4. kant - critica del juicio. ab.1-9 - as.23-29

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  • 8/17/2019 4. Kant - Critica Del Juicio. AB.1-9 - As.23-29

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    La definicion del gusto que se pone aquf a la base es:

    la

    facultad de juz-

    gar 10bello. Pero \0 que se exija para Hamar bello un objeto debe descubrirlo

    el analisis

    de los

    juicios

    del gusto. Los

    momentos a los cuales ese Juicio

    atiende a

    5U

    reflexion los he buscado guiandorne por las funciones logicas de

    juzgar  pues en los juicios del gusto esta encerrada siempre, a pesar de rodo,

    una relacion con eJ entendimiento . He tratado primero de los de la cualidad,

    porque el juicio estetico sobre   bello sc refiere primeramente a e lla.

    Para decidir si algo es bello  no, referimos la representa-

    cion, no mediante eI entendimiento al objeto para el conoci-

    miento, sino, mediante Ia imaginacion  unida quiza con el en-

    tendimiento , al sujeto y al sentimiento de placer   de dolor

      ljui io de gusto es esteti o

    §   i 

    del juicio de gusto

     

    segtin la cualidad

    PRIMER MOMENTO

    PRIMER LIBRO

    ANALlTICA DE La   LLO

    PRIMERA SECCION

    ANALITICA DEL JUICIO ESTETICO

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    Llamase interes a la satisfaccion que unimos con la repre

    sentaci6n de la existencia de un objeto. Semejante interes esta,

    La satisfaccion que determina el juicio de gusto

    es totalmenie desinteresada

    por tanto, siempre en relacion con la facultad de desear, sea

    como fundamento de determinaci6n de la misma, sea, al me

    nos, como necesariamente unida al fundamento de determina

    cion de la misma. Ahora bien, cuando se trata de si algo es

    bello, no quiere saberse si la existencia de la cosa importa  

    solamente puede importar algo a nosotros   a algun orro,

    sino de como la juzgamos en la mera contemplaci6n intui

    ci6n 0 reflexion), Si alguien me pregunta si encuentro her

    moso el palacio que tengo ante mis ojos, puedo seguramente

    contestar: «No me gustan las cosas que no estan hechas mas

    que para mirarlas con la boca abierta», 0 bien como aquel

    iroques, a quien nada en Pans gustaba tanto como los figo

    nes; puedo tambien, como Rousseau, dec1amar contra la va

    nidad de los grandes, que malgastan el sudor del pueblo en

    cos as tan superfluas; puedo, final mente, convencerme facil

    mente de que si me encontrase en una isla desierta, sin espe

    ranza de volver jamas con los hombres, y si pudiese, con mi

    sola voluntad, levantar magicamente semejante magnifico

    edificio, no me tomaria siquiera ese trabajo, teniendo ya una

    cabana que fuera para mf suficientemente comoda. Todo eso

    puede concederserne y a todo puede asentirse; pero no se

    trata ahora de ello. Se qui ere saber tan s610 si esa mera re

    presentacion del objeto va acompafiada en mf de satisfac

    cion por muy indiferente que me sea 10 que toea a la exis

    tencia del objeto de esa representaci6n. Se ve facilmente que

    cuando digo que un objeto es

    bello y

    muestro tener gusto,

    me refiero a

     

    que de esa representacion haga yo en mf

    mismo y no a aquello en que dependo de la existencia del

    objeto. Cada eual debe confesar que el juicio sobre belleza

    en el que se mezcla el menor interes es muy parcial

    y

    no es

    un juicio puro de gusto. No hay que estar preocupado en 10

    mas mfnimo de la existencia de la cosa, sino permanecer to

    talmente indiferente, tocante a ella, para hacer eI papel de

    juez en cosas del gusto.

    Pero esta proposicion, que es de una importancia capital, no

    podemos dilucidarla mejor que oponiendo ala pura satisfac-

    §2

    del mismo.  iEijuicio de gusto no es, pues, un juicio de conoci

    miento; por tanto, no es logico, sino estetico, entendiendo por

    esto aquel cuya base determinante no puede ser mas que

    sub-

    jetiva~ Toda relacion de las representaciones, incluso la de las

    sensa ciones, puede, empero, ser objetiva y ella significa en

    tonces 10real de una representacion empfrica); mas no la rela

    cion con el sentimiento de placer y dolor, mediante la cual

    nada es designado en el objeto, sino que en ella el sujeto siente

    de que modo es afectado por la representacion,

    Considerar con la facultad de conocer un edificio regular,

    conforme a un fin   sea en una especie clara 0 confusa de re

    presentacion), es algo completamente distinto de tener la con

    ciencia de esa representaci6n unida a la sensaci6n de satisfac

    ci6n. La representacion en este caso es totalmente referida al

    sujeto, mas aun, al sentimiento de la vida del mismo, bajo el

    nombre de sentimiento de placer

     

    dolor;

     

    cual funda una fa

    cultad totalmente particular de diseernir y de juzgar que no

    afiade nada   conocimiento, sino que se limita a poner la re

    presentaci6n dada en el sujeto frente ala facultad total de las

    representaciones, de la eual el espfritu tiene conciencia en el

    sentimiento de su estado. Representaciones dadas en un jui

    cio pueden ser empfricas  por   tanto, esteticas); pero el juicio

    que recae por medio de ellas es logico cuando aquellas, en el

    juicio, son referidas s610 al objeto, Pero, en cambio, aunque

    las representaciones dadas fueran racionales, si en un juicio

    son solamente referidas al sujet

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    2

    Un juicio sobre un objeto de la satisfaccion puede ser totalmente

    desin-

    teresado

    y sin embargo, muy

    irueresante 

    es deci r  no fundarse en interes al -

    guno, pero producir un interes; as son todos los juicios morales puros, Pero

    Jos juicios de gusto no establecen, en sf, tampoco interes alguno. S610 en la

    sociedad viene a sec interesante tener gusto, y de esto se mostrara el motivo

    en la c ontinuacion 

    La

    satisfaccion en lo «agradable» estd unida con interes

    JAGRADABLE

    es aquello que plac e a los sentidos en Lase nsa-

    cion  Aquf

    presentase ahora mismo la ocasion de censurar y

    hace7 notar una ~~f\ $i6_nmuy ordinaria de Ia dQble,,~ignifica

    Ci2 Ul u~.laep~al:IIi1.sensaci6n.puedeJener. ToQ~,_§RlJ(§.f~.Qci6n

    T{lfc~~~J;)'pi{nsase)es~ ~~~~_~e..Il..~actgn (de

    un

    placer). Por

    tanto, todo

    10

    que place, justamente en

    10

    que place, es agrada

    ble (y segun los diferentes grados,   tarnbien relaciones con

    otras sensaciones agradables, es

    gracioso   amable  delectabl e 

    regocijan te

    etc.k ~Io)i)esto se admite, entonce.~)as implY.sio

    nes de los sentidos.que determinan 1ainclinacion  los erinci-

    pi9~:~~_~gLi.iwii, que-dete;rillaU:la~YQ1~Q,iiSf,~~iID.~_~

    m_asre_ l

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    BUENO es 10que, por medio de la razon y por el simple con

    cepto, place. Llamamos a una especie de bueno,

    buena para

    alga

     10util), cuando place solo como medio; a otra clase, en

    cambio,

    buena en sf

    cuando place en sf mismo. En ambos esta

    encerrado siempre el concepto de un fin, por tanto, la relaci6n

    de la razon con

    el

    querer  al menos posible)   consiguiente

    mente, una satisfaccion en la existencia de un objeto  de una

    accion, es decir, un cierto interes,

    Para encontrar que algo es bueno tengo que saber siempre

    que clase de cosa deba ser el objeto, es decir, tener un con

    cepto del rnismo; para encontrar en el belleza no tengo necesi

    dad de eso. Flores, dibujos, letras, rasgos que se cruzan sin in

    tencion, 10 que llamamos hojarasca, no significan nada, no

    dependen de ningun concepto, y, sin embargo, placen. La sa

    tisfacci6n en 10bello tiene que depender de la reflexi6n sobre

    un objeto, la cual conduce a cualquier concepto  sin determi

    nar cual), y por esto se distingue tambien de 10agradable, que

    descansa totalmente sobre la sensaci6n.

    Cierto es que 10 agradable y 10bueno parecen, en muchos

    casos, ser 10rnismo. Dirase aSIcorminmente que todo deleite

     sobre todo, el duradero) es bueno en sf mismo, 10cual signi

    fica, aproximadamente, que 10agradable duradero

    y

    10bueno

    son 10rnismo. Pero puede notarse pronto que esto es s6lo una

    defectuosa confusi6n de las palabras, porque los conceptos ca

    racterfsticos que dependen de esas expresiones no pueden, de

    ningun modo, trocarse uno por otro. Lo agradable, que, como

    tal, representa el objeto solamente con relaci6n al sentido,

    La satisfacci n en Zo«buena» esta unida con interes

    tiene que ser colocado, mediante el concepto de un fin, bajo

    principios de la razon, para llamarle bueno como objeto de la

    voluntad,~pse 9 si 10 que deleita 10 llamo al mismo tiempo

    buena resiilia entonces una relaci6n totalmente distinta con la

    satisfaccion; y es facil verlo, porque en 10bueno viene siem

    pre la cuestion de saber si es s610mediata 0 inmediatamente

    bueno util

     

    bueno en sf),

    en cambio, en

    1

    agradable no

    hay cuesti6n alguna sobre esto, puesto que la palabra significa

    siempre algo que place inmediatamente  del mismo modo que

    ocurre tambien con 10que llamo bello)]

    W

    Aun en el hablar mas ordinario distfnguese 10 agradable de

    1 bueno. De un manjar que excita el gusto con especias y

    otros ingredientes dfcese, sin titubear, que es agradable, confe

    sando al mismo tiempo que no es bueno, porque si bien inme

    diatamente deleita al gusto, en cambio, considerado mediata

    mente, es decir, por medio de la raz6n, que mira mas alla a las

    consecuencias, disgusta. Puede notarse esta diferencia aun en

    el juicio sobre la salud. Usta es inmediatarnente agradabJe para

    todo el que la posee por 10menos, negativamente, es decir,

    como ausencia de todo

     

    corporal). Pero para decir que ella es

    buena, hay que referirla ademas, mediante la razon, a fines, a

    saber: que ella es un estado que nos hace estar dispuestos para

    todos nuestros asuntos. En 10que toea ala felicidad, cada cual

    cree, sin embargo, finalmente, poder dar elnombre de verda

    dero bien, mas min, del mas elevado bien, a la mayor suma en

    cantidad, como en duracion) de agrados en la vida. Pero tam

    bien contra esto se alza la razon. Agrado es goce. Si este, pues,

    es solo 10 que importa, sena locura ser escrupuloso en 10que

    toea a los medios que nos 1  proporcionan, sea que 10consiga

    mos pasivamente por la liberalidad de la naturaleza, 0 por

    nuestra propia actividad y nuest.rapropia accion. Pero la raz6n

    no se dejara nunca convencer de que la existencia de un hom

    bre que s610 vive  por muy ocupado que este en este asunto)

    para gozar, tenga en   un valor aun cuando ese hombre de en

    ayudar, 10mejor posible, como medio, a otros que tambien

    igualmente no buscan mas que eI goce, gozando con ellos to-

    §4

    sobre la cualidad del objeto, que aquellos que buscan como fin

    s610el goce pues esta es la palabra con la cual se expresa 10in

    terior del deleite) se dispensan gustosos de todo juicio.

