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  • Fondo Editorial del Pedaggico San Marcos

    de la

    ESTADOFORMACIN del

    ARQUEOLOGAHenry Tantalen

    EL CASO DE LA CUENCA NORTE DEL TITICACA

  • ArqueologA de lA formAcin del estAdoel cAso de lA cuencA norte del titicAcA

  • Henry Tantalen

    ArqueologA de lA

    formAcin del estAdo

    el cAso de lA cuencA norte del titicAcA

    Fondo Editorial del Pedaggico San Marcos

  • Arqueologa de la formacin del Estado. El caso de la cuenca norte del Titicaca

    Henry Tantalen

    Asociacin Fondo de Investigadores y Editores - AFINED Jr. Pablo Bermdez 285, Of. 405 - Jess Mara, Lima - Per Email: [email protected]

    Telf: 330-0429

    Para su sello: Fondo Editorial del Pedaggico San Marcos

    Diseo y diagramacin: Asociacin Fondo de Investigadores y Editores

    Primera edicin, octubre 2008

    Tiraje: 500 ejemplares

    Registro del Proyecto Editorial: 31501130800367Hecho el depsito legal en la Biblioteca Nacional del Per: 2008-09996ISBN: 978-603-45185-7-5

    Prohibida la reproduccin parcial o total sin autorizacin del autor o de la editorial.

    Impreso en el Per / Printed in Peru

    Esta obra se termin de imprimir en el mes de octubre, en los talleres grficos de la Asociacin Fondo de Investigadores y Editores (AFINED), Lima-Per.

  • Dedicado a mi mami, Mnica, por su capacidad para sonreirle siempre a la vida.

  • Por eso, he de osarlo todo sin tomarme nunca un descanso. No permanezcamos mudossin querer realizarnos por entero!No nos sometamosen silencio y temoral yugo humillante,pues nos quedan el deseo,la pasin y la accin!

    (Karl Marx. Poema escrito cuando era estudiante universitario en Berln)

  • Contenido

    Prlogo desde Barcelona 13

    Prlogo desde Lima 15

    Prefacio a la primera edicin 19

    Prefacio a la segunda edicin 23

    Introduccin 29

    ArqueologA de lA formAcin del estAdo

    el cAso de lA cuencA norte del titicAcA

    I. Entre el cielo y la Tierra: las concepciones

    filosficas-polticas acerca del Estado 33

    Sntesis histrica 38

    Las concepciones filosfico-polticas idealistas 40

    El puente filosfico 56

    Las concepciones filosfico-polticas materialistas

    acerca del Estado 58

    Comentarios 68

    II. En el jardn de los senderos que se bifurcan: los modelos

    antropolgicos y arqueolgicos acerca de la formacin

    del Estado prehistrico 71

    Por qu y cmo surge el inters por explicar el Estado.

    Un poco de historia 71

    Modelos idealistas acerca del Estado prehistrico 78

  • Modelos materialistas acerca del Estado prehistrico 117

    Comentarios 145

    III. En busca del tiempo perdido: una historia de las

    investigaciones arqueolgicas en la cuenca norte

    del lago Titicaca 149

    Ubicacin y descripcin de la cuenca norte del Titicaca 152

    La abstraccin sobre la realidad: una reconstruccin

    arqueolgica ideal 159

    La (re)produccin del discurso arqueolgico en la

    cuenca norte del Titicaca y su relacin con el contexto

    socioeconmico y sociopoltico 164

    Comentarios 220

    IV. El Felino en la Roca: una representacin arqueolgica

    materialista histrica de la formacin del Estado en la

    cuenca norte del Titicaca 225

    V. A modo de conclusiones finales 267

    Referencias bibliogrficas 271

  • Prlogo desde Barcelona

    Este trabajo que ahora se hace pblico, y que escapa del sobrevalorado circuito de las universidades, est alentado por la misma pasin que gui la mano de Marx en sus poemas adolescentes y por su necesidad posterior de actuar en sociedad mediante una capacidad analtica y una posibilidad realista rigurosamente fun-damentadas que le mantuvieron en pie durante sus aos de miseria en Londres. Aquellos mismos estandartes acompaan este anlisis del Estado, que tiene como compaera la accin consecuente. Al igual que aquel joven entusiasmado con el objetivo de cambiar las cosas, Henry tropez con las dificultades del extranjero mal tratado en este primer mundo de fruslera que es la Europa de los tratados autistas, de la doble moral y las palabras desencaminadas interesadamente.

    El trabajo que tengo el honor de presentar se caracteriza, en primer lugar, por su perspectiva marxista y, en segundo, por su no alineacin dentro del campo de las diferentes propuestas de esta escuela de la vida. Este aparente distanciamiento le otorga un punto de vista alejado de manidos vasallajes y le permite tratar la voz y los actos de los maestros con el mismo criterio que al resto de las voces y los gestos que se ocuparon de su tema de estudio: el Estado.

    Como bien anuncia en la introduccin, todo surgi de la contradiccin ob-servada arqueolgicamente entre la materialidad social de la cuenca norte del lago Titicaca y la representacin que hacan los investigadores de este rea de estudio y de este oficio un ejemplo relevante del desajuste entre materia e idea. Ahora bien, este origen concreto no debe llevarnos a engao, pues la necesidad de ajustar materia e idea en Pukara recorre el mismo camino que otros itinerarios estatales y se puede reconocer igualmente en nuestra sociedad actual. El deseo de simplificar los elementos del laboratorio y de eliminar los ruidos superfluos en el anlisis le llevaron a remontar milenios con el objetivo de contemplar, lo

  • 14 Henry tAntAlen

    ms ntidamente posible, los orgenes de la explotacin social, el verdadero inte-rs de este trabajo. El origen de todos los males constituye, por su capacidad de reproduccin, el tema que ms ha provocado a las conciencias y ms sufrieron los cuerpos. Parece que continuamos viviendo en aquel origen.

    Henry no pretende dar con una explicacin del Estado, otra ms, sino que nos pone en el camino y nos recuerda el recorrido de la nocin a travs de la historia. Escapando a la divisin de saberes contempornea, se las ve con lo que ahora llamamos filsofos, economistas, antroplogos y arquelogos, todos ellos estadistas en conciencia, aunque la mayora no fueran hombres de Estado. Ese campo de la idea y sus razones es interpretado como resultado material de cada momento histrico, y ah se detiene intencionadamente a observar la carga ideolgica que conlleva el ritmo econmico y poltico impuestos en su disciplina, en la historia y en su pas.

    Al final nos presenta lo que llama acertadamente una representacin materialista histrico-dialctica del desarrollo econmico y poltico de las sociedades que los arquelogos denominamos Qaluyu y Pukara. Con ello cierra el bucle arqueolgico del origen del trabajo y nos anima a desenmascarar las ideologas que, a la inversa de lo real, anuncian y luego recubren los hechos de la historia.

    Sabedor de que el sustento marxista, las fuentes de su interpretacin, siguen siendo todava ms fuertes que el anlisis concreto de la materialidad social de aquellas sociedades tan manipuladas por los arquelogos, Henry nos propone para un futuro prximo dar cuenta ms de cerca todava de los restos de El Felino en la Roca1 , sin que medien representaciones condicionadoras y subvirtiendo vicios arqueolgicos. Seguro que lo lograr.

    Vicente LullDepartamento de Prehistoria

    Universidad Autnoma de Barcelona

    1 Aqu, Vicente Lull hace referencia al ttulo original con que este texto fue presentado como tesis de maestra, asesorada por l mismo, en el ao 2002, en la Universidad Autnoma de Barcelona. El ttulo completo era El Felino en la Roca: la formacin del Estado prehispnico en la cuenca norte del Titicaca. El Felino en la Roca es una metfora que explica los planos filosficos, polticos y empricos que aborda este trabajo. De entre estos planos, resaltamos el que se relaciona con la conviccin que tienen algunos pobladores actuales de la zona alrededor del sitio arqueolgico de Pukara, para los que el cerro que sirve como marco de este asentamiento prehispnico tiene forma de un felino recostado sobre un lado de su cuerpo.

  • Prlogo desde Lima

    El presente libro corresponde a una nueva etapa de hacer Arqueologa en el Per, etapa que tiene sus cimientos en el ltimo lustro del siglo pasado con la refor-mulacin, por parte de diferentes colectivos, de lo que deberan ser los contenidos de una arqueologa autodenominada como social. No es, pues, que esta etapa se inicie de una manera cronolgica por tratarse de los albores del siglo XXI, ni que est representada por los avances de aplicaciones metodolgicas y tcnicas, ni que se inserte dentro de las posturas crticas postmodernas y transmodernas tan de moda hoy en da, y que, adems, corresponden a una crtica renovada de las teoras derivadas de la ciencia positiva aplicadas a las Ciencias Sociales. La arqueologa social ha tenido un derrotero diferente y sus crticas al procesualismo en arqueologa y otras tendencias positivistas en Ciencias Sociales tienen ya una historia de ms de tres dcadas.

    La arqueologa social, a finales del siglo XX, recibi desde su interior crticas de reformulacin, principalmente propuestas desde colectivos conformados por arquelogos jvenes y no tan jvenes de lo que podramos llamar una segunda, y hasta tercera, generacin de arquelogos sociales.

    Estas reformulaciones se pueden nuclear bsicamente en dos aspectos, uno afirmativo y otro complementario. Las propuestas afirmativas corresponden a confirmar que la arqueologa social debe embarcarse en proyectos de investiga-cin, cuyos ejes temticos no dejen de comprender la integralidad de las Ciencias Sociales, pero que aborden aspectos especficos de estudio relevantes con la teora y leyes propuestas desde las generalizaciones ms importantes del materialismo histrico y dialctico. Uno de esos temas relevantes y de acuciosa importancia, no slo para el momento actual, sino que pertenece al orden estructural, es el Estado. Este libro contiene, pues, como tema principal, uno de los aspectos ms

  • 16 Henry tAntAlen

    relevantes que como tema de estudio se debe plantear desde la Arqueologa social: el Estado.

    El estudio arqueolgico del Estado, tal y como est planteado desde las pers-pectiva de este libro, se compenetra en un riguroso cumplimiento de los aspectos ontolgicos, epistemolgicos y valorativos de la arqueologa social. Es decir, sin abandonar el rigor cientfico, desde una propuesta dialctica, aborda el tema del Estado no solamente para satisfacer nuestra curiosidad sobre cmo funcionaron y se concretaron las experiencias estatales del pasado en el rea altiplnico, sino que aborda las generalizaciones ms importantes sobre las caractersticas de la sociedad estatal y el aparato estatal, convirtindolo en un libro cuyos alcances tambin son para el presente y permiten poder comprender las caractersticas or-gnicas del Estado, cualquiera haya sido su concrecin en los niveles temporales y espaciales. No es por casualidad, sino por principio metodolgico, que el autor realiza una amplia revisin de los antecedentes de forma historiogrfica y crtica, lo que le permite continuas idas y vueltas de lo conocido a lo desconocido y de la base material del dato arqueolgico hacia las teoras arqueolgicas y sociales.

