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La construcción histórica de las condiciones de posibilidad de un desastre: el caso
de dos colonias de Villahermosa, Tabasco
Miguel Ángel Díaz Perera
Investigador, El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), Unidad Villahermosa.
Departamento de Sociedad, Cultura y Salud
e-mail: [email protected]
FALTA RESUMEN Y PALABRAS CLAVE
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“…durante mucho tiempo el tabasqueño
fue cautivo del agua y el árbol. El monte
lo mantuvo prisionero del pasado.”
Carlos Alberto Madrazo Becerra,
gobernador de Tabasco, 1958-1964.
Las devastadoras consecuencias de la inundación de octubre de 2007 en Tabasco son
bien conocidas. La evaluación del Centro Nacional de Prevención de Desastres
(CENAPRED) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL),
titulada Tabasco: características e impacto socioeconómico de las inundaciones
provocadas a finales de octubre y a comienzos de noviembre de 2007 por el frente frío
número 4, fechada el 16 de junio de 2008, es bastante explícita, al menos en términos
materiales. Hubo daños y pérdidas por más de 3,100 millones de dólares. En relación
con la estimación del Producto Interno Bruto (PIB) del estado, que para entonces
alcanzaba casi 108 mil 737 millones de pesos corrientes, la pérdida representó 29.31%;
monto que sólo tiene precedentes en el costo de los perjuicios causados por los
huracanes Wilma y Stan, y por el sismo en la Ciudad de México, en 1985 (Comunicado
de prensa: 2008.CEPAL 2008). Las aguas cubrieron 62% del estado, afectando cerca de
1500 localidades, de las cuales 90% eran rurales. Hubo casi 1.5 millones de
damnificados –lo que representaba 75% de la población total– y 123 mil viviendas. En
materia de infraestructura, 6 500 kilómetros (73%) de la red de carreteras y 570 mil
hectáreas agrícolas sufrieron daños (CEPAL 2008). Sobre las repercusiones en
migración y empleo, así como en los ámbitos emocional y de la salud, hay valiosas
fuentes de información como la encuesta de 1842 cuestionarios que realizó El Colegio
de la Frontera Sur dentro de la Red Académica sobre Desastres en Tabasco (RASDET)
en 2009. Todo confirma los efectos demoledores de este desastre sobre la sociedad
tabasqueña. En noviembre del mismo año, se rumoraba que este acontecimiento
transformaría las estructuras sociales y políticas de la entidad. Lo cierto es que no ha
habido, al día de hoy, ningún cambio político trascendental. Pero sí ha habido, en
cambio, un uso electoral insultante que aprovecha eficazmente la necesidad, el miedo y
la confusión de los tabasqueños. En 2012 se vive una alarmante sensación de
recurrencia, de probable repetición del fenómeno, que podría crecer en los próximos
años en correspondencia con las manifestaciones del cambio climático, como la
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intensificación de fenómenos hidrometereológicos (véase, al respecto, en el contexto
regional, Botello, et. al., 2010).
Una pregunta fundamental es por qué y cómo se permitió que la mancha urbana
de la ciudad de Villahermosa se extendiera sobre las márgenes de lagunas, arroyos,
popales y pantanos o humedales, y, en particular, sobre zonas que estaban expuestas a
crecientes significativas y tenían, inclusive, un uso agrícola conforme a los ciclos de
estiaje e inundación. Este artículo analiza las condiciones históricas que alentaron la
extensión de la mancha urbana de la capital tabasqueña sobre zonas de vulnerabilidad
evidente, sin plantear estrategias de reducción del riesgo, sirviéndose de un ejemplo
representativo: la colonia Gaviotas y la Manga en los márgenes orientales de la capital
tabasqueña (vide imagen 1). Con ello, pretendo evidenciar que en esta microhistoria
urbana puede haber casos decisivos, pues persiste la creciente exposición a
inundaciones de la ciudad de Villahermosa.
Este análisis parte de la idea de que el crecimiento de la ciudad era posible hacia
otros espacios. Aunque los alrededores de la capital tabasqueña eran –y siguen siendo–
lagunas o zonas de amortiguamiento (vide mapa1 y 2), como se observa en el croquis
topográfico de Juan N. Reyna de 1884 y 1885 (Torruco Saravia 1987: 80-81), con cotas
máximas en promedio de 10 metros1 (Velázquez 2009: 11). Hay, en la zona que nos
ocupa (los márgenes orientales de Villahermosa) cotas sobreestimadas; la
infraestructura de contención quedó interrumpida,2 lo que evitó la reducción de otras
grandes avenidas, dada la falta de un programa alternativo de conservación y atención
forestal y uso de suelo en la parte media y alta de la cuenca del Grijalva. Esta
circunstancia –proyectos truncados y la falta de planes alternativos– aunada a la
naturaleza propia de planicie –a la que baña un rico sistema de cuencas provenientes del
alto Usumacinta y el Grijalva, con origen en territorio guatemalteco (vide mapa 3 y 4),
con una leve inclinación hacia el Golfo de México (Cabrera Bernat, 1994: 57-70) –
convierten a la entidad en una llanura húmeda aluvial terminante de una pendiente, que
expone las tierras bajas a grandes precipitaciones pluviales y escurrimientos serranos
(West, 1985: 21-44). Esta circunstancia ha provocado que la capital, sitiada, además,
1Aproximadamente 60% del territorio tabasqueño está a un nivel inferior a 20 metros sobre el nivel del mar. La altura promedio de 11 de las 17 cabeceras municipales está por debajo de esta cota: Cárdenas, 15 msnm; Comalcalco, 9 msnm; Cunduacán 10, msnm; Frontera, 2 msnm; Huimanguillo, 20 msnm; Jalpa, 8 msnm; Jonuta, 15 msnm; Macuspana, 17 msnm; Nacajuca, 5 msnm; Paraíso, 2 msnm, y Villahermosa, 10 msnm. 2El proyecto de intervención sobre la cuenca del río de la Sierra desde la planeación de la Comisión del río Grijalva, fundada en 1951, comprendía la construcción formal de la llamada Presa Itzantúnen 1978, que regularía avenidas que afectarían el oriente de Villahermosa; no obstante, ante movimientos de resistencia, local el proyecto fue cancelado en 2000, en medio de un fuerte conflicto sobre la afectación de las tierras.
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por varios afluentes (Carrizal, río de la Sierra y Viejo Mezcalapa), padezca
sistemáticamente crecidas extraordinarias. Las más recientes y de mayores
consecuencias ocurrieron en 1980, 1999, 2007 y 2010.
