48952563 tratado de brujeria

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    Tratado de brujera vascaDescripcin de la inconstancia de los malos ngeles y demonios

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    Tratado debrujera vasca

    Descripcin de la inconstancia delos malos ngeles y demonios

    Pierre Lancre

    Traduccin a cargo de Elena Barberena

    Serie de Historia dirigida por Emilio Majuelo

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    Edicin:

    Editorial Txalaparta s.l.

    Navaz y Vides 1-2

    Apdo. 78

    31300 Tafalla

    NAFARROA

    Tfno. 948 703934

    Fax 948 704072

    [email protected]

    http://www.txalaparta.com

    Primera edicin de TxalapartaTafalla, noviembre de 2004

    Segunda edicin de Txalaparta

    Tafalla, diciembre de 2004

    Copyright

    Txalaparta para la presente edicin

    Diseo grfico

    Nabarreria gestin editorial

    Impresin

    RGM

    I.S.B.N.

    84-8136-3790

    Depsito legal

    BI-2621-04

    Ttulo: Tratado de brujera vasca.Descripcin de la inconstancia de los malos

    ngeles y demonios

    Ttulo original : Tableau de linconstance des mauvais

    anges et dmons: o il est amplement

    trait des sorciers et de la sorcellerie.

    Autor: Pierre Lancre

    Portada y diseo coleccin: Esteban Montorio

    Traductora: Elena Barberena

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    Quienes trabajamos con la historia, o quizs habraque decir desde la historia, sabemos de sobra que eltropezar con estudios rematados es excepcin. Habitual-mente tenemos que completar puzzles, reunir retazos y,desgraciadamente, interpretar todos esos elementos.

    Digo desgraciadamente porque cuanto ms subjetivasea una cuestin, ms espacio quedar para que las con-clusiones sean dispares. Y, en la disparidad interpretati-va, que no en la descriptiva, surge la intencionalidad. Ases, en buena parte, la impresin moderna que se tienede nuestro pasado.

    No aventuro nada al afirmar que se han construido

    slidos castillos histricos a travs de una o dos frasesencontradas en un viejo archivo, a travs de suposicio-nes originadas en el alineamiento de varias piedras...No es el caso. Los textos de Lancre son slidos, impres-cindibles para conocer creencias, vida cotidiana e, inclu-so, estados de nimo.

    Las brujas vascas y Lancre

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    Por eso, monografas como las de Lancre son un te-soro en bruto. Destinadas a ser trabajadas durante aos,a ser pasto de la lupa y de los jvenes investigadoresque empiezan en este oficio tan estimulante. No hayque descubrir, el autor lo muestra, no hay que interpre-tar apenas, el autor lo hace por todos nosotros y por unabuena parte de la humanidad, desde su poca hasta laeternidad.

    Para quienes desconozcan este clsico (1613) habraque avanzar que Pierre Lancre fue un inquisidor francs

    que viaj al norte de Euskal Herria en 1609 y dej escritoel libro que ahora se edita y del que su compatriota Mi-chelet dira: Jams los vascos fueron mejor caracteriza-dos que en el libro de Lancre. El libro comenzaba conla frase de Tableau de lincostence des mauvais anges et demons,ou il est amplement traite des sorciers et de la soricierie, texto queno puede decirse fuera exactamente el ttulo del libroporque, entonces, semejantes licencias no existan. An

    as, esa frase expresa lo que dentro de las tapas del tra-tado podr encontrar el lector.

    Casi 400 aos despus, el libro ha sido traducido alcastellano, por primera vez. Aunque no completo. Hayque decir que algunos pasajes, pocos ciertamente, hanquedado fuera de esta traduccin. No aportaban nada alconjunto, es ms, lo desviaban de los dos ejes que el

    propio Lancre describi: la brujera y la sociedad vascade entonces. Los textos no traducidos y descartados deesta edicin son prrafos dedicados a la Iglesia catlicay a sus ritos.

    Antes de avanzar contenidos, habra que sealar queel inquisidor dej un escrito sumamente sugerente, queEuskal Herria era un pas de manzanas, sus mujeresslo comen manzanas, no beben ms que jugo de man-

    zanas y en cualquier ocasin estn dispuestas a morderla manzana de la trasgresin, pasando por encima de lacondena de Dios y franqueando la prohibicin de nues-tro primer padre. Son Evas que seducen voluntariamen-te a los hijos de Adn, y desnudas en la cabeza, viven enlas montaas en absoluta libertad e ingenuidad como lo

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    haca Eva en el paraso terrenal. Y la manzana, lo insisteLancre, es la metfora biblica de la transgresin.

    Con este punto de partida, el libro, al margen de lascircunstancias histricas, tiene ya un plus: el del escena-rio. Pocas son las descripciones de los vascos en la EdadMedia y sta es, sin lugar a dudas, la ms completa. Siadems nos ubica en los lmites de la trasgresin qums se puede pedir?

    Pero quin fue en realidad Pierre Lancre?

    Para nosotros los historiadores Lancre fue un sangui-nario y fantico inquisidor. Apunt que la Iglesia estabacometiendo un gran crimen al no quemar a las brujas yluch con todas sus fuerzas para que la tendencia cam-biara. Y no slo lo logr sino que tambin pele para quelos defensores de las brujas, los que pensaban que la ho-guera era un horror, cometieran un pecado mortal. O almenos que la jerarqua eclesistica as lo reconociera.

    Su procedencia?

    Su abuelo fue un afamado vinicultor en la Baja Nava-rra. Tras la estela de los dineros amasados, su padre co-menz a firmar como seor de Lancre y l, que naci enBurdeos, sigui la costumbre. Pierre se hizo jesuita en Tu-rn. En 1582 lo nombraron consejero del Parlamento deBurdeos y en 1609 acept mediar en un conflicto secular,el de los Urtubia con los vecinos de Donibane Lohizune(San Juan de Luz). Se lo haba pedido el rey Enrique IV,cuyo capelln era Bertrand Echauz, de Baigorri, bajonava-rro tambin. Los Urtubia, de Urrua, originarios de Alza-te, en Bera, reclamaban los derechos de un puente. Lasreclamaciones ocasionaron venganzas, detenciones, acu-saciones y una sarracina en 1607 que doce caballeros em-

    bozados llevaron a cabo en San Juan de Luz.Una historia ms de las muchas que jalonan los con-

    flictos banderizos de nuestro pas. Sin embargo, el de-senlace de sta fue del todo diferente, convirtindose enel origen de la intervencin de Lancre y, por extensin,de este libro.

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    En uno de los testimonios sobre la agresin de losembozados, una de las denunciantes apaleadas afirmque le obligaron a beber una pcima mgica. No era laprimera vez que se cruzaban acusaciones de brujera enel conflicto de los Urtubia. Ni en otros. Incluso algunasmujeres haban sido llevadas a la prisin de Burdeospor tal motivo. Sin embargo, Lancre dio una trascenden-cia extraordinaria a la ancdota de la pcima y la convir-ti en el arranque de la guerra banderiza.

    De esa forma comenz a investigar la brujera en

    esas tierras al norte del Bidasoa, con la ayuda de una jo-ven vidente de 17 aos llamada Morguy que lograbaidentificar, gracias a la coloracin de la piel, a los huma-nos que haban sido ungidos por el Demonio, el stigmadiaboli, la marca del Diablo. Marca que las brujas llevabanen lugares muy secretos. Gracias a este procedimien-to, y en slo cuatro meses, Morguy y Lancre lograron de-senmascarar a 3.000 brujos y brujas. Hombres, mujeres ynios. Y tambin sacerdotes.

    Y lo que vio y lo que hizo lo dej escrito.

    As, su Descripcin de la inconstancia de los malos ngeles ydemonios es un trabajo cargado de intenciones. Dice, porejemplo, que una asamblea de 12.000 personas se habareunido en la playa de Hendaia para celebrar un akela-rre. La poblacin de Hendaia entonces era la que habi-taba en unos escasos caseros, es decir, apenas llegaraal centenar. Lancre hizo de la mentira su Biblia y conven-ci a los parlamentarios de Burdeos de que el tema en-comendado era bien grave. Y, por tanto, necesitaba desoluciones acordes.

    En otro apartado de su informe, Lancre se refiri aque la abundancia de hechiceros y brujas en el Pas Vas-

    co se deba a que las misiones catlicas de las Indias ydel Japn los haba expulsado previamente de esas tie-rras y, por razones desconocidas, se haban refugiado enel pas de los vascos. Dijo, tambin, que muchos ingle-ses, escoceses y otros viajeros que vienen a cargar vinosa esta ciudad nos han asegurado haber visto durante su

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    viaje tropas de demonios en forma de hombres espan-tosos que pasan a Francia.

    As, el inquisidor, ante el temor de que los brujos setrasladaran a Francia y contaminaran su saludable tierra,tom una decisin traumtica: de los 3.000 detenidos,600 fueron llevados a la hoguera. La muerte ms horribleque ha existido jams, donde la vctima percibe la tortu-ra, sin desfallecer, hasta que muere. Algunas de las brujaseran nias que an no saban qu era la vida. Y Franciaqued libre del peligro vasco. Cierto, aunque no lo pa-

    rezca.Slo el retorno de los marinos de Baiona, la capital

    de Lapurdi, que volvan de la temporada del bacalao enTerranova, logr cortar la masacre. Los marinos se suble-varon y el Parlamento de Burdeos llam a captulo aLancre que abandon precipitadamente Lapurdi. Y elinquisidor se retir a escribir sus andanzas que seranpublicadas tres aos despus.

    Por encima de cualquier consideracin al margen delas expuestas, la edicin del libro de Lancre va a servirpara acceder al origen y a las fuentes de la intoleranciareligiosa. Cerca de 400 aos despus, las razones esgri-midas por el llamado azote de la brujera pueden pare-cer un tanto peregrinas. No hay que olvidar, sin embargo,que sirvieron para mantener a numerosas generaciones

    en la ignorancia y la sumisin, a travs del terror. Desdeel siglo XIII en Europa y desde el XV en la pennsula Ib-rica, la Inquisicin fue el principal argumento de la curiacatlica para expandir y mantener sus creencias. La Des-cripcin de la inconstancia de los malos ngeles y demonios es, enesta lnea, un testimonio estremecedor. El paradigma.

