1. la sublevación militar
TRANSCRIPT
1
LA GUERRA CIVIL (18 de julio 1936-1 de abril 1939)1
La Guerra Civil fue la consecuencia de la radicalización
política durante la II República y del enfrentamiento ideológico
que se planteaba en Europa por el ascenso de los fascismos.
Aunque las raíces de la radicalización política hay que buscarlas
mirando al pasado2. Esta guerra comenzó como un golpe de
estado de un sector del ejército contra la República, que fracasó
pero que tampoco fue aplastado. Este hecho y la influencia
internacional contribuyeron a convertir el golpe en una larga
Guerra Civil de tres años.
1.-La sublevación militar
La sublevación militar del 18 de Julio de 1936 estuvo
precedida por varios meses de violencia y conspiraciones desde la
victoria del Frente Popular en Febrero de 1936. Por un lado, los
anarquistas ocupaban tierras y amenazaban con la revolución
social, mientras un sector del ejército preparaba dicha sublevación
contra la República, y los asesinatos políticos se sucedían a
diario. Asimismo, la situación internacional, el enfrentamiento
entre Fascismo y Comunismo, contribuía a radicalizar la situación
española.
La sublevación militar fue cuidadosamente preparada por el General Mola desde Navarra, y contó
con importantes apoyos entre los militares de Marruecos y de Franco desde Canarias. También contaban con
el apoyo de partidos monárquicos (Bloque Nacional de Calvo Sotelo), carlista, falangista, y con la ayuda
financiera de Juan March3.
El 17 de julio de 1936, la insurrección militar se inició en Melilla. Desde allí se extendió
rápidamente al conjunto del protectorado de Marruecos. El 18 y 19 de julio, el golpe se extendió a
la península y los archipiélagos. Mientras el gobierno de Casares Quiroga reaccionaba con lentitud ante los
acontecimientos.
El golpe triunfó en Galicia, Castilla-León, Navarra, con el general Mola en Pamplona, Andalucía
Occidental, con Queipo de Llano en Sevilla, Baleares, excepto Menorca, con el general Goded que
después se desplazó a Barcelona para ponerse al frente de la insurrección, y Canarias, desde donde Franco,
tras asegurar el triunfo del golpe en el archipiélago, se desplazó a Marruecos el día 19 para ponerse al frente
del ejército de África. También triunfó en enclaves aislados como Oviedo, con el general
Aranda, Granada, donde tuvo lugar asesinato de García Lorca, y Zaragoza con el general Cabanellas.
1 Aunque parezca mentira, todavía hay quien tiene una visión única de la contienda (o la bendita república traicionada, o el peligro comunista
que había que destruir), haciendo buenas las palabras del Premio Nobel Ernest Hemingway: “All the history of that war is written by people who care nothing about the truth but are only proving their theories and beliefs”
2 “1909, la Semana Trágica o un pueblo exhausto contra una guerra que no entiende; 1917, la huelga general revolucionaria o los trabajadores abandonados a su suerte lanzando un grito desatendido; 1921, el desastre de Annual o los miles de muertos anotados en el debe de una institución fenecida; 1931, llegada de una República que pronto quedará ahumada por la quema de conventos, con un nacionalismo cada vez más voraz; 1934, la revolución provocando la reacción; 1936, la reacción provocando la revolución” (Fernando Calvo González-Regueral, Guerra civil española. Los libros que nos la contaron, Córdoba, 2017)
3 Santa Margarita, Baleares, 4 de octubre de 1880 - Madrid, 10 de marzo de 1962. Fue un contrabandista, empresario y financiero español del
siglo XX. Durante la I Guerra Mundial (1915) se vio involucrado en un incidente internacional, al dar suministros a los submarinos austriacos que operaban en el Mediterráneo occidental, resguardados en la isla de Cabrera frente a S'Avall, finca de su propiedad en la costa de Mallorca. Establecida la Segunda República en 1931, se inició una investigación de un año sobre sus actividades irregulares. El ministro de Hacienda Jaime Carner llegó a la conclusión siguiente en un famoso discurso: "O la República somete a March, o March someterá a la República". Su financiación del golpe de Estado de 1936 contra el gobierno de la República fue clave para el éxito de los sublevados.
2
El golpe fracasó en Asturias, Cantabria y parte del País Vasco, donde el PNV colaboró finalmente
con la República, Cataluña, Levante, Madrid, Castilla la Mancha, Murcia y la zona oriental de
Andalucía.
Los fracasos más graves tuvieron lugar en Madrid, donde las tropas sublevadas del Cuartel de la
Montaña fueron sitiadas y masacradas, y en Barcelona, donde una inusual colaboración de los obreros de la
CNT con la Guardia Civil y la Guardia de Asalto hizo que los sublevados tuvieran que rendirse en un breve
plazo de tiempo.
En general, exceptuando en Navarra y Castilla-León, la sublevación no tuvo apenas respaldo
popular y se basó en las fuerzas militares insurrectas. Factores como las dudas o la resolución de los
sublevados y las autoridades encargadas de reprimir el golpe, la capacidad de movilización obrera y el papel
de la Guardia Civil fueron claves para entender el resultado final del golpe en cada zona del país.
El fracaso parcial del golpe llevó a la división del territorio en dos zonas y al inicio de la guerra.
La zona nacional contaba con las reservas de cereal y ganado de Castilla y Galicia y las minas de
carbón leonés y de Riotinto en Huelva. Ante todo, tenía un ejército mucho más preparado que contaba con
divisiones íntegras en Castilla, Galicia y Andalucía y, sobre todo, con el Ejército de África, la Legión y los
Regulares,
En la zona republicana quedaron comprendidas las regiones industriales, y contaba con el trigo en
La Mancha y los productos de las huertas levantinas. También pudo disponer de las reservas de oro del
Banco de España. Sin embargo, las unidades del ejército quedaron prácticamente desarticuladas. La
mayor parte de los oficiales se sublevaron y el propio gobierno disolvió muchas unidades cuya fidelidad era
dudosa. La Armada, sin muchos de sus oficiales, y la Aviación permanecieron en manos del gobierno
republicano.
2.-El desarrollo de la guerra civil
El golpe y el estallido de la guerra provocaron la destrucción de las estructuras estatales de la II
República. En el bando nacional el poder quedó en manos de un grupo de generales, que, siguiendo las
propuestas de Mola, establecieron un estado autoritario y militarizado. En el bando republicano el
gobierno de la República perdió el control de la situación y el poder real quedó en manos de comités
obreros organizados por partidos y sindicatos que no estaban sometidos a ningún tipo de poder centralizado.
