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     Lacan y la novela de detectives: un análisis 43 Escritos Revista del Centro de Ciencias del Lenguaje Número 42, julio-diciembre de 2010, pp. 43-64

    Lacan y la novela de detectives: un análisis de El dinero del diablo de Pedro Ángel Palou

     Idalia Villanueva Benavides

     En este ensayo se analiza esta no-vela siguiendo la teoría de Jacques

     Lacan, quien sostiene que la conse-cuencia del paso de lo imaginarioa lo simbólico no es la integracióndel sujeto, sino su desintegración,

     su fragmentación. En concreto, el

    objetivo de este estudio es develaresa fragmentación y los síntomasasociados a ella, dejarlos expues-tos, y mostrar lo vulnerable que esese refugio que, a través del len-

     guaje, Occidente ha construido para el sujeto, quien ahora deberáasumir la fragilidad de su natura-leza y aceptar que no es el dueño

    de la verdad absoluta, que no es Hércules Poirot.

    En la base del entramado de este texto de Pedro Ángel Palou estáuna de las fórmulas más comunes del best seller que es la novelade detectives. Un asesinato ocurre dentro del Vaticano y hay queresolver el misterio, el whodunit ; hay que seguir las pistas y en-

    contrar al culpable. Para eso, las autoridades eclesiásticas llamanal sacerdote Ignacio Gonzaga. Sin embargo, la obra de este escri-tor mexicano, más que respetar el código establecido por el génerodetectivesco, lo deconstruye. Según Henry Bond, autor del libro

     In this essay we analyze this novel following the theories of Jacques La-can, who affirms that the consequen-ce of the passing of the imaginary tothe symbolic is not the integration ofthe subject but rather its disintegra-tion, its fragmentation. Concretely,

    the objective of this study is to revealthis fragmentation and the symp-toms associated with it, expose themand show just how vulnerable is thisrefuge that the Western Hemispherehas constructed through language for the subject who now will have toassume the fragility of its nature andaccept the fact that it is not the pos-

     sessor of absolute truth, that it is not Hercule Poirot.

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     Lacan at the Scene, las fórmulas del best seller son un refugio yuna defensa contra impulsos o pensamientos asesinos: el culpable

    es él (el otro a quien se ha descubierto y condenado) y no yo, quesoy virtuoso.

    This type of writing, sometimes refered to as airport fiction […] isusually purchased […] in relation to some preset block of time […] The plot, narrative, and characterization of such bestsellers are of-

    ten formulaic, but […] that is no defect: those books function onlyto engross the reader, they are mental chewing gum that primarily

    distracts attention and provides temporary relief from anxieties

    and worries that the reader would otherwise have on their mind.

    This type of reader […] reads such books only in order to avoidthinking about something else […] It is as if unacceptable or un-wanted compulsive thoughts could be blocked out by obliterating

     –laying over– an unending series of fictional disasters, adventures,

    and journeys, like self-imposed therapy or improvised version of

    behavioral therapy in which the patient is trained to consciously

    blocked errant thought patterns and replaced them with others that

    have less damaging consequences. (Bond, 145)

    Se puede decir que, al recurrir a ese tipo de construcciones na-rrativas que siguen un patrón, se pretende ocultar ese lado oscuroque se encuentra tras la aparente bondad de los seres humanos yde su vida cotidiana, un lado oscuro que, dentro de una jerarquía

    occidental del bien y del mal, ocupa un segundo plano que se in-tenta, inútilmente, ignorar o negar. A ese lado oscuro se le iden-tifica con lo que está privado de sentido, que en psicología es elinconsciente. A continuación se hará un análisis deconstructivo deesta novela de Pedro Ángel Palou partiendo de la teoría de JacquesLacan, psicoanalista francés, y de lo dicho por Henry Bond en sutexto ya mencionado. El objetivo de dicho análisis es develar (a

    través de un cuestionamiento y de ese preguntar genuino al quehacen referencia Albano y Naughton en Lacan: Heidegger, nudosde ser y tiempo) esas defensas y esos impulsos a los que ya se hahecho mención, dejarlos expuestos, quitarles el velo, y mostrar lo

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    vulnerable que es ese refugio que, a través de lo simbólico, a tra-vés del lenguaje, la cultura occidental ha construido para el sujeto,

    quien ahora deberá asumir la fragilidad de su naturaleza.Como punto de partida de la teoría de Lacan está lo que elautor de Lacan at the Scene identifica como triangulación pater-na, la cual incluye lo real, lo imaginario y lo simbólico. Lo reales todo aquello que tiene una presencia y existencia propias y esno-representable. Lo real es lo que no podemos pensar, imaginaro representar; es decir, lo inconceptualizable, lo que no se puede

     poner en la palabra o en el lenguaje. Lo imaginario, o dimensión

    no-lingüística, se funda en el pensar con imágenes provenientesde todos los sentidos y de los movimientos del otro y del propiocuerpo, que cuando logran significarse como propios hacen unaimagen integrada del sujeto quien pasa a comprenderse como uno,distinto de otro. A partir de este denominado estadio del espejo,característico de esta etapa, el sujeto puede identificar  su imagencomo un Yo, diferenciado de otro ser  humano. Sin embargo, este

     proceso resulta enajenante dado que lo designado como “yo” esformado a través de lo que es el otro –esto es, mediante la imagenque, en espejo, proviene del otro. Finalmente, en el orden de losimbólico los núcleos fundamentales son el lenguaje y la ley, unaley del padre que es castrante y que impone su orden, un ordenque intenta garantizarle al sujeto un lugar dentro de una cadena designificación.

