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INSTRUCTIVO PASTORAL Trienio 2014 - 2016 OBISPADO CASTRENSE DE ARGENTINA

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INSTRUCTIVO PASTORAL Trienio 2014 - 2016

O B I S P A D O C A S T R E N S E D E A R G E N T I N A

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I

LAS CAPELLANIAS EN LA VIDA DEL OBISPADO CASTRENSE DE ARGENTINA

“Como el Hijo fue enviado por el Padre, así también El envió a los Apóstoles…

(Mt 28,19- 20). Este solemne mandato de Cristo de anunciar la verdad salvadora,

la Iglesia lo recibió de los Apóstoles con orden de realizarlo hasta los confines de

la tierra (cf. Hch 1,8). … El Espíritu Santo la impulsa a cooperar para que se

cumpla el designio de Dios, quien constituyó a Cristo principio de salvación para

todo el mundo. Predicando el Evangelio, la Iglesia atrae a los oyentes a la fe y a la

confesión de la fe, los prepara al bautismo, los libra de la servidumbre del error y

los incorpora a Cristo para que por la caridad crezcan en El hasta la plenitud. …

Así, pues, la Iglesia ora y trabaja para que la totalidad del mundo se integre en el

Pueblo de Dios, Cuerpo del Señor y templo del Espíritu Santo, y en Cristo,

Cabeza de todos, se rinda al Creador universal y Padre todo honor y gloria”

(Concilio Vaticano II - Lumen gentium nº 17).

A partir del mandato del Señor a los Apóstoles: «Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis

discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles

a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del

mundo»1, a la Iglesia le compete ocupar un lugar singular en medio del mundo. Al decir del

Concilio Vaticano II, en cuanto sacramento “de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo

el género humano”2, la Iglesia tiene, como instrumento divino en la historia, la tarea de hacer

presente en el mundo la salvación divina. Por tanto, la fe en la Iglesia no es sólo una doctrina, es

un encuentro real, una relación con Jesucristo en sus misterios, porque es todo el misterio de

Cristo el que se refleja en la Iglesia, su esposa y su cuerpo.

1 Mt 28, 19-20

2 Concilio Vaticano II. Lumen Gentium nº 1,1.

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La Iglesia cumple su misión de transmitir la fe creando3 en cada lugar y en cada tiempo las

condiciones para que este encuentro4 entre los hombres y Jesús se realice al mismo tiempo

íntimo y personal, público y comunitario. Para ello proclama la Palabra, administra los

Sacramentos de la Vida y por la práctica de la Caridad se distingue de toda otra realidad humana

reflejando la diaconía de Cristo quien por nosotros y por nuestra salvación bajó del cielo, se

hizo hombre, padeció la muerte en la cruz y resucitó elevándose al cielo donde nos prepara una

morada para toda la eternidad.

El aproximarse a la Iglesia como misterio de comunión con Dios vivo y verdadero, y con los

hermanos implica una forma sobrenatural de relacionarse con el Señor y con el prójimo, de

modo particular cuando la Iglesia celebra la Eucaristía “fuente y cumbre de la vida cristiana” 5 y

cuando proclama la Palabra, misterio oculto desde toda la eternidad y que se nos ha revelado en

Cristo. Es allí donde la gracia del Espíritu Santo nos permite reconocernos como hermanos en el

Señor y congregados en una única Iglesia que es viva y eficaz, llamada a salir sin descanso a

comunicar la alegría de la Buena Nueva, especialmente en las periferias donde el Evangelio no

ha sido anunciado6.

Esta llamada del Señor que nos convoca a llevar el anuncio del Evangelio se concreta en la

Evangelización como acción orgánica eclesial que no se circunscribe a un determinado territorio

sino más bien a las personas en sus diversas situaciones existenciales, como es el caso de la

familia castrense con su peculiaridad de vida; o como pueblo en su contexto cultural, social y

político7. Por tanto, el llamado a evangelizar nos compromete a todos los bautizados

3 Aparecida nº 11: “La Iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales. No puede replegarse frente a quienes sólo ven confusión, peligros y amenazas, o de quienes pretenden cubrir la variedad y complejidad de situaciones con una capa de ideologismos gastados o de agresiones irresponsables. Se trata de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en nuestra historia, desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros. Ello no depende tanto de grandes programas y estructuras, sino de hombres y mujeres nuevos que encarnen dicha tradición y novedad, como discípulos de Jesucristo y misioneros de su Reino, protagonistas de vida nueva para una América Latina que quiere reconocerse con la luz y la fuerza del Espíritu”.

4 Benedicto XVI. Deus caritas est, nº1. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva. En su Evangelio, Juan había expresado este acontecimiento con las siguientes palabras: « Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todos los que creen en él tengan vida eterna » (cf. 3, 16). La fe cristiana, poniendo el amor en el centro, ha asumido lo que era el núcleo de la fe de Israel, dándole al mismo tiempo una nueva profundidad y amplitud. En efecto, el israelita creyente reza cada día con las palabras del Libro del Deuteronomio que, como bien sabe, compendian el núcleo de su existencia: « Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas » (6, 4-5). Jesús, haciendo de ambos un único precepto, ha unido este mandamiento del amor a Dios con el del amor al prójimo, contenido en el Libro del Levítico: « Amarás a tu prójimo como a ti mismo » (19, 18; cf. Mc 12, 29- 31). Y, puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4, 10), ahora el amor ya no es sólo un « mandamiento », sino la respuesta al don del amor, con el cual viene a nuestro encuentro.

5 Lumen Gentium, Nro. 11 a.

6 Francisco. Mensaje para la Jornada mundial de las misiones 2013. Nº 1: Toda comunidad es “adulta”, cuando profesa la fe, la celebra con alegría en la liturgia, vive la caridad y proclama la Palabra de Dios sin descanso, saliendo del propio ambiente para llevarla también a las “periferia”, especialmente a aquellas que aún no han tenido la oportunidad de conocer a Cristo. La fuerza de nuestra fe, a nivel personal y comunitario, también se mide por la capacidad de comunicarla a los demás, de difundirla, de vivirla en la caridad, de dar testimonio a las personas que encontramos y que comparten con nosotros el camino de la vida.

7 Francisco. Mensaje para la Jornada mundial de las misiones 2013, nº 2. La misionariedad no es sólo una cuestión de territorios geográficos, sino de pueblos, de culturas e individuos independientes, precisamente porque los “confines” de la fe no sólo atraviesan lugares y tradiciones humanas, sino el corazón de cada hombre y cada mujer. El Concilio Vaticano II destacó de manera especial cómo la tarea misionera, la tarea de ampliar los confines de la fe es un compromiso de todo bautizado y de todas las comunidades cristianas: «Viviendo el Pueblo de Dios en comunidades, sobre todo diocesanas y parroquiales, en las que de algún modo se hace visible, a ellas pertenece también dar testimonio de Cristo delante de las gentes» (Decr. Ad gentes, 37). Por tanto, se pide y se invita

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individualmente y como comunidad de discípulos del Señor peregrinando juntos hacia la casa

del Padre en la peculiaridad de nuestra Diócesis.

Objetivo

Convertir cada Capellanía Castrense en una comunidad de discípulos-misioneros al modo de

una parroquia personal.

“Dentro del ámbito designado a cada uno y sobre las personas que tienen

encomendadas, los sacerdotes que en el “Ordinariato” castrense son nombrados

capellanes, gozan de los derechos y están sujetos a las obligaciones de los

párrocos…”(Spirituali militum curae nº VII)

1.- Peculiaridad de la misión:

Conviene, en este punto, asumir la Constitución Apostólica Spirituali militum curae en su

dimensión de motor para una renovada acción pastoral en el ámbito castrense y no tanto en su

razón de documento técnico-regulador.

Muchos son los logros pastorales alcanzados en los largos años de trabajos anteriores a la

renovación conciliar, pero siguiendo la línea hermenéutica mencionada nos encontramos con

una auténtica interpretación del Concilio Vaticano II que nos llama a responder con un

acompañamiento pastoral orgánicamente ordenado a las peculiares circunstancias de vida del

mundo castrense8.

