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M. A. CARRASCO Y M. J. GONZÁLEZ / ACCIÓN PSICOLÓGICA, junio 2006, vol. 4, n. o 2, 67-81 67 EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA AGRESIVA ASSESSMENT OF AGGRESSIVE BEHAVIOR MIGUEL ÁNGEL CARRASCO ORTIZ Facultad de Psicología. Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) Resumen En el presente artículo se revisan los princi- pales instrumentos y técnicas utilizados para la evaluación de la conducta agresiva. Tras unas breves consideraciones sobre la evaluación de la agresividad, el contenido se estructura según las diferentes técnicas aparecidas: análisis de archivos, técnicas de observación, informes ver- bales y técnicas proyectivas. Finalmente se ex- ponen algunos instrumentos para evaluar el riesgo de emisión de una conducta agresiva y su peligrosidad. La revisión realizada pone de ma- nifiesto que el mayor número de instrumentos diseñados para evaluar esta conducta son infor- mes verbales (autoinformados o heteroinforma- dos) y que el desarrollo de instrumentos especí- ficos que evalúen agresividad no es todavía muy numeroso. Palabras Clave Agresión, violencia, evaluación, medidas, instrumentos, técnicas Abstract This paper offers an overview of current ag- gressive measures. After some considerations about aggression assessment, the article provi- des information about different instruments and measures of aggression: archives, observation scales, verbal reports and projective techniques. Finally, it is also provides, some instruments for assessing violence risk and potential aggression. This overview of current aggressive measures shows two conclusions: a) the instruments more used for conducting an assessment of aggres- sion are verbal reports (self-report or hetero-re- port), and b) the number of specific instruments of aggression is limited at the moment. Key Words Aggression, violence, assessment, measures, instruments, techniques

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M. A. CARRASCO Y M. J. GONZÁLEZ / ACCIÓN PSICOLÓGICA, junio 2006, vol. 4, n.o 2, 67-81 67

EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA AGRESIVA

ASSESSMENT OF AGGRESSIVE BEHAVIOR

MIGUEL ÁNGEL CARRASCO ORTIZFacultad de Psicología. Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED)

Resumen

En el presente artículo se revisan los princi-pales instrumentos y técnicas utilizados para laevaluación de la conducta agresiva. Tras unasbreves consideraciones sobre la evaluación de laagresividad, el contenido se estructura segúnlas diferentes técnicas aparecidas: análisis dearchivos, técnicas de observación, informes ver-bales y técnicas proyectivas. Finalmente se ex-ponen algunos instrumentos para evaluar elriesgo de emisión de una conducta agresiva y supeligrosidad. La revisión realizada pone de ma-nifiesto que el mayor número de instrumentosdiseñados para evaluar esta conducta son infor-mes verbales (autoinformados o heteroinforma-dos) y que el desarrollo de instrumentos especí-ficos que evalúen agresividad no es todavía muynumeroso.

Palabras Clave

Agresión, violencia, evaluación, medidas,instrumentos, técnicas

Abstract

This paper offers an overview of current ag-gressive measures. After some considerationsabout aggression assessment, the article provi-des information about different instruments andmeasures of aggression: archives, observationscales, verbal reports and projective techniques.Finally, it is also provides, some instruments forassessing violence risk and potential aggression.This overview of current aggressive measuresshows two conclusions: a) the instruments moreused for conducting an assessment of aggres-sion are verbal reports (self-report or hetero-re-port), and b) the number of specific instrumentsof aggression is limited at the moment.

Key Words

Aggression, violence, assessment, measures,instruments, techniques

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Introducción

La agresividad ha sido evaluada con dife-rentes técnicas de gran utilidad para su identifi-cación y estudio. Inicialmente, la evaluación dela conducta agresiva se realiza a través de ob-servación, entrevistas o técnicas proyectivas,pero el posterior desarrollo de los autoinformes,en los años 50, aportó un mayor número de ins-trumentos y una mayor especialización de lasmedidas. Uno de los problemas que acompa-ñan a la evaluación de la agresividad, que clara-mente se refleja en el estudio de los instrumen-tos diseñados para tal fin, es la falta de claridadconceptual de este constructo y la ausencia deun marco teórico único para su comprensiónentre los investigadores. Posiblemente, es ésta larazón por la que la agresividad es, en ocasio-nes, evaluada con instrumentos específicos deira, hostilidad, impulsividad o a través de ins-trumentos diseñados para evaluar otros cons-tructos (ej. Conducta prosocial, empatía, reso-lución de conflictos, desarrollo moral, etc…)que, si bien están relacionados con ella, no laevalúan específicamente. En numerosas ocasio-nes, la conducta agresiva es evaluada mediantemedidas más globales (competencia social, ha-bilidades sociales, adaptación, personalidad,etc…) que contienen una dimensión, escala ofactor, referida a la agresividad. En el presenteartículo se recoge una selección de las principa-les medidas aparecidas en la literatura para laevaluación de la agresividad, las cuales hanmostrado adecuadas propiedades psicométri-cas, con especial mención a aquellas adaptadasal castellano.

Algunas consideraciones en la evaluación de la agresividad

Previamente a la descripción de los instru-mentos de evaluación de la agresividad selec-cionados, se apuntan algunas de las considera-ciones que han de ser tenidas en cuenta enrelación con la selección de dichas medidas:

– Selección de medidas apropiadas y especifici-dad de las mismas

La existencia de instrumentos específicospara la evaluación de la agresividad no ha proli-

ferado aún suficientemente en nuestro entorno,si bien contamos con instrumentos de amplioespectro, diseñados para otros contenidos másglobales (personalidad, habilidades sociales, psi-copatología, interacción familiar, etc…) que con-tienen escalas o dimensiones para evaluar laagresividad. Quizás, para población infantil yen contextos escolares, se ha producido un ma-yor desarrollo de estas medidas, pero no es elcaso para población adulta y, menos aún, paracontextos particulares (laboral, conducción, do-méstico, etc…) en los que la agresividad cobraun matiz peculiar.

