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Sociedad Española de Musicologia (SEDEM) is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Revista de Musicología. http://www.jstor.org MÚSICA Y AGRUPACIONES DE CARNAVAL A FINALES DEL SIGLO XX EN ANDALUCÍA OCCIDENTAL. LA REVITALIZACIÓN FESTIVA Y EL RENACIMIENTO DEL CARNAVAL Author(s): Francisco José García Gallardo Source: Revista de Musicología, Vol. 28, No. 1, Actas del VI Congreso de la Sociedad Española de Musicología (Junio 2005), pp. 563-587 Published by: Sociedad Española de Musicologia (SEDEM) Stable URL: http://www.jstor.org/stable/20798089 Accessed: 25-09-2015 15:02 UTC Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at http://www.jstor.org/page/ info/about/policies/terms.jsp JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. This content downloaded from 146.83.173.12 on Fri, 25 Sep 2015 15:02:44 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions

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MÚSICA Y AGRUPACIONES DE CARNAVAL A FINALES DEL SIGLO XX EN ANDALUCÍA

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MÚSICA Y AGRUPACIONES DE CARNAVAL A FINALES DEL SIGLO XX EN ANDALUCÍA OCCIDENTAL. LA REVITALIZACIÓN FESTIVA Y EL RENACIMIENTO DEL CARNAVAL Author(s): Francisco José García Gallardo Source: Revista de Musicología, Vol. 28, No. 1, Actas del VI Congreso de la Sociedad Española de

Musicología (Junio 2005), pp. 563-587Published by: Sociedad Española de Musicologia (SEDEM)Stable URL: http://www.jstor.org/stable/20798089Accessed: 25-09-2015 15:02 UTC

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M?SICA Y AGRUPACIONES DE CARNAVAL A FINALES DEL SIGLO XX

EN ANDALUC?A OCCIDENTAL. LA REVITALIZACI?N FESTIVA

Y EL RENACIMIENTO DEL CARNAVAL

Revista de Musicolog?a, XXVIII, 1 (2005) Francisco Jos? GARC?A GALLARDO

Resumen: Con este trabajo pretendemos acercarnos al Carnaval de Andaluc?a occiden

tal a partir de su recuperaci?n durante la Transici?n y los gobiernos socialistas en la d?ca da de los a?os ochenta del pasado siglo XX. Este proceso tuvo lugar en un marco de parti cipaci?n ciudadana, modernizaci?n econ?mica, estado del bienestar, constituci?n de las comunidades aut?nomas, sociedad del espect?culo y del entretenimiento, y de inter?s aca d?mico por la cultura popular. En esta celebraci?n musical y festiva, en la que se tom? como modelo el de la ciudad de C?diz, la gente participa activamente durante un extenso periodo de tiempo que rompi? las limitaciones de las tradicionales fechas de Carnaval y Domingo de Pi?ata. La importante incursi?n de los medios de comunicaci?n en el Carnaval gaditano, preocupados sobre todo por el Concurso de Agrupaciones, posibilit? su difusi?n en el ?mbi to de la Comunidad Aut?noma de Andaluc?a y contribuy? a la transformaci?n y recreaci?n de esta pr?ctica cultural. Las agrupaciones que desde la recuperaci?n del Carnaval af?nales de los setenta hasta nuestros d?as han quedado de momento estables, al menos en su deno

minaci?n, y participan en el Concurso de Agrupaciones son coros, comparsas, chirigotas y cuartetos.

THE MUSIC AND THE CARNIVAL GUILDS TOWARDS THE END OF THE XX CENTURY IN WESTERN ANDALUCIA. THE FESTIVE REVIVAL AND REBIRTH OF THE CARNIVAL

Abstract: With this report we wish to contemplate the Carnival in Western Andaluc?a since its revival during the Spanish Transition followed by the years of Socialist Government during the decade 1980-1990. That process took place in a

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framework of popular movements, economic modernization, welfare state, the

setting up of the regional autonomies, a society of entertainment and spectacle and of a certain academic interest in popular culture. In that musical and festive atmosphere, which took as its model, the city of C?diz, there was a long period of active popular participation that went beyond the limitations of the traditional feasts of Carnival and Pi?ato Sunday. The important presence of the mass media covering the C?diz Carnival who were especially interested in the Guild Contests, made it popular throughout the Autonomous Community of Andaluc?a and contributed towards

transforming and recreating that cultural practice. The Guilds, that from the

beginning of the carnival at the end of 1960 up till our time, have remained

permanent for the moment, at least as far as their denominations are concerned and that continue to take part in the Guild Contests are made up of Choirs, Masquerades, Jokers and Quartets.

Los a?os finales de la d?cada de los setenta y, sobre todo, la d?cada de

los ochenta constituyeron en el siglo XX una ?poca en la que el Carnaval

junto a otras fiestas, celebraciones y manifestaciones p?blicas gozaron de

un gran inter?s y un amplio alcance con su recuperaci?n y revitalizaci?n.

La situaci?n proporcionada por la Transici?n, la celebraci?n de elec

ciones generales en 1977 y la aprobaci?n de la actual Constituci?n en

1978, posibilit? la posterior y r?pida expansi?n de las manifestaciones festivas.

Durante esos a?os pudimos observar en Andaluc?a occidental un

importante resurgir de celebraciones festivas al igual que ocurri? en otros

muchos lugares del Estado espa?ol y, como recoge Ari?o, de la comuni

dad europea (especialmente en los pa?ses mediterr?neos)1. Carnaval, Cruces de Mayo, Ferias, Veladas, desfiles procesionales de

Semana Santa, Romer?as y fiestas patronales, alcanzan gran vitalidad

coincidiendo en nuestro pa?s con la llegada de la democracia y el poste rior acceso de los socialistas a los gobiernos municipales (en las localida

des que centran el inter?s de esta investigaci?n y en general en toda la

comunidad andaluza) y auton?mico2 as? como al gobierno de la naci?n3.

Esto tuvo lugar sobre todo en plenos a?os ochenta con fiestas demanda

das en bastantes casos desde Asociaciones de Vecinos y otros colectivos

1. Ari?o Villarroya, Antonio (coord.). Antropolog?a. La utop?a de Dionisos. Las transformacio nes de la fiesta en la modernidad avanzada. Marzo/96. N?m.ll (1996).

2. Gobierno del PSOE en la comunidad autonoma andaluza: elecciones de mayo 1982, junio 86, junio 90 y 1994 (ya sin mayor?a absoluta).

3. En las elecciones de octubre de 1982,1986,1989 y 1993 (en esta ocasi?n sin mayor?a abso

luta).

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ciudadanos apoyados y subvencionados por los nuevos Ayuntamientos democr?ticos4 y el gobierno andaluz. Y de alguna manera la situaci?n se

vio propiciada y condicionada por la modernizaci?n econ?mica, y el esta

blecimiento del denominado Estado del Bienestar sustentado en la sani

dad y educaci?n p?blicas, las pensiones o las prestaciones por desem

pleo5. M?s tarde, en los noventa, en Andaluc?a occidental estas celebracio

nes, fiestas y sobre todo las manifestaciones de ?religiosidad popular? constituir?an una fuerza social, cultural y econ?mica que ocupaban y determinaban de forma relevante la vida cotidiana de las personas que habitaban en estas localidades.

Al mismo tiempo, se desarrolla un importante movimiento acad?mico en torno a estas pr?cticas culturales: grupos de investigaci?n en las uni

versidades de Andaluc?a, publicaciones sobre fiesta y religiosidad popu lar o Carnaval, iniciativas desde los reci?n creados centros de investiga ci?n y documentaci?n, asociaciones culturales, etc. Estudios sobre la

fiesta dentro de instituciones acad?micas y cient?ficas, as? como su inclu

si?n en el curriculum de diversos niveles educativos revalorizan estas

manifestaciones populares de manera que, citando a Ari?o, vemos c?mo

?la fiesta se convert?a en objeto expl?cito y propio de la investigaci?n y la reflexi?n [...] sin las puritanas reticencias ilustradas ni los reduccionismos

folklorizantes?6. Esto sucede de modo que el acercamiento ?cient?fico? a

las mismas colabora, junto a los medios de comunicaci?n, en la creaci?n

de autoconciencia de la fiesta y a su revitalizaci?n.

Una fren?tica actividad inund? el mundo acad?mico universitario con

variadas y abundantes convocatorias de Seminarios, Jornadas, Congre sos, publicaciones de revistas, de Actas, etc., que abordaban el estudio de

las fiestas, la religiosidad popular, el carnaval, el folclore andaluz y la cul tura tradicional. El inter?s de instituciones p?blicas y privadas hacia estas

pr?cticas culturales se manifest? en el apoyo y financiaci?n, no s?lo de su

recuperaci?n a trav?s de su celebraci?n sino tambi?n de su estudio.