    Los cimientos sealados anteriormente, que incluye el aspecto complementario mencionado prrafos arriba, tambin formularon y Henry Tantalen ya desde estudiante avanzado particip de esas discusiones el segundo aspecto de la crtica interna de la arqueologa social: una suerte de divorcio explcito entre la teora arqueolgica y el dato recuperado en el campo, adems de la concrecin de una metodologa especfica para el abordaje investigativo de las diferentes temticas sociales que, desde el registro arqueolgico, podemos recuperar para confrontarlas con las generalizaciones de lo que denominaremos una teora general de la Histo-ria. He sealado la palabra explcito para referirme a ese divorcio, pues creo que, de manera implcita, tal divorcio no existi nunca, ya que lo que faltaba era una maduracin metodolgica y, sobre todo, una concrecin prctica en la investigacin que se viera reflejada no solamente en los proyectos de campo, sino tambin en publicaciones que tuvieran, de manera ordenada y sistemtica, los temas tericos, metodolgicos, sustento emprico y contrastacin historiogrfica.

    Creo que, en ese sentido, este libro se presenta con tales caractersticas, lo-grando brindar la posibilidad de que la comunidad cientfica en general pueda apreciar un slido e integral proyecto de investigacin que contemple todos los aspectos que, desde un inicio, tanto han reclamado los diferentes colectivos par-tcipes de la arqueologa social. Este libro, de alguna forma, debe constituirse en un modelo a seguir en los trminos de su integralidad, y quiz tambin pueda servir para aplacar las crticas de quienes, desde afuera de la arqueologa social,

  • ArqueologA de lA formAcin del estAdo 17

    venan sosteniendo que los modelos tericos planteados no podan conjugarse con metodologas especficas y menos an con dato emprico, sea este directa-mente obtenido o localizado en fuentes. Curiosamente, y slo como un parntesis, debo sealar que los principales crticos nunca han presentado una publicacin de orden integral, sea cual fuere su escuela arqueolgica o su postura terica, si es que la tuviesen.

    Podemos o no estar de acuerdo con los resultados; tenemos mucho que discutir no solamente sobre el origen, sino tambin sobre cada una de las concreciones histricas del Estado, su posibilidad de estudio arqueolgico; podemos discutir inclusive si la cantidad y calidad del referente emprico es o no suficiente. Particu-larmente, creo que Henry Tantalen ha sabido diferenciar, dentro de la coherencia integral que tiene el libro, los aspectos tericos, historiogrficos y metodolgicos aplicados al dato emprico, lo cual hace de este libro una lectura obligatoria para quienes, en su condicin de investigadores, quieran profundizar sobre temas vin-culados al altiplano, al estudio arqueolgico del Estado, a la historiografa de la investigacin, entre otros. Se hace tambin de lectura obligatoria para estudiantes en proceso de formacin como investigadores, es tambin una lectura recomen-dable para muchos colegas que apuestan por una investigacin exclusivamente emprica y de los objetos o una crtica sin produccin intelectual (hay crticas que no parecen contener trabajo intelectual) y tambin para aqullos que parecen estar acostumbrndose a los estudios de segundo orden, como las historiografas de las historiografas, los inventarios de los inventarios, los simbolismos de los simbolismos. Los estudios de segundo orden podran ser importantes, pero slo pueden ser manejados por aquellos con amplia experiencia en los estudios de primer orden.

    Salud, Henry! Salud, arqueologa social! Salud a las nuevas publicaciones que seguirn a sta!

    Casona de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos

    Lima, 10 de noviembre de 2005

    Javier Alcalde Gonzles

  • Cuando a mediados del ao 2004 me hallaba redactando mi tesis doctoral en Barcelona y me ofrecieron publicar mi tesis de maestra como un libro, estuve tentado en postergar dicha oferta, pues muchas otras cosas me esperaban por (re)hacer. Sin embargo, de vuelta al Per a finales de ese mismo ao pude ser convencido, o mejor dicho me convenc para hacerlo. No debo dejar de decir que fue difcil y trabajoso para m adecuarme en la tesitura de autor de un libro que originalmente se haba gestado casi por s solo en la Barcelona del ao 2002 y con el objetivo concreto de obtener mi maestra en Arqueologa Prehistrica.

    He aceptado publicar este ensayo sobre la formacin del Estado porque llegu a la conclusin que esperar a creerme capaz de mejorarlo a corto plazo podra llevarme a una situacin de inercia como investigador, sobre todo cuando soy consciente que toda accin es producto de su tiempo y que, como dira Vicente Lull en alguna de esas divertidas, pero profundas clases, todo lo que no es, es Arqueologa, cuestin que me planteaba que si mi texto no se publicaba pronto este terminara convirtindose en un objeto arqueolgico. Por el contrario, mi deseo es que mi texto sirva a otr@s, tal como me sirvi, para reflexionar sobre un tema tan apasionante y polmico como es el Estado. Por eso mismo, este libro, como cualquier otro, no est acabado, sino que espero sea el comienzo de un debate en torno a algunas ideas que he podido articular en estas pginas. As, pues, he querido conservar el texto original, con mnimas modificaciones, presentado en Barcelona como testimonio de su momento histrico, y que en su defensa puedo decir que fue aprobado por mi jurado con la mxima nota (matrcula de honor).

    El tema del Estado es un tpico bastante recurrente en los debates arqueo-lgicos. Sin embargo, como pronto me di cuenta, no existe un libro que hable

    Prefacio a la primera edicin

  • 20 Henry tAntAlen

    especficamente de este tpico2, especialmente en lengua castellana, salvo algunos artculos dispersos en revistas de circulacin restringida. Asimismo, una perspectiva terica y prctica desde el interior del Per se haca necesaria para poder incluirla dentro de los desarrollos terico-arqueolgicos globales. Este ha sido uno de nuestros objetivos: articular dicho modelo en el contexto de sus exponentes en la arena arqueolgica mundial, cuestin que no espero remediar aqu, pues una compilacin completa de las posturas acerca del tema sera un esfuerzo que escapa a mis posibilidades actuales.

    Como vern, este libro no est escrito en primera persona, cuestin que respeta el formato del texto original como fue concebido, formato que a la sazn me pa-reci bastante coherente con las crticas e ideas que se vierten dentro del mismo. Tambin he querido salvar esa cuestin del machismo implcito en los discursos de los investigadores; por eso, el lector notar muchas veces en el texto el uso del smbolo @ en algunos sustantivos como forma de incluir a ambos sexos en el discurso. Tambin se han tratado de conservar las muchas notas al pie de pgina originales, pues, como se fue redactando el manuscrito, este daba paso mediante la investigacin a una serie de cuestiones que si bien no se desarrollan en el texto deja abierta la posibilidad al lector para que pueda ver las fuentes en las que me basaba o algunas ideas que me iban surgiendo en el camino. As, pues, se pretende que este libro est abierto para ser aumentado por quien se interese en seguir trabajando sobre esta lnea o criticarlo sobre mis propias fuentes. Lo mismo se espera conseguir con las referencias a una cantidad significativa de bibliografa publicada hasta finales del ao 20023, alguna de ella quiz fuera del alcance de nuestras exiguas bibliotecas peruanas.

    Este libro, pues, es prcticamente una introduccin a la arqueologa de la for-macin del Estado, contrastado con un caso de estudio. De esta manera, el lector podr observar de mejor manera cmo se ha realizado el anlisis de una parte de la realidad social que comprende otros fenmenos, pero que nuestros comparti-mentos o parcelas acadmicas no nos han dejado apreciar de manera global.

    2 Solo este ao, mis profesores, colegas y amigos del Departamento de Prehistoria de la Universidad Autnoma de Barcelona, Vicente Lull y Rafael Mic (Lull y Mic 2007), han podido materializar un libro acerca de las principales teoras que discuten el tema.3 Sin embargo, como producto de la relectura del texto, no he podido resistirme a la tentacin de incluir algunas referencias ms recientes. Estas se colocan a pie de pgina para no alterar en demasa el texto original.

  • ArqueologA de lA formAcin del estAdo 21

    Espero que las crticas realizadas a los escritos de los autores en este texto sean tomadas como tales, pues en ningn momento se ha querido entablar una discusin personal, sino solamente a los planteamientos vertidos en sus obras, como consecuencia del contexto en que estos fueron escritos. De esa manera, podremos elevarnos de las discusiones estriles que personalizan las crticas y que esperamos sean sustituidas por discusiones que colectivamente hagan de nuestra Arqueologa una ciencia por derecho propio.

    Henry Tantalan

    Museo de Arqueologa y Antropologa de la

    Universidad Nacional Mayor de San Marcos

    Lima, enero de 2005

  • Prefacio a la segunda edicin

    4 Esta es una cuestin muy cierta, pues a pesar que a veces dicha contradiccin socioeconmica y, sobre todo, sociopoltica se trata de ocultar mediante la proposicin de la necesidad de un poder para que la sociedad se desarrolle y, en consecuencia, beneficie a la sociedad en su conjunto (poder para), hay que recordar que incluso siendo as este poder es detentado y mantenido por unos pocos en contra de una gran

    El Estado es una entidad poltica que debe su vida a los hombres y mujeres que por diferentes situaciones histricas han terminado ubicados en un lado u otro de la sociedad que le otorg vida. Incluso participan de ste sin quererlo. Entender cmo esto ha sucedido en diferentes tiempos es algo que interesa, desde luego, a los investigadores sociales y, sobre todo, a los arquelogos como yo. Por ello, desde esa, mi profesin, he estado interesado en entender cmo este fenmeno se ha presentado en tanto realidad, concepto y categora.

    Cuando escrib esta tesis, que devino en libro, estaba muy interesado (quiz demasiado) en entender a qu se referan exactamente las personas cuando in-vocaban a la palabra Estado. Como pronto me di cuenta con esta investigacin, haban muchas formas y apreciaciones para expresar a dicha institucin poltica. En el momento en que escrib estas pginas, que ahora les entrego nuevamente, desarroll una divisin en dos grandes grupos que me pareci que servira para ordenar a esas ideas y conceptos (y sus productores) de una forma que me per-mitiese entenderlas como una pugna por hacer prevalecer una visin del mundo. Aun cuando ahora estoy algo desengaado de dicha divisin, pienso que, en tanto, el Estado es la confirmacin del enfrentamiento de, como mnimo, dos grupos de inters opuestos (si quieren clases sociales), dicha divisin puede servir para entender cmo es que la ideologa no es ms que la racionalizacin de un posi-cionamiento poltico de un grupo social que desea reproducirse o subvertirse4.