    Iaki Egaa

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    Libro primero

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    El primer objetivo y el propsito principal de losmalos demonios es la desesperacin del hombre, su de-rrumbe, su completa ruina y su condena; no buscan msque nuestra cada, tan slo gozan con nuestros tropie-zos, nicamente se estremecen para estremecernos, yparece que no aderezan y condimentan sus tormentos

    hasta donde pueden hacerlo ms que para atormen-tarnos. El hombre es la nica criatura que puede moriren pecado mortal cuando se hace aliado y socio de losdemonios. Y sa es la razn por la que nos tienden tan-tas trampas y tretas, e inventan tantas funestas artima-as para sorprendernos. Dgame usted para qu sirvensi no tantas formas deformes, tantas figuras diversas ydistorsionadas, tantos velos y mscaras de todas clases,

    tantas perniciosas y abominables licencias, tantas liber-tades, voluptuosidades, placeres contra natura a los quese entrega delante de nuestros ojos para atraernos hacial por medio del placer que sabe que ms disfrutamos,si no es para perdernos? Dios, que conoce sus propsi-tos a la perfeccin, platicando con Job le dio un nombre

    Discurso I

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    muy propio y conveniente, llamndolo Behemoth, comoposeedor de un parecido con varias y diversas bestias aun tiempo, ya sea uniendo a la rabia y la malicia, la fero-cidad del len, del tigre y del oso; ya transformndosede facto en dragn o en hidra de varias cabezas. El pri-mer cuerpo que, a mi juicio, adopt fue el de la astutaserpiente, cuando gracias a esa artera forma, removien-do hacia dentro su mvil lengua, encandil a la primerade las mujeres y madre de nuestra desgracia. Dios quisoque el hombre viera los enredos, artimaas y dobleces

    de la tentacin por medio de este animal y, cuandoaqul vio el feliz xito alcanzado con esa trapacera, sevolvi a servir de esa misma piel de serpiente, insinun-dose y serpenteando tan a propsito y oportunamente,que se adue de toda la prudencia y sabidura de losantiguos griegos y romanos, que la llegaron a adorarcomo a un dios. Los demonios tienen mil medios paraseducir a los hombres e inducirlos a la tentacin. All

    donde la sutileza de la serpiente no logra su propsito,utiliza la fuerza del len o la agilidad del mono.

    Jesucristo tambin llama al Diablo serpiente, dandopotestad a sus discpulos para que la pisen; San Juan lollama dragn y antigua serpiente. Y, segn nuestros his-toriadores romanos, el Diablo, ostentando el nombrede Esculapio, hizo su entrada triunfal en la ciudad de

    Roma con esa repelente forma; lo que demuestra la in-constancia y el brutal humor de Lucifer y de sus demscamaradas demonios, que quieren hacer alarde de sugloria y soberbia, y mostrarse semejantes al Todopode-roso, rebajndose, no obstante, a tomar la figura y la for-ma de ciertos animales, las de los ms desagradables yviles. Aqullos que han querido dar a conocer y distin-guir las apariciones de los ngeles buenos de las de los

    malos han podido observar perfectamente que los pri-meros, felices en la gracia de Dios, cuando se quierenaparecer a los hombres nunca adoptan una figura bru-tal, ni tampoco la de una mujer, sino siempre la de unhombre, y que ocurre lo contrario con los ngeles malva-dos. Y si en alguna ocasin Satans toma la forma de un

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    hombre, ste siempre tiene algn defecto o alguna ex-travagante desproporcin, o es demasiado negro, o de-masiado blanco, o demasiado rojo, o demasiado grande,o demasiado pequeo. Adems, el ngel de Luz llevasiempre algn destello luminoso que lo hace reconoci-ble, mientras que por el contrario un ngel malvado ca-mina en tinieblas y nubla la vista, y a menudo tambinel entendimiento de los que quiere engaar y frustrar.

    Una vez que el Diablo se ha insinuado y penetradoen nuestro interior, se quita la mscara y deja de utilizar

    ardides, y violando por completo toda hospitalidadobliga abiertamente a los hombres que ya ha hecho su-yos a ejercer todo tipo de fechoras, llegando incluso adespojar a los padres de todo amor y afeccin de padre,embotando en ellos todos los aguijones de la naturale-za, y por lo mismo, como revancha de tamaa fechora,tambin todo respeto de los hijos por la sangre paterna.

    Los terribles y furiosos monumentos que nos hacenver tantos y tan diversos autores, del busto y de cuerpoentero de la pitonisa o sacerdotisa del Demonio, Febo,nos muestran con suficiente claridad cul era el esprituque las agitaba y obligaba a hacer tratos tanto ms in-dignos por ser impropios de ese sexo. Pues quin queno sea un completo desvergonzado no enrojecer al vera una mujer montada en un trpode, que balancea su ca-

    beza completamente desgreada, con los labios trasto-cados, los ojos virados, el pecho jadeante, y se sacudelos costados hasta que finalmente consigue liberarse deese loco engendro y furioso espritu que la agitaba.

    No soy de la misma opinin de los que consideranque los demonios son tan inconstantes, a causa de sunaturaleza gnea o area, que se sostienen sobre las

    aguas, o que al menos cuando se encuentran en el cuer-po de los brujos hacen que se mantengan sobre la su-perficie de los ros, sin llegar a sumergirse nunca.

    Pues ms all de esta proposicin, ellos consientenesa especie de prueba de brujera que se realiza conagua fra, que es ilcita y no puede ser admitida sin inju-

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    riar gravemente a Dios, y est prohibida por el Canon Con-suilisti 244. La realidad es que la ligereza que hace que sesostengan, y a veces tambin que lo hagan las brujas, ylos impide sumergirse no proviene, como algunos afir-man, de su naturaleza gnea o area, pues estn exentosde toda concrecin corporal y de toda cualidad que deri-ve de sus cuerpos. Los demonios hacen que algunas ve-ces se sostengan sobre el agua para engaar a la gente, ysobre todo para engaar a los jueces, a los que el Diablodistrae con esta loca atraccin, que en algunas ocasiones

    sucedi a muy santos personajes. Del hecho cierto deque los demonios posean cierta ligereza, que permiteque puedan en un momento dado sobrenadar y sumer-girse con facilidad, y comunicar estas cualidades a losBrujos, no se puede deducir que eso constituya unaprueba cierta e infalible de que sean brujos.

    No menos insoportables y repelentes eran los cori-bantes de los galos, que en los sacrificios de la madre

    de los dioses saltaban y danzaban observando ciertasextraas cadencias, dndose topetazos entre ellos conla frente, arrojndose con la cabeza gacha por delante, almodo de los pescadores de perlas.

    Y quin puede contener la risa al ver en la actualidada los turcos alrededor de sus locos y rabiosos, a los querespetan como pequeos dioses, aunque no por ello

    dejen de tenerlos bien atados; y al fin y al cabo estos l-timos obtienen algn provecho de su locura, al contrariode lo que ocurra con los sacrificadores de Cibeles, deBellona y de Baal, que tan slo experimentaban gravesdolores cuando se cortaban la cara con afilados cuchi-llos, y sin dejar de contornearse se descuartizaban elresto del cuerpo a dentelladas, para dar ms gracia a esarabia furiosa. Es as como estos demonios inconstantes

    nos cierran los ojos para hacer que arrastremos la piedrade nuestras desgracias.

    El mundo es un teatro en el que el Diablo desempe-a una infinidad de diversos y dismiles personajes. Estabestia sangrienta va contorneando el globo terrqueo,siempre en busca de alguien que pueda ocupar ese In-

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    fierno que dice nunca tiene bastante gente, aunquesiempre encaminndose a su centro, a donde llega final-mente a descargar todo su botn, ganado en parte me-diante artimaas, en parte con violencia, como quiensabe muy bien coser la piel del zorro a la del len. Y a losque no puede atrapar abiertamente en sus garras, se es-fuerza para deslumbrar al menos con falsas promesas,presentes y riquezas ficticias o malhadadas, elementosque quebrantan las rocas ms firmes y resueltas; nada leimporta con tal de llegar a poseerlo.

    Pero analicemos el parecido de Behemoth con variasbestias, subrayando aqul con dos de las ms astutas:cuando se encuentra entre los hombres, cubierto con lapiel de lobo imita y finge muy sutilmente su voz parasorprenderlos; si se mezcla con los perros para trapacearal pastor, no hay nada ms parecido a un perro. Caminacon paso lento y tardo, dando a entender que piensa entodo menos en hacer mal. Si despliega las astucias del

    zorro, se comporta de tal modo que slo rompe ramaspequeas, sin quebrar todava las gruesas ramas de losgrandes pecados. No nos arrastra de buenas a primerasal homicidio y al incesto, sino que viene a paso de oveja,arrancando con lentitud las virtudes del alma, para plan-tar en ella pequeas faltas que van creciendo poco apoco. Tenemos las vidas de los Santos Padres llenas deejemplos de este tipo.

    Por ltimo, los espritus malignos y estos perversosdemonios son tan enemigos de la constancia, tan varia-bles y volubles aunque siempre en nuestro perjuicio,que slo puede atribuirse a su buen hacer el que todoslos autores destacados, antiguos y modernos, los hayandenominado inconstantes y verstiles, con el objetivoprincipal de que podamos reconocerlos y procurarnos

    por medio de ese conocimiento la manera de proteger-nos de ellos.

    Santo Toms confirma ampliamente la inconstanciade los demonios, cuando afirma que las fascinaciones eilusiones de Satans apenas pueden durar, dado que noson de naturaleza o sustancia subsistente, sino nica-

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    mente unos accidentes que los dialcticos llaman comu-nes, que tienen la propiedad de ser cambiadas con rapi-dez debido a una alteracin natural, pero como siemprelo hacen en detrimento y en perjuicio del gnero huma-no, se puede decir que ese cambio y alteracin es el selloinconfundible de una inconstancia maliciosa y rabiosa.

    El filsofo Epicteto dijo que los locos cojean de losdos pies y clasifica en este rango a los inconstantes, alafirmar que ser inconstante no es otra cosa que cojear.Ahora bien, parece que del mismo modo que Vulcano, el

    herrero de los dioses se volvi cojo al caer del cielo, elDiablo, que cay asimismo del cielo para atizar todos losgrandes hornos de los suplicios que Dios ha preparado alos malvados, se ha vuelto tambin cojo, que es decir in-constante: nunca camina derecho, y va produciendo aquy all las pasiones inmoderadas de los hombres ligeros yvolubles.

    En las Santas Escrituras est escrito que Satans cayde los cielos como el rayo o el relmpago, en lo que yoveo reflejada su inconstancia en ese smbolo o jeroglficodel rayo o el relmpago. Pues qu hay ms ligero que elrayo, que ahora est en un lado y ya en el otro, sin ir nun-ca derecho, siendo tan inconstante en su marcha comoen sus efectos. En cuanto al relmpago, con qu rapidezpasa! Que voltil es, compuesto como est de una pe-

    quea exhalacin!Plinio hace mencin de una piedra, que incluso

    cuando se encontraba atada, rompa sus ligaduras y es-capaba. Teofrasto la llama la piedra de la inconstancia,que siempre se escapa y nunca permanece en un mismolugar. Lo mismo ha ocurrido con el Demonio, piedra fugi-tiva que huye de su creador, y que mientras se aleja de

    l va causando paralelamente mil ligerezas en el hom-bre, convirtiendo su corazn en una verdadera piedrade inconstancia.

    Los antiguos consideraban el lamo como el rbolconsagrado a los infiernos y a los demonios, y eso porvarias razones, pero una de las ms bellas y ms a pro-

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    psito de nuestro sujeto era que, como Plinio testimo-nia, sus hojas son inconstantes, invirtiendo ellas mismasdurante el solsticio el dorso y el reverso.

