ste03 - clark carrados - paraiso infernal

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BRUGUERA: SELECCION TERROR "EXTRA"

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ULTIMAS OBRAS PUBLICADASEN ESTA COLECCIN1 La novia en el atad, Donald Curtis.

2 Viaje al horror, Ralph Barby.

CLARK CARRADOS PARAISO INFERNALColeccin SELECCION TERROR EXTRA n. 3Publicacin quincenal

EDITORIAL BRUGUERA, S. A.BARCELONA BOGOT BUENOS AIRES CARACAS MXICOISBN 84-02-08799-XDepsito legal: B. 19.107 - 1982Impreso en Espaa - Printed in Spain.

1 edicin: julio, 19822 edicin en Amrica: enero, 1983 Clark Carrados - 1982texto

Pujolar - 1982cubierta

Concedidos derechos exclusivos a favorde EDITORIAL BRUGUERA, S. A.Camps y Fabrs, 2. Barcelona (Espaa)Todos los personajes y entidades privadas que aparecen en esta novela, as como las situaciones de la misma, son fruto exclusivamente de la imaginacin del autor, por lo que cualquier semejanza con personajes, entidades o hechos pasados o actuales, ser simple coincidencia.Impreso en los Talleres Grficos de Editorial Bruguera, S. A.Parets del Valls (N-152, Km 21,650) Barcelona 1982PRIMERA PARTECAPITULO PRIMERO

La noche se echaba rpidamente encima, llova copiosamente y el viajero empezaba a sentirse cansado. Delante de sus ojos, los limpiaparabrisas se movan rtmicamente, despejando el campo visual. Pero, aun as, era preciso conducir con cuidado debido a las circunstancias del ambiente, nada propicio para correr riesgos marchando a una velocidad que resultara excesiva con aquel tiempo. Por tanto, era necesario rodar sin demasiadas prisas, cuidando de no salirse del camino que, de repente, se haba hecho extraamente angosto.

Las ruedas hacan un ruido raro, se dijo A. J. Butler. Qu clase de camino era aqul? Dnde estaba?

No haca media hora, haba pasado por Berndon Falls. Ya atardeca y su primera intencin haba sido la de quedarse a pernoctar en algn hotel, pero haba credo tener tiempo de alcanzar Westport, en la costa. Empezaba a darse cuenta de su gran error.

El cielo estaba completamente encapotado. Butler se dijo que iba a llover durante el resto de la noche. De cuando en cuando, unas fuertes rfagas de viento aullaban a su alrededor. Una noche ms bien ttrica se dijo, pensando con delicia en un lugar agradablemente caldeado y un buen vaso de whisky en la mano.

Pero, existen esos lugares? se pregunt, no sin un rasgo de buen humor, que estim necesario en aquella situacin.

Repentinamente, los faros del coche alumbraron un rtulo indicativo a la derecha de la carretera. Butler ley:

A PARADISE-ON-EARTH

1/4 de milla.

Hizo una mueca.

Vaya un nombrecito coment para s.

Jams haba odo nada semejante. Vagamente se dio cuenta de que la vegetacin, a ambos lados del camino, era muy espesa. En algunos lugares estaba tan prxima, que algunas ramas rozaban incluso los costados del coche.

Sigui avanzando. Ya distingua algunas luces entre la cortina de agua que continuaba fluyendo incesantemente desde las alturas. Respir satisfecho. Ahora encontrara algn lugar caliente, un buen ambiente, whisky, una buena cena...

No se le ocurri mirar hacia atrs, porque haca rato saba que era el nico viajero en aquella ruta. De haberlo hecho, si se le hubiese ocurrido retroceder un par de cientos de metros, habra visto que el letrero que indicaba la proximidad a Paradise-on-Earth haba desaparecido.

Instantes despus, entraba en el pueblo. Se qued asombrado de su pequeez. Apenas una docena de casas, todas ellas separadas entre s y la mayora con porche en la parte delantera. Una de las casas, sin embargo, era mayor que el resto y en una fugaz visin, Butler pudo apreciar que era muy antigua y con dos pisos y tico.

Sorprendentemente, no pudo ver un solo rtulo de nen.

En todas partes se haba encontrado con dicha clase de rtulos: Motel, Estacin de Servicio, Bar... All, en el pueblo, no haba nada parecido.

La mayora de las casas estaban a oscuras. Butler, un tanto irritado consigo mismo, volvi a maldecir el momento en que decidi seguir adelante, en lugar de quedarse en Berndon Falls.

La lluvia pareci arreciar en aquel momento. Butler se dijo que no era sensato continuar ms adelante. Tena que quedarse en Paradise-on-Earth. En alguna parte encontrara alojamiento.

De pronto divis una casa con todas las luces encendidas. Par el coche y salt fuera. En dos zancadas lleg a la veranda, sacudindose como un perro mojado, y llam a la puerta.

Por favor, abran!

Al otro lado, sonaron unos pasos pesados. La puerta se abri y una mujer de unos cincuenta aos le mir inexpresivamente.

S?

Disclpeme, seora. Voy de viaje, pero me he retrasado y creo que tendr que pasar la noche aqu. Puede indicarme dnde hay un motel, una posada o algo parecido?

Lo siento. En Paradise no hay nada de eso, seor.

Butler se qued con la boca abierta.

No hay... ningn establecimiento donde acojan huspedes?

As es contest la mujer, en cuyo rostro no se apreciaba la menor expresin de simpata o antipata hacia el viajero.

Butler forz una sonrisa.

Bueno, al menos, habr una cafetera o algo por el estilo, donde tomar un bocadillo... El tiempo se ha puesto imposible y en todo caso, pasara la noche en una silla...

Tampoco hay bares ni cafeteras, seor.

Pues s que la he acertado, pens Butler, tratando de ocultar la decepcin que senta.

De pronto, la mujer extendi un brazo.

No obstante, si lo desea, puede hospedarse en la casa de Rupert Heywood aadi. Es la que habr visto al llegar, a la izquierda de la calle. All podr pasar la noche sin problemas.

Gracias, seora...

Dentro de la casa son una voz:

Quin es, Abigail?

Un viajero extraviado, Joshua contest la mujer. Busca alojamiento y le he indicado que puede ir a la casa de Rupert Heywood.

Has hecho bien, mujer contest el hombre. Es el mejor hospedaje que podra encontrar.

Ya lo ha odo, seor dijo ella. La casa no est cerrada con llave; tampoco es necesario que llame. Entre y acomdese en la habitacin que mejor le parezca.

Bien, seora... Butler se dispona a marcharse, cuando, de pronto, se volvi hacia la mujer. Supongo que tendr que pedir permiso a ese tal seor Heywood.

Ya le he dicho que basta con que entre y se acomode. Buenas noches, seor.

La puerta se cerr en las narices de Butler, quien se vio obligado a contener un juramento que brotaba instintivamente de sus labios. Rezong algo entre dientes, volvi al coche, vir en redondo y cien metros ms all, se detuvo ante la casa de Heywood.

* * *

Era muy antigua, con estructura de madera, bien cuidada, no obstante, techo a dos aguas, de lados muy inclinados y una torrecilla picuda en uno de los ngulos. Delante de la fachada haba un pequeo porche que protega la entrada principal, en realidad, una marquesina sustentada por dos columnas.

La casa tena el aspecto de haber sido construida un par de siglos antes. Su primer dueo, seguramente, habra sido un rico armador que se habra establecido en el interior, al retirarse de los negocios. O tal vez un traficante de esclavos, que haba querido construirse una mansin al estilo europeo de la poca.

Pero le extraaba que le proporcionaran alojamiento en una casa en la que no pareca vivir nadie. Sin embargo, no tena otra opcin. La lluvia no daba seales de amainar y no tena deseos de correr riesgos, conduciendo en una noche tan desagradable.

Lo peor de todo era que no tena siquiera para comer un t msero bocadillo, ni menos echar un trago. Tendra que pasar toda una noche en ayunas. Pero era joven y robusto y ciertas privaciones no le asustaban en absoluto.

Apenas haba luz en aquel lugar. Abri la guantera y sac una potente linterna. Luego se ape, corri velozmente y alcanz la marquesina, que le protegi de la lluvia en el acto.

No es necesario que llame. Puedo entrar y acomodarme donde guste...

Hizo girar el pestillo y pas al interior. Los rayos de luz de la linterna alumbraron un amplio vestbulo, del que parta una escalera con barandilla de madera ricamente labrada. A la derecha vio una consola, con un gran espejo. Se volvi para buscar el interruptor de la luz, pero no encontr nada parecido.

Sobre la consola, sin embargo, haba un candelabro de metal plateado, con cinco velas. Hurg en sus bolsillos, sac fsforos y una a una, prendi las velas. Luego emiti un suspiro de alivio.

La lluvia bata los cristales con montono sonido. Butler pudo apreciar que la casa estaba bien cuidada, con muebles de indudable antigedad y evidentemente pasados de moda, pero slidos y acogedores. Faltaba el detalle de algunos jarrones con flores o tal vez un par de palmeras de interior en el vestbulo. Pero si la casa estaba deshabitada, resultaba lgica la ausencia de tales elementos ornamentales.

En una rpida exploracin, recorri la planta baja, en donde haba un gran saln, un comedor y una habitacin ms pequea, adems de la cocina en la que, con gran frustracin, no encontr sino una bomba de agua del siglo pasado.

Pero ni una miga de pan mascull.

Haba tambin un par de habitaciones, evidentemente destinadas a la servidumbre, cada una con una cama que pareca recin hecha. Al cabo de unos momentos, subi al primer piso.

All, las estancias ofrecan mucho mejor aspecto. Butler contempl un gran lecho, con mullidos colchones y un dosel que sostena unas cortinas de muselina blanca. Casi sinti la tentacin de acostarse all inmediatamente.

Pero se dijo que no deba abusar de la bondad de las personas que le haban ofrecido un alojamiento tan acogedor. En el saln de la planta baja haba un gran divn. Una noche se pasa pronto, pens.

No quiso molestarse en subir al tico. Descendi nuevamente a la planta baja y entr en el saln. Haba una gran chimenea, con un montn de troncos y algunas astillas a un lado. Dej el candelabro sobre la mesa, se acerc a la chimenea y sac los fsforos.

Momentos despus, vio danzar las primeras llamas. Suspir satisfecho; no haca fro realmente, pero el ambiente de humedad resultaba muy desagradable.

Cuando el fuego estuvo encendido, retrocedi unos pasos. Sobre la chimenea, se vea un gran cuadro, en el que apareca retratado un hombre, vestido a la moda de fines del siglo XVIII. Deba de haber sido muy alto y robusto, de rostro sanguneo, con grandes patillas grises y expresin autoritaria, pero tambin sardnica. La sonrisa que se apreciaba en sus labios pulposos tena mucho de cnica.

La camisa era de encajes y, en el chaleco, se vea una gruesa cadena que lo cruzaba y de la que penda un dije, con cinta de seda, el cual sostena una gran moneda de oro. Butler pudo apreciar que la reproduccin de la moneda era absolutamente fiel al original, casi fotogrfica.

Estuvo contemplando unos momentos el retrato, mientras el calorcillo de las llamas se expanda gratamente por el saln. Luego se volvi y casi se dio de bruces con una mujer que sostena una bandeja con las manos.

* * *

Butler no pudo contener un grito de sorpresa. La mujer haba aparecido inesperadamente, en silencio, sin dar la menor seal previa de su presencia en la casa. Era alta, muy rubia, con el pelo pajizo, largo y suelto sobre los hombros. Los ojos eran muy claros, rasgados, y los labios rojos destacaban ntidamente en un rostro de absoluta blancura epidrmica.

