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Producción de conocimiento,prácticas intelectualesy reflexividad*Uriel Ignacio Espitia Vásquez

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Page 1: Uriel Espitia Vazquez

NO. 29. OCTUBRE 2008. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA96

* Este texto se compone tanto de los análisis propios del autor, como de apartesdel informe de investigación no publicado, presentado a Colciencias, en elcual participaron Juliana Flórez, Uriel Espitia y María Angélica Garzón.

** Psicólogo, Especialista en Comunicación-Educación. Candidato a Magísteren Investigación en Problemas Sociales Contemporáneos, IESCO-Universi-dad Central. Docente-investigador de la línea de Comunicación-Educacióndel IESCO-Universidad Central. E-mail: [email protected]

***Realizado entre febrero de 2007 y marzo de 2008 por tres nodos decoinvestigación: a) el Colectivo de Comunicaciones Montes de María Línea21 de El Carmen de Bolívar - departamento de Bolívar; b) la CorporaciónPromotora Cívico Cultural Zuro-Riente y la Asociación Vecinos Solidarios(AVESOL) (miembros de la Red de Eventos Culturales de la localidad Cuar-ta de San Cristóbal - Bogotá); y c) la línea de Comunicación-Educación delInstituto de Estudios Sociales Contemporáneos-IESCO. El estudio contó conel auspicio del Instituto Colombiano para el Desarrollo de la Ciencia y laTecnología Francisco José de Caldas-Colciencias y la Universidad Central.

ORIGINAL RECIBIDO: 08-VIII-2008 – ACEPTADO: 10-X-2008

Producción de conocimiento,prácticas intelectuales

y reflexividad*

Uriel Ignacio Espitia Vásquez**

Con base en los resultados del proyecto “Gestión cultural y políticas de lugar: enfoques de desarrollo alternativo en SanCristóbal y Los Montes de María”***, se enuncian algunas relaciones analíticas sobre lo que significa producir conoci-miento, desde prácticas intelectuales conjuntadas en una experiencia de coinvestigación con colectivos sociales y las posiblesinfluencias de los procesos de reflexividad dinamizados para el fortalecimiento y la ampliación de las políticas de lugardesarrolladas por estas organizaciones culturales.

Palabras clave: producción de conocimiento, prácticas intelectuales, reflexividad, políticas de lugar.

Com base nos resultados do projeto “Gestão cultural e políticas de lugar: enfoques de desenvolvimento alternativo emSão Cristóvão e Os Montes de Maria”, enunciam-se algumas relaciones analíticas sobre o que significa produzir conhecimento,desde práticas intelectuais conjuntadas em uma experiência de co investigação com coletivos sociais e as possíveis influênciasdos processos de refletividade dinamizados para o fortalecimento e a ampliação das políticas de lugar desenvolvidos porestas organizações culturais.

Palavras-chaves: produção de conhecimento, práticas intelectuais, refletividade, políticas de lugar.

Based on the findings of the project “Gestión cultural y políticas de lugar: enfoques de desarrollo alternativo en SanCristóbal y Los Montes de María”, some analytic relationships are stated between the significance of producing knowledgewhen intellectual practices are getting together with some social collectives in a co-investigation experience, and the possibleinfluences of invigorated reflexivity processes in the strengthening and extension of the local policies developed by thesecultural organizations.

Keywords: knowledge production, intellectual practices, reflexivity, local policy.

[email protected] • PÁGS.: 96-111

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Antecedentes delproyecto

Desde mediados de los añosnoventa, la línea de Comunicación-Educación de la Universidad Cen-tral intuyó el carácter “estratégico”y no instrumental de la comunica-ción1 , que durante la década lossesenta fue la vía predilecta para ladifusión de innovaciones tecnológi-cas por parte del discurso de la mo-dernización desarrollista de lasagencias de cooperación internacio-nal, lo que fue analizado y denun-ciado críticamente por Freire en19732 .

Martín-Barbero (2003) ha mos-trado cómo los intereses hegemónicosde la “sociedad de la información”hoy avalan un comunicacionismo queontologiza la comunicación como elmotor y el contenido último de lainteracción social, al deponer a unregistro secundario la cuestión del

poder y la desigualdad social. Altiempo, se han mitificado los disposi-tivos tecnológicos, los lenguajes ysaberes propios de la comunicación,encumbrando un mediacentrismo quereduce lo comunicativo a los medios,por lo que desde el punto de vista delas prácticas sociales en comunica-ción se vuelve necesario rebasar todolo anterior y también aquel margin-alismo de lo alternativo que cree queuna auténtica comunicación puedahacerse por fuera de la contamina-ción tecnológica/mercantil de losgrandes medios o que debería cir-cunscribirse a experiencias microgru-pales escondidas en el mundo popular(218-221).

Con el desarrollo del programade especialización en Comunica-ción-Educación desde 1998 hasta2006, esta línea de investigaciónpudo conocer muchos trabajos sig-nificativos donde la comunicaciónproducida desde las comunidades

locales, promueve cambios socialescolectivos y procesos de participa-ción ante las condiciones de discri-minación y exclusión, y frente adistintos tipos de violencias, apro-piándose de las propias capacidadespara hacer contar sus voces, sus pro-cesos de gestión social, la preocu-pación por entretejer la cultura conlas tradiciones comunitarias y la va-loración de los saberes locales3 .

Con base en algunos de estosdesarrollos, Armando Durán y Car-los Eduardo Valenzuela decidieronestructurar un futuro proyecto de in-vestigación que permita averiguar silas prácticas locales de comunica-ción y cultura preocupadas por el de-sarrollo territorial pueden generaralternativas críticas localmente si-tuadas al espacio discursivo del de-sarrollo (tanto como “desarrollosalternativos”, “alternativas al de-sarrollo” o quizá encontrando cami-nos para pensar un postdesarrollo

“Huelga bananera terminó en masacre”. El Tiempo, 1928. Tomado del libro Siglo XX a través deEl Tiempo (1999). Caricatura de Ricardo Rendón (1894-1931).

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(Escobar, 2005a: 20)). A este esfuer-zo le sumamos luego los intereses dela política de interacción social delIESCO, que vio en la formulaciónde un proyecto de investigación unade las formas de construir y fortale-cer una relación de doble vía entreel Instituto y algunas comunidadesque desarrollan activamente el cam-po comunicación-educación (C-E).Así inscribíamos parte de nuestra in-quietud por esa política buscandosuperar el imaginario de la “exten-sión” o la “proyección social”, puestoque a mediados de 2005discutimos la reiteradadefinición de la Univer-sidad como un ámbitosolidario de tres funcio-nes académicas, que sesaben consustanciales asu institucionalizacióncomo organización fun-damental de la moderni-dad, caracterizacióninterrogable desde elequívoco que existe en-tre función y actividadesde la Universidad. Deeste modo, la forma-ción, la investigación yla extensión, sólo serían tres tiposde actividades con las que la Uni-versidad cumple su función verte-bral que es la de generar conocimientoy volverlo accesible a la sociedad(Botomé, 1996).

También coadyuvó a la cimenta-ción de este proyecto, la participa-ción en las experiencias de formacióndocente realizadas por la línea de in-vestigación en el Programa Sectorialde Educación Ciudad-Escuela-Ciu-dad, que permitió entablar relacio-nes con algunos miembros de lasorganizaciones que integran la Redde Eventos Culturales de la locali-dad de San Cristóbal.

