82501986 guillermo caviasca poder poder popular y hegemonia hipotesis para el debate 2011

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Fecha de catalogación: 19/04/2010

Diseño de tapa e interiores: El Río SuenaFoto de tapa: “Desobediencia de vida” (2010), de Gustavo [email protected]

Impreso en febrero de 2011 en:Cooperativa Gráfica El Río [email protected]

Caviasca, GuillermoPoder, poder popular y hegemonía : hipótesis para el debate . - 1a

ed. - Buenos Aires : Editorial Cooperativa El Río Suena, 2010.90 p. ; 21x15 cm.

ISBN 978-987-24930-1-1

1. Clases Sociales. I. TítuloCDD 305.5

Copyleft

Esta edición se realiza bajo la licencia de uso creativo compartido oCreative Commons. Está permitida la copia, distribución, exibición yutilización de la obra bajo las siguientes con diciones:Atribución: se debe mencionar la fuente (título de la obra, autor, edito-rial, año).No comercial: no se permite la utilización de esta obra con finescomerciales.Mantener estas condiciones para obras derivadas: Sólo está autori-zado el uso parcial o alterado de esta obra para la creación de obras deri-vadas siempre que estas condiciones de licencia se mantengan para laobra resultante.

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PODER, PODER POPULARY HEGEMONÍA

HIPÓTESIS PARA EL DEBATE

GUILLERMO CAVIASCA

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INDICE

Introducción ........................................................................ pág. 7Democracia y nueva sociedad ............................................. pág. 12Clase obrera, sujeto y poder .............................................. pág. 21Doble poder, poder local y poder popular ........................ pág. 33El poder popular frente al autonomismo .......................... pág. 39Notas sobre el MST de Brasil y el Zapatismo

de México ......................................................................... pág. 44Problemas de la autonomía de la clase obrera en el

Estado Revolucionario ..................................................... pág. 49Contra hegemonía y doble poder ...................................... pág. 64El PRT y el doble poder ..................................................... pág. 74Algunos ejemplos para salir de lo admitido ................... pág. 88Balance en torno a la construcción de estrategias

populares ..........................................................................pág. 113

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INTRODUCCIÓN

En este trabajo nos proponemos analizar la noción de PoderPopular, en relación con los conceptos de doble poder, hegemonía,Estado y autonomía. Nos valdremos para nuestro análisis delbagaje teórico y experiencia histórica de las clases oprimidas, lasorganizaciones que se identifican con ellas y los pensamientos desus intelectuales orgánicos. Utilizamos principalmente la categoríaclases oprimidas y no pueblo, clase trabajadora o simplementeoprimidos porque nos permite delimitar mejor al sujeto de nuestroestudio. Las situaciones que en este texto serán definidas como de“poder popular” no son exclusivamente obreras, en muchos casostampoco son predominantemente obreras ni abarcan sólo elcampo de lo económico. Pese a ello la categoría clase nos permiti-rá precisar mejor la naturaleza de los grupos que aparecen comoantagonistas al dominante y ver si expresan algún tipo de contra-hegemonía y de qué tipo es.

Podríamos utilizar el concepto de clases subalternas que tam-bién implica una ruptura con la noción romántica de pueblo comoconjunto de los nacionales. Pero la subalternidad es un conceptoque se basa en elementos diferentes al de explotación (aunque nola excluya). En la definición gramsciana, los grupos subalternosson enunciados como disgregados y discontinuos, “siempre sujetosa la iniciativa de los grupos que gobiernan, incluso cuando se rebe-lan y sublevan”, como el sector marginado de la historia o de lasociedad, en oposición al grupo dirigencial formado por las élitesque detentan el poder político, económico, ideológico y cultural.Sin desechar la noción de subalternidad nosotros consideraremosque bajo la hegemonía plena de la burguesía lo que existe es unadominación integral (que excede la explotación meramente econó-mica) aunque lo económico sea fundamental. Y como a nosotrosnos interesan los momentos de acción y la resistencia creemos quela categoría “oprimidos” expresa más claramente la voluntad deacción y sus objetivos al combinar los conceptos clase y opresión.

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La búsqueda de herramientas que permitan la construcción deun poder de nuevo tipo ha sido, e indudablemente es, uno de losobjetivos movilizadores de las luchas populares revolucionarias.Desde nuestra perspectiva, la construcción de un proyecto contrahegemónico ha sido condición inicial para que las luchas popula-res tuvieran perspectivas revolucionarias y pudieran plantearse lacuestión del poder.

Orientan nuestro trabajo una serie de preguntas ¿Cuando unaestrategia de poder alternativa es efectiva? ¿Cuándo una estrategiaes realmente popular y contribuye a la emancipación? ¿Cómo seconstruyen alternativas en momentos de consenso para las clasesdominantes? ¿Cómo articular una estrategia revolucionaria con elsentido común del pueblo? Partimos de la concepción de que essolo la praxis la que permite un avance en la resolución de nues-tras preguntas. Las respuestas las buscaremos interviniendo acti-vamente en la lucha de clases, de la misma forma que es la histo-ria de la lucha de clases la que ha parido los desarrollos anterioresde la teoría revolucionaria. Y debemos agregar que nuestras res-puestas serán solo provisorias, aproximaciones a la verdad, ya quecomo la historia es devenir y cambio permanentes las respuestasdeben ser permanentemente renovadas. Lo absoluto solo existe entanto opción conservadora.

Discutiremos, en base a la experiencia nacional, a los aportesdel PRT (Partido Revolucionarios de los Trabajadores) a la teoríalocal del doble poder, a la experiencia latinoamericana y de lospueblos oprimidos que aparecen como posibles generadoras deenseñanzas, y a los debates y teorizaciones de los fundadores de lateoría revolucionaria moderna. Como lo particular y lo general sondos partes integrales del conocimiento, nuestro estudio remitirá enforma permanente a los debates y experiencias de otras latitudes.El problema del poder abarca al conjunto de las prácticas transfor-madoras y debe ser analizado desde una perspectiva histórica.Poder popular, doble poder, Estado y hegemonía son ideas fuerte-mente vinculadas con las relaciones de dominación propias de lamodernidad capitalista y, justamente, surgen como conceptualiza-ciones teóricas de las experiencias de lucha popular contra el blo-que dominante y sus instituciones en la época de consolidación delos Estados Nación.

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El pensamiento relacionado con el poder, la sociedad, las insti-tuciones y su estabilidad tiene una larga historia. Al menos desdePlatón la filosofía ha estudiado como lograr un orden social esta-ble y reproductible. Es interesante como Aristóteles, el más gran-de de los filósofos de la antigüedad clásica, no pudo encontrar unarespuesta satisfactoria a los problemas de la sociedad de su época,proponiendo un equilibrio entre ricos y pobres eliminando excesosy creando una numerosa clase media de ciudadanos. El problemade los filósofos antiguos estaba en la contradicción entre libertad ytrabajo que sustentaba la idea de ciudadanía y que llevaba a que laamplia mayoría de los productores directos fueran excluidos deésta.

Fue recién en la sociedad moderna cuando el poder comienza aser debatido en términos de ruptura, cuando surgen filósofos queya no piensan en la estabilidad de lo existente sino que reconocenque el problema está justamente en la naturaleza del poder exis-tente y se proponen pesar su transformación y alternativas. Pordistintos caminos Hobbes, Locke, Maquiavelo o Hegel reconocenla naturaleza de la nueva sociedad y sus problemas y buscan equi-librios que garanticen el nuevo poder del Estado, príncipe, levia-tán, etc. En general, también, la modernidad dio nacimiento amovimientos igualitarios en el seno de las revoluciones burguesas,pero estos influenciaron en la filosofía como acicates de la búsque-da del orden, siendo vistos como excesos, como los casos de losniveladores en Inglaterra o los Iguales en Francia. Fue Rousseau elprimer pensador laico que intentó dar cuenta del problema de bús-queda de igualdad en su sistema político. Pero solo con Marx elproblema del conflicto social fue pensado desde el punto de vistade los trabajadores, asumiendo que el nuevo orden llevaba consi-go nuevas contradicciones. Su tiempo fue el de la consolidacióncapitalista en Europa y del surgimiento de la clase obrera moder-na; la revolución cambió definitivamente de lenguaje.

Es dudosa la mejora de la situación social y cultural de las cla-ses oprimidas en la modernidad, lo que es indudable es que porprimera vez se plantearon proyectos políticos no mesiánicos quelas tuvieran como sujeto y objeto. Obreros, campesinos y pobres engeneral pasaron de la rebelión y el motín a la revolución y surgie-ron organizaciones que proclamaron representar sus intereses

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específicos. Esto colocó a los trabajadores frente a un nuevo des-afío: el tema del poder. El poder de la burguesía, el de la aristocra-cia y el clero en las diferentes formaciones sociales que han existi-do tuvo reglas de ejercicio específicas mediante las cuales laestructura del sistema funcionaba logrando un consenso estratégi-co entre los miembros de la clase dominante y la hegemonía odominio más o menos violento sobre las clases productoras.

En este sentido es un problema teórico y práctico que no seresolvió aún satisfactoriamente (para que sea un poder estable,reproductible en el tiempo y para que sea verdaderamente popu-lar) la forma en que las clases populares puedan ejercer el poder.La burguesía realiza su forma más estable de hegemonía política através de la democracia representativa y de la existencia de organi-zaciones no estatales funcionales al desarrollo y regulación del sis-tema social, político y económico. Es lo que llaman “sociedaddemocrática”, una sociedad donde Estado y sociedad civil funcio-nan como un todo en la reproducción, donde existe una hegemo-nía burguesa en la visión del mundo.

Poner en discusión el tema de la democracia cobra gran impor-tancia sobre todo cuando desde las usinas ideológicas del poder lademocracia es considerada un valor sustantivo exento de contra-dicciones, por lo tanto inmune a la crítica. Y a partir de ese presu-puesto, usado para agredir países soberanos, producir masacres eimponer formas democráticas institucionales represivas proimpe-rialistas, la burguesía de los países centrales buscó homogeneizaruna superestructura estatal “democrática” en la que se proscribie-ra cualquier movimiento contestatario, nacional, de clase, que pro-pusiera alternativas a la sociedad de mercado. Una superestructu-ra en la cual salvajes dictaduras genocidas o regímenes de terrorcomo el Perú de Fujimori, la Colombia de Uribe, Pakistán o Egiptofueran parte del concierto de naciones democráticas; mientras seperseguía salvajemente a palestinos o iraquies y se condenaba ydesestabilizaba a venezolanos, cubanos o iraníes.

La crisis sufrida en nuestro país por esta concepción de demo-cracia durante el 2001/2 (y para la misma época en la mayoría deAmérica Latina), sumada a la exacerbación de la agresividad impe-rialista, abrió las puertas para la rediscusión del concepto ficticiode democracia vigente los últimos 20 años. A esto se suma el esta-

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llido de una nueva crisis mundial en los pasases centrales y el terri-ble fracaso de la política militarista norteamericana (inglesa eisraelí). Esto hace que a pesar del esfuerzo puesto por las clasesdominantes en recuperar el consenso democrático, el desafío sigaabierto.

NOTAS

1. Hablamos de Praxis en el sentido de unidad dialéctica entre experienciapráctica y desarrollo teórico. En el mismo sentido que Antonio Gramsci ledio al marxismo al llamarlo filosofía de la praxis. La implicancia de esteplanteo es clara, la práctica humana en todos sus planos se hace en la his-toria y es en el desarrollo histórico en el que se articula pasado, presentey futuro.

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DEMOCRACIA Y NUEVA SOCIEDAD

Muchas organizaciones revolucionarias son tildadas de antidemo-cráticas, sobre todo por haber recurrido a la lucha armada duran-te un gobierno elegido electoralmente. Esto sólo es así para los queconsideren la democracia occidental con sus particulares formasde representatividad y su autonomía de la esfera económica(donde no hay democracia) como un valor en sí mismo que permi-te la realización de todos los demás (la democracia sustantiva).Pero para la concepción política de las organizaciones revoluciona-rias en general y de un importante segmento de la sociedad argen-tina esto no era así en los 60 y 70. Si bien la idea de que la luchaarmada no puede desplegarse con éxito durante periodos demo-cráticos ha sido una concepción muy fuerte, es de dudosa genera-lización empírica. Es relativa a la “naturaleza” del régimen demo-crático vigente. Cuando más democrático y participativo es y efec-tivamente consensuadas son las políticas que aplica, la violenciarevolucionaria cuenta con pocas posibilidades de tener efectospositivos para el crecimiento de la lucha popular ya que es unmétodo muy “directo”. Ahora bien la forma política electoral noimplica en muchos casos ni bienestar económico, ni disminuciónde las desigualdades ni siquiera real participación y consenso polí-tico popular al régimen . Es, para nosotros, la naturaleza excluyen-te, las desigualdades evidentes, la falta de expectativas en podersuperarlas y la ausencia o retroceso de derechos sociales y econó-micos lo que hace que el ejercicio de la “lucha armada” cuente conmayor o menor posibilidad de éxito o aceptación popular como víapara la conquista de derechos, surgimiento y resguardo del poderpopular. Indudablemente la legitimidad de la violencia revolucio-naria parece mucho más sencilla bajo gobiernos que desarrollenpolíticas antipopulares y que a su vez tengan cerrados los mecanis-mos electorales1.

En tres casos de organizaciones que apelaron a la lucha arma-da y que operaron en nuestro país podemos ver que la concepción

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de poder y democracia partía de una negación de la democracia“formal” como sistema que representara algún valor positivo. Sitomamos el caso del PRT, por ejemplo, vemos que concebía laposibilidad de democracia sólo relacionada profundamente con latransformación económica de la sociedad, o sea, sólo podía existirdemocracia si también la había en el plano económico y en el planoeconómico la democracia era el socialismo. En este sentido, lalucha por la transformación integral de la sociedad no podía reali-zarse solo ni exclusivamente dentro del sistema democráticorepresentativo, ni tampoco con organizaciones sociales que cum-plieran funciones tradicionales. Así embrionariamente pensaron laidea de poder local como expresión de doble poder. LaOrganización Montoneros nunca consideró a la democracia comoun valor destacable en su discurso (al menos no a nivel de laestructura), llamando, despreciativamente, demoliberal al sistemainstitucional vigente en nuestro país. Concebían el poder comopoder de la organización orientado hacia la toma del Estado. Y a laparticipación popular democrática como actividad y movilizaciónde masas relacionadas con un nuevo Estado fuerte, conductor detransformaciones económicas y políticas. Mientras que el Peronismode Base intentó desarrollar embrionariamente una nueva concepciónorientada hacia la construcción de organismos democráticos alterna-tivos de los trabajadores que funcionaran como una especie de pirá-mide invertida respecto de la organización.

Los revolucionarios argentinos en general reconocían a lademocracia burguesa como dictadura de la burguesía y comomejor y más desarrollada forma de dominación política, en los tér-minos del marxismo clásico, sin mayores problematizaciones.Desde esta concepción la mayoría de los revolucionarios de laépoca no dudaban de la necesidad de un gobierno revolucionariofuerte que, representando los intereses del proletariado, desarro-llara desde el Estado los cambios revolucionarios necesarios. Poreso quienes desde la actualidad les reclaman a las organizacionesguerrilleras no haberse integrado plenamente al sistema democrá-tico constitucional, en Argentina o cualquier otro país de AméricaLatina, ocultan concientemente que los revolucionarios en la eradel capitalismo y del imperialismo luchan por la revolución sociale independencia nacional y no por la constitución liberal y el libre

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mercado como los revolucionarios del siglo XIX. Esta idea de Estado revolucionario fuerte y de partido dirigen-

te organizador de movimientos de masas combativos (pensamien-to que englobaba tanto al PRT como a Montoneros y a la mayoríade las organizaciones revolucionarias del tercer mundo hasta elpresente excluyendo a las corrientes denominadas “autónomas”)era una combinación de la hipótesis de la “dictadura del proletaria-do” y las elaboraciones teóricas de los clásicos con las realidadespolíticas efectivamente vigentes en los países socialistas o regíme-nes antiimperialistas que en la época llegaron a la conducción delEstado. Las ideas del periodo implicaban claramente transformarla sociedad desde el Estado, después de la toma del poder.

El concepto “dictadura del proletariado” fue muy atacado en lasdécadas recientes y debe ser rediscutido. ¿Qué pensaban Marx yEngels, creadores de ésta categoría cuando la propusieron comoforma política que tomaría un hipotético gobierno de los trabaja-dores? Era concebida como el dominio de una clase sobre otra. Osea, la democracia burguesa expresaba el dominio de una minoríasobre una mayoría y la explotación de esta: la dictadura de la bur-guesía. La dictadura del proletariado como su contracara expresa-ría el dominio de la mayoría sobre la minoría y el fin de toda explo-tación. Pero la dictadura de la burguesía se manifestaba política-mente en variados regímenes: dictadura fascista, dictadura liberal,democracia restringida, monarquía constitucional y democraciaparlamentaria, siendo esta última la mejor y más óptima forma dedictadura del capital. Entonces, no tendríamos por que inferir quela dictadura del proletariado para Marx debía manifestarse nece-saria y únicamente a través de la dictadura del partido único.

En esta orientación debemos rescatar el concepto de hegemo-nía entendida como la capacidad de una clase social de unificar ymantener unido en el tiempo un bloque social de intereses diver-sos a través de la ideología. Capacidad hegemónica que se expresaen la construcción de un “bloque histórico” que exprese la fusiónde la clase potencialmente dominante en el plano económico concapas de intelectuales y que genere sus propias capas de intelec-tuales dirigentes (en sentido gramsciano: líderes empresariales,políticos, militares, culturales, etc. de la propia clase) capaces dedarle organización y política dirigente a nivel nacional. La idea de

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un “nuevo bloque histórico” sería la fusión del proletariado comocalse potencialmente dominante con las ideas revolucionarias, launion del saber y del sentir. En este sentido es que el italianoAntonio Gramsci planteaba que la clase trabajadora debía darse lapolítica y la organización necesaria para transformarse en hege-mónica a escala nacional. La dirección “intelectual y moral” en el“plano universal” de la sociedad nacional era, para el italiano, unaclave de la hegemonía. Igualmente esta tarea se relacionaba direc-tamente con la construcción de la capacidad política y coercitiva dela futura clase hegemónica2.

El tipo de régimen político no es parte de una receta previa, porel contrario la historia muestra que una misma clase se desarrollabajo formas de gobierno diferente. Lo que si podemos decir es quemás duro y represivo es un régimen político en relación con ladebilidad o amenaza que sufra el dominio de la clase que lo enca-beza. El caso de la Revolución rusa es paradigmático. Si uno com-para las tesis casi anarquistas del Estado y la revolución con elrégimen efectivamente instaurado en la Unión Soviética en vida deLenin, verá pocos puntos de contacto. Pero una lectura atentapodrá mostrar al lector informado que el escrito leninista habla deuna sociedad en la que hayan sido eliminados los antagonismosinternos y externos, una sociedad que estaría al final de todo unperiodo histórico ya que “sólo el comunismo suprime en absolutola necesidad del Estado, pues no hay nadie a quien reprimir,“nadie” en el sentido de clase, en el sentido de una lucha sistemá-tica contra una cierta parte de la población (...) es posible e inevi-table que algunos individuos produzcan excesos. Pero en primerlugar, para ello no hace falta una máquina especial; eso lo hará elpropio pueblo armado con la misma sencillez y facilidad con queun grupo cualquiera de personas civilizadas (...) separa a quienesse están peleando o impide que se maltrate a un mujer”3.

O sea, una sociedad ubicada al final del camino de la transiciónmundial hacia el comunismo. Pero los revolucionarios rusos(como cualquier fuerza política o social) tuvieron que enfrentarsea la reacción interna y externa teniendo que superar momentos desuma debilidad, desarrollar un país atrasado en todos los aspectosy acosado desde todos los frentes y para ello aplicaron una duradictadura. Una dictadura que no supieron, no pudieron o no qui-

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sieron transformar en otro régimen político en sus momentos demayor fortaleza. Es probable que los revolucionarios de entoncesconcibieran que el fin del capitalismo y la transición al comunismoera una cuestión más próxima de lo que parece ser en realidad. Notenemos dudas que ese era el optimismo de Marx y Engels y que deallí lo heredaron los rusos y muchos revolucionarios posteriores.La historia desede entonces ha contribuido a refutar cualquier ideade cortoplacismo o de modelo único predeterminado. Entoncescualquier nuevo régimen político surgido de una revolución no essolo un momento institucional provisorio que tiende hacia laextinción y el surgimiento de una sociedad comunista, sino unaetapa de la historia de duración prolongada y como tal debe serpensado.

Pero más allá de que los regímenes revolucionarios no tiene queser necesariamente autoritarios, lo cierto es que el mismo Gramscisugería que todo sistema que quisiera ser fundante de una nuevasociedad tendría que pasar necesariamente por una fase totalita-ria. Y en ese sentido planteaba que “una política totalitaria tiende(...) 1) a obtener que los miembros de un determinado partidoencuentren en este solo partido todas las satisfacciones que anteshallaban en una multiplicidad de organizaciones (...) 2) destruir atodas las otras organizaciones o incorporarlas a un sistema del queel partido sea el único regulador. Esto sucede 1) cuando el partidoen cuestión es portador de una nueva cultura y estamos ante unafase progresista; 2) cuando el partido en cuestión quiere impedirque otra fuerza, portadora de una nueva cultura se vuelva ´totali-taria´; y estamos ante una fase regresiva y reaccionaria” . Esteplanteo nos lleva a considerar que la transformación en hegemóni-cos de los intereses de los trabajadores requeriría de una fase tota-litaria. Pero solamente en este sentido. Ya que para Gramsci el par-tido debe ser algo muy diferente a un órgano burocrático. Debe serel organizador de una clase “El moderno príncipe, el mito-prínci-pe, no puede ser una persona real (…) solo puede ser un organis-mo, un elemento de la sociedad complejo en el cual comience aconcretarse una voluntad colectiva reconocida y afirmada parcial-mente en la acción. (…) es el partido político: la primera célula enla que se resumen los gérmenes de voluntad colectiva que tiendena devenir en universales totales”5. Igualmente creemos que la idea

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de “totalitario” planteada por el italiano no va en la dirección queel término nos sugiere en su acepción cotidiana, sino en la necesi-dad de cambiar todos los aspectos de la vida social y no únicamen-te los institucionales y/o los económicos, e imponer a los refracta-rios esa nueva visión del mundo.

Entonces, la transición de un sistema a otro es un cambio queexcede con mucho al cambio de manos del aparato del Estado o dela propiedad de los medios de producción. Es una transformaciónde valores, de concepción del mundo, en este sentido toda revolu-ción es totalitaria ya que penetra todos los campos de la vida, de lasrelaciones entre los hombres y de los hombres con la naturaleza. Elpartido, para Gramsci, es el tipo de organización que se da la nuevaclase social para conducir esta transición: una fuerza política queen si misma represente una concepción total alternativa al sistema,que sea la organización de la clase cuando ya es portadora de nue-vos valores y busca transformarlos en universales.

Los modelos de totalitarismo que estamos acostumbrados aestudiar son los que Gramsci calificaba de reaccionarios porqueimplicaron duras represiones sobre las mayorías y la penetraciónsobre todos los planos de la vida social de valores reaccionarioscoartadores de la libertad. Pero es indudable que la fundación deun nuevo sistema es total (o integral) y que implica la penetraciónen toda la vida social de nuevos valores de progreso, solidaridad eigualdad y la represión de los valores contrarios. El concepto depachacuti en la visión andina puede dar cuenta muy bien de estaidea de integralidad: el fin de una era. Pachacuti se refiere a uncambio revolucionario de era. La conquista y la universalización dela organización y concepciones Incas fue considerado en LosAndes como un pachacuti. La conquista española otro pachacuti.Significa, en concreto, la llegada de un nuevo sistema político quere-ordena (o pretende hacerlo) toda la vida de las comunidades,ubicación geográfica, producción, vida social. Tanto para el casoInca, como en un grado más radical y destructivo para el español,se reorganizaba la religión (ideología), se determinaba que produ-cir, como distribuirlo, etc. Rescatamos este concepto, no por seguirla “moda” indigenista, sino por que nos presenta una concepciónacabada de revolución total desde una cultura no occidental (yamericana) y nos permite intuir que, justamente, los cambios radi-

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cales son concebidos por todos los pueblos y no solo por la moder-nidad occidental.

Pero, desde una concepción de creación de poder popular ¿quées lo que se puede considerar totalitario para una construcciónhegemónica? ¿Es totalitario el poder popular? Se confunde totali-tarismo con dictadura o absolutismo. Puede haber un totalitaris-mo democrático: la polis ateniense era plenamente totalitaria, lademocracia de los monopolios yanqui es sangrientamente totalita-ria. Pero, desde la perspectiva de Gramsci, estaríamos hablando detotalitarismo en momentos fundantes, hasta la universalización delos nuevos valores, de la nueva economía y de la nueva visión delmundo. O viceversa, en el freno integral del avance de los nuevosvalores por parte de las clases reaccionarias.

En este punto podemos introducir el tema del rol del Estado enla construcción de hegemonía y su relación con la cuestión delpoder popular. Se discute en las últimas décadas en el seno demuchos movimientos populares la relación entre revolución,Estado y poder popular. Se mira el Estado con resquemor y se tien-de a dejar de lado la necesidad de herramientas que puedan des-arrollar políticas hegemónicas nacionales, recostándose esperan-zadamente en la espontaneidad creadora de las masas. Pero, esclaro que la burguesía universalizó su visión del mundo en formaparalela al desarrollo de su hegemonía económica y de su asuncióndel poder político. Sería erróneo plantearse la pregunta sobre si laasunción del poder político por la burguesía fue antes o después desu consolidación hegemónica. Cada proceso nacional tuvo sustiempos diferentes, podríamos decir que la construcción delEstado burgués es consecuencia y causa de la consolidación de lahegemonía burguesa. Precisando un poco más: podemos ver que elEstado fue un escalón muy importante en el trayecto de la burgue-sía a transformarse en clase hegemónica, pero previamente yahabía desarrollado una amplia contra-hegemonía en lo económicoy cultural (frente a la aristocracia); el Estado permitió su afirma-ción, consolidación y eliminación del poder de las clases incompa-tibles con el nuevo modo de producción. También el Estado pasó aser una herramienta fundamental en el disciplinamiento social dede las clases subalternas y de despliegue de la hegemonía sobre elconjunto social.

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Además de haber tenido que luchar por construir institucionespolíticas nuevas en los países centrales la burguesía usó al Estadopara imponer sus intereses al resto de los países del mundo, paradefenderse de otros agresores externos y para imponer su dominioen momentos de crisis de hegemonía. Sin el Estado burgués elcapitalismo no sería lo que es hoy. La burguesía de los países cen-trales creó estados burgueses sobre formaciones sociales diversas,creando sistemas semi-capitalistas en manos de antiguas clasesterratenientes o mercantiles metamorfoseadas en oligarquíasmediadores entre el capital moderno y una estructura arcaica. Eslo que para América latina Mariátegui llamó “mediocre metamor-fosis de la clase dominante”. En definitiva, a través del Estadomoderno la burguesía de los países centrales condujo la transiciónhacia su capitalismo desarrollado y exportó un capitalismo acordea sus intereses al mundo colonial y dependiente.

Volviendo a la pregunta anterior. Sin dudas el poder populardebe expresar la espectativa de un cambio de era, y por lo tantodebe tender a ser “total” (o totalitario en una fase fundante de lonuevo). Un cambio de relaciones de producción y un cambio devisión de mundo que expresara la tendencia a la univesalización denuevos valores de las clases oprimidas. Para ello sería fundamen-tal la construcción de herramientas que permitieran su consolida-ción en el tiempo, su extensión a todo el territorio de la nación, supenetración en todos los planos de la sociedad y que dieran satis-facción en el nuevo sistema a todas las expectativas.

NOTAS

1. Existen muchas organizaciones que despliegan (o desplegaron) la luchaarmada en diferente grado bajo regímenes “democráticos” y consignenbastante éxito como en Colombia, Perú o Líbano. Es más la derrota de lasorganizaciones peruanas de debió a la supresión de las libertades demo-cráticas ya que mientas estas existían el nivel de aceptación de las mismasparecía ir en crecimiento. 2. De esta forma la concepción gramsciana de hegemonía se separaba dela Bolchevique ya que coloca en un lugar determinante la dirección ideo-lógica y cultural mientras que para Lenin lo político, económico y militardeterminaba al resto.

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3. Lenin, Vladimir ,El Estado y la revolución, Pag. 362.4. Gramsci, Antonio, Cuadernos de la cárcel, Pág. 104.5. Gramsci, Notas sobre Maquiavelo, Pag. 28.

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CLASE OBRERA, SUJETO Y PODER

En torno a la década de 1990, catalizaron una serie de procesospolíticos que tuvieron su máximo símbolo en “la caída del muro deBerlín”. Pero ese hecho, que produjo que en pocos meses laRepública Democrática Alemana (experimento socialista) desapa-reciera y fuera absorbida por la Alemania Federal (poderosapotencia capitalista), fue solo el epílogo de un proceso más largo deagotamiento de una etapa de la experiencia popular de lucha con-tra el capitalismo. Ya en los ochenta Occidente inició una nuevafase, la llamada neoliberal. Modelo que para superar la crisis enque las economías capitalistas se encontraban, proponía abando-nar los principios keynesianos y retraer los beneficios sociales del“estado de bienestar” (pioneros fueron EEUU e Inglaterra, el máspoderoso y el mas antiguo país capitalista respectivamente). O seadarle libertad y respaldo a los grandes capitalistas, al capital ban-cario o especulativo, abrir negocios a estos en áreas antes reserva-das o protegidas por el Estado y disminuir el poder de los sindica-tos, las coberturas sociales y demás. El nuevo modelo no sólo eraEstatal (requería para su implementación y sostenimiento en eltiempo de una fuerte acción del Estado) y macroeconómico sinoque iba acompañado por un cambio en las formas tradicionales deorganización del trabajo y de estructuración de las empresas.Flexibilidad y globalización son las palabras del período1. Más alláde la rápidamente desechada idea del “fin de la historia” o del mar-tillazo de realidad sufrido por las tesis de un “Imperio” superadorde los Estados-nación, la idea de pérdida de centralidad de la clasetrabajadora se instala en muchos espacios de la intelectualidad.Esta idea fue de la mano con otras: la indeseabilidad de luchar porel poder (de gobernar un Estado), la crítica radical a la moderni-dad (racionalidad, progreso, dialéctica) y la valoración de lopequeño (el individuo, lo local, lo sectorial, la diferencia, “la pérdi-da de los grandes relatos”).

