tugendhat - problemas sobre Ética

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  • ERNS7 TUGENDHAT (Brno, Checoslovaquia, 1930) se licenci en filologa clsica en la Universidad de Stanford e hizo el doctorado en filosofa en Fri- burgo. Actualmente es catedrtico en la Universidad Libre de Berln Occidental. Su obra tuvo al principio un enfoque bsicamente epistemolgico, centrado en el anlisis minucioso de ciertos conceptos como el de verdad, as como en el estudio y balance de la filosofa analtica. En los ltimos aos los temas ticos polarizan toda su actividad intelectual, no limitndose en ellos a las cuestiones ms tericas y abstractas: junto al problema de los fundamentos de la tica, objeto primordial de Problemas de la tica, Tugendhat polemiza con el tratamiento poltico de ciertos asuntos prcticos, concretamente el problema del armamentismo nuclear.

  • PROBLEMAS DE LA TICA

    CRTICA/FILOSOFA Directora: VICTORIA CAMPS

  • ERNST TUGENDHAT

    PROBLEMAS DE LA ETICA

    Traduccin castellana de JORGE VIGIL

    EDITORIAL CRTICA Grupo editorial Grijalbo

    BARCELONA

  • Ttulo original: PROBLEME DER ETHIKCubierta: Enre Satu sobre un trabajo artesanal, en pan, de Eduardo Crespo 1984: Philipp Reclam jun., Stuttgart 1988 de la traduccin castellana para Espaa y Amrica: Editorial Crtica, S. A., Arag, 385, 08013 Barcelona ISBN: 84-7423-344-5 Depsito legal: B. 1.802-1988 Impreso en Espaa1988. NOVAGRAFIK, Puigcerd, 127, 08019 Barcelona

  • PRLOGO

    Qu significa decir de una accin que es mala (mala sin ms, no para este o aquel fin)? Qu queremos dar a entender cuando decimos que se debe o tiene que obrar as, o que no se puede obrar as (de forma categrica, y no con respecto a un determinado propsito)? Cmo pueden fundamentarse expresiones de este tipo? Acaso no pueden fundamentarse? Qu sentido tiene hablar aqu de fundamentacin? stas son las preguntas centrales de la tica o filosofa moral.Estas preguntas tan fundamentales para la convivencia humana han sido las preguntas centrales de la filosofa desde sus mismos orgenes; puede incluso decirse que con ellas ha nacido la filosofa. En los ltimos treinta aos se ha registrado de nuevo un inters especialmente intenso por ellas, patente sobre todo en Alemania durante estos quince ltimos aos. Sin embargo, hasta la fecha no se han ofrecido respuestas demasiado convincentes. Sin duda esto se debe en parte a su misma naturaleza, pues es caracterstico de las preguntas filosficas, que tienen que ser formuladas siempre de nuevo, el no hallar respuestas definitivas. No obstante, creo que una gran parte de la abundante literatura filosfico-moral de nuestra poca resulta comparativamente tan insatisfactoria porque en general (y

  • 8 PROBLEMAS DE LA TICAaqu me incluyo a m mismo) hasta ahora se ha abordado el problema con la falsa suposicin de que hay que dar una respuesta breve y sencilla ya sea escptica o positiva a estas preguntas. Pienso que esta problemtica no puede ser tratada cabalmente mientras se pretenda poder resolverla de una vez por todas. Se trata de un objeto genuino de investigacin, y por cierto una investigacin en la que tienen que unirse mtodos especficamente filosficos analtico-concep- tuales y empricos.Esta concepcin choca con otra muy difundida en la filosofa moral segn la cual hay que separar estrictamente de los hechos empricos la pregunta por la validez de las normas morales. Quien no observa esta distincin entre es y debe incurre en una falacia naturalista (naturalistic fallacy): aquello que debemos hacer no puede fundarse se dice en ningn tipo de constataciones empricas sobre lo que es. A primera vista, esto parece muy plausible. Sin embargo, tras una reflexin minuciosa surgen algunas dificultades.En primer lugar, si lo debido no puede fundamentarse empricamente, cmo se puede fundamentar? La respuesta slo puede ser: apriorsticamente. As lo ha hecho, por ejemplo, Kant. Pero para ello se necesita adems el concepto de un a priori sustancial y no slo analtico; Kant tena un a priori semejante, pero nosotros no. Un concepto as implica que no somos slo seres de este mundo terrenal, sino adems miembros de otro mundo precedente y superior. El concepto kantiano de a priori sinttico es segn puede verse hoy un desafortunado intento de secularizacin de la transcendencia en sentido religioso.La segunda dificultad es aun ms fundamental: quienes consideran obvio que lo que debe ser no se

  • PRLOGO 9puede reducir a lo que es, suponen que comprendemos sin ms qu significa el deber/tener que en este sentido absoluto (moral). En realidad se trata de un concepto hasta ahora no explicado, y lo seguir siendo siempre que se le d el estatus de una validez aprio- rstica. En vez de invocar una evidencia, la de que lo que debe es quizs otra cosa que lo que es, se trata ms bien de clarificar qu entendemos por debe en el sentido moral de la palabra. Como opino que se han ensayado todas las posibilidades simples de comprender este uso del debe, habiendo fracasado todas ellas, he llegado a la conclusin de que no se puede alcanzar la explicacin analtica de este significado sin la cooperacin del filsofo con el investigador emprico de la socializacin (vase p. 154).Las Tres lecciones sobre problemas de la tica y las Retractaciones a ellas referidas que aqu publico constituyen mis dos ltimos y provisionales pasos de una serie de varios intentos que siempre he considerado fracasados de comprensin de los enunciados morales.Un primer intento lo hice en dos lecciones sobre tica profesadas en Heidelberg durante los semestres de invierno de los aos 1967-1968 y 1973-1974. En el sptimo captulo de mis Vorlesungen zur Einfhrung in die sprachanalytische Philosophie [Lecciones introductorias a la filosofa analtica del lenguaje] (1976) pueden reconocerse los contornos de este primer ensayo. Por entonces pensaba que la respuesta simple a la pregunta Qu debo hacer? entendida como una peticin de consejo, de accin racional significaba en primer lugar qu es lo mejor para ti, y a continuacin qu es lo mejor (y esto significa obviamente lo mejor para todos). De esta forma pareca perfilarse un concepto de fundamentacin prctica a dos niveles,

  • 10 PROBLEMAS DE LA TICAen el cual el punto de referencia del primer nivel era el propio bien, y el punto de referencia del segundo era la fundamentabilidad con respecto a todos.Entre los aos 1977 y 1979 trabaj en el Instituto Max Planck para la investigacin de las condiciones de vida del mundo cientfico-tcnico, en Stamberg, junto a Klaus Eder, Gnter Frankenberg y Ulrich Rodel, en un proyecto de sociologa jurdica sobre el desarrollo de las formas de fundamentacin moral en la historia del derecho moderno. Cuando, en este contexto, me dediqu de nuevo a la problemtica de fundamentacin filosfico-moral, advert las deficiencias de mi anterior intento de fundamentacin prctica global y de la sub- suncin de la moral en un concepto de razn (vase p. 81); sin embargo, estaba todava tan anclado en mi anterior concepcin, que a partir de entonces adopt el siguiente punto de vista: cuando fundamentamos moralmente una accin y luego la norma correspondiente, lo que fundamentamos es la aceptacin de que la accin o la norma es buena (es decir, buena para todos). En las extensas discusiones que mantuve por entonces con Jrgen Habermas qued patente la contraposicin de mi concepto de fundamentacin semntica y el suyo, de carcter pragmtico (comunicativo). Yo crea posible aprehender el sentido de una expresin moral en el sentido de la palabra bueno, y tanto entonces como posteriormente me pareci que la pretensin de fundamentacin contenida en esta palabra es la que constituye la pretensin de funda- mentacin de un juicio o una expresin moral.La crtica a Habermas (vanse pp. 123 y ss. de esta edicin), as como mi propia contraposicin semntica, las present por vez primera en esbozo en mi conferencia leda en el congreso sobre Argumentacin y derecho, celebrado en septiembre de 1978 en Munich, en

  • PRLOGO 11el cual expuse nuestro proyecto de sociologa jurdica, y luego, de forma ms detallada, en otoo de 1979 en una conferencia sobre Lenguaje y tica. La conferencia de Munich apareci publicada con el ttulo Zur Entwicklung von moralischen Begrndungsstrukturen im modernen Recht [Acerca del desarrollo de las estructuras de fundamentacin moral en el derecho moderno] en el Archiv fr Rechts- und Sozialphilosophie, n. 14 (Wiesbaden, 1980), pp. 1-20. Parte de la conferencia sobre Lenguaje y tica la pronunci de nuevo en noviembre de 1979 en la Universidad de Zurich. Este fragmento apareci en traduccin francesa en la revista Critique, n. 37 (1981), pp. 1.038-1.074. El original alemn no lo he publicado, pues posteriormente, con motivo de mi primera leccin en Berln, durante el semestre de verano de 1980, que tuvo de nuevo por objeto la tica, advert claramente el carcter insostenible e ingenuo de esta concepcin semntica. Esta concepcin fracasa simplemente porque de la mera significacin de una palabra, es decir, de un a priori comprendido de forma meramente analtica, no puede deducirse nada moralmente sustancial.Tuve as que desechar la concepcin de que, cuando fundamentamos una norma , como norma moral, lo que Fundamentamos es su bondad. Esto me llev a entender de forma totalmente distinta la cuestin de qu significa en general fundamentarjma norma como norma moral. De esta forma se perfil mi nueva concepcin, que he plasmado en las lecciones primera y tercera de las Tres lecciones sobre problemas de la tica.La segunda de estas Tres lecciones est dedicada a una cuestin concreta, la cuestin de si existen procesos de aprendizaje especficamente morales. Esta cuestin me la plante en el contexto del citado pro

  • 12 PROBLEMAS DE LA TICAyecto de Stamberg. Frente a mis otros dos colegas de Stamberg, que aceptaban ampliamente la concepcin de las etapas del desarrollo moral de Piaget y Kohlberg, que se refiere a un desarrollo desde la perspectiva del observador, se me antoj la posibilidad de concebir pasos de aprendizaje ms simples en primera persona sin una teora de etapas, en la cual el criterio comparativo es exclusivamente el mejor fundamento (desde la perspectiva del propio sujeto). Debo a mis conversaciones con Ulrich Rdel sugerencias esenciales para la concepcin aqu desarrollada. La versin original de esta segunda leccin la present en una conferencia leda en Espaa, en un congreso de tica celebrado en Madrid en otoo de 1979, y posteriormente en Lima; a comienzos de 1980 la ofrec tambin en traduccin al alemn con el ttulo Der Absolutheitsanspruch der Moral und die historische Erfahrung [La pretensin de absoluteidad de la moral y la experiencia histrica] en sendas conferencias pronunciadas en las universidades de Hamburgo y Munich.Las Tres lecciones, en su forma actual, las pronunci en marzo de 1981 en el marco del Seminario Christian Gauss de Princeton. Las he traducido al alemn para publicarlas aqu, slo con algunas modificaciones menores. El original ingls no est publicado, pues ya pronto me asaltaron graves dudas con relacin a aspectos esenciales de la concepcin desarrollada en las lecciones primera y tercera. Pero slo con motivo de las severas objeciones razonadas en la tesis de habilitacin de Ursula Wolf, presentada en la Universidad libre de Berln en la primavera de 1983, con el ttulo ber den Sinn moralischer Verpflinchtung1 [Acerca 1