Me enter de que se alojaba en la casa de Heywood y le traje algn alimento dijo la joven. En Paradise no hay lugares donde un viajero pueda satisfacer sus necesidades.

Seora, no s cmo darle las gracias...

No se merecen ataj ella. Hay un poco de carne fra, pan, galletas y mermelada. En el termo encontrar caf. Siento no poder traerle algo de vino.

Es demasiado lo que hace, seora sonri Butler. Pero, dgame, quin es Rupert Heywood?

Era. El construy la casa hacia 1790. Muri once aos ms tarde.

No la ha habitado nadie desde entonces?

La joven sonri enigmticamente.

Permtame un consejo, seor...

Butler, A. J. Butler. Si quiere, le doy el nombre completo.

Gracias, no es necesario. El consejo es que tome la cena y se marche cuanto antes de la casa.

Butler resping. Aquella joven, hablaba en serio?

Casi maquinalmente, tom la bandeja de las manos de su hermosa visitante. Ella retrocedi, andando hacia atrs.

Vyase, vyase cuanto antes.

Abandon el saln y alcanz el vestbulo. Butler reaccion y, dejando la bandeja a un lado, ech a correr tras ella.

Espere, seora...

Alcanz el vestbulo. La puerta se cerraba en aquel momento.

Butler lleg a la puerta en cuatro saltos y la abri de golpe.

Seora, espere un minuto, por favor...

Se call bruscamente. Por un instante, se pregunt si habra soado la visita de la hermosa joven rubia.

La calle estaba absolutamente desierta. Delante de la marquesina, haba una cortina de agua. Algunas luces, a lo lejos, se reflejaban en el hmedo pavimento. Butler estaba seguro de que tena que ver a la joven, pero no encontr el menor rastro.

Profundamente pensativo, regres al saln. La bandeja estaba cubierta por una servilleta de plstico, que haba impedido se mojase su contenido. Al levantarla, vio un plato con carne, unas rebanadas de pan, mermelada y unas galletas.

La carne le desagrad, sin saber por qu. Tena un aspecto muy extrao y decidi no probarla. Verti un poco de caf en un vaso y lo encontr aceptable, pero tambin con un gusto que le hizo sentir aprensiones, por lo que no pas de humedecerse la lengua.

De repente, decidi que no probara bocado de aquella cena.

Era algo instintivo, una extraa sensacin de la que no poda desprenderse. La cena encerraba un peligro que no poda definir. Veneno, narctico...

Prefiero pasar hambre decidi finalmente.

CAPITULO II

Un tronco se parti en la chimenea y las chispas ascendieron arremolinadas a lo alto. El ligero chasquido despert a Butler.

Dorma en el divn, apoyada la cabeza en un almohadn. La nica luz que haba en la estancia, proceda de la chimenea.

Alz la cabeza un poco y escuch atentamente. La lluvia segua cayendo, ahora mansa, imperceptiblemente, pero incesante. Volvi los ojos y pudo ver las gotas de agua que resbalaban incansablemente en los cristales de las ventanas.

El fuego ofreca un aspecto mortecino. Rezongando entre dientes, se levant, arregl las brasas y puso un par de troncos encima. Luego regres al divn.

A los pocos momentos, y pese a sus preocupaciones, not que volva a dormirse. Entonces oy un ruido extrao sobre su cabeza.

Trat de ignorarlo. El ruido se repiti.

Butler empez a desvelarse. Aguz el odo.

Los sonidos eran inconfundibles. Alguien, pisando fuerte, se paseaba en una de las habitaciones superiores.

Si la casa est deshabitada, quin demonios est all arriba? se pregunt.

Era un edificio viejo. Seguramente las condiciones ambientales influan en su estructura. Eran ruidos de la madera que se contraa o tal vez una ventana mal cerrada...

Intent dormirse de nuevo, pero no lo consigui. Los pasos seguan sonando, rtmicos, incansables, como si fuesen producidos por una persona que pesara ms de cien kilos.

Butler acab por hartarse y se puso en pie.

Ahora ver ese estpido mascull. Sea quien sea, le voy a dar un buen rapapolvo. Si no tiene sueo, que se siente en alguna parte, maldita sea.

Agarr la linterna y se encamin al primer piso. Procur orientarse para encontrar la habitacin situada justamente sobre el saln. Cuando la hubo hallado, abri la puerta de golpe.

Eh, usted, deje de hacer ruido...

Butler se call sbitamente. La estancia estaba desierta.

No puede ser murmur. No he tomado una gota de licor ni he probado nada que pudiera hacerme dao...

Al cabo de unos momentos, volvi al saln y se tendi de nuevo en el divn. Consult el reloj.

Las once de la noche reneg. Me espera una nochecita...

Pero pasado un buen rato, not que volva a dormirse. Entonces, los pasos resonaron nuevamente.

Butler esper unos momentos. Luego, se enfureci contra el bromista que intentaba divertirse a su costa.

Tienes ganas de juerga, eh?

Una vez ms, se levant y tras unos segundos de reflexin, fue a la cocina. Busc una escoba y con ella en una mano y una linterna en la otra, se dirigi a la escalera. Sin embargo, no se detuvo en el primer piso, sino que subi al tico.

Escuch un poco. Si, los pasos continuaban sonando. Entonces, empez a dar golpes en el suelo con la contera del palo de la escoba, a la vez que pisaba con todas sus fuerzas.

Estuvo as cinco minutos. Luego se par y dej que volviera el silencio.

El ruido de pasos haba cesado. Butler lanz una carcajada.

Si era un bromista, se habr llevado un buen susto dijo. Esto es ir por lana y volver trasquilado.

Pasaba de la medianoche cuando volvi al saln. Todava estuvo despierto una hora ms, pero el ruido de pasos haba cesado ya.

Acaso era un fantasma. Pero, en todo caso, ha recibido una dosis de su misma medicina.

Se imagin al espectro huyendo aterrado de los ruidos que contestaban a los suyos, y no pudo contener una carcajada. Luego, el sueo regres y acab por quedarse dormido como un tronco.

* * *

Cuando despert, era de da. Segua el mismo ambiente brumoso y la lluvia no dejaba de caer.

Pero haba luz, aunque fuese de tonos grisceos. Butler se sinti mucho mejor. Interiormente, reconoci que haba momentos en que haba sentido verdadero miedo.

Fue a la cocina, manej la bomba de agua y se moj la cara un poco. Bebi un par de sorbos, coment para s lo msero del desayuno y se dispuso a reanudar el viaje.

Esto podr llamarse Paradise, pero que me ahorquen si tiene nada de paradisaco mascull.

Al salir de la casa, advirti algo muy extrao.

El pueblo apareca sumido en un silencio total. No era muy grande, pero debera verse algn movimiento: hombres y mujeres, aunque fuesen con impermeables y paraguas, alguna furgoneta de reparto... Pero el nico coche que haba a la vista era el suyo.

Todas las casas aparecan cerradas. En algunas de ellas, supuso, debera de haber cocinas antiguas, pero no se perciba una sola columnita de humo.

De pronto, not una extraa sensacin. Deba haber seguido el consejo de la hermosa desconocida, se dijo. Pero un punto de obstinacin le haba hecho quedarse en la casa de Rupert Heywood. Era Paradise un pueblo muerto, con slo tres habitantes, el matrimonio llamados Joshua y Abigail y la hermosa joven rubia?

De pronto, baj los escalones y se acerc a su coche. Tena un impermeable en el interior, lo sac, se lo puso y ech a andar resueltamente hacia la casa a la que haba llamado la vspera.

En la puerta haba un pequeo rtulo: J. Dealey. As supo cmo se llamaban sus ocupantes.

Toc en la puerta con los nudillos, pero no obtuvo respuesta. Insisti, con el mismo resultado. Estaran dormidos, supuso.

Arriesgndose a un incidente, abri la puerta.

Seor Dealey!

La casa estaba silenciosa, casi a oscuras. Aprensivo, Butler avanz unos cuantos pasos.

Todo apareca en orden, pero no se vea a nadie en movimiento. De sbito, al abrir una puerta, divis un dormitorio y dos personas echadas en la cama.

Eran los Dealey, no caba duda. A ella la reconoci en el acto. El hombre era algo mayor y tena barba de collar, entrecana. Pareca un capitn de ballenero del siglo pasado.

Seor Dealey repiti.

Una vez ms, no hubo respuesta. Terriblemente impresionado, Butler avanz unos cuantos pasos y sacudi ligeramente el hombro del varn.

Dealey no se movi. Tena los ojos cerrados y su pecho permaneca quieto.

Butler le puso una mano en la mejilla.

Estaba fra.

Retrocedi, con el horror reflejado en las facciones. Los Dealey aparecan vestidos, acostados con todas sus ropas, encima de la cama y con los brazos cruzados sobre el pecho.

Estaban muertos, no caba la menor duda. Por un instante, se dijo que la vspera haba hablado con una persona que era un cadver viviente; pero rechaz la idea de inmediato. No, Los Dealey, por alguna razn que desconoca, haban muerto durante la noche.

De pronto, crey conocer la verdad.

Un doble suicidio murmur.

Alguien tena que saberlo. Corri hacia la puerta y, desde la veranda, con las manos en tomo a la boca, a modo de bocina, lanz un poderoso grito:

Eh, despierten todos! Ha ocurrido algo horrible! Los Dealey estn muertos!

Butler era joven y robusto, y tena unos pulmones magnficos. Su voz retumb con sonoros ecos por todos los mbitos del pueblo. Pero no obtuvo la menor respuesta.

Es que estn sordos? Por qu no salen de sus casas? Dos de sus vecinos estn muertos! Me oyen? grit, procurando conseguir la mxima potencia sonora.

El silencio era absoluto. Butler empez a dudar de s mismo.

No estar volvindome loco?

De repente, baj de la veranda y corri hacia la casa inmediata.

All haba tres personas, un matrimonio de mediana edad y una anciana, sta en un silln, con las agujas y la lana en las manos. Todos estaban inmviles y fros.

Butler empez a sentir tambin fro, pero ms bien en el interior de su cuerpo. Corri a la siguiente casa.

Sali y entr en otra situada al lado opuesto de la calle. Se fij en el rtulo de la entrada: Diana Cooper.

Estaba en la cama, vestida, con las manos sobre el pecho y los ojos cerrados. Pero era la misma joven que le haba llevado la cena a la casa de Heywood.

No haba duda posible. Haba visto a Diana con todo detalle, haba podido apreciar la esbeltez de las lneas de su cuerpo, la belleza de su rostro... Aunque ella haba expresado ciertas aprensiones, no por ello haba dejado de apreciar asimismo la dulzura de su sonrisa.

Pero ahora estaba quieta, fra, un trozo de carne inanimado y sin vida.

El horror se apoder de l. Estaba en un pueblo habitado nicamente por cadveres. Adnde haba ido a parar? se dijo, lleno de pnico.

Ya no quiso aguardar a ms. Abandon la casa de Diana, corri hacia su coche y mont precipitadamente sin quitarse siquiera el impermeable.

Arranc en el acto. Pero de pronto, decidi dar media vuelta. Volvera por Berndon Falls, aunque ello le supusiera un rodeo de cien kilmetros al menos. Sin embargo, poda compensarlo con la autopista. Y tal como estaban las cosas, perder una hora o dos no tena ninguna importancia.

Enfil la salida del pueblo. A doscientos metros escasos, vio el bosque. Los rboles llegaban hasta el mismsimo borde de la carretera, que era la prolongacin de la nica calle de Paradise. Haba tambin unos arbustos muy espesos, de frondosos ramajes, que casi le cortaban el paso.

