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L a R e v o l u t i o n M e x i c a n a y l a s r e v o l u c i o n e s m o d e r n a s .

L o s h i s t o r i a d o r e s y l a h i s t o r i a p a r a e l s i g l o x x i

Coordinadores JOSE R. PANTOJA REYES

ALEJANDRO PINET PLASENCIA

MARIA XOCHITL DOMINGUEZ PEREZ

Escuela Nacional de Antropologia

e Historia Institute Nacional de Antropologia e Histona < •

Consejo Nacional IOB bistonabores v la historia para rl -» Cultura y las Artes & l v J _ L / U ^V. /v l V U l U l

Ediciones Navarra

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INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGIA E HISTORIA Alfonso de Maria y Campos Direction General Rafael Perez Miranda Secretaria Tecnica

ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGJA E HISTORIA Alejandro Villalobos Perez Direction Maria Isabel Campos Goenaga Secretaria Academica Berna Leticia Valle Canales Subdireccion de Investigation Jesus Samuel Hernandez Hernandez Subdireccion de Extension Academica

Oscar Arturo Cruz Felix Diseno de portada SPaula M. Navarro E. Diseno de interiores

LA REVOLUCION MEXICANA y LAS REVOLUCIONES MODERNAS. LOS HISrORIADORES V LA HISTORIA PARA EL SIGLO XXI Jose R. Pantoja Reyes Alejandro Pinet Plasencia Maria Xochitl Dominguez Perez Coordinadores

Primera edicion: 2010 ISBN: 978-607-484-151-0

Esta publication no podra ser reproducida total o parcialmente, incluyendo el diseno de portada; tampo-co podra ser transmitida ni utilizada de manera alguna por ningun medio, ya sea electronico, mecanico, electrografico o de otro tipo sin autorizacion por escrito del autor.

D. R. © 2010 Instituto Nacional de Antropologia e Historia Cordoba No. 45, Col. Roma, C. P. 06700, Mexico D.F. [email protected] Escuela Nacional de Antropologia e Historia Periferico sur y Zapote s/n, Col. Isidro Fabela, Tlalpan, C. P. 14030, Mexico D.F.

D. R. © 2010 Ediciones Navarra, por las caracteristicas de esta edicibn. Van Ostade No. 7, Col. Alfonso xm, C. P. 01460, Mexico D.F., Telefono: 56-51-08-56

Impreso y hecho en Mexico

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I n d i c e

Presentat ion Jose Pantoja Reyes Alejandro Pinet Plasencia

Diez anos de revolut ion: Francia 1789 -1799 y Mexico 1910 -1920 Catherine Heau Lambert Enrique Rajchenberg S. 13

La Revolut ion Francesa: •J ,jUna historiografia terminee?

Alvaro Santana-Acuna 43

Dos revoluciones, dos bicentenarios. La revolu t ion como rup tu ra en la historiografia de Mexico frente al caso frances Alejandro Pinet Plasencia 69

Un repaso de la historiografia de la Revolut ion Inglesa Jose Enrique Covarrubias

Una revolu t ion sui generis. El fascismo italiano Franco Savarino

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La batalla por Mexico Francisco Pineda 143

La Revolucion Mexicana y la Casa del Obrero Mundia l Anna Ribera Carbo 165

La organiza t ion de los trabajadores y el Estado Revolu­tionary. El caso de la fabrica La Magdalena. 1873-1930 Maria Xochitl Dominguez Perez Lilia Juarez Fiesco 175

La Revolucion Mexicana y el pa t r imonio cultural (1910 -1917) Mtro. Sergio Ydnez Reyes 217

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L a R e v o l u c i o n F r a n c e s a :