En los primeros momentos de la guerra hubo una enorme represión en ambos bandos. Las
ejecuciones y los asesinatos se extendieron como una pesadilla por todo el país4.
La represión en la zona nacional se dirigió esencialmente contra los militantes obreros y
campesinos, aunque algunos intelectuales, como Federico García Lorca, fueron también víctimas del
horror. La represión estuvo bastante organizada y controlada por las autoridades militares. Este hecho no
impidió que pistoleros falangistas descontrolados protagonizaran excesos de todo tipo.
En la zona republicana los grupos que sufrieron la violencia fueron esencialmente los sacerdotes y
las clases adineradas. José Antonio Primo de Rivera, prisionero en Alicante al estallar la guerra, fue
juzgado y ejecutado. Tras el caos inicial en el que se produjeron graves excesos, el gobierno fue
controlando poco a poco la situación y la represión se atenuó.
4 Por parte republicana, las matanzas comenzaron con la muerte de muchos de los oficiales del Cuartel de la Montaña. De esta matanza se hizo
mucha publicidad, y ayudó a sentar la pauta de las ejecuciones llevadas a cabo, con igual ferocidad, por los republicanos revolucionarios y los nacionales sublevados. Una diferencia entre el “Terror Rojo” y el “Terror Blanco” fue que algunos dirigentes de izquierda más humanos y responsables hicieron sentir su protesta públicamente en fecha muy temprana. El único equivalente en la zona nacional fue una protesta del obispo de Pamplona. La denuncia más directa en la parte republicana la hizo Juan Peiró, líder de la CNT, quien describió cómo se mataba en la retaguardia de forma indiscriminada.
3
El avance del bando nacional durante los primeros meses de la guerra
Un elemento clave para comprender la victoria final de los nacionales fue el "puente
aéreo" organizado con aviones alemanes e italianos que permitió el rápido traslado del Ejército de
África a la península. Los legionarios y regulares, fuerzas profesionales que superaban con facilidad a las
desorganizadas milicias obreras y campesinas, iniciaron un rápido avance hacia Madrid. En el camino, el
general Yagüe que mandaba las columnas decidió desviarse hacia Badajoz. La ciudad cayó y se inició
una brutal represión que escandalizó al mundo y produjo un gran número de víctimas.
Las tropas continuaron su avance hacia Madrid y antes de alcanzar Madrid, Franco decidió desviar
de nuevo las tropas para liberar a la guarnición asediada en el Alcázar de Toledo. La "liberación del
Alcázar" fue un gran triunfo propagandístico para Franco. Mientras, Mola tomó Irún y San
Sebastián, aislando al País Vasco de la frontera con Francia.
La Batalla de Madrid
El 18 de octubre de 1936 las fuerzas nacionales dirigidas por Varela llegaron a las afueras de Madrid.
En noviembre de 1936 se inició la Batalla de Madrid. El 4 de noviembre de 1936 ocuparon Alcorcón,
Leganés, Getafe y Cuatro Vientos. La caída de la capital en manos de las tropas rebeldes parecía inminente.
Ante la superioridad militar de las fuerzas nacionales, partidos y sindicatos obreros alentaron la
movilización del pueblo madrileño para defender su ciudad. El grito de "¡No Pasarán!" se hizo celebre en
todo el mundo.
La moral de la población madrileña aumentó con la llegada de refuerzos exteriores. Las Brigadas
Internacionales, cuerpo de voluntarios organizados esencialmente por los comunistas; tanques y aviones
rusos, la columna del anarquista Durruti... llegaron para ayudar en la defensa de la capital.
La ciudad fue sometida a bombardeos aéreos por aviones Junker alemanes y se produjeron duros
combates en la Casa de Campo, la Ciudad Universitaria y el Puente de los Franceses. Las tropas
republicanas consiguieron resistir y, finalmente, Franco ordenó el fin del asalto frontal a la ciudad.
Las Batallas del Jarama y Guadalajara. La toma de Málaga
Tras fracasar en su intento de atacar frontalmente a Madrid, Franco intentó cercar la capital. Este
intento dio lugar a la batalla del Jarama, una de las más encarnizadas de la guerra, y la batalla
de Guadalajara, donde las tropas italianas enviadas por Mussolini fueron derrotadas. Mientras, las tropas
franquistas tomaban Málaga y de nuevo se producía una dura represión.
El fracaso ante Madrid hizo que Franco optara por una nueva estrategia: ya no buscaba acortar el
conflicto, sino que fue atacando las zonas más débiles de los republicanos.
La Campaña del Norte
De la primavera al otoño de 1937, las tropas nacionales conquistaron la zona norte republicana que
había quedado aislada del resto del país. Uno tras otro, el País Vasco, Cantabria y Asturias fueron cayendo
en manos de Franco.
Durante esta campaña tuvo lugar el célebre bombardeo de Guernica. La Legíon Cóndor, grupo
aéreo alemán enviado por Hitler, bombardeó una ciudad sin interés militar y la arrasó. Este acto, que luego
4
en la segunda guerra mundial se convirtió en rutinario, provocó un escándalo mundial e inspiró a Pablo
Picasso su célebre cuadro.
Durante la campaña vasca, Mola, el único general que podía competir con Franco en el liderazgo del
bando nacional, murió en accidente de avión.
Tratando de distraer fuerzas nacionalistas de la campaña del norte, los republicanos organizaron
la ofensiva de Belchite en Aragón. El fracaso fue total y finalmente las tropas franquistas tomaron todo el
norte del país.
La conquista del norte tuvo graves consecuencias para la República. No sólo perdieron las minas de
carbón y hierro de la zona, sino que, en adelante, los franquistas pudieron concentrar todas sus tropas en la
zona sur.
De Teruel a la batalla del Ebro
En diciembre de 1937, tuvo lugar una ofensiva republicana en Teruel. Las condiciones climáticas
marcaron una ofensiva que finalmente fracasó. Tras asegurar el dominio de Teruel, Franco lanzó un ataque
general en Aragón. El éxito fue fulgurante y el 15 de abril de 1938 las tropas nacionales llegaron
a Vinaroz en el Mediterráneo. La zona republicana quedó partida en dos.
La última gran ofensiva republicana dio lugar a la Batalla del Ebro en julio de 1938. Con más de
100.000 muertos, esta fue la más cruenta de las batallas de la guerra civil y agotó definitivamente la moral y
las reservas republicanas.
