4 discursos de lacan

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  • 7/29/2019 4 Discursos de Lacan

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    115 { texturas 5-5En el abordaje de la escritura de los cuatro discursos formulados por Jacques

    Lacan en su Seminario 17 se sealan dos operaciones que prologan esa concep-

    tualizacin tales como la Al ienacin (sujeto del significante) y la Separacin (su-

    jeto del goce). Asimismo, este artculo plantea un recorte clnico que sirve de

    ejemplo al funcionamiento de los discursos. En particular, al cambio de discurso:

    del discurso del amo al de la histeria, y el del analista en su intermitencia.

    In the boarding of the writing of the four discourses formulated by Jacques Lacan

    in their Seminar 17 two operations they are pointed out that preface that such

    conceptualization as the Alienation (subject of the significant) and the Separation

    (subject of the enjoyment). Also this article outlines a clinical cutting that serves

    from example to the operation of the discourses. In particular, to the discourse change:

    of the speech of the master to that of the hysteria, and that of the analyst in their

    intermittence.

    Csar MazzaUniversidad Nacional de Crdoba

    Los cuatro discursos de Jacques Lacan

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    Contexto

    El 10 de diciembre de 1969 el psicoanalista Jacques Lacan inaugura su Semi-

    nario17 titulado El reverso del psicoanlisis, y es en el transcurso de estas cla-

    ses que se formula el aparato de los cuatro discursos: el Universitario, el delAmo, el de la h isteria y el del analista.

    Dos hechos se pueden sealar como antecedentes de este avance conceptual

    de Jacques Lacan:

    1 { Uno referido a un acontecimiento poltico, podra decirse, y del cual La-

    can extrajo una formidable consecuencia: entender el lazo social en la universi-

    dad y el lugar de extimidad1 del psicoanlisis respecto de ese lazo. El hecho,

    entonces, fue la negativa de las autoridades de la Escuela Normal Superior a que

    prosiguiera con las clases que vena dictando desde haca unos cinco aos en esa

    institucin: la objecin fundamental fue cuestionar el estatuto de la enseanza

    de Lacan como no universitaria. Lacan acepta esa apreciacin, interpretando

    que efectivamente su enseanza no es universitaria, encontrando, bajo la forma

    del insulto, la sancin de que su apuesta por el psicoanlisis se confirmaba como

    una enseanza y como un lazo social distinto.

    2 { Al otro hecho lo constituye un acontecimiento en la historia del pensa-

    miento francs: la conferencia de Michel Foucault Qu es una autor? en elCollge de France el 22 de febrero de 1969.

    Si bien hay una correspondencia entre la discursividad desarrollada por Michel

    Foucault y los cuatro discursos de Lacan, no es posible pensar que uno sigue el

    programa del otro o que ambos desarrollos pueden ser simplificados en la tra-

    duccin que uno plante por el otro.

    Los cuatro radicales

    A partir de este momento de la enseanza de Lacan, el trmino discurso

    tendr una acepcin restringida refirindose casi exclusivamente a los cuatro

    discursos; tanto es as que, en esa primera clase, plantea el concepto de un

    discurso sin palabras:

    Porque en realidad puede subsistir muy bien sin palabras. Subsiste enciertas relaciones fundamentales. stas, literalmente, no puedenmantenerse sin el lenguaje. Mediante el instrumento del lenguaje seinstaura cierto nmero de relaciones estables, en las que puedeciertamente inscribirse algo mucho ms amplio, algo que va ms lejos quelas enunciaciones efectivas. stas no son necesarias para que nuestraconducta, eventualmente nuestros actos, se inscriban en el marco deciertos enunciados primordiales. (Lacan, 1992:10).

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    Esta definicin se vincula con el acto que instaura el discurso y con una es-

    tructura formalizable por una escritura2. Por lo tanto, el discurso se constituye

    en una nocin ligada estrechamente a la escritura: el discurso fundamentalmen-

    te se lee.

    Descripcin de la escritura del discursoHay cuatro discursos porque esta escritura proviene de un alfabeto de cua-

    tro letras ($, S1, S2, a), que slo pueden ocupar cuatro lugares (el agente, el

    otro, la verdad, la produccin). De mantenerse la serie de ordenada, como as

    tambin la disposicin de los cuatro lugares, no obtenemos ms que cuatro fra-

    ses posibles.

    agente otro

    verdad // produccin

    Es posible plantear la construccin de esta escritura como la conjuncin de

    dos series escritas y que se articula a la vez con dos grandes vertientes de la

    enseanza de Lacan: la del significante y la del goce.

