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Fundacion Instituto de Historia Social

¿El final de la historia social? Author(s): Patrick Joyce and Marina Sanchis Martínez Source: Historia Social, No. 50, Ficción, Verdad, Historia, Presentación (2004), pp. 25-45Published by: Fundacion Instituto de Historia SocialStable URL: http://www.jstor.org/stable/40340917Accessed: 28-10-2015 19:58 UTC

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^EL FINAL DE LA HISTORIA SOCIAL? *

Patrick Joyce

Los historiadores tienen en cierta medida razon al sospechar de los conceptos de "moder- nidad" y "postmodernidad". Estos terminos emplean una historia, y sin embargo en su uso -casi siempre por parte de los que no son historiadores- a menudo parecen, curiosamente, alejados de la historia tal como la entiende la mayoria de sus practicantes academicos. Para que pueda existir un "postmodernismo", este debe proyectar un "modernismo" por medio del cual pueda crearse su propia imagen. Ironicamente, en gran parte del pensa- miento postmodernista existe una tendencia a inventar un modernismo que actiia como concepto fundador del postmodernismo. El resultado es una historia justamente criticada por los historiadores, una historia a menudo sin el sentido de lo particular y lo coyuntural, o sin el sentido de la alteridad del pasado, sentidos que han sido recientemente identifica- dos como los sellos distintivos de la "historia". l

Las sospechas de los historiadores les han llevado, por tanto, a su incapacidad para implicarse en el discurso academico contemporaneo sobre la naturaleza de la modernidad y la postmodernidad. Y sin embargo deben implicarse, aunque no sea por otra razon mas que la de que en su ausencia se esta definiendo un orden del dia intelectual que esta confi- gurando la naturaleza del futuro al reconfigurar la comprension del pasado. La historia intelectual del ultimo cuarto del siglo xx no es algo que los historiadores puedan continuar ignorando para siempre. Y sin embargo, la necesidad de implicarse en el discurso contem- poraneo sobre la modernidad surge tanto -yo diria en realidad que mas- de lo que este dis- curso puede aportar a la historia que de lo que la historia puede aportarle a el. Estamos lejos de un sentido de la sabiduria que es aportada a la historia del presente por una profe- sion ilustrada. De hecho, la autoconfianza y la unidad de la "historia" han sufrido una fractura sin precedentes, precisamente debido a la critica postmodernista (pero por supues- to no solo por ella). La respuesta a este desafio no es necesariamente rechazarlo, sino com- prometerse en un debate positivo con el.

Este debate sera especialmente necesario si puede demostrarse que la historia con- temporanea, en este caso la historia social, es en realidad la propia hija de la modernidad. Ese es el argumento presentado aqui. Una vision postmodernista identificaria la moderni- dad como un proyecto normativo. Si la historia social es hija de la modernidad, entonces se la ve como parte de este proyecto y, por tanto, no nombrando inocentemente el mundo, sino creandolo a su propia imagen politica e intelectual. Si esto es asi, o incluso si esto

* Publicado en Social History, vol. 20, 1 (enero 1995). 1 Raphael Samuel, "Reading the signs, part I", History Workshop Journal, XXXI (Otono 1991), pp. 231-

234 [trad. esp. en Historia Contempordnea, 7 (1992)]; ver tambien "Reading the signs, part II", History Work- shop Journal, XXXIII (Primavera 1992). I Historia Social, n.° 50, 2004, pp. 25-45. I 25

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puede ser sostenido de alguna forma, se sigue que los historiadores necesitan implicarse en los debates contemporaneos, ya que estos entranan una reflexion sobre los fundamentos y la historia de su propia disciplina. Desde esta perspectiva, los "descontentos" con la his- toria social son los descontentos con una modernidad que por fin comienza a reflexionar sobre si misma. 2 Si la historia social llega a ser vista como el resultado del proyecto de la modernidad, entonces esto podria ser la serial de su final. Una vez perdida la inocencia, esta no puede ser recobrada. Sin embargo, aunque marque un final, una comprension auto- rreflexiva e historizada de la "historia social" puede apuntar mas alia de este final, hacia una historia social renovada, hacia algo nuevo.

Pues, lejos de ser anti-historico, como muchas respuestas contrarias al pensamiento postmodernista lo han pintado, 3 su relativismo y su escepticismo son profundamente his- toricos. En las recientes escaramuzas entre los historiadores y el postmodernismo, estas caracteristicas han sido concebidas principalmente en terminos de epistemologia. Sin embargo, es la historia que esta detras de la epistemologia la que importa tanto o mas, la historia del poder y de los regimenes de conocimiento que han producido las formas de conocer el mundo. Es esta historia la que nos ayuda a abordar el denominado anti-funda- cionalismo del postmodernismo, mientras su escepticismo radical es una invitation a la historizacion de aquellas categorias del pensamiento "naturalizadas" o reificadas que han servido como base de nuestro conocimiento. Los "fundamentos" que han sido atacados son muchos, como se mostrara mas adelante. Dos de los que han sido cruciales en la fun- damentacion de la historia social son "lo material" y "lo social", y con ellos la idea afin de clase.

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La importancia de estos diversos fundamentos ha sido puesta de manifiesto en el tra- bajo de proxima publication de Eley y Nield sobre el desafio del postmodernismo y el "giro linguistico" a la historia social. Su trabajo fue inicialmente una conferencia sobre el tema de la clase impartida en 1993, y a ella me refiero en lo que sigue. 4 Este compromiso positivo y constructivo con el postmodernismo es doblemente bienvenido, viniendo como viene de dos historiadores que han sido tan importantes a la hora de orientar el desarrollo de la historia social a traves de la revista Social History (quizas, junto con Past and Pre- sent, la principal ejemplificacion de la historia social contemporanea, al menos en Gran

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2 El sinuoso camino de lo que podria denominarse como el debate de los "descontentos de la historia social" en Social History puede seguirse en David Mayfield y Susan Thorne, "Social history and its discontents: Gareth Stedman Jones and the politics of language", Social History, XVII, 2 (mayo 1992); Jonathan Lawrence y Miles Taylor, "The poverty of protest: Gareth Stedman Jones and the politics of language - a reply", XVIII, I (enero 1993); Patrick Joyce, "The imaginary discontents of social history: a note of response", ibid.; Mayfield and Thorne, "Reply", XVIII, 2 (mayo 1993); James Vernon, "Who's afraid of the 'linguistic Turn'? The politics of social history and its discontents", XIX, I (enero 1994); Neville Kirk, "History, language, ideas and post- modernism: a materialist view", XIX, 2 (mayo 1994). Ver tambien Anthony Easthope, "Romancing the Stone: history- writing and rhetoric", Social History, XVIII, 2 (mayo 1993). 3 Por ejemplo, Lawrence Stone, "History and post-modernism", Past and Present, 131 (mayo 1991); "His- tory and post-modernism III", Past and Present, 135 (mayo 1992); Bryan Palmer, Descent into Discourse: The Reiflcation of Language and the Writing of Social History, Philadelphia, 1990; "Critical theory, historical mate- rialism, and the ostensible end of Marxism: the poverty of theory revisited", International Review of Social His- tory. XXXVIII. oarte 2 fasosto 1993V

4 Geoff Eley and Keith Nield, "Classes as historical subjects: some reflections". El trabajo fue publicado por Eley y Nield en 1995.

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Bretana). Eley y Nield han llamado la atencion sobre los supuestos materialistas de lo que, en aras del debate, puede denominarse como vieja historia social. 5

Ellos localizan la emergencia de la historia social en el deseo de trascender la estre- chez de una historia politica mas antigua: se produjo un desplazamiento en las explicacio- nes politicas desde el Estado hacia la "sociedad". Este movimiento fue impulsado por el marxismo, el populismo de la "historia desde abajo" y las idealizaciones de la ciencia social de la "historia estructural". Se defendio la prioridad analitica del "contexto social" y de "las fuerzas sociales". Como estos autores sugieren, a principios de los 70 la tendencia se oriento definitivamente en la direction de un materialismo fundacional en el que "la causalidad social", de hecho en algunos casos "la determination social", acabo imponien- dose. Vale la pena recalcar, mas que Eley y Nield, los antecedentes liberales y "whig" de la historia social, especialmente de los discursos de la clase y de lo social, aunque quiza ellos tienen razon al poner el enfasis en como fue el marxismo el que conformo este sentido comun de la historia. El repertorio basico de conceptos en historia social era (y sigue sien- do) identificablemente marxista, aunque este entramado conceptual siguio estando habi- tualmente oscurecido por el "idioma empirico" predominante en esta historia, permanecien- do la teoria implicita incluso en los muchos casos en que era publicamente despreciada. Pero por muy "cuturalista" que esta historia se volviera, la idea basica de que la clase y la politica estaban enraizadas en las realidades de la vida material ha permanecido.