    Existe una uva que gira sobre s misma buscando elcalor, que Plinio menciona cuando habla de las vias,explicando que durante los sacrificios que se ofrecanen Roma a los dioses del Infierno y a los demonios, seserva vino obtenido de esa uva inconstante.

    Antiguamente los diablos hacan escribir sus orcu-los en hojas, smbolos de inconstancia y ligereza, y cuan-

    do se posesionaban de las sibilas y profetisasQu agitaciones, qu movimientos de inconstancia

    dejaban traslucir en sus acciones!

    El padre Del Ro habla de una mujer que dio a luz unpequeo demonio, que nada ms salir de su vientre co-menz a saltar y a dar brincos. Ahora bien, la fuente dela que toma el caso seala que toda la noche preceden-

    te, y alguna ms con anterioridad, esa mujer no hacams que gritar las palabras ligero, voltil, necio, incons-tante, reiterando dichas palabras durante su embarazocomo letra gruesa de la inconstancia misma.

    Los jeroglficos de los diablos son unas langostas;por eso cuando se abrieron las simas del Infierno, SanJuan vio salir de las mismas un ejrcito de langostas, enlas que vemos los smbolos de la inconstancia.

    Los indios, como consta en los escritos de ese pas,adoran a los dioses del cielo, como ellos los llaman, ya los diablos, pero crean las imgenes de estos ltimoscon plumas de colores extremadamente diversas, sinduda para significar su inconstancia y mutabilidad, quequedan sealadas en esas plumas y en la diversidad decolores.

    Acosta dijo que los japoneses, en alguno de sus tem-plos, no tenan ms imgenes que las de sus falsos dio-ses, es decir, las de los diablos; nicamente se podanencontrar ruedas grandes y pequeas, torneadas y re-cargadas con algunas cabezas y rostros humanos. El Dia-blo de esa manera quera que lo adoraran representado

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    en las formas que ms simbolizan la inconstancia, queson las ruedas.

    Igualmente tenemos entre los indios otra clase deadoracin inconstante, como la denomina el mismoAcosta, en la que se pide a los dioses, es decir a los dia-blos, aquello que se desea, alabndolos y exaltndolos.Pero si no conceden lo que se les pide los golpean, apa-lean sus imgenes y estatuas, para arrodillarse pocodespus ante las mismas para pedirles perdn.

    Los Santos Padres llaman a los diablos aereas potesta-tes no ser para poner de manifiesto su inestabilidad?Pues qu hay ms ligero, rpido y movedizo que elaire, donde residen la mayor parte de los demonios? Oqu hay ms fluido que el cuerpo areo que estos de-monios se forjan, para engaar al gnero humano, parautilizar con ms seguridad sus engaos e ilusiones?

    Existen varias Islas faranduleras y danzarinas, como

    saben los que han ledo a Plinio, Estrabn y a otros. Aho-ra bien, en estas islas, particularmente situadas en mediodel mar, los diablos han celebrado su Sabbat1 con losbrujos, segn reza la deposicin de algunos de estos lti-mos, procesados en el Parlamento de Toulouse. Demodo que el Diablo est acostumbrado a realizar sus ma-yores proezas en lugares que se bambolean y se hundenpor todas partes, como inconstante que es, escogiendogustosamente islas inconstantes para llevar a cabo susasambleas.

    Se ha observado que las pieles de los hombres loboson siempre de tres o cuatro colores, para que corran me-jor y muestren que sus maestros les dan una ropa hetero-gnea, madre de la inconstancia. El Diablo despoja de supeso y su firmeza las cosas que tiene en su poder, en es-

    pecial a las almas que posee, mantenindolas siempreen la inconstancia, en movimiento y ligereza perniciosa.

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    1. Sabbat: Aquelarre. Palabra de origen judo que significa asamblea.

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    Los brujos que celebraban su Sabbat en Alemaniafueron percibidos por un desconocido, que al quererseacercar se encontr con que todo haba desaparecido ynicamente quedaban algunas plumas flotando en elaire, as como otras ms cubriendo todo el suelo. sasson las bellas visiones de ligereza e inconstancia que elDiablo hace ver a los que se quieren acercar aunque seaun poco a l; se trata de la alfombra del Sabbat, en elque slo se camina sobre las plumas, porque los man-tiene siempre dispuestos para ser transportados por l

    y volar como una pluma en el aire, mientras que en tie-rra los hace saltar y patalear.

    En cierto lugar en el que los brujos haban celebradosu Sabbat, se encontraron hasta trescientos Camaleonesen el suelo, algo asombroso, pero qu podra expresarmejor hasta qu punto los demonios y hechiceros estnconsagrados a la ligereza y a la inconstancia, ya que elcamalen es el genuino jeroglfico.

    Pero por qu son los diablos tan inconstantes, quecuando son expulsados fuera de los cuerpos de los ende-moniados, sienten horror de retornar al Infierno, a pesarde que sa sea su morada principal? La primera razn esque all no pueden contentar y satisfacer el gran deseoque sienten de atormentar a los hombres, de maneraque cuando son enviados de nuevo al Infierno por man-

    dato de Dios al verse, por as decirlo, privados de eseplacer inestables y ligeros como son y sin poder hacersufrir a un solo ser, manifiestan tanto odio al Infierno, yestn tan a regaadientes como placer reciben en hacerdao a los hombres. De hecho, se encarnizan con las po-bres almas, pues no son encerrados en el Infierno sola-mente para sufrir, sino tambin para que ejerzan comoministros de la Justicia Divina, y como verdugos de los

    condenados.La segunda es que les es suprimida la libertad de

    vagar. Ahora bien, todas las cosas creadas naturalmenteanhelan su libertad, y ms aqullas que estn dotadasde una naturaleza excelente, como ocurre con los demo-nios. Pero yo dira ms bien que a fuerza de tener el ta-

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    lante inconstante y vagabundo, desean permanecersiempre errantes.

    Se ha dicho que al salir del cuerpo de los endemo-niados para regresar al Infierno, quedan privados delplacer que sienten en atormentar a los hombres; peropor cada endemoniado que atormentan fuera, atormen-tan a una infinidad de almas en el Infierno. De modoque no veo otra razn para que sientan horror de estarall, cuando su pena y su placer si pueden sentir pla-cer les siguen a todas partes, encadenados o no, que

    no sea porque fuera tienen ms libertad para sembrarsus intrigas, sellar convenciones y pactos abominables,dirigir asambleas ilcitas y para atraer a algunas perso-nas a su campo, mientras que de los que se encuentranen el Infierno ya lo han obtenido todo y no hay escasezde verdugos que los atormenten. Los demonios en-cuentran placer en salir a cazar almas y a sumergir tantascomo puedan en los abismos del Infierno.

    No quiero olvidar algo que los buenos autores escri-ben, que de igual manera que el Diablo imita a Dios,tambin los ngeles perversos, a imitacin de los bue-nos, se encuentran como stos de alguna manera colo-cados y distinguidos en nueve jerarquas, aunquequizs ese orden no les sea intrnseco, sino que lo ob-tengan en funcin de sus manipulaciones.

    La primera jerarqua de los ngeles perversos es lade los falsos dioses, que se han colocado en este primerrango porque desde siempre han tratado de ser honra-dos como Dioses, con sacrificios y adoracin, hasta elpunto de querrselas exigir al propio Dios, como Satansse esforz en tentar a Jesucristo. Algunos de stos fueron

    los que, entre otros, hablaron en nombre de Apolo aAdelfa, y esos otros que traducan las respuestas Pitias, yvarios dolos de los egipcios, que se hacan adorar comodioses. El jefe o prncipe de todos ellos es Belceb.

    La segunda est compuesta por los espritus de lamentira, pues son impostores, falsos y mentirosos, que

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    siempre dicen una cosa por otra, como hizo aqul en laspersonas de los Profetas de Acab. Se entrometen en losorculos y engaan a los hombres con las prediccionesde los Profetas Pitios, que siempre tienen doble senti-do, siendo su jefe Pitn.

    A los de la tercera los denominan vasos de ira y defuria, vasos de iniquidad, inventores de todos los malesy de todas las malas artes, como ese Demonio Thot des-crito por Platn, que ense las trampas en los juegos yen toda clase de eventualidades. Su jefe es Belial, que

    significa desobediente.La cuarta es la de los que llaman y dicen ser venga-

    dores de maldades, crmenes y fechoras, siendo su jefeAsmodeo.

    La quinta es la de quienes se tienen a s mismos porembusteros, calumniadores y fascinadores, que sirvenparticularmente a los hechiceros, nigromantes y brujos,

    que fingen milagros y seducen al pueblo, y tienen comojefe a Satans.

    La sexta jerarqua es la de unos demonios que se ha-cen llamar potencias areas, porque se entremezclan ennubes, tormentas, rayos y relmpagos, corrompen elaire y al convertirlo en contagioso traen la peste y otrosmales. Su jefe se llama Meresin.

    La sptima es la de unos demonios, los furias, quesiembran los males, discordias, rapias e incendios,guerras, ruinas y saqueos. Su jefe es Abadn, que signi-fica exterminador.

    La octava es la de los que se consideran espas y fal-sos acusadores, demonios que siempre estn al acecho,siendo su prncipe Astarot.

    Y la novena es la de quienes se tienen a s mismoscomo tentadores o insidiosos, por diestros en preparartrampas y asechanzas, y se cree que rondan alrededorde cada persona para contrarrestar al Buen ngel, raznpor la que se les denomina genios perversos; su jefe esMaimon.

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    Ahora bien, todos estos actos desgraciados y estasdiversas denominaciones, muestran claramente que setrata de espritus malignos, ngeles perversos o demo-nios, que solamente son constantes en hacer el mal.

    En cuanto al nombre de los jefes de estas nueve je-rarquas, son enrgicos y tienden en todo momento a lainconstancia, como ocurre asimismo con los nombres dealgunos demonios ms que encontramos en las SantasEscrituras.

    Es el caso de Diabolus, que en griego significa calum-niador; Belial, que quiere decir sin yugo o sin seor; Bel-ceb, hombre de las moscas; Satans, que significaadversario; Behemoth, que quiere decir bestia; Levia-tn, que al igual que Amn designa al encubridor de pe-cadores o de pecados, o a aqul que los junta y acumula.

    Dante les da otro nombre en su infierno, y sin teneren consideracin estas nueve jerarquas, que no pueden

    tener ms que un jefe por cada una de ellas, nombradiez demonios o ngeles perversos principales. Esto de-muestra que los demonios son tan inconstantes, volti-les y tenebrosos que nos cuesta trabajo reconocerlos.

