narquía en España pese a que al abuelo

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Muerto el dictador, la sed de cambio del pueblo español evitó que el principe se convirtiera en el jefe de Estado con los amplios poderes que Franco había pla-neado, y el rey tuvo que conformarse con ser una fi gura de protocolo, regulada por una Constitución en un sistema demó-cratico de gobierno. Hasta que llegó el año 1981 y el golpe de Estado que pudo haber dado un vuelco a la historia de España. El 23 de febrero de ese año, se materializó la conspiración que llevaba meses fraguan-dose contra el gobierno democrático. Los tanques salieron a la calle en la impor-tante ciudad de Valencia y el Congreso fue tomado a las 6 de la tarde por efecti-vos de la Guardia Civil (equivalente a la Guardia Nacional venezolana) durante la votación del candidato a la presiden-cia del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, de la Unión de Centro Democrático. Vale la pena también recordar que uno de los principales promotores del golpe fue Al-fonso Armada, hombre de confi anza del rey, su instructor militar y su secretario. Ante el «vacío de poder», el único que podía hacer algo era el rey, pero pasaban las horas y el monarca demócrata no acaba de decantarse públicamente. No fue hasta la una de la madrugada –en ese momento ya estaba claro que el golpe era un fracaso– cuando apareció Juan Carlos ante los medios en defensa de la Consti-tución y la democracia, y pidió a los mili-tares rebeldes deponer sus armas.

A partir de entonces, el rey se de-dicó a sus labores de jefe de Estado, abs-teniéndose de participar en la política y disfrutando de los 32 millones de dólares que el Estado le asigna anualmente para los gastos de la Casa Real; de los que el monarca dispone al menos de 10 millo-nes a su libre albedrío y de manera nada transparente al no ser declarados en nin-guna parte. Aunque la opacidad de las fi nanzas de Juan Carlos hacen difícil un cálculo exacto de su riqueza, la revista Forbes estimó que posee un patrimonio de 2.327 millones de dólares, ocupando el sexto lugar de los monarcas más ricos de Europa y el puesto 134 en el planeta. El rey ha amasado una fortuna duran-te las tres décadas que ha durado hasta ahora su reinado en democracia.

El monarca español también pasa largas temporadas vacacionales veranie-gas en Mallorca disfrutando de su depor-te predilecto, la vela, y según dicen las malas lenguas de sus dos grandes debi-

lidades, el alcohol y las mujeres, aunque estos secretos de Estado nunca han sido publicados en la prestigiosa revista Hola. Por cierto, que por estas frases podría ir a la cárcel por el artículo 490.3 del Código Penal español que reza: «el que calum-niare o injuriare al Rey [...], será castiga-do con la pena de prisión de seis meses a dos años si la calumnia o injuria fueran graves, y con la de multa de seis a doce meses si no lo son». Este artículo clara-mente viola el principio de generalidad e igualdad de las leyes penales y pone a un ciudadano español por encima del resto, al protegerlo especialmente, constitu-yendo ésta una medida discriminatoria que no tiene justifi cación. A esto hay que añadir la posición privilegiada en la que coloca la Constitución española al rey al establecer su artículo 56.3: «La persona del Rey de España es inviolable y no está sujeta a responsabilidad».

En las islas Baleares es donde el monarca, además, se dedica a hacer sus negocios y relaciones de lobby con em-presarios, a los que Juan Carlos prefi ere antes que a la tradicional aristocracia y nobleza por tener aquéllos más dinero. Han sido los empresarios quienes en dos ocasiones le han regalado al rey yates de superlujo. El segundo de ellos por un valor de 23 millones de dólares, que ade-más fue declarado como bien nacional, pese a que es sólo para uso y disfrute de su majestad, para que de esta manera sea el Estado el que cargue con los gastos de su mantenimiento.

Otro personaje de la farandula es-pañola que ama los veranos en Mallorca es José María Aznar, quien también tiene amistad e incluso relaciones políticas con los empresarios que entregaron el yate y otras dádivas al rey.

Pero esta controvertida forma de ejercer su cargo ha tenido cierto coste para la imagen del Borbón más democrá-tico que ha parido la historia de España. Según The Times, varios han sido los he-chos que han contribuido a la caída de la popularidad del monarca español entre sus súbditos. En primer lugar, cada vez se sabe más sobre las fi nanzas y el despilfa-rro al que está acostumbrado el monar-ca, destruyéndose con el paso del tiempo el mito del rey justo y honesto por enci-ma del bien y del mal. En segundo lugar, el hecho de que hayan sido sentados en el banquillo de los acusados varios perio-distas y personas que han criticado al rey

para aplicarles el artículo del Código Pe-nal español mencionado más arriba. Por último, una curiosa anecdota que hizo mella en la imagen de su majestad. Estan-do el rey de visita privada en Rusia para entrevistarse con Putin, tras la reunión fue a la región de Vólogda a cazar, otro de los populares pasatiempos de los Bor-bones desde que empezaron a reinar en España. La presa fue un oso pardo, pero con la mala suerte para el rey de que la caza estaba amañada, el pobre animal no era salvaje, se llamaba Mitrofán, era una atracción en un pueblo cercano y había sido emborrachado con vodka para que el rey no pelara el tiro. Cuando la prensa se enteró del evento, fue el hazmerreir de los medios durante una temporadita.

El amor por los negocios y el libe-ralismo económico es lo que une car-nalmente a Juan Carlos y José María. El ex presidente Aznar se ha convertido en el paladín de estos ideales y los difunde como un misionero por toda América Latina en un intento desesperado por frenar el «populismo» y el «castro-comu-nismo» que cada vez de manera más «pe-ligrosa» se extienden por el continente. El rey más recatado en sus posturas, pues la Constitución también le prohíbe hacer declaraciones políticas sin consentimien-to, aburrido de ser un mediocre orador que se limita a declamar los discursos que el ministro o presidente de turno le dan, se quitó la careta ante el irreverente Chávez, lo mandó a callar y posterior-mente abandonó la sala, con seguridad demasiado ofuscado, cuando Daniel Or-tega echó más leña al fuego al defender a su amigo venezolano criticando la forma de actuar de la transnacional hispánica Unión Fenosa.

Esperemos que este triste espectácu-lo, comprensible sólo de haber estado el monarca en sus colonias, refuerce en las consciencias españolas el sentimiento re-publicano y que además le acarree al rey algún tipo de sanción jurídica, al haber colocado con sus malcriadeces en una muy difícil situación diplomática a Es-paña y haber violado, con su claro gesto político, la Constitución que le da la vida como rey. Aunque seguramente y por desgracia, los medios de comunicación, en manos de los amigos empresarios del rey, interpretarán la realidad conforme a sus intereses, convirtiendo al rey en Ro-bin Hood, a Chávez en tirano y a Ortega en su vasallo.

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La independencia del cine boliviano es como la de las repúblicas de nuestra América, siempre en-

tre la pared y la espada, siempre en la lucha por mantenerse con vida, siempre amenazada por golpes, traiciones y agresiones.

Alfonso Gumucio DagronLos años sesenta para América Lati-

na fueron tan intensos que no acabaron hasta bien entrada la década siguiente. El triunfo de la Revolución cubana no hizo más que descubrir que se podía.

El ajusticiamiento de Leónidas Trujillo en República Dominicana, la aparición de la guerrilla en México, Centroamérica, Venezuela, Brasil, Argentina y Uruguay; la conversión al marxismo de la insurgencia colom-biana; el asesinato del comandante Guevara en Bolivia; la masacre de Tla-telolco en México; la ascensión del ge-

neral Juan Velasco Alvarado en el Perú; la irrupción y asesinato del general Juan

José Torres en Bolivia, entre centenares de otros acontecimientos, dejaban bien en claro

que América Latina se alejaba para siempre de su larga y tropical siesta, siempre arrullada por frailes y déspotas ungidos por el Departamento de Estado norteamericano.

Estos sismos políticos tuvieron sus remezones

Luz en los andes: el cine de Antonio EguinoGuADI CALvO

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en el arte: el boom en la literatura; la plástica con el colombiano Alejandro Obregón, el mexicano José Luis Cuevas y el venezolano Jesús Rafael Soto, entre otros muchos, alcanzan un grado de exposición internacional nunca antes conocido por nuestro continente.

En el cine se produjeron importan-tísimos movimientos que cambiaron para siempre los viejos conceptos here-dados especialmente de Hollywood.

Sin duda, el más promocionado se generó en Brasil, conocido como Cine-ma Novo. Encabezados por Nelson Pe-reira dos Santos y Glauber Rocha, un grupo de jóvenes realizadores derriba-ron sesenta años de un cine comercial sin arraigo en la cultura –con la excep-ción de algunos pocos creadores, como el cataguase Humberto Mauro.

Una ruptura, una búsqueda dife-renciadora, era esperable en una cine-matografía activa como la brasileña, pero es asombroso y sorprendente lo que sucede en Bolivia, un país remoto a la hora de pensar en cine.

Bolivia no había logrado fundar una verdadera tradición fílmica más allá de las primeras experiencias produ-cidas en 1904.

Las primeras experimentaciones netamente bolivianas con el invento de los Lumière las había llevado a cabo en 1912 Luis Castillo, con algunos re-gistros de corte periodístico, fiestas, desfiles, procesiones. El italiano Pedro Sambarino fundó Bolivia Films, y rodó un documental Por mi patria (1924) y Corazón aymara (1925), este último fue el primer largometraje boliviano.

En ese mismo año, el sucrense José María Velasco Maidana filmó La profecía del lago, prohibida por narrar los amo-res de un indígena y una mujer blanca. A su vez, Velasco Maidana fundaba la productora Urania Films, con la que realizaría varios cortos, además de la gran producción de la época: Wara Wara (1930), ambientada durante la conquista española, película que puede considerarse como el primer gran éxito del cine boliviano.

El primer film sonoro rodado en Bolivia fue Hacia la gloria (1933), de Mario Camacho. Con el estallido de la guerra con Paraguay (1935-1938) se interrumpió la producción cinemato-gráfica, aunque Camacho y Velasco llegaron a rodar diferentes escenas do-

cumentales que se conocieron como La campaña del Chaco.

Recién en 1948 se vuelve a la pro-ducción con el que es considerado el primer largometraje sonoro boliviano, Al pie del Illimani. Realizado con motivo de los festejos del IV centenario de fun-dación de La Paz, consiste en una su-cesión de cortos, cada uno dedicado a diferentes aspectos de esa celebración.

Por entonces surge Jorge Ruiz, uno de los más importantes documentalis-tas del continente, que junto a Augus-to Roca efectuaron varias produccio-nes, entre ellas, Donde nació un imperio (1949), mediometraje que se convierte en el primer film a color de Bolivia.

En 1953, Jorge Ruiz dirige Vuelve Sebastiana, uno de los filmes más impor-tantes valiosos del cine latinoamerica-no. Jorge Ruiz marcharía prácticamen-te en solitario hasta que en los sesenta irrumpe Jorge Sanjinés y el Grupo Uka-mau.

Apenas terminados sus estudios en el Instituto Cinematográfico de la Universidad Católica de Chile, Jorge Sanjinés había vuelto a Bolivia, don-de rodaría algunos cortometrajes, casi ensayos de estudiante, para conformar de inmediato junto a otros jóvenes lo que más tarde se conocería como en el Grupo Ukamau, que alcanzará en pocos años estatura de mito no sólo en Bolivia, sino a nivel internacional tras haber obtenido más de treinta premios internacionales.

El Grupo Ukamau –sin creadores de una narrativa propia, a la vez que forjaron una ética irrevocable, donde la causa popular fue el sentido de su cine– desarrolló un discurso cinemato-gráfico que representa el prototipo del intelectual comprometido y decidido a todo por los principios que ha abrazado. Dueño de una coherencia ética y esté-tica que se traduce en cada uno de sus planos. Los miembros del grupo han di-luido su individualidad en un colectivo con el mismo imaginario y las mismas metas. El cine del Grupo Ukamau viaja a los orígenes no como una búsqueda o investigación antropológica, sino en una navegación de retorno.