4. En ocasiones son los principales promotores de la fiesta. En Huelva por ejemplo, las Aso

ciaciones de Vecinos, grupos de vecinos de los barrios, y el propio Ayuntamiento son los pro motores de recuperar el Carnaval y las Cruces de Mayo.

5. Fusi, Juan Pablo - Palafox, Jordi. Espa?a: 1808-1996. El desaf?o de la modernidad. Madrid:

Espasa Calpe, 1997, p. 408.

6. Ari?o Villarroya. Antropolog?a. La utop?a de Dionisos..., p. 6. En esta misma referencia, escribe Ari?o sobre el libro Tiempo de fiesta coordinado por Honorio Velasco y publicado en 1982:

?un crucial libro [...] que inauguraba en Espa?a para las ciencias sociales el tiempo de la fiesta?.

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Entre los fines perseguidos por estos aparatos institucionales podr?a mos entrever intereses pol?ticos, ideol?gicos, sociales, religiosos... irre ductibles a una ?nica perspectiva. M?ltiples actores intervienen en la

configuraci?n de esta f?rtil y m?vil situaci?n con la que nos encontramos

y que pudimos vivir personalmente. La importancia de estas manifesta

ciones en Andaluc?a, en la vida cotidiana de la gente, en la econom?a de la comunidad aut?noma, en su fuerza como referentes y creadores de

identidad local y de ?lo andaluz?, tambi?n suponen un inter?s creciente

por la ?cultura popular? desde los gobernantes7, desde las instituciones

acad?micas universitarias, los medios de comunicaci?n (especialmente la RTVA: Canal Sur TV y Canal Sur Radio creados en 1990), e incluso desde la Iglesia como instituci?n que ve a la vez con agrado y desconfianza las

muestras populares de expresiones de la fe.

Entre otras muchas consideraciones que igualmente podr?amos esta

blecer, se?alamos las siguientes en un marco verdaderamente complejo, interconectadas y determin?ndose unas a otras, como las generadoras del estado de cosas que analizamos.

1. El cambio pol?tico y la llegada de la democracia con las consiguien tes implicaciones: acceso a libertades antes restringidas, legalizaci?n de los derechos de reuni?n, manifestaci?n y asociaci?n. Para la vida cotidiana

del ciudadano esto supone su incorporaci?n al espacio p?blico, el poder tomar la calle, expresarse libremente o participar en la programaci?n de sus propias diversiones, lugares y espacios antes con fuerte presencia de

aparatos represivos a?n durante la Transici?n. Seg?n Francisco Cruces8, en el proceso de recuperaci?n de fiestas en estos primeros a?os se concen tra el deseo de ruptura con el orden dominante (representado por la auto

ridad, el orden, el desarrollo y la ausencia de voces discordantes), se

expresa el rechazo pol?tico al r?gimen anterior, se legitima la ocupaci?n del espacio p?blico y se recodifica la fiesta como un derecho ciudadano.

2. La llegada de los socialistas a los gobiernos municipales, asociados

y apoyados por movimientos vecinales, m?s sensibles a la gente de los

barrios, obreros, a las clases modestas (menos favorecidas econ?mica, cultural, pol?tica, educativa y socialmente) abre a ?stos espacios en los

7. A ra?z de la constituci?n del gobierno andaluz y las continuas transferencias recibidas del

gobierno central: Estatuto de Autonom?a en 1981 y Real Decreto de traspaso de funciones y ser

vicios del Estado a la Comunidad Aut?noma de Andaluc?a en materia de cultura en 1984. 8. Cruces Villalobos, Francisco. Fiestas en la ciudad de Madrid. Un estudio antropol?gico. Tesis

Doctoral. 1995, pp. 222 y 254-255.

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que pueden hacer o?r sus voces. Ahora es posible que la gente participe en instituciones democr?ticas, en el Ayuntamiento, en las asociaciones,

grupos, pe?as y otras formaciones de car?cter cultural, de vecinos, festi

vas, etc. Se busca llenar de contenido espacios antes inexistentes, as?

como el alejamiento de las pr?cticas de la Dictadura, sustituyendo o

transformando fiestas y formas franquistas, elitistas y cerradas o popu listas, por otras m?s democr?ticas: una Cruz de Mayo en cada barrio de

Huelva, hermandades y cofrad?as de Semana Santa no s?lo c?ntricas y elitistas sino constituidas por gentes humildes y en barrios, etc.

3. Asistimos tambi?n a una mayor puesta en escena de la globalizaci?n en un pa?s ahora totalmente abierto al exterior, que camina hacia la des

centralizaci?n de los distintos poderes. Esto de alguna manera supone

recuperar lo local y en especial lo regional (antes reprimido y silenciado) para fundamentar y dar contenido a la Comunidad Aut?noma de Anda

luc?a en un proceso constitucional de ?articulaci?n auton?mica de las

regiones?9, o sea, para buscar y crear o recrear una identidad andaluza en

el Estado de las Autonom?as que se est? configurando. 4. Supone tambi?n la recuperaci?n de pr?cticas, vivencias, formas y

representaciones festivas que el franquismo hab?a borrado o resemanti

zado y que la gente ahora desea fervorosamente volver a vivir, simboli

zando para algunos esta recuperaci?n festiva la de la misma democracia

y de las libertades antes prohibidas y reprimidas, as? como el final de la dictadura.

5. Igualmente puede ser interpretado este ?ltimo cuarto del siglo XX, de p?rdida de los grandes ideales y metarrelatos, del constante cambio

tecnol?gico, de la transnacionalizaci?n, de los grandes flujos migratorios, de la desaparici?n del sujeto y ca?da de fronteras, como un momento pro

picio en el que acudir a la pr?ctica festiva, a su recuperaci?n, para buscar

?la continuidad con el pasado, el sometimiento a la tradici?n para generar con

fianza y sentido a la existencia en una ?poca modelada por el cambio tecnol?gico permanente, que vuelve obsoletos todos los saberes, deval?a sin cesar el pasado y que genera inestabilidad. A la vez, en la fiesta se entrecruzan la pervivencia y la innovaci?n; es posible que manteni?ndose la tradici?n, una estrategia de funda

mentaci?n y legitimaci?n de un pasado idealizado, se transformen los significados y funciones de la fiesta adapt?ndose a las necesidades de sus siempre renovados

sujetos.?10

9. Mar?as, Juli?n. Espa?a inteligible. Barcelona: C?rculo de Lectores, 1996, p. 423.

10. Arino Villarroya. Antropolog?a. La utop?a de Dionisos..., pp. 12-13.

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6: Al mismo tiempo que sucede todo esto, observamos un conjunto de

consideraciones de gran relevancia pero dif?cil de evaluar: la expansi?n en el mundo occidental de la sociedad del espect?culo11, de la cultura en

la que el discurso p?blico toma cada vez m?s la forma de entretenimien

to y espect?culo12 y la configuraci?n de los medios, sobre todo la televi

si?n (y m?s recientemente Internet), como creadores de acontecimientos

festivos retransmitidos en directo13 transformando de alg?n modo nues

tras pr?cticas festivas en acontecimientos medi?ticos y competitivos. Qui z?s en relaci?n con este acercamiento a la pr?ctica festiva podamos tam

bi?n conectar el inter?s comercial, tur?stico y econ?mico de estas

manifestaciones que tiene higar a lo largo de esta ?poca y su transforma

ci?n en medio de vida para determinados sectores de la poblaci?n con la

generaci?n de puestos de trabajos e incluso de nuevas profesiones aso

ciadas a la industria cultural, tur?stica y del ocio.

7. Por ?ltimo, podr?amos se?alar la preocupaci?n y exaltaci?n acad?

mica de la cultura popular. Esto supone la legitimaci?n y dignificaci?n de estas pr?cticas culturales desde el mencionado inter?s acad?mico y cient?fico, asociado tambi?n a la inquietud internacional en torno a los

estudios culturales, que en Andaluc?a se ve acrecentada a la vez por la

aludida b?squeda de identidad. Una inquietud presente en numerosos

textos y manifestaciones de intelectuales y pol?ticos, como en la l?nea

editorial de la Revista publicada por la Fundaci?n Machado de Sevilla,

que contaba con importante apoyo financiero de la Junta de Andalu ' 14

c?a .