    Y lo mismo que entre los ngeles buenos existe cier-ta superioridad y grado de excelencia tendente al bien,tambin entre los espritus perversos los hay superiores

    e inferiores, si bien su superioridad siempre tiende almal, como ocurre con la de Lucifer, al que el propio Dan-te en su infierno lo llama muy a propsito Lemperador deldoloroso regno. Indudablemente es el emperador y el demayor jerarqua de todos los ngeles malvados y demo-nios, que ha pervertido y contaminado de tal maneraesa preeminencia, que se puede decir que tanto lcomo todos los dems espritus perversos, que han reci-

    bido de Dios los ms grandes dones naturales de pujanza,de fuerza, de ciencia y de otras propiedades semejantes,son quienes han cometido, y cometen, despus de ha-ber quebrantado, violado y roto el pacto sempiternoque concretaron con su Divina Majestad, por una conde-nable inconstancia, las mayores faltas, e inducen a la

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    gente a cometer las fechoras ms descomunales, ya seapor haber deseado con demasiado ardor igualarse a suSeor Todopoderoso y haberse mostrado ingratos conl, ya para infectar ms y con mayor violencia la natura-leza humana, especialmente la del hombre, porque lle-va la imagen del Salvador impresa en su rostro.

    A pesar de todo, nuestros brujos consideran a la ma-yor parte de esos demonios como sus dioses, algo queha introducido tantos falsos dioses en el mundo, consi-derando como dios cada cual a su benefactor, o al que le

    mantiene maniatado por algn mal pacto o convenio. Yasea por algn feliz acontecimiento o resultado, ya por al-guna necedad o indecencia, ya por algn sucio animal opor alguna planta abyecta, el hombre, e incluso los msviles animales, se rinden diariamente a sus pies.

    Antiguamente Satans se haca adorar abiertamenteen el acto con la idolatra de esos pobres ignorantes,mientras que ahora contina hacindolo con la de loshechiceros y brujos, que siempre estn acompaadosde su ngel perverso, que los conduce a todas partes ynunca los abandona, por miedo a que vuelvan a Dios,nica manera de librarse de las garras de cualquier esp-ritu maligno.

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    No debemos extraarnos porque exista un nmerotan considerable de ngeles perversos, tantos hechice-ros, adivinos y brujos, ni porque las gentes del pas deLaburdi sientan tanta inclinacin y se lancen con tantaenerga a esta abominacin.

    Gentes antiguas y modernas han credo, viendo

    cmo Jesucristo amenazaba a sus enemigos con tantaslegiones de ngeles que stos existan en nmero infini-to, y crean asimismo que haba casi tantos malos comobuenos, puesto que no se puede asegurar plenamenteque fuera solamente una tercera parte la que se vio pri-vada del Cielo y de la gracia de Dios. El gran brujo Agri-pa era de esa opinin, cuando afirm que haba tantosngeles malos como buenos, que si haba nueve jerar-

    quas de buenos, por consiguiente haba otras nueve demalos, a los que desde siempre les fue concedida la ad-ministracin de los tormentos de las penas eternas con-tra las pobres almas pecadoras. Y Wier, su discpulo, hizoel inventario de la monarqua de Satans, con los nom-bres y apodos de 72 prncipes, y de 7.405.925 diablos,

    Discurso II

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    que es un nmero fantstico, que no puede estar sus-tentado en otra razn que no sea en una revelacin delpropio Satans. Pero aun cuando solamente fueran untercio de esa cantidad, sera un nmero de ngeles tangrande, que con esa tercera parte sobrara para asolar elmundo y que se encontraran en todos los elementos.Como ellos mejor trabajan es con agentes que seducencon sus intrigas, y que establecen en todos los rinconesdel mundo, y que a su vez seducen a las pobres almasdbiles, en especial las de las mujeres y nios, haciendo

    cantera del mayor nmero de nios posible instalandouna especie de academias y asambleas, en las que cadauno de ellos es llamado a comparecer a ciertas horas te-nebrosas. De manera que no debemos extraarnos dever tantos hechiceros, adivinos y brujos, teniendo encuenta la gran cantidad de ngeles perversos y demo-nios existente.

    Es asombroso que Dios, que quiso crear al hombre asu imagen, y para el que cre un mundo con tantas y tanbellas cosas slo para satisfacerlo, lo haya colocado, noobstante, en un lugar en el que no puede dar un solopaso sin que encuentre un enemigo que nicamentebusca su perdicin y su derrumbe, de manera tal que nisiquiera est exento de verse ligado para siempre a laspenas eternas debido a un primer y nico derrumbe. Sa-

    tans ha tenido la astucia de exigir a esas pobres almasque se le consagren, pues se regocijarn junto a l y leayudarn a sufrir las penas que sufre en el Infierno, ha-ciendo esta obligacin comn a los que se entregan vo-luntariamente a l, sin poder hacerlos partcipes deningn otro bien que no sea el de su horrorosa visin yel de su tormento.

    Satans es por lo tanto el nico y autntico enemigo

    del hombre; pero cmo del hombre? En realidad es elenemigo de Dios, que quiere imitar en todos los ele-mentos las obras ms excelsas, contrapesando y balan-ceando con l el gobierno del Cielo y de la Tierra, de talsuerte que tendramos cierta justa razn para admirar-nos porque Dios Todopoderoso se haya querido pro-

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    porcionar a s mismo un enemigo tan poderoso, si no sedijera que lo hace para su mayor gloria. Pues adems deposeer el honor de la creacin de tantas cosas admira-bles que son del conocimiento de los mortales, y de unmilln de cosas ms sobrenaturales que sobrepasan elalcance de las almas ms sobresalientes, merece tantaalabanza y honor, y se hace acreedor a tanta obligacinnuestra por preservarnos, que no s cul de ellas apre-cia ms. Pues en cuanto nos cre y dio vida, se encontrde inmediato con un enemigo del gnero humano con

    una fuerza tan soberana, que a l le dio poder para ha-cernos suyo si poda, y a nosotros plena libertad paraseguirlo. Enemigo que abusando de ese poder quisoemprenderla con el propio Hijo de Dios y ponerlo fuerade s tanto en la montaa como en el pinculo del tem-plo. De manera que podra decirse que Dios se reservel da y la luz para que se pudieran admirar sus obras,dejndole a l la noche y las tinieblas para que se vieran

    las suyas, dejando el gobierno y el imperio del mundodividido a la mitad; le dej el Infierno, las penas y tor-mentos, guardndose el Paraso y la recompensa de loselegidos. La virtud y las generosas hazaas no puedendespuntar sin espinas y sin un rudo combate.

    El propio Dios ha permitido a Satans que violentemucho ms a las almas santas, a las ms determinadasy a las que ms parezca que se encuentren bajo su pro-teccin.

    Ahora bien, Dios no ha hecho que Satans sea enningn otro aspecto cualquiera tan poderoso, soberanoni autorizado como en nmero y pujanza de demonios yngeles perversos, y no ha soltado ms libremente la ca-dena con la que lo mantiene encadenado que con losbrujos y dems gentes semejantes, que desde aquel

    momento, con el pretexto de cualquier pequea nove-dad, tienen tanto trato con Satans que incluso en estemundo tienen ya un pie en el Infierno.

    Pero es realmente asombroso ver tantos demonios ymalos espritus, y tantos brujos y brujas confinados eneste pas de Laburdi, que no es sino un pequeo rincn

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    de Francia, convertido en su cantera, sin que en ningnotro lugar de Europa, que se sepa, exista algo que seaproxime siquiera al nmero infinito de ellos que he-mos encontrado all. Esto es algo que tenemos que exa-minar minuciosamente, ya que buscamos el remedio, afin de dar aviso al rey de que el poder soberano que hatenido a bien dotarnos, no es el emplasto nico y supre-mo para esta lcera, puesto que en aquel lugar ya sedeja ver claramente la gangrena. Podramos escapar ar-guyendo que al soberano creador le place afligir a este

    pueblo con demonios y brujos, pero an as podemosemitir a este respecto algunas consideraciones moralesy populares, basadas en el humor de este pueblo y en laubicacin de su regin.

    El pas de Laburdi es una Baila compuesta por vein-tisiete parroquias, algunas de las cuales desarrollan encierta medida el comercio y los negocios, y por ser elpas populoso, estn obligados, en cuanto el tamborilsuene en la frontera en que estn ubicados, a acudir ensocorro del rey con dos mil hombres. Mientras tanto,existe por precaucin una compaa de mil hombres, alestilo de las milicias de Italia, siendo su capitn el baile.Viven a lo largo de la costa marina, o bien extraviados yun poco adentrados en la montaa, y antiguamente sellamaban cntabros. Hablan una lengua muy particular, y

    aunque nosotros, los franceses, nombramos a este pascomo el pas de los vascos, lo cierto es que la lenguavasca se extiende mucho ms all, pues todo el pas deLaburdi, la baja y alta Navarra y una parte de Espaa lahabla; y por difcil que sea este idioma, adems de losvascos la conocen la mayora de los bayoneses, los alto ybajo navarros y los vecinos espaoles, al menos los delos alrededores. Y me han asegurado que en el ao

    1609, el seor De Mons tuvo una disputa en el Consejoprivado del rey con varios individuos de San Juan deLuz, solicitando daos y perjuicios por haber enviadoestos ltimos algunos navos a Canad, que alegaronque toda la vida, antes incluso de que se conocieranesos lugares, los vascos ya traficaban all, hasta el punto

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    que los canadienses no negocian con los franceses enotra lengua que la de los vascos.

    Y para mostrar con detalle que la ubicacin de estaregin es hasta cierto punto la causa de que existan tan-tos brujos, hay que saber que Laburdi es un pas monta-oso, situado en los lindes de tres reinos: Francia,Espaa y Navarra, en el que se entremezclan tres len-guas: francs, vasco y espaol y estn emplazados dosobispados, pues la dicesis de Dax penetra profunda-mente en Navarra. Y todas estas diversidades propor-

    cionan a Satans maravillosas facilidades para efectuaren este lugar sus asambleas y Sabbats, en vista de quecuenta adems con una costa marina que vuelve a lasgentes rsticas, rudas y mal civilizadas, cuyo espritu vo-luble, as como su fortuna y recursos, estn vinculados ajarcias y banderolas, movedizas como el viento; gentesque no tienen otros campos que las montaas y el mar,

    otros vveres y granos que el mijo y el pescado, que co-men sin otro techo que el cielo y sin otros manteles quesus velas. Para resumir, su regin es tan estril que seven obligados a lanzarse a ese inquieto elemento, alque se han acostumbrado de tal manera a verlo tormen-toso y atestado de borrascas, que nada aborrecen ni te-men tanto que verlo tranquilo y apacible, y han cifradotoda su buena fortuna y comportamiento en las olas que

    los agitan da y noche; ello hace que su comercio, suconversacin y su fe sean completamente martimos. Ycuando han puesto pie en tierra tratan todos sus asuntosde la misma manera que cuando se estn balanceandosobre las olas, siempre apresurados y con precipitacin;es gente que al mnimo pretexto que encuentren le caena uno encima y le ponen el pual en la garganta.

    Pero por qu es tan estril este pas de Laburdi?Pues si estuviesen en la gracia de Dios, lo poco que sue-len sembrar sera suficiente para librarlos aunque slofuera del hambre, teniendo en cuenta que en otrostiempos con los pocos granos que sembraban recogancosechas abundantes.

