1. schaeffer. pequeña ecologia de los estudios literarios[1]
DESCRIPTION
para inicios en el estudio de la literaturaTRANSCRIPT
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Traduccin de
LAURA FLICA
JEAN-MARIE SCHAEFFER
PEQUEA ECOLOGA
DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS
Por qu y cmo estudiar la literatura?
FONDO DE CULTURA ECONOMICA
MXICO - ARGENTINA - BRASIL - COLOMBIA - CHILE - ESPAA
ESTADOS UNIDOS DE AMRICA - GUATEMALA - PER - VENEZUELA
-
Primera edicin en francs, 2011
Primera edicin en espaol, 2013
Schacffer, Jean-Maric
Pequea ecologa de los esludios literarios : por que y
cmo estudiar la literatura^ . - la ed. - Buenos Aires : Fondo
de Cultura Econmica, 2013.
128 p. ; 21x14 cm. - (Lengua y estudios literarios)
Traducido por: Laura Flica
ISBN 978-950-557-969-3
1. Estudios Literarios. 1. Flica, Liura, trad. 11, Titulo
CDD 801.95
Armado de tapa: Juan Pablo Fernndez
Foto de solapa; coleccin del autor
Titulo original: Pcitf ccolo^it: des eludes linnies. Pounjuot et eomment
etidiei- la illcraturc^
ISBN de la edicin original: 978-2-36280-001-6
& 2011, Thierry Marchaisse
Publicado por acuerdo con la Agencia Literaria Pierre Astier Associs
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
D.R. 2013, FONDO DE CIILTL'R.-\A DE ARGENTINA, S.A.
El Salvador 5665; C1414BQE Buenos Aires, Argentina
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ISBN: 978-950-557-969-3
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1 lecho el depsito que marca la ley 11.723
ndice
Advertencia 9
I. Criiis de a literatura o crisis de os estudios
literarios? 13
II. Pequea ecologa de las ciencias humanas 21
III. Los dos modelos de estudios literarios 39
IV. Descripcin y normatividad 53
V. Descripcin, comprensin y explicacin: un enfoque
filosfico 61
VI. Intencionalidad y texto 83
VII. Para una nueva ecologa cultural: algunas modestas
proposiciones 103
ndice de nombres 123 \
/
/ /
NDICE 7
-
Advertencia
VIVIMOS en una poca a la que le agradan los lamentos. El subt-
tulo de mi reflexin parece indicar que me propongo entonar la
misma cancin: un anuncio mortuorio de los estudios literarios
y de su objeto -la literatura-condenados al declive en un mundo
que, segn nos dicen, se vuelve cada vez ms hostil a la cultura
en general y a la literatura en particular.
A decir verdad, esta queja no es propia de nuestra poca:
forma parte de los ejercicios obligados de nuestras Humanidades
desde hace lustros. Sin embargo, que sea una figura recurrente
no la descalifica como tal. El siglo xx europeo ha conocido al
menos dos regmenes polticos, el nazismo y el comunismo, que
se tradujeron en una dereliccin cultural asombrosa. Pero pre-
cisamente estas dos formas de rgimen totalitario no han tenido
nada que ver con las sociedades occidentales actuales, y esto
debera hacernos sospechar de entrada cuando se las acusa del
mismo crimen. Realmente es posible discernir en nuestras so-
ciedades los signos de semejante dereliccin? No lo creo. Desde
luego que las vas actuales de la cultura humanista ya no son sin
duda (nicamente) las de la educacin clsica. Pero otras formas
han aparecido, y merecen que les acordemos el mismo crdito,
y la misma indulgencia, que a las antiguas, que adems tampoco
quedan excluidas.
En particular, nada indica que el futuro de la hteratura est
amenazado, aun si el lugar relativo que ocupa en la vida cultural .
seguramente no es el mismo que hace algunas generaciones. Esto
se debe al hecho de que otros soportes, como el cine, aseguran
ahora y en adelante una parte de sus funciones sociales anterio-
res. Pero, en cifras absolutas, nunca se han ledo ms obras lite-
rarias como en nuestros das. Y nada indica que los lectores con-
temporneos sean menos exigentes y sensibles que los lectores
del pasado. \
ADVERTENCIA 9
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Entonces, por qu esta constatacin de una crisis? Mi hip-
tesis es que la supuesta crisis de la literatura esconde una crisis
ms real, la de nuestra representacin erudita de "La Literatura"
(\cremos adems que este trmino est en el centro del problema).
En sntesis, si acaso hay crisis, se trata ms bien de una crisis de
los estudios literarios. Triple crisis, en realidad, que afecta a la vez
la transmisin de los valores literarios, el estudio cognitivo de los
hechos literarios y la formacin de los estudiantes de literatura.
De hecho, habria que decir ms bien que se trata de un nuevo
acceso de crisis, puesto que los estudios literarios tienen la extraa
particularidad de presentar un per'il histrico ciclotmico, que
hace pensar en un sndrome manaco-depresivo: perodos de exal-
tacin cognitiva irrelexiva se alternan con periodos de pesimismo
escptico tan poco justificados como los primeros. Esta oscilacin
permanente entre dos extremos nos impide medir los importan-
tes progresos en el conocimiento de los hechos literarios, en es-
pecial, desde comienzos del siglo xix. Y estos progresos no tienen
que ver exclusivamente con una acumulacin de nuevos saberes
eruditos (lo que tampoco est mal), sino tambin con una pro-
fundizacin de nuestro conocimiento. As comprendemos mejor
que nuestros antecesores la importancia de la creatividad verbal
-y entonces tambin de la literatura, que es una de las regiones
de esta creatividad- en la vida de los hombres y de las sociedades.
Partiendo de esta doble constatacin y adoptando un punto
de vista sin duda ms filosfico cjuc literario, este opsculo se
propone un doble objetivo: remontar a las raices del carcter
histricamente recurrente de la crisis de los estudios literarios,
pero tambin mostrar que el pesimismo cogninvo al que parece
conducir esta situacin no est en absoluto justificado. Es evidente
que son dos empresas que no podramos desarrollar en algunas
pginas, pero espero al menos convencer al lector de la impor-
tancia real de su apuesta. sta supera por mucho la pregunta por
el desuno de los estudios literarios. Si admitimos, en efecto, que
lo que llamamos "literatura", aqu y hoy constituye, bajo otras
figuras, una importante realidad de la vida de todos los hombres,
de todas las sociedades humanas, entonces el destino de los es-
10 < PEQUEA ECOLOGA DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS
tudios literarios es de suma importancia para el conjunto del
campo de las ciencias humanas y sociales; y una mejor compren-
sin de los hechos Hterarios contribuye justamente al conoci-
miento de lo que somos y de lo que podemos ser.'
' Este texto, nacido de una conferencia pronunciada en 2005, ha evolucio-
nado mucho desde entonces, pero conserva las marcas de su origen relacionado
con un pedido externo. Si tiene -tal como espero- menos defectos que en un
comienzo, esto es posible gracias a loana Vultur, quien me llev a revaluar los
apones fundamentales de la hermenutica filosfica. Tambin les debo mucho
a Esteban Buch y a Nathalie Heinich, que me ayoidaron a aclarar la distincin
entre descripcin y normatividad, a Marielle Mac, que me abri los ojos sobre
el estatus de la lectura como experiencia propia, a Philippe Roussin y a Annick
Louis, con quienes discut mi visin sobre los estudios literarios, asi como a
Thierry Marchaisse, que reley el manuscrito como filsofo. Por desgracia, los
defectos y puntos flojos que ailn subsisten quedan bajo mi entera responsabilidad.
ADVERTENCIA 11
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I. Crisis de la literatura o crisis
de los estudios literarios?
QUE EL FUTURO de la literatura no est actualmente amenazado,
contrariamente a lo que indica una leyenda tenaz, es una hip-
tesis que puede valerse de una sencilla constatacin: nunca antes
en la historia de la humanidad se ha ledo tanto como hoy La pri-
mera razn es que nunca ha habido una proporcin tan grande
de la humanidad que supiera leer y escribir. Esto vale primero
para Francia y Europa. El hecho de que subsistan algunas bol-
sas de analfabetismo en las sociedades francesa y europea, o que
haya algunos rebrotes localizados de iletrismo, no alcanza para
hacer olvidar que la tasa de alfabetizacin de las generaciones
actuales es por lejos superior a aquella de finales del siglo xix.
La constatacin incluso es mucho ms vlida a nivel mundial:
desde mediados del siglo xx, el desarrollo del acceso a lo escrito
ha sido exponencial en todas partes del mundo.
La expansin actual de Internet se inscribe en esta progre-
sin. Tiene a la vez un efecto y una causa: un efecto, porque el
dommio de la herramienta de informacin en lnea presupo-
ne que uno sepa leer y escribir; una causa, en la medida en que
el acceso tcnico a Internet es en s mismo un catalizador para el
manejo de la lectura y de lo escrito. Esta eminente virtud cultural
de un avance en un comienzo tecnolgico (e incluso puramen-
te militar), por ms que se oponga a las evidencias tecnfobas,
no es menos real. De ah proviene una primera confusin que
conviene evitar. Pues si la lectura y lo escrito no ocupan el
mismo lugar en la vida cultural que hace algunas generaciones
atrs, esto no significa que ocupen un lugar menor. Se han
desplazado y este desplazamiento es indisociable de lo que,
lejos de ser un declive de lo escrito, corresponde a un poderoso
ascenso.
CRISIS DE LA LITERATURA o CRISIS DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS' 13
-
Desde luego que las prcticas literarias han competido desde
el comienzo del siglo xx con otros soportes y oirs formas artsti-
cas. En ese sentido, el cine constituye hoy el soporte principal de
la creacin ficcional. Pero esto no significa que el cine haya redu-
cido la importancia de la ficcin fiteraria. La invencin del cinc
ms bien ha extendido el dominio de la creacin ficcional como
tal: globalmente "consumimos" muchas ms ficciones que lo que
se haca en el siglo xix. El hecho de que la mayora de estas ficcio-
nes sean de orden cinematogrfico no significa, pues, que la ficcin
literaria haya disminuido su importancia, ni desde el punto de
vasta cuantitativo ni, por supuesto, desde el punto de vista cuali-
tativo. Se puede constatar algo parecido a propsito de la poesa.