Fieles a la cosmovisión de ese mundo, el tratamiento cinematográfico permite al espectador participar en los hechos como uno más de la comunidad campesina, donde siempre se inserta el

relato. Los planos generales casi susti-tuyen a los primeros planos, ya que la comunidad es siempre la protagonista, dando fuerza interna de la participación colectiva. Aunque al comienzo estas sustituciones resultan desconcertantes, deben pensarse así, porque forma parte de otra mecánica y tiene una dialéctica inversa a la del individualismo. El indí-gena sólo existe integrado a los demás.

Con la caída del general Torres muchos miembros del Grupo Ukamau deben partir al exilio.

Como una muestra de su coheren-cia estética y ética los exiliados, eligen otro país andino: Ecuador. Jorge Sanji-nés es quien encabeza aquel desmem-bramiento.

Antonio Eguino, quien fuera el gran fotógrafo de los filmes de Jorge Sanjinés, decide permanecer en Bolivia, y junto a Oscar Soria, también miembro de Ukamau, resisten juntos la dictadura de Carlos Bánzer.

Nacido en la ciudad de La Paz en 1938, Antonio Eguino viaja a los Esta-dos Unidos a estudiar Ingeniería, pero sus intereses eran otros y comienza a estudiar Fotografía y Cine en City Co-llege, mientras trabaja con asistente de diferentes fotógrafos en Nueva York.

A su vuelta a Bolivia, en 1967, encuentra al Grupo Ukamau, al cual se incorpora como director de fotogra-fía y operador de cámaras. Bajo las ór-denes de Jorge Sanjinés, Eguino diseña las imágenes de lo que hoy son clásicos latinoamericano como Yawar Mallku (1969) y El coraje del pueblo (1971). En estos filmes se puede apreciar una fuer-te personalidad en el manejo de la cá-mara con la que logra expresivos planos secuencia.

En 1970, Eguino filma su primer corto documental titulado Basta, don-de aborda con perspectiva militante la nacionalización de la Gulf Oil. Este tras-cendente hecho político se desarrolló durante el gobierno de Alfredo Ovando Candía, en 1969, a partir de un decre-to impulsado por el entonces ministro de Minas y Petróleo, Marcelo Quiroga Santa Cruz, intelectual boliviano que en 1980 fuera asesinado por la narco-dictadura de Luis García Meza.

El responsable de la toma y control de aquellos campos petroleros había sido nada menos que el general Juan José Torres.

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Recién en 1974 Antonio Eguino podrá estrenar su primer largometraje, Pueblo chico, con guión de Oscar Soria. El film, con ribetes autorreferenciales, cuenta sobre un joven que vuelve su pueblo natal –San Antonio de Yampa-ra, en Chuquisaca– después de haber estudiado en Argentina. Ese retorno lo enfrenta con una realidad que se había exacerbado en su ausencia: como telón de fondo, la revolución nacionalista de 1952 ya había fracasado, sin haber lo-grado sus metas primordiales: la refor-ma agraria y la de educar a los niños en su lengua materna. La película de-nuncia la pérdida de valores culturales negando sus orígenes indígenas.

Pueblo chico no sólo es su primer largometraje, sino que este film carac-terizará toda la filmografía de Eguino, siempre con fuertes contenidos políti-cos y una mirada profundamente pesi-mista.

Pueblo chico se clasifica entre los fil-mes que se conocieron como Cine Posi-ble, un movimiento que navegó entre los intersticios de la censura y los condicio-nantes económicos, donde se entendía que no sólo había que hacer cine, sino que era necesario hacer un cine acorde a circunstancias.

Parte del Cine Posible fue también Chuquiago (1977) segundo largome-traje de Eguino, donde nuevamente con guión de Oscar Soria entrelaza la historia de cuatro habitantes de La Paz, quienes a su vez metaforizan distintos estratos sociales.

Este film fue el de mayor éxito co-mercial en la historia del cine boliviano, visto por más de un millón de especta-dores en el momento de su estreno. Esta excelente acogida también la obtuvo con gran parte de la crítica y en diferen-tes festivales internacionales.

Antonio Eguino podría realizar su tercer largometraje en 1984, basado en un hecho desgarrador de la historia boliviana: la pérdida de los territorios de Antofagasta y con ello la pérdida del mar, tema muy sensible y polémico para el pueblo boliviano.

Amargo mar, también con guión de Oscar Soria, descorren los entretelones políticos de lo que se conoce como Gue-rra del Pacífico de 1879, donde Bolivia junto a Perú enfrentaron a Chile por aparentes razones de límites. Más tarde se entendería otra realidad. La cámara

de Eguino sigue el transcurrir agitado del ingeniero Manuel Dávalos y su ena-morada, una joven tarijeña, conocida como La Vidita, quienes serán conduc-tores de un relato donde las intrigas y traiciones se acoplan a la historia ver-dadera.

Enfrentada a la versión oficial, Amargo mar muestra cómo Dávalos, a partir de un viaje por el litoral, des-cubrirá la trama de una guerra que se prepara alentada por capitales chilenos y británicos, y llegará a avisar al enton-ces presidente Hilarión Daza lo que se ciernen sobre Bolivia.

La versión oficial condena al presi-dente Daza como el culpable de aquella derrota. Antonio Eguino con Amargo mar intenta demostrar que la historia tiene otra realidad y responsabiliza a al magnate minero Aniceto Arce y al co-mandante de la importantísima Quinta División, el general Narciso Campero, de haber conspirado contra el presidente Daza.

Como un último desgarro de la his-toria, Amargo mar plasma el juicio y la degradación a la que fueron sometidos el coronel Rufino Carrasco y sus hom-bres, acusados de desobedecer órdenes después de haber librado en Tambillos la única batalla que Bolivia ganó en esa guerra.

Desde su estreno, Amargo mar fue centro de fuertes polémicas en toda Bo-livia.

Luego de aquel controversial film, Eguino se ha dedicado a alentar la pro-ducción cinematográfica de su país con la creación de diferentes instituciones. Fue fundamental en fundación y direc-ción del Consejo Nacional del Cine de Bolivia (Conacine), así como de la Aso-ciación de Cineastas.

Casi veintidós años después de su último film, Antonio Eguino vuelve a rodar. En marzo de 2005 comenzó la filmación de su cuarto largometraje, Los Andes no creen en Dios.

Este film está narrado a partir de la interpretación libre de la novela del mis-mo nombre y dos cuentos, Plata del diablo y La Misk’i Simi (la de la boca dulce, en quechua), del escritor boliviano Adolfo Costa du Rels (1891-1980).

Ambientados en la población mine-ra de Uyuni y otras regiones cercanas a Potosí, Antonio Eguino nos traslada a la Bolivia de entre los años veinte y cuaren-

ta, pleno furor de la explotación minera.El pueblo de Uyuni es un lugar don-

de llegan personajes de todo tipo con un solo objetivo: hacer fortuna. El protago-nista, el joven ingeniero Alfonso Claros, llega en el mítico tren internacional a Uyuni, donde se perderá tras los amores de Claudina, una campesina dueña de una rara sensualidad. Uyuni es el esce-nario donde convergen extraños perso-najes con una sola idea hacer fortuna.

Los Andes no creen en Dios es una muestra de cómo la literatura y el cine han dedicado particular empeño al refle-jar la realidad minera no sólo porque fue en el siglo XX el centro de la economía del país, sino por haber sido escenario de luchas entre los fuertes sindicatos y los consorcios nacionales y extranjeros.

La omnipresencia de los prejuicios sociales y raciales, en un pueblo lleno de posibilidades donde abundan las chi-cherías, los burdeles y el fanatismo re-ligioso es un recorte justo y atemporal del país.

Antonio Eguino, con este último film estrenado recientemente, no hace más que corresponderse en perfecta co-herencia con toda su obra, que busca desde siempre echar luz sobre los Andes.

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Vimos en Maracaibo reciente-mente la cinta cinematográfi ca titulada con este nombre. Es un

argumental de unos pocos minutos de la joven directora, ya conocida en el cine nacional e internacional, Patricia Orte-ga. En el cine venezolano muchas veces debemos avenirnos o conformarnos con él, aunque no se esté de acuerdo. El que hace cine en Venezuela debe ser conside-rado un amante del riesgo, un poeta que gusta –como dicen en México– rifársela (arriesgar la vida, en este caso la voca-ción, profesión, sueño).

Debemos aclarar que no deseamos polemizar sobre cine nacional ni mucho menos sobre los valores de esta cinta ci-nematográfi ca. Queremos hacer en este artículo una reseña crítica de la teoría del arte en general. Tomamos esta pelí-cula venezolana de la joven y talentosa directora Patricia Ortega como hubiéra-mos podido tomar una novela, poema, fotografía, pintura, etc., que ejemplari-

zara o caracterizara la concepción popu-lar y colectiva que se tiene de la realidad cultural, social y política de una comu-nidad que puede tener fundamento real o no. El arte por el arte, infeliz corriente de arte, es la doctrina literaria que rehúsa la integración social o política del escritor y que hace de la perfección formal el fi n último de arte. ¡Qué barbaridad, válgame Dios! Esta corriente pasó por el mundo sin pena ni gloria, es decir, sin sobresalir (claro está), ni muy bien, ni muy mal.

Antes de abordar un tema, debemos preparar a través de la refl exión la medi-tación, y especialmente la conciencia, una técnica que nos permita abordarlo no desde su fondo, sino desde su trasfondo o visceralidad. La película (de acuerdo al tema) debió ser en blanco y negro. Nun-ca debemos olvidar a Bergman. Según su teoría, los retratos de pareja plantean, en blanco-y-negro, con ironía y ternura, la cuestión de la verdad de los sentimientos. Cuando abordamos en un relato, noti-

cia, película, etc., un tema desnudo que no debería ocultar ningún aspecto por desagradable que resulte, no deberíamos usar colores, sino valores, y el blanco y negro son valores. Los colores exaltan la exuberancia de nuestros paisajes, pero no nuestra realidad histórico-social, que es más de blanco y negro que de colores. Se-bastião Salgado, fotógrafo brasileño, que tras un primer reportaje sobre la sequía en el Sahel ha recorrido el mundo para mostrar, en blanco-y-negro, la dignidad humana en la miseria.

Luz Labat, en su papel de Perolita, desempeñó el que corresponde al mérito y condición de su experiencia de directo-ra y actriz de teatro y cine. Con su agudo olfato y experiencia supo captar los veri-cuetos subterráneos de los gregarios des-atendidos y desarraigados de la sociedad. Con su mudez nos muestra la misma dig-nidad que la de Salgado, sin pedir ni dar cuartel. Para el público, ella constituye la película.

PerolitacÉsAr cHiriNos

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26 A Plena Voz María Alejandra Rojas SánchezMaría Alejandra Rojas SánchezMaría Alejandra Rojas Sánchez

Laureados Poetas 2007

Fue muy tardeVuelta, revuelta y devuelta.Sin darte las gracias. A un hombre (y) a lo grande, Carlos Duque.