En la Argentina, sin duda las transformaciones económicas ysus paralelos políticos sociales y culturales, fueron más radicales y

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negativas que en los países centrales o las demás repúblicas latino-americanas. Esto se debió al mayor desarrollo industrial relativode Argentina respecto a nuestros pares y a lo más débil y fragmen-tario del mismo respecto de los países centrales. Hacia la décadadel setenta la clase obrera aparecía como un bloque social bastan-te homogéneo y era la clase más numerosa. El desarrollo y concen-tración en ciertas ramas podía hacer pensar al líder guerrilleroMario R. Santucho que los mas de trescientos mil obreros de lasdoscientos cincuenta plantas más importares eran el núcleo de larevolución. Hoy esas plantas no existen (o son muchas menos) y yano es la UOM (la Unión Obrera Metalúrgica) sino el sindicatocamionero, la estructura mas poderosa del sindicalismo2.

En el mismo sentido la clase obrera ya no es un bloque homo-géneo, sino que se encuentra segmentada con una fracción de tra-bajadores formales, otra fracción precaria y una última marginal3.Pero esto no nos debe hacer perder de vista que estamos hablandode millones de trabajadores ocupados en la producción o servicios,que ese porcentaje sigue siendo muy importante para una econo-mía del tercer mundo y que la riqueza del país la generan estos tra-bajadores. Argentina sigue siendo un país de trabajadores más quede campesinos, cuentapropiastas o informales (aunque estos últi-mos hayan aumnetado su peso numérico relativo y puedan apare-cer como una parte destacada de los oprimidos) Todo lo que con-sumimos, todo lo que hace a nuestra vida cotidiana, todas lasherramientas de trabajo, los lugares donde vivimos y los que nostransportan, todo es producido por trabajadores asalariados. Espor ello que para pensar la idea de poder popular e identificar alsujeto de ese poder (como al sujeto central de la en la construcciónde una nueva sociedad) no debemos perder de vista que estamosen una sociedad capitalista cuyo fundamento es la explotación deltrabajo asalariado como mercancía.

Tampoco debemos ignorar que en los países del tercer mundolas luchas de liberación nacional y/o por el socialismo tuvieroncomo sujeto a un conjunto popular en el que la clase obrera erasolo una parte (entre otras razones por su situación minoritaria enla formación social poco desarrollada). Por último debemos reco-nocer (cosa que muchos olvidan) que la idea de poder popular noes un invento de la posmodernidad y fue levantada como consigna

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en procesos revolucionarios anteriores (como por ejemplo Chile delos setentas, la revolución sandinista, etc.)

La idea de poder popular al remitir a la amplia y variable cate-goría de pueblo engloba a clases y fracciones de clase relativamen-te amplias. La ambigüedad de “lo popular” requiere indudable-mente precisiones para cada caso particular, ya que lo popular traeconsigo al sentido común (y con él a las ideas dominantes) ymuchas veces incluye a clases capitalistas o cuyos intereses en elsistema capitalista pueden llevar a un proyecto popular hacia uncamino que reproduzca condiciones de explotación o sea conduzcahacia una salida que refuerce o restableca nuevas o antiguas for-mas del dominio burgués. Es por eso que Fidel Castro en La histo-ria me absolverá4 realizó una descripción clara de la composiciónde clase de la sociedad cubana de su época y definió que clasesconstituían el pueblo cubano y que el M26 (Movimiento Veintiséisde Julio) consideraba parte del frente revolucionario (en realidadun frente nacional, democrático y antiimperialista). “Entendemoscomo pueblo (...) la gran masa irredenta, a la que todos ofrecen y ala que todos engañan y traicionan, la que anhela una patria mejor,más digna y más justa (...) los 700 mil que están sin trabajo, (...)los 500 mil obreros del campo, (...) los 400 mil obreros industria-les y braceros, (...) los 100 mil agricultores pequeños, (...) los 30mil maestros y profesionales, (...) los 20 mil pequeños comercian-tes, (...) los 10 mil profesionales jóvenes”. Es claro que todos losexcluidos de esta definición no son pueblo para Fidel: los banque-ros, los propietarios medianos y grandes del campo y la ciudad, losrentistas, los grandes comerciantes y todos los asociados al capitalextranjero; es decir, todas las clases que constituyen el polo domi-nante en la estructura de una sociedad capitalista. Si nos orienta-mos con la descripción de Fidel vemos que en el conjunto de lopopular entran clases y fracciones del proletariado no obreras yclases no proletarias. Pero, queda claro que la noción de pueblo deFidel rompe también con la noción romántico nacionalista dePueblo: habitantes de la nación que comparten una misma cultu-ra. Podemos pensar que el conjunto de las clases oprimidas en elmarco nacional son el pueblo, pero esta opresión a su vez debeincluir la posibilidad de alternatividad para ser poder popular.Clases que en el ejercicio del poder puedan (potencialmente) ser

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un nuevo sistema. Existen fracciones de la burguesía con contradicciones con el

imperialismo que en muchos casos han constituido lo que Mao TseTung denominaba Frente Único. Pero ese frente único antiimpe-rialista, nacionalista, explicaba Mao, no debía nunca imponer lasubordinación de las clases oprimidas a la fracción burguesaantiimperialista. El líder chino no se equivocaba, los procesos deliberación nacional que tuvieron como clase dirigente a la burgue-sía oprimida del país colonial rápidamente evolucionaron hacianuevas y atrasadas formas de explotación y dependencia nacional.En este mismo sentido, para el caso argentino, Rodolfo Puiggrosdesarrollaba su hipótesis de la transformación del peronismo pos1955 en un frente nacional con hegemonía de los trabajadores5.

Es una polémica interesante la que sostuvo Puiggros con ArturoJauretche en 1957, ya que discutía para las condiciones argentinasla cuestión del rol de la burguesía y el proletariado en las luchasnacionales. El ex Forjista acusaba mordazmente como era su cos-tumbre (y como en general hacen los nacionalistas populares) alhistoriador de ser un marxista abstracto y marginal al movimientopopular. Jauretche defendía un programa de Frente nacional enca-bezado por la burguesía nacional, acentuando el énfasis en la con-dicion semicolonial argentina, considerando las posiciones “obre-ristas” como desviadoras de la tarea principal y, en definitiva, per-judiciales para la misma clase obrera. Puiggros, recogiendo elguante, respondió: “Ya que usted no quiere escrutar las causas desu fracaso, le ahorraremos el trabajo. Dice en su libro Los profetasdel odio: ´Ni el proletariado, ni la clase media, ni la burguesía porsí solos pueden cumplir los objetivos comunes de la lucha de laliberación nacional´. Su información es incuestionable. (…) Peronuestras discrepancias comienzan cuando usted agrega que “elmovimiento debe revestir la forma piramidal” y luego actúa comosi la base de la “pirámide” -la clase obrera- tuviera que estar sub-ordinada a la cúspide, o sea a la clase media o a la burguesía.Porque el quid de la cuestión consiste en que ese movimiento no esestático, sino extraordinariamente dinámico. Dentro de él hayfuerzas sociales que se disputan la dirección, quiéralo o no usted.(…) Usted, doctor Jauretche, concibió su pirámide desde el puntode vista del interés de la burguesía y la clase media. Por eso su pirá-

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mide se derrumbó, como castillo de naipes, ante la decisión de laclase obrera. Y su fracaso será mayor si insiste en organizar elmovimiento en forma piramidal sobre las espaldas de los trabaja-dores”. Y continuaba Puiggros, fundando su crítica en las que con-sideraba las causas del fracaso del Frente nacional peronista en1955: “Ese equilibrio que buscaba Perón (entre la burguesía y elproletariado N de R) era sumamente inestable y aleatorio, tarde otemprano tenía que romperse. Entre tanto sometía al Estado a unapolítica oscilante y lo conducía a un callejón sin salida (…) Laúnica garantía que la pirámide de Jauretche no se desplome resideen el papel dirigente de esa conjunción de clases sociales queasuma el proletariado”. La polémica que presentamos aquí exresótodo un debate central en la argentina de los sesentas y setentas (yes válida aún en el presente). Podemos verla como la expresiónargentina de la polémica que treinta años antes dieron Haya de laTorre y Mariátegui pero cuya resolución fue diferente.

El poder popular se relaciona con la posibilidad de las clasesoprimidas de desarrollar, por sus propios medios, formas políticas,sociales, culturales, económicas y militares. Entonces vemos que elpoder popular lo que cuestiona centralmente es la capacidad de lasclases dominantes de desarrollar su hegemonía6 sobre el conjuntode la sociedad no solo el poder del Estado, por lo tanto no podríaser parte de un Frente nacinal encabezado por la burguesía. Enuna acepción integral, poder popular sería tendencialmente unpoder alternativo, por lo tanto lo pensamos como una etapa o partedel desarrollo del doble poder.

También podemos ver que Gramsci define “al pueblo" como “elconjunto de las clases subalternas e instrumentales de todos lostipos de sociedad que han existido hasta ahora". Esta noción de“clases subalternas” nos remite a un campo que trasciende ladeterminación económica (el lugar que ocupa la clase en la estruc-tura productiva) aludiendo también a la dominación de caráctercultural (que se define por el lugar que ocupa la clase en el ámbitode la hegemonía). Pero ¿es mejor la noción de clase subalterna a lade clase oprimida? Consideramos que no, ya que la opresión nosremite a la acción concreta de las clases dominantes y la construc-ción de contra-hegemonía se relaciona con el enfrentamiento inte-gral. La noción clase subalterna parece más descriptiva/opositiva/

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analítica (sin dejar de ser útil) mientras la de clase oprimida estámás relacionada con la acción en la lucha de clases.

Entonces, cómo pensar el problema de la hegemonía en elmarco de lo popular. En el marco de una análisis del modo de pro-ducción capitalista en abstracto, o como “tipo ideal” la contradic-ción fundamental es burguesía-proletariado, y entendemos queesta contradicción es la estratégica y fundamental del sistema ensu conjunto. Pero en las formaciones sociales efectivamente exis-tentes, en países donde se combinan modos de producción varia-dos (aunque el capitalista sea el dominante) o en nuestro tercermundo, existe una variedad de clases oprimidas pobres, proleta-rias o semi-proletarias pero no “obreros” tal como los pensabaMarx. Ya el mismo Lenin tuvo que allanarse a las consignas delcampesinado y Mariátegui nos alertó sobre las particularidades dela realidad latinoamericana. Problemas similares se dieron deforma concreta en China, Vietnam, Cuba, etc.: el sujeto revolucio-nario en sociedades con mayoría de población rural se encontrabaen el campo. También (y no con menor grado de importancia con-creta), la opresión extranjera en forma de políticas imperialistas osemicoloniales evidentes o como penetración de capital, sobrede-termina el campo de los enfrentamientos de clase. Esta situaciónno puede ser ignorada o secundarizada como tampoco absolutiza-da. Mao con la experiencia China frente al Koumitang, los debatesde Mariátegui con Haya de la Torre o la experiencia de Trosky enMéxico. Los debates planteados por Cooke en los sesenta respectoa la naturaleza del movimiento peronista nos dan buenos elemen-tos al respecto, y se relacionan con la polémica que presentamosmás arriba entre Jauretche y Puiggros.

Si, como planteaba Gramsci, el avance de la modernidad com-plejiza la estructura social, dando forma a una sociedad civil“densa”, el despliegue de la política concreta requiere atender éstadensidad que hace más compleja no solo la estructura de clasessino las mediaciones entre estas, el poder y el Estado. Teniendo encuenta que el italiano planteaba esto para los países occidentalesdesarrollados, deberíamos pensar que en nuestros países oprimi-dos la cuestión es aún más compleja ya que se combinan las tarasdel atraso precapitalista, las deformidades de un capitalismodependiente y la modernidad del sistema burgués.

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En las formaciones sociales concretamente existentes, y masaún en las sociedades complejas, el despliegue de la hegemonía serealiza a través de una cantidad de instituciones que ofician deamortiguadores del conflicto y reproductoras del sistema. Si con-cebimos al Estado como algo más amplio que el aparato burocráti-co militar propiamente dicho y extendemos la noción de Estadohacia todas las organizaciones encargadas de reproducir la hege-monía de la clase dominantes podemos comprender la densidad delas estructuras de dominación. Esta estructura social mas densahace que los choques de las organizaciones populares contra elEstado institución impliquen la confrontación sólo contra unaestructura de dominación. En este sentido, si bien la confrontaciónde la clase trabajadora unida contra la clase dominante y el Estadotras consignas generales de toda la clase (que serán sin dudas polí-ticas) conmocionará al sistema en su conjunto, no lo derribaráhasta tanto la clase no golpee el resto de las estructuras domina-ción de la sociedad civil. De la misma forma que, a la inversa, gol-pear las estructuras de la sociedad civil no destruirá al sistemahasta tanto el Estado no cambie de naturaleza. Esto se relacionatambién con el grado de presencia del Estado capitalista en lasociedad. Cuanto más están desarrolladas las instituciones priva-das de la sociedad civil capitalista, más fuerte será el sistema.Cuanto más presencia tenga el Estado y menos la actividad priva-da más afectarán al conjunto del sistema las luchas contra elEstado. Por eso en las sociedades donde el capitalismo liberal estaplenamente desarrollado ,donde no solo es estructura económicasino también cultural, el Estado es el articulador general y rease-guro del conjunto pero no el sistema en si.

La concepción que estamos planteando es la de Estadocomo dictadura más hegemonía y proviene de Gramsci “porEstado debe entenderse además del aparato gubernamental tam-bién el aparato “privado” de la hegemonía o sociedad civil.” Y siguemas tarde discutiendo las ideas de Benedetto Crocce “en algúnlugar Crocce afirmó que no siempre hay que buscar el Estado allídonde lo indican las instituciones oficiales, porque a veces aquélpodría encontrarse por el contrario en los partidos revoluciona-rios: la afirmación no es paradójica según la concepción de Estadohegemonía conciencia moral, porque en efecto, puede suceder que

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la dirección política y moral del país en una determinada situacióndifícil no sea ejercida por el gobierno legal sino por una instituciónprivada e incluso por un partido revolucionario”.8.

Consideramos muy útil esta concepción, ya que nos permite verla integralidad del problema del poder y la hegemonía. A lo largode los Cuadernos de la cárcel Gramsci presenta varias acepcionesde Estado: Dictadura más hegemonía, Estado más sociedad civil,etc.9 Desde nuestra óptica todas se relacionan con el pensamientode que la sociedad capitalista se reproduce a través de institucio-nes que exceden a las estatales propiamente dichas y que penetranprofundamente a la sociedad. En general los revolucionarios iden-tificaron poder con Estado y Estado como aparato burocrático-mili-tar, esto es así en las sociedades donde la hegemonía es débil y el des-pliegue del poder de la clase dominante requiere de una estructuradirigente centralizada. En una sociedad donde la hegemonía de laclase dominante se ha afianzado las herramientas de dominación nose encuentran exclusivamente en el Estado aparato.

Para entender el problema de la hegemonía debemos profun-dizar en las mediaciones que existen entre la clase como categoríaeconómica y sus expresiones políticas. Hablamos de clase obrera,pero asumimos que para las clases oprimidas en general nuestrashipótesis se hacen más válidas aún. Nuestra perspectiva implicaque las determinaciones económicas no configuran automática-mente una clase obrera universal con una conciencia única, sinoque entre la determinación económica y la conciencia particularque cada clase obrera adquiere hay una serie de mediaciones quese basan en la “experiencia” de lucha que esa clase tiene (o tuvo) enel marco de la sociedad nacional de la que es parte. Si comprende-mos a las clases no aisladas sino como relación social entonces nosquedará más clara la historicidad de su existencia y de su experien-cia. Estructuralmente como categoría existen clases por su ubica-ción en la estructura productiva de la sociedad. Pero como actorhistóricamente significativo, la clase existe a partir de que se mani-fiesta como tal. En este sentido podemos rescatar la idea de “for-mación” de las clases a través de su experiencia, conceptospresen-tados por el historiador británico Edward Thompson10. Nosotroslos consideramos un aporte valiosos que “da vida” a la clase, anqueagregamosla idea de Iñigo carrera de que es la “experiencia de

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lucha” la fundamental en la formación de una clase (sin excluir lasexperiencias de la vida cotidiana). Estas herramientas nos permi-ten comprender mejor la existencia de diversos tipos posibles deconciencia de los sectores populares maduradas en torno a la expe-riencia de lucha particular. Y esto nos permite explicar estrategiaspolíticas exitosas (aunque no sean revolucionarias), las particula-ridades del “poder popular” o la viabilidad y permanecía de situa-ciones de doble poder.

En este punto es que nosotros encontramos la explicación detema de la identidad peronista de la clase obrera argentina en losaños 50, 60 y 70. La identidad peronista implicaba algunos presu-puestos ideológicos generales, pero que excedían las definicionesideológicas de Perón. La identidad era paralela a la ideología y nose refutaba simplemente con una ideología más clara y superado-ra. Como explica Daniel James en su estudio sobre el movimientoobrero, “el peronismo significó una presencia social y políticamucho mayor de la clase trabajadora en la sociedad argentina (...)estos son factores fáciles de demostrar empíricamente y en mas deun caso estadísticamente mensurables. Sin embargo existieronotros factores que es preciso tener en cuenta al evaluar el significa-do del peronismo para la clase trabajadora, factores menos tangi-bles y más difíciles de cuantificar. Nos referimos a factores como elorgullo, el respeto propio y la dignidad”11. Así la clase trabajadoraaccedió a la política burguesa argentina con pleno grado de ciuda-danía, aceptando las reglas de juego (quizás mejor que la mismaburguesía) e hizo sentir su fuerza durante años impidiendo la ins-tauración de un régimen económico más perjudicial a sus intere-ses; aunque esto mismo le haya significado resignar el apoyo a pro-yectos mas vastos de transformación social.

Es innegable a la luz de la historia que los límites que esa iden-tidad significaba (reconocimiento de la sociedad burguesa, ads-cripción disciplinada al peronismo, etc.) resultaron insuperables yterminaron desarmando a los trabajadores cuando el tiempo his-tórico de la “alianza de clases” propuesta por el peronismo se hizoinviable y con ella el peronismo mismo como expresión política delos trabajadores (aunque no solo de ellos). Pero la clase obrera eraperonista desde una sensación política de paridad y lucha y conce-bía a la burguesía como un antagonista. Esto fue así a pesar de la

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ideología oficial del peronismo y quizás tuvo que ver con que elmovimiento obrero argentino tenía un larga experiencia previa aPerón, no fue (como en otros casos) creado por el líder desde ceroo sobre las ruinas o derrota de la clase: en 1945 la clase obrera exis-tía, estaba organizada y tenia experiencia, el 17 de octubre fue suvictoria y fue (y es) interpretado por la clase obrera como una vic-toria de clase. Fue la clase obrera la que le dio una tónica particu-lar al movimiento de Perón, la que hizo fracasar uno tras otro losdiferentes proyectos burgueses desde el Congreso de laProductividad (respaldado explícitamente por Perón) hasta el plande Celestino Rodrigo (bajo el gobierno de Isabel), pasando portodos los planes y gobiernos desde 1955 hasta 1973.

¿En qué se vincula la construcción de poder popular con el aná-lisis anterior respecto al peronismo? Justamente, en las potencia-lidades y límites que en el seno de las clases oprimidas tuvo laidentidad peronista como producto de la experiencia nacional.Creemos que la explicación de la historia de nuestro movimientoobrero nos dará elementos para pensar una alternativa de poderpopular que saque enseñanzas del fracaso. Los elementos simbóli-cos, discursivos y prácticos que el peronismo popular alcanzó en laproscripción expresaron elementos de contra-hegemonía signifi-cativos y fueron determinantes en la crisis orgánica que vivió ensistema capitalista argentino en aquellas décadas. El sentimientode ser ajenos al sistema político vigente, la pertenencia a un colec-tivo social sentido como homogéneo, la identificación de un ene-migo: los “gorilas”, antipatriotas y antiobreros, portadores de otrosvalores, la ubicación en espacios geográficos diferentes con necesi-dades y organización diferentes, etc. configuraron una base para laconstrucción de un poder popular. Los límites que ya explicamos:la conciliación de clases y la moderación de las aristas más conflic-tivas de la organización obrera, la integración subordinada alEstado con su consecuente pérdida de autonomía, el macartismoantiizquierdista, etc. también deben ser parte del balance de aque-lla experiencia.

Para las clases oprimidas sentir que se ES un todo “nacional-popular” que aspira ser dirigente del país (el nuevo país) en simismo, que considera posible y necesario el cambio y la universa-lización de nuevos valores, es expresión de una contra-hegemonía

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posible. La construcción de una voluntad colectiva en ese sentidoes el desarrollo y la construcción de las herramientas organizativasque la sedimenten en el tiempo y espacio (que fue la imposibilidaddel peronismo popular y el fracaso del conjunto de los revolucio-narios) y es lo que da al poder popular perspectivas de transfor-marse en poder nacional.

Pero como serían estas herramientas (que marcamos en plu-ral): estructuras sociales y políticas de fuerte y genuino arraigoentre las clases oprimidas, cuya presencia sea tan arraigada comopara que las masas las regeneren aunque exista represión.Organizaciones que por ser parte constitutiva de la identidad yvida cotidiana del pueblo no puedan ser extirpadas. Es cierto queuna represión prolongada puede dar resultados y desmembrar eltejido social pero, una presencia política de resistencia que se arti-cule con las necesidades de las clases oprimidas y potencie, dialéc-ticamente, las organizaciones populares, puede salir exitosa de eseproceso. Es esta organización política de vanguardia que está pre-sente tanto en la resistencia como en la ofensiva, la herramientaque permite unificar y complementar a las organizaciones socialesen el plano de la política. Una organización que sirva como articu-ladora y se perfile para conducir el conjunto de la luchas y reivin-dicaciones populares “orientando” e “influenciando” más quemandando y a su vez aprendiendo y siendo “influenciada”. Variasexperiencias históricas que mencionaremos más adelante susten-tan nuestra afirmación.

NOTAS

1. Ver David Harvey, La condición de la posmodernidad: Investigaciónsobre los orígenes del cambio cultural, 1998, Buenos Aires: Amorrortueditores.2. Existen en Argentina hacia el 2009 unos seis millones de trabajadoresempleados en el conjunto de las empresas unos tres millones de desocu-pados y el resto unos cinco millones es empleo precario, cuentapropismo,en negro.3. En realidad la situación es aún más compleja, al agregarse sectores ter-cerizados, trabajadores por cuenta propia, talleres familiares y clandesti-nos, ventas de servicios especiales por fuera de la estructura de la empre-

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sa. Indudablemente es un enorme retroceso para la clase trabajadora laexistencia de un (aproximadamente) 50% de empleo en “negro” (nocubierto por los convenios colectivos, ni por las leyes del estado) que ade-más debilita el poder de negociación de los sindicatos. Como también esun dato a tener en cuenta la existencia de varios millones de personas enedad laboral cuyo acceso al mercado de trabajo solo se da en forma inter-mitente, en trabajos muy precarios (cartoneros), o súper-explotados(semi-esclavizados), dependientes de la asistencia social. Este sector ade-más se realimenta con nuevas generaciones de jóvenes semianalfabetos,mal alimentados, con deficiencias de salud y embrutecidos culturalmentePero el núcleo de la clase trabajadora que mueve la administración, eltransporte y la industria mantiene una serie de beneficios (de acuerdo a larama de la producción, por ejemplo la educación esta retrasada respecto alos mecánicos), y se mantienen aislados del resto, aunque sus ingresosmedios sigan siendo menores que hace una década.4. Nombre con que se conoce el alegato de Fidel Castro frente al tribunalque lo enjuiciaba por el asalto al cuartel Moncada. En este alegato Fideldefine los objetivos de su movimiento y la composición de clase del frenterevolucionario.5. Polémica Puiggros- Jauretche en la revista Revista Qué, 12 de agosto de1957 o en El proletariado en la revolución nacional, segunda edición1968, ed. Sudestada Bs As.6. Entendemos hegemonía como la capacidad de una clase de imponer susintereses en los diferentes planos de la vida social sin necesidad de recu-rrir centralmente a la fuerza, y de que otras clases acepten como propiosestos intereses.7. Marx consideraba que la sociedad moderna tendía hacia una homoge-nización en dos polos: los dueños de los medios de producción cada vezmás concentrados y el proletariado industrial cada vez más numeroso.Pensaba que todas las demás clases (pequeños propietarios, artesanos,campesinos, etc.) se transformarían en miembros de ese cada vez mayorejército de obreros. La tendencia general a la concentración y desposeciónse dio y continúa, pero esta no ha producido un proletariado homogéneoni ha eliminado definitivamente a clases burguesas no concentradas.8. Gramsci, Antonio Cuadernos de la cárcel Pág. 105. y Pág. 126. Es muyinteresante esta hipótesis gramsciana para pensar en nuestro intento dedefinir que es el poder popular y el doble poder.9. Este tema es discutido por Perry Anderson en Las antinomias deAntonio Gramsci. En este trabajo usamos ambos conceptos de Estado yaclararemos cuando nos referimos a cada variante. 10. Thompson, E. P. La formación de la clase obrera en Inglaterra.11. James Daniel, Resistencia e integración. Bs. As., Siglo XXI, 2010.

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DOBLE PODER, PODER LOCAL

Y PODER POPULAR

Las concepciones de poder popular, doble poder y poder local, sue-len confundirse. Pero así como tienen puntos de contacto, se dife-rencian en otros. Mientras que poder popular se relaciona con lacapacidad propia, de las clases populares, más allá del Estado y delas instituciones de la clase dominante. Doble poder se refiere cen-tralmente a la existencia de dos estructuras de poder en disputa, enel mismo territorio, alternativas e incompatibles; pero puede serque ninguna sea poder popular y que expresen a diferentes fraccio-nes de la burguesía. Por otro lado, poder local implica la existenciade ámbitos geográficos específicos donde se despliega un poderalternativo al Estado, por ejemplo zonas liberadas por revolucio-narios o movimientos de liberación nacional, pero puede se tam-bién algo menos visualizable que estas como las instituciones“enmascaradas” a las que se refería Santucho en Poder burgués,poder revolucionario. Aunque también el poder local puede serejercido por mafias, paramilitares o diversos grupos reaccionarios.Las concepciones de poder local y doble poder denotan la existen-cia de instituciones alternativas pero no hablan de la naturaleza deestas. Mientras que el “poder popular” es un concepto más genéri-co pero no explica en si mismo como se materializa.

En Argentina el PRT desarrolló una original (aunque embrio-naria) teorización sobre el desarrollo de una estrategia de poderrevolucionaria que implicaba el poder local. Analizando las luchaspopulares de los 60 y 70, Santucho dedujo que el saldo organizati-vo y político de éstas iría sedimentando en la posibilidad de con-trolar territorios. Así fue como el partido tomó la idea del “doblepoder”. Simplificadamente, significaba construir organismospopulares paralelos a las instituciones del Estado, que ejercieransu propia democracia y gobernaran efectivamente en determina-das zonas, respaldados por el poder militar del ERP: “el surgimien-to del poder local (zonas gobernadas por los revolucionarios, N de

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R) debe ser el resultado de un proceso general, nacional, dondeaquí y allá, en el norte y en el sur, en el este y en el oeste, comien-cen a constituirse organismos de poder popular, comiencen lasmasas a tomar la responsabilidad de gobernar su zona. Esta mul-tiplicidad y extensión del poder local dificultará grandemente lasposibilidades represivas y hará viable que unidades guerrilleraslocales de pequeña y mediana envergadura defiendan exitosamen-te el nuevo poder”1.

La estrategia de doble poder del PRT relegaba a un segundoplano la construcción de espacios dentro de las institucionesdemocráticas del Estado (la idea era ir corroyendo su autoridad endiferentes zonas), al que se debía destruir reemplazándolo por elnuevo Estado construido paralelamente, con la guerra revolucio-naria. Esta estrategia propuesta implicaba un alejamiento de laconcepción dominante del poder como algo objetivado en elEstado institución, al cual se accedía sea por vía armada o por víaelectoral. Entonces, la concepción de doble poder se distanciaba dela de “toma del poder” predominante en las organizaciones arma-das. Ya que ésta subordinaba la construcción de nuevas relacionessociales a la necesidad de acceder al Estado como herramientaestratégica de todas las transformaciones relevantes.

El doble poder del PRT implicaba, plenamente desarrollado, laconstrucción de otro Estado durante la lucha, y la construcción deinstancias de poder popular que fueran generando nuevas relacio-nes sociales conviviendo en el mismo espacio con las formas tradi-cionales todavía en funcionamiento y con un Estado burgués ejer-ciendo aún su control. Pero, la práctica de ir resolviendo los pro-blemas de la administración estatal durante el período de guerrarevolucionaria no fue una concepción única de Santucho, por elcontrario consideramos que es la forma natural en que se desarro-llan los procesos revolucionarios: el asalto al poder por medio deuna mágica huelga revolucionaria o por una guerrilla salida de laclandestinidad no existieron en la historia.