  • 24 Henry tAntAlen

    Para los arquelogos y arquelogas, este tema es muy importante, porque encierra una cuestin relevante ms all de la agenda poltica que este repro-duzca y que tiene que ver con la formacin de esas sociedades que traspusieron el umbral de sociedades simples o igualitarias hacia sociedades ms com-plejas o clasistas. As, pues, segn el prisma donde se mire dicho fenmeno, la monumentalidad o la riqueza que acompaa a dicho fenmeno ha sido el inters inicial (y el objeto) por el cual los estudiosos del pasado comenzaron a preocuparse realmente en las sociedades pretritas. En realidad, la Arqueologa nace como una reflexin de un mundo capitalista que necesita hallarse en el pa-sado para justificarse como presente y esto agrega un componente relevante para que dicha prctica se inserte naturalmente en las agendas polticas estatales. De all el doble valor de la Arqueologa en tanto estudio del pasado, pero tambin como justificadora de un presente.

    Todas estas reflexiones pueden resultar vacuas al lector si no comento un poco cmo pude atreverme a sugerir dicho panorama en las explicaciones arqueolgicas acerca del Estado. Este tema lleg a m como resultado de mi prctica como arquelogo en una regin que nunca haba pensado en la que terminara trabajando seriamente: la cuenca norte del Titicaca, en la que hoy conocemos como el departamento Puno, en el sureste del Per. Pas muy joven por all, camino a Cochabamba (Bolivia), en el ao 1996, cuando me diriga a un Congreso Internacional sobre Arte Rupestre. No es posible expresar en este momento las sensaciones que puede experimentar un muchacho de 22 aos de edad al encontrarse en ese lugar tan extraordinario y lleno de historia, ese lugar que siempre me gusta describir como el lugar donde el cielo se encuentra con la Tierra. Esta visin, aunque esplndida, slo fue momentnea, y pronto regres a Lima para seguir con mi camino.

    Sin embargo, a los dos aos de este viaje, y como consecuencia de una serie de eventos que podran ser catalogados en su momento como desafortunados, tuve la ocasin de aceptar un trabajo en el Instituto Nacional de Cultura de Puno en el ao 1997, casi inmediatamente despus de licenciarme como arquelogo en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. El trabajo ofrecido era por tres meses, pero termin quedndome dos aos en dicha institucin. Ms all de las

    mayora. En ese sentido, incluso, los recientes estudios subalternos o postcoloniales, a pesar que no desean hablar de dominantes y dominados, dejan clara dicha contradiccin al aceptar la existencia de aquellos que gobiernan y aquellos que son gobernados (Chatterjee 2007: 56).

  • ArqueologA de lA formAcin del estAdo 25

    tareas burocrticas y que me ensearon a conocer al Leviatn por dentro ocup mucho de mi tiempo, gracias al apoyo y complicidad de mi jefe: Rolando Gato Paredes, en la investigacin de un tema que me pareca muy interesante, que se conoca con el nombre de Pukara, que sera una sociedad formativa y que se expresaba, principalmente, como la productora de la primera arquitectura monumental del altiplano peruano. De hecho, como parte de mi trabajo pude pasar largas temporadas en el pueblo de Pukara, organizando y transportando piezas muy caractersticas de esta sociedad, y que terminaron siendo los princi-pales materiales que se exponen en la actualidad en el museo de sitio de Pukara. Asimismo, pude recorrer sitios arqueolgicos asociados con la cermica-tipo, y hasta excav en uno de los sitios con ms potencial arqueolgico de la zona de Ayaviri durante casi un mes.

    Ms all de todos estos encuentros con la materia, pude analizar la situacin de los estudios de la zona e incluso conversar con l@s arquelog@s norteamerican@s que la iban desarrollando y llegar a una pequea, pero importante conclusin: no se saba casi nada de la gente que haba producido dichos sitios, esculturas y cermicas. En esa poca, los nicos trabajos sistemticos eran iniciados por el equipo de Charles Stanish, y gracias a l, tambin, pude entender que la discusin actualizada del tema se hallaba en un idioma que no era el castellano.

    Creo que toda esta serie de conocimientos me situaron en un lugar que ofreca evidentes posibilidades como para dedicarme a explicar los materiales arqueol-gicos mencionados. Sin embargo, para llegar a ello necesitara de un ingrediente ms: una mejor formacin acerca de las teoras del Estado (pues entenda que sta proceda de diversos y hasta contradictorios lugares) y una metodologa de la investigacin que me pusiese en condiciones reales de apreciar de mejor manera e integralmente a los materiales arqueolgicos en cuestin. Dicha oportunidad nuevamente lleg como parte de otra serie de eventos. Esta vez me encontraba en la pennsula Ibrica a vsperas de finalizar el siglo XX. Luego de nueve meses de aprender cuestiones relacionadas con la conservacin de materiales lticos que esperaba aplicar a los materiales Pukara, en el Museo Nacional de Arqueologa de Madrid conoc a Vicente Lull, un excelente profesor de Barcelona. ste tocaba el tema de la lgica de la investigacin cientfica y la epistemologa en Arqueologa y, adems, enfocaba sus investigaciones en las formaciones estatales. Conocerlo me abri una serie de posibilidades, de las que se puede resaltar sus anlisis crticos basados en el conocimiento de la realidad, y que nunca haba encontrado en mi universidad de origen.

  • 26 Henry tAntAlen

    Fue all, a inicios del siglo XXI, donde pude articular mi praxis con una teora realista; justo en ese momento las cosas comenzaron a obtener forma y presen-tarseme de una manera ms organizada. Fue gracias a la gente del Departamento de Prehistoria de la Universidad Autnoma de Barcelona que logr encontrar ese lugar apropiado que andaba buscando desde haca tiempo para desarrollar ciertas ideas, as como el alejamiento necesario para comprender procesos tan complica-dos como al que quera dedicar mis estudios. Mi tesis de maestra, sobre la que se basa este libro, podra ser la culminacin de esta etapa de mi vida, y a mi regreso a Lima pudo ser publicada gracias a un esfuerzo colectivo de mis compaeros, entre los cuales quiero resaltar a Javier Alcalde y a Omar Pinedo.

    Sin embargo, poco tiempo despus de publicar la primera edicin de este libro, pude confirmar una serie de emociones que, creo, solo pueden ser sentidas tras la materializacin de un proyecto editorial, y que me gustara comentar aqu por estar todava frescas en m. Debo decir que dichas emociones han fluctuado entre el desconcierto y la felicidad. Creo que las personas que terminan escribiendo un libro (por cualquier razn que sea) pueden comprender lo que se siente estar en el lado opuesto del lector. Creo que, principalmente, est la cuestin acerca que las ideas que uno escribe quedarn fosilizadas en unas cuantas pginas y son el fiel testigo de un momento en la vida de uno y no tiene por qu estar carente de contradicciones. Por ello, ms all de estas cuestiones subjetivas e individualistas, he aceptado reeditar este libro, simplemente con la esperanza de que ms gente que la que pudo leer estas ideas en una edicin ya casi agotada acceda y se intro-duzca, mediante mi humilde aporte, a un tema que me parece muy significativo en la historia de la humanidad y que ya lleva varios aos obsesionndome, y que parece va seguir hacindolo por muchos aos ms.

    Al reeditar este texto, espero que este sirva a otras personas, ms all de mis colegas arquelog@s, a reflexionar acerca de las formas en que se ha conceptua-lizado y entendido al Estado. De esta manera, esperamos ofrecer una perspectiva en la que, adems de presentar a dichos autores y sus propuestas, se alimente un debate que haga patente que ni el pasado es completamente conocido y que el presente se halla en construccin.

    En estas breves lneas no me detendr en el contenido del libro, pues este se sin-tetiza en la introduccin. Sin embargo, quisiera resaltar que el tercer captulo espera ser el germen de lo que, siguiendo a Bruce Trigger, sera mi primera aproximacin a la historia del pensamiento arqueolgico en el Per, y que espero se cristalice ms adelante. Asimismo, con respecto a la parte prctica que tanto se me exiga en la

  • ArqueologA de lA formAcin del estAdo 27

    5 Desde la publicacin de la primera edicin de este libro, mucho trabajo prctico y nuevas lecturas han consumido mi tiempo. Como resultado de estos nuevos conocimientos, he escrito algunos textos que han profundizado en algunos temas que he tocado en este estudio (Tantalen 2004, 2006b, 2008). Adems, he escrito algunos artculos acerca de metodologa relacionada con el estudio del Estado (Tantalen 2006a), a los que puedo remitir al lector si espera encontrar algn desarrollo posterior al texto original de 2005. En consecuencia, en esta edicin se incorporan algunas modificaciones del texto original.

    primera edicin, lo que aqu se presenta es un estudio preliminar e introductorio a un tema bastante complejo y que, como ya apunt en su momento, se destina a desarrollar ms an en mi tesis doctoral. Aqu solo quiero apuntar que desde el ao 2006 he iniciado junto a otros colegas un pequeo programa de investigaciones arqueolgicas (Programa de Investigaciones Arqueolgica Asiruni-PIARA) en la zona de Azngaro (Puno) y que est comenzando a fundamentar muchos de los planteamientos presentados en este libro, los cuales haban surgido originalmente de la observacin de sitios y materiales arqueolgicos en otras reas de la cuenca norte del Titicaca que presento en este libro. Por ello, quiero agradecer especial-mente a Mara Ysela Leyva, por su compaa y su apoyo incondicional en esas tierras desoladas y por tratar de ver, conmigo, ms all del horizonte.

    Como dije anteriormente, muchas emociones me embargaron desde la misma presentacin de la primera edicin de este libro. Algunas emociones pueden re-sultar desagradables en primera instancia como las que dejan las crticas (cuando realmente lo son). Sin embargo, estas me han ayudado a crecer, al hacerme reco-nocer mis debilidades y al tratar de superarlas. En esta edicin, dicha superacin no est contenida, en tanto espero poder presentarlas ms adelante como un nuevo texto elaborado de manera orgnica y en la que mi praxis sea aparente a los lectores5. Otras emociones han sido ms afortunadas. De entre ellas me gustara resaltar una primera reunin con un grupo de jvenes entusiastas de la academia preuniversitaria Csar Vallejo. En esa reunin, en la que participaron Juan Carlos Hilario, Juan Rodrguez y Gustavo Monroy, debat de una manera que haca tiempo no haba disfrutado en el Per. Gracias a nuestros reencuentros, ahora este libro se reedita con unas mejoras materiales que el lector o lectora seguramente agradecer.

    Asimismo, de regreso a Barcelona, Vicente Lull fue el ms crtico de todos mis crticos, y creo que a pesar de nuestras discusiones siempre he podido reconocer en l a un gran amigo y maestro que, consecuente como es, antes de pensarlo

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    ya me haba apoyado. Por otra parte, muchos colegas y amigos de diferentes partes del mundo han recibido con mucha alegra este libro. Entre ellos, quiero agradecer a Thomas Patterson, Gustavo Politis, Andrs Troncoso, Charles Sta-nish, Bill Sillar, Lautaro Nez, Carlos Lemuz, Kevin Lane, Jos Ramos Muoz, Krzysztof Makowski, Alberto Bueno, Javier Alcalde, Carlos del guila, Fernando Fujita, Rafael Vega-Centeno, Arturo Ruiz Estrada, Csar Astuhuamn, Gabriel Ramn, Miguel Aguilar, Roberto Bustamante, Michael Zegarra y Alex Gonz-les Panta, quienes han hecho de este libro un pre-texto para discutir ideas y compartir buenos momentos alrededor de un tema que nunca pierde vigencia. Un agradecimiento especial para Michael Mendieta y su equipo de trabajo del Fondo Editorial del Instituto Pedaggico San Marcos, por hacer que esta edicin se presente de esta forma.