El final de la guerra
La antesala del fin de la guerra fue la ofensiva franquista contra Cataluña. Tras tomar Barcelona,
las tropas franquistas llegaron a la frontera francesa en febrero de 1939. Antes se había producido un enorme
y patético éxodo de población. Más de 500.000 personas huyeron a Francia, donde fueron hacinadas en
campos de concentración.
Ante la inminente derrota, las divisiones internas se hicieron aún más profundas en el bando
republicano. El gobierno de Negrín, con el apoyo de los comunistas y parte de los socialistas, proponía
la resistencia a ultranza. El objetivo era que el conflicto español quedara integrado en la inminente guerra
europea y mundial que todo el mundo veía venir. De esa manera, la República española encontraría aliados
que le permitirían cambiar el signo de la guerra.
Contra esta posición, y defendiendo la negociación de la derrota con Franco, el coronel Casado dio
un golpe contra el gobierno de Negrín. Pese a las propuestas de negociación de Casado, Franco exigió la
rendición incondicional. El 28 de marzo, las tropas franquistas entraron en Madrid y el 1 de Abril de
1939 terminaba la sangrienta guerra. Una larga dictadura vino a sustituir al ensayo democrático de la
segunda república.
3.-La organización de los bandos durante la Guerra Civil
La zona republicana
El fracaso del golpe militar desencadenó en la zona republicana una verdadera revolución social.
Los comités de los partidos y sindicatos obreros pasaron a controlar los elementos esenciales de la
economía: transportes, suministros militares, centros de producción. Mientras, el gobierno se limitaba a
ratificar legalmente lo que los comités hacían de hecho.
5
En el campo tuvo lugar una ocupación masiva de fincas. Las grandes propiedades y, en algún caso,
las medianas y pequeñas. En las zonas donde predominaban los socialistas se llevó a cabo
la socialización de la tierra y su producción. En las zonas de hegemonía anarquista tuvo lugar
una colectivización total de la propiedad. En algunos casos, se llegó incluso a abolir el dinero.
En septiembre de 1936 se estableció un gobierno de unidad, presidido por el socialista Largo
Caballero y con ministros del PSOE, PCE, Izquierda Republicana y grupos nacionalistas vascos y
catalanes. En noviembre se incorporaron cuatro dirigentes anarquistas, entre ellos Federica Montseny, la
primera mujer que llega al cargo de ministro en España.
El gran desafío del nuevo gobierno era recuperar el control de la situación y crear una estructura
de poder centralizada que pudiera dirigir de forma eficiente el esfuerzo de guerra. La tarea era
enormemente difícil. El poder estaba en manos de miles de comités obreros y milicias que a menudo se
enfrentaban entre sí, especialmente los anarquistas con socialistas y comunistas. Los gobiernos
autónomos eran otro factor de disgregación. No sin dudas, el nacionalismo vasco había optado por apoyar la
República y en octubre se aprobó el Estatuto vasco. José Antonio Aguirre se convirtió en el
primer lehendakari o presidente del gobierno autónomo.
En la zona republicana se enfrentaron básicamente dos modelos. Por un lado, la CNT-
FAI y POUM que emprendieron la inmediata colectivización de tierras y fábricas. Su lema
era "Revolución y guerra al mismo tiempo". Su zona de hegemonía fue Cataluña, Aragón y Valencia. Por
otro lado, el PSOE y el PCE intentaron restaurar el orden y centralizar la toma de decisiones en el gobierno,
respetando la pequeña y mediana propiedad. Su lema era "Primero la guerra y después la revolución".
Las disensiones internas fueron continuas y llegaron a su momento clave en Barcelona en mayo de
1937. El gobierno de la Generalitat, siguiendo instrucciones del gobierno central, trató de tomar el control
de la Telefónica de Barcelona, en manos de un comité de la CNT desde el inicio de la guerra. El intento
desencadenó una insurrección y los combates callejeros se extendieron por Barcelona.
La crisis de mayo de 1937 (“Sucesos de mayo”), provocó la dimisión del gobierno de Largo
Caballero. El nuevo gobierno, presidido por el socialista Negrín, tenía una mayoría de ministros del
PSOE, pero se inclinaba cada vez más hacia las posturas defendidas por el PCE. La ayuda
soviética había hecho que los comunistas pasaran de ser un grupo minoritario a una fuerza muy influyente.
Los enfrentamientos entre estalinistas y trotskistas se re reprodujeron en suelo español. El POUM
fue ilegalizado y su dirigente, Andreu Nin, "desapareció" estando en manos de agentes soviéticos.
Aunque ya era tarde para cambiar el signo de la guerra, a partir de ese momento se impuso
una mayor centralización en la dirección de la economía y se terminó de construir el Ejército Popular,
acabando con la indisciplina de las milicias.
A partir de marzo de 1938, momento en el que las tropas de Franco llegaron al Mediterráneo y
dividieron en dos la zona republicana, surgieron de nuevo dos posturas enfrentadas. Mientras la postura
oficial, representada por Negrín y apoyada por el PCE y parte del PSOE, seguía defendiendo
la "resistencia a ultranza", algunos dirigentes, anarquistas y socialistas, empiezan a hablar de la
necesidad de negociar ante la perspectiva de la segura derrota.
Los acontecimientos internacionales: el Pacto de Múnich en septiembre de 1938, la retirada de las
Brigadas Internacionales, la disminución de la ayuda soviética; y los internos: la caída de
Cataluña, reforzaron la idea de que la guerra estaba perdida. Así, en marzo de 1939 el golpe del coronel
6
Casado desalojó del poder a Negrín. La esperanza de negociar con Franco se disipó inmediatamente,
cuando el dictador exigió la rendición incondicional5.
La zona nacional
La muerte del general Sanjurjo, el 20 de julio de 1936 cuando volaba desde Portugal hacia España, dejó a la
insurrección sin un líder claro. El 24 julio tuvo lugar una reunión de los generales insurrectos en Burgos.
Allí se acordó crear la Junta de Defensa Nacional, que se configuró como órgano provisional de gobierno
de la zona nacional.
Las medidas que adoptó fueron drásticas: se estableció el estado de guerra en todo el territorio,
se suprimieron todas las libertades y se disolvieron todos los partidos políticos, excepto la Falange y
los requetés carlistas.
En esos momentos la propaganda nacionalista acaba de configurar la justificación del golpe militar contra
un gobierno democráticamente elegido. La insurrección militar se presenta como un Alzamiento Nacional
contra una República tildada de "marxista" y "antiespañola". La Iglesia Católica, duramente perseguida en la
zona republicana, termina de configurar la teoría que justifica la matanza que está asolando el país: la guerra
es convertida en una Cruzada para liberar a España del ateísmo.