^ u n a h i s t o r i o g r a f i a terminee?1

Alvaro Santana-Acuna Universidad de Harvard

El p ropos i to d e este trabajo es el d e reflexionar acerca del e s tado de la histo­riografia sobre la Revolucion Francesa tras el bicentenario de 1989. La tesis que defiendo es que dicha historiografia cont inua c o n d e n s a n d o y ejemplifi-cando todas las mane ra s de explicar la historia desde que esta u l t ima adqui -rio su s ta tus de disciplina cientifica en la p r imera mi tad del siglo xix. C o m o resul tado, la revolucion sigue s iendo u n filon inacabable de invest igacion empir ica y u n laboratorio pr ivi legiado pa ra la teoria en historia y ciencias sociales. La res tauracion explicativa de la politica (mediante el concepto de cul tura politica), el ascenso (y vigente casi-monopolio) de la historia cultural , el impacto del giro linguistico, la crisis e in tento actual de renovacion de la historia social, el re torno del sujeto, la explosion de la historia de las mujeres y del genero, la i r rupcion de los es tudios poscoloniales, asi como el interes creciente por la interdiscipl inar iedad, son avances que caracter izan el curso teorico y temat ico de ambas , historia y ciencias sociales, en las u l t imas cua t ro decadas . Todos estos avances no solo han s ido apl icados a invest igaciones sobre la revolucion, sino que a d e m a s ent re sus principales defensores f iguran prec isamente especialistas de la misma.

Correo electronico: [email protected]. El presente trabajo constituye la primera for­mulation de un proyecto en curso en el que analizo la evolution de la historiografia de la Revolucion Francesa en conexion con el origen y desarrollo de la profesion historica. Si bien el esquema interpretative que aqui esbozo es inedito y preliminar, el lector interesado en conocer mas en detalle la aportacion de los historiadores anglofonos a la historiografia revo-lucionaria pos-bicentenario puede consultar mi trabajo previo: "Entre la cultura, el lenguaje, lo 'social' y los actores: la nueva historiografia anglofona sobre la Revolucion francesa", Historia Social 54 (2006) pp. 157-181.

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44 LA REVOLUCION FRANCESA

En consecuencia, parafraseando a Frangois Furet, quien en la decada de 1970 anunciara que la Revolucion Francesa - c o m o evento historico- habia terminee, la produccion cientifica posterior al bicentenario revela que la historiografia revolucionaria esta lejos de haber terminee.2

Sin embargo, sobre todo a part ir de 1989, una par te importante del desarro-llo historiografico no ha ocurr ido en Francia exclusivamente. Si se desea tener constancia de los avances arriba mencionados ha de dirigirse la atencion fuera del hexagono trances hacia la investigacion realizada al otro lado del Canal de la Mancha, del Oceano Atlantico e incluso del m u n d o -caso de Australia. Por lo tanto, u n a pr imera caracteristica de la investigacion pos-bicentenario es lo que podria denominarse la descolonizacion historiogrdfica de la Revolucion Francesa. Francia, la metropolis historiogrdfica que hasta el bicentenario habia ostentado la supremacia de los estudios historicos sobre 1789, comparte hoy dicha suprema-cia con la investigacion de colonias historiogrdficas como Inglaterra, Estados Uni-dos y Austral ia en particular, a d e m a s d e Alemania, Belgica, Italia y Espana.

Esta tendencia poscolonial de la historiografia no afecta solo a la Revolucion Francesa, sino que es visible en la investigacion de otros procesos historicos de la contemporane idad y anteriores a esta. Una explicacion plausible es la creciente internacionalizacion - o globalizacion- de la investigacion, que hace cada vez mas complejo el dominio de historiografias nacionales sobre eventos y procesos historicos t radicionalmente considerados clave para la genesis del m u n d o occidental, como es el caso de la revolucion.3

Bajo esta premisa introductoria de la descolonizacion historiogrdfica, he dividi-do el presente trabajo en tres partes. En la primera, sintetizo los dos principa­l s modelos teoricos para el es tudio de la historia disponibles hasta mediados de los anos sesenta del siglo xx y menciono brevemente a sus representantes para la historiografia de la Revolucion Francesa. En la segunda , presento la respuesta empirica que los historiadores de la revolucion han ofrecido ante el agotamiento de los dos modelos previos. Esta respuesta la ag rupo en cuatro

2 Michel Vovelle ha emitido un juicio similar en: "Preface", en Martine Lapied y Christine Peyrard (dirs.), La Revolution francaise au carrefour ties recherches, Universite de Provence, Aix-en-Provence, 2003, pp. 5-9.

3 A una conclusion parecida llega Georg Iggers, para quien la internacionalizacion historio-grafica ha provocado en los ultimos anos el despegue de una verdadera historia mundial y la explosion de los estudios globales comparativos. Iggers, Historiography in the Twentieth Century: From Scientific Objectivity to the Postmodern Challenge, Wesleyan University Press, Hannover y Londres, 2005,2 epilogo.