En la habitación –reunidos en silencio– se podía ver a La Parte de Atrás, a El Hombre a Punto de Escapar y a Rita. El espectador siempre está desde un ángulo certero, ése desde donde se puede observar y juzgar a conveniencia. El Hombre a Punto de Escapar permanecía con una mano en alto gesticulando una mentira como para dispersarla y no exponerla a la revisión de los otros dos momentáneos acompañantes, mientras en su espalda con el antebrazo a nivel de las costillas ocultaba lo que se supone nadie sospecha: la llave de la habitación con la que abrirá la puerta y por medio de la cual recuperará lo despojado y lo despojable. La Parte de Atrás se aburre tremendamente, porque aunque su parte delantera le envía señales � siológicas y se le erizan los vellos y se aguza ante la sensación de que el peligro es inminente, no consigue meter el hilo en el ojal. No sabe qué pasa, no puede ver nada y además ésa tampoco es su función, su fuerte es y será en esa y otras visitas mostrarle a Rita cómo se ve por detrás, cómo se es sin saber qué se es, es decir, nuca, espalda, codo y nalgas, qué rayos ven los demás cuando se echa a andar y Rita, que es una paranoica, cree que algo pasa sin que ella se dé cuenta; desesperada, siente la actuación trapera y, para completar las acciones, se abalanza ante la amenaza tratando de disimular el jadeo. Nada puede decir por ahora La Parte de Atrás. Rita escucha al hombre y se coloca las palmas de las manos sobre las rodillas, está sudando, pero de ninguna manera demostrará temor, ya han transcurrido muchas horas en esa situación. Para Rita el tiempo es eterno e incontable cuando siente que algo se avecina. El Hombre es encantador, siempre dispuesto a darle algo que ella no atina a de� nir o conocer, pero algo por lo cual está en deuda. Qué trampa –piensa Rita–. El Hombre a Punto de Escapar se irá, aunque contempla la posibilidad de hacerlo sin premura; es que la muchacha lo pide, caramba, y él no es quién para desestimar el pedido corporal de una dama. Eso sí, se irá sin despedidas y sin avisarles el camino. Es más, está planeando cerrar la puerta cuando se encuentre por fuera. Sí, eso es, que la muchacha y su otra parte se queden atrapadas en esa habitación, a ver hasta dónde pueden seguirlo. La Parte de Atrás funciona en sentido inverso: no puede sentarse sobre sí misma, ni mostrar sus manos, la parte trasera se sujeta a Rita y la respalda. De repente Rita escucha unos pasos, cree que algo externo los cerca, pero cuando va a preguntarle al hombre es imposible evadir, la llave ha resbalado entre los dedos y el estruendo recon� rma que algo sucede. Rita se retrae y de su parte de atrás surgen las palabras Nos descubriste. El Hombre a Punto de Escapar se cuela por la puerta y desaparece. Rita, sentada frente a su parte de atrás, escucha la sentencia No te quisiste ir, Rita, yo no puedo hacer nada más. Ella une las palmas de sus manos y las aprieta entre ambas rodillas, se pregunta qué estará pasando cuando se despierte, mira la llave caída a pocos centímetros y por la puerta entreabierta es devuelta una ráfaga de aire muy frío.

María Alejandra Rojas Sánchez (Caracas, 20/9/1980)

Estas voces poéticas emergentes son hijas del 27F, del 4F y de la Victoria de Abril. Por ahora, su reto se resume en arrojarles piedras a las vidrieras del bonitismo literario. Los compromete una causa política. En silencio mantienen férrea contienda contra toda guarimba cultural. No aspiran ser togados por la zamurada eclesiástica ni la cabronería académica, refrendada por Alberto Federico Ravell y el Matacuras. Conocen la verba mínima y la máxima. Las soporíferas clases de las escuelas de letras. He aquí sus palabras.

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A Plena Voz 27 Alejandro SilvaAlejandro SilvaAlejandro Silva

MensajeA Clemencia Garrido y Sebastián Alejandro

Qué hago aquí La Bellaparado atónito ante un papel que asientecon estas piernas traidoras que apenas desean soportarmelos ojos empozados de alma y una sonrisa que simula una cicatriz curvadaque apunta hacia tu cieloQué semilla es esta que se agita en su bóveda de aguay toca con rítmica perfectasu tamborcito de luzsu guaguancó de fi esta para mi esperaDónde se oculta la tristeza del agosto aquel sembrado de lágrimas del que comí la fruta salada del desconsuelollanto y esperanza a nueve pasos de una llama temblorosay sombras que piropean descaros al olvidoSé La Bella que me sueñas desde tu sueñoy soy tú en esta gloria de repetirtede repetirmey no avergüenza el gesto antiguo de mirarse la piel en otraque apenas lame la incandescencia de los astrosla fi na suculencia del aireel suave roce del pezón milagrosoque canta y se exprime en su dulce dádiva de vidaDile La Bella que el mar no es tan grandecomo afi rman los libros de geografíaque el petróleo se está agotandoy con él las guerras y los imperiosMiéntele La Belladile que fundieron todas las armas que escupen odiospara crear parques y esculturasque en México se respira aire puroque hay palabras que ya no existen en el diccionariocomo por ejemplo: asesinoque ahora es una grafía incomprensible del pasadoDile La Bella que el coco es sólo una frutay papa dios sólo una nube que cambia de forma y desapareceDile sobre todo que he sido humanoque aún lo soyno sea que al mirarme llore sin ritosy huya de mi abrazode mi aliento que lo espera como el desierto a la lluvia.

Alejandro Silva (Caracas, 1972).

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Joel RojasJoel RojasJoel Rojas

AmuletoPara Ana Isabel

que la luna sea públicano queremos ver parásitos en el lomo de las perezasni pereza en las plazas no plazas deslumbradas ni abuso de la lumbreraque la luna sea públicano queremos ser desechos de la mañanaindefensos entre la luz refl ejani recipientes para memoria vacua ni purísimo recuerdo que la luna sea públicano queremos tener cofres collares limpios ni miedo de la arena ahora sin botas cuando comienza la peleaque la luna sea públicahijas que el rostro no complique el espejoni los pasos la huella cuando humanamente le agüe el rostro la miraday se les melle el pechoque la luna sea públicade día dentro y fuerade los colegios dentro y fuera del miedoque la luna sea públicano queremos ver marcas imbéciles en espalda ajenani en la propia ni en la que vengaque la luna sea públicaque ahuyente las aristas el sudor sin sal y el azúcar de la mano muerta

que la luna sea públicaen la mesa que es bellezasea austera o huela a estrellashijas de esta mano sin cabeza

que la luna sea públicasiempre que no se oculte después de la tormentaadormecida o roja se les aparezca que la luna sea públicay haga brotar escudos de las sombras del mundo al que son puestasque la luna sea pública hijas

dibujada en sus conciencias

Joel Rojas

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A todo eventoCuando dije presente sabía que el mayor acto de amor era luchar por el hombre y su destino. Hoy cuando los días con su fastidio se alimentan de la nada me juego para que la tierra nunca tenga dueños ni fronteras los pueblos y podamos amarnos como cuando dije presente y esperé este tiempo Comandante, cuanto el último aliento lo entrego por tus sueños que son los míos y también el destino de mis hijos y los tuyos.

A cada cualEn mi primera juventud fui a tomar el cielo por asalto: quería una patria nueva. En ese entonces con su sangre muchos hombres señalaron el camino de la historia.En este tiempo un hombre camina con mis sueños a cuestas y otros tratan de ocupar un lugar que no les pertenece, pero la patria que soñamos saldrá airosa y otros hombres dirán siempre presente y de la manocon el corazón abierto repartimos el pan y la justicia.

Soy lo que soy No quiero ser poeta sentado en la primera fi la escuchando el rumiar de los idiotas, ni estar en la fi esta de los ricos ni recibir condecoraciones del concejo ni que a mi nombre le rindan homenajes. No quiero sentarme en la mesa del que engaña ni compartir espacio con los necios ni carro último modelo ni carajitas Cristian Dior.Sé que soy la tormenta que salta de mis huesos arrancando la lengua a los hipócritas mariquitas de gritos destemplados y cabrones a la medida de la infamia.No quiero ser poeta indigestode halagos pordioseros ni buscar nombre y estatus. Lejos de los traidores que quieren hipotecar la patriaquiero ser un cuchillo de palabras compartir tus besos esta noche y mañana continuar en el combate mientras los idiotas celebran en la plaza.

Marta de la noche A José Manuel, el «Alemán»La conocí una noche sin invierno, en la barra de un bar de un país extranjero de esos que no aparecenen los mapas, donde el amor se reparte en soledades y la posibilidad de soñar se logra mirando por la ventana donde el tren que pasa nos deja el sabor de los amores idos. Cuando habitó mi silencio, logrópersuadirme de lo inútil del odio y en señal me regaló una enorme mariposa que aún hoy me lleva a volar por la penumbra de los sueños.Por eso no es extraño que a esta edad trate de invertir caminos y el orden de las cosas. Yo busco un rostro de mujer con refl ejos deolvido que en la transparencia de la niebla me azotó de caricias descifrando las señales de mi otoño. Fue un amor contenido en un mes hace no sé qué tiempo, y me pregunto si verdaderamente existió ese bar o si fue un cuento inventado por algún viejo caminante, contador de fábulas y tomador de vinos.

Arnulfo Quintero

Arnulfo Quintero

que no les pertenece,

Quinteroque no les pertenece, pero la patria Quinteropero la patria que no les pertenece, pero la patria que no les pertenece,

Quinteroque no les pertenece, pero la patria que no les pertenece, que soñamos Quinteroque soñamos pero la patria que soñamos pero la patria Quinteropero la patria que soñamos pero la patria saldrá airosa Quinterosaldrá airosa que soñamos saldrá airosa que soñamos Quinteroque soñamos saldrá airosa que soñamos y otros hombres Quinteroy otros hombres dirán siempre Quinterodirán siempre y otros hombres dirán siempre y otros hombres Quinteroy otros hombres dirán siempre y otros hombres presente Quinteropresente dirán siempre presente dirán siempre Quinterodirán siempre presente dirán siempre y de la mano Quinteroy de la manopresente y de la manopresente Quinteropresente y de la manopresente con el corazón Quinterocon el corazón y de la manocon el corazón y de la mano Quinteroy de la manocon el corazón y de la manoabierto Quinteroabierto repartimos Quintero

repartimos

Arnulfo Quintero

Arnulfo

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La ruptura de la burbuja hipoteca-ria amenaza pasar a crisis finan-ciera con la caída progresiva del

valor del dólar, y eventualmente a una crisis económica similar a la de 1929, con sus tres caminos: la URSS consoli-dando el socialismo y por eso no afec-tada por ella; Alemania, Italia y Japón yendo al fascismo, en preparación de agresiones que llevaron a la II Guerra Mundial; y Estados Unidos y Gran Bre-taña adoptando la doctrina de Keynes.

AmEnAzA DE unA CRIsIs ECOnó-mICA sImILAR A LA DE 1929

De repetirse la «gran depresión», la oli-garquía financiera yanqui trataría de implantar el fascismo, que ya practica Bush contra Irak, Cuba y otros muchos países. Y se fortalecerían los bloques contrarios al mundo unipolar con la posible alianza de China, Rusia y la In-dia, mientras avanza la integración li-beradora en nuestra región. Otro 1929 sería terrible para toda la humanidad: pueblos enteros serían aniquilados por el hambre y la violencia.

Por otro lado, la llegada de una crisis económica de esa dimensión podrá te-ner la significación del derrumbe de la URSS, aunque de signo contrario, si es

que marca el comienzo del fin del impe-rio del dólar. Esto no subestima las posi-bilidades de recuperación temporal del capitalismo. Sin embargo, en ese em-peño fracasarán los amos de la mayor parte del mundo, porque su instrumen-to principal para hacerlo fue el mismo que condujo a las puertas de la más de-moledora de las crisis: la acumulación y centralización del capital. Su expresión es evidente: dejar un número menor de ricos con mayores riquezas

HAY nERvIOsIsmO En LOs mER-CADOs buRsáTILEs ACTuALEs

Para ello se limitan a emplear algo que no es capital verdadero, pues se man-tiene en la esfera de la circulación y no pasa a la productiva: la liquidez. Se trata de la liquidez en sus dos formas: dinero fiduciario, no material, como el dólar –hace rato una estafa–, al carecer de respaldo en oro, dinero material, y el casi dinero, según Marx, como accio-nes, bonos, hipotecas, etc., que tampo-co tienen razón de existir. Por eso es el regreso al marxismo-leninismo, siem-pre de guía para la acción y renovación permanente.

Ya en el Manifiesto comunista, de Marx y Engels, cuyo aniversario 160 festeja-

remos el próximo año, se afirmó que la burguesía alcanzó logros en las fuerzas productivas jamás realizados antes, pero a costa de la degradación humana más espantosa. En realidad era la lucha entre los que consumen sin producir y los que producen sin consumir. Y Marx denunció que los primeros se apoderan de la cultura para ponerla a sus órde-nes, y proclamó que se separaron la cultura y el trabajo: la cultura se opo-ne al trabajo como capital o artículo de lujo para el rico.

El capitalismo no caerá automática-mente a causa de sus crisis, que son recurrentes en la economía y perma-nentes en la moral, la ideología, la po-lítica, la ecología, necesitándose que la lucha unida de cada pueblo y de todos los pueblos por encima de las fronteras y las diferencias políticas, ideológica y otras, produzca cambios radicales, a culminar en gobiernos populares, como en Cuba, los países hermanos con el so-cialismo del siglo XXI y los países socia-listas asiáticos. Su fortaleza radica en la cultura. Martí proclamó lo que aplica el marxismo-leninismo al abrirse paso, convencidos sus partidarios de que ser cultos es la única manera de ser libres.

