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£1 tabaco en el Perú Colonial 1752-1796

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£1 tabaco en el Perú Colonial1752-1796

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EL TABACO EN EL PERÚ COLONIAL1752 - 1796

Mauro Escobar Gamboa

Seminario de Historia Rural Andina

UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS

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© D.R. El tabaco en el Perú Colonial 1752 - 1796 Mauro Limneo Escobar Gamboa

© D.R. 1a edición Seminario de Historia Rural Andina

SEMINARIO DE HISTORIA RURAL ANDINA - UNMSMRector: Manuel BurgaDirectora: Nanda LeonardiniDirector fundador: Pablo MaceraJr. Andahuaylas 348, Lima 1 Telf. (51-1) 428-0887shra @unmsm.edu.peLima - Perú, julio 2004

Carátula, contracarátula: Juan Zárate Cuadrado Edición: Norma Gutiérrez Enriquez Impresión: Miguel Pinto Huaracha

Depósito Legal: 1501012004-5924 ISBN: 9972-9794-8-2

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A

Olimpia Gamboa Vílchez mi Madre.Mi esposa Rosa Elvira y mis hijos.Luis Aguilar Romaní, asesinado por Sendero en Huancayo.

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INDICE

Introducción 7

CAPÍTULO IEL IMPERIO ESPAÑOL EN AMÉRICA A MEDIADOS DEL

SIGLO XVIII1.1 La situación de la península Ibérica 111.2 Las colonias españolas 13

CAPÍTULO IIFORMACIÓN DEL ESTANCO TABACALERO Y

ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA2.1 Creación del estanco tabacalero 192.2 Administración general y particular 222.3 Administración factorial. 27

CAPÍTULO IIIEL PROCESO DE PRODUCCIÓN DEL TABACO

3.1 Carácter de la producción 313.2 Centros de producción. Las haciendas tabacaleras 513.3 Evolución histórica de la producción del tabaco 63

3.3.1 Período inicial (1753-1768) 643.3.2 Período de ascenso (1769-1779a) 703.3.3 Período de expansión (1779b - 1791) 753.3.4 Período de reajuste (1792-1796) 82

CAPÍTULO IVCUESTIONES SOCIALES DE LA PRODUCCIÓN

4.1 Origen del gremio de cosecheros 854.2 Gremio de cosecheros 904.3 Clases de cosecheros 97

4.3.1 Hacendados 974.3.2 Particulares 984.3.3 Pobres 1004.3.4 Indios 102

4.4 Mano de obra 111

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Conclusiones 115

Bibliografía 117

Documentos 121

Anexos

Padrón de cosecheros 1769 129

Lista de los sujetos que contiene el arreglo de sembradores en la que se incluyen las nueras y últimamente subrogados por el administrador y diputación 1771 132

Razón de los sujetos que constan en el arreglo de tabacos de la provincia y remiten el N° de seiscientos mil mazos a la capital, son los siguientes 1775 134

Matrícula y lista de los cosecheros de la provincia de Saña a quienes se reparten los trescientos mil mazos, y un millón y doscientos mil matas de tabaco que han de sembrarse en el próximo mes de noviembre para la primera cosecha de la contrata con la Real Hacienda celebrada en 18 de septiembre de este año 1779 137

Padrón de cosecheros 1781 141

Padrón de cosecheros 1791 142

Padrón de cosecheros Guadalupe 1792 144

Instrucción que han de observar los cosecheros de tabacos de la provinciade Saña para el cumplimientode la contrata con la Real Hacienda 1779 145

Razón de los gastos hechos en el beneficio de los tabacos de Tulipe. Comidas en los peones y otros gastos como consta en los documentos: y empezó a correr en 15 de marzo de este año a saver [1796] 155

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INTRODUCCION

En la historiografía colonial americana se pone de manifiesto dos tesis acerca del carácter socio­

económico imperante en las colonias. La primera, generalizada, nos asegura una tipificación de

carácter feudal, y la segunda, relativamente nueva, la caracteriza como una estructura capitalista.

Las afirmaciones de la última se hallan basadas en tomar como elemento típico las explotaciones

para un mercado cada vez más amplio, es decir mundial y estar encuadrada dentro del desarrollo

capitalista mundial, representado por las potencias europeas que impusieron dominio colonialista en

América. La negación del carácter capitalista de la sociedad colonial se fundamente en que, para la

tipificación de la estructura económica, en cierta forma, no toma en consideración las leyes básicas

del modo de producción dominante en el contexto colonial, así como las relaciones sociales de

producción establecidas.

Estamos convencidos que tales discusiones, para una definición exacta de la sociedad

colonial, podrán concluirse en la medida en que se efectúan estudios concretos sobre determinadas

actividades, las que darán una visión más amplia de la realidad colonial, contribuyendo de ese modo

despejar las generalizaciones existentes y que no reflejan a cabalidad la naturaleza del problema.

Además es de considerar que la controversia se halla orientada a someter la sociedad colonial

dentro de esquemas socio-económicos correspondientes a la realidad europea y que en verdad no

puede ser determinadas por estos por la singularidad del desarrollo socio-económico colonial. Es la

tendencia a encuadrar mecánicamente formaciones económicas sociales, que difieren

fundamentalmente, en otras históricamente dadas; o sea la concepción estereotipada de catalogar el

desarrollo social en forma reiterativa sobre un modelo considerado básico. Lo cierto es que por

fuerza se busca colocar la sociedad colonial dentro de uno de los modelos, tergiversando así la

complejidad de los fenómenos socio-económicos coloniales.

Los rasgos de la sociedad colonial americana, ya de tinte feudal, ya capitalista, nos muestra

una singularidad y especificidad en relación a estas formaciones sociales y que no concuerda con

ellas por la conjunción y armonía de diversos elementos correspondientes a modos de producción

de bienes materiales diferentes.

Es innegable que con la conquista europea de los pueblos americanos, las colonias

organizadas como dependientes de las metrópolis quedaron engarzadas al sistema capitalista

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emergente en Europa. Como quiera que este capitalismo se hallaba en ascenso y en un proceso de

acumulación, la explotación impuesta a las colonias americanas no tuvieron una implantación

típicamente capitalista sino que conllevó la retención o permanencia de ciertos modos de

producción de bienes materiales precapitalistas por convenir a los intereses de los colonizadores.

Este estado, es decir, la conjugación de diversos modos de producción de bienes materiales fue

incentivado por los mismos explotadores para una mayor apropiación de las riquezas y como medio

de control mucho más efectivo de los pueblos dependientes, con la consecuente negación del

desarrollo normal de las colonias.

La sociedad colonial americana no se desenvolvió dentro de un esquema económico de

autosuficiencia puesto que con la colonización ingresó a una economía activa de intercambio en la

que su concurrencia se basó en la producción de materias primas, necesarias para el desarrollo del

capitalismo europeo. Papel de gran importancia cumplieron las inversiones monetarias en los

rubros de la explotación minera y agrícola destinadas a la exportación, sobre todo en el siglo XVIII.

Por otra parte, el aparente poco desarrollo del sistema capitalista y la supervivencia de otros modos

de producción en las colonias fue consecuencia de la imposición de elementos superestructurales

de carácter feudal. Una superestructura que limitó el normal desarrollo de las fuerzas productivas,

que a pesar de ello no negó categóricamente las afloraciones de gérmenes netamente capitalistas tal

como lo encontramos en la producción del tabaco en la región norte del Perú colonial (Saña).

La producción del tabaco, es una clara muestra de cómo en el seno de una organización

económica con rezagos de modos de producción precapitalistas, emerge un nuevo modo acorde a la

realidad mundial de relaciones socio-económicas y vinculada estrechamente al surgimiento de una

burguesía regional.

El presente trabajo de investigación está centrada en el esclarecimiento del modo de

producción dominante en la explotación del tabaco colonial en la segunda mitad del siglo XVIII y

las relaciones sociales determinadas por dicho modo de producción. En cierta forma fue una

sorpresa, para nosotros, el haber detectado relaciones de carácter mercantil capitalista en la

formación económica social peruana cuya caracterización generalizada, por la ciencia social, la

había encuadrado dentro del esquema feudal. Este singular hallazgo hizo que dejáramos de lado el

primer bosquejo de investigación trazado con miras a ver el papel desempeñado por la economía

tabacalera en relación con la estructura económica general de la colonia y ceñirnos a esclarecer las

verdaderas relaciones socio-económicas impuestas por este quehacer en la zona de producción.

Igualmente, la función cumplida por la institución monopolizadora ante la emergencia de una modo

de producción mercantil capitalista.

Si bien es cierto esta aportación de la realidad colonial peruana no modificará sustancialmente

el criterio de una concepción económica feudal, contiene en sí un derrotero para investigaciones

8

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concretas tendientes a ahondar el análisis de determinadas actividades económicas, para así

encuadrar la etapa colonial dentro de un esquema valedero en todas sus especificidades.

Reiteramos que conviene contar con estudios concretos sobre diversos rubros económicos para

poder visualizar con certeza el Perú colonial. Podemos aventurar que a partir de la última mitad del

siglo XVIII se dan rasgos capitalistas sobresalientes en las relaciones socio-económicas peruana.

De acuerdo a lo explicado los capítulos I y II, se limitan a una descripción breve de la

situación económica social de la metrópoli y las colonias en el siglo XVIII, la formación del estanco

tabacalero y las dependencias administrativas establecidas para el control de la producción y la

comercialización de la mercancía monopolizada.

Los capítulos III y IV, corresponden a lo que propiamente denominamos el cuerpo de nuestro

estudio en la cual nuestro análisis versa sobre el modo de producción mercantil capitalista puesta en

marcha en la creación de la mercancía, las relaciones sociales determinadas por ella y las

características especiales de su ordenamiento.

Este primer análisis que presentamos es fruto de una elaboración efectuada bajo el

asesoramiento del doctor Pablo Macera, a quien le agradecemos profundamente su gentil

cooperación.

Por otro lado, somos conscientes que el presente estudio adolece de algunas deficiencias

motivadas por la falta de documentos sobre tópicos importantes de la producción tabacalera, tales

como estadísticas de los salarios y jornales de los trabajadores, (series completas), y que por ello

será menester profundizarla en otros trabajos, para una reafirmación de lo expuesto en éste.

La documentación manuscrita empleada, para nuestro estudio, corresponde en su totalidad a

las que se hallan en el Archivo Nacional del Perú, Sección Histórica. Como bibliografía

documental sólo anotamos y consignamos los que conceptuamos como los de mayor importancia,

pese aun utilización de mayor número de ellos.

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CAPITULO I

EL IMPERIO ESPAÑOL EN AMÉRICA A MEDIADOS DEL SIGLO XVIII

1.1 LA SITUACIÓN DE LA PENINSULA IBÉRICAEspaña al finalizar el siglo XVIII, había perdido el poder hegemónico que había detentado en

Europa durante el siglo XVI. Fue desplazada gradualmente y durante el siglo XVII por Holanda,

Francia e Inglaterra y convirtiéndose en dependiente económico de ellas. Las colonias organizadas

por España le habían proporcionado las fuentes de riqueza con las cuales se alzó por encima de los

pueblos europeos pese a no contar con un desarrollo manufacturero, menos industrial. Las ventajas

logradas con la explotación de las colonias, sobre todo de los metales preciosos condujo a su vez a

crear las condiciones para la posterior debacle de la metrópoli, por la errónea política seguida por

los reyes españoles.

La introducción masiva de metales preciosos a Europa produjo la “revolución de los precios”

que contribuyó al desarrollo del capitalismo1, pero también significó un proceso inflacionista sobre

todo en España ya que afectó a los industriales existentes, las que se hallaban agobiadas por

diversas cargas impositivas.

La política económica metalista de los monarcas, de emplear el oro y la plata americanos en

la compra de productos manufacturados extranjeros, sin impulsar el desarrollo industrial español

con leyes proteccionistas más la expulsión o destrucción de los elementos sociales dinámicos y

capacitados para tal desarrollo (judío y árabes) posibilitaron el anquilosamiento de las industrias y

la capacidad económica del país2. La declinación económica española no sólo fue la resultante de

los factores señalados sino que también hubieron otros que contribuyeron a su decadencia, tal como

la consolidación de los latifundios en manos de la nobleza y el clero.

Como efecto del poco desarrollo industrial española, los mercados de la península fueron

invadidos por productos extranjeros mucho más baratos y de mejor calidad con los que, los 1 2

1 Avdakov. Historia económica de los países capitalistas, pp. 210-2122 Haring. El imperio hispánico en América, p. 320

11

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comerciantes foráneos sentaron sus reales y contribuyeron a liquidar las pocas manufacturas

existentes. Los capitalistas originarios, en cambio, prefirieron intervenir como intermediarios de los

productores extranjeros y no como inversiones y fomentadores de las industrias nacionales, por las

ganancias fáciles a conseguir y por los menores riesgos a correr3. Así, España y las colonias,

recibieron productos manufacturados de otros países, convirtiéndose la Casa de Contratación de

Sevilla en una entidad reguladora de las entradas y salidas de manufacturas foráneas.

La dependencia española propusieron superarla los reyes borbones, introduciendo una serie

de reformas. La inició Felipe V, luego de su ascenso al trono ibérico y fue seguida por sus

sucesores. La mayor profundización de las medidas tendientes a reflotar la economía española y

sus colonias fueron las emprendidas por Carlos III. Como nuestro trabajo versa sobre la segunda

mitad del siglo XVIII, nos limitaremos a reseñar las tareas emprendidas por el último monarca

citado.

Carlos III para enfrentarse a la reestructuración del impero español se rodeó de escogidos

consejeros imbuidos de las ideas capitalistas del siglo y según el modelo francés. Los

colaboradores a diferencia de épocas anteriores fueron reclutados no sólo en la aristocracia, sino

que se amplió a otros sectores como la baja nobleza, burguesía, elementos ascendió del ejército. O

sea, la selección de los colaboradores fueron realizados en base al talento antes que por el nombre

de familia4. De esta manera entre los consejeros que sobresalieron podemos señalar al marqués de

la Ensenada, Campomanes, Jovellanos, Floridablanca, Aranda, Campillo, Alberoni, Ulloa, Ustáriz,

Ward, Galvez. Todos ellos ministros y economistas liberales, propugnadores del desarrollo

económico capitalista español basado en la protección de las industrias metropolitanas y la

restricción de ellas en las colonias. El resurgimiento económico de la península estaba basada en la

política económica señalada y en la consideración de tener un mercado natural: las colonias.

Para el efecto de conseguir el desarrollo industrial se dieron medidas liberando de derechos

aduaneros a las introducciones de maquinarias. También se dieron dispositivos para la supresión de

los gremios y contribuir de este modo a la libre oferta de los trabajadores. De esta manera el

despotismo ilustrado inició una política de acercamiento hacia la burguesía buscando con ello no

solo la recuperación económica de España, sino también de garantizar una relativa estabilización de

la monarquía por la emergencia de los burgueses y el peligro que reprensaba para las clases

dominantes5. La política de industrialización se extendió fuera de Madrid a las diversas provincias

españolas: Guadalajara, Segovia, San Ildefonso, Avila, Bilbao, Valencia, Barcelona6. En 1725, con

3 Idem, pp. 320-3214 Stanley. La herencia colonial de América Latina, p. 955 Kossok. El virreinato del río de la Plata, p. 326 Haring. Op. Cit., p. 347

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la intención de mejorar la administración, justicia, hacienda, Felipe V introdujo el sistema de

intendencias según el modelo francés. Este no sólo contribuyó a una mejor organización en los

aspectos señalados sino que profundizó la centralización ejercida por la monarquía. Este nuevo

sistema fue la base sobre la cual se concretaron las reducciones de las barreras interregionales los

peajes de tránsito e impuestos locales que cerraron el ingreso a Cádiz de los bienes producidos y

posibles de ser exportados a las colonias7. La liberación, en parte, de las barreras internas, tendía a

vigorizar la economía interna a través de un mayor flujo de productos a intercambiar.

La nueva política proteccionista de las industrias metropolitanas estuvo ligada a cambios en

las regulaciones del tráfico marino con las colonias. Fue menester la liquidación del monopolio

ejercido por Cádiz y Sevilla. Según este criterio se dieron pasos a la apertura de nuevos puestos

tanto en España como en América. Años anteriores, en 1740, se había suprimido el sistema de

flotas, dejando de existir rutas rígidas y creando los llamados Navíos de Registro.

En lo que concierne al comercio, se dieron diversas medidas conducentes a proporcionar a las

colonias mayores mercancías y con mayor agilidad para de este modo impedir el contrabando. Así,

como la culminación de esta apertura a un tráfico comercial más activo, en 1778 se produjo la

promulgación del Reglamento de Libre Comercio, asentando un golpe al monopolio andaluz8. En

1784 se liberó de derechos aduaneros a los frutos y géneros españoles, rebajándose del 4 al 2% , los

extranjeros, ampliándose en 1794 a los puestos menores.

Las reformas introducidas por los colaboradores no tuvieron el carácter de cambios

estructurales. Fueron en gran medida respuestas concretas cuando las circunstancias hacían

inevitable los cambios y en los lugares donde era menester y, en aquellos donde no pudiera dañar

mayormente los privilegios de la clase dominantes. Así, en el caso de la agricultura peninsular sólo

tendieron a incrementar la productividad mediante incentivos a los dueños de los latifundios sin

buscar una auténtica reforma agraria que liberara a los campesinos españoles sometidos a un

esquema de dominación feudal.

1.2 LAS COLONIAS ESPAÑOLASLas colonias españolas en América por su parte, en el siglo XVIII experimentaron un mayor

desarrollo material, cultural y una reorganización administrativa. El logro de este ascenso fue a

partir del ingreso de los borbones al poder, que se hizo más palpable y profunda en la última mitad

del siglo XVIII. Es verdad que no todos los proyectos puestas en ejecución contaron con los éxitos

7 Stanley. Op. Cit., p. 898 Chaunu. Historia de América Latina, p. 48

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previstos, pero contribuyeron a dar una nueva fisonomía al estado de las colonias dependientes. Las

innovaciones fueron esencialmente dirigidas al comercio y a la cuestión administrativa9.

El mejoramiento de América Latina no fue un acontecimiento aislado por cuanto ésta se

hallaba sujeta al desarrollo de todas las naciones, esencialmente occidentales.

América al ser conquistada por las diferentes potencias europeas, en su calidad de

dependiente, ingresó al contexto del desarrollo mundial a través de un sistema de explotación de

carácter capitalistas. Pese a que en hispanoamérica se implantaron algunas formas de régimen

feudal y otras supervivencias pre-capitalistas, estas no fueron las que determinaron su carácter. De

la misma manera, el que haya estado ligado al desarrollo del capitalismo europeo no indica que

igual desarrollo se produjese en las colonias. Fue mas bien un desarrollo según las nuevas

exigencias impuestas por las necesidades europeas en su continuo ascenso por la línea del

capitalismo. En este sentido, América iba muy por detrás de ellas, al quedar supeditada a un

desarrollo tendiente a facilita los bienes necesarios para el desarrollo industrial europeo.

Las colonias americanas supeditadas al dominio español a su vez dependiente de Inglaterra,

Francia10 11, alcanzan cierto mejoramiento en la mitad del siglo XVIII, en relación a las etapas

anteriores por convenir así a España y a las otras potencias en expansión.

La nueva coyuntura económica europea impuesta por los países más industrializados

obligaron a España cambiar los esquemas económicos impuestos por el gobierno de los hamburgos,

para de ese modo tratar de ponerse a tono con la situación de la época.

La reestructuración del impero colonial por Carlos III se fundamentó en los principios

teóricos expresados por los consejeros y que magníficamente sintetiza y anuncia Kossok11.

La transformación de las colonias mediante un nuevo sistema de relaciones buscaba la

recuperación económica de España mediante la concepción de que las colonias eran la fuente para

tal desarrollo. América colonial dejó de ser considerada como la contribuyente de metales

preciosos para ser tratada como productora de materias primas para la revitalización económica

peninsular y como mercado para las manufacturas metropolitanas.

Para dar cumplimiento a esta nueva concepción económica, los proyectistas fundamentaron

de vital importancia la eliminación del monopolio comercial ejercido por un solo puesto (Cádiz) y

que al haber fomentado el contrabando había perjudicado la economía peninsular. Además al lado

de una ampliación comercial a otros centros portuarios, expresaron, de necesidad la regulación de

las tasas impositivas al comercio, planteando que estas fueran por el volumen y el intercambio, al

contrario de lo que sucedía.

9 Halperin. Historia contemporánea de América Latina, p. 4910 Stanley. Op. Cit., p. 9911 Kossok. Op. Cit., pp. 19-20

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Al considerar a las colonias como el mercado de expansión de los productos industriales

españoles, la política a seguir fue la de restringir las manufacturas de las colonias en beneficio de

las peninsulares, las que se vieron impulsadas a aumentar el volumen de sus producciones para

poder cubrir la demanda colonial. Al aplicarse este sistema proteccionista, estrangularon las

nacientes industrias manufactureras de las colonias. A manera de compensación, en cambio, se

derogaron las disposiciones que desde los primeros años de la conquista habían constreñido la

producción de algunos productos agrícolas, (vid, olivo, etc.)12. La política económica colonial

impuesta sobre todo, fue de carácter comercial. En 1774 se concedió autorización para que las

colonias pudieran entablar relaciones comerciales entre sí. La disposición de libre comercio de

1778 abrió 33 nuevos puertos para el intercambio (trece en España y veinte en América). La citada

liberación solo estaba destinada a la comercialización entre metrópoli y colonias mientras que

continuaba la vigencia restrictiva de realizarla con países extranjeros. En 1795 se ampliaron las

concesiones a comerciar entre las colonias con los países neutrales; esta última, impuesta por la

guerra con Inglaterra que la impidió comerciar libremente a España con sus colonias13. Las

reformas comerciales condujeron en muchos casos a una saturación de los mercados coloniales y a

trastornar a los comerciantes. Los centros coloniales monopolizadores como México, Lima,

perdieron su hegemonía frente a la emergencia de otros puertos.

La reorganización borbónica en el sector comercial, aumentó la producción y exportación en

las colonias americanas. Este aumento no fue producto únicamente de tales disposiciones. Fue una

aceleración de un desarrollo que se iba gestando en el seno de los países dependientes. El auge

comercial no impidió el que continuara el contrabando sobre todo el patrocinado por los ingleses14.

La anulación de las diferentes restricciones fue beneficiosa para las regiones que antaño no

habían logrado un desarrollo apreciable. Los monopolios en servicio de determinados centros como

Lima, México, habían impedido la emergencia de zonas como el río de la Plata, Chile, Venezuela,

Cuba. Estas fueron particularmente las que se expandieron en mayor grado, convirtiéndose en

centros productores y exportadores de las materias primas tan solicitadas por España y las otras

potencias europeas.

España, pese a aumentar su capacidad productiva de diversos productos no logró cubrir la

demanda de las colonias por lo que los barcos españoles en gran medida siguieron transportando

productos extranjeros15. El comercio colonial representó para muchos centros europeos un mercado

12 Idem, p. 4013 Villalobos. Comercio y contrabando en el río de la Plata y Chile, p. 6014 Idem, p. 4815 Sala de Touron. Evolución económica de la Banda Oriental, p. 52

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básico, por intermedio de los puestos libres, como la de los vidrieros de Bohemia, el lino de Silesia,

etc.

Las colonias hispanoamericanas, por la restricción de producir manufacturas, desarrollaron

considerablemente la agricultura y ganadería. La demanda de dichos productos en los mercados

europeos impulsó la ampliación de estancias y plantaciones. Entre los principales productos

coloniales destinados al comercio con Europa podemos citar el azúcar y tabaco cubano, el cacao

venezolano, cueros del río de La Plata y México, el índigo guatemalteco, cochinilla mexicana.

La minería continuó jugando un papel de gran importancia en la vida económica de España y

las colonias16. Se trató de estimular y fomentar su desarrollo. En 1776, para tal efecto se creó un

Cuerpo y Tribunal de Minería en México, que continuaba siendo una de las colonias que aportaban

mayormente en este rubro; se abrió igualmente una escuela de ingenieros de minas17. Se trató de

reformar la minería peruana que no contó con el éxito deseado por las resistencias de los mineros a

reformar sus técnicas18. Las exportaciones de productos mineros a fines del XVIII llegaron a la

cifra de 38 millones y medio de pesos, mientras que la de los productos agrícolas y ganadera

alcanzó treinta millones.

Una mejor fiscalización de la administración colonial se debió a la implantación del sistema

de la intendencias y partidos en las colonias. Esta se efectuó luego del experimento llevado a cabo

en Cuba, después de la ocupación por los ingleses en 1762.

Sustancialmente esta fue la mayor modificación del esquema administrativo colonial, que

reemplazaron a los corregidores, gobernadores y otros funcionarios, quedando las otras

instituciones, instauradas desde los primeros años de la colonización.

Las nuevas exigencias ya económicas, ya políticas dieron como resultado, la creación de

nuevas dependencias territoriales. Las provincias norteñas de México, fueron separadas y

subordinadas en 1776 a un comandante general con virtual independencia del virrey. El virreinato

del río de La Plata, igualmente fue, en dicho año, seccionado de la del Perú, por la necesidad de

fortificar dichos territorios ante la arremetida de los portugueses. Se crearon las capitanías

generales de Chile, Guatemala, Cuba, Venezuela. Se agrega a estos cambios las formaciones de

nuevas audiencias en Buenos Aires, Caracas, Cusco, para mejorar la administración de justicia.

La población hispanoamericana a mediados del siglo XVIII aumentó con rapidez19. A pesar

de que la mayoría radicaba en las zonas rurales, existieron centros urbanos como México, La

Habana con más de 100 000 habitantes y en un peldaño inferior, Lima, Buenos Aires, Caracas20.

16 Chaunu. Op. Cit., p. 5517 Halperin. Op. Cit., p. 6018 Romero. Historia Económica del Perú, p. 23519 Sánchez Albornoz. La población de América. Bosquejo histórico, p. 7720 Idem, p. 103

16

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Aunque la división racial subsistió, la continua mezcla de los grupos étnicos, en este período,

contribuyó a socavar en mayor grado la diferenciación por castas. Esto no quiere decir que los del

grupo social dominante dejaran de discriminar a los grupos de color. El ahondamiento de esto

puede ser explicada por la emergencia de esos grupos raciales de color con solvencia económica

como una amenaza al poder detentado21. Los que alcanzaron una posición expectante fueron los

grupos raciales intermedios, o sea los mestizos. Estos llegaron a comprar licencia que los convirtió

legalmente en blancos.

Los indios continuaron sujetos a una mayor dependencia que los mestizos. Gran número de

ellos fueron incorporados a las haciendas como trabajadores en forma permanente por deudas

contraídas22. La explotación ejercida por los españoles condujo a revueltas contra el poder colonial,

como la de Tupac Amaru II, entre otras.

Las reformas borbónicas, en sustancia sólo contribuyeron a reforzar los lazos de dependencia

de las colonias. Por tanto, no puede hablarse de los cambios producidos como el de un desarrollo

integral o según las necesidades reales de las propias colonias23. El desarrollo de las colonias al

supeditarse a las exigencias de la metrópoli estaban condicionadas a servir, únicamente, como

vehículos sobre el cual se gestaría un pretendido desarrollo capitalista española.

El virreinato peruano por las reorganizaciones de los borbones tuvo consecuencias más bien

negativas que positivas por cuanto sufrió la desmembración de su territorio al ser creado a los

virreinatos de Nueva Granada, río de La plata y la capitanía general de Chile. Sobre todo una

pérdida de magnitud para la economía peruana fue la mengua del dominio mercantil del Alto Perú y

los mercados internos del río de La Plata, por dicho desmembramiento24. Chile pese a estar

supeditado al Perú, también, comercialmente benefició a Buenos Aires.

Los rasgos positivos en cambio pueden señalarse como la ampliación de las producciones

agrícolas, pecuarias y textilerías. Así en la costa y sierra norte se amplió el comercio con Guayaquil

y Quito, mediante las ventas de ropas, sebos, mulas, aguardiente, aceitunas, tabaco. Pisco

contribuyó con la venta de licores a Nueva Granada, México, Chile. A este último se le enviaba

azúcar, tabaco. El sur con Puno, Cusco y Arequipa se convirtieron en productores de palos de

algodón y lana25.

La política colonial seguida por España no sólo fue la resultante de una estructuración para el

desarrollo de España, sino que la necesidad de hacer frente a las exigencias tanto peninsulares como

coloniales fue impuesta por el temor a perder estas últimas en manos de las potencias capitalistas

21 Morner. Proceso histórico del mestizaje y de la trasculturación de América Latina, p. 3422 Romano. Cuestiones de historia económica Latinoamericana, p. 2023 Bagú. Economía de la sociedad colonial, p. 12224 Halperin. Op. Cit., p. 3025 Romero. Op. Cit., p. 153

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europeas en pugna, por el dominio del mundo: Francia sobre todo, Inglaterra que a partir del tratado

de Utrecch se convierte en la primera potencia mundial26. Los cambios producidos en las colonias a

la larga dieron como resultado el afianzamiento del poder económico de la burguesía colonial que

se volvieron contra los inspiradores de las reformas. La metrópoli con las reformas creó una de las

bases para el movimiento de emancipación27.

26 Sala de Touron. Op. Cit., p. 5227 Kossok. Op. Cit., p. 44

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CAPITULO II

FORMACIÓN DEL ESTANCO TABACALERO Y ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA

2.1 CREACIÓN DEL ESTANCO TABACALEROLa política económica de los hamburgos por las inversiones improductivas, habían dejado a fines

del siglo XVIII, las arcas reales españolas agotadas. Un estado hipotecado1. Los borbones, al

ascender al trono español, iniciaron la tareas de su reflotamiento, Si bien de principios de siglo

(1714) se hacen sentir los nuevos vientos, es a partir de la segunda mitad del siglo XVII, con la

ilustración, que los cambios en la estructura imperial se efectúan con mayor rapidez y profundidad1 2.

Jugó gran papel, la corriente filosófica nacionalista francesa en los cambios de la Península y

América. Su influencia, en los intelectuales de ambos continentes, marcó con sello propio el nuevo

giro en la reestructuración del imperio hispanoamericano.

En la última década de la primera mitad del siglo XVIII las arcas virreinales del Perú se

hallaban escasos de fondos monetarios3, para poder cubrir sus necesidades. Los gastos

administrativos y las exigencias de la corona debían ser cubiertos. La presencia de corsarios

ingleses en la costa pacífica, agravaron la situación crítica de la economía peruana4.

El enfrentamiento a esta realidad impulsó, al conde de Superunda (XXX virrey), buscar

nuevas fuentes de ingresos pecuniarios a las exhaustas fauces fiscales. La creación del Estanco del

Tabaco fue considerada las más conveniente tabla de salvación.

“La falta de fondos en que considere a mi ingreso la Real Hacienda para cubrir sus consignaciones y ocurrir a otros indispensables y extraordinarios gastos, me hizo discurrir en los medios de que podría valerme para su aumento (...) y me apareció mas proporcionado el estanco del tabaco en que se había meditado algunas veces en España, y ordené al contador don Tomás Chava que, sujeto muy inteligente, formase el proyecto con toda la extensión que pedía la materia (...)”5.

1 Haring. Op. Cit., p. 3402 Kossok. Op. Cit., p. 313 Superunda. Memoria de los virreyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del coloniaje español., p. 2384 Idem, p. 2435 Idem, pp. 238-239

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El proyecto remitido a la corte en agosto de 1746, logró la aprobación el 27 de octubre de

17476. Promulgose la decisión real, en Lima, por bando del 22 de abril de 1752, referida al

estancamiento del tabaco en polvo; quedó definitivamente establecida el doce de mayo7, con las

labores de la junta de tabacos formada por el virrey. El tabaco en rama ingresó al ramo estancado al

año siguiente8.

En ninguno de los casos, hubo manifestaciones hostiles y airadas de descontento por parte de

los comerciantes y productores tabacaleros, como sucedió en la isla de Cuba (1717) cuando los

“vegueros”9, se alzaron en armas contra el estancamiento del producto.

El año anterior a la promulgación en Lima (del estancamiento), por decreto virreinal del 24 de

abril de 1751, se había procedido al inventario y requisamiento de las existencias de tabaco en

polvo10 11. La comisión, nombrada para tal efecto, dio cumplimiento a su labor el once de mayo, luego

de haber recogido las existencias, entregadas por los comerciantes, introducidas entre 1745 y 1750

inclusive, de acuerdo a los libros de Administración de Caxa Real11.

Según Superunda, el requisamiento, fue de 414 881 libras, cuya valorización alcanzó a 263

530 pesos12, que permitieron la formación de dieciséis estanquillos. En cambio en 1753, la

valorización del tabaco en ramo alcanzó, sólo, a 98 063 pesos, habiéndose incluido tabacos llegados

poco después. Estas se expandieron en tres estanquillos13. Los tabacos malogrados, de ambas

clases, fueron quemados o arrojados al río Rímac.

Los principios que rigieron, el estanco, fueron los mismos que se empleaba en la península,

hasta la elaboración de las ordenanzas generales en 175914.

El consumo del tabaco, planta de origen americano, en las colonias y Europa, fue

conceptuada como de efectos saludables y al mismo tiempo dañinos para el hombre. Criterios

ambientales originaron controversia entre los científicos de la época15. Basado en la expresión de

inutilidad, bien supérfluo y promotora del vicio del tabaco, el virrey Amat, aplaudió la decisión del

gobierno real en su monopolización16, destacando igualmente el considerando de Escalona y Agüero

sobre la validez de aplicar impuestos a las “cosas de fausto, superficialidad y vicio”17.

6 Unanue. “Disertación sobre la naturaleza y efectos del tabaco, adornada con una breve idea de origen y progreso del real estanco de Lima”., p. 467 Dancuart. Anales de hacienda pública del Perú., Tomo I, p. 778 Superunda. Op. Cit., p. 2449 Rivero Muñiz. Tabaco: Su historia en Cuba, Tomo I, p. 9410 Superunda. Op. Cit., p. 24411 ANP/SH. Tabacos, 1751. Autos para que se examinen todas las personas que han recibido tabaco... desde 1745 hasta 1750 inclusive.12 Superunda. Op. Cit., p. 24213 Idem, p. 24414 Amat y Juniet. Memoria de gobierno, p. 55815 Unánue. Op. Cit., p. 35 y ss.16 Amat y Juniet. Op. Cit., p. 55717 Escalona y Agüero. Gazophhilacium regium perubicum, p. 260

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Si bien la defensa del estanco se fundamentó en este tipo de razonamiento, éstas no fueron las

únicas, ni las determinantes, como hallamos en la cita de Superunda y en la de Amat.

En la consecución del monopolio muchos personajes habían bragado. Diversos proyectos,

presentados por particulares como por oficiales reales habían pasado por las dependencias

imperiales. 1674 marca el comienzo de los proyectos elevados a la superioridad:

fue la propuesta de un particular, solicitando la concesión exclusiva del mercado americano para el

comercio del tabaco18, mediante una recompensa al rey de 10 000 pesos anuales. Otra fue el de

1684, que habiendo sido aprobado (mediante suministros de Sevilla), no se aplicó. Hubieron

muchos más19, hasta la de Chavaque, contador ordenado del Tribunal Mayor y Audiencia de

Cuentas, que dedujo ingresos, a favor de la corona española, de un millón ochenta y ocho mil seis

ciento, con seis pesos anuales20, que la realidad desvirtuó. Fue una supervalorización del mercado

virreinal peruano.

El fundamento determinante, del establecimiento del Real Estanco de Tabacos, la

encontramos en el aspecto económico-fiscal. Los apremios de la corona real no encontraron mejor

recurso que el de tomar en sus manos el control de este producto. Esto es, fiscal desde el momento

en que los ingresos son destinados generalmente a gastos de administración. Amat, en sus

memorias, al hablar sobre el estanco del tabaco expresa lo siguiente:

“Las necesidades que ocurren a las monarquías, que estas penden de las contingencias y evoluciones de los tiempos, hacen indispensables nuevas imposiciones. Esto ha dado mérito a los tributos, alcabalas, portazgos, y demás gravámenes, que constituyen los fondos de los Rs. Haveres, que efectivamente ceden en beneficio común”21.

A pesar de las afirmaciones de los hombres de gobierno: Amat y Superunda, citados, del

carácter económico fiscal de la imposición real del tabaco, dio origen a especulaciones tratando de

hallar las causas en otras. Así, Unanue, la encuentra en cuestiones subjetivas: deseo humanitario,

de la corona española, de salvaguardar la salud de sus vasallos. Desvirtúa de esta manera, la

esencia del factor económico fiscal, como determinante del estanco, relegándose a planos inferiores:

“Con el designio de proporcionar el segundo (tabacos de buena calidad) a sus vasallos, e impedirles el uso del primero (los de mala calidad), establecieron nuestros amables monarcas el estanco de tabacos. De suerte que aunque es un derecho inherente a la soberanía, imponer tributos sobre las cosas de puro luxo para proveer a los gastos de la corona; el fin supremo que originó la real administración de tabacos fue la salud del pueblo22.

18 Unanue. Op. Cit., p. 4519 Idem, pp. 45-4620 Idem, p. 4621 Amat y Juniet. Op. Cit., p. 55622 Unanue. Op. Cit., p., 43-44

21

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En definitiva, como veremos más adelante, con el estanco tabacalero, sustancialmente, se

buscó en primer lugar el control de la comercialización. Posteriormente como medida

complementaria, se dictaminó el control de la producción, para evitar evasiones a las arcas reales.

Permitió, igualmente, la sujeción de la producción en manos de las capas burguesas regionales

emergentes, al no dejar libre acceso a otros grupos sociales inferiores, dedicados a la agricultura

como los indios.

El gobierno colonial, pese a buscar, logró el desarrollo de la agricultura tabacalera, ya que la

producción estuvo restringida a un mercado limitado. Tampoco, la participación de mayor número

de agricultores pobres indianos. La apropiación de su producción por grupos sociales minoritarios

restringió el ingreso, a través del tabaco, a la economía de mercado monetario, de las capas sociales

privilegiadas. El tabaco, como los otros productos de exportación fue manipulado, en porcentaje

alto, alto por la clase social de la burguesía regional emergente.

El resultado favorable de la implantación del estanco tabacalero en la ciudad de Lima,

viabilizó la extensión a otros mercados del territorio. Se crearon administraciones generales en

Santiago, Concepción, Trujillo, Huamanga, Cusco, Arequipa, La Paz, Potosí, Santa Cruz de la

sierra, la Plata23. Supeditadas a éstas, se establecieron numerosas administraciones particulares,

según las circunstancias favorables de los mercados internos.

Como centros productores fueron designados: Saña, Chachapoyas, Guayaquil, Cusco, La

Paz, Cochabamba, Paraguay24. Los tres primeros surtieron, al Perú, hasta la emancipación; el

cuarto, pocos años más tarde, fue anulado; los últimos, produjeron para los mercados del alto Perú y

el territorio del río de la Plata.

2.2 ADMINISTRACIÓN GENERAL Y PARTICULAREstablecido el estanco, el funcionamiento del mismo implicó una organización administrativa,

capaz de llevar a la práctica los deseos reales de incrementar los fondos coloniales. Esto, condujo a

la constitución de un cuerpo administrativo libre, desvinculado por completo, de la Administración

de Real Hacienda. Se dio paso al nacimiento de la administración general del Real Estanco del

Tabaco.

Al formar parte de una sección independiente de las Reales Cajas cimentó su organización

sobre una oficina centralizadora y coordinadora del quehacer económico tabacalero denominada

Dirección General del Real Estanco del Tabaco, en cuyas cuentas, por su carácter autónomo, no

23 Superunda. Op. Cit., p. 24624 ANP/SH. Tabacos, 1769. Autos seguidos sobre el producto de la renta de tabacos.

22

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tuvieron ingerencia alguna el Tribunal Mayor de Cuentas, por contar con un Tribunal de Dirección

de Juntas Reales25. Esta oficina central se conformó en principio con los siguientes miembros26:

Cargos Personas Haber

Director general Don José Nieto de Lara 4 000 Pesos

Contad. y Secret. de la Junta Don José de Pardas 3 000 Pesos

Tesorero Marqués de Castillón 1 200 Pesos

Oficina Mayor y Sección de la Dirección Don Juan de Alvarellos 1 200 Pesos

Tres oficiales y un escribano: (a 500 pesos c/u) 2 000 Pesos

El marqués de Castillón percibía ese haber por tener asignación en el Tribunal de Cruzada

como Alguacil Mayor. Por Real Cédula del once de octubre de 1755 ingresó al cargo de tesorero

del ramo estancado por juro de heredad, percibieron 3 217 pesos anuales, en compensación de la

desaparición del Tribunal de la Cruzada27.

Por las ordenanzas de Superunda regimentando la organización del estanco, los funcionarios

encargados de la buena marcha de la institución fueron28.

Director General

Contador General

Tesorero General

Oficial Mayor y Secretario de la Dirección

Visitador General

Administradores Generales

Administradores Particulares

Contadores de Intervención

Tesoreros de Intervención

Factores

Fieles de Almacenes

Estanqueros

Sobre este esquema administrativo (basado en normas similares al de la península, México,

etc.), se realizaron, a lo largo de la existencia del monopolio, algunos cambios, de cuerdo a las

nuevas situaciones planteadas y según el criterio de las autoridades pertinentes, tendientes a

25 Feijoó de Solsa. Nuevo Gazophilacium.26 Dancuart. Op. Cit., p. 9627 Feijoó de Sosa. Op. Cit.28 Idem.

23

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asegurar la actividad productiva y comercialización de la mercadería. Los cambios, sobre todo, se

refirieron al incremento de empleados o su disminución, aunque, también, los principios

reguladores sufrieron modificaciones.

El gobierno de Amat, para un control mayor y efectivo de las rentas del tabaco formó la Real

Junta de Tabacos29, organismos presidido por el virrey y conformada por dos oidores, un fiscal, el

director del estanco y el tesorero. Las decisiones de mayor trascendencia las dictaminó esta

entidad. Chile, igualmente, contó con el establecimiento de otra Real Junta compuesta por cuatro

miembros (presidente de la audiencia, dos oidores y un fiscal).

En el dominio colonial peruano el control del ramo estancado encontramos la formación de

dos tipos de administraciones, sujetas a la tutela de la Dirección General. Una dirigida a la

comercialización del producto y otra encausada a la producción

La primera estuvo compuesta por administraciones generales y particulares. Las últimas

subalternas de las anteriores. La central de Lima remitía la mercadería a las administraciones

generales que a su vez distribuían entre las particulares, las que vendían a los estanquillos que

finalmente realizaban el trato directo con los consumidores. Las Tercenas (oficina dependiente de

las direcciones) en algunos períodos expandieron directamente al público.

Las administraciones particulares no percibían subvención estatal. Recibían un porcentaje del

10 % sobre el valor del consumo de Tercenas y el 4% del beneficio líquido de la renta, de las

ventas efectuadas en los estanquillos. Estos en las capitales donde funcionaba una administración

general percibían el 10% de la venta del tabaco en polvo, el 5% por el de rama; el provincias el 10%

y el 4% por el de polvo y rama respectivamente.

El segundo tipo de administración que indicamos, referente a la producción, está representada

por las factorías, que dentro de la circunscripción territorial del virreinato se limitó a la creación y

funcionamiento de dos centros. Las localidades de Lambayeque (productora del tabaco de Saña,

yunga o criollo) y Chachapoyas (productora del tabaco denominado Bracamoros), constituyéronse

en los centros creadores de la riqueza del monopolio.

El encargado de esta dependencia fue un factor, cuyas funciones, en términos generales se

supeditó al control de las siembras, evitándolos cultivos clandestinos destinados al contrabando y

compra de suministros suficientes para los centros de expendio. Mayores detalles mencionaremos

más adelante.

Al finalizar el gobierno de Amat, la administración colonial del tabaco englobaba las

siguientes dependencias: dos juntas reales, diez administraciones generales, 35 particulares, 170

estanquillos y dos factorías. Al ampliar las diversas administraciones, los gastos se

29 Amat y Juniet. Op. Cit., p. 558

24

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incrementaron de igual forma. Así los egresos que durante el gobierno anterior no excedieron los

20 670 pesos, en el de Amat sumaron a 65 120 pesos30, como demuestra el siguiente cuadro:

Real Junta de Lima ( seis miembros) 6 300 pesos anuales

Dirección General de Lima (1752) 24 857

Real Junta de Chile (cuatro miembros) 1 830

Administración General de Santiago de Chile (4 marzo 1754) 9 274

Administración General de la Concepción de Chile (18-5-54) 2 810

Administración General de Arequipa (9 de Julio, 1754) 2 425

Administración General de Huancavelica (Huamanga) (9-6-54) 2 400

Administración General de Cusco 2 300

Administración General de Cochabamba ( 8 de enero, 1756) 1 950

Administración General de Potosí y Ciudad de la Plata (19 de enero,1756)

3 625

Administración General de Trujillo (11 de mayo, 1754) 2 850

Factoría de Chachapoyas (1755) 1 000

Arrendamientos, casas, almacenes y escritorio de la Dirección General de Lima

3 498.5

Total 65 120.5

La factoría de Lambayeque no fue oficina de egresos hasta 1779. A partir de esta fecha los

empleados percibirán emolumentos. Las fechas que figuran en el cuadro, corresponden a sus

respectivas.