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/UNA HISTORIOGRAFiA TERM/NEE? 45

alternativas: la cultura, el lenguaje (o discurso), lo social y los actores. En la ul t ima parte, in t roduzco las aportaciones del pos-revisionismo y la reflexion actual sobre los conceptos fundacionales de la modern idad occidental, espe-cialmente el concepto de "lo social".

1. Las teorias de la historia subjetivista y objetivista

Desde su institucionalizacion como disciplina cientifica en la p r imera mi tad del siglo xix, la historia se ha escrito (y explicado) mediante dos grandes mode-los teoricos: el subjetivista y el objetivista. El p r imero se asocia t radicionalmen-te con el historicismo aleman decimononico, mientras que el s egundo se asocia sobre todo con las dos pr imeras generaciones d e la escuela de los Annates y con los historiadores marxistas britanicos. A partir de la decada de los sesenta del siglo xx, ante el progresivo cuest ionamiento de ambos modelos teoricos co-menzo a surgir u n o nuevo, el mediacional, del que me ocupare mas adelante.4

SUBJETIVISMO. El mode lo subjetivista de la historia se consolido en parale-lo al ascenso de la sociedad liberal-capitalista y la afirmacion de los estados nacionales europeos. Precisamente, en Alemania, u n o de los nuevos es tados nacion, esta teoria alcanzo su pleno apogeo, teniendo en Leopold von Ranke a u n o de sus mas reconocidos adalides. El subjetivismo, en sintesis, es u n a teoria individualista de la historia, basada en una concepcion empirista de la ciencia y centrada en el concepto de sujeto. Segun este modelo, el sujeto, es decir, el individuo, se compor ta de manera au tonoma y racional, sin que su accion este constrenida por el contexto historico en el q u e vive. En consecuencia, para u n historiador subjetivista, como von Ranke, los eventos historicos debian expli-carse como el resul tado directo y no m e d i a d o de la actuacion de los individuos. Evidentemente, cuanto mayor era el poder que u n individuo acumulaba en sus manos, mayor era el impacto que su accion personal tendria en el curso de la

4 Mi caracterizacion de los modelos teoricos subjetivista y objetivista esta basada en: Miguel A. Cabrera, Historia, lenguaje y teoria de la sociedad, Catedra, Madrid, 2001, cap. 1. Para una sintesis del desarrollo historiografico desde mediados del siglo xix hasta inicios del siglo XXI: Iggers, Historiography in the Twentieth Century. Iggers es asimismo autor de un trabajo sobre la profesion historica alemana: Deutsche Geschichtswissenschaft: eine Kritik der traditio-nellen Geschichtsauffassung von Herder bis zur Gegenwart, Bohlau, Viena, 1997. Para el caso trances e ingles: Francois Dosse, L'Histoire en miettes. Des "Annates" a la "nouvelle histoire", La Decouverte, Paris, 20052, y Harvey J. Kaye, The British Marxist Historians: An Introductory Analysis, Polity Press, Nueva York, 1995.2

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46 LA REVOLUCION FRANCESA

historia. Por este motivo, los historiadores subjetivistas d ieron preferencia al es tudio de las elites politicas (en vez del campesinado, los ar tesanos o la clase trabajadora) y, sobre todo, de los grandes hombres y estadistas.

Dado q u e la decision de u n rey, u n gobernante, u n lider politico, entre otras poderosas figuras, podia afectar la vida de miles o millones de personas, el historiador tenia que centrar su invest igat ion sobre esa figura para compren-der sus pensamientos y asi desentranar el por que de su accion. Reconstruir la toma de decisiones de los grandes hombres se convirtio, por consiguiente, en una tarea prioritaria para los historiadores subjetivistas. Al otorgar u n carac-ter au tonomo a la accion de los individuos, aquellos no creian que las ideas que conducian a u n sujeto historico a tomar una de te rminada decision fuesen provocadas o influenciadas por el contexto; al contrario, para el mode lo sub-jetivista, las ideas de u n sujeto e ran concebidas por el mismo, sin influencia significativa d e su entorno, enalteciendose por lo tanto la genial idad intelectual y creativa del sujeto.