Puede considerarse que las condiciones geomorfológicas de este marco
territorial –que expone a la planicie tabasqueña a inundaciones– propician escenarios de
riesgo hasta cierto punto inevitables. Por su parte, las decisiones gubernamentales
imprecisas, los proyectos hidráulicos truncados, la ausencia de planeación, la miopía
histórica ante las problemáticas ambientales, la desincorporación de la voz de los
agentes locales, el menosprecio de las consecuencias sociales y económicas de la
intervención, han impedido una planeación integral y pueden considerarse como
condiciones históricas que propician escenarios de riesgo evitables. Este trabajo enfoca
este segundo ámbito, en el ánimo de explicar las inercias, los intereses y los momentos
decisivos que dieron lugar a la vulnerabilidad de las colonias orientales de la capital
tabasqueña, y expone resultados de investigación recientes en el ámbito regional que
dan conocer afectaciones puntuales y sugerencias en materia de política pública para
disminuir las condiciones de riesgo del oriente de la capital tabasqueña.
1. Territorio, ciudad y cultura: antecedentes
La historiografía tabasqueña da cuenta de que la forma de vida, los hábitos y las
costumbres en Tabasco –por lo menos hasta la segunda mitad del siglo XX–
implicaban roles, trazas urbanas, actividades económicas, una arquitectura vernácula y
establecimientos poblacionales habituados a las secuelas de fenómenos ambientales más
o menos regulares (como las inundaciones), producto de una larga experiencia de
exposición. Es decir, había un reconocimiento territorial, prácticas y conocimiento
culturales que determinaron la vida y la cultura y condicionaron inclusive la ubicación
de las actuales cabeceras municipales en la ribera de los ríos (vide imágenes 2, 3 y 4);
cabeceras antaño que funcionaron como micropuertos, dado el intenso tráfico fluvial3 y
la ausencia de caminos de herradura (breve vide Balcazar, 2003; Tudela, 1989; Díaz
Perera, en prensa; Uribe y Díaz, en prensa).
Esta histórica forma de vida empezó a modificarse a partir de la segunda mitad
del siglo XX, en el sexenio del presidente Miguel Alemán Valdez (1946-1952), cuando
3Tenosique, Balancán, Jonuta, Montecristo (hoy Emiliano Zapata) en el río Usumacinta; Frontera y San Juan Bautista (hoy Villahermosa) en el Grijalva; Tacotalpa y Jalapa en el río de la Sierra; Macuspana en el Puxcatán; Cunduacán, Jalpa y Nacajuca sobre el río Cunduacán; y Comalcalco y Paraíso en el río Seco, antiguo cauce del Mezcalapa.
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se creó la poderosa Comisión del Río Papaloapan, con el propósito de incentivar el
desarrollo agrícola y energético del sureste mexicano con base en su potencial
hidráulico. Se empleó, en ello, el modelo del Tennessee Valley Authority (TVA), que
había tenido repercusiones mundiales (Melville 1990, Miller y Reidinger 1998). El 27
de junio de 1951, el presidente Alemán firmó el decreto que conformó “La Comisión de
Grijalva, […][que] ha iniciado ya los estudios necesarios para el desarrollo integral de
la cuenca de este importante río…” (“Acuerdo a las secretarías de gobernación…”,
AHA, 1951). Se había creado ya, en 1947, la Comisión del Tepalcatepec-río Balsaso río
Fuerte (Tudela 1989: 113, García García 2010:18).
No es, sin embargo, sino hasta el sexenio del presidente Adolfo Ruiz Cortínez
(1952-1958) cuando se inician las obras de contención, los cauces artificiales de alivio y
almacenamiento, además de la infraestructura de integración del trópico mediante una
ambiciosa red carretera (Ruiz Cortínez 2006:30). Estas obras modificarían
territorialmente el estado.
Podemos distinguir dos momentos históricos fundamentales:
1) Entre 1959 y 1972, cuando se promueve la construcción de obras de
almacenamiento. En 1955 inicia el desmonte y la construcción de la Presa de
Raudales de Malpaso (Nezahualcóyotl), que se pone en operación en 1969. Las obras
de la Angostura (Dr. Belisario Domínguez) inician en 1969 y concluyen en 1974. Las
de Chicoasen (Ing. Manuel Moreno Torres) se realizan entre 1974 y 1980, y las de
Peñitas entre 1979 y 1987. En 1965 arrancan formalmente el Plan Chontalpa y la
construcción del grueso de la red de carreteras como un intento de integración.
2) En 1972 y 1985 se ejecuta el Plan Balancán-Tenosique y se integran 115 000
hectáreas al desarrollo agrícola tabasqueño. Con esto inicia formalmente un
ambicioso proyecto de desarrollo que pretendía usufructuar las supuestas bondades
agrícolas del campo tabasqueño.
Si bien en papel se trataba de un interesante plan de integración regional (desde una
visión de la cuenca que no partía de los límites estatales, aunque tampoco consideraba la
variable transfronteriza), en el transcurso de los sexenios terminó por convertirse en un
reordenamiento territorial exclusivo de las tierras bajas de Tabasco (Díaz Perera, en
prensa). Como lo describe Tudela: “primero se intervino en la cuenca baja y luego se
concretaron las obras en la cuenca alta, que básicamente consistieron en grandes y
costosos vasos de almacenamiento” (1989: 125).
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Las primeras obras importantes al interior de las ciudades datan del periodo de
gobierno del licenciado Manuel Bartlett Bautista (1953-1955), y se concentraron en el
nivelado de márgenes lacustres. Se anunció, así, “el relleno de las lagunas de la
Pólvora y Mayito y la supresión definitiva de sus pantanos, incluyendo la del Negro”,
posterior a la construcción de bordos de defensa ante tales “focos de infección”
(Tabasco a través de sus gobernantes 1953-58, 1988: 39). Así, al mismo tiempo que se
cuadriculaban las tierras bajas de Tabasco (con bordos, cauces de alivio y defensas para
regular las avenidas y, por consiguiente, el riego en zonas de potencial agrícola), se
configuraban territorialmente las ciudades nacientes.
Durante el periodo de gobierno de Bartlett, los bordos, los canales de alivio y los
drenes se extendieron por Tabasco, y para los siguientes periodos (como el de Manuel
Orrico de los Llanos, entre 1955 y 1958, y, en particular, el de Carlos Alberto Madrazo
Becerra, entre 1959 y 1964), las obras se expandieron (Tabasco a través de sus
gobernantes, 1966-70, 1988: 33. Díaz Perera, 2009: 137-138). A Orrico de los Llanos le
tocó la protección de Villahermosa con un bordo de defensa y un dren en la laguna “El
Negro” en el confín noroeste de la ciudad (Tabasco a través de sus gobernantes 1953-
58, 1988: 203). Confiado, el gobernador anunció:
La Secretaría de Recursos Hidráulicos prosiguió sus obras de bordos y drenes
que evitaron al fin las inundaciones. Ya no digamos Villahermosa, sino ninguna
de las poblaciones que antes pasaban medio año bajo las aguas, resintió la
terrible calamidad. (Ibídem: 238).