    133

    RiTIC \ DEI JUTCIO

    MM N U L K NT

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    5 En la primera edicion, el parentesis dice s610 

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    En   que toea a 10 agradable, reconoce cada cual que su

    juicio, fundado por el en un sentimiento privado y mediante el

    Esta definici6n de 10bello puede deducirse de la anterior de

    finicion como objeto de la satisfaccion, sin interes alguno. Pues

    Comparacion de lo bello con

    1 0

    agradable y con lo bueno

    por medio del cardcter citado  I v · \-· 

    · i

      bello es lo que, sin concepto, es representado

    como objeto de una satisfaccion «universal»

    §7

    6

    deljuicio de gusto, a saber, segun su cantidad

     

    . lGUSTO es la faeultad de juzgar un objeto 0 una representa-

    ci6n mediante una satisfaccion 0 un descontento,

    sin interes

    alguno.

    EI objeto de semejante satisfaccion llamase

    bello . ./

     

    Definicion de lo bello deducida del primer momento

    produce y, como fundamento de determinaci6n del aplauso, no

    deja ya que el juicio sobre el objeto sea libre.

    En 10que coneierne al interes de la inclinacion en 10agrada

    ble, recuerdese que cada eual dice: el hambre es la mejor coci

    nera y a los que tienen buen apetito gusta todo con tal de que

    sea comestible. Por tanto, semejante satisfacci6n no dernuestra

    eleeci6n alguna segun el gusto. S610cuando se ha calmado Ia

    neeesidad puede decidirse quien tiene 0 no tiene gusto entre

    muchos. Tambien hay costumbres (conducta) sin virtud, corte

    sfa sin benevolencia, deeencia sin honorabilidad ..., etcetera.

    Pues donde habla la ley moral, ya no queda objetivamente elec

    cion libre alguna en 10que toea a 10que haya de hacerse, y

    mostrar gusto en su conducta (0 en eljuieio de las de otros) es

    muy otra cos a que mostrar su manera de pensar moral, pues

    esta encierra un mandato y produce una exigencia, mientras

    que, en cambio, el gusto moral no haee mas que jugar con los

    objetos de la satisfaccion, sin adherirse a ninguno de ellos.

    cada cual tiene conciencia de que la satisfaccion en   bello se

    da en el sin interes alguno,

     

    ello no puede juzgarlo nada mas

    que diciendo que debe encerrar la base de la satisfaccion para

    cualquier otro, puesno fundandose esta en una inclinaci6n cual

    quiera del sujeto (ni en cualquier otro interes reflexionado), y

    sintiendose, en cambio, el que juzga completamente libre con

    relacion a la satisfacci6n que dedica al objeto, no puede encon

    trar, como base de la satisfacci6n, condiciones privadas algunas

    de las cuales s610su sujeto dependa, debiendo, por tanto, con

    siderarla como fundada en aquello que puede presuponer tam

    bien en cualquier  tr Consiguientemente, ha de creer que tiene

    motivo para exigir a cada uno una satisfaccion semejante. Ha

    blara, por tanto, de 10bello, como si la belleza fuera una cuali

    dad del objeto   eljuicio fuera 16gico(como si constituyera, me

    diante concepto del objeto, un conocimiento del mismo), aunque

    solo es estetico y no encierra mas que una relacion de la repre

    sentaci6n del objeto con el sujeto, porque tiene, con el logico, el

    parecido de que se puede presuponer en ella validez para cada

    cual.er ~esa universalidad nopuede tarnpoco nacer de concep

    tos, pues Ji1jhay transite alguno de los conceptos al sentirniento

    de placer  dolor (excepto en las leyes puras practicas, que, en

    cambio, Uevan consigo un interes que no va unido alpuro juicio

    de gusto). Consiguientemente, una pretensi6n ala validez para

    cada cual, sin poner universalidad en objetos, debe ser inherente

    al juicio de gusto, juntamente con la eoneiencia de la ausencia

    en el mismo de todo interes, es decir, queullapretensi6n de uni-

    versalidad subjetiva debe ir unida con 61.

     

    -·· - ·-· ~ . , ·~ ·   ·-..~ .. . . . ._ . .N , . ._, ........... ..... ~ . ... .. .. ..   . I I , _ _ . , . \ . .  M   ~  _N   .~ .· I  ~  . ,-, -. w;;~_ ~

    SEGUNDO MOMENTO

      7

    RiTI  D EL JUI lO

    MM NUEL K NT36

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    g Las palabras entre parentesis faltan en la primera edici6n.

     N del T

    Esa determinaci6n particular de la universalidad de un jui

    do estetico que se encuentra en un juicio de gusto es una cosa

    notable, no por cierto para el logico, pero sf para el filosofo

    trascendental, y exige de este no poco trabajo para descubrir

    su origen, manifestando, en cambio, tambien una propiedad

    de nuestra facultad de conocer, que hubiera permanecido des

    conocida sin ese analisis,

    Primeramente hay que convencerse totalmente de que, me

    diante el juicio de gusto (sobre 10bello), se exige a

    cada cual

    la satisfaccion en un objeto, sin apoyarse en un concepto (pues

    entonces sena esto el bien) y de que esa pretension de validez

    universal pertenece tan esencialmente a un juicio mediante el

    cual declaramos algo

    bello

    que sin pensarla en el, a nadie se

      a universalidad de  asatisfaccion es representada

    en un juicio de gusto solo como subjetiva

    §

    8

    nificacion de sentido organico, sino como facultad de juzgar

    referente a 1 agradable. Asi, de un hombre que sabe tan bien

    entretener a sus invitados con agrados (del goce, por todos los

    sentidos), que todos encuentran placer, dlcese que tiene gusto.

    Pero aquf la universalidad se toma solo comparativamente, y

    aqui tan solo reglas

    generales

    (como son todas las empiricas)  

    y no

    universales

    siendo, sin embargo, estas ultimas las que el

    juicio de gusto sobre 10bello requiere

    y

    pretende

    alcanz ar

    Es

    un juicio en relacion con la sociabilidad, en cuanto esta des

    cansa en reglas empfricas. En 1 que se refiere al bien, los jui

    cios pretenden tarnbien tener, con raz6n, por cierto, validez

    para todos. Pero el bien es representado como objeto de una

    satisfaccion universal solo mediante un concepto, 1  eual no

    es el caso ni de 1 agradable ni de 1  bello.

    cual el dice de un objeto que le place, se limita tambien s6lo a

    su perscna. As  e s que cuando, verbigraCiiCdfc-e:«Ervi iib de

    Canarias es agradable», admite sin dificultad que le corrija

    otro la expresion y le reeuerde que debe decir: «Me es agrada

    ble». Y esto, no s610en el gusto de la lengua, del paladar y de

    la garganta, sino tambien en   que puede ser agradable a cada

    uno para los ojos

    y

    los

    of os 

    Para uno, el color de la violeta es

    suave y amable, para otro, muerto y mustio. Uno gusta del so

    nido de los instrumentos de viento, otro del de los de cuerda.

    Discutir para tachar de inexacto el juicio de otros, apartado del

    nuestro, como si estuviera con este en logica oposicion, serfa

    locura. En 1  que toea a 1 agradable, vale, pues, el principio

    de que

    cada uno tiene su gusto propio

    (de los sentidos),

    Con 10bello ocurre algo muy distinto. Seria (exactamente

    al reyes) ridiculo que alguien que se preciase un tanto de gusto

    pensarajustificarlo con estas palabras: «Ese objeto (el edificio

    que vemos, el traje que aquel Ileva, el concierto que ofrnos, la

    poesfa que se ofrece a nuestro juicio) es bello

    para

    t t» Pues

    no debe llamarlo bello si solo a el le place. Muchas cosas pue

    den tener para e1eneanto y agrado, que eso a nadie le importa;

    pero, al estimar una cosa como bella, exige a los otros exacta

    mente la misma satisfaccion; juzga, no solo para sf, sino para

    cada cual, y habla entonces de la belleza como si fuera una

    propiedad de las cosas. Por tanto, dice: La

     os 

    es bella y, en

    su juicio de la satisfaccion, no cuenta can la aprobacion de

    otros porque los haya encontrado a menudo de acuerdo con su

    juicio, sino que la

    ex ige

    de ellos. Los censura si juzgan de otro

    modo y les niega el gusto, deseando, sin embargo, que 10ten

    gan. Por tanto, no puede decirse: cada uno tiene su gusto par

    ticular. Esto significarfa tanto como decir que no hay gusto al

    guno,   sea, que no hay juicio estetico que pueda pretender

    legftimamente la aprobacion de todos.

    Sin embargo, encuentrase tambien, en 1 que se refiere a 10

    agradable, que en

    el

    juicio sobre este puede darse unanimidad

    entre los hombres. Y entonces, con relacion a esta, niegase el

    gusto a unos y s e Ie atribuye a otros, y no, por cierto, en la sig-

      9RinCA DEL JUlCIO

    MMANUEL KANT

    38

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    8/33

    9

    La palabra «logica» falta en 1aprimera edici6n.  N.del T. 

    En la prirnera y segunda edicion dice: «De un juicio objetivo can vali-

    dez   omun»  N.

    del

    T

    En el

    texr o

    de las

    tres

    ediciones dice: «

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    9/33

    La solucion de este problema es la clave para la crftica del

    gusto y  por tanto, digna de toda atenci6n.

    Si el placer en el objeto dado fuese 10primero y s6lo la uni-

    versal comunicabilidad del mismo debiera ser atribuida, en el

    juicio de gusto, ala representacion del objeto, semejante pro-

    ceder estaria en contradiccion consigo mismo, pues ese placer

    no serfa otra cosa que el mere agrado de la sensacion, y, por

    tanto, segun su naturaleza, no podrfa tener mas que una vali-

    dez privada, porque depende inmediatamente de la representa-

    cion par 1acual el objeto

    es dado 

    Asf, pues, la capacidad universal de cornunicacion del es-

    tado espiritual, en la representacion dada, es la que tiene que

    estar a la base del juicio de gusto, como subjetiva condici6n

    del mismo, y tener, como consecuencia, el placer en el objeto.