    Según Lacan, a pesar de que en Occidente se piense lo contra-

    rio, la consecuencia del paso de lo imaginario a lo simbólico noes la integración del sujeto sino su desintegración (en términosmetafísicos), su fragmentación. Bond menciona que los síntomasmediante los cuales se manifiesta esta crisis son: la psicosis, laneurosis, la perversión y la esquizofrenia.

    A fundamental factor which led me to concentrate on Lacan’s fra-

    mework is that central to its theory is the categorization of humanmental functioning as neurotic, perverse, or psychotic –a tripartitemodel. (Bond, 31)

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    En  Lacan at the Scene su autor analiza, con el propósito deidentificar en ellas esos síntomas y esa categorización, una se-

    rie de fotografías tomadas en la escena de distintos crímenes. Deacuerdo con ese texto, el psicótico busca producir relaciones o jerarquías; es decir, no asume ni acepta ese vacío que le ha dejadoel haber sido excluido de la cadena de significación, lo cual haocurrido al pasar de lo imaginario a lo simbólico. Dicho vacío éllo pretende llenar sin éxito. No obstante, ese sujeto no reconoce sufracaso, por lo que se empeña en imponer un orden que al final decuentas no existe y es artificial y arbitrario.

     Lacan described this mechanism as a cascade of reworkings of the

     signifier from which the growing disaster of the imaginary pro-

    ceeds, until the level is reached at which signifier and signified

     stabilize in a delusional metaphor. But such metaphor tends to be

     static rather than dynamic, and non-negotiable: psychotic delusion

    is fundamentally non-dialectical. The delusional subject often fe-

    els that they are in possession of an unquestionable, fundamentaltruth, and a delusional belief system may therefore be contrasted

    with that of neurotics, who […] are, conversely, terrorized by do-ubt. (Bond, 105)

     Al neurótico, como lo afirma Lacan, le atormenta entonces la

    duda. Él sí admite el fracaso de ese orden antinatural, así como sucarácter fragmentario. Esa fragmentación hace que se presenten

    ante él varias posibilidades y que siempre, al momento de actuar,considere la existencia de una segunda alternativa, no sólo de una.La creencia en el Uno en este caso no funciona. En cuanto a la per-versión, ésta representa una protesta contra los límites o fronterasimpuestos por una fuerza exterior. Esa condena implica al mismotiempo una perturbación del orden o estado de las cosas, el cualse subvierte.

     I conceptualize perversion as a continuing protest against externa-

    lly applied limits and boundries, locating the pervert subject in a

     socially coded context of subversion and sabotage. (Bond, 34)

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    Respecto al esquizofrénico, éste toma información sobre su en-torno de diferentes fuentes, la sintetiza o entreteje de tal manera

    que distorsiona su percepción de lo real.

    Schizophrenics characteristically take information from various

     sources and synthesize it in their minds, weaving it together in such

    a way that it makes a delusion and distorts the actual meaning of

    the information. (Bond, 105)

    Henry Bond, además de ofrecer estas definiciones basadas enLacan, analiza de manera amplia las implicaciones que cada unade ellas tiene para el sujeto. En principio, la psicosis supone laexistencia de una ley del padre que busca imponerse a través deuna narrativa represora. Hay una mirada (o gaze) que tiene ver conese padre y con esa ley. Esa mirada es como un Otro (el cual meve y al cual yo veo) ante quien hay que actuar.

    There is an exhibitionistic dimension to the process […]. As Lacancommented it is not only that I see the other. I see him seeing me,

    which implies the third term, namely that he knows that I see him.

    The circle is closed. (Bond, 57)

    This other –Lacan’s big Other– is thus posited as an onlooker, a third

     party experienced as an audience to be performed for. (Bond, 42)

    Se habla, por tanto, de guardias que miran, que observan, patrullan y vigilan para salvaguardar (aunque sea solo en apa-riencia) las normas. De ahí que todo documento comprometedory que ponga en peligro dichas normas deba ser desaparecido.Se hace referencia entonces a documentos fantasma. El conte-nido de estos papeles se considera tabú y, como todo tabú, debe

    ser reprimido. Si en algún momento lo prohibido se empeña ensalir a la superficie y en manifestarse, debe encontrársele una justificación moral, por más absurda o incomprensible que ésta parezca.

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     In order to counter the negative connotations of the taboo surroun-

    ding the murder scene, general publication of such photographs

    is often rendered acceptable by the addition of a clearly defined

     justification. (Bond, 25)

    Sin embargo, lo que sucede en la mayoría de las ocasiones esque la verdad (más que justificarse) se esconde, y se altera la esce-na del crimen (en el caso de la novela policiaca) para aparentar unainocente objetividad. No obstante, esa inocencia es una farsa. Yasí lo comprende el neurótico, a quien le tortura la incertidumbre.

    Él sabe que la verdad absoluta no existe, que todo depende de laideología y del contexto y que la escena del crimen se ha limpiadoen un intento de ocultar la violencia.

    The material is essentially sanitized and […] often emerges with anentire misleading narrative. (Bond, 24)

    Consciente de todo esto, el neurótico lo cuestiona todo, en particular lo cotidiano y lo esperado; es decir, no cree en los ar-quetipos ni en las expectativas, y rechaza el concepto tradicionaloccidental de sujeto, espacio y tiempo. En su fase más crítica, elneurótico se asemeja a un espía que se aventura en un doble jue-go, por lo que debe ocultar sus pensamientos asesinos; es decir, suverdadera intención.