    Mi abuela, Marillyn Holmes, siempre ocupar un lugar especial en mi vida y a ella se deben muchas cosas que he podido conseguir. Agradezco tambin a mis amigos y amigas: Santiago Morales, Juan Carlos de la Torre, Nicols Robles, Juan Rodrguez, Cristina Aixal, Mara Saa, Rafa Mic, Selina Delgado, Helga Gretsch, Gustavo Ramrez, Rafael Arana, Juan Carlos Olivos y Julissa Ugarte, porque les debo esto y todo lo dems.

    Para finalizar, quiero agradecer a todos las personas que compraron la primera edicin de este libro. He recibido de ellos la mejor leccin de humildad y solida-ridad y he aprendido que, a veces, los desconocidos pueden terminar siendo tus mejores aliados.

    Henry Tantalen

    Lima, 13 de septiembre de 2008

  • Este libro se centra en el polmico, trillado y, hasta quiz para algun@s, te-rico-aburrido tema de la formacin del Estado prehistrico. Entonces, por qu razn hacerlo. Desde nuestra perspectiva, hemos llegado a esto por dos razones principales.

    La primera es que nuestra prctica en arqueologa andina nos ha sometido continuamente a contradicciones con la teora arqueolgica, que se utiliza para la explicacin de las sociedades prehispnicas, especialmente las de carcter estatal. Dicha situacin presente, pensbamos, debera tener una explicacin en la formacin del concepto de Estado y su consecuente caracterizacin. Por ello debamos averiguar su procedencia y no nos quedaba ms que remontarnos en el tiempo para (re)conocer su proceso de formacin. Como consecuencia de lo anterior, reconocimos variados modelos de explicacin acerca de las sociedades prehispnicas en diversas zonas donde realizamos trabajos arqueolgicos como meras superposiciones de modelos realizados a partir de realidades extraas al rea de estudio6, las mismas que eran aplicadas mecnicamente sobre la materialidad

    Introduccin

    6 Quizs ese eurocentrismo que tanto se critica en algunas propuestas, incluso la ma, es un reflejo de que, en realidad, nuestra idea y prctica del Estado procede de Europa y llega a nosotr@s desde el arribo de los primeros invasores castellanos en el siglo XVI. No negamos la existencia de formas de hacer y de pensar autctonas, decirlo sera contradictorio con nuestra profesin. Sin embargo, reconocer dichas formas es un trabajo que necesita una serie de elementos objetivos y no, simplemente, la bsqueda de esencias que hayan sobrevivido a la imposicin de prcticas dominantes occidentales. El pensamiento andino o ver el pasado con ojos andinos son buenas sugerencias, pero necesitamos ms que frases chauvinistas y subjetivistas, metodologas serias que se desplieguen y correspondan con nuestros objetos de estudio, en nuestro caso los restos de la actividad humana prehispnica. Este libro busca, en primera instancia, reconocer esas filosofas occidentales en nuestro pensamiento poltico y cmo este se inmiscuy en nuestras prcticas arqueolgicas.

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    social del rea concreta de estudio. De esta manera, la ontologa y epistemologa empleadas condicionaban y conducan a una contradiccin entre la materiali-dad social prehispnica y las explicaciones que hacan los investigadores que se encargaban de ella. As, pues, observamos que los objetos arqueolgicos no se ajustaban a las abstracciones propuestas.

    La segunda razn para la realizacin de esta investigacin, que ahora presen-tamos, era la necesidad de reconocer en el pasado las caractersticas econmicas, sociales y polticas que desencadenaron en una diferenciacin social. Para el caso concreto de nuestro estudio, la cuenca norte del Titicaca, ya se habra iniciado muy temprano y sospechbamos que esta empezara incluso antes de lo conoci-do como Pukara (350 aos a.n.e. - 400 aos d.n.e., aproximadamente)7. Por lo anteriormente dicho, tambin nos quedaba claro que el Estado era un fenmeno histrico y nuestro deseo era analizarlo para comprender cmo se produce y qu consecuencias trae para la vida social. En ese sentido, lo conocido como Pukara no sera ms que el reflejo de una de las tantas sociedades en el mundo, en la que dicha institucin se desarrollara de manera independiente8.

    El estudio concreto de la sociedad Pukara nos ha parecido una buena excusa para desarrollar los planteamientos anteriormente expuestos. Debido que hemos trabajado en dicha rea geogrfica, no creemos desenvolvernos mejor en otro lugar que el de la cuenca norte del Titicaca9. Asimismo, este conocimiento que nos ofrece el reconocer el material arqueolgico, conocer la bibliografa de la zona, haber realizado trabajos de campo, conocer a los investigadores del rea y percibir los problemas sociales, no nos acerca a una posicin cmoda y ms bien nos impulsa a mantener una actitud consecuente con nuestro objeto de estudio. Obviamente existe una disconformidad, y esta se encuentra expresada en este trabajo. Sin embargo, esta investigacin, ms que plantear un nuevo modelo de

    7 En este este texto utilizaremos la siguiente nomenclatura para expresar los aos en que se dan ciertos fenomenos sociales: a.n.e.: significa aos antes de nuestra era cristiana y d.n.e.: aos de nuestra era cristiana.8 Algun@s investigador@s prefieren buscar la existencia del Estado prstino (Fried 1967). Sin embargo, como veremos en este libro, el Estado es slo una de las tantas formas de organizacin sociopoltica que pueden elegir las sociedades para ordenarse internamente.9 Sin embargo, como veremos en el desarrollo de este libro, abordaremos los modelos acerca de la formacin del Estado de otras reas de los Andes centrales, pues estos, aunque desarrollados para sociedades concretas, condicionarn las explicaciones de la formacin del Estado en la cuenca norte del Titicaca.

  • ArqueologA de lA formAcin del estAdo 31

    explicacin acerca de la formacin del Estado, pretende principalmente ayudar-nos a reflexionar sobre nuestra situacin como actores sociales dentro de nuestra comunidad. Para nosotros, la Arqueologa hace ya bastante tiempo dej de estar solamente relacionada a los objetos y seres inertes. Ha pasado a convertirse en parte del mundo en el que vivimos. Para nosotros, la Arqueologa debe cumplir un rol social y activo. Sera inconsecuente de nuestra parte, por nuestra procedencia y como aprendimos a hacer arqueologa, obviar aquello. Por ello, demostrar que Pukara fue o no un Estado no tiene sentido si ello no sirve de alguna manera al anlisis de nuestra sociedad actual.

    Tambin, al iniciar este trabajo de investigacin, pensamos que sera suficiente con hacer un estado de la cuestin y, a partir del mismo, proclamar que Pukara fue un Estado. Pronto nos dimos cuenta que debamos decir algo ms, y nuestra actitud crtica ha sido en gran parte causante de esto. Por ello, cuando empeza-mos este trabajo ramos ambiciosos, como todos los que inician un trabajo como este, pues nos propusimos desarrollar un modelo de explicacin del Estado. Sin embargo, aqu no lo desarrollaremos con profundidad, aunque creemos que hemos empezado ese largo camino con muy buenas bases tericas, amarradas coherentemente a la materialidad social conocida para el rea de estudio10.

    De este modo, nuestro trabajo nos ha llevado a espacios y tiempos que, para nosotros, antes no tenan relacin alguna con la Arqueologa.

    As, la primera parte de este texto trata sobre las concepciones filosfico-po-lticas acerca del Estado. Dado nuestro conocimiento superficial de historia de la Filosofa, esta parte no ser ms que una breve introduccin hacia los puntos ms relevantes acerca de la filosofa poltica del Estado. Hemos ido tan lejos en el tiempo como a la poca de los filsofos helenos y hemos llegado, diramos que apretadamente, hasta el siglo XIX. Como el lector o lectora podr comprobar, aunque esta seccin est bastante esquematizada, nos servir muy bien para plantear la siguiente parte.

    La segunda parte trata sobre los modelos antropolgicos y arqueolgicos de explicacin acerca del Estado. Nuevamente nos hemos remontado hasta el nacimiento de las explicaciones de las sociedades, en este caso desde el siglo XIX. El lector podr observar que si bien muchos de estos modelos no tocan

    10 En relacin a esta cuestin, se pueden encontrar avances en Tantalen (2006a).

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    especficamente el tema del Estado, posteriormente muchos de ellos servirn para el desarrollo de dichas explicaciones. Puesto que es el rea acadmica que ms conocemos, nos hemos extendido un poco ms en l y creemos haber tocado el tema con cierta profundidad.

    La tercera parte ilustrar cmo toda esa carga filosfica y antropolgica puede estar presente en el estudio de una sociedad en concreto y cmo en algunos casos existe una contradiccin no superada entre la teora y el objeto de estudio. De igual modo, en esta parte se describe cmo esas explicaciones estn en consonancia con el ritmo econmico y poltico impuestos desde dentro o fuera del Per.

    Finalmente, en la cuarta parte, a partir de nuestras investigaciones personales y las mismas evidencias materiales utilizadas por l@s arquelog@s que han in-vestigado al borde del lago Titicaca, se esboza una explicacin o representacin arqueolgica11 materialista histrica del desarrollo social, econmico y poltico de lo conocido como Qaluyu y Pukara.

    De esta manera, este libro ir de lo macro a lo micro, puesto que esta es nuestra forma de analizar la realidad. Asimismo, reconoce la dialctica que existe en la realidad misma que es independiente a nosotros, y que queda expresada en una continua lucha de opuestos que desemboca en una nueva forma como consecuencia de la superacin de la previa contradiccin. Le damos, asimismo, un rol preponderante al contexto econmico, social y poltico (situacin histrica) en el que se desarrollan cada uno de los planteamientos o, en todo caso, de qu fuente beben los mismos.

    As, pues, este trabajo de investigacin, ms all de realizar un nuevo trata-miento de los materiales arqueolgicos del rea que nos ocupa, para una nueva representacin de las sociedades prehispnicas en cuestin, tambin pretende desenmascarar una lucha ideolgica que est presente incluso en la misma dis-ciplina arqueolgica.

    11 Una representacin arqueolgica es expresar un modelo sistemtico de proposiciones deducidas de teoras preexistentes apoyadas empricamente o de hiptesis de trabajo que superen las contradicciones entre teoras preexistentes y hechos articulados bajo nuevas y explcitas perspectivas de anlisis (Lull 1988: 75).

