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Un modelo de gestión cultural comunitario

Cultura de paz, palabra y memoria

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En 2013 el Fondo de Cultura Económica emprendió la tarea de desarro llar un centro cultural en Apatzingán de la Constitu-ción, corazón de la Tierra Caliente michoacana. Los pilares del modelo de acción que surgió a partir de esta experiencia y que ahora ponemos a disposición de los lectores son: una estrecha colaboración de los tres órdenes de gobierno (el municipal, el es tatal y el federal); una intensa participación de la comunidad, bajo el convencimiento y el compromiso de refundar juntos una nueva forma de comunidades e instituciones; y, tercero, el desarrollo de una cultura de paz, donde se cumplen los dere-chos huma nos para todos y hay condiciones para imaginar y operar proyectos compartidos.

Este modelo es una apuesta a vencer el miedo, a erradicar el terror que en algunas zonas del país han generado la violencia y la inseguridad. Y es una apuesta ganadora porque nace de una estrategia de no violen cia y confía en el poder de la palabra, el poder de la lectura y también de la escritura, como vehículos de reconstitución del tejido social.

9 786071 658081

ISBN 978-607-16-5808-1

www.fondodeculturaeconomica.com

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Cultura de paz, palabra y memoria

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Un modelo de gestión cultural comunitario

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Primera edición impresa, 2016Segunda edición, 2017Tercera edición, 2017

Primera edición en libro electrónico, 2018

Cultura de paz, palabra y memoria. Un modelo de gestión cultural comunitario / Jorge Humberto Melguizo Posada, et al. ; pról. de José Carreño Carlón. — 4a. ed— México : FCE, 2018

200 p. ; 23 × 16 cm —ISBN 978-607-16-5808-1

1. Paz – Estudio y enseñanza – México 2. Cultura – Sociedad3. Lectura – Aspectos sociales I. Melguizo Posada, Jorge Humberto,coaut. II. Carreño Carlón, José, pról.

LC JZ5534 Dewey 303.66 C279

© 2016, José Carreño Carlón, Jorge Humberto Melguizo Posada, Antonio Ramos Revillas, Eduardo Antonio Parra Caballero, Julián Flavio Herbert Chávez, Luz María del Consuelo Chapela Mendoza, Estela Vázquez Rojas, Armando Chávez Cervantes, Martha Luna Márquez, Carlos Antonio de la Sierra de la Vega, Ricardo Alonso Lugo Viñas, Armando Alanís Pulido y Socorro Venegas Pérez, textos

D. R. © 2018, Fondo de Cultura EconómicaCarretera Picacho Ajusco, 227; 14738 Ciudad de Méxicowww.fondodeculturaeconomica.comComentarios: [email protected].: (55)5449-1871

Coordinación editorial: Socorro VenegasEdición: Carlos Tejada y Carlos Antonio de la SierraRecopilación de imágenes: Lidia MenéndezDiseño de interiores y portada: Erika A. Dávalos CamarenaFormación: Miguel Venegas GeffroyRevisión: Susana Figueroa León

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio, sin la anuencia por escrito del titular de los derechos.

ISBN 978-607-16-5808-1 (electrónico-PDF)

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ÍNDICEt

Prólogo 13José Carreño Carlón

Presentación

El Fondo de Cultura Económica y la materializaciónde su compromiso con la paz social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18

IntroduccIón

Alianzas para una cultura de paz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27Jorge Melguizo

Postales de Apatzingán, Michoacán.México: Reescribiendo la paz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44Socorro Venegas

Nunca más un 6 de enero. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49Antonio Ramos Revillas

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La experiencia de Apatzingán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55Eduardo Antonio Parra

La pureza es una cualidad que se conquista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58Julián Herbert

Autodefenderse con versos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60

Armando Alanís Pulido

Centro Cultural del FCE de Apatzingán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62Armando Chávez

Primera partePlanteamiento concePtual

Cultura de paz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67

Sobre la naturaleza de los espacios culturalesdel FCE hacia una cultura de paz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69Luz María Chapela

Rutas, pautas, coordenadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74Carlos Antonio de la Sierra

Hacia una cultura de paz desdela formación lectora y su articulación con las artes . . . . . . . . . . . . . 79Estela Vázquez Rojas

Sobre algunos conceptosvitales del modelo de cultura de paz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90Carlos Antonio de la Sierra

Memoria y prospección . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102Ricardo Lugo Viñas

Segunda partemodelo de gestión comunitario. esquema general

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1. Marco legal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111

2. Los ejes que conforman el modelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114

3. Los principios éticos del modelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115

4. Misión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116

5. Visión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116

6. Objetivos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117

7. Esquema de intervención del modelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117 8. Plan para llevar a cabo el modelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118

9. Estrategias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119

10. Oferta cultural y artística . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120 11. Mediación extramuros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121

12. Mediación en situaciones de emergencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122 13. Actores sociales que hacen posible la implementación del modelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123

14. Estructura y espacios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124 15. Indicadores para la evaluación y acompañamiento del proceso. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131

16. Sobre la Caja de Herramientas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 132

17. Estructura pedagógica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133

Conceptos clave del modelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138

La experiencia en Apatzingán: testimonios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 154Comentarios y recopilación de Martha Luna Márquez

memoria grÁFica 161

reFerencias 195

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Prólogo, presentación

e introducción

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Prólogo, presentación

e introducción

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PRÓLOGO

tJosé CarrEño Carlón

En 2013 el Fondo de Cultura Económica emprendió la tarea de desarro-llar un centro cultural en Apatzingán de la Constitución, corazón de la Tierra Caliente michoacana, tan llena de significados para la historia y para el presente de nuestra nación.

Pronto nos dimos cuenta de que no sólo se trataba de rehabilitar el viejo edificio de la antigua estación de ferrocarril. Tampoco bastaba abrir una nueva librería u ofrecer un programa de talleres. Eso resultaba indis-pensable. Pero también era fundamental crear un modelo que respon-diera a la realidad urgente de una comunidad violentada. Ese modelo debería basarse en una cultura de paz, y muy pronto nos percatamos que tenía que ser diseñado para replicarse luego en otros lugares con necesi-dades similares.

Los pilares del modelo de acción que surgió en Apatzingán son una estrecha colaboración de los tres órdenes de gobierno: el municipal, el estatal y el federal; una intensa participación de la comunidad, bajo el convencimiento y el compromiso de refundar juntos una nueva forma de comunidades e instituciones, a través del desarrollo de una cultura de paz en la región. Por supuesto, no lo hemos hecho solos, ha sido funda-mental el compromiso y el apoyo del gobernador Silvano Aureoles y su equipo, y del presidente municipal de Apatzingán, César Chávez Garibay, lo mismo que el respaldo de los exsecretarios de Educación, Aurelio Nuño

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14 prólogo

Mayer, y de Cultura, Rafael Tovar y de Teresa (q.e.p.d.), y más reciente-mente de María Cristina García Cepeda.

En muy poco tiempo el modelo ha mostrado su pertinencia: el Conse-jo Nacional de Fomento para el Libro y la Lectura lo ha incluido como un programa estratégico de su Programa de Fomento para el Libro y la Lec-tura 2016-2018.

Ésta es una apuesta a vencer el miedo, a erradicar el terror que en algu-nas zonas del país han generado la violencia y la inseguridad.

Y es una apuesta ganadora porque nace de una estrategia de no violen-cia y confía en el poder de la palabra, el poder de la lectura y también de la escritura, como vehículos de reconstitución del tejido social.

Para el Fondo de Cultura Económica ha sido un privilegio sumarse a los michoacanos en esta tarea de rescatar con orgullo su pasado históri-co, como punto de partida para trazar horizontes de esperanza. Desde esta perspectiva, nos hemos prometido dejar atrás los estereotipos y los prejuicios trazados en los medios por la violencia, y poner por delante la imagen de estas comunidades que —lo hemos comprobado— son ale-gres, trabajadoras y productivas. Y hasta allá han ido a conocer estos otros rostros de la Tierra Caliente escritores como Julián Herbert, Eduardo Antonio Parra, Orfa Alarcón, Antonio Ramos Revillas, César Sil-va, Agustín Cadena, Armando Alanís, Jaime Mesa, Héctor Alvarado, quie-nes han compartido con los jóvenes libros, lecturas y escrituras.

A lo largo de estos tres años de presencia del FCE en la región, hemos aprendido mucho de sus habitantes. Hemos leído los textos de las muje-res que han escrito, en nuestros talleres, conmovedores testimonios de vida; hemos compartido momentos inolvidables con los jóvenes que han descubierto que leer y escribir son experiencias transformadoras.

También ha trabajado en este proyecto el gran ilustrador Ricardo Pe-láez, autor de varios libros publicados por el Fondo. Ricardo acompañó a los niños de Apatzingán a que escribieran y dibujaran en cómics sus his-torias de vida, un taller muy afín al otro de autorretratos que organiza-mos hace tres años, donde participaron 500 niños cuyos frutos ahora podemos admirar —y amar— en la fuente de la explanada del centro cultural. Esos rostros entrañables de los niños de Apatzingán son los que

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15prólogo

les dan la bienvenida a todos a este lugar de puertas abiertas a la convi-vencia y a los mensajes de paz.

Asimismo, hemos recibido visitas internacionales. Desde Argentina llegó la especialista en lectura y primera infancia María Emilia López, quien no sólo ofreció un curso a los talleristas del centro cultural, sino a decenas de docentes de educación básica que pidieron participar.

Otra visita que resultó medular fue la de Jorge Melguizo, uno de los creadores de un gran proyecto realizado en Medellín, Colombia, que de-mostró que la cultura es un potente motor de cambio social. Melguizo ha sido profesor universitario y ocupó la Secretaría de Cultura Ciudadana de la Alcaldía de Medellín. Desde allí impulsó, entre otros, dos proyectos que han sido esenciales para transformar esa capital que en un tiempo fue considerada como la más violenta del mundo. Esos proyectos son la Fiesta del Libro y los Parques Biblioteca.

Cuando el FCE recibió la encomienda presidencial de crear en Apat-zingán un Centro Cultural como los que tiene en algunas de las principa-les ciudades del país, un amigo común me presentó a Jorge, que ya venía de la experiencia de contribuir a liberar a su ciudad de los círculos vicio-sos de la violencia. Y Jorge, con gran generosidad, me compartió sus ex-periencias y más tarde nos ayudó a gestionar una visita a Medellín de dos funcionarias del Fondo, Martha Cantú y Socorro Venegas, para que co-nocieran aquella experiencia in situ. Y la principal lección que entonces asimilamos fue precisamente la necesidad de propiciar la más intensa participación de la comunidad en este tipo de proyectos. Luego vino Jor-ge a un encuentro que organizamos en el marco de los 80 años del FCE, y allí cotejamos sus experiencias con las experiencias mexicanas de los Fa-ros de la Ciudad de México, y las que realiza en Sinaloa y otros estados el notable escritor Élmer Mendoza. Era natural que Jorge visitara Apatzin-gán, en donde ofreció una conferencia que cimbró verdaderamente a la comunidad. En este libro incluimos algunas de las ideas que vertió en-tonces.

Hoy, cuando ya hemos concluido la rehabilitación arquitectónica de la Casa de la Cultura y la hemos visto transformarse y afirmarse en su vo-cación e identidad como el Centro Cultural “La Estación”, es una alegría enorme entregar a la comunidad el proyecto completo que incluye una

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16 prólogo

hermosa librería, espacios dignos para talleres de música, artes plásticas, una ludoteca, bebeteca, un espacio de cultura digital, un auditorio en el interior y otro al aire libre. Sin embargo, las mayores transformaciones pueden resultar intangibles a simple vista, aunque no para la sensibilidad de quienes trabajan día a día en este Centro Cultural, con la comunidad, comprometidos todos en la tarea de restituir el tejido social a través de la cultura. Y como decía al principio, todo esto con un modelo construido colectivamente, a partir de la experiencia y el trabajo de personas a las que quiero agradecer por haberse sumado al equipo de trabajo convoca-do por el Fondo en Apatzingán: Ema Beltrán Vargas, Daniel Benítez Pé-rez, Denisse Michel Cervantes Torres, Miriam Domínguez Paleo, Garde-nia García Martínez, Dania Yunuen Gil Tamayo, Martha Luna Márquez, María Dolores Magaña Godínez, Patricia Magaña Torres, Rafael Martínez Peña, Miguel Ángel Pahuamba, Uriel Ramírez Hernández, Adriana Rin-cón Chávez, José Ramiro Rodríguez Moreno, Claudio Rodríguez Naranjo, Dilea Zacil Torres Flores, Elizabeth Villa Peñaloza y Adriana Berenice Za-vala Cruz.

Agradezco también el apoyo y la solidaridad del doctor Sergio Aguayo, organizador del Seminario Violencia y Paz de El Colegio de México, un espacio de reflexión fundamental que ayudó a extender las redes de tra-bajo del FCE con investigadores como Froylán Enciso. Muy fructífero ha sido también el respaldo del doctor José Antonio Serrano, presidente de El Colegio de Michoacán (Colmich), quien nos puso en contacto con investigadores como Juan Ortiz y Esteban Barragán, solidarios y com-prometidos con el estudio y difusión del patrimonio natural y cultural de Michoacán.

Merece una mención especial uno de los proyectos donde el Colmich y la Universidad Michoacana se sumaron a la convocatoria de la Secreta-ría de Cultura y del FCE, y que ilustra la enorme riqueza del trabajo en equipo: juntos creamos una plataforma web con un sistema de adminis-tración y divulgación de acervos bibliográficos, fotográficos, de audio y video sobre el estado. Y claro, el primer material que comenzó a regis-trarse fue precisamente el de Tierra Caliente. Una sección fundamental de esa plataforma acogerá un proyecto de rescate de la memoria colecti-va de la región; ahí la gente podrá subir fotografías, postales, documentos

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históricos, mapas, audios con historias o crónicas de las personas del pueblo o de la región. Estos documentos serán organizados y cataloga-dos por el Centro Cultural, para convertirse en un acervo colectivo.

Es muy justo decir que este recuento de días y trabajos no sería posi-ble sin el trabajo intelectual y sensible de Luz María Chapela, quien tuvo a su cargo la formulación del modelo y, a pesar de la enfermedad que la aquejaba, no cesó de trabajar en este proyecto que continuaron sus cole-gas Estela Vázquez Rojas, Verónica Espinosa, Carlos Antonio de la Sierra y Ricardo Lugo, quienes crearon la propuesta pedagógica del modelo.

Hace tres años, durante la clausura de un curso de verano en Apatzin-gán donde atendimos a más de 400 pequeños, un grupo de niñas organizó la presentación de uno de los libros de las colecciones para Niños y Jóve-nes del FCE: De cómo nació la memoria de El Bosque de Rocío Martínez, don-de los personajes de un pueblo descubren que un solo hombre puede ha-cer desaparecer todo un bosque, pero también un solo hombre puede mantenerlo vivo. Ese hombre somos todos nosotros.

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PRESENTACIÓN

El Fondo de Cultura Económicay la materialización de su compromiso

con la paz social

El Fondo de Cultura Económica (FCE) es una institución editorial del Estado Mexicano que, sin fines de lucro, edita, produce, comercializa y promueve obras de la cultura nacional, iberoamericana y universal a tra-vés de redes de distribución propias y ajenas, dentro y fuera de las fron-teras nacionales. Sus acciones se orientan a la creación, transmisión y discusión de valores e ideas, así como al fortalecimiento lector de perso-nas, grupos y comunidades, para lo cual destina algunas de sus acciones a tender puentes entre los libros y aquellos sectores de la población que permanecen ajenos a los circuitos de la cultura escrita.

Se propone llegar a ser una editorial esencial en la discusión y crea-ción de las ideas en los diferentes campos del saber cuya acción contri-buya de manera permanente a consolidar la identidad de la región y a integrar una agenda pública, cultural y científica iberoamericana, con un amplio sentido social y para todas las edades.1

1 Misión y visión FCE. Véase <www.fondodeculturaeconomica.com/Institucional/>.

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19PRESENTACIÓN

la historia dEl FCE2

La historia del FCE se remonta a 1934, cuando Daniel Cosío Villegas, uno de los más grandes intelectuales mexicanos del siglo xx, comprendió la necesidad de crear una biblioteca básica en español enfocada, ante todo, a los estudiantes de la recién fundada Escuela Nacional de Economía.

El FCE no fue concebido como empresa lucrativa, sino como institu-ción de fomento cultural, y surgió gracias al apoyo financiero del Estado, en calidad de fideicomiso, con el fin de impulsar la cultura sin condicio-narla ni censurarla. Pronto se formó una Junta de Gobierno y, desde su fundación, la empresa definió su destino, estableciendo una relación de mutuo respeto con el Estado. Desde sus inicios, los libros que ha publi-cado no tienen otra finalidad que la difusión del conocimiento.

Así, después de la colección de Economía, surgieron nuevas y varia-das series que en un principio brindaron al público traducciones al espa-ñol de lo más avanzado del saber universal. Durante los primeros 15 años de vida de la editorial, bajo la dirección de don Daniel, se publica-ron 342 títulos comprendidos en las colecciones de Economía, Política y Derecho, Sociología, Historia, Tezontle, Filosofía, Antropología, Biblio-teca Americana, Tierra Firme y Ciencia y Tecnología. Asimismo, en este lapso se empezaron a promover y publicar obras en lengua española, que vinieron a sumarse a las traducciones iniciales del catálogo de la editorial.

De 1948 a 1965 ocupó la dirección Arnaldo Orfila Reynal. Durante es-tos años se publicaron 891 títulos nuevos y se crearon siete colecciones: Breviarios; Lengua y Estudios Literarios; Arte Universal; Vida y Pensa-miento de México; Psicología, Psiquiatría y Psicoanálisis, y la muy gusta-da Colección Popular. El patrimonio de la editorial crecía a pasos agigan-tados, haciendo sentir su presencia no sólo en la vida cultural de México sino en la de Iberoamérica.

El FCE crecía no sólo en número de colecciones y títulos sino en redes de distribución, de modo que comenzó a incursionar en el extranjero,

2 Idem.

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20 PRESENTACIÓN

estableciendo filiales en Buenos Aires, Argentina, en 1945, y en Santiago de Chile, en 1954. El FCE llegó a Europa en 1963, al fundar en España su mayor filial.

En el periodo de 1965 a 1976 el FCE publicó 608 novedades y tuvo va-rios directores: de 1966 a 1970 Salvador Azuela dio continuidad a las co-lecciones ya existentes; de 1970 a 1972 Antonio Carrillo Flores dirigió con gran éxito la editorial; Francisco Javier Alejo creó la colección Archi-vo del Fondo durante su administración, de 1972 a 1974. Lo sucedió Gui-llermo Ramírez, quien durante el periodo 1974-1976 adquirió varias em-presas para reforzar las tareas de impresión y encuadernación. De 1977 a 1982 ocupó la dirección José Luis Martínez, quien creó la colección Re-vistas Literarias Mexicanas Modernas y publicó 448 títulos nuevos. Jaime García Terrés encabezó la editorial de 1983 a 1988, añadiendo 12 coleccio-nes y 1 397 títulos nuevos.

Como director, en 1989, Enrique González Pedrero reforzó la colec-ción de Política y Derecho; en el periodo 1990 a noviembre de 2000 el FCE estuvo a cargo del licenciado Miguel de la Madrid H., quien, al im-plantar programas de modernización en las áreas productivas y adminis-trativas de la editorial, logró incorporarla a las corrientes más avanzadas de la cultura, manteniendo a su vez el pluralismo y la apertura que la han caracterizado desde sus inicios.

En el periodo 1990-2000 se publicaron 2 300 novedades y casi 5 000 reimpresiones. Se lanzaron proyectos de cobertura internacional como el de Periolibros, en colaboración con la unEsCo. Dicho proyecto consis-tió en la publicación, en forma de periódico, de obras de autores ibe-roamericanos de reconocida importancia, como César Vallejo, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Juan Carlos Onetti, Clarice Lispector y Gabriel Gar-cía Márquez, entre otros. Los textos se incluyeron a manera de suple-mento en los 20 periódicos que participaron en el convenio.

Se crearon dos colecciones de libros para niños y jóvenes: la muy exi-tosa A la Orilla del Viento, y Travesías, además de la serie Hijos de la Primavera. Vida y Palabras de los Indios de América. También, celebran-do nuestro rico patrimonio histórico, se inició la colección de Códices Mexicanos y se lanzaron la colección Fondo 2000 y los audiolibros en la colección Entre Voces.

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21PRESENTACIÓN

Por otro lado, custodiando una parte del acervo cultural de México y de Iberoamérica, el Fondo de Cultura Económica, en colaboración con la unEsCo, se dedicó a resguardar el material bibliográfico, la obra gráfica y los manuscritos de escritores como Octavio Paz, Rosario Castellanos, Juan Rulfo y Carlos Pellicer, entre otros, en la colección Archivos.

Otro proyecto, en colaboración con el Instituto Latinoamericano de Comunicación Educativa, consistió en poner al alcance de alumnos y maestros del Sistema Red Escolar de la Secretaría de Educación Pública algunos títulos de las colecciones La Ciencia para Todos, Fondo 2000, Breves Historias de la República Mexicana y Diccionarios.

Desde su fundación, el Fondo de Cultura Económica ha sabido que el libro es un objeto vivo y sensible a las transformaciones sociales. Es así como ha evolucionado junto con su entorno desde su surgimiento en 1934.

Por ello, no es exagerado decir que la historia cultural de Iberoaméri-ca está inseparablemente ligada a la historia de esta casa editora. De he-cho, ciertos fenómenos de la vida cultural de Iberoamérica son explica-bles por la repercusión de las ideas difundidas por el FCE. Para muchas generaciones de estudiantes y profesionales, esta casa ha sido fuente in-agotable de conocimientos, ha satisfecho tanto sus necesidades técnicas como sus inquietudes intelectuales. El FCE es la editorial de México y de Iberoamérica.

A lo largo de su vida, el FCE, además de cumplir con sus labores estric-tamente editoriales, se ha interesado en otras actividades que lo han convertido en una empresa cultural de mayor variedad. Parte de esta expansión son sus publicaciones periódicas. La Gaceta, que se originó como boletín bibliográfico en 1954, es ya una revista mensual y fue galar-donada con el Premio Nacional de Periodismo en 1987 y el Premio Ca-niem 98, como reconocimiento a su labor de difusión cultural.

El FCE es ejemplo de asimilación y aprovechamiento de las tendencias modernas que exigen prestar mayor atención a los procesos empresaria-les, sin desatender los antiguos valores editoriales que guiaron su funda-ción.

Consciente de que su presencia es cada vez más importante en el campo editorial nacional e internacional, el FCE se ha fijado metas de modernización guiándose por dos principios fundamentales: mantener

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22 PRESENTACIÓN

el prestigio de la editorial como salvaguarda de la cultura iberoamerica-na, y estar abierto a cualquier corriente de promoción de la cultura.

La creación de un avanzado sistema de información para atender las necesidades del manejo de información de todas las áreas de la editorial muestra cómo la tecnología puede ponerse al servicio de la cultura; se introdujeron sistemas de vanguardia en el área de edición para acelerar sus procesos.

Además de su casa matriz, el FCE ha establecido nueve filiales con el fin de ampliar el alcance de sus libros en el mundo.

libros para niños

Con la certeza de que es en las primeras etapas de la vida cuando más fácil resulta crear prácticas de lectura sólidas y verdaderamente transfor-madoras, el FCE ha promovido la creación literaria dirigida a niños y jó-venes para formar lectores autónomos y críticos mediante la publicación de obras de autores tanto nacionales como internacionales, de gran tra-yectoria y noveles, así como proyectos editoriales propios. Cada año, ha estimulado la creación de obras de calidad con el Concurso de Álbum Ilustrado A la Orilla del Viento y el Premio Hispanoamericano de Poesía para  Niños, el Concurso de Ensayo Iberoamericano para Jóvenes, el Concurso Internacional de Booktubers y los bianuales Premio Interna-cional de Divulgación de la Ciencia Ruy Pérez Tamayo y el Concurso Lea-mos la Ciencia para Todos.

En este sentido, el FCE reconoce la necesidad de dar grandes pasos adelante para consolidar la oferta y publicar más autores mexicanos y latinoamericanos, así como diseñar proyectos para niños prelectores y establecer un programa anual de promoción editorial y formación lecto-ra para niños y jóvenes, que incluya la formación de mediadores de lec-tura que inicien a los niños en los medios digitales.

Para el FCE, la comercialización de libros no sólo implica distribuir y exhibir dichos bienes culturales en distintos puntos de venta; hay la cer-teza de que se requiere una estrategia paralela de actividades culturales y de promoción del  libro y la lectura, por lo que resulta indispensable

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23PRESENTACIÓN

contar con una infraestructura adecuada y con espacios idóneos que in-viten a la reflexión y el gozo de leer.

Como parte de su vocación social, el FCE promueve la modernización y expansión de su red de librerías para materializar y ofrecer mejores li-bros con precios accesibles para que más gente los adquiera. El FCE se compromete además con la situación de emergencia social que viven al-gunas zonas del país a causa de la violencia, enriqueciendo y mejorando la infraestructura de sus librerías y sus espacios para desarrollar en ellos actividades culturales, esta vez orientadas a la reconstitución del tejido social a través de la cultura escrita y lectora, mediante la creación de un nuevo modelo de gestión cultural fundamentado en tres ejes centrales: la participación ciudadana, la colaboración de los tres órdenes de gobier-no y la orientación hacia una cultura de paz.

Entre sus principales estrategias, el FCE se ha propuesto favorecer el surgimiento de espacios de encuentro alrededor de la cultura escrita y lectora, así como la creación artística, en los que además de promover la palabra y la aproximación a las artes (como recursos formativos para impulsar la educación integral), se incursione en la cultura de paz como vía para la restitución del tejido social, sobre todo en comunidades que viven situaciones de violencia social, como es el caso de Apatzingán de la Constitución, Michoacán, en donde se ha abierto ya con estos fines un espacio del FCE sustentado en este modelo.3

Este espacio incluye la instalación de una “Estación de la Lectura y la Memoria” con más de medio millar de volúmenes para leer gratuitamen-te en un ambiente que propicia el encuentro entre libros y lectores. Ahí mismo, en unas pantallas táctiles, los usuarios tienen al alcance un rico acervo digitalizado sobre la historia y la cultura local y regional, así como aspectos de la identidad comunitaria aportados por los propios usuarios. La librería, a su vez, ofrece un acervo de más de 7 mil títulos que inclu-yen publicaciones de instituciones regionales. Asimismo, hay instalacio-nes destinadas a la profesionalización para mediadores de lectura, talle-ristas y promotores culturales locales. Se cuenta con cursos de escritura

3 Experiencia de la cual surge el modelo que el lector tiene en sus manos.

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24 PRESENTACIÓN

testimonial para mujeres y población en general, talleres de reflexión en torno a la memoria personal y colectiva dirigidos a público abierto, talle-res de narración oral y música tradicional, así como la visita de autores de todo el país para ofrecer charlas y talleres a jóvenes. Cuenta también con una “Estación de lectura para primera infancia”, que tiene un acervo especializado y que opera con la mediación de un experto. El espacio ofrece también un auditorio y un foro al aire libre, ideales para la aproxi-mación a otras disciplinas artísticas y actividades sociales.

¿por qué un modElo quE habla dE la Cultura dE paz?

El FCE expande su impacto en la sociedad mexicana proponiendo la con-solidación de este modelo para que influya en sitios estratégicos del país afectados por las violencias: interpersonal, social y criminal, buscando promover una cultura de paz y la reconstitución del tejido social a través de la cultura escrita y lectora. El modelo funciona tanto para abrir un centro como el de Apatzingán como para orientar otras iniciativas, sin importar sus dimensiones. Así, en el corazón del subsuelo de la Ciudad de México, en el pasaje del metro Zócalo-Pino Suárez, el FCE y la Secre-taría de Cultura de la Ciudad de México abrieron una Estación de Lectu-ra y librería. Ésta se especializa en niños y jóvenes, tiene más de 600 tí-tulos y alrededor de 12 mil ejemplares, en una superficie de exhibición de sólo 60 metros cuadrados donde se ofrece también un rico programa cultural dirigido a niños, jóvenes, mediadores de lectura, padres de fami-lia, maestros, bibliotecarios y libreros.

La idea es que este modelo de gestión para una cultura de paz pueda ser utilizado por agrupaciones vecinales, asociaciones civiles, educado-res, libreros, bibliotecarios, etcétera, para mejorar la calidad de vida de las personas, grupos o comunidades que así lo requieran, considerando que la violencia que alcanza grados de problema de salud pública sólo puede ser abordada eficazmente a través de políticas públicas emitidas ex profeso, y la movilización de recursos con esos fines, en consonancia con los esfuerzos de autoridades de todos los órdenes de gobierno, la academia, organismos civiles y las propias comunidades afectadas.

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25PRESENTACIÓN

En ese contexto, y consciente de la importancia de establecer meca-nismos de trabajo multidisciplinario que ayuden a eliminar las diversas manifestaciones de la violencia, el FCE busca proveer espacios para que las personas violentadas puedan ejercitarse en la práctica de estilos de vida que se basen en la cultura de paz y los derechos humanos, y logren construir, mediante la expresión y la creatividad, habilidades para la re-solución no violenta de conflictos en los ámbitos de la vida personal, fa-miliar y comunitaria.

A través de un doble propósito, el FCE se plantea la restitución del te-jido social y posicionar el valor de la cultura escrita y lectora como motor de la vida social para promover comunidades resilientes, esto es, colectivi-dades que, a través de un proceso gradual, son capaces de autorrecono-cerse, que tienen una historia compartida e identifican sus necesidades y los recursos que poseen para ayudarse a sí mismas. Pensar en comunida-des que no sólo sean capaces de reconstruirse en ámbitos adversos mar-cados por la violencia, sino que salgan fortalecidas, por el ejercicio de la participación y el acceso a la cultura como derecho, en espacios de en-cuentro alternos y abiertos en donde se conjuguen el respeto y promo-ción de los derechos humanos y el acercamiento gozoso a la cultura es-crita y lectora. Esta aproximación se articula con la expresión y apreciación de las diversas manifestaciones artísticas, a través de activi-dades diseñadas para niños, jóvenes y sus familias, bajo el reconocimien-to de la identidad y revaloración de las manifestaciones culturales pro-pias, como alternativa de transformación social.

De particular importancia es el papel de los gestores culturales locales que trabajan en zonas violentadas de la comunidad, entendido su perfil como mediadores entre la creación, la participación y la expresión cultu-ral. Se trata de profesionales capaces de ayudar a desarrollar el trabajo artístico y cultural e insertarlo en una estrategia social, de acuerdo con las necesidades específicas de cada población y territorio.

Es así como, en su labor de promoción y difusión,  y de la formulación de un amplio y creativo programa de actividades que rebase el habitual formato de presentación de libros y contribuya a atraer nuevos públicos, el FCE difunde este modelo, concebido como un escenario en el que los servicios culturales que se ofrezcan motiven a la comunidad a organizarse

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para fortalecerse y trascender, desarrollando su potencial creativo, aten-diendo sus necesidades de expresión y reconstituyéndose como comuni-dad resiliente frente a la violencia.

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INTRODUCCIÓN

Alianzas para una cultura de pazt

JorgE mElguizo4

antEs dEl iniCio

Los horrores y dolores de Apatzingán y de tantos otros lugares de Méxi-co, de Colombia, de Latinoamérica, del mundo, tienen que poder con-vertirse en el punto de partida para construir la esperanza.

Esperanza que no olvide esos horrores y esos dolores, y que se con-vierta en la posibilidad de pensar juntos las salidas, de soñar juntos los caminos, de construir juntos las transformaciones necesarias.

Esperanza para no tener más 6 de enero, para no escuchar nunca ja-más la frase que aún resuena en estas calles: “mátenlos como perros”.5 Esperanza de que no haya impunidad. Esperanza de que ningún civil se alce en armas, por ninguna circunstancia.

4 El presente texto proviene de la conferencia dictada por el autor en el Centro Cultural del Fondo de Cultura Económica de Apatzingán, Michoacán, el lunes 18 de abril de 2016. Jorge Melguizo es comunicador social y periodista. Actualmente es consultor y conferen-cista internacional en gestión pública, cultura, cultura ciudadana y proyectos urbanos in-tegrales para la transformación integral de los barrios con mayores niveles de pobreza y de violencia. Fue secretario de Cultura Ciudadana (2005 – 2009) y secretario de Desarro-llo Social (2009 – 2010) de la Alcaldía de Medellín. 5 El 6 de enero de 2015, Apatzingán presenció una masacre cuyo resultado fue el de 16 muertos y decenas de heridos. De acuerdo con la investigación de la periodista Laura

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28 INTRODUCCIÓN

Este espacio cultural es un símbolo de esperanza. Nuestros territorios deben llenarse de centros culturales, para que el horror y el dolor se con-viertan en memoria, en creación, en sueños, en hechos de transforma-ción personal y colectiva.

“¿Cuáles son los asuntos a resolver en nuestra cultura para lograr que no se reediten o transformen estos conflictos en otros?”6

las prEguntas quE dEbEmos haCErnos

¿Qué es una alianza para una cultura de paz? ¿Qué es una cultura de paz? ¿Qué es la paz?

Esas tres preguntas, y la que nos propone Lucía González más arriba, seguirán siendo preguntas al final de esta reflexión. Pero avanzaremos en algunas respuestas y, especialmente, espero que avancemos en otras pre-guntas que nos ayuden a pensarnos y a construirnos.

