stilus 3 antigua roma quaestor garum defixio carisa

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La revista informativa de la Asociación cultural Hispania Romana III Invierno 07 Hiems 07 Una civilización a la mesa del potaje a las especias Una civilización a la mesa del potaje a las especias Sacerdotes y magistrados Sacerdotes y magistrados El poder en sus manos El poder en sus manos Carisio y los astures guerra en las alturas Carisio y los astures guerra en las alturas ¡Salud, por Apolo! medicina, magia y religión ¡Salud, por Apolo! medicina, magia y religión

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Page 1: Stilus 3 Antigua Roma Quaestor Garum Defixio Carisa

La revista informativa de la Asociación cultural Hispania Romana

IIIInvierno 07

Hiems 07

Una civilización a la mesadel potaje a las especias

Una civilización a la mesadel potaje a las especias

Sacerdotes y magistradosSacerdotes y magistradosEl poder en sus manosEl poder en sus manos

Carisio y los asturesguerra en las alturas

Carisio y los asturesguerra en las alturas

¡Salud, por Apolo!medicina, magia y religión

¡Salud, por Apolo!medicina, magia y religión

Page 2: Stilus 3 Antigua Roma Quaestor Garum Defixio Carisa

Dice un aforismo popular que el dinero no hace la felicidad, sino que la compra hecha.

Algo así se podría decir del estilo, ya que hoy en día hay personas que alqui-lan su buen gusto. Estos paladines de la apostura cobran caro por acompañar a sus clientes a comprar trajes y perfumes con los que conseguir el aspecto mun-dano e interesante que, tal vez, su per-sonalidad les niega.

Cuando me enteré de la existencia de estos zahoríes del “buen tono”, como se decía antes, me quedé sor-prendido. «¡Hay gente pa’to!», pensé, recordando la rotunda frase del tore-ro Rafael Gómez Ortega “el Gallo”. El caso es que la aparición de profe-siones nuevas, consideradas extrava-gantes en un primer momento, es una constante a lo largo de la Historia. Cambian las circunstancias y apare-cen nuevas necesidades.

Al igual que el resto de sociedades, los romanos también experimentaron este fenómeno, a medida que su civilización iba madurando. Sacerdotes y órganos de representación civil fueron repartiéndose las labores de gestión, incrementando el colectivo dedicado a sostener el Estado.

En este número, Stilus repasa dos momentos de la Historia de Roma —el periodo de la Monarquía y el Alto Impe-rio— y describe la organización política que se daba en cada uno de ellos. Se trata de dos fórmulas diferentes que, com-partiendo ciertas figuras e instituciones, muestran la evolución de una sociedad que tenía en alta estima la dedicación a los asuntos públicos.

La creciente complejidad administra-tiva constituye una manifestación más de la expansión de la Urbe, que hacía afluir hacia Roma riquezas que acaba-ron transformando la sociedad. Con más recursos, los ciudadanos quisieron

una vida mejor y empezaron a deman-dar servicios cada vez más especializa-dos. Así, los rudimentarios métodos de los curanderos cedieron terreno ante la sofisticación de los remedios griegos y egipcios, como se explica en la sección de “El rincón de Esculapio”, dedicada a los primeros pasos de la medicina.

Asimismo, los ‘arqueogastrónomos’ de KuanUm!, empresa que recupera recetas ancestrales, relatan para Stilus como el paladar sibarita de los más pu-dientes revalorizó las habilidades culina-rias de la servidumbre. El asombro que sentirían los ciudadanos más tradiciona-les ante la reputación de los cocineros profesionales sería muy similar al que despiertan hoy los gurús del buen gusto. Probablemente los austeros romanos de la “vieja escuela” se mirarían y afirma-rían ceñudos: «¡Hay gente pa’tó!».

[email protected]

CARTA DEL DIRECTOR

Gente para todo

PASIÓN POR ROMA• ¿A qué sabe el pollo numídico?

• ¿Cómo se maneja un gladio?

• ¿Qué dicen las inscripciones?

• ¿Cómo se pone una toga?

Si quieres saber la respuesta a estas preguntas y charlar con personas interesadas en la historia y las costumbres romanas:

www.legioviiii.es

HISPANIA ROMANA

Page 3: Stilus 3 Antigua Roma Quaestor Garum Defixio Carisa

EN ESTE NÚMERO

SECCIONESCOMMENTARIOLA 4NOTICIAS HR 30PASATIEMPOS 36BREVIARIUM 37

REPORTAJES

DERECHO ROMANO 6REYES Y CIUDADANOS. Por Francesc Sánchez.

ADMINISTRACIÓN 10MUCHOS PUEBLOS, UN MODELO DE GESTIÓN. Por Pablo Amado y Alejandro Carneiro.

FIRMA INVITADA 14UNA CIVILIZACIÓN A LA MESA. Por Juana María Huélamo y José María Solias.

EL RINCÓN DE ESCULAPIO 18¡SALUD, POR APOLO! Por Salvador Pacheco.

LA HUELLA DE LAS LEGIONES 24CARISIO Y LOS ASTU-RES. Por Francisco J. García

Valadés.

ENTREVISTA 32DAVID P. SANDOVAL. Por Roberto Pastrana.

LA CINEMATECA DE CLÍO 38EL SIGLO DE LA SANGRE. Por David P. Sandoval.

¿Conservación del patrimonio?DAVID-LLOYD PAÍS

Responsable del blog Commentariola Hispaniae

La web del Ministerio de Cultura informa de que la conserva-ción del patrimonio español es responsabilidad del Instituto del Patrimonio Histórico Español (IPHE): «Al Servicio de

Monumentos le corresponde la elaboración y ejecución de los pla-nes para la conservación y restauración de los monumentos, con-juntos históricos, patrimonio arqueológico y etnográfico, así como la cooperación con otras administraciones y entidades públicas o privadas para el desarrollo de dichos planes y su seguimiento.

»Se encarga de la conservación y restauración de edificios y conjuntos urbanos a través de operaciones de consolidación, repa-ración y mantenimiento del patrimonio arquitectónico adscrito a la Administración del Estado, así como a través de convenios con otras Administraciones Públicas.

»Asimismo, desarrolla la actividad del Instituto en la excavación, investigación y estudio de yacimientos arqueológicos, conservación de materiales y difusión de los resultados, además de en las labores de investigación y documentación etnográfica».

A partir de estas declaraciones, ¿qué? ¿Quién se ocupa realmente de conservar el patrimonio histórico español?

Esta es una pregunta que me he hecho en multitud de ocasiones sobre todo cuando me encuentro con un vestigio de nuestro pasado. Desgraciadamente no soy capaz de encontrar una respuesta satisfac-toria, sobre todo viendo determinados atentados contra la integridad de ese patrimonio.

Centrándome en los restos arqueológicos de época romana, uno se queda de piedra cuando visita zonas con vestigios arqueológicos, teóricamente patrimonio histórico y teóricamente, también, protegi-dos por las administraciones públicas. Como ejemplo dos pequeñas muestras:

Hace trece años trasladé mi residencia desde Madrid capital a Alcalá de Henares. Me hacía ilusión el traslado a una ciudad con más de 2.000 años de historia: Iplacea, Complutum, Al-Ka’a-Nahar y por fin, Alcalá de Henares. Un crisol de culturas. Cuan lejos de la realidad mis ilusiones...

Al visitar la zona del foro romano de la antigua Complutum me encontré con una zona vallada y deteriorada, con un cartel manus-crito (pero tirado en el suelo entre la maleza) oculto tras la llamada Ermita de los Santos Niños que indicaba que aquel erial era lo que quedaba del Foro de la ciudad de Complutum. Pregunté a un señor mayor que aún recordaba que allí había habido “piedras”, pero que hacía mucho que el Ayuntamiento las había dinamitado para cons-truir un vivero municipal y viviendas de protección oficial.

Pasaron cerca de siete años antes de que mis ojos viesen a gente trabajar en el yacimiento del foro (según la web del Ayuntamiento de Alcalá para recuperar la zona y crear un parque arqueológico).

Diez años después de trasladarme a Alcalá me enteré de la existencia de restos de una villa romana, un puente de época romana y una calzada romana (aunque “malas lenguas” hablan también de restos del primer asentamiento romano dentro de una área militar cercana). Prefiero correr un tupido velo sobre el la-mentable estado de conservación (¿desconservación, deterioro?) tanto de la villa como del puente.

Así que ¿quién debe proteger nuestro patrimonio? Espero que algún día las administraciones dejen de discutir sobre competencias y realmente se pongan manos a la obra. Si no, nos pasará lo que nos está pasando: perderemos nuestro bagaje cultural.

ROSTRA

Dirige: Roberto Pastrana.Consejo Editorial: Alejandro Carneiro, Francisco Gómez y Francesc Sánchez.

Colaboran en este número: Pablo Amado, Fran-cisco Bascuas, Alejandro Carneiro, Francisco José García Valadés, Juana María Huélamo, David-Llo-yd País, Óscar Madrid, Salvador Pacheco, Francesc Sánchez, David P. Sandoval y José María Solias.

Correo: [email protected]

es una publicación

de

Foto de portada: “Procesión de magistrados”, detalle de un relieve perteneciente al Ara Pacis (Roma).

TEMA DEL NÚMERO

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4 hiems·mmdcclx·auc

Selección de noticas recogidas de http://commentariola.blogspot.com/

Hallan un gran campamento de Escipión el Africano22/10/2007.- Viene en todos los libros de Historia como la fecha oficial de la llegada de Roma a Hispa-nia. Corría el año 218 a. C. y las legiones llegaron a las costas catalanas. Desde hace poco ese dato está un poco más constatado gra-cias al hallazgo del campa-mento romano más antiguo en la Península. Está en Palma de l’Aldea (Tarra-gona) y con una extensión estimada de 30 hectáreas pudo albergar hasta 25.000 soldados.

El descubrimiento se hizo hace casi dos años y, durante todo el tiempo que ha trans-currido, se han llevado a cabo dos intervenciones arqueoló-gicas. Las monedas locali-zadas (un tetradracma hele-nístico de Ptolomeo o una

moneda romano-campana) permiten datar la estructura al periodo correspòndiente a la segunda guerra púnica. Uno de los responsables de

la excavación, Jaume No-guera, ha afirmado que «se trata sin duda de uno de los campamentos de Publio Cor-nelio Escipión el Africano».

TARRAGONA/ Albergó al ejército que logró destruir Cartago Nova

28/12/2007.- La tradición historiográfica sostenía que la moderna Calatayud na-ció al amparo de la cercana Bilbilis, antigua ciudad cel-tíbera y luego romana, de la que dista 19 kilómetros. Los hallazgos encontrados en la ciudad aragonesa se intepretaban como perte-necientes a un grupo más

o menos disperso de villas y explotaciones agrícolas vinculadas al municipio romano. Sin embargo esta idea acaba de demostrar-se errónea al aparecer en la Plaza de Ballesteros los vestigios de unas termas de gran tamaño, destinadas a dar servicio a una ciudad importante.

Las piscinas que se han hallado ahora, algunas de amplias dimensiones, pa-recen haber estado en fun-cionamiento los cinco pri-meros siglos de nuestra era, lo que revela que la nueva ciudad descubierta sobrevi-vió a Bilbilis, que entró en rápido declive y acabó des-poblándose en el siglo III.

Unas piscinas revelan que hubo una importante ciudad cerca de Bilbilis

ARAGÓN/ Aparecen en Calatayud los restos de unas grandes termas

Pegamento universal04/12/2007.- Científi-cos del Museo de Renania (Alemania) han descu-bierto en un casco romano restos de un potente pega-mento realizado con resi-na, betún y sebo de vaca, a los que probablemente les fue incorporado harina de ladrillo u hollín como sus-tancias minerales.

Por otro lado, en una villa de Herculano (Italia) se ha encontrado un trono de ma-dera y marfil, con relieves de la resurrección de Attis.

INTERNACIONAL

Los romanos introdujeron el regadío en Levante30/11/2007.- La cons-trucción de una depuradora para Novelda y Monforte (Alicante) ha dejado al des-cubierto una acequia de los primeros siglos de nuestra era. El hallazgo pone de manifiesto que la sofisti-cación de las técnicas de regadío, que se creían intro-ducidas por los árabes en el Levante español.

La construcción de la in-fraestructura hídrica ha cons-tatado la existencia de otros tres yacimientos. La riqueza del patrimonio arqueológico de Monforte del Cid es co-nocida. De hecho se cree que la antigua ciudad de Iaspis se encuentra en las cercanías.

ALICANTE

COMMENTARIOLA

Nuevas sorpresas en el Vergel.- La villa que apareció en San Pedro del Arroyo (Ávila) sigue deparando gratas sorpresas. Aparte de tumbas visigodas, han aparecido no-tables mosaicos datados entre el siglo III y IV d. C.

Foto

: Av

iladi

gita

l.com

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5 invierno 2007

Los arqueólogos encuentran la “candidata perfecta” a Kili09/10/2007.- Tres líneas de murallas (alguna de ellas de un metro de grosor), una superficie de 8,5 hectáreas, numerosos yacimientos a su alrededor y una ocu-pación de más de siete si-glos. El yacimiento de La Carència, en el municipio valenciano de Turís, cuen-ta con muchas papeletas de ser la antigua ciudad de Kili o Gili, de cuya existencia sólo se sabía por referen-cias en algunas monedas

encontradas en el entorno de Valencia.

La arqueóloga Rosa Albiach, que ha dirigido las últimas excavaciones, ha confirmado que los re-cientes trabajos permiten conjeturar que el tercer y último anillo defensivo se acabó de construir en el si-glo I a. C.

Tras la llegada de las tropas romanas la ciudad-estado íbera no desapare-ció, ya que se han encontra-

do restos que constatan la ocupación humana durante el periodo republicano, el altoimperial, certificándose la desaparición de la ciudad hacia el siglo III d. C.

La última campaña de trabajos en La Carència se ha dedicado a consolidar lo encontrado en años an-teriores y a profundizar en su conocimiento, aunque la labor en zonas inexploradas ha conseguido conocer la superficie total de la ciudad.

VALENCIA/ La ciudad-estado íbera desapareció en el siglo III d. C.

Guissona completará este año sus termas

26/11/2007.- La cam-paña de excavaciones de este año en las termas de la antigua Jesso, la moderna Guissona (Lérida), ha deja-do al descubierto una pis-cina de 70 metros cuadra-dos. Este año se prevé que acabarán las excavaciones en este ámbito, de 1.500 metros cuadrados.

Hace dos mil años había balleneros en Ceuta

22/10/2007.- El ar-queólogo Darío Bernal ha constatado que los pobla-dores de Ceuta en época romana ya pescaban ba-llenas, tras un estudio de restos óseos encontrados en el enclave africano. Inscripciones en la curia de Labitolosa

22/10/2007.- Se han encontrado en la curia del yacimiento de Labitolosa (Huesca) once inscripcio-nes con los nombres de los cargos públicos que se reunían en su interior, así como 25 zócalos destina-dos a soportar estatuas.

Rabanales (Zamora) quiere ser Curunda04/11/2007.- El pue-blo de Rabanales esgrime la aparición de una dedi-catoria a Augusto como prueba de la importancia de este enclave, hace dos mil años. Según un estu-dio, Rabanales podría ser la mítica Curunda, capital del pueblo de Zoelas.

14/10/2007.- Las obras realizadas en la sede de la Fundación Sierra Pambley han sacado a la luz una pieza más del cuartel general (los principia) de la Legio VII, germen de la actual ciudad de León. En concreto, los trabajos han revelado una parte del cerramiento de es-tas instalaciones, consistente en un canal realizado con tégulas y una calle de nueve metros de ancho.

La Junta ha decretado el interés de los restos que,

musealizados, pasarán a formar parte del edificio de la Fundación. El arquitecto Mariano Sáenz de Miera ha instalado dos lucernarios que permitirán contemplar los restos.