Entre 1952 y 1958, la capital tabasqueña adquirió el semblante de una ciudad moderna
con vocación comercial (un resumen de obras, Ibídem: 238-239), antecedente del
decisivo periodo de gobierno del licenciado Carlos Alberto Madrazo Becerra, quien
inauguró el malecón de Villahermosa y convirtió al río en lugar de ornato y exhibición.
Este decisivo acontecimiento simbolizó el final de una época en la vida material
tabasqueña. En palabras de Madrazo:
En ocasiones diversas hicimos hincapié en la necesidad de abrirle a la Ciudad
una gran ventana al río, que permitiera rescatar al mejor paisaje de
Villahermosa. Este proyecto comenzó a ser puesto en práctica en los primeros
meses de 1961 y constituye un esfuerzo de muchos millones de pesos, al que
tenemos que darle la cima para proporcionarle mayor rango a nuestra ciudad
capital. (Tabasco a través de sus gobernantes 1959-61, 1988: 296-297)
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Para entonces, la colonia Gaviotas aún no se dibujaba como posibilidad de incorporarse
al fundo legal de Villahermosa (vide mapa5 e imágenes 4 y 5). Dicha obra, que
pretendía “darle a la cuidad la jerarquía que merece” (Íbidem) en términos de
romper con su pasado, pues “durante mucho tiempo el tabasqueño fue cautivo del agua
y el árbol. El monte lo mantuvo prisionero del pasado. Los caminos están venciendo a
la selva” (Tabasco a través de sus gobernantes 1959-61, 1988: 291-292), fue crucial
para la futura vulnerabilidad del oriente de Villahermosa. Para convertir este espacio en
“un majestuoso mirador” se invirtieron, en 1961, más de dos millones de pesos de los
cuáles 50% se destinaron a la adquisición de volteos para “la iniciación del relleno de la
franja de 1,800 metros de longitud por 20 de ancho, que formará el paseo de que se
trata” (Tabasco a través de sus gobernantes 1959-61, 1988: 297). Una ampliación
sobre un playón que durante el estiaje solía utilizarse para el comercio, y entre agosto y
diciembre, periodo de crecientes, era parte del cauce regular del río Grijalva. Sin
imaginar las consecuencias, se presumían tres nuevas calles4 paralelas al malecón que
daban gran plusvalía a la zona.
En 1981 se construyó el malecón sobre el margen derecho, en colindancia con la
colonia Gaviotas, y el río quedó ceñido a un cauce estrangulado (videimagen 7) que
impide el paso de las grandes avenidas del río Grijalva. Estas avenidas, unidas a las del
río de la Sierra, resultaron catastróficas en 2007, como se muestra en el Atlas de Riesgo
Municipal de Centro (vide imagen 8), (2009: 31), y obligaron a la estrategia de desvíos
alternativos por medio de escotaduras, propuesta por el Plan Hídrico Integral de
Tabasco (PHIT) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la
Comisión Nacional del Agua (CONAGUA). Dicha estrategia reconoce este riesgo y el
obstáculo que representan los malecones al haber eliminado fragmentos significativos
del cauce original del Grijalva.
Es cierto, no obstante, que Carlos Alberto Madrazo no podía haber previsto
semejantes riesgos porque no eran propios de su tiempo. Fue quince años más tarde,
cuando ocurrieron acontecimientos decisivos para los asentamientos humanos de las
colonias que después se llamaron Gaviotas y La Manga. Los principales de estos
acontecimientos fueron el descubrimiento de yacimientos de hidrocarburos en
Campeche, Chiapas y Tabasco, y las consecuencias de la guerra del Yom Kipur
(enfrentamiento armado dentro del conflicto árabe-israelí) de 1973, que permitió
4Hoy, las avenidas Constitución, José María Pino Suárez y la propia del Malecón.
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que México se convirtiera efímeramente en uno de los mayores exportadores de crudo.
Esta coyuntura propició en Tabasco un incremento presupuestal sin precedentes
(Capdepont 2009, Díaz Perera 2009),5 al convertirse en un polo de atracción regional.
En palabras de Rodolfo Uribe Iniesta:
Y esta actividad generó, como ocurre en todo boom petrolero, una
reestructuración espacial y social que resultó al mismo tiempo espectacular y
catastrófica a nivel regional. … La exploración y explotación petroleras
aceleradas convirtieron al estado en un receptor de inmigrantes laborales y
provocaron una urbanización acelerada y sin planificación en Comalcalco,
Cárdenas y Villahermosa… (2009: 155).
A pesar del escenario providencial en términos de presupuesto, pues Tabasco se
convirtió en la entidad con mayores recursos públicos per cápita del país, el nuevo
gobernador enfrentó el desafío de crear una política pública que atendiera la explosión
demográfica desatada por esta industria petrolera incipiente. Sólo entre 1960-1970, la
tasa estatal promedio de crecimiento anual fue de 4.6%, más de un punto porcentual que
la nacional, de 3.6%. En 1970 había en el municipio del Centro 163 514 personas, y en
1980 ya había 250 903. Este incremento de más de 53%, repercutió en la vivienda, la
salud, el empleo y la seguridad (INEGI; 1970: 3-11. INEGI; 1980: 6-9. Libro de
Esperanza). Esta situación conllevó una ampliación diferenciada de la ciudad, a partir
de 1952 hacia el norte-noroeste (vide mapa 6 y 7), y a partir de 1980, hacia el oriente
(vide mapa 8). La dinámica de crecimiento precedente hacia el norte-noroeste, por su
parte, aumentó (vide mapa 9). En términos cualitativos, la primera fase prosperó hacia
zonas altas con una infraestructura planeada por el municipio y el estado, y la segunda,
hacia zonas pobres donde el municipio y el estado tuvieron menor planeación en cuanto
a los servicios y la contención. El Ing. Leandro Rovirosa Wade, entonces gobernador,
apuntó sobre Villahermosa que “se ve seriamente afectada por la concentración de
inmigrantes que diariamente llegan a Tabasco. La infraestructura urbana deberá
crecer a pasos agigantados para enfrentar el malestar ciudadano que provoca la
escasez de obras y servicios.” (Tabasco a través de sus gobernantes 1959-61, 1988:
101).
5Entre 1958 y 1982, los ingresos generales del estado incrementarían 95,983%. Madrazo, Rovirosa recibió $24,000,000 y cerró con $23,036,000,000. En 2008 los ingresos generales fueron de $27’542,251,192.00 (no se olvide que en 1992, el presidente Carlos Salinas decretó el uso de los “nuevos pesos”, con lo que se restaron tres ceros a las cantidades) y en 2011, de acuerdo con el Presupuesto General de Egresos, fue de $31,902,204,014.00 (Periódico oficial; 2010: 4).