Crisis en el horizonte Raúl Valdés ViVó

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Desde hace algún tiempo un novísimo concepto en torno a los Estados ha venido impo-niéndose en la teoría política

de las relaciones internacionales. Se tra-ta de la noción según la cual, en el sis-tema internacional, existe una extensa gama de Estados –todos pertenecientes a países en desarrollo– susceptibles de ser definidos como Estados débiles, frágiles, fallidos, colapsados, forajidos o fracasados. El artificio teórico y político, que cada vez toma mayor cuerpo en los centros de pensamiento del norte y sur del pla-neta; en instituciones financieras inter-nacionales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional; y en los equipos de gobierno de los EE.UU. y la Unión Europea, es resultado de una potente reconceptualización liberal de las relaciones planetarias en materia de seguridad internacional basada en

las «amenazas que se ciernen sobre el mundo actual» y bajo la presunción de la existencia de «conflictos globales» que «amenazan la seguridad y estabili-dad mundial» en el mundo de la post-guerra fría.

La globalización de las amenazas

La idea de un mundo cada vez más «interdependiente», «interconectado» y «globalizado» ha identificado lo que ayer eran conflictos locales o regionales extendiéndolos a dimensiones globales, ampliando las fuentes o tipos de conflictos con el objetivo geopolítico de construir una visión maximalista de las «amena-zas» que permita a la Comunidad Inter-nacional desarrollar, por vía bilateral o multilateral, estrategias colectivas en don-de la procura de la seguridad mundial es una «responsabilidad compartida».

Como parte de esta nueva concepción hoy ampliamente extendida en los or-ganismos internacionales, ha surgido la idea de los Estados fallidos.

Tal y como se desprende del Do-cumento Final de la Cumbre Mundial de Naciones Unidas, de septiembre de 2005, se trata de «[…] alcanzar un con-senso en materia de seguridad basado en el reconocimiento de que muchas de las amenazas están interrelacionadas, de que el desarrollo, la paz, la seguridad y los derechos humanos se refuerzan mu-tuamente, de que la mejor manera en que un Estado se puede proteger no es nunca actuando completamente aisla-do; y de que todos los Estados necesitan un sistema de seguridad colectiva eficaz y eficiente, de acuerdo con los propósitos y principios de la Carta».

Al incorporar una extensa gama de temas, como los problemas del desarrollo,

Imperio y Estados fallidosJORGE ARTURO REYES

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los asuntos medioambientales, las cuestio-nes sobre los derechos humanos y la refor-ma de la ONU, como elementos constitu-tivos de la agenda de seguridad interna-cional, se establece un entrecruzamiento extremadamente problemático dado que la cuestión social en un sentido amplio pretende ser observada bajo el prisma de la seguridad, asunto que permite a los amos del poder mundial identificar de forma permanente y en cualquier lugar enemigos potenciales. No en balde, para las teorías que apoyan las tesis sobre los Estados fallidos y las estrategias de re-construcción postconflicto, señalan a la pobreza, el narcotráfico, las pandemias, el sida y el terrorismo como las amena-zas más apremiantes del mundo. Esta concepción en extremo abarcante sobre la seguridad, intenta hacer tabula rasa de las relaciones de poder internacional obviando las causas y especificidades históricas que han dado origen a un am-plio número de conflictos, homologando a todo el sistema interestatal bajo el su-puesto de la existencia de «amenazas y responsabilidades comunes» en la tarea de «garantizar la paz».

Antes que admitir la existencia de amenazas comunes que impactan con gran fuerza en la opinión pública inter-nacional, es necesario reconocer que buena parte de los temas de seguridad más relevantes de la actualidad forman parte de un proceso de globalización de las amenazas construido sobre la base de mecanismos «consensuados» y con-feccionados en el multilateralismo, que tienen a su servicio toda la maquinaria hegemónica comunicacional.

Al exponer el llamado derecho de in-tervención, Negri y Hardt han planteado que éste «[…] figuraba predominante-mente entre la panoplia de instrumentos acordados en las Naciones Unidas en su Carta para mantener el orden interna-cional, pero la reconfiguración contem-poránea de este derecho representa un salto cualitativo. Los Estados soberanos individuales o el poder supranacional (la ONU), ya no interviene, como ocurría en el antiguo orden internacional, sola-mente para asegurar o imponer la apli-cación de compromisos internacionales voluntariamente acordados. Ahora, los sujetos supranacionales, legitimados no por el derecho, sino por el consen-so, intervienen en nombre de cualquier tipo de emergencia y de principios éticos

superiores. Lo que sustenta esta inter-vención ya no es solamente un estado permanente de emergencia y excepción, sino un estado permanente de emergen-cia y excepción justificado por la ape-lación a valores esenciales de justicia. En otras palabras, el derecho de policía queda legitimado por valores universa-les». A esto habría que añadir la libertad como valor universalizado desde el locus específico de la europea –primero– y es-tadounidense –después– modernidad occidental.

Estados fallidos: explorando el concepto

A pesar de que la literatura sobre los Estados fallidos es tan reciente como abundante, la noción en cuestión puede catalogarse como un concepto en cons-trucción cuya implementación es cada vez más observable en el sistema interna-cional. A estos Estados se les categoriza a partir de descripciones múltiples sobre diversos tipos de conflictos existentes en su seno, y cuyas causas pueden ser eco-nómicas, políticas, sociales, religiosas y culturales. En todo caso, el principio ge-neral que guía tales descripciones parte del presupuesto según el cual la ausencia o la debilidad institucional (ausencia de es-tatalidad) constituyen un serio problema para la estabilidad del sistema interna-cional.

Así, la gobernanza débil, entendida como incapacidad o fragilidad estatal-ins-titucional para solucionar múltiples con-flictos, no sólo afecta al Estado-nacional y sus ciudadanos, sino que constituye una amenaza a la estabilidad interna-cional que debe ser encarada con la asis-tencia de la Comunidad Internacional y sus organizaciones por mecanismos de diverso tipo, que incluye desde la ayuda financiera bilateral o multilateral hasta la intervención militar de carácter mul-tinacional. Dicho de otra manera, se tra-ta de un vasto dispositivo imperial de re-forma estatal diseñado desde fuera de los márgenes del Estado-nacional, muchas veces con la anuencia –y preferiblemen-te debe ser así según sus propulsores– de las élites políticas y económicas locales.

Como Estados fallidos o frágiles han sido catalogados aquellos Estados que causan oleadas de inmigración; incurren o permiten la violación de los derechos humanos; provocan desastres

humanitarios; protegen o tienen inca-pacidad de controlar la violencia estatal-paraestatal y no estatal, el narcotráfico y el terrorismo; violan o no son estrictos en el ejercicio de hacer cumplir el Estado de derecho y el «imperio de la ley»; son incapaces de enfrentar epidemias y pan-demias; tienen dificultad en el control de sus territorios y en proporcionar seguri-dad a sus ciudadanos; tienen incapaci-dad en el sostenimiento del orden legal interno; pierden el monopolio legítimo de la violencia; son incapaces en el su-ministro de servicios públicos; impiden la cohesión social; carecen de fortaleza institucional en la administración de justicia; adolecen de legitimidad institu-cional en cualquiera de sus poderes pú-blicos; han colapsado como producto de guerras internas, genocidios y desastres naturales; tienen posibilidades de sece-sión; carecen de legitimidad democráti-ca y rendición de cuentas; y tienen de-bilidad económica, política y social para superar la pobreza y la exclusión social.

Imperio y reconstrucción

La mentalidad imperial de la re-construcción estatal basada en la exis-tencia de Estados débiles no es sólo dispositivo made in USA. Aunque tenga gran impacto político y mediático de-nunciar ante el mundo esta nueva for-ma de tutelaje, apuntando el dedo hacia los Estados Unidos, la cuestión de la se-guridad internacional observada desde las premisas dominantes es compartida, diseñada, estimulada y aprobada por la Unión Europea y en general por el G-8; además de la amplia gama de gobier-nos aliados que éstos encuentran en África, Asia y América Latina y el Ca-ribe. En realidad, más allá de los actores concretos, lo que domina es una lógica liberalizante del mundo en donde el fin justifica los medios. No obstante, es des-de los países del norte –y aprovechando el control político y financiero que éstos tienen sobre la ONU y las instituciones de Bretton Woods y el poder corporativo transnacional– que la implementación de tales estrategias globales son en ver-dad posibles.

Si bien es cierto que la noción de Es-tados frágiles es un componente sustan-tivo de La estrategia de seguridad nacional de los Estados Unidos de América, lanza-da en septiembre de 2002 y actualizada

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en marzo de 2006, la noción de Estados frágiles aparece de manera recurrente en documentos como la Estrategia Euro-pea de Seguridad, de diciembre de 2003, y la Declaración del Consejo Europeo sobre las Relaciones Trasatlánticas, en ocasión de la reunión celebrada por los países de la Unión Europea, en Bruselas, entre el 12 y 13 de diciembre de 2003. En dicha declaración se expresa que «La Unión Europea y sus socios transatlánticos es-tán en mejor posición para enfrentarse a los desafíos que les esperan, ya que comparten una evaluación de amenaza común. La Estrategia Europea de Segu-ridad facilita un análisis convincente tanto de las amenazas conocidas como de las amenazas emergentes, tales como el terrorismo masivo, la proliferación de armas de destrucción masiva, los Esta-dos fracasados y la delincuencia orga-nizada. Europa y sus socios transatlán-ticos permanecen unidos contra dichas amenazas y trabajan para desarrollar estrategias conjuntas para combatir-las». Por su claridad, ambos documen-tos constituyen una excelente guía para observar desde la perspectiva de buena parte de los miembros del G-8 las ma-trices globales sobre las que se discute con la anuencia de las organizaciones internacionales, los asuntos relaciona-dos con la seguridad internacional.

Pero el espacio de mayor relevan-cia para introducir esta noción es jus-tamente en el ámbito multilateral. Con la aprobación de la Declaración de París sobre Eficacia de la Ayuda al Desarrollo, en marzo de 2005, se asocia con cada vez más frecuencia la idea de Estado frágil con las cuestiones del desarro-llo. La introducción del término en los consensos multilaterales supone una doble consecuencia. En primer lugar, permite la sedimentación del concepto en las relaciones internacionales, con lo cual es posible elaborar un conjun-to de recomendaciones de política y el establecimiento de programas, fondos, acciones bilaterales y multilaterales que se despliegan en toda la institucio-nalidad del sistema internacional en función de «auxiliar» a estos Estados. En segundo término, confirma –por ex-tensión a otras regiones del planeta– la tesis empleada por Brzezinski para el caso euroasiático, según la cual «[…] las maniobras, la diplomacia, el estable-cimiento de coaliciones, la coaptación y

el despliegue deliberado de los propios recursos geopolíticos se han convertido en los ingredientes clave para ejercer con éxito el poder geoestratégico […]», con lo cual y a pesar de las agresiones unilaterales de algunos actores hege-mónicos en zonas específicas de la geo-grafía mundial, la hegemonía se cons-truye de manera más eficaz en la arena multilateral.

Algunos instrumentos concretos

De los asuntos aprobados en la Cumbre Mundial de la ONU (2005), hay dos cuestiones que por su impacto a corto y mediano plazo vale la pena resaltar y que se encuentran en perfec-ta sintonía con la visión general de los Estados fracasados. La primera resulta de la denominada Comisión de Consoli-dación de la Paz; la segunda se trata de la incorporación al cuerpo de principios de Naciones Unidas de la noción de res-ponsabilidad de proteger. Ambas cuestio-nes, ejemplos fieles de la primacía beli-cista enmascaradas bajo el velo de la paz mundial.

La Comisión de Consolidación de la Paz es una nueva instancia dentro del sistema de la ONU, cuyo objetivo con-siste en «[…] disponer de un mecanismo institucional dedicado exclusivamente a atender a las necesidades especiales de los países que salen de situaciones de conflicto para avanzar hacia la recupe-ración, la reintegración y la reconstruc-ción, y ayudarlos a sentar las bases del desarrollo sostenible […] [centrado en:] a) Agrupar a todas las entidades perti-nentes para reunir recursos, proponer estrategias integradas de consolidación de la paz y recuperación después de los conflictos y asesorar sobre esas estrate-gias; b) Centrar la atención en las tareas de reconstrucción y consolidación de las instituciones necesarias para la recupe-ración después de los conflictos y apoyar la elaboración de estrategias integradas para sentar las bases del desarrollo sos-tenible; c) Formular recomendaciones y proporcionar información para mejo-rar la coordinación de todas las entida-des pertinentes, tanto de las Naciones Unidas como ajenas a la Organización, establecer prácticas óptimas, ayudar a asegurar una financiación previsible para las actividades iniciales de recu-peración y ampliar el período en que la

comunidad internacional presta aten-ción a la recuperación después de los conflictos» (ONU, sexagésimo período de sesiones; Resolución A/RES/60/80, 30 de diciembre de 2005).