Uniendo los diferentes hallazgos realizados se sabe que los principia tuvieron una superficie de 7.000 metros cuadrados. Se han delimitado por el este, norte y sur. Quedaría constatar el cierre oeste, que se cree ten-dría una puerta ornamental.

Más datos sobre el cuartel de la Legio VII

LEÓN / Bajo la Fundación Sierra Pambley

Las termas de Azaila recuperan su mosaico09/11/2007.- El erudito José Galiay afirmó a media-dos de los años 40 que las termas del yacimiento del Cabezo de Alcalá, en Azai-la, tenían un bello mosaico geométrico. La afirmación era la única noticia que se tenía de esta obra, que no aparecía citada ni siquiera en los escritos del propio descubridor del yacimiento, Juan Cabré. Los estudiosos daban por sentado que el mosaico se perdió en algún momento de las últimas dé-cadas. Pero no fue así.

Nuevos trabajos han encontrado el mosaico, de unos 20 metros cuadrados de superficie, bajo una capa de medio metro de tierra. La obra, con motivos geomé-tricos, decoraba el vestuario de las instalaciones.

TERUEL

BREVES

Foto

: El

Mun

do/L

a Cr

ónica

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6 hiems·mmdcclx·auc

Por Francesc Sánchez.

La leyenda ha fijado la fundación de Roma en el año 753 a. C., según los cálculos de Varrón, si bien la realidad es que surge tras un largo proceso de integración de las aldeas primitivas (pagi). El primer régimen político co-nocido de Roma es la Monarquía, que

se fundamenta en tres órganos: el rey, el senado y los comicios. Este sistema desaparecerá en el año 509 a. C. con la expulsión del último rey etrusco y con su sustitución por dos magistrados anuales, los cónsules, iniciándose así el período republicano.

Roma se configura, pues, como una ciudad-estado, una civitas, entendiendo

como tal «un agrupamiento de hombres libres, establecidos sobre un pequeño territorio, todos ellos dispuestos a de-fenderlo contra cualquier injerencia extraña y conjuntamente partícipes de las decisiones que importan al interés común», según lo define Juan Iglesias, catedrático de Derecho Romano.

La tradición reconoce durante este período siete reyes, cuatro de origen latino y tres de origen etrusco. El pri-mer rey de origen latino sería Rómu-lo, descendiente de Eneas y mítico fundador de la ciudad conjuntamente con su hermano Remo, al que mata. Gobierna con un corregente, Tito Ta-cio, rey de los sabinos.

A continuación nos encontramos con Numa Pompilio, sabino, y que desarrolla una gran actividad legisla-dora. Como tercer rey tenemos a Tulo

La monarquía tuvo una corta vida en la Historia

de Roma, pero buen número de las instituciones

creadas entonces sobrevivieron al derrocamien-

to de Tarquinio el Soberbio. El conocimiento de

estas instituciones ayudará a entender el marco

jurídico que se desarrolló en siglos posteriores y

que Stilus repasará en los próximos números.

Reyes y ciudadanos

DERECHOROMANO

Representación de la loba amamantando a Rómulo y Remo (esquina inferior iz-quierda). Rómulo es, según la tradición, el fundador y primer rey de Roma. Altar de mármol del siglo I d. C., encontrado en Ostia. Palazzo Massimo.

Foto: Jastrow

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7 invierno 2007

Hostilio, destructor de Alba Longa y con el que Roma empieza a erigirse como potencia local. Le sigue Anco Marcio y con él se da un periodo paci-fico, en el que destaca la construcción del pons Sublicius y el puerto de Os-tia. Es el último rey latino-sabino.

Con el fin de los reyes latinos lle-gan los etruscos. Tarquinio Prisco es

el primero, al que sigue Servio Tulio, reformador del ejército. Y finalmen-te, y como último rey Tarquinio el Soberbio, rey déspota. Por su forma de gobernar se produjo contra él un levantamiento popular dirigido por la nobleza, que condujo a la instaura-ción de un nuevo sistema político, la República.

Reyes de por vidaEl rey era un personaje único y vitali-cio, primero escogido de forma electiva y posteriormente hereditaria.

Al rey le correspondía el culto a los dioses, facultad que ejercía presidien-do los sacrificios. También tomaba los auspicios, fijaba el calendario deter-minando qué días eras fastos y cuáles

La casta esposa que derribó al rey

C uenta la leyenda que el final de la monarquía y la proclamación de la república tuvo como principal

motivo la triste historia de la aristócrata romana Lucrecia. Tito Livio narra el episo-dio en el Libro I de su “Historia de Roma desde su fundación”. Según nos explica, el último rey de Roma, Tarquinio el Soberbio, estaba en guerra con la ciudad de Ardea en Italia, a la cual tenía sitiada.

Un buen día, estando bebiendo en su tienda, Sexto Tarquinio, hijo del Rey, y Lu-cio Tarquinio Colatino, sobrino suyo, hablan de las virtudes de sus respectivas esposas. Cada cual alaba a la suya respectiva y para demostrar cuál de ellas es más virtuosa, se presentan de improviso en Roma y encuen-tran a la esposa del hijo del rey en plena diversión, mientras que Lucrecia, esposa de Colatino, se encuentra tejiendo en su habita-ción acompañada de sus esclavas. Gana por tanto la apuesta Colatino. Sin embargo Sex-to se siente atraído por la belleza de Lucre-cia y se propone a partir de aquel momento hacerla suya.

Días más tarde el hijo del rey se presenta en el domicilio de la infortunada Lucrecia, y ante la negativa de esta a aceptar sus reque-rimientos amorosos, espada en mano y bajo amenazas, la viola. Al día siguiente Lucrecia llama a su esposo y a su padre Espurio Lucre-cio que llegan acompañados por Lucio Junio Bruto y les cuenta lo sucedido. A continuación y sin darles tiempo a reaccionar se suicida clavándose un puñal en el corazón.

En el momento de su muerte Lucrecia pro-clama: «Vosotros veréis cuál es su merecido; por mi parte, aunque me absuelvo de culpa, no me eximo de castigo; en adelante ninguna mujer deshonrada tomará a Lucrecia como

ejemplo para seguir con vida».Bruto extrae el puñal y jura so-

lemnemente perseguir y expulsar al rey diciendo: «Juro por esta sangre castísima que la injuria hecha por el hijo del rey recibirá su merecido. Desde hoy Roma ya no tiene rey». A continuación arenga al pueblo y se subleva contra él. Sexto Tar-quinio muere asesinado y el rey y su familia son condenados al destierro.

Se pone de esta forma fin a la monarquía y se nombran dos cónsules, uno el propio Lucio Junio Bruto y otro Lucio Tarquinio Colatino, esposo de Lucrecia. Corría el año 509 a. C. cuando Lucio Junio Bruto fundó la República en Roma.

Seguramente lo contado por Tito Livio no sea más que pura le-yenda, pero al igual que con la fun-dación de Roma por Rómulo y Remo, los grandes momentos de su historia necesitaban de grandes leyendas que la hicieran más grande y mítica.

“Lucrecia”, de Lucas Cranach el Viejo. Galería Dahlem, en Berlín.

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8 hiems·mmdcclx·auc

nefastos, ostentaba el mando supremo militar, dirigía la política interior y exte-rior, convocaba al pueblo y al Senado, y finalmente administraba justicia.

El rey nombraba como delegados de su poder a una serie de cargos: los duo-viri perduellionis que juzgaban delitos de alta traición; los quaestores parrici-dii, especializados en casos de parrici-dio; el praefectus urbi, que sustituía al rey cuando se ausentaba de Roma; el magister equitum, que era su jefe de caballería; el magister populi, jefe de infantería; y los tribuna celerum, los comandantes de la caballería de élite y de la guardia imperial.

Por su parte, el Senado era, en ori-gen, la asamblea de los jefes de las fa-milias o gentes (patres), formada por los mayores (senex). La denominación del Senado perduró durante toda la Historia de Roma. Todavía hoy se utiliza en mu-chas asambleas legislativas. Inicialmen-te estaba formada por 100 senadores, lle-gando a tener antes de la instauración de

la República unos 300 miembros.En la época monárquica, el Senado

ejercía el interregnum. Al ser, al prin-cipio, un sistema electivo, al falleci-miento del rey se abría un periodo de transitoriedad hasta el nombramiento del nuevo sucesor. El Senado se ha-cía cargo del gobierno, escogiéndose un senador (interrex) cada cinco días para ejercer el poder, trasmitiéndolo al finalizar este período a otro miembro del Senado, también por cinco días, y así sucesivamente hasta que se elegía al nuevo rey.

La función del Senado consistiría en el asesoramiento al rey, ejerciendo su autoridad moral, y la ratificación de las decisiones de las asambleas populares, los comitia.

El papel del puebloLa organización social de la civitas romana, en su origen, se fundamen-tó en las familiae, entendidas como grupos familiares formados por per-

sonas, animales, fundos y aperos de trabajo. Todo ello se encontraba bajo el gobierno de un paterfamilias. La agrupación de diversas familias daría lugar a una gens.

La asociación de grupos de gentes y familiae da lugar al nacimiento de las tribus. La división en tribus de la so-ciedad romana se considera realizada por Rómulo y fueron tres al principio: Rammes, Tities y Luceres. No se tie-nen muy claro las bases de creación de cada una de ellas, si fueron por moti-vos territoriales o por dependencia a determinados reyes.

La agrupación de tribus en diferen-tes asambleas dio lugar al nacimiento de distintos comicios. Uno de ellos, los comitia curiata, estaba compuesto por 30 curias, diez por cada tribu. En su origen tenía como fin proporcionar miembros al ejército: 300 jinetes de caballería y 3.000 soldados de infan-tería. Estaban presidiadas por el rey y cada curia tenía un voto. Expresaban

PontíficesEl rey Numa es su creador. Los pontífices eran cargos vitalicios y en un principio eran tres. Hay diversas teorías sobre el origen de su nombre. Según Varrón, deriva de su competencia para hacer puentes (pontes facere) y la confirmaría el hecho de que el colegio tenía la custodia del Pons Sublicius. Otros autores mantienen que su origen está en la relación que man-tienen los pontífices con los dioses más poderosos (posse et facere).

Los pontífices se reunían en la Regia, un edificio situado en el foro en donde vivía el Pontifex Maximus, la principal autoridad en la interpretación de las nor-mas del jus pontificale. De hecho, el Pontífice Máximo señalaba los ritos a seguir y las fórmulas a aplicar. Su obligación era hacer cumplir las normas establecidas por los dioses (fas) y rechazar lo prohibido (nefas).

También, a partir de mediados de la república, pu-blican anualmente los Annales Maximi, que descri-bían los acontecimientos sucedidos cada año.

Finalmente, eran los encargados de fijar el ca-lendario, estableciendo los días fasti que eran pro-picios a los dioses y se podía impartir justicia y ha-cer negocios, y los nefasti, cuando no se podían hacer estas actuaciones.

Funciones terrenas para hombres divinosEl progresivo crecimiento de Roma fue complicando tanto la labor del rey, que se estableció la delegación de ciertas funciones en corporaciones presididas por el monarca. Así es como, a lo largo de los siglos, surgieron los colegios pontificales, cuyas características principales se repasan a continuación.

AuguresSu origen se remonta al propio Rómulo y eran los en-cargados de conocer e interpretar la voluntad de los dioses. Tenían carácter vitalicio y al principio eran tres aunque con el paso de tiempo fueron aumentando en número. Ningún acto importante que afectase a la vida pública (designación del rey, elección de magis-trados, declaración de guerra, etc.) se realizaba sin previamente haber consultado a los augures.

Estos utilizan diversas técnicas como la caelestia auspicia, estudio de alteraciones atmosféricas; tripu-dia auspicia, estudio de alimentos ingeridos y direc-ción del vuelo de las aves; o la exta auspicia, análisis de vísceras de animales.

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su parecer sobre las consultas que les realizaba el rey.

Los comicios curiados tenían también funciones relacionadas con el derecho de familia y la organiza-ción de la familia y de la gens. Así, ante las curias que actuaban como testigos, el paterfamilias otorgaba testamento, designaba sucesor y rea-lizaba adopciones. Ante las curias se realizaba la detestatio sacrorum que era la renuncia al culto familiar, así

como la cooptatio o adopción de una nueva gens; o al contrario, la adroga-tio o sometimiento de una familia a la potestad de otra familia.

Otro tipo de comicios eran los cen-turiados. Tito Livio y Dionisio de Ha-licarnaso atribuyen al rey Servio Tulio la creación de los comitia centuriata, que eran una asamblea formada por diversas unidades independientes de 100 personas cada una. Si bien con el tiempo varió el número, se respetó el

nombre. En un principio estaba com-puesta por 93 centurias, cada una de las cuales ostentaba un voto.

La adscripción de una persona a una centura no dependía de la perte-nencia a determinada familia o gens. El motivo de la inclusión en una u otra centuria era, al menos en los primeros tiempos, la capacidad de costearse una armadura. Posteriormente este criterio varió, pasando a ser la piedra de toque la riqueza personal. ◙

Viri SacrorumColegio sacerdotal que asumió la custodia de los libros sibilinos, procedentes de Cumas. Podían ser consultados en contadas ocasiones, a requerimiento del Senado.

• FERNÁNDEZ DE BUJÁN, A. (2007): Derecho público romano, Civitas.

• VIÑAS, A. (2007): Instituciones políticas y sociales de Roma: Mo-narquía y República, Dykinson.

PARA SABER MÁS:

FecialesDedicado a asuntos relacionados con la política ex-terior, este colegio formado por 20 sacerdotes de ca-rácter vitalicio debía participar necesariamente en los ritos previos al inicio de un enfrentamiento armado (jus fetiale) o en la firma de tratados de paz.

Los ritos para iniciar la guerra estaban totalmen-te regulados y antes del inicio de cualquier conflicto armado, debía proponerse un acuerdo por medio de una comisión negociadora, y si este no era aceptado, se iniciaban las hostilidades tras lanzarse una lanza sobre territorio extranjero.

VestalesColegio femenino, presidido por la Virgo Vestalis Maxi-ma, que rendía culto a la diosa del fuego Vesta. La llama del templo debía permanecer siempre encendi-da. Las vestales, en número de seis, eran elegidas por sorteo y debían observar el voto de castidad durante todo el período de sacerdocio que era de 30 años. Si inclumplían el voto era sepultadas vivas.

Tenían derecho a desplazarse escoltadas por licto-res y no estaban sujetas a patria potestad. Al finalizar el término del sacerdocio quedaban libres y podían contraer matrimonio.

FláminesSacerdotes que se consagraban a un dios determinado y no actuaban colegiadamente. Había tres mayores y doce menores. Los primeros y más importantes eran el flamen dialis, dedicado a Júpiter, el flamen martialis, a Marte, y el flamen quirinalis, a Quirino.

Sacrificio de un toro. Detalle de un altorre-lieve del arco de Septimio Severo de Leptis Magna. Museo de Trípoli.

Foto: Francesc Sánchez

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10 hiems·mmdcclx·auc

Por P. Amado y A. Carneiro.

Toda colonia y municipio, por peque-ño que fuera, era un reflejo de la Roma misma. Los habitantes se regían por el Derecho Romano, y los edicta de los magistrados mayores de Roma –cón-sules y pretores– tenían efecto en estas ciudades.

Sus habitantes podían disfrutar de una doble ciudadanía. O mejor dicho, gozaban de ciudadanía y media, ya que eran ciudadanos de su civitas y des-pués ciudadanos de Roma... o no. Por-que para ser ciudadano de pleno dere-cho en cada una de estas comunidades era necesario poseer individualmente el mismo derecho que el de la ciudad correspondiente, o uno superior. Es decir, un ciudadano romano podía ser miembro con pleno derecho en cual-quier ciudad, pero un latino sólo podía ser miembro de pleno derecho en las ciudades latinas y peregrinas. Por esta regla, un peregrino sólo se sentiría ciu-dadano en las ciudades peregrinas.