1. Renacimiento del Carnaval

En esta compleja situaci?n, condicionado por ella y contribuyendo a

generarla, tiene lugar en numerosas poblaciones de Andaluc?a Occiden

tal, principalmente en las provincias de C?diz y Huelva, el resurgimien to del Carnaval tras la prohibici?n de 1937. En la mayor?a de ellas la recu

peraci?n del Carnaval tom? como modelo los de aquellas localidades en

11. Debord, Guy. La sociedad del espect?culo. Valencia: Pre-Textos, 1999.

12. Postman, Neil. Divertirse hasta morir. Barcelona: Ediciones de la Tempestad, 1991.

13. Dayan, Daniel - Katz, Elihu. La historia en directo. La retransmisi?n televisiva de los aconte

cimientos. Barcelona: Gustavo Gili, 1995.

14. Nos referimos a la revista de la Fundaci?n Machado Dem?filo. Revista de Cultura Tradi

cional.

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las que bajo el nombre de Fiestas T?picas15 posibilitaron la supervivencia de la celebraci?n carnavalesca a?n durante la Dictadura. Sin embargo, en

estas poblaciones en las que no lleg? a desaparecer la fiesta hubo de sufrir

importantes cambios para que las autoridades permitieran su parad?jica continuidad como un Carnaval ?l mismo enmascarado bajo la forma de

cualquier otra Feria o Fiesta de la ?poca. Por eso, este renacimiento impli caba la vuelta de sus fechas tradicionales y de su misma denominaci?n,

aunque permanecieran determinadas formas y pr?cticas surgidas duran

te la Dictadura como la celebraci?n en C?diz del concurso de agrupacio nes en el Gran Teatro Falla.

La recuperaci?n vino notablemente influenciada por el modelo gadi tano16, no el ?nico superviviente, pero s? uno de los de mayor relevancia entre los m?s conocidos en nuestro pa?s y de los que se ha distribuido su

imagen y publicitado durante la Dictadura: a trav?s del NODO (Noticia rio Cinematogr?fico Espa?ol), de TVE., grabaciones discogr?ficas, agru

paciones que salen fuera de C?diz, de Andaluc?a, incluso con giras por Iberoam?rica17, agrupaciones de otras localidades andaluzas que acudie ron al concurso de las Fiestas T?picas, etc.

Esta influencia gaditana no se reduce al ?mbito de Andaluc?a Occi

dental, sino que llega a carnavales de localidades geogr?ficamente m?s

alejadas, incluso los gallegos18 o los celebrados en Murcia19 y Ceuta20 donde llega a hablarse del ?agaditanamiento de la Fiesta de la M?scara? a comienzos de los ochenta.

Esta recuperaci?n o recreaci?n del Carnaval tomando a C?diz como

modelo acude al Concurso de agrupaciones, una pr?ctica que durante la

15. Las Fiestas T?picas de C?diz sobre todo, de Isla Cristina en la provincia de Huelva y otras ?Fiestas de Invierno?.

16. Ver Ramos Santana, Alberto. ?Carnaval en la provincia de C?diz?. En: Dem?filo. Revista

de Cultura Tradicional de Andaluc?a, 24 (1997), pp. 56-66; as? como Ramos Santana, Alberto.

?Rasgos mim?ticos del Carnaval en la provincia de C?diz?. En: Actas VIII Congreso del Carnaval.

1996. C?diz: Fundaci?n Gaditana del Carnaval. Excmo. Ayuntamiento de C?diz, 1998, pp. 309-320.

17. Como ?Los escarabajos trillizos?, 2o premio en 1965, tambi?n conocida como ?Los Bea

tles de C?diz? en Puerto Rico y continuas actuaciones durante varios a?os.

18. Cocho, F. ?Los Carnavales gallegos de hoy?. En: Actas IV Seminario del Carnaval. 1990.

C?diz: Fundaci?n Gaditana del Carnaval. Excmo. Ayuntamiento de C?diz, 1991, p. 236.

19. Hern?ndez Carri?n, E. ?Los Carnavales de la regi?n de Murcia?. En: Actas VII Congre so del Carnaval. 1994. C?diz: Fundaci?n Gaditana del Carnaval. Excmo. Ayuntamiento de C?diz,

1996, pp. 51-59.

20. S?nchez Baglietto, D. - Fort Bollit, L. - Jim?nez Carmona, F. L. ?Carnavales de Espa

?a. Las murgas de Ceuta 1977-1986?. En: Actas IV Seminario del Carnaval. 1990. C?diz: Fundaci?n

Gaditana del Carnaval. Excmo. Ayuntamiento de C?diz, 1991, pp. 265-270.

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Dictadura como hemos se?alado se dio a conocer de diversas formas

fuera de C?diz. Y ser? tambi?n en esta ?poca cuando los medios retrans

miten la final del concurso que se celebra en el emblem?tico Gran Teatro

Falla. Esto ha contribuido a que en la propia poblaci?n de C?diz esta manifestaci?n musical afecte al resto de la fiesta y se configure como su

forma m?s representativa y centro del Carnaval, pero a cambio de verse

enormemente afectada y determinada por el poder medi?tico, situaci?n

que as? es recogida por Antonio Burgos:

?Los medios de comunicaci?n, difunden solamente un aspecto del Carnaval, sus letras, su concurso, su final del Falla. Incluso se hace un Carnaval pensando en la televisi?n, en cuanto a las horas de celebraci?n, de sus sesiones finales, del colorido de los tipos, de la espectacularidad, de las presentaciones, etc.. No debe extra?ar pues que este Carnaval de las Agrupaciones, convertido en un producto de consumo audiovisual, acabe imponiendo su est?tica, su ret?rica, su po?tica sobre la totalidad de la fiesta. Todos los hogares de Andaluc?a pueden obtener ahora [a?os 901 tina visi?n del Carnaval, mucho m?s completa y desde luego tan

simult?nea, como la que en el curso de los a?os, ten?an los aficionados [que acu

d?an a C?diz]?21.

2. La recuperaci?n del Carnaval en C?diz (1977): de nuevo la fiesta en

torno a las agrupaciones

En 1977 el Ayuntamiento de C?diz aprueba la celebraci?n del Carna

val, ahora de nuevo bajo esta denominaci?n, no como Fiestas T?picas y adem?s, en el mes de febrero. Asimismo, el gobierno municipal hizo

p?blica su intenci?n de que se volvieran a celebrar las fiestas como los

antiguos Carnavales, potenciando los disfraces y los bailes populares. Tambi?n el Gobierno Civil emiti? una nota en la que se permit?a el uso de

disfraces por las calles y lugares p?blicos, aunque s?lo hasta las diez de la noche22.

La recuperaci?n de la fiesta vino de la mano de hechos, pr?cticas y celebraciones de fuerte carga simb?lica que abren de inmediato a la par

ticipaci?n democr?tica de los ciudadanos decisiones antes tomadas uni

21. Burgos Bellinch?n, Antonio. ?Ret?rica y espontaneidad?. En: Actas IV Seminario del

Carnaval. 1990. C?diz: Fundaci?n Gaditana del Carnaval. Excmo. Ayuntamiento de C?diz, 1991,

pp. 377-392.

22. Historia del Carnaval de los a?os 70. C?diz: Diario de C?diz, 2000, pp. 201-203.

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lateralmente. Por ejemplo, observamos en el Concurso de agrupaciones c?mo en el jurado van desapareciendo los miembros de la corporaci?n

municipal, algo habitual en la ?poca anterior, para dar paso a m?sicos,

poetas o profesionales de los medios de comunicaci?n; o c?mo ya en 1977

la reina del Carnaval es elegida entre las candidatas presentadas por dis

tintas instituciones de la ciudad23 -recordemos c?mo durante la Dictadu ra esta figura se reservaba a las hijas y familiares de personas relevantes

del r?gimen. Y en un acto festivo tremendamente simb?lico, en 1978, al igual que

las ?comparsas? del XIX recorriendo las calles en desfile procesional, las

Fiestas T?picas son enterradas por los componentes del coro ?La Guilloti na? tras ser depositados sus restos en un f?retro y llevados en cortejo f?nebre el primer s?bado de Carnaval24. Precisamente, algunos de los

miembros de este coro el a?o anterior participaron en el denominado

?Los Ded?cratas?, una agrupaci?n devenida emblem?tica como conse

cuencia de ser considerada uno de los desencadenantes del cambio expe rimentado en la fiesta, de la recuperaci?n del Carnaval, de la democracia

y de la libertad, y de un nuevo sonido25. En este primer a?o 1977 dos agrupaciones participantes en el concur

so, la comparsa ?Nuestra Andaluc?a? y el mencionado coro ?Los Ded?

cratas?, han sido desde entonces consideradas y reconocidas como piezas fundamentales en el cambio producido en la fiesta, en el paso de la Fies

ta T?pica al Carnaval. La primera por representar una llamada a la auto

nom?a de Andaluc?a y una denuncia a la marginaci?n, el paro, en ese

momento de una democracia incipiente; su autor, Pedro Romero, el a?o

anterior sac? una comparsa con la denominaci?n de ?Carnaval 76? recla

mando la vuelta del Carnaval. Y la segunda, por la procedencia de sus

componentes y su intento de recuperar el coro de Carnaval, una modali

dad de agrupaci?n de larga tradici?n que en los ?ltimos a?os de Fiestas

T?picas estuvo a punto de desaparecer. El contar entre sus filas con varios

miembros de profesiones liberales (algo poco o nada com?n en las agru

paciones de carnaval) fue interpretado bajo una doble lectura: como la

dignificaci?n de este tipo de agrupaciones y del Carnaval, y como la desa

23. Datos tomados de Historia del Carnaval..., pp. 204, 212.

24. Ibid., pp. 228-232.

25. Me cuenta Paco Eslava, uno de los componentes de este coro, que introdujeron en la

modalidad de coros el canto a tres voces (bajos, segundas y primeras), as? como los instrumen

tos bien tocados porque participaron en la orquesta los componentes de la Tuna de Medicina

(conversaci?n privada con Paco Eslava en el verano de 2004).