A menudo se oyen quejas de que la poesa ha perdido pblico. Sin
embargo, a mi entender, ningn estudio cuantitativo \aene a co-
rroborar esta afirmacin, e incluso todo hace pensar lo contrario.
Al menos si se acepta la idea de que la cancin, que es una de las
formas ms antiguas y ms universales de la poesa, y tambin,
desde el invento del registro sonoro, su forma ms prolfica, tiene
que ver absolutamente con la poesa y entonces, con la literatura.
Como lo obser\'aba Paul Zumthor, si bien a veces aceptamos re-
conocer (es cieno que de la boca para afuera) la importancia de
las tradiciones orales en las "civilizaciones arcaicas" y en las "cul-
turas marginales", nos resulta, en cambio, "dificil convencernos de
que stas tambin impregnan nuestra propia cultura".' Y al decir
esto, Zumthor pensaba justamente en las canciones, sealando a
su vez como motivo central del desconocimiento en el que estn
inmersas: nuestra "nocin de literatura" como prctica destinada
"a la bsqueda de su propia identidad" y que plantea "irrecusable-
mente un 'absoluto literario"'.^
Sin embargo, quienes se lamentan por la decadencia de la
cultura literaria -y al mismo tiempo, a veces, la decadencia de
' Paul Zumthor, nlroduction i la pocsic rale. Pars, Scuil, 1983, p. 10 [trad.
csp.: Introduccin a la poesa oral, trad. de Mara Concepcin Garca Lomas, Ma-
dnd.Taurus, 1991].
' Ibid., p. 25,
14 ^ PEQUEA ECOLOGA DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS
la cultura a secas- no por eso niegan que haya un aumento glo-
bal de las prcticas de lectura y escritura. Sostienen ms bien
que este desarrollo "guiado" por la tecnologa y la "masificacin",
lejos de beneficiar a la Hteratura, la traiciona. Segn esta visin,
los nuevos lectores no leen la "verdadera" literatura, sino ersatz,
que no son ms que manifestaciones de la incultura de masas que
caracterizara a las sociedades contemporneas. En lugar de leer
a Joyce o Musil, leen besl sellers superficiales y estereotipados;
en lugar de leer y aprender de memoria los versos de Ronsard o
Mallarm, escuchan y aprenden de memoria las canciones que
les pasan todo el tiempo la radio o la televisin.
Por desgracia, no hay dudas de que la incultura acecha cual-
quier sociedad. Pero se necesita una buena dosis de mala fe para
sostener que la forma de democracia social y poltica en la que
ciertos pueblos tienen la suerte de vivir (y de la que tambin
nosotros, pueblos europeos, formamos parte) favorece la in-
cultura. De nuevo aqu la comparacin con la experiencia de
los regmenes totalitarios, o incluso "simplemente" autorita-
rios, debera inducir a contenernos. En cambio, s es cierto que
la dinmica de democratizacin, que caracteriza a nuestras
sociedades desde el siglo xix, no ha cesado de reconfigurar las
relaciones entre la alta cultura y la cultura verncula. Con el
correr del tiempo, stas se han vuelto tan permeables la una de
la otra, y en ambos senados, que, cuando uno se pregunta so-
bre las modalidades de creacin de la cultura, y no slo sobre
las de su transmisin, tal distincin se vuelve inservible, si es
que alguna vez sirvi, para describir correctamente las prcticas
en cuestin. Cultura erudita y cultura verncula no dejan de
alimentarse mutuamente.
Esto vale tambin para la literatura. En efecto, se tiende a
reducir la "cultura Hteraria" a una de las representaciones ins-
tituidas, segn la cual "La Literatura" aparece como una realidad
autnoma y cerrada sobre s misma. Esta visin cannica ha
sido implementada por el model educativo segregacionista del
siglo xix y contina dando sobrada forma a nuestras represen-
taciones actuales de la hteratura. Ahora bien, convendra parrir
CRISIS DE LA LITERATURA o CRISIS DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS? 1
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de una concepcin ms generosa de lo literario segn la cual
esto responde, en primerisimo lugar, a un uso especfico de los
textos: su uso esttico. A decir verdad, incluso esta concepcin
ampliada no es del todo conveniente, por razones que veremos
ms adelante, pero permite al menos una clasificacin ms cohe-
rente desde el punto de vista descriptivo. Quiz se me objete que
esta clase, definida funcionalmente (por el uso), reagrupa ele-
mentos heterogneos en trminos de xito, ambicin, profun-
didad, poder de verdad, etc. Pero precisamente ah es donde se
sita la ventaja de la concepcin no segregacionista, al menos
por tres razones.
Pnmero, y esto alcanzaria para preferirla a la definicin se-
gregacionista, este enfoque pone entre parntesis los valores li-
terarios propios de quien realiza la investigacin. Est claro que
no niega que la literatura sea un hecho de valor -cosa que es in-
trnsecamente-, pero, desde un punto de vista descnptivo, el ob-
jeto pertinente es el campo en el que estos valores se construyen
y entran en conflicto. Es poco probable que la limitacin de este
campo al del valor esttico acabe teniendo la ltima palabra en el
asunto, pero ms all de lo que ocurra con su validacin emprica,
la concepcin no segregacionista se ubica al menos en un terreno
de vahdacin o refutacin, cosa que no sucede con la concepcin
segregacionista.
En segundo lugar, cuando se adopta una perspectiva nor-
mativa sobre la literatura (o sea la de un usuario segregacionista),
esta misma slo tiene sentido si se la formula parriendo de una
delimitacin no segregacionista de lo Hterario. En efecto, que el
"gusto" literario pueda cuUivarse es algo presupuesto por la pro-
pia lgica de la normatividad: una norma no tiene senrido ms
que si uno puede alejarse de o acercarse a ella. Pero si acaso
existiera una diferencia de naturaleza entre la cultura literaria
J caidita y las formas ms vernculas, dejara de entenderse cmo
un individuo puede pasar de unas a otra en su etapa formativa,
a no ser por algn misterioso acto de conversin. Concretamente:
si se plantea una ruptura ontolgica entre el vasto campo de la
literatura de "entretenimiento" y la literatura "seria", no se entiende
1 b < PEQUEA ECOLOGA DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS
Cmo un nio pasa de sus lecturas infantiles a sus lecturas de la
adultez.
Por ltimo, una concepcin segregacionista de lo literario
es incapaz de explicar cmo ciertas obras, consideradas al co-
mienzo como fuera del campo de la literatura "seria", terminan
forzando sus puertas con el paso del tiempo Qulio Verne, Kari
May o Dashiell Hammett, para nombrar slo a algunos autores).
En sntesis, slo si se identifica la cultura literaria con su
delimitacin segregacionista es que se puede hablar de crisis de
la literatura. Pues los llorones y otros declinlogos seguramente
tienen razn en un punto: si se entiende por "Literatura" la re-
presentacin de los hechos literarios que fue una pieza estratgica
del modelo educativo de las Humanidades -por lo tanto, del
estudio de las lenguas clsicas, la filologa, la filosofia, la historia
del arte y la literatura-, tal como se instituy a lo largo del si-
glo XIX, entonces s, sta ha emprendido la retirada. E incluso
cabe agregar que tal situacin no data de ayer: "La Literatura" est
en crisis al menos desde el comienzo del siglo xx, bajo el triple
empuje del desarrollo de las ciencias sociales, la propia accin de
la creacin literana y la evolucin general de la historia y la cul-
tura. Pero lo que sobre todo hay que ver bien aqu es que, si existe
una cnsis, en tal caso, se trata primero de la crisis de los esudios,
y no de las prcticas literarias. Esto se debe al hecho de que la
representacin segregacionista de "La Literatura" contina fun- '
dando, en gran parte, la autolegitimacin de los estudios literarios.
En efecto, es fcil admirir que los estudios hterarios estn
en crisis. Lo prueba, entre otras cosas, la prdida de crdito
social de la orientacin literaria en los liceos. Es posible lamen-
tarse por ello, pero es un gesto vano, puesto que esta situacin
no es ms que la traduccin mecnica del desfase existente entre
la orientacin literaria y la sociedad, tanto en trminos de com-
petencias profesionales como de atracrivo cultural. Esto no nene
nada de sorprendente: despus de todo, el modelo $obre el que
se basa dicha orientacin fue establecido en el mgrco de una
sociedad mucho ms jerarquizada que la nuestra, incluyendo el
campo de las conductas estticas. Desde ya que es lamentable
CRISIS DE LA LITERATURA o CRISIS DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS? 17
-
que los estudios literarios nos digan tan poco sobre esta cuestin,^
sobre la invencin histrica de su objeto y de su discurso de
autolegitimacin, puesto que "La Literatura" es, en primer lugar,
una nocin escolar que justamente se implanta y mantiene a
travs del sistema educativo.
y En todo caso, la sociedad que instituy "La Literatura" no
es ms la nuestra. La cultura de lo escrito era en ella un bien
relativamente escaso, a menudo un privilegio y a veces una
oportunidad de promocin social. Hoy ya no es ms as, y hay
que ser ingenuo para pensar que esto no tiene consecuencias
en el nivel de la transmisin cultural y, sobre todo, de la deli-
mitacin de la cultura literaria. En resumen, estoy convencido
de que si los estudios literarios estn en problemas, no es porque
su objeto se vea amenazado por la explosin de la incultura,
sino ms banalmente porque confunden su objeto con una de
sus institucionalizaciones pasadas.
Para ser ms preciso, los estudios literarios estn en crisis
porque son incapaces de hacer el duelo de ese pasado, lo que no
significa hacer el duelo de las obras del pasado -estas obras slo
l^iden vivir, incluso en la Escuela, por poco que se les acondicione
un espacio habitable-, sino el de su propio pasado, por lo tanto,
^ el de su propia tradicin erudita e institucional. A veces se tiene
la impresin de que este pasado -"La Literatura"- contina siendo
muchsimo mas entraable para algunos que la realidad a la que
corresponde, es decir, la creacin y los usos de las obras de ayer
y de hoy sean stas importantes o no, exitosas o no, presentes
en la memoria comn o cadas en el olvido. Ahora bien, todas
estas obras son las que han contribuido a trazar el contorno de
los hechos literarios, incluyendo el de "La Literatura", siempre
que estemos de acuerdo en admitir que un canon se define tanto
por lo que excluye como por lo que incluye. Dicho de otro modo,
la crisis est ligada directamente a un cuesrionamiento de la !e-
gxnmxa de los estudios literarios. Entonces, para qu sir\'en
' Dejo fuera la obra clsica de Antoine Compagnon, La ImsKmc Rpublqiic
(ifs Lfres. De Hauhcn Prous. Paris, Seuil, 1983.