En la ciudad donde estaban inscri-tos, los ciudadanos romanos gozaban de plenitud de derechos pasivos (fun-

damentales) y activos (de votar y ser elegidos). También podían votar en los comitia de Roma si se desplazaban a la Urbe en elecciones, pero esta molestia era innecesaria, pues en Roma los car-gos públicos no se elegían, los otorga-ba el emperador de turno. Por otra parte, un ciudadano romano que se asentase en otra colonia o municipio romano (o en la misma Roma) al inscri-birse en el censo reci-bía la ciudadanía de su nueva residen-cia.

El gobierno de la colonia o municipio

era una simplificación del sistema de la propia Roma. Existían tres ámbitos (Senado, magistrados y pueblo), a los que se añadía el cuerpo de sacerdotes, entre los que destacan por su singula-ridad los dedicados al culto imperial, los seviri augustales, único cargo pú-blico que podían ostentar los libertos enriquecidos de la ciudad.

Ricos e influyentesEl senado de la ciudad era el cuerpo más importante, al igual que en Roma. En cada colonia y municipio lo for-maba el ordo decurionum, compues-to por ciudadanos elegidos en fun-

Unos cien años tras su definitiva pacificación, hacia el 73-74

d. C., el emperador Vespasiano extendió a toda Hispania el

derecho latino. La medida confirmaba la consolidación de

la civilización romana en la península, un triunfo que ya se

apreciaba en las ciudades, donde las élites replicaban la es-

tructura administrativa de la Urbe. El auge de la estructura

municipal permitió un gran desarrollo en Hispania.

ADMINISTRACIÓN

Vespasiano extendió el dere-cho latino a toda Hispania, permitiendo que todas las ciudades disfrutasen de las mismas prerrogativas. El de-sarrollo de la administración municipal fomentó la estabili-dad y el auge del Imperio.

LASCIUDADESROMANASENHISPANIA/3

Muchos pueblos,un modelo de gestión

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ción de su riqueza y prestigio social. Cada ciudad decidía por sí misma el número de decuriones según su censo y riqueza. No existió un número fijo a escala imperial, aunque se pensó durante mucho tiempo que eran 100, siguiendo un texto de Plinio el Joven, que hablaba de los 100 decuriones de su querida Como. Sin embargo, por los restos epigráficos hispanos, se deduce que por aquí eran menos por norma general. Por ejemplo, en Urso (Osuna) posiblemente eran 75, y en las leyes de la pequeña Irni (El Saucejo) estaban fijados en 63.

Tampoco hay una norma general sobre la capacidad económica y otras cualidades necesarias para alcanzar el decurionato. Varían bastante según la ciudad del imperio de que se trate. En el caso de Urso, como curiosidad, se exigía residir en un radio de una milla en torno a la ciudad.

Los poderes de este cuerpo eran aconsejar a los magistrados y debatir las cuestiones políticas tomando deci-siones de alcance municipal en todos los ámbitos, desde la fijación de los días de fiesta hasta la formación de una milicia local o el envío de embajadas.

En el caso de las colonias, en el momento de la fundación, los decurio-nes eran elegidos a razón de uno por cada diez colonos varones, mayores de edad, libres y, por supuesto, ciudada-nos romanos. Según la colonia crecía, los puestos del senado eran ocupados por los antiguos magistrados que per-tenecían a los ciudadanos más ricos, los únicos capaces de pagar la campa-ña electoral. El cargo de decurio era vitalicio y sólo podía ser expulsado del cuerpo por un crimen grave o una afrenta moral, como el adulterio.

Tiempo de eleccionesLos cargos de magistrados estaban mucho más acotados, estaban jerarqui-zados, pues había que ascender por una cadena de rangos o cursus honorum; eran colegiados, siempre por parejas, y de duración anual, sin posibilidad de renovación hasta transcurridos una cantidad de años fuera del cargo. Este plazo variaba según el lugar.

Los magistrados eran elegidos a finales de año por el pueblo tras cele-

brar elecciones después de una larga campaña electoral, de la cual Pompeya nos ha dejado buenas muestras que po-drían extrapolarse sin problemas a una ciudad hispana.

Los cargos, que daban popularidad y prestigio costaban un buen puñado de dinero, pues se consideraba parte de las obligaciones (munera) de los ma-gistrados la construcción a su costa de templos y edificios públicos —como mercados, bibliotecas, baños públi-cos o anfiteatros— y, principalmente, la celebración de espectáculos para el pueblo, siempre deseoso de distraccio-nes y dispuesto a que la frase “pan y circo” no pasase de moda. De ahí que la reglamentación de los juegos sea de las partes más importantes dentro de las leyes de las ciudades. Y que lo pri-mero que hacían los magistrados al ser elegidos fueran unos ludi para regocijo del pueblo, tanto los duoviri como los aediles. En aquellas ciudades sin anfi-teatro, se solían celebrar en el foro o en el teatro.

A su vez, los elegidos conmemora-ban sus actividades con estatuas mo-numentales del emperador reinante, o de ellos mismos, acompañadas de las oportunas inscripciones que recordaran los autores y el por qué de las grandes obras realizadas. Pero estos dispendios y excesos de gastos eran a corto pla-zo. En la práctica, permitían ascender en la escala social y otorgaban nuevas oportunidades de enriquecerse a ma-yor escala en el futuro, ya que ejercer una magistratura local posibilitaba la entrada en la administración imperial y el ejército.

Cargos y funcionesLas cualidades del candidato no se me-dían por su programa político ni por las promesas electorales, que son práctica-mente inexistentes, sino que un candi-dato recibía apoyo por sus cualidades morales. Si un candidato era honesto se suponía que su gestión política lo sería igualmente. La honradez en el trabajo era, pues, apreciada entre los electores tanto como en los tiempos actuales. In-cluso mucho más, pues parecía la prin-cipal causa oficial para ser elegido.

Por rango ascendente, los magis-trados eran dos quaestores, aunque en

La participación en la vida municipal permitía a los ciudadanos más influ-yentes intervenir en asuntos públicos tales como instituir días de fiesta (arri-ba, fragmento de un calendario), pero también incrementar su estima social mediante el patrocinio de espectáculos como los juegos gladiatorios (abajo, recreación del grupo Ars Dimicandi).

Foto: R. P.

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Hispania aparecen en muy pocas oca-siones, dos aediles y dos duoviri de jure dicundo. A veces, sobre todo en His-pania, se agrupan los aediles y duoviri bajo el título de quattuorviri.

Los quaestores se dedicaban a la-bores de recogida de impuestos, apro-visionamiento y policía (las cuestiones de murallas hacia fuera); los aediles,

a organizar los eventos religiosos y festejos y mantener los edificios públi-cos (las cuestiones de murallas hacia adentro). En lo más alto, los duoviri, que eran una imagen de los cónsu-les de Roma, gobernaban la ciudad y administraban justicia. Todos estos magistrados tenían potestas, es decir, capacidad para pronunciar edicta, pero

no imperium, poder para condenar a muerte y regir el ejército. Sólo los cón-sules y pretores de Roma y después el emperador tenían estas facultades. Quienes ejercían el imperium en pro-vincias eran los procónsules y propre-tores, que eran elegidos por el Senado y, más tarde, por el emperador entre los ex magistrados de la Roma imperial.

Sabemos que en Pompeya to-das las primaveras comenzaba la fiebre electoral. Como no existía ningún lugar específico para anun-ciarse, las paredes se inundaban de mensajes pidiendo el voto. El propietario de la vivienda o nego-cio podía comprometerse con los candidatos y prestarles su apoyo. Los que se presentaban a una ma-gistratura no pedían el voto, no se-ría digno para un romano, sino que sus seguidores lo hacían por ellos. En un marco en el que no existían los partidos políticos tal como los conocemos hoy, se votaba exclusi-vamente a la persona.

Los carteles electorales se pinta-ban generalmente en rojo. Estaban hechos por pintores profesionales en un tipo de letra denominada scripta actuaria. Primero se blanqueaba la pared y luego se escribía sobre ella.

Los carteles presentan una es-tructura formular y la mayor parte de las veces fija. En primer lugar se coloca el nombre del candidato en acusativo y el cargo para el que se le propone. Después suele aparecer el nombre del que propone al candida-to pidiendo el voto (en nominativo) y la fórmula ROG(at/ant): propone/proponen. También es muy habitual la fórmula O(ro) V(os) F(aciatis): os pido que hagáis.

Los carteles más abundantes en Pompeya son los que proponen a un solo candidato. Concurrir en pareja no parecía la costumbre.

Candidatos por las paredes

Las abreviaturas encontradas en los carteles electorales son: • AED = AED(ilem) = aedilem (edil) o AED(iles) = aediles (si son dos candidatos).• II VIR = II VIR(um)= duovi-rum (duunviro) o II VIR(os) = duoviros (con dos candidatos).• II VIR I D = II VIR(um) I(ure) D(icundo) = duovirum iure dicundo (duunviro para ad-ministrar la justicia) o II VIR(os) I(ure) D(icundo) = duoviros iure dicundo (con dos candidatos).

LOS CARGOS EN LAS PINTADAS ELECTORALES

A la derecha, pared inundada de pintadas pidiendo el voto para los candidatos que se presentaron a las últimas elecciones municipales en Pompeya. Arriba, detalle de uno de estos anuncios.

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Finalmente, podían existir, depen-diendo de la importancia del municipio, cargos municipales auxiliares o subal-ternos, llamados en general apparitores, que la mayoría de las veces eran esclavos o libertos que podían ser propiedad de la colonia o municipio. Por ejemplo, en el municipio de Urso cada aedilis tenía un secretario, cuatro esclavos públicos, un pregonero, un flautista para anunciar su paso por la calle y... ¡un adivino!

La última esfera de poder estaba en la asamblea popular, el pueblo, compues-to por todos los ciudadanos masculinos que habitaban en el perímetro urbano de la colonia o municipio. Formaban el

censo de la ciudad y se dividían en cu-rias. Sus principales funciones eran las de elegir a los magistrados municipales, los sacerdotes (si era la costumbre) y aprobar los decretos honoríficos del se-nado local. Como contrapartida, debían participar en prestaciones gratuitas de jornadas de trabajo para la ciudad, nor-malmente reparaciones y construcción de obras públicas.

Dignatarios para el cultoLos sacerdotes de la ciudad se ocupa-ban del culto, que era la relación de la ciudad como comunidad con sus dioses titulares, generalmente una tría-

da, con el objetivo mantener el favor divino para la ciudad. El culto, al ser público, se realizaba con ceremonias que incluían sacrificios y festivales en días señalados como la fundación de la ciudad o los días dedicados a cada divinidad.

Las ceremonias eran muy compli-cadas y ritualizadas, establecidas según las leyes religiosas. Los cargos sacer-dotales eran el de pontifex, que debía residir siempre en la ciudad, los flami-nes, encargados del culto imperial, y los augures. Los cargos eran elegibles anualmente y, en contadas ocasiones, vitalicios. Debían estar casados y tener una moral impecable. Otorgaban una gran dignitas y se convertían en el fi-nal del cursus honorum para cualquier magistrado local... y un trampolín de primera para la administración provin-cial o incluso imperial.

Un caso especial de sacerdocio eran los seviri augustales, colegio de seis personas nombradas por los decurio-nes durante el periodo de un año. Se dedicaban a realizar las ceremonias del culto al emperador.

Al ser elegidos estaban obligados a pagar una importante suma de dine-ro, por lo que era un cargo monopo-lizado por libertos enriquecidos, que además lo utilizaban como medio de promoción social para ellos y sus fa-milias. Era como un título de nobleza para ellos. El atractivo de este cargo para los libertos urbanos lo manifiesta claramente el liberto Trimalción en el “Satyricon” al pedir que aparezca en su epitafio «se le concedió el sevirato en ausencia». ◙

• ETIENNE, R. (1992): La vida cotidiana en Pompeya, Temas de Hoy.

• MANGAS, J. (1996): Aldea y ciudad en la antigüedad hispana, Arcos Libros.

• MANGAS, J. (2001): Leyes coloniales y municipales de la Hispania romana, Arcos Libros.

PARA SABER MÁS:

La instauración del derecho latino en Hispania incorporó esta pro-vincia a un modelo administrativo que ya se aplicaba en otras partes del Imperio. Hasta ese momento, las ciudades hispanas se había regido por códigos surgidos en la época de la conquista roma-na, bien fuese tras su conquista o por el nacimiento de una nue-va ciudad. Cabe destacar que, en este último caso, no existían unas leyes fundamentales de funda-ción de la ciudad. El equivalente eran las tabulae de bronce que se exhibían en el foro de la ciudad y cuyas originales en papiro se guardaban en el archivo munici-pal. Estas eran concesiones de le-yes de emperadores respecto a la ciudadanía, pero también incluían cuestiones de derecho territorial y de organización.

Ejemplos de estas tabulae se han encontrado por toda España, pero son muy fragmentarias. Las más completas son las de Salpen-sa, Malaca, Urso y principalmente Irni, que conserva seis de las diez tablas originarias. Como las leyes modernas, estas tabulae estaban organizadas en artículos, que se pueden clasificar en los siguien-

tes tipos: los referentes a la ciu-dadanía con sus requisitos y la enumeración de las concesiones de ciudadanía de los diferentes emperadores; los organizativos del gobierno de la ciudad; la ex-tensión del ager o territorio rural de la colonia y la potestad para cobrar impuestos en los caminos, puentes y puertos tanto fluvia-les como marítimos (vectigalia). Debido a la igualdad de muchos párrafos de estos documentos en diversos lugares del imperio se piensa que había un modelo en Roma, un prototipo, que se adap-taba a las características locales.

En definitiva, sobre la amplia variedad de pueblos se extendía una capa homogénea de organi-zación urbana que unía e identifi-caba cada pequeña localidad con la urbe capital, cada polis con la madre del imperio universal, ofre-ciendo un modelo de vida a los habitantes de las diferentes pro-vincias que los romanos, y poco a poco los pueblos subyugados, identificaron con la idea de civili-zación, como oposición al bárbaro sin ciudad, “incivilizado”.

Y hasta hoy seguimos pensan-do lo mismo.

Las tablas de la ley

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Por J. M. Huélamo y J. M. Solias.

Tratar sobre la comida en Roma es complejo por el hecho de haber de re-ferirse, no sólo a un modelo de consu-mo y transformación alimentaria, sino también a una evolución continuada de alimentos y procesos culinarios a lo lar-go de alrededor de un milenio, y de una cultura nutricional que se adapta a las diversas realidades económicas, socia-les y ecológicas que van constituyendo su propia historia.

Es distinta la comida de un pueblo que se desarrolla en un pequeño terri-torio en el centro de Italia, de la de un imperio que domina la mayor parte del orbe conocido. Esta evolución de la cul-tura romana sentó, sin duda, las bases de nuestra civilización occidental.

Si bien la imagen que se nos ha trans-mitido de la gastronomía romana suele

asociarse con los banquetes, el lujo, el exceso y los productos exóticos, la base de su cocina hay que buscarla en el con-sumo de platos compuestos por harinas vegetales y escasa carne. Esta base ali-mentaria se mantuvo bastante invariable durante siglos, y se le fueron añadiendo sucesivas capas de refinamiento gastro-nómico y de nuevos productos a medida que Roma iba conquistando el mundo y teniendo acceso directo a ellos.

Comedores de potajesPlinio presenta como históricos los orígenes —para nosotros legenda-rios— del inicio de la transformación de los cereales en aquella cultura. Cuenta el sabio almirante como el se-gundo rey de Roma, Numa Pompilio, enseñó a los romanos a tostar el trigo, abandonando así la tradicional comida a base de bellotas. La harina resultante

de la molienda de aquel cereal se mez-claba con agua, formando el puls o pulmentum, las gachas que constituían el alimento principal de los romanos en época arcaica. Hay que aclarar, asi-mismo, que la harina se podía obtener no sólo de trigo, sino también de otros cereales, o incluso de legumbres.