Las situaciones revolucionarias son procesos de masas queimplican el desarrollo de doble poder. Existen experiencias de esetipo en muchos otros procesos revolucionarios y luchas de libera-ción, algunos paralelos al estudiado en este trabajo y otros poste-riores. En las zonas liberadas por el Frente Farabundo Martí en El

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Salvador durante los 80 se puso en funcionamiento la administra-ción revolucionaria, lo mismo en los barrios o zonas bajo controlenemigo pero con influencia guerrillera, las organizaciones vecina-les y sociales fueron constituyéndose en ámbitos de resolución delos problemas de los pobres cubriendo un espacio donde el Estadoestaba ausente. La revolución China fue un largo proceso donde seconstruyeron un número elevado de poderes locales bajo instan-cias del partido comunista chino (muchas veces destruidos yreconstruidos) siendo la provincia de Yenán un estado paralelo.En Guinea portuguesa, siendo una colonia que luchaba por suindependencia, el líder revolucionario Amilcar Cabral desarrolló laadministración económica y política en las zonas bajo control oinfluencia de los independentistas. Las comunidades sumamenteatrasadas, proveedoras de mano de obra súper-explotada para losportugueses, fueron organizándose para resolver sus problemascotidianos y embrionariamente fundarán los cimientos del nuevoEstado. En Colombia las Fuerzas Armadas Revolucionarias deColombia (FARC) y el Ejército de Liberación nacional (ELN) ejer-cen el gobierno en una parte importante del país, en muchas zonas,las organizaciones populares tanto urbanas como rurales, tienentanto o más poder que los funcionarios del Estado, que en muchoscasos aceptan las sugerencias de la guerrilla; de acuerdo a los vai-venes de la guerra civil, existe un poder paralelo a escala nacional.En México, el zapatismo ejerce en el estado de Chiapas un gobier-no paralelo efectivo en algunas zonas y en otras es el gobierno dehecho y de derecho. Estos disímiles ejemplos, entre muchos sonmuestras de desarrollo poder paralelo efectivo2. Podríamos seguirenumerando casos, ya que en general los movimientos guerrilleroscon un nivel de desarrollo e inserción lograron un grado de estabi-lidad cuando fueron expresiones de una situación de doble poder ypoder popular.

También debemos aclarar que el doble poder no es necesaria-mente un poder socialista aunque sí debe ser alternativo y popular.Aclaramos esto ya que en muchos casos frente al poder del Estadoaparecen otras organizaciones disputando o ejerciendo autoridad,como los paramilitares, narcotraficantes o milicias mercenarias defracciones de las clases dominantes. En estos casos si bien hay enlo táctico disputa a la autoridad de Estado, son expresiones del

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mismo núcleo del sistema o de su degeneración y no de resistenciapopular. Tampoco debemos confundir doble poder con fragmenta-ción, la existencia de gobiernos locales cuasi independientes no esnecesariamente doble poder, por el contrario puede expresar unaetapa de disolución de un Estado-Nación.

La idea de Santucho de adentrarse en la forma de construirpoder local en los barrios de las grandes ciudades, aún en unasituación donde la hegemonía del enemigo se sostiene en la socie-dad, fue un desafío interesante para el desarrollo del proceso revo-lucionario argentino en los 703. Aunque, como el mismo Santuchorelataba en su folleto a forma de fundamentación histórica, toda laexperiencia de lucha de los trabajadores desde 1955 presentaba unescenario social donde las clases oprimidas habían manifestado loque Gramsci llamaba “espíritu de escisión”. Es entonces que laspropuestas del líder del PRT partían de un pasado reciente en elque durante dos décadas los trabajadores eran ajenos al sistemapolítico y le negaban su consenso.

La difusión de estas tesis en el seno del PRT recién comenzóhacia setiembre del 74 (fecha en que el folleto vio la luz) y, tenien-do en cuenta que para mediados del 76 el PRT estaba virtualmen-te derrotado y las clases populares entraron en un profundo reflu-jo, no se dio la oportunidad para que estas ideas pudieran ser des-plegadas y reelaboradas con la práctica. Sin embargo, podemosconsiderar algunas hipótesis. En primer lugar, como dijimos, setrata de una concepción alternativa a la de toma del poder, aunqueen Santucho ambas cosas se plantean en forma paralela. Tambiénaparece la idea del doble poder como “poder local” (entendido estocomo desarrollo de zonas donde los revolucionarios tengan el con-trol y no el Estado burgués).

La práctica del PRT y del ERP estuvo permanentemente orien-tada hacia los núcleos del sistema: grandes fábricas, cuarteles mili-tares, instituciones centrales del poder y respuestas político milita-res a coyunturas nacionales. ¿Cómo se explica esto? No es tema deeste trabajo abordar las causas de la derrota de las organizacionesrevolucionarias argentinas, pero podemos pensar que hubo unasobrestimación de la fuerza propia y una visión cortoplacista de lalucha revolucionaria (decía Santucho que en nuestro país la luchapopular tenía característica de ofensiva permanente). Siendo así, y

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representando cada nueva coyuntura una etapa más profunda ycalificada de la lucha de clases, las batallas debía jugarse en las for-mas más elevadas. Entonces el desarrollo del poder local no sepriorizó desde un a perspectiva de más largo plazo y quedó muyatado al desarrollo de una fuerza militar capaz de frenar la repre-sión en las zonas de hipotético doble poder. Esto, probablemente,se relaciona con las lecturas de la revolución rusa en la cual eldoble poder fue un período de meses, o la supuesta rapidez de losrevolucionarios cubanos en derrotar a la dictadura de Batista.Quizás en sus últimos escritos Santucho mismo esbozó una auto-crítica al plantear la falta de asimilación del marxismo, en relacióncon la derrota que los obligana a aceptar la existencia de un reflu-jo de masas, replegarse, partir al exilio y reelaborar una estrategaapropiada a las condiciones. No podemos saber que quiso decircon “falta de marxismo” para muchos solo parece significar “faltade más de los mismo”. Pero intuimos que se refería a la mayorcapacidad teórico-práctica para comprender la realidad social locual implica un crecimiento/reflexión no lineal, no hermético, his-torizar la realidad.

De esta forma la perspectiva cortoplacista (de asalto al Estadoinstitución) que se tenía en los 70 atentó contra una estrategia delargo plazo en la cual el doble poder entendido como poder local endiferentes lugares de la república, pudiera desarrollarse.Estrategia que a su vez hubiera facilitado el repliegue organizado,la resistencia y la supervivencia de fuerzas revolucionarias para elfuturo.

NOTAS

1. Santucho, Mario Roberto, Poder burgués, poder revolucionario, ed. 19de julio, Bs. As. 1995. Pag. 37.2. No son los únicos casos de existencia de un poder paralelo al del Estadoburgués con control territorial. Existió en Irlanda del Norte notoriamen-te. En el País Vasco se llegó a cobrar impuestos y ejercer el poder efectivoen ciertas zonas, logrando el reconocimiento como autoridad legítima porimportantes porciones de la población. También en Medio Oriente; en elLíbano, el Hizballhá ejerció funcion2. es estatales llegando hasta el equili-brio actual. En Irak, desde la ocupación yanqui, el partido Baas y otras

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organizaciones políticas, religiosas o comunales mantienen la autoridadsobre diferentes zonas del país, mientras que las fuerzas de ocupación y elgobierno formal solo es autoridad en porciones restringidas de territorio. 3. Aunque en forma contradictoria tanto el IV como el V congreso del PRThabían definido la estrategia revolucionaria en Argentina como de guerracivil prolongada, definición que debía haber implicado una concepcióndiferente a la de ofensiva permanente y asalto al poder y mucho más cer-cana a la que se esboza en Poder burgués., poder revolucionario, op. cit.

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EL PODER POPULAR FRENTE AL

AUTONOMISMO

Por otro lado, aunque no es audaz de nuestra parte pensar queSantucho no adheriría a las concepciones autónomas en sus dife-rentes variantes, la idea de poder local se acerca a ellas si lo pensa-mos desde una situación aislada y abandonamos la pelea por unnuevo Estado. Las versiones autonomistas posmodernas planteanla construcción de poder “en los márgenes”, por afuera del Estado,de la cultura dominante y en sectores sociales excluidos, generan-do relaciones autónomas y sin cuestionarse el tema del poder o delEstado, entendido como acceso al gobierno de las fuerzas revolu-cionarias.

En este sentido y al decir del autonomista radical Luis Mattini(autonomista radical en la década de 1990 y principios de lasiguiente), máximo dirigente del PRT luego de la muerte deSantucho: “Cuando uno estudia la historia de la humanidad, lacaída del Imperio Romano es un punto crítico, porque fue minadodesde abajo durante 300 años por el cristianismo con su prédica.Pero no era prédica de discursos, sino 300 años al estilo MTD deSolano, gente que vivía de una manera diferente”1. Entonces: no setrata de realizar una revolución tradicional, política, sino en unsentido de más largo plazo una transformación muy lenta deestructuras que vaya minando las antiguas, más cercana a la tran-sición del feudalismo al capitalismo entendida como revoluciónburguesa que duró cientos de años que a la revolución francesa ubolchevique que se condensan en poco más de una década.

Debemos destacar que la contradicción entre revolución delargo plazo y revolución de corto plazo es artificial. Toda revolu-ción de corto plazo implica la idea de una transformación estruc-tural de largo plazo, entendida como la transición de un modo deproducción a otro con todas sus implicancias de la creación de unasociedad diferente a escala mundial y de cambio de las relacionesdel hombre con la naturaleza. Pero este proceso de largo plazo

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encuentra sus orígenes en el seno mismo del sistema aún cuandoeste está en óptimo funcionamiento. La construcción del Estadoinstitución, o mejor dicho, la formación de las estructuras necesa-rias para dar cohesión al nuevo sistema es sólo un hito en el proce-so de cambio de una formación social a otra. Justamente, desdibu-jar este hito (la revolución política), o restarle importancia es unaoperación ideológica sumamente peligrosa para las clases oprimi-das y las condena al ostracismo histórico.

Pero ¿de dónde y por que surgen estas ideas sobre el poderpopular y la autonomía? Tienen origen en el fracaso de muchas delas experiencias transformadoras, que por derrumbe o cooptación,no lograron alumbrar un mundo mejor. Esto se combina con elimpacto del derrumbe del “socialismo real” y el rechazo que causóen Europa el sistema de burocracia estalinista. Ahí se abrió paso auna crítica radical al “poder” que, empezando por Foucault y consu escuela pos estructuralista hizo estragos en el viejo continente.A esto se suma la vertiente ideológica norteamericana, que a travésde un trabajo teórico originado en derivas de la escuela deFranckfurt en el exilio e intelectuales el riñón del sistema académi-co yanqui, aportaron convergentemente con los anteriores.

Entonces se plantea: Estado es poder, poder es dominación ydominación es explotación, por lo tanto el que se plantee el temadel Estado y del poder a la larga recreará nuevas formas de explo-tación. Pero el confusionismo esta en que lo que aquí llamamosEstado, y que extendemos a todas la épocas históricas, es produc-to de la modernidad capitalista. Entonces, debemos aclarar queaún la destrucción del Estado conocido no implica la desapariciónde toda estructura de organización social, económica y política.Todas las formaciones sociales no capitalistas han desarrolladoestructuras que son propias de su constitución de clase, desarrolloy extensión. Si afirmamos que el Estado es una estructura autóno-ma de la clase dominante, en una sociedad feudal no hay Estado,pero sin duda hay dominación de clase (y cómo), tampoco enEgipto o Persia, ya que la clase (o casta) dominante es el Estado ensi misma.

Entonces ¿a dónde queremos llegar, en relación al poder popu-lar? La construcción de una nueva sociedad requerirá de nuevasestructuras, y mientras existan clases y países capitalistas en dis-

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puta en la mayor parte del mundo, estas deberán garantizar lahegemonía de las antiguas clases oprimidas con firmeza tal comolo hizo la burguesía antes de la república parlamentaria, o como lohace hoy frente a los desafíos de los oprimidos o frente a las crisisperiódicas del propio sistema. Una nueva organización social querequeriría de un Estado de nuevo tipo que no anule el poder popu-lar sino que lo garantice estratégicamente. Esto es así aunque con-tradiga a los autonomistas europeos-norteamericanos y sus tribu-tarios tercermundistas, justificadores del “progreso” occidental ycristiano. Más aún, como una nueva sociedad no surge en pocosaños, sino que es producto de un largo proceso de luchas, de trans-formaciones culturales y de creación de nuevas subjetividades (lacreación de un nuevo hombre como decía el Che), indudablemen-te el tema del Estado cobra todavía mayor significación, ya queestaríamos hablando de un período de transición.

Pero debemos tener en cuenta que el autonomismo representa-do por la versión situacionista; fue una variante extrema del mode-lo. De todas formas, aún las variantes menos extremas, aquellasque sí aspiran en un tiempo histórico mesurable (de pocas genera-ciones) a transformar la sociedad en su conjunto, también tienencomo eje lo local, lo sectorial y la construcción en los márgenes,condicionando la estrategia a la necesidad táctica de lo local o sec-torial. Para entender cómo se manifiesta la contradicción entre losocial y lo político, las necesidades inmediatas y las estructuralesdebemos pensar los conceptos de multisectorialidad y de asambleade base. Los nuevos movimientos sociales, como los movimientosreivindicativos en general, surgen a partir de abordar problemasespecíficos de un “sector”, mas que movimientos de clase (como unsindicato) son movimientos en torno necesidades o problemas(vivienda, tierra, minería, contaminación, derechos de minorías,etc.), las organizaciones piqueteras argentinas por ejemplo fueronun gran movimiento contra el hambre, la desocupación y la degra-dación barrial. Ahora bien, la existencia de una densa red de orga-nizaciones populares es una muestra saludable de vida social, elproblema está cuando se pretende hacer de esto “toda” la política,o la “única” política correcta. Es así que el autonomismo conside-ra que la política es en si misma la que emana de estos movimien-tos y que lo demás es una impostura. Para explicarnos esto debe-

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mos recurrir a sus fuentes teóricas y los conceptos de imperio,multitud, situación, clase y dialéctica3.

Por otro lado la asamblea de base, tarea política tan cara amuchas organizaciones de izquierda, revolucionarias o clasistas,también es presentada como contradicción entre la “nueva políti-ca” y la “vieja política”. Quizás esto sea así porque lo que se entien-de como vieja política fue la práctica de una parte de la izquierda,en general la más integrada al sistema que con sus ritmos decoyunturas superestructurales integran de hecho a la izquierda enla reproducción del Estado. Pero la mayoría de los movimientosrevolucionarios fueron muy participativos. Pongamos un ejemploque podría ser considerado negativo. Antes de reprimir el levanta-miento de los marineros de Kronstat, los bolcheviques mantuvie-ron amplias discusiones que excedieron con mucho al ComitéCentral. Los debates entre los rebeldes anarquistas y la direcciónbolchevique circulaba los la prensa pública y los mismos dirigen-tes fueron a la base naval a discutir con la asamblea. El PartidoBolchevique hasta el encumbramiento unipersonal de Stalin fuesin dudas muy participativo, con grandes y enriquecedores deba-tes que aún hoy valen la pena leer. El problema está en contrapo-ner asamblea de base (que en general es local por cuestiones ope-rativas) a la existencia de organismos centralizados y delegacionesresolutivas.

Éste es un problema discutido desde antaño, la democraciadirecta sólo puede atender cuestiones de pequeña escala y, comoplanteamos al principio, se relacionaba con la contradicción entrelibertad e igualdad planteada los filósofos que mencionábamos. Enese sentido Rousseau en El contrato social advertía que su mode-lo asambleario funcionaba solo en una sociedad con riqueza homo-génea y relativamente pequeña. El ejemplo del cual muchos deestos primeros teóricos abrevaban eran las poleis democráticasgriegas (solo algunas poleis eran democráticas). Éstas eran urbesrelativamente pequeñas y tenían un cuerpo de ciudadanos limita-do. La más grande y famosa de todas, Atenas, nunca superó lostreintamil ciudadanos.

Ahora bien el socialismo ha planteado diferentes mecanismosde democracia de alcance nacional, en general basados en la teoríadel “centralismo democrático” de Lenin. La tendencia hacia cada

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vez mayor centralización (acompañada de una creciente burocrati-zación) en detrimento de la participación democrática, es el puntofuerte principal de los antileninistas y autònomos. Desde nuestropunto de vista el atar políticas nacionales a decisiones de asamble-as locales o sectoriales frena el desarrollo político popular. La cues-tión esta en resolver el proceso del avance de lo reivindicativo a lopolítico y en la articulación entre la construcción de poder populary organización política como parte del mismo. Entonces vemosque las razones del rechazo a la herramienta “partido” tienen lamisma raíz que el rechazo al Estado: la convicción de que ambasimplican una escisión o (en el mejor de los casos) una imposturade la voluntad popular.

NOTAS

1. Extraído de La Vaca. Org: 08/01/2004. El Movimiento de TrabajadoresDesocupados del barrio de San Francisco Solano, una zona muy pobre delex tercer cordón industrial de Buenos Aires, fue durante mucho tiempopresentado como el paradigma de la construcción autonomista enArgentina. Las ideas que sus dirigentes plantean se pueden encontrar enuna entrevista publicada por el “Colectivo Situaciones”. Para más datos sepuede acceder a las publicaciones de este grupo. Es importante aclararque en la actualidad (2009) el MTD de Solano tiene muy escasa presenciaentre los grupos y organizaciones populares, aunque sigue desarrollandotrabajo a nivel barrial. Hoy (2009) los referentes para los intelectualesvinculados al espacio “autónomo” son otros.2. Podríamos discutir hasta que punto fue poder popular el de los cristia-nos de la época de las catacumbas, lo que sin dudas no fue poder populares le de los grandes señores romanos convertidos en obispos hacia el finaldel imperio. También podríamos discutir cuales fueron las razones dederrumbe del imperio, pero no es tema de este trabajo. Para lo que hace altiempo actual el pensamiento de Mattini vale por la concepción y no porsu veracidad histórica.3. Discutiremos estas ideas en capítulos subsiguientes.

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NOTAS SOBRE EL MST DE BRASIL Y EL

ZAPATISMO DE MÉXICO

Pero no todo en el universo de las construcciones autónomas eslocal o pequeño. Al considerar variantes menos radicales en su ais-lamiento de la política (y más importantes en términos de desarro-llo) como el Movimiento de los Sin Tierra de Brasil (MST) o elZapatismo de México vemos algunas características distintivas.Para ir al caso del Zapatismo, éste no se plantea la “toma” delpoder (en realidad no puede hacerlo desde la relación de fuerzasque le implica limitarse a ser la organización de los indígenas deChiapas), pero sí busca una transformación de la sociedad mexica-na en su conjunto. Aunque Marcos consideró en reiteradas opor-tunidades que es un error de los revolucionarios la idea de tomadel poder y que no es una aspiración del zapatismo. Decía Marcos:“No, no queremos acciones de apoyo porque estamos por caminosdiferentes, porque ustedes plantean la toma del poder y nosotrosno. Y aunque ustedes ganen y tomen el poder, vamos a estar con-tra ustedes, si no se cumplen las demandas de los pueblos indios",en relación a los intentos del EPR (Ejército PopularRevolucionario) de establecer contactos.

Y respecto de otras organizaciones, también delimitaba preci-samente los campos entre el autonomismo zapatista y la izquierdarevolucionaria: “Esa es la diferencia fundamental. Ellos dicen quesí se puede estar en el "arriba" y "abajo", que hay gente honestaarriba, y nosotros decimos que no es cierto, que allá arriba no sepuede hacer nada. Sin embargo, ninguno de ellos interfiere en LaOtra Campaña, no se meten, ni sabotean ni prestan apoyo”1.Igualmente este movimiento reestructuró las relaciones entre lasociedad y la política en la zona donde ejerce el control; las nuevasinstituciones generadas por el zapatismo se construyen como unarecuperación de las instituciones tradicionales de las comunidades(con el agiornamiento que implican 500 años de influencia occi-dental) y extirpan la presencia del Estado mexicano en su zona (ya

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de por sí débil y corrupto, lo que no es un dato menor para las posi-bilidades de desarrollo de doble poder) extendiendo su influenciaalternativa por toda la región. El zapatismo es claramente poderlocal en su zona de inserción y doble poder en el Estado de Chiapaspero su perspectiva indigenista (sectorial) y local conspira en con-tra de romper el cerco político y, relativamente, (en lo nacional) lohan aislado. El capitalismo monopólico tributario de los yanquisque mantiene el control del Estado central, las grandes unidadesproductivas y extractivas, continúa su desarrollo preocupándosesecundariamente por la presencia zapatista.

Pero en su desarrollo como poder local el zapatismo ha creadoinstituciones de nuevo tipo. Cuando uno recorre el territorioencuentra los Consejos del Buen Gobierno y el Comité ClandestinoRevolucionario Indígena (CCRI). Los primeros son una especie deconsejo comunal electivo rotativo que se encarga de todos losasuntos de la comunidad, son la expresión del poder popular en lazona, son elegidos por los pobladores y rinden cuentas antes estos.Los CCRI por el contrario son clandestinos, electos desde lacomandancia y rinden cuentas ante esta, vigilando y supervisandola zona y pudiendo cesar ante posibles amenazas, a los Consejos deBuen Gobierno hasta que la amenaza pase. Evidentemente elEjercito Zapatista es la fuerza que asegura la zona y es una organi-zación militar. Por lo tanto, mas allá del discurso horizontal, acávemos la existencia de instituciones de nuevo tipo que ejercen elpoder en una zona, que ese poder es poder popular y que está enrelación dialéctica con un partido armado.

El MST también es una construcción autónoma de la poblaciónrural brasileña, no sujeta a directivas que excedan a las de su clase,pero formó parte de la construcción del Partido de losTrabajadores (que más que un partido es un frente) apoyando conreivindicaciones propias para impulsar una propuesta de transfor-mación de corto plazo para todo Brasil. Además el MST aspira aser parte de una construcción que se plantee reivindicaciones polí-ticas de fondo y no reniega ni pública ni privadamente de la ideade partido y de revolución. En sus debates internos el MST se cues-tiona la posibilidad de lograr reivindicaciones de fondo sin la exis-tencia de una política que exceda las necesidades del MST comoorganización campesina (sectorial). Por eso los Sin Tierra debaten,

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a la luz de su práctica y experiencia, la cuestión relacionada con lalucha económica y la conciencia revolucionaria que ya cien añosatrás discutieron Lenin y Rosa de Luxemburgo. Entonces ellos venque “las luchas de masas tienen un carácter espontáneo, porque sulímite reside en la lucha inmediata por conquistas económicas.Pero, por otro lado, debe ser entendido como el primer paso en laformación de la conciencia política”. O sea los oprimidos ingresana la política a través de espacios para luchar por resolver reivindi-caciones inmediatas.

En este sentido discuten la necesidad de formar cuadros políti-cos que puedan impulsar una lucha de tipo nacional, cosa que lapermanente atención a la lucha propia del movimiento impide.“Entonces podremos cometer errores históricos graves en la medi-da en que nos propusiéramos formar cuadros revolucionariosdelegándoles tareas solo relacionadas con la lucha económica quenunca llegarán a desencadenar un proceso revolucionario”. Lacompresión del MST de que un cambio social verdadero esta másallá de la lucha inmediata es clara, como también es clara la con-tradicción inherente a todo movimiento social. Por eso polemizanconsigo mismos a través de Lenin “por eso (siguiendo a Lenin) siesta lucha espontánea es importante para engrosar las filas de losque luchan, debe, y es necesario tener, una organización que tengaestos objetivos (revolucionarios nacionales) formulados para lle-var la lucha hasta el fin”. Más adelante explicitan: “es transparen-te entonces que muchas de las críticas hechas por Lenin se chocancon nuestra práctica, o sea: conocimiento parcial del marxismo,proponerse contribuir a la transformación social a partir del movi-miento de masas sin una organización política, absolutizar unmovimiento de masas como fuerza invencible, sin una política con-secuente, sin programa, ni estrategia, etc. (…) Concluimos enton-ces, los dos procesos deben andar juntos, pues si un embrión deconciencia está en la lucha de masas, la mayor conciencia debe sergestada en una organización política con una definición de tareasde mayor alcance”2.

En este sentido los Sin Tierra en sus debates de fines de ladécada del 90 avanzaban en la definición del militante necesariopara realizar tareas revolucionarias. Un militante que pueda pen-sar la política más allá de las reivindicaciones inmediatas de su

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clase o sector, alguien que ve el problema de otras categorías o cla-ses. Y son coincidentes con Gramsci cuando plantea que una polí-tica transformadora de la clase obrera sólo es posible cuando esasupera la conciencia corporativa asumiendo la representación delos intereses de la nación en su conjunto.

Además las comunidades generadas en las tierras recuperadaspor el MST tienen su propio sistema educativo, seguridad y leyes,y las relaciones de propiedad se rigen por principios socialistassiendo, de este modo, una escuela para todos los miembros delmovimiento. Pero aquí también este avance que puede ser vistocomo un gran logro desde una perspectiva autonomista, es proble-matizado por el MST como un riesgo que puede llevar a la integra-ción autónoma al sistema a través de la reforma de la legalidadexistente sin producir cambios de fondo.

Existen “20 millones de hectáreas de tierra conquistadas por lalucha. Por eso podemos decir hay un poder territorial instituido através de la conquista de la tierra, que presenta característicasrevolucionarias (...) esta estructura en formación en un asenta-miento no debería ser confundida con un nacimiento del socialis-mo, si debería ser embrión de nuevas relaciones y por lo tanto, deun nuevo modo de vivir la existencia individual y social”.Mencionan el riesgo de convertirse en parte del paisaje, ya que“reformando nuestros asentamientos, llegamos a una instituciona-lización a través de cooperativas y estamos desarrollando una cul-tura del legalismo a través del cooperativismo” y continúan plan-teando los problemas de reformas (política, éticas. artísticas, orga-nizativas) que adapten la organización al sistema formando una“organización natural, controlable, y soportable por el orden”3. Deesta forma el movimiento desarrolla una forma de poder local endiferentes zonas, un poder que se ejerce en la perspectiva de forta-lecer el poder del pueblo. Pero ¿tiende al doble poder, a la cons-trucción de contra-hegemonía? Esta duda es la que motiva el deba-te planteado en nuestra fuente y que continúa en nuestros días enel seno del movimiento.

Entonces vemos como en el Movimiento Sin Tierra se debate lanec esidad de construir una fuerza nacional, formar militantes queexcedan la reivindicación sectorial, y que la construcción de nue-vas relaciones sociales en los territorios que controlan se lleve ade-

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lante en forma antagónica con el sistema. Solo así la construcciónsocial expresa, según ellos, embriones de poder popular y es con-tra-hegemónica.

NOTAS

1. La entrevista completa en http://www.solidaridadesrebeldes.kolga-dos.com.ar/spip.php?breve616. Como vemos Marcos subraya su rechazoa términos como “toma del poder” y “arriba” y claramente lo hace desdeuna concepción autonomista, antiestatal y antipoder.2. Ademar Bogo, “Política de cuadros”, Bahía, marzo 1994. Todas las citasdel MST son extraídas de dos documentos de debate en los años durantelos cuales el movimiento se encontró frente a los límites políticos de supráctica y del Partido de los Trabajadores. 3. “Fundamentos de la revolución cultural”, Ademar Bogo, Bahía, Abril2000.

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PROBLEMAS DE LA AUTONOMÍA DE LA CLASE

OBRERA EN EL ESTADO REVOLUCIONARIO

Pero entonces, ¿qué es el autonomismo? El autonomismo radicalse plantea una “huida del Estado” y del poder. Que consideremosa estas propuestas como extraviantes, no debe hacernos perder devista que el problema de la autonomía de las clases oprimidas esuna cuestión crucial en una estrategia de poder popular. Esta cues-tión fue muy poco considerada en los procesos revolucionariosanteriores, los cuales pusieron el acento en las herramientas orga-nizativas de los militantes y posteriormente en la construcción oadministración del Estado.

Las clases oprimidas desarrollan espontáneamente embrionesde organización propia que el Estado busca subordinar y la socie-dad burguesa subsume en sus valores. Apostar a su desarrollo enuna dirección diferente no implica, necesariamente, una huida delEstado ni una sumisión a la organización revolucionaria. En reali-dad, las concepciones autonomistas se basaban en la aceptación dela globalización como un hecho consumado y positivo (visionesdiferentes de los movimientos autónomos latinoamericanos querechazan el carácter positivo de esta nueva fase imperialista): “Laconstrucción del imperio es buena en si misma pero no buena parasi misma (…) insistimos en afirmar que la construcción del impe-rio implica un avance (…) el imperio acaba con crueles regímenesde poder moderno y también aumenta su potencial de liberación”1.Es por ello que, si bien puede un nacionalismo subalterno tenercaracterísticas progresistas, esto es coyuntural ya que la constitu-ción de una soberanía estatal reproducirá la maquinaria del estadonación y esto va (para Negri) en contra del progreso humano quesignifica el imperio global, entonces “las luchas por subvertir elimperio deberán darse dentro del terreno imperial mismo”2.

Es por eso que veía a las nuevas relaciones sociales del mundoglobalizado como un avance que permitía enfrentar al imperiodesde una perspectiva no nacional sino global y, entonces, desde

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esta perspectiva ir delineando una nueva sociedad global alterna-tiva. Así Toni Negri rechazaba al Estado-nación y al nacionalismocomo herramientas opresivas y responsables de las más importan-tes masacres de nuestro tiempo. Es así como la resistencia Iraquí(de base nacionalista o religiosa) sería reaccionaria y la invasiónyanqui, que incorpora a Irak al mundo macdonalizado del “impe-rio”, un triste pero necesario hecho del progreso. Quizá tambiénlos permanentes intentos de genocidio y limpieza étnica realizadospor el moderno Israel sobre el pueblo palestino sean para la teoríadel Imperio otra forma de manifestación de la inevitable globaliza-ción. Aunque quizás aquí ante la cruda y sanguinaria demostraciónde la vigencia del poder de los centros nacionales capitalistasdominantes y sus intereses de clase, muchos partidarios de estateoría vacilaron en sostenerla. Por eso las ideas más políticas delimperio no consiguieron conectarse con la realidad (de la mismaforma que la teoría del fin de la historia de otro intelectual demoda de los noventas Francis Fukuyama). Es más, los bofetazos derealidad que sufrieron estas ideas desde su formulación las des-acreditaron en pocos años. Sin embargo la raíz de las mismas sigueen pie (pensamiento antidialéctico, rechazo a la nación, desplaza-miento de la clase, etc.) y es sustento de nuevas formulaciones ide-ológicas que sustentan los mismos sinsentidos políticos.