Lima, al constituirse en la matriz del monopolio, fue el centro regulador de las actividades

productivas y comerciales. Convergieron en ella las cuentas de todas las administraciones. Esta

centralización sufrió desmembramientos. En 1768, la administración general de Tucumán, creada

el mismo año se independizó de la tutela peruana al nombrarse un Contador Mayor para todas las

provincias del río de La Plata. Ejemplo y expresión de cómo esta región iba desligándose del

control peruano que finalmente culminaría con la independencia total al crearse el virreinato del río

de La Plata en 1776. La administración Chilena por otra, a partir de 1768 actuó con cierta

autonomía que a la larga se tradujo en libertad completa cuando se creó en 1786, en Santiago, la

Dirección General Autónoma que se hizo cargo de los manejos administrativos del estanco en toda

la jurisdicción de la capitanía, quedando cortado la dependencia hacia Lima.

30 Idem, Op. Cit., pp. 561-566

25

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La gestión de Amat en el ramo estacado contó con la firma cooperación de don Miguel Feijoó

de Sosa31, contador del Tribunal de Cuentas, que fue transferido como tal al Estanco. Feijoó a

principios de 1764 comenzó la tarea de reestructurar la administración, sobre todo en el ramo

contable, vista el poco orden de su funcionamiento por no existir cuentas completas, para la época

de Superunda. Mediante instrucciones minuciosas compuesta de formularios y tablas de cálculo

notificó y clarificó las cuentas reales. Don Miguel de Feijoó de Sosa en la revitalización del

Estanco contó con el firme apoyo de Amat, quien apreciando el empeño del contador en la causa

entablada, al jubilarse el director Nieto de Lara, nómbrele para tal cargo en 1767, desempeñándolo

éste hasta 1774.

El éxito, tan mentado por Amat, alcanzado en el ramo estancado fue fruto no sólo de su labor

organizativa, sino sobre todo de los esfuerzos de Feijoó, quien incansablemente bregó por la mejor

marcha del monopolio tanto en eficiencia de los cuadros internos administrativos, comercialización,

como en la producción. La última quedó mejor resguardada de las siembras masivas, mediante el

logro del contrato colectivo con los cosecheros de Lambayeque, y que sustancialmente, el equilibrio

entre la demanda y la producción.

Con el ingreso de Riva Agüero a la dirección de Lima, primero como Director General

Comisionado en 1779 y como titular a la muerte del director general Alfonso Santa de Ortega, en

1780, que contaba con grupo de expertos traídos por él de México, la estructura administrativa

tabacalera sufrió nuevas modificaciones propicias a los planes del nuevo titular. Consecuencia de

los proyectos de mejora tendientes a ampliar los ingresos reales, prometidos por él, a un millón de

pesos32, fue la multiplicación de la planilla burocrática y aumentos de sueldos de acuerdo a las

nuevas funciones. Las cifras de emolumento ascendieron a poco más de 140 000 pesos que por los

reajustes emprendidos por Escobedo a fines de 1789 disminuyeron a 117 00 pesos.

La disminución conseguida por Escobedo fue efecto de la anexión al ramo estancado, el de la

pólvora en 1783 y en 1784 el de Alcabalas. Los ahorros, en cierta forma, en sueldos y empleados

fue iniciada por Areche en 1780 por la unión con la de Naipes. En 1782 se había incluido el

monopolio de breas y papel sellado. La fusión de los monopolios buscó realizar economías con la

utilización del mismo personal en las labores. De esta manera se dio paso al funcionamiento de

“Administraciones de Rentas Unidas de Alcabalas y Tabacos”, que Escobedo dejó en cuatro

intendencias (Cusco, Huamanga, Huancavelica, Trujillo), con administradores subalternos.

El esquema administrativo quedó completado con la instalación en 1794 de una

Superintendencia General de Tabacos presidida por el virrey, en reemplazo de la Real Junta de

Tabacos. 31 32

31 Idem, Op. Cit., p. 55832 Escobedo, Jorge. Relación de los virreyes y audiencias que han gobernado el Perú, p. 404

26

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2.3 ADMINISTRACIÓN FACTORIALLas dependencias encargadas de las adquisiciones, en forma directa, del tabaco indispensable para

la comercialización fueron las factorías. Fueron intermediarios entre la dirección general y los

productores. En el virreinato peruano constituyéronse en dos localidades, los centros productores

por excelencia: Lambayeque y Chachapoyas. El primero como productor en casi en 100% para el

mercado externo de Chile, con adquisiciones en menor escala por el mercado interno, cuya compra

era destinado para el consumo de los negros esclavos de las haciendas de la costa peruana.

Las cosechas Chachapoyas, en cambio, abastecían el mercado interno en su totalidad, aunque

no era la cantidad requerida.

El desenvolvimiento de la factoría señalaremos tomando como la de Lambayeque por

corresponder netamente a nuestro estudio. Su creación data de 1755 (Chachapoyas fue el ocho de

noviembre de 1755) y de sus inicios hasta fines de 1768 cubrió las funciones, un empleado con

título de factor. La misión de este fue sólo la de otorgar guías a los vendedores (comerciantes y

agricultores) de tabacos para su remisión a Lima, a costo de los propios interesados.

A partir de 1769, la administración factorial contó con siete nuevos empleados, sin goce de

haber (contaban sólo con premios por captura de contrabandos); un guarda mayor y seis guardas

veedores, encargados de velar los envíos de tabaco, combatiendo los contrabandos. Cada uno de

ellos centralizó su gestión en determinadas localidades y vías de comunicación. Como

colaboradores en cuanto a las siembras se designaron a los ocho diputados, que en su calidad de

delegados de los sembradores servían de enlace entre el administrador y los susodichos.

Las labores del factor abarcaron diversos aspectos y mayores que en fechas anteriores:

nombramientos, destituciones de cosecheros; distribución de cuotas; control de siembra, cosechas y

beneficio; recepción del producto elaborado y control de remisión adjuntando respectivas guías.

Como miembro de la administración monopolista no percibía sueldo alguno, en cambio se le otorgó

permiso para sembrar tabaco por 20 571 mazos. En Chachapoyas, el factor no tuvo las tres

primeras funciones, ni la concesión de cultivo pero sí ganaba 600 pesos; en cambio realizaba las

compras en forma directa con fondos del Real Estanco; además, desde 1764, contó con cuatro

ayudantes para la supervisión en cuatro zonas de producción (Sipasbamba, Sesuya, Chillaos,

Guayabamba).

La factoría de Lambayeque, en todo el período que examinamos, no cumplió formalmente su

cometido. Se convirtió en centro de mala administración por los manejos dolosos del encargado,

cuyos negociados detallamos en otras líneas. El germen para tales acontecimientos debió ser el

haber participado como el miembro del gremio de los cosecheros.

27

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Riva Agüero, al igual que en la toda administración estancada, amplió los recursos humanos y

operaciones de la factoría. Dispuso el traslado de la administración del obispado de Trujillo a

Lambayeque. La jefatura de la administración y la factoría que unida y otorgada a don Ignacio

Vicente de Lara con un haber de 1 500 pesos anuales en reemplazo de la asignación de cuotas de

tabaco. Su ejercicio subió la compra directa de tabaco al precio fijado en 75 pesos millar. Creó

nuevas plazas: un reconocedor general de tabacos (inspección permanente de labores agrícolas);

visitador de administraciones y jefe de resguardo de la renta del obispado, dos tenientes del

reconocedor. Amplió los componentes de guardas veedores, rondas volantes; aumentó los haberes

de algunos empleados.

Los egresos por la nueva estructura de la administración factorial, aumento de 2 400 pesos

anuales a fines de 1779 (con Amat llegaba a 2 850 pesos), a 13 350 pesos. Todos estos

emolumentos, según Agüero, serían recompensados con la anulación del contrabando, lo cual no

llegó a cumplirse.

Con contrata firmada con los cosecheros de Guadalupe en 1792, el factor vio disminuida las

pocas atribuciones que le quedaban, referentes a la cuestión de la siembra, cosechas, beneficio y

compras. Fue conminado a ejercer el cargo en el lugar de las siembras (Guadalupe). En 1785,

había quedado desligado a los ejercicios de administrador general. Escobedo dispuso el retorno de

ella a Trujillo.

La factoría como elemento funcional del Real Estanco no contó con beneplácito de Feijoó,

por ser de poca utilidad al fisco real. En informe de nueve agosto de 1768, al analizar la respuesta

de Luis de Guzmán para establecer una factoría-Asiento expresó:

“(...) factoría no le ofrece ninguna cuenta a la renta, sino una gran pérdida convirtiéndose únicamente en provecho y utilidad del factor, y así por necesidad únicamente y no haber medios proporcionado para hacer asientos en la provincia de Chachapoyas, no permitiendo otro régimen la distancia se ha mantenido aunque con bastante precauciones”33.

Aunque la cita se remite a la de Chachapoyas, hacemos extensivo a Saña, pues la propensión

del cargo a usos de provecho personal se dieron con demasiada largueza en el caso Lambayeque.

No tenemos informes sobre la malversación en la de Chachapoyas, salvo una de 1764 que quedó

desvirtuada. Razón de peso, en todo caso, es el resultado de la entrega de cuentas del factor de

Gabriel de Collantes en 1784, quien se jubiló sin problemas, aunque fue llamado a cubrir el puesto

de Administrador General de Trujillo. En cambio, Vicente de Lara y Marco Sáenz de Rusco,

factores de Lambayeque, por ejemplo, quedaron en descubierto, en 1791; el primero como

33 ANP/SH. Tabacos, 1768. Expediente sobre el arreglo de las precisas porciones de tabaco en rama para el abasto de la Capitanía General de Chile.

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“defraudador de los reales intereses” y el segundo, “negociante perjudicial y contrario al fin

propuesto”.

El disgusto de Feijoó por el control de la producción mediante factorías fue por el fracaso de

tal gestión en la establecida en Guayaquil, en 1763, hecho que había obligado a la Real Junta, dar el

auto del 23 de abril de 1765 para la formación de contrata con dos asentistas (persona que

compraban de su cuenta y riesgo en exclusividad para revenderlos al estanco, según tasación de

peritos). Se concretó la firma en 1766, a partir de la cual según expresión de Feijoó la calidad de

los tabacos remitidos mejoraron. El factor de Lambayeque, lo que llevó a la práctica, con cierta

precisión , fue evitar las siembras excesivas, la de carácter especulativo. Ello no impidió el

ejercicio del contrabando, tal vez con la anuencia del citado administrador.

Como en toda la administración colonial, los fraudes y manejos dolosos no estuvieron

alejados del ramo estancado de tabacos. Su amplitud abarcó todas las dependencias, desde la

dirección general hasta los estratos inferiores.

La corrupción administrativa del gobierno central se había iniciado desde el gobierno de

Castell Dos Rius, aún cuando sus antecesores no estuvieron rodeados de una aureola de pureza.

“(...) desde Castell Dos Rius, versificador extravagante y protector de contrabandos, el nombre de la mayoría de los virreyes se identifica con los de soborno y peculado”34.

Y, glosando la obra “Estado Político” de Victorino Montero, Macera agrega al respecto:

“Todos ellos (funcionario) estaban de acuerdo en favorecer sus propios intereses en contra del pueblo y del rey; si alguna competencia había, era en el mayor ingenio para la avaricia y el peculado”35.

Los escándalos por fraudes administrativos fueron mucho mas en las últimas décadas del

siglo XVIII, como apunta Neyra al referirse a este menester:

“En realidad todos los empleos estaban mal desempeñados desde el del virreinato hasta el último de los oficinistas; dominaba el panorama moral colonial, el afán de lucro, de celebridad y la codicia.Desde la visita de Areche se habían venido sucediendo los escándalos administrativos. Las estafas de los peninsulares en el manejo de las rentas reales de la provincia del Perú”36.

Líneas arriba citamos que la corrupción del estanco cubrió todas las dependencias. Así

tenemos para terminar y aseverar el estado administrativo, el peculado cometido por el tesorero del

Estanco, Marqués de Castillón, cuyo monto ascendió la cantidad de 87 000 pesos, en las partidas de

1791-1792.

34 Macera. Tres etapas en el desarrollo de la conciencia nacional, p. 2235 Idem, p. 3436 Neira. Hipólito Unáune o el nacimiento de la patria, p. 34

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Las razones de la corrupción administrativa pudo ser producto de diversos factores; nos

permitiremos señalar tan solo, la época de la rentabilidad de los oficios, la utilización por parte de la

monarquía de elementos impropios para la administración por no contar con los idóneos o el hecho

de que la administración intentaba dominar un hecho importante con una legislación arcaica y

cerrada37.

37 Vicens. Coyuntura económica y reformismo burgués, p. 137

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CAPITULO III

EL PROCESO DE PRODUCCIÓN DEL TABACO

3.1 CARÁCTER DE LA PRODUCCIÓNEl Perú colonial, como toda formación económica-social1, estuvo caracterizada por un modo de

producción y una superestructura política y jurídica, por las formas de conciencia social,

determinadas estas por el modo de producción de los bienes materiales1 2, que incidieron en el

fortalecimiento de las relaciones de producción.

El dominio colonial ejercido en el Perú, por la conquista, determinó la imposición de una

nuevo esquema económico al establecer modos de producción diferentes a las existentes ya con

características capitalistas con rasgos feudales, ambos tendientes hacia una economía con base en el

mercado externo por excelencia y sobre todo de aquellos productos mas convenientes al desarrollo

del capitalismos europeo. La conquista, al efectuarse en una etapa inicial del capitalismo europeo3,

etapa caracterizada por acumulación de capitales, impuso a América en general un sistema de

explotación que no solo se ciñó a un modo de producción de bienes materiales sino que permitió la

existencia de ciertos caracteres de modos, en ciertas forma superados o por superarse en el caso del

modo feudal. Sistema que impera aún en el llamado tercer mundo con las variaciones según las

realidades de cada uno de ellas4.

Las colonias, por tanto, no tuvieron determinadas por un modo de producción de bienes

materiales. Estas variaciones, en la medida en que se adecuaban a la línea económica general del

capitalismo trazada por los colonizadores buscaron los métodos más convenientes y más lucrativos

para conseguir los beneficios más elevados.

La concurrencia de esos diversos modos de producción de bienes materiales solo puede ser

explicado por el carácter dependiente de los pueblos americanos. España y las otras potencias

europeas buscaron enriquecerse en el menor tiempo posible y para lo cual, cualquier vía que no

1 Agánova. Principios elementales de economía política, p. 172 Konstantinov. Materialismo histórico, p. 473 Marx. La acumulación originaria del capital, p. 464 Levkovski. “Multiestructura en los países del Tercer Mundo”, p. 168 y ss.

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entrara en contradicción con la línea general del capitalismo y que facilitara, era la más

conveniente.

Si bien cierto que se permitió la supervivencia de modo de producción diferentes al modo

capitalista, ésta, a nuestro juicio imprimió con carácter dominante, la economía colonial.

Por lo expresado la agricultura colonial se desarrolló bajo dos formas de explotación por

carácter dependiente del Perú: una destinada a la explotación y la otra a la subsistencia.

Aquella que rindió mayores ingresos fiscales a las arcas coloniales fue la producción agrícola

que se desenvolvió dentro de la primera clasificación. La segunda, en relación con la primera jugó

un papel inferior, pero esto no implica que no haya estado vinculada con la economía monetaria; el

hecho de los bajos ingresos al fisco no desmerecen su papel dentro de los ámbitos económicos

regionales.

La diferencia a caso radica fundamentalmente en el menor volumen de su producción y en

que sus productos fueron los grupos sociales de menores ingresos monetarios. Aunado a esto, los

precios de mercado no eran ventajosos y sufrían cargas restrictivas que disminuyeron los beneficios

de los cultivadores (diezmos, pósitos, alcabalas, etc.)5.

La economía colonial fue enrumbada por cauces tendientes a conseguir altos ingresos. La

consecución de esta política económica sólo podía ser hecho realidad con la dedicación a aquellas

actividades remunerativas y que se hallaban vinculadas estrechamente con los productos de

exportación.

“La economía colonial está dominada en todo momento por el afán de producir lo que se coloca mejor en el mercado internacional. Por tanto, los productores actúan con el mismo objetivo y de la misma manera: buscan un producto y descuidan todo lo que no sea su obtención con la mayor rapidez posible. Así se explica que la agricultura de subsistencia haya caído en el abandono”5 6.

La agricultura de exportación fue la que frente a la subsistencia, contó con los mayores

esfuerzos y utilización de las mejores tierras. Aunque, muchos productos agrarios fueron

prohibidos de comercializar por la competencia realizada a los de la península, la tendencia fue de

invertir capitales fijos y circulantes en la de mayor beneficio, relegándose los de subsistencia.

“La nueva agricultura que se organizó en América tuvo una predominante orientación colonial, con lo cual las necesidades de la población local sólo fueron satisfechas en forma incompleta, mientras que los mejores esfuerzos y terrenos se dedicaban a cultivos de exportación”7.

Dentro de los productos de exportación se halla el tabaco. Este artículo durante la segunda

mitad del siglo XVIII jugó un papel muy importante dentro de la economía colonial peruana.

5 Oliveira. Política económica de la metrópoli, p. 2816 Bagú. Economía de la sociedad colonial, p. 2437 Idem, p. 198

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Las zonas de producción eran muchas, pero con su monopolización quedó circunscrita las

provincias de Saña y Chachapoyas. En el presente trabajo nos limitaremos a tratar la producción

del tabaco de Saña, Yunga o Criollo, con algunas referencias a la segunda.

La agricultura tabacalera, conjuntamente con la de la caña de azúcar, propició el desarrollo

económico de la localidad de Lambayeque. Es que todo producto de exportación propugna a esta

situación.

“Sea cual fuere la naturaleza de las utilidades de exportación y de las estructuras sociales apoyadas en ellas, los cierto es que las regiones que más se desarrollaron durante la América Colonial fueron aquellas en que se asentaron las actividades exportadoras. Mientras que las que se dedicaban a satisfacer el consumo interno o su propia subsistencia, tuvieron poca importancia relativa dentro de la economía de la época.De las actividades destinadas al mercado interno, solo aquellas que de alguna manera se vinculaban a un centro dinámico exportador experimentaron cierto grado de desarrollo”8.

Las afirmaciones férreas se dan con corrección en el caso de Lambayeque en que no sólo los

artículos que mencionamos tuvieron una vinculación estrecha con la economía monetaria sino que

productos de subsistencia contaron con mayor movimiento comercial en los centros de demanda,

como en el caso del maíz.

La agricultura tabacalera, al ingresar al ramo estancado rindió beneficios elevados a la

economía colonial peruana y peninsular. Los beneficios producidos por este artículo, antes de su

estancamiento, había incrementado los fondos de los comerciantes y de los productores con

haciendas y en menor proporción la de los pequeños cultivadores. Con el estancamiento, dichos

beneficios pasaron al de las arcas reales, contribuyendo de esta manera, el tabaco, a la mejora de las

exhaustas fauces fiscales dentro de las diversas fuentes de ingreso monetario fiscales, la

proporcionada por el tabaco fue de cierta consideración, superada tal vez sólo por los tributos

indígenas, aduanas, diezmos, cobos y casa de moneda.

El interés fiscal por parte del gobierno colonial en todo imperio colonial fue el factor que

propició la aplicación de la política económica a seguir en él. De este modo, la comprensión de los

altos ingresos proporcionados por el tabaco, determinó su monopolización. La política colonial

española y la de sus similares halló diversas formas de encauzar la explotación de los países

sometidos a sus designios.

“(...) las potencias coloniales debieron crear en sus relaciones con sus dominios americanos los cauces adecuados para volcar en las arcas fiscales parte de la riqueza obtenida en el Nuevo Mundo. Esto se logró mediante métodos directos de captación de recursos, como impuestos y contribuciones, o directamente a través de la explotación de ciertos recursos naturales por funcionarios de la corona, como en

8 Ferrer. La Economía argentina, p. 32

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el caso de la explotación de minerales preciosos en América Española, o mediante la participación de capitales públicos en empresas productivas privadas”9 10.

Los beneficios alcanzados por el gobierno colonial a través del tabaco solventaron los gastos

de la corona a pesar de no haber alcanzado las cifras calculadas. La calidad del producto y la

limitación del mercado interno y externo contribuyó a ello. La contribución menor a la de los

calculados, provino del desconocimiento de los mercados que los condujo a una maximización de

las posibles rentas a conseguir.

La explicación del poco consumo de tabaco (limitación del mercado) en la zona del virreinato

del Perú, podemos hallarla en lo poco habitual de su utilización desde tiempos pre-coloniales. El

empleo del tabaco, en la época incaica no fue generalizada, quedando limitada a las capas altas de la

aristocracia y sobre todo para las curaciones; situación contrapuesta a la de los pueblos del caribe y

mexicana. Podemos agregar que la explicación monetarios mayores en México, por el estanco, no

solo se debe a la costumbre de la población sino que también se halla vinculada a una concentración

demográfica más alta que la peruana y chilena juntas10. Además en la Colonia, buena parte del

mercado se hallaba habituada a los trabajos de Cuba, México y posteriormente a la de Guayaquil.

Resultando por ello, que la producción tabacalera peruana, tuvo que competir con los anteriores y

limitarse en parte a cubrir el consumo de las capas sociales inferiores, ya que sus ingresos

monetarios exiguos o nulos les impidió la adquisición de los importados, mientras que los

miembros de la aristocracia y elementos pudientes, de hecho, por su posición social y mostrar su

rango, consumían los producidos en la Habana, México. Por otra parte, en el Perú, la producción

estuvo abocada sólo al de tabaco en rama.

Remitiéndonos a los hechos, conceptuamos que la producción y estanco del tabaco en el Perú,

se estableció muy tarde, como para competir con sus similares del norte. El resultado fue la

producción restringida y menores ingresos fiscales.

Sobre la base de la caracterización general de las condiciones de la agricultura de exportación

y particularmente del tabaco, podemos ahondar el análisis de las implicancias sociales de las

producciones agrícolas y expresar que, la existencia de dos tipos de agricultura condujo a una

segregación en cuanto a la participación de los diversos grupos sociales.

Los productos agrícolas de exportación, estuvieron limitadas desde los primeros años de la

colonia a la explotación por parte de las capas sociales solventes, por las inversiones elevadas a

realizarse y a las ventajas económicas que devenían por el proceso de comercialización efectiva y

pagos en circulante. Mayores ingresos por ser cotizados, estos bienes, a precios muchos más

elevados que los otros en el proceso de comercialización. El mayor rendimiento pecuniario del

9 Idem, p. 2710 Sánchez Albornoz. La población de América Latina, p. 27

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tabaco, perteneciente a este grupo agrícola, obligó a ciertos elementos de poder o vinculados

estrechamente a estos, conseguir su inclusión en el gremio de cosecheros, para mantener el

monopolio (ejercido antaño en la comercialización), en la producción.

Puede pensarse a argüir en el sentido de que toda producción destinada a la exportación

necesita la inversión de capitales cuantiosos mano de obra numerosa, implementación agrícola,

conocimientos técnicos, etc. que los indios y otros grupos étnicos no poseían; que por tanto, no

podían enfrentarlo, pudiendo en cambio realizarlos los elementos con capacidad económica. Quizá

esto puede ser válido en cuanto se habla de producciones en gran escala (como en el caso del

azúcar), pero la realidad es diferente en el rubro del tabaco ya que el desarrollo del cultivo

tabacalero era factible en menor escala y lo demuestran los informes sobre cultivadores pequeños en

el Perú y aún en Cuba11. Por tanto, las inversiones de capitales en la producción tabacalera podían

ser menores aún en el caso de plantaciones inmensas a diferencia de las ejecutadas en el cultivo de

la caña de azúcar por ejemplo.

Los argumentos sustentados por los grupos de poder del virreinato peruano y los burgueses

emergentes para excluir a los de la escala inferior de la sociedad colonial en la producción del

tabaco, carecían de validez, porque aún en el caso del azúcar tenemos el hecho de que los indios

iniciaron a mediados del siglo XVIII a cultivar caña y emplazar pequeños trapiches que

compitiendo con los grandes ingenios originaron la crisis por superproducción que conllevó un

envilecimiento de precios11 12. En 1804, el informe de Pedro de Estella, señala:

“Se beneficia mucho azúcar por que los indios han dado también en beneficiarle de donde ha resultado la grave ruina de las haciendas, por que los indios sin licencia ni pagar a S.M- (que Dios Guarde) el donativo mandado mediannata, plantan caña, poner trapiches y muelen...”13.

Las apetencias de los hacendados, comerciantes y otros con capacidad económica, como

miembros de la capa social regional dominante durante la colonia, buscaron el desplazamiento de

los pequeños agricultores para continuar usufructuando los beneficios devenidos de la producción

tabacalera. Con ello alejaron una posible fuente de ingresos a los citados y remitiéndolos a una

dependencia permanente; de esta manera la producción del tabaco al estar inmersa dentro de un

sistema de dominación y explotación de beneficio del península Ibérica y de los grupos sociales

dominantes, establecidos en las tierras conquistadas, al lograr cierto desarrollo fue inmediatamente

captada por los elementos sociales con mayor poder económico y desalojando a los cultivadores

que la habían hecho apetecible. En este caso el desplazamiento no fue propiamente ejecutada por

los antiguos terratenientes, componentes por excelencia de la clase dominante, sino por la

11 Rivero Muñiz. Tabaco. Su historia en Cuba, p. 195, ss.12 Macera. Mapas coloniales de haciendas cusqueñas, p. 3113 Macera. Informaciones geográficas del Perú Colonial, p. 42

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insurgencia de un grupo de comerciantes esencialmente, componentes de una creciente burguesía

regional.

Concordante con esta economía, los productos agrícolas no exportables, fueron los únicos a

los cuales tuvieron acceso las capas sociales inferiores. No concurrieron, aún en este caso, solos ya

que los hacendados también participaron de su explotación. La competencia de todos los grupos

sociales en la agricultura de subsistencia, implica limitación impuesta por los grupos de poder a las

mayorías agrarias, obstruyendo de este modo su participación en forma más amplia en la economía

de mercado. En el caso de los indios que poseían tierras, especialmente en la región de

Lambayeque, su participación, en forma directa de la economía de mercado era muy activa y su

capacidad fue tal que Lequanda los cataloga como los catalanes de estas regiones14. O sea, no solo

en la producción sino que también en el comercio. Esto nos demuestra que la política colonial

española, a través de las autoridades, buscó el afianzamiento económico-social de los grupos

dominantes desplazando a los sometidos de las actividades más remunerativas, basando en el

dominio ejercido sin considerar las capacidades económicas reales de los grupos sociales inferiores.

Como podremos ver más adelante, la producción del tabaco es un claro ejemplo del

desplazamiento de grupos étnicos sometidos a la dominación, por los sucesores de los

conquistadores y la clase social naciente: de los burgueses regionales es de saber común que, la

producción del tabaco no conlleva la satisfacción de una necesidad básica de la humanidad. Es un

artículo de consumos subsidiario, o supérfluo al decir que Escalona y Agüero.

La colonia difundió el consumo de tabaco en América como en Europa, permitiendo de ese

modo un acercamiento en su producción. La demanda en su crecimiento creó condiciones para un

mayor desarrollo de la agricultura tabacalera, sometiéndola al nuevo sistema de intercambio

monetario, vale decir al régimen capitalista.

El destino de esta mercancía exótica hacia la compra-venta en los mercados interno y externo

implicó un desarrollo de las fuerzas productivas específicas15. Así las técnicas de cultivo

progresaron, dando como resultado un mejoramiento cualitativo del tabaco, cuyas diferencias

determinaron una mayor o menor aceptación del consumidor; las técnicas difirieron en cierto modo

por las desigualdades de suelo y clima, de donde entonces que los métodos de cultivo tuvieron que

ser mejoradas en la medida de tener que producir diversas zonas, claro está, previo conocimiento de

los principios básicos de los cultivos.

El acrecentamiento de la demanda del tabaco y el desarrollo de las fuerzas de producción,

creó condiciones para que las relaciones de producción sufrieran variaciones en los diversos centros

de explotación según las condiciones internas de cada uno hacia una relación capitalista. 14 15

14 Lequanda. “Descripción geográfica del partido de Saña y Lambayeque”, p. 6015 Agánova. Op. Cit., pp. 11-13

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El desarrollo de estas fuerzas en la producción del tabaco no dio, por cierto, como resultado,

un cambio total en las relaciones de producción16, en las diferentes zonas, que por ejemplo en Cuba,

la explotación se basó en la utilización de mano de obra esclava y en menor grado permitió de

pequeños cultivadores de acuerdo a una producción mercantil simple17, pero la comercialización o

el proceso de capitalización de esta actividad se dieron en los marcos del régimen capitalista.

En el Perú, en cambio, al monopolizarse en una etapa de desarrollo de la producción

temprana (no siendo éste el caso de Cuba que ya cumplía un papel preponderante en el mercado

mundial), condicionó el surgimiento de un modo de producción mercantil capitalista18. Quienes

fueron los elementos activos que desarrollaron esta actividad económica, los veremos más adelante.

Se dio un esquema casi actual de la penetración del capitalismo en la agricultura, pero lo

diferencia el contexto general de la dominación colonial que contuvo ciertas supervivencias de

relaciones precapitalista y permitió el surgimiento en forma atenuada de la explotación capitalista

en el agro.

El carácter mercantil capitalista de la producción del tabaco se da por la concurrencia de

propietarios de tierras (terratenientes) que en mayor grado arriendan la totalidad de la propiedad o

una fracción mediana de ella o parcelas pequeñas a los cosecheros de quienes perciben una renta,

resultante de la explotación por parte de una persona ajena a la propiedad. Los arrendatarios en

términos generales representan al grupo capitalista ya que hacen inversión para lograr beneficios

que al arrendar el objeto de trabajo19, la explota puramente como objeto económico20, para lo cual

requirió la concurrencia de trabajadores asalariados; la plusvalía generado por los trabajadores no

fue únicamente a manos del empresario arrendatario en calidad de ganancia media21, sino que

también a manos de los hacendados propietarios como renta del suelo22. La mano de obra

asalariada, por carecer de bienes tuvo que vender su fuerza de trabajo23, que por estar encuadrada

dentro de una explotación tipo capitalista, percibían míseros salarios que solo sirvieron para

mantenerlo en condiciones paupérrimas.

Los productores anteriores a 1769 habían desenvuelto una explotación mercantil en que

primaron diversas formas de producción como la del indio, mercantil simple por contar con los

medios de producción y fuerza de trabajo. La de los pobres que se movieron en un modo

intermedio entre productor mercantil simple por contar con los medios de trabajo y, capitalista por 16 17 18 19 20 21 22 23

16 Idem, pp. 14-2317 Spiridonova. Curso superior de economía política, Tomo I, pp. 73-7418 Idem, p. 7419 Leontiev. Principios fundamentales de la economía política marxista, p. 1220 Agánova. Op. Cit., pp. 68-7621 Idem, pp. 89-91 y 10822 Spiridonova. Op. Cit., p. 252 y ss.23 Agánova. Op. Cit., pp. 65-68

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recurrir al arrendamiento del objeto del trabajo: la tierra. Los de los hacendados tal vez bajo formas

de arrendires o feudal hasta la de algunos particulares que como empresarios carentes de propiedad

territorial invirtieron capitales en la producción de la mercancía y contando con el concurso de

trabajo asalariado. Sobre esquema se montó, a partir de la fecha indicada, el modo de producción

mercantil capitalista.

El carácter netamente comercial que expresamos del tabaco, ligada a beneficios mayores en

comparación a otras producciones, condujo a que ella fuera encausada por canales diferentes a las

ejecutadas en otras explotaciones agrícolas. Las ganancias alcanzadas por pequeñas o mayores

inversiones llevó paulatinamente a que muchos comerciantes prestaran mayor atención a este rubro

y decidieran incursionar en la producción propiamente, sin perder su calidad intermediario entre los

pequeños cultivadores y consumidores, transfiriendo parte del capital destinado al intercambio a la

producción misma. Con la formación del gremio de cosecheros, aumentó la proporción de este

grupo.

No podríamos determinar con precisión en qué momento se va introduciendo el capitalismo

en la producción del tabaco. Antes de 1763, por una proyección de lo que conocemos, debió

desarrollarse bajo de modo de producción mercantil simple, en pequeñas proporciones mayormente,

sin diseñar la participación de los hacendados en porcentaje menor. Los pequeños cultivadores

debieron hallarse no sólo a la explotación de los hacendados por el alquiler de las parcelas sino

también al de los comerciantes. Estos últimos como intermediarios, se beneficiaron en mayor

grado, al pagar por la mercancía precios por debajo de su valor real. O sea, en cierta medida, la

producción de tabaco debió ser tal; como la describimos en lo que designamos como el primer

período de la evolución de la producción tabacalera.

Los vestigios más claros sobre la aparición de la producción mercantil capitalista la

encontramos en las referencias sobre la participación de comerciantes (1764) que cultivaban en

tierras que en algunos casos no eran las correspondientes al de las haciendas. Esta modalidad fue

acrecentada, como lo dijimos con la formación del gremio, en la cual los integrantes que coparon

las mayores cuotas, y que por lo tanto tuvieron el mayor control de la producción, fueron los

particulares que, ya como cosecheros mayor o mediano, implantaron el modo mercantil capitalista

de producción.

Con el estanco, que aseguró un mercado a los productores, principió una mayor participación

por parte de los que antaño configuraron papel de intermediarios. Las ganancias que anteriormente

tenían que ser conseguidas en condiciones un tanto arriesgadas, fue facilitada por la presencia de un

comprador único que a diferencia de épocas pasadas les aseguró un pago inmediato por la

mercancía y con ello ingresos con mayor comodidad.

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El estancamiento fue factible en base al estudio del mercado y las producciones, indicando el

desarrollo de la producción y con ello también con cierto desarrollo de las fUerzas productivas. Las

instrucciones de siembras de Agüero reflejan los avances alcanzados en materia de cultivo, una

técnica en selección de tierras, semillas, etc. O sea que la producción de tabaco había ido

progresivamente incrementando en sus diversos aspectos, cuantitativa y cualitativamente el auge del

tabaco peruano puede ser consecuencia, tal vez, a la difusión a los tabacos centroamericanos cuya

lejanía y carestía condujo a incrementar el desarrollo de los centros tabacaleros locales, con la única

finalidad de un autoabastecimiento. Las diferencias de los suelos climas y calidad del tabaco, en

cierta forma determinaron que se acogieran al gusto de los diversos habitantes. De esta manera el

Saña por su cualidades fue propicia al mercado chileno, tendiendo mayor acogida en cambio en el

Perú los cosechados en Chachapoyas y los importados.

Esta mutua relación, conjunción del desarrollo de la producción del tabaco y la ampliación

del mercado, condujo a su estancamiento que a su vez tuvo como una implicancia directa la

conformación de un nuevo producto de importancia mercantil: sobre la base de relaciones de

propiedades del suelo muy peculiares.

De acuerdo a la detención de la tierra por un grupo reducido, en el caso de la producción

tabacalera, las relaciones que se impusieron, fueron basadas en esas desigualdades. Así tenemos la

presencia de los siguiente grupos que concurrieron a la explotación del tabaco según relaciones de

producción mercantil capitalista:

1. Presencia de los propietarios privados de tierras. Terratenientes, proporcionando en arriendo

una parte o todo del bien detentado, percibiendo una renta del sueldo.

2. Arrendatarios capitalistas, utilizando las tierras alquiladas ya en su totalidad, ya porciones

medianas o pequeñas, como centro de inversión de capitales de diversa cuantía y como fuente

de ganancias.

3. Trabajadores asalariados, personas desprovistos de recursos económicos y sujetos a la

explotación por parte de los productores capitalistas, al vender su fuerza de trabajo, para

poder subsistir.

Una pregunta pertinente sería, en qué medida este esquema quedó plasmado en la realidad

objetiva. Este cuadro puede darnos una imagen de la introducción del capitalismo en la agricultura

del tabaco como similar a la que en la actualidad se presenta, con mayor fuerza en la producción

agrícola en la costa. Las diferencias con la última se hallan dadas en que estas forman parte de un

capitalismo de libre concurrencia mientras que en la Colonia se hallaba restringido por las medidas

de control establecidas por el monopolio estatal. Fue una producción mercantil capitalista por

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hallarse sujeta a una institución estatal que en última instancia representa al capitalista que también

llegó a beneficiarse al igual que los cosecheros.

El control estatal al regular toda la economía del tabaco no impidió en forma total la acción

de las leyes económicas espontáneas24, aunque en cierta manera algunas de ellas fueron

amenguadas. No se dio el caso de una superproducción que pudo desembocar en una crisis,

justamente por las regulaciones de las cuotas de producción; pero, estas tampoco tuvieron un

carácter uniforme, sobre todo entre 1769-1779. Las variaciones de ellas reflejan la sujeción a

determinadas leyes como la correlación de oferta y demanda en el capitalismo. No existió una

anarquía en la producción, salvo en el período inicial que condujo al monopolio a una situación

crítica al no poder venderse la mercancía en la proporción de los ingresos. Tampoco hubo una

competencia que pudo desembocar en malestares económicos, aunque podemos expresar que sí

existió competencia en cuanto a la absorción de mayores cuotas por parte de los capitalista con

mayor solvencia económicas; estos determinaron por excluir a los pequeños productores en 1792 y

cuyo progresivo control se habían dado desde 1783 con mayor profundidad. En lo que concierne al

enfrentamiento de capitalistas y trabajadores asalariados, ésta se ciñó al alojamiento de los últimos

en vista de la tendencia de los capitalistas a lograr un mayor control de ello a través de las deudas;

esta situación se da con mayor claridad en el caso de los trabajadores calificados (boleadores,

amarradores, etc.). Es por tanto un enfrentamiento que no desembocó en presiones conjuntas de los

trabajadores por no haber desarrollado una conciencia de clase.

El control sobre los precios, igualmente, contribuyó a evitar una crisis. El Estado, al fijar

determinados precios a la producción y los expendios, evitó conflictos en la economía del tabaco.

El precio único a partir de 1779 a las producciones propició a la baja en la calidad de la mercancía,

lo que finalmente dio como resultado la disminución de la ventas y el aumento de los contrabandos.

El Estado al monopolizar la economía tabacalera limitó el desarrollo de ésta; pues, truncó el

libre juego de la leyes del capitalismo en formación, determinando más bien un sistema planificado

con todas las consecuencias negativas para el auge de esta actividad económica.

Considerando lo expresado, las relaciones económicas establecidas en la producción del

tabaco, estuvieron basadas en la existencia de la propiedad privada y no la social25, de los medios de

producción, patentizando relaciones de dominio y subordinación; explotación de la fuerza de

trabajo de los carentes de dicha propiedad.

Lo dicho estuvo condicionado por el monopolio de la tierra como objeto de explotación

(derecho exclusivo del capitalista a explotar la tierra arrendada o propia, estando relacionada con el

24 Borisov. Diccionario de economía política, p. 13525 Spiridonova. Op. Cit., p. 4

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carácter limitado de la tierra26, y el monopolio de la propiedad privada sobre la tierra (concentración

del objeto de explotación, la tierra, en manos de terratenientes privados, quienes entregan en

arriendo todo o una parte de sus dominios a los arrendatarios capitalistas y pequeños campesinos a

cambio de una renta)27.

La explotación de los trabajadores asalariados propició la absorción de la plusvalía producida,

en calidad de ganancia media sobre el capital, a los capitalistas cosecheros y de renta del suelo,

apropiada por los dueños de la tierra.

Como señalamos, las limitaciones del desarrollo capitalista en la producción tabacalera

estuvieron dadas por su condición de producto sujeto a un monopolio estatal (cuya legislación no

concordaba con su base económica), según las leyes económicas espontáneas, eludiendo de este

modo la anarquía y la competencia, las crisis económicas de superproducción, etc.

El que el modo de producción mercantil capitalista tabacalera no haya profundizado este

régimen de producción y se extendiera a otras ramas económicas se debe al contexto económico

social colonial al que estuvo sometido. De ahí que no cumpliera un papel revolucionario en la

transformación de dicho contexto y que en el siglo XIX desapareciera los vestigios del modo de

producción mercantil capitalista que había asomado en el siglo anterior28.

Como toda producción de bienes económicos, según el modo mercantil capitalista, implica

inversión de capitales, el tabaco estuvo supeditado a su presencia. Los cosecheros al desenvolver

esta actividad de acuerdo al régimen expresado tuvieron que invertir determinados caudales, de

acuerdo a la cuantía de sus asignaciones, para poder conseguir los beneficios económicos deseados.

Las inversiones de capitales en la producción de la mercancía del tabaco provinieron de dos fuentes

diferentes. Concurrieron capitales privados y estatales.

Los capitales privados desempeñaron un papel mucho más importante por concurrir en todo

el período de nuestro estudio. La presencia de estos fue de acuerdo a las diferencias económicas de

los cosecheros: hacendados, particulares, pobres, indios, y según el control de una mayor o menor

cuota de producción, que se halla dada justamente por el primer considerando.

Los hacendados por contar con la propiedad del objeto de explotación y los medios de

trabajo, sus inversiones monetarios, circunscribieron en cierta manera, al pago de los trabajadores

libre permanentes (si hubieron) y al de los trabajadores estacionales (que fueron los que más

concurrieron). Como esta actividad no era la base de su economía por dedicarse mayormente a la

caña, vid, algodón, en los que ocupaba los trabajadores adscritos permanentemente a su propiedad

26 Idem, p. 254 y ss.27 Idem, p. 260 y ss.28 Hobsbawm. En torno a los orígenes de la revolución industrial, p. 28

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(esclavos, yanacones), que no satisfacían por completo las exigencias de las labores, recurrieron a

trabajadores libre. Los brazos para hacer frente a ella (tabaco), necesariamente tenían que ser las

proporcionadas por los asalariados libres, como lo expresó don Carlos Vigil en carta de 1764 (no

incluía en el informe de dicho año). Por tanto el traslado de mano de obra permanente de la

hacienda para la producción del tabaco, alejándolos de otras labores no debió realizarse.

Las mayores inversiones fueron las ejercidas por los llamados particulares, fueran

arrendatarios de la totalidad de una hacienda o de parcelas medianas. Son los representantes típicos

del empresario capitalista que dieron un nuevo carácter a la producción del tabaco, por ser los que

originaron e impulsaron el modo mercantil capitalista. Contaron con solvencia económica, para

hacer frente a los gastos inherentes a la explotación; pagos de arrendamientos de tierras, gastos para

la construcción de las viviendas tabaqueras (destinadas al depósito de los tacos cosechados y

posterior beneficio), pago de los trabajadores asalariados, manutención de los trabajadores y otros.

Ningún documento examinado da referencias sobre la insolvencia de los particulares. Todos

coinciden en expresar que contaban con patrimonio. Pero, no descartamos el que en alguna medida

hayan contado con caudales provenientes de préstamos, que por la época, debieron tener carácter

usurario. Como la explotación del tabaco no requirió grandes caudales, los posibles préstamos

debieron ser muy pequeños.

Los pagos de la renta del suelo, de las tierras ocupadas en la producción del tabaco, eran

realizadas en metálico. El tabaco mismo como mercancía no podía servir en dicha cancelación, por

prohibición expresa del monopolio estatal, so pena de perder la asignación. Agreguemos que las

cuotas eran limitadas, como dijimos, a cubrir las cuotas solicitadas por el estanco y, por tanto, no

podían ser desviadas a otras manos. Aún los correspondientes al pago del diezmo se realizaban en

moneda, según la proporción correspondiente a dicho canon (un mazo por quince eran destinadas al

diezmo).

Las inversiones de los pobres e indios fueron comparativamente a la de las anteriores,

cantidades mucho menores. Los pobres al explotar una parcela equivalente a 4 000 mazos que

según nuestros cálculos cubren aproximadamente una hectárea de terreno y no contratar mano de

obra asalariada, salvo quizás en el momento del beneficio, no necesitó numerario elevado. Los

gastos debieron limitarse al propio sustento y el de su familia más los del arriendo de la parcela.

Cuáles fueron esas sumas, es difícil señalarlo. Más adelante trataremos de hacer cálculos

proyectivos para dar una idea de las inversiones.

Los indios que contaban con tierras, invirtieron únicamente su propia fuerza de trabajo.