Anoche no estaban, pens. O quiz, con la oscuridad y la lluvia, que caa a cntaros, no haba visto bien aquel obstculo. De todos modos, no se detuvo.

Pis el acelerador. Las ramas se apartaron violentamente. Algunas crujieron con secos chasquidos. En un instante estuvo al otro lado y entonces vio algo asombroso.

El instinto le hizo pisar el freno. Las ruedas patinaron en un suelo completamente mojado. El coche se bambole alarmantemente, pero no lleg a volcar.

Butler alarg el cuello, hasta que su nariz toc el fro parabrisas.

Estoy soando... Me han dado una droga y ni siquiera lo he notado...

La vspera haba venido por all, sobre un camino de tierra batida, relativamente liso, aunque numerosos charcos debido a la lluvia. Ahora no haba camino.

Dios mo, no me lo puedo creer exclam. La carretera ha desaparecido!

Durante unos minutos permaneci en la misma situacin, con el motor en marcha y los limpiavidrios movindose rtmicamente. Luego decidi avanzar un poco ms, a fin de intentar aclarar aquel misterio.

Rod lentamente, en previsin de algn obstculo que pudiera causarle un accidente irreparable. Si el coche se estropeaba...

No quera ni pensar en ello. Estaba en un lugar poblado por muertos, un pueblo fantasma... No estoy en la Tierra, sino en otro planeta.

De pronto, vio algo que casi le hizo gritar de alegra.

La zona de hierba acababa donde empezaba una carretera de tierra. Haba all unas vallas de madera blanca y roja, con los indicativos apropiados para el caso. Poda rodearlas y lo hizo con grandes precauciones. Luego sac la cabeza por la ventanilla y vio el rtulo que se esperaba hubiese en aquellas circunstancias:

CARRETERA CORTADA PROHIBIDO EL PASO

Escorz el cuerpo y mir hacia atrs.

El rtulo con el indicativo de Paradise-on-Earth un cuarto de milla, haba desaparecido.

Ms all de las vallas slo haba hierba, arbustos y rboles.

Me he alojado en algn motel y he soado que estaba en un pueblo llamado Paradise-on-Earth fue la conclusin a que lleg poco despus.

Y sin duda, se haba perdido... pero no recordaba el menor detalle del motel en que deba haberse alojado.

Sentase muy cansado, mentalmente sobre todo. Adems, y pese a sus preocupaciones, estaba hambriento puesto que no haba probado bocado desde el medioda anterior.

Media hora ms tarde advirti, con gran satisfaccin, el casero de Berndon Falls.

A la entrada de la poblacin haba una estacin de servicio. El coche tambin necesitaba alimento.

Butler se detuvo en la gasolinera. Un poco ms all divis la satisfactoria fachada de la cafetera. Segua lloviendo y los cristales estaban empaados por el vapor. El ambiente continuaba siendo triste, deprimente, pero, despus de todo lo que haba pasado, crey que se encontraba en una isla tropical baada por el sol.

Respir profundamente. El mozo de la gasolinera llen el depsito y luego se acerc al joven.

Necesita que le mire el aceite, seor?

Butler hizo un gesto negativo.

No, gracias. Pero me gustara hacerle una pregunta.

Ense un billete de cinco dlares y sonri.

Qudese con la vuelta, amigo aadi. Oiga, hace mucho tiempo que trabaja aqu?

El mozo sonri. Era un muchacho de menos de veinte aos, de sonrisa franca y expresin amable.

Toda la vida, seor. Soy el hijo del patrn y trabajo aqu durante mis vacaciones escolares. A mi padre no le gustan los vagos, sabe?

A nadie le gustan ri Butler, Perdone, sabe por dnde puedo ir a Paradise-on-Earth?

Esper la pregunta con ansiedad. El chico mostr una enorme extraeza.

Paradise-on-Earth? Lo siento, seor contest, meneando la cabeza. No he odo hablar jams de esa poblacin. Es ms, ni siquiera creo que exista.

CAPITULO III

Revis los ltimos documentos y los dej a un lado. Luego se cogi el puente de la nariz con dos dedos. Reclinado en su silln, permaneci unos momentos inmvil.

Haba tenido un da de mucho ajetreo. Le convena trabajar. De este modo, alejaba ciertas imgenes de su mente.

Haban transcurrido ya dos meses y todava no haba podido olvidar la terrible noche pasada en un pueblo que no exista. Pero estaba seguro de que haba pernoctado en Paradise-on-Earth.

Sin embargo, el pueblo no apareca en ningn mapa. Haba consultado en distintos lugares donde, en su opinin, podan informarle sobre aquella localidad. El resultado, en todos los casos, haba sido idntico: nadie saba absolutamente nada de Paradise-on-Earth.

Al fin, dej de investigar. No quera que acabasen tomndolo por loco. Lo mejor era olvidar aquel suceso. Pero, a pesar de todo, le costaba bastante.

Su secretaria entr y se despidi hasta el da siguiente.

No se olvide maana del asunto Carter-Hennings, seor le record.

Lo tengo muy presente, Betty. Buenas noches y gracias.

Buenas noches, seor.

Butler qued en el mismo sitio. De pronto, oy rumor de voces y una exclamacin rebosante de buen humor.

Betty, usted siempre tan guapa y apetitosa... Que ya tiene marido que se lo diga? Oiga, dgame dnde vive; empezar a pensar en el crimen perfecto para dejarla viuda...

Son una clara risa femenina.

Seor Herbyson, usted se fija en m, cuando las tiene a docenas slo con mover un dedo? Vaya a otra parte a burlarse de una pobre mujer, virtuosa y honesta, enamorada hasta el tutano de su marido, y no trate de tentar mi fortaleza. A mi marido y a m nos encanta la monogamia, todo lo contrario que a usted.

La verdad, hay gustos que merecen palos contest el hombre riendo. Su marido es un hombre afortunado, Betty. Saldele en mi nombre.

Gracias, seor, as lo har dijo la secretaria.

La puerta del despacho se abri segundos ms tarde. El visitante apareci sonriendo en el umbral.

Salve, lumbrera del foro, gloria de las leyes, futuro presidente del Tribunal Supremo! salud el recin llegado. Cmo te encuentras, viejo coyote?

Butler sonri ante la exuberancia de Wade Herbyson, su amigo y cliente, un hombre de unos treinta y cinco aos, alto, apuesto, pero con evidentes seales en el rostro de una vida demasiado ajetreada y no precisamente por el trabajo.

Sintate, Wade invit. Me encuentro perfectamente, con ms trabajo del que podra desear, pero eso nunca es malo.

Todo lo contrario, es fatal. Pero a ti te encanta trabajar, sumergirte en asuntos complicados, ser el Champollion de los casos difciles, que resuelves descifrando sus jeroglficos, como si fuesen la piedra de Rosetta...

Basta, basta ya cort el joven riendo. Gracias por los elogios, pero imagino que no has venido aqu solamente para cepillarme verbalmente. En serio, qu tripa se te ha roto, Wade?

Herbyson cruz las piernas.

Vers, me voy de viaje una temporada... Oye, no tienes un trago por ah?

Bourbon?

Bueno, vale. Herbyson alarg la mano y se apoder de un cigarro de los que haba en la tabaquera del despacho. Mordi la punta, la escupi a un lado sin ningn complejo y luego se apoder de un encendedor de sobremesa. Yo tengo uno ms bonito ri sonoramente. Es una pareja que est haciendo... eso, pero de pie. Aprietas las dos posaderas, de modo que se unan el uno con la otra y sale la llama entre las cabezas de los dos.

Butler sonri, mientras entregaba el vaso a su amigo.

S, eres especialista en esos chismes convino.

Pero me gusta ms la realidad dijo Herbyson. Jim, necesito que te ocupes de mis asuntos durante una temporada.

Lo estoy haciendo normalmente se sorprendi Butler.

Ya, ya lo s, pero en esta ocasin es algo distinto. Normalmente, como dices, si hay alguna dificultad, me la consultas. Siempre sabes dnde encontrarme, aunque a veces te cueste un poco.

Y bien? Qu vas a hacer ahora? Viajas a Marte y desde all no podrs telegrafiarme?

No, hombre, ni mucho menos. Me ir ms cerca... pero no puedo decirte el punto de mi destino. De pronto, Herbyson se puso serio. Jim, me ausento por consejo del mdico.

Butler se alarm. Realmente, y a pesar de su juventud, Herbyson mostraba en su rostro las seales de una vida muy agitada. Haba heredado una inmensa fortuna y se deca de l que tendra que gastar mil dlares por segundo ininterrumpidamente, durante varios aos, para arruinarse totalmente. La gente exageraba; pero, ciertamente, Herbyson no era un pobretn y, salvo los estudios universitarios, no haba vuelto a dar golpe.

Era el espcimen tpico del play-boy. De l se contaban mil aventuras sentimentales, algunas son mujeres mundialmente famosas. De otras se mencionaba su inaccesibilidad, hasta que los argumentos de Herbyson, basados no slo en su encanto personal, sino tambin en su dinero, permitan el asalto a la fortaleza. A Butler no le extra, por tanto, que la salud de su amigo empezara a resentirse.

Vas a una clnica especial, supongo dijo.

Herbyson hizo un gesto afirmativo.

Estoy plenamente de acuerdo con el matasanos que me atiende. Me convienen unas semanas de absoluto descanso, de vida sana y morigerada, sin alcohol, sin mujeres, sin tabaco... largos paseos por el campo, aire puro, comida sencilla, sin complejidades, sin especias...

Si haces eso, en menos de dos meses, te pondrs como un toro joven sonri Butler. Pero como haya enfermeras...

La ms joven tiene la edad de mi abuela contest Herbyson alegremente. Bueno, tienes carta blanca para manejar mis asuntos. Todo ir bien, espero, aunque de cuando en cuando recibirs las facturas del mdico.

Wade, soy tu abogado. Creo que tengo derecho a saber dnde te internas.

Lo siento. En eso estoy de acuerdo con el mdico. Nadie debe saberlo. La discrecin es el elemento principal para recuperar la salud.

A pesar de todo...

No insistas, Jim. Las cosas estn as y no pienso ceder en ese aspecto. Si necesitase dinero, ya telegrafiara al banco o te enviara un despacho. Pero al lugar donde voy a ir, sin centros de diversin, para qu necesito el dinero?

Muy bien, como dispongas se resign Butler. As que dos meses...

Nueve semanas exactamente, a contar de maana mismo. Pero, mientras tanto, por qu no aprovechas para acompaarme y celebrar conmigo esta especie de despedida de la buena vida?

De acuerdo, Wade. Ah, una cosa. Dnde te busco, pasadas las nueve semanas?

Herbyson lanz una sonora carcajada.

Ya tendrs noticias mas contest.

Apur el whisky, apag el cigarro en el cenicero y se puso en pie.

En el peor de los casos, Jim, recuerda que tengo un testamento otorgado hace algunos meses. No me pasar nada, insisto, pero si ocurriese algo, rechaza cualquier otro testamento, a menos que yo lo presente en persona.

Muy bien, as se har... se hara, si fuese necesario, cosa que no llegue a ocurrir.

La noche fue muy movida. Herbyson se divirti como si quisiera concentrar en unas pocas horas, toda la austeridad a que iba a estar sometido durante nueve semanas. Cerca del amanecer, Herbyson estaba que no poda tenerse en pie.