Pero, aclaremos un poco, qué era “el imperio”: “lo que hoy enten-demos por imperio es algo por completo diferente del imperialis-mo (…) el imperio no establece ningún centro de poder (…) es unaparato descentrado y des-territorializado (…) EEUU no constitu-ye –y en realidad ningún Estado Nación puede constituir- el cen-tro de un proyecto imperialista”3. En la teoría del imperialismo,estaba claro quiénes eran los agredidos y por quiénes eran agredi-dos. Ahora bien, cuál es el objeto de dominio del imperio: “El obje-to de su dominio es la vida social en su totalidad; por consiguienteel imperio presenta la forma paradigmática del biopoder”4. CuandoNegri remite a la noción de biopoder de Foucault y la aplica paramostrar la dominación en todos los órdenes de la vida social, nospodría remitir también a la noción de hegemonía gramsciana. Estoes parcialmente así, un problema de esta analogía con la noción dehegemonía es que la última implica una aceptación de la categoríaclase, en cambio la noción de biopoder (control del cuerpo) apare-

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ce mucho menos clasista. O sea, hegemonía se relaciona con acto-res colectivos, clases con intereses permanentes. Mientras que bio-poder nos indica el sometimiento como individuos por una volun-tad de poder no claramente clasista. De esta forma se desdibuja elprincipal objeto de explotación del capital: la clase trabajadora; yel principal objeto del imperialismo: destruir la independencianacional para saquear recursos y someter a los trabajadores.

Finalmente la universalidad abstracta e indiferenciada del auto-nomismo es planteada por Negri y Hardt y de esta manera: “Elconcepto de lo local no tiene que definirse necesariamente desde elpunto de vista del aislamiento y la pureza. En realidad si uno derri-ba las paredes que rodean lo local (y por lo tanto separa el concep-to de raza, religión, etnia, nación y pueblo), puede vincularlo direc-tamente a lo universal. Lo universal concreto es lo que permite alas multitudes trasladarse de un lugar a otro y considerar propioel lugar donde están”. O sea, si superamos la religión, la cultura, lastradiciones y todo lo que hace que existan pueblos diversos, podrí-amos hacer una multitud universal de súbditos del imperio, indi-ferenciados y al la vez súper-diferenciados por sus individualida-des específicas que constituya el contra-imperio ansiado por losposmodernos. La perspectiva de Toni Negri y Michel Hardt secomplementa con otro elemento fundamental que es la idea de quela clase obrera ya no existe como sujeto central de la relaciones deproducción. Esta clase obrera fue el sujeto de la lucha en la etapade los Estados nación, cuando fue construido y universalizado elcapitalismo. Pero hoy el capitalismo para los autores de Imperio(al menos como lo estudiaron Marx y Engels) ya no existiría y elobrero no sería central en las relaciones de producción. El nuevosujeto de la lucha (no lucha de clases sino antagonismos diversos)es la multitud. Qué es la multitud: “la multitud es una multiplici-dad, un plano de singularidades un conjunto abierto de relacionesque no es homogéneo ni idéntico a si mismo y que mantiene unarelación indistinta e inclusiva con lo exterior a él”; o sea la multi-tud no es pueblo, no es clase ni mucho menos nación, sino una“confusa relación constitutiva” que nunca puede ser soberana yaque no puede tener un proyecto común que no sea resistir al impe-rio desde la diversidad. Una masa diversa de gente con reivindica-ciones distintas que en el marco del imperio global, es el actor cen-

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tral del enfrentamiento.Para Marx, lo que ayudaría a unificar a los oprimidos del mundo

era su reducción a una homogénea categoría de obreros. Aún asílos bolcheviques, sin dogmatismos, apelaron a la yihad para movi-lizar a los obreros de Baku contra la reacción occidental y aristo-crática. ¿Cuáles serían los elementos que daría coherencia a lamultitud y cuales serían los objetivos de su lucha contra el hipoté-tico imperio? Aunque aceptáramos hipotéticamente las categoríasde Imperio, las luchas de los oprimidos desde una perspectiva declase (socialista) y las luchas nacionales desde una perspectivaantiimperialista siguen apareciendo como mas claras y eficientes.

Es por ello que para nosotros el doble poder y el poder local tie-nen un claro marco nacional. Es lo que les da materialidad y pers-pectivas definidas. La historia nos presenta formas concretas deresistencia, todas ellas se manifiestan efectivas a través de formasque siguen expresándose a través de reivindicaciones de clase ynacionales. Miremos donde miremos, Venezuela o Bolivia, la selvacolombiana o los campos brasileños, las ciudades palestinas o ira-quíes, etc. etc, cada uno con sus formas culturales y composiciónsocial, la indiferenciada multitud no ha aparecido por ningún ladoen forma efectiva. El denominado situacionismo, a diferencia delas ideas de Imperio, escapa aún más de los conflictos generales.Se asienta en la construcción de espacios locales, independientes,horizontales, al margen del sistema dominante, en los cuales cons-truir la nueva vida del grupo. El poder local, es en este sentido unaexpresión de autonomía, en un sentido absoluto. No es una expre-sión dialéctica de la lucha de clases destinada a una superación,puede ser una expresión antagónica de un enfrentamiento cuyodestino no es la resolución de la contradicción sino su prolonga-ción: los polos de este enfrentamiento son irreductibles a algonuevo. Este elemento filosófico de la concepción autonomista escentral para comprender el resto de sus propuestas y su concep-ción (ahistórica) de la historia: para el autonomismo no hay supe-ración dialéctica, no hay progreso sino enfrentamiento perpetuo.Negri ve en Hegel un desarrollo perjudicial de la filosofía occiden-tal (ya que la dialéctica hegeliana implicaría una teleología) y reco-mienda retroceder hasta Spinoza para reconstruir las bases teóri-cas del pensamiento revolucionario.

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“No queremos entender al mundo sino negarlo”. dice Holloway,por eso plantea resistir como paradigma de la lucha, un resistirque nunca debe transformarse en avanzar sobre, porque esoimplicaría reproducir relaciones de poder. De esta forma la ideasituacionista radicalizaba las posturas de Imperio, proponiendouna teoría del anti-poder: “hay un asimetría total entre el poder ynuestra lucha”, o sea una tendencia a la evasión cercana a la comu-nidad hippie. El problema es que estas ideas hicieron escuela enmuchos activistas populares que las reprodujeron y reformularonde variada forma hacia las clases oprimidas. El autonomismo pos-moderno adolece de una falla de origen causada por la falta de his-toricidad de su método de análisis.

Ahora bien, si consideramos el período de difusión más fuertede las ideas autonomistas en el marco de la evolución histórica,veremos que éstas se desarrollaron en un período de repliegue yderrota de los pueblos (Europa en los 80, América Latina en los90). Entonces el autonomismo se presentó como una posibilidadde resistencia sin una perspectiva visible de poder real, una formaaceptar que no se puede cambiar las cosas de fondo ni en formatotalizadora y entonces resistir desde lo pequeño. El problema noestaría en la asunción política de esto como táctica, pero si se vuel-ve el objetivo y justificación de la impotencia, de una forma deretroceso se construye entonces una ideología (en el sentido fuer-te que le dio Marx como pantalla de la realidad). De esta forma,con la aceptación de la ideología de la posmodernidad, el autono-mismo se transforma en una estrategia de NO poder popular.

Pero, recordamos nuevamente que el concepto de autonomíade las organizaciones populares no debe confundirse con el auto-nomismo posmoderno. En general los posmodernos se paransobre una crítica justa de los “olvidos” de los revolucionarios delsiglo anterior (especialmente sobre la enajenación del Estadosocialista o independentista respecto de las masas a las que habíaapelado y que habían posibilitado que las nuevas elites dirigentesllegaran al poder). Es bueno plantearnos que el poder popular sóloes tal si se expresa a través de construcciones propias de las clasesoprimidas que trasciendan la existencia de una organización revo-lucionaria (aunque esta haya ayudado a generarlo) y que estén másallá del Estado revolucionario. O sea la organización popular no

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sólo como retaguardia de la organización política, sino como suje-to y estructura contra-hegemónica de la cual la organización esuna parte más. Lo mismo para el caso de un nuevo Estado, lasorganizaciones populares deberían tener una existencia propia ylegitimante del nuevo orden de cosas. O sea, ser las defensas pro-fundas de la nueva sociedad mas allá del Estado propiamentedicho.

Como hemos dicho la mejor y más desarrollada forma de régi-men político de la burguesía no es la dictadura ni el fascismo, sinoel Estado parlamentario donde la dominación existe con un míni-mo de coerción abierta. Este régimen es expresión de hegemoníaplena. En él las organizaciones populares tienden a ser estataliza-da o subordinadas al Estado como aparato burocrático (aunqueson “estado” en sentido amplio). Llamamos “estatalizada” a unaorganización de la sociedad civil cuya lógica de funcionamiento seinscribe plenamente en las necesidades de reproducción de lasociedad tal cual es. O sea organizaciones que formarían parte delEstado en sentido amplio planteado por Gramsci. Las diferencia-mos de las subordinadas al Estado, que para nosotros significaríauna organización popular sin iniciativa propia a causa de su vincu-lación orgánica, una dependencia burocrática sin vida. Pongamosen el primer caso a los sindicatos argentinos, cuya ideología yestructura ha evolucionado siendo hoy una corporación más de lasociedad civil burguesa. Como reproductores y canalizadores delos reclamos obreros son Estado en sentido gramsciano. En elsegundo caso, las agrupaciones clientelares territoriales de lospartidos de gobierno, municipios o las agrupaciones de “funciona-rios”.

No sucedería esto para las organizaciones de la burguesía quese tornan plenamente autónomas del Estado. Al menos para loscasos de la república burguesa tradicional, ya que modelos como elperonista de 1946 buscó “estatalizar” las organizaciones de la bur-guesía. En una situación burguesa “normal” las instituciones cor-porativas y culturales de los terratenientes, los grandes industria-les y comerciantes, financistas, son poder burgués autónomo,impugnan y deliberan las decisiones institucionales y la burocracianegocia permanentemente con ellas. Podemos ver, simplemente,leyendo los diarios como la SRA (Sociedad Rural Argentina), UIA

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(Unión Industrial Argentina), AEA (Asociación EmpresariaArgentina), y todas las asociaciones, cámaras y foros de medios,bancos, bolsa, etc. funcionan como un poder más del Estado. Sonrecibidos en forma privilegiada y consensuadas no solo las políti-cas del sector específico sino las generales de la nación. Cuando loslineamientos generales del Estado institución contraría los intere-ses de alguno de estos grupos siempre se presenta como una crisis(como si dos poderes constitucionales chocaran) y si contradicenal conjunto de las instituciones burguesas o la administración semuestra incapaz de garantizar sus intereses colectivos nos encon-tramos en las vísperas de un proceso de desestabilización o crisisinstitucional.

La lógica del Estado burgués con hegemonía plena implica quelas organizaciones populares compartan la ideología dominante.Entonces el Estado institución funciona como un articulador de lahegemonía por “arriba” y hacia “abajo”. Es por ello que la autono-mía respecto del Estado burgués es una conquista de las clasesoprimidas en una estrategia de construcción de poder popular. Eslo que se llama “espíritu de escisión” que debe operar necesaria-mente en el plano de la conciencia. “¿Que se puede contraponer departe de una clase renovadora a este formidable complejo de trin-cheras y fortificaciones de la clase dominante? El espíritu de esci-sión o sea la progresiva conquista de la conciencia de la propia per-sonalidad histórica, espíritu de escisión que debe tender a prolon-garse de la clase protagonista a las clases aliadas potenciales; todoesto requiere un complejo trabajo ideológico…”. Sería la concien-cia por parte de las clases oprimidas de la necesidad de un mundoorganizado de forma diferente y la asunción de valores y modelosculturales propios y contrapuestos a los emanados de los centrosde hegemonía. Pero en la construcción de una nueva sociedad, estaautonomía deberá mantenerse y desarrollarse, en tanto es expre-sión de la hegemonía de la nueva clase, más allá del aparato delnuevo Estado. Y a su vez garantía de que las nuevas institucionessean verdaderamente populares y no solo una enorme cáscarahueca.

Si volvemos a las experiencias históricas de revolución vemosque para los bolcheviques no existía el concepto poder local, nipoder popular, pero sí el de doble poder, con el cual caracterizaron

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el período durante el cual el soviet de obreros, soldados y campe-sinos de Petrogrado (y otras ciudades) convivieron como formaefectiva de gobierno alternativizando a la Duma burguesa, y fun-cionando ambos como dos fuentes de autoridad dentro del mismopaís (alternativas y en competencia). Un desarrollo de estas ideaslo presentó Lenin en abril de 1917 (nº 28 del Pravda) “La cuestiónradical de cualquier revolución es la cuestión de la autoridad delEstado. Sin una exposición de esta cuestión no se puede hablar deninguna participación consciente en la revolución, ni menos aúnde su gestión. El rasgo original extremadamente interesante denuestra revolución es que ha creado un poder dual. Habría prime-ro que todo entender este hecho, ya que sin tenerlo entendido, esimposible de avanzar. Hay que ser capaces de completar y corregirlas antiguas fórmulas, por ejemplo, las bolcheviques, ya que aun-que se han demostrado correctas en general, su realización concre-ta se demuestra diferente. Antes no pensaba nadie en un poderdual, ni lo podía hacer”. Vemos como el revolucionario ruso dacuenta de la novedad y en función de ella corrige las tesis bolche-viques.

“¿En qué consiste el poder dual? En el hecho de que junto algobierno provisional, del gobierno de la burguesía, se ha desarro-llado, aunque débilmente y de forma rudimentaria, pero con unaexistencia práctica indudable, otro gobierno: los consejos de repre-sentantes de obreros y de soldados. (…) ¿Cuál es el carácter políti-co de este gobierno? Es una dictadura revolucionaria, es decir quela autoridad se basa directamente en la toma revolucionaria, en lainiciativa directa de las masas desde abajo, y no en el derecho pro-mulgado por el gobierno centralizado. Su autoridad es del tododiferente a la autoridad general de las repúblicas democráticas-burguesas parlamentarias que han existido hasta ahora, y que pre-valecen en los países avanzados de Europa y de América. Esta cir-cunstancia es a menudo olvidada y no se considera a menudo entoda su esencia”. La fuente de legitimidad del poder alternativo nose basaba en su reconocimiento legal como en la república burgue-sa sino en su naturaleza de ser las clases oprimidas (o un numerodestacable de sus miembros) los que lo ejercen y por lo tanto loconsideran propio, y a través de ese nuevo poder deliberaban sobrecuestiones de gobierno.

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Y sigue Lenin: “Esta autoridad es del mismo tipo que la quehubo en la Comuna de París en 1871. Los atributos básicos de estetipo son: 1) una fuente de autoridad que no es la ley previamentediscutida y aprobada por un parlamento, sino la iniciativa directade las masas desde abajo y desde las localidades, una "toma" direc-ta para utilizar la expresión habitual, 2) la sustitución de la policíay del ejército, como estamentos separados y opuestos al pueblo,por el armamento directo de todo el pueblo; el orden público bajoesta autoridad es protegido por obreros y campesinos armados,por el pueblo armado; 3) los oficiales y la burocracia o bien sonsustituidos por la autoridad directa del pueblo, o, cuando menos,son sometidos a un control especial, y se convierten no sólo elegi-bles, sino también destituibles de acuerdo con el parecer del pue-blo, y son reducidos a una situación de simples representantes”7. Sibien Lenin no aclara en este texto cual es el rol del partido en estenuevo poder, podemos ver que no plantea un sustitucionismoabsoluto sino adecuar las tesis clásicas al desarrollo concreto de lalucha de clases en Rusia. Y se refiere a un momento de alta movi-lización popular, de una crisis revolucionaria, a la que interpretapara poder trabajar en ella.

El doble poder, el control de instituciones existentes, su resig-nificación y la creación de nuevas sería la asunción de funcionesdel viejo Estado por nuevas instituciones, y se puede desarrollarsobre una situación de crisis hegemónica del bloque dominante.Desde la perspectiva de la construcción de poder popular se reque-riría de un elemento más: el desarrollo por parte de los oprimidos,al margen de la existencia de crisis, de una construcción previa,alternativa, contra hegemónica, donde se puedan asentar las for-mas y contenidos de la nueva sociedad.

Claro que una situación de este tipo solo puede existir en unaperspectiva de asunción global de las funciones del Estado, su cre-cimiento y desarrollo no está planteado “en los márgenes”, comoplantea la teoría autonomista, sino en paralelo y hacia el corazónde las estructuras sociales que hacen al funcionamiento mismo deuna sociedad moderna. Decimos en paralelo porque el doble poderse materializa en la existencia de una nueva institución que dispu-ta las funciones de la vieja institución burguesa; y decimos hacia,porque estas nuevas instituciones tienden a eliminar o tomar a las

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viejas y abarcar la integralidad de la sociedad. En comparaciónvemos que para la teoria del doble poder, el avance de un poder deeste tipo implica el debilitamiento del viejo Estado y la vieja socie-dad. Mientras que para el autonomismo posmoderno, la construc-ción alternativa no disputa los espacios del Estado sino que cons-truye otros autónomos y los defiende pero por afuera del sistemapolítico-social y no necesariamente tiene como consecuencia eldebilitamiento del sistema burgués.

Por otra parte Trotski en su Historia de la Revolución Rusaprofundizó en sus escritos el tema del doble poder, ya que ante susojos había pasado el desarrollo completo de la revolución que lohabía tenido como protagonista. De la historia dedujo que estasituación era provisoria y que una institución quedaría desplazadapor la otra ya que no pueden existir dos fuentes de autoridad con-tradictorias en un mismo territorio. “La mecánica de la revoluciónconsiste en el paso del poder de una clase a otra clase. La transi-ción violenta se efectúa generalmente en un lapso de tiempo muycorto. Pero no hay ninguna clase histórica que pase de la situaciónde subordinada a la de dominadora súbitamente (...) Es necesarioque ya en la víspera ocupe una situación de extraordinaria inde-pendencia con respecto de la clases oficialmente dominantes (espreciso que en ella se concentren las esperanzas de otras clases ocapas intermedias descontentas con lo existente. La preparaciónhistórica de la revolución conduce, en el período revolucionario, auna situación en la cual la clase llamada a instalar el nuevo siste-ma social, si bien no es dueña del país, reúne de hecho en susmanos parte considerable del poder del Estado, mientras que elaparato oficial de este último sigue aún en manos de sus antiguosdetentadores. De aquí arranca la dualidad de poderes de toda revo-lución”8.

Lenin “tomó el poder” revolucionariamente en la primeracoyuntura favorable, pero con una situación de doble poder vigen-te. En el mismo artículo de Abril que mencionamos había cuestio-nado a los que querían atacar ya el poder burgués expresado en laDuma, como a los que querían subordinar a los soviets como com-plementarios de la misma. Según él había que impulsar la madu-ración el poder de los soviets para que estos no se vieran a si mis-mos como un complemento (recordemos la preocupación del MST

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brasilero) o contralor sino que sintieran la capacidad de asumirtodo el poder (madurar el espíritu de escisión). Es evidente que lateoría presentada por Santucho en Poder… poder se orientaba enla dirección leninista y en la aspiración de una resolución de cortoplazo (por ello el énfasis en lo militar como garantía para el asaltofinal al poder). Ahora bien Trosky interpreta la situación de poderdual como toda una etapa preparatoria, o sea según él el procesorevolucionario ES la construcción de doble poder.

Pero, en el caso de no darse la posibilidad de toma del podero fracasar en el intento y producirse una derrota (en general san-grienta para las masas, Rusia 1905, Bolivia 1956-64, Guatemala enlos 80, etc.), el poder dual retrocedería y las instituciones de nuevotipo podrían ser aniquiladas. Una posibilidad de subsistencia es lael poder local o sea la preservación del poder popular en espaciosgeográficos o políticos bien defendidos (por razones militares,políticas o de equilibrio de fuerzas) como Yenan en China, la selvacolombiana, los barrios de la resistencia islámica, irlandesa o vascay aún las comunidades campesinas brasileñas. Si embargo unaevolución alternativa del concepto perretista de poder local que noimplicara la subordinación inmediata y conciente de las organiza-ciones populares al sistema dominante podría ser la concepción yla práctica autonomista: ya que no podemos construir el socialis-mo en un solo país, nos replegamos y lo construimos en un solobarrio, o en un reducto cultural alternativo, renunciando al con-flicto político mas allá de los reclamos inmediatos. Recordemosque en todos estos ejemplos mencionados el poder local es plata-forma y retaguardia de una lucha que tiene como horizonte alter-nativizar y reemplazar al Estado, es reconocido como etapa derepliegue, reorganización o nacimiento.

¿Cómo sería una hipotética situación de doble poder plena-mente desarrollada desde una perspectiva leninista?: “cuando uni-dades industriales, comerciales o aún financieras –en lo atinente alsector urbano- dejan de ser administradas (internamente y en susrelaciones con otras unidades) por sus propietarios y las adminis-traciones bajo su dominio y pasan a serlo por consejos de trabaja-dores o usuarios o mixtos, generando también órganos de coordi-nación más generales. Asimismo, cuando hospitales, escuelas,comisarías y otras entidades habitualmente a cargo de poderes

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municipales, provinciales o nacionales, son ocupados por consejosprofesionales o territoriales democráticos, vinculados entre sí ycon las unidades originariamente mercantiles antes descriptas. Vade suyo, entonces, que un pleno nuevo poder que coexista con elviejo poder estatal, llegará a cobrar impuestos y administrará ygastará los fondos consiguientes, así como establecerá una nuevapropiedad estatal o social sobre el flujo de compras, ventas, servi-cios y créditos, restándolo de la órbita de la propiedad privada.También hay un fenómeno de doble poder en el campo, cuandojunto con un proceso de reforma agraria que altera la propiedadtradicional de la tierra (generalmente latifundista)”, escribe JoséVazeilles10 en su artículo de debate sobre la existencia de doblepoder en la Argentina después del 20 de diciembre del 2001. Yagregamos que esa situación solo podría existir (en Argentina ocualquier otro lugar o tiempo) si existen fuerzas milicianas, guerri-lleras o militares que lo respalden, en el marco de una crisis dehegemnonía que impida que el Estado unifique sus fuerzas y abor-te el proceso cuando aún esta en génesis.

Si volvemos al folleto Poder Burgués, poder Revolucionario,Santucho, luego de una caracterización simplificada de la situaciónhasta 1974 enmarca temporalmente a la situación de doble poder,el cual se despliega para el jefe del ERP entre el momento del ini-cio de la guerra revolucionaria y el de la toma del poder. Entreambos hay un período en el cual se debe ir desarrollando el “poderdual”, donde las masas van resolviendo sus propios asuntos almargen y en enfrentamiento con el Estado. O sea que el poder dualexiste para el PRT después del inicio de la guerra revolucionaria y,en ese sentido, pareciera ser coincidente con la idea de zona libe-rada, ya que éstas existen solo a partir de un equilibrio políticomilitar y el desarrollo de poder territorial efectivo.

Aquí se manifiesta una diferencia con la idea desarrollada porTrosky respecto de la revolución rusa: “este sistema no es estable(...) antes de que las clases rivales se decidan a enfrentarla (la gue-rra civil) pueden verse obligadas a soportar durante bastante tiem-po, y aun a sancionarlo, el sistema de la dualidad de poderes”.Entonces el Soviet como organismo privilegiado de doble poderconvivía en el espacio y peleaba la hegemonía dentro del ejército,preexistiendo a la guerra civil. La guerra civil revolucionaria era

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posterior a la existencia del poder dual a diferencia de las guerri-llas argentinas para las cuales la acción armada era previa a laconstrucción de poder popular (y generadora del mismo). Aunque,más allá de que los revolucionarios argentinos lo comprendieranentonces, lo cierto es que desde 1955 y aún más profundamentedesde 1969, existía en el país una situación de “escisión” de unaparte importante de las masas, combinada con una crisis de hege-monía que volvía sumamente inestable el sistema político.

Puede plantearse que entre las diferentes formas de lucha exis-te una interrelación, que no se puede construir poder popular sig-nificativo sin un poder de coacción que garantice efectivamente sudespliegue eficiente, ni mucho menos que este se exprese en for-mas de poder local. Lo que sí es claro para nosotros es que estosorganismos deben priorizar actuar en función del fortalecimientodel poder popular (nacional, zonal o sectorial) que es la plataformade una lucha de mayor alcance.

Entonces para Santucho el poder dual se expresaría en formasde poder local y zonas liberadas: “el surgimiento del poder localdebe ser resultado de un proceso general, nacional, donde aquí yallá, en el norte y en el sur, en el este y en el oeste, comiencen aconstituirse organismos de poder popular”. La idea de Santuchodel poder local, esta claro, se enmarca en una estrategia nacional.De esta forma un poder local en conflicto con el Estado no puedeautoaislarse ya que sería victima fácil de la represión o se volveríainofensivo. Debemos recordar que la propuesta fue escrita en uncontexto de varios años de luchas populares ascendentes(Santucho concebía la lucha desatada en Argentina como unaofensiva permanente).

Estos planteos respecto del doble poder construido a partir delinicio de la guerra civil y la consecuente lucha militar, son funda-mentales para entender la estrategia militar del ERP. No habríapoder local sin el desarrollo de un Ejército del pueblo en condicio-nes de contener al de la burguesía y respaldar la toma del poder enel momento oportuno. Entonces el doble poder para Santucho seconstruía en conflicto permanente con el Estado, generaba institu-ciones propias que iban arrebatando la autoridad al gobierno y laburguesía en diferentes zonas y era transitorio porque aspiraba atransformarse en poder estatal él mismo, destruyendo la resisten-

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cia del Estado burgués mediante la guerra revolucionaria.Las concepciones de los revolucionarios argentinos se forma-

ron en relación con las décadas inmediatas anteriores de luchapopular nacional y con las experiencias de luchas en otros paísesoprimidos: Cuba, Argelia y Vietnam. Pero se descuidaba un detalleno menor: que en Vietnam y en Argelia la guerra de liberación eracontra la opresión colonialista extranjera y (principalmente) con-tra un ejército invasor y en América Latina los campos enfrentadosson dos partes de la nación, y por lo tanto no son tan claros. El casocubano era más aproximado pero aún así la isla estaba mucho máscerca de una situación semicolonial (con tareas de independencianacional incompletas desde el orden jurídico y simbólico) que laArgentina (o Perú, Brasil, etc.).

Entonces para el PRT una situación de parálisis de la lucha sólopodía llevar al retroceso de las posiciones conquistadas y una recu-peración de la autoridad por parte de la burguesía y su Estado, poreso el sostenimiento de la guerra era fundamental para mantenerla tensión entre las clases y con ello la posibilidad de doble poder.

El problema de una concepción de doble poder atada a lo mili-tar es que no puede dar cuenta de que hacer en la construcciónlocal en momentos de calma y repliegue de las masas o relajamien-to de la lucha de clases y menor aceptación de la violencia.Justamente este desafío de una construcción en frío es lo que sedebe resolver en sociedades donde las mediaciones del poder bur-gués son complejas. Y es aquí, en los problemas de la construcciónen frío donde podemos recurrir nuevamente a Gramsci y sus plan-teos en torno a la guerra de posiciones: la capacidad de pelear losinnumerables espacios de la sociedad moderna en períodos en losque el choque frontal contra el Estado no es posible ni deseable.

Notas

1. Negri Toni., Hardt Michel. Imperio, Pag 56.2. Idem pag 17.3. Idem pag. 14.4. Idem pag. 15.5. El autonomismo radical (expresado por J. Holoway) descarta la necesi-

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dad de luchas que excedan la situación concreta, revirtiendo el universa-lismo de Imperio en localismo extremo.6. Lo llamamos posmoderno para diferenciarlo del autonomismo obrero ori-ginal o de otras concepciones anarquistas que eran centralmente clasistas.7. http://www.marxists.org-catala-lenin-1917-04-poder-dual.htm.8. Troski, Leon Historia de la Revolución Rusa, Librodot.com,http://www.libodot.com, pag. 65-66.9. Para interiorizarse más en el tema del pensamiento autonomista sedebe recurrir a sus fuentes y Toni Negri es una de ellas. Pero es interesan-te un dato más del marco teórico autonomista: es esencialmente “adialéc-tico” o sea que niega la idea de que de dos concepciones antagónicas sesuperan mediante la lucha. No niega la lucha sino que la vuelve intermi-nable por la imposibilidad de resolución de ésta de forma superadora, poreso se plantean procesos hormiga de cientos de años y niegan la necesidady la deseabilidad del acceso al poder. 10. Vazeilles José, “El nuevo poder popular ¿es doble poder?”, Apuntesdel futuro, 2002.11. El PRT forjó su percepción de la democracia en el período de persecu-ciones y proscripciones posterior al 55, donde el acto comicial y el parla-mento tenían muy poco significado real en la definición de políticas.Además Santucho y el Frente Revolucionario Indoamericano Popular(FRIP) provenían de las provincias del noroeste, donde las situacionesprovinciales dominadas por caudillos conservadores (más allá de que sedefinieran radicales o peronistas) disminuía más aún los espacios de lademocracia burguesa. Las coyunturas electorales implicaron un intensodebate en el seno del PRT-ERP que llevó a una ruptura (el ERP 22 deagosto), a un debate con la regional Córdoba (donde el FREJULI llevabade candidatos al peronista de izquierda Obregón Cano y al sindicalistacombativo Atilio López), y a marchas y contramarchas desde el 71, aunquesin afectar la visión general que modeló finalmente la estrategia del “doblepoder”. En el mismo sentido los Montoneros, a pesar de sentirse parte delgobierno de Cámpora, marcaban claramente en sus filas la diferenciaentre gobierno y poder, desde una concepción del poder real situado en lasestructuras económicas y militares y no solamente en las políticas. VerPablo Pozzi y Pozzi–Schneider op. cit.