    Por otra parte, para el perverso no todo es lo que parece. El principio que guía su conducta es el siguiente:

    You may think you know what you are dealing with but believe me

     you don’t. (Bond, 90)

     Nadie sabe realmente dónde está parado y nada es lo que pa-

    rece; la realidad se torna evasiva; una secuencia de eventos nologra ser entrelazada para convertirla en una trama coherente. Elespacio está abierto y todo se encuentra en un estado continuo de

     permeabilidad. Para él, las fronteras son frágiles, lo que lo lleva a

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     preguntarse en dónde está parado. De nuevo, no todo es entonceslo que parece. El perverso reconoce que es mejor asumir esa carga

    de maldad y no ocultarla. Además, la perversión lleva todo estereconocimiento aún más allá: nada es sagrado, ni siquiera el amor.El arquetipo del amor romántico es deconstruido. El acercamientoentre dos amantes que, sin planearlo, y de manera casual, se en-cuentran (quizás durante un viaje en tren) y finalmente descubrenque están hechos el uno para el otro, al igual que el flirteo y ladelicada conquista que lleva a la unión de dos cuerpos, no existeen este caso.

    The setting of a train carriage […] brings to mind the romanticnotion of the chance encounter with a stranger on a train as a fate-

     ful meeting. However, the scenario that seems to have been played

    out in this instance might be described as an inversion of the ro-

    mantic meeting. (Bond, 53)

    Todo ese mundo ideal, plátonico, se deconstruye, se invierte: a laternura (en el caso de las fotografías que analiza Henry Bond) se le

    contrapone la violencia y a la casualidad lo planeado. Se produce así

    la conjunción de dos elementos contrarios, lo que es una clara mues-

    tra de ironía (figura retórica que consiste en dar a entender lo con-

    trario de lo que se dice), la cual funciona como una crítica en contra

    de toda imposición de límites. Otra característica de esa deconstruc-

    ción, además del recurso de la ironía, es el hecho de que a lo largo

    de la misma se van dejando atrás, hasta quedar ausentes, elementos

    que tradicionalmente han formado parte esencial del entramado de

    una historia. En el caso particular de la novela de detectives, una

     pieza importante de la intriga es la existencia de un cadáver. Si no

    hay cadáver, no hay nada, pues ese es el punto de partida. Como lo

    menciona Bond, en el caso de las fotografías que él ha analizado

    The corpse of a murdered woman had, in fact, been locked in thewardrobe […]. The truth –of a brutal murder– has been literallyhidden: the scene was altered in order to offer only an innocuous

    neutrality. (Bond, 81)

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    Se ha trastornado, por tanto, el orden de cosas: lo que debíaestar ahí (los despojos, en este caso) no está, pues ha sido escon-

    dido en un armario. Hay una ausencia, hay una falta, como diríaLacan. Esa falta finalmente es una muestra de como el mundo seha vuelto loco y todo está al revés: el amor es ahora violencia yen el lugar del crimen no hay un muerto, ni un verdadero sentidode objetividad. Posteriormente, Henry Bond hace referencia a laesquizofrenia, que implica una disociación. Disociar significa se-

     parar algo de otra cosa a la que ese algo estaba unido. En Lacan atthe Scene su autor habla de una distancia que, en lo que respecta a

    la novela policiaca, les impide a los detectives acercarse al eventooriginal; es decir, los aleja del momento en el que se ha producidoel acto violento. Por tanto, no es posible una reconstrucción fide-digna de los hechos. Esto lo sabe él muy bien, pues cuando regre-só a la escena original en la que se cometió uno de los crímenesretratados en una de las fotografías que se incluyen en su libro, sedio cuenta de que ésta ya no era la misma que la de la fotografía,sino que había sido alterada, y se sintió decepcionado:

     In my disappointment I had to remind myself that my original in-

    terest in the crime scene was precisely its inherent transience. (Bond, 174)

    En la antigua Grecia, se hacía referencia al nostos, que se aso-ciaba al regreso a casa, al centro, al origen. Sin embargo, nos diceLacan, ese regreso al origen, a lo real, no es posible, pues vivimosen el mundo de lo simbólico. Como no se puede volver al princi-

     pio, al inicio (pues se ha producido un alejamiento entre presen-te y pasado), Henry Bond hace alusión ahora a la fugacidad deltiempo, y a como resulta imposible capturar el pasado, detener lashoras y retroceder para saber qué fue lo que pasó y cómo ocurrióexactamente el asesinato. Al tratar de reproducir o reconstruir el

    asesinato, explica Bond, surgen otros tiempos y espacios, otrashistorias. ¿Qué significa esto? Que no hay una sola versión de lotranscurrido, sino varias. Entonces lo que hace el esquizofrénicoes tomar información de todas esas versiones sobre lo sucedido,

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    condensarlas y darles un entramado; pero al hacerlo distorsiona loreal, se aparta de él.

    Schizophrenics characteristically take information from various

     sources and synthesize it in their minds, weaving it together in such

    a way that it makes a delusion and distorts the actual meaning of

    the information. (Bond, 105)

    La información, en particular aquella que se refiere al pasado,

    no puede ser aprehendida. El momento actual, y nuestra compren-sión del entorno, se vuelven efímeros, y sólo existen lo pasajero ylo contingente.