Butler tuvo que llevarlo casi en brazos hasta su coche. Cuando cruzaban la acera, tropezaron con una mujer.

Dispense, mueca... dijo el borracho tartajosamente.

Ella se detuvo un instante. Luego mir sonriendo a Butler.

La ha pescado buena coment.

De campeonato repuso el joven. Perdone la molestia, seorita.

La mujer alarg el cuello. Era joven, muy bonita, de graciosa figura. A Butler no le pareci una buscona. Aunque hoy en da, vete a saber..., pens, mientras se esforzaba por empujar a Herbyson al interior de su coche.

Oiga dijo la chica, ese tipo, no es Wade Herbyson, el play-boy?

As le llaman, seorita. Pero son exageraciones de la gente.

La gente tiene razn, salvo en una cosa. Debera estar rodeado de mujeres y le veo en compaa de un hombre. Se ha pasado al otro bando?

Butler se qued con la boca abierta. Antes de que pudiera decir algo, la joven se haba perdido ya en la oscuridad.

Vaya frescura se indign. Decir que Wade y yo...

Procur calmarse y entr en el coche. Dej a Herbyson en su casa sin que su amigo se enterase siquiera dnde estaba, y regres a la suya.

Maldijo entre dientes. A las diez tena un juicio y apenas le quedaban cuatro horas para descansar un poco y sentirse fresco y con nimos para rebatir los argumentos de su adversario en el tribunal.

* * *

Dos semanas ms tarde, Butler recibi una factura por conducto del banco. Haba llegado en el correo, abierto por Betty, y se escandaliz al conocer su importe.

Sesenta mil dlares barbot. Algunos mdicos deberan estar en un manicomio...

El mdico que percibe esos honorarios no est loco precisamente observ la secretaria con mordacidad. Sesenta mil dlares, por dos semanas de tratamiento, a treinta mil por semana, son casi cuatro mil trescientos por da, ms de ciento setenta y ocho la hora, tres dlares el minuto...

Basta, no siga cort Butler. Ley el membrete de la factura, pero se extra de ver solamente el nombre del mdico. Ha odo hablar alguna vez del doctor R.S. Winter?

Nunca, ni palabra, seor.

Butler apret los labios.

Wade me orden que atendiera las facturas del matasanos sin rechistar, pero, a pesar de todo...

El seor Herbyson es un hombre rico. Hay muchos mdicos que aprietan las clavijas a los pacientes ricos, para luego poder atender a los pobres. Tal vez Winter sea uno de ellos opin Betty.

Tal vez convino Butler, que no haba abandonado an su expresin ceuda. De momento, le concederemos el beneficio de la duda. Ya veremos a ver qu pasa en la siguiente factura.

S, seor.

Y otra cosa, Betty. Dnde diablos tiene su consultorio el doctor Winter? Aqu, en la factura, no figuran ni el domicilio, ni siquiera un nmero de telfono o un apartado de Correos para recibir la correspondencia. No le parece demasiado extrao?

A m se me ocurre una idea, seor dijo la secretaria.

Hable, por favor.

Es una clnica para ricos, para gente famosa, en suma. No quieren publicidad, lo cual significa molestias para los pacientes. Imagnese: periodistas, fotgrafos..., acaso fans y admiradores, si se trata de un astro de la pantalla... o una estrella, claro.

S, en todo eso, estoy de acuerdo. Pero alguien tendra que conocer el paradero del cliente internado en esa clnica, alguien que no divulgara el secreto. Yo no dira nada a nadie si supiera el lugar donde est Herbyson, no le parece?

Bien, es lgico que piense as, pero las cosas fueron dispuestas de otro modo. No se preocupe y pague; al seor Herbyson le sale el dinero hasta por las orejas.

Butler asinti preocupadamente. La cosa no le gustaba en absoluto. Precisamente porque era su amigo, no quera que nadie se aprovechase de l ni de su inmensa fortuna. Entenda que era razonable una elevada factura, pero aqulla, de todos modos, le pareca exagerada.

Betty se march y l se sumi en el despacho de la correspondencia, haciendo anotaciones en las cartas que deban ser contestadas por la secretaria. De pronto, cuando ms distrado estaba con su tarea, oy una fuerte exclamacin en el antedespacho. La puerta haba quedado entreabierta y pudo percibir el tono de sorpresa de su secretaria.

Levant la voz:

Betty! Ocurre algo?

La secretaria entr, con una tarjeta en la mano.

He encontrado esto, seor exclam. Perdone que no se lo dijera antes, pero es que lo haba olvidado por completo. Se le cay al seor Herbyson el da que estuvo aqu y me di cuenta de que, al revolotear, iba a parar debajo de una mesa. Pens en recogerlo luego, pero yo me marchaba, el seor Herbyson estaba con sus bromas y lo olvid por completo. Ahora se me cay un lpiz debajo de la mesa y al agacharme para recogerlo, vi la tarjeta...

Seria una de las que l usa, aunque en raras ocasiones supuso Butler.

No, seor contradijo Betty. Lea usted mismo, por favor.

Butler cogi la tarjeta y ley:

Dr. R. S. WINTER

CLINICA DE RECUPERACION PSICOSOMATICA

PARADISE-ON-EARTH

CAPITULO IV

Era un excelente medio de recobrar la salud, se dijo Herbyson, mientras se llevaba a los labios la copa de champaa que le haba servido aquella encantadora rubia, que le atenda casi desde el primer momento de su llegada.

La rubia se llamaba Bonnie y era muy distinta de las asexuadas enfermeras que haba esperado encontrar a su llegada a la clnica. Pero Bonnie no estaba sola.

Sissy era morena y tan ardiente como aqulla, aunque distinta fsicamente. Bonnie era alta, de senos rotundos y amplias caderas, una verdadera walkyria, aunque sin mengua de su esbeltez. Sissy era menuda, delgada como una anguila, pero con cada curva propia de una mujer en su sitio.

Y luego, la pelirroja Pearl, alta, tambin delgada, de rostro enigmtico y labios voluptuosos, conocedora de la ms refinadas artes amorosas. Pearl saba cmo recorrer con las yemas de los dedos el cuerpo de un hombre sin rozarle apenas, llegando a los ms recnditos lugares, para hacerle convulsionarse de pasin antes de llegar al clmax estallante y agotador, que a su lado se repeta casi sin interrupcin...

Bonnie era ms brusca, casi directa; no le gustaban los rodeos, pero no por ello resultaba menos apasionada. Sissy actuaba casi en silencio, sin apenas movimientos, pero con un profundo conocimiento de las mejores formas de placer. Herbyson pensaba que, si le dieran a elegir, no sabra con cul de ellas quedarse.

Os comprar a las tres grit de repente, acariciando codiciosamente y sin distincin senos turgentes y tersas y redondas caderas.

Bonnie le bes violentamente. Sissy se tendi sobre su pecho y dej que le acariciase los senos.

Pearl estaba sentada, con la cabeza de Herbyson en su clido regazo, pasndole la mano por la frente. Los senos de la pelirroja eran picudos, como pequeas montaas jvenes no gastadas an por la erosin de los tiempos. Herbyson alcanz con los labios uno de aquellos vrtices y lo mordisque codiciosamente.

Qu manera de recobrar la salud se dijo.

Porque lo cierto era que, en las tres semanas que llevaba en la clnica, se haba sentido mucho mejor. Casi desde el primer da, haba sentido un apetito voraz. El doctor Winter hizo que le alimentasen poco menos que sin tasa. En tres semanas, Herbyson aument quince kilos.

Uno de sus platos favoritos eran las ciruelas cocidas con whisky y azcar. Las tomaba casi a todas horas, incluso en el desayuno. Las ciruelas eran exquisitas, realmente ambrosa, pero el whisky resultaba nctar que habra hecho quedar en ridculo al de los dioses del Olimpo.

Trajeron la cena. Un impasible camarero, de rostro ptreo y vestimenta impecable, lleg con una mesa magnficamente provista. Riendo y gritando, el cuarteto, Herbyson y las tres mujeres, se precipitaron sobre los platos. El camarero se retir sin pronunciar una sola palabra.

Winter aguardaba en el cuarto vecino. Era un sujeto de mediana estatura, fornido, pero no demasiado corpulento y con el rostro curiosamente aniado, lo que le haca resultar inmediatamente atractivo para cualquier persona que lo vea por primera vez. El camarero meda diez centmetros ms de estatura y tena la cara de palo. Pareca que no poda sonrer.

Los dos hombres cambiaron una mirada. El camarero asinti:

En mi opinin est listo, doctor.

Bien, Drury dijo Winter. Han sido enviadas las invitaciones?

S, doctor.

Fecha?

Pasado maana. La carne debe orearse veinticuatro horas y luego permanecer en maceracin con hierbas aromticas otras veinticuatro horas.

Perfecto, Drury. Entonces, cundo actuamos?

Esta misma noche, doctor.

Winter sonri y puso una mano en el hombro del sujeto.

Eres un fiel servidor dijo. Por mucho que te d, nunca conseguir recompensarte suficientemente.

Gracias, doctor; me siento bien pagado con saber que puedo actuar a su lado.

Muy amable de tu parte, Drury. Ah, por favor, prepara todo el instrumental.

S, doctor.

Y... procura mejorar el golpe. No debemos hacer padecer innecesariamente a... al plato fuerte de la reunin de pasado maana.

He estado entrenndome, doctor contest Drury, a la vez que realizaba una profunda inclinacin. No habr sufrimientos innecesarios esta vez.

Los dos hombres se separaron. En la estancia contigua, continuaba la orga.

Herbyson bebi demasiado, estimulado por las tres mujeres, y acab quedndose dormido como un tronco. Cuando lo vieron sumido en su sueo, Bonnie, Susie y Pearl recobraron sus ropas, se vistieron y salieron de la habitacin.

Mucho ms tarde, alguien despert a Herbyson y le hizo tomar un estimulante. En realidad, contena una sustancia hipntica, pero l no lo saba.

Estaba despierto y, sin embargo, se senta incapaz de hacer otra cosa distinta de lo que le ordenaban. Vagamente se dio cuenta de que ponan ante l numerosos documentos. Una voz le orden que firmase. Su mano estaba insegura y la misma voz le recrimin speramente.

Mantenga el pulso firme, seor Herbyson.

S... S, seor contest el sujeto tartajosamente.

Al terminar, se desplom sobre un montn de almohadones. Ni siquiera se dio cuenta de que varios brazos lo levantaban en vilo y lo conducan a otro lugar distinto.

Al cabo de unos minutos, abri los ojos. Estaba desnudo, en pie, en una habitacin de paredes blancas, embaldosadas, con el suelo liso y ligeramente inclinado a un lado, formando una especie de canal que terminaba en un agujero situado a ras del suelo. Mir a derecha e izquierda. Sissy le sostena por un brazo. Pearl le sujetaba por el otro y, entre las dos le mantenan en pie.

El doctor Herbyson estaba frente a l. Bonnie, arrodillada, le rasuraba cuidadosamente el pubis.

Pero... qu pasa aqu...? grit trabajosamente. Qu estn haciendo conmigo?

No tema, amigo mo dijo Winter amablemente. Esto forma parte del tratamiento. No se preocupe, va a resultar una operacin absolutamente indolora.

Una operacin? Quiere decir... quirfano y todas las dems cosas?

Algo por el estilo, seor Herbyson. No se preocupe, no se preocupe... Por favor, baje la cabeza un poco.

Espere, doctor. Quiero que me explique lo que est pasando. Herbyson empezaba a recobrar la consciencia rpidamente. Dgame qu significa eso que cuelga del techo...