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Se generaron, pues, servicios a la manera de una naciente ciudad moderna, con
proyectos de desarrollo tales como el de la Comisión del río Grijalva. Uno tras otro, los
gobernadores actuaron convencidos de que había que romper con el pasado, dejar de
ser, como decía Madrazo, “cautivos del agua y el árbol”; “prisioneros del pasado”.
Surgieron, no obstante, graves dificultades como consecuencia indirecta del desarrollo.
Si en 1980 el crecimiento fue de poco más de 1 554 hectáreas y 158 216 habitantes,
para 2005 había alcanzado más de 7 605 hectáreas y 364 278 habitantes. La superficie
territorial se cuadruplicó, mientras que la población se duplicó (IMPLAN: 2010), con la
evidente presión sobre humedales y la ocupación de terrenos con cotas mínimas, lo que
para 2012 se intensificó aún más (vide mapa 10).
2. Dos colonias, una misma vulnerabilidad
Para 1970, la margen derecha del río Grijalva se había ido poblando poco a poco con
asentamientos dispersos. Junto con la explosión demográfica, el petróleo trajo consigo
una extraordinaria inflación y el encarecimiento de la propiedad, lo que dio lugar a la
ocupación de zonas de menor valor y mayor vulnerabilidad. Así, tres ejidos terminaron
por convertirse en espacios ocupables: el Triunfo la Manga, La Manga y Gaviotas
(antes Chiflón). Algunas de estas propiedades habían pertenecido a integrantes de
familias de relevancia económica en la entidad, como doña Dolores León, don Manuel
Calderón, Bulnes Hermanos, a doña Enriqueta Tabares de Bulnes, don Francisco
Ardines, don Nicolás Verezaluce, don Adolfo Ferrer y doña María Jesús Zurita viuda de
Priego (vide mapas 5, 11 y 12).
Aunque los conceptos de vulnerabilidad y riesgo, o sus equivalentes, estaban
ausentes en el discurso –debido al exacerbado optimismo de la Comisión del río
Grijalva respecto de la capacidad de las obras de infraestructura–, la población oriunda
evitaba ocupar estos espacios que habían sufrido históricamente las consecuencias de
inundaciones por escurrimiento. Así ocurrió en 1915 en La Manga, cuando los vecinos
solicitaron formalmente una dotación ejidal de tierras que pertenecían a don Adolfo
Ferrer (477-50-00 has.)6, doña María Jesús Zurita Viuda de Priego (336-75-20 has.) y
doña Enriqueta Tabares de Bulnes (498-84-80 has). Para 1935, cuando se dio resolución
definitiva a la solicitud, los terrenos afectados fueron polígonos parciales y totales de las
fincas “El Limonal”, “Las Palmitas”, “El Rosario” y “San José de Buenavista”, con una
6 Esta unidad significa: 477 hectáreas, 50 aras y 00 centiaras.
10
superficie total de 1351-10-00 que incluía 18 hectáreas de terrenos de la nación (AGA;
23/14808 legajo 1:120-121). Según consta en actas de la Secretaría de la Reforma
Agraria y en el expediente entregado a los miembros de la Comisión Agraria Mixta, el
Ing. José Zamarrón, quien llegó a la región el 29 de octubre de 1934 para inspeccionar
los terrenos y hacer una junta censal, no pudo cumplir su misión “por haberlo impedido
la inundación de los terrenos” (AGA; 23/14808 legajo 1: 99).
El Ing. Ricardo Munguía acudió en agosto del siguiente año para terminar dicho
trámite conforme a la ley. Su informe da cuenta de las características del medio y las
variaciones en el cauce del río Grijalva, y deja entrever el complejo uso de los recursos
en función de la planicie, y una actividad agrícola que comprometía áreas que habían
sido invadidas por las crecientes a lo largo de la histórica exposición mencionada
anteriormente. Tras su visita, el Ing. Munguía determinó que las tierras se componían
“de humedad, de agostadero cultivable y de agostadero para cría de ganado”
resaltando que “las lluvias son abundantes durante la mayor parte del año; que el clima
es cálido y la vegetación espontánea es el popal en grande escala, camalote, árbol de
ceiba” (AGA; 23/14808 legajo 1: 100). Todas las características de una zona inundable
año con año en el periodo que va de septiembre a noviembre. Tres años después, en
abril de 1937, se envía una solicitud de construcción de diques a la Secretaría de
Agricultura y Fomento:
De acuerdo a la inspección verificada al citado ejido, se vio que los daños
causados por estos desbordamientos alcanzan grandes proporciones,
perjudicando a la totalidad de los ejidatarios, siendo la única defensa posible
los camellones que pretenden construir y que algunos de ellos han empezado; sin
afectar estas obras en lo más mínimo al curso de la corriente, el nivel de los
depósitos, ni el camino nacional, pues apenas alcanzan dos metros de base por
uno de altura, no perjudicando tampoco a terceras personas, pues las obras se
harán en la zona comprendida dentro del ejido.” (AHA AS/C: 2068, E: 31280, f:
2).
Los desbordamientos eran frecuentes, como se atestigua en 1934 y 1937. En un oficio
dirigido al delegado del departamento agrario, el Ing. Munguía confiesa:
…me permito el honor de informar a usted que la finca denominada “El
Rosario”, anexo a la del “Limonal” propiedad de la señora María de Jesús Zurita
Vda. de Priego y que tiene una superficie de 72 hs. SETENTA y DOS
HECTÁREAS, tiene una calidad de tierras de agostadero laborable, aun cuando
en la actualidad se encuentra inundada debido a las inundaciones sufridas por
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las lluvias torrenciales./ Esta fracción se puede aprovechar para el cultivo de
maíz y durante el periodo de enero a septiembre. (AGA; 23/14808 legajo 1:
107).