Podemos seguir la pista de este con-sumo en los nomina y cognomina de las grandes familias. Evocadores son los Léntulo (lenteja), Fabio (haba), Cicerón (que tenía una verruga como un garban-zo) o Pisón (guisante).

Si estas preparaciones se comple-taban con grasas, carnes o verduras, estamos hablando de potajes, platos importantes en la dieta romana. Tal es así que incluso la denominación sarcástica de un romano era la de co-medor de potajes: pultiphagus o pul-tiphagnides (Plauto).

Banquetes interminables,

decenas de platos, co-

mensales vomitando para

poder comer más... Poca

verdad hay en los clichés

que se suelen manejar

sobre la dieta romana.

Frente al paladar sibarita

de algunos acomodados

aficionados a las especias,

el pueblo sobrevivía a base

de potajes y gachas.

GASTRONOMÍA

Mosaico del Museo de Aquileia (Italia). La representación de los restos de un banquete

muestra de qué se alimentaba una familia acomodada hacia el siglo I-II d. C. Pescados y

mariscos eran considerados productos de lujo.

FIRMAINVITADA

Una civilizacióna la mesa

Foto: Sebastià Giralt

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Los había de diversos ingredientes. Así, por ejemplo, en el pulte fabacia et larido, mencionado por Macrobio, la harina, las habas y la grasa del to-cino son los ingredientes de peso. El proceso es pura economía alimenta-ria: se aprovecha la grasa del tocino sobre la base de una mezcla de harina de cereal y habas.

Más potajes con nombre propio son, entre otros, el pultes julianae sic coquuntur y el pultes cum jure oeno-cocti, ambos mencionados en “De Re Coquinaria” de Apicio. Su aparición en recetas de alta cocina nos sugiere su co-tidianeidad en la mesa romana.

En la misma obra hay más platos con ingredientes y procesos de elaboración similares. Así encontramos la tisanam et alicam, un tipo de crema de cebada y sémola aromatizada con las hierbas y condimentos habituales, que cuenta en su composición con el complemento cárnico de un codillo de jamón.

Además de esta, existen diferentes clases de pultes que incluyen siempre

variados ti-pos de harinas, además de sesos y otras carnes trituradas (comida, esta última, de gentes más favorecidas, claro está).

Hasta el siglo II a. C., además de estas papillas o potajes, el común de los romanos se alimentaba también de otras cosas sencillas: verdura –comían mucha col–, queso y algunas frutas, básicamente, manzanas e higos. Por lo que respecta a la carne, esta se consu-mía con bastante moderación. En las llanuras próximas a Roma abundaba el cerdo, pero, a partir de la conquista de las montañas centrales de la Península Itálica y el dominio de las rutas de tras-humancia, aumentó, asimismo, el con-sumo de carne de oveja y cordero.

Llega el refinamientoUn momento importante en esta evo-lución culinaria se produjo a partir de mediados de siglo II a. C. Este momen-to coincide con la expansión mediterrá-nea de Roma. Se producen interesantes

contactos con la gastronomía griega y los lujos de Oriente y, a partir de enton-ces, ya todo empieza a cambiar. Eche-mos mano de la literatura como apoyo documental de este cambio. Ovidio nos ofrece el recuerdo que se tenía de la pér-dida de los primeros tiempos frugales:

«¿Me preguntas por qué se come tocino grasiento en aquellas calendas, y por qué mezclan habas con espelta caliente? Ella (la diosa Carna, cuya festividad se celebraba en las calen-das de junio) es una diosa antigua y se alimenta con la comida que acos-tumbraba antes, y no es golosa como para desear manjares de importación. El pez nadaba con aquellas gentes antiguas sin temor al anzuelo y las ostras estaban seguras dentro de sus conchas. El Lacio no conocía las aves que suministra la rica Jonia (el fran-colín) ni el pájaro que se deleita con la sangre pigmea (la grulla). Y del pavo real no agradaban más que las plu-

Dieta popular y alta cocina. Arriba, un fresco encontrado en una taberna

de Ostia muestra alimentos típicos del pueblo. De izquierda a derecha, un plato de guisantes y rábano con

salsera, un vaso de vino y salazones. El mosaico de la derecha, encon-trado en Libia, muestra diversos productos apreciados, como una

mano de cerdo.

Foto: KuanUm!

Foto

: Seb

astià

Gira

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mas, y la tierra no había enviado antes los animales capturados. El cerdo es-taba en estima: las fiestas se celebra-ban con matanza de cerdos. La tierra sólo daba habas y espelta dura. Quien quiera que coma en las calendas del sexto mes estos dos productos al mismo tiempo, dicen que a este no le pueden doler las tripas» (“Fas-tos”, VI, 101).

La diversidad culinaria se amplía con el dulzor de las nuevas frutas venidas de lejos: melocotones de Persia, alba-ricoques de Armenia, dátiles de África... Frutas nuevas que las excavaciones van sacando a la luz y las representaciones iconográficas nos muestran con delectación gráfica.

Pero más importante aún, las formas de preparar y servir los alimen-tos se complican y hacen necesaria la aparición de especialistas. La figura del cocinero alcanza un cierto prestigio y empiezan a llegar a Roma profesionales griegos, esclavos o libres, para servir en las mejoras mesas. También es el mo-mento en que empiezan a triunfar los panaderos que ofrecen diversos tipos de panes a sus clientes. La vajilla, por otro lado, evoluciona y de ella nos habla con precisión la arqueología.

Una cena copiosaPero, al igual que hoy, no se comía lo mismo a todas las horas del día y los menús variaban según las estaciones (lo que hoy llamaríamos “cocina de mercado”). La variedad en la comida era una realidad que cada vez se iba haciendo más habitual en el mundo romano.

De todos modos, las comidas eran básicamente estas. La primera del día recibía el nombre de jentaculum, era un desayuno frugal que se tomaba nada más salir el sol. Podía consistir en un trozo de pan con queso; incluso podían ingerirse los restos de la cena del día anterior. Muy habitual debía de ser también prepararse un moretum, o salsa de queso con hierbas y especias, tal como se recoge en las múltiples variantes de esta receta que se datan desde el siglo II a. C. hasta, como mí-nimo, el siglo IV de nuestra era.

A mediodía tenía lugar el prandium. Esta colación debía ser muy frugal, ya que sabemos que, por ejemplo, Plinio el Viejo se la tomaba muchas veces de pie y sin siquiera lavarse las manos, como nos explica su sobrino.

En las ciudades, además, existía la posibilidad de adquirirlo o consumirlo en un establecimiento público, el ther-mopolium. Estos establecimientos eran pequeños bares o casas de comida ca-liente donde se ofrecían diversas espe-cialidades culinarias y diferentes bebidas

a modo de los actuales “fast food”, tan frecuentes en nuestros espacios urbanos.

La gran comida del día se tomaba al anochecer y recibía el nombre de cena. En ese momento de la jornada, cuando ya habían finalizado las obligaciones, se reunían las familias y los amigos para gozar de manjares y compañía. La gente comía en la sala que recibía el nombre de triclinium. En esta se encontraban tres camas que se disponían en forma de ‘U’ alrededor de una pequeña mesa. En cada una de ellas se podían acomo-

La prosperidad de las clases pudientes se reflejó en la aparición de productos más refinados como el pan blanco. A la izquierda, hogaza preparada por la em-presa KuanUm! siguiendo restos encon-trados en Pompeya. Arriba, hornos de moler, de una panadería de esa ciudad.

Las casas de comidas abundaban en las ciudades.

En el mostrador de este thermopolium de Herculano aún se pueden observar los

recipientes donde se conser-vaba la comida.

Foto: KuanUm!

Foto

: Ku

anUm

!

Foto: S. Giralt

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dar al mismo tiempo tres comensales, los cuales accedían con la mano dere-cha a los viandas que iban depositando los esclavos en la mesita.

Como los alimentos venían ya trin-chados de la cocina, los únicos cubier-tos que se usaban eran cuchillos y cu-charillas, por lo que era imprescindible el uso de las manos para asir la comida. Esto convertía en imperiosa la necesi-dad de lavárselas con frecuencia, cosa que realizaban con agua los esclavos que pululaban alrededor de los comen-sales, y también se usaban las serville-tas de lino que cada comensal llevaba consigo. Servilletas que a menudo ha-cían servir los invitados, para llevarse las sobras a casa. Marcial nos dejó tes-timonio del uso intensivo que hacían de ella los gorrones:

«No hay nada más miserable ni más glotón que Santra (el gorrón de turno). Cuando llega corriendo invitado a una cena en toda regla, que ha estado bus-cando tantos días y noches, pide tres veces criadillas de jabalí, cuatro veces lomo, y ambos muslos de una liebre y sus dos brazuelos, y no se ruboriza por jurar en falso acerca de un tordo (y jurando no haberlo comido, conse-guir engullir otro) y arramblar con las descoloridas mollas de las ostras. Con unos bocados de tarta pone pringando su asquerosa servilleta, allí se ponen también unas uvas de orza, unos po-cos granos de granada, el repugnante pellejo de unas parias (esto es, pla-centas, bocado considerado exquisito) vaciadas y un higo lagrimeando y un hongo boleto desequido. Pero cuando la servilleta ya revienta con sus mil y un hurtos, esconde al calor de su seno unas costillas mordisqueadas y una tórtola trinchada, luego de devorar su cabeza» (“Epigramas”, VII, XX).

El reino de las especiasLa comida romana de época clásica era, sobre todo, de consistencia blanda y ju-gosa, ya que los procedimientos básicos consistían en hervir o cocer para poste-riormente, pero no siempre, freír.

La salsa, generalmente, se añadía al final de la preparación, justo antes de la presentación. Siendo así, los morteros debían ser elementos importantes en las preparaciones culinarias, tal y como

demuestra la arqueología. La manteca servía para untar las cazuelas antes de la preparación, pero aparece poco en los libros de Apicio. De gran importancia eran las hierbas, especias y condimen-tos utilizados quizás a veces en dema-sía: 107 diferentes se llegan a contabili-zar en “De Re Coquinaria”. Pimienta, y sobre todo, garum, son los más usados en las cocinas exquisitas. Este garum, verdadero oro líquido de la Antigüedad, consistía en una salsa de pescado azul realizada a partir de la fermentación de las vísceras de caballa, morralla –alevi-nes de anchoa y sardina– y otros peces.

La comida se regaba sobre todo con vino, rebajado con agua, y la mayor parte de las veces, con adición de otros elementos que ayudaban a controlar sus propiedades organolépticas, para conse-

guir una bebida de sabor más agradable y ayudar a evitar su deterioro.

Los romanos conocían perfectamen-te las diferentes variedades y proceden-cias de los vinos. Producían caldos muy apreciados, como el másico y el falerno (que habitualmente se confunden entre sí) y que se cosechan al pie de los Mon-tes Másicos, en las tierras campanas linderas con el Lacio, una de las más afamadas denominaciones de origen.

En contrapeso se hallaban vinos de-testables, como los del campo Vaticano, proverbialmente considerado un vino flojo y de baja calidad y otros, como el vino layetano (de los alrededores de Barcelona), abundante aunque de ínfi-ma calidad. Pero, hagamos una pausa y brindemos, amigos, acabando aquí por-que esa es otra historia. ◙

• FEEMSTER JASHEMSKY, W.; MEUER, F. G. (eds.) (2002): The Natural History of Pompeii. Cambridge University Press.

• HARRIS, M. (1994): Bueno para comer, Madrid, Biblioteca temática Alianza, núm. 7, Ed. El Prado.

• HUÉLAMO GABALDÓN, J. M.; SOLIAS ARÍS, J. M. (2006): Herbes, espècies i condiments en época romana, Museu de Badalona.

• HUÉLAMO GABALDÓN, J. M.; SOLIAS ARÍS, J. M. (2007): El vi en época romana, Museu de Badalona.

• IBÁÑEZ ARTICA, M. (1995): APICIO De Re Coquinaria. Gas-tronomía en la Antigua Roma Imperial. Comentarios y traduc-ción a cargo de Miguel Ibáñez Artica, Bilbao, R&B Ediciones.

PARA SABER MÁS:

• APICIO, M. G.: De Re Coquinaria.• COLUMELLA, L. J. M.: De Re Rustica.• MARCIAL: Epigramas.• OVIDIO NASÓN, P.: Fastos.• PLAUTO: Poenulus y Mostellaria.• PLINIO EL JOVEN: Cartas.• PLINIO EL VIEJO: Naturalis Historia.

FUENTES CONSULTADASMesa de especias de KuanUm!, utilizada en la reconstrucción de platos romanos. Se ha cons-tatado el uso de más de cien especias.

Foto

: Ku

anUm

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ELRINCÓNDEESCULAPIO

LA MEDICINA MÁGICO-RELIGIOSA

¡Salud, por Apolo!

Por Salvador Pacheco.

En los primeros siglos de la historia de Roma no existió la profesión de médico. Así lo afirman las fuentes. De esto se hace eco Plinio en su “Historia Natural” al constatar primero que «existen millares de pue-blos que viven sin médicos y sin embargo no sin medicina», y más al afirmar que Casio He-mina, autor antiguo, escribió que «el primer médico que se estableció en Roma fue Arca-gato del Peloponeso».

Ciertamente, esta afirmación debe tomarse con cierta pruden-cia, o al menos debe entenderse en lo referente a los médicos griegos, pues ya Dionisio de Halicarnaso nos indica que du-rante la peste del año 453 a. C., en la que murieron casi todos los esclavos y la mitad de los ciudadanos, «no fueron sufi-cientes los médicos y el auxilio de los parientes y de los amigos para atender a los enfermos». Tampoco deja de ser significa-tivo que en las obras de Plauto (254-184 a. C.) aparezcan va-

Restos del templo de Apollo Medi-cus, en Roma, construido al parecer para acabar con una epidemia que se desató en 431 a. C. Antes de adoptar a Esculapio, Apolo era ve-renado como protector de la salud.

Foto: Michael Wilson

Mitos y supersticiones se mezclan en la

explicación que las civilizaciones de la Anti-

güedad dieron a la enfermedad. Conjuros,

amuletos y extravagantes remedios preten-

dían mantener apartado el mal y el dolor.

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rios médicos, lo que indudablemente nos indica que esta era una actividad conocida en la ciudad.

Existieran o no profesionales en-cargados de la salud de sus conciuda-danos, la llegada de la medicina grie-ga significó una inflexión conceptual en la forma de entender este arte. Vea-mos cómo era la medicina en Roma antes de la llegada de Arcagato (219 a. C.), o lo que es lo mismo, antes del triunfal desembarco de la medicina griega.

Mitos y creenciasPara comprender la medicina romana, tanto durante la monarquía como en los primeros siglos de la república, resulta imprescindible explicar las ne-cesidades que llevaron a la aparición de la medicina y a las distintas formas en que esta se fue materializando; y el modo en que aquellas gentes vivieron la enfermedad y su tratamiento, intro-duciendo, sobre una visión general, algunas particularidades del mundo romano.

Si hoy podemos afirmar que la ac-tual medicina es un cúmulo de disci-plinas científicas aplicadas a los pro-cesos morbosos que se desarrollan en el organismo humano y que, aunque pueda parecer lo contrario, esta me-dicina es una ciencia o un arte rela-tivamente nuevo, no es menos cierto que la enfermedad es más antigua que la propia raza humana. Asaltó a ésta desde su propio inicio, antes de que los hombres pudieran darle una inter-pretación racional.

El temor a la muerte llevó desde los orígenes de los tiempos a una in-terpretación terapéutica basada en mi-tos, creencias y ritos, apareciendo así una medicina mágico-religiosa, que sin duda ha sido la que por más tiempo y en más lugares se ha aplicado. Aún hoy, incluso en las zonas más cultas y civilizadas se sigue practicando, pues el pensamiento mágico religioso ante la enfermedad no ha cambiado en su esencia: subjetividad, creencias co-lectivas profundamente ligadas a las culturas tradicionales, sin la noción del devenir histórico y que hacen di-ferir la esperanza de curación a unos mitos ancestrales sitos en los orígenes

del mundo. Este conocimiento ances-tral, encerrado en sí mismo, no puede nunca ser partida para nuevos conoci-mientos. Es preciso un planteamiento nuevo y radical para, sobrepasando esta mentalidad, descubrir un nuevo mundo, el del empirismo, la razón, y con el tiempo, la ciencia.

