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    La noción de exclusión social: conversando con Castel, Brugué y

    otros

    Por: Kevin Evandro Sánchez SaavedraAntropólogo social

    [email protected]

    Introducción

    El presente ensayo fue escrito hace cuatro años como trabajo final del curso virtual

    “Pobreza urbana, exclusión social y políticas sociales en la sociedades complejas”. Para

    aquel momento, el curso resultó ser mi introducción a nuevas lecturas.

    Resulta una reflexión a partir de algunos autores que han tratado el concepto de exclusión

    social1 en el contexto urbano, las similitudes y diferencias respceto a sus usos entre Europa

    y América Latina o el uso que puede tener para tratar la realidad de la migración

    internacional o el refugio.

    Más que estar asociado a un caso de estudio particular al nivel nacional, resulta una

    reflexión que generaliza hacia nuestros países, pero que espero pueda despertar el interés de

    la discusión frente a fenómenos nacionales actuales como: el aumento de la desigualdad, la

    inseguridad, la migración internacional y la xenofobia.

    Más allá de lo económico

    Si uno de los fenómenos que ha venido en aumento, durante las últimas décadas, es la pobreza urbana en América Latina, las preguntas que saltan a la vista es: ¿Por qué esto

    ocurre? ¿Qué lo provoca? ¿Cómo ocurre? Frente a estas interrogantes, la pobreza es la

    manifestación de desigualdades que se agudizan cada vez más. También en muchas

    1 Es importante aclarar que el mismo fue escrito antes de la publicación de Sainz y Mora (2007).

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    ocasiones, es el motor de injusticias y violaciones de derechos fundamentales establecidos

     para toda la humanidad.

    La pobreza es, sobre todo, consecuencia de una serie de factores, que van más allá de la

    simple medición de los ingresos o del consumo. El concepto de exclusión social posibilita

    un acercamiento cualitativo a las realidades de pobreza, pues explícitamente invita a

    conocer lo no cuantificable.

    A pesar de las críticas que se le han hecho, como lo sugirió Alicia Ziccardi, en su

    “introducción a la noción de exclusión social”, dentro de aquel curso virtual, incorpora

    dimensiones no económicas al fenómeno de la pobreza. Incorpora el análisis profundo y

    encadenado de las razones por medio de las cuales ésta se manifiesta. Ofrece pistas pararesponder a las interrogantes colocadas en el primer párrafo de estas reflexiones.

    ¿Y qué dice Castel?

    El principal crítico de la noción de exclusión social, es Robert Castel (1997 [1995]). Castel

     prefiere hablar de desafiliación como un concepto alternativo al de exclusión, considerando

    que este último se ajusta más a ese fenómeno de precarización y flexibilización laboral,

    resultado de la autonomización del mercado.

    Este autor considera que la utilización del concepto de exclusión social es una trampa,

     porque intenta abarcar fenómenos diversos, borrando así las especificidades de cada uno.

    Lo que actualmente ocurre es que no se podría hablar directamente de personas excluidas e

    incluidas porque la realidad actual demuestra que aquellos que se encuentran dentro del

    mundo laboral tienden cada día a ser menos estables en sus puestos de trabajo y a tener

    menos control sobre los riesgos que esto presenta. Los que en algún momento tenían sus

     puestos de trabajos y, emocional y culturalmente, asegurado el futuro de sus vidas, ahora

     presentan una alta vulnerabilidad. Es un fenómeno que llama la “desestabilización de los

    estables”.

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    Unido a lo anterior, Castel considera que la noción de exclusión tiende a ver de manera

    autónoma situaciones sociales que sólo pueden ser analizadas si se ubican como procesos.

    En otros términos, aunque la exclusión son los estados en los que se encuentran aquellos y

    aquellas fuera de los intercambios sociales, tal aseveración es únicamente una orientación

    inicial hacia los problemas que deben ser analizados. En realidad, dichos estados son el

    resultado de diferentes trayectorias. Porque para Castel, de seguro hablando desde su

    realidad europea y francesa, en particular, los “sujetos sociales” no nacen excluidos ni

    nunca lo han sido, en términos generales ( Las trampas de la exclusión social ).