La historia de la dotación de tierras del ejido Triunfo la Manga es parecida, según
consta en expedientes del Archivo General Agrario. Al cuestionar el repartimiento, Don
Adolfo Ferrer, médico cirujano afectado por la dotación en 1935, apuntó:
…en cada uno de los años y cuando las grandes avenidas de agua inundaban los
campos, hiciese trabajos adecuados, en donde invertía considerablemente suma
de dinero, para que el limo quedase sobre la superficie elevándola y
fertilizándola a fin de que se convirtiese en terreno provechoso lo que antes no
era adecuado para la vegetación. (AGA; 23/14808 Legajo 2: 99)
Los terrenos eran valiosos para los propietarios y ambicionados por los futuros
ejidatarios, entre otras cosas, por las cualidades fertilizantes del limo arrastrado y
asentado por las crecientes. Al momento de la dotación de “La Manga” –que, de
acuerdo con el censo agrario contaba con 366 habitantes, 87 jefes de familia y 111
individuos con derecho a dotación (AGA; 23/14808 legajo 1: 100)– el uso de la tierra
estaba determinado por las crecientes que la inundaban la mitad del año; al bajar las
aguas se introducía ganado por la calidad y la cantidad de pasto. El 28 de septiembre de
1935, el Ing. Ricardo Munguía clasificó estos sitios como agostadero para cría de
ganado, agostadero laborable con características determinadas por precipitaciones
pluviales, y terrenos de humedad de amplio rendimiento agrícola:
Los vecinos peticionarios se dedican al cultivo de plátano, melón, maíz y frijol,
y en corta escala al cultivo del cacao./ Los rendimientos medios para el maíz son
de 200 x 1, pudiéndose efectuar al año dos cosechas, y el sistema que siguen
para la siembra es empleando una barreta y enterrando el grano de maíz, sin
hacerle beneficios de ninguna especie para la conservación y desarrollo de la
planta, pues el terreno es suficientemente rico en arcilla además de que las
lluvias son abundantes registrándose entre los meses de mayo a septiembre. El
clima es cálido y la vegetación expontánea es el Copal en grande escala,
camalote, árbol de ceiba, etc./ Los terrenos que se anotan en el plano como
inundados permanecen en éste estado durante seis meses y a partir del mes de
junio a diciembre, no siendo así el resto del año que el nivel del agua baja
considerablemente secándose por consiguiente todos éstos terrenos y es cuando
se aprovechan para agostadero del ganado, de ahí que el suscrito clasificó los
mismos como agostadero para la cría de ganado, pues después de la inundación
se desarrolla pasto suficiente para sostén de un buen número de cabezas de
ganado menor o mayor. (AGA; 23/14808 legajo 1: 58)
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Las áreas eran de buen tamaño y en el informe se registraron en hectáreas (vide tabla 1).
De hecho, la erosión y la sedimentación que favorecían el uso agropecuario –la crianza
de ganado y el cultivo– afectaban el propio cauce del río Grijalva. Un año antes el
ingeniero Munguía había insistido en las dificultades de medir para la dotación, había
registrado la variación del río en su paso por la capital tabasqueña y había declarado que
éste “ha sufrido con el tiempo un desalojamiento considerable, perjudicando los
intereses de los propietarios que se encuentran por la margen izquierda y beneficiando
a los de la derecha,” (AGA; 23/14808: 57). Dicha desviación tendía hacia la ciudad y
las fincas de “San José” y “San Antonio”, cuya extensión era de 2,674-40-2 hectáreas –
propiedad de una testamentaria de Nicolás Valenzuela–, y “El Porvenir”, cuya extensión
era de 346-57-45 hectáreas –propiedad del licenciado Agustín González Palavicini–
(AGA; 23/14808 legajo 1: 54). Don Ricardo Munguía expresó su preocupación en
vistas de convertir estas tierras nuevas en terreno federal y otorgarlas como parte de la
dotación ejidal. En este contexto insistió:
Al efectuar los trabajos anteriores se tropezó con muchas dificultades, dado que
la mayor parte del terreno se encuentra completamente inundado como se podrá
ver por el plano que se adjunta, pues en la mayor parte del terreno hubo
necesidad de sumergirse dentro del agua, lográndose con esfuerzos salir abante
con mi comisión, otra de las dificultades que se presentaron fue la de tener que
abrir brechas, pues dado a que la vegetación es exuberante y abundante no era
posible abanzar como era el deseo, dominándose éstas dificultades después de
trabajo rudo. (AGA; 23/14808 legajo 1: 52-53).
Dada esta condición inundable, “no fue posible fijar la zona urbanizada, debido a que
el caserío se encuentra diseminado y por toda la rivera del Río Grijalva, existiendo el
mayor número de casas dentro de las Fincas de ‘Las Palmitas’ 1/a fracción, ‘La
Revesua’ y ‘Las Palmitas’ 2/a. fracción.” Esta dispersión que el Ing. Munguía llamó
“pueblo” se conectaba con Villahermosa por medio del “Cayuco tanto para el pasaje
como para la carga, y dista de la cita Cuidad, a dos kilómetros.”(AGA; 23/14808
legajo 1: 58). En síntesis, el Ing. Munguía informa de una característica hoy vigente en
los alrededores de Villahermosa: la dispersión de asentamientos condicionada por la
abundante presencia de humedales (vide mapa 4) que, en términos de política pública,
representa un desafío. Si bien estos espacios periurbanos no pertenecen al fundo legal
de la ciudad, al ser asentamientos tipo gota sí están de facto conectados con
Villahermosa.
13
Para 1975, cuando empieza a conjurarse la posibilidad de una expropiación
ejidal, el avalúo demuestra el interés comercial pues:
[…] actualmente se destina una parte al área urbana del ejido LA MANGA y el
resto, a pequeñas áreas de cultivo y de huertas familiares como terrenos de
temporal. A 50 m. de los mismos, está el área urbana y comercial de 1er. orden y
de las más importancia de la Cd. de Villahermosa. … tiene servicio de
electricidad y calles conformadas de terracería en el área urbano-ejidal.” (AGA;
272.2/3012 legajo 7: 3 y 4).
El Arq. Eduardo Vallarta Aguilar consideró, por su parte, que con la permanencia de
cultivos de maíz, tomate y frijol –con un rendimiento de 2.5 toneladas por hectárea– y
un suelo “de magnífica calidad”, el predio tendría un “valor comercial agrícola” total
de $2’122,757.40 (Ibídem). En 1984, otro valuador, el Ing. Saúl Reyes Varela Peña,
registró con mayor precisión la zona como “agrícola y ganadera con pastos inducidos”
de “agostadero”, con una altitud de 9 msnm, precipitación pluvial de 2 000 mm anuales,
suelo “areno, arcilloso, limoso, de color gris con profundidad de más de 100 cm.”, con
cultivos de plátano, y la presión de “asentamientos irregulares” que contaban con agua
potable, drenaje, alumbrado público, electricidad domiciliaria. A pesar de las
irregularidades, “se están construyendo casas de interés social” que, sumadas
representaban ya 75% del ejido (AGA; 272.2/3012 legajo 7: 5-9). Cabe destacar que
ambos avalúos se realizaron en periodo de estiaje (21 de mayo de 1975 y 10 de julio de
1984, respectivamente), y el segundo después de la construcción del malecón.