La exposicion de Eley y Nield nos ayuda a identificar algunas de las formas en que la clase y lo "social" eran vistos en la historia social. Lo "social", y la "sociedad", operaban como el origen de la cultura y la politica, tanto mas eficaces por cuanto funcionaban tam- bien como una especie de tejido conjuntivo explicativo, que conecta el substrato de lo material con lo cultural, por ejemplo la economia con la politica (siendo asi manifiesta la funcion de un "contexto social"). Solian publicarse libros con titulos como Trabajo, Socie- dad y Politica. 6 La "sociedad" era por tanto concebida como un sistema o una totalidad, algo resueltamente visto como una cosa, dada su naturaleza sistemica. El concepto de cla- se servia de manera similar como un "concepto de empalme", que vincula lo ideal con lo material y que de ese modo revela, en el tribunal de la "cultura", la logica de lo que se concebia como procesos sociales o economicos "subyacentes". Aunque de una forma indi- recta, y la influencia de Gramsci fue importante, en ultima instancia las clases eran vistas como surgiendo de las relaciones economicas y determinando la naturaleza fundamental de la cultura, y de lo que, de forma caracteristica, se conocia en aquel momento como "conciencia" (el modelo de la mente inconsciente reflejando el modelo de lo social). Lo social era el marco vasto y neutral en el cual todo se registraba y todo se conectaba. Si la sociedad era el sistema, o la maquina, la clase era la fuerza motriz y el principio historico que conducia a la maquina. Cabe anadir a la exposicion de Eley y Nield la aspiration de escribir una historia totalizadora, siendo tambien importante la influencia de Annales y su pretension de una "historia total". La ambition era escribir una "historia total", que refle- jara verdaderamente la realidad de la totalidad social. Por supuesto, narrativas totalizado- ras como el marxismo estaban en mejor position para escribir esta historia de la totalidad.

El desafio del postmodernismo a todo esto va a quedar claro, y es totalmente eviden- te, en la exposicion de Eley y Nield. Las categorias de lo material y lo social se han revela- do como "fundamentos" idealizados o esencializados, incapaces de soportar el peso que

5 Acerca del desarrollo del "giro linguistico" en historia social, y en historia en general, vease G. Eley, "Is all the world a text? From social histroy to the history of society two decades later", en T. McDonald (ed.), The Historical Turn in the Human Sciences (1993).

6 Patrick Joyce, Work, Society and Politics: The Culture of the Factory in Later Victorian England, Has- socks, 1980. I.

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recae sobre ellas. Las narrativas que escriben la historia de estas categorias fundacionales -tanto las liberates como las marxistas- quedan al descubierto como componentes del pro- yecto de "gran narrativa" modernista que son. El desafio politico es de igual importancia: en el viejo enfoque, el conocimiento trataba sobre la transformation de su objeto de aten- cion (las mujeres, las clases, los oprimidos). El objetivo politico estaba claro. En el nuevo enfoque, lo que el conocimiento pretende es revelar el funcionamiento del poder, y no con- ferir poder mediante el acceso a la verdad objetiva. El fin politico ahora ya no esta claro. La propia position de Eley y Nield aqui es mirar al pasado de la historia social como un modo de mirar hacia el futuro. Pero no esta claro que uno pueda volver al futuro de esta manera. Obviamente, aqui hay un gran espacio para el debate. Hay mucho en juego. Es de esperar que este debate este proximo, especialmente entre los investigadores mas jovenes.

Un rechazo particularmente vigoroso de los supuestos materialistas de la historia social y del movimiento obrero es evidente en la obra reciente de William H. Sewell. 7 En dicha obra, Sewell cuestiona la idea de la "materialidad" de la economia, y argumenta con- tra la dualidad de lo fisico y lo "ideal" que impregna tantas explicaciones del cuerpo humano. Sewell nos recuerda otras dos categorias "fundacionales", las de economia y cuerpo, cuya influencia ha sido erosionada por la reciente historia cultural y por el "giro linguistico", como quiera que deseemos etiquetar estos desarrollos postmodernistas y sus raices modernistas. Gran parte de la historia feminista reconoceria sin problemas que su anti-fundacionalismo es postmodernista: los fundamentos que ha disuelto, en particular bajo la influencia del pensamiento postestructuralista, son las categorias naturalizadas de genero, incluyendo las de "hombre" y "mujer". 8 Al atacar el caracter fundacional del genero, el cuerpo y a la vez lo material han sido tambien historizados y, de ese modo, des- esencializados. El relativismo y la historizacion de la "ciencia" aparecen tambien claros en una bibliografia ya extensisima. En manos de figuras como Donna Haraway esta aproxi- macion a la historia de la ciencia se presenta bajo la luz de una etica y una politica explici- tamente postmodernistas. 9 "Lo social" y "lo material" son por tanto solo dos de las piezas de lo que podemos quiza describir como modernismo.

El principal interes del trabajo de Sewell reside, sin embargo, en su breve pero agudo apartado sobre la historia de lo material, 10 ya que este a su vez sugiere la posibilidad de una historia de "lo social". Es esta posibilidad la que me parece a mi una de las vias mas productivas hacia una historia social renovada, y es a la que prestare mas atencion en lo que sigue. Sewell esta preocupado por mostrar de donde vienen las nociones actuales del materialismo, especialmente la idea de que la production y el intercambio son algo exclu- sivamente material. La separation entre lo espiritual y lo material emergieron del discurso tradicional cristiano y aristocratico. En el siglo xix, la etica y la estetica de las representa- ciones de lo material fueron invertidas: los principios ordenadores de la vida humana -tal y como se presentan, por ejemplo, en la economia politica- se veian como descansando en lo material, libre ahora de las asociaciones peyorativas de bajeza y desorden. De hecho, lo

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7 William H. Sewell Jr., "Towards a post-materialist rhetoric for labour history", en Lenard R. Berlanstein (ed.), Rethinking Labor History: Essays on Discourse and Class Analysis, Urbana, 1993. La mayoria de los par- ticipantes en este volumen quieren mantener lo esencial de la antigua historia del movimiento obrero, pero el nivel de debate, en particular la seriedad del compromiso con ciertas ideas (especialmente las de Habermas), indican que al menos una parte de la historia del movimiento obrero en Estados Unidos esta en mucha mejor forma que la ahora casi moribunda historia del movimiento obrero britanica.

8 Denise Riley, "Am I That Name": Feminism and the Category of "Women " in History (1988,); Joan W. Scott, Gener and the Politics of History (1988). Vease tambien J. Butler y J.W. Scott (eds.), Feminists Theorize the Political (1992).

9 Donna Haraway, Simians, Cyborgs and Women: The Reinvention of Nature (1991). 10 W.H. Sewell, Jr., "Towards a post-materialist rhetoric", pp. 21-23.

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material se hizo tratable como materia objeto de leyes y "ciencias", que en ese momento se ampliaron desde lo fisico a lo "social" y lo "economico", ambos creaciones del discurso de la frustration. Ironicamente, por tanto, se considera que el materialismo historico del marxismo se origino en esta exaltation del siglo xix de lo "material" como materia objeto de ley. Sewell, que es consciente de esta ironia, senala: n

Los marxistas proclaman orgullosamente su radicalismo al emplear una identification arbitraria de lo economico como material, sin darse cuenta nunca de que han heredado la idea intacta y no some- tida a critica de los discursos tradicionales cristiano y aristocratico. Algunos supuestos amigos del proletariado creen que estan siendo progresistas cuando tachan de "idealistas" a los historiadores que toman realmente en serio lo que pensaban los antiguos proletarios. La afirmacion de que la eco- nomia es exclusivamente "material" fue siempre arbitraria, confusa y tendenciosa: que continue siendo sostenida por algunos estudiosos que se proclaman de izquierdas es un embarazoso anacro- nismo.

Es, sin embargo, sobre todo la figura de Michel Foucault la que aparece al comienzo de cualquier nueva historia de lo social, 12 pues es el que mas ha hecho por identificar el surgimiento de la subjetividad humana en occidente. Una de las formas principales en que se definio esta subjetividad fue a traves de los discursos sobre el cuerpo, especialmente los discursos sobre la sexualidad. El objeto de estos y otros discursos que conforman la subje- tividad llego a ser el "individuo". 13 Sin embargo, el sujeto como individuo era inseparable de la creation de lo social. El individuo y, en ultima instancia, la propia libertad liberal fueron definidos en terminos de un "lo social" que definia su conducta y su ser. A su vez, "lo social" apuntaba a facilitar el surgimiento pleno de lo individual. 14 "El hombre", el "yo" y la "sociedad" quedan asi identificados como elementos clave en el surgimiento de la modernidad. Los origenes de las "ciencias" y las "historias" centradas en lo social son, por tanto, inseparables del proyecto de la modernidad, como tambien lo es la propia histo- ria social.

Sin embargo, antes de delinear los contornos de una nueva historia de lo social es necesario tomar un poco de distancia y poner en relation esta actividad con la problemati- ca de la cual forma parte, a saber la turbulenta relation entre historia y pensamiento post- modernista. Las duras palabras de Sewell nos dan un indicio: la indiferencia y a menudo la hostilidad de los historiadores hacia este pensamiento son causa, desgraciadamente, de preocupacion, dados los anacronismos mentales evidentes en la historia academica mucho mas alia de un marxismo actualmente en rapida retirada.

11 Ibidem, pp. 22-23. 12 Por supuesto, las nociones convencionales que plantean una separation entre lo material y lo cultural, o

lo "discursivo", son refutadas por el desarrollo de Foucault de la idea de "practica discursiva". Las practicas dis- cursivas se pueden encontrar no solo en el discurso formal (lenguaje), sino tambien en las instituciones, los pro- cesos tecnicos y demas, y son tambien operativas en, y sobre, la dimension fisica el cuerpo.