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parici?n de barreras entre los que viven el Carnaval, como as? sugiere Guerrero V?zquez26:

?podemos decir que reavivaron en la afici?n que el coro ten?a que despertar del letargo en que se encontraba. Y con ellos se rompe la tradici?n de que el coris ta no tiene clase social en la vida privada y aqu? salen lo mismo un soldador de

Matagorda que un m?dico o un abogado, o un estudiante?27.

Este mismo hecho es as? recogido en una publicaci?n del Diario de

C?diz:

?El primer Carnaval en febrero, tras cuarenta a?os sin Carnavales, traer?a al

escenario del Falla un coro m?tico de la historia del Carnaval: "Los ded?cratas", una agrupaci?n formada por universitarios y m?dicos que significaba la incor

poraci?n a la fiesta de colectivos que se hab?an mantenido hasta ahora al mar

gen? .

Seg?n otras muchas referencias, esto supuso la integraci?n en las

agrupaciones de personas y grupos antes alejados si no de la fiesta, al

menos s? de esta pr?ctica musical. Esto mismo describe Antonio Torres

Ram?rez, letrista y antifaz de oro29, en una entrevista realizada por Anto

nia Zayas en la que comentaba c?mo no eran bien vistos ?hasta hace pr?c ticamente poco por las clases altas? entre quienes ?los m?s puritanos se

iban incluso esos d?as de la ciudad?, mientras que ?desde los setenta

empez? a cambiar, integr?ndose a la fiesta gentes de estratos sociales m?s

elevados?30.

Uno de los miembros de este coro, Marcos Zilberman Morales, nos

cuenta su visi?n de lo ocurrido en aquellos momentos:

?Para situarnos creo que debemos recordar que est?bamos al principio de la transici?n y que los Carnavales de C?diz se celebraban entonces en mayo. Lo que es el mundo de las agrupaciones estaba, aunque ahora parezca incre?ble, bastante

26. Corista y concejal del Partido Popular en las legislaturas de finales de los noventa y comienzos del XXI.

27. Guerrero V?zquez, Jos? Antonio. ??Tradici?n carnavalesca? Renovaci?n constante?. En:

Actas V Congreso del Carnaval 1991. C?diz: Fundaci?n Gaditana del Carnaval. Excmo. Ayunta miento de C?diz, 1992, p. 168.

28. L?m siglo de concurso. C?diz: Diario de C?diz, 1994, p. 22.

29. Reconocimiento obtenido en 1971.

30. Zayas Ru?z, A. ?"Antonio Torres" autor de letras de Carnaval?. En: Actas. Vil Congreso del Carnaval. 1994. C?diz: Fundaci?n Gaditana del Carnaval. Excmo. Ayuntamiento de C?diz, 1996, pp. 323-325.

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alejado del gran p?blico gaditano y apenas se les prestaba atenci?n [...] Para m?, lo m?s importante de todo esto, fue la incorporaci?n al mundo de las agrupacio nes, por una parte, de la gente joven que se hab?a alejado del Carnaval y por otra, de un sector de la poblaci?n que tradicionalmente era aficionado pero que en nin

g?n momento se le hab?a pasado por la cabeza participar en ?l. Sirvi? para que la fiesta se normalizara en la ciudad. A partir de ese a?o todo fue normal. Nadie se extra?a hoy que cualquiera salga en una agrupaci?n?31.

Pero como ya hemos sugerido, la recuperaci?n del Carnaval fue inter

pretada y vivenciada de otros modos, como fue el caso de la otra agru

paci?n emblem?tica de aquellos momentos, la comparsa ?Nuestra Anda

luc?a? a la que otras voces llegan a calificar como ?s?mbolo de una ?poca?:

?Sus letras, su tipo, la agrupaci?n, todo era nuevo. Los ejemplares del Diario de C?diz de 1977 avalan el ?xito de ?sta, as? en la cr?nica sobre la final del concurso del Falla, publicada el 18 de febrero, podemos leer lo siguiente: ?Mucha expecta ci?n, especialmente por la actuaci?n de la comparsa Nuestra Andaluc?a. Hab?a rumores que incluso se sacar?a en el teatro alguna que otra bandera verdiblanca de Andaluc?a. No fue as?. Hubo medidas policiales, incluso en algunos casos con

petici?n de documentaci?n. Todo ha transcurrido dentro de un ambiente carna valesco, si bien es indudable que aquellas letras que hablaban de algo que se lle vaba muy sentido, causaron clamor en el p?blico?32.

En el popurr? de esta agrupaci?n, ?un canto de esperanza y de ?nimo

para los andaluces? que algunos presentan como todo un acontecimien to de relevancia hist?rica en el Carnaval33, su autor hablaba de ?las ocho

provincias, de la situaci?n, de su paro y de su econom?a para terminar

gritando libertad?. De este modo interpreta Silva Pereira el valor de esta

agrupaci?n, y traduciendo los deseos de Pedro Romero se?ala c?mo con

ella pretend?a ?abrir los ojos ante el cambio y el progreso e invita a que la

lucha por el futuro sea con un pueblo unido? despu?s de llevar ?mucho

tiempo esperando que llegara el momento de hablar claro? mientras que antes ?se ten?a que morder los labios?34.

Sobre esta comparsa y lo que supuso en aquellos momentos, escribe el

propio Pedro Romero:

31. Historia del Carnaval..., pp. 222-224.

32. Silva Pereira, M. C. ?Nuestra Andaluc?a: s?mbolo de una nueva ?poca?. En: Actas VU

Congreso del Carnaval. 1994. C?diz: Fundaci?n Gaditana del Carnaval. Excmo. Ayuntamiento de

C?diz, 1996, p. 298.

33. Historia del Carnaval..., p. 212.

34. Silva Pereira. ?Nuestra Andaluc?a...?, pp. 299-301.

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?Cuando escrib? Nuestra Andaluc?a, nuestro pa?s atravesaba por un dificil?si mo momento. La famosa transici?n iba avanzando muy lenta e inciertamente. Era

fr?gil como una porcelana, y desde variados frentes jugaban con la democracia

para asustarla y darle marcha atr?s [...] Eran unos momentos delicados y sutiles. Unos momentos de transici?n sin avances espectaculares en los derechos de los ciudadanos [...] La reci?n estrenada democracia era d?bil y enfermiza. Unos d?as antes, en Madrid, en un acto de salvajada, hab?an asesinado a cinco abogados laboristas [...] Don Febrero lleg?, y con ?l lleg? la libertad. Y lleg? Nuestra Anda luc?a... entonces la copla del carnaval cogi? vuelo, y se elev? alto, muy alto, para cantar por encima de los campanarios las letras m?s revolucionarias y m?s desea

da por los pueblos y que hab?an permanecido mudas durante cuatro largos lus tros. Recorrimos la geograf?a andaluza desde Huelva hasta Almer?a, y en todos los

pueblos, en todos los sitios, paseamos orgulloso la bandera de Andaluc?a en olor de multitudes y de emociones indescriptibles. Muy digno, para contarlo y muy emocionante para recordarlo... Hab?a llegado la libertad, y el carnaval fiel y r?pi do, propagaba sus semillas por todas las tierras de esta Nuestra Andaluc?a. Semi llas que han dado sus frutos [...] Despu?s de una larga dictadura de atamiento, de

silencio, de censuras amarillas y verticales, por fin, y desde el Teatro Falla de C?diz, se escuchaba encima del escenario voces que le cantaban a la libertad. Voces del pueblo que se alzaban contra lo impuesto, para proclamar a viva voz de

que esper?bamos la libertad, y Nuestra Andaluc?a ayud? en la medida que le

correspondi?, con sus coplas y con sus voces calladas ayer, ayud?, a que se resta

blecieran las libertades, en pro de la soberan?a popular?35.