    1. Publicada en 1984 con el ttulo Das Problem des pio- ralischen Sollens, De Gruyter, Berln,

  • PRLOGO 13del sentido del deber moral], no pude demorarlo ya ms y consegu la obligada distancia, que hizo posible una nueva y cabal revisin, como la que he realizado ahora en las Retractaciones. Despus de todas las transformaciones, la concepcin que aqu he formulado en esbozo es la primera que al escribirla ya no tuve la sensacin de que se trataba de un tour de forc, y tambin la primera que merece ser publicada.Las modificaciones con respecto a las Tres lecciones son tan decisivas, considero ahora errneos aspectos tan esenciales de stas, que su publicacin en la forma que le he dado slo es conveniente porque tanto la tesis de Ursula Wolf como el ltimo ensayo de filosofa moral de Jrgen Habermas, tica del discurso. Notas sobre un programa de fundamentacin,2 polemizan con ellas. No hubiera publicado las Tres lecciones sin las Retractaciones. Por otra parte, las Retractaciones estn escritas de tal modo que slo se pueden comprender parcialmente si antes se han ledo la primera y tercera de las Tres lecciones. He intentado hacer de la necesidad virtud, y he presentado, en vez de pensamientos firmes, el proceso evolutivo de mis ideas y dudas.Los otros dos trabajos de este libro ya estaban publicados, pero era difcil el acceso a ellos. El artculo sobre Rawls lo le en un congreso sobre l y en presencia de l que tuvo lugar en abril de 1976 bajo la direccin de Gunther Ptzig en la Fundacin Wemer- Reimer en Bad Homburg. El original ingls apareci en Analyse und Kritik, n. 1 (1979), pp. 77-89. Existe

    2. Jrgen Habermas, Diskursenethik Notizen zu einem Begrndungsprogramm, en J. H., Moralbewusstsein und kom- munikatives Handeln, Frankfurt del Main, 1983, pp. 53-125. Versin espaola de R. Garca Cotarelo: Conciencia moral y accin comunicativa, Pennsula, Barcelona, 1985, pp. 57-134.

  • 14 PROBLEMAS DE LA TICAun manuscrito de rplica de Rawls, pensado para la originalmente prevista publicacin de las actas de este congreso. Con respecto a mi posicin hacia Rawls, pueden verse tambin mis breves declaraciones a la revista Zeit del 4 de marzo de 1983 en la seccin 100 libros especializados.La conferencia Antike und modeme Ethik [tica antigua y moderna] la pronunci el 11 de febrero de 1980 en Heidelberg, en un coloquio celebrado con motivo del 80 aniversario de Hans-Georg Gadamer. Fue publicada en 1981 en Die antike Philosophie in ihrer Bedeutung fr die Gegenwart [La filosofa antigua y su significacin para la actualidad], editado por Reiner Wiehl en 1981 en Heidelberg (Actas de la Academia de Ciencias de Heidelberg, pp. 55-73), y se reproduce en este libro sin modificaciones.Los trabajos de filosofa moral aqu publicados deben importantes sugerencias a las discusiones y conversaciones mantenidas en el Instituto Max Planck para la investigacin de las condiciones de vida del mundo cientfico-tcnico, fundado en 1970 y disuelto en 1982, al que pertenec de 1975 a 1980, por lo que siento una especial deuda hacia Rainer Dbert, Jrgen Habermas, Gertrud Nunner-Winkler y Ulrich Rdel. A ellos y a todos los amigos de la poca de Stamberg quiero dedicar el presente libro.

    E r n s t T ugendhat

    Berln, septiembre de 1983

  • OBSERVACIONES SOBRE ALGUNOS ASPECTOS METODOLGICOS DE UNA TEORIA DE LA JUSTICIA1 DE RAWLS

    Si se compara la teora de la justicia de Rawls con las otras dos teoras ^ticas contemporneas tradicionales ^ms Importantes, la utilitarista por un lado y la kantiana por otro, se advierte un notable contraste con respecto al contenido y mtodo de la teora de Rawls. Desde el punto de vista del contenido, la teora de Rawls va dirigida contra el utilitarismo, y a este respecto Rawls est y as se considera l mismo cerca de la concepcin kantiana. Por el contrario, en sus convicciones metodolgicas, Rawls se enfrenta a una concepcin que se basa en el anlisis de los conceptos morales y el a priori, y opina que la tarea de una teora moral consiste en ofrecer'ua teora de nuestros sentimientos morales (p. 51). Una teora moral debe ser contrastada en una clase de hechos, nuestros^jui- cios- ponderados en equilibrio reflexivo (p. 51). Rawls 11. John Rawls, A Theory of Justice, Cambridge (Mass.), 1972. (Hay traduccin castellana de M. Dolores Gonzales, Mxico, 1978. La paginacin de las citas se refiere a la versin ori

    ginal.)

  • 16 PROBLEMAS DE LA TICA

    entiende que sta es la concepcin de los autores clsicos, al menos hasta Sidgwick (p. 51). La tradicin de autores clsicos a la que se une aqu Rawls es principalmente la tradicin utilitarista. Es discutible su relacin con Aristteles, que sugiere en una nota a la citada afirmacin. R. M. Har, quien, si bien no es citado aqu, parece ser el verdadero objetivo de estos y otros pasajes similares, no es en modo alguno el primer filsofo que elabora su teora tica a partir del anlisis del significado de bueno y otros anlisis conceptuales; lo mismo puede decirse de Kant y, si bien de modo muy diferente, de Aristteles.Una posible explicacin del hecho de que Rawls est metodolgicamente tan cerca de su principal adversario el utilitarismo es que el propio Rawls pertenece ante todo a la tradicin utilitaria. La disputa entre la teora de la justicia y el utilitarismo parece ser una disputa entre parientes. Pero la teora de Rawls est prxima al kantismo no slo en cuanto al contenido; para justificar su teora, Rawls utiliza un instrumento formal especfico, una teora contractual, y podemos preguntamos si ste no es un elemento heterogneo entre los dems supuestos metodolgicos. Es cierto que, segn Rawls, es precisamente este instrumento el que le permite dejar a un lado las cuestiones de significado y definicin y avanzar en el desarrollo de una teora sustantiva de la justicia (p. 579). Igualmente hay que conceder que une egte elemento terico- contractual de forma admirable con la concepcin me- tdolgicadel equilibrio reflexivo. Los verdaderos principios de I~ justicia" son segn Rawls aquellos que seran elegidos en una posicin, que es descrita como posicin original, pero slo estara justificado dar esta significacin a la posicin original si los principios que se eligiesen coinciden con nuestras pondera

  • UNA TEORA DE LA JUSTICIA DB RAWLS 17das convicciones de justicia o las amplan de forma aceptable (p. 19).Sin embargo, la significacin precisa y la fuerza justificativa de la posicin original para las conclusiones de Rawls es precisamente lo que ha ocasionado mayores dificultades a los lectores crticos de Una teora de la justicia. Por eso no parece demasiado atrevido suponer que el descuido de los anlisis conceptuales, que deriva en Rawls de su concepcin del equilibrio reflexivo, haya tenido un perjudicial efecto sobre la claridad de lo que se propone o consigue con el concepto de posicin original. En el presente captulo voy a abordar la cuestin en dos etapas. En primer lugar, voy a someter a examen crtico la concepcin rawlsiana de la teora moral y el concepto de equilibrio reflexivo. En la segunda parte tratar acerca de las repercusiones que tuvo el rechazo por parte de Rawls de las consideraciones conceptuales y analticas sobre su concepcin de la posicin original como instrumento de justificacin.

    ISegn Rawls, la tarea de la filosofa moral consiste en hallar principios que respondan a nuestros juicios morales ponderados. Esta formulacin aade no constituye ms que una primera aproximacin, pues es probable que una persona modifique algunos de sus juicios morales ponderados a la luz de principios y, en particular, a la luz de principios diferentes. Tiene as lugar una recproca acomodacin de los juicios reflexivos y los principios, y cuando este proceso alcanza una detencin provisional, Rawls habla de un equilibrio

    reflexivo (pp. 20; 48).2 . TOOENDHAT

  • 18 PROBLEMAS DE LA TICANo resulta nada fcil entender esta concepcin. Rawls explica que hay que considerar a la teora de la moral de forma similar a cualquier otra teora (p. 578). Esto parece presuponer que todas las teoras son bsicamente similares. Rawls cita la lingstica (p. 47), la fsica (p. 49), la matemtica (p. 51) y la teora filosfica de la justificacin de la inferencia deductiva e inductiva (p. 20). Sin embargo, la relacin entre principios y hechos difiere en cada uno de estos casos deforma significativa con respecto a todos los dems. Una teona lingstica tiene un objet I hablante competente que ya se rige por principios o reglas, mientras que en el caso de una ciencia como la fsica, los datos en cuanto tales no tienen nada que ver con los principios; estos principios (leyes) slo estn en la teora. Lo que parece proyectar Rawls para la teora moral est, al menos a este respecto, ms cerca de la lingstica que de la fsica. Pero incluso en el caso de la lingstica no sera muy correcto hablar de un equilibrio reflexivo en el sentido antes citado. El propio Rawls admite que no podemos esperar una revisin esencial de nuestra nocin de gramtica correcta a la vista de una teora lingstica (p. 49). Pero esta diferencia entre la teora lingstica y la teora moral no parece ser tan contingente como la concibe el propio Rawls; quiz tenga que ver con el hecho de que la teora moral, tal como la describe Rawls, se expresa en primera ..y segunda persona. Rawls llama a esto el aspecto socrtico de^" teora moral (p. 4 9 ;p. 578). Resulta obvio que slo si los datos ataen a la misma persona que hace la teora pueden cambiar los datos a la luz de los principios que formula esta teora.Naturalmente, se puede construir una teora de los sentimientos morales, muy similar a la descrita por Rawls, slo con la diferencia de estar formulada en

  • UNA TEORA DE LA JUSTICIA DE RAWLS 19tercera persona. En este caso, a la teora resultante le faltara simplemente el aspecto del equilibrio reflexivo, los datos no se modificaran con respecto a los principios, y estaramos ante una simple teora emprica. Cualquier teora psicolgica o antropolgica del sentido de justicia de un grupo o sociedad sera de este tipo. La comparacin con la teora lingstica que ofrece Rawls parece adaptarse a este otro tipo de teora moral, diferente al de Rawls.Si esto es as, podramos estar en condiciones de arrojar ms luz sobre la concepcin rawlsiana de una teora moral preguntando por qu, en el caso de una teora moral, la teora en primera y en segunda persona puede tener una estructura significativamente diferente de la teora en tercera persona, cosa que no sucede en el caso de la lingstica. Por qu no tenemos una lingstica socrtica? Y por qu no tenemos un motivo especial para hacer lingstica en primera persona, pero podemos tener un motivo especial para formular una teora moral en primera persona? Una primera respuesta parece obvia: nuestra competencia lingstica no mejora mediante la reflexin en sus principios, mientras que nuestro sentido de justicia puede mejorar por una reflexin semejante. Esto explica un aspecto de la concepcin rawlsiana de la teora moral que no he mencionado an. Rawls dice: una concepcin de la justicia ... consiste ... en que todo encaje en una visin coherente (p. 21). Esta teora de la coherencia de la justificacin moral constituye obviamente un corolario de la concepcin del equilibrio reflexivo. No hablaramos de una teora de la coherencia, por ejemplo en lingstica ni en cualquier otra teora emprica, porque en toda teora semejante los principios tienen que concordar con los datos y no se plantea la posibilidad de un reajuste recproco.