  • En alguna parte hay todava pueblos y rebaos pero no entre nosotros, hermanos mos: entre nosotros hay Estados. Estado? Qu es eso?. Prestadme atencin, voy hablaros de la muerte de los pueblos. El Estado es el ms fro de todos los monstruos fros: miente framente y sta es la mentira que surge de su boca: Yo, el Estado, soy el pueblo. Qu gran mentira!. Eran creadores los que crearon los pueblos y les otorgaron una f o un amor: as servan a la vida. Son destructores los que tienden trampas a la gran mayora, llaman a eso Estado: suspenden por encima de ellos una espada y cien apetitos. En todas partes donde todava existe, el pueblo no comprende al Estado y lo detesta como al mal de ojo y como una derogacin de las costumbres y las leyes.

    Nietzsche. As habl Zaratustra (1883-1884)

    Si este texto se centra en la formacin del Estado prehispnico, por qu tra-tamos aqu realidades totalmente ajenas y alejadas a la nuestra?

    La respuesta es que hemos observado que la mayora de las concepciones filosfico-polticas originadas en diferentes pocas y partes del mundo tienden a definir al Estado segn su inters. As, su justificacin no tiene como base criterios histricos y ms bien se podra calificar como producto de ideologas interesadas12.

    I. Entre el cielo y la Tierra: las concepciones filosficas-

    polticas acerca del Estado

    12 Al respecto, Lull y Risch plantean que: El debate siempre tuvo como protagonistas a pensadores, cientficos y polticos alineados en los sistemas estatales, por lo que las intenciones del mismo nunca resultan estrictamente explicativas y mejor podran ser consideradas legitimadoras y deslegitimadoras, segn los deseos polticos que cada cual pretenda defender.

    Las diferentes nociones de estado han cobrado sentido a la luz de las diferentes ideologas que las han auspiciado y que subyacen en todas las propuestas terico-polticas, fcilmente reconocibles histricamente desde los modelos clsicos hasta el pensamiento poltico actual (1995: 97).

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    Como consecuencia de ello, estas explicaciones han sido siempre trasladadas a nuevos lugares donde se ha comprobado su validez, siempre con ptimos resul-tados. En el caso de la arqueologa andina, esta ha sido una prctica muy comn (Politis 1995: 226). Por ello, como nuestro trabajo de investigacin trata sobre el Estado, creemos que ser muy pertinente y esclarecedor analizar qu es lo que subyace realmente en las interpretaciones arqueolgicas del rea andina y, espe-cficamente, en el rea Circun-Titicaca. Como veremos ms adelante, muchas de las explicaciones all realizadas no parten precisamente de postulados innovadores, an cuando los tecnicismos pretendan remozar las viejas tendencias tericas.

    Este ejercicio analtico tratar, pues, de comprobar cmo muchas de las expli-caciones actuales no son gratuitas y contribuir a dar luz acerca de los intereses polticos, sociales y econmicos que estn inmersos en la prctica de la Arqueo-loga, incluyendo la andina.

    Aunque somos conscientes que toda representacin de la realidad pasada est influida por el contexto histrico en que se produce y, por tanto, no es objetiva totalmente13, nuestra teora y alcances pretenden por ello ser lo ms aproxima-tivos posibles.

    El objetivo concreto de este captulo es (de)mostrar que existen bsicamente dos corrientes del pensamiento filosfico-poltico acerca de la concepcin del Estado, que superando las ideologas y condiciones particulares histricas llegan hasta nuestros das de forma sutil mediante modelos explicativos antropolgicos y arqueolgicos acerca del origen del Estado14.

    En este aspecto debemos reconocer que Marx y Engels, hace ms de 150 aos, haban ya notado la existencia de dos concepciones filosficas principales: la idealista y la materialista (en La ideologa alemana, de 1845-1846). Evidentemente, durante

    13 Creerlo as supondra un positivismo cientfico extremo y no intentarlo supondra caer en un relativismo, como el ofertado por la arqueologa postprocesual.14 La existencia de prstamos e, incluso, imposiciones ideolgicas externas en la prctica arqueolgica en el Per es un elemento clave que queremos resaltar. Esto se da como consecuencia de la influencia extranjera indirecta (por ejemplo, siguiendo esquemas universitarios norteamericanos o europeos) y directa (por ejemplo, mediante los proyectos de investigacin extranjeros). Este fenmeno ocurrido, en el denominado Tercer Mundo, tambin ser denominado neocolonialismo (Trigger 1992: 349) o imperialismo cultural (Politis 1995: 226). Betty Meggers y Clifford Evans (1973: 257) tambin llamaran la atencin de este proceso de imperialismo por parte de EE.UU. desde las mismas pginas de la revista de Arqueologa ms influyente de este pas: American Antiquity.

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    el desarrollo de sus ideas, estas concepciones filosficas envolvan cuestiones que tenan que ver ms con la realidad en general y no con una tan especfica como puede ser la explicacin de la formacin social estatal. Sin embargo, dicho an-lisis holstico ofrece suficientes argumentos como para llevar esa divisin hacia cuestiones tan particulares como esta.

    Con relacin a la temtica que nos ocupa, Jonathan Haas (1982), realiz un esfuerzo sinttico de esta cuestin desde la Antropologa, cuando realiz una di-visin de las concepciones acerca del Estado en teoras de conflicto y teoras de integracin15. Sin embargo, guardamos nuestra distancia en relacin con su posicin terica personal, bsicamente por su marco terico evolucionista cultural y, sobre todo, por su utilizacin de los datos arqueolgicos en el rea andina16, cuestin que trataremos de hacer evidente en el desarrollo de este trabajo.

    Por el lado de la prehistoria, Vicente Lull y Roberto Risch han esbozado una clasificacin que nos parece sugerente. Ellos dividirn a las posturas filosficas acerca del Estado en legitimadoras y deslegitimadoras (Lull y Risch 1995: 97), las cuales, en algunas cuestiones, se acercan a nuestro planteamiento. Sin embargo, dado el reducido espacio del que dispusieron para desarrollar sus ideas, dicho anlisis fue bastante sinttico.

    15 En The Evolution of the Prehistoric State, Haas (1982) organiza a las dos principales corrientes de pensamiento relacionado con el origen del Estado, desarrolladas a lo largo de la historia de la humanidad, desde los filsofos griegos (Tucdides, Platn y Aristteles) hasta los ltimos neoevolucionistas, como Service y Fried. De esta manera, Haas propone que estas dos corrientes o teoras acerca del Estado tuvieron como base la realidad social desde la cual dichos pensadores actuaban. Las teoras planteadas son:

    Teora de Integracin: parte del supuesto que el Estado surge de un tipo de contrato social en el que los seres humanos se reunieron para organizar su vida y pasar de una sociedad natural a una sociedad civil.

    Teora del Conflicto: se basa en que el Estado es una creacin de un grupo de personas para dominar a otros. Mucha de la literatura marxista estara dentro de esta corriente.16 Mientras que al final de su libro plantea una postura ms cercana a la del conflicto (una teora del conflicto ampliada), su evolucionismo cultural subyace en su modelizacin mundial del Estado prehistrico. Asimismo, su desarrollo del concepto de poder nos parece bastante ambiguo, pues prcticamente se acomodara a cualquier tipo de sociedad humana. Por el contrario, nosotros planteamos que el denominado poder de Haas se podra definir mejor mediante las categoras de Explotacin Econmica y Coercin (fsica y psicolgica). Una versin ms reciente de sus planteamientos aplicados al rea andina, en concreto al rea del norte chico, y relacionada con el debate en torno a la Civilizacin de Caral (Shady y Leyva 2003) se puede encontrar en Haas y Creamer (2006; una traduccin al castellano se publicar en breve en la Revista Supay, de Lima). Tambin se puede consultar Haas (2001).

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    En consecuencia, este captulo se debe a ideas que ya fueron esbozadas en escritos previos; sin embargo, hemos querido recurrir principalmente a los clsi-cos materialistas histricos, porque adems de percatarse originalmente de dicha contradiccin entre posturas idealistas y materialistas, las supieron describir y analizar con detenimiento.

    En nuestro anlisis de las concepciones filosficas del Estado, intentaremos darle a este una caracterizacin mediante los elementos claves que creemos son recurrentes, definen su contenido, su desarrollo y su aplicacin a la realidad con-creta en lo social, poltico y econmico; es decir, una explicacin ms que una clasificacin. Por ello, las teoras filosficas acerca del Estado que aqu tratamos, tambin sern divididas en idealistas y materialistas.

    Adicionalmente, porque reconocemos una dialctica entre el autor (en cuanto producto social) y sus condiciones histricas, una contextualizacin de la situacin histrica ofrecer muchas luces acerca del surgimiento de sus ideas.

    Tambin dejamos constancia que nuestra investigacin no representa la ne-gacin de un hecho o fenmeno concreto, como lo es el Estado, sino ms bien pretendemos comprender cmo los mecanismos en los cuales se basa y cmo su concepcin han sido ganadas mediante y para la Arqueologa.

    Para nosotros, una primera concepcin desarrollara su explicacin sobre una base totalmente idealista y que se trata de un conocimiento totalmente abstracto y metafsico, por el elemento de partida que toman para el sustento del Estado. En este caso, la naturaleza y la formacin del Estado parten de supuestos totalmente construidos en la mente de sus productores, como las abstracciones esenciales de la justicia (Platn), el bien comn (Aristteles), la fortuna (Maquiavelo), la espiritualidad (Vico, Montesquieu), la psicologa (Hobbes), la religin o la divinidad (Santo Toms) o la razn universal (Hegel). Estas esencias del hombre seran los principales elementos motores para comprometer a los indivi-duos en una sociedad civil. A su vez, el cambio en esas mismas esencias tambin explicara la sucesin de una forma de gobierno a otra. Estas posturas formaran parte de un humanismo que buscaba el bien comn, en tanto bsqueda de la concordia y tolerancia universales (Lull y Mic 1997: 124).

    La ms importante de estas corrientes va a ser la del derecho natural17 o con-tractualista. Estas asumen el contrato social (por ejemplo, Rousseau [1762] 1973)

    17 El iusnaturalismo, como lo define Norberto Bobbio (1985, 1987).

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    como la forma libre de asociacin de las personas y, que es contrario al estado de naturaleza que ofrece demasiadas desventajas como para ser abandonado. Mediante dicho contrato social las personas adquieren la seguridad de la civilizacin (resguardada en la ciudad) la que, mediante la produccin de leyes positivas, integradas y avaladas por el derecho natural, conseguir el equilibrio y supervivencia de toda la sociedad18. Esta misma concepcin idealista sirvi de sustento del derecho para la clase emergente de los inicios de la era capitalista y fundament el derecho natural moderno.

    Esta corriente de pensamiento es defensora de la propiedad privada exclusiva (un tema que es bastante relevante para nuestro anlisis social), y la mayora de las leyes describen leyes positivas a favor de los propietarios (incluyendo al Estado) y en desmedro de los desposedos.