El objeto de la Evangelización en esta particular condición de vida que es la castrense sigue

siendo el mismo de toda la Iglesia “posibilitar el encuentro con Jesucristo y la santidad de vida a

la que todos los hombres estamos llamados”9.

Señalamos a modo de ejemplo de lo expuesto aquellos problemas que sufren las familias que

debido a los sucesivos traslados de destinos y otras exigencias del servicio las hacen más

vulnerables que aquellas del medio civil. Esto como otros ámbitos pastorales peculiares exigen

a toda comunidad a hacer propio el mandato confiado por Jesús a los Apóstoles de ser sus «testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra» (Hch 1,8), no como un aspecto secundario de la vida cristiana, sino como un aspecto esencial: todos somos enviados por los senderos del mundo para caminar con nuestros hermanos, profesando y dando testimonio de nuestra fe en Cristo y convirtiéndonos en anunciadores de su Evangelio. Invito a los obispos, a los sacerdotes, a los consejos presbiterales y pastorales, a cada persona y grupo responsable en la Iglesia a dar relieve a la dimensión misionera en los programas pastorales y formativos, sintiendo que el propio compromiso apostólico no está completo si no contiene el propósito de “dar testimonio de Cristo ante las naciones”, ante todos los pueblos.

8 Cfr Concilio Vaticano II. Decreto Christus Dominus, nº 43.

9 Benedicto XVI, discurso dirigió a los participantes del Encuentro Internacional para los Ordinariatos Militares, sábado 22 de octubre de 2011. “Si el desafío de los Ordinariatos Militares es el de evangelizar el mundo castrense, haciendo posible el encuentro con Jesucristo y la santidad de vida a la que todos lo hombres están llamados, parece evidente que los sacerdotes, comprometidos en este ministerio, deben tener una sólida formación humana y espiritual, una constante atención por la propia vida interior y, al mismo tiempo, estar disponibles a la escucha y el diálogo, para poder acoger las dificultades personales y ambientales de las personas a ellos confiadas. Estas, de hecho, necesitan un continuo apoyo en su itinerario de fe, ya que la dimensión religiosa tiene un significado especial también en la vida de un militar. La razón por la que existen los Ordinariatos Militares, es decir la asistencia espiritual a los fieles en las Fuerzas Armadas y de la Policía, hace referencia a la solicitud con la que la Iglesia ha querido ofrecer a los fieles militares y a sus familias todos los medios de salvación para facilitarles la atención pastoral ordinaria y la ayuda específica que necesitan para desarrollar su misión con el estilo de la caridad cristiana. La vida militar de un cristiano, de hecho, se pone en relación con el primer y más grande mandamiento, el de amor a Dios y al prójimo, porque el militar cristiano está llamado a realizar una síntesis por la que sea posible ser un militar por amor, cumpliendo el ministerium pacis inter arma”

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una respuesta decidida, ágil y urgente desde la acción evangelizadora que nos compete como

Diócesis castrense.

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2.- Descripción de la comunidad parroquial esperada:

2.1.- Comunidad proyectada hacia el Maestro y hacia los hombres que esperan el anuncio de

salvación siendo una verdadera diaconía facilitadora de la Fe. Comunidad guiada por pastores

capaces de sostener con amor y paciencia10.

2.2.- La comunidad de cada capellanía encontrará su sentido más profundo en la comunión

orgánica entre el sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial donde cada cual

asume su responsabilidad en orden a conseguir el bien común sobrenatural11.

2.3.- Debe constituirse en comunidad de comunidades en medio de las especiales condiciones

de vida que se sustente en el encuentro con Cristo, conversión, discipulado, comunión y

misión12.

3.- Acciones a seguir:

3.1.- El proyecto pastoral de cada Capellanía debe de estar referenciado permanentemente al

camino pastoral de la Diócesis Castrense como comunidad en la cual se inserta, ya que en ella

es donde se da y desde la cual “existe la Iglesia Católica una y única”13. Dicho proyecto tendrá

una primera concreción en su planeamiento para luego expresarse definitivamente en las

actividades.

3.2.- Tanto el proyecto pastoral como la concreción del mismo en actividades deberán encontrar

su inspiración en los lineamientos diocesanos y buscarán expresar la verdadera comunión

eclesial que permita una acción orgánica14 y coordinada articulando los diversos esfuerzos.

3.3.- Promover la misión propia que compete a los fieles laicos en la misión de la Iglesia dando

acogida a las diversas iniciativas de apostolado que vayan surgiendo y fomentando los espacios

e instituciones ya existentes.

3.4.- Las tareas pastorales deben de ser moderadas e impulsadas por el Capellán acompañado

por un Equipo de pastoral, el cual asistirá al sacerdote en el diseño, el planeamiento y ejecución

de las mismas15.

10 Cfr. Papa Francisco. Discurso al Comité de coordinación del CELAM. Río de Janeiro. Domingo 28 de julio de 2013, nº 5

11Cfr. Congregación para el Clero. “El presbítero, pastor y guía de la comunidad parroquial” nº 18.

12 Documento de Aparecida, nº 278.

13 Cfr. Lumen Gentium Nro. 23. Código de Derecho Canónigo nº 368.

14Cfr. Presentación del Señor Administrador Diocesano Castrense, Monseñor Pedro Candia, al inaugurar el XXIII Encuentro General del Clero, 8 de abril de 2013 (Jornada de apertura): “En el capítulo V del documento “Navega mar adentro” los obispos nos convocan a destacar en la acción pastoral: la primacía de la gracia en una pastoral orgánica centrada en la santidad, donde se debe distinguir la Parroquia como casa y escuela de comunión, como lugar para acompañar a todos los bautizados hacia el pleno encuentro con Cristo de donde surja un renovado espíritu misionero, que al decir del Papa Francisco, nos saque de la situación de Iglesia autorreferencial y nos impulse a las periferias donde el evangelio aún no ha transformado y nutrido la vida de los hombres”.

15 Cfr. Documento OCA: Orientaciones para la formación de equipos pastorales en las unidades.

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3.5.- En cuanto al desarrollo de la actividad y al modo de localizar al sacerdote será necesario

precisar los lugares y horarios que permitan a los fieles estar bien informados sobre los mismos.

3.6.- La celebración de la Santa Misa debe constituirse realmente en el lugar privilegiado de

encuentro de la comunidad ya que ella es “fuente y cumbre de la vida cristiana”16.

3.7.- Debe considerarse como un elemento esencial a tener en cuenta en la organización pastoral

de la capellanía la flexibilidad en los horarios, en la preparación y celebración de los Bautismos,

los Matrimonios y Catequesis.

16 Cfr: Lumen Gentium nº 11.

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II

LA PALABRA DE DIOS EN LA VIDA

DE LA COMUNIDAD DE DISCÍPULOS-MISIONEROS

“La Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras al igual que el mismo

Cuerpo del Señor, no dejando de tomar de la mesa y de distribuir a los fieles el

pan de vida, tanto de la palabra de Dios como del Cuerpo de Cristo, sobre todo en

la Sagrada Liturgia. Siempre las ha considerado y considera, juntamente con la

Sagrada Tradición, como la regla suprema de su fe, puesto que, inspiradas por

Dios y escritas de una vez para siempre, comunican inmutablemente la palabra del

mismo Dios, y hacen resonar la voz del Espíritu Santo en las palabras de los

Profetas y de los Apóstoles.

Es necesario, por consiguiente, que toda la predicación eclesiástica, como la

misma religión cristiana, se nutra de la Sagrada Escritura, y se rija por ella. Porque

en los sagrados libros el Padre que está en los cielos se dirige con amor a sus hijos

y habla con ellos; y es tanta la eficacia que radica en la palabra de Dios, que es, en

verdad, apoyo y vigor de la Iglesia, y fortaleza de la fe para sus hijos, alimento del

alma, fuente pura y perenne de la vida espiritual. Muy a propósito se aplican a la

Sagrada Escritura estas palabras: "Pues la palabra de Dios es viva y eficaz", "que

puede edificar y dar la herencia a todos los que han sido santificados" (Concilio

Vaticano II - Dei Verbum nº 21)

Hablar de la Capellanía Castrense como Comunidad que vive en la fe la Palabra de Dios,

implica asumir, en primer lugar, que nos estamos refiriendo a una comunidad de fieles que

buscan ser discípulos de Cristo bajo el signo y la eficacia del Bautismo, pero además que esa

comunidad no se cierra sobre sí, sino que asume el mandato del Señor de anunciar su Palabra,

como tarea evangelizadora de transmitir y educar en la fe.