13 Michel Foucault, The History of Sexuality, especialmente vol. I, "Una introduction" (1978). 14 Para algunas observaciones sobre la relacion entre el yo y lo social en la lnglaterra del siglo xix,

vease P. Joyce, Democratic Subjects: The Self and the Social in Nineteenth-Century England, Cambridge, 1944, pp. 13-20. I 29

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II

Es, sin embargo, el fantasma de Marx lo que une a los extremos de derechas y de izquierdas en la destemplada denuncia de la lacra postmodernista. Elton y Himmelfarb representan a los primeros, 15 Kirk y Palmer a los segundos. 16 El antimarxismo instintivo de unos refleja el fundamentalismo de los otros. Aparte de la predecible, y totalmente ina- decuada, defensa de la "objetividad" frente a la amenaza del relativismo, las respuestas de Elton y Himmelfarb llegan poco mas que a un -igualmente predecible- descubrimiento de los rojos que se esconden bajo la cama del postmodernismo y el postestructuralismo. Tomando a E.P. Thompson como portaestandarte, Kirk y Palmer profesan un denominado "materialismo historico" que es a la vez sectario y beato. Esta vision reproduce lo peor de los errores de la vieja historia social: por ejemplo, de forma verdaderamente reduccionista, el post-estructuralismo es visto como la representacion ideologica, o superestructura, de la estructura de la sociedad postmoderna. 17 Cuanto menos se diga de estas posiciones, quizas mejor, aunque desgraciadamente este tipo de apologia de una historia social en decadencia tiene aiin credibilidad en algunas areas de la historia social y del movimiento obrero, parti- cularmente en el Reino Unido. Tambien es una pena que el propio Thompson no pueda ser absuelto del espiritu sectario de estas defensas: su destemplado rechazo de la "teoria" es evidente en estos defensores, y, como en ellos, debe decirse que en Thompson la convic- tion apasionada era inseparable de la necesidad de crearse enemigos con el fin de mante- ner encendido el fuego de esta pasion. 18

Lo material y lo social se convierten a su vez en terminos codificados de "lo real" y tribunales de apelacion contra aquellos que pretendieran polemizar sobre la distincion entre representacion y realidad. En una publication reciente me he ocupado de esta "ideo- logia de lo real", y de como los historiadores la han invocado en defensa de la "historia" contra el postmodernismo. 19 Lo que esta en cuestion no es la existencia de lo real, sino -dado que lo real solo puede ser aprehendido mediante nuestras categorias culturales- cual de las versiones de lo real deberia predominar. De hecho, del mismo modo que la epistemologia y la ideologia realistas fueron incorporadas a la historia a partir de su profe-

15 Geoffrey Elton, Return to Essentials: Some Reflections on the Present State of Historical Study, Cam- bridge, 1991; Gertrude Himmelfarb, "Telling it as you like it: post-modernist history and the flight from fact", Times Literary Supplement, 16 de noviembre de 1992.

16 Neville Kirk, "History, language, ideas and post-modernism: a materialist view"; Bryan Palmer, Descent into Discourse, tambien "Critical theory, historical materialism".

17 Bryan Palmer, "Critical theory", p. 136. Los malentendidos respecto a lo que esta en discusion son muchos. Por ejemplo, en un argumento familiar entre los historiadores interesados en el pensamiento postmo- dernista, se proclama que los historiadores conocen ya lo esencial de este pensamiento, y de hecho lo han esta- do poniendo en practica durante anos. Palmer concibe lo que el denomina como la "dialectica" entre "agenda" o "conciencia" y "los determinantes materiales inconscientes" desde esta optica, mientras que el pensamiento postmodernista trata de disolver estos tradicionales dualismos de pensamiento, cuya defensa considera como parte de la propia modernidad. Vease ibid., pp. 156-162. En un sentido similar, Kirk equipara la "deconstruc- cion" y el "descentramiento" propio del pensamiento antifundacionalista con el descubrimiento de la diversidad y la heterogeneidad en la "clase obrera" patente en la vieja historia social. Esta es una confusion bastante llama- tiva, cuyo efecto es el de permitir a Kirk aferrarse a la notion de clase obrera como sujeto colectivo cerrado a pesar de las crecientes evidencias de sus diferencias y contradicciones.

10 A pesar del evidente entasis cultural ae este traoajo, inompson siempre se consiaero a si mismo como un materialista historico, y esta position lo hacia volver siempre a un cierto sentido de "determination" social y economica. Vease E.P. Thompson, The Making of the English Working Class (1968), pp. 9-11, asi como "Eigh- teenth-century English society: class struggle without class?", Social History, III, 2 (mayo 1978), pp. 146-151. Para una cita mas extensa de Thompson sobre estos temas, vease P. Joyce, Class: A Reader, Oxford, 1995, pp. 130-142.

19 P. Joyce, Democratic Subjects, pp. 5-9. I. This content downloaded from 146.83.173.14 on Wed, 28 Oct 2015 19:58:11 UTC

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sionalizacion a finales del siglo xix, 20 en el momento actual la propia "historia" es invoca- da no solo como defensora de lo real, sino como la encarnacion misma de lo real, como si el pasado fuera silenciosamente testigo de su propia verdad. Esto esta muy claro en el reciente debate en Past and Present, donde tanto Stone como Spiegel han hecho esto. Tam- bien de forma caracteristica, Spiegel tiende a equiparar lo real con lo social, y se ve que esta equiparacion se extiende ampliamente. 21

Es patente en historiadores sociales y del movimiento obrero como Kirk y Palmer, pero tambien en historiadoras feministas de izquierdas, cierta incomodidad con las con- cepciones postmodernas de la identidad. Asimismo, lo social tiende a solaparse, en la explication, con la "experiencia", con la "experiencia social", siendo enarbolada esta con- tra el idealismo de un supuesto "determinismo linguistico". 22 La "experiencia" es en reali- dad otro de esos fundamentos constantemente invocado por la historia social, en particular por parte de E.P. Thompson. Recientemente, Joan W. Scott, ella misma centro de atencion de las ansiedades de este feminismo sociohistorico, ha rebatido, de manera decidida, esta "esencializacion" de la experiencia. 23

En cuanto a respuestas mas positivas al pensamiento postmodernista, la reciente defensa de Patrick Curry de una historia social post-marxista supone una critica particular- mente interesante de la tradicional defensa marxista de la historia social y del repertorio basico de la propia historia social. 24 Mucho mas ambivalente es la respuesta de History Workshop, lo cual es comprensible ya que su revista ha sido un destacado transmisor del nuevo tipo de pensamiento, aunque al mismo tiempo la defensa del legado marxista es aiin fuerte. Esta ambivalencia puede verse en el reciente ensayo de Samuel titulado "La lectura de los signos", un termino generico que hace referencia al giro hacia la representation en historia, pero un termino que pierde en precision lo que gana en amplitud al mostrar que son muchos los que estan en deuda con este giro hacia la semiotica y la hermeneutica. 25

Sin embargo, esta suerte de perspectiva amplia presente en la obra de Samuel resulta litil si hemos de comprender la verdadera naturaleza del anti-positivismo contemporaneo. El giro hacia la hermeneutica y la semiotica es un factor, el mismo constituido por muy diferentes y a menudo opuestas tradiciones. Los terminos "postestructuralista" y "postmo- dernista" no serian por supuesto aceptados por muchos de los que trabajan en estas tradi- ciones. Desde luego no serian aceptados por la historia revisionista de derechas en Gran

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20 James Vernon, "Constructing the canon: the discourse of the real and the English historiographical tradi- tion", en J. Vernon (ed.), Re-reading the Constitution: New Narratives in the History of English Politics, Cam- bridge, 1995. Sobre la ideologia de lo real y la historia, ver asimismo Roland Barthes, The Rustle of Language, NuevaYork, 1986.

21 Sobre la encarnacion de lo real, vease Mark Cousins, "The practice of historical investigation", en Derek Attridge et al. (eds.), Post-structuralism and the Question of History, Cambridge, 1987. Lawrence Sto- ne, "History and post-modernism"; Gabrielle M. Spiegel, "History and Post-modernism IV", Past and Present, 135 (mayo 1992), pp. 197-202, esp. p. 198, asi como "History, historicism, and the social logic of the text in the Middle Ages", Speculum, 55 (1990), pp. 77, 84-85. Vease tambien P. Joyce, "History and Post-modernism I", Past and Present, 133 (noviembre 1991) y Catriona Kelly, "History and post-modernism II", en el mismo numero.

22 Christine Stansell, "A response to Joan Scott", International Labour and Working Class History, XXXI (Primavera 1987). Vease tambien la invocation de Laura Lee Down de la "vida social" y las "relaciones socia- les": "If 'Woman' is just an empty category, then why am I afraid to walk alone at night? Identity politics meets postmodern subject", Comparative Studies in Society and History, XXXV, 2 (abril 1993), y la replica de Scott, con la posterior respuesta de Downs, "The Tip of the Volcano" y "Reply to Joan Scott", ambos en el numero de 1993.