    Finalmente podran ser definidas como individualizadoras, porque ven a los individuos como los nicos causantes y promotores de la aparicin del Estado. Dicha caracterstica, por ejemplo, represent un pretexto bastante efectivo para los emergentes burgueses del siglo XVII, en su momento, y para los cientficos sociales postmodernos, en la actualidad19.

    En el otro lado de nuestro anlisis, ubicaremos el bloque que comprende a las filosofas que hemos convenido en denominar materialistas, pues para la elaboracin de dicha filosofa, se parte de un sustrato material de la sociedad manifestado, principalmente, en la economa (la produccin de los agentes sociales para la satisfaccin de sus necesidades materiales), por lo que el objeto de estudio en este caso es concreto, objetivable y, por consecuencia, su proceso de produccin es reconstruible con el fin de (re)producir un conocimiento de la realidad, en tanto opuesto a la ideologa. Por tanto, criticarn al derecho natural o iusnaturalismo.

    18 Este equilibrio social, posteriormente, y bajo una perspectiva funcionalista (organicista) de la sociedad, ser denominado homeostasis.19 La mayora de las corrientes histricas postmodernas, y especialmente la arqueologa contextual (ver Hodder 1994), centran su discurso en la individualidad y su rol en el cambio social. Solo como ejemplo de su incoherencia (de entre muchas) en la prctica arqueolgica, citaremos la que anota Almudena Hernando: No se puede comprender la Historia desde el punto de vista del individuo, a mi juicio, porque el individuo es en s una construccin social que slo se inici a partir de un determinado momento histrico (1999: 34). Ese momento histrico al que se refiere es el siglo XII, cuando empezaba a desarrollarse la clase burguesa.

  • 38 Henry tAntAlen

    Los pensadores alineados en dicho bloque critican que el Estado sea conside-rado como una manifestacin natural del desarrollo normal de la humanidad y pugnan por la igualdad socioeconmica de las personas. Por lo mismo, esta corriente filosfica analizar cmo al aparecer la propiedad privada se hace ne-cesario un cuerpo de leyes orgnico que la defienda, naturalice, institucionalice y reproduzca20. Evidentemente, este es un anlisis histrico, porque va ms all en el tiempo que las condiciones polticas en que se desarrolla e inserta dicho pensamiento, hallando regularidades en el devenir de la sociedad humana. Salvo algunas excepciones, esto no es seguido por los dems idealistas, puesto que no es conveniente para sus propuestas de defensa estatal, por cuanto lo que se predica es la invariabilidad y perennizacin de ciertas situaciones histricas. Cada Estado, o mejor dicho cada clase social dominante, en su momento quiso perpetuarse en el poder, tanto en el espacio como en el tiempo. La mayor parte de la filosofa materialista estar representada por el marxismo o inspirado en este21.

    De esta manera, dividiendo a estas concepciones filosfico-polticas en dos grandes grupos podremos sintetizar nuestro estudio, haciendo ms visibles las contradicciones existentes entre estos dos puntos de vista que han estado y siguen en pugna. Finalmente, esto mismo servir para presentar al lector cmo la produccin de la investigacin de las sociedades prehispnicas en la cuenca norte del lago Titicaca es producto de la impregnacin de estas concepciones en las interpretaciones arqueolgicas.

    SnteSiS hiStrica

    El primer bloque, como pensamiento filosfico, se iniciara en la Antigedad clsica (Grecia y Roma). Platn, al parecer, es el primero en hablar de un derecho natural y que con altibajos prosigue y se desliza en el tiempo (en el Medioevo reaparecer relacionndolo con Dios, dentro de un orden universal, como veremos, propondra Santo Tomas de Aquino [1265-67] 1995) hasta que Hugo Grocio (1583-1645) con sus crticas radicales parece fundar formalmente esta escuela de pensamiento. Pero, para ser ms exacto, estas crticas slo acabaran con la

    20 Para un anlisis de esto, se puede recurrir, por ejemplo, a El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, de Engels (hay varias ediciones).21 Para ver una interesante sintesis de la historia de la Arqueologa relacionada con las ideas marxistas, se puede consultar a Patterson (2003).

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    escuela de los iusnaturalistas clsicos o medievales22, puesto que las ideas base se mantendrn.

    Inspirados en gran medida por ellos, continuarn en la misma brecha los deno-minados iusnaturalistas modernos que tienen como mayor virtud sistematizar y formar un cuerpo de leyes (sistema jurdico deductivo con postulado tico originario) que tienen como base el racionalismo: la razn humana como desencadenante de la asociacin de personas y el desarrollo de la sociedad civil. Con Thomas Hobbes se dara este primer paso y aunndose a sus deudores filosficos, como por ejemplo Spinoza, Pufendorf, Locke o Rousseau, constituirn un grupo de pensamiento con sustentos filosficos muy semejantes, an cuando utilizaron este pensamiento en distintas condiciones geogrficas, econmicas y polticas. Esta escuela ver un gran desarrollo y xito en el mundo occidental (sobre todo anglosajn) y que incluye la poca de los primeros escritos de Hegel, concretamente De las diferentes formas de tratar cientficamente el derecho natural (1802)23.

    Hasta aqu la carrera de los filsofos polticos idealistas era solitaria, y si bien existieron crticas, stas no provenan desde un grupo compacto de pensadores que manejasen un cuerpo terico suficiente para enfrentrseles, probablemente porque la misma filosofa poltica no se haba desarrollado lo suficiente como para hacerlo. As, tambin, hemos observado que las concepciones de Hegel se ofrece como una filosofa bisagra, articulando a los dos bloques filosfico-polticos propuestos, pues por un lado desarrolla su dialctica que servir de base para la posterior propuesta de Marx y, por el otro, reproduce la mayora de los postulados iusnaturalistas clsicos, justificando, sobre todo, la existencia del Estado desde una perspectiva idealista.

    Asimismo, sobre la filosofa desarrollada por Hegel y otros (por ejemplo, Fichte o los socialistas utpicos), Marx construy su propuesta materialista histrica y provocara una ruptura epistemolgica o revolucin cientfica. A partir de en-tonces, el desarrollo de las ideas de Marx cobraron una velocidad impresionante, llegndose incluso en pocos aos a su puesta en prctica (a veces afortunada, otras no, como dira Roies [1974: 37]24). Incluso, hoy en da se sigue trabajando

    22 Aunque, para Bobbio (1985: 153), la fecha de defuncin de estos ltimos se dara con Hobbes. 23 Aunque Vico parece adelantrsele al hacer una dura crtica al racionalismo jurdico y tico de sus predecesores (Bobbio 1985: 79).24 Para un anlisis de los desarrollos del marxismo posteriores a Marx, ver Fages (1977).

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    bajo sus principales postulados (Patterson 2003) y hasta el denominado postpro-cesualismo en Arqueologa (ver, por ejemplo, Hodder [1986] 1994, Leone 1984, Shanks y Tilley 1987, 1992) ha sabido sacar provecho de las lneas filosficas generales producidas por Marx.

    Advertimos que, en nuestro anlisis, hemos excluido conscientemente algunas teoras o aplicaciones de filosofa poltica, porque creemos que muchas de ellas se correspondern en algn grado con nuestros dos grandes bloques. An as, en su momento haremos alusin a tales corrientes o pensadores y veremos cmo se articulan o se aproximan al bloque principal que le asignaremos por medio de su estudio. Por otro lado, este esfuerzo sinttico busca la aprehensin de la mayora de los sustentos ideolgicos en pro y contra del Estado, con el afn de revelar que an habiendo diferencias de forma (discurso) las semejanzas se encuentran en el sustrato filosfico-poltico.

    LaS concepcioneS fiLoSfico-poLticaS ideaLiStaS

    Como hemos referido en la introduccin de este captulo, aqu someteremos a anlisis a las concepciones que por sus principales postulados asumen una posicin idealista y defensora con respecto al Estado. Principalmente, dichas concepciones se ven unificadas por una justificacin del Estado por cuestiones naturales. Comenzamos con los clsicos griegos que iniciarn dichas ideas y que luego de los cuales, y tras un largo perodo de vigencia, terminar formalmente con Jean-Jacques Rousseau, el ms alto exponente defensor de dicho bloque, y sobre el cual ya todo ser repeticin, incluso hasta la actualidad.

    El mundo clsico: Grecia y Roma

    La escuela de Atenas: los filsofos griegos

    En la poca de mayor esplendor de la sociedad griega, se van a desarrollar las lneas generales del pensamiento poltico que van a perdurar incluso ms all de Hegel (un ejemplo es la clsica triparticin aristotlica de los tipos de gobier-no en aristocracia, democracia y monarqua). Pero lo ms relevante va a ser la utilizacin del derecho natural para justificar el gobierno. Los valores ticos sern fundamentales para justificar la presencia de la repblica. Tambin, mediante anlisis comparativos e histricos entre sociedades conocidas en su poca, van a presentar a su propia poltica como el mximo desarrollo. En este caso se utilizarn ejemplos extrados de Grecia, concretamente de Atenas y Esparta, que seran los mejores exponentes del desarrollo poltico de su mundo conocido.

  • ArqueologA de lA formAcin del estAdo 41

    Platn (428 - 347 a.n.e.)

    Este filsofo griego fue uno de los primeros pensadores que analiz el Estado, aunque en esa poca inexistente, tal como la conocemos actualmente, y que ellos denominaban repblica. Para Platn, el desarrollo de las sociedades se haba dado de las formas perfectas a las imperfectas, en una suerte de desarrollo decadente, bajo el siguiente esquema:

    Timocracia > Oligarqua > Democracia > Tirana

    Para este filsofo griego, el Estado perfecto: la repblica, es una idealizacin de la realidad donde hay tres clases de hombres. Para Platn, dentro de este Estado ideal existirn gobernantes sabios: los filsofos. Asimismo, tendrn que existir ciudadanos, cuya funcin sea defender este Estado, aunque no conozcan el porqu de las cosas necesariamente: los guerreros. A estos se le suman los pro-ductores, que crearn los bienes para el sustento del Estado. Sin embargo, como Platn reconoce, este Estado ideal nunca ha existido: Quiz en el cielo est el ejemplo para quien quiera verlo y apegarse a l para gobernar a s mismo (final del Libro X).

    Como ya vimos, Platn mantiene una tipologa de gobiernos que, al contrario de la mayora de los filsofos, estuvo compuesta tambin por formas malas de gobierno (una sola es la virtud y muchos los vicios, razn que aduce para la co-rrupcin de los gobiernos). Por tanto, su tipologa va de lo bueno a lo malo.