18 ^ PEQUEA ECOLOGA DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS
ahora estos estudios si su supuesto objeto -"La Literatura"- se
desarticula como visin global de los hechos literarios y de su
lugar en la cultura contempornea? Pero la crisis tambin tiene
una dimensin epistemolgica, puesto que la desaparicin de
"La Literatura" muestra precisamente el carcter normado y nor-
mativo de dicha nocin, tratada hasta ahora, con una ingenuidad
a N'eces desconcertante, como un hecho emprico, e incluso como
un dato evidente. Al mismo tiempo, ya no se puede postergar
ms la cuestin del estatus epistemolgico de los estudios lite-
rarios: puesto que si stos no descnben ninguna naturaleza y no
son ms que la construccin de una norma, entonces, cmo
hay que concebidos y qu se puede esperar de ellos?
CRISIS DE LA LITERATURA o CRISIS DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS? 19
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II. Pequea ecologa
de las ciencias humanas
PARA HACERSE una idea ms clara de la situacin actual, es indis-
pensable situar los estudios literarios en el marco ms general
de las ciencias humanas. Puesto que las dificultades con las que
se topa nuestra disciplina estn presentes, en buena parte, en la
mayora de las otras ciencias.
Helga Nowotny es sociloga del conocimiento, pero tambin
dirige actualmente el European Research Council (ERC), dato que
resulta interesante para mi propsito.' Ella se ha preguntado, hace
algunos aos, sobre las dificultades recurrentes que sufre la inte-
gracin de las ciencias humanas en los programas, los marcos
metodolgicos y los procesos de evaluacin de la investigacin a
nivel europeo.^ El diagnstico de Nowotny se centra sobre todo
en las Humanidades, pero como lo muestran los trabajos de Tony
Becher en los que ella se inspira, resulta vlido para la mayora
de las ciencias humanas. Y si bien las dificultades en cuestin
revisten una gravedad particular a nivel de la poltica de la inves-
tigacin europea -sobre todo porque sta afronta directamente la
diversidad (sin entrar en este tema) de las tradiciones nacionales
en las disciplinas de las ciencias humanas-, sera un error ver all
la simple traduccin de la obsesin tecncrata de las estructuras
' El ERG es el organismo europeo de financiamiento de la investigacin. Su
objetivo es apoyar las investigaciones innovadoras para hacer entrar a la Unin
Europea en la era de la "economa del conocimiento". Dado que dispone de
importantes medios financieros y que concede sus fondos a travs de un pro-
cedimiento internacional de revisin por pares, este organismo ambiciona
estructurar, en un futuro cercano, lo esencial de la investigacin europea d^
punta en todas las disciplinas.
^ Helga Nowotny, "Humanities in European Research", en ivmpost, nm. 89
verano de 2005, pp. 28-31.
PEQUEA ECOLOGA DE LAS CIENCIAS HUMANAS
1
1
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europeas de investigacin. Una dificultad real es la que est en
cuestin, y es a la que se enfrenta cualquier evaluacin del alcance
cognitivo de los proyectos de estudios en las ciencias humanas.
Esto queda demostrado por el hecho de que los trabajos clsicos
de Becher se retrotraen, al menos en sus primeras formulaciones,
a ms de veinte aos atrs y fueron realizados en un marco que
no estaba para nada relacionado con las polilicas europeas.'
Los trabajos de Becher son conocidos sobre todo porque,
siguiendo un objetivo heuristico, comparan la vida de la inves-
tigacin con la vida tribal. Segn el, las diferentes disciplinas
cientficas pueden ser concebidas como tribus que ocupan cada
una un territorio propio. Cada disciplina defiende su "patria"
contra los asaltantes del exterior, y algunas de ellas tratan de
invadir y de colonizar los territorios vecinos. Segn Becher, y es
lo que me interesa aqu, estas tribus cientficas se dividen en
vanos tipos y no siguen la misma poltica cognitiva. Por un lado,
est lo que l denomina las "pur sciences" (y que denominar
"las ciencias" a secas), por el otro, las "pur humamlies and social
sciences" (y que denominar "las ciencias humanas").
Para Becher, como para Novv'otny, lo que caracteriza la in-
vestigacin cientfica es la existencia de un territorio fuertemente
interconectado y con gran densidad demogrfica. Esto hace su-
bir el precio de las tierras -la inversin para entrar en la comu-
nidad de cientficos- y genera una competencia permanente y,
al mismo tiempo, una maximizacin del control cognitivo cru-
zado. Para seguir con la metfora ecolgica y demogrfica; la
investigacin cientfica se desarrolla en un espacio urbano en
donde los cambios locales van teniendo cada vez ms repercu-
siones en gran parte del territorio.
La ecologa de las ciencias humanas es muy diferente: ocupan
un territorio mayormente rural, con un habitat disperso entre
^ Tony Becher y Paul Trowicr, Acadennc Trihcs and Tcrriories. InteUcctuai
Enquiry and thc Culture oj Disciplines. 2" cd., Londres, Open University Press,
2001 Itrad. esp.: Tribu.'; territorios acadmicos. La inda^acin intelectual y las
culturas de las disciplinas, trad. de Andrea Menegotto, Barcelona, Gedisa, 2001].
22 < PEQUEA ECOLOGA DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS
mltiples valles y colinas aisladas unas de otras. Por eso, las es-
trategias de autodefensa y de autoafirmacin difieren fuertemente
de las adoptadas en las ciencias. El proceso que se ofrece aqu de
forma muy natural no se basa en exacerbar la competencia cog-
nitiva ni tampoco el control cruzado, smo en recurrir a maniobras
de compartimentacin, de aislamiento. Esto no significa que no
haya competencia, sino que la competencia interindividual es
menos importante que la competencia entre grupos. Se traduce
de manera esencial en la creacin y la desaparicin, la ampliacin
y el deterioro de nichos ecolgicos sumamente singularizados y
que forman grupos aislados. Dicho de otro modo, las ciencias
humanas, a las que, no obstante, se les reprocha bastante a me-
nudo su "individualismo", obedecen mayoritariamente al prin-
cipio de seleccin de grupo y no al de la seleccin individual,
que prevalece en las ciencias.
Por otra parte, debido a razones contingentes pero que pue-
den juzgarse como desafortunadas, el nacimiento de las ciencias
humanas coincidi con la formacin de las naciones y de los
nacionalismos, por lo tanto, con el declive del cosmopolitismo,
que caracterizaba el espacio cientfico europeo desde la Edad /
Media. En su lugar, se asisti al nacimiento de las tradiciones
cientficas fuertemente individualizadas por naciones. Este vuelco
fue demasiado tardo como para ejercer una inuencia notoria
en el desarrollo de las ciencias. Desde haca tiempo que sus in-
vestigaciones eran transnacionales, y especialmente su campo ya
estaba unificado a travs de la existencia de un slido consenso
en torno a los criterios de validacin cognitiva y metodolgica.
Seria errneo reducir dicho consenso a una simple convencin
social. Su establecimiento progresivo fue, antes que nada, el co-
rrelato de la dinmica interna de un enfoque singular: aquel que
hace de la reproductibilidad intersubjetiva de las pruebas y expe-
riencias la piedra de toque de la validacin. Dicho de otro modo,
las ciencias se fundan sobre un acuerdo relativo al ripo de rela-
ciones que un discurso debe mantener con el objeto de estudio,
relaciones que han de poder reproducirse por fuera de la esfera
subjetiva de su autor, y que admiten la sancin de los hechos
PEQUEA ECOLOGA DE LAS CIENCIAS HUMANAS 23
i
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resullames de la interaccin con los otros sujetos, as como con
el mundo.
No es posible sobrestimar las consecuencias de la existencia
de esta restriccin de "falsabilidad",'' de este principio de realidad,
para el perfil epistmico de un discurso. Y se cometeria un error
si se subestimaran las consecuencias de su ausencia, como lo
muestra el destino de la filosofia en los siglos xix y xx. Cuando,
a su turno, la filosofia cay en el torbellino del desarrollo de los
Estados nacin, todava no haba alcanzado un consenso meto-
dolgico y criteriolgico, a pesar de las esperanzas de Kant. Sus
consecuencias son conocidas y se sienten an hoy. Desde el
comienzo del siglo xix, se han instalado tradiciones filosficas
nacionales con un desarrollo centripeto acelerado: una evolucin
/cuya consecuencia ms espectacular ha sido el gran cisma, en el
siglo XX, entre la filosofa continental y la filosofa angloamericana.
Resulta revelador que en las "ramas tcnicas" de la filosofia, en
donde exista un consenso de validacin, esta evolucin nacional
centripeta haya sido mucho ms dbil: lo prueban el campo de
la lgica y tambin, aunque en menor medida, los de la episte-
mologa y de la filosofia de las ciencias.
A su vez, el destino del mainstrcam de las ciencias humanas
ha sido diferente del de las ciencias y la filosofa, debido al menos
a dos monvos. Primero, las ciencias humanas, incluyendo los es-
tudios literanos, siempre han aceptado someterse a un equivalente
del principio de validacin emprico-terico de las ciencias. Incluso
precisamente en este punto -el de la falsabilidad emprica, "posi-
tiva"- se han querido distinguir de la filosofia. Sin embargo, esta
frrea voluntad de distinguirse de la filosofia es lo que orient
paradjicamente a las ciencias humanas nacientes en la lgica de
un desarrollo nacional. Tan sencillamente porque ellas nacieron
en una poca -alrededor de fines del siglo xix- en que las tradi-
ciones filosficas ya tenan perfiles nacionales fuertemente singu-
La fahaklkiad distingue, segn Karl Popper, los enunciados o ms gene-
ralmente las teorias cientico-empiricas. Una teora es falsable slo si implica
la negacin de al menos un enunciado de observacin posible.
24 < PEQUEA ECOLOGA DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS
lanzados. Distinguirse de la filosofia significaba, entonces, distin-
guirse de una forma nacional de filosofia y, al mismo riempo,
definirse implcitamente en relacin con una filosofia nacional. El
perfil disciplinario positivo de las jvenes disciplinas se vio, pues,
marcado de entrada por esas mismas especificidades nacionales.