Por su parte, la responsabilidad de proteger se trata de un «novedoso con-cepto», según el cual los Estados tienen la responsabilidad primaria de proteger los derechos humanos de sus ciuda-danos del genocidio, la depuración ét-nica, los crímenes de guerra y de lesa humanidad. Al fracasar en esa labor, la Comunidad Internacional tiene la «res-ponsabilidad moral» de intervenir en di-chos Estados por medios diplomáticos o mediante una fuerza de carácter militar multinacional.

En ambos casos, la Comunidad Internacional, a través de Naciones Unidas, los organismos regionales, las instituciones financieras internaciona-les, los donantes públicos o privados, la sociedad civil y los gobiernos locales o las denominadas autoridades de transi-ción, deberán conciliar esfuerzos para intervenir en la reconstrucción, reesta-blecimiento y estabilización nacional, a fin de garantizar la paz, la seguridad y la estabilidad internacional. Cualquier parecido con los casos de la Minustah en Haití, Irak o Afganistán, por sólo mencionar casos de gran relevancia para la geopolítica actual, no parecen ser mera coincidencia.

Desde una perspectiva más acadé-mica –y no por ello menos influyente en la toma de decisiones de poderosos intereses estatales–, la tesis de la re-construcción estatal ha sido defendida, entre otros, por el ultraliberal Francis Fukuyama, al exponer algunas fases que, según cada caso, funcionan como recetas en la neodoctrina de la inter-vención. Una primera fase es la relativa a la reconstrucción postconflicto. Se trata de garantizar la estabilidad y la paz in-terna, a través de poderes externos, em-pleando para ello fuerzas militares y po-liciales, ayuda humanitaria y asistencia técnica. Una vez lograda la estabilidad, se procede a una fase superior, cuyo principal objetivo es la creación de capa-cidades institucionales; en esta etapa, el apoyo externo es de crucial importancia para orientar el carácter de las reformas jurídicas e institucionales de las nuevas instituciones políticas y económicas. Por último, una tercera fase o modo de

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reconstrucción de Estados débiles se refiere al fortalecimiento de Estados que, aún teniendo estabilidad institucional, gozan de gran incapacidad para atender las demandas de sus ciudadanos.

En todos los casos planteados, el sistema multilateral de financiación al de-sarrollo tiene una participación estelar. Y ello es así dada la vinculación que el pensamiento dominante establece entre seguridad y desarrollo. No es casual que todo el andamiaje del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, conjuntamente con los donantes del mundo entero, trabajen en este forma-to intervencionista de reconstrucción conjuntamente con las fuerzas mili-tares multinacionales que persiguen mantener el orden interno en Estados en situación de conflicto.

Varios de estos presupuestos han sido ya ensayados a lo largo y ancho del planeta, y son hoy objeto de evaluacio-nes y refinamientos permanentes. Ya en el mundo entero, varios índices so-bre Estados fallidos han sido elaborados con el objetivo de orientar la acción in-tergubernamental en la tarea global de

la reconstrucción estatal. De esta ma-nera, el índice de la Fundación para la Paz y la Foreing Policy, de 2005-2007, con sede en Washington, el cual mane-ja 12 indicadores; los análisis del Banco Mundial y el PNUD; La Comisión sobre Seguridad Nacional y Estados Débiles; y la polémica Oficina de Coordinación para la Reconstrucción y Estabilización del Departamento de Estado, ambas de los EE.UU., entre otros, otorgan mues-tras del establecimiento de una nueva doctrina de intervención preventiva planetaria que fabricará la guerra y la «paz» en las futuras décadas.

A todas luces resulta evidente que el artificio de los Estados fallidos repro-duce la lógica binaria de civilización/barbarie; atraso/progreso; centro/peri-feria que ha inspirado la racionalidad de occidente. Se trata de un disposi-tivo neocolonial instalado sobre una supuesta superioridad cultural de las ciencias, las artes y las técnicas euro-es-tadounidenses, compartidas por las éli-tes liberales del sur, quienes a fuerza del sostenimiento de patrones imitativos en función del progreso, el desarrollismo y

la modernización omiten toda forma al-ternativa de organización social.

La idea de un Estado fallido o fra-casado, y por extensión de una sociedad fracasada, hace caso omiso de las re-laciones históricas de dominación que confinaron a gran parte de la población del planeta –en geografías concretas– a la miseria y la pobreza, sobre la base de la expropiación, el exterminio, la guerra o del establecimiento de cuidadosos y re-finados modelos políticos y económicos teledirigidos desde múltiples lugares y actores. Hoy ese refinamiento secuestra las instancias multilaterales y se globali-za a través de sus canales institucionales, se invisibiliza y se evidencia bajo la for-ma de los consensos, de las cumbres, de los foros mundiales. Se inserta, pues, en el corazón del Imperio. Tal vez sea propi-cia la oportunidad –ahora que los cen-tros de pensamiento del norte elaboran definiciones con consecuencias políticas devastadoras, y a pesar de sus fallidos intentos por dominar a los pueblos del sur– para llamar las cosas por su verda-dero nombre; para decirles, después de siglos de atropellos, Estados gendarmes.

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El petróleo, la energía primaria más importante del mundo, es actualmente el referente más determinante del sistema econó­

mico mundial. Las variaciones del precio del barril afectan a los mercados fi nan­cieros globales. En la compleja tarea de formular programas que aseguren la es­tabilidad del mercado energético, la Or­ganización de los Países Exportadores de Petróleo (Opep), tiene en este momento un rol fundamental.

Esta misión, de altísima responsabi­lidad, la detenta la OPEP gracias al em­peño puesto por el gobierno bolivariano, a través del mandatario Hugo Chávez Frías, en resucitar a la organización tras el profundo letargo en el cual se había sumido. Prácticamente hasta el año

2000, la OPEP solo le interesaba estable­cer estrategias para el cumplimiento de las cuotas de producción de los países miembros, las cuales muchas veces ni siquiera eran respetadas. Esto obligó a darle un fuerte giro a la organización.

Ciertamente en los 47 años de vida, la Opep ha jugado un papel determinan­te en el suministro de energía mundial de manera estable y confi able con casi el 60 por ciento de las exportaciones mun­diales de petróleo. Su creación obedeció a la necesidad de los países productores de petróleo en obtener benefi cios direc­tos de la explotación y de mantener una estructura mundial de precios. En esta aspiración sus países miembros debie­ron enfrentar a las grandes compañías petroleras mundiales, a fuertes presio­

nes comerciales y políticas que surgieron de todas partes, particularmente de las naciones industrializadas, las cuales in­tentaron hasta destruirla. Los ataques constantes y efectivos de la Agencia Inter­nacional de Energía (creada por EE.UU.) también se suma a la confrontación que aún no cesa.

El presidente Chávez, recientemente recordó las palabras emitidas por el ex presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, quien en una ocasión dijo que el imperio norteamericano pondría de rodi­llas a la Opep, “y lo lograron, pero la Opep ha logrado levantarse”, afi rmó categóri­camente el mandatario venezolano.

Pese a todos los intentos por debi­litar a la organización, hoy vemos una Opep más fortalecida que nunca. Su ac­

oPeP en el mercado energético mundial libiA Guerrero cAsTellÓN

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tuación es fundamental como organiza­ción geopolítica y económica en el mer­cado energético mundial. Gracias a su operatividad, en este momento el precio del petróleo se cotiza a un precio justo y razonable en el mercado mundial: cien dólares por barril. Es una amplia dife­renciación con respecto al precio del cru­do antes de que Venezuela asumiera el liderazgo de la organización, el cual se cotizaba en 15 dólares el barril.

Vale decir, que esta gracia no ca­lló del cielo. Se venía gestando desde el año 2000, cuando en la ciudad de Cara­cas, se realizó la segunda Cumbre de la OPEP, luego de 40 años desde la primera cumbre realizada en Argel (1975). Desde ese momento se intensifi caron las accio­nes para que la organización adquiriera cohesión y fuerza ante los embates del mercado energético mundial, entre ellas, la defensa de un precio justo, estabilidad del mercado, la reducción de impuestos a los hidrocarburos en los países consu­midores, etc.

El presidente Chávez, anunció en esa oportunidad que el objetivo funda­mental de la reunión “era la adopción de estrategias para lograr el equilibrio y precios justos en defensa de los intereses de los países miembros y consolidar la unión de la Opep”. En la declaración de Caracas, los Jefes de Estados y represen­tantes ministeriales expresaron “el fi rme compromiso de los países miembros de la organización de continuar ofreciendo petróleo oportuno y seguro a los con­sumidores, a precios justos y estables, así como proteger los intereses de los países miembros”. El impacto que tuvo la cumbre en el mercado internacional arrojó un saldo positivo que se traduce hoy en una organización robusta, la cual equilibra el mercado internacional, contrariamente a lo que se hacía en el pasado, cuando el énfasis se daba a la fi jación o administración de los precios petroleros.

En la reciente reunión de Riad (Ara­bia Saudita­ nov 2007), tercera cumbre de la organización en sus 47 años, par­ticiparon 11 jefes de Estado y 39 minis­tros de Energía y Petróleo, Finanzas y Relaciones Exteriores de los 13 países de la OPEP, incluyendo a Ecuador que se reincorporó ofi cialmente al organismo. Allí se establecieron orientaciones pun­tuales para la estabilidad del mercado, asunto que en los actuales momentos

es de vital importancia para Opep, de acuerdo a la declaración fi nal de la re­unión. También se reconoció la necesi­dad de lograr mecanismos que permitan contrarrestar el impacto ambiental, en este sentido se comprometió respaldar las medidas contenidas en le protocolo de Kyoto. Por cierto, Australia acaba de fi rmar el tratado, siendo Estado Unidos, el único país altamente emisor de gases efecto invernadero que se niega a fi rmar el protocolo.

Las mezquinas apreciaciones e in­formaciones de la prensa internacional y local, las cuales no ponderan la actua­ción de la Opep en la protección de la economía internacional, que evita con­vulsiones repentinas en el precio y pro­picia un clima seguro y estable para el suministro a los países consumidores, re­afi rman la ausencia de veracidad, poco profesionalismo y densa idiotez. La esca­sa atención de la prensa nacional al lide­razgo emprendido por el gobierno vene­zolano en esta nueva etapa de la Opep, deja al descubierto su incompetencia comunicacional y el desarraigo patrio. Por ahora las reservas de los países de OPEP son sufi cientes para continuar pro­duciendo petróleo unos 80 años más, a los niveles de producción actual.

OPEP en breve

La Organización de Países Exporta-dores de Petróleo (OPEP) tiene su sede en Viena. Fue fundada en Bagdad, el 14 de septiembre de 1960. Inicialmente inte­grada por Arabia Saudí,Irak, Irán, Kuwait y Venezuela como países fundadores. Se amplió posteriormente con seis miem­bros más: Qatar, Indonesia, Libia, Emi­ratos Árabes Unidos, Argelia y Nigeria. Ecuador reingresó nuevamente en sus fi las. En su creación, desarrollo y fortale­cimiento, Venezuela ha tenido un papel relevante. El ministro saudí Abdala Dari­gui visitó Caracas y el 13 de mayo de 1960 en declaración conjunta con el ministro de Minas e Hidrocarburos de Venezuela, Juan Pablo Pérez Alfonzo, se propuso que los países exportadores de petróleo debían adoptar una política común con el fi n de estabilizar la estructura mun­dial de los precios. El 10 de septiembre siguiente comenzó la sesión ministerial, con asistencia de Arabia Saudí, Irak, Irán, Kuwait y Venezuela, que culminó el día 14 con la creación de la OPEP.