La verdadera medicina apare-ce cuando una voluntad consciente trata de buscar las causas y los re-medios para sanar una enfermedad.

Curación o enfermedad ya no de-pende de fuerzas externas al propio enfermo, no es el poder del rito, ni la actuación del ser sobrenatural la que induce la curación o la enfer-medad. Es un desequilibrio que hay que corregir. Es el hombre el que ha enfermado y no al que han enferma-do al sustraerle sus fuerzas por ser invadido por demonios malvados.

Esto no prueba que esta medicina mágico-religiosa no tenga eficacia y

En la historia de Roma podemos recoger, salpicados en distintas citas, elementos de esa medi-cina mágica. Así, cuando Colu-mela nos informa de que para que el vitíligo sea realmente eficaz, debe ser recogido con la mano izquierda y antes de que salga el sol; o la creencia en la acción preventiva de la palabra «Salus» –hoy sustituida por «Je-sús»– que pronunciada tras un estornudo podía facilitar la cura-ción del catarro; o la superchería expuesta por el culto Plinio de que, tras admitir la incapacidad de la medicina del primer siglo para combatir las “fiebres cuar-tanas” (el paludismo), refiere al-gún remedio de mago, como la

eficacia de un amuleto realizado con la tierra, convenientemente envuelta en un lienzo atado con hilo rojo, donde se haya revol-cado un halcón; o la utilidad del colmillo de un perro negro para este mismo mal.

No por menos mágica debe tenerse la creencia de que la sangre recogida y bebida, aún caliente, de la cabeza de un gladiador recién fallecido era un eficacísimo remedio contra las enfermedades mentales. Tal creencia se extendió a lo largo de los siglos de manera que, aboli-dos los juegos gladiatorios en el año 400, la sangre de los gladia-dores fue sustituida por la de los reos decapitados.

Remedios mágicos

El mosquito anopheles es responsable del contagio del paludismo, que los romanos intentaban curar con sangre de gladiadores y ajusticiados.

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esta eficacia no se haya mantenido en los mismos niveles desde que apa-reció con las primeras culturas. Es evidente que la fe del enfermo juega un papel trascendente en la convic-ción de poder sanar o enfermar. Sirva como ejemplo, en este caso negativo, de lo denominado por W. B. Cannon como “Voodoo Death”. Entre los aborígenes australianos, la impreca-ción lanzada por un hechicero con-tra determinado individuo lleva a su

lenta e inexorable muerte por la sola convicción de la imposibilidad de evitarla.

Pecado y castigo¿Cuál fue el origen de esta medicina mágica? Podemos intuir que fue la angustia del hombre ancestral por la muerte, la inseguridad de la vida la que le llevó a armarse de una serie de estructuras psicológicas que le dieran una sensación de seguridad. Estruc-

turas tal vez familiares, sociales, tri-bales, mítico-religiosas, estructuras que en último término introducen un orden personal y cósmico donde uno se puede encontrar, comprender su propia e íntima situación, y tener ar-mas que sirvan para enfrentarse a la angustia propia de la vida consciente.

Es evidente que si la seguridad se obtiene de este orden inquebran-table, la salida de él no sólo es un terrible crimen, sino que va empa-

Muchas son, en el mundo roma-no, las deidades de mayor o me-nor rango, propias o extranjeras, que actuaban en el mantenimiento o recuperación de la salud. Y por tanto, también eran múltiples los sacerdotes que hacían de interme-diarios entre el dios y el rogante.

El propio Apolo estaba relacio-nado con la salud y la medicina, pero también otros menores como la diosa Salus, personificación de la salud, a la que se debía acudir especialmente antes de iniciar un viaje. Esta deidad fue una de las primeras asociadas al emperador por lo que fue conocida como Sa-lus Augusta. Salus, que terminó por confundirse con la Higia (o Hi-gieya) griega, tuvo un santuario en el Quirinal como consecuencia del voto realizado durante las gue-rras samnitas por el cónsul Junio Bubulco. Encargada de la salud individual, la del emperador y la colectiva del pueblo romano, reci-bía sacrificios el 8 de agosto por la salud común.

También la diosa Streva, que poseía un templo cerca del Coliseo; o Sumnus que facilitaba el sueño al que requería el descanso repa-rador, durante el cual se le mos-traba lo que debía hacerse para re-cuperar la salud. A estos podemos añadir a Febris, eficaz contra las fiebres y honrada en sus templos de los montes Palatino, Equilino y

Quirinal. Los enfermos que a ella recurrían, y cuya acción permitía la curación, dedicaban tales remedios a la diosa.

También Mephitis, que disipaba las miasmas y que sobre el Esqui-lino tenía su templo. Subigo, que velaba por los desfallecimientos viriles. Antevorta y Postventa que corregían las malas posiciones fe-tales en el momento del parto. Os-sipago que consolidaba los huesos de los recién nacidos.

La diosa Cardea o Carna, pro-tectora de las funciones vitales y de órganos como el propio cora-zón (y de los goznes de las puertas), cuyo templo es-taba en el monte Celio. No menos importante era su misión de pro-tección contra las aves striges –fero-ces y voraces rapa-ces nocturnas que

chupaban la sangre y devoraban las vísceras de los niños–. En sus fiestas, celebradas en las calendas de junio, se comían habas en su honor y le era sacrificada una le-choncita cuyas entrañas, a modo de rito de sustitución, quedaban expuestas sobre su altar.

Se podría seguir con esta lista hasta la extenuación: Mena, Juno Fluonia, Cinxia, Virginense, Mutus Tutunus, Estimula, Juno Lucina, Pro-sa, Cunina, Vagitanus, Rumina...

Una pléyade de deidades benéficas

Retrato de Higieya, fechado a mediados del siglo II y encontrado en

las cercanías de los baños públicos de Odessos, hoy

Varna (Bulgaria).

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rejado al castigo y la enfermedad. Así, el mantenimiento del orden social, religioso y personal (salud) queda íntima e inseparablemente unido: trasgresión social, pecado y enfermedad (particular o colectiva) quedan insolublemente unidas en muchas sociedades. Sanar, en mu-chos casos, es purgar un pecado y reconstruir el orden social roto.

En este sentido se cuentan las or-dalías que aún –al menos en el pa-sado siglo XX, y posiblemente aún hoy– seguían practicándose en mu-chas partes de África, consistente en la toma de venenos que tendrían por misión tanto diagnosticar el pecado, como en su caso castigarlo. Si tras el rito el individuo fallece, esto se debe no al veneno en sí: la muerte es la de-mostración de su culpabilidad en la falta. El veneno sólo sirve para poner-lo de manifiesto, y es el instrumento que castiga y permite expulsar drás-ticamente de la comunidad al que ha incumplido sus normas.

En este mismo orden de cosas, en el antiguo Israel las enfermedades impuras debían ser apartadas de la comunidad, previo diagnóstico por los sacerdotes, no sólo por su posi-ble contagio, sino para demostrar que están apartadas del beneplácito de Yahvé.

Igualmente en el antiguo Egipto, como en tantas otras culturas anti-guas (cf. los libros Védicos mesopo-támicos), la medicina estuvo ligada a los sacerdotes. Éstos no sólo podían interpretar la voluntad de los dioses, saber qué faltas se habían cometido contra ellos, sino también conocer cómo atraer la voluntad de los dioses bienhechores y evitar la ira de dioses y demonios hostiles. La salud se con-funde con estar en paz con los dioses, los espíritus y los muertos.

También esto lo vemos en el mundo romano, tanto en lo indivi-dual como en lo colectivo. Baste ci-tar como los sordomudos eran con-siderados como la manifestación del castigo ante una grave falta propia o de los progenitores. También en lo personal, la enfermedad podía ser atraída al invocar a las fuerzas oscu-ras mediante la magia negra. Y en lo

Los romanos veneraban a innu-merables deidades que vivían en fuentes y manantiales, a los que conferían poderes curativos. Por esta razón, el día 13 de octubre tales manantiales eran merecedo-res de una fiesta pública.

Citemos primeramente a la ninfa Juturna que poseía un tem-plo en el Campo de Marte y una fuente aún localizable en el Foro Romano. Se celebraba su fiesta el 11 de enero y en ella tomaban una especial participación los fon-taneros de la ciudad.

Si nos centramos sólo en la Hispania romana podemos citar deidades acuáticas como Airo, que aparece en una lápida de Uclés, Cuenca; o el Genius Fontis Aginee-sis en Boñar; o Bormanicus en Cal-das de Vicela; Edovinus en Caldas de Reis; Lacubegus; Durbelicus.

En Hispania también abundaban las ninfas. Así, conocemos la exis-tencia de Salus Umeritana; Amei-picer en Bracara; las ninphae fon-tis Ameucni en León; Castaeca en Santa Eulalia de Barrosa; Celiborca en Villasbuenas; Celenae Aquae en Caldas de Reyes; Aquae Eeleten-ses en las antiguas aguas terma-les de Retortillo; Fovida en Braga; Lapitae en el concejo de Villa Real

de Tras-os-Montes; Salus Bidien-sis en la fuente Bidia, en Montán-chez; Tanitacus en Santa Eufemia de Ambia; las ninphae Varcilanae en Valtierra; las Caparenses en los Baños de Montemayor...

Como vemos en la inagotable relación de deidades acuáticas y ninfas hispanas, Roma no tuvo reparo en asimilar dioses ex-tranjeros, como los egipcios Isis y Serapis o el asiático Mitra, o el propio Esculapio, griego en su origen, en cuyo templo se prac-ticaba la incubatio, donde el dios se presentaba en sueños para in-dicar al enfermo el mejor modo de resolver sus males.

Otras deidades también pres-taban mediante este sistema sus consejos. Es conocido como Julio César, en el templo gaditano de Hércules-Melqart, soñó que yacía con su madre, lo que fue interpre-tado por los sacerdotes como la inequívoca señal divina de que su designio era dominar el orbe iden-tificado con la figura materna.

Con esta abigarrada lista se comprueba la necesidad de recu-rrir a fuerzas sobrenaturales de nuestros antiguos ancestros que protegieran cada momento parti-cular de sus vidas.

Manatiales de salud

Restos del templo de la ninfa Juturna, en Roma.Foto: Anthony M.

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colectivo, sirva de ejemplo la “peste antonina” declarada en el año 167 e importada desde la remota Siria –según afirma Eutropo– por las vic-toriosas tropas de Lucio Vero, ven-cedor de los partos. La última causa de este azote que castigaba a toda Roma era, según Amiano Marceli-no, un acto sacrílego realizado por las tropas en el saqueo de Seleucia, en relación a un cofrecillo donde eran guardados los secretos de los caldeos.

De lo expuesto es lógico que de aparecer la enfermedad, lo primero que deba practicarse es un examen de conciencia, y descubierta la ofensa, una oración, un sacrificio podrá apla-car la cólera de la deidad ofendida.

En estas últimas razones pode-mos ya distinguir un cambio entre la mentalidad propiamente mágica y la mentalidad religiosa, donde la propia apreciación de la impotencia humana lleva, mediante una actitud humilde, a rogar al dios todopode-roso que se apiade de su mal. Por el contrario, en la mágica, mediante ritos, se quiere llegar a la deidad, al demonio o a los espíritus causantes, y forzarles a actuar según nuestros intereses.

Maleficios en plomoEste sería el caso de las tabellae de-fixionum. Ovidio describe cómo se practicaba este rito tratando, en este ocasión, de forzar la acción de Tácita Muta (o Lara, madre de los Lares). Aquella que fue condenada por Júpi-ter al silencio eterno, al exiliarla en el reino de los Manes tras chismo-rrear las lascivas intenciones del dios a la ninfa Juturna: «Tomando con tres dedos tres granos de incienso, los coloca bajo el umbral por don-de un minúsculo ratón ha practicado un pasadizo secreto. A continuación ata con negruzco plomo, con hilos encantados y remueve en su boca siete habas negras. Asa al fuego, des-pués de haberla cocido, una cabeza de anchoa que previamente ha em-badurnado de pez y atravesado con una aguja de bronce. Vierte además unas gotas de vino». Con este rito se ha forzado al hechizo, exclamando la

vieja satisfecha al marchar: «Hemos encadenado las lenguas hostiles y las bocas enemigas».

Evidentemente, magia y religión muchas veces conviven y se confun-den. Sabiéndolas diferenciar, es lí-cito hablar de una mentalidad o me-dicina mágico-religiosa. Y es más, esta convivencia se da aún con la medicina empírica y aun en la cien-tífica: ¿la propia creencia en la om-nipotencia de la ciencia no es una modalidad más de esta mentalidad?

Una separación difusaLos egipcios, que conocían fórmu-las eficaces, solían acompañar su producción con encantamientos que

Reconstrucción de una tabla de deifixión encontrada en Hadrumetum (Túnez), realizada contra los aurigas de las facciones blanca y verde. El an-verso representa un demonio que sos-tiene un vaso con asa y una lámpara o inciensario. A su lado se leen palabras máginas de oscuro significado.

Foto: Salvador Pacheco.

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potenciaran sus efectos, o por el con-trario, como parte del mismo rito, po-dían usarse sustancias en unos casos realmente eficaces por sí mismas (los opiáceos, por ejemplo), pero otras veces, de acción totalmente espuria.

La frontera entre medicina mági-ca, religiosa, empírica, y aun cientí-fica, no siempre es clara y precisa. Descrito hasta aquí el pensamiento médico más antiguo, conviene ad-vertir que sin una separación clara, fue apareciendo otro tipo de medi-cina. Evidentemente, había lesiones donde la relación causa-efecto era evidente y completamente natural: traumatismos, luxaciones, fracturas, abscesos, lo que hizo surgir un grupo de médicos distintos a los sacerdo-tes: los prácticos.

En grandes obras, ejércitos, grandes complejos palaciegos, no es desdeñable que se vieran en la necesidad de contar con personas diestras en resolver este tipo de le-siones. Su dedicación fue haciendo que fueran cada vez más precisos en el diagnóstico, pronóstico y técni-cas terapéuticas a aplicar, de modo que en fechas muy lejanas podemos ver verdaderos tratados quirúrgicos en antiguas civilizaciones como la egipcia (por ejemplo, en el papiro de Edwin Smith, 1550 a. C.).

Esta medicina empírica aún se conserva hoy en día y con la misma distinción que hace tantos siglos. Mientras que el sanador, el curande-ro, está imbuido de ciertos poderes sobrenaturales, el “algebrista”, el

componedor de huesos, es conside-rado por los asiduos a estas “medici-nas” populares como una persona de gran habilidad y de conocimientos antiquísimos transmitidos de genera-ción en generación; pero no por po-seer poderes distintos al resto de los mortales. A estos nos dedicaremos en otra entrega. ◙

• LAIN ENTRALGO, P. (1982): Historia de la medicina. Ed. Salvat.

• STAROBINSKI, J. (1965): His-toria de la medicina. Ed. Madrid.

PARA SABER MÁS:

Desde tiempos inmemoriales, los médicos no han rechazado el uso de sustancias repulsivas o he-diondas para expulsar al espíritu malo del cuerpo del enfermo. El objetivo es hacer a este espíritu incómoda su permanencia en el organismo, mediante productos malolientes o la ingesta de ma-terias repulsivas. Esta forma de atajar el mal ha pervivido hasta fechas recientes, pues hasta el siglo XVIII la farma-copea fe-cal estuvo en vigor en Eu-ropa.