    Pero nada puede ser universalmente comunicado mas que el

    conocimiento y la representacion, en cuanto pertenece al co-

    nocimiento, pues s6lo en este caso es ella objetiva,   s6lo me-

    diante 61tiene un punto de relacion universal con el cualla fa-

    cultad de representaci6n de todos esta obligada a concordar.

    Ahora bien, si la base de determinaci6n del juicio sobre esa co-

    municabilidad general de la representacion hay que pensarla

    solo subjetivamente, que es, a saber, sin un concepto del ob-

    jeto, entonces no puede ser otra mas que e1estado del espfritu

    Investigaci6n de la cuestion de si  en el juicio de gusto  el

    sentimiento de placer precede al juicio del objeto   este

    precede a aquel

     

    privacion de todo aquello que pertenece a 10 agradable

    y

    al

    bien, puede el llegar a estar seguro de la satisfaccion que  r n

    le queda; y esto es todo en 10que 61se promete la aprobacion

    de cada cual, pretension a la cual tendra derecho, bajo esas

    condiciones, si no faltase a menudo contra ellas, y  por tanto,

    no enunciase un juicio de gusto erroneo.

    de los sentidos. Se diferencia del primero en esto, a saber: que

    el juicio de gusto Ileva consigo una cantidad estetica de uni-

    versalidad, es decir, de validez para cada hombre, la cual no

    puede encontrarse en el juicio sobre 10agradable. S610los jui-

    cios sobre el bien, aunque determinan tambien la satisfaccion

    en un objeto, tienen universalidad logica y no solo estetica,

    pues valen sobre el objeto como un conocimiento del mismo,

    y

    por eso valen para cada cual.

    Si se juzgan objetos solo mediante conceptos, pierdese toda

    representacion de belleza. Asi  pues, no puede haber tampoco

    regla alguna segun la cual alguien tuviera la obligacion de co-

    nocer algo como bello. l,Es un traje, una casa, una flor bella?

    Sobre esto no se deja nadie persuadir en su juicio por motivos

    ni principios algunos. Queremos someter el objeto a

      a

    apre-

    ciaci6n de nuestros ojos mismos, como   l satisfaccion de-

    pendiese de la sensaci6n, y  sin embargo, cuando despues se

    dice del objeto que es bello, creemos tener en nuestro favor un

    voto general

    y

    exigimos Ia adhesion de todo el mundo, mien-

    tras que toda sensaci6n privada no decide mas que para el con-

    templador

    y

    su satisfacci6n.

    Ahora bien, es de notar aquf que en el juicio del gusto no se

    postula nada mas que un voto universal de esa clase, concer-

    mente a la satisfacci6n sin ayuda de conceptos, por tanto, a la

    posibilidad

    de un juicio estetico que pueda

     l

    mismo tiempo

    ser considerado como valedero para cada cual. El juicio de

    gusto mismo no postula 1aaprobacion de cada cual  pues esto

    solo 10puede hacer uno logico universal, porque puede pre-

    sentar fundamentos ; solo exige a cada cual esa aprobacion

    como un caso de la regla, cuya confirmacion espera, no por

    conceptos, sino por adhesion de los dernas. El voto universal

    es, pues, s610una idea aquf no se investiga aiin sobre que des-

    canse . Que el que cree enunciar un juicio de gusto, juzga en

    realidad a medida de esa idea, es cosa que puede ser incierta;

    pero que el lo refiere a ella, y, por tanto, que ha de ser un jui-

    cio de gusto, 10declara 61mismo, mediante la expresion de be-

    lleza. Pero para sf mismo, mediante la mera conciencia de la

     43

    Ril C DELJUfCIO

    MM N U L K N T

  • 8/17/2019 4. Kant - Critica Del Juicio. AB.1-9 - As.23-29

    10/33

     

    La primera

    y

    la segunda edicion dicen «indeterminada».

     N

    del

    T

    dez universal subjetiva de la satisfaccion, que unimos con la

    representaci6n del objeto llamado por nosotros bello.

    Que el poder comunicar su estado de espfritu, aun solo en 1

    que toea las facultades de conocer, lleva consigo un placer, po

    driase mostrar facilmente por la inclinacion natural del hombre

    ala sociabilidad empfrica y psicologicamente . Pero esto no

    basta para nuestro proposito. El placer que sentimos, 10exigi

    mos a cada cual en el juicio de gusto como necesario, como si

    cuando llamamos alguna cosa bella hubiera de considerarse esto

    como una propiedad del objeto, determinada en 61por concep

    tos, no siendo, sin embargo, la belleza, sin relacion con el senti

    miento del sujeto, nada en sf. Pero el examen de esta cuestion

    debemos reservarlo hasta

    des pues

    de la contestacion a esta obra,

    a saber: si y como sean posibles juicios esteticos

    a priori.

    Ocupemonos ahora aun con esta cuestion inferior: ide que

    manera llegamos a ser concientes de una reciproca y subjetiva

    concordancia de las facultades de conocer entre

     

    en eljuicio de

    gusto, esteticamente, mediante el mero sentido interior

    y

    la sen

    sacion,  intelectualmente mediante la conciencia de la intencio

    nada actividad con que ponemos en juego aquellas facultades?

    Si la representacion dada, ocasionadora del juicio de gusto,

    fuera un concepto que juntara entendimiento e imaginacion en

    el juicio del sujeto para un conocimiento del objeto, en ese

    caso, la conciencia de esa relacion seria intelectual como en

    el esquematismo objetivo del Juicio de que la Critics trata ;

    pero entonees, el juicio no recaena en relaci6n con el placer

    y

    el dolor

    por tanto, no serfa un juicio de gusto. Ahora bien, el

    juicio de gusto determina el objeto, independientemente de

    conceptos, en consideracion de la satisfaccion

    y

    del predicado

    de la belleza. Asi, pues, aquella unidad de la relacion no puede

    haeerse conocer mas que por la sensacion. La animacion de

    ambas facultades  la imaginacion y el entendirniento  para una

    actividad determinada 12 unanime, sin embargo, par 1aocasion

    de la representacion dada, actividad que es la que pertenece a

    que se da en la relacion de las facultades de representar unas

    con otras en cuanto estas refieren una representaci6n dada

     

    conocimiento general.

    Las facultades de conocer, puestas en juego mediante esa

    representacion, estan aquf en un juego libre, porque ningun

    concepto determinado las restringe a una regia particular de

    conocimiento. Tiene, pues, que ser el estado de espfritu, en

    esta representaci6n, el de un sentimiento dellibre juego de las

    facultades de representar, en una representaci6n dada para un

    conocimiento en general. Ahora bien, una representaci6n me

    diante la cual un objeto es dado, para que de ahi salga un co

    nocimiento en general, requiere la imaginacion para combi

    nar   diverso de la intuicion,

    y

    el entendimiento para la

    unidad del concepto que une las representaciones. Ese estado

    de un libre juego de las facultades de conocer, en una repre

    sentaci6n, mediante la cual un objeto es dado, debe dejarse

    comunicar universalmente, porque el conocimiento, como de

    terminacion del objeto con la cual deben concordar represen

    taciones dadas  cualquiera que sea el sujeto en que se den , es

    el unico modo de representacion que vale para cada cual.

    La universal comunicabilidad subjetiva del modo de repre

    sentacion en un juicio de gusto, debiendo realizarse sin presu

    poner un concepto, no puede ser otra cosa mas que el estado

    de espfritu en ellibre juego de la imaginacion y del entendi

    mien to  en cuanto estos concuerdan recfprocamente, como

    ella es necesario para un conocimiento en general teniendo

    nosotros conciencia de que esa relacion subjetiva, propia de

    todo conocimiento, debe tener igual valor para cada hombre

    consiguientemente, ser universalmente comunicable, como 10

    es todo conocimiento determinado, que descansa siempre en

    aquella relaci6n como condicion subjetiva.

    Este juicio, meramente subjetivo  estetico , del objeto   de

    la representacion que 1  da, precede, pues, al placer en el

    mismo

    y

    es la base de ese placer en 1aarmenia de las faculta

    des de conocer; pero en aquella universalidad de las condicio

    nes subjetivas del juicio de los objetos fiindase solo esa vali-

      5RinCA DEL JCJlCIO

    MMANUEl  KANT

     

  • 8/17/2019 4. Kant - Critica Del Juicio. AB.1-9 - As.23-29

    11/33

      s palabras entre parentesis no estan en la primera edici6n.  N. del T. 

    timiento del placer 10 es , dirfase que el fin es el objeto de un

    concepto, en cuanto este es considerado como la causa de aquel

     la base real de su posibilidad , La causalidad de un concepto,

    en consideraci6n a su

    objeto,

    es la fi.nalidad

    (forma finalis).

    Asf, pues, donde se piensa no s610 el conocimiento de un ob

    jeto, sino el objeto mismo  su forma 0 existencia como efecto

    posible tan solo mediante un concepto de este ultimo, allf se

    piensa un fin. La representaci6n del efecto es   qu fel motivo de

    determinacion de su causa y precede a esta ultima. La concien

    cia de la causalidad de una representacion en relacion con el

    estado del sujeto, para conservarlo enese mismo estado, puede

    expresar aquf, en general, 10que se llama placer; dolor es, al

    contrario, aquella representacion que encierra el fundamento

    para determinar el estado de las representaciones hacia su pro

    pio contrario tenerlas alejadas 0 despedirlas 13.

    La facultad de desear, en cuanto es determinable s610 por

    conceptos, es decir, por la representacion de obrar segun un

    fin, seria la voluntad. Dfcese de un objeto   de un estado del

    es pf ritu

      tambien de una

      ccion 

    que es final, aunque

    su

    posi

    bilidad no presuponga necesariamente la representacion de un

    fin, solo porque su posibilidad no puede ser explicada y con

    cebida por nosotros mas que admitiendo a su base una causali

    dad segiin fines, es decir, una voluntad que la hubiera orde

    nado segun la representaci6n de una cierta regla, La finalidad

    puede, pues, ser fin, en cuanto nosotros no ponemos las causas

    de esa forma en una voluntad, sin poder, sin embargo, hacer

    nos concebible la explicacion de su posibilidad mas que dedu

    ciendola de una voluntad. Ahora bien, no tenemos siempre ne

    cesidad de considerar con la razon  segtin su posibilidad 

    aquello que observamos. ASI, una finalidad segun la forma,

    aun sin ponerle a la base un fin  como materia del nexusfina-

    lis),

    podemos, pues, al menos observarla y notarla en los obje

    tos, aunque no mas que por 1areflexion.

      7RiTIC' . D£ LJUICIO

    Si se quiere definir

     

    que sea un fin, segun sus determina

    ciones trascendentales sin presuponer nada ernpfrico, y el sen-

    De lafinalidad en general

    §

    10

    de los juicios de gusto segun la «relacion; de los fines

    que es en ellos considerada

    TERCER MOMENTO

    Bello

    es 10que, sin concepto, place universalmente.