23 Joan W. Scott, "The evidence of experience", Critical Inquiry, XVIII (Verano 1991). 24 Patrick Curry, "Towards a post-Marxist social history: Thompson, Clark and beyond", en Adrian Wilson (ed.), Rethinking Social History: English Society 1570-1920 and its Interpretation, Manchester, 1993.

25 R. Samuel, "Reading the signs, parts I and II".

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Bretana. Pero si queremos comprender las fuerzas que minan el viejo consenso liberal- izquierdista de la historia social (en realidad de la historia en general) en Gran Bretana, entonces tenemos que prestar atencion a corrientes como el anti-positivismo del revisio- nismo de derechas y el analisis del discurso de la "Escuela de Cambridge". 26 La critica de J.C.D. Clark al consenso liberal-izquierdista en la historia britanica, por ejemplo, es aplica- ble igualmente a la historia social, 27 pues esta es una expresion caracteristica de dicho consenso.

Y en un consenso se ha convertido, marcado menos por el antagonismo con otras ideas exteriores, normalmente, que por la complacencia con tales ideas, o de hecho con cual- quier idea, con exception de aquellas excluidas por la propia "disciplina". En su apogeo, y por muy empirico que fuera su lenguaje, la historia social tenia el filo cortante de un mar- xismo academico juvenil y el entusiasmo del optimismo de las ciencias sociales. Era desa- fiante, abierta a otras disciplinas y a nuevas ideas, centrada en el presente y politica. En suma, era anti-sistema. Ahora es el sistema, o buena parte de el. Por tanto, uno habla del "final de la historia social" mas bien con tristeza, conociendo la hegemonia de este siste- ma en nuestra cultura academica (y la hegemonia de una historia anti-heterodoxa en nues- tra cultura en general). Zygmunt Bauman describe bien los procesos en marcha al hacer notar como el "advenimiento de la postmodernidad" puede llegar a tener poco efecto sobre la academia (aunque lo mismo se podria decir respecto a cualquier otro pensamiento hete- rodoxo):

No hay nada que impida que uno haga simplemente eso (buscar el conocimiento "objetivo" y decla- rar que la "postmodernidad" es un timo). En el amplio reino de la academia hay espacio mas que suficiente para todo tipo de busquedas especializadas, y el modo en que dichas busquedas han sido historicamente institucionalizadas las vuelve virtualmente inmunes a presiones que no puedan ser traducidas a las variables de sus propios sistemas internos; dichas busquedas tienen su propio impulso; al estar sus dinamicas sujetas solo a la logica interna, producen lo que son capaces de pro- ducir, en vez de lo que se les requiere o se les pide; al disponer de sus propias medidas de exito, internamente administradas, asi como su propia legitimation, podrian seguir reproduciendose inde- finidamente. 28

Pero si en un sentido no es de esperar el "final de la historia social", en otro es facil- mente imaginable: como fosilizacion intelectual. Un final en el que se pierde la hegemonia intelectual incluso aunque se mantenga la hegemonia institucional. La revista Past and Present es buen ejemplo de ello, como lo es del cazador furtivo convertido en guardabos- ques. Los veteranos de la historia social siguen en su puesto, apoyados por una generation mas joven de historiadores en general inmunes a la historia intelectual de nuestro tiempo. Para sacarlos de esta complacencia hara falta dibujar nuevos mapas intelectuales, mapas en los que, por ejemplo, el anti-positivismo del postmodernismo "de izquierdas" y el revi-

26 El anti-positivismo, en la forma de analisis del lenguaje politico de la "Escuela de Cambridge", tiene por supuesto mas manifestaciones que las meramente derechistas entre los historiadores britanicos. Habiendose originado en el trabajo de J.G.A. Pocock y Quentin Skinner, esta corriente ocupa un lugar preeminente en la his- toria procedente de Cambridge, y Cambridge es una prominente fuerza intelectual en la conformation de la his- torica contemporanea en y sobre Gran Bretana. Este particular "giro linguistico" no debio apenas nada a la influencia postestructuralista y postmodernista de que se trata en este articulo. Como seiiala Samuel, su desarro- llo fue un proceso mas interno, mas en deuda con Austin y Wittgenstein que con Saussure. El secularismo de esta tradition, su conception estrecha del "lenguaje" y sus simpatias conservador-liberales la distancian, por un lado, del "postmodernismo" de Foucault y, por otro, del revisionismo de derechas. Vease R. Samuel, "Reading the signs, part II", pp. 222-223.

27 J.C.D. Clark, "The past and the future of British history", texto inedito, 1994. 28 Zygmunt Bauman, Intimations of Post-modernity, 1992, pp. 103-104. I 33

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sionismo "de derechas" podrian hacer causa comun. Los correlatos politicos de las posi- ciones intelectuales flotan, en todo caso, de una forma bastante libre. Como el propio Clark ha observado recientemente, la historia positivista en el Reino Unido ha sido de cen- tro-izquierda, pero en los Estados Unidos esta mucho mas a la derecha. 29 Consecuente- mente, las criticas a la historia positivista seran complejas en su orientation politica. Cua- lesquiera que sean las posibilidades, hace falta hacer algo para librarse de una historia que se reproduce continuamente a si misma, absorbiendo en el proceso al heterodoxo y arras- trandolo a su consenso, de un modo parecido a como la "historia cultural" esta, lenta pero firmemente, convirtiendose en una metodologia rutinaria mas, en una subdisciplina mas en la casa de la historia.

Aparte de la historia feminista, la historia post-colonial constituye otra area de critica vigorosa de la modernidad y de la ortodoxia historica que le sirve de apoyo. La obra de Edward Said y el cuerpo teorico del postestructuralismo han tenido una gran influencia, en especial sobre los historiadores indios que escriben sobre la India. El marxismo de Subal- tern Studies se ha reorientado en una direction decisivamente postmoderna, con el resulta- do de que la propia historia ha pasado a ser identificada como el signo de una modernidad eurocentrica. Como ha sostenido recientemente Dipesh Chakrabarty, 30 la idea occidental de historia, nacida en la epoca del Renacimiento, implicaba una conception del tiempo que eran absolutamente central para las nociones de "progreso" y de lo "moderno". La nation vino a representar lo moderno, convirtiendose en el signo distintivamente moderno bajo el que se escribia la "historia". 31 Desde el punto de vista de esta historia post-colo- nial, la colonia representaba no solo el lugar de la domination y la resistencia, sino de todo tipo de complejas interrelaciones e "hibridaciones" que eran consustanciales al modo en que se instituyo la modernidad. 32 La modernidad se reproducia a traves de este proceso, y ni era unilateralmente ordenada por el colonizador ni unilateralmente resistida por el colonizado: en este proceso el colonizador no estaba inmune, pues la historia de la moder- nidad se producia desde la colonia, tanto como desde occidente. Es a la luz de esta con- cepcion que debe verse el tipo de historia de lo social propuesta aqui. Por ejemplo, formas de lo social como la "esfera publica" y la "sociedad civil" fueron producidas fuera de occi- dente tanto como dentro. Sin embargo, son las dimensiones occidentales de la historia de lo social lo que me interesa aqui, aunque soy consciente de que se trata de un relato incompleto.

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Como contribution a la tarea de encontrar una via de salida al actual "impasse" de la historia social, me gustaria proponer el esquema de una historia de lo social, asi como algunos breves y preliminares puntos relativos a la cuestion de la "estructura social", un concepto que ha sido por supuesto de gran importancia para la historia social. La impor- tancia del pensamiento postmodernista para la historia social puede describirse en termi-

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29 J.C.D. Clark, "The past and the future of British history". 30 Dipesh Chakrabarty, "The death of history? Historical consciousness and the culture of late capitalism",

Public Culture, II, 2 (Primavera 1992). 31 Nicholas B. Dirks, "History as a sign of the modern", Public Culture, II, 2 (Primavera 1990); Gyan Pra- kash, "Writing post-orientalist histories of the Third World: perspectives from Indian historiography", Compa- rative Studies in Society and History, XXXII, 2 (abril 1990). D. Chakrabarty, "Postcoloniality and the artifice of history: Who 'speaks for 'Indian' pasts?'", Representations, XXXVII (Invierno 1992). 32 Gyan Prakash, "Science as a sign of modernity in colonial India", trabajo presentado en la Universidad deWarrick, 1994.

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nos de un desaflo, o de una serie de desafios. Describire estos en terminos de conception de la identidad, de la modernidad y de la estructura. Las nuevas concepciones en estas tres areas implican un desaflo y una critica de las categorias fundacionales de la historia social, sobre todo las de clase y lo social.

Con respecto a la identidad, las concepciones postestructuralistas han sido de crucial importancia, especialmente su apropiacion por parte de las feministas. La teoria feminista nos ha proporcionado un nuevo objeto de analisis y nuevas concepciones de la identidad mediante el concepto de genero. Mas que simplemente ofrecer una nueva categoria, para contradecir o complementar las anteriores, tales como la clase, la teoria feminista ha con- tribuido a problematizar en su totalidad la cuestion de que es la identidad. Las identidades de genero son vistas como formadas historica y culturalmente. No son el producto de un "referente" externo que les confiere significado. La identidad es vista como un producto de fuerzas culturales en conflicto y como algo relational, compuesto por sistemas de dife- rencia. 33 La deuda con la teoria postestructuralista es patente, asi como con su conception del lenguaje, no como el espejo de un mundo externo a el sino como una estructura con- ventional y arbitraria de relaciones de diferencia, cuya forma es producto de las relaciones culturales y de poder.