La selección de una medida, dada la limita-da oferta disponible en castellano, nos obliga, enmuchas ocasiones, a elegir instrumentos dise-ñados para otro fin. No obstante, y salvandoesta dificultad, la selección de un instrumentoque evalúe la agresividad ha de ir acompañadode adecuadas propiedades psicométricas, de suajuste a las características del evaluado (edad,nivel cultural, disponibilidad) y la especificidaddel contexto en el que se produce (escolar, labo-ral, doméstico, social).

– Evaluación multifuente-multimétodo

El carácter de no-deseabilidad y censura, alque socialmente la conducta agresiva está so-metida, hace que ésta sea negada por el agresoro que aparezca, a veces, de forma solapada osólo en aquellas situaciones en las que estascensuras no están presentes. La información ob-tenida por distintas fuentes y a través de dife-rentes métodos controlaría estos sesgos y per-mitiría una mayor validez ecológica derivadade la recogida in situ por informantes externosprocedentes de diferentes contextos. La evalua-ción multicomponente (varios métodos, variasfuentes) ha sido especialmente enfatizada enpoblación infantil (Achenbach y McConaugh,1987; Silva,1995; Del Barrio, 2002). La ausenciade concordancia entre fuentes en la evaluacióninfantil, se explica por dos razones fundamen-talmente: a) las diferencias en el acceso a la in-formación del niño que tienen cada una de lasfuentes que evalúan y b) los diferentes sesgosque se manifiestan según qué fuentes (padres,profesores o amigos) estén o no implicadas. Engeneral, es conocido que las conductas exte-riorizadas son mejor identificadas por profeso-res, padres o iguales que por el propio sujeto, al

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contrario que las interiorizadas, sobre las que elniño parece dar una información más precisa.

– Importancia de la evaluación del contexto fun-cional de la conducta agresiva

La conducta agresiva es activada bien porun acontecimiento externo (ej. Un conflicto in-terpersonal, laboral o un insulto), bien por unacontecimiento interno al sujeto (ej. Estadoemocional, cogniciones facilitadoras, reglas mo-rales, expectativas de daño, atribuciones de in-tencionalidad, etc…) y tiene unas consecuen-cias que instauran o mantienen su emisión. Porlo tanto, el estudio de las relaciones funcionalesde esta conducta con el contexto externo o in-trapersonal en el que se produce, puede ser degran importancia para la comprensión futura ymodificación de esta conducta. El análisis fun-cional o narrativo del acontecer de estas mani-festaciones pueden ser dos herramientas degran utilidad.

– Evaluación comprensiva

La agresividad puede manifestarse de diver-sas y complejas formas, de ahí la necesidad deuna evaluación comprehensiva, que abarquedistintos aspectos de la misma así como los fac-tores asociados al comportamiento agresivo. Laevaluación de variables, entre las que destacan,la historia de agresión previa, impulsividad, em-patía, personalidad, desarrollo moral, conductaprosocial, asertividad, resolución de conflictos,autocontrol o estado emocional, pueden resultarde especial interés. En este sentido, la evalua-ción de los factores de riesgo vinculados con laconducta agresiva, es de gran relevancia parala prevención e intervención en este campo.

Técnicas e instrumentos que evalúanla agresividad

Las técnicas utilizadas para la evaluación dela agresividad han incluido, desde investigaciónde archivos, observación, entrevista y técnicasproyectivas, hasta autoinformes (Baron y Ri-chardson, 1994; Suris et al., 2004). A continua-ción, se comentan algunas de ellas junto conuna selección de los instrumentos más relevan-tes que pueden ser utilizados para tal fin (ver ta-bla 1).

Archivos

La investigación de archivos, historias clíni-cas o protocolos de diferentes instituciones (ser-vicios de salud, servicios penitenciarios etc.), hapermitido el análisis a posteriori de las conduc-tas agresivas. Aunque esta información está máslibre de sesgos que la evaluación directa, no esuna medida diseñada con el propósito de eva-luar la agresión, por lo que la información ex-traída suele carecer de una buena precisión.

Técnicas de observación

Las técnicas de observación son otro de losmedios que pueden ser empleados para la eva-luación de la agresividad. Su valor reside en per-mitir una evaluación directa de la conducta deinterés en situaciones naturales. La aplicacióncorrecta de estas técnicas requiere el entrena-miento de los observadores y la especificaciónde un procedimiento sistemático y riguroso. Sondificultades de estas técnicas las siguientes: laposible reactancia del observado, la dificultad deacceder a ámbitos privados del sujeto, la difi-cultad de obtener índices de fiabilidad interjue-ces a través de diferentes escenarios y el elevadocoste que suponen, principalmente, con con-ductas como la agresiva cuya frecuencia de emi-sión no es muy alta.

Existen sistemas de categorías, que recogenconductas específicas, para evaluar la agresivi-dad. Patterson (1977) diseñó un sistema de co-dificación que incluye 28 categorías y sus defi-niciones correspondientes para evaluar laconducta disruptiva de los niños. Organiza lascategorías en tres grupos: un primer grupo deconductas verbales, como ordenar o llorar; unsegundo grupo de conductas no verbales, comodestruir cosas, ignorar a personas, o conductasfísicas negativas; y un último grupo, que incluyeotras conductas verbales y no verbales, comoobediencia, desaprobación, juego o tomadurasde pelo.