Vengo de Medellín, Colombia, una ciudad que como pocas en el mun-do ha vivido los horrores y los dolores de las violencias de todo tipo: la de las guerrillas, la de las autodefensas, la del narcotráfico, la de las ban-das criminales, la de sectores del Estado y, por supuesto, nuestras pro-pias violencias cotidianas, derivadas de todas las anteriores, resultado del poco valor de la vida en una sociedad enferma por años de guerra interna, de exclusión e inequidad.

Y la pregunta que nos seguimos haciendo es qué es lo que hay en nuestra forma de hacer, en nuestra forma de relacionarnos, en nuestra forma de asumirnos, que hace que la vida valga tan poco y que acabar con la de otro sea tan fácil para muchos. Un asesinato, miles de asesinatos, una masacre, cientos de masacres, la desaparición forzada, la barbarie en

Castellanos, policías federales dispararon contra un centenar de integrantes de la Fuerza Rural mientras éstos realizaban un plantón en los portales del Palacio Municipal de Apat-zingán. Según la investigación periodística, los policías gritaban “¡Mátenlos como perros!” Véase <aristeguinoticias.com/1904/mexico/fueron-los-federales/>.6 Lucía González, directora del Museo Casa de la Memoria de Medellín desde inicios de 2013 hasta fines de 2015. Arquitecta, ha hecho y desecho mil y más cosas en su vida, pero,

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29INTRODUCCIÓN

la muerte, el ensañamiento con la población más débil, se han converti-do en Colombia y en México en asuntos cotidianos. Terminamos incluso aceptando como válidos algunos de esos hechos de violencia, termina-mos aceptando que quitarle la vida a otro tiene algún sentido. Y no, ni podemos aceptarlo ni podemos permitirlo. La vida es sagrada. O debería serlo.

Un hombre de barrio popular nos dijo hace unos pocos años, en una calle de la zona nororiental de Medellín, uno de los lugares donde hay más gente en la pobreza y donde se han presentado más hechos violen-tos en la historia de la ciudad: “ésta es una violencia vacía, no tiene más contenido que la muerte”.

Esa frase requiere una reflexión que no hemos propiciado suficiente-mente. Esa frase requiere de la sociedad entera unas respuestas que aún no logramos construir. Esa frase nos reta, nos impele, nos está diciendo que es hora de buscar nuevas y mejores y respuestas en esa enorme tarea de la formación de la ciudadanía, en esa necesaria tarea de cambiarnos no sólo la piel sino el alma.

Dice Jesús Abad Colorado, fotógrafo colombiano, en su muy bello y muy duro libro Mirar de la vida profunda:

Tal vez ningún evento sea tan revelador de la condición humana como la guerra. Aunque su destrucción es la antiestética por excelencia, aquellos hombres y mujeres que la sobreviven, sus pertenencias, sus historias co-lectivas e individuales, son la personificación de la solidaridad y el amor, de la dignidad y la resistencia contra la testarudez y la impiedad de los verdugos y los corruptos. Ellos, los sobrevivientes, los que resisten y lo que les queda, son la estética y la vida en medio del dolor.

Noel Gutiérrez, habitante de Bojayá, en la selva del Río Atrato colom-biano, es uno de los sobrevivientes de un enfrentamiento entre la guerri-lla de las FarC y las autodefensas (grupos paramilitares) que dejó 119

fundamentalmente, ha sido una constructora de caminos de convivencia desde los lugares en los que ha estado.

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30 INTRODUCCIÓN

muertos, entre ellos 48 niños y niñas. Su doloroso canto7 nos ayuda a entender y, aunque parezca extraño, nos ayuda a soñar.

Cultura, Ciudadanía, ConvivEnCia

En Colombia y en México, países atravesados por todas las iniquidades y por todas las violencias, tenemos un imperativo ético: la construcción de una nueva sociedad, de una nueva ciudadanía. No se trata de emprender el rescate de unos valores. Se trata, precisamente, de todo lo contrario: de emprender, colectivamente, desde todos los escenarios territoriales, la construcción de unos nuevos valores que nos permitan enfrentarnos con nuestra propia historia, pasada y reciente, y salir airosos. Cuando se habla de desarrollo sostenible siempre se piensa en tres dimensiones: so-cial, ambiental y económica. Naciones Unidas, en la revisión de los Obje-tivos del Milenio y la creación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030,8 debería haber incorporado (y se fracasó en el intento para que lo hiciera) a la cultura como uno de los cuatro pilares del desarrollo:

El desarrollo humano solo puede ser efectivo si asume una consideración explícita de la cultura y sus factores como la memoria, la creatividad, la diversidad y el conocimiento (Cultura 21: Acciones, 2015: 5).

Latinoamérica tiene una enorme riqueza, que no conoce ni reconoce y que ha dilapidado. Esa riqueza social, ambiental y económica es, tam-bién, una enorme riqueza cultural. En ella está una de las grandes opor-tunidades para la construcción de eso que podemos ser. La cultura, como una posibilidad para entendernos y para construirnos.

La fórmula es sencilla: entender que la cultura es mucho más que las artes, asumirla como clave en la construcción de equidad, inclusión y

7 De la serie Bocas de Ceniza, producida por el artista Juan Manuel Echavarría entre 2003 y 2004. Véase <www.youtube.com/watch?v=k9ob40Fk18Q>.8 Véase <www.un.org/sustainabledevelopment/es/2015/09/la-asamblea-general-adopta-la-agenda-2030-para-el-desarrollo-sostenible/>.

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31INTRODUCCIÓN

convivencia, invertir en la cultura con la certeza de que es una inversión estructural, y potenciar, potenciar, potenciar… lo que ya se hace.9

Medellín ha venido construyendo, en los últimos 25 años y como reac-ción ciudadana frente a todas las violencias, capital humano y social, for-mando capacidad instalada, ensayando proyectos de intervención en los barrios más pobres (que son, casi siempre, donde también se viven con mayor fuerza las diferentes violencias), fortaleciendo la sociedad civil organizada, es decir, las ong, las organizaciones comunitarias, las veedu-rías ciudadanas10 (vigilantes y analizadores de la gestión pública), las me-sas intersectoriales, los consejos municipales asesores y cogestores en diferentes temas claves de la ciudad ( juventud, infancia, mujeres, afro-descendientes, cultura, lgtb, ancianos, discapacidad, etcétera).

He dicho, y suena muy irónico, que las duras violencias que hemos vivido y sufrido como sociedad nos han generado también ese resultado positivo de la disposición y actitud colectiva de buscar intensamente sa-lidas pacíficas, de buscar desesperadamente (con menor y mayor éxito, con menor y mayor calidad) proyectos sociales que realmente funcio-nen, de ensayar una y mil fórmulas de acciones de prevención y de pro-moción de valores y de estilos de vida saludables.

La cultura, y en especial lo que hemos denominado en Colombia des-de hace 20 años la cultura ciudadana (que se puede resumir como la forma en que nos comportamos en relación con el otro y por fuera de los espacios privados), juega un papel fundamental en ese fortalecimiento de la sociedad civil, en la preparación de la comunidad para su mayor y mejor participación, en la generación de cultura política, en la formación de ética civil desde las políticas públicas, en la construcción de nuevos

9 De acuerdo con la definición de Declaración Universal de la Diversidad Cultural de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (unEsCo), la cultura es: “el conjunto de los rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social y que abarca, además de las artes y las letras, los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”. 10 Puede verse un ejemplo muy interesante de veeduría ciudadana en <www.medellinco-movamos.org>. Esta veeduría está conformada por la Cámara de Comercio, la Federación de ong, dos periódicos, una universidad privada y dos ong del sector empresarial.

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32 INTRODUCCIÓN

referentes, en el cuestionamiento a comportamientos y maneras de vivir y en el desarrollo de proyectos que nos lleven a terrenos de entendimien-to y de respeto por el otro y no a su exclusión y eliminación, que en Co-lombia se da no solo metafórica sino literalmente.

Somos una sociedad, la colombiana, que ha tumbado, que ha excluido, todo lo que no es capaz de entender. El reto inmenso, y es un reto bási-camente cultural, es construir una sociedad que escuche, que interprete, que interpele y se deje interpelar, que sea respetuosa de la diversidad y que logre ver en esa diversidad una riqueza y no un peligro permanente.

Un gran desafío es, entonces, que:

Los procesos culturales sirvan para la constitución de sujetos, para que la gente pueda desarrollar por sí misma proyectos culturales de transforma-ción de su realidad individual o colectiva. Y ello implica crear dispositivos para pensarse de manera crítica como sociedad y como sector, construir condiciones y subjetividades incluyentes, y poner en juego los diversos relatos de lo social y los diversos sectores sociales. (Plan de Desarrollo Cultural de Medellín, 2011: 8)

Toda política de desarrollo, por lo tanto, debería incorporar la dimen-sión cultural basada en los derechos y libertades fundamentales con el objetivo de que cada quien pueda realizar su proyecto de libertad perso-nal. En nuestros países, esa perspectiva de realización personal se le ha dejado, hasta ahora, a la educación y a la economía, pero la cultura ha estado ausente (o excluida) de esa tarea de la autonomía y de la emanci-pación personal y colectiva.

Por cierto, en declaraciones como las de unEsCo o en documentos como los de la Agenda 21 de la Cultura11 están los principios básicos para

11 La Agenda 21 de la Cultura es un acuerdo de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (Cglu), espacio de las ciudades en la onu. Existe desde 2004 y es una carta de navegación sobre el papel de los gobiernos locales en la cultura, que se actualiza de manera permanen-te. En Bilbao se hizo, en marzo de 2015, el nuevo documento sobre Acciones post Objetivos del Milenio 2015. Puede verse mucha información en internet, buscando por Agenda 21 de Cultura.

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33INTRODUCCIÓN

que un proyecto cultural local o nacional tenga sentido. Pero muchas de esas declaraciones y agendas internacionales se han quedado en pala-bras escritas y no se han convertido en políticas y presupuestos públi-cos, en estrategias, programas y proyectos. El camino es fácil: solo hacen falta decisiones políticas y acciones concretas para que esas decisiones se vuelvan realidad. Una de esas acciones concretas necesarias es la de aumentar el presupuesto para la cultura en los gobiernos locales, regio-nales y nacionales.

Un dato evidencia la necesidad de lo anterior: el presupuesto del Mi-nisterio de Defensa de Colombia entre 2001 y 2010 equivale al presu-puesto anual del Ministerio de Cultura ¡para 2 100 años!

Inés Sanguinetti, argentina, directora del colectivo cultural Crear Vale la Pena, dice:

¿Cómo podemos invertir tan poco en cultura cuando todo lo que necesi-tamos para construir bienestar —terminadas todas las recetas— es rein-ventar un futuro desde un presente más creativo? (Cultura para la Trans-formación, 2014: 20)

La convivencia pacífica y plural es un gran desafío en nuestras ciuda-des y países: pareciera que el proyecto civilizador está aún muy lejos de algunos de nuestros contextos, y me refiero acá principalmente a las rea-lidades colombianas. La cultura debe llevarnos a buscar acuerdos sobre lo fundamental, en torno a los sentidos compartidos, desarrollando accio-nes de coexistencia pacífica bajo principios éticos de justicia, equidad, participación, corresponsabilidad, inclusión y reconocimiento activo de la diversidad.

William Ospina12 escribió en una de sus columnas (Lo que no sabe ver la política, publicada en diciembre de 2009 en el diario El Espectador):

12 Colombiano, escritor, poeta, generador con sus ensayos y artículos de prensa de re-flexiones sobre el país que somos y que podríamos ser. Busquen sus columnas semanales de domingo en el diario El Espectador.

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34 INTRODUCCIÓN

[…] ¿De verdad alguien puede creer con sinceridad que sería posible paci-ficar a Colombia sin emprender un gran proceso cultural de construcción de una verdadera solidaridad nacional, un movimiento profundo y demo-crático de dignidad, de respeto por los otros, una inversión generosa y original en caminos creadores de convivencia?

[…] Ninguna solución militar nos hará más capaces de convivir y de respetarnos; ni nos dará dignidad, principios morales, conocimiento de la memoria común, conciencia de unos orígenes compartidos, de un orden de leyendas y mitos que nos permitan reconocernos unos en otros, y dejar atrás esta niebla de racismos y de clasismos, de estratificaciones y repul-siones que el país arrastra desde siglos y que lo mantiene anclado en pro-blemas de la Edad Media y en soluciones igualmente medievales […] Si juzgamos por los recursos que le asignan, comparados con los descomu-nales presupuestos de la guerra, aquí siguen creyendo que la cultura es una suerte de ornamento inoficioso de la sociedad.

Pero si las sociedades conviven es fundamentalmente por su cultura, por su manera de utilizar el lenguaje, por los principios que se afirman en las conciencias, por la actitud de unos ciudadanos hacia los otros. Cosas que no se inventan en un día, pero que es inmensamente necesario recu-perar cuando toda una sociedad, empezando por sus propias élites, ha avanzado tanto por el camino de la indiferencia, de la inhumanidad y de la claudicación en los principios [...].

Una tarea cultural urgente es la de la generación de mayores y mejores espacios para la participación, empezando por eso que comúnmente lla-mamos como cultura política: nos falta aún mucho en cultura política, para evitar que la democracia sea una cooptación clientelar y criminal, o se reduzca a salir a votar cada tanto. Decía Thomas H. Marshall hace 70 años:

La ciudadanía es una convergencia en el individuo de cuatro grandes di-mensiones de la persona: cívica, política, social y cultural. (Marshall, 1950)

Dice Iván Nogales, boliviano, director de Compa, Comunidad de Pro-ductores de Arte, en El Alto, La Paz:

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35INTRODUCCIÓN

La participación es un hecho político hacia el desmontaje de cualquier rasgo colonial de ejercicio vertical, que niega una plena realización de per-sonas y colectivos (Cultura para la transformación, 2014: 24).

Dice Célio Turino, brasilero, quien fuera secretario de Ciudadanía Cultural en la presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva:

Difundir una cultura que sea un medio de crítica y de conocimiento es un camino para la ampliación de la ciudadanía. Vista de este modo, la cultura deja de ser un bien secundario en este continente nuestro de tantas caren-cias y pasa a ser un bien social, así como la salud y la educación (Cultura para la transformación, 2014: 30).

artistas quE ConstruyEn Ciudadanía

El día va a creciendo hacia ti como un fuego desde el alba desnuda demudada de frío

IdEa Vilariño (poeta uruguaya)

¿Y cómo se puede concretar todo lo anterior? En esta última parte pre-sento algunos ejemplos de proyectos culturales que logran unir cultura + educación + comunidad, y que podrían ser de interés para quienes estén pensando en la cultura como clave en la transformación de sus territo-rios. Tomo el nombre de un proyecto que realiza la Corporación Cultural Nuestra Gente, del barrio Santa Cruz, en la Comuna 2, zona Nororiental de Medellín.

Corporación Cultural Nuestra Gente

[…] Durante estos 27 años se ha desarrollado un proceso permanente de formación y capacitación que se inspira en el arte y la cultura como herra-mientas para el trabajo comunitario, humano y artístico, entendiendo ello como una opción de vida de niñas, niños, jóvenes, adultos y adultos

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36 INTRODUCCIÓN

mayores, mujeres y hombres; incursionando en programas de teatro, títe-res, danza, música, recreación, comunicación comunitaria, radio y televi-sión, proyectando toda nuestra labor en intercambios, muestras, festiva-les y encuentros artísticos comunitarios anuales.13

Proyecto Artistas que Construyen Ciudadanía – Nuestra Gente

El proyecto Artistas que Construyen Ciudadanía busca mejorar las poten-cialidades de niños, niñas y jóvenes en el campo personal, artístico y orga-nizativo, y fija como su principal criterio de logro motivar, acoger y brin-dar acompañamiento a jóvenes del barrio que manifiesten preferencias por opciones de vida en medio de ofertas y presiones de vinculación a ac-ciones ociosas o delictivas. El proyecto no suple desajustes sociales es-tructurales.14

Corporación Pasolini, Arte y Cultura para Des-armar mentes

En la Corporación Pasolini en Medellín consideramos la formación y pro-ducción audiovisual desde un enfoque estético, ético y político fundamen-tado en la investigación sociocultural, en la exploración artística y, espe-cialmente, en una interlocución permanente y respetuosa con los sujetos y paisajes con los cuales trabajamos. Así, buscamos fortalecer propuestas que tiendan a la construcción de ciudadanías críticas, a la recuperación de la memoria, al fomento de narrativas locales, al encuentro intergeneracio-nal e intercultural, la exploración de estéticas emergentes y el empodera-miento de las comunidades.15

13 <www.nuestragente.com.co>.14 <artistasqueconstruyenciudadania.blogspot.com>.15 <pasolinienmedellin.wordpress.com>.

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37INTRODUCCIÓN

A.K.A.

En la Comuna 13 de Medellín, una de las zonas de Medellín en donde su población ha sido protagonista y víctima de todas las violencias, Luis Fer-nando Álvarez, A.K.A., artista plástico, combina el rap y la agricultura en un trabajo de formación con niños, niñas y jóvenes. La muerte violenta ha dejado huella en su propio trabajo: en enero de 2014 fue asesinado Juan Camilo Giraldo, 16 años, integrante del proyecto Semillas del Futuro, lide-rado por A.K.A. Semillas del Futuro es lo que siembra A.K.A.16

“El Perro”

Daniel Felipe Quiceno, 26 años, es El Perro. El Perro es profesor, se dedica a la educación artística: en la Escuela Kolacho, ‘Pasos que no son en Vano’, es profesor de grafiti. El Perro vive en la Comuna 13 de Medellín y es reco-nocido como uno de los mayores grafiteros de la ciudad.17

Casa Kolacho

Kolacho, Héctor Pacheco, fue asesinado en el barrio Eduardo Santos de la Comuna 13 de Medellín, el 24 de agosto de 2009. Hacía parte del grupo C15 Hip – Hop. En su homenaje, raperos, grafiteros, DJ y B.Boys crearon la Escuela Kolacho, ‘Pasos que no son en Vano’, para que niños, niñas y jóve-nes tengan nuevas oportunidades con y desde la cultura. Esos hoperos se convirtieron en educadores. Uno de ellos es el rector de la escuela. Y hoy son admirados por la comunidad, en especial por las familias de sus alum-nos y alumnas, que los ven como maestros, como guías, como referentes.18

16 <www.youtube.com/watch?v=dC3Yt4i7Pjw>.17 <www.youtube.com/watch?v=jR4qNVZhRCg>.18 <www.youtube.com/watch?v=JV3ltJ9na7M> y <www.youtube.com/watch?v=5owoqQ-m8ErY (3´40”)>.

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38 INTRODUCCIÓN

Imposible es nada

En la Comuna 4 de Medellín, en la zona nororiental de la ciudad, uno de los lugares que fue símbolo de las peores violencias, nació y vive uno de los mejores grupos de hip-hop de Colombia, Crew Peligrosos.

Henry Arteaga, el Jeque, es líder comunitario, rapero, gestor cultural, educador en su barrio, generador de nuevas realidades. Crew Peligrosos es su grupo de hip-hop Y Henry dirige la Escuela “4 Elementos”, un proyecto de educación artística que trasciende y rompe fronteras.

Henry y su grupo construyen cada día esperanza, con su música, con su escuela, desde su barrio. Para ellos, imposible es nada.19

Cultura Viva Comunitaria

En Brasil se aprobó en 2014 la Ley Nacional de Cultura Viva Comunita-ria, que convierte en política pública nacional el programa “Puntos de Cultura”, iniciado en el gobierno de Lula da Silva, cuando Gilberto Gil fue ministro de Cultura y Célio Turino era el secretario de Ciudadanía Cultural e iniciador de este programa.

En Latinoamérica acogimos la experiencia brasilera y creamos, en Medellín, en noviembre de 2010, en un encuentro de 100 organizaciones culturales de 15 países, “Plataforma Puente–Red Latinoamericana de Cultura Viva Comunitaria”: un espacio para impulsar el trabajo colabo-rativo de esos miles de puntos de cultura comunitarios que están eviden-ciando cada día que la cultura es parte de la construcción de convivencia y que son realmente quienes logran grandes resultados de cohesión so-cial y de transformación con sus proyectos culturales.

Las organizaciones de Cultura Viva Comunitaria ya existen y lo que necesitan de todos nosotros —gobiernos, universidades, sector educativo formal, gestores y mediadores culturales, en fin— es que las conozcamos,

19 <www.youtube.com/watch?v=KTZlcn5jAWA>.

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39INTRODUCCIÓN

las reconozcamos, las valoremos y las potenciemos.20 En estos proyectos culturales barriales y rurales hay cultura, por supuesto. Pero hay también seguridad y convivencia, y hay inclusión social, y hábitat, y desarrollo económico, y educación. Y oportunidades. Y por supuesto, hay transfor-mación, fundamentalmente eso, transformación.

En estos proyectos hay también alianzas público-privadas: el desarro-llo conceptual y metodológico de estos colectivos culturales y artísticos, y sus propios recursos, han sido históricamente una inversión pública, social, no cuantificada y, por lo tanto, no valorada: valorarla, cuantificar-la, reconocerla como aporte de las comunidades a los proyectos públicos de transformación de una sociedad, de una ciudad, es un imperativo.

Estas organizaciones comunitarias no están esperando que les finan-cien sus proyectos, no están pidiendo: están ofreciendo. Están ofrecién-dose en la construcción de mejores caminos sociales, de caminos reales de transformación.

Lo que están esperando esas organizaciones de las Culturas Vivas Co-munitarias, lo que proponen, es la suma de recursos, de los de esas orga-nizaciones comunitarias con los dineros públicos —que son de todos— y con muchos otros proyectos —como los que ustedes representan hoy en Apatzingán— para producir mayores y mejores resultados.

Centro de Desarrollo Cultural de Moravia, la Casa de Todos

Este centro cultural está en el barrio que fuera en Medellín símbolo de lo peor: Moravia fue el basurero de la ciudad hasta 1984 y luego allí se con-centraron todas las violencias por la presencia de grupos armados del narcotráfico, de las autodefensas, de las bandas criminales.

El Centro de Desarrollo Cultural de Moravia surgió de talleres de me-moria cultural con la comunidad y se inauguró en 2007. Se construyó con aportes de una fundación empresarial y el 30 por ciento del presupuesto anual ha sido aportado por una organización privada, Comfenalco.

20 <www.culturavivacomunitaria.org>.

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40 INTRODUCCIÓN

Las 1 400 personas que cada día y durante todo el año lo usan (solo cierra el 1º de enero y el 25 de diciembre) dan cuenta de su valor, de su importancia, de su necesidad para la construcción de una nueva forma de ser en el barrio y en la ciudad.21

antEs dE tErminar

Los desafíos de Apatzingán y de México son los mismos que los que Me-dellín y Colombia enfrentan: el desafío de la convivencia pacífica, el de-safío del fortalecimiento de lo público, el desafío de enfrentar la iniqui-dad, el desafío de reconocer la diversidad territorial y poblacional, y el desafío de la construcción de una nueva ciudadanía, de una nueva socie-dad, donde la participación sea esencia y no sólo herramienta.

Medellín ha encontrado en la cultura una de las respuestas a esos de-safíos, aunque aún nos falta mucho: la tarea de transformar a Medellín apenas se está iniciando y no, como piensan algunos gobernantes exta-siados en el marketing, terminando.

Otras ciudades del mundo y muchas organizaciones multilaterales mi-ran este proceso con interés pues Medellín se convirtió en un laboratorio (no en un modelo): un laboratorio donde cada fracaso genera aprendiza-jes para buscar los aciertos urbanos, sociales, educativos y culturales. Esas miradas mundiales vienen a ver los procesos más que los resulta-dos, conscientes de que lograr sociedades más equitativas, más incluyen-tes, con mayores oportunidades y con climas de convivencia es un reto compartido… y muy difícil.

¿Y cómo fueron posibles esos procesos en Medellín, cómo siguen sien-do posibles? Gracias a la formación de una capacidad instalada en el for-talecimiento de la sociedad civil: organizaciones comunitarias, ong, uni-versidades, grupos empresariales. Esa sociedad produjo los cambios políticos que llevaron a hacer, desde lo público, lo que se venía hacien-do en otra escala desde las múltiples experiencias sociales. Una sociedad

21 <www.youtube.com/watch?v=UvE-AaXaCHM>.

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41INTRODUCCIÓN

necesita tener muchos contrapesos. Las sociedades avanzan cuando hay equilibrio entre el fortalecimiento de las instituciones y el afianzamiento de la ciudadanía.

Algunos creen (y algunos han hecho creer) que las recientes transfor-maciones de Medellín se dieron gracias a unas pocas personas, a un pe-queño grupo de “iluminados”, y es todo lo contrario. La manera colectiva como Medellín se enfrentó a sus peores violencias a fines de los ochenta y durante todos los noventa, y esa manera colectiva como ha asumido sus profundos cambios es lo que ha logrado producir las transformacio-nes políticas, urbanas, sociales, educativas y culturales. En esos años se construyó y reconstruyó tejido social, se propiciaron muchos y amplios espacios de diálogo, de debate, de encuentro de las diferencias, de elabo-ración de propuestas para salir de nuestras profundas crisis.

En ese reto colectivo hay una respuesta cultural a unos problemas estructurales. Cambiar la manera de asumirnos fue clave en Medellín. No serán los caudillos los que nos sacarán de la enorme crisis. Es nece-sario entender nuestra propia responsabilidad individual y colectiva en el fracaso que vivimos y en las tareas que debemos hacer para salir de ese fracaso.

Para entender lo uno y lo otro, y para encontrar esa respuesta cultural, hay que tener preguntas, hay que hacerse permanentemente preguntas:

Ɂ ¿Qué tipo de sociedad somos y queremos ser? Ɂ ¿Cuáles son los elementos que nos unen como sociedad, que nos

integran como nación, y cuáles queremos que sean esos puntos de encuentro en el futuro?

Ɂ ¿Cuáles deberían ser nuestras prioridades en las inversiones públi-cas en sociedades con tanta presencia histórica de los conflictos armados?

Ɂ ¿Cuáles son los elementos culturales que deberíamos dejar de lado, y cuáles los que deberíamos potenciar para avanzar hacia una socie-dad más equitativa, más incluyente, con mayores oportunidades?

Ɂ ¿Cuáles son los retos en la educación colectiva? Ɂ ¿Cómo podemos lograr la intervención real sobre ese micro-tejido

familiar y comunitario?

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42 INTRODUCCIÓN

Ɂ ¿Qué no estamos haciendo bien? Ɂ ¿En qué nos seguimos equivocando como sociedad? Ɂ ¿Qué no hemos hecho que sea necesario hacer para lograr una real

transformación cultural, en función de la construcción de un ver-dadero proyecto colectivo de ciudadanía, de convivencia?

Ɂ ¿Cuáles son los valores compartidos que deberían construir nues-tro nuevo proceso de vida comunitaria?

O, simplemente, podríamos empezar con esta pregunta:

Ɂ ¿Cómo se construye una nueva ciudadanía, cómo se hace un ciuda-dano?

para CErrar, una CanCión y un poEma

La canción: Mercedes Sosa hace una versión bellísima de una canción de Sting, Fragilidad: no debemos olvidar nuestra fragilidad.22

Mañana ya la sangre no estaráal caer la lluvia se la llevaráacero y piel, combinación tan cruelpero algo en nuestras mentes quedará.

Un acto así terminará con una vida, y nada más.Nada se logra con violencia ni se logrará.Aquellos que han nacido en un mundo asíno olviden su fragilidad.

Lloras tú y lloro yo, y el cielo también.Lloras tú y lloro yo, qué fragilidad.

22 <www.youtube.com/watch?v=zwqsgwyu4_s>.

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43INTRODUCCIÓN

Y el poema. En Ciudad Victoria, Tamaulipas, hace tres años un profe-sor me regaló un bellísimo libro: Poesía arbórea, de Esmeralda Loyden. Ese mismo día usé un trozo de uno de los poemas para mi conferencia allí, y ahora creo que las palabras de esta poeta mexicana son las mejores para cerrar acá en Apatzingán:

Dicen que una comunidad no existeporque no han visto sus raíces enlazarse con ternura.Dicen que una comunidad no sienteporque han dejado de oír el suave murmurar de sus caricias en otoño…

[…]Dicen que una comunidad no es, ni siente, porque no la ven jugar, reír ni defenderse…

De tanto en tanto la asaltan mentes enfermizas, plagas efímeras, polución, nieve, incendios, destazadores de maderas.

Más la comunidad arbórea guarda sus semillas dentro de la tierray espera… una eternidad tal vez.

Y de la tierra surge nuevamente con sus verdes dorados y sus nidos,con su caudal de luz y su frescura.

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44 INTRODUCCIÓN

Postales de Apatzingán, Michoacán. México: Reescribiendo la paz

tsoCorro vEnEgas

Para Luz María Chapela, quien puso tanta luz en esta experiencia

Imagina estar sentado para platicar con algunos niños antes de invitarlos a dibujar o a leer una historia juntos. Haces la pregunta usual para romper el hielo: ¿Cuál es su comida favorita? ¿Qué quieren hacer cuando crezcan? Pero esta vez escuchas algo muy distinto. Los niños quieren ser sicarios. Quieren armas, quieren ser como sus padres o tíos. Ésos son sus héroes.

Ésa fue exactamente la situación que encontramos en junio de 2014 en Apatzingán de la Constitución, Michoacán, una ciudad de poco más de 100 mil habitantes situada en la región de Tierra Caliente, México, y uno de los lugares más golpeados por la violencia del crimen organizado.

Ésta es la primera vez que el FCE, editorial estatal con más de 80 años de existencia, articula sus proyectos culturales para promover la lectura en uno de los lugares y momentos más explosivos de la historia del país. El proyecto consistía en la apertura de un espacio cultural, pero el director del FCE, José Carreño Carlón, sugirió que no debíamos esperar a que las pare-des se construyeran: empezar a construir la arquitectura social era urgente.

Reunimos a un equipo de expertos, entre ellos la escritora y diseñado-ra de modelos de intervención comunitaria y cultural Luz María Chape-la, y las gestoras culturales Martha Luna Márquez y Miriam Domínguez Paleo, estas últimas vecinas de Apatzingán. Después se sumaron otras personas, todas valiosas, y otras instancias, ya mencionadas en el prólo-go. Por ahora quiero contar cómo empezamos.

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45INTRODUCCIÓN

Era esencial trabajar con un equipo de gestores dentro de la comuni-dad; así fue como llegamos a involucrar a un grupo de promotores inde-pendientes bien conocidos en la zona por su compromiso y valor; gente que desde hace años arriesga su integridad física impartiendo talleres lúdicos de lectura, creatividad y música en colonias apartadas y ranche-rías de la región. Algunos de ellos incluso trabajan en espacios públicos donde las actividades han sido súbitamente interrumpidas por grupos de delincuentes que zanjaban sus disputas a tiros, y donde talleristas y ni-ños habían tenido que tirarse al suelo para evitar un encuentro fortuito con una bala perdida. Con la ayuda de estos promotores culturales —hé-roes de verdad— comenzamos a desarrollar el proyecto del FCE.

****

Apatzingán da la bienvenida a los recién llegados con casi 40 grados de temperatura ambiental; se puede sentir en cada milímetro del cuerpo por qué llaman a esta zona Tierra Caliente. Viajamos desde Morelia, capital de Michoacán, en un vehículo oficial del FCE, sin saber si el logo de la editorial es mejor que cualquier otro, si causa curiosidad entre los poli-cías, soldados, traficantes de drogas o autodefensas. Más adelante, cuan-do culmina la primera etapa de la obra arquitectónica, escucharemos ru-mores de que el logo del Fondo es asociado ¡con una cruz templaria!

Apatzingán también es el negocio de los cirujanos plásticos y las jo-vencitas que al cumplir quince años piden como regalo un arreglito; de la agencia de renta de limusinas en una comunidad con varias calles sin pavimentar. Un lugar cimbrado y en vías de recuperar la viabilidad insti-tucional: en tres años trabajamos con tres presidentes municipales dis-tintos y al menos un par de encargados de despacho.

Es un hecho que aquí hay una gran cantidad de personas armadas que luchan, por causas diferentes, sobre estas tierras de gran riqueza natural. A lo largo de nuestros muchos viajes a la región eventualmente nos en-contramos con esos grupos, a veces sin saber cuál era cuál.

Después de algunas visitas iniciales de exploración, decidimos, junto con las autoridades locales, renovar una muy descuidada casa de la cul-tura construida en una antigua estación de tren, que se convertiría en el

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46 INTRODUCCIÓN

hogar del centro cultural del FCE. Las vacaciones de verano se acercaban, junto con una inmejorable oportunidad: el comienzo de los talleres de verano que reunirían a más de 700 niños de Apatzingán. Diseñamos va-rios talleres que se impartirían junto con los cursos que tradicionalmente ofrecía la casa de cultura. Trabajamos con la premisa de que era importan-te respetar lo que ya se había hecho en la zona, al tiempo que se añadían los talleres del FCE a la mezcla: lectura y escritura, autorretratos, cómics, juegos, música tradicional y narración para niños, jóvenes y adultos.

La respuesta a uno de los talleres nos sorprendió en particular: reuni-mos a un grupo de mujeres, muchas de ellas viudas o abandonadas por maridos que se habían unido a grupos del crimen organizado, habían sido encarcelados o su estatus era simplemente el de desaparecidos; a ellas se les ofreció el taller de escritura autobiográfica “Yo cambio mi historia”. Al principio los relatos fluían despacio, con timidez, pero pron-to la escritura comenzó a cumplir con uno de sus más nobles propósitos, le dio a estas mujeres la salida catártica que tanto necesitaban. Nos ha-blaron de sus esperanzas, pero también de sus miedos más grandes: por ejemplo, que sus hijos crecieran sólo para ser reclutados por los delin-cuentes. Cuando empezaron a poner sus emociones en palabras, tam-bién fueron capaces de entenderlas y resignificarlas, descubrieron que eran capaces de hacer cambios, ya fueran grandes o pequeños, pero sufi-cientes para ayudarles a hacerse cargo de sus propios destinos.