Tampoco descartamos el que hubiesen recurriendo a los trabajadores especializados en el beneficio

del tabaco, con lo que tal vez existió una pequeña inversión monetaria o quizás tampoco por

contratarse el pago en alguna determinada especie. En la producción de la caña, los indios,

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empleaban mano de obra asalariada. Si como suponemos, en el tabaco, los cosecheros indios

fueron en su mayoría caciques y principales, éstos no debieron tomar trabajadores asalariados, por

disponer de la mano de obra proporcionada por sus subordinados con el único gasto de la

manutención en las labores.

La falta de registros sobre los gastos efectuados por los cosecheros, nos imposibilita elaborar

un cuadro pormenorizado de las inversiones cumplidas. Concretamente no sabemos cuánto se

gastaba en las diferentes labores como el arado de las tierras, riegos, siembra, lampeo, resiembra,

despimpolle o capazón, corte y beneficios. Esta deficiencia trataremos de subsanarla con cálculos

proyectivos, basándonos en el valor de compras citado por el director Nieto, las referencias de Vigil

(1764 y 1768), la de Guzmán en carta de 1768, los costos en Chachapoyas y los gastos de Escurra

en 1796.

Nieto de Lara en su proyecto de asiento aseguró que las adquisiciones de los mazos de tabaco

en la región, por parte de los comerciantes de Lambayeque, fluctuaban según su calidad entre

treinta y cuarenta pesos el millar. Al vender los cultivadores en dicha cantidad, por ley económica,

debieron de cubrir sus costos de producción y lograr una determinada ganancia, en el peor de los

casos, por lo menos cubrir los costos. Considerando los costos, superlativamente, hayan sido de 25

pesos por millar, tomando como base el valor de treinta pesos que debió ser la mas frecuente, en las

ventas, la ganancia resultaría la diferencia (cinco pesos). Según esto, los capitales invertidos

debieron fluctuar entre treinta pesos para la asignación de 2 000 mazos (la mas baja que se repartió,

en 1779), 2 500 pesos para la cuota de 100 000 mazos (distribuidos a partir de 1781). El total de

inversiones para toda la producción, anualmente, debió ser de 7 500 pesos aproximadamente para

300 000 mazos (la más baja producción), 15 000 pesos para 600 000 mazos (cifra base de las

asignaciones), hasta 35 000 pesos para la producción de 1778 que alcanzó la cifra de 1 349 861

mazos (la más alta producción que conocemos) y como desconocemos si hubo otra mayor

producción, nos permitimos, asegurar que las inversiones en la producción neta del tabaco no

excedió los 60 000 pesos.

Por otro lado, una confirmación de nuestros cálculos estarían refrendados por los datos de los

costos de producción del tabaco en Chachapoyas, que detalló Riva Agüero en carta del quince de

marzo de 1780. Según los informes consignados por Agüero que expresa ser efectuada por un

conocedor de la materia en dicha región (¿factor? ¿cosechero? ¿comerciante?), los costos para 320

mazos ascendían a nueve pesos siete reales, lo que para mil mazos equivaldrían a unos 32 pesos.

Comparando con nuestro cálculo sobre costos, existe una diferencia de siete pesos. Esta quedaría

anulado si aceptamos las mismas versiones en el sentido de que los costos en Chachapoyas eran

mucho más altos. Podemos confiar en el informe de Agüero por cuanto se debía al interés de

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implantar la producción del tabaco estilo Bracamoros en Lambayeque. Por tanto no podía ser

disminuida ya que iría en contra de los intereses del fisco.

Aceptando con que los costos fueran de 35 pesos por millar, los caudales a invertirse

fluctuarían anualmente entre 10 500 pesos, 21 000 pesos y 52 500 pesos para la producción de

300 000; 600 000, y 1 500 000 mazos respectivamente. O sea que tampoco llegan a los 60 000

pesos que nosotros indicamos como la máxima de las inversiones utilizadas directamente en la

producción. En ellas no incluimos los pertinentes al valor de las jergas destinadas al

ensurronamiento de los mazos, por ser canceladas por el estanco. En verdad estos gastos podrían

aumentar las cifras de inversiones monetarias en unos mil pesos (a cuatro reales cada jerga), para la

cifra mínima de producción que señalamos y 5 000 para la máxima. Como puede apreciarse el

aumento de las inversiones no es muy considerable. Los totales de los costos determinados por

Nieto de Lara, sólo alcanzaron a 46 000 pesos, a pesar de que conceptuó el pago por las jergas a seis

reales e incluyendo los respectivos al transporte, que nosotros no lo consideramos por las siguientes

razones:

1. En el período anterior a 1769 el transporte, corría por cuenta de los comerciantes,

fundamentalmente y que en cierta forma no corresponde directamente a la producción sino

propiamente a la circulación de acuerdo a la división de la actividad económica. Con esto no

queremos negar de ninguna manera la concomitancia de ambas actividades, por formar parte

de una totalidad como es la economía.

2. Las valorizaciones del tabaco en la fechas indicada eran por encima de los 75 pesos

establecidos en 1779. Sobrepasaban los noventa pesos por millar. La diferencia cubría

realmente los costos de transporte. Razón por la cual nosotros hacemos los cálculos

tendiendo en consideración los 75 pesos para ver las utilidades de los cosecheros

propiamente.

Sobre los costos calculados proyectivamente y la base de las adquisiciones por parte del

estanco fijadas en 75 pesos el millar de mazos, podemos eventurar que lo cosecheros obtuvieron

una ganancia del cien por ciento, aproximadamente. Esto en lo que respecta al período 1779-1791.

Anteriormente los precios por tasación de las cotizaciones fueron superiores a los expresados.

Tomamos en el período citado, el precio de 75 pesos como medida del cálculo, por responder a un

término medio del valor de las compras; realmente, el que más corresponde a un cálculo adecuado.

De acuerdo a ello, un cosechero pobre agremiado, a partir de 1779, obtuvo ciento sesenta pesos por

la cuota de 4 000 mazos como ganancia, mientras que los cosecheros netamente capitalistas

lograron beneficios de 800 a 4 000 pesos anuales.

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En los ingresos anotados como beneficios no descontamos la posible renta del suelo que

debían pagar los cosecheros por las tierras explotadas; exactamente no sabemos si en los cálculos de

Nieto y otros sobre el valor de los mazos en la localidad productora incluyeron los respectivos a los

arriendos, dentro de los costos. Al respecto, como referencia acotamos que 1796 el cosechero Juan

Escurra, pagaba un arriendo de cuatrocientos pesos anuales por la conducción de las haciendas de

“Tulipe” y “Conchucos” al propietario don Luis de Guzmán; estas tierras estaban destinados al

cultivo de cien mil mazos. Realmente solo para dicha producción, la duda queda flotando. De

todas maneras este dato indica que la renta del suelo percibida por el terrateniente no era muy alto.

La disminución por este concepto sería del diez por ciento aproximadamente de las cifras que

anotamos como ganancias; a pesar de estas circunstancias, los beneficios alcanzados fueron

considerables. En el caso de los pobres el canon de producción debió de ser infinitamente más baja.

Ahondando la cuestión de las inversiones y los beneficios percibidos por los cosecheros,

hacemos otra proyección tomando en consideración cálculos mayores. Si cada hectárea de tierra

hubiese menester el cuidado permanente de una trabajador durante los seis meses del proceso

productivo, los pagos de dicho jornalero ascendería a 45 pesos, sin manutención y aceptando el

jornal diario de dos reales. Agregando los pagos por el trabajo del boleador y amarrador que juntos

cobraban seis reales por cada cien mazos elaborados, equivaldrían 30 pesos en cuatro mil mazos.

Incluyendo compra de chante (hojas de plátano para envolver el tabaco), alimentación, renta del

suelo, y otros gastos por un total de cien pesos, la inversión sumaría ciento cincuenta pesos. El

valor de los mazos adquiridos, por 4 000 mazos equivaldrían a trescientos pesos. La ganancia

líquida quedaría en 125 pesos, es decir el 58%, que es de consideración. Los beneficios elevados,

explican la introducción de los comerciantes y otros elementos que no eran propiamente

cultivadores a participar en la producción del tabaco bajo un modo mercantil capitalista, en su deseo

de lucrar con las utilidades de consideración aportadas por la mercancía tabacalera.

La captación de caudales por los cultivos no tuvo, dijimos, como única fuente, la

señalada. Existió entre 1780-1791 otro conducto: los recursos monetarios de las arcas

fiscales que, participó en forma complementaria al de los privados en algunos casos y en

otros preponderantemente. Según la disposición del Riva Agüero, los cosechadores podían ser

habilitados en dos instancias: la primera para las siembras y la segunda, para costear los

beneficios. Ambos créditos no debían exceder el valor de la mitad de la asignación de mazos. La

recepción de dichas ayudas requirió la solicitud verbal del cosechero presentando fiador o

prenda de mayor valor; confirmada y aceptada por el reconocedor general, factor y contador, el

cosechero debía presentar por escrito la obligación, reconocida por el escribano de la factoría y

firmando luego los tres ministros citados.

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Lo expresado es nominal ya que los cosecheros que obtuvieron ayuda no fueron precisamente

los más necesitados. En la práctica, por los poderes otorgados a los ministros, para las

subvenciones, la disposición se prestó a las manipulaciones de los fondos reales en beneficio de

las mismas autoridades que contaron con el elemento indispensable para solventar sus

propias actividades dentro de la producción. Los descubiertos numerarias estatales, por otro

lado fueron a manos de los cosecheros que contaban con la simpatía del factor y demás

dependientes y, creemos, destinadas a otros rubros ajenos a las siembras del tabaco. El

incumplimiento a las normas de habilitaciones tenemos, por ejemplo, los créditos otorgados a don

Benito Antonio de Caldas por 2 000 pesos cuando sólo tenía una cuota de mazos por valor de

2 850 pesos, a don Juan Antonio Pantoja 1 875 pesos por una asignación que sólo alcanzaba a

novecientos pesos.

Los caudales fiscales, pese a las irregularidades en su distribución, disminuyeron en algún

porcentaje las inversiones monetarias privadas.

Los caudales que el gobierno colonial invirtió en las siembras tabacaleras puede ser

considerado como la aparición de un capitalismo estatal, buscando nuevas formas de relaciones de

producción para un mejor aprovechamiento del recurso agrícola, producto de una nueva mentalidad

económica que emerge dentro de un contexto de dominación colonial. Es la resultante acaso de un

experimento formal emanado desde la metrópoli, puesta en ejecución por los funcionarios locales.

O, simplemente, expresión de una política que busca asegurar la producción, para así tener

garantizada los ingresos por la comercialización.

La explicación del fenómeno de la aparición de fondos estatales se halla, sin duda, en la

última interrogante. La política económica de los gobernantes coloniales no buscó en ningún

momento la creación de nuevas formas de producción dentro de la agricultura, ni el reflejo de un

nuevo concepto en experimento. Simple y llanamente la resultante de un proceso de interés de

carácter fiscal. Garantizar la producción del tabaco, evitando posibles alejamientos de los

cosecheros por falta de caudales, para precaver la baja de ingresos económicos al real erario, por

escasez de la mercancía para su comercialización. Por tanto, política conducente a evitar las

interrupciones en las siembras y lograr el mantenimiento del stock permanentemente, asegurando de

ese modo las ganancias regularmente, necesarias para el mantenimiento de la vida económica de

explotación colonial.

La existencia de informes dispares sobre las ganancias conseguidas por la institución

monopolizadora en la comercialización del tabaco, nos indujo a no incluir las cifras

correspondientes. Se debía esencialmente a que en los documentos examinados, las cifras variaban;

para un mismo período, en unos figuraban mayores cantidades y en otros menores. Las que aporta

Amat en su memoria tampoco es idéntica a la señalada en los manuscritos. Una feliz circunstancia

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hizo llegar a nuestras manos un estudio sobre el tabaco, realizado por Guillermo Céspedes del

Castillo29, en cuyas páginas finales inserta una estadística de los gastos y utilidades del estanco. De

él transcribimos las cifras que van de 1752 a 1785 para dar una idea aproximada de la magnitud de

las inversiones e ingresos, por considerar que dichas cifras corresponden a un trabajo hecha sobre

una documentación mucho más uniforme de la que nosotros utilizamos, a pesar de que tampoco

existen coincidencias con los que recolectamos.

Al glosar las cifras, nosotros los agrupamos por fechas que coincidan más o menos con los

períodos de producción que señalaremos al tratar la evolución del tabaco, en su producción.

Años Valor total Total gastos Total líquido1752 - 62 1 392 362 244 863 1 147 4991763 - 79 2 624 222 712 006 1 912 2161780 - 85 1 380 065 307 805 1 072 2571786 - 90 1 193 975 571 763 622 212

A los datos de Céspedes, agregamos la del último quinquenio extraído de un informe

documental, con la finalidad de comparar los ingresos entre 1752-1785 que corresponden a una

etapa en la cual la administración chilena, dependía del Perú, mientras que a partir de 1786 se

desenvolvió independientemente de dicha tutela.

La primera vista destaca en el quinquenio una disminución de los ingresos, mientras

aumentan los egresos. Se debe a que en los gastos anuales se descontaron los correspondientes a los

valores del costo principal del tabaco. En cambio Céspedes, parece, lo incluyó en el rubro de

utilidades. Esta deducción lo hallamos comparando el quinquenio 1781-1785 de Céspedes con la

hallada en el documento que anotamos. Céspedes los colocó en la columna de utilidades,

ascendiendo a 900 110 pesos; en la muestra como utilidad figura únicamente 616 740 pesos. Que si

agregamos el valor de los costos del tabaco que consta de 285 906 pesos tendremos: 902 646 pesos.

Cantidad que es casi similar a la que aporta Céspedes.

Según esto, parece que existió, en la Colonia, la tendencia a remitir a España

beneficios existentes sólo en el papel, es decir inflados, omitiendo algunos rubros como el

señalado con la intención de mostrar los progresos alcanzados por determinadas autoridades

en algunas administraciones, interesadas en alcanzar privilegios. Don Diego de la Vega, en

1796 expresó que dicha anomalía la había encontrado en las cuentas de 1780 - 1790. Años

atrás, Feijoó, igualmente los expresó cuando revisó los papeles correspondientes a la época de

Superunda.

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Los promedios anuales de beneficios fiscales, de acuerdo al cuadro anterior daría las

siguientes cifras:

Años Valor total Total gastos Total líquido %1752 - 62 126 578 22 260 104 318 801762 - 79 154 365 41 882 112 483 761780 - 85 230 008 51 300 178 708 771786 - 90 238 794 114 352 124 442 52

El porcentaje de utilidades que extraemos de las cifras arrojan disparidades, ganancias que

fluctúan entre 52 y el ochenta por ciento. Mientras no tengamos una documentación uniforme no

nos es posible asegurar los porcentajes señalados como utilidades efectivas. Por lo menos sí

podemos asegurar, por ahora, que los ingresos al fisco no pudieron ser inferiores al cincuenta por

ciento.

Las cifras monetarias que acotamos para ilustrar los ingresos fiscales por concepto de la

mercancía tabacalera, corresponden a los proporcionados por el mercado de Chile, en virtud de la

venta mayoritaria del tabaco de Saña. La casi totalidad de las cifras anotadas corresponden al

tabaco de Saña, pese a que en ella se incluyeron los respectivos a la venta de tabaco en polvo. Este

último, según nuestros cómputos para el período 1780-1790 no excedieron el doce por ciento del

total. En el mismo período las ventas de tabaco Saña fueron de cinco millones 76 mil 748 mazos.

Buena parte de las utilidades fueron invertidos en el mantenimiento de fuerzas militares en

Chile, Valdivia, etc., sobre todo en el período del gobierno de Amat. Igualmente el estanco sirvió

como garante para los préstamos que realizaron las autoridades coloniales a solicitud de la corona

española, para los gastos militares en las guerras contra Inglaterra.

Al hablar de prestamistas privados a los cosecheros, según nuestro parecer creemos necesaria

indicar quienes pudieron ejercerla. Las referencias existentes señalan como tales a miembros del

clero, comerciantes. Sin lugar a dudas estos dos grupos jugaron un papel importante. El objetivo

principal de los prestamistas en relación con los pobres no sabemos a que causas pudo deberse.

Habrá sido solamente con la finalidad de percibir los correspondientes intereses o, fue una

circunstancia favorable que permitió realizar dichos préstamos para contar, caso de incumplimiento,

con brazos sujetos a la servidumbre, por la ligazón de las deudas. Este último pudo haber sido

utilizado por aquellos que poseían tierras propias y escasos trabajadores. Aquellos que carecían de

propiedad territorial de qué manera podían emplear esos brazos deudores? Si eran comerciantes,

como arrieros, servicio domésticos?, y en qué porcentaje?; la situación en cierta forma no le

permitiría, en todo caso contar con una clientela numerosa.

Aparte de todo lo descrito, es interesante examinar el sistema de la producción del tabaco

durante la monopolización. Conlleva una modalidad propia, a diferencia de otros artículos

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agrícolas. A partir de su estancamiento ingresó a tener una constitución singular muy marcada y

diferente de las restantes producciones agrarias. La diferencia sustancial esta constituida por

haberse convertido en un agricultura planificada. Planificación dirigida por un organismo

administrativo colonial especial. Como señalamos al principio de nuestro trabajo, el factor

determinante para dicha estructuración para dicha producción partió del interés colonial de

incrementar sus fondos. Aunque la comercialización constituyó la actividad primaria de control, la

producción tuvo que ingresar necesariamente a dicho registro por la estructura misma del estanco y

por los problemas acaecidos a la dirección general, durante los primeros años de existencia del

monopolio.

No encontramos en otras actividades de explotación agraria mayor interés por parte de las

autoridades coloniales de dirigir sus producciones, a pesar de la existencia de diversas disposiciones

legislativas reguladoras que trataron de impulsar la producción de determinada mercancía o de

restringir otras: de los últimos el caso de la vid y del primero el del trigo. En ninguno de estos

artículos, hasta donde conocemos existió una planificación al nivel establecido para el tabaco. La

singularidad de la planificación está explicada por las utilidades elevadas que proporcionaba, con

inversión de capitales medianos y bajos.

La planificación de las siembras se inició con marcada insistencia desde 1764, viabilizándose

recién a fines de 1768. Así se dio fin a la producción especulativa anterior. En la nueva época, no

se abarcó todos los aspectos concernientes a la producción. La planificación quedó restringida a la

limitación de las siembras a través del gremio de cosecheros, grupo privilegiado emanado con la

contrata y sobre cuyos hombros quedó la responsabilidad de cubrir los mazos correspondiente a la

solicitadas por la dirección general. No se consideró, por ejemplo, el control o auspicio de

selección de semillas, (para el mejoramiento cualitativo de los tabacos), experiencia de cultivadores,

etc. La composición del gremio fue disímil por la concurrencia de hacendados, particulares, indios

y pobres, social y económicamente diferentes. Después de 1769, hasta 1779, las producciones no

sobrepasaron el límite de los 600 mil mazos anuales fijados como cantidad base, sobre la cual se

hicieron las distribuciones, prorrateándose. Caso de aumentar o disminuir las cuotas asignadas.

La etapa que caracterizamos como la expansión (1779-1791), profundizó la planificación del

tabaco con la introducción de normas para su cultivo, selección de tierras y semillas. La nueva

corriente fue montada por don José de la Riva Agüero, enviado de México, para expandir las

ganancias del estanco. Las reglas de cultivo fueron los que en México se cumplían. En principio

fue refutado 16 de dichas reglas por los cosecheros de Lambayeque por considerarlas inadecuadas;

pero, a partir de 1781, quedaron definitivamente integradas al quehacer de la producción. El

examen de las tierras realizadas por Agüero en Lambayeque condujo a que se fijaran los lugares

mucho más adecuados para las siembras, con la resultante de concentrar la producción en

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determinadas zonas, excluyéndose otras como las de Guadalupe, cuyos cosecheros se retiraron al

exigírseles sembrasen en otras tierras.

La política de una mejor tecnificación del trabajo de Saña y su mejoramiento cualitativo, no

fue la única. Se trató de ampliar para lograr los tabacos de la calidad de Guayaquil y de la Habana,

que no tuvo resultados satisfactorios. Esta tarea, en virtud de convertir la economía tabacalera

peruana en autosuficiente; las importaciones de los tabacos indicados no se cumplían con

regularidad y trastornaban el comercio.

Las tentativas del mejoramiento cualitativo del tabaco de Saña no cumplió el fin cometido.

De serlo habría llegado a competir con los producidos en otros centros y haber conseguido nuevos

mercados. El intento, después de todo quizá pudo lograr ampliar los mercados en forma reducida,

si se coronaba exitosamente; la existencia de monopolios en otros centros y mercados ya cubierto

de muchos años atrás la hubiesen limitado, anquilosando la producción y tal vez retornando a la

anterior.

El tabaco Saña por su calidad se hallaba circunscrita al mercado chileno, de donde las

tentativas de Agüero fueron infructuosas. Estamos convencidos de que a la frustración de esas

tentativas, contribuyeron enormemente la estabilización de los precios a la producción, al fijarse la

compra en 75 pesos al millar. Los cultivadores al contar con un comprador único y estable con

precios prefijos, debieron sentirse poco interesados en dicho mejoramiento, a pesar de los premios

que pusieron en función los del estanco (para los del estilo Guayaquil y La Habana), ya que los

gastos y mayor dedicación de tiempo les habría quitado todo deseo de participar. El criterio

predominante, la de enriquecimiento con el menor esfuerzo fue la determinante. Esta situación

ahondó la producción tabacalera en forma rutinaria en mayor grado que en la etapa anterior, ya que

en ella por lo menos existió la posibilidad de mejoramiento cualitativo, por las compras según

tasación de las calidades.

Si bien el tabaco cualitativamente no sufrió mejoras, en la etapa de expansión, aumentó la

producción cuantitativamente. La cifra global ascendió a 14 millones 726 mil 454 mazos.

Comparativamente muy superior a las etapas anteriores.

El tercer período a partir de 1792, impuso nuevos cambios en la factoría; reestructuración

ejecutada por el director general interino don Diego de la Vega. Anuló el gremio existente y realizó

nueva contrata con los de Guadalupe, quienes se comprometieron a vender los mazos según avalúo

y remitiéndolos de su cuenta a Lima. Se retornó al sistema impuesta en 1769. Las consecuencias

directas fueron el mejoramiento de la calidad del producto y ahorros al fisco por más de 5 000 pesos

anuales, a partir de 1793.

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3.2 CENTROS DE PRODUCCIÓN. LAS HACIENDAS TABACALERASComo nuestro trabajo se halla centrado en la producción del tabaco Criolla, Yunga, o de Saña, nos

remitimos dar algunas referencias breves sobre la provincia de Saña, antes de tratar la participación

de las haciendas en la producción, basándonos principalmente en la descripción que hizo Cosme

Bueno29.

La provincia de Saña, ubicada en la costa norte del Perú, conformaba parte de la jurisdicción

del obispado de Trujillo. Su capital denominada Villa de Santiago de Miradores de Saña había sido

fundada el año 1564 por orden del virrey Conde de Nieva, a orillas del río del mismo nombre y a

una distancia de siete leguas del mar. Toledo agregó a esta provincia el partido de Chiclayo. Los

límites de esta circunscripción fueron: norte y noreste con Piura, por el este, con la provincia de

Cajamarca; por el sur con Trujillo y con el oeste con el océano Pacífico.

La benignidad del clima propició el cultivo de diversas plantas como el maíz, el arroz , caña

de azúcar, tabaco y diversos frutales; elaboraron jabones, cordovanes, vino, azúcar, ropas de

algodón; un gradual desarrollo de la ganadería mular y caprino30.

Sobre esta base de artículos el comercio regional aumentó, activándose con mayor grado a

mediados del siglo XVIII. La actividad comercial no se circunscribió a las zonas aledañas o

provincias del virreinato, abarcó los mercados de Quito, Guayaquil, Panamá, Chile31.

Los productos que mayores ingresos aportaron a la región, fueron el azúcar, cordovanes,

jabones y tabaco. A principios del siglo XIX se incrementó el comercio con el desarrollo de nuevas

producciones: menestras, cacao, piña, plátanos, sombreros, sal, salitre, cría mular y caprino32.

La producción regional en crecimiento y el comercio en auge dio prosperidad a la zona,

siendo la mayor beneficiaria la ciudad de Lambayeque, que llegó desplazar a la señorial Saña como

primer centro económico, social, político, administrativo, por la decadencia de ésta por el saqueo de

piratas en 1686 y la inundación del quince de mayo de 1720 que la redujo a escombros. Los

pobladores de Saña emigraron en su mayor parte a Lambayeque. De esta manera Lambayeque se

convirtió en un centro de gran importancia económica en la zonas norte del Perú.

La población regional durante el siglo que examinamos aumentó considerablemente a partir

de la segunda mitad. Cosme Bueno había estimado el número de habitantes en nueve mil. En

1784, alcanzó la cifra de 32 mil 129 habitantes, como puede observarse en el cuadro33.

29 Bueno. Geografía del Perú virreinal, pp. 52-5430 Haencke. Descripción del Perú, p. 247 y ss.31 Macera. Informaciones geográficas del Perú colonial, p. 33 y ss.32 Idem.33 Bachman. Departamento de Lambayeque. Monografía histórico-geográfica, p. 428

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SAÑAInclusive sus anexos

Español Indios Mixtos Pardos Negros Total

Saña 73 39 370 90 572Santa Lucía de Lambayeque. 487 1 256 646 286 338 3 013Cherrepe 139 139San Pedro de Lambayeque 316 1 577 523 161 83 2 960Santa Catalina de Lambayeque

303 1 134 381 379 305 2 502

San Roque de Lambayeque 406 1 935 475 538 160 3 514Chiclayo 408 4 211 883 635 6 170Jequetepeque 86 720 256 76 1 141Mocupe 110 110Ferreñafe 284 3 160 797 166 60 4 431Morrope 4 1 317 67 13 1 401Jayanca 89 313 228 84 714Illimo 54 10 64Reque 2 481 4 7 494Monsefu 1 516 16 1 532San Pedro 54 746 213 72 1 085Ingenios 17 8 14 319 358Chepen 100 356 318 148 308 1 230Pueblo Nuevo 343 6 349Total Castas 2 593 19 751 4 873 3 152 1 760 32 129

La población Lambayeque, según el censo realizada en el gobierno virrey Gil de Taboada y

Lemos, ascendió a 32 mil 192 habitantes, repartidos en veinte doctrinas y siete pueblos anexos.

En esta parte del estudio no deseamos analizar en detalle la estructura de las haciendas

norteñas. Trataremos, sólo, de examinar, en forma ligera, la situación de ellas en relación con los

cultivos tabacaleros. La superficialidad del análisis se halla determinada por otro lado, por las

fuentes documentales muy escasas.

La base de nuestro breve estudio, se sustenta en tres informes emitidos por funcionarios

locales. La parquedad de ellos nos permite una visión parcial del desarrollo de las haciendas y el

tabaco. Completamos el enfoque con algunas referencias que en forma tangencial, hallamos en

otros documentos.

El proyecto de Asiento, elevado por don José Nieto de Lara, posibilitó los informes. Es a

partir de él y por la producción especulativa del artículo, que las autoridades del estanco iniciaron

investigaciones en torno a la situación real de la explotación tabacalera local. La finalidad era,

examinada las condiciones agrícolas de la región, establecer un mejor control de la producción, a

través de contratos con los labradores.

Para el efecto, la Junta Real de Tabacos, por auto del 16 de mayo de 1764, dispuso la

remisión, por parte de los corregidores de Saña y Lambayeque y el Administrador de la factoría, de

informes con datos referentes a las haciendas dedicadas a siembras de tabacos, especificando

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nombres de ellas, extensión, mazos cosechados anualmente (determinando las calidades,

usualmente tres) y nombres de los propietarios. Describimos cada uno de estos informes:

A. El administrador de la factoría (situada en Lambayeque), don Pedro Joseph de Navarrete, en el

citado año, consignó: existencia de diez haciendas con tabacales, sin detallar la extensiones.

Explotación por propietarios y pequeños arrendatarios llamados “Agregados”, y los nombres de los

hacendados.

En cuanto a la producción anual de mazos adjuntó cifras correspondientes a sólo seis de las

pertenencias empadronadas, indicando corresponder a las acopiadas directamente por los

propietarios. La calidad de los mazos los calificó de “buenas”. Los cosechados en cambio, por los

agregados fueron tipificados como “ bien malos”, sin detallar las cantidades producidas. Bastante

general y parcializada las calificaciones puesto tiende a mostrar la utilidad de la participación total

de los hacendados en la producción.

La vaguedad del informe, en cuanto al número de agregados y respectiva producción, se

debió según el interesado a la presencia numerosa de estos labradores con cultivos en pequeña

escala. Eran cultivadores ocasionales o eran tan numerosos que abarcaban a buen número de

sujetos sin tierra.

Destacó la escasez de agua, causal del abandono de cultivo tabacalero; por ejemplo, las

haciendas de Pomalca y Collus, catalogadas como centros productores de primer orden en cantidad

y sobre todo en calidad habían abandonado las labranzas, por la carencia del líquido vital, salvo

pequeñas parcelas cultivadas por los agregados.

La improductividad de las tierras, por falta de agua como Pucalá, fue solucionada, en parte en

1781, con la construcción de una acequia de riego, llevada desde las tierras de Monsefú.

La carencia de agua de la costa peruana durante la colonia (aún en la actualidad) no sólo

determinó la exclusión de los cultivos tabacaleros, sino que limitó el desarrollo de toda la actividad

agrícola, permitiendo, “descansos” forzados a las tierras. Esto provocó menores ingresos

económicos, alejando las inversiones de la explotación agrícola finalmente permitió el decaimiento

de la economía agraria colonial. La única vía para impulsar la agricultura era proporcionando agua

mediante canales de irrigación; realización de tales obras implicaba contar con capitales monetarios,

fondos que particulares y/o estatales no contaban o no deseaban invertir. La escasez de circulante

era, en cierto modo el factor determinante, aunada a los problemas inherentes de la agricultura: baja

de precios, mercado limitado, etc.

Buen número de las haciendas Lambayecanas se hallaban hipotecadas (empleamos el término

para englobar todas las imposiciones sobre las propiedades, que impidieron el desarrollo de la

agricultura); más aún gran número de ellas estaban intervenidas judicialmente y en depósito.

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Navarrete, el más parco mencionó la existencia de numerosos pobladores dedicados a la

siembra del tabaco, utilizando parcelas arrendadas a las grandes propiedades, logrando cosechas de

buena calidad por la experiencia y mejor conocimiento de las técnicas de cultivo y beneficio. Con

esta afirmación niega categóricamente la aseveración explícita de que la calidad de los mazos

cosechados por los hacendados eran los mejores. Va demostrando realmente que la producción era

ejercida en sumo grado por agricultores sin tierras que económicamente se financiaban tomando en

arriendo pequeñas parcelas.

Veamos las cifras de producción de las haciendas, proporcionadas por Navarrete:

Haciendas Propietarios N° de mazosChafán Don Manuel Estéves 20 000Sipán Don Joseph de Zamudio 10 000Pucala Don Francisco Ruiz de Arbulú 40 000CalupeLa Punta 30 000Pomalca Don Francisco MalervaCollus Don Francisco MalervaPatapo Don Francisco Malerva 40 000Luya Don Francisco Laso 16 000Sicán Don Antonio de Vidaurre 16 000Totales 172 000

B. El informe del corregidor de Lambayeque, don Esteban de Quiñónez, del 12 de agosto de 1764,

contiene, similares datos que el antecedente. Destacamos tres puntos:

El primero, referente a la participación activa de agricultores sin tierra, sin precisar el

rendimiento total de tales siembras, aclara la visión sobre este tipo de cosecheros, puesto que no

limita su existencia a la zona de Chiclayo, como el anterior, sino como típica de toda la provincia.

Textualmente dice:

“También hago presente que en dicha provincia hay varios cosecheros de tabacos que estos siembran en tierras de las haciendas referidas, y en otros lugares aparentes: que por ser muchos y no tener regla no se puede concertar el número de mazos que cosechan”34.

Tanto el anterior como éste, nos señalan el control de tierras ejercida por pocas personas,

incapacitadas de hacerlas productivas por razones diversas; y, la carencia por parte de la gran

mayoría de pobladores, de propiedad territorial (blancos, mestizos y otros grupos étnicos). Carencia

que los impulsó a solicitar en arriendo pequeñas parcelas para hacer frente a sus necesidades

34 ANP/SH, Saña, 1764-68. De los autos seguidos a instancia del tribunal de la dirección sobre el arreglo de que debe haber en las remisiones y compras del tabaco de la provincia de Saña.

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primarias; hecho que en la colonia, permitió el acrecentamiento de brazos dentro de las haciendas

por diversos medios como el las deudas que los sujetó en dependencia a los propietarios35.

El segundo punto se halla dado por una estimación cifrada efectuada por el corregidor, de las

posibilidades de enumerar la producción en las haciendas. Es decir, conseguirla según: condición

agrícola de las propiedades, recursos económicos, dedicación y esmero de los propietarios. Las

estimaciones son moderadas si vemos las producciones de algunas de ellas, años más tarde. El

interés de este dato radica en que señala la poca productividad de las haciendas (referidos al

tabaco), por falta de medios adecuados o el poco interés de los propietarios en hacer cumplir el

papel económico de las tierras. Las cifras de producción que señala son:

Haciendas Propietarios Mazos cosechados Mazos estimadosChafan D on M anuel Esteves 20 000 30 000Sipán D on Joseph de Zamudio 10 000 20 000Pucala D on Francisco R. Arbulú 40 000 50 000Calupe Lcdo. D on Raphael Veles 50 000La Punta D oña Tom asa Cavero 20 000 40 000Pom alcaCollusPatapo Lcdo. D on Francisco M alerva 30 000 40 000Luia D octor don Joseph Lazo M ogrovejo 16 000 40 000Sicán Cap. don Antonio de Vidaurre 16 000 40 000Totales 152 000 360 000

El tercer punto, se refiere a las formas de conducción de las haciendas. Aclara que tanto la

hacienda de La Punta como la de Luia son explotadas por medio de administradores.

Destaca la inestabilidad de la producción, opinando que el aumento o disminución de los

tabacos, devienen de las plagas que atacan a las plantas, impidiendo el normal desarrollo; las

plantas requerían un control permanente.

C. El tercer informe del corregidor de Saña, don Carlos Vigil, del 13 de agosto, explicó la

imposibilidad de proporcionar datos completos por la carencia de ellos y porque la agricultura del

tabaco formaba parte de una actividad con dedicación variada; es decir, fluctuante. Las causas de la

inestabilidad productiva eran fruto del interés tomado por los agricultores; en otras palabras, la

permanencia del nivel de producción, su aumento o disminución dependía de la voluntad de los

interesados. A nuestro juicio, esta explicación podría aplicarse a los hacendados propiamente,

mientras que en el de los desposeídos las situación pudo ser diferente: falta de dinero, bajos precios

del tabaco, cobros de arriendos muy altos, etc.

35 Macera. Mapas coloniales de haciendas cusqueñas, p. 74

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Al igual que los anteriores, destaca la presencia mayoritaria de los cosecheros sin tierras en

los cultivos tabacaleros:

“El número de mazos que cosecha cada hacienda, no es fácil averiguar, por que no hay fijera en ninguna de sembrarlo, y en unas mismas, se hace una chacra de cuatro mil mazos y otra de cuarenta mil; unos años se siembra, y otros no; de modo que siendo la gente libre la dedicada a este ejercicio, lo practica con indiferencia (...)”36.

Según opinión del informante de la planificación de este cultivo, en cierta forma, no sería

coronada por el éxito, por estar propensa a enfermedades como la gusanera. La limitación de la

producción por lo dicho, se hallaba condicionada por factores económicos, humanos y biológicos.

La fluctuación de la producción es distinguida y remarcada cuando al anotar la existencia

de 31 haciendas y 16 pueblos aptos para este tipo de cultivos, manifestó que en cualquiera de ellos

podían obtenerse de cincuenta a cien mil mazos anuales, según la dedicación de los interesados y el

aumento de trabajadores. La escasez de mano de obra fue, en la colonia, sobre todo en el siglo

XVIII, uno de los males permanentes de la agricultura. Este factor pudo ser uno de los que

contribuyeron a la no injerencia mayoritaria, de los hacendados, a producir tabacos.

Resalta la poca participación de los hacendados como productores del tabaco, por el

mayor interés prestado a la explotación de la caña de azúcar, manifestando, por otro lado, que sí era

propia de la “gente libre” llamados también “mozos libres”, “pobres”, “agregados”. Nombres

diversos que agrupaban una sola categoría social: la de los desheredados de bienes materiales.

Vigil es el único informante que enjuició la posterior situación de los pequeños productores

en caso de excluirlos de la producción al formarse el gremio y otorgar las cuotas sólo a los

propietarios de tierras. Expresó que los hacendados ejercerían dominio sobre aquellos al

supeditarlos como jornaleros libres al perder el carácter de pequeño productor independiente. La

supresión de esta actividad abriría como única fuente de ingresos el alquiler de su fuerza laboral a

los grupo detentadores de las cuotas. Considerando que la mayoría de los hacendados no eran

cultivadores, desconocían en parte las técnicas de cultivo por lo que recurrirían a contratar como

trabajadores a los cultivadores desplazados.

La falta de estadística de los pequeños cosecheros nos impide señalar en qué

porcentaje pudieron convertirse en obreros agrícolas asalariados. No pudo ser en escala reducida.

La presencia de estos desplazados como asalariados hizo posible la aparición del modo de

producción mercantil capitalista del tabaco, modelo que fundamentalmente lo ejercieron los

particulares.

36 ANP/SH, Saña, 1764-68. De los autos seguidos a instancia del tribunal de la dirección sobre el arreglo de que debe haber en las remisiones y compras del tabaco de la provincia de Saña.

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Un índice de la mayor participación de los pequeños cultivadores de tabaco en relación a la

ejercida por los hacendados la encontramos en las cifras que aportan los dos primeros informantes.

Ellas no alcanzan a cubrir más de cincuenta por ciento; este porcentaje aceptado la evaluación

proyectiva que hizo Quiñónez.

El corregidor Vigil incluyó el siguiente padrón de haciendas y propietarios: sobre aquellos al

supeditarlo como jornaleros libres al perder el carácter de pequeño productor independiente. La

supresión de esta actividad abriría como única fuente de ingresos el alquiler de su fuerza laboral a

los grupos de tentadores de las cuotas. Considerando que la mayoría de los hacendados no eran

cultivadores, desconocían en parte las técnicas de cultivo por lo que recurrirían a contratar como

trabajadores a los cultivadores desplazados.

La falta de estadísticos de los pequeños cosecheros nos impide señalar en qué porcentaje

pudieron convertirse en obreros agrícolas asalariados. No pudo ser en escala reducida. La presencia

de estos desplazados como asalariados hizo posible la aparición del modo de producción mercantil

capitalista del tabaco, modelo que fundamentalmente lo ejercieron los particulares.

Un índice de la mayor participación de los pequeños cultivadores de tabaco en relación a la

ejercida por los hacendados la encontramos en las cifras que aportan los dos primeros informantes.

Ellas no alcanzan a cubrir mas del cincuenta por ciento este porcentaje aceptado la evaluación

proyectiva que hizo Quiñónez.

El corregidor Vigil incluyó el siguiente padrón de haciendas y propietarios:

Luxa Don Joseph Lazo de Mogrovejo (Canónigo de Catedral)Sican General de caballería don Antonio de VidaurreBatan Grande Don Romualdo VidaurreTumán Compañía de JesúsCarvajal Don Juan Joseph Fernández VilchezPatapo Licenciado don Franscisco MalervaPomalca Capitán don Bartolomé OsorioCollus Licenciado don Francisco MalervaEl Molino Licenciado don Francisco MalervaCalupe Licenciado Raphael VelesPucalá Don Francisco ArbulúLa Punta Doña Thomasa CaveroSipan Don Joseph ZamudioCayalti Don Joseph ZamudioSan Cristóbal Don Manuel de CasanovaSan Lorenzo Don Joseph RiveraCojal Don Joseph RiveraSan Juan Don Félix de EstradaLa Viña General don Felipe GarcíaChumbenique Doña Teresa de la BandaLa Otra Vanda Licenciado don Domingo AljovínPalomino Licenciado don Igidio de Guzmán

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Ucupe Doña Isabel de LaredoCharcape Doña Rosa PomaresLa Calera Licenciado don BonifacioChafan Capitán don Manuel EstevesTambo de Guadalupe Don Francisco EzquerraTalambo R.P.M. Francisco Mendizábal (agustino)Limón Carro Don Antonio VacaTaclo Capitán don Juan Esteves

Igualmente nombró los siguientes pueblos como aptos para el cultivo del tabaco: Saña,

Ferreñafe, Mochumi, San Miguel, Picse, Chiclayo, Reque, Monsefú, Mocupe, Pueblo Nuevo,

Guadalupe, Chepen, Jequetepeque, San José, Pacora, e Illimo.

Retomando los informes, creemos que conviene, para una mayor comprensión de la situación

de las haciendas, tratar de mostrar ciertas particularidades como las que anotamos. Es una

agrupación hecha con no poco temor, por basarnos en un solo documento, del grado de

concentración de las propiedades, individualmente y por grupos:

De las 31 propiedades, apuntadas por el corregidor:

Tres pertenecen a don Francisco de Malerva

Dos pertenecen a don Joseph Zamudio

Dos pertenecen a don Joseph Rivera

16 diversos propietarios.

Del total, un 23% aproximado es detentado por tres personas expresando una concentración

de propietarios en pocas manos.

Por grupos ocupacionales hemos anotado:

Dos haciendas a sacerdotes

Dos haciendas a órdenes religiosas (agustinos, jesuitas)

Cinco haciendas a miembros de milicias

Cuatro haciendas a licenciados (sacerdotes?, juristas?)

18 haciendas a particulares, sin especificación precisa; cuatro de ellas como propiedades de

mujeres.

La agrupación no es de una nitidez clara por la imprecisión de los informantes. El valor que

hallamos es que visualiza la posesión de propiedades territoriales por un grupo minoritario de la

población. Por el contexto de la época, las catorce haciendas sin especificar pertenecerían a

miembros prominentes de la sociedad Lambayecana. Vemos también la repetición de varios

apellidos.

Del examen de los tres informes podemos señalar, que si bien proporcionan datos de interés,

estos carecen de la profundidad que hubiese menester para la más completa visión de movimiento

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de estas unidades de producción. La parquedad de los informantes aunada a la solicitud de las

autoridades por datos generales, permitió la omisión de detalles más importantes como: distinción

de las conducciones, tipificación de propietarios y arrendatarios, extensiones de las propiedades,

mano de obra empleada, implementación agrícola, etc.

Hallamos, igualmente, ambigüedad en la utilización del término “propietario”. Señalan como

tales tanto al legítimo propietario como al arrendatario de toda la extensión predial; como ejemplo

podemos citar el caso de la hacienda Pomalca, la que figura como propiedad de don Francisco de

Malerva y del capitán don Bartolomé Osorio. Sobre este particular creemos que el primero sea el

verdadero dueño puesto que el segundo al ingresar al gremio de cosecheros el 1768 figura como

arrendatario. En 1764 entonces, se habría desempeñado como administrador o arrendatario.

La disparidad en la utilización del término “propietario”, quizá pueda ser explicada como la

resultante de la crisis agrícola de mediados del siglo; ésta habría permitido transferencias de la

propiedad en forma definitiva o temporal, mediante transacciones directas entre los interesados o

por mediación de las autoridades, cuando eran intervenidas. El licenciado don Raphael Vales, en

1764, era un “recién entrado” en Calupe; es decir el nuevo propietario.

En cuando al sistema de tenencias y explotaciones imperantes, encontramos que la mayoría

de las haciendas eran posesiones individuales excepto las haciendas de Tumán y Talambo,

pertenecientes a dos congregaciones religiosas. Lo que no pudimos aclarar fue la situación de los

titulados licenciados, que detentan cuatro propiedades; optando entre canónigos y juristas, creemos,

pertenezcan a miembros del clero, con lo cual el número de propietarios de dicha condición

aumentaría y con ello el porcentaje de propiedades detentadas.

Encontramos, asimismo, que la conducción de las haciendas se desenvolvió bajo dos formas:

explotaciones directas e indirectas.

Por la primera forma, al dirigir personalmente los trabajos, el propietario controlaba

efectivamente la posesión. Esta forma parece ser dominante; en lo que corresponde a los

cultivadores de tabaco, ocho de ellos explotaban por este sistema. Recordemos que ese producto no

era la base de la explotación agrícola de las haciendas, siendo complementaria mas bien de otros

productos como de la caña de azúcar. La limitación del mercado tabacalero, y la implantación del

monopolio no dio opción a verdaderas plantaciones tabacaleras.

En 1768, al formarse el gremio de cosecheros, el número de las haciendas conducidas en

forma directa y participantes de las cuotas disminuyó al número de cinco.