La diplomacia, la alta politica o la guerra eran los escenarios privilegiados donde , segun este modelo, la influencia de la accion racional del sujeto auto­n o m o se desplegaba con mayor claridad, en suma, d o n d e la ac tua t ion de los g randes hombres se emancipaba p lenamente de la economia, la sociedad y la cul tura de u n a de terminada epoca, al mi smo t iempo que esta ul t ima por el contrario si era t ransformada en profundidad por la accion de esos hombres .En cuanto a la historiografia de la revolucion se refiere, Alphonse Aulard 5 destaco como u n o de los representantes mas cualificados de este modelo. Quien fuera el pr imer tenedor de la catedra de la Revolucion Francesa creada en 1887 en la Univers idad de la Sorbona, dedico sus obras tempranas a los politicos revolu-cionarios y sus intervenciones en las asambleas consti tuyente y legislativa y en la conven t ion nacional, a lo que siguio u n a colosal labor de algo mas de dos decadas consagrada a la compi la t ion y publ icat ion de fuentes historicas pri-

5 Sobre Aulard: Georges Belloni, Aulard, historien de la Revolution francaise, PUF, Paris, 1949. Entre las principales contribuciones de Aulard destacan: L'Eloquence parlementaire pen­dant la Revolution francaise. Les orateurs de l'Assemblee constituante, Hachette, Paris, 1882; L'Eloquence parlementaire pendant la Revolution francaise. Les orateurs de la Legis­lative et de la Convention, Hachette, Paris, 1885-1886; Recueil des actes du comite de salut public, Imprimerie nationale, Paris, 1889-1904; La Societe des Jacobins, Jouaust, Paris, 1889-1897; Paris pendant la reaction thermidorienne et sous le directoire, L. Cerf, Paris, 1898-1902; Histoire politique de la Revolution francaise, origines et developpement, de la democratie et de la republique, 1789-1804, Paris, A. Colin, 1901.

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; UNA HISTORIOGRAFIA TERMINEE? 47

marias (en particular, relacionadas con instituciones politicas como el Comite de Salud Ptiblica) y la ed i t ion de las memor ias de destacados politicos revolu-cionarios (especialmente, el presidente de la C o m u n a de Paris Pierre-Gaspard Chaumet te , el presidente de la Conven t ion y miembro del Comite de Salud Publica Marie-Jean Heraul t de Sechelles y el g i rondino Jean-Baptiste Louvet de Couvrai). Ademas , Alphonse Aulard escribio una historia de la revo lu t ion en cuatro tomos de perfil ne tamente politico.

OBJETIVISMO. El segundo modelo teorico, el objetivista, comenzo a institu-cionalizarse irreversiblemente tras la i r rup t ion de tres procesos historicos que contaron con una amplia par t ic ipat ion colectiva: la Primera Guerra Mundia l y las revoluciones rusa y mexicana. Traducido al terreno de la teoria de la histo­ria, estos procesos demost raron que el mode lo subjetivista, al enfocarse exclu-sivamente en la act ion de los grandes hombres y en la alta politica, no podia explicar satisfactoriamente nuevos fenomenos sociales pro tagonizados por la masa colectiva y anonima.

La alternativa teorica ofrecida por los historiadores objetivistas fue u n nue-vo modelo estratificado y monocausal , basado no en el concepto de sujeto, sino en el de sociedad. La act ion del sujeto no era ya explicada como au tonoma sino que, al contrario, estaba profundamente condicionada por la sociedad en la que ocurria. Por lo tanto, las decisiones de los individuos, incluidos los grandes hombres, es taban sometidas a fuerzas estructurales emanadas de la sociedad que escapaban a su control efectivo. En sintesis, los historiadores objetivistas creian (1) que la sociedad estaba divida en dos estructuras: u n a objetiva (la estructura economica y social) y otra subjetiva (conteniendo la cultura, las ins­tituciones, las leyes, las ideas, etc.), y (2) que la estructura objetiva era la que suministraba los patrones de ideas y practicas a la subjetiva. El cambio histori-co, segun este modelo, no era la consecuencia de la act ion individual del sujeto (los grandes hombres y las elites politicas), sino el p roduc to de u n desfase en-tre las dos estructuras de la sociedad. Por tanto, el cambio historico acontecia cuando la re la t ion de ambas estructuras estaba reajustandose.