  • 20 PROBLEMAS DE LA TICASin embargo, todo esto sigue estando, todava, demasiado en la superficie. Parece cierto que el hecho de que podamos tener una teora significativamente diferente en primera persona en tica, pero no en lingstica, est ligado al hecho de que la reflexin puede mejorar nuestro sentido moral, pero no nuestra competencia lingstica, y tambin parece cierto que esta mejora tiene algo que ver con una mayor coherencia, pero subsiste la cuestin de conocer cul es la razn de estas conexiones.Sin embargo, esto es todo lo que pude hallar por medio de una mera dilucidacin de la concepcin de Rawls. Aunque tuve que introducir algunas distinciones que el propio Rawls no formula y aunque estas distinciones me parecen probar que la tesis de Rawls, de que puede considerarse una teora moral igual que cualquier otra teora, no es cierta ni siquiera para su propia concepcin de la teora moral, todo esto slo pretenda ayudarnos a comprender la propia concepcin de Rawls, y espero que hasta aqu l pueda estar de acuerdo conmigo. Pero si es as, parece difcil evitar un nuevo paso que no puede entenderse ya como una mera aclaracin de la concepcin de Rawls, sino que mostrara que, si se aclara debidamente, esta visin da pie a otra concepcin diferente.Vuelvo as ahora una vez ms a la diferencia entre una teora moral y una teora lingstica. Pero todava no hemos mencionado la ms obvia diferencia entre el objeto de ambas teoras. Esta diferencia est implcita en el uso que hace Rawls de la expresin juicios ponderados. Lo que Rawl denomina los hechos con los que tiene que tratar una teora morarso una cierta especie de creencias, las creencias sobre lo correcto o justo. El carcter discursivo de estos hechos resulta oscurecido~cdo se Habla de sentimientos morales.

  • UNA TEORA DE LA JUSTICIA DE RAWLS 21Ahora bien, las creencias o por usar la expresin de Rawls los juicios tienen la peculiaridad de que estn vinculados a una pretensin de verdacT o, si parece preferible, una pretensin de validez. La expresin lingstica estndar de una creencia o juicio es lo que se denomina un enunciado asertrico y, por definicin, tales enunciados pueden ser verdaderos o falsos. Por supuesto,' es controvertido si los juicios de valor o los juicios normativos pueden ser verdaderamente verdaderos o falsos. Pero no puede ser controvertido que son, por as decirlo, fenomenolgicamente verdaderos o falsos. Por limitarme a la expresin favorita de Rawls, justo, es obvio que los enunciados que expresan un juicio o creencia de que tal y tal cosa es justa o injusta tienen_ todas las caractersticas de cualquier otro discurso asertrico. Cuando expresamos lo que consideramos justo o injusto, utilizamos adverbios tales como realmente, verdaderamente, aparentemente, verosmilmente; decimos cosas tales como: Antes crea que esto era justo; despus empec a dudar de si realmente lo era y ahora ya s que no lo es, etc.Este hecho de que lo que Rawls denomina nuestro sentido de justicia consiste en un sistema de creencias contiene, creo yo, la explicacin de por qu existe una significativa diferencia entre una teora moral en primera y segunda persona y una teora moral en tercera persona, pero esta diferencia resulta ser ahora mucho ms profunda de lo que podra parecer segn la formulacin de Rawls. Lo importante es que lo que Rawls denomina los hechos de la teora son, en este caso, hechos ligados a una pretensin de verdad. Para las personas de cuyos juicios se trata no son slo hechos en los que se contrasta una teora, sino que, al ser creencias, para ellas son datos susceptibles de ser contrastados. Un aspecto de cualquier sistema de

  • 22 PROBLEMAS DE LA TICAcreencias es, obviamente, que tiene que ser coherente; si es autocontradictorio, no puede ser mantenido. Pero por s solo esto no puede explicar la importancia que tiene aparentemente la reflexin sobre los principios para una teora moral en primera persona. Tenemos que distinguir entre diversos tipos de sistemas de creencias. Las creencias sobre las cuestiones de hecho se justifican caractersticamente, de forma directa o indirecta, mediante la observacin. Por otra parte, los juicios morales, en el caso que puedan ser justificados y, al menos, pretenden serlo, slo pueden justificarse por principios. As pues, la razn por la que los principios pasan a ser tan importantes en moral desde el punto de vista de las propias personas que formulan los juicios morales es que, al parecer, desempean un papel central en el proceso de justificacin. Parece as que Rawls, si piensa en una teora moral en primera persona, ha puesto el carro delante de los bueyes. No son los principios los que han de ser contrastados con los juicios morales particulares, sino al revs. Para no ser mal entendido, me apresuro a aadir que aun as queda abierta la posibilidad de una teora moral en tercera persona, y sta es, como cualquier otra teora, una teora en la que son los principios propuestos los que tienen que ser contrastados con los juicios particulares de las personas cuyo sentido de justicia est siendo estudiado. Pero obviamente una teora semejante es una teora, no de lo que es justo, sino de lo que las personas estudiadas creen que es justo.Quiz fui demasiado dogmtico al afirmar que los juicios morales slo pueden justificarse mediante principios. Lo que quiero decir no es ms que, si formulamos una teora moral en primera persona, debemos advertir que nuestros juicios morales son expresiones que, por su propio sentido, no constituyen un tribunal

  • UNA TEORA DE LA JUSTICIA DE RAWLS 23de apelacin sino que estn necesitados de l. La cuestin primordial para cualquiera que empiece a reflexionar sobre sus juicios morales es la cuestin de cmo puede justificarse este tipo de juicios. Mediante su no justificada asimilacin de la teora moral en primera persona a la teora moral en tercera persona, Rawls se ha cegado a esta cuestin. Pero en este caso carecen de peso sus ataques a los anlisis del significado. Si no existe problema de justificacin, efectivamente no necesitamos ya un medio de abordarlo con seriedad. Pero si existe, podemos preguntarnos cmo se va a afrontar la cuestin del mtodo de justificacin de un tipo de enunciados sin un anlisis del significado de estos enunciados.Queda una esclarecedora referencia que hace Rawls en relacin a su concepto de equilibrio reflexivo que no he mencionado an. Se trata de la referencia a la teora aparentemente similar de Nelson Goodman relativa a la inferencia deductiva e inductiva (p. 20, nota).2 Segn Goodman, los principios de inferencia deducti- va se justifican por su conformidad con la prctica deductiva aceptada y tanto las reglas como las inferencias particulares se justifican mediante su mutuo acuerdo (Goodman, 965, pp. 63, 64). Efectivamente esto suena bastante parecido a la concepcin del equilibrio reflexivo de Rawls. La tesis de Goodman no es, sin embargo, incontrovertible, pero de cualquier modo hay una notable diferencia entre esta tesis y la de Rawls. Los hechos, por utilizar la expresin de Rawls, consisten, en el caso de Goodman, no en juicios, sirio en los procedimientos utilizados para justificar'juicios. Transferir la idea de Goodman ai caso de la teora mo

    2. Nelson Goodman, Fac, Fiction and Forecast, Indianpo- lis, N. Y., 1965.

  • 24 PROBLEMAS DE LA TICAral llevara a un programa diferente al defendido por Rawls. El programa aspirara ahora no a la justificacin de principios morales, sino a la justificacin de los mtodos de justificacin. Consistira en el anlisis de las reglas de la argumentacin moral vlida. No voy a determinar ahora si lo mejor que podemos hacer en este caso es, por analoga con lo que dice Goodman, justificar los principios de la argumentacin moral vlida contrastndolos con las prcticas aceptadas de argumentacin moral; de cualquier modo, en el caso de la argumentacin moral estaramos mucho menos seguros de qu habramos de considerar prcticas aceptadas que en el caso de la inferencia deductiva e inductiva. La alternativa a esta concepcin sera una concepcin como la de Har: que las reglas de la argumentacin moral vlida derivan de la estructura lgica de estos enunciados. En el presente contexto voy a dejar abierta esta cuestin, porque mi disputa con Rawls no es porque no est de acuerdo con la respuesta que da, sino porque ni siquiera plantea la cuestin y pone en su lugar una teora de la coherencia. Por supuesto, es posible poner en duda que los juicios morales puedan justificarse de modo alguno; es posible mantener que su pretensin de verdad slo les da apariencia de ser justificables y que no existen procedimientos de decisin para respaldar esta pretensin. Pero a su vez esta afirmacin slo podra fundarse en un anlisis de la estructura lgica de estos enunciados. Rawls no adopta ni una actitud positiva ni negativa con respecto a esta cuestin: simplemente la pasa por alto.Antes de concluir esta parte de mi artculo, permtaseme dar un paso hacia la reconciliacin. Sera errneo pensar que, a resultas de lo dicho, hay que abandonar la nocin de equilibrio reflexivo. Lo nico que

  • UNA TEORA DE LA JUSTICIA DE RAWLS 25habra que hacer es interpretarla de diferente modo. Efectivamente, los juicios morales ponderados constituyen el punto de partida de cualquier reflexin moral, pero su valor es heurstico y no el de un tribunal de apelacin.Por ejemplo, Kant, en la primera seccin de la Grundlegung, empez por el anlisis de nuestros juicios morales ponderados; a continuacin, en la segunda seccin, comprob el resultado de este anlisis mediante un anlisis del concepto de accin incondicionalmente buena. La prueba procedi entonces en la direccin contraria a la defendida por Rawls. La segunda seccin era para Kant la decisiva, y tambin para nosotros, que no compartimos ya todos los juicios morales ponderados de la poca de Kant, es esta parte de su teora moral la que ha seguido siendo valiosa. Lo que hace Kant en la segunda seccin de la Grundlegung puede mostrar tambin la insostenibilidad de la afirmacin de Rawls de que las cuestiones de significado y definicin son intiles para zanjar los problemas morales sustantivos. ste es un argumento ad hoininem, pues en el 40 Rawls acepta las conclusiones sustantivas de Kant sin preocuparse por su derivacin formal en Kant. II