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    Sin embargo, en este pas de Laburdi casi toda sugente se lanza a ese inconstante desempeo del mar ydesprecia la constancia del laboreo y cultivo de la tierra.

    Y aunque la naturaleza haya dado a todo el mundo laTierra como nodriza, ellos prefieren, ligeros y volublescomo son, el mar tormentoso a la dulce y apacible diosaCeres.

    Los antiguos relacionaban el mar, el agua y el pesca-do con el odio, y algunos de ellos con la inconstancia, ar-gumentando que el agua extingue el fuego que se

    considera atributo del amor. Ciertamente los egipciosodiaban con tal fuerza todas las cosas martimas, con ex-cepcin del comercio y de la pesca de alimentos esen-ciales para el hombre, por ser intiles y casi innecesariaspara el hombre, que estimaban mancillado y contamina-do a quien hubiera hablado y conversado con un hombrede la marina. Siendo adems el motivo por el que en sus

    sacrificios rechazaban la sal marina, sustituyndola por laque sacaban y traan de la fuente de Jpiter Hammon.

    El mar es un camino sin senda, que a pesar de queparezca que no est trazado en absoluto, algunas vecesse toma mucho ms fcilmente que el de la tierra. Sinembargo, supone una gran inconstancia y ligereza lan-zarse de este modo, en cualquier momento y ocasin,

    como lo hacen las gentes de este pas, a merced de unelemento tan mudable y que alberga tantas criaturas in-constantes. Porque este gran ocano no nos arrastra silos vientos no empujan. El mar nos porta y los vientosnos transportan, nos soplan y resoplan en sus flujos y re-flujos, el aire que all respiramos y los vapores que reci-bimos nos mojan, nos nublan y nos empapan de lahumedad de tanta agua, por fuera y por dentro, de ma-

    nera que se hace imposible decir que la navegacin enmedio de tantas tormentas no sea una autntica y teme-raria desesperacin, causada por el viento de la incons-tancia, que se encuentra bajo la codicia de encontrartesoros que la avaricia insaciable y cierto humor volubleles da.

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    Los antiguos reconocieron sin ambages que esa ru-deza de costumbres se deba a la ubicacin de estos lu-gares, pues debemos saber que incluso las ciudadessituadas al norte o al sur poseen costumbres completa-mente diferentes, lo que motiva que por muy vecinosque sean, se hagan la guerra entre s y se degellen lamayor parte del tiempo. Esto es lo que podemos decirsobre ellos y sobre el mal emplazamiento de su pas.Adems el pas es tan pobre, estril e ingrato, y una vezen tierra son tan ociosos y holgazanes, que esa misma

    ociosidad les conduce, antes incluso de llegar a viejos, auna suerte de intolerable mendicidad, y digo intolera-ble porque por ser vecinos de los espaoles se resien-ten enormemente de su soberbia y arrogancia.

    El propio mar les falla, y no tienen otro puerto que elde Ciboure y San Juan de Luz, que no es sino una mismacosa, pues estas dos parroquias estn unidas por unpuente levadizo que se puede levantar y volver a colo-car desde ambos pueblos, hasta tal punto sus habitantesson enemigos. De tal manera que cuando regresan delas Indias, de Terranova, de Canad o de otros lugares,es necesario que sus navos tomen puerto en Espaa, yasea en San Sebastin de trnsito o en Fuenterraba, don-de estn bajo su vara y en la ms absoluta sumisin,como en tierra enemiga, en la que en estos ltimos aos

    no podemos permanecer sin cierta aprehensin, siendotan miserables que cuanto ms se aproximan a la costade Francia, ms les tienen los espaoles bajo su bota.Aunque quiero aclarar que a este respecto nos encontra-mos a punto de tomar alguna determinacin.

    Despus de pasar delante de Fuenterraba se alejande Hendaya en direccin a Urrua, una de las mejoresparroquias de Laburdi, a pesar de que en Hendaya,

    adems de varias playas grandes exista un ro, mediane-ro entre Francia y Espaa, por el que los navos puedennavegar con la marea alta, a no ser que quieran soportarel ver como las gentes de Laburdi aborden este ro y na-veguen nicamente en pequeos barcos de pesca, to-mando como pretexto que el rey Luis XII acord en 1509

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    con la reina de Castilla realizar un arbitraje. Cuando eldifunto seor de la Martonie, primer presidente del Tri-bunal del Parlamento de Burdeos, se desplaz a talefecto a Bayona, se dej sorprender de tal manera queni siquiera se dign en acercarse hasta Hendaya paraver el lugar con sus propios ojos, lo que motiv que enla sentencia arbitral quedara establecido que losfranceses disfrutaran de la mitad del mencionado ro,pero solamente con barcos sin quilla, al contrario de losespaoles, que lo podran surcar con toda clase de bar-

    cos, ya fueran navos u otro tipo de barcos sin quilla ocon quilla. Y aunque dicha sentencia no fuese firmada,como he tenido ocasin de comprobar, ms que por losrbitros espaoles, y no por el mencionado primer pre-sidente, que afortunadamente no lo quiso hacer en esaocasin. A pesar de tener vigencia tan slo para diezaos, lo cierto es que los espaoles se han mantenidoposteriormente en esta posesin, avasallando de tal

    manera que tan pronto como los de Hendaya, que estnsituados enfrente de esa plaza fuerte, aparecen en el rocon un barco que no sea de pesca, por poco extraordina-rio que sea, los de Fuenterraba la emprenden a caona-zos hasta obligarlo a retirarse.

    En este arbitraje hubo un malentendido, pues cuan-do el rey Francisco entreg a sus hijos como rehenes

    para poder salir de prisin, formaron sobre este ro unpuente con grandes barcos con quilla, siendo la mitadde ellos nuestros y construidos por nosotros, y la otramitad por los espaoles.

    Son tan miserables que tras haberles prohibido queutilicen el puerto, salvo para su beneficio, para que pue-dan pescar e irles a vender el pescado, quieren quitarlesadems las islas y arenales que el ro forma en bajamar,

    habiendo formulado otra pretensin al respecto. Porqueaunque el ro sea compartido y cada reino disponga desu paso por su orilla, adems de las islas que quedan desu lado, que disfrutan plenamente, ahora quieren asi-mismo, disfrutar de la mitad de las nuestras, de las queel ro ha creado en nuestra orilla. Y creo que finalmente

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    las querrn todas, al no contentarse con las que quedandel lado de Fuenterraba, que son mucho ms grandesque las nuestras.

    Avasallan a estos pobres habitantes de Hendaya tan-to en este particular como en el paso de los barcos conquilla, pues en el ao 1608, cuando algunos habitantesdel enclave francs hicieron y reconstruyeron algunaszanjas en estas islas que estn en el lado de Francia, losde Fuenterraba vinieron de inmediato a toque de tam-bor con galeones y armas de fuego, y derribaron y nive-

    laron las fosas, aunque a escondidas y por sorpresa. safue la causa por la que el difunto rey Enrique el Grande,acordndose de que el seor De la Force, gobernadordel Bearne, haba pagado no haca mucho con la mismamoneda a algunos espaoles que haban utilizado lafuerza abiertamente con los bearneses, extendi unmandato al seor presidente Espagnet, mientras vag-

    bamos juntos en busca de los brujos, para que visitaratoda la mencionada costa, las islas y el curso del ro en elque exista el contencioso sobre la forma de los barcos.De todo ello ste hizo un mapa exacto y envi un atesta-do a su majestad, en el que conclua que se nos debapermitir la navegacin sobre dicho ro en toda clase denavos con quilla, como hacen ellos, y que las islas situa-das en nuestro lado nos pertenecen con el mismo dere-

    cho que a los espaoles las del suyo.Y para que en lo sucesivo los vascos que regresen de

    Terranova, de las Indias y de otros viajes no se vean obli-gados a aparecerse y tomar puerto en San Sebastin, detrnsito, o en Fuenterraba, se ha dado aviso para que seconstruya de inmediato un puerto y abra en un lugar lla-mado Socoa, situado entre Hendaya y Ciboure, desde

    donde podramos contener a los que quisieran atracaren Fuenterraba, mientras que por el contrario los deFuenterraba, al quedar a la zaga del mencionado pue-blo de Socoa, no podran impedir que toda clase de na-vos abordasen en Socoa, Ciboure y San Juan de Luz, queson tres puertos situados a continuacin del de Bayona.

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    Para el fuerte que en aquel momento solicitaron alrey que construyera en esta poblacin de Socoa el lugarest maravillosamente dispuesto, pues adems de queexiste un saliente de roca bastante alto de donde sepueden descubrir los navos desde que se encuentrenbien lejos, por detrs hay un pequeo ro de agua dulce,que podra rodear con facilidad una gran parte del per-metro del mencionado fuerte. Pero como por el contra-rio el abra es tan necesaria, hay varias consideracionesque deben ser examinadas con particular atencin antes

    de determinar si se debe construir o no, dicho fuerte.A todas estas carencias, que vuelven a estas pobres

    gentes miserables e indispuestas, cualidades que elDiablo desea en sus aclitos, yo aadira adems quetienen tan poca industria, que al dedicarse casi todasellas a la marina y al ser impropios para la labranza, sustierras y campos permanecen en su inmensa mayora in-cultos, dando cabida a la mendicidad. Y entre estas gen-tes despliega sus artimaas con facilidad, haciendo verque corre para ayudarlos y proporcionarles vveres y re-cursos, aunque en realidad no les d nada. Los deslum-bra en estas grandes y altas montaas y no les dejadisfrutar de cosa alguna, pues si los campos son estrilesno merecen que se tomen el trabajo de cultivarlos, y sison frtiles y bien cultivados, los brujos que viven entre

    ellos los echan a perder con maleficios, lanzando polvossobre los mismos para que se pierdan las cosechas.

    En tercer lugar, al verlos as, menesterosos y absolu-tamente impropios para la labranza, malos artesanos ypoco versados en trabajos manuales, y a las mujerespoco dedicadas a sus familias, como si no tuvieran prc-ticamente nada que hacer, Satans finge ayudarlos, ypara sorprenderlos mejor les suprime en primer lugar el

    entendimiento. Para ello les proporciona alguna alegray los asombra y maravilla de tal manera con las cosasque les muestra, y con otras que hace que deseen cuan-do les proporciona la esperanza de disfrutarlas, que conesta gran artimaa y con la celeridad y violencia que im-prime en ellas, es difcil no caer en la trampa. Con ello

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    les produce cierta clase de placer, y cuando cautelosa-mente hace que vean una pompa y magnificencia tangrandes en sus orgas y Sabbats, en los que hace abor-dar en un momento a tantas personas de todas las con-diciones y aparecer con gran fastuosidad tanta variedadde cosas nuevas, que la mayor parte de los brujos queacuden a dichas asambleas creen que se encuentran enalgn paraso terrenal, reservado a gentes escogidas.Adems de que Satans los domestica por este medio, yles constrie y obliga a encontrarse a ciertas horas en es-

    tas monstruosidades; y lo que es peor, les persuade deque no es ms dificultoso sufrir las penas del Infierno,que las que sufren en los Sabbats.