Más difícil estaba resultando conseguir que los jóvenes se acercaran al centro cultural. Por eso decidimos ir en busca de ellos. Comenzamos el programa “Una saga: escritores en Apatzingán”, viajando con escritores para visitar escuelas y organizar talleres de escritura y charlas dirigidos a muchachos estudiantes de bachillerato. Ahí han estado Julián Herbert, Eduardo Antonio Parra, Orfa Alarcón, Antonio Ramos Revillas, Agustín Cadena, César Silva, Jaime Mesa, Héctor Alvarado y Armando Alanís, quien reprodujo la experiencia de “Acción Poética” con los muchachos de la localidad. Al final de cada experiencia invitamos a los jóvenes a conti-nuar acercándose a la lectura y a la escritura en el centro cultural, donde hay un taller y otras actividades diseñadas especialmente para ellos.

Los cursos de verano se convirtieron en nuestro proyecto piloto. Al in-teractuar directamente con la comunidad tuvimos una mejor comprensión

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de las personas, sus necesidades y lo que necesitaban del centro cultural. Con una visión clara de lo que queríamos lograr, establecimos un sistema para ayudar a coser los hilos emocionales de confianza en una comuni-dad profundamente dañada. Día a día, desde ese verano candente, segui-mos aprendiendo mucho de lo que un proyecto cultural puede lograr en una comunidad violentada. Al taller de lectura con bebés, donde todas las participantes eran mujeres con sus pequeños hijos, llegaron de pron-to los papás a pedir que los horarios se ampliaran porque ellos también querían leer con sus hijos. Entre los adolescentes que leyeron y escribie-ron con los autores que visitaron sus escuelas ya hay quienes sueñan con volverse escritores.

En el taller de cómic dirigido por uno de los ilustradores publicados por el FCE, Ricardo Peláez, nos encontramos con un pequeño niño que nos contó cómo una vez había prendido fuego a su casa: su madre lo en-contró cuando las llamas ya le estaban quemando la ropa. El niño, con una enorme sonrisa, nos dijo cómo su mamá lo apagó con un cubo de agua. En sus dibujos podía verse su cuerpo envuelto en llamas, así como el abrazo que su madre le dio. En otro taller, más de 500 niños pintaron sus autorretratos en mosaicos, los cuales se colocaron en la base de una fuente en la explanada del Centro Cultural. La idea es que absolutamen-te todos sepan que éste no es un lugar para la violencia, que pertenece a la comunidad y que cada uno de esos rostros quiere crecer y vivir en paz.

****

Entrar y salir de Apatzingán. Más de una vez nos tocaron retenes organi-zados por autodefensas. A veces logramos pasar los filtros al mostrarles que teníamos un boleto de avión y que podíamos perder el vuelo. Otras veces simplemente no pudimos entrar a Apatzingán y volvimos a More-lia. Había que convencer a personas vestidas de civiles profusamente ar-madas; de ésas a las que no queremos ver más, quizá de ésas a las que sus hijos y sobrinos aún admiran.

Al final de los cursos de verano los niños hicieron un gran mural don-de pintaron a un hombre gentil, abierto y limpio. Usa un sombrero del tipo que se ve aquí en Tierra Caliente. En su cuerpo los niños pintaron

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los lugares que más quieren: sus hogares, el espacio cultural, la iglesia, la escuela, y bautizaron al personaje como “El Señor Apatzingán”.23 Más tarde, el presidente municipal César Chávez vio el mural y con una gran sonrisa exclamó: “¡Es un cortador de limón!”. Los niños han representa-do al hombre trabajador de estas tierras. También pintaron la riqueza natural de su región: se pueden ver árboles y frutas en un paisaje verde.

Fuera de Apatzingán, las cosas que se escuchan acerca de este lugar son quizá muy diferentes: las personas lo describen casi como una zona de guerra. Hay razones para ello. Pero prestemos atención a los niños. Veamos Apatzingán de la manera en que ellos lo hacen.

23 Véase al final, en “Memoria gráfica”.

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49INTRODUCCIÓN

Nunca más un 6 de enerot

antonio ramos rEvillas

El auditorio de la Estación de Lectura del FCE en la ciudad de Apatzingán, en Michoacán, luce repleto. El amplio galerón que servía de almacén en la vieja estación de ferrocarril ahora es un modesto espacio para charlas y conferencias que la editorial mexicana ha convertido en librería y cen-tro de lectura. La alta temperatura que se percibe hace honor al nombre de la zona: Tierra Caliente. Algunos abanicos revuelven un aire ralo y acalorado sobre las cabezas de algunas de las 150 personas del público —compuesto por vecinos y miembros del gabinete del presidente muni-cipal y del gobernador, repartido en sillas negras—, quienes escuchan en silencio al orador.

Al frente está un hombre menudo, de cabello rizado y entrecano, con anteojos, vestido con una sencilla camisa blanca con visibles islas de su-dor, jeans y tenis que se antojan cómodos. Es él quien pronuncia la frase esperanzadora y lapidaria al mismo tiempo: “Que no se vuelva a repetir un 6 de enero, que nunca más se diga en esta ciudad: ‘mátalos como pe-rros’ ”. El hombre es Jorge Melguizo, exsecretario de Cultura de la ciudad de Medellín. El 6 de enero es la fecha en la que un grupo de policías asesi-nó en la ciudad de Apatzingán a 16 personas, evento que fue un punto de quiebre en la espiral de violencia que se vivía en la zona tras la guerra del narco y las autodefensas que habían combatido en las inmediaciones de la localidad.

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50 INTRODUCCIÓN

Hay que tener valor para repetir esas palabras cuando se tiene al fren-te no sólo a los vecinos y a un grupo de burócratas, sino al presidente municipal, el licenciado César Chávez, y a su lado al gobernador del esta-do, Silvano Aureoles. Un murmullo de tensión invade la sala cuando Mel-guizo repite esa oración con toda la fuerza de su voz y acento colombia-no. Los camarógrafos, reporteros gráficos y periodistas intentan tomar la fotografía del gobernador de Michoacán, pero no lo logran porque, desde el inicio de la conferencia, Melguizo los movió de lugar para que no es-torbaran la vista a los que estaban al fondo de la sala.

Apatzingán es uno de los municipios clave de la historia de nuestro país, como se ufanó, orgulloso, el presidente municipal al inicio de la char-la. Es aquí donde se firmó la primera constitución de nuestra mediocre vida democrática con más caudillos y asonadas militares que gobiernos estables. Una copia de la misma está en el edificio donde fue promulgada, una sencilla edificación en el centro de la ciudad rodeada por vendedores informales que ofrecen vestidos, discos piratas y tacos de bistec.

La población es también una de las ciudades más prósperas de la zona caliente donde se dan muy bien las maderas finas y frutas tropicales y, claro está, es el centro de operaciones de La Familia Michoacana y de los aún no extintos Caballeros Templarios. Cuenta la gente de la ciudad que uno de los narcos más temidos de la zona, que el gobierno de Calderón juró haber liquidado pero que en realidad sólo andaba de parranda, Na-zario Moreno, El Chayo, días después de que fue “asesinado” solía pasear por las calles de la ciudad, vestido de blanco y haciendo burla de su resu-rrección. Nadie lo delató, así el tamaño del respeto, o del miedo.

Todo cambió para la ciudad, al menos aparentemente, cuando el 6 de enero ocurrió la matanza. Con la rápida escalada de la noticia en los me-dios electrónicos, el presidente Peña Nieto ordenó que algo se hiciera por el lugar, que algo surgiera en ese sitio violento para cambiar el futuro de la población. Tras no mucho investigar, la tarea recayó en la construc-ción de un centro cultural con apoyo federal, un proyecto de gestión comunitaria dirigido por el Fondo de Cultura Económica, en especial por el área infantil a cargo de Socorro Venegas, autora de un par de buenas novelas, pero quien ha tenido mucha experiencia en los proyectos comu-nitarios tras su paso como directora de fomento a la lectura y en especial

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del programa Salas de Lectura de Conaculta,24 en donde estuvo durante el sexenio de Calderón.

Es refrescante el espacio que se ha construido en la vieja estación que ya albergaba una casa de cultura que sufrió muchas remodelaciones. En la explanada aún están las vías del ferrocarril y una gran torre de agua decorada a colores. La estación es alargada con un pasillo lateral que da acceso a la Estación de Lectura y a la librería. Todas las tardes la Estación de Lectura la ocupan niños y sus mamás o algunos estudiantes. En las paredes hay ilustraciones extraídas de libros, el mobiliario cuenta con sillones, cojines y libreros. A un costado está la librería del FCE, bien sur-tida, aunque los libros más vendidos son, según la despachadora, un libro de poemas de Octavio Paz, porque lo dejaron de tarea en una preparato-ria, y el cuento de La peor señora del mundo de Francisco Hinojosa.

A un lado de la explanada están las casas de los vecinos —una de las vecinas vende raspados de guayaba o de frutos rojos y aunque en un prin-cipio no quería el espacio por esa natural tendencia humana de no acep-tar los cambios, ahora es visitante asidua del lugar—. Del otro lado de la calle está en ruinas un viejo cine, apenas de dos pisos de alto, que sin duda debería en algún momento convertirse en área más de la Estación de lectura.

De un poco sobre los espacios y la cultura es de lo que Jorge Melguizo habla en su conferencia una vez que ha repetido su frase sobre el 6 de ene-ro. Melguizo afirma que en los proyectos de cultura hay que reunir a los agentes de urbanización, de deportes, de hacienda, de cultura. Casi al ini-ciar su conferencia le preguntó a César, a Silvano y a José —el director del FCE, José Carreño— si trabajaban las dependencias en conjunto. A manera de ejemplo usó la palabra orgía y sentenció que todas las dependencias culturales debían trabajar como en una orgía: todos los proyectos con to-dos, nada por su cuenta, todo vinculado. Apenas pronunció la palabra y mucha gente soltó la carcajada, incluidos José, Silvano y César, a quienes Jorge siempre llamó por su nombre de pila y nunca con esta absurda reve-rencia de señor alcalde, señor gobernador, señor director del FCE.

24 Hoy Secretaría de Cultura.

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Melguizo sabe por qué lo dice: su trabajo es horizontal, de grupo, sin puertas cerradas. Así fue como logró gestionar las grandes bibliotecas de Medellín, así fue como la cultura se convirtió en un eje reparador para una de las ciudades más golpeadas por el narco colombiano a finales del siglo pasado. En una de las diapositivas con las que inició su conferencia Melguizo mostró la siguiente frase: “Si Medellín pudo cambiar, cualquier ciudad puede”.

Campechano, directo, integrador, Jorge es un apasionado del trabajo en redes… y de la verdad. Colabora con proyectos de integración de cul-tura en toda Latinoamérica. En Monterrey ayudó a generar proyectos de convivencia —tema central de su charla, la construcción de espacios para la convivencia— y mucho tiempo trabajó con el gobierno de Macri cuando éste fue alcalde de Buenos Aires. Horas antes de entrar a la con-ferencia y mientras atendía a los reporteros, una mujer lo increpó y le dijo: “¿Cómo puedes decir todo esto —la libertad— si en Colombia hay esclavos?” Melguizo —quien no es Pedro Ferriz de Con, quien ese mismo día y en otra ciudad llamó pendejo a un alumno de la Universidad Autó-noma de Nuevo León, quien lo increpó— sonrió y dijo que la única escla-vitud que existía era la del dinero y la de las armas y pensar que sólo con esos medios uno lograba volver realidad sus sueños.

La conferencia de Melguizo es una montaña rusa. Lo mismo muestra un video colaborativo entre Celso Piña, Lila Downs y la cantante colom-biana Totó la Momposita, como genera preguntas sobre qué es la paz o comparte una dura canción que recuerda la masacre de Bojayá, muy pa-recida a la Apatzingán el 6 de enero. El video, realizado por Juan Manuel Echeverría, se llama Bocas de Ceniza y en él un chico de 16 años “canta” esa masacre colombiana: “se fue tejiendo el plomeo y la gente muy asus-tada”. Pero Melguizo confía. Confía en una posible reunión entre el go-bierno federal, estatal y municipal, para sacar de Apatzingán esa cicatriz de la masacre.

Hasta ahora tiene por qué confiar. Desde abril del 2015 alrededor de sie-te escritores llevados por el FCE han ido a trabajar con estudiantes de ba-chilleres y de secundaria. También se ha conformado un grupo que toma un taller de narrativa y el maestro del taller, el escritor Uriel Ramírez, ya empezó a organizar ferias del libro en la localidad. Además, el centro de

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53INTRODUCCIÓN

la Estación de Lectura está por iniciar su segunda etapa de reconstruc-ción. Este auditorio caluroso, con dibujos rudimentarios de palomas de la paz que cuelgan de ventanas perdidas y puertas sucias, se convertirá en un moderno auditorio.

Fui a Apatzingán a impartir un taller sobre la lectura y el juego en abril de 2015. Hice el camino por carretera desde la ciudad de León y mientras nos acercábamos el chofer del FCE me contaba la situación de la plaza y el que ya no viajaban en coches con logos oficiales para no ser compara-dos con las fuerzas federales. El taller consistió en varias sesiones de lectura y juego y al final entre todos los chicos escribimos una canción para los muertos de Apatzingán. Encontré chicos animados, ansiosos por ser escuchados, jóvenes que de pronto se daban cuenta de que todo lo que decían era valioso y válido, pero que, al salir del taller, jugaban con sus amigos, esperaban el camión en grupo o se iban por las calles calien-tes de la ciudad a sus casas. Nosotros también hablamos de plomeos y gente asustada porque los muertos permanecen todavía; pero a pesar de la violencia también la risa y la esperanza permanecen.

Jorge Melguizo termina la conferencia e insiste en el trabajo colabora-tivo, en la orgía por la paz. Apenas concluye y muchos burócratas salen rapidísimo. Los vecinos sonríen, se dan la mano y se van. Al final sólo queda una isla de reporteros que persigue al gobernador. De manera más silenciosa, algunos se acercan a Melguizo para tomarse una foto, para decirle que les gustó la conferencia y que, ¡duró tan poco!, aunque en realidad fueron más de dos horas de charla. El gobernador entrega unos regalos, pero en menos de diez minutos el auditorio queda desierto, los coches se van, los reporteros, el gobernador, el presidente municipal y queda la explanada sola.

No importa.Al final todos saben que la cultura de una comunidad no cambia por

actos solitarios, sino por tradiciones. Martha Luna y Miriam Domínguez son las promotoras de la paz que han estado trabajando en la comunidad todo este tiempo, quienes reciben a los escritores, los acompañan, los regresan a salvo a Morelia para que de ahí vayan a Saltillo, Xalapa, Ciudad de México o Monterrey, de donde son los visitantes. Menudas, alegres, sistemáticas para recopilar información. Pocas personas se les acercan

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54 INTRODUCCIÓN

con tanto alboroto, aunque a ellas les corresponde lo más difícil: hacer que las palabras de Melguizo y las promesas de los alcaldes y gobernado-res se cumplan.

Al final me queda una sensación ambigua: tal vez este gran tiburón de la paz y el trabajo en conjunto que es Jorge Melguizo ha venido a nadar en aguas de calado pequeño, pero luego me desdigo. Ya existe un espacio bellísimo, hay más talleres, hay gente que quiere cambiar. No sé si existan más 6 de enero en Apatzingán, en Medellín, en Monterrey, en Tamauli-pas, pero ante la violencia hay que anteponerlo todo. Lo sé cuando obser-vo a dos niños jugar en la fuente en la explanada. Lo sé cuando la despa-chadora del centro dice con orgullo los títulos más vendidos. Lo supe cuando las chicas de mi taller compartían, nerviosas, sus ideas, cuando decían que querían irse de la ciudad a conocer el mundo, o cuando se afirmaban como personas. Lo supe cuando, al solicitarles una canción para sus muertos, algunas se quedaron en silencio y rápido dieron con la frase que deseaban compartir.

Hay que construir estaciones de lectura en todo el país, me digo. Vías que unan a nuestras ciudades violentas, pero también con las historias de no violencia que hay entre nosotros. Sí, tenemos narco y violencia, pero también centros de lectura, vecinos solidarios, estaciones que al-bergan bibliotecas y agentes de la paz.

Pienso al irme en personas como Martha, Miriam, Uriel. Cuando los go-bernadores y los conferencistas se van ellos se quedan a cargo. Ellos son los que sueñan por nosotros en los rincones de este país. Y sé que, aun-que ese día por la tarde mataron a un capo en Apatzingán, nota que salió en los principales periódicos del país, como sea allá afuera las Marthas, las Miriam y los Urieles van a seguir en pie. Sí, puede que Jorge Melguizo sea un gran tiburón, pero necesitamos a más como él para que nos venga a sacudir y para que aliente la esperanza para todos los agentes de la paz anónimos: hay personas que con su trabajo van para convertirse en faros, en estaciones de paz aunque sólo tengan libros o sin ellos para transfor-marlo todo.

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55INTRODUCCIÓN

La experiencia de Apatzingánt

Eduardo antonio parra

Cuando, por parte del Fondo de Cultura Económica, se me propuso que fuera a dar un taller de narrativa a los jóvenes de Apatzingán, Michoacán, acepté de inmediato: me pareció una muy buena idea ir a estimular voca-ciones literarias en una ciudad tan castigada por la violencia, a “bombar-dear” con relatos a unos muchachos que han vivido los últimos años bombardeados —de manera literal— con agresiones, balaceras, apago-nes e incomunicaciones repentinas.

Desde hacía tiempo flotaba en el ambiente la idea de que la violencia provocada por los enfrentamientos entre los grupos del crimen organi-zado y los cuerpos del ejército y de la policía podía contrarrestarse con actividades culturales intensivas pues, según afirmaban los enterados, así había ocurrido en ciertas ciudades colombianas, como Medellín. Sin embargo, no fue sino hasta que a mediados de diciembre llegué a Apat-zingán y entré en contacto con los estudiantes de preparatoria que serían mis alumnos durante algunos días, que pude advertir de primera mano la necesidad que tenían de ocupar su mente en asuntos más agradables, artísticos, que los sacaran de la cotidianidad urbana y los hicieran con-templar otras realidades, otras posibilidades de desarrollo personal, y descubrir en ellos mismos aptitudes distintas a las de la mayoría.

A pesar de que el taller fue un tanto accidentado, ya que tuvimos que cambiar de sede a causa de que en el plantel que nos asignaron el primer

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56 INTRODUCCIÓN

día hubo un plantón de maestros, desde los primeros instantes resultó evidente el interés de los alumnos que se inscribieron en el taller. A la mayor parte les gustaba leer, si bien no habían tenido acceso a muchos libros antes, y casi todos tenían la inquietud de expresarse por medio de la palabra escrita. Por supuesto, un buen número de ellos no mostraban más que ciertas nociones muy limitadas de redacción, puntuación y or-tografía, pero eso no fue obstáculo para que se pusieran a leer y a comen-tar los textos que les encargué ni para que llevaran a cabo los ejercicios de escritura de ficción que les propuse a lo largo de los días.

Como siempre ocurre en este tipo de talleres —sobre todo cuando los inscritos son tan jóvenes como estos muchachos—, hay quienes desta-can en la crítica y los comentarios a los textos de los demás o a los textos que sirven de modelo, y hay quienes lo hacen con sus escritos; a veces hay algunos que se distinguen en las dos cosas. En el grupo con el que conviví ese diciembre en Apatzingán había dos muchachos y una mucha-cha que, no sólo me hicieron ver desde el principio que eran buenos lec-tores (sobre todo de novelas de terror y de ciencia ficción), sino que a la hora que les tocó llevar sus escritos y leerlos frente a los demás revelaron su vocación para la literatura con relatos bien concebidos, estructurados y resueltos de modo eficaz. Fueron, en verdad, una agradable sorpresa.

Durante los descansos, o antes de iniciar o después de concluidas las sesiones, también tuve la oportunidad de conversar con ellos y enterar-me de cuál es su realidad cotidiana. Me contaron que muchos de los compañeros de su edad abandonan la escuela para ingresar en algún gru-po del crimen organizado de los que dominan la región, convirtiéndose en sicarios desde antes de que concluya su adolescencia. Incluso me di-jeron que, entre quienes ahora andan armados, hay varios a los que les gustaba estudiar, tenían buenas calificaciones y eran aficionados a la lite-ratura pero, como en la ciudad había muy pocas opciones de desarrollo, habían optado por la vía del peligro, la emoción y el dinero fácil. Pero no nomás hablábamos de eso; también de libros y de películas, con lo que comprobé una vez más el interés que hay entre los jóvenes de las comu-nidades pequeñas por mejorar sus niveles de cultura.

Fueron muy pocos los días que pude convivir con ellos, pero muy ilus-trativos: me enseñaron que sí es posible hablar de y llevar a cabo otras

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57INTRODUCCIÓN

actividades en los sitios donde uno creería que toda la población está condicionada por la violencia, que en cualquier parte se pueden encon-trar jóvenes hambrientos de propuestas artísticas, que el talento literario existe donde sea y que sólo es cuestión de cultivarlo para que tenga la oportunidad de desarrollarse. También, según las conversaciones con estos jóvenes, que tal vez si estos programas hubieran empezado antes tal vez ahora había uno o dos sicarios menos en Apatzingán y uno o dos más aprendices de escritores.

No obstante, algunos de los que tomaron el taller seguirán leyendo y escribiendo, acaso por el resto de sus vidas, y ya sólo por eso tendríamos que felicitar a quienes idearon estos programas.

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58 INTRODUCCIÓN

La pureza es una cualidad que se conquista

tJulián hErbErt

Yo me propuse ir a Apatzingán a impartir una enseñanza y resultó al re-vés: mi visita se convirtió en un aprendizaje por el nivel de retroalimen-tación que me dieron los jóvenes.

Al principio tuve dudas del tema que propuse en mi taller (mons-truos), pero al ponerlo en operación descubrí que se puede convertir en un método replicable entre mediadores de lectura, mismo que podría magnificarse y enriquecerse a través de la generación de proyectos pro-pios. Desde el principio se estableció una complicidad con los jóvenes a través del lenguaje y su relación con la resiliencia. Yo me había distancia-do de esos procesos dolorosos y había compartido mi obra sólo con adul-tos, pero al hacerlo con chavos inmersos en un proceso de resiliencia se estableció entre nosotros una irremediable complicidad.

Por ello, me parece que el taller que yo fui a dar a Apatzingán funcionó por su horizontalidad, su honestidad, su compromiso, pero sobre todo por el respeto al vínculo social que establecimos. Fue una experiencia intensa, esclarecedora y conmovedora.

Mi perspectiva, entonces, de este proyecto es que puede convertirse en una gran experiencia,  incluso replicable en otras zonas del país, en otros territorios, que funcionará sólo en la medida en que se haga un trabajo previo como el que se ha hecho aquí: este proyecto tiene una

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59INTRODUCCIÓN

pista de aterrizaje muy bien pavimentada con gente de Michoacán y con gente local de Apatzingán.

En el pensamiento oriental, la pureza es una cualidad que se conquis-ta, y puedo decir que en esta experiencia hay procesos muy puros. De ahí mi constatación de que existe un sólido compromiso social en un sector al que, por su edad, se le considera como gobernados y no como ciudada-nos. Un sector, sin embargo, con el que se puede contar para construir un lenguaje que se convierta a su vez en un ejercicio de ciudadanía.

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60 INTRODUCCIÓN

Autodefenderse con versost

armando alanís pulido

Para Uriel Ramírez Hernández

Hay que asumir la poesía como instrumento antes que como deleite, porque toda la historia siguiente se dará por el uso y destino de este ins-trumento.

Es la poesía la vitamina emocional para comunidades, pueblos o ciu-dades que últimamente adaptaron y adoptaron —voluntaria e involunta-riamente— un lenguaje violento (que lenguaje significa vida en este caso); es lamentable que en su cotidianidad las palabras con las que se comunican posean un alto contenido de dolor, pero, ojo, y que esto se lea bien y se lea claro: esa transformación de emergencia requerida no duele; yo estoy en el entendido de que la poesía es un idioma que se aprende, un idioma que hay que aprender, entonces hablemos otro idioma, propongo el español, pero un español sublimado por la paz, poético, reconciliato-rio, que incluya buena voluntad y empatías y que desde la raíz su gramá-tica sea provocar acciones y reacciones.

No hay nada más violento que una geografía hermosa invadida por el miedo de no saber cómo, de no saber cuándo.

No hay nada más violento que autodefenderse sin diálogo, sin discurso.

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61INTRODUCCIÓN

No hay nada más violento que una estación de trenes abandonada.

No hay nada más violento que una estación de trenes que no espera la llegada de nada.

Apatzingán, Michoacán, acontece ahora como un viaje hacia nosotros mismos, y hay que detenerse largamente como ese tren de papel que ahora sí llega puntual.

Yo creo, intuyo y actúo materializando el verso y propongo seguir construyendo esa infraestructura sentimental que emana desde el fondo con una velocidad y una veracidad que por comunes sorprenden.

Desde el fondo también profundizo mis alcances y asumo mi nuevo gentilicio: LECTOR, ya no soy turista, habito este territorio y lo inter-vengo con ese idioma que le apuesta a ras de superficie de texto y de conciencia a los efectos, pero también a los afectos.

Que nuestra superficie, litoral, literal, sea de papel: un libro, mi libreta de apuntes o el diario más íntimo (estos tres ejemplos son uno mismo).

Que nuestra superficie, litoral, literal, sea de cemento: un muro, una barda, una pared que no delimita ni obstaculiza nada porque la poesía suaviza todo y es una barrera contra las barreras.

Que nuestra superficie, litoral, literal sea de tela: una prenda hecha de palabras que nos vista y nos distinga brillantes, una manta que no espan-ta y que, convertida en “poemanta”, sea el gran mantra que nos proteja.

Pero, ojo, y que esto se lea bien y claro: la poesía es valor y no ilusión de valor.

La poesía es indispensable y ahora sabemos para qué.

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62 INTRODUCCIÓN

Centro Cultural del FCE de Apatzingánt

armando ChávEz25

El proyecto consistió en dar una nueva vida a un sector de la ciudad: la antigua estación de ferrocarril (1941) y un espacio público enfrente de ésta.

El estado en que se encontraba la plaza negaba su vocación de espacio público al tener un muro que limitaba la visual de la calle principal hacia ésta, y un foro/teatro de mampostería que condicionaba el espacio para el uso exclusivo de las eventuales representaciones y lo convertía en un lugar desolado e inseguro.

La antigua estación estaba habilitada para talleres de diferentes disci-plinas (manualidades, danza, baile y usos múltiples) y funcionaba gracias al entusiasmo y profesionalismo de los maestros que hacían maravillas con los escasos recursos con los que se contaba.

Para la intervención de estos dos espacios se plantearon las siguientes premisas:

Ɂ Participación de la comunidad: identidad y pertenencia. Ɂ Construir la narrativa del lugar a partir de su origen con nuevos

usos y una lectura renovada y actual.

25 El autor se encargó del diseño del proyecto arquitectónico del Centro Cultural “La Estación” del FCE.

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63INTRODUCCIÓN

Ɂ Mejorar la calidad ambiental de la plaza: reforestación, mobiliario urbano e iluminación.

Ɂ La librería del FCE. Ɂ Restauración completa de la antigua estación en cuanto a su es-

tructura, instalaciones y acabados, para tener espacios confor-tables y funcionales de acuerdo con las nuevas actividades progra-madas.

Para involucrar a la comunidad, especialmente niños y jóvenes, se rea-lizó una actividad que consistió en la elaboración de su autorretrato en un azulejo que posteriormente se ubicó en el piso del basamento de una torre de transmisiones en desuso, donde se colocó una fuente con un chorro de agua.

En la plaza se demolieron todos los muros y bancas que obstaculiza-ban la visión hacia la calle principal y condicionaban su uso, y se reforzó la vegetación para dotar de sombra al lugar y al mobiliario urbano para nuevas actividades.

Para el espacio de librería, oficinas y talleres se mantuvo la estructura y forma del edificio de la estación de tren de 1941 con adecuaciones me-nores en sus espacios y una restauración de elementos originales que apoyan la narrativa del lugar y renovación de acabados, instalaciones y mobiliario.

Con esta intervención se trata de dar una nueva visión al entorno, con adecuaciones funcionales y sobre todo para dignificar el lugar con una nueva lectura de identificación y pertenencia hacia la comunidad de Apatzingán, potencializando lo existente con una nueva vida y un carác-ter cultural de acuerdo con las necesidades de la población.

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Primera parte

Planteamiento conceptual

t

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Primera parte

Planteamiento conceptual

t

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Cultura de paz

El concepto cultura de paz que da nombre al modelo se retoma de la pri-mera parte de la resolución 53/243: “Declaración y programa de acción sobre una cultura de paz” de la Organización de las Naciones Unidas del 6 de octubre de 1999:

Una cultura de paz es un conjunto de valores, actitudes, tradicio-nes, comportamientos y estilos de vida basados en:

a) El respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y la prácti-ca de la no violencia por medio de la educación, el diálogo y la coo-peración.

b) El respeto pleno de los principios de soberanía, integridad territo-rial e independencia política de los Estados y de no injerencia en los asuntos que son esencialmente jurisdicción interna de los Esta-dos, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y el dere-cho internacional.

c) El respeto pleno y la promoción de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales.

d) El compromiso con el arreglo pacífico de los conflictos.e) Los esfuerzos para satisfacer las necesidades de desarrollo y protec-

ción del medio ambiente de las generaciones presentes y futuras.

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68 PRIMERA PARtE F PLANtEAMIENtO CONCEPtUAL

f) El respeto y la promoción del derecho al desarrollo humano.g) El respeto y el fomento de la igualdad de derechos y oportunidades

de mujeres y hombres.

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69PRIMERA PARtE F PLANtEAMIENtO CONCEPtUAL

Sobre la naturaleza de los espacios culturales

del FCE hacia una cultura de pazt

luz maría ChapEla

Los nuestros son tiempos marcados por un movimiento constante de conocimientos, ideas, lenguas, economías, culturas, oportunidades y po-blaciones. Son tiempos que piden —a personas, grupos y comunidades— una clara conciencia de sí para, alrededor de ella, configurar estructuras que les permitan mantener la rectoría de sus vidas al ordenar y dar signi-ficados y sentidos propios a sus acciones, decisiones, procesos y relacio-nes. Uno de los temas nodales que se valoran para dar vida a iniciativas culturales diversas, a través del modelo de gestión cultural comunitario del fce, es la de promover la capacidad de pensar y entretejer lo propio en diálogo con la realidad y en comunicación con los otros, en armonía in-cluso con el entorno natural.

Algunas de estas iniciativas pueden llegar a instituir centros cultura-les, pero también pueden ser concebidas como puntos de encuentro o simplemente espacios o programas que se ofrezcan a las poblaciones lo-cales como casas hospitalarias y abiertas, que inviten a habitar sus sitios con pensamiento creativo y en diálogo constante, y a fortalecerse con el conjunto de bienes materiales y simbólicos con los que el modelo propo-ne enriquecer la oferta cultural a la que podrán acceder estas poblacio-nes locales.

Como consecuencia del diálogo y la apertura, se propone que en estos espacios donde se busque desarrollar el modelo propuesto por el FCE,

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70 PRIMERA PARtE F PLANtEAMIENtO CONCEPtUAL

convivan personas y grupos de distintas culturas, condiciones y contex-tos, y que esta convivencia permita que la diversidad, como valor heurís-tico, se convierta en una de las nociones madre que den vida conceptual a cada iniciativa. Otra noción es la memoria. Procurar que las personas revisiten sus pasados, de manera sistemática y frecuente, en busca de novedades que puedan convertirse en insumos para entretejer nuevos lazos sociales y para diseñar mejores futuros compartibles.

Una noción fundamental es la lectura como ejercicio horizontal e inter-activo que permite el diálogo con personajes, épocas, modelos, contextos o disyuntivas. La propuesta es que se conciba la literatura como un gran acervo con la herencia que la humanidad ha construido a través de los siglos. Una herencia que nos pertenece a todos y que puede convertirse tanto en hogar como en trinchera y catapulta. Una herencia a la que per-sonas, grupos y comunidades también pueden aportar a través de sus creaciones escritas. Y la conciben como una fuente potencial de modelos de toda índole (modos de priorizar, decidir, legislar, transmitir, recordar o festejar, por ejemplo) que favorece la toma de decisiones ampliamente informadas y que se puede convertir en un poderoso amplificador de ho-rizontes y posibilidades. Un último punto: la lectura, el diálogo literario, el debate entre pares favorece la producción de uno de los más indispen-sables productos culturales, el relato. La narración de lo propio y la escu-cha de los relatos de otros son indispensables para la configuración de la fundamental noción de lo humano y, en los niveles personal y grupal, es indispensable para la configuración del sentido de pertenencia y el impul-so vital sobre la línea del tiempo.

Las artes desempeñan un papel central en esta propuesta, especial-mente porque aportan, cada una de ellas y en distintas dimensiones, lenguajes propios, distintos, alternativos, que pueden enriquecer tanto los procesos de pensamiento, diálogo y debate, como los procesos crea-tivos que llevan a las poblaciones a nuevas dimensiones sociales y cultu-rales que aumentan su autoestima y generan bienes nuevos, originales y con pertinencia local garantizada.