Las implicaciones para la manera de entender la clase son evidentes: si el genero no puede derivarse de un referente externo, entonces lo mismo ocurre con la clase. Uno no puede referirse a un referente "social" externo que es su fundamento o su causa. Este refe- rente, lo "social", es el mismo un producto "discursivo" de la historia. Las preguntas rele- vantes son entonces "<?,c6mo se han llegado a establecer los vinculos entre el lenguaje y su objeto -el erroneamente asumido referente social- y como se han producido las operacio- nes convencionales del discurso?". Estas preguntas, eminentemente historicas, orientan la investigation en un sentido bastante diferente del de otras visiones mas ortodoxas de lo social y de la clase. Ahora la biisqueda se orienta hacia como los significados han sido producidos por las relaciones de poder, mas que hacia las "estructuras externas u objeti- vas" de clase o hacia otros referentes "sociales". De lo que se sigue asimismo que si la identidad se constituye a traves de las relaciones de los sistemas de diferencia, entonces esta marcada por el conflicto y es plural, diversa y volatil. Se trata de una vision de la identidad en la que muchas "identidades" se presionan y reaccionan entre si (somos hom- bres y mujeres, padres e hijos, miembros de clases y de naciones, modernistas y post- modernistas, y asi sucesivamente). Esta es una vision que no encaja con muchas concep- ciones de la clase, que tienden a tratar a las identidades como completamente uniformes y coherentes (la propia idea de una clase que tiene conciencia de si misma es el colofon a esta vision de la identidad como algo estable y uniforme). De hecho, la "clase" es regular- mente clasificada junto a otras identidades igualmente estables (raza, nation, genero, etc.). A partir de estos bloques toscamente tallados continiia haciendose sociologia e historia. Quiza ha llegado el momento de formular una notion mas creible de identidad, una notion que tome en consideration los sistemas mediante los que operan las relaciones de diferen- cia, incluyendo aquellos medios por los cuales las diferencias se constituyen en unidades, por muy condicionales que esas unidades puedan ser a veces.

Pasemos ahora de la cuestion de la identidad a la cuestion de la modernidad. Toda consideration sobre la identidad implica nociones del propio sujeto humano y, en ultima instancia, de la modernidad. En vez de un sujeto humano concebido como el centro y principio organizador de multiples identidades, la subjetividad humana es en si misma

33 Asi como el trabajo feminista citado en la nota 8, las perspectivas "foucauldianas" de la historia de la identidad ban sido importantes. Vease, por ejemplo, Nikolas Rose, Governing the Soul: The Shaping of the Pri- vate Self '(1990). I.

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una creation historica. Como ha sostenido Foucault, la idea de un sujeto humano "centra- do" y controlador es un producto de la "epoca clasica", particularmente del siglo xvm, cuando el surgimiento del "hombre" en toda su grandeza se hace patente. Segiin este argu- mento, el sujeto occidental ha sido construido como un "individuo". Sin embargo, insepa- rable de esta creation, y simultanea con ella, fue la construction de "lo social". Los dere- chos, obligaciones y conducta del individuo fueron medidos en terminos de un "social" que a la vez garantizaba su integridad y ponia limite a sus excesos. 34 Las estrategias para la implementation de lo individual -tales como la constitution de la "esfera privada"- eran inseparables de las estrategias de implementation de lo social -tales como la consti- tution de la "esfera publica" y de la "sociedad civil". 35 Asi se da el caso de que el cuestio- namiento radical de la identidad y la subjetividad aqui aludido aiin plantea mas problemas fundamentales para el concepto de clase, pues ese concepto es una de las consecuencias de la implementation de "lo social". La "sociedad" es la base sobre la que han sido colocadas las figuras de la clase, figuras que en algunas interpretaciones de la clase se han converti- do no solo en "hechos" sociales sino en actores colectivos en el escenario historico. Es necesario retroceder y mirar la historia de dicha base si se quieren entender las figuras que son su consecuencia.

La implementation del sujeto humano y de la sociedad puede ser vista como la implementation de la "modernidad". Desde este punto de vista, "modernidad" describe a un sujeto y una sociedad que, aunque eminentemente reales en sus consecuencias, son de hecho ellos mismos elementos de un proyecto. El proyecto de la modernidad disfraza el hecho de que "individuo" y "sociedad" no son entidades reales, "objetivas", sino creacio- nes historicas y normativas, disenadas para manejar las exigencias del poder politico y del orden politico. Esta perspectiva sobre la modernidad, que es critica, puede entenderse como la perspectiva de la postmodernidad, aunque muchos de los implicados en la critica no se describirian a si mismos de ese modo. Desde un punto de vista postmoderno, la "cla- se", junto con categorias como "sociedad" y "economia", pero tambien "razon", "el yo", etcetera, son vistas todas como ejemplos de una modernidad que, como hemos visto, las toma como "fundamentos" del conocimiento. El modernismo es concebido, por tanto, como escritura de "grandes narrativas" de la historia en las que estas diversas esencias jue- gan un papel relevante, como, por ejemplo, en las narrativas sobre la ciencia y el progreso, y sobre el liberalismo, el socialismo y el conservadurismo.

Si la modernidad es un proyecto en este sentido, entonces se puede decir que la socio- logia, y la teoria social en general, estan implicadas directamente en el, siendo al mismo tiempo sus progenitores y sus productos. Las sociologias postmodernas se han hecho cada vez mas la pregunta de si los terminos de la sociologia del siglo xix son realmente satis- factorios a la hora de describir la naturaleza de la sociedad de los siglos xx y xxi. Esto sugiere la posibilidad de un replanteamiento radical de las proposiciones fundacionales de la sociologia, y de la teoria social en general, entre ellas las de "sociedad" y "clase". Hay todavia otra pregunta, igualmente interesante, a hacer sobre la sociologia del siglo xix: si no describe la realidad presente, ^podemos estar seguros de que describe la realidad de la epoca en la que se desarrollo? La obra de Bauman y de Touraine, por ejemplo, ofrece unas categorias de analisis que ellos consideran que son mas capaces de interpretar la realidad actual que las ya existentes, entre ellas la de clase. Al tratar de describir un mundo que se situa mas alia de la fase moderna de la sociedad, ellos encuentran que las herramientas de

.1 34 Vease especialmente los ensayos en Graham Burchell, Colin Gordon y Peter Miller (eds.), The Foucault Effect: Studies in Governmentality (1991); Mike Gane and Terry Johnson (eds.), Foucault s New Domains (1993).

35 Keith Tester, Civil Society (1992).

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la sociologia "modernista" son inadecuadas. 36 Las nuevas herramientas que ellos ofrecen implican el intento de trascender el viejo dualismo entre estructura y accion (el enfasis se pone, como se vera, en lo procesual y en el caso, por ejemplo, de Bauman "sociedad" es remplazada por "socialidad"). 37 Sin embargo, es muy posible que tales herramientas nos puedan ayudar a comprender el pasado tanto como el presente, especialmente porque las antiguas herramientas -entre ellas la clase- en realidad son vistas como parte de un "pro- yecto" normativo, historicamente situado. Ambos autores ven las ideas de la sociologia y la idea de sociedad como algo modelado a partir del estado nation, y de este modo conce- bidas como un sistema o una totalidad. La nocion de sociedad tambien se relaciona con el problema de como puede asegurar el orden politico en un periodo considerado de cambio sin precedentes (un periodo descrito con el termino de "progreso", o el mas neutral de "moderno"). 38 Las clases eran parte integral de esta concepcion de la "sociedad" como estructura: las clases eran el contenido de lo que la estructura era la forma, o -desde un punto de vista activo- eran el motor mediante el cual se cambiaba la estructura. Esto no quiere decir que los terminos de la sociologia clasica no describieran bien la sociedad que los produjo: lo hacian a veces, e incluso a menudo. Pero la cuestion es, precisamente, que eran un producto historico y no un instrumento analitico neutral. Asi pues, resulta fructife- ro meditar sobre una historia de lo social que conciba a esta categoria como el producto de la modernidad.

Por ultimo, y brevemente, el tercer desafio a las concepciones ortodoxas atafie al pro- blema central de la estructura y la agencia, o la estructura y la accion (hay muchos termi- nos para un dualismo que ha sido un tema central de la sociologia y de la historia). Si estas nuevas sociologias estan en lo cierto, entonces se hace muy dificil concebir una estructura de relaciones de clase, o una estructura de cualquier conjunto de variables "sociales" (ocu- pacion, ingresos, etc.), como algo que descansa objetivamente fuera del agente o del obser- vador. Esto afecta al agente historico del pasado o al sociologico del presente y al observa- dor que emplea un concepto de estructura con el fin de explicar como esta organizada la sociedad o como se comportan o sienten las personas. En esta concepcion, se podria conce- bir a los agentes, de manera mas provechosa, como implicados en la creation o reproduc- tion de la estructura; y a los observadores como implicados en la production del conoci- miento del que ellos pretenden simplemente estar dando cuenta. Mas adelante se tratara de algunas de las criticas mas recientes de las nociones sociologizadas de estructura.