    La primera serie, la ms vieja, traduce la definicin lacaniana del sujeto comolo que representado por un significante para otro significante, puede escribirse:

    $-------S1-------S2

    La segunda serie fue construida, como ya fue sealado, como consecuencia

    de la expulsin de la Escuela Normal Superior. Los trminos son:

    S1-------S2-------a

    Es importarte considerar en este trabajo de aproximacin a los cuatro discur-

    sos de qu forma ambas series redefinen operaciones tales como la alienacin

    y separacin propuestas por Lacan unos aos antes al Seminario 17.

    La alienacin pone de relieve el sujeto del significante y la separacin sita el

    sujeto del goce.

    AlienacinLo que muestra la operacin de Alienacin es la constitucin del sujeto del

    inconsciente como un sujeto dividido entre un significante y otro para el cual

    logra una representacin. Valga como ejemplo un dato inmediato de la expe-

    riencia del anlisis: cuando el analizante habla, diga lo que diga nunca lo dicho

    coincidir con lo que quera decir, siempre el sujeto hablar para un significante

    que est en todos lados y en ninguno, porque hay una barrera estructural infran-

    queable que lo separa del significante para el cual habla. O para decirlo de otro

    > >

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    modo: la divisin del sujeto en la operacin de alienacin se constituye entre un

    significante (el significante Amo, el S1, podr decirse adelantndonos un poco)

    que lo representa, y otro significante (el significante del Saber, el S2), que nunca

    se sita en el mismo lugar que el primero. La cuestin, entonces, que se intro-duce en la alienacin es la representacin del sujeto: esta estructura es la de las

    llamadas formaciones del inconsciente (sueo, lapsus, sntomas, chiste). Las

    formaciones del inconsciente se producen como tropiezos entre S1 y S2.

    Cabe destacar que la operacin de alienacin incluye tambin una dimensin

    real. En este punto la categora de estructura no es un formalismo invisible cu-

    yos efectos son imperceptibles sino que la estructura signif icante captura un vi-

    viente particular. Se tratar de la captura que el ser viviente sufre por el lenguaje

    cuyas consecuencias se localizan en el cuerpo y en el sujeto esclavizado por los

    efectos del significante. Lacan da como ejemplo de esta operacin la figura anti-

    gua de codicilo: una marca cuyo texto es ignorado por el sujeto mismo.

    La cadena significante

    Lacan introduce la tesis de cadena significante para situar la sobredetermi-

    nacin. La cadena crea la significacin y tiene efectos sobre el sujeto. Por ejem-plo, la dimensin inconsciente, de un inconsciente estructurado como un len-

    guaje a partir del funcionamiento de dos mecanismos: la metfora y la metoni-

    mia (relevos lacanianos de los mecanismos aislados por Freud: desplazamiento y

    condensacin). Como se sabe, lo esencial de la metfora es la sustitucin de un

    significante por otro, y de la metonimia, es la combinacin de un significante con

    otro. Ambos mecanismos bastan para estructurar el lenguaje corriente (Lacan

    en este punto sigue estrictamente a Roman Jackobson). Asimismo, ambos bas-

    tan para engendrar la palabra a partir de la estructura del lenguaje. De una formasinttica, tracemos la lgica del significante:

    S1-------(sustitucin, combinacin)-------S2

    Vale decir que, para que funcionen la sust itucin y la alienacin, se requiere

    de un mnimo de dos significantes. Ahora bien, configurar la cadena de esta for-

    ma posibilita que el sntoma sea descifrable, que se pueda leer. Considerando lainterpretacin del analista, desde esta perspectiva puede ser definida como una

    operacin de lectura ms que el reconocimiento por medio de una palabra cen-

    surada u olvidada por medio de la escucha.