    IIPodra parecer que la teora contractual de Rawls nos ofrece en la prctica lo que parece negar en la teora: un mtodo de justificacin. Pero, por supuesto, no hay aqu inconsistencia alguna, porque Rawls puede incorporar fcilmente su teora contractual en su doctrina del equilibrio reflexivo. De hecho, mantiene que este procedimiento de justificacin slo puede justifi-

  • 2 6 PROBLEMAS DE LA TICA

    carse a su vez mostrando que su resultado encaja con nuestros juicios morales ponderados. As, la teora contractual de Rawls es en cierta medida neutral con respecto a la controversia que he abordado en la primera parte de este captulo. Un filsofo que no est de acuerdo con la afirmacin de Rawls de que las reglas de razonamiento moral estn justificadas si conducen a nuestros juicios morales ponderados podra estar aun de acuerdo con la teora contractual de Rawls como marco general para la argumentacin moral, que tendra que justificar independientemente.Rawls llega incluso a satisfacer a medias a un filsofo as. Dice que hay un considerable acuerdo en que los principios de justicia deberan haberse elegido en ciertas condiciones (p. 18), y justifica su concepcin de la posicin original intentando mostrar no slo que los principios elegidos en esta posicin encajan con nuestros juicios morales ponderados, sino que esta posicin tambin satisface aquellas condiciones que generalmente se consideran caractersticas del punto de vista moral (p. 120). Rawls parece otorgar a estas condiciones caractersticas del punto de vista moral un estatus similar que el que da a nuestros juicios morales ponderados. Aunque, segn he podido ver, no es muy especfico en relacin con este punto, presumo que dira que no slo tenemos juicios ponderados sobre cuestiones morales particulares sino tambin sobre las condiciones del razonamiento moral, y una teora vlida debera llegar hasta el equilibrio reflexivo por ambos lados.Pero estas condiciones del razonamiento moral tienen obviamente un carcter abstracto y pace Rawls conceptual; pertenecen a la lnea de clarificacin que seguira un filsofo que quisiera indagar si la descripcin que hace Rawls de la situacin inicial pue

  • UNA TEORA DE LA JUSTICIA DE RAWLS 27de considerarse una posicin adecuada para la formulacin de argumentos morales vlidos. Por supuesto, un filsofo as tendra que seguir esta lnea mucho ms atrs de Rawls, quizs hasta el punto en que pudiera decidirse la cuestin por un anlisis conceptual o lgico. Pero yo no voy a intentar hacerlo. No deseo seguir estas reflexiones sobre las condiciones de la argumentacin moral ms atrs del propio Rawls, o al menos no mucho ms atrs, porque no pretendo realizar una crtica desde fuera.Lo que quiero analizar en esta parte del captulo es la cuestin de si la tendencial aversin a un enfoque analtico y conceptual que deriva de la concepcin metodolgica de Rawls no ha tenido efectos perjudiciales sobre la forma en que ste introduce la posicin contractual. No pretendo decir que estos efectos o incluso la actitud negativa hacia las cuestiones conceptuales sea una consecuencia necesaria de la concepcin metodolgica de Rawls. Del hecho de que un argumento a priori sobre la validez del razonamiento moral tendra que haber sido conceptual, no se sigue que si no se intenta esta argumentacin a priori no se necesiten los anlisis conceptuales. Y para semejante concepcin formal como la posicin contractual de Rawls podra esperarse que el enfoque conceptual hubiese sido especialmente importante. Pero tampoco quiero exagerar ni insinuar, por ejemplo, que Rawls es conceptualmente poco claro. Lo que quiero mantener es que su introduccin de la posicin original no es suficientemente analtica para ser valorada adecuadamente.Tiene un carcter considerablemente sinttico por el hecho de ser un esquema multilateral, y Rawls no ha explicado paso a paso cul de sus aspectos se sigue de las condiciones que supone son generalmente carac

  • 28 PROBLEMAS DE LA TICAtersticas de la argumentacin moral y qu aspectos ha introducido por otras razones; y ha hecho muy poco para mostrar la superioridad de su concepcin comparativamente a otras concepciones que tambin satisficiesen aquellas condiciones de la argumentacin moral. Al parecer, Rawls consider suficiente indicar que a) muchos aspectos de la posicin original concuerdan con aquellas condiciones, y b) que los principios elegidos en la posicin original concuerdan con nuestros juicios morales ponderados. Por supuesto, esta situacin debe resultar especialmente insatisfactoria para aquellos que quisiramos considerar la propuesta de Rawls como una propuesta de la verdadera condicin del razonamiento moral vlido, pero adems quiero probar que tiene tambin dudosos efectos sobre el punto de vista del propio Rawls relativo a la consonancia con nuestros juicios morales ponderados.Una suposicin fundamental de Rawls que no quiero discutir es que los principios de la justicia y los principios morales en general no son algo dado, en una presunta intuicin por ejemplo, sino algo a lo cual llegamos activamente, en un acto de eleccin en determinadas condiciones. Estas condiciones de eleccin moral estn circunscritas para Rawls en lo que l denomina situacin inicial y por su ulterior especificacin mediante la interpretacin filosficamente ms favorable denominada la posicin original (p. 121; p. 146). Estrictamente hablando, en las condiciones de la posicin original slo se eligen los principios de estructura bsica de la sociedad. Rawls concibe una secuencia de cuatro fases de creciente concrecin de los problemas a decidir ( 31).Lo que resulta oscurecido por la forma en que Rawls introduce la posicin original es que esta introduccin representa en s un acto de eleccin. La posi

  • UNA TEORA DE LA JUSTICIA DE RAWLS 29cin original tiene que ser adoptada como la mejor posicin desde la cual decidir los principios morales en comparacin con otras posibilidades como, por ejemplo, la teora del observador imparcial (cf. pp. 184 y ss.). Cuando Rawls presenta las razones por las que deberamos adoptar la posicin original como la posicin ms adecuada en la que elegir los principios de justicia, est operando en una fase previa a la primera de sus cuatro fases. Por supuesto, esta fase cero de la eleccin moral no se caracteriza por un velo de ignorancia, pues el velo de ignorancia es una de las varias cosas que se eligen en esta fase. Tampoco se trata de una situacin hipottica, pues, una vez ms, la condicin hipottica de la situacin inicial es algo que, en la fase cero, es un objeto y no una condicin de la eleccin. Por ltimo, el tipo de eleccin precisa en una fase cero no es una eleccin racional en el sentido restringido estndar de la teora econmica, caracterstico de la eleccin a adoptar en la situacin inicial (p. 14). Como hay que considerar a la deliberacin necesaria en la fase cero como el fundamento de la filosofa moral, la afirmacin de Rawls de que hay que concebir la filosofa moral como parte de la teora de la eleccin racional (p. 172) no concuerda con su posicin, al menos en este primer paso fundamental.As pues, la eleccin necesaria en la fase cero debe someterse a ciertas condiciones. Pero stas no pueden estar determinadas por determinadas condiciones subjetivas (como ignorancia, racionalidad, etc.), sino slo por el tipo de cosa a elegir. La cosa a elegir parece ser sta: una representacin adecuada del punto de vista moral. Las condiciones de la eleccin de la fase cero son, por tanto, las caractersticas definitorias del punto de vista moral; pero stas pueden determinarse de dos modos. Pueden obtenerse por anlisis lgico de

  • 30 PROBLEMAS DE LA TICAlo que puede significar justificar las proposiciones morales y, como he dicho, no voy a seguir esta direccin, pues es contraria a la adoptada por Rawls; o bien se pueden simplemente escoger, como hace Rawls, aquellas condiciones que parezcan aceptarse generalmente como caractersticas del punto de vista moral.Pero como Rawls no ha presentado explcitamente lo que yo denomino fase cero, no ha empezado por donde habramos esperado que lo hiciese, a saber, por una enumeracin completa de estas condiciones. De este modo ha dejado sin aclarar qu aspectos de la posicin original derivan de estas condiciones y qu aspectos ha elegido por otras razones. Esta falta de claridad slo puede superarse reuniendo otras cosas relevantes que dice Rawls en diversos lugares. Lo ms cerca que llega Rawls a una enumeracin de estas condiciones es la enumeracin de las limitaciones formales del concepto de correcto en el 23. Las ms importantes de estas limitaciones formales son la generalidad y la universalidad. Segn entiende Rawls estos principios, no parecen implicar imparcialidad; y, sin embargo, esta idea la subraya Rawls en diversos lugares como una condicin esencial del punto de vista moral (por ejemplo, en relacin con la introduccin de la posicin original, pp. 12 y 18). Estoy menos seguro del peso que otorga a la condicin de autonoma (los principios tienen que ser autoimpuestos, p. 13). Es una de las virtudes de la posicin original que satisface esta condicin, y esta condicin no parece ser satisfecha por la teora del observador imparcial, a pesar de lo cual cuando Rawls la analiza ( 30) no la critica por este motivo. Si no incluimos la condicin de autonoma, el punto de vista moral podra caracterizarse sumariamente como el punto de vista en que se elegiran estos principios de accin que van en inters

  • UNA TEORA DE LA JUSTICIA DE RAWLS 31de todos. Se incluira la condicin de autonoma, si reformulamos esto caracterizando el punto de vista moral como aquella condicin de la eleccin segn la cual slo son elegibles aquellos principios en los que todos pudieran estar de acuerdo.Estas caracterizaciones son extremadamente toscas y precisaran una elaboracin ms minuciosa. Lo importante es que no basta con caracterizar la fase cero como mera enumeracin de varias condiciones; tenemos que definir el punto de vista moral mediante alguna caracterizacin global. En contraste con los diversos modelos hipotticos, como el modelo contractual o el modelo del observador ideal, el punto de vista moral no representa una situacin de eleccin hipottica, sino la situacin de eleccin moral de nuestra vida real (cierto es que incluso esta opcin contiene elementos hipotticos, cuando digo, por ejemplo, que hay que elegir aquellos principios en los que pudiera estar de acuerdo todo el mundo, pero la propia eleccin no es hipottica). No debera ser controvertido que la filosofa moral no puede empezar por una situacin hipottica, sino slo con el punto de vista moral como fenmeno de nuestra vida real.El segundo paso consistira en mostrar que en esta fase cero tenemos razones para adoptar una posicin hipottica que sirva como representativa del punto de vista moral. Esto lo ha omitido Rawls. Lo que ha mostrado fue simplemente que la posicin original incorpora las mismas condiciones caractersticas del punto de vista moral. Pero no ha mostrado explcitamente por qu es preferible cambiar la situacin de eleccin de la fase cero a la posicin original. De este modo, no queda claro si las razones de este cambio son a) razones que mejoran la propia perspectiva moral o b) razones prcticas o c) razones que tienen que ver