El segundo sistema de explotación, tomó dos modalidades: Por administración y

arrendamiento.

El año de los informes las haciendas de Luia y La Punta, eran conducidas por

administradores, por la situación especial de los propietarios: una mujer (doña Thomasa Cavero) y

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un canónigo (licenciado Laso Mogrovejo). En 1768, no figura esta modalidad como tampoco

fueron empadronadas las propiedades citadas.

El porcentaje de explotación de las haciendas por administradores, durante la colonia, parece

fue menor, por la tendencia de estos a ejercer sus funciones en beneficio personal antes que a la del

propietario. Los jesuitas comprobaron esta anomalía37.

La conducción por arrendamientos, con pérdida del control territorial por parte del dueño,

pudo ser la resultante diversos factores que impulsaron al propietario a aceptarla, quedando

satisfecho con el pago de la merced conductiva. Entre estas razones tenemos:

1. Desinterés por la explotación agrícola por ejercer otra actividad que le demandara mayor

ocupación (minería, comercio); o ejercer cargos (administrativos, eclesiásticos, militares,

etc.).

2. Ausencia de propietarios, de la zona.

3. Propiedades indivisas, que por acuerdo de las partes interesadas, les sería de mayor

conveniencia, percibir una renta anual.

4. Propiedades intervenidas judicialmente.

5. Escasez de mano de obra (esclavos, libres).

6. Escasez de agua o carencia total.

7. Crisis azucarera de mitad de siglo.

Si bien, cualquiera de los considerando pudo dar origen al arrendamiento de las propiedades,

es muy presumible que, en la fecha de nuestro trabajo, lo que influyó determinantemente fue la

crisis azucarera aunada a la falta de capitales, fuerza de trabajo y agua.

La explotación por arrendamiento, igualmente, adquirió dos formas:

a) Arrendamiento total de la hacienda.

b) Arrendamiento por parcelas.

La primera, sólo podía ser viabilizada por personas económicamente solventes de la localidad

o foráneos radicados temporalmente. Podrán hacerlo los comerciantes, funcionarios reales,

interesados en la actividad agrícola en general o de determinado producto. En nuestro estudio,

fundamentalmente la producción del tabaco. En 1768, de las 16 haciendas con licencia para los

sombríos, once corresponden a la forma de conducción por arrendamiento de toda la unidad de

producción. En 1779, figuran únicamente cinco de ellas. Hacemos la salvedad de que ninguna

hacienda era dedicada en la totalidad de su extensión al cultivo tabacalero, mas bien, como ya se

señaló, fue complementario de otros productos.

37 Macera. Mapas coloniales de haciendas cusqueñas, p. 75 y ss.

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En el sistema de tenencias de tierras, es importante el que se señale que los locatarios

“mayores” pudieran efectuar “subarriendos”, por lotes pequeños, a los llamados pobres y/o

particulares, con el propósito de aumentar ingresos y tener mano de obra disponible para las tareas

propias.

La segunda, permitió el ingreso de grupos sociales sin tierras y escasos recursos económicos,

al usufructo de tierras, cuya posesión temporal y precaria les proporcionó el sustento diario.

Los agregados, cultivadores de tabaco, antes de 1768, pudieron haber pagado la merced

conductiva en moneda, especie o en ambas. No negamos el que hubiesen vendido sus productos al

propietario de las tierras, bajo presiones, a precios por debajo de la cotización en el mercado local o

regional.

En 1787, figuran varias haciendas, cultivados por muchos cosecheros de tabacos: Pomalca

con doce; Calupe con doce; Patapo con cuatro; Luia con dos. Un año después, Pomalca contaba

con veinte cosecheros; quince en Calupe; trece en Calera y Sipan.

El predominio del sistema de arrendamiento o en sus modalidades señaladas, en la costa norte

del virreinato peruano, se explica por la existencia de la acumulación de tierras en manos de los

grupos dominantes y en número pequeño. Consecuencia de esta apropiación desigual de la

propiedad predial fue la escasez de tierras para la mayoría de la población regional (mestizos sobre

todo), agravada por el aumento demográfico. El último fenómeno, aparte de ser un arma de presión

para el reparto de tierras, también permitió mayor explotación.

En 1768 y 1769 encontramos una modalidad de explotación indirecta; la efectuada por los

administradores arrendatarios de haciendas intervenidas por las autoridades judiciales; aquellas que

se encontraban “depositadas”. Las deudas contraídas por los legítimos propietarios y la no

cancelación, habría provocado, dicha intervención. Pudo se igualmente de propiedades en litigio

por herencia, haciendas vendidas pero no canceladas como la explicitada en 180538. Estos

desajustes pudieron ser la resultante de la crisis azucarera que anotamos la cual había sido

provocada por la competencia de los pequeños trapiches y por el ingreso del azúcar brasileño por

Buenos Aires. En 1767, muchas haciendas cañaveleras se hallaban en mal estado o abandonadas39.

La situación económica de las haciendas era crítica en 1768. Luis de Guzmán expresó que se

debía evitar distribuir las cuotas de tabaco entre los hacendados por no tener garantía.

“(no otorgar las cuotas a los hacendados) por hallarse en dichas haciendas las mas de ellas concursadas, sin conocerse sus legítimos dueños, y en deposito de administradores pobres (...)40.

38 Macera. Informaciones geográficas del Perú colonial, p. 4839 Macera. Mapas coloniales de haciendas cusqueñas, p. 3140 ANP/SH. Saña, 1768-1769. De los autos seguidos en tribunal de la dirección, sobre el arreglo que debe haber en las remisiones compras y siembras de los tabacos que se cultivan en la provincia de Saña.

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El estado crítico de las haciendas, habría permitido que el arrendamiento de las haciendas

intervenidas fueran bajas. Ello quizá facilitó el acceso por parte de algunos miembros del grupo

social de los sin tierras a dedicarse al cultivo del tabaco y otros productos. En esta etapa quizá

compraron las propiedades de Collocsi y Chucapi los mestizos Juan Ojeda y Marcos Gamarra,

aprovechando la coyuntura señalada; antes de 1769 no figuran como propietarios.

En 1779, encontramos doce haciendas en depósito, destinadas en parte a las siembras

tabacaleras:

En Lambayeque : Batán Grande, San Lorenzo, La Viña, La otra Banda, La Punta, Calera,

Sicán y la Orca.

En Chiclayo : Pomalca, Collus, Calupe.

En Saña : San Juan.

Recalcamos que las que figuran son las que cultivaron tabaco en el citado año; no sabemos

cuantas más estarían en la misma condición.

Sea cual haya sido la calidad del conductor de las haciendas, ellos debieron emplear la mano

de obra esclava existente (escasa), y la proporcionada principalmente por los pobres como

jornaleros libres. Esta última propiciada por la escasez de negros esclavos y el valor sumamente

alto de ellos, por haber preferido la compañía encargada de remitir negros a la región del río de La

Plata y no el virreinato peruano41.

Las tierras de las haciendas, en la producción del tabaco, no participaron como unidades

globales dedicadas a tal actividad, trabajadas por un solo propietario o poseedor. Fueron explotadas

por diversos cultivadores, por lo pequeño de sus asignaciones que no requerían contar con mayores

extensiones de tierras. En algunos casos, sólo una mínima parte de la hacienda estaba sembrada de

tabaco, mientras que en otros la proporción era mayor por la concurrencia de mayor número de

arrendatarios como los citados para los años de 1787 y 1788. Las haciendas territorialmente fueron

prácticamente lotizadas. La concentración de cultivadores en determinadas propiedades indican la

calidad de dichas tierras o las condiciones favorables que prestaba para las siembras.

La lucha entablada entre 1764 y 1768 por los hacendados coludidos con los comerciantes,

para lograr copar toda la producción, estaría vinculada en forma estrecha al relativo abandono de la

caña. Buscarían cubrir el déficit de sus ingresos, con el control del ramo tabacalero.

Los tabacales al haber sido desarrollado por cosecheros en tierras arrendadas, excepto pocos

hacendados, y tener cierto carácter fluctuante la cuantía de las producciones, impide el que

41 De La Croix. Memorias de los virreyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del Coloniaje, Tomo V, pp. 134­135

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podamos señalar con justeza la extensión de tierras empleadas para dicha actividad; se una a ella la

inexistencia total de dato relacionados a los predios.

Dichos impedimentos nos obliga a realizar ciertos cálculos que nos den una imagen

relativamente aproximada de las tierras ocupadas por los tabacales. Tomamos en consideración las

instrucciones de siembra de Riva Agüero, cuyo artículo 27 nos da las pautas necesarias para cumplir

nuestro cometido y a que menciona el número de camellones que debía tener los cuarteles: cada uno

de ellos suficientes para la cosecha de mil mazos; el número de plantas en cada camellón; distancias

entre las plantas (a dos tercias de vara); distancia entre camellones (a una vara y cuarta).

Realizando los respectivos cálculos sobre la base de las medidas dadas y la otras referencias,

obtenemos los siguientes resultados: un cuartel tendría aproximadamente la dimensión de

doscientos varas por 18.16 varas, convertidas en metros tendremos 167 200 m. por 13 900 m.; el

área total resulta 2 324 080 m2., la que cubriría la producción de mil mazos. Como la cuota

más baja asignada alos pobres fue de cuatro mil mazos, el área anterior lo elevamos cuatro veces

para poder tener idea del mínimo de terreno empleado en dicha explotación; osea 9 296 320 m2. O

14 528 m2; cifras que no llegan a cubrir la extensión de una hectárea de terreno. Por comodidad

nosotros consideramos una hectárea como la unidad de producción mínima de tabaco.

Elevando dicha unidad mínima al total de la explotación anual, tendremos 75 hectáreas para

la producción de 300 000 mazos; 150 hectáreas para 600 000 mazos y 375 hectáreas para una

producción de un millón 500 000 mazos. Estas cifras resultan considerando únicamente

extensiones destinadas íntegramente a la producción neta del tabaco, sin tomar en cuenta la

existencia posible de cultivos complementarios, como los de subsistencia, posibles de ser utilizados

en el mantenimiento de los trabajadores, por el carácter marcadamente capitalista de la producción

tabacalera.

3.3 EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA PRODUCCIÓN DEL TABACOEn nuestro trabajo, optamos por limitar el estudio de la producción propiamente del tabaco, al lapso

comprendido entre los años 1764 a 1796. Encuadrado de esta manera, examinaremos el desarrollo

de la producción, los pasos seguidos en su desenvolvimiento a través del esquema económico

monopolista colonial y de su ordenamiento jurídico. Como quiera que en el tiempo señalado, la

actividad de la producción, no tuvo un desarrollo uniforme, por los vaivenes inherente a toda

actividad humana, hemos visto por conveniente dividirlo en períodos. Estos en la medida de lo

posible, han sido agrupados según los rasgos característicos y variables que le dieron cierta

individualidad dentro de la totalidad, como es la actividad productiva. Mejor dicho, para una

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claridad en la exposición, se ha efectuado una periodificación según las formas relevantes impuestas

en el quehacer económico tabacalero.

3.3.1 Período inicial (1753-1768). Abarca el tiempo que va desde la implantación del Real

Estanco de Tabaco en Lima, hasta la firma de la primera contrata con los cosecheros de Saña.

Distinguimos en el presente, dos fases: la primera comprende los primeros años hasta 1764; la

segunda, del citado, hasta 1768. Ambas caracterizadas por una producción de carácter especulativo.

Primera fase. Encontramos el poco interés prestado, por las autoridades, a los centros productores.

La poca documentación para la fecha no nos permite efectuar un análisis exhaustivo del estado de la

producción, en esta etapa. Nos basamos fundamentalmente en documentos de 1764 para señalar las

tendencias de la producción en estos primeros años del estanco.

El primer dispositivo gubernamental fue dada para el establecimiento, en la localidad de

Saña, de una Factoría en 1755. Ampliaron así el monopolio del comercio tabacalero a la

producción.

El factor, instalado en la ciudad de Lambayeque se encargó de realizar las adquisiciones de

los mazos requeridos por la institución monopolista, para el abasto de los mercados de la capitanía

general de Chile, fundamentalmente, y el mercado interno peruano, en menor escala. El factor,

luego de inspeccionar los fardos de tabaco, otorgaba las guías para su remisión a los almacenes de

Lima. El costo de los transportes eran de cuenta y riesgo de los cosecheros. Las guías fueron los

documentos imprescindibles sin cuya formalidad, el producto caía en comiso. El pago del importe

de los mazos remitidos se realizaba en Lima, condicionada como el centro distribuidor para la

comercialización.

La valorización del tabaco se efectuaba mediante tasadores, que según la calidad emitían el

juicio correspondiente. La cancelación se cumplía de acuerdo a dispositivos establecidos. En 1753

se ordenó fueran la mitad del monto al ser entregada la mercancía y la otra mitad después de seis

meses. Más tarde fue modificada a la siguiente forma:

- Cancelación inmediata si el valor era inferior a 500 pesos.

- Si eran valoradas en 500 pesos, se entrega la mitad al momento, el resto luego de seis meses.

- De sumas mayores a las expresadas, se entregaba el tercio y el residuo pasados el tiempo

fijado.

Parece ser las reglas no llegaron a cumplirse a quedarse suprimidas. En la práctica los abonos

fueron de contado, al momento de las entregas en los almacenes.

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La planificación de la producción no fue puesta en marcha inmediatamente por las

autoridades dando como resultado aumentos de los cultivos en proporciones no consumibles. Este

descuido lo explicamos como la consecuencia de la mayor atención prestada por las autoridades a

la formación dependencias de comercialización, las administraciones generales y particulares, a

lo largo y ancho del territorio colonial. Pudiera ser que este criterio haya tenido origen en depender

de las producciones tabacaleras foráneas (México, La Habana, etc.) antes que de las propias o

internas.

La inoperancia del factor en el cumplimiento de las regulaciones de la producción dio pase

libre al incremento de las siembras, originando una producción de carácter especulativo.

Contribuyó a la dicha las adquisiciones de contado por el estanco. Los agricultores tendieron, como

en toda actividad económica, a producir al máximo, para aprovechar los precios y el mercado

asegurado que proporcionaba la institución monopolizadora, sin considerar la verdadera demanda

de los consumidores.

Podemos asegurar, sin equivocarnos, que la inundación de tabacos no fue obra de los

cosecheros únicamente, sino la resultante del fomento patrocinado por los comerciantes locales de

Lambayeque y alrededores. En realidad éstos eran los que vendían los tabacos al estanco.

Intermediarios entre el productor y el comprador y siendo los que llegaban a beneficiarse en

proporción que los verdaderos productores. Los comerciantes prestaban ayuda monetaria a los

cultivadores pobres, para asegurar la producción.

La producción especulativa puesta en marcha la encontramos gráficamente, viendo la razón

de los ingresos manifestados por la contaduría del ramo, en 1764. Los mazos ingresados superaron

las producciones anteriores a la organización del estanco (había fluctuado entre 200 y 300 mil

mazos anuales). La cifras de los últimos cinco años fueron :

1759 578 579 mazos1760 458 613 mazos1761 99 520 mazos1762 457 329 mazos1763 688 159 mazos

Las cantidades sobrepasaron las regulaciones calculadas y establecidas por la Dirección

General en 300 mil mazos anuales, excepto 1761 (no sabemos por que razones: plagas, sequías,

lluvias, etc.), ocasionado la inflación de las rentas coloniales.

La especulación de comerciantes y productores , ejercida fue fomentada por el estanco que al

monopolizar prohibieron las ventas a otras personas, siendo el único comprador el propio Estado.

Circunstancia que aprovecharon para aumentar las producciones los interesados; por cuanto, el

estanco para evitar ventas fraudulentas y el contrabando se vería obligado a adquirirlas. El temor a

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la creación de un mercado clandestino, perjudicial al monopolio indujo a las autoridades comprar,

pese al aumento desproporcionado de las producciones tabacaleras. La competencia en la

comercialización por otros conductos evitaría las ventas inmediatas por el estanco, la cual

provocaría deterioro de la mercancía por permanecer almacenada por mayor tiempo. Estos

deterioros fueron comprobados por Feijoó de Sosa, al examinar los almacenes en 1764.

La regulación inmediata de las siembras fue la emprendida por Amat a través de la Dirección

General del Estanco. La estructura deficiente de esta entidad hizo que Amat dispusiera su

reorganización. Nombró como contador del ramo a don Miguel Feijoó de Sosa, para dar nuevo

rumbo a la economía tabacalera42. La personalidad de este funcionario imprimió el posterior

desenvolvimiento y desarrollo del ramo estancado.

Impulsado por el ímpetu organizador de Feijoó, el director don José Nieto de Lara, formuló

un proyecto de regulación de las siembras, mediante la creación de un “Asiento”. Consideraba que

era el sistema de explotación más adecuado al erario real, por proporcionar mayor utilidad y

rendimiento que el sistema factorial, en funcionamiento. Libraría al fisco de los gastos de

administración y los problemas inherentes a toda forma de control gubernamental.

El proyecto no sólo tomó en cuenta la producción especulativa por la cantidad sino, también

por la calidad; se confirmó por las inspecciones y los informes del administrador factorial acerca de

la mala calidad del “beneficio” de los tabacos. Los cosecheros al tender a una siembra y cosechas

mayores, desatendían en grado sumo el preparado, es decir el beneficio; manipulación de la cual

dependía su aceptación en el mercado consumidor.

El asiento, quedaría sujeto a la compra de 600 000 mazos anuales calculado para cubrir la

demanda de los consumidores internos y externos. Para su adquisición se tomaría en cuenta las tres

calidades conocidas; el asentista lo efectuaría a un precio promedio de 35 pesos el millar, en la

localidad productora (en Saña, fluctuaba entre treinta y cuarenta pesos); el estanco en cambio,

adquiriría del asentista a cincuenta, setenta y noventa pesos el millar, puestos en Lima por

cuenta del interesado; se exceptuarían el valor de las jergas pagando por ellas a seis reales cada

una y según el estado de ellas. Nieto conceptuaba que la inversión por parte del asentista llegaría a

46 000 pesos anuales, englobando en ella los costos del tabaco, jergas, fletes, mano de obra y otros.

Por este sistema el fisco colonial economizaría 16 000 pesos, que tendrían que perderse por el

sistema de factoría.

La cristalización del proyecto frustrose por la no concurrencia de postores interesados en

viabilizarlo. Esta abstención obligó a las autoridades a seguir con el sistema implantado, pero

buscando mejorar su funcionamiento, es decir, adecuándolo a las necesidades reales.

42 Amat y Juniet. Memoria de gobierno, p. 558 y ss.

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Con la formación del proyecto, termina lo que calificamos como la primera fase; a partir de

aquel la Dirección y la Junta Real de Tabacos, se empeñaron en solucionar el problema de la

producción especulativa, a través de normas que posibilitaran al estanco, obtener una regulación de

la cosechas acordes a los intereses de la corona. Hasta este momento, el estanco no rendía de

acuerdo a los fines deseados. Una administración defectuosa, impidió mayores ingresos monetarios

al fisco colonial, deseoso de conseguir una renta lucrativa.

Segunda fase. En esta, la dirección general adoptó una actitud de reajuste interno de la maquinaria

administrativa relacionada con el suministro del tabaco; hay una marcada tendencia a cambiar y

mejorar la política seguida hasta la fecha. Aunque no se alteró el sistema, en cambio quedó el

camino de adecuar según normas efectiva para el cumplimiento de la regulación limitada a 600 000

mazos. La adecuación del engranaje administrativo si bien demoró algunos años no se detuvo

hasta lograr el fin propuesto. Se tomaron medidas más drásticas como cambios de personal en la

factoría.

La labor de la dirección se encaminó a obtener un contrato colectivo con los cosecheros

tabacaleros de Saña; demoró cuatro años. El proceso tiene ribetes de odisea por los contratiempos

surgidos.

Una de las primeras medidas acordadas por el Tribunal de la Dirección, en 1765, fue la de

ordenar la suspensión de las cosechas y envíos de tabacos en el citado año; había una existencia de

659 000 mazos. La compra de contado y la condición de comerciante del factor, impulsaron los

desórdenes en las siembras.

Los continuos llamamientos de la superioridad para la observancia de las prohibiciones

fueron desoídas, motivando el dictamen de otra medida de carácter coactivo, disponiendo la

detención de los pagos correspondientes a los zurrones, entregados en los almacenes de Lima;

otorgose a cambio boletas de resguardo, para su efectiva cancelación en fechas posteriores. Esta

medida poco después se radicalizó: se prohibió el otorgamiento de resguardos. Estos documentos

habían permitido a los propietarios de los mazos o encargados conseguir dinero o mercaderías entre

los prestamistas o comerciantes de la ciudad; burlaban de esta manera la retención de los pagos,

permitiendo la continuidad de las operaciones de siembras y remisiones especulativas.

La última restricción se aplicó a principios de 1765; uno de los primeros cosecheros que

sufrió las consecuencias de la medida fue Bernardo de Castro, de quien se le retuvo el importe de 22

fardos de tabacos, valorizado en 236 pesos siete y medio reales.

Tampoco lograron contener las introducciones ya que los comerciantes y cosecheros

eludieron el inconveniente recurriendo a la vía legal: elevaron peticiones, individualmente apelando

a la benevolencia y misericordia de las autoridades para el pago; fundamentaron en diversas bases:

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carencia de recursos para el sostenimiento personal y familiar por ser la única fuente de ingresos,

pago de transporte, enfermedad y otras argucias, consiguiendo el fin perseguido a pesar de las

demoras por los trámites burocráticos. Bernardo de Castro obtuvo la cancelación al mes de la

retención.

Por auto del 5 de diciembre de 1765, la Junta Real de Tabacos, dispuso que las cosechas no

excedieran el límite fijado, en 1766, prefiriendo en la distribución de las siembras, a los indios. Las

penas por la transgresión serían: quema de sombríos y cosechas de los agricultores y multa de

quinientos pesos al factor si expendía mayor cantidad de guías a la cifra tope.

El privilegio otorgado a los indios para los cultivos, produjo enfrentamiento con los otros

grupos sociales interesados. Hasta 1768, fue un continuo batallar entre los cosecheros para la

obtención de las cuotas. Por otra parte, hasta esa fecha, fue de lucha permanente entre las

autoridades con los agricultores y comerciantes obcecados en continuar especulando con la

producción, que minaba la estructura organizativa de la institución y la capacidad económica del

Real Erario.

La dirección trató de mantener el stock en la cantidad fijada por el proyecto del director, sin

conseguirlo. La innata propensión de los indianos de “acatar las leyes sin cumplirlas”, hizo que

ninguna medida consiguiera la regulación efectiva; así en 1766 la remisión fue de 639 066 mazos,

pese a la conminación de producir 300 000. Al siguiente año, los mazos manifestados por los

cosecheros llegaron a 1597 000; cifra que fue abultada con el propósito de ir paulatinamente

estregando tabacos de la nueva cosecha; la producción real fue menor, asegurándose que la

producción había alcanzado 800 000 mazos. Situación que obligó a la dirección suspender las

siembras correspondientes a 1768. Realmente el estanco en una situación muy delicada por lo que

Feijoó de Sosa en informe del 8 de abril de 1768 expresó:

“Este desorden tan perjudicial a la real renta proviene de no haberse arreglado las siembras al expendio anual (...). Hágase Vs. cargo de que si el rey recibe mas tabacos que los que se necesitan para la venta, pierde los que se desecan, pudren, y deshacen con el tiempo, llenándose estos almacenes de tabacos inutilizados, que fuera del principal de su compra ocasionan nuevos gastos, en su quema, siendo lo referido de conocido atraso a la buena administración de los reales haveres; por otra parte. Si el rey no recibe todos los tabacos indistintamente que se cosechan en dicha provincia, y pide se remitan solamente los que son necesarios, el exceso que retienen los cosecheros les es de gran perjuicio, a sus intereses procurando vender clandestinamente, sin que esto se les puede impedir, así por lo basto de las entradas, y salidas que tienen las inmediatas provincias de Lambayeque, como por los ningunos guaridas, y celadores que puede haber en tan dilatados términos”43.

43 ANP/SH, Lambayeque, 1768. Expediente en que se trata de la excesiva cosecha y remisión de tabacos de la provincia de Saña.

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Los hechos descritos permitieron a Feijoó la separación de don Antonio de Vidaurre y de La

Parra como factor, que había sustituido al anterior, igualmente separado del cargo.

La dirección solicitó la remisión en 1768, de sólo 315 200 mazos resultante de la prorrata

hecha sobre los mazos manifestados. Esta fue como la que continuación señalamos:

Pueblos Mazos manifestados Mazos de Reamisión Fardos remitidos

Lambayeque 514 460 100 800 630Ferreñafe 272 500 53 700 336Chiclayo 552 560 110 400 690Saña 71 000 13 760 86Guadalupe 170 480 33 280 208San Pedro 16 000 3 200 20Totales 1 597 000 315 200 1 970

El esquema nos indica las variaciones de producción, según las regiones o localidades dentro

de la provincia de Saña. Las proporciones de Chiclayo y Lambayeque son mucho más

considerables; esta primacía continuará hasta 1791, en que Guadalupe las desplazó. Las cifras

correspondientes a Saña reflejan el grado de decaimiento económico de la localidad, que antaño fue

tan importante que al tabaco producido se le denominó de Saña, conservándolo pese a la debacle

económica de la localidad. La tendencia a concentrar la producción en determinados lugares

originó la separación de San Pedro.

La Real Junta de Tabacos, el 25 de mayo de 1768 aprobó la relación antecedente al igual que

la sugerencias de Feijoó sobre:

- Suspensión de los cultivos en el citado año.

- Almacenamiento de los mazos excedentes de la prorrata, en la misma localidad, hasta

fechas posteriores.

- Conminar al factor al fiel cumplimiento de los dispositivos, con cargo de sufrir severas

penas. Textualmente expresó:

“Y que para la debida observancia de la dicha remisión, y que no se verifique exceso alguno en ella (...) se escriba carta por la secretaria de esta real junta al administrador (...) con copia de dicho extracto (dispositivos) a fin de que sujeto a el haga dichas remisiones, sin excederse en manera alguna; so pena que en su contravención, se procederá contra los bienes de dicho factor y sus fiadores, por cualesquiera cantidades de tabacos que permite introducir, a que será precisamente responsable, con otras penas reservadas al arbitrio de su excelencia”44.

Como acotación final en torno a la producción de esta fase, reafirmamos nuestra aseveración

de que el Primer Período, se halla configurado por una actividad productiva de carácter

44 Idem.

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especulativo. Además como expresión de la ineficiencia de la administración monopolista para

hacer frente a las maniobras perjudiciales a los intereses económicos del gobierno colonial.

3.3.2 Período de ascenso (1769-1779a). El primer contrato de producción celebrado por el

estanco con los cosecheros en 1769, permitió a la institución encausar la producción por el sendero

más adecuado a sus intereses. Inició un período de planificación de las siembras y cosechas,

supeditadas a las exigencias concretas de los mercados del virreinato. Liquidó de plano la

manipulación ejercida hasta fines de 1768.

Las bases de la contrata elevadas por el nuevo factor don Luis de Guzmán (noviembre de

1768), adjuntando la lista de 88 cosecheros seleccionados, fue aprobada por la Real Junta el 19 de

febrero de 1769.

Las regulaciones se efectuaron sobre la base de los 600 000 mazos, anualmente; razón por la

que las entregas de tabaco variaron los años. La dirección disponía anteladamente la cantidad de

mazos a cosecharse, previo examen de las existencias en los almacenes; las compras se realizaban

por avalúo de la calidad de la mercancía. La bondad de ésta permitía mayores beneficios a los

cosecheros.

Al entrar en función la explotación del tabaco, de acuerdo a un gremio reducido y

privilegiado, las relaciones de producción que originaron fue la mercantil capitalista, por cuanto, la

mayoría de ellos carecían de propiedad territorial y propiciaron el surgimiento de la mano de obra

asalariada.

La burguesía regional naciente, conformada esencialmente por los comerciantes locales, se

integraron al seno del gremio, controlando un mayor porcentaje de la producción total, no por ser

esta actividad agrícola un pasatiempo, sino por ser una fuente efectiva de ingresos pecuniarios. El

lucro, el beneficio fue el motor propulsor de las inversiones realizadas, otro factor no desdeñable,

que hizo apetecible la actividad, fue la extensión de impuestos o tasas que constreñían a otros

productos agrícolas, salvo el pago del diezmo que también fue reducida a la proporción de uno por

quince mazos (el original era de uno por diez).

El control efectivo de los cultivos continúo en manos del factor, auxiliado por ocho diputados

elegidos por el Gremio de Cosecheros como delegados. Entre las funciones a desarrollar fueron:

nombramiento y destitución de cosecheros, distribución de las cuotas, control de siembras y

cosechas, presencia en las labores del beneficio, proporcionar mano de obra (caso de necesidad),

recepción del tabaco, inspección de las calidades y expedición de las guías limitadas a los

empadronados y diezmeros correspondientes.

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Los diputados y factor no percibían salario del estanco; fueron compensados mediante el

otorgamiento de mayores cuotas para producirlos; 20 501 mazos, las más altas de las entregas.

Se ampliaron los efectivos de control con el nombramiento de un guardia mayor: Don

Nicolás García (con base en Lambayeque), con amplias facultades para combatir el contrabando,

contando con guardas veedores como subalternos y cuyos radios de acción fueron: el pueblo de San

Miguel de Picse con don Juan Samame, correspondía la vigilancia del camino real para la Sierra;

don Joseph del Valle para Ferreñafe (camino a Jaén); Pablo Chirinos para Chiclayo; Felipe Buitrón

para Saña; don Casimiro de Vera y Soto para Guadalupe; don Miguel Alzamora para San Pedro

(camino a Lima o salida de Lambayeque). No percibían salario, sólo los premios por la captura de

contrabandos.

Mediante la práctica de contratas, el control sobre la producción se hizo efectivo. En justicia,

la primera contrata fue única que llegó a firmarse, en este período; sobre los principios de ella se

realizaron las siguientes regulaciones. Estos casos de disminuir o aumentar eran prorrateadas según

la distribución original de 1769 (20 571, 9 600, 6 171, 4 114 mazos).

Según el sistema indicado, la producción desarrolló restringida. Las cifras que anotamos

expresan los efectos logrados:

1769 338 311 lA mazos1770 508 520 mazos1771 474 131 mazos1772 581 470 mazos1773 660 969 mazos1774 536 249 mazos1775 382 473 mazos

Los acopios tendieron a disminuir durante este período a diferencia de la anterior. La

Dirección ordenó que para 1776 las siembras fueran suficientes para 300 000 mazos; 1777 fue

regulada en 200 000 mazos; 1779 fue regulada para producir 320 000 mazos, antes y después de la

nueva contrata con Riva Agüero.

La urgencia por la implantación de un sistema planificado de producción hizo que la

Dirección no considerara las consecuencias de las regulaciones mediante el contrato. El factor y

diputados montaron y pusieron en práctica un segundo control de siembras y cultivos muy

particular y ajena a las disposiciones gubernamentales. Crearon un segundo monopolio en

beneficio personal.

El logro de la contrata para alegría del estanco fue realizada por las gestiones diligentes del

nuevo factor, don Luis de Guzmán, quien poco antes de su nombramiento elevó un proyecto

personal para satisfacer las demandas del estanco, mediante un sistema bastante indefinido (tenía

principios de factoría y asiento), siendo rechazado por lo oscuro de sus planteamientos que no

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llenaban los requisitos de utilidad al fisco, pero sí para el proponente. Este acucioso comerciante,

que en 1767 declaró tener 102 000 mazos (la más alta detentada entre 124 declarantes), no descuidó

sus dotes de comerciante al encargarse de la factoría.

La participación como cosecheros por los encargados de velar las regulaciones dio la opción

para cometer irregularidades. Consistieron ellas en la distribución de cuotas a nombre de testaferros

y exclusión de los que no contaban con la simpatía de los funcionarios.

La personalidad de Guzmán se halla reflejada en los datos falsos declarados en 1767. Los

reconoció en carta del 20 de agosto de 1768, especificando haber enviado tabacos a nombre de otra

persona sujeto que se desempeñaba como arriero suyo, es decir un dependiente:

“(...) (la cuota) que vino de ocho fardos a (sic) Juan Joseph Paredes, quien me la había dado a mí, aun antes de ser administrador yo, por no tener el dicho Paredes tabacos, y haberse numerado como hicieron varios; y lo segundo por ser Arriero mío, a quien e fomentado, que por no hallarse hoy en la provincia, no le hago tomar declaración (...)45.

Creemos que fue el propio Guzmán quien patrocinó tal situación por convenir a sus

intereses. Igualmente confesó haber enviado mazos a nombre de otra persona:

“El sujeto, que se quejó o por quien se quejaron a Vsa. informándole que el tabaco que iba con su guía no era suyo, y que pertenece a otro. Dice muy bien, y no falto a la verdad, y fueron doce fardos míos (...)”46.

Guzmán aprovechó su posición económica y la de los carentes para supeditarlos a sus

manejos. Actitud típica de los españoles y funcionarios de explotar a los grupos sociales

dependientes por un lado y por otro succionar los fondos del gobierno colonial mediante

procedimientos dolosos. Guzmán no permaneció mucho tiempo en el cargo ya que fue destituido

en 1771, según la manifestación de Mariano Soriano, en 1777, cuando lo acusó nuevamente ante la

Dirección de continuar monopolizando la producción de Guadalupe, pese a no figurar como

cosechero. Este último no pudimos comprobarlo.

Nuevas irregularidades en la selección de cosecheros fue denunciada por don Silvestre

Antonio de Démoste y de Carranza, en 1776, ejecutadas por el factor don Ignacio Vizente de Lara.

La acaparamiento de la producción se realizaba por los siguientes conductos: nombramiento de

parientes, empadronamiento de cosecheros ausentes, permanencia dentro del gremio de cosecheros

fallecidos. Fueron ratificadas el primero y el segundo por las declaraciones tomadas, en Lima a

Joseph Salcedo (arriero de Chiclayo), Marcelino Chirinos y Felipe Vilela (capitán y sargento de

pardos en Chiclayo, respectivamente).

45 ANP/SH, Lambayeque, 1768. Carta de don Luis de Gusman, factor y administrador general del real estanco de esta ciudad al señor director general don Miguel Feijoó de Sosa.46 Idem.

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Los reclamos tomaron carácter regional cuando Démoste y otros firmaron un Memorial

criticando la segregación hecha a los habitantes de Saña en la distribución de las asignaciones a

pesar de contar con buenas tierras para los tabacales; Riva Agüero, en 1779 confirmó esta

afirmación, desoída en la presente.

Para comprobar de las irregularidades solicitaron la investigación por parte de un Juez

Comisionado, por no confiar en las autoridades locales, por su abierta parcialidad con los

comprometidos en los fraudes. No se dio curso a lo solicitado y, el encargado de efectuar, el

corregidor O’Kelly rebatió las acusaciones. Los funcionarios cuestionados continuaron en sus

cargos, gracias al informe favorable. No se tomaron en cuenta las quejas formuladas por los

diezmeros de Lambayeque y Chiclayo. De este modo, por ejemplo Vizente de Lara continúo hasta

1785 en que se comprobaron la malversación de los fondos reales.

Este período no se caracteriza sólo por formar un monopolio interno de la producción sino,

también, por la actitud desempeñada por algunos miembros del clero regional que tomaron partido a

favor de los grupos sociales dominantes y en perjuicio de los indios, negándoles el derecho a

participar como cultivadores.

En las pesquisas en torno a las irregularidades, cometidos por el factor, diputados en

convivencia con las autoridades locales, en la distribución de las asignaciones anuales, los curas de

la provincia remitieron un memorial solicitando no incluir a los indios en el gremio de cosecheros,

basándose en los siguientes puntos:

El tabaco necesitaba de un cuidado esmerado y continuo lo que impediría la asistencia de los

indios a las misas y rosarios, anulando la labor evangelizadora y permitiendo el retorno a sus

creencias y, con ello, la perdición de sus almas.

- Los tabacales los apartarían de la siembra de otras sementeras, con la consiguiente

disminución de los productos alimenticios, menoscabando la salud e integridad de sus

moradores.

- Los frutos que cultivaban los indios les eran suficientes para satisfacer sus necesidades y los

del tributo.

- Faltos de conocimientos en el cultivo del tabaco, lo que originaría el incumplimiento de sus

cuotas al lograr cosechas malas.

- No poseen tierras aptas.

El memorial, en su totalidad, es un manifiesto de defensa de los intereses de los grupos

sociales dominantes. Durante la Colonia el clero, salvo honrosas excepciones, fue un elemento de

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dominación y de explotación47. La religión, a través de sus propagadores, fue un arma de la cual se

sirvieron las capas sociales dominantes para someter a los indios a dependencia. Fue uno de los

pilares sobre el cual descansó la explotación de la masa indígena y otros grupos sociales.

“La iglesia vino a América como ejecutora de la voluntad de la corona, dependiendo de ella en primer término ya para cumplir aquí una tarea a la que los monarcas asignaron excepcional importancia política: controlar a los señores americanos y a las enormes multitudes serviles.(...) incorporar a la gran parte de la población indígena al régimen colonial y mantener después su fidelidad a la corona”48.

Los miembros del clero al tergiversar su papel, permitieron una explotación y estancamiento,

de las masas indígenas y otros, al ejercer dominio sobre la mentalidad de ellos y encauzando las

aptitudes sólo en beneficio de los detentadores del poder económico, social-político. Los

sacerdotes no permitieron únicamente la explotación por parte de los mencionados, también

buscaron las mismas ventajas, explotándolos directamente49.

La iglesia se desenvolvió como miembro activo de la sociedad dominante, bajo dos aspectos.

Uno como pilar y sustento del sometimiento de las mayorías a una minoría dominante. Segundo,

como miembro de ella, explotó a aquellas, buscando incremento económico.

Analizando el primer punto del memorial hallamos que trata el aspecto religioso

como opositora de la actividad económica. No fue únicamente el interés religioso el que primó

para negar la participación de los indios; tiene concomitancias económicas por el temor a la

competencia. La reuniones de adoctrinamiento, además, proporcionaban ventajas económicas

al sacerdote: obsequios o pago por los oficios religiosos en honor de alguna divinidad o santo

patrono. La vuelta a las creencias no católicas no fue el determinante, como hacen suponer, para

negar al indio como cosechero. Mas el ingreso a las sesiones de evangelización no interferiría de

ninguna manera la labor de las siembras, puesto que la evangelización no era llevada a cabo todos

los días.

El segundo de carácter netamente económico, encierra el reconocimiento del papel, de gran

importancia, desempeñado por los indios en el mantenimiento de las ciudades con su producción

agropecuaria. Importancia restringida al no permitirles el ingreso a los cultivos más remunerativos

como el tabaco.

El tercero niega el mejoramiento económico al expresar que la suficiencia está dada por los

cultivos realizados. Desean que los indios persistan en sus quehaceres limitados, sin incursionar en

47 Stanley. Herencia colonial de América Latina, p. 7548 Bagú. Estructura social de la colonia, p. 16349 Halperin. Historia contemporánea de América Latina, pp. 57-58

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otros, con lo que sus perspectivas de desarrollo individual y colectivo se hallaban contados;

permanencia en el mismo estado por la negación a ejercer otras actividades.

El cuarto, objeción similar a las vertidas por los grupos interesados en copar toda la

producción tabacalera. Si los indios podían ser empleados como jornaleros en los diversos procesos

de la producción y beneficio del tabaco, bien podían desempeñarse como tales en sus propios

cultivos. Además, la mayoría de ellos contaban con tierras propias.

Los enunciados demuestran la completa parcialización de los sacerdotes al defender

con ahínco los intereses de los grupos sociales económicamente solventes. La cuestión

económica se halla presente, en todo instante, en la mente y quehacer de los religiosos y por ello la

lucha por mantener a los naturales en condiciones inferiores. La religión en este aspecto, fue el

bastión en la cual se cobijaron los grupos dominantes. Religión puesta al servicio del hombre y no

de Dios.

3.3.3 Período de expansión (1779b - 1791). Esta tercera época del desenvolvimiento

tabacalero, que presenta detalles singulares, se halla configurada por la labor reformadora

desplegada por don José de la Riva Agüero, en la expansión y comercialización, sobre todo, de la

primera.

Riva Agüero, llegó al Perú en 1779, a solicitud del visitador general don José Antonio de

Areche y por disposición de la corona española, procedente de México (en donde desempeñaba el

cargo de director general del estanco de tabaco), acompañado por un equipo de funcionarios

expertos en los asuntos del monopolio. La finalidad de esta comisión era reestructurar la

maquinaria monopolista y hacerla próspera. Agüero buscaba conseguir una prosperidad similar a la

mexicana y apresuró las reformas que creía convenientes. Los cambios cubrieron toda la estructura

institucional, aunque su mayor preocupación fue el campo de la producción a nivel técnico.

En la producción buscó el incremento de ella; pero, no un aumento simple, trató de mejorar la

calidad de los tabacos cuando implantó los métodos de cultivo mexicanos; igualmente, se preocupó

por elaborar los tabacos: proceso del beneficio (fermentación de las hojas del tabaco).

Agüero, lograría la independencia del estanco peruano de las remisiones del tabaco de Cuba,

México y Guayaquil. Esta liberación era vital por factores de carácter económico; la poca

regularidad de los envíos creaba problemas a la dirección en el abasto de los mercados. Esta

inestabilidad era producto, a su vez, de: a) Causas internas, en la producción tabacalera de esos

centros; b) Causas externas, devenidos por los conflictos de España con Inglaterra que dificultaba

el comercio sudamericano con las Antillas; como se recordará , las guerras de España, por el “Pacto

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de familia” de 1761, fueron entre los años de 1762-1763; 1779-1783; 1796-1801, por lo que

interesa a nuestro trabajo.

Agüero, como director comisionado, ansioso de dar cumplimiento a sus proyectos, viajó a

Lambayeque para examinar el centro de las producciones, donde dispuso las nuevas formalidades.

“(...) procuré tomar ahí, con el maduro examen que Vm. bio. Un prolijo conocimiento de las calidades de los tabacos, y tierras de esa provincia, y de los intereses y arbitrios de los cosecheros, reglas de cultivo, y demás partes que pudieran imponerme a fondo (...)” (Carta a Vicente de Lara, 5-8-1779)50.

Sobre dichas bases, suspendió temporalmente las siembras de 1779, dispuestas por el

director Santa de Ortega, para encausarla según los nuevos procedimientos (por dicha razón

nosotros separamos 1779 en dos partes: 1779a, 1779b).

La nueva relación ente cosecheros y la administración colonial se sustentó sobre los

siguientes principios generales:

- Contrata bianual, para cuatro cosechas, a partir de 1779, siendo las asignaciones anualmente.

- Limitación de las siembras a los partidos de Lambayeque, Chiclayo, Ferreñafe, Saña,

quedado descartada Guadalupe, primero, luego Monsefú.

- Producción en las mejores tierras; señalando las más aptas, siendo Saña la que contaba con

las más abundantes, anulando de esta manera las versiones del período anterior.

- Producción sujeta a una sola calidad.

- Inclusión de mujeres para las asignaciones.

- Se insistió en la negación de los sacerdotes como cosecheros.

- Potestad de la dirección para escoger de las pilas y sartas, hojas selectas de tabaco, con

valorización especial.

- Compras directas por el factor a 75 pesos el millar de mazos, librando de esta manera a los

productores los gastos de remisión y de las cubiertas (enzurronamiento).

- Subvención gubernamental a cosecheros: antes del cultivo y durante el beneficio.

- Subordinación de todo el proceso productivo hasta la entrega, a las reglas o instrucciones

impresas enviadas por Agüero y basadas en normas mexicanas.

La ampliación de la producción no se circunscribió al tabaco de Saña. Vista la poca

producción de los tabacos Chachapoyanos, que no cubría la demanda interna, Agüero dispuso

personalmente durante su estadía en Lambayeque, las siembras de tabaco a semejanza de

Moyobamba y Bracamoros. El experimento corrió a cargo directo del Estanco, utilizándose tierras

50 ANP/SH, Saña, 1779. Carta del señor director comisionado don José de la Riva, al factor de Lambayeque en 5 de agosto de 1779.

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de la hacienda Pucalá y con la concurrencia de algunos cosecheros chachapoyanos para la

supervisión de los cultivos. Al decir de Agüero y don Miguel de Otermín, delegado suyo, el éxito

coronó el experimento, por lo cual en 1780 se firmó contrata con particulares para las siembras de

tabaco al estilo de bracamoros.

Las siembras de las “chacras del rey”, llevadas a cabo en Pucalá, que por falta de agua no era

explotada, fueron realizadas empleando mano de obra indígena; igualmente en la construcción de la

acequia para llevar agua desde la de los indios de Monsefú. Esta última originó conflictos.