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CONTRAHEGEMONÍA Y DOBLE PODER

Creemos que la teoría del poder dual nos abre un campo muyamplio para la discusión en torno a la materialización poder popu-lar. Pasar de lo genérico, lo exclusivamente cultural o lo partidarioa una mirada que incluya a todos los oprimidos como sujetos.Trosky sistematizó, como vimos, una teoría sobre el doble poder ensu análisis de la revolución rusa. Ya mencionamos algunas de susapreciaciones y las de Lenin en trono al específico desarrollo de lasacciones de los oprimidos en una situación de dualidad. Se pregun-taba Trosky “¿Dónde radica la verdadera esencia de la dualidad depoderes? (…) El poder único, condición necesaria para la estabili-dad de todo el régimen subsiste mientras la clase dominante con-sigue imponer a toda la sociedad, como únicas posibles, sus formaspolíticas y económicas.” O sea, mientras mantiene su hegemoníamaterial e ideológica.

También el revolucionario ruso considera que “este estado decosas no puede ser estable. La escisión del poder solo puede con-ducir a la guerra civil (pero las clases) pueden verse obligadas asoportar durante bastante tiempo y aún a sancionar, por decirloasí, el sistema de dualidad de poderes. Con todo, esta situación nopuede durar. La guerra civil da a la dualidad de poderes la expre-sión más visible, la geográfica. Cada poder se atrinchera y hacefuerte en un territorio y lucha por conquistar el de su adversario(…) hasta que uno de ellos se consolida definitivamente.” Esto esasí porque el enfrentamiento de clases que esta en el origen de ladualidad, nace en lo que denominamos “espíritu de escisión”. Osea, la conciencia de las clases oprimidas de la incompatibilidad desus intereses estratégicos con los de las clases dominantes.

Entonces “La dualidad de poderes (...) excluye la división depoder en dos segmentos y todo equilibrio formal de poderes. No esun hecho constitucional (...) las clases adversas se apoyan en orga-nizaciones estables sustancialmente incompatibles entre si y quecada paso se eliminan mutuamente”. Y con esto podemos diferen-

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ciar a un doble poder que exprese poder popular de una divisiónequilibrada de poder entre clases opresoras. Como relataba Troskypara el caso alemán “La coexistencia del poder de los Junkers(aristócratas terratenientes) y de la burguesía bajo el régimen delos Hohenzollern1 no implican dualidad de poderes, por fuertesque sean, a veces, los conflictos entre dos clases que comparten elpoder; su base social es común y sus desavenencias no amenazancon dar al traste con el poder del Estado. El régimen de dualidadde poderes surge solo allí donde chocan de modo irreconciliablelas dos clases; solo puede darse, por tanto en épocas revoluciona-rias”2.

Como vemos el revolucionario ruso visualizaba el poder dualcomo una etapa previa a la toma del poder y cuya duración era aco-tada y dejaba dudas en su planteo sobre que sucedería con esasinstituciones nuevas después de la verdadera toma del poder, o seadespués de conquistar las viejas instituciones. Pero también vemoscomo campesinos, obreros y soldados rusos construyen una insti-tución de gobierno propia y se organizan paralelamente a las insti-tuciones tradicionales. Lo que no se deduce necesariamente de losplanteos de Troski es la construcción de poder popular como inte-gral, como abarcativo de toda la vida social. Y esto es así justamen-te porque desde la perspectiva del revolucionario ruso la conquis-ta de LAS instituciones burguesas, de los restos del viejo Estado, eslo que permitiría cambiar la sociedad (y culminar la edificación deun nuevo Estado). Pero lo que si se ve es que el poder dual, aunquecoyuntural, es un nuevo tipo de estatalidad: estatalidad soviéticaen disputa contra la precaria estatalidad burguesa rusa. La tensiónentre la toma de las viejas instituciones y la construcción de lonuevo esta presente en la mayoría de los discursos de los revolu-cionarios acerca de la transformación social.

Desde nuestra perspectiva podemos observar dos cosas: queTrosky ve la necesidad de acumulación de poder previa, que nos-otros llamaremos acumulación originaria de poder popular antesde que este se transforme en poder político efectivo. Segundo, ymuy relacionado con lo anterior, que la “clase llamada a instaurarel nuevo sistema social” debe expresar una posibilidad contra-hegemónica.

O sea: la clase portadora del cambio solo lo puede ser si, toman-

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do las ideas gramscianas, construye en relación con la lucha por suemancipación, una cultura, reglas, valores y poder propio; logra,además, que sus valores, objetivos e instituciones influyan positi-vamente sobre otras capas sociales, se transforma en clase en si y,como parte de esto, disponga de una organización política. Esto esla acumulación originaria en la lucha de clases: el surgimiento deespacios, territorios, donde se comienza a ver el desarrollo de acti-vidad popular alternativa, “espíritu de escisión”, es donde se abrela posibilidad para la construcción de un nuevo “bloque histórico”.Es, entonces, cuando el poder popular estaría en condiciones dematerializarse y permitir a las clases oprimidas “reunir en susmanos de hecho parte considerable del poder del Estado” (Estadoen sentido amplio) para constituir el poder dual y avanzar haciauna nueva hegemonía.

Por lo tanto vemos como el poder dual propondría una estata-lidad alternativa (no solo coyuntural) donde el poder popular seexpresa como la capacidad de ejercer funciones del gobierno endisputa con el estado burgués y en camino hacia la asunción com-pleta de las funciones del Estado por parte de los revolucionarios.En el sentido desarrollado por Trosky la transitoriedad del poderdual induce a pensar también en que la transformación de las rela-ciones sociales quedarían para después de la toma del poder. Larevolución con mayúsculas es una etapa posterior a la eliminaciónde la dualidad.

De esta forma el modelo de la revolución rusa nos marca loslímites para el desarrollo del poder popular en un periodo dondesubsiste la estatalidad anterior. Pero, estos límites ¿son insupera-bles en todas las experiencias? ¿La única perspectiva es la conquis-ta de las viejas instituciones? En el caso ruso la nueva sociedad seconstruiría después de la toma del poder, por lo tanto la hegemo-nía proletaria solo se desarrollaría parcialmente en el plano políti-co (y ese fue el concepto de hegemonía desarrollado por los bolche-viques). Esto fue así según Gramsci porque la sociedad civil rusaera débil y el Estado lo era todo.

Pero el planteo que pensó Lenin en El Estado y la revoluciónen base a los desarrollos de Marx y Engels nos hablaba de otracosa: para Lenin “en realidad, Engels habla de la destrucción delEstado de la burguesía por la revolución proletaria, mientras que

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las palabras relativas a la extinción del Estado se refieren a los res-tos del Estado proletario después de la revolución socialista. ElEstado burgués no se extingue sino que es destruido por el prole-tariado en la revolución” . Como vemos una interpretación leninis-tas de los escritos de los fundadores del marxismo se orienta haciala desaparición de las viejas instituciones y no su toma por partedel proletariado. Pero más adelante estas afirmaciones son relati-vizadas ya que “de allí un fenómeno tan interesante como la con-servación de “estrecho horizonte de derecho burgués” en la prime-ra fase del comunismo (...) en su primera fase el comunismo nopuede todavía madurar por completo en el aspecto económico, nopuede ser completamente libre de las tradiciones de las huellas delcapitalismo (...) resulta que en el comunismo no solo subsistedurante cierto tiempo el derecho burgués sino que subsiste elEstado burgués ¡sin burguesía!”, y a esto habría que añadirle queLenin considera que esta primera fase del comunismo (o socialis-mo) representa toda una época en la historia de la humanidad.

Es importante aclarar que el folleto de Lenin El Estado y larevolución fue escrito entre agosto y septiembre de 1917, mientrasse encontraba en la clandestinidad en Finlandia, poco antes de latoma del poder por los bolcheviques. Debe ser leído en contexto yjunto con el artículo de Pravda de abril del 17 expresan para nos-otros las elaboraciones teoricas sobre un proceso nuevo, vivido porél como protagonista. A partir de octubre del 17 Lenin se tendríaque enfrentar con la organización completa de la nueva sociedaden una situación histórica específica de guerra civil y agresiónexterna y con la necesidad de garantizar el funcionamiento organi-zado del conjunto de Rusia con las condiciones materiales y subje-tivas existentes, lo que implicó en los hechos la creación de unnuevo tipo de Estado.

En el mismo libro Lenin problematiza el pensamiento de Marx,recorriendo su evolución en cuanto a la concepción del poder y delEstado. Primero en La miseria de la filosofía (en donde Marx pole-mizaba con el anarquista Prudhon) se planteaba que “En el trans-curso de su desarrollo, la clase obrera sustituirá la antigua socie-dad civil por una asociación que excluya las clases y sus antagonis-mos; y no existirá poder político propiamente dicho, el poder polí-tico es precisamente la expresión oficial del antagonismo de clases

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dentro de la sociedad civil” cosa que Lenin considera un pensa-miento brillante pero aún abstracto. Esta abstracción se va dilu-yendo en El Manifiesto comunista donde Marx y Engels, ya encontacto con experiencias concretas van definiendo sus ideas“Como ya hemos visto más arriba, el primer paso de la revoluciónobrera es la transformación del proletariado en clase dominante, laconquista de la democracia (...) el Proletariado se valdrá de sudominación política para ir arrancando gradualmente a la burgue-sía todo el capital, para centralizar todos los instrumentos de pro-ducción en manos del Estado, es decir, del proletariado organiza-do como clase dominante, y para aumentar con la mayor rapidezposible la suma de fuerzas productivas”. Si bien en este párrafo uti-lizan el concepto de Estado, si nos atenemos a las definiciones quedesarrolló Marx en Guerra civil en Francia poco después, podemosasumir que no eran instituciones de la misma naturaleza que las bur-guesas con las que el proletariado debía ejercer su dictadura.

Como sería el poder del proletariado para Marx: “La comunaestaba formada por consejos municipales, elegidos por sufragiouniversal en los diversos distritos de la ciudad. Eran responsablesy revocables en todo momento (...) la policía fue convertida en ins-trumento de la comuna, responsable ante ella y revocable en todomomento (...) la comuna tomó medidas inmediatas para destruirel poder espiritual de la represión, el poder de los curas. Los fun-cionarios judiciales perdieron su fingida independencia (...) debí-an ser funcionarios electivos responsables y revocables”.Continuaba “En el breve esbozo de organización nacional que lacomuna no tuvo tiempo de desarrollar se dice claramente que lacomuna debía ser (...) la forma política que reviste hasta la aldeamás pequeña. Las comunas también elegirían la delegación nacio-nal de París. No se trataba de destruir la unidad de la nación, sino,por el contrario, reorganizarla mediante un régimen comunal,convirtiéndola en una realidad al destruir el poder del Estado, quepretendía ser la encarnación de esa unidad, independiente y ubica-do por encima de la nación misma, en cuyo cuerpo no era más queuna excrescencia parasitaria”4.

Ésta es la más acabada descripción realizada por Marx respec-to de lo que sería el régimen político de la revolución proletaria. Enrealidad el marxismo posterior y el mismo Lenin en la práctica

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estuvieron más cerca de la conservación del Estado burgués sinburguesía que de la creación de un nuevo régimen basado encomunas. La pregunta es: cuánto de los fracasos sufridos se handebido a esta idea de que se puede instaurar un nuevo régimendesde las viejas instituciones, o si la forma no es también parte delcontenido.

Quizás la generalización de los ejemplos históricos que estamostomando sea abusiva. No es la misma formación social la francesade 1848 que la rusa de 1917, mucho menos la argentina de 1973, nila del siglo XXI. Justamente planteando la diferencia sustancialentre la sociedad rusa y las sociedades más modernas es queGramsci desarrolló nuevas herramientas analíticas. Estas nos per-miten dar una vuelta de tuerca más para analizar la teoría deldoble poder.

Gramsci ajustó las herramientas de análisis marxista para elcaso de Italia y en general se suele extender para las sociedadescapitalistas complejas, donde las instituciones liberales han evolu-cionado (y penetrado capilarmente la sociedad civil) y las formasde dominación se vuelven más sofisticadas. En esta situación lalucha del proletariado ya no se asemeja a una gran ofensiva y unasalto al poder (como en Rusia y en las sociedades simples engeneral) donde tomado el Estado se ocupa el lugar único de ejerci-cio de la hegemonía. Es mas bien una guerra de posiciones, dondeel terreno se va conquistando en diferentes ofensivas, ya que elejercicio de le hegemonía no tiene al Estado (burocracia) comoúnico lugar. Cada territorio debe ser defendido, donde existenavances y retrocesos, la lucha es prolongada y existen muchosfrentes que son parte de una guerra integral.

Las ideas gramscianas sobre consenso y hegemonía se relacio-nan con el análisis de las nuevas condiciones del capitalismoindustrial y de la complejización de la sociedad donde, en la con-cepción del italiano, la lucha de los trabajadores debe pasar a serpensada como una guerra de posiciones. Mediante este tipo delucha los trabajadores, organizados en un partido de la clase, con-quistan y defienden espacios políticos y sociales (estatales propia-mente dichas o sociales, pero que van minando y asediando lasposiciones de la clase dominante en todos los terrenos). En esecamino se debe ir construyendo una contrahegemonía (que se rela-

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ciona, para nosotros, con la construcción de poder popular) capazde permitir al partido proletario disputar las instituciones estata-les y el poder, entendido como algo mucho mas amplio que las ins-tituciones demoliberales.

Esta concepción es en realidad una vuelta de tuerca a la concep-ción bolchevique, la cual sintéticamente planteaba que la hegemo-nía era la política que se debían dar los obreros para conducir otrasclases tras su proyecto socialista. Gramsci, básicamente, extiendeesta idea a todas las sociedades capitalistas en las que el consenso(o la coerción consensuada) prima sobre la coerción descarada, enlas cuales la hegemonía es ejercida sobre la clase obrera y en lasque el Estado como herramienta de despliegue de la hegemoníaburguesa abarca a las organizaciones de la sociedad civil: “Lamisma reducción debe producirse en el arte y en la ciencia de lapolítica, al menos por lo que respecta a los Estados mas avanzados,donde la sociedad civil se ha convertido en una estructura muycompleja y resistente a las irrupciones catastróficas del elementoeconómico inmediato (crisis, depresiones, etc.): las superestructu-ras de la sociedad civil son como el sistema de trincheras en la gue-rra moderna (...) se trata de estudiar cuales son las estructuras dela sociedad civil que corresponden a los sistemas de defensa de laguerra de posiciones”.

El Estado que sin hegemonía es visto como el Estado de la clasedominante (en sociedades simples, o momentos de crisis orgáni-ca), se universaliza y logra superar los equilibrios inestables articu-lando clase y territorio (intereses de clase y territorio nacional).¿Cómo se da este proceso? “Un momento ulterior es la correlaciónde las fuerzas políticas, esto es: la estimación del grado de homo-geneidad, de autoconciencia y de organización alcanzado por losvarios grupos sociales. Este momento puede analizarse a su vezdistinguiendo en él varios grados que corresponden a los diversosmomentos de la conciencia política colectiva tal como se han mani-festado hasta ahora en la historia. El primero y más elemental es eleconómico-corporativo: un comerciante siente que debe ser soli-dario con otro comerciante, un fabricante con otro fabricante, etc.,pero el comerciante no se siente aún solidario con el fabricante; osea: se siente la unidad homogénea y el deber de organizarla, launidad del grupo profesional, pero todavía no la del grupo social

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más amplio. Un segundo momento es aquel en el cual se conquis-ta la conciencia de la solidaridad de intereses de todos los miem-bros del grupo social, pero todavía en el terreno meramente econó-mico. Ya en este momento se plantea la cuestión del Estado, perosólo en el sentido de aspirar a conseguir una igualdad jurídico-política con los grupos dominantes, pues lo que se reivindica es elderecho a participar en la legislación y en la administración, yacaso el de modificarlas y reformarlas, pero en los marcos funda-mentales existentes.

Un tercer momento es aquel en el cual se llega a la concienciade que los mismos intereses corporativos propios, en su desarrolloactual y futuro, superan el ambiente corporativo, de grupo mera-mente económico, y pueden y deben convertirse en los intereses deotros grupos subordinados. Ésta es la fase más estrictamente polí-tica, la cual indica el paso claro de la estructura a la esfera de lassuperestructuras complejas; es la fase en la cual las ideologíasantes germinadas se hacen “partido”, chocan y entran en lucha,hasta que una sola de ellas, o, por lo menos, una sola combinaciónde ellas, tiende a prevalecer, a imponerse, a difundirse por toda elárea social, determinando, además de la unidad de los fines econó-micos y políticos, también la unidad intelectual y moral, plantean-do todas las cuestiones en torno a las cuales hierve la lucha no yaen un plano corporativo, sino en un plano “universal”, y creandoasí la hegemonía de un grupo social fundamental sobre una seriede grupos subordinados”5. Es el momento del tránsito del dominioa la hegemonía, es cuando el Estado se escinde de la sociedad civilconvirtiéndose en un aparato “externo” a la clase dominante, es elmomento inicial de la modernidad, de la configuración de diferen-tes esferas autónomas de la vida social, del surgimiento del Estadoburgués separado de la religión, el poder económico de clase, etc.En este grado de desarrollo las instituciones de dominación exce-den con mucho la coerción organizada (aunque el Estado propia-mente dicho sigue siendo el centro) y se extienden (mediante launiversalización de la visión del mundo de un grupo social), portoda la sociedad civil, a diferentes ámbitos como son la cultura, lacomunicación de masas, y las instituciones de la sociedad (sindica-tos, asociaciones empresariales, medios de comunicación, partidospolíticos, etc.) penetradas por los valores de la clase dominante o,

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para ser más precisos, son parte de la estructura social capitalista.En definitiva, para el italiano en las sociedades complejas, Estadoes el complejo burocrático militar más las instituciones sociales(privadas) y desde esta totalidad se ejerce la hegemonía. Allí estadesarrollada la dominación y Gramsci se propone estudiar cómoromperla.

En la extensa cita anterior explica Gramsci como fracciones dela burguesía accecen a la conciencia nacional política. Asimismopodemos pensar elementospara la construcción de la clase traba-jadora como clase nacional con pretenciones de contra-hegemo-nía. Cuando un grupo social logra construir y alcanzar la hegemo-nía, la clase en cuestión se vuelve nacional (o sea que encabeza alresto de las clases en el marco del Estado-nación), es decir que uni-versaliza sus intereses (transformándose en hegemónica) superan-do sus estrechos planteos corporativos, cada clase social funda-mental genera su propia corriente de intelectuales capaz de ejercerlas funciones complejas que hacen al ejercicio de su dominio, lageneración de consenso y la reproducción a nivel nacional de laideología que la legitima.

Nunca es redundante insistir sobre la idea de coerción queplantea Gramsci para poder comprender como se propone la cons-trucción de una “contrahegemonía” y para refutar a los que en losochentas redujeron la categoría concenso a discución entre acto-rers integrados. Para el italiano la coerción no es la que se ejercesolamente en el ámbito de lo militar o policial sino que se extiendea los demás planos: hay una coerción ideológica (que es la que per-mite el consenso), a través del cual se materializa la hegemonía yse logra la internalización de los valores dominantes por parte delos dominados. La coerción es económica, cultural, política, reli-giosa, etc. Justamente las metáforas militares del italiano comple-mentan su idea de lucha integral donde existen trincheras no sóloen el plano militar concreto. Todos los espacios de vida social sonde una importancia fundamental, ya que ganar una batalla sindi-cal o militar no es suficiente si no se gana paralelamente la batallaideológica y demás. Es por la existencia de múltiples instituciones(aún obreras) donde se realiza la hegemonía burguesa que las trin-cheras defensivas del sistema son múltiples y profundas.

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NOTAS

1. Se refiere al Imperio alemán surgido en 1871 a partir de la unidadimpulsada por Prusia con el Kaiser Guillermo y Bismark como canciller.Los historiadores han dado a llamar este equilibrio “pacto de acero y elcenteno”. 2. Trosky, León, op. cit. Pag 65-66.3. Lenin, Vladimir, El Estado y la revolución, Pág. 303, Lenin VladimrObras escogidas.4. Op. cit pag 329-330.5. Antonio Gramsci, Cuadernos de la cárcel. op. cit.. Tomo 5, pp.36-37.

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EL PRT Y EL DOBLE PODER

Siguiendo avanzaremos en la relación entre la concepción de poderdual planteada por Santucho con los conceptos de hegemonía y supar dialéctico el concenso. La hegemonía implica toda una serie demecanismos (cultura, prensa, policía, formas de lucha “legítimas”,“reglamentadas”) relacionados con la identificación de la ideologíade la clase dominante como la ideología de todos, en todo el terri-torio. Estos mecanismos son los que se da la clase dominante parahacer estable su dominación más allá de la pura coerción (y paralegitimar la violencia estatal). Entonces el poder dual evidente-mente implica una ruptura. Se sustraen al control de las institucio-nes espacios territoriales y simbólicos, cuestionando la universali-dad de los intereses de la clase dominante y sus valores, asaltandotrincheras en una zona determinada.

La construcción de consenso es la clave de la dominación bur-guesa plenamente desarrollada. Como vimos para Gramsci losmecanismos e instituciones que lo garantizan no están solamenteen el Estado propiamente dicho sino que abarcan la sociedad civil.Recordemos que el par hegemonía-consenso es inseparable y quea su vez se articula con el par coerción-dominación. Entoncespodemos deducir que la toma del poder se relaciona con la tomadel Estado en sentido amplio. O, dando una vuelta de tuerca más eintroduciendo la idea de poder dual, con la sustitución de la hege-monía burguesa por la hegemonía de los trabajadores maduradapreviamente en la lucha de clases. O sea que el concepto de “toma”sería más bien el de “destrucción” y sustitución por una herra-mienta nueva, volviendo a la concepción que presentamos másarriba discutida por Lenin: la sustitución de unas instituciones porotras de naturaleza diferente.

Pero, a su vez, la construcción del consenso burgués es produc-to de la lucha, de la represión permanente que la burguesía ejerceen todos los planos. Esta represión se manifiesta como fuerza legí-tima, no siempre es visible ni meramente militar y muchas veces esejercida desde adentro de las mismas clases oprimidas. Entonces

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el poder popular se materializaría sólo logrando arrebatar deter-minados espacios a la burguesía, corriendo las trincheras en elplano de la seguridad, la cultura, la información, la resolución deproblemas cotidianos, etc. Ya que sólo puede haber doble poder enmomentos de ruptura del consenso por parte de los dominados yde la construcción de herramientas contra-hegemónicas que per-mitan a las clases oprimidas ser sujeto independiente.

A nivel local, Santucho proponía ir ocupando espacios en lasinstituciones barriales naturales: “En lo inmediato no es conve-niente dar un paso que atraerá rápidamente la represión contra-rrevolucionaria. En estos casos puede avanzarse enmascarandohábilmente tras distintas fachadas el ejercicio del poder popular.En una villa, por ejemplo bajo el enmascaramiento de una asocia-ción vecinal”, escribe el líder del PRT en Poder... poder...

Con este planteo parece intuir la posibilidad de construir poderpopular mas allá de la guerra revolucionaria (a diferencia de otrospárrafos en donde también define el doble poder y lo relacionadirectamente con la guerra civil). La idea de “enmascaramiento” esun aporte interesante en este sentido ya que permite “proteger” eldesarrollo de la organización popular sin apelar a la necesidad deun desarrollo militar guerrillero que lo garantice, en una situacióndonde la presencia del Estado y su ideología en el barrio (o lugarde trabajo) es hegemónica1. En esta situación se debía, segúnSantucho, ir resolviendo los problemas inmediatos pero sin perderel objetivo central, entonces “en el momento oportuno (se impul-sará) la organización de una asamblea o consejo local que se cons-tituya oficialmente como poder soberano de la población en lazona”.

El problema, para el PRT, era cómo construir ese momentooportuno que permitiera la asunción del poder en la zona (cons-truir una zona liberada). Justamente era concebido como el coro-lario de una situación insurreccional y dependía del crecimientodel ERP (la idea de lograr una zona liberada en el monte tucuma-no se basaba en la capacidad militar de la Compañía de Monte). Elpensamiento de los revolucionarios de la época era tributario delas ideas del Che, y principalmente de una “no es necesario quetodas las condiciones estén dadas sino que hay que contribuir agenerarlas”. Es una tesis que puede considerarse correcta en gene-

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ral, pero cuya interpretación des-historizada puede dar lugar aerrores. Como por ejemplo la absolutización del poder de la luchaguerrillera y de la vanguardia para alterar las “condiciones”.

Un problema de los revolucionarios argentinos fue que la pers-pectiva con la que encaraban la lucha tenía un horizonte de tomadel poder en un plazo relativamente breve. A su vez vemos que laacumulación de fuerza propia, para el PRT se expresaba en la fuer-za del ERP y en el desarrollo del PRT en las fábricas. Mientras queel nacimiento de instituciones, embrionarias, de gobierno local,territorial, sería algo nuevo en la práctica perretista. Requería uncambio de discurso que reflejara la constatación de que era el pue-blo (con centro en los barrios obreros) más que la clase obrera sola(con centro en la fábrica) el que podía saldar en organismos dedoble poder los levantamientos insurreccionales con la perspecti-va de transformarlos en zonas liberadas. Aunque la experiencia dela clase obrera argentina desde 1955 permitía pensar en el desarro-llo de “poder obrero” o poder local o doble poder a nivel plantas, através del desarrollo de comisiones internas con larga experienciahistórica y un grado importante de autonomía (cuya dinámicaentre el 69 y el 75 podía alentar una visión optimista).

Igualmente, el caso argentino debía diferenciarse de de losmodelos existentes. El chino o vietnamita por ejemplo, donde seliberaban zonas rurales que se transformaban en embriones delnuevo Estado y desde allí se rodeaba las ciudades. Con el modeloRuso, donde la clase obrera de las grandes fábricas conducía alresto de las clases populares a través del soviet pero sin la existen-cia de zonas liberadas hasta la toma del poder del Estado, podíahaber algunas coincidencias por el peso adjudicado a un núcleoobrero dinámico y concentrado.

Pero es evidente que no existen zonas liberadas sin la existen-cia de una fuerza militar del pueblo. Aunque es sólo una parte. Esaherramienta militar (desarrollada y en operaciones) debería serconsiderada como necesaria por las masas (o por una parte deellas) y también ser parte del desarrollo del poder popular integralque nivele el seguro desbalance militar del pueblo frente a las fuer-zas represivas. No es que una fuerza militar revolucionaria nopueda hacer política más allá del consenso inmediato. Pero esafuerza si no es parte de un entramado social contrahegemónico

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permanecerá siempre en el estado de comandos clandestinos tantopara el enemigo como para el pueblo. En nuestro estudio este casoes secundario y no expresa la existencia de doble poder o poderlocal sino más bien propaganda armada. Además una etapa declandestinidad total no puede ser prolongada y debe evolucionarhacia la existencia de un entramado de poder popular que la sos-tenga a riesgo de desaparición del grupo clandestino operativo .Cuando hablamos de clandestinidad lo hacemos en referencia laimposibilidad total de vinculación con las masas y no a una meraproscripción legal.

El impulso de la guerra revolucionaria era central para las orga-nizaciones armadas ya que la crisis de hegemonía abierta en 1955no podía ser permanente: o se reconstituía un nuevo modelo dedominación o se iniciaba un proceso revolucionario y éste necesa-riamente requería de la lucha armada. La construcción contra-hegemónica sería la consecuencia necesaria de la existencia elpoder revolucionario alternativo planteado por el folleto Poder…poder... O, para decirlo mejor, sería la evidencia de la existenciareal de un poder revolucionario arraigado socialmente y opuesto alburgués.

Como vimos en algunos pasajes el trabajo de Santucho se apro-xima en forma interesante al tema del poder popular como cuandopresenta algunas líneas de trabajo a nivel territorial. Pero no hayun desarrollo posterior que permita explicar la articulación con eltrabajo fabril, ni con el trabajo militar, ni tampoco con las estruc-turas políticas amplias impulsadas desde el PRT como el FrenteAnti-imperalista por el Socialismo (FAS) y el Movimiento Sindicalde Base (MSB)2. En la práctica todas las estructuras tendieron a serapéndices sin vida propia, sujetas a la evolución y necesidades deltrabajo militar.

La Organización Montoneros nunca desarrolló una teoría delpoder local ni se explayo en torno a la dualidad, pero en la mismaépoca impulsó el desarrollo de organizaciones de masas con unainserción muy profunda. Su eje era el territorio y su principal fuer-za de masas, la JP, era territorial; el Movimiento Villero Peronista(que alcanzó gran desarrollo) ejercía funciones de gobierno enmuchas villas miseria y fue quizás esta mayor inserción territorial(no solo su mayor número) lo que les permitió subsistir más tiem-

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po a la ofensiva militar. Movimientos sociales de inquilinos, ville-ros, campesinos, artistas etc. crecieron masivamente, eran expre-siones de poder popular y pudieron ser el sustento de una políticarevolucionaria de largo aliento. La misma JTP (JuventudTrabajadora Peronista) pudo haberse transformado en una alter-nativa para los miles de activistas peronistas desencantados y dis-puestos a resistir, y de hecho tuvo una presencia determinante enlas luchas obreras de 1975. Pero la unilateralidad, en medio de unproceso de centralización y profundización de la lucha militar clan-destina terminó debilitándolos y transformándolos en cáscarasvacías. Relata Roberto Perdía, ex número dos de la organización:“No había una jefatura de una organización por fuera deMontoneros: o la devorábamos (o sea, se integraba) o dejaba deexistir. Todo esto en base a la concepción de la integralidad políti-co militar (...) Cuando digo integral quiero decir que todo tenía quepasar por el ‘esófago’ de la OPM, un sistema de conducción única,ésa es la característica principal”.

De esta forma podemos ver cual era la concepción de las orga-nizaciones armadas respecto de la autonomía de los movimientossociales. La descripción que hace Perdía expresa toda una concep-ción hegemónica en la época. Aunque esta concepción no frenó elcrecimiento de las organizaciones revolucionarias mientras lalucha de clases implicó un alto nivel de politización y movilizaciónde los trabajadores. Podemos pensar que esta concepción organi-zativa que subordina todo a la estructura del partido fue una de lascausas del aislamiento y derrota del 76. Ya que si el partido eratodo, su derrota no permitió regeneración y, justamente, en el casode Montoneros, la subordinación orgánica atentaba contra la cons-trucción de poder popular en el largo plazo aunque reforzara lapresencia de la organización en lo inmediato. Conducir es más difí-cil que mandar.