    Definici6n de lo bello deducida del segundo momenta

    un conocimiento en general, es la sensacion cuya comunicabili

    dad universal postula el juicio de gusto. Una relacion objetiva,

    si bien nopuede ser mas que pensada, sin embargo, en cuanto,

    segun sus condiciones, es subjetiva, puede ser sentida en el

    efecto sobre el espfritu; y de una re1aci6nsin concepto alguno a

    su base como 1ade las facultades de representaci6n con una fa

    cultad general de conocer  no hay otra conciencia posible mas

    que mediante 1a sensaci6n del efecto, que consiste en el juego

    faci1itado de ambas facultades del espfritu la imaginaci6n y el

    entendimiento , anirnadas por una concordancia recfproca.

    Una representacion que sola y sin comparaci6n con otras,

    tiene, sin embargo, una concordancia con las condiciones de la

    universalidad, que constituye el asunto del entendimiento en

    general, pone las facultades de conocer en la disposici6n pro

    porcionada que exigimos para todo conocimiento,

    y

    que tene

    mos consiguienternente por valedera para todo ser que este

    determinado ajuzgar mediante entendimiento

    y

    sentidos  para

    todo hombre .

    IMMANUEL KANT

    46

  • 8/17/2019 4. Kant - Critica Del Juicio. AB.1-9 - As.23-29

    12/33

    Lo bello tiene de

      orm n

    con 1  sublime que ambos placen

    por sf mismos. Ademas, ninguno de los dos presupone un jui

    cio sensible determinante, ni un juicio logico deterrninante,

    sino un juicio de reflexi6n; consiguientemente, la satisfacci6n

    26 Marsden, viajero ingles, escribio una History ofSumatra  3.  ed., Lon

    dres, 1811).

     N delT

    Trdnsito de lafacultad de juzgar   bello

     

    de

     

    sublime

    § 23

    LIBRO SEGUNDO

    ANALITICA DE LO SUBLIME

    chas veces y durante largo tiempo. Pero en esto probablemente

    confundimos nuestra simpatia por Ia alegrfa de un pequefio

    animalito amable con la belleza de su canto, que, cuando es

    imitado exactamente por el hombre como OCUITe veces con

    el canto del ruisefior), parece a nuestros oi do s totalmente des

    provisto de gusto.

    Hay que distinguir min los objetos bellos de los aspectos

    bellos de los objetos  que a menudo, por el alejamiento, no

    pueden ser conocidos claramente). En estos ultimos parece el

    gusto fijarse no tanto en 1  que imaginacion aprehende en ese

    campo, como en

    que sobre €l tiene ocasion de figur r es

    decir, propiamente en las fantasias con que se entretiene el es

    pfritu cuando la diversidad con que el ojo tropieza 10despierta

    continuamente; asi, por ejemplo, ocurre cuando se miran las

    figuras cambiantes de un fuego de chimenea  de un arroyo

    que corre, los cuales, sin ser ninguno de los dos bellezas, lle

    van consigo, sin embargo, un encanto para la imaginacion,

    porque mantienen su libre juego.

    gla pone justamente el caso en donde el gusto puede mostrar

    su mayor perfecci6n en proyectos de la imaginaci6n.

    Todo 1  rfgido-regular  1 que se acerca ala reguJaridad rna

    ternatica) lleva consigo algo contrario al gusto, y es que no

    proporciona un entretenirniento largo con su contemplaci6n,

    sino que, en cuanto no se endereza decididamente al conoci

    miento

     

    a un fin practice determinado, produce fastidio. En

    cambio, aquello en donde la imaginaci6n puede jugar sin vio

    lencia y conforme a su fin es para nosotros siempre nuevo, y

    no nos cansamos de mirarlo. Marsden 26  en su descripci6n de

    Sumatra, hace la observaci6n de que las beUezas libres de la

    naturaleza rodean al espectador siempre las mismas por todos

    lados, y, por tanto, tienen para 61ya poco atractivo; en cambio,

    encontrando, en medio de un bosque, un huerto de pimienta,

    en donde las estacas alrededor de las cuales crece esa planta

    formaban avenidas en Iineas paralelas, experiment6 en ella un

    gran encanto: de aquf saca la conclusion de que la belleza sal

    vaje,

    a1

    parecer, sin regla alguna, no place, por el cambio, mas

    que a quien  st ya saciado de belleza regular. Pero con que

    hubiera hecho Ia prueba de estarse un dfa en su huerto de pi

    rnienta se hubiera apercibido de que cuando el entendimiento

    se ha sumido, mediante la regularidad, en Ia disposici6n para

    el orden que necesita por todas partes, el objeto no le distrae,

    y, a largo tiempo, mas bien hace una violencia inc6moda a

     

    imaginaci6n, y de que, en cambio, la naturaleza, que allf es

    pr6diga en diversidades hasta la exuberancia,

    y

    que no esta so

    metida a la violencia de reglas artificiales, podria dar a su

    gusto un alimento constante. El canto mismo de los pajaros,

    que no podemos reducir a reglas musicales, parece encerrar

    mas libertad y, por tanto, mas alimento para el gusto que el

    canto humano mismo dirigido segiin todas las reglas musica

    les, porque este ultimo mas bien hastfa cuando se repite mu-

     75

    RfTlC  DEL JUlCIO

    MM NU L K NT

    74

  • 8/17/2019 4. Kant - Critica Del Juicio. AB.1-9 - As.23-29

    13/33

    por el, la satisfaccion en 10sublime merece llamarse, no tanto

    placer positivo como, mejor, admiraci6n 0 respeto, es decir, pla-

    cer negativo.

    Pero la diferencia mas i.mportante e intern a entre 10 su-

    blime y 10bello es la siguiente: que si, como es justo, consi-

    deramos aqui primeramente s61010 sublime en objetos de la

    naturaleza 10 sublime del arte se limita siempre a las condi-

    ciones de Ia concordanci.a con la naturaleza), la belleza natu-

    ral  la independiente) parece ser una finalidad en su forma,

    mediante la cual el objeto parece, en cierto modo, ser deter-

    minado de antemano para nuestro Juicio; en cambio, 10 que

    despierta en nosotros, sin razonar, 8610en la aprehension, el

    sentimiento de 10 sublime, podra parecer, segun SLl forma,

    desde luego, contrario a un fin para nuestro Juicio, inade-

    cuado a nuestra facultad de exponer y, en cierto modo, vio-

    lento para la imaginaci6n; pero sin embargo, s610por eso sera

    juzgado tanto mas sublime.

    Par esto, empero, se ve, desde luego, que nos expresamos

    con total falsedad cuando llamamos sublime algun objeto de

    Lanaturaleza 

    aunque podamos correctamente Hamar bellos

    muchos de entre ellos, pues l,c6mo puede designarse con una

    expresion de aplauso 10que es aprehendido en sf como contra-

    rio a un fin? S610podemos decir que el objeto es propio para

    exponer una sublimidad que puede encontrarse en el espfritu,

    pues   propiamente sublime no puede estar encerrado en

    forma sensible alguna, sino que se refiere tan s610 a ideas de la

    razon, que, aunque ninguna exposiciou adecuada de elIas sea

    posible, son puestas en movimiento y traidas al espfritu jus-

    tamente por esa inadecuacion que se deja exponer sensible-

    mente. Asi, no se puede llamar sublime el amplio oceano en

    irritada tormenta. Su aspecto es terrible, y hay que tener el es-

    pfritu ya ocupado con ideas de varias clases para ser determi-

    nado, por una intuicion semejante, a un sentimiento que 61

    mismo es sublime, viendose el espfritu estimulado a dejar la

    sensibilidad y a ocuparse con ideas que encierran una finali-

    dad mas elevada.

    no depende de una sensacion, como la de   agradable, ni de

    un concepto determinado, como la satisfaccion en el bien,

    siendo, sin embargo, referida a conceptos, aunque sin determi-

    nar a cuales; por tanto, la satisfaccion se enlaza con la mera

    exposicion 0 facultad de la misma, mediante 10 cualla facul-

    tad de exposicion   imaginacion es considerada, en una intui-

    cion dada, en conformidad con lafacuLtad de los conceptos

    del entendimiento  de la razon como impulsion de esta u l-

    tima. De aquf tambien que los juicios de esas dos clases sean

    particulares, y se presenten, sin embargo, como universal-

    mente valederos en consideracion del sujeto, aunque no ten-

    gan pretension mas que al sentimiento de placer y no a un co-

    nocimiento del objeto.

    Pero hay tambien entre ambos diferencias considerables,

    que estan a la vista. Lo bello de la naturaleza se refiere ala

    forma del objeto, que consiste en su limitacion;

     

    sublime, al

    contrario, puede encontrarse en un objeto sin forma, en cuanto

    en 61,u ocasionada por el, es representada

    ilimitacion

    y pen-

    sada, sin embargo, una totalidad de la misma, de tal modo que

    parece tomarse 10bello como la exposicion de un concepto in-

    deterrninado del entendimiento, y 10 sublime como la de un

    concepto semejante de la razon, As  es Ia satisfacci6n unida

    allf con la representacion de la cualidad; aquf, empero, con la

    de la

    cantidad 

    Tambien esta ultima satisfaccion es muy dife-

    rente de la primera, segun la especie, pues aquella  1 bello)

    neva consigo directarnente un sentimiento de impulsi6n a la

    vida, y, por tanto, puede unirse con el encanto y con una ima-

    ginaci6n que juega, y esta, en cambia  el sentimiento de 10su-

    blime), es un placer que nace solo indirectamente del modo si-

    guiente: produciendose par medio del sentimiento de una

    suspension mornentanea de las facultades vitales, seguida in-

    mediatamente por un desbordamiento tanto mas fuerte de las

    mismas; y asi, como ernocion, parece ser, no un juego, sino

    seriedad en la ocupacion de la imaginacion. De aquf que no

    pueda unirse con encanto; y siendo el espfritu, no s610 atraido

    por el objeto, sino sucesivamente tambien siempre rechazado

     RiTIC  D L JU IC JO

    IM M N UE L K NT

    76

  • 8/17/2019 4. Kant - Critica Del Juicio. AB.1-9 - As.23-29

    14/33

    En   que se refiere a la division de los momentos del juicio

    estetico, en relacion con el sentimiento de 10sublime, podra la

    analftica seguir adelante segun el mismo principio que em-

    pezo en el analisis de los juicios de gusto, pues como

    J

    uicio

    reflexionante estetico, debe   satisfaccion en

    sublime,

    como l de 10bello, ser de un valor universal, segun la

    canti-

    dad;

    carecer de

    interes

    segiin la

    cualidad;

    hacer representable

    una finalidad subjetiva, segun la

    relacion y

    hacerla represen-

    table como necesaria, segun la modalidad El rnetodo, aqut,

    no se apartara, pues, del de la anterior seccion, a menos que

    haya que tenerse en cuenta que allf en donde el juicio estetico

    se referia a la forma del objeto, cornenzamos por la investiga-

    cion de la cualidad, yaqui, en cambio, a causa de la falta de

    forma que puede haber en 1  que llamamos sublime, comenza-

    remos con la cantidad como primer momento del juicio este-

    tico sobre 1 sublime; pero el motivo de esto se ve en los parra-

    fos anteriores.