Y también en la medici-na —llamémos-la racional— romana podemos verlo. Así, Dioscórides nos ma-nifiesta la utilidad del estiércol bovino para re-ducir la inflamación de las heridas aplicado sobre estas. También recomienda la boñiga de toro quemada como sahume-

rio para resolver el prolapso de matriz. Y nos avala como las de cabra, bebidas con vino y espe-cialmente si la cabra es montesa, son muy útiles para la ictericia.

No se quedan atrás las pro-ducidas por la oveja, que en cataplasma con vinagre solucio-narían las verrugas o los callos. Pero si el enfermo sufre de ex-pectoración de sangre, mucho mejor serán los excrementos

del jabalí, secos y bebidos con agua o vinagre. Si por el contra-rio es epilepsia lo que padeciera, lo más recomendable serían las deyecciones de cigüeña bebidas con agua. Y por no seguir más con esta lista de tan peculiares medicamentos, los excrementos de perro, recogidos con los calo-res del estío, secos y bebidos con agua o vino serían de gran utili-dad para restriñir el vientre.

Sustancias repulsivas contra la enfermedad

La farmacopea fecal no ha desde-

ñado las heces en sus productos y bebedizos.

Copa de plata del perio-do augústeo. Metropolitan Art Museum de Nueva York.

Foto: Mary Harrsh.

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Texto y fotos: F. J. García Valadés.

El castra necessaria de La Carisa fue contemplado, ya a mediados del siglo XIX, por Tuñón y Quirós como un castro indígena. Tal interpretación se debió a la característica disposición concéntrica de las defensas de su atalaya y a su ubicación agreste. Hasta las últimas décadas del siglo XX esta ha sido la opinión de los expertos. Resultaba difícil atribuir a la presencia romana un campamento en un paraje tan hostil, a 1.728 metros de altura, casi sobre el mismo eje de la Cordillera Cantábrica, en el que la nieve reina durante seis meses al año. Esto obliga a su ocupación tempo-ral, como castra aestativa, restringida a la época estival. Sólo un manantial perfecta-mente incorporado dentro de las defensas exteriores permite el suministro de agua.

La cima del monte Currie-

chos, en Asturias, aún mues-

tra restos de un campamento

romano que formó parte de la

ofensiva de Augusto sobre los

nativos de estas latitudes. Las

legiones eligieron la ruta más

escarpada para aproximarse

al corazón del último reducto

no sometido en Hispania.UBICACIÓN

Pico Boya o Curriechos, Pola de Lena (Asturias).

COORDENADAS

43º 45’ 29” N; 5º 42’ 10” O.

DESCRIPCIÓN

Campamento romano a 1.728 metros de altura situado en la misma Cordillera Cantábrica. Controla el paso en altura de la llamada Vía Carisa, un ramal de la Ruta de la Plata, así como el acceso a los valles centrales de Asturias. Consta de un recinto aterrazado en atalaya con anillos de fosos concéntricos, y de otro inferior, de forma triangular, limitado por un doble foso que acota un espacio para habitación, dejando en su interior un manantial que asegura el suministro estival.

DATACIÓN

Existen evidencias de diferentes ocupaciones, pero la mayor parte de las estructuras defensivas se corres-ponden con el periodo de conquista del territorio astur transmontano en torno al 23 a. C.

Plano Google

LASHUELLASDELASLEGIONES

hostilidad de los asturesPublio Carisio y la

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Su importancia es tal, que condiciona los límites del recinto.

Los últimos estudios realizados por J. Camino, R. Estrada e Y. Vi-niegra han puesto en evidencia el carácter romano del emplazamiento. El yacimiento se sitúa en una loma sobre la dorsal de un estrecho cordel que se interna en Asturias a tan sólo cuatro kilómetros del eje de la Cordi-llera Cantábrica. La loma está coro-nada por un cerro de formas suaves,

con la parte superior amesetada, y desde cuya base se precipita la lade-ra. Tal ubicación se corresponde con los emplazamientos en altura propios de los campamentos romanos de las campañas con en terreno montañoso. Como se viene constatando en la zona cántabra del conflicto, las vías de en-trada de las legiones eran a través de cordadas, nunca por los valles, por evidentes razones de seguridad y de control estratégico.

El plano muestra un fuerte desnivel entre las estructuras.

· Castra necessaria: campamen-to romano de diseño adaptado al terreno.· Castra aestativa: campamento romano de ocupación estival. · Fossa duplex: doble foso con caballete central.· Fossa cuadruplex: doble fossa dúplex.· Fossa fastigata: foso con sección en V.· Agger: talud interior sobre el foso por el que discurre el vallum.· Contra-agger: talud exterior sobre el foso, era opcional.· Vallum: balizamiento del castra.· Intervallum: espacio libre entre defensas.· Titulum: tipo de entrada al cam-pamento consistente en adelantar parte del lienzo defensivo dejando dos vanos de acceso.

glosario

Al parecer, el nombre de Carisa que designa a la vía sobre la cual se sitúa el campamento, es un eco del mismo nombre de Carisio que, como legado de Augusto, abrió este acceso en al-tura a la Asturia Transmontana. Hue-lla bimilenaria indeleble que da pistas sobre la importancia del general en el curso de la historia de estas tierras.

Fiel a la causa de Octaviano, se sabe que Carisio toma partido con-tra Marco Antonio durante la gue-rra civil. Se ve recompensado al ser nombrado pretor de Lusitania entre 26 y 22 a. C.

Aparentemente apaciguado el te-rritorio astur, Publio Carisio fundó en

el 25 a. C. Emerita Augusta. Sería el destino de sus legionarios licencia-dos. Legionarios que dejarían en la Asturia numerosos núcleos de futuras ciudades, tales como la actual Astor-ga, de manos de la Legio X Gemina, e incluso León, pues está confirmada la presencia de la Legio VI Victrix.

En el año 22 a. C se desata una rebelión entre los astures. La razón pudiera haber sido el comportamien-to severo y cruel del propio Publio Carisio con los recién conquistados. Quizás las defensas correspondien-tes al espacio triangular del campa-mento de La Carisa fuesen de este momento. Estos hechos necesitaron

del auxilio del legado de la Tarraco-nense, Cayo Furnio. Apaciguada la revuelta, Carisio fue destituido. Pero su impronta en la historia de estos pueblos aún perdura, evocándose su mismo nombre incluso en leyendas que oralmente se han ido contando durante más de dos mil años, de generación en generación. La mis-ma Vía Carisa ha sabido conservar el recuerdo de su fundador. A la que se puede añadir un excepcional ejemplo de castra necessaria de sus legiones, en unas condiciones topo-gráficas y climatológicas tales, que aún nos hablan de la hostilidad de la Guerra de los Astures.

El hombre de Augusto en el frente norte

Las legiones eligieron el camino más

seguro para entrar en la Asturia:

los cordeles de la Cordillera Cantábrica

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Desde la “atalaya” del castra de La Carisa se dominan visualmente las cabeceras de los valles de los ríos Lena y Aller, al encontrarse sobre la propia línea de vertiente de aguas. A sus pies discurre la llamada Vía Ca-risa, un ramal de la Vía de la Plata que acaba de dejar la meseta para internarse en Asturias, que permite el control sobre el tránsito. Se pue-den contemplar, además, las cumbres occidentales de Picos de Europa y el valle central donde actualmente se encuentra Oviedo. En días despeja-dos se puede apreciar incluso la bru-ma del mar. Sobra justificar su valor estratégico. Indudablemente la elec-ción del lugar fue muy bien estudiada e impresiona por sí misma.

El análisis de las defensas tam-bién se explica por la naturaleza romana del enclave. Tales defensas se agrupan en torno a una “atalaya” que se corresponde con el mismo cerro del Pico Curriechos y una posible zona de acampada anexa por el suroeste, delimitada por dos líneas defensivas que confluyen en el manantial.

El sistema defensivo de la “atala-ya” consiste en líneas concéntricas y sucesivas de fosos. En la base del cerro se contempla una fossa duplex que lo circunvala. A media altura dis-curre una fossa cuadruplex que sólo cubre el frente que recorre su ver-

tiente oeste de norte a sur. Tiene una sección cóncava, pero es muy posible que se deba al efecto

de la colmatación. En relación con el resto de fosos del yacimiento, proba-

blemente se trataran igualmente de fossae

fastigatae, de sección en ‘V’, de una profundidad no superior a un metro. Se pueden apreciar pasillos entre las fosas concéntricas que se podrían identificar como intervalli.

Parece ser que estas estructuras pudieron configurar el núcleo origi-nal de las diferentes ocupaciones. El resto de las defensas se incorporarán en posteriores campañas. Por esta

Pasa a la página 28

Igual que los legados del ejército de la Cantabria, Carisio abrió vías de acceso en altura hacia los valles centrales de la Asturia Transmon-tana. Buscaba así mayor seguridad para sus fuerzas, además del con-trol de puntos estratégicos hasta llegar a la misma costa.

Una de esas vías sería la llama-da Carisa, que abandona el último pueblo de la meseta, Pendilla, para acceder a la Asturia Transmontana a más de 1.500 metros de altura. Discurre al menos hasta Ujo, ya en los valles abiertos centrales. Aún hoy podemos contemplar fragmen-tos del empedrado original al pa-sear por buena parte de su trazado primitivo en una bella ruta perfec-tamente señalizada.

Sobre la propia Vía Carisa se for-taleció la posición de un cerro con excepcional valor estratégico. En un principio fue vanguardia misma del avance romano. Momento al que corresponden las estructuras defensivas concéntricas de la “ata-laya”. Posteriormente mantendría su valor estratégico como punto de

control y escala de suministros ha-cia el interior.

Las excepcionales defensas con las que cuenta el castra y una posi-ble defensa muraria astur localiza-da frente a él, puede llegar a hacer plausible la idea de que hubiese sido campo de ba-talla mismo. Al me-nos arroja luz so-bre las dificultades encontradas por las legiones de Carisio en su avance hacia la costa.

Una vía hacia la costa

Restos del enlosado original de la calzada que domina el campamento.

Hoy la señalización impide per-

der el rumbo al seguir el

trazado de la Vía Carisa.

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En el año 26 a. C. se inicia la cam-paña contra las tribus no sometidas del noroeste peninsular. Antistio Veto era el pretor de la provincia Tarraconense y junto con Augusto desarrolla un ataque contra la Can-tabria dividiendo el cuerpo del ejér-cito en tres brazos. La arqueología parecer aclarar que la estrategia consistió, en una primera fase, en hacer operaciones de castigo a los núcleos castreños normeseteños, los de mayor entidad. Posterior-mente se abrirían paso buscando la costa a través de pasos en altura por cordales montañosos, evitan-do los valles, que se controlarían a modo de “ojeo de fieras”, como alude el historiador romano Floro, hasta posteriores intervenciones.

Dejamos el frente cántabro, que discurre paralelo al astur. En el año 25 a. C. Publio Carisio asume como legado el control de operaciones del frente astur. Los astures habían sido meros espectadores de las opera-ciones del año anterior contra la Cantabria.

Las legiones que le son enco-mendadas pasan el invierno en tres cuarteles junto al Esla, el antiguo río Astura, en la frontera misma. Las tribus astures se organizan y anti-cipan, conocedores de lo que Roma había iniciado en la Cantabria. Pro-ceden a atacar en tres cuerpos de ejército los diferentes campamen-tos invernales, cuando aún las nie-ves sobre las cumbres anuncian que es pronto para la guerra, pero no así para la supervivencia.

Los brigecios, una tribu astur, posiblemente fronteriza y próxima a los acuartelamientos romanos, avisan a Publio Carisio de las inten-ciones del resto de tribus astures. Las fuentes afirman que el desastre hubiese sido de gran magnitud para las tropas romanas de no haber sido alertados con la suficiente antelación

como para movilizar las legiones en busca de campo abierto. Publio Ca-risio pudo desplegar sus fuerzas con intención disuasoria. Los astures tal vez optasen por volver a sus “mon-tañas” para esperar más seguros en una guerra montaraz, como así ve-nían desarrollando los cántabros con graves consecuencias para el ímpetu de las legiones. Pero no fue así.

Los astures decidieron arriesgar seguros de sus fuerzas enfrentán-dose en campo abierto a las tres le-giones con que contaba Carisio. Se-ría la primera y la última batalla de tal magnitud frente a frente. Fueron rechazados por los romanos aunque con grandes bajas. Sólo el hecho de desbaratar los planes astures hizo contemplar la batalla como triunfo para Roma.

El grueso del contingente astur en retirada se reagrupó en la ciu-dad de Lancia, el más grande de los castros astures cismontanos. La ciudad fue asediada por Publio Cari-sio. Cuando cayó rendida prohibió el pillaje y su incendio para que fuese testimonio de su gran victoria.

Poco más lejos llegan las fuentes históricas a cerca del Bellum Asturi-cum, la Guerra de los Astures. Pero la paz no parece que llegara tan in-mediata a la batalla de Lancia. Si hasta aquí el relato es posible, en adelante se entra en la total con-jetura. En apoyo del mismo relato acudimos al campamento de La Ca-risa, un ejemplo de que las campa-ñas posteriores se parecerían a las hostilidades expuestas por la his-toriografía para el caso de la Can-tabria.

Carisio acuarteló sus legiones dentro de la Asturia Cismontana; posiblemente la X Gemina, VI Vic-trix y V Alaude. Posteriormente obli-gó a abandonar los emplazamientos castreños de las montañas para ba-jar a los valles, siguiendo las órde-nes de Augusto.

Publio Carisio se enfrentó como legado hasta el 22 a. C. con la nece-sidad de afianzar una conquista que requería el sometimiento de la As-turia Transmontana, a pesar de su inferior interés para la explotación de recursos.

La guerra de los astures

Posible mapa de operaciones tras la toma de Lancia por Carisio.

El frente astur (25-22 a. C.)

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razón existen solapamientos entre los fosos del espacio triangular infe-rior, con los propios de la atalaya, y en ocasiones estos últimos son drás-ticamente modificados. Abierto al su-roeste el vallum exterior de la atalaya, se fractura para dejar una puerta en titulum, que quedaría posteriormente incluida dentro del espacio de habita-ción triangular.

Las defensas exteriores se corres-ponden con el espacio triangular que arranca de la base del cerro por el suroeste hasta cerrar el manantial en su interior. Constan de contra-agger, doble fossa fastigata y agger. Las fosas de sección en ‘V’ tendrían una profundidad aproximada de un metro y la anchura superior próxima a los cinco. Entre ambas fosas discurre un estrecho caballete central. El agger se elevaría unos dos metros sobre el foso, y por encima de él discurriría el vallum. Estos fosos acusan una fuerte pendiente para recoger en su extremo el manantial que asegure el suminis-tro de agua.

El espacio habitacional sumaría una superficie de más de tres hectá-reas, a las que habría que añadir el espacio de un supuesto tercer recinto que en la ladera sur quedaría limita-do por un doble escalón muy erosio-nado, que aún está por investigar.

Vemos así también cómo las es-tructuras defensivas se ajustan a los cánones de castramentación romana, lo que confirma la naturaleza del yaci-miento. Igualmente abundan en él los

En la foto superior, vista de una de las fosas de la fossa duplex que circunvala la atalaya del campamento.

Arriba, sección de la fossa duplex del recinto triangular en fuerte desnivel hacia el manantial. Aún hoy las defensas se mantienen imponentes, mientras la niebla evidencia la dureza de las condiciones. Abajo, vista de la atalaya del Pico Currie-chos, en la que se contemplan los aterrazamientos y líneas de fosos concéntricos. En primer término una fossa duplex. En la parte superior una fossa cuadruplex.

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29 invierno 2007

objetos asociados al emplazamiento.Se han localizado cimentaciones

de elementos defensivos de madera. Se han hallado puntas y regatones de pila, un dardo de ballista, proyecti-les plomados de honda, azadas, una dolabra, un hacha y piquetas de tien-da. Entre las monedas descubiertas

destacan un denario de Julio César, conmemorativo de su victoria sobre los germanos, y una moneda acuñada entre el 30 y el 29 a. C. con las efi-gies de Augusto y Agripa. Se suman

a estos restos, aquellos encontrados en las proximidades, como un casco de bronce con relieves, localizado en 1849 por un vaquero, o lo que se ha descrito como una cimera, encontrada en 1860.

