villa, colonia villa, chihuahua

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COLONIA VILLA La década de los sesenta, quizá una de las más intensas del presente siglo en el ámbito mundial, reservaba el estallido de un importante movimiento social. Casi 30 000 campesinos invadieron varios ranchos ganaderos alegando el fin de las inafectabilidades decretadas por Cárdenas en 1937; los menonitas también fueron víctimas de amenazas agrarias por parte de grupos campesinos que creían que las concesiones otorgadas en los años veinte a esos extranjeros fenecían a mediados de la década de 1960. Los maestros y estudiantes normalistas de Saucillo y Salaices y algunos otros sectores de la burocracia local realizaron varias movilizaciones. El año de 1964, en el contexto de una grave baja en el precio del ganado de exportación y de una tremenda crisis algodonera (sobre todo en Delicias), fue particularmente activo. Bajo el influjo de la Revolución cubana, antiguos líderes sociales y políticos y una nueva generación hallaron campo propicio en las inconformidades sociales acumuladas en los años anteriores. El 23 de septiembre de 1965 ocurrió el asalto armado a Madera. Jóvenes normalistas y maestros, encabezados por el médico Arturo Gámiz, atacaron el cuartel militar de esa población, que fue fundada gracias a las inversiones extranjeras del porfiriato. Los soldados, como en 1954, repelieron y victimaron a los rebeldes: Miguel Quiñones Pedroza, Antonio Escobedo Gaytán, Arturo Gámiz García, Manuel Martínez Valdivia, Pablo Gómez Ramírez, Emilio Gámiz García y Salomón Gaytán. Una de las demandas de los alzados de Madera era precisamente la afectación de los latifundios y su reparto entre los campesinos sin tierra, lo que corroboró el general Lázaro Cárdenas, enviado por el presidente Díaz Ordaz a la zona de conflicto meses después. Así enfrentaba este grupo la política favorable a la ganadería y a la explotación forestal de los grandes capitalistas locales. No en balde el sucesor de Giner, el abogado Óscar Flores Sánchez, se esmeró en llegar a un acuerdo entre las organizaciones campesinas y los grandes ganaderos (como lo era él mismo) para finiquitar "el problema agrario". Para 1970 se habían firmado ya varios convenios que dejaban a salvo los extensos ranchos ganaderos, favorecidos por el método de calcular la pequeña propiedad en terrenos ganaderos según un índice de agostadero que podía llegar hasta a 20 hectáreas por cabeza. Con ese índice, el propietario podía poseer legalmente 5 000 hectáreas. Si a ello se le sumaban los arreglos familiares, el resultado era que a pesar de la reforma agraria las nuevas élites acaparaban porciones importantes de tierra ganadera. Eso contrastaba con la escasez de agostaderos en los ejidos, lo que llevaba a una división del trabajo del todo desfavorable a los pequeños productores, que tenían que criar el ganado en sus primeros meses de vida, justo cuando hay más riesgos y cuando el aumento de peso no es tan significativo. El gobierno federal, a través del Departamento de Asuntos Agrarios, respaldó la gestión de Flores. Sin embargo, las invasiones de tierra continuaron a lo largo del sexenio echeverrista e incluso se prolongaron, con menor intensidad, hasta 1988. Pero no sólo se invadían tierras ganaderas. A los problemas rurales derivados de rezagos y acaparamientos indebidos se sumaron los movimientos populares en las zonas

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Page 1: Villa, colonia villa, chihuahua

COLONIA VILLA La década de los sesenta, quizá una de las más intensas del presente siglo en el ámbito mundial, reservaba el estallido de un importante movimiento social. Casi 30 000 campesinos invadieron varios ranchos ganaderos alegando el fin de las inafectabilidades decretadas por Cárdenas en 1937; los menonitas también fueron víctimas de amenazas agrarias por parte de grupos campesinos que creían que las concesiones otorgadas en los años veinte a esos extranjeros fenecían a mediados de la década de 1960. Los maestros y estudiantes normalistas de Saucillo y Salaices y algunos otros sectores de la burocracia local realizaron varias movilizaciones. El año de 1964, en el contexto de una grave baja en el precio del ganado de exportación y de una tremenda crisis algodonera (sobre todo en Delicias), fue particularmente activo. Bajo el influjo de la Revolución cubana, antiguos líderes sociales y políticos y una nueva generación hallaron campo propicio en las inconformidades sociales acumuladas en los años anteriores.