Como conclusión parcial del tra-bajo de acercamiento realizado en-tre los años 2006 y 2007 a algunasde estas organizaciones, editamos enenero de ese año el video: “Hilos yenredos de lo cultural en el sur-oriente bogotano”, donde los direc-tivos de la Promotora Culturalexaminaron de manera autocríticalas vicisitudes de la realización del“XVII Festival del viento y las co-metas” debido tanto al sinfín detrámites, impuestos y restriccionesque las políticas de gobierno fueron

engendrando sobre las prácticasculturales de los colectivos sociales,como a los desencuentros y conflic-tos experimentados con las propiascomunidades y otras organizacioneslocales para el desarrollo del festival.

En ese audiovisual la cuestión dela reflexividad sobre las prácticasculturales en San Cristóbal hizo pre-sencia como una táctica de interro-gación que supone un trabajo deexplicitación y una puesta en cuestiónde la propia experiencia individualy colectiva ejecutada en un lugar.Ese proceso apalabrante, mediadopor una entrevista de recapitulaciónde la historia de esta colectividad

ante una videocámara, nos permitiócomprender que la reflexividad noes algo privativo de las prácticas“académicas” o una prerrogativa dela institución universitaria, sino quetales capacidades ya están instala-das como parte de las prácticas in-telectuales instituidas en lugares.

Hay que aclarar que la propues-ta de coinvestigación realizada,guarda cercanías con la Investiga-ción-Acción-Participativa, en la me-dida en que el proyecto se propuso:

a) articular la produc-ción de un conoci-miento investigativocon la acción socialrealizada por los invo-lucrados, buscandodescubrir relacionespara co-producir cam-bios a partir de proble-matizar sus prácticaspero atendiendo a quelos colectivos desearanrealizarlos; b) no pre-tendió una observa-ción distante como laobservación-partici-pante etnográfica, sino

participación e involucramiento conlos problemas tratados (pues el de-safío actual para decolonizar elpensamiento y la Universidad esestablecer una ruptura con ese “pathosde la distancia”, no siendo el aleja-miento objetivista o la neutralidadvalorativa la que debe guiar la inves-tigación, sino un ideal contrapuesto decontaminación y acercamiento, porquecualquier observación nos involucracomo parte del experimento, (Cas-tro-Gómez, 2007: 88-89)), en esesentido, inquirimos cómo construirteoría a partir de una práctica re-flexionada críticamente y a través derelaciones lo más horizontales posibles;c) quiso relacionar conocimiento y

Puerta 25 de agosto - entrada principal a la Refinería de Barrancabermeja, Santander.Foto cortesía de Ecopetrol.

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poder buscando incrementar lacapacidad de decisión e interven-ción de los actores con lo compren-dido desde sus propias prácticasculturales; d) más que divulgación–como trasposición al vulgo deconocimientos y técnicas (Huergo,2001)–, se propuso una socializa-ción, uso y apropiación de los sabe-res y conocimientos a través demediaciones comunicativo-educati-vas; e) su estrategia de coinvestiga-ción puso en relación investigadoresinternos y externos or-ganizados alrededorde tres nodos de pro-ducción de conoci-miento, donde losactores sociales soninterlocutores válidosen tanto que poseedo-res de experiencias ysaberes sobre sus pro-pias organizaciones ysobre los contextosdonde intervienen.

No obstante, elproyecto se alejó de laperspectiva de la IAPprincipalmente por-que: a) la definicióndel problema de inves-tigación debió ser resuelta en muycorto tiempo por la Universidad yprocurando hacer coincidir el in-terés investigativo con los términosde la convocatoria de Colciencias;en ese sentido, los actores socialesy sus preocupaciones tuvieron unestatuto subrogado, lo que intentósubvertirse, no descifrando de an-temano los conceptos claves delproyecto (prácticas, políticas de lu-gar, reflexividad, producto multimedial,etc.), sino que fueron puestos a fun-cionar como un significante vacío queconvocara el deseo y la potencia delucha por la significación de los co-

lectivos, en aras de que se constru-yeran como estructuras hegemó-nicas4 ; b) en ningún sentido sesuscribió una propuesta de investi-gación militante que asumiría comopropios los intereses de los actoressociales, ya que está claro que lagente debe y puede hablar y actuarpor su cuenta, en razón de que lasprácticas intelectuales ya no son unaconciencia representante o repre-sentativa y porque los sectores so-ciales no nos necesitan para saber.

Sin embargo, existe un sistemade poder que intercepta, prohíbe,invalida ese discurso y ese saber.Poder que no está tan sólo en las ins-tancias superiores de la censura, sinoque penetra de un modo profundo,muy sutilmente, en toda la red dela sociedad. Ellos mismos, los inte-lectuales, forman parte de ese siste-ma de poder, la propia idea de queson los agentes de la “conciencia” ydel discurso forma parte de ese sis-tema. El papel del intelectual ya noconsiste en colocarse “un poco ade-lante o al lado” para decir la verdadmuda de todos; más bien consiste en

luchar contra las formas de poder allídonde es a la vez su objeto e instru-mento: en el orden del “saber”, dela “verdad”, de la “conciencia”, del“discurso” (Deleuze y Foucault,2000: 8-9).

Prácticas culturales

Contemporáneamente, la no-ción de cultura es comprendida comorecurso, lo que implica su gestión, un

enfoque que no era ca-racterístico ni de ideade la alta cultura ni dela cultura cotidiana.Este cambio cultural seha complejizado aúnmás, cuando la culturarecurso circula global-mente, con crecientevelocidad. Su manejohasta ahora, administra-do a escala nacional,aparece coordinado tan-to local como suprana-cionalmente por lascorporaciones y por elsector no gubernamen-tal internacional. Estogenera una nueva divi-sión internacional del

trabajo cultural, yuxtaponiendo la di-ferencia local a la administración y lainversión trasnacionales (Yúdice yMiller, 2004: 16).

Dada la injerencia cada vez máshabitual y profunda de los actorestrasnacionales en lo local, la ca-pacidad de agencia de los actoreslocales comporta una práctica refle-xiva de auto-gestión frente a los mo-delos impuestos por una sociedad oformación cultural determinada,para que en medio de las voces deotros, su apropiación consista enpoblarlas con sus propias intenciones

Construcción de un gasoducto tumbando bosque. Sogamoso-Cib. Agosto 1982.Foto cortesía de Ecopetrol.

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y acentos, pero a la vez trabajando,en el entrecruzamiento de las ma-trices culturales de los grupos socia-les y sociedades donde tienen lugarsus prácticas (Ibíd.).

A partir de tal propuesta, estainvestigación se centró en la nociónde prácticas de gestión cultural. Trasla revisión de la literatura pertinen-te y la discusión con los nodos deco-investigación, nos interesó notanto una definición estricta y purade qué es una práctica de gestióncultural, sino más bien, delimitar al-gunos criterios claves para identifi-carlas: a) son formas de hacer, pensary relacionarnos; b) dan regularidady mayor estabilidad al campo de losocial: c) están desarrolladas en elámbito de lo cotidiano y micro peropueden reproducir funcionamien-tos abstractos y macro; d) sonconfiguradoras de relaciones de po-der y, a su vez, están configuradaspor ellas; e) las caracteriza un fin,un sentido, una intención; f) tie-nen un carácter relacional y afec-tivo; g) son productoras de saberes;y, finalmente, h) poseen un trasfon-do histórico.