    La diferencia con América Latina

    Este análisis que expresa Castel, sobre el contexto en que se inserta la idea equivocada,según él, de exclusión, me sugiere volver a una pregunta que nos hizo Alicia Ziccardi, y

    que decía: “¿Cuáles son los actores y los procesos que definen actualmente la exclusión

     social y de qué manera se vinculan o no con el concepto de marginalidad desarrollado en

    la década de los sesenta?”  En relación con lo expuesto por Castel, quisiera mencionar

    varios supuestos que seguro deben ser ampliados o repensados en otro espacio.

    Considero que de lo que habla Castel es de un fenómeno que desde las décadas de 1950,

    1960 y 1970, empezó a vivir América Latina. La precarización laboral y la flexibilización,

    resultan en cierto sentido, un fenómeno que nació desde América Latina como resultado,

     primero, del rápido y decadente proceso de industrialización de nuestros países y luego, del

    establecimiento de políticas neoliberales y el desarrollo del fenómeno de la globalización

    económica, que ha conducido a trasladar desde países desarrollados, grandes industrias

    manufactureras y de servicios, con el fin de abaratar los costos de estas industrias, a través

    del salario diferencial.

    Desde América Latina, la población no calificada, que viajó a las ciudades tras las ofertas

    de trabajo, por la industrialización o por el polo de servicios (que es nuestro caso), y que

    resultó desempleada, afrontó ese fenómeno de precarización laboral o desempleo a través

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    de redes de solidaridad familiar y empleo informal, como hasta la actualidad continúa

    sucediendo.

    Para el caso de Europa, los empleos informales, sobre todo la venta ambulante de bienes y

    servicios, representaba una solución de trabajo para pocas personas, tomando en cuenta que

    las ofertas de empleos estables eran amplias, en comparación con aquellas de los países

    latinoamericanos.

    La posibilidad de un empleo estable y bien remunerado en Europa, condujo, en términos

    generales, a que los jóvenes y personas pudieran optar por una vida mucho más

    individualizada. Debido a ello, era común encontrar a hijos e hijas, en edades productivas

    tempranas, viviendo separados de sus padres, en sus propias viviendas o apartamentos. Laseguridad que generaba el empleo estable y bien remunerado posibilitó esa separación

    temprana de los padres, esa independencia emocional y material de lazos familiares.

    Una situación totalmente opuesta en América Latina, donde la escasez de empleo o la

     precarización del mismo como producto de la gran demanda salarial, abiertamente

    conllevaba una dependencia del fortalecimiento de lazos familiares y redes de solidaridad

     para procurarse la sobrevivencia. Optar también por creativos empleos informales,

     principalmente dentro del sector servicio.

    Ese fenómeno de precarización y flexibilización laboral que paulatinamente se fue gestando

    en América Latina, producto de la gran demanda laboral originada por la industrialización y

    la migración campo-ciudad, durante las décadas de 1950, 1960 y 1970, fue lo que produjo

    masas marginales en las ciudades metropolitanas latinoamericanas. De este fenómeno es

    que se plantea la noción de marginalidad.

    Dicho sea de paso, resulta un error considerar, como nos los dice Pilar Monreal (1996), que

    esta masa marginal urbana era un sector social que no cumplía ningún rol en el proceso de

    acumulación del capital. Todo lo contrario. Esta población marginal urbana, empobrecida,

     jugaba y juega un importante papel porque es utilizada por el capital para abaratar “los

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    costes salariales de los obreros empleados y para controlar y reducir la capacidad de

    acción, reivindicación y resistencia de los trabajadores, segmentan los mercados laborales

     y, en definitiva, contribuyen a aumentar el control y el poder que las clases dominantes

    ejercen sobre el trabajo”2. 