Ante esta enriquecedora y f?rtil situaci?n, en los a?os ochenta se suce

der?an una no menos importante serie de hechos y acontecimientos que ir?an determinando la configuraci?n y la cotidianidad de la fiesta, y en la

que pueden observarse la puesta en escena de nuevas actuaciones insti

tucionales con objeto de ?encauzar? y ?controlar? la fiesta en un nuevo

marco democr?tico, masmediatizado y comercializado.

Esquem?ticamente estos fueron algunos de estos acontecimientos ins

titucionalizados:

a) En una fecha cercana, 1980, las fiestas del Carnaval de C?diz fueron

declaradas de Inter?s Tur?stico Internacional por Resoluci?n de la Secre

tar?a de Estado de Turismo de 18 de Enero de 1980. b) En enero de 1984 se crea la Fundaci?n Gaditana del Carnaval, Orga

nismo Aut?nomo del Excelent?simo Ayuntamiento de C?diz, con el fin de

?encauzar, programar, administrar y desarrollar el Carnaval propiamen te dicho y todo lo que le rodea?. Seg?n su propio programa, esta Funda

ci?n pretend?a configurarse como aparato institucional en pleno periodo

35. Romero Varo, Pedro. Memoria de ana copla. C?diz: Jim?nez-Mena, 1998, pp. 75, 81 y 90.

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expansivo de la fiesta de Carnaval, a nivel econ?mico, social y cultural,

para dar respuesta a ?una necesidad, la de crear un cauce participativo adecuado al momento de auge que nos tocaba vivir?36.

c) Convocatoria y celebraci?n del Primer Seminario sobre el Carnaval

?Ciudad de C?diz?, en septiembre de 1983. Esto supone una importante

preocupaci?n por el Carnaval, por entenderlo y conocerlo recogiendo la

opini?n de los gaditanos y de investigadores. El Seminario que en esta

ocasi?n se utiliza como lugar para debatir la Organizaci?n del Carnaval

de C?diz, en posteriores ediciones se acercar?a a carnavales de otros luga res, abandonando la inicial perspectiva localista y convirti?ndose en con

greso bianual.

d) Se publica en 1985 el libro de Alberto Ramos37 Historia del Carnaval de C?diz. Una rigurosa obra y a la vez importante referencia para legiti

mar hist?ricamente el Carnaval gaditano y hacer p?blica su antig?edad

y relevancia en otras ?pocas. e) En los a?os 80 TVE comienza a emitir el concurso de agrupaciones.

3. El Carnaval en las provincias de C?diz y Huelva

Aunque el Carnaval se logr? recuperar en cierto modo durante la dic

tadura en localidades como C?diz, Trebujena, Bornos38 o Isla Cristina39, as? como en otras localidades, la d?cada de los ochenta supuso el resurgir

y la explosi?n de las distintas manifestaciones de Carnaval que a comien

zos de este nuevo siglo XXI podemos encontrar en numerosos pueblos y localidades de las provincias de Huelva, de C?diz y de toda Andaluc?a.

Al parecer la renovaci?n en la provincia de C?diz se ha realizado bajo la imposici?n e influencia del Carnaval de la capital ocasionando la p?r dida de las manifestaciones peculiares en cada poblaci?n40. Pero tambi?n

es cierto como indica Ari?o, que esta p?rdida pueda deberse a una ten

dencia homogeneizadora que sufren fiestas muy diversas en las que se

observa el incremento de las competiciones, juegos y ceremonias, en las

36. Citas tomadas de un documento elaborado por la Fundaci?n Gaditana del Carnaval

(s.a., s.l. y s.f.). Esta Fundaci?n ces? su actividad en el a?o 2002.

37. Ramos Santana, Alberto. Historia del Carnaval de C?diz. C?diz: Caja de Ahorros de C?diz, 1985.

38. Ramos Santana. ?Carnaval en la provincia...?, p. 57.

39. Biedma Viso, Jos?. Carnavales de Isla Cristina (1982-1992). Isla Cristina: 1992.

40. Ramos Santana. ?Carnaval en la provincia...?.

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que se han difundido y generalizado determinados rasgos (comensalidad

p?blica o comidas masivas, exhibici?n vestimentaria de grandes masas

organizadas en asociaciones...) y procesos como la dulcificaci?n de mani

festaciones ofensivas a la sensibilidad moderna que est?n transformando

y homogeneizando la fisonom?a de las mismas41.

Junto a los tradicionales bailes de carnaval, cabalgatas y agrupaciones, el modelo organizativo gaditano fue seguido en muchas poblaciones: selecci?n mediante concurso del cartel anunciador, anuncio de la fiesta

con un preg?n a cargo de alguna personalidad conocida, el concurso de

agrupaciones as? como ?otras "invenciones" gaditanas? tales como la ins

tauraci?n de la Reina de las Fiestas T?picas y su corte de Damas (desde 1976 y 1980 Ninfas y Diosa respectivamente), el homenaje a antiguos comparsistas y la entrega del Antifaz de Oro, el carrusel de coros, o las

fiestas gastron?micas42. Si bien es cierto que en los programas de Carnaval de las localidades

de estas provincias esos son los actos que suelen aparecer, tambi?n pode mos observar que es un modelo habitual de articulaci?n de las fiestas de

nuestro entorno (Semana Santa, Feria, Roc?o, veladas, cruces de mayo, romer?as) y de otras fiestas y celebraciones de nuestro ?mbito sociocultu

ral: cartel anunciador, preg?n, bailes, cabalgatas, desfiles o procesiones,

presidencia de la fiesta y simb?lica de la ciudad por la reina (u otra per

sonalidad/personaje) y su corte, platos t?picos, concursos y premios, con

ciertos, etc.

Se trata de un conglomerado de elementos que podemos encontrar

tanto en las fiestas como en celebraciones tales como la Feria del Libro,

campeonatos y competiciones deportivas, etc. Por eso, aunque pueda hablarse de un modelo de programa de Carnaval, no podr?amos reducir

lo a la ?nica procedencia de este modelo, pues tarde o temprano posible mente ser?an asumidos por contaminaci?n del entorno cercano.

Por otro lado, deber?amos tener en cuenta que si bien es indudable la

presencia del modelo gaditano en la recuperaci?n del Carnaval en otras

poblaciones, es necesario no despreciar en el proceso de creaci?n de la

nueva fiesta el sentimiento, deseo y expresi?n de distinci?n local mani

festado, tal como el mismo Ramos Santana43 describe, por ejemplo en una

variada y divertida relaci?n de fiestas gastron?micas: la ?butifarr?? de

41. Arino Villarroya. Antropolog?a. La utop?a de Dionisos..., p. 13.

42. Ramos Santana. ?Carnaval en la provincia...?, pp. 59-63.

43. Ibid., pp. 62-63.

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Chiclana, la ?jamon?? de Rota, ?berzada? en Puerto Real, ?garbanzada?, ?ca?aillada?, ?mejillonada? y otras en San Fernando, ?pring??, ?pole?? y otras en Chiclana, etc.

Del mismo modo, la institucionalizaci?n de las figuras de ?Diosa? y ?Ninfas? en C?diz, tiene su correlato (a medio camino entre la imitaci?n

de C?diz, o la introducci?n de este elemento tomado de otras fiestas dis

tintas al Carnaval de donde asimismo lo tom? C?diz durante la prohibi ci?n) en ?las coquineras de El Puerto de Santa Mar?a, las perlas de Chi

piona, las sirenas de Rota, las damas de Trebujena, las pi?oneras de

Puerto Real, o las ninfas, con su diosa, de Olvera?44. Como podemos ver, a?n introduciendo una misma figura, la de reina y corte, se intenta sin

gularizar optando por crear denominaciones locales que permitan dife

renciarlos de un conocido modelo gaditano que aparece por todos lados. Esto mismo puede observarse en las denominaciones que en Huelva se

da al tradicional entierro de la sardina, que no es recogido en el progra ma gaditano, adoptando nombres tan variados como del choco, del pal mito, etc., atendiendo a productos conocidos y caracter?sticos de cada

localidad.

Otra manifestaci?n de esta p?rdida de caracteres peculiares, siguiendo a este mismo autor, viene determinada por la emulaci?n de las agrupa ciones de C?diz y competir en los concursos de la capital, con el consi

guiente sometimiento a la reglamentaci?n del concurso oficial y adaptan do letras al gusto del p?blico y jurado gaditanos45. Nosotros a la vista de lo observado en Huelva, podemos decir que no s?lo se adapta la letra, sino que se adopta el estilo gaditano en relaci?n a la m?sica, la manera de

hablar, de interpretar gestualmente, etc. Pero a la vez, tambi?n se levan tan voces en contra de esta p?rdida de singularidad como el mismo

Ramos Santana46 nos muestra en el caso del Carnaval de Trebujena donde se denuncia la casi desaparici?n de las murgas de las calles a favor de la

participaci?n en los concursos de la capital.