Obtuvimos una aproximaciónhistórica a dichas prácticas mediantela metodología de la revisión docu-

mental y por la reconstrucción de losrelatos cruzados de vida que narraronla trayectoria de los colectivos. Conbase en esa información, las propiasorganizaciones nominaron sus prác-ticas de gestión cultural sin seguir unpatrón homogéneo, ya que algunasdefiniciones identificaron con cer-teza el momento en el que emergióla práctica cultural, mientras queotras se preocuparon más por desta-car cuál es la apuesta política de laorganización con el desarrollo deuna práctica dada. Asimismo, huboheterogeneidad en el carácter másprescriptivo o descriptivo con el quese explicaron las prácticas; mientrasque algunas de ellas aludieron so-bre todo al deber-ser de la organiza-ción, otras se centraron en mostrarlas dinámicas concretas de trabajoque reflejan dichas prácticas. Estaheterogeneidad, lejos de ser una fal-ta, muestra que el momento de latrayectoria que viven las organiza-ciones marca de maneras distintasel ejercicio de reflexividad sobre lasprácticas que articulan sus manerasde hacer o agenciar lo cultural.

Pese a esta definición de lasprácticas, no quedaba claro cómooperaban las contradicciones inhe-rentes al modo como la cultura y laideología se insertan de manera

compleja en los procesos políticos yde producción (Escobar, 1997: 135-172). De ahí que haya sido crucialseguir otra tendencia de los estudiosculturales latinoamericanos que leapuesta a aterrizar la discusión encampos de lucha concretos donde seevidencie el “vínculo entre cultu-ra, poder e identidad” sin que talespolíticas culturales puedan res-tringirse a aquellos movimientos queson más evidentemente culturales,ya que: “la cultura es política por-que los significados son elementosconstitutivos de procesos que, implí-cita o explícitamente, buscan darnuevas significaciones del poder so-cial” (Álvarez, Dagnino y Escobar,2002: 24-26). Concretamente se es-cogieron dos ámbitos para anclar elanálisis de las prácticas de gestióncultural: las políticas de lugar y e ldesarrollismo (Informe Técnico Fi-nal a Colciencias, IESCO, abril de2008: 6-7).

Políticas de lugar

Como el estudio procuró articu-lar tres ámbitos de estudio: cultura,poder y el campo comunicación-edu-cación, se desplegó una propuesta deco-producción de conocimiento al-rededor de caracterizar las prácticas

ORGANIZACIONES

Asociación Vecinos Solidarios, AVESOL

Corporación Promotora Cultural

Zuro Riente

Colectivo de Comunicaciones

Montes de María Línea 21

Pedagogía para la solidaridad

Generación de espacios de encuentro

Formación de Formadores

Alfabetización para la ciudadanía

Arte en clave formativa Cineclub itinerante

Corresponsabilidad comunitaria

Alfabetización para la vida Consejos de redacción

PRÁCTICAS

DE

GESTIÓN

CULTURAL

Colaboración festiva por la vida

Narración cultural local Prácticas de

investigación

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culturales con las que cotidiana-mente estos actores de base han ve-nido negociando, agenciando yresistiendo distintos modos de pre-sentación hegemónicos del discursodesarrollista en lo local. Una prime-ra dificultad para su ejecución esque tendría lugar en dos contextosdispares: la región de Los Montes deMaría, escenario de guerra abierta,masacres selectivas, desapariciones,secuestros y desplazamiento forzado;y el sur de Bogotá, que también for-ma parte de una geografía del mie-do que lo circunscribe al imaginariogeopolítico de la “zona roja” dondepredominan otras violencias asocia-das con las condiciones de pobreza,la exclusión y la marginalidad socialy lugar privilegiado de emigraciónpara las poblaciones forzadas a des-plazarse.

A esta condición habría que su-marle a estas regiones, la reciedum-bre de los efectos de la globalizaciónneoliberal sobre la explotación de losrecursos naturales como la univer-salización de la miseria y la pobrezapara vastos sectores sociales, fenó-menos inseparables de estas irregu-lares guerras regionales contrapoblaciones inermes que son prove-chosas para los calculados terroresde las facciones en pugna y que bus-can desarticular todo lazo social, conel fin de movilizar gentes, territo-rios y recursos de manera estratégicay en pro de todo tipo de dinámicasde acumulación capitalista, que-brantando la tenacidad de los po-bladores o logrando incluso suexterminio. Como analiza Escobar(2005b), pese a que tal globalidadimperial aparentemente prevalece yavasalla lo local, un reconocimientode los movimientos y organizacionesque luchan contra la globalizaciónen lo local, permite descubrir una

miríada de prácticas culturales,comunicativas, ambientales, educa-tivas y de otro tipo, que procuranhacer del lugar espacio de vida yencuentro, un proyecto con vigen-cia intelectual y política que esmuestra de una puja desde lo co-munitario, lo solidario y lo convi-vencial más poético y vitalizante queprosaico y necrófilo5 .

Supusimos igualmente que sucapacidad de agencia socioculturalcomporta una práctica reflexiva quepuebla con sus propias intencionesy acentos, y desde el entrecruza-miento de las matrices culturales delos grupos sociales, una lucha con-tinua por lugares que en medio dela globalización no desaparecen o sedesvitalizan a secas para las gentes,en parte, porque ciertas prácticaslocales de las organizaciones socia-les se empeñan no sólo en resistir demanera negativa sino en crear otrospensamientos, formas organizadas yperdurables, tiempos y sentidos parala vida; “políticas de lugar”, basa-das en saberes y prácticas experien-ciales situadas o concretadas en “suslocalidades sociales, económicas yculturales específicas” (Escobar yHartcourt, 2002: 5-13).

Aunque muchas de estas experi-mentaciones sean contingentes, frá-giles, complejas y contradictorias, locomún a ellas es que se trata de tác-ticas de producción del mundo parala generación de nuevos imaginariosde vida socioculturales que incluyenluchas sistemáticas por la significa-ción y la reorganización en el lugar,lo que comporta luchas de poder yformas emergentes de política queafirman una multiplicidad de acto-res y acciones que operan en el pla-no de la vida diaria (Escobar, 2005b:41), y donde resulta factible herma-

nar sus experiencias a través de prác-ticas sugestivas como el trueque desaberes mediante “visitancias” entreproyectos –para el caso de lo queaprendimos entre el Colectivo de LosMontes de María y la Escuela deComunicación “Minga del Sol” de lacomuna 10 de Neiva–.

Estas organizaciones tambiénejecutan alianzas variopintas para laejecución de proyectos de asisten-cia, protección, promoción, preven-ción, comunicación, investigación eintervención con las poblaciones lo-cales, donde los colectivos se jueganno sólo su pervivencia y desarrollocomo organizaciones, sino tambiénla posibilidad de resultar cooptadospara los también persistentes inte-reses de sus financiadores, entreellos, los aparatos del Estado, lasagencias internacionales de coope-ración o las políticas imperiales quetambién avizoran estas mismas loca-lidades para sus proyectos estratégi-cos de desarrollo, control militar ytráficos capitalistas de toda natura-leza. En tal sentido resulta muy sig-nificativo la pervivencia, tras más dediecisiete años, de la Red deEventos Culturales, conformada poruna veintena de organizacionessociales que así decantan públi-camente sus invisibles procesos deconstrucción de tejido social, con-vivencialidad sin precio (Illich,1985), formación, educación, comu-nicación y cultura, junto con la aten-ción de las necesidades de varios tiposde poblaciones, que otrora fueran laresponsabilidad de nuestro precarioEstado de bienestar.