    Pero hay una division que el analisis de 1  sublime necesita,

    y que no necesito el de 10bello; es, a saber: la de

    sublime ma-

    temdtico

    y

    sublime dindmico 

    Pues como el sentimiento de 1  sublime lleva consigo, como

    caracter suyo, un movimiento del espfritu unido con el juicio

    del objeto, y  en cambio, el gusto, en 10bello, supone y man-

    tiene el espfritu en contemplaci6n

    reposada

    y como ese mo-

    vimiento debe ser juzgado como subjetivamente final  porque

    10sublime place , resulta que sera referido porIa imaginacion,

    o a

    lafacultad de conocer;

    0 a

    lafacultad de desear;

    pero, en

    ambas relaciones, la finalidad de Ia representacion dada sera

    juzgada solo en consideracion de esasfacultades  sin fin ni in-

    teres ,   como entonces la primera es afiadida al objeto como

    una disposici6n m temdtic la segunda como una disposicion

    De la division de una investigacion del sentimiento

    de lo sublime

    § 24

    a belleza independiente natural nos descubre una tecnica

    de la naturaleza que la hace representable como un sistema,

    segun leyes cuyo principio no encontramos en toda nuestra

    facultad del entendimiento, y este es  l de una finalidad con

    respecto al uso del Juicio, en 10que toea a los fenornenos, de

    tal modo que estes han de set juzgados como pertenecientes

    no solo a la naturaleza en su mecanisme sin finalidad, sino

    tambien a la analogfa con el arte. Aquella, pues, no amplfa,

    desde luego, nuestro conocimiento de los objetos de la natu-

    raleza, pero sf nuestro concepto de la naturaleza, aiiadiendo

    al mero mecanismo el concepto de ella como arte, 10emil in-

    vita a profundas investigaciones sobre la posibilidad de se-

    mejante forma. Pero en 10que tenemos costumbre de Hamar

    sublime no hay nada que conduzca a principios objetivos par-

    ticulares y a formas de la naturaleza que de estes dependan,

    pues esta despierta la idea de 10sublime, las mas de las ve-

    ces, mas bien en su caos

     

    en su mas salvaje e irregular de-

    sorden   destruccion, con tal de que se vea grandeza y fuerza.

    Por esto vemos que el concepto de 10 sublime en la natura-

    leza no es, ni con mucho, tan importante y tan rico en deduc-

    ciones como el de la belleza en la misrna, y que no representa

    absolutamente nada de finalidad en la naturaleza misma, sino

    solo en el

    usa

    posible de sus intuiciones para hacer sensible

    en nosotros una finalidad totalmente independiente de la na-

    turaleza. Para 10bello de la naturaleza tenemos que buscar

    una base fuera de nosotros; para

    1

    sublime, empero, solo en

    n080tr08 y en el modo de pensar que pone sublimidad en  

    representacion de aquella. Esta es una nota previa muy nece-

    saria, que separa totalmente la idea de 10 sublime de la de

    una finalidad de la naturaleza; y hace de su teoria un simple

    suplemento al juicio estetico de la finalidad de la naturaleza,

    porque mediante la idea de 1 sublime no es representada

    forma alguna particular de la naturaleza, sino que solo es de-

    sarrollado un uso conforme a fin, que la imaginacion hace de

    su representacion.

    179

    RiTlCA DEL IV/C/o

    MMANUEL KANT

    78

  • 8/17/2019 4. Kant - Critica Del Juicio. AB.1-9 - As.23-29

    15/33

    Sublime

    llamamos

     

    que es

    absolutamente grande.

    Ser

    grande, empero,   ser una magnitud, son conceptos totalmente

    distintos

     magnitude

    y

    quantitas.

    Igualmente,

    decir sencilla-

    mente simpliciter  que alga es grande, es tambien totalmente

    distinto de decir que alga es absolutamente grande absolute,

    non comparative magnum .

    Lo ultimo

    es

    aquello

    que es grande

    por encima de toda comparacion.

    Ahara bien: l,que quiere de-

    cir la expresion alga es grande,

     

    pequefio, a mediano? Lo que

    mediante ella es indicado no es un puro concepto del entendi-

    miento; menos aiin una intuicion sensible, y tampoco un con-

    cepto de la razon, porque no lleva consigo principio alguno del

    conocimiento. Tiene que ser, pues, un concepto del Juicio, a

    provenir de uno de estes, y tener su base una finalidad subje-

    tiva de la representacion en relacion can el Juicio. Que algo es

    una magnitud  quantum , se puede conocer par Ia cosa misma,

    sin comparacion alguna con otras, a saber: cuando una plurali-

    dad de

     

    identico, juntado, constituye un uno. Pero el como

    sea de grande

    exige siempre otra cosa, que tambien es una

    magnitud para medirlo. Pero como en el juicio sobre la magni-

    tud importa no solo la pluralidad  el mimero , sino tambien la

    magnitud de la unidad  de medida , y como la magnitud de esta

    necesita siempre de nuevo otra cosa como medida can que se

    la pueda comparar, asf vemos que toda determinaci6n de mag-

    nitud de los fen6menos no nos puede dar, de ningun modo,

    concepto alguno absoluto de una magnitud, sino solamente

    siernpre un concepto de comparaci6n.

    Definicion verbal de lo sublime

    A  DE LOSUBLIMEMATEMknco

    dindmica

    de la imaginaci6n, de aquf que aquel sea represen-

    tado como sublime en esa pensada doble manera.

    Ahora bien: cuando digo sencillamente que alga es grande,

    parece que no tengo en el sentido comparaci6n alguna, al me-

    nos, can una medida objetiva, pues mediante aquello no se de-

    termina de ningun modo cuan grande el objeto sea. Pero aun-

    que la medida de Ia comparacion sea subjetiva, no deja par

    eso el juicio de pretender una aprobacion universal; los juicios

    como: el hombre es bello y 61es grande no se limitan al sujeto

    s610, sino que desean, como los juicios teoricos, la aprobacion

    de cada cual.

    Pero como en un juicio mediante el cual algo es sencilla-

    mente indicado como grande no se quiere decir solamente que

    el objeto tiene una magnitud, sino que esta le es atribuida, al

    mismo tiempo, can ventaja sobre otros muchos objetos de

    igual especie, sin que se declare determinadamente esa ven-

    taja, resuita que se pone, de seguro, a la base del juicio una

    medida que se supone poder ser aceptada como exactamente

    la misma por todo el mundo, pero que no e s aplicable a ningun

    juicio 16gico matematicamente determinado, sino solo al jui-

    cio estetico de la magnitud, porque es una medida meramente

    subjetiva que esta a la base del juicio que reflexiona sobre

    magnitudes. Por   demas, puede ella ser empfrica, como, por

    ejempIo, la magnitud media de los hombres conocidos por no-

    sotros, de animales de una determinada especie, de arboles,

    casas, montes, etcetera,  puede ser una medida

    a priori,

    la

    cual, por la imperfeccion del sujeto que juzga, es limitada a

    condiciones subjetivas de Ia exposicion

    in concreto,

    como es,

    en 10practice,

    la

    magnitud de una cierta virtud a de Ia libertad

    y justicia ptiblicas en un pais,

     

    en 10 teorico, la magnitud de

    la exactitud

     

    inexactitud de una observacion a de una medida

    hechas y otras.

    Ahora bien: aquf es de notar que, aunque no tengamos inte-

    res alguno en el objeto, es decir, que su existencia nos sea in-

    diferente, sin embargo, la mera magnitud del mismo, incluso

    cuando se Ie considera como informe, puede llevar consigo

    una satisfaccion universalmente comunicable, y, par tanto, en-

    cierra la conciencia de una finalidad subjetiva en el uso de

    §25

     

    RiTlC  DEl JUlCIOMM NUEL K NT

    8

  • 8/17/2019 4. Kant - Critica Del Juicio. AB.1-9 - As.23-29

    16/33

    La apreciacion de las magnitudes mediante conceptos de

    mimeros

     

    sus signos en el algebra) es matematica; pero la de

    la mera intuicion  por la medida de los ojos) es estetica, Ahora

    bien: no podemos adquirir conceptos determinados de c6mo

    sea de grande una cosa mas que por rnimeros en todo caso,

    De la apreciacion de las magnitudes de las casas

    naturales exigi  para la idea de lo sublime

    §

    26

    considerado en otra relacion, ser rebajado hasta

    10

    infinita

    mente

    pe quefio 

    y, al

    re ves

    nada tan

    pequeiio

    que no pueda, en

    cornparacion can medidas mas pequefias aun, ampliarse en

    nuestra imaginacion hasta el tamafio de un mundo. EI telesco

    pio nos ha dado una rica materia para hacer Ia primera obser

    vacion; el microscopio, para la segunda. Nada, por tanto, de

    10

    que puede ser objeto de los sentidos puede llamarse sublime,

    considerandolo de ese modo. Pero justamente porque en nues

    tra imaginacion hay una tendencia a progresar en

    10

    infinito y

    en nuestra razon una pretension de totalidad absoluta, como

    idea real, par eso esa misma inadecuacion de nuestra facultad

    de apreciar las magnitudes de las cosas en el mundo sensible

    es, para esa idea, el despertar del sentimiento de una facultad

    suprasensible en nosotros, yel uso que el Juicio hace natural

    mente de algunos objetos para este ultimo el sentimiento),

    pero no el objeto de los sentidos, es

    10

    absolutamente grande,

    siendo frente a el todo otro uso pequefio, Por tanto, ha de lla

    marse sublime, no ei objeto, sino

     

    disposicion del espfritu,

    mediante una cierta representacion que ocupa el Juicio refle

    xionante.

    Podemos, pues, afiadir a las anteriores forrnas de la defini

    cion de   sublime esta mas:

    Sublime es 10que  s610porque se

    puede pensar; demuestra unafacultad del espiritu que supera

    toda medida de los sentidos

    nuestras facultades de conocer, pero no una satisfaccion en el

    objeto, como en 10 bello  puesto que puede ser informe), en

    donde el Juicio reflexionante se encuentra dispuesto como

    conforme a un fin en relacion con el conocimiento en general,

    sino una satisfaccion en el ensanchamiento de Ia imaginacion

    en sf m isma.