Aunque sea dif?cil analizar este fen?meno simplemente como una

emulaci?n de lo que ocurre en C?diz capital o bien como una actitud que est? teniendo lugar en la mayor?a de las manifestaciones de carnaval en

esta ?poca, s? podemos constatar que las agrupaciones van tendiendo a

una creciente profesionalizaci?n y a centrar su actividad en la participa

44. Ibid., p. 60.

45. Ibid., p. 63.

46. Ibid., p. 63.

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ci?n en los concursos locales, comarcales o de mayor ?mbito como el de

C?diz al que ya acuden agrupaciones desde casi todas las provincias de

Andaluc?a. Pero mientras que en las localidades de origen se intentan

preservar rasgos presumiblemente locales como la denominaci?n de

?murgas?, al participar en el concurso de C?diz lo hacen bajo la denomi

naci?n gaditana de ?chirigotas?. El Carnaval de C?diz, uno de los pocos que en Andaluc?a ha sobrevi

vido a?n durante los a?os de la Dictadura, el m?s antiguo de la provin cia seg?n los estudios y la documentaci?n manejada en estos momen

tos47, es adem?s el que mayor difusi?n ha alcanzado en los medios de

comunicaci?n, sobre todo, a trav?s de Canal Sur TV que le dedica abun

dantes programas durante las distintas fases del Concurso de Agrupacio nes y, sobre todo, a la emisi?n en directo desde 1990 de la Final del con

curso que puede llegar a durar hasta 8 horas continuadas.

Esta amplia difusi?n medi?tica, su continuidad a lo largo de todo este

siglo, su constituci?n como fiesta tur?stica de gran alcance con la venida

de numerosos visitantes de las poblaciones cercanas de las provincias de

Sevilla y Huelva, y otros factores, han incidido en que en toda esta zona

de Andaluc?a occidental el Carnaval gaditano haya sido tomado como

referencia y como modelo para la revitalizaci?n y recuperaci?n de esta

manifestaci?n en estas localidades. Y a?n en aquellas como Isla Cristina en las que tampoco se perdi? la fiesta, la influencia de C?diz tambi?n

puede observarse.

El programa de actos del Carnaval de C?diz con el que estas pobla ciones se han encontrado en el momento de la recuperaci?n, se ha veni

do construyendo como hemos visto, con elementos tomados del Carna

val anterior a la prohibici?n y otros provenientes de otras fiestas y ferias

y de las mismas Fiestas T?picas. Este Carnaval que se celebra en torno a las fechas tradicionales: domin

go, lunes y martes anteriores al mi?rcoles de ceniza, y Domingo de Pi?a

ta, ha vuelto a difuminarse en el tiempo y el espacio por las numerosas

actividades de pe?as y entidades a lo largo de todo el a?o, los ensayos de las agrupaciones despu?s del verano, las actuaciones de ?stas despu?s del concurso o el cambio de fechas en las localidades pr?ximas para no coin

cidir los mismos d?as en sus principales actos como la cabalgata o los con

cursos locales. De todos modos, las fechas centrales de celebraci?n se con

cretan en las antes mencionadas, y los programas de actos en las distintas

47. Ramos Santana. ?Rasgos mim?ticos del Carnaval...?, p. 310.

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localidades recogen varias o posiblemente la totalidad, en la mayor?a de los casos, de las siguientes actividades que configuraban la celebraci?n en

C?diz capital: acto de presentaci?n del Carnaval a los medios y autorida

des; actos gastron?micos gratuitos; concurso o muestra de agrupaciones;

ensayos generales de las agrupaciones antes del concurso; preg?n; elec

ci?n de reina y su corte de damas, acto de coronaci?n con presencia de

autoridades; reina infantil y su corte de damas infantiles; cartel anuncia

dor, selecci?n mediante concurso, presentaci?n; el alcalde del municipio hace entrega simb?lica de las llaves de la ciudad a la reina o a los partici

pantes en el Carnaval; bailes; cabalgata de carrozas con participaci?n de

agrupaciones y de grupos disfrazados; concurso infantil de disfraces;

cabalgata infantil y quema de la Bruja Piti; homenaje al comparsista; cabal

gata del humor; quema del dios Momo y fuegos artificiales; entierro de la sardina que termina en su quema; celebraci?n del Domingo de Pi?ata.

A continuaci?n veremos de manera algo m?s pormenorizada c?mo este proceso de recuperaci?n y revitalizaci?n tiene lugar en localidades

de la provincia de Huelva. En la provincia de Sevilla esta incidencia ha

sido menor, aunque se han venido constituyendo como localidades y cen

tros de gran relevancia de ?mbito comarcal las celebraciones del Carna

val, con el concurso de agrupaciones como su principal pr?ctica, en Car mona y Alcal? de Guadaira.

3.1. Carnavales en la provincia de Huelva

En 1983 en la ciudad de Huelva se recupera el carnaval perdido y

prohibido desde 1937 dando comienzo una nueva etapa centrada princi

palmente en torno al Concurso de Agrupaciones renacido en 1984.

Inicialmente como movimiento vecinal (las asociaciones de vecinos de

los distintos distritos y barrios de la ciudad promueven la organizaci?n de una cabalgata en 1983), la programaci?n de los actos del Carnaval

Colombino viene siendo asumida principalmente por la Federaci?n Onu

bense de Pe?as y Asociaciones de Carnaval (F.O.P.A.C.) con los recursos

provenientes de las subvenciones del Ayuntamiento sobre todo, Diputa ci?n Provincial, entidades y empresas establecidas en la ciudad y de los

ingresos obtenidos con la venta de entradas para asistir al Concurso de

Agrupaciones en el Gran Teatro.

Al igual que en esta ciudad, en otras localidades de la provincia sur

gen iniciativas en estos mismos a?os para la celebraci?n de esta manifes

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taci?n, como b?squeda de recuperaci?n de un carnaval perdido o como

una fiesta nueva (sin entronque con una tradici?n mantenida o rota) que es demandada junto a otras manifestaciones como Cruces de Mayo, y a la

revitalizaci?n de Romer?as y procesiones de Semana Santa en toda la pro vincia.

En algunas localidades la fiesta se mantuvo a?n durante su prohibi ci?n. En Isla Cristina a partir de 1950 comenzaron a aparecer por sus

calles gentes disfrazadas a sabiendas del riesgo que corr?an de ser dete

nidas por la en ocasiones permisiva autoridad local. En diciembre de 1967

el Ayuntamiento daba a conocer ?que se autorizaba la celebraci?n del pri mer concurso de murgas carnavaleras en Febrero de 1968 bajo el camu

flado nombre de "Fiestas T?picas de Invierno"?48.

En los a?os setenta agrupaciones de esta localidad acuden al concur

so del Falla participando en la categor?a de las provinciales y regionales,

seg?n la denominaci?n de esos a?os, como fue el caso de la comparsa ?Los camborios? de Wenceslao R?os en 1971 (junto a agrupaciones de San

Fernando, Puerto Real, El Puerto de Santa Mar?a, C?rdoba, Barcelona)

que obtuvo el segundo premio en la final. O en 1972: ?Los neoyorquinos?, tercer premio en Comparsas provinciales y regionales; en 1974: ?Los

rom?nticos?, de Jos? Biedma, Bartolom? Beltr?n, Horacio Noguera y Wenceslao R?os. Unos a?os antes, en 1970 una chirigota de Huelva ?Los

turistas del Tirol? tambi?n hab?a participado en el Concurso obteniendo un acc?sit regional49.

Tambi?n en otras poblaciones como Ayamonte, o Beas y posiblemente en algunas otras, se recuper? o no dej? de celebrarse durante el franquis

mo. En Beas consist?a la fiesta en una manifestaci?n con los rasgos de car

naval rural, sin agrupaciones ni concurso, sino como participaci?n espon t?nea de la gente por las calles arrojando objetos, manch?ndose la cara,

etc.50

La revitalizaci?n durante la d?cada de los ochenta supone que poste riormente en los a?os noventa el Carnaval se haya extendido amplia

mente por toda la provincia. Aunque en algunas localidades no se ha

mantenido o ha deca?do, en otras se ha constituido en cambio como una

de las fiestas m?s importantes de la poblaci?n conform?ndose en algunos casos, como el de Valverde o el de la ciudad de Huelva, en centro de una

48. BiEDMA Viso. Carnavales de Isla..., p. 16.

49. Datos tomados de Historia del Carnaval..., pp. 8-34.

50. Comunicaci?n personal de Rosa Beltr?n, alcaldesa del municipio.

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zona m?s vasta, a ra?z de sus respectivos concursos comarcal o abierto (de ?mbito regional), que aglutina a varias poblaciones m?s o menos cercanas

y de toda la provincia (incluso de Sevilla y C?diz en el caso de Huelva ya en el a?o 2000).