Tras estos procesos creativos eraclave comprender hasta dónde lasprácticas de gestión cultural des-plegadas por las organizaciones im-plican [sic] un mayor o menor

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distanciamiento de los modelos decambios instituidos. Partiendo deeste interés e intentando ir más alládel dilema en el que ha caído la aca-demia de optar de manera excluyen-te por los modelos de desarrolloalternativo o por las alternativas alos modelos de desarrollo, se anali-zaron algunas adhesiones, bifurcacio-nes y oposiciones de las prácticas degestión cultural frente a los discursosdel desarrollo, lo que puntualmentepermitió identificar tres lógicas queestán re/creando lasprácticas culturales delas organizaciones conrespecto a esta forma-ción discursiva:

a) Lógica desarro-llista institucionalizada:reproduce los discursoshegemónicos del desa-rrollo promovidos porlos organismos multila-terales y las agencias decooperación interna-cional y las teorías aca-démicas desarrollistas,en cualquiera de sussucesivas versiones:crecimiento económico(años sesenta), necesidades básicas(años setenta), desarrollo humano(años ochenta), desarrollo sosteni-ble (años noventa) o, el más recien-te, desarrollo participativo (2000).En el foro de socialización de resul-tados fueron las organizacionesquienes plantearon los riesgos de re-producir este tipo de lógicas.

b) Lógicas desarrollistas negocia-das: resignifican los discursos deldesarrollo a partir de los sentidoslocales atribuidos a la transforma-ción social. Por ejemplo: la Promo-tora Cívico Cultural subcontrata laejecución de proyectos de alfa -

betización de adultos con la Uni-versidad Nacional Abierta y aDistancia, UNAD, que exige meto-dologías flexibles y activadoras deresiliencia como dispositivos para lainclusión social focalizada sobre po-blación vulnerable de los estratos1, 2 y 3. La organización realiza unanegociación de este sentido funda-mentándose en un proceso de for-mación pedagógica de educaciónpopular con énfasis en los derechoshumanos pero que, localmente,

busca establecer nexos entre lashistorias de vida de las personas dela tercera edad del barrio San Vi-cente y sectores aledaños y sus sen-tidos de pertenencia barriales, enpro de una participación más deci-dida en los Encuentros Ciudadanoslocales donde las comunidades or-ganizadas presentan proyectos deinterés social como alternativas deinversión prioritarias.

c) Lógicas alternativas al desarro-llo: exigen una ruptura con la visióndecimonónica del progreso como unproceso de cambio lineal, ascenden-te y acumulativo. Por ejemplo: la

visitancia entendida como una prác-tica de gestión cultural dirigida a laformación a partir del continuo e in-tensivo intercambio de saberes, ilu-siones y apuestas políticas con otrasorganizaciones. Se caracteriza por nomediar el intercambio de dinero, niel reconocimiento formal de la for-mación impartida/recibida siendouna de las experiencias más valoradapor las organizaciones.

Entendemos que estas tres ló-gicas desarrollistas noson excluyentes. Por elcontrario, se superpo-nen de manera comple-ja y contradictoria en lavida de las organiza-ciones. Sin embargo, sípodemos identificarcon claridad su pre-sencia en dichas orga-nizaciones. Las másfrecuentes suelen serlas “lógicas desarro-llistas negociadas” quepor un lado, amplían elmargen de maniobrade las organizacionesal acceder a los recur-sos existentes y por

otro, ofrecen la oportunidad derediseñar las intervenciones aten-diendo a las demandas, los códigosy las formas de funcionamiento yrelación propias de la localidad. Enese sentido, garantizan la permanen-cia de la organización sin perder devista su horizonte político. Menos ve-ces nos topamos con la lógica desa-rrollista institucionalizada que buscaa corto plazo la permanencia de laorganización olvidando, no obstante,que está corriendo el riesgo de sercooptada por los agentes del desa-rrollo (Estado, Agencias de Coo-peración, etc.) y en consecuencia,pueden pasar de ser una organiza-

Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.Foto cortesía Archivo Central e Histórico, c. 1955.

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ción local a ser simplemente otro“contratista”. Por último, son muypoco frecuentes las lógicas alterna-tivas al desarrollo que apuntan máshacia la multiplicidad epistémica; esdecir, hacia la existencia simultáneay compleja de diversas formas de co-nocer y estar en el mundo (InformeTécnico, 2008: 8-9).

Por esto, no vemos una “nuevapolítica en todas partes”, nuevas for-mas de lucha en mínimos procesosreformistas, que nos inducirían acreer erróneamente que la resisten-cia es el reverso inevitable deldesarrollismo o que no hay más queuna fuerza vital, donde la políticasería la vida, o las “nuevas formasde vida”, nunca globalizables ouniversalizables, sino siempre situa-das en lo local (Badiou, 2004), sien-do preciso reconocer que algunas deestas prácticas se han tornado –o tie-nen la potencia experimental– paraconstituirse en invenciones políti-cas, en pensamientos o en rupturassubjetivas, que tal vez pueden ter-minar en procesos organizativossignificativos, con efectos “glocaliza-dos” más allá del lugar, en tanto queprogresivamente se interrelacionana modo de redes.

Pero para saber de ellas, una in-vestigación interesada en la gene-ración de “mundos y conocimientosde otro modo” o “globalizaciones al-ternativas”, debe comprender lo li-mitado de estas fugaces estanciasnuestras en lo local posibilitadas porproyectos de investigación de unaño de duración. También, que eldesarrollo de tales espacios investi-gativos entraña riesgos imprevisiblespara los equipos, siendo improbablepara una investigación críticamentecomprometida poder sustraerse delas propias condiciones de las expe-

riencias, cuyo saber y arraigo sobrelo local, precisamente les permitesubsistir y desarrollarse en medio desituaciones opresivas o de “geogra-fías del terror” (Garzón, 2008).

Producir conocimiento bajo es-tas coordenadas de interrelacióncon organizaciones locales afanadaspor la constitución de identidadescolectivas e institucionales, implicahacer presencia en esos no-lugarespara la investigación tradicional,dimensionando por qué razonespara poder realizar este proyecto,debimos hacer una antesala deconstrucción de confianzas con lasorganizaciones sociales, de explo-ración y conciliación de intereses yde apuestas institucionales, inter-mediación con amigos mutuos,familiarización con la propuesta dela Red de Eventos Culturales deSan Cristóbal y el modo de funcio-namiento igualmente reticular delColectivo Línea 21 con la Red deComunicadores Populares adscritaal Programa de Desarrollo y Paz delos Montes de María, que conllevócasi dos años de trabajo previo a losgestores del proyecto, y donde pesea toda esta búsqueda de un lugarpropicio para anidarlo y de una eje-cución investigativa orientada poruna perspectiva de trabajo cola-borativo, de entre-aprendizaje y,en general, de mucha horizonta-lidad en las decisiones6 , a la pos-tre, seguimos y seguiremos siendoextraños para sus intereses y pre-ocupaciones por estos “lugarespracticados”.