As, las ciencias humanas han estado divididas durante mucho
tiempo entre tradiciones nacionales que, desde ya, no se ignoraban,
pero slo alcanzaban un intercambio bajo la forma de la polmica
o de la asimilacin de la tradicin extranjera a la tradicin nativa,
y no como transacciones interindividuales en el interior de una
tradicin epistemolgica comn. Esta compartimentacin ha sido
panicularmente fuerte en los estudios literarios; lo que expUca las
diferencias nacionales tan marcadas que los caracterizan, an hoy.
Basta con pensar en el lugar central de la hermenutica y de la
estilstica en Alemania, de la retrica y de la historia literaria en
Francia,^ o incluso de la crtica de los autores en Gran Bretaa.
Slo la filologa ha escapado, en parte, a esta divisin. Y esto se
debe a la vez a su tecnicidad, a las fuertes restricciones vinculadas
con su objeto emprico, pero tambin al hecho de que su objeto
de estudio principal en el siglo xix -la Hteratura antigua- no era
muy central en la construccin de las identidades culturales na-
cionales. En cambio, el proyecto romntico, pero tambin goethiano, ,
e incluso, hasta cierto punto, hegeHano, de un comparatismo /
generalizado (al menos acotado al marco europeo) fue abortado
enseguida. Y ese proyecto ambicioso, que haba sido concebido
en un principio como verdadero horizonte de los estudios litera-
rios y que pretenda ser el complement de una filologa reconfi-
gurada en su dimensin hermenutica, se derrumb precisamente
bajo el rompiente de las concepciones holsticas de las "literaturas
nacionales". Puesto que concebir, por ejemplo, la literatura inglesa
como un todo (bolos) equivaldra a aislarla de las otras, por lo j'
tanto, a volver progresivamente todas literaturas inconmensurables
entre si. El hecho de que an hoy la literatura comparada siga
' Sobre la tradicin francesa, vase Antoine Compagnon, La Troisime R-
publiquc des Leltres. De Flauberi Pwusl, Paris, Seuil, 1983, pp. 23-54. \
PEQUEA ECOLOGA DE LAS CIENCIAS HUMANAS 2
-
siendo una disciplina marginal y a menudo epistemolgicamenie
afeclada (cuando debera ser la reina de las disciplinas literanas
si stas se interesaran realmente en los hechos literarios en su
diversidad y en su unidad) es un signo elocuente de la incapacidad
de los estudios literarios para establecer la diferencia entre su
objeto de estudio -los hechos literarios- y las diversas construc-
ciones nacionales de "La Literatura".
Desde luego que los estudios literanos han conocido intercam-
bios fructferos entre tradiciones nacionales durante el siglo .\.\
i\-ro esto ocurn en perodos y para movimicnios de investiga-
cin que intentaban precisamente desarrollar un ideal de vali-
dacin emprico "universalista", y que al mismo tiempo se defi-
nan contra las tradiciones nacionales dominantes. Esto vale para
el formalismo ruso o el estructuralismo chcco, para la fenome-
nologa de Romn Ingarden, la escuela morfolgica alemana," la
hermenutica de Gadamer o de Ricoeur, asi como tambin la de
Szondi o Bollack y Wismann, la estilstica de Bally, Spitzer ) sus
alumnos, al igual que para el estructuralismo, la semitica, la
teora de la recepcin o la crtica gentica (y aqu no hago nas
que nombrar algunas escuelas que han realizado importantes
contribuciones a nuestro conocimiento de la literatura, dejando
de lado las grandes personalidades aisladas como Bajtn, Frye,
Hamburger y tantos otros). De manera ms general, esto vale
tambin para los ripos de investigaciones literarias realizadas en
sinergia con las ciencias del lenguaje, la antropologa, la socio-
loga, o incluso la psicologa. Pero, desde el punto de vista ins-
litucional, estas onentaciones han sido siempre bastante mino-
ntarias, y sobre todo bastante intermitentes, como para poder
Poco conocida en Francia, la escuela morfolgica alemana, corriente crtica
del segundo tercio del siglo xx, se aboc al estudio de las formas y los gneros
literarios. El enfoque morfolgico ve en la evolucin de las formas literarias el
resultado de una morfognesis. Ms precisamente, segn esta escuela, la apa-
rente diversidad de formas literarias puede reunirse genticamente en un ar-
quetipo comin del que ellas constituiran sus concretizaciones. De hecho, el
enfoque morfolgico se remonta a Goethe, y tambin ejerci mucha influencia
en Rusia, como lo prueba Lc morjologia dd cuento, de Vladimir Propp.
constituirse en un verdadero programa transgeneracional, no
sujeto a un "paradigma" terico especifico. Ahora bien, slo un
programa semejante, abierto desde el punto de vista metodol-
gico y partidario de "procedimientos de contrastacin" recono-
cidos por todos los invesrigadores del mismo campo, podra
garantizar un desarrollo acumulativo de los conocimientos.
Por desgracia, la evolucin de los estudios literarios hace
pensar, an hoy. en el desarrollo de una "agricultura de corte y
quema", tal como destacabaJean-Claude Passeron a propsito de
las ciencias humanas y sociales en general.' Y a su vez, aunque la
paradoja es slo aparente, algunas de sus investigaciones fueron /
vaciadas de su dinamismo cognitivo por el propio xito alcanzado. ^
En Francia, otros ejemplos de esto son el anlisis estructural -el
estudio de los procedimientos literarios, por ejemplo, de las tc-
nicas narrativas, de las formas de intriga, etc.- y la estilstica. Una
vez introducidas bajo la forma de herramientas analticas en el
secundario, tendieron a fosilizarse como medios de control de
los conocimientos (apuntando al final a los sacrosantos concursos
nacionales), al tiempo que perdieron su energa como herramienta
de conocimiento. De ah la acusacin, difundida actualmente,
segn la cual el anlisis estructural seria responsable de la deplo-
rable situacin de la enseanza de la literatura en colegios y liceos.
Esta acusacin es injusta. Primero hay que sealar que cual-
quier mtodo de anlisis literario puede ser instrumentalizado
de ese modo, y en general, con las mejores intenciones del mundo.
Por otra parte, otras disciplinas han tenido evoluciones del mismo
tipo, como lo prueba la "bourbakizacin"'^ de las matemticas ele-
' Jean-Claude Passeron, Le Raisonnemcnt sociologique, Paris, Albin Michel,
2006, p. 553 [trad. esp.: El razonamiento sociolgico, trad. de Jos Luis Moreno
Pestaa, Madrid, Siglo xxi, 2011].
" El trmino deriva de Bourbaki, matemtico imaginario; tras este nombre
se esconda un grupo de matemticos, formado en los aos treinta por impulso
de Andr Weil. El grupo Bourbaki evolucion renovndose constantemente a
lo largo de las generaciones. Produjo una presentacin coherente de las mate-
mticas, basada en la nocin de estructura, en una serie de obras tituladas
Elementos de matemtica.
26 < PEQUEA ECOLOGA DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS
PEQUEA ECOLOGA DE LAS CIENCIAS HUMANAS 27
-
mentales -especificidad francesa- que plantea el estudio de las ma-
temticas comenzando por sus estructuras ms abstractas. Lo
menos que se puede decir es que semejante mtodo pedaggico
deja perplejos a los docentes de matemticas de los dems pases
europeos, aun si Francia quiz le deba la excelencia de sus ma-
temticas superiores. Entonces es probable que la suerte del
anlisis estructural no sea ms que un efecto particular de nues-
tro modelo educativo general, cuyo principal defecto es bien
conocido por todos: un carcter a la vez unificado y fuertemente
piramidal (sobre todo a nivel del secundario), que no llega a
conciliar la formacin de un gran ntlmero con la seleccin pre-
coz de competencias especializadas. Mientras este double bind.
esta doble exigencia contradictoria, siga orientando el estable-
cimiento de programas, tendremos efectos similares. Cabe sea-
lar que la gravedad en cuestin supera por mucho el campo de
estudio de la literatura.
Sin embargo, no estoy desconociendo en absoluto que existan
problemas especficos de la enseanza literaria. Cmo no pregun-
tarse, sobre todo, por el papel del proceso analtico en los estable-
cimientos secundarios? En primer lugar, existe un problema de
mtodo. Para poder manejar con eficacia y por lo tanto, de manera
creativa, las herramientas del anlisis estructural -o de cualquier
otro anlisis tcnico-, ya hay que tener adquirida una gran ex-
periencia en la lectura literaria. Evidentemente esto no ocurre con
los estudiantes de colegio y de liceo. En segundo lugar y ms
fundamentalmente, existe un problema que concierne al objetivo
de la enseanza de la literatura en el nivel primario y secundario.
Conviene ensear el conocimiento de la literatura? O no seria
ms conveniente activar primero la escritura "literaria", como
modo particular de acceso a lo real? Los programas escolares han
optado, en general, por el primer objerivo.
Es posible lamentarse por esta decisin, puesto que las obras
literarias, cualesquiera sean sus formas, son un formidable medio
para el desarrollo cognitivo, emotivo, tico. Ellas operan estos
prodigios incluso en el nivel de la lectura comn, siempre que
se trate de una lectura atenta. Promover la lectura y enriquecerla
28 ^ PEQUEA ECOLOGA DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS
deberia ser uno de los dos objetivos primordiales de un curso
de literatura dirigido a adolescentes, es decir, a individuos que
estn construyendo su identidad." El otro objerivo, igual de
primordial, habria de ser el conocimiento activo del arte litera-
rio y, de forma ms general, del arte de escribir.'" En efecto, la
prctica de un arte no slo permite comprender mejor su fun-
cionamiento, sino tambin penetrar ms profundamente en l.
As, no cabe duda de que la prctica de la escritura lrica ayuda
a desarrollar una sensibilidad ms fina para la poesa y sus ri-
quezas. Nos ayuda especialmente a desarrollar el ripo de aten-
cin multifocal -o "polifnica", retomando el trmino de Romn
Ingarden- indispensable para acceder a la complejidad cognitiva
y emotiva de la poesa. El caso del arte del relato es todava ms i
ilustravo. Desarrollar nuestra capacidad de contar(nos) equivale
a cultivar una fuente cognitiva que es indispensable en todos los
humanos, puesto que nuestra identidad personal se construye
en buena parte bajo la forma de una configuracin narrativa."