La situación respecto del ejido Gaviotas (antes Chiflón), es similar. Aunque el
avalúo es mucho más preciso (vide imagen 9), entre 1975 y 1994 dichos ejidos se
expropiaron y se fraccionaron por medio de polígonos, en el contexto de la
conformación del Programa Nacional de Regularización de Zonas Ejidales
(PRONARZUE), coordinado por el Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización
(DAAC) y el Fondo Nacional del Fomento Ejidal (FONAFE). Esta iniciativa del
ejecutivo federal tenía el propósito de regularizar la tenencia de la tierra ejidal y
comunal –ante la aparición de asentamientos humanos irregulares– a través de la
Comisión para la Regularización de la Tenencia de la Tierra (CORETT). Dicha
iniciativa tuvo repercusiones negativas en estos tres ejidos conformados por “terrenos
inundables”. Parecía que esta característica debía ignorarse, dada la eficacia de las obras
hidráulicas y demás acciones iniciadas desde el periodo de Bartlett Bautista para mitigar
los efectos de toda las crecientes.
14
Para los años noventa esta desmesurada convicción estaba, no obstante, en crisis.
Baste citar, en aras de la brevedad, la discusión que surgió al momento de expropiar el
ejido Gaviotas (antes Chiflón). El 8 de febrero de 1994, ante la intentona gubernamental
de ampliar el fundo legal todavía más lejos del bordo de San José (que se convirtió en el
límite oriental de la ciudad), la Secretaría de Desarrollo Social, en voz del subdelegado
de Desarrollo Urbano y Vivienda, Jorge F. Toralba Ramírez, apuntó:
Esta delegación considera IMPROCEDENTE la expropiación a favor de la
CORETT, por la superficie solicitada de 15-93-97.80 has., en virtud de que el
porcentaje de viviendas provisionales está muy elevado; la zona en cuestión está
sujeta a inundaciones del Río Grijalva, además de encontrarse fuera del límite
urbano de la Ciudad de Villahermosa, el cual está definido por el bordo de
protección de San José, debido a lo anterior, y tomando como base las
experiencias que se tienen en la zona, es necesario elaborar un plan que ordene
el crecimiento, y no hacer regularizaciones parciales. (AGA; 272.2/2288 legajo
3: 3).
El dictamen de la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL) de las expropiaciones en
Triunfo la Manga y La Manga fue contundente, en virtud de las acciones pasadas.
SEDESOL cuestionó, así, las solicitudes parciales de regularización de la tierra
impulsadas por instituciones locales. Aun así, el fundo legal se amplió hasta el bordo de
San José. No se controlaron los asentamientos humanos en la zona: se tomaron las
márgenes del río Grijalva, acercándose peligrosamente a los meandros del río de la
Sierra, y se ocuparon antiguas lagunas, popales, arroyos y humedales en las cercanías de
las actuales localidades de Monal y Torno Largo, que han padecido sistemáticamente
inundaciones (vide imagen 10).
Podría argumentarse que en ese momento no hubo eventos que permitieran
reflexionar sobre el alcance de estas regularizaciones incontroladas. Pero no fue así.
Entre 1975 y 1984, hubo por lo menos un evento que conviene mencionar. En el cuarto
informe de gobierno del Ing. Leandro Rovirosa Wade se lee:
Nos sentimos profundamente conmovidos por el gesto de solidaridad y de
hermandad que el señor Presidente de la República nos demuestra con su
presencia aquí, en estos momentos en que una conflagración de la naturaleza ha
interrumpido el ritmo de trabajo de Tabasco y que ha sido conocida a través de los
diversos medios de comunicación de todo el país: la inundación que sufrió la
ciudad de Villahermosa y otros lugares del Estado, debido a una continua lluvia
de varios días que constituye un fenómeno sin precedentes en la historia de
nuestra región. (Tabasco a través de sus gobernantes, 1977-82: 167).
15
El gobernador informó que a finales de octubre la lluvia había alcanzado 518 mililitros
en sólo cuatro días, lo que propició que cinco días después el río Grijalva sobrepasara
los niveles históricos. El agua se extendió por la zona “que ocupa el vaso de lo que fue
Laguna del Negro,” (Ibídem) y, en especial, a las colonias Gaviotas y La Manga. Estas
nacientes colonias que estaban en las periferias de una enorme obra pública impulsada
entre 1977 y 1979: “quedan a la fecha fuera de este servicio”. Inclusive gran parte de la
zona de la Ciudad Industrial y del INDECO –que se fundaron en el sexenio de Mario
Trujillo García (1970-1976) como parte de un programa de vivienda popular a través
del Instituto de Fondo Nacional para Vivienda (INFONAVIT) y el propio Instituto para
el Desarrollo de la Comunidad y la Vivienda Popular (INDECO) – quedaron en gran
parte fuera de estos beneficios. El programa de desarrollo urbano fue, por tanto,
insuficiente, lo que llevó a acelerar los trabajos en el malecón, en el margen derecho del
río Grijalva (vide imagen 11, 12, 13 y 14), y el “Plan Parcial de Las Gaviotas”. En 1981,
el gobernador informó:
Por varios decenios se escuchó el clamor de los villahermosinos de la margen
derecha del río Grijalva, demandando servicios./ Por medio de un convenio
firmado por el Gobierno del Estado y CORETT en 1977, se iniciaron los trabajos
de planeación, y en 1979, los de infraestructura./ Con el sistema de
autoconstrucción y con el auxilio del Gobierno del Estado, de julio de 1980 a la
fecha, se han levantado 2 mil 598 viviendas, entre nuevas y reconstruidas.
(Tabasco a través de sus gobernantes, 1977-82: 234).
En cambio, el proyecto “Tabasco 2000” abarcó círculos comerciales, zonas
residenciales y conjuntos habitacionales para trabajadores del petróleo. En
consecuencia, aun cuando impulsó una ambiciosa Ley de Desarrollo Urbano y fundó la
Secretaría de Asentamientos Humanos, al gobernador se le dificultó controlar las
colonias nacientes; de ahí el afán de regularización. En cuanto a los humedales, propuso
el “Plan Parcial de la Laguna de las Ilusiones” como rubro de atención federal para
reclamar la Laguna del mismo nombre como responsabilidad estatal. Programó,
asimismo, restringir la construcción en los alrededores de la laguna de Lima (en las
cercanías del actual Parque Tabasco) para inducir una inundación controlada y evitar
desagües inesperados en lo que era el Parque la Choca y los alrededores de Tabasco
2000. En 1982, al finalizar su mandato, el gobernador presumió:
16
En la colonia Gaviotas, frente a Villahermosa, al margen derecho del río Grijalva,
realizamos un programa habitacional, logrando que los propios colonos
desmantelaran sus casas construidas en zonas inconvenientes, y reedificaran en
los lotes debidamente legalizados./… Mediante este programa fueron
construidas y reconstruidas un total de mil 857 viviendas en beneficio de 9 mil
300 habitantes. … Asimismo, con el apoyo técnico y económico de la Comisión
del Grijalva, hemos realizado la defensa marginal del río Grijalva y la
estabilización del talud en el área de mayor deslave por la corriente del río.