Para los historiadores objetivistas, las estructuras objetiva y subjetiva de la socie­dad estaban siempre en tension continua, porque la segunda (la subjetiva) queda-ba cronicamente desfasada respecto a la primera. Las fuerzas sociales y economicas generaban este desfase, que no solo escapaba al control de los individuos, sino que condicionaba su pensamiento y action historica, provocando en ultimo termino una transformation integral y profunda de toda la sociedad. De esta manera, el modelo

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48 LA REVOLUCION FRANCESA

objetivista redujo la importancia de la libertad de actuacion de los sujetos, quedando estos sometidos, por el contrario, a los dictados de los cambios operados en la estruc-tura objetiva.

Entre los historiadores que aplicaron el modelo objetivista a la revolucion (creando la l lamada interpretation cldsica) destacaron Albert Mathiez, Ernest La­brousse, Georges Lefebvre y especialmente Albert Soboul. Mathiez,6 sucesor de Aulard en la catedra de la Univers idad de la Sorbona, institucionalizo la interpretacion de la revolucion como u n conflicto social y economico, prota-gonizado por clases sociales. Interpretacion que Lefebvre y Labrousse abraza-ron y perfeccionaron. Lefebvre/ defendio que 1789 fue una revolucion social ( subordinando asi la politica a lo social), protagonizada por una clase social, la burguesia , y con un papel central desarrol lado por las clases populares , en part icular el campesinado. Labrousse,8 por su parte, contr ibuyo decisivamente a investigar la conexion entre hechos socio-economicos y procesos colectivos. Para el, la accion de los indiv iduos en 1789 fue u n reflejo objetivo y directo de los dramaticos cambios materiales (en especial, el desfase creciente entre el alza de los precios de productos de pr imera necesidad y el es tancamiento de los salarios) operados en la economia francesa de fines del Ant iguo Regimen.

Con Soboul,9 sucesor de Lefebvre en la catedra de la Sorbona, la interpre­tacion clasica llego a su pleno apogeo; la revolucion era explicada como el re-sul tado de u n proceso social y economico que acabo radicalmente y por com-pleto con u n a forma de sociedad casi milenaria, el Ant iguo Regimen, siendo sust i tuida por la sociedad burguesa liberal-capitalista. La revolucion marco, en suma, el triunfo de la burguesia sobre otras clases sociales, mientras que la sociedad antiguorregimental , en declive progresivo e irreversible, fallecio de muer te subita en 1789.

La interpretacion clasica domino incontestada hasta mediados de la deca-da de los sesenta del siglo xx, cuando comenzo el revisionismo l iderado por

Vease especialmente: La Vie chere et le mouvement social sous la Terreur, Payot, Paris, 1973 (1927). Veanse en particular: Les Paysans du nord pendant la Revolution francaise, O. Marquant, Lille, 1924, y Quatre-vingt-neuf, Maison du livre francais, Paris, 1939. Veanse especialmente: Esquisse du mouvement des prix et des revenus en France au xvm siecle, Libraire Dalloz, Paris, 1933, y La Crise de Veconomie francaise a la fin de I'ancien regime et au debut de la Revolution, PUF, Paris, 1944. Veanse especialmente:, Clavreuil, Paris, 1958, y Precis d'histoire de la Revolution francaise, Edi­tions sociales, Paris, 1962.

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;UNA HISTORIOCRAFIA TERM/NEE? 49

los historiadores Alfred Cobban, George Taylor, Denis Richet y, en particular, Francois Furet.10 Como abordo a cont inuat ion, el revisionismo estuvo inextri-cablemente u n i d o al agotamiento del mode lo objetivista, lo que condujo a la aparicion de u n nuevo modelo teorico: el mediacional.

2. La teoria de la historia mediacional.

En la decada de los sesenta, los historiadores de vanguard ia se mos t ra ron pro-gresivamente disconformes ante las inconsistencias teoricas del mode lo objeti­vista reveladas por nueva invest igat ion empirica. D a d o que, segun el modelo, la accion de los sujetos tenia su origen en la sociedad, el conocimiento profundo de sus estructuras permitir ia descubrir la ley que gobernaba la historia; a saber, la accion h u m a n a era, en ul t ima instancia, el resul tado del condicionamiento de la estructura objetiva de la sociedad sobre los sujetos. En terminos empiricos, esta ley suponia concluir que a una crisis economica profunda seguiria u n a re­vo lu t ion social t ransformadora o que la pos i t ion objetiva de los indiv iduos en una sociedad determinaba su clase social y en consecuencia su imaginario cul­tural y practica politica. La aplicacion cada vez mecanicista de esta ley, condujo a historiadores como Edward P. Thompson y a la tercera y cuarta genera t ion de los Annalesn (al igual que a los revisionistas de la Revolut ion Francesa), a denunciar que, de la misma manera que el mode lo subjetivista habia reducido las estructuras a meras acciones de grandes hombres , el modelo objetivista ha­bia reducido la explication de la accion h u m a n a a la de terminat ion mecanicista de las estructuras.