Puntualmente, por políticas de lu-gar nos referimos a prácticas que re-tan la validación epistemológica ypolítica del lugar (Garzón, ob. cit.),que implican un proceso por el cuallas prácticas culturales ancladas a

territorios devienen en un aconte-cimiento político. Enriquecimos estanoción tomando la propuesta deOslender (2000) de analizar la es-pacialidad de la resistencia con baseen tres categorías propuestas porAgnew (cit. Oslender, ob. cit.): lo-calidad, ubicación y sentido de per-tenencia. A partir de ahí y de aplicarla metodología de cartografía socialprofundizamos en el análisis de lasprácticas de gestión cultural de lasorganizaciones, así identificamoscuatro vías a través de las cuales es-tas prácticas de gestión cultural de-rivan en políticas de lugar:

a) Prácticas de gestión cultural aso-ciadas a localidades: implican lareapropiación de un escenario coti-diano y de uso público cuya existen-cia precede al desarrollo de lapráctica de gestión cultural. Porejemplo, el muro de una de las en-tradas principales a San Cristóbal(intervenido artísticamente por di-versas organizaciones culturales dela localidad en distintas ocasiones)establece un referente espacial de“entrada” en el que se advierte a losvisitantes sobre su historia, luchas ysueños de la localidad. En Los Mon-tes de María encontramos otro ejem-plo: el Cineclub Itinerante la RosaPúrpura del Cairo y sus funcionesgratuitas “bajo las estrellas”, se rea-lizan en plazas públicas o parques dedistintos municipios, se dirigen a lacomunidad en general y buscan quela población recobre la confianza, elencuentro y la noche.

b) Prácticas de gestión culturalconstitutivas de localidades: configu-ran escenarios cotidianos tanto for-males como informales donde sedesarrollan las relaciones sociales;implican llevar la gestión cultural dela esfera privada a la pública. Por

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ejemplo, el “Festival del viento y lascometas” que realiza la organizaciónPromotora Cultural en la localidadde San Cristóbal, implica una seriede talleres, conversatorios, presen-taciones artísticas, etc., que se lle-van a cabo en escenarios relevantespara la comunidad (cerro de las co-mentas) poniendo en juego la pro-moción del territorio como unaconstrucción social y cultural.

c) Prácticas de gestión culturalenraizadas al lugar: recogen la histo-ria de una localidad específica conalgún grado de enraizamiento; tam-bién hacen referencia a la ubicación(por ejemplo, linderos) y la conexióncon la vida diaria. Aquí resultailustrativa la práctica de formaciónde formadores con niños y niñas delos colectivos barriales ubicados enlos barrios Nuevo Porvenir, Lluvia deEstrellas y Florecitas del Mañana,con población desplazada, vulnera-ble y que intenta retornar a sus te-rritorios. El trabajo allí realizado porel Colectivo articula a dichos barriosal municipio de El Carmen de Bolí-var, convirtiéndolo en el epicentrocultural donde convergen las poten-cialidades y los problemas de la re-gión de Los Montes de María.

d) Prácticas de gestión culturalgeneradoras de sentido de lugar: vin-culan identidad y territorio. Hacenreferencia a la experiencia de ha-ber vivido un lugar concreto y/o a laexperiencia de vivenciar el lugar. Porejemplo, el sentido de ser “monte-mariano” que suscitan la presenta-ción de los cortometrajes en losmunicipios de Los Montes de María.En este sentido, la práctica deitinerancia del Cineclub, cuando estáarticulada a un proceso de formaciónaudiovisual, le apuesta a la genera-ción de “comunidades imaginadas”

(en el sentido de Anderson, 1993)asentadas en lugares. En el caso deSan Cristóbal las organizaciones serefieren a la localidad como “nace-dero de organizaciones sociales yculturales” que trabajan lo culturalen aras a cambiar el imaginario dela localidad como “zona roja” y “mar-ginal” de la ciudad de Bogotá.

Es relevante especificar que lapotencia de las prácticas de gestióncultural para suscitar políticas delugar está condicionada por la crea-tividad de las organizaciones frentea las lógicas desarrollistas institui-das. Por ejemplo, cuando predomi-na la adhesión a la lógica desarrollistainstitucionalizada, esta potencia prác-ticamente se anula puesto que lasprácticas de gestión cultural nieganla validez epistemológica del lugarcomo una fuente de saber. En el se-gundo caso, cuando se privilegian laslógicas desarrollistas negociadas, lasprácticas de gestión cultural gananpotencia para derivar en políticas delugar puesto que exigen una conti-nua revisión de cuál es su sentidoen y para el contexto particular enel que emergieron. Por último, cuan-do la organización logra producir ló-gicas alternativas al desarrollo estamosfrente a prácticas de gestión cultu-ral con un gran potencial para con-figurar políticas de lugar puesto quedichas prácticas necesariamente es-tán ancladas a un lugar concretoque llegó a ser tal porque se le hareconocido su estatus epistémico; osea, porque se lo considera un espa-cio donde se produce saber válido eindispensable políticamente.

Otro propósito de la investiga-ción fue analizar e interpretar las arti-culaciones que pueden establecerseentre el campo de la Comunicación-Educación y la gestión cultural local-

de las organizaciones. Entendemosque dicho campo busca recobrar laarticulación densa de la cultura conlo político, tomando en cuenta lossiguientes aspectos: a) un reordena-miento cultural con las transforma-ciones en los sistemas y procesos decomunicación de la sociedad occi-dental en general y en la relaciónentre comunicación e información;b) la generación de nuevas modali-dades, escenarios y prácticas de par-ticipación en lo político y social; c)la aparición de múltiples referentesidentitarios, y d) cambios en las ins-tituciones y en los procesos de so-cialización y educación.

En las tres experiencias comu-nicativo-educativas persiste, ade-más de un interés sistemático portransformar los imaginarios históri-co-sociales y los lugares donde tie-nen influencia, una voluntad deinserción en la cotidianidad de lasgentes mediante múltiples estrate-gias y formas de trabajo para gene-rar desde relaciones de covecindady prácticas de convivencialidad unarestauración y fortalecimiento de loslazos sociales trastocados por los pro-cesos de pobreza, exclusión y margi-nalidad social, y por varios modos deviolencia.

La forma como estas tres orga-nizaciones desarrollan estrategiasde C-E, muestra que las prácticasculturales que ellas se afanan endesarrollar, resultan en una forma-ción social articuladora de produc-ción de sentidos y de formaciónalternativa de sujetos alrededor delo cultural y lo político, que termi-nan plasmándose en sus territorioscomo políticas culturales empeña-das en lograr que la comunidad secongregue “alrededor de la vidamisma”.

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Por tanto, es en el campo de lasmediaciones culturales, que entra-ña una confrontación permanentepor la significación en lo local, y noen el mayor o menor uso o apropia-ción de los dispositivos técnicos,donde mejor se podría ubicar susprácticas culturales social-comuni-tarias, ya que esta cuestión culturaldel reconocimiento social encuen-tra vías de expresión y pro-ducción en términos decomunicación y lo edu-cativo, a través de prácti-cas formativas, artísticas ylúdico-creativas queatienden y buscan resolverproblemas prioritarios delas gentes, tales como laatención preescolar, la al-fabetización de adultos, lacualificación artística deniños y jóvenes, la produc-ción audiovisual y la bús-queda de alternativas aldesplazamiento forzado,desde discursos tan di-símiles como los derechoshumanos, la participacióny la corresponsabilidadciudadana, celebracionesfestivas por la vida, larecuperación del espaciopúblico, la formación depúblicos y la apreciacióncinematográfica.

De otra parte, el estudio puso depresente, que la formación audio-visual que demandan los colectivossociales para desarrollar el campo C-E, puede no sólo ser surtida por lossaberes universitarios y las especia-lidades técnico-disciplinares, sinoque los desarrollos comunicativo-educativos de numerosas experien-cias locales, alcanzados en muydistintos lugares de la geografía na-cional, en medio de las dificultades

económicas e incluso bajo las con-diciones de la calculada guerra con-tra la sociedad civil y sus valiososterritorios, puede juntarse con quie-nes hasta ahora comienzan a apos-tarle a producir audiovisualmentepara dar cuenta de sus políticas delugar y de cómo pueden remozar susprácticas culturales (Informe Téc-nico: 2008: 9-12).