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Encuentro de la cultura por la integración de los pueblos de Nuestra América

El siglo XXI se abre con nuevos de­safíos políticos para Nuestra Amé­rica. Después de la larga noche im­

puesta por las dictaduras en el cono sur latinoamericano en las décadas de los ochenta y noventa, y la continuación de la aplicación de las políticas neoliberales

con la llegada de las democracias forma­les que las precedieron, asistimos en el subcontinente a un renacer de nuestra identidad y de las aspiraciones de cam­bios, materializadas en procesos como los de Venezuela, Bolivia, Ecuador, así como en la realidad permanente de la experiencia cubana.

Hoy nuestros pueblos con sus már­tires, resistencias y luchas marcan re­novados caminos frente a los procesos

postdictatoriales que desarticularon los Estados nacionales, privatizaron los re­cursos naturales y condicionaron los sis­temas políticos de participación y repre­sentación popular. A todo esto debemos agregar las políticas expoliadoras de do­minación cultural impuestas desde los medios masivos de comunicación.

La cultura de la dominación políti­ca que nos subordinaba al norte pode­roso como una fatalidad constitutiva de

Encuentro de la cultura por la con la llegada de las democracias forma­ postdictatoriales que desarticularon los

Este documento fue entregado por un destacado grupo de intelectuales, artistas y trabajadores de la cultura, a los Presidentes Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa, el 10 de Diciembre de 2007, en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, durante las jornadas de discusión y refl exión llevadas a cabo en el Encuentro de la cultura por la integración de los pueblos de Nuestra América.

Manifi esto para la Patria GrandeManifi esto de buenos Aires

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la historia deja paso a otra cultura y a otra historia; a la cultura y la historia de nuestros intelectuales, artistas y trabaja­dores que revalorizan el sur, nuestro sur, como la tierra de los jóvenes sueños de la independencia, la democracia y la li­bertad.

Los procesos democráticos parti­cipativos que se iniciaron en Venezuela, Bolivia y Ecuador son las nuevas realidades que protagonizan nuestros pueblos ante su propia historia. Se generan, además, en otros países de nuestro continente, nuevas rupturas políticas que se van constituyendo también en un aporte al fortalecimiento de un núcleo de países y pueblos que se oponen a las estrategias que nos quieren imponer desde el norte. Comienzan a revalorizarse así las autonomías políticas en las decisiones, como auténticos Estados independientes.

Los modelos neoliberales comen­zaron a deteriorarse seriamente. La III Cumbre de los Pueblos de América, que tuvo lugar en la ciudad de Mar del Plata en noviembre del año 2005, demostró no sólo el fracaso del libre comercio que pretendía imponer el ALCA, sino también la potencialidad de pueblos y gobiernos que, unidos con gran amplitud de miras, derrotaron las grandes estrategias del Imperio. Así fue como quedaron defi­nitivamente cuestionadas las políticas de militarización y endeudamiento que vivió América Latina durante las últimas décadas.

Las luchas de liberación con sus re­sistencias y sus mártires son hoy grandes banderas que se multiplican en las nue­vas experiencias políticas que vive todo el continente. Se alcanzan nuevas con­quistas frente al neoliberalismo, el con­servadurismo y el pensamiento único. Los intelectuales, los artistas, los trabaja­dores de la cultura, seguimos aportando, pensando y construyendo alternativas para lograr el gran objetivo de conquis­tar una segunda independencia en Nues­tra América.

Cercanos a la conmemoración del bicentenario de la revolución continen­tal que nos diera la libertad y primera in­dependencia, nos sentimos identificados con nuestros libertadores Simón Bolívar y José de San Martín, así como con los próceres Antonio José de Sucre, Mariano Moreno, Francisco de Miranda, Bernardo Monteagudo, Antonio Nariño, José Ger­

vasio Artigas, Andrés Bello, José Cecilio del Valle, Simón Rodríguez, Bernardo O’Higgins, Miguel Hidalgo y tantos otros que aportaran a la primera independen­cia americana.

Los sueños bolivarianos de una pa­tria grande latinoamericana comienzan a ser una realidad en construcción. Este objetivo ha sido siempre una necesidad tanto en la histórica lucha contra el co­lonialismo como hoy frente a la globa­lización capitalista. Justamente, la inte­gración de nuestros pueblos y naciones sigue siendo un proyecto inconcluso. Las transformaciones sociales, políticas y económicas, en la búsqueda de la justi­cia social y el progreso, también son en Nuestra América proyectos inconclusos. La Revolución bolivariana en Venezuela comienza a saldar hoy nuestras propias deudas con la historia.

Van quedando atrás los años de es­plendor de la restauración conservadora en la que se impuso el postmodernismo y con él los relativismos de todo tipo, tanto éticos como políticos. El corolario esen­cial fue, una vez más, el de esterilizar la actitud crítica. Su supuesta originalidad ocultaba –y todavía lo hace– el viejo es­pejismo de adaptarse a las teorías que emanan de las grandes usinas de ideas del sistema. Reiteran la consigna propia de todas las épocas de crisis: las ideas de transformación social han muerto, son viejas, han caducado. Por eso es que pensamos que debemos recuperar y proyectar nuestros propios valores, crear nuestra propia cultura frente a la maqui­naria que enlata subproductos culturales de dudosas calidades a través de las he­gemónicas industrias culturales.

Nuestra cultura está arraigada pro­fundamente en la herencia que recibi­mos de nuestros pueblos originarios. Venimos de una tradición que sigue pre­sente en nuestra cultura. Somos una co­munidad de naciones y nacionalidades. De allí que cada país, cada comunidad, nos representa a la vez como latinoame­ricanos ante el mundo.

Desde esta convicción es que cultu­ralmente no renunciamos a las grandes conquistas de las vanguardias y a lo más progresista de esta época. Nuestra moder­nidad proviene de aquella herencia origi­nal, tiene un presente propio y un futuro a imaginar y construir. Nuestras transfor­maciones como latinoamericanos siguen siendo un problema moderno.

Sabemos, por nuestra visión y nues­tra propia experiencia social, que la idea de que la globalización traería raciona­lidad y felicidad para todos, no fue más que un sofisma. Siempre hay que tener actitud y disposición por renovar y re­crear el pensamiento, pero sosteniendo los grandes ideales políticos y sociales y la rebeldía frente a las injusticias y cruel­dades que a diario invaden nuestros ojos y nuestra sensibilidad.

No podemos reducir la integración y el intercambio a procesos de libre co­mercio y discusión de pautas arance­larias entre nuestros países. Debemos considerar el intercambio desde nuevos criterios culturales que consideren las relaciones entre los pueblos y sus bienes desde nuevas perspectivas históricas. Es imposible pensar en una integración humana cuando se ignora el hecho cul­tural.

Los intelectuales, los artistas, los trabajadores de la cultura, tenemos den­tro de estos nuevos desafíos que provoca la verdadera integración un rol determi­nante en la construcción de políticas cul­turales latinoamericanas.

Se trata ahora de identificar, en los marcos del ALBA, cuáles serían los grandes temas que deberían ser incorpo­rados a un esquema de integración en Nuestra América que supere las ataduras y limitaciones de los ensayos anteriores y que sea, efectivamente, un proceso de integración al servicio de nuestros pue­blos. Para nosotros, la «batalla de ideas» es el principal argumento que nos asocia como siempre al pensamiento martiano: «Trincheras de ideas valen más que trin­cheras de piedra».

Al pensar en la integración estamos también pensando en la sociedad que queremos para el siglo XXI. Una sociedad de sociedades que nos permita una nue­va cartografía política de la integración cultural como continente, considerando las nuevas regionalizaciones que definen las nuevas fronteras que se abren en este siglo con los proyectos históricos boliva­rianos, sanmartinianos y martianos.

En el ámbito de lo cultural hay te­mas centrales que nos interpelan y que merecerán nuevos debates: el significa­do de la integración cultural, la situación actual de la cultura latinoamericana y los instrumentos idóneos para promo­ver la integración cultural de Nuestra América.

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Pensamos en una integración cultu­ral sin fronteras. En una integración que desde las identidades regionales proyec­te sobre el conjunto de nuestros pueblos un sistema de trabajo y de intercambio que se apoye en la solidaridad, en los es­fuerzos y voluntades comunes.

Por eso sentimos que es posible conformar un gran Fondo Latinoameri­cano de las Artes, las Letras y las Cien­cias Sociales. Un fondo cultural común latinoamericano gobernado por nues­tros intelectuales y personalidades de la cultura, integrado a las economías co­munes que propone el ALBA. Un fondo latinoamericano de las artes y las letras que fomente las industrias culturales, las artes escénicas, la literatura, el folclo­re, la artesanía, las ideas visuales, entre nuestros pueblos. Un fondo latinoameri­cano que establezca políticas culturales asociadas a las políticas de Estado de cada país. Un fondo de las culturas que sea a su vez un gobierno de integración de las culturas latinoamericanas. Un fondo que esté integrado a las «Casas del ALBA» como unidades regionales de cultura. Un fondo que contemple desde las tradiciones folclóricas y populares de nuestros pueblos hasta las formas aca­démicas de las universidades, centros de investigación y estudio. Un fondo de in­vestigaciones y estudios sobre las nuevas tecnologías y el uso del espacio ambien­tal. Un fondo de la cultura latinoameri­cana que forme parte del gobierno del ALBA, que se integre a las diversas Casas del ALBA en cada uno de nuestros países, que además de atender el tráfico de los símbolos y bienes culturales se asocie a sistemas que contemplen la necesidad de trabajar con los medios de difusión como la TV, la radio, generando una red de redes de comunicación integral, entre los instrumentos audiovisuales, ciberné­ticos y radiales de cada país dentro de un espacio de comunicaciones latinoameri­cano. Junto a la creación de un fondo de la cultura latinoamericano, debemos pensar en otras iniciativas que nos per­mitan generar múltiples redes que le den sustento a una integración cultural continental.

Como intelectuales, como artistas, como trabajadores de la cultura, desde este encuentro y con este manifiesto estamos pensando como latinoamerica­nos nuestra inserción en el mundo. Pero también pensando y sintiendo un nuevo

mundo al cual pertenecemos y seguimos aportando, para que la nueva sociedad de sociedades contemple nuestras tra­diciones humanistas, antiimperialistas y socialistas de nuevo tipo para el siglo XXI.

Sabemos que los desafíos son enor­mes, pero también apasionantes; que para avanzar en la integración cultural y en la cultura de la integración se reque­rirá profundizar los procesos de cambios ya iniciados. En este sentido, manifesta­mos nuestra plena solidaridad con las experiencias que se desarrollan en Vene­zuela, Bolivia y Ecuador, así como con la heroica Cuba socialista.

Nos comprometemos a contribuir a las iniciativas que, tanto desde los go­biernos de los países mencionados como desde los pueblos, a través de sus múlti­ples y diversas organizaciones, surjan en aras de los objetivos enunciados.

Hacemos un llamamiento desde esta histórica reunión a sumar firmas de adhesión de más intelectuales a este Manifiesto de Buenos Aires. Proponemos multiplicar este tipo de encuentros en el resto de los países hermanos de Nuestra América por la integración de la cultura y la cultura de la integración.

Para nosotros, la patria es América. Simón Bolívar.

Tiempo ha que no me pertenezco a mí mismo, sino a la causa del continente americano. José de San Martín.

Buenos Aires, diciembre de 2007Centro Cultural de la Cooperación

Floreal Gorini

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«Contrabalancead, pues, señor refl exivamente, nuestro dolor con nuestro consuelo».

W. Shakespeare, La Tempestad (2do acto).

En febrero de 1.989 muere Ricardo Rodríguez y su familia desapare-ce. Fatal, pero prescrito desenlace

del guión de una enfermedad qué, con rigurosa metódica, venia laburando en el sistema orgánico del joven asediado por el sida. Sorpresa y conmoción en toda la familia. Cumplidos los clásicos eventos y fatídicos y complicados trá-mites burocráticos del entierro, el padre del difunto, José Ramón Rodríguez, de-cide escapar. Esconderse. Hacerse ajeno a los lazos con su familia. Ante el estu-por, el otro hermano, José Ángel, perio-dista policial, decide iniciar una inves-tigación que le permita saber, cuál es el nuevo destino de su padre.