La construcción de la acequia fue suspendida por la cancelación del importe de una semana

de los jornales establecidos, dando lugar a reclamo por parte de Pedro Llaque, procurador de los

indios de Ferreñafe. La petición de cancelación fue acompañada de quejas por el incumplimiento

de las raciones de comida, establecidas para el trabajo y el forzamiento al trabajo mucho antes de

las horas normales. El encargado de dicha construcción, don Marcos Sáenz del Risco, se violentó y

sin atender a los reclamos, los instó a acudir al centro de labores (todos los indios trabajadores

acompañaban a Llaque). La prepotencia de Sáenz fue replicada por la abstención de los indios a

acudir a las labores, abandonando las herramientas se alejaron del lugar de laboreo. Se produjo una

“huelga de brazos caídos”, según términos actuales.

Consecuencia de este acontecimiento fue la apertura de un juicio “al cabecilla “ Llaque,

“instigador” del “motín”; las investigaciones llevadas a cabo por los parciales de Sáenz, fue

contraria al procurador. Mientras se ventilaba el caso, Llaque fue conducido a presión. La defensa

de este versó sobre las razones del reclamo y acusando a los caciques y principales de los indios,

ejercer una blancos y los curas. A pesar de la defensa hecha por el protector de los naturales,

Llaque, indio instruido por el canónigo Lazo Mogrovejo, portero del colegio de San Carlos, de 38

años, soltero, fue condenado a purgar en prisión del Callao, por el tiempo de una año; privado de

todo empleo público (perpetuamente); confinado a permanecer en Lima, sin alejarse más allá de

cinco leguas; prohibido de internarse a las provincias sin licencia.

La condena de Llaque nos pinta la tendencia de los grupos dominantes a perpetuar los

vejámenes, explotación de la raza indígena y sofocando cualquier intento de queja. Los curacas y

demás autoridades indígenas tuvieron que plegarse a las exigencias de los españoles, muchas veces,

por el temor a sufrir condenas o perder el cargo.

“Si estos (las autoridades indias) se prestan a satisfacer todas la exigencias del amo español, son mantenidas en sus cargos; si por el contrario, regatean la prestación de mano de obra y tributos mirando por el bienestar de sus indios, son destituidos (...) (reemplazados) por otro (...)”51.

51 Vicens. Historia social y económica de España y América, Tomo III, p. 456

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Riva Agüero, junto con las medidas de orden técnico, ordenó el traslado de la administración

de tabacos ubicada en Trujillo a Lambayeque, nombrando como jefe a Vizente de Lara con sueldo

de 1 500 pesos y conservando el cargo de factor, pero sin intervenir como cosechero, al anularse

esa prerrogativa. Creó, también el empleo de reconocedor general de tabacos, visitador de

administraciones y jefe de resguardos (don Marcos Sáenz del Risco, con mil pesos de haber) y

tres nuevas plazas de guardas veedores con sueldo. Todos estos para velar por la producción y

evitar las siembras fraudulentas. Los citados cambios se realizaron en 1779, profundizándose en

1780, cuando Agüero ocupó el cargo de Director General por fallecimiento de Santa de Ortega.

La nivelación del precio del tabaco en 75 pesos constituyó un aumento si consideramos que

en la localidad, por 1768, constaban como máximo cuarenta pesos. Significó un 66% de más

ingresos y evitando los pagos del transporte y compras de jergas para el enzurronamiento.

La mayor productividad buscada por Agüero tuvo fundamento en la creación de fábricas

de cigarros establecida en Lima y Trujillo, monopolizando de esta manera, también,

la industrialización del tabaco. El total de mazos acopiados en este período alcanzó la cifra de

14 726 454 mazos, según los cómputos efectuados en 1790. Representa un aumento de gran

consideración en comparación con la de las anteriores etapas de la producción.

Uno de los problemas acaecidos a los cosecheros, en este período fue la escasez de

trabajadores para la recolección de las cosechas y mano de obra calificada para el beneficio. A

fines de 1785, sólo existían de los últimos, por ejemplo, 37 boleadores (25 en Chiclayo, cinco en

Saña, siete en Ferreñafe). El aumento de las producciones debía originado esta escasez. Además se

debía por otro lado, la preferencia de los trabajadores libres emplearse con los indios en las labores

de la caña de azúcar. De esta manera en 1787, los cosecheros solicitaron a las autoridades prohibir

a los indios emplear peones mixtos conocedores de los cultivos tabacaleros. Propusieron la vuelta

de dichos, por la fuerza, a los tabacales. Otra fue la de pedir una especie de “mita” tabacalera, para

contar con brazos para las labores correspondientes:

“(...) en vista de la competencia de trapiches (...) se puede (...) extraer doscientos cholos de las ramadas de Chiclayo, y Ferreñafe, pueblos cercanos de nuestras labranzas, y repartirlos entre los matriculados precisar los que aprendan el beneficio del tabaco; que siendo como son aventajados en el trabajo serán duplicadas sus ganancias (...)”52.

Otro claro ejemplo de cómo las capas sociales dominantes ensalzan las virtudes de los

dependientes cuando les era conveniente a sus fines personales, y negar cuando no iba en beneficio

de los mismos.

52 ANP/SH, Lambayeque, 1787. Don Marcos Sáenz del Ruzco, administrador de tabacos en Lambayeque sobre la decadencia de la siembra de ellos en la provincia de Saña a causa de no guardárseles los fueros, gracias, privilegios.

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La labor de Riva Agüero en la cuestión técnica de los cultivos para mejorarlas

cualitativamente denota conocimiento amplios que contrasta con el desconocimiento del mercado

consumidor peruano y chileno. Obsecado en conseguir un éxito rotundo se empeñó en gestiones

apresuradas. Este apresuramiento y una imaginación exagerada hizo fracasar sus proyectos; parece

no haber prevenido que a un aumento de mercancía correspondía un mercado consumidor más

amplio.

Agüero que había prometido incrementar los fondos coloniales en un millón y medio de pesos

no puedo cumplirlos. Consiguió aumentos por debajo de dicha cifra; aumentos muy relativos en

relación con los gastos administrativos incrementados, como en el caso de las correspondientes a

erradicar el contrabando que no logró conseguir; ésta fue uno de los males permanentes que agobió

al estanco.

El fracaso de Agüero también se manifestó en los experimentos de producción de tabaco

Guayaquil, Habana, destinados a la fabricación de puros. Esta expansión hacia otros cultivos de

distinta calidad originó muchos de los egresos abultados.

“Y si correspondiera la prueba que se está haciendo de cuanta de la renta para tabacos destinados a la labor de cigarros puros, será entonces mucho mas considerable la siembra cada año, por que los que se han traído hasta ahora de Guayaquil y la Habana podrán refundirse en esa provincia (...)”53.“(...) pues tiro a no depender de la provisión de la Habana y Guayaquil que tan caro nos cuesta, y se aventura, por lo que para lo sucesivo ha de dirigir Vmd. mas su conato a la superior calidad de hoja entera suelta en manojos, delgada y de buen gusto, y fortaleza para las capas, y tripas de puros, escogiendo las semillas mas aparentes”54.

Al formarse el monopolio de la elaboración de cigarros por el estado, con la finalidad de

incrementar los ingresos monetarios al tesoro colonial, el taco quedó bajo el control total en sus

diversas manifestaciones: producción, industrialización y comercio o distribución. La fábrica de

Trujillo se inició con 25 operarios, Lima con veinte. Ambas acrecentaron el número de sus

trabajadores; así Lima en 1784 tuvo 150 y en 1787 449 operarios (entre hombres y mujeres).

La elaboración de cigarros antes de 1780 fue propia de particulares. Personas de la escala

social inferior de la colonia se ocupaban en dicha fabricación, luego de adquirirlas en los

estanquillos y vendiéndolos a los tenderos o personalmente. Esta ocupación servía como trabajo

permanente u ocasional de aquellos que carecían de otras fuentes de ingresos monetarios; era un

asidero para satisfacer las necesidades primarias de los seres sin propiedades. Según sus

53 ANP/SH, Saña, 1779. Carta del señor director comisionado don José de la Riva, al factor de Lambayeque en 5 de agosto de 1779.54 ANP/SH, Lambayeque 1780. Expediente relativo a la contrata hecha por varios cosecheros de tabacos de Saña en que obligaron a sembrar y beneficiar 280,00 mazos a semejanza de Chachapoyas.

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posibilidades económicas eran de tres clases: “limpioneros” contiendas Ortega, director del

Estanco, en 1777, los describió como:

“(...) este gremio por lo común, (y a acepción de algunos hombres de bien) se compone de los individuos de la República que por no sujetarse en la juventud, al dominio de sus padres, abandonando unos los estudios, y otros los oficios mecánicos que corresponden a la esfera de los mas de ellos se quedaron de perpetuos vagamundos siendo escándalo de la ciudad con sus desordenes, y cuando la necesidad los estrecha a buscar el preciso sustento, o para alimentarse, o fomentar sus vicios, apelan como ultimo recurso al ejercicio de hacer cigarros acomodándose a labrarlos en las tiendas de esta mecánica o en sus propias habitaciones, para lo que no necesitan de mas herramienta que sus manos, y el oficio es tan fácil de aprender que en una semana son aprendices, oficiales y maestros”.“(...) muchos pobres vergonzantes de ambos sexos que se mantienen con esta mecánica, labrando cigarros en los cuartos de su habitación los que salen a vender de noche en la pulperías de la ciudad donde está permitido el que se expendan dichos cigarros, y los pulperos los compran así a los cigarreros como a estos pobres que los labran (...)”55.

El ocho de noviembre de 1780, al poco de instalarse la fábrica de cigarros, se produjo lo que

las autoridades llamaron un “motín” entre los operarios. Fue una huelga, ya que los trabajadores no

ingresaron al centro de labor, incluso, disponiendo un piquete para evitar el paso de aquellos que

desearan no tomar en la demanda planteada ingresaran al trabajo. El origen fue la disposición de

Riva Agüero suspendiendo o anulando el trabajo de los “muchachos amarradores” de cigarros,

obligando con ello a que cada operario manufactor del cigarro se hiciese cargo de dos tareas; o sea,

en principio habíase dispuesto un trabajo racionalizado, en la que un operario se encargaba de

formar el cigarro, siendo luego atado por otro; división que facilitaba el trabajo de los primeros que

podían por tanto aumentar su producción y con ello mayores ingresos ya que los pagos eran de

acuerdo al número de cigarros manufacturados (destajo). La conjunción de dos tareas en una sola

persona conllevaba una menor producción y con ello un jornal inferior.

Los huelguistas marcharon hacia la casa de Agüero para pedir continuara el sistema anterior

de trabajo. El reclamo no fue atendido por estar ausente el director. Durante la noche fueron

aprehendidos los sindicados como cabecillas, dando fin a los reclamos, e iniciando proceso contra

los jefes del movimiento, siendo condenados a presión. No se retornó el sistema anterior de labor.

Este acontecimiento es, para nosotros, uno de los primeros movimientos obreros producidos

en el Perú, reclamando y defendiendo sus derechos. Es verdad, movimiento espontáneo sin

vinculación ideológica pero que indica la capacidad de ellos de ponerse en movimiento cuando se

percataban de disposiciones contrarias a sus derechos lesionando sus intereses. El cambio ordenado

55 ANP/SH, Lima 1777. Expediente en que se trata de lo actuado por la dirección general a fin de evitar los perjuicios de las reventas de los tabacos a que ha dado mérito la escasez de los de Bracamoros.

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conducía a una mayor explotación de los obreros, por cuanto para poder percibir un salario similar

al conseguido por el anterior sistema necesariamente desplegarían mayor esfuerzo o aumentar las

horas de labor si lo permitían los reglamentos de la fábrica.

Nuestra afirmación de que fue un movimiento laboral espontáneo tendrá validez en la medida

en que no halle vinculación alguna con la Revolución de Tupac Amaru. La fechas de ambos tienen

una coincidencia, muy cercanos: el de Tupac Amaru el cuatro de noviembre y el otro de los

operarios de cigarros. Caso de existir, posiblemente fue circunstancial. La orden de Agüero pudo

ser aprovechado por algunos colaboradores de Tupac Amaru, en Lima, para crear problemas a las

autoridades. La veracidad de esta suposición, de comprobarse, daría más luces sobre las conexiones

o vinculaciones del gran rebelde con conspiradores limeños.

El esquema implantado por Riva Agüero en lo concerniente a la producción perduró hasta

1791, pese a los contratiempos surgidos a lo largo de todo el período. Agüero volvió a México sin

terminar su misión, en cierta forma, por la conminación implícita de cumplir la promesa de los

ingresos, por él, supuestos.

Don Miguel de Otermín, miembro de la comisión de Agüero, ante la marcha de ésta se

encargó de la dirección, colaborando con el visitador don Jorge Escobedo, aunque no en forma

adecuada. Los empeños de Otermín se ciñeron a reajustes de los proyectos puestas en marcha.

Incidió en el aumento de la producción del tabaco Chachapoyano. Un cambio efectuado por

Otermín fue ordenar la remisión de los tabacos de Saña, en forma directa, por vía marítima, desde el

puesto de Pacasmayo, construyéndose un depósito.

Los cuerpos de resguardo no dieron resultado en la lucha emprendida para evitar los

contrabandos. Las introducciones destinas continuaron, esencialmente de Jaén de Bracamoros.

Este acrecentamiento debió ser la resultante del aumento de los preciso de venta del tabaco de

Chachapoyas, similar a Bracamoros. Escobedo, por esta razón, solicitó la incorporación de Jaén a

la administración del virreinato peruano que años antes don Miguel Feijoó de Sosa la había

planteado, igualmente, sin conseguirlo y agregando la de Guayaquil por se otro centro del

contrabando. Escobedo, tampoco consiguió dicha anexión56.

El poco éxito de las empresas estancadas, pueden en cierta forma ser explicadas por haber

correspondido a una etapa llena de acontecimientos que inquietaron el impero colonial: el

movimiento revolucionario de Tupac Amaru, en el Perú, y las guerras con Inglaterra.

56 Escobedo. Op. Cit., Tomo III, p. 406

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3.3.4 Período de reajuste (1792-1796). Las reformas de esta época tuvieron como premisas

las órdenes emanadas de la península, descontenta por la marcha deficiente del estanco, cuyos

ingresos económicos eran muy bajos. La inició la Orden Real de nueve de agosto de 1789 y

reiterada, para una reforma total, por los del 24 de mayo y veinte de diciembre de 1791. El virrey

Gil de Taboada fue el encargado de los reajustes en el estanco.

La cuenta correspondiente al año de 1787 fue la permitió las disposiciones reales; el

entero había ascendido a 926 389 pesos cinco reales y siete granos mientras que los gastos sumaban

644 219 pesos cinco reales cuatro granos, resultando el líquido sólo 283 170 pesos tres granos; los

egresos consumían la mayor parte de las ganancias. Por otra parte, los pobladores del Perú se

hallaban descontentos por los precios altos de los tabacos y la mala calidad de la mercancía, el

tabaco en rama había cuadruplicado su valor; además las ventas de mazos perjudicaban a los

consumidores por no tener un peso uniforme (las ventas se hacían por mazo y no por peso). Las

fábricas resultaron cargas para el fisco colonial por no responder a las expectativas creadas en su

torno, los ingresos por este rubro eran insignificantes.

Las investigaciones dieron a luz anomalías en la administración del monopolio, siendo

suspendido temporalmente el director Otermín, mientras duraban los exámenes de la cuentas; fue

suspendido hasta después de 1796. Las cuentas entregadas por el director no concordaron con la

realizadas por la contaduría, por lo cual se formó una Junta de contadores y ministros que confirmó

la elaborada por la comisión de visita.

Entre las anomalías detectadas citamos: mala calidad de las mercancías, siembras superiores a

la fijadas y destinadas al contrabando (facilitada por las remisiones de Pacasmayo a Chile sin

supervisión especial), diversas arbitrariedades de los cosecheros como exigencias por mayores

prerrogativas o privilegios; estos en lo que concierne a la producción.

Ante este panorama la dirección modificó la nueva contrata sobre otras bases. Los

cosecheros segregados de Guadalupe consiguieron la aceptación de su propuesta amoldada a la

exigencia del estanco: entregar tabacos según solicitud de la dirección, sin desembolso

antelado alguno por el fisco; laborar en la localidad de Guadalupe, centralizando la producción para

un mejor control por los empleados reducidos al número de cuatro; las ventas según evaluó de

la calidad de los tabacos; remisiones por cuenta de los cosecheros de los mazos de Lima (se anuló

los envíos marítimos). En conjunto se retornó al sistema imperante durante el gobierno de Amat.

Aparte de la propuesta de Guadalupe hubieron otras dos, que incluimos para ver las

diferencias.

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Los cosecheros de Chiclayo (28 miembros) plantearon: un real por cada mazo de 22 onzas;

habilitación de mulas y jergas por el estanco; nombramiento de cuatro diputados; excepciones que

hasta la fecha gozaban; que los delitos fueran vistas por un juez especial cuyo nombramiento la

efectuarían ellos y que entre otras misiones sería “celar” a los oficiales, peonada, cobranzas (el

sueldo de 400 pesos anuales sería descontada de las ventas, por la dirección).

Los hermanos don Juan José y don Juan Alejos Pinillos, propietarios de la hacienda Pomalca

plantearon sus exigencias en los siguientes términos: un real por cada mazo de 22 onzas; pago por

parte de la renta del valor de las jergas y construcción de una oficina para el número de los tabacos;

entrega de un anticipo de la cuarta parte del valor total de la producción antes de las siembras y otra

cuarta parte después de la cosecha, la otra mitad luego de la entrega de la mercancía.

La primera propuesta era la más adecuada a los intereses de la corona. La de los de Chiclayo

nos muestra el grado de exacerbación a la cual habían llegado por los privilegios otorgados por

Agüero; de ahí las irregularidades cometidas en el período de expansión.

En un período en la cual los cosecheros conforman un grupo más restringido mientras las

asignaciones se mantuvieron en los límites de los 600 000 mazos. Los que controlan son españoles

y criollos, siendo excluidos los otros componentes. Los cosecheros capitalistas, por excelencia, son

los que cubren la producción de este período; en 1792, por ejemplo, no figuran los hacendados,

todos son particulares.

Al liquidarse la monopolización de fábrica de cigarros, se volvió al anterior sistema de

fabricación libre. Las causas de ellas fueron la mala calidad de los cigarros, cuantiosos egresos en

su elaboración, mala calidad de tabacos. Pudieron solucionarse con una buena estructuración, por

cuanto eran factibles de ser enmendadas.

Las ventas quedaron modificadas con la implantación del sistema por peso de los mazos y

determinándose la libra en ocho pesos, por Decreto del 26 de agosto de 1791, modificada por la del

primero de marzo de 1795 , en nueve pesos la libra de tabaco. Este aumento trató de conciliar el

cálculo efectuado en 1791, por el cual se pensó conseguir ingresos anuales de 314 381 pesos dos

reales y que en 1793 había alcanzado la cantidad de 281 572 pesos seis reales.

Los reajustes de don Diego de la Vega proporcionaron una ganancia de 329 000 pesos

anuales con una inversión de capitales estables por 527 908 pesos, a diferencia del período anterior

en que las utilidades (correspondientes al Perú, no Chile) según el examen de las cuentas dieron

295 630 pesos con inversión de 1 934 795 pesos anuales. La cifras explican las ventajas

conseguidas por el director, Diego de la Vega.

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CAPITULO IV

CUESTIONES SOCIALES DE LA PRODUCCIÓN

4.1 ORIGEN DEL GREMIO DE COSECHEROSLa política seguida por las autoridades, entre 1764-1768, para controlar la producción, creó malestar

entre los cultivadores, por cuanto todos se creían con derecho a participar de esta actividad. La

necesidad de selección, puso de manifiesto los diversos intereses puestos en juego por las diferentes

capas sociales interesadas en los cultivos tabacaleros. Entre hacendados y comerciantes

obstaculizaron la labor de las autoridades, negándose a las disposiciones sobre los modos de reparto

de los mazos a producir. En esta intransigencia podemos ver con claridad la pugna entablada entre

los grupos sociales de la región. Por un lado la negación a esta actividad por los elementos de poder

a la presencia de sectores sociales marginados a participar; y por otro la emergencia de los últimos a

controlar la producción por significarle mayores ingresos económicos y mejoramiento de su

condición socio-económica.

Los informes de 1764 al señalar como verdaderos cosecheros a pobres, particulares e indios

excluyeron en cierta forma a los hacendados. Sobre esta base, Feijoó, el 25 de julio de 1765,

solicitó la pronta regulación de la producción, priorisando a los indios: “(...) prefiriendo en ellas (en

la distribución) a los indios de quienes ha sido corriente, y peculiar este trato por lo que deben

anteponerse otros, cualesquiera sembradores (...)1.

El interés de favorecer a los sectores sociales menos pudientes, dentro de la sociedad colonial,

continuó la línea trazada por otras reglamentaciones reales; pero, así como la mayoría de la

Legislación Indiana no fue cumplida, la presente tampoco, fue observada por los grupos

dominantes, inflexibles en no ceder en lo que ellos conceptuaban como derechos inherentes a su

posición socio-económica.

1 ANP/SH, Saña, 1764-68. De los autos seguidos a instancia del tribunal de la dirección sobre el arreglo que debe haber en las remisiones y compras del tabaco de la provincia de Saña.

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El otorgamiento de la cuotas con preferencia a los indios fue insistida por el decreto del cinco

de diciembre de 1765, en la cual se encargaba al factor y corregidor, la selección de los cosecheros,

para la producción de 1766.

“Se le da para ello la comisión bastante, a arreglar las siembras, y cosechas del referido tabaco comprehendiendo en ellas a todos los hacendados de la referida provincia, que tiene este trato a proporción de sus haciendas, entre quienes deberá preferir primeramente a los indios, de los cuales ha sido siempre mas regular y corriente; y después a los demás particulares (...)”2.

El 29 de abril de 1766 se reiteró dicha prioridad a los indios y vecinos pobres. Los

encargados, en el informe conjunto del 27 de junio, manifestaron la imposibilidad de dar

cumplimiento al mandato, por las querellas a suscitarse en el momento de la distribución entre los

diversos grupos sociales; surgieron que las designaciones fueran hechas en parte globales para cada

grupo social.

“(...) ni juzgamos por conveniente este punto (asignaciones) que hallamos ha de ser una Asamblea de discordias entre los diversos hacendados unos con otros, y el protector de los indios sobre el señalamiento del número respectivo a cada uno a que también querrán asistir los particulares sembradores, y comerciantes como igualmente interesados de que resultará un seminario de quejas, y recursos interminable en que seremos sindicados por mas cautos que procedamos de la acepción de personas que tanto se nos prohíbe”3.

La incierta posición de la economía tabacalera se agudizó a pesar de que el cuatro de

setiembre de 1766 se dispuso, con mayor rigor el cumplimiento de la anteriores órdenes. La

selección de los cosecheros quedarían a cargo del factor, corregidor local, protector de los naturales

y dos diputados elegidos por los vecinos agricultores, Con esta medida se daba un paso

democrático, pues cada sector social se hallaría representado. La presencia de estos representantes,

hizo que la imposición perdiera el carácter de un ordenamiento vertical; la horizontalización del

dispositivo, permitió a la larga, un enfrentamiento entre los grupos sociales en litigio y la derrota de

los no privilegiados, por la presión de los económicamente solventes.

Los encargados de seleccionar cosechero remitieron informe el tres de diciembre con una

lista de 325 personas: 96 indios, 32 hacendados, 197 particulares; y, relatando los debates acaecidos

en la reunión de nombramiento de cosecheros. Los hacendados habían defendido su posición

alegando recaer en ellos los requisitos exigidos por la dirección: posesión de tierra, costumbre de

sembrarlo y tener facultades.

“(...) que en todos, y en cada uno concurrían los requisitos (...) de tener tierras, facultades, y costumbre de sembrarlo, muchos todos los años, y los otros los más de

2 Idem, manuscrito citado3 Idem, manuscrito citado

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ellos, que no sería de justicia defraudarlos del derecho de la percepción de un fruto estimable en la provincia en cuya posesión han estado has aquí”4.

Los hacendados solicitaban el otorgamiento de 12 000 mazos a cada uno de ellos, por ser el

mínimo con el cual podían atender sus necesidades, de acuerdo a la labor desarrollada en beneficio

del país, ya que proporcionaban subsistencia a los habitantes y dando “ocupación a los jornaleros”;

“brindando los frutos”, “habilitando el comercio”.

El protector de los indios, exigió la cesión de 4 000 mazos para cada uno de sus amparados,

basándose en que: tenían tierras y aguas propias, frecuencia en sembrarlo, hábiles labradores,

vasallos más útiles, los más agravados con pensiones y recomendados del príncipe. Especificó que

era de conocimiento general que muchos de los tabacos elaborados por los indios habían sido

tasados como las de mejor calidad, por encima de la de los detractores (hacendados, particulares).

Por su parte los “pobres” y demás interesados, también pidieron 4 000 mazos, basados en

poseer los mismos requisitos, aunque confesaron que los cultivos no lo realizaban continuamente

pero sí en forma alternada (la razón era falta de peculio).

El tribunal de la Dirección General, el 16 de enero de 1767 cambió de parecer al decidir

tomar en consideración a los hacendados en primer término, desde el punto de vista económico

como puede apreciarse en lo siguiente:

“(...) se haga entre los hacendados españoles (la contrata) por el administrador (...) sin que el corregidor tenga intervención alguna en este asunto, por que siendo el comercio y utilidades que ofrece el tabaco, uno de los objetos que afianzan sus destinos, y aplicación, es natural y consiguiente acomodar aquellos en quienes consiguiese la mejor ventaja de sus intereses”5.

Feijoó, junto con la expuesta manifestación, incluyó una lista de los pueblos de Saña con las

ocupaciones o producciones principales en cada uno de ellos; la participación de los indios como

jornaleros en las haciendas y negando su participación como cultivadores independientes de tabaco.

Al referirse al pueblo de Santa Lucía y Cherrepe, explicó que la actividad predominante de los

naturales era la pesca y la recolección de totora, por no poseer tierras; es un hecho representativo de

cambio de actividad por el despojo de la propiedad predial, originando con ello una regresión a

formas económicas superadas.

Dicho retorno, implica la pauperización de los grupos dominantes al serles negado u

obstruido los caminos naturales a un desarrollo económico; más, cuando la agricultura jugaba el

papel económico por excelencia entre los naturales. El desarraigo de sus tierras, le impulsó a

recurrir para la satisfacción de sus necesidades, a la pesca y afines, cobrando vida la economía

4 Idem, manuscrito citado5 Idem, manuscrito citado

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natural en dichos grupos. Puede argüirse que la presencia de ese pequeño número de habitantes en

el proceso regresivo, no puede influir dentro de la estructura colonial, desde el momento en que se

catalogaba a la mayoría de los indios de la región como adinerados; la presencia de dichos seres

marginales nos mostró un hecho de trascendencia: focos representativos del estado a la cual había

obligado la explotación por parte de los españoles.

Al revisar el padrón de contribuyentes de la provincia (1735), encontramos que en los pueblos

citados, los indios pertenecen a la categoría de “forasteros sin tierras”; de donde los desarraigados

resultan siendo grupos sociales emigrados de otras latitudes por el desplazamiento de sus

propiedades.

Feijoó de Sosa, en informe del 17 de marzo de 1768 negó el otorgamiento a los indios de

cuotas de producción del tabaco; expresó que si bien las leyes reales buscaban favorecer a la masa

de indios, en aquella oportunidad, por ser un cultivo de mayor interés, no se le podía dar

preferencia; tampoco aceptó el ingreso de los “mozos libres” aunque concordaba que pudieran ser

ellos los entendidos en dicha actividad agrícola; acotaba que también en España, los pobres de

Andalucía los practicaba, pero que al establecerse el Estanco no habían sido considerados, cediendo

el laboreo a los terratenientes, con pena para los infractores6.

Feijoó, en definitiva, favoreció la designación en el arreglo, a los hacendados, por encontrar

en ellos máximas seguridades para el logro de beneficios al Erario Real. Olvidó por completo los

informes favorables a los indios como la de Carlos Vigil:

“(...) porque los mas que se ocupan en el beneficio de esta planta son los miserables indios y demás mezcolanza y solo lo ejecutan al año que tienen por conveniente para ocurrir a la exhibición de sus tributos (...)”7.

Igualmente, el informe de don Antonio de Vidaurre que expresó:

“(...) tengo por cierta la ruina universal de aquellos provincianos, y especialmente de los indios miserables, mestizos, zambos, y otras castas que les compiten en la desdicha, y todos esto subsisten de este trajín (...) por el contrario los hacendados rara vez se emplean en esta sementera por su prolixidad suma contingencia de el fruto y corto producto”8.

Ante las opiniones contrapuestas, para el arreglo, el fiscal Salgado opinó que la selección se

hiciera entre los antiguos cultivadores y se tomara razón de la situación exacta de los indios. La

junta solicitó la remisión de datos sobre los indios tributarios y fanegadas de tierras detentadas, a la

oficina correspondiente. El informe contuvo únicamente número de tributarios, cacique, segundas,

reservados, niños (divididos entre forasteros y originarios) y sin consignar a las mujeres; tampoco

6 Idem, manuscrito citado7 Idem, manuscrito citado8 Idem, manuscrito citado

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dieron razón sobre las propiedades de los indios aunque si mencionaron que la mayoría de las

mujeres eran propietarias ya por herencia, ya por compras a la corona. Suponemos que los

declarados originarios poseían tierras, de acuerdo a otros documentos similares y porque este grupo

pagaba en tributo mayor cantidad que los forasteros, por poseer bienes.

Atendiendo a lo expuesto en el informe, la Junta dictaminó el trece de julio de 1768:

“(...) que únicamente se conduzcan a este real estanco los 600 mil mazos, los 200 mil, por los indios; 200 mil por los mozos libres y los 200 mil restantes pro los hacendados sin que se les permita exceso alguno al número determinado al consumo (...)9.

Las órdenes y contraórdenes de la impresión de la tendencia gubernamental en asegurar la

posición del estado como ente regulador de la estructura colonial ante los conflictos y las

arremetidas de los grupos sociales regionales como poder. Es expresión de la pugna entre el poder

político real y el de los sectores locales dominantes. Al final el gobierno cedió a las presiones de

estos: hacendados y comerciantes.

En el transcurso de las gestiones encontramos una alianza relativa de particulares y

hacendados para frenar la emergencia de los pobres e indios en la producción tabacalera.

Acercamiento de una oligarquía devenida por la conquista (hacendados) y los comerciantes,

elementos con menor prosapia pero con poder económico en crecimiento (burguesía regional

naciente). La inclusión de algunos indios y pobres en 1769, pudo ser consecuencia de una política

seguida por los anteriores para mostrar a las autoridades equidad en los repartos.

La asignación de cuotas para la producción de tabacos, en Saña, pusieron de manifiesto la

existencia de cuatro grupos sociales y las pugnas entre ellos. Individualmente defendieron los

correspondientes a cada grupo: el derecho de participar en los benéficos devenidos por la mercancía

tabacalera. Resalta el que los indios sólo pedían el cumplimiento de las decisiones

gubernamentales, sin desmerecer a los contrincantes, mientras que éstos, a toda costa, negaron toda

posibilidad de ingreso a los primeros.

En definitiva, pese a las reiteradas órdenes, los particulares salieron beneficiados en la

distribución. Obtuvieron el mayor porcentaje de las cuotas anuales de producción, desplazando a

pobres, hacendado e indios. Sobre todo los últimos resultaron los más perjudicados; la orden del

trece de julio, tuvo que basarse en datos mucho más valederos de los que nosotros incluimos y

examinamos y que no fueron consignados en los expedientes del litigio.

9 ANP/SH, Lambayeque, 1768. Expediente sobre el arreglo de las precisas porciones de tabaco en rama que se necesitan para el abasto preciso y consumo del real estanco de Chile

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Las normas que emitieron las autoridades del ramo estancado podemos clasificarlo en dos

grupos, según el carácter de su contenido: ordenamientos socio-económicos y ordenamientos

económicos.

Los primeros de menor capacidad económica. Los preceptos tendieron en un primer

momento a apoyar a los indios y pobres, dándoles preferencia en la distribución de cuotas para los

cultivos. Con ello el contenido social-económico se pone de manifiesto. Las diferentes referencias

anotadas la demuestran. Las autoridades con criterio amplio valoraron en justicia las aptitudes de

los indígenas, especialmente, para dicha actividad económica.

Los segundos han sido agrupados por colocar en primer término las cuestiones económicas

antes que las sociales, dejando de lado las primeras disposiciones que guardaron relación contraria.

El cambio se debió al criterio de conseguir una mayor seguridad económica al estanco y que, según

ellos, sólo podía se proporcionada, satisfactoriamente, por los hacendados. Esta modificación pudo

ser en parte consecuencia del boicot realizado por los hacendados y comerciantes al aumentar el

volumen de producción en forma especulativa, reflejando, por tanto, incapacidad del gobierno

colonial de frenar la acción perturbadora de dichos elementos sociales.

Al firmarse la contrata de 1769, los indios en primer término y los pobres fueron desplazados

de actividad productiva del tabaco por la presión ejercida por una burguesía regional naciente y los

hacendados, aunque éstos no salieron beneficiados mayormente.

Para terminar, sobre la fluctuación de los dispositivos, era oportuno citar a Bagú, cuando se

refiere a la legislación indiana general.

“Por otra parte, lo que la corona estatuía, después de madura reflexión y siguiendo una coherente línea política, quedaba no pocas veces desvirtuando por necesidades inmediatas - más económicas y fiscales, que políticas y militares”10.

4.2 GREMIO DE COSECHEROSEn el marco de la producción tabacalera colonial hallamos un grupo reducido de agricultores

privilegiados, en razón de la planificación de la explotación del tabaco por el gobierno colonial. La

noción de un mejor control fiscal, en la producción, tendiente a evitar el contrabando (enemigo

implacable del monopolio español), perjudicial a las rentas reales, marcó la pauta inicial para el

establecimiento del gremio de cosecheros tabacaleros.

Los cosecheros hasta 1768 se habían desempeñado con libertad en el ejercicio de la

producción tabacalera. Los pocos escogidos a partir de la contrata de 1769, tuvieron que ceñir a los

veinte principios contenidos de ella, quedando la producción encausada dentro de límites

10 Bagú. Op. Cit., p. 175

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restrictivos, referidos fundamentalmente al número de componentes y la cifra de mazos a la

elaborar.

El denominado gremio de cosecheros, al no permitir el ejercicio libre de la producción a otros

cultivadores, (no incluidos en la nómina), por las limitaciones impuestas por la contrata y por evitar

perjuicios económicos a los integrantes, dio nacimiento a un grupo privilegiado que trató de

cerrarse y convertirse en núcleo monopolista. La comunidad de intereses propició este

afloramiento; asimismo, el carácter legal impuesto por los funcionarios reales.

“Lo cierto es que en la sociedad colonial casi todos los privilegios tienden a ahondarse y perpetuarse, y por ende a estimular la inmovilidad de los grupos sociales que no usufructúan. (...) Y bien podemos decir que cada grupo de poseedores que se estructura aquí y cuyos miembros reconocen entre sí cierta comunidad de intereses, aspira a ser una casta, sin que ello signifique que lo logre. Cuando el privilegio adquiere “status” legal, estamos ya en presencia de un signo de inmutabilidad social incipiente. Pero lo que resulta de más fácil comprobación en la historia colonial es que el “status” legal que se otorga a un privilegio se transforma en un instrumento político de multiplicación y exacerbación de privilegios (...)”".

La tendencia a la inmutabilidad del gremio la apreciamos con bastante claridad al examinar

las nóminas de los cosecheros empadronados y que la transcribimos en el anexo documental.

Igualmente, el ahondamiento y multiplicación de los privilegios, quedan expresados en las mayores

exigencias, por los cosecheros, en 1787.

En las contratas ulteriores a 1769, existió una marcada estratificación en el gremio de

cosecheros, sobre todo, en el caso de aquellos que cubrieron cuotas más altas. En 1769-1779

encontramos sesenta cosecheros permanentes de un total de 88 primigenios; además, el número

puede ser mayor si consideramos que los restantes (ingresantes y salientes) a partir de la repetición

de los apellidos pueden formar parte de un solo grupo familiar. Resultando, con ello, que la

relativa flexibilidad existente sólo benefició a los miembros de una misma familia o grupos a fines.

Al salir un miembro por diversas causas, generalmente el que tomaba la cuota era un pariente; por

ejemplo, los caos de doña Alfhonsa Amesquita, doñas Feliciana del Valle, doña Teresa Vidaurre,

viudas de don Pedro Ruiz de Arbulu, don Juan Cordova y don Ventura López, respectivamente.

Una mayor estabilidad de los cosecheros dentro del gremio pudo haber existido; una de las

razones que impiden percibir esta estratificación es el hecho de figurar un mismo cosechero con

distintos nombres, lo que da lugar a una interpretación equivocada: considerar dos cosecheros

cuando realmente es uno. Podemos indicar por ejemplo los caos de: don Manuel Antonio Quiñónez

y Sagardia, quien aparece unas veces como Manuel Quiñónez o Manuel Sagardia; don Ignacio

Vicente de Lara, como Ignacio de Lara; don Juan Joseph Fernández Vilchez, como Juan Joseph 11

11 Idem, p. 77

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Vilchez; don Francisco Ruiz de Arbulu, como don Francisco de Arbulu. Estos, los que llegamos a

detectar.

Consideramos que muchos otros debieron figurar de igual manera; ¿quién puede asegurarnos

por ejemplo cuando se nombra a Raymundo de Saña y Remigio de Seña no fueron Mariano y

Norberto Seña, que aparecen en el gremio cuando los otros no aparecen; igual pudo suceder con los

Salcedo, Muños, Samamé, Ampuero, Llamas.

El gremio de cosecheros se mantuvo como un grupo pequeño y restringido gracias al apoyo

gubernativo, en su calidad de núcleo esencial del monopolio estatal. La negación al ingreso de

mayor número de componentes y la afirmación en sus privilegios de los ya participantes debíase en

esencia: la defensa de derechos adquiridos. Su pérdida representaba, de hecho, menores ingresos

monetarios, imprescindible para su existencia o para el mejoramiento de su “status” socio

económico, propiciando un ascenso dentro de la escala social colonial. Podemos agregar como un

factor coadyuvante la restricción de la cantidad de mazos a producir.

La negación a la ampliación del gremio de cosecheros, estuvo vinculado muy estrechamente a

la limitación del mercado externo. Esto coartó la producción, agravado, de otro por el poco interés

por parte de los cosecheros a mejorar la calidad de los tabacos y de las técnicas de cultivo. A

producción limitada correspondió, un número limitado de beneficiantes. El aumento de cosecheros

implicaba disminución de las asignaciones. Muchas veces las restricciones de la producción, en el

período de ascenso disminuyó la cifra básica implantada (600 000 mazos). La disparidad se

acentuó en el Período de Expansión en que las producciones se incrementaron, sobrepasando la

cantidad básica, en forma fluctuante.

En el período 1779b-1791, el gremio tabacalero, de acuerdo a las listas de integrantes con que

contamos, en menor escala que para el período anterior, muestran una mayor flexibilidad. No

quiere decir que el gremio dejó de formar el grupo cerrado que anotamos. Simplemente, indica la

existencia de cierta movilidad, sin implicar un flujo de mayor número de cosecheros. Esta

flexibilidad se hace notorio en los años de 1779b, 1781 y 1788, por las siguientes razones.

- En 1779, el aumento de los cosecheros se debió a los cambios realizados por Riva Agüero, en

un momento de transición en que trató de conjugar la estructura anterior con la nueva.

- En 1781, la participación de sólo 24 cosecheros se debió a la dedicación de un sector de ellos a

las siembras de tabaco estilo Bracamoros. Alejamiento temporal, de dos años, de las

actividades originales.

- En 1788, la presencia de mayor número se debió al aumento de la producción, alcanzando la

cosecha a cubrir la cifra de 1 349 861 mazos.

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Estos considerando dejan a nuestro juicio, desvirtuada la existencia de una mayor movilidad

en la composición del gremio de cosecheros en el período mencionado. La fluctuación muy

pequeña no debió sobrepasar el número de cinco a diez cosecheros en relación al anterior período.

La tendencia fue disminuir.

Este período se caracteriza por la absorción de mayores cuotas por parte de los cosecheros

netamente capitalista; la cuota más alta asignada en forma individual llegó a 100 000 mazos a

diferencia de la etapa anterior en que sólo fue de 20 571 mazos (para once años de producción). La

resultante, fue la concentración de cuotas altas en un grupo cada vez más pequeño, dentro del

mismo gremio. Las diferencias socio económicas tendieron a ahondarse. Los aumentos de las

cuotas de producción no beneficiaron a todos los cosecheros, por la tendencia a su concentración en

manos de los componentes con recursos superiores y con la consiguiente disminución de

participantes pobres. El desplazamiento de estos fue efecto de la hegemonía de los grupos

dominantes.

El tercer período (1792-1796), nos muestra una cohesión muy estrecha los agremiados.

Menor número de componentes, mayor número de cuotas. Nula participación de elementos con

escasos recursos. Control de producción en manos de los españoles. Es un período de reducción de

agremiados, propiciando grandes beneficios a los pocos que conformaron el gremio. Los cuadros

que adjuntamos, de la composición del gremio y las asignaciones otorgadas dan una visión exacta

de lo que afirmamos.

La unidad corporativa del gremio, nucleada por una legislación favorables y mancomunada

por un interés colectivo, no expresa el que en su interior dicha unidad tuviera visos de una real

vinculación homogénea. El gremio fue, un cuerpo heterogéneo de intereses cuya unidad aparente

fue determinada por los dos considerandos anteriores.

La disparidad radicó en las diferencias de orden económico, cimiento sobre el cual se tejió el

desenvolvimiento ulterior de la producción. Las distribuciones anuales se asentaron en esa

desigualdad. La resultante fue el condicionamiento del producción al poder económico social

detentado por una minoría local, representado por una burguesía naciente y de los hacendados. La

estructura colonial impuso su sello en la organización del gremio tabacalero. Hallamos en su

constitución, la transposición.

Encontramos la existencia de cuatro grupos sociales en el gremio privilegiado: 1)

hacendados, elementos en cuadrados dentro de la escala superior del organización colonial; 2)

particulares, elementos sociales sin patrimonio territorial, integrado por comerciantes, básicamente,

representantes de una burguesía regional naciente; 3) pobre, elementos de la masa popular sin

recursos económicos, congregando a diversos grupos raciales; 4) indios, con o sin propiedad, pero

combatidos y segregados por los grupos dominantes.

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C O S E C H E R O S P O R A Ñ O S Y C E N T R O S D E P R O D U C C IÓ N

Periodos Años L am bayeque Chiclayo Ferreñafe M onsefú Saña G uadalupe San Pedro Total

1767 34 47 29 4 8 1 123

AS

CE

NS

O 1769 13 23 19 5 9 19 881771 13 22 19 5 9 17 861775 13 23 19 5 9 17 861779a1 13 23 19 5 9 19 88

EX

PA

NS

IÓN

1779b 24 38 21 5 13 1001781 17 11 9 371787 471788 35 34 13 821791 28 19 4 51

R E A JU S T E17921798

1625

1625

1 El año de 1779 ha sido incluido en ambos cuadros para mostrar el grado de concentración durante el período respectivo, por haber sido anulado y reemplazado por el anotado como 1779b.

ASIGNACIONES POR PUEBLOS Y POR AÑOS

Años Lam bayeque Chiclayo Ferreñafe M onsefú Saña Guadalupe SanPedro

Total

17672 514 460 552 560 272 500 71 000 170 480 1 6000 1 597 0001769 115 881 173 478 119 308 22 627 65 140 104 233 600 6571771 115 370 172 615 118 784 22 627 65 303 103 765 598 0141775 400 0001779a 64 720 97 527 67 112 12 868 36 618 60 178 339 5241779b 160 000 228 000 114 000 10 000 78 000 600 0001781 243 000 196 000 262 000 701 0001787 643 3111788 1 349 8611791 243 000 196 000 262 000 500 0001792 500 000 500 0001798 630 836 653 000

2 El año de 1767 corresponde a cifras declaradas como cosechadas por los interesados; 1787 y 1788 corresponden a producciones efectivas; 1791 como referencia (anulado) del ordenamiento socio económico colonial; la estratificación es la misma, a escala reducida.

Los cuadros anotados líneas abajo, señalan una composición mayoritaria de los particulares,

seguida por los pobres, indios y hacendados. Las cifras 1791 son acordes a los datos hallados por

nosotros, mientras que para los años posteriores son resultados de una extrapolación según las

informaciones de los anteriores padrones y datos posteriores; si existe cierta divergencia en las

extrapolaciones con la realidad, estamos convencidos de que la variación será muy pequeña.