Finalmente, este conjunto que se configura con una valoración de la diversidad, la revisión prospectiva del pasado, la lectura y las artes con sus múltiples y creativos lenguajes, pone las bases para favorecer que las

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71PRIMERA PARtE F PLANtEAMIENtO CONCEPtUAL

poblaciones locales construyan nuevos lazos con nuevos significados, fortalezcan el tejido social y, de manera paulatina pero sostenida, cons-truyan paso a paso una nueva cultura de paz en la que se cumplan los derechos humanos para todos.

El papEl dE los modElos En los proyECtos soCialEs

Podemos entender los modelos como esquemas para la comprensión, la proyección y la acción, y como catálogos de posibilidades. Los modelos pueden entenderse como estructuras que favorecen y ordenan acciones estructuradas (son estructuras estructurantes) y que, además, propician creaciones derivadas de esas mismas estructuras.

Los modelos permiten a grupos y personas diseñar proyectos propios, así como ordenar y dar sentido a las acciones que de ellos derivan y se presentan como marcos para la autoevaluación y la rendición de cuentas.

Los humanos (personas y grupos) construimos nuestros proyectos imaginándolos a partir de lo que tenemos, de lo que sabemos, pensamos y anhelamos, y a partir de lo que el entorno nos ofrece: ciencia, tecnolo-gía, culturas, ecosistemas, redes sociales… Por eso es importante centrar la atención en las condiciones y la calidad del entorno tanto como en las capacidades personales y grupales.

Los modelos toman en cuenta la realidad y, con ella en mente, se com-prometen con un cuerpo de nociones que explicitan y explican. A partir de este sistema de nociones, “recortan” una parte de la realidad, la definen, la ordenan y la transforman en una matriz acotada y a la vez plural de posi-bilidades. Las personas y los grupos, conscientes de la realidad y tomando en cuenta sus principios y prioridades, eligen sus propios modelos para, a partir de ellos, diseñar proyectos y realizar las acciones que corresponden.

Los humanos necesitamos puntos de referencia para comprender el mundo, para orientarnos y orientar nuestras acciones en el mundo y con el mundo. Los modelos nos ofrecen puntos de referencia. El pensador y eco-nomista Friedrich Hayek, ganador en 1974 del Premio Nobel de Economía —entre otras razones por su penetrante análisis de la interdependencia de los fenómenos económicos, sociales e institucionales— propone que, en el

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72 PRIMERA PARtE F PLANtEAMIENtO CONCEPtUAL

proceso de evolución, el hombre devino inteligente hasta que dispuso de ciertas tradiciones a las que pudo ajustar su conducta.

Los modelos nos ofrecen puntos de referencia que nos permiten iden-tificar posibilidades que sin ellos no identificaríamos; alimentar nuestra mente prospectiva, ampliar horizontes y diseñar proyectos; debatir nuestros principios y prioridades; evaluar, reconocer carencias y cons-truir capacidades; asignar significados y sentidos a prospecciones y ac-ciones; incidir en la realidad; ampliar nuestros esquemas conceptuales; construir lenguajes compartibles; aprender; trabajar con transparencia; autoevaluarnos y rendir cuentas; establecer acuerdos sociales; elaborar normas consensuadas; trabajar de manera interdisciplinaria e intersec-torial; construir vínculos interpersonales; fortalecer los tejidos sociales; participar en las redes sociales con identidad y proyectos propios.

Por otra parte, cuando en los grupos se eligen y establecen los mode-los compartidos de maneras incluyentes y consensuadas, se favorece que el debate informado, crítico y respetuoso se convierta en hábito, es decir se naturalice, se encarne en el ser, pensar, argumentar, prospectar y ac-tuar de quienes forman las comunidades. Es a través del debate que los grupos alcanzan acuerdos sin que los individuos pierdan la capacidad de dar vida y mantenimiento a sus propios principios y prioridades: en el seno del grupo y participando en los proyectos compartidos.

Una de las principales virtudes de los modelos es que favorecen que personas y grupos ejerciten su capacidad de reflexionar y relacionar lo propio con la realidad y con sus horizontes de anhelo para, con todo esto en mente, elegir uno de ellos. Paradójicamente, la adopción de un modelo, casi de manera automática, propicia que personas y grupos realicen sus propias adaptaciones razonadas para que sus acciones respondan siempre a lo que esperan con mirada prospectiva y pies en la tierra. Una población que sabe probar, modificar y apropiar modelos, desarrolla competencias para salir en busca de nuevas estructuras que les permitan ordenarse y ordenar con manos libres sus proyectos, en relación con su entorno.

Como dijimos antes, los modelos ofrecen un dibujo ideal, configurado por muchos y muy distintos elementos que explican una manera específica de comprender la realidad y conseguir un fin buscado. Dibujan propósitos y paradigmas, explicitan prioridades, marcan caminos y estrategias,

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73PRIMERA PARtE F PLANtEAMIENtO CONCEPtUAL

proponen herramientas y sugieren posibilidades. Los elementos ideales que contienen los modelos se materializan y operan a través de acciones que ocurren en una realidad dada. Cada realidad es distinta, por eso, un mismo modelo puede dar lugar a acciones diversas y un mismo modelo puede avanzar en la realidad con distintos ritmos y en distintos tiempos.

Cada grupo y cada comunidad, en relación directa con su entorno y sus circunstancias, tendrá el modelo elegido como punto de referencia para evaluar las acciones, avanzar paso a paso, corregir o rediseñar rum-bos. En este sentido, podemos considerar los modelos como modernas y singulares cartas de navegación capaces de allanar, orientar y acompañar nuestro camino.

El modelo de gestión cultural comunitario del fce está pensado como un esquema específico que permita a los distintos actores —con distintas responsabilidades y tareas— configurar sus proyectos culturales y con-tar con un mismo paradigma que:

Ɂ Mantenga ante ellos una misma visión de anhelo compartida. Ɂ Ofrezca a todos un punto de referencia para priorizar, elegir, dise-

ñar, planear, evaluar y dar sentidos compartidos a las acciones. Ɂ Organice la planeación estratégica, en busca de eficacia, eficiencia,

congruencia y coherencia. Ɂ Ofrezca puntos de referencia para la construcción de indicadores

de calidad y logros. Ɂ Favorezca el trabajo con transparencia y rendición de cuentas al

presentar, de manera abierta y accesible, un conjunto de priorida-des y propósitos explícitos que ofrezcan puntos de referencia a re-gistros de campo y reportes.

Ɂ Favorezca la construcción de un vocabulario compartido y propicie la comunicación incluyente y abierta entre mediadores culturales, usuarios de los proyectos culturales, administradores y comunida-des aledañas.

Ɂ Favorezca la multiplicación del modelo. Ɂ Favorezca la construcción y el desarrollo de creaciones originales y

proyectos derivados. Ɂ Replique la estructura pedagógica del modelo.

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74 PRIMERA PARtE F PLANtEAMIENtO CONCEPtUAL

Rutas, pautas, coordenadast

Carlos antonio dE la siErra

Un modelo es un aparejo. Una forma de disponer, tallar y enlazar distin-tos materiales. También, un conjunto de cabos e instrumentos que sir-ven para cualquier oficio o maniobra. Un aparejo, asimismo, son los ob-jetos que constituyen un buque viejo: jarcias, vergas, palos y velas. Por eso los modelos son como brújulas: le dan rumbo a las navegaciones para arribar a buen puerto o señalan las coordenadas hacia donde puede ocu-rrir algo. Con ellos se sugieren rutas, pautas o líneas de acción que se adaptan a distintas realidades. Los modelos generan certidumbre entre quienes los utilizan, pero esta certeza no pasa por tener un instrumento que, con precisión matemática, resuelva preguntas, sino por ayudar a la elaboración de los cuestionamientos correctos o pertinentes que acaso sí puedan ser zanjados. Pero a veces no lo serán: ya en el proceso en el que se enmarca la resolución de la duda, de la incógnita, hay un aprendizaje, un trecho transcurrido que crea conocimiento. Por eso se piensa en los modelos como un compás náutico que dirige por los puntos cardinales el trazado de una ruta, señales que, hay que decirlo, no siempre llegarán al lugar buscado. Ahí, en ese posible territorio interrumpido del camino, es donde apelamos a los procesos resilientes que logren paliar, mitigar los inconvenientes. Y apelar, por añadidura, a la cultura de paz.

El modelo de cultura de paz que se presenta en este libro tiene todas estas peculiaridades: es maleable pero con límites; propicia el diálogo y

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75PRIMERA PARtE F PLANtEAMIENtO CONCEPtUAL

las relaciones comunitarias no para arribar a conclusiones últimas sino para negociar y cohabitar armónicamente; es un constructo que habla del horizonte desde el horizonte. Es un producto que, en tanto que involucra a los seres humanos y sus vicisitudes cotidianas, puede ser replicado en todas las comunidades violentadas o no de México; su conocimiento, re-flexión y puesta en práctica propiciará una transformación comunitaria en esas zonas. Dicho de otro modo: cómo el aparejo, la caja de herra-mientas, las cartas de navegación que aparecen en él, pueden servir, en conjunto, como catalizadores para mitigar la violencia, levantarse ante el infortunio o sobrellevar las adversidades. La idea es recuperar el camino e ir hacia adelante por medio de la creación artística, la palabra y la me-moria.

Un aspecto fundamental para que el modelo de cultura de paz funcio-ne es la estructura pedagógica diseñada para compartir con los mediado-res del país. No hablamos de una instrucción vertical que imponga con autoridad una visión de mundo; se trata, por el contrario, de una apuesta que llene los espacios en blanco de los conceptos a partir del diálogo, el conocimiento de causa del entorno donde se desarrolle la capacitación y las aportaciones, teóricas y empíricas, de los actores de esos escenarios. Así, los contenidos de cada módulo son flexibles en el entendido de que cada comunidad es distinta y tiene problemas particulares. La metodolo-gía, sin embargo, es la misma: recepción, reflexión, laboratorio y presen-tación de productos (véanse en este libro los apartados sobre la estruc-tura pedagógica y su contenido).

Hay, sin embargo, aspectos de la propuesta que potencian ciertos sa-beres a partir de la configuración de los mismos mediadores como seres humanos únicos. Por un lado, se fortalecen las acciones por antonomasia de cualquier sistema comunicativo (leer, escuchar, escribir y hablar) y, por otro, se apela a la propia experiencia para detonar todas las posibili-dades de su creatividad. Un ejemplo son los sueños. Jorge Luis Borges decía que los sueños eran la expresión estética más antigua; esto es que los sueños, en tanto ficción, son literatura. Por ello, todos los seres hu-manos, al estar prefigurados por los sueños, son creadores en potencia. Esta estrategia es una de tantas que pueden utilizarse para incentivar la creatividad.

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76 PRIMERA PARtE F PLANtEAMIENtO CONCEPtUAL

El modelo se centra, entre otros conceptos, en la palabra y la memo-ria. Para revisarlos brevemente, aludo a un ejemplo: el lenguaje tojolabal, de la comunidad chiapaneca, tiene dos términos distintos para referirse a la palabra que se dice (k’umal) y a la palabra que se escucha (‘abaly). Por ello, el vocabulario tojolabal está construido por palabras que se escu-chan y no sólo se dicen, que en estricto sentido serían palabras no dichas. El modelo de cultura de paz apela a esta estructura dialógica: para que una palabra, una frase, un texto funcionen, es decir, tengan vida, deben ser escuchados a conciencia, y no a la manera de un diálogo de sordos que rompa el sistema comunicativo. Por eso la escucha es fundamental en el modelo y en la estructura pedagógica.

No obstante, hay una instancia previa de suma relevancia: la enuncia-ción o la pronunciación. Es decir: las formas racionales en las que el dis-curso se elabora y proyecta. No hay fórmula vacía, pues por ahí estará el escucha que le dará sentido a los dichos. Pero mucho antes de eso está la posibilidad de estructurar los sentimientos y la memoria que potencial-mente pueden ser emitidos. No es lo mismo la reflexión que la expresión; no es lo mismo el pensamiento que el lenguaje. Pronunciar nuestras his-torias lleva en las entrañas la voz transformada en grito, la posibilidad de ser escuchado pero también de escucharse a uno mismo. En esa aparente confusión en la que parece que las palabras se esfuman para poder ser emitidas, es donde está el trabajo e impacto de la apuesta pedagógica del modelo de cultura de paz; se apela a la palabra dicha y a la palabra escu-chada, una dualidad que se complementa y sustenta dos expresiones no-dales de la humanidad: la de poder pronunciarse y despegar la palabra de uno mismo y la de poder ser escuchado para que los otros escriban los senderos de su piel con otras letras, otras entonaciones, otros suspiros.

Por la palabra se documenta la memoria. Recordar es un acto creativo. Al relatar (pronunciar) la gente crea, redacta su vida. Pero la memoria no se mantiene sin un registro que le dé permanencia. Se hace a través de la palabra oral y escrita, y en el mismo acto de organizar las ideas del pasa-do hay un ejercicio de reflexión. Recordar es un acto de ficción, como los sueños. La memoria “recuerda” a las personas, las hace honestas y las reposiciona en sus entornos. Todo puede transformarse por la literatura; todo puede transformarse por el arte. La memoria y la palabra en el

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modelo son el eje rector para arribar a la cultura de paz. Sin el reconoci-miento de lo propio como punta de lanza para repensar las distintas rea-lidades, la mirada retrospectiva de las historias personales y la posibili-dad de enunciar esos relatos, sería imposible desarollar a una cultura de paz. Por ello se necesitan las prácticas comunitarias.

El subtítulo del libro es Un modelo de gestión cultural comunitario. Na-turalmente no hay gratuidad en él. Gestión, si pensamos en términos am-plios el significado del término, significa “hacer que las cosas sucedan”. Y hacerlas en un contexto particular. El acto comunitario viene de que el modelo de cultura de paz sería imposible sin las relaciones o vínculos que puedan tener los mediadores o gestores con su comunidad para rea-lizar algo. Ésta es la última parte de la estructura pedagógica: cómo en la misma comunidad, acaso balcanizada, puede existir voluntad para escu-char a los otros y considerarlos interlocutores; encontrar mínimos co-munes con los demás en el entendido de que sus realidades son muy cercanas; resistir el entorno y generar procesos resilientes con los de-más (la resiliencia nunca se da en soledad; siempre es un acto comunita-rio); negociar y buscar solución a los conflictos a partir del diálogo res-petuoso; buscar fuentes de proyección y prospección para no quedarse estancados; pensar que los otros, aunque diferentes, son parte de mi comunidad. Frantz Fanon, el olvidado escritor de la Martinica, escribió: “Tú eres abogado, tú eres maestra, tú eres arquitecto, tú eres enfermera. Tú eres distinto a mí, por lo tanto eres parte de nosotros”. En el recono-cimiento de la diferencia está el sentido de pertenencia. Todos somos distintos pero nuestra realidad es la misma y queremos lo mismo: vivir y sobrellevar la adversidad con el menor dolor posible. Es ahí donde el arte, la palabra y la memoria salen al quite como pócima atenuante, pa-liativa. La labor de los mediadores, gestores culturales, será la de armo-nizar las voluntades de su comunidad.

La construcción de una cultura de paz es un proceso constante que sucede en el espacio de lo público. Es un acto comunitario en el que cada una de las partes que la busca es fundamental para que suceda: ninguna está por encima de la otra. La aspiración es que en las distintas comuni-dades donde se aplique el modelo llegue a decirse “somos gente de con-cilio”; que sean territorios donde predomine la negociación por encima

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de la negación y los cimientos sean los acuerdos; una comarca que deto-ne la creatividad como una fracción inherente a todo ser humano y que la lectura y la escritura se conciban como un fin en sí mismo, una prácti-ca cotidiana que genere habilidades lectoras y escriturarias; una zona memoriosa donde los retazos del pasado se pronuncien, se griten, para ser escuchados y nunca más sean olvidados. Fiódor Dostoievski se pre-guntó una vez: ¿cuánto de humano hay en un ser humano y cómo prote-ger al ser humano que hay dentro de ti? El modelo de cultura de paz ayuda a pensar esta pregunta: indaga en la humanidad de los actores que viven la violencia y forja en ellos un envase protector a través del arte y la cultura. Todos podemos recuperar la humanidad perdida y dar una vuelta de tuerca a la zozobra y el dolor. Vivir con ellos en resiliencia para seguir siendo seres humanos, para entender, de nuevo y para siempre, que la vida de uno no se acaba hasta que se acaba. Un día antes de fallecer tomando cicuta, Sócrates está aprendiendo una melodía en la lira. Uno de sus discípulos le pregunta por qué lo hace, si va a morir la siguiente mañana. Sócrates, con la mayor honestidad del universo, le responde: “Precisamente para eso, para saberla antes de morir”. Vida sólo hay una, y qué mejor vivirla en paz que en guerra.

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Hacia una cultura de paz desde la formación lectora y su articulación con las artes

tEstEla vázquEz roJas

…que mi historia que yo me cuente esté envuelta en el lienzo de la poesía y de la literatura

EvElio CabrEJo

La música y las artes invitan a la participación y constituyen un antídoto contra los obstáculos a la armonía entre los hombres. Hacer música no es solamente tocar o cantar, es también escuchar. Al aprender desde su más

tierna edad a escuchar al otro, el niño descubre lo que es el otro.YEhudi MEnuhin

La educación es, a través del lenguaje, la mediadora entre el sujeto en construcción y la cultura que le es propia. Dota al sujeto de conocimien-tos, competencias y confianza en sí mismo para transformar su vida. Va más allá de un mero desarrollo natural o la formación de sujetos históri-cos capaces de asimilarse a una sociedad. La educación es, en su integra-lidad, la oportunidad que tiene el ser humano de convertirse en lo que es, a través del desarrollo de sus potencialidades y creatividad.

En el ámbito no formal es posible concebir la educación como una práctica social, ética y crítica, que a través de la cultura escrita sea sus-ceptible de promover la generación de ideas, el encuentro y la creación artística, y al mismo tiempo responder a las necesidades específicas de los grupos humanos. Es el caso del Centro Cultural del FCE en Apatzin-gán, primero en su tipo, que se constituye sobre la formulación de un amplio y creativo programa de actividades que rebasa el tradicional for-mato de presentación de libros y se compromete, promoviendo la cultura de paz, con las necesidades de una comunidad transgredida y desarticu-lada por la violencia social.

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La cultura ha potenciado su impacto desde el advenimiento de la es-critura y la lectura, como continuadora de los conocimientos, ideas, ex-presiones, tradiciones y costumbres que caracterizan en el tiempo a una sociedad. La cultura escrita es por tanto el medio por excelencia para preservar, desarrollar y continuar el conjunto de expresiones que carac-terizan, dan identidad y manifiestan la diversidad y esencia humanas.

En 1982 México fue escenario de la Conferencia Mundial sobre las Políticas Culturales de la unEsCo, en la que la comunidad internacional contribuyó a definir la cultura como:

El conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectua-les y afectivos que caracterizan a una sociedad o un grupo social, que ade-más de englobar las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fun-damentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias, da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo.

La cultura, como hábitat subjetivo y social, constituye, transforma e identifica a los seres humanos, y las artes engloban todas las creaciones que expresan su visión sensible del mundo.

En la búsqueda por encontrar soluciones a la violencia insertada en la sociedad, que hace del miedo, el dolor y la muerte una amenaza constan-te, muchas personas han incursionado en los terrenos de la cultura y las artes como espacios lúdicos para el desarrollo social y humano, y para la restitución del tejido social quebrantado en esas situaciones.

Existen innumerables propuestas de grupos que han girado su mirada hacia el arte y la cultura en busca de reflexión a través de la acción creativa. Cada una de estas propuestas pone el acento en diferentes aspectos meto-dológicos, y muchas coinciden en que la cultura y el arte son detonantes para la paz. Un ejemplo próximo es el Proyecto Cultural de Medellín, Co-lombia, en el que se plantea que la “violencia se erradica con cultura”. Dice Jorge Melguizo que “en la cultura hay una posibilidad de reparación de la autoestima y la seguridad que constituyen a una comunidad”.

Las propuestas que apelan a la cultura, la educación y el arte para construir un mundo en paz, parten del reconocimiento del individuo y de los otros, y frecuentemente se valen de una visión interdisciplinaria

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para hacer converger las artes plásticas, la música, la danza, el teatro y la literatura, con interesantes logros y fundamentos metodológicos.

Un ejemplo de estas experiencias es el Consorcio Internacional Arte y Escuela A.C. (ConartE) que integra la enseñanza del arte a las escuelas, con la intención de permitir que los niños y jóvenes piensen y convivan de forma diferente, en “una sociedad más equitativa, sensible e incluyente”.26

Hay testimonios de que estas propuestas son altamente exitosas y su triunfo se debe en gran medida a la empatía que la comunidad siente por ellas: la comunidad se identifica con los programas culturales, se apropia de ellos y los lleva a cabo; también los defiende y los acoge.

En este sentido, no podemos dejar de pensar en el Programa Nacional Salas de Lectura en México, operado por voluntarios, miembros de la sociedad civil, que se responsabilizan de su labor como mediadores y acompañan a las comunidades en la aventura de la lectura.

Es muy importante que los proyectos culturales emerjan de las nece-sidades de cada comunidad, pues es la única garantía de su permanencia y crecimiento. Si queremos proyectos culturales vivos, éstos deberán responder a las necesidades de quienes los protagonizan; deberán mo-verse al ritmo de los tiempos y al vaivén de las inclinaciones y anhelos de los que participan en ellos.

El FCE, como casa editorial, apuesta por la promoción editorial y por la formación lectora; es de ahí que se desprende su propuesta: se centra en la palabra. Y sabemos que la palabra es el origen de muchas cosas: es la que nombra desde el inicio, la que formula discursos, la que define posturas, la que habla de nosotros y de los otros. La palabra es la que nos construye como individuos y como colectivo, la que da identidad a un bebé después de su nacimiento.

Y es por eso que me atrevo a decir… —menciona Evelio Cabrejo— que el ser humano está destinado a salir del vientre de la madre para caer en el vientre

26 ConartE, Consorcio Internacional Arte y Escuela, es una Asociación Civil dedicada a promover el arte en las escuelas. Este consorcio es dirigido por la doctora Lucina Jiménez y promueve sus acciones en diferentes estados de México. Disponible en <http://www.conarte.mx/>.

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de la lengua, y de ese vientre no saldrá nunca. Es en ese vientre de la lengua que se va a realizar todo su destino individual y social, sabe hablar oral-mente, sabe escribir, sabe callarse… jugar con la intersubjetividad.

La palabra escrita y hablada es y ha sido la manera en que los seres humanos hemos simbolizado nuestro mundo, nuestras experiencias y nuestras emociones. Y leer es encontrar representados otros mundos, otras maneras de ver, de sentir y de pensar.

Escribir es una forma de encontrar nuestro lugar en el mundo, diría David Grossman; escribir es recrear y representar nuestro tiempo, nues-tras percepciones, nuestros miedos, nuestras ideas y nuestras preguntas. Escribir es colocarnos en el texto y tratar de acotar, simbolizar y apala-brar aquello que nos apasiona, nos intimida, nos atrae o nos aterra.

Al escribir simbolizamos lo que imaginamos y lo que creemos, lo que deseamos y lo que nos amenaza. Cuando escribimos, dice Grossman, sentimos que el mundo se mueve, es flexible y está lleno de posibilida-des. Un mundo en movimiento es un mundo en el que caminamos reco-lectando experiencias, rostros, pensamientos, emociones; caminamos sigilosamente al encuentro del otro.

Leer y escribir es introducirnos en el mundo del ser humano, el mun-do de las palabras y los signos de lo simbólico. En el acto de escribir convocamos a las palabras para jugar con ellas, para reflexionar, para pensar, para soñar y para inventar.

Leer y escribir son propios de la cultura, nuestra cultura. Cuando los primeros seres humanos hicieron conciencia de la muerte, enterraron a sus muertos en un ritual lleno de significados. Las prácticas culturales también surgen de la ausencia, el dolor y la pregunta. Para poder sobre-llevar este destino es que el hombre encontró el arte, por eso dice Evelio Cabrejo que “hay que dar mucha literatura, porque finalmente la función de la cultura es denegar la muerte”.

Cuando escribimos, simbolizamos a través de la palabra y al mismo tiempo damos cabida a la construcción de la imagen: imaginamos cuando leemos, imaginamos cuando escribimos y no sólo imaginamos objetos o paisajes, imaginamos también emociones, sentimientos y esperanzas; nos imaginamos a nosotros mismos.

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La imagen y la palabra han estado siempre unidas: nombramos lo que vemos y vemos lo que nombramos. Un poeta construye imágenes a tra-vés de sus metáforas; un novelista puede partir de una imagen para trans-formarla en cientos de páginas. Leer y escribir son posibilidades que nos llevan a ver más allá de nuestra realidad: la trascendemos. El Premio No-bel de literatura Orhan Pamuk dice que escribir es su forma de cambiar la realidad y en la literatura encuentra el motor para el cambio.

La intención del FCE es crear alianzas donde sea posible transformar y recrear el mundo interior; también, a través de la palabra, reparar, reo-rientar y reformular el lugar donde vivimos. En Apatzingán, Michoacán, como en muchos otros lugares de México, la población civil se organiza y encuentra diversas formas de vínculos a través del arte y la cultura, de las tradiciones y las palabras, para hacer frente a la violencia. Apatzingán ha sido uno de los lugares más agredidos por la violencia y, por tal moti-vo, el FCE eligió esta ciudad para desarrollar un programa donde la lectu-ra y la escritura sean el punto de partida para una propuesta de cultura de paz.

La palabra como lenguaje será el eje, no sólo para desarrollar acciones alrededor de ella, sino como vínculo con otras disciplinas artísticas y no artísticas. Estas acciones forman parte de un planteamiento educativo no escolarizado, no controlado, no cuantificable, no opresor, no calificable; pero sí placentero, enriquecedor y sobre todo creativo; un espacio donde se comparta la experiencia estética y se posibilite el enriquecimiento, desa rrollo y expresión creativa como preámbulo a la cultura de paz.

un intEnto por EntEndEr la violEnCia

Los problemas de la violencia siguen siendo muy oscuros.

GEorgEs SorEl

Esta frase, del filósofo Georges Sorel en su libro Reflexiones sobre la violen-cia, que se publicó hace más de un siglo, sigue siendo muy actual. Entender los motivos de la violencia, sus orígenes y sus formas es difícil. Sin

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embargo, siempre hay indicios que nos permiten aproximarnos a su com-prensión y vislumbrar sus motivos.

Sobre la violencia se han escrito muchos y diversos capítulos en la historia de la humanidad, historias desgarradoras de invasión, persecu-ción, tortura, desaparición y muerte. Y al mismo tiempo está el otro lado de la moneda: la experiencia de la creatividad, la solidaridad, el amor, la paz y la vida. Siempre estamos transitando por la dualidad, ese espacio de contrastes en el que nos movemos.

Intentemos definir la violencia como la imposición de la fuerza, la intimidación o el acoso en contra de la voluntad o el deseo de alguna persona. La violencia siempre traspasa los límites del otro, nos coloca en el peligro, el miedo, el dolor y la muerte.

Sin embargo, cada momento histórico y cultural ha visto a la violencia de forma distinta y la ha valorado según la ética establecida.

La violencia hay que pensarla, hay que hablarla, hay que leerla y hay que escribirla; hay que representarla, simbolizarla, para entender cómo es que nos acosa en el ámbito de lo privado y lo público. Pensarla es un acto de valentía que nos permite encontrar maneras de liberarnos de la intimidación.

La violencia no es sólo aquella que hace daño físico y corporal; se ejerce de muchas maneras: se violentan las emociones, el pensamiento, las ideas, las voces y también las preferencias. No puede permitirse que la violencia pase inadvertida; hay que cuestionarla, increparla. Hay que hablar sobre lo que nos aqueja y nos permite dimensionar el dolor. A partir de ese dolor se puede imaginar otra forma de estar y de actuar en el mundo.

Vivir sin violencia y aceptar el conflicto que puede ser mediado sin ella, es un camino que hay que recorrer en la conciencia de uno mismo, del otro, de la comunidad y el entorno natural; de una ética que nos con-forme como seres humanos en el respeto, la inclusión y la solidaridad.

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la otrEdad, rEFlEJo para la violEnCia y posibilidad dE paz

… Todo ser humano se puede hablar a sí mismo porque lleva un otro que lo escucha…

EvElio CabrEJo

El infierno es el otro.SartrE

El otro distinto a nosotros puede ponernos en falta y provocarnos reac-ciones violentas. Entre el otro y yo siempre hay una barrera que tiene que ver con nuestra historia, con la forma en que hemos aprendido a mirar el mundo y a leerlo. Tiene que ver con la manera en que nos han querido y hemos querido, con la que hemos sido cuidados y hemos cui-dado. La vida entera es un diálogo constante con el otro: acercamientos, desencuentros, conflictos y violencias.

Nadie está o ha estado exento de violencia; todos la hemos experimen-tado en mayor o menor medida, ya sea en lo real, en lo simbólico o en lo imaginario. El otro es lo que nunca fuimos y lo que nunca seremos. El otro nos repele pero también nos atrae, y justo en esa empatía es donde debemos proponer el encuentro. Hay algo del orden de la atracción que hace que el otro se vuelva próximo, que encontremos en él y en su mirada un reflejo donde nos miremos. Cuando somos capaces de mirar y escu-char al otro difícilmente seremos capaces de enemistarnos. Es cierto que se evidencia la diferencia pero también aprendemos a valorarla y respe-tarla. Cuando somos capaces de mirar la diferencia y aceptarla, nos enri-quecemos, nos volvemos más humanos.

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pEnsar la paz y vivir En Ella

Lo que pedimos es poco: que en este mundo un hombre pueda vivir toda la vida, desde el principio hasta el final,

sin conocer ninguna guerra.David Grossman

Países que viven constantemente amenazados por la violencia desean re-cuperar la tranquilidad y la armonía, el respeto y la solidaridad. Imaginar la paz es el móvil para construirla. La paz, dice Grossman, “siempre va unida a un voto de esperanza”, la esperanza de humanizar nuestros víncu-los, de basarlos en una ética de cercanía, inclusión, dialogo y escucha.

La paz exige el esfuerzo de que “aprendamos paulatinamente a ser más pacientes con las opiniones y las voces de los otros en los ámbitos, tanto en el de la política como en el arte, el de las orientaciones sexuales, el de las relaciones” (Grossman: 2008).

La paz hay que construirla paso a paso, hay que conquistarla y hacer que permanezca. Sin paz el mundo se vuelve caótico, el miedo invade nuestras vidas y se hace muy difícil crear; las necesidades básicas se res-tringen, perdemos el sentido de compartir y convivir. La paz es fuente de certeza, de que podemos crecer junto al otro; de que es posible hacernos cargo para procurarnos nuestra propia paz. Sólo en la paz se favorecen de manera íntegra y digna las potencialidades humanas para formar se-res más propositivos, más inteligentes y más creativos. Las relaciones armoniosas en su totalidad son del ámbito de la idealización: es imposi-ble negar el enfrentamiento y el conflicto, es como si quisiéramos negar la tristeza o el amor.

La palabra es la protagonista en el conflicto. A través de ella, durante el diálogo, es posible desglosar, desmenuzar los problemas y con ayuda de la reflexión y la voluntad, encontrar los caminos de resolución. El conflicto es parte de nuestra cotidianidad; experimentar resolverlo de forma creativa y consensuada genera una experiencia enriquecedora y única que nos vuelve más fuertes.

Las opiniones, los intereses, las creencias son innumerables y varia-dos, al igual que las verdades. Lo realmente complicado es cómo hacer

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posible el encuentro de esas verdades y resolver los conflictos que susci-tan. Por las verdades se puede luchar hasta el final, pero también pueden convertirse en cercos que imposibiliten la aproximación con el otro. Sa-ber que las verdades son muchas, enriquece el pensamiento, la inteligen-cia y la visión, en el advenimiento de un mundo caleidoscópico.

Hoy la noción de paz no es la simple búsqueda de armonía; es la re-conciliación y el reconocimiento constante del entorno social, del medio ambiente, del otro y de nosotros mismos, y la adquisición de habilidades para resolver los conflictos en forma no violenta.

La adquisición de principios éticos universales, que permiten anhelar para el resto de la humanidad los beneficios que desearíamos para noso-tros mismos, es un proceso que hay que facilitar. Hay que desarrollar destrezas para lograrlo, por ejemplo, con prácticas en los ámbitos perso-nal, grupal, nacional e internacional. La paz conlleva libertad para ser, para decir, para elegir, para aprender, para trabajar y para crear, pero también para contribuir en el bienestar colectivo.

Vivir en paz es parte de un esfuerzo permanente que surge de la re-flexión, del pensamiento, del aprendizaje y la creatividad en el diálogo y la escucha.

la EsCuCha

No es posible pensar en una sociedad libre si se acepta de entrada preservar en ella los antiguos lugares de escucha.

Roland BarthEs

La escucha se ha pensado poco y es inherente a la condición humana; es tan obvia y cotidiana que no nos hemos detenido a conceptualizarla en forma suficiente. La vida social, en todos sus aspectos, tendría que basar-se en una escucha abierta, incluyente, comprensiva y solidaria, que per-mita consolidar democrática y estrechamente los vínculos con el otro y con nosotros mismos.