  • 32 PROBLEMAS DE LA TICAcon la materia especial de la eleccin de los principios para la estructura bsica de la sociedad, pero no quiz para otras elecciones morales. Y, por supuesto, Rawls no ha intentado sopesar las ventajas de su propuesta frente a sus concebibles desventajas.En lo que resta de este captulo slo voy a esbozar algunas respuestas a estas cuestiones. La diferencia ms bsica del modelo contractual desde el punto de vista moral original es que permite separar el acto de eleccin de la consideracin de los intereses de todos; se consigue imparcialidad no por la intencin de llegar a un acuerdo o por determinado esfuerzo intencional simultneo al acto de eleccin, sino por la aplicacin anterior de un velo de ignorancia, con el resultado de que la eleccin pueda ser ahora una eleccin racional que slo aspire a la propia ventaja, y con el resultado ulterior de que hablar de un acuerdo es realmente redundante, pues el acuerdo sera unnime (p. 139: Por ello, podemos considerar la eleccin en la posicin original desde el punto de vista de una persona seleccionada al azar).Parece que el principal motivo por el que Rawls considera a la posicin original preferible al punto de vista moral original es que permite concebir la teora de la justicia como parte de la teora de la eleccin racional (p. 16), que parece ser algo ms manejable que la eleccin Racional con una R mayscula de la que tendramos que hablar en la fase cero. Sin embargo, estara todava por probar si, en la prctica, la eleccin racional, cuando se realiza en la posicin original, conduce realmente a resultados que sean mejores de algn modo a los que se habran conseguido a partir de la fase cero. La principal prueba es aqu obviamente la justificacin que hace Rawls del principio de la diferencia mediante este mtodo, y luego volver a

  • este problema. En cualquier caso, la ventaja de ser capaz de aplicar la teora de la eleccin racional seria una ventaja prctica; mejorara no nuestro concepto de lo justo sino los procedimientos de decisin para llegar a resultados justos. sta sera, obviamente, una ventaja que no debemos subestimar.Otro rasgo en favor de la posicin original que Rawls menciona a menudo es que permite la aplicacin de la idea de pura justicia procedimental [o procesal: procedural (T.)]. La pura justicia procedimental se da cuando no existe un criterio independiente para el resultado correcto: por el contrario, hay un procedimiento correcto o ecunime tal que el resultado, sea cual fuere, es igualmente correcto (p. 86). Segn puedo ver, la pura justicia procedimental slo es necesaria cuando no se dispone de procedimientos de decisin ms directos. Por ello no resulta adecuada para una clarificacin de nuestra nocin general de justicia, aunque constituye un instrumento moral limitado pero importante, adecuado para la decisin de ciertos problemas polticos y morales pero no de otros. Si la aplicabilidad de esta nocin fuese una prerrogativa de la posicin original, tendramos aqu otra ventaja prctica decisiva y adems una ventaja limitada a determinadas materias. La razn por la que la posicin original parece especialmente apta para procurar una pura justicia procedimental es que este tipo de justicia supone un acuerdo previo en seguir ciertas reglas. Pero no hay razn por la que estos acuerdos, ya sean hipotticos o reales, no pueden ser alcanzados directamente y ad hoc desde el punto de vista moral original. La concepcin de la situacin inicial basa toda la moralidad en un hipottico acuerdo preliminar. El punto de vista moral original no concibe de este modo el concepto de 'correcto' en general, sino que lo deja

    UNA TEORA DE LA JUSTICIA DE RAWLS 33

    3. TUGENDI1AT

  • 34 PROBLEMAS D LA TICAabierto para determinarlo de este modo en aquellos casos en que es preciso.Vuelvo ahora al problema del velo de ignorancia. Al parecer, Rawls ha mezclado aqu varios aspectos diferentes. Introduce el velo de ignorancia en su habitual forma sinttica y de golpe sin explicar por qu razn son necesarias las diversas partes de este velo. La nica justificacin que da respecto a la totalidad del velo (pp. 12 y 136) realmente slo puede servir de justificacin a una parte de ste: para asegurar la imparcialidad hubiera bastado que en la situacin inicial todos ignorasen su propia identidad.3 Rawls supone, adems, que en la situacin inicial todos deben ignorar las circunstancias particulares de su propia sociedad (p. 137). Una razn de esta suposicin es que las cuestiones relativas a la justicia social surgen tanto entre generaciones como en el seno de stas (p. 137), pero esto slo no hubiese sido un motivo suficiente para exigir que en la situacin inicial incluso nos est clausurado el curso de la historia (p. 200). Estas nuevas limitaciones no derivan de la exigencia de imparcialidad sino porque sin estas limitaciones de conocimiento, el problema de regateo [bargaining] de la posicin original resultara extraordinariamente complicado (p. 140). Tenemos aqu otro rasgo especial de la posicin original que no corresponde al punto de vista moral como tal sino que se aade por razones prcticas. Y una vez ms, estas limitaciones parecen apropiadas slo para ciertos problemas morales, aunque puedan ser los ms fundamentales: en el modelo de

    3. Vase R[ichard] M[ervyn] Har, Rawls Theory of Justice, en Philosophical Quarterly, 23 (1973), pp. 144-155, 241-251; tambin en [y cit. segn] Norman Daniels (ed.), Reading Rawls. Crilical sudies on Rawls A Theory of Justice, Oxford, 1975, pp. 81-107, aqu pp. 89 y ss.

  • cuatro fases esta parte del modelo se elimina gradualmente ( 31).Sorprendentemente dice Rawls que en la ltima fase la aplicacin de reglas a casos particulares el velo de ignorancia se levanta por completo (p. 199). Esto debe de ser un error si el tipo de eleccin en esta fase final ha de ser todava de carcter autointeresado y si, no obstante, el resultado ha de ser imparcial. En la cuarta fase slo puede levantarse por completo aquella parte del velo que haba sido aadida por razones prcticas.De nuevo podemos preguntarnos si el adicional velo de ignorancia que no deriva de la exigencia de imparcialidad constituye realmente una ventaja de la posicin original. Como equivale simplemente a una decisin de no tener en cuenta todos aquellos hechos que parecen irrelevantes para la solucin de un problema, esto puede conseguirse por supuesto directamente tambin desde el punto de vista moral, y probablemente mejor, porque en el punto de vista moral no estaramos desligados de una vez por todas de toda la informacin; la cuestin de qu hechos son irrelevantes para la eleccin, por ejemplo de los principios bsicos de justicia, podra quedar abierta durante el proceso de deliberacin. En Rawls parece haber, por una parte, una tendencia a ignorar desde el principio todos los aspectos de la vida social cuyo valor comparativo no es cuantificable. Aqu parece ser el mtodo de eleccin racional el responsable del velo de ignorancia.Veamos ahora si todos estos rasgos adicionales que distinguen a la posicin original del punto de vista moral constituyen realmente ventajas o no: si son ventajas, son ventajas prcticas, no morales; son introducidos para hacer ms manejables las decisiones. Esto era de esperar, porque sera contradictorio pensar que

    UNA TEORA DE LA JUSTICIA DE RAWLS 3 5

  • 36 PROBLEMAS DE LA TICAlos rasgos estrictamente morales del punto de vista moral pudiesen mejorarse cambiando sus condiciones de eleccin, pues aquello que entendemos por moral o correcto se define por el punto de vista moral. La idea de Rawls de que podramos definir el concepto de correcto diciendo que algo es correcto si y slo si satisface los principios que se habran elegido en la posicin original para designar cosas de este tipo (p. 184 y p. 111) es una petitio principii y oscurece el hecho de que la adecuacin moral de la posicin original debe valorarse desde el punto de vista de la fase cero. El concepto de correcto slo puede definirse diciendo que algo es correcto si y slo si es el resultado de un proceso de decisin que empieza en la fase cero (que por supuesto no he definido adecuadamente). Lo mejor que podra decirse para la posicin original es que el modelo de cuatro fases de Rawls es el procedimiento de decisin ms operativo para los problemas morales que se plantean en la fase cero. Y en este caso estara justificada la concepcin de la justicia como equidad.Pero ahora hay que abordar la cuestin de si las ventajas prcticas que posiblemente se consiguen por el cambio de la fase cero a la posicin original no se pagan en una prdida de sustancia moral. No resulta evidente de por s el que si separamos la idea de una decisin moral (imparcial) en los dos componentes de una decisin autointeresada ms la ignorancia de la propia identidad, se llega al mismo resultado. La concepcin contractual, con su insistencia en un (aunque no sea ms que hipottico) acuerdo inicial introduce en los problemas de la justicia un elemento de retraso temporal que no est contenido en el punto de vista moral original y en nuestra concepcin ordinaria de justicia. Es este retraso temporal el que permite a

  • UNA TEORA DE LA JUSTICIA DE RAWLS 37Rawls aplicar la teora de la eleccin racional, pero los problemas de probabilidad que entran aqu con su especfica contrapartida psicolgica la expectativa de las oportunidades y la disposicin a [asumir] los riesgos no parecen tener nada correspondiente en un juicio moral normal, excepto cuando por la naturaleza del caso no podemos sino adoptar los mtodos de la pura justicia procedimental. Hay un largo camino desde la opinin de que hay que recurrir a una pura justicia procedimental, cuando no podamos hacer nada mejor, a la afirmacin de que todo el problema de la justicia social es un problema de la justicia como equidad.Rawls pens que la trasposicin del problema de la justicia en un problema de eleccin racional le daba el arma decisiva contra el utilitarismo. Pero varios crticos han indicado que parece ser un error que lo ms racional a hacer en la situacin inicial sea aplicar el principio maximin y optar as por una sociedad igualitaria.4 Si estos crticos estn en lo cierto, lo que se seguira de las premisas de Rawls sera la concepcin utilitaria. Probara esto que el utilitarismo es correcto y el igualitarismo incorrecto? Seguramente no, pues el punto de vista moral favorece claramente el igualitarismo. Por lo tanto, lo que parece seguirse es, ms bien, que la posicin original no constituye un modelo adecuado del punto de vista moral. Supongamos que alguien dice: En la posicin original, yo optara por un sistema social regido por el principio de utilidad, porque esto maximizara mis oportunidades; pero mo-

    4. D. Lyons Nature and soundness of the contract and coherence arguments en Reading Rawls, pp. 141-167, aqu pp. 165 y ss.; vase tambin Har, ibidem, pp. 102 y ss.; B. Bar- ber, Justifying justice: problems of psychology, politics and measurement in Rawls, en Reading Rawls, pp. 292-313, aqu pp. 296-293.