Winter levant la mirada un poco y contempl el artefacto que penda de una polea.

Ah, es un gancho de carnicero. Se necesita, claro contest.

Herbyson sinti de repente un miedo espantoso. Presinti lo que iba a sucederle, pero no tuvo tiempo de reaccionar.

Winter puso una mano sobre su frente. Bonnie se haba levantado ya.

Baje un poco la cabeza, seor Herbyson... Bjela, por favor... Bjela... ASI!

Drury estaba detrs del paciente y empuaba un estilete de acero. Levant la mano y golpe con fuerza, secamente, con toda decisin.

El cuerpo de Herbyson sufri una violentsima sacudida. Pero ya no hizo el menor movimiento. La sensacin de dolor que el puntillazo envi a su cerebro dur fracciones de segundo. Sus rodillas se doblaron y las mujeres le soltaron, por lo que cay al suelo inmediatamente.

Los pies se agitaron todava espasmdicamente durante unos segundos. Luego, todo fue quietud.

Un golpe realmente certero, Drury alab Winter.

Gracias, doctor. El entrenamiento no ha sido intil sonri el camarero.

Estaba inclinado sobre el cadver y at los tobillos con un delgado cable de acero. Luego hizo bajar el gancho que penda de la polea. Winter hizo un blando ademn.

Salgan, chicas, su tarea aqu ha terminado ya.

Las tres mujeres abandonaron la sala. Winter se acerc a una mesa en la que haba ciertos instrumentos de brillante metal, muy afilados.

Esta es la parte ms desagradable del asunto dijo, mientras se acercaba al cadver que penda del gancho, cabeza abajo.

Pero necesaria, doctor apunt Drury.

Oh, s, claro, imprescindible, desde luego.

Winter traz una raya con el bistur, desde el pubis al esternn. Luego apoy el filo en el cuello de Herbyson.

Ah, doctor exclam Drury de pronto. Maana tendra que ir a Berndon Falls. Necesito algunas cosas que me son imprescindibles.

S?

S, seor. Adems, y si me lo permite, invitar a Billy Boy. Nos ha resultado muy til en distintas ocasiones. El chico est ansioso de participar en uno de nuestros festines.

Puede que su estmago delicado no lo resista, Drury.

Entonces... vendra aqu, doctor asegur el camarero. El bistur hendi la garganta de Herbyson y la sangre brot violentamente.

* * *

En mi opinin, esto es lo mejor que se puede hacer, seor Farnley dijo Butler. Si no est conforme, si discrepa de mi dictamen, puede consultar a otros abogados. Modestia aparte, creo que todos le dirn lo mismo. A menos ri cortsmente, que vaya a consultar a los abogados de su demandante.

No lo har as contest el cliente, sonriendo satisfecho. Con sinceridad, creo que la solucin que usted me propone es la mejor. Ir a visitar al demandante y le expondr el caso con toda crudeza, plantendole la cuestin sin omitir detalle. Luego, l tomar una decisin... y acudir o no a los tribunales, segn lo estime ms conveniente.

Perder asegur Butler.

S, eso creo.

Farnley meti la mano en el bolsillo interior de su chaqueta y extrajo la libreta de cheques. Un papel sali al mismo tiempo y revolote un poco antes de caer sobre la mesa, casi en las manos de Butler.

El joven lo recogi, pero casi antes de que tuviera tiempo de tocarlo, Farnley se lo arrebat de un manotazo.

Perdone, no quise molestarle se disculp Butler.

Farnley estaba terriblemente plido, observ el joven. Haba podido ver algunos renglones escritos en el papel. Se referan a una fiesta campestre. La palabra barbacoa, con letras maysculas, resaltaba ntidamente en lo que pareca una invitacin.

Le gustan las comidas al aire libre sonri.

Haciendo un terrible esfuerzo, Farnley sonri tambin.

S, es una reunin entre amigos. Uno de ellos caz un venado y lo comeremos al estilo antiguo, asado en una hoguera contest.

Le envidio, sinceramente. Pero, qu es lo que va a hacer? exclam Butler de repente.

Hombre, firmar un cheque... Sus honorarios...

Butler se acerc al hombre y lo empuj suavemente hacia la puerta.

Vamos, vamos, no se preocupe dijo cortsmente. Ya le enviar la minuta cuando su caso haya quedado totalmente resuelto. Repito, vyase tranquilo, seor Farnley.

Gracias, amigo Butler. Volver a verle pronto, con la respuesta del demandante.

Muy bien. Ah, y disfrute de su venado.

Farnley estaba en la puerta y se puso serio nuevamente. A Butler no dej de extraarle aquella serie de sbitos cambios de actitud.

Betty entr a los pocos momentos, con una libreta de notas en la mano.

Seor Butler, haba tomado hora para una cliente, pero no ha acudido, ignoro los motivos. Es la seorita Karen Adams y ya deba estar aqu.

Quiz venga ms tarde. No tengo ms visitas, verdad?

Hoy no, seor. Hago pasar a la seorita Adams cuando llegue?

S, desde luego. Por cierto, fue usted quien concert la entrevista. Le dio algn motivo por telfono?

Slo mencion vagamente algo respecto a una herencia...

Muy bien, si viene, la recibir de inmediato.

Oiga, qu le pasaba al seor Farnley? Sali plido como un difunto... Ha odo algo desagradable?

No, en absoluto. Es ms, le he dado buenas noticias. Lo nico que sucede es que va a asistir a una barbacoa en el campo.

Jess! Eso no es para quedarse sin sangre en la cara ri la secretaria. Se lo dijo usted?

Bueno, l tena la invitacin en el bolsillo, se le cay accidentalmente y yo la recog. Pude leer un poco, algo sobre una barbacoa y entonces fue cuando se puso lvido. No s por qu; a fin de cuentas, se trata de un venado cazado por un amigo suyo.

Pues pareca como si estuviese lleno de pnico. Cualquiera dira que se van a comer al amigo en lugar del venado dijo Betty jovialmente.

Hoy da no hay antropofagia contest Butler.

Es cierto. Nos devoramos unos a otros, pero por distintos procedimientos contest la secretaria con sorna. Bueno, voy a continuar con mi tarea.

Betty se alej, rezongando algo acerca de los clientes que pedan una hora y luego se mostraban totalmente indiferentes hacia la puntualidad en las citas. Butler la contempl sonriendo, mene la cabeza y luego volvi a enfrascarse en su tarea.

Record a su amigo Herbyson y, de repente, sinti una inexplicable inquietud. Ya haban transcurrido tres semanas y no tena noticias suyas. Claro que tampoco las esperaba, pero, de todos modos, le habra gustado saber cmo iba su estancia en la clnica psicosomtica del doctor Winter.

De pronto, se le ocurri una idea. Levant el telfono interior y llam a la secretaria.

Betty, trata de encontrar el nmero del Colegio de Mdicos. Quiero saber quin es y a qu especialidad se dedica un mdico llamado, R.S. Winter.

S, seor. Le corre prisa?

No, hgalo cuando tenga un minuto libre.

De acuerdo.

Butler volvi al trabajo. Betty no le dijo nada aquel da y l se olvid de que deseaba conocer detalles del doctor que atenda a su amigo.

* * *

La muchacha estaba en pie, junto a su coche, aguardando a que le correspondiese el turno de ser atendida. A pocos pasos de distancia, haba una gran ranchera Chevrolet, con matrcula de Maine.

El mozo de la gasolinera era un chico muy joven, casi barbilampio. Pareca amable y corts, pens Karen Adams. S, l le dira lo que deseaba saber.

El conductor de la ranchera pareca muy ocupado en dar masaje a un cigarro, que encendera ms tarde. Era un hombre alto, fornido, de rostro duro, inexpresivo. Karen se pregunt si el sujeto tendra algn defecto en los msculos de la cara o era que no lo haba aprendido. No sonrea para nada. Era un rostro ttrico, casi siniestro. Vamos, de pelcula de miedo, pens Karen.

El mozo termin de llenar el tanque y cit una cifra. Drury sac unos billetes.

Billy Boy, maana, a las nueve dijo.

S, seor.

Karen observ que el muchacho se pona colorado como un tomate. A ver si esos dos son..., se dijo burlonamente. El hombre maduro y el adolescente, una perfecta combinacin para ciertas desviaciones.

Es tu primera vez, verdad? dijo Drury.

S, seor.

Para ti, es un premio, no lo olvides. Ya sabes lo que tienes que decir si te preguntan sobre el tema.

Descuide, seor; no existe, no ha existido jams.

Drury palme los hombros del muchacho.

Bravo, Billy Boy, as me gusta. S puntual, estamos?

Descuide, seor Bolton.

El hombre de la cara seria se march. Billy Boy se acerc a la joven.

Seorita...?

Llene el depsito, por favor.

S, al momento.

El muchacho se aplic a la tarea. Cuando termin, Karen le entreg un billete de diez dlares.

Billy Boy... Perdone, sin querer he odo ese nombre. Supongo que es el suyo.

S, seorita contest el muchacho con una sonrisa franca, tremendamente atractiva. El apellido es Jeppson, para lo que guste mandar. Lo tiene all, sobre la entrada a la cafetera. Es de mi padre, sabe?

Lo celebro, Billy Boy. Permtame una pregunta, por favor.

No faltara ms, seorita. Lo que usted desee.

Conoce el camino de Paradise-on-Earth?

Billy Boy puso cara de asombro inmediatamente.

Ha dicho Paradise-on-Earth, seorita?

S, exactamente. Quiero ir a esa poblacin...

Lo siento, seorita.

Qu ocurre, Billy Boy? pregunt Karen.

Temo que la han engaado, si es que alguien le mencion ese pueblo dijo el chico.

Es que no se puede ir a Paradise desde aqu?

Desde ningn sitio, seorita. Paradise-on-Earth no existe.

Karen asinti, dicindose que haba cometido una tontera al tratar de buscar el pueblo por s misma, en lugar de encomendrselo al abogado recomendado por un buen amigo.

Hablara con A.J. Butler, se propuso sin vacilar.

CAPITULO V

La carne estaba tierna, jugossima. Farnley cort un trozo y se lo llev a la boca, saborendolo con los ojos entrecerrados. A su lado, una dama pechugona, que ya haba dejado atrs los cuarenta aos, pareca sumida en xtasis.

Incomparablemente mejor que el otro dijo. No le parece, seor Farnley?

Estoy de acuerdo con usted, seora Beame contest el interpelado. La ceba de ciruelas con whisky le confiere un gusto exquisito. Farnley adelant el torso y se dirigi hacia la presidencia de la mesa. Felicitaciones al chef, doctor aadi.

Winter contest con una gentil inclinacin de cabeza.

As se lo comunicar, seor Farnley contest. Mi deseo ms ferviente es que ninguno de los presentes quede defraudado esta noche. Billy Boy, cmo te sientes, hijo?

El chico tena la boca llena y tard unos segundos en contestar, hasta que pudo conseguir que el bocado pasara garganta abajo.

Muy bien, seor; nunca haba disfrutado tanto...

Winter sonri benignamente.

Conviene que haya una pizca de juventud en nuestro club, tan exclusivo. Billy Boy es uno de nuestros miembros honorarios ms apreciados, por su constante colaboracin en nuestras fiestas. Gracias, Billy Boy, en nombre de todos.

A usted, doctor contest el chico.

Billy Boy se senta en la gloria. Fuera reinaba un tiempo infernal; llova y soplaba un viento realmente desapacible.

Pero en el interior de la casa, en el gran saln, el ambiente no poda ser ms agradable.