    Otra incidencia de la cadena del significante se refiere a la repeticin. Lacan

    concibe la compulsin de repeticin en funcin de determinadas huellas

    imborrables y el inconsciente constituido de raz por esas huellas de difcil si no

    de imposible eliminacin. Entre otras cuestiones, se podr subrayar que el in-

    consciente pensado de esta forma tiene que ver con una memoria puesto que

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    es un sistema de inscripcin de huellas y no tiene ninguna vinculacin con una

    memoria biolgica ni psicolgica. Porque el funcionamiento biolgico o psicol-

    gico se encuentra sometido a la adaptacin y, en consecuencia, si el ser humano

    es un ser adaptable, toda huella de lo inadaptado se podra borrar... El psicoan-lisis considera en cambio que la compulsin a la repeticin demarca una serie de

    fenmenos donde lo que se pone en juego no es la adaptacin o no al medio sino

    de qu forma podemos arreglarnos con esas huellas imborrables. Estas huellas

    imborrables se localizan en la raz de todo malestar y son formuladas por Lacan

    en el prrafo que citamos del Seminario 17 como enunciados primordiales,

    escritos como S1.

    SeparacinRetomando la tesis de la compulsin de repeticincomo huella imborrable,

    avancemos ahora en lo que atae al objeto en sta. Se trata de un objeto perdi-

    do que instala una diferencia entre la satisfaccin que se busca (pero que esen-

    cialmente se encuentra perdida) y la satisfaccin hallada (que sufre la marca de

    esa prdida).

    Adems de una definicin sincrnica (como la realizada hasta aqu), es posible

    definir de una manera diacrnica este objeto perdido. De qu forma? Desple-gando la teora de Freud de los estadios de la libido. A grandes rasgos, lo que

    organiza la supuesta evolucin o pasaje de una fase a la otra no es otra cosa que

    la presencia de un objeto esencialmente perdido. Tanto el seno es abordado por

    el destete, las heces en una dialctica de posesin y desposesin respecto de la

    intervencin de la educacin, como en la castracin y el estadio genital, lejos de

    ser concebidos por Freud como una plenitud, son abordados a partir del falo en

    tanto significante, vale decir en tanto un objeto perdido. En cada uno de los

    estadios tenemos, por un lado, un modo de alienacin (un modo de relacin alOtro) y por otro lado una prdida de objeto.

    Ese objeto perdido se separa tanto del sujeto como del Otro, y este objeto

    servir de soporte (separado del cuerpo) para que el sujeto efecte la operacin

    de separacin. El sujeto en la separacin se hace equivalente al objeto a. El suje-

    to se hace valer como a en una positivizacin que tenemos, ah le viene del uso

    que realiza de su propia falta como sujeto del significante. En este punto, no hay

    representacin porque ningn significante podr representar al sujeto del goce:hay una identidad en tanto que el sujeto no es diferente de s mismo.

    Luego de este recorrido, es posible describir la ubicacin de las letras y los

    lugares en los discursos:

    { Discurso del Amo: en el lugar del agente el S1, en el lugar del otro el S2, el a

    en el lugar de la produccin y el $ en el lugar de la verdad.

    { Discurso de la histeria: en el agente el $, en el otro el S1, en la produccin el

    S2, en la verdad el a.

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    { Discurso del analista: el a en el lugar del agente, el $ en el lugar del otro, en

    la produccin el S1 y en la verdad el S2.

    { Discurso de la universidad: el S2 en el agente, el a en el otro, el $ en la

    produccin y el S1 en la verdad.

    Breve aproximacin clnica del funcionamiento de los discursos.

    Problema

    En su Curso Un esfuerzo de poesa, Jacques-Alain Miller desarrolla la cues-

    tin del desencanto del mundo moderno y el lugar, despus del protagonismo

    de los poetas, que el psicoanlisis tom respecto de un reencantamiento de este

    mundo. Siguiendo esta lnea, se puede sealar que la causa de dicho desencanto

    se sita en el reinado de la utilidad directa, por la incesante marcha de la plusvala

    en nuestra modernidad. Asimismo, Jacques-Alain Miller, interroga:

    Hay sociedad? (.. .) La sociedad es para cada uno una evidencia, es loque hace que tengamos confianza en un cierto nmero de aparatos delos que no tenemos la menor idea acerca de su funcionamiento.

    (...)Tenemos confianza en que podemos tomar el tren que est anunciadoa la hora que se dice. (...) Esto es la sociedad: un sujeto supuesto quesuscita nuestra confianza. (...) Tenemos confianza en que va a repetirse,que eso va a funcionar. Vivimos en medio del sujeto supuesto saber.Olvidamos totalmente que es un acto de fe que no est en la divinidadsino en la divinidad social. Nosotros hacemos un acto de fe a lo social.Es por eso que la sociedad es un concepto dudoso.