En numerosas localidades de la provincia en los ochenta y los noven

ta ten?a lugar al menos una cabalgata, desfile o pasacalles de carnaval.

Algunas adem?s contaron con un concurso, festival o muestra de agrupa ciones; otras con el carnavalesco entierro de la sardina, de la cebolla, del

gurumelo, del c?ntaro, de la aceituna, del choco, o de cualquier producto

t?pico de la zona; algunas tambi?n comparten el domingo de pi?ata. Cada municipio elabora su propio programa intentando introducir

alg?n elemento que lo haga diferenciar de los otros municipios dentro del

modelo de programa ya comentado, con actividades ?nicas (como el

marat?n ciclista carnavalero en Huelva) o con denominaciones variadas

para ima misma celebraci?n o rasgo de la fiesta (la reina en Huelva es la

?choquera?; los actos gastron?micos; el producto que se procesiona y

quema el Mi?rcoles de Ceniza...) o en las fechas locales de celebraci?n

(aunque siempre en torno al domingo, lunes, martes de carnaval y mi?r

coles de ceniza). En el Ap?ndice incluimos un cuadro con la extensi?n del

Carnaval en la provincia de Huelva.

4. M?sica y agrupaciones a finales del siglo XX

En esta ?poca las agrupaciones del Carnaval de C?diz, herederas de las Fiestas T?picas Gaditanas, son las mismas que en el resto de localida

des de Andaluc?a Occidental y de tantos otros lugares donde se celebra un Concurso o Muestra de agrupaciones de Carnaval.

Las agrupaciones que desde la recuperaci?n del Carnaval a finales de

los setenta hasta nuestros d?as permanecen estables, al menos en la deno

minaci?n de la modalidad, son coros, comparsas, chirigotas, cuartetos

(as? como tr?os o quintetos) y romanceros (estos ?ltimos son escasos y no

suelen participar en el Concurso de Agrupaciones). En Huelva no conta

mos con romanceros ni coros (tan s?lo un a?o se cre? un coro que no tuvo

continuidad) y a las chirigotas tambi?n se les denomina murgas (por con

servar la denominaci?n anterior a la prohibici?n del 37). A cada agrupaci?n se le conoce y as? se la inscribe en el concurso con

un nombre que describe o recoge de alg?n modo el tipo que representa y en torno al cual giran disfraz, tem?tica de las letras, m?sica, puesta en

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escena, artilugios, luces, forillo y tramoya en el escenario, etc. Sin embar

go a veces, a pesar de este nombre ?oficial?, en la calle y popularmente a

la agrupaci?n se le bautiza con un ?sobrenombre? con el que finalmente es conocida y pasa a la tradici?n, a la historia del Carnaval. Esto suele ocurrir en casos en los que su nombre es muy largo, como ?Las viudas de los bisabuelos de los viejos del 55? (1994) que popularmente fueron cono cidas como ?Las viudas?. O cuando se trata de una denominaci?n des

criptiva, que sugiere el tipo que se esconde tras ella o que la oculta tras un descriptor ambiguo. Este puede ser el caso de la chirigota ?El que la lleva la entiende? (1992) conocida como ?Los borrachos?.

A continuaci?n mostramos las caracter?sticas generales de las agru

paciones. Aunque a lo largo de la ?poca hayan sufrido alg?n tipo de variaci?n, la Reglamentaci?n del concurso ha venido fijando, no sin resistencias y muestras de disconformidad, las coplas que son interpre tadas por cada agrupaci?n, permaneciendo estables desde las Fiestas

T?picas sin la posibilidad de variaci?n de ?pocas anteriores. No obstan

te, sin salirse del modelo establecido, los autores constantemente intro ducen alg?n tipo de innovaci?n en la puesta en escena, los recursos

mel?dicos, t?mbricos, arm?nicos, r?tmicos, formales, din?micos... en el tratamiento de los temas reflejados en las letras, recursos dram?ticos,

etc.). Estas innovaciones pueden tener consecuencias variadas: desde

pasar desapercibidas o ser criticadas, suponer el ?xito o el fracaso de la

agrupaci?n, o como en otras ocasiones, llegar a ser imitadas y asumidas

por el resto de grupos.

4.1. Coros

Formados por un n?mero de voces que oscila entre quince (doce desde el concurso del 2000) y treinta y cinco, y por la orquesta o rondalla que puede contar con entre cuatro y diez instrumentistas que tocan gui tarras, bandurrias y la?des. Los miembros del coro pueden usar otros ins trumentos si el tipo lo requiere, pero s?lo en la presentaci?n, el popurr? o el estribillo de los cupl?s. Las coplas deben ser cantadas a tres voces o

?cuerdas? que reciben las denominaciones de tenor, segunda y bajo. El tenor interpreta la voz principal, la que canta la melod?a de la copla, voz a la que tambi?n se reconoce con la denominaci?n de ?primera?. La

?segunda? suele ser una voz m?s grave que canta a distancia de una ter cera inferior a lo largo de pr?cticamente toda la pieza, mientras que el

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M?SICA Y AGRUPACIONES DE CARNAVAL A FINALES DEL SIGLO XX. 583

bajo aparece normalmente al final de cada frase (repitiendo el final del texto que acaban de cantar tenores y segundas) o a lo largo de ?stas, con

abundancia de notas largas y graves (aunque en muchas ocasiones en un

registro bastante forzado para los coristas). Cada modalidad de agrupaci?n posee un tipo de copla que la caracte

riza y que es la m?s valorada entre las distintas coplas por el jurado y por el p?blico. En el caso de los coros ?sta es el tango.

4.2. Chirigotas

Formadas por un n?mero de componentes que oscila de siete a doce

(en Huelva, m?s conocidas como murgas, de diez a catorce) entre quienes varios de ellos tambi?n participan como instrumentistas que tocan

bombo con platillos, caja, dos guitarras como m?ximo y pitos de carnaval

(opcionales desde el concurso de 2000, pero antes obligatorios para intro

ducir pasodobles y cupl?s, siendo utilizados por casi todos los miem

bros). Al igual que en las comparsas, los instrumentistas tambi?n suelen

cantar, lo que sin embargo no es permitido a los componentes de la ron

dalla de los coros. Los miembros de la agrupaci?n pueden usar otros ins

trumentos si el tipo lo requiere, pero s?lo en la presentaci?n, el popurr? o

el estribillo de los cupl?s. Aunque no se les obliga a cantar a m?s de una

voz, suelen hacerlo habitualmente al menos con tenores y segundas. En

las chirigotas viene siendo habitual encontrar fragmentos recitados r?tmi

camente, como tambi?n puede ocurrir en el resto de agrupaciones pero de modo menos usual (los cuartetos en cambio s? que utilizan a menudo

el recitado en la parodia a modo de representaci?n teatral, y en algunas

partes del popurr?). La copla que caracteriza a estos grupos es el cupl?, habitualmente la

pieza m?s c?mica del repertorio, como tambi?n la chirigota es la m?s

c?mica entre las agrupaciones (si exceptuamos al cuarteto).

4.3. Comparsas

Formadas por un n?mero de componentes que oscila de diez a quin ce (en Huelva catorce a diecisiete) entre quienes varios de ellos tambi?n

participan como instrumentistas que tocan bombo con platillos, caja, tres

guitarras como m?ximo y pitos de carnaval (opcionales desde el concur

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so de 2000, pero antes obligatorios para introducir pasodobles y cupl?s, siendo habitualmente utilizados por casi todos los miembros). Los miem

bros de la agrupaci?n pueden usar otros instrumentos si el tipo lo requie re, pero s?lo en la presentaci?n, el popurr? o el estribillo de los cupl?s.

Aunque no se les obliga a cantar a m?s de dos voces, suelen hacerlo habi

tualmente adem?s de con los obligados tenores y segundas, con las voces

de octavilla y contralto. Seg?n Babl?51 la voz de octavilla canta la melod?a

del tenor duplicada a la octava superior o bien a una sexta (con lo que est? duplicando al segunda) cuando el registro es demasiado agudo; y el contralto duplica al tenor segunda a la octava, por lo que coincidir?a con

el registro de la octavilla, aunque normalmente se evita esta coincidencia

pues ambas voces se caracterizan por ser desempe?adas por solistas. Sin

embargo en Huelva he encontrado que esta terminolog?a se utiliza al

rev?s, con el contralto en el registro m?s agudo, una voz de la que no se

abusa tanto como algunas comparsas hacen en C?diz. De todos modos, son dos voces que tan s?lo aparecen en momentos determinados de la

pieza, y no a lo largo de toda su extensi?n como lo hacen l?gicamente el

tenor con la melod?a, y la segunda. Adem?s, a todas estas voces se les

a?ade en ocasiones coros de pocos componentes que hacen un contra

canto a la melod?a.