    En el caso de  El dinero del diablo  tanto la psicosis como laneurosis, al igual que la perversión y la esquizofrenia, están pre-sentes. Por medio de ellas se hace por una deconstrucción del su-

     jeto y de su circunstancia. Dicha deconstrucción ocurre en estanovela desde un principio, cuando llaman al jesuita Gonzaga para

     pedirle que resuelva el misterio de un asesinato. Se invoca en esemomento la fórmula de la novela de detectives; incluso se nombraal famoso Hércules Poirot.

     —No me has hablado para confesarme, ¿llevas puesta tu estola? —Es cierto, dejémonos de ironías. Es urgente que regreses aRoma.

     —No puedo dejar el campamento ahora, se lo he explicado una ymil veces. Quizá dentro de un año. —No entiendes. No se trata de eso. Es para que resuelvas un nue-vo caso – subrayó la palabra, como si estuviese hablando con elmismo Hércules Poirot–; el padre general te necesita en Roma hoymismo.

     —¿De qué se trata? —Un crimen, igual que las veces anteriores. Tenemos que darnos prisa. El general te espera hoy por la noche. (16)

    Dicha fórmula del whodunit es un síntoma, entre otros, de laneurosis que dicho crimen despierta en el interior del Vaticano.

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    Ese síntoma refleja la necesidad imperiosa que el psicótico tienede que haya una estructura, un orden (de carácter relacional y je-

    rárquico), por lo que si no lo hay habría que restablecerlo. Dichoorden articula o da forma a una narrativa represora que se mani-fiesta desde un inicio, cuando el padre general manda

    embalsamar el cuerpo allí mismo, en la enfermería. Debían proce-der con cautela, hacer ellos las investigaciones, le dijo a su secreta-rio privado, el italiano Pietro Francescoli.

     —Ni una palabra a nadie de lo ocurrido. ¿Me entiende? Que

    nuestro médico firme el acta de defunción ya, cuanto antes, mejor.[…] —¿Y qué le decimos a sus familiares? —Que murió de un infarto, un ataque al corazón, y que a causa

    del calor en Roma, decidimos enterrarlo. Envíe mis condolencias personales.

     —¿Algo más? —Sí, busque de inmediato al padre Gonzaga y pídale que ven-

    ga desde dondequiera que esté. Y limpien hasta la última gota desangre. —Si lo embalsamamos, Gonzaga tendrá mucho más difícil su

    trabajo.[…]

     —Usted haga lo que le digo. Tome varias fotos antes de la asep-sia total –pronunció la palabra “asepsia” de forma que su subordi-nado entendiera a qué tipo de higiene se refería. (14)

    Esa asepsia es una muestra de que se busca a toda costa man-tener el equilibrio y el sentido de normalidad. Según la versiónoficial, el padre Jonathan Hope murió de causas naturales, y loque se hizo después con el cuerpo tiene una explicación lógica.Esa es la verdad absoluta que el padre y su ley (en términos la-canianos) buscan imponer. Al momento de acatar dicha ley nodebe haber dudas: eso es lo que ha sucedido en el Vaticano y

    ya. No se aceptan segundas versiones. Quien se encarga de ha-cer respetar este edicto es la mirada escrutadora del Padre, ex- plica Lacan. Una mirada de carácter panóptico, omnipresente,ubicua.

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    La Entidad era el nombre neutro con el que en el Vaticano se lla-maba actualmente al servicio secreto, el mismo cuerpo que antes se

    llamó la Santa Alianza. (14)

    Hasta a los espacios más íntimos, como lo son los confesio-narios, llega el acecho de este tirano y de sus preceptos. Su mano

     poderosa se extiende por doquier, al igual que las de un pulpoque intenta abarcarlo y controlarlo todo. Se habla, por ejemplo, deStalin y de cómo durante su régimen había que cuidarse hasta dela propia sombra.

     —Descuide, el conde le dará una excelente comida, cosa que tam- bién parece hacerle falta, salpicada de excepcionales vinos, si con-sideramos la situación del país al que viaja, y le enseñará a moverseen Moscú sin ser visto. Allí todos, escúcheme bien padre, todos soninformantes de Stalin. ¡Cuídese hasta de su sombra! (52)

    En ese sistema controlador de gobierno, la autoridad vigilaincluso el momento en que hombres y mujeres tienen relacionessexuales, a lo cual se les ha forzado

     —Las enfermeras desnudan a los hombres y a las mujeres y éstosmantienen relaciones sexuales bajo estricta médica. (192)

    Esa mirada escrutadora y esa vigilancia indiscreta involucrano sólo a quien está observando a esa otra persona sino tambiéna aquel que está siendo observado; es decir, no sólo me observassino que sé que lo estás haciendo y te veo cuando me vigilas: esun juego de espejos, como señala Lacan, un juego de máscaras yde actuación. En esta novela hay un momento, por ejemplo, en elque Gonzaga, mientras realiza sus investigaciones, se da cuenta deque alguien lo está siguiendo. Ese alguien conoce todos sus pasos,

     pero el sacerdote también sabe que está siendo perseguido

    Otra vez el Fiat estaba aparcado cerca. Había oscurecido del todocuando encendió las luces y pisó el acelerador. Dos cuadras des-

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     pués volvió a ver el Lancia Delta azul. Cuando los sintió tan cercaque pudo olerlos se dio cuenta de que no se trataba, efectivamen-te, de ningún hombre del secretario de Estado. Intentó despistarlos[…] tomando una callejuela […] Tomó la vía dei Lucchessi y girórápidamente a la izquierda […] Allí volvió a acelerar. En el espejoretrovisor pudo verles las caras. (71)

    Parte de esa vigilancia los son también los guardias, en parti-cular el jefe de la Guardia Suiza, quienes protegen la integridadde los documentos eclesiásticos privados. Eso queda claro cuando

    Gonzaga, junto con una supuesta monja que lo acompaña, buscatener acceso al Archivo. Ahí, por supuesto, estos dos personajesson atacados por hombres que los observan en la oscuridad y co-nocen cada uno de sus movimientos. Posteriormente, entran losmencionados centinelas, aunque lo hacen después de que ya se hacometido otro asesinato.