De una forma ms amplia, la escritura en el sentido de la
construccin de un espacio representacional organizado por
exigencias endgenas y distanciado de las interacciones en riempo
real de la vida vivida, constituye una de las vas ms fructferas
a travs de las cuales un individuo adquiere su identidad (que es
indisociablemente social e individual). As se ha podido mostrar
que el simple hecho de comprometerse en un proceso de escritura
' Vase Tzvetan Todorov, La Lairalure en per, Paris, Flammarion, 2007
Itrad. esp.: La lieratiica enpehgro, trad. de Noem Sobregus Arias, Barcelona,
Gala.xia Gutenberg-Circulo de Lectores, 20091, con quien no puedo ms que
adherir en su critica a la enseanza de la literatura en los liceos y los colegios.
'^^ Eric Donald Hirsch ya haba sealado este punto, observando que "de-
beramos ensear la composicin con tanta seriedad y energa como enseamos
los grandes libros y las grandes obras de arte" (Eric Donald Hirsch, The Aims
of Interprctation, Chicago, University of Chicago Press, 1976, p. 144).
" Vase Paul Ricoeur, Temps et rt, 3 vols., Paris, Seuil, 1983-1985 [trad.
esp.: liempoy narracin, 3 vols., Mxico, Siglo xxi, 1995-1996). Los estudios
actuales en psicologa cognitiva confirman de manera brillante el trabajo fun- ,
dador de Ricoeur. 1
PEQUEA ECOLOGA DE LAS CIENCIAS HUMANAS 29
-
de tipo distanciado es capaz de transformar la identidad social y
existencial del individuo que lo lleva adelante; ms all de cul
sea, por otra parte, el estatus institucional y pragmtico de su
creacin, y antes de cualquier electo previsto del lado de los
lectores.'^ Desde esta perspectiva, la literatura no es, en realidad,
ms que un subconjunto particularmente visible de un campo
mayor, el de la escritura; y sus efectos caracterizan en parte el
conjunto de las prcticas de escritura, tengan stas una intencin
esttica o no. Los estudios literarios reconocen, por lo dems,
este papel de la escritura en la aculiuracin de los individuos, es
decir, en su acceso a un Yo socialmente situado, y al mismo
tiempo, en la transformacin de las representaciones socialmente
compartidas (o impuestas). En especial, cuando subrayan que el
escritor es tanto, o ms, producto de sus obras como origen de
las mismas. Sin embargo, no solemos extraer de esto muchas
conclusiones, ni de orden prctico para la enseanza de la lite-
ratura, ni tampoco epistemolgico para el estudio de la hteratura.
Se objetar que las prcticas de escritura estn muy presentes
en la enseanza, ya que los alumnos suelen concentrarse en la
realizacin del comcntano compuesto y la disertacin. Pero ni el
uno ni la otra conciernen a la escritura en el sentido que nos
, interesa aqui, porque ninguno de los dos ejercicios enlaza la es-
critura con la vida vivida (o imaginada) del individuo. Ah donde
la esentura crea un distanciamiento, que es mediacin de s mismo
a s mismo, el comentario compuesto y la disertacin exigen
poner entre parntesis la individualidad singular para acceder a
una universalidad (supuesta), cuyos cntenos son impuestos pre-
viamente por reglas de juego inmutables. Estos ejercicios estn
/ hechos para premiar el virtuosismo en el manejo de ciertas reglas
y la bnllantez de las argumentaciones, no para valorizar el acto
de escritura y su propia capacidad de transformacin existencial
y social. Por lo tanto, no parece que el veredicto deba mantenerse:
Respecto de esta cuestin central, vase el importante trabajo de Christian
Jouhaud, Dinah Ribard y Nicols Scbiapira, Hisore, LItraurt-, Tmoignage,
Paris, Gallimard, col. Folio Histoire Indit, 2009.
30 < PEQUEA ECOLOGA DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS
en nuestras escuelas se reemplazan, demasiado temprana y ma-
sivamente, las prcticas de la lectura comn y la redaccin, na-
rrativa o de otro ripo, por las de la disertacin cientfica (seudo-
cientlfica en realidad) y del comentario de texto. Al mismo tiempo,
las potencialidades cognitivas propias de la escritura (ficcional o
no) no son explotadas como podran y deberan serlo.
Vemos bien que lo que est en juego aqu no es el anfisis
estructural -o cualquier otro Upo de anlisis-, sino el uso que
conviene hacer de la escritura literaria en el contexto escolar. Los
trabajos de anlisis estructural ataen a los estudios literanos con-
cebidos como investigacin cognitiva sobre los hechos literarios.
Su objetivo no es "activar" las obras (para ello alcanza con la lectura
comn, bien guiada y completada por el docente), sino describir,
comprender y eventualmente, explicar los hechos literarios, entre
los que figura tambin la lectura comn (generalmente ignorada,
e incluso negada, por los literatos). Se trata de una confusin entre
dos maneras de interesarse en la literatura como hecho de escritura;
confusin que est en el centro de los problemas que presentan
los estudios literarios y sobre la que volver con frecuencia.
Tal vez sea necesario aclarar otro posible malentendido.
Puesto que no estoy sosteniendo en absoluto que un buen co-
nocimiento de las herramientas analticas -ya sean o no estruc-
turales- resulte inril para el docenle. Al contrario, stas son una
ventaja importante por la ayuda que brindan a los alumnos. As,
a travs de una lectura ms atenta y una prctica de escritura
ms reOexiva, los estudiantes pueden sacar mayor provecho y
placer de los textos que leen y desarrollar an ms sus propias
competencias. Entonces, este conocimiento es ciertamente til
para el docente, porque le permite despejar y clarificar por s
mismo aspectos del texto que permaneceran implcitos en una
lectura ordinaria. Pero no porque algo est implcito es que pro-
duzca menos efectos; en ese senrido, me parece que la tarea del
Para una defensa e ilustracin de la lectura "dificil" como ganancia de
conocimiento y placer, vase Michel Charles, ntroduction l'tude des textes,
Paris, Seuil, 1995.
PEQUEA ECOLOGA DE LAS CIENCIAS HUMANAS 31
-
docente consiste en llamar la atencin de sus alumnos sobre
estos efectos y acceder, pues, a sus causas de manera consciente.
Ahora bien, esto no podra hacerse a travs de la transmisin de
definiciones abstractas, sino tnicamente trayendo de alguna
manera lo implcito "delante de nuestros ojos", a travs de lo que
Wittgenstein denomin "una enseanza ostensiva" Qimweisendes
Lehren):'
Es tiempo de volver al problema del que hemos partido: las
estrategias de aislamiento gracias a las que las ciencias humanas
intentan evitar la competencia entre teoras. Ms all del aisla-
miento de las tradiciones nacionales, que acabamos de ver, ellas
cultivan adems otros dos tipos de estrategia, hoy ms que nunca
orecientes y que no parecen destinadas a desaparecer en un
/ futuro cercano. Se trata del aislamiento interdisciphnario y de
la segregacin intradisciplinaria.
Son conocidas las dificultades para establecer una real mcr-
disciplinariedad en el campo de las ciencias humanas, sobre todo
cuando comparten los mismos objetos de estudio. Cada disci-
plina construye su casita, o su pequeo poblado, y trata de insta-
larse ah minimizando los contactos con las disciplinas situadas
en los valles prximos. Cada una cultiva su jardn, desarrolla su
idiolecto y se interesa esencialmente en su autorreproduccin. Esta
relicencia frente a la permeabilidad interdisciplinaria crece cuando
se pasa de las ciencias sociales, que estn cerca de las ciencias por
su objeto, como la geografia, o por su formalizacin, como la
economa o la lingstica, a las ciencias humanas y sobre todo a
las Humanidades." Desde ya que, incluso en el campo de las
Humanidades, la situacin no es uniforme. As, la filosofia ana-
ltica angloamericana se ha cerrado menos sobre s misma que,
Ludwig Vv'iiigenslcin, Rcchcrchcs phosopluqufs, traduccin francesa co-
lectiva, Pars, Gallimard, col. Bibliothque de Philosophie, 2004, 6, p. 30
Itrad. esp.: lnvf.';(ii;aciom.'S/ilo.';/ica.
-
Del mismo modo, cmo es posible estudiar de forma em-
pricamente perrinente la ficcin literaria sin tener en cuenta que
sta descansa en una competencia psicolgica compartida de
forma universal, mientras que su realidad cultural no es una,
sino mltiple?'' En efecto, muchos estudios lo prueban: todos
los nios del mundo desarrollan la competencia del "hacer como
si". Pero tambin es cierto que algunas culturas no explotan esta
competencia como una forma de creacin verbal particular y
que, all donde da lugar a una forma de creacin verbal socialmente
sancionada, sus fronteras cambian con la historia. Para compren-
der qu es la ficcin, debemos adoptar un enfoque plundiscipli-
nano. Podriamos muhiplicar los casos: casi todos los objetos li-
terarios realmente importantes exigen un enfoque que multiplique
los ngulos de visin Va de suyo que no hay que confundir esta
interdisciplinariedad verdadera, que da cuenta, antes que nada,
de una lgica pluridisciplinar (en la que hay que hacer conver-
/
ger pacientemente distintas competencias con sus respecrivas
exigencias), con la importacin salvaje de conceptos o de mo-
delos tomados prestados de otras disciplinas, como lo hacen a
veces los estudios literarios.
Las ciencias humanas practican, por ltimo, un tercer tipo
de segregacionismo: aqul, inrcjdisciplinario, entre corrientes.
Cada escuela delimita su propio nicho tratando de entrar lo
menos posible en contacto con los otros, a no ser que deba de-
fender su coto privado. Esta actitud acaba en una situacin que
conocemos bastante bien: dispersin de investigaciones y ten-
dencia generalizada al intercambio endogmico, en el interior
de una escuela o de una orientacin determinada. Como lo des-
taca Novv'otny:
A fin de evitar vivir demasiado cerca de sus vecinos, los investiga-
dores pueden fcilmente emigrar e instalarse en un valle adyacente.
Entonces es fcil evitar la competencia c interrumpir la comu-
nicacin. El estilo de vida rural alimenta un individualismo dife-
" Vanse ms adelante, pp. 105-109.
34 < PEQUEA ECOLOGA DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS
rente del estilo de vida urbana. Tiene tendencia a volverse auto-
complaciente y es evidente que el precio a pagar por el sistema es
elevado: la fragmentacin y un bajo ndice de crecimiento.