La concepción que sobreestima al partido y exagera el rol diri-gente de la vanguardia, absolutiza su rol como dirección del pue-blo. Presenta una relación sujeto (partido, vanguardia) – objeto(masas, pueblo, clase). Pero una construcción contra-hegemónicadebería transformar a las clases oprimidas en sujetos a través de laformación de organizaciones populares con dinámica propia queoficien de vanguardia social, y refractarias a la ideología dominan-

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te. Este es al caldo social para el crecimiento de una fuerza políti-ca y militar revolucionaria. Debe ser concebido como un procesodialéctico.

La concepción partidocéntrica tiene su origen en un posiblebalance de la revolución rusa. Los soviets fueron perdiendo auto-nomía y se transformaron en un apéndice decorativo hasta extin-guirse. Si bien esto sucedió a lo largo de la guerra civil, lo cierto esque estos eran la fuente de poder popular mientras que el partidoera la dirección, no el poder popular mismo sino parte de él. Enaras de la efectividad de conducción se fueron extinguiendo losnacientes organismos populares y se concentró todo el poder en elnuevo Estado. Finalmente la centralización burocrática fue absolu-ta y los ciudadanos soviéticos se enajenaron de su Estado repitién-dose la escisión entre Estado y sociedad civil propia del sistemaburgués. Más allá de las necesidades de la guerra, los bolcheviqueshabían teorizado sobre la hegemonía como la capacidad de direc-ción (no de dictadura) sobre las clases aliadas. Pero ser la vanguar-dia de las clases oprimidas es un proceso dialéctico: “enseñar a lasmasas, aprender de las masas” decía Mao; encontrar los núcleos debuen sentido en el sentido común del pueblo dijo Gramsci.

Para el italiano en las sociedades occidentales el cambio revolu-cionario sólo puede darse si se lucha por la hegemonía social y cul-tural. Y a través de sus reflexiones sobre la guerra transmitía unanueva concepción de lucha política integral: “La misma reduccióndebe producirse en el arte y en la ciencia de la política, al menospor lo que respecta a los Estados mas avanzados, donde la socie-dad civil se ha convertido en una estructura muy compleja y resis-tente a las irrupciones catastróficas del elemento económico inme-diato (crisis, depresiones, etc.): las superestructuras de la sociedadcivil son como el sistema de trincheras en la guerra moderna (...)se trata de estudiar cuales son las estructuras de la sociedad civilque corresponderá los sistemas de defensa de la guerra de posicio-nes.” O sea, no basta con acceder a funciones de la administraciónestatal o esperar que la crisis económica y las luchas gremiales evo-lucionen a una huelga revolucionaria.

Una nueva hegemonía se desarrolla cuando las clases oprimi-das despliegan su propia concepción del mundo (rompen con lasideas dominantes, materializan su “espíritu de escisión”) y obtie-

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nen para ellas el “consenso activo” de otras clases y capas sociales(se transforman en el eje aglutinador de las luchas políticas, socia-les y prácticas culturales, constituyen un nuevo “bloque históri-co”). En ese camino el Estado es solo una etapa en la consolidaciónde la nueva sociedad. Según Gramsci la revolución sobrevendríacomo cambio estructural violento cuando los trabajadores organi-zados trascienden el conflicto sindical (luchas económicas) y setransforman en clase nacional y se expresan políticamente a travesde una organización propia. Conquistando la dirección de lanación en su conjunto, colocando bajo su hegemonía y direcciónpolítica al resto de la nación.

Es en ese sentido, de preparación de la hegemonía de la clasetrabajadora, que el poder local aparece ante nosotros como unaposible estrategia anticipatoria, si es en realidad un número cadavez más importante y creciente de poderes locales en el marco deuna guerra de posiciones integral de carácter nacional. Y resalta-mos el término guerra integral en el sentido de construcción deespacios de poder popular en todos los campos, no solo en el insti-tucional o militar, sino en la cultura, comunicación, educación,trabajo, deporte, etc.

Por otra parte, para la Argentina de la década del setenta (desdela perspectiva del PRT y de la toma del poder en el corto plazo) lainstauración de la paz social, con relaciones capitalistas dominan-tes, llevaría a la reinstalación de la hegemonía burguesa en todoslos órdenes (aceptación del sistema político, valores culturales,etc.) y a la destrucción de la contra-hegemonía construida. Por lotanto “desestabilizar” se volvería una tarea central y el desarrollode la guerra como método principal pasó al primer plano4. Eraclaro (no para todos los revolucionarios, aunque si para el PRT)que el general Perón venía en 1973 a reconstruir el Estado y a supe-rar la crisis orgánica, con sus proyectos de “pacto social” y “mode-lo argentino para el proyecto nacional” reencauzando el desarrollodel capitalismo argentino en el modelo de armonía de clases yreestableciendo el consenso de los trabajadores en el mismo.Difícil tarea en la que el viejo general también fracasó, no antes dehaber minado parte del consenso que tenían las organizacionesguerrilleras y dejando un legado que, creemos, no estaba en susdeseos.

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Pero, en ese momento la estrategia de Perón era previsible, sumodelo si no estaba claro previamente lo estuvo de inmediatoregresó al país. También debió estar claro que el modelo de Perónno era el mismo que el de los grandes monopolios, ni el que des-pués se dio en llamar neoliberalismo. También el posible consensoque el proyecto de Perón podía obtener en amplios sectores popu-lares debería haber advertido sobre la necesidad de pensar en máslargo plazo. Esto no es particular de este caso. Los avances retro-cesos y caminos no previstos que toma el desarrollo de la lucha declases, exige ductilidad a las organizaciones que la protagonizan,bajo el riesgo de ser devorados por la historia. En el caso argenti-no esto indudablemente fue fatal.

Entonces en una estrategia de largo plazo puede haber equili-brios (precarios) y establecerse un doble poder prolongado, pasan-do al primer plano diversas formas de lucha. Entendemos en estetrabajo “lucha armada” como una estrategia que tiene a la violen-cia organizada de carácter militar como una forma más de luchaentre otras; y “guerra” (popular y prolongada, de guerrillas, etc.)como una estrategia que tiene a lo militar como articulador delresto.

Existen ejemplos de construcción contra-hegemónica en situa-ciones de tregua. Una tregua que fije fronteras (obviamente tem-porarias) es una conquista de los oprimidos. Allí se puede solidifi-car las construcciones sectoriales y locales para fortalecer en pers-pectivas en una nueva situación de guerra abierta. Así sucedió enColombia y sucede en el Líbano. En general las clases dominantesy su estado buscan la guerra permanente y total para destruir elnúcleo de poder popular (sus organizaciones revolucionarias) ydesbastar, integrar o subordinar las organizaciones populares yespacios de contra-hegemonía. Para el caso del PRT que venimostomando como ejemplo, vemos que la concepción de Santuchopasaba en última instancia por la construcción del ejército del pue-blo, por eso los esfuerzos primordiales del partido estuvieron pues-tos en las herramientas de “organización de la coerción” en elplano militar (el ERP), más que en las herramientas del consenso.

¿De qué hablamos cuando decimos de “herramientas del con-senso”? Nos referimos claramente a la generación de un nuevosentido común, una nueva cultura y la generalización de una nueva

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concepción del mundo que vuelva legítimo la existencia de unaorganización antisistema. O sea, el consenso pensado a la inversadel reformismo: si éste lo piensa en términos de negociación, comoaceptación de la política tal como se desarrolla actualmente y cap-tación de adeptos dentro de la lógica vigente, lo opuesto sería tra-bajar para la ruptura de la hegemonía político-cultural en determi-nadas zonas y frentes acorde a la estrategia de poder local basadaen crear un “espíritu de escisión” entre los oprimidos, irradiandosobre toda la sociedad el ejemplo real de una política alternativa.

En la concepción guevarista, tal como se la aplicó en los 60/70,la superioridad moral de la causa que se defiende y el ejemplo deconducta y valor de los guerrilleros debía redituar en una acepta-ción por parte de las masas de su propuesta política: hay que mar-car el camino correcto. La idea de hegemonía-consenso no estáplanteada, en primera instancia, en los términos de una articula-ción con la acción político-militar; por el contrario, es un presu-puesto, la política desplegada si es correcta será exitosa y por lotanto será aceptada por las masas. El accionar militar construiríapoder popular, sólo es necesario audacia, se pensaba.

El problema a resolver, sin embargo, está en que las masaspopulares se movilizan por la resolución de sus problemas inme-diatos: salud, vivienda, alimentación, educación, condiciones detrabajo, etc. (lo cual correctamente percibió el PRT cuando elabo-ró una línea de acción para después del resultado electoral del 73),a los cuales el nuevo poder debe dar solución o aportar a ella. Si elpoder naciente se muestra ineficaz o se desgasta con el tiempo, ymas allá de la mayor o menor conciencia de la necesidad de uncambio estratégico, el pueblo orientará sus expectativas de solu-ción hacia el viejo Estado. Solo un doble poder fuerte y efectiva-mente ejercido por las masas en cuestión sobreviviría a una etapade repliegue (y con él la organización revolucionaria). Con estoqueremos decir que, no existe poder local, doble poder, ni poderpopular, si los organismos que lo expresan no son capaces de cum-plir funciones sociales significativas por sí mismos.

“No hay posibilidades de avanzar sólidamente en el desarrollodel poder local sin constantes avances en la unidad y movilizaciónde las más amplias masas populares”5, planteaba Santucho acerta-damente en su propuesta. Ahora bien, las instancias impulsadas

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desde el PRT (el FAS y el MSB) con el objetivo de conseguir la arti-culación de las luchas a nivel nacional quedaron en formas super-estructurales y de escaso eco local y de base para conformarse enarticuladoras reales de poder dual según coinciden todos los estu-dios sobre la época6. De manera que la estrategia no se podía orga-nizar, quedando reducida en la práctica a la construcción del ERPy a un acuerdo superestructural de direcciones políticas, listas sin-dicales o encuentros y actos más bien propagandísticos.

Pero el poder dual en los términos que Santucho lo planteabaen su folleto, era poder local. O sea tanto el FAS como el MSB debí-an ser organismos de articulación de poderes locales desarrolladosen determinadas zonas y fábricas, que permitieran nacionalizarsus perspectivas y articular las diferentes vertientes políticas queconvivían en el seno de las masas. Esto no se dio de esa maneraaunque, según el mismo Santucho pronosticaba, el poder revolu-cionario sólo se podía sostener con una “amplia y combativa movi-lización de las masas” vinculadas a la construcción del doblepoder.

Es importante aclarar que la hipótesis de Santucho del poderlocal se basaba en un fuerte trabajo de inserción territorial, pero enla práctica el PRT seguía teniendo como eje el trabajo fabril y engeneral su inserción barrial era comparativamente débil. Un doblepoder efectivo difícilmente podía ser eficiente sin su existencia enlas fábricas, al menos en una sociedad con desarrollo industrialcomo el argentino. Pero la fábrica es más vulnerable y más difícilde defender que el barrio en momentos de repliegue, y aún ensituaciones de lucha más avanzada la articulación de la fábrica conel territorio que la rodea es fundamental. En este sentido los prin-cipales conflictos obreros (los paradigmáticos) contaron con unafuerte articulación entre la fábrica y su entorno y, tuvieron comoepicentro ciudades o barrios obreros (por ejemplo, el FrigoríficoLisandro de la Torre, la ribera del Paraná, o Córdoba)9.

En cuanto a los bolcheviques, la teoría del doble poder, se arti-culaba con una estrategia que se orientaba a la insurrección obre-ra y no a una estrategia de defensa de territorios liberados. Sudoble poder convivía en el espacio y en el tiempo con el poder delgobierno burgués. El lugar de inserción de los revolucionariosrusos era la clase obrera de los principales centros industriales

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(que a pesar de ser minoritaria se transformó en vanguardia polí-tica de todo el resto del pueblo). En cambio, por más que se pro-clamen proletarias, las guerrillas latinoamericanas de los 60 y 70que desarrollaban una guerra prolongada (y donde la guerra era elcentro de la estrategia) se nutrían y asentaban en el territorio,fuera este el campo o los barrios de la ciudad. Y esto es así porqueen una lucha prolongada en situaciones de crisis del capitalismo enpaíses del tercer mundo, donde la estabilidad del trabajador noesta mínimamente asegurada, el control represivo dentro del lugarde trabajo es mucho más estricto que en el territorio. Más aun enregiones de capitalismo dependiente de industrialización precariacon altos grados de inestabilidad y marginalidad.

En este sentido los ejemplos prácticos que inspiraron al PRTfueron Vietnam y Cuba, experiencias que en el camino hacia latoma del poder tuvieron como eje al territorio (centralmente elcampo) y en las que la clase obrera tuvo un rol secundario. Eldoble poder cobraba la forma de zonas liberadas o semiliberadas.El foco guevarista debía salir de la etapa de precariedad inicial enun tiempo relativamente corto y transformarse en una columnaguerrillera con apoyo de la población y en condiciones de ejercerautoridad de un protoestado en el territorio de operaciones, paraser realmente un foco. En este sentido es importante aclarar algu-nas cuestiones relacionadas con al articulación entre base social eideología. Una revolución puede ser campesina por su base socialpero obrera por el proyecto político que encarna su dirección. Conesto planteamos que no por ser sus miembros obreros, un partidou organización de cualquier tipo es revolucionaria, el clasismoentendido como una política que desarrollan los miembros de laclase obrera puede ser (y en muchos casos lo es) perfectamentereformista.

En nuestro país, inmediatamente después del golpe, Santuchoplanteaba, el 31 de marzo en el editorial de El Combatiente titula-do “Argentinos a las armas”, una estrategia de acumulación depoder donde el eje sigue estando en la fábrica y sólo al pasar hacereferencia a los barrios populares. Las tareas de la resistencia anti-golpista tendrían “eje en el proletariado fabril, intensificando laconcentración del trabajo en las grandes fábricas”, y aunque másadelante agrega que se debe movilizar a las más amplias masas por

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problemas específicos, no parece delinearse una estrategia desti-nada al desarrollo de poder local como eje, ya que los editorialesmencionados no eran para el frente sindical sino para toda la orga-nización y en condiciones de clandestinidad y escasez de cuadros,trabajar sobre una fracción del proletariado mas concentradorequeriría sin duda toda la fuerza.

Pocos días después agregaba: “Alrededor de 300.000 obrerosfabriles concentrados en unas 250 fábricas grandes de más de 500obreros cada una, en todo el país, son la columna vertebral de lasfuerzas populares y por lo tanto constituyen la columna vertebralde la justa y victoriosa resistencia antidictatorial del pueblo argen-tino”. Y más adelante delineaba el rol de los demás sectores delproletariado y otras clases populares: nuclear “alrededor suyo (dela clase obrera industrial) amplias masas trabajadoras, de obrerosmenos concentrados, obreros rurales, campesinos medios y chicos,empleados, estudiantes, trabajadores independientes, etc.”10. Esdecir, una estrategia que seguía sin ser destacadamente territorial,o lo era solamente si entendemos como territorial una estrategiade construcción de bases de apoyo en torno a las grandes fábricasy sujetas al ritmo de lucha de los obreros ocupados en éstas. Enotras palabras, lo que presentaba era una estrategia de un partidoproletario marxista-leninista que, lejos de toda intención valorati-va, no era muy cercana a la del Che ni a la de Vietnam.

Era entendible que en términos estratégicos esos trescientosmil obreros y esas doscientos cincuenta grandes fábricas constitu-ían en corazón del la estructura capitalista argentina, lo más avan-zado, con mayor nivel de plusvalía y valor agregado. También esatendible que la clase obrera había sido la vanguardia social, cabe-za de las más importantes luchas desde 1955. En ese sentido no eranecesariamente previsible un repliegue prolongado. Como tampo-co era previsible que la naturaleza del capitalismo argentino cam-biara en su hegemonía interna colocando a sectores financieros enel centro e iniciando un proceso de desindustrialización.

Entonces, más allá de que el nivel de desarrollo del capitalismoargentino desde los treinta y el nivel de protagonismo de la claseobrera pudiera avalar esta estrategia, el nuevo proyecto de las cla-ses dominantes, que comenzó a implementarse entonces y alcanzósu pleno desarrollo con Menem. Tenía como eje en el cambio de

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modelo de acumulación, la imposición por la fuerza de la varianteoligárquica que proponía el sometimiento a los dictados del mer-cado mundial sin atenuantes. Y, cuando la desocupación es másque un fantasma las luchas obreras son defensivas, por lo tanto laofensiva obrera planteada por el PRT-ERP difícilmente se podíaestructurar sobre la base de un sector de la clase que se replegaba,al menos desde el interior mismo de la fábrica. Y remarcamos, lasalida de la crisis del capitalismo argentino que impuso la dicta-dura tuvo el objetivo no solo de disciplinar a la clase obrera entiempos de crisis, sino cambiar el patrón de acumulación del capi-talismo mismo, con una disminución radical del número de obre-ros industriales.

Pensamos que una estrategia socialista no necesariamente debedesplegarse desde el interior de la fábrica (solamente). Lo revolu-cionario y socialista esta en el proyecto, en las líneas de construc-ción de la sociedad futura (y presente a los largo de la lucha, lasconquistas, las formas de organización, participación popular,etc.). Tampoco, necesariamente, la política obrera debe expresarseen la fábrica de modo clásico, ni solamente en la fábrica, sino pen-semos la experiencia de la resistencia peronista.

De todos modos, la derrota fulminante de 1976 impidió madu-rar una estrategia de doble poder. Quizás el breve período dedemocracia podría haber servido para preparar el terreno de unaresistencia que implicara las “combinación de las más diversas for-mas de lucha”. Pero la vorágine de esos años y el accionar del para-militarismo lo impidieron. La derrota fue ideológica y social eimplico un fraccionamiento de la lucha popular y el aislamiento delos militantes respecto del resto de los oprimidos, debemos rela-cionar esto con la incapacidad de las organizaciones revoluciona-rias de manifestarse efectivas para la defensa de los interesescolectivos del pueblo. La dictadura produjo un corte en la expe-riencia revolucionaria argentina del cual no nos hemos recuperadoaún.

Notas

1. Como veremos, esta es la forma de inserción de las FARC y el ELN en

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Colombia, y fue la forma en que empezaron el Hizbollah y Hamas enLíbano y Palestina.2. Santucho, Roberto Mario, Poder burgués, poder revolucionario, op.cit., pag 36.3. Los casos europeos donde la lucha no era de liberación nacional y noexistía poder popular como los casos de la Fracción de Ejército Rojo ale-mán (RAF), las Células Comunistas Combatientes de Holanda (CCC), lasBrigadas Rojas en Italia son caso notorios de grupos clandestinos cuyaestrategia no se relacionaba con la construcción de poder popular y asen-tamiento en espacios político-sociales concretos.4. El proceso de crisis de la hegemonía burguesa en nuestro país era delarga maduración relacionado con el origen y caída del peronismo y lasiguiente fase de inestabilidad política desde 1955 en adelante, y que cul-mina con la instalación plena del denominado neoliberalismo desde 1976hasta la actualidad, como modelo hegemónico. Es para evitar la estabili-dad que permite la restauración de la hegemonía burguesa que Santuchoapeló a la lucha armada, la cual elevada a la forma de guerra terminóabsorbiendo todos los esfuerzos del PRT-ERP.5. El Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS), era el frente políti-co de masas que el PRT impulsó como frente de liberación nacional; elMovimiento Sindical de Base (MSB) era una corriente antiburocrática yclasista también impulsada por el PRT. Para más datos ver Pablo Pozzi,op. Cit.. y De Santis, op. cit.6. Santucho, op. cit. pag 38.7. Ver: Pablo Pozzi, Juan Calos Torre, entre otros trabajan estos temas.8. En un momento donde la oferta de mano de obra comienza a ser abun-dante y la represión se generaliza, el obrero en la fábrica es más vulnera-ble, más visible. En el territorio, si bien todo es más laxo, las posibilidadesde acción política en los peores momentos son diversas, públicas o clan-destinas y aún violentas. El tema es pensar en un repliegue desde la gue-rra de aparatos a la guerra diluida. 9. Para el tema del desarrollo de la articulación de las lucha entre el barrio,los comandos clandestinos y el lugar de trabajo para el frigorífico, verSalas Ernesto, La resistencia peronista La toma del frigorífico Lisandrode la Torre. Retórica – Altamira Bs. As. 2006.10. El Combatiente del 14 de abril de 1976 n° 213. En De Santis,Documentos... Op. Cit. Pag. 552.

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ALGUNOS EJEMPLOS PARA SALIR DE LO ADMITIDO

Vale pensar casos en los que una organización revolucionaria lograestablecerse como factor de poder sobrellevando los períodos flujoy reflujo de la lucha de masas y sin posibilidades ciertas de tomarel poder en el corto plazo. Abordaremos, sólo a modo de ejemplo,los casos de Colombia y Líbano. En ambos países y bajo las situa-ciones más difíciles han desarrollado su lucha y se han consolida-do organizaciones que alternativizan al Estado. Merece la aclara-ción que lo prolongado y duro de la lucha de los ejemplos que enca-ramos no invitan “desear” que el proceso histórico lleve a nuestropueblo a tener que soportar situaciones similares. Sin embargo laviolencia, terrorismo de estado y la intervención extranjera no fue-ron consecuencia del accionar de los que decidieron resistir y bus-car independencia y un orden social más justo, sino fueron lasherramientas de sus enemigos para resistir en el poder. Además,justamente, las dificilísimas situaciones que en estos países sedeben sobrellevar y lo prolongado de la lucha se nos presentancomo las “peores condiciones” y aún así una fuente de poder alter-nativa subsiste.

En Colombia, por ejemplo, existe una situación de doble poderclaramente definida desde hace muchos años. Las FuerzasArmadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército deLiberación Nacional (ELN) pelean contra el Estado de su propiopaís una guerra civil sumamente sangrienta, con momentos derelajación pero con picos de terrorismo de Estado. Una guerra queel bloque dominante colombiano ha extendido al conjunto de lasociedad civil, transformando en terreno de operaciones militareso paramilitares (o sea terrenos donde se elimina al adversario) asindicatos, universidades, comunidades indígenas o campesinas: alas organizaciones civiles.

¿Qué estrategia plantea la guerrilla? La estrategia de las organi-zaciones ha ido evolucionando, desde sus orígenes hasta la acuali-dad, adaptándose a las nuevas situaciones. Vemos que, para el casode las FARC, desde su nacimiento como autodefenzas campesinas

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hasta el presente que buscan aparecer como la cabeza de un Estadoparalelo. Por eso el esfuerzo por ser reconocidas como fuerza com-batiente en el escenario internacional, de demostrar la capacidadde dictar leyes, de detener personas que las violen y de negociar deigual a igual con el gobierno burgués. Un objetivo inmediato de sulucha es establecer un equilibrio demostrando la imposibilidad dederrotar a la guerrilla y a partir de allí discutir con el Estado elfuturo de Colombia1.

¿Cómo han logrado subsistir por décadas? Las FARC fueron elemergente de la clase campesina sometida a un tardío proceso deexpropiación de la tierra en un país donde el Estado (en el sentidogramsciano de Estado más sociedad civil) nunca construyó unahegemonía estable sobre todo el territorio de la república. Estosson dos factores clave, los pobladores rurales se encuentran some-tidos a toda la violencia que implica la expropiación rural por losterratenientes y las empresas, y el Estado colombiano es incomple-to en su capacidad de ejercer el monopolio de la fuerza en todo elterritorio, e incapaz en ser reconocido como legitimo por unaimportante fracción de la población. En Colombia han existidovarias y numerosas guerrillas. Actualmente no solo las FARC sonuna poderosa fuerza combatiente, sino el ELN resiste el terrorestatal y para-estatal.

La guerrilla fariana siendo sin dudas una fuerza que mantuvodesde los sesentas una doctrina militar homogénea y una matrizideológica “dura” marxista-leninista, sin embargo, contra lo quemuchos afirman, ha tenido una ductilidad táctica que implicanreplanteos estratégicos. De esta forma encaró respuestas diferen-tes a los desafíos del poder: la adaptación a una guerra que pareceno tener un fin cercano, los acuerdos que dieron origen a la UniónPatriótica, los de San Vicente del Caguán, la incorporación delbolivarianismo, etc. Esto sin perder los objetivos, es una enseñan-za interesante para los grupos políticos “ortodoxos” que conside-ran que la realidad debe ser adaptada a los análisis “científicos”por afuera de la praxis. Si bien es cierto que la guerrilla colombia-na es un actor ineludible de la política de ese país que superó concreces el umbral de la acumulación originaria de poder popular.

Debemos marcar algunas diferencias elementales de Argentinacon Colombia. En Argentina el Estado cubre todo el territorio y es

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reconocido por todas las clases desde hace más de cien años. Lapoblación rural, indígena o criolla fue desplazada o eliminada elsiglo XIX a lo largo de las guerras civiles que la tuvieron comoderrotada. El alto nivel de urbanización y concentración demográ-fica, política y económica hace que la estrategia política de cual-quier organización deba tener como eje las ciudades. En Argentinauna fuerza revolucionaria que pretenda imponer una autoridadalternativa choca con las instituciones de base del Estado que lle-gan a cada barrio y a cada rincón del campo. Por el contrario, lasituación de Colombia es como la Argentina de la “década infame”2

o la república oligárquica de 18803. O, más claramente, como si lasmontoneras no hubieran sido aplastadas por la oligarquía liberal ysiguieran disputando las bases mismas de la organización nacionalpero con ideología moderna.

El surgimiento de la guerrilla de las FARC es parte de la evolu-ción de grupos de campesinos organizados para resistir la violen-cia terrateniente y defender sus derechos inmediatos y localeshacia formas de organización político-militares centralizadas. Estaevolución se logra al calor de la oleada de lucha armada que se dioen América Latina en la década del sesenta luego de la revolucióncubana. Es así como, con la incorporación de cuadros comunistas,los grupos campesinos pasan a ser guerrilla revolucionaria con unproyecto político y pasan de la autodefensa de su clase hacia labúsqueda del poder político. Su teoría revolucionaria continúamuy apegada a las causas y formas de su origen, que las diferenciade otras organizaciones en la que el método cubano tuvo muchamás influencia al menos en la formación de su núcleo impulsor ypasos iniciales. El carácter de campesino que le damos a la basesocial de las FARC se puede rastrear no sólo por la composiciónhumana de la guerrilla, sino por el peso de las reivindicacionesagrarias dentro de su programa político inmediato. Las FARC noson hoy una guerrilla campesina en lo que se refiere a proyectopolítico estratégico, sino que son una organización revolucionariamarxista que pelea por la toma del poder y aspira a gobernarColombia. Pero su origen y la principal fuente de combatientes ylegitimidad sigue estando en el campo.

La debilidad del Estado colombiano en muchas regiones delpaís permite que las FARC pueden cobrar impuestos, deponer

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alcaldes u obligarlos a respetar el código de leyes revolucionariasde la guerrilla, son una fuente de autoridad alternativa. Cuando laguerrilla se despliega en una región por lo general aislada (aunquepoblada) se transforma una fuente de autoridad y orden para lospobres que deben sufrir la violencia de terratenientes, la prepoten-cia de autoridades dependientes de estos y el flagelo de la delin-cuencia. Esto sucede en amplios territorios a pesar de que la bur-guesía mantiene la hegemonía plena en las ciudades (muchasveces recurriendo a la fuerza o al terror, más que al consenso). Espor ello que en la última década la clase dominante ha recurrido ados brazos para golpear a la guerrilla: el paramilitarismo (terrorsin límites) y las actividades de las ONGs con micro-emprendi-mientos de contención social. La guerrilla ha sido doble poder enel campo y un proto-estado paralelo en toda Colombia. Para lasFARC (y también para el ELN) la imposibilidad de concretar la“toma del poder” en el corto plazo y la decisión de no aceptar lascondiciones de “reinserción” ofrecidas por la oligarquía colombia-na redundó en la necesidad de consolidar formas de despliegueque les permitiera asentarse territorialmente, de consolidar unaestrategia de doble poder territorial y gobierno local.

Otra diferencia con la Argentina se origina en una resolucióndiferente de encrucijadas históricas similares. En la decisión de laclase dominante colombiana de cerrar sangrientamente cualquierintento modernizador y democratizador. Desde el asesinato delíder liberal populista Jorge Eliécer Gaitán en 19484, hasta la masa-cre del frente electoral de la izquierda progresista, la UniónPatriótica7, en 1980, la “democracia colombiana” no admitió abrir-se a concesiones a las clases oprimidas. En nuestro país la resolu-ción fue diferente, al menos en la primera de estas décadas, con elperonismo, ya que este implicó la inclusión de los trabajadores enla política burguesa y un barajar y dar de nuevo en el balance depoder entre las clases sociales.

El período durante el cual el Estado colombiano se retiró de laregión de San Vicente del Caguán (un territorio rural de cuarentay dos mil kilómetros cuadrados) entre noviembre de 1998 y febre-ro del 2002, las FARC aparecieron ante el mundo como una fuer-za en condiciones de luchar por el poder. El territorio no fue toma-do por conquista militar sino en el marco de negociaciones con el

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Estado. Sería interesante conocer estudios sobre esa administra-ción. Según se admite desarrollaron una administración eficiente,eliminaron la delincuencia, disminuyeron la desocupación, mejo-raron la infraestructura. Los pobladores podían recurrir a las ofici-nas de la guerrilla a realizar sus reclamos, que eran atendidos, secastigaba la especulación y se controlaba el comercio. Fue la mayorexperiencia de ejercicio de la administración estatal de la guerrillay de expresión de una situación de doble poder a nivel nacional, tales así que la intervención norteamericana y de sus aliados israelí-es se multiplicó desde ese entonces.

Es interesante mencionar la presencia de militares israelíes enla represión de movimientos populares latinoamericanos dada supoca difusión y extemporaneidad. Desde la década de 1980 los sio-nistas colaboraron en el entrenamiento de fuerzas contraguerrille-ras en América central y también del terrorismo “contra” enHonduras/Nicaragua, dando formación para la creación deComandos de la muerte. Esto fue así también en Colombia. En laprensa pública argentina apareció entre líneas la mención de quese sabía de la llegada de militares israelíes (un coronel entre ellos)que estaban entre los asesores que entrenaban a los paramilitarescolombianos.