Como alternativa teorica, estos historiadores a rgumenta ron que entre la ac­tion de los indiv iduos y el condicionamiento externo de las estructuras existia u n espacio intermedio, ocupado por u n a ent idad hasta entonces desconocida,

10 Cobban, The Social Interpretation of the French Revolution, Cambridge University Press, Cam­bridge, 1964; Taylor, "The Paris Bourse on the Eve of the French Revolution, 1781-1789", The American Historical Review 67:4 (1962), pp. 951-977; "Types of Capitalism in Eighteenth-Century France", The English Historical Review 79:1, p. 312 (1964), pp. 478-497; y "Noncapi-talist Wealth and the Origins of the French Revolution", The American Historical Review 72: 2 (1967) pp. 469-496; Furet y Richet, La Revolution francaise, Hachette, Paris, 1965 (vease tab. prol. ed. 1973).

11 Thompson, E. P., The Making of the English Working Class, Vintage, New York, 1966 (1963), Jacques Le Goff y Pierre Nora (dirs.), Faire de I'histoire, Gallimard, Paris, 1974, y Jacques Le Goff y Roger Chartier (dirs.), La Nouvelle histoire, Retz-c.E.p.u, Paris, 1978.

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50 LA REVOLUCION FRANCESA

pero que mediaba la relat ion entre las estructuras y la subjetividad, es decir, que filtraba la relat ion entre la sociedad y el sujeto. Ni el mode lo subjetivista, ni el objetivista advirt ieron jamas la existencia de esta ent idad mediadora y, sin embargo, como defendio la vanguard ia de la profesion entonces, reconocer su importancia era el factor clave para explicar la historia; en otras palabras, para, por ejemplo, esclarecer por que u n poderoso gobernante no s iempre era capaz de arrastrar a millones de personas a u n a guerra o por que una crisis economi-ca n o s iempre conducia ineluctablemente a una revolut ion. Ahora bien, que u n porcentaje cada vez mayor de los historiadores reconociesen la existencia de una ent idad mediacional no condujo forzosamente a u n consenso sobre la mis-ma. De ahi que el debate teorico de las ul t imas cuatro decadas en historia (asi como en las ciencias sociales y humanas) , se haya consagrado a (1) determinar la naturaleza de esta ent idad, (2) investigar su funcionamiento y (3) delimitar su impacto sobre la act ion h u m a n a .

Cua t ro h a n sido las a l ternat ivas teoricas que h a n in ten tado resolver el in te r rogante acerca de cual es la en t idad mediacional en t re el sujeto y la sociedad. In te r rogante q u e se r e s p o n d e hac iendo uso d e (1) la esfera cultu­ral, (2) la cons t ruc t ion lingiiistica de la real idad, (3) la d e t e r m i n a t i o n de las es t ruc turas socioeconomicas o (4) la ac t ion consciente del sujeto ra t ional . En sintesis, las a l ternat ivas h a n s ido la cul tura , el lenguaje, lo social y los actores.

Por lo tanto y frente a las interpretaciones a u n de uso habitual, el revisionis-m o d e la Revolut ion Francesa no p u e d e etiquetarse como u n a simple confron­ta t ion ideologica entre los revisionistas y los clasicistas, entre los seguidores de Furet y de Soboul,12 sino que, de u n a manera mas decisiva, ha de explicarse den t ro del contexto conducente a la quiebra del modelo objetivista y el ascenso del mode lo mediacional.