Al plantear que este tipo deprácticas intelectuales ya existían,y lo siguen haciendo, con dinámicaspropias, afirmamos que investiga-tivamente no quisimos operar des-de el imaginario universitario queinicia con un desconocimiento de ta-les prácticas, historias y contextosde desenvolvimiento, continúacon un re-conocimiento medianteestas interacciones entre la Uni-versidad y los colectivos sociales yfinaliza con la validación de su co-nocimiento como “decantado”, a

través de este dispositivo occiden-tal de intentar “escribir el mundo”,que Michel de Certeau planteacomo la matriz fundamental de laconstitución de las ciencias socia-les (1999: 203-204).

Desde nuestras apuestas, lasprácticas sociales son estructurassimbólicas de significación de la

agencia social que con-juntan representaciones,afectos y deseos organi-zados como modos situa-dos de producción desaber que no son, ni to-talmente reflexivos, ni for-malmente racionales, niarraigados en “mentes in-dividuales”, por tanto,son difícilmente textua-lizables, incluso con ayu-da de los dispositivos deregistro audiovisual. ¿En-tonces qué sentido tieneesta investigación sobrelas prácticas culturalescon colectivos sociales?

Retomando esa re-flexión de Certeau, Or-tega (2004) indaga por larazón de ser de la inves-tigación social en el país:por la relación de las ins-

tituciones que la albergan y la sus-tentan con sus resultados –¿porqué, por ejemplo, ciertos sujetos so-ciales (mujeres, niños, gruposétnicos) pocas veces ocupan unlugar protagónico en las investiga-ciones sociales?–; por los temas ge-nerales que se proponen –¿quéconsecuencias tiene enfocar casiexclusivamente las maneras comola sociedad se degrada en ciclos deviolencia cada vez más complejos yponerle tan poca atención a losmodos como cotidianamente el

La violencia en Colombia. Foto Universidad Nacional de Colombia,Fondo Jorge Eliécer Gaitán, Archivo Central e Histórico.

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colombiano establece lazos de soli-daridad?– y por la autoridad y fun-ción social que ésta tiene –¿quétipo de autoridad interpretativa re-tiene al sujeto estudiado (por ejem-plo, los desplazados) en relación conel científico social que lleva a cabola investigación? ¿Cómo determinaesa relación las políticas recomen-dadas por los investigadores eimplementadas por los administra-dores?... (Ortega, 2004: 29)–.

Prácticas intelectuales

Estos interrogantes por el sen-tido de la investigación social noscondujeron a la idea de prácticasintelectuales propuesta por Mato(2002), con la que critica y cues-tiona el lugar común que equiparala intelectualidad con lo académi-co, la investigación, el saber o elperiodismo, y que se cimenta so-bre la hegemonía de la instituciónuniversitaria, la industria editorialy la producción escrita indexadabajo los cánones de la productivi-dad de la bibliometría, donde setraducen, en parte, las políticasmodernizantes y de internacio -nalización de la ciencia y denormalización de la investigaciónagenciadas a través de redes socio-técnicas. Lo que busca resaltareste concepto es la multiplicidadde prácticas de cultura y poderque no se circunscriben o relacio-nan con la Universidad, como lasque desarrollan las agencias guber-namentales, ONG y movimientossociales feministas, indígenas,afros, artísticos, culturales, decreación y comunicación, de de-rechos humanos; asociadas con eldiseño de políticas públicas, de de-fensa de los derechos de personascon orientaciones sexuales social-

mente discriminadas, etc., dondetambién se produce un trabajo re-flexivo, de conceptualización, deanálisis para la intervención perosin que necesariamente esténorientadas a producir escritos, sinoa otras formas de acción impulsorasdel cambio social. Tales prácticasde cultura y poder articulan lo cul-tural (simbólico social) con lo po-lítico, y lo político (las relacionesde poder) con lo cultural, sin asu-mir la forma de “estudios”, perodesarrollando formas de produc-ción de conocimientos y saberesque, o bien lo hacen “dentro y fue-ra” de las prácticas académicas, obien transgrediendo esas fronterassin ceder tampoco a sus trazadosinterdisciplinarios o a los que de-sarrollan otros contextos institu-cionales distintos a la academia.

Es una separación academi -cista entre intelectuales y practi-cantes la que sugiere que losacadémicos funcionarían reflexiva-mente mientras los no-académicossólo en términos de prácticas, y laque permitiría distinguir entre un“adentro” y un “afuera” universi-tario. Así se profundiza una divi-sión del trabajo sobre las prácticasintelectuales, deslegitimando einvisibilizando las de los movimien-tos y organizaciones sociales y lasprácticas universitarias interesadasen ensayar formas de mutua cola-boración intercultural con los ac-tores sociales. Subyace a esapretensión una presunción cientifi-cista que busca perseverar no sóloen la disciplinarización y profesio-nalización del conocimiento, sinoen la prerrogativa moderna de lafiscalización de la legitimidad detal conocimiento, distinguiendotajantemente entre la episteme y ladoxa, y suponiendo que entre ma-

yor sea la brecha entre sujeto yobjeto, mayor será la neutralidady la objetividad.

Castro-Gómez (2007) muestraque en realidad se trata de una he-rencia colonial arrastrada por la Uni-versidad latinoamericana con la quereproduce una mirada de mundo quecontribuye a reforzar la hegemoníadel modelo epistémico desplegado porla modernidad occidental, donde lacerteza del conocimiento científicosólo es posible en la medida en quese asienta en una mirada panóptica,en un punto de observación inobser-vado, previo a la experiencia, que pre-tende hacerse un punto de vista sobrelos demás puntos de vista y que sematerializó en la institucionalizaciónde dos modelos de Universidad y defunción social del conocimiento hoyen crisis: las ciencias y las humani-dades y la afirmación de la educa-ción superior como el lugar privilegiadode producción de conocimientos que fa-vorece el progreso moral de la huma-nidad entera y la realización empíricade tal moralidad7 .

Mato también reconoce que lateorización de Bourdieu influyó so-bre su noción de prácticas, en lamedida en que cualquier actor(académico o no) es conscientesólo a medias de lo que hace, sien-do otra característica relevante,haber aprendido a hacer lo permiti-do por las instituciones y transgredircon cautela los límites establecidos.Así resalta “la asociación ‘automá-tica’ (inconsciente, acríticamentereflexionada) de la idea de ‘inte-lectual’ asimilada a la de investiga-ción y/o de escritura ensayística,aconsejando la reflexividad acercade la existencia e importancia deuna gran variedad de formas queasumen las ‘prácticas intelectuales’,

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es decir aquello que los intelectua-les hacen/mos” (Mato, ob. cit.: 25).

Creemos que estos procesosinterpelantes de la reflexividadpuestos a operar en una lógica deco-investigación con colectivossociales interesados enconstituir políticas delugar, puede producir untrabajo de mutua in -tervención entre prac-ticantes intelectualesuniversitarios y comuni-tarios, lo que no excluyeque haya practicantesendurecidamente irre-flexivos, o meros teóricoso meros activistas, enambos lugares. Este tipode trabajo está fuerte-mente atravesado por lapresencia de lo femeni-no, las distancias ét-nicas, la experiencia,trayectoria y posicionespolíticas diferenciales delos miembros y organi-zaciones, sus modos defuncionamiento –pormomentos–, las expec-tativas e intereses dis-pares puestos en juego,los desencuentros y lu-chas de poder entrepersonas y círculos, lavacilación y la caídadel deseo ante las dificultades deejecución, el papel central y mar-ginal a la vez de las nuevas genera-ciones, los líos con la gestiónadministrativa universitaria, etc.Todos problemas y situaciones difí-cilmente comprensibles, conci-liables o re solubles en el cortotiempo, y menos explicables única-mente desde los sistemas contin-gentes de interpre tación de losactores universitarios.