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C O S E C H E R O S P O R G R U P O S S O C IA L E S Y C E N T R O S D E P R O D U C C IÓ N 1

A ños

L am bayeque C hic F erreñafe M on sefú S añ a G u adalupe T otalT otal

gen era l

H P I H P I p H P I p I H P I P H P I P H P I p1769 11 2 1 12 3 7 8 1 10 5 3 2 4 1 4 2 12 5 37 13 33 881771 10 3 1 11 3 7 8 1 10 5 3 2 4 1 4 1 13 5 35 13 34 87

1775 11 2 1 12 3 7 8 1 10 5 3 2 4 1 4 1 11 5 37 12 32 86

1779a2 11 2 1 12 3 7 8 1 10 5 2 3 4 5 1 13 3 39 12 34 881779b 3 13 7 2 16 4 16 8 3 10 5 3 1 1 8 8 38 20 34 1001781 11 3 3 9 1 1 9 29 4 4 3717913 6 22 2 17 1 3 9 42 511792 16 16 1617984 25

1 Abreviaturas empleadas: H = Hacendados; P = Particulares; I = Indios; p = Pobres2 1779a, corresponde al padrón anulado por Agüero; 1779b, el nuevo.3 1791, corresponde al padrón anulado por la contrata de 17924 Para 1798, incluimos sólo el total sin especificar las clases.

CUADRO DE PORCENTAJE POR GRUPOS SOCIALES

Años

H acendados Particulares Indios Pobres Totales

N° % N° % N° % N° % N° %

1769 5 5.68 37 42.00 13 14.78 33 37.54 88 100

1771 5 5.75 35 40.22 13 39.09 34 39.09 87 100

1775 5 5.81 37 43.02 12 37.21 32 37.21 86 100

1779a 3 3.40 39 44.30 12 38.70 34 38.70 88 100

1779b 7 8.00 39 38.00 20 34.00 34 34.00 100 100

1781 29 78.37 4 10.78 4 10.78 37 100

1791 9 17.65 42 82.35 51 100

1792 16 100.00 16 100

Los porcentajes de asignaciones detentadas, según grupos sociales, son como siguen:

- Hacendados, controlan en el 11.07% (1769), 14% (1779b), 36% (1791)

- Particulares, 50.27% (1769), 50% (1779b), 64% (1792)

- Indios, con: 10.82% (1769), 13.33% (1779b), 2.28% (1781)

- Pobres, 26.01% (1769), 28.66% (1779b), 11.69% (1781)

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Los particulares ya en número de cosecheros como en la absorción de cuotas son los que

detentan el control de la producción. Si agrupamos con los hacendados, veremos que estos dos

grupos sociales dominan la actividad productiva del tabaco. La suma de los indios y pobres no

cubren siquiera el 50% de la producción, aunque en el porcentaje de componentes sí conforman un

mayor grupo.

La afirmación del composición del gremio de cosecheros como grupo cerrado, puede hacer

pensar en una transposición de las agrupaciones gremiales de la edad media europea, confiriendo a

la explotación tabacalera una caracterización de feudal. Es verdad que el gremio reúne algunas de

las características que normaron a las agrupaciones medievales: cerrado, por cuanto el número de

sus miembros fue restringido; obligatorio, nadir podía ejercer la actividad sin ser miembro; límite

de componentes, establecido por el poder colonial. Pero estas son expresiones de las normas

jurídicas de carácter feudal subsistentes en la legislación indiana o en la organización estatal. La

diferencia básica, existente en la producción tabacalera y que le da el carácter mercantil capitalista

es la forma como se producían, en base a que tipo de relaciones sociales de producción. En la

producción tabacalera, como hemos afirmado anteriormente, se sustentó en la explotación de mano

de obra asalariada, propiciada por los particulares como exponentes de una burguesía regional en

nacimiento y por la carencia de bienes territoriales.

Los cosecheros, en su mayoría como empresarios, al carácter de tierras y la escasez de

trabajadores, incrementaron la explotación del trabajador libre. Todo ello con miras a conseguir

una utilidad monetaria, fin perseguido por todo capitalista.

Al afirmar las relaciones mercantil capitalista en la producción, no lo hacemos en el sentido

de ser expresión similar a la que se da en un capitalismo avanzado. Son relaciones en que aun

subsisten otras formas precapitalistas; son expresión de un capitalismo naciente y por ello con la

conjunción de otro tipo de relaciones, en la que sí prima un nuevo tipo con características

capitalistas implantada en mayor grado por los llamados particulares.

La condición privilegiada de los cosecheros se halla claramente especificada por las

excepciones concedidas por las autoridades con la finalidad de asegurar la producción y que en las

instrucciones de Riva Agüero se determinan explícitamente (ver anexo correspondiente). Los

privilegios no se circunscribieron a los cosecheros sino que abarcó a los administradores de las

haciendas productoras y a los que llamamos como trabajadores calificados12 .

12 ANP/SH, Lima, 1779. Instrucción que han de observar los cosecheros de tabacos de la provincia de Saña (...) con la real hacienda.

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4.3 CLASES DE COSECHEROSAnteriormente mencionamos la existencia de cuatro grupos sociales trabándose en enconada lucha

por conseguir asignaciones en la producción de tabaco. Estos conformaban agrupaciones sociales

marcadamente disímiles, por la situación socio-económico de cada uno de ellos, dentro de la

estructura de dominación colonial. Nosotros los describiremos según lo presentan los documentos

de la época. Es decir guardaremos la división realizada por las autoridades del ramo estancado al

otorgar las cuotas de mazos. Al final de la expresada descripción presentamos otro tipo de

clasificación, según el papel desempeñado por ellos dentro del producción, a partir del volumen.

4.3.1 Hacendados. El número de cosecheros de esta categoría fue menor a la de los otros

participantes. Se diferenciaron por ser los que poseían el objeto de explotación privadamente. Las

haciendas como unidades económicas se hallaban en su poder y por tanto en mejor condición, el

propietario, para dedicarse a los cultivos tabacaleros.

Al ingresar al gremio contando con la unidad básica de explotación con los aditamentos

necesarios como construcciones implementos, las inversiones monetarias se redujeron a los pagos

de los trabajadores asalariados. En el momento de participar como cosechero hubo un aumento de

capital variable por lo señalado, mientras que el capital fijo ya se hallaba consolidado.

En la colonia, los hacendados representan al grupo privilegiado por excelencia, ubicados en la

escala superior del ordenamiento colonial; propiedad no representó únicamente un objeto

económico de explotación sino también la fuente de prestigio social. Fue, la hacienda o propiedad

predial, un requisito indispensable para el ejercicio de los derechos políticos coloniales13. Y, en el

Perú como país agrario, los hacendados gozaron de los privilegios concedidos a su clase.

La participación mínima de los hacendados pese a los privilegios detentados, en la producción

del tabaco luego de su estancamiento, llama poderosamente la atención. Aparte de los

considerandos expresados en el capítulo tercero de este trabajo, podemos agregar que la crisis

azucarera en alguna medida debió influir en el pérdida del poder político regional, mientras que los

grupos de comerciantes tomaban mayor vuelo y por una economía más pujante tomaban mayor

vuelo y por una economía más pujante tomaban el control político. Feijoó al cambiar la opinión

respecto a los indios dio preferencia a los hacendados, pero éstos, de los 32 empadronados en 1764,

solo llegan a cubrir cinco cuotas; es decir ingresan al gremios cinco hacendados, de los cuales dos

obtiene las cuotas más altas en consideración a tener el cargo de diputado. Son hechos que nos

permiten hablar de un desplazamiento político de los hacendados por los particulares.

13 Haring. Op. Cit., p. 264

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Los hacendados integrantes del gremio conformaron junto a los particulares el grupo de poder

intemo, controlando una mayor porcentaje de la producción. Los dichos, dentro de la estructura

colonial representaban los elementos sociales con mayores ingresos económicos.

“Los grupos de propietarios y comerciantes vinculados a las actividades exportadoras eran lógicamente los más altos ingresos, conjuntamente con los altos funcionarios de la corona y el clero. Estos sectores constituían la demanda dentro de la economía colonial y eran los únicos sectores en condiciones de acumular. Forzando el concepto, constituían al mismo tiempo el mercado interno colonial y la fuente de acumulación de capital”14.

Los hacendados habían consolidado su posición de dominio en la zona de Lambayeque sobre

la explotación de la caña de azúcar, la mano de obra indígena y la esclava; decayendo, en cierta

forma, en las últimas décadas del siglo XVIII. En estos años encontramos la presencia de dos

mestizos como propietarios de haciendas Juan Ojeda y Marcos Gamarra, dueños de Collocsi y

Chucape, permitiéndonos ver la introducción de elementos sociales nuevos en la detención de

propiedades territoriales. Los restantes propietarios eran españoles y criollos.

No insistimos mayormente en la condición de los hacendados por haberlos tratado en otros

capítulos.

4.3.2 Particulares. Los componentes de este sector de productores fueron los comerciantes

como lo referimos, sin invalidar el que hayan participado algunos funcionarios de la burocracia

regional, que debió ser insignificante su número si realmente hubo.

Las gestiones de la dirección en la creación del gremio de cosecheros, de hecho anulaba la

presencia de los intermediarios. Este desplazamiento lesionaba los intereses creados por los

comerciantes, por representar la pérdida de los beneficios hasta la fecha conseguidos con el tráfico

de tabacos. El camino a seguir para continuar beneficiándose con las utilidades fue la de gestionar

y conseguir ingresar al gremio de cosecheros como productores. Aquí radica, en esencia, la

participación de los comerciantes como cosecheros y originando en mayor grado relaciones de

producción mercantil capitalista.

El nacimiento e impulso de la producción mercantil capitalista en la rama tabacalera fue la

conjunción de cierto desarrollo de las fuerzas productivas y la coyuntura propiciada por el estado

colonial al instaurar el monopolio y organizar el gremio de cosecheros con inclusión de empresarios

capitalista denominados particulares, directos responsable de un nuevo modo de producción.

La composición de los particulares abrazaba españoles y mestizos (englobamos a todos los

grupos raciales intermedios). Al dedicarse a las actividades comerciales, una parte de las utilidades

14 Ferrer. La economía argentina, p. 31

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trasladaron a la producción del tabaco, contraponiéndose a los grupos sociales encumbrados

descendientes de los conquistadores o elevados por las mercedes reales a la categoría socia

privilegiada colonial. Los particulares son exponentes de una nueva clase social en nacimiento. El

siglo XVIII, se caracteriza por dicha emergencia, atestiguando diversos personajes del época como

Bravo de Lagunas, Montero y otros.

“El crecimiento de la población mestiza y el aumento de las actividades económicas que les eran peculiares, vencieron los límites de esta casta, ya que dentro de ella se incluyeron muchos españoles pobres, indios con determinadas ocupaciones, y en algunos casos, negros libertos”15.

Los blancos pobres, en relación con las otras agrupaciones raciales: mestizos, indios, tuvieron

mayores posibilidades mejorar el salario y de ascender en la escala social colonial16. En cambio, la

emergencia de los mestizos y mulatos, por ejemplo, no se ciñó exclusivamente al desarrollo de

actividades económicas ejercidas personalmente, sino que se debió a que una cantidad de ellos eran

legítimos y además cultos y adinerados17.

La relación mestizo-comercio, estaba dada por la circunstancia de hallarse desvinculados de

los grupos raciales procreadores, obligándolos su situación intermedia a ejercer diversos oficios y

mantener mayor movilidad.

“La mayor ventaja que tenían los mestizos fue la relativa posibilidad social, tanto ascendente como horizontal, es decir, la factibilidad de mejorar su clase y la factibilidad de cambiar su trabajo y desplazarse, sin mayores problemas, hacia otros lugares. (...) De tal manera, pues, que los mestizos, por la naturaleza misma de sus actividades, podían alcanzar status de superioridad en relación a los indígenas y al común de los mestizos, y hasta aspiraban igualar y superar a los españoles en la competencia por el prestigio económico, en el lujo de la vestimenta o preeminencias en las festividades religiosas”18.

El control mayoritario de la producción por los particulares lo señalamos en los cuadros

anteriores, así como los porcentajes. Lo que conviene señalar es que a partir de 1792, los mestizos

integrantes del gremio monopolizador de cultivos son desplazados los por los españoles y criollos;

en parte nos guiamos por la titulación don, aunque pudiera parecer relativo, la documentación

consultada nos señala un cuidado especial en otorgar tal título, y por las otras referentes a las

relaciones familiares existentes. Desde Riva Agüero nos percatamos de la tendencia, por las

autoridades, a favorecer a los españoles en el otorgamiento de cargos y privilegios. Estos

desplazamientos de los naturales por parte de los peninsulares tal vez pudo propiciar en alguna

forma la mayor acogida dispensada por los habitantes de la región a las ideas de la emancipación.

15 Silva Santisteban. El mito del mestizaje, p. 4316 Bagú. Op. Cit., p. 19517 Morner Magnus. Proceso histórico del mestizaje y de la transculturación de América Latina, p.3418 Silva Santisteban. Op. Cit., p. 44

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Detallamos la participación activa en el comercio por los lambayecanos y casi toda la zona norte del

país y, al restringirles diversos privilegios a favor de los españoles, pudo crear el descontento entre

esa nueva clase emergente: burguesía, dando origen más adelante a participar activamente por la

independencia. El norte brindó, como sabemos, mayor ayuda a las huestes libertadoras. Sobre el

desplazamiento Halperín nos dice:

“(...) son los españoles europeos los que, al introducirse arrolladoramente (gracias a las reformas mercantiles y administrativas borbónicas), en un espacio ya tan limitado, hacen desesperada una lucha por la supervivencia social que ya era muy difícil”19.

Por esta época, pese a los logros conseguidos por la nueva clase, la inestabilidad era palpable

ante la arremetida de los grupos hispanos. La propiedad territorial desempañaba todavía un papel

importante en las relaciones y los poseedores a través de ella trataron de conseguir un mayor

sometimiento de las castas. En toda América colonial se producía la falta de estabilidad para los

grupos sociales emergentes.

“En las zonas rurales de la América hispanolusa se desarrolló otro tipo de clase media, cuya inestabilidad económica debe haber sido motivo permanente de cambio social. Lo formaron hombres que tomaban a sus cargo una parcela de tierra, para trabajarlas con su familia o con el concurso de esclavos o indios y que pagaban alguna compensación al propietario de la heredad. Se les llamó de las maneras más distintas: arrendatarios, medieros, foreiros, colonos, sitiantes”20.

Los particulares al desenvolver la actividad productiva del tabaco, consiguieron elevar su

economía, pese a la situación inestable de alguno de ellos. El rubro del tabaco sirvió como un

trampolín para el mejoramiento económico y, no negamos, social. Podemos citar algunos ejemplos

de particulares que consiguieron mejoras: don Miguel de la Torre y Sánchez considerado en 1769

para producir 4 000 mazos, en 1781, logra una asignación de 50 000 mazo; el mestizo Juan Escurra

de dos mil mazos (1779 b) a 70 000 (1796); Nicolás Vela de 4 000 (1769) a 27 000 (1787); Julián

Floro, de 4 000 (1769) a 14 000 (1787). Y así varios casos más.

4.3.3 Pobres. Tercer elemento integrante del gremio, denominados así por no tener suficiencia

económica. El capital básico de su pertenencia para enfrentar la producción tabacalera fue fuerza

de trabajo y económicamente supeditados, en muchos casos de los prestamistas.

Son representantes de la clase social inferior de la escala colonial; en su mayoría pertenecen a

los grupos intermedio e indios. En términos generales formaban la masa de desocupados que

pulularon a lo largo y ancho del territorio colonial peruano y americano.

19 Halperín. Op. Cit., p. 4020 Bagú. Op. Cit., p. 90

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“La gran masa de los desocupados estuvo formada por miembros de grupos étnicos intermedios, pero no por arrastraran taras raciales insalvables, sino porque el esquema económico y social de la colonia no tenía para ellos ubicación alguna y porque, como consecuencia de los mismos y de una herencia social de siglos, los grupos étnicos que ejercían los trabajos manuales quedaban envilecido por ese solo hecho”21.

Al conformarse el gremio, del total de pobres, los españoles de dicha condición figuraron

casi el 50%, reduciéndose de este modo la participación de los mestizos, zambos, mulatos, etc., por

la prioridad a los blancos. La política colonial tendió a proporcionar mayor facilidades a los

blancos en detrimento de los otros grupos raciales, fundándose sobre todo en el concepto de la

superioridad racial. De esta manera, los pobres que antes de 1778 habían sido los verdaderos

cosecheros de tabaco, quedaron reducidos aun número pequeño.

Los cosecheros pobres habían desarrollado la actividad progresiva en forma independiente,

pese a existir presiones por parte de los propietarios de tierras para la venta de los productos a ellos.

A pesar de ello, no estuvieron sujetos a una dependencia formal. Vigil, en su informe, al respecto

asegura dicha libertad de acción:

“(...) siendo la gente libre la dedicada a este ejercicio, lo practican con indiferencia, donde le es mas cómodo continuando en la tierras, donde experimenta mejor y mas copioso fruto, apartándose de ellas, si padece alguna repetida desgracia, por razón del gusano u otro accidente, que le hace infructuoso su trabajo (...)”22.

La libertad de los productores pobres, en cambio no le reportó los beneficios

correspondientes por lo corto de su producto y tener que vender a los comerciantes y hacendados.

“(...) de modo que casi todo el que se lleva el Real Estanco es de esos, (gente libre o pobres) o bien remitido de su cuenta, o de los hacendados, que con la ocasión de cosecharse en sus tierras, la piden para comprársele, sin que por esto falte bastante cantidad para vender a otro particular y comerciante (...)”23.

La referencia al hablar de las ventas a particulares, comerciantes y hacendados indica la

interferencia de estos en las ventas directas. Los comerciantes, no solo intervinieron como

intermediarios, sino que también concurrieron como habilitadores de los pobres, que en muchos

casos eran de herramientas, vestidos y otras mercancías. La contrata de 1769, prohibió dichas

habilitaciones aceptando que fuera en dinero y herramientas.

La cuantía de las deudas contraídas por los pobres, de alguna manera, en algunos casos debió

originar la pérdida relativa de la independencia del productor, resultando la dependencia en ventas

por debajo de su precio normal de la mercancía a los habilitadores.

21 Idem, p. 11322 ANP/SH, Saña, 1764-1768, Manuscrito citado.23 Idem.

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Después de 1769, los pobres desempeñan una producción minimizada, al igual que los indios,

al ser desplazados en su mayoría por los particulares capitalista. El ingresos de los pobres al gremio

pudo ser consecuencia de la política de las particulares y hacendados manipuladores de la

organización del gremio, demostrar a las autoridades ser conscientes de dar cabida a los grupos

sociales sin recurso en dichas actividad y cumplidores de los dispositivos reguladores emanados de

la dirección; otra posibilidad pudo ser que su selección se debiera a las deudas contraídas con los

habilitadores y que para su pago era necesario integrarlos al gremio; algunos de los pobres tal vez se

comprometieron, para ingresar al gremio, trabajar en tierras proporcionados por los habilitadores,

recibiendo por ello, un determinado salario mientras toda la producción pertenecería al habilitador

aunque, claro está la venta sería a nombre del cosechero pobre agremiado.

Los cosecheros pobres figuran dentro del gremio hasta 1781. Más adelante desaparecen de la

producción, al igual que los indios. Este desplazamiento implica el acrecentamiento del poder

económico de los mayores productores que finalmente se deshicieron del derecho al cultivo a los

elementos de la clase sin recursos económicos. No es sólo un desplazamiento de carácter social,

sino que también es un índice del desplazamiento de la pequeña producción por una mayor, desde el

momento en que los cosecheros que permanecieron aumentaron sus cuotas.

Los cosecheros pobres que no lograron ingresar al gremio, la mayoría, al serles negado el

derecho a participar activamente en los cultivos tabacaleros, tuvieron que escoger dos caminos,

según nuestro entender: dedicarse a otras actividades o ingresar al gremio en calidad de trabajador

asalariado.

El último debió ser el camino escogido, no voluntariamente, sino impuesto por las

circunstancias, puesto que sus conocimientos relativos al cultivo, que al decir de los técnicos

requieren cierta especialización, eran de mucha utilidad a los empadronados particulares que por no

ser productores anteriormente, desconocían tales técnicas; entonces hallamos desplazamiento de

cosecheros libres a condición de trabajadores asalariados. El interés por esta producción por los que

los catalogamos como capitalistas creó este condicionamiento de los cosecheros originales. Al

igual que los despojos de Europa con la introducción del capitalismo en la agricultura, guardando

las distancias en diversos niveles, los cosecheros originarios de Saña sufrieron las consecuencias

también, de la implantación de un sistema de producción de corte capitalista.

4.3.4 Indios. Colonizado América, los indios conformaron el grupo social supeditado a un estado

de sujeción y dependencia que conllevó su explotación por las fuerzas conquistadoras. En América

y limitándonos al caso peruano, el contacto de dos naciones separadas por diferencias

fundamentales (cultura, costumbres, economía, religión) planteó a España la regulación de las

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relaciones24. Estas relaciones no pudo ser sobre la base de igualdad, por la negación de los

conquistadores a reconocer que los hombres de color tuviesen iguales derechos. El ensamblamiento

de las relaciones, por tanto, no solo consideraron los aspectos económicos-sociales sino también la

diferencia étnica.

“(...) se hallaban , entonces, en relación con gente que difería de ellos tanto en el aspecto económico como en los aspectos étnicos y jurídicos. En consecuencia, las relaciones de clases de los indígenas conservaron a lo largo del período colonial su carácter de relaciones interétnicas. Este hecho se debe naturalmente, a la situación colonial. En el fondo las relaciones interétnicas eran relaciones entre colonizadores y colonizados”25.

Las diversas formas de sujeción y explotación de los indígenas fueron fruto del directo

establecimiento de las fuerzas conquistadoras26, sin la intervención por parte de la corona

íntegramente, por el carácter semiprivado de las expediciones colonizadoras y que despertó en ellos

un sentimiento de autonomía. Las legislaciones dictadas posteriormente, por la corona, para

sancionar los diversos desórdenes acaecidos en las tierras conquistadas produjo resistencia entre los

conquistadores que desembocaron en las rebeliones conocidas, forzando a la corona, a pesar de

vencer a los insurrectos, cejar subsistente el régimen implantado por los conquistadores y que trató

de abolirlos27; subsistió la encomienda, mita y otros método de explotación de la masa indígena.

La resistencia de los indios a la explotación, tomando actitudes en la colonia, generalmente

pasivas, creó la leyenda de una maza inferior. No se comprendía esa manera de oponerse a la

fuerza dominante y explotadora.

“El indio no puede acceder al establecimiento de un orden nuevo que no comprende y que le exige un esfuerzo abrumador y desacostumbrado; su postura final es la desmoralización resignada y pasiva; el conquistador, incapaz de comprender la actitud el indio, la atribuye a pereza y malintencionada resistencia, creando así la leyenda del indio holgazán hipócrita, perverso (...)”28.

En el siglo XVIII, la condición jurídica de los indios mejoró. Los diversos textos del

legislación indiana confieren una liberación de la raza explotada. La realidad concreta no estuvo

ligada a dicho mejoramiento de la forma externa de la condición social de los indios; continuaron

las diversas prestaciones de servicios a los grupos dominantes, jugando papel importante el

endeudamiento. No existió concordancia entre el paternalismo de las legislaciones indianas y los

intereses de las clases sociales explotadoras.

24 Villarán. Apuntes sobre la realidad social de los indígenas del Perú ante las leyes de Indias, p. 1325 Stavenhagen. Las clases sociales en las sociedades agrarias, p. 20426 Vicens. Historia social y económica de España en América, Tomo III, p. 42627 Villarán. Op. Cit., p. 1728 Vicens. Op. Cit., pp. 450-451

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Esta disparidad marcada en la relación entre indios y conquistadores, hallamos en la selección

de los agricultores del tabaco, para conformar el gremio de cosecheros. Los indios por

manipulación de los grupos dominantes, interesados en mantener el control de la producción, fueron

despojados de la asignación primigenia de cuotas de mazos de tabaco. Las autoridades que habían

decretado posteriormente una distribución proporcional de 200 000 mazos a cada grupo social,

dieron marcha atrás por las dificultades puestas por los grupos dominantes, para evitar el ingreso de

los indios.

Ante el choque de dos tipos de intereses, el de los hacendados y particulares por un lado y, el

de los indígenas por otro, para la producción de la mercancía, el estado colonial optó por

contemporizar con los primeros, en desmedro de los últimos y por la política a evitar perjuicios a la

renta, devenida a menos por las siembras sin control gubernamental efectivo. Antes que la

protección de los indios, entre 1764 y 1768 recalcada, primó el interés fiscal económico,

manteniendo a los grupos regional con poder en el control de la producción del tabaco.

“Cuando la defensa del indio, que es la defensa del poder imperial contra los desmanes de inspiración feudal de los encomenderos y mineros, amenaza lesionar el volumen de la producción de las mercancías que el imperio espera más ansiosamente, el conflicto es siempre resuelto a favor de la mercancía y en contra del indio. Triunfa la necesidad económica inmediata, aún a riesgo de que se produzca lo que la monarquía teme, que es la existencia del oligarquías agresivas y con espíritu de independencia”29.

Los detractores de la capacidad de los indios para cumplir con las siembras del tabaco se

basaron en cuestiones falaces, como la carencia de tierras, existencia nula de recursos monetarios,

desconocimiento de las técnicas productivas, entre otras. Documentos de la época refutan

ineludiblemente las afirmaciones vertidas, en ese sentido, con la sola finalidad de negar la

participación de los indios en las plantaciones de tabacales.

El padrón de tributarios de la provincia de Saña, efectuado por el corregidor don Carlos Vigil

de 1735, examinado en 1768, por orden del director del estanco Feijoó de Sosa, dio como existentes

3 096 tributarios originarios con tierras, 56 forasteros sin tierras (incluidos cacique y segundas en

ambos grupos). El de 1786 las cifras de tributarios aumentaron: 3 884 originarios y forasteros con

tierras (incluidos cacique, segundas, alcaldes), 250 forasteros y zambaigos sin tierras, 789

reservados de ambos grupos (los originarios debieron ser en mayor número). ¿Qué indican las

cifras? Que la mayoría de los indios poseen tierras, elemento básico para la actividad agrícola. No

poseen tierras otorgadas, únicamente, por disposiciones de la corona española sino también por

compras a las mismas autoridades. Las mujeres eran igualmente, propietarias de tierras como lo

afirma el contador de retazas, al dar el informe en 1768:

29 Bagú. Op. C it., p. 74

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“las tierras poseen también las mujeres por herencias o compras a Su Majestad”30.

Emilio Romero, refiere la factibilidad de un mayor control de tierras por los indios de la

provincia de Lambayeque:

“En los valles más alejados de Lima, posiblemente en los de Lambayeque y Piura así como en los de 1791, corresponde al padrón anulado por la contrata de 1792.Arequipa, Moquegua y Tacna, se podían constatar una mayor disponibilidad de tierras para el cultivo de los indígenas (...)”31.

Es cierto que carecemos de datos sobre la magnitud de las tierras detentadas por los

indios. Para el cultivo del tabaco no se requirieron grandes extensiones. Con solvencia, los

indios, hubiesen cubierto la cuota de 260 mil mazos anuales; además, los indios contaban con un

elemento indispensable de la cual carecían los otros grupos sociales: el agua. En 1780 los indios de

Monsefú cedieron una parte de dicho elemento, mediante una acequie para la hacienda de Pucalá.

Lo expuesto, creemos, rebate una de las calumnias de los españoles y otros.

En lo pertinente a la capacidad económica de los indios de Lambayeque, ésta no puede ser

desmerecida o callada. Las diversas descripciones del siglo XVIII mencionan una actividad

económica amplia ejercida por los indios. Su labor no se ciñó a los menesteres tradicionales como

la agricultura, incursionaban en producciones manufactureras, comercio y transporte. El comercio

de sus productos se hallaban exonerados del pago de impuestos o pensiones dispuestas por las leyes

indianas. Para mostrar el desarrollo de la actividad económica despegada por los indios glosamos

las afirmaciones de Lequanda.

“Una de las causas de que proviene el que en este partido se vean indios más ricos que en otros países del reyno, consiste en ser éstos muy propensos al comercio y manufacturas; y lo que es más, que gozan ellos como los demás de su nación, el privilegio y regalía que las leyes piadosas les conceden, eximiéndolos de los reales derechos en las ventas de los que fabrican, labran y crían, logrando por esta parte expender sus efectos con mayor proporción que los españoles, y recibir mas utilidad y lucro que estos pensionados”32.

Al hablar sobre el carácter de los indios, en relación con las actividades productivas,

Lequanda incide en relevar las mejores cualidades que adornaban a los citados:

“ (...) éstos (indios) de Lambayeque son los catalanes laboriosos de la España, o por mejor decir los más dedicados a la labranza, crianza y comercio de todos los de su nación en el Perú (...).No se verá un hombre ni una mujer ociosos; pues ya hilando, teniendo, pasteando ganado, arando la tierra y trajinando, se admira esta gente de continuo.La primera materia de que abundan pasan regularmente primero por las manos del indio como ya se ha dicho, y hacen tanta sombra y daño a los españoles quanta

30 ANP/SH, Saña, 1764-1768. Manuscrito citado.31 Romero. Historia económica del Perú, Tomo. I, p. 16532 Lequanda. “Descripción geográfica del partido de Saña y Lambayeque”, p. 55

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mayor es su utilidad. La que les reporta el ejercicio de los pastores es crecida: la de la labranza en los campos es igualmente cuantiosa; las hilazas de algodón, fábricas de colchas, manteles, servilletas, palos, fajas y otras telas, son artículos de consideración; los zapatazos, los sombreros de paja que tejen, y otras muchas especies vienen de su poder, pues que todo es peculiar ocupación y entretenimiento de ellos”33.

La cita, expresa un marcado desarrollo de los indios de Lambayeque en el contexto de una

economía de mercado monetario. La integración, de la zona, a un sistema monetario capitalista, de

los indios no se debe únicamente a nivel de la producción sino asimismo a nivel de mano de obra,

para las diferente ocupaciones.

Muestra la adaptación del indio a formas económicas más desarrolladas. Activos

participantes de una economía mercantil. La producción para el mercado (regional e intercolonial),

rebasando marcos anteriores e ingresando a una economía monetaria; creemos, tuvo como

consecuencia el enfrentamiento con los grupos sociales dominantes, al tratar de alcanzar un mayor

poder económico en la región. Tal vez en forma inconsciente, pero que implicó el temor de las

capas dominantes a la insurgencia económica de los indígenas. Pudiera radicar en este hecho la

causa por la cual los españoles, criollos y adláteres, impidieron el acceso de los indios al control de

la producción tabacalera. Permitiría este rubro, por su comercialización efectiva en otro conducto

propiciante de una mayor independencia económica de los naturales.

El análisis anterior será muestra clara de la realidad si se llegan a realizar estudios sobre

quiénes controlaron efectivamente el comercio de los productos elaborados por los indios, aunque la

exposición de Lequanda y otros nos detallan como propia de los citados. Las utilidades mayores de

ese comercio fueron, efectivamente a manos de los indios. ¿En qué porcentaje a la de los españoles

u otros grupos sociales? Pese a esta interrogante, quedamos con la imagen de indígenas con

mayores ingresos monetarios a diferencia de los de otras regiones. Para concluir, es verdad que los

caciques contaban con una economía más solvente; expresión de dicha situación lo hallamos en el

pleito entablado entre los hermanos Antonio y Francisco Atochas con don Manuel Antonio Esteves

para conseguir la contrata de transportar de tabacos de Lambayeque al Puerto de Pacasmayo, en

1787. El asiento fue ganado por Esteves.

La vinculación de los indios a la economía de mercado monetario, de hecho, le proporcionó

ingresos en metálico. Para la producción de 4 000 mazos, individualmente, no era menester grandes

sumas de dinero ya que pudo realizarlo personalmente o con el concurso de mano de obra familiar y

por tanto los gastos por ese rubro no sería necesario de efectivizarlo, salvo, como dijimos en el caso

de los trabajadores calificados.

33 Idem . Op. C it., pp. 60-61

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La tercera objeción, igualmente, carece de validez por las mismas declaraciones de los

objetores. Cuando fue necesario anular la participación de los indios en la producción se les niega

toda cualidad; en cambio cuando necesitan mano de obra para sus sementeras las elogian. O sea la

negación sólo era fruto de rechazo a competidores. Fiel índice de actitudes y comportamientos en

la explotación de los grupos humanos sujetos a dependencia.

Volviendo a la conformación de los indios dentro del gremio de cosecheros, a partir de 1769,

descubrimos la presencia de dos grupos: caciques e indios (que nosotros los designamos como

otros). Según esto, en el cuadro adjunto podemos ver la participación de cada uno de ellos. La

composición de los indios, en conjunto no varió, hasta la fecha en que finalmente quedaron

desplazados. Estamos seguros de que a partir de 1782 no vuelven a figurar (la contrata de 1781 era

bianual). La tipificación de indios y caciques por los documentos dan a entender que los primeros

forman parte de la masa indígena, ajena a las autoridades de su misma raza. Nosotros nos

inclinamos por que hayan sido miembros de la jerarquía interna de la organización indígena (por

eso los llamamos otros).

COSECHEROS INDIOS POR CLASES, LUGARES Y AÑOS

Años 1769 1771 1775 1779a 1779b 1781

Lugares Caciques Otros Caciques Otros Caciques Otros Caciques Otros Caciques Otros Caciques Otros

Lambayeque 2 3 2 2 5 2 2

Chiclayo 3 3 3 3 3 1 1 1

Ferreñafe 1 1 1 3

Monsefú 1 4 1 4 1 4 1 4 1 4

Saña 1

Guadalupe 2 1 1 1

Totales 6 7 7 6 6 6 6 6 9 11 1 3

Las cuotas señaladas a los caciques fueron mayores (6 171 mazos) y el de los otros menor

(4 114). Las cifras parciales a cada grupo y totales pueden verse en el cuadro, en que los primeros

detentan mayor cuota a pesar de ser menor en número. En conjunto comparando con las

asignaciones totales y anuales, la de los indígenas es muy pequeña. Las asignaciones tienden a

disminuir hasta desaparecer en el año indicado anteriormente. El correspondiente al año de 1779 a

(anulado) sirve solo como referencia para ver la permanencia de los cosecheros, en todo el período

de Ascenso. Por pueblos Monsefú contó con mayor número de cosecheros, en cambio Chiclayo

controló una producción mayor por se los cosecheros Caciques.

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N Ú M E R O D E C O S E C H E R O S P O R C L A S E S , A Ñ O S Y A S IG N A C IO N E S

A ñosCaciques Otros A signaciones totales

N° A signación N° A signación Indios D irección general

1769 6 37 026 7 28 720 65 824 600 657

1771 7 40 320 6 23 040 53 360 598 014

1775 6 24 120 6 16 080 40 200 400 000

1777a 6 20 664 6 14 136 31 800 320 000

1779b 9 18 000 11 22 000 40 000 300 000

1781 1 4 000 3 12 000 16 000 701 000

La corona española al implantar dominio sobre los pueblos sometidos por la conquista

conservaron los privilegios de los jefes regionales. Para un control efectivo de las masas sometidas

contaron el auxilio de los curacas en el Perú, llamados por los españoles caciques, y otros

principales, quienes a cambio lograron situarse por encima de sus subordinados, al lograr

concesiones económicas entre otros privilegios. Al convertirse en auxiliares del gobierno colonial,

las aristocracias locales, se comprometieron a mantener la sumisión de sus semejantes al poder

español; se encargaron del cobro de tributos, reclutamiento de mano de obra, etc.

Al conservar poder de mando y como miembros o agentes de dominación los jefes indígenas

se convirtieron en explotadores de su misma raza generalmente. En gran medida el temor a la

pérdida del cargo determinó que los jefes no defendieron a su pueblo aceptaran las diferentes

formas de explotación por parte de los españoles. Romero, al tratar la función de los caciques

señala la tiranía que imprimieron a su ejercicio.

“El poder que adquirieron los caciques fue en verdad muy fuerte, ya que para no responder con sus bienes por los deudores acabaron por convertirse en crueles perseguidores de la gente de su propia raza sin respetar viudez, hambre o miseria. En esa forma acrecentaron su fortuna”34.

A cerca de este comportamiento de los intermediarios entre España y la “república india”,

Bagú explica como consecuencia de la estructura colonial implantada que les obligó a dicho

proceder. O sea no por naturaleza tendió el cacique a mantener oprimido a sus congéneres sino

forzado por la sociedad en que hallaba y que se basaba en la dominación y la explotación.

“También los caciques y curacas de América se transformaron en tiranuelos miserables, muchas veces, al calor de una sociedad colonial que les instigaba y les ofrecía recompensas inmediatas por ese proceder. Ni el reyezuelo africano ni el

34 Rom ero. Op. C it., p. 174

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cacique americano fueron buenos o malos, honestos o deshonestos por fatalidad racial, sino por gravitación del tipo de sociedad en que vieron envueltos”35.

Un ejemplo de la explotación realizada por los caciques y otras autoridades las encontramos

en la denuncia de Llaque en 1780.

La inclusión de caciques al gremio de cosecheros no sería uno de los privilegios concedidos

por ser agente de dominación. La entrega de asignaciones pudiera estar ligada a una política de

conformar a las autoridades indígenas, para de ese modo evitar posibles conflictos con la mayoría

de ellos. Los caciques se encargarían de acallar cualquier protesta de los subordinados por el

despojo de las asignaciones.

Conociendo los intereses puestos a luz por los diferentes grupos sociales de la provincia

lambayecana para obtener las cuotas de producción, nosotros no estamos muy convencidos de que

la única razón valedera fuera la capacidad económica de los caciques para su designación como

cosecheros. Pudo estar vinculada a la expresada líneas arriba. Pero no negamos la existencia de

una posición acomodada de los cacique al señalar nuestra duda acerca de los móviles de su

designación al seno del gremio.

Los privilegios de los caciques indígenas poder citar: las concesiones de mayores extensiones

de tierras para el usufructo personal, concurso de los subordinados a los trabajos de los caciques,

entre otros y que convirtieron a los detentadores en hombres acaudalados. En las cuotas de tabaco

recibieron mayores cifras en relación con los otros agremiados indígenas; 50% más.

Las siembras de tabacales contaron con el concurso de indios en menor proporción numérica

y producción, y desplazados definitivamente en el periodo de expansión.

Para concluir este capítulo, hemos creído por conveniente incluir un cuadro de las

asignaciones según una agrupación diferente a la reseñada y de acuerdo a la mayor o menor

absorción de cuotas de producción y control de ellas ejercidas por los cosecheros. Sobre las

particularidades de los cuatro sociales integrantes del gremio, nuestra clasificación se ciñe a tres

categorías:

- Cosecheros mayores, integrado por hacendados y particulares con mayor solvencia

económica.

- Cosecheros medianos, conformado por particulares y caciques.

- Cosecheros pequeños, incluye a pobres e indios (otros).

Los particulares integran dos grupos y como introductores de la producción mercantil

capitalista , controlaron la mayor producción tabacalera.

35 Bagú. Op. C it., p. 192

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C O S E C H E R O S Y A S IG N A C IO N E S SE G Ú N C A P A C ID A D E C O N Ó M IC A , L U G A R E S Y A Ñ O S

Particulares Particulares Particulares TotalesPequeños Medianos Mayores

AÑOS LUGARES N° C. Asignaciones N° C. Asignaciones N° C. Asignaciones N° C. AsignacionesLambayeque 9 55 539 4 60 342Chiclayo 9 37 026 9 55 539 5 80 923Ferreñafe 13 53 482 4 24 684 2 41 142Monsefú 4 16 456 1 6 171Saña 4 16 456 3 18 513 2 30 171Guadalupe 15 61 610 2 12 342 2 30 171

1769 45 185 030 28 172 788 15 242 749 88 600 657Lambayeque 9 55 539 4 60 342Chiclayo 9 37 026 8 49 368 5 80 923Ferreñafe 13 53 482 4 24 684 2 41 142Monsefú 4 16 456 1 6 171Saña 4 16 456 3 18 513 2 30 171Guadalupe 15 61 610 2 12 342 2 30 171

1771 45 185 030 27 166 517 15 242 749 87 598 014Lambayeque 9 30 996 4 33 724Chiclayo 9 21 204 9 30 996 5 45 328Ferreñafe 13 30 528 4 13 776 2 23 208Monsefú 4 9 424 1 3 444Saña 4 9 424 3 10 334 2 16 862Guadalupe 13 32 884 2 10 334 2 16 862

1775 43 103 464 28 99 880 15 135 984 86 40 000Lambayeque 9 30 996 4 99 724Chiclayo 9 21 204 9 30 996 5 45 328Ferreñafe 13 30 528 4 13 776 2 23 208Monsefú 4 9 424 1 3 444Saña 4 9 424 3 10 334 2 16 862Guadalupe 14 32 884 3 10 334 2 16 862

1779a 44 103 464 29 99 880 15 135 984 88 339 524Lambayeque 7 14 000 7 21 000 9 45 000Chiclayo 20 40 000 10 30 000 8 44 000Ferreñafe 13 26 000 5 15 000 3 16 000Monsefú 5 10 000Saña 9 18 000 4 21 000

1779b 54 108 000 22 66 000 24 126 000 100 600 000Chiclayo 10 48 000 4 40 000 3 155 000Ferreñafe 5 22 000 4 44 000 2 130 000Saña 2 24 000 3 30 000 4 220 000

1781 17 94 000 11 114 000 9 505 000 37 701 000Chiclayo 12 72 000 10 86 000 6 145 000Ferreñafe 13 78 000 5 46 000 1 25 000Saña 3 28 000 1 20 000

25 150 000 18 160 000 8 190 000 51 50 00017911792 Guadalupe 4 52 000 12 448 000 16 50 0001798 Guadalupe 6 52 000 19 448 000 25

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En la agrupación hemos tomado dos criterios. Uno que abarca de 1769a, 1779b (1779 a vales

sólo como referencia) en los que consideramos como mayores a los que contaban con asignaciones

entre 9 600 a 20 571 mazos; medianos a los que tuvieron 6 171 mazos; pequeños con 4 114 mazos.

El segundo bloque va de 1781 a 1798, considerando a los mayores con cuotas de 15 000 a 100 000

mazos; medianos con asignaciones de 6 000 a 15 000 mazos; a los pequeños con cuotas inferiores a

los 6 000 mazos.

El criterio para dicha división se debe a que de todas maneras tratamos de guardar las

diferencias dispuestas por las autoridades, para mostrar las diferencias de los períodos de ascenso

con los expansión y reajuste. Las diferencias se dan entre el primero con los últimos en lo que

respecta a las cuotas en los que existieron mayores asignaciones a menores cosecheros.

El cuadro antecedente, por si, indica el grado de concentración de la producción en

determinados cosecheros y lugares, el desplazamiento de los cosecheros pequeños.

4.4 MANO DE OBRAEn la colonia las diversas actividades económicas basáronse en la explotación de los diferentes

forma de relaciones de producción, hallamos: desde la esclava, servidumbre hasta la del asalariado

libre. Todas estas relaciones funcionaron en base a la apropiación y control de los medios de

producción por una minoría. La propiedad privada de dichos medios de producción permitió

relaciones de dominio y subordinación.

La agricultura tabacalera pese a hallarse encuadrada dentro de la estructura colonial de

dominación, con normas jurídicas de carácter feudal, supeditó la creación de la mercancía según

formas de relaciones de producción basadas en la explotación de trabajadores asalariados, dando un

nuevo carácter a la producción tabacalera y signándoles como típico de una producción mercantil

capitalista.

Las fuentes documentales nos permiten asegurar el predominio de la concurrencia de los

trabajadores asalariados libres, en los tabacales. Además consideramos que la presencia de los

particulares al no tener propiedad predial, y desarrollar la actividad económica como arrendatario

no pudo ejercer dominio de tipo servil sobre los trabajadores. Necesariamente, por tal situación

recurrió a la contrata de trabajadores mediante el pago monetario. Como empresario capitalistas les

convenía la utilización de los asalariados y, también, porque la producción del tabaco sólo

necesitaba un tiempo de seis meses. Sabiendo que el interés de los particulares se debía a lograr

mayores ingresos por conducto del tabaco no podían mantener por otros seis meses

improductivamente. En algunos casos y en menor proporción debió contar con peones para las

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labores posteriores al corte; pero, lo cierto es que no pudieron emplear trabajadores por el espacio

de un año o en forma continuada.

El control de los particulares de la producción y según todo lo expuesto en los capítulos

anteriores conducen a que aseguremos la mayor proporción de trabajadores libres asalariados en los

tabacales. Esta concurrencia fue mayor o menor en la medida del número de asignaciones anuales

de producción.