    Se encendieron al fin las luces del lugar. Gonzaga, sin pensarlo,

    llevó la mano a la pistola, que seguía en su traje negro y que nohabía tenido tiempo de usar. […] Entraron poco después. Al padregeneral lo acompañaba el jefe de la Guardia Suiza y el secretariode Estado. Dos guardias entraron entonces con el padre archivista,quien lucía demacrado. (202)

    Algo terrible se esconde en esos documentos que se resguardancon tanto celo, pero

    Había más cosas que ocultar, además de los documentos. Eran lasseveras leyes del sub secreto pontificio, aquellas que exigían la totalsumisión y el absoluto ocultamiento, las que habían hecho que se bo-rraran uno a uno los asesinatos. […] Había otra verdad que AnthonyShannon quería sacar a la luz con su absurda carnicería. (210)

    Tanto esos escritos, como la verdad más profunda que se acalla

     junto con ellos, resultan peligrosos, por lo que se procura no dejarhuella de nada, ni de los culpables o involucrados, a tal grado quetodos se convierten en espectros, en imagen muerta, no existente,fantasmagórica.

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    También le enviaron algunos de los resultados preliminares de loque pudo recabar en la oficina del rector. Era, definitivamente, eltrabajo de un profesional: ninguna huella, nada de ADN (90)

     Ni siquiera a través de una autopsia se puede llegar a descubrirqué fue realmente lo que ocurrió

     —¡Cómo desearía estar en un país normal y proceder a una autop-sia en regla! Encontraríamos tantas cosas. (174)

    Pero en esta historia las cosas no transcurren de manera normaly nada llega a saberse. Se guarda el secreto, tanto que se convierteen tabú. No debe salir a la luz el hecho de que la Iglesia negociócon el diablo: Hitler y Mussolini, en este caso.

     —Necesitamos dos misivas de su puño y letra. La primera quecondene el atentado al Reichstag en los más duros términos. Lasegunda, más delicada pero no menos importante, que solicite alos miembros del partido católico su apoyo para formar un sologobierno con Hitler. (141)

    Si en algún momento se reconoce que se ha cometido esa falta,que se ha apoyado al diablo, debe entonces ofrecerse también unaexcusa que la disculpe en términos éticos. Pero esa excusa puede

    no ser suficiente, ni satisfacer a quien la ofrece o a quien la recibe.Es entonces que surge la duda, que se hace evidente la farsa, lamentira y se pierde todo sentido de objetividad. Las emociones pa-recen dominar al sujeto, quien siente culpabilidad y remordimientoy ya no está seguro de nada. De ahí que quiera confesarse.

    ¿El fin justifica los medios?, se preguntaba Achille Ratti en el si-lencio de su humilde habitación frente a una imagen de la  Adora-

    ción de Rafael […] Rezaba postrado ante el cuadro, al darse cuentade la triste verdad: Pacelli podía ser David. Él, Pío XI, era, en cam-

     bio, Judith. Había negado todo lo que creía por conseguir salvar alVaticano: matar para dar de comer a los pobres. […]

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    Ratti lo había pensado mucho. No quería que nadie de la curiase enterara de sus pecados, pero le urgía descargar el peso de laculpa.

    El joven jesuita sabría ser discreto. […] —Necesito que me confiese. —¿No seré indigno de tal honor? ¿Absolverlo, Padre Santo? —Déjese de minucias, padre. Necesito decirle unas cosas que

    deben permanecer en secreto. (162)

    El sujeto ha entrado ya en un estado de neurosis y le atormenta

    la falta de certeza a la que se enfrenta, así como los dilemas mo-rales que lo llevan a cuestionarse a sí mismo y a su entorno. Dudade todo y se siente frágil ante el derrumbe de la verdad absoluta.Está consciente de que todo hecho puede ser interpretado de diver-sas maneras, según diferentes contextos, y que la ideología tienemucho que ver en esto. Muchas veces es precisamente a nombrede esa ideología, y para protegerla, que se altera o se limpia, porejemplo, la escena de un crimen.

     —Pietro, me estás diciendo que hicieron lo que no debía hacerse.Al limpiar me dejaron, quizá, sin los más valiosos indicios.

     —Órdenes del padre general. —Tenías que haberle dicho al General que no lo hiciese, para eso

    me llamaste con tanta urgencia. —Lo intenté Ignacio. ¡Dios sabe que lo intenté!, pero él exigió la

    más absoluta asepsia. Ésa es la palabra que usó. No quería que losde la Entidad husmearan en toda la casa. […] —¡Habrá que exhumarlo de inmediato! —Me temo que eso es también imposible; contravendría las ór-

    denes de ocultar las causas de la muerte (35)

     —Ojalá, padre general, tuviese yo más pistas. ¿Puede pedirle aFrancescoli que me abran nuevamente la Riserva?