Entonces el cambio de relaciones de fuerza a nivel regional y laapuesta guerrerista y terrorista de las clases dominantes colombia-nas apoyadas por el narcotráfico y los EEUU, obligó a lo guerrille-ros a abandonar el territorio. Esto marcaría el momento en que lasituación de cuasi equilibrio se rompió y comenzó el avance, enapariencia arrollador, de las políticas más radicales de la derecha.La consecuencia fue la profundización de la represión por parte delas clases dominantes sobre le conjunto de la sociedad.

Generalizando para los objetos de este estudio, creemos intere-sante estudiar más atentamente la administración de las guerrillasen los territorios cuya influencia es prolongada ya que en ellospodemos ver décadas de presencia política y, particularmente, laexperiencia del Caguán ya que allí las FARC gobernaron sin con-traparte durante un año. ¿Existe el poder de la guerrilla más alláde su fuerza militar? ¿Existe una “sociedad civil” alternativa a laburguesa? Una respuesta positiva indicaría la existencia de poderpopular y explicaría una de las causas de subsistencia de la guerri-

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lla. También es interesante tomar nota de que las guerrillas subsis-ten gracias a su asentamiento territorial, transformándose o con-solidado su situación de actores ineludibles en la economía, políti-ca y justicia en muchas regiones del pais.

Ésto nos pone a reflexionar sobre varias cosas. Una sobre porque las FARC no lograron romper el cerco político con que se lasmantiene aisladas en el campo, a pesar de haber encarado con granéxito hasta el 2000 la ofensiva estatal/paraestatal. Dos, que unasituación de doble poder depende de factores que exceden conmucho los militares. La guerrilla colombiana es muy fuerte mili-tarmente, pero en términos estrictamente bélicos no puede com-batir en una batalla campal contra el ejército colombiano. La dis-paridad de fuerzas entre los rebeldes y el ejército estatal es unasituación normal en las luchas militares de las organizaciones quese reivindican de las clases oprimidas. Los casos de Vietnam oChina se desarrollaron como una larga guerra en la que el balancemilitar a favor de los revolucionarios se dio sólo cuando estos mos-traron mayor consecuencia y efectividad que el ejército burgués enla lucha contre el invasor extranjero. La situación fue más pareci-da a las guerras de la independencia del siglo XIX que a las luchasde liberación nacional latinoamericanas de la segunda mitad delsiglo XX. La invasión extranjera en nuestro continente ha queda-do como un recurso de lejana aplicación por por la burguesía quecuneta con suficiente apoyo como para evitar enfrentarse a ladiyuntiva de recurrir a la intervencion abierta (asesores, golpes deestado duros o blandos, desestabilizaciones, ONGs, tolerancia alterror estatal o paraestatal, etc.).

De aquí podemos reflexionar en torno a la naturaleza del doblepoder y del tipo de represión a la que puede ser sometido. Expresanecesariamente una situación de masas, un equilibrio inestable ytemporario basado en la ruptura de la hegemonía burguesa sobrela sociedad. En esto juegan los factores militares, pero no son úni-cos y en muchos momentos tampoco los principales. Liberar unterritorio amplio, es más que poder local, requiere de una relaciónde fuerzas a nivel nacional que incluya diversas formas de lucha yorganización popular, de grandes masas, en la construcción de esedoble poder. Es la situación de crisis hegemónica del bloque domi-nante que impida al Estado volcar todos sus recursos represivos

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(legítimos) sobre el poder revolucionario local.¿Cuál es la estrategia represiva del bloque de poder contra la

situación de poder dual que los desafiaba? La guerra integral quedesde el 2003 profundizó el Estado Colombiano contra la guerrillay contra las organizaciones populares, tengan estas vinculacióncon proyectos revolucionarios o no. La ofensiva contra las FARC,el ELN y las organizaciones populares colombianas que resisten esintegral e internacional. Ejercito, policía, paramilitares, medios decomunicación, ONGs, corrientes de artistas e intelectuales desti-nadas a crear consenso han logrado que una gran parte de la socie-dad colombiana vea como normal el exterminio de otra parte desus conciudadanos. Sin embargo existe una barrera de clase entrela opinión movilizada por la extrema derecha en el gobierno y lossectores populares reprimidos y masacrados, esto sigue mostran-do la incapacidad de hegemonía. La pública participación nortea-mericana e israelí en el adiestramiento y equipamiento, de escua-drones de la muerte y fuerzas estatales, más la preparación y par-ticipación de estos mismos poderes extranjeros en operaciones deinteligencia complejas y en la generación del necesario paraguasinternacional, complementan la delicada situación que los revolu-cionarios y el pueblo colombianos resisten con estoicismo.

Pero el genocidio es la última carta de la las clases opresoras. Laclase dominante colombiana apostó a colocar en el Estado a supersonal político más duro y cerró filas tras las políticas más reac-cionarias del imperialismo yanqui. A partir de allí se dio una estra-tegia en dos frentes, por un lado trabajó el consenso de una frac-ción de la población mejorando la “seguridad” en los barriosmedios y altos; y por otro, pero basándose en el éxito de lo ante-rior, unificó en el aparato estatal toda la represión legal e ilegal sintemor a críticas.

En esta segunda cara dirigió el ataque principalmente contralos dirigentes y organizaciones populares buscando “quitar el aguaal pez” y colocó a la defensiva a las FARC y el ELN. Estos ataquescombinaron asesinatos selectivos, masacres, bloqueo informativoabsoluto, infiltración, etc. Pusieron en tensión a la estructura polí-tico-militar de las FARC en el momento en que ellas definían serun Estado paralelo y no simplemente una fuerza guerrillera.Fueron desgastando los territorios sobre los que la guerrilla había

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logrado avanzar, buscando su aislamiento, para finalmente golpe-ar su estructura de cuadros. Mostrar a la guerrilla débil e incapazde proteger a sus adherentes, deslegitimándola como opción depoder alternativo, es una clave para debilitar a fuerzas que se pro-ponen ejercer funciones de gobierno en determinados territorios.

El repliegue hacia lo profundo de la selva y la preservación decuadros y estructura por un lado; mientras que por otro se elabo-ran estrategias para la ruptura del cerco político y social que letienden las clases dominantes, implica la apertura de una nuevaetapa en la lucha colombiana. Lo que podemos afirmar es que nin-gún gobierno puede por tiempo indeterminado mantener unasituación represiva extrema, ni crear consenso sin una base econó-mica y social fuerte, y sin una situación internacional favorable. Espor ello que la resistencia, nuevamente, es alternativa para lasorganizaciones políticas, transformándose en el mejor camino desupervivencia, vía para conservar la “organicidad” con las clasesoprimidas, mientras mantengan una estrategia de poder.

Podemos identificar en Colombia una estrategia de construc-ción de poder dual con una orientación institucional: leyes de laguerrilla, control geográfico e influencia sobre instituciones bur-guesas para que cambien la naturaleza de su gestión, cobro deimpuestos a la burguesía, mostrar que en el país hay dos fuentes deautoridad. Es en general la política de las FARC afirmada en defi-niciones estratégicas del marxismo leninismo clásico. En la últimadécada han incorporado nuevas vertientes como el bolivarianismolatinoamericano. En la guerrilla colombiana el “tema nacional”nunca fue un problema, su identidad es claramente nacional nosolo de “forma”. El contenido de la ideología guerrillera podríadefinirse como la traducción del marxismo a la condiciones de lalucha campesina de la que surgieron; y esto se profundiza actual-mente con la acentuación de las referencias nacionales, bolivaria-nas y latinoamericanas.

El ELN5, sin embargo, se plantea una política distintiva. Desdesus orígenes vinculados con la teología de la liberación y con laexperiencia guevarista, promueven la asunción de una política más“comunitaria”, y definiciones ideológicas más “flexibles”. Surgecomo parte de la repercución directa que la revolución cubana tuvoen nuestro continente y los entrenamientos que muchos recibieron

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en la isla para transformar a la cordillera de Los Andes en “laSierra Maestra de América Latina”. Inicialmente se establecioroncomo “foco” con una estrategia cortoplacista que lograron superarcon éxito. La incorporación del sacerdote Camilo Torres, en 1965y, posteriormente, de un grupo de curas de los que formaba parteManuel Perez (que llegó a la jefatura guerrillera en 1973 hasta sumuerte en 1998) y Domingo Laín, marcó la ideología de la guerri-lla elena, acentuando los aspectos comunitarios de su trabajo polí-tico y social. También su identificación con el Che, la idea de com-promiso y hombre nuevo se emparienta con las concepciones delcristianismo posconciliar y de la teología de la liberación cuyainfluencia aportaron los curas al ELN. En este sentido sectores vin-culados a los elenos han planteado recientemente una propuestapolítica que pone el acento en el poder popular y de “vanguardiacolectiva”. El “Camilismo” (por Camilo Torres, cuya influencia sellegó a sentir en la formación del núcleo original de Montoneros afines de los sesentas) es una corriente político identitaria vigenteen la sociedad colombiana. Su existencia, si bien depende del ELNpara su potencial de desafío, existe más allá de la guerrilla.

Presentamos aquí sus concepciones por representar un matizideológico respecto de las FARC en lo que hace a la construcción depoder dual y que se relaciona con los debates que se introducen ennuestro trabajo. En un documento de formación llamado “El PODER

POPULAR como estrategia de construcción política”, los elenos pla-tean la necesidad del desarrollo “de una estrategia de construcciónpolítica erigida sobre el PODER POPULAR. Esta necesidad tiene implí-cita una concepción de lucha por el poder que rebasa la concepciónestrategista de la "toma del poder" como resultado del asalto algobierno y de aquella otra que considera que las transformacionesestructurales se pueden dar mediante la acumulación de pequeñasreformas. Por el contrario, la concepción del poder popular colo-ca la mirada en la construcción de nuevas relaciones de poder quese van configurando a diario en la materialización de una nuevasociedad, una nueva gobernabilidad y un nuevo Estado, que se for-talece como acumulado político en el marco de un nuevo ordena-miento institucional, social y político revestido de la legitimidadque le conceden los distintos sectores sociales”.

Más adelante, asumiendo la concepción guevarista de hombre

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nuevo, plantean que “el primer escenario de construcción de poderpopular lo constituimos nosotros mismos como personas (…) Unsegundo escenario lo constituye nuestra familia (…) Un tercerescenario lo constituye nuestro barrio, la vereda, el caserío, elmunicipio en que vivimos, la localidad, la comuna (…) allí lo quehemos construido o queremos construir para nosotros es necesa-rio construirlo para los demás (…) autogestión, de gestión social ypolítica, en su empoderamiento permanente, en su auto-represen-tación, debemos potencializar los liderazgos comunitarios y colo-carlos en los puestos de conducción de la comunidad, en las juntasde acción comunal (…) En este escenario debemos construir entorno a los requerimientos básicos de trabajo, alimentación,vivienda, salud, educación, descanso y recreación, entre otrosaspectos que surjan de la necesidad de la gente.(…) Un cuarto esce-nario los constituye nuestros lugares de estudio y trabajo. (…) Unquinto escenario lo constituye la lucha popular, social y políticaque mueve la voluntad colectiva hacia intereses comunes. Es lalucha por la soberanía y la independencia del país”.

En el mismo documento continúan: “4. Construimos un pro-grama político general y una plataforma de lucha que desarrolla-mos a través de planes y proyectos específicos que miden nuestrosavances en logros y resultados concretos. 5. Se construye poderpopular cuando nos constituirnos en una autentica Fuerza Políticaen proceso de crecimiento y acumulación de ejercicio de poder. 4.Debemos propiciar en cada espacio una normatividad alternativa.5. Debemos crear la institucionalidad que sea necesaria para acce-der a los recursos gubernamentales y diseccionarlos hacia el forta-lecimiento de nuestra estrategia de poder. 6. Debemos propiciar,asumir y defender los gobiernos alternativos”. Y más adelante:“Construir poder popular significa en términos prácticos construirnueva institucionalidad, nueva gobernabilidad, nueva economía,nueva juridicidad, nueva cultura, nueva educación, nueva socie-dad, nuevo Estado, desde nuestras propias posibilidades y esfuer-zos en un proceso de empoderamiento emancipador. Es importan-te dejar claro que la construcción de un Estado y sociedad socialis-ta por la vía de la construcción del poder popular, no renuncia a lalucha por la conquista y la socialización de los medios de produc-ción, la nacionalización de los recursos estratégicos de la nación, la

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distribución equitativa de los beneficios de la producción social y ala administración total del poder del Estado”. En parte esto se rea-liza por la capacidad de la guerrilla de imponer al Estado la efecti-vización de los “presupuestos comunales”. Las comunas fueronuna creación rciente y obtuvieron la posibilidad de resolver sobrela asignación de recursos del presupuesto estatal para obras loca-les.

También en las zonas de asiento del ELN los guerrilleros obli-gan a las empresas a destinar parte de sus ganancias en la realiza-ción de obras decididas por las comunidades y mediante estemétodo, a su vez, buscan lograr que la población se organice eninstituciones propias de decisión no clientelares para resolver laasignación de recursos. Otro planteo particular del ELN es el de“socialismo práctico” (de clara influencia cristiana de base) que secomplementa con la ampliación de la idea de vanguardia, que defi-ne al ELN como parte de un todo popular que deberá parir una“vanguardia colectiva”. Todos estos planteos se encuadran en lareafirmación de la lucha armada como la forma más avanzada eindispensable y un camino, no sólo apto para Colombia, sino paratodos los pueblos del mundo. Como también destacan que su ieo-logía es el marxismo-leninismo.

De esta forma el poder popular para el ELN no es simplemen-te, como para el autonomismo, poder local ni autonomía comunalo del sector, es doble poder nacional y se expresa a través de lalucha política: “El poder popular se expresa en la democracia de lacalle capaz de revertir a través de la movilización y la confronta-ción al régimen la política de explotación del modelo de desarrollocapitalista”. En este sentido es claro que para el ELN “el poderpopular se expresa en procesos y realizaciones concretas en elmarco de una estrategia política de construcción de una nuevasociedad y un nuevo Estado”, o sea es poder dual y sólo es popularsi es contrahegemónico. Desde esta concepción discuten la políti-ca de FARC de poner eje en la fuerza militar para plantearse comocabeza de un Estado alternativo.

Para las FARC en cambio, el proceso se realiza de forma mástradicional “Nosotros somos los representantes de las aspiracio-nes” de los oprimidos. Esas aspiraciones son conocidas porque sonobjetivas y se desprenden la situación de miseria y dependencia de

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Colombia cuyos responsables políticos son centralmente la oligar-quía colombiana y su eje estructural la propiedad de la tierra. Deallí el programa innegociable de la guerrilla: Terminar con el lati-fundio y tierra para el que la trabaja. Un programa que es de tran-sición (como la primera ley agraria cubana). La reforma agrariapoblará al campo de propietarios individuales y cooperativas conuna capacidad de acumulación lógica (evitando el minifundio),regulada por el Estado, se respetará la propiedad privada conse-guida “honestamente” y que produzca de acuerdo a los interesesnacionales.

El esfuerzo de las FARC en construir una alternativa nacionalse manifiesta en su estrategia militar: Las guerrillas móviles, des-plegarse y concentrarse con rapidez, atacar al enemigo simultáne-amente en muchos lados para confundir y dispersar su fuerza.También sus tres leyes básicas son estructurales en el asentamien-to de la guerrilla en los territorios: 1º reforma agraria, 2º ley tribu-taria y 3º ley anticorrupción. Con éstas leyes los revolucionarios seproponen como superadores de las realidades inmediatas del pue-blo y a su vez consiguen financiamiento y reclutas. Destacamos losartículos de la ley tributaria ya que su aplicación se manifestó en laola se detenciones por evasión impositiva que las FARC realizó(como cualquier estado a un evasor impositivo): “ARTÍCULO PRIME-RO: Cobrar el impuesto PARA LA PAZ a aquellas personas naturales ojurídicas, cuyo patrimonio sea superior al millón de dólares USA.ARTÍCULO SEGUNDO: a partir de la fecha, los cobijados por esta LEY,deben presentarse para cumplir esta obligación. Un segundo lla-mado aumentará el monto del tributo. ARTÍCULO TERCERO: quienesno atiendan este requerimiento, serán retenidos. Su liberacióndependerá del pago que se determine”. O sea una ley de Estadorespaldada como todo Estado por la fuerza6.

Paralelamente los guerrilleros conciben su llegada al podermediante la alianza obrero campesina en un gran frente patrióticodemocrático. En este sentido vemos que las FARC están mas cercade una estrategia de construcción de doble poder para asaltar elpoder del Estado y desde allí construir una transición, mientrasque el ELN piensa en la construcción de poder popular para iniciarla transición en el proceso de lucha y reemplazar al viejo Estado.Ambas estrategias tienen muchos puntos de vinculación ya que

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implican el ejercicio del poder de hecho en zonas liberadas y por lotanto poder dual como vimos con la ley tributaria y como en loshechos ambas guerrillas realizan administrando, implementandoobras y haciendo seguridad enlas zonas en las que tienen control.

Las FARC ponen mayor énfasis en aparecer como instituciónestatal alternativa y desde allí impulsar el resto del proceso, mien-tras que el ELN plantea el esfuerzo de implicarse en las formascapiñlares del poder local diluyendo su presencia y desde allíinfluenciando. Buscando hacer crecer los elemnetos de contrahe-gemonía más allá de su presencia militar concreta, por los tanto noaparecen solamente como Estado paralelo. Por eso, si bien paraambas guerrillas las armas no son innegociables, las FARC serecuestan más sobre su construcción militar y en la eficiencia delmismo para proyectarse políticamente, de allí la formación del“ejército popular” de base muy amplia que les permite convocar alas más amplias masas a su frente principal de lucha. Aunque enlos últimos años han avanzado en la cosntrucción de una herra-mienta política el Partido Comunista Clandestino, para encuadrary hacer política por fuera de las columnas guerrilleras y delMovimineto Bolivariano, para convocar a sectores popularesantiimperialistas. El ELN intenta previamente que las FARC quesu fuerza armada no aparezca como “toda” su construcción políti-ca. Aunque con diferentes formas o matices, ambas organizacionesaparecen como una retaguardia (reserva estratégica) de las luchaspopulares. La guerrilla colombiana es una expresión clara de doblepoder y de la existencia del “espírito de escición” necesario para lamaterialización del poder popular.

Alejandonos miles de kilómetros en otra realidad diferente, uncaso ilustrativo de construcción de poder paralelo es el delHizballah libanés. En los últimos años ha llegado a tener una rele-vancia notable al transformarse en una organización de masas coninfluencia en todo Medio Oriente. Es la fuerza de gobierno directoen el sur del Libano, en algunas regiones campesinas y gran partede Beirut y ejerce influencia determinante sobre el conjunto de lavida nacional llegando a alcanzar en la actualidad gran consensoen franjas de la población no musulmanas. Gran parte de laizquierda marxista los reconoce como la cabeza de la lucha antiim-perialista y reconoce también que sus propuestas sociales son pro-

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gresistas al promover el acceso gratuito de todos a la salud y edu-cación, como a planes de vivienda e inserción laboral. En este sen-tido la división en la izquierda se dá sobre la valoración de losaspectos conservadores del Hizballah: entre los que priorizan laliberación nacional y la justicia social y los que priorizan el laicis-mo y la occidentalización.

Debemos recordar que Hizballah nació en 1982, durante lainvasión israelí al Líbano y una parte importante del trabajo querealizó estuvo destinado a reconstruir y desarrollar las zonas afec-tadas por la guerra del Líbano. Fue el primero en asistir, gracias afuentes de sustento económico comunitario (realizan una interpre-tación del islam donde el aporte del que mas tiene es determinan-te en su fe) y del mundo musulmán, a las clases pobres de la socie-dad libanesa (principalmente chiitas). Con el correr de los añosHizballah fortaleció sus redes sociales, creando escuelas, centrosde salud y dando posibilidades de trabajo y asistencia social a lasclases pobres (un modelo luego aplicado por Hamas en Gaza en losaños '90). Desde fines de los años '80 Hizballah ha sido quienimplementa la política social y de seguridad en gran parte del país.Incluso quienes critican a esta organización concluyen queHizballah ha ejercido un rol destacado en el ámbito social muchomás efectivo que los propios gobiernos libaneses (corruptos y pro-occidentales), siendo ésta una de las claves de su popularidad. Enel ámbito político posee una agenda nacionalista a nivel local, eislámica a nivel regional. Y se ha convertido en una parte integralde la vida política libanesa, logrando altos niveles de popularidad.

Como dijimos la invasión israelí cambió el mapa político liba-nés al expulsar a la OLP (Organización para la Liberación dePalestina) y otras fuerzas progresistas aliadas. El Líbano quedó enmanos de minorías de cristianos prooccidentales, con bases milita-res extranjeras y grupos mercenarios financiados desde Israel.Este vacío fue ocupado por Hizballah pero desde una nueva ópti-ca. Tomó al Islam como bandera acentuando su parte social y enfo-có su discurso público y accionar armado en la lucha contra lasbases occidentales a las que logró expulsar y contra el ocupanteisraelí al cual también venció. Apoyándose en la fracción chiíta dela población carente de representación real y trabajando desde lasescuelas islámicas (fuertemente legitimadas por la cultura musul-

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mana) construyó escuelas, guarderías, viviendas, sistema de pen-siones, y una milicia que además de combatir contra Israel garan-tizó la seguridad en sus zonas.

Otra organización que se construyó políticamente desde unasituación similar (derrota de las antiguas fuerzas progresistas yocupación extranjera) es Hamas. Su trayectoria y principios ideo-lógicos la hacen parte de la misma corriente islámica queHizballah. En su carta fundacional de Hamas define en su Artículo20 que “la sociedad musulmana es una sociedad mutuamente res-ponsable. El Profeta, plegarias y alabanzas a él, dijo: ´Benditos sonlos generosos, estén en poblado o en camino, que han reunidocuanto tenían y se lo han repartido a partes iguales` (…) En su tra-tamiento nazi, los judíos no han hecho excepción para mujeres niniños. Su política de amedrentamiento es para todos. Atacan a laspersonas en lo que concierne a su sustento (…) Para contrarrestaresas acciones, es necesario que en el pueblo prevalezca la respon-sabilidad social mutua. El pueblo debe hacer frente al enemigocomo un solo cuerpo, en el que basta que un miembro se quejepara que el resto del cuerpo responda sintiendo el mismo dolor”(…). Y más adelante (artículo 21, detallan: “Responsabilidad socialmutua significa dar asistencia, económica o moral, a cuantos seencuentran en necesidad, y participar en la ejecución del trabajo.Los miembros del Movimiento de Resistencia Islámica deben con-siderar los intereses de las masas como sus propios intereses per-sonales. No deben escatimar esfuerzo para conseguirlos y preser-varlos. Deben evitar todo juego sucio con el futuro de las genera-ciones venideras y todo aquello que pudiera ocasionar pérdida a lasociedad. Las masas son parte de ellos y ellos son parte de lasmasas. Suya es su fuerza y suyo es su futuro. Los miembros delMovimiento de Resistencia Islámica deben compartir la alegría y eldolor del pueblo, adoptar las demandas del público y todos aque-llos medios que permitan satisfacerlas. El día en que ese espírituprevalezca, la fraternidad se robustecerá, la cooperación, la solida-ridad y la unidad se acrecentarán, y se compactarán las filas parahacer frente a los enemigos”. Como vemos identifican su enemigoprincipal y construyen una ideología de unidad nacional y solida-ridad social, esto nos permite catalogarlo como movimiento deliberación nacional, a su vez se fortalecen como Estado paralelo

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con aspiraciones de ser todo el Estado y fortalecen una cultura deresistencia alternativa basada en el islam.

El trabajo realizado es contrahegemónico y es claro que en elLíbano Hizballah es un Estado paralelo que convive con el Estadoy aún dentro del Estado ya que dispone de diputados, ministros,etc. En este caso se verifica la hipótesis de Troski: “Este sistema noes estable (...) antes de que las clases rivales se decidan a enfren-tarla (la guerra civil) pueden verse obligadas a soportar durantebastante tiempo, y aun a sancionarlo, el sistema de la dualidad depoderes”. Aunque en el caso libanés el doble poder Estado formal-Hizballah se consolidó y sancionó con posterioridad a la guerracivil y la intervención extranjera. Pero ¿es esto poder popular?¿Cuál es la línea de clase que separa los bandos enfrentados en elsenos de la nación? ¿Representa nuevos valores de las clases opri-midas? ¿Las organizaciones sociales impulsadas por Hizballahexisten más allá del partido? O es sólo un armado estructurado entorno a clérigos conservadores que resisten al imperialismo desdeel anacronismo porque pretende transculturizar al mundo musul-mán. Podemos decir que Hizballah es la expresión genuina de laresistencia popular (y esto es indudable aunque se los vea comoconservadores), pero también consideramos que expresa muchosvalores progresivos en lo económico, en lo político y lo social paralos sectores más postergados. Ya que desde nuestra perspectiva elcamino del progreso debe ser seguido por los pueblos de acuerdo asus formas y en relación de amistad y tolerancia con otras culturasy no a las impuestas desde afuera. También que la reacción anteoccidente por parte de los musulmanes incluye valores conserva-dores relacionados con la tradición.

¿Hasta qué punto los valores tradicionales de las masas sonbase para una construcción contra-hegemónica? ¿Hasta qué puntolos progresistas que vienen en naves militares y empresas extran-jeras son “el progreso”? Gramsci decía que los revolucionariosdebían buscar los “núcleos de buen sentido” en el sentido comúnde las clases subalternas. Sin dudas el enfrentamiento al imperia-lismo occidental debe basarse en una lucha que también abarquelo cultural esto seguramente será así en América Latina para lograrla emancipación y cada pueblo tendrá un vía propia hacia un obje-tivo común. Carlos Olmedo líder de las FAR (Fuerzas Armadas

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Revolucionarias de Argentina), reflexionaba respecto a críticas queintelectuales progresistas hacían a la revolución argelina y ciertosvalores conservadores de la misma, que los revolucionarios socia-listas debían comprender que en muchas ocasiones algunos aspec-tos conservadores de las masas movilizadas en su lucha por la libe-ración nacional aparecían como reacción al barníz progresista cul-tural con que se presentaban los invasores. Esto era así porque alaparecer occidente como paladín del prgreso y la democracia eldiscernimiento entre lo progresista (que las mujeres usen minifal-da si lo desean) y lo reaccionario (el saqueo económico y el vasalla-je político y sus consecuencias sobre toda la sociedad) debía que-dar para el futuro Estado revolucionario. Aunque podemos refle-xionar desde nuestra perspectiva que para que el poder popularsea de verdad popular y exprese nuevos valores positivos, hay cier-tos aspecto de “lo popular” o tradicional que no pueden ser acep-tados en función de captar masas (por ejemplo, la violencia contrala mujer en sus diferentes formas).

Decíamos más arriba que Hizballah surgió a partir de la inva-sión israelí al Líbano, en general los movimientos de resistencia decarácter islámico se han multiplicado en los últimos años y todosellos surgen a partir de una ofensiva sin precedentes del imperia-lismo occidental y sionista sobre el mundo islámico. Frente a esaofensiva los anteriores movimientos de liberación nacional, patrió-ticos y socialistas cayeron uno tras otros con mayor o menor hero-ísmo o simplemente mutaron adaptándose a la situación impues-ta, las esperanzas de progreso que las masas depositaron en ellosno se cumplieron y hoy una nueva corriente aparece en su reem-plazo desde lo más íntimo del sentir musulmán. Es en ese sentido,como planteaba Samir Amín, el Islam apareció en diferentes eta-pas de la historia de los pueblos musulmanes en manos de gruposque lo esgrimían de diferente forma. El islam mutaba de lo quepodríamos (parrafraceando a Marx) llamar “opio” a cultura deresistencia. Así vemos que hubo corrientes que en la primeramitad del siglo XX operaban en forma reaccionaria apoyadas porel imperialismo para alternativizar a los movimientos de carácternacionalista o izquierdista. Pero hoy algunas corrientes que pue-den encontrar sus raíces en aquellas ocupan el lugar de la resisten-cia intransigente y activan, politizan y organizan a las masas en

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función de ésta. Dice Hasan Nasralla líder del Partido de Dios: “Laprincipal fuente del mal en este mundo, la principal fuente delterrorismo, la principal amenaza a la paz mundial y al desarrolloeconómico de este mundo, la principal amenaza al medio ambien-te de este mundo, la principal fuente de (...) muerte y agitación,guerras civiles y regionales en este mundo son los Estados Unidosde América”.

Hace más de 20 años que el Partido de Dios comenzó su traba-jo, el cual no debe ser opacado por la audacia de sus accionesarmadas que, aunque fundamentales, son solo la punta del icebergde su política. La intransigencia en un período de retroceso de lasdemás organizaciones populares árabes combinado con un ejerci-cio práctico y ejemplar del poder ha hecho de esta organización deun pequeño país una fuerza de enorme poder que irradia suinfluencia sobre la región.

El caso del Hizballah, que mencionamos arriba, parte del Islamcomo sentido común popular y de una agresión integral de occi-dente contra los árabes y musulmanes. A pesar de que la agresiónes la misma, América Latina no existe una base cultural integralque hoy oficie de plataforma común de resistencia. En Américalatina la iglesia católica es hegemónicamente legitimadora del sis-tema occidental y cristiano, y los valores de conservación (comotodas las religiones) que promueve son intrínsecamente funciona-les al debilitamiento de la voluntad colectiva e individual de luchade los oprimidos, mientras que la misma Iglesia opera en formaactiva como movilizadora y legitimadora del accionar de las clasesopresoras y sus instituciones. En los momentos históricos demayor movilización revolucionaria de masas corrientes católicas“de base” o “del tercer mundo” se multiplicaron promoviendo unareligiosidad que expresara los intereses de los oprimidos, peronunca pasaron de ser expresiones minoritarias y perseguidas porLA Iglesia. Quizás esta invariancia reaccionaria se deba al carácterabsolutamente antidemocrático del catolicismo institución, frentea las demás religiones menos centralizadas.