Desde la circunstancia de esa an-gustia el personaje central de la novela de Hector Bujanda, La última vez, edi-torial Norma, 2007, comienza a cebar los pesares del ser que sobrevive a esta doble desgracia tratando de recabar algún consuelo en una búsqueda poco productiva.

A Plena Voz

QuesealaúltimavezTULIO MONSALVE

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Bujanda busca tomar control del pasado, sin olvidar que por ser espacio consolidado de datos solo podrá hacer con él interpretaciones. Supongo con la intención de construir futuro. También aceptamos eso de convertir el pasado en novela como algo válido, pues siempre la novela tratará de consolidar la na-rrativa o tal vez desenredar asuntos hu-manos. Aceptable siempre y cuando no se quiera manejar lo histórico como un fraudulento devenir de anécdotas sim-plonas y desconectadas,

que no es el caso de esta novela.A diferencias de otras fi cciones ve-

nezolanas recientemente publicadas, esta, en nada elude presentar el mun-do social venezolano. Al contrario lo trabaja, muy bien por cierto, en varias dimensiones y locaciones de la ciudad. Todo lo contrario, en su preocupación por darnos pistas del trabajo de inves-tigación que realiza el personaje cen-tral, nos va dando sentidas y amigables descripciones de singular valor sobre espacios de la metrópoli. No lo hace desde la perspectiva que busca ocultar o discriminar zonas y lugares Caracas. No obliga a la novela a vivir en topos de los que regularmente el periodismo de crónicas venezolano celebra. Por in. Por correctas. Por fashion. Utilizando un camino contrario va a lugares que en forma tradicional el periodismo des-cribe de manera despectiva. Zonas que solo citan cuando se trata de exhaltar eventos adonde el mal vivir tiene su asiento. Sencillamente, sin mascaras, sin ambages habla de barrios y zonas habitadas por gente de clase media o media baja.

Descubre y presenta la geografía urbana caraqueña. Hace que la ciudad se vea como un marco que justifi ca la acción y la presenta como factor que moldea el carácter de sus personajes.

En su angustia, por rescatar la me-moria del padre, comienza una deliran-te investigación que lo asocia con las formas y maneras que identifi can con la novela policial negra norteamerica-na. Búsqueda que lo lleva convivir con los personajes de una zona caraqueña cuyos pobladores se mueven en mundos de terrible necesidad y abandono tanto en lo social como afectivo. Alli están o bien la Avenida Baralt o las pensiones de la Avenida Solano en Santa Rosalia en los alrededores del Nuevo Circo. Lu-

gar de los ruidos; de los personajes que prefi eren la nocturnidad, que van y vie-nen, que toman tragos y cantan; en el que conviven, el buhonero y el policia, en que los mutilados o disfrazados de tales, hacen vida y encuentran muer-te. El mismo pueblo que en los ochenta, se burlaban de tener como candidato presidencial a una belleza boba y aco-modada en mil trances de cirugía y si-licona, estratégicamente implantados. En su peregrinar llega hasta el Bar El Cacique, gruta de espantos adonde su-pone lograr datos sobre el paradero de su padre. Solo encuentra el contacto con una fi chera que puede ser, depende de cuanto intime con ella, que acierte a darle algún dato que le permita ubicar su padre o por lo menos saber las causas de su autoexilo.

Este ir rebanando correlaciones le permite contactar con un mundo de amistades de su padre y desde alli poder elaborar sus hipótesis sobre las causas de la desaparición.

Las emociones del personaje son complejas. El no investiga para lograr conocer el valor del papel o para esta-blecer las ventajas afectivas de contar con la presencia del padre para comple-tar su funcionalidad sicológica. ¿ Será que su empeño y dudas sobre la hui-da tienen que ver básicamente con el resguardo de su auto-imagen?. Temor social a la formalidad, al no cumpli-miento a las normas de lo funcional o lo «correcto». Él es alguien que ni en este momento, y da la impresión de que en otros momentos anteriores, tampoco, le resultaba necesario contar con la fi gura paterna o la materna para completar su construcción como ser humano. Quizás la línea narrativa puede hacer que uno llegue como lector a declararlos como formalmente sustituibles.

En esta cadena de abandonos y se-paraciones, que ensombrecen el ánimo del periodista, es necesario decir que también su hermana Katty, en momen-to posteriores a la desaparición del pa-dre, decide de igual forma, desprenderse de la familia. Enterrarla. Se va a España. Jose

Angel, se preocupa por ella y co-mienza a informarle via email. Trata de hacerla cómplice de su soledad y desaso-siego. Expone en correos, cuanto siente y padece de la situación sobrevenida, con la orfandad y la eminente disgrega-

ción de lo que fue su linaje. Obviamente su empeño choca con el inclemente re-chazo de su hermana. Para el todo será nuevo. Nada a partir de este asalto a la normalidad, nada será lo mismo, debe aprender a vivir con la inexorable nove-dad y cambios de su realidad mutada.

La novela tiene, entre otras bonda-des, utilizar estilos y lenguajes bien dife-rentes cuando aborda cada una de las se-cuencias o temas que la organizan. Sor-prende la sutileza y propiedad a la hora de diseñar y presentar cada personaje. Desde los malandros de su barrio, pasan-do por los jefes de redacción de medios, (igualmente malandros a otro fi n) o los amigos de su padre nube de soñadores y presbiteros de la nada, los asiduos de los bares del centro de la ciudad, inevitables habitantes de lo secreto rozando con los bordes duros de la marginalidad, los poli-cías, sobre todo los de corbata, esperpen-tos de la coima y el secreto ventilado en botiquines de olor a ron transnochado, con ellos debe hacer migas e intercam-biar ocultamiento y chantaje para reci-bir e intercambiar favores, los dueños de los bares, siempre alertas a reconocer to-das las debilidades y necesidades de sus clientes, pozo del anecdotario de una psi-quiatría hedionda a vaso a medio lavar y las prostitutas con las cuales comparte, entre extrañado e inquieto, por cuanto puedan saber, a quienes a pesar del dis-tanciamiento que quiere establecer, no deja de mirarle el espacio entre las dos tetas, quebrada que lo perturba, y en las cuales a de terminar navegando, en un sopor, que luego negará. Cada fi gura, cada tipo, cada ser, esta bien presentado y expuestos con corrección profesional. Es el lugar a donde las maneras de sobre-vivir de cada uno los coloca en el limbo entre lo delictivo y lo delirante.

No sabría si la obra es mas perio-dismo que fi cción, lo que si puedo apre-ciar es que logra darle, literariamente hablando, una valida relación a todos los elementos y planos en que maneja esta trama de los abandonos. Conec-tarlos, ponerlos a vivir con honestidad; mas ético que la conducta que exhibe el personaje periodista Jose Angel, quién por cobardía esconde información que evidentemente coloca a su padre en una circunstancia que lo vincula a un alza-miento militar contra el gobierno; lugar común, deporte de los sobresaltos y los espasmos de la forma como entienden

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la política un numero considerable de nuestros congéneres.

La novela se inicia con el entierro de su hermano y termina con la ceremo-nia del velorio del periodista que se rinde a morir con poco honor, bien en manos del editor del periódico o en las fauces del policía inescrupuloso con el cual debe fa-llecer en una asociación mutualista que le quema todo su oxigeno y la exigua o escasa moral que ya le queda.

Toda la trama se desencadena a partir de febrero de 1989. ¿Coincide con los eventos del 4 F?. ¿ Será su con-secuencia?. ¿De que forma conecta la novela sus personajes con este inciden-te histórico cuyos efectos aún se pade-cen. ¿Qué nace en este momento?. ¿Qué cambia?. ¿Qué muere?. Cómo será esa familia venezolana que retratan los ojos y presiente con angustia el corazón del periodista José Ángel vá en camino del desahucio. Él está asistido por el descu-brimiento de la letra de una carta que le fue enviada a su padre adonde lo invitan a unirse a un movimiento sedicioso; el mensaje es amplio, rotundo su colofón, es notable: «Debes elegir: la destrucción o la destrucción», carta que fi rma una

Comandante Maigualida. ¿Será un epi-tafi o ó el

postrero mensaje de su padre?.Sin duda que en esta trama vemos

morir un sentido de familia. Presentimos cómo se rompe un orden una institucio-nalidad. Que esto procede al ser puesto en juicio, en duda el papel y efi ciencia de los padres que pretendían dar legitimidad y estructura a este grupo o clan. Muere al declarársele abiertamente disfuncional. Al sentir y padecer que todos sus referen-tes desaparecen, así como sus conexio-nes colaterales como efecto del mismo movimiento entre social y telúrico que los deja sin aire. Entender que el valor de la familiaridad y los nexos entre her-manos se diluye o se pone en juicio. Que se siente como es rebatida por fuerzas que derrumban los afecto y debilita sus anclajes. Mira como sus valores pro-fesionales se ven destruidos o negados por la violencia de quienes dirigen su trabajo como periodista; aquellos que en alarde de procónsul y para que no duden, de su fi rmeza, le informan so-bre los reales valores que mandan en el mundo editorial: el negocio. Ver que no tiene otra alternativa, debe entenderlos

santifi cadamente asociados al lucro y la rentabilidad como único fi n.

Con toda esta atronadora carga de fuerzas actuando en su contra. ¿Será sufi ciente todo es avalancha de datos para que sepa que algo ha cambiado su alrededor?. Así, sin formula que suavi-ce el horror pronto debe proyectar cual futuro prefi ere. La alternativa es chue-ca, o se asocia a este torbellino, a donde todo cambia o deberá enfrentarlo. Ope-ración entre riesgosa y suicida que para nada asegura éxito.

¿Que se concluye?, que las muer-tes, abandonos, huidas, marginali-zación, de los actores de la obra es un hecho anunciado, preclaro, rotundo desde ese 1989. Tiene que entender que después de los sucesos de Febrero, para nada las cosas han de ser iguales, (en esta familia Rodríguez originaria del Cementerio). Duro entender que todo o cambió o va cambiar y él debe pre-pararse inexorablemente para vivir en este nuevo país en el que se encuentra. En este punto cobra mas valor la frase de Shakespeare: «Contrabalancead, pues, señor refl exivamente, nuestro do-lor con nuestro consuelo».

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Por una cabeza

Luis Ugalde pronostica que el 2008 será más difícil que el 2007, fi el a la naturaleza be­

licista y mercenaria del diabólico fun­dador de la Compañía de Jesús, Ignacio de Loyola, semejante a la mayoría de los militares españoles del siglo XV, matones de árabes, judíos, cristianos y aborígenes de África y América. Este rufi án asota­nado, rector vitalicio de la Universidad Católica, no escatima a la hora de apor­tar sus tenebrosas ideas al plan golpista

que no cesa. Al contrario, el triunfo es­catológico de la invertebrada oposición hará que estos gandules, desde la óptica desquiciada de su proyecto malandro, mientan más, desinformen más, con­fundan más, saboteen más y recurran al terrorismo, a paracos que matan gente inocente a mansalva, en calles y campos de nuestra amada patria.

***No nos engañemos con falsos llama­

dos a la reconciliación nacional, cantos de sirena entonados por esta claque. Una vez que los chamos fascistas dejen de re­

coger juguetes para los niños pobres en su hipócrita teletón navideño, continua­rán cerrando vías, preparando bombas molotov con envases de tetero, repitien­do las consignas enchapadas desde afue­ra. Se mantendrá el acaparamiento por parte de CAVIDEA y sus socios lambucios. Cada vez que reaparece en la palestra pública el dueño de la Maizina America-na, un águila le devora el gañote, más grande que la Cueva del Guácharo. Ade­más, habrá pronunciamientos, saltos de talanquera y novedosas, complicadas y atrevidas teorías sobre la revolución. Se

Nido de RatasHÉCTOR SEIJAS

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dirá que todos los revolucionarios somos responsables del fracaso electoral, lo cual no es cierto: la responsabilidad no puede ser la misma para los diputados de la Asamblea Nacional, los aspirantes a militantes del PSUV o los miembros de los Consejos Comunales.

***La oposición no esperaba ganar el

2D. Por ello se organizó y se movilizó con el propósito (de) velado de ejercer la vio­lencia y desconocer los resultados elec­torales, obediente, sumisa a la voluntad de los perros del Pentágono. Pero la cosa no termina allí. La violencia –psicológi­ca, económica, política y paramilitar­, continúa, no obstante el reconocimien­to manifestado, en primera instancia, por el principal líder de la Revolución Bolivariana: el Presidente Hugo Chávez Frías.