Las medidas que se tomaron en el terreno económico fueron encaminadas en una doble
dirección: cancelación de todas las reformas republicanas, siendo el mejor ejemplo la devolución a sus
propietarios de las tierras repartidas en la reforma agraria, e intervención del Estado en la economía
siguiendo los principios de la ideología fascista. Así, en 1937, se creó el Servicio Nacional del Trigo que
pasó a controlar el abastecimiento de pan de la población.
La necesidad de contar con una dirección única era evidente para unos militares educados en la disciplina y
la jerarquía. Así el 1 de octubre 1936 Franco fue designado Jefe del Gobierno del Estado español. Sus
éxitos militares, el estar al frente del poderoso Ejercito de África y el apoyo de Alemania con la que
mantenía contactos directos explican el ascenso al poder de Franco. En adelante, el Caudillo, como le
empieza a denominar la maquinaria propagandística del bando nacional, establece una dictadura personal
basada en un régimen militar. Una Junta Técnica del Estado, formada por militares, se conforma como
órgano consultivo del dictador.
En abril de 1937, se aprobó el Decreto de Unificación. Falangistas y carlistas quedaron unificados en
la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, conocida como el Movimiento Nacional. El modelo
de partido único del fascismo italiano y del nacional-socialismo alemán se imponía en la España franquista.
La Ley de la Administración Central del Estado concentró en la figura de Franco los poderes ejecutivo,
legislativo y judicial. La Ley de Prensa estableció la censura en todo tipo de publicaciones y el Fuero del
Trabajo puso fin a la libertad sindical y estableció el control del estado nacional sobre las organizaciones
patronales y obreras.
El nuevo régimen estableció un estado confesional. Volvió la subvención estatal de la Iglesia, se abolió el
divorcio y el matrimonio civil, gran parte de la educación volvió a manos del clero. Se establecía así lo que
se vino a denominar el Nacional-catolicismo.
5 Los llamados “poderes populares se incautaron tierras e industrias, asumieron competencias como la emisión de papel moneda –más de dos
mil organizaciones diferentes habían emitido siete mil clases de billetes a finales del 37, por lo que no es de extrañar que se alcanzaran cifras de inflación del 900%- intervinieron en la sanidad, los abastecimientos, el transporte… Además, se introdujeron en el sistema operativo de la República modelos diversos que implicaron una fuerte división regional. Porque vascos y catalanes dispusieron desde 1936 de una organización política propia, lo que les permitió asumir facultades legislativas y ejecutivas independientes. A ello había que sumar que en Consejo Revolucionario de Aragón (cenetista), el Consejo de Asturias y León (socialista-cenetista-comunista) y el Consejo Interprovincial de Santander, Burgos y Palencia (socialista), que mantuvieron esquemas jurídicos de tipo independiente (J. Ángel Sánchez Asiaín, La financiación de la guerra civil española, 2012).
7
Por último, se creó una legislación que institucionalizó la represión contra los vencidos. En febrero de 1939
se aprobó la Ley de Responsabilidades Políticas, por la que se designaba "rebeldes" a todos los que se
hubieran enfrentado al Movimiento Nacional.
4.-La dimensión internacional del conflicto
La guerra civil española fue uno de los conflictos del siglo XX que más repercusión
internacional provocó. En el conflicto español se entrecruzaron a la vez los intereses estratégicos de las
potencias y el compromiso ideológico de las grandes corrientes políticas del momento.
La actitud de las potencias del momento hacia la Guerra Civil Española contribuyó a recrudecerla y
alargarla, pues en lugar de realizar gestiones para paralizar el conflicto la entendieron como un preludio de
la inminente guerra mundial. Italia y Alemania apoyaron abiertamente a los sublevados a pesar de participar
en el Comité de No Intervención. Se trató de un apoyo financiero y sobre todo militar. Italia proporcionó
muchas tropas a Franco. La ayuda alemana fue cuantitativamente menor pero cualitativamente muy
superior, sobre todo en lo que respecta a la aviación, la famosa Legión Cóndor que bombardeó Guernica.
Portugal también apoyó a los sublevados. Tampoco hay que olvidar el respaldo moral que el Vaticano dio a
Franco en Julio de 1937, que influyó en los católicos españoles.
La República recibió abundante ayuda militar de la URSS, aunque ésta a cambio exigió las reservas
de oro del Estado y que el Partido Comunista tuviera un importante papel en el gobierno. También Méjico
apoyó a la República. Las Brigadas Internacionales fueron de una gran importancia en la guerra. Más de
60.000 combatientes antifascistas acudieron de un gran número de países para luchar por la República, entre
ellos George Orwell, quien dejó testimonio de su paso por España6.
La URSS, por otro lado, tuvo muy claro desde un principio su compromiso de ayuda a la
República. No sólo se enfrentaba a la expansión del fascismo, sino que alejaba el centro del conflicto entre
las potencias al otro confín de Europa, alejando el interés de Hitler de sus fronteras.
En principio, Francia, gobernada por el Frente Popular de Leon Blum, apoyó a la República; sin
embargo, por presiones inglesas, se vio obligada a no intervenir. Inglaterra se negó a cualquier intervención,
para evitar que el conflicto español se convirtiera en el inicio de una guerra mundial. Estos dos países
promovieron la formación del Comité de No Intervención en el que en un primer momento tomaron parte
Alemania e Italia7.
6 Homenaje a Cataluña es el relato personal de George Orwell sobre su experiencia durante la Guerra Civil española. La primera edición fue
publicada en 1938. Orwell sirvió tanto como soldado raso como oficial en partes de Cataluña y Aragón desde diciembre de 1936 hasta junio de 1937, cuando tras los sucesos de mayo de 1937 el partido político en el que se encontraba (el POUM, un partido comunista antiestalinista dirigido por Andreu Nin) fue declarado organización ilegal y se vio forzado a huir o enfrentarse al encarcelamiento. Pese a su desencanto con las tácticas del gobierno republicano para sofocar la revolución libertaria, Orwell siempre proclamó que seguía considerándose un socialista tras su experiencia en España, aunque alimentó desde entonces una completa aversión hacia el autoritarismo de la URSS, que reflejó en sus novelas Rebelión en la granja (1945. El disco de Pink Floyd, Animals (1977), está inspirado en esta novela, especialmente las tres canciones centrales, de más de diez minutos de duración, llamadas «Dogs», «Pigs (Three Different Ones)» y «Sheep») y 1984 (1949). 7 A mediados de junio de 1936, la creciente degeneración del régimen parlamentario de España, y el vigor con que se preparaban sendas
revoluciones comunistas y anarquistas, desencadenó un alzamiento militar que llevaba largo tiempo preparándose. Forma parte de la doctrina y de la táctica comunista, según lo estableció el propio Lenin, el que los comunistas contribuyan a todo movimiento hacia la izquierda y favorezcan la implantación de gobiernos débiles de tipo radical, constitucional o socialista. Los comunistas deben socavar los cimientos de esos gobiernos y arrancar el poder de sus vacilantes manos para establecer el mando absoluto y fundar el estado marxista. En España estaba manifestándose una perfecta reproducción del período de Kerensky en Rusia. Pero las fuerzas de España no habían sido quebrantadas por una guerra extranjera. El ejército mantenía una considerable medida de cohesión. A la vez que la conspiración comunista, se elaboraba en secreto una contra conjura militar que había cobrado ya profundas raíces. Ninguno de los dos bandos que conspiraban podía alegar, con justicia, títulos de legalidad, y los españoles de todas las clases tenían que pensar, ante todo, en la vida de España.