    En cuarto lugar, los hombres no aman all ni a su pa-tria, ni a sus mujeres, ni a sus nios. Son como esos ter-ciopelos de dos clases de pelo, en los que se distinguendos marcas en sus lmites2. La naturaleza los ha colocado

    a lo largo de la frontera entre Francia y Espaa, en parteen la montaa, en parte sobre la costa marina; la lenguaes mitad de vasco y de francs, y en algunos de vasco yespaol. El comercio que mantienen prcticamente enmayor medida en Navarra y en Espaa que en Francialos mantiene en la indiferencia de costumbres, hbitos yafecciones, al menos en lo que respecta al pueblo llano,pues los hidalgos que frecuentan la Corte, que han sido

    educados a la francesa, no son de esa ralea, a pesar deque varios de ellos posean bienes y casas nobles enFrancia y en Espaa o en Navarra. Las ausencias por loslargos viajes que efectan por mar causan ese desamor yengendran ese odio, en algunos tibieza, y frialdad enotros. Adems, para cuidar las viviendas slo quedan losnios y los ancianos, personas sin conducta y sin juicio,

    que por su debilidad son manejadas por el Diablo a suantojo.

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    2. Lancre utiliza la palabra lisire, que significa tanto orilla, venda, ribete de un teji-do como lmite, linde de un terreno o territorio.

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    Si bien las mujeres desean que sus maridos regre-sen para disfrutar de alguna comodidad que les aporteel viaje, ellos vuelven en invierno, la ms ruda estacindel ao, que por no ser industriosa pasan en los hoga-res, bebiendo y comiendo todo lo que tienen, sin dejarninguna provisin a su familia, por lo que salen de nue-vo para Terranova tan pobres como lo hicieron la prime-ra vez. Voy a obviar los naufragios, que dejan las familiasdesconsoladas y por los que, como comentaremos msadelante, se ven mucho ms afectados que todos los

    dems viajeros, puesto que la mayora son brujos, y apesar de encontrarse de viaje se les ve en los Sabbatsde Laburdi.

    Apenas quieren a sus mujeres, a las que sencilla-mente no conocen, porque no viven con ellas ms que lamitad del ao. La libertad que se toman de convivir consus mujeres durante varios aos antes de esposarlas,como tomndolas a prueba, hace que sus hijos apenas

    los conmuevan, como si estuvieran perpetuamente conlas dudas sobre su paternidad, y estn siempre haciendocbalas sobre el tiempo transcurrido entre sus salidas yllegadas a sus casas, hasta el punto que si bien ellas seconvierten en brujas y endiabladas, ellos se vuelven sal-vajes y marineros.

    En lo que respecta a las mujeres, viven en parecido

    o mayor hasto, puesto que solamente pueden conver-sar con sus maridos durante medio ao, y con todas esaspruebas, dudas e incertidumbres slo los consideranmaridos a medias, porque no reciben de ellos toda laayuda que necesitaran para sus familias y para ellasmismas. No son tratadas como esposas sino en parte, loque trae como consecuencia que cuando ellos vuelvense encuentran con que las madres han escogido y pro-

    porcionado otro padre a sus hijos, que adems han en-tregado como presente a Satans.

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    Cuando los indios de la isla Espaola absorben elhumo de cierta hierba llamada cohoba, el espritu se lesenturbia y meten las manos entre las rodillas, agachan lacabeza y despus de permanecer algn tiempo en xta-sis se ponen de pie completamente perdidos y enlo-quecidos, contando maravillas de sus falsos dioses, alos que llaman Cemis, igual que hacen nuestras brujascon sus demonios cuando vuelven del Sabbat. Asimis-mo, nuestros brujos usan tabaco o nicociana, del quetodos ellos tienen un arriate en sus jardines, por peque-

    os que stos sean, absorbiendo el humo que sacan deesta planta para liberarse el cerebro y resistir de algunamanera el hambre. Ahora bien, no s realmente si esahumareda los aturde tanto como esa otra hierba de losindios, pero s perfectamente que les vuelve el aliento yel cuerpo tan apestosos que no hay criatura humana quepueda aguantarlo sin haberse acostumbrado antes; y lousan entre tres y cuatro veces al da. Debido a esto sus

    esposas huelen en ellos al salvaje, y los consideranapestosos, y a sus hijos como engendros, embrujados ybastardos, por lo que dejan que mueran y presentan alDiablo como hechos en su mayora casi de pasada. Ycuando ven que la hediondez y ese fuerte olor marineroles agradan, se entregan ms todava a una ms abomi-nable hediondez, y disfrutan ms cuando besan al Dia-blo, con forma de macho cabro, en esa obscena partetrasera en la que realizan su adoracin, que cuando be-san a sus maridos en la boca.

    En quinto lugar, en aquellos parajes la gente no esteducada en el temor de Dios. Los pastores, sacerdotes yprrocos actualmente estn establecidos por el Diabloen casi todas las parroquias ms clebres, hasta el puntoque Satans comienza no solamente a ser dueo de los

    sacerdotes, sino que adems ha contaminado y profana-do algunas iglesias. Pues hemos verificado que celebrael Sabbat en la capilla del Santo Espritu del monte La-rrun y en la iglesia de Dordach. De esta manera encon-tramos que en lugar de confesar y remediar como ellosdicen a la gente mediante los sufragios de la Iglesia, la

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    pierden. Y si bien es cierto que celebran la misa diurnaen iglesias legtimas, de noche la dicen en los Sabbats.Adems de que todos los actos secretos que realizan deda en la iglesia, como confesiones, oraciones en vozbaja o mentales y otras ceremonias parecidas, los hacensiempre en honor y provecho del Diablo.

    Todo lo anterior me induce a creer que la devocin ybuena instruccin de algunos virtuosos religiosos queexpulsaron a los demonios y ngeles perversos de lospases de las Indias, del Japn y de otros lugares, provo-

    c que stos se lanzaran en masa sobre la cristiandad, ycomo aqu encontraron la gente y el lugar idneos, hanhecho de estos lugares su principal residencia, convir-tindose poco a poco en los dueos absolutos del pas;se han ganado a las mujeres, los nios y a la mayor partede los sacerdotes y pastores, y encontrado la manera deconfinar a los padres y esposos en Terranova y en otroslugares en los que la religin es completamente desco-nocida, para poder establecer con ms facilidad su rei-nado. El caso es que varios ingleses, escoceses y otrosviajeros que se han acercado a buscar vinos a esta ciu-dad de Burdeos, nos han asegurado que durante su via-je divisaron enormes tropas de demonios con forma dehombres espantosos que pasaban a Francia. Por eso eneste pas de Laburdi el nmero de brujos es tan grande

    y en l se encuentran tantas almas descarriadas, que esdel todo imposible reducirlas o desterrarlas por la vade la justicia. En esos parajes la devocin y una buenainstruccin seran mucho ms provechosas.

    Hay que tener en cuenta que en este pas de Labur-di viven treinta mil almas, si contabilizamos a los que seencuentran de viaje por mar, y que entre toda esa po-blacin son muy pocas las familias que no se entregan al

    sortilegio de alguna manera. Si condenramos al fuego aun nmero de brujos tan grande, nos dijo un da uno deellos, sera difcil que yo no formase parte de las ceni-zas. sta es la causa de que veamos con tanta frecuenciacmo el hijo acusa al padre y a la madre, el hermano a lahermana, el marido a la mujer, y viceversa. Esta proximi-

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    dad hace que varios jefes de familia, oficiales y otrasgentes de calidad se encuentren all embarazados, pre-firiendo sufrir la incomodidad que pueda existir en laabominacin de que los brujos los mantengan siempreen cierta duda sobre los suyos, que ver tanto tormento,cadalso, llamas y quema de gentes que les son tan cer-canas. Nosotros no hemos dudado en absoluto duranteesta prueba, a pesar de que la multiplicidad y el nmeroinfinito de brujos nos causasen horror. stos huan en ca-ravanas en cuanto llegbamos, por mar y por tierra, lle-

    nando de hora en hora la baja y alta Navarra y la fronterade Espaa. Fingan peregrinaciones a Montserrat y aSantiago; otros, viajes a Terranova y a otros lugares, cau-sando tanta alarma en Navarra y en Espaa que los in-quisidores se acercaron a la frontera y nos escribieronpor si queramos enviarles el nombre, edad y otras se-as de los brujos fugitivos, para que nos los pudierandevolver, lo que estaban dispuestos a hacer de muy

    buen grado. Les contestamos que sera mejor an quelos guardasen cuidadosamente y les impidieran regre-sar, que estbamos ms preocupados por deshacernosde ellos que por recuperarlos. Se trata de un daino mo-biliario del que no hay que hacer inventario.

    Satans concentra su mayor esfuerzo en los nios,que despus de haber tomado las iglesias como asilos,

    por ser legtimas casas de Dios, y a los Pastores comoprotectores, se encuentran con las iglesias profanadas ya los curas aclitos de Satans infectados por este per-sonaje abyecto. No obstante, al no encontrar ningn re-fugio ms seguro, duermen en tropeles en las mismas,por ser lugares de respeto, pensando que el Diablo nopodr arrancarlos de all para conducirlos a sus abomi-nables asambleas.

    Adems, esta nacin siente una asombrosa inclina-cin al sortilegio, sus gentes son ligeras y movedizas decuerpo y de espritu, prontas y animadas en todas susacciones, y tienen siempre un pie en el aire y, como sedice, la cabeza cerca del gorro. Asimismo, odian en cier-to modo, y no s por qu, los sombreros. Son ms procli-

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    ves al homicidio y a la venganza que al hurto y al per-dn; andan a gusto de noche, como las lechuzas, sonamantes de las veladas y de la danza, de noche y de da,y no de la danza reposada y grave, sino de la agitada yturbulenta, la que ms les atormenta y agita el cuerpo, lams penosa, que les parece la ms noble y decorosa. Ybailan con el mismo tamboril con el que lo suelen haceren el Sabbat, como testimonia el ciego de Ciboure, so-bre el que varias personas nos han asegurado que lohan visto frecuentemente en dicho lugar. Se diga lo que

    se diga, son fieles, la gloria los sostiene en la fidelidad,aun cuando ninguna otra cosa los condujera a ella, puessin tomar en consideracin los castigos que las leyes im-ponen por este delito, creen que el hurto es una vilezadel alma y una sumisin de un corazn abyecto, no ele-vado, que testimonia de forma ruin que se es meneste-roso. En ningn momento he visto un solo condenadoen este Parlamento por haber robado algo de valor, y

    mientras he permanecido en su pas nunca he visto pe-dir limosna ni pordiosear ms que a extranjeros.

    Digamos que es la nacin ms resuelta que existe; ypuedo afirmar que he visto nias y nios tan precipita-dos en todo lo que se les mandaba, y que se desplaza-ban con tanta rapidez que tropezaban con las puertas yventanas que encontraban a su paso.