Si la “fe” es clave para vivir el sentido de comunidad eclesial y participar en ella, revitalizarla,

profundizarla, hacerla operativa en el compromiso es fundamental para que la Capellanía sea el

espacio vital propio de los discípulos y misioneros de Cristo. Sin una fe consciente y formada,

interiorizada y comprometida, la Comunidad de una Capellanía quedaría devaluada como

“comunidad eclesial”, prevaleciendo más lo organizativo que lo espiritual.

Decimos, además, que la comunidad de una Capellanía es por naturaleza transmisora de la fe,

porque participa de la misión evangelizadora encomendada por el Señor a su Iglesia17; al igual

que ésta, su naturaleza es evangelizar en orden a despertar la fe y facilitar el crecimiento en ella.

Desde esta perspectiva, la Capellanía Castrense ha de asumir tanto el “primer anuncio”, como la

actividad catequética que contemple el crecimiento y maduración de los creyentes.

17 Cfr. Mt 28, 19-20.

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Objetivo

Transformar las Capellanías-Parroquias en comunidades de Fe donde se confiesa el mismo

Credo y se comparte la misma Mesa de la Palabra y del Pan de Salvación.

2.1.- La educación en la Fe

Objetivo

Integrar la acción educadora en el proyecto evangelizador de la comunidad.

Es misión esencial de la Iglesia, como comunidad eclesial, y por tanto misión de los ministros

sagrados y de los fieles cristianos laicos, ejercer de diversos modos las tareas docentes por las

cuales se hace explícito el anuncio de la Buena Noticia de la Salvación. Siendo en dicho

ejercicio partícipes de la Nueva Evangelización como instrumentos de Dios, nuestro Salvador,

que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad18.

El proyecto pastoral de la comunidad de una Capellanía que evangeliza y se evangeliza lleva

consigo la necesidad de ofrecer diversos itinerarios de fe a través de los cuales brinde a los

fieles un verdadero encuentro con la Palabra eterna del Padre.

2.1.1.- El Catecismo de la Iglesia Católica, marco referencial de toda la acción educativa en la

Nueva Evangelización19

El Catecismo de la Iglesia Católica, junto con el Compendio constituye una ayuda inestimable

en la tarea de guiar a los cristianos hacia el fortalecimiento de su identidad por medio de la

exposición del lenguaje común de la fe que conduce a la unidad de ésta. En ambos encontramos

una exposición orgánica y sintética de los contenidos fundamentales de la enseñanza católica,

dos veces milenaria. Su propósito no es otro que ayudar a profundizar el conocimiento de la

doctrina católica, tanto sobre la fe como sobre la moral, a enraizarla en la vida e irradiarla con el

testimonio.

2.1.2.- El Catequista

Objetivo

Suscitar en la comunidad el sentido de la común responsabilidad hacia la catequesis y el aprecio

hacia los catequistas y su misión que deberá estar marcada por la formación sistemática y

permanente.

La vocación del laico para la catequesis tiene su raíz en el sacramento del Bautismo, es

vigorizada por los dones del Espíritu Santo recibido en plenitud en el sacramento de la

18 Cfr. l Tim 2, 3-4

19 Cfr Fidei depositum, nº4. “El Catecismo de la Iglesia Católica es un “texto de referencia” para una catequesis renovada en las fuentes vivas de la fe, un instrumento válido y autorizado al servicio de la comunión eclesial y una norma segura para la enseñanza de la fe”.

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Confirmación. En virtud de la transfiguración sobrenatural producida por dichos sacramentos se

participa de la misión sacerdotal, profética y real de Cristo. Es el mismo Señor Jesús, a quien

solo podemos llamar Maestro, que al hacernos parte de la vida nueva de la Gracia, invita a cada

hombre y a cada mujer a seguirlo como discípulos y misioneros, constituyendo la llamada al

ministerio de la catequesis como una vocación peculiar de llevar la palabra y acompañar a

nuestros hermanos en el itinerario de la vida sacramental.

El catequista es sobre todo un discípulo fiel de Cristo; un discípulo que persevera en la escucha

cotidiana de la Palabra, la guarda en su corazón, la lleva a su vida, y busca la presencia de Dios

en la celebración de los sacramentos, se sostiene en la oración y crece en la caridad

expresándola de un modo particular en el anuncio y testimonio de la Palabra.

El catequista, como hermano mayor, guía, acompaña y orienta al catequizando en el camino de

la fe. Es capaz de recorrer nuevamente el camino para sostener en medio de la dificultad y

compartir como hermano en Cristo el amor de Dios manifestado en el proceso de la vida de la fe

del catequizando.

2.1.3.- Iniciación Cristiana20

2.1.3.a.- La catequesis de Iniciación como itinerario de fe.

Objetivo

Plasmar y sostener la unanimidad de criterios de todos los agentes pastorales, en especial de los

sacerdotes a la hora de insertar al catecúmeno en la vida eclesial.

La catequesis ha de ser considerada como un proceso, un recorrido espiritual de los

catequizandos hacia el encuentro con el Señor, como un itinerario desarrollado con gradualidad

y progresión, articulando una formación orgánica y sistemática de la fe21. Se trata pues de una

catequesis capaz de ayudar a crecer personalmente en la fe, a madurar y avanzar en la

consolidación de la nueva identidad cristiana, con lo que ello supone de virtudes y

comportamientos propios de los discípulos y misioneros de Cristo.

Siguiendo las indicaciones de la Iglesia, las tareas principales que la catequesis de Iniciación

debe desarrollar son las siguientes22:

1. Propiciar el conocimiento de los contenidos de la fe (Símbolo).

2. La educación litúrgica (Sacramentos).

3. La formación moral (Mandamientos).

4. Enseñar a orar (Padre nuestro).

5. La educación para la vida comunitaria.20 Cfr. Directorio General para la Catequesis nº 65 y 66.

21 Cfr. Directorio General para la Catequesis nº 67 y 68.

22 Cf. Directorio General para la Catequesis nº 85 y 86.

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6. La iniciación a la misión.

Podemos agregar, a modo descriptivo, las características específicas de este itinerario que

enumeramos a continuación: la iniciativa originaria es de Dios, se da una respuesta libre y

personal que implica la conversión inicial por la acción del Espíritu Santo y el inicio del

discipulado; luego ubicamos el proceso catequístico formativo vivido en el seno de la

comunidad eclesial, que culmina con la celebración sacramental.

La peculiaridad de los procesos que implica el itinerario anteriormente descripto en las diversas

edades ha llevado en la experiencia de nuestra Iglesia particular castrense a desarrollar una

instancia para los niños y adolescentes, y otra experiencia para los jóvenes y adultos donde el

anuncio, la transmisión y la vivencia del Evangelio se realizan con diversas adaptaciones.

2.1.3.b.- Iniciación cristiana de niños y adolescentes

La catequesis ha de ser entendida como un proceso de maduración en la fe; como propuesta

integra y progresiva del mensaje cristiano, que va iluminando, transformando la vida de quienes

lo reciben y los va capacitando para confesar la fe en todas las dimensiones.

La preparación para los sacramentos de Iniciación Cristiana en los niños y adolescentes

(Bautismo, Confirmación; Eucaristía), no se ajusta a tener que recibirlos a una determinada

edad. En las Capellanías exigiremos una condición mínima, con el fin de que el niño/a pueda

comprender y asimilar vivencias y contenidos; dada la situación actual de la escolaridad que

presenta grandes deficiencias de compresión lectora esta edad la fijamos en quinto grado.

Este proceso catequético es de al menos dos cursos de un año cada uno; de dos horas semanales.