Muchas de las garantías corrientes en la sociedad civilizada habían sido liquidadas por la infiltración comunista en un decaído gobierno parlamentario. Se producían atentados por ambas partes, y la pestilencia comunista llegó a punto tal, que los comunistas no titubeaban en asesinar a sus adversarios políticos en las calles o en sacarlos de sus lechos para darles muerte. En Madrid y sus contornos se había producido ya buen número de tales asesinatos. Las cosas llegaron a su colmo con el asesinato de Calvo Sotelo, dirigente conservador, cuyas tendencias correspondían en cierto modo al tipo de las de sir Edward Carson en Inglaterra antes de la guerra de 1914. Este crimen dio al
8
La actitud de las democracias ante la guerra española se enmarca en su ilusoria búsqueda de una
política de conciliación con Hitler. El Reino Unido, y con él Francia, habían optado hacía tiempo por tratar
de evitar cualquier enfrentamiento que pudiera llevar a una guerra general.
El mayor ejemplo de esta actitud fue la política de apaciguamiento ante las potencias fascistas, que
alcanzó su cenit con la firma del Pacto de Múnich en septiembre de 1938. Se puede afirmar que desde ese
momento, las esperanzas de la República desaparecieron.
Otro buen ejemplo de esta actitud fue la política del gobierno norteamericano. Mientras el Congreso
de Estados Unidos aprobaba la denominada Ley de Neutralidad, el gobierno de Roosevelt miraba para otro
lado cuando las compañías petrolíferas norteamericanas vendían combustible a Franco.
El Comité de No Intervención fue una farsa, ya que mientras Francia y Gran Bretaña se abstenían
de ayudar al régimen democrático en España, Hitler y Mussolini apoyaron de forma masiva y decisiva la
causa de Franco. La única potencia a la que pudo volver sus ojos el gobierno de Madrid fue la URSS, algo
que, indefectiblemente, repercutió en la evolución interna de los acontecimientos en la zona republicana8.
La ayuda extranjera
.
El bando nacional recibió desde un primer momento una decidida ayuda de Hitler y Mussolini. Tras
recibir apoyo aéreo para pasar el Ejército de África a la península, Mussolini envió setenta mil
soldados italianos, munición y material de guerra; y Hitler mandó la Legíon Cóndor que incrementó de
manera decisiva la superioridad aérea de Franco9. La colaboración de Portugal, aunque no fue decisiva en el
terreno militar, permitió el libre paso de armas para el ejército de Franco por territorio luso. Por último, hay
que señalar las tropas marroquíes integradas en el Ejército franquista y que a menudo fueron utilizadas
como fuerzas de choque. Los EE.UU permitieron la venta de petróleo a los sublevados. Hay que decir que,
cuando Barcelona estuvo sitiada por las tropas franquistas, los EE.UU enviaron ayuda para la población civil
(alimentos, medicinas y ropa).
ejército la señal de actuar. Un mes antes, el general Franco había escrito al ministro de la Guerra advirtiéndole que si el gobierno español no mantenía las seguridades normales de la Ley en la vida cotidiana, el ejército tendría que intervenir. España, en el pasado, había asistido a muchos pronunciamientos de jefes militares. El general Sanjurjo, que iba a tomar el mando del movimiento, pereció en un accidente de aviación, y Franco alzó el estandarte de la insurrección, siendo secundado por el ejército, incluso clases y soldados. La Iglesia se adhirió inmediatamente a Franco, así como casi todo los elementos de centro y derecha *…+
Yo fui neutral en aquella contienda. Desde luego, no defendía a los comunistas. ¿Cómo había de defenderlos cuando sabía que, de haber sido español, ellos nos habrían asesinado a mí y a mi familia y amigos? De todos modos, entendía que el gobierno inglés tenía tantas cosas de que preocuparse, que le convenía no mezclarse en los asuntos de España. Francia propuso un plan de no intervención tendente a que las partes en pugna combatiesen sin ayuda extranjera. Los gobiernos inglés, alemán, italiano y ruso se adhirieron. De este modo el gobierno republicano español, que había caído ya en manos de los revolucionarios más extremistas, se encontró privado del derecho de comprar las armas que encargaba con el oro de que disponía. Hubiese sido más razonable seguir el curso normal de las cosas y reconocer la beligerancia de los dos bandos, como se hizo cuando la guerra civil americana de 1860-65. Pero lo que se acordó, con compromiso formal de todas las grandes potencias, fue un compromiso de no intervenir. Inglaterra observó estrictamente lo acordado, mas Italia y Alemania por una parte y la Rusia soviética por otra, quebrantaron constantemente lo prometido, arrojando su peso en la lucha. Alemania, en particular, proporcionó aviones que permitieron bombardeos tan intensos como el de Guernica.
El gobierno de Leon Blum era presionado por los diputados comunistas que lo apoyaban e insistían en que se enviase material de guerra a los adversarios de Franco. Cot, ministro francés del Aire, entregaba en secreto aviones y equipos a los ejércitos republicanos. Yo, preocupado por tales actividades, escribí a Corbin, embajador francés, el 31 de julio de 1936, diciéndole: “Tengo la certidumbre de que la actitud más correcta y conveniente consiste en la neutralidad y en una enérgica protesta contra toda infracción de la misma. Quizá se produzca una situación de punto muerto, momento en que a la Sociedad de Naciones puede caberle intervenir para evitar más horrores. Pero incluso esto es muy dudoso”. (Winston Churchill, The Second World War, vol. I, The Gathering Storm, pp. 191-3) 8 En síntesis, el interés de las potencias fascistas en el conflicto español estaba en aprovecharlo como campo de experiencia bélica y para
ampliar su esfera de influencia, aunque de manera limitada; el de las democracias, en mantenerlo aislado y asegurar que la influencia germano-italiana en España no saliese de lo controlable; y el de la URSS, en darle el mayor relieve y extenderlo por el oeste europeo 9 Hitler exigió a Franco el pago por la ayuda alemana. Franco cedió varias empresas mineras al gobierno nazi.