    A todo lo cual aadira la forma de vestir, e incluso lospeinados de las mujeres y mozas, que parecen en ciertomodo impdicos. Hablo de las mujeres comunes, puesel peinado de las mujeres de posicin de Bayona y lastelas que visten, con las costuras que muestran en la par-te inferior y las gorgueras, y las piezas bordadas que lle-van sobre el pecho son muy honestas, aunque pesadas yde gran labor y despensa. Ellas mismas me han confesa-

    do que hace falta medio da para blanquearlas bien, aco-modarlas y arreglarlas. Pero si miramos a las mujeres ynias comunes, incluyendo a las de Bayona como ciudadcapital de la que el resto del pas toma ejemplo, algunasvan rapadas, salvo en las extremidades, donde tienenmucho pelo; otras, un poco ms relevantes, llevan el pelo

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    cubriendo a medias sus mejillas, con sus cabellos revo-loteando sobre sus espaldas y acompaando en ciertomodo a sus ojos, y parecen ms bellas con esa candidez,estn ms atractivas que si las viramos a campo abier-to. Con esa bonita cabellera obtienen tantas ventajas yestn tan fuertemente armadas, que cuando el sol lanzasus rayos sobre esa mata de cabellos el resplandor estan violento y forma centelleos tan brillantes como losque conforma el cielo sobre un nubarrn cuando vemosnacer el arco iris, produciendo la fascinacin visual, tan

    peligrosa en amor como en sortilegio, aun cuando entreellas llevar la peluca completa sea signo de virginidad.En algunos lugares las mujeres corrientes, querindosehacer las marciales, llevan ciertos morriones, de formatan poco decente que ms se dira un arma de Priapoque del dios Marte, hasta tal punto su tocado parece ex-presar su deseo, pues las viudas llevan el morrin sincresta, para significar que estn a falta de macho. En La-

    burdi las mujeres muestran de tal manera su trasero quetodo el ornato de sus faldas plegadas est en la parteposterior; y para que la gente lo pueda contemplar se re-cogen el vestido y se lo colocan sobre la cabeza, tapn-dose incluso los ojos con el mismo.

    Digamos para finalizar, que es un pas de manzanas,las mujeres slo comen manzanas, slo beben jugo de

    manzanas, lo cual les proporciona la ocasin para quemuerdan con agrado esta manzana prohibida, que hizopropasarse y quebrantar la prohibicin del mandamien-to de Dios a nuestro primer padre. Son Evas que sedu-cen de buena gana a los hijos de Adn y, privadas decerebro, viven en las montaas en absoluta libertad ysimpleza, como Eva en el paraso terrenal. Escuchan ahombres y demonios, prestando atencin a cuantas ser-

    pientes las quieran seducir; y aun cuando frecuentan day noche los cementerios, cubriendo y rodeando sustumbas con cruces y hierbas olorosas, no quieren ni sen-tir en sus narices el olor del cuerpo de sus maridos. Esun engao, pues quien no derram una lgrima el pri-mer da de los funerales, llora o finge que llora a lgrima

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    viva a su marido muerto hace veinte aos. Se las ve allen grupos, sentadas o en cuclillas, y no de rodillas, chis-morreando y platicando lo ms frecuentemente sobrelas cosas que vieron la noche precedente y sobre el pla-cer que experimentaron en el Sabbat, sobre la asperezay altura de sus montaas y la oscuridad de los antrosque en ellas se encuentran, sobre las cavernas, grutas ycmaras del amor situadas a lo largo de su litoral. Marsobre cuya espuma engendr en otros tiempos Venus,que renace tan a menudo entre estas gentes de mar, en

    cuanto ve el esperma de la ballena de la que tambinse ha dicho que naci Venus que ellos atrapan anual-mente. La promiscuidad entre las mozas y los jvenespescadores que se ven en Anglet en mantilla, completa-mente desnudos por debajo de ella, revolcndose enlas olas, hace que el amor los tenga amarrados, atrapa-dos en sus redes, y los convide a pescar en esas aguasturbias, y les provoque tanto deseo como libertad y co-

    modidad tienen para despus de haberse mojado todoel cuerpo, irse a secar a la cercana cmara del amorque Venus parece haber colocado expresamente a laorilla del mar con esa nica finalidad.

    Tengo que hacer todava otra observacin, y es queen todas sus parroquias toman nombres de gente ecle-sistica y los pequeos magistrados populares se lla-

    man presbteros. En todos sus festines nunca dejan denombrar un obispo, ni en sus juegos algn nuevo pres-btero de Maugouver. Ahora bien, todo esto es solamen-te una manera de usurpar el nombre, y de esa maneraridiculizar el misterio. En todas las grandes iglesias delpas hay tambin una mujer a la que llaman la Benedic-ta, que hace la funcin de sacristn. A m me parece quese acerca demasiado a los sacerdotes libertinos y estara

    tan a gusto en Alemania, donde vi a menudo cmo unamujer segua a un sacerdote por el pueblo, caminandodetrs de l llevando el cliz y los ornamentos con losque acababa de decir la misa. Aqu adorna el altar, lim-pia y acomoda los lienzos y pone los cuellos blancos alos pequeos santos que se encuentran sobre el altar,

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    algo que si se hace con buena intencin es ms indecen-te que perverso, razn por la cual el seor obispo deBayona est ocupado activamente en reformar todo esto.Asimismo, encuentro inconveniente que en San Juan deLuz y en varios lugares ms, un grupo de mujeres hecontado hasta diez anden recogiendo dinero por todala iglesia, como hacen nuestros burgueses en nuestrasparroquias. Y tambin encuentro muy inconveniente quetodas las mujeres y nias hagan las colectas con vanidad,cada una segn su rango, empleando en ellas tanto tiem-

    po, que muy a menudo la misa finaliza antes de que ha-yan terminado; y que los hombres, con la excepcin delos magistrados, no aparezcan nunca por la iglesia; y quecuando las mujeres lo hagan, ofrezcan un cirio atado a unpequeo pastel hecho de la forma ms indecente queuno pueda imaginar en una mujer honesta.

    No quiero olvidar sealar que en Laburdi hasta los

    aldeanos y aldeanas ms pordioseros se hacen nombrarseores y damas de una cierta casa, en referencia a lascasas que cada uno de ellos posee en su pueblo, auncuando sta parezca ms una porqueriza para cerdos.Ahora bien, algunas de estas casas se encuentran for-mando hilera en la calle del pueblo, mientras que otrasquedan un poco ms separadas y estn situadas sin or-den ni concierto, y tienen algunos pequeos terrenos ylabranzas a su alrededor. Estas gentes por lo general re-nuncian a su cognomento, al apellido de sus familias, eincluso las mujeres al apellido de sus maridos, para to-mar el nombre de sus casas por endebles que estassean. Y se puede decir que si la mutacin y cambio deapellido es en ciertos casos una variedad de crimen, porlo menos aqu es una especie de inconstancia y ligereza,

    en la que se acomodan en alguna manera al humor delDiablo, en vista de que al igual que l quieren variar entodas las cosas y disfrazarse hasta hacerse irreconoci-bles. Adems de que todo hombre de sentido comn seafana en perpetuar su apellido, su familia y su casa,mientras que por el contrario ellos entierran su apellido

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    y la memoria de su familia en las ruinas de una destarta-lada casa de pueblo.

    Por lo dems las cruces son muy bellas y estn bienornamentadas, pero una vez finalizado el servicio fune-ral, una persona se la lleva fuera de la iglesia y la guardaen su casa, siendo sta una cosa que no debe moversede la iglesia mientras pueda permanecer en ella segura,como ocurre ahora que nos encontramos en completapaz y siempre, porque una casa de aldeanos no es tanslida como una Iglesia. Adems llevan cruces muy gran-

    des y pesadas, que tienen adosadas siete u ocho cam-panillas doradas, pues quieren que la cruz haga un ruidode campanillas semejante al de una mascarada de pue-blo, e incluso me atrevera a decir que un ruido infernalen lugar del ruido divino que debieran hacer. La cruzdebe susurrarnos en el corazn e impregnarse con la vozde los hombres y con las bellas y santas palabras que se

    escuchan en la iglesia o que sta nos ensea, y no concampanillas. La vecindad y el comercio con el espaolles han transmitido esta mala costumbre, hasta el puntode que en todo el pas de Laburdi sus cruces suenan ysus Sacerdotes danzan, y son los primeros en el baileque se organiza en el pueblo.

    Aadamos la destreza y agilidad que tienen en An-

    glet, Bidart y en otros lugares semejantes, cuando loshombres de todas las edades y las mujeres y mozas,agarrndose a esa cuerda y a esa red de pescadores, vancomo a presentarse al dios Neptuno y a recibir a esosgrandes borbotones de agua en los que se meten todosa la vez sin temer ni considerar nada, justo igual que ha-can los ixiones en los nubarrones, venciendo las olasruidosas como truenos, de manera que se les puede ver

    inmediatamente despus sobrenadando como Tritonespor encima de estas grandes montaas de agua, dejan-do pasar indolentemente y en cada ocasin las olas,para que se extingan y diluyan sobre la arena, mientraslos propios espectadores se ven a menudo sorprendi-dos por ellas cuando quieren contemplar esta maravilla.

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    Y en San Juan de Luz y en Ciboure los nios vanigualmente durante el verano a la desembocadura delmar, donde el pequeo ro que separa los dos grandesburgos se presenta en su travesa final para impedir laentrada a este gran Ocano. Aunque finalmente se aho-ga y pierde en ste, haciendo tal ruido y esfuerzo en elencuentro, que me maravilla que esos nios completa-mente desnudos que van a nadar ah, como para soco-rrer a este ro compatriota y como nacido para ellos, nose pierdan cien mil veces en sus enormes cmulos,

    blancos como copos de nieve, si tenemos en cuenta quesu sola blancura es una venda que nos ciega, su ruido esun espantajo que nos asombra, ese furioso encuentro esde una violencia que nos arrebata de tal manera, que elmenor esfuerzo que ellos realicen es capaz de ahogar elcoraje ms firme del ms constante Filsofo del mundo.

    Mencin aparte merece la destreza de esos otros ni-os que se lanzan a este ro de cabeza desde lo alto del

    puente de San Juan de Luz, y van a buscar por puro pla-cer una moneda de plata de poco valor, para verlos salircomo somorgujos a quinientos pasos de donde hicieronsu entrada al agua. Seguro que usted ya habr odo ha-blar del viaje de los Argonautas en busca del velln deoro, y de las sacudidas que sufran sus naves en la entra-da de su mar.

    He visto cmo botaban un navo al agua y hacan quesaltara ingeniosamente del muelle al ro con una tropade jvenes pilotos que se movan a su alrededor comomonos, y con varios nios en su interior, que para poneren movimiento este gran armazn de madera, corran yade una borda a la otra, ya de una a otra punta, ya trepan-do y rodando por las cuerdas para hacer que se inclinaray se desprendiera de alguna mala esclusa, con tal pron-

    titud y maa que era una maravilla contemplar sus di-versos movimientos.