     —Por supuesto, pero no encontrará nada, Gonzaga. Los docu-mentos que investigaba Hope han sido retirados y guardados en lacaja fuerte del papa, clasificados como Secretum Santo Offici.

     —Necesito forzosamente esos documentos.

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     —Veré qué puedo hacer, pero no le prometo nada. El pontífice hadecidido que sean uno de los secretos de su papado (117)

    Con la escena del crimen limpia ya no hay muestras de violen-cia y parecería que nada ha pasado. Pero ahora el sujeto vacila ycuestiona todo, en particular lo habitual y lo supuesto (los arqueti-

     pos y las expectativas). Se supone, por ejemplo, que las autorida-des eclesiásticas querrían cooperar con los detectives y trabajar enconjunto con las autoridades civiles para lograr el esclarecimientode los crímenes, pero no es así. Lo que habitualmente debería su-ceder es que en el Vaticano todo fuera calma y paz y que cuandoocurriera un asesinato se preservara la evidencia y todo estuvieraabierto y disponible para que lo revisaran los investigadores ex-ternos, pero la realidad es muy distinta: a final de cuentas alguien

     pretende ocultar lo que ha ocurrido, fingir que no ha pasado naday que la vida en ese lugar transcurre como debería, sin agresionesy en calma, como lo marca la rutina.

     —Espero que no se entrometa demasiado, Gonzaga. Es solo por-que el Santo Padre pidió su intervención, pero ni siquiera sabemossi este asesinato tiene algo que ver con los anteriores.

     —Ella es la doctora (señaló a sor Edith) ¿por qué no la dejamosque nos diga sus concusiones antes de apresurarnos?

     —Le advierto, Gonzaga, ni una palabra sale de este lugar. No pasó nada. (144)

    En otra ocasión el mismo sacerdote Francescoli habla conGonzaga sobre su inquietud y preocupación por lo que está ocu-rriendo y de la investigación que éste último está realizando paraencontrar a los culpables, una investigación en la que también haysospechosos, aunque no el padre Di Luca

     —Di Luca no es sospechoso. Pedí que lo resguardaras para protegerlo.[…]

     —Le he pedido a dos estudiantes de teologado de la Gregorianaque lo cuiden […]

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     —¿Quién duerme en el cuarto de al lado? —Un sacerdote irlandés, Anthony Shannon […] —Ordena mañana, entonces, que me cambien junto a Enzo.Dale mi cuarto a Shannon, ¿de acuerdo?

     —Por supuesto. No sabes cómo deseo que las cosas vuelvan a lanormalidad. Detesto esta zozobra. (119)

    Esa zozobra se apodera también de Pío XI, quien, en un mo-mento de perversión (en el que todo parece andar mal y los límitesentre el bien y el mal son imprecisos), pone en duda las decisiones

    que hasta el momento ha tomado con respecto a Mussolini y aHitler. Esos juicios suyos lo atormentan.

    Le preocupa también el no estar bien informado sobre lo queestá ocurriendo a su alrededor, especialmente en lo que respectaa esos dos personajes con quienes finalmente la Iglesia llega a

     pactar. Además, este Papa no las tiene todas consigo en lo querespecta a Pacelli. Le perturban los informes que éste le da en

    cuanto a las negociaciones que se realizan entre la Iglesia y ese par de líderes gubernamentales. Él exige saber en dónde está parado y que no se le oculte nada. Y así se lo demanda a Pacelli.Pero realmente este Papa no está consciente de las intrigas queestán ocurriendo en su entorno; no sabe en dónde está parado,lo cual le impide ver las terribles consecuencias que todas estasconfabulaciones desencadenarán. No todo es lo que parece, ni lasituación a la que se está enfrentando Pío XI es tan simple como

     pensar que el fin justifica los medios. En ocasiones, buscandoalcanzar un objetivo que se considera justo y bueno, se puedellegar a pactar con el diablo y a causar mucho sufrimiento ydolor.

    ¿El fin justifica los medios?, se preguntaba Achille Ratti en el si-lencio de su enorme habitación […] Había negado todo lo que creía

     por conseguir salvar al Vaticano: matar para dar de comer a los pobres. (Bond, 162)

    En esta novela, el diablo (que sería el medio) está representa-do por Hitler y Mussolini, con quienes la Iglesia tiene tratos. En

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    ese momento, la frontera que divide el bien y el mal es confusay porosa. En los espacios sagrados se ha infiltrado el demonio, y

    viceversa, lo divino ha penetrado el recinto de Lucifer. Pero estacrisis ha afectado no solo los espacios sino también el transcurrirdel tiempo. Se ha perdido la memoria y se pretende borrar de untajo lo ocurrido en el pasado, los pecados de la Iglesia. En este am-

     biente de caos, llega a ser tanta la oscuridad de la razón y la confu-sión de ideas que ya no se sabe realmente quién es quién y todo esfingimiento y máscaras. Hay personajes que están inmersos en undoble juego, que desempeñan un doble papel y que se disfrazan.

    La arena se vuelve cada vez más movediza. Eso es lo que ocu-rre, por ejemplo, en el caso de Shoval, la forense que acompañaa Gonzaga. Ella se hace pasar por monja para poder entrar en elVaticano. Al final, el lector se entera también de que esta mujer leha mentido a Gonzaga: en realidad ella no lo ha estado ayudando aél de manera desinteresada sino que ha buscado vengar de algunamanera la muerte de sus abuelos, quienes fallecieron en un campo

    de concentración, y evitar que Pacelli se convierta en santo: nodebe ser canonizado quien ha hecho tratos con el diablo. Esta trai-ción de Shoval al jesuita lo hace sufrir. Pero quien también vive uninfierno es Grothoff, el secretario de Estado del Vaticano.