¿De qué se trata escuchar? La escucha es un acto auditivo que no sólo registra los sonidos y palabras, sino que se adentra en el significado y el

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significante del discurso. El material de la escucha es lo explícito pero también lo implícito, lo indirecto, lo aplazado, lo guardado, los múltiples sentidos del decir.

La frase “oídos sordos” es precisamente la barrera que impide saber de ti y de mí. No escuchar es una forma de violencia, de ejercer el poder, de imponer, de cerrar cualquier posibilidad a la palabra, a la opinión, al conocimiento, a la apreciación y al sentimiento del otro.

Por el contrario, escuchar significa apertura; abrir los oídos al mundo brinda la posibilidad de leerlo, interpretarlo y pensarlo. Escuchamos pa-labras, pero también percibimos gestos, actitudes, miradas, historias, ex-presiones e intenciones que las acompañan. La palabra está siempre car-gada de sentido.

Escuchar conlleva una aventura: puede llevar a cambiar de opinión, a enfrentar puntos de vista distintos; escuchar lleva en ocasiones a cono-cer lo que no se desea saber y esto implica un riesgo que no siempre se quiere tomar. En muchos procesos sociales tomar la palabra equivale a escuchar la voz de los que no la tienen, es hacer escuchar la propia voz y encontrar la propia voz.

Hay quienes hablan y silencian desde el lugar del poder y hay quienes permanecen callados en la sumisión del silencio. Terminar con los luga-res comunes de la escucha, para alcanzar una escucha significativa y pro-funda, implica abrirse a entender los diversos sentidos de la palabra y un verdadero interés de comunicarse con el otro.

Una escucha honesta parte de lo que cada quien es; se adentra no sólo en la narración, sino también en captar los significados de las pausas, los cortes, los fragmentos, las contradicciones, las faltas, los ecos, las repeti-ciones, los absurdos y los silencios.

En esta otra dimensión de la escucha es donde se encuentra al otro, donde se experimenta la inquietante experiencia de adentrarse en el mundo de un otro que mira como nosotros no miramos, que aporta for-mas de decir, de pensar y de sentir que no se conocían. En esta dimen-sión de la escucha nos reconocemos y nos perdemos, valoramos al otro como individuo y no como una masa uniforme.

Vivir la experiencia de escuchar y ser escuchados nos devuelve la identidad y la autoestima. Escuchar desde esta dimensión no es un

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proceso fácil, se requiere valor y apertura, se demanda tocar el vacío y permitir que los dogmas que nos constituyen se vayan diluyendo poco a poco. Muchas veces no escuchamos lo que queremos porque escucha-mos cosas indecibles que nos rasgan; historias oscuras que abordan el territorio de lo inquietante, de lo terrible, del dolor, sobre todo cuando se relacionan con vivencias propias.

Escuchar lleva implícita la palabra y por lo tanto conlleva un acto sim-bólico. Simbolizar las vivencias, los sucesos, los sentimientos y los pensa-mientos resignifica la propia existencia. Escuchar no es fácil cuando se habla de los pensamientos de alguien más; los pensamientos del escucha giran en muchas direcciones, pasan por sus deseos, sus experiencias y su historia, y el mensaje captado no siempre es lo que el otro quiso comuni-car: en la escucha se juegan y entrelazan muchas formas de ver un mundo.

La experiencia de escuchar se construye fundamentalmente por la propia historia. Cada uno mira, piensa, percibe desde sus particulares referentes; aunque la historia sea compartida, cada protagonista las des-cribe de diferente manera, con valoraciones personales, destacando he-chos diversos y con formas propias de expresión.

En tiempos de violencia es necesario abrir espacios para recuperar la palabra: la palabra que se escribe, se lee y se habla debe conquistar los si-tios en los que la violencia ejerce su brutalidad. La escucha y la expresión alivian, a través de la palabra, dolores indecibles, y permite materializar-los para entenderlos, asimilarlos, superarlos y sublimarlos en historias.

Jacques Derrida planteó algo que puede reforzar lo anterior: “Debe-mos aprender cómo dejar que el espectro hable, cómo devolverle el ha-bla, aunque esté dentro de nosotros, en el otro, o en el otro que está en nosotros”. La cultura de la escucha requiere de valoración, negociación y diálogo.

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Sobre algunos conceptos vitales del modelo de cultura de paz

tCarlos antonio dE la siErra

Pero el paisaje no afecta nuestras reflexiones más de lo que nuestras reflexiones afectan el paisaje.

Robert L. Stevenson, Viajar.

… lo grande y honorable en el hombre se manifiesta a sí mismo como arte y ciencia, una pasión por la verdad,

creación de belleza y la idea de justicia.

Thomas Mann, El triunfo final de la democracia.

un modElo En movimiEnto

El modelo de cultura de paz del FCE aspira a que sea apropiado en virtud de experiencias y problemáticas reales y contingentes de cada comuni-dad. La participación de los mediadores locales en los procesos de retro-alimentación con la estructura pedagógica es crucial para que el modelo adquiera una dimensión camaleónica y pueda ser replicado en comuni-dades particulares a través de actores que conozcan plenamente los con-flictos del entorno. Esto es, por ejemplo, que no es lo mismo compartir el modelo con mediadores del Centro Cultural “La Estación” de Apatzin-gán que con directores de casas de cultura de los municipios de Aguasca-lientes: sus realidades son diferentes.

El propósito es que el modelo pueda expandirse y emplazarse en re-giones en donde no necesariamente se viva la violencia a flor de piel o que se hallen en la nomenclatura de “comunidades violentadas”. El concepto “cultura de paz”, tal como se reflexiona en este libro, es un proceso inaca-bado en constante movimiento; una aspiración vivencial inquebrantable

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y urgente; una inclinación asumida como instinto de supervivencia; una forma de vida que debería permear no solamente esos espacios exorna-dos por la violencia cotidiana sino todos los territorios donde se piense cultura de paz como un conjunto de valores y conductas que promuevan la vida y la dignidad humana. La cultura de paz no es exclusiva de comar-cas erosionadas por la intimidación, el crimen y el terror, sino que es ex-tensiva a cualquier ámbito de la vida pública y privada. He aquí una visión más acabada y puntual del modelo: es para todos los mexicanos (democráti-co), es entendible, es gratuito, es incluyente y puede compartirse en cualquier esfera organizada del espacio público.

Sobre los temas propuestos en la estructura pedagógica, cada uno se presenta como una punta de iceberg que puede ser tallada en cada comu-nidad a partir de su propia realidad pero siempre teniendo en cuenta la conceptualización temática como referencia sistemática. En comple-mento a ésta, en el modelo se incluyen reflexiones transversales a todos los temas. Una de ellas tiene que ver con los mecanismos de fortaleci-miento sensible y práctico que logran considerarse, y crearse, ante situa-ciones de crisis o de riesgo evidente. También, en pensar críticamente en la existencia de los llamados daños colaterales como expresiones de po-der y cómo éstos son por definición excluyentes. Asimismo, el peligro que suponen las historias únicas en la construcción de las otredades y, por añadidura, en la creación de estereotipos. Todos estos aspectos mo-tivarán una transición compartida entre la sublimidad de la creación ar-tística y la necesaria reflexión conceptual al límite de casos y circunstan-cias peculiares. Por último, el modelo aspira a la documentación de la memoria a través de estrategias de inclusión, diálogo y registro visible de los dichos. Porque la memoria también narra la esperanza.

proyECtos CulturalEs

Como Cultura de paz, palabra y memoria es un proyecto cultural, conside-remos, como punto de partida para su concepción y puesta en práctica, la propuesta de Brad Evans y Julian Reid en Una vida en resiliencia. El arte de vivir en peligro. El modelo de gestión cultural comunitario es una asun-ción contingente que pretende que las cosas sucedan y no que se queden

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en el papel o en la aportación de jure. La asimilación de estos principios puede contribuir en la creación de miradas colectivas encaminadas a prácticas propositivas y a una toma de conciencia crítica en el momento mismo de enfrentar un problema. Helos a continuación:

Ɂ Poner en duda aquello que no se cuestiona en el estado normal de las cosas

Ɂ Resaltar las cualidades afirmativas de las subjetividades Ɂ Hablar con seguridad sobre la habilidad de transformar el mundo,

no con el fin de mejorarlo sino por la transformación misma Ɂ Utilizar la provocación como una herramienta política. En esto se

incluye sin duda lo poético Ɂ Confiar en la cualidades irreducibles de la existencia humana Ɂ Tener esperanza en las personas Ɂ No rehuir el conflicto [los estadounidenses no suelen denominar

las adversidades como problemas sino como retos. Nosotros no competimos con nadie, por eso detectamos el conflicto y lo enfren-tamos]

Ɂ Hablar con el valor de decir la verdad, que narra una historia para afectar varios registros de significado27

Aun cuando estas referencias sean coordenadas para la creación de proyectos culturales e intelectuales, es viable considerarlas también como pautas inherentes a las numerosas proyecciones de nuestra coti-dianidad. La cultura de paz, reitero, es una forma de vida, y ésta va más allá de las interacciones laborales, familiares o comunitarias: aspira a ser un estado mental y de conciencia de todos los seres humanos. Es por ello que la reflexión al respecto haría considerar las condiciones del entorno a partir de otros matices, conductas o actitudes fundamentados en inte-rrogantes y asunciones mundanas, tan básicas a veces como decir “el rey va desnudo”. Evans y Reid son enfáticos en resaltar aspectos centrales

27 Evans, Brad y Julian Reid, Una vida en resiliencia. El arte de vivir en peligro, tr. de Víctor Altamirano, México, FCE, 2016.

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que van en correspondencia directa con el modelo de cultura de paz: la confianza en los otros; cuestionar lo que se tenga por normal cuando no debería serlo; no pensar en los fines últimos sino en los procesos como posibilidad de transformación; no driblar el conflicto; y destacar sobre todo las actitudes positivas y nobles de los seres humanos, es decir, pre-ponderar el amor y la esperanza.

En el presente texto me centro en tres nociones básicas que sustentan el modelo: 1) el fortalecimiento de las comunidades en situaciones límite (de crisis o definitivas) a través de la lectura, 2) la reafirmación de los otros por el reconocimiento de su voz (escucha), el cuestionamiento de las historias únicas y la elaboración de preguntas pertinentes, y 3) la gene-ración de un vínculo que pulverice las polaridades del materialismo dia-léctico a partir de una categoría que he denominado la dialéctica del TÚ.

lECtura Como FortalECimiEnto Comunitario

Muchas situaciones límite son impredecibles. Por ello existen dispositi-vos de prevención que pueden atenuar ciertas contingencias. Sin embar-go, hay muchas que escapan de las previsiones consideradas. La estrate-gia que se puede desarrollar, entendiendo siempre que acaso uno no es especialista en la temática, es llevar a cabo un diagnóstico previo para la detección de riesgos y afrontar la adversidad en caso de que éstos sean inevitables. Dicho de otro modo: cómo se fortifica la comunidad ante las eventualidades negativas e insalvables. La apuesta por la lectura, que por ejemplo se ha desarrollado exitosamente en Venezuela a través del Banco del Libro, está asociada con fórmulas de contención, pero sobre todo de distensión y reconocimiento de lo propio en un grupo social. Sin caer en extensiones psicologistas o pseudoterapéuticas, la creación de comuni-dad para enfrentar situaciones últimas o al límite puede tener como mo-tivación pertinente las prácticas lectoras, entendidas éstas, como se ha propuesto a lo largo del libro, como una manera de compartir la lectura con los demás a través de estrategias de mediación y contagio. En las pautas sugeridas se comparte la lectura en las distintas comunidades de manera horizontal y se insiste en llevarla a zonas vulneradas donde la

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única opción de sobrevivencia ha sido aceptar y reproducir la violencia. Esto es que, a partir del contraste con lo propio, se potencien esos últi-mos reductos de humanidad para recordar que uno es un ser humano pensante y sensible. Que un libro leído a conciencia y de manera compar-tida logre evanecer la frase “De grande quiero ser sicario”. En ese sentido, la apuesta es pensar los procesos lectores como oportunidades para salir al paso de la intimidación misma. Es decir, que los actores de esas comuni-dades violentadas tengan opciones paralelas, presentes y viables, a la zo-zobra de su vida cotidiana: llevar la lectura a estos territorios a través de acervos que lleguen, se compartan in situ a través de los mediadores co-munitarios y, por ende, se tenga oportunidad de elegir un libro en lugar de un cuerno de chivo. Entre otros referentes, está la exitosa experiencia del Programa de Bibliotecas Móviles de Cali, Colombia, que traslada acervos a zonas rurales apartadas de las ciudades importantes, en donde todavía se viven los resabios de la guerra, y hay mediadores locales que acompa-ñan la lectura en su comunidad. Medio pan y un libro, decía Federico Gar-cía Lorca. Potenciemos el dicho: hay hambre y hay adversidad, pero tam-bién hay libros, lectura y prácticas comunitarias. Acaso el hambre no desaparezca, pero siempre es posible inducir cohesión comunitaria a tra-vés de la lectura para mantener un reducto postrero de humanidad.

El pEligro dE las historias úniCas. El artE dE prEguntar

Uno de los pilares del modelo es la consideración y reconocimiento per-manente de los otros: los demás como parte de uno mismo y como posi-bilidad de ensanchamiento en la comprensión personal. El problema vie-ne cuando esos otros no son vistos como una totalidad en movimiento o como personajes de varias facetas vivenciales, sino que son simplemente bosquejados a través de un tamiz cultural e ideológico que los aliena como seres humanos y los construye como estereotipos. Los expulsados de la historia leeríamos en Pedro Páramo. Si pensamos con Michel Foucault que la Verdad tiene cuando menos un error: considerarse única, sabemos por extensión que las narraciones unilaterales dichas desde la perspectiva del poder, no sólo son incompletas, sino que se erigen desde la parafernalia

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hegemónica de los vencedores. No hay que temerle a la verbalización. “De lo único que debemos tener miedo —dijo Franklin D. Roosevelt al hablar del ascendente fascismo europeo— es del miedo mismo”.

Por todo lo anterior, otra de las propuestas del modelo, y que se pro-pone enarbolar a raigambre, es abandonar las polaridades cargadas de ideología moral como éxito/fracaso, bueno/malo, vencedor/vencido, o conceptos multiculturalistas como tolerancia.28 Por eso es necesario dar cuenta de las otras historias y otorgarle la palabra a aquellos que no os-tentan el privilegio de la voz o que han sido enmudecidos por la cotidia-nidad de una coyuntura violenta que no les pertenece. De nuevo: la voz y la escucha como columnas del modelo. En esa dirección, la aspiración, en ese encuadre dialéctico y dialógico, es elaborar también las preguntas pertinentes. Hacerlas y enunciarlas. Muchas veces se pretende la bús-queda de respuestas sin antes haber hecho la pregunta correcta. Hay que trabajar en virtud de encaminar las dudas por los senderos argumentati-vos más viables y pertinentes para así potenciar aproximaciones a la ver-dad más certeras y tranquilizadoras.

dEsigualdad, invisibilidad y ColatEralidad. honEstidad y posiCionamiEnto

En el caso específico del contacto que los abanderados del modelo ten-gan con distintas comunidades, se propone una rápida revisión de las posibles causas de la violencia, cómo ésta hace que la comunidad que no tiene la preeminencia de la voz sea excluida, o simplemente considerada inexistente, y de qué manera la excusa del bien común amparada en actos cínicos, y por tanto ominosos, siempre se edifica desde una perspectiva

28 Dice Bolívar Echeverría: “El culto a la ‘tolerancia’ que los estudios occidentales de la época de la ‘globalización’ tratan de infundir en sus poblaciones no es suficiente para ocultar el substancialismo profundamente racista de su autodefinición cultural. ‘Tolerar’ significa ‘soportar’, ‘permitir’, es decir, simplemente ‘no agredir’ (por lo menos aquí y por lo pronto) a los otros....”. Bolívar Echeverría, Definición de la cultura, México, Íta-ca-UNAM, 2001, pp. 189-90, nota a pie.

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de poder (José María Pérez Gay decía que “en el territorio de la impuni-dad el cinismo es filantropía”). Asimismo, cómo es necesario plantearse determinaciones honestas de uno como ser humano y de la comunidad como ecosistema, y cómo se posiciona esa comunidad ante el entorno. Esto es: qué quiero hacer y cómo lo logro para enfrentar la adversidad. Los gringos lo llaman el know how. Pensemos, entonces, en que una de las causas de la violencia es la desigualdad. Ésta hace que las comunida-des sean puestas en los márgenes, en territorios colaterales29 o simple-mente sean invisibilizadas, es decir, que quedan fuera de toda clasifica-ción orientada por la función y la posición de una tendencia hegemónica. Como rezaría el viejo refrán priista: “el que se mueve no sale en la foto”. Los medios paliativos de los que se vale el modelo de cultura de paz son crear estrategias de inclusión (participación comunitaria, reforzamien-to de la memoria, la creación artística como analogía de la producción propia) que mitiguen la incertidumbre y vulnerabilidad comunitarias y erosionen esas nociones arbitrarias y segregadoras: se crea comunidad al fortalecer el sentido de pertenencia, de arrojar luz sobre lo propio y pensarlo como parte ineludible y necesaria de todos los seres humanos. La invisibilidad, pues, también tiene su coloración.

EsCuCha y digniFiCaCión. la ConvErsaCión Como mEdio dE rEConoCimiEnto

Lo único que tengo es una voz,para deshacer la mentira y sus dobleces…

W.H. Auden, “Septiembre 1, 1939”.

29 Dice Zymunt Bauman: “… el estatus de ‘colateralidad’ (puesto que la marginalidad, la externalidad y la cualidad de descartable no se han introducido como parte legítima de la agenda política) tiene todas las calificaciones para ser el más desastroso entre los incon-tables problemas potenciales que la humanidad puede verse obligada a enfrentar, conte-ner y resolver durante el siglo en curso”. Zygmunt Bauman, Daños colaterales. Desigual-dades sociales en la era global, tr. Lilia Mosconi, México, FCE, 2015, p. 18.

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Retomemos con cuidado el tema de la escucha. Aunque es una constante del modelo y de la estructura pedagógica (aparece como subtema en el primer módulo y se reflexiona sobre el concepto en algunos apartados del libro) es perentorio emplazarlo a través de prácticas metódicas. La voz de los seres humanos no es sólo una emisión acústica que potencial-mente puede ser escuchada; las voces necesitan referencias de recepción objetivas para poder existir. Por un lado está el hecho de que las voces siempre tendrán un origen, un cuerpo. Por ello, es pertinente considerar, por principio de cuentas, que las voces escuchadas estarán fuera de la noción de anonimato: tienen un cuerpo y son emitidas por actores espe-cíficos. Para que éstas funcionen se necesita un escucha: un receptor que les dé sentido y haga acuse de recibo de esas emisiones. La dignificación del dicho viene de hacerle ver al otro el registro del mismo así como de fomentar, con espíritu crítico, un diálogo oportuno; esto es: un intercam-bio dialéctico que aspire a la creación de conocimiento pero sobre todo de reconocimiento del otro a partir de las palabras dichas. En ese mo-mento la enunciación funcionará a cabalidad: la memoria será proyecta-da a través del lenguaje (voz) y ésta tendrá un agente activo que en todo momento le dé vida, que la corporeice a través de la mirada, el oído, el tacto… Aspiremos a escuchar con el cuerpo entero. Es, por ejemplo, la experiencia de Svetlana Alexiévich en La guerra no tiene rostro de mujer, libro de testimonios de mujeres que pelearon en el ejército rojo de Stalin en la Segunda Guerra Mundial. Alexiévich escuchó y asintió los dichos de las combatientes para darles forma. Así es también la curaduría en el museo de la Cruz Roja de Ginebra: los testimonios de la gente que habían desarrollado un trauma debido a una situación desfavorable son expresa-dos por ellos mismos a través de la proyección de un holograma en el que ellos hablan sobre sus procesos de resiliencia. Uno de ellos es del llama-do padre de la resiliencia, Boris Cyrulnik. Se ve la voz y su dueño. La as-piración es hablar con personas de carne y hueso y no con seres anóni-mos. La mirada a los ojos como la certidumbre de la existencia. “Mientras el lenguaje continúe marcando la pauta, dice Rob Riemen en Nobleza del espíritu. Una idea olvidada, mientras podamos seguir hablando los unos con los otros, hay esperanza para la civilidad y la búsqueda de la verdad”. Pretendamos abanderar el diálogo y el acuerdo como, en palabras de

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Hans Georg Gadamer, una “fusión de horizontes”. Por último, y no es un detalle menor, los gestos son también actos de buena voluntad hacia los otros para difuminar la distensión apriorística; tan mundanos como re-galar un chocolate antes de iniciar cualquier discusión. Los gestos y ac-ciones concretas son fundamentales en la práctica cotidiana de los me-diadores que compartan el modelo de cultura de paz del FCE, pues su labor inicial, y necesaria, es armonizar voluntades en una comunidad.

En busCa dEl otro. amor y EspEranza. la dialéCtiCa dEl tú

¿Cómo encontramos a los otros? ¿Cómo se da fe de su existencia y de que, además de estar vivos, nos quieren decir algo? ¿Cómo están vivos, tienen voz y pueden ser escuchados como si esas palabras fueran las nuestras? Este apartado tiene que ver con la exaltación del espíritu, una dialéctica que aspira no a la dualidad del uno y otro, sino a la interpela-ción en la que está inmiscuido el Tú. No es ya el reconocimiento del otro o lo otro porque el azar me ha llevado a él, sino su búsqueda y encuentro para poder interpelarlo, para hablarle en una segunda persona, para ci-mentar un puente dialógico que fomente un intercambio equitativo, ho-rizontal y productivo. Para dejar el “oigo una voz” por el “oigo tu voz”, tú que tienes nombre, apellido, rostro, cuerpo. No eres Fuenteovejuna sino una persona de carne y hueso que pertenece a una comunidad y, en tanto única, formas parte del engranaje perfecto de esa relojería esperanzadora llamada grupo humano. Frantz Fanon, en Piel negra máscaras blanca, de-construye un mundo narrativo en el que lo importante ya no es el uno y el otro sino el Tú. Y el Tú, por añadidura, implica otro más y uno mismo. Pero la dinámica no se centra en esa dualidad: el Tú implica interpelación y posibilidades de diálogo por la existencia de cuando menos un Tú inter-pelado; el Tú, en esa reconstrucción, es el uno y el otro a la vez, pero también la diferencia entre ambos; el Tú es la dialéctica necesaria que Fanon sugiere para salir del laberinto donde hay una entrada y una salida; el Tú es el ovillo en el laberinto sin el sujeto, pero el ovillo es el sujeto. Se cruza el Rubicón para entrar en el laberinto. El Tú de Fanon es él mismo, que es negro, diciéndole a un negro: “Tú eres negro”. Su conclusión es

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mesiánica: promueve la “dimensión abierta de toda conciencia” y, a la vez, ruega por ser un hombre que interrogue. Es Moisés en el Sinaí pre-guntándole a Dios: “¿Quién eres Tú?” La respuesta es la que cualquier otro debería responder: “Yo soy el que soy” (La Biblia, Éxodo, 3:14).

Considero, con Fanon, que de alguna manera el ser y deber ser se ven debilitados por una estrategia más potente: el es, el Tú, la posibilidad de que por lo menos exista una estructura de intercambio y conocimiento en la ambivalencia. Una configuración que genere tensiones, brechas, cortos circuitos, en las expresiones culturales. También que “la dimensión abier-ta de toda conciencia” se convierta en una entidad dinámica que no resi-da en una parcela única, sino que, como diría Homi Bhabha, recree un espacio de significación más allá (beyond) de lo que se puede visualizar abiertamente entre el contraste de los polos, esos territorios en los que el amor y la esperanza sean fundamentales para subsistir. En palabras de Natalia Ginzburg, proclamar “la capacidad de ir más allá de nosotros mis-mos, de tener imaginación y empatía, de vivir en la verdad, crear belleza y hacer justicia. Esta es la verdadera grandeza de honrar la dignidad de todo ser humano”.

últimos pliEguEs. sobrE la rEsiliEnCia

La metodología o forma de emplazar los temas sugeridos en la estructu-ra pedagógica tendrá que estar siempre asociada a las nociones de cultu-ra de paz que se sugieren en el modelo, esto es, no salirse del contenido y conceptos fundamentales que lo configuran y las rutas y pautas de ac-ción que se utilizan para desarrollarlo y compartirlo. Por eso es impor-tante pensar que cada uno de los conceptos va encaminado a solidificar las nociones de cultura de paz y no a verlos como aislados de la idea del respeto a la vida y a la dignidad humana. De ahí que no sea una propues-ta que vea la mediación de la lectura aislada de las situaciones de crisis, la desigualdad vista desde el punto de vista económico o pensar en “el amor a los otros” como parte de una parafernalia religiosa, naif, kitsch, etc. Más bien se trata de atenerse a un esquema y no pensarlo desde una perspectiva psicologista, terapéutica, esotérica o estrictamente lúdica.

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Pensemos, por ejemplo, en el concepto resiliencia que se considera en el modelo. La resiliencia, de acuerdo con la visión propuesta, NO es una receta para la felicidad (como se la ve hoy día indiscriminadamente); tampoco es una categoría de diseño que solucione todos los problemas en la vida. La resiliencia es un antídoto que funciona para paliar y mitigar las adversidades, levantarse ante ellas o aprender a sobrellevarlas con el menor dolor posible. Es imperioso pensarla no como una fórmula última y concluyente de la vida misma para ser felices, sino como un proceso que nos permite seguir viviendo a pesar de lo aciago y punzante que sea nuestra historia personal. Verbigracia: el ser humano no puede experi-mentar mayor dolor que la muerte de un hijo o una hija. No existe uno que lo supere y no hay que darle vueltas. Ante una desgracia similar, el padre o la madre infortunada tiene dos opciones: o se suicida o sigue vi-viendo. Si la opción es la segunda, entonces la resiliencia, una de las prác-ticas por antonomasia de la solidaridad y el amor, puede ayudarle a man-tenerlo a flote. Puede sobrellevarse la cotidianidad pero, no lo perdamos de vista y digámoslo contundentemente: nunca más sin dolor. Por eso no es resiliencia levantarse y seguir adelante después de perder dinero en la bolsa de valores o esa actitud cínica de los empresarios del gran capital cuando hablan de “pérdidas” porque su ominoso índice de ganancia se redujo un punto. Insisto: “En el territorio de la impunidad, el cinismo es filantropía”. La resiliencia es una práctica que recupera nuestra humani-dad pero que, asimismo, es muy difícil que surja en soledad. Es, por tan-to, una práctica comunitaria.

Una última consideración. Si bien no hay que perder de vista el con-cepto “cultura de paz”, también es importante reafirmar en todo mo-mento las nociones básicas que le dan sentido al libro, al modelo y al seminario: palabra, memoria, expresiones artísticas y prácticas comuni-tarias. Sin ellas no existiría el modelo y por extensión tampoco la estruc-tura pedagógica. En ese sentido, la propuesta en este libro se opone a la vieja mirada multiculturalista de imponer las cosas en la gestión cultural, sobre todo aquellas que fomentan la “educación para la paz” como fór-mula o receta. No puede educarse para la paz, pues la paz no depende de uno ni es un fin último o concluyente; se comparte una inclinación, que nosotros sintetizamos en el concepto cultura de paz, como una forma de

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vida cotidiana. No se educa en o para la paz, pues la educación tradicio-nal en las escuelas es hegemónica y vertical: se sugieren pautas, aproxi-maciones, mapeos, rutas, intersticios, pliegues, coordenadas a partir de experiencias puntuales y sin pensar en objetivos únicos. Cultura de paz es un constructo en constante transformación y a eso apela el modelo. De nuevo: éste es pertinente, urgente, propositivo, inédito, oportuno y ne-cesario. Los conceptos sugeridos son formas de vida: una compleja no-ción de valores positivos que anhela, a partir de un entramado teórico condensado, consolidado y probado, alcanzar una cultura de paz.

Dos episodios para terminar. El 9 de agosto de 1942, un grupo de mú-sicos interpretó, en pleno sitio de Leningrado, la Séptima Sinfonía de Dmi-tri Shostakóvich, dedicada ex profeso a la ciudad que en ese momento vi-vía el asedio nazi. La orquesta se completó con músicos sacados de los frentes, que en su mayoría llevaban días sin comer, y fue dirigida por Karl Eliasberg. El concierto fue transmitido en directo por radio a todo el mundo, incluidos los soldados soviéticos en el frente. Años después, en el verano de 1993, la escritora estadounidense Susan Sontag estrenó en Sa-rajevo Esperando a Godot de Samuel Becket en los momentos más cruen-tos del bombardeo serbio a la capital de Bosnia-Herzegovina. Durante cinco semanas ensayó la obra a la única luz de tres velas y en las presen-taciones ubicaba a las ochenta personas del público en el mismo escena-rio, el lugar más seguro del teatro. ¿Qué les sucedía a estos personajes? ¿Estaban locos? ¿Buscaban una muerte heroica? Es claro que no. Más bien entendieron que a pesar de las desgracias y violencia del entorno, en el momento en que ellos olvidaran ese último dejo de humanidad que es el amor a los otros cristalizado en la creación artística, dejarían de ser seres humanos y se mimetizarían con la brutalidad y el salvajismo de aquellos que matan por el simple hecho de matar. La resistencia cultural de ambas expresiones se manifiesta, desde la clandestinidad aunque con visos y resonancia de una voz ubicua, en la memoria de quienes estuvieron ahí, y en el recuerdo que dejan ellas en la historia de la humanidad. Las bom-bas caerán de cualquier manera y no hay escondite que salve. ¿Qué nos queda? Enarbolar el amor y la esperanza como instintos de superviven-cia, y sobrellevar el infortunio de la mejor manera posible, respetando la dignidad y la vida de los seres humanos.

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Memoria y prospecciónt

riCardo lugo viñas

No hemos comprendido todo lo que hemos visto,pero que queden nuestras palabras.

Alguien las leerá y entenderá.Más tarde. Después de nosotros. […] La historia

está formada por la vida de todos nosotros. SvEtlana AlExiéviCh, VoCEs dE ChErnóbil

La memoria es asunto particularmente humano. Otras formas de vida en el planeta también la poseen, pero hemos sido los humanos los únicos capaces de diseñar mecanismos más allá de la psique para conservarla, racionalizarla y convertirla en relato y conocimiento. Gozosa facultad de la mente humana y potencia del alma que nos ha permitido, por la vía de los recuerdos, la sistematización, el aprendizaje, la conciencia del deve-nir del tiempo y los registros históricos, desarrollar una cultura y pode-rosos lenguajes articulados a lo largo de una historia evolutiva y acumu-lativa, en el plano de lo biológico y lo social.

La memoria es un estuche; una maleta de saberes, experiencias, temo-res, angustias, anhelos, que nos acompaña siempre y que hace de noso-tros lo que somos, nos configura, nos da identidad, tanto en el plano de nuestras individualidades como en el terreno de las sociedades, que tam-bién están configuradas —que no a merced— por el tiempo y el relato de sus memorias. Los relatos orales, la pintura, las tradiciones, las celebra-ciones y la propia escritura, en el fondo son ejercicios memorísticos, ci-vilizatorios y racionales de aquello que no debe olvidarse en una socie-dad. La memoria nos orienta; como un gran faro, de ahí la importancia de acudir cotidianamente a los sótanos y desvanes interiores de nuestra conciencia y alma, donde vive la memoria.

Las letras, ideadas según Aristóteles para “conversar incluso con los

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ausentes”, en el origen, fueron un medio pensado para conservar aquello susceptible de volverse efímero, para, como advierte Alfonso Reyes, “que no se pierdan las creaciones de la palabra, los fastos humanos que ella recoge y perpetúa, el museo y la escuela del hombre que ella por sí sola representa, para todos esos fines mágicos se inventó la fijación del len-guaje”. También la oralidad nos permite visitar, mediante el diálogo, la conversación y la escucha, el universo de saberes, recuerdos comparti-dos, conceptos, pensamientos y anhelos de un grupo humano.

Así pues, literatura y oralidad son herramientas esenciales y podero-sas para la conservación, visitación, reflexión y reconocimiento de la me-moria humana. A través de los libros, la lectura, la charla y la escritura, podemos visitar el pasado y, con ello, advertir presencias, aprovechar legados, pensamientos, objetos, gozos, momentos estelares de la huma-nidad —apuntaría Stefan Zweig—, felicidades, problemáticas, atrocida-des... Si como individuos somos cúmulo y responsorios de recuerdos vi-vidos, como sociedades somos historia y cultura alimentada por la memoria. O mejor dicho: somos muchas historias que piden ser leídas y narradas.

¿Por qué es importante recordar que se recuerda?, ¿para qué visitar la memoria (ya sea colectiva o individual) de manera consciente? ¿Qué que-remos preguntarle al pasado? La memoria se comparte y somos herede-ros de un complejo y rico relato histórico. También somos forjadores y hacedores de futuros, porque se recuerda y se cuenta lo antes vivido para imprimir al presente y al futuro novedades pasadas. La memoria es un gran arcón al que podemos acudir en búsqueda de poderosos insumos para la comprensión del presente y para el diseño de mejores futuros. Cobrar conciencia histórica es uno de los primeros pasos para echar a andar dicha maquinaria de reflexión, indagación y práctica. La cultura, los escenarios, las maneras en que celebramos, aquello de lo que nos en-orgullecemos, nuestros estilos de vida, gastronomía, leyendas, canciones y valores, tienen que ver con nuestras historias y con la conciencia de nuestra memoria. Hacer patentes dichos saberes nos permitirá conocer-nos mejor y convertirnos, mediante un proceso de pensamiento y acción, en protagonistas y narradores de la historia que nos ha tocado vivir, dise-ñarla, tanto en lo individual como en el plano de nuestras colectividades

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y liberarnos de una concepción maniquea del pasado: como fatalidad o como gloria.