    Ahora bien, esa ligereza de cuerpo en todas estasocasiones y circunstancias pasa hasta el alma, que es laque empuja al cuerpo. Y como el Diablo se sirve de lostalantes depravados, malas costumbres y hbitos, y de

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    todo lo que la gente tiene en su interior de disposicinviciosa y corrupta, no debe extraarnos si mediante en-gaos y artimaas provoca que corran con tanta ligerezaa esa abominacin del sortilegio, inicindolos en todoslos ejercicios de la propia ligereza, que son entre otrosla curiosidad, el deseo de novedades, los festines, ladanza y los viajes por mar, cosas por las que sienten msinclinacin que cualquier otro pueblo sobre la Tierra.

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    El porqu hay ms mujeres brujas que hombres, y decierta clase de mujeres, llamadas benedictas, que en elpas de Laburdi tienen como sacristanas.

    En todas las pocas se ha observado que existenms mujeres brujas que hombres, siendo algo que sepuede ver con claridad leyendo a los poetas griegos, la-tinos, italianos y franceses, todos los cuales celebraron aalguna mujer como excelente hechicera y bruja.

    Ronsard no olvid a la hechicera Hcate, a la que ha-blando en francs le dijo: Aqu te prometo Por tu H-cate y por sus tres cabezas!.

    Adems de ella es necesario aadir todos estosnombres: Sagae, Strigae, Lamiae, Laricae, Fatidicae, Furiae,Harpiae y a las que los italianos llaman Fate, Ninphe, Sybi-lle, Bianche, Donne, Buone, que tienen por reina a Habon-dia. Todos son nombres femeninos, lo que demuestraque la mujer tiene ms inclinacin natural a la brujeraque el hombre, siendo sta la razn por la que hay msmujeres brujas que hombres, y aunque el motivo para

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    que eso sea as quizs sea un secreto divino, s pode-mos emitir aqu alguna razn probable.

    Bodin dijo con mucha razn que no es por la debili-dad y fragilidad del sexo, pues se puede comprobar quesufren la tortura con ms firmeza que los hombres. He-mos visto a brujas en Bayona que la sufran con tantaresolucin y alegra, que despus de que hubieran dor-mitado un poco durante los tormentos, como si fueranalgo dulce y delicioso, decan que venan de su parasoy que haban hablado a su Seor. La causa sera ms

    bien la fuerza de la avidez salvaje que empuja y reducea la mujer a excesos, a los que se entrega de buena ganapara gozar de sus apetitos, para vengarse o para conocerotras novedades y curiosidades que se ven en dichasasambleas. Todo lo cual ha movido a algunos filsofos aclasificar a la mujer entre el hombre y la bestia bruta.

    Pero digamos para no culparla por esos grandes de-fectos sin autoridad, que Plutarco en el libro de la tran-quilidad espiritual, Estrabn en el primer libro de suGeografa, Diodoro en el quinto libro de las gestas delos antiguos y San Agustn en el tercer libro de la Ciudadde Dios, testimonian que la mujer tiene la mala propen-sin a ser ms obstinada que el hombre, lo que segnellos afirman se debe a que la infidelidad, la ambicin,la soberbia y la lujuria abundan ms entre las mujeres

    que en los hombres.Es muy cierto por lo tanto que el Espritu Malignoconduce con ms facilidad el espritu voluble de las mu-jeres a la supersticin e idolatra que el de los hombres,razn por la cual en el gran libro del Gnesis podemosleer que la doctrina diablica fue enseada antes a Evaque a Adn en el comienzo del mundo, siendo aqullaseducida antes que l por Satans, que se apareci en

    forma de serpiente. Adems de que nosotros mismoshemos podido comprobar, por una infinidad de expe-riencias, que cuando el Diablo quiere conducir a unamujer casada al Sabbat, coloca gustosamente algn de-monio cerca del marido al que quiere arrebatar su mu-jer, y si es necesario remeda el cuerpo de sta para que

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  • 7/30/2019 48952563 Tratado de Brujeria

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    sirva al marido de scubo; sin embargo, casi nunca reme-da al marido, casi nunca suplanta en sustitucin del suyoun cuerpo que haga de ncubo. No digo que no puedasuplantar con la misma facilidad tanto a uno como a otra,y en los libros existen varios ejemplos de ncubos, peronosotros no hemos tenido conocimiento de ningunaexperiencia en la cual cuando el Diablo ha querido con-ducir al marido al Sabbat haya hecho el ncubo y suplan-tado el cuerpo del marido para engaar a su mujer, queno era bruja. Es igualmente cierto, que siguiendo el

    ejemplo de Eva, la mujer hace Brujo a su marido con mu-cha mayor frecuencia que al revs.

    Dios quiso debilitar a Satans, y lo hizo notoriamen-te constituyendo en primer lugar su reino y dndole po-der sobre las criaturas menos dignas, como es el caso delas serpientes, y sobre las ms dbiles, como los insec-tos; luego se lo dio sobre las bestias brutas, antes quesobre el gnero humano; posteriormente sobre las mu-jeres y ms tarde sobre los hombres que viven comobestias, antes que sobre aqullos que viven como sereshumanos.

    A Satans, que siempre tuvo alguna arpa para enga-ar al mundo, se le ocurri una artimaa en este pas deLaburdi, pues siempre quiere meter las narices en todaspartes, o por lo menos contaminar los santos templos y

    sembrar en ellos toda la confusin y desorden posibles,y para asentarse en las iglesias, que en otros tiempossolan servir como asilos para protegerse de l y de to-dos los dems espritus malignos, y encontr la manerade introducir algunas mujeres en las iglesias para querecogieran los donativos y otras pequeas ofrendas quese acostumbran a donar en las mismas. Yo mismo pudever en uno de los pueblos ms conocidos a diez muje-

    res, una detrs de la otra, llevando los cepillos con losque recogen en la iglesia las limosnas de las almas de-votas y caritativas. Asimismo, vi a una mujer, a la queellos llaman Benedicta, que ejerca de sacristn, acer-carse a los altares llevando las albas, luminaria y otrascosas similares. Me extra que esa tarea fuera asignada

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    a esas diez primeras mujeres en lugar de a hombres, enconcreto a las personas ms notables de la parroquia,como ocurre en las mejores ciudades de Francia, dondeencargan esa tarea a los ms honorables burgueses, yme extra mucho ms an que fueran pidiendo los do-nativos de galera en galera pues todas las iglesias be-llas y grandes estn compuestas por dos o tres pisos degaleras donde deban estirar la capa de los hombres,que por estar stos apoyados en la baranda de la galerales daban la espalda, cuando a veces haba que subir

    ms de cien peldaos.En lo que respecta a la sacristana, sta tena mucho

    ms trato con los sacerdotes, porque tena que estar laprimera en la iglesia en cuanto clareaba el alba para co-locar los lienzos blancos y dems ornamentos sobre elaltar. Esto provoca algunas veces tan malos encuentros,que es imposible que el Diablo, que solamente quierecontaminar el santuario de Dios y corromper a sus minis-tros, no est involucrado en ellos; y de hecho no hay queponer en duda que varias de estas mujeres sean brujas,y si no que lo sean al menos algunos miembros de susfamilias. En lo que se refiere a las benedictas o sacrista-nas, encontramos entre ellas dos brujas, que fueron de-feridas ante la Justicia en presencia nuestra, siendo algoque no nos debe extraar, puesto que la mayora de los

    sacerdotes son brujos, adems de que hemos encontra-do dos iglesias o capillas en las que el Diablo celebra elSabbat.

    Y aun cuando las mujeres fuesen en cierto modo ca-paces de realizar el servicio divino, y existen religiosasque llevan una vida tan ejemplar que sabran ser las mssantas ermitaas que nunca hayan existido, la propiaIglesia ha hecho siempre esa diferencia, que las mujeres

    y mozas, por vrgenes y castas que sean, no puedan cele-brar la misa, tocar el Santo Sacramento de la Eucarista,ni tampoco acercarse a los altares. En cambio s se lespermite que contemplen la elevacin, para lo cual tie-nen licencia para quitarse el velo, al igual que se les haconcedido el derecho a rezar los responsos.

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    Es vergonzoso en una mujer que se encierre en unaiglesia con un sacerdote, lo que la benedicta puede ha-cer en completa libertad en la oscuridad de la maana,al medioda, hora de silencio en las Iglesias, y por la tar-de, cuando el Espritu Tenebroso comienza a correr unvelo para que se desvanezca la claridad; adems de queen las iglesias ciertas oraciones se recitan de noche, yson la benedicta y los sacerdotes los que una vez termi-nadas stas deben guardar los ornamentos y apagar lasluces, los que permanecen los ltimos en la iglesia para

    realizar los ltimos oficios. Una vez que se han quedadosolos sin vergenza ni escndalo, quedan con toda la fa-cilidad y libertad para hacer y decir lo que quieran, ypara cumplir los requerimientos y disposiciones que elDiablo les dicte, bien para acudir juntos al Sabbat si am-bos son brujos, como ya hemos visto que ocurre, o paracometer otras mil abominaciones indignas del lugar yde su condicin. El pretexto de realizar los quehaceres de

    la iglesia le sirve a ella de excusa para cubrir el menos-cabo que hace a su honor.

    Y puesto que la ley civil prescribe a la mujer que seabstenga de ocupar ningn cargo civil ni pblico, cuntoms decoroso sera que se abstuviera igualmente deacercarse a los ornamentos de nuestras iglesias, a nues-tros curas y a la santidad de nuestros altares.

    No obsta que antiguamente existieran mujeres, lla-madas diaconisas, que llevaban la administracin de laiglesia, pues tan slo se encargaban de guardar la puerta,y nicamente la puerta por la que las mujeres entrabanen la iglesia, como se hace en Italia en las estaciones,donde por una de las dos puertas que hay en las iglesiasentran solamente los hombres, y por la otra las mujeres,sin entremezclarse, por temor a cien mil desgracias que

    ocurren en ese pas en cuanto las mujeres echan el pri-mer vistazo a los hombres con los que tienen o deseantener algn mal propsito.

    Y aunque parezca que esto deba esperarse nica-mente de las mujeres casadas, y que el decreto del Tri-bunal Parlamentario de Pars del 24 de julio de 1600 as

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    lo entiende y explica, encontrando injusto que una mu-jer casada pueda, a despecho de su marido, ser elegidasacristana en una iglesia, a m me parece que es tan pe-ligroso, e incluso ms, para una moza soltera que parauna casada, pues esta ltima tiene como vigilante a sumarido, que la acompaa a todas partes, sin perderla devista, y puede impedir que cometa algn mal.

    En cambio, una muchacha soltera y una viuda, comoocurre generalmente con las benedictas pues suelenser o bien solteras entradas en aos o jvenes viudas,

    en un pas tan libertino como el pas de Laburdi, dondelos curas son considerados como semidioses, es imposi-ble pensar que la sola santidad del templo los manten-ga pdicos, sino que por el contrario sta servira msbien como cobertura para echar tierra encima y tapar susfaltas e impudicias.

    Todo lo anterior me hace concluir que no tenemosque tolerar en este pas,