9
La única ayuda que recibió el bando republicano de las democracias fue las escasas armas enviadas desde
Francia en los primeros momentos del conflicto. La ayuda francesa quedó inmediatamente cortada tras la
firma del Pacto de No Intervención. México intentó también ayudar a los republicanos.
La ayuda soviética comenzó a llegar a tiempo para ayudar en la defensa de Madrid10
.
Las Brigadas Internacionales estuvieron constituidas por grupos de voluntarios, no todos comunistas pero
reclutados por la Internacional Comunista (Comintern) en muchos países del mundo. Fueron unos 60.000 y
tuvieron un papel importante en la defensa de Madrid y en las batallas del Jarama y Teruel.
Las presiones del Comité de No Intervención y el desinterés de Stalin, que pensaba ya en buscar algún tipo
de acuerdo con Hitler, hicieron que Negrín aceptase su salida de España a fines de 1938. De nuevo,
el Comité de No Intervención fracasó en su intento de que las tropas italianas que apoyaban a Franco
abandonaran España.
10
La única potencia implicada activamente en la política española antes de 1936 había sido la Unión Soviética, que había subvencionado y controlado al Partido Comunista español a partir de los primeros años de la década de 1920. Sin embargo, el Gobierno ruso fue cogido por sorpresa por el repentino estallido de la guerra civil y la revolución. En una reunión del Politburó ruso, el 21 de julio de 1936, se discutió el asunto, pero no sabe hasta qué punto Stalin decidió involucrar a la Unión Soviética en aquel momento. El primer movimiento concreto se llevó a cabo en una reunión de la Comintern en Praga, el 26 de julio, que decidió preparar un ejército voluntario internacional comunista que combatiese por la causa izquierdista –el principio de las famosas Brigadas Internacionales. El Gobierno de Giral hizo su primera petición directa de armas a Francia. La inicial política francesa de asistencia a la coalición izquierdista republicana pronto fue sustituida por una postura de no intervención. Aun así, Francia permitió que continuase una incesante filtración de armas. El Partido Laborista británico, que apoyó la no intervención en 1936, cambió de opinión en 1937, para permitir al régimen republicano comprar armas en Inglaterra, y en 1939, después del fracaso de la política inglesa y francesa de apaciguamiento. El 23 de agosto, la Unión Soviética firmaba el acuerdo anglo-francés de no intervención. No es posible poner una fecha exacta a la decisión de Stalin de intervenir en gran escala –había estado interviniendo en escala menor desde hacía muchos años- pero las pruebas de que disponemos indican que, de hecho, fue tomada al mismo tiempo que la Unión Soviética firmaba el acuerdo de no intervención. Pronto se demostró posible asegurar el pago del material de guerra haciendo transferir las tres cuartas partes de las reservas de oro del Banco de España a la Unión Soviética. Esta operación fue arreglada por el socialista procomunista Juan Negrín, ministro de Hacienda del Gobierno de Largo Caballero en octubre de 1936. (Stanley G. Payne, La revolución y la guerra civil española).
10
11
5.-Las consecuencias de la guerra civil
Consecuencias demográficas
Se han dado cifras muy dispares al cuantificar las pérdidas demográficas que causó el conflicto:
los muertos en el frente y por la represión en la guerra y en las posguerra, el hambre, las epidemias;
la reducción de la natalidad consiguiente... Los cálculos más aceptados estiman en unos quinientos mil
muertos, el coste demográfico de la guerra y la posguerra. A ello habría que añadir la cifra de no nacidos y
la pérdida de población joven.
Otro elemento clave de las consecuencias demográficas fue el exilio republicano. Ya durante el conflicto,
los "niños de la guerra" fueron evacuados a países extranjeros, pero el gran éxodo tuvo lugar en enero y
febrero de 1939, consecuencia de la conquista de Cataluña. En conjunto, se calcula que hubo
unos cuatrocientos cincuenta mil exiliados. Aunque algunos fueron retornando durante la dictadura,
muchos no volvieron a España o esperaron a la muerte del dictador en 1975. Este exilio supuso una
importante pérdida demográfica para el país: una población joven y activa, que incluía a gran parte de los
sectores más preparados del país: las elites científicas, literarias y artísticas de la Edad de Plata.
Consecuencias económicas
La guerra fue una verdadera catástrofe económica. Un dato revela su magnitud: la renta nacional y per
cápita no recuperará el nivel de 1936 hasta la década de 1950.
Estos fueron los principales elementos de esa catástrofe económica:
Destrucción del tejido industrial del país, lo que llevó a la vuelta en los años cuarenta a
una economía básicamente agraria.
Destrucción de viviendas, se calculan en unas doscientas cincuenta mil,
comunicaciones, infraestructuras...
Aumento de la deuda externa y pérdida de las reservas de oro del Banco de España, usadas por el
gobierno de la República para pagar la ayuda soviética.
Consecuencias sociales
El resultado de la guerra trajo consigo la recuperación de la hegemonía económica y social por parte de
la oligarquía terrateniente, industrial y financiera. Paralelamente, se dio la pérdida de todos los derechos
adquiridos por los trabajadores.
Consecuencias morales
El régimen de Franco nunca buscó la reconciliación de los españoles y siempre recordó y celebró su
origen bélico. Las heridas de la guerra civil perduraron durante decenios y la persecución y represión de
los vencidos fueron un rasgo clave del franquismo.
12
LA GUERRA VISTA POR ALGUNOS DE SUS PROTAGONISTAS Y SUS VÍCTIMAS
No se juega a la patria
como se juega al escondite:
ahora sí
y ahora no.
Ya no hay patria. La hemos matado todos:
los de aquí y los de allá,
los de ayer y los de hoy.
España está muerta. La hemos asesinado
entre tú y yo.
¡Yo también!
(León Felipe, Español del éxodo y del llanto, México, 1939)
•Entre los papeles de José Antonio Primo de Rivera se conserva el borrador de unas curiosas notas redactadas en
agosto de 1936, en las que decía:
“Situación: no tengo datos de quién lleva la mejor parte. Por lo tanto, pura síntesis moral.
