4. kant - critica del juicio. ab.1-9 - as.23-29
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La definicion del gusto que se pone aquf a la base es:
la
facultad de juz-
gar 10bello. Pero \0 que se exija para Hamar bello un objeto debe descubrirlo
el analisis
de los
juicios
del gusto. Los
momentos a los cuales ese Juicio
atiende a
5U
reflexion los he buscado guiandorne por las funciones logicas de
juzgar pues en los juicios del gusto esta encerrada siempre, a pesar de rodo,
una relacion con eJ entendimiento . He tratado primero de los de la cualidad,
porque el juicio estetico sobre bello sc refiere primeramente a e lla.
Para decidir si algo es bello no, referimos la representa-
cion, no mediante eI entendimiento al objeto para el conoci-
miento, sino, mediante Ia imaginacion unida quiza con el en-
tendimiento , al sujeto y al sentimiento de placer de dolor
ljui io de gusto es esteti o
§ i
del juicio de gusto
segtin la cualidad
PRIMER MOMENTO
PRIMER LIBRO
ANALlTICA DE La LLO
PRIMERA SECCION
ANALITICA DEL JUICIO ESTETICO
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Llamase interes a la satisfaccion que unimos con la repre
sentaci6n de la existencia de un objeto. Semejante interes esta,
La satisfaccion que determina el juicio de gusto
es totalmenie desinteresada
por tanto, siempre en relacion con la facultad de desear, sea
como fundamento de determinaci6n de la misma, sea, al me
nos, como necesariamente unida al fundamento de determina
cion de la misma. Ahora bien, cuando se trata de si algo es
bello, no quiere saberse si la existencia de la cosa importa
solamente puede importar algo a nosotros a algun orro,
sino de como la juzgamos en la mera contemplaci6n intui
ci6n 0 reflexion), Si alguien me pregunta si encuentro her
moso el palacio que tengo ante mis ojos, puedo seguramente
contestar: «No me gustan las cosas que no estan hechas mas
que para mirarlas con la boca abierta», 0 bien como aquel
iroques, a quien nada en Pans gustaba tanto como los figo
nes; puedo tambien, como Rousseau, dec1amar contra la va
nidad de los grandes, que malgastan el sudor del pueblo en
cos as tan superfluas; puedo, final mente, convencerme facil
mente de que si me encontrase en una isla desierta, sin espe
ranza de volver jamas con los hombres, y si pudiese, con mi
sola voluntad, levantar magicamente semejante magnifico
edificio, no me tomaria siquiera ese trabajo, teniendo ya una
cabana que fuera para mf suficientemente comoda. Todo eso
puede concederserne y a todo puede asentirse; pero no se
trata ahora de ello. Se qui ere saber tan s610 si esa mera re
presentacion del objeto va acompafiada en mf de satisfac
cion por muy indiferente que me sea 10 que toea a la exis
tencia del objeto de esa representaci6n. Se ve facilmente que
cuando digo que un objeto es
bello y
muestro tener gusto,
me refiero a
que de esa representacion haga yo en mf
mismo y no a aquello en que dependo de la existencia del
objeto. Cada eual debe confesar que el juicio sobre belleza
en el que se mezcla el menor interes es muy parcial
y
no es
un juicio puro de gusto. No hay que estar preocupado en 10
mas mfnimo de la existencia de la cosa, sino permanecer to
talmente indiferente, tocante a ella, para hacer eI papel de
juez en cosas del gusto.
Pero esta proposicion, que es de una importancia capital, no
podemos dilucidarla mejor que oponiendo ala pura satisfac-
§2
del mismo. iEijuicio de gusto no es, pues, un juicio de conoci
miento; por tanto, no es logico, sino estetico, entendiendo por
esto aquel cuya base determinante no puede ser mas que
sub-
jetiva~ Toda relacion de las representaciones, incluso la de las
sensa ciones, puede, empero, ser objetiva y ella significa en
tonces 10real de una representacion empfrica); mas no la rela
cion con el sentimiento de placer y dolor, mediante la cual
nada es designado en el objeto, sino que en ella el sujeto siente
de que modo es afectado por la representacion,
Considerar con la facultad de conocer un edificio regular,
conforme a un fin sea en una especie clara 0 confusa de re
presentacion), es algo completamente distinto de tener la con
ciencia de esa representaci6n unida a la sensaci6n de satisfac
ci6n. La representacion en este caso es totalmente referida al
sujeto, mas aun, al sentimiento de la vida del mismo, bajo el
nombre de sentimiento de placer
dolor;
cual funda una fa
cultad totalmente particular de diseernir y de juzgar que no
afiade nada conocimiento, sino que se limita a poner la re
presentaci6n dada en el sujeto frente ala facultad total de las
representaciones, de la eual el espfritu tiene conciencia en el
sentimiento de su estado. Representaciones dadas en un jui
cio pueden ser empfricas por tanto, esteticas); pero el juicio
que recae por medio de ellas es logico cuando aquellas, en el
juicio, son referidas s610 al objeto, Pero, en cambio, aunque
las representaciones dadas fueran racionales, si en un juicio
son solamente referidas al sujet
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Un juicio sobre un objeto de la satisfaccion puede ser totalmente
desin-
teresado
y sin embargo, muy
irueresante
es deci r no fundarse en interes al -
guno, pero producir un interes; as son todos los juicios morales puros, Pero
Jos juicios de gusto no establecen, en sf, tampoco interes alguno. S610 en la
sociedad viene a sec interesante tener gusto, y de esto se mostrara el motivo
en la c ontinuacion
La
satisfaccion en lo «agradable» estd unida con interes
JAGRADABLE
es aquello que plac e a los sentidos en Lase nsa-
cion Aquf
presentase ahora mismo la ocasion de censurar y
hace7 notar una ~~f\ $i6_nmuy ordinaria de Ia dQble,,~ignifica
Ci2 Ul u~.laep~al:IIi1.sensaci6n.puedeJener. ToQ~,_§RlJ(§.f~.Qci6n
T{lfc~~~J;)'pi{nsase)es~ ~~~~_~e..Il..~actgn (de
un
placer). Por
tanto, todo
10
que place, justamente en
10
que place, es agrada
ble (y segun los diferentes grados, tarnbien relaciones con
otras sensaciones agradables, es
gracioso amable delectabl e
regocijan te
etc.k ~Io)i)esto se admite, entonce.~)as implY.sio
nes de los sentidos.que determinan 1ainclinacion los erinci-
pi9~:~~_~gLi.iwii, que-dete;rillaU:la~YQ1~Q,iiSf,~~iID.~_~
m_asre_ l
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BUENO es 10que, por medio de la razon y por el simple con
cepto, place. Llamamos a una especie de bueno,
buena para
alga
10util), cuando place solo como medio; a otra clase, en
cambio,
buena en sf
cuando place en sf mismo. En ambos esta
encerrado siempre el concepto de un fin, por tanto, la relaci6n
de la razon con
el
querer al menos posible) consiguiente
mente, una satisfaccion en la existencia de un objeto de una
accion, es decir, un cierto interes,
Para encontrar que algo es bueno tengo que saber siempre
que clase de cosa deba ser el objeto, es decir, tener un con
cepto del rnismo; para encontrar en el belleza no tengo necesi
dad de eso. Flores, dibujos, letras, rasgos que se cruzan sin in
tencion, 10 que llamamos hojarasca, no significan nada, no
dependen de ningun concepto, y, sin embargo, placen. La sa
tisfacci6n en 10bello tiene que depender de la reflexi6n sobre
un objeto, la cual conduce a cualquier concepto sin determi
nar cual), y por esto se distingue tambien de 10agradable, que
descansa totalmente sobre la sensaci6n.
Cierto es que 10 agradable y 10bueno parecen, en muchos
casos, ser 10rnismo. Dirase aSIcorminmente que todo deleite
sobre todo, el duradero) es bueno en sf mismo, 10cual signi
fica, aproximadamente, que 10agradable duradero
y
10bueno
son 10rnismo. Pero puede notarse pronto que esto es s6lo una
defectuosa confusi6n de las palabras, porque los conceptos ca
racterfsticos que dependen de esas expresiones no pueden, de
ningun modo, trocarse uno por otro. Lo agradable, que, como
tal, representa el objeto solamente con relaci6n al sentido,
La satisfacci n en Zo«buena» esta unida con interes
tiene que ser colocado, mediante el concepto de un fin, bajo
principios de la razon, para llamarle bueno como objeto de la
voluntad,~pse 9 si 10 que deleita 10 llamo al mismo tiempo
buena resiilia entonces una relaci6n totalmente distinta con la
satisfaccion; y es facil verlo, porque en 10bueno viene siem
pre la cuestion de saber si es s610mediata 0 inmediatamente
bueno util
bueno en sf),
y
en cambio, en
1
agradable no
hay cuesti6n alguna sobre esto, puesto que la palabra significa
siempre algo que place inmediatamente del mismo modo que
ocurre tambien con 10que llamo bello)]
W
Aun en el hablar mas ordinario distfnguese 10 agradable de
1 bueno. De un manjar que excita el gusto con especias y
otros ingredientes dfcese, sin titubear, que es agradable, confe
sando al mismo tiempo que no es bueno, porque si bien inme
diatamente deleita al gusto, en cambio, considerado mediata
mente, es decir, por medio de la raz6n, que mira mas alla a las
consecuencias, disgusta. Puede notarse esta diferencia aun en
el juicio sobre la salud. Usta es inmediatarnente agradabJe para
todo el que la posee por 10menos, negativamente, es decir,
como ausencia de todo
corporal). Pero para decir que ella es
buena, hay que referirla ademas, mediante la razon, a fines, a
saber: que ella es un estado que nos hace estar dispuestos para
todos nuestros asuntos. En 10que toea ala felicidad, cada cual
cree, sin embargo, finalmente, poder dar elnombre de verda
dero bien, mas min, del mas elevado bien, a la mayor suma en
cantidad, como en duracion) de agrados en la vida. Pero tam
bien contra esto se alza la razon. Agrado es goce. Si este, pues,
es solo 10 que importa, sena locura ser escrupuloso en 10que
toea a los medios que nos 1 proporcionan, sea que 10consiga
mos pasivamente por la liberalidad de la naturaleza, 0 por
nuestra propia actividad y nuest.rapropia accion. Pero la raz6n
no se dejara nunca convencer de que la existencia de un hom
bre que s610 vive por muy ocupado que este en este asunto)
para gozar, tenga en un valor aun cuando ese hombre de en
ayudar, 10mejor posible, como medio, a otros que tambien
igualmente no buscan mas que eI goce, gozando con ellos to-
§4
sobre la cualidad del objeto, que aquellos que buscan como fin
s610el goce pues esta es la palabra con la cual se expresa 10in
terior del deleite) se dispensan gustosos de todo juicio.