2.1.3.c.- Iniciación cristiana de jóvenes y adultos

El itinerario de la Iniciación cristiana de jóvenes y de adultos debe entenderse como proceso

catequético-sacramental y vivencial23 por el que una persona accede a la vida en Cristo y se

integra a la comunidad eclesial. Para que ello resulte una realidad debe procurarse mantener la

Catequesis con los soldados de un modo sistemático y permanente. Asimismo brindar la

posibilidad de completar los Sacramentos a aquellos fieles que integran nuestra jurisdicción ya

sea por estar integrados a la Unidad o ser familiares de los mismos. La duración del curso

quedará bajo el criterio del Capellán que deberá evaluar cada caso teniendo el cuidado de dar

los elementos suficientes para fundamentar su fe, realizando o completando la Iniciación

cristiana inaugurada o a inaugurar con el Bautismo.

23 Confrontar Catecismo de la Iglesia Católica Nro. 1212.

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2.1.4.- Preparación de padres y padrinos del Bautismo24 y de la Confirmación25.

La preparación de los padres y padrinos en el contexto de la Iniciación cristiana debe

considerarse como un acto propiamente pastoral26, de acogida eclesial y de auténtica catequesis

mistagógica. Para ello podrá contarse con un Equipo de catequistas que asuman esta

colaboración con el Capellán.

Los contenidos a desarrollar en el itinerario prebautismal con los padres y padrinos son los

siguientes:

1. Dios ofrece en Jesucristo la salvación por medio de la Iglesia. La iniciación cristiana.

2. Bautismo. Aspectos bíblicos, doctrinales y eclesiales.

3. Responsabilidad de los padres y padrinos.

4. La celebración del Sacramento del Bautismo.

Los contenidos a desarrollar en la catequesis con los padres y padrinos de los confirmandos son

los siguientes:

1. La confirmación en la economía de la salvación.

2. Confirmación. Aspectos bíblicos, doctrinales y eclesiales.

3. Compromiso del padrino o madrina.

4. Celebración del sacramento.

Es preciso verificar que quienes desean ejercer como padrino o madrina no vivan en situación

irregular o en contraste con la fe y la moral cristiana.

2.2.- La Palabra de Dios en la vida de la familia

Objetivo

Generar un sistema de catequesis permanente y misionera que tenga a la familia como principal

destinatario.

La familia27, surgida de “la alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre

sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los conyugues y

a la generación y educación de la prole”28, es una institución irremplazable donde «los padres

24 Cf. CDC. CC 872.

25 Cf. CDC. CC 892.

26 Benedicto XVI, “Angelus”, 2 de julio de 2006, “el camino de Iniciación cristiana de los niños y adolescentes puede convertirse en una oportunidad útil para que los padres se vuelvan a acercar a la Iglesia y profundicen cada vez más en la belleza y en la verdad del Evangelio”

27 ONU, Declaración Universal de los Derechos Humanos, 10-XII-1948, art. 16. “La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado”.

28 Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1601.

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han de ser para con sus hijos los primeros predicadores de la fe, tanto con su palabra como con

su ejemplo, y han de fomentar la vocación propia de cada uno, y con especial cuidado la

vocación sagrada»29.

La familia ofrece una educación cristiana que se caracteriza por su carácter testimonial,

ocasional, permanente y cotidiano. “Por el hecho de haber dado la vida a los hijos, los padres

tienen el derecho originario, primario e inalienable de educarles; por esta razón ellos deben ser

reconocidos como los primeros y principales educadores de sus hijos”30. Este derecho y deber,

brotan del sacramento del Matrimonio y de la consideración de la familia “como Iglesia

doméstica”31.

En relación con la familia, “la comunidad eclesial tiene la responsabilidad de ofrecer

acompañamiento, estímulo y alimento espiritual que fortalezca la cohesión familiar, sobre todo

en las pruebas o momento críticos. En este sentido, es muy importante la labor de las

capellanías, así como de las diversas asociaciones eclesiales, llamadas a colaborar como redes

de apoyo y mano cercana de la Iglesia para el crecimiento de la familia en la fe”32.

Acciones a seguir:

1.- Una vez conformado el equipo de pastoral de la Capellanía podrá diseñarse un proyecto de

pastoral familiar que impulse la preparación para el matrimonio y fomente la conformación de

grupos de matrimonios y familias que contemplen los aspectos espiritual y la inserción en la

comunidad eclesial, familia de familias.

2.- Ayudar a crecer en la vida espiritual y familiar, acorde a la situación, en el esfuerzo por

alcanzar la madurez cristiana e incentivarlos al apostolado.

3.- Generar la Pastoral del Matrimonio y la Familia en cada Capellanía: asistencia para la

preparación y celebración del matrimonio; rescatar la función educativa de la familia; formar a

los responsables de la pastoral familiar.

4.- Atraer a las parejas que se encuentran en situación irregular para brindarles una atención y

acompañamiento pastoral necesario y conveniente.

5.- Ofrecer asesoría para iniciar el trámite para la Nulidad matrimonial.

29 Concilio Vaticano II, Const. Lumen Gentium, 11.

30 Carta de los derechos de la familia de la Santa Sede, 22 de Octubre de 1983, artc. 5.

31 Lumen Gentium, nº 11.

32 Benedicto XVI. V Encuentro mundial de las familias. Valencia (España). 8 de julio de 2006

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2.3.- La Palabra de Dios en la vida en sociedad

Objetivo

Favorecer una inteligencia de la fe, acorde a los interrogantes y a las preguntas del medio social,

cultural y profesional potenciando la participación y el compromiso del laico en la vida de la

Iglesia y de la sociedad.

Los destinatarios de esta educación ha de ser la persona en sus distintas etapas de la vida: niños,

jóvenes y adultos. La fe en Dios y en Jesucristo ilumina nuestra mente con conocimientos

decisivos sobre el ser del hombre que condicionan y enriquecen la visión de la sociedad y de la

convivencia humana. Es necesario generar, entonces, creativamente diversas manifestaciones de

acción eclesial que contribuyan a la maduración de la Fe en la vida de la comunidad de cada

Capellanía. En este ámbito será de especial interés la divulgación de la Doctrina Social de la

Iglesia33 que hasta el momento resulta una deficiencia en nuestra obligación de anunciar la

Palabra de Dios. Y dentro de los puntos de esta dimensión catequística deberán tener en cuenta

los aportes que el magisterio hace a la hora de iluminar la realidad familiar e iluminar la

conciencia ciudadana para una participación verdaderamente cristiana en la vida civil y sus

instituciones. El valor absoluto de la persona humana, la igualdad de todos los hombres, la

condición espiritual de las personas, son datos que la revelación de Dios en Jesucristo nos

descubre o nos confirma y que tienen repercusiones importantes en la comprensión y el

ordenamiento de la vida social y política.

Acciones a seguir:

a.- Apoyar la participación de la sociedad civil.

b.- Formar en la ética cristiana que pone como desafío el logro del bien común.

c.- Llamar a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a poner en práctica principios

fundamentales como el bien común.

33 Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. Nro. 7:  “El cristiano sabe que puede encontrar en la Doctrina Social de la Iglesia los principios de reflexión, los criterios de juicio y las directrices de acción como base para promover un humanismo integral y solidario. Difundir esta doctrina constituye, por tanto, una verdadera prioridad pastoral, para que las personas, iluminadas por ella, sean capaces de interpretar la realidad de hoy y de buscar caminos apropiados para la acción: La enseñanza y la difusión de esta doctrina social forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia.” 

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2.4.- El compromiso misionero34

Objetivo

Promover una evangelización misionera.

Con las prioridades pastorales que establece esta Instrucción queremos potenciar y renovar el

camino recorrido y desplegar en nuestra comunidad Diocesana la Gran Misión Continental a la

que nos convocan los Obispos. Esto es: trabajar en una «conversión pastoral» que lleve a un

estado de misión permanente, a partir de la pastoral ordinaria y haga visible este renovado estilo

misionero35.

Respecto de la conversión pastoral, asumimos la reflexión de los Obispos Argentinos “...si

hablamos de conversión, este término está vinculado a errores, infidelidades, incoherencias y

lentitudes pastorales que hay que abandonar para que la transmisión del Evangelio sea más

fecunda36”.