13
A: Si gana el Gobierno 1º.-Fusilamientos; 2º.- predominio de los partidos obreros (de clase, de guerra); 3º.- consolidación de las
castas de españoles (funcionarios cesantes, republicanización, etc.). Se dirá: el Gobierno no tiene la culpa. Los que se han
sublevado son los otros. No; una rebelión (sobre todo tan extensa) no se produce sin un profundo motivo. ¿Reaccionarismo social?
¿Nostalgia monárquica? No; este alzamiento es, sobre todo, de clase media. Hasta geográficamente, las regiones en que ha
arraigado más (Castilla, León, Aragón) son regiones de tono pequeño burgués. El motivo determinante ha sido la insufrible
política de Casares Quiroga. No se puede aumentar indefinidamente la presión de una caldera. La cosa tenía que estallar. Y
estalló. Pero ahora:
B: ¿Qué va a ocurrir si ganan los sublevados? Un grupo de generales de honrada intención, pero de desoladora mediocridad
política. Puros tópicos elementales (orden, pacificación de espíritus...).
Detrás: 1) el viejo carlismo intransigente, cerril, antipático; 2) las clases conservadoras, interesadas, cortas de vista, perezosas; 3)
el capitalismo agrario y financiero, es decir: la clausura en muchos años de toda posibilidad de edificación de la España moderna.
La falta de todo sentido nacional de largo alcance. Y, a la vuelta de unos años, como reacción, otra vez la revolución negativa.
Salida única: La deposición de las hostilidades, y el arranque de una época de reconstrucción política y económica nacional, sin
persecuciones, sin ánimo de represalias, que haga de España un país tranquilo, libre y atareado”11
.
•“Victoriosos y derrotados continuamos odiándonos con la misma fuerza. No hay peor enemigo del español
—y de lo español— que el español mismo. Asesinándonos hemos vivido los españoles todo este último periodo.
Dispuestos a seguir matándonos, nos acechamos.
En mi casa todos cuidaban de respetar mi sueño contra los visitantes inoportunos, circunstancia que me
permitió conocer que algo grave sucedía al sentirme llamado a las ocho de la mañana del lunes. La persona a cuyo
requerimiento se me había despertado me esperaba en el despacho, mirando por la ventana el desperezarse de la calle.
Su rostro tenía una expresión de cansancio, el ajamiento de quien ha perdido la noche. No muchos días más tarde
había de tocarle perder la vida en los canchales de la sierra del Guadarrama. Me parece una prueba de respeto a su
muerte no asociar su nombre a la relación que me hizo. Dados los presagios de aquel tiempo, pensé en una nueva
desventura irreparable, mientras le preguntaba: — ¿Qué sucede? —Vengo a decirte, porque acaso convenga que lo
conozcas, que anoche han matado a Calvo Sotelo.
No tengo por qué ocultar mi impresión. Fue enorme. La noticia acabó por desvelarme e instintivamente miré
hacia la calle, sorprendiéndome encontrarla sin un indicio que denunciase agitación extraordinaria.
—Ese atentado es la guerra — declaré a mi visitante.
—El cadáver —siguió sin pararse en mi observación— ha sido encontrado esta madrugada en el depósito del
cementerio. Tenía unos balazos en la cabeza.” (Julián Zugazagoitia Mendieta, Historia de la Guerra en España,
1940)12
.
11
El político y abogado madrileño José Antonio Primo de Rivera llevaba seis semanas encarcelado en Alicante cuando se produjo la sublevación militar. Su partido, Falange Española, había sido ilegalizado el 14 de marzo de 1936 por el Gobierno del Frente Popular. Él y sus principales colaboradores habían sido encerrados en la prisión Modelo de Madrid, siendo trasladado el 6 de junio a la cárcel de Alicante. A partir del 16 de agosto se le prohibieron las visitas. Aunque recibía noticias muy incompletas, percibía José Antonio las grandes líneas de la guerra que se iba perfilando. Se daba cuenta de que nada bueno podía salir de una guerra civil exterminadora, que iba a desviar el curso de los acontecimientos durante los próximos años. Le angustiaba pensar que la Falange iba a consumir sus energías en una lucha a muerte entre derechas e izquierdas, cuyas trágicas consecuencias constituirían exactamente la negación del espíritu de unidad nacional que él había predicado. Si ganaban las izquierdas, no sería posible el restablecimiento de los principios católicos tradicionales. Si ganaban las derechas, caería sobre España la más negra reacción, apoyada únicamente en la fuerza. 12
Durante la Guerra Civil fue uno de los escasos dirigentes socialistas que permaneció en Madrid al producirse el asalto franquista en noviembre de 1936. Al caer el gobierno de Largo Caballero, tras los sucesos de mayo de 1937, fue nombrado Ministro de la Gobernación con Juan Negrín con quien compartía la idea de que no se debía rendir el gobierno legítimo de la república a los sublevados, aunque fue contrario a la participación del Partido Comunista en el gobierno y, en ese sentido, próximo a las tesis de Indalecio Prieto. En su etapa como ministro creó el Departamento Especial de Información del Estado (DEDIDE), un servicio de inteligencia supervisado por él que tenía como objetivo la represión de quintacolumnistas y saboteadores izquierdistas. Ocupó el puesto hasta abril de 1938. Desde esa fecha hasta el final de la Guerra, desempeñó la Secretaría General de Defensa Nacional. Durante el conflicto contribuyó al trato humano de los prisioneros de guerra y se le atribuye haber permitido abandonar la zona republicana para salvar la vida al genial escritor gallego Wenceslao Fernández Flórez.
14
•"Resumiremos tres de las causas fundamentales del desenlace antipopular y anti-español de nuestra guerra,
de las que se derivan las demás causas secundarias, y procuraremos desentrañar cual habría debido ser nuestra
conducta práctica para evitar la tragedia en la dimensión que se ha producido. 1º — La idiocia republicana, que
encarnó, desde las esferas gubernativas de Madrid. 2º — La política de no-intervención, propuesta y practicada por el
gobierno socialista-republicano de Francia desde la primera hora, aprobada después por Inglaterra, y convertida en el
mejor instrumento para sofocarnos a nosotros, mientras se proporcionaban al enemigo, abiertamente, los hombres y el
material de guerra necesarios para asegurarle el triunfo. 3º — Tan funesta como la no-intervención para la llamada
España leal, fue la intervención rusa, que llegó varios meses después de iniciadas las operaciones; prometió vendernos
material y, no obstante cobrarlo en oro, por adelantado, llegase o no llegase la carga a nuestros puertos, puso como
condición de la supuesta ayuda la sumisión completa a sus disposiciones en el orden militar, en la política interior, en
la política internacional, habiendo hecho de la España republicana una especie de colonia soviética.