Reflexividad

Para concluir, abordaremos demanera más amplia esta noción conla que abrimos una cierta manerade analizar el fenómeno de las prác-ticas culturales. Apoyados en Cas-

toriadis (2004), entendemos que lareflexividad no se reduce a unaautorreferencialidad del pensa-miento y de la subjetividad que nospermitiría mayores procesos deexplicitación de los saberes que yase saben y, por lo tanto, procesos deacompañamiento y co-construcciónde los saberes o de reducción de lasambigüedades características dellenguaje como se lo han propuestolas perspectivas hermenéuticas.

Tampoco es una simple concienciao actividad calculante y razonantepara producir adaptaciones más fi-nas a la realidad, porque esa vía re-presentaría solamente un mediopara la expansión de los mecanis-mos de control que encadenan a los

sujetos a los modos degobierno, a la individua-lización y a la normaliza-ción, sino la posibilidad deque la propia actividaddel sujeto se vuelva obje-to de explicitación paracaptarse como actividadactuante.

Todo esto presuponeuna imaginación radi-cal como fuente de crea-ción, donde la puestaen cuestión de sí mismoy de lo inventado comoforma, determinacionesy lógicas que organizanlas acciones colectivas,sólo es posible por pro-cesos de escisión y deoposición frente a lo ins-tituido, por tanto, de lapuesta en cuestión delas instituciones en tan-to que significacionesimaginarias histórico-sociales. Esto implicaque el saber relaciona-do con el hacer siem-

pre es fragmentario y por elucidar,lo que demanda una capacidad deacción deliberada y de la imagi-nación como fuente de creaciónde otros mundos y sentidos, quetras ciertos periodos, deberán serdemolidos por renovados procesosde problematización e instituciona-lización, es decir, una generaciónpermanente de conocimientos,subjetividades y sentido de loslugares.

Desplazados por la violencia en Colombia. Foto Universidad Nacional de Colombia,Fondo Jorge Eliécer Gaitán, Archivo Central e Histórico.

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Otros principios relevantesidentificados en el trabajo de Mu-névar (2004) en este modo críticode interrogación de la reflexi -vidad, es que posee dos polos designificación complejos relacio -nados con el orden simbólico-creativo: para representar accionesy formular valores, intereses y de-seos, y una capacidad de aprehen-der la realidad a través de lasensibilidad y la experiencia a par-tir de historiar las interaccionesasépticas sujeto-objeto en pro dereconocer la diversidad (42-43).

La vocación crítica de la refle-xividad permite entender cómo lasprácticas intelectuales puestas a fun-cionar como estrategias de coinves-tigación llevan a una redefinición delos modos de conocer y de vivir elconocimiento, al tiempo que inte-rrogan a quienes investigan comoparte de tal proceso. Cuando se exa-mina la propia experiencia se incitaa los actores a la retrospección, y aque en las actividades de atención,percepción imaginación, razona-miento y emoción que subyacen alas prácticas, emerjan aspectos ana-líticos activadores de lo individualy lo colectivo que encaminan subsi-guientes prácticas sociales.

La consecuencia inmediata dela reflexividad en la acción sociales un acto de interrogación cuestio-nador de los sistemas de interpreta-ción que brinda apertura hacia lapresencia y matices de la otredad,sin que pueda olvidarse que lareflexividad también se torna resis-tencia para dejar escuchar las vocestransgresoras de las interaccionessociales cuando se trata de culturasatravesadas por lógicas sostenidas enprincipios estáticos, pero esas expre-siones de resistencia constituyen

luchas entre los efectos del podersocial y el individualismo que sirvende límites y limitaciones para aque-llos sectores sociales que se oponena las formas de dominación étnica,social, religiosa, de género, ante lajerarquización o burocratización, ladisciplinariedad del conocimiento,la explotación colectiva; o para pos-turas conscientes donde encontrarun arraigo para la propia identidad(Munévar, 2004: 43-45).

Además de las vertientes teóri-cas cognitiva, estética y hermenéu-tica que dan cuenta de maneraabstracta de la reflexividad, Muné-var reseña una cuarta vertiente es-tético-expresiva que yendo más alláde lo meramente cognitivo, racio-nal-ilustrado y de lo estrictamentenormativo, y de construir ciertas for-mas interpretativas tanto del mun-do social como del self , ¿puedeconstituir un momento de la estéti-ca o de las fuentes estéticas del self“reflexivas”? que:

Aunque suelen aparecer activa-mente en la producción y en el con-sumo, sirven para enarbolar supoder de crítica en cuanto fun-damento de espacios posibles detransformación histórica, social ypersonal” (Ibíd.: 48).

Este útil panorama nos acerca acomprender que la trayectoria de lasapuestas culturales en los colectivosde coinvestigación además de mos-trar una preocupación por la crea-ción de nuevas formas de vidasocial, implican también un desarro-llo de procesos de lo sensible-esté-tico que actúan políticamente porvías artísticas. Y que su afianzamien-to-en-lugares, por un trabajo reticu-lar con otras organizaciones, tambiénbusca fraguar imaginarios culturales

como el de la Red de comunicadoressociales en la región de Los Montes deMaría (de los departamentos de Bo-lívar y Sucre) que no olvidan que elesclavo negro Benkos (Domingo)Biojó encabezó la insurrección cima-rrona contra los españoles en Colom-bia en 1600 estableciendo en estaregión el palenque La Matuna comoel “primer pueblo libre de América”(Arrázola, 1970); o las apuestas dela Red de Eventos Culturales de SanCristóbal por resignificar la localidaden función de la actividad cultural–y más recientemente por un sectorde esa Red–, por resaltar la impor-tancia del río Fucha que atraviesaonce localidades de Bogotá, por loque su contaminación constituye ungran riesgo para la estructuraecológica de la capital.

Hay mucho por hacer a travésde experiencias de co-investigaciónentre la Universidad y los colecti-vos sociales, otro país para pensar ytodo un campo de proyectos man-comunados que emprender. Tal vezpor la manera cuidadosa y respetuosacon que procedimos con las prácti-cas y formas de organización delColectivo de Comunicaciones esque ellos decidieron instituir un se-millero de investigación con los jó-venes responsables del trabajo conniños y niñas en comunicación-edu-cación de los barrios de El Carmende Bolívar; que AVESOL empren-dió una sistematización institucionaldel impacto social de sus últimos 18años de trabajo educativo-culturalen el barrio Atenas; y que PromotoraCultural decidió replantear su ac-cionar de veinticuatro años en elbarrio San Vicente involucrando laperspectiva del campo comunica-ción-educación como forma de ar-ticular sus prácticas políticas yculturales; y que además, estos dos

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colectivos, junto con otras tres or-ganizaciones de la Red de EventosCulturales estén formulando el pro-yecto colectivo de investigación“Identidad territorial del Fucha”como forma de ampliar su trabajo degestión cultural a otros barrios de lalocalidad de San Cristóbal.