    Cuando nosotros  bajo la citada limitacion) decimos senci

    llamente de un objeto que es grande, no es este unjuicio deter

    minante-matematico, sino un mere juicio de reflexion sabre la

    representacion de aquel, la cual tiene una finalidad subjetiva

    para un determinado uso de nuestras faeuItades de eonocer en

    Ia apreciacion de las magnitudes;

    y

    entonees unimos a la re

    pres ent ac ion siempre una especie de respeto, asf como a aque

    que llamamos sencillamente pequefio unimos un despre

    cio. Por 10 demas, el juicio de las cosas como gran des

     

    pequefias se aplica a todo, incluso a todas las propiedades de

    las mismas: de aquf que, incluso la belleza la llarnernos grande

    a pequefia, y la base de esto hay que buscarla en que 10 que

    quiera que sea que expongamos en la intuicion  y, por tanto,

    representemos como estetico), segun prescripcion del Juicio,

    todo ello es fenomeno, y, par tanto, tambien un

    quantum 

    Pero cuando llamamos una eosa, no soIamente grande, sino

    grande de todos modos, absolutamente, en todo respeeto  so

    bre toda comparacion), es decir, sublime, se ve en seguida que

    no eonsentimos en buscar para ella, fuera de ella, una medida

    que le eonvenga, sino s610 consentimos en buscarla dentro

    de ella.

    Es una magnitud que solo a

    sf

    rnisma es igual. De aqui se

    colige que se ha de buscar

     

    sublime, no en las casas de Ia na

    turaleza, sino solamente en nuestras ideas; determinar, em

    pero, en cual de ellas se eneuentra, debemos dejarlo para la

    deducci6n.

    La definicion anterior puede expresarse tambien asf:

    Su-

    blime es aquello en comparacion can 10cual toda otra cosa es

    pequeiia

    Se ve facilmente por esto que nada puede darse en la

    naturaleza, pOl muy grande que 10juzguemos, que no pueda,

     8 

    stncs

    DEL JUlCIO

    MM NU L K NT

    82

    MMANUEL KANT

    84

  • 8/17/2019 4. Kant - Critica Del Juicio. AB.1-9 - As.23-29

    17/33

    27 Savary, duque de Rovigo, el famoso general que fue ministro de la Po

    licfa eon Napoleon I y aeompaii.6 a este en la expedicion de Egipto.  N. del T

    hension no tiene ella nada que temer, pues con ella puede ir al

    infinito; pero la comprension se hace tanto mas diffcil cuanto

    mas lejos retrocede la aprehension,

     

    pronto llega a su ma

    ximo, a saber, al maximo quantum estetico de apreciacion,

    pues cuando la aprehensi6n ha llegado tan lejos que las repre

    sentaciones pareiales de la intuicion sensible, primeramente

    aprehendidas, empiezan ya a apagarse en la imaginacion, re

    trocediendo esta para aprehender algunas de ellas, entonees

    pierde por un lado 1 que par otro gana,

     

    hay en la eompren

    sion un maximo del cual no puede pasar.

    Puede explicarse asi 1  que Savary 27, en sus noticias sobre

    Egipto, observa, que es que no hay que aeercarse mucho ni

    tampoco alejarse mucho de las piramides para experimentar

    toda la ernocion de su magnitud, pues en este ultimo caso, las

    partes aprehendidas las piedras, unas sabre otras son repre

    sentadas oscuramente, y su representaei6n no haee efecto al

    guno en el juicio estetico del sujeto. Pero en el primer caso, la

    vista necesita algun tiempo para terminar la aprehensi6n de

    los pIanos desde la base a la punta, y entonces apaganse siem

    pre, en parte, los primeros, antes de que la imaginacion haya

    recibido los iiltimos, y la comprension no es nunea eompleta.

    Lo mismo puede bastar tambien para explicar el estupor a es

    peeie de perplejidad que, segun cuentan, se apodera del espec

    tador, a su primera entrada en la Iglesia de San Pedro, en

    Roma. Pues aquf es un sentimiento de la diseonformidad de su

    imaginacion can la idea de un todo, para exponerla en donde

    la imaginacion alcanza su maximo, y, en el esfuerzo para en

    saneharlo, recae sobre sfmisma,

    y

    mediante todo eso, se sume

    en una emocionante satisfaccion,

    No quiero aun adelantar nada sobre el fundamento de esa

    satisfaccion, el eual esta unido con una representacion de la

    que menos se podia esperar eso y que nos hace notar la dis-

    aproximaciones por series de mimeros, progresando en 10infi

    nito , cuya unidad es 1amedida; y en este respecto, toda apre

    ciacion logica de las magnitudes es maternatica. Pero como la

    magnitud de la medida hay que admitirla, sin embargo, como

    conocida, esta medida no debiera apreciarse a su vez mas que

    par mimeros, cuya unidad tendna que ser otra medida, es de

    cir, matematicamente, no podrfamos nunca tener una medida

    primera

     

    fundamental, y, por tanto, concepto a1gunodetermi

    nado de una magnitud dada. Asi, pues, la apreciacion de la

    magnitud de la medida fundamental tiene que consistir sola

    mente en que se la pueda aprehender inmediatamente en una

    intuicion y usarla par medio de la imaginacion para la exposi

    cion de los conceptos de numero, es decir, toda apreciacion de

    magnitudes de los objetos de Ia naturaleza es, en ultimo ter

    mino, estetica es decir, subjetiva y no objetivamente determi

    nada .

    Ahora bien: para la apreciacion matematica de las magnitu

    des no hay ningun maximo pues 1afuerza de los mimeros va

    al infinito ; pero para la apreciacion estetica de las magnitudes

    hay, en cambia, un maximo, y de este digo que cuando es juz

    gada como una medida absoluta por eneima de la eual no es

    posible ninguna subjetiva mayor para el sujeto que juzga ,

    entonces lleva consigo la idea de

    sublime y determina aque

    lla emocion que ninguna apreciacion matematica de las mag

    nitudes por media de mimeros a no ser que aquella medida

    fundamental sea eonservada allf viviente en la imaginacion 

    puede producir, porque esta ultima expone siempre solamente

    las magnitudes relativas par comparacion con otras de la

    rnisma clase, y aquella primera expone las magnitudes absolu

    tamente en cuanto   espfritu puede aprehenderlas en una in

    tuicion.

    Para recibir intuitivamente en la imaginacion un quantum, a

    fin de poder usario como medida a como unidad para la apre

    ciacion de magnitudes por media de mimeros, se requieren

    dos aetividades de aquella faeultad:

    aprehension  apprehen-

    sio  y comprension comprehensio aesthetica . Can la apre-

     8

    RirlCA DEL  u to

     8

    sincs DELJUICIO

    MMANUEL KANT

     8

  • 8/17/2019 4. Kant - Critica Del Juicio. AB.1-9 - As.23-29

    18/33

    una apreciacion, por cierto, que ha side llevada hasta la dis

    conformidad de nuestra facultad de la imaginacion en la expo

    sicion del concepto de una magnitud?

    La imaginacion marcha, en la comprension que es necesaria

    para la representacion de magnitudes, par sf misma, adelante

    en el infinito; el entendimiento, empero, la conduce par medio

    de conceptos de numeros, para   cual ella tiene que dar el es

    quema, y en este proceder, como perteneciente a la aprecia

    cion logica de las magnitudes, si bien hay algo de finalidad

    objetiva segun el concepto de un fin  cada medida es uno

    de ellos , nohay nada final para el juicio estetico ni nada que de

    placer. No hay tampoco, en esa intencionada finalidad, nada

    que obligue a elevar la magnitud de la medida, y, por tanto, de

    la comprension de Ia pluralidad en una intuicion, hasta eI li-

    mite de la facultad de la imaginacion, por muy lejos que esta

    pueda lIegar en exposiciones. Pues en la apreciacion de las

    magnitudes por el entendimiento  aritmetica  se llega igual de

    lejos, elevese la comprension de las unidades hasta el rnimero 10

     en la decadica ,   solo hasta el 4 en la tetractica ; pero la

    posterior formaci6n de magnitudes en el comprender,

     

    cuando el

    quantum

    es dado en la intuicion, en el aprehender,

    se realiza solo progresivamente no comprensivamente  segiin

    un principio de progresion adoptado. En esta apreciacion ma

    tematica de las magnitudes, si Ia imaginacion elige como uni

    dad una magnitud que se pueda aprehender de un golpe de

    vista, verbigracia, un pie

    °

    una vara, el entendimiento se en

    cuentra tan bien servido y tranquilizado como si elige una

    milla alemana a todo un diametro terrestre, cuya aprehensi6n

    es ciertamente posible, pero no la comprension en una intui

    cion de l imaginacion  no mediante la comprehensio aesthe-

    tica aunque sf mediante la comprehensio logica en un con

    cepto de mimero . En ambos casos, la apreciacion logic a de

    las magnitudes va sin traba hasta el infinito.

    Ahora bien: el espfritu oye en sf la voz de Ia razon, que en

    todas las magnitudes dadas, incluso en aqueUas que, aunque

    no puedan nunca ser totalmente aprehendidas, son, sin em-

    conformidad, y consiguientemente tambien Ia objetiva falta de

    finalidad de la representaci6n para el juicio en la apreciaci6n

    de las magnitudes: me limito a observar que si el juicio este

    tico ha de darse

    puro sin mezcla dejuicios teleologicos

    como

    juicios de raz6n , y con el un ejemplo totalmente adecuado a

    la Critica del Juicio estetico hay que mostrar

     

    sublime, no

    en los productos del arte verbigracia, edificios, colurnnas,

    etc. , donde un fin humane determina, tanto la forma como

    l

    magnitud, ni en las cosas naturales

    cuyo concepto lleve ya

    consigo un determinado fin

     verbigracia, animales de una de

    terminacion natural conocida , sino en la naturaleza bruta  y

    aun en esta solo en cuanto no lleve consigo, en si, encanto al

    guno   emoci6n de verdadero peligro , en cuanto solamente

    encierra magnitud, pues en esta clase de representaci6n, la na

    turaleza no contiene nada que sea monstruoso  ni esplendido

    ni horrible : 1a magnitud aprehendida puede ser todo 10 au

    mentada que se quiera, con tal de que pueda ser comprendida

    por la imaginaci6n en un todo.

    Monstruoso

    es un objeto que,

    por su magnitud, niega el   ll que constituye su propio

    concepto

    Pero

    colosal

    se llama la rnera exposicion de un concepto casi

    demasiado grande para toda exposicion  que confina con  

    relativamente monstruoso , porque el fin de la exposicion de

    un concepto se encuentra dificultado, por ser la intuicion del

    objeto casi demasiado grande para nuestra facultad de apre

    hender. Un juicio puro sobre   sublime empero, no debe tener

    como fundamento de determinacion fin alguno del objeto, si

    ha de ser estetico, y no confundirse con algiin juicio de enten

    dimiento  de razon.