    En este punto me interesa subrayar la conexin existente entre la denomina-da ley del mundo, que marcha al comps de la utilidad, y la impostura que se

    dibuja en la creencia de la sociedad como reinado de las evidencias. El psicoan-

    lisis da una perspectiva radicalmente distinta del tema de lo social, tratndose en

    particular de un movimiento de los discursos producido por la entrada del dis-

    curso del analista.

    Acorde a estos temas, indagar el funcionamiento de la impostura de la utili -

    dad en un caso clnico. Pero antes me permitir una intromisin literaria quepueda tal vez iluminar el problema desde otra mirada. Descripto por Borges co-

    mo un discurridor y exonerador de elegantes misterios, Gilbert K. Chesterton (1874-

    1936) oficiar de gua en esta breve investigacin. El episodio que da comienzo

    a la novela El hombre que fue jueves, que quiero sealar, refiere a un dilogo

    sobre la poesa entre el anarquista Mr. Lucian Gregory y el polica Mr. Gabriel

    Syme. Empleando una sutil irona, el autor nos presentar la concepcin de la

    poesa anarquista como reinado del caos bajo el supuesto del Otro del orden

    social. Esta posicin viene a ser develada nada menos que por un poeta legalis-

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    ta, al sealar que la falacia del argumento anarquista consiste en creer que la ley

    se encuentra prescripta de una forma natural.

    El art ista niega todo gobierno, acaba con toda convencin. Slo eldesorden place al poeta. De otra suerte, la cosa ms potica del mundosera nuestro tranva subterrneo dir Mr. Lucian Gregory. La rplica deMr. Gabriel Syme no se har esperar:

    Y as es, en efecto.Qu absurdo! exclamar Gregory (... ). Vamos a ver: por qu tienenese aspecto de tristeza y cansancio todos los empleados que toman elsubterrneo? Pues porque saben que el tranva anda bien; que no puede

    menos de llevarlos al sitio para el que han comprado el billete; quedespus de Solone Square tienen que llegar a la estacin Victoria y no aotra. Pero oh rapto indescriptible (...) si la prxima estacin resultara serBaker Street!Usted s que es poco pot ico agregar a esto el poeta Syme. Y si esverdad lo que usted nos cuenta de los viajeros del subterrneo, sern tanprosaicos como usted y su poesa. Lo raro y hermoso es tocar la meta; lo

    fcil y vulgar es fallar. Nos parece cosa de epopeya que el flecheroalcance desde lejos a un ave con su dardo salvaje, y no haba deparecrnoslo que el hombre acierte desde lejos a una estacin con unamquina? (...) el hombre es un verdadero mago, y toda su magia consisteen que dice el hombre sea Victoria!, y hela que aparece.

    La eficaz irona desliza el contrasentido de ver, por una parte, a un poeta

    anarquista que, autorizndose en la impostura del Otro, transforma el orden del

    mundo en una evidencia natural, y por otra, al poeta legalista que evidencia la in-sustancial naturaleza de semblante del orden social.

    Para finalizar este ejercicio literal, no resultar forzado afirmar que la posi-

    cin del analista estar ms cerca del sagaz Mr. Gabriel Syme que del romntico

    y evidente anarquista Mr. Lucian Gregory.

    El caso

    La propuesta va a considerar un recorte clnico donde, entre otras cuestio-

    nes, se pone en juego la subjetivacin de las condiciones o normas en el sistema

    de atencin que fija una obra social. Entre las normativas de tal sistema, me

    interesa resaltar el nmero de sesiones con las que cuenta el paciente, 30 por

    ao a distribuir con un cierto margen: por ejemplo, 4 u 8 mensuales. Hipotti-

    camente, esta distribucin configurara un espacio de simetra entre las partes:

    criterio del profesional en el adecuado empleo del tiempo (siempre dentro de

    los nmeros que autoriza el sistema), ajustado al crdito del paciente en

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    una especie de cupn o de tarjeta de servicio de psicoterapia que obtiene por lo

    que le paga a la obra social.