Otros de los registros de observación utiliza-dos para observar la conducta agresiva, se hanelaborado específicamente para emplearse endeterminados contextos: durante la conducciónde automóviles, durante la realización de com-

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pras en grandes almacenes, o tiendas, o en elámbito de las investigaciones de laboratorio. Eneste último contexto, se han diseñado diferentessituaciones para evaluar la conducta agresiva:juegos competitivos en los que uno de los miem-bros, previamente amañado, instiga a otro delos jugadores; agresión verbal ante disputas pro-vocadas o ante los insultos de otros; reaccionesagresivas frente a máquinas dispensadoras decorrientes eléctricas a uno mismo o a terceros(Baron y Richardson, 1994).

Entre las escalas de observación halladas es-tán las siguientes:

– Inventario de Agitación de Cohen Mansfield(CMAI; Cohen-Mansfield, Marx y Rosent-hal, 1989) consta de 29 conductas, opera-cionalmente definidas, agrupadas en tresdimensiones: conductas agresivas, noagresivas físicamente y conductas verbalesagitadas. Tiene una escala de siete pun-tos, diseñada para la evaluación de ancia-nos en contextos residenciales.

– La Escala Modificada de Agresión para Pa-cientes Ambulatorios (OAS-M; Coccaro etal., 1991) posee 25 ítems, que evalúan lafrecuencia y severidad de conductas agre-sivas, referidos a tres dimensiones: agresi-vidad, irritabilidad y suicidio.

– En castellano, contamos con el Sistema deObservación SOC-III de Interacciones fa-miliares (Cerezo, Keesler, Dunn y Wahler,1991). Es un sistema de observación di-recta que mide problemas de relación yagresión en niños de 3 a 12 años, a travésde numerosas categorías mutuamente ex-cluyentes. La observación se cuantifica pormedio de códigos de interacción y de nointeracción, acerca de la conducta del pro-pio niño y del padre, madre o hermanos.

Informes verbales

La información verbal suministrada, bien porel propio sujeto (autoinformes) o bien por otraspersonas cercanas a éste, como familiares, com-pañeros, conocidos, etc., es otro de los procedi-mientos utilizados para la evaluación de estasconductas.

Los autoinformes nos permiten acceder adeterminados contenidos, principalmente emo-cionales y cognitivos, que sólo conoce el eva-luado. Esto posee un especial interés en el casode la agresividad, conducta socialmente repro-bada cuya manifestación queda restringida, enmuchas ocasiones, a situaciones privadas o fren-te a desconocidos. Por esta misma razón, en elcaso de los autoinformes, uno de los grandesinconvenientes está en la posible manipulaciónde la respuesta por parte del evaluado. Por ello,se recomienda, la utilización de instrumentosque contengan escalas de validez y control.

Dentro de los informes verbales se puedenincluir los que se comentan brevemente a conti-nuación:

Entrevistas

Las entrevistas, tanto las estructuradas comolas no estructuradas, se han utilizado para laevaluación de la agresividad. Esta técnica re-quiere complejas habilidades por parte del eva-luador si se pretende una correcta administra-ción de la misma. No obstante, a medida que elgrado de estructuración es mayor, su fiabilidad yvalidez es más independiente de la habilidaddel entrevistador y por tanto, su validez estámejor garantizada.

Para adultos, existen varias entrevistas es-tructuradas que pueden destacarse, entre ellas:a) la Entrevista Clínica Estructurada para elDSM-IV (SCID-IV; First, Spitzer, Gibbon y Wi-lliams, 1997); b) la Entrevista Clínica Estructu-rada para los trastornos del Eje I del DSM-IV(SCID-I; First, Spitzer, Gibbon y Williams,1997); o c) la Entrevista de Diagnóstico Interna-cional Compuesta (CIDI; Organización Mundialde la Salud, 1993). Ninguna de ellas ha sido es-pecíficamente diseñada para evaluar la agre-sión, pero contienen preguntas que evalúan lasmanifestaciones agresivas de muchos de lostrastornos clínicos (ej. Trastorno explosivo inter-mitente, trastorno límite de la personalidad,trastorno antisocial). Con formato de entrevista,puede también utilizarse la Historia Vital deAgresión (LHA; Life History of Aggression, Coc-caro, Berman y Kavoussi, 1997), la cual contie-ne 10 ítems acompañados de una escala de seispuntos que evalúan cuatro dimensiones: Agre-

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sión, consecuencias sociales de la agresión, con-ducta antisocial y agresión autodirigida.

Para niños, se encuentra la Entrevista Diag-nóstica para Niños y Adolescentes (DICA; Reich,Welter y Herjanic, 1997), adaptada al castellanopor Ezpeleta, De la Osa, Doménech, Navarro yLosilla (1995, 1997). Posee diferentes versiones:para padres (EDNA-IV-P), niños de 8 a 12 años(EDNA-IV-C) y adolescentes de 13 a 17 años(EDNA-IV-A). Entre las áreas diagnósticas queevalúa este instrumento se encuentra las referi-das a los trastornos de conducta, que son lasmás relacionadas con las manifestaciones agre-sivas (ej. Trastorno por déficit de atención conhiperactividad, trastorno negativista desafian-te, trastorno disocial y uso y abuso de sustan-cias).

Autoinformes y cuestionarios específicos

Entre los autoinformes y cuestionarios es-pecíficos para la evaluación de la agresividadse mencionan los siguientes:

– Cuestionario de Agresividad Física y Verbal(AFV; Caprara y Pastorelli, 1993; Pastore-lli, Barbaranelli, Cermak, Rozsa y Capra-ra, 1997), adaptado al castellano por DelBarrio, Moreno y López (2001). Es un ins-trumento específico para la evaluación dela agresión física y verbal en niños y ado-lescentes. Se trata de un instrumento de20 elementos que describen conductasagresivas tanto físicas como verbales,acompañados de una escala graduada entres niveles de frecuencia: 3 “a menudo”; 2“algunas veces”; 1 “nunca”. Del conjuntode elementos que recoge esta prueba, exis-ten 5 ítems control que no puntúan (ej.Veo mucha televisión), los cuales son in-cluidos para evitar fundamentalmente ten-dencias de respuesta. La escala proporcio-na una puntuación total y dospuntuaciones por factor: agresión física yagresión verbal. El instrumento puede serutilizado de forma autoinformada, por elpropio niño, o de forma heteroinforma-da, por profesores o padres.

– Inventario de Expresión de Ira Estado Ras-go (STAXI; Spielberger, 1999). Adaptado al

castellano por Miguel-Tobal, Cano-Vindel,Casado y Spielberger (2001). Es un instru-mento para evaluar la ira en adolescentes yadultos. Consta de 49 ítems distribuidosen tres partes diferenciadas: 1) ira estado(sentimiento, expresión verbal y expresiónfísica); 2) ira rasgo (temperamento de ira yreacción de ira); y 3) afrontamiento (ex-presión interna, expresión externa, controlexterno y control interno). Además, pro-porciona un índice de expresión global dela ira. El formato de los ítems se presentaen forma de afirmaciones con cuatro op-ciones de respuesta según la frecuencia delas conductas. Existe una versión para ni-ños y adolescentes (STAXI-NA), adaptadaal castellano por Del Barrio, Aluja y Spiel-berger (2004), la cual consta de 55 ítems,con un formato de respuesta de tres op-ciones, que evalúan, como en la versiónpara adultos, la experiencia de la ira (esta-do y rasgo) y su afrontamiento. Aunqueestos no son instrumentos específicos de laconducta agresiva, la ira es una emociónclaramente asociada a la agresión y susmanifestaciones exteriorizadas guardanuna estrecha relación con ésta, por lo quedichas puntuaciones son una buena medi-da de la misma.

– Taxonomía de las Situaciones Sociales Pro-blemáticas para Niños (TOPS; Dodge, Mc-Claskey y Feldman, 1985). Consiste en unaescala de valoración con 44 elementos queevalúa la competencia social de los niñosen las siguientes situaciones: integraciónen el grupo de iguales, respuesta a las pro-vocaciones, respuesta al fracaso, respuestaal éxito, expectativas sociales y expectati-vas del profesor.

– Escala Infantil de Tendencias a la Acción(CATS; Deluty, 1979). Está diseñado paraevaluar, en niños de 6-12 años, las res-puestas agresivas, asertivas o sumisas enun total de 30 situaciones problema. Antecada una de estas situaciones, el niño hade elegir una de las cuatro respuestas al-ternativas presentadas: agresión física,agresión verbal, aserción o sumisión.

– Batería de Socialización (BAS; Silva y Mar-torell , 1987), adaptada de la Escala de

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Conducta Antisocial (ASB; Allsopp y Feld-man, 1976). Esta batería consta de 46ítems de verdadero o falso. Recoge diver-sas conductas antisociales relativas a latransgresión de normas, vandalismo yotros comportamientos sociales que seagrupan en diferentes dimensiones (lide-razgo, autocontrol, ansiedad social, timi-dez, retraimiento social y agresividad). To-das ellas ofrecen una medida acerca de laadaptación y el comportamiento social delniño. Posee diferentes versiones, una au-toinformada, otra para padres y otra paraprofesores, a través de las que se obtieneuna medida de adaptación del comporta-miento social infantil.

– Cuestionario A-D de Conductas Antisocia-les y Delictivas (Seisdedos, 1988). Es uninstrumento para niños y adolescentes queconsta de dos partes autoinformadas, cadauna de las cuales posee 20 ítems de verda-dero o falso: la primera, evalúa el com-portamiento delictivo (ej. Robar o entraren lugares prohibidos); y la segunda, laconducta antisocial y desviada (ej. Albo-rotar, salir sin permiso, hacer trampas).

– Test Evaluativo Multifactorial de Adapta-ción Infantil (TAMAI; Hernández, 1990).Este cuestionario está diseñado para eva-luar la inadaptación personal, social, es-colar y familia, así como las actitudes edu-cadoras de los padres desde los 8 hastalos 18 años. Consta de 175 ítems de verda-dero o falso, que pueden ser aplicados deforma autoinformada, individual o colec-tivamente. En todos los niveles de edad,aparece un factor de inadaptación socialque posee una escala de agresividad social(conflicto con las personas) y otra de dis-nomia (conflicto con la norma). Ambaspueden ser de utilidad para la medida dela agresividad.

– Cuestionario BULL (Cerezo, 2000, 2001).Elaborado para evaluar la agresividad enel contexto escolar. Permite obtener infor-mación sobre la dinámica agresor-víctima(bully-victim) (situaciones de abuso, ca-racterísticas del agresor y la víctima, re-presentación social que el grupo tiene delaula) y sobre las variables de aceptación-

rechazo (situación sociométrica, inciden-cia “agresor-víctima en el grupo”, reper-cusión de ésta, estructura del grupo y nivelde cohesión del mismo). Está basada en latécnica del sociograma y consta de dosformas, una para los alumnos y otra paralos profesores, cada una de ellas con de10 preguntas cortas.

– La vida en la escuela (Smith y Sharp,1994). Es un listado de elementos para eldespistaje de la identificación del agresor(bullying) en la escuela. Está diseñadopara ser completado por el propio alum-no. Consta de 39 ítems muy breves, cadauno de los cuales recoge la frecuencia delas diversas conductas presentadas: a)agresivas (ej. Me han dicho motes, me handado patadas, intentó hacerme daño, ame-nazarme); b) positivas (ej. Sonreírme, de-jarme algo, darme un regalo, ayudarmeen algo ); c) neutras (ej. Hablar de ropa).El instrumento permite obtener un índicede víctimización y un índice de agresióngeneral.

– Batería de Cuestionarios sobre Conviven-cia Escolar (Ortega y del Rey, 2003). Cons-ta de 8 cuestionarios breves de entre 11 y16 cuestiones cada uno, cuyo contenidoestá referido a la convivencia escolar, lasrelaciones y la participación de la familiacon el centro escolar y las relaciones delos estudiantes y los profesores entre sí.

– Cuestionario de Agresión (AQ; Buss y Perry,1992). Buss y Perry han diseñado paraadultos (18-20 años) un autoinforme, queconsta de 52 ítems, distribuidos en cua-tro escalas: agresión física, agresión ver-bal, ira y hostilidad. La totalidad de lasescalas han mostrado una adecuada con-sistencia interna y una buena estabilidaden el tiempo.

– Escala de Actitudes Criminales hacia laViolencia (CAVS; Polaschek, Collie y Wal-key, 2004). La escala de actitudes a la vio-lencia CAVS ha sido elaborada a partir devarias escalas de actitudes más ampliascuyo contenido se relaciona con accionesfísicamente violentas, actitudes hacia laagresión y actitudes al crimen. Específi-

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camente, los ítems fueron seleccionadosde la Escala EXPAGG-M de Archer yHaigh (1997) y de la Escala de Actitudeshacia la Violencia ATVS de Funk, Elliott,Urman, Flores y Mock (1999). Los ítemsfinales extraídos de estas escalas fueron20 (ej. “pelear es la mejor opción que unhombre puede enseñar a su hijo”; “algu-nas personas tienen que ser tratadas vio-lentamente porque carecen de sentimien-tos” ) y todos ellos se agrupan en una soladimensión, componiendo una estructuraunidimensional. La escala de medida estipo lickert con cinco alternativas, desde1 (muy en desacuerdo) hasta 5 (totalmen-te de acuerdo). La relación de las actitudescon la conducta, hacen de esta medida,además de un buen predictor del compor-tamiento futuro violento, una buena he-rramienta para identificar aquellas actitu-des y creencias susceptibles de sermodificadas en una intervención.

– Escala de Tácticas de Conflicto (CTS-II;Straus, Hamby, Boney-McCoy y Sugar-man, 1996). Esta escala es una versión ac-tualizada de la Conflict Tactisc Scale (CTS;Straus, 1979), ambas fueron diseñadaspara la evaluación de la violencia intrafa-miliar. Evalúa los conflictos interpersona-les violentos y no violentos entre losmiembros de la pareja a través de 5 di-mensiones: negociación, agresión psicoló-gica, agresión física, coerción sexual y le-siones. Consta de 78 ítems graduadossegún diferentes niveles de gravedad. Po-see una versión para la evaluación delmaltrato infantil por parte de los padres,“Parent-child Conflict Tactics Scale”(CTSPC; Straus, Hamby, Finkelhor, Moorey Runyan, 1998).

Tests de personalidad

Cabe destacar, dentro de los informes ver-bales, algunos tests de personalidad que contie-nen escalas para evaluar la agresividad, enten-dida ésta como rasgo o tendencia habitual delcomportamiento de un sujeto. En estas líneas serecogen algunos de los instrumentos más utili-zados que incluyen estas escalas: el Inventario

de Personalidad Multifásico de Minesota(MMPI-II; Hathaway y Mckinley, 1999) y el In-ventario de Personalidad de Millon (MCMI-II;Millon, 1987), junto con sus versiones para ado-lescentes, diseñados para evaluar característicasde personalidad patológicas y síndromes clíni-cos; los Cuestionarios de Personalidad de Ey-senck (EPQ-R, Eysenck y Eysenck, 1997; EPQ-Jy EPQ-A, Eysenck y Eysenck, 1986), así como elListado Revisado de Psicopatía de Hare (PCL-R;Hare, 1991, 2003).

El primero de ellos, el Inventario de Perso-nalidad Multifásico de Minesota (MMPI-II;Hathaway y Mckinley, 1999), en la versión espa-ñola adaptada por Ávila Espada y Jiménez(1999), contiene diferentes escalas relacionadascon la conducta agresiva: una escala clínica bá-sica, Desviación psicopática (Pd), una suple-mentaria, escala O-H de Hostilidad excesivamen-te controlada, y dos escalas de contenido, laescala ANG de Hostilidad (problemas con el con-trol de la ira) y la escala de conductas antisocia-les. Para adolescentes, está disponible en caste-llano una versión también adaptada, MMPI-A(Butcher et al., 2003), que contiene tres escalaspara evaluar la conducta agresiva: una escalabásica, Desviación psicopática, y dos suplemen-tarias, Hostilidad y Problemas de Conducta.

El Inventario de Personalidad de Millon(MCMI-II; Millon, 1987), adaptado al castellanotambién por Ávila-Espada et al. (1998), posee175 ítems de verdadero/falso, con 26 escalas. Deestas escalas, se relacionan con la conductaagresiva específicamente, los desórdenes de per-sonalidad Antisocial, Agresivo-sádico, Pasivo-agresivo y, en menor medida, la personalidadNarcisista y la Autodestructiva/Masoquista.Craig (2003) encuentra que la personalidad an-tisocial, la agresiva-sádica y, ocasionalmente, lanarcisista, se relacionan con la violencia do-méstica. Por otro lado, Dutton (1994) encontróque la personalidad pasivo-agresiva y la antiso-cial eran las que mejor predecían este tipo deviolencia.

Existe también una última versión adaptadaal DSM-IV (MCMI-III; Millon, Millon y Davis,1994) y una versión para adolescentes (MACI;Millon, 2004). La versión para adolescentes esde gran utilidad para la detección de prototiposde personalidad, síndromes clínicos relevantes y

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detección de sentimientos y actitudes que preo-cupan en la adolescencia. Entre los primeros,existen dos prototipos de personalidad relacio-nados con la conducta agresiva: rebelde y rudo yotros, que se relacionan, como el oposicionista,autopunitivo y con tendencia límite. Entre lossíndromes clínicos recogidos, tienen una aso-ciación directa con la conducta agresiva la pre-disposición a la delincuencia, la propensión a laimpulsividad y la inclinación al abuso de sus-tancias.

Otra de las medidas utilizadas para la iden-tificación de las conductas violentas es la Escalade Psicoticismo de Eysenck, contenida en elcuestionario de personalidad revisado paraadultos EPQ-R (Eysenck y Eysenck, 1997) y enlas versiones para niños (EPQ-A) y jóvenes(EPQ-J) (Eysenck y Eysenck, 1986). Más queuna medida de la conducta agresiva, la dimen-sión de psicoticismo es una medida de la pre-disposición o tendencia a ésta.

Finalmente, el Listado de Características de laPsicopatía de Hare (PCL-R; 1991, 2003), permitela obtención de una medida de psicopatía y delos criterios diagnósticos del DSM-III-R delTrastorno Antisocial de la Personalidad. Es unaescala heteroaplicada, de 20 ítems cuyo conte-nido se refiere a tres facetas de la psicopatía:interpersonal (se muestra con labia, grandioso,mentiroso, falsificador), afectiva (falta de em-patía, culpa, remordimiento) y estilo de vida(impulsivo, antisocial, irresponsable, carece demetas, parásito). Estos ítems se organizan endos factores: factor 1, dureza afectiva e interper-sonal y factor 2, estilo de vida impulsivo, antiso-cial e inestable. Se administra junto con una en-trevista semiestructurada. Además de la versiónpara adultos existe una versión para jóvenes de12 a 18 años de similares características (PCLR-YV; Forth, Kosson y Hare, 2003). Una traduc-ción en castellano de los ítems de la escala paraadultos está reproducida en Corral (1994).

– Listados de conducta

Otros de los instrumentos que contienen es-calas para evaluar la agresividad y que requierende una información verbal, son las escalas delistados y problemas de conducta. Entre éstas,se destacan las diseñadas por Achenbach en susdiferentes versiones: versiones autoinformadas,

como el Inventario de Conducta Infantil (CBCL,Child Behavior Checklist; Achenbach y Edel-brock, 1983) aplicable a niños y el Inventariopara jóvenes (YSR; Youthth Self Report, Achen-bach, l991) aplicable a adolescentes; y versio-nes heteroinformadas, como las versiones parapadres (PRF) y profesores (TRF) (Achenbach yEdelbrock, 1986). Del total de los 112 ítems querecoge este listado, se obtiene un síndrome ex-teriorizado y otro interiorizado. El primero, enclara asociación con la conducta agresiva, con-tiene las dimensiones de hiperactividad, con-ducta antisocial, problemas de atención y agre-sión. Contamos en castellano con unaadaptación para preescolares (Osa, Ezpeleta yNavarro, 1997) y una versión traducida y adap-tada para adolescentes (Lemos, Fidalgo, Calvo yMenéndez, 1992). La primera (CBCL-2-3 años),consta de seis factores de primer orden (agresi-vidad, retraimiento, problemas de sueño, de-presión, destructividad, somatizaciones) y dosde segundo (Internalizante y Externalizante) yLa segunda (YSR, Lemos et al., 1992) posee sie-te dimensiones, de las que cuatro se relacionanestrechamente con la conducta agresiva (con-ducta antisocial, Conducta delictiva; Conductaagresiva y Búsqueda de Atención). Estas se agru-pan para constituir una escala exteriorizada.

Las escalas de Reynolds y Kamphaus (2004)denominadas como Sistema de evaluación de laconducta de niños y adolescentes (BASC) tam-bién se han diseñado para la evaluación multi-método y multifuente de los problemas emocio-nales y conductuales del niño. Evalúa unaamplia gama de dimensiones que van, desde lostrastornos emocionales y psicopatológicos, pro-blemas conductuales y de personalidad, hastaproblemas adaptativos. También identifica, en-tre sus escalas, rasgos positivos. Consta de tresversiones: una versión autoinformada, otra parapadres y otra para tutores. Cada una de ellasestán disponibles para diferentes edades: nivel 1(3-6 años), nivel 2 (6-12 años) y nivel 3 (12-18años). La batería cuenta, además de las escalasmencionadas, con una historia clínica estruc-turada de desarrollo y un protocolo de observa-ción del estudiante. Específicamente, para laevaluación de la agresividad posee una escalade agresividad (Agr) dentro de las escalas clíni-cas y, tanto en el cuestionario para padres comoen el cuestionario para tutores, posee una di-

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mensión global de problemas exteriorizados queincluye las puntuaciones de agresividad, hipe-ractividad y problemas de conducta. En la esca-la específica referida a agresividad, se evalúatanto la agresividad física (romper propiedadesde otros, golpear, ser cruel con animales) comola verbal (discutir, insultar, criticar, culpar yamenazar a otros). El instrumento incluye unSistema de observación del estudiante, diseñadopara que el profesional evalúe al sujeto en elaula. En este sistema contiene una categoría deobservación, denominada Comportamientosagresivos, que incluye conductas, tales como gol-pear, tirar objetos a terceros, destrozar cosas deotros intencionadamente, empujar y robar.

Para adultos, el listado el Listado de sínto-mas SCL-90-R (Derogatis, 1983. Adaptado alcastellano por González de Rivera et cols., 2002)contiene alguna escala relacionada con la agre-sividad. El SCL-90-R es un cuestionario multi-dimensional, autoaplicado de 90 ítems. Cadaítem se acompaña de una escala tipo lickert de 5puntos, que evalúa el grado de malestar psico-lógico a través de numerosos síntomas. De lasnueve dimensiones que se extraen de sus ítems,existe una escala de Hostilidad, claramente vin-culada a la conducta agresiva.

Técnicas Proyectivas

Las técnicas proyectivas se han mostradotambién de utilidad para la identificación de laagresividad, principalmente, en aquellos casosen los que existe una motivación para falsear uocultar estas conductas. Aunque son técnicasque requieren una formación específica para sucorrección e interpretación y contienen un ele-vado grado de subjetividad, que limita sus pro-piedades psicométricas, su mayor enmascara-miento frente a otras técnicas, permite desviarel objetivo de la medida y la verdadera intenciónde la misma. Se recomienda el uso de estas téc-nicas conjuntamente con una batería más am-plia, que permita evaluar la convergencia de losresultados y obtener algún tipo de contrasta-ción de la información entre medidas.

Existen diferentes tipos de pruebas proyec-tivas que pueden ser utilizadas para la evalua-ción de la agresividad. En el caso de las pruebas

proyectivas expresivas de dibujos o gráficos, ta-les como el Test de la familia (Corman, 1967 ), laFigura Humana (Machover, 1949; Koppitz,1991), Test del árbol (Koch, 1962) o el Test de laCasa árbol y persona (HTP, Buck, 1948), se hanidentificado como indicadores de posibles ma-nifestaciones agresivas: ojos bizcos, dientes, bra-zos largos, manos grandes, figura desnuda oaparición de genitales, especial énfasis en el ros-tro, ojos grandes, cuellos cortos, agujeros en lanariz, dedos alargados y en forma de punta, másde cinco dedos (en el caso de adultos). Otros in-dicadores relacionados con la conducta agresivahan sido aquellos derivados de la conducta im-pulsiva tales como, deficiente integración de laspartes, asimetría entre las extremidades de am-bos lados del cuerpo, sombreados o rellenosdensos, tamaño excesivo de los dibujos, predo-minio de las rectas y los ángulos, presión fuertedel trazo y omisión del cuello. En el test del ár-bol, suelo acentuado en zig-zag, tronco ensan-chado en el centro o ramas abiertas (Koppitz,1991; Xandró, 1991).

El Test de Rorschach (Rorschach, 1921),como uno de los más destacados dentro de laspruebas proyectivas estructurales, permite iden-tificar también diversos indicadores de agresivi-dad. Siguiendo a Bohm (1984) y Rorschach(1921), estos indicadores se encuentran en lasrespuestas de localización WS (respuesta globalque considera espacios blancos) y las respuestasS de espacio en blanco, que implican la existen-cia de cierta carga de agresividad o de energíade la tensión agresiva. En cuanto a los determi-nantes, la agresividad puede ser localizada enel bajo porcentaje de Respuestas de Forma (F),indicativo de impulsividad y descontrol emo-cional; en las Respuestas de Color puras (C), in-dicativas de impulsividad afectiva, falta de con-trol social, ético o moral. Además de éstos, loscontenidos relacionados con sangre, tienen enmuchas ocasiones, relación con aspectos de an-gustia, impulsividad y sentimiento de culpa. Fe-nómenos especiales, como choque al rojo en lasláminas II y III, pueden indicar, igualmente, re-presentaciones agresivas y sádicas (sangre, gue-rra…).

En el caso de las pruebas temáticas, el Test deApercepción Temática (TAT, Murray, 1973, 1996),es uno de los instrumentos que evalúan agre-

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Para niños, el test de Pata Negra (Corman,2001) y el Test de los Cuentos de Hadas (FTT,Coulacoglou, 1995) pueden ser utilizados paraobtener indicadores de conductas agresivas.

La evaluación del riesgo: una evaluación para la prevención

La evaluación de los factores de riesgo esuno de los aspectos que más pueden ayudar a laprevención de la conducta agresiva y violenta.Como se recoge en el presente monográfico,existe un conjunto de variables facilitadoras dela agresión, cuya presencia aumenta la probabi-lidad de que una persona se comporte de formaagresiva.

Mossman (1994) describe cuatro aproxima-ciones en la identificación de sujetos de ries-go: 1) a través de listados de conductas asocia-das a la agresión, que permiten la obtenciónde un perfil; 2) a través del despistaje de pro-blemas de conducta, tanto interiorizados comoexteriorizados, junto con algunos indicadoresde riesgo, tales como, presencia de apoyo so-cial, relaciones con víctimas potenciales y dis-ponibilidad de armas; 3) mediante la evalua-ción de experiencias adversas escolares(agresiones recibidas, presencia de violencia oexperiencias negativas con el profesor); y 4) me-diante la evaluación de la amenaza, examinan-do las vías y el proceso que pueden llevar hastala conducta violenta (ej. Relaciones, apoyo so-cial, funcionamiento psicológico, etc…). En latabla 3, se recoge un grupo de cuestiones-guíapara la evaluación del riesgo, basadas en las

M. A. CARRASCO Y M. J. GONZÁLEZ / ACCIÓN PSICOLÓGICA, junio 2006, vol. 4, n.o 2, 67-81 77

TABLA 2. Cuestiones guía para evaluar la amenaza de actuar violentamente o la peligrosidad

1. ¿Qué motiva a una persona a cometer actos o declaraciones que le puedan traer problemas?

2. ¿La persona ha comunicado la intención de realizar algún acto violento?

3. ¿Ha mostrado interés en temas violentos, como en criminales, armas, grupos extremistas u homicidios?

4. ¿La persona ha estado implicada en actos violentos como acoso o asedio?

5. ¿La persona ha tenido alguna enfermedad mental que le llevara a actuar bajo el dominio de alucinaciones o ilu-siones?

6. ¿Cómo de organizada es la persona y hasta qué punto es capaz de llevar a cabo un plan?

7. ¿La persona ha experimentado la pérdida reciente de una persona o de su status que le lleve a sentirse desesperada?

8. ¿La persona hace declaraciones o afirmaciones que luego se corroboran con sus acciones (hace lo que dice)?

9. ¿Se conoce algún amigo o amiga de esta persona con ideas inapropiadas (extremistas, sectarias, fanáticas…) de lasque ésta pueda tomar parte?

10. ¿Qué factores existen en la vida de esta persona que puedan incrementar la probabilidad de cometer un acto vio-lento?

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elaboradas por Burns et al. y Borum et col. enel ámbito del contexto escolar (Burns, Dean yJacob-Timm, 2001; Borum, Fein, Vossekuil yBerglund, 1999).

El desarrollo de instrumentos para la eva-luación del riesgo de la conducta violenta noestá aún muy desarrollado. Se citan, a conti-nuación, tres de los instrumentos genéricos másutilizados en lengua inglesa diseñados para eva-luar el riesgo de cometer un acto agresivo futuroy de su peligrosidad:

– Listado de la evaluación temprana del riesgopara chicos (Early Assessment Risk List forBoys; EARL-20B) (Augimeri, Webster, Koegl yLevene, 1998)

Está compuesta por 20 ítems que evalúan laviolencia potencial en niños menores de 12años. El instrumento recoge información sobretres dimensiones: familia (circunstancias del ho-gar, continuidad del cuidador, apoyos, estreso-res, estilo parental, valores sociales y conduc-ta), niño (problemas evolutivos, comienzo delas dificultades conductuales, existencia de trau-ma, impulsividad, grado de agradabilidad, so-cialización entre compañeros, funcionamientoescolar, actividades extraescolares, antecedentespoliciales, actitudes antisociales, conducta anti-social y habilidad de afrontamiento) y docili-dad-adaptabilidad (responsividad familiar y gra-do en que el niño es tratable).

– HCR-20, Version 2 (Historical, Clinical, Risk-20) (Webster, Douglas, Eaves y Hart, 1997)

La versión más reciente de la Historia Clíni-ca de Riesgo (HCR-20) para la evaluación delriesgo de la violencia posee 20 ítems, 10 recogeninformación de la historia del evaluado (vioen-cia previa, desempleo, relaciones inestables,abuso de sustancias, enfermedad mental, psi-copatía, desorden de personalidad, supervisiónfallida), 5 se refieren a variables clínicas (faltade insight, actitudes negativas, síntomas de en-fermedad mental, impulsividad, no respuesta altratamiento) y 5 al manejo de los factores deriesgo (falta de planes viables, exposición a de-sestabilizadores, falta de estrés, baja implica-ción en la rehabilitación, falta de apoyo social).Cada ítem se puntúa en una escala de tres nive-les: 0 (no presente), 1 (posiblemente presente) y2 (definitivamente presente). La puntuación to-

tal de la escala es de 40 puntos. La correccióndel instrumento con ayuda del manual que laacompaña permite establecer predicciones so-bre la emisión futura de comportamientos vio-lentos en contextos psiquiátricos, forenses o pe-nitenciarios.

– Evaluación estructurada del riesgo de la vio-lencia en jóvenes (Structure Assessment ofViolence Risk in Youth; SAVRY) (Bartel, Bo-rum y Forth, 1999).

El SAVRY consta de 25 ítems que recogenvariables biográficas, clínicas y contextuales,que aparecen en la literatura, asociadas al desa-rrollo de la agresividad y la violencia en jóvenes.Cada ítem tiene una escala de tres niveles queson codificados según unos criterios-guía enriesgo bajo, medio o alto. Los ítems se agrupanen tres amplias dimensiones: factores históri-cos (10 ítems; ej. Historia de violencia, suicidio,maltrato, criminalidad parental, pobre rendi-miento escolar); factores contextuales (8 ítems;ej. Compañeros delincuentes, rechazo social, es-trés y pérdidas, escasa supervisión parental) yfactores clínicos (7 ítems; abuso de sustancias,ira, impulsividad, psicopatía, hiperactividad yproblemas de conducta). Además cuenta conuna escala adicional que provee cuatro factoresprotectores (apoyo social, apego positivo, per-sonalidad resistente, actitud positiva a la reha-bilitación). La prueba ha mostrado adecuadascaracterísticas psicométricas y un buen valorpredictivo.

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