    La timocracia (sinnimo de monarqua), la forma de gobierno ms cercana a su estado ideal, fue ejemplificada en la ciudad-estado de Esparta, por la que Platn senta profunda admiracin. Dentro de su tipologa, esta ciudad-estado se encontraba en un camino intermedio entre el gobierno ideal (la aristocracia) y las otras tres formas malas. En el anlisis de las formas de gobierno de Platn hay que anotar un tratamiento psicolgico o, mejor dicho, un juicio tico o mo-ral de las caractersticas de cada gobernante (o gobernantes, segn sea el caso) dependiendo del gobierno en el que est inmerso. As, el hombre timocrtico es ambicioso y deseoso de honor, el oligrquico tiene ansia de riqueza, el democr-tico tiene un deseo inmoderado de libertad (que le conducir al libertinaje) y el tirnico ser violento.

    Por otro lado, las causas del cambio de gobierno o de constitucin se encuentra en la corrupcin del principio en que todo gobierno se inspira. El gran mal del Estado y causa de su cada ser la discordia, que es opuesta a la unidad en que el gobierno debe permanecer.

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    Asimismo, para el filsofo griego, el bien es el orden que caracteriza al cos-mos, por tanto, es el orden el que debe reinar. Por consecuencia, este tambin determinar la estructura del Estado y la vida de cada ser humano: el Estado y el hombre justo. Al bien se llegara mediante el conocimiento y, sin este, todo se torna un caos y conduce a la miseria. Para Platn, los gobernantes debern ser personas sabias y, mejor an, filsofos, quienes se encuentren estudiando la realidad de las ideas. Vemos, pues, que as comienza la concepcin del Estado como producto de los valores morales inherentes al ser humano y cmo un concepto tan subjetivo como el bien ser un elemento a tomar en cuenta para definir si un Estado es bueno o malo.

    Aristteles (384 - 322 a.n.e.)

    Aristteles va a desarrollar la teora clsica del Estado que, sin grandes varia-ciones, llega incluso hasta nuestro tiempo. Su obra ms relevante, con relacin a nuestro estudio, es La poltica. Aristteles prcticamente repite el esquema de las formas polticas desarrollado por Platn, pero llamar politeia a la forma buena de gobernar muchas personas y a su degeneracin o forma corrupta le denominar democracia. Al igual que su antecesor, la tipologa que l propone es descendente:

    Monarqua > Aristocracia > Politia > Democracia > Oligarqua > Tirana

    Es relevante el estudio histrico que realiza de las sociedades y que se basa en la asociacin de formas sociales que se corresponden con formas polticas.

    Para Aristteles, la razn principal para que las personas se renan en la ciu-dad, y por consecuencia formando el Estado, es la de vivir bien. Para que este objetivo sea alcanzado, es necesario que los ciudadanos persigan conjuntamente y/o mediante sus gobernantes un inters comn. Como vemos, para Aristteles, la justificacin del gobierno se da por razones de ndole natural. As, tambin, los gobernantes y dems clases sociales van a existir como consecuencia de unas caractersticas que le son inherentes y a las que no podrn contradecir. Es ms, los gobernantes estn justificados para ello, pues son los nicos capaces de dirigir a la sociedad de forma justa, mediante el conocimiento del bien, un concepto bastante subjetivo que va a desarrollar a lo largo de todo su discurso y que vimos que aparece, tambin, en el discurso platnico. Se tratar, pues, de naturalizar las condiciones existentes del momento. En esta lnea, su posicin acerca de las desigualdades entre clases sociales ser conciliadora, que buscara el equilibrio

  • ArqueologA de lA formAcin del estAdo 43

    o estabilidad de la sociedad entera mediante la existencia de la clase media. Aqu podemos ver un mensaje que llega a nuestros das, segn el cual se evaden los conflictos existentes entre clase sociales. Otro de esos mensajes es la idea de que un gobierno mixto puede ser de las mejores formas de gobierno existentes, cuestin que Polibio plantear para Roma.

    Polibio (II siglo a.n.e.) y el gobierno mixto: Roma

    A diferencia de los anteriores, Polibio fue un historiador. Sin embargo, su obra Historias contiene en el Libro VI uno de los mejores contenciosos acerca de la poltica, como justamente se titula dicho libro. Polibio haba nacido en Grecia (luego se estableci a Roma), circunstancia que lo convirti en un observador directo del mundo helnico. En Roma escribira la primera gran historia de ese pueblo y que fue precursora de la que escribira Tito Livio. En el referido libro Historias describe la constitucin romana, un verdadero derecho pblico romano en el que se detalla las diversas magistraturas. Siguiendo con las tipologas de gobierno, separar a los gobiernos en seis formas (3 buenas y 3 malas), pero agregando una sptima que sera la sntesis de las tres buenas y que, como era de esperar, estara cercana a la de Roma. Sin embargo, para l, la sucesin de los gobiernos en el tiempo sera cclica, es decir, se repetira un fenmeno que l mismo denominara como anaciclosis.

    Roma, pues, fue su gobierno perfecto, ya que se trataba de un sistema mixto de gobierno y, por esta razn, Polibio desarroll una de las primeras definiciones de lo que fue un gobierno mixto; sobre esto regresaremos luego. Los nombres que da las tres formas buenas de gobierno en su anaciclosis son: reino, aristo-cracia y democracia. De esta manera, otorga una connotacin positiva a esta ltima forma de gobierno, al contrario de Platn y Aristteles. Obviamente, la forma corrupta de cada una de ellas (por causa natural, por supuesto) es la tirana representada en la oligarqua y describe un nuevo trmino: oclocracia (oklos= multitud), que se entiende como el rol negativo del gobierno de la masa popular. Para Polibio, como ya dijimos, la sucesin de las formas de gobierno ser cclica, y la explicacin de ello est fundamentada en que la corrupcin de una forma buena de gobierno provoca la aparicin de su correspondiente forma mala. Esto quiere decir que ya no es una sucesin lineal, sino que la sucesin de las formas de gobierno en el tiempo se da por parejas, que incluyen tanto una forma buena como una mala. Podramos simplificar su esquema en esta forma:

    (Reino > Tirana) > (Aristocracia > Oligarqua) > (Democracia > Oclocracia)

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    La de Polibio es, por cierto, una visin fatalista de la historia humana, pero que, al contrario de Platn, ofrece una solucin de continuidad a su ciclo, soste-niendo que al final del mismo nuevamente se regresa al comienzo, es decir, de la oclocracia se regresa al reino. Por esta razn, nuestro esquema arriba representado debera ser circular y no lineal.

    Para afirmar en que el gobierno mixto (como el que tena Roma) era el mejor, Polibio ejemplificar esto mediante el caso de la ciudad-estado de Esparta, pues siendo este un gobierno mezcla de las tres buenas formas se posibilit la esta-bilidad, una condicin favorable que no se alcanza con ninguna de las formas buenas, puesto que su corrupcin es una cuestin natural:

    Licurgo (...) promulg una constitucin no simple ni homognea, sino que junt en una las peculiaridades y las virtudes de las constituciones mejores. As evitaba que alguna de ellas se desarrollar ms de lo necesario y derivar hacia su desme-joramiento congnito; neutralizada por las otras la potencia de cada constitucin, ninguna tendra un sobrepeso ni prevalecera demasiado, sino que, equilibrada y sostenida en su nivel, se conservara en este estado al mximo tiempo posible, segn la imagen de la nave que vence la fuerza del viento contrario. (Polibio [s. II a. n. e.] 1981, Libro VI: 10)

    De este modo se hace necesario que exista una estabilidad o equilibrio de po-deres, una condicin del Estado que llega hasta nuestros das inmersa en las teoras constitucionalistas. Para la poca romana, esto se consegua por el equilibrio entre los tres estamentos del gobierno: los cnsules, el senado y los comicios del pueblo. Entre ellos, pues, se regularn sin preponderar ninguno sobre los otros dos. Aqu se basan muchos filsofos (incluso actuales) para definir a la sociedad esttica y sin cambios. Sin embargo, como vimos anteriormente, para Polibio, que habla de la corrupcin natural de los gobiernos (una perspectiva cclica), el equilibrio de un gobierno (mixto) sera una contradiccin; pero, como bien seala Bobbio (1987: 53), lo que Polibio refiere no es la perpetuidad del gobierno, sino su mayor duracin en el tiempo dada su estabilidad congnita.

    Los filsofos medievales o de la edad oscura

    El poder poltico proviene de Dios: Santo Toms de Aquino (1225-1274 d.n.e.)

    Toms de Aquino no va a ser ms que un predicador de la Iglesia catlica de sus das, la cual, a su vez, en ese tiempo, estaba bastante inmersa en cuestiones polticas. Como consecuencia de su formacin en Teologa, Toms de Aquino va a instar mediante sus tesis que si bien los gobernantes (los reyes) son los encargados

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    de dirigir la sociedad, esta tiene como fin vital llegar a Dios, por lo que el Sumo Pontfice de la Iglesia catlica, el Papa, debe ser entendido como la mayor auto-ridad de las sociedades, en general:

    Un rgimen de este tipo es propio de aqul rey que no es solamente un hombre, sino Dios, o sea, el Seor Jesucristo, que, convirtiendo a los hombres en hijos de Dios, los introduce en la gloria del cielo. Y este gobierno le fue dado de modo que no se corrompa, pues se le llama en las Sagradas Escrituras no solamente sacerdote, sino tambin rey, como dice Jeremas: Reinar como rey, y ser sabio; por eso de l deriva el sacerdocio real. Y, lo que es ms, todos los fieles en Cristo, en cuanto miembros suyos, son llamados reyes y sacerdotes. Luego as el ministerio del reino, al encontrarse separado lo espiritual de lo terreno, ha sido encomendado no a los reyes de la tierra sino a los sacerdotes y, principalmente, al Sumo Sacerdote, sucesor de Pedro, Vicario de Cristo, el romano Pontfice, del que todos los reyes del pueblo cristiano deben ser sbditos, como del mismo Seor Jesucristo. As pues, como ya se afirm, aquellos a los que pertenece el cuidado de los fines anteriores y la direccin de imperio deben subordinarse a aquel que tiene el cuidado del ltimo fin. (Toms de Aquino [1265-1267] 1995: 72-73)

    Con Toms de Aquino, pues, se toma un nuevo elemento para justificar el Estado: Dios. Su tesis reposa en que todas las cosas, incluida la naturaleza (ele-mento que, para Aristteles y los anteriores a l, era lo primordial), por supuesto, son creacin divina. Por esto mismo no ser difcil que el poder divino en la Tierra representado en el Papa se incluya en esta concepcin. Esta cuestin, adems de lo divino, se afianzaba en la fuerza, puesto que el Vaticano pasaba por una era gloriosa a causa de las Cruzadas.

    Habra que sealar que su principal obra (que ha llegado hasta nosotros como La monarqua) fue dedicada al rey de Chipre25; por tanto, adems de su fe depositada en Dios, tambin la tena en el gobierno civil. Por dems est decir que, para l, los hombres viven en sociedad por el mandato de la razn y como cosa natural:

    Pero corresponde a la naturaleza del hombre ser un animal sociable y poltico que vive en sociedad, ms an que el resto de los animales, cosa que nos revela su misma necesidad natural. (Ibd.: 6)

    25 Como anotan Robles y Chueca (Toms de Aquino 1995: XVIII-XIX), se necesitaba consolidar su monarqua, por lo cual no se hace mencin del gobierno mixto, sino ms bien se recomienda la monarqua pura.