La conversión debe tocar en primer lugar nuestros corazones; confiamos en la Misericordia

Divina y pedimos perdón a quienes por nuestros pecados hayan quedado esperando el anuncio

que el Padre les quiso hacer por nuestro medio y acudimos con alegría a restituir y dar con

manos llenas lo mismo que hemos recibido.

Respecto de las misiones pastorales que anualmente realizamos, con ellas queremos dar

testimonio de nuestra fe en Jesucristo y proclamar que: “...sí, la Iglesia está viva...y la Iglesia es

joven. Ella lleva en si misma el futuro del mundo y, por tanto, indica también a cada uno de

nosotros la vía hacia el futuro“37. A tales efectos ratificamos las orientaciones sobre las misiones

que hemos propuesto oportunamente38.

34 Carta apostólica en forma de Motu proprio, Porta fidei nº 7. «Caritas Christi urget nos» (2 Co 5, 14): es el amor de Cristo el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar. Hoy como ayer, él nos envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra (cf. Mt 28, 19). Con su amor, Jesucristo atrae hacia sí a los hombres de cada generación: en todo tiempo, convoca a la Iglesia y le confía el anuncio del Evangelio, con un mandato que es siempre nuevo. Por eso, también hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido en favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe. El compromiso misionero de los creyentes saca fuerza y vigor del descubrimiento cotidiano de su amor, que nunca puede faltar. La fe, en efecto, crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo. Nos hace fecundos, porque ensancha el corazón en la esperanza y permite dar un testimonio fecundo: en efecto, abre el corazón y la mente de los que escuchan para acoger la invitación del Señor a aceptar su Palabra para ser sus discípulos.

35 Cfr. CEA. MC 9.

36 CEA. M 13.

37 Benedicto XVI. Inauguración de su pontificado.

38 OCA. Instrucción para las misiones. Año 2010.

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III

EL DISCÍPULO-MISIONERO COMO PEREGRINO TRAS LOS PASOS DE CRISTO

“Cuando Dios revela hay que prestarle "la obediencia de la fe", por la que el

hombre se confía libre y totalmente a Dios prestando "a Dios revelador el

homenaje del entendimiento y de la voluntad", y asintiendo voluntariamente a la

revelación hecha por El. Para profesar esta fe es necesaria la gracia de Dios, que

proviene y ayuda, a los auxilios internos del Espíritu Santo, el cual mueve el

corazón y lo convierte a Dios, abre los ojos de la mente y da "a todos la suavidad

en el aceptar y creer la verdad". Y para que la inteligencia de la revelación sea

más profunda, el mismo Espíritu Santo perfecciona constantemente la fe por

medio de sus dones”. (Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Dei Verbum

nº 5).

La espiritualidad del discípulo-misionero brota del reconocerse peregrino y de escrutar los

caminos del Espíritu. En ese caminar percibiendo los signos de Dios en el Espíritu es posible

descubrir el objetivo de la perfección cristiana como aquel hecho de la gracia que nos hace

desplegar lo único e irrepetible conduciéndonos a ser perfecto como el Padre celestial es

perfecto39.

El discipulado entendido como espiritualidad encuentra rasgos comunes si lo consideramos en

su aspecto esencial ya que todos estamos llamados y escogidos por Dios desde antes de la

creación del mundo para ser hijos del Padre, redimidos por Jesucristo, vivificados por el

Espíritu Santo, y destinado a compartir la vida de las tres Divinas Personas.

Sin embargo, como cada Bautizado resulta un ser único e irrepetible esos rasgos comunes de

espiritualidad toman sus matices en las diversas encarnaciones que permiten asumir la misión

que cada uno recibe del Altísimo. Esto nos abre también a considerar la importancia que tienen

hoy en la Iglesia las múltiples espiritualidades expresadas en sus movimientos y asociaciones

que en su riqueza se convierten en un itinerario seguro para sostenerse en la vida sobrenatural

de la Caridad.

Objetivo

Integrar en la vida espiritual todas las dimensiones de la vida y promover espacios donde los

fieles puedan descubrir a Cristo y ejercitar las virtudes que nos asemejan al Señor.

39 Cfr. Mt 5, 48

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3.1.- El encuentro personal con Cristo40

La vida espiritual del bautizado, entendida como relación y comunión con Dios, se desarrolla

mediante un buscar a Cristo a través de los ejercicios de piedad recomendados habitualmente

por la Iglesia cuidando en particular la participación íntima en la vida del Señor por la gracia de

los sacramentos y la oración litúrgica y la personal. De esta manera nos enseña la Iglesia a

emprender una configuración específica con el Señor Jesús, uniéndonos a El como amigos,

llegando a ser por gracia de Dios otros Cristos41.

Acciones a seguir:

a.- Fomentar mediante la catequesis y los grupos de reflexión la oración auténtica de la Iglesia.

Para ello es aconsejable utilizar las Catequesis de las Audiencias Generales del Papa Benedicto

XVI del año 2012 que se han referido al tema exhaustivamente.

b.- Los grupos de oración, y especialmente aquellos que fomentan la devoción Eucarística

resultan de gran ayuda para motivar la oración en la comunidad.

3.2.- El crecimiento en la Fe

Objetivo

Valorar la vocación y misión específica de cada fiel promoviendo en la atención espiritual su

formación permanente y un adecuado empeño para encaminarse tras el consejo evangélico

que nos llama a “ser perfectos como nuestro padre del cielo es perfecto”.

El crecimiento en la Fe implica una profunda búsqueda de Dios42 a la luz de la revelación de

Jesucristo que constituye la identidad del cristiano y a su vez permite leer los acontecimientos y

las experiencias cotidianas de la vida desde un profundo espíritu religioso, de búsqueda-

discipulado y respuesta-misionera, a Dios que nos creo y nos salvó en su hijo Jesucristo.

Sin embargo la realidad del hombre que evangeliza y se evangeliza no deja de tener su

importancia a la hora de provocar el encuentro divino humano que transfigura la existencia

desde el misterio, en nuestro caso será de vital importancia considerar la situación peculiar de

nuestros fieles laicos sometidos a la disciplina castrense y en ella uno de sus elementos más

impactantes en la vida personal y familiar que es la frecuencia en los cambios a los cuales se

encuentran sometidos en razón de su servicio: de ambiente, de desplazamiento a diversos

lugares con sus consecuencias lógicas de adaptación, de ordenamiento moral, de generación de

40Cfr. CELAM. Doc. Aparecida. Nº 136-142.

41 Juan Pablo II, Exhortación apostólica postsinodal Christifideles laici (30.XII.1998) 18: AAS 81 (1989) 421 [=CfL]. La comunión de los cristianos con Jesús tiene como modelo, fuente y meta la misma comunión del Hijo con el Padre en el don del Espíritu Santo: los cristianos se unen al Padre al unirse al Hijo en el vínculo amoroso del Espíritu [...] La comunión de los cristianos entre sí, nace de su comunión con Cristo [...] esta comunión fraterna es el reflejo maravilloso y la misteriosa participación en la vida íntima de amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo".

42 Cf Hebr 11, 6.

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nuevas expectativas, la necesidad de superar o cubrir ausencias y carencias en el ámbito

afectivo y espiritual.

A este hombre cargado existencialmente con este peculiar estado de vida, la Iglesia debe

acompañar a través de sus ministros y de la comunidad toda para que despliegue un verdadero

crecimiento en la Fe y en él responda al llamado de Dios y ponga al Servicio de los hermanos

todos sus dones como auténtico discípulo misionero

Un papel fundamental en el crecimiento en la fe lo cumple la vida sacramental por ello deberá

acrecentarse la preocupación por la situación espiritual de todos nuestros fieles, especialmente

de aquellos que participan asiduamente en las celebraciones litúrgicas, posibilitando que las

mismas, por su decoro y preparación conduzcan a los bienes espirituales de la gracia que

comunican.

Teniendo en cuenta que en la vida espiritual el mundo de hoy ha hecho perder el sentido del

pecado y por tanto la alegría que conlleva el perdón, la tarea del sacerdote tendrá que tener un

lugar muy especial para motivar y acompañar a los fieles para que quieran acudir con frecuencia

y regularidad al Sacramento de la Penitencia.