    Ya que todo 10que debe complacer sin interes al juicio me

    ramente reflexionante tiene que llevar consigo, en su repre

    sentacion, finalidad subjetiva, y, como tal, de valor universal;

    y como, sin embargo, aqui no hay, a la base del juicio, finali

    dad alguna de

    laforma

    del objeto  como   hay en   bello  se

    pregunta: iCuaI es esa finalidad subjetiva? l.Quien la pres

    cribe como norma para proporcionar un fundamento ala satis

    faccion universal en Ia mera apreciacion de las magnitudes, en

      9R/TiCA OEL  U C o

    MMANUEL KANT

     

  • 8/17/2019 4. Kant - Critica Del Juicio. AB.1-9 - As.23-29

    19/33

    decuacion incluso del mayor esfuerzo de nuestra imagina

    cion para la apreciaci6n de la magnitud de un objeto. Ahora

    bien: para la apreciaci6n matematica de las magnitudes, la ima

    ginacion esta adecuada can todo objeto para darles una me

    dida suficiente, porque los conceptos de mimero del entendi

    miento pueden adecuar, por progresion, toda medida a toda

    magnitud dada. Tiene, pues, que ser en la apreciacion

    estetica

    de las magnitudes en donde el esfuerzo para la comprensi6n

    supere a la facultad de la imaginacion, en donde se sienta la

    aprehension progresiva, para concebir en un todo de la intuicion

    y se perciba al mismo tiempo, ademas, Ia inadecuaci6n de esa

    facultad sin lfrnites en el progresar, para aprehender una me

    dida fundamental que sirva, con el menor empleo del entendi

    miento, a la apreciacion de las magnitudes y para aplicarla a la

    apreciacion de las mismas. Ahora bien: la medida fundamen

    tal propiamente inmutable de la naturaleza es el todo absoluto

    de la misma, el cual, en ella, como fenomeno, es una infinidad

    comprendida. Pero como esa medida fundamental es un con

    cepto contradictorio a causa de la imposibilidad de la abso

    luta totalidad de un progreso sin fin), aquella magnitud de un

    objeto natural, en la cualla imaginaci6n emplea toda su facul

    tad infructuosamente, tiene que conducir el concepto de la na

    turaleza a un substrato suprasensible que esta a su base y tam

    bien a la de nuestra facultad de pensar), que es grande par

    encima de toda medida sensible, y nos permite juzgar como

    sublime no tanto el objeto como mas bien Ia disposici6n del

    espfritu en la apreciaci6n del mismo.

    Asl, pues, el Juicio estetico, as  como en el juicio de 1 bello

    refiere la imaginacion, en su libre juego, al

    entendimiento

    para

    concordar can los

    conceptos

    de este en general  sin determi

    nacion de ellos), de igual modo en el aprecio de una cosa

    como sublime refiere la misma facultad a la

    razon

    para con

    cordar con las ideas de esta sin determinar cuales), es decir,

    para producir una disposicion del espfritu adecuada   compa

    tible con la que el influjo de determinadas ideas  practicas)

    produciria en el espfritu.

    bargo en la representacion sensible), juzgadas como total

    mente dadas, exige totalidad,

    y

    por tanto, comprension en una

    intuici6n, pide una exposici6n para todos aquellos miembros

    de una serie de mimeros en progresion creciente, e incluso no

    excepuia de esa exigencia 10 infinito  espacio

     

    tiempo pa

    sado), sino que hasta hace inevitable el pens arlo  en el juicio

    de la raz6n cormin) como totalmente  segun su totalidad)

    dado

    La infinito, empero, es absolutamente no solo comparati

    vamente) grande. Comparado con 61,todo 10otro magnitudes

    de la misma especie) es pequeiio. Pero esto es 1  mas impor

    tante) el poder solamente pens arlo como

    un todo

    denota una

    facultad del espfritu que supera toda medida de los sentidos,

    pues para ello seria necesaria una comprension que ofreciera

    como unidad una medida que estuviera con el infinito en una

    relacion determinada indicable en numeros, 10cual es imposi

    ble. Pero, sin embargo, para poder s610pensar el infinito dado

    sin contradicci6n, se exige en el espfritu humano una facultad

    que sea ella misma suprasensible, pues s610mediante ella

     

    su

    idea de un noumeno, que no consiente intuicion alguna, pero

    que es puesto como substrato para la intuicion del mundo

    como fenomeno, es totalmente comprendido 1 infinito del

    mundo sensible

    bajo

    un concepto, en la pura intelectual apre

    ciacion de las magnitudes, aunque en la maternatica, mediante

    conceptos de numeros 

    no pueda jarnas ser totalmente pen

    sado. Hasta la facultad de poder pensar como dado el infinito

    de la intuici6n suprasensible en su substrato inteligible) su

    pera toda medida de la sensibilidad, y es grande por encima de

    toda cornparacion, incluso con la facultad de la apreciacion

    maternatica; no, desde Iuego, en el sentido teorico para la fa

    cultad del conocimiento, pero sf como ensancharniento del es

    pfritu que se siente capaz de saltar las barreras de la sensibili

    dad en otro sentido  el practice).

    Sublime es, pues, la naturaleza en aquellos de sus fenome

    nos cuya intuicion lleva consigo la idea de su infinitud. Esto

    ultimo, ahora bien, no puede ocurrir mas que mediante la ina-

     

    RfTlC DEL JUlCIO

    M M N U EL K NT

    9

  • 8/17/2019 4. Kant - Critica Del Juicio. AB.1-9 - As.23-29

    20/33

    El sentimiento de la inadecuacion de nuestra facultad para

    la consecucion de una idea

    que es para nosotros ley

    es

    res-

    peto 

    Ahora bien: la idea de la comprension, en la intuicion de

    un todo, de cada uno de los fenomenos que nos puede ser

    dado, es una de las que nos es impuesta por una ley de la ra

    zen, y que no reconoce otra medida deterrninada, valedera

    para cada cual, e inmutable, mas que el todo absoluto. Pero

    nuestra imaginacion, aun en su mayor esfuerzo, muestra sus

    lfrnites y su inadecuacion en 10que toea a la comprensi6n que

    se le reclama de un objeto dado en un todo de la intuicion par

    tanto, para la exposicion de la idea de la razon ; pero al mismo

    tiempo demuestra su determinacion para efectuar su adecua

    cion con ella como una ley. Asi, pues, el sentimiento de

     

    su

    blime en la naturaleza es de respeto hacia nuestra propia de

    terminacion, pero que nosotros referimos a un objeto de la

    naturaleza, mediante una cierta subrepcion confusion de un

    respeto hacia el objeto, en Iugar de la idea de la humanidad en

    nuestro sujeto : ese objeto nos hace, en cierto modo, intuible

    la superioridad de la determinacion razonable de nuestras fa

    cultades de conocer sabre la mayor facultad de la sensibilidad.

    EI sentimiento de   sublime es, pues, un sentimiento de do

    lor que nace de la inadecuacion de la irnaginacion, en la apre

    ciacion estetica de las magnitudes, con la apreciacion me

    diante la razon; yes, al mismo tiernpo, un placer despertado

    por la concordancia que tiene justamente ese juicio de inade

    cuacion de Ia mayor facultad sensible con ideas de la razon, en

    cuanto el esfuerzo hacia estas es para nosotros una ley; es, a

    saber, para nosotros, ley  de la razon , y entra en nuestra de

    terminacion el apreciar como pequefio, en comparacion can

    las ideas de la razon, todo   que la naturaleza, como objeto

    sensible, encierra para nosotros de grande, y   que en noso-

    De la cualidad de la satisfaccion en el juicio

    de lo sublime

    § 27or esto se ve tambien que la verdadera sublimidad debe

    buscarse solo en el espfritu del que juzga y no en el objeto de

    la naturaleza cuyo juicio ocasiona esa disposicion de aquel.

    i

    Quien ha querido llamar sublime masas informes de monta

    fias en salvaje desorden, amontonadas unas sobre otras, con

    sus piramides de hielo,  el mar sombno y furioso, etc.? EI es

    pfritu, ernpero, se siente elevado en su propio juicio cuando,

    abandonandose ala contemplacion de esas cosas, sin atender a

    su forma, abandonandose ala imaginacion y a una razon unida

    con ella, aunque totalmente sin fin determinado y solo para

    ensancharla, siente todo el poder de la imaginacion, inade

    cuado, sin embargo, a sus ideas.

    Ejemplos del sublime matematico de la naturaleza en la

    mera intuicion nos proporcionan todas aquellas cosas en que

    nos es dado para la imaginacion, no tanto un mayor concepto

    de ntimero como mas bien una gran unidad de medida para

    abreviar las series de mimeros . Un arbol que apreciamos por

    medio de la altura de un hombre nos da, desde luego, una me

    dida para un monte, y este,   tiene cosa como una milla de

    alto, puede servir de unidad para el mimero que expresa el

    diametro terrestre, y hacer este ultimo intuible; eI diametro

    terrestre, para el sistema planetario conocido de nosotros, y

    este para el de la via lactea; mas la inmensa multitud de se

    mejantes sistemas de la via lactea, bajo el nombre de nebulo

    sas, las cuales, a su vez, forman entre sf un sistema semejante,

    no nos permite aquf esperar limite alguno. Ahara bien:   su

    blime en el juicio estetico de un todo tan inmenso esta no

    tanto en   grande del numero como en este hecho; a saber:

    que llegamos siempre a unidades tanto mayores cuanto mas

    adelantamos, a   cual contribuye la division sistematica del

    edificio del mundo, representandonos siempre, repetida

    mente, toda magnitud de la naturaleza como pequefia, y mas

    propiamente al representarnos nuestra imaginacion en toda

     

    ilimitacion y con ella la naturaleza, desapareciendo frente a

    las ideas de la razon cuando aquella ha de proporeionar a es

    tas una exposici6n adeeuada.

     9

    stncs

    DEl, JUlCIO

    MMANueL KANT

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    ventaja no puede hacerse intuible mas que por la insuficiencia

    de la facultad misma, que en la exposicion de las magnitudes

     de objetos sensibles  es ilimitada.

    Medir un espacio como aprehension  es al mismo tiempo

    deseubrirlo, y, por tanto, es un movimiento objetivo en la ima-

    ginacion y una progresion  progressus ; la comprension de la

    pluralidad en la unidad, no del pensamiento, sino de la intui-

    cion, por tanto, de 10 sucesivamente aprehendido en un mo-

    mento, es, por 10 contrario, una regresion

     regressus

    que

    anula a su vez la condici6n de tiempo en Ia progresion de la

    imaginacion y haee intuible la simultaneidad. Es, pues puesto

    que la sucesion temporal es una condicion del sentido interno

    y de toda intuicion , un movimiento subjetivo de la imagina-

    cion, mediante e1eual esta hace el sentido interno una violen-

    cia que debe ser tanto mas notable cuanto mayor sea el

    quan-

    tum

    que la imaginacion comprende en una intuicion. Asi, pues,

    el esfuerzo de recibir en una intuicion iinica una medida para

    magnitudes que exija para aprehenderse un tiempo notable es

    una especie de representaci6n que, considerada subjetiva-

    mente, es cootraria a fin, pero objetivamente es necesaria para

    la apreciacion de las magnitudes, y  por tanto, conforme a fin;

    en 10cual, sin embargo, esa misma violeneia que ha sufrido el

    sujeto mediante la imaginacion es juzgada como conforme a

    fin para

    la total determinacion

    del espfritu.