Un buen día se recibe en las brigadas pertenecientes al XXIII Cuerpo de Ejército (de mando comunista) una
orden de éste para que cada brigada mandase un pelotón o escuadra de gente probada como antifascista. Así se hace y
se le dan instrucciones completas para que marchen a Turón, pueblecito de la Alpujarra granadina. Se les dice que hay
que eliminar a fascistas para el bien de la causa. Llegan a Turón los designados y matan a 80 personas, entre las cuales
la mayoría no tenían absolutamente por qué sufrir esa pena, pues no era desafecta y mucho menos peligrosa, dándose
el caso de que los elementos de la CNT, del partido socialista y de otros sectores mataron a compañeros de sus propias
organizaciones, ignorando que eran tales y creyendo que obraban en justicia, como les habían indicado sus superiores.
También hay casos de violación de las hijas (que se ofrecían) para evitar que sus padres fuesen asesinados. Y lo más
repugnante fue la forma de llevar a cabo dichos actos, en pleno día y ante todo el mundo, pasando una ola de terror
trágico por toda aquella comarca. Se estaba construyendo una carretera y los muertos fueron enterrados en la zanja de
la misma carretera.
¡Cuánto hubiera cambiado el destino de España si un acuerdo entre nosotros hubiera sido tácticamente
posible, según los deseos de Primo de Rivera!” (Diego Abad de Santillán, ¿Por qué perdimos la guerra?, 1940)13
.
• “La Guerra Civil ha sido la mayor locura que los españoles hemos cometido en nuestra historia. La guerra
ha destrozado mi vida. Desde 1934 lejos de mis padres, desde 1940 separado de mis hijos, llevo cuarenta y cuatro años
en destierro solitario…En Madrid los rojos me mataron a familiares muy íntimos; en Ávila, los blancos, a muy
queridos amigos […] Lejos de recomendar su olvido, yo les recodaría a los jóvenes las monstruosidades de la guerra
para que no sientan jamás la tentación de reincidir en ella” (Claudio Sánchez-Albornoz, Camino Para la paz: los
historiadores y la Guerra Civil)14
•“La verdad real: estamos derrotados por nuestras propias culpas…Estamos derrotados nacionalmente por
habernos dejado arrastrar a la “línea” bolchevique, que es la aberración política más grande que han conocido quizás
los siglos. La política internacional rusa en manos de Stalin se ha convertido en un crimen monstruoso que supera en
mucho las macabras concepciones de Dostoievski y de Tolstoi.” (Julián Besteiro, Cartas desde la prisión)15
•”El 19 de julio calibró a las gentes: unos salimos y otros no. Aquel día se jugaba España definitivamente, y
mientras nosotros marchábamos al choque cubiertos de rosas, ellos nos lanzaban las rosas desde el cielo de su
13
Pseudónimo de Sinesio Baudilio García Fernández, fue un militante anarquista, escritor y editor español, figura prominente del movimiento anarcosindicalista en España y Argentina. Entre diciembre de 1936 y abril de 1937 fue miembro del gobierno catalán con el cargo de consejero de economía de la Generalidad de Cataluña. Fue excepcionalmente crítico con el gobierno y la persona de Juan Negrín, denunciando continuamente los crímenes cometidos por las checas y el PCE. Como director de la revista Timón afirmó que “desde febrero a mayo de 1937 cayeron asesinados en Madrid y sus alrededores por (...) las checas organizadas por los rusos más de ochenta cenetistas. El 7 de enero de 1938 denunciaba Solidaridad Obrera de Barcelona que en Mora de Toledo habían sido asesinadas sesenta personas, hombres y mujeres que pertenecían a la CNT y que no habían cometido más delito que el de contestar a los comunistas y sus métodos de terror y de sangre”. 14
Claudio Sánchez-Albornoz y Menduiña (Madrid, 7 de abril de 1893-Ávila, 8 de julio de 1984) fue un historiador y político español, ministro durante la Segunda República y presidente de su Gobierno en el exilio entre 1962 y 1971. 15
Julián Besteiro Fernández (1870-1940) sucedió a Pablo Iglesias como líder del PSOE y de la UGT, apoyó una postura colaboracionista con la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Proclamada la Segunda República, en 1931 se convirtió en presidente de las Cortes Constituyentes y en 1934 se opuso a la deriva revolucionaria de su partido durante la huelga de octubre. Tras el inicio de la Guerra Civil se opuso a la influencia comunista en el gobierno republicano.
15
indiferencia o de su cobardía. Bien limpia la chaqueta, entonada la corbata y lustrosos los zapatos, veían pasar la
Patria en mangas de camisa, ronca y brava, un poco callejera para su británica elegancia. Sin los que entonces salimos
a dar un paseo militar, como después han dicho los rencorosos, los mariquitas y los tacaños, nada hubiera sido posible.
En las primeras semanas, minuto a minuto, hora a hora, día a día, íbamos ganando España para nosotros, para los que
nos amaban, para nuestros enemigos y hasta para los miserables que, por ocultar su pánico, fingían ignorar cómo
muchas veces se nos secaba la boca en los peligros de un divertido paseo militar.
Porque aun gustando la miel que nos brindaban al pasar los caciques y los cobardes, estábamos todos seguros
—todos— de que un día habríamos de volver los fusiles contra sus aplausos, que tenían voluntad de asqueroso dinero
con que hacernos mercenarios”. (Rafael García Serrano, La fiel infantería, 1943)16
.
16
Rafael García Serrano (Pamplona, 11 de febrero de 1917 – Madrid, 12 de octubre de 1988) fue escritor y periodista. El estallido de la guerra lo sorprende en Pamplona, donde se alista como alférez provisional en la columna de García Escámez. En la batalla del Ebro cae enfermo de tuberculosis; y, durante la convalecencia, escribirá su primera novela, «Eugenio o la proclamación de la primavera» (1938), dedicada a su «joven césar», José Antonio. Aunque obtiene el Premio Nacional de Literatura, La fiel infantería sería retirada de las librerías, por petición del arzobispo primado de Toledo, Pla y Daniel, que juzgó que estaba «salpicada de expresiones indecorosas u obscenas» y que describía «cruda e indecorosamente escenas de cabaret y prostíbulo».