    El concepto de marginalidad, que surge desde América Latina, y el de exclusión social,

     principalmente utilizado en Europa, tienen sus puntos de encuentros en fenómenos sociales

    relacionados con el impacto del desarrollo del capitalismo en las condiciones de empleo.

     No obstante, la principal compensación de la situación de desempleo en Latinoamérica,

    durante las décadas de 1960 y 1970, no solamente fue el creativo desarrollo del empleo

    informal, las redes de solidaridad y el valor de los lazos familiares, sino también lainfluencia de las luchas revolucionarias y el pensamiento latinoamericano crítico, marxista,

    sobre el estado de bienestar. Además, del reconocimiento que había de que las políticas

     públicas y sociales tenían un carácter universal, en el sentido de que debería estar destinada

    a todas las sociedades.

    En cambio, uno de los fenómenos desde donde se reconoce la generación de exclusión

    social, es precisamente el debilitamiento del estado de bienestar, la pérdida del carácter

    universal.

    El turno de Brugué, Goma y Subirats

    Aunque también resulta una diferencia sustancial todos aquellos aspectos que mencionan

    Quim Brugué, Ricard Goma y Joan Subirats (2002), que presentan como retos para las

     políticas públicas del Estado (español).

    Brugué y sus colegas consideran que en su contexto actual existen por lo menos tres

    factores que condicionan la exclusión social. Serían, además del impacto que puede tener la

    2 Cita procedente de la Gazeta de Antropología: www.ugr.es/~pwlac/G12_13Recensiones.html (03.03.2006).  

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    economía posindustrial en el empleo, la fragmentación tridimensional de la sociedad  y el

    déficit de inclusividad del Estado de bienestar .

    •  En cuanto a la fragmentación tridimensional de la sociedad, esta ocurre en torno a la

    diversificación étnica —producto de las migraciones de países empobrecidos—; la

    alteración de la pirámide de edades y la pluralidad de formas de convivencia

    familiar, sobre todo el incremento de familias monoparentales.

    •  En torno al impacto de la economía posindustrial sobre el empleo, aún cuando

    resulta posible que ofrezca nuevas oportunidades, en general se observa “un

    desempleo juvenil de nuevo tipo, estructural y adulto de larga duración; trabajos de

     baja calidad sin vertiente formativa; y empleos de salario muy bajo y sin cobertura

     por convenio colectivo”.•  Por su parte, en referencia al déficit de inclusión del estado de bienestar, el

    fenómeno se manifiesta en torno al incremento de las fracturas de ciudadanía (fuera

    de la seguridad social y la educación) y la segregación en ciertos mercados de

     bienestar (poco acceso a viviendas y a la tierra).

    Exclusión social en el contexto de la migración o el refugio

    Resulta importante la mención que estos autores hacen sobre el impacto combinado que

     pueden tener estos factores sobre poblaciones determinadas, como es el caso de los

    inmigrantes, sobre todo aquellos que se encuentran “sin papeles”. En este contexto de la

    exclusión social, el trabajo precario, en el mundo desarrollado, parece ser mayormente

    desempeñado por inmigrantes sin documentos, las minorías étnicas, así como por los más

     pobres. El acceso a las ventajas que permitieran su transformación en ciudadanos ha sido

    limitado (Vite, 2006).

    Desde mi experiencia en la investigación sobre el fenómeno de la migración y el refugio

    (Sánchez Saavedra 2007, 2008), la visión de todo este marco político, socioeconómico y

    cultural en que se enmarcan los procesos de exclusión social, resultan fundamentalmente

    importantes para entender las razones por medio de las cuales las personas de los países

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    latinoamericanos toman la opción de irse hacia países desarrollados, como por ejemplo,

    Estados Unidos o Europa.