Vivimos de memoria. Desde tiempos ancestrales nos preocupa asirla y para tal fin hemos ideado artefactos que nos permitan evadir el terrible y glotón olvido que todo lo engulle o fagocita. Con fotografías, postales, cartas, grabaciones, retratos, recuerdos mentales, tratamos de asir lo pa-sado, lo que valoramos de éste o nos hizo mella, de que permanezca con nosotros. Alfonso Reyes apunta: “la conciencia, hilo del ser, no es más que memoria de momentos”. Los humanos somos memoria, pero tam-bién olvido; una vorágine dialéctica entre lo uno y lo otro. Olvidamos y recordamos, a veces de manera sistémica, a veces de manera simbólica. Editamos la memoria al olvidar cosas, ya bien por la vía del lenguaje (al dejar de nombrarlas), resignificándolas o no haciéndolas más patentes, a veces de manera temporal o definitiva. Porque olvidar es dejar de ser. Existen enfermedades atroces que atentan contra la memoria y el olvido, contra la condición humana. Si mañana olvidáramos todo lo que ahora recordamos —incluso aquello que en este momento no recordamos que recordamos— dejaríamos de ser, de decidir, de actuar como ahora actua-mos. Entonces una conciencia del mundo y una visión específica moriría. Como cuando un idioma desaparece. La vida no sería posible, pues el gran relato de los hombres se alimenta de la memoria, y gracias a ella es que habitamos el presente, pues no podríamos existir ni configurar una identidad en el ahora fugaz y volátil.

Hablar de memoria es también hablar de ruptura con la forma. La van-guardia inexorablemente se ha nutrido de la tradición. Conocer los mu-chos relatos memorísticos de nuestra cultura nos permitirá reconocer que existen muchas y muy diversas maneras de dialogar con los otros y con el mundo; de atender las contemporaneidades y las urgencias de una época, y con ello, sabernos capaces de trabajar para modificar el llamado Zeitgeist —ese clima de una era, en apariencia inmodificable, según lo refiere Nietzsche—, aquella tendencia que parece inamovible y fatal des-tino. La cultura no forja a los humanos, los humanos forjan la cultura, en este sentido es lícito preguntarnos qué es propicio prolongar y recuperar del pasado y aquello cuya vigencia necesita ser sometida a la revaloración y a la crítica. Se trata de visitar el pasado no para esconderse, evadirse o

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105PRIMERA PARtE F PLANtEAMIENtO CONCEPtUAL

buscar el retorno al “edén subvertido”, del que hablaba Ramón López Velarde, sino para buscar en él herramientas de comprensión para la re-construcción del curso de la vida, cuando éste ha sido dañado, y acaso desatar procesos resilientes de reflexión para combatir y resistir (activa-mente) el miedo a la libertad y a lo diferente. La historia y la memoria pueden ser un espacio para la meditación individual y colectiva. Ejercicio del pensamiento y de la reflexión. Un impasse previo a la acción.

Dice Goethe: “No hay presente, sólo devenir”. Porque elegir y cons-truir destinos también es una facultad y pulsión humana, un derecho inalienable; un rasgo de la inteligencia humana. El tema principal de la historia y la memoria es el presente; el de los seres humanos que miran hacia el futuro. La memoria y el acercamiento al conocimiento histórico tendría que jugar el papel de un puente hospitalario, que media y posibi-lita que pasado y futuro se toquen, entren en diálogo y debate, y se retro-alimenten. Es decir: la “exploración de posibilidades futuras basada en indicios del presente”. Ejercer el pensamiento prospectivo.

En la historia jamás ha habido una época propicia para la existencia y la inteligencia humana (guerras aristocráticas, limpiezas étnicas, fascis-mos, esclavitud, desigualdad, combate a lo diferente, despotismo, mise-ria, matanzas y xenofobia), pero pese a todo —malgré tout—, la vida se ha impuesto. Las creaciones humanas, artísticas, científicas, espirituales e intelectuales han salido al paso siempre. Tenemos “furor de futuro”, dice Luz María Chapela. Esto lo aprendemos pronto en la vida, cuando reco-nocemos el misterio del movimiento: que nuestro planeta y los astros se mueven, que la noche y el día se suceden y trascienden permanentemen-te; que la muerte es lo que permanece estático; que lo que está vivo se mueve (el sonar de nuestros corazones nos lo recuerda a diario) y se transforma (nuestro cuerpo nos lo apunta, cuando crecemos, o necesita-mos usar lentes o aparecen las primeras canas); que lo eterno y lo bello eternamente cambia. Cobramos desde muy pequeños conciencia del de-venir del tiempo. Y entendemos que el tiempo es vivo. Que la memoria está viva y que en ella late el impulso de poder ser. También reconoce-mos que existe un tiempo por encima del tiempo cronológico, mucho más poderoso y místico: el tiempo humano, que a diario exige y clama

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106 PRIMERA PARtE F PLANtEAMIENtO CONCEPtUAL

ser narrado, cultivado, ejercido, transformado, gozado, celebrado, y en ocasiones padecido.

En este sentido, y si se le mira con creatividad, la memoria puede ser un sofisticado instrumento para desatar y animar procesos de resolución de conflictos de manera no violenta, pues recordar y visitar la historia supondría reconocer y hablar, entre otras cosas, de la cooperación que como sociedades y grupos establecimos en el pasado, de la vindicación de la cultura propia, de la imperiosa necesidad de contar las otras histo-rias omitidas, de aprender a narrar lo que nos está o ha sucedido, de las fronteras ideológicas y sociales que han dado marco a nuestras socieda-des, del concepto que se ha tenido sobre el futuro, de puntos de encuen-tro y empatía que construimos en el pasado, y un largo etcétera.

El exdirector del FCE, Enrique González Pedrero, escribió: “es sano para las personas bucear en la trastienda de sus recuerdos para aligerar sus vi-das de lastres y pesos muertos, para afirmar los aciertos y consistencias, así los pueblos han de hurgar en su memoria para mejor madurar, para crecer, alcanzar la mayoría de edad y evitar que algún sino ominoso los persiga”. Cuando la violencia, la tragedia o la catástrofe han roto el hilo del tiempo y destruido el curso de la vida; cuando la medida del horror crece en su monstruosidad, se torna necesario acudir a la memoria y al tiempo para encontrar en ellos canales e insumos que abonen en los procesos de resistencia y resiliencia que con frecuencia aparecen tras las tragedias. En múltiples relatos de sobrevivientes que cuentan sus vidas después de la guerra o de pasados atroces, aparecen frases como “nunca más”, “antes de la guerra”, “después de todo esto”, “por primera vez”, todas relacionadas con el tiempo humano y la memoria. La historia nos enseña cómo los hu-manos han sido capaces de convertir los sufrimientos en nuevo conoci-miento. Documentos, oralidad, cultura, escenarios, paisajes, capturas ar-tísticas, lenguajes, celebraciones nos hablan del pasado compartido de dignidad humana de todo pueblo, que siempre vale la pena recordar, más que en búsqueda de añoranzas, para encontrar asombros y novedades que nos ayuden en nuestra tarea de reflexionar, comprender, recordar, anhelar y actuar (con pensamiento prospectivo, consciente y crítico, capaz de nombrar lo que se quiere y lo que no) cuando la adversidad es dura.

Pero la visitación activa y heurística de la memoria —para también

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107PRIMERA PARtE F PLANtEAMIENtO CONCEPtUAL

descubrir y contar la historia que ha sido omitida—, la resiliencia y la conciencia del derecho y la responsabilidad de la construcción de desti-nos sociales no pueden ser por sí mismos una simple receta para la feli-cidad o la reconstrucción —particularmente la resiliencia, noción que en los últimos tiempos ha sido abordada con irresponsable desparpajo y de manera indiscriminada; incluso con perversidad, al vincularla errónea-mente con la superación personal y la resistencia pasiva ante los fracasos o abusos, cuando en realidad se trata más bien de un proceso de re-flexión, una facultad de los sistemas vivos, para sobreponerse y resignifi-car los cambios, especialmente cuando el mundo conocido se convierte en desconocido, a causa de la catástrofe, los impactos o la violencia. Hace falta pues, trabajar y repensar en las escuelas, las bibliotecas, las asociaciones civiles, las universidades, las academias, los centros cultu-rales, la plaza pública, y en el espacio de nuestras individualidades, estas nociones, para desatar procesos encaminados a la construcción de una cultura de paz, basada en el respeto por la vida, por los otros y por el mundo.

Pensar la memoria es pensar en muchas cosas, pero sobre todo en la capacidad humana de ir más allá de nosotros mismos, de mantener la esperanza, de desarrollar climas sociales alternativos, de hablar y cono-cer la dignidad del mundo y de los seres humanos, de los otros, del dere-cho a la vida, de ser críticos, de resistir, de la responsabilidad cooperati-va, de construirnos y de reconstruirnos y de atender la utopía, del anhelo de un mejor destino social. Octavio Paz dice: “Quien ha visto la Esperan-za, no la olvida. La busca bajo todos los cielos y entre todos los hombres. Y sueña que un día va a encontrarla de nuevo, no sabe dónde, acaso entre los suyos”. Los libros del tiempo y de la historia los escribimos todos, porque los humanos no estamos en la historia, somos historia, y la me-moria está configurada por las vidas de todos nosotros.

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Segunda parte

Modelo de gestión comunitario.

Esquema generalt

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111

1. Marco legal

Plantea las bases sobre las cuales se determinan los alcances y naturaleza de la participación política y social del modelo.

En el ámbito internacional:

Ɂ Se enmarca en la Declaración Universal de los Derechos de la Hu-manidad, la cual considera que “la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”.30

Ɂ Se atiene a la Convención sobre los Derechos del Niño,31 que entre otras cosas promueve preparar a la infancia para asumir una vida responsable en una sociedad libre, con espíritu de comprensión, tolerancia, igualdad de género y amistad entre los pueblos, grupos étnicos y religiosos.

30 Véase <www.un.org/es/documents/udhr/>.31 Convención sobre los Derechos del Niño. Véase <www.ohchr.org/SP/ProfessionalInte-rest/Pages/CRC.aspx>.

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112 Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

Ɂ Se adscribe al Pacto Internacional de Derechos Económicos, Socia-les y Culturales.32 Este pacto se orienta a que los Estados promue-van el pleno desarrollo de la personalidad humana y el sentido de su dignidad, promoviendo el fortalecimiento al respeto por los de-rechos humanos y las libertades fundamentales.

En el ámbito nacional, se enmarca en dos aspectos fundamentales del Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018:33

Ɂ MÉXICO EN PAZ, que garantice el avance de la democracia, la go-bernabilidad y la seguridad de su población.

Ɂ MEXICO INCLUYENTE, para garantizar el ejercicio efectivo de los derechos sociales de todos los mexicanos.

Se vincula al Programa Nacional de Derechos Humanos 2014-2018,34 que mandata “hacer frente a la violencia contra los niños, niñas y adoles-centes en todas sus formas, sobre la base de una coordinación eficiente que asegure la participación de todos los sectores responsables de su prevención, atención, monitoreo y evaluación”.

Responde al Programa Institucional del FCE,35 en cuyos objetivos está “distribuir, promover y comercializar las publicaciones del FCE y otros bienes culturales de calidad que contribuyan a la reflexión y transmisión de ideas”:

Ɂ Establecer convenios con los gobiernos federal, estatal y munici-pal, y con instituciones académicas, para abrir nuevas librerías y centros culturales.

32 Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Véase <http://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/CESCR.aspx>.33 Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018. Véase <pnd.gob.mx/>.34 Programa Nacional de Derechos Humanos 2014-2018. Véase <dof.gob.mx/nota_deta-lle.php?codigo=5343071&fecha=30/04/2014>.35 Programa Institucional del FCE. Disponible en <http://dof.gob.mx/nota_detalle.php?-codigo=5344057&fecha=09/05/2014>.

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113Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

Ɂ Propiciar que las librerías del FCE constituyan centros culturales, es-pacios de generación de ideas, de encuentro y de creación artística.

Está encuadrado en el Programa Nacional para la Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia, que se encamina a “reducir los factores sociales de riesgo que favorecen la generación de violencia y delincuen-cia, e incidir en las causas que la generan, a través de la colaboración de los tres órdenes de gobierno y la activa participación de la sociedad”.36

En el ámbito estatal y municipal, es una expresión de las leyes estata-les de desarrollo cultural. En el caso de Apatzingán, Michoacán, el muni-cipio se rige por la Ley de Desarrollo Cultural para el estado de Michoa-cán de Ocampo,37 que dicta:

Ɂ XII. Garantizar el respeto a los derechos humanos, la convivencia, la solidaridad, la interculturalidad, el pluralismo y la aceptación, como valores culturales fundamentales y base esencial de una cul-tura de paz y reconciliación;

Ɂ XV. Garantizar a los niños y niñas el derecho de acceder a todas aquellas manifestaciones culturales que sean apropiadas para el desarrollo de sus valores éticos, estéticos, culturales y ecológicos;

Ɂ VI. Celebrar con la Federación, las entidades federativas, los ayun-tamientos y con instituciones oficiales o particulares, nacionales o extranjeras, los convenios que se hagan necesarios para concertar acciones que tengan por objeto la preservación, promoción, difu-sión e investigación de la cultura.

Para promover la participación social y de los sectores público y pri-vado en las actividades de fomento a la lectura y el libro, entre otros as-pectos, se apega a la Ley de Fomento a la Lectura y el Libro del Estado de

36 Programa Nacional para la Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia. Véase <www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5343087&fecha=30/04/2014>.37 Ley de Desarrollo Cultural para el Estado de Michoacán de Ocampo. Véase <transpa-rencia.congresomich.gob.mx/media/documentos/trabajo_legislativo/Ley_de_Desarrollo_Cultural_para_el_Estado_de_Michoac%C3%A1n_de_Ocampo.pdf>.

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114 Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

Michoacán de Ocampo,38 que confiere a la entidad las siguientes atribu-ciones:

Ɂ En el ámbito de sus respectivas competencias y facultades, el Eje-cutivo del Estado deberá coordinar sus acciones con las institucio-nes del Gobierno Federal responsables de la aplicación de las polí-ticas, programas y acciones de fomento a la lectura y el libro en el Estado, deberá coordinar sus acciones con los gobiernos municipa-les y, en su caso, con los Consejos Municipales, a efecto de hacer efectivo el ejercicio de este derecho.

Ɂ En cada Municipio del Estado podrán crearse los Consejos Munici-pales de Fomento a la Lectura y el Libro, como los órganos respon-sables de dar seguimiento en el ámbito de su competencia y juris-dicción respectivas a las políticas, programas y acciones que promuevan en el Estado el fomento a la lectura y la producción, edición, distribución y difusión de cualquier obra literaria que con-tribuya a elevar el nivel cultural de la población.

2. Los ejes que conforman el modelo

ColaboraCión, partiCipaCión y apropiaCión

1. Colaboración entre los tres órdenes de gobierno para la construc-ción de una estructura pública que permita la alianza complementa-ria, solidaria, propositiva y potenciadora entre los gobiernos munici-pal, estatal y federal.

2. Participación ciudadana. Personas, familias y grupos organizados que —en el marco de un modelo— se convierten en el corazón, la fuente de ideas, los operarios y la plataforma de lanzamiento de los

38 Ley de Fomento a la Lectura y el Libro del Estado de Michoacán de Ocampo. Véase <transparencia.congresomich.gob.mx/es/documentos/lxxiii/leyes/ley-de-fomento-la-lec-tura-y-el-libro-del-estado-de-michoacan-de-ocampo/>.

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115Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

proyectos del centro mismo que se convierte así en un bien social compartido.

3. Apropiación de la cultura de paz. Es en donde el conflicto se resuel-ve a partir de acuerdos; se cumplen todos los derechos humanos para todos y hay condiciones para imaginar y operar proyectos compartidos.

Colaboración de los tres órdenes de gobierno Participación ciudadana Orientación hacia

una cultura de paz

3. Los principios éticos del modelo

El modelo se adscribe a un sistema de principios éticos que permiten valorar, entender y accionar alrededor de:

Respeto y promoción de la di-versidad como vía para ejerci-tarse en la tolerancia y la reso-lución pacífica de conflictos.

Las autoridades, gestores, me-diadores y personal operativo de los espacios culturales, se ejercitan en el establecimiento de relaciones horizontales, el trabajo colaborativo y la reso-lución no violenta de conflic-tos, en un ambiente de respe-to irrestricto a las diferencias.

Los asistentes a los espacios, beneficiarios de las activida-des y actores clave de la co-munidad, en su papel de ges-tores, gozan de un entorno respetuoso de sus derechos humanos y la diversidad que les caracteriza. Asimismo, en-cuentran en este sitio herra-mientas para reconocer sus fortalezas y adquirir habilida-des para la convivencia social pacífica.

Fortalecimiento de la identi-dad barrial y comunitaria, en el marco de la revaloración de la cultura propia.

Las autoridades, gestores, me-diadores y personal operativo de los espacios culturales di-señan y operan sus activida-des en apego al conjunto de valores, tra diciones, símbolos, creencias y modos de com-portamiento que fundamentan la identidad y sentimiento de pertenencia de la comunidad.

Los asistentes a los espacios, beneficiarios de las activida-des, y actores clave de la co-munidad, en su papel de ges-tores, se identifican y definen a sí mismos en términos com-partidos por la colectividad.

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116 Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

Impulso a la libertad y espon-taneidad en la expresión, como premisas para el desarrollo de la creatividad.

Las autoridades, gestores, me-diadores y personal operativo de los espacios culturales, bus-can desarrollar su propia crea-tividad y cuentan con los re-cursos para impulsar procesos de estímulo al desarrollo crea-tivo entre los asistentes.

Los asistentes a los espacios, beneficiarios de las activida-des, y actores clave de la comu-nidad, en su papel de gestores, se desarrollan en un ambiente estimulante para la exploración y desarrollo de sus potenciali-dades creativas, en un contex-to de aceptación, confianza y estímulo a la originalidad de sus formas de expresión.

4. Misión

Ofrecer espacios que, a partir de la literatura, desarrollen acciones cultu-rales, artísticas y educativas con la finalidad de propiciar una convivencia significativa que nos dirija a una cultura de paz. Participar en el esfuerzo nacional por fortalecer el tejido social que consolide los lazos, la con-ciencia y la ética en las comunidades violentadas de nuestro país.

5. Visión

Vivir en una cultura de paz donde muchos y distintos grupos habiten con libertad y propuestas propias —con el acompañamiento calificado de un cuerpo de mediadores culturales— un mismo espacio incluyente, explí-citamente enriquecido con recursos materiales y culturales. Que favo-rezca dinámicas horizontales de lectura, escritura, creación, escucha y diálogo ciudadano, y que hacen uso natural e interdisciplinario de los distintos lenguajes de las artes para iniciar y participar en proyectos prospectivos, así como para propiciar la construcción social de bienes públicos. Un espacio habitado por comunidades en que el rescate resig-nificado de la memoria y una nueva narrativa se han arraigado.

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117Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

6. Objetivos

Ɂ Fortalecer en ámbitos de violencia social, procesos culturales co-munitarios que susciten la creación, transmisión y discusión de valores e ideas en torno a la cultura de paz, a partir de la formación lectora y la creatividad artística.

Ɂ Promover una cultura de paz a partir de la cultura escrita y lectora, que derive en la conformación de comunidades resilientes capaces de habilitarse en la resolución no violenta de conflictos.

Ɂ Desarrollar, a través de la cultura escrita y lectora, la articulación con los diversos lenguajes artísticos, las potencialidades creativas de niños, jóvenes y sus familias, como premisa para su plena reali-zación, bajo un enfoque de derechos humanos.

Ɂ Impulsar, mediante la relación con los libros, la expresión y apre-ciación artísticas, revalorando la cultura propia y promoviendo el disfrute de la cultura universal.

Ɂ Propiciar la construcción del sí mismo y la relación con el otro a través de la literatura y la expresión escrita.

Ɂ Ofrecer espacios de expresión y apreciación artística con la inten-sión de revalorar la cultura propia y promover el disfrute de la cul-tura universal.

7. Esquema de intervención del modelo

FormaCión lECtora

Cultura dE paz

Revaloración de la cultura propia

Fortalecimiento a los usuarios como cogestores

Aproximación a las artes y desarrollo de la creatividad

aCompañamiEnto, sEguimiEnto y EvoluCión

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118 Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

8. Plan para llevar a cabo el modelo

proCEso dE gEstión

Diagnóstico comunitario / selección de actores

Formación de actores y mediadores

Oferta cultural,artística y educativa

Articulaciónintersectorial

1. diagnóstiCo Comunitario E idEntifiCaCión dE aCtorEs y rECursos

Detección de necesidades locales

Inventario de recursos

comunitarios

Reconocimiento de actores sociales

Identificación y adecuación del espacio cultural o determinación

de la zona de intervención

2. vinCulaCión intErsECtorial

Articulación con los tres órdenes de gobierno (federal, estatal y municipal)

Aliados estratégicos del

sector académico, empresarial,

etcétera

Relación con asociaciones civiles

Coparticipación con personas

con autoridad moral en la comunidad

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119Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

3. FormaCión dE aCtorEs y mEdiadorEs

Formación de actores (asesores, gestores y operadores)

en la filosofía y metodología del modelo

Formación de mediadores ejecutores del modelo

4. oFErta Cultural

intramuros

Programa de talleres regulares

Eventos culturales

Dinamización de estaciones comunitarias (Estación de la Lectura y la Memoria,

Estación de Cultura Digital, Estación de Juego)

Extramuros

Extensión en otros espacios o instituciones

Programa y presencia de escritores: una saga

Programa emergente

9. Estrategias

FormaCión dE un CuErpo soCial dE mEdiadorEs CulturalEs loCalEs

Los espacios culturales del FCE cuentan con un cuerpo de mediadores culturales locales (artistas, maestros de oficio, promotores, producto-res…) que se inscriben en un programa de formación continua. Este cuerpo se convierte en la estructura básica que da vida conceptual, so-cial y artística al espacio. Los mediadores culturales son su columna vertebral.

Gracias al programa de formación continua, cada mediador fortalece sus propias capacidades, amplía sus conocimientos y adquiere habilidades para ofrecer talleres a grupos deseosos de entrar al mundo de la lectura, la escritura, el juego y la creación artística. Al mismo tiempo, estos mediado-res participan en un diálogo interdisciplinario abierto, que sostienen

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120 Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

entre pares, y aprenden a trabajar dos o más disciplinas artísticas en un mismo proyecto de estímulo al desarrollo creativo.

En su proceso de formación, los mediadores culturales tienen acceso a un acompañamiento formativo por parte de especialistas y participan en talleres con contenidos interdisciplinarios.

Con la configuración de este cuerpo de mediadores culturales locales, se favorece la visibilización y el rescate de talentos y saberes locales, así como la horizontalidad en los procesos; así, las sociedades adquieren conciencia de sus valores comunitarios.

Con este programa, los mediadores culturales ejercitan procesos de conocimiento que les permiten sistematizar sus propios saberes, recon-figurar su propia conciencia, realizar autoevaluaciones, identificar difi-cultades, elegir contenidos de aprendizaje, conocer nuevos horizontes y establecer diálogos interdisciplinarios. También encuentran alternativas metodológicas para diseñar sus propios programas pedagógicos y para, en ocasiones, trabajar de manera interdisciplinaria y sistemática con otros colegas.

10. Oferta cultural y artística

De acuerdo con este modelo, cada espacio o proyecto cultural puede ser enriquecido con programas, esquemas de relación, sistemas de nociones clave, materiales y recursos simbólicos, con la intención de que resulte enriquecedor para las poblaciones locales. También para favorecer que estas poblaciones, usando estos recursos y de manera recíproca, enri-quezcan sus proyectos con sus propias creaciones e iniciativas.

Este espacio está abierto a personas, familias, grupos, clubes, ensam-bles artísticos previamente formados, colonias o comunidades escolares, por ejemplo. Todas las edades son bienvenidas. La acción cultural ocurre cuando personas y grupos habitan los espacios y hacen uso libre y auto-conducido de los recursos. Algunos ejemplos de recursos son: espacios abiertos para la convivencia, foros para presentaciones escenográficas y debates, estaciones de lectura, memoria y ludotecas con acervos selec-tos, aulas para la celebración de talleres de artes y oficios, espacios para

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121Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

el trabajo plástico y, de vital importancia, el acompañamiento pedagógi-co, social y artístico de los mediadores culturales.

La participación de los habitantes es esencial. Para el modelo, habitar significa interactuar, proponer, revisar con pensamiento propio y crítico, imaginar, recordar, prospectar… Quien habita conoce su hábitat y, de ma-nera natural (al convertir la práctica en hábito), se enriquece con lo que su espacio le ofrece y, además, lo enriquece. Habitar es convertir un es-pacio y sus recursos en un interlocutor permanente, en fuente de posibi-lidades. Por eso, es conveniente poner especial atención a los insumos, recursos, materiales, relaciones, acciones y decisiones con que se enri-quece el proyecto. Y es necesario tener un programa de incremento y renovación permanente de su oferta.

11. Mediación extramuros

El propósito último de los espacios que adopten este modelo es favore-cer que la lectura, la escritura, el juego, el diálogo, el debate, la revisita crítica al pasado personal y comunitario y la creación a través del uso de los distintos lenguajes de las artes se arraiguen en el seno de las pobla-ciones locales hasta convertirse en propio. Cada proyecto cultural busca-rá la normalización de estas prácticas, es decir, el ejercicio “normal” y habitual de las mismas. Es por eso que el modelo concibe a las colonias y barrios locales como parte del proyecto cultural mismo, favoreciendo la inclusión de poblaciones vulnerables.

La dimensión territorial de cada espacio se configura con tres distin-tos elementos. Fronteras físicas, precisas y bien determinadas para que todos las conozcan y participen en la definición de las reglas que dentro de ellas se establecen, pero también fronteras permeables, capaces de permitir flujos que las atraviesen y se muevan en distintas direcciones, con distintos sentidos y en distintos tiempos. Espacios interiores abas-tecidos con presencias institucionales, mediadores culturales y bienes materiales y simbólicos; espacios que, con elocuencia, explicitan los significados y sentidos que el modelo propone para todo lo que contie-ne. Finalmente, espacios extramuros que son de las comunidades, hasta

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122 Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

los que llegan por distintas vías y medios algunos contenidos del modelo que operan con el apoyo de programas, materiales lúdico-didácticos y el acompañamiento de mediadores culturales.

Los propios habitantes frecuentes de los espacios culturales se con-vierten en embajadores en sus comunidades. Algunos ejemplos de alcan-ces extramuros son: estaciones domésticas de juego y lectura, clubes barriales de lectura, ventanillas familiares con préstamo de libros y ju-guetes a domicilio, centros para la recuperación de danzas y cantos lo-cales, estaciones de lectura en las escuelas públicas, ferias itinerantes de libros y cuentacuentos o ensambles que ofrecen lecturas en atril en las plazas públicas.

12. Mediación en situaciones de emergencia

Cuando se trabaja con comunidades violentadas, hay ocasiones en que las condiciones del entorno dejan de garantizar la integridad física o emocional de quienes configuran el proyecto cultural. En estas circuns-tancias, los espacios deben cerrar sus instalaciones de manera temporal y preventiva pero pueden continuar con algunos de sus programas, rea-lizándolos con la colaboración de las poblaciones mismas y con el acom-pañamiento (presencial o a distancia) de los mediadores culturales.

Los libros y los materiales lúdicos y didácticos de cada proyecto se convierten en emisarios de los programas, mismos que las personas de la comunidad —conocedoras de su entorno y conscientes de que deben garantizar su propia integridad antes que nada— ofrecen a sus vecinos, de acuerdo con sus posibilidades.

Algunos ejemplos de acciones que operan este programa emergente son: ventanillas domésticas con préstamo a domicilio de libros, juguetes y materiales educativos, ludotecas y estaciones de lectura emergentes que operan por un par de horas y desaparecen, talleres breves que se ofrecen en línea, clubes de lectura y círculos de debate, cine clubes o ta-lleres para la producción de bienes culturales. Internet también ofrece una importante alternativa para trabajar en línea y en red durante las si-tuaciones de emergencia.

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123Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

13. Actores que hacen posible la implementación del modelo

La operación del modelo en forma creativa, coherente, sólida y horizontal, se hace posible a través de sus actores, quienes, convocados por un objeti-vo en común, buscan la transformación de su entorno y de sí mismos.

Los actores deben tener de manera clara y precisa las acciones que rea-lizarán. Es fundamental precisar su campo de intervención, su función, sus objetivos, las actividades que les toca llevar a cabo, su evaluación per-manente y la interacción con todos y cada uno de los miembros del grupo.

Para el modelo de gestión cultural comunitario del fce se proponen los siguientes actores:

aCtorEs quE haCEn posiblE la implEmEntaCión dEl modElo

Asesores Enlaces Gestores y cogestores

Mediadores culturales

asEsorEs

Coordinan, acompañan y dan seguimiento al proceso. Promueven la re-visión colegiada del modelo para su modificación o confirmación. Reali-zan y organizan los procesos de formación requeridos para el fortaleci-miento y profesionalización de gestores y mediadores.

EnlaCEs

Los enlaces son quienes diagnostican el contexto, identifican a los media-dores y los convocan, propician la interlocución entre los asesores y los mediadores. Facilitan la vinculación de los tres órdenes de gobierno, a través de distintas estrategias que permitan el apoyo e impulso del mode-lo. Los enlaces toman el pulso del proyecto, a través de la identificación de conflictos y búsqueda de posibles soluciones. Encauzan las acciones

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124 Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

pactadas por las diferentes instancias institucionales con la intención de cuidar la permanencia del proyecto.

gEstorEs

Planifican, coordinan la vida del espacio cultural; generan estrategias para hacer posible que la comunidad a la que se dirigen tenga acceso a los bienes culturales que se proponen.

CogEstorEs

La construcción e implementación de este modelo debe partir de la acti-va participación comunitaria en todos los ámbitos, si queremos que haya una apropiación genuina del mismo. De ahí que se conciba a los usuarios como cogestores de la iniciativa y se proyecte su habilitación en todos los campos necesarios que le dan vida al proyecto cultural.

mEdiadorEs

Son ellos los que llevan a la práctica el modelo, traducen sus conceptos en acciones creativas, que extienden y promueven.

Identifican las necesidades de la comunidad y las traducen en meto-dologías creativas. Facilitan el desarrollo de habilidades resilientes en ámbitos sociales violentados. Acompañan a las comunidades a través de la creatividad, la expresión, la escritura, la lectura, la aproximación al arte, la escucha y la construcción de una cultura de paz.

14. Estructura y espacios

La propuesta pedagógica comprende la operación continua de los espa-cios culturales a través de dos programas distintos dirigidos a mediadores

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125Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

culturales y al público abierto que habita cada estación. Sus contenidos curriculares están divididos de la siguiente manera:

a) palabra e imagen (lectura, escritura, memoria, narrativa); b) expresión y desarrollo creativo a través de las artes (artes plásticas,

música, teatro, danza, fotografía, multimedia);c) compromisos con la naturaleza; d) espacios comunitarios para la expresión; e) actividades para el fortalecimiento de la identidad propia comuni-

taria; f) actividades de orientación para el cuidado emocional y componen-

tes para una cultura de paz y la convivencia social.

los EspaCios CulturalEs dEl Fondo

Se toma el nombre de Estaciones para hacer una analogía del espacio don-de llegan y salen los ferrocarriles; recordemos que el Centro Cultural del FCE en Apatzingán se sitúa en una antigua estación del ferrocarril, de ahí se tomó la acepción de la estación para nombrar los distintos espacios. A estos espacios llegan personas que experimentan y se enriquecen del arte, la cultura y la educación, y al mismo tiempo salen a las plazas, a sus casas, a las escuelas, interactúan con sus familiares, amigos, compañe-ros, y así replican todas las vivencias creativas que experimentaron. La creatividad es una forma de vivir la vida, de encontrar maneras distintas de resolver, de mirar, de escuchar, de decir y de pensar.

EstaCión dE la lECtura y la mEmoria

Ɂ Dirigida a todas las edades. Ɂ Está enriquecida con un acervo plural y abundante, con muebles y

distribuciones espaciales que favorecen la lectura personal, el diá-logo, el debate y la puesta en común de par a par. Cuenta con ins-trumentos diversos que permiten a los asistentes la lectura virtual

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126 Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

y la participación en redes sociales. También alberga un museo vivo y en constante movimiento elaborado por las comunidades locales.

Ɂ Alberga sesiones de lectura personal y compartida, procesos edito-riales para la producción de libros hechos a mano, talleres varios, reflexiones históricas compartidas, conferencias, presentaciones de libros y charlas literarias, entre otras actividades.

Ɂ Dentro del programa extramuros, ofrece préstamo a domicilio y asesorías puntuales.

En la Estación de la Lectura y la Memoria, los usuarios se reencuentran con ellos mismos; revisitan su memoria, la de su grupo y la memoria uni-versal; encuentran interlocutores (en los libros y entre sus pares); cono-cen relatos que la humanidad ha generado; ensanchan horizontes; cono-cen modelos y personajes; adquieren destrezas relacionadas con la lectura, la charla y la escritura; tejen lazos interpersonales; producen textos pro-pios, y encuentran un espacio de paz, solidaridad y pertenencia propicio para construir procesos de resiliencia. En el mejor de los casos, en esta estación, la lectura y el diálogo que de ella deriva se convierten en hábito.

primEra EstaCión: lEE Con tu bEbé

Ɂ Está dirigida a bebés y a niñas y niños preescolares y a sus familia-res, con énfasis en los abuelos.