Nido de escorpiones

Al pan, pan y al vino, vino. Las cosas por su nombre. Dejemos el barroquismo inútil a las escuelas de letras. De acuerdo al paradigma socialista que auspiciamos y asumimos plenamente, hay prácticas “políticas” que no se corresponden con dicho paradigma. Una de las razones por las cuales se produjo un amplio margen de abstención se debe a la necesidad de educar políticamente al Soberano. Por cierto, el propósito más importante que anima a la revista A Plena Voz. Cabe pre­

guntarse: ¿Lo hemos hecho? Cabalmente no. Y se trata de una urgencia que debe ser esclarecedora, pedagógica, masiva, intensa, fundamentada en el estudio, la discusión y comprensión de nuestro pasado y nuestro presente. Pero sucede, por ejemplo, que destacados dirigentes ubicados en alcaldías, gobernaciones y ministerios, están poseídos por una es­pecie de obsesión megalómana que no los deja en paz, ni con ellos mismos ni con el país, cierto narcisismo que deja ver el carácter de sus apetencias, vani­dades al peor estilo de la cuarta, para lo cual invierten cuantiosas sumas en publicidad individualista, ególatra, mez­quina y para nada socialista. Sumas que van a parar directamente a los bolsillos de la oligarquía a través de las agencias publicitarias. Basta abrir una edición do­minical del Nazional para constatar lo que aquí sostenemos. Al punto en que si hacemos un examen, así sea superfi cial, del contenido y la forma de tanta ava­lancha dispendiosa, advertiremos que en la mayoría de los casos no es la refor­ma precisamente lo que se promocionó, sino que ésta se convirtió en un pretexto para proyectar imágenes estereotipadas, políticamente disociadas.

***Este cronista suscribe la mayoría de

las aseveraciones planteadas por el gene­ral Müller Rojas. El PSUV no puede ser el caldo de cultivo de auténticos microbios que viven de la política y que conforman

lo que actualmente se denomina Nueva Clase Política (NCP). Al punto en que nos preguntamos cómo un partido que toda­vía no cuenta con estatutos redactados desde la base, tenga ya un tribunal dis­ciplinario encargado de dirimir casos de excepción.

***Otra aseveración compartida con el

general Müller Rojas se refi ere al papel que deben jugar los dirigentes, líderes del proceso bolivariano, y la función que deben cumplir los gestores del gobierno, aquellas personas encargadas de llevar adelante los planes de desarrollo y trans­formación de nuestra economía, nuestra cultura y nuestra sociedad. No podemos seguir copiando inconcientemente el modelo de actuación política heredado de la cuarta república. No podemos se­guir confundiendo gestión pública con carrera política, o, en el mejor de los ca­sos, con liderazgo político.

***Otro punto neurálgico. No debemos

confundir publicidad política con pro­pagación de ideas y mucho menos con educación histórica, económica y políti­ca dirigida a la mayoría de la población. Es necesario reformular los proyectos educativos en este sentido. Apoyar ho­nesta y efectivamente la labor de difu­sión y promoción de la lectura analítica, refl exiva y crítica en torno a nuestro pa­sado, nuestro presente y el de América Latina y el Mundo.

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A PLENA VOZA PLENA VOZA PLENA VOZY sus fraternos lectores Todo venezolano interesado

en política debería leerla.Antonio Pasquali. La cultura del régimen.

El Nacional (17-07-2005)

Estimado editor: me es muy grato dirigirme a usted en la oportunidad de saludarlo, deseándole los mayores éxitos en la labor que realiza, junto al poderoso equipo que lo acompaña al frente de la hermosa publicación A Plena Voz, la cual ha venido a ocupar un puesto de gran importancia en el país, entre las publicaciones de su género. Asimismo, le solicito respetuosamente la donación de 50 ejemplares de la edición 35/36, los cuales se utilizarán para su estudio entre alumnos de la Misión Cultura, en el municipio Sucre del estado Miranda.

Antonio Castro

Deseo solicitar información sobre el Concurso de Ensayo Breve A Plena Voz. ¿Leyeron mi trabajo? Además, me gustaría saber si de igual forma lo podrían publicar en cualquiera de las ediciones de tan buena revista como lo es A Plena Voz. Mi ensayo es una refl exión en torno la crueldad animal. Les doy las gracias por abrir el concurso de ensayo. Más que por un premio, uno lo aprecia como un espacio para dar a conocer pensamientos y sentimientos.

Nervic Miró

¡Saludos, camaradas! Sirvan estas breves palabras para transmitir el asombro de varios compatriotas caroreños, coleccionistas de la revista, quienes han venido estudiando y debatiendo colectivamente algunos temas publicados en ella. En estos tiempos de profundos cambios sociales, la palabra se hace necesaria y libertaria, fusil del siempre poeta guerrillero del amor y la justicia, cronista de realidades y, en esa coyuntura, A Plena Voz nace como herramienta de formación política e ideológica, orientadora del debate social y sobre todo guía del lenguaje revolucionario.

Neybis Bracho

Junto con saludarles me dirijo a ustedes con la fi nalidad de solicitarles 1.000 ejemplares de la prestigiosa revista A Plena Voz, los cuales serán destinados a los puntos rojos del Comando Zamora, ubicados en La Candelaria, para ser repartidos a los electores.

Manuel López

Reciban un saludo fraternal y solidario de los comunistas chilenos residentes en Venezuela. Nuestros compañeros en Santiago de Chile, se encontraron con un ejemplar de la revista A Plena Voz Nº 31, con el tema “Hacia el Centenario de Salvador Allende”, donde aparece un artículo de nuestro camarada Luis Corvalán Lepe. Conocida esta publicación nuestros compañeros en Santiago, nos han solicitado que gestionemos con ustedes la posibilidad de contar con algunos ejemplares para distribuirlos en la actividad anual del Partido Comunista de Chile (PCCH) denominada “Fiesta de los Abrazos”, que se celebra en la primera quincena del mes de enero en la capital chilena.Esta “Fiesta de los Abrazos” data de los años de lucha contra la dictadura de Pinochet y ya se ha transformado en una actividad tradicional de nuestro pueblo que ha tenido la presencia de connotadas fi guras mundiales, y que cuenta con espacios dedicados a política, a las letras, a las artes y la cultura, y con especial dedicación a la solidaridad internacional en donde la Revolución Bolivariana ocupa un lugar destacado.A la espera de una respuesta, les reiteramos nuestro compromiso internacionalista con el pueblo venezolano y su gobierno revolucionario que encabeza el Presidente Chávez.¡Con Allende, en Venezuela; Mil veces Veneceremos!

Daniel Retamal M.Coordinador del PCCH en Venezuela

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Cuando Peggy, Betty, July y Mary se enamoraron De míTodos se preguntaron en la ciudadDe dónde sacaba la fuerza.Las cuatro me urgían como un muñeco de nieveA un niño suizo.Ese año los hermanos Márquez se fueron a sus casasFlotando en una niebla confusa: Alberto se quedóMirando la callePor el ojo mágico; los carros pasaban veloces, pero aÉl no le interesaban los carros, sino la risa de losPasajeros; Miguel le daba duro a la pataRockanrolera duro y más duro hasta sacarle candelaAl yunque,Jesús Alberto León se metía a muchacho de la calle.

El paisaje se tornaba sereno, los hombres dejaban losAutomóviles,Andaban por el aire buscando camorraEn el infierno.

Yo iba con mis mujeresMontado en un témpano de hielo, y eso sí que era laRumba,Pasábamos la noche regalando polvo de estrellas.En el salón de baile, bebíamos en largas copasLas barricas de Liverpool.

Era ese mi año verde, ninguna idea me maduraba,Los poetas le cantaban a sus zapatos, pero yo presentabaUn cuerno de imágenes en la desolaciónDe sus recitales.Santos López me consideraba la gran promesa

De la poesía venezolana, porque se lo dijeron lasPanterasEn un sueño revelador.Me hallaba en mi siglo de oro, si quieren se loPreguntan,Frente a su tazón de leche.

Las chicas de El Almacén me saludaban, Arrojaban telas, colores en el mostrador,Ninon, Claudinette, Museta y Mimi,Minas compartidas con los taitas de mi barrio.Ninguna vivió en París; en el sello de la noche,Hablaban como si viviera en la calle Colombia de Catia. Por si no lo sabían, yo regresaba único pasajero, sinAlas, poca selva.Era la envidia de los poetas de Poetalandia.Es decir que no les asalté el tren de las 3:10 a YumaNi le rompí la quijada al maquinista, tampocoLes respondí en los diarios de la tarde.Cantaba a mis amores, Peggy, Betty, July y Mary,Esas mis rubias de New York.Barrio plateado por la luna.Pintaba mis máscaras. Sur. Sombras, cantaba yo.

Pebetas, pibes, abrigado en mi bufandaSilbaba este tanguito bajo el farol de mi cuadra.Hermanos, amigos, público presente, como lesVengo diciendo, rumores de milonga que es toda mi fortuna,Así les canto. Hasta otro día.

Luna de agua, divertido por la vida.

WILLIAM OSUNA

TANGO

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La Navidad es una mujer que baila hasta la madrugada o hasta que el son rompa en el infi nito. La Navidad son las abuelas y tías inolvidables que saben que el desvelo es sinónimo de hallaca y aguardiente. La Navidad es un adolescente que lleva a la novia a la orilla de la playa y al estar desnudos la luna los bendice como una madrina o como una zángana chaperona. La Navidad también huele a bicicleta, a ponche crema, a cohete fastidioso, pero sólo los niños tienen el cielo en las manos con sus estrellitas quemándole las mangas. La Navidad aunque tiene ropa nueva, cuando uno se la pone más bien lo que tiene es esperanza, felicidad y ganas de cantar. La Navidad es el ritual del fuego nuevo donde comenzamos el nuevo año viendo a la vida y a la gente con la alegría de un tambor.

LA NAVIDAD EN NUESTRO PAÍS

Los que incendiaron los árboles de la avenida Bolívarreventaron las tanquillas, arrojaron las fl ores al rostro de mi amor. Los que vinieron de antepasados metidos en sus castillos y se llamaron fundación grillete sífi lis y empalamiento.Los que se fueron a las puertas de los cuarteles conmamá el primo donald el tío humberto a gallinear cantos de guerra consignas de patria las suyas y abrieron el cráneo a la joven guardia nacional y provocaron la refriegamanos blancas batiendo palmas de libertá aguaspacífi cas curiosa la sangre que nos correspondehe aquí la crónica ese día el compañero josé aníbal oliveros yépezsalió con su casa al hombro claro que tenía una puerta y dos ventanas pero ellos se la empujaron hacia la muerte.Viva nadie o vivo yo en el próximo minuto de mi sombra les gritaba josé aníbal mientras el violador de la banda 13 desnudaba a la joven policía en el asfalto de mérida. Yo le rogué que no lo hiciera pero él se paró en suspezuñas y me hizo arrodillar él chillaba como ratatenía alas de murciélago en el lugar del corazón se le veía un amasijo de gusanos

con esas alas voló a las ofi cinas del rectoradocuando le preguntaron declaró habito en un odio de pantalones cagados así lo aprendí por la televisiónduermo en ciudad aquelarre sueño con vientos defaldones morados y velas derretidasentre las paredes oigo el ímpetu lascivo de los curascómo se sodomizaban los unos entre los otros¿qué dirá el santo padre a los ragazzos de la vía gomorra?luego aparecí en los estudios de la nunciatura goldwyn mayer s.j.esnifando el humo del incienso y el óleo de las santas escriturasla academia abría las bisagras del entendimientobrillaba como hueso pelado y ocurrió el milagrotogado compartía colegio con los reyes de babilonia

En Europa se comenta el suceso prometen días de gloria

En la camioneta valle-coche comentaban el acontecimiento¿qué dirá el santo padre de roma?-dijo uno. ¿Afectará al sistema solar?-dijo otro.¿A la vaca al jabalí?.dijo el chofer. Claveles rojos.

MANOS BLANCAS

Voces de la calle cede este espacio al poeta Inti Clark, ganador del Premio Bienal Ramón Palomares 2007, Mención Poetas Inéditos. Les obsequiamos esta hermosa postal navideña

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