Con Penser la Revolution Frangaise (1978), Furet, quien ya habia iniciado su invest igat ion anti-clasicista en los sesenta, sento definit ivamente las bases en Francia de la nueva in terpre ta t ion que paso a ser conocida popu la rmente como revisionismo. Furet p ropuso la rehabil i tat ion de la politica y una vision de larga d u r a t i o n de la revolut ion. Asi, esta n o se explicaba como u n a lucha de clases sociales sobre la base del condicionamiento socioeconomico, sino como el resul tado del colapso politico e inst i tut ional de una monarqu ia francesa en

12 Para una recopilacion de los principales textos del debate: Antoine de Baecque (dir.), Pour ou contre la Revolution: De Mirabeau a Mitterrand, Bayard, Paris, 2002, pp. 771ss.

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;UNA HISTORIOGRAFIA TERMINEE? 51

pleno proceso de reforma y transformacion de su cul tura politica. Sin este co-lapso, la revolucion no hubiese sido necesaria porque, en real idad, resul to li-berticida mas que l ibertadora, pues, segun Furet, la violencia fue consustancial a la propia revolucion desde 1789 y no tan solo duran te el Terror (1793-1794). La revision de Furet implied, grosso modo, sustituir lo social por lo politico; pasar de u n a revolucion social con consecuencias politicas a u n a revolucion politica con consecuencias -en t re o t ras - sociales. Esta interpretacion domino ampl iamente la celebracion del bicentenario en Francia y tambien en el contex-to anglofono.

La aportacion revisionista encarno ademas el profundo cambio historico asociado a la percep t ion y conceptual izat ion contemporanea del objeto revo­lucion, en el que a u n estamos inmersos. Este debate ha modificado sustancial-mente la explicat ion de los origenes, autor ia y desarrollo de las revoluciones modernas , d a d o que ha cuest ionado su naturaleza exclusivamente social, su caracter ruptur is ta y su desarrollo progresivo. N o en vano, los historiadores insisten en la importancia de factores mediacionales (como la cul tura o el len-guaje), subrayan la cont inuidad entre el antes, el duran te y el despues de la revolucion y, por ul t imo, se interrogan nuevamen te sobre si sus consecuencias inmediatas fueron el progreso y la l iberation. En efecto y al menos para el caso frances, resulta sintomatica la aceptacion del concepto de cul tura politica -cen­tral en la revision furetiana-, que es hoy empleado indist intamente tanto por seguidores de Furet, caso de Patrice Gueniffey,13 como por historiadores so­ciales y culturales vinculados a la interpretacion clasica, caso de Jean-Clement Martin.14

A cont inuat ion, presento, art iculadas en torno a las cuatro al ternativas arri-ba mencionadas , la respuesta empirica que los historiadores de la revolucion han ofrecido ante el agotamiento de los dos modelos previos y pa ra resolver el problema teorico de la media t ion entre la subjetividad y las estructuras. La reflexion que sigue, debido a los limites en la extension de este trabajo, se cir-cunscribe (1), como ya mencione, a la historiografia pos-bicentenario y (2) a la historiografia anglofona sobre la Revolucion Francesa.

13 La Politique de la Terreur: Essai sur la violence revolutionnaire 1789-1794, Fayard, Paris, 2000. 14 Violence et Revolution: Essai sur la naissance d'un mythe national, Seuil, Paris, 2006. Vease

tambien: "Une rupture absolument capitale", Le Monde, sup. Le Monde des livres (6 abril 2007).

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52 LA REVOLUCION FRANCESA

2.2. La Revolucion Francesa como revolucion cultural.

La historia cultural ya dominaba en par te la historiografia de la revolucion antes del bicentenario. Despues del mismo, sin embargo, esta tendencia ha im-pues to largamente su agenda. Los historiadores culturales sostienen, en sin-tesis, que la cultura no es u n mero der ivado o reflejo de la realidad, sino u n ingrediente consti tut ive de las estructuras sociales y economicas que estan en la base de la practica y la accion de los sujetos historicos. Ahora bien, este po-der const i tut ive - y por tanto explicativo- de la cultura no ha l legado nunca a ser uni formemente teorizado; por el contrario, contiene mult iples opciones que van desde el reconocimiento de una interaccion bidireccional y horizon­tal entre la sociedad y la cultura hasta autonomizar por completo la cultura. En este u l t imo caso, toda real idad es - y se explica como- cultural, con lo que el mecanicismo socioeconomico del mode lo objetivista es r eemplazado por el mecanicismo cultural del modelo mediacional-culturalista.15

Entre las mas importantes contribuciones continua des tacando la de Lynn Hunt , u n a de las principales teoricas de la new cultural history y tambien la historiadora cultural es tadounidense de la revolucion mas conocida interna-cionalmente. Tras su pre-bicentenario e influyente Politics, Culture, and Class in the French Revolution (1984), H u n t ha proseguido su analisis de los simbolos, lenguajes y rituales que inventaron y t ransmit ieron la cultura politica y la ac­cion revolucionarias.