Esta visita es recomendable para todo aquel que disfrute de la montaña y del pasado. El paisaje estremecedor de Asturias desde las alturas. Imagi-narse portar el peso de la impedimen-ta durante tantos kilómetros en ascen-sión. Las condiciones climáticas tan duras que en una misma mañana se puede acabar creyendo haber estado en dos sitios distintos. Viento, sol y niebla. Humedad, mucha humedad... Contemplar desde allí la bruma mari-na cuando se acaba de entrar en Astu-rias, las agrestes cumbres occidenta-les de Picos de Europa, el mismísimo Vindius, los valles del Lena y el Aller. Todo a nuestros pies…

El silencio es inquietante en un lu-gar tan inhóspito. Hasta las escarpadas laderas recientemente desbrozadas es-tremecen con las retorcidas formas de

los restos quemados de sus arbustos. Descender vertiginosamente por los dobles fosos de proporciones aún im-ponentes. Ver como un pobre manan-tial condiciona todas las estructuras por la pura razón de supervivencia... Más que resultar evocador, todo pare-ce estar intacto y en alerta. ◙

• CAMINO, J.; ESTRADA, R.; VINIEGRA, Y. (2003): “La Carisa Camp”, Morillo,A. & Aurrecoechea J. (eds.), The roman army in His-pania: an archaeological guide, León, págs. 306-309.

• CAMINO, J.; ESTRADA, R.; VINIEGRA, Y. (2001): El cam-pamento romano de Vía Carisa en Astura Transmontana, págs. 261-271.

• MARTINO, E. (2002): Roma contra cántabros y astures. Nue-va lectura de fuentes, León.

PARA SABER MÁS:

Vista desde la Collada Propinde, sobre el valle del Lena, a los pies de la Vía Carisa. El paso original está aún a mayor altura. Sólo así se garantizaba la seguridad en un territorio tan hostil.

Las condiciones climáticas en la cima

del campamento cambian rápido en una

misma mañana. Todo para estar

intacto y en alerta

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30 hiems·mmdcclx·auc

Más información y fotografías en http://www.legioviiii.es/galeria/galeria.htm

La Asociación Hispania Romana crece un 40% en su primer año de vida

24/11/2007.- Trece personas ingresaron el año pasado en Hispania Romana, lo que repre-senta un crecimiento del 40% respecto al 2006. Este dato fue uno de los que se hicieron públi-cos durante la Asamblea Gene-ral de la Asociación, que repasó los logros conseguidos durante 2007 y el estado de la organi-zación. Más allá del aumento del número de miembros, el presidente de HR, David Sandoval, destacó que en el primer año de vida de la Asociación al margen de Nova Roma «fue satisfactorio comprobar que hay más implicación e ilu-sión por lo que hacemos».

La Asamblea General dio su visto bueno a las cuentas presentadas y eligió a una nueva Junta Directiva, en la que repiten dos personas: David Sandoval, reelegido como presidente, y Roberto Pastrana, que pasa de vocal a secretario.

La reunión anual de socios, que con-tó con la participación de más de la mitad de los miembros, constituyó una oportunidad para supervisar el estado de los proyectos que tiene en marcha la Asociación, entre los que sobresale la participación en las jornadas de recons-trucción de Lyon, a mediados de 2008, o la celebración de una nueva edición del campamento legionario, tras los buenos

resultados de la experiencia organizada en Numancia el pasado mes de julio. También se repasó la labor de las comi-siones encargadas de la reconstrucción de diferentes aspectos de la vida en la antigua Roma.

Asimismo, la Asamblea General apro-bó establecer en 50 euros la cuota a pagar por los socios este año y se dio un plazo de dos meses para satisfacerla. Este pla-zo finaliza el 1 de marzo de 2008.

NOTICIASHR

Dos momentos de los debates de la Asamblea General, celebrada en Olesa.

EN CONSTRUCCIÓN

escribe a

[email protected] Seguro que puedes echarnos una mano para hacer una revista mejor. Colabora en su realización.

¿Te gusta la Historia? ¿Disfrutas escribiendo?

¿Se te da bien el dibujo?

Nueva Junta Directiva de HR

Tesorero:José Gabriel [email protected]

Vocal:Óscar [email protected]

Vocal:Arantxa [email protected]

Secretario:Roberto [email protected]

Presidente:David. P. [email protected]

Page 31: Stilus 3 Antigua Roma Quaestor Garum Defixio Carisa

31 invierno 2007

27/10/2007.- Aprender oratoria jugando. Con este objetivo se reunie-ron los socios de la AHR el pasado 27 de octubre. La sesión comenzó con una representación teatral de un texto clásico: un escándalo moral que –nos cuenta Flavio Josefo– sa-cudió la Roma del s. I.

Un acaudalado caballero, Decio Mundo, soborna a los sacerdotes del templo de Isis para conseguir los favores Paulina, una bella y vir-tuosa matrona. Esta acude al tem-plo engañada con el supuesto amor del dios Anubis, que no es otro que Mundo disfrazado.

En este marco histórico y moral,

dos equipos representaron un juicio contra Paulina, ¿mujer adúltera o humillada? (género judicial); tras el cual, otro dos presentaron propues-tas sobre el destino de los bienes confiscados al templo, ¿Escuela de Virtud o Termas Nudistas? (género deliberativo).

Como guía para preparar los dis-cursos, se repasaron algunos consejos de Cicerón sobre retórica: argumenta-ción, estructura y orden en los discur-sos, elocución, técnica de memoria, declamación. Otros medios de per-suasión, no menos romanos, como el soborno, las amenazas o los abucheos, formaron también parte del juego.

19 DE ENERO

Visita a la exposición SPQR

Visita a la exposición “SPQR Se-natus Populusque Romanus”, en la Fundación Canal (Madrid).

19 DE ENERO

Gastronomía antiguaEvento organizado en Madrid para socios de HR, donde se podrán de-gustar diversos platos de la gastro-nomía romana.

20 DE ENERO

Entrenamiento legionarioPrácticas del grupo de reconstruc-ción militar, en Madrid.

17 DE FEBRERO

Entrenamiento legionarioPrácticas del grupo de reconstruc-ción militar, en Madrid.

1 Y 2 DE MARZO

Mercado romano de SaguntoLa Asociación ha sido invitada a participar en la celebración de un evento lúdico-cultural en Sagunto (Valencia). Los legionarios de la Legio VIIII patrullarán en el mer-cado romano organizado en esta milenaria ciudad.

7-9 DE MARZO

Reunión de HR en ZaragozaLa Asociación Hispania Romana celebrará su primera reunión de 2008 en la provincia de Zaragoza. Para la ubicación de este evento se barajan dos posibilidades: Daroca y Calatayud.

http://legioviiii.ief.st/

agenda

Información actualizada en

Jugando a ser oradores

06/11/2007.- Los mejores proyec-tos no pueden llegar a buen puerto si no cuentan con recursos. Por este motivo, la Asociación Hispania Ro-mana participa en el proyecto “Tú eliges: tú decides” de Caja Navarra. La Asociación expondrá su proyecto cultural a los clientes de diversas su-cursales de la entidad financiera para buscar su apoyo. Caja Navarra so-mete cada año a votación, para que sus clientes decidan, en qué invertir parte del presupuesto de su obra so-cial, que en el año 2006 ascendió a 42 millones de euros. Esta cantidad se repartió entre más de 1.300 pro-yectos presentados por un millar de

entidades sin ánimo de lucro.Hispania Romana hizo su prime-

ra presentación en la oficina de la Caja, ubicada en la calle Zurbano (Madrid). En un intento de mostrar a los clientes de la entidad la vertiente divulgativa de HR, varios socios pu-sieron en escena dos charlas drama-tizadas sobre los primeros momentos del día en una familia acomodada de la antigua Roma y sobre la equipa-ción y las tácticas de las legiones.

Durante 2008, HR realizará nue-vas presentaciones de su proyecto en defensa del patrimonio. Los eventos, aún sin fecha fija, tendrán lugar en sucursales de Madrid y Navarra.

Una ventana hacia los clientes de Caja Navarra

Representación del aseo y el vestuario de una matrona romana.

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32 hiems·mmdcclx·auc

—Para aquellos que no conocen HR, ¿podría ex-plicar brevemente a qué se dedica esta asociación? ¿Cuáles son sus fines?

—Hispania Romana es una asociación cultural que pretende aunar la recons-

trucción histórica, la inves-tigación y la divulgación del conocimiento adquirido.

Como tal, pretende ser punto de encuentro para

todo el mundo aficionado al período romano en la pe-nínsula e ínsulas, dejando libertad siempre para elegir el grado de implicación del socio. Ante todo, esta Aso-ciación está para disfrutar de nuestro pasatiempo.

—¿Qué perfil o qué características comparten los miembros de esta Aso-ciación?

—El primero y princi-

pal, como he dicho, el que-rer disfrutar junto con otras personas de una afición cul-tural interesante. Intercam-biar información de libros, de trabajos, enseñar objetos recreados y su forma de uso o finalidad, visitar conjun-

tamente exposiciones, ya-cimientos, lugares de gran interés, y en suma pasar buenos ratos con perso-nas afines. El siguiente, un

amor por la Historia, la his-panorromana, por supues-to, pero en general por una disciplina que resulta hoy día tan compleja y a la vez manipulable. Y por supues-to, el gusto por encontrarse con personas agradables y cuyos esfuerzos son, mu-chas veces, impresionantes.

—Finalizado ya el año 2007 es buen momento para los balances. ¿Cuá-les son las principales diferencias entre la Aso-ciación que afrontaba el 2007 y la que acaba ese ejercicio?

—La primera de todas es que nuestra Asociación es, aunque sea redundante, nuestra. Fuera del ámbito

La Asamblea General celebrada a finales de

noviembre le ratificó como presidente de la

Asociación Hispania Romana. En su segundo y

último mandato, David P. Sandoval se propone

consolidar un marco normativo ágil que permita

a la asociación continuar su crecimiento, tanto

en número de asociados como en actividades.

David P. Sandoval

Hispania Romana estará este año en las jornadas de reconstrucción de Lyon

LAENTREVISTA

Fotos: R. P.

Page 33: Stilus 3 Antigua Roma Quaestor Garum Defixio Carisa

33 invierno 2007

de Nova Roma, con quie-nes esperamos mantener aun relaciones, pero que considero una etapa ya pa-sada, tenemos más expec-tativas tanto de actuación como de crecimiento. Ha costado asentar ciertos pro-cedimientos, pero claro... ¡nacimos como asociación en el 2003!

Este año estamos qui-zá más cohesionados, con mayores grados de conoci-miento de los mecanismos internos; tenemos más cla-ros los medios y los fines, y hemos madurado en las re-laciones interpersonales. El cambio mayor ha sido dejar los teclados para vernos las caras más a menudo. Y des-de luego, la Legio ha sido el motor del cambio, pero como todos los motores, necesita una buena carroce-ría y mantenimientos.

—¿Qué logros desta-

caría de lo conseguido en 2007?

—Bueno, el hecho de haber acudido a los even-tos a los que hemos ido y tenerlos compensados eco-nómicamente... Aparte de ese, el de asentar adminis-trativamente gran parte de la Asociación, si bien queda mucho trabajo que es can-sado, ingrato y poco lucido.

También resaltaría el ha-ber logrado dotarnos de una identidad propia partiendo de atrás. Creo que hemos consolidado muchas cosas.

Otro logro es el de tener esta revista, un proyecto de muchos que nunca pen-sé que pudiera arrancar, y mira, estamos en el tercer número...

—¿Cuáles son las acti-

vidades más importantes que ha llevado a cabo HR este año?

—Destacaría tres: la re-construcción, en verano, de un campamento legionario. Fue una actividad divertida, enriquecedora y gratifican-te. También hemos partici-pado con nuestros amigos pintianos en Garray, en el segundo evento de Kelti-beroi al que acudimos. Otra cosa que destacaría, de nue-vo, es la publicación de la revista Stilus.

—Usted ha sido re-elegido como presiden-te. ¿Qué retos se plantea para el 2008?

—En primer lugar, que todos los eventos en los que participemos no cues-ten dinero al socio y dejen

un remanente importante a la Asociación, para futu-ras actuaciones como, por ejemplo, acudir a jornadas como las que se celebran en Lyon. Esta será la segunda salida de la Asociación fue-ra de España y espero que lo hagamos en mejores con-diciones que la primera.

Otro de los retos que me planteo es lograr una admi-nistración eficiente y clara que facilite la participación sin preocuparse mucho de las “tripas” de la Asocia-ción. Quizá así consigamos participar en cada vez más eventos de divulgación, dándonos a conocer a todo el mundo y realizando una buena tarea, poniendo

El año pasado dejamos de lado

el teclado del ordenador para

vernos las caras más a menudo

Las cuotas de 2008 serán 20

euros más baratas para tres de cada

cuatro socios

Dos de las actividades más representativas de

HR durante 2007: el campamento legionario

de Numancia (arriba) y su presencia en las

jornadas divulgativas de Keltiberoi (derecha).

Foto: F. J. García Valadés

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34 hiems·mmdcclx·auc

nuestros conocimientos de Roma al alcance de todos. Al fin y al cabo, nuestra ta-rea es popularizar las ideas, valores y visiones del mun-do romano, de acuerdo con la realidad histórica.

Otros compromisos son los de fomentar la implica-ción de los socios, el rodaje de ese ansiado cortometraje (o medio o largo) que bien puede ser ficción o docu-mental. Y sobre todas las cosas, mi reto principal... ¡No volver a ser elegido para el 2009! (risas).

—Dentro del conjun-

to de asociaciones afines, ¿qué ofrece de nuevo HR?

—Destacaría que no so-mos simplemente un grupo de recreación, si bien es una de las principales activida-des. Tampoco somos sim-plemente una sociedad de aficionados que se reúnen periódicamente para hacer lo que se puede hacer in-dividualmente. Visitar una exposición con un colega que sepa de numismática, con otro ingeniero, con un epigrafista, con un arqueó-logo, con un historiador, con un experto militar o con personas que tienen conoci-mientos más bien amplios da un mayor grado de sa-tisfacción y de empaque a estas visitas.

Nuestro punto de di-ferenciación, también, es que no somos elitistas o cerrados. Estamos abiertos a todo el mundo, con mayo-res o menores conocimien-tos, puesto que dentro de la Asociación, se van a “ro-manizar” gracias a los de-más socios. La implicación por tanto es mayor y más personal. Y sobre todo, creo yo, que en este grupo nadie hará nada que no quiera ha-

cer, y encima lo hará con la participación de otros mu-chos. Creo, en suma, que es una comunidad excepcional y especial. Veremos si en el futuro, si crece, se pueden mantener estas característi-cas tan positivas.

—Uno de los puntos que se debatieron en la última Asamblea General fue el de la cuota anual, que se estableció en 50 euros. ¿No es muy ambi-ciosa para una asociación tan joven?

—El dinero es el nervio de la guerra y de la paz, y por ello siempre hay que tratar de gastar la menor cantidad posible para que la afición no sea muy one-rosa.

En 2007, más o menos un 75% de los socios pa-gaban 72 euros, frente a un 25% aproximado que pa-gaba 30 euros. En definiti-va, se han bajado 20 euros a la mayoría y subido esa misma cantidad al resto. Creo que ahora mismo es un pago asequible, sin con-tar con que se ha aprobado una cuota especial de 20 euros para los menores de 21 años, ya que los jóvenes suelen tener poco dinero pero mucho entusiasmo y empuje.

—¿En qué se dedica el dinero recaudado por la Asociación?