Aqu lo que est enjuego no slo es una dinmica social un poco
particular. Becher ha mostrado que la distincin entre las "cien-
cias" y las "ciencias humanas y sociales" opone, de hecho, dos
perfiles epistmicos diferentes, y esto en varios niveles. Las cien-
cias son acumulativas, en el sentido en que determinan un au-
mento de conocimientos, mientras que las ciencias humanas son
"reiterantes", en el sentido en que proceden por reformulaciones; /
asimismo, la aproximacin de las primeras es fundamentalmente
atomsrica, oponindose al holismo de las segundas. Las ciencias
son unlversalizantes, las ciencias humanas son particularizantes;
los trabajos de las primeras son "impersonales", mientras que la
investigacin en las segundas resulta siempre sumamente per-
sonalizada. Las ciencias son axiolgicamente neutras, mientras
que las ciencias humanas suelen ser normarivas; las primeras
tienden a plantearse criterios precisos y comparados respecto
de la verificacin y la obsolescencia de los conocimientos, en
tanto que la discusin sobre estos dos puntos reina en las segun-
das. Finalmente, si las ciencias se basan, en reglas generales (es
decir, por fuera de periodos de renovacin de los paradigmas
fundamentales), en un consenso sobre las preguntas pertinentes,
no ocurre lo mismo en las ciencias humanas, en donde suele
fallar un acuerdo de este ripo." Como vemos, las diferencias son
cruciales y conciernen el propio ncleo de la empresa de cono-
cimiento. Es cierto que las oposiciones que Becher construye
son algo esquemticas. As, la oposicin un poco rgida entre
acumulatividad y reformulaciones no da cuenta de las innegables
'"Vase Tony Becher y Paul Trowler, Academic Tribes and Terrilories, op. ci.,
p. 28.
Vase tambin J>Tki Loima, "Academic Cultures and Developing Manage-
ment in Higher Education", enjyrki Loima (ed.), Theoria et praxis, vol. 1,
Helsinki, Viikki TTS Publications, 2004.
PEQUEA ECOLOGA DE LAS CIENCIAS HUMANAS 35
(
-
formas de acumulatividad que existen en las ciencias humanas,^"
incluido tambin el campo de los estudios literarios. Pero el
panorama global se adeca bastante a la realidad.
Hablar de crisis de las Humanidades y de las ciencias huma-
nas puede parecer demasiado fuerte, pero hay crisis y crisis. En
este caso, el estado que acabo de describir ha sido endmico a
lo largo de toda la historia de las ciencias humanas. La nica
cosa verdaderamente nueva, en el presente, es que las transfor-
maciones internacionales en la investigacin, y la creacin de
un marco de referencia europeo para su organizacin y finan-
ciacin, han sacado a la luz los problemas ante la opinin pblica.
Estas transformaciones se manifiestan, en especial, en la intro-
duccin de una distincin mucho ms explcita que antes entre
la docencia y la investigacin, entra la transmisin de los cono-
cimientos (y los valores) y la produccin de conocimientos. Es
evidente que esta distincin ya operaba en los hechos: transmi-
rir conocimientos o valores no es lo mismo que producir nuevos
conocimientos; aun cuando la misma persona puede hacer am-
bas cosas a la vez y aun cuando la produccin de conocimientos
nuevos implica la adquisicin previa de conocimientos produ-
cidos o transmitidos por nuestros predecesores. Pero la genera-
lizacin del acceso a la enseanza superior ha cambiado radical-
mente la situacin. Puesto que si bien una relativa indistincin
entre transmisin y produccin de conocimientos an era posi-
ble en el pasado, cuando una nfima parte de las nuevas gene-
raciones acceda a este tipo de enseanza, esto ya no ocurre hoy
en da. Entonces, la racionalizacin, tan a menudo deplorada,
de la investigacin pblica no es ms que un efecto colateral de
la democratizacin de saberes, producto de la generalizacin del
Para una discusin ms precisa, vanse Bernard Walliser (ed.), La Ciimu-
lativU du savoir en sciences sociales, Pars, EHESS, 2009, y sobre todo, el articulo
de Jacques Revel, "Le pied du diable. Sur les formes de cumulativit en histoire"
(pp. 86-110) El texto de Revel constituye un excelente punto de partida para
una reflexin renovada sobre la metodologa de la "historia literaria", que
demasiado a menudo no es ni histrica ni literaria.
36 < PEQUEA ECOLOGA DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS
acceso a los estudios superiores. Quien quiera acceder a uno
dificilmente no quiera lo otro.
Antes de la generalizacin del acceso a los estudios superio-
res, ciertamente se poda partir del principio de que una parte
considerable (si no mayoritaria) de quienes accedan se volcaran,
llegado el momento, al camino de la produccin de conocimien-
tos nuevos. Pero esto ya no funciona as en el panorama actual.
Salvo que se consienta un derroche financiero y sobre todo hu-
mano injustificable, tenemos que aceptar de aqu en ms la clara
distincin entre las dos tareas o funciones. Ahora bien, esto tiene
sus consecuencias. En especial significa que no podemos seguir
desestimando la pregunta por la naturaleza, los objetivos y las
funciones de la invesgacin en el campo de las ciencias huma-
nas y por lo tanto, del de los estudios hterarios, ni evitar tomar
una posicin sobre sus implicaciones polticas. En ese sentido,
la crisis de las ciencias humanas es algo positivo, ya que es una
crisis adolescente. Y la crisis de la adolescencia inaugura (en
general) el pasaje a la edad adulta.
PEQUEA ECOLOGA DE LAS CIENCIAS HUMANAS 37
-
III. Los dos modelos de estudios
literarios
POR QU ese pasaje a la vida adulta es particularmente doloroso
en el campo de los estudios literarios? Por qu los estudios li-
terarios vu'en el momento de crisis actual como el anuncio del
fin de las Humanidades y no como una crisis de la adolescencia?
No podriamos responder estas preguntas alegando una falta
de rigor constitutivo de los estudios literarios. En los mbitos y
los estilos de investigacin de lo ms variados, la disciplina cuenta
con numerosos trabajos individuales (y a veces incluso colectivos)
de un gran rigor cognirivo y metodolgico, que no tienen nada
que envidiar al de las ciencias sociales ms cercanas a las ciencias.
Sobre cierta cantidad de cuesriones importantes, nosotros sabemos /
ms que las generaciones antenores, lo que prueba la existencia /
local de un verdadero progreso cognirivo. En cambio, ms que
en las otras disciplinas relativas a las ciencias humanas, estos
progresos reales no se han cristalizado en una base de conoci-
mientos comparudos, un state o/the art aceptado por el conjunto
de la comunidad. Los estudios literarios parecen incapaces de
hacer fructificar su "capital" cognitivo bajo la forma de un dep- y
sito a largo plazo. Los conocimientos estn all, y algunos desde
hace mucho tiempo, pero pocos se toman el trabajo de recogerlos.
De ah proviene la impresin de que la disciplina est estancada.
Como es poco probable que esto tenga que ver con una in-
capacidad generalizada para reconocer un conocimiento como
tal, debe de existir una causa estructural para esta situacin tan
parcular. Tratemos de encontraria volviendo a la constatacin
de partida de nuestra refiexin: la indecisin de los estudios lite-
rarios en cuanto a la actitud a adoptar ante el derrumbe de "La
Literatura". Llevada a su ncleo real, la crisis de "La Literatura"
efectivamente no es otra cosa ms que -recordmoslo el derrumbe
LOS DOS MODELOS DE ESTUDIOS LITERARIOS 39
-
de ese objeto, imaginario de par en par, que los estudios literarios
han construido para legitimar su propia existencia. Ahora bien,
este derrumbe ha dado lugar a dos reacciones muy distintas, que
dan cuenta de dos concepciones divergentes de los desafos y ob-
jetivos del estudio de los "hechos literarios", en el sentido volun-
tanamente abierto e impreciso que hemos tratado ms arriba.
Algunos piensan que la tarea especfica de los estudios litera-
nos reside en la construccin de una representacin social normada
de los hechos Hterarios. Si se adopta tal perspectiva, la pretensin
descriptiva de "La Literatura" es un error de categorizacin y la
crisis actual es el resultado de este error. Seria la resaca despus
de la intoxicacin (por la "teoria"). Por lo tanto, hay que analizar
csie error y, sobre todo, concentrarse en la construccin de una
concepcin diferente de lo literario, que sea capaz de proponer
una visin alternariva a esa otra que ya no despierta adhesin.
Muchas orientaciones actuales de los estudios literarios eligen esta
opcin, en especial, los estudios feministas, poscoloniales, los cul-
tural studies, etc. A diferencia de una opinin todava dominante
(al menos en Francia), no creo que estas orientaciones carezcan
de perrinencia. En efecto, proponer una norma nueva implica
tambin cambios a nivel de la base descriptiva, por lo tanto, del
Corpus de obras: toda norma est en correlacin con una descrip-
cin. Y cambiar la base descriptiva abre un nuevo campo de in-
terrogantes, al tiempo que pone en evidencia el mecanismo, hasta
ahora invisible, de los paradigmas anteriores. Pero tambin es
cierto que la onentacin principal de estos nuevos modos de en-
foque es muy normafiva, ya que se trata de oponer un contracanon
^ (o un canon ms "justo") al llamado canon "humanista". Por eso,
tampoco sorprende que sus mtodos de anlisis sigan siendo fun-
damentalmente los mismos que los del enfoque que rechazan: a
grandes lneas, una lectura critica que combina el cise reading y
la interpretacin sintomtica,' a menudo en sus variantes decons-
tructivas o foucauliianas.
' El dose reading es una tcnica de microanlisis formal y hermenutico de
los textos literarios. Originalmente desarrollado por los crticos ingleses Ivor
40 < PEQUEA ECOLOGA DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS
Sin lugar a dudas, esta va consutuye una posible respuesta
a la crisis de legitimidad social de los estudios literarios, pero en
absoluto a su crisis epistemolgica. A propsito de esto, lo pro-
blemtico no es el contenido de la norma, sino el propio hecho
de que el objeto de estudio haya sido instituido por medio de
una norma. Ms precisamente, el problema es que esta norma,
lejos de ser reconocida como tal, haya sido "naturaHzada": como
si "La Literatura" hubiese sido una especie natural, que los es-
tudios literarios se habran limitado a descubrir e inventariar,
cuando en realidad la construyeron.