Junto al sacramento de la Penitencia ha de tener un especial cuidado el fomentar la devoción a

la Santísima Virgen María como Madre de Jesús, Madre de la Iglesia y Madre nuestra, primera

y eminente discípula y misionera y su lugar preponderante e histórico en la vida de nuestras

Fuerzas Armadas y de Seguridad

Acciones a seguir:

1) En un mundo que ha perdido el sentido del pecado será indispensable que mediante la

predicación y la dirección espiritual el sacerdote acompañe y fomente una verdadera lucha

espiritual contra el pecado y fomente la celebración del sacramento de la reconciliación.

2) Generar espacios dentro de la comunidad donde el fiel pueda crecer como testigo de la Fe

desde la experiencia de Dios alimentada en la oración como encuentro vital.

3) Promover la oración en familia especialmente el Santo Rosario. Para ello resulta muy

conveniente trabajar el mes de María, las novenas y la visita domiciliara con la imagen de la

Virgen María o de los Santos.

4) La perseverancia en la vida de la gracia de Dios y el camino de las virtudes se asocia

naturalmente a la vida sacramental y comunitaria entendido, como lo recodara Benedicto XVI 43,

43 Benedicto XVI. Audiencia General. Miércoles 26/9/12. “La primera exigencia para una buena celebración litúrgica es que sea oración, coloquio con Dios, ante todo escucha y, por tanto, respuesta…Elemento fundamental, primario, del diálogo con Dios en la liturgia, es la concordancia entre lo que decimos con los labios y lo que llevamos en el corazón. Entrando en las palabras de la gran historia de la oración, nosotros mismos somos conformados al espíritu de estas palabras y llegamos a ser capaces de hablar con Dios…Cuando vivimos la liturgia con esta actitud de fondo, nuestro corazón está como apartado de la fuerza de gravedad, que lo atrae hacia abajo, y se eleva interiormente hacia lo alto, hacia la verdad, hacia el amor, hacia Dios”.

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que debemos trabajar la liturgia bajo el sentido de la oración privilegiada de la Iglesia. Así lo ha

querido el Concilio Vaticano II y lo recuerda Juan Pablo II44 al cumplirse 25 años de

Sacrosanctum Concilium.

3.3.- La dimensión comunitaria de la vida de la Fe

Objetivo

Impulsar la dimensión misionera que brota del encuentro con el Señor Jesús y que actualiza la

novedad del evangelio, conduciendo a la madurez de la Fe personal y comunitaria de los

verdaderos discípulos de Cristo

La vida de la Fe no solo tiene que expresarse en un corazón transfigurado por la presencia de

Cristo sino que también el orden sobrenatural debe transformar el corazón de las comunidades.

Para que este anhelo se convierta en realidad cada uno de nosotros debe cultivar la docilidad del

espíritu a la voluntad de Dios y un verdadero compromiso apostólico que se ha dado en llamar

en el contexto de aparecida “discípulo-misionero”

La Iglesia reconoce el derecho de los fieles de concretar su apostolado a través de instituciones,

asociaciones y otros modos de agrupamiento para cultivar la espiritualidad y comprometerse

con alguna pastoral específica45.

También en nuestra iglesia particular castrense de argentina debemos de abrir las puertas a las

diversas iniciativas que el Espíritu suscita para dar respuesta al hombre de hoy, ciudadano de

esta patria que debe ser reflejo de la celestial.

Enumeramos a continuación orientaciones para la concreción de las pastorales específicas más

frecuentes en la vida de las comunidades eclesiales:

1) Pastoral Familiar

Impulsar la formación de agentes pastorales específicos para el ámbito familiar que

permita dinamizar dentro de cada capellanía un espacio de orientación,

acompañamiento y vida espiritual que responda al desafío que provocan las nuevas

situaciones familiares, la defensa de la vida y las necesidades familiares de siempre.

44 Vicesimus Quintus anmus, nº 7. “Para actualizar su misterio pascual, Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre todo en las acciones litúrgicas. La Liturgia es, por consiguiente, el «lugar» privilegiado del encuentro de los cristianos con Dios y con quien El envió, Jesucristo (cf. Jn 17, 3)”.

45 El papa Francisco nos ha invitado a pedir al Señor la parresia necesaria, el “fervor apostólico, que nos impulse a seguir adelante, como hermanos, a todos nosotros: ¡adelante! Adelante, llevando el nombre de Jesús en el seno de la Santa Madre Iglesia” (Homilía con ocasión de la fiesta de San Jorge, 23.04.2013). Para evangelizar es necesario “partir siempre de la oración”, “pedir, como los Apóstoles en el Cenáculo, el fuego del Espíritu Santo. Sólo la relación fiel e intensa con Dios permite salir de las propias cerrazones y anunciar con parresia el Evangelio. Sin la oración nuestro obrar se vuelve vacío y nuestro anuncio no tiene alma, ni está animado por el Espíritu” (Papa Francisco, Audiencia general, 22.05.2013).

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2) Pastoral Juvenil

Animar las iniciativas de los jóvenes encaminándolas mediante la organización y

coordinación de los proyectos grupos y actividades que surjan en las diversas

comunidades de las capellanías fortaleciendo los procesos formativos sistemáticos en

los principios de la fe y la vida cristiana que se traduzcan en procesos de maduración y

compromiso misionero.

3) Pastoral de la Salud

En nuestra diócesis castrense se ha recorrido un intenso camino en la Pastoral de la

salud durante los últimos diez años, subrayando tanto los aspectos de acompañamiento

espiritual de los enfermos como de humanización de la medicina que seguirán siendo

objetivo para desplegar en nuestras acciones pastorales. Se requiere además hoy

promover la formación y coordinación de agentes pastorales que conviertan nuestros

proyectos en acciones capilares de testimonio cristiano y de diálogo entre Fe y Ciencia

abordando el ambiente hospitalario y también los demás espacios en los cuales se hace

necesario la presencia para llegar a los agentes sanitarios, enfermos, discapacitados y

ancianos.

4) Pastoral Social

Promover en nuestras comunidades-capellanías proyectos comunitarios y Cáritas

desarrollando de un modo asociado y a la luz de la doctrina social de la Iglesia la

fraternidad y solidaridad que brotan del ejercicio de la caridad cristiana.

5) Pastoral de la Cultura

Animar, favorecer y acompañar toda iniciativa que permita hacer presente el evangelio

en las actividades culturales ya sean familiares, sociales o institucionales.

6) Pastoral Vocacional

Potenciar el compromiso misionero y el acompañamiento espiritual en aquellos niños y

jóvenes que manifiesten un deseo de consagración desde su experiencia de fe.

7) Espacio pastoral para los movimientos y asociaciones de espiritualidad.

Los nuevos movimientos y asociaciones son un desafío de nuestro tiempo que nos llama

a conformar comunidades eclesiales abiertas donde la acogida, escucha y recepción

sean los principios orientadores para generar el espacio de comunión en la fe. Será por

tanto nuestro objetivo recibir con esperanza las diversas iniciativas eclesiales

impulsando en cada una de ellas el camino de santificación de sus miembros que

lógicamente se traducirá en empeño entusiasta por llevar al Señor en la misión

8) Pastoral penitenciaria

Quienes han sido privados de su libertad no dejan de ser nuestros hermanos en Cristo

Jesús y a ellos debemos de dirigir nuestra atención como un espacio de lo que el Papa

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Francisco ha llamado periferia existencial ya que las rejas los separan del mundo que a

su vez los sepulta en el olvido. Nuestra acción pastoral se podrá definir con dos

palabras: oración y acompañamiento espiritual.