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RiTIC \ DEI JUTCIO
MM N U L K NT
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5 En la primera edicion, el parentesis dice s610
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En que toea a 10 agradable, reconoce cada cual que su
juicio, fundado por el en un sentimiento privado y mediante el
Esta definici6n de 10bello puede deducirse de la anterior de
finicion como objeto de la satisfaccion, sin interes alguno. Pues
Comparacion de lo bello con
1 0
agradable y con lo bueno
por medio del cardcter citado I v · \-·
· i
bello es lo que, sin concepto, es representado
como objeto de una satisfaccion «universal»
§7
6
deljuicio de gusto, a saber, segun su cantidad
. lGUSTO es la faeultad de juzgar un objeto 0 una representa-
ci6n mediante una satisfaccion 0 un descontento,
sin interes
alguno.
EI objeto de semejante satisfaccion llamase
bello . ./
Definicion de lo bello deducida del primer momento
produce y, como fundamento de determinaci6n del aplauso, no
deja ya que el juicio sobre el objeto sea libre.
En 10que coneierne al interes de la inclinacion en 10agrada
ble, recuerdese que cada eual dice: el hambre es la mejor coci
nera y a los que tienen buen apetito gusta todo con tal de que
sea comestible. Por tanto, semejante satisfacci6n no dernuestra
eleeci6n alguna segun el gusto. S610cuando se ha calmado Ia
neeesidad puede decidirse quien tiene 0 no tiene gusto entre
muchos. Tambien hay costumbres (conducta) sin virtud, corte
sfa sin benevolencia, deeencia sin honorabilidad ..., etcetera.
Pues donde habla la ley moral, ya no queda objetivamente elec
cion libre alguna en 10que toea a 10que haya de hacerse, y
mostrar gusto en su conducta (0 en eljuieio de las de otros) es
muy otra cos a que mostrar su manera de pensar moral, pues
esta encierra un mandato y produce una exigencia, mientras
que, en cambio, el gusto moral no haee mas que jugar con los
objetos de la satisfaccion, sin adherirse a ninguno de ellos.
cada cual tiene conciencia de que la satisfaccion en bello se
da en el sin interes alguno,
ello no puede juzgarlo nada mas
que diciendo que debe encerrar la base de la satisfaccion para
cualquier otro, puesno fundandose esta en una inclinaci6n cual
quiera del sujeto (ni en cualquier otro interes reflexionado), y
sintiendose, en cambio, el que juzga completamente libre con
relacion a la satisfacci6n que dedica al objeto, no puede encon
trar, como base de la satisfacci6n, condiciones privadas algunas
de las cuales s610su sujeto dependa, debiendo, por tanto, con
siderarla como fundada en aquello que puede presuponer tam
bien en cualquier tr Consiguientemente, ha de creer que tiene
motivo para exigir a cada uno una satisfaccion semejante. Ha
blara, por tanto, de 10bello, como si la belleza fuera una cuali
dad del objeto eljuicio fuera 16gico(como si constituyera, me
diante concepto del objeto, un conocimiento del mismo), aunque
solo es estetico y no encierra mas que una relacion de la repre
sentaci6n del objeto con el sujeto, porque tiene, con el logico, el
parecido de que se puede presuponer en ella validez para cada
cual.er ~esa universalidad nopuede tarnpoco nacer de concep
tos, pues Ji1jhay transite alguno de los conceptos al sentirniento
de placer dolor (excepto en las leyes puras practicas, que, en
cambio, Uevan consigo un interes que no va unido alpuro juicio
de gusto). Consiguientemente, una pretensi6n ala validez para
cada cual, sin poner universalidad en objetos, debe ser inherente
al juicio de gusto, juntamente con la eoneiencia de la ausencia
en el mismo de todo interes, es decir, queullapretensi6n de uni-
versalidad subjetiva debe ir unida con 61.
-·· - ·-· ~ . , ·~ · ·-..~ .. . . . ._ . .N , . ._, ........... ..... ~ . ... .. .. .. . I I , _ _ . , . \ . . M ~ _N .~ .· I ~ . ,-, -. w;;~_ ~
SEGUNDO MOMENTO
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RiTI D EL JUI lO
MM NUEL K NT36
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g Las palabras entre parentesis faltan en la primera edici6n.
N del T
Esa determinaci6n particular de la universalidad de un jui
do estetico que se encuentra en un juicio de gusto es una cosa
notable, no por cierto para el logico, pero sf para el filosofo
trascendental, y exige de este no poco trabajo para descubrir
su origen, manifestando, en cambio, tambien una propiedad
de nuestra facultad de conocer, que hubiera permanecido des
conocida sin ese analisis,
Primeramente hay que convencerse totalmente de que, me
diante el juicio de gusto (sobre 10bello), se exige a
cada cual
la satisfaccion en un objeto, sin apoyarse en un concepto (pues
entonces sena esto el bien) y de que esa pretension de validez
universal pertenece tan esencialmente a un juicio mediante el
cual declaramos algo
bello
que sin pensarla en el, a nadie se
a universalidad de asatisfaccion es representada
en un juicio de gusto solo como subjetiva
§
8
nificacion de sentido organico, sino como facultad de juzgar
referente a 1 agradable. Asi, de un hombre que sabe tan bien
entretener a sus invitados con agrados (del goce, por todos los
sentidos), que todos encuentran placer, dlcese que tiene gusto.
Pero aquf la universalidad se toma solo comparativamente, y
aqui tan solo reglas
generales
(como son todas las empiricas)
y no
universales
siendo, sin embargo, estas ultimas las que el
juicio de gusto sobre 10bello requiere
y
pretende
alcanz ar
Es
un juicio en relacion con la sociabilidad, en cuanto esta des
cansa en reglas empfricas. En 1 que se refiere al bien, los jui
cios pretenden tarnbien tener, con raz6n, por cierto, validez
para todos. Pero el bien es representado como objeto de una
satisfaccion universal solo mediante un concepto, 1 eual no
es el caso ni de 1 agradable ni de 1 bello.
cual el dice de un objeto que le place, se limita tambien s6lo a
su perscna. As e s que cuando, verbigraCiiCdfc-e:«Ervi iib de
Canarias es agradable», admite sin dificultad que le corrija
otro la expresion y le reeuerde que debe decir: «Me es agrada
ble». Y esto, no s610en el gusto de la lengua, del paladar y de
la garganta, sino tambien en que puede ser agradable a cada
uno para los ojos
y
los
of os
Para uno, el color de la violeta es
suave y amable, para otro, muerto y mustio. Uno gusta del so
nido de los instrumentos de viento, otro del de los de cuerda.
Discutir para tachar de inexacto el juicio de otros, apartado del
nuestro, como si estuviera con este en logica oposicion, serfa
locura. En 1 que toea a 1 agradable, vale, pues, el principio
de que
cada uno tiene su gusto propio
(de los sentidos),
Con 10bello ocurre algo muy distinto. Seria (exactamente
al reyes) ridiculo que alguien que se preciase un tanto de gusto
pensarajustificarlo con estas palabras: «Ese objeto (el edificio
que vemos, el traje que aquel Ileva, el concierto que ofrnos, la
poesfa que se ofrece a nuestro juicio) es bello
para
t t» Pues
no debe llamarlo bello si solo a el le place. Muchas cosas pue
den tener para e1eneanto y agrado, que eso a nadie le importa;
pero, al estimar una cosa como bella, exige a los otros exacta
mente la misma satisfaccion; juzga, no solo para sf, sino para
cada cual, y habla entonces de la belleza como si fuera una
propiedad de las cosas. Por tanto, dice: La
os
es bella y, en
su juicio de la satisfaccion, no cuenta can la aprobacion de
otros porque los haya encontrado a menudo de acuerdo con su
juicio, sino que la
ex ige
de ellos. Los censura si juzgan de otro
modo y les niega el gusto, deseando, sin embargo, que 10ten
gan. Por tanto, no puede decirse: cada uno tiene su gusto par
ticular. Esto significarfa tanto como decir que no hay gusto al
guno, sea, que no hay juicio estetico que pueda pretender
legftimamente la aprobacion de todos.
Sin embargo, encuentrase tambien, en 1 que se refiere a 10
agradable, que en
el
juicio sobre este puede darse unanimidad
entre los hombres. Y entonces, con relacion a esta, niegase el
gusto a unos y s e Ie atribuye a otros, y no, por cierto, en la sig-
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MMANUEL KANT
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La palabra «logica» falta en 1aprimera edici6n. N.del T.
En la prirnera y segunda edicion dice: «De un juicio objetivo can vali-
dez omun» N.
del
T
En el
texr o
de las
tres
ediciones dice: «
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La solucion de este problema es la clave para la crftica del
gusto y por tanto, digna de toda atenci6n.
Si el placer en el objeto dado fuese 10primero y s6lo la uni-
versal comunicabilidad del mismo debiera ser atribuida, en el
juicio de gusto, ala representacion del objeto, semejante pro-
ceder estaria en contradiccion consigo mismo, pues ese placer
no serfa otra cosa que el mere agrado de la sensacion, y, por
tanto, segun su naturaleza, no podrfa tener mas que una vali-
dez privada, porque depende inmediatamente de la representa-
cion par 1acual el objeto
es dado
Asf, pues, la capacidad universal de cornunicacion del es-
tado espiritual, en la representacion dada, es la que tiene que
estar a la base del juicio de gusto, como subjetiva condici6n
del mismo, y tener, como consecuencia, el placer en el objeto.
Pero nada puede ser universalmente comunicado mas que el
conocimiento y la representacion, en cuanto pertenece al co-
nocimiento, pues s6lo en este caso es ella objetiva, s6lo me-
diante 61tiene un punto de relacion universal con el cualla fa-
cultad de representaci6n de todos esta obligada a concordar.
Ahora bien, si la base de determinaci6n del juicio sobre esa co-
municabilidad general de la representacion hay que pensarla
solo subjetivamente, que es, a saber, sin un concepto del ob-
jeto, entonces no puede ser otra mas que e1estado del espfritu
Investigaci6n de la cuestion de si en el juicio de gusto el
sentimiento de placer precede al juicio del objeto este
precede a aquel
privacion de todo aquello que pertenece a 10 agradable
y
al
bien, puede el llegar a estar seguro de la satisfaccion que r n
le queda; y esto es todo en 10que 61se promete la aprobacion
de cada cual, pretension a la cual tendra derecho, bajo esas
condiciones, si no faltase a menudo contra ellas, y por tanto,
no enunciase un juicio de gusto erroneo.
de los sentidos. Se diferencia del primero en esto, a saber: que
el juicio de gusto Ileva consigo una cantidad estetica de uni-
versalidad, es decir, de validez para cada hombre, la cual no
puede encontrarse en el juicio sobre 10agradable. S610los jui-
cios sobre el bien, aunque determinan tambien la satisfaccion
en un objeto, tienen universalidad logica y no solo estetica,
pues valen sobre el objeto como un conocimiento del mismo,
y
por eso valen para cada cual.
Si se juzgan objetos solo mediante conceptos, pierdese toda
representacion de belleza. Asi pues, no puede haber tampoco
regla alguna segun la cual alguien tuviera la obligacion de co-
nocer algo como bello. l,Es un traje, una casa, una flor bella?
Sobre esto no se deja nadie persuadir en su juicio por motivos
ni principios algunos. Queremos someter el objeto a
a
apre-
ciaci6n de nuestros ojos mismos, como l satisfaccion de-
pendiese de la sensaci6n, y sin embargo, cuando despues se
dice del objeto que es bello, creemos tener en nuestro favor un
voto general
y
exigimos Ia adhesion de todo el mundo, mien-
tras que toda sensaci6n privada no decide mas que para el con-
templador
y
su satisfacci6n.
Ahora bien, es de notar aquf que en el juicio del gusto no se
postula nada mas que un voto universal de esa clase, concer-
mente a la satisfacci6n sin ayuda de conceptos, por tanto, a la
posibilidad
de un juicio estetico que pueda
l
mismo tiempo
ser considerado como valedero para cada cual. El juicio de
gusto mismo no postula 1aaprobacion de cada cual pues esto
solo 10puede hacer uno logico universal, porque puede pre-
sentar fundamentos ; solo exige a cada cual esa aprobacion
como un caso de la regla, cuya confirmacion espera, no por
conceptos, sino por adhesion de los dernas. El voto universal
es, pues, s610una idea aquf no se investiga aiin sobre que des-
canse . Que el que cree enunciar un juicio de gusto, juzga en
realidad a medida de esa idea, es cosa que puede ser incierta;
pero que el lo refiere a ella, y, por tanto, que ha de ser un jui-
cio de gusto, 10declara 61mismo, mediante la expresion de be-
lleza. Pero para sf mismo, mediante la mera conciencia de la
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Ril C DELJUfCIO
MM N U L K N T
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La primera
y
la segunda edicion dicen «indeterminada».
N
del
T
dez universal subjetiva de la satisfaccion, que unimos con la
representaci6n del objeto llamado por nosotros bello.
Que el poder comunicar su estado de espfritu, aun solo en 1
que toea las facultades de conocer, lleva consigo un placer, po
driase mostrar facilmente por la inclinacion natural del hombre
ala sociabilidad empfrica y psicologicamente . Pero esto no
basta para nuestro proposito. El placer que sentimos, 10exigi
mos a cada cual en el juicio de gusto como necesario, como si
cuando llamamos alguna cosa bella hubiera de considerarse esto
como una propiedad del objeto, determinada en 61por concep
tos, no siendo, sin embargo, la belleza, sin relacion con el senti
miento del sujeto, nada en sf. Pero el examen de esta cuestion
debemos reservarlo hasta
des pues
de la contestacion a esta obra,
a saber: si y como sean posibles juicios esteticos
a priori.
Ocupemonos ahora aun con esta cuestion inferior: ide que
manera llegamos a ser concientes de una reciproca y subjetiva
concordancia de las facultades de conocer entre
en eljuicio de
gusto, esteticamente, mediante el mero sentido interior
y
la sen
sacion, intelectualmente mediante la conciencia de la intencio
nada actividad con que ponemos en juego aquellas facultades?
Si la representacion dada, ocasionadora del juicio de gusto,
fuera un concepto que juntara entendimiento e imaginacion en
el juicio del sujeto para un conocimiento del objeto, en ese
caso, la conciencia de esa relacion seria intelectual como en
el esquematismo objetivo del Juicio de que la Critics trata ;
pero entonees, el juicio no recaena en relaci6n con el placer
y
el dolor
y
por tanto, no serfa un juicio de gusto. Ahora bien, el
juicio de gusto determina el objeto, independientemente de
conceptos, en consideracion de la satisfaccion
y
del predicado
de la belleza. Asi, pues, aquella unidad de la relacion no puede
haeerse conocer mas que por la sensacion. La animacion de
ambas facultades la imaginacion y el entendirniento para una
actividad determinada 12 unanime, sin embargo, par 1aocasion
de la representacion dada, actividad que es la que pertenece a
que se da en la relacion de las facultades de representar unas
con otras en cuanto estas refieren una representaci6n dada
conocimiento general.
Las facultades de conocer, puestas en juego mediante esa
representacion, estan aquf en un juego libre, porque ningun
concepto determinado las restringe a una regia particular de
conocimiento. Tiene, pues, que ser el estado de espfritu, en
esta representaci6n, el de un sentimiento dellibre juego de las
facultades de representar, en una representaci6n dada para un
conocimiento en general. Ahora bien, una representaci6n me
diante la cual un objeto es dado, para que de ahi salga un co
nocimiento en general, requiere la imaginacion para combi
nar diverso de la intuicion,
y
el entendimiento para la
unidad del concepto que une las representaciones. Ese estado
de un libre juego de las facultades de conocer, en una repre
sentaci6n, mediante la cual un objeto es dado, debe dejarse
comunicar universalmente, porque el conocimiento, como de
terminacion del objeto con la cual deben concordar represen
taciones dadas cualquiera que sea el sujeto en que se den , es
el unico modo de representacion que vale para cada cual.
La universal comunicabilidad subjetiva del modo de repre
sentacion en un juicio de gusto, debiendo realizarse sin presu
poner un concepto, no puede ser otra cosa mas que el estado
de espfritu en ellibre juego de la imaginacion y del entendi
mien to en cuanto estos concuerdan recfprocamente, como
ella es necesario para un conocimiento en general teniendo
nosotros conciencia de que esa relacion subjetiva, propia de
todo conocimiento, debe tener igual valor para cada hombre
y
consiguientemente, ser universalmente comunicable, como 10
es todo conocimiento determinado, que descansa siempre en
aquella relaci6n como condicion subjetiva.
Este juicio, meramente subjetivo estetico , del objeto de
la representacion que 1 da, precede, pues, al placer en el
mismo
y
es la base de ese placer en 1aarmenia de las faculta
des de conocer; pero en aquella universalidad de las condicio
nes subjetivas del juicio de los objetos fiindase solo esa vali-
5RinCA DEL JCJlCIO
MMANUEl KANT
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s palabras entre parentesis no estan en la primera edici6n. N. del T.
timiento del placer 10 es , dirfase que el fin es el objeto de un
concepto, en cuanto este es considerado como la causa de aquel
la base real de su posibilidad , La causalidad de un concepto,
en consideraci6n a su
objeto,
es la fi.nalidad
(forma finalis).
Asf, pues, donde se piensa no s610 el conocimiento de un ob
jeto, sino el objeto mismo su forma 0 existencia como efecto
posible tan solo mediante un concepto de este ultimo, allf se
piensa un fin. La representaci6n del efecto es qu fel motivo de
determinacion de su causa y precede a esta ultima. La concien
cia de la causalidad de una representacion en relacion con el
estado del sujeto, para conservarlo enese mismo estado, puede
expresar aquf, en general, 10que se llama placer; dolor es, al
contrario, aquella representacion que encierra el fundamento
para determinar el estado de las representaciones hacia su pro
pio contrario tenerlas alejadas 0 despedirlas 13.
La facultad de desear, en cuanto es determinable s610 por
conceptos, es decir, por la representacion de obrar segun un
fin, seria la voluntad. Dfcese de un objeto de un estado del
es pf ritu
tambien de una
ccion
que es final, aunque
su
posi
bilidad no presuponga necesariamente la representacion de un
fin, solo porque su posibilidad no puede ser explicada y con
cebida por nosotros mas que admitiendo a su base una causali
dad segiin fines, es decir, una voluntad que la hubiera orde
nado segun la representaci6n de una cierta regla, La finalidad
puede, pues, ser fin, en cuanto nosotros no ponemos las causas
de esa forma en una voluntad, sin poder, sin embargo, hacer
nos concebible la explicacion de su posibilidad mas que dedu
ciendola de una voluntad. Ahora bien, no tenemos siempre ne
cesidad de considerar con la razon segtin su posibilidad
aquello que observamos. ASI, una finalidad segun la forma,
aun sin ponerle a la base un fin como materia del nexusfina-
lis),
podemos, pues, al menos observarla y notarla en los obje
tos, aunque no mas que por 1areflexion.
7RiTIC' . D£ LJUICIO
Si se quiere definir
que sea un fin, segun sus determina
ciones trascendentales sin presuponer nada ernpfrico, y el sen-
De lafinalidad en general
§
10
de los juicios de gusto segun la «relacion; de los fines
que es en ellos considerada
TERCER MOMENTO
Bello
es 10que, sin concepto, place universalmente.
Definici6n de lo bello deducida del segundo momenta
un conocimiento en general, es la sensacion cuya comunicabili
dad universal postula el juicio de gusto. Una relacion objetiva,
si bien nopuede ser mas que pensada, sin embargo, en cuanto,
segun sus condiciones, es subjetiva, puede ser sentida en el
efecto sobre el espfritu; y de una re1aci6nsin concepto alguno a
su base como 1ade las facultades de representaci6n con una fa
cultad general de conocer no hay otra conciencia posible mas
que mediante 1a sensaci6n del efecto, que consiste en el juego
faci1itado de ambas facultades del espfritu la imaginaci6n y el
entendimiento , anirnadas por una concordancia recfproca.
Una representacion que sola y sin comparaci6n con otras,
tiene, sin embargo, una concordancia con las condiciones de la
universalidad, que constituye el asunto del entendimiento en
general, pone las facultades de conocer en la disposici6n pro
porcionada que exigimos para todo conocimiento,
y
que tene
mos consiguienternente por valedera para todo ser que este
determinado ajuzgar mediante entendimiento
y
sentidos para
todo hombre .
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Lo bello tiene de
orm n
con 1 sublime que ambos placen
por sf mismos. Ademas, ninguno de los dos presupone un jui
cio sensible determinante, ni un juicio logico deterrninante,
sino un juicio de reflexi6n; consiguientemente, la satisfacci6n
26 Marsden, viajero ingles, escribio una History ofSumatra 3. ed., Lon
dres, 1811).
N delT
Trdnsito de lafacultad de juzgar bello
de
sublime
§ 23
LIBRO SEGUNDO
ANALITICA DE LO SUBLIME
chas veces y durante largo tiempo. Pero en esto probablemente
confundimos nuestra simpatia por Ia alegrfa de un pequefio
animalito amable con la belleza de su canto, que, cuando es
imitado exactamente por el hombre como OCUITe veces con
el canto del ruisefior), parece a nuestros oi do s totalmente des
provisto de gusto.
Hay que distinguir min los objetos bellos de los aspectos
bellos de los objetos que a menudo, por el alejamiento, no
pueden ser conocidos claramente). En estos ultimos parece el
gusto fijarse no tanto en 1 que imaginacion aprehende en ese
campo, como en
1
que sobre €l tiene ocasion de figur r es
decir, propiamente en las fantasias con que se entretiene el es
pfritu cuando la diversidad con que el ojo tropieza 10despierta
continuamente; asi, por ejemplo, ocurre cuando se miran las
figuras cambiantes de un fuego de chimenea de un arroyo
que corre, los cuales, sin ser ninguno de los dos bellezas, lle
van consigo, sin embargo, un encanto para la imaginacion,
porque mantienen su libre juego.
gla pone justamente el caso en donde el gusto puede mostrar
su mayor perfecci6n en proyectos de la imaginaci6n.
Todo 1 rfgido-regular 1 que se acerca ala reguJaridad rna
ternatica) lleva consigo algo contrario al gusto, y es que no
proporciona un entretenirniento largo con su contemplaci6n,
sino que, en cuanto no se endereza decididamente al conoci
miento
a un fin practice determinado, produce fastidio. En
cambio, aquello en donde la imaginaci6n puede jugar sin vio
lencia y conforme a su fin es para nosotros siempre nuevo, y
no nos cansamos de mirarlo. Marsden 26 en su descripci6n de
Sumatra, hace la observaci6n de que las beUezas libres de la
naturaleza rodean al espectador siempre las mismas por todos
lados, y, por tanto, tienen para 61ya poco atractivo; en cambio,
encontrando, en medio de un bosque, un huerto de pimienta,
en donde las estacas alrededor de las cuales crece esa planta
formaban avenidas en Iineas paralelas, experiment6 en ella un
gran encanto: de aquf saca la conclusion de que la belleza sal
vaje,
a1
parecer, sin regla alguna, no place, por el cambio, mas
que a quien st ya saciado de belleza regular. Pero con que
hubiera hecho Ia prueba de estarse un dfa en su huerto de pi
rnienta se hubiera apercibido de que cuando el entendimiento
se ha sumido, mediante la regularidad, en Ia disposici6n para
el orden que necesita por todas partes, el objeto no le distrae,
y, a largo tiempo, mas bien hace una violencia inc6moda a
imaginaci6n, y de que, en cambio, la naturaleza, que allf es
pr6diga en diversidades hasta la exuberancia,
y
que no esta so
metida a la violencia de reglas artificiales, podria dar a su
gusto un alimento constante. El canto mismo de los pajaros,
que no podemos reducir a reglas musicales, parece encerrar
mas libertad y, por tanto, mas alimento para el gusto que el
canto humano mismo dirigido segiin todas las reglas musica
les, porque este ultimo mas bien hastfa cuando se repite mu-
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RfTlC DEL JUlCIO
MM NU L K NT
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por el, la satisfaccion en 10sublime merece llamarse, no tanto
placer positivo como, mejor, admiraci6n 0 respeto, es decir, pla-
cer negativo.
Pero la diferencia mas i.mportante e intern a entre 10 su-
blime y 10bello es la siguiente: que si, como es justo, consi-
deramos aqui primeramente s61010 sublime en objetos de la
naturaleza 10 sublime del arte se limita siempre a las condi-
ciones de Ia concordanci.a con la naturaleza), la belleza natu-
ral la independiente) parece ser una finalidad en su forma,
mediante la cual el objeto parece, en cierto modo, ser deter-
minado de antemano para nuestro Juicio; en cambio, 10 que
despierta en nosotros, sin razonar, 8610en la aprehension, el
sentimiento de 10 sublime, podra parecer, segun SLl forma,
desde luego, contrario a un fin para nuestro Juicio, inade-
cuado a nuestra facultad de exponer y, en cierto modo, vio-
lento para la imaginaci6n; pero sin embargo, s610por eso sera
juzgado tanto mas sublime.
Par esto, empero, se ve, desde luego, que nos expresamos
con total falsedad cuando llamamos sublime algun objeto de
Lanaturaleza
aunque podamos correctamente Hamar bellos
muchos de entre ellos, pues l,c6mo puede designarse con una
expresion de aplauso 10que es aprehendido en sf como contra-
rio a un fin? S610podemos decir que el objeto es propio para
exponer una sublimidad que puede encontrarse en el espfritu,
pues propiamente sublime no puede estar encerrado en
forma sensible alguna, sino que se refiere tan s610 a ideas de la
razon, que, aunque ninguna exposiciou adecuada de elIas sea
posible, son puestas en movimiento y traidas al espfritu jus-
tamente por esa inadecuacion que se deja exponer sensible-
mente. Asi, no se puede llamar sublime el amplio oceano en
irritada tormenta. Su aspecto es terrible, y hay que tener el es-
pfritu ya ocupado con ideas de varias clases para ser determi-
nado, por una intuicion semejante, a un sentimiento que 61
mismo es sublime, viendose el espfritu estimulado a dejar la
sensibilidad y a ocuparse con ideas que encierran una finali-
dad mas elevada.
no depende de una sensacion, como la de agradable, ni de
un concepto determinado, como la satisfaccion en el bien,
siendo, sin embargo, referida a conceptos, aunque sin determi-
nar a cuales; por tanto, la satisfaccion se enlaza con la mera
exposicion 0 facultad de la misma, mediante 10 cualla facul-
tad de exposicion imaginacion es considerada, en una intui-
cion dada, en conformidad con lafacuLtad de los conceptos
del entendimiento de la razon como impulsion de esta u l-
tima. De aquf tambien que los juicios de esas dos clases sean
particulares, y se presenten, sin embargo, como universal-
mente valederos en consideracion del sujeto, aunque no ten-
gan pretension mas que al sentimiento de placer y no a un co-
nocimiento del objeto.
Pero hay tambien entre ambos diferencias considerables,
que estan a la vista. Lo bello de la naturaleza se refiere ala
forma del objeto, que consiste en su limitacion;
sublime, al
contrario, puede encontrarse en un objeto sin forma, en cuanto
en 61,u ocasionada por el, es representada
ilimitacion
y pen-
sada, sin embargo, una totalidad de la misma, de tal modo que
parece tomarse 10bello como la exposicion de un concepto in-
deterrninado del entendimiento, y 10 sublime como la de un
concepto semejante de la razon, As es Ia satisfacci6n unida
allf con la representacion de la cualidad; aquf, empero, con la
de la
cantidad
Tambien esta ultima satisfaccion es muy dife-
rente de la primera, segun la especie, pues aquella 1 bello)
neva consigo directarnente un sentimiento de impulsi6n a la
vida, y, por tanto, puede unirse con el encanto y con una ima-
ginaci6n que juega, y esta, en cambia el sentimiento de 10su-
blime), es un placer que nace solo indirectamente del modo si-
guiente: produciendose par medio del sentimiento de una
suspension mornentanea de las facultades vitales, seguida in-
mediatamente por un desbordamiento tanto mas fuerte de las
mismas; y asi, como ernocion, parece ser, no un juego, sino
seriedad en la ocupacion de la imaginacion. De aquf que no
pueda unirse con encanto; y siendo el espfritu, no s610 atraido
por el objeto, sino sucesivamente tambien siempre rechazado
RiTIC D L JU IC JO
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En que se refiere a la division de los momentos del juicio
estetico, en relacion con el sentimiento de 10sublime, podra la
analftica seguir adelante segun el mismo principio que em-
pezo en el analisis de los juicios de gusto, pues como
J
uicio
reflexionante estetico, debe satisfaccion en
1
sublime,
como l de 10bello, ser de un valor universal, segun la
canti-
dad;
carecer de
interes
segiin la
cualidad;
hacer representable
una finalidad subjetiva, segun la
relacion y
hacerla represen-
table como necesaria, segun la modalidad El rnetodo, aqut,
no se apartara, pues, del de la anterior seccion, a menos que
haya que tenerse en cuenta que allf en donde el juicio estetico
se referia a la forma del objeto, cornenzamos por la investiga-
cion de la cualidad, yaqui, en cambio, a causa de la falta de
forma que puede haber en 1 que llamamos sublime, comenza-
remos con la cantidad como primer momento del juicio este-
tico sobre 1 sublime; pero el motivo de esto se ve en los parra-
fos anteriores.
Pero hay una division que el analisis de 1 sublime necesita,
y que no necesito el de 10bello; es, a saber: la de
sublime ma-
temdtico
y
sublime dindmico
Pues como el sentimiento de 1 sublime lleva consigo, como
caracter suyo, un movimiento del espfritu unido con el juicio
del objeto, y en cambio, el gusto, en 10bello, supone y man-
tiene el espfritu en contemplaci6n
reposada
y como ese mo-
vimiento debe ser juzgado como subjetivamente final porque
10sublime place , resulta que sera referido porIa imaginacion,
o a
lafacultad de conocer;
0 a
lafacultad de desear;
pero, en
ambas relaciones, la finalidad de Ia representacion dada sera
juzgada solo en consideracion de esasfacultades sin fin ni in-
teres , como entonces la primera es afiadida al objeto como
una disposici6n m temdtic la segunda como una disposicion
De la division de una investigacion del sentimiento
de lo sublime
§ 24
a belleza independiente natural nos descubre una tecnica
de la naturaleza que la hace representable como un sistema,
segun leyes cuyo principio no encontramos en toda nuestra
facultad del entendimiento, y este es l de una finalidad con
respecto al uso del Juicio, en 10que toea a los fenornenos, de
tal modo que estes han de set juzgados como pertenecientes
no solo a la naturaleza en su mecanisme sin finalidad, sino
tambien a la analogfa con el arte. Aquella, pues, no amplfa,
desde luego, nuestro conocimiento de los objetos de la natu-
raleza, pero sf nuestro concepto de la naturaleza, aiiadiendo
al mero mecanismo el concepto de ella como arte, 10emil in-
vita a profundas investigaciones sobre la posibilidad de se-
mejante forma. Pero en 10que tenemos costumbre de Hamar
sublime no hay nada que conduzca a principios objetivos par-
ticulares y a formas de la naturaleza que de estes dependan,
pues esta despierta la idea de 10sublime, las mas de las ve-
ces, mas bien en su caos
en su mas salvaje e irregular de-
sorden destruccion, con tal de que se vea grandeza y fuerza.
Por esto vemos que el concepto de 10 sublime en la natura-
leza no es, ni con mucho, tan importante y tan rico en deduc-
ciones como el de la belleza en la misrna, y que no representa
absolutamente nada de finalidad en la naturaleza misma, sino
solo en el
usa
posible de sus intuiciones para hacer sensible
en nosotros una finalidad totalmente independiente de la na-
turaleza. Para 10bello de la naturaleza tenemos que buscar
una base fuera de nosotros; para
1
sublime, empero, solo en
n080tr08 y en el modo de pensar que pone sublimidad en
representacion de aquella. Esta es una nota previa muy nece-
saria, que separa totalmente la idea de 10 sublime de la de
una finalidad de la naturaleza; y hace de su teoria un simple
suplemento al juicio estetico de la finalidad de la naturaleza,
porque mediante la idea de 1 sublime no es representada
forma alguna particular de la naturaleza, sino que solo es de-
sarrollado un uso conforme a fin, que la imaginacion hace de
su representacion.
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RiTlCA DEL IV/C/o
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Sublime
llamamos
que es
absolutamente grande.
Ser
grande, empero, ser una magnitud, son conceptos totalmente
distintos
magnitude
y
quantitas.
Igualmente,
decir sencilla-
mente simpliciter que alga es grande, es tambien totalmente
distinto de decir que alga es absolutamente grande absolute,
non comparative magnum .
Lo ultimo
es
aquello
que es grande
por encima de toda comparacion.
Ahara bien: l,que quiere de-
cir la expresion alga es grande,
pequefio, a mediano? Lo que
mediante ella es indicado no es un puro concepto del entendi-
miento; menos aiin una intuicion sensible, y tampoco un con-
cepto de la razon, porque no lleva consigo principio alguno del
conocimiento. Tiene que ser, pues, un concepto del Juicio, a
provenir de uno de estes, y tener su base una finalidad subje-
tiva de la representacion en relacion can el Juicio. Que algo es
una magnitud quantum , se puede conocer par Ia cosa misma,
sin comparacion alguna con otras, a saber: cuando una plurali-
dad de
identico, juntado, constituye un uno. Pero el como
sea de grande
exige siempre otra cosa, que tambien es una
magnitud para medirlo. Pero como en el juicio sobre la magni-
tud importa no solo la pluralidad el mimero , sino tambien la
magnitud de la unidad de medida , y como la magnitud de esta
necesita siempre de nuevo otra cosa como medida can que se
la pueda comparar, asf vemos que toda determinaci6n de mag-
nitud de los fen6menos no nos puede dar, de ningun modo,
concepto alguno absoluto de una magnitud, sino solamente
siernpre un concepto de comparaci6n.
Definicion verbal de lo sublime
A DE LOSUBLIMEMATEMknco
dindmica
de la imaginaci6n, de aquf que aquel sea represen-
tado como sublime en esa pensada doble manera.
Ahora bien: cuando digo sencillamente que alga es grande,
parece que no tengo en el sentido comparaci6n alguna, al me-
nos, can una medida objetiva, pues mediante aquello no se de-
termina de ningun modo cuan grande el objeto sea. Pero aun-
que la medida de Ia comparacion sea subjetiva, no deja par
eso el juicio de pretender una aprobacion universal; los juicios
como: el hombre es bello y 61es grande no se limitan al sujeto
s610, sino que desean, como los juicios teoricos, la aprobacion
de cada cual.
Pero como en un juicio mediante el cual algo es sencilla-
mente indicado como grande no se quiere decir solamente que
el objeto tiene una magnitud, sino que esta le es atribuida, al
mismo tiempo, can ventaja sobre otros muchos objetos de
igual especie, sin que se declare determinadamente esa ven-
taja, resuita que se pone, de seguro, a la base del juicio una
medida que se supone poder ser aceptada como exactamente
la misma por todo el mundo, pero que no e s aplicable a ningun
juicio 16gico matematicamente determinado, sino solo al jui-
cio estetico de la magnitud, porque es una medida meramente
subjetiva que esta a la base del juicio que reflexiona sobre
magnitudes. Por demas, puede ella ser empfrica, como, por
ejempIo, la magnitud media de los hombres conocidos por no-
sotros, de animales de una determinada especie, de arboles,
casas, montes, etcetera, puede ser una medida
a priori,
la
cual, por la imperfeccion del sujeto que juzga, es limitada a
condiciones subjetivas de Ia exposicion
in concreto,
como es,
en 10practice,
la
magnitud de una cierta virtud a de Ia libertad
y justicia ptiblicas en un pais,
en 10 teorico, la magnitud de
la exactitud
inexactitud de una observacion a de una medida
hechas y otras.
Ahora bien: aquf es de notar que, aunque no tengamos inte-
res alguno en el objeto, es decir, que su existencia nos sea in-
diferente, sin embargo, la mera magnitud del mismo, incluso
cuando se Ie considera como informe, puede llevar consigo
una satisfaccion universalmente comunicable, y, par tanto, en-
cierra la conciencia de una finalidad subjetiva en el uso de
§25
RiTlC DEl JUlCIOMM NUEL K NT
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La apreciacion de las magnitudes mediante conceptos de
mimeros
sus signos en el algebra) es matematica; pero la de
la mera intuicion por la medida de los ojos) es estetica, Ahora
bien: no podemos adquirir conceptos determinados de c6mo
sea de grande una cosa mas que por rnimeros en todo caso,
De la apreciacion de las magnitudes de las casas
naturales exigi para la idea de lo sublime
§
26
considerado en otra relacion, ser rebajado hasta
10
infinita
mente
pe quefio
y, al
re ves
nada tan
pequeiio
que no pueda, en
cornparacion can medidas mas pequefias aun, ampliarse en
nuestra imaginacion hasta el tamafio de un mundo. EI telesco
pio nos ha dado una rica materia para hacer Ia primera obser
vacion; el microscopio, para la segunda. Nada, por tanto, de
10
que puede ser objeto de los sentidos puede llamarse sublime,
considerandolo de ese modo. Pero justamente porque en nues
tra imaginacion hay una tendencia a progresar en
10
infinito y
en nuestra razon una pretension de totalidad absoluta, como
idea real, par eso esa misma inadecuacion de nuestra facultad
de apreciar las magnitudes de las cosas en el mundo sensible
es, para esa idea, el despertar del sentimiento de una facultad
suprasensible en nosotros, yel uso que el Juicio hace natural
mente de algunos objetos para este ultimo el sentimiento),
pero no el objeto de los sentidos, es
10
absolutamente grande,
siendo frente a el todo otro uso pequefio, Por tanto, ha de lla
marse sublime, no ei objeto, sino
disposicion del espfritu,
mediante una cierta representacion que ocupa el Juicio refle
xionante.
Podemos, pues, afiadir a las anteriores forrnas de la defini
cion de sublime esta mas:
Sublime es 10que s610porque se
puede pensar; demuestra unafacultad del espiritu que supera
toda medida de los sentidos
nuestras facultades de conocer, pero no una satisfaccion en el
objeto, como en 10 bello puesto que puede ser informe), en
donde el Juicio reflexionante se encuentra dispuesto como
conforme a un fin en relacion con el conocimiento en general,
sino una satisfaccion en el ensanchamiento de Ia imaginacion
en sf m isma.
Cuando nosotros bajo la citada limitacion) decimos senci
llamente de un objeto que es grande, no es este unjuicio deter
minante-matematico, sino un mere juicio de reflexion sabre la
representacion de aquel, la cual tiene una finalidad subjetiva
para un determinado uso de nuestras faeuItades de eonocer en
Ia apreciacion de las magnitudes;
y
entonees unimos a la re
pres ent ac ion siempre una especie de respeto, asf como a aque
que llamamos sencillamente pequefio unimos un despre
cio. Por 10 demas, el juicio de las cosas como gran des
pequefias se aplica a todo, incluso a todas las propiedades de
las mismas: de aquf que, incluso la belleza la llarnernos grande
a pequefia, y la base de esto hay que buscarla en que 10 que
quiera que sea que expongamos en la intuicion y, por tanto,
representemos como estetico), segun prescripcion del Juicio,
todo ello es fenomeno, y, par tanto, tambien un
quantum
Pero cuando llamamos una eosa, no soIamente grande, sino
grande de todos modos, absolutamente, en todo respeeto so
bre toda comparacion), es decir, sublime, se ve en seguida que
no eonsentimos en buscar para ella, fuera de ella, una medida
que le eonvenga, sino s610 consentimos en buscarla dentro
de ella.
Es una magnitud que solo a
sf
rnisma es igual. De aqui se
colige que se ha de buscar
sublime, no en las casas de Ia na
turaleza, sino solamente en nuestras ideas; determinar, em
pero, en cual de ellas se eneuentra, debemos dejarlo para la
deducci6n.
La definicion anterior puede expresarse tambien asf:
Su-
blime es aquello en comparacion can 10cual toda otra cosa es
pequeiia
Se ve facilmente por esto que nada puede darse en la
naturaleza, pOl muy grande que 10juzguemos, que no pueda,
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stncs
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27 Savary, duque de Rovigo, el famoso general que fue ministro de la Po
licfa eon Napoleon I y aeompaii.6 a este en la expedicion de Egipto. N. del T
hension no tiene ella nada que temer, pues con ella puede ir al
infinito; pero la comprension se hace tanto mas diffcil cuanto
mas lejos retrocede la aprehension,
pronto llega a su ma
ximo, a saber, al maximo quantum estetico de apreciacion,
pues cuando la aprehensi6n ha llegado tan lejos que las repre
sentaciones pareiales de la intuicion sensible, primeramente
aprehendidas, empiezan ya a apagarse en la imaginacion, re
trocediendo esta para aprehender algunas de ellas, entonees
pierde por un lado 1 que par otro gana,
hay en la eompren
sion un maximo del cual no puede pasar.
Puede explicarse asi 1 que Savary 27, en sus noticias sobre
Egipto, observa, que es que no hay que aeercarse mucho ni
tampoco alejarse mucho de las piramides para experimentar
toda la ernocion de su magnitud, pues en este ultimo caso, las
partes aprehendidas las piedras, unas sabre otras son repre
sentadas oscuramente, y su representaei6n no haee efecto al
guno en el juicio estetico del sujeto. Pero en el primer caso, la
vista necesita algun tiempo para terminar la aprehensi6n de
los pIanos desde la base a la punta, y entonces apaganse siem
pre, en parte, los primeros, antes de que la imaginacion haya
recibido los iiltimos, y la comprension no es nunea eompleta.
Lo mismo puede bastar tambien para explicar el estupor a es
peeie de perplejidad que, segun cuentan, se apodera del espec
tador, a su primera entrada en la Iglesia de San Pedro, en
Roma. Pues aquf es un sentimiento de la diseonformidad de su
imaginacion can la idea de un todo, para exponerla en donde
la imaginacion alcanza su maximo, y, en el esfuerzo para en
saneharlo, recae sobre sfmisma,
y
mediante todo eso, se sume
en una emocionante satisfaccion,
No quiero aun adelantar nada sobre el fundamento de esa
satisfaccion, el eual esta unido con una representacion de la
que menos se podia esperar eso y que nos hace notar la dis-
aproximaciones por series de mimeros, progresando en 10infi
nito , cuya unidad es 1amedida; y en este respecto, toda apre
ciacion logica de las magnitudes es maternatica. Pero como la
magnitud de la medida hay que admitirla, sin embargo, como
conocida, esta medida no debiera apreciarse a su vez mas que
par mimeros, cuya unidad tendna que ser otra medida, es de
cir, matematicamente, no podrfamos nunca tener una medida
primera
fundamental, y, por tanto, concepto a1gunodetermi
nado de una magnitud dada. Asi, pues, la apreciacion de la
magnitud de la medida fundamental tiene que consistir sola
mente en que se la pueda aprehender inmediatamente en una
intuicion y usarla par medio de la imaginacion para la exposi
cion de los conceptos de numero, es decir, toda apreciacion de
magnitudes de los objetos de Ia naturaleza es, en ultimo ter
mino, estetica es decir, subjetiva y no objetivamente determi
nada .
Ahora bien: para la apreciacion matematica de las magnitu
des no hay ningun maximo pues 1afuerza de los mimeros va
al infinito ; pero para la apreciacion estetica de las magnitudes
hay, en cambia, un maximo, y de este digo que cuando es juz
gada como una medida absoluta por eneima de la eual no es
posible ninguna subjetiva mayor para el sujeto que juzga ,
entonces lleva consigo la idea de
1
sublime y determina aque
lla emocion que ninguna apreciacion matematica de las mag
nitudes por media de mimeros a no ser que aquella medida
fundamental sea eonservada allf viviente en la imaginacion
puede producir, porque esta ultima expone siempre solamente
las magnitudes relativas par comparacion con otras de la
rnisma clase, y aquella primera expone las magnitudes absolu
tamente en cuanto espfritu puede aprehenderlas en una in
tuicion.
Para recibir intuitivamente en la imaginacion un quantum, a
fin de poder usario como medida a como unidad para la apre
ciacion de magnitudes por media de mimeros, se requieren
dos aetividades de aquella faeultad:
aprehension apprehen-
sio y comprension comprehensio aesthetica . Can la apre-
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una apreciacion, por cierto, que ha side llevada hasta la dis
conformidad de nuestra facultad de la imaginacion en la expo
sicion del concepto de una magnitud?
La imaginacion marcha, en la comprension que es necesaria
para la representacion de magnitudes, par sf misma, adelante
en el infinito; el entendimiento, empero, la conduce par medio
de conceptos de numeros, para cual ella tiene que dar el es
quema, y en este proceder, como perteneciente a la aprecia
cion logica de las magnitudes, si bien hay algo de finalidad
objetiva segun el concepto de un fin cada medida es uno
de ellos , nohay nada final para el juicio estetico ni nada que de
placer. No hay tampoco, en esa intencionada finalidad, nada
que obligue a elevar la magnitud de la medida, y, por tanto, de
la comprension de Ia pluralidad en una intuicion, hasta eI li-
mite de la facultad de la imaginacion, por muy lejos que esta
pueda lIegar en exposiciones. Pues en la apreciacion de las
magnitudes por el entendimiento aritmetica se llega igual de
lejos, elevese la comprension de las unidades hasta el rnimero 10
en la decadica , solo hasta el 4 en la tetractica ; pero la
posterior formaci6n de magnitudes en el comprender,
cuando el
quantum
es dado en la intuicion, en el aprehender,
se realiza solo progresivamente no comprensivamente segiin
un principio de progresion adoptado. En esta apreciacion ma
tematica de las magnitudes, si Ia imaginacion elige como uni
dad una magnitud que se pueda aprehender de un golpe de
vista, verbigracia, un pie
°
una vara, el entendimiento se en
cuentra tan bien servido y tranquilizado como si elige una
milla alemana a todo un diametro terrestre, cuya aprehensi6n
es ciertamente posible, pero no la comprension en una intui
cion de l imaginacion no mediante la comprehensio aesthe-
tica aunque sf mediante la comprehensio logica en un con
cepto de mimero . En ambos casos, la apreciacion logic a de
las magnitudes va sin traba hasta el infinito.
Ahora bien: el espfritu oye en sf la voz de Ia razon, que en
todas las magnitudes dadas, incluso en aqueUas que, aunque
no puedan nunca ser totalmente aprehendidas, son, sin em-
conformidad, y consiguientemente tambien Ia objetiva falta de
finalidad de la representaci6n para el juicio en la apreciaci6n
de las magnitudes: me limito a observar que si el juicio este
tico ha de darse
puro sin mezcla dejuicios teleologicos
como
juicios de raz6n , y con el un ejemplo totalmente adecuado a
la Critica del Juicio estetico hay que mostrar
sublime, no
en los productos del arte verbigracia, edificios, colurnnas,
etc. , donde un fin humane determina, tanto la forma como
l
magnitud, ni en las cosas naturales
cuyo concepto lleve ya
consigo un determinado fin
verbigracia, animales de una de
terminacion natural conocida , sino en la naturaleza bruta y
aun en esta solo en cuanto no lleve consigo, en si, encanto al
guno emoci6n de verdadero peligro , en cuanto solamente
encierra magnitud, pues en esta clase de representaci6n, la na
turaleza no contiene nada que sea monstruoso ni esplendido
ni horrible : 1a magnitud aprehendida puede ser todo 10 au
mentada que se quiera, con tal de que pueda ser comprendida
por la imaginaci6n en un todo.
Monstruoso
es un objeto que,
por su magnitud, niega el ll que constituye su propio
concepto
Pero
colosal
se llama la rnera exposicion de un concepto casi
demasiado grande para toda exposicion que confina con
relativamente monstruoso , porque el fin de la exposicion de
un concepto se encuentra dificultado, por ser la intuicion del
objeto casi demasiado grande para nuestra facultad de apre
hender. Un juicio puro sobre sublime empero, no debe tener
como fundamento de determinacion fin alguno del objeto, si
ha de ser estetico, y no confundirse con algiin juicio de enten
dimiento de razon.
Ya que todo 10que debe complacer sin interes al juicio me
ramente reflexionante tiene que llevar consigo, en su repre
sentacion, finalidad subjetiva, y, como tal, de valor universal;
y como, sin embargo, aqui no hay, a la base del juicio, finali
dad alguna de
laforma
del objeto como hay en bello se
pregunta: iCuaI es esa finalidad subjetiva? l.Quien la pres
cribe como norma para proporcionar un fundamento ala satis
faccion universal en Ia mera apreciacion de las magnitudes, en
9R/TiCA OEL U C o
MMANUEL KANT
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decuacion incluso del mayor esfuerzo de nuestra imagina
cion para la apreciaci6n de la magnitud de un objeto. Ahora
bien: para la apreciaci6n matematica de las magnitudes, la ima
ginacion esta adecuada can todo objeto para darles una me
dida suficiente, porque los conceptos de mimero del entendi
miento pueden adecuar, por progresion, toda medida a toda
magnitud dada. Tiene, pues, que ser en la apreciacion
estetica
de las magnitudes en donde el esfuerzo para la comprensi6n
supere a la facultad de la imaginacion, en donde se sienta la
aprehension progresiva, para concebir en un todo de la intuicion
y se perciba al mismo tiempo, ademas, Ia inadecuaci6n de esa
facultad sin lfrnites en el progresar, para aprehender una me
dida fundamental que sirva, con el menor empleo del entendi
miento, a la apreciacion de las magnitudes y para aplicarla a la
apreciacion de las mismas. Ahora bien: la medida fundamen
tal propiamente inmutable de la naturaleza es el todo absoluto
de la misma, el cual, en ella, como fenomeno, es una infinidad
comprendida. Pero como esa medida fundamental es un con
cepto contradictorio a causa de la imposibilidad de la abso
luta totalidad de un progreso sin fin), aquella magnitud de un
objeto natural, en la cualla imaginaci6n emplea toda su facul
tad infructuosamente, tiene que conducir el concepto de la na
turaleza a un substrato suprasensible que esta a su base y tam
bien a la de nuestra facultad de pensar), que es grande par
encima de toda medida sensible, y nos permite juzgar como
sublime no tanto el objeto como mas bien Ia disposici6n del
espfritu en la apreciaci6n del mismo.
Asl, pues, el Juicio estetico, as como en el juicio de 1 bello
refiere la imaginacion, en su libre juego, al
entendimiento
para
concordar can los
conceptos
de este en general sin determi
nacion de ellos), de igual modo en el aprecio de una cosa
como sublime refiere la misma facultad a la
razon
para con
cordar con las ideas de esta sin determinar cuales), es decir,
para producir una disposicion del espfritu adecuada compa
tible con la que el influjo de determinadas ideas practicas)
produciria en el espfritu.
bargo en la representacion sensible), juzgadas como total
mente dadas, exige totalidad,
y
por tanto, comprension en una
intuici6n, pide una exposici6n para todos aquellos miembros
de una serie de mimeros en progresion creciente, e incluso no
excepuia de esa exigencia 10 infinito espacio
tiempo pa
sado), sino que hasta hace inevitable el pens arlo en el juicio
de la raz6n cormin) como totalmente segun su totalidad)
dado
La infinito, empero, es absolutamente no solo comparati
vamente) grande. Comparado con 61,todo 10otro magnitudes
de la misma especie) es pequeiio. Pero esto es 1 mas impor
tante) el poder solamente pens arlo como
un todo
denota una
facultad del espfritu que supera toda medida de los sentidos,
pues para ello seria necesaria una comprension que ofreciera
como unidad una medida que estuviera con el infinito en una
relacion determinada indicable en numeros, 10cual es imposi
ble. Pero, sin embargo, para poder s610pensar el infinito dado
sin contradicci6n, se exige en el espfritu humano una facultad
que sea ella misma suprasensible, pues s610mediante ella
su
idea de un noumeno, que no consiente intuicion alguna, pero
que es puesto como substrato para la intuicion del mundo
como fenomeno, es totalmente comprendido 1 infinito del
mundo sensible
bajo
un concepto, en la pura intelectual apre
ciacion de las magnitudes, aunque en la maternatica, mediante
conceptos de numeros
no pueda jarnas ser totalmente pen
sado. Hasta la facultad de poder pensar como dado el infinito
de la intuici6n suprasensible en su substrato inteligible) su
pera toda medida de la sensibilidad, y es grande por encima de
toda cornparacion, incluso con la facultad de la apreciacion
maternatica; no, desde Iuego, en el sentido teorico para la fa
cultad del conocimiento, pero sf como ensancharniento del es
pfritu que se siente capaz de saltar las barreras de la sensibili
dad en otro sentido el practice).
Sublime es, pues, la naturaleza en aquellos de sus fenome
nos cuya intuicion lleva consigo la idea de su infinitud. Esto
ultimo, ahora bien, no puede ocurrir mas que mediante la ina-
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El sentimiento de la inadecuacion de nuestra facultad para
la consecucion de una idea
que es para nosotros ley
es
res-
peto
Ahora bien: la idea de la comprension, en la intuicion de
un todo, de cada uno de los fenomenos que nos puede ser
dado, es una de las que nos es impuesta por una ley de la ra
zen, y que no reconoce otra medida deterrninada, valedera
para cada cual, e inmutable, mas que el todo absoluto. Pero
nuestra imaginacion, aun en su mayor esfuerzo, muestra sus
lfrnites y su inadecuacion en 10que toea a la comprensi6n que
se le reclama de un objeto dado en un todo de la intuicion par
tanto, para la exposicion de la idea de la razon ; pero al mismo
tiempo demuestra su determinacion para efectuar su adecua
cion con ella como una ley. Asi, pues, el sentimiento de
su
blime en la naturaleza es de respeto hacia nuestra propia de
terminacion, pero que nosotros referimos a un objeto de la
naturaleza, mediante una cierta subrepcion confusion de un
respeto hacia el objeto, en Iugar de la idea de la humanidad en
nuestro sujeto : ese objeto nos hace, en cierto modo, intuible
la superioridad de la determinacion razonable de nuestras fa
cultades de conocer sabre la mayor facultad de la sensibilidad.
EI sentimiento de sublime es, pues, un sentimiento de do
lor que nace de la inadecuacion de la irnaginacion, en la apre
ciacion estetica de las magnitudes, con la apreciacion me
diante la razon; yes, al mismo tiernpo, un placer despertado
por la concordancia que tiene justamente ese juicio de inade
cuacion de Ia mayor facultad sensible con ideas de la razon, en
cuanto el esfuerzo hacia estas es para nosotros una ley; es, a
saber, para nosotros, ley de la razon , y entra en nuestra de
terminacion el apreciar como pequefio, en comparacion can
las ideas de la razon, todo que la naturaleza, como objeto
sensible, encierra para nosotros de grande, y que en noso-
De la cualidad de la satisfaccion en el juicio
de lo sublime
§ 27or esto se ve tambien que la verdadera sublimidad debe
buscarse solo en el espfritu del que juzga y no en el objeto de
la naturaleza cuyo juicio ocasiona esa disposicion de aquel.
i
Quien ha querido llamar sublime masas informes de monta
fias en salvaje desorden, amontonadas unas sobre otras, con
sus piramides de hielo, el mar sombno y furioso, etc.? EI es
pfritu, ernpero, se siente elevado en su propio juicio cuando,
abandonandose ala contemplacion de esas cosas, sin atender a
su forma, abandonandose ala imaginacion y a una razon unida
con ella, aunque totalmente sin fin determinado y solo para
ensancharla, siente todo el poder de la imaginacion, inade
cuado, sin embargo, a sus ideas.
Ejemplos del sublime matematico de la naturaleza en la
mera intuicion nos proporcionan todas aquellas cosas en que
nos es dado para la imaginacion, no tanto un mayor concepto
de ntimero como mas bien una gran unidad de medida para
abreviar las series de mimeros . Un arbol que apreciamos por
medio de la altura de un hombre nos da, desde luego, una me
dida para un monte, y este, tiene cosa como una milla de
alto, puede servir de unidad para el mimero que expresa el
diametro terrestre, y hacer este ultimo intuible; eI diametro
terrestre, para el sistema planetario conocido de nosotros, y
este para el de la via lactea; mas la inmensa multitud de se
mejantes sistemas de la via lactea, bajo el nombre de nebulo
sas, las cuales, a su vez, forman entre sf un sistema semejante,
no nos permite aquf esperar limite alguno. Ahara bien: su
blime en el juicio estetico de un todo tan inmenso esta no
tanto en grande del numero como en este hecho; a saber:
que llegamos siempre a unidades tanto mayores cuanto mas
adelantamos, a cual contribuye la division sistematica del
edificio del mundo, representandonos siempre, repetida
mente, toda magnitud de la naturaleza como pequefia, y mas
propiamente al representarnos nuestra imaginacion en toda
ilimitacion y con ella la naturaleza, desapareciendo frente a
las ideas de la razon cuando aquella ha de proporeionar a es
tas una exposici6n adeeuada.
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stncs
DEl, JUlCIO
MMANueL KANT
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ventaja no puede hacerse intuible mas que por la insuficiencia
de la facultad misma, que en la exposicion de las magnitudes
de objetos sensibles es ilimitada.
Medir un espacio como aprehension es al mismo tiempo
deseubrirlo, y, por tanto, es un movimiento objetivo en la ima-
ginacion y una progresion progressus ; la comprension de la
pluralidad en la unidad, no del pensamiento, sino de la intui-
cion, por tanto, de 10 sucesivamente aprehendido en un mo-
mento, es, por 10 contrario, una regresion
regressus
que
anula a su vez la condici6n de tiempo en Ia progresion de la
imaginacion y haee intuible la simultaneidad. Es, pues puesto
que la sucesion temporal es una condicion del sentido interno
y de toda intuicion , un movimiento subjetivo de la imagina-
cion, mediante e1eual esta hace el sentido interno una violen-
cia que debe ser tanto mas notable cuanto mayor sea el
quan-
tum
que la imaginacion comprende en una intuicion. Asi, pues,
el esfuerzo de recibir en una intuicion iinica una medida para
magnitudes que exija para aprehenderse un tiempo notable es
una especie de representaci6n que, considerada subjetiva-
mente, es cootraria a fin, pero objetivamente es necesaria para
la apreciacion de las magnitudes, y por tanto, conforme a fin;
en 10cual, sin embargo, esa misma violeneia que ha sufrido el
sujeto mediante la imaginacion es juzgada como conforme a
fin para
la total determinacion
del espfritu.
La cualidad del sentimiento de 1 sublime es que es un sen-
timiento de dolor sobre el juieio estetico en un objeto, senti-
miento que, sin embargo, al mismo tiempo es representado
como con forme a fin, 10cual es posible porque la propia inca-
pacidad descubre la conciencia de una ilimitada facu1tad del
mismo sujeto, y el espfritu puede juzgar esta ultima s610me-
diante aquella.
En la apreciacion logica de las magnitudes, la imposibilidad
de alcanzar la absoluta totalidad por medio de la progresi6n de
la medida de las cosas del mundo sensible en el tiempo y el
espacio fue conocida como objetiva, es decir, como una impo-
sibilidad de
pensar
10infinito como totalmente dado, y no
tros excita el sentimiento de esa determinacion suprasensible
concuerda con aquella ley. Ahora bien: el mayor esfuerzo de
la imaginacion en la exposicion de la unidad para la aprecia-
cion de la magnitud es una referencia a algo
absolutamente
grande,
consiguientemente una referencia a la ley de la razon
de adrnitir s6lo eso como medida suprema de las magnitudes.
Asi, pues, la percepci6n de la inadecuacion de toda medida
sensible con la apreciacion por raz6n de las magnitudes es una
concordancia con leyes de la misma y un dolor que excita en
nosotros el sentimiento de nuestra determinacion suprasensi-
ble, segun la cuales conforme a fin, y, por tanto, es un placer
el encontrar que toda medida de la sensibilidad es inadecuada
a las ideas de la razon.
EI espfritu se siente movido en la representacion de 10 su-
blime en la naturaleza, estando en contemplacion
reposada
en
el juicio estetico sobre
bello de la misma. Ese movimiento
puede sobre todo, en su principio ser comparado con una
conmocion, es decir, un movimiento alternativo, rapido, de
atracci6n y repulsion de un mismo objeto.
Lo trascendente para la imaginacion hacia 10cual esta es
empujada en la aprehension de Ia intuicion es para ella, por
decirlo asi, un abismo donde teme perderse a sf misma, pero
para Ia idea de 10suprasensible en Ia raz6n el producir seme-
jante esfuerzo de la imaginaci6n no es trascendente sino con-
forme a su ley; por tanto, es atraetivo justamente en la medida
en que es repulsivo para la mera sensibilidad. El juicio mismo,
sin embargo, sigue aquf siempre siendo estetico, porque sin te-
ner a su base concepto alguno determinado del objeto, repre-
senta solamente el juego subjetivo de las facultades del espf-
ritu imaginacion y razon , incluso como armonico en su
contraste, pues
aS I
como oeurre con 1aimaginaci6n el
enten-
dimiento
en 10bello, mediante su unanimidad, de igual modo,
aqui, la imaginacion la r zon mediante su oposicion, produ-
cen una finalidad subjetiva de las facultades del espfritu, esto
es, un sentimiento de que tenemos una razon pura, indepen-
diente, una facultad de apreciacion de las magnitudes, cuya
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n t s
D£LJUICIO
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En Laprimera
y
se gun da ed ici6n di ce
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fuerza que no es naturaleza) para que consideremos como pe
qu io aquello que nos preocupa bienes, salud, vida); y aSI, no
consideramos Ia fuerza de aquella a la cual, en 1 que toea a
esas cosas, estamos sornetidos), para nosotros y nuestra perso
nalidad, como un poder ante el cual tendrfamos que inclinarnos
si se tratase de nuestros mas elevados principios y de su afirma
cion abandono. Asi, pues, la naturaleza se llama aquf sublime
porque eleva la imaginacion a la exposicion de aquellos casos
en los cuales el espfritu puede sentir propia sublimidad de su
determinacion, incluso por encima de la naturaleza.
Nada pierde esa apreciacion propia porque tengarnos que
vernos en lugar seguro para sentir esa satisfaccion que entu
siasma, ni por el hecho de que, como no hay seriedad en el pe
ligro, tampoco segun podrfa parecer) puede haber seriedad en
la sublimidad de nuestra facultad del espfritu Pues la satisfac
cion, aqui, se refiere tan s610 a la determinacion de nuestra fa
cultad que en tal caso se descubre, asf como la base para esta
ultima esta en nuestra naturaleza, mientras que el desarrollo
y ejercicio de la misma sigue siendo de nuestra incumbencia y
obligacion. Yen esto esta la verdad, por much a conciencia
que el hombre tenga de su real impotencia presente, cuando
prolonga hasta
ahf
su reflexi6n.
Desde luego, parece ese principio, tornado de muy lejos,
muy enrevesado, y por tanto, por encima de unjuicio estetico;
pero la observacion del hombre muestra
contrario, y que
puede estar a la base de los juicios mas ordinarios, aunque no
siempre se tenga conciencia de el. Porque ,que es
que, in
cluso para el salvaje, es objeto de
mayor admiracion? Un
hombre que no se aterra, que no terne, que no huye el peligro,
y, al mismo tiempo, ernpero, se dispone a hacer su tarea tran
quilo y con total reflexion. IncIuso en el estado social mas ci
vilizado perdura aquella preferente consideracion hacia el
guerrero; s610que se desea ademas que este rnuestre al mismo
tiempo todas las virtudes de la paz, bondad, compasion y hasta
un cuidado conveniente de su propia persona, justamente por
que en ello se conoce la invencibilidad de su espiritu por el
quiera de volver a pensar con agrado en aquella sensacion, y
mucho menos de buscar ocasion para ello.
Rocas audazmente colgadas y,por decirlo asi, amenazado
ras, nubes de tormenta que se amontonan en
el
cielo
y
se ade
Iantan con rayos y con truenos, volcanes en todo su poder de
vastador, huracanes que van dejando tras
la desolacion, el
oceano sin lfrnites rugiendo de ira, una caseada profunda en
un rio poderoso, etc., reducen nuestra facultad de resistir a una
insignificante
pequefiez
comparada con su fuerza. Pero su as
peeto es tanto mas atractivo cuanto mas temible, con tal de
que nos encontremos nosotros en lugar seguro, y llamamos
gustosos sublimes esos objetos porque elevan las facultades
del alma por encima de su terrnino medio ordinario y nos ha
cen descubrir en nosotros una facultad de resistencia de una
especie total mente distinta, que nos da valor para poder me
dirnos con el todo-poder aparente de Ia naturaleza.
Pues aSIcomo en la inconmensurabilidad de la naturaleza, y
en la incapacidad de nuestra facultad para tomar una medida
proporcionada a la apreciacion estetica de las magnitudes de su
esfera,
hemos encontrado nuestra propia limitacion, y, sin em
bargo, tarnbien, al mismo tiempo, hemos encontrado en nuestra
facultad de la razon otra medida no sensible que tiene bajo sf
aquella infinidad misma como unidad, y frente a la cual todo en
la naturaleza es pequefio, y, pOl tanto, en nuestro espfritu, una
superioridad sobre la naturaleza misma en su inconmensurabi
lidad; del mismo modo Ia irresistibilidad de su fuerza, que cier
tarnente nos da a conocer nuestra impotencia ffsica, considera
dos nosotros como seres naturales, descubre, sin embargo, una
facultad de juzgarnos independientes de ella y una superioridad
sobre la naturaleza, en la que se funda una independencia de
muy otra clase que aquella que pueda ser atacada y puesta en
peligro por la naturaIeza, una independencia en la cuaiia huma
nidad en nuestra persona permanece sin rebajarse, aunque el
hombre tenga que someterse a aquel poder. De ese modo, la na
turaleza, en nuestro juicio estetico, no es juzgada como sublime
porque provoque temor, sino porque excita en nosotros nuestra
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MM NU L K NT
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en la situacion de espfritu requerida para admirar la magnitud
divina, para 1 cual se exige una disposicion a la contempla-
cion reposada y al juicio totalmente libre. Solo cuando tiene
conciencia de sus sinceros sentimientos gratos aDios sirven
aquellos efectos de la fuerza para despertar en 61 la idea de
la sublimidad de aquel ser, en cuanto reconoce en sf mismo
una sublimidad de sus sentimientos, adecuada a voluntad de
aquel,
entonces se eleva por encima del temor ante aquellos
efectos de la naturaleza, que no reconoee ya como los estrepi-
tos de su colera. La humildad misma, como juicio severo de las
propias faltas, que, por 1 dernas, teniendo la conciencia de
buenos sentimientos, podrfan encubrirse facilmente con la fra-
gilidad de la naturaleza humana, es una disposicion sublime
del espfritu: la de someterse espontaneamente al dolor de la
propia censura para destruir poco a poco sus causas. De ese
modo se distingue internamente religion de superstici6n: esta
ultima funda en el espfritu, no la veneracion a 1 sublime, sino
el temor y el miedo del ser todopoderoso a cuya voluntad se
ve sometido el hombre atemorizado, sin apreciarlo, sin em-
bargo, altamente; de 10cual, por cierto, no puede seguramente
nacer otra cosa que la solicitacion del favor, la adulaci6n,
no
una religion de la buena conducta en la vida.
Asi, pues, la sublimidad no esta encerrada en eosa alguna
de la naturaleza, sino en nuestro propio espfritu, en cuanto po-
demos adquirir la conciencia de que somos superiores a la na-
turaleza dentro de nosotros, y por ello tambien a la naturaleza
fuera de nosotros en cuanto penetra en nosotros). Todo
1
que
exeita en nosotros ese sentimiento, entre
1
eual esta la fuerza
de la naturaJeza que provoca nuestras facultades, llamase en-
tonces aunque impropiamente) sublime; y solo bajo la supo-
sicion de esa idea en nosotros, y en relacion can ella, somos