  • 38 PROBLEMAS DE LA TICAramente rechazo un sistema semejante por ser injusto. Segn Rawls, sera autocontradictorio decir algo as, pero no parece serlo e incluso puede ser cierto.Creo que la trasposicin de la situacin de eleccin moral original en una situacin de eleccin autointere- sada tiene otras consecuencias que muestran que se pierde algo de la sustancia moral. Una de stas se refiere a la defensa de la libertad de conciencia. En la posicin original difcilmente se puede defender tan directamente como hace Rawls la importancia de este derecho (p. 206). Por qu personas slo interesadas en s mismas tendran que apreciar algo como una conciencia moral? Por otra parte, si partimos del punto de vista moral original como el que he caracterizado, empezamos por considerar a todo individuo como persona moral, por tanto como sujeto y no slo como objeto de deliberacin moral.Los dos ltimos argumentos eran, en parte, argumentos ad hominem: mostraran que la posicin original conduce a unos resultados que no concuerdan siquiera con los juicios morales ponderados de Rawls. Sin embargo, la intencin tanto de estos argumentos como de los anteriores no era descartar la posicin original, sino apelar a una evaluacin analtica de esta concepcin.(1976)

  • TICA ANTIGUA Y MODERNA (en el 80 aniversario de Gadamer)

    Los aniversarios no son ms que fechas ocasionales; constituyen la oportunidad para desear felicidad a una persona apreciada o querida cuando todava es joven; cuando ya es de edad avanzada, son la ocasin para agasajarla como ESapcov (feliz). De tratarse de filsofos quienes en semejante jomada se renen, stos tienden obviamente a hablar sobre lo que los dems sencillamente hacen, y esto quisiera hacer yo hoy, hablar sobre una antigua pero abandonada cuestin: qu es la felicidad o sSaiptovia.Esta pregunta, formulada en el aniversario de un filsofo, le da a uno me da a m oportunidad de despojarse de la mscara objetivista de las disertaciones de los filsofos, como hara cualquier persona con otra en la discusin de un tema cualquiera. Quisiera tambin aprovechar la oportunidad de hablar explcitamente en primera persona, formular la pregunta del mismo modo que se me plantea en la perspectiva ocasional en la que me encuentro, y abordarla tambin en segunda persona, por consiguiente en conversacin con Hans-Georg Gadamer.Toda conversacin filososfica, en tanto en cuanto tiene por objeto mejorar la propia comprensin del

  • 40 PROBLEMAS DE LA TICAasunto, en tanto en cuanto intenta comprender lo que el otro tiene que decirle a uno, es hermenutica en el sentido de Gadamer. Una conversacin filosfica, que por consiguiente ya siempre es hermenutica en cuanto tal, tiene que comprender adems su tema, s quiere ser precisamente una conversacin con Gadamer, her- menuticamente, es decir, t iene que com prenderlo histricamente. Con anterioridad no he tenido por costumbre abordar hermenuticamente las cuestiones filosficas, pero creo haber llegado a un punto en el que los lmites de mi anterior y ahistrico modo de proceder muestran y lo reconozco que necesito el dilogo con la hermenutica, lo que por su parte me remite al dilogo con la historia. La cuestin que aqu quiero poner a discusin, que atae a la necesidad de una confrontacin de la tica moderna con la antigua, es un ejemplo en el cual esto me ha quedado muy claro. Pero antes de entrar en esta temtica hermenutica, resulta obligatorio dilucidar lo que en filosofa puede significar, en general, la hermenutica. O bien, para formularlo de nuevo desde la perspectiva de la segunda persona: si se quiere discutir con Gadamer sobre una cuestin filosfica, no slo se tiene que contemplar esta cuestin en la dimensin hermenutica, sino que se tiene que discutir tambin con l sobre el sentido [Smm] de la hermenutica, y por consiguiente sobre qu es, en trminos generales, qu se hace o se debera hacer, cuando se aborda una cuestin filosfica desde la perspectiva hermenutica.En esta cuestin previa slo puedo entrar de forma sumaria, presentando de manera meramente dogmtica, cul es, en contraste con la de Gadamer, mi propia concepcin. Podra preguntarse si una tal posicin dogmtica no es precisamente lo contrario de la discusin q. la que aspiro. Pero aqu defiendo, por lo dems por

  • TICA ANTIGUA Y MODERNA 41vez primera, un paxpbe, Xyoq (discurso libre), y en ste se puede mantener abierto lo dicho para la discusin ulterior, por lo que slo se llama dogmtico (pues se distingue como mera opinin subjetiva), a la vez que el aseguramiento [Absicherung] argumentativo e incluso la escenificacin de un dilogo ficticio en una conferencia pueden servir precisamente para el aislamiento con respecto el dilogo real.Tanto antes como ahora,1 lo que no me convence de la concepcin de Gadamer de la hermenutica filosfica es que ste la concibe segn el modelo del encuentro con la obra de arte. Esto significa en primer lugar que, para Gadamer, la situacin de partida hermenutica es el encuentro con el otro, encuentro que, obviamente, slo puede ser productivo cuando en l se reflexiona al mismo tiempo sobre uno mismo; por el contrario, yo quiero tomar como situacin de partida la reflexin sobre s, sobre la propia comprensin, de donde resulta la necesidad de la profundizacin histrica. Esta primera distincin podra parecer un mero cambio de nfasis, pero con ella va relacionada una segunda distincin, que atae al concepto de verdad. La verdad de diferentes obras de arte en el supuesto de que pueda hablarse aqu de verdad no se relativiza recprocamente. Por el contrario, se fundamenta en el sentido mismo de la verdad enunciativa [Aussagenwahrheit] el que diferentes concepciones filosficas de un asunto se relativizan mutuamente y, en mi opinin, slo se puede concebir adecuadamente una hermenutica filosfica cuando consigue comparar esta relativizacin con la verdad enunciativa, y esto no significa dar un sentido relativista. Una relativizacin sin ms, en la que la ver- 1

    1. Vase mi recensin en The Times Literary Supplement, 77 (1978), p. 565. All se explica con ms detalle lo que expongo a continuacin,

  • 42 PROBLEMAS DE LA TICAdad se fragmenta en un firmamento de posibilidades de modo que siempre se puede decir, se puede contemplar tal como dice A, y contemplar tambin como dice B, etc., va en contra de la propia pretensin de verdad de A, B, etc., y me parece que la concepcin de Gadamer conduce tendencialmente a un relativismo de este tipo. Gadamer est lejos de otra forma de relativismo, el relativismo que rechaza precisamente la propia pretensin de verdad. sta es la relativiza- cin histrica en el mismo sentido de cuando se dice que, en las condiciones causales x, y, z parece verdad lo que dice A, y en las condiciones u, v, w, lo que dice B. Esta segunda concepcin incluso no sera ya hermenutica sino explicativa. A resultas de ella, ya no se tomara en serio la pretensin de verdad de A, B, etc. hecho en el que siempre insiste Gadamer, no se hablara ya con A, B, etc., sino sobre l en tercera persona. Pero lo que me parece significativo de este relativismo explicativo y no hermenutico es que se puede integrar en la perspectiva de la primera persona. En efecto, tan pronto como el sujeto a que nos referimos cobra conciencia de que su concepcin anterior del objeto dependa de determinadas condiciones, ya no sigue siendo, tras esta constatacin, alguien como el observador en tercera persona, sino que, cuando de nuevo se orienta al conocimiento del objeto, no puede hacer otra cosa que formular una nueva concepcin de ste, libre de esta relatividad. De este modo se da la posibilidad de una progresiva desrelativizacin. Sin embargo, esto presupone que se atenga a la pretensin de verdad absoluta. Slo desde la perspectiva de una pretensin de verdad absoluta conduce la conciencia de la determinacin de una concepcin, en vez de a un relativismo, a su desrelativizacin.Ahora puedo ya explicar cmo entiendo yo aproxi

  • TICA ANTIGUA Y MODERNA 43madamente el modo de proceder hermenutico en filosofa. El punto de partida (por as decirlo, la tesis) es siempre la referencia objetiva [Sachbezug] pre-herme- nutica en primera persona, derivada de una pretensin de verdad absoluta. Lo que se concibe desde esta perspectiva se pone en cuestin tan pronto como advierto la determinacin de mi concepcin, o bien cuando encuentro otra concepcin del mismo objeto. En cierta medida, sta es la anttesis. Y la sntesis consiste en una nueva concepcin unitaria de la cosa, concepcin en la cual est integrada la otra perspectiva; esto admite los dos casos lmite, que se crea poder conocer que la otra concepcin, o bien la propia, es sencillamente falsa o que en ambos casos una supere a la otra; lo ms normal es que se tenga que desarrollar una tercera concepcin, frente a la cual tanto la propia concepcin original como la que se ha encontrado en una experiencia hermenutica resultan unilaterales. La concepcin que aqu presento podra parecer una hegelia- nizacin de la hermenutica. Pero, tal como yo lo concibo, el proceso hermenutico avanza paso a paso, ninguna experiencia hermenutica se puede anticipar de antemano, y aparte de esto el punto de partida es en todos los casos la propia situacin contingente. En donde yo quisiera insistir frente a Gadamer es en que la experiencia hermenutica se construye a partir de la ingenua experiencia pre-hermenutica. As pues, slo en tanto en cuanto se conserve la pretensin absoluta de la experiencia ingenua se puede, en mi opinin, evitar el relativismo.Con esta observacin preliminar slo quera poner en claro la perspectiva desde la cual quiero abordar un problema hermenutico como el de la tica antigua y moderna. De lo dicho se desprende que el ttulo correcto hubiera sido tica moderna y antigua. El punto de

  • 44 PROBLEMAS DE LA TICApartida es la ingenua instalacin en el seno de la propia tradicin moderna; yo no puedo, como el historiador, situarme comparativamente en cierto modo por encima de ambas tradiciones, pues para el que filosofa no existe semejante tercer lugar. Estando como estoy en la tradicin moderna, salgo al encuentro de otra, la tradicin antigua. sta no es simplemente una tradicin extraa, sino una tradicin de la cual la modernidad se ha separado conscientemente. Por consiguiente, tendr que examinar en primer lugar el fundamento de este paso. Si es convincente, de ello se sigue que, contenga lo que contenga la tradicin antigua que vaya ms all de la moderna, en lo que sta se muestre como unilateral, no podemos volver simplemente a la tradicin antigua, sino que podemos valorar aquello que encontramos en la antigua, slo como un indicio de un problema que ha seguido abierto entre nosotros; y no podemos abordarlo de nuevo ms que sobre nuestro terreno, con nuestros mtodos de fundamentacin. Obviamente, hay opiniones accesorias fuertemente subjetivas que, como todo lo que sigue, no voy a fundamentar suficientemente. Lo que pretendo con lo que aqu voy a decir no es que lo consideren verdadero, sino al menos significativo y, por consiguiente, discutible.En primer lugar est obviamente la cuestin de si con el ttulo global de tica antigua y moderna se puede delimitar en general algo identificable. Voy a dejar a un lado ahora esta cuestin por cuanto en cada uno de los dos mbitos, la tica antigua y la moderna, fijo una cua en Aristteles y Kant y a continuacin digo: y con ello me refiero tambin al mbito adyacente; con ello no determino exactamente la extensin del campo adyacente. Naturalmente, una decisin semejante, la de tomar a Kant como punto de partida, slo es posible cuando mi propia autocomprensin