    La luna llena bañó al hombre, le colocó encima un halo como elque sin notarlo llevan los santos. El halo se prolongó en su siluetadibujada en el piso. Muy poco definía la luz blanca, diagonal. Gro-thoff, sin embargo, contempló su sombra y por vez primera en suvida sintió un miedo irrefrenable: el pánico instantáneo de quienconoce el tamaño del infierno. (273)

    Ese infierno, en el que ese personaje reconoce vivir, es el refle- jo de un ambiente pervertido en el que la inocencia ya no existe.Se ha perturbado el orden o el estado de cosas y el mundo parece

    estar al revés. Ya no hay fronteras ni límites claros y lo que antesera inocente e inspiraba veneración y respeto, ahora ya no lo hace.Por ejemplo, el amor romántico ya no existe. Una característicade ese tipo de amor es su pureza. No hay detrás de él ningún sen-

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    timiento mezquino. En el caso de Gonzaga y Shoval, en un princi- pio parecería que lo que ella desea es solamente ayudarlo a él, sin

     buscar ningún beneficio personal. Por tanto, se pensaría que su en-cuentro ha sido fortuito y no planeado. Finalmente resulta ser queno es así. Además, ese aparente flirteo que se llega a dar entre losdos acaba siendo trágico, y no amoroso, pues se revela la traición.¡Qué ironía¡ Donde se suponía que había cariño, hay precisamentelo contrario: deslealtad y mentira.

     —¿Fingir? Eres una artista en eso. Y yo que pensé que te obligabaa disfrazarte, sor Edith. ¿Quién eres de verdad?

     —Esta que tienes enfrente. Esta cuyos abuelos murieron en uncampo de concentración. […] Esta que se vio reclutada por el Mos-sad y creyó que era una forma de servir a su patria. […] A noso-tros tampoco nos parecía justo que Pacelli se convirtiera en santo.(Bond, 259)

    Pero así como el amor romántico no está presente, tampoco loestán otros elementos característicos de la novela policiaca. Unade dichas piezas clave que están ausentes es el cadáver. Sin unmuerto no hay asesinato ni misterio que resolver. Tampoco hay unmotivo, o si lo hay está escondido. ¿Por qué han fallecido todosesos sacerdotes? La razón no se debe revelar. Si no hay despojos,ni un fallecido, ni un móvil entonces no hay un caso que investigarni un responsable que castigar: continúa el proceso de deconstruc-

    ción en lo que sería una clara muestra de esquizofrenia.

     —¿Y el cuerpo? —Enterrado —¡Habrá que exhumarlo de inmediato, tengo que revisarlo! —Me temo que eso también es imposible; contravendría las ór-

    denes de ocultar la causa de la muerte. Se ha dicho que murió delcorazón. (Bond, 36)

    Se produce de esta forma un alejamiento entre el pasado y el presente, entre lo ocurrido anteriormente y el intento más reciente

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     por descifrar lo que realmente pasó. Para lograr entender lo suce-dido haría falta, como se menciona en esta novela, tener toda la

    información para así reconstruir fehacientemente los hechos. Perono se tienen esos datos completos porque han sido celosamenteguardados por el Vaticano. Dentro de la novela se menciona, porejemplo, que existen documentos a los cuales no se tiene acceso yni se tendrá sino hasta años más tarde. Eso significa que muy pro-

     bablemente no se llegará a revelar la verdad de lo acontecido, queno se llegará al origen del asunto, al inicio, y que no habrá un nos-tos. Esto implica también que en la reconstrucción de lo ocurrido

    existirán espacios vacíos de información que, en un arrebato deesquizofrenia, será necesario llenar para poder completar el entra-mado y tratar de entender lo que pasó. Esos espacios harán que lahistoria adquiera la forma de un pastiche, pues se tratará de copiaruna realidad, de imitarla, aunque, como ya lo ha explicado Platón,al querer materializarla y objetivizarla nos alejemos cada vez másde ella, de su esencia (en términos ontológicos). En el caso de El

    dinero del diablo, incluso se le invita al lector a participar en esareconstrucción de los crímenes y, en general, de lo acontecido,en esa época, en el Vaticano. Sin embargo, esa invitación no estáexenta de riesgo, pues el mismo narrador reconoce que ha recibidoamenazas cuando ha tratado de hacer su trabajo. Es difícil, si noes que imposible, el que se llegue a completar esa tarea bajo estascircunstancias. El no hacerlo, el no terminar, supone una crisis delo teleológico, de lo relacionado con la doctrina filosófica de lascausas finales. Lacan, al igual que “ Derrida rejects teleology […]on two principal grounds. The invention of time –time as the gi-

    ving of the new– is the time of the coming of, or as, an event. In the

     first place, since the end (telos or eskhaton) is an ideal presence

    that is grasped in advance, it effaces the coming of time in, and as,

     singular event and neutralizes or cancels historicity by reducing

    it to a program or plan that we pursue through rational calcula-

    tion. Second, such an ideal end opens up a horizon that can beinfinitely deferred and contrasted to the finite and profane pre-

     sent. While this can provide a basis for a critique of the present,

    it can also lead to quietism and inaction, to a patient waiting for

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    the promised  land ” (Cheath and Guerlac, 30). Pretender entoncesque se tiene acceso privilegiado, desde el presente, a un pasado, es