La copla que caracteriza a estos grupos es el pasodoble, habitualmen te la pieza m?s seria o sentimental del repertorio.

4.4. Tr?os, cuartetos y quintetos

Formados por un n?mero de cantantes que oscila entre tres y cinco,

quienes pueden hacer uso de cualquier instrumento (antes del 2000 esta

ban obligados a utilizar pitos de carnaval en los cupl?s), aunque habi

tualmente lo que suelen utilizar, uno de ellos, son las claves.

Es raro que canten a m?s de una voz, e incluso llevan en parodia y

popurr? una parte importante de fragmentos recitados. La pieza que caracteriza a estos grupos es la parodia (a la que antes del 2000 se exig?a que fuera rimada).

51. Bable Neira, Eduardo - Alcal?-Galiano, P. ?M?sica y Carnaval de C?diz?. En: Actas

VII Congreso del Carnaval. 1994. C?diz: Fundaci?n Gaditana del Carnaval. Excmo. Ayuntamiento de C?diz, 1996, p. 155.

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M?SICA Y AGRUPACIONES DE CARNAVAL A FINALES DEL SIGLO XX. 585

4.5. El repertorio de las agrupaciones

El repertorio interpretado por las agrupaciones que participan en el Concurso est? formado por presentaci?n, tangos, pasodobles, cupl?s con

estribillo, popurr? y parodias, aunque no aparecen en todas las modali dades. De este modo queda distribuido el tipo de coplas por modalida des y el orden en que son interpretadas:

- Coros: presentaci?n, tangos, cupl?s con estribillo, popurr?. -

Chirigotas: presentaci?n, pasodobles, cupl?s con estribillo, popurr?. -

Comparsas: presentaci?n, pasodobles, cupl?s con estribillo, popurr?. -Cuartetos: parodia, cupl?s con estribillo, popurr? (en Huelva se

a?ade tambi?n presentaci?n en primer lugar, que en C?diz ha sido des

cartada en los ?ltimos a?os).

A todas las agrupaciones, excepto a los coros, se les exige que los

cupl?s vayan engarzados, que se canten sin interrupci?n mediante el estribillo y en Huelva, aunque se suele hacer tambi?n as?, esto no era obli

gado en el concurso.

El repertorio debe ser in?dito tanto en letra como en m?sica, a excep ci?n de la m?sica de la presentaci?n y del popurr?. En Huelva tambi?n el estribillo del cupl? puede ser tomado de una m?sica conocida, y se con

sidera dentro del repertorio la ?puesta en escena? optativa con la que

puede iniciarse la actuaci?n de la agrupaci?n. En Huelva el n?mero de

piezas interpretadas (dos o tres pasodobles y cupl?s) var?a seg?n la fase del concurso (preliminar o clasificatoria, semifinal y final), mientras que en C?diz ?ste es constante: una presentaci?n, dos tangos, dos cupl?s con

estribillo, dos pasodobles, una parodia, un popurr?. El texto literario de

cupl?s, pasodobles, tangos y parodias han de ser siempre distintos desde

el concurso del 2000 mientras que antes en C?diz y a?n en Huelva en

algunas fases es posible repetir algunos de los textos de dichas piezas ya cantados en la fase anterior.

Como novedad en el concurso del a?o 2000 en C?diz apareci? tambi?n

la posibilidad de cantar cada tango, pasodoble o cupl? con una m?sica

distinta, un recurso que hasta ahora muy pocas agrupaciones han utili

zado. Si ya resulta complejo montar todo un repertorio nuevo cada a?o, ?sto vendr?a a?n a complicar m?s los ensayos, el montaje y la memoriza

ci?n de las coplas pues recordemos que los miembros de las agrupacio nes no son profesionales (con la limitada dedicaci?n que esto supone) y

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adem?s, generalmente no conocen la graf?a musical que podr?a ayudarles a la lectura de las coplas, aunque de todos modos jam?s utilizan partitu ras en ninguna interpretaci?n.

La normativa que rige el concurso de agrupaciones llega a ser tan r?gi da en determinados aspectos, que en C?diz regula incluso hasta el tiem

po m?ximo en minutos que ha de durar cada copla. En este asunto del

riguroso minutaje ha tenido una importante incidencia la retransmisi?n

televisiva de la final del concurso ofrecida por Canal Sur TV. RTVA, la

radiotelevisi?n andaluza, exige o impone ciertas condiciones a la celebra

ci?n de esta final y del concurso, que a lo largo de sus distintas fases es

ampliamente seguido por Canal Sur Radio y TV, atendiendo a sus nece

sidades de programaci?n y publicidad. As? quedaba este extremo recogi do en el ?Reglamento para el Concurso Oficial de Agrupaciones Carna

valescas? redactado en octubre de 1999, con efectos en el Carnaval del

a?o 2000:

?La Presentaci?n no exceder? de tres minutos, cont?ndose desde el comienzo de la escenificaci?n musical de la Agrupaci?n. La Parodia no exceder? de ocho minutos en tiempo efectivo de actuaci?n, descont?ndose las pausas provocadas por los aplausos del p?blico. El Popurr? no exceder? de ocho minutos. El montaje y desmontaje de los forillos no exceder? de quince minutos para cada opera ci?n?.52

Pero a pesar de la enorme relevancia de estas agrupaciones y del con

curso, de su papel central en la fiesta de Carnaval y su configuraci?n como importante y poderosa pr?ctica social, cultural, econ?mica, pol?tica e ideol?gica, en C?diz es posible encontrarse con otras modalidades de

agrupaciones. ?stas son las denominadas callejeras (por ser la calle su

espacio m?s com?n), ilegales (por no participar en el concurso oficial ?le

gal?, ni en el programa oficial de la fiesta) o familiares (por estar consti

tuidas habitualmente por grupos mixtos de hombres y mujeres, en oca

siones parejas o familias) que buscan m?s la diversi?n que el dedicarse

plenamente al montaje de una agrupaci?n para participar en el concurso

con lo que esto adem?s supone de inicial inversi?n econ?mica (elevados

gastos de vestuario, tramoya, maquillaje, etc.). Sin embargo, las piezas que interpretan, a pesar de todo, suelen responder a los tipos y al esque ma formal que utilizan las agrupaciones del concurso oficial.

52. Reglamento para el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas. C?diz: Fundaci?n Gadi tana del Carnaval, 1999, p. 15.

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M?SICA Y AGRUPACIONES DE CARNAVAL A FINALES DEL SIGLO XX. 587

Ap?ndice

Tabla que muestra la extensi?n del Carnaval en la provincia de Huelva tomando

como referencia un folleto (que utiliza como fuentes la FOPAC, Ayuntamientos y Agrupaciones de Carnaval de la provincia) editado por el Patronato Provincial de Turismo de Huelva en 1995 recogiendo las singularidades de cada localidad antes mencionadas, e incluso las diferentes denominaciones que recibe esta fiesta en tales

lugares.

A?o 1995, Carnavales provincia

de Huelva

Proclamac.

de la reina

Muestras o

Concursos Cabalgata Entierro

Carnaval de Alosno El aguardiente

Carnaval de Aracena La cebolla

Carnaval de Aroche La salchicha

Fiestas de la Alegr?a. Ayte. La sardina

Carnaval de Bollullos

Carnaval de Cala?as El gurumelo

Carnaval de El Campillo El c?ntaro

C. de Ca?averal de Le?n La aceituna

Carnaval de Cartaya La almeja

C. de Cumbres Mayores El jam?n Carnaval de La Granada

Carnaval de El Granado La gran?

C. Colombino. Huelva El choco

Carnaval de Isla Cristina La sardina

Carnaval de Nerva El chorizo

Carnaval de Niebla El palmito

C. de Minas de R?otinto El mojino

Carnaval de La Palma La palmera

C de la Luz. Punta Umbr?a La sardina

C. de Sanl?car de Guadiana El barbo

C. de San Juan del Puerto El palmito

Carnaval de San Silvestre La bellota

Carnaval de Tharsis Piedra del mineral

Carnaval de Valdelarco La abeja

Carnaval de Valverde Gurumelo

C. de Villanueva

de los Castillejos El conejo

Carnaval de Villarrasa La espinaca

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