Esto muestra que las prácticasintelectuales interesadas en imagi-nar y crear otros mundos y conoci-mientos afianzados en lugar, tambiénprecisan de un trabajo investigativosistemático sobre lo local como par-te de sus prácticas socioculturales ydonde la reflexividad , entendidacomo capacidad de actividad críti-ca, deliberante e instituyente, sirvapara reinventar el accionar de lasorganizaciones y el propio oficio ar-tesano de investigar con el otro.

Citas

1 Cfr. el editorial de la revista Nómadas No.5, y el artículo de Humberto Cubides yCarlos Valderrama (1996) “Comunica-ción-Educación: algunas propuestasinvestigativas”.

2 Freire analizó cómo la “extensión edu-cativa” agenciada por los técnicos agrí-colas que realizaban programas de “re-forma agraria” entre el campesinado la-tinoamericano se convirtió en unaforma de agenciar el imaginario moder-nizante del desarrollo a través de pro-cesos de dominación y domesticación,transmisionistas, mesiánicos, meca -nicistas y manipuladores puesto queobran como una estrategia para nor-malizar una parte del mundo conside-rada inferior a partir de la cosificacióndel otro. Tal persuasión propagandísti-ca es antagónica a los procesos de co-municación y educación liberadores, enla medida en que el conocimiento noes un acto donde el sujeto pueda serconvertido en objeto para recibir pasi-vamente los contenidos impuestos porel saber experto, si no es negando su

presencia curiosa, por lo que “reclamala reflexión crítica de cada uno sobre elacto mismo de conocer, por el cual sereconoce conociendo y, al reconocerseasí, percibe el ‘cómo’ de su conocer ylos condicionamientos a que está so-metido su acto” (1973: 28) y lapotenciación de sus capacidades de in-vención y reinvención sobre lo apren-dido-aprehendido para producir trans-formaciones sociales realmente nece-sarias y significativas para sus contex-tos histórico-sociales. La invasión cul-tural de tales programas respecto de fe-nómenos como la siembra, cosecha,erosión o reforestación involucran unacolonización del pensamiento, com-puesto de actitudes, valores, saberes,percepciones mágicas y cosmovisionesrespecto de la naturaleza, la religión, lasociedad, etc.

3 Sin ser exhaustivos, pueden citarse aquílos trabajos de grado de la Especializa-ción en Comunicación-Educación deDiana Díaz Soto y Aura Patricia Orozco(“Madres comunitarias y televisión: unaaproximación a las mediaciones”, 2000)integrantes del Proyecto de Comunica-ción para la Infancia (PCIN), quienesacompañaron el fortalecimiento de unsinnúmero de experiencias de comuni-cación, especialmente de programas ra-diales dirigidos a la población infantilen el país, y organizaron el MovimientoNacional de Niñez y Comunicación parapromover el desarrollo social, cultural yeducativo de la infancia dando a cono-cer nuestras diferencias étnicas y cultu-rales. Por ellas se conocieron las apues-tas del Colectivo de Comunicaciones,que desde 1994 desarrolla un proyectode periodismo social en medio del con-flicto armado en El Carmen de Bolívary algunos municipios de los departamen-tos de Bolívar y Sucre, con el fin deposicionar a niños, niñas y mujeres comoprotagonistas activos de los proyectosde desarrollo comunitario, recuperar lasidentidades locales y culturales y des-pertar una conciencia del entorno localdesarrollando y legitimando medios al-ternativos, como la prensa, la radio, losaltoparlantes o la televisión ( Rodríguez,2008: 23-24).

Las tesis de las maestras del CED NuevaDelhi e integrantes del Colectivo Tertu-lia Pedagógica, zona 4E, Luz Ángela deCastro de los Ríos (Procesos comunica-

tivos en el Carnaval Soloriental , 2000) yRuby Stella García Mateus (El Carna-val Soloriental, un proyecto de transver-salidad curricular, 2004), permitió saberdel proyecto Carnaval Soloriental. Unaapuesta por la vida nacido en el marcodel Movimiento Pedagógico impulsadopor FECODE en la década del ochenta,y que se realiza en varias escuelas de laparte alta de las localidades de Usme ySan Cristóbal. La interacción sosteni-da con esa experiencia nos llevó a inte-resarnos por saber de la Red de EventosCulturales, de la cual forma parte estapropuesta de construir anualmente unaparte del currículo alrededor de un temaque terminará estructurando el carna-val de cada año.

Gracias al trabajo de Clara Victoria MezaMaya y Pilar Marín (Recuperación de lamemoria oral como dinámica de fortaleci-miento de la identidad local . Caso resguar-do indígena de Chía, 2003), estableci-mos contacto y negociamos un posibletrabajo conjunto con el Resguardo Indí-gena de Fonquetá y Cerca de la Piedra(comunidad muisca del municipio deChía). Junto con esta organización ycon la Corporación Centro de Promocióny Cultura (CPC) del barrio Britalia,AVESOL del barrio Atenas y PromotoraCultural del barrio San Vicente, seestructuró la propuesta de investigación“Saberes, prácticas y políticas de lugar, entres experiencias de Bogotá y Cundina-marca” que fue presentado a la convo-catoria de Colciencias de 2006, pero noresultó aprobada.

4 Para Laclau (1996), es un significantesin significado, simplemente una secuen-cia de sonidos, pero que continúa siendoparte integral de un sistema de significa-ción; lo que pone en evidencia la con-tingencia de toda identidad y la imposi-bilidad de su constitución plena, o quecualquier identidad pueda vaciarse decontenido manteniendo su continuidadcomo puro nombre por operacioneshegemónicas que clausuran los espaciossociales de significación, siendo tal cierreprovisorio, hasta que una nueva articu-lación hegemónica la subvierta.

5 Como aclara Clemencia Rodríguez (ob.cit.): “Aceptar que estas iniciativas sonpara contrarrestar la guerra querría decirque su razón de ser es la guerra misma.Por el contrario, es mucho más significa-

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tivo abrir un espacio social y cultural don-de las cosas pasan y la gente se encuentraa pesar de la guerra, al margen de la gue-rra, a espaldas de la guerra” (10).

6 “Con relación a eso también [la pro-ducción de conocimiento], nosotrosdesde nuestras apuestas estábamos muyescépticos frente a lo académico, por-que siempre en muchas investigacionesque hicieron, siempre llegaba el investi-gador hacía su trabajo y a nosotros nonos quedaba nada. Un caso particularfue una investigación que hicieron, oestán haciendo, no sé, sobre “inteligen-cias múltiples” con nosotros, y todavíano hemos conocido ni la primera líneade lo que pasó, los resultados o lo quevieron. O sea, que está investigación nospermitió acercarnos a lo que dice Leo, alo académico, pero desde otro lente, des-de otro punto, y eso es una gananciatanto para la academia como para noso-tros como grupo social”. (Intervenciónde José Luis Oviedo, realizador audio-visual del Colectivo de Comunicacio-nes en el “Seminario interno delIESCO”, 28 de marzo de 2008).

7 Este panorama puede complejizarse másaún si se tiene en cuenta que la crisis dela Universidad tras la mundialización ca-pitalista, entroncó la producción deconocimiento con los imperativosneoliberales del libre mercado, extravian-do la condición reflexiva de la academiasobre sus métodos, pero ante todo, so-bre la elucidación crítica y deliberantede sus elecciones epistémicas y ético-políticas, como por el tipo de formas yproductos empleados para la socializa-ción de resultados de la investigación,en nada separables del tipo de inter-acción social que sostiene o aspirarían asostener las universidades con los acto-res sociales y con los problemas socialescontemporáneos.

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