Estos diversos desafios a la historia social, y a los conceptos de sociedad y clase, tie- nen muchas implicaciones para el trabajo historico. Una vez que estos conceptos pasan a ser vistos como convenciones historicamente producidas, se hace necesario rastrear sus origenes y desarrollo. Y una vez que se establece una nocion mas creible de la formation de la identidad, en la que se nos insta a examinar los principios de unidad y diferencia que componen la identidad personal y colectiva, se hace posible explorar mas productivamente las fUentes de la identidad y de los diferentes tipos de movilizacion colectiva, politica y de otro tipo. Aqui nos situamos claramente en el campo de operaciones de las hegemonias: en la historia social el concepto de hegemonia ha sido muy importante (y no lo es menos en la revista Social History), pues representa, como en Gramsci y su poderosa influencia, el

36 Alain Touraine, "Is sociology still the study of society?", Thesis Eleven, XXIII (1989); Critique of Modernity (1994). Bauman, op. cit., especialmente la introduction y los capitulos 2, 4, 9; Legislators and Inter- preters: On Modernity, Postmodernity and the Intellectuals (Cambridge, 1987); Modernity and Ambivalence, Cambridge, 1993; Postmodern Ethics, Oxford, 1994. Vease tambien Serge Moscovici, The Invention of Society: Psychological Explanations for Social Phenomena, Cambridge, 1993.

37 Z. Bauman, Intimations of Post-modernity, pp. 190-191, 196 y 204. J8 A. Touraine, Is sociology still... , pp. 177-179, 180-183; Z. Bauman, Intimations oj Post-modernity,

pp. 104-110,189-190. I. This content downloaded from 146.83.173.14 on Wed, 28 Oct 2015 19:58:11 UTC

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intento de conciliar el traditional interes socio-estructural de la historia social con el reco- nocimiento del caracter indeterminado de la cultura. La gimnasia intelectual resultante de este intento de cuadrar este particular circulo nunca fue muy convincente; el deseo de basar la cultura en las estructuras de clase desemboco en las barrocas complejidades de los "bloques de poder hegemonicos", "las fracciones de la elite dominantes" y demas. Separar la hegemonia de la clase, como ha sugerido recientemente Curry, nos permite pensar mas productivamente sobre el funcionamiento del poder. 39

Ahora bien, entonces, £como rastreamos la historia de las discursividades de lo social, incluyendo las formas en que estas son producidas y producen el poder? La nueva historia de clase es por supuesto una de estas formas. Exposiciones sobre el funcionamien- to de los "lenguajes de clase" aparecen desarrolladas en la obra de investigadores como William H. Sewell, Gareth Stedman Jones, Joan W. Scott, Jacques Ranciere y yo mismo. 40 La proxima de Dror Wahrman constituye una contribution mas, 41 y este enfoque se puede extender de muchas maneras. 42 Todas estas contribuciones prometen reescribir substan- cialmente las tradicionales narrativas de la historia social, que todavia continiian traman- dose en terminos de clases como actores colectivos y de procesos estructurales "subyacen- tes" del capitalismo. El propio lenguaje de clase, como opuesto, por ejemplo, a formas mas populistas es, de hecho, un buen ejemplo de como un elemento del discurso de lo social ha logrado una position hegemonica: en Gran Bretana, hasta hace poco, el lenguaje de clase estaba tan firmemente arraigado en el sentido comun academico y en el popular como para llegar a naturalizarse y ser investido de una falsa facticidad que aun hoy conser- va. En este proceso se olvido la presencia de otros sujetos colectivos del discurso de lo social, sujetos tales como "el pueblo", aun cuando "pueblo" y "humanidad" y la propia "humanidad" eran sujetos colectivos absolutamente centrales en los regimenes democrati- cos liberales. 43 Estos lograron su position hegemonica por si mismos. Sea cual sea el suje- to colectivo implicado, el "giro linguistico", al prestar atencion a como surgen tales suje- tos, apunta a la manera y al modo en que se logra la hegemonia: por ejemplo, la identidad colectiva y la movilizacion politica pueden ser valiosamente reinterpretadas en terminos de los patrones narrativos que las enunciaban. 44 El ejemplo antes citado, tornado del fun- cionamiento "hibridizado" de la modernidad en la India, apunta igualmente hacia nuevas posibilidades. La atencion a la creation de la subjetividad, a los nuevos sujetos "sociales" y a la manera en que se produce la subjetividad, todo ello sugiere un nuevo objeto de estu- dio para una "historia social" renovada.

Sin embargo, la mayoria de los historiadores ha prestado relativamente poca atencion a la historia de las bases sobre las que se asientan esos diversos sujetos de lo social, a saber "sociedad" y "lo social" mismo. La reconstruction de la historia (y la hegemonia) de lo social de manera expresa ha sido dejada a otras tradiciones, y ello es especialmente

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39 Patrick Curry, "Towards a post-Marxist social history. . .", pp. 167-172. 40 William H. Sewell, Work and Revolution in France: The Language of Labor from the Old Regime to 1848, Cambridge, 1980; Gareth Stedman Jones, Languages of Class: Studies in English Working Class History 1832-1982, Cambridge, 1983; Scott, Gender and the Politics of History, op. cit.; Jacques Ranciere, The Nights of Labor: The Workers' Dream in Nineteenth-Century France, Philadelphia, 1989; Patrick Joyce, Visions of the People: Industrial England and the Question of Class 1840-1914, Cambridge, 1991. 41 Dror Wahrman, Imagining the Middle Class: The Political Representation of Class in Britain c. 1780- 1840, Cambridge, 1995. 42 Para un posible desarrollo de este enfoque, vease P. Joyce, Class: A Reader, section F.

43 P. Joyce, Democratic Subjects, partes II y III; Visions of the People, capitulos 2, 3. 44 Por ej., Lynn Hunt, The Family Romance of the French Revolution (1992); P. Joyce, Democratic

Subjects, pp. 153-161; Judith R. Walkowitz, City of Dreadful Delights: Narratives of Sexual Danger in Victo- rian London (1993); Margaret R. Somers, "Narrativity, narrative identity and social action: rethinking English working class formation", Social Science History (Invierno 1992); Vernon (ed.), Re-reading the Constitution.

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notable en la obra y la influencia de Foucault. Ciertamente, la influencia de Habermas se ha dejado sentir entre los historiadores interesados en escribir la historia de la "sociedad civil" y de la "esfera piiblica", aunque esta ha tendido simplemente a seguir insertada en enfoques tradicionales, y de hecho esta bastante alejada de la perspectiva sobre lo social desarrollada aqui. 45 Aunque la influencia de ambos hombres, y de Elias, sin duda seguira siendo productiva, me parece a mi que Foucault es la figura mas sugerente, particularmen- te bajo la forma del desarrollo reciente de su obra realizado por una serie de investigadores que trabajan en su mayor parte fuera de la historia. 46

De estos enfoques, el de Habermas puede considerarse como el mas convencional. Lo que se podria argumentar contra el -y contra muchas de sus apropiaciones hechas por los historiadores- es que propone como explicacion de la esfera piiblica lo que de hecho ten- dria que ser objeto de explicacion (a saber, la "burguesia"). Desde la perspectiva del "len- guaje de clase", se podria considerar al discurso y la practica de la esfera piiblica y a la sociedad civil como aquello que permitio a las personas verse a si mismas antes que nada como burgueses (en lugar de una clase burguesa que crea la esfera piiblica). Sin embargo, esto podria significar conectar demasiado estrechamente a la esfera piiblica con la burgue- sia: como ha senalado recientemente Eley, la esfera piiblica siempre estuvo marcada por el genero, y se puede hablar de muchas esferas piiblicas, no solo de una, incluyendo una esfera piiblica plebeya o de "clase obrera" (aunque esto queda expuesto a la misma critica hecha mas arriba). 47

Es la obra de Foucault la que mas decididamente nos libera de las limitaciones de las concepciones tradicionales de la sociedad y lo social, al convertir los discursos y las prac- ticas organizadas en torno a esas concepciones en los medios mediante los cuales diferen- tes grupos, individuos e instituciones se identifican y se organizan y manejan el poder. Es la obra posterior de Foucault sobre la naturaleza de la dominacion la que resulta mas a proposito, pues en ella la atencion se centra en sus formas mas expresamente politicas, tal como se expresan, por ejemplo, en las formas de "gubernamentalidad" y en el papel del Estado moderno. En esta obra, y en sus ampliaciones posteriores, el liberalismo es conce- bido como un medio, como una "tecnologia" de dominacion. Es la forma de "guberna- mentalidad" lo que ha marcado la transition al mundo moderno en occidente. En la forma liberal de gubernamentalidad, el funcionamiento de "lo social" es considerado como uno de los medios primordiales de la evolution historica de la identidad y la politica. Mientras que Habermas escribe, aunque de manera critica, desde dentro de la ideologia del liberalis- mo, Foucault escribe desde fuera de ella.