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    Claro que esto no sera del todo equivocado, puesto que los individuos sociales necesitan organizarse para satisfacer sus necesidades materiales, pero el problema radica cuando desde all Toms de Aquino salta al reinado como algo tambin natural, por extensin de la precondicin establecida.

    Sus escritos van a estar impregnados del discurso aristotlico, por cuanto es en 1260 d.n.e. cuando se hacen las primeras traducciones de las obras del fil-sofo griego, aunque tambin se fundamentan en los escritos de San Agustn (La ciudad de Dios, principalmente). Para Toms de Aquino, un elemento clave para la subsistencia del Estado ser la paz, la cual deber ser mantenida incluso me-diante la fuerza. Por otro lado, aunque fue religioso le concedi importancia vital a la propiedad privada, ya que para l la reparticin de las riquezas hara efectiva la paz entre los hombres. En la tipologa de los gobiernos que ofrece Toms de Aquino no se aprecia demasiado cambio sustancial con relacin al esquema de los tiempos de Aristteles. De este modo, Toms de Aquino seala que existen:

    Formas buenas : Monarqua - Aristocracia - Democracia

    Formas malas : Tirana - Oligarqua - Demagogia

    Aunque habr algunos cambios de opinin a lo largo del texto acerca del lugar que le corresponde a las formas de gobierno, en tanto buenas o malas, para Toms de Aquino, la monarqua siempre ser el mejor de los gobiernos civiles26.

    Maquiavelo y El prncipe (1469-1527)

    Su formacin fue humanista, una forma de entender a la sociedad que estaba en plena vigencia en su poca y gracias a la cual se desempeara como canciller del pequeo estado-repblica de Florencia. Durante su permanencia en dicho cargo poltico, se desempe como diplomtico en Francia y en la pennsula Itlica (ducado de Romagna, el Vaticano y la misma Roma). Por ello, Maquiavelo fue testigo privilegiado de los ltimos tiempos de esplendor y decadencia de las ciudades-estados itlicas. Las luchas polticas y las guerras le dieron la oportu-nidad de trasladarse a las cortes de Luis XII en Francia y a las de Vaticano para encargarse de los asuntos diplomticos concernientes a Florencia. Encontrarse en esta situacin tan delicada le permitira tambin observar y luego emitir su juicio acerca de la poltica (de los gobernantes y la forma de gobernar en su poca y su justificacin) y escribir una suerte de manual del buen gobernante.

    26 Aunque hacia el final de su vida se incline por un gobierno mixto (ver Suma teolgica).

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    Su idea acerca del caudillaje, su principal forma de considerar a los soberanos, fue desarrollada mediante las impresiones que obtuvo en su trabajo de diplom-tico y, sobre todo, las que obtuvo de Csar Borgia y Julio II (el Papa Guerrero), gobernantes enfrascados en conflictos territoriales por la bsqueda de la expan-sin de sus dominios. Estas circunstancias histricas impresionarn al autor de El prncipe, y que son claras en dicho texto e incluso en sus primeros escritos, donde ya se perfilaban sus preceptos acerca de los gobernantes. Por ello, como bien seala Skinner (1998: 33-34), la intencin de este escrito fue agradar a los Mdicis (algn tipo de prueba de que soy un sbdito leal, como dira el mismo Maquiavelo), los nuevos seores de Florencia. Aqu se revela, pues, la intencin del autor y los objetivos que persigue, resultando que en el texto se notan serias contradicciones entre lo que quiere decir y lo que debe escribir para agradar al Magnfico Lorenzo de Mdicis, como consta en la dedicatoria de dicha obra.

    Asimismo, Maquiavelo va a ser el primero en utilizar el nombre de Estado para denominar al gobierno civil: Todos los Estados, todas las dominaciones que ejercieron y ejercen imperio sobre los hombres, fueron y son repblicas o principados. De este fragmento tambin se desprende que, para Maquiavelo, los tipos de gobierno slo pueden ser de dos clases. As, su tipologa de gobiernos ya no ser tripartita (clasificacin aristotlica-polibiana), sino bipartita:

    Principado Repblica

    La diferencia entre las dos va a ser de orden cuantitativo. En la primera, que corresponde al reino, slo un individuo concentra todo el poder, y en la otra, que abarca tanto a las aristocracias como a las democracias, varios sujetos detentan el poder. No podrn existir otros tipos de Estado, puesto que lo intermedio crear la tan temida inestabilidad (aunque con esto parece contradecir la tesis de la bondad de los gobiernos mixtos, que ya vimos con Polibio). Algo que tambin llama la atencin es que en El prncipe cada una de esas formas de gobierno ya no tiene su opuesto o forma corrupta, aunque no la desestima como algo prudente en los gobiernos.

    En El prncipe, Maquiavelo se refera a la realidad de su tiempo, en el que los principados y las monarquas posean la soberana sobre los pueblos27, describiendo

    27 Maquiavelo, ya en su texto anterior: Discursos sobre la primera dcada de Tito Livio (1513), discuta los gobiernos de la Antigedad clsica. Este escrito estaba fuertemente influenciado por la obra de Polibio, pues, como este, aceptaba la anaciclosis (la ley natural de los ciclos histricos). Sin embargo, Maquiavelo

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    su naturaleza y sus caractersticas. Dentro de los principados, las diferencias en la forma de gobernar que establece sern:

    Principados hereditarios, donde o bien un prncipe elige entre sus siervos a los ministros que le ayudan a gobernar o un prncipe es asistido por los barones (aristcratas) para ello.

    Principados nuevos, conquistados por virtud, por fortuna, por maldad (las armas) o por el consenso de los ciudadanos, aunque: La fortuna y las armas son elementos principales que determinan la existencia de los Principados y por esos mismos elementos las personas estn sujetas a l (Maquiavelo [1513] 1999: 35).

    La mayor parte de la obra de Maquiavelo (y de ah su fama popular) se centra en justificar los excesos que por cuenta del Estado hacen los gobernantes y se justifiquen por su necesidad de conservarlo en sus manos. Por ello, un prncipe no debe preocuparse de incurrir en la infamia de aquellos vicios sin los cuales difcilmente podra salvar el estado (Ibd.: 110) o un prncipe no debe preocuparse de tener fama de cruel por mantener a sus sbditos unidos y fieles (Ibd.: 115). Y, as, todo el texto est salpicado de frases similares que defienden al Estado y a sus gobernantes. Para darle solidez a sus argumentos, Maquiavelo se basa en ejemplos extrados del mundo romano y de su tiempo.

    Giambattista Vico (1668-1774)

    Este pensador napolitano entrar en nuestro bloque idealista por el peso que le otorga a la cuestin espiritual en su anlisis histrico de las formas de gobierno poltico y que, segn Benedetto Croce, representa una filosofa del espritu. Dicho anlisis se encuentra inspirado en ideas que, como ya vimos, haba desarrollado Aristteles acerca de la triloga de los gobiernos polticos: monarqua, aristocracia y democracia. Sin embargo, el gran descubrimiento que hace Vico es que la monarqua representara la fase ltima del desarrollo poltico, alterando con ello, tendenciosamente, la sucesin histrica de la forma de gobierno como se haba conocido hasta entonces, segn observamos en los pensadores precedentes.

    Pero, ms all de esto, posiblemente el mayor problema que tiene su tesis es la inexistente dialctica en la que transcurre su descripcin de la sucesin de las formas polticas y que est, bsicamente, inspirado en la historia de Roma. Esto va

    aade que el final de dicho ciclo concuerda con el peor gobierno y, a su vez, que el regreso al inicio de la serie cclica natural, puede ser alterado por la conquista realizada por un gobierno con mayor fuerza (Bobbio 1987: 73-74).

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    a ser causado, principalmente, porque Vico no distinguira entre formas de gobierno malas o buenas, viendo el fin de cada una de ellas como consecuencia del cambio de organizacin social. De este modo, la familia constituira una sociedad preestatal y prehistrica, que dar paso a la poca histrica y estatal con la monarqua como una sociedad poltica. Su anlisis conduce a la suposicin que al fin de este gobierno y su disolucin se entrar en la anarqua, produciendo con ello la disolucin final de las formas polticas. Segn Vico, cada tipo de gobierno es idneo para cada poca, no existiendo el ms adecuado que el que posee cada sociedad; es decir, existe un designio casi divino o un destino establecido, algo as como un cada cual tiene lo que se merece. As, su anlisis es unilineal y progresivo.

    Finalmente, para Vico, la propiedad privada es un elemento bsico en su anlisis y el cambio de las leyes acerca de ella, como por ejemplo el realizado por Servio Tulio en poca romana, condicionarn el paso de un tipo de gobierno a otro.

    La ilustre Ilustracin

    La ilustracin inglesa y Thomas Hobbes (1588-1679)

    Hobbes fue el primer sistematizador de las leyes, razn por la cual incluso se le ha considerado el fundador del positivismo jurdico, y en la lectura de su obra se revela la persistencia de una filosofa del derecho natural. En ese sentido, Leviatn (1651) fue la obra fundamental en cuestin poltica de este filsofo y cientfico ingls. En dicha obra, el poder que detentan algunas personas est relacionado con unas cualidades innatas en ciertos sujetos, de las cuales resalta el honor, y que les son naturales, tanto con Estado como sin l (leyes naturales, como dira Hobbes). Esta idea est relacionada con la existencia de caractersticas, cualidades innatas, aptitudes fsicas o mentales e, incluso, la buena suerte o el designio de Dios, que hace que estas personas sean objeto de acciones que se relacionan, por ejemplo, con el ser objeto de honra (en la misma lnea maquiavlica). En el Leviatn hay un gran listado de acciones similares que incluyen normas de cortesa como materializacin de ese deseo de honrar a este tipo de personas. Cuando este mismo honor se hace pblico sobrevendr en poder, siendo el mayor de ellos relacionado al gobierno de la sociedad:

    El mayor de los poderes humanos es el que se integra con los poderes de varios hombres unidos por el consentimiento de una persona natural o civil es el poder del estado, o el de un gran nmero de personas, cuyo ejercicio depende de las voluntades de las distintas personas particulares, como es el poder de una faccin o de varias facciones coligadas. (Hobbes [1651] 1991: 108)

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    En la cita anterior ya se puede notar que la idea de un contrato social subyace en sus escritos. Por ello, para Hobbes, el objetivo final para que los hombres creen un Estado con las restricciones inherentes que este supone:

    (...) es el cuidado de su propia conservacin y, por aadidura, el logro de una vida ms armnica; es decir, el deseo de abandonar esa miserable condicin de guerra que, tal como hemos manifestado, es consecuencia necesaria de las pasiones naturales de los hombres, cuando no existe poder visible que los tenga a raya y los sujete, por temor al castigo, a la realizacin de sus pactos y a la observan