El tema de la religión es interesante y debería ser parte de unestudio particular ya que en la cultura de los oprimidos la religio-sidad tiene un rol destacado. Para nosotros existen dos lados desdelos cuales abordarlo; primero, desde una perspectiva interna al

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tema religioso porque la religión es parte del “sentido común” delpueblo y la capacidad de tomar elementos de este sentido comúndebe ser parte de las políticas de los revolucionarios. Las ideas queen los sesentas se extendieron por America latina de “opción porlos pobres”, de compromiso en la tierra, manifiestan en realidadvalores que existen en las masas como la igualdad, la solidaridad yla “creencia” en un mundo mejor donde tienen lugar los humildesy donde serán liberados. Ideas que pueden ser consideradasmesiánicas pero que se encuentran entre los oprimidos y quemuchas veces tienen una explicación religiosa. Existen sobradosejemplos (el del ELN o una de las vertientes montoneras, para noirnos a medio oriente) de como desde la religión se pueden asumirposturas progresistas. Además los oprimidos estructuran sus ideasreligiosas de una forma particular, que podemos interpretar a tra-vés del concepto “estructuras de significación” de RaymondWiliams, así encontraremos cómo determinados valores oficialespueden adquirir otros sentidos en manos de determinados secto-res.

Segundo, como pensaba Gramsci, la religión católica tiene doscaras, una para ricos y otra para pobres. Una religión para el pue-blo oprimido donde se admiten y se aggiornan las creencias y sen-timientos populares y resabios de crencias anteriores, muchasveces contradictorios con la religión oficial (cuyo límite es la here-gía, lo que no se puede domesticar). Frente a ella, pero armoniza-da por la mediación de la intelectualidad eclesial se erige la reli-gión de la elites sustentada en una filosofía más elaborada y desti-nada a batallar entre “los que saben”. Esto se relacionaba con lanecesidad que veía el italiano de que las masas populares tuvieranacceso a una versión del marxismo que diera cuenta de sus necesi-dades y espectativas y que incorporara cuestiones de la culturapopular. Reflexionaba sobre la vulgarización del marxismomediante manuales como el de Bujarin (agregamos nosotros losposteriores manuales soviéticos) lo que consideraba aceptablepara presentar a las masas ideas sencillas fáciles de apropiar portodos los oprimidos. Pero alertaba de sus peligrosas consecuenciassin la existencia de una contrapartida que permitiera el manteni-miento del nivel de reflexión marxista en lo más alto de las cienciassociales. Lo que advertía Gramsci era que la Iglesia buscaba man-

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tener escindidos estos dos catecismos (el de los oprimidos y el delas elites), mientras que los revolucionarios debían trabajar paraelevar a las masas desde las ideas simples a la comprensión de locomplejo. Justamente es allí donde planteaba los temas del inte-lectual orgánico y el bloque histórico. Creemos que estos planteosdel italiano deben relacionarse con sus reflexiones sobre el sentidocomún, la cultura popular y la creación de una voluntad colectivanacional popular. Y es ahí donde operan las tradiciones y mitospopulares7.

Otro ejemplo entre la experiencias de guerrilla urbana es la des-arrollada en el País Vasco por la ETA, lo que guarda relación conla desplegada en la Argentina por sus condiciones y formas. Laguerrilla vasca se mantiene en forma de comandos clandestinosurbanos como lo hizo la guerrilla argentina. En Argentina lasdenominaciones “ejército” nunca pasaron de un formalismo enMontoneros, tampoco sus milicias lograron fuerte arraigo social,mientras que el ERP tuvo dificultades cuando desplegó unidadesnumerosas, fracasó en sus objetivos en el monte y sólo superó laacción de comandos en acciones puntuales: concentrando grupospara la acción sobre un cuartel y dispersándolos después. Por elloconsideramos que la guerrilla argentina siempre se mantuvo ensituación de comandos urbanos clandestinos.

¿Cómo sobrevivió ETA tanto tiempo? Representó ante unacorriente importante de la población vasca una serie de valorescontra-hegemónicos, los valores de una nación vasca socialistafrente a un Estado español extranjero y capitalista. La difusión delidioma vasco, de valores vascos recuperados o inventados perosiempre distintivos, bares, asociaciones juveniles, música típica yrock, diarios, alcaldes y diputados, todo hacia a la creación de unacontra-hegemonía que se extendía en torno a ETA en un espaciosocial amplio y aún a sectores nacionalistas burgueses. Los vascoscrean o recrean elementos distintivos de la nacionalidad. Estos ele-mentos expresan una contra-hegemonía de carácter nacionalista, yse relacionan con la construcción de la idea nacional en pueblosque se resisten a la integración en entidades nacionales másamplias, más que a una situación de carácter colonial o dependien-te. El revivir de la nación vasca8 permitió a los “etarras” contar connuevos reclutas a pesar de las caídas permanentes, y con una

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“selva social” urbana en donde estar a buen recaudo a pesar de nodisponer de zonas liberadas en sentido estricto (a diferencia deColombia o Medio Oriente).

Sin dudas las acciones vascas no parecen destinadas a lograr elconsenso. Pero al ser identificada como una guerra nacional noimportan los métodos mientras sean aplicados al “otro” enemigo,ocupante, colonizador (como los palestinos e Israel, aunque lasituación vasca es mucho menos clara), que no es parte de lanación. Los guerrilleros, que dada la situación de guerrilla urbanay convivir con el Estado enemigo no cuentan con milicias ni colum-nas guerrilleras, si han desarrollado expresiones electorales depeso, poderes locales e institucionales de hecho y de derecho. Porlo tanto mas allá del poder militar, cobran impuestos a los empre-sarios locales para financiar la lucha. Mientras el consenso de unaparte importante de la población se sostuviera y la mayoría de lasociedad vasca considerara la contradicción con el Estado españolcomo central, su supervivencia estaba asegurada. Por eso el Estadoespañol fue contra estas instituciones contra-hegemónicas nacio-nalistas radicales de la sociedad civil tanto como contra ETA(periódicos, partidos políticos, agrupaciones juveniles, etc.). Pero adiferencia de Argentina donde la frontera política de los bandos esmucho más difusa, los vascos construyen la identificación de sulucha con una causa nacional y el reclamo es la independencia. Enese sentido trabaja ETA y las organizaciones sociales afines recre-ando permanentemente la identidad nacional vasca que los legiti-me como herramienta de independencia.

Un caso que también merece ser mencionado es el deVenezuela (como el de Bolivia), por ser un proceso donde las trans-formaciones parecen realizarse a partir de un camino diferente alos ejemplificados en este trabajo. No es nuestra intención des-arrollarlo, pero sí tomarlo en cuenta para que no aparezca comoconclusión de este escrito que adherimos a algún tipo de fetichza-ción de una “vía hacia la toma del poder”. A simple vista se obser-va que en Venezuela el proceso de cambio se está dando a través demecanismos primordialmente institucionales y que lo electoraljuega un rol determinante.

Debemos destacar que en el origen del proceso venezolano hayuna tentativa de golpe de estado nacionalista, hecha por un grupo

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de militares que coloco a su líder, Hugo Chávez, en una vitrina antelas masas descontentas. Relacionado con esto hubo un profundoproceso de distanciamiento entre el personal político de los parti-dos democráticos y el pueblo venezolano cuyo hecho paradigmáti-co fue la masacre cometida por un gobierno socialdemócratadurante el levantamiento popular del Caracazo. El triunfo electoralde Chávez con un discurso populista radicalizado contra todos lospartidos tradicionales habría la puerta a algo nuevo. Pero lo nove-doso es que eso nuevo debía nacer a partir de este triunfo. Nohabía programa claro ni organización con un proyecto, ni cuadrosformados en una ideología, ni organización popular contra-hege-mónica. Así con Chávez las clases oprimidas sintieron la posibili-dad de una revancha histórica y la sociedad se dividió en dos ban-dos irreconciliables. La profundización de la lucha de clases, moto-rizada más por el rechazo de la burguesía y las clases medias al“aluvión zoológico”, que por un nivel de organización y concienciapopular, produjo etapas de radicalización del gobierno chavista.

El líder de masas Chávez parece ser, a la cabeza del viejoEstado, el impulsor y garante de los avances que se fueron dandoen medio de una marea popular de débil auto-organización, sinuna clase obrera fuerte, ni sindicatos que la organizaran, con unpartido creado desde el Estado de dudosa capacidad dirigente pro-pia y en un país de muy débil desarrollo productivo, con una eco-nomía rentística e informal. Lo interesante no es tanto el procesonacionalista estatizador, ni siquiera el proyecto de participaciónobrera en los intentos de avanzar en modos de gestión socialista dealgunos medios de producción. Sino el impulso a organización degestión y administración paralelas al viejo Estado: las comunas, lasmilicias bolivarianas o las misiones.

El intento de crear una administración integral en el territoriodonde se elimine la escisión radical entre representantes y repre-sentados y todo el poder resida en la comuna. La voluntad deextender la capacidad de ejercicio de la violencia institucional acapas amplias de las masas. Y esa especie de ministerios paralelosque fueron las misiones creadas para resolver problemáticas espe-cíficas que la insoportablemente inútil administración estatal nopodía solucionar. Sumados a los intentos de elaborar formas degestión obrera, parecen ir en el camino de la creación de poder

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popular desde la cabeza del viejo Estado. De materializar ese poderen un estado paralelo que al final del camino sea que lo reemplacee impida el retorno de las clases dominanates estaremos ante unacompleta y original revolución que habra superado a un procesonacional, popular y anti-imperialista (ya de por si positivo).Sabemos que una de las condiciones de éxito de este proceso es laviabilidad económica de corto plazo y otra el compromiso organi-zativo de las masas. Por eso Venezuela debe ser seguida atenta-mente por los ojos de los que queremos transformar la sociedad.

Hemos mencionado dos casos provocativos: Hizballah y FARCrelacionados con el ELN y Hamas. Presentamos algunas líneassobre ETA. En capítulos anteriores presentamos otros dos (EZLNy MST). Pero existen muchos para discutir, algunos clásicos, comoel Frente Martí para la Liberación Nacional, el Movimiento 26 deJulio, la revolución China, el caso de Sendero Luminoso y el MRTAen Perú, el Frente de Liberación Nacional de Argelia, el caso pales-tino, el partido Baas, el IRA en Irlanda del Norte, Vietnam, la resis-tencia palestina y el islamismo en general, Venezuela y Bolivia enla última década merecen más atención de la que podemos brindaracá. Todos casos que expresan a través de movimientos diversos,revolucionarios, marxistas, nacionalistas, antiimperialistas o sim-plemente movimientos de reacción ante la opresión, formas delucha y ejercicio del poder por fuerzas que buscan la transforma-ción de la situación política y social de países oprimidos. Los mis-mos casos que presentamos como ejemplo deberían ser vistos conmás profundidad por quien se sienta provocado por ellos paraavanzar en el estudio de luchas que aspiran a la construcción depoder de cara a fundar un nuevo Estado. Quizás el grado de des-arrollo de la lucha popular en nuestro país debería remitir al esta-dio más embrionario de estas mismas experiencias o a experien-cias que en la actualidad se encuentre en un grado de formaciónmás cercano (Venezuela, Bolivia). Pero, insistimos, comprenderexperiencias donde las contradicciones hayan llegado a un puntoexplosivo y donde la organización contra-hegemónica exprese cla-ramente otro poder de referencia ineludible nos permite pensarmás allá de la coyuntura.

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NOTAS

1. Sobre las FARC-EP, el ELN y la historia de la guerra civil colombiana engeneral, hemos consultado una serie de materiales generales. Entre ellos:“FARC-ELN Evolución y expansión territorial”, Revista Desarrollo ysociedad, Universidad de los Andes, Colombia, 2001. Una amplia canti-dad de artículos se pueden encontrar enhttp://www.elortiba.org/farc.html una página web recomendable.También disponemos de una cantidad de entrevistas y documentales deautores no verificables o no conocidos por nosotros que se pueden encon-trar en la web, entre otras: http://www.youtube.com/watch?v=ZV0RErhE5Qkhttp://www.youtube.com/watch?v=rYZJTauUGXkhttp://www.youtube.com/watch?v=HPwubkNAoTkhttp://www.youtube.com/watch?v=Fnm7trO2Liwhttp://www.youtube.com/watch?v=xx0yyqs7X0ohttp://www.youtube.com/watch?v=hRx_W54AlPo2. Período entre 1930 y 1943 cuando la oligarquía terrateniente liberal res-tringió las libertades democráticas e intentó reconstruir un régimen eco-nómico y político altamente excluyente y asociado a Inglaterra.3. Tiempo a partir del cual la oligarquía liberal alcanzó a controlar todo elterritorio y eliminó a todas las oposiciones internas y de facción, estable-ciendo un sistema político homogéneo mediante el cual solo la elite inter-venía en las cuestiones de administración estatal. 4. Unos 5000 candidatos y militantes de la UP fueron asesinados desde1984. La Unión Patriótica surgió como una convergencia de fuerzas polí-ticas a raíz del proceso de negociación adelantado a mediados de la déca-da de 1980 entre el gobierno del presidente Belisario Betancur y el estadomayor de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC. En1984, y como fruto de esos diálogos, las partes pactaron varios compromi-sos sellados con la firma de los llamados “Acuerdos de La Uribe”. En ellosse estipuló el surgimiento de un movimiento de oposición como mecanis-mo para permitir que la guerrilla se incorporara paulatinamente a la vidalegal del país. Las condiciones que permitirían ese tránsito a la legalidadconsistían en un compromiso oficial para garantizar plenamente los dere-chos políticos a los integrantes de la nueva formación, y la realización deuna serie de reformas democráticas para el pleno ejercicio de las liberta-des civiles. En los años que van del 2004 hasta 2010 las cifreas del geno-cidio estatal y paraestatal colombiano alcanzan los 160000 muertos,32000 desaparecidos y más de 1000 masacres. Todas bajo el plan deSeguridad democrática inplementado por el Presidente Alvaro Uribe conmonitoreo y asesoramiento norteamericano e israelí.

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5. Para el ELN existe una reciente publicación con reportajes a comandan-tes de la guerrilla Camilistas. Vigencia de una tradición revolucionaria denuestra América, ed. El Colectivo-América Libre, Bs. As. 2009.6. El ELN también cobra impuestos en las zonas que controla.7. De la misma forma deberíamos pensar la tesis de E. P. Thompson sobrela formación de la clase obrera a través de la experiencia. 8. Ver E.J. Hosbsbawn, Naciones y nacionalismos desde 1780. EditorialCrítica, Barcelona, 1990. Ernest Gellner, Naciones y nacionalismo,

Alianza Universidad, 2001, Madrid.

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BALANCE EN TORNO A LA CONSTRUCCIÓN DE

ESTRATEGIAS POPULARES

Como planteábamos al principio de este ensayo autonomía es unconcepto que en la última década adquirió notoriedad en nuestropaís pero que tiene múltiples significados. Nosotros pretendemosaquí rescatar uno de ellos: la construcción de poder popular den-tro de una estrategia revolucionaria, sólo es tal si se articula con laautonomía de las organizaciones populares “sociales”. O sea, debe-ríamos concebir al poder popular como la materialización del“espíritu de escisión” de las clases oprimidas a nivel organizacio-nes de la sociedad civil. En ese sentido las fuerzas políticas antisis-tema deberían fortalecerse en ese camino y no subordinando orgá-nicamente a las organizaciones sociales. Dice el filósofo Rubén Drien polémica con Negri, Holloway, Foucault: “Los micro-poderes seencuentran englobados en mega-poderes, y así como hay queconstruir los primeros, también hay que construir los segundos.De la microfísica es necesario pasar a la macrofísica, no en formalineal sino dialéctica. Los pequeños poderes se encuentran englo-bados en mega-poderes. No hay paso lineal de unos a otros. Estosignifica que la lucha ya sea barrial, villera, campesina, en las cár-celes, en la escuela, en la familia, debe conectarse dialécticamentecon un lucha más amplia, que tenga como horizonte la totalidad”.

Para nosotros esta totalidad se relaciona con la organizaciónrevolucionaria y la construcción de un Estado de nuevo tipo (o detransición). Se debe mantener una perspectiva de construccióncontra-hegemónica de largo plazo. La organización existe comovanguardia del conjunto de forma dialéctica no por disciplina-miento estructural al partido dirigente. La autonomía de las orga-nizaciones populares de la nueva hegemonía es a la organizacióndirigente, algo así como la autonomía de las organizaciones de laburguesía es al Estado burgués. Para que un nuevo poder esté con-solidado y sea verdaderamente popular debe estar rodeado poruna red de organizaciones populares que garanticen la existencia

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de la nueva sociedad más allá del poder del nuevo Estado o del par-tido dirigente.

De lo contrario, ¿qué sucedería en el caso del aislamiento deuna construcción asentada en lo local y ante la falta de perspecti-vas nacionales y totalizadoras? Se alimentará de las contradiccio-nes y necesidades planteadas desde lo micro, entonces la estrate-gia del poder local deriva naturalmente en reformismo, en el inten-to de construir comunidades autónomas de poca incidencia en elnúcleo capitalista del poder, o a lo sumo, organizaciones que luegode muchos años de trabajo de hormiga minen las bases del sistemacapitalista y en ese trayecto aún ese horizonte se perderá y seríadifícil no caer en el oportunismo, en la integración o la disolución. Debemos poner énfasis en que en la propia Italia donde el autono-mismo tuvo su cuna, existe una génesis histórica que debe buscar-se en la historia de la lucha de los trabajadores italianos, tanto enlas luchas de los 60 y 70 como en las luchas de los consejos defábrica que, entorno al 20, protagonizó el propio Gramsci. Lasideas de autonomía obrera de los períodos anteriores devienen enla pos-modernidad en autonomismo no obrero. Pero si la luchaque tenía su eje en la fábrica mantenía a los militantes vinculadospermanentemente al conflicto de clases de la sociedad nacional, el“repliegue” a los márgenes permite alimentar la ilusión de “vivircon nuestros propios códigos por fuera de la sociedad capitalista”.

Es decir, perder el horizonte del conflicto estructural del siste-ma ya no visto como la disputa por la propiedad de las riquezasmateriales. Creemos que los planteos posmodernos son conse-cuencia de la derrota política militar e ideológica de la década dellos ochenta y noventa y son la otra cara de la moneda del avance dela globalización y el neoliberalismo. Y esta hipótesis es sustentadapor las mismas fuentes inmediatas de donde surgen las ideas pos-modernas (y sus continuadoras más o menos maquilladas), el posestructuralismo, el giro lingüístico, la teoría de los movimientossociales y todos los nuevos paradigmas que corren el foco de aten-ción de la dominación a la diferencia, de los conflictos nacionalesy de clase hacia las reivindicaciones de múltiples actores, de latotalidad a los fragmentos, etc.

En nuestra concepción de autonomía, que rescatamos en estetrabajo como reflexión crítica de experiencias políticas revolucio-

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narias anteriores, el concepto lo pensamos desde la perspectiva dela autonomía de clase. De esta base comprendemos que las críticasal socialismo que sustentan al autonomismo no deben ser desoí-das. Es concreto para nosotros que la lectura del Qué hacer hechabajo la momia de Lenin deshistorizó su pensamiento y produjo uncatecismo organizativo que llevo al debilitamiento de los procesosrevolucionarios a través del absolutismo del partido o del Estado.Pero esto no implica que dudemos de la necesidad de políticasnacionales y organizaciones que expresen la construcción de van-guardia.

Decía Gramsci que “esta unidad de la espontaneidad y la direc-ción conciente, o sea, de la disciplina, es precisamente la acciónpolítica real de las clases subalternas en cuanto a política de masasy no simple aventura de grupos que se limitan a apelar a lasmasas”. Es lo que nosotros llamamos el salto de lo meramente eco-nómico a lo político, que sólo sucede y se consolida como tal con laexistencia de organizaciones políticas cuya esencia sea el desplieguede la política nacional de las clases oprimidas. Es decir de una“voluntad colectiva nacional popular” con hegemonía revoluciona-ria.

En realidad existen y existieron un sinnúmero de fuerzas que seplantearon transformarse en esta herramienta. La mayoría nopasaron de ser “grupos que se limitan a apelar a las masas”.Existen muchas razones que podrían explicar estos fracasos; pero,para nosotros existe un punto de acumulación política originariaque permite pasar de la marginalidad a ser una organización concapital político propio. Esta acumulación originaria está directa-mente vinculada a la construcción de poder popular y a la capaci-dad de ser la referencia política de esa resistencia de masas queintuye la necesidad de lo nuevo. No son sólo recursos económicoso poder de fuego, ni siquiera conocimiento y prestigio entre lasmasas (Montoneros tenía un prestigio enorme y no sobrevivió). Esla red de organizaciones de la sociedad civil que sirven tanto debase como de retaguardia, pero que también son ellas mismas con-tra-hegemónicas, más allá de la organización misma.

O sea, esta acumulación originaria se relaciona directamente,con la necesidad de que una organización revolucionaria quepueda subsistir en el tiempo exprese a una parte de la sociedad que

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posea valores políticos y culturales y perspectivas de vida distintasa las hegemónicas o en combate con ellas. Siguiendo al MST deBrasil, podemos decir que una organización revolucionaria se des-arrolla como parte de una Revolución cultural. ¿Qué es esto para elMST?: “Una revolución cultural deberá ser (un) nacimiento orenacimiento doloroso, para al mismo tiempo en que resistimos alcapitalismo, instalamos un nuevo orden territorial con elementosque no muden solo las apariencias, sino también la esencia delmodo de producir una existencia personal y social de las comuni-dades campesinas”, una construcción contra-hegemónica quedebe evitar los riesgos de integrase y resignificarse funcionalmen-te al sistema, por lo tanto se deberá trabajar en “radicalizar las con-tradicciones para garantizar el avance del MST”.

De esta forma la lucha local va de la mano tanto de la genera-ción de nuevas relaciones humanas internas como de la construc-ción de una organización para hacer la revolución política enBrasil. Aunque “teóricamente una revolución cultural solamentesería posible o tendría viabilidad con posterioridad a la toma delpoder por la clase trabajadora, para así rectificar determinadasdeformaciones adquiridas antes o durante el proceso revoluciona-rio, en vistas a la implantación del socialismo. (…) podríamos decirque la revolución cultural sería una revolución dentro de la revolu-ción (...) estando ya con el poder hegemónico en nuestras manos”1.Polemizando con la idea de que el poder local puede realizarsecomo revolución integral, el MST considera que el desarrollo com-pleto de la revolución cultural es un proceso que solo terminarádespués de la toma del poder. En definitiva, entendemos como unacultura popular (lo mas ampliamente definida en el sentido de larevolución cultural) que se exprese en una red de organizacionespropias, diferentes y antagónicas con las tradicionales. Es aquídonde se ha pasado el umbral de acumulación política originaria.

Es en este punto donde entrana tallar los “núcleos de buen sen-tido” de los que hablaba Gramsci. El encontrar puentes entre lasorganizaciones políticas que pretenden alcanzar el estatus de revo-lucionarias y el sentido común de las masas es lo que permite dis-putar la hegemonía y abrir caminos para la generación de contra-hegemonía. Sobre este punto escribía Gramsci que “existe, pues,una multiplicidad de elementos de dirección conciente en estos

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movimientos (económicos, espontáneos, de base, etc., aclaramosnosotros, pero ninguno de ellos es predominante ni sobrepasa elnivel de la conciencia popular de un determinado estrato social,del sentido común, o sea de la concepción del mundo tradicionalde determinado estrato”. Recordemos que la visión del mundo delas clases subalternas forma para el italiano una concepción frag-mentaria, disgregada, con mezclas de tradiciones antiguas, prácti-cas propias de clase e ideas dominantes, pero no constituyen unaconcepción orgánica que permita que las respuestas espontáneasse transformes en crítica total. Reconocer en tradiciones, valores,identidades populares, elementos que sirvan de base para unir el“sentir y el saber” y para darle a ese saber sentido y a ese sentirproyección. Esta es una tarea de acumulación política originariaque permite pasar de la marginalidad radicalizada o de la integra-ción periférica a la creación de poder popular y la política revolu-cionaria.

Es necesario para colaborar con la creación de poder popularpor parte de una organización política trabajar con audacia en lascrisis y resistir consolidando en los momentos de tranquilidad. Enlos momentos de distensión fue cuando las guerrillas colombianasmás crecieron. Pero debemos aclarar, hay crisis parciales, que sóloafectan un aspecto de la hegemonía pero que permiten acumularen diversos terrenos y frentes en momentos diferentes. Una crisisen el ámbito gremial no debe ser vista como una crisis revolucio-naria que nos acerca linealmente al asalto al poder, sin dudas esuna trinchera de combate, más importante que otras, pero depen-de de la relación de fuerzas y de la solidez de la hegemonía del blo-que dominante la posibilidad de un salto a partir de conflictos sec-toriales. Como dijimos antes, las trincheras son muchas amplias ysu dispositivo es profundo. Habiendo superado el límite de la acu-mulación de fuerzas originaria, la existencia de poder populardeberían tender a manifestarse en doble poder, en situacionespolíticas, sociales, económicas, culturales o militares concretas ycapaces de existencia institucional.

Lo dicho nos permite pensar en la idea de poder popular y dedoble poder como la base para la generación de condiciones con-tra-hegemónicas en el marco de una guerra popular de largo plazodonde la conquista de espacios, en éste caso territoriales y sociales

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no institucionales (o parte de una nueva institucionalidad), permi-tiera darle a los revolucionarios perspectivas más acá del asalto alpoder y contemplando los flujos y reflujos con que se desarrolla lalucha de clases. Sería dar la “guerra de posiciones” propuesta porGramsci barrio por barrio, fábrica por fábrica, frente por frente,articulada en una estrategia nacional y galvanizada por un partidou organización en el rol de “intelectual colectivo” propio2, idea queno está muy lejos de la esbozada por Santucho en Poder burgués,poder revolucionario. En esta lucha los espacios institucionales enel viejo Estado sirven pero sólo en tanto sean producto de una polí-tica clara que no confunda a los oprimidos generándole falsasexpectativas en gobiernos reaccionarios o integrados y sean pues-tos en función del fortalecimiento y la construcción del poder dual.El caso de Venezuela es hoy (2009) el eje del debate en torno a estacontradicción.

Si leemos y vemos las prácticas y escritos de los revolucionariosargentinos de las décadas pasadas, la asunción de esta integralidaden los diferentes planos, donde todos son definitorios en la peleapor el poder, solo lo estaba en el discurso. La complementaciónentre las necesidades simultaneas de obtener legitimidad, cons-truir contra-hegemonía, construir poder y sostener los objetivosestratégicos, es algo que los revolucionarios del siglo XX no alcan-zaron a resolver con claridad. Y esto fue definitorio en su derrotacuando la complejidad de la ofensiva enemiga alcanzó todos losámbitos de la vida social. Esto se relacionó, entre otras cosas, conlos déficits con que abordaron su herramentación conceptual parala interpretación de la realidad y la historia: los déficit y oscurida-des del marxismo de la tercera internacional y el nacionalismo delos movimientos de liberación. Si en la articulación entre coercióny consenso está la clave de la dominación política de la burguesía(y ésta siempre lo tuvo claro), para las organizaciones revoluciona-rias la construcción de herramientas que articularan la coercióndesde la vereda de los trabajadores solucionaba el problema delconsenso y del poder, atajo que dejaba de lado o pasaba a un planosecundario el impulso de políticas destinadas a generar una con-tra-hegemonía capaz de darle base en el largo plazo al propio pro-yecto.

Muchos temas relacionados directamente con lo tratado en este

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trabajo quedaron en el tintero, otros apenas fueron presentados.Es nuestra intención introducir estos problemas como los centra-les a la hora de la lucha política para que la lucha popular puedasedimentar en mejores y superiores experiencias, superando lamera contestación, resistencia y testimonio. Sin duda cuestionescomo el rol de la vanguardia y el balance de experiencias en tornoa ese tema; la cuestión nacional, la violencia revolucionaria y reac-cionaria entre otros son parte de este debate y no nos hemos dete-nido en ellos en estas páginas. Quedarán para los debates, contes-taciones o enriquecimientos que vengan. Las experiencias quehemos tomado como ejemplo están sometidas a las vicisitudes,idas y vueltas de la historia y de los hombres que las encaran. Poreso consideramos que la transitoriedad es parte de cualquier expe-riencia política humana. No hay balances permanentes sino balan-ces históricos de acuerdo a las preguntas que nos hacemos respec-to a los problemas que nos interesan. Por último insistimos que losactuales procesos de Venezuela y Bolivia merecen una atenciónespecial que en este trabajo no hemos podido darle, ya que sudevenir se relaciona directamente con el tema del poder, el socia-lismo, la hegemonía y la capacidad de los oprimidos de darle suimpronta al proceso político. Y en esto radica el concepto “estrate-gias populares” y poder popular: en la capacidad de los oprimidosde existir como clase que hace historia.

El debate central en el que buscamos intervenir y que orientaestos apuntes busca poner en el centro de nuestra reflexión el temadel poder. Poder para qué y para quién. El poder como algo que segenera en el seno de las relaciones sociales y que no puede serignorado por las organizaciones de las clases oprimidas. El podercomo algo más complejo que “una cosa que esta en un lugar”, peronecesario de comprender e identificar para que podamos llevaradelante la transformación social. Por ello hablamos de poderpopular que será un poder sobre las clases opuestas al cambio, elpoder capaz de dirigir herramientas que permitan el progreso eco-nómico, social y cultural de nuestro país y Latinoamérica. Unpoder que será vía hacia la libertad e igualdad para las clases opri-midas y garantía de hacer real la soberanía nacional.

Guillermo Martín Caviasca, 2009

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NOTAS

1. “Fundamentos de la revolución cultural” Además Bogo, Bahia, Abril2000.2. “Esta unidad de la espontaneidad y la dirección conciente, o sea, de ladisciplina, es precisamente la acción política real de las clases subalternasen cuanto a política de masas y no simple aventura de grupos que se limi-tan a apelar a las masas”.

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Este libro se terminó de imprimir enfebrero de 2011 en los talleres de laCooperativa Gráfica El Río Suena