En part icular destaca su provocat ivo The Family Romance of the French Revolution,16 en el que conecta s imbolismo politico y psicoanalisis para demos-trar que las nociones de familia y politica estuvieron estrechamente un idas du­rante la revolucion. El pr imero de los conceptos clave que in t roduce es el de romance familiar, que adapta de Freud y se refiere a la fantasia neurotica me-diante la cual los hijos expresan el deseo de eliminar y remplazar a sus padres por otros. El segundo concepto es el de chivo expiatorio, que toma de Rene Girard y a lude a la victima sacrificada para expiar la violencia interna de una

15 Lynn Hunt (ed.), The New Cultural History, University of California Press, Berkeley y Los Angeles, 1989, Roger Chartier, Au bord de la falaise: L'Histoire entre certitudes et inquietude, Albin Michel, Paris, 1998, Victoria Bonnell y L. Hunt (eds.), Beyond the Cultural Turn: New Directions in the Study of Society and Culture, University of California Press, Berkeley, Los An­geles y Londres, 1999, y Gabrielle Spiegel (ed.), Practicing History: New Directions in Historical Writing, Routledge, Nueva York, 2005.

16 University of California Press, Berkeley y Los Angeles, 1992.

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comunidad . Apl icando ambos conceptos a la revolucion, H u n t explica como las relaciones entre la monarquia y el pueblo frances estaban codificadas en terminos familiares. El inicio de la revolucion, cuando la soberania paso del rey absoluto a la Asamblea Nacional, signified u n cuest ionamiento radical de la autor idad y rol patriarcal del soberano, ya erosionado duran te el xvm.

En este contexto de creciente desacralizacion, la muer te del rey-padre en 1793 no solo fue posible, sino que requirio la invencion de u n nuevo orden que fuera capaz de dar significado a lo que estaba pasando y al mismo t iempo legi-timarlo. Los diversos romances familiares de la revolucion desempenaron esta funcion al crear una nueva relacion entre padres e hijos. Precisamente, los hi-jos homicidas se convirtieron en he rmanos que sust i tuyeron al rey-padre para asumir juntos la soberania y compart ir la culpabil idad freudiana del parricidio del chivo expiatorio. La revolucion simbolizo, por tanto, el paso del patriarca-do familiar a la banda de hermanos.

Colin Jones, des tacado representante de la historia cultural inglesa, ha combinado el pape l explicativo de la cul tura con la causal idad socioeconomi-ca, el giro l inguistico y la rehabil i tacion de la historia politica de la revolucion y del siglo xvm franceses. Empir icamente , su p ropues t a se articula en to rno a la defensa de u n vinculo necesario ent re la expans ion del capi ta l ismo comer-cial y el de una mayor conciencia hacia el mercado (que se t radujo en la apa-ricion progres iva de una nueva cul tura del consumo) , asi como la genesis de la sociabilidad civica a t raves de la emergencia de la esfera publica burguesa .

Su defensa del material ismo y la demostracion empirica del desarrollo eco-nomico capitalista estan en la base de su interes por aquellas evidencias mate-riales - como productos y mercancias- que i lustran el cambio cultural hacia el consumo; tal y como demuest ra en su articulo "The Great Chain of Buying",17

en el que re introduce socialmente a la burguesia y reorienta el cambio econo-mico, que relaciona causalmente con la genesis de la esfera publica burguesa y la difusion del lenguaje medico. A traves del es tudio de los affiches (prensa de anuncios surgida en el xvm y que en 1789 representaba la mitad de los titulos periodisticos publicados en Francia), narra la emergencia progresiva de una sociedad comercial y de consumo, su vinculo con la burguesia y, a largo plazo, con los origenes sociales y culturales de la Revolucion.

17 "The Great Chain of Buying: Medical Advertisement, the Bourgeois Public Sphere, and the Origins of the French Revolution", The American Historical Review 101:1 (1996); pp. 13-40.