El 23 de septiembre de 1965 ocurrió el asalto armado a Madera. Jóvenes normalistas y maestros, encabezados por el médico Arturo Gámiz, atacaron el cuartel militar de esa población, que fue fundada gracias a las inversiones extranjeras del porfiriato. Los soldados, como en 1954, repelieron y victimaron a los rebeldes: Miguel Quiñones Pedroza, Antonio Escobedo Gaytán, Arturo Gámiz García, Manuel Martínez Valdivia, Pablo Gómez Ramírez, Emilio Gámiz García y Salomón Gaytán.

Una de las demandas de los alzados de Madera era precisamente la afectación de los latifundios y su reparto entre los campesinos sin tierra, lo que corroboró el general Lázaro Cárdenas, enviado por el presidente Díaz Ordaz a la zona de conflicto meses después. Así enfrentaba este grupo la política favorable a la ganadería y a la explotación forestal de los grandes capitalistas locales. No en balde el sucesor de Giner, el abogado Óscar Flores Sánchez, se esmeró en llegar a un acuerdo entre las organizaciones campesinas y los grandes ganaderos (como lo era él mismo) para finiquitar "el problema agrario". Para 1970 se habían firmado ya varios convenios que dejaban a salvo los extensos ranchos ganaderos, favorecidos por el método de calcular la pequeña propiedad en terrenos ganaderos según un índice de agostadero que podía llegar hasta a 20 hectáreas por cabeza. Con ese índice, el propietario podía poseer legalmente 5 000 hectáreas. Si a ello se le sumaban los arreglos familiares, el resultado era que a pesar de la reforma agraria las nuevas élites acaparaban porciones importantes de tierra ganadera. Eso contrastaba con la escasez de agostaderos en los ejidos, lo que llevaba a una división del trabajo del todo desfavorable a los pequeños productores, que tenían que criar el ganado en sus primeros meses de vida, justo cuando hay más riesgos y cuando el aumento de peso no es tan significativo. El gobierno federal, a través del Departamento de Asuntos Agrarios, respaldó la gestión de Flores. Sin embargo, las invasiones de tierra continuaron a lo largo del sexenio echeverrista e incluso se prolongaron, con menor intensidad, hasta 1988.

Pero no sólo se invadían tierras ganaderas. A los problemas rurales derivados de rezagos y acaparamientos indebidos se sumaron los movimientos populares en las zonas

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COLONIA VILLA periféricas de las ciudades. Era una de las secuelas de la urbanización acelerada y del empobrecimiento rural. En junio de 1968, en las postrimerías del gobierno de Giner, 300 familias invadieron varios predios situados al norte de la ciudad de Chihuahua, propiedad de familias adineradas como Laguette, Valenzuela y Pinnoncelly. Organizada por activistas desprendidos del Partido Comunista, encabezados por Rodolfo Ramos Beltrán, esta invasión atrajo en poco tiempo a cientos de familias que acabaron formando la colonia Francisco Villa.

Tal vez por esas tensiones múltiples, el presidente Echeverría decidió afectar en 1971 la propiedad de Bosques de Chihuahua para formar el ejido más grande del país: el Largo, con 256 000 hectáreas. Los ejidatarios sin embargo quedaron obligados a abastecer de madera a la empresa privada que conservó las instalaciones industriales.

El 15 de enero de 1972 un asalto simultáneo a tres sucursales bancarias de la ciudad de Chihuahua probó la rudeza del gobernador Flores Sánchez. Los responsables fueron rápidamente capturados pero, para sorpresa e indignación de la opinión pública, aparecieron muertos poco después. Estos jóvenes eran herederos de la vertiente radical derivada del asalto a Madera y reforzada después de la masacre estudiantil del 2 de octubre de 1968.

La protesta por el asesinato de los tres asaltantes de los bancos creció y atrajo a gran número de grupos. El movimiento culminó el 28 de enero siguiente con la formación del Comité de Defensa Popular (CDP), que fungiría como centro coordinador y aglutinador de organizaciones diversas, como la colonia Francisco Villa, el Movimiento Sindical Ferrocarrilero, el Sindicato de la Universidad, el sindicato de Aceros de Chihuahua, el Frente Auténtico del Trabajo, la sección 25 del Sindicato de Electricistas, el Movimiento Revolucionario del Magisterio y el Consejo Estudiantil de Lucha. El CDP mantuvo ese carácter hasta 1974, cuando quedó reducido al movimiento de la colonia Francisco Villa.