Ɂ Está enriquecida con espacios seguros e higiénicos, cojines y sillas bajas que favorecen la relación de familiares con los niños lectores, libros álbum que invitan a la lectura de imágenes y la interacción en los niveles verbal, gráfico, gestual, rítmico y ritual. El acervo se complementa con un conjunto de materiales especialmente pensa-dos para favorecer el juego introspectivo y silencioso que ofrece un refugio temporal a los niños, les configura una especie de atalaya desde la que pueden observar al grupo de pares sin necesidad de participar en actividades grupales; les permite hacer suyo el espacio y habitarlo con ritmos y proyectos deliberados, y los prepara para salir por cuenta propia en busca de nuevos libros de su preferencia.

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127Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

Ɂ Alberga sesiones de lectura personal (mediador-lector y familiar- lector), lectura en voz alta que el grupo comparte, celebraciones rítmicas derivadas de las lecturas, talleres para familiares y para aquellos que quieren aprender el arte de la mediación lectora para la primera infancia.

Ɂ Dentro del programa extramuros, ofrece préstamo a domicilio e instrumentación de primeras estaciones itinerantes en las comuni-dades locales.

EstaCión dE lECtura Extramuros

Ɂ Están dirigidas a públicos focalizados (pacientes en hospitales, tra-bajadores en sus centros laborales, trabajadores de un mercado o vecinos de unidades habitacionales, por ejemplo). Generalmente representan trabajo interinstitucional e involucran a la sociedad ci-vil. Se instalan por un tiempo corto, algunas son recurrentes y otras fijas.

Ɂ Están enriquecidas con un acervo formado por colecciones selec-tas, diseñadas para cada población focal específica, y cuentan con instrumentos diversos que permiten a los usuarios la lectura vir-tual y la participación en redes sociales.

Ɂ Albergan sesiones de lectura personal y compartida, diálogo y de-bate, producción editorial de libros propios y programas vivos para la capacitación de mediadores de lectura en las localidades.

EstaCionEs dE lECtura En EsCuElas dE EduCaCión básiCa

Ɂ Están dirigidas a estudiantes de educación básica (incluidos los preescolares). Generalmente, implican un trabajo interinstitucio-nal e involucran a los padres y madres de familia. Se abren en las instalaciones mismas de los planteles escolares. Se instalan por un tiempo corto y son recurrentes.

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128 Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

Ɂ Están enriquecidas con un acervo formado por colecciones selec-tas, diseñadas para cada población focal específica, y también se nutren en los acervos que forman la biblioteca escolar y de aula.

Ɂ Albergan sesiones de lectura personal y compartida, diálogo y deba-te, producción editorial de libros propios, visitas pedagógicas de au-tores e ilustradores y programas abiertos para la capacitación de mediadores escolares que fomenten la lectura y la creación deriva-da. Tienen dos variables:

• “Adopta un libro”, en la que con el apoyo del FCE, todos los niños de un grupo adquieren y leen un mismo libro para po-nerlo a debate.

• “Maestros de compañía”, en la que las escuelas destinan un maestro a los procesos lectores y el FCE los acompaña en tér-minos no sólo de interacciones pedagógicas, sino también en cuanto a la selección de títulos y colecciones pertinentes para ofrecer a los grupos. Esta variante trabaja con las bibliotecas escolares, enriquecidas con al menos 100 libros del FCE.

EstaCión dE ludotECa

Ɂ Dirigida a todos los públicos, de todas las edades (personas, gru-pos, familias, clubes…). Con un importante préstamo a domicilio.

Ɂ Está enriquecida con fichas con descripciones de juegos (de mesa, de pizarrón, de patio) acompañados de sus correspondientes materiales lúdicos, juguetes para todas las edades, acervos con dominós y memo-ramas de distintos tipos (dominoteca, memorioteca), tableros para juegos tradicionales, cajas con sofisticados juegos de grupo en los que intervienen la memoria, pero también el conocimiento y la creativi-dad, pelotas y zancos, disfraces, espejos y telones. Hay juegos para, por ejemplo, desarrollar el pensamiento y despertar la imaginación, para fortalecer el pensamiento matemático y la planeación estratégi-ca, para desarrollar destrezas precisas, para fortalecer la concentra-ción extrema, para favorecer el desarrollo del lenguaje, para derivar, de la lectura compartida, juegos grupales, o para trabajar en equipo.

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129Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

Ɂ Alberga a personas que juegan de manera solitaria, parejas que com-piten sobre un tablero con público silencioso presente, grupos que juegan siguiendo las reglas de un juego de mesa diseñado para co-municar ideas sin usar palabras, cuartetos que juegan memorama alrededor de un tapete o ingeniosos que, tomando como modelo un juego comprado, diseñan un juego nuevo. En general, la ludoteca al-berga a personas y grupos que ríen, charlan, están familiarizados con el azar, conservan una mente abierta y mantienen viva la esperanza.

EstaCión dE Cultura digital

Ɂ Dirigido a todos los públicos. Ɂ Está enriquecida con aparatos, aplicaciones, programas, herra-

mientas específicas para el diseño y conexiones a internet para que quienes habitan este paraje tengan acceso inmediato y gratuito al mundo virtual. También ofrece el acompañamiento formativo de distintos mediadores culturales.

Ɂ Alberga a personas y grupos con proyectos propios que se enri-quecen ante las posibilidades que les ofrece y que desean, por ejemplo, inscribirse en redes virtuales, diseñar páginas propias, publicar creaciones originales, realizar investigaciones, escuchar un concierto, visitar un museo, ver una película, conocer una ciu-dad, aprender el paso a paso relacionado con la elaboración de una guitarra, conseguir una partitura, aprender técnicas de calenta-miento para bailarines de danza contemporánea, realizar una en-trevista a distancia, leer un libro virtual, inscribirse en círculos de lectura o poner a consideración de un grupo en línea sus propias creaciones literarias. También recibe a personas que participan como booktubers, internautas que leen, comparten, publicitan y hacen comentarios a sus lecturas usando muchos y muy distintos recursos creativos que les ofrecen los medios electrónicos y las redes virtuales.

Ɂ La Estación de Cultura Digital ofrece distintos talleres como, por ejemplo, “alfabetización digital”, “comunicación y redes sociales”, “promoción de lo propio” (personal y grupal) y “producción creativa”

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130 Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

donde hacen libros ilustrados, cómics, ebooks, imágenes sonoras, par-tituras, vestuarios y escenografías, animaciones de imágenes o de sí, poesía visual o edición de audio.

EstaCión dE tallErEs dE ExprEsión artístiCa

Ɂ Están dirigidos a grupos formados con distintos criterios que defi-nen los mediadores culturales para sus propios talleres. En los ta-lleres, los usuarios encuentran los medios para el desarrollo de su creatividad, en un ambiente de aceptación y confianza.

Ɂ Están enriquecidos con espacios abiertos que pueden ser configu-rados de muchas maneras distintas y de acuerdo con criterios da-dos: los muebles, las luces y los materiales. En un encuadre inter-disciplinario, cuentan con una infraestructura que permite el trabajo manual con materiales, por ejemplo, de carpintería o plásti-cos, y que permite que funcione en ellos un cine club o un libro debate. Tienen computadoras, acceso a internet, tablones que fun-cionan como mesas portátiles y un acervo básico con libros técni-cos y narrativos. Cada estación cuenta con catálogo de talleres, mu-chos de los cuales son creación original de los mediadores culturales.

Ɂ Albergan grupos, generalmente de no más de 20 personas, que tie-nen un propósito específico y explícito y que trabajan con la coor-dinación de un mediador cultural responsable para construir habi-lidades y conocimientos y para producir creaciones.

auditorio dE la EstaCión

Ɂ Dirigido a todos los públicos de todas las edades y a familias, clu-bes, ensambles artísticos, grupos escolares o pacientes de un hos-pital cercano, por ejemplo.

Ɂ Está enriquecido con un espacio abierto en el que, previa inscrip-ción en un programa, todas y todos pueden presentar a un público local (vecinos, colegas, amigos, familiares…) sus creaciones, pero

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131Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

también sus ideas, sus dudas, sus aprendizajes, los rescates y resig-nificaciones que han hecho de sus visitas al pasado (con el apoyo del mediador responsable de la Estación de la Lectura y la Memo-ria), sus discrepancias, propuestas y miradas de futuros anhelables. Enriquecen este espacio sistemas de luces y sonido y una amplia luneta con asientos para el público visitante.

Ɂ Alberga a personas y grupos que han creado obras artísticas, que tie-nen una idea para compartir en un espacio público; artistas que presentan funciones personales, conferencistas invitados, grupos que montan paneles para el debate abierto, galas o barrios y colo-nias que desean compartir parte de sus festividades ceremoniales.

Para favorecer la reflexión relacionada con la conciencia del propio proceso lector, la estación invita a los usuarios a mantener viva y en pro-ceso abierto una bitácora personal que registre no sólo sus lecturas sino también las circunstancias en que los libros se leyeron, los impactos de la lectura, las conversaciones que de ella derivan o las citas, imágenes, ideas y sugerencias que cada lector cosecha y guarda como insumo para futuras creaciones escritas originales.

Cada Estación de Lectura cuenta con un “cuaderno de registros y co-mentarios”, accesible y abierto.

1. Estación de la Lectura y la Memoria

2. Estación de la Primera Infancia

3. Estación de Lectura Extramuros

4. Estaciones de Lectura en Escuelasde Educación Básica

5. Estación de Juegos 6. Estación de Cultura Digital

7. Estación de Talleres de Expresión Artística

8. Estación de Usos Múltiples

15. Indicadores para la evaluación y acompañamiento del proceso

La evaluación y seguimiento del proceso se llevará a cabo a través de una metodología de autoevaluación propuesta por la Organización de las Na-ciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (unEsCo),

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132 Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

tomando en cuenta las circunstancias específicas del grupo gestor y su propuesta cultural.

El grupo usuario participará en la evaluación y seguimiento de acuer-do con los siguientes indicadores:

Ɂ Los usuarios se sienten reflejados en el espacio y se apropian de los procesos que ahí ocurren.

Ɂ Los participantes aprenden a identificar las crisis y conflictos como alternativas de crecimiento.

Ɂ Los usuarios se valen de la cultura escrita y lectora, así como de los diversos lenguajes artísticos, para aprender a mediar los conflictos.

Ɂ Los participantes desarrollan su creatividad para la convivencia so-cial pacífica.

16. Sobre la Caja de Herramientas

El modelo de gestión cultural comunitario del FCE, además de contar con un marco conceptual y un esquema para llevarlo a cabo y desarrollar sus estrategias, contará con una Caja de Herramientas. Esto es: un contene-dor para seleccionar, organizar, describir y transportar herramientas que sirvan como detonadores de propuestas creativas y actividades que nos ayuden a acompañar procesos de lectura, escritura creativa y expresión artística. Que sean instrumentos que desemboquen en oportunidades para una mejor construcción del sí mismo y para posibilitar experiencias de convivencia y paz, en las que la resolución de conflictos sea a través del diálogo, acuerdos compartidos basados en el desarrollo de ideas pro-pias y el respeto a las ideas de los otros.

Se trata de contar con un menú de opciones, algunas de ellas ya pro-badas, que constituyan una recuperación de buenas prácticas de quienes han implementado ya este modelo o han tenido experiencias afines. Es-tas herramientas serán un complemento de la presente publicación y es-tarán en constante renovación, actualización y disponibilidad en sitios de internet como la página oficial del FCE y plataformas culturales de las entidades en las que se implemente el modelo.

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133Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

17. Estructura pedagógica

La propuesta de formación y capacitación del modelo está constituida por cuatro módulos. Cada uno de ellos abarca, desde distintas perspecti-vas, sus ejes rectores: cultura de paz, memoria, palabra, creatividad artís-tica y prácticas comunitarias. A continuación se muestran los cuatro mó-dulos y su contenido.

modElo dE gEstión para una Cultura dE paz

Este primer módulo invita a conocer las nociones, los principios básicos y el paradigma que enmarca el Modelo de gestión comunitario para una cul-tura de paz del FCE; también a pensar acerca de los conceptos de paz, pa-labra, memoria, otredad y escucha, pues es importante que las reflexiones y proyecciones se inscriban en un marco conceptual que les dé estructura, imprima sentido a las acciones y abra un espacio para la reafirmación del sentido de pertenencia y reconocimiento como grupo y comunidad.

Las nociones del otro, la escucha y la palabra son fundamentales, sobre todo porque se tratan de herramientas conceptuales que refuerzan la con-vivencia social y el ejercicio de la cultura de paz. Éstas ponen en acción habilidades y prácticas como el debate, la charla, la conciencia del yo, los otros y lo otro, el reconocimiento de lo diverso y la subjetividad, elemen-tos clave en la construcción de una cultura de paz. Aquí es donde la litera-tura y el arte, como puntos culminantes de las expresiones humanas, se presentan como eje de la propuesta; por ello se recrean prácticas literarias y artísticas que visualicen y fortifiquen dichas herramientas y habilidades.

Dos nociones atraviesan los temas de este módulo: proyección y pros-pección. A la luz de los proyectos y los procesos resilientes, el pensa-miento prospectivo, la esperanza, la capacidad de planear, trazar y pro-poner un plan a futuro serán una constante del modelo; es decir, cómo se visualiza y concibe el futuro a partir de los indicios del presente.

Temas: Ɂ Pertinencia institucional del modelo Ɂ La paz, la violencia, el otro y la escucha

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134 Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

Ɂ Qué es un modelo y su papel en los proyectos sociales Ɂ La palabra, la lectura y la escritura como ejes de la propuesta Ɂ Cultura y arte como recursos para la construcción de una cultura

de paz Ɂ Proyección y prospección

Cultura propia, mEmoria E idEntidad Comunitariala litEratura Como ConstruCCión dE uno mismo

El segundo módulo tiene como eje el reconocimiento y la enunciación de las historias individuales y comunitarias. Visitar el mundo de la oralidad, la memoria y la historia en busca de novedades, encuentros y relatos históricos que nos recuerdan como personajes protagónicos del tiempo, la historia y el mundo que nos ha tocado vivir. O dicho de otro modo: cómo la vindicación de la cultura propia pasa por procesos de memoria, personal y colectiva, que propician la identidad comunitaria; en ese sen-tido, el trabajo durante las sesiones tenderá a la visualización del entor-no, de lo propio y lo otro, como un mecanismo que coadyuve, en tanto sentido de pertenencia, a la cohesión comunitaria. Los apartados sobre la memoria son primordiales, pues no se trata de indagar en los recuer-dos como un dispositivo terapéutico sino como una evocación que gene-re un registro a través del lenguaje y que éste se convierta en un artilugio de resignificación de lo propio desde el presente mismo. He ahí la crista-lización, la presencia y la vida de la memoria.

Por otro lado, está el mundo inmenso de la palabra y la literatura como fuente inagotable de libertades, conocimientos y ventanas de la otredad. Pero también como manifestaciones libres y abiertas de lo que somos, como personas y como comunidad. Se trata de suscitar el ensan-chamiento de las miradas, las concepciones de otros horizontes y la edi-ficación de encuentros nuevos, gozosos y armónicos con los demás.

Temas:

Ɂ ¿Quiénes somos? El paisaje que llevo conmigo. Conocernos, com-partir y disfrutar

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135Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

Ɂ Memoria y palabra Ɂ La construcción de la memoria. Evocación y presencia Ɂ Escenarios de nuestra memoria colectiva. Nuestras formas de ha-

blar, anecdotario común y prácticas tradicionales y propias Ɂ Así nos integramos en nuestros rituales y fiestas Ɂ Palabra y literatura Ɂ Lectura como encuentro. Yo y los otros Ɂ Literatura como memoria y como historia Ɂ Literatura como ejercicio de conciencia e imaginación

mEdiaCión lECtora. CrEatividad, ExprEsión artístiCa intErdisCiplinaria y CapaCidad lúdiCa

Esta parte de la capacitación versa sobre la lectura y el juego; la media-ción hospitalaria de la lectura y la creatividad artística; las prácticas lec-toras y la exploración de la naturaleza lúdica de los seres humanos. La idea es mover las fibras sensibles de los mediadores a partir de la palabra oral y escrita y de cómo éstas pueden ser motor para explorar la imagina-ción, las manifestaciones creativas y los lindes que nos rodean. La pala-bra, la lectura y la mediación serán vistas en un plano paralelo al desarro-llo de diversas técnicas y estrategias de expresión artística, el juego y la convivencia. Asimismo, es una invitación a detonar la creatividad propia a través de distintas estrategias reflexivas y lúdicas, como las exploracio-nes personales a partir de las propias realidades y competencias y el em-plazamiento del juego y otras vivencias como fórmulas de extensión de esa creatividad. Ahí se hallarán, de nuevo, espacios para las prácticas so-lidarias y la cohabitación armónica.

tEmas: Ɂ Fomento a la lectura

• Lectura• Mediación lectora• Algunas prácticas para compartir la lectura

Ɂ Creatividad

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136 Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

• Bases para desarrollar procesos creativos (exploración de la creatividad propia)

• Introducción a técnicas y estrategias para la expresión artísti-ca interdisciplinaria

• El juego como aprendizaje y pauta para la resignificación y cohabitación armónica

Cultura dE paz y ConvivEnCia

En el último módulo se trabaja con amplitud el concepto de “cultura de paz” y cómo se construye a través de las condiciones del entorno. ¿Cómo honro y dignifico la vida comunitaria y cuáles son las estrategias para lograrlo? Posteriormente, se hace alusión a peculiaridades de las formas de relación que permiten la convivencia con los otros. Para ello es necesario trabajar con conceptos como empatía y escucha, nociones car-dinales para la armonía de las voluntades de individuos y grupos. En el módulo también se abordan los puntos de quiebre en la comunidad por la contingencia y de qué forma pueden solventarse o mitigarse los des-aguisados. La ruta, una vez que son detectadas las vulnerabilidades, es considerar y aplicar conceptos como resistencia y sobre todo resiliencia, estrategias de apoyo que ayudarán a solidarizarse como comunidad y plantear opciones para mantenerse a flote ante las adversidades. Asimis-mo, sin pensar la profesionalización propiamente en el manejo de crisis, se contempla la posibilidad de, a partir de la participación cooperativa y la detección de los conflictos, presentar pautas o caminos que permitan la negociación y mediación de los problemas inmediatos. Por último, se regresa a las consideraciones de los otros como motor activo del inter-cambio comunitario: retomar la lectura como instrumento de conten-ción ante la violencia; cuestionar las historias únicas que se emiten desde el atalaya privilegiado del poder; y poner énfasis en los otros a través del emplazamiento de la escucha, pues esos otros son, finalmente, unos tús interpelados, escuchados y corporeizados, es decir: el diálogo, la conver-sación y el reconocimiento de los seres humanos como un gran acto de amor.

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137Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

Temas: Ɂ Hacia una cultura de paz. Empatía, expresión y escucha Ɂ Convivencia. Estrategias para el manejo de crisis. Vulnerabilidad,

resistencia y resiliencia Ɂ Participación cooperativa y negociación. Identificación y media-

ción de conflictos Ɂ Lectura como fortalecimiento comunitario y estrategia de conten-

ción. El peligro de las historias únicas. Honestidad y posiciona-miento

Ɂ Escucha y dignificación. La conversación como medio de reconoci-miento

Ɂ En busca del otro. Amor y esperanza. La dialéctica del TÚ Ɂ Repensar los procesos. Registros e indicadores

Los cuatro módulos de la formación tienen correspondencia entre sí, es decir, en todos hay temas y estrategias metodológicas transversales. Por otro lado, ninguno de ellos sería posible sin la participación constan-te de la comunidad con la que se trabaje. Por eso se apela a la movilidad del modelo para que el intercambio con las distintas comunidades se fortalezca a partir del reconocimiento de sus propias realidades. Sería imposible arribar a una cultura de paz sin esta aportación dual de las distintas comunidades. Ahí está el quid de la capacitación; ahí también está la clave para que el modelo funcione a cabalidad.

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138 Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

Conceptos clave del modelot

Los proyectos o espacios que adopten este modelo girarán en torno a los siguientes conceptos clave, que se convertirán en puntos de referencia y paradigmas en sí mismos y, por tanto, organizarán y darán sentido a las acciones, a indicadores de logros, y coadyuvarán a transparentar las ac-ciones, a rendir cuentas y a diseñar proyectos derivados.

Cultura dE paz

Es un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y es-tilos de vida basados en el respeto a la vida, el fin de la violencia y la pro-moción y la práctica de la no violencia por medio de la educación, el diá-logo y la cooperación. Asimismo, apela al respeto pleno y la promoción de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales. Por último, hay un compromiso primordial con el arreglo pacífico de los conflictos.

gEstor Cultural

Es el mediador entre la creación, la participación y el consumo cultural; facilita el acceso a los bienes culturales de acuerdo con la cosmovisión y necesidades de los grupos sociales en los que interviene.

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139Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

ConCiEnCia dE sí

Es la idea que cada persona (cada grupo, cada sociedad) tiene de sí mis-ma cuando toma en cuenta sus raíces, experiencias, principios, rasgos culturales del grupo de pertenencia, entorno y conocimiento, y cuando también toma en cuenta sus aspiraciones, límites, proyectos, necesida-des, oportunidades y potencias. Esta conciencia permite a las personas (grupos, sociedades) configurar una imagen de sí y presentarse ante los otros y ante el mundo como seres específicamente diversos.

En la medida en que una persona (grupo, sociedad) tenga una mejor y más trabajada conciencia de sí, aumenta su capacidad para ver y escu-char a los otros con respeto e interés auténtico por su diversidad. La conciencia de sí permite entender que los otros son distintos de uno mismo y que tienen los mismos derechos humanos.

La conciencia de sí se configura a través del diálogo interior y reflexi-vo con uno mismo como ser en sí y como ser con otros y con la natura-leza; del diálogo creativo e incluyente con otros y del diálogo estudioso y crítico con lo otro (personas, grupos, conocimientos, naturaleza, len-guas, culturas…)

La conciencia de sí responde a una relación entre la reflexión intros-pectiva, la observación analítica del entorno y las huellas que quedan, en la conciencia misma y el entorno de las propias acciones.

Es desde la conciencia de sí (personal, grupal, social…) que surgen los proyectos autónomos, no heterónomos, autogestados y autoconducidos (con asesorías y apoyos explícitamente solicitados).

artE

No hay una sola definición de arte, pues cada una de ellas va acompañada con una época y un espacio particulares. Por ejemplo, no es lo mismo el arte barroco o el medieval, que el arte moderno o el arte contemporáneo. El arte siempre plantea preguntas, a veces filosóficas, y propone debates. El artista se posiciona en su propia historia y crea un lenguaje único y personal a través de una técnica.

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140 Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

Una obra de arte tiene la capacidad de producir una experiencia esté-tica que, aunque fugaz, puede dejar una huella. Una misma obra de arte produce una experiencia estética única. Porque esta experiencia ocurre gracias a una relación sutil y delicada entre el momento humano que el autor dejó plasmado en su obra, y que permanece a través del tiempo, y el momento humano de quien la recibe y que por definición siempre está en movimiento. Es por eso que la obra artística es percibida de muchas maneras, esto es, la apreciación del arte y las artes es subjetiva.

El arte permite a los artistas compartir experiencias, aprendizajes y maneras específicas de ver el mundo y de imaginar y construir posibili-dades de vida. Un grupo, una sociedad que conoce y usa distintos lengua-jes artísticos, encuentra más posibilidades para dialogar de manera aser-tiva. Al hacerlo, cuenta con más recursos para construir un “nosotros” capaz de compartir propuestas, dudas o discrepancias.

Los distintos lenguajes del arte también hacen que tanto charlas como discusiones se den en un marco de relatividad que considere la otredad y analice los discursos no como definiciones sino como aproximaciones creativas al conocimiento, a las verdades compartidas o a la naturaleza. Por eso el arte, la creación artística en general, siempre apelará a un mo-vimiento telúrico de la sensibilidad humana. Dicho de otro modo: a esas experiencias ulteriores de los seres humanos llamadas sublimidad y con-moción.

Cultura

La cultura es un tejido formado con las muchas y plurales maneras sim-bólicas en que grupos, pueblos y comunidades responden —desde la conciencia de sí— a los retos de la vida. Es un sistema de significados, símbolos y artefactos que permite a grupos, pueblos y comunidades com-prenderse mejor a sí mismos, relacionarse con el mundo de manera libre y autonómica y dar sentido al mundo al nombrarlo y ordenarlo, al traba-jar, festejar, recordar, proyectar o hacer arte.

Son ejemplos de hechos culturales las ceremonias fúnebres, la cons-trucción de sistemas de gobierno y el diseño de leyes, la administración

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del agua regional, las leyendas que viajan de voz en voz, el trazo urbanís-tico de un poblado, el panteón comunitario o las lenguas locales.

Las culturas viven en un cambio permanente porque las personas, los grupos y las sociedades cambian tanto como cambia el mundo, y porque las culturas resultan de la intrincada relación entre personas (grupos, sociedades), naturaleza, ciencia, artes, avatares y circunstan-cias. De ahí la diversidad cultural que existe sobre la Tierra, porque cada cultura responde a una realidad distinta en un momento específicamen-te diferente.

Por otra parte, la cultura es la argamasa que permite a las personas y a los grupos encontrar espacios compartibles (físicos, artísticos, filosófi-cos, científicos, sociales…) y, construir de manera consensuada, condi-ciones para la paz, miradas de futuro y proyectos sociales, económicos, ecológicos, recreativos o culturales.

La cultura desempeña un papel importante cuando de revisitar el pa-sado histórico se trata, pues marca principios, valores, prioridades y pun-tos de referencia a quienes lo visitan. La memoria colectiva está siempre tamizada por la cultura y la cultura está siempre presente en la construc-ción y recreación de la conciencia de sí (personal, grupal, comunitaria…) y, de manera derivada, en la construcción de paradigmas sociales.

mEmoria

Los seres humanos tenemos historia y somos portadores ambulantes de cultura, lenguajes, lenguas, vivencias, proyectos, éxitos, fracasos, descu-brimientos o hecatombes vividas por nosotros mismos y por nuestros antepasados. Cuando tomamos conciencia de algunos de estos he chos, los distinguimos, los trabajamos y les damos presencia y nombre pro-pio: los convertimos en memoria. En estricto sentido, la memoria es una construcción que nombra y da cuenta —desde la perspectiva del presente—, de eventos selectos y especiales que ocurrieron en el pasado remoto o cercano.

Cuando el escritor Fabio Morábito, en su libro Caja de herramientas (1989, México: Fondo de Cultura Económica), asegura con sencillez

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rotunda: “Un vivo a secas, un vivo sin antepasados, no sobrevive”, está hablando de la memoria, de la conciencia histórica que nos configura y nos da sentido. Un pueblo con memoria tiene poder y fuerza porque cuenta con elementos que explican su pasado, dan sentido al presente y alientan el diseño de mejores futuros.

Riocœur, especialista en el estudio del tiempo, nos invita a visitar el pasado pero no con nostalgia, no en busca de lo que ya conocemos; nos invita a visitarlo con la mente abierta y en busca de novedades para la configuración, en el presente, del futuro. Mientras más conciencia deta-llada tenga una sociedad de su pasado, más libre y creativa será la cons-trucción de su futuro.

EspaCio

Un espacio es un universo permeablemente delimitado, entre otros pro-pósitos, para: a) contener, b) ordenar, c) dar acceso, d) posibilitar, e) ins-trumentar, f) favorecer la construcción de identidades, g) propiciar la generación de lenguajes compartibles, h) ofrecer recursos para la acción.

Algunos elementos que configuran un espacio son: propósitos explíci-tos para los que se arma el espacio, límites marcados, reglas consensua-das, fronteras selectivamente permeables, recursos internos y recursos accesibles, mensajeros que comuniquen el espacio interior con el entor-no, habitantes con proyectos propios, acciones y relaciones, conciencia de los procesos y monitoreo de los mismos, entre otros elementos.

En los centros culturales hay espacios reales (salas de lectura, aulas, patios, escenarios, jardines, plazas, escuelas, calles, callejones o fuentes, por ejemplo) y espacios virtuales (como los que se establecen en las re-des sociales, cuando dos jugadores de ajedrez juegan a distancia o a tra-vés de programas de radio, por ejemplo). Sin espacios reales y virtuales, no pueden existir acervos, acciones, reflexiones compartidas, trabajo colegiado, producción personal o en equipo, diálogos o creaciones colec-tivas, por ejemplo.

Son los espacios habilitados y habitados los que configuran la estruc-tura básica de los centros culturales.

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ComuniCaCión

No se pueden entender la familia, la escuela, el tejido social, la literatura, el arte, la ciudadanía o el espacio público sin la comunicación. Ahí donde concurren y se relacionan dos o más de dos personas, propuestas, pro-yectos, teorías, puntos de vista, organizaciones o grupos ciudadanos, la comunicación se vuelve indispensable.

En la construcción de lo público entra en juego la comunicación para, por ejemplo, construir validaciones consensuadas (de ideas, proyectos, leyes, normas…), diseñar proyectos, establecer objeciones, encontrar puntos de acuerdo entre dispares, incluir minorías o gestionar programas.

La comunicación también entra en juego en la construcción y recrea-ción permanente de la conciencia de sí (de personas, grupos, socieda-des…) si suponemos que ésta resulta del diálogo introspectivo y con el entorno.

La comunicación puede darse por distintos medios: interpersonal, por correo —real o virtual—, por teléfono, a través de escritos, por ra-dio… y tiene distintas herramientas que la potencian, entre las que des-tacan la escucha, la información actualizada, la pregunta, el diálogo in-cluyente, la asertividad y el debate creativo. La música, la danza, el teatro, la escultura o la pintura tienen sus propios lenguajes que también propi-cian la comunicación.

Es importante establecer que —por su verticalidad— el antiguo es-quema emisión/recepción que sirvió como modelo en tiempos pasados ha sido superado. Ahora la comunicación se concibe como una interac-ción de doble vía horizontal e incluyente entre dos o más partes que se escuchan con atención, toman en cuenta lo que escuchan y responden expresando sus ideas, emociones, valores, objeciones y puntos de vista, no para que prevalezcan sino para que el otro las escuche y las tome en cuenta antes de comunicar una nueva idea enriquecida por lo que acaba de escuchar y de tomar en cuenta.

Quienes se comunican con apertura y mente incluyente, tienen la di-versidad de marcos conceptuales, puntos de vista, necesidades, expe-riencias, lenguas o culturas, por ejemplo, como un valor en sí mismo porque amplía posibilidades, ensancha horizontes y enriquece miradas.

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En el seno de las sociedades, uno de los más productivos diálogos es el diálogo de saberes (locales y universales), en el que los ciudadanos pueden participar como ponentes y debatientes, y también como estu-diantes.

mEdiaCión

Los mediadores son una especie de embajadores que cumplen distintas funciones. Promocionan y publicitan un bien al que tienen acceso y que consideran puede convertirse en un bien social. Identifican a las pobla-ciones que, en su opinión, pueden lograr los mejores beneficios si tienen acceso a este bien. Encuentran distintas maneras de dar libre acceso a estas poblaciones al bien valorado. Se ofrecen como puentes entre el bien que ofrecen y las personas que se acercan a este bien. Acompañan de manera respetuosa a quienes acceden a este bien. Abren su tiempo y sus conocimientos y experiencias para establecer diálogos y debates con los usuarios. Sugieren posibles estrategias para que los beneficios del bien compartido expandan sus alcances. Invitan a los usuarios a apropiar el bien, usarlo y publicitarlo; a convertirse en mediadores del bien valo-rado. Reportan y evalúan los beneficios logrados. Salen en busca de nue-vos bienes apreciables para mediar entre ellos y las distintas poblaciones que pueden beneficiarse.

dErEChos humanos

Los derechos humanos representan una construcción cultural, social y política. Así como los conocemos, son relativamente recientes pues co-bran vigencia a partir de la Declaración Universal de los Derechos de la Humanidad de las Naciones Unidas en 1948.

Los podemos ver como requisitos, como condiciones para que las per-sonas consigan realizarse y preservar y engrandecer su dignidad humana. Se refieren a bienes básicos a los que toda persona tiene derecho por el mero hecho de nacer y poseer la condición humana, sin distinción de

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edad, sexo, cultura, origen nacional, opinión política o posición econó-mica, por ejemplo.

Son derechos interrelacionados, interdependientes, iguales para to-dos e indivisibles. Además, son universales, inalienables e irrenunciables.

Los derechos humanos conforman un marco indispensable para, por ejemplo, el establecimiento de lazos interpersonales y grupales, la cons-trucción de espacios públicos y bienes sociales, la organización de leyes y gobiernos, el intercambio mercantil y cultural, las migraciones o el ejercicio de la vida ciudadana.

Los derechos humanos (igualdad ante la ley, libertad de pensamiento, credo o tránsito, inclusión, derecho a la seguridad, a ser considerado ino-cente hasta que un juez competente no dictamine lo contrario, a la vi-vienda, al trabajo o a aprender y usar la lengua materna, por ejemplo) forman parte esencial del paradigma que organiza y da sentido a la vida social, ciudadana, ecológica, artística o literaria en los espacios y centros culturales que se derivan de este modelo.