La cristalera despeda vivos destellos, bajo la luz de la gran lmpara. Los cubiertos eran de plata y los manteles del ms fino hilo. La vajilla era de Meissen autntica, con delicados dibujos de flores silvestres. En la chimenea ardan unos troncos, que ponan la nota acogedora a la reunin.

Hombres y mujeres iban vestidos de fiesta, ellos con traje negro y ellas con largos vestidos de grandes escotes. Billy Boy vio fijas sobre s las miradas de la dama pechugona situada junto a Farnley.

Ella le sonri en cierta ocasin. Billy Boy se pas un dedo por el cuello de la camisa. Me dobla la edad, pero, qu diablos... Un da es un da y como se deje..., pens, excitado por la comida y el vino.

Bonnie, Sissy y Pearl servan la mesa, correctamente ataviadas con vestidos negros, cofias blancas y cuello, puos y delantal tambin blancos. Las faldas, sin embargo, eran ms bien cortas, aunque no exageradas, lo que les permita lucir las piernas, cubiertas por tensas medias de seda negra.

El plato fuerte del men era asado. Los comensales rean y cuchicheaban entre s. Uno de ellos, sin embargo, pareca muy serio, como si se encontrase a disgusto en la reunin.

De pronto, alguien hizo una pregunta:

Doctor, qu edad tena la pieza?

Oh, unos treinta y cinco aos, aproximadamente. An no haba tenido tiempo de endurecerse. Adems, mi tratamiento, abland las partes ms fibrosas, como, sin duda, ha tenido ocasin de comprobar.

Ms jvenes no es posible, doctor?

En mi opinin, amigo mo, es preciso aceptar lo que se puede conseguir sin riesgo. De todas formas, si la ocasin se presenta, no lo dude; en la prxima reunin, serviremos una pieza con menos aos.

El hombre que estaba serio alz la cabeza repentinamente.

Perdone, amigo, pero nunca haba odo hablar de una vaca con treinta y cinco aos exclam.

Sonaron algunas risas benvolas.

Hombre, por favor, quin le ha dicho que esto es una vaca? pregunt Winter.

Bueno, es lo que yo pens...

Perdone usted, seor Molner...

Dispnseme usted, doctor, yo no soy Molner. Mi nombre es Henry Field. Soy amigo de Grant Molner y l me pas su invitacin. Dijo que me divertira muchsimo y que no lamentara haber acudido a este lugar.

Las palabras de Field provocaron un silencio absoluto. El rumor de la lluvia irrumpi en el saln.

Field se sinti incmodo repentinamente. Todos los ojos de los presentes estaban fijos en l.

Qu pasa? exclam. No es la primera vez que un hombre toma el puesto de otro para acudir a una fiesta. Conozco casos en que incluso han ocupado el lugar del marido en el lecho conyugal...

La broma de Field no caus el menor efecto en los comensales. El sujeto se dio cuenta de que los rostros tenan una expresin hostil que no se molestaban en ocultar.

Baj la mirada y contempl el trozo de carne que tena en el plato. De repente, sinti una arcada que le convulsionaba el estmago y se puso en pie.

Oh, no, no... Dios, esto no es posible...

Winter se levant tambin.

Por favor, seor Field rog. Pearl, avisa a Drury; dile que vaya a mi despacho inmediatamente, con el medicamento apropiado para estos casos.

S, doctor, ahora mismo.

Winter pas una mano por los hombros de Field y lo empuj suavemente fuera del saln.

Venga, amigo mo dijo persuasivamente. No haga caso de lo que ha odo. Somos un conjunto de amigos muy dados a la broma. Cmo se nos iba a ocurrir una barbaridad semejante?

Winter abri una puerta y empuj suavemente al sujeto.

Solemos gastar esta clase de bromas a los novatos y el seor Molner lo era. Por eso pensamos que usted era l.

Field se revolvi bruscamente.

Eso no cuela. Molner me dijo que haba asistido a muchas reuniones de este calibre, pero jams mencion una broma semejante. Eso no ha sido una broma, doctor Winter!

Por favor, no se excite, amigo mo... Deje que siga explicndole...

No tiene nada que explicarme; lo he comprendido todo desde el primer momento.

Esto es un club podrido, una asociacin de gentes con la mente perdida, extraviada en los placeres ms depravados...

Mientras Field hablaba con enorme virulencia, la puerta se abri. Drury apareci en el umbral.

Por encima de los hombros de Field, Winter le dirigi una mirada. Drury asinti.

Har que la Polica venga aqu...

Drury descarg un tremendo golpe con el estilete. La voz de Field se cort bruscamente.

Luego, los dos hombres contemplaron el cuerpo que yaca en el suelo. Apenas haba sangrado.

Tendremos que guardarlo en frigorfico murmur Winter.

Servir para otra ocasin ri Drury.

Est bien, cudate de l.

S, doctor.

Winter regres al comedor. Extendi las manos, sonriente.

Todo arreglado, amigos mos exclam. El buen Henry Field ha reconocido su error. Ha sufrido un ligero mareo, pero pronto se recobrar. Sigamos, comamos, bebamos... Disfrutemos de este paraso!

Las copas volvieron a llenarse. El hombre llamado Field haba estado junto a Billy Boy. De repente, el chico se encontr junto a la dama pechugona.

Ella le gui un ojo.

Arriba hay habitaciones sise.

Billy Boy le pellizc una de las rotundas nalgas. Ella solt una risita.

Uno de los invitados se inclin hacia Winter.

Doctor, cul de las camareras est incluida en la cuenta? pregunt.

Winter hizo un amplio ademn.

Elija a su gusto contest. Pero no estn incluidas en la factura. Se considera como un extra...

El hombre ri alegremente y sac un grueso fajo de billetes.

Dgame el importe de ese extra, doctor.

Una pareja desapareci de repente. Un hombre se acerc a Sissy y le dijo algo al odo. Sissy sonri, asinti y ech a andar fuera del comedor.

La dama pechugona alz la voz:

Doctor, tengo mi habitacin de costumbre?

Por supuesto, seora Beame contest Winter.

Eva Beame se volvi hacia el chico.

Billy Boy?

Billy Boy la sigui sin vacilar. La verdad, se dijo mucho ms tarde mientras reposaba al lado de aquella ardiente cuarentona, mereca la pena negar la existencia de Paradise-on-Earth a cualquiera que preguntase por aquella poblacin. Haba asistido a una fiesta nica y todo ello sin gastar un solo centavo. Los invitados haban pagado unas facturas enormemente altas. El doctor Winter se haba embolsado aquella noche lo menos cien mil dlares.

A su lado, Eva Beame suspir. Billy Boy se inclin hacia ella y empez a mordisquearle los labios. Ella despert y le abraz repentinamente.

S, se dijo el chico, mientras arda de pasin en los brazos de la cuarentona, vala la pena negar la existencia de Paradise-on-Earth.

Ms tarde, se pregunt qu habra sido de Henry Field. No le import en absoluto.

Fuera, la lluvia continuaba cayendo incesantemente.

Pero en otro lugar de la casa, manaba la sangre.

* * *

Lo siento, seor Butler. No he podido conseguir el menor detalle acerca del doctor Winter.

Butler contempl unos instantes a su secretaria.

Est segura, Betty? dijo al cabo.

Donde estn seguros es en el Colegio de Mdicos. Jefe, est usted seguro de que es el doctor Winter...?

Betty, recuerde, tenemos una factura con su nombre en el membrete.

Es verdad. Bien, puede que esto le cueste un pico, pero, a fin de cuentas, podr aadirlo a la minuta de su cliente. Mike Danvers se est ocupando de enviar cincuenta telegramas a otros tantos Estados de la Unin, a cincuenta Colegios Mdicos para ver si en alguno de ellos figura inscrito el doctor Winter. Me ha parecido que deba hacerlo as.

No se lo reprocho, Betty. Bien, espero que esos telegramas den pronto su fruto. Dgale a Mike que me avise inmediatamente que tenga una respuesta, cualquiera que sea y a cualquier hora del da o de la noche.

S, seor. Le preocupa su cliente, verdad?

Mi amigo puntualiz Butler. No s, puede que realmente necesitase un tratamiento de recuperacin fsica... pero, psquica, lo dudo mucho.

Cree que en esa clnica...?

Bueno, lo dice el membrete: Clnica Psicosomticas Psique, la mente; soma, el cuerpo. Herbyson lo tiene muy ajetreado, pero su mente funciona a la perfeccin.

Quiz traten separadamente dolencias del cuerpo y de la mente. Quiero decir que admiten pacientes enfermos corporalmente y otros con la sesera revuelta.

Butler sonri al escuchar la pintoresca respuesta de su secretaria.

S, es posible. Bien, dgale eso a Mike. Necesito conocer la respuesta cuanto antes.

Descuide, jefe.

El timbre de la puerta son en aquel momento. Butler hizo un gesto con la mano.

Llaman, Betty.

La secretaria asinti. Butler se qued pensativo. No le gustaba lo que haba hecho Herbyson. Le resultaba imposible encontrar un motivo para aquel desagrado, pero presenta que haba algo que no marchaba como debiera.

Betty toc de pronto con los nudillos en la puerta.

Perdn, seor dijo. La seorita Adams.

Muy bien, hgala pasar, por favor.

Betty termin de abrir la puerta y se ech a un lado. Una hermosa muchacha entr en el despacho con paso resuelto. Vesta elegantemente, pero con gran discrecin. El pelo era de color rubio oscuro, muy brillante, como un casco de oro viejo. El rostro posea unos rasgos firmes, muy atractivos.

Soy Karen Adams se present.

A decir verdad contest Butler, empezaba ya a pensar que usted era un ente inmaterial y que nunca llegara a corporeizarse. Por fortuna, veo que es un ser de carne y hueso... realmente encantador. Quiere sentarse, por favor? Puedo servirle una taza de caf?

No, muchas gracias dijo Karen, a la vez que ocupaba el butacn situado frente a la mesa de despacho. Le ruego dispense mi tardanza, pero ha sido inevitable. Lo comprender dentro de unos momentos cuando le explique mi problema.

Muy bien, adelante, seorita Adams. De qu se trata?

He descubierto, casi repentinamente, que soy la duea de una propiedad en un lugar que no haba odo hasta ahora y deseo que usted se ocupe de todos los trmites legales, para que tal propiedad sea efectiva plenamente.

Tendr documentos, supongo.

S, en efecto. Es una casa bastante antigua, segn esos documentos, construida a finales del siglo XVII, en una poblacin llamada Paradise-on-Earth.

CAPITULO VI

Sobrevino un espacio de silencio. Butler, con los codos apoyados en la mesa y las manos juntas, miraba fijamente a la muchacha.

Ella se sinti extraada de la actitud del abogado.

Qu le sucede? He dicho algo inconveniente? pregunt.

No, en absoluto respondi Butler, Ha mencionado el nombre de Paradise-on-Earth.

S, en efecto. Pero sucede algo curioso. Trat de llegar hasta all y me dijeron que ese pueblo no existe, que jams ha existido.

Muy curioso, seorita Adams. Quin le dijo que Paradise-on-Earth no existe?

Lo busqu en todos los mapas y no pude encontrarlo. Por los documentos que poseo, conozco su situacin aproximada. Fui a Berndon Falls, situada aproximadamente a unas veinte millas al Norte, y pregunt en la gasolinera del lado Sur, ya que me pareci lo ms lgico puesto que parece debe de ser la situada en la direccin que cualquier viajero tomara para ir a Paradise-on-Earth. En las estaciones de servicio se conocen muy bien los alrededores. All fue donde me dijeron que esa ciudad no existe.