La conferencia de Foucault sobre la "gubernamentalidad" o el "arte del gobierno" cartografia el eclipse sufrido en el xvm por la soberania y la familia como, respectivamen- te, justificacion y modelo de la dominacion.48 Foucault describe el surgimiento de una nueva justificacion y un nuevo modelo, que adoptan las formas de gubernamentalidad y de "poblacion". Considerada la "poblacion" como una entidad con sus propias regularidades y caracteristicas, accesible por medio de la estadistica. Mientras la "sociedad" y la "econo- mia" van a concebirse ahora en un sentido moderno, como formas susceptibles de trata- miento mediante las tecnologias de gobierno. Gordon y Burchell ofrecen mas datos sobre

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45 Veanse las muchas citas en G. Eley, "Nations, publics and political cutures: placing Habermas in the nineteenth century", en Craig Calhoun (ed.), Habermas and the Public Sphere (1993). 46 La revista Economy and Society ha sido importante como medio para dar a conocer estos trabajos. Vea- se, por ejemplo, el "Special issue: liberalism, neoliberalism and governmentality", Economy and Society, XXII, 3 (aeosto 1993).

47 Eley, "Nations, publics and political cultures", pp. 303-304. 48 Michel Foucault, "Governmentality", en G. Burchell et al. (eds.), The Foucault Effect.

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esta historia (una historia, debe decirse, que solo esta empezando a emerger). 49 Segiin estos autores, el liberalismo no puede considerarse como la expresion del interes de clase. Mas bien es una forma de gubernamentalidad a la que no se puede atribuir un origen de clase. No obstante, la articulation de la "economia politica" es un aspecto bastante central en el desarrollo liberal de la gubernamentalidad. Lo que ambos escritores describen es el movimiento desde la "soberania" hacia "poblacion", y de ahi al liberalismo. El propio liberalismo implica un desplazamiento desde un objeto de gobernabilidad cognoscible hacia otro incognoscible, no siendo a partir de entonces el poder algo ejercido sobre las poblaciones, sino cedido a ellas bajo la forma de individuos. El liberalismo es, paradqjica- mente, una forma de gubernamentalidad que es al mismo tiempo una interrogation sobre la misma: el gobierno es cedido a un yo que debe constantemente controlar a la sociedad civil y al poder politico, que son a la vez y al mismo tiempo la garantia de la libertad y su amenaza.

Donzelot describe el surgimiento de un "social" mas sistemico. 50 En la Francia del siglo xix surgio un nuevo tipo de lo social a partir de la reconsideration de las bases del orden social y politico que siguio a la revolution de 1848. Ello supuso una nueva vision de la relation entre el Estado y la sociedad. El tratamiento previo del asunto se concentra sobre todo en el pensamiento politico: Donzelot muestra como lo social es siempre una cuestion de practica, asi como de "pensamiento". Lo que es asimismo particularmente interesante de esta obra es el ejemplo de como las nociones sociologicas de sociedad y de lo social, en la forma de Durkheim y de la sociologia francesa, pueden ponerse en estrecha relation con la "sociedad" como forma de legitimation politica.

La obra de Rose desarrolla esta historia de lo social, revelando mas ampliamente su impacto practico sobre la sociedad occidental. Rose se ocupa de un nuevo e importante grupo de obras que describen el proyecto racionalizador de la "civilidad" y la sociedad civil en el liberalismo del xix, 51 senalando la importancia que en ello tienen la ciudad, 52 el hogar y la familia 53 y la escuela. 54 Como he expuesto recientemente, durante gran parte del siglo xix la vision plenamente desarrollada y sistemica de lo "social" fue mantenida a raya por las tendencias moralizantes e individualizantes del liberalismo. 55 La soberania de lo social estaba delimitada por nociones del yo y de lo individual como fuentes de identi- dad y de poder (lo "social", sin embargo, aiin funcionaba, por ejemplo, como un medio de asegurar la plena independencia del yo moral). A lo largo del siglo, el Estado y la sociedad civil se aproximaron mas y la legitimation de la domination en nombre de lo social se hizo mas marcada. Lo social empezo a adquirir vida propia, convirtiendose en una "cosa" objetiva, en la fuente de legitimation tanto politica como moral. Rose considera que el

49 Colin Gordon, "Government rationality: an introduction" en ibid.; Graham Burchell, "Peculiar interests: civil society and governing 'The System of National Liberty'" en ibidem.

50 Jacques Donzelot "The mobilization of society", en ibid.; "The promotion of the social", en M. Gane y T. Johnson (eds.), Foucault's New Domains; tambien, Uinvention du Sociale, Paris, 1984.

51 Nikolas Rose, "Towards a Critical Sociology of Freedom", conferencia inaugural, Goldsmiths College, University of London, 1992, extractado en Joyce, Class: A Reader.

52 P. Rabinow, French Modern: Norms and Forms of the Social Environment (1989); J. van Ginneken, Crowds, Psychology and Politics 1871-1899, Cambridge, 1988; T. Bennett, "The exhibitionary complex", New Formations, 4 (1988).

53 J. Donzelot, The Policing of Families (1979); N. Rose, "Beyond the public/private division: law, power and the family", Journal of Law and Society, 14 (1987).

54 I. Hunter, Culture and Government: The Emergence of Literary Education, Basingstoke, 1988; I. Donald, Sentimental Education: Schooling, Popular Culture and the Regulation of Liberty (1992); N. Rose, The

Psychological Complex: Psychology, Politics and Society 1918-1939 (1985). 55 P. Joyce, Democratic Subjects, 15-17. I.

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"social" plenamente desarrollado de finales del siglo xix es el "social" de la "sociologia", de la intervention estatal y de los nuevos modelos de comunidad. 56

Es dentro de esta trayectoria de lo social, de esta naciente historia de lo social, donde debe situarse urgentemente la historia de la historia social. Lo cual sin duda implicaria tomar en consideration las visiones de principios del siglo xix de la naturaleza sistemica de "lo social" y "lo economico" patentes en Marx. Habria que tomar ademas en considera- tion los efectos de la notion plenamente desarrollada de lo social de finales del siglo xix y principios del xx, que se pusieron ampliamente de manifiesto en la obra de los pensadores politicos y sociales radical-liberales britanicos. La influencia de ambas versiones de lo social, la de Marx y la del pensamiento radical-liberal, ha sido, por supuesto, de importan- cia fundamental para el desarrollo de la historia social britanica.

Rose describe tambien los desarrollos del siglo xx, senalando el lento declive de lo social y la reinscripcion de la autoridad y la libertad sobre nuevas versiones del yo, versio- nes que implican la capacidad de los individuos autonomos para establecer una identidad interna y externa, concebida como "algo profundo dentro de nosotros a ser descifrada" y como "una individualidad a ser expresada en nuestro trato cotidiano con el mundo" 57 (par- ticularmente en el campo del consumo). Esta condition de libertad liberal ha sido designa- da por algunos como condition social postmoderna. Esta larga historia de lo social ha sido abordada, a su manera, por Baudrillard 58 y por Denise Riley, quien ha subrayado como lo "social", al igual que la "esfera piiblica", esta siempre marcado por el genero. 59

Ahora bien, a esto pueden oponerse muchas objeciones, como a cualquier otra histo- ria influida por Foucault. Algunas de estas objeciones me parecen mas relevantes que otras, pero mi conclusion es que la iniciativa constituye un muy sugerente paso adelante. La familiar y frecuentemente expresada opinion de que este enfoque concibe el poder solo como unidireccional, "de arriba abajo", no parece relevante: el poder solo tiene sentido como concepto si actiia sobre un sujeto que previamente no habia sido interpelado por el. El poder solo es necesario alii donde no ha cumplido su tarea. En estos trabajos, el con- cepto de "gubernamentalidad" se hace extensivo a "todos los medios para la administra- tion calculada de la vida, para la conduction de la conducta", como plantea Rose. La "gubernamentalidad" propiamente dicha implica, por tanto, los casi incontables proyectos de conducta, como por ejemplo aquellos que emanan del "yo", que pueden tanto contra- rrestar como complementar los diversos centros "dominantes" de poder y concepciones de la conducta. La propia idea de que el liberalismo es una forma de gubernamentalidad que interroga a la gubernamentalidad deja lugar para una historia que permite el conflicto y la contradiction.

Sin embargo, los trabajos de esta tradition neo-foucaultiana no siempre ocupan este espacio: el interes en los paradigmas de domination y en las racionalidades de la conducta (como en "la calculada administration de la vida") llevan a un enfasis excesivo en la niti- dez y coherencia de las "estructuras" de dicha domination y dicha conducta. En el peor de los casos, lo que suponen es una historia gloriosa de las politicas piiblicas. Que es la "administration calculada", de que modo las estrategias de domination devienen "para- digmas", que significa "conducta", todo esto no puede conocerse a menos que se rastreen todos los detalles de su materialization, hasta el mas minimo detalle de la "vida cotidia- na". Es aqui donde la amplitud del concepto de gubernamentalidad suscita problemas, al extenderse como lo hace desde la domination del Estado a la conduction de la conducta

.1 56 N. Rose, "Towards a critical sociology of freedom", pp. 10-13. 57 Ibidem, p. 14. 38 Jean Baudrillard, In the Shadow of the Silent Majorities, or The End of the Social, Nueva York, 1983. 59 D. Riley, Am I That Name.