    De igual manera, funciona para entender las reacciones de rechazo, xenofobia,

    discriminación y explotación de estas poblaciones en los países de destino. Los jóvenes, por

    las condiciones laborales precarias, el desempleo o itinerarios laborales inestables, la no

    inclusión dentro de la seguridad social, el poco acceso a la vivienda, entre otras condiciones

    de la exclusión social, son expulsados de sus países hacia aquellos desarrollados, que tras

    los imaginarios de estilos de vidas americanos o europeos, intentan procurarse su propia

    sobrevivencia y de sus familias, utilizando las redes transnacionales.

    En tanto, en los países de destino, donde se han gestado también procesos de desafiliación,las condiciones laborales y económicas no son las mejores, estando incluso las clases

    medias más vulnerables a riesgos de desempleo y vidas precarias. La competencia por el

    empleo, se vuelve cada vez mayor y los inmigrantes resultan entonces una amenaza a la

    vida social, que ya ha sido desestabilizada por la crisis que sufre la misma sociedad del

    trabajo. En este contexto, son entendibles las reacciones de rechazo, xenofobia y

    discriminación.

    Por su parte, en el debilitamiento del Estado de bienestar, los inmigrantes son reconocidos

    como una amenaza para la ya degrada seguridad social de los países desarrollados. Muchos

    gobiernos de países receptores de inmigrantes, junto con los medios de comunicación, no

    vislumbran el problema de desestabilización de la seguridad social como producto del

    acaparamiento de ésta mediante el mercado, sino que intentan culpar a los inmigrantes. Un

    hecho que resulta muy familiar en nuestros países también.

    En tan solo estos dos contextos, laborales y de seguridad social, los inmigrantes presentan

    un problema mucho más grave de ciudadanía. No ocupan un espacio como ciudadanos en

    sus países, ni tampoco en los países receptores. Se insertan en nuevas dinámicas sociales

    que se denominan, según Carlos Sandoval (2007), el tercer espacio. Frente a esta realidad,

    los países y aquellos interesados en la búsqueda de soluciones duraderas para el fenómeno

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    de la migración y el refugio, se encuentra presente el reto de la incidencia política que

    impulse políticas sociales creativas.

    El fenómeno de la migración latinoamericana hacia los países desarrollados del Norte y

    Europa, presenta para los científicos sociales un reto importante, porque en cierto sentido es

    un resultado de esa anomia que enfrenta la sociedad en la actualidad. Sin embargo,

    igualmente nos enfrenta al mismo fenómeno, pero en el contexto de nuestros propios países

    y su desarrollo, como es nuestro caso.

    Bibliografía

    Brugué, Quim, et. al. 2002. “De la pobreza a la exclusión social: nuevos retos para las políticas públicas”. Revista Internacional de Sociología (RIS), Tercera Época, N° 33,

    Septiembre-Diciembre, pp. 7-45.

    Castel, Robert 1997 (1995).  La metamorfosis de la cuestión social: una crónica del

    trabajo asalariado. Ed. Paidós, Buenos Aires,

    Monreal, Pilar 1996.  Antropología y pobreza urbana. Los Libros de La Catarata, Madrid.

    Pérez Sainz, Juan P. y Minor Mora Salas (2007). La persistencia de la miseria en

    Centroamérica: una mirada desde la exclusión social. FLACSO, San José, 275 pp.

    Sánchez Saavedra, Kevin E. 2008. “Migración y refugio en Panamá”. Revista Encuentro,

    Managua, Año XL, Nº 80, pp. 97-107.

     __________________ 2007. “Migración transfronteriza indígena en Darién,

    Panamá”. Revista de Estudios Centroamericanos, San Salvador, Nº 699-700, enero-febrero,

     pp. 63-87

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    Sandoval García, Carlos 2007. “Algunos retos de la investigación de las migraciones,

    reflexiones desde Costa Rica”. Revista de Estudios Centroamericanos, San Salvador, Nº

    699-700, enero-febrero, pp. 143-149.

    Vite P., Miguel A. 2006. “Estado, globalización y exclusión social”. México,

    Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, pp. 9-26. Revisado en:

    http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/267/26702502.pdf (25.9.2006)