    La cualidad del sentimiento de 1 sublime es que es un sen-

    timiento de dolor sobre el juieio estetico en un objeto, senti-

    miento que, sin embargo, al mismo tiempo es representado

    como con forme a fin, 10cual es posible porque la propia inca-

    pacidad descubre la conciencia de una ilimitada facu1tad del

    mismo sujeto, y el espfritu puede juzgar esta ultima s610me-

    diante aquella.

    En la apreciacion logica de las magnitudes, la imposibilidad

    de alcanzar la absoluta totalidad por medio de la progresi6n de

    la medida de las cosas del mundo sensible en el tiempo y el

    espacio fue conocida como objetiva, es decir, como una impo-

    sibilidad de

    pensar

    10infinito como totalmente dado, y no

    tros excita el sentimiento de esa determinacion suprasensible

    concuerda con aquella ley. Ahora bien: el mayor esfuerzo de

    la imaginacion en la exposicion de la unidad para la aprecia-

    cion de la magnitud es una referencia a algo

    absolutamente

    grande,

    consiguientemente una referencia a la ley de la razon

    de adrnitir s6lo eso como medida suprema de las magnitudes.

    Asi, pues, la percepci6n de la inadecuacion de toda medida

    sensible con la apreciacion por raz6n de las magnitudes es una

    concordancia con leyes de la misma y un dolor que excita en

    nosotros el sentimiento de nuestra determinacion suprasensi-

    ble, segun la cuales conforme a fin, y, por tanto, es un placer

    el encontrar que toda medida de la sensibilidad es inadecuada

    a las ideas de la razon.

    EI espfritu se siente movido en la representacion de 10 su-

    blime en la naturaleza, estando en contemplacion

    reposada

    en

    el juicio estetico sobre

     

    bello de la misma. Ese movimiento

    puede  sobre todo, en su principio ser comparado con una

    conmocion, es decir, un movimiento alternativo, rapido, de

    atracci6n y repulsion de un mismo objeto.

    Lo trascendente para la imaginacion  hacia 10cual esta es

    empujada en la aprehension de Ia intuicion es para ella, por

    decirlo asi, un abismo donde teme perderse a sf misma, pero

    para Ia idea de 10suprasensible en Ia raz6n el producir seme-

    jante esfuerzo de la imaginaci6n no es trascendente sino con-

    forme a su ley; por tanto, es atraetivo justamente en la medida

    en que es repulsivo para la mera sensibilidad. El juicio mismo,

    sin embargo, sigue aquf siempre siendo estetico, porque sin te-

    ner a su base concepto alguno determinado del objeto, repre-

    senta solamente el juego subjetivo de las facultades del espf-

    ritu  imaginacion y razon , incluso como armonico en su

    contraste, pues

    aS I

    como oeurre con 1aimaginaci6n   el

    enten-

    dimiento

    en 10bello, mediante su unanimidad, de igual modo,

    aqui, la imaginacion   la r  zon   mediante su oposicion, produ-

    cen una finalidad subjetiva de las facultades del espfritu, esto

    es, un sentimiento de que tenemos una razon pura, indepen-

    diente,  una facultad de apreciacion de las magnitudes, cuya

     95

     n t s

    D£LJUICIO

    MMANUEL KANT94

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    En Laprimera

    y

    se gun da ed ici6n di ce

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    fuerza que no es naturaleza) para que consideremos como pe

    qu  io aquello que nos preocupa  bienes, salud, vida); y aSI, no

    consideramos Ia fuerza de aquella  a la cual, en 1  que toea a

    esas cosas, estamos sornetidos), para nosotros y nuestra perso

    nalidad, como un poder ante el cual tendrfamos que inclinarnos

    si se tratase de nuestros mas elevados principios y de su afirma

    cion  abandono. Asi, pues, la naturaleza se llama aquf sublime

    porque eleva la imaginacion a la exposicion de aquellos casos

    en los cuales el espfritu puede sentir   propia sublimidad de su

    determinacion, incluso por encima de la naturaleza.

    Nada pierde esa apreciacion propia porque tengarnos que

    vernos en lugar seguro para sentir esa satisfaccion que entu

    siasma, ni por el hecho de que, como no hay seriedad en el pe

    ligro, tampoco segun podrfa parecer) puede haber seriedad en

    la sublimidad de nuestra facultad del espfritu  Pues la satisfac

    cion, aqui, se refiere tan s610 a la determinacion de nuestra fa

    cultad que en tal caso se descubre, asf como la base para esta

    ultima esta en nuestra naturaleza, mientras que el desarrollo

    y ejercicio de la misma sigue siendo de nuestra incumbencia y

    obligacion. Yen esto esta la verdad, por much a conciencia

    que el hombre tenga de su real impotencia presente, cuando

    prolonga hasta

    ahf

    su reflexi6n.

    Desde luego, parece ese principio, tornado de muy lejos,

    muy enrevesado, y por tanto, por encima de unjuicio estetico;

    pero la observacion del hombre muestra

     

    contrario, y que

    puede estar a la base de los juicios mas ordinarios, aunque no

    siempre se tenga conciencia de el. Porque   ,que es

     

    que, in

    cluso para el salvaje, es objeto de

     

    mayor admiracion? Un

    hombre que no se aterra, que no terne, que no huye el peligro,

    y, al mismo tiempo, ernpero, se dispone a hacer su tarea tran

    quilo y con total reflexion. IncIuso en el estado social mas ci

    vilizado perdura aquella preferente consideracion hacia el

    guerrero; s610que se desea ademas que este rnuestre al mismo

    tiempo todas las virtudes de la paz, bondad, compasion y hasta

    un cuidado conveniente de su propia persona, justamente por

    que en ello se conoce la invencibilidad de su espiritu por el

    quiera de volver a pensar con agrado en aquella sensacion, y

    mucho menos de buscar ocasion para ello.

    Rocas audazmente colgadas y,por decirlo asi, amenazado

    ras, nubes de tormenta que se amontonan en

    el

    cielo

    y

    se ade

    Iantan con rayos y con truenos, volcanes en todo su poder de

    vastador, huracanes que van dejando tras

     

    la desolacion, el

    oceano sin lfrnites rugiendo de ira, una caseada profunda en

    un rio poderoso, etc., reducen nuestra facultad de resistir a una

    insignificante

    pequefiez

    comparada con su fuerza. Pero su as

    peeto es tanto mas atractivo cuanto mas temible, con tal de

    que nos encontremos nosotros en lugar seguro, y llamamos

    gustosos sublimes esos objetos porque elevan las facultades

    del alma por encima de su terrnino medio ordinario y nos ha

    cen descubrir en nosotros una facultad de resistencia de una

    especie total mente distinta, que nos da valor para poder me

    dirnos con el todo-poder aparente de Ia naturaleza.

    Pues aSIcomo en la inconmensurabilidad de la naturaleza, y

    en la incapacidad de nuestra facultad para tomar una medida

    proporcionada a la apreciacion estetica de las magnitudes de su

    esfera,

    hemos encontrado nuestra propia limitacion, y, sin em

    bargo, tarnbien, al mismo tiempo, hemos encontrado en nuestra

    facultad de la razon otra medida no sensible que tiene bajo sf

    aquella infinidad misma como unidad, y frente a la cual todo en

    la naturaleza es pequefio, y, pOl tanto, en nuestro espfritu, una

    superioridad sobre la naturaleza misma en su inconmensurabi

    lidad; del mismo modo Ia irresistibilidad de su fuerza, que cier

    tarnente nos da a conocer nuestra impotencia ffsica, considera

    dos nosotros como seres naturales, descubre, sin embargo, una

    facultad de juzgarnos independientes de ella y una superioridad

    sobre la naturaleza, en la que se funda una independencia de

    muy otra clase que aquella que pueda ser atacada y puesta en

    peligro por la naturaIeza, una independencia en la cuaiia huma

    nidad en nuestra persona permanece sin rebajarse, aunque el

    hombre tenga que someterse a aquel poder. De ese modo, la na

    turaleza, en nuestro juicio estetico, no es juzgada como sublime

    porque provoque temor, sino porque excita en nosotros nuestra

     

    RfTKfl  EL JUI IO

    MM NU L K NT

     

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    en la situacion de espfritu requerida para admirar la magnitud

    divina, para 1  cual se exige una disposicion a la contempla-

    cion reposada y al juicio totalmente libre. Solo cuando tiene

    conciencia de sus sinceros sentimientos gratos aDios sirven

    aquellos efectos de la fuerza para despertar en 61 la idea de

    la sublimidad de aquel ser, en cuanto reconoce en sf mismo

    una sublimidad de sus sentimientos, adecuada a   voluntad de

    aquel,

     

    entonces se eleva por encima del temor ante aquellos

    efectos de la naturaleza, que no reconoee ya como los estrepi-

    tos de su colera. La humildad misma, como juicio severo de las

    propias faltas, que, por 1 dernas, teniendo la conciencia de

    buenos sentimientos, podrfan encubrirse facilmente con la fra-

    gilidad de la naturaleza humana, es una disposicion sublime

    del espfritu: la de someterse espontaneamente al dolor de la

    propia censura para destruir poco a poco sus causas. De ese

    modo se distingue internamente religion de superstici6n: esta

    ultima funda en el espfritu, no la veneracion a 1 sublime, sino

    el temor y el miedo del ser todopoderoso a cuya voluntad se

    ve sometido el hombre atemorizado, sin apreciarlo, sin em-

    bargo, altamente; de 10cual, por cierto, no puede seguramente

    nacer otra cosa que la solicitacion del favor, la adulaci6n,

     

    no

    una religion de la buena conducta en la vida.

    Asi, pues, la sublimidad no esta encerrada en eosa alguna

    de la naturaleza, sino en nuestro propio espfritu, en cuanto po-

    demos adquirir la conciencia de que somos superiores a la na-

    turaleza dentro de nosotros, y por ello tambien a la naturaleza

    fuera de nosotros   en cuanto penetra en nosotros). Todo

    que

    exeita en nosotros ese sentimiento, entre

    eual esta la fuerza

    de la naturaJeza que provoca nuestras facultades, llamase en-

    tonces  aunque impropiamente) sublime; y solo bajo la supo-

    sicion de esa idea en nosotros, y en relacion can ella, somos