Es curioso. A m me dijeron lo mismo.

De veras? Se sorprendi Karen. Es que quera usted viajar a ese pueblo?

Estuve all. Pas una noche completa.

Karen se senta estupefacta.

Entonces, por qu me dijeron que Paradise no existe?

Eso es lo que me gustara saber contest el joven. Lo cierto es que, desde mi regreso, he dejado de preocuparme por ese enigma.

Estuvo all toda una noche y fueron capaces de decirle que no exista... Esto parece increble, seor Butler.

As es convino el abogado.

Bien, le dijeron que ese pueblo no existe, pero usted pernoct all. Cmo supo que era Paradise-on-Earth?

Encontr un poste indicador de carreteras, con el nombre de la poblacin. Segu adelante, la encontr y... Bien, lo extrao del caso es que no hay ningn lugar donde hospedarse. A m me aconsejaron la casa de Rupert Heywood, fui all y...

Ha dicho Rupert Heywood! exclam Karen, atnita.

S, en efecto, se es el nombre que me dieron en Paradise. Pero por qu se sorprende, seorita Adams?

Es mi casa, seor Butler contest ella. Bueno, la que debe ser ma, segn los documentos que poseo. Por lo visto, yo lo ignoraba hasta ahora, soy descendiente del hombre que la construy, a finales del siglo XVII, un personaje que se enriqueci con el trfico de esclavos. No es que yo tenga gran inters en el edificio por s mismo, pero me imagino que Heywood la hara edificar con terrenos alrededor. Quiz hoy da esa propiedad pueda tener cierto valor y deseara obtener algn beneficio.

Muy lgico convino Butler. Y dgame, cmo lleg usted al conocimiento de que le perteneca la casa de Heywood?

Ver... Hace algn tiempo, nos mudamos de casa. La nuestra era ya bastante antigua y costaba ms conservarla casi que comprar una nueva. No es que tuviera ningn mrito arquitectnico, sino que, simplemente, era una casa vieja. Adems, estaba incluida en los planes de expansin de la ciudad. Quieren hacer un parque en aquellos parajes y fue sometida a expropiacin. No lo lamentamos, porque haca ya tiempo que pensbamos mudarnos a otro siti ms agradable. Bien continu la muchacha, cuando empezamos la mudanza, se me ocurri un da subir al tico, para ver si haba algo que mereciera la pena conservar. Empec a revisar los trastos viejos y all, en una cartera de cuero que ya se deshaca entre los dedos, encontr los documentos referentes a la casa de Robert Heywood.

Me gustar verlos dijo Butler, Ahora bien, su apellido no es Heywood...

Desciendo directamente de Robert Heywood, pero la ltima persona de ese apellido fue mi abuela, hija nica, quien se cas con un Adams.

As, el apellido se ha perdido, pero usted es una Heywood por lnea materna.

Justamente. Adems, en esos documentos, hay un rbol genealgico perfectamente detallado y que llega hasta mi tatarabuelo, el primer Adams de la familia.

Entiendo. Sin embargo, hay algo que me causa extraeza. Podra aclarrmelo, seorita Adams?

Dgame de qu se trata, por favor.

Usted ignoraba hasta ahora que fuese la propietaria de la casa de Heywood. No le parece un tanto raro que ningn miembro de la familia mencionase ese asunto?

Bien, en cierto modo, es as. Ver, seor Butler, yo no tengo padres declar Karen Murieron cuando era una nia y me cri con una hermana de mi padre, que ha sido para m como mi autntica madre. Tiene ya cerca de ochenta aos, pero se conserva muy bien. Nunca se cas y... Bien, cuando descubr los documentos y se lo mencion, me explic que su padre, mi abuelo, nunca quiso saber nada de la casa de Heywood.

Por qu?

El abuelo era un hombre muy estricto, demasiado, incluso en estos tiempos. No quera saber nada de una propiedad que haba sido construida con el sudor de los esclavos vendidos por su antepasado. Parece ser que deca que lo mejor que poda pasarle a la casa era deshacerse en polvo y desaparecer para siempre.

Un tipo bravo sonri Butler, Y su ta call por eso...

Nunca le concedi importancia y no se le ocurri mencionarme la propiedad, hasta que yo encontr los documentos. Ver, seor Butler, no es que me sienta muy feliz sabiendo la forma en que Rupert Heywood consigui su fortuna, pero no soy responsable tampoco de lo que pudiera hacer. Por otra parte, las grandes fortunas del pas han tenido orgenes poco claros, por no decir otra cosa. En el pasado, cuntos personajes no fueron piratas, corsarios, bandidos... y amasaron fortunas enormes y luego se convirtieron en hombres decentes y considerados y apreciados por la sociedad de su tiempo. Algunos, incluso, adquirieron cartas de nobleza, se casaron con damas de elevada alcurnia... Seor Butler dijo la chica acaloradamente, todos los que vivieron en la poca en que fue construida la casa, han muerto ya. Comprende lo que le quiero decir?

El joven asinti.

Ya no existe nadie a quien compensar por lo que pudo sufrir a causa de Rupert Heywood contest. Pero, dgame, aparte de la opinin que el abuelo tena sobre su antepasado, no haba otros motivos para que no quisiera ocuparse de la casa?

Parece ser que est situada en un lugar poco menos que inaccesible, en medio de unos bosques muy espesos y sin ninguna facilidad de comunicaciones. Eso, creo, no le gustaba a mi abuelo.

Entiendo. Bien, seorita Adams, me agradara estudiar esos documentos. Una vez me haya enterado de su contenido, podr darle una respuesta, a fin de que le sea atribuida legalmente la propiedad de esa casa.

Karen haba llevado consigo un portafolios y lo puso encima de la mesa.

Qudeselos dijo sonriendo. Ya me avisar cuando haya llegado a una conclusin satisfactoria.

Procurar hacerlo con la mayor rapidez posible. Quiere darme su direccin, seorita Adams?

S, claro.

Karen dej una tarjeta encima de la mesa.

Confo en usted dijo sonriendo.

Muchas gracias, seorita.

Ella se encamin hacia la puerta. Antes de salir, se volvi hacia el joven.

Han dicho que Paradise-on-Earth no existe, pero estuvo all. Cmo se entiende ese enigma?

Tratando de descifrarlo... y estos documentos nos ayudarn a conseguirlo respondi Butler, con la mano puesta sobre la cartera que le haba entregado la muchacha.

Karen asinti.

No hay otra solucin, en efecto convino.

* * *

De repente, se sinti muy cansado.

Haba trabajado mucho durante el da. Casi sin poder contenerse, reclin la cabeza en alto respaldo del silln y cerr los ojos un momento.

Haba ledo los documentos que le entreg Karen. Ciertamente, no haba dudas sobre su derecho a la casa. Tambin haba un relato sobre los motivos de construir la residencia en aquellos parajes. Heywood haba navegado mucho, con cargamentos de bano vivo, como se llamaba entonces a los esclavos, y al retirarse, juzg oportuno residir en un lugar donde su pasado pudiera ser ignorado, relativamente lejos de la costa. All se convirti en un terrateniente. El lugar, por lo visto, era muy hermoso y Heywood le dio el nombre de Paradise-on-Earth.

Y ahora decan que no exista. Cmo poda haber alguien que afirmase una cosa semejante, cuando l haba pasado all una noche?

Una noche infernal, todo hay que decirlo, pens. Pero la visita de Karen y el recuerdo de aquella noche eran un acicate poderoso para intentar regresar nuevamente a Paradise.

De pronto, se dio cuenta de que haba alguien ms en el despacho.

Abri los ojos. El hombre que se hallaba de pie frente a la mesa, le miraba sonriendo con expresin afable.

Butler resping.

Quin es usted? Cmo ha entrado...?

Ayude a la muchacha, se lo merece dijo el visitante.

Es usted pariente suyo?

S. Vaya a Paradise y destruya el infierno que hay all.

Un infierno?

No puedo decirle ms. Usted lo descubrir todo cuando est en el pueblo. Pero cuando haya acabado todo, destruya la casa, aunque sea pegndole fuego. Luego busque bajo las losas de la chimenea del saln.

De pronto, Butler se dio cuenta de que el rostro del hombre no le resultaba desconocido.

Oiga, yo le he visto a usted antes en alguna parte...

Estoy seguro de ello. S, me ha visto, pero dentro de unos minutos, dudar de s mismo. Voy a dejarle algo para que se convenza de que he estado aqu con usted.

La mano del visitante se movi y puso algo que brillaba sobre la mesa. Luego, Butler se sinti acometido por un sueo invencible y volvi a cerrar los ojos.

Al cabo de unos minutos, despert y entonces vio el disco de oro, pendiente de una cinta de seda azul. Alarg la mano, tom el disco y comprob que era una moneda espaola de finales del siglo XVI.

Un estremecimiento sacudi bruscamente su cuerpo. Aquel dije, la moneda...

Lo vi en la casa de Heywood exclam, terriblemente excitado.

Permaneci unos momentos indeciso. Luego llam a gritos a la secretaria.

Betty! Betty!

La mujer entr, muy asustada.

Ocurre algo, jefe?

Betty, quin era el hombre que ha estado conmigo hace unos minutos?

Ella le mir como si estuviera loco.

Un hombre? Perdone, seor, pero no ha venido nadie desde que se fue la seorita Adams...

Quiz entr sin que usted lo viera apunt Butler.

Lo dudo mucho; no me he movido de mi sitio en toda la tarde.

No ha tenido necesidad de empolvarse la nariz en ningn momento?

Bueno, si, una vez... pero slo falt cinco minutos escasos...

Butler record la brevedad del dilogo con el desconocido.

Tuvo que ser suficiente murmur. Betty, en lo sucesivo, procure tener siempre bien cerrada la puerta de la oficina.

S, seor. Oiga, qu es eso? pregunt la secretaria, sealando el dije que Butler tena an en la mano.

Me lo dej el visitante. No quiso dar su nombre contest el joven.

Hay tipos muy raros hoy da. Bueno, si no le importa, continuar con mi trabajo.

S, vaya, Betty.

La moneda de oro salt en la palma de la mano de Butler. El joven se senta profundamente intrigado.

El hombre que le haba visitado, era Rupert Heywood o alguien que se le pareca muchsimo?

De dnde haba sacado el dije con la moneda espaola?

Una sbita idea acudi de pronto a su mente y le hizo sentir un escalofro.

Haba recibido la visita de un fantasma?

CAPITULO VII

De repente, not que se le haca un nudo en la garganta.

Grant Molner contempl los rostros de los dos hombres que tena frente a s. Detrs, tres hermosas mujeres le miraban fijamente, sonriendo de un modo especial. Perverso, infernal, se dijo.

Seor Molner habl Winter tras una pausa de silencio, usted cedi su invitacin a un amigo llamado Henry Field, no es as?

S... Ver... un da, en broma, claro... mencionamos el tema... Yo le dije que si alguna vez quera asistir a una barbacoa... l lo tom tambin a broma, pero yo cre que me contestaba en serio...

Y le entreg la invitacin.

Yo tena unos compromisos ineludibles... Adems, me figur que poda... conseguir un miembro nuevo para el club...

Acaso ignoraba que ningn miembro del club tiene autoridad para reclutar socios? Si conoce a alguna persona que tal vez pueda estar interesada en ingresar en el club, debe comunicarlo a la direccin, que es la nica con capacidad suficiente para estudiar a los posibles candidatos y decidir su ingreso en el club, si se considera conveniente.

S, lo saba, pero me pareci...

Winter hizo un gesto con la cabeza.