(Tabasco a través de sus gobernantes, 1977-82: 305-306).
Los registros del Archivo General Agrario evidenciaron la condición inundable del
margen derecho del río Grijalva ante la proximidad del río de la Sierra y la presión de
una amplia zona de humedales. No obstante, no se promovió un plan de reubicación de
los asentamientos irregulares. En cambio, ante la expectativa de generar plusvalía, se
propició el crecimiento de las colonias mencionadas, a pesar de los dictámenes que
señalaban una vulnerabilidad preocupante que se hizo realidad en pleno proceso de
regularización de las tierras (con las inundaciones de 1980, y 2007).
Los resultados de investigación del proyecto desarrollado en 2012 “Gestión y
estrategias de manejo sustentable para el desarrollo regional en la cuenca hidrográfica
transfronteriza Grijalva”, auspiciado por el Fondo Institucional de Fomento Regional
para el Desarrollo Científico, Tecnológico y de Innovación (FORDECYT) del Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT), en concurrencia con la Secretaría de
Recursos Naturales y Protección Ambiental (SERNAPAM), evidencian la urgencia de
reflexionar al respecto, pues los actuales planes de crecimiento urbano pretenden
promover de nuevo esta condición de vulnerabilidad en la capital tabasqueña.
3. Conclusión: el crecimiento urbano y desafíos nuestros
Durante el periodo de Andrés Rafael Granier Melo como gobernador (2006-2012),
acaeció la inundación más desastrosa de los últimos setenta años. Ante sus
consecuencias y el cuestionamiento ciudadano, la Comisión Nacional del Agua
(CONAGUA) promovió el Plan Hídrico Integral de Tabasco (PHIT) con el respaldo
técnico del Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM), que impulsó, en especial, la apertura de cinco escotaduras. Dos de ellas al
oriente de la capital tabasqueña, en las localidades de Sabanilla y El Censo, en el
recorrer del río de la Sierra (vide imagen 15, 16, 17 y 18). El antecedente más relevante
del PHIT fue el estudio titulado Cuenca Grijalva-Usumacinta Estudio de Gran Visión
17
para las Obras de Protección de la Planicie, realizado en 1997 por J. A. Maza, que
manifiesta que:
…tras identificar las condiciones de la cuenca Grijalva-Usumacinta y la
estructura existente, propuso la selección de alternativas contra inundaciones a
nivel de gran visión. Las bases para esta propuesta se fundamentaron en el
desarrollo socioeconómico de la región estableciendo obras para proteger la
planicie contra inundaciones, las cuales tenían una repercusión económica
considerable (Ramos Hernández; 2009: 20-21).
Como estrategia decisiva, dicho estudio partió de un modelaje “del comportamiento
hidráulico de las inundaciones” (ibídem: 21), a fin de restituir los cauces, reconocer la
función de los pantanos y las lagunas, establecer zonas de regulación o
amortiguamiento, y mejorar y utilizar la infraestructura existente como parte de un
sistema, y no como obras individuales. No obstante, dadas las condiciones y el temor a
la recurrencia, se plantearon un Plan de Acción Urgente (PAU) y un Plan de Acción
Inmediata (PAI) que obligaron a acelerar las obras, distribuidas en tres sistemas: a) la
Sierra, b) Mezcalapa-Samaria, y c) Carrizal-Medellín. Las acciones generales del primer
plan fueron las siguientes:
i) Regulación del río La Sierra y canalización hacia la zona de Los Zapotes.
…/ iii) Proyecto de mejoramiento y control sobre el río Tacotalpa,
considerando obras complementarias como diques o presas rompepicos para
controlar este afluente./ iv) Mejoramiento de los cauces Samaria, Carrizal,
Mezcalapa, La Sierra y Grijalva mediante acciones de desazolve de los cauces y
rehabilitación de bordos./ v) Rehabilitación del cauce Medellín-Jolochero,
previendo obras de derivación de los gastos de conservación de los ríos Carrizal
y de los ríos de la sierra.…/ vi) Desazolve del río Grijalva para navegación, así
como la ampliación de otras corrientes. (Ibíd.).
Previa valoración, se propuso continuar, en 2000, con el Proyecto Integral para la
Protección contra Inundaciones de la Planicie de los ríos Grijalva y Usumacinta, y en
2007, con el Análisis conjunto de los ríos de La Sierra: Plan Integral para el
Aprovechamiento del río Grijalva. Sobre estas bases se planteó el PHIT con el
propósito implícito de fortalecer el PAU y el PAI. Entre las acciones fundamentales
propuestas estuvo “una serie de derivaciones que tienen por objeto conducir dichos
excesos del río de la Sierra desde la comunidad de El Censo hacia la laguna los
Zapotes, para después llegar a las lagunas de El Vigía, San Julian y Playa la Poza,
18
pasando por las lagunas Sabana Nueva, San Román y El Pajaral, para incorporarse al
sistema lagunario y de pantanos de Centla.” (Libro blanco: CONAGUA 01; 2012: 85).
Cuando más de cincuenta años después la Comisión del río Grijalva aplicó la
política de intervención en la planicie tabasqueña, se planteó por fin afrontar los efectos
de los escurrimientos provenientes de la sierra limítrofe entre Tabasco y Chiapas.
Aunque en su origen esto formaba parte de la estrategia (pues los trabajos de la presa
Itzantún empezaron en 1961 y se reformularon de acuerdo con el Plan Nacional
Hidráulico de 1975) (2001:157), con el transcurrir de los años el objetivo se truncó sin
que se optara por alternativa alguna. Lo que –sumado a decisiones gubernamentales
imprecisas, a la ausencia de planeación, a la miopía histórica ante la problemática
ambiental (la creciente deforestación en la cuenca media y alta) y a la desincorporación
de las voces de los agentes locales– conformó las condiciones de posibilidad de los
desastres de 1980 y 2007 en la cuenca baja, con un efecto mayúsculo en colonias como
Gaviotas y La Manga. Podemos concluir, por tanto, que un desastre se construye
históricamente con la suma de condiciones inevitables (el clima, un suelo poco
permeable y precipitaciones máximas, por ejemplo) y condiciones evitables (como la
construcción de un malecón sobre el cauce en aras de incentivar la plusvalía, y la
regularización de zonas que habían tenido un uso agropecuario ligado a las crecientes),
que implican responsabilidades de funcionarios gubernamentales en diferentes
momentos. Condiciones que deberían motivar una valoración de lo que le deparan a la
sociedad, para no propiciar este mismo riesgo prevenible.