    caer en el error, en el engaño, tal como le ocurre al esquizofrénico,quien intenta recrear, de manera fidedigna, un evento, una reali-dad, sin lograrlo. En lo que respecta a la novela de detectives, y en

     particular al texto de Palou, ese futuro por venir, identificado conlo teleológico y al que se refieren en su libro Cheath y Guerlac,está relacionado con la resolución de un misterio: ¿cómo muriórealmente Pío XI?, ¿fue un asesinato o una muerte natural?, ¿cómomurieron los otros sacerdotes cuyo deceso investiga Gonzaga? Si-

    guiendo la estructura del género de la novela de detectives, lo quese espera en un principio es que esas dudas se aclaren, de una vezy para siempre y de manera absoluta. Eso es lo que se anticipa quesuceda con el paso del tiempo. Sin embargo, las sospechas creceny no se puede aceptar la versión oficial dada por la Iglesia, segúnla cual todos esos fallecimientos son el resultado de un procesonatural de deterioro físico y de que nada oscuro hay ahí. Ese es

    el veredicto institucional imposible de admitir. En el Vaticano se planea imponer esa versión y con eso cerrar los casos. Mediantedicha imposición se estaría respetando la estructura narrativa deeste tipo de novela detectivesca en donde siempre se espera que seencuentre al culpable (que en esta historia sería, según la versiónoficial, una enfermedad) y se concluya el asunto. En la épica, porejemplo, es posible anticipar, desde un principio, que el héroe sal-drá avante de sus aventuras, y que cada quien recibirá el castigoque le corresponde; ese es el futuro esperado, el a venir en térmi-nos lacanianos. En la comedia, por otro lado, el lector o la audien-cia, confía, desde el inicio, en que la pareja de amantes se reunirány vivirán felices para siempre. En Occidente, ese es el conceptodel tiempo que se maneja en este tipo de historias, el cual se asociacon la idea del eterno retorno y la circularidad. Esa circularidadcierra el paso y niega la posibilidad de que existan varias versiones

    de lo ocurrido pues eso reafirmaría la existencia de lo profano y lofinito y no de lo sagrado e infinito. En particular, afirman Cheathy Guerlac, son los sistemas totalitarios los que asumen esta acti-tud de negación ante lo contingente: “ Nondemocratic systems are

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    above all systems that close temselves off from the coming of the

    other. They are systems of homogenization and of integral calcu-

    lability. In the end and beyond all the classical critique of fascist,nazi and totalitarian violence in general, one can say that these

    are systems that close the to come and that close themselves intothe presentation of the presentable”. Para este tipo de gobiernos yde sociedades, la historia se entiende “as the fulfillment of a telosthat we can rationally anticípate in advance in the form of an idea

    that we can hope to approximate (kantian teology), work toward

    actualizing (as in hegelian-marxist teleology), or anticipate as a

    coming to an end (eskhaton) that is revealed through philosophi-

    cal thought, divine revelation, or faith (philosophical and chris-

    tian eschatology)”. En el caso de El dinero del Diablo, ese buscarllegar al final, ese ansiar cerrar el caso, imponiendo la versión dela Iglesia, intenta, a su vez, atrapar el tiempo y negar su fugacidad;sin embargo, al final de cuentas en esta obra se demuestra quetoda realidad es pasajera y solo existe el ahora. ¿Se llegará a saber

    realmente todo lo que ocurrió hace años, tras puertas cerradas, enel Vaticano?, ¿se abrirán, en el 2014, los archivos secretos?, ¿sedarán a conocer los documentos más comprometedores? Difícil-mente llegará a ser así pues, como se menciona en esta novela, eldía en que Pío XII murió, esos papeles desaparecieron. “La madrePascualina –su leal asistente personal– se encerró en el departa-mento de Pacelli y llenó tres grandes sacos de tela. Ella misma los

     bajó, sudorosa, y los arrojó al incinerador del Palacio Lateranense. No se movió de allí hasta que fueron reducidos a cenizas” (7). Laquema de esos escritos representa la muerte del pasado, el cuales irrecuperable, tal como lo explican los teóricos posmodernos,quienes hacen referencia a la arbitrariedad del signo y al hecho deque la relación entre significado y significante no es natural sinoarbitraria, así como a que nuestra percepción de la realidad es,en última instancia, efímera y distorsionada, tanto que ésta nunca

     podrá ser comprehendida por el sujeto, quien se encuentra, comolo explicara Heidegger, “arrojado al mundo” y situado dentro delo simbólico, donde el poder de la ley del padre lo torna frágil yvulnerable.

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    OBRAS CITADAS

    Albano, S. y V. Naughton

    2005  Lacan:Heidegger nudos del ser en el tiempo. Argenti-na: Quadrafa.

    Bond, Henry2009  Lacan at the Scene. USA: MIT press.

    Cheath, Pheng y Suzanne Guerlac2009 Derrida and the time of the political. USA: Duke Univer-

    sity Press.Palou, Pedro Ángel

    2009  El dinero del Diablo. España: Editorial Planeta.

    PALABRAS CLAVE DEL ARTÍCULO Y DATOS DE LA AUTORA

     Lacan, fragmentación, síntomas, verdad, detective

    Idalia Villanueva BenavidesInstituto Tecnológico de Monterrey campus MonterreyAve. Eugenio Garza Sada 2501 Sur Monterrey, NLCP 06489Teléfono: (81) 83-59-20-00 extensión 4562Fax: (81) 83-59-75-71e mail: [email protected]