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IV

LOS PASTORES

EN LA VIDA DE LAS CAPELLANÍAS-PARROQUIAS

Mas el mismo Señor, para que los fieles se fundieran en un solo cuerpo, en que "no

todos los miembros tienen la misma función" (Rom., 12, 4), entre ellos constituyó a

algunos ministros que, ostentando la potestad sagrada en la sociedad de los fieles,

tuvieran el poder sagrado del Orden, para ofrecer el sacrificio y perdonar los pecados,

y desempeñar públicamente, en nombre de Cristo, la función sacerdotal en favor de

los hombres. Así, pues, enviados los apóstoles, como El había sido enviado por el

Padre, Cristo hizo partícipes de su consagración y de su misión, por medio de los

mismos apóstoles, a los sucesores de éstos, los obispos, cuya función ministerial fue

confiada a los presbíteros, en grado subordinado, con el fin de que, constituidos en el

Orden del presbiterado, fueran cooperadores del Orden episcopal, para el puntual

cumplimiento de la misión apostólica que Cristo les confió. (Concilio Vaticano II -

Presbiterorum Ordinis nº 2)

Al hacer referencia a los Presbíteros, que en calidad de Capellanes desarrollan la labor

ministerial en el ámbito de la pastoral castrense, conviene señalar en primer lugar, la raíz

sobrenatural y ontológica de su ministerio que no va unido a una funcionalidad46 ni constituye

un servicio de características sociales, sino que se inserta en el misterio de la Encarnación por el

cual Cristo, el enviado del Padre, llama junto a sí a los que quiere para que estén con El y

enviarlos a predicar la Buena noticia, celebrando los misterios sagrados hasta que El vuelva.

El centro en el cual gravita la personalidad sacerdotal es la de Jesús. En su Exhortación

apostólica postsinodal Pastores dabo vobis, el beato Juan Pablo II delinea la identidad del

sacerdote: «Los presbíteros son, en la Iglesia y para la Iglesia, una representación sacramental

de Jesucristo, Cabeza y Pastor, proclaman con autoridad su palabra; renuevan sus gestos de

perdón y de ofrecimiento de la salvación, principalmente con el Bautismo, la Penitencia y la

Eucaristía; ejercen, hasta el don total de sí mismos, el cuidado amoroso del rebaño, al que

congregan en la unidad y conducen al Padre por medio de Cristo en el Espíritu»

4.1.- El servicio-testimonio del presbítero en la comunidad eclesial47

Objetivo

Animar permanentemente a los Sacerdotes a vivir con fidelidad su ministerio, renovando cada

día la alegría de la vocación recibida en la oración y el compromiso apostólico.

46 Evangelii Gaudium nº 261

47 Congregación para la Doctrina de la Fe. Carta a los Obispos Communionis Notio. 28-5-1992.

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De allí lo que primero resalta en consideración es el valor de la Vocación Sacerdotal, vocación

altísima y que reviste en todas formas un misterio, como don, como elección, como gracia de

perseverancia y fidelidad. Por ello, frente a la consideración de las propias limitaciones y

debilidades, los Presbíteros, tanto como los fieles laicos, deben volver siempre a la memoria de

este precioso don con el cual los sacerdotes han sido llamados y se han configurado con

Jesucristo haciéndose participes de su misión salvífica48.

La vocación lleva al Presbítero al servicio de la misión: Cristo asocia a los Apóstoles a su

misma misión. «Como el Padre me ha enviado, así os envío yo a vosotros» (Jn 20, 21). En la

misma sagrada Ordenación está ontológicamente presente la dimensión misionera. El

sacerdote es elegido, consagrado y enviado para hacer eficazmente actual la misión eterna de

Cristo, de quien se convierte en auténtico representante y mensajero. No se trata de una simple

función de representación extrínseca, sino que constituye un auténtico instrumento de

transmisión de la gracia de la Redención: «Quien a vosotros escucha, a mí me escucha; quien a

vosotros rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado»

(Lc 10, 16).

Se puede decir, entonces, que la configuración con Cristo, obrada por la consagración

sacramental, define al sacerdote en el seno del Pueblo de Dios, haciéndolo participar, en un

modo suyo propio, en la potestad santificadora, magisterial y pastoral del mismo Cristo Jesús,

Cabeza y Pastor de la Iglesia. El sacerdote, al hacerse más semejante a Cristo es —gracias a

Él, y no por sí solo— colaborador de la salvación de los hermanos: ya no es él quien vive y

existe, sino Cristo en él (cfr. Gál 2, 20).

Actuando in persona Christi Capitis, el presbítero llega a ser el ministro de las acciones

salvíficas esenciales, transmite las verdades necesarias para la salvación y apacienta al Pueblo

de Dios, guiándolo hacia la santidad.

Sin embargo, la conformación del sacerdote a Cristo no pasa solamente a través de la actividad

evangelizadora, sacramental y pastoral. Se verifica también en la oblación de sí mismo y en la

expiación, es decir, en aceptar con amor los sufrimientos y los sacrificios propios del ministerio

sacerdotal. El Apóstol san Pablo expresó esta significativa dimensión del ministerio con la

célebre expresión: «Me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo

que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de Su Cuerpo que es la Iglesia» (Col 1, 24)49.

48 Cfr. Evangelii Gaudium nº 273-276.

49 Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros nº 8 (2013)

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4.2.- El Presbítero en la vida de la comunidad diocesana50.

Objetivo

Suscitar instrumentos y acciones de coordinación pastoral que estimulen la preparación

intelectual y espiritual al servicio de la acción pastoral en bien del pueblo de Dios.

Siendo los Presbíteros los principales agentes en la pastoral castrense, enviados y en

colaboración con el Obispo, deben asumir su rol evangelizador, en las presentes circunstancias

de indiferencia, de idolatría material, de secularización, con un nuevo ardor que señale un

cambio de actitud para centrar su ministerio, palabra, presencia y sacramentos, en la Persona de

Cristo y su Evangelio51.

Esto lleva al Presbiterio de nuestro Obispado a asumir una actitud de misión permanente, donde

las acciones diversas se unifiquen en espíritu del envío y en la conciencia de ser discípulo

misionero cuyo celo apostólico genere constantemente una creatividad pastoral que, dentro de

los valores y elementos culturales de nuestros ámbitos castrenses, haga posible insertar los

valores cristianos y la ejemplaridad de los contenidos del Evangelio.

4.3.- Los candidatos al Orden Sagrado52:

Objetivo

Ofrecer al adolescente y al joven la posibilidad de desarrollar un verdadero discernimiento

vocacional a través de la dirección espiritual y la concreción de experiencias donde se asuman

verdaderas responsabilidades apostólicas, misioneras y de ejercicios de la caridad

La vocación es la respuesta de Dios a la comunidad comprometida y orante. El ámbito de las

Fuerzas Armadas y de Seguridad ha sido tierra fecunda para el fruto de las diversas vocaciones

y carismas en la Iglesia. Se ve en la vocación de servicio el denominador común entre aquellos

50 Cfr. Concilio Vaticano II. Presbiterorum Ordinis Nº 10 y Cfr. art.20 y art. 21. Estatuto del Obispado Castrense de Argentina.

51 “El presbítero, a imagen del Buen Pastor, está llamado a ser hombre de la misericordia y la compasión, cercano a su pueblo y servidor de todos, particularmente de los que sufren grandes necesidades. La caridad pastoral, fuente de la espiritualidad sacerdotal, anima y unifica su vida y ministerio. Consciente de sus limitaciones, valora la pastoral orgánica y se inserta con gusto en su presbiterio.” Documento Aparecida Nro. 198.

52 Lc 9,2: “Rueguen al dueño de la mies que envíe obreros a su mies”. Concilio Vaticano II. Optatam Totius 2: “El deber de fomentar las vocaciones pertenece a toda la comunidad de los fieles, que debe procurarlo, ante todo, con una vida totalmente cristiana; ayudan a esto, sobre todo, las familias, que, llenas de espíritu de fe, de caridad y de piedad, son como el primer seminario, y las parroquias de cuya vida fecunda participan los mismos adolescentes… y, sobre todo, las asociaciones católicas, procuren cultivar a los adolescentes que se les han confiado, de forma que éstos puedan sentir y seguir con buen ánimo la vocación divina. Muestren todos los sacerdotes un grandísimo celo apostólico por el fomento de las vocaciones y atraigan el ánimo de los jóvenes hacia el sacerdocio con su vida humilde, laboriosa, amable y con la mutua caridad sacerdotal y la unión fraterna en el trabajo”. Documento de Aparecida, nº 314: “En lo que se refiere a la formación de los Discípulos misioneros, ocupa un lugar particular la pastoral vocacional. Ésta es responsabilidad de todo el Pueblo de Dios, comienza en la familia y continúa en la comunidad cristiana. Se debe ayudar a los jóvenes a descubrir el sentido de la vida y el proyecto que Dios tenga para cada uno ayudándoles en el proceso de discernimiento”. Cfr. Art. 20. Estatuto del Obispado Castrense de Argentina.