  • TICA ANTIGUA Y MODERNA 45ingenua, de la cual tengo que partir en definitiva, est en la tradicin kantiana. Para justificar la importante implicacin de que puede considerarse a la tica kantiana como representativa de la tica moderna, slo quisiera decir lo siguiente. Me parece que la nica otra tradicin tica moderna independiente de la kantiana es la del utilitarismo; en aquel lugar de la confrontacin con la tica antigua que en definitiva me interesa, van sin embargo Kant y el utilitarismo en el mismo barco. Por el contrario, las dems tradiciones ticas que se han desarrollado en la modernidad, como la hegeliana o la tica material de los valores, son por su parte reacciones a la tica kantiana, que por lo dems han vuelto a abandonar un plano de fundamentacin alcanzado por Kant y, en mi opinin, irrenunciable; sobre ello volver ms adelante. Aparte de esto, estas tradiciones ticas, en su reaccin a Kant, han recurrido a una determinada interpretacin de la antigedad, con lo que su inclusin en el contexto actual hubiera producido excesivas complicaciones. La otra decisin, la de orientarme paradigmticamente a Aristteles para referirme a la tica antigua, resulta ciertamente menos problemtica y carece de consecuencias para la siguiente argumentacin, por lo que si no estn de acuerdo con ella pueden sustituir simplemente la expresin tica antigua por tica aristotlica.Siendo as que contemplamos las cuestiones ticas desde la perspectiva de Kant, en qu medida puede el encuentro con Aristteles llamamos la atencin acerca de una deficiencia en nuestra propia posicin? En este lugar quisiera situarme una vez ms en dilogo directo con Gadamer. Pues tambin en l encontramos una confrontacin de la tica aristotlica con la kantiana, en particular en su conferencia de Walderberg del ao 1961, que lleva por ttulo ber die Moglich-

  • 46 PROBLEMAS DE LA TICAkeit einer Philosophischen Ethik [Sobre la posibi- dad de una tica filosfica].2 Tanto aqu como en otros lugares de su obra ocupa un lugar destacado lo peculiar del concepto aristotlico de (ppvr)cn,
  • TICA ANTIGUA Y MODERNA 47de
  • 48 PROBLEMAS DE LA TICApecto a la educacin correcta, no se sigue que, por su parte, la educacin correcta no sea fundamentable; por consiguiente, no se sigue que deba posponerse la moral [Moral] a una moralidad [Sittlichkeit] previamente dada, es decir una moralidad cuya fundamentabilidad no sea ya ms interrogable. 2. Encuentro inaceptable que se admita algo como correcto o bueno porque est ya dado de antemano en la costumbre, sin poderlo probar como correcto o bueno; ello ira no slo en contra de una idea moderna de la filosofa, sino incluso de lo que ya desde Scrates significa filosofa: un radical dar cuenta y razn [Rechenschaft]. 3. Puede decirse que el criterio de lo moralmente correcto que da Aristteles, el sopesamiento [Ausgewogenheit], es tan indeterminado, que (slo) encuentro su determinacin tcticamente mediante lo dado de antemano en la costumbre del momento; pero creo que hay que distinguir dnde termina de hecho la posicin de Aristteles, en cierta medida a sus espaldas, y en qu consiste sta segn su propia intencin. El propio Aristteles nunca ha sealado como normativo lo dado de antemano. Ha formulado una pretensin de fundamentacin, pero una pretensin que finalmente no pudo concebir. 4. La modernidad se distingue de la antigedad en la radica- lizacin de los criterios de demostracin, y ello tanto en los juicios tericos como prcticos. Para Kant no poda quedar sin determinar cmo hay que fundamentar una clase de juicios. Llega as a la distincin entre una fundamentacin apriorstica en sentido estricto y justificado y una fundamentacin emprica, y tambin de una fundamentacin metafsica, injustificada, de la que pueden darse criterios objetivos de validez general. Esto en particular puede requerir una revisin. La radicalizacin de la idea de fundamentacin constituye no obstante un progreso en el sentido de la autonoma

  • TICA ANTIGUA Y MODERNA 49y el dar-razn pretendidos desde los tiempos de Scrates.Por consiguiente, quiero separar los dos puntos que parecen confundirse en la comparacin de Gadamer entre Aristteles y Kant. Con respecto al segundo punto me distancio as de Gadamer ante todo en la valoracin. No podemos estar de vuelta de la moderna pretensin de fundamentacin. Obviamente, veo una vinculacin entre el segundo y el primer punto, que yo describira sin embargo de otro modo. Una proposicin moral, en la que no se expresa lo que queremos sino lo que debernos h acerr no puede ser una proposicin emprica, por lo que sera entonces una proposicin terica, y no de deber, con lo cual tendramos lo que en ingls se conoce como naturalisic fallacy. Por consiguiente, slo puede basarse o en una decisin, y no ser as fundamentable en general, o bien debe ser funda- mentable a priori, y tratarse as naturalmente slo de un a priori formal, no metafsico. Fue por tanto la radicalizada pretensin de fundamentacin la que condujo a Kant a su principio moral apriorstico-formal. La forma ms sencilla de desarrollar este proyecto es que valga a priori no slo el principio mismo, sino que tambin las normas concretis generales a partir de l forman un Corpus apriorstico, que entonces vale de una vez para siempre, lo que significa precisamente esto: ya no hay que abandonar la decisin de qu es lo correcto en cada caso concreto a una facultad de juicio situa- cional.Lo que en su primer punto constata Gadamer como debilidad de Kant en comparacin con Aristteles es tambin, segn mi descripcin del segundo punto, una consecuencia, si bien no obligatoria, de este segundo punto. Pero ahora se materializa este en mi opinin punto fuerte de Kant en comparacin con Aris-

    4 . TU G BN D H AT

  • 50 PROBLEMAS DE LA TICAtteles y resulta imprescindible. Surge entonces la tarea de reexaminar la comprensin de Aristteles de la si- tuacionalidad [Situationsbezogenhei] del juicio moral, de nuevo explicada por Gadamer, en el plano de la radicalizada pretensin de la fundamentacin kantiana, para integrarla luego en la concepcin kantiana. Si, segn creo debe formularse la cuestin, los juicios morales concretos no son simplemente derivables del principio moral, como Kant pensaba; si, por su parte, stos no se pueden fundamentar a priori, qu sucede entonces?, dnde se fundamentan otramente que en el principio? Parece haber aqu dos posibilidades no exdu- yentes. La primera es que el juicio moral concreto en general no puede fundamentarse concluyentemente, que contiene un resto decisionista. El sujeto del juicio moral aspira ciertamente a la imparcialidad, pero no puede dar mayor fundamento al resultado concreto de su juicio situacional. O bien, podra indicarse que (y cmo) en la fundamentacin del juicio situacional entran, adems del principio a priori, tambin conocimientos empricos, debiendo explicarse por consiguiente la estructura de esta experiencia y fundamentacin especficamente morales. Podra pensarse que la concesin de un componente decisionista contradice la radical pretensin de fundamentacin. Pero sera errneo. La radicalizada pretensin de fundamentacin exige meramente no dejar en la indeterminacin el estatus de fundamentacin; por ello, la concepcin de que un juicio en general no es fundamentable o slo lo es parcialmente, es un caso lmite legtimo. El decisionis- mo est tanto en el terreno de la autonoma como el racionalismo.Ahora querra slo indicar la direccin en la que creo uno tendra que intentar apropiarse, como filsofo moral moderno que ha pasado por Kant, la idea de

  • TICA ANTIGUA Y MODERNA 51
  • 52 "PROBLEMAS DE LA TICA Vtoda la tica antigua, que siempre /fue normativa en ella, fue qu^ precisamente lo xaXv'es lo verdaderamente yadv/ y que por consiguiente slo cuando nos comportamos moralmente satisfacemos nuestro propio inters bien entendido, tesis para la cual era obviamente esencial una firme distincin entre el inters propio aparente y el bien entendido, entre la felicidad aparente y la verdadera. Pero no slo la problemtica moral sino tambin el hecho notorio de que no estamos seguros de lo que realmente queremos y podemos pedir consejo a otros, ponan de manifiesto que hay que distinguir como dice Aristteles entre una pcavpevov PouXiyrv (satisfaccin aparente) y una PouXiqtv Xijfrs (satisfaccin verdadera), entre aquello en lo que la voluntad se satisface propiamente y lo que la satisface genuinamente, y esto parece nuevamente exigir una medida independiente del querer fctico. Se estaba muy cerca aqu de la referencia a una salud psquica, e incluso los conceptos de TXo
  • TICA ANTIGUA Y MODERNA 53'

    cidad puede abordarse ms por el lado subjetivo, en cuanto se distingue un determinado tipo de estado sensible como la verdadera felicidad; pero tambin puede abordarse de forma ms objetiva, en tanto en cuanto se indica un criterio que no constituye por s un estado sensible, sino una determinada concepcin de la persona, por lo tanto quizs el ya citado perfecto autodesarrollo. Kant rechaz ambas posibilidades, la subjetiva y la objetiva. En primer lugar, Kant desecha cualquier recurso a un concepto de perfeccin en tica, porque semejantes conceptos son vacos e indeterminados y con ellos uno no hace ms que moverse circularmente:6 con ello slo se introduce en la imagen terica del ser humano lo que ya se presupone prctico-normativamente. O bien, para resaltar ms claramente la vinculacin de la tesis kantiana con mi problema: no se puede dictar a la voluntad desde cualquier concepcin descriptiva del verdadero ser humano, slo en la cual ste pudiera satisfacerse verdaderamente. El lugar en que la voluntad se satisface verdaderamente slo puede mostrarse en esta misma satisfaccin, en el correspondiente estado sensible. Como no hay ningn trnsito legtimo del ser al deber ser, tampoco hay ningn trnsito legtimo del ser al querer. O, por decirlo de otro modo: acerca de la verdadera felicidad slo puede decidir la propia felicidad.Nos vemos remitidos por tanto a la variante subjetiva, pero sta fue igualmente rechazada por Kant. Kant y Bentham convienen en que no se puede distinguir los placeres superiores o verdaderos de los6. Kant, Grtmdlegung zur Metaphysik der Sitten, en Ge- sammelte Schriften, ed. de la Real Academia Prusiana de Ciencias [en lo que sigue citada como Edicin de la Academia],

    vol. 4, p. 443.