—En primer lugar, a pagarme la próxima hipo-teca (risas). No, en serio, prioritariamente a sostener los gastos fijos de la Aso-ciación, como el seguro de responsabilidad civil, la web que está en marcha, los gastos administrativos pro-pios de toda organización, la promoción de la Aso-ciación y a iniciativas que

revierten sobre los propios asociados.

Otro uso que se la da a las cuotas es la obtención de equip aciones útiles para los fines recreacionistas: tien-das, estacas, herramientas y materiales que nos permi-tan cubrir los objetivos que se marquen los socios.

—Antes comentaba que habrá una partida para iniciativas que re-viertan en los socios. ¿A qué iniciativas se refiere?

—Entre otras inicia-tivas, queremos regalar nuestro polo asociativo, una especie de “uniforme” que nos identifica y da cier-ta identidad, así como el otorgar un pañuelo legio-nario, el focale, a aquellos recreacionistas que más hagan por la Asociación.

Otra idea es la de tra-tar que las reuniones sean aparte de una ocasión para debatir nuestros asuntos, una oportunidad para co-nocer una zona interesante ya sea por sus yacimientos, restos u otras caracterís-ticas y que cueste poco al socio. El buscar siempre su participación en ac-tividades culturales en condiciones mejores a las que se podrían obtener de manera individual. Y por supuesto, que el socio sea parte eficaz participando, ya de palabra, ya de obra, en aquello que nos haga a todos más felices. Esto es una afición... y como tal, hay que disfrutarla.

—HR también pre-tende fomentar la con-servación del patrimonio romano. ¿Cuáles son las acciones prioritarias para asegurar esta con-servación?

—En primer lugar, debo

Nova Roma es una etapa pasada,

pero espero que mantengamos relaciones con esa asociación

Page 35: Stilus 3 Antigua Roma Quaestor Garum Defixio Carisa

35 invierno 2007

admitir que el año 2007 ha sido escaso, por no decir nulo, en este ámbito res-pecto de nuestras actuacio-nes.

Si bien nuestras acti-vidades de divulgación y de participación en ciertos eventos buscan esta finali-dad, las mejores acciones son, a mi juicio, el actuar con cierta rapidez.

En España la Historia, como digo, es una ceni-cienta, y la arqueología tiene que lidiar con una ley mediocre ─en comparación con otras como la británi-ca─, una falta de sensibili-dad muy acentuada y una indiferencia mortal para el patrimonio.

Eso no quita que de-bamos buscar medios de denuncia, como el mandar

cartas de protesta a aque-llas administraciones pú-blicas responsables cuando seamos conocedores de una violación en el patri-monio, incluso llegando, si es el caso, a personarnos para realizar manifestación pública del desacuerdo con dicha violación.

También una acción prioritaria será el contac-tar con asociaciones afines que puedan ampliar y am-plificar el alcance de dicha defensa mediante el traba-jo conjunto. En todo caso, es posible que busque, si-guiendo mi apreciada afi-ción a delegar, a un respon-sable para estas tareas.

—¿Cómo pueden aso-ciarse a la Asociación Hispania Romana las

personas interesadas?—Sencillo, mandando

un correo a nuestro foro provisional (www.legio-viiii.ief.st) e indicando su deseo de asociarse. En-tonces recibirán un correo de un miembro de la Junta Directiva con los pasos a seguir. También se puede dirigir directamente a un miembro de la Junta Direc-tiva [las direcciones de la directiva se puede consul-tar en la página 31], quien le indicará qué tiene que hacer.

El pago se podrá efec-tuar a partir del 1 de enero de 2008 y a lo largo de todo el año, pagando la mitad de la cuota a partir del 1 de julio. Ya actualizaremos datos en el foro y página web.

—¿Dónde se podrá ver a la Asociación en acción este año?

—Espero que en cole-gios y centros educativos, explicando el mundo ro-mano a los alumnos. Espe-ro que también en algunas ciudades emblemáticas como Sagunto, Guissona, Baeza, Lyon o Segovia, entre otros.

Y también, por supuesto, en eventos como Keltiberoi en Garray (Numancia) y otros que están pendientes. En todo caso, también se podrá disfrutar, siendo so-cio, del castra campamento legionario, con más activi-dades y experimentaciones. Y siempre en visitas a yaci-mientos, exposiciones, mu-seos y similares. Lo nuestro es afición.

—HR realiza eventos divulgati-vos apoyados en sus grupos de reconstrucción. ¿En qué estado se encuentran estas actividades en comparación con otros países de nuestro entorno?

—En mantillas. Estamos en un país donde el mayor grupo en cuan-to a medios y capacidades es, quizá, el del Proyecto Fénix de Tarragona, con su Legio VII. Hay muchos más grupos, como la Prima Germánica, los Septimani Seniores, los de Iruña Veleia, Orgenomescos, Legios IV y V, y más personas o entidades que tratan de darle más empaque al asun-to. Pero de momento no existe una implicación de las administraciones públicas, como en países de nuestro entorno, como Alemania, Gran Bre-taña o Francia.

Echamos de menos más apoyo político. En muchas ocasiones se equipara la reconstrucción militar

romana con actos de apología del fascismo. Falta un conocimiento se-rio de la Historia por parte política para apostar por la divulgación como complemento al mundo académico. Y en el mundo de la enseñanza, so-bre todo la superior, falta cierto acer-camiento a la gente de la calle que permita evitar igualar Historia con libros polvorientos, quevedos viejos y ancianos resabiados y pedantes.

La Historia puede estar viva, ser materia de conocimiento con estos medios. En el extranjero lo saben. Un buen espectáculo puede hacer mucho por la Historia, siempre que se sepa hacer.

—Es una visión pesimista...—No todo es negativo; creo que

el grupo de la Legio VIIII Hispana ha sabido crecer y aumentar su ca-pacidad, siendo críticos con nuestros equipos y exigentes con nuestras

investigaciones. Si alguien de nues-tro grupo dice “Esto se hacía así” siempre lo apoyará con un trabajo de investigación en fuentes primarias y en otras fuentes posteriores, argu-mentando el porqué de lo que hace o no hace. Y la discusión fluye siem-pre con las exigencias mínimas del respeto y de la coherencia.

A este respecto, me gustaría hacer una mención especial e individual a varias personas que han dado un empuje muy enérgico a esta Asocia-ción: Arantxa y Salvador, además de nuestro armero y suministrador, Jordi. Extiendo esta mención al res-to que, en la sombra, callados, pero investigando sus libros, sus fuentes, dedicando tiempo, tratan de acercar-nos a un mundo muy desconocido. Desde la humildad, estamos ahí, me-jorando. Pero queda, en general en el panorama español, mucho, muchísi-mo por hacer...

Un buen espectáculo puede hacer mucho por la Historia

Page 36: Stilus 3 Antigua Roma Quaestor Garum Defixio Carisa

36 hiems·mmdcclx·auc

Por Roberto Pastrana.

Querido primo Gneo: Supi-mos por un soldado licencia-do que pasó por la ciudad,

que te destinaron a Batavia y que estás bien. Nos alegramos de que la escaramuza con los caucos quedase

sólo en un susto. También se alegra tu madre, aunque lo niegue. Sigue sin comprender por qué te enrolaste en la legión, cuando podrías haber hecho carrera aquí. Para serte sincero, nadie lo entiende. Supongo que fue la vena excéntrica de tu padre. Los Septimios siempre fueron un poco raritos.

El caso es que tu madre se entriste-ce cuando llegan las elecciones y piensa que tú podrías estar luchando por una magistratura. Tu venico Crescens, que nació el mismo año que tú, comenzó su carrera política al alcanzar la edad reque-rida. No le costó ser elegido para el pri-mer puesto, el de ..................... Tampoco fue difícil su siguiente paso, el de ser ................, y no esconde su afán de llegar a ..................... de su ciudad natal. Lo lo-grará con el dinero que tiene su familia. Tiene gracia: ¿te acuerdas de que cuando éramos pequeños y jugábamos en la ca-lle nadie quería a Crescens en su equi-po? Pues mira donde ha llegado. No hay nada como ver tu nombre escrito en las paredes, pintado en .............. ................, para ser respetado.

Y mientras, tú dando vueltas por el mundo y sin un puñado de harina para mezclar con agua y hacer un mísero pla-to de .............. Primo, ¡vuelve!

soluciones en la página siguiente

PASATIEMPOS

Drusus, un centurión en HispaniaPor Óscar Madrid

La Legio Nona avanza por tierra de pintianos. Pero alguien acecha...

¡¡A LA CARGA, VACCEOS!!

¡¡¡¿EING?!!!

Esta es la razón de la alta tasa de mortalidad entre los centuriones.

¡¡Pero dejadme entrar en el círculo,

MAMONEEES!!

¡Legionarios,formaciónen círculo!

SeptimiusLos viajes de

¿Has leído con atención Stilus? Veamos si recuerdas

algunas nociones que han aparecido en este número.

Page 37: Stilus 3 Antigua Roma Quaestor Garum Defixio Carisa

37 invierno 2007

SeptimiusLos viajes de

SOLUCIONES A

1-------------2-------------3-------------4-------------5-------------

QuaestorAedilDuovirScripta actuariaPuls/pulmentum

¿Emilio Papiniano (150-212 d. C.)

Jurista y experto en leyes al servicio del emperador Severo. Probable-mente originario de Siria y pariente del emperador por afinidad, fue asesor del pretor prefecto y actuó como secretario del emperador desde

el 194 al 202 d. C., respondiendo a las peticiones dirigidas Severo.En 205 d. C., sucedió a Fulvio Plautiano como prefecto pretorio. Escribió

sobre asuntos legales tanto oficial como extraoficialmente, y entre sus obras más importantes destacan la titulada “Quaestiones”, recogida en 37 libros y finalizada antes del 198 d. C., y “Responsa”, publicada en 19 libros, entre los años 206 y 212 d. C.

Su estilo es conciso y a la vez complejo, pero su argumentación y razo-namiento son poderosos y demuestran un fuerte sentido de la equidad como fundamento del principio de imperio de la ley.

Sus obras tuvieron una gran influencia incluso tras su muerte. Constanti-no le puso a la altura de los juristas Paulo y Ulpiano. La ley de citas de 426, que regulaba la recitatio de las obras de los juristas ante los tribunales (o sea, qué juristas podían ser invocados y los criterios para la decisión del juez ante opiniones diversas de estos) le concedió la preeminencia entre los juristas romanos clásicos, al establecer que, si no existía mayoría en un sentido o había empate entre Gayo, Paulo, Ulpiano, Modestino y él, prevalecía su opi-nión. En caso de que no se hubiera manifestado sobre el particular, el juez quedaba libre de elegir entre las opiniones presentadas por las partes.

Al llegar al poder en 211, el emperador Caracalla le destituyó y permitió a los pretorianos darle muerte tras haberse negado Papiniano, ese mismo año, a justificar el asesinato de Geta, hermano del emperador.

Por Francisco Bascuas.

¿Quién era...

BREVIARIUM

punto de lectura

En el año 304 d. C., el soldado e historiador Elio Espartanio recibe el encargo de escribir la biogra-fía del emperador Adriano, fallecido casi 175 años antes. Para ello deberá esclarecer los sucesos que rodearon la muerte de Antínoo, favorito del em-perador, ahogado en extrañas circunstancias. Una novela detectivesca ambientada en el esplendor del Imperio romano.

CONSPIRATIO. EL CASO.../Ben PastorSeix Barral, 2007 - 448 págs.

El siglo V d. C. es uno de los peor co-nocidos de la historia de la Península Ibérica. La llegada de los llamados ‘pueblos bárbaros’ suele presentarse como un período de ‘invasión’, caos y destrucción en el que se desintegran las estructuras políticas, administrativas y económicas romanas existentes, así como la estructura social de la Hispania romana. Este li-bro, sin embargo, revisa los textos disponibles para demostrar que ‘los bárbaros’ no pretendieron aca-bar con el Impe-rio sino integrar-se y establecerse en él.

BÁRBAROS Y ROMANOS EN HISPANIAJavier ArceMarcial Pons Ediciones, 2007 320 págs.

Page 38: Stilus 3 Antigua Roma Quaestor Garum Defixio Carisa

Por David P. Sandoval.

Tras las guerras serviles, llegaron las guerras civiles. En esta época se am-bientan dos grandes superproducciones: “Cleopatra” y “Julio César”. Ambas películas comparten mucho, tanto que podrían contarse una como continua-ción de la otra. Dirigidas por Joseph Leo Mankiewicz y protagonizadas por un ru-tilante elenco de estrellas, en la primera, todo acaba con la batalla que enfrenta a Marco Antonio contra Bruto (Filipos) mientras que en la segunda comienza con la batalla de César contra Pompeyo (Farsalia) y acaba con la derrota en el mar de Marco Antonio y Cleopatra ante un Octaviano poco Augusto (Actio). Por tanto, un recorrido por las guerras civiles más largas y sangrientas de Roma que derivarían, posteriormente, en el Princi-pado de Augusto.

Rodada la primera en estudio (salvo algún exterior) y la segunda, con mayor coste, en gran parte de España, ambas comparten, no obstante, la misma idea de vistosidad, de grandiosidad de Roma. En “Julio César”, un remedo del Coliseo recibe a Julio César triunfante ante Pom-peyo, con rencores acusados entre ciertos senadores. Y naturalmente, las dudas de Bruto, la inquina de Casio (como el otro Casio de Otelo que es Yago) y el desbor-dante discurso de Marco Antonio en las escaleras de la Curia, forman parte de esa vistosidad. Aquí importa la palabra, el verbo violento, más que las túnicas de

fantasía, los soldados de chapa y otros aspectos pocos realistas. No ocurre así en la procesión inicial, con los lictores bien representados y el trabajo de docu-mentación de ciertas prácticas religiosas y supersticiosas.

En cuanto a “Cleopatra”, aun mutila-da y maltratada, es uno de los mayores monumentos cinematográficos, grandio-so como las Pirámides, y amplio como la

Historia. Si peca de megalomanía, de un excesivo protagonismo de Liz Taylor o de una cierta abulia interpretativa de Ri-chard Burton, lo compensa el magnífico César interpretado por Rex Harrison –el mejor de todos, a mi juicio, y con una entrada en Alejandría magníficamente rodada– y el villano encarnado en Octa-viano –impagables secuencias como un

muchacho desquiciado, violento, cobar-de; dejando el mando a Agripa en Accio por un mareo enfermizo o matando al embajador de Cleopatra–.

Y por supuesto, los magníficos planos como la pompa de Cleopatra en Roma, bajo el reproducido Arco de Constanti-no, la tortuga de César en Alejandría o, sobre todo, la mejor batalla naval jamás rodada en cine. Pero los detalles cuentan. Las togas de los senadores son auténticas togas praetextas, las maniobras de la tes-tudo son muy reales y la batalla está cui-dada; si bien, en atención al espectador, un juego de maquetas, como en muchas otras películas bélicas, ayuda a compo-ner la situación, hasta el punto que todo queda claro. Y por supuesto, la propia Cleopatra, representada como Isis junto a su hijo, Cesarión-Horus, junto con las

joyas y demás adornos muy elaborados y cuidadosamente copiados.

Sin duda, dos películas para disfru-tar del ambiente y el sabor de Roma en sus guerras civiles; sangre, lucha por el poder, sexo sofisticado... Pedazos de la historia viva, narrada por Plutarco o Sue-tonio, y revividos, en el siglo XX, por un nuevo romano, Mankiewicz.

La cinemateca de

ClíoEl siglo de la sangre

presenta...

JULIO CÉSAR

Julius Caesar (1953)Director: J. L. Mankiewicz.Guión: W. Shakespeare/ J. L. Mankiewicz.Actores: Marlon Brando, James Manson, John Gielgud.Duración: 120 minutos.

CLEOPATRA

Cleopatra (1963)Director: J. L. Mankiewicz.Guión: J. L. Mankiewicz, R. McDo-ugall, Sidney Bunchman.Actores: Elisabeth Taylor, Richard Burton, Rex Harrison.Duración: 240-330 minutos.