Para formular el problema de otro modo: si la crisis del
modelo segregacionista de los estudios Hterarios se traduce en
una crisis de los estudios literarios a secas, acaso no es porque
stos han sido incapaces de distinguir entre la norma y el hecho
en su interpretacin de la situacin? Una respuesta afirmativa a
esta pregunta habilitara otra salida de la crisis. Puesto que en
lugar de "volver a normar" a diestra y siniestra, sera mejor tomar
muy en serio la distincin entre las dos opciones (normarivo
versus descriptivo), es decir, reconocer por dnde pisamos.
Entindaseme bien: el hecho de que nos encontremos ante
dos opciones que hay que distinguir no implica que el futuro de
los estudios literarios se libre entre opciones mutuamente ex-
cluyentes. Podria ser que la funcin social de los estudios lite-
rarios vuelva inoperante esta estrategia binaria. De hecho, como
ya se habr sospechado leyendo las pginas anteriores, mi hip-
tesis es la siguiente: los estudios Hterarios tal como los conocemos
y practicamos llenan estatutaamente dos funciones diferentes,
ambas igual de legtimas y sin duda indispensables. Por consi-
guiente, no se podra eliminar una en provecho de la otra. En
Armstrong Richards y William Empson, se asocia sobre todo al New Criicism
que se impuso a mediados del siglo xx en Estados Umdos. Se trata de un
analiss por muestreo, y por eso sigue siendo una herramienta indispensable
en especial para los estudios comparativos. La lectura o la interpretacin sin-
tomtica interroga los textos desde el punto de vista de lo que expresan (de
connicnvo, e incluso de incoherente) a espaldas de sus autores
LOS DOS MODELOS DE ESTUDIOS LITERARIOS 41
-
cambio, impona distinguirlas y sacar las conclusiones que se
desprenden de la distincin.
La primera funcin es una misin de reproduccin y de
promocin de los valores culturales que la sociedad, o sus acto-
res dominantes, piensan que hay que promover y desarrollar.
Desde esta perspectiva, estudiar la literatura y, ms generalmente,
las artes es participar en un proyecto normativista. Como la Escuela
es uno de los lugares centrales en donde las sociedades modernas
reproducen sus valores culturales cannicos, es normal que este
enfoque sea el que alU se privilegie. Por supuesto, esto imphca
que no se estudiarn, o a lo sumo se criticarn como sntomas de
un estado no deseable, las obras, gneros, prcticas, etc., juzgadas
dctcientes desde el punto de vista de esos valores. Cuando estu-
diamos as las obras literanas, el objetivo ltimo de nuestro trabajo
es la promocin de los valores que consideramos que deben ser
defendidos, o eventualmente la crrica de aquellos que hallamos
dudosos o secundarios. Estudiar as un objeto literario equivale
a construir o deconstruir valores, aproximacin c\uc implica una
visin de lo que la literatura debe ser o no debe ser. Esta visin
normativista suele permanecer implcita -y hasta invisible- desde
el momento en que se la identifica con la "naturaleza" del objeto
estudiado. Tampoco tiene una funcin estructurante para la de-
limitacin de este objeto.
La caracterstica central de una empresa de este ripo reside
-me parece- en la relacin particular que mantiene con sus
objetos. En ese sentido, "estudiar" una obra literaria es partici-
par en el despliegue (o en la construccin histrica) del objeto
que, por otro lado, se estudia. Un trabajo as se hace desde el
interior del objeto estudiado, lo afecta a cambio y quiere afec-
tado: dicho de otro modo, el estudio transforma aqu su objeto
en la medida en que lo va estudiando: se halla a favor de la
autoconstruccin reflexiva del dominio estudiado, definido como
objeto social normado. En trminos lgicos, se trata de una re-
lacin "autorreferencial". La autorreferencialidad es un fenmeno
que afecta algunos enunciados. Por regla general, un discurso
es "heterorreferencial": se relaciona con objetos disuntos de s
42 PEQUEA ECOLOGA DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS
mismo o de su autor. Pero puede ocurrir que un acto discursivo
haga referencia a s mismo, como la frase autorreferencial: "Esta
frase est escrita en espaol". Enuncia algo (del orden de lo ver-
dadero) en relacin con s misma. Este fenmeno de autorrefe-
rencialidad no se observa slo en la lengua. John Searle ha de-
mostrado de este modo que todas las realidades insritucionales
-
punto: que una investigacin autorreferencial se inscriba en
una perspectiva normativa, que quiera promover algunos tipos
de objetos, o de propiedades, no excluye en absoluto que re-
curra, por otra parte, a procedimientos analticos o descriptivos.
Pero esta dimensin descriptiva siempre estar ms o menos
sesgada por el hecho de que la definicin extensional del do-
minio est determinada por una norma de evaluacin planteada
con anterioridad.
No se trata, pues, de negar la propia legirimidad de la misin
social de la enseanza de los hechos literarios, como ideal cul-
tural deseable, pero es importante no confundir tal misin con
el estudio descriptivo de las reafidades literanas, de las que "La
Literatura" y los diferentes contracnones que se le oponen slo
consrituyen uno de sus aspectos.
Llegamos aqu a la segunda funcin de los estudios literarios:
su funcin estrictamente cognitiva. Querer conocer las realidades
literarias implica que uno acepta comprometerse con un proyecto
descriptivista. La intencin no es poner las herramientas descrip-
tivas al servicio del desarrollo de un ideal cultural dado, sino
tratar el programa descriptivo como el objetivo propio de la in-
vestigacin. En otros trminos, se trata de identificar de la manera
ms neutra posible los hechos pertinentes para una determinada
problemtica, comprenderios y describirios de la forma ms ade-
cuada posible, y eventualmente proponer explicaciones. Enton-
ces, hay que poner entre parntesis la cuestin del valor de las
prcticas estudiadas (en relacin con otras prcticas), al igual que
la jerarquizacin comparada de los productos de estas prcticas
segn una norma aportada por el invesrigador. En cambio, por
supuesto que resultan pertinentes la comprensin, la descripcin
y la explicacin de las prcticas de evaluacin inherentes al objeto
estudiado. Ni bien una realidad comporta una regularidad nor-
mativa -tal como ocurre con las prcticas literarias-, va de suyo
que la descripcin y el anlisis de los mecanismos de evaluacin
y de jerarquizacin forman parte de la descnpcin de esta reali-
dad. Cuando nos comprometemos con esta forma de estudio de
una realidad cultural, no debemos endosar o rechazar los valores
44 < PEQUEA ECOLOGA DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS
que sta ilustra, sino describirla a partir de una perspecuva axio-
lgicamente neutra, segn la cual los valores instaurados por esta /
realidad forman parte del objeto de estudio.^
La dualidad funcional que acabo de exponer no es especfica
de los estudios hterarios: todas las disciplinas que se ocupan de
las anes (en el sentido general del trmino) y, de forma ms
amplia, del conjunt de las Humanidades se hallan en la misma
situacin. Esta dualidad es constitutiva de su estatus, por lo que
seria intil querer reducirla. Asimismo, no sera pertinente cri-
ticar una orientacin para defender otra. Pero, a riesgo de repe-
tirme, sigo diciendo que es indispensable, en cambio, no con-
fundirlas: si a la crisis de legitimidad actual de los estudios
literarios se le suma una crisis epistemolgica, esto se debe prin- /
cipalmente -como ya lo he indicado- a nuestra incapacidad /
recurrente para encontrar una sahda a este dilema estatutario,
que nos obliga a asegurar a la vez dos misiones que divergen
fuertemente en sus presupuestos, objetivos, medios y resultados.
Para mostrar el efecto nefasto de la confusin de ambas
aproximaciones, deberia bastar con un nico ejemplo. Tomar el
caso de la obra clsica, pero siempre actual, de Wellek y Warren,
Teoria literaria.'* Se trata de un libro que desempe un papel muy
importante en la difusin del paradigma estructuralista-formalista,
por lo tanto, en todo lo que se suele presentar como un programa
descriptivista. Wellek y Warren introducen una disrincin muy
marcada entre teoria literaria y critica. Se podria pensar que lo
que promueven bajo el trmino de "teoria literaria" pretende ser
un enfoque descriptivo de los hechos hterarios, y que "la crtica"
reenva al enfoque evaluativo. Sin embargo, las cosas son mucho
ms complicadas y a decir verdad, ms confusas.
^ Para aclarar esta cuestin, no puedo dejar de mencionar los trabajos de
Nathalie Heinich. Vase especialmente Nathalie Heinich, La Sociolo^e de Van,
Paris, ha Dcouverte, 2004 Itrad. esp.: La sociologa del arte, trad. de Enrique
Milln, Buenos Aires, Nueva Visin, 2003].
' Rene Wellek y Austin Warren, La Thorie littraire, Pars, Seuil, 1971 [trad.
esp.: Teoria lieraria, trad. de Jos Maria Gimeno Capella, Madrid, Gredos, 1966].
LOS DOS MODELOS DE ESTUDIOS LITERARIOS 45
(
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Cuando introducen estos dos trminos, los usan para dis-
tinguir entre el estudio de los principios, las categoras y los
criterios de la literatura, por un lado, y el estudio de las obras,
por el otro.' En ese momento, lo que les interesa no es la oposi-
cin entre descripcin y evaluacin, sino entre estudio de orien-
tacin general y anlisis particularizante. La crtica parecera
designar, en ellos, el estudio descriprivo de las obras como dis-
tinto de una teoria general, tambin ella descriptiva. Esta inter-
pretacin se torna mucho ms plausible al ver que los 17 pnme-
ros captulos de su obra conciernen, en efecto, a un estudio
descriptivo de los principios y categoras literarias y poticas.
El comienzo del captulo 18, dedicado a la cuestin de la
evaluacin de las obras, parece inscribirse en esta perspectiva.