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que trabajan en la defensa de la paz y el orden y los que se entregan a Dios y al prójimo en

predicar el Reino de Dios.

Numerosos sacerdotes y seminaristas del Obispado Castrense han pasado por los institutos de

formación de las fuerzas o por sus filas. Se considera que ellos han profundizado en la

generosidad de su entrega y que su experiencia anterior les dará más elementos para llegar

mejor a los destinatarios del ministerio.

Los seminaristas se preparan junto a otros jóvenes en seminarios de diócesis hermanas para

responder al llamado de Jesús Buen Pastor, que sigue llamando a muchos para estar con Él y

enviarlos a predicar el Reino de Dios.

De modo preponderante los Institutos de Formación, de las cinco Fuerzas, serán un ámbito

propicio para ver y suscitar –en el corazón de sus jóvenes- la posibilidad de entrever el llamado

particular del Señor. Asimismo las Capellanías en Barrios Militares serán un lugar donde el

contacto con las familias y sus hijos creen un espacio propicio para que se den las condiciones

propicias para que el don de la vocación surja con naturalidad dentro del ámbito de las

comunidades castrenses.

4.4.- La presencia de religiosos y comunidades religiosas en el ámbito castrense53

Objetivo

Generar espacios de reflexión, acción institucional que permitan articular la originalidad y

riqueza de la espiritualidad de cada comunidad religiosa con las orientaciones pastorales de

esta diócesis castrense

La presencia de vida religiosa en las Fuerzas Armadas y de Seguridad tiene una raigambre

histórica que se remonta a los orígenes de la atención espiritual al Personal Castrense y sus

familiares. Desde los albores de nuestra Patria, notables Religiosos acompañaron las campañas

libertadoras y también hoy tanto las Ordenes, congregaciones e Institutos siguen acompañando

la pastoral castrense, aportando su riqueza espiritual propia. Junto al valioso aporte de los

Religiosos también las Hermanas, que antaño consagraran su vida a la atención de los heridos

en los hospitales de sangre, hoy siguen marcando con su impronta femenina la vida pastoral de

nuestro Obispado, cumpliendo un papel invalorable en la atención pastoral de los enfermos, la

catequesis y las obras de caridad54.

53 Concilio Vaticano II Lumen Gentium. Nro 44 “Por consiguiente, el estado constituido por la profesión de los consejos evangélicos, aunque no pertenece a la estructura jerárquica de la Iglesia, pertenece, sin embargo de manera indiscutible, a su vida y santidad”. Concilio Vaticano II Lumen Gentium. Nro 46 “Por lo cual, finalmente, el sagrado Sínodo confirma y alaba a los varones y mujeres, a los Hermanos y Hermanas que en los monasterios, o en las escuelas y hospitales, o en las misiones, hermosean a la Esposa de Cristo con la perseverante y humilde fidelidad en la susodicha consagración y prestan a todos los hombres los más generosos y variados servicios.” Cfr Art. 6. Estatuto del Obispado Castrense de Argentina.

54 Evangelii Gaudium nº 103. La Iglesia reconoce el indispensable aporte de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad, una intuición y unas capacidades peculiares que suelen ser más propias de las mujeres que de los varones. Por ejemplo, la especial atención femenina hacia los otros, que se expresa de un modo particular, aunque no exclusivo, en la maternidad. Reconozco con gusto cómo muchas mujeres comparten responsabilidades pastorales junto con los sacerdotes, contribuyen al acompañamiento de

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Hoy, nuestro Obispado sigue contando con estas Comunidades, inestimables y difícilmente

sustituibles. Una labor que va mas allá de ser presencia de consuelo y caridad con los enfermos

ya que su acción se extiende a la asistencia en los Barrios Militares, en las Misiones

organizadas por el Obispado y por todo otro tipo de apostolado y compromiso que hace de la

presencia Religiosa un elemento imprescindible en la pastoral del Obispado Castrense.

Es responsabilidad de toda la comunidad fiel, el aprecio, la oración y la motivación para que las

Comunidades religiosas se sientan integradas, valoradas y logren de nuestra Iglesia otras

vocaciones que se sumen a esta misión.

personas, de familias o de grupos y brindan nuevos aportes a la reflexión teológica. Pero todavía es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Porque el genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social; por ello, se ha de garantizar la presencia de las mujeres también en el ámbito laboral y en los diversos lugares donde se toman las decisiones importantes, tanto en la Iglesia como en las estructuras sociales.

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APARTADO BIBLIOGRÁFICO SOBRE LA EVANGELIZACIÓN EN LOS DOCUMENTOS

DEL MAGISTERIO UNIVERSAL

I. CONCILIO VATICANO II.

1. Gaudium et Spes. Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual. 1965.

2. Apostolicam actuositatem. Decreto sobre el apostolado de los seglares. Concilio

Vaticano II. 1965.

3. Ad gentes. Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia. Concilio Vaticano II.

1965.

II. CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA.

La Iglesia y el mandato misionero, nº 849.

La evangelización como derecho y deber de la Iglesia, nº 848

Fuentes del afán de evangelización, nº 429

Motivos de evangelización, nº 851

Origen y fin de la evangelización, nº 852-856

Evangelización y Liturgia, nº 1072

Caminos de evangelización, nº 852-856

Colaboradores en la evangelización, nº 927-933

Evangelización y testimonio de los bautizados, nº 2044, nº 2472

Misión de los laicos en la evangelización, nº 905

Los padres y la evangelización de los hijos, nº 2225

III. MAGISTERIO PONTIFICIO.

1. Evangelii nuntiandi. Exhortación apostólica acerca de la evangelización en el mundo

contemporáneo. Pablo VI. 1975.

2. Christifideles laici. Exhortación apostólica postsinodal sobre la vocación y misión de

los laicos en la Iglesia y el mundo. Juan Pablo II. 1988.

3. Redemptoris missio. Encíclica sobre la permanente Validez del Mandato Misionero.

Juan Pablo II. 1990.

4. Ecclesia in America. Exhortación Apostólica Postsinodal. Juan Pablo II. 1999.

5. Cruzando el umbral de la esperanza. Cap. 18. Juan Pablo II.

6. Anuncio de creación del Consejo Pontificio para la nueva evangelización. Primeras

Vísperas de la solemnidad de San Pedro y San Pablo (Basílica papal de San Pablo

extramuros). Benedicto XVI. 2010.

7. Ubicumque et Semper. Carta Apostólica en forma de “Motu Proprio” con la cual se

instituye el Consejo pontificio para la promoción de la nueva evangelización. Benedicto

XVI. 2010.

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8. Homilía en la Santa Misa para la Nueva Evangelización. Benedicto XVI. 2011.

9. Discurso a los participantes en la plenaria del Consejo pontificio para la promoción de

la nueva evangelización. Benedicto XVI. 2011.

10. Porta fidei. Carta Apostólica en forma de “Motu Proprio”, con la que se convoca el Año

de la fe. Benedicto XVI. 2011.

11. Lumen Fidei. Encíclica. Francisco. 2013

12. Evangelii Gaudium. Exhortación apostólica postsinodal. Francisco. 2014.

IV. CELAM

1. Documento de Aparecida. 2007.

V. CEA

1. Navega Mar Adentro. 2003.

2. Hacia un bicentenario en justicia y solidaridad. 2008.

3. Carta Pastoral de los Obispos argentinos con ocasión de la misión continental. 2009.

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Obispado Castrense de ArgentinaAv. Comodoro Py 1925 - (C1104AAM)

Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina

Tel: (0054-11) 4311 - 9113 / 7431 / 9240

Fax; (011) 4311 - 4081

Web: www.obispadocastrenseargentina.org

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