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en la vida cotidiana. La notion de que el Estado esta difuminado en la conducta del yo y de la vida cotidiana es enormemente importante y sugerente, pero una vez que entramos en la historia de la conducta nos encontramos con muchas visiones de que es la subjetivi- dad y de como se crea. Los enfoques foucaultianos tienden a ser de poca ayuda en este encuentro. Sobre todo, no nos ayudan a discernir por que se adoptan unas formas de con- ducta y no otras. Por ejemplo, las visiones psicoanaliticas o fenomenologicas sobre que es lo que determina estos resultados no suelen ser tomadas en consideration.

Lo que determina los resultados puede llamarse, con propiedad, "lo social", en un sentido distinto al foucaultiano que hasta ahora habiamos enfatizado. Este sentido es el de la esfera de la interaction humana y de lo inter-subjetivo en su conjunto, asi como el de las muchas escuelas de pensamiento que se ocupan de esta esfera, incluidas aquellas que han dado lugar a la constitution de la sociologia y la historia social. Lo social puede, y debe- ria, ser entendido como un modo de domination y de conducta, en un contexto tan amplio como sea posible. En realidad, es solo cuando las escuelas en cuestion proceden de este modo que pueden ofrecer una explication adecuadamente historizada y reflexiva de su propia practica. Sin embargo el enfoque foucaultiano solo sirve para plantear nuevas cues- tiones sobre como y por que las personas participan en la vida social, preguntas tradiciona- les de tales disciplinas. Ironicamente, la frecuente estrechez de las explicaciones foucaul- tianas sobre las racionalidades de la domination pueden resultar en esa tendencia a "esencializar" la modernidad a la que me referi en el parrafo inicial. Esta tendencia se observa especialmente en la obra temprana de Foucault, con su invocation de las explica- ciones mas tradicionales, conservadoras y funcionalistas del "modernismo", entre ellas el capitalismo y la burguesia. 60 ̂Como, entonces, se pueden abordar las cuestiones sobre la formation de lo social y la vida social de forma que trasciendan las dificultades plantea- das por visiones mas antiguas de lo social, visiones que, por sus raices, estan comprometi- das con el proyecto de la modernidad? En el nivel de la teoria social, es aqui donde las sociologias recientes tienen cosas importantes que decir sobre lo que antes denomine el tercero de los "desafios" a la historia social establecida evidente en el pensamiento post- moderno, a saber la comprension de la estructura social. Aqui solo puedo ser breve y sumario, a modo de conclusion.

IV

Si queremos mantener el concepto de estructura en una historia social renovada, entonces necesita ser visto a la luz de las nuevas concepciones de la estructura presentes en las sociologias contemporaneas, y en otros lugares. Y seguramente algiin concepto cer- cano al de estructura necesita mantenerse si hemos de explicar lo que Giddens ha denomi- nado como "motivaciones inconscientes" y "consecuencias no intencionadas" de la action. La teoria de Giddens de la "estructuracion" es un ejemplo de una notion de "estructura" que, como se dijo antes, implica al agente en su creation y reproduction, 61 lo cual quiere decir que el agente es construido en la propia reproduction de la sociedad y de lo social. Lo que las nuevas sociologias implican es precisamente este sentido de la "sociedad" como algo constantemente reproducido por sus miembros. De modo que el enfasis se pone, como por ejemplo en Bauman, en la "socialidad" mas que en la "sociedad", en la

60 R. Samuel, "Reading the signs, I", pp. 106-107. 61 Anthony Giddens, The Constitution of Society: Outline of the Theory of Structuration, Cambridge,

1984; vease tambien John B. Thompson, "The theory of structuration" en Studies in the Theory of Ideology, Cambridge, 1984, en especial, pp. 52-55. I.

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comprension "procesual" de lo social mas que en una comprension estructural o estatica. 62 Por ejemplo, el concepto de "estructuracion" elaborado por Giddens esta derivado del len- guaje, en el sentido de una "totalidad ausente" presente solo en su realization practica, mas que derivado una conception estatica de la "presencia", como ocurre en las analogias visuales de la estructura patentes en las nociones del cuerpo o del edificio. 63 Como tam- bien dice Giddens, al criticar el dualismo tradicional de action y estructura y al defender lo que el llama una "dualidad de la estructura", "las estructuras sociales son tanto consti- tuidas/?or el agente humano como al mismo tiempo son el medio de esta constitution".

Este enfasis sobre la naturaleza procesual de lo social, donde lo social es visto como continuamente reproducido por los agentes que lo constituyen, tiene por supuesto muchas fuentes, y no puede llamarse simplemente postmoderno. La tradition hermeneutica, parti- cularmente la etnometodologia, ha sido muy importante. 64 En esta, las posturas claramen- te antirrealistas implican el argumento de que el dualismo accion-estructura de las ciencias sociales es algo que simplemente nos imponemos a nosotros mismos, inconscientes de que es una consecuencia directa del "estar-en-el-mundo", parte, antes que nada, de la actividad mas fundamental de aprehender la vida social. 65 Las tradiciones post-marxistas, evidentes por ejemplo en la relativamente poco discutida obra de Cornelius Castoriadis, 66 insisten en la irreductible realidad de la fantasia y de lo inconsciente y en la funcion creativa del pro- pio "imaginario social". El renacimiento del interes por la obra de Georg Simmel es tam- bien llamativo, y con el el enfasis sobre la auto-constitucion del mundo social. 67 Las fuen- tes son muchas y han sido exploradas y desarrolladas en su mayoria por sociologias conscientemente postmodernistas, en particular en la obra de Bauman. 68 En esta se pone todo el enfasis en la critica a la vision de la sociedad como un sistema o totalidad y en la defensa de la auto-constitucion, el caracter azaroso y la reflexividad de los sujetos.

Ahora bien, si se pone el acento en la recreation continua de la sociedad, entonces los modos y maneras de esta recreation devienen muy importantes. La atencion se desplaza hacia esta actividad creativa, que esta siempre estrechamente relacionada con la actividad hermeneutica: producir lo social es siempre producir significado (en procesos que pueden ser o no conscientes). Es asi que todo el "giro linguistico" en historia, con su enfasis en la representation, tiene una afinidad con estas sociologias postmodernistas mas recientes y con los conceptos de que estas tratan.

Estas ultimas ciertamente sirven como base de la critica a un dualismo entre action y estructura que todavia sigue marcando a la sociologia y a la historia social, 69 particular- mente en la explication de la clase. Sin embargo, la influencia no solo de nuevas formas de entender la estructura, sino ademas de toda una serie de conceptos tornados de las for- mas anti-sistema de teorizacion de lo social, todavia han de ser tenidas en cuenta dentro de

44 I

62 Asi como el trabajo de Bauman citado anteriormente; vease tambien Z. Bauman, Freedom, Milton Key- nes, 1988.

63 Anthony Giddens, Social Theory and Modern Sociology, Cambridge, 1986, pp. 60-61, para una explica- tion mas elaborada.

64 Wes Sharruck y Rod Watson, "Autonomy among social theories: the incarnation of social structure" en N.G. Fielding (ed.), Action and Structure (1988).

65 Ibidem, pp. 58-59. 66 Cornelius Castoriadis, The Imaginary Institution of Society, Cambridge, 1987. 67 Vease, por ejemplo, David Frisby, Simmel and Since: Essays on George Simmel "s Social Theory (1992). 68 Para las sociologias postmodernas y las sociologias de la postmodernidad, vease tambien Stephen

Crook, Jan Pakulski y Malcolm Waters, Postmodernisation: Change in Advanced Society (1992); Bryan S. Tur- ner (ed.), Theories of Modernity and Postmodernity (1990); Mike Featherstone (ed.), Postmodernism (1988); Scott Lash, Paul Heelas y Paul Morris (eds), Detraditionalization (en prensa 1995).

69 Sobre la justification de esta idea, vease Joyce, Class: A Reader, Section C, esp. pp. 127-149.

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la historia, y no digamos desarrolladas en el terreno de la practica. No obstante, ya se ha dado un paso al desarrollar explicaciones del cambio de orientation mas hermeneutica, incluyendo explicaciones de la "estructura" basadas en las actividades recreativas y repre- sentacionales de los actores que construyen el mundo social (un ejemplo seria, de nuevo, narrativo, el concepto de narrativa y quien tiene acceso a que narrativas y los medios de comunicacion que sirven para destacar la importancia que la actividad hermeneutica tiene para una historia social renovada). Se considera que la reproduction del mundo social depende precisamente de las actividades procesuales a las que dan acceso conceptos como el de narrativa. Y lo mismo ocurre con todas las categorias empleadas por la "nueva histo- ria cultural" en su giro hacia el lenguaje como modelo de la cultura, especialmente su giro hacia la analogia del texto. Esta "estetizacion" de lo social, lo que Hayden White llama "el contenido de la forma", 70 plantea muchas nuevas preguntas. Si el mundo social es, en el fondo, un constructo humano, entonces solo se podra avanzar si se presta atencion a los principios de su construction, y esto es aplicable a la historia de lo social tanto como a la teoria de lo social. La emergente historia de las categorias definidoras de la modernidad occidental descritas aqui (las de las practicas discursivas de lo "social", lo "economico", lo "cultural", etc.) invita por si misma a una nueva explication del proceso y de la estructura que la amplien y la critiquen.

Traduccion de Marina Sanchis Martinez

70 Hayden White, The Content of the Form: Narrative Discourse and Historical Representation (1989). I 45

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