Al buscar desviar las avenidas para evitar inundaciones en la capital tabasqueña,
el PHIT consideró poco o nada las secuelas en las localidades periurbanas del oriente,
área contigua a las colonias Gaviotas y La Manga, que alberga 66 localidades rurales
con índices de marginación diferenciados (vide mapa 12 y 13), y donde se ha vuelto a
programar el crecimiento urbano en la modalidad de ciudades satélite, partiendo del
supuesto de que no sufrirán desastres como los sucedidos en 1980 y 2007. Resalta, en
particular, el proyecto “Corredor Parrilla-Playas del Rosario” con 5 472 hectáreas
desarrollables, colindantes con un amplio sistema de humedales y el río de la Sierra
(vide mapa 14 y 15), donde ya hay un considerable número de fraccionamientos. Si bien
estas nuevas ciudades cuentan con mayores bordos de contención, el Sistema de
Información Geográfica del Estado de Tabasco sigue considerando el área como
inundable (vide mapa 16).
19
Así, considerando el crecimiento desde el periodo de gobierno del Ing. Leandro
Rovirosa hasta nuestros días, podemos prever la intensificación de las condiciones de
posibilidad de nuevos desastres, aunada a otros problemas. En trabajo de campo
pudimos constatar, por ejemplo, que –ante la intensificación de los escurrimientos por la
apertura de las escotaduras– los terrenos de calidad que los ingenieros y valuadores
consideraron entre 1935 y 1974, actualmente en periodo de estiaje, presentan
desecamientos que implican pérdidas para las cooperativas pesqueras de los alrededores
(vide imagen 19). Por otra parte, la imprevisibilidad de los escurrimientos afecta a los
ganaderos.
Es imperativo, por consiguiente, 1) disminuir el riesgo de consecuencias
desastrosas de la intervención, y 2) capacitar para resiliencia.
Para lograr el primer punto, es necesario:
1) Restringir el crecimiento urbano en el oriente de Villahermosa frente a las
avenidas del río de la Sierra, pues aun con la infraestructura de bordos y
escotaduras, la experiencia de inundación de 1980 y 2007 permite prever que
ninguna medida de contención será suficiente, pues ésta ha sido siempre área de
amortiguamiento de humedales y escurrimientos extraordinarios (vide mapa 14).
2) Promover un marco normativo ambiental urbano –con reconocimiento municipal–
que restrinja el uso de suelo urbano e impida el crecimiento descontrolado de la
capital sobre humedales, pantanos y las márgenes del río de la Sierra, viejo
Mezcalapa, Carrizal y Grijalva.
Para lograr el segundo punto, es necesario:
3) Realizar un diagnóstico puntual de las afectaciones económico-sociales de las
escotaduras en las localidades aledañas para definir una política de
capacitación y resiliencia, pues se trata de un área con una fuerte presión
urbana, en la que persisten actividades agropecuarias de las que dependen
familias con diferente grado de marginación. En particular de: a) las
cooperativas pesqueras que se ven afectadas por los desecamientos de los
humedales en periodo de estiaje, b) los ganaderos que ven afectados sus
pastos y la áreas de alimento del ganado; y c) el incentivo de estrategias para
minimizar las consecuencias de las inundaciones.
4) Promover talleres y programas educativos para la prevención de desastres con
énfasis en las colonias Gaviotas, La Manga y áreas urbanas aledañas.
20
5) Generar un sistema de alerta temprana en las colonias, ante probables
contingencias, para motivar la organización comunitaria.
6) Realizar un registro puntual de las afectaciones ecológicas en tales humedales
ante la presión del crecimiento urbano, dada una política estatal y municipal poco
clara para el manejo de los desechos sólidos y las aguas negras y grises.
En 2013, después de más de sesenta años de obras de intervención en la planicie
tabasqueña, cualquier recomendación resulta tardía. Sin embargo, siempre podrán
menguarse las consecuencias de las inundaciones. La problemática del presente ha
vuelto decisiva la perspectiva histórica para una mejor toma de decisiones. Es evidente
que la ingeniería ha sido insuficiente para atender los efectos sociales de la intervención
y hoy, más que nunca, es necesaria una planeación integral con estrategias cruciales (y
no sólo obras de ingeniería), donde las ciencias sociales y la participación local sean
consideradas con seriedad; donde los tabasqueños puedan decidir y discutir sobre su
futuro.
Agradecimientos
Agradezco al Lic. Gilberto Segovia Quintero de la Comisión Nacional del Agua,
delegación Tabasco (CONAGUA) su apoyo al proporcionarme mapas e imágenes de las
presentaciones del Plan Hídrico Integral de Tabasco. Agradezco, asimismo, al personal
del Archivo Histórico del Agua (AGA) y del Archivo General Agrario (AGA), cuyas
charlas y opiniones fueron valiosas para la realización de este trabajo.
Esta publicación ha sido posible gracias al apoyo del Fondo Institucional de
Fomento Regional para el Desarrollo Científico, Tecnológico y de Innovación
(FORDECyT) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) a través del
convenio 143303: “Gestión y estrategias de manejo sustentable para el desarrollo
regional en la cuenca hidrográfica transfronteriza Grijalva”, apoyado por fondos
concurrentes de la Secretaría de Recursos Naturales y Protección Ambiental
(SERNAPAM) del estado de Tabasco.
21
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Mapa 2. Plano acercado de J. N. Reyna. 1885: “planicie tabasqueña”.
Fuente: Torruco Saravia, Geney; Villahermosa: nuestra ciudad, H. Ayuntamiento
Constitucional de Centro, Villahermosa Tabasco, México, 1987.
Mapa 3. Plano de A. Correa. 1891: “Tabasco, 1891”.
Fuente: imagen proporcionada por G. Segovia Quinteto, CONAGUA.
Mapa 4. Tabasco y detalle de Villahermosa y humedales orientales.
Fuente: plano oficial del Sistema de Información Geográfica del Estado de Tabasco,
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Mapa 5. Villahermosa, río Grijalva y margen derecha.
Fuente: Archivo Histórico del Agua, Comisión del río Grijalva, caja 266, expediente
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Mapa 6. Villahermosa, 1946.
Fuente: imagen proporcionada por G. Segovia Quinteto, CONAGUA.
Mapa 7. Villahermosa, 1979.
Fuente: imagen proporcionada por G. Segovia Quinteto, CONAGUA.
Mapa 8. Villahermosa, 1993.
Fuente: imagen proporcionada por G. Segovia Quinteto, CONAGUA.
Mapa 9. Villahermosa, 1999.
Fuente: imagen proporcionada por G. Segovia Quinteto, CONAGUA.
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Fuente: imagen proporcionada por G. Segovia Quinteto, CONAGUA.
25
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