El captulo se abre con una distincin entre, por un lado, la
apreciacin de la literatura como tal por la humanidad en gene-
ral (por qu los hombres conceden importancia a la literatura?)
y, por el otro, la evaluacin de las obras por parte de la critica.*
Esta distincin da cuenta de un metaanlisis de los discursos
evaluarivos. Tiene, pues, una pretensin descriptiva. Por consi-
guiente, era de esperar que el resto del captulo estuviera con-
sagrado a un doble estudio (descriptivo): el de los factores que
hacen que el comiln de los mortales conceda un valor positivo
a la literatura, y el de la evaluacin critica, o sea, el anlisis de
los actos de enjuiciamiento que realizan los especialistas. El se-
gundo prrafo parece confirmar esta hiptesis. Wellek y Warren
exponen las dificultades que plantea el estudio descriptivo del
valor que los hombres suelen otorgar a los tipos de construccio-
nes discursivas de las que nuestra nocin de literatura constituye
una de sus figuras histncas. En resumen, las preguntas que se
hacen tendran que ver con una antropologa del hecho literario.
Pero, cuando nuestros autores abordan el problema del dis-
curso critico, parece que estn discutiendo, en reahdad, otro tipo
de problemtica: para ellos, ya no se trata de describir normas,
' Rene Wellek y Austin Warren, La Thorie httraire, op. ci., p. 55.
" bid., p. 336.
46 < PEQUEA ECOLOGA DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS
sino de estableceras. Aqu tampoco hay que confundirse. Lo cen-
tral no es el hecho de que pasan de una visin descriptiva a una
visin normativa, ya que ellos mismos indican que van de una a
otra. El problema es que pretenden deducir esta visin normativa
de la "naturaleza" misma de la hteratura, por lo tanto, de un jui-
cio descriptivo: en este caso, de su propia descripcin de los
hechos literarios. Para ello introducen como hiptesis auxiliar
un principio que busca funcionar como una norma de raciona-
lidad epistmica. Este principio es enunciado, en un comienzo,
del siguiente modo: "Hay que valorar, apreciar la literatura por
ser lo que es".'' Esta formulacin, al menos en la traduccin es-
paola, resulta ambigua. En efecto, este comienzo de frase podria
leerse como enunciando una norma epistmica general que equi-
valdria a la frmula: "Slo se puede apreciar una cosa determinada
SI se identifica correctamente dicha cosa". En otros trminos, se
podra concebir que sencillamente es un principio que permite
no considerar las evaluaciones que resultan de una mala identi-
ficacin del objeto evaluado. Un principio de este upo se jusrifi-
caria adems a la perfeccin: pensemos, por ejemplo, en alguien
que evaluara (falsamente) las ficciones como relatos histricos.
Pero, en realidad, la continuacin de la frase muestra que sta no
es la funcin del principio enunciado. Puesto que Wellek y Wa-
rren siguen diciendo: "Su valor literario es el que debe fundar y
evaluar la evaluacin que se har de l".^ Cabe destacar la tauto-
loga, uno de los tantos indicios de la confusin entre enfoque
descriptivo y enfoque normativo: el valor literario es el que debe
fundar la evaluacin de la hteratura.
La confusin que nos ocupa se debe al hecho de que Wellek
y Warren piensan que el valor hterario debe ser valorizado, por-
que en este valor se realiza la naturaleza de la literatura. Aqu
nos hallamos en el marco de una ontologa aristothca de los
artefactos, que distingue entre naturaleza en potencia y natura-
leza en acto: "Hay necesariamente una estrecha correlacin entre
' hid.
8 bid.
l
LOS DOS MODELOS DE ESTUDIOS LITERARIOS 47
-
la naturaleza, la funcin y la evaluacin de la literatura. [...] Su
naturaleza es en potencia lo que su funcin es en acto. Es lo que
puede hacer; puede y debe hacer lo que es".' Aristteles defenda
exactamente la misma concepcin a propsito de la tragedia. En
la Potica, justifica su jerarqua evaluativa (con Eurpides en el
primer lugar) haciendo referencia a lo "propio" (idios) del gnero,
eso "propio" que corresponde a su naturaleza (physis)} La nica
diferencia es que Aristteles se sirve de este esquema conceptual
no slo para evaluar las obras individuales (una tragedia indivi-
dual es tanto ms lograda si se adeca a la naturaleza de la tra-
gedia como gnero), sino tambin para desarrollar una concep-
cin finalista de la evolucin histrica del gnero, que lo conduce
a sostener que la tragedia se fij histricamente "una vez que
alcanz su propia naturaleza"."
Pero en qu reside esta naturaleza propia -literaria pues- de
una obra? La respuesta viene a partir del prrafo siguiente: "Lo que
determina que una obra de arte sea o no sea de naturaleza literaria
no son los elementos que la componen, sino cmo stos se ensam-
blan y con qu funcin".'^ En una nota, los autores precisan que
este empleo del trmino "literario" constituye un "criterio cualitativo"
(es decir, un criterio de identidad) y no un criterio honorfico (la
"gran" literatura opuesta a la "menor"). He aqu un truco que
consiste en una identificacin (abusiva) entre naturaleza y fiancin,
o ms bien, en una internalizacin de la funcin que no es tratada
ms como un hecho relacional establecido entre la obra y sus
receptores, sino como una propiedad interna de la obra misma.
Es posible demostrarlo si se observa con ms detalle la estructura
del argumento propuesto.
" Rene Wellek y Austin Warren. La Thcorii; Utlraire, op. at.. pp. 336 y 337.
Aristteles, La PoUque, trad. fr. de Rosel>'ne Dupont-Roc yjean Lallot,
Paris. Seuil, col. Potique, 1980, 1452b 34 y 1449a 15 Itrad. esp.: Potica ele
Aristteles, trad. de Agustn Garca Yebra, Madrid, Gredos, 2010]. Aristteles
emplea tambin los trminos de "principio" iarkh, 1450a 39) y de "fin" (elo.'i,
1450a 22) para designar esta naturaleza propia de la tragedia
" Ibid., 1449a 13-15,
Rene Wellek y Austin Warren, La Thone httra\rc. op. at., p. 337.
48 PEQUEA ECOLOGA DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS
Siguiendo a nuestros autores, la naturaleza de la obra lite-
raria residira en la manera en que se ensamblan los elementos
que la componen. Descansaria, entonces, en su estructuracin, y
en su forma, para emplear un trmino ms corriente. Advirtamos
que, desde un punto de vista ontolgico, esta afirmacin es
problemtica, puesto que cuesta ver cmo los elementos que
se renen en la composicin no forman tambin parte de las
propiedades que definen su identidad: qu sera una estructura
sin elementos reunidos? Qu seria una forma sin contenido?
Ahora, en qu reside la funcin de la obra? En su funciona-
miento literario, responden Wellek y Warren. En otros trminos,
su funcin reside en su funcionamiento de acuerdo con su
propia naturaleza, la cual, recordmoslo, reside en el hecho de
"ser" una obra literaria. De ah se desprende que la funcin ya
no es inducida a partir de ciertos usos empricos comprobados:
la intencin del autor, la eventual intencionalidad colecriva de
orden institucional, las modalidades de la recepcin, ya sean
colectivas o individuadas, etc. sta se internaliza, de modo que
la propia obra deviene el soporte de una funcin interna que se
confunde con su naturaleza, la cual, a su vez, se identifica con
su forma.
Dos cosas nos mueven a la reflexin. Por un lado, existe un
riesgo de circularidad entre la determinacin de la naturaleza de
la obra y la determinacin de su funcin: la naturaleza de la obra /
literaria es la de adecuarse a su funcin que es la de adecuarse a
su naturaleza. Por otro lado, la definicin de Wellek y Warren da
cuenta de un sesgo formalista, ya que "la naturaleza de la literatura"
reside, segn ellos, en la disposicin de los elementos y no en los
elementos mismos. De ah la imposibilidad de separar el mtodo
de un anlisis fonTial -un mtodo que en principio es descriptivo-
del ideal formalista, que es la norma en nombre de la cual un
lector que tiene preferencias formalistas separa lo que corresponde
a su definicin honorifica de la literatura de lo que ella excluye.
Personalmente, el ideal formalista me conviene a la perfeccin.
Pero se trata de una norma esttica y no de la descripcin de
una realidad emprica. Puesto que, al igual que todo acto discur-
LOS DOS MODELOS DE ESTUDIOS LITERARIOS 49
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sivo, una obra literaria es una estructura verbal intencional, que
comunica un "contenido" a travs de una organizacin verbal
individuada. La funcin esttica que completa eventualmente
este discurso (ya sea querida o no por su autor) no podria ejer-
cerse mcs que activndolo como acto de comunicacin, en re-
sumen, como un "contenido" que nos es comunicado.
Dicho esto, lo ms importante, en este caso, no es el sesgo
formalista, sino la confusin entre descripcin y norma. Y el
hecho de que, ms all de cul sea la norma a la que uno adhiere,
cuando se adopta una orientacin descnpriva, estas mismas nor-
mas forman parte del objeto que hay que describir, por lo que
no deben delimitarlo previamente.
El provecho y el placer que los humanos obtienen de la li-
teratura son muy diferentes segn las obras y segn los lectores.
Y esto no viene de ayer. As es que, contrariamente a lo que a
veces se oye decir, el inters suscitado por el juego de la forma no
es en absoluto un epifenmeno reciente y lamentable que se de-
beria a la influencia nefasta de los estudios "estructuralistas" o
"formalistas". En todas las pocas y en todas las sociedades, ha
habido autores y lectores sensibles a la literatura como juego for-
mal. Que el anlisis estructural llame la atencin sobre las propie-
dades formales no es algo para lamentar, a no ser que se piense que
la inteligencia y el placer de las formas son incompatibles con la
atencin acordada a la significacin, lo cual seria una afirmacin
absurda. Pero en todas las pocas y en todas las sociedades, tam-
bin ha habido autores y lectores sensibles especialmente al
"fondo". Esta sensibilidad ha dado nacimiento a otro tipo de
normas, y -otra vez en contra de una afirmacin recurrente- es-
tas normas son igual de compatibles que el ideal formalista para
abordarla obra en el marco de una relacin estrica.'^ Por lrimo,
la mayoria de los autores y lectores siempre han sido sensibles a
ambas dimensiones, al "mundo de la obra" -para retomar una
expresin de Paul Ricoeur- concebido como resultado de un de-
~^ cir puesto en forma.
Vanse ms adelante, pp. 109-114.
50 ^ PEQUEA ECOLOGA DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS
De nuevo, no hay nada que objetar a la combinacin de en-
foques evaluativos y descriptivos. Puesto que si la mayora de
nuestros compromisos con los hechos culturales estn axiolgi-
camente orientados, es igual de cierto que la mayora de estas
orientaciones axiolgicas se deben, entre otras causas, a las pro-
piedades (intencionales) de estos hechos