    La paciente en cuestin se presenta con un pedido puntual, conciso, quiere

    una psicoterapia breve porque se encuentra apremiada en una conflictiva querelata ms o menos en los siguientes trminos: a causa de haberse involucrado

    con un hombre, deja en suspenso una relacin de pareja que viene sosteniendo

    desde hace unos cuantos aos. La entrada de este hombre la lleva a confrontar-

    se a una decisin que tendra que tomar: quedarse con su partenaire o cortar

    con esa relacin y en consecuencia formar una nueva pareja.

    Esta decisin en suspenso puntualiza la divisin del sujeto: se estructura como

    pregunta con todo el peso del sntoma. Pregunta que impostadamente se prefi-

    gura respecto del tiempo, de la brevedad que exigira para solucionar su con-flictiva. De acuerdo a su relato, dicha brevedad se obtendra a partir de la efec-

    tividad de la mencionada psicoterapia. La respuesta del analista consiste en no

    desmentir la calificacin psicoterapia breve e invitarla a conversar sobre el

    tema del tiempo, surgiendo determinados puntos claves, por ejemplo relativos

    a su edad y a los aos que, segn sus dichos, haba invertido en su pareja. Esta

    inversin a la que ref iere se condensa en una especie de sueo diurno al estilo

    de una novela rosa: casarse segn el rito catlico. Acorde, entonces, a la posi-cin despejada en cuanto al suspenso, inercia o detencin del tiempo, le pro-

    pongo que concurra dos veces por semana. Propuesta que acepta sin mayores

    reparos, entendiendo que tal indicacin se sita plenamente en su clculo de

    curacin: en un mes o dos, a lo sumo, lograra resolver su conflictiva.

    Una vez comenzadas las entrevistas, y a partir del trabajo del dilogo, la pa-

    ciente va produciendo interpretaciones referidas a su pareja tales como: l no

    puede dejar a su madre, l no es capaz de poner ms de la cuenta, ahorra, guarda

    (en clara alusin asu capacidad de inversin libidinal).A su vez, a partir de la irrupcin de una nueva relacin, decanta la diferencia

    entre unpartenaire y otro. Entre otras, la diferencia clave est en que este hom-

    bre est separado y tiene una hija. Situacin sealada como obstculo, como

    impase a la decisin que tiene en suspenso. El punto de detenimiento se circuns-

    cribe a la novela rosa que estructura su fantasa (casarse catlicamente para

    formar una familia). A esta altura de las entrevistas, el relato va teniendo giros

    importantes sobre este punto en particular: esta fantasa se construye como

    contrapartida a la separacin de los padres.

    Otra entrada al trabajo de desciframiento: en ocasin de encontrase durmiendo

    la siesta en la casa del novio, tiene lugar el siguiente sueo: una mujer extraa se

    mete a la cama de su novio. La escena le causa horror, la cara de esa mujer le parece

    inenarrable, la casa donde estaba se desfigura, no puede reconocer las paredes,

    esta mujer viene a ocupar la casa. Despierta presa de la angustia. Entre las lneas

    que se deslizaron en el desglose del sueo aparece una que se destaca con gran

    fuerza, la que sugiere que ella misma podra ser la mujer extraa de la pesadilla.

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    Este tiempo de importante produccin dura hasta que dirige la siguiente pre-

    gunta al analista:

    Qu tengo qu hacer? Tengo que cortar con fulanito?

    Recibiendo como respuesta la frase:

    Usted ya lo sabe!

    He de sealar que el tiempo transcurrido entre la primera entrevista y estos

    recortes es de aproximadamente tres meses, hasta que llega un detenimiento: no

    toma decisin alguna y este suspenso es proporcional a la presencia de la angustia.En este momento lgico tiene lugar una intervencin: luego de que la paciente

    girara sobre lo mismo en sus tentativas de escamotear su acto, el analista interrumpe

    la entrevista a los pocos minutos de comenzar, proponindole seguir la prxima vez.

    Finalmente esta mujer atraviesa el tiempo congelado de la decisin en sus-

    penso y concreta la separacin y tal conclusin la lleva, asimismo, a interrumpir

    el tratamiento.

    Al poco tiempo la llamo por telfono, y en la entrevista que tuvo lugar pre-gunto algo de este orden: En cuanto a su pedido de consulta, la decisin que usted

    se planteaba... Cmo le resultaron estas conversaciones?

    Responde diciendo que los encuentros le resultaron de gran utilidad, en par-

    ticular entendi que yo le deca, al cortar esa entrevista a los pocos minutos de

    comenzar, Ahora basta!, basta de hablar; y decdase en consecuencia.

    FormalizacinA partir de este relato de la prctica, de qu forma se puede considerar que

    se produjo una subjetivacin de las condiciones o normas que fijan la demanda

    en un sistema de obra social? Propongo ensayar una respuesta acorde al movi-

    miento o giro de los discursos. El primer relevo delimitar al sujeto plenamente

    subsumido al discurso del amo: su demanda de psicoterapia breve, su clculo

    respecto del tiempo se sitan como S1 en el lugar del agente. En el extremo que

    le toca al otro no resultar forzado deducir que el analista se ha dejado tomar en

    ese lugar, como aquel que soportara el lugar delsaber (S2), trabajando para el

    Uno del sujeto. (La respuesta slo aparentemente puede tomarse como sim-

    trica a la pseudo-pregunta. Pero, la respuesta que da el analista, en qu se dife-

    rencia de esta pregunta-impostura? De qu estofa estn hechas una y otra?).

    Siguiendo la trama discursiva de la experiencia, el suspenso o la detencin del

    acto pasa a formar parte de la pregunta del sujeto: el sntoma, hacindose causa,

    desplaza al S1en el lugar del otro, produce un saber como plus de goce. Ahora

    bien, la clave del asunto nos lleva al discurso del analista, dado lo siguiente: qu

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    si no la irrupcin de este ltimo dar eficacia a este movimiento del discurso del

    amo al de la histeria? Por lo tanto, sostengo que la intervencin de interrumpir

    el dilogo fuerza la presencia de este nuevo discurso, trasluce una interpelacin

    donde el sujeto se encontr, por una parte, importunado con ese saber en sus-penso al declarar que se trataba de ir hacia la conclusin y, por otra, si de bre-

    vedad se tratase, no es la que viene de la prescripcin del Otro...

    Bibliografa

    Lacan, J. (1992). El reverso del psicoanlisis, Paids, Buenos Aires-Barcelona-Mxico.

    Foucault, M. (1985).Qu es un autor ?, Universidad Autnoma de Tlaxcala, Mxico.

    Miller, J-A(2004). Un esfuerzo de poesa, enMediodicho, EOL, Crdoba.

    Notas1 Neologismo formulado por Lacan para sortear la perspectiva psicolgica de una inte-

    rioridad mental opuesta a una realidad exterior. La extimidad desarma esa pers-pectiva concntrica y esfrica: retoma el concepto de Freud desarrollado en su texto

    Lo siniestro de la inquietante familiaridad, el pasaje de algo familiar que se torna extra-

    o. Siguiendo a Jacques-Alain Miller: La extimidad dice que lo ntimo es Otro, como

    un cuerpo extranjero, un parsito.

    Otro avance del concepto de extimidad se localiza en la relacin del objeto acon elgran Otro: en esta vinculacin es preciso reconceptualizar al Otro. Una clusula es

    preciso plantear: no se puede fundar la alteridad a partir del significante porque uno

    siempre vale en relacin al Otro. La verdadera alteridad del Otro se localiza con algo

    donde el Otro es radicalmente Otro: el goce.

    El objeto a es refractario a la representacin. El a no es un captulo de la ontologa: la

    ontologa dice lo que es comn a todos los objetos de la representacin ante la expe-

    riencia. Permite reunir diversos rasgos del objeto antes de la experiencia misma del

    objeto. La ontologa dice a priori lo que puede decirse de los objetos: la categora de

    Aris tte les: lo dicho ya est depositado sobre e l objeto. Puede decirse que la estruc-

    tura de los objetos es ya la misma que la del enunciado. El objeto a lacaniano es una

    objetividad no convocada ante el sujeto de la representacin.

    El objeto ano se articula al sujeto sino a su divisin: una enunciacin sin enunciado.No representa los objetos del mundo sino que es algo que hay sin que se pueda

    definirse que es. Una enunciacin sin enunciado.2 Esta nocin de discurso marca un corte importante respecto a la que estaba en juego

    en un artculo de Lacan del ao 1956 denominado La cosa freudiana o el sentido del

    retorno a Freud en Psicoanlisis, donde el texto es el portador de una palabra que

    deberamos estar bien dispuestos a escuchar para responder a su pregunta.