JuEgo

El juego es una actividad humana que, idealmente, involucra un cuerpo libre, sano, con agilidad, energía y vigor, una mente que ha construido recuerdos y conocimientos, una voluntad dispuesta a correr riesgos pon-derados, una conciencia de sí que sabe y puede tomar decisiones, un es-píritu social que favorece la inclusión, la planeación compartida y la toma consensuada de decisiones grupales, una imaginación capaz de re-lacionar lo aparentemente irrelacionable, un grupo, unas reglas cambia-bles, un tiempo, un espacio…

El juego permite el ejercicio de la inteligencia, el reconocimiento cons-tructivo de las diferencias, la visión de futuro, la confianza en uno mismo, el conocimiento del otro y del contexto, el análisis de probabilidad, la capacidad de optar, arriesgar y asumir las consecuencias de las decisiones libremente tomadas y la posibilidad de mantener viva la esperanza.

El juego pertenece a todos por igual: niñas, niños, jóvenes y adultos de todas las edades. Dentro de su alegría, el juego es cosa seria. Juega un

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equipo de investigadores en su laboratorio; juega un grupo de niños en la banqueta o el parque; juega un cocinero cuando se atreve a preparar va-riaciones para la receta de la abuela; juega un bebé a que desaparece cuando se oculta detrás de un cortinilla de tela; juega una niña de tres años cuando aprende de memoria el texto corto de un libro álbum y hace creer a otros que ya sabe leer; juegan, en el más serio y profundo sentido, los miembros de un partido político en vísperas de elecciones, y juega un actor, desde el escenario, a que ha dejado de ser él mismo para convertir-se en alguien más.

Los jugadores desarrollan habilidades para escuchar mejor a los otros y tomarlos en cuenta, para analizar el contexto, para medir a los contrin-cantes, para evaluar sus propios límites y capacidades, para calcular tiempos y espacios, para marcar territorios y para reconocer que la vida dialoga con el azar y es movimiento perpetuo.

habitar

Recordando a Heidegger, podemos decir que, para habitar, es necesario un espacio delimitado y enriquecido con elementos relacionados con un fin dado. A este espacio llegan las personas con un proyecto propio que echan a andar en este lugar que les resulta enriquecedor porque les ofre-ce elementos útiles para el proyecto que persiguen. Es el proyecto el que determina la calidad del habitar. Quienes habitan, se trabajan a sí mis-mos de manera introspectiva para descubrir sus capacidades y potencias, como también sus necesidades y urgencias. Trabajan el espacio, lo cui-dan, lo estudian, lo comprenden y lo hacen suyo, lo convierten en parte de lo que son y quieren ser. También trabajan lo que todavía no es pero puede ser, entran en contacto con las posibilidades y las desarrollan, imaginan, perciben, atienden, proyectan y crean. Las Estaciones de la Lectura y la Memoria son un ejemplo de espacio que invita a ser habitado por visitantes que se trabajan su entorno, aprenden, imaginan y crean. Cada centro de cultura abre una inmensa invitación para ser habitado de maneras abiertas, incluyentes y plurales.

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rEsiliEnCia

Diversos especialistas aseguran que el papel de la ayuda, la cooperación y el acompañamiento a las poblaciones afectadas por la violencia y las catástrofes colectivas por causas sociales o naturales, no es el de trans-portar ideas o exportar modelos, sino el de colaborar en la reconstruc-ción de la sociedad que ha sido objeto de un proceso de desarticulación, con la participación de la comunidad misma.

La palabra resiliencia tiene su origen en el latín resilio, que significa volver atrás. Se trata de un término emergente que expresa la cualidad de los materiales a resistir la presión con flexibilidad, recobrando su forma original sin deformarse ante presiones y fuerzas externas, y ha sido adaptado prácticamente a todos los campos de la vida humana, desde las ciencias físicas, hasta los ámbitos de la salud, la sociología, la psicología y la ecología, por citar sólo algunos. En palabras de Jorge Ba-rudy Labrin,

La resiliencia designa la capacidad humana de superar traumas y heridas. No es una receta para la felicidad, sino una actitud vital positiva que esti-mula a reparar los daños sufridos […] La confianza y solidaridad de otras personas es condición imprescindible para que cualquier persona herida por una experiencia traumática recupere la confianza en sí misma y en la condición humana.

La resiliencia permite a las personas (grupos, comunidades) tomar los impactos que el entorno les imprime y trabajarlos para modificarlos y relacionarlos con lo propio hasta convertirlos en nuevas herramien-tas para responder a la vida en mejores condiciones. La resiliencia no sólo permite que el impacto ocurra sin que el ser se desorganice, se di-luya y se pierda, sino que convierte el impacto en una nueva potencia apropiable.

La resiliencia no se da de un momento a otro: se consigue a través de un proceso. Favorecen la resiliencia: la capacidad de imaginarse más allá del impacto; la autoconfianza y autoestima; la capacidad de narrar a otros, con gran cantidad de nombres y detalles, tanto el proceso mismo

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del impacto como el de reconstrucción; y el espíritu lúdico (son más re-silientes los grandes jugadores).

Es por esto que a la resiliencia se relaciona con procesos sociales, gru-pales, familiares, fraternos, solidarios. Un grupo que ha tejido lazos in-terpersonales y sociales y que mantiene estrecha relación con su cultura, historia, necesidades, potencias y aspiraciones, un grupo con mirada prospectiva, puede cobijar a quienes han sufrido impactos no deseados y puede favorecer su resiliencia a través de una escucha cálida, atenta e interactiva de lo que les ha ocurrido. La resiliencia es, por tanto, un acto comunitario.

tEJido soCial

El tejido social es un entramado con urdimbre y trama, con nudos y víncu-los, y también con espacios intersticiales. Es un sistema que soporta ac-ciones, favorece procesos, establece vías de comunicación y abre posibi-lidades.

El tejido social no se entiende sin organizaciones (de personas, veci-nos, colegas, compañeros de estudio, juego o empresa…). Las organiza-ciones sociales propician, por ejemplo, la regulación entre ciudadanos (es decir, el respeto a las leyes y normas consensuadas), la visibilización de paradigmas compartibles, el diseño y desarrollo de proyectos produc-tivos, la construcción de la paz o la defensa de los derechos humanos. Y aumentan la posibilidad de que las decisiones y acciones de los ciudada-nos tengan mayor alcance.

Los especialistas aseguran que uno de los indicadores de pobreza (po-lítica, social, lingüística, cultural, económica o ecológica) es la falta de organizaciones en las localidades.

Podríamos decir que el tejido social surge del entretejimiento de las distintas relaciones interpersonales, familiares y comunitarias y de las distintas organizaciones sociales.

El tejido social se fortalece cuando los grupos cuentan con un entorno sin violencia, leyes explícitas y transparentes, servicios básicos, abun-dantes vías, medios y lenguajes de comunicación y con amplios espacios

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públicos incluyentes que usan con libertad y frecuencia. También se for-talece cuando los grupos han construido una memoria común, cuando cuentan con recursos naturales, de infraestructura, económicos, científi-cos y culturales, cuando conocen medios para convertir recursos comu-nales en bienes públicos, cuando comparten paradigmas consensuados y diseñan proyectos que los acerquen a ellos, y cuando pertenecen a redes que van más allá de la comunidad misma.

ConstruCCión soCial dE biEnEs públiCos

La palabra público viene de “pueblo”. En otros tiempos este término se refería a “lo que es del conocimiento del pueblo”. En nuestros días en-tendemos lo público como algo que es asunto de todos, no de unos cuan-tos, como algo visible (no secreto) que permanece a la vista de todos, algo a lo que todos, sin discriminación, pueden tener acceso y, en térmi-nos ideales, algo que conviene a todos en cuanto a libertad, bienestar, dignidad y derechos humanos. La noción de lo público supone la noción de inclusión. Son ejemplos de espacios públicos la calle, la escuela, los parques o los centros de salud. Son ejemplos de asuntos públicos, la paz, la libertad, la administración del agua o la vigencia de los derechos hu-manos.

Los bienes públicos son conocimientos, herramientas, accesos o ser-vicios que satisfacen las necesidades comunes básicas y permiten o habi-litan la vida con seguridad, salud y capacidad de imaginar y emprender proyectos propios y comunitarios. Son bienes públicos, por ejemplo, el aire, los servicios domésticos de drenaje, agua potable, gas y electricidad, la educación básica, la seguridad, la salud preventiva, las vías de comuni-cación reales y virtuales, el conocimiento popular tanto como el univer-sitario, las leyendas tradicionales, las bibliotecas, las lenguas o la justicia. La cultura de paz puede ser vista como un bien público.

Las sociedades organizadas pueden construir —de manera colabora-tiva— bienes públicos: pueden dar un sentido social a una calle cerrada, visibilizar historias locales y publicarlas, poner en las redes virtuales re-cetas de cocina tradicionales, diseñar paseos guiados por las calles de la

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localidad con puntos históricos relevantes, abrir espacios de juego y lec-tura, celebrar entrevistas con personajes locales y difundirlas por la ra-dio, respaldar publicaciones editoriales de autores locales, abrir un espa-cio para la presencia siempre permanente de testimonios orales grabados que pongan ante la vista de todos distintos puntos de vista y saberes lo-cales, realizar de manera esporádica exhibiciones museográficas o hacer del debate abierto un hábito. También pueden organizarse para inscribir en el patrimonio inmaterial de la humanidad (que coordina la unEsCo) algunos de los contenidos culturales que, como ciudadanía organizada, se consideran invaluables.

vida Ciudadana

Ocurre cuando distintos miembros de una sociedad —a la luz de un pa-radigma dado compartido— participan en la identificación de recursos, problemas y soluciones, estudian, opinan, ofrecen puntos de vista, com-parten memorias y conocimientos, ponen a debate todo esto para, a par-tir de acuerdos consensuados, elegir, tomar decisiones, incidir de manera vinculante en asuntos que les competen e iniciar proyectos colaborativos que a todos beneficien. También ocurre cuando los ciudadanos partici-pan en los procesos de elección de sus representantes en las cámaras le-gislativas y de sus gobernantes.

Para decir lo suyo y ponerlo a debate, el ciudadano necesita tener con-ciencia de sí y de los elementos que lo hacen ser quien es (raíces, cono-cimientos, experiencias, necesidades, potencias…). Trabajar en favor del aumento paulatino en la conciencia de sí (de personas, pueblos y socie-dades) es trabajar en favor del mejoramiento de la vida ciudadana.

Un ciudadano se interesa por el bien propio y el bien de los otros y lo desea para todos. Por eso, el ciudadano trabaja en los espacios públi-cos donde puede participar en la creación de proyectos compartibles, coo perar en los proyectos de otros e imaginar, perseguir y proteger nue-vos órdenes sociales (leyes, costumbres, instituciones, prácticas, re la-ciones…) que propicien la paz y el cumplimiento para todos de los dere-chos humanos.

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El orden público no es algo natural: es una creación que hacen las so-ciedades y, por lo tanto, es perfectible y mutable.

Si consideramos que la libertad consiste en identificar un orden y unos límites dados y —dentro de ese orden y esos límites— perseguir proyectos propios y tomar decisiones autogeneradas, los ciudadanos ejercen su libertad cuando observan, disciernen, ponderan, eligen, pro-ponen y participan en la toma compartida de decisiones. Estas decisio-nes se pueden operar de manera directa o a través de representantes.

Cuando los ciudadanos libres se asocian y forman parte de una orga-nización, se convierten en actores sociales.

EsCuCha

Una escucha abierta, incluyente, comprensiva y solidaria permite conso-lidar democrática y estrechamente los vínculos con el otro y con noso-tros mismos. Escuchar conlleva una aventura: puede llevar a cambiar de opinión, a enfrentar puntos de vista distintos; la escucha es donde se encuentra al otro, donde se vive la experiencia de adentrarse en el mun-do de un otro que mira como nosotros no miramos, que aporta formas de decir, de pensar y de sentir que no conocíamos.

otrEdad

El otro es lo que no somos, pero es a través de él que hablamos y pensa-mos, nuestras palabras y nuestras ideas no surgen de un ego, de una in-dividualidad; es el otro quien nos abre el camino de conocer la palabra y el pensamiento. El otro es un mundo por explorar y por encontrarnos en él; en el otro somos capaces de ver lo que tenemos y lo que nos falta. La vida es un diálogo constante con el otro, con todo lo que significa: acercamientos, diálogos, desencuentros, conflictos y violencias. La otre-dad se construye en la alteridad, lo que altera, lo que opone. El otro es algo distinto a uno mismo; sin embargo, el otro es quien nos explica. Vi-vimos en un mundo social que está lleno de otros y en él tenemos que

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movernos, y en este movimiento aprendemos a valorarlo, a respetarlo, a significar la diferencia y a reunir fuerzas para construir un mejor mundo, un mundo de paz.

CrEatividad

Lo primero que hay que saber cuando hablamos de creatividad es que se trata de una característica que poseen todos los seres humanos al nacer. La idea de que es un don, propiedad de unos cuantos privilegiados, ha caído en desuso. Esta nueva visión compromete a los educadores y a los responsables de facilitar el acceso a la cultura, a proveer los recursos para desarrollar la creatividad a través de procesos auténticos. La creati-vidad puede tener tantas formas al manifestarse, como individuos exis-tan en el mundo; de ahí la importancia de abrir espacios de aceptación y confianza a través de los cuales las personas puedan explorar sus habili-dades creativas y expresarlas. La aproximación a las artes potencia estas cualidades, y ofrece a la humanidad opciones para una comunicación in-tegral, abriendo espacios para el conocimiento del sí mismo y la integra-ción a la colectividad.

ExprEsión

La expresión conlleva todas las modalidades posibles de externar lo que se es. Estas manifestaciones pueden ser conscientes e inconscientes, van más allá de la voluntad de las personas, de sus propósitos, evidenciando el sí mismo a través de la corporalidad, de la palabra, o de lenguajes más específicos como los artísticos. La expresión hace posible la representa-ción de la subjetividad, trasciende la intimidad del sujeto y lo conecta con el entorno materializando sus ideas, emociones, sentimientos, deseos, confiriéndole singularidad, originalidad. La expresión, para consumarse como ciclo, requiere de la escucha, de la atención e interés de un otro que reciba los mensajes que se envían en forma de gestos, locuciones, movi-mientos, imágenes, sonidos.

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Cultura EsCrita y lECtora

La cultura escrita y lectora es exclusiva del ser humano. A través de ellas construimos mundos y sabemos de otros mundos. La escritura crea do-cumentos cotidianos que en muchos casos se convierten en memoria. La palabra es nuestra forma de decir el mundo, de lo que vemos, lo que nos preguntamos, lo que sentimos y lo que proyectamos. En nuestra historia hemos siempre tenido la necesidad de compartir con los otros nuestra palabra. Ella toma muchas y diversas formas de hacer presencia: la escri-tura es una de ellas y se define como un proceso complejo de códigos consensuados que nos permite registrar y testimoniar los descubrimien-tos, nuestra historia, las percepciones, las preguntas, las emociones: es-cribimos la forma en como nos explicamos el mundo. Cada individuo, cada época, cada momento histórico construye un discurso que legitima y explica sus circunstancias; es así como quedan impresos los testimo-nios, las maneras de ver y de sentir. En la escritura encontramos la ma-nera de decir de nosotros mismos, con la intención de que otros nos lean. Leer es saber del otro, de la manera en cómo lee el mundo, de apro-ximarnos a otras formas de decir y de ver. Leer literatura es sumergirse en mundos imaginarios y poéticos dónde la fantasía y los deseos se com-binan.

Se leen libros, gestos, imágenes y circunstancias. La lectura siempre enriquece nuestra existencia. No sólo nos conocemos más: nos volve-mos más inteligentes y encontramos muchas y diferentes formas creati-vas de resolver las dificultades. La lectura y la escritura para una cultura de paz propicia el análisis y la creatividad.

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La experiencia en Apatzingán: testimonios

tComEntarios y rECopilaCión,

martha luna márquEz

En comunidades violentadas como Apatzingán, las condiciones de su realidad obligan a redoblar esfuerzos para ir más allá de los muros y mantener viva la esperanza. En situaciones de violencia exacerbada, se hace necesaria la implementación de acciones emergentes, sobre todo cuando la inseguridad hace imposible el uso de espacios públicos. Po-niendo en relieve la disminución de riesgos tanto de los usuarios como del equipo de trabajo del Centro Cultural “La Estación” y buscando no interrumpir los procesos ya avanzados, se decidió actuar desde el entor-no inmediato, es decir, la calle o la cuadra donde viven las y los mediado-res, generando así la convivencia vecinal.

Se implementaron brigadas de lectura domiciliaria y se aprovecharon las nuevas tecnologías para seguir trabajando los talleres con jóvenes median-te una página en Facebook a la que titulamos “Lectura para la esperanza”.

Estas acciones permitieron que los mediadores fortalecieran la con-vicción de la labor social que cumplen y crearon sentido de pertenencia en su calle y colonia, mediante el reconocimiento del otro.

Los siguientes testimonios lo demuestran:

Ɂ A los vecinos les emocionaba socializar la lectura pues propiciaba compar-tir sus propias experiencias de vida, lo que más compartían fueron aconte-cimientos que les provocaron miedo o dolor, de alguna forma el hecho de externarlo les permitió quitarse un peso de encima, sentirse acompañados.

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Ɂ Se sembró la semilla de hacer comunidad, ahora hay cohesión entre los vecinos pues se permitieron compartir cosas personales, a pesar de vivir tanto tiempo en la misma calle, descubrimos que no nos conocíamos en realidad, ahora se siente más confianza, hay más comunicación.

Ɂ Los vecinos de la tercera edad están muy agradecidos por esta actividad, la expresión generalizada fue: “¡Qué bueno que se preocupan por nosotros!”

Ɂ Después de las lecturas domiciliarias, ahora mis vecinos me saludan y me sonríen cuando nos encontramos en la colonia o algún otro lugar.

Ɂ Me di cuenta de que no conocía a los niños de mi colonia. Ahora conozco un poco la manera de ser de cada uno de ellos, de los miembros de su fa-milia y de cómo viven en ella, de su entorno.

Superada la etapa crítica de violencia, se implementó un programa extramuros que extendió sus acciones en hospitales, asilos, cárceles, centros de rehabilitación de adicciones y espacios educativos, en la bús-queda activa, crítica y participativa de una cultura de paz.

La cultura de paz implica reflexionar y experimentar la igualdad del otro, el reconocimiento y aceptación de nuestra diversidad, las relacio-nes interpersonales mediadas por el diálogo y el respeto mutuo, para lograr la resolución de conflictos. Entablar relaciones personales y afec-tivas enfocadas en la construcción de identidad y conciencia social.

Este modelo resulta ser un texto polifónico puesto que recoge las vo-ces de los involucrados en este proyecto, la reinversión permanente y la resignificación de la propia propuesta.

tEstimonios dE usuarios dEl CEntro Cultural la EstaCión dE apatzingán

Mamá de Marco y Azul. Lectura para la primera infancia A través de estas dos semanas de taller, los niños han disfrutado de cada sesión, y me doy cuenta de ello porque piden venir, se van a casa y piden que se les lea un cuento. Lo mejor de todo han sido la combinación de los cuentos con juegos, como el de los instrumentos musicales, las pelotas, el dado, así como los títeres. Eso hace que no vean la lectura aburrida y

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les guste cada día más, aunque haya días en los que estén más distraídos que otros.

Mamá de Dali. Lectura para la primera infancia El que mi hijo quiera que le lea, que sea partícipe de la historia, de su historia, para mí es demasiado significativo. El saber gracias a la media-dora cómo leer un libro álbum puede instruir más a mi hijo en la lectura. Para mí este taller es muy significativo, la mediadora nos instruye día a día con música; mi niño ya está más abierto y es más sociable.

Mi nombre es Diana Patricia Romero Figueroa, tengo 17 años y toco vihuela, jarana y violín en el grupo Las Campiranas. La persona que nos enseña es Claudio Naranjo, que a parte de esta música nos enseña más actividades de nuestra región. Tocar esta música para mí es muy gratifi-cante ya que es una de las actividades que más resalta de la región y la única que se ha estado rescatando un poco. Formo parte del grupo Las Campiranas, fue algo espontáneo, cada una fuimos a ensayar y después dijimos “por qué no formar un grupo de mujeres”, y es lo que ha llama-do la atención de la gente, porque nunca se había visto un grupo de arpa femenil. Lo tradicional era que los hombres tocaran y las mujeres se dedicaran al hogar y a los hijos. Nunca se dijo que los padres enseñaran a sus hijas o que las mujeres fueran intérpretes de esta música. Siento un orgullo muy grande de saber que vamos a dejar una huella en nuestra región y que esto puede servir para más jóvenes mujeres que quizá pen-saron que no podían formar parte de un grupo de arpa. También servirá para que los jóvenes se interesen un poco más por preservar las tradi-ciones.

Mia Dayanara Valencia Estrada. Taller Todos cuentan. “Dificultad de aprendizaje”Me gusta jugar con mis compañeros me encanta venir aquíy me gusta leer libros.Me gusta dibujar,me gusta pintar,

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157Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

es importante venir para mí. Me gusta venir porque veo libros que nunca vi.

Mi nombre es José Figueroa Pimentel, ando en 74 años. Nos reunimos en este parque para escribir historias porque nuestro trabajo siempre se ha llamado “contadores de historias”; historias escritas por nosotros mismos que hemos estudiado con varios libros. Este último que hemos estudiado aquí es Mi pequeño Rey. Ya hicimos algo sobre ese libro, escri-bimos lo que aprendimos de él, algunos tramos pequeños. ¿Por qué “con-tadores de historias”? Pues porque escribimos historias, tenemos la edad para hacerlo dando testimonios de la verdad que está en nosotros. A mí me encanta, nuestra maestra nos da estudios de ejercicio, de todos los tipos: físicos, sociales… platicamos juntos, reímos juntos; bueno hasta lloramos. Nos encanta porque estamos conformes con el ejercicio físico. El ejercicio de la lectura nunca lo habíamos tenido. Sí, un día aprendimos en la escuela pero ahora lo estamos poniendo realmente de manera es-crita. Este trabajo me encanta porque me acarrea salud para mí y a mi cuerpo. Inclusive estoy encantado de estudiar estos libros que están en el centro cultural. Nunca me voy a separar de aquí porque es algo fuerte y muy hermoso.

Brisa, 15 años. Fábrica de textosMe gusta este taller porque lo que nos imparte es muy divertido y aparte me hace expresarme más haciendo poemas o haciendo diferentes frases. Me gusta mucho este taller por las personas que conocí; también conocí nuevos amigos y nuevas personas. También en el centro cultural he aprendido a conocer nuevos escritores. Uno de mis favoritos es Jaime Mesa, el cual hace poco vino y nos impartió el libro Los predilectos, que en mi opinión me gustó muchísimo pues es un libro que representa de una manera diferente lo que tú piensas.

Mi nombre es Elisa y tengo 10 años y voy en el taller de dramaturgia infantil, en el que vamos hacer una obra de teatro que se llama La peor señora del mundo, en la que yo voy hacer el papel principal. Me gusta mu-cho porque jugamos, actuamos, nos divertimos y leemos.

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158 Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

Qué tal, mi nombre es Cristian Navidad Serrato Sánchez y traigo a este curso a mi niño Christian, tiene 3 años de edad y bueno estamos aquí porque tomamos el curso de lectura para la primera infancia. A mí en lo personal me ha encantado porque le ha ayudado tanto a mi niño como a mí para poder introducir al niño en la lectura, que se interese, que le motive y que le llame la atención. Ellos aprenden mucho a conocer los libros, a poder interpretar las imágenes, entonces ellos se van intro-duciendo de una manera muy mágica y a nosotros nos ha ayudado como mamás y papás para saber cómo hacerlo, para que ellos se motiven… ellos van conociendo la música, los ritmos. La verdad para mí ha sido una experiencia muy bonita porque, a pesar de que nosotros trabajamos, nos hacemos un tiempo, un espacio, para dedicárselo a nuestros hijos, y ellos lo disfrutan muchísimo. Yo lo recomiendo, la verdad es un curso maravi-lloso, tu imaginación vuela y te entretienes aquí muchísimo con tu hijo, se los recomiendo mucho.

María Elvia Torres Baldovinos, 51 añosHola, te quiero contar que en estas pequeñas tres semanas de mi clase “Pretexto para el texto” me he sentido feliz, he sacado todas mis emocio-nes por medio de la escritura y me doy cuenta de que no importa la edad para venir a estos talleres a expresar lo que siento emocionalmente o recordar el tiempo pasado, qué fue de mí, qué hice o no hice y ver que aún lo puedo hacer.

Rosa María Mercedes Cruz Villanueva, 60 añosEl verano pasado descubrí este taller (“Pretexto para el texto”). Al prin-cipio me daban muchos nervios pero con el pasar de los días encontré un lugar donde podía desarrollarme tal cual soy, por medio de la lectura y de la escritura. Quedé tan fascinada que seguí en el taller permanente y aho-ra retomé el de verano. Qué felicidad haber llegado a un lugar como éste, con excelentes talleristas y compañeros.

Hola mi nombre es Juan Carlos (7 años) y estoy en el taller de lectura “Ruleta de la Imaginación”. Aquí jugamos con la ruleta y tenemos que contestar las preguntas, hacemos dibujos y leemos un libro cada día.

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159Segunda parte F eSquema general del modelo de geStión

Hemos leído Los crayones, Ramón preocupón, El Rabo de Paco y Alex quiere un dinosaurio, y muchos más. Me siento contento de venir a este taller porque me gusta dibujar y leer y hacer nuevos amigos.

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Memoria gráficat

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El estado en que se encontraba la plaza no parecía espacio público: tenía un muro que impedía verla desde la calle principal y un foro de mampostería que se utilizaba muy poco. Esto lo hacía un lugar desolado e inseguro.

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En la plaza se demolieron todos los muros y bancas que obstaculizaban la visión hacia la calle principal y viceversa. Se reforzó la vegetación para darle sombra al lugar y al mobiliario urbano y, así, permitir nuevas actividades.

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Para involucrar a la comunidad, especialmente a niños y jóvenes, se realizó un taller de elaboración de autorretratos en azulejos. Éstos se pusieron en el piso del basamento de una torre de transmisiones en desuso, donde también se colocó una fuente con un chorro de agua.

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Para la intervención de estos dos espacios, se restauró completa la antigua estación: estructura, instalaciones y acabados. La idea fue contar con espacios confortables y funcionales de acuerdo con las nuevas actividades programadas.

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Para el espacio de librería, oficinas y talleres, se mantuvo la estructura del edificio de la estación de tren de 1941; sólo hubo adecuaciones menores en algunos espacios y la restauración de elementos originales para apoyar la narrativa histórica del lugar.

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Con esta intervención se trató de dar una nueva visión al entorno. Hubo adecuaciones funcionales que dignificaron el lugar y propusieron nuevas formas de identificación y sentido de pertenencia hacia la comunidad de Apatzingán. Se potenció lo que ya estaba y se le dio una vida y un carácter cultural nuevos para atender las necesidades de la población.

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Durante tres días, estudiantes de la preparatoria Adolfo Chávez participaron en el taller “Acción poética” de Armando Alanís, fundador y coordinador de este proyecto. La iniciativa fue parte del programa “Presencia de escritores: una saga”, que el fce lleva a cabo desde 2014 en las escuelas de nivel medio superior de la ciudad para promover la convivencia social pacífica. Una semana antes de la presencia del escritor, los estudiantes leyeron su libro de poesía Balacera, para luego lanzarse a la pinta de bardas en las que quedaron plasmadas frases como “Estamos a nada de serlo todo” y “Más amor por favor”.

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En la Estación de Lectura y la Memoria los asistentes se reencuentran con ellos mismos; revisitan su memoria, la de su grupo y la memoria universal. El espacio está enriquecido con un acervo diverso y abundante, con muebles y distribuciones espaciales que favorecen tanto la lectura personal, como el diálogo y el debate.

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Se han recibido visitas de colaboradores internacionales. Desde Argentina llegó la especialista en lectura y primera infancia María Emilia López, quien ofreció un curso a los talleristas del centro cultural y a decenas de docentes de educación básica de la región.

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Además de una amplia selección de libros, el Centro Cultural cuenta con juguetes para todas las edades, dominós y memoramas de distintos tipos (dominoteca, memorioteca), tableros para juegos tradicionales, cajas con juegos de grupo en los que interviene la memoria, el conocimiento y la creatividad.

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Comenzamos el programa “Una saga: escritores en Apatzingán” viajando con escritores para visitar escuelas y organizar talleres de escritura y charlas para estudiantes de bachillerato. Ahí han estado Julián Herbert, Eduardo Antonio Parra, Orfa Alarcón, Antonio Ramos Revillas, Agustín Cadena, César Silva, Jaime Mesa, Héctor Alvarado y Armando Alanís, quien reprodujo la experiencia de “Acción Poética” con los jóvenes de la localidad.

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Trabajamos con la premisa de que era importante respetar lo que ya se había hecho en la zona; a ello se le sumaron los talleres del fce: lectura y escritura, autorretratos, cómics, juegos, música tradicional y narración para niños, jóvenes y adultos.

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Un grupo, una sociedad que conoce y usa distintos lenguajes artísticos, encuentra más posibilidades para dialogar de manera asertiva. Al hacerlo, cuenta con más recursos para construir un “nosotros” capaz de compartir propuestas, dudas o discrepancias. Los distintos lenguajes de las artes también favorecen charlas y discusiones que consideren la otredad y analicen los discursos no como definiciones sino como aproximaciones creativas al conocimiento.

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Las propuestas que apelan a la cultura, la educación y al arte para construir un mundo en paz, parten del reconocimiento del individuo y de los otros. Frecuentemente se valen de una visión interdisciplinaria para hacer converger las artes plásticas, la música, la danza, el teatro y la literatura con logros y fundamentos metodológicos.

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Otra noción es la memoria: procurar que las personas revisiten sus pasados, de manera sistemática y frecuente, en busca de novedades que puedan convertirse en insumos para entretejer nuevos lazos sociales y diseñar mejores futuros compartibles.

El tejido social también se fortalece cuando los grupos han construido una memoria común.

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La palabra es la que nos construye como individuos y como colectivo, la que da identidad a un niño en su desarrollo como ser humano.

Juega un bebé a que desaparece cuando se oculta detrás de una cortinilla de tela; juega una niña de tres años cuando aprende de memoria el texto corto de un libro álbum y hace creer a otros que ya sabe leer.

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Partiendo de una perspectiva interdisciplinaria, se cuenta con una infraestructura que permite los trabajos manuales, por ejemplo de carpintería o plásticos, o que funcione también como un cine club o un libro debate.

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El juego es una actividad humana que, idealmente, involucra un cuerpo libre, sano, con agilidad, energía y vigor, y una mente que ha construido recuerdos y conocimientos.

El juego permite el ejercicio de la inteligencia, el reconocimiento constructivo de las diferencias, la visión a futuro, la confianza en uno mismo, el conocimiento del otro y del contexto.

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En muchos procesos sociales tomar la palabra equivale a escuchar la voz de los que no la tienen: es hacer escuchar la propia voz.

La lectura en voz alta que el grupo comparte se transforma en una celebración rítmica derivada de la lectura.

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188 Autorretratos del taller “Dibujando mis sueños” con niñas y niños de Apatzingán.

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189Autorretratos del taller “Dibujando mis sueños” con niñas y niños de Apatzingán.

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190 Autorretratos del taller “Dibujando mis sueños” con niñas y niños de Apatzingán.

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191Autorretratos del taller “Dibujando mis sueños” con niñas y niños de Apatzingán.

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Al final de los cursos de verano, los niños hicieron un gran mural donde pintaron a un cortador de limón en cuyo cuerpo representaron los lugares que más quieren: sus hogares, el Centro Cultural, la iglesia, la escuela. Bautizaron al personaje como “El Señor Apatzingán”.

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La librería ofrece un acervo de más de siete mil títulos que incluye publicaciones de instituciones regionales.

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El modelo funciona tanto para abrir un centro como el de Apatzingán como para orientar otras iniciativas, sin importar sus dimensiones. Así, en el corazón del subsuelo de la Ciudad de México, en el pasaje del metro Zócalo-Pino Suárez, el fce y la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México abrieron una Estación de Lectura y librería. Ésta se especializa en niños y jóvenes y tiene más de seiscientos títulos y alrededor de 12 mil ejemplares en una superficie de sólo 60 metros cuadrados. Ahí es posible leer gratuitamente, participar en talleres y lecturas en voz alta y comprar libros.

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Ríos de tinta.Zaid, Gabriel, 2012. Leer, México: Océano, Travesía.

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En 2013 el Fondo de Cultura Económica emprendió la tarea de desarro llar un centro cultural en Apatzingán de la Constitu-ción, corazón de la Tierra Caliente michoacana. Los pilares del modelo de acción que surgió a partir de esta experiencia y que ahora ponemos a disposición de los lectores son: una estrecha colaboración de los tres órdenes de gobierno (el municipal, el es tatal y el federal); una intensa participación de la comunidad, bajo el convencimiento y el compromiso de refundar juntos una nueva forma de comunidades e instituciones; y, tercero, el desarrollo de una cultura de paz, donde se cumplen los dere-chos huma nos para todos y hay condiciones para imaginar y operar proyectos compartidos.

Este modelo es una apuesta a vencer el miedo, a erradicar el terror que en algunas zonas del país han generado la violencia y la inseguridad. Y es una apuesta ganadora porque nace de una estrategia de no violen cia y confía en el poder de la palabra, el poder de la lectura y también de la escritura, como vehículos de reconstitución del tejido social.

9 786071 658081

ISBN 978-607-16-5808-1

www.fondodeculturaeconomica.com