  • 54 PROBLEMAS DE LA TICAinferiores. El argumento decisivo de Kant es el siguiente: mientras que en el mbito de la moralidad hay reglas objetivas de validez universal acerca de lo que debemos hacer, no hay reglas de conducta objetivas y de validez universal para la consecucin de la felicidad^ La cuestin de qu accin es absoluta, es decir, moralmente buena, puede fundarse objetivamente; por el contrario, no puede fundarse objetivamente, con validez universal, la cuestin de qu accin es buena para m, qu accin favorece mi bienestar. No puede fundarse ningn concepto de felicidad de un contenido determinado, y esto resulta evidente por cuanto o nos vemos remitidos al hecho subjetivo en el que se satisface nuestro querer y desear y esto no es ninguna fundamentacin objetiva, o bien tenemos que recurrir a una medida independiente del estado subjetivo, con lo que nos exponemos a la crtica kantiana al concepto de perfeccin. Resulta as que la razn por la que en la tica moderna la cuestin acerca de lo intrnsecamente querido no slo se pospone a la del deber, sino que en general caduca, es de nuevo la acusada pretensin de fundamentacin. Adems, obviamente no puede perderse de vista la orientacin poltica que fundamenta esta concepcin: la conviccin bsica a la concepcin jurdica liberal de que debe dejarse a cada cual configurar su vida a su manera. ste es un enunciado de deber que se deduce precisamente del imperativo categrico. Por supuesto, esta prohibicin de intervenir en la autonoma del individuo no presupone que no existan principios objetivos fundamentales para la configuracin de la vida, pero cuando se cree en estos principios se est a un paso de una dictadura moral.Significa esto que podemos renunciar hoy a la que para los antiguos era la cuestin fundamental? Creo

  • TICA ANTIGUA Y MODERNA 55que no. No voy a desarrollar aqu el argumento fundamental de la cuestin, a saber: que, en calidad de seres dotados de la capacidad de reflexin, no podemos dejar de planteamos la cuestin relativa a nuestro verdadero bien, lo cual nos sita siempre en la tensin entre intereses fcticos y verdaderos, entre la verdadera y la supuesta felicidad. En su lugar, slo querra indicar que la pregunta por el bien moral es, por su mismo sentido, una pregunta de orden superior, que por s misma remite a la pregunta por lo que es bueno para cada cual, y esto en dos sentidos.En primer lugar, en relacin con el contenido. Pues es moralmente bueno aquello que va en inters no partidario de todos (tambin el imperativo categrico kantiano tiene finalmente este sentido). Sin embargo, esto implica que nosotros, para conocer lo moralmente prescrito, debemos saber qu va en inters de cada cual, y aqu no se trata en definitiva del inters fctico, sino del inters bien entendido de cada cual. Si bien ste no puede ser anticipado pues, de lo contrario, se pondra en entredicho la autonoma de los sujetos, subsiste el inters moral en que los sujetos intenten conocer qu es lo que realmente quieren. Ms claro aun que en el mbito de la moral individual se aprecia esto en el mbito de la moral social, el mbito de la justicia. La justicia social significa igual reparto, pero igual reparto, de qu? Creo que desde Kant hemos constatado que no basta la igualdad jurdica formal y, adems, hemos experimentado que tampoco basta la igualdad econmica o la igualdad de oportunidades, porque presupone una definicin econmica del bien individual. Esta definicin mnima del bien pareca abandonar la configuracin de la vida a la autonoma individual. Pero en realidad esta concepcin de la justicia implica una determinada decisin previa relativa a la configu

  • 56 PROBLEMAS DE LA TICAracin de la vida individual; adems, la configuracin de la vida individual se muestra cada vez ms dependiente y ligada a las decisiones sociales globales, que por su parte se presentan con la pretensin de justicia. Pero esto significa que esta justicia no puede ya comprenderse como una justicia de oportunidades econmicas, sino ms generalmente como una justicia de oportunidades de vida o felicidad, lo cual presupone que en su concepcin la reflexin debe entrar a determinar qu sea la felicidad. Naturalmente hablo de forma intencionada de felicidad y no empleo expresiones como la vida digna de un ser humano, porque sobre ellas caera en seguida la crtica kantiana al concepto de perfeccin. Por difcil que sea formular la pregunta por la verdadera felicidad en el plano de la pretcnsin de fundamentacin alcanzada con Kant, ya no podemos hoy considerar como Kant esta pregunta tan irrelevante como la pregunta por el bien moral; ms bien, desde entonces ha mostrado precisamente nuestra experiencia relativa a la repercusin que sobre la concepcin de la justicia social ha tenido el concepto moral kantiano en mi opinin, de fundamentos irrenunciables, que la concrecin de este concepto moral no slo tiene que referirse a las situaciones en general, sino que nos remite a la problemtica de la felicidad.Pero sta parece imponerse ahora en un segundo sentido, a saber, en lo referente a la motivacin para la accin moral y, por consiguiente, a la pregunta: por qu querer ser moral? Los antiguos crean poder responder a esta pregunta slo mediante el recurso a la verdadera felicidad, y me parece que en principio no es posible otra respuesta. Como es sabido, Kant ha intentado concebir la racionalidad j [ Vernnftigkeit] de lo moralmente prescrito como motivo posible de

  • TICA ANTIGUA Y MODERNA 57la accin, para lo cual tuvo que pensar que esta racionalidad remita a un estrato suprasensorial de la personalidad, dividindola as en dos estratos. Quien no est en condiciones de seguirle en esto tendr que, o abandonar la idea de una genuina accin moral, o bien esperar una respuesta a la pregunta por la verdadera felicidad que incluya la idea de moralidad [Moralitiit]. Si no se comprende errneamente el concepto de felicidad, esto resulta incluso forzoso. Sera una equivocacin contemplar la bsqueda de la felicidad como egosmo o incluso como algo amoral desde el principio. Incluso en Kant se encuentra una definicin segn la cual felicidad es el estado de un ser racional ... al cual; en el conjunto de su existencia, le va todo segn su deseo y voluntad.7 Pero la voluntad no se dirige necesariamente al bienestar de la propia persona, sino que por el contrario podra decirse ms bien: obtengo bienestar cuando, aquello a lo que se dirige mi voluntad, alcanza satisfaccin; y cualquiera que sea la frmula de moralidad que se elija por ejemplo, la kantiana, no considerar a nadie slo como medio sino siempre al mismo tiempo como fin significa que esto, por consiguiente acaso el bien del otro, cuando es algo que yo quiero por s mismo, es un componente de mi concepcin de la felicidad. Esta proposicin [Safz] parece concluyente, pero naturalmente se trata de una proposicin de la forma 'Si... entonces': si alguien obra autnomamente en sentido moral, entonces lo hace slo porque quiere esto mismo, lo que significa que lo hace porque pertenece a su felicidad. Por el contrario, la cuestin es, primero, cmo debe estar

    7. Kant, Kritik der praktischen Vernunft, en Edicin de la Academia, vol. 5, p. 124. (Hay trad. cast.: Crtica de la razn prctica, por Emilio Miana y Manuel Garca Morente, Madrid, 1975, p. 175.)

  • 58 PROBLEMAS DE LA (TICAconstituida nuestra concepcin de la felicidad si tiene que incluir [einschliessen] a la moralidad y, segundo, si slo es verdadera semejante concepcin de la felicidad que incluya a la moralidad, si, por lo tanto, slo somos realmente felices (una idea de la que Kant se burla) cuando como crean los antiguos nos comportamos moralmente.Es por consiguiente la propia moral y quiero decir la concepcin moral moderna, que pasa por Kant la que tanto por lo que respecta al contenido de lo moralmente prescrito como tambin con relacin a la motivacin moral, la que constituye en una necesidad filosfica la reformulacin [Wiederaufnhme] de la antigua pregunta por lo verdaderamente querido, los intereses bien entendidos, la verdadera felicidad. Pero con ello quiero decir entonces: al igual que la problemtica de la dpv'neri;, slo podemos retomar hoy la problemtica de la EiSaqiova si lo hacemos en la moderna conciencia del problema, es decir, slo de forma tal que con ello no retrocedamos con respecto a la pretensin de fundamentacin despus formulada. Esto no significa un neocartesianismo, como si slo pudisemos hablar de lo que se puede fundamentar con seguridad, y tuvisemos que callar del resto. No se trata de la seguridad de la fundamentacin, sino de la claridad acerca del tipo de posibilidad de fundamentacin.Por consiguiente, cmo se puede reformular y sta es la pregunta que quera formularles la problemtica de la felicidad en el plano de la conciencia metdica actual? Con ello tenemos que dejar a un lado aquel aspecto que, desde el punto de vista prctico, tiene una considerable relevancia y en particular no es en modo alguno trivial, pero en principio resulta completamente aproblemtico: la cuestin de qu caminos son mejores para realizar una determinada concepcin

  • TICA ANTIGUA Y MODERNA

    de la felicidad. Mi problema no se refiere a los posibles errores en cuanto a los medios, sino en las metas de nuestro querer. Atae a la cuestin de qu puede significar equivocarse con respecto a los propios intereses o necesidades autnticas.La distincin entre necesidades o intereses verdaderos y falsos no es en modo alguno desconocida sino, por el contrario, muy extendida, pero hasta ahora no he encontrado ningn autor (lo cual puede deberse, por supuesto, a mi falta de lecturas) que se ocupe de esta distincin con plena consciencia de las dificultades metdicas y ofrezca un criterio de la verdad de los intereses que pueda afrontar la crtica kantiana. Est particularmente extendida en la crtica social la referencia a falsas necesidades, como por ejemplo hace Marcuse en One dimensional Man (1964). Pero por plausible e, incluso, indiscutible que sea el que aquello que consideramos nuestros intereses depende de las estructuras sociales vigentes, me parece que un acceso sociolgico o filosfico-social no puede ofrecer ningn criterio de los intereses verdaderos; pues, cmo se va a fundamentar la idea de que slo en una determinada sociedad por ejemplo, participativa y no jerrquica se pueden desarrollar los verdaderos intereses? Ostensiblemente toda tesis semejante parte de una determinada concepcin del hombre, slo puede fundarse como en Aristteles en una determinada concepcin de la constitucin correcta del individuo, por supuesto concebido como ser esencialmente social. Del plano sociolgico nos vemos remitidos, por tanto, al plano psicolgico. Pero entonces se plantea tambin aqu la cuestin de con qu derecho podemos destacar una determinada concepcin psquica como correcta o natural. La cuestin es si existe un criterio segn el cual a una persona le van las cosas bien o mal, inde

    !W

  • 60 PROBLEMAS DE LA TICApendientemente de su bienestar fctico presente y futuro, y que no est afectado por la crtica kantiana al concepto de perfeccin.Indudablemente hay una dimensin del ser humano para la cual disponemos de un criterio objetivo semejante, la salud y la enfermedad humanas. Para la afirmacin l est bien (o le va bien) disponemos por una parte de criterios subjetivos conformes con la definicin kantiana de felicidad antes citada: est bien cuando su situacin corresponde a su deseo y voluntad; pero con igual derecho empleamos tambin la afirmacin tal y como la podemos emplear con relacin a las plantas: est bien cuando est sano. Este criterio objetivo no puede reducirse al criterio subjetivo, pues alguien puede estar enfermo sin saberlo. Pero me parece que vale la relacin inversa: sera irracional no querer estar sano y tambin lo sera querer sufrir dolor sin motivo alguno. En realidad, no estoy totalmente satisfecho con esta afirmacin; habra que llenar aqu un vaco. Pero parece obvio que en la salud tenemos un criterio del bien objetivo, independiente de la voluntad y efectivamente normativo para sta desde su propia perspectiva. Por eso tiene fundamento que los griegos, en la interrogacin acerca de la felicidad, se hayan orientado hacia la salud y tambin hacia el concepto de funcin, hacia el gpyov, pues la enfermedad significa menoscabo de la capacidad de funcionamiento.La cuestin decisiva es entonces si y de qu manera podemos s