En la producción del tabaco la mano de obra empleada fue de dos clases, que nosotros los

denominamos de la siguiente manera:

- Trabajadores agrícolas.

- Trabajadores calificados o manufactureros.

Estos sin considerar que posteriormente, en las fábricas, fue necesario el empleo de otro tipo

de mano de obra, netamente obreros, en la fabricación de cigarros, cigarrillos, puros, etc. O sea que

los mazos de tabaco remitidos de los centros de producción eran semimanufacturados.

Los trabajadores agrícolas, desempeñaron sus labores en las tareas propias del campo, desde

la roturación del suelo hasta la cosecha. Esta tarea requería ciertos conocimientos, una relativa

especialización, por ser el tabaco un producto que necesitaba especial cuidado, como lo disponen

las reglas de cultivo de Agüero. Estos operarios agrícolas a su vez se conformaban de dos grupos:

Unos, en menor proporción, ligados a la plantación hasta la cosecha, con cierta estabilidad; otros, la

mayoría, de carácter estacional, contratados para las labores que necesitaron mayor concurso de

trabajadores por la importancia de la tarea como por ejemplo la de las plantaciones, lampeos, corte.

Los trabajadores calificados o manufactureros, se refieren a los que concurrieron como los

técnicos o entendidos en dar a las hojas de tabaco el sabor, jugo, olor, aquellos caracteres que le

daban calidad o aprecio en el mercado. Son los llamados oficiales por los documentos

(ensartadores, boleadores, amarradores, ahumadores). Son trabajadores con conocimientos

especiales y habilidad determinada. Los informes documentales indican como los de mayor

especialidad a los amarradores y boleadores (los que formaban los mazos) y está corroborado, en

parte, por la escasez de ellos durante 1787 y siguientes. Su importancia fue tal que en 1780

Otermín como delegado de Agüero tuvo que empadrinarlos. Con lo expresado sobre los últimos no

negamos la importancia de los otros técnicos que contribuyeron con sus conocimientos a la

elaboración final de la mercancía.

La especialización de estos técnicos tuvo su contraparte en la actitud de los cosecheros en

tratar de sujetarlos a cualquier precio bajo su dependencia, con arreglo a las reglas correspondientes

dictadas por Agüero. Dicha política fue replicada con el abandono de participar en la elaboración

de los mazos y emplearse en los trapiches de los indios. O sea la tendencia a una mayor sujeción de

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la mano de obra calificada tuvo como consecuencia su alejamiento, denotando que los trabajadores

citados no se sometieron a los caprichos de los cosecheros, prefiriendo dedicarse a otras tareas antes

de perder su libertad de acción.

Los pagos a los trabajadores, por disposición gubernamental del ramo estancado debían ser en

metálico. Datos cifrados para 1764, 1768, 1780 (parciales) y 1796, nos hacen pensar en su

cumplimiento, aunque no tenemos derecho alguno a negar una posible paga en metálico y otra en

especies. La cancelación de los jornales en metálico pudieron ser efectivos como una consecuencia

de la situación de los cosecheros y la situación de Lambayeque, que como centro comercial activo

contaba con numerario como para enfrentar tales inversiones. Por disposición de las autoridades

existía la retención de determinadas cantidades a los cosecheros del importe de los mazos, caso de

queja por los operarios por impagos.

Los jornales diarios de los trabajadores eran de dos reales, en desacuerdo al arancel de los

jornales dictados por el virrey duque De La Plata en 1687. La dirección no especificó los jornales

de los trabajadores; los regulaciones salariales quedaron supeditadas a la costumbre de la zona; la

salvedad fueron ordenar el pago en metálico. Los jornales señalados correspondieron a los

trabajadores agrícolas, ensartadores y ahumadores.

Los amarradores y boleadores, percibieron un salario determinado por el número de mazos

elaborados. O sea fueron en razón de un sistema de trabajo diferente: destajo. La cifra base fue de

100 mazos por seis reales, emolumento que se repartía por igual el boleador y el amarrador. El

trabajo citado nos habla de una racionalización de la labor; una división del trabajo en el cual la

elaboración del mazo requirió el acoplamiento de dos formas de trabajo correlacionado. Uno

efectuaba el mazo y el otro se encargaba de amarrarlo debidamente, dándoles la consistencia por la

cual un mazo podía conservarse un tiempo más prolongado.

Para determinar queremos aclarar que los trabajadores tomados por los indios no solo

concurrieron por tener que escapar de las presiones de los cosecheros sino también porque la paga

era puntual: en efectivo y un tanto mayor que la de los cosecheros (supeditados a la cantidad

señalada). Esta competencia de los indios en las contratas de trabajadores es otro punto a

considerar sobre los indios de una mejor condición económica, en Lambayeque.

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CONCLUSIONES

El Perú colonial, pese a un fundamental caracterización económica feudal, encierra en su desarrollo,

diversos modos de producción de bienes materiales, correspondientes a rubros particulares de

explotación. En la explotación económica colonial del tabaco, de fines del siglo XVIII,

encontramos un modo de producción mercantil capitalista que corresponde a un contexto histórico

especial del surgimiento de una burguesía regional, tendiente a consolidarse en el dominio

económico y político de la zona. El surgimiento y estabilización de la producción mercantil

capitalista en la agricultura del tabaco, fue consecuencia del abandono de muchas haciendas por sus

propietarios, a raíz de la crisis azucarera de mediados del siglo XVIII, y patrocinado indirectamente

por la creación del Estanco del Tabaco. La decadencia azucarera orientó las fuerzas de producción

en la búsqueda de otros rubros que en este caso, fue el tabaco, que adoptó el carácter mercantil por

la incursión de capitales monetarios y mano de obra asalariada, sobre la base de la descomposición

de relaciones de producción esclavista y feudal del coloniaje. La particularidad de la explotación

tabacalera radica en la apropiación de la renta del suelo y del plusvalía generada por los asalariados

que devinieron en tales, en un verdadero proceso de acumulación de capital.

El proceso de acumulación del capital liquidó las formas predominantes de explotación

tabacalera, basadas en la pequeña producción independiente, ejercidos por grupos sociales sin

mayores recursos económicos. Este proceso se expresó, finalmente, en la formación del Gremio de

Cosecheros cuyos miembros contaron con fondos monetarios privados y estatales en un período del

desarrollo histórico. El Gremio de Cosecheros, como entidad reguladora del tabaco, nació como

parte de la política monopolista del Estado colonial, de encausar la actividad agrícola dentro de un

sistema planificado y como forma de financiar los ingresos fiscales en el proceso de su

comercialización. Los capitalistas, a través del desarrollo histórico de la producción, iniciaron,

dentro del Gremio, un desplazamiento de los cosecheros pobres e indios, constituyendo con los

hacendados el grupo del poder económico.

Finalmente, los capitalistas, en la postrimerías del siglo XVIII, quedaron como únicos

productores del tabaco. Al producir el tabaco según el régimen capitalista, la mano de obra

asalariada explotada, fue la de los grupos sociales dependientes, sobre todo de los primigenios

cultivadores que al ser desplazados, tuvieron que proporcionar la fuerza de trabajo en beneficio de

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los capitalistas. Esta nueva relación laboral en provecho de los capitalistas, se desarrolló dentro

normas jurídicas correspondientes a la estructura feudal; en la práctica no tuvieron vigencia en la

regulación de estas nuevas relaciones de producción, por no corresponder a las condiciones reales

del medio social y geográficos y a las leyes de desarrollo de un nuevo modo. Esto se confirma con

la inoperancia de las leyes protectoras de los indios en el proceso real de la producción del tabaco.

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DOCUMENTOS

ARCHIVO NACIONAL DEL PERÚ, SECCIÓN HISTÓRICA

Lima 1750 “Instrucción y ordenanza de 15 de noviembre de 1749 de lo que se hace observar para la administración, tiempo y a donde se han de dar las cuentas por el tesoro principal de ella en Madrid y otras cosas conducentes a su mejor gobierno y adelantamiento lo que han de tener efecto desde 1° del próximo año de 1750 en adelante”.

Lima 1751 “Auto para que se examine todas las personas que han recibido tabaco en polvo en los seis años que se comprende desde 1745 hasta 1750 inclusive”.

Lima 1752 - 1756 “Cuaderno donde se toma la razón de varios apuntes particulares que se van ofreciendo en la del real estanco de los tabacos, establecido en esta capital desde el 12 de mayo de 1752”.

Lima (Santiago) 1753 “Borrador de las tres cartas que se correspondieron al administrador general del obispo de Santiago de Chile”.

Santiago (Chile) 1753 “Instrucción del administrador general de los tabacos de esta capital y su obispado para los estanqueros por menores”.

Santiago (Chile ) 1753 “Instrucción de administrador general del real estanco de los tabacos de esta ciudad de Santiago para los estanqueros por menores del tabaco en humo”.

Concepción (Chile) 1754 “Expediente sobre la propuesta que hace don Fernando Sáenz de León para que se establezca bajo dirección del estanco de los tabacos de ambas especies en la ciudad y el obispado de la Concepción de Chile”.

Lima (Santiago) “Borrador del informe hecho a su excelencia sobre las representaciones que hicieron el cabildo secular de Chile y el diputado del comercio de la ciudad de Santiago con varias propuestas sobre que se extinga el estanco de los tabacos”.

Concepción 1759 “Carta de don Fernando Sáenz de León al señor director general don José Nieto de Lara, sobre diferentes aspectos relacionados con remisión de tabaco”.

Lima 1756 “Consulta del director general sobre haberse introducido el corregidor de Trujillo en asuntos de la renta que pertenecen a administrador de ella y visita en la real junta se determinó por auto de 18 de mayo de 1756, se le escribiese carta por secretaria de cámara de su excelencia para que se abstenga de atender a estos asuntos en lo sucesivo”.

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Lima 1763 “Consulta del director don José Nieto de Lara sobre que se escriban cartas a los corregidores del reino para que sellen las introducciones del tabaco de ilícito comercio en las provincias, marzo 8 de 1763”.

Lima 1764 “Autos sobre el arreglo de los reales almacenes del tabaco en polvo y rama de estado de tabaco”.

Lima 1764 “Expediento sobre que los padres misioneros de apolo bamba hagan siembras de tabaco en dichas misiones”.

Lima 1764 “Método y fórmula para el ajustamiento y liquidación de la cuenta de la renta de tabaco”.

Jauja 1764 - 1766 “Diligencias practicadas sobre el descubrimiento de una introducción de tabaco en polvo, practicadas por el coronel don Alfonso Santa de Ortega, gobernador político y militar de esta provincia de Jauja, y comandante de jefe de su tropa y fronteras”.

Lima 1764 -17 67 “Autos sobre el reconocimiento del real estanco de tabaco”.

México 1764 “Instrucciones de la renta de tabaco de México”.

Saña 1764 - 1768 “Autos seguidos a instancia del tribunal de la dirección sobre el arreglo que debe haber en las remisiones y compras del tabaco de la provincia de Saña”.

Lambayeque 1767 “Expediente sobre el descubrimiento y la necesidad del exterminio de la fábrica de tabaco en polvo que tiene un negro criollo esclavo de la hacienda Pucalá y lo que beneficia al remedo de México y lo expende a doce reales libra”.

Lambayeque 1768 “Expediente sobre el arreglo de las precisas porciones de tabaco en rama que se necesitan para el abasto preciso y consumo del real estanco de Chile”.

Lambayeque 1768 “Carta de don Luis de Guzmán, factor y administrador general del real del estanco de esta ciudad al señor director general don Miguel Feijoó de Sosa, informando sobre diversos asuntos relacionados con la administración: repartición de los 600 mil mazos de tabaco de esta provincia, recurrencia al administrador de la ciudad de Trujillo para suministrar el abasto en polvo, etc.”.

Lambayeque 1768 “Carta de don Luis de Guzmán, administrador y factor del estanco de esta ciudad, informando sobre diversos asuntos relacionados con la administración: fletes al conductor de carga de tabaco, verificación de arreglo de las siembras, etc.”.

Lambayeque 1768 “Carta de don Luis de Guzmán, factor y administrador del estanco de esta ciudad informando sobre la elección de diputados (indios y hacendados) y/o la utilidad de la siembra”.

Lambayeque 1768 “Carta de don Carlos Vigil Miranda; corregidor, al señor director general don Miguel Feijoó de Sosa, informando del auxilio que dio al

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administrador en el reglamento con que adelante deben correr la siembra de los tabacos que se cultivan en provincia”.

Lambayeque 1768 “Expediente en que se trata de la excesiva cosecha y remisión de tabaco de la provincia de Saña”.

Cuzco 1768 “Expediente sobre que se prohiban las siembras de tabaco que se han acostumbrado hacer en los distritos de la administración general del obispo del Cuzco, y sobre que en su lugar se remitan tabacos de Saña a dicha administración general”.

Huancavelica 1768 - 1769 “Expediente sobre las siembras que ilícitamente se hacen en el distrito del Corregimiento de Guamanga”

Lima 1768 - 1774 “Expediente que se trata del monto de las rentas en los estanquillos y en las tercenas a propósito de haberse encontrado mayor monto en la tercena de la ciudad de Arequipa”.

Lambayeque 1769 “Carta al señor director general don Miguel Feijoó de Sosa dirigida por don Luis de Guzmán en la que se tratan diversos asuntos: siembras, precisión del ramo”.

Lima 1769 “Autos seguidos sobre el producto de la renta de tabacos”.

Saña 1768 - 1769 “De los autos elegidos en tribunal general de la dirección, sobre el arreglo que debe hacer en las remisiones compras y siembras de los tabacos que se cultivan en la provincia de Saña”.

Lambayeque 1771 “Lista de los sujetos que contiene el arreglo de sembradores en la que se incluye las nuevas y últimamente subrogados por el administrador y diputación”.

Lima 1773 “Autos que sigue don Antonio de Quirino sobre que se le conceda fabricar tabaco en polvo”.

Lima 1773 - 1775 “Autos que sigue la dirección general de tabacos contra varios sujetos sobre descubrir una fabrica a este efecto”.

Saña 1775 - 1777 “Autos que sigue el vecindario de la ciudad de Saña con el administrador de tabaco de aquella provincia sobre el reglamento”.

Lima 1776 - 1777 “Autos que sigue don Domingo Matallana y Matos contra don Baltasar Gabriel Collantes en que mutuamente se acusaría”.

Lima (Chachapoyas) 1777 “Expediente en que se trata de lo actuado por la dirección general a fin de evitar los prejuicios de las reventas de tabaco que se ha dado mérito la escasez de los Bracamoros, tanto en 1776 como en 1777, por la perniciosa contienda suscitada entre el factor de la renta y el corregidor de la provincia de Chachapoyas”.

Lima 1777 “Liquidación de las entradas, salidas y existencias de los tabacos en polvo y rama de estos reales almacenes, comprendiendo nueve años desde el primero de enero de 1767 hasta fin de diciembre de 1775, siendo todo un

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extracto o resumen general de las liquidaciones respectivas de dichos años”.

Lima 1778 “Expediente en que se contiene los varios comisos de tabaco en polvo y rama que se han hecho por el guarda mayor del puerto del Callao, el visitador de la renta de este arzobispado y otros individuos desde 31 de agosto del año pasado de 1776 hasta el presente”.

Lima 1779 “Relación de los empleados en la real renta del tabaco perteneciente a esta superior gobierno: que se dio copia al tribunal mayor y audiencia real de cuentas a mandato del señor visitador general del reino.

Lima (Lambayeque 1779) “Contrata sobre precios capítulos y condiciones propuestas por la real hacienda con los cosecheros del tabaco en la provincia de Saña, cuyos representantes son el capitán don Marcos Sáenz del Ruzco y el don José Delgado”.

Lima 1780 “Registro que contiene las diligencias practicadas en orden al corregimiento de los cigarros y tabacos de todas las pulperías de esta capital y fuera de ella en virtud de lo mandado por auto proveído por el señor don José de la Riva”

Lambayeque 1780 “Reglamento de la administración general del obispado de Trujillo trasladado a Lambayeque con incorporación de la factoría de tabacos”.

Lima 1780 “Carta de don José de la Riva dirigida a don Miguel de Otermín en Lambayeque conteniendo diversas recomendaciones sobre el mejor funcionamiento de la administración de ese lugar y alrededores.”

Lambayeque 1780 “Sobre la contrata que a de hacerse con los cosecheros de tabaco de la Provincia de Saña. Dirigida a oficio de 27 de agosto de 1779”.

Lima 1780 “Carta de don José de la Riva, director general a don Miguel de Otermín, en Lambayeque, noticiándole la aprobación de la contrata de dicho Otermín ha hecho con varios cosecheros de la provincia para sembrar y beneficiar 300 mazos de tabaco al modo de Bracamoros”

Lambayeque 1780 “Expediente relativo a la contrata hecha por varios cosecheros de tabaco de Saña en que obligaron a sembrar y beneficiar 280 mil mazos a semejanza de la provincia de Chachapoyas”.

Lima 1780 “Contienen los dos reglamentos de los empleados y sueldos para la factoría, administración general de la provincia de Chachapoyas y el resguardo para impedir los fraudes”.

Lima 1780 “Reglamento provisional les da los empleados en la contaduría general que debe correr desde el primero de enero de 1781 como los adjuntos de la administración general del arzobispado y el de las labores y fábricas de esta real renta”.

Lima 1780 “Declaración de los limpioneros y cigarreros de Lima”.

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Lambayeque 1781 “Sumario sobre la seducción con que Pedro Llanque indio procurador del pueblo de Ferreñafe violento a los de su común para que excusasen el trabajo de la zanja que de orden superior se hace en Lambayeque”.

Lima 1781 “Sumaria en virtud del auto cabeza del proceso formado por el señor contador general de la real renta de tabacos de estos reinos del Perú y Chile sobre el motín formado por los laborantes de cigarrillos en la casa de la real administración”.

Lima (Trujillo 1781) “Expediente sobre el Reglamento de la fábrica de cigarros de la ciudad de Trujillo”.

Lima 1782 “Principal costo y costos fijados a los tabacos de Bracamoros, Saña, Habana, Guayaquil, cigarros puros y de papel, por el señor don Miguel de Otermín, siendo contador General de la Renta, el 13 de agosto de 1782”.

Lambayeque 1783 “Carta del factor de Lambayeque don Ignacio Vicente de Lara, al director general don Miguel de Otermín y respuesta sobre las anticipaciones de plata hechas a los cosecheros de Saña para su habilitación”.

Lima 1783 “Expediente sobre los parajes que deben cubrir en el día los resguardos del rió Marañón consecuente con informe de factor de Chachapoyas y dictamen del señor contador general”.

Lambayeque 1783 “Copia de la escritura de contrata celebrada con los cosecheros de tabacos de la provincia de Saña”.

Lima 1783 “Razón general de todos los censos impuestos en estos reinos del Perú sobre la real hacienda desde 8 de agosto de 1781 hasta 30 de octubre de 1783”.

Chachapoyas 1784 “Carta de don Baltasar Gabriel Collantes, factor de Chachapoyas a don Miguel de Otermín, director general en Lima, y respuesta en la que se participa la visita que acaba de hacer el factor en el partido de Guayabamba y las instrucciones que ha dado para el mejor beneficio de los tabacos y para la formación de algunos de ellos a semejanza de los de La Habana”.

Lima 1784 “Instrucción y ordenanza que ha de observarse en la administración particular de alcabalas y tabacos y factorías de los mismos en Lambayeque, jurisdicción de Trujillo, con sus ministros y empleados”.

Trujillo 1784 “Instrucción que se ha de observarse por los ministros y empleados en la real administración de tabacos y alcabalas del puerto de Paita y provincia de Piura”.

Lima 1784 “Orden de don Jorge Escobedo, visitador superintendente de la real hacienda, al señor director de tabacos don Miguel de Otermín, prohibiendo la venta de tabaco en rama temporalmente, con el fin de precaverlos fraudes frecuentes”.

Cusco 1784 “Expediente sobre los artículos de la real ordenanza de intendentes del 28 de enero de 1782 respectivos a lo que sabe observar en la renta de tabacos,

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naipes y papel sellado, su manejo, distribución, jurisdicción de la junta que se ha de formar a este efecto con los demás que practique”.

Lambayeque 1785 “Sobre el remate de la conducción de tabacos de la factoría de Lambayeque a esta capital promovido por el administrador general del obispo de Trujillo”.

Lima 1786 “Los hacendados del valle de Cañete solicitando el que se les dé semanalmente tabaco de Saña para sus haciendas como antiguamente se ejecutaba”.

Lambayeque 1787 “38 facturas del acopio de tabaco en Lambayeque”.

Trujillo 1787 “Relaciones de la fábrica de Trujillo”.

Chiclayo 1787 “Cosecheros de tabacos del partido Chiclayo, solicitando se libren providencias para que tengan efecto las dadas por la dirección de ellos, y otras que prohíban las siembras a los que no lo son, y que no trabajen los destinados a esta labor en otra alguna”.

Lambayeque 1787 “Don Marcos Sáenz del Rusco, factor de tabacos en Lambayeque acompañando representación de los cosecheros de ellos en aquella provincia sobre providencias que solicitan se expidan a su beneficio y al de las siembras”.

Lambayeque 1787 “Don Marcos Sáenz del Rusco, administrador de tabacos en Lambayeque sobre la decadencia de la siembra de ellos en la provincia de Saña de que es factor, por el disgusto de los cosecheros a causa de no guardárseles los fueros, gracias, privilegios y excepciones con que fueron matriculados”.

Lima 1788 “Expediente formado a instancia de los arrieros de la carrera de valles sobre el asiento de la conducción de tabacos de Saña a esta capital, y al puerto de Pacasmayo para Chile”.

Lima 1788 “Documento sobre la fábrica de bodega de Pacasmayo”.

Lambayeque 1788 “Expediente relativo a la construcción de una casa común de beneficio para los tabacos que se cosechan en la provincia de Saña”.

Lambayeque 1789 “Cuaderno de cuenta y razón de los pasos erogados en jornales y utensilios de los tabacos de Saña introducidos en los reales almacenes de esta factoría general y remitidos a la dirección general de Lima y al puerto de Pacasmayo desde 1° de enero hasta fin de diciembre”.

Lima 1790 “Razón de sueldos de 1789”.

Lima 1789 “Expediente formado sobre proveer prontamente el reyno de Chile con tres mil fardos de tabaco de Saña en el navío El Valdiviano por haber naufragado en aquellas costas la Fragata Fama, con dos mil fardos que conducía a su bordo de la referida clase”.

Chiclayo 1790 “Representación presentada a don Francisco Gil y Lemos, virrey del Perú, por los que son asentistas del real ramo de tabaco de la provincia de Saña que como matriculado por la dirección general de esa capital, siembran y cosechan anualmente tabaco, sobre los vecinos de Guadalupe no tienen

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Lambayeque 1790

privilegio local ni cedida real por donde les sea permitida la siembra de tabaco y suplicando se les mantenga en sus posesiones, anotando además que es necesario que la dirección general vigile el orden en el cultivo y fabricación del tabaco para mayor beneficio de la real renta”.

“Razón de los sujetos que suelen venir en el arreglo de tabacos de méritos de este ministerio como se notaran abajo”.

Lima 1791 “Expediente sobre la extinción de reales fábricas de puros y cigarrillos de esta capital (Lima)”.

Lima 1791 “Documento con que se convence la mala calidad y poco peso de los tabacos de Saña que se remiten de la factoría de Lambayeque, proviniendo esto de la malversación del factor y sus dependientes y sobre que deben intervenir la pesquisa, arreglo y reforma que se pide a la superintendencia general de real hacienda en el informe a que son referentes y con que se acompañan”.

Lima 1791 “Expediente sobre la mala calidad de los tabacos de Saña remitidos a Chile y perjuicios experimentados en su conducción de Pacasmayo a aquel reyno”.

Lima 1791 “Expediente en que se contienen las representaciones presentadas a la dirección general de tabacos en Lima por el contador interventor del puerto de Paita, don Ignacio Cruceta sobre el infeliz estado que por todas partes en esa administración se reconoce el ramo y de los conocidos perjuicios que experimentara juntamente el publico, detallando para demostrar al respecto los consumos, gastos y utilidades de dos cuatrienios (1782-1789) y señalando como causa de esta decadencia la ruinosa calidad con que llegan al puerto Paita los cigarros de tabaco puro ya sea desde Lima o desde Trujillo y la facilidad con que se introduce el tabaco en aquella provincia por el contrabando y el hecho de que el resguardo no se halla situado en la ciudad de Piura”

Lima 1791 “Expediente reservado sobre la denuncia contra don Marcos del Rusco factor de Lambayeque producida por el cosechero don Santiago Carranza”.

Lima 1792 “Estado en 31 de diciembre de 92 de los censos puestos al cuatro por ciento y subrogados al tres sobre el real estanco de tabacos”.

Lambayeque 1792 “Expediente sobre la propuesta que los vecinos del pueblo de Guadalupe, partido de Lambayeque hacen en oposición de los de Chiclayo y por don Juan Joseph y don Juan Alexo Pinillos ambos unidos”.

Lima 1792 “Expediente relativo a que los tabacos de Saña vengan a esta capital, y después de reconocidos, aprobados y tasados por peritos, se remitan al reino de Chile por el puerto del Callao”.

Lima 1792 “Regulación que forma la contaduría general y renta del tabaco del virreinato de Lima del legítimo valor a costo y costos que debe darse a cada mazo de tabaco de Saña de los que se cosecharon en la factoría administración general de Lambayeque”.

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Chiclayo 1793 “Expediente sobre la representación que hacen don Manuel Antonio de Quiñónez y don Pedro Cler y otros sobre las extravagancia y vicios que regularmente acompañan a las matriculas de cosecheros y sobre la denuncia de algunos empleados de la factoría sobre hallarse mezcla dos en la siembra de tabacos de la provincia iniciada en 1793”.

Lambayeque 1793 “Autos seguimos contra Toribio Sianco y sus compañeros por don Matías José de la Dehesa, teniente de la real renta del tabaco, de orden del señor comandante don Antonio de Subyaga, año 1793”.

Guadalupe 1794 “Expediente promovido por el conservador de cosechas del distrito de Guadalupe sobre que intervenga en las causas civiles y criminales de los cosecheros y demás individuos que componen aquel gremio”.

Lambayeque 1794 “Expediente promovido por el reconocedor de cosechas de Lambayeque sobre el nocivo y arbitrario exceso de siembras notado en el cosechero don Pedro Cler y otros, que la dirección pide se arranquen y quemen como parece conveniente, justo y oportuno”.

Ferreñafe 1794 “Expediente promovido por don Juan Ascurra, vecino del partido de Ferreñafe sobre que se le conoce Saña en sus haciendas de Tulipo y Conchucos”.

Lima 1795 “Arreglo 1° de los precios a que deben expenderse el tabaco en rama de todas clases desde 1° de enero de 1792. Arreglo 2° del precio aumentado a los tabacos en rama a razón nueve reales libra, por último superior decreto del 10 de marzo de 1795”.

Lima 1796 “Plan general, que comprende las reformas hechas en la real renta del tabaco del reino del Perú; el arreglo de sus factorías: el de toda la administración del manejo con el legitimo peso y precio de compra, y venta de los efectos estancados; lo que realmente produjo en cada año, el anterior sistemas de fabricas a favor de su majestad; el gravamen que le ocasionaban los crecidos fondos invertidos para sostenerle; lo que al presente rinde la negociación por su actual establecimiento y las ventajas que el cotejo del pasado resultan a beneficio de la real hacienda y del público. Todo lo cual se demuestra en cumplimiento a la real orden de 31 de octubre de 1794 y decreto de este superior gobierno, de 27 de mayo de 1795”.

Chiclayo 1799 “Carta del factor administrador de tabacos de Chiclayo a la dirección general de Lima en que restan por enviarse como resto final de la cosecha del año pasado de 98 60 000 mazos de Saña”.

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ANEXOS

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PADRÓN DE COSECHEROS 1769

P U E B L O D E L A M B A Y E Q U E

Don Luis de Guzmán (factor) particularFundos

120D iezm os1 371

M azos2 071

Don Pedro Albo (diputado) particular 120 1 371 2 071Don Miguel Rosillos particular 56 640 9 600Don Joseph Costales particular 56 640 9 600Don Romualdo Vidaurre particular 36 411 6 171Don Ventura López particular 36 411 6 171Don Ignacio de Lara particular 36 411 6 171Don Alberto Velarde particular 36 411 6 171Don Joseph Antonio Albo particular 36 411 6 171Don Nicolás Riva de Neyra particular 36 411 6 171Don Valentín Soto particular 36 411 6 171Don Victorio Themocha cacique 36 411 6 171Don Justo Themocha cacique 36 411 6 171

676 7 721 15 881

P U E B L O D E C H IC L A Y ODon Juan Esteban de Quiñones (diputado) cacique 120 1 371 20 571Don Francisco Ruiz de Arbulu (diputado) hacendado 120 1 371 20 571Don Pedro Joseph Navarrete (diputado) particular 120 1 371 20 571Don Bartolomé Osorio particular 56 640 9 600Don Fernando Pantoja particular 56 640 9 600Don Balthasar de Quiñines particular 36 411 6 171Don Manuel Sagardia particular 36 411 6 171Don Nicolás Sarde particular 36 411 6 171Don Juan López particular 36 411 6 171Don Agustín Robles particular 24 274 4 171Don Antonio Pita particular 36 411 4 171Don Sebastián de Sosa particular 36 411 4 171Doña Joseph Carrillo cacica 36 411 4 171Don Pedro Policarpo cacique 36 411 4 171Don Juan Manuel Themocha cacique gobernador 36 411 4 171

Thomás Salcedo pobre 24 411 4 171Raphael Mayorga pobre 24 274 4 114Raymundo de Seña pobre 24 274 4 114Julián Floro pobre 24 274 4 114Joseph Gayoso pobre 24 274 4 114Lorenzo Muñoz pobre 24 274 4 114Juan Conde pobre 24 274 4 114Nicolás Vela particular 24 274 4 114

1 072 11 558 173 478

P U E B L O S D E F E R R E Ñ A F E , SA N M IG U E L , P IC SE

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Don Toribio Bulbes (diputado) particularFundos

120Diezmos

1 371Mazos 20 571

Don Juan Joseph Fernández Vilchez (diputado) particular 120 1 371 20 571

PUEBLO DE LAMBAYEQUEDon Juan García Roldan particular 36 411 6 171Don Pedro Orellana particular 36 411 6 171Don Miguel Paredes particular 36 411 6 171Don Baltasar Guerra particular 36 411 6 171Don Carlos Parragues particular 24 411 4 114Don Casiano Parragues particular 24 411 4 114Don Mathías Muñar pobre 24 274 4 114Don Flamiano Munar pobre 24 274 4 114Don Josef Ortega 24 274 4 114

Josef Llamas 24 274 4 114Juan Samame 24 274 4 114Nicolás Gines pobre 24 274 4 114Mariano Samame pobre 24 274 4 114Thomás Ramos indio 24 274 4 114

696 7 948 119 308

PUEBLO DE MONSEFÚDon Apolinario Llontop cacique 36 411 6 171

Januario Henec indio 24 274 4 114Lorenzo Henec indio 24 274 4 114Lorenzo Mino indio 24 274 4 114Tadeo Ballena indio 24 274 4 114

132 1 507 22 627

CIUDAD DE SAÑADon Andrés de Ribas (diputado) hacendado 120 1 371 20 571Don Rudesindo Casanova hacendado 56 640 9 600Don Nicolás Valera hacendado 36 411 6 171Don Francisco Causillas particular 36 411 6 171

Julián Ampuero particular 36 411 6 171Don Miguel de la Torre y Sánchez pobre 24 274 4 114

Sotero Ampuero pobre 24 274 4 114Pablo Ripalda pobre 24 274 4 114Joseph de los Santos pobre 24 274 4 114

380 4 340 65 140

ASIENTO DE GUADALUPEDon Sancho Antonio Lombera (diputado) particular 120 1 371 20 571Don Manuel Esteves hacendado 56 640 9 600Don Cayetano Núñez particular 36 411 6 171Don Pedro Esteves particular 24 274 4 114Don Gabriel del Christo particular 36 411 6 171Don Juan Bautista Matos pobre 24 274 4 114

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Fundos D iezm os M azosDon Mathias de Vera pobre 24 274 4 114Don Melchor de Salazar pobre 24 274 4 114

Victorino de Vera pobre 24 274 4 114Leogadio del Serro pobre 24 274 4 114

Don Gregorio de Vera pobre 24 274 4 114Atanasio Villena pobre 24 274 4 114Florencio Cabrera pobre 24 274 4 114Mathías Paulino indio 24 274 4 114

Don Joseph Delgado indio 24 274 4 114

608 943 104 223

Totales Generales 3 504 40 017 600 657

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LISTA DE LOS SUJETOS QUE CONTIENE EL ARREGLO DE SEMBRADORES EN LA QUE SE INCLUYEN LAS NUERAS Y ÚLTIMAMENTE SUBROGADOS

POR EL ADMINISTRADOR Y DIPUTACIÓN 1771

L A M B A Y E Q U EDon Ignacio de Lara (factor)

F E R R E Ñ A F EDon Toribio Bulnes (diputado)

Don Bartolomé Osorio (diputado) Don Juan Joseph Vilches (diputado)Don Juan de Córdoba Don Joseph Costales Don Romualdo Vidaurre Don Ventura López Don Marcelino Cienfuegos Don Alberto Velarde Don Fermín Quispe (In. Prin. Alcal.)

Don Juan García Roldan Don Pedro Joseph Martino Don Miguel Paredes Don Balthasar Guerra Don Carlos Parraguez Don Mathias Munar Don Casiano Parraguez

Don Nicolás Riba de Neyra Don Valentín Soto Don Victorio Temocha (cacique)

Don Mathías Munar Don Casiano Parraguez Don Flamiano Munar

Don Justo Temocha (cacique) Don Joseph Llamas

C H IC L A Y ODon Esteban de Quiñónez (diputado)

Don Nicolás Millán Bitaliano Barbosa Juan Samame Laurencio Barbosa

Don Francisco Ruiz de Arbulo (diputado) Juan de Mata MontalvoDon Pedro J. Navarrete (diputado) Nicolás JinesDon Joaquín Custodio Navarrete (diputado) Mariano SamameDon Baltasar Quiñónez Don Manuel Sagardia Don Nicolas Sarde Don Agustín Robles Doña Alphonsa Amesquita (viuda)

Thomás Ramos

M O N S E F ÚDon Apolinario Llontop (cacique)

Don Fernando Pantoja Don Sebastián Sosa Don Pedro Policarpio (cacique)

Yanuario Enec Lorenzo Enec Lorenzo Mino

Don Juan Manuel Themocha (cacique) Tadeo BallenaDoña Josepha Carrillo (cacica) Agustín Olea

Raphael Mayorga Raimundo de Seña

SA Ñ ADon Andrés de Ribas (diputado)

Julián Floro Joseph Galloso Lorenzo Muños Juan Conde Nicolás Vela

Don Rudesindo Casanova Don Nicolás Valera Don Francisco Causillas Don Miguel de La Torre Julián Ampuero Sotero Ampuero Pablo Ripalda Joseph de los Santos

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G U A D A L U P EDon Sancho de Lombera (diputado)Don Manuel EstevesDon Cayetano NúñezDon Pedro EstevesDon Gabriel de el CristoDon Juan Baptista MatosDon Matías ParedesDon Matías de VeraDon Melchor de Salazar

Don Victorino de Vera Don Sancho Miranda Don Juan de la Cruz Vera Don Cipriano de Vera Don Gregorio de Vera Don Leogadio del Serro Atanasio Villena Mathias Paulino Florencio Cabrera Vicente de Benita

El total de mazos distribuidos fue de 598 014

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RAZÓN DE LOS SUJETOS QUE CONSTAN EN EL ARREGLO DE TABACOS DE LA PROVINCIA Y REMITEN EL N° DE SEISCIENTOS MIL

MAZOS A LA CAPITAL, SON LOS SIGUIENTES1775

P U E B L O D E L A M B A Y E Q U EN° de mazos

Don Ignacio Vicente de Lara (administrador) 19 200Don Bartolomé Osorio (diputado) 19 200Don Santiago De Valenzuela y Carranza 8 960Don Balthazar Quiñónez 8 960Don Romualdo Vidaurre 5 760Don Ventura López 5 760Don Marcelino Cienfuegos 5 760Don Alberto Velarde 5 760Don Fermín Quispe 5 760Don Nicolas Rivadeneyra 5 760Don Josef Meléndez 5 760Don Victorio Temoche 5 760Don Juan Antonio Paredes 5 760

108 160

P U E B L O D E C H IC L A Y ODon Juan Estevan de Quiñónez (diputado) 19 200Don Francisco Ruiz de Arbulu (diputado) 19 200Don Pedro Josef Navarrete (diputado) 19 200Don Custodio Navarrete 8 960Don Fernando Pantoja 8 960Don Manuel Sagardia 5 760

Isidoro Salcedo 5 760Don Nicolas Sardé 5 760Don Sebastián de Sosa 5 760Doña Alphonsa Amesquita 5 760Doña Feliciana del Valle 5 760Doña Josepha Carrillo 5 760Don Pedro Policarpio 5 760Don Juan Manuel Temoche 5 760

Agustín Robles 3 840Agustín Olea 3 840Rafael Mayorga 3 840Raymundo de Seña 3 840Julian Floro 3 840Josef Galloso 3 840Lorenzo Muñoz 3 840Juan Conde 3 840Nicolas Vela 3 840

161 920

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P U E B L O D E F E R R E Ñ A F EN ° de m azos

Don Josef Costales (diputado) 19 200Don Juan Josef Vilches (diputado) 19 200Don Pedro Martino 5 760Don Miguel Paredes 5 760Don Baltasar Guerra 5 760Don Carlos Parraguez 5 760Don Mathias Munar 5 760

Blas Alvarez 5 760Don Casiano Parraguez 5 760Don Flamiano Munar 3 840Don Josef Ortega 3 840

Josef Llamas 3 840Juan Samamé 3 840Laurencio Barbosa 3 840Juan de la Mata Montalvo 3 840Nicolás Xines 3 840Nicolas Millán 3 840Thomas Ramos 3 840

111 360

P U E B L O D E M O N S E F ÚDon Apolinario Llontop 5 760

Yanuario Enec 3 840Lorenzo Enec 3 840Tadeo Ballenas 3 840

21 120

C IU D A D D E SA Ñ ADon Andrés Rivas (diputado) 19 200Don Rudecindo Casanova (ausente vecino Cajamara) 8 960Don Nicolas Valera (teniente alcalde de Minas Chota) 5 760Don Francisco Causillas 5 760

Julián Ampuero 5 760Sotero Ampuero 3.840Pablo Ribaldas 3 840Joseph de los Santos Ripalda 3 840

Don Miguel de la Torre 3 840 60 800

A S IE N T O D E G U A D A L U P EDon Sancho Antonio Lombera (diputado) 19 200Don Manuel Esteves 8 960Don Cayetano Núñez 5 760Don Gabriel del Cristo 5 760Don Pedro Esteves 3 840Don Juan Baptista Matos (ausente en Chota) 3 840Don Mathías Paredes 3 840Don Melchor de Salazar 3 840Don Ramón de Porras 3 840

Nicolás Carrillo 3 840

N ° de m azos

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Don Vicente Valencias 3 840Don Juan de la Cruz Vera 3 840Don Leogadio del Serro 3 840

Florentino Cabreras 3 840Mathías Paulino 3 840Vicente de la Benita 3 840

97 280DIEZMO: Lambayeque ( 7,210 mazos)

Ferreñafe ( 7,424)Chiclayo y Monsefu (12,202)Guadalupe ( 6, 485)Saña ( 4,503) 37 374

Totales generales 598 014

Las cifras fueron prorratadas, en proporción a la asignación base para cubrir la demanda de sólo 400 000 mazos.

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MATRÍCULA Y LISTA DE LOS COSECHEROS DE LA PROVINCIA DE SAÑA A QUIENES SE REPARTEN LOS TRESCIENTOS MIL MAZOS, Y UN MILLÓN Y

DOSCIENTOS MIL MATAS DE TABACO QUE HAN DE SEMBRARSE EN EL PRÓXIMO MES DE NOVIEMBRE PARA LA PRIMERA COSECHA

DE LA CONTRATA CON LA REAL HACIENDA CELEBRADA EN 18 DE SEPTIEMBRE DE ESTE AÑO

1779

P A R T ID O D E L A M B A Y E Q U E

E spañoleshacien d as m azos m atas

A. Don Romualdo Vidaurre Batán Grande (d.) 5 000 20 000A. Don Alberto Velarde San Lorenzo (d.) 5 000 20 000A. Don Nicolás Neira 3 000 12 000A. Don Custodio Navarrete 3 000 12 000N. Don Benito Antonio de Caldas La Viña (d.) 5 000 20 000N. Don Teodoro Daza Chumbenique (p.) 5 000 20 000N. Don Gregorio Vellodas La Punta y Caldera 5 000 20 000N. Don Domingo Cotera 3 000 12 000N. Don Baltasar Quesada 3 000 12 000N. Don José Carril y Vidaurre Sican y La Horca (d.) 5 000 20 000

IndiosN. Don Fermín Quepse 2 000 8 000N. Don Victorio Temoche 2 000 8 000N. Don Pedro Temoche 2 000 8 000N. Don Casimiro Temoche 2 000 8 000N. Don Cornelio Guzmán y Quiñe 2 000 8 000N. Justo Chanamé 2 000 8 000N. Pascual Sialer 2 000 8 000

M estizosN. Juan Ojeda Collocsi (p.) 5 000 20 000N. Marcos Gamarra Chucape (p.) 5 000 20 000

M ujeresN. Doña Gregoria Blanco A. Doña Feliciana del Valle

3 000 12 000

(Vda. J. Córdova) N. Doña Teresa Vidaurre

Sasape (a.) 3 000 12,000

(Vda. Ventura López) 3 000 12 000

P A R T ID O D E C H IC L A Y O E spañolesA. Don Bartolomé Osorio D. 6 000 24 000A. Don Santiago Carranza 3 000 12 000A. Don Juan Estevan Quiñones D. 6 000 24 000A. Don Francisco Ruiz de Arburu D. Pucalá (p.) 6 000 24 000

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h aciendas m azos m atasA. Don Pedro José Navarrete D. 6 000 24 000A. Don Manuel Quiñónez y Sagardia Pomalca, Collus (d.) 5 000 20 000A. Don Sebastián de Sosa Rafan (p.) 5 000 20 000A. Don Agustín Robles 3 000 12 000A. Don Juan Romero 3 000 12 000N. Don Pedro Vélez Calupe (d.) 5 000 20 000N. Don Pablo Vélez 3 000 12 000N. Don Miguel de Ortega 3 000 12 000N. Don Pedro Cler 3 000 12 000N. Don Sebastián Sarde 3 000 12 000N. Don Mariano 3 000 12 000

IndiosA. Don Juan Llontop 2 000 8 000A. Don Pedro Policarpio 2 000 8 000A. Don Juan Manuel Temoche 2 000 8 000N. Miguel Sallique 2 000 8 000

M estizosA. Don Fernando Pantoja Sipan (a.) 5 000 20 000A. Don Isidro Salcedo 2 000 8 000A. Don Agustín Olea 2 000 8 000A. Don Julian Mayorga 2 000 8 000A. Don Raymundo de Seña 2 000 8 000A. Don Julian Floro 2 000 8 000A. Don Joseph Gayoso 2 000 8 000A. Don Lorenzo Muñoz 2 000 8 000A. Don Nicolas Vela 2 000 8 000A. Don Nicolas Millán 2 000 8 000A. Don Mariano Samame 2 000 8 000A. Don Matías Pantoja 2 000 8 000A. Don Remigio de Seña 2 000 8 000A. Don Manuel Pita 2 000 8 000A. Don Juan Antonio Pantoja 2 000 8 000A. Don Francisco Floro 2 000 8 000A. Don Vicente Tejeda 2 000 8 000

M ujeresA. Doña Alfonsa Amezquita

(Vda. Pedro Ruiz Arburu) 3 000 12 000N. Doña Antonieta Iñiguez San Martín 3 000 12 000

E spañolesA. Don Juan Vilches D Carvajal (a.) 6 000 24 000A. Don Miguel Paredes Patapo (a.) 5 000 20 000A. Don Carlos Parraguez 3 000 12 000A. Don Casiano Parraguez 3 000 12 000A. Don Joseph Ponciano Ortega 3 000 12 000N. Don Manuel Guevara Luya (a.) 5 000 20 000N. Don Francisco Salmón

(hermano del difunto Gregorio) 3 000 12 000

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Indioshacien d as m azos m atas

A. Tomás Ramos 2 000 8 000N. Sebastián Ñopen 2 000 8 000N. Basilio Capitán 2 000 8 000

M estizosA. Juan Reyes Azcurra 2 000 8 000A. Blas Álvarez 2 000 8 000A. Don Matías Munar 2 000 8 000A. Manuel Llamas 2 000 8 000N. Joseph Llamas 2 000 8 000A. Juan Samame 2 000 8 000A. Laurencio Barbosa 2 000 8 000A. — Nicolas Gines 2 000 8 000A. --- Flamiano Munar

M ujeresN. Doña Teresa del Castillo

2 000 8 000

(madre del difunto don Gregorio Salmón)

P A R T ID O D E SA Ñ A

3 000 12 000

E spañolesA. Don Andrés Rivas D. El Potrero (p.) 6 000 24 000A. Don Miguel de la Torre Sánchez San Juan (d.) 5 000 20 000A. Don Nicolás Valera N. Don Francisco Aljobín San Cristóbal y

5 000 20 000

Cojal (p.) 5 000 20 000

IndiosN. Pancracio Villalobos 2 000 8 000

M estizosA. Julián Ampuero 2 000 8 000A. Sotero Ampuero 2 000 8 000A. Pablo Ripalda 2 000 8 000A. José de los Santos Ripalda 2 000 8 000N. José Sergio 2 000 8 000N. Vicente Urrutia 2 000 8 000N. Matías Meneses 2 000 8 000N. Bernabé Buendía 2 000 8 000

P A R T ID O D E M O N S E F Ú

IndiosA. Don Apolinario Llontop 2 000 8 000A. Don Yanuario Enec 2 000 8 000A. Don Lorenzo Enec 2 000 8 000A. Don Lorenzo Mino 2 000 8 000

hacien d as m azos m atas

139

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A. Don Tadeo Vallena 2 000 8 000

300 000 1 200 000

Abreviaturas empleadas:

A.N.(p.)(d.)(a0D.