Temo que su conducta haya de sufrir la reprobacin general de los dems miembros del club dijo con fingido pesar. Por cierto, le gustara ver a su amigo Field?

Winter pas un brazo por los hombros del aterrado sujeto. Molner se dej llevar sin oponer resistencia.

Drury haba ido a buscarle, alegando se le necesitaba para una fiesta. Ahora se arrepenta de haber seguido al criado.

Como en sueos, se dej llevar hasta una habitacin de blancas paredes, con baldosas de porcelana, en uno de cuyos ngulos se vea una gran puerta de metal brillante.

Abre, Drury orden Winter, situando a Molner frente a la puerta.

S, seor contest el criado.

La puerta gir a un lado. Molner lanz un horrible alarido.

Cerr los ojos. La cabeza le daba vueltas. No quera ver aquella horrible cosa que penda de un gancho... los restos de un hombre que haba sido su amigo, colgados a trozos, como si se tratara de una res...

Sintiendo agudos vrtigos, se dej sacar de aquella estancia sin saber siquiera adnde lo llevaban. Drury le dio a poco una copa y bebi ansiosamente, con el ruido de sus dientes que chocaban contra el cristal. Al terminar, pidi ms.

Claro, claro... Todo lo que quiera sonri el criado.

Molner vaci casi una botella. La cabeza le empez a dar vueltas.

Ha ingerido demasiado alcohol dijo Winter ms tarde. Vamos a procurar que lo elimine mediante el calor.

Sin darse cuenta apenas de lo que le pasaba, Molner fue conducido a otra habitacin, en la que vio una extraa baera de metal llena de agua tibia. Las chicas le desnudaron y se dej hacer. El licor le haca rer incoherentemente y pronunciar frases sin sentido.

Una vez que estuvo desnudo, le hicieron entrar en la baera. El agua le llegaba al cuello. Sissy y Pearl colocaron una tapa de hierro, en dos mitades, que se juntaban en el centro, donde haba un orificio que permita asomar justamente la cabeza.

Calor dijo Winter. Eso eliminar las toxinas de su cuerpo, seor Molner.

Las chicas aseguraron la tapa con slidas presillas de acero. Molner estaba sentado en una especie de taburete situado en el fondo de la baera.

Empiezo a sentirme mejor sonri. La verdad, no me importa ya lo que hicieron con Henry.

Lo conservamos como reserva, para un imprevisto dijo Winter plcidamente.

De pronto, Molner not que la temperatura del agua haba aumentado.

Eh, esto se pone demasiado caliente exclam.

S, es lgico contest Winter sin inmutarse.

Leves columnas de humo empezaron a brotar, en torno al cuello de Molner. Drury lleg junto a la baera y levant una pequea trampilla situada junto al borde. Luego arroj un buen puado de una sustancia blanca a travs del hueco.

Eh, qu es eso? pregunt Molner.

Sal contest Drury framente.

Lanz un par de puados ms y cerr la trampilla. Los ojos de Molner se desorbitaron.

La sal... se echa siempre al agua para el caldo...

S dijo Winter.

La temperatura del agua se haca ya insoportable. El rostro de Molner estaba rojo.

Cada vez sala ms vapor. Molner lanz de pronto un largo alarido, un grito estentreo, que dur mucho rato, con los intervalos justos para tomar aliento.

Al fin, call. Para entonces ya se oa claramente el ruido del agua que burbujeaba al hervir.

Cunto tiempo, doctor? pregunt Drury.

Seis horas, ni un minuto menos.

Har un caldo delicioso.

Puedes estar seguro de ello, Drury.

Betty entr en el despacho, con un puado de papeles en las manos, y los lanz sobre la mesa.

Cincuenta telegramas de respuesta, pagados a cobro revertido anunci. La cuenta del seor Herbyson va a sufrir un considerable bajn, jefe.

Si obtenemos algn resultado positivo...

Eso es lo malo. Todas las respuestas son negativas. R.S. Winter no ha estado inscrito jams en ningn colegio profesional de medicina. Puede que sea realmente mdico, pero, cmo investigar en las universidades del pas?

Es cierto asinti Butler preocupadamente. No sabemos quin es, adems, ni cuntos aos tiene, ni su aspecto fsico... Si conociramos al menos la edad, podramos establecer una fecha aproximada para su graduacin como mdico y la investigacin resultara mucho ms fcil. Habr que abandonarla?

En su lugar, yo me preocupara menos del ttulo del doctor Winter que de lo que cobra por atender a su amigo.

Betty seal otra factura. Al verla, Butler dio un salto en su asiento.

Increble! grit. Ciento cincuenta mil dlares ms... No pienso pagar esa factura...

Est pagada ya por el banco dijo Betty framente. Usted mismo dio la orden, recurdelo.

Butler lanz una maldicin y peg un puetazo sobre la mesa.

No puedo tolerar esto un minuto ms de lo necesario! exclam. Ir a Paradise-on-Earth y...

Un nombre realmente atractivo sonri Betty.

Paraso en la Tierra tradujo Butler, Pero yo lo dira de otro modo.

Cmo, jefe?

Paraso infernal.

Una paradoja absurda coment la secretaria. Un paraso no puede ser nunca el infierno, ni viceversa.

Llmelo como quiera, pero as es. Betty, quiero hablar con Mike. Pngame en contacto con l.

No s cundo podr verle; ahora est empeado en un caso muy complicado. Tendremos que esperar un par de das.

Butler lanz otro reniego.

Y yo, maldita sea, he de asistir pasado maana al juicio contra Dennington. El juez podra sancionarme gravemente si no asistiera... Otra cosa, llame a la seorita Adams y dgale que me gustara cenar con ella esta noche. Cena de negocios, por supuesto.

S, seor. Si acepta, reservo una mesa en el Tiptons?

Por supuesto, Betty.

Bien, jefe.

La secretaria se march. Terriblemente malhumorado, Butler repas nuevamente la factura del doctor Winter.

Ese pjaro pretende desplumar a Herbyson mascull.

Procur tranquilizarse. La ira no le iba a servir de nada. Respir profundamente y se aplic a resolver otros asuntos que necesitaban tambin su atencin.

* * *

Le gustara hacer un viaje a Paradise, seorita Adams?

Karen, sentada frente a Butler, en el restaurante, sonri.

Me encantara conocer una ciudad que, segn su nombre, es un paraso en la Tierra contest. Pero si no existe...

Yo he estado all dijo el joven gravemente. No le he contado lo que me sucedi durante mi estancia, verdad?

Me gustara saberlo, seor Butler. Una pregunta previa, por favor.

S?

Segn reza la placa de su bufete, usted se llama A.J. Butler. Quiere explicarme el significado de las iniciales?

Con mucho disgusto.

Disgusto? se sorprendi ella.

Butler se ech a rer.

Era slo una frase. El sadismo de algunos padres alcanza a veces proporciones indescriptibles. A m me pusieron Atlas James al nacer.

Atlas, el mtico gigante que sostiene al mundo dijo ella riendo.

Mi padre deca que yo sostendra un da el mundo con las manos. Tena un extrao sentido del humor. Pero corrientemente me llaman por el segundo nombre, en abreviatura, claro.

Jim.

S. Vulgar si se quiere, pero enteramente aceptable.

Muy bien, Jim. Y ahora, quiere contarme lo que le sucedi en Paradise?

Desde luego, Karen.

Butler habl durante unos minutos. Karen se sinti estupefacta cuando l hubo terminado su narracin.

A la ida, encontr el camino. A la vuelta, no exista, haba desaparecido y slo se vea hierba en el lugar donde deba haber una carretera exclam.

Absolutamente cierto contest l. Es ms, encontr unas vallas a cosa de media milla, con la indicacin de Carretera cortada. Y el poste de sealizacin, qu marcaba la distancia de un cuarto de milla a Paradise, haba desaparecido tambin.

Es fantstico dijo Karen. Un poste indicador se quita fcilmente, pero unos cientos de metros de carretera no se ocultan en el bolsillo de una chaqueta.

Eso es lo que yo pienso. Pero, qu me dice de los habitantes del pueblo que estaban muertos?

Muertos o dormidos?

Estaban fros y no respiraban.

Hum! dud ella.

Qu significa ese hum, Karen?

Hay truco en esa escenografa dijo la muchacha.

Truco?

S. Por la razn que fuera, pretendieron amedrentarle. Mire, Jim, he sido enfermera durante aos, y s que hay drogas que pueden provocar el estado catalptico en una persona.

En una persona, tal vez, pero en una docena...

La respiracin cesa por completo, mejor dicho, se hace tan imperceptible, que se llega a creer est suspendida por completo. La temperatura corporal baja tambin. Si los cuerpos estaban al descubierto, la piel estara fra. No ha sentido nunca fro en la cara o en las manos?

Butler emiti un gruido.

Entonces, quisieron tomarme el pelo rezong.

Posiblemente. Estoy segura de que no les gustan los visitantes indeseados. Entonces, desempearon esa comedia para aterrorizarle y obligarle a marcharse lleno de miedo. Y as, no volvera ms a Paradise.

Pero se equivocaron, porque ahora tengo un doble motivo para ir all: lo que est haciendo mi amigo y el asunto de la casa de su antepasado Heywood.

Muy bien, si le parece, viajaremos el prximo lunes. Yo no puedo despacharme antes... pero hace ya tiempo que me est rondando una idea por la cabeza manifest Karen.

A ver, explquese, por favor.

A usted le dijeron en la estacin de servicio que Paradise no existe, verdad?

Cierto, Karen.

El chico de la gasolinera.

El mismo.

Jim, a veces se hacen muchas bromas con el instinto de las mujeres, pero en ocasiones, se acierta. Billy Boy es un chico guapo, simptico, muy atractivo... pero su mirada no me pareci tan sincera y franca como debiera ser a su edad.

Quiere decir que nos minti a los dos?

Lo presiento. Pero hay todava ms, Jim continu la muchacha. Tuve que aguardar a que despachara un cliente, para que me sirviera a m. No s por qu, pero tengo un odo finsimo; hipersensible, decan algunas de mis compaeras, y aseguraban que era capaz de or la cada del ala de una mosca, a cinco pasos de distancia.

Un poco exagerado sonri Butler.

Indudablemente, pero ello me permiti or con toda claridad el dilogo entre Billy Boy y el cliente. Entre las frases que se cambiaron hay dos que luego me han llamado mucho la atencin. El cliente le dijo que ya saba lo que deba contestar si le preguntaban sobre cierto tema. Billy Boy repuso, ms o menos: Descuide, no existe, no ha existido jams. Minutos despus, me repeta a m esa misma frase, en trminos ms o menos parecidos, cuando le pregunt por Paradise.

Butler se acarici el mentn.

Es posible que tenga razn convino. Karen, usted y yo tenemos trabajo estos das y no podemos desplazarnos hasta el lunes. Pero puedo enviar a Mike Danvers.

Quin es, Jim?

Un investigador que trabaja para m en ocasiones, hbil, competente, astuto... y duro cuando llega la ocasin. Seguramente, convencer a Billy Boy para que hable. Sabe sonsacar a la gente, comprende?

Muy bien. Esperaremos a tener el informe de Danvers. Cundo lo enviar all?

Pasado maana, jueves. El viernes, lo ms tarde, podemos tener ya la solucin a la actitud del chico Jeppson.

Y el lunes, con lo que haya, viajaremos a Paradise.

S, desde luego.

Butler pens unos instantes en la extraa visita que haba recibido. Disimuladamente, toc con los dedos el dije y la moneda de oro. Todava no le haba contado nada a la muchacha sobre aquella conversac