Antiguo cosechero Nuevo cosechero Propietario de la hacienda Hacienda en depósito Hacienda arrendada Diputado

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P A D R Ó N D E C O S E C H E R O S1 7 8 1

C H IC L A Y Om atas m azos

Don Femando Pantoja 500 000 100 000Don Manuel Antonio Quiñónez 150 000 30 000

Isidoro Salcedo 60 000 12 000Josef Conde 30 000 6 000Juan Manuel Llamas 125 000 25 000Nicolás Bela 60 000 12 000Lorenzo Muñoz 40 000 8 000Hermenegildo Salcedo 30 000 6 000Miguel Sallic 20 000 4 000Antonio Perlaqué 20 000 4 000Mauricio Briones 20 000 4 000Juan Llontop 20 000 4 000Pascual Baylon 20 000 4 000Josef de la Rosa 20 000 4 000Norberto Saña 20 000 4 000Antonio Chirinos 30 000 6 000

1 215 000 243 000

F E R R E Ñ A F EDon Miguel Paredes 500 000 100 000Don Juan J. Vilchez 60 000 12 000

Blas Alvarez 150 000 30 000Josef Llamas 60 000 12 000Nicolás Fines 50 000 10 000Iginio Galarreta 50 000 10 000Esteban de Paz 10 000 5 000Nicolás de Paz 10 000 2 000Domingo de la Cruz 20 000 4 000Manuel Chaila 30 000 6 000J. Ventura Samamé 30 000 6 000

980 000 196 000

SA Ñ ADon Benito Antonio Caldas 500 000 100 000Don Francisco Rentero 100 000 20 000Don Domingo Castañeda 60 000 12 000Don Miguel de la Torre y Sánchez 250 000 50 000

Julián Ampuero 50 000 10 000Josef Espinoza 40 000 8 000Agapito Morales 30 000 6 000Martín Ripalda 30 000 6 000

Don Alberto Velarde 250 000 50 0001 310 000 262 000

Totales generales 3 505 000 701 000

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P A D R Ó N D E C O S E C H E R O S1 7 9 1

P A R T ID O D E SA Ñ A

Don Benito Antonio Caldas arrendatariom azos20 000

Don Francisco Aljobín hacendado 10 000Don Miguel de la Torre y Sánchez arrendatario 10 000Don Pablo Bulnes arrendatario 10 000Don Pablo Bulnes arrendatario 8 000

48 000

P A R T ID O D E C H IC L A Y ODon Juan José Pinillos hacendado 25 000Don Juan Alexo Pinillos hacendado 25 000Don Pablo Veles hacendado 25 000Don Francisco Ruiz de Arbulu hacendado 25 000Don Manuel Antonio Quiñónez hacendado 25 000Don Pedro Cler y Bermúdez arrendatario 20 000Don Pedro José Navarrete arrendatario 20 000Don Luis Sánchez hacendado 10 000Don Rafael Valdivia arrendatario 6 000Don Francisco Causillas arrendatario 8 000Don Francisco Cáceres arrendatario 8 000Don Francisco Carranza arrendatario 6 000Don José Manuel Burga arrendatario 8 000Don Isidoro Salcedo arrendatario 10 000Don Lorenzo Muñoz arrendatario 8 000Don Alexandro Muñoz arrendatario 8 000Don Julián Floro arrendatario 8 000Don Manuel Antonio Polo arrendatario 6 000Don Juan de la Rosa arrendatario 6 000Don Vizente Texeda arrendatario 6 000Don Apolinario de Seña arrendatario 6 000Don Bernabé Floro arrendatario 6 000Don Mauricio Briones arrendatario 6 000Don Hermenegildo Guzmán arrendatario 6 000Don José Veles arrendatario 6 000Don José Acosta arrendatario 6 000Don José Aguirre arrendatario 6 000Don Ramón Diez arrendatario 6 000

303 000

P A R T ID O D E F E R R E Ñ A F EDon Miguel Paredes hacendado 25 000Don José Judas Vigil arrendatario 12 000Don Manuel Gomez Guevara hacendado 10 000Don Juan Santos Guevara arrendatario 8 000

Don Juan Escurra arrendatariom azos8 000

142

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Don Juan José Vilches arrendatario 8 000Don Francisco Renteros arrendatario 6 000Don Fernando Calero arrendatario 6 000Don Santiago Guevara arrendatario 6 000Don José Ledesma arrendatario 6 000Don Tomás Gutiérrez arrendatario 6 000Don Tadeo Guevara arrendatario 6 000Don José Mateo Velasco arrendatario 6 000

Agustín Gordillo arrendatario 6 000Nicolás Samame arrendatario 6 000Hilario Guzmán arrendatario 6 000Tomás Gonzáles arrendatario 6 000Ubaldo Carrasco arrendatario 6 000

Don Antonio Pulicastro arrendatario 6 000149 000

Totales generales 500 000

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P A D R Ó N D E C O S E C H E R O S G U A D A L U P E1 7 9 2

Don Nicolás Rivadeneyra arrendatario 50 000Don Rafael Fuentes arrendatario 60 000Don Pedro Esteves arrendatario 33 000Don Juan Francisco Castro arrendatario 60 000Don Juan Barba arrendatario 20 000Don Agustín Polo arrendatario 20 000Don Joseph Conde arrendatario 30 000Don Felipe Rivadeneyra arrendatario 30 000Don Juan de la Cruz de Vera y Soto arrendatario 15 000Don Lucas Sevellano arrendatario 10 000Don Juan Esteves arrendatario 15 000Don Vicente Rivadeneyra arrendatario 30 000Don Antonio de la Torre arrendatario 12 000Don Eduvigio Paredes arrendatario 50 000Don Norberto Calderón arrendatario 25 000Don Miguel Paredes arrendatario 40 000

Totales 500 000

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INSTRUCCIÓN QUE HAN DE OBSERVAR LOS COSECHEROS DE TABACOS DE LA PROVINCIA DE SAÑA PARA EL CUMPLIMIENTODE LA

CONTRATA CON LA REAL HACIENDA 1779

1Cada año se hará el alistamiento por el reconocedor general como lo disponga la dirección y para

esta primera cosecha le lleva hecho, y contará a cada uno de los individuos para instruirles de su asignación; y admitida, deben cumplirlas, y aumentar lo que se les mande, por falta de otros.

2El que más se distinga en dar buenos y mejores tabacos, y en la exacta observancia de estas

prevenciones será atendido siempre con mayor asignación, para premio de su cuidado y esmero, en que estribará el verdadero mérito.

3Con la noticia de la asignación que le toque, buscará el cosechero tierras nuevas, o descansadas,

capaces de plantar cuatro mil pies para cada un mil mazos, como se explicará en el párrafo 27 de esta instrucción.

4Elegida la tierra dentro de las que limita la contrata, presentará escrito al reconocedor general en

papel simple, proponiendo la que sea; partido en que se halla, su extensión de largo, ancho, riego que tiene, si es propia, y si no a quien pertenece, por cuanto lo arrienda cada año; y su distancia de Lambayeque: y si siembra a sus expensas o tiene habilitador y quien es.

5En vista del escrito, determinará el reconocedor general el examen de dicha tierra por sí mismo,

por su teniente, o alguno de los guardas veedores, e informándose verbalmente de que sea propia para los buenos tabacos, proveerá decreto a continuación, concediendo licencia para preparar la tierra, del modo que le prevenga otra mejor.

6Tendrá entendido que el citado reconocedor general es juez privativo de las siembras, y en su

lugar el teniente, y guardas veedores, y sí deben obedecer en todo sus disposiciones, en lo que no haya prevenido en esta instrucción, o en lo que convenga alternarla; sujetándose a su reconocimiento y registro de los campos, chacras, hacienda, y casas: y el que faltare, o se resistiere a alguna de ellas, será excluido para siempre de la matrícula, y castigado como corresponda.

7Después de recibidos los tabacos en la factoría deberán obedecer al factor y contador en todo lo

concerniente a su pegamento, ajustes, descuentos, y demás de las facultades de estos dos ministros.

8Si alguno tuviere fundada queja de los guardas, u otro subalterno, la representará a dichos tres

ministros principales y si no se le hiciere justicia, o estos le faltaren por su parte, se le deja el arbitrio de ocurrir por escrito a esta dirección general, que los atenderá a todos: Pero si se acreditaren de mala fe los recursos, serán castigados.

9

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El que necesite y pueda asegurar algún suplemento de caudal de la renta para las siembras, ocurrirá verbalmente a los mismos reconocedor general, factor, y contador proponiendo fiador abonado o prenda de mayor valor, y si conocieren todos tres la necesidad y convinieren en hacerle algún socorro, la prevendrán lo pida por escrito en cuya virtud precederá obligación simple del fiador, o deposito seguro de la prenda, reconocida una u otra por el escribano de la factoría.

10Hecha esta obligación decretaran, y firmarán los tres el suplemento que hayan acordado y a

continuación se pondrá el libramiento por el factor con intervención del contador sobre el cajero pagador, el cual lo satisfaga tomando seguidamente recibo del interesado, autorizado del mismo escribano.

11Si estos tres ministros principales no hallasen mérito para el socorro ni bastante la fianza, o prenda,

no insistirá el interesado en que se le de, pues no es cláusula precisa de obligación, y ellos son responsables de mancomún de los suplementos; que han de ser muy moderados como de la cuarta parte a lo más del importe de su asignación.

12El que obtenga estos socorros les a de impedir precisamente en sus fines, pues si se justifica los

aplica el interesado a distintos se recobrarán donde se hallen, no se le harán ya otros, y quedará excluido desde la siguiente matricula.

13También se hará segundo o primer socorro voluntario, a los cosecheros necesitados cuando ya

estén aseguradas las cosechas de las contingencias del campo, para que puedan costear los mas perfectos beneficios: repitiéndose la justa moderación, de suerte en que este segundo socorro no se exceda, con el primero, del valor prudente de la mitad de la asignación, para obviar otros riesgos: Y que igualmente a de preceder la petición y fianza formal, o prenda segura que queda citada en el párrafo 9.

14Cada uno podrá ser habilitado por otro, como lo que sea al mismo tiempo por la renta, y el que

proceda con malicia en inculcar estos dos créditos, será excluido para siempre de la matrícula: advirtiéndose que no puede abrirlos ningún dependiente de la renta, ni tener parte en las siembras.

15No podrá ausentarse los cosecheros de sus partidos durante ellas (especialmente al tiempo de las

asignaciones y beneficios), sino con licencia, y término preciso y prudente en la necesidad que concedan el factor, y el reconocedor con conocimiento de la persona a quien queda encargado, y del día que sale y vuelve el cosechero, para que responda de sus descuidos, inobservancias y no valgan efugios o disculpas.

16No se admitirá a la matrícula el que este domiciliado fuera de la provincia, pues esta industria

solo se concede a los vecinos de ella y no permite sustitución por el cuidado y responsabilidad de sus operaciones.

17El que deje de sembrar dos años seguidos será excluido para siempre; y solo la dirección general

podrá admitirlo según su mérito e informes que tenga o tome.

18La misma dirección general excluirá del gremio de cosecheros y el reconocedor general

suspenderá la licencia, al que parezca díscolo, renuente sospechoso, o embarazoso, por cualquier motivo

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sin justificación de causa, y sin admitirles recurso alguno, para que lo incomoden, ni perturben las máximas y facultades del gobierno de la renta y el que diere mayor motivo será desterrado de la provincia o multado y castigado como merezca y resulte del proceso que forme el reconocedor general o el factor.

19Queden extinguidos los diputados de partidos y cada cosechero podrá hacer reconocedor general

al factor y a la dirección en último caso, los recursos que le convengan.

20Si en adelante se determinare sembrar y beneficiar tabacos al modo de los de Guayaquil, Habana,

y otras partes, se tratará formalmente de sus reglas y precios, y del tiempo en que haya de hacerse quedando obligados los cosecheros a cumplirlo todo, como se mande.

21Cuando la dirección tenga por conveniente mandar escoger de las pilas o sartas, hojas muy

selectas para la labor de cigarros puros, se pagará aparte éste tabaco por avalúo y convenio, quedando también obligados los cosecheros a su entrega del modo que les prevenga el reconocedor general.

A d verten cias p ara siem bras22

Escogida y aceptada por el reconocedor general la tierra se empezará la roza de ella desde el primero de noviembre de este año y en adelante cuando lo prevenga conforme a las estaciones acordadas en la contrata para que tenga lugar de secarse la madera, y ramaje que debe quemarse, cuando a las orillas los palos con que se pueda hacer vallas o cercas, para libertar las siembras de los ganados y distinguir y separar las de cada cosechero, que han de dividirse para que no se confundan; cuyas operaciones pueden practicarse desde el primero de noviembre hasta fin de diciembre y después en sus otras estaciones.

23Al mismo tiempo se harán en el centro de cada pertenencia los semilleros o almácigos, con la

abundancia necesaria a que produzcan suficiente planta de proporcionado tamaño como puede estarlo en el termino de los dos meses; preparando las tierras con cuidado de que no se afloje la tierra al arrancar estas, para que arraigue bien el lechuguino del tabaco y se atenderá mucho a tirar nueva semilla cuando no nazca toda la suficiente de la que se ha echado.

24A las tierras destinadas al replante se darán los riegos y arados, que prevenga el reconocedor

general, que conteste dictamen de los laboradores más prácticos para que el campo esté dispuesto como se reuniere.

25Desde primero de enero han de empezar precisamente el transplante haciéndolo de los pies o

matas, que se repartan y en todo el propio mes de enero cuidarán de replantar las que se pierdan con el lechuguino que haya de proporcionado tamaño, para la igualdad que corresponde.

26Llegando el primero de febrero cuidarán los guardas de destruir enteramente los almácigos porque

cumplido el mes de enero no a de consentirse la resiembra, sino que se ha de quitar la ocasión de abusos, quedando todos a la suerte del año y lo mismo se ejecutará en el respectivo tiempo de otra siembra.

27Han de formarse cuarteles de ciento y sesenta camellones para cada cuatro mil pies (que

corresponden a un mil mazos), y cada camellón para veinte y cinco pies: los camellones se han de hacer rectos, distancia de vara y cuarta uno de otro y los pies han de ponerse a dos tercias entre sí, a hilo derecho

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(teniendo para esto un cordel con medidas), de suerte que no haya mas de un orden de matas en cada camellón, de cuya forma se cortarán, registrarán, y cuidarán fácilmente y producirán hojas frondosas de la mejor calidad: y podrán los guardas veedores arrancar, y quemar el exceso de matas de la asignación.

28A dieciocho, o diez días de practicada la siembra se ha de acudir a dar el primer lampeo, o limpia,

para que no domine la hierba a la planta por ser causa de pudrirse mucho; y así es necesario elegir sin pérdida de tiempo los peones más inteligentes, que vayan resembrando las fallas teniendo aprontado lechuguino sano, y de competente tamaño, con lo cual se conseguirá la igualdad conveniente.

29No debe haber demora en suministrar la segunda limpia aterrando bien las matas, para que vayan

arraigando y conforme la urgencia con que el campo se advierta, han de irse proporcionando los tercios, y cuartos lampeos, o escardas y en todas se cuidará de aterrar las matas, y de arrancar la hierba que usurpa la nutrición de la planta.

30Cuando se recuadren que aún creciendo con alguna frondosidad, lo más esencial es, ocurrir por

medio de operarios inteligentes a la capazón, o despimpollo; que se reduce a dejar la mata en aquel número de hojas que según su vigor, o robustez, y la calidad del terreno, es capaz de fructificar de buena calidad; maniobra necesita de grande pericia como principal requisito para lograr tabaco selecto y ejecutarse con respecto a la estación del tiempo, observando la humedad, y la situación de las sementeras pues unas tierras y estaciones permiten más hojas a la mata, que otras, y es forzoso limitar las capazones a menor número para conseguir algún tamaño y calidad.

31Desde que se comienza a despimpollar no ha de omitirse día alguno el reconocimiento del campo

porque cuando no haya mayor urgencia, se proveen los accidentes y es preciso quitar prolijamente a la mata el gusano, la labrandera, grillo, ñapiñape, cornezuelo y cualquier otro insecto, reparando las muchas epidemias a que se halla sujeta la planta.

32No es de menos consideración el cuidado, que se ha de poner en los retoños, hijos o cogollos, que

crían las moñes, después de capadas, limitándolas su ser: para remediar este daño es necesario que todas las semanas ocurran los peones a limpiarlas no permitiendo tomen cuerpo; cuya diligencia se ha de observar hasta que enteramente estén concluidos los cortes, o deshojes de las matas.

33Para empezar a cortar las hojas en perfecta sazón se necesita usar de un escrupuloso cuidado

eligiendo solo los días de buen sol, y destinando peones de conocida pericia porque de no cortar los tabacos en su legítima maduración, se origina la decadencia de calidad, quedando propenso el género a podredumbre; por esta razón deben hacerse los deshojes de las matas con la misma prolijidad que se observa en las capazones; esto es entrando al campo diariamente y cortando solo aquellas hojas que manifiesten su verdadero estado de madurez, sujeto al conocimiento práctico.

34Concluido que sea el corte de todas las hojas buenas, se meterá inmediatamente el arado, o fuego

para destruir o quemar de un todo las matas y los veedores estarán al justo cuidado de este puntual cumplimiento para evitar se cojan y mezclen otras hojas vegeras, y de collogo que se prohíben.

35

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Solamente se dejará un cuartel a cada cosechero o el número de camellones que diga el reconocedor para recoger semilla suficiente para la siguiente cosecha y esto con el prolijo cuidado de arrancarles la hoja, para que tampoco se aproveche el retoño.

36Por lo que respecta a los ensartes, es conveniente sea el propio día que se hace el corte: se

introducirán las hojas una por una en las correspondientes agujas, guardando la precisa circunstancia de que se coloquen espalda con espalda, y cara con cara cuyo punto es muy esencial y a su efecto se tendrá prevenida pasaba en pencas (se entiende sin labrar) de que después de bien mojadas se ejercite un peón en hacer hebras con el grueso suficiente a resistir la gravedad de la sarta compuesta por lo regular, de las hojas que ocupan dos y media agujas de dos tercias de largo; y sin desatender los cortes diarios de la hoja se desgarran algunos peones en las casas donde se han de colgar las sartas que se hubiesen amontonado, por no ser conveniente dilatarlo, respecto al considerable perjuicio que recibe el genero manteniéndose y no sobre otro.

37Los operarios que se destinen a colgar las sartas deben poner el mayor esmero y prolijidad para

que cada una se coloque en las varas o tendales (después de molida la vena según la practica actual), sin que por violencia.

38También debe cuidarse de que las casas tabaqueras de tijera en donde han de colgarse las sartas

se construyan con el correspondiente arreglo, así en lo alto con el ancho de forma que cada división tenga a lo menos tres y medias varas de orcon a orcon y de tendal a tendal tres cuartas para que el tabaco se ventile, y seque: los techos de estas casas han de ser de paja palma, u otras materias equivalentes y se registrarán con cuidado para liberarlas de las lluvias, pues si se diera al caso de que padeciesen algunas goteras podrirían todo aquel tabaco que tocase el agua: y los lienzos se harán de varas o cañas que llaman quinchas.

39Para proceder a descolgar las sartas se debe observar un cuidado sumamente recomendable y de

primera atención registrado si las venas de las hojas se han secado por que de descolgarlas verdes contraen daño: este mismo esmero se ha de seguir con todas las sartas que se hallen demasiadamente blandas, dejando colgadas éstas hasta orearse para asegurar de riesgo la pila en que se pusieren.

40Ya descolgada la sartería no se ha de dilatar pasarla a la pieza que ha de haber inmediata, donde

se practique su beneficio pues de retardase tienen riesgos.

B en efic ios del tabaco41

La casa, o posada se ha de hacer de quincha en el centro de cada pertenencia pues en los terrenos destinados a las siembras hay todo el material que se necesita de madera paja, enea, varas y cañas.

42Conducidas las sartas, deberán proceder puntualmente los peones a separarla sacudiendo con

bastante esmero cada una para tenderlas en el suelo con inmediación en términos de que a la mañana siguiente se dediquen los operarios a abrir o extender las hojas, una por una.

43Se procederá después a colocar la pila de cinco varas de alto bien cargada de adobes, en los

mismos términos que hoy lo ejecutan los cosecheros sin otra variación mas de que tan importante beneficio no se practique a los cuatro veedores según costumbre, pues debe ser con bastante abrigo cubriendo

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también el sitio con petates y hojas secas de tabaco inútil si las hubiera (para no usar el chante, hoja de plátano, ni de otra especie que le comunique distinto gusto de que es susceptible ese fruto a fin de que sude y fermente el tabaco, tome un buen color y quede agradable al gusto, cuidando muy particularmente de darle el punto preciso de suerte que por crudo no se haga insípido, ni por pasado pierda la actividad conveniente.

44Corrido el tiempo de la pila que, según la práctica de los cosecheros y veedores, se juzgaré

bastante, se dará principio a escoger las hojas buenas y separar las malas, podridas, clavadas, picadas, y de mal gusto para que se quemen cuyo examen ha de hacer con el dueño uno de los veedores, que tenga destinado el reconocedor general para sobrestándares éstas y las demás operaciones.

Pero si al reconocer la pila se viera que alguna parte tiene humedad, y mal conocimiento se le repetirá (con cuidado de que no se pase), para asegurar el tabaco de pudrición y clavo. En el concepto de que del centro de la pila suda, y toma mejor color que el de los extremos, por lo que convendrá meter en el interior el que no haya salido bueno de primera vez, si así lo mandare el reconocedor general.

A d verten cia p ara el boleo45

Se reducen los mazos a la primera clase, para que habiendo una sola y buena esté sujeta a un mismo precio sean atendidos con igualdad los compradores sin distinción, ni engaño de los expendedores; se apliquen mejor los cosecheros al cultivo; y se simplifique al recibo, y manejo.

46Quedando solamente las hojas que se estimen de correspondiente calidad para esta primera clase

superior, se empezara la operación del boleo, y amarradura, buscando los mejores oficiales para que haciendo perfectamente los mazos no haya reparo es su recibo y desde el día que espiese este boleo pasaran noticia al reconocedor general para que le conste el estado de las operaciones de cada cosechero, y calcule el tiempo en que podrá hacer su entrega.

47Los mazos han de ser del grueso que ahora se acostumbra, y todos con la mayor igualdad, pues

los que estén demasiadamente gruesos, o mas delgados se la marca en cosas reparable, se desecharan, o desharán al tiempo del recibo, para que vuelvan a hacerse como deban, a costa del dueño.

48En el largo se ha de variar la costumbre actual, rebajándoles dos dedos, y dejando en tres cuartas

y cuatro dedos, como antes se usaba, para cuyo arreglo repartirá el reconocedor general una medida de palo del largo y grueso a todos los cosecheros, con el sello real, como la que aquí se le entrega; y otras iguales obra en la factoría para medrilos quedado reciban.

49Han de hacerse los mazos muy apretados, como se debe, pues también se desecharan los que no

lo están, respecto de que en esto consiste su conservación y jugo.

50Se prohibe estrechamente metan dentro de los mazos palos de totora para darles consistencia, por

que deben macizarlos e igualarlos con solo tabaco, y han de tener no mas que la una hoja delgada (o curbo que llaman ), y el chante del largo y ancho que va hasta la envoltura y amarradura sin que exceda ni baje todo el peso de tres onzas, según las reglas que dará el reconocedor general por que es muy preciso y justo para que a los compradores se expenda en el en los estancos la misma cantidad de tabaco por su precio y para que, si en alguno se determinase vender por peso haya una cierta igual tara que rebajarles lo que ahora no se puede practicar por la notable diferencia: y tendrá entendido que al tiempo del recibo quedara el reconocedor general de pesar las taras de los mazos que desbarata para el examen, y obligará a los dueños

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a que envuelva de nuevo todos los que tengan considerable exceso de las tres onzas y palo de totora, pues en esta inspección se ha de proceder con la mayor escrupulosidad, por lo mucho que interesa al publico y el servicio y gobierno de la renta.

51Si en lo sucesivo se tuviese por conveniente extinguir el uso del chante y envolver en pequeñas que

es mas fuerte, abundante y barata, se prevendrá oportunamente por el reconocedor general, y lo obedecerán los cosecheros; lo que se omite ahora justas consideraciones.

52Luego que se acabe el boleo y amarradura enviaran el reconocedor general noticia formal, y jurada

del número de mazos que únicamente hayan salido contestada al pie por el respectivo guarda veedor para que haya en aquellas oficinas constancia anticipada del rendimiento de las cosechas y se cuide de su entera oportuna presentación.

A d verten cia p ara los hum eros53

En el centro de las siembras y justo a la casa o posada tendrán hechos buenos humeros en hondo o en alto de adobes y bien tapados y abrigado para que no se disipe el humo y se gaste menos leña: han de ser de suficiente largo, ancho y profundidad que advierta el reconocedor general con buenas y fuertes soleras, que aguanten el peso de diez a doce mil mazos sin riesgo de quemarse.

54Los peones humadores han de estar siempre al cuidado de que no se pasen y de que reciban el

correspondiente humo alternando como se debe las tandas o capas, en el supuesto de que han de quedar precisamente los mazos en el jugo de un real o mas o menos como mande el reconocedor general con respecto a la estación de recibirlos y remitirlos; que es lo que da regla diversa del jugo, y el que ha de regir indispensablemente para que se paguen los mazos al precio de contrata pues los que no estén en el preciso punto de jugo o se quemaran en la factoría o se justificaran por menos o se volverán a ahumar dentro de Lambayeque a costa del dueño.

55Los guardas beepers estarán continuamente inspeccionando e interviniendo las operaciones de los

cosecheros desde el primer riego y arado de la tierra hasta la efectiva entrega de los tabacos en los almacenes del rey pero especialmente atenderán la perfección de los humeros y cuidarán de que se volteen los mazos en los días que se ocupan comúnmente esta operación y llevarlo por si propio a la factoría los que se pasen de punto e inutilicen para que en ella se quemen con formalidad y constancia pues nada ha de quedar en poder de los cosecheros.

56Desde el día antes que se concluya el humero, y estén ya todos los mazos prontos, y bien

acondicionados dará noticia al interesado y el guarda veedor, al reconocedor general para que con acuerdo del factor y contador señale el día y hora de presentarlos en la factoría.

A d verten cia p ara la en trega de los tabacos57

En ella se les recibirán precisamente todos los mazos que hayan rendido sus siembras (arregladas a la respectiva asignación) por la antigüedad de estas oportunas razones sin anteponer a otros cosecheros por gracia, favor, o súplica pero justa toda la partida de casa uno en un solo día; y tendrán todos la prudente consideración de sujetarse a la hora que se les cite para que combine el concurso de otros interesados de igual tiempo obviando atropellamientos y confusiones en el recibo y examen próximo que ha de hacerse

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desde las siete a las doce de la mañana y desde las dos hasta las seis de la tarde en todos los días que no sean feriados de precepto.

58Han de llevar estos tabacos con todo abrigo para que no se mojen ni venteen, y a de escoltarlos

indispensablemente el guarda veedor (citado previamente), para que este diga sus observaciones y cuide de que no haya extravío: y donde se pueda se procuraran conducir en carretas para que no se maltraten con el lío porque hay que ponerles otro para venir en fardos de esta capital.

59Al tiempo del formal recibo asistirá el interesado para que conteste con el reconocedor general

los defectos que ponga a los mazos y en caso de que no los conozca o dude la parte, llevara esta un perito con quien concurra también de ciencia y conciencia que de oficio tendrá nombrado a prevención el corregidor para los casos de discordia y juramentado ambos de usar fiel y legalmente, darán su voto, pero si aun no convenga con estos dos peritos el reconocedor general, porque no halla razón para conformarse, se estará la decisión del factor y contador que presentaran siempre los actos con el escribano dando este fe y razón de ellos, sin otro recurso alguno por ser el medio propio y equitativo para la mas breve y justa determinación en las dudas, cuestiones y reclamos.

60El reconocimiento ha de hacerse a todo el arbitrio, y satisfacción del reconocedor general, que

podrá desbaratar, a partir, y probar cuantos mazos le parezcan, por la indispensable prolija inspección, que se requiere, quedando obligados los sueños a recomponerlos.

61Dase por supuesto que no se ha de recibir, ni pagar al precio contratado el tabaco, que no esté

arreglado al jugo correspondiente a su conservación, y a las buenas calidades de la sanidad, sabor, y actividad de las hojas; del mejor boleo, y amarradura; de la medida en el grueso y largo; y del peso de las tres onzas en la tara del chante, sin palos de totora.

62Si el defecto que se halle en el todo, o parte de cada individuo no fuese de tanta consideración que

no deje de tener permanencia, gusto, sustancia, y actividad para la venta en los estancos del reino, sin desagrado de los consumidores (que son los que preferentemente deben atenderse), sino que el demérito sea graduar lo de menos calidad, que la superior, que se procura en su cultivo, y en el jugo estimado, podrá haber transacción en el precio (para no quemarlo), rebajando una mitad, o tercia parte del contrato, según lo tase el reconocedor general, y convenga los dueños, y los otros del perito, si ellos los pidieron: prestando precisamente su anuencia, y conformidad en estos casos el factor y contador, y asentando éste en la liquidación de las respectivas facturas el compromiso con referente a la razón que formara el escribano.

63Los tabacos que permitan composición la tendrá a costa de sus dueños, como deba ser, y quiera

el reconocedor general, dentro del mismo pueblo, con todas las precauciones y resguardos que corresponda a que no haya extravíos: estos, si hay algún tabaco pasado, podrido, o de mal sabor, que ha de separar, y hacer pedazos esta es falta de humo, se le ha de dar como convenga, también ha satisfacción del reconocedor general, que destinara sus veedores: pero el que se entresaque bueno, separado el malo, podrá volverlo a bolera para que no deje de recibirles el que sea admisible.

64Todos los mazos, y partes de ellos que de común acuerdo se desechen por absolutamente

inservibles, se han de quemar inmediatamente delante de la casa factoría a presencia del interesado, que ha de dar fe, y asentar la diligencia en un cuaderno que llevara de todas las que se ofrezcan de estas quemas.

65

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Estando admitido los mazos por el precio de la contrata, o por los avalúas en los que no correspondan a la superior calidad, se ajustara inmediatamente su importe por el contador para darles al instante la mitad a buena cuenta (de que dejaran recibo provisional), y la otra mitad a los ocho días de la entrega de cada uno, para que haya tiempo de extender en factura la liquidación, y ajustamiento formales: de cerciorarse de las anticipaciones, y partidas que se han de descontar; y de reparar las dudas; o equivocaciones que puedan ofrecer es pro, o contra de los cosecheros, o de la real hacienda, poniendo al pie de la factura el recibo original, que ha de firmar el interesado (recogiendo el provisional), y autorización de la renta. Y se dará a cada parte el apunte que necesite, y pida, para comprobar por si el ajustamiento.

66Solamente podrá descontarse el tiempo de sus pagamentos en la factoría lo que corresponda a los

créditos de la real hacienda particular no está sujeta a retención, dictada por este tribunal, o comunidad a él por la superintendencia general de la renta; y aun estas deudas particulares, así retenidas, sólo tendrán lugar en la tercia parte de lo que les reste que recibir, para no privarles del fomento en la siguiente siembra.

67Deben obedecer y cumplir fiel y exactamente los cosecheros todas las prevenciones de esta

instrucción, y las de mas que en delante se ofrezcan y así mismo olas que pueda añadir el reconocedor general, y en su lugar y grado su teniente, y guardas veedores que destine para el cuidado y observancia de ellas, respetando como se debe a estos ministros.

P roh ib icion es y penas a los cosecheros68

No han de pagar en fruto los diezmos, sino en plata, conforme al importe, y al ajuste de los cosecheros con los recaudadores de los partidos donde siembran, que pedirán a la factoría las razones que necesiten.

69Se prohibe que den limosna, o regalo, en tabaco a las religiones, ni persona alguna, pues todo

deben entregarlo en la factoría.

70Igualmente se prohibe que den hojas, ni bollos de tabaco a los envolvedores, amarradores, y

peones, pues nada deben sacar de las pilas, ni del campo, consistiéndose sólo que fumen lo que quieran de ellas, durante el trabajo.

71Tampoco podrán los cosecheros guardar la menor porción para su uso, pues todo pertenece al rey,

que se lo toma, y paga, y deben comprarlo de sus estancos.

72No se les cobrara derecho alguno por los dependientes de la renta, ni han de dar a estos regalos, o

gratificación, ni prestarles la menor cantidad, pena de perderla, y de ser multados en otro tanto a favor del rey, así como los que lo reciban, además de la privación de la matrícula, y de las plazas.

73Así como se distingue a los cosecheros con la atención, equidad, alivio, y fomento que ven,

también se les castigara con el mayor rigor cuando falten a sus obligaciones y fidelidad: y se impone la pena de presidio por cuarto año al que en las causas forme el reconocedor general, su teniente, u otro ministro, se le justificare fraude que excede de doce mazos vendidos, regalados, u ocultados, o de cantidad equivalente en hoja, además de la pérdida del genero, y exacción de dos reales por cada mazo, de

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cualesquiera calidad que sea: y a los que no pasen de los doce mazos sean pocos o muchos los que defrauden vendan, regalen, o extravíen) se les darán dos meses de cárcel, y exclusión perpetua de las siembras, además del citado decomiso, y exacción pecuniaria; por que todos deben vivir vigilantes, y agradecidos, y ser reputados por mas delincuentes en el contrabando, e infidencia.

Privilegios y esencionesque se conceden a los cosecheros y oficiales

75Los cosecheros que siembran, sus mayores de las chacras, o campos de tabaco, y los boleadores,

y amarradores, quedan exentos del alistamiento de milicias, y de todas cargas, y oficios concejiles; de alojamiento, y bagades; de curadurías, y hermandad de obras pías; de hospedaje, quintas y guías para efectos alguno, por preciso y necesario que sea; de los cargos de cobradores de pechos, padrones, puentes, y demás: y de que en lo que toca a las tierras, aguas, cercas, plantíos, y casas de los tabacos de sus cosechas conozcan otros jueces que los de la renta, cuidando el reconocedor, factor, y conductor de defenderles por sus oficios y cargos estas exenciones, y privilegios, y de dar a los referidos cosecheros, mayordomos, boleadores y amarradores sus títulos (firmando de todo tres ), que los distingan, y no hagan equivocar con otros, para que solo se exceptúen los que tengan verdadero derecho y ejercicio.

76Los que estén en calidad de tributarios no podrán ser presos, ni embargados por los respectivos

jueces, quedando tienen estos el arbitrio de ocurrir al factor por oficio político para la cobranza entera de esta pensión, como crédito de Real Hacienda, aunque las deudas sean contraídas antes que esta contrata.

77Por mano del reconocedor general se les dará este ejemplar impreso para su inteligencia, y cabal

observación, y le guardaran con el esmero y aseo que corresponde.

Lima 18 de Setiembre de 1779

D. Joseph de la Riva.

Impreso en Lima en la Imprenta Real Calle de Palacio.

RAZÓN DE LOS GASTOS HECHOS EN EL BENEFICIO DE LOS TABACOS DE TULIPE. COMIDAS EN LOS PEONES Y OTROS GASTOS COMO CONSTA EN LOS DOCUMENTOS: Y EMPEZÓ A CORRER EN 15 DE

MARZO DE ESTE AÑO A SAVER [1796]

1° Semanamazos pesos reales

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Lorenzo Nona Voleó 1,775 13.2 1/2Vicente Monrroy AmarróSantiago Limaga, voRomualdo Salcedo, amo 412 3.0 1/2Ignacio Romero, vo 1,000 7.4Manuel Brava, amo

Cocinero, 6 días 1.4

2° S em an aIgnacio Romero, vo 950 7.1Juan Duque, amoLorenzo Nona, vo 925 6.7 1/2

Casiano Soto, vo 700 5.2Mariano el ferreñafano, amo

Cocinero, 6 días 1.4

3° S em an aCasiano Soto, vo 856 6.3Juan Duque, amoLorenzo Nona, vo 700 5.2Vicente Monrroy, amoAnselmo Correa, vo 806 6.0José Matos, amoRomualdo Salcedo, vo 800 6.0Luis Correa, amoHipólito Sarmiento, vo 875 6.4 1/2Pablo Rodríguez, amo

José Cuadra, 6 días 1.4José Manuel Cabrejos, 6 días 1.4Juan Tiparra, por curvear 1.0

4° S em an aLorenzo Nona, vo 925 6.7 1/2Vicente Monrroy, amoRomualdo Salcedo, vo 650 4.7Luis Correa, amoCasiano Soto, vo 500 3.6Nicolás Saavedra, amoHipólito Sarmiento, vo 500 3.6Pablo Rodríguez, amo

Juan Manuel Cabrejos, 3 días 0.6José Cuadra, 5 días 1.2Juan Tiparra, por 4 días de curvear 0.6

m azos pesos reales5° S em an aJuan de la Cruz, vo 770 5.6Luis Correa, amoHipólito Sarmiento, vo 850 6.3Pablo Rodríguez, amoManuel de la Rosa, vo 700 5.2Nicolás Saavedra, amoLorenzo nona, vo 900 6.6Vicente Monrroy, amo

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Manuel del Castillo, voTomás Salcedo, vo 950 7.1Romualdo Salcedo, amo 675 5.0 1/2José Manuel Chiricano, amoBlas Samurio, vo 900 6.6Casiano Soto, vo 1 100 8.2

6° SemanaRomualdo Salcedo, vo 850 6.3Luis Correa, amoHipólito Sarmiento, vo 700 5.2Pablo Rodríguez, amoCasiano Soto, voJuan Duque, amo 950 7.1Manuel de la Rosa, vo 800 6.0Nicolás Saavedra, amoLorenzo Nona, vo 650 4.7Vicente Monrroy, amoManuel del Castillo, vo 436 3.2

A Manuel Samurio por ensartar moler último tabaco y otros díasque sirvió de traer recado 8.0Manuel Cuadra, por 3 días 0.6José Manuel Cabrejos por 3 días 0.6

Por 6 reales a un peón de mano 0.6

Sigue el gasto de comidas y otras cosas primeramente por 2 pesos deraspaduras 2.0

Por 4 reales pagados al carcelero de Chiclayo por recoger los peones 0.4Por 2 pesos de pan 2.0Por 2 pesos id. mas 2.0Por 4 reales de sal 0.4Por 2 reales de maíz 0.2Por 3 reales de un cuchillo de cocina 0.3Por lpeso 4 % reales de 5vs. de crudo para (ilegible) del trabajo que

llevó Albujar 1.4 1/2

Día 4 de abrilPor 2 pesos de dulce 2.0Por 2 pesos de pan 2.0

mazos pesos realesDía 10 id.

Por 2 pesos de pan 2.0Por 2 pesos de un porrón de miel 2.0Por 2 reales de sal 0.2Por 6 pesos 4 % reales de 10 % botijas arroz a 5 reales 6.4 1/2

Día 8 dho.Por 1 peso de pan 1.0

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Día 22 id.Por 1 peso de raspaduras 1.0Por 15 pesos de un novillo que mate y consta de su recibo N° 1 15.0

Día 23 id.Por 2 peso 4 reales de pan 2.4

Día 26 idPor 2 pesos de un porrón de miel 2.0Por 6 reales de pan 0.6

Día 2 de mayoPor 2 pesos de pan 2.0Por 13 pesos 4 reales importe de 18 manojos de chante a 6 reales que

consta de su recibo N° 2 13.4Por 12 pesos 2 reales de 14 manojos id a 6 reales 10.2Por 24 pesos pagarlos a los reconocedores del tabaco por ir a Tulipe y

consta de recibo N° 2 24.0Por 13 pesos 4 reales de 18 manojos de chante comprados a Mateo de

Saña a 6 reales consta de recibo N° 3 13.4Por 12 pesos 2 reales de 14 manojos id. a 6 reales 10.2Por 24 pesos pagarlos a los reconocedores del tabaco por ir a Tulipe y

consta de recibo N° 2 24.0Por 13 pesos 4 reales de 18 manojos de chante comprados a Mateo de

Saña a 6 reales consta de recibo N° 3 13.4Por 8 pesos pagados a Feliciano Alburquer que que por 32 cargas de

chante que cargo a 2 reales carga 8.0

Día 4Por 2 pesos 4 reales de 4 botija arroz a 5 reales 2.4Por 10 pesos 2 reales de una res que mata 10.2Por 1 peso 2 reales que pague a los peones por cargar 5 cargas de chante 1.2

Día 8 idPor 2 pesos de pan por 2 pesos de dulce 2.0Por 37 pesos 4 reales de 50 manojos de chante comprados en Luya a 6

reales y consta de recibo N° 5 37.4Por 8 pesos 4 reales que pague por cargar dichos manojos y consta de

recibo N° 6 8.4Por 17 pesos pellejos comprados para enfardelar el tabaco a 5 reales 17.0Por 1 peso 7 reales de 6 vs de crudo para brevetes (sic) 1.7

m azos p esos realesDía 12 id

Por 4 pesos de pan 4.0Por 2 pesos 4 reales de carne 2.2Por 4 reales al que fue por carne 0.4Por 1 peso 2 reales de botija de arroz 1.2Por 3 pesos de dulce 3.0Por 4 reales a los oficiales por cargar un poco de chante 0.4Por 1 peso de 1 pellejo 1.0Por 74 pesos dados a Mauricio de Lara a cuenta de su salario y consta

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de su recibo N° 7 74.0Por 20 pesos dados al ahumador a cuenta de su salario N° 8 20.0

Día 18 idPor 3 pesos de pan 3.0Por 2 pesos de dulce 2.0Por 4 pesos 4 reales de cuatro capas a 9 reales 4.4Por 2 pesos de arroz 2.0Por 10 pesos pagados a la mujer de Nicolás Gamarra por el flete de 14

rollos de jerga de Trujillo a Chiclayo y consta de su recibo N° 9 10.0Por 1 peso que pague a Luis Correa por componer doscientos sesenta

mazos 1.0Por 1 peso 4 reales que pague a José Cabrejos de 1 semana de cargar

leña para el amadeo (sic) 1.4Por 1 peso 4 reales a Manuel Cuadra de 1 semana de cocina 1.4Por 2 pesos 2 reales que pague a dos peones de mano de la ultima

semana 2.2Por 6 reales para un peón para cargar leña 0.6Por 4 reales de salar la carne 0.4Por 3 reales de ají 0.3Por 140 pesos que corresponden desde el día quince de marzo hasta

el veinte y tres de mayo de 96, a razón de 2 pesos diarios asignados así por los fiadores de don Juan Escurra como por los peritos de inteligencia que se nombraron para este fin quedando a percibir lo demás hasta la finalización de esta cuenta. 140.0

673.1

Firmado. Blas Viamonte

Lambayeque y setiembre 19 del 796

[Al margen] Esta partida de 140 pesos del salario diario al respecto de dos pesos que va figurada debe ser de 105 pesos con -arreglo a los doce reales señalados por decreto de 15 de setiembre de 96 por el señor Intendente Gobernador del Partido de Trujillo, por cuya razón los 35 pesos que hay cargados de exceso se excluirán (ilegible) de ampliación. Una rúbrica.

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h i s t o r i a

A U D I H A

Seminario de Historia Rural Andina UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS