san benito menni biografa

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PRIMERA PARTE – CAP. I 1

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Page 1: San Benito Menni Biografa

PRIMERA PARTE – CAP. I 1

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PRIMERA PARTE – CAP. I 32 P. BENITO MENNI – BIOGRAFÍA DOCUMENTADA

SAN BENITO MENNIBIOGRAFÍA DOCUMENTADA

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PRIMERA PARTE – CAP. I 54 P. BENITO MENNI – BIOGRAFÍA DOCUMENTADA

SAN BENITO MENNIBIOGRAFÍA DOCUMENTADA

COMPUESTA POR

D. MANUEL MARTÍN (Presbítero de la U. A.),con prólogo del Ilmo. Sr. D. SANTIAGO PASTOR,

Arcipreste de la Santa Iglesia CatedralPrimada de Toledo

MONTE CARMELO

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PRIMERA PARTE – CAP. I 76 P. BENITO MENNI – BIOGRAFÍA DOCUMENTADA

© 2005 by Editorial Monte CarmeloP. Silverio, 2; Apdo. 19 - 09080 - BurgosTfno.: 947 25 60 61; Fax: 947 25 60 62

http://[email protected]

Impreso en España. Printed in SpainI.S.B.N.: 84 - 7239 - 971 - 0Depósito Legal: BU - 432 - 2005

Impresión y Encuadernación:“Monte Carmelo” - Burgos

Al Sacratísimo Corazón de Jesúsy a su Inmaculada Madre

Nuestra Señora del Sagrado Corazón

Esta edición reproduce la escrita por el mismo autorbajo el título “El Rvdmo. P. Fr. Benito Menni, PriorG e n e ral de toda la Orden de S. Juan de Dios,R e s t a u rador de la misma en España, Po rtugal yMéxico y Fundador de la Congregación de Hnas.Hospitalarias del Sdo. Corazón de Jesús”. Fue impre-sa en dos tomos por la Imprenta del Asilo deHuérfanos del S. C. de Jesús (Madrid, 1919)

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PRESENTACIÓN

“El ángel de Yahvé le tocó y le djjo: ‘Levántate ycome, porque el camino es demasiado largo para ti’.Se levantó, comió y bebió, y con la fuerza de aquellacomida caminó cuarenta días y cuarenta noches hastael monte de Dios, el Horeb” (1R 19, 7b-8). Hoy, laCongregación, a las puertas del 125 aniversario de suFundación, cual otro Elías hacia el Sinaí, desea reavivarel impulso de los orígenes, dejándose impregnar por elardor de la misión. Y para ello se siente empujada arehacer el camino del desierto de su Fundador, –nuevoMoisés–, a volver a las fuentes significativas y revitali-zadoras de su experiencia espiritual y a conservar eldepósito de la fe carismática.

Esta segunda edición de la Biografía documentadade san Benito Menni, que hoy tengo la gran alegría dep resentar a la Congregación y a toda persona intere s a-da en la vida y obra de nuestro Fundador, quiere cumpliresta finalidad: ofrecer un instrumento privilegiado parah a c e rnos crecer en el conocimiento y en la acogidagozosa del don del carisma en favor de los enfermos.

PRIMERA PARTE – CAP. I 98 P. BENITO MENNI – BIOGRAFÍA DOCUMENTADA

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minador común: todos ellos son de la misma época,finales del XIX y principios del XX, con un estilo ampu-loso, a veces, que no encaja muy bien con la velocidadque nos toca vivir en este siglo XXI. En ese estilo lentose plasma la actividad frenética del Padre Menni.

La forma de expresar la espiritualidad, a veces, nosresulta distinta por lejana. Sirva de ejemplo, por cono-cido, la terminología que usa en los verbos: Rogar,Trabajar, Padecer, Sufrir, Amar a Dios y Callar, y que lashermanas asumieron como Primera Regla; o la “obe-diencia ciega” que se insinúa en la biografía; expresio-nes o palabras que chocan con nuestra forma de lla-mar hoy a algunas realidades: locos, manicomios,pobres desgraciados... Desde luego, los matices de laspalabras han cambiado en estos cien años, pero elprograma de vida de san Benito Menni, apasionadopor Dios y por la humanidad dolorida, no cambia.

Nos servirá la obra, también en la actualidad, paraconocer cómo se gestó el verdadero espíritu hospitala-rio en sus inicios y para mantenerlo. Su valor docu-mental es único. No es un folleto, es una vida comple-ta, narrada por testigos directos, contemporáneos denuestro Padre. Es un libro que no tiene desperdicio sisabemos “traducirlo” a la mentalidad actual.

Como conclusión, podemos afirmar que la biogra-fía nos cuenta la vida de “un hombre de Dios”, nuncamejor dicho. Un hombre bueno que lleva a la prácticacon escrupulosidad el meollo del cristianismo: “evan-gelizar a los pobres”. El Padre Menni es atemporal,entregarse a los más necesitados es un ejemplo paracualquier época. Se hace grande a base de pequeñas

PRESENTACIÓN 11

La práctica desaparición de aquellos dos tomosque constituían la Biografía de Benito Menni de 1919,el deterioro de los que quedan, y el interés de tantaspersonas sedientas de profundizar en los orígenes dela Congregación, han motivado y apoyado reeditarla.Su desaparición hubiera sido una pérdida irreparable.Además, esta segunda edición quiere ser un reconoci-miento agradecido a las hermanas que entonces, contanto esfuerzo y en condiciones económicas precarias,editaron aquel primer libro. Santiago Pastor Just, quienprologa el libro, llega a afirmar que las hermanasdemuestran ser “corazones agradecidos” al realizaresta obra. Para nosotras es un deber de justicia y unhomenaje al Santo Fundador.

El autor, D. Manuel Martín, hace un buen trabajo derecopilación de documentos, anécdotas, publicacio-nes periodísticas y escritos o cartas del propio P.Menni. A pesar de los muchos documentos que con-tiene, es una narración clara, mantiene el interés y loscapítulos divididos en distintos apartados, resultanmás ágiles y facilitan la lectura. Posee el encanto de laproximidad con detalles y anécdotas de “primeramano”, datos biográficos que dan autenticidad al rela-to e incluso al tiempo en que sucedió. Se va tejiendo,poco a poco, una historia que fabrican los que cono-cieron y convivieron con el Padre. Es la historia de losorígenes de nuestra Congregación, contada con senci-llez y sinceridad y que sigue teniendo vigencia hoy.

El estilo, –son varios estilos porque varias son laspersonas que aportan sus escritos–, es acorde con lashagiografías de la época. Contando con esa necesariadiversidad de matices estilísticos, se aprecia un deno-

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PRÓLOGO

No está abreviada la mano de Dios1, dice el EspírituSanto; y aunque basta esta afirmación para que asíindubitablemente lo creamos, todavía los hechos que lahistoria nos refiere y la serie de acontecimientos huma -nos que se van repitiendo, a través de los siglos y per -petuando hasta nuestros días, demuestran con eviden -te claridad que esa mano de Dios que amorosamentesostiene y rige la Iglesia no está abreviada, no se haencogido ni cerrado, sino que continúa generosamen -te abierta y derramando sobre ella bendiciones sincuento ni medida. ¿Pruebas?

Además de la existencia de la misma Iglesia, obje -to de persecución en todo tiempo, hecho que demues -tra él sólo invenciblemente el poder, la benéfica virtudde esa mano, lo hace ver con claridad meridiana esapaz inconmovible de que goza en medio del universaldesconcierto y perturbación, esa plena seguridad, esaincontrastable firmeza con que camina impávida a sufin, viendo a su alrededor cómo se agitan y conmueven

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1 Is 59,1.

cosas; aunque también es grande en cultura, conoci-mientos de medicina, arquitectura, derecho, idiomas(italiano, francés, castellano, catalán, alemán, inglés,latín), en su capacidad organizativa, su constancia. Unhombre de fe que superó las dificultades más compli-cadas. Según Santiago Pastor es “un tejido de contra-dicciones, dificultades y persecuciones”. La heroicidadque aparece en su biografia y que demostró en suentrega desinteresada a los demás, pasando por lacruz, necesariamente le había de llevar al reconoci-miento de su santidad1.

“Yahvé le djjo: Anda, vuelve por tu camino hacia eldesierto” (1R 19,15). El encuentro de Elías con Dios enel Horeb, concluye con un envío. La lectura tranquilade la vida de san Benito Menni nos reanima y reorien-ta la vida; nos invita a ponernos nuevamente en cami-no. Dios, de un modo suave y misterioso, nos sale alpaso y nos trasforma con su presencia amorosa ysanadora.

Roma, octubre 2005

MARÍA CAMINO AGÓS H.S.C.Superiora General

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1 Beatificado, el 23 de junio de 1985. Canonizado, el 21 denoviembre de 1999, por SS. Juan Pablo II.

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hombres más esforzados, y sin embargo, le hemosvisto siempre sereno en medio de los mayores peligros,caminar impertérrito a su benéfico fin, aunque angus -tiado no pocas veces, nunca amilanado, al contrario,sostenido por la firmísima áncora de la confianza enDios; admiramos cómo ha sabido sortear con pruden -cia gravísimos escollos, acometer con valentía dificilísi -mas empresas y soportar con heroica paciencia rudaspersecuciones. En él se manifiesta también la fecundavitalidad de la Iglesia en cuanto a producir santas ybenéficas Instituciones, pues casi toda la vida de estehombre de Dios se ha consumido en comunicar unanueva vida a su benemérita Orden de San Juan deDios, restaurándola en nuestra Patria y volviendo a suvigor la primitiva observancia de sus Reglas yConstituciones y en fundar un Instituto religioso paramujeres que tuviesen el mismo fin de caridad y se valie -se de idénticos medios que el que su Santo Padrehabía fundado para los hombres. Y respecto de los fru -tos de santidad que en todo tiempo ha producido laIglesia, ¿qué mejor prueba que la vida de este esclare -cido religioso, que habiendo pasado en la inocencia suinfancia y juventud aparece en toda su vida, así la pri -vada como la pública, modelo de todas las virtudes?Justo es, pues, que se perpetúe su memoria, que cum -pliendo con el precepto del Eclesiástico alabemos a losVarones gloriosos2. Idea acertadísima, deseo santo ylleno de nobleza, pensamiento inspirado de Dios, meparece el de las Hijas de este bendito Padre, al procu -rar con toda la solicitud y eficacia de corazones agra -

PRÓLOGO 15

2 Si 44,1.

sin rumbo fijo todos los pueblos, sin ideales, llenos depena y aflicción en el presente, y de zozobra y espantopor el porvenir. Argumento fehaciente de esta verdades la prodigiosa vitalidad de esa misma Iglesia que nodisminuye con el correr de los siglos, como lo atesti -guan las diferentes Congregaciones que de su senoproceden y aparecen con consoladora frecuencia enestos días, llevando gérmenes de vida sobrenatural atodos los pueblos, ya iluminando las inteligencias, yaformando para la virtud los corazones, ya curando yaaliviando las miserias corporales de la doliente humani -dad. Nueva prueba del mismo aserto es que este árbolfrondoso de la Iglesia plantado por esa mano divinasigue produciendo en estos calamitosos tiempos demoral perversión, los mismos frutos de santidad que sevieron en los siglos primeros del Cristianismo, como loatestiguan con maravillosa elocuencia las numerosascausas de Beatificación introducidas en las diversasDiócesis del orbe católico, sin contar el no escasonúmero de Santos llevados al honor de los altares porlos tres últimos Pontífices. Estos tres dones con queDios nuestro Señor favorece siempre a su Iglesia, es asaber, la inalterable paz y firmeza, la fecundidad y lapropagación vital en frutos de santidad, los vislumbroyo compendiados en el Varón justo y prudente a cuyavida, galana y discretamente escrita, preceden a guisade prólogo estas líneas, y son, por consiguiente, unanueva y palpable demostración de que en efecto sigueextendida soberanamente y benéfica la mano de Diossobre su Iglesia. La vida del P. Benito Menni es un teji -do de contradicciones, dificultades y persecuciones detodas clases, que bastarían a conturbar y a abatir a los

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decidos el que se describiese la vida de su amadoPadre y que se relatase los hechos más salientes de lasfundaciones de una y otra familia religiosa, la por él res -taurada y la por él fundada, pues en unas y otras apa -rece el hombre lleno de santo celo y caridad que con -sumía el corazón del Bienaventurado amador de lospobres, San Juan de Dios; en unas y otras se manifies -ta la entereza de su carácter en acometer difícilesempresas, junto con su profunda humildad y pacienciaen soportar contradicciones, calumnias y desprecios,tal vez en ocasiones, de quienes menos podían espe -rarse, y de los mismos que más favorecidos fueron desu celo ardoroso en caridad.

Testigo de gran parte de sus benéficas obras y con -fidente de su vida íntima, puedo con toda verdad afir -mar que siempre admiré en el Padre Benito a un Varónde Dios digno hijo de su Santo Padre e imitador de susvirtudes y hasta en ser como él fundador, pues lo hasido de un Instituto, en todo semejante a la BeneméritaReligión Hospitalaria de San Juan de Dios.

Meritísimo y digno de toda loa es el trabajo que seha impuesto el erudito autor de esta vida. La solicitud yla laboriosidad con que se ha procurado adornarla,esclarecerla y avalorarla con toda clase de auténticosdocumentos merecen, a mi pobre entender, los máscumplidos plácemes que al terminar este mal pergeña -do prólogo de todo corazón le tributo.

SANTIAGO PASTOR Y JUST,Canónigo Arcipreste.

Toledo 8 de septiembre de 1919.

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PR I M E R A PA RT EP R I ME R A P A R T E

El P. Benito Menni,Restaurador de su Orden

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CAPÍTULO I

Contiene sucinta noticia de sus años prime-ros y estudios hasta su ingreso en religión

Su nacimiento. – Sus padre s . – E d u c a c i ó nmariana. – Una travesura. – Piedad precoz. – Supasión primera. – Primer empleo. – Una celada.– Su afición a la palabra divina. – Primeros ejer -cicios Espirituales. – Un programa acabado.

Su nacimiento

De padres ricos más de honradez y mucha cris-tiandad que de caudales y hacienda1 nació en el vecin-dario de Corpi Santi de Milán, el 11 de marzo del año1841, un niño que, al ser bautizado el día mismo de sunacimiento, en la parroquia de Santa María allaFontana, iglesia primada de la ciudad, recibió el nom-bre de Ángel y por titulo Hércules, con los apellidosMenni y Figini.

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1 Da famiglia sufficientemente provveduta di beni materlali mameglio conosciuta e stimata per i suoi sentimenti religiosi... (Bollettinoparrocchiale di Santa Maria alla Fontana in Milano, Maggio 1914).

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Sus padres

Luis Menni, hombre culto en la ciencia de los nego-cios, consejero fiel de negociantes, justo en sus tráfi-cos, cumplido caballero, laborioso, humilde, cabal contodos y perfecto cristiano y Luisa Figini, honesta joven,piadosa en extremo, afable y digna, pacificadora ymujer buena en todos los familiares pleitos de vecin-dad, madre cristiana hasta la médula de los huesos,cual lo dice hacer bautizar a sus hijos el mismo día desus alumbramientos, prefiriendo siempre, como cum-ple a las que saben serlo, la vida del alma a la del tiem-po del fruto de sus entrañas, fueron sus padres. Misanta madre, mi honrado padre, decía al nombrarlosÁngel.

Bendijo Dios a esta feliz pareja con una descen-dencia numerosa: quince hijos. Ángel fue el quinto. Ensu hogar nunca faltaron amparo y favores a los necesi-tados.

Educación mariana

Mientras educaba a nuestro niño su buena madreen santo temor de Dios, iba despertando en él un tier-no amor a la Virgen Santísima. Desde sus brazos,cuando aún no sabia hablar, enseñábale a mirarla enlas imágenes, y más tarde le enseñó a rezar muchasdevociones y el Santo Rosario, que jamás abandonó, ydel que fue propagador fecundo, como veremos ade-lante; su vida toda respiró ambiente mariano. Reparóuna vez, contando a la sazón catorce años, en el escu-do de armas de sus deudos y no viendo cosa que en

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Pusiéronle Ángel por celebrarse aquel día la festivi-dad del Beato Angelo di Lody. Hércules fue debido a lavieja usanza de su país de añadir un título al nombrepropio; actos estos que quedaron registrados en ellibro de Bautismos, como consta del testimonio quesigue:

Parroquia primada de Santa Maria a la Fontana enMilán

“El abajo firmado certifica: Que de los registros deBautismos de esta parroquia resulta que Ángel HérculesMenni, hijo de Luis y de Luisa Figini, que contrajeron el santomatrimonio en Milán, nació el día 11 de marzo y fue bautiza-do en esta iglesia parroquial de Santa María alla Fontana elmismo día y mes del año 1841.

Fue madrina Giuditta Figini de Ignacio.

De la Oficina Parroquial, 22 de junio de 1916.

P. el Párroco, Sac. Angelo Fedeli, Coadjutor.

(Hay un sello de la parroquia de Santa Maria allaFontana)”2.

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2 Parrocchia prepositurale di S. Maria alla Fontana in Milano.=Il sottoscritto attesta que dai registri dei Battesimi di questa parrocchiarisulta che Menni Angelo Ercole figlio di Luigi e di Figini Luigia che con-trassero il santo Matrimonio in Milano.= SS. Trinita nato il giorno 11mese di Marzo fu battezzato in questa chiesa parrocchiale di S. Mariaalla Fontana il giorno stesso del mese stesso dell’anno 1841.=mille eottocento quarant’uno. Madrina fu Figini Giuditta di Ignazio.=DallUficio Parrocchiale, li 22 Giugno 1916.=P. Il Parroco.= Sac. AngeloFedeli Coadre.=

(Lugar del sello de la Parroquia)

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decía no haber sentido remordimiento ni de su indig-nación ni de los golpes que repartió.

Piedad precoz

Corrían sus catorce años y, habituado al ejerciciodiario de la oración mental, gastaba largos ratos en laIglesia junto al sagrario o en el altar de María en dulcescoloquios del cielo. Cuando en la casa paterna no se lehallaba, era común decir: en la Iglesia le encontrarán.

Su pasión primera

La grave carga de su familia, ya crecida, y las aten-ciones de sus negocios no consentían a Luis, su padre,mirar con serenos ojos las mal disimuladas aficionesde Ángel, o más bien pasión por el estudio de lasletras, y más de una vez le hizo sufrir duras repulsas.Hubiera preferido aquél que su hijo le ayudase, al tiem-po que fuera aprendiendo el manejo de su industria,con lo que se aseguraban el bienestar presente de sucasa y el porvenir del jovencito, listo, despejado ybueno. Pero trazaba Dios otro plan, y por medio de lascontradicciones pasó Ángel estudiando hasta que undía logró dejar contento y del todo satisfecho a supadre con el trabajo de su inteligencia, obteniendo desus profesores un testimonio laudatorio de su valer, ysaliendo a los dieciocho años licenciado con brillantezde las escuelas superiores de Milán3.

PRIMERA PARTE – CAP. I 23

3 Expedido a favor de Angel Hércules Menni por el GimnasioLiceale di Porta Nouva in Milano, conteniendo sus notas de califica-

él moviese a la piedad, dibujó como supo la imagen dela Divina Señora sosteniendo a Jesús Niño, que mos-traba el corazón al exterior de su divino pecho: honro-sísimo blasón justamente añadido al campo de losMenni por un nuevo Hércules de su noble sangre.Junto a la Madre de Dios moldeó su corazón tiernecitola suya. Esta labró la tierra de su pecho blando cabe laimagen bendita e hizo la sembradura de las virtudesque tan tempranas brotaron y crecieron tan lozanas ytan abundosamente fructificaron en la vida toda deÁngel. Junto a ella se tallaron aquellos dos diamantes,polos benditos que acumularon toda su virtud: la forta -leza y la compasión, que le sostuvieron resistentecomo de acero, al par que sensible y tierno como unamadre.

Una mañana, entrado en sus quince años, haciaoración muy recogido en la devota capilla de Ntra.Señora del Rosario de la Iglesia de San Simpliciano enMilán, y el alma toda puesta en los labios, pedía a Diosser digno de padecer por su amor.

Y debió de concedérselo, a lo que se echa de veren su penosa vida, pasada toda en amar y sufrir por suadorado Jesús.

Una travesura

Iba, muy niño todavía, por una de las calles deMilán y topó con un grupo de rapazuelos que se diver-tían maltratando a un pequeñín; dirigióse a elloscorriendo y luchó a brazo partido y a cachete limpio,hasta poner a salvo al inocente. Al referir este episodio

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leer detenidamente el libro; que era su intento seguirlo que su padre le había enseñado: no firmar docu -mento ni papel que no conociera. Indagando despuéss o b re lo acaecido, supo que se trataba de re c l u t a r l epara la masonería.

Su afición a la palabra divina

Muy amigo de escuchar la divina palabra, era delos más asiduos a las Misiones y sagradas Conferen-cias, sin degenerar por ello en perezosa beatería.Pesaba más en su ánimo la pronta obediencia a suspadres y superiores que el suave dulzor y casto placerde sus devociones, que al punto dejaba a la menorinsinuación de aquellos.

Dispuesto, al agonizar de una tarde, a salir de lacasa para la misión, le ocurrió a su madre mandarle apreparar el carruaje para llevar a una de sus hermanasal gabinete de un oculista; hízolo sin réplica, y alencontrase después con alguna gente que salía delsermón, preguntó, y enterado de lo que el misionerohabía dicho, quedó contento y hasta aprovechado.

Primeros ejercicios espirituales

Hizo sus primeros ejercicios espirituales en la ciu-dad de Pavía con los PP. de la Cartuja, cuando conta-ba diecisiete años. Mucho antes de esta edad diaria-mente comulgaba. De aquel entonces deben ser estospropósitos que sor Gabriela, religiosa de su Congre-gación de Hospitalarias, nos trasmite:

PRIMERA PARTE – CAP. I 25

Primer empleo

No dejó por eso de ayudar a su casa en cuantopudo. A los dieciséis años halló colocación en unBanco de Milán, del que no tardó mucho en retirarse alnotar la irregularidad de ciertas operaciones, contra lasque protestó con motivo de la pretendida imposiciónde su principal, para que realizase cierta injusticia, aque se resistió diciendo que no había aprendido estode su honrado padre.

Una celada

Tal rectitud, virtudes tan raras en un joven, vivien-do en populosa urbe, en donde cuentan con librepaso, horizonte dilatado y abrigo seguro, los viciosque tan a su sabor el enemigo del hombre fomenta, nopodían menos de despertar envidia y dar pie a que setendiese a nuestro Hércules tal vez la primera celada:l l e g á ronse a él en varias ocasiones dos jóvenes bienportados, y en una de ellas le invitaron con mucha ins-tancia a inscribirse en una sociedad de protección enla que hallaría grandes ventajas para cuantos asuntost r a t a re, y por fin le ro g a ron que firmase una hoja enblanco de cierto libro. A todo ello contestó con ente-reza, que necesitaba conocer a fondo la sociedad y

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ción superior en comportamiento, atención, en diligencia, y en lasasignaturas: Religión, Lengua Italiana, Lengua Toscana, Latina yGriega, Geografía, Historia, Matemáticas y ciencias naturales, corres-pondientes al primer semestre del año escolar de 1857 que cursó enla clase quinta de dicho Gimnasio, se conserva un certificado en elArchivo General (Roma).

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y santo. Esté siempre limpio de todo pecado; así podráagradar al Altísimo, nuestro Buen Dios, el cual os harásentir en el corazón miles de delicias espirituales. Seahumilde y pobre de espíritu y diga siempre de rodillassus oraciones de la mañana y de la noche. Confiésesecon frecuencia y comulgue mucho más a menudo.Rece siempre, aun estando ocupado en sus trabajos oviajando, o al menos piense en Dios y en la SantísimaVirgen María y ruegue al Altísimo que le abrase todo ensu divino amor. Alabe y dé gracias a Dios. Haga todoslos días un poco de oración mental. Leerá libros espi-rituales y nunca juegue a las cartas. Esté retirado cuan-to pueda y guarde silencio lo más que le sea dado.Quiera bien a todos, y mucho más a quien le hagaalgún mal, procurando hacer que llegue a éste porvuestra mano algún obsequio. Sea caritativo. A nadieinjurie. A ninguno disguste. Sea justo y paciente. Hagavida santa”.

He aquí el programa de su vida, que entoncesmandó a su memoria y grabó en su mente y que des-arrolló a la letra, sin separarse de él hasta su últimoaliento con su férreo querer.

Así se deslizaron los dieciocho primeros años de lavida de Ángel Hércules, nombres estos que parecendados por el Espíritu Santo, al habitar en su alma el díadel Santo Bautismo, pues tan bien le cuadran, segúnse echa de ver en el transcurso de sus días.

PRIMERA PARTE – CAP. I 27

“1º. Me esforzaré en desechar mis temores, procu-rando tener una filial confianza en el Señor y en suSantísima Madre, de quienes esperaré me conservaránen su gracia hasta la muerte y una sencillez de corazóncomo de un niño”.

“2º. Seré generoso para con Dios. Volveré hacia Élfrecuentemente los ojos de mi alma para consultar susanta voluntad, y lo que su Divino Espíritu me sugiera,aquello haré sin guardar consideraciones ni miramien-tos con mi amor propio ni arredrarme por lo quepodrán decir los hombres”.

Un programa acabado

Ibanse notando cada vez más su alejamiento de lasvanidades mundanas y su amor al retiro. Moraba en lascercanías de la ciudad natal un solitario, en vida muyapartada y de fervor, al que Ángel solía visitar en susratos de ocio, para consultarle y recibir devotamentesantos consejos encaminados al adelantamiento en laperfección. No sabemos si fue el de su última despe-dida, mas es cosa averiguada, que un día recibió de sumano un escrito que decía así:

“UN RECUERDO

Querido hermano mío en Jesucristo: Le ruego seretire lo antes que le sea posible de este mudo falaz ymiserable en alguna casa religiosa, donde con másseguridad podrá servir mejor a Dios y encaminarse a laperfección y a la santidad. Sea casto, puro, reposado

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del coro tomados de indecisión; empezó a pasear lamirada por el muro próximo; en él halló el cuadro delBeato Juan Grande de los “Fatebenefratelli” en la acti-tud seráfica de sus éxtasis2 y fijándose detenidamente,reflexionó: “Por lo que veo, la vida activa no obsta a lacontemplación ni a la santidad, pues adquirió este tanalto grado entre muchas ocupaciones”. Sintióse movi-do a seguirle y al punto propuso estudiar seriamente sia Dios le agradaba que fuese religioso hospitalario.

Trazas eran estas de la Providencia que él con cui-dado ocultaba a su familia y conocidos, confiriéndolassolamente con Dios, en la oración y por medio de susdirectores. No es extraño pues, que al hacer su elogiofúnebre el Boletín de su Parroquia, refiriéndose al tiem-po anterior a su vida religiosa, diga que “pasó unajuventud que no hubiera hecho prever porvenir tanextraordinario”.

Lo que no pudo quedar velado es lo que su her-mano Pedro Menni, en carta fechada en Milán del 22de junio de 1916, nos cuenta respecto a su vocación:“En los comienzo del año 1859 (dice), vino a nuestraParroquia la Santa Misión. Él, (Ángel) fue muy asiduoen escuchar la divina palabra que aquellos misionerosdirigían desde el púlpito al pueblo reunido en la Casadel Señor.

En la primavera del mismo año estalló la guerra dela independencia italiana, y en Magenta, pequeño arra-bal, distante unos veinte Kms. de Milán, trabose una

PRIMERA PARTE – CAP. II 29

2 Beato Juan grande fue Beatificado por Decreto de S.S. Pío IX,de 1º de Octubre de 1854, poco antes de ocurrir lo que vamos na-rrando.

CAPÍTULO II

De cómo entró en Religión, se señaló enlos estudios y fue ordenado sacerdote

Vocación religiosa. – Probación. – Noviciado. –Sus Votos. – Estudios quirúrgicos y eclesiásti -cos. – Órdenes y término de sus estudios. –Estando en Lodi. – Vacaciones santas.

Vocación religiosa

Desde que recibió los santos consejos del buensolitario traíale preocupado el de ponerse en seguroalejándose del mundo. La austeridad y el silencio delos cartujos eran muy de su agrado, mas no le satisfa-cían, porque del corazón sentía brotarle raudales deamor cuyo objeto en el retiro aquél no encontró. Tal vez(se decía) los de S. Francisco se acercan más a mideseo; pero entró en su Iglesia una mañana mientrasrezaban, y observándolos, sintió un no sé qué indicati-vo de que allí no era llamado por Dios1. Desvió sus ojos

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1 Alguien dice que entró en la Religión Franciscana siquieracomo aspirante.

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aprobaron su inmediato ingreso en el Noviciado. Estetuvo lugar el día trece de dicho mes y año, recibiendoel neófito la hermosa librea de los Fatebenefratelli demanos del muy Rdo. Padre Provincial Fray Benito, Dr.Nappi, quien por el afecto que nuestro joven le mere-cía cambióle el nombre de Ángel por el suyo de BenitoAbad, entregándole a la sabia y piadosa dirección delRdo. Padre Bernardino Sorre, sacerdote, dignísimomaestro de Novicios”3.

En el mismo Hospital de Porta Nouva tituladoSanta María de Aracoeli, hizo el noviciado, que duróhasta el 15 de mayo de 1861, día en que hizo la profe-sión simple perpetua, y el 17 del mismo mes, pasadotres años (en 1864) emitió votos solemnes.

Estudios quirúrgicos y eclesiásticos

Desde que ingresó como aspirante pasó dos añosdedicados al estudio y prácticas de cirugía, saliendomuy aprovechado en el arte. Así lo atestigua un cronis-ta de la Orden4.

Visto su despejo y aprovechamiento le enviaronsus superiores a su Hospital de Lodi, para que estu-diase la carrera eclesiástica, asistiendo a las clases delseminario de la ciudad, en donde cursó en cuatroaños, desde 1862 a 1866, Disciplina eclesiástica,Apologética de la Religión, Filosofía, Física, Literatura,Matemáticas, Metafísica, Teología Dogmática, Teología

PRIMERA PARTE – CAP. II 31

3 Caridad y Patriotismo, p. 121.4 Fray Luciano del Pozo.

muy sangrienta batalla entre los austríacos de unaparte y los franceses e italianos de la otra, quedandoéstos vencedores y arrojando a los austríacos deLombardía. Fueron trasladados a Milán gran númerode heridos en los días siguientes, y todos, nuestro carohermano Hércules se dirigía a la estación del ferrocarrilpara transportar del vagón a la ambulancia y a loscarruajes particulares a los que no podían valerse.Después seguía acompañándoles hasta dejarlos aco-modados en el lecho.

Él había escogido como término de sus aspiracio-nes el Hospital de “Fatebenefratelli” en Porta Nouva.Allí conoció al P. Benedetto Nappi, primer cirujano yprovincial de su Orden, quien le invitó a formar parte dela Comunidad”.

Probación. Noviciado. Sus Votos

Ángel, según sus intentos, ensayó algún tiempo sincompromiso formal aquel género de vida, sólo duranteel día, regresando cada noche al seno de su familia.Probado que hubo de esta suerte, decidió unirse a losHermanos en calidad de aspirante, logrando vencercon sus oraciones la gran repugnancia que sus padressentían en concederle licencia para que fueseHospitalario; y así las cosas, el 1 de mayo del año1860, provisto de una bolsa de cirugía, según se exigeen la Provincia religiosa Lombardo-Beneta, entró en elHospital citado a comenzar la aprobación canónica desu vida religiosa.

“Grande debió ser la confianza que inspiraba suvocación, cuando los Padres capitulares de la casa

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su oratorio particular el Illmo. y Rvmo. P. D. Pedro deVillanova Castellani, Arzobispo a la sazón Sufragáneo yVicegerente en Roma del Cardenal Patrizzi, VicarioGeneral del Papa y Protector de la Orden de San Juande Dios. Entre los asistentes que le impusieron lasmanos hubo un Obispo negro; y en recuerdo y agrade-cido recibió en la restauración un negro y una negracomo miembros respectivamente de las Congrega-ciones de Hermanos y Hermanas Hospitalarios.Celebró su primera misa al siguiente día en la Iglesiadel Hospital de San Juan Calibita, Casa Generalicia desu Orden, asistido de un Obispo Armenio.

Estando en Lodi

Prueba es evidente de la estimación grande en queera tenido de sus superiores, haberle dedicado a losestudios desde los principios de su vida en religión.

Mostrábase su vocación tan palpable y arraigada ysu virtud tan sólida, que nada dejaba que temer; aun-que era para envanecerse a propósito mirarse joven ytan distinguido entre todos los demás religiosos.

Desempeñaba en el Hospital de Lodi el cargo deenfermero mayor y era además jefe de empleos, ocu-paciones que le consumían el tiempo, dejándole sola-mente para el estudio el que podía cercenar en lanoche al reposo y necesario descanso y el que invertíadel Hospital a la Cátedra; y no obstante, siempre conprecisión y claridad de concepto, respondía satisfacto-riamente a sus profesores.

Asistía a los enfermos con fervoroso anhelo e infa-tigable solicitud maternal, a lo Juan de Dios, cariñoso

PRIMERA PARTE – CAP. II 33

Moral, Historia Eclesiástica, Elocuencia sagrada,Exégesis Bíblica, Catequística y Derecho Canónico. Entodas esas asignaturas obtuvo la nota “Prima cum emi -nentia”. Así consta en los certificados expedidos endicho seminario, que se conservan en el ArchivoGeneral (Roma).

Ordenes y término de estudios

En la segunda Dominica de Adviento, a 4 dediciembre del año 1864, de manos del Obispo de Lodi,Mns. Cayetano Gomes Benaleus, recibió la Tonsuraclerical y los cuatro Órdenes menores.

Obtuvo indulto de irregularidad, por haber ejercidola cirugía, del Papa Pío IX5.

Acabado el curso escolar en 1866 fue enviado aRoma donde continuó sus estudios, residiendo en elHospital de San Juan Calibita y asistiendo al ColegioRomano algún tiempo.

El día 10 de julio del año 1866 sufrió un examen enRoma ante los Reverendísimos examinadores del Cleroromano y fue declarado idóneo para recibir los tresOrdenes Sagrados y para oír confesiones. Así lo certi-fica el secretario del Vicariato de Roma, fecha 8 deagosto de 18666.

El día 14 de octubre, Dominica XXI después dePentecostés, extra témpora, le ordenó de sacerdote en

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5 El autógrafo se conserva en la Secretaría de las Hnas.Hospitalarias.

6 Este documento se halla en el archivo general de lasReligiosas Hospitalarias.

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je a un joven, más muerto que vivo; traía la frente páli-da y bañada en sudor frío, profundas ojeras rodeabansus hundidas pupilas de mirada triste; demacrado, lospómulos salientes, el rostro macilento, como pétalosmarchitos pegados a los dientes revestidos de amari-llez, sus labios sin color, caída la cabeza sobre elpecho, tostada la piel al fuego lento de la fiebre hética,el cuerpo todo seco; una tos desgastadora le sacudíael pecho; apenas tuvo valor para abrazarse a mi cuello;al reclinar su frente en mi hombro sentí caer desplo-mada su cabeza, yo le llevaba en mis brazos. Así letrasladé a su cama. Lo puse lo mejor que pude, pre-guntéle si algo precisaba y le despedí para dejarle des-cansar de su molesto viaje. Él es, iba yo pensando, nohay duda…, es mío; lo tengo y no le dejaré. Sus rasgosfisonómicos, aunque muy borrosos ya, no me habíanengañado. Le hice mi enfermo, le prodigaba mis cui-dados con más cariño que a todos; Dios quiso reani-marle y se repuso un tanto. Comenzó a mostrarse muyagradecido a mis servicios, y yo a mi vez decirle querezaba mucho por él. Por tu salud, porque Dios te ladevuelva en esta edad lozana en que el presente sevive tan alegre y el futuro asoma con hechizos y embe-lesos la faz seductora, sonriendo; y rezo más por tualma; por tu alma, sí, porque no sabe el hombre si enel divino acatamiento es digno de odio o de amor,mientras en la presente vida camina sin detenerse, sucamino derecho, a la morada de la eternidad, cuyopostigo es la muerte y su vestíbulo las enfermedades,cubierta la vista con la venda apretada de la incerti-dumbre. ¡Qué necesidad tiene el hombre de orar yapercibirse contra la posible y siniestra caída al golpe

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y afable hacíase querer de todos, empleando siemprea favor de ellos las demostraciones de gratitud que leprodigaban. “Lo que más me agrada, les decía, es quesufráis por amor a Jesús y que os unáis a Él partici-pando de los Santos Sacramentos”.

Acaecido en aquel tiempo refería él este hecho:“Me hallaba un día en la estación de Lodi, y aparecie-ron paseando dos mozos alegres, rebosantes de vida,y al llegar a mí se me encararon ceñudos. Oí que susu-rraban palabras descomedidas, frases groseras luego,terminando por insultarme y probar mi flaca virtud concierta burla procaz y alarde de irreligión. La presenciabrutal de aquellos dos, que parecían mastines acosan-do, provocó en mi ánimo un encuentro de sentimientoscomo yo jamás había sentido: sentí asco, sentí ira,indignación y odio, y Dios me hizo sentir también lásti-ma y compasión. De ellos me alejé rezando, y recordéaquel divino precepto del Corazón herido de amor demi Jesús: “Mas Yo os digo: Amad a vuestros enemigos,haced bien a los que os aborrecen y rogad por los queos persiguen y calumnian” (Mt 5,44).

Como dos meses, no más, habrían pasado y laspiadosas señoras de una junta de caridad gestionabancon sumo empeño la admisión de un enfermo en nues-tro Hospital, con la sana intención de que recibiera losSantos Sacramentos, que con suma obstinaciónrechazaba, antes de su cierta y próxima muerte. Vinoen concedérselo mi P. Superior e inmediatamente lecondujeron en un coche hasta la puerta de nuestracasa. Avisado de su llegada para que de él me hicieracargo, según a mi oficio correspondía, salí, y de unacarretela alquilada acompañado de un pariente, extra-

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Vacaciones santas

Había costumbre entonces entre los HermanosHospitalarios de salir a descansar una corta tempora-da cada año al lugar que cada cual elegía de acuerdocon su Superior, no muy distante de sus casas religio-sas. El Hermano Benito aprovechaba este tiempo parahacer ejercicios espirituales.

El primer año fue a casa de sus padres, y en ellapermaneció aislado del todo hasta que acabó su retiro.Notó que su familia sufría, su madre más que todos,por no poder comunicar con él, según se lo habíaencargado con mucho encarecimiento; y así en losaños siguientes se retiraba a los cartujos, con los quedeliciosamente pasaba sus vacaciones negociando suadelantamiento en las vías del espíritu.

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implacable de la muerte que derriba las vidas, como enel bosque los árboles el hacha del leñador, nuestrasdébiles vidas, que, cual las ilusiones del corazón, tanbreve desaparecen; que se desprenden al leve toquedel aliento helado de la parca, como caen las hojasamarillas del arbusto al frío contacto de las brisas oto-ñales… que escrito está: “Del lado que cayere, jamásha de moverse”. ¿Verdad que rezarás conmigo? Y ade-más, ¿yo rezaré por ti y tú por mí? Ambos rezaremospor ambos. No me lo niegues. A esta primera batida serindió y oró conmigo y Dios escuchó nuestra oración.Estaba comenzada la obra; faltaba terminarla. En laempresa ofrecida al Corazón amado de Jesús habíaempeñado a nuestra dulce amada Madre María,Refugio de los pecadores y se consumó una mañanadespués de ofrecer la santa comunión por él. Llegué asu cabecera y le dije: “Hoy te confiesas y Jesús vendráa ti”. Lloró de emoción y luego apareció el sacerdote.He aquí el Padre, ya os entenderéis; y me despedí.Sobrevivió algún tiempo, y era envidiable como se pre-paró a su partida: me hacía confesión pública de suazaroso pasado y promesas de reparar sus yerros, yuna vez cubriéndose el rostro con las manos escuáli-das exclamaba: “¡Tengo vergüenza y… me siento for-zado a decirlo!” Y me contó lo que había hecho en laestación, y añadió:

Creo que estoy seguro, aquel fraile paciente ymodesto que yo insulté, y que perseguí con mis diti-rambos soeces hasta encender su rostro con la bofe-tada del insulto ridículo, yo creo que era V… V.Hermano Benito… ya no lo dudo; V. era. ¡Oh que ven-ganza la suya!… Yo corté sus palabras distrayéndole”.

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El entonces Superior General de su Orden, Fr. JuanMª Alfieri, empezó a conferirle cargos de gran conside-ración, hízole su Secretario particular, y de él se hacíaacompañar ordinariamente en sus viajes.

Sus intentos

Pero ni las distinciones, ni la grande estimación, nila mucha confianza, ni el paternal afecto de su superiorfueron parte para que quedase satisfecho. Tenía vehe-mentes deseos de extender la gloria de Dios en cam-pos más dilatados. Su alma joven veíase abierta comola rosa de los vientos, y ansiosa de volar a otras esfe-ras; deseaba que el bien social de su amada Ordenfuera conocida en todas partes, que el mundo enteroprobase en sus dolencias la blandura de los brazos ylas ternuras del pecho de Juan de Dios viviente encada Hospitalario; había concebido la caridad compa-siva, extensa como la inmensidad de los cielos, mantoazul de consoladoras esperanzas, a cuyo abrigo des-canse la humanidad entera. Quería que el mundo fueserecorrido palmo a palmo para que en el despoblado yen la aldea, en la ciudad y en la villa, en el sendero tor-tuoso y en el camino carretero, en las soledades selvá-ticas, y en las amenas florestas, en el páramo desierto,y en el valle y la colina, en la montaña solitaria y en lavega sonriente, en las estepas tristes, en continentes yen mares, hállase el maltrecho caminante, que baja deoriente de la cuna al ocaso de la huesa, al samaritanomisericordioso del Evangelio, dispuesto a ungirle yligarle las heridas; y que a un tiempo el enfermo perci-biese la delicadeza de los toques de una mano exper-

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CAPÍTULO III

Es enviado a restaurar su Orden en España

Privanza con su Prior General. – Sus intentos.Declaración de sus planes y Misión extraordina -ria. – Testimonio auténtico. – Temores y espe -ranzas. – Su cruz. – Partida de Roma. – De unaMemoria.

Privanza con el Superior General

Dechado de gran edificación le mostraron desdeque entró en la Orden su bien formado espíritu de pie-dad, su observancia acendrada y su ardiente celo porel bien de los enfermos; mas desde que fue promovidoal sacerdocio santo, subió de punto tal manifestación.En el alma esculpidas, traía las palabras del Apóstol asu discípulo Timoteo: “No tengas en poco la gracia quehay en ti, que te ha sido dada por profecía con la impo-sición de las manos de los presbíteros. Medita estascosas; ocúpate en ellas; para que tu aprovechamientosea manifiesto a todos. Vela sobre ti mismo y sobre ladoctrina; persevera en estas cosas; porque haciendoesto te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”.

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Rvmo. Señor. D. Benjamín Miñana. –Roma–. Habién-dome llegado noticia de que a V. R. le ha sido conferi-do el honor de promover cuanto pueda referirse a laveneración y fama de santidad del inmortal Pío IX y quedesea adquirir noticias, me creo en el deber de escri-birle esta carta, haciendo relación de cuanto con élmismo me ha ocurrido.

En el año 1860 vestí en Milán el Hábito religioso dela Orden Hospitalaria de San Juan de Dios; en el 61hice la profesión simple y en el 64 la solemne; despuésde ella escribí al Rvdmo. P. Alfieri, entonces SuperiorGeneral de nuestra Orden, diciéndole que de tal modome sentía animado del deseo de trabajar en bien denuestro Instituto Hospitalario, que me ofrecía a suPaternidad Reverendísima para que me mandase adonde creyese más conveniente a fin de practicar lasanta hospitalidad, pero siempre con estrecha obser-vancia regular.

Nuestro Superior General aceptó mi oferta. Mellamó a Roma el año 65, me condujo a la presencia delSanto Padre Pío IX de gloriosa memoria, haciéndolerelación de todo y diciéndole que estaba vacilanteentre mandarme a Honkong, donde los Misionerospedían la fundación de una casa de nuestro Institutopara la asistencia de los enfermos, o mandarme aEspaña para restaurar nuestra Orden, ya que conhonda pena de su corazón y de todos nuestros religio-sos, se había extinguido en dicho punto, en el que pre-cisamente había tenido su cuna.

Entonces Pío IX, tomando un aspecto como de ins-piración, y estrechando con grandísima bondad mis

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ta de su enfermero y los destellos del amor que infla-mó el pecho del Varón de Dolores Preceptor de la cari-dad del hombre para con su semejante, en la candoro-sa dulzura y heroico desprendimiento del HermanoHospitalario.

Declaración de sus planes y misión extraordinaria

Había dicho a su Padre General cuando precisa-mente se hallaba ocupado éste en ver de restaurar laOrden en España que tal vez fuera del agrado de Diosque la Orden se extendiera y que el espíritu religioso delos Hermanos se elevase a más subida perfección.Aunque nada contestó por entonces su General, nopuso en olvido estas proposiciones, y así intentabadicha restauración sin otro fruto que acabar de cono-cer las dificultades de tamaña empresa, y obtenida porentonces una audiencia de Su Santidad el Papa Pío IX(de glorioso recuerdo), manifestó a su S. S. el estadode las cosas y la conveniencia de intentar de nuevo,e n c a rgando a su acompañante, nuestro joven P.Benito, de llevar a cabo el santo propósito de la res-tauración, ya que a éste también animaba tal deseo, alpar que le consideraba dotado de gran virtud y rarasprendas de talento y prudencia; y entonces el SumoPontífice ordenó que fuese Fr. Benito enviado a Españapara dicho fin.

Testimonio auténtico

Dirigida al Promotor de la causa de Beatificaciónde Pío IX, hallamos esta carta del Padre Menni: “Al

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plicaciones, propios para hacer decaer el ánimo. Aveces se me presentaba como una temeridad de miparte el querer perseverar en un proyecto que según lahumana prudencia debía yo abandonar como imposi-ble y aun como contrario a la divina voluntad; me ator-mentaba el pensamiento de que Dios no quería quemis esfuerzos fuesen sobrehumanos para realizar unaobra que se manifestaba superior a mis fuerzas y a laposibilidad, atendidas las circunstancias en que meencontraba.

Pero he aquí que la figura y las palabras de Pío IXse presentaban enseguida ante mí; este recuerdo mevigorizaba, parecía que me reprendía amorosamente yme hacía resolverme a seguir adelante en el cumpli-miento de mi misión, haciéndome comprender que lascosas del cielo y los proyectos emprendidos por Diosno deben abandonarse aunque parezca que están apunto de fenecer, ya que mientras haya un soplo devida, por débil que sea, puede resucitarse, tomar unnuevo vigor y dar frutos abundantes. He rogado cons-tantemente a Pío IX tanto en vida como después de sumuerte, a fin de que me ayudase y sostuviese paracumplir siempre la voluntad del Señor.

Efectivamente, la bendición del Santo Padre meacompañó siempre a través de mil dificultades, Diosme concedió la gracia no sólo de restaurar y ver flore-ciente nuestra Orden en España, sino también enPortugal y Méjico; además me concedió la gracia defundar la Congregación de las Hermanas Hospitalariasdel Sagrado Corazón de Jesús, que actualmente estánya aprobadas por la Santa Sede y se han establecidoen España, Portugal, Francia y Roma mismo, con el fin

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manos entre las suyas, me dijo con un tono profético:‘Hijo mío, vete a España con la bendición del Cielo arestaurar tu Orden en su misma cuna’.

En su consecuencia dispuso nuestro PadreGeneral que después de los exámenes correspondien-tes me consagrasen sacerdote el Domingo 11 de octu-bre de 1866 día en que se celebraba la fiesta de laMaternidad de la Santísima Virgen.

Las palabras del Sumo Pontífice me vigorizaron yme inspiraron extraordinario valor para partir haciaEspaña a principios del año 1867 recién cumplida laedad de veintiséis años, en cuanto nuestro PadreGeneral me dio la oportuna Patente en la cual declara-ba era enviado por la Santa Sede.

Largo sería, amado Padre, referirle las luchas quehe tenido que sostener, el decaimiento de ánimo conque el enemigo de todo bien tentaba mi debilidad; perola memoria del Santo Padre Pío IX, no sólo mientrasvivió, sino aun después de su muerte, la he conserva-do presente en mi espíritu. Me parecía que él mehablaba en las dificultades y me reanimaba cuando lafalta de medios me hacía sufrir las consecuencias de laextrema pobreza a que me veía reducido, o cuando laspersecuciones, las cárceles, las calumnias que duran-te varios años se publicaron en los periódicos y por lasque hube de comparecer ante los tribunales civiles yeclesiásticos y hasta ante el Supremo Tribunal de lasanta Inquisición en Roma, me abrumaban, en todoslos cuales se ha dignado el Señor en su misericordiahacer manifiesta mi inocencia. Esto no obstante, mivida ha sido una cadena de miles de trabajos y com-

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superior y tuvo licencia para retirarse, fue derechamen-te a la Iglesia a derramar su corazón ante Jesús delSagrario y postrado en el Coro llorando, pedíale mise-ricordia, que no le dejase de su mano y mil veces pro-testó que sólo por su gloria quería comenzar aquelcamino difícil, pedregoso y agrio. Insistió en exponersus deseos de reforma entre sus hermanos al DivinoJesús y al cabo de mucho rato salió de la presencia delSeñor fortalecido y consolado, pensando que tal vezno era oportuno entonces todo lo que él deseaba, yque acaso, si Dios se dignaba favorecer su obra,pudiera volver y continuar la ejecución de sus planespor entero. Presintió en efecto lo que en sus últimosaños vino a acontecer: Nombrado Visitador Apostólicode toda su Orden y posteriormente elevado a PriorGeneral, su idea primera, su gran deseo, su preocupa-ción constante, su obsesión, pudiera llamarse, fuefomentar en sus súbditos el espíritu de sacrificio.

Su cruz

Dichoso se consideraba por un lado mirando sunuevo oficio, que luego comenzaría, como Cruz que elCielo le había deparado, pero le acongojaba su magni-tud y temía verse caído sin alientos para seguir desdelos primeros pasos, por lo cual volvía de continuo susojos a Dios demandando auxilio. Temía con el temordiscreto de los humildes. Él mismo contaba que pocoantes de su partida, salió en Roma con unos Hermanosde paseo a las viñas que allí poseían, y ajeno a todo lodemás, le traía absorto el proyecto que se le habíaencargado desarrollar; iban presentándose a su mente

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de prestar a las personas de su sexo aquellos servicioscaritativos que nuestra Orden presta a los enfermosvarones.

Siento, carísimo D. Benjamín, una cosa en mi cora-zón que parece decirme siempre que el inmortal Pío IX,aquél que me dio la misión en nombre de Dios, me estámirando desde el cielo, me reprende interiormentecualquier falta o debilidad mía y me sostiene en elcamino de la tribulación, obteniendo para mis obrasuna bendición tanto más abundante cuanto más crecela tribulación o la persecución.

Dios quiera que la protección de Pío IX me acom-pañe hasta el fin.

No sé, amado Padre, si habré sabido expresar bienmis sentimientos y cumplir cual deseo con los deberesde gratitud hacia tan glorioso Pontífice y amorosoPadre.

Con esta ocasión le ruego acepte la expresión máscordial del afecto respetuoso y reconocido, con el cualme profeso de V. R. afectísimo siervo y amigo en elCorazón de Jesús, Fray Benito Menni. – Roma 5 dejunio de 1907”.

Temores y esperanzas

Tornáronse luego el General y su compañero a suresidencia de San Juan Calibita, y aunque gozando elP. Benito al ver que sus planes comenzaban a realizar-se siquiera en parte, no dejaba de temer por sí mismoconsiderándose harto ruin y demasiado pequeño; yentre temores y gozos tan luego como despidió a su

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la Apostólica, sin otro valimiento que la misión delVicario de Cristo y las letras testimoniales de su PriorGeneral, concebidas en estos términos:

“Fray Juan Maria Alfieri-Mínimo siervo-Prior Generalde toda la orden de San Juan de Dios.

A quienes pueda convenirles notificamos que elReverendo Padre Benito Menni, natural de Milán, de 26años de edad, es religioso de Nuestra Orden, Profesode votos solemnes que hizo el día 15 de mayo de 1861,promovido al Sacerdocio en Roma el día 14 de octubrede 1866, y confesor aprobado para uno y otro sexomediante examen sinodal, verificado ante elEminentísimo Cardenal Vicario, antes de recibir lasÓrdenes, según la norma del Breve de Urbano VIII“Circumspecta Romani Pontificis” del 18 de abril de1828 dado en favor de Nuestra Orden.

A este nuestro muy querido Hijo en Cristo manda-mos ahora a Francia y a España, en donde permane-cerá por el tiempo que Nos dispongamos para quepromueva el incremento y bien de Nuestra Orden altenor de Nuestras Constituciones e InstrucciónNuestra y de la Santa Sede. Por lo cual en gran mane-ra recomendamos en el Señor a los Ve n e r a b l e sObispos y Superiores Eclesiásticos y Regulares y contodo encarecimiento les rogamos le presten en todoeficaz protección.

Dado en Roma en el Convento Hospital de S. JuanCalibita en la fiesta del mismo Titular a 15 de enero de1867.-Fray Maria Alfieri. – Prior General. – Fr. EstebanRochi Const. Secret”.

PRIMERA PARTE – CAP. III 47

la tristeza que de su corazón se apoderaría caminandosólo en país desconocido, el embarazo que le ocasio-naría no saber la lengua del país, las burlas que debe-ría aguantar, y quien sabe, si hasta la persecución selevantaría contra él, si fuera tomado por un vividor far-sante, por sacerdote fingido, por un aventure ro .Contemplaba los días aciagos que le aguardaban,caminando a pie falto de todo haber, fiando la propiavida a la merced de la limosna que habría de mendigarél, hombre joven, que tendría que oír tantas veces:“Fuerzas le sobran para ganarlo, trabaje y comerá”.Llegado que hubieron al sitio de recreo, se apartó delos demás y entró en oración, y desolada el alma, ren-dida a su flaqueza, pidió como Jesús en el Huerto desu oración: “que pase de mi este cáliz”. Recordóentonces la eficacia de la devoción al Patriarca S. Joséy vino a fortalecerle a manera de ángel bueno. Le enco-mendó su obra y prometióle la dedicación de la prime-ra casa que abriese en España.

La protección del Santo Patriarca se hizo palpabledespués en diversos trances apurados de la restaura-ción1.

Partida de Roma

Salió de Roma cuando contaba apenas veintiséisaños, el 16 de enero de 1867, emprendiendo su viaje a

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1 La primera casa de la Orden Hospitalaria en España fue elAsilo de Las-Corts en Barcelona, que no se tituló de S. José por nopoder imponer su voluntad el P. Benito; mas la segunda que se abrióen Ciempozuelos, dependiendo en absoluto de la Orden, se titulóCasa de Salud de S. José.

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ángel, ni la mirada franca y sutil como hebra de luz deaurora, ni la amabilidad de joven inocente encantado-ra, que se desprenden de los labios puros, de los ojoscastos y del continente modesto del religioso Hospi-talario, y se filtran a través de las hundidas pupilas,derechas a vigorizar los movimientos lentos y perezo-sos del corazón enfermo, oprimido por el sufrimientotantas veces insoportable, a ensanchar el pecho quese ahoga bajo la plancha de plomo de sus dolores, y arefrescar los pulmones, como soplo halagador de brisafresca oxigenado en la pureza de un aire rico deimpregnación de aromas, robadas a las rosas, al tocar-las al roce suave de sus leves alas, y al dejarles subeso delicado y cariñoso. ¡Ese eterno centinela no secompra! Ese no se qué sobrehumano que salta delcorazón a los labios envuelto en una frase de alientoque impulsa a tomar la poción medicinal, repugnantemuchas veces y desabrida siempre, con palabras dul-ces como éstas: “¡Ánimo, joven, tu madre te espera!” oque eleva las energías yacentes de un padre a quienrecuerda el desamparo de sus hijos queridos y de suamante esposa; esa delicada esencia, que embalsamay endulza, que alienta y eleva, es producto que noposee la farmacopea; sólo se extrae de la Caridad.

Extraña coincidencia o providencia no esperada; nosé como llamarlo. Los primeros en sentir la falta de loque hicieron desaparecer fueron los mismos destruc-tores. Su razón de puro aguda debió de quebrar, y rotoel freno, los sentimientos groseros del hombre se des-bordaron y aquella generación de progresistas produjouna generación de locos, principiando ella misma porenloquecer, sintiendo la molesta e inseparable compa-

PRIMERA PARTE – CAP. III 49

De Roma se dirigió a Milán, despidióse de su fami-lia y marchó enseguida al Hospital de su Orden en Lyon(Francia), en donde permaneció un mes escaso; pasóa Marsella2, y allí estuvo hasta que recibió nuevo pre-cepto de venir a España y por fin llegó a Barcelona enla semana de Pasión del mismo año de 1867.

De una memoria

He aquí como se refieren estos últimos hechos enuna memoria reciente de la Casa de Salud deCiempozuelos:

“No había quedado un Hermano de la Caridad enEspaña.

Los hijos del Loco Santo de Granada soportaban ladura condición del proscrito, mientras los herederosdel infortunio sentían falta de calor en un vacío que noacertaban a llenar las provisiones del hombre de almahelada con las frialdades del interés egoísta.

El pingüe botín, arrancado a viva fuerza de la manomuerta, podía a lo sumo hacer llegar un día que otro(muchos no), a la boca del enfermo un caldo másgraso, una vianda más suculenta al menesteroso; masno le era dado suplir esa sombra de lo divino que tantorecrea en las fatigas penosas de la vida, complementonecesario de los elementos que sostienen la materia,porque no sólo de pan vive el hombre, ni la sonrisa del

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2 Su detención en estas dos casas francesas obedeció a quesus superiores tenían interés que se perfeccionase en hablar la lenguafrancesa.

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nización robusta en su cerebro, cuente con un corazóngrande y arrojado, que a la claridad de una razónescrutadora y a la extensión de lo vasto de su entendi-miento, una la constancia de su voluntad de mártir y laimpetuosidad del acometimiento del héroe, que sepajuntar la valentía del guerrero con la mansedumbre delasceta. En las grandes instituciones de la Caridad senecesita un corazón que encierre los sentimientos tier-nos y puros del niño y el amor ardiente, rayado en locu-ra, de madre, y que ese corazón esté encerrado en unpecho sano y robusto con la fortaleza del atleta, senecesita un hombre que sepa ordenar en su alma laslocuras de la Cruz con la sabiduría del Crucificado, elcerebro del hombre ebrio con el vino del amor, bebido,juntos los labios humanos con los divinos labios de lallaga del pecho del Nazareno, víctima, del amor a loshombres.

El rescoldo bajo la ceniza ardiente del exterminio yuna labor constante y continuada sobre él exigían elsacrificio de exponerse a tostar la piel y hasta secar elcorazón.

Tal se presentaba la faz de España cuando elPontífice Santo Pío IX, tomando consejo del Rvdmo.Padre Prior General de la Orden de Hospitalarios deSan Juan de Dios, Fray Juan Mª Alfieri, se fijaba en elcandoroso joven Fray Benito Menni Figini (en el sigloÁngel Hércules), verdadero ángel de alma y de cuerpo,según un cronista de Cuestiones Sociales de nuestrosdías.

Penetrando el pontífice el interior del joven con unamirada de cariño sondeó su alma y notó que poseía

PRIMERA PARTE – CAP. III 51

ñía de una burla sarcástica, que jamás pudo herma-narse con la compasión (era consecuencia obligada desus lecciones de insensatez) y lejos de sí desdeñosaindiferencia, o cuando más estéril conmiseración. LaOrden Hospitalaria de San Juan de Dios había dejadoun hueco en el vasto plano destrozado del ordensocial, que sólo ella podría de nuevo llenar. Estaba enla mente de todos; la voz del desvalido, que anhelabasu presencia, o quedaba apagada en la garganta o seperdía en las inmensidades del vacío; nadie era osadoa pedir su restauración.

Esas corrientes de amor divino, extensas como laidea de la inmensidad, emanadas del pecho generosode la Religión perseguida, acariciando la especie nobledel perdón, llegaban ya casi a ponerse cabe la desgra-cia con el pensamiento de levantar de nuevo no lossuntuosos palacios de la Caridad, porque hasta sussillares estaban casi demolidos, sino, aprovechandolas partes no carcomidas, y quitada la herrumbre delviejo material de construcción, de preparar modestosalbergues, ya que al recoger al pobre rodeado de sole-dad y de abandono, no contaría con otro elementohumano que sus esfuerzos, dejando lo grande a lavoluntad del Padre de las misericordias.

Sólo faltaba dar un paso más y poner manos a laobra. Era el paso difícil de la decisión, estrecho endonde dan al través tantas flotas cargadas de rico bas-timento de ideales sublimes, el abismo donde se hun-den para siempre tantos planes gigantescos, quearrancan de todos un ¡ay! desgarrador cuando se lesve perderse sin que logren un auxilio de salvamento. Yes que se precisa un hombre que, adornado de orga-

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truir primero la fábrica y después seguir trabajando enella.

Y son incalculables las amarguras, los sufrimientosque tal labor le costó, en la que su norte era laProvidencia, su fin Dios, sólo Dios, con un abandonoabsoluto de su propia personalidad, puesta siempresobre las brasas del sacrificio”.

PRIMERA PARTE – CAP. III 53

grandeza de coloso; y trasladóse luego de corazón acorazón, de fondo a fondo, el pensamiento, tantos díasconcebido, de la magna empresa de plantar de nuevoen el suelo fértil de nuestra patria querida el árbol ben-dito de Caridad Hospitalaria, bajo cuya fronda respira-ban ambiente sano los pechos esclavos de la opreso-ra desventura, en otro tiempo.

La mirada serena del Pontífice al franquear por laspupilas del joven religioso iba despertando en el almade éste dormidas energías y envolviéndolas en nubesde gracia y amor, y mientras elevando la mano sagra-da, índice de la Providencia que le descubría la aspe-reza de un camino que debía seguir hasta llegar alcampo de las reconquistas sangrientas de las vejadasglorias de la Caridad y le armaba Caballero de la Cruzcon la Bendición en nombre de Dios, el joven, con lasencillez de la inocencia, hacía asomar a sus ojos todala magnitud de su espíritu con una alegría que revela-ba el dominio soberano del proyecto.

Rebosando vida, a los veinticinco años o pocosmás, hecho una fragua su pecho con la reciente sagra-da Ordenación sacerdotal, toca la frontera de Españael año 1867 sin otros valedores humanos que las des-abridas dificultades que crean el desconocimiento delsuelo que se pisa y el luto que envuelve al que se alejapor vez primera de su patria sin vislumbrar la fechaventurosa del retorno.

La esfera del individualismo comprendía espaciosdemasiado estrechos para la extensión de sus idea-les; había que salir fuera de sí, arrojarse a pedir limos-na y a hacer prosélitos, a formar obre ros para cons-

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Diocesano, entonces D. Pantaleón Montserrat yNavarro, pedirle las necesarias licencias para el ejerci-cio de su santo ministerio y al mismo tiempo descu-brirle sus planes. El Prelado no le recibió, ni esperan-zas le dio siquiera de que prestaría atención a susdemandas, y el Padre Benito salió desconsolado contal revés, mas dando al cielo gracias y despreciando eldesaliento que con airado ademán reciamente golpea-ba la puerta de su alma.

Nuevos alientos

Recurrió a la oración y vio cómo desde los princi-pios mostrábase el sello de toda obra santa, en lasuya, lo que le aseguraba más el éxito feliz y le anima-ba a proseguir. Hizo llegar de nuevo a conocimiento delSr. Obispo su presencia en aquella Ciudad a la quevenía cumpliendo la misión encomendada por la per-sona misma del Pontífice de Roma, de restaurar laOrden Religiosa de Hospitalarios, y reiterando sus pro-mesas de sumisión filial, pedía sólo ser oído y recibir laBendición, dispuesto siempre a acatar sus sabias indi-caciones como órdenes de Superior. Le recibió elPrelado, le escuchó atento, resolviéronse las dudas, sedisiparon por completo las sospechas y de la entrevis-ta quedó propicio, protector decidido de la obra,amante padre, sostén del joven Sacerdote Hospitalarioy amigo fervoroso del nuevo restaurador.

Su Posada

Hasta que abrió el asilo fue de ordinario su posadael Hospital de Santa Cruz, servido por los Hermanos de

PRIMERA PARTE – CAP. IV 55

CAPÍTULO IV

En Barcelona abre el primer Asilo

Un contratiempo. – Nuevos alientos. – Su posa -da. – Primer Hospital. – Primeros compañeros.– D i rector espiritual. – Cae gravemente enfer -mo. – Días de angustia y socorro inesperado. –Pasa a Francia.

Un contratiempo

Entró en la ciudad de los condes pidiendo limosna;de una portera recibió el primer socorro, y albergue lasprimeras noches, bajo la escalera de la casa1.

Luego que fue ocasión, se dirigió al Obispado deBarcelona para presentar sus testimoniales al prelado

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1 En el libro “El resugir de una Obra”, pp. 72-74, se puede com-probar que este relato de los primeros días no es exacto. La familiaPlandolit, amigos del P. Alfieri, esperaban y dieron calurosa acogida aljoven Benito Menni a su llegada a Barcelona el día 6 de abril de 1867.Dichos señores le facilitaron los primeros contactos con otras perso-nas e Instituciones y le ayudaron en sus primeros pasos de Res-taurador. Posteriormente fijó su residencia en el Hospital de la SantaCruz, con los Hnos. Terciarios.

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do le tomó mucha afición al comprender su santidad, yle miraba con veneración”.

Primer hospital

La Sra. Mercedes Casals, nos envía esta relacióndesde Barcelona: “Ignoro cuanto tiempo habría trans-currido desde la llegada del Padre a esta capital, hastaque tomó alquilada una casita que mi madre habitabay en la que tenía establecimiento de comidas. Nostrasladamos a un piso de la casa de enfrente y el Padreentonces tomó la desalquilada por primer albergue delos desgraciados niños de Barcelona.

Lo reducido del local limitó la gran caridad delPadre, no permitiéndole acoger más que seis u ochoniños, pues la casa sólo constaba de un pequeño pisoy dos desaliñadas habitaciones que nos habían servi-do de tiendas, a uno y otro lado de la escalera. Esta sir-vió de capilla para celebrar la Santa Misa; en uno desus rellanos colocó el Padre un tablero que hacía dealtar, y sobre él cuatro velas y un pequeño cuadro deSan Juan de Dios.

Enfervorizaba los corazones contemplar a nuestroPadre celebrando el Santo sacrificio en aquella escale-ra, ya porque veíamos en el joven sacerdote unMinistro de Dios lleno de santidad, ya también porqueel cielo se complacía en dignificar aquel pobre lugarcon la presencia real de Jesucristo, extendiéndoseestas gracias a todos los días que celebró en aquelsitio, que no fueron pocos.

PRIMERA PARTE – CAP. IV 57

la Caridad que más tarde, el 8 de agosto de 1887, fue-ron agregados a la Orden Hospitalaria de San Juan deDios por benigna concesión del Papa León XIII. Allíalternaba con los enfermeros en la asistencia y menes-teres del establecimiento y en los ratos libres enseña-ba a los niños el catecismo de la Doctrina Cristiana. Allímismo comenzó a conocer a algunas caritativasdamas de la ciudad, cuyas nobles familias le ampara-ron y con generoso desprendimiento contribuyeron a laformación del asilo. Entre otras son dignas de especialmención la de D. Nonito Plandolit, la de Miquelerena yla de D. Ramón Ballester, cuya esposa Dª CelestinaClot nos envía nota de cómo le conoció:

“Veía yo con mucha frecuencia a una señora que apesar de ser muy elegante, iba al Hospital de SantaCruz a prestar a los enfermos servicios muy humildes.Me dijo: Ha venido al Hospital un Padre jovencito queparece un santo. Siempre me contaba gracias delPadre, admirándole. Manifesté deseos de conocerle yvino el Padre a nuestra casa, Plaza de Cataluña,Chaflán a la Calle de Fontanella. Esto fue el año quevino de Italia a Barcelona.

Luego fui con mi madre a visitarle a su primitivoasilo, quedando admiradas de aquél ambiente de san-tidad.

Como nuestra casa, entonces, resultaba al extre-mo de la ciudad, al Padre le venía bien, por si tenía queaguardar, y no tener que volverse tan lejos a su Asilo;subía y aprovechaba el rato escribiendo, etc. Un díatrajo un escrito para que viésemos si había algo quecorregir en español, para darlo a la imprenta. Mi mari-

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durante aquella tormenta su preciosa vida, yendo, através de la lluvia de balas que caían a sus pies, enbusca de leche para sus pobres a una granja llamadavulgarmente Can Baró de la Bleda, donde en vista desu caridad, ayudábanle dándole gratis cuanta lechenecesitaba.

Por haber hecho quiebra el Sr. Plandolit, sus acre-edores echáronse sobre el Convento-Hospital dirigidopor nuestro Padre, el cual viendo que la suma quepedían superaba a su pobreza, vióse obligado a bus-car una casa en Las Corts, que todavía es hoy Asilo deNiños escrofulosos.

Grandes fueron las pruebas que sufrió hasta poderver a sus enfermitos seguros y bien cuidados; pues aparte de lo costoso que siempre es sostener un esta-blecimiento benéfico cuando faltan los medios paraello, subían de punto las dificultades por ser tan fre-cuentes los trastornos políticos.

En cierta ocasión, quisieron los republicanos asal-tar el Convento e intentaban sacar a los niños de suscamas, porque suponían ser aquella casa centro dereunión de los carlistas. Encomendó el Padre a N. S. suobra y vióse como en otros casos brillar la protecciónDivina.

Dios N. S. salvó también por su medio a las Hijasde San Vicente de Paúl, porque saliendo un día nues-tro Padre del Convento de monjas llamadas Sacra-mentarias, a las que la noche anterior habían robado,encontró un papel que decía: ‘Mañana a las Paulas’.Avisó e hizo que las Paulas tomasen precauciones y se

PRIMERA PARTE – CAP. IV 59

El día 14 de diciembre de 1867 quedó abierto elasilo para niños raquíticos y escrofulosos pobres.

Esta casa estaba situada en la calle de Montaner yforma parte del Convento de Padres que hoy la ocu-pan. Al cabo de dos años, poco más o menos, y bajolos auspicios del Sr. Plandolit y otros señores caritati-vos, edificó el Asilo, ampliando sus limites con el terre-no de una torre de la calle de Rosellón contigua a lacasita que nos ocupa, siéndole con esto permitidodesahogar su oprimida caridad, poniendo bajo su cui-dado y solicitud más de cincuenta niños enfermos,todos los cuales él mismo cuidaba, sin pretender otraretribución por sus gravísimas fatigas que el consuelode ver socorrida una necesidad. ¡Cuántas veces lehemos visto traer en sus brazos niños enfermos y hara-posos, limpiarlos y curarlos por sus propias manos!Acontecía con frecuencia encontrar jóvenes sucios yhambrientos por la calle, traíalos a casa, los limpiaba,alimentaba y los dejaba marchar. Para semejantesobras no le desanimaba la ingratitud de muchos deellos, que faltos de entraña a la par que de educación,pagaban su caridad llenándole de insultos.

Por este tiempo, y con motivo del destronamientode Isabel II, vimos a Barcelona atravesar esos tristesdías de revolución que dan a tan hermosa ciudad elaspecto de terror que contrasta con la animación febril,pero tranquila, de sus días de paz. Era exponer su vidasalir a la calle cualquiera que fuese el motivo que paraello obligase, mas ¿qué importaba la vida a quien ladaba por salvar la de sus prójimos? No había en lacasa con qué sustentar a los pobres enfermos y elPadre no podía ver impasible tal necesidad; arriesgó

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nuevo asilo, y el P. Menni fue encargado de dirigir espi-ritualmente a las Colegialas. De éstas, una, hoy hija dela Caridad, escribe así:

“Millones de gracias doy a Dios Nuestro Señor, quedesde muy joven me ha hecho conocer un santo sobrela tierra, y si paso toda mi vida agradeciéndole tan sin-gular beneficio, encuentro que será poco, pues toda laeternidad me acordaré de la bondad de mi Dios enhacer que en mis tiernos años tuviera un guía que tansantamente me llevara a Él.

A la edad de diez años tuve la suerte de verle porprimera vez en visita, mientras yo me encontraba en elColegio de las Hijas de la Caridad en las Corts deSarriá. Era éste el primer año de su llegada a España.

Apenas contaba el Padre Benito 26 años cuandovino a visitar este Colegio y a todas nos cautivó subondadosa expresión.

Era alto y esbelto, de complexión delicada, tenía elaire grave, digno y sencillo como niño inocente. Suhablar era formal y agradable, su voz suave y de untono que revelaba la santidad de su alma, por lo cual,cuantas personas le trataban quedaban bien impresio-nadas y concluían por decir: ‘¡Qué santo es el PadreBenito!’.

Nuestro Señor que todo lo dispone para el mayorbien de sus criaturas, permitió que trasladasen dichoColegio de las Hijas de la Caridad, y fueran a fijarle enla carretera de Sarriá al lado de la Granja Experimental.

En este colegio era donde el joven y excelente reli-gioso tenía que empezar su estudio de la conducta conlas almas; entre esta infancia y juventud tenía que pro-

PRIMERA PARTE – CAP. IV 61

librasen de aquel peligro; pues se vio ser cierto lo quedecía el escrito”.

Lo hasta aquí expuesto, son todo palabras de laSra. Mercedes Casals, que trató a nuestro Padre desdeniña. Su madre María Fábregas, le conoció desde losprimeros días de su llegada a Barcelona y habiendovisto cuánto se sacrificaba por los enfermos y la gransantidad que en él resplandecía, cobró afición a sutrato le ayudaba cuanto su modesta condición le per-mitía, y ya que no podía favorecerle con dinero, seprestó con mucha voluntad durante varios años, alavar la ropa de los enfermos, causándole este trabajoinmensa satisfacción.

Primeros compañeros

Como al admitir a los primeros enfermitos no fuesesuficiente el P. Menni para las atenciones que éstoshabían de requerir, pues debían quedar abandonadosmientras marchaba a pedir limosna para su sosteni-miento, hubo de proveerse de compañeros que le ayu-dasen, y al efecto el Prior General le envió a FrayMaterno Seregni, milanés, y a Fray Juan de DiosBramón, español.

Director espiritual

Habíase trasladado, no hacía muchos meses, elColegio de Niñas llamado de la Sagrada Familia, dirigi-do por las Hijas de la Caridad, de las Corts a laCarretera de Sarriá, cerca de la Granja y no lejos del

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se le servía para enmendarse, pues conocíamos queera para nuestro bien.

Una vez una muy mala le dijo: Padre, yo no lepuedo ver, y siempre que tengo ocasión hablo mal deV. Oye, hija mía, le dijo el Padre con extremada bon-dad, para que veas cuanto te quiero, hoy me daré ochopalos más por ti; y se lo dijo con tal modo, que la jovenno pudo menos que emocionarse. El Padre Benitohacía penitencia para la conversión de las almas.

El día que yo, niña de once años, me presentépidiéndole fuera mi director y Padre espiritual, me dijo:Ama, hija de mi alma, muchísimo a Dios Nuestro Señor.Él es tu Padre; hazlo todo por su amor; cosa que mefue repitiendo todo el tiempo que estuve bajo su direc-ción.

Luego fueron muchas otras las que le tomaron porsu director.

Cuando el Padre ofrecía el Santo sacrificio, edifica-ba por su piedad y ardiente devoción. Una vez mehallaba en la capilla de su pequeña casita (era la festi-vidad de los Dolores Gloriosos de Nuestra Señora),leyó el Stabat Mater con tanto sentido y fervor, que atantas personas como le oímos, nos impresionó; desdeentonces no oigo el Stabat, sin recordar la grata impre-sión y la devoción que cobré a este himno sagrado.

Era el Padre tan sencillo y fervoroso que cualquiercosa tocante a Dios le conmovía.

En el Colegio de las damas de Loreto se organiza-ban procesiones para las grandes festividades y leconvidaban con sus niñitos raquíticos; iba con ellos

PRIMERA PARTE – CAP. IV 63

digar su celo y piedad cual pide una obra tan alta y asílo hizo, pues sus consejos y atenciones nos teníancomo encantadas y deseosas de ser buenas.

Al hablarnos de su institución decía que se consi-deraba dichoso en poder alojar a sus pobrecitos niños,aunque sufría por las incomodidades que les ocasio-naba el local tan reducido. Con su carácter ardiente,todos los días se le veía por las calles de la población,con santa sencillez, pidiendo la limosna a que era obli-gado para el alimento de sus asilados, niños raquíticosy escrofulosos.

En este miserable hogar volví yo a ver a aquel reli-gioso que había visto hacía algo más de un año y cuyaimagen se grabó en mi alma; pues me pareció que DiosNuestro Señor me hacía fijarme en su bondad, y siem-pre que veía a este buen Padre, me imaginaba ver aDios conversando con las gentes.

Las Hermanas de la Caridad que vivían cerca, letomaron para confesor del Colegio y entonces fuecuando apreciamos su gran virtud y las excelentescualidades de que el Señor le había dotado. A pesar desu juventud, nos guiaba con tanta prudencia y discre-ción, al par que con tanta dulzura y firmeza, que enpoco tiempo el Colegio quedó completamente trans-formado y algunos corazones bastante rebeldes sedoblegaron con la sola bondad de su trato. Sus exhor-taciones parecían salir de los labios de Ntro. DivinoSalvador; tanto era su amor para las almas. Nos trata-ba con tanta delicadeza de conciencia y afecto tanpuro, que todas en él veíamos a Dios Ntro. Señor ycuando alguna recibía una penitencia, en vez de agriar-

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que le trasladasen a una habitación y le pusiesen enuna cama a sus expensas.

Días de angustia y socorro inesperado

No era fácil reponerse en aquella casa desprovistaalgún día hasta de lo necesario para la vida. Habían lle-gado las cosas al extremo de no poder salir ya ni apedir limosna, revuelta como estaba la ciudad deBarcelona, y significado y perseguido como era elPadre Menni. Pero más que la probable pérdida de suvida propia, acongojaba a su corazón la necesidad desus enfermitos, imposible de ser atendida por él, peroen aquella situación angustiosa, presentose un desco-nocido de edad madura y venerable aspecto, y des-pués de breves frases depositó en manos del PadreMenni una buena cantidad en onzas de oro, con lo quese sostuvo el asilo hasta que pasó la revolución.

Pasa a Francia

Comunicaba con gran frecuencia con su PriorGeneral, el cual se sintió profundamente apenado altener noticia del grave estado del Padre Benito, no sólopor haber visto ya el principio de la realidad de susardientes deseos de la restauración, sino por el pater-nal cariño que le profesaba.

Dispuso Dios que se repusiera un tanto, y sabidoesto por el Prior General, ordenó que luego se retiraseal Convento Hospital de Marsella, para que se resta-bleciera entre aquellos buenos religiosos sus

PRIMERA PARTE – CAP. IV 65

con una sencillez y humildad que hacía el encanto detodos los circunstantes.

Cuando nuestro venerado Padre recibía una cartade personas que en el relato intercalan frases piado-sas, se alegraba y decía: Mientras escribió esto, supensamiento estaba en Dios y si en todo el día no hapensado en Él, a lo menos en este momento lo ha ala-bado. Tal era su espíritu de piedad y amor de Dios.

Su aire grave y digno conmovía y llevaba a Dios.Una vez estaba el Padre paseándose por el jardín delcolegio preparándose para la reunión de las Hijas deMaría; pasó una joven que ya había salido del Colegioy que ya estaba olvidando la vida piadosa que en élhabía llevado; al notar la dignidad y gravedad del Padrey el interés que la demostró, no necesitó más la jovenpara que su sensible corazón cambiará por completo,desde aquel momento ha sido la edificación de lasdemás por su piedad. ¡Cuántas de corazón rebelde sehan modificado, llevando luego una vida piadosa!”.

Cae gravemente enfermo

Al siguiente año, el 68, enflaquecido su cuerpo portan rudo trabajo, sin descanso suficiente, transida elalma de pesares, que le ofrecían las muchas contrarie-dades, cayó rendido y enfermó, prendiendo en él la fie-bre tifoidea que le puso en trance de muerte. Uno deestos días recibió la honrosa visita del Obispo deBarcelona, quien conmovido por la extremada pobrezadel lecho en que yacía (un poco de paja), y del lugar enque estaba colocado (debajo de la escalera), mandó

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CAPÍTULO V

Depuesto y perseguido

A su regreso de Marsella. – Primera vez perse -guido. – Vuelve de nuevo a Roma. – Nueva per -secución. – En la Plaza de Cataluña. – Otro inci -dente. – Carta edificante.

A su regreso de Marsella

No lleva el sembrador tan animosa esperanza aldirigirse, después de muchos días de menuda y per-sistente lluvia, a cosechar sus hazas y a sembrar susimiente, como traía el Padre Benito al volver a supobre asilo de Barcelona, tierra bendita de su labor,después de aquellos felices días de piadoso esparci-miento transcurridos con sus Hermanos de Francia,reparadas como miraba sus fuerzas, cobrados muchosánimos y henchida el alma de santos amores y buenospropósitos, que sembraría en su querido campo.

A los dos Hospitalarios mencionados antes, unié-ronse algunos otros venidos de Francia y entre ellos

PRIMERA PARTE – CAP. I 67

Hermanos. A su llegada salió a recibirle la Comunidady le acogieron como a un presente del Cielo. ElSuperior le dijo cómo habían rogado por él y que elPrior General había escrito una carta circular a todaslas casas de la Orden para que se hiciesen oracionespor su salud, encareciendo en gran manera el encargoy significando la honda pena que sentía, porque tal vezempezaba a secarse el renuevo que tanto había costa-do hacer brotar del árbol cortado de la Hospitalidad enEspaña, y entonces el Padre Benito les refirió en sonde broma que uno de los días en que la fiebre fue másalta, había padecido un delirio en que se vio su almadesnuda de la envoltura de la carne y a la entrada dela eternidad y que un venerable Anciano le mandó vol-ver y vestirse de nuevo, porque el Anciano de Romahabía mandado que restaurase la Orden de San Juande Dios.

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Primera vez perseguido

Sabido es que el 20 de julio de 1868, las notabili-dades carlistas habían celebrado junta en Londres yreconocido a D. Carlos, que tomó el título de Duque deMadrid y desde entonces comenzaron los contrarios ahostilizar, aun a los sospechosos de carlismo. Esta erala nota que el trato frecuente con las buenas y caritati-vas familias que en Barcelona le protegían y prestabanayuda con sus limosnas, le había ganado a nuestroPadre y que dio ocasión al siguiente hecho que cuen-ta la antes referida Hija de la Caridad:

“Como el partido carlista se componía de personasbuenas, católicas y que eran bienhechoras del Asilo,no podía menos el Padre de tratar con ellas. Sabía yocómo estaba ya denunciado, y un día, no recuerdo acuantos de abril, sólo sé que era un sábado, me vino ala mente o más bien fue como un presentimiento, quecomo al Padre le habían denunciado, aquella mismanoche le iban a prender. Supe que Barcelona estaba enmovimiento; me fui corriendo a avisar al Padre, a fin deque estuviese preparado. Le dije: Será posible queesta misma noche vengan a darle un susto o a pren-derle. Él al oírme se sonrió y no le dio importancia; peroyo, como si estuviese bien persuadida de lo que iba asuceder, no pude dormir en toda la noche, y apenasdieron las cuatro de la madrugada me fui con mi her-mano, que sólo contaba trece años, atravesando loscampos por donde habían pasado los revolucionarios,corríamos los dos a escape. Llegamos al Hospital; lapuerta principal estaba dislocada por los golpes que ledieron con las culatas de los fusiles; era que a las doce

PRIMERA PARTE – CAP. V 69

uno, de carácter vivo, ganoso de empresas, observa-dor celoso, muy preocupado con la ajena conducta ysantamente osado reformista. Comenzó este buenHermano por hacer notar la discordancia entre los pla-nes del Padre Menni y los que él se había trazadosobre el régimen del Asilo y sobre la restauración; yponiendo en juego, para conseguir el triunfo de suidea, cuantos medios le sugirió su buena fe, no se diopunto de reposo hasta obtener de Roma que se orde-nase una visita en la que el Delegado decidiera. Enefecto, venido que fue el Delegado general, llamadoHermano Moisés, tal acierto tuvo Oriol y con tantacopia de razones expuso la incongruencia de ser supe-rior el Padre Benito, ya por su carácter de sacerdote,ya que por serlo andaba entendiendo en asuntos de sualto ministerio, con mengua de los intereses de la casa,ora porque sus relaciones con personas distinguidasde la ciudad le robaban tiempo y le habían significadode sujeto sospechoso, todo lo cual cedía en menosca-bo hasta del crédito y buen nombre de la InstituciónHospitalaria, que el Delegado determinó conferirle elcargo de superior en que cesó desde aquel día elPadre Benito.

Dos meses, nada más, duró la triunfante regenciadel vencedor. Dios permitió que su régimen quebrara yél, infeliz, marchó a ocultar su vergüenza en el siglo,parando en un atolladero con gravísimo peligro de sualma.

Cerciorado de lo ocurrido el Prior General, vio lacelada en que se le había hecho caer, y repuso en sucargo al Padre Benito.

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zado inmediatamente la libertad y la vida que pedía,sino también por haber de una manera admirable dis-puesto la Divina Providencia que aquel edificio hayapasado a ser en la actualidad Casa de los Misionerosdel Sagrado Corazón de Jesús y Centro General paraEspaña de la Asociación de Ntra. Sra. del SagradoCorazón de Jesús.

Como tregua que el Cielo le concedía después detan infausto suceso, recibió en Roma de su SuperiorGeneral reiteradas muestras de confianza y agrado; lemanifestó gran sentimiento por lo de su deposición y leamplió sus poderes, con lo cual, a su vuelta le fue másdifícil seguir trabajando. Apaciguados un poco los áni-mos, volvió a seguir sus azarosas tareas.

Vuelve de nuevo a Roma

Era a fines del año 72 y la fundación de Barcelonacrecía con vida exuberante; debíase, a juicio del PadreMenni, proceder a fundar en otros lugares, pero lashondas crisis del presente y las graves revueltas políti-cas que se avecinaban, exigían pensar el asunto conmadurez y al efecto marchó a Roma a exponer su pare-cer al Definitorio General, para obrar según sus órde-nes. Parecióles prudente limitarse por entonces aencomendarle los tres fines que expresa el siguientedocumento, que a la letra decía:

“FR. JOANNES MARIA ALFIERIPRIOR GENERALIS TOTIUS ORDINIS HOSPITALARII

S. JOANNIS DE DEO FATEBENEFRATELLI

PRIMERA PARTE – CAP. V 71

de la noche se presentaron bastantes hombres arma-dos pidiendo al Padre Benito. Semejante a Ntro. Señoren el huerto, el Padre se ofrecía en sacrificio, sometidoa la voluntad de Dios. Así pasó la noche en esta con-goja. Encontré al Padre celebrando el Santo sacrificio,pálido como un cadáver y piadosísimo como un Santo.Después me confesó y me dio la Sagrada Comunión yme explicó cuanto le había sucedido durante la noche.El Padre resolvió huir inmediatamente aquel mismodía, pues alguien le avisó que volverían en busca suya.Se vistió en seguida de seglar y se salió conmigo y otrajoven conocida que me mandó fuera a buscar, ya porprudencia, ya para que yo no volviera sola. A eso de lasdiez de la mañana llegábamos a casa del Cónsul italia-no, que lo guardó unos días hasta tomar el vapor paraItalia. Luego que pudo marchó a Roma”.

En esta ocasión, dice él mismo en carta dirigidadesde Ciempozuelos, fecha 30 de diciembre de 1882al R. P. Superior de los misioneros del Corazón deJesús, que se sintió vivamente impulsado a prometer ala Virgen Santísima, que si salía ileso de aquel inmi-nente peligro, haría cuanto le fuese posible para hon-rarla bajo la advocación de “Ntra. Sra. del SagradoCorazón de Jesús” e inspirar a todos una gran devo-ción hacia la misma, invocándola con este hermosotítulo. Apenas hubo concebido este pensamiento yhecho esta promesa, dice él mismo, que de una mane-ra inesperada le dejaron libre los que le tenían sitiado.Esto pasó precisamente en el local en que entoncesestaba el Asilo de Niños raquíticos y escrofulosos; yverdaderamente parece que la Virgen Santísima acep-tó su humilde ofrecimiento, no sólo por haberle alcan-

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desde el 12 de junio de 1867 aseguraba S. SantidadPío IX a la fundación de Barcelona y a todos losBienhechores, y que no cesaremos de implorar sobreVos y sobre todas aquellas personas que os ofreceránsu protección.

Dadas en Roma en nuestra residencia del Hospitalde S. Juan Calibita el día 30 de enero de 1873.

Fr. JUAN MARÍA ALFIERI

Prior General(Hay un sello)

Reg. fol. 78. nº 945

FRAY JOSÉ M. CORTIGLIONE

Secr. y Cons. Gen.”.

“Accediendo a los deseos que se nos han mani-festado por el Rvmo. padre General arriba firmado, yen vista de los piadosos fines que en la anterior solici-tud se expresan, de buena gana elogiamos y recomen-damos su objeto, confiados en que el mismo puedalograr el satisfactorio resultado que se propone.

Dado en Roma a 2 de febrero de 1873. † Alejandro Arzobispo de Tesalónica”.

Del Superior General de las Escuelas Pías obtuvotambién esta carta de recomendación.

“A nuestros muy amados Religiosos de lasEscuelas Pías de España, salud en Nuestro Señor.

La caridad que nos une en Dios a todos los espíri-tus Católicos, nos estrecha más fuertemente a los indi-viduos de Corporaciones religiosas, de aquellas enespecial modo a quienes ha dado nuestra Patria su

PRIMERA PARTE – CAP. V 73

A nuestro muy amado R. P. Benito Menni, Pres-bítero Profeso de nuestra Orden, Nuestro DelegadoGeneral en España.

El ardiente deseo que siempre hemos tenido de vernuevamente reflorecer nuestra Orden en España, y dever confiada a nuestros Religiosos la custodia delSagrado Cuerpo de N. S. P. Juan de Dios en Granada,no sólo nos llevó dos veces a visitar su SagradoSepulcro, si que también nos empeñó a abrir un asilogratuito en Barcelona para Niños raquíticos y escrofu-losos, el cual, por los generosos anticipos de unaPersona benemérita, se está ahora engrandeciendocon gastos cuantiosos. Por esto se nos hace necesa-rio el encargar a Persona capaz y por otras obras yabenemérita del Orden, que pueda visitar las principalesciudades y a los respectivos Excmos. e Ilmos. Sres.Obispos, al objeto del necesario apoyo al fin mencio-nado, y promover en Jerez el culto del B. Juan Pecadorque allí consumó en martirio de caridad toda su vida, ypedir socorros para la continuación de los procesosdel Ven. Francisco Camacho, que la honró con su naci-miento, si bien en Lima del Perú terminó su Apostoladode Caridad.

Os delegamos pues, Rvdo. y Carísimo Padre, porlas presentes con todas las facultades necesarias acumplir la indicada misión, esperando que lasAutoridades Eclesiásticas y Civiles no os negaránaquella protección que en 1836 las Cortes Españolas,con expresa ley de excepción, concedieron a losReligiosos de S. Juan de Dios; mas sobre todo confia-mos que no os faltará la bendición de Dios, que ya

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En esta situación crítica, el Rvdo. Padre BenitoMenni, vistiendo de paisano con una faja encarnada ysombrero hongo de color ceniza, conociendo que lascosas estaban en estado muy grave para la religión yen especial para las monjas y frailes, era a 31 de marzode 1873, jueves de Pasión, preparó una tartanita tiradapor un caballo que ya poseía el Asilo y puso en ellahábitos, ropas de Iglesia y demás objetos de religiónque pudo, para llevarlo a esconder a una casa de suconfianza en el campo de Las Corts; y al pasar por lacarretera de Barcelona a Sarriá con el carruaje, hacien-do él de cochero, acompañándole el que esto refiere,Hermano de su Orden, hijo de Sarriá (Barcelona), tam-bién vestido de seglar y llamado en la Religión FrayJerónimo Tartaret, sucedió que los ciudadanos, vesti-dos de uniforme y con sus armas estaban esperandoal Sr. Canónigo D. José Morgades, más tarde Obispode Vich y Barcelona. Venían en su coche dicho señorcon un hermano suyo sacerdote, y el cochero, los doshermanos vestidos de seglar, huyendo de Barcelonapara refugiarse en su finca de Las Corts, llamada CasaDurán.

Al divisar nuestro muy Rvdo. Padre Benito Menni, alo lejos a los ciudadanos armados, juzgó que estabande acecho, que le esperaban y cambió de rumbo.Tomó por la parte que llaman Travesera, hacia la casade campo llamada Casa Ferrer de la Creueta, corrien-do al galope, y al llegar frente a esta Casa (cuyo dueñoera Alcalde mayor del Pueblo de Las Corts), el carrua-je dio un vuelco, rompiéndose una vara y cayendo elRvdo. Padre y su coadjutor al suelo, resultando éstecon una contusión en la rodilla.

PRIMERA PARTE – CAP. V 75

Santo Fundador. Así es, que en la ocasión de pasar aEspaña el M. R. P. Benito Menni, Delegado General delOrden de S. Juan de Dios, para cosas propias de suInstituto, hemos querido dar a dicho Orden una mues-tra de la caridad que lo une con el Orden de lasEscuelas Pías, recomendando a dicho Delegado a labenevolencia de nuestros Religiosos. Suplicamos portanto a los Superiores de nuestras Casas donde sepresentare, que le dispensen toda clase de favor, comose usa entre individuos de Religiones hermanas. Enpremio de la buena obra invocamos sobre V. V. R. R. laBendición de Dios, de quien dimana todo bien yrecompensa.

Roma en S. Pantaleón a 15 de enero de 1873.

De V V. R. R. afmo. siervo y hermanoJOSÉ CALASANZ CASANOVAS DE S. FRANCISCO

Prepto. Gral. de las Escuelas Pías”.

(Hay un sello en seco).

Nueva persecución

De regreso a Barcelona vio la imposibilidad deobrar conforme a los superiores mandatos, según lomuestran los sucesos que narra Fr. Jerónimo Tartaret,en esta ocasión su compañero de aventuras:

“A todo aquél que cumplía con el precepto de laIglesia (de oír la Santa Misa), le consideraban como car-lista y como tal le perseguían, aunque dijese que nadaentendía de política. A los Sacerdotes, sobre todo, losvejaban, quitándoles la gorra en la vía pública para versi llevaban corona y otras cosas de este jaez.

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el motivo grave, (como ellos decían) de encontrarnosun revólver; entonces uno de los Ciudadanos, dirigién-dose al M. Rvdo. P. Benito Menni, con el fusil alzado yel dedo en el gatillo le dijo: Padre Benito, si te mueveste destrozo la cabeza; pero el Padre Benito tuvo enaquel momento terrible una serenidad y resignaciónadmirables, diciendo al que le quería espantar para versi hacía algún movimiento de huída o defensa y tomarde allí pretexto conque justificar la descarga a quema-rropa: ¿Qué hace Vd? ¡Ah! Vd. es Sacerdote. Y elPadre contestó: No sabía yo que era un delito el serSacerdote, entonces el Ciudadano puso su arma alhombro y entabló conversación amistosa con el Padre,refiriéndole cómo su hija siempre hablaba de los favo-res recibidos del Padre Benito Menni; entonces éste ledijo: hombre, Vd. sabe que sólo me ocupo en hacer elbien que puedo, ¿por qué me tiene Vd. Preso?, a locual respondió que no tenía más remedio que hacerloasí. Al cabo de un rato, llegó un piquete de Ciudadanosque conducían al Sr. Canónigo Morgades con su her-mano Sacerdote, en su coche, en el cual nos obligarona entrar al Padre Benito y a mí.

Entramos en la ciudad y al llegar a la plaza deCataluña, viendo la gente que ordinariamente concurrea dicha Plaza que llevaban presos en el coche, pre-guntaron quienes eran; y como se les dijese que era elseñor Morgades y sus compañeros y el populachoentendiese Burgadas, que era el más significado car-lista, furioso nos apedreaba, no pudiendo avanzar elcoche, la muchedumbre con piedras, bastones y revól-veres le asedió, gritando todo el mundo y especial-mente las mujeres: matadlos, matadlos, y un hombre

PRIMERA PARTE – CAP. V 77

Viendo los ciudadanos que cambiábamos de direc-ción y huíamos a galope, sospecharon con razón queel coche se alejaba de ellos por temor; echaron a correrpersiguiéndonos y pronto nos alcanzaron por el acci-dente del vuelco.

Nos prendieron, procediendo al registro de losbaúles que llevábamos y daban muestras de alegresorpresa al ver su contenido, y algunos decían: si seránhábitos de monja. Entre tanto, yo oculté un revólver, (lotenía por los muchos ladrones que entonces había y enespecial de los Conventos e Iglesias, para atemorizar-les en caso de necesidad), pero en aquel momento erapara evitar cualquier compromiso fue cosa muy provi-dencial cómo me ausenté de aquel grupo sin que loadvirtiesen, llevándome el revólver y siguiendo la carre-tera llamada de Malla.

Estando ya bastante lejos y fuera ya de peligro, elmuy Rvdo. Padre Fray Benito, rodeado por los ciuda-danos, me llamó a grandes voces diciendo: ¡HermanoJerónimo, me dejas!, con lo que me vi obligado a vol-ver hacia ellos, y al pasar por la Casa Ferrer Creueta,di, a la mujer del Alcalde que estaba a la puerta, elrevolver envuelto en una funda de charol y le dije:escóndame esto. Al ver los ciudadanos que habíaentregado a la mujer un objeto, creyeron que era dine-ro y al momento, corrieron hacia la dicha casa, dicien-do a la mujer que les entregara lo que le habían dado,pero viendo que era un revólver, nos metieron a losdos, así como al equipaje, caballo y carruaje en casadel Alcalde; nos tuvieron allí dos o tres horas y habien-do deliberado las Autoridades locales sobre el particu-lar, dispusieron que fuésemos presos a Barcelona, por

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Bartolomé y tan pronto como se hubo calmado tanfuriosa y terrible tempestad, se volvió a Barcelona.

Al muy Rvdo. Padre y a mí nos pusieron incomuni-cados y pasado largo rato nos hicieron compareceruno a uno ante varios tribunales, y después de tomar-nos extensa declaración, mirándonos y sonriéndosenos decían: ¿Es verdad que Vds. no se han visto ensemejantes apuros? Y nosotros respondíamos ‘noseñor’. Después de habernos tomado declaración pre-tendiendo acusarnos de que habíamos disparado unarma contra la patrulla, nos encerraron en un calabozodistinto a cada uno.

Después nos pusieron juntos en un mismo calabo-zo y al vernos y considerar el peligro porque habíamospasado y presintiendo el que quizás nos esperaba,empezamos a rezar el Trisagio con mucha devoción yfervor a la Santísima Trinidad y en el mismo instante enque lo concluíamos, vimos al carcelero que desco-rriendo los cerrojos de nuestro calabozo, entró y nosdijo: Salgan; están Vds. perdonados, pero con la con-dición de que se marchen al extranjero. Quedamosadmirados y estupefactos ante tal prodigio y agradeci-dos a tan especial favor de la Santísima Trinidad.

Esto sucedió a los cinco años de la restauración enEspaña de nuestra Orden”1.

PRIMERA PARTE – CAP. V 79

1 Este favor movió al P. Benito a establecer entre sus hermanosla devoción del Trisagio que aún rezan cada día y a señalarla comoobligatoria en las constituciones de las Hermanas Hospitalarias entrelos rezos de éstas.

con un revólver en la mano, más furioso que todos, sesubió a un estribo y de pronto se cambió de agresor endefensor; y dirigiéndose al populacho, exclamó en altavoz: no es Burgadas, sino Morgades ahogó la voz lagritería y viendo que no había medio de librarse de peli-gro tan inminente sin un milagro, los sacerdotes seabsolvían mútuamente como para morir.

Por último, con dificultad llegamos a la Plaza deSta. Ana, pero viendo los Ciudadanos que no se podíadar un paso, nos introdujeron en el mismo coche en elEx-Convento de monjas de dicha Plaza, que llaman deMonte-Sión, el cual, habiendo expulsado a las monjas,servía de oficina a los Ciudadanos. El populacho pedíaa voces muerte para los presos. Por último nos expu-sieron al público en un balcón, que da a la mismaPlaza; luego el Fiscal (que para nosotros representabaa Pilatos cuando sacó a Jesús al balcón diciendo EcceHomo), se dirigió al Pueblo y como no le quisiese oírmandó al corneta que tocara a silencio y después dealgunos toques, hubo un poco de silencio, aunque for-zado, y entonces el fiscal dijo en alta voz: ¿veis cómono son éstos los que vosotros buscabais?, dejad queprimero veamos si son culpables o no. Luego nosmetieron dentro, siempre custodiados, y al anochecer,cuando la gente se hubo dispersado, nos condujeronpor las calles traseras del Ex-Convento, a la Plaza deSan Jaime, a las casas Consistoriales. Entonces ledijeron al Señor Morgades que le daban libertad con lacondición de entregarles cierta cantidad y marcharcuanto antes al extranjero. El Señor Morgades entrególa cantidad exigida y se fue a Marsella a nuestra CasaAsilo de San Juan de Dios, situada en el barrio de San

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Al Padre, le dejaron en un departamento dondehabía un preso, malhechor, tendido en el suelo ycubierto con una manta. Deseoso el Padre de haceralgo por su bien, ideó echarse junto a él y rogarle ama-blemente extendiese su manta para cubrirse los dos.‘El Padre pensó: tal vez en su vida no habrá ejercido lacaridad y esto que le pido será de gran mérito para sualma’. Condescendió el encarcelado y se abrigaron losdos con la misma manta.

Otro incidente

El viernes de aquella misma semana y antes de ir alextranjero según les había intimado al darles libertad,Ntro. Padre se refugió en un vapor de guerra francésllamado ‘Infernet’: Quiso por la noche, antes de partir,dar una vuelta por el Asilo y visitar a sus Hermanos losreligiosos y asilados, y con el fin de atravesar las patru-llas revolucionarias, salió de incógnito, se hizo condu-cir por un muchacho que sabía un poco el francés, ydespués de haber visto a los Hermanos, volvió con elmuchacho al vapor y en el trayecto se encontró conuna patrulla armada, que le rodeó preguntándole y dis-puesta a prenderle. Pero él, afectando distracción,como quien no entiende, ni se da cuenta de lo quesucede en su derredor, presentaba el rostro bañado enlas claridades mansas de la luna, absorto en contem-plar el curso de los astros y significando al chiquillo, suguía, en idioma francés su deseo de volver al vapor.Entonces el conductor de nuestro Padre dijo a la patru-lla que era un extranjero y que no entendía nada deespañol, que él le había acompañado desde el vapor

PRIMERA PARTE – CAP. V 81

En la Plaza de Cataluña

De algo de lo sucedido en la Plaza de Cataluña nosda cuenta Doña Celestina Clot de Ballester.

“Llegó el día 31 de marzo de 1873. No refiero loque ocurrió al padre en la tartanita ni cuando le obliga-ron a subir al faetón con el Sr. Canónigo Morgades,después Obispo de Barcelona, con el que iban tam-bién Mosén Ignacio Morgades y un Hermano de SanJuan de Dios.

Aquel día la plaza de Cataluña estaba invadida poruna multitud extraña, gente que no se ve en tiemposnormales, cuando apareció el faetón. Hubo un alboro-to, detuvieron el carruaje y se oía una gritería: ‘matadle,matadle’. En esto, mi madre que estaba detrás de loscristales, salió al balcón y viendo la actitud amenaza-dora de la turba frente a nuestra casa, sin reparar enque estaba tan a la vista de la turba, con los brazoslevantados invocaba a la Madre de Dios: ‘aunque seacriminal, salvadle’ exclamaba. Poco se figuraba mimadre quiénes eran los que iban en el faetón.

Duró mucho tiempo la detención, continuandosiempre mi madre en la misma actitud. Yo salía al bal-cón continuamente y siempre lo veía todo igual.

El hermano del Sr. Canónigo cuando me explicó elsusto que pasaron, decía: El Padre Benito estabacomo alelado.

Entre dos centinelas armados les hicieron salir albalcón de Montesión. Los llevaron luego a la cárcel yles dejaron entre criminales...

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Gracias a Dios, la Vi rgen Reina y Madre delCorazón de Jesús me defendió y libró de todo; así esque quiero siempre esperar en tan buena Madre. Os lodigo, Hijas mías, para que vosotras me ayudéis a amara esa Virgen Inmaculada, me ayudéis a darle gracias ytambién vosotras descanséis en ella como Hijas en sumaternal Corazón.

Rogad hijas mías, por este pobre, vuestro amantí-simo Padre que os bendice en el Señor”.

FRAY BENITO MENNI

PRIMERA PARTE – CAP. V 83

francés y que volvía de nuevo con él para que tomarael vapor y regresara a Francia; así le dejaron libre.

Partieron aquella noche y llegaron a Marsella eldomingo de Ramos, cuando se repartían las palmas.Tomaron él y sus compañeros las suyas y asistieron ala procesión.

Carta edificante

De manera edificante contaba él a sus religiosasHospitalarias estos trágicos sucesos en una carta:

“Málaga 30 de marzo de 1898. – A todas mis ama-das Hijas residentes en Ciempozuelos. Hijas mías en elSeñor, las Madres, las Profesas, las Novicias, lasAspirantes y todas. A todas os bendigo en el Señor y atodas os digo que cada día y en cada momento formoel propósito de querer mejor y con nuevo fervor serviry amar a mi Jesús, y como a vosotras os amo muyentrañablemente en el Señor, quiero y deseo comuni-caros este bien, que es el único y verdadero bien:¡Ojalá, Hijas mías, toda nuestra vida esté empleada enbien tan sublime!

Mañana, si Dios quiere, se cumplirán 25 años deldía en que estuvieron para matarme por tres veces; ycuya noche del 31 de marzo al 1º de abril, tuve la dichade pasarla en la cárcel por amor de mi amantísimoJesús, después de haber estado como Él, expuestoallá en dos balcones para ver si me daban la muerte operdonaban la vida, todo esto ante un populacho furi-bundo.

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Aunque las circunstancias no me permiten habla-ros de viva voz y tan a menudo como lo quisiera, ya miespíritu no puede sufrir un silencio más largo; extrema-damente vivo es el deseo que tengo del bien de vues-tras almas y siempre quisiera hacer algo, o hablaros entérminos, que contribuya a vuestra edificación y oshaga adelantar en el camino de la virtud.

Pobre y miserabilísimo me reconozco, Hermanas eHijas mías en Jesucristo, y muy grande creería ser miatrevimiento, si me apoyara en mí mismo para algobueno. Mi apoyo no es otro que Jesús y si me adelan-to con ánimo de hablaros, y con valor siempre nuevo loquiero hacer, es porque soy Ministro y Sacerdote delSeñor y por consiguiente tengo la obligación de ser unadalid muy esforzado en la guerra que Cristo ha decla-rado al infierno; quiero seguir hasta la muerte, no des-cansando, ni dejando trabajo alguno que me sea posi-ble, cuando trate de sacar las almas del mal camino yconducirlas al bien.

Ya lo sé (y esto forma mi gran consuelo) Hermanase Hijas mías muy amadas en Nuestro Señor Jesucristo,ya lo sé que por divina Misericordia estáis lejos del malcamino y os encontráis en el bueno que al cielo os con-ducirá, si continuáis fieles. ¡Gracias infinitas seandadas al Señor!

Ya sé también que por la Divina misericordia noestáis tampoco privadas de los alimentos espirituales(y este pensamiento es un bálsamo para mi alma, y porello también doy las más cordiales y afectuosas gra-cias al Dios de las misericordias), pero no obstante,quiero por cuanto me es posible, no dejar escapar oca-

PRIMERA PARTE – CAP. VI 85

CAPÍTULO VI

Una romería y un mal aventurado viaje

En Marsella. – Los romeros. – La Santa Cueva. –El Monumento. – A la vista del Santo Pilar. – LaC o n f e s i ó n . – Viniendo hacia abajo. – LasMisas. – Un fraile. – Actos de caridad. – Caminode la Hospedería. – A San Maximín. – LasR e l i q u i a s . – En cumplimiento de su deber. –Preguntas curiosas.

En Marsella

Mientras otra cosa no podía hacer, dedicábase aorar y ocupaba el tiempo en santas excursiones degran provecho espiritual y edificación. Escrita por élmismo y dedicada como recuerdo a sus Hijas espiri-tuales del costurero de la Sagrada Familia, que eran lasalumnas del arriba mencionado colegio de las Hijas dela Caridad, hemos hallado esta narración:

“La Paz y bendición de Dios sea con vosotrastodas, por los méritos de Jesucristo y por la intercesiónTodopoderosa de María Inmaculada.

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aún más de tres cuartos de hora de camino y éstemontañoso también y debíamos atravesar unos bos-ques siempre subiendo. Emprendimos el camino, yaunque tardamos más de una hora porque estábamoscansados, llegamos por fin a la santa Cueva. Atrave-sando los bosques, vimos unos árboles que tenían yamuchos siglos de existencia. Vimos muchas piedrasmuy grandes y dijimos: Verdaderamente parece queestas piedras se han desprendido de lo más alto de lamontaña y que han caído aquí, quien sabe cuantoscentenares de años hace. Efectivamente es así, comolo veréis en la narración que os haré de la expedicióndel día siguiente por la mañana.

La Santa Cueva

Llegamos, pues, a la Santa Cueva, donde encon-tramos a un buen Padre Religioso de la Orden deSanto Domingo; nos hizo descansar un poco en unaposento, después de lo cual, entramos en la SantaCueva. Ya os podéis imaginar con la devoción queentraríamos en aquel santo lugar; nos postramos en elsuelo e hicimos oración..., mirábamos aquellas piedrasy cada uno habría querido descubrir si alguna le mani-festaba algo de lo maravilloso que había presenciadocuando la Santa, en sus altas contemplaciones, ohablaba a Jesús, o estaba exprimiendo la viva contri-ción de su corazón penitente y anegada en las penasmás grandes, daba gemidos por el dolor de sus peca-dos y de los pecados de todos nosotros y por la com-pasión de cuanto Jesús nuestro Salvador había pade-cido por amor nuestro.

PRIMERA PARTE – CAP. VI 87

sión alguna para contribuir, en lo que Dios sea servido,al bien de vuestras almas y a confirmaros más y másen los buenos propósitos, haceros verdaderamentepiadosas y todas de Dios. Quiero, pues, a este efecto,haceros la narración de una romería que tuve la dichade verificar el cinco de este mes, a la Sainte Baume;quiero decir a la Santa Cueva, a donde Santa MaríaMagdalena estuvo muchos años en divina contempla-ción; al santo pilar, sobre el cual los ángeles, transpor-taban varias veces al día a hacer oración y a la santacapilla, donde está la cabeza y otras insignes reliquiassuyas:

Los romeros

Esta romería la hicimos cuatro juntos:1 había dossacerdotes, otro señor y yo. Nos propusimos haceresta romería no sin sentir las molestias de un viaje, alobjeto de alcanzar más fácilmente con esta mortifica-ción, las gracias que deseábamos de la Santa. Poresto, a tres horas de distancia de la hospedería (esdecir, donde están los aposentos para los viajeros),hemos dejado el coche y fuimos a pie, casi siempresubiendo, pues el lugar es montañoso, y rezando elsanto rosario llegamos a los aposentos a eso de la unade la tarde; y allí, después de haber descansado unpoco, comimos. Al cabo de un rato quisimos ir a lasanta Cueva que se veía desde allí, pero que distaba

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1 Fácilmente se adivina aunque deja discretamente ocultos losnombres, que los dos sacerdotes eran el Canónigo Sr. Morgades y suhermano, y el Hermano Tartaret.

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A la vista del Santo Pilar

Finalmente, salimos de la Santa Cueva y volvimosa ver al buen religioso Dominico, quien nos hizo verdónde estaba el Santo Pilar al cual los Ángeles lleva-ban a la Santa a hacer oración muchas veces al día.Este Santo Pilar es naturalmente de la misma montaña,que en esta parte forma un pico, parecido a losmuchos que hay en Montserrat y es unas tres vecesmás elevado que la casa de ese Colegio; entonces mepuse a contemplar aquel espacio que hay entre laCueva y la cima del Pilar; hubiera querido que los airesme representasen aquel acto maravilloso, al que tantasveces habrían asistido, y me repitiesen alguno deaquellos cánticos que los ángeles entonaban cuandotrasladaban a la Santa y los deliquios del amor máspuro con que la Santa los acompañaba mientras sedejaba llevar a donde ellos, por orden de Jesús, la tras-ladaban.

La Confesión

Después preguntamos al Reverendo Religioso si aldía siguiente podríamos confesarnos en la SantaCueva, y nos dijo que sí. Nuestro deseo de recibir estesanto Sacramento en un lugar santificado por unapenitente tal ilustre, era para que ella nos alcanzaraalgún sentimiento parecido a los que ella tuvo cuandoel Señor le dijo: ‘te están perdonados tus pecados’,grande era entonces la contrición que MaríaMagdalena experimentaba y nosotros también íbamosa oír de boca del Sacerdote que hablando como

PRIMERA PARTE – CAP. VI 89

Reinaba sepulcral silencio, sólo interrumpido por elmonótono golpear de las gotas de agua que se des-prenden de la parte superior de esta Cueva.

Esto nos manifestaba cómo la Santa vino a pasarlos día y las noches haciendo oración en un lugar endonde ningún atractivo hay para los sentidos; endonde no podía descansar más que sobre la desnuday fría piedra y en donde no podía recibir consuelohumano. Aquí estaba ella padeciendo y orando conti-nuamente. Entonces, yo decía: puesto que estoydonde Santa Magdalena estuvo, haced, mi buenJesús, que participe de su contrición y de los senti-mientos de penitencia de esta Santa…

El Monumento

Después bajamos a donde la Cueva es más pro-funda; la Cueva puede decirse que tiene tres pisos; eluno, a donde se entra, sirve de Iglesia; el otro está for-mado por una roca más alta y se llama la roca de laPenitencia y sobre ella Santa Magdalena pasaba largashoras del día y de la noche en santa contemplación ysumergida en las penas más profundas y amargas desu alma; el tercer piso es más bajo que aquel de laentrada y ahora se desciende por una escalera de pie-dra. En esta parte más baja que es la llamada monu -mento, en donde se dice que la Santa iba cada maña-na, bañada en lágrimas, llorando la muerte de su buenJesús, como lo hizo en el día de la Resurrección, y queNuestro Señor se le aparecía cada día consolándola ensu profunda amargura, como le había aparecido resu-citado el tercer día después de su dolorosa muerte,cerca de su santo Sepulcro.

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guardamos un riguroso silencio por el camino, procu-rando cada uno ocuparse en santos pensamientos yfervorosas plegarias. Al llegar, el buen padre dominiconos estaba esperando. Allí en un aposento nos calen-tamos un poco y después entramos en la Santa Cueva;nos confesamos y empezamos a decir las Misas en unaltar que hay cerca de la roca de la penitencia.

El altar esta pegado a la roca. Yo fui el primero queempecé a decir la Sta. Misa y el más digno de losRvdos. Sacerdotes en cuya compañía estaba, quisoayudarme (con esto dio a entender éste muy IlustreSacerdote la gran fe que tiene, pues consideró comoun honor el ayudar al Sacerdote que decía la SantaMisa); después, a mi vez, tuve la dicha de ayudarletambién. Acabadas nuestras devociones en la SantaCueva, volvimos al aposento que está a su lado ytomamos nuestro desayuno. Allí encontramos al Rvdo.Padre Superior de los Dominicos del convento deabajo, donde está la hospedería y con una bondadmuy grande se ofreció servirnos de guía para subir alSanto Pilar.

Un fraile

La compañía de este Reverendo Padre acababa dedar a nuestra expedición el completo carácter de unaromería. Iba todo vestido de paño blanco, con su esca-pulario por delante y por detrás, blanco como su túni-ca; un capuchón también blanco y una correa negra ala cintura; llevaba también una pequeña bolsa de viajecolgada al cuello mediante un cinto todo de paño blan-co, su cabeza estaba rasurada, menos el cerquillo, de

PRIMERA PARTE – CAP. VI 91

Vicario y Apoderado de Cristo, nos iba a decir aquellaspalabras: te absuelvo de tus pecados, tus pecados teestán perdonados, y deseábamos oír aquellas palabrascon los mismos sentimientos y amor de Dios que ellalas oyó.

Viniendo hacia abajo

Después de lo cual nos dirigimos hacia abajo, esdecir, hacia una gran llanura, que hay en aquellas mon-tañas, donde están los aposentos para los viajeros.Entramos en el bosque que hacia allá nos había deconducir y considerando aquellos árboles decíamos:por aquí habrá pasado Santa Magdalena, por alláhabrá buscado las raíces de las yerbas que servíanpara su alimento, y de este modo, en vez de dirigirnoshacia los aposentos u hospedería, nos equivocamosde senda y como a causa de los árboles no veíamosdonde estábamos, fuimos bastante lejos y doblamos elcamino. Pero, vamos, Santa Magdalena nos animaba;descansábamos algunas veces, y por fin llegamos.Después de haber cumplido con nuestros rezos, asis-tido al mes de María y Bendición del SantísimoSacramento en la Capilla de la casa (donde tambiénhay religiosos de Santo Domingo), tomamos algo y nosrecogimos a descansar.

Las misas

Al día siguiente nos levantamos bastante tempranoy después de nuestros rezos nos dirigimos a la SantaCueva para confesarnos y celebrar allá la Santa Misa;

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espesa que estaba la niebla entre que viajábamos ysólo una persona muy práctica nos podía guiar. ¿VenVds. (nos decía el buen religioso nuestro guía) aquellatierra levantada que hay un poco más abajo, a laizquierda? Es la entrada a una gran caverna en la cualhace unos cuarenta años se escondía una cuadrilla deladrones y allí se reunían después de cumplir susfechorías y maldades. Mucho tuvo que hacer paralibrarse de ellos esta comarca. Ya estamos cerca delSanto Pilar (continuaba el venerable Padre), esta capi-lla que hay aquí la hemos edificado y reconstruido,p e ro es imposible conservarla en esta elevación.Cuando el tiempo está nublado se queda en medio delas nubes y por consiguiente, en tanta humedad, todose cae. No hace mucho tiempo que cayó una piedralateral y rompió el ara del altar; así que ahora ya no sepuede decir la Santa Misa.

Entramos y vimos que efectivamente era así. Al ladode la Capilla vimos el Santo Pilar, al cual, como hedicho, los ángeles trasladaban muchas veces al día aSanta María Magdalena a hacer oración. Subimos derodillas, pues de este lado no hay más que un granescalón, y todos hicimos oración. Todo era imponente:las nubes que corrían a nuestro alre d e d o r, la vista deaquella piedra santificada con la presencia, las oracio-nes, las penitencias, las lágrimas de aquella Santa ei l u s t re penitente; la memoria de los Ángeles que estu-v i e ron en su compañía y que le llevaban los mensajesde su amado Jesús. Éste también le hablaba allí y ledecía: Ven, Magdalena, puesto que dejaste el mundo,hiciste penitencia de tus pecados y me amas con todotu corazón, yo te tengo preparada una gloria etern a .

PRIMERA PARTE – CAP. VI 93

manera que le formaba una verdadera corona; en susmanos llevaba un bastón muy alto y muy fuerte cuyaextremidad inferior acababa con una punta de hierro,para que se fijara mejor en la tierra, y su extremidadsuperior acababa con una figura que representaba unfraile con su capuchón en actitud de caérsele de lacabeza.

Continuamos, pues, subiendo nuestra montaña; elcielo estaba enteramente nublado. Tomé la palabra:–Mi Reverendo Padre, le dije, me parece que va a llo-ver. –Mi Reverendo Padre, creo que no, me contestó él,y continuando hablando, nos decía: este árbol tienemuchos siglos; estas ruinas son el resto de una capillaque unos viajeros venidos en romería hicieron erigir,pero la revolución todo lo ha echado a perder. Célebresson las personas (continuaba el venerable sacerdote)que aquí vinieron en santa romería: muchísimos reyesy reinas de Francia, de España y otras naciones. SanVicente Ferrer, vuestro misionero español, en uno desus sermones hace la descripción de la visita que hizoa este santo lugar; y lo mismo hicieron otros persona-jes distintos. He aquí que andando, todos nos encon-tramos con un fenómeno extraño: nos hallamos en unacorriente espesa, húmeda y fría y le dije: Padre mío, meparece que en vez de llover de arriba a abajo, me vie-nen las gotas muy de lado y horizontalmente, de mane-ra que aquí hay viento y agua junto. Y contestó aquelR e v e rendo: Mis respetables compañeros: estamoscompletamente en medio de las nubes, no hay queextrañar este fenómeno.

Entre tanto continuamos nuestro camino sin poderver más que a pocos pasos de distancia a causa de lo

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mi alma os bendiga por todo cuanto os pluguiere dis-poner de mí. Que si yo deseo hacer bien a esas almas,no puedo hacerlo mejor que conformándome en todocon vuestra divina voluntad; hágase, pues, hágaseSeñor tu voluntad, y Vos gloriosa Santa Magdalena,tomad a vuestro cargo el favorecer a esas buenas reli-giosas y Niñas todas, ninguna exceptuada. Que todassean buenas; que todas se hagan dignas del cielo; quetodas sirvan a Jesús y María con amor y perseveranciahasta el último de su vida. Me parecía que no me sabíadecidir a dejar aquel santo lugar, pero en fin, era preci-so marcharse. Tanto yo como mis compañeros besa-mos repetidas veces aquellas santas piedras y todosrecogimos algunas de ellas para nuestra devoción, yacompañados por nuestro reverendo religioso, baja-mos y tomamos el camino de la hospedería.

Camino de la hospedería

Por el camino nos encontramos con aquellas gran-des piedras que os he dicho había visto el día prece-dente; y el Reverendo Padre Más (tal era el nombre denuestro guía), nos dijo que aquellas piedras, según latradición, han saltado desde aquel lugar donde está lacueva de Santa Magdalena, en el gran temblamientode tierra que hubo cuando Jesús murió, según lo lee-mos en los santos Evangelios. Entonces aquella mon-taña fue muy sacudida y saltaron aquellas grandes pie-dras que se reconocen caídas de lo alto y que ningunafuerza humana podía haber puesto allí; y lo que confir-ma más la cosa, es que habiendo medido el total de sucircunferencia, corresponde a las dimensiones de la

PRIMERA PARTE – CAP. VI 95

Después de este destierro en que estás, cuando habrállegado el momento en que tu corona esté acabada, tellevaré al cielo conmigo a donde con el Padre y elEspíritu Santo, vivo y reino por toda la eternidad, y paras i e m p re haremos partícipes de nuestra bienaventuran-za a todos mis fieles servidores, es decir, a todos losque detestan el pecado y practican la virtud y la piedad.

Actos de Caridad

En este momento hice un esfuerzo como pararecoger todas las energías de mi alma y como quien sesiente apoyado en una nueva fuerza, por los méritos detan gran Santa, rogué porque me fuera concedido ungran espíritu de compunción y penitencia y un grandolor de mis pecados y también un amor encendido ami Buen Jesús. Me pareció que también debía aprove-char el tiempo y tan buena ocasión para alcanzar gra-cias para mis prójimos. Estando en lugar tan elevado,di una mirada por todo el mundo y como la caridaddebe ser universal, por todos rogué, pero muy espe-cialmente por aquellas personas con las que bajoalgún concepto tengo especiales relaciones. Pensé enlas que tengo en Italia y en España; y entre éstas yasabéis bien tenéis vosotras, todas, un puesto muy dis-tinguido. Me dio pena al verme tan lejos de vosotras yfijaba mis miradas a través de los aires, para ver si mehubiera sido posible el descubrir esa casa y hablaros,excitaros a la virtud y consolarnos recíprocamente.Pero enseguida procuré entrar en mí mismo y decir:Señor, no sea según mi deseo, sino según vuestravoluntad; que todo sea a vuestro honor y gloria, y que

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compañía sino que también con algún carrito se nosacompañaría, pero nos equivocamos de lleno; salimosa la puerta y yo dije a mis compañeros: No se vencaballos ni coches, y me parece que tendremos que ira pie. No, contestó otro, Vd. no sabe aún todos los rin-cones, ya verá Vd. como va a salir de alguna parte.

Bueno, bueno, dije yo; ya lo veremos. Al instantesalió el Reverendo Padre que nos debía acompañarhasta los coches, pues él también iba allá. Llevaba unbastón al hombro y sujeto a éste por las asas y a laespalda un saco de noche. Traía los hábitos un pocolevantados para poder caminar mejor y nos invitó a queempezáramos nuestro camino. Nosotros esperábamosalgo más, es decir, un carrito a lo menos, que nos lle-vara. Nos miramos silenciosos el uno al otro, comoquien quería decir: Menester es ánimo, no hay reme-dio; lo hemos de hacer otra vez a pie; pero vamos, diji-mos, todo sea por amor de Santa Magdalena; bastaque ella nos escuche, y estamos prontos para esto ymás. El Padre, nuestro nuevo compañero, conocía per-fectamente aquellos lugares, y nos llevó por unos sen-deros para hacer el camino más corto; pero os digoque eran unos senderos para cabritos, más bien quepara hombres; parecían precipicios, pero SantaMagdalena nos ayudaba y nos animaba. El tiempo eranublado y estaríamos a la mitad del camino cuandoempezó a llover; de pronto no parecía gran cosa, perodespués llovió copiosamente. Nuestro paso era ligero,se podía llamar marcha doble; el agua caía a torrentesy no llevábamos ningún paraguas, sólo nuestros som-breros nos hicieron este oficio; y de esta manera estu-vimos lo menos una hora andando.

PRIMERA PARTE – CAP. VI 97

Cueva de Santa Magdalena, de manera que cuandomurió Jesús, allí se preparó la cueva para esta Santa.Y como esta montaña debía ser la morada de aquellaque tanto lloró sus pecados y la muerte de Jesús,parece que la quiso acompañar en la expresión de sussentimientos, desde que Magdalena vio a Jesús expi-rar. ¡Oh! éste tal vez ha sido uno de los motivos quemovieron a la Santa a escogerla para su estancia, puesa más de encontrarse en lugar muy desierto, esta mon-taña recuerda mucho el momento de la muerte deJesús, pues en el mismo camino encontramos unaparte de montaña que se había abierto en el momentode la muerte de Jesús y que aún lo está y se ve que lasdos partes se corresponden exactamente y que sólopor un gran sentimiento se han roto y abierto, confor-me repiten los Santos Evangelios, que sucedió cuandoJesús expiró. Llegamos finalmente otra vez a laHospedería y como queríamos ir también a venerar laSanta Cabeza y demás reliquias insignes de SantaMagdalena, que están en un pueblo que se llama SanMaximín, nos informamos de cómo podríamos efec-tuar esta segunda romería y después de haber des-cansado un poco, comimos.

A San Maximín

Cuando eran cerca de las dos de la tarde nos avisóel fraile despensero que si queríamos hacer nuestraromería a San Maximín, había un Padre que nos podíaacompañar hasta donde encontraríamos la diligencia.Aceptamos gustosos la oferta y como había unas treshoras de camino, creíamos que la oferta no era sólo de

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columna, encima de la cual está representada SantaMaría Magdalena en el acto en que los ángeles la deja-ron en el suelo. La Santa se dirigió al pueblo, dondeencontró al Santo Obispo Maximín, (del cual tomó elpueblo su nombre). Este Santo Prelado dio la SantaComunión a María Magdalena, la cual, al cabo de unrato, se fue con su esposo celestial a gozar de la bien-aventuranza eterna y a recibir el abundante fruto desus penitencias, ayunos y oraciones y amor grandeque tenía a su Dios y dolor vivísimo de sus faltas pasa-das. Este, pues, fue el lugar desde donde el espíritu deMagdalena, marchó al cielo y dejó su cuerpo, al cual,San Maximín, dio honrosa sepultura en el mismo lugar.

La piedad de los fieles levantó en aquél lugar ungran templo que aún existe, aunque tiene las señalesde los inicuos actos con que la primitiva revoluciónfrancesa profanó también aquel sagrado recinto. Sí,muchas señales quedan de los horrores allí cometidospor aquellos profanadores sacrílegos; entre otros crí-menes, se quemaron en la misma Iglesia muchos cuer-pos de santos religiosos, y hasta las reliquias de SantaMagdalena no se escaparon de la más horrible profa-nación. Su santa Cabeza la hacían rodar por la Iglesia,(que habían convertido en un inmundo establo) y juga-ban los soldados dándole porrazos y haciéndola servirde bocha.

Las reliquias

Entonces un buen religioso que era el hermanosacristán y era ya viejecito, vestido de paisano andabacorriendo detrás de la cabeza de Santa Magdalena,

PRIMERA PARTE – CAP. VI 99

Pero esto no nos sabía mal y decíamos: basta queSanta Magdalena nos lo tome en cuenta, aceptamosgustosos esto y más. Por fin, descubrimos el pueblode San Zacaríe, lugar donde debíamos encontrar ladiligencia para ir a San Maximín, llegamos a las cuatrode la tarde. Anduvimos muy de prisa y nos hicimosencender un poco de fuego para secarnos la ropa. Alcabo de algún tiempo llegó de Auriol la diligencia y nosdijeron era menester marchar para San Maximín; entra-mos en el coche y llegamos allí cuando ya oscurecía.Nos dirigimos al convento que tienen los PadresDominicos y después de habernos calentado, cenadoy acabado de rezar, nos acostamos tranquilamente.

La mañana no se hizo esperar, pues cuando meparecía que acababa de echarme en la cama, ya entra-ba la luz por los postigos y anunciaba un día sereno; elcielo estaba muy despejado; conocía que había apro-vechado bien aquella noche, pues sentía renovadasmis fuerzas y pronto a emprender una nueva romería,si se hubiera ofrecido la ocasión. Después de nuestrosrezos nos dirigimos a la Iglesia de San Maximín, dondeestá el cuerpo de Santa Magdalena. Aquí creo satisfa-cer vuestra piedad, diciéndoos cómo es que en estaIglesia se encuentra la cabeza y otras reliquias denuestra Santa.

Como os he dicho, Santa María Magdalena estuvolos treinta y tres años últimos de su vida en la monta-ña de la Sainte Baume; cuando se acercó el día de sumuerte los Ángeles la trasladaron cerca de ese pueblo,(que ahora se llama San Maximín) a una pequeña dis-tancia del pueblo, de lo que se conserva memoria,pues en aquel lugar la piedad de los fieles levantó una

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en su pasión, llevase tan distinguida señal de su divinay gloriosa resurrección. Hay los huesos de un brazo,que se ven dentro de un vaso de plata, expresamentehecho de manera que se vean los dichos huesos. Otrosrelicarios preciosos hay, en los que se contienen otrasreliquias de esta Santa y entre ellas hay una cajita, queinteriormente es aun la misma que Santa Magdalenallevaba siempre consigo. Contiene esta cajita un pocode arena que la Santa recogió cuando siguiendo aJesús, que llevaba la cruz al Calvario, habiendo caídoen tierra, se hizo tanto daño, que la dejó empapadacon la sangre de la herida que se hizo. SantaMagdalena recogió aquella tierra o arena empapadacon la sangre de Jesús y siempre la llevaba consigo,venerándola y adorándola con todo su corazón, pueses sangre que Jesús derramó por nuestro amor, es lasangre del mismo Dios verdadero, hecho hombre poramor nuestro, que tanto padeció por nuestra salvación.En lugar tan santo, pues, tuvimos la dicha de celebrarla Santa Misa, la que nos ayudamos recíprocamentecomo el día anterior. Creo inútil repetiros, cómo tam-bién entonces os tuve presentes y os encomendé deun modo particular a la Santa.

Acabadas nuestras devociones, volvimos alConvento de los Reverendos PP. Dominicos; almorza-mos y a las diez nos pusimos en camino y al cabo decinco horas estábamos otra vez en Marsella.

Esta narración os he hecho para encenderos en ladevoción a esta Santa. Pedidle que alcance de Jesúsmisericordia para tantos extraviados, y que todos pro-curemos imitarla en el amor de Jesús, en el dolor desus pecados, en las santas meditaciones de la pasión

PRIMERA PARTE – CAP. VI 101

para poder tener ocasión de recogerla, hasta que unsoldado, viendo a aquél hombre que iba siemprecorriendo detrás de la cabeza que sus compañeroshacían rodar por el suelo, le preguntó: ¿por qué conti-nuáis siempre corriendo detrás de esa cabeza? Y elbuen viejecito contestó: es porque yo le tengo muchaafición y os pido encarecidamente me la dejéis recoger.Entonces el soldado le dijo: Tómala y vete enseguida yque nadie te vea. Así lo hizo y al instante se fue. Deeste modo fue salvada de la devastación aquella SantaCabeza. Otras varias y principales reliquias tambiénfueron salvadas, unas de un modo otras de otro; yahora están colocadas en una cripta o capilla subterrá-nea que hay en la misma Iglesia.

Allí está la cabeza sostenida por un busto de plata,el cual envuelve también la parte posterior de laCabeza, así es que sólo se le ve la cara. Es grande ymajestuosa y su frente muy alta y espaciosa. Sobre laf rente se ve una señal que Jesús le hizo con sus divinosdedos, cuando después de haber resucitado, MaríaMagdalena lloraba cerca del sepulcro porque no encon-traba el cuerpo de su Maestro, y el Divino Salvador sele apareció diciéndole: ‘María’. Ésta le reconoció porquien Él era, es decir, por su buen Jesús, a quien ellabuscaba con tanta ansiedad; y como María hizo unmovimiento en ademán de tocarle los pies para adorar-le, Jesús le dijo: ‘Noli me tangere’, ‘No me quierastocar’, y diciendo esto, tocó con sus dedos divinos laf rente de Magdalena y le dejó impresa en ella una señal,que marca los mismos dos dedos con que la tocó.

La señal penetró hasta el cráneo de la Santa. QuisoJesús que aquella que le había acompañado fielmente

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serenidad del alma abandonada en los brazos de Dios,salió a tierra felizmente. Encontró el proceso incoadocontra su malhechor a quien otros pasajeros habíandenunciado, y él, chorreando agua sus vestidos ysudor todo su cuerpo, fatigado y jadeante por el traba-jo y el cansancio, antes de buscar donde se cambiaríade ropas, tuvo cuidado de otorgar perdón públicamen-te rogando que dejaran en libertad al culpable del des-aguisado. Sabía que muy cerca vivían los FrailesMenores y a su convento se dirigió y fue con gran cari-dad recibido y socorrido y uno de ellos le prestó elhábito mientras se secó el suyo. Una de sus mayorespreocupaciones mientras estaba en el agua era lamojadura de su documentación, que llevaba en unacartera, pero al llegar a tierra y sacarla, vio con grancontento que no se le había mojado ningún papel, delo que dio muchas gracias a Dios.

Permaneció bastantes días gestionando sobre suempresa con el Obispo de Gibraltar y después tornó denuevo a Marsella, sintiendo la amargura de rozar lascostas de España y no poder visitar a sus queridosHermanos y Asilados.

Preguntas curiosas

Muchas veces refería este episodio a sus hijas lasHospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, y en másde una ocasión le asaltaban con preguntas curiosassobre sus impresiones, mientras estaba en el agua, alas que él contestaba con mucha sencillez: “Me ocurriólo primero dar gracias a Dios que sabe de los malessacar bienes, pues recordé las veces que, desobede-

PRIMERA PARTE – CAP. VI 103

de Cristo y de la vida eterna y en la práctica de todaslas virtudes de tal manera, que todos podamos ir alcielo en su compañía por toda la eternidad. Amén.

Muy agradecido os estaré si hacéis una novena aesa Santa según mi intención”.

En cumplimiento de su deber

Corrían ya nueve meses de destierro en Marsella yla frase desconsoladora: ‘esto sigue muy mal’ veníarepitiéndose en las frecuentes epístolas de losHermanos del Asilo de las Corts, dirigidas al PadreMenni, lo que hacía punto menos que imposible suregreso a España sin grave riesgo de su vida, puestatantas veces en ventura; pero imantada su alma haciala Restauración, norte firme de sus ensueños, padecíainquietud constante por no poder allegar cada día,siquiera el humilde granito de arena a su obra comen-zada.

Uno de los días del mes de diciembre del mismoaño 73, llegaba al puerto de Tánger para pedir limosna,según disposición de sus Superiores que dejamosanotada en el capítulo anterior, y porque donde quieraque fuese no dejase de sentir la cruz que tanto amaba,al descender del buque para tomar asiento en la lanchaque había de conducirle al muelle, un mal intencionadole dio un empellón y cayó al mar. Era buen nadador ypoco le habría importado el mojarse, si no hubieracomenzado a verse comprometido por la resistenciaembarazosa que oponían a sus movimientos las holga-das mangas y la ancha falda de su túnica; mas con la

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CAPÍTULO VII

Se da cuenta de su venida con otrosreligiosos a la guerra civil

Hermano de la Cruz Roja. – Delegado y Comi -sario General. – En la guerra civil. – Funda enEscoriaza.

Hermano de la Cruz Roja

Como contestación y al efecto de aceptar el desin-teresado ofrecimiento, que de emplearse en el socorrovoluntario de los heridos de la guerra le había hechopor carta el Padre Menni, que se firmaba Director delAsilo de San Juan de Dios para huérfanos escrofulo-sos, sito en las afueras de Barcelona, al InspectorGeneral de la Asamblea Española de la Cruz Roja, D.Nicasio Landa Álvarez de Carballo, firmado enPamplona a 20 de junio de 1873, se recibió en Marsellaa fines de dicho mes, un comunicado muy atento1 enque se certifica cómo en virtud del artículo 88 del

PRIMERA PARTE – CAP. I 105

1 Este documento se conserva en el Archivo General (Roma).

ciendo a mi buena madre, falté a la escuela por irme anadar con otros; y vi cómo el Señor, con gran miseri-cordia, me purificaba también de aquellas faltas y tuveocasión de arrepentirme de ellas y de todos mis pe-cados.

Después me acordé también que aquel año no mehabía bañado y que acaso no me vendría mal”.

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toda clase de recursos que pudiéreis alcanzar, al aliviode los heridos de esa pobre España, confortando,curando y asistiendo a cuantos se os presentaren, sindistinción de partidos, por sólo amor de Nuestro SeñorJesucristo, de quien solamente obtendréis, oh amadosReligiosos, el premio, como lo obtendrán aquellos quecon obras y con socorros os ayudaren en esta obra decaridad tomada por obediencia, con la Bendición deNtro. Santísimo Padre Pío IX.

Dada en Roma el 25 de enero de 1874.

FR. JUAN Mª ALFIERI. FR. JOSÉ Mª CORTIGLIONI,Prior General Sec. General”

(Hay un sello en seco y otro en tinta azul que dicen: PriorGeneralis Ordin. Hospital. S. Joannis de Deo)

Mas parecióle poco este documento; y con fecha30 del mismo mes y año, nombrando al Padre MenniDelegado General en toda España y concediéndolepoderes muy amplios para tratar con las autoridadeseclesiásticas y civiles todos los asuntos concernientesa la Orden Hospitalaria, libróle un despacho que visa-do por el Nuncio Apostólico en España, Mons. MarianoRampolla el año 1877, fue también visado y reconoci-do auténtico en los Ministerios de Estado y Gracia yJusticia2.

PRIMERA PARTE – CAP. VII 107

2 Este, como la obediencia, se conservan en el Archivo General(Roma).

Reglamento de la Cruz Roja, que reconoce Hermanosen Caridad a los PP. de San Juan de Dios, se encon-traba autorizado dicho Padre y todos sus Coadjutoresde la misma Orden religiosa, para usar sobre su trajelas insignias de la Cruz Roja y enarbolar la bandera dela misma en el edificio donde instalaren Hospital paraheridos de la guerra, o enfermos de la misma proce-dencia.

Delegado y Comisario General

Con este salvoconducto parecía cosa fácil cumplirsu deseo anhelante del regreso a España, mas nojuzgó de igual manera el discreto Superior General,dejando pasar algún tiempo para observar los aconte-cimientos, y cuando le pareció momento oportuno, sedirigió en demanda de consejo a S. S. Pío IX, quienaprobó y bendijo la nueva vuelta a la santa empresa desu querido Restaurador; y entonces, desde San JuanCalibita en Roma, a 25 de enero de 1874, el Rvmo. P.General le envió esta obediencia:

“FR. JUAN MARIA ALFIERIMINIMO SIERVOPRIOR GENERAL

DE TODA LA ORDEN HOSPITALARIA DE SAN JUAN DE DIOSFATEBENEFRATELLI

A nuestro muy querido y M. R. P. Benito Menni,Delegado General en España:

Por la presente os ordenamos que os prestéis, nosólo con los Religiosos que dependan de Vos, sino con

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“El R. P. Fr. Benito Menni, del Orden de San Juande Dios, acompañado de tres Hermanos suyos y alfrente de un convoy de heridos, pasa del Hospital deLa Caridad, establecido en Portugalete, al que sostie-nen las mismas Ambulancias en el antiguo Conventode Irache, cerca de Estella. Se espera que lasAutoridades del tránsito, lejos de oponer estorbos, queretarden o dificulten el viaje, ayudarán con todo supoder a que se realice con toda posible seguridad,comodidad y economía de tiempo; suministrando,según su deber, las raciones, los alojamientos y baga-jes que fueren necesarios.

Santurce 6 de abril de 1874.

El Director del Personal de las Ambulancias, MANUEL BARRERA3

(Hay un sello)

Socorridos en Alsasua el día 11 de abril de 1874,

El Jefe encargado RUFINO ABÁRZUZA”

De Irache pasaron a Comillas y de aquí a SantaÁgueda (Guipúzcoa).

En el período de la guerra uniéronse al PadreBenito algunos jóvenes llamados por Dios al estadoreligioso Hospitalario, entre otros Fr. Juan de la Cruz,después Sacerdote de la Orden y el joven ÁngelAnacabe, del cuerpo de Miqueletes, en cuyo favorexpidió la Diputación de Vizcaya a instancias del PadreBenito esta licencia:

PRIMERA PARTE – CAP. VII 109

3 Se Conserva en el Archivo General (Roma).

En la guerra civil

Autorizado según mostraban los citados documen-tos, vino de Marsella con tres Hermanos Hospitalariosal teatro de la Guerra en febrero de 1874. Fueron agre-gados a la Asociación Católica para socorro de heridosy destinados primero a Leiza, como atestigua Fr.Jerónimo Tartaret, compañero entonces también delPadre Benito; después estuvieron en el Hospital dePortugalete hasta el 6 de abril, que salieron al frente deun convoy de heridos que trasladaban al Hospital deIrache, cerca de Estella. Así lo dicen el Oficio y Ruegoque siguen:

(Hay un sello que dice: “La Caridad” AsociaciónCatólica para Socorro de Heridos).

“Al buen servicio de las ambulancias de la Caridadconviene que con los tres Hermanos frailes de suOrden y al frente de un convoy de heridos, pase V.desde el Hospital de Portugalete, al que tienen esta-blecido las mismas ambulancias en el antiguo conven-to de Irache; y que se ponga a disposición del Ldo. D.Francisco Guillén, a quien está encomendada la direc-ción de aquel establecimiento.

Dios prospere y guarde a V. muchos años.

Hospital de La Caridad de Santurce a 6 de abril de1874.

El Director del personalMANUEL BARRERA.

R. P. Fr. Benito Menni del Orden de S. Juan deDios. Santurce”.

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su ligera refección, salió andando y a los muy pocosminutos se incendió la pólvora, voló la casa y abrasó aunas cuantas personas que había dentro.

Hasta la terminación de la guerra trabajó él y susHermanos Hospitalarios en las ambulancias yHospitales de sangre como practicantes y camilleros, yen salir al campo a recoger heridos.

De su conducta en el Norte nos ilustra el siguientecertificado:

“D. Nicasio de Landa y Álvarez de Carvallo,Inspector General de la Asamblea Española de laConfederación Universal de la Cruz Roja, etc.

Certifico: Que el Pre s b í t e ro D. Benito Menni, al esta-llar la última guerra civil, se me ofreció para prestar susservicios a los heridos de uno y otro campo, y que aprincipios del 1874 se trasladó al teatro de la guerra enNavarra, donde ha continuado hasta la terminación deaquélla, consagrado a prestar continuamente en losHospitales el socorro espiritual y corporal a los heridos,sin distinción de procedencia, y con igual amor y cris-tiana caridad para con los de uno y otro campo, con loque se ha ganado la bendición de muchos desgracia-dos y ha merecido bien de la humanidad…

Pamplona, 10 de septiembre de 1876”.

Funda en Escoriaza

Con todo pormenor y luminosa copia de documen-tos nos cuenta Fray Luciano5 del Pozo, Cronista de la

PRIMERA PARTE – CAP. VII 111

5 Caridad y Patriotismo, cap. IV, p. 138 y siguientes.

(Hay un sello que dice: “Diputación General del M. N. y M.L. Señorío de Vizcaya”)

“A la solicitud de V. de fecha 15 del corriente mes,ha recaído con la de hoy el siguiente decreto:

Habiendo explorado esta Diputación general envista del precedente escrito, la voluntad del joven Ángelde Anacabe, individuo del cuerpo de Miqueletes deeste Señorío, y resultando que una vocación decidida lellama a ingresar como novicio en la Orden Hospitalariade San Juan de Dios. Dedicada hoy al servicio de losheridos y enfermos del Real Ejército, viene la suscritaDiputación en concederle a dicho joven la licencianecesaria para que pronuncie sus votos, y al efectocomuníquese este acuerdo al Comandante o primerJefe de Miqueletes, para que dándole de baja en dichocuerpo, pueda pasar a la Orden Religiosa Hospitalariade San Juan de Dios a continuar sus servicios nomenos importantes en los Hospitales de Sangre.

Lo que de orden de la misma Diputación comunicoa Vd. para su gobierno y fines consiguientes.

Dios guarde a V. muchos años,- Durango, 21 demarzo de 1874. – JOSÉ ANTONIO DE OLANOAGA.

Sr. Delegado general de la Orden Hospitalaria deSan Juan de Dios”4.

Sucedióle al Padre Menni, por entonces, queyendo de paso, se paró a descansar y a tomar unbocado en el pueblo de Riezu, en la casa donde sehabía constituido un gran depósito de pólvora; terminó

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4 Se conserva en el Archivo General (Roma).

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pidiendo autorización para abrir su Establecimiento.Aquella docta y pía corporación nombró una comisiónde su seno, cuyo luminoso informe vamos a copiar enparte por las alabanzas que prodiga al autor del bené-fico proyecto dice así: Consagrada al bien de la huma-nidad la religiosa Orden a que pertenece el P. Menni, haquerido extender al territorio denominado por el Rey N.S. (q. D. g.) los inapreciables beneficios de su Instituto,y no satisfecha con haber creado Hospitales parasocorro de los heridos y enfermos del Ejército carlista,proyecta hoy la erección de un establecimiento, con eltriple objeto de curar y asistir a los dementes, recogery sostener a los inválidos de la guerra, y alimentar yeducar a los niños varones que hayan quedado de-samparados por consecuencia del azote de la guerra uotras desgracias.

Noble y grandiosa como es la empresa que pro-yecta el Padre Menni, se recomienda además en estecaso, porque viene a cubrir necesidades que enGuipúzcoa se dejaban sentir de una manera ostensi-ble. Un asilo para los desgraciados que han perdidopor completo o tienen perturbada la razón es ya abso-lutamente necesario, máxime cuando no podemosmantener relaciones oficiales con las casas para enfer-mos de esa naturaleza, que costea y mantiene elGobierno de Madrid. Como dice muy bien el autor delpensamiento, hoy los dementes de nuestro territoriogimen en las cárceles, no como seres desgraciadosdignos de compasión, sino como criminales merece-dores de castigo; así es que bajo este punto de vista,la Casa-Asilo que se trata de fundar es una adquisiciónde indiscutible importancia.

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Orden Hospitalaria, esta malograda fundación: Diceasí: “Apenado el Rvmo. P. Menni por la escasez de per-sonal a mediados del año 1875, obtuvo una audienciade D. Carlos en Tolosa, exponiendo a Su Majestad ladeplorable situación de las ambulancias y suplicandole concediera cinco individuos del ejército, que desea-ban ser Hermanos. El Rey accedió desde luego; peroel Secretario general de la Guerra, por las necesidadesapremiantes del servicio, rebajó la gracia a sólo tresindividuos, y aún estos tres tampoco llegaron a incor-porarse a las ambulancias.

En vista de la imposibilidad de poder continuardesempeñando su caritativa misión, el P. Menni pidióser relevado por las Hermanas de la Caridad, ya esta-blecidas en Estella y otros puntos, y él, con losHermanos que le quedaban, se retiró del teatro de lalucha, aguardando el resultado final.

E n t re tanto, fijó su residencia en la villa deEscoriaza, provincia de Guipúzcoa, localidad bastantereducida, pero rica en baños minerales, fábricas demárragas, tejidos de lino y molinos harineros. Allí sep ropuso establecer un Asilo para niños huérfanos, invá-lidos de la guerra, enfermos de la mente y ancianosdesamparados; una especie de Arca de Noé, dondehallasen refugio las necesidades más grandes y pere n-torias de la vida. Además, constándole la profunda re l i-giosidad del país vasco-navarro, esperaba ver agre g á r-sele buen número de jóvenes, con los cuales pudiera,andando el tiempo, organizar futuras Comunidades.

En atenta exposición que tenemos a la vista, diri-gióse, el P. Menni a la Diputación Real de Guipúzcoa,

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el buen Dios, que habrá de producir felices resultadosen favor de nuestros amados diocesanos”.

Así legalmente constituida la nueva fundación, elReverendísimo P. Menni hizo imprimir y circular elsiguiente programa:

Asilo para dementes pobres y pensionistas, bajo laadvocación de Nuestra Señora del Sagrado Corazónde Jesús, dirigido por los religiosos hospitalarios deSan Juan de Dios.

“La Corporación religioso-hospitalaria que hacemás de tres siglos fundó en Granada de Andalucía elheroico varón San Juan de Dios, fue rápidamenteextendiéndose en ambos mundos, siempre atenta aacudir doquiera le ha llamado el quejido del doliente.

Desgraciadamente, los males que afligen a lahumanidad, con su pujanza hacen imprescindible lac reación de establecimientos hospitalarios que eno t ros tiempos menos aciagos no se echaban demenos. En cumplimiento de su misión, esta Corpora-ción ha establecido un Asilo para dementes en un sun-tuoso edificio, provisto de galerías y huerta, en la villade Escoriaza, (Guipúzcoa), punto cuyo clima es tem-plado y muy saludable, y céntrico de varias Provinciasque, careciendo de un establecimiento para estos des-graciados, ricos y pobres se veían obligados a mandara los individuos de sus familias, que tuvieran algunaafección mental, a tierras lejanas, de tal manera que sipara unos es causa de grandes gastos e incomodida-des, los otros estaban condenados al abandono máscompleto, sin poder tener más noticias de ellos ni desu estado y tratamiento.

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Otro tanto puede decirse de las otras dos seccio-nes que en ella se han de establecer. La guerra quesostenemos, santa y grande como es, trae en pos desí los males que son consiguientes; muchos de los queempuñaron las armas en defensa de la Religión perse-guida, de la Patria escarnecida y de legítimos derechostorpemente hollados, han quedado y quedan diaria-mente impedidos para todo trabajo corporal por efec-to de los azares de la campaña, ya con la pérdida deun miembro o adquiriendo una enfermedad incurable.Dignos son seguramente de que se les atienda duran-te su vida a seres tan desgraciados, y no menos esasinfelices criaturas que arrastran una existencia misera-ble por haber perdido a sus padres en el campo debatalla o víctimas de otros accidentes desgraciados.

La Comisión halla, pues, aceptable y digno de todaalabanza el pensamiento enunciado por el P. BenitoMenni, y opina que Vuestra Excelencia puede y debeconcederle la autorización que pide…

En un todo conforme esta Diputación, etc.Villafranca, 19 de septiembre de 1875. – El Diputadogeneral, ESTEBAN DE ZURBANO. – Rubricado. – Por la M.N. y M. L., Provincia de Guipúzcoa, su Secretario (ile-gible). – Rubricado”.

El Excmo. e Ilmo. Sr. Dr. D. Diego Mariano AlguacilRodríguez, dignísimo Obispo de Vitoria, en 19 de octu-bre de 1875, contestando a una exposición del Rvmo.Padre Menni, concede su pastoral licencia para cons-tituir la Comunidad, tener reservado y erigir el SantoViacrucis en la iglesia de la Casa-Hospital que se pro-yecta establecer en la villa de Escoriaza, “confiando en

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8.º Estando probado que el trabajo social es unmedio poderoso de curación para las afecciones men-tales, se emplea según prescripción facultativa, procu-rado también los demás medios sancionados por subuen resultado en la práctica.

9.º Los medios coercitivos no se emplean sino encasos absolutamente necesarios ordenados por elMédico, estando completamente abolido el sistema deverberación.

1 0 . º El nombramiento y destitución de losMédicos pertenece al Director; pero éste lo pondrá conanticipación en conocimiento del Gobernador Civil dela Provincia y Excelentísimas Diputaciones Provincialesque tengan enfermos, para que hagan las observacio-nes que crean convenientes.

1 1 . º Para admisión de dementes es necesario. 1,entenderse con el Director; 2, certificación facultativaa c reditando la enajenación mental del enfermo; 3, fe debautismo y de matrimonio si el enfermo fuese casado.

12.º En el asilo se lleva un Libro-registro especialpara la inscripción de los acogidos, y un reglamentodeterminando la ocupación de las horas del día.

13.º No se permiten las visitas a los dementes sinla previa autorización del Médico, quien determinarátambién su duración.

14.º Pudiendo el Asilo ofrecer cuantas comodida-des se desearen, los dementes distinguidos son admi-tidos con las condiciones previamente convenidasentre las familias y el Superior, tanto para la habitaciónespecial como para la alimentación, cuidados, paseos,etc.”.

PRIMERA PARTE – CAP. VII 117

El proyecto de este Asilo mereció general aplauso,tanto de las Autoridades como de los particulares, ypara que todas las personas que lo deseen puedanenterarse mejor de las bases del Establecimiento, sepublica su Reglamento que es el siguiente:

1.º El establecimiento es y se conservará siemprecomo Asilo de carácter particular.

2.º Hay un departamento para pobres y otro paradistinguidos, con las separaciones exigidas por lasdiferentes afecciones.

3.º El Superior o Director de los religiosos es elúnico encargado y responsable de la dirección y admi-nistración del Asilo, del personal y de los enfermos.

4.º El Establecimiento está expuesto bajo la ins-pección y superior protección de la ExcelentísimaDiputación de la Provincia.

5.º El Director o Superior es secundado y asistidode religiosos, de cuyos consejos se vale para el buengobierno del Asilo y bienestar de los acogidos.

6.º El Asilo cuenta con dos Médicos, quienesestán encargados de la asistencia facultativa de losenfermos, a los cuales visitan dos veces al día, y en loscasos extraordinarios cuantas veces son necesarias, lomismo a pobres que a distinguidos.

7.º Los medicamentos no comprendidos en laFarmacopea española no se considerarán incluidos enla pensión, Así como tampoco en los baños dadosfuera del Establecimiento, y en caso de haberse depropinar unos u otros se avisará de antemano a lasfamilias de los interesados si el caso permite espera.

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conclusión de la guerra con la desaparición del ordenconstituido por D. Carlos, cuando el establecimientose hallaba en embrión, cuando aún no se habían nota-do sus ventajas, fue su muerte.

Con el cambio radical de la nueva política, elEstablecimiento de Escoriaza adolecía de falta de lega-lidad y necesitaba ser reconocido por la autoridad civilde San Sebastián. El asunto era en sí sencillo y de fácilconsecución, tratándose de un Asilo benéfico a favorde los enfermos más desgraciados y desatendidos,pero el carácter religioso reconocido oficialmente porel gobierno de D. Carlos al personal propietario, difi-cultaba de una manera invencible su apro b a c i ó n .Verdad que los Religiosos de San Juan de Dios habíansido exceptuados de la general supresión en tiemposde Cristina, y por lo tanto, cabían dentro del régimenliberal; pero el P. Menni y sus compañeros procedíandel campo carlista, siquiera fuese del humanitariocuerpo de Sanidad Militar, y era de todo punto nece-sario dificultar su aclimatación en las Pro v i n c i a sVascongadas, donde tan fácil era al Clero extraviar laopinión y dar margen a nuevos trastornos políticos.

Así lo comprendió el Rvmo. P. Menni desde que vioarrollada la bandera tradicionalista y triunfante la libe-ral. Había que renunciar a la fundación del manicomioy levantar el campo. Mas, a fin de no ser en ningúntiempo tildado de pusilánime y de haber dejado perderlos sacrificios empleados, y la ocasión propicia deextender la Orden en un punto tan interesante comolas Provincias Vascas, se dedicó a tantear el terreno ya conocer la disposición de las nuevas autoridades.

PRIMERA PARTE – CAP. VII 119

Inauguróse el Asilo sin ruido ni ceremonias pompo-sas, dado el triste estado de la provincia, teatro porentonces de grandes y encarnizados combates. LaVilla de Escoriaza fue la primera localidad beneficiadacon el establecimiento de los Hermanos. El primerAsilado llamado A… A…, era un pobre anciano des-amparado que vivía de la caridad pública, y por endeandaba casi desnudo, comido de parásitos y mediomuerto de frío. Fue admitido por caridad y a éstesiguieron algunos otros en las mismas condiciones,porque las arcas del Municipio no disponían ni de uncéntimo; todo era poco para la guerra. El segundoalbergado ya lo fue por orden de la Diputación General,natural de D…, llamado S…, M…, Sargento Primerodel B…, asilado en calidad de demente por el pago deuna peseta diaria, que nunca pudo cobrarse.

Esta casa estaba llamada a disfrutar de una vidadesahogada, a contar dentro de poco varios centena-res de enfermos, equitativamente subvencionados, porlas Diputaciones provinciales Vascongadas, cuya des-treza y formalidad en la administración ha llegado a serproverbial en todo el reino, amén de los pensionistasparticulares, que como ahora vemos en la Casa deSanta Águeda no hubieran escaseado. Bajo la sabiadirección del P. Menni, el Asilo-Manicomio de Esco-riaza hubiera en breve alcanzado la supremacía entretodos sus similares, sirviendo de modelo a los espe-cialistas de enfermedades mentales en España. El pen-samiento de nuestro insigne Restaurador estaba bienconcebido y sólo faltó el tiempo propicio para su des-arrollo. De haberse hecho la fundación dos años antes,su existencia, hasta hoy, estaba asegurada. La brusca

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para los dementes pobres de una o más provincias,debo humildemente elevar al Superior conocimiento deVuestra Excelencia que ulteriores reflexiones me acon-sejan aplazar el proyecto; por lo tanto, ruego a VuestraExcelencia considere como retirada dicha petición.Dios guarde, etc.

Ecoriaza, 15 de abril de 1876”.

PRIMERA PARTE – CAP. VII 121

Previsor cuanto conocedor del mundo, pidió yobtuvo valiosas recomendaciones en San Sebastián yen la misma Corte de Madrid, de personas muy allega-das a S. M. el Rey. Y todo ello era necesario si atende-mos a que la exposición del P. Menni al Gobernadorcivil de Guipúzcoa está fechada a 21 de marzo de1876, cuando sólo habían transcurrido ocho días de laproclamación del célebre manifiesto de Alfonso XII,dando por terminada la guerra y en momentos en quelos carlistas se estaban entregando por batallonesenteros.

El Gobernador contestó (30 de marzo) que se diri-giera el recurrente al Sr. Ministro de la Gobernación.

Menni insistió en que se trataba de una fundaciónparticular, creada con fondos propios, siendo atribu-ción de la autoridad civil de la provincia su aprobación.

El Gobernador pidió informes al Ayuntamiento deEscoriaza sobre el proyecto. Nuestro Rvmo. P.Restaurador halló medios de saber el re s u l t a d o .Algunos señores concejales declararon en favor; peroel síndico F. L. dijo que aquella fundación podía des -agradar a los de la capital, lo cual debía evitarse votan-do en contra: servilismo puro. Era la persona ilustrada,llevaba la voz cantante en el municipio y arrastró lamayoría.

Antes que el informe saliera de la villa, escribió elPadre Menni al Gobernador:

“Con el debido respeto tengo el honor de manifes-tar a Vuestra Excelencia que habiendo elevado a susuperior aprobación, con fecha 21 de marzo, una ins-tancia pidiendo abrir un Manicomio que pueda servir

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Hija de la Caridad Sor Trinidad Isern– vino a verme.Estaba pálido, extenuado; se sintió acosado por elhambre y sin un céntimo. Causóle mucha alegríaencontrarme con hábito de religión, y a mí no menorpena verle tan lastimoso. Detúvose poco y prometióvolver el día siguiente a celebrar la santa Misa. Cumpliósu palabra. Mis Superioras y Hermanas le cobraronsanto afecto y quedaron edificadas de su porte y con-versación, y la Superiora del Hospital Oftálmico que allíestaba, le ofreció compadecida darle de comer mien-tras no tuviera, de lo cual muy agradecido nos hacíamención siempre que nos encontraba, y una vez quedos hermanas nuestras fueron a su Casa, recién llega-das, del tren muy alegre decía a sus religiosas: Dadlesbien de comer; cuando yo tuve hambre ellas tambiénme dieron”.

Dificultades

No halló en los primeros días en la curia Arzobispalmás facilidades que en aquellos otros, recién llegadode Francia, en el Obispado de Barcelona del año 67.

Ibánse sucediendo las evasivas y reservas delSeñor Cardenal Moreno, quien a su secretario deCámara entonces el M. I. Sr. D. Santiago Pastor y Just,dignísimo canónigo de la Metropolitana de Toledo,contestó más de una vez: “Cuidado con ese frailecito,no le cueste algún disgusto”, al manifestarle que dese-aba tener una entrevista con su Eminencia, para expo-ner sus planes. A quien conozca a fondo la historia dede unos años anteriores a esta fecha, no parecerá sinomuy puesta en razón la conducta del Cardenal. El

PRIMERA PARTE – CAP. VIII 123

CAPÍTULO VIII

Se dirige a Madrid para fundar

En Madrid. – Dificultades. – Primera residencia.– Proyectos. – Buscando casa. – Compra unacasa. – El protector. – Amparado por la Ley. –Ciento por uno. – La Casa de Salud se llena. –Primera Capilla. – Noviciado y vida común.

En Madrid

Loado sea Dios, que así dispone las cosas, repetíael P. Benito, leída la disposición gubernativa, que leobligaba a abandonar su reciente residencia en aque-lla tierra que tan pronto se olvidaba de los sudores ver-tidos y del reguero de beneficios que él y los suyosdejaban corriendo aún.

Una orden de su Prior General le señalaba porentonces donde debía ir. Mandábale trasladarse aMadrid y fundar una casa.

Vino a la Corte. “Sabiendo que yo estaba de novi-cia en la Casa de Misericordia de Santa Isabel –dice la

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tas a los hospitales y establecimientos de beneficenciade la capital atrajeron su atención sobre otra necesidadde más urgencia, resolviendo establecer una casa desalud para enfermos de la mente; resolución quesometió al juicio y superior aprobación de los Emmos.Cardenales arriba mencionados, quienes aplaudieronel caritativo pensamiento, considerándolo más confor-me a las necesidades de la época, y más apto, comomedio de restablecer la Orden Hospitalaria sin recelos,en el corazón de la Península.

Buscando Casa

Al efecto, se dirigió a Villarejo de Salvanés, ampliavilla, no lejos de Madrid, para ver si era fácil hacersecon un viejo convento, abandonado como tantos otrosde sus antiguos frailes, por azares de la revolución.Presentó su proposición al Concejo y éste se negó a lacesión, alegando las oposiciones del pueblo. Bajó aAranjuez, buscando otra casa y tampoco encontró,mas le dijeron que en Ciempozuelos le sería fácil hallarlo que deseaba. Vino a este pueblo en el tren y al ape-arse dirigióse a él un caballero muy fino, respetuoso yamable, preguntándole si venía de Toledo. –Tengo unhijo estudiando en el Seminario y espero noticias,repuso a la negativa del viajero–. ¿Reside V. aquí? –Soynotario, y tengo aquí mi residencia y mi negociado-.Entonces, es probable que V. pueda favorecerme.Vengo buscando una casa para establecer un colegio.Cabalmente tengo recibido encargo de la venta de unamuy cerca de aquí que podemos ver luego si le placey creo ha de ser muy a propósito, dijo el notario.

PRIMERA PARTE – CAP. VIII 125

Secretario, informado a conciencia sobre la personadel Padre Menni no cesó de interceder, hasta lograrque su Señor le escuchara y le conociera personal-mente, seguro de que habían de desaparecer las pre-venciones, como sucedió.

Primera Residencia

Se aposentó nuestro Padre con otros dos de sushermanos religiosos, Fray Juan de Dios Bramón y Fr.Jaime Rovira en un piso tomado de alquiler de la casanº 57 de la Calle de las Huertas. Sus cortos haberes lespermitían nada más regalarse cada día con una raciónde arroz cocido con agua solamente.

De acuerdo ya con el Sr. Cardenal, habidas suslicencias y aconsejado del Sr. Nuncio de Su Santidaden España el Emmo. Sr. Cardenal Simeoni, se moviósin descanso hasta conseguir del Gobierno Civil licen-cia para formar una asociación de “Enfermeros deHermanos de la Caridad”. La obtuvo amplia sobre loque esperaba. A una solicitud del 5 de septiembre de1876, pidiendo aprobación de los estatutos, contestóde real orden el Gobierno favorablemente el 27 deoctubre del mismo año, autorizando además al expo-nente para poder establecer la Asociación en todos losHospitales y Asilos de cualquier punto de la nación.

Proyectos

Su primer proyecto era un Asilo, semejante al deBarcelona, para niños enfermos pobres, pero sus visi-

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mano larga de Dios había ido adquiriendo aquellosdías, pensando en que él todo lo haría para la gloriadivina y que su obra contaba con la bendición del cieloque atrae toda obra hecha por motivo de SantaObediencia.

Transcurrido breve tiempo, se firmó la escritura dela finca, otorgada ante el mismo notario que la habíaofrecido, D. Ramón Martínez, y para este acto ya teníael Padre mil duros que poder entregar, quedando satis-fecho el primer plazo.

En enero de 1877 tomaron los Hermanos posesión,empezando enseguida los trabajos y modificacionesmás precisas para el benéfico objeto a que se destina-ba. Y en aquellos días se recibió una limosna provi-dencial, a la que siguieron otras, sin las que hubierasido imposible realizar en tan poco tiempo las obrasque hicieron para dejarla en condiciones de poder ser-vir de Hospital, si bien fueron heroicas las privacionesy abnegación del Padre Menni y de sus hermanos.

Corrían parejas los trabajos corporales con lasaflicciones de espíritu del P. Menni y sus compañeros.Mientras los hermanos recostaban sus cuerpos moli-dos por las horas sin cuento de trabajo, en un poco depaja miserable, y vendían la flor de la hortaliza y losescasos frutos de su huerta, para comprar un poco depan, aprovechando hasta las pencas de las alcachofaspara su olla sin sustancia, el P. Menni compartiendocon sus religiosos la dureza de aquellos lechos demendigos y la insipidez de aquella mesa, que bienmerecido tenía llamarse la del hambre, devoraba lashieles que le prodigaban el vencimiento inminente de

PRIMERA PARTE – CAP. VIII 127

Como las nueve de la mañana serían del 24 deoctubre, fiesta del Arcángel San Rafael, cuando pisópor vez primera la villa de Ciempozuelos; no habíacelebrado aún, y poniendo punto y aparte a su intere-sado diálogo con el notario, le rogó le indicara el cami-no que conducía a la residencia del Obispo de Daulia.Llegó al Asilo de las Hermanas Oblatas, fundación delmentado Obispo; celebró la Santa Misa, servida por elPadre Fr. Agustín, anciano capuchino exclaustrado,capellán del Asilo. Descubrió el objeto de su venida alSr. Obispo, el cual se alegró mucho y le ofreció suapoyo y valimiento. Luego fue a la casa del notario,donde éste le esperaba, y colmóle de atenciones yofrecimientos y le rogó que le honrase, quedándose acomer con él y su familia.

Vieron después la finca, compuesta de casa yextensa huerta. Parecióle de perlas al Padre, y decíapara sí: “ésta no la suelto”. Pidió precio y le dijo elnotario: el precio, tres mil duros. Como el Padre notenía uno (sólo le quedaban dos pesetas para su regre-so a Madrid), ni otra fuente de ingresos que laProvidencia, no pudo ofrecerle, limitándose a prometersu vuelta para el trato. Y terminó diciendo: “debo con-sultar con mis hermanos”.

Compra una casa

Tornó a Ciempozuelos a fines del año 1876 yquedó cerrado el trato dejando la casa pagadera enplazos comprometida a favor de su institución, sinhaber allegado mayor caudal que el que poseía cuan-do la vio, si no era el aumento de confianza que en la

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llegóse a él un pobre hombre, conocido suyo, le contómil trabajos y la gran necesidad en que se hallaba sufamilia, terminando por pedirle una limosna. El Padrepensó así: este duro no resuelve mi conflicto, pero librahoy de la miseria a esta familia, y sin más se lo entre-gó. Salió de su casa de Madrid aquel mismo día a pediry a buscar quien le prestara para reunir la cantidaddebida. Fue a visitar el Conde de Orgaz, le contó suaflicción y sus apuros y el noble Conde le consoló,poniendo en su mano los cien duros que precisaba encalidad de generosa limosna, recibiendo así ciento poruno.

La Casa de Salud se llena

Todas las dependencias resultaron a los pocosaños deficientes. El P. Menni hizo cuenta de erigir unmodesto establecimiento para cien enfermos lo más;pero la fama de los humildes enfermeros presto seextendió, acudiendo a su caritativa sombra tantonúmero de desgraciados, que se hizo indispensableestar continuamente ensanchando el edificio y multipli-cando la forma de alojamiento.

Primera capilla

Terminadas las primeras reformas dedicó una habi-tación para oratorio. Con fecha 18 de enero de 1877encuéntrase en el Archivo provincial de los Hospita-larios una solicitud dirigida al Eminentísimo Sr. Carde-nal Arzobispo de Toledo, concebida en estos términos:“Habiendo preparado en este establecimiento un lugar

PRIMERA PARTE – CAP. VIII 129

plazos y los apremios de acreedores, juzgándoseimprudente por haber tal vez rebasado el límite de laconfianza, temerario y culpable de vana presunción.

El Protector

Uno de estos días tuvo necesidad de ir a Madrid ypasando por delante de una tienda de muebles usadosvio una imagen de S. José y, aunque escasamente lle-vaba para comprarla, la adquirió y él mismo asegurabaque le inspiró tal devoción y confianza, que desapare-cieron por entonces las nieblas de su espíritu; y lleván-dola a Ciempozuelos puso la casa bajo su patrocinio;pagando el Santo largamente a su devoto esta honra.

Amparado por la ley

Quiso el Padre poner la fundación al amparo de lasleyes civiles y para esto con fecha 21 de diciembre de1876, elevó una instancia firmada por él y por los doshermanos D. Juan Francisco Bramón y D. Jaime Rovira,pidiendo licencia para abrir una Casa de Salud en unacómoda y espaciosa finca urbana, sita en la villa deCiempozuelos, provincia de Madrid, calle de los Caños,número 17. El Gobernador civil en nombre del Ministrode la Gobernación contestó: “Su Majestad el Rey (q. D.g.), ha tenido a bien conceder la autorización pedida.

Madrid 23 de febrero de 1877”.

Ciento por uno

Debía pagar cien duros al Ministerio de Haciendapor diversos conceptos y nuestro Padre tenía uno sólo;

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Como vemos se echaban los cimientos para quetodo fuese uniforme en la vida de ambas Comuni-dades, porque al implantar en Barcelona, de orden delRvmo. P. General, estas pequeñas observancias, S. P.M. R. añadía: que así estaba ya establecido en la casade Ciempozuelos.

Después fundó en Granada y luego en Sevilla.

PRIMERA PARTE – CAP. VIII 131

decente y convenientemente separado de las demáshabitaciones, con destino a capilla pública, segúnconsta en la certificación del Sr. Cura párroco de estavilla, ruega a Vuestra Eminencia Reverendísima, con-ceda autorización para que pueda celebrarse la santaMisa, reservar el Santísimo Sacramento y establecer elsanto Viacrucis, ordenando quien bendiga...”. Todo locual fue concedido.

Noviciado y vida común

Poco más tarde con licencia del señor Nuncio abrióel Noviciado que después al crearse la provincia espa-ñola aprobó definitivamente en 1885 la S. C. de Obis-pos y Regulares.

La marcha de la Comunidad ya era metódica yregularizada, los servicios a los dementes estaban bienmontados y la guardia de noche se hacía por rigurosoturno, empezando por el M. Rvdo. P. Comisario y con-cluyendo en el último aspirante. Ya en 1877, el P.Restaurador, con ocasión de su visita canónica hechaen mayo a la casa de Barcelona ordenaba: Que des-pués del Angelus se añadiesen las invocaciones:Sagrado Corazón de Jesús, tened piedad de nosotros.Corazón Inmaculado de María, rogad por nosotros, SanJosé, rogad por nosotros: Que a los Paternoster yAvemarías según las Constituciones, se añadiese unGloria Patri: Que en la oración de la Salve por la nochese intercale familiam et congregationem: Que antes dedar gracias en la comida de la Comunidad se rece unDe profundis por los religiosos difuntos de la provinciaespañola…

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do nuestro Rvmo. P. Menni, cuyo título obra en elArchivo de la provincia española.

Solicitud y concesión

De las cartas que del P. Menni se conservan, secolige que mientras se ocupaba en la fundación de laCasa de Ciempozuelos, comenzó sus gestiones paraobtener el santuario del patriarca de su Orden. De laseñalada con el número 434 son estas palabras:

“Debo poner en el superior conocimiento de V. E.Ilma. cómo estoy revestido del carácter de DelegadoGeneral de la Orden Hospitalaria de San Juan de Diosen España... según los documentos que tengo en mipoder y que tuve el honor de manifestar al Muy IlustreSr. D. Servando Arbolí, Canónigo de esa, actualmenteen esta corte…

Espero de la paternal bondad de V. E. I. se dignehacerme saber cuanto deba practicar para que unReligioso nuestro pueda encargarse de la custodia dela iglesia donde descansan los sagrados restos denuestro santo Fundador...

Madrid. Hospital de San Luis de los Franceses,Calle de Jacometrezo, núm. 11, a 11 de junio de 1876”.

El Arzobispo contestó al P. Menni que la Orden deSan Juan de Dios, hija predilecta de la MitraGranatense, podía ir cuanto antes a tomar posesión desu Casa matriz, de lo cual recibiría él particular com-placencia.

A pesar de la buena voluntad y favor del Arzobispo,todavía pasaron dos años antes de tomar posesión de

PRIMERA PARTE – CAP. IX 133

CAPÍTULO IX

Fundaciones en Granada

Estado de las cosas. – Solicitud y concesión. –Entrega y Reformas. – Hospital de Sacerdotes. –Refugio de San Pedro Nolasco.

El estado de las cosas

El Santo Hospital granadino que perteneció a losHermanos de San Juan de Dios, hallábase en el año1876 en manos de la Junta de beneficencia, y de suIglesia disponía la Autoridad Eclesiástica. No quisoDios, sin embargo, que la urna que encierra las cenizassantas del Padre de los Pobres pasara a manos extra-ñas, y durante los 43 años que median desde el 1835a 1878 en que fue restablecida la Comunidad, siemprehubo un religioso Hospitalario encargado de su custo-dia. El ex-prior Fr. Juan Gutiérrez pidió y obtuvo del Sr.Arzobispo nombramiento de sacristán, cargo que ejer-ció hasta el 17 de marzo de 1849, fecha de su muerte.Entró en su lugar el P. José María Arroyo, también de laOrden Hospitalaria, y por muerte de éste, fue nombra-

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sobrepuesto de S. E. Reverendísima. – En consecuen-cia, quedó la Orden nuevamente en posesión de suiglesia matriz, comprometiéndose el P. Menni, porescritura pública, su fecha a 26 de dicho mes y año, asatisfacer la deuda de 51.760 reales, que gravabasobre dicho templo, por obras de reparación y unacasa levantada para habitación del capellán. Avisadooportunamente, vino de Roma el Rvmo. P. General,Fray Juan Maria Alfieri, y el 8 de septiembre de dichoaño de 1878 recibió de manos de S. E. Rvma. el Sr.Arzobispo D. Bienvenido Monzón, las llaves de la igle-sia y tomó a su cargo cuanto en ella se contenía. Demanos de su Rvma. pasaron a las del P. Menni, y éstea su vez las entregó al Rvdo. P. Juan de Dios Bramón,primer superior local del naciente hospital-asilo paraniños raquíticos, escrofulosos y enfermos pobres, bajola advocación del Arcángel San Rafael.

Pudo nuestro Padre, apoyado en la Real Orden de27 de octubre de 1876, dar por acabada esta funda-ción ante la autoridad civil, pero muy discreto, elevóinstancia al Gobierno de S. M. D. Alfonso XII, quien sedignó reconocer la existencia legal del Asilo, en RealOrden de 5 de noviembre de 1879.

Una vez embebida la deuda, se pensó en continuarlas grandes reparaciones que la iglesia reclamaba yalzar de nueva planta el Asilo, uniendo además a lacasa existente otras dos casitas inmediatas, destarta-ladas y viejas, cuyos dueños se pusieron en razónsobre su justo precio.

Ya el P. Menni contaba con personal bastante yconocedor de las dotes que adornaban a sus hijos,

PRIMERA PARTE – CAP. IX 135

la iglesia y establecer Comunidad, por impedirlo lasocupaciones del P. Menni en adquirir terrenos y licen-cias para la apertura de la casa de Ciempozuelos, ymás que todo la formación de nuevos religiosos ydirección del Noviciado.

Entregas y reformas

Entre los documentos pertinentes a la Casa deGranada existe uno en que aparece el convenio entreel Arzobispo Sr. Monzón y el hermano Benito Mennipor el que S. E. Rvma. hace entrega a la Orden de laIglesia, retablos, imágenes ornamentos, santas reli-quias, etc. Autoriza a los Hermanos para que en todotiempo puedan pedir limosna en la capital y en todoslos pueblos y territorios del arzobispado. Carga a laOrden las deudas que pesaban sobre la Iglesia, ayu-dando por una sola vez con diez mil reales. Se reservapequeños derechos, sin perjuicio de los de la Orden, y,por último, en el caso de ser arrojados los Hermanospor alguna revolución o por las Autoridades públicas,conservarán el derecho de poder volver al uso de laIglesia y edificios adyacentes, tan luego como las cir-cunstancias lo permitan…

Está fechado en Granada, a 22 de agosto de 1878.

† Bienvenido, Arzobispo de Granada, Rubricado. –Fr. Benito Menni y Figini, Delegado General de SanJuan de Dios en España, Rubricado. – Te s t i g o s :Torcuato María Lorenzo y Hernández, Rubricado. –José Antonio Carulla, Rubricado. – Refrendado por elD r. Antonio Sánchez Arce, Secre t a r i o . – Y el sello

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al principio de cada año, y ¿cuál de nuestras otras pro-vincias se resistirá a darnos cincuenta francos, cuandode este modo aseguramos a la Orden un santuario tanvenerable a propios y extraños?…”.

Enterado el Sr. Arzobispo D. Bienvenido Monzóndel pensamiento de los Hermanos, se holgó mucho;desde luego tomó bajo su especial protección la bené-fica obra, abrió una suscripción en el Clero, que S. E.Rvma. se dignó encabezar y siguió sosteniéndola con2.500 pesetas anuales, y dio su licencia por escrito a15 de septiembre de 1883. En ella se dice, entre otrascosas: “y decretamos y declaramos además, que con-cedemos dicha licencia y beneplácito al nominado P.Menni, con la precisa condición de que tan prontocomo puedan allegarse los recursos y menajes nece-sarios, se realice el loable y benéfico pensamiento,convenido y concertado entre Nos y el ReverendísimoP. Alfieri, Superior General de la Orden, de estableceren la enunciada casa de los Pisas dos Hospederías:una gratuita y otra retribuida: la primera para losSacerdotes pobres, enfermos y achacosos de esta ciu-dad y arzobispado, y la segunda para los sacerdotesque no sean pobres y vengan a esta capital a negocioso a curarse y convalecer de alguna enfermedad odolencia...”.

Surgidas posteriormente algunas dificultades, en22 de febrero de 1884, quedó resuelto por S. E. Rvma.,se abriera el Hospital sólo para Venerables Sacerdotespobres, dejando el pensionado para más adelante.Este decreto figura en el preámbulo que precede alreglamento que regula el ingreso de los enfermos. Lainauguración solemne se efectuó el 8 de marzo de

PRIMERA PARTE – CAP. IX 137

puso los ojos para esta empresa en el P. JoaquínEstruch.

Hospital de sacerdotes

Mientras el Rvmo. P. Alfieri permaneció en Grana-da, puso decidido empeño en adquirir en la forma legalque le fuese dado, la histórica Casa de los Pisas.

El P. Menni, a los requerimientos del Superior deGranada, contestaba poco después: “Opino que sedebe hacer todo cuanto sea posible para realizar losdeseos de nuestro Rvmo. P. General... y que él vea sipuede comprometerse a enviarnos la cantidad necesa-ria, toda vez que a nosotros nos es imposible imponer-nos nuevas cargas pecuniarias...

Ciempozuelos 16 de noviembre de 1881”.

El Rvmo. P. Alfieri, convencido de la impotenciaalegada por su carísimo P. Menni, el mismo día quecerraba el contrato de alquiler, lo comunicaba en cartacircular a las provincias en esta forma: “Por una canti-dad equivalente en nuestra moneda (italiana) a 933francos, nos ceden en alquiler toda la casa hasta tantoque podamos adquirirla en propiedad. La convertire-mos en un Hospicio, a cargo de tres religiosos, depen-dientes del prior de nuestro Hospital de San Rafael,exclusivamente destinado a venerables Sacerdotesdesvalidos, de la Diócesis, para atestiguar de algúnmodo nuestro agradecimiento a los piadosos benefi-cios recibidos del Sr. Arzobispo Monzón…

Nos, por cuenta de la provincia romana, nos hemoscomprometido a pagar la cuota de trescientos francos

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Vicente Tello y el médico del establecimiento D. Enri-que Cañadas Domenech.

S. E. Ilma. bendijo primeramente la capilla y luegocelebró misa rezada; comulgaron los hermanos, losniños de San Rafael, y otras muchas personas, y ter-minada, el prelado, después de una elocuente plática,confirmó a 39 niños del Asilo y otros tantos particula-res, siendo padrinos el Sr. D. Agustín Mirasol y la dis-tinguida y respetable Sra. Dª María de la ConcepciónDamas, Viuda de Lachica.

El primer sacerdote asilado ya el día de la inaugu-ración, lo era D. Juan Tapia Morilla, anciano y enfermo,cuyo celo y virtud habían consumido sus buenos añossu robustez en el ejercicio de la vida parroquial.

PRIMERA PARTE – CAP. IX 139

1884; en ella celebró Su E. Rvma. la Santa Misa y dioa los numerosos asistentes la bendición papal.

El Hospital de la Casa de los Pisas arrostró unavida lánguida; parece que no tuvo aceptación entre losvenerables Sacerdotes por el sitio algo oculto y tristónen que se halla la histórica casa, dándose el casoextraño de haberse de clausurar, aún sobrando rentacon qué sostenerle.

Refugio de San Pedro Nolasco

El Excmo. Sr. D. Pedro Nolasco Mirasol de laCámara por disposición testamentaria dejó una Casa-Asilo para Sacerdotes ancianos, inválidos o enfermos.Dispuso que dicho refugio, como él le denominó, estu-viese adosado al Asilo de San Rafael, y como éste, acargo de los Hermanos Hospitalarios de San Juan deDios.

En el Refugio pueden ser recibidos cuantosSacerdotes lo soliciten y que reúnan las condicionesde pobreza, ancianidad o enfermedad, y esto aunquesean extradiocesanos; pero son preferidos los natura-les de Granada y su diócesis.

Concluidas las obras, tuvo lugar la inauguraciónsolemne del refugio el día 8 de marzo de 1907. A lassiete de la mañana llegó el Sr. Arzobispo, acompañadode su familiar y sobrino D. Luis López Dóriga. En lapuerta del nuevo edificio le recibió la Comunidad delAsilo, los niños, D. Agustín Mirasol de la Cámara,representante de su hermano el difunto fundador, D.

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de los Hermanos en Ciempozuelos y en la restauraciónde las antiguas casas de Granada y Sevilla.

Licencias y documentos

Una petición del P. Menni obtuvo del poder tempo-ral esta respuesta:

“El Sr. Ministro de Gracia y Justicia dice con estafecha al Muy Rvdo. Arzobispo de Sevilla lo que sigue:Vista la instancia elevada a este Ministerio por FrayBenito Menni, Comisario General del Orden ReligiosoHospitalario de San Juan de Dios, en solicitud de quese le autorice para establecer una Comunidad de esteOrden en esa diócesis; atendidos los favorables infor-mes que sobre ello han emitido Vuestra Excelencia y elGobernador civil de esa provincia, Su Majestad el Rey(q. D. g.) ha tenido a bien disponer se diga a VuestraExcelencia que por parte de la potestad civil no hayinconveniente en que los religiosos de dicho Ordenresidan en esa ciudad, viviendo con arreglo a lasConstituciones de su Instituto y sin gravamen algunopara el Estado...”.

Debiendo luego legalizar la elección del Hermanomayor destinado al Hospital, se efectuó en esta forma:“En veintiséis de enero de mil ochocientos ochenta, enla Villa y Corte de Madrid, en la notaría de D. ZacaríasAlonso y Caballero, reuniéronse: el Rvdo. P. Fray BenitoMenni, Delegado y Comisario General de la Orden deSan Juan de Dios en España, y los Hermanos de lamisma Orden Fr. Ángel Rafael de Anacabe y Fr.Joaquín Ignacio Estruch con el objeto de dar cumpli-

PRIMERA PARTE – CAP. X 141

CAPÍTULO X

Hospital de Nuestra Señora de la Paz enSevilla

Antigua fundación. – Licencias y documentos.

Antigua fundación

El Convento Hospital de Nuestra Señora de la Pazen Sevilla, fue fundado por el Capitán Hernando deVega, ascendiente del Marqués de Esquibel, en lasegunda mitad del siglo XVI y le entregó a la OrdenHospitalaria, la cual le sirvió sin interrupción, hasta lavenida del P. Menni, pero en este tiempo apenas ya laOrden prestaba sus servicios, pues cuando llegó aSevilla solamente había en el Hospital cuatro o cincoHermanos de mucha edad y no menos achaques, loscuales, más bien que asistir enfermos, debían ser asis-tidos.

La primera carta que se conserva sobre este asun-to, del P. Menni, tiene fecha del 1º de abril de 1876, loque demuestra que a un tiempo atendía a la formación

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Nuestra Señora de la Paz de Sevilla y sus bienes, pro-veyendo a las necesidades de los pobres acogidos enel mismo. – Ahora, pues, habiendo alcanzado el preci-tado Rvdo. P. Benito Menni, Delegado y ComisarioGeneral de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios,autorización de S. M. el Rey D. Alfonso XII (q. e. p. d.)para establecer Comunidad de su Orden en Sevilla yhabiendo asimismo logrado el competente permiso delExcmo. Sr. Arzobispo de Sevilla, todo según resulta delos documentos que se unen a esta acta, ha precedidoal nombramiento de los Hermanos de la Orden de SanJuan de Dios, compañeros de hábito y profesión delpiadoso Fray Diego de León, los cuales deben formarla Comunidad que deberá residir en el Hospital repeti-do de Nuestra Señora de la Paz de Sevilla, y gobernar-le y administrarle, según lo previene el fundador. En suvirtud y en uso de las atribuciones que le competen porsu cargo, designa a los individuos siguientes para laformación de la Comunidad: lº, El mismo Rvdo. P.Benito Menni; 2º, el Rvdo. Hermano Jaime Rovira; 3º,el reverendo Hermano Ángel Fernández de Anacabe;4º, el reverendo Hermano Joaquín Ignacio Estruch.Todos los anteriores individuos, según la Regla yConstituciones por que se rige la Comunidad, tienenen ella capacidad de voz activa en capítulo conventual.En su vista han procedido a la elección del llamadoHermano mayor, que deberá administrar el Hospital ysus bienes, recayendo dicho nombramiento por lostres votos 1º, 2º, y 3º en favor del 2º, o sea delReverendo Fray Jaime Rovira, el cual, según las Cons-tituciones y Regla del mismo Instituto, tiene la capaci-dad de voz pasiva para este cargo. El reverendo P.

PRIMERA PARTE – CAP. X 143

miento a la fundación hecha por el capitán Hernandode Vega y Fray Diego de León, según la escritura otor-gada ante el escribano público D. Diego Gabriel en laciudad de Sevilla, a 6 de octubre de 1588, en la queentre otros particulares establecieron que dicho Diegode León fuese durante todos los días de su vida admi-nistrador del Hospital de Nuestra Señora de la Paz y desus bienes, que por dicha escritura se fundó, y quedespués de los días del dicho Diego de León fueseadministrador del expresado Hospital de sus bienes elHermano mayor nombrado por otros Hermanos delmismo hábito y profesión del citado Diego, con acuer-do y parecer del Patrono, al cual confirmará elOrdinario de la ciudad de Sevilla, después de hecho elnombramiento. – Que dado el caso de que en algúncaso faltaren Hermanos de hábito y profesión del dichoDiego de León, el Patrono nombrará administrador dedicho Hospital a quien mejor le pareciere, con aproba-ción del Ordinario de Sevilla, hasta tanto que hubieracompañeros del dicho Diego de León; porque habién-dolos, éstos y no otros algunos han de ser administra-dores del dicho Hospital; por orden y forma que lotiene mandado en la referida escritura, por ser suvoluntad expresa que haya en el Hospital indicadocompañeros de hábito y profesión del referido Diegode León, para siempre jamás, y no otros algunos, parael reparo y gobierno de los pobres.

Como es notorio, el precitado Diego de León y suscompañeros eran del hábito y profesión de San Juande Dios, y así es que sin interrupción alguna hastaestos últimos tiempos, los Hermanos de San Juan deDios han venido administrando dicho Hospital de

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Al día siguiente, 30 del mismo mes y año, elExcmo. y Rvmo. Sr. Dr. D. Fray Joaquín Lluch y Garri-ga, Arzobispo de Sevilla, extendió su aprobación, vistoel favorable informe del Patrono.

Faltaba, después de la instalación de laComunidad, la entrega de los bienes del Hospital; paraello el Hermano mayor elevó instancia al Gobierno deSu Majestad, a la que el Excmo. Sr. Ministro de laGobernación se sirvió contestar en 12 de abril de 1880:

“El Sr. Ministro de la Gobernación dice con estafecha al Gobernador civil de la provincia de Sevilla, losiguiente:

Vista la instancia elevada a este Ministerio, por FrayJaime Rovira, Religioso de la Orden de San Juan deDios, solicitando se den las órdenes necesarias paraque la Comunidad de la referida Orden se instale en elHospital de Nuestra Señora de la Paz de esa ciudad, yse le haga entrega de la Administración del Estable-cimiento y de sus bienes: resultando de la escriturafundacional que el Capitán Hernando de Vega, quedotó dicho establecimiento, concertó con Fray Diegode León que éste fuera Administrador del Hospital y desus bienes, y que le sucediera en dicho cargo elHermano mayor que los Religiosos del hábito de FrayDiego, es decir, de San Juan de Dios, nombrasen paraeste objeto con acuerdo del Patrono y aprobación deldiocesano: resultando de los documentos presentadospor el recurrente, que por Real orden de 13 de marzode 1878, expedida por el Ministerio de Gracia yJusticia, ha sido autorizado el establecimiento de dichaComunidad en esa Diócesis, confirmando el Muy

PRIMERA PARTE – CAP. X 145

Benito Menni, como tal Delegado y Comisario generalde la Orden en España, mandó a Fray Jaime Rovira queaceptase el cargo que sus hermanos acababan de con-fiarle y cumpliese con las obligaciones inherentes; en suvirtud, el referido Fray Jaime Rovira aceptó y pro m e t i ócumplir con las obligaciones del cargo que sus herma-nos le acababan de confiar, y gestionar para obtener laAdministración del Hospital de Nuestra Señora de laPaz de Sevilla y sus bienes, y proveer a las necesidadesde los pobres acogidos en el mismo, según lo pre v i e n esu fundación; obligándose en consecuencia a pedir ela c u e rdo y beneplácito del Señor marqués de EsquibelD. Francisco de Medina Esquibel y Cabañas, patro n ode dicho Hospital, y asimismo la confirmación del carg opor el Ordinario de la ciudad de Sevilla”.

En cumplimiento de su cargo, el Rvdo. Hermanomayor Fray Jaime Rovira puso en conocimiento delExcelentísimo Sr. D. Francisco Medina Esquibel yCabañas, Marqués de Esquibel, Patrono del Hospitalde la Paz, en re p resentación confiada por susHermanos la elección canónica. El Marqués contestócon el siguiente oficio:

“He recibido su atento oficio, fecha 27 del corrien-te, en que me manifiesta haber sido elegido Hermanomayor de la Comunidad nombrada por la Orden deSan Juan de Dios para el Hospital de Nuestra Señorade la Paz de esta ciudad; en su vista, tengo una verda-dera satisfacción en decirle que en virtud de las facul-tades que me asisten como patrono de dicha casa,merece mi aprobación, la cual le manifiesto para losefectos oportunos, según y con arreglo a fundación.

Sevilla, 29 de enero de 1880”.

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todos los católicos, de que el 5 del actual quedase ins-talada en su Hospital de esta ciudad la Comunidad dereligiosos de San Juan de Dios, autorizados para ellopor Real orden de 12 del pasado mes. Desde luego nosólo se han hecho cargo del Hospital y servicio de los18 ancianos enfermos que en él había, sino que tam-bién de la iglesia donde se practican, a las oraciones,devotos ejercicios; y nos consta que han procedido arealizar las debidas reparaciones en el local, aumentarcuanto sea posible el número de acogidos, celosos porprestar los cuidados de la caridad a cuantos enfermosquepan en el edificio”.

¡Cuántos pasos, trabajos y sinsabores costaban alP. Menni todas estas tramitaciones engorrosas y pesa-das! Pero a él todo se le hacía ligero con tal de dar unátomo de gloria a Dios.

PRIMERA PARTE – CAP. X 147

Rvdo. Arzobispo por lo que a él toca la mencionadaautorización: resultando que reunidos en esta Corte losReligiosos que han de constituir la Comunidad en esaciudad, bajo la presidencia del Delegado general, FrayBenito Menni, han elegido Hermano mayor, y por con-siguiente, Administrador del referido Hospital a dichoFray Jaime Rovira, el cual ha aceptado el cargo, y cuyonombramiento ha sido aprobado por el Patrono y porel Diocesano: Considerando que el solicitante FrayJaime Rovira ha llenado los requisitos que establece lafundación del Hospital y que el cargo de Administradordel mismo está vacante por fallecimiento de D. AntonioRomero Ruiz, que se hallaba suspenso en sus funcio-nes, por faltar a su nombramiento un requisito funda-cional: Su Majestad el Rey (q. D. g.) ha tenido a bienresolver que la Comunidad de Religiosos de San Juande Dios, se instale en el Hospital de Nuestra Señora dela Paz de esa ciudad y que se haga entrega de dichoestablecimiento y de sus bienes al Hermano mayor yAdministrador Fray Jaime Rovira, cesando, por consi-guiente, en la Dirección y Gobierno interinos de aquelAsilo el Administrador Provincial de Beneficencia, elcual hará entrega del citado Hospital con las formali-dades debidas.

De Real orden, etc., etc.”.

En el Boletín Oficial Eclesiástico del Arzobispo deSevilla, correspondiente al día 22 de mayo de 1880, selee el siguiente suelto informativo:

“Llegada e instalación de los frailes de San Juan deDios en esta ciudad. – Nuestro celosísimo Prelado hatenido la satisfacción de que ciertamente participaran

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nuevo el P. Menni, con motivo de haber sido invitadopor D. José de Soto y Figueroa, Conde de PuertoHermoso a encargarse de la custodia del Santuario deSanta Ana, panteón de la egregia casa Condal.

Bases y establecimiento

El ofrecimiento fue aceptado bajo las condicionessiguientes: “La iglesia de Santa Ana conservará elcarácter de panteón familiar, limitado a la familia delConde donante, a sus ascendientes ya inhumados, yen adelante al poseedor del título y a sus hijos. Esta esla primera base. Por la segunda se declara que el dere-cho de retroversión, al fallecimiento del donante, pasa-rá a su hijo D. Ignacio de Soto Fernández de Bobadilla,marqués de Santaella. La tercera y cuarta se refieren ala conservación del Santuario y cultos que han de cele-brarse de ordinario. Por la quinta se prohíbe edificar enel patio de la iglesia. Por la sexta: Los referidosHermanos Hospitalarios de San Juan de Dios se obli-gan a construir dentro del terreno de la huerta un edifi-cio para los piadosos fines de la Institución”. Por lasdemás se asegura, bajo todas las formas imaginables,la inamovilidad de los Hermanos en la posesión y dis-frute las fincas cedidas para la fundación.

Cargas piadosas: Misa rezada, si no pudiera sercantada, en los días 7 y 23 de junio en que fallecierondoña María Te resa Govantes Valdivia y D. JoséFigueroa Figueroa, abuelos del Conde: 8 de agosto y23 de octubre, en que tuvo lugar el óbito de suspadres, D. Juan de Soto Herrera y D.ª María delCarmen Figueroa Govantes y en el que fallezcan res-

PRIMERA PARTE – CAP. XI 149

CAPÍTULO XI

Manicomio de Osuna y Asilo de Málaga

Antiguo Hospital. – Ocasión. – Bases y estable -cimiento. – Clausura. – Asilo de San Bartolomé.– Retirada de los Hermanos y su causa.

Antiguo hospital

La Cronología Hospitalaria nos da cuenta de unHospital fundado en Osuna por D. Mateo Grosso, cris-tiano caballero de la populosa villa, por los años de1591. El cual, añade el cronista, procedió tan genero-samente que después de haber dado su haciendatoda, tomó el hábito de San Juan de Dios para darseasimismo al servicio de los pobres.

Ocasión

Mucho tiempo hacía que había quedado extingui-da la Comunidad compuesta de ocho Hermanos queservían el hospital; cuando en 1883 intentó fundar de

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comienzo a las obras. A esto llaman abrir cuentacorriente en las cajas de la Divina Providencia.

Hecho acopio de madera y de ladrillos llegó el P.Joaquín a notar que, efecto del mayor consumo deagua en el riego y usos domésticos, empezó a des-cender el caudal del pozo sin llegar a recobrar durantela noche la que se había extraído en el día. Alarmado,recurrió a cuantos medios son del caso, sin que dieranresultado alguno favorable, antes por el contrario, conlos calores del estío siguieron en descenso las aguas.Púsolo en conocimiento del Rvmo. P. Menni, éste a suvez lo notificó al Reverendísimo P. General quien orde-nó, con gran encarecimiento, emplear todos losmedios humanos, sin descuidar los divinos, antes dedar por fracasada la fundación.

Por orden del mismo Rvmo. P. Alfieri, en los prime-ros días de septiembre pasaron a Osuna los PP. Juande Dios Bramón, Prior de Sevilla, y Jaime Rovira, Priorde Granada, celebraron varias consultas, y vista laimposibilidad de remediar la falta de agua, extendieronel acta correspondiente, a la que se siguió el decretode Clausura en 4 de octubre de 1883.

Asilo de San Bartolomé

Esta santa Casa tuvo su origen en la época de losCantonales, durante la república de 1873. La luchasangrienta entre el ejército nacional y los malagueñosdio por resultado la orfandad de muchos niños.Compadecido de ellos un santo sacerdote, beneficia-do de la Catedral de Málaga, don Eduardo Domínguez

PRIMERA PARTE – CAP. XI 151

pectivamente los Condes de Puerto Hermoso, D. Joséde Soto Figueroa y D.ª Luisa Fernández Bobadilla y dela Puerta, su esposa. Para el piadoso objeto de estafundación, que desde luego quedó determinado quefuese una Casa de Salud, el Conde cedía con la iglesiadicha una huerta de una hectárea y setenta y dos cen-tiáreas, de extensión, con un pozo-noria que, comodestinado al riego del terreno, siempre se creyó fueseabundante. Como es de derecho, nuestro Rvmo. Padresolicitó las licencias de ambas autoridades, eclesiásti-ca y civil, siéndole otorgada la primera por el Dr. D.Ramón Mauri y Puig, Vicario capitular (S. V.) de Sevillaen 26 de abril de 1883 y el Excmo. Sr. Gobernador civilexpidió la suya en 15 de junio del mismo año.

El día 3 de junio, fiesta del Bienaventurado JuanGrande, procedióse a la toma de posesión por laComunidad compuesta de cinco Hermanos. En la igle-sia adornada con delicado gusto, se habían instaladodos pequeños altares con las imágenes de San Juande Dios y el Arcángel San Rafael, procedentes del anti-guo y derruido Hospital, cedidas para el acto por el Sr.Vicario y celebróse una magnífica función religiosa, a laque asistieron el Conde y su numerosa familia, lasautoridades eclesiástica y civil, gran parte del Clero,muchos nobles y numeroso pueblo.

Clausura

Normalizada la marcha, el P. Menni destinó, dosHermanos a recorrer los pueblos de la provincia a finde allegar las primeras cantidades con que dar

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invitándole a llegarse a verle. En aquella entrevistaquedó concertada la entrega del Asilo a la OrdenHospitalaria, siempre que la Sagrada Congregación deObispos y Regulares la autorizara, puesto que se trata-ba de una fundación completamente ajena al carácterde Hospitalarios.

Su Excelencia quedó en el encargo de negociar lalicencia de Roma y en la seguridad de su consecuciónel día 28 de septiembre de 1883 reuniéronse en elPalacio episcopal con el P. Benito Menni los Priores deGranada, Sevilla y Osuna, concertando la admisión delAsilo sobre estas bases:

1.ª Instalación canónica de la Comunidad porparte del Sr. Obispo.

2.ª Libre y total dirección y administración delAsilo por los Hermanos.

3.ª Se reserva el Prelado como Patrono, el dere-cho de inspección y revisión de cuentas, por sí o porDelegado.

4.ª Se admitirán en el Asilo niños huérfanos y sinserlo, los tullidos, raquíticos, ciegos o con otro defectofísico, siempre que no padezcan enfermedad contagio-sa y que la edad no sea menor de cinco años ni mayorde catorce.

5.ª Se excluyen pensiones, pero se admiten sub-venciones en concepto de limosnas.

6.ª Se regula la educación e instrucción de losniños.

7.ª Trata de las clases para niños externos.Manuel, Obispo de Málaga. Benito Menni,

Delegado General, O. San Juan de Dios en España.

PRIMERA PARTE – CAP. XI 153

Ávila, se constituyó en padre de aquellos desvalidos, ya imitación de San Jerónimo Emiliano, los iba reco-giendo en una humilde casa en la Plaza de SanBartolomé, de donde el asilo tomó su título. Este hom-bre de Dios, obró prodigios de caridad en beneficio delos huérfanos; pero atacado de cruel enfermedad,vióse obligado a abandonar su obra, y vino a morirentre los Hermanos de San Juan de Dios, rodeado deresplandeciente aureola de virtudes y de méritos el 14de abril de 1904.

Deplorable era la situación de los pobres huerfani-tos, y de nuevo se hubieran visto arrojados en la víapública a no haberse interpuesto el santo Obispo deMálaga, don Manuel Gómez Salazar, que los tomó bajosu paternal protección. Una junta del venerable Clerosecular, compuesta de los muy Ilustres Sres. D. JuanFranco, D. Juan de la Torre, D. Vicente Castaño y D.Rafael Parody, tomó a su cargo el régimen de lasescuelas y administración total del establecimiento sibien con carácter interino, mientras se hallaba unaorden regular que quisiera hacerse cargo.

Ya por entonces, los beneméritos Hijos delVenerable Dom Bosco estaban establecidos en variaslocalidades de España, y a requerimiento del Ilmo.Gómez Salazar se prestaron a incorporar el Asilo deSan Bartolomé al número de sus fundaciones; por des-gracia la estancia de los Padres Salesianos fue decorta duración, y los señores Sacerdotes mencionadosmás arriba, siempre deferentes con su Prelado, seencargaron nuevamente del Asilo.

Entendiendo el Rvmo. P. Restaurador en la funda-ción de Osuna, recibió carta del Sr. Obispo de Málaga

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logró dar abasto a las múltiples demandas que se ha-cían, porque las confecciones eran a conciencia, losmateriales excelentes y aunque se vendía algo máscaro que en los demás puntos, los parroquianos que-daban satisfechos.

Además de las dos clases de internos se montaroncuatro más para los niños externos, cuyo número seaproximaba a seiscientos. En todas estas clases sedaba instrucción primaria completa y en los niños y ensus familias se lograron abundantes y consoladoresfrutos de moralización cristiana.

Algunos de estos niños eran muy pobrecitos; aunos se les abrigaba, a otros se les calzaba y a unmedio centenar de ellos se les daba de comer al mediodía.

Retirada de los Hermanos y su causa

En el epistolario oficial del Rvmo. Padre BenitoMenni, tomo II, señalada con el número de orden 519,hay la siguiente carta:

“Excmo. e Ilmo. Sr. Obispo de Málaga. Ciempozue-los 30 de abril de 1895.

Muy Rvdo. y distinguido Prelado: Después de salu-dar respetuosamente a V. E. Ilma., tiene por objeto lapresente manifestarle, según le tenía anunciado, lanecesidad de disponer del personal que tenemos en elAsilo de San Bartolomé para dos casas nuevas, cuyoobjeto es más apropiado a nuestro Instituto por ser dehospitalidad. Siento mucho, Excelentísimo señor, dareste paso, por saber contrario los deseos de un Padre

PRIMERA PARTE – CAP. XI 155

Jaime Rovira, Prior de Granada. Agustín Gilet, PriorVicario de Sevilla, Joaquín Estrunch, Prior de Osuna.

Como era natural, la dirección de una Orden reli-giosa influyó notablemente en la vida y prosperidad delAsilo; los bienhechores se multiplicaron, aumentaronlas limosnas y el número de los asilados fue creciendohasta llegar a 250, límite de los que cabían.

Cuando la Orden se hizo cargo del Establecimientoestábase terminando, a expensas del Sr. Larios, la igle-sia, fue bendecida por S. E. Ilma. el Sr. Obispo, en lamañana del 25 de marzo de 1884; por la tarde se hizotraslación del Santísimo Sacramento, y el 26 quedóabierta al culto, bajo el título de “Nuestro Padre JesúsNazareno, el pobre”, valiosísima escultura regalada porel Muy Ilustre Sr. D. Manuel Ordóñez Marra.

En orden a la instrucción en el trabajo manual delos niños, existían dos modestos talleres de zapatería ycarpintería, los cuales fue preciso ampliar considera-blemente y establecer uno nuevo de alpargatería.Expuesto el pensamiento al Sr. Obispo, se dignó apro-barlo donando 1.500 pesetas para empezar; D.Ricardo Larios tomó el asunto por su cuenta y antes dequince días recibiéronse 200 arrobas de cáñamo, unaporción de rastrillos, lona y demás artículos necesa-rios, porque el cáñamo que se recibía en bruto, habíade salir convertido en calzado y en las varias manufac-turas a que se presta.

Los talleres de San Bartolomé alcanzaron una altu-ra envidiable: en zapatería: pasaban de 30 niños de 12a 20 años que trabajaban: en alpargatería se emplea-ban más de 50; se trabajaba seis horas diarias y no se

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los servicios que ha prestado y los sacrificios que hahecho en favor de los desgraciados, nuestro procederen el dilatado tiempo que ocupamos esta Sede epis-copal, nos daba derecho a que se nos juzgara, no buenObispo, que no lo somos y harto lo deploramos, perosí incapaces de quebrantar a sabiendas la justicia y dedejarnos guiar por pasiones; mas, con dolor lo deci-mos, nos hemos engañado, pues muchos diocesanosnuestros se han imaginado que enamorados de otrainstitución, o hemos arrojado violentamente y sincausa ni razón del Asilo a los frailes, o hemos adopta-do respecto a ellos una actitud tal, que les hemos obli-gado a retirarse. – Así y todo callaríamos, si el resulta-do de esta manera de ver y apreciar las cosas, se redu-jera simplemente a que nuestro nombre padeciera, ydecayésemos algún tanto en la estimación y conceptopúblico, pues no nos falta valor para arrostrar humilla-ciones por amor de Dios; pero prevemos que si la opi-nión no se rectifica, el primer perjudicado será el Asiloy para evitarlo nos parece indispensable hablar.-Yaalguna vez el Rvdo. P. Provincial de los Hospitalarios sehabía lamentado con Nos de que los Hermanos insta-lados en el Asilo estaban fuera de su vocación y de losfines de su Instituto, y aún nos habían insinuado laposibilidad de tener que retirarlos; pero habiendo calla-do al oír nuestras reflexiones, entendimos que la ideahabía sido totalmente abandonada. Así es que nos sor-prendimos sobremanera cuando en los primeros díasde este mes recibimos una carta del P. Provincial, fir-mada también por otros Superiores de la Orden, en laque nos manifestaba su al parecer irrevocable resolu-ción de llevarse a sus religiosos en el término de un

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tan cariñoso y que tantas consideraciones y muestrasde aprecio ha tenido para nosotros, y por ello hemosvenido demorándolo cuanto nos ha sido posible. Mashoy las circunstancias nos obligan a ello, y suplico aVuestra Excelencia Ilustrísima, que por todo el mes demayo entrante queden los Hermanos sustituidos y enlibertad para retirarse...”.

En el Archivo provincial de los Hospitalarios, enCiempozuelos, hay una carta de puño y letra delExcmo. señor Spínola, su fecha a 30 de enero de 1895,confirmando otra del P. Menni, de a fines del año ante-rior, donde ya le insinúa el obligado relevo de losHermanos.

La noticia de la retirada de la Comunidad produjotriste impresión en Málaga entera, y en la prensa apa-recieron sueltos irreverentes para con la sagrada e ino-cente persona del Prelado, que se vio en la precisiónde sincerar su conducta. En el Boletín Oficial delObispado, correspondiente al 31 de mayo del repetidoaño 95, comienza Su Excelencia por hacer la historiadel Asilo, y “de esta suerte –añade– transcurrieron losnueve años que llevamos de regir esta diócesis y por loque a Nos toca, lo aseguramos, jamás hubiéramos fal-tado al compromiso contraído con los frailes; pero depronto ¡éstos se retiran! y el público empieza a hacerconjeturas y a fraguar juicios, no mostrándose, la ver-dad sea dicha, en esos juicios y en esas conjeturasmuy favorables a Nos.

Creíamos que por respetable que sea una Comu-nidad, como lo es, a no dudarlo, la de los Hospitalarios,y por grandes que se reputen, como Nos lo reputamos,

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eran sólo las ya manifestadas, y que de Nos no habíantenido nunca sino motivos de gratitud; son igualmentepalabras textuales. Estas aseveraciones han sido des-pués confirmadas por otra nueva y muy expresivacarta del mismo Provincial, en que nos expresa que,comprometida la Orden ahora con el establecimientode dos grandes fundaciones, propias de su misiónhospitalaria, no tuvo otro remedio que realizar el pro-pósito antes concebido y siempre dilatado de llevarsede Málaga el personal que aquí tenían...”.

Entre las cartas del Rvmo. P. Menni, la señaladacon el número 662, con fecha a 26 de mayo de 1895,está dirigida al director del periódico El Microbio y diceentre otras cosas: “He leído en el periódico que V. tandignamente dirige, en su número 104, correspondienteal 19 del actual, un suelto titulado -Flor mística- conmotivo de la salida de nuestros Hermanos del Asilo deSan Bartolomé de esa Ciudad, y cumple a mi deber dara V. las gracias por las frases de encomio que a nues-tros humildes hermanos tiene la bondad de dedicar. –Hechas estas manifestaciones cumple también a mideber e imparcialidad, a fin de que todo quede en ellugar que corresponde, sobre todo por lo que respec-ta al Excmo. e Ilmo. Sr. Obispo de esta diócesis decla-ró: – 1º. Que los Hermanos de San Juan de Dios noshemos retirado del Asilo de San Bartolomé solamentepor no ser otro el objeto fin especial de nuestroInstituto que la asistencia a pobres enfermos, y en nin-guna manera el de la enseñanza; necesitando actual-mente el personal del Asilo para dos importantes fun-daciones de índole estrictamente hospitalaria. – 2 º .Que su Excelencia Ilustrísima el señor Obispo de

PRIMERA PARTE – CAP. XI 159

mes. –La causa alegada era la indicada antes–. ‘Nosvemos –son palabras textuales de la carta– en la nece-sidad de disponer del personal que tenemos en eseAsilo de San Bartolomé para otras casas, cuyo objetoes más apropiado a nuestro Instituto, por ser deHospitalidad’ agregando que sentían los Hermanossepararse de Nos, y que siempre se acordarían denuestra paternal bondad.

Grave fue el conflicto en que nos puso esta ines-perada despedida, pues no fácilmente se encuentraquien se encargue de la dirección de un estableci-miento de la importancia del Asilo, donde se albergantantos niños y donde hay escuelas, talleres, etc. Masgracias a Dios aun viven y están entre nosotros los queantes de la venida de los frailes tenían a su cuidadoaquella casa, como son los muy Ilustres Sres. D. JuanFranco y Pro y D. Juan de la Torre Olmedo, canónigos,los Sres. D. Vicente Castaño, D. Rafael Parody presbí-teros, y otros varios; y todos corrieron con una caridad,que jamás encomiaremos bastante, a ofrecerse a suPrelado para sacarlo de apuros.

Entonces formamos ya el plan de que las cosasvolvieran por de pronto al estado primitivo, y contesta-mos al Rvdo. P. Provincial de los Hospitalarios quepodían los religiosos salir del Asilo cuando lo tuvieranpor conveniente; añadiéndole a la vez que protestába-mos enérgicamente contra el rumor propalado de queingerencias nuestras en la administración del estable-cimiento habían motivado la determinación adoptadapor la Orden; sobre lo cual nos escribió luego el mismoP. Provincial, que el expresado rumor carecía de fun-damento, que las causas de la marcha de los frailes

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CAPÍTULO XII

Nueva forma de gobierno

Elección primera. – Confirmado en el cargo. –Cese y manifestación de contrariedad.

Elección primera

“En 1884, siendo las nuevas fundaciones de laRestauración suficientes en número para constituir unaProvincia Religiosa, el P. General Alfieri recurrió a laSanta Sede en demanda de facultad para erigirla canó-nicamente con el título de Provincia Española, y laobtuvo por medio de la Sagrada Congregación deObispos y Regulares, previa la corrección de cualquierdefecto y con la condición de remover cuanto pudieseobstar en contrario. Y como se pidiese también lafacultad de erigir canónicamente el Noviciado, lamisma Sagrada Congregación contestó que debíahacerse de ello especial ruego”.

Hasta aquí el P. Risi, en su “Bollario dell’Ordine diSan Giovanni di Dio”.

PRIMERA PARTE – CAP. I 161

Málaga ha dispensado siempre su valiosa y decididaprotección a los Hermanos de San Juan de Dios, yéstos no tienen para con S. E. Ilma. sino motivos degratitud y altas consideraciones. – 3º. Que esta OrdenHospitalaria hace votos por que otra Institución religio-sa, cuyo fin sea adecuado al objeto, se encargue delAsilo, que con tanta pena hemos abandonado, repito,por necesitar el personal para las dos citadas funda-ciones...”.

La salida de los Hermanos fue el 24 de mayo de1895.

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cia de la sustitución tan desagradablemente, creyendoque le habían inferido injuria que sin saber contenersehicieron ostensible su sentimiento y hubo hasta quienlo hizo públicamente. Lo cual si bien en su fondo acusaignorancia, revela en cambio aprecio, estima grande yveneración a la persona del P. Menni, en quien hasta elvulgo con sus necesidades reconoce merecimientos ytributa honores.

El P. Menni también sintió pena del cambio, nociertamente por sentirse inferior1, sino por la incerti-

PRIMERA PARTE – CAP. XII 163

1 Precioso documento revelador del estado de ánimo del P.Menni es esta carta: –Viva Jesús, Viva María, cantemos con santa ale-gría–. A mis amadas Hijas en el Corazón de Jesús la Rvda. MadreGeneral, y demás Madres y Hermanas de la Congregación deHermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús y de la B. V.María Señora Nuestra. Hijas mías, hoy con especial gusto y alegría osdirijo esta carta para haceros participantes del gozo y paz que inundanmi corazón. Me veo libre de la pesada carga de provincial desde hacedos días; pero hijas mías muy amadas en el Corazón de Jesús, no dejode ser siempre vuestro pobre y aunque indigno amantísimo Padre ennombre y de parte de este Divino y amantísimo Corazón.

Sí, Hijas mías, ayudadme a dar gracias al Señor por el gran bene-ficio que me ha hecho de quitar de mis débiles hombros la pesadacarga que he venido llevando durante tantos años; ahora quedaré máslibre para dedicarme a mis anchas a una vida de oración y a perfec-cionar, con la ayuda del Señor, muchos puntos y detalles relativamen-te a vuestro pasto espiritual, pues repito, con la ayuda del Señor, con-tinúo siendo vuestro pobre y amantísimo Padre en Jesús y ahora, máslibre, podré dedicarme algo más a vosotras.

Ánimo pues, y alegría; no han sido, los hombres quienes me hanquitado este peso, sino que ha sido mi Buen Jesús por medio de loshombres.

No creáis, hijas mías, que, porque haya dejado de ser Provincialmis Hijos hayan dejado de amarme y respetarme; muy al contrario,ellos procuran darme las mayores muestras de aprecio, comenzando

Con tal disposición cesó el P. Menni en su cargo deDelegado General luego que bajo su presidencia secelebró la primera elección en la que fue elegidoP rovincial en el Capítulo que comenzó el 28 denoviembre de 1884.

El resultado lo consigna el Cronista de la Orden:“Provincial –Muy Rvdo. P. Benito Menni–. DefinidoresP rovinciales. –Muy Rvdo. P. Jaime Rovira, PriorMetropolitano. –Muy Rvdo. Padre Juan de la CruzSansegundo, Presbítero, Maestro de Novicios. –MuyReverendo P. Pablo González, Secretario Provincial.–Muy Rvdo. P. Agustín Gilet, presbítero, ex-prior deSevilla”.

Confirmado en el cargo

Fue reelegido Superior Provincial: en los Capítulosprovinciales habidos en los días 28 y 29 de noviembrede 1887 y 27 de abril de 1890, fiesta del Patrocinio deSan José; el 7 de junio de 1893, feria cuarta infraocta-va del Corpus Christi; 24 de mayo de 1896, bajo la pre-sidencia del Rvdo. Prior General, Fray Casiano MaríaGasser; y 3 de junio de 1899; cargo que desempeñócon singular provecho espiritual de sus frailes, creci-miento y prosperidad de su Provincia y consuelo desus amados enfermos hasta que fue sustituido en 20de marzo de 1903 por Fray Andrés Ayúcar.

Cese y manifestación de contrariedades

A la gente sencilla del pueblo y a los acogidos enlas casas fundadas por el P. Menni impresionó la noti-

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CAPÍTULO XIII

Campaña anticolérica

El año 1885 a 2 de junio se notó la invasión coléri-ca en Ciempozuelos, pueblo por do principió en la pro-vincia de Madrid. Simultáneamente aparecieron inva-siones en las casas particulares y en los manicomiosde mujeres y de varones atacando tan reciamente, queen pocos días fallecieron siete religiosas en el primeroy muchas asiladas, habiendo estado contagiada lamayor parte de la Comunidad. Lo propio en cuanto alcontagio, aconteció en el de hombres, si bien no huboque lamentar la pérdida de ningún Hermano. Entre elpersonal asilado hubo también crecido número decoléricos, pero se salvaron la mayor parte.

Tanto las Hermanas como los Hermanos acudieronal Hospital de la villa y a las casas, asistiendo cuantoscasos hubo de invasión pública.

El 24 de dicho mes, o sea en el período más fulmi-nante de la epidemia, se presentó en la villa el Excmo.Sr. Gobernador civil de Madrid y después de visitar losdos establecimientos, manifestó su satisfacción al ver

PRIMERA PARTE – CAP. I 165

dumbre de la marcha de su amada Restauración enmanos de su nuevo director; y de su pena hacía obla-ción para obtener del Altísimo asistencia en favor de sunuevo Superior Provincial.

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por el M. Revendo Padre Andrés, que es el nuevo Provincial, quien meestá dando todas las pruebas conducentes a ello.

Ya tendré más tiempo libre para dedicarme a vosotras; por hoyconcluyo rogando me ayudéis a dar gracias a Jesús por tantos bene-ficios y os envío la bendición en nombre del Padre del Hijo y delEspíritu Santo. Amén.

Vuestro Amantísimo y pobre Padre en J. M. y J. –Fr. Benito, felizpobre, que recibe la alegría del Corazón manso y humilde de Jesús–.

Ciempozuelos 24 de marzo de 1903.

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Lucas, el más joven, con una alegría angelical, me dijo:¡Ojalá, Reverendo Padre, tuviéramos tanta dicha!Expresión a la que no pude menos que estremecerme;le abracé y le bendije, despidiéndome de él hasta laeternidad; pues murió mártir de su amor al prójimo”.

La segunda brigada sanitaria de Hermanos yHermanas partió de Ciempozuelos el 21 de dicho mesde julio, yendo a la villa de Chinchón, donde la pobla-ción se hallaba aterrorizada ante la magnitud del con-tagio.

Casi al mismo tiempo que a Chinchón, se organi-zaban nuevas expediciones para distintos puntos delas provincias de Madrid, Guadalajara, Teruel, Granaday Málaga. Estuvieron entre otros en los pueblos deColmenar de Oreja, Villarejo de Salvanés y Caraban-chel Bajo, en Teruel, Calandas, Foz-Calanda, Canta-vieja, Cordoñera, Mas de las Matas, Rubielos de Mora,Visiedo, Sarrión, Gea de Albarracín, Santa Eulalia,Pobo de Guadalajara, Granada, en el Hospital de colé-ricos en la casa de los Pisas y en la Zubia, en Málagay en la villa de Junquera.

Cómo cumplieron los Hermanos y Hermanas susbenéficos deberes nos lo va a decir la prensa públicade aquellos aciagos días.

“En estos calamitosos tiempos en que la naciónespañola se encuentra afligida por la desolación yespanto que el cólera morbo asiático causa en lasfamilias, arrebatando la vida de tantos seres queridos,un italiano ilustre, el P. Benito Menni, Superior de losHermanos Hospitalarios de San Juan de Dios enEspaña establecidos en el vecino pueblo de Ciempo-

PRIMERA PARTE – CAP. XIII 167

estaban adoptadas todas las medidas y precaucionesposibles para combatir la epidemia, en el aseo de losmanicomios, en el aislamiento de los atacados, calidadde los desinfectantes en uso y sobre todo por el celo ycaridad con que eran asistidos los pobres enfermos;así lo manifestó en sesión celebrada en el Ayunta-miento aquel mismo día, según hizo público E lImparcial y otros periódicos.

Dominado el mal en Ciempozuelos, gracias a lasinyecciones inventadas por el Dr. Rodrigo, sabio direc-tor de los Manicomios, salieron los Hermanos a prestarasistencia en los puntos más castigados, “empren-diendo, en expresión del Reverendísimo P. Menni, unaverdadera lucha a brazo partido con el terrible huéspedde Gange”. El 6 de julio sentaron sus reales en Aran-juez, de donde no volvieron a Ciempozuelos hasta laconclusión del cólera.

En la carta núm. 616, dirigida a D. Francisco Muns,de Barcelona, dice nuestro Padre: “Cuando reuní a laComunidad y les dije era preciso saliésemos a diferen-tes puntos para asistir a los coléricos, todos se meofrecieron con el mayor entusiasmo, hasta con ansiasde dar la vida para la salvación del prójimo, y al des-pedir a los que se consideraban privilegiados porhaberles tocado tal suerte, yo me sentía muy impresio-nado, pues los enviaba a un tan evidente peligro demuerte y queriendo como probarles otra vez con la pie-dra de toque, les dije: –Hijos míos, bien sabéis a qué osmando, a morir. ¿Os sentís con ánimo? ¿Estáis dis-puestos a dar la vida por salvar a los apestados? A loque todos me contestaron con ánimo resuelto que sí,con la gracia de Dios; pero entre ellos el Hermano

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ejemplo que nos dan estos ángeles de la caridad, sinretribución alguna y sin más recompensa que la satis-facción que produce el servir a Dios y a su prójimo,hacen fuerza de flaqueza y no abandonan a sus deu-dos, como sucedía en un principio; así es que estevecindario no sabe cómo hacer público el testimoniode su admiración y de su eterno agradecimiento adichos Hermanos y Hermanas”. (De La Correspon -dencia de España, 28 de julio de 1885).

“Por si algún otro auxilio hubiéramos podido nece-sitar, aún hubimos de recibir un no menos inesperadoy valioso presente. Seres de esos que renuncian tem-pranamente la vida, en los que no existen otros gocesy placeres que la práctica del bien ajeno, y cuyas almasse nos aparecen tanto más grandes y hermosas cuan-to mayor es el peligro o más universal y horrible la des-gracia; seres, en fin, para quienes el banquete de lavida no tiene sino sinsabores y quebrantos infinitos,abrumadores y fatigosas vigilias, angustiosos lamen-tos, fluctuosas e innenarrables escenas…; en unapalabra, tres Hermanas y dos Hermanos Sanjuanistasde Ciempozuelos acudieron a nosotros, demandandoun puesto a la cabecera de los coléricos o encargarsede la asistencia y cuidados del Hospital.

Cómo han cumplido con su misión, que contestenlos favorecidos por sus atenciones y desvelos comopudiera hacerlo un ángel enviado por Dios…” –Carabanchel Bajo, 24 de septiembre de 1885 –Victoriano Garrido. (De El Imparcial, 4 de octubre).

“Enterados los Hermanos de San Juan de Dios, porvirtud de noticia publicada en los periódicos de

PRIMERA PARTE – CAP. XIII 169

zuelos, con una abnegación superior a todo encomio,dispuso tan luego como la epidemia hizo presa enAranjuez, que varios Hermanos se trasladasen a dichapoblación y prestasen todo género de auxilios a loscoléricos... estos ángeles de caridad dando friccionesa los enfermos, limpiando sus deyecciones, cuidandode administrarles los medicamentos en la forma pres-crita, operando muchas veces como expertos practi-cantes, haciendo las inyecciones hipodérmicas que losmédicos disponen y amortajando por último a losmuertos…” (De La Patria, 3 de septiembre de 1885).

“Al tener noticia el Sr. Superior de los HermanosHospitalarios de San Juan de Dios y las Hermanas delSagrado Corazón establecidos en Ciempozuelos, queesta población (Chinchón) había sido invadida por laepidemia colérica, se dirigió al Sr. Alcalde, ofreciendovendrían los Hermanos y Hermanas que fueran nece-sarios para asistir a los enfermos coléricos; y habiendoaceptado con gratitud tal ofrecimiento, el día 21 se pre-sentaron en esta población tres Hermanos y cuatroHermanas, los que, con una abnegación sin límites yuna caridad verdaderamente cristiana, acuden a lacabecera de los enfermos que los reclaman, prestán-doles con espontaneidad, cariño y diligencia los cuida-dos que necesitan, ya dándoles fricciones, limpiándo-les y cuidando de administrarles las medicinas en laforma prescrita, ya operando como hábiles practican-tes, haciendo las inyecciones hipodérmicas que losSres, Médicos prescriben y, por último, amortajando alos muertos, donde no hay quien se preste a hacerlo,conducta que ha provocado una reacción completa enlos ánimos abatidos de estos vecinos, los que al ver el

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a muchos infelices con los medios que sus conoci-mientos en la muy grave enfermedad del cólera lesproporciona. Han asistido a los enfermos con una cari-dad heroica, infundiendo valor a los pusilánimes, alen-tando a los débiles, excitando al dolor de sus culpas alos moribundos, y haciendo conocer a todos lo quevalen los religiosos en las grandes angustias y pruebaspor las que atraviesan las sociedades. – Dios nuestroSeñor, rico en misericordias, premie tanto celo, abne-gación tanta y caridad tan ardiente. Nos, con nuestrosdiocesanos, agradecemos al Todopoderoso tan grandemisericordia como ha tenido con nosotros, dándonosen dichos Hermanos consuelo en nuestra aflicción,aumento de gracias con sus oraciones, y el haber edi-ficado a los fieles con su conducta ejemplarísima yrelevantes virtudes. – Consignamos, finalmente, que lagrata memoria que dejan en esta tierra aragonesa seráperdurable. – Nos, al despedirnos con lágrimas en losojos, pedimos a Dios de lo íntimo de nuestro corazónlos bendiga, haga prosperar en España tan caritativoInstituto y si es posible lo veamos en nuestra diócesisy con grande agradecimiento les damos la bendiciónmás entusiasta y amorosa, en el Nombre, etc. – Teruel,9 de septiembre de 1885. – Antonio, Obispo de Teruely Administrador Apostólico de Albarracín”.

Usaban los Hermanos un poderoso específico, quellevaban los más y obraron prodigios, de tal suerte queen muchas certificaciones, como la del Sr. Alcalde deCantavieja, se dice: “Habiendo contribuido notable-mente su presencia y auxilios a la disminución y si sequiere paralización de la invasión en las víctimas”.

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Málaga, de que se necesitaban a consecuencia de laepidemia dos individuos que quisieran ir con la remu-neración de 20 reales diarios a Torrox (Málaga) en con-cepto de sepultureros, pasaron a ver al Gobernador dela provincia, ofreciéndose a prestar gratuitamenteaquella obra de misericordia. La autoridad no pudo uti-lizar tan humanitarios servicios, pues ya había enviadoel personal reclamado, pero hizo justicia a los noblessentimientos de los Hermanos, quienes se han brinda-do, como todos sus compañeros (del Asilo de SanBartolomé) y el Padre Provincial Sr. Menni, a llevardonde sea preciso para Hospitales y en concepto depracticantes aquellos congregados que por sus cono-cimientos y prácticas en la asistencia de coléricos pue-dan cumplir mejor su encargo. No hay duda que mere-cen un sincero aplauso tales pruebas de abnegación”.– (De El Ferrocarril, 22 de agosto de 1885).

En certificaciones de los pueblos auxiliados sehace constar su doble carácter de religiosos y enfer-meros. En la suya el Sr. Gobernador de la provincia deTeruel dice: “Demostrando un gran interés por prodi-garles toda clase de cuidados y auxilios espirituales ycorporales...”.

“Consignamos en las presentes con gran gusto ycomplacencia suma que los Hermanos Hospitalariosde San Juan de Dios residentes en Ciempozuelos hancumplido como buenos hijos de tan gran Santo enestas nuestras diócesis de Teruel y Albarracín, con loque su Instituto les manda, durante la epidemia quetantas víctimas ha causado en ellas. – Han recorridomuchos pueblos y también esta capital, y han sabido,con la ayuda de Dios, librar de una muerte casi segura

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CAPÍTULO XIV

Asilos de San Juan de Dios, de Valenciay Gibraltar

El Fundador. – Tr a s l a d o s . – Instalación definiti -va. – Asilo de Gibraltar. – Causas del traslado. –Nuevo traslado a Gibraltar.

El Fundador

En fuerza de mucho instar logró el piadosísimo fun-dador del antiguo asilo de San Bartolomé de Málaga,D. Eduardo Domínguez, o el Padre Eduardo como lellamaban los Hospitalarios, ser compañero delHermano Roque Pedraza, el cual salió durante elinvierno de 1886 a pedir limosna por Valencia y su pro-vincia para continuar las obras emprendidas en elmanicomio de Ciempozuelos. El Padre Eduardo dabamisiones al tiempo que hacía que conociesen el SantoInstituto Hospitalario y postulaba con su compañeropara el indicado fin.

PRIMERA PARTE – CAP. I 173

El P. Menni durante la campaña colérica acostum-braba visitar ya a unos ya a otros de los Hermanos, losanimaba con su presencia, proveíalos de lo que nece-sitaban y relevaba con otros de refresco los rendidospor las fatigas. En uno de estos viajes llegó a la villa dePobo (Guadalajara), cuando estaba en su mayor creci-miento la invasión; y el único médico, atacado de lacruel enfermedad, había abandonado el campo de susdeberes y todos los habitantes se hallaban consterna-dos. El P. Menni pasa a la villa y con la destreza y dili-gencia que le eran propias hizo hasta tres visitas a losochenta y tantos atacados, aplicó las salvadorasinyecciones y trazó el plan que debían seguir. Pasadas18 horas entre ellos, siguió su camino adelante, tenien-do la religiosa satisfacción de recibir a los pocos díascarta del Párroco de Pobo, participándole cómo des-pués de su visita, verdaderamente providencial, habíacesado la enfermedad.

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callizo de Santa Mónica, al lado del lugar que ocupahoy la Estación Central Valenciana de FerrocarrilesEconómicos. El modesto oratorio público fue bendeci-do por el muy Ilustre Señor Don Luis Badal, canónigode la Metropolitana valentina.

Instalación definitiva

Valencia miró compasiva el Asilo de San Juan deDios para niños escrufulosos, raquíticos, tiñosos,estropeados y huérfanos pobres, le favoreció constan-te y le sostuvo con holgura. Pronto la casa fue estrechay sin capacidad posible que respondiese a las muchasinstancias de ingreso.

Los más de los enfermitos eran escrofulosos y losmédicos indicaban la conveniencia de trasladar el Asiloa las orillas del mar. Allí aspirando las brisas marinas,bañándose a diario y alimentados con pan amasadocon aquellas aguas saladas, se harían prodigios decuración.

Deseando compaginar el estar cerca de Valencia yno lejos de la playa, se visitaron algunas fincas en elcamino de Grao; mas hubo de desistirse en vista de locaras que resultaban y las medianas condiciones quetodas ellas reunían. Últimamente, Don Germán Úbedaofreció a los Hermanos su quinta, magnífico naranjalcon abundancia de agua, en la misma orilla del mar,aunque a una distancia disparatada y pésimos cami-nos de comunicación con el Grao. Cerróse al fin eltrato, se hicieron algunas obras provisionales y al fina-lizar el año de 1892 quedó instalado el Asilo definitiva-

PRIMERA PARTE – CAP. XIV 175

Como dos meses haría de su partida deCiempozuelos cuando recibió el Padre Menni una cartaportadora de estas nuevas:

“Mi amado Padre en el Señor: Aquí me hallo enValencia prisionero por Cristo, lleno de deudas y rode-ado de pobres niños huérfanos, achacosos y llagados,que a mí suspiran por el pan de cada día como únicoamparo que les resta después de Dios en este valle delágrimas.

Confieso mi pecado: yo vine a postular recursos yme he llenado de deudas; yo vine a implorar la caridadde los fieles para ese manicomio y los pobres me hanpedido a mí por amor de Aquél por quién yo pedía. Alllegar a las riberas del Turia, a la par que limosnasencontré muchos pobres necesitados; mucho he reci-bido, pero todo lo he dado.

Mándeme Vuestra Reverencia la penitencia quetenga por justa y conveniente; pero por amor de Diosenvíe algunos Hermanos a formalizar esta fundación”.

Traslados

El Definitorio Provincial accedió a los deseos del P.D. Eduardo y el Asilo, después de peregrinar por lacalle de la Unión, número 9, y por la de Cisneros,número 1, en 1º. de marzo de 1887, con la bendición ylicencia del Emmo. Sr. D. Antolín, Cardenal Monescilloy Viso, Arzobispo de Valencia, y la venia delGobernador civil D. Eduardo de Hinojosa y Naveros,quedó establecido en la calle de la Trinidad, número 2,

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huérfanos pobres, naturales u oriundos de Gibraltar,pero súbditos de Inglaterra y confiarlo a los HermanosHospitalarios de la Orden de San Juan de Dios.

El Ilmo. Sr. D. Gonzalo Canilla y Moreno, Obispo deLystra y Vicario Apostólico de Gibraltar, en 9 de abril de1890 decía por carta al Rvmo. P. Restaurador: “hoyescribo a V. estos dos renglones suplicándole envíecuanto antes a los Hermanos para encargarse delnuevo Asilo. Ya se han hecho en la casa las modifica-ciones necesarias, y se precisa vengan a fin de termi-nar lo que falta y como ellos lo estimen conveniente...Envío a usted el contrato para que lo firme...”.

Dice el contrato al que Su Ilustrísima se refiere, quela Orden se compromete a tener siempre en el Asilo deniños de Gibraltar cuatro Hermanos que se encargaránde dicho Asilo, cuidando de los niños y de su educa-ción, conduciéndolos a la iglesia de San José y a laescuela del mismo nombre, y talleres donde estánaprendiendo oficio. Dichos Hermanos se harán igual-mente cargo de la compra, cocina y limpieza y llevaráncuenta de todos los gastos del establecimiento.

En cumplimiento de estas cláusulas llegaron aGibraltar el Rvdo. P. Ignacio Ayesterán, Superior, FrayAntonio Almazán y otros dos, inaugurándose el Asilo eldía 7 de junio de 1890 con doce niños y gran júbilo detodos, especialmente de Dª Mariquita, en la casa situa-da en South Barrack Road, D. 3, G. 4. Los niñosaumentaron en breve hasta el número de veinticinco.

La licencia por escrito para la instalación canónicade a Comunidad lleva la fecha 11 de febrero de 1892,y está expedida por el mismo Ilmo. Sr. Canilla.

PRIMERA PARTE – CAP. XIV 177

mente. Adosados a la casa-torre de la finca fuéronsesucesivamente levantando pabellones y haciendoreformas hasta que en 12 de abril de 1913 con la ben-dición de la hermosa iglesia quedó terminado el Asilo;tres grandes pabellones lo forman, en los que nada seecha de menos: espaciosos dormitorios, ventiladasescuelas y enfermerías, grandes salas de cirugía ybaños, ropería y despensa; todo ha sido previsto enmagníficas proporciones.

Asilo en Gibraltar

La Orden Hospitalaria tenía una Comunidad en elPeñón desde el año 1591. Juan Mateo, hombre muycristiano y de holgada posición, llamó a los Hermanosa la célebre Calpe, entrególes su casa, convertida porél en hospital, acabando por tomar el hábito hospitala-rio, con el que vivió y murió, dejando entre sus con-temporáneos gratos y santos recuerdos.

En 1704, aprovechando la honrosa capitulación,abandonaron los Hermanos la plaza.

En nuestro tiempo la causa de la instauración en elformidable nido de los ingleses fue ésta: Dos vecinosde Gibraltar, D. José Benso y su cuñada Dª MariquitaShakery, no teniendo herederos forzosos, resolvierondejar sus bienes para la obra benéfica que sus alba-ceas testamentarios creyeran más necesaria o conve-niente en dicha ciudad.

Muerto D. José, sus albaceas, de acuerdo con DªMariquita, determinaron fundar un asilo para niños

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forma un mismo cuerpo de edificio, un salón con trein-ta y ocho metros y cincuenta y siete centímetros delargo por cuatro y setenta y cuatro de ancho, y sobredicho salón una azotea de las mismas dimensiones.

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Causas del traslado

A los pocos años de estar constituido el benéficoestablecimiento, ocurrió la sensible desgracia de falle-cer Dª Mariquita Shakery, sin testar, y sus bienes,mucho más cuantiosos que los de su cuñado D. JoséBenso, pasaron a poder de unos lejanos parientes,herederos ab intestato, quedando por esta razón sola-mente los bienes que constituyen el llamado Estado deBenso, cuya renta apenas es suficiente para el sosteni -miento de quince niños.

Esta es la causa de no tener casa propia tan sim-pática Institución y de haberse visto en peligro de de-saparecer, y por último, de haber emigrado a España aLa Línea de la Concepción, “Casa Saccone”, dondeestuvo catorce años, o sea desde junio de 1896 hastael 29 de enero de 1910.

Nuevo traslado a Gibraltar

La fuerte acometida de una horrible galerna fuecausa de la traslación a donde actualmente se encuen-tra. Hállase instalado en la antigua morada del Daninoque se yergue airosa en la parte alta de la ciudad y estáinmediata al llamado Palacio de Arengo, del que leseparan un estrecho callejón alineando con la Iglesiadel Sagrado Corazón de Jesús y de la casa de losHermanos Irlandeses de las Escuelas Cristianas.

Consta de dos pisos con amplias galerías y habita-ciones espaciosas y bien ventiladas, con vistas pano-rámicas a la ciudad, al puerto e inmensa bahía y tieneadosado al lado derecho del primer piso, con el que

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los escrofulosos y tomaron a su cuenta la provisión deropa, artículos de consumo y sostenimiento perpetuode una o varias camas.

Consulta gratuita

En 1907 se abrió consulta pública gratuita, cuyoresultado anual publicó el Archivo Religioso Hospi-talario, especie de efemérides oficial del Instituto fuesorprendente. En enero de 1908 Fray Epifanio Crespo,practicante encargado del Dispensario decía: “En ciru-gía los enfermos de afecciones más o menos gravesasistidos en el pasado año, sin contar los casos demedicina, han sido 1.570, todos los cuales fueronreconocidos por el médico del establecimiento, Dr. D.Eliseo García”.

Por el número de asistidos se deduce que aún noera muy conocido el Dispensario, pues en noviembredel propio año decía el mismo Hermano: “durante elmes que acaba de transcurrir se han asistido en elDispensario público de esta casa 2.954 casos decirugía”.

Nuevo edificio

Con la anterior noticia comunicaba la siguiente: “elllamamiento hecho a la Prensa católica va dando elresultado apetecido; pronto será un hecho el comien-zo de los trabajos para la construcción de un asilodonde puedan albergarse 500 niños, con la comodidade higiene exigidas por los principios científicos denuestro siglo y la importancia de esta coronada villa”.

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CAPÍTULO XV

Asilo de San Rafael en Madrid

Sus principios. – Consulta gratuita. – Nuevo edi -f i c i o . – D o n a t i v o s . – Visitas re g i a s . – C e r t i -ficación de visita oficial.

Sus principios

Estuvo primero en la Villa de Pinto por el año 1892y siguientes, instalado en una amplia finca compuestade huerta y casa del hortelano; y más adelante el P.Menni compró un extenso pabellón inmediato a lahuerta a la parte Oeste con vistas por su fachada prin-cipal a la línea férrea y muy cerca de la estación. En1900 se trasladaron los asilados a la corte, al Paseo deLas Acacias, nº 6 y de esta segunda época data el pro-digioso crecimiento del Asilo.

Desde el establecimiento en la Corte, la Prensa seocupó a menudo del Asilo, siempre en estilo cariñosoe insinuante; fueron frecuentes las visitas de opulentasfamilias; algunas damas se interesaron por la suerte de

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sos; y así Don Ignacio de Aldama hizo los planos, asu-mió la dirección de las obras y se convirtió en bene-mérito colaborador de la generosa idea.

En los momentos difíciles, cuando apremiaba elcumplimiento de los compromisos adquiridos, cuandollegó el día en que iban a paralizarse los trabajos porfalta absoluta de recursos, un caballero (que tambiénha tenido la nobleza de guardar el incógnito) entregóun socorro de 50.000 pesetas. – Y la construcciónavanzó paso a paso, y el edificio fue saliendo de loscimientos y las monedas de la suscripción con que losniños de las familias acomodadas venían contribuyen-do al sostenimiento de sus infelices hermanitos, semultiplicaron merced a una administración ejemplar, seemplearon dignamente, y el Asilo nació como árbolsembrado y regado por la mano de la caridad. – A600.000 pesetas asciende el presupuesto total de gas-tos; una mitad de esa suma se ha recaudado y estáinvertida con creces; la iglesia, los edificios que formanla fachada principal y los pabellones que sirven dearranque a las naves laterales quedaron terminados;aún resta mucho por hacer, aún hay que andar uncamino largo y penoso, aún hay que acudir a la muni-ficencia y a la compasión de España para que la laborse complete y pueda dar el fruto apetecido. Peroincompleto como está, el Asilo de San Rafael es yaalgo interesantísimo, algo muy bello, muy patriótico,algo humanamente divino o divinamente humano, queno es posible admirar sin que la emoción apresure loslatidos del pecho y ponga humedad de lágrimas en laspupilas. – La casa de Dios y el principio de la casa delos niños, el hogar de la conciencia y el hogar de los

PRIMERA PARTE – CAP. XV 183

De cómo se levantó el nuevo Asilo nos da cuenta laIlustración Española y Americana en su número corres-pondiente al 8 de marzo de 1912: “La caridad madrile-ña sabía que en el Paseo de las Acacias existía unmodesto refugio, en el cual la infancia más desdicha-da, la que lleva en el cuerpecito el sello de heredadasmiserias fisiológicas, encontraba asistencia médica,pan y leche, educación religiosa e instrucción apropia-da a su desarrollo intelectual.

Y la caridad madrileña supo que aquel refugio erainsuficiente e inadecuado para el cumplimiento de susfines, y que se imponía con caracteres urgentes el tras-lado de los pequeñuelos a un establecimiento amplio ydebidamente acondicionado.

La paciencia, la perseverancia, la abnegación delos Hermanos de San Juan de Dios hicieron un llama-miento a los corazones, y ese llamamiento encontróeco simpático, dando por resultado la realización de unverdadero milagro.

Una señora, que ha querido avalorar su larguezacon la humildad de recatar su nombre adquirió y donólos terrenos para el asilo: 400.000 pies cuadrados. Dela importancia de la donación puede juzgarse con sólodecir que en las fincas colindantes se están vendiendoparcelas a cuarenta céntimos el pie. – Con el primerpuñadito de dinero recogido de limosna, con el primercrédito abierto por los almacenes de materiales paraconstrucción, dióse comienzo a los trabajos. UnArquitecto joven, de entendimiento luminoso y decorazón abierto a la bondad y al entusiasmo, encargó-se de llevar a la práctica el pensamiento de los religio-

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el panegírico del Santo a cargo del doctor don ManuelMartín, Capellán del Manicomio de mujeres deCiempozuelos. Al final de la misa el prelado dio al pue-blo la Bendición Papal. – Terminado el acto, losHermanos obsequiaron amablemente a sus invitadoscon una espléndida comida de vigilia, por razón deldía, en el refectorio de la Comunidad. Presidió el ilus-trísimo señor Obispo de Astorga, que sentó a su dere-cha al Padre Provincial de los Hospitalarios y a suizquierda al arquitecto don Ignacio Aldama. – A lascuatro de la tarde, en la novena, predicó acerca de ‘lacaridad como lazo de unión entre pobres y ricos’, elIlmo. Sr. D. Luis Calpena, Auditor del Tribunal de laRota. En la reserva ofició de Pontifical Monseñor Vico,Cardenal Pronuncio de Su Santidad, quien, después,dio a adorar la reliquia del Santo.

A todos estos actos asistió un enorme gentío queha visitado minuciosamente todas las dependenciasdel Asilo, elogiando merecidamente el orden que seobserva en todos los detalles…”.

Donativos

Cuantiosas limosnas continuaron recibiéndose endiversas formas y por medios bien inesperados comoésta que publica un periódico de la Corte: “Excelen-tísimo Sr. D. Torcuato Luca de Tena, Director de ABC.Muy Sr. mío y distinguido amigo: Con especial satis-facción leo el artículo sobre los Hermanos de San Juande Dios que ha publicado usted en un número llegadoayer aquí y que, como todos los que indican una acer-tada lucha por lo definitivo, una eficaz ayuda para el

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enfermitos se han abierto a los visitantes. – Los que allado de la amargura sepan hallar la tonicidad del con-suelo, los que quieran admirar grandes ejemplos devirtud silenciosa, acudan al Asilo, que, al amparo delnombre del Arcángel Custodio de Córdoba, acaban deinaugurar los Hermanos Hospitalarios de San Juan deDios...”.

El diario madrileño El Debate publicó en su núme-ro del 9 de marzo de 1912 sucinta reseña de las fiestashabidas con motivo de la inauguración en esta forma:“Días solemnes en el Asilo de San Rafael”. – El pueblomadrileño ha acudido a admirar la portentosa obra delos Hermanos de San Juan de Dios. Con la mayor bri-llantez han celebrado los Hermanos de San Juan deDios la inauguración del Asilo de San Rafael, sito en elcamino de Chamartín...

El día 6, primero de las fiestas, verificóse la bendi-ción de la capilla del Asilo por el muy Rvdo. P. Fr.Federico Rubio, Provincial de la Orden, después de locual se procedió al traslado de Su Divina Majestad enprocesión desde la capilla provisional a la nueva. – Enla mañana del 7 se dijo una misa solemne, actuando depredicador el Rvdo. P. Fuertes, C.M.F. Por la tarde diocomienzo la novena al ínclito fundador de la Orden deSan Juan de Dios predicando el Rvdo. P. Ramonet,C.M.F. – Ayer 8, fiesta del Santo, a las siete de la maña-na celebróse misa de Comunión general, de la que porprimera vez participaron 12 asilados. Estos, vestidoscon trajes de americana de color oscuro, ostentabanen sus brazos lazos de raso blanco con cifra y flecosde oro. – Díjose, a las diez, misa de pontifical, en la queofició el ilustrísimo señor Obispo de Astorga, estando

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Su Alteza Real la Serenísima Infanta Dª María IsabelFrancisca de Borbón.

Certificación de visita oficial

En el Archivo del Asilo guárdase este documento:Hay un sello del Gobierno civil de Madrid. “InspecciónProvincial de Sanidad.

Respondiendo a la atenta invitación que por con-ducto del médico director de ese establecimiento meha hecho usted en su nombre y en el de la Comunidadpara que le visite y dé mi opinión acerca de sus condi-ciones y funcionamiento, debo manifestar: que sólo alcontemplar su emplazamiento desde la carretera deChamartín delante de la entrada de su espacioso par-que, se comprende que dentro de aquel ambienteatmosférico y en aquella situación sólo puede haberseemplazado, como así ha ocurrido, un establecimientomodelo en su clase.

Desde luego al penetrar en él se forma uno idea dela exquisita limpieza y esmerado cuidado que encierraen el conjunto y en los detalles del establecimiento.

Los suelos pavimentados de cemento impermea-ble y de artísticos dibujos, las paredes lisas y blan-queadas y los zócalos cubiertos hasta una determina-da altura de azulejos perfectamente acoplados y sim-pático colorido, la disposición de las puertas, la situa-ción de las ventanas contrapuestas en casi todas lashabitaciones, buscando una ventilación natural y per-fecta y otros muchos detalles del edificio consideradoen su conjunto, dan una idea exacta del criterio inteli-

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orden social, un horizonte en que la tierra parece fron-teriza con el cielo, demuestra que en España no siem-pre se anda al paso del desafinado Himno de Riego,sino que instituciones ejemplares, totalmente castizasy de una trascendencia incalculable, puede que noseuropeicen; pero dichosamente, españolizan nuestropaís.

La física asegura que el sonido pierde en intensi-dad al alejarse; pero yo no lo creo; lo que me cuentande España, cuanto más lejos me hallo, llega con másrelieve que cuando lo oigo allí; excuso a usted decirlecómo habré recibido el artículo aquel.

Me permito rogarle haga llegar a los citadosHermanos para aliviar a sus enfermitos, el modestoimporte de 200 pesetas del adjunto cheque, que porningún concepto deben agradecer. Cuando sabemosdilatar nuestra alma y ésta llega al que sufre, no hace-mos mérito ninguno con calmar su dolor; tratamos sóloy egoístamente de evitar el nuestro. La caridad, porconsiguiente, no sólo es virtud, es también egoísmo.Queda siempre suyo agradecido amigo, que le estre-cha la mano, Luis Rubio Amoedo. (Cónsul de Españaen Cape Town.)”.

Visitas regias

Su Majestad la Reina Dª María Victoria visitó elAsilo el 14 de marzo de 1912, seis días después de lainauguración; el 24 de marzo de 1916 y el 28 de juniode 1917, dejando en cada una gratos y benéficosrecuerdos de su paso. El 1º de mayo de 1916 le visitó

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esta compensación que el sol les ofrece para activar suvida cutánea y establecer a cambio de la pulmonar unabase poderosa y terapéutica de grandísimo poder paratonificarles!

Lo mismo el comedor que las salas destinadas adormitorios, en la que se ha utilizado para escuela y enuna palabra, que todas las dependencias del estable-cimiento tienen amplias ventanas contrapuestas, esta-bleciendo, como he dicho antes, como base del siste-ma de ventilación natural la más perfecta que se cono-ce. – Las mesitas de los comedores son de hierro ymármol y están limpísimas. Asimismo reúne excelentescondiciones la cocina, de sistema moderno y de hogarcentral. – Las camas son sencillas, fuertes y con unmenaje perfectamente acondicionado a las condicio-nes y necesidades de los asilados, habiendo tenido lamaternal previsión de instalar uno de los dormitorios enla planta baja para que en él puedan acomodarseaquellos enfermitos lisiados que con dificultad puedensubir escaleras y para los que, por lo tanto, constituiríauna molestia la necesidad de hacerlo. – Los retretesinodoros, todos de sifón hidráulico con pavimentaciónimpermeable, agua abundante y descargues automáti-cos, cerrados en condiciones de que pueda vigilarse alniño que está dentro, y en una palabra, instalados conperfecto conocimiento del uso y abuso que de ellospuede hacerse, son un modelo de sencillez y limpie-za. – Los lavabos de porcelana todos con pies de hie-rro y doble sifón hidráulico están situados al ladomismo de cada uno de los departamentos destinadosa dormitorios; siendo digna de mención especial la ins-talación hecha en la planta principal del edificio conti-

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gente y técnico que ha presidido a su construcción ydemuestra, de qué manera puede hermanarse la sen-cillez y la elegancia.

Benditos sean los bienhechores de la humanidadque al fundar establecimientos de esta índole, endonde han de albergarse las miserias que sembró laincuria y el vicio social, se acuerdan de construir algomás que un Asilo en donde sólo se proteja al enfermoy menesteroso de las inclemencias del tiempo, bus-cando solamente el alivio de estos males materiales; sique además, al rodearle de una atmósfera moral desosiego y artístico encanto que alegre el espíritu de losque fueron engendrados tal vez para sufrir toda suvida, y lo que es más lamentable, puede que pagandoculpas ajenas.

Esta impresión sintética de conjunto se ha idoacentuando a medida que recorriendo los distintosdepartamentos del establecimiento he podido obser-var que no se ha omitido un solo detalle que puedacontribuir al éxito del benéfico propósito que se tratade realizar.

Los patios donde pasan los días los niños, orienta-dos al Mediodía, son perpetuas estufas de sol, baña-dos por una atmósfera perfectamente oxigenada y enlos que puede decirse que se hallan los enfermitosexpuestos a un verdadero tratamiento helioterápico.¡Bien necesitan los pulmones de estos pobrecitos, enlos que se efectúa una hematosis incompleta, en lamayoría de los casos por deficiencia orgánica de lamisma víscera, o funcionalismo incorrecto del corazónacostumbrado a latir perpetuamente entre pesares,

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que se hallan instalados los enfermitos que a conse-cuencia de haberles aplicado vendajes enyesados, deestar sujetos a otras intervenciones quirúrgicas o depadecer procesos que les imposibilitan para moverse,se hallan acondicionados en coches que puedensacarse a una inmensa terraza orientada al Mediodíaen la que sufren la influencia bienhechora del aire puroy los rayos solares. – También existen en la planta bajaun salón con un magnífico órgano eléctrico, piano,armonium, violines, y otros instrumentos destinados ala enseñanza de la música, nota simpática del arte quetal vez contribuya al alivio de estos desgraciados. – Enuna habitación contigua a uno de los dormitorios de laplanta principal vimos en el suelo multitud de juguetes,tal vez regalados por donantes caritativos, juguetesque fueron un día la alegría de los niños ricos y que sonhoy el consuelo de los pobres. – Como Inspector deSanidad me felicito de serlo de una provincia en la queradican establecimientos de la importancia del que noacierto a describir por temor de salir del terreno técni-co. Como particular y padre de familia, bendigo lamano bienhechora y el corazón altruista de los que sededican a sembrar el bien y los consuelos entre losseres más simpáticos de la humanidad, los niños, yentre los más simpáticos de los niños, los enfermos, yentre los más simpáticos de los enfermos, los pobres.– Es cuanto tengo el honor de manifestar a V. suplicán-dole transmita mi manifestación y felicitación no sólo aesa Comunidad, sino a la Congregación entera de losReligiosos de San Juan de Dios para que sepan quelas autoridades sanitarias, modestamente por mírepresentadas en esta provincia, se enorgullecen de

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guo a los dormitorios generales, en una gran sala encuya parte central se hallan colocadas todas las pilasde porcelana, con la acometida común por medio deun sifón para cada lavabo a un tubo de desagüe natu-ral de calibre suficiente para impedir cualquier atrancoy en condiciones de que pueda ejercerse en estoscasos una intervención rápida y segura sin que tengaque interrumpirse el servicio. – La sala de operacioneses un departamento cuadrilongo, sencillo, con doblesventanales, espléndida luz y pavimento impermeable;dotada de un buena mesa de operaciones de cristal yhierro con sus desagües y de los elementos indispen-sables para las intervenciones quirúrgicas que de ordi-nario se practican en la casa. – En la antesalita quecomunica con esta sala existe todo el material de vitri-nas, aguas, lavabos y demás útiles necesarios y lujo-sos para la práctica indispensable de antisepsia yasepsia precursoras de toda intervención quirúrgicaefectuada en debidas condiciones. – Y como quieraque la mayoría de las intervenciones que se efectúanen los enfermos del Asilo son procesos que puedendar lugar a fáciles infecciones, inmediata a esta salita,que llamaremos de asepsia, existe otra salita destina-da al mismo objeto y que comunica por el extremoopuesto con otra sala de operaciones, que se destina-rá exclusivamente a intervenciones que no sean deprocesos supurados.

Excuso decir que existen autoclaves de sistemamodernísimo para la esterilización de los materiales decura y no se ha omitido, ni un solo detalle de los quepreconiza como indispensables la cirugía moderna. –Existe en la casa una salita orientada al Mediodía, en la

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CAPÍTULO XVI

Instituto-Asilo de San José para epilépticosen Carabanchel Alto. Madrid

Motivos de la fundación. – Algunas disposicio -n e s . – A d m i n i s t r a c i ó n . – C o n s t r u c c i ó n . – A d m i -sión de Asilados. – Licencias. – Inauguración.

Motivos de la fundación

D. Diego Fernández Vallejo, Marqués de Vallejo, fuevisitado por una de esas pruebas aflictivas que nodejan esperanza. Padre amantísimo vio con vivo dolordesaparecer con la muerte de su hijo la honesta ilusiónde legar a su legítima descendencia sus títulos y cuan-tiosa fortuna.

El joven D. José acababa de terminar con brillantezcarrera de Leyes, cuando fue acometido de esa dolen-cia cruel e irremediable llamada epilepsia. Inútil es refe-rir los esfuerzos que aquel padre afligido desplegó porencontrar el ansiado remedio. En varios años recorriógran parte de Europa, no quedó establecimiento por

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ver secundados sus propósitos por Religiosos de lavalía de Vds. – Dios guarde a V. muchos años. – Madrid22 de octubre de 1914. José Call. – Hay un sello entinta morada que pone: Inspección Provincial deSanidad del Gobierno civil. – Madrid, Rvdo. P. Superiordel Asilo para niños escrofulosos de San Juan de Dios.Hay un sello en seco que pone: Gobierno de laProvincia de Madrid. – Tengo el gusto de remitir hoy aV.S. el adjunto informe del Inspector Provincial deSanidad, complaciéndome en manifestarle que me feli-cito de que dispongamos en Madrid de un estableci-miento de las excepcionales condiciones del que V.regenta. – Salida N.º 1.436. – Hay un sello en tintamorada que pone Inspección Provincial de Sanidad delGobierno civil. – Madrid. Dios guarde a V. S. muchosaños. Madrid 25 de octubre de 1914. – Eduardo SanzEscartín. – Rvdo. Padre Superior del Asilo de San Juande Dios para niños escrofulosos”.

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site, por ser ello gran obra de caridad, mayor quizáalgunas veces, que la que se ejecuta en pobres total-mente insolventes”.

En estas palabras el dolorido Fundador parecevaciar su corazón; deja entrever las amarguras y sinsa-bores con que hubo de luchar durante la enfermedadde su hijo en los países que se vio obligado a recorrer.

“No encontré, decía en cierta ocasión, un estable-cimiento como yo le deseaba para mi hijo; los ricos enciertos casos son más desgraciados que los pobres”.

Administración

Tratándose de un establecimiento de beneficencia,juzgó el Marqués lo más acertado hacer entrega de laadministración a una Congregación religiosa, fijándoseSu Excelencia en la Hospitalaria de San Juan de Dios,Orden Española dedicada por institución al servicio delos enfermos pobres, en todas las manifestaciones desus dolencias, por repulsivas y contagiosas que ellassean.

De acuerdo el Ilustre fundador con el Muy Rvdo.P a d re Provincial Fray Benito Menni y con el Excmo.Señor Julián Calleja, futuro Dire c t o r, perpetuo facultati-vo, se ultimaron los pre l i m i n a res comprándose en tér-minos de Carabanchel Alto la finca denominada “LasPiqueñas”, se apro b a ron los planos presentados por elIlmo. Sr. D. Federico Aparici y Soriano, Director de laEscuela Superior de Arquitectura y Arquitecto dire c t o rdespués de las obras del Asilo. Estas empezaron con la

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visitar ni eminencia en la especialidad a quien no con-sultara. Todo en vano: el joven sucumbió en la floraciónla vida dejando a los padres en la más amarga desola-ción. Con este motivo el afligido padre y cristianocaballero concibió la sana idea de santificar sus penasconsagrando buena parte de su fortuna a la caridad, enla fundación de un establecimiento benéfico a favor delos pobres a quienes hiriere la misma traidora enferme-dad que a su unigénito.

Algunas disposiciones

“La admisión y número de enfermos pobres se fija-rá por el Reverendísimo Sr. Obispo de la diócesis comoPatrono de la fundación, de acuerdo con el Superiordel Asilo… y en cuanto fuere posible los señores fun-dadores desean que en la admisión de enfermos setenga alguna preferencia con los naturales de las pro-vincias de Madrid y Logroño...”, patria, la primera, deljoven D. José, a cuya memoria se alza el estableci-miento; y la segunda, del señor Marqués.

“Podrá admitirse –añade el señor Marqués– elnúmero de enfermos pensionistas que permita la capa-cidad del establecimiento, sin perjuicio de los enfer-mos pobres, que es a quienes principalmente éste sededica... si las rentas u otros recursos lo permiten,pueden ser recibidos en el establecimiento los enfer-mos de aquellas familias que no pudiendo pagar lapensión prefijada por no encontrarse en desahogadaposición, puedan, sin embargo, contribuir con unapensión módica y prudencial, aunque no sea suficien-te para sufragar todos los gastos que el enfermo nece-

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ni ser demente imbécil ni idiota aunque sea conse-cuencia de la misma epilepsia. 2ª. no padecer enfer-medad contagiosa. 3ª. ser súbdito español.

Licencias

La existencia canónica de la Comunidad fue reco-nocida por el M. Ilustre Sr. Dr. D. Julián de DiegoAlcolea, Gobernador eclesiástico de Madrid-Alcalá, S.P., por su decreto de 27 de agosto de 1897.

La Sagrada Congregación de Obispos y Regularesratificó la dicha licencia del Ordinario en 16 de marzode 1898.

Para los efectos civiles el Sr. Marqués pidió y le fueconcedida la licencia de apertura, por Real Orden de21 de julio de 1899, en la que se reconoce al Asilo elcarácter de beneficencia particular, se dan gracias alfundador por el importante donativo y fin tan laudablea que lo destina y se le nombra Patrono vitalicio delmismo.

Inauguración

La inauguración tuvo lugar el 20 de junio de 1899,en la cual fecha, con motivo de nuestro desastre colo-nial, el señor Marqués ofreció y fue aceptado por elGobierno su incomparable Asilo, para albergar y cuidarpor su cuenta cien soldados de los que en estado casicadavérico volvían de Cuba. Dados de alta los solda-dos, se comenzó a recibir enfermos epilépticos.

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bendición solemne y colocación de la primera piedra enla tarde del 4 de agosto de 1895. Organizóse la pro c e-sión en el palacio o chalet de la Duquesa de Santoña,donde se alojaba la Comunidad; primero la cruz con-ventual, a la que seguían unos cuarenta invitados, ibandetrás varios Hermanos con roquete y el Rvmo. P.Menni con capa pluvial. El Dr. Calleja, en re p re s e n t a c i ó ndel Sr. Marqués ausente, sentó la piedra, depositandoen ella el acta y algunas monedas de plata: está colo-cada dentro del recinto de la iglesia actual.

Construcción

Con perfecta regularidad y notable diligencia setrabajó por espacio de cuatro años, apareciendo comopor arte de encantamiento, mejor dicho, como milagrode la divina omnipotencia, esa hermosísima villa deno-minada el Instituto-Asilo de San José para pobresenfermos epilépticos, compuesta de nueve re g i o spabellones, de construcción imponderable, con sesen-ta metros de largo por doce de ancho y la correspon-diente altura, capaz de contener cada uno de treinta yseis a cuarenta enfermos, con todas las oficinas nece-sarias, como son: clase de instrucción primaria, come-dor, dormitorio, salón de estancia, lavabos y habitacióndel Hermano vigilante; todo en un solo piso entresuelocual conviene a esta clase de enfermos.

Admisión de asilados

Las condiciones de admisión por riguroso turnoson: 1ª. padecer epilepsia sin haber llegado a la locura

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CAPÍTULO XVII

Hospital de San Martín en Guadalajara(México)

Tramitación pre v i a . – O f recimiento aceptado.– L i c e n c i a s . – E x p e d i c i ó n . – En Guadalajara. –Inauguración. – Beneficios.

Tramitación previa

Doña Clementina del Llano, viuda de D. MartínGavica, determinó constituir herederos de sus cuantio-sos bienes a los pobres enfermos, ya que el único hijoque hubo de su matrimonio con el Sr. Gavica habíafallecido en Madrid durante un viaje, fundando al efec-to un hospital que, en recuerdo de su difunto esposo,se llamaría de San Martín, con una iglesia dedicada ala Divina Providencia, bajo el patrocinio de NuestraSeñora de los Desamparados no sólo para el serviciodel Hospital, sino también para el bien espiritual de unagran parte del vecindario de Guadalajara, y una escue-la aneja para que en ella pudieran recibir gratuitamen-te instrucción cristiana los niños del barrio. Elegidos los

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Durante la estancia de los militares Su Majestad laReina Regente Doña María Cristina de Hapsburgo, sedignó visitar el establecimiento, del que salió altamen-te complacida.

Tal es el Instituto-Asilo de San José, existente aunos seis kilómetros de Madrid; único establecimientode su clase en España y el más importante de cuantosexisten en Europa y América. El árido terreno donde seemplaza ha sido transformado en un verdadero edén;camelias, rosales y jazmines pueblan sus anchos cam-pos y embalsaman con sus flores el ambiente; las olo-rosas frondas de sus extensos pinares y bosques deeucaliptus sirven de regalada guarida a infinita varie-dad de canoras avecillas y todo este conjunto sorpren-dente alegra la vida melancólica de los desgraciadosepilépticos, reunidos allí y amablemente asistidos porla caridad cristiana de un prócer desdichado.

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confiado el Hospital a la Orden Hospitalaria, necesitan-do conocer además los medios con que se sostendríael hospital, cuáles serían las garantías que por parte delas autoridades eclesiásticas y políticas tendría laComunidad que se estableciese, y que, a ser posible,se le mandara plano y vistas del hospital, con el fin deinformar a su Prior General, de quien en definitivadependía la aceptación. Mediaron algunas cartas entrelos Sres. Fernández del Valle y Martínez Aranna y tuvoéste algunas entrevistas con el P. Provincial Fray BenitoMenni, resultando de todo ello que la Orden Hospi-talaria de San Juan de Dios, por decisión de su Rvdmo.Prior General Fray Casiano María Gasser, quien sehallaba a la sazón en España con motivo de la visitacanónica (octubre de 1900), aceptaba el encargarsedel hospital de San Martín de Guadalajara, por estarconformes con los puntos que se expresaban en lascartas del representante de la Sra. Dª Clementina delLlano, viuda de Gavica; he aquí los principales:“Tendrán, además de la dirección del establecimien-to..., que sólo será para hombres y habrá un departa-mento para sacerdotes... la comida y asistencia paga-das...; con respecto a los gastos que hubiere de tenerla Comunidad le serán todos cubiertos, no tan sólo losque demande el establecimiento y los viajes, sino tam-bién los que necesiten para hacer cambio de personal,cuando lo crea conveniente el Rvmo. P. General... LosSacerdotes que haya en el hospital sean de la Orden yque éstos sean cuatro o por lo menos tres, con el fin deque el personal goce de completa independencia y nonecesiten en ningún caso de auxilios extraños... Se lesaseguraba que no había nada que temer por parte del

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t e r renos en la avenida de Porfirio Díaz (barrio deAlacrán), que acababa de ser abierta por su urbaniza-ción, y trazados los planos correspondientes, empezá-ronse las obras con gran actividad, dando remate a lasmismas en tiempo verdaderamente corto. Estando muyadelantada la edificación, visitó Doña Clementina alArzobispo Diocesano, Doctor D. Jacinto López, paradarle cuenta de la fundación que se proponía sostenercon su propio peculio y de cómo pensaba destinar unaparte del hospital para Sacerdotes enfermos pobre s ,pidiéndole se dignara bendecir su obra y darle su supe-rior permiso para establecer una Comunidad de re l i g i o-sos que deseaba traer de Europa para la dirección yasistencia del Hospital. Accedió complacido el Obispo,aconsejándola que los religiosos fueran españoles, porser el carácter de éstos el que mejor se aviene con elmejicano, por los lazos de sangre, religión e idioma queunen a ambos pueblos. La señora, que no deseaba otracosa, emprendió desde luego las oportunas diligenciaspara conseguir su objeto, haciendo intervenir en elasunto a su re p resentante D. Justo Fernández del Va l l e ,acaudalado español, residente en Guadalajara, quienpor mediación del Sr. D. Francisco Martínez Aranna,vecino de Madrid, se puso en comunicación con el P.Menni, Provincial y Comisario General de la Orden deSan Juan de Dios proponiéndole el encargo del cuida-do y dirección del hospital de San Martín.

Ofrecimiento aceptado

El Padre Provincial rogó al señor Martínez Arannaque se le formularan las condiciones en que le sería

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eligió el personal que debía formarlo y con fecha 7 ded i c i e m b re del mismo año 1900 escribió al Sr.Arzobispo de Guadalajara felicitándole en nombre de laProvincia religiosa y participándole el próximo embar-que de los religiosos, carta que no pudo recibir porqueel día 31 del mismo mes entregó su alma a Dios, des-pués de un corto pero santo pontificado.

Por fin el 30 de diciembre de 1900 embarcaron enel buque de la Compañía Transatlántica españolaCiudad de Cádiz, en la ciudad del mismo nombre losprimeros religiosos hospitalarios que iban a restaurarlas glorias de aquella pléyade de varones santos e ilus-tres que en tan elevado puesto dejaron la honra y lafama de la Orden de San Juan de Dios en América.Fueron ocho religiosos de los cuales tres eran sacer-dotes. El P. Benito les acompañó y no tornó a Españahasta dejarlos bien acomodados. Esta expediciónllegó, después de un feliz viaje, a Guadalajara a tomarposesión del hospital el día 23 de enero del mismo añoarriba apuntado.

En Guadalajara

Al siguiente día una Comisión de Hospitalarios visi-taba al Ilmo. Sr. Deán de la S. I. C., Dr. D. FranciscoArias y Cardenal, Vicario Capitular de la diócesis (S. V.),del cual recibió toda suerte de atenciones y facilidadespara el fin que se proponían con su venida, y pordecreto de 29 de enero de 1901 declaró que, habien-do visto la concesión de la Santa Sede de que sepudiera canónicamente instalar, con el consentimientodel Ordinario Diocesano, una Comunidad de religiosos

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Gobierno civil, pues ya estaba todo arreglado y se pro-cedía en esto con su aquiescencia y con la del Sr.Arzobispo de Guadalajara, y que se atendía además ala observación del Sr. Fernández del Valle en una desus cartas: a que todo redundase en mayor gloria deDios y del Instituto Hospitalario, que es desconocidoen este país en el que podía encontrar campo abiertoy muy fértil para cosechar tanta mies como se perdíapor falta de operarios que la cuidasen...”.

Licencias

Así las cosas, tan luego como llegó a Roma elRvdmo. P. General solicitó de la Santa Sede el permisopara la instalación canónica de una Comunidad de suOrden en el hospital de San Martín y que pudiera gozarde los privilegios concedidos por los Sumos Pontíficesa la Orden, dispensando, además, la Constitución quedetermina que sea uno el sacerdote de la Orden parael cargo de Capellán de sus hospitales, o a lo más dos,en los de mayor importancia, para poder tener en él deque se trata tres sacerdotes de la corporación; todo locual fue benignamente concedido por el Rescripto dela Sagrada Congregación de Obispos y Regulares,fecha 30 de noviembre de 1900, firmado por elPrefecto de la misma, Emmo. y Rvmo. Sr. Fray H. MaríaCardenal Gotti, registrado con el número 25, 906/14 r.

Expedición

Obtenidas estas licencias el P. Benito Menni dispu-so todo lo conveniente para la expedición a Méjico y

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mientos benéficos de esta índole. El día 4 de julio delmismo año se recibieron en él los primeros enfermos,y el día 16 del mismo mes se abrió la escuela bajo eltítulo de “Escuela de San Simón”, título que le dio lafundadora en memoria del nombre de su padre.

Beneficios

Los beneficios de todo género que de la fundaciónha reportado no sólo Guadalajara, sino también unagran parte de la República, y los servicios prestados enél por los religiosos de San Juan de Dios, son biennotorios; pues sobre el socorro continuo que reciben,así espiritual como corporal, los enfermos, la gran faci-lidad de los fieles para la frecuencia de los santosSacramentos y oír la divina palabra, y la cristiana ins-trucción y educación de la escuela aneja, aparte esto,todo el barrio ha sentido la influencia bienhechora delestablecimiento; pues un barrio de mala fama, comoera el del Alacrán, por los muchos robos y asesinatosque en él se cometían, hoy es un barrio pacífico y tran-quilo, tanto como pueda serlo cualquiera otro de lomás céntrico de la ciudad, poblándose todos los alre-dedores de gente buena y honrada.

Con la entrada de las tropas de Carranza en la ciu-dad de Guadalajara, el Hospital de San Martín ha sidoocupado por el Cuerpo de Sanidad, destinándolo a lacuración de militares.

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de la Orden de San Juan de Dios en el hospital de SanMartín, autorizaba al Rvdo. P. Fray Benito Menni,Comisario General de la Orden... para que erigieracanónicamente, conforme a las Reglas y Constitu-ciones de la Orden de que se trataba, el mencionadohospital de San Martín de aquella ciudad, el cual hos-pital, una vez canónicamente erigido, gozaría de todoslos privilegios y gracias espirituales de que disfrutantodas las otras Casas que están bajo el régimen ydirección de la referida Orden Hospitalaria de San Juande Dios.

Además, dicho Sr. Vicario Capitular, por su oficiode 12 de marzo del mismo año, accediendo a losdeseos de la piadosa señora fundadora DoñaClementina del Llano, expresados en la solicitud que ledirigió, sirvióse conceder permiso para la solemnebendición de la iglesia y hospital y asistir él mismocomo celebrante de tan importante ceremonia, quetuvo lugar al día siguiente.

Inauguración

El 14 de marzo, celebráronse en la iglesia públicalas primeras misas, y a las nueve una muy solemne atoda orquesta y sermón, dándose como finalizada lainauguración oficial con una función solemne que conexposición de Su Divina Majestad y sermón tuvo lugaren la tarde del mismo día.

Poco tiempo después visitó el establecimiento lajunta de salubridad, habiendo declarado que el hospi-tal reunía las condiciones que exigen los estableci-

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donde nació y vivió hasta los ocho años el santoFundador de su Orden. Conseguido su objeto, a lavuelta de pocos años, o sea el de 1625, quedó funda-do un hospital, que alcanzó a sustentar 200 camas.

A esta fundación siguió la de Lisboa, donde elmagnífico D. Antonio Mascarenhas, Deán de la SantaIglesia Catedral, Juez de Cruzada, Capellán real yPresidente de la mesa de la conciencia, había levanta-do a su costa una hermosa iglesia y enfermería, dondeeran asistidos los sacerdotes, jefes del ejército y gentenoble que lo solicitaban. En 1629 hizo entrega de laiglesia y enfermería a los Hermanos de la OrdenHospitalaria, Fray Juan de las Casas, sacerdote, FrayJuan de San Bernardo y Fray Melchor Méndez. EsteHospital hasta llegó a tener 480 camas”.

En 1803 los partidarios de Dª María de la Gloria,algo más radicales que nuestros isabelinos, envolvie-ron a los Hermanos en la ruina general, pagando con laingratitud de la exclaustración trescientos años depenosos y patrióticos servicios.

Restauración

Imposible fuera, a un religioso hospitalario de SanJuan de Dios, encargado como lo estaba nuestro P.Menni, de restablecer la Orden en España, no pensaren hacer extensivos los beneficios de la restauración ala región dichosa que tuvo por hijo al santo Fundadorde la Hospitalidad.

Ya hemos visto cómo dos seguidores del santoInstituto pasaron por propia iniciativa a Portugal a sal-

PRIMERA PARTE – CAP. XVIII 207

CAPÍTULO XVIII

Fundación en Portugal

De una crónica. – Restauración. – Nueva Funda -ción. – Otra Fundación. – Noviciado. – Régimenadministrativo. – Regia protección.

De una crónica

Portugal formaba la octava Provincia de la antiguaCongregación española desde el 1671 y en la fecha delCapítulo general de 1803, último al que concurrieronlos portugueses, contaba quince magníficos hospita-les1, con un total de 280 religiosos al servicio de 3.120enfermos.

Refiere su formación el cronista Santos en estaforma: “En 1606, Fray Juan López Piñeiro y FrayJacinto Pérez, religiosos españoles, se presentaron enMontemor-o-Novo con el designio de comprar la casa

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1 M o n t e m o r, Lisboa, Yelves, Moura, Montemor, Extre m o s ,Campo Mayor, Castillo de Vide, Lagos, Chaves, Braganza, Valencia,Almeida, Miranda y Coimbra.

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Esta casa la abandonaron los Hermanos por haberllegado a un tiempo en que el Hospicio de Santa Martase convirtió en fonda o restaurant donde pernoctabanlos clérigos transeúntes y esto no se compadecía conla misión hospitalaria.

Nueva fundación

El establecimiento de los Hermanos en un hospicioreconocido por las Leyes del reino, en la misma Cortede los Reyes Lusitanos, centro de los distintos órdenesde la vida social, fue causa de que muy en breve fue-ran conocidos, estimados y solicitados para otras fun-daciones similares.

A los dos meses de su estancia en Lisboa, elReverendo P. Restaurador hablaba la lengua lusitana yla escribía con entera corrección. Mucho halagaba anuestro Padre la buena acogida dispensada en esteprimer ensayo, pero el no contar con personal idóneoy el muy reducido número de los Hermanos portugue-ses, le obligó a no aceptar sino una fundación en lapequeña Aldeia de Ponte, diócesis de Guarda.

Los fines de este nuevo establecimiento los expre-sa el P. Restaurador en la solicitud elevada al Sr.Obispo de Guarda, pidiendo su aprobación; dice así:“Excmo. e Ilmo. Sr. Fray Benito Menni, PresbíteroProvincial de la Orden Hospitalaria de San Juan deDios en España y Comisario general de la misma enPortugal, a V. E. Ilustrísima con el más profundo, res-peto expone: Que deseando, conforme al pro p i odeber, secundar las vivas excitaciones que últimamen-

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var de inminente ruina la casa afortunada de AndrésCiudad, estableciendo en ella una sucursal del Hospitalde Granada. De igual manera el Rvmo. P. Menni, apro-vechando una invitación hecha desde Lisboa, apresu-róse a ofrecer una Comunidad de Hermanos para ejer-cer la santa Hospitalidad en el extinguido convento deSanta Marta de Lisboa, habilitado para Hospicio desacerdotes.

Entre los documentos existentes en el Archivo pro-vincial hay una acta de la sesión celebrada por laVenerable Hermandad de clérigos pobres, en 17 demayo de 1890, a presencia del M. Rvdo. P. BenitoMenni en la que se concierta la admisión de tresHermanos legos de la Orden de San Juan de Dios, loscuales se encargarán de todos los servicios en elHospicio de Santa Marta, es decir, del servicio delAsilo, Hospital, hospedería, iglesia, cobranza de cuo-tas y limosnas, limpieza, etc.

“Los Hermanos deberán ser portugueses y sólo encaso de no haberlos podrán ser extranjeros”.

El Muy Rvdo. P. Benito Menni declaró que el viajede los tres Hermanos tendría lugar en julio próximo, yse haría esta vez, por excepción, a cuenta de la Orden,pero todos los demás que hubieren de hacer losHermanos, se cargarían en cuenta a la VenerableHermandad.

Para el establecimiento canónico de la Comunidad,compuesta de cuatro Hermanos, según acta de 11 deoctubre del mismo año, el Cardenal Patriarca deLisboa se sirvió conceder licencias por decreto de 7 demarzo de 1892.

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S r. P. Francisco R. O. Brainha cedía a la Ord e nHospitalaria una hermosa finca procedente al pare c e rde alguna Comunidad exclaustrada, con el exclusivoo b j e t o de destinarla a beneficencia pública. El fundadory el P. Menni pensaron establecer una casa de saludpara dementes pobres y pensionistas, por consideraresta clase de beneficencia la menos expuesta a toparcon la contrariedad de un Estado, tan poco afecto a lasO rdenes religiosas como era el portugués, la más ap ropósito para atraerse también el apoyo de los pue-blos y poder crear un noviciado de jóvenes portugue-ses llamados al estado religioso hospitalario. Tal ideafue desechada, y en su lugar fundado un asilo paraniños raquíticos, escrofulosos y lisiados pobres, cuyosostenimiento corría a cargo de los Hermanos median-te una respetable suma ofrecida por el Dr. Grainha y lalimosna recogida por los pueblos circ u n v e c i n o s .

Para levantar un pabellón y reparar debidamente laiglesia y casas existentes, se invirtieron grandes sumasprocedentes de España y de la limosna, y aunque elAsilo resultó sumamente simpático y los católicos demedio Portugal contribuían con su óbolo, a duraspenas si podían sostenerse hasta 50 niños. Y es queen Portugal, como no puede usarse otro traje talar queel usado por el clero secular, los Hermanos eran con-fundidos con los beneméritos hijos de San Ignacio deLoyola y en todas partes se les llamaba “Jesuitas” queequivale a bebedores de sangre humana, enemigos dela libertad, descubrimientos que hizo el humanitariopatriota Marqués de Pombal...

El Doctor Grainha, aunque invitado varias veces aprestar su ofrecida ayuda pecuniaria, no le fue posible

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te hallándose en Roma se dignó hacerle el SantoP a d re, dispensándole el honor de re c o m e n d a r l emuchísimo el restablecimiento de nuestra Orden enPortugal y habiendo sido invitado por los señoresDoctores Grainha de Covihlá para encargarnos de unAsilo de beneficencia que desean establecer, bajo laespecial protección de V. E. Ilma. en Aldeia de Ponte,de esa diócesis, del dignísimo cargo de V. E. Ilma., conobjeto de recoger niños desamparados, huérfanos ylisiados pobres, cumpliendo cuanto es nuestra estrictaobligación, a Vuestra Excelencia Ilustrísima acudimosante todo humildemente, implorando su beneplácito yPaternal Bendición, rogándole, si bien lo tiene, sedigne conceder su Superior autorización in scriptis, afin de que pueda, por lo que toca a la autoridad ecle-siástica, instalarse en dicho establecimiento unaComunidad de esta Orden Hospitalaria en la formacanónica, según lo ordenado por los Sagrados cáno-nes y Constituciones apostólicas. – Gracia, etc.

Ciempozuelos, Madrid 27 de enero de 1892”.

El Ilmo. Sr. Obispo contestó: “Que atendiendo a lascircunstancias de los tiempos actuales, no daba suautorización por escrito; mas lo concedía con muchogusto de viva voz; que daba a los religiosos sacerdo-tes de la misma Orden las facultades necesarias paraque ejercieran el Santo ministerio en su diócesis, reco-nociendo a este tenor los mismos religiosos todos losprivilegios y gracias que la Santa Sede les tiene con-cedidos”.

Por cartas que se conservan del Rvdo. P. Restau-rador sácase en consecuencia que el Excmo. e Ilmo.

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La hermosa finca de Telhal, lugar de honestoe s p a rcimiento y re t i ro favorito de los Condes deSobral, reunía cuantas comodidades son imaginables:extenso territorio cercado, aguas potables abundan-tes, bosques grandiosos y fertilísima huerta pobladade variadísimos frutales, del país y americanos.

Aunque el palacio y demás edificaciones no re s p o n-dían al nuevo destino, con algunas reformas que seh i c i e ron y nuevos pabellones levantados sucesivamen-te, pudo, en breve, en aquél instalarse una pequeñacomunidad con su correspondiente Sección de enfer-mos. Para ello dio su licencia verbal el eminentísimoSeñor Cardenal Patriarca de Lisboa por agosto de 1893.

Noviciado

Más adelante, asegurada la existencia próspera delbenéfico establecimiento, a instancia del Rvmo. P.Benito Menni, la Sagrada Congregación de Obispos yRegulares concedió la apertura del Noviciado; su fechaa 21 de junio de 1898; desde entonces dejaron de venira Ciempozuelos e ingresaron en Telhal los jóvenes lusi-tanos pretendientes al santo hábito hospitalario, y,dicho sea a la mayor gloria de Dios, el noviciado deTelhal, no sólo ha sido siempre muy nutrido en núme-ro, sino que de él han salido muchos excelentes reli-giosos, espejos de caridad, humildad y santa obedien-cia hospitalaria.

Régimen administrativo

La casa de salud del Sagrado Corazón de Telhaltiene pensionistas de varias clases, pero sin pedir

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realizarlo, por lo cual, después de una existenciadeplorable de seis años el Rvmo. P. Menni hizo devo-lución de la finca al sobrino y testamentario del funda-dor Dr. Padre Francisco de Sales Borjes, y se clausuróel Asilo de Nuestra Señora del Carmen.

Otra fundación

Hemos dejado entrever hace poco el proyecto con-cebido por el Rvmo. P. Benito Menni de crear un mani-comio como el establecimiento más conveniente a laimplantación de un noviciado exclusivamente parajóvenes portugueses. Hombre práctico el Padre y defina observación en el poco tiempo que estuvo enSanta Marta, de Lisboa, y en Aldeia da Ponte quedóevidentemente convencido de la necesidad de prepa-rar cuanto antes religiosos del país, si había de llevar-se a término la ensayada restauración, en vista delrecelo con que son mirados los españoles sobre todoslos extranjeros en Portugal.

En carta particular dirigida en 3 de julio de 1893 alC a rdenal Patriarca de Lisboa, hace el PadreRestaurador relación de la finca que acaba de comprarcon destino al proyectado manicomio: “ya se ha reali-zado la adquisición de la finca de Telhal, que se hallaentre Bellas y Río de Moro, la cual, tanto por su bara-tura como por todas las demás condiciones que reúne,nos convenía mucho más que la de Agualba; puesaunque está un poco más distante, esto lo suplen lasotras muchas ventajas que tiene para la clase de esta-blecimiento que nos proponemos levantar…”.

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del Padre Menni y de su paisano el P. General CasianoMaría Gasser, de la marcha de la Orden en España, yenterada por último del motivo de la audiencia, lescontestó:

Decid al Padre Menni que hoy mismo escribo alRey de Portugal recomendándole los Hermanos deTelhal.

Y efectivamente, a los tres días se recibió enCiempozuelos un Real despacho de Su Majestad laReina, asegurando quedaban los Hermanos bajo laespecial protección de D. Carlos I, sin que en lo suce-sivo volvieran los incendiarios a molestarles.

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limosna no podrían subsistir por lo tenue de las pen-siones y lo incierto del pago; además hay un grannúmero de enfermos pobres, a los tales hay que sos-tener junto con las cargas generales; por esta razón losHermanos Portugueses no sólo son conocidos, sinoque en Lisboa, donde postulan todo el año, se hanhecho sumamente populares.

Regia protección

Algunos malvados se habían propuesto amedren-tar a los Hermanos y hacerles abandonar la finca deTelhal al principio de la fundación. Para ello veníanhaciendo unos incendios nocturnos dentro de la cerca,con daños de consideración. Avisados oportunamentelos Hermanos, se limitaban a ser meros espectadoresconociendo ser estratagema con que pensaban atraer-los al bosque y apalearlos o asesinar alguno. Como losreligiosos en Portugal se hallan fuera de Ley no podíansolicitar la protección de las autoridades sin manifiestaexposición a ser expulsados, y sólo se limitaron aponer en conocimiento del Rvmo. P. Menni la críticasituación. Entonces el Padre tomó una resolución pordemás peregrina; llamó al Hermano León de la Cruz yle envió en compañía de otro Hermano a SanSebastián, donde se hallaba la Corte de España, a soli-citar para nuestros Hermanos de Portugal la protec-ción de Su Majestad la Reina Regente.

La cristianísima madre de Alfonso XIII recibió a loshumildes legos hospitalarios en audiencia especialafectuosísima, (a pesar de que en aquellos días nodaba audiencias), hízoles sentar, se informó de la salud

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La Bula Licet ex debito expedida en favor de laOrden Hospitalaria, nos dice que en el Hospital (de SanJerónimo el viejo) había locos, y en los hospitales quese fueron fundando se siguió la misma respetable cos-tumbre, por donde se ve que sus primeros discípulosimitaron el ejemplo.

Corriendo los tiempos se hicieron en las distintasprovincias de la Orden, hospitales especiales paraenfermos de la mente, y véase de paso cómo tressiglos antes que el célebre Pinel arrancara las cadenasy destrozara los cepos, ya los Hijos de San Juan deDios trataban a los dementes con todo aquel génerode cristianas consideraciones que el sabio psiquiatrapedía al finalizar el siglo XVIII.

Consecuente el P. Restaurador con la santa tradi-ción hospitalaria, ya la segunda de sus benéficas fun-daciones se abrió con carácter de manicomio, yhabiendo fracasado, abrió la tercera en Ciempozuelospara asilar dementes.

Presto fue del dominio público el conocimiento dela existencia legal de la Casa matriz de la restauración:varias Diputaciones Provinciales concertaron con el P.Restaurador la asistencia de sus dementes enCiempozuelos y otras le pidieron una Comunidad deHermanos para asistir a los suyos en manicomios pro-pios de las Diputaciones.

Manicomio de Valencia

La Diputación que primero alcanzó tan importantemejora en el servicio de sus dementes fue la de

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CAPÍTULO XIX

Influencia de la restauración en losHospitales Provinciales

C o n s i d e r a c i o n e s . – Manicomio de Va l e n c i a . –Manicomio de Zaragoza.

Consideraciones

“Viendo el santo, dice el Maestro Castro en la vidade San Juan de Dios, cómo daban golpes y más gol-pes a los pobres locos, conmovido su tierno corazón ysin poderse contener ¡crueles! –les gritó-, ¿qué modoes ese de tratar a vuestros semejantes?, ¿para esol e v a n t a ron nuestros señores Reyes Católicos esteHospital?, ¡cuánto mejor sería que los alimentárais ytuviéseis bien vestidos!”.

Una vez emprendida por el Patriarca de la hospita-lidad su heroica misión hospitalaria, es fama que jamáspudo borrar de su imaginación aquellas horribles esce-nas, y siempre destinó en su hospital un lugar a losdementes.

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El Sr. Sapiña manifestó a los nuevos enfermeroscuánto esperaba de ellos la Diputación, y para contes-tar con actos pusieron enseguida manos a la obra,encargándose de repartir la comida dispuesta para sustrescientos pupilos, y que ayer fue extraordinaria y adi-cionada con pastelillos, vino y cigarros. Los dementesrecibieron muy bien a los religiosos, que demostraronprácticamente lo habituados que están a tratar a estosdesgraciados y el respeto que saben infundirles”.

Con lisonjeras frases dieron cuenta del hecho losperiódicos La Correspondencia de Valencia y El Correode la Tarde.

La licencia del Eminentísimo Sr. Card e n a lMonescillo para el establecimiento canónico de losHermanos en el manicomio, así como para la bendi-ción y apertura de la capilla privada de los mismos,lleva fecha del 15 de abril de 1887.

Las condiciones del local donde estaban instala-dos los enfermos eran medianas; algo estrecho elúnico patio donde pasaban el día y sólo tolerable porser provisional, pues la Excma. Diputación ya contabacon extensos terrenos, donde al presente se estálevantando una espléndida casa de salud, tal como lasoñara aquel apóstol de los dementes valencianos,Fray Juan Gilabert Jofre.

La estancia de los Hermanos en este Manicomiode Santa María de Jesús fue pacífica en extremo; ladirección no tuvo nunca necesidad de hacer la menoradvertencia al Superior de la comunidad, ni éste tuvocon el señor Director sino motivos de gratitud y debenevolencia.

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Valencia. El periódico Las Provincias, en su númeroc o r respondiente al 16 de abril de 1887, lo cuenta así:“La experiencia de los buenos efectos que ha pro d u c i-do en el manicomio de Ciempozuelos el trato afectuo-so y la práctica de esos Hermanos, inspiró al señor D.Balbino Andreu la idea de traerlos a Valencia. Tro p e z ó s econ una grave dificultad: los Hospitalarios actúan sola-mente en establecimientos fundados por ellos, y queles pertenecen, no en establecimientos públicos comoel Hospital provincial de Valencia. Necesitóse que elseñor Cardenal Monascillo, muy interesado a favor deesta mejora, se dirigiese al General de la Orden y obtu-viese de él que vengan los Hospitalarios a encarg a r s edel servicio del manicomio valenciano, en la parte des-tinada a los hombres, quedando la sección de mujere sa cargo de las Hermanas de la Caridad. Para ello se haestablecido completa incomunicación, que antes noexistía entre ambas secciones. Vencidas todas las difi-cultades y aprobada la substitución de enfermeros porla Diputación provincial, ayer, en el tren mixto deMadrid, llegaron los diez Hermanos destinados alManicomio, siendo recibidos en la estación por el PadreMenni y su Secretario, que habían llegado el día ante-r i o r, y por los señores Andreu, Martín y Marín, Dire c t o r,Administrador y Secretario del Hospital. Dirigiéro n s eenseguida a la capilla de Nuestra Señora de losDesamparados; dijo misa en el camarín el P. Pro v i n c i a l ,que oyeron todos los Hermanos, y cantaron después laSalve. Tr a s l a d á ronse acto continuo al manicomio aque-llos señores para la toma de posesión, a la que asistie-ron el Presidente de la Diputación Sr. Sapiña, elS e c retario Sr. Castells y algunas pocas personas más.

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que para ello tendría que haber un personal de cuatroHermanos para cada pabellón, que con el Superiorserían de trece a catorce Religiosos...

Además ustedes creen que podrán obtener econo-mías estando el manicomio servido por nosotros, y yocreo que no habían de sostenerlo con menos de lo quehoy les cuesta, puesto que si nosotros individualmen-te no percibimos ningún sueldo, y sólo se nos da lasubsistencia, sin embargo hay que sostener elNoviciado, donde cada Hermano pasa para formarsecerca de tres años, antes que pueda prestar ningúnservicio, gastos de viajes del Provincial y su Secretario,traslado de Hermanos, sostenimiento de los que seinutilizan y otros gastos eventuales para el buen ordeny marcha del Instituto...”.

La Diputación contestó al P. Menni que no era sóloel deseo de disminuir los gastos de su tesoro lo que lesmovía a pretender el concurso del personal religioso,sino muy principalmente, considerando cuánta pru-dencia y cordura se necesita para gobernar locos ycuánta dosis de caridad han de poseer los que cons-tantemente tienen que refrenar los ímpetus de ira enlos furiosos, alegrar a los hipocondríacos, asear y ali-mentar a los paralíticos y fatuos, abrigar y vestir a losmiserables que no distinguen los cambios atmosféri-cos, comprendiendo que tales servicios resultan por logeneral deficientes en manos asalariadas, habíanresuelto poner los locos al amparo paternal de losHermanos de San Juan de Dios, así como las locas loestaban bajo la maternal vigilancia de las beneméritasHermanas de Santa Ana.

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Así pasaron ocho años hasta que, obligado elPadre Restaurador por la compra del grandioso mani-comio de San Baudilio de Llobregat, tuvo el sentimien-to de haber de retirar con otras comunidades esta deValencia.

La salida de los Hermanos se efectuó el 31 deagosto de 1895.

Manicomio de Zaragoza

La Diputación Provincial de Zaragoza, apenasestablecidos los Hermanos en el Manicomio de SantaMaría de Jesús, empezó su gestión cerca del Rvmo.Padre Benito Menni para conseguir una comunidadcon destino al nuevo Manicomio de Nuestra Señora delPilar.

La primera carta del Restaurador con fecha 16 defebrero de 1888 está dirigida al Iltre. Sr. D; MarianoSupervía, en contestación a una de éste. Entre otrascosas, dice el buen Padre: “Aunque nuestros deseosserían complacer a ustedes en seguida, no podrá efec-tuarse tan pronto por no contar con personal disponi-ble, pues aunque tenemos numeroso noviciado hayque esperar se formen bien en la vida hospitalariaantes de enviarles a prestar servicio...”.

Del 4 de julio del mismo año hay otra carta dirigidaal Sr. D. Joaquín Sigüenza Ibarra: “Debo decir a ustedcon toda franqueza que, según está el manicomio cuyocuidado nos quieren confiar, no me atrevo aún a enta-blar negociaciones, porque me temo no vamos a poderasistir a los pobres dementes como se debe, puesto

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Grande sensación causó en Zaragoza la noticia,pues los Hermanos eran muy estimados en laDiputación, en general, y de las familias de los enfer-mos. En Ciempozuelos se recibieron multitud de cartasrogando la anulación de lo dispuesto, y la Diputaciónenvió comisionados a Ciempozuelos a los Sres. Anglésy Melendo para obtener del P. Menni la continuación delos Hermanos en el manicomio.

Aunque la decisión obedecía, además de la causaexpuesta, a una porción de pequeñas deficienciasadministrativas dependientes del personal subalterno,difíciles de remediar, tantas pruebas de aprecio y tanreiteradas instancias por parte de los Sres. Diputadosde la Comisión, obligaron al P. Menni a volver sobre suacuerdo. Escribió en el seno de la amistad a su amigoD. Manuel Ronda, quien quedó en el encargo de alla-nar las dificultades, y despidió a los Sres. Anglés yMelendo con la siguiente nota oficial:

“En vista del vivo deseo manifestado por laExcelentísima Diputación provincial de Zaragoza paraque continúen nuestros Hermanos al frente de la asis-tencia de los enfermos dementes del Manicomio deNuestra Señora del Pilar de dicha capital, lo cual honraaltamente esta Orden Hospitalaria, el Provincial quesuscribe, después de agradecer cordialmente el buenconcepto que tienen formado de nuestros Hermanos,las atenciones, repetidas pruebas de aprecio y consi-deración que les prodigan, accede gustoso a que per-manezcan como hasta ahora con las condicionessiguientes: 1.ª El Provincial podrá reducir el personalde Hermanos, dejando los que a su juicio crea necesa-rios para el buen servicio y marcha del Manicomio,

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Gozoso el Padre y altamente satisfecho con decla-raciones tan cristianas y generosas, envió las condi-ciones con que los Hermanos se prestaban a concurriral cuidado de los enfermos, cuyo artículo primero diceasí: “Los Hermanos de San Juan de Dios se instalaránen el nuevo Manicomio de Nuestra Señora del Pilarpara la asistencia y cuidado de los dementes, a quie-nes tratarán como individuos de sus propias familias,guardándoles las consideraciones que por su estadomerecen y prodigándoles el auxilio necesario con lacaridad y el celo que se acostumbra en nuestro santoInstituto”.

El contrato fue aprobado por la Diputación a 27 deoctubre de 1888.

El Emmo. Sr. Cardenal Benavides, Arzobispo deZaragoza, dio su licencia para la instalación canónicade la Comunidad a 11 de septiembre de 1888.

Los Hermanos tomaron posesión de su empleo enel manicomio el 1º. de enero de 1889; eran ocho; por-que los enfermos no llegaban a 200; en 1910 eran 280lo alienados y el número de Hermanos aumentó enproporción.

El año 1895, preparando la apertura de los dosgrandes Manicomios de San Boy y de Santa Águeda,en Mondragón, el Padre Restaurador, con fecha 13 demarzo, dirigió un oficio al Presidente de la Diputaciónmanifestando la necesidad que tenía de los Hermanosexistentes en el Manicomio del Pilar, y le rogaba fuesensustituidos para que estuviesen dispuestos a marcharel próximo 15 de mayo.

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satisfactorio asilo resultaría pálido ante la verdad. V. E.puede estar orgulloso de su acuerdo al establecerlo, ylos Hermanos que lo prestan tendrán seguramente ensu conciencia la tranquilidad que da el cumplimientodel deber, que en este caso más que tal es abnegaciónsublime, sin más estímulo que la caridad y la fe”1.

La Prensa de la Heroica Ciudad de los Sitios, siem-pre que se ocupa de los Hermanos del Manicomioemplea el lenguaje de la satisfacción y del reconoci-miento.

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1 En el salón de sesiones la Excelentísima Diputación deZaragoza ha hecho colocar el retrato del Hermano Clemente Diez,Religioso que por más de 20 años seguidos ha estado en elManicomio del Pilar al servicio de los dementes agresivos, cumplien-do heroicamente y a satisfacción completa de aquella doctaCorporación su caritativa y delicada misión.

substituyendo los que necesite retirar para elManicomio de San Baudilio con sirvientes seglares.

2.º Será de la exclusiva competencia del Prioradmitir y despedir a los referidos sirvientes. Ciempo-zuelos a 2 de septiembre de 1895”.

La Comisión provincial de Beneficencia contestócon el oficio siguiente: “Dada cuenta a esta Comisiónprovincial de las gestiones practicadas cerca de V. R.por la Comisión de Diputados que pasó a Ciempozue-los para tratar de la continuación de los Hermanos deesa Congregación en el servicio de asistencia y vigi-lancia de alienados en el Manicomio provincial deNuestra Señora del Pilar, y enterada del satisfactorioresultado que han obtenido, se acordó en sesión deldía 13 del actual aprobar en todas sus partes las con-diciones del convenio consignadas en el escrito de V.R. de 2 de los corrientes, y al mismo tiempo significara V. R. el agradecimiento de esta corporación porhaber respondido tan cumplidamente a sus deseos...Zaragoza, 25 de septiembre de 1895”.

La Diputación no tuvo en los dilatados años queadministró el Manicomio sino frases de cariñosa bene-volencia para los humildes Hijos de San Juan de Dios,porque siempre los halló fieles y constantes en el cum-plimiento de su santo deber. En la Memoria publicadapor la Sección de Beneficencia el año 1894, única queconocemos, al hablar del Manicomio de varones dice:“Del servicio de este Asilo de dementes varones estánencargados los Hermanos de San Juan de Dios, en elManicomio y en la Torre del Abejar. Cuanto pudieraaquí decirse ponderando este servicio y el completo y

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ción de la Casa de Ciempozuelos y recobro de las deGranada y Sevilla, fue invitado nuestro Padre a pasar ala ciudad de Vich para hacerse cargo de un Asilo condestino al Clero secular de aquella diócesis. En el epis-tolario oficial, tomo segundo y señalado con el número441, existe un documento en el cual se establecen lasbases propuestas por la Junta directiva.

Esta fundación no fue admitida, porque a semejan-za del Asilo de Santa Marta de Lisboa, servía más parasacerdotes que no estaban enfermos sino que se reco-gían simplemente para descansar a la vejez o paratranseúntes que pernoctaban.

Casa de Salud de Manila

En 1887 sostuvo copiosa correspondencia con elSr. Arzobispo de Filipinas, con la autoridad militar deLuzón y con nuestros antiguos Hermanos que aún viví-an en el grandioso Hospital de la Orden en Cavite. Lacarta número 352 nos da idea completa del motivo:“Sabedor que en las Islas Filipinas no existía ningúnmanicomio, indiqué al Excmo. Sr. Arzobispo de Manilaque nosotros levantaríamos uno por nuestra cuenta singravar en nada al Erario, pidiendo tan sólo al Gobiernode Su Majestad que los individuos de nuestra Corpo-ración sean considerados como misioneros en aque-llas islas, según lo establecido antiguamente. El señorArzobispo recibió con mucha satisfacción nuestra pro-puesta, e hizo una moción al Gobierno General deFilipinas apoyándola, y el Gobierno de aquel archipié-lago no sólo dio también su aprobación, sino trasladóal Ministro de Ultramar nuestro deseo, poniendo de

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CAPÍTULO XX

Proyecto y ensayo de fundaciones

Asilo de Vich. – Casa de Salud de Manila. –Hospital de Cavite. – Asilo de León. – Molino deSan Fern a n d o . – Asilo de San José deGranada. – Asilo de Toledo. – Casa de Salud deAlmería. – Casa de Salud de Buenos Aires. –Hospital de Antón Martín.

Todo lo que el privilegiado talento del P. Menni con-cibió en orden a dilatar los beneficios de su obra enfavor de la humanidad doliente, según lo sentía en sugran corazón, no nos es dado referirlo; en su mayorparte se hundió en el misterio; la muerte ahogó laesperanza de verlo revelado. Algo nos consientebarruntar de aquello, lo que manifestó en sus proyec-tos y ensayos.

Asilo de Vich

A raíz de su salida del Norte y mientras entendía enla formación de la Asociación de Enfermeros, prepara-

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misa, lectura espiritual y exámenes particular y general,todo viene a ser como las Hermanas de la Caridad,poco más o menos. Que sean considerados como reli-giosos y no como criados. La habitación, a ser posible,una celda para cada uno; pero si no pudiera ser, a lomenos un dormitorio con separación de cortinas. Unsitio para comer y otro para recibir visitas. Mobiliario,una cosa modesta, como una mesita y una silla paracada uno y su cama donde descansar. Ropas, las quecomúnmente usamos, que si bien procuramos que seadecente y haya mucha limpieza, tanto en la exteriorcomo en la interior, es sumamente sencilla en confor-midad a la santa pobreza que profesamos. Los alimen-tos que sean sanos y abundantes, aunque nada deregalos. Los honorarios una cosa igual a las Hermanasde la Caridad.

No se efectuó la fundación.

Molino de San Fernando

Hay en el Archivo provincial una solicitud dirigida alExcelentísimo Señor Obispo de Madrid-Alcalá conce-bida así: “Habiendo adquirido esta Comunidad en tér-mino de esta villa (de Ciempozuelos) una finca com-puesta de un molino harinero y tierras adyacentesdenominada Molino del Rey, con objeto de utilizarlopara molienda de estos establecimientos y principal-mente para que dicha finca sirva de estancia y recreoa los alienados convalecientes, en unión de losHermanos encargados de su custodia. A vuestraExcelencia Ilma. suplica se digne conceder su superiorautorización a fin de poder instalar en el referido predio

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relieve la imperiosa necesidad que tienen dichas islasde un establecimiento de esta clase; así es que en esteestado el asunto, o sea pendiente de resolución delMinisterio de Ultramar, acudo a la proverbial bondadde usted…”

El Ministro de Ultramar no ha informado aún, diceel cronista de la Orden.

Hospital de Cavite

La carta número 640, fechada a 16 de abril de 1886está dirigida al Superior del Hospital de Cavite, y escontestación a una recibida años antes, en la quedicho Superior invitaba al Padre a enviar Hermanosque se hicieran cargo del Hospital. Como sabemos,por entonces el Padre se hallaba en el Norte en lasambulancias y no tenía Hermanos disponibles; des-pués le dice que ya los tiene y los pone a su disposi-ción. Esta última proposición no obtuvo respuesta.

Asilo de León

La carta número 645 está dirigida a cierto señorque solicita una Comunidad de Hermanos para unAsilo en la ciudad de León. El Padre explica sucinta-mente las condiciones en que accederá a su demanda:“Las condiciones generales por nuestra parte soncoordinar las ocupaciones del Asilo en conformidad alas Reglas de nuestro Instituto, de manera que puedandedicarse a la asistencia de los pobres y disponer detiempo para los rezos del Oficio Parvo, meditaciones,

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do de la dócil sumisión del P. Meni, que a continuaciónproponía las bases sabiamente redactadas, y quedabaesperando la llegada de los Hermanos.

Expuestas por el Padre algunas razonables excu-sas y vista la inquebrantable resolución del Sr.Arzobispo, dio su asentimiento, entrando la Orden enposesión del Asilo le San José en 1º. de enero de1 8 8 7 .

A los tres años escasos, aprovechando una honro-sa y favorable circunstancia, pudo retirarse laComunidad.

Asilo de Toledo

Un ejemplar sacerdote había fundado en Toledo unAsilo para niños huérfanos. Acometido el piadoso fun-dador de molesta enfermedad, suplicó al P. Menni sehiciera cargo de la benéfica Institución, antes de sufrirel dolor de clausurarla y arrojar a los infelices niños a lacalle.

Conmovido el tierno corazón de nuestro bondado-so Padre, se presentó al Cardenal Arzobispo, quien pordecreto de 24 de enero de 1889 autorizó el estableci-miento de los Hermanos.

A la sombra de la Comunidad el Asilo del SagradoCorazón de Jesús marchaba viento en popa, se dupli-caron en breve los acogidos, afluían muchos socorros,se organizaron escuelas y montáronse talleres, dedonde con el tiempo deberían salir jóvenes virtuosos,diestros artesanos y ciudadanos de honradez.

PRIMERA PARTE – CAP. XX 231

una capilla pública... para que en ella pueda celebrar-se la santa misa, y que dicha capilla sea consideradapara los efectos canónicos como aneja a este estable-cimiento...”. Concedido en 20 de febrero de 1889.

Este establecimiento llegó a ser independiente,con Superior propio, nombrado en Capítulo, y estuvofuncionando hasta 1906, que se instaló allí la industriadel alumbrado eléctrico.

Asilo de San José de Granada

A principios de agosto de 1886 visitó el Asilo deSan Bartolomé de Málaga el Excmo. Sr. D. JoséMoreno Mazón, Arzobispo de Granada; en el patioprincipal vio a 500 niños de los que asistían a lasescuelas de los Hermanos como externos y quedó tanprendado de la buena obra, que el día 30 de aquel mesy año escribía al P. Menni: “Mi querido hijo en NuestroSeñor Jesucristo: Molesto la atención de usted paracomunicarle un asunto en cuya resolución me interesomucho y para el que necesito de su nunca desmentidacaridad...”.

En seguida su Excelencia dice que los Hermanosdebían encargarse del Asilo de San José, un “SanBartolomé” en miniatura. Sólo tenía 50 niños huérfanosde artesanos, a los cuales se educaba y daba oficio.

Ni el Padre ni el Definitorio Provincial, ni la mayoríale los Hermanos estaban por esta clase de estableci-mientos; para escuelas ahí están los Hijos de San Joséde Calasanz, para artes y oficios ya tenemos a DomBosco. Pero su Excelencia Ilma. estaba tan convenci-

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Salud digna de este nombre donde albergar a lospobres dementes de la provincia. Notificaron su pro-pósito al P. Benito Menni suplicándole a la vez se hicie-ra cargo de desarrollar el piadoso pensamiento, esta-bleciendo una Comunidad de su Orden.

Nuestro Padre, que en cuanto se refiere al amparoy mejora de los enfermos siempre estuvo dispuesto asacrificarse y ofrecer el concurso de sus hijos, apresu-róse a nombrar unos cuantos Hermanos y Hermanaspara poner al frente de las obras, pedir limosna en laprovincia y administrar los fondos.

He aquí la orden dada al que debía ser Superior dela nueva Casa. “En vista del estado verdaderamentelamentable en que se encuentran los pobres demen-tes, cosa para verse y no para ser contada, y de las rei-teradas instancias de la Junta gestora que se formócon el fin de recabar fondos para la compra de unafinca destinada a Manicomio, a ruegos del Sr. Gober-nador, del Sr. Obispo y de otras muchísimas personas,determinamos hacernos cargo, a pesar de la escasezde personal con que luchamos, de una finca que nosha sido cedida para la fundación del Manicomio. Peroantes de que se pueda proceder a la instalación de losdementes es necesario hacer ciertas reparaciones conel fin de apropiar la finca al objeto a que se destina yaun antes que esto reunir algunas limosnas y suscrip-ciones con que llevar a cabo las obras, por lo que hedeterminado pase V. R. a Almería con objeto de hacer-se cargo del local, y en compañía del Hermano Leónque irá a esa a reunírsele, pedir limosna por la capital yprovincia...” (Epistolario número 34).

PRIMERA PARTE – CAP. XX 233

Sin embargo, la estancia de los Hermanos enToledo fue breve; en el epistolario se encuentra la cartanúmero 663 que nos declara el por qué: “Muy IlustreSr. Vicario Capitular (S. V.) de Toledo... El Sr. D. JoaquínLamadrid dio comienzo al Asilo de huérfanos que des-pués no pudo continuar, y como nosotros teníamosalgunas dificultades por las que no queríamos hacer-nos cargo de dicho Asilo, nos hizo fuerza diciendo quede no aceptarlo habría de cerrarse, pues a él le eraimposible continuar. Por esta causa, y por saber elcariño que S. E. profesaba a esos pobres huérfanos,nos hicimos cargo de él, para lo cual hubimos de impo-nernos grandes sacrificios, porque por entonces nocontábamos con personal de que disponer, ni medioseconómicos con que hacer frente a los gastos...

Ahora llega a nuestra noticia que el señor Lamadridtiene en proyecto abrir un nuevo asilo en todo idénticoal nuestro del Sagrado Corazón, lo cual creemos seráde efectos desastrosos para la vida de éste y unarémora para el suyo, dada la pobreza actual de Toledoy lo reducido de su vecindad…

Por todo ello hemos resuelto declinar de nuevo enel señor Lamadrid el Asilo del Sagrado Corazón y reti-rar la Comunidad”. Lo cual se efectuó hacia febrero de1892.

Casa de Salud de Almería

Animados de caritativos y nobles sentimientos elSr. Obispo, el Gobernador civil y varios distinguidosseñores de Almería, se propusieron abrir una Casa de

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el presente hago constar la reclamación del expresadoedificio, por ser propiedad de dicha Orden, la cual nolo había solicitado antes en razón a que el edificiodicho estaba destinado a una obra de caridad por serdedicado a Hospital y no poder la Orden sostener almismo por su cuenta.

La expresada Orden de San Juan de Dios ha teni-do y tiene existencia legal sin interrupción por habér-sela declarado exenta de la supresión general por lasCortes del Reino el 8 de marzo de 1836, según constaen el artículo segundo del Real decreto fechado en elPardo a nueve del mismo mes y año y publicado en laGaceta de Madrid, número 444, del propio marzo.

Ruego a V. E. que se sirva tener por hechas lasoportunas protestas que se dejan consignadas a todoslos efectos procedentes en méritos del oportuno expe-diente, y que tenga por recibida la presente comunica-ción, suplicándole recibo de ella a los efectos oportu-nos. Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años.Ciempozuelos, 11 de diciembre de 1897”.

PRIMERA PARTE – CAP. XX 235

Para la asistencia de las mujeres fueron tre sHermanas Hospitalarias.

Esta fundación fue por causas que no son de con-tar abandonada definitivamente el 2 de enero de 1900después de dos años largos de heroicos sufrimientospor su realización.

Casa de Salud en Buenos Aires

También se vio obligado el Padre a pasar a laRepública Argentina el año 1892 en compañía delReverendo Prior General Fray Casiano María Gasser,que hubo de ir llamado por aquel Gobierno, con el pro-pósito de establecer una Comunidad de la Orden en elManicomio Provincial de Buenos Aires. Aquel viaje tanlargo y molesto no produjo resultado positivo, porqueno llegaron a un acuerdo; pero sí dio feliz ocasión paraque los Hospitalarios afianzasen el firme convenci-miento de lo mucho que el Padre amaba a sus Hijos.

Hospital de Antón Martín

También trabajó, aunque sin fruto alguno, por recu-perar el Hospital fundado por el Venerable AntónMartín. La última reclamación formulada fue ésta:“Excmo. Sr.: Habiendo llegado a mi conocimiento quese va a proceder al derribo del edificio del antiguoHospital de San Juan de Dios en esa Corte, comorepresentante legal que soy de la entidad jurídica de laOrden de San Juan de Dios, a la cual pertenece dichoHospital, tengo el honor de manifestar a V. E. que por

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PRIMERA PARTE – CAP. I 237236 P. BENITO MENNI – BIOGRAFÍA DOCUMENTADA

SE G U N DA PA RT ES E G U N DA P A RT E

El P. Benito Menni,fundador

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CAPÍTULO I

Necesidad que apremia

Labor incompleta. – Enfermera modelo. – Con -trato condicional. – Dudas e indecisiones. –Trazas misteriosas.

Labor incompleta

Comenzábase a mostrar admirable en sus efectosla obra del P. Menni por los años de 1879 y próximossiguientes, y con todo saltaba a la vista que era incom-pleta; pero la delicadeza y limpidez que el estado reli-gioso ha menester no se compadecen con acto algunocapaz de producir exhalaciones tiznadoras de la albu-ra de nieve y azucenas que envuelve a manera deangélica aureola a los seguidores de Juan de Dios.

Enfermera modelo

No era secreto para el P. Menni que la mujer enfer-ma de la mente reclama una doble atención, ya que al

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ninguna dispuesta a soportar el sacrificio de crear unanueva casa de salud para alienadas, semejante a laque para hombres se había ya erigido en Ciempozue-los. Debía, pues, decidirse a dejar incompleta su her-mosa labor, pues él jamás pensó fundar un nuevoInstituto de religiosas que secundara su plan; pero laProvidencia se encargó de significarle claramente talnecesidad y que él era el señalado para formar esanueva institución complementaria.

Contrato condicional

De otro lado, los buenos servicios prestados aenfermos habían decidido a la Diputación provincial deMadrid a entregarle sus enfermos de la mente para quelos cuidase en su casa de Ciempozuelos, pero le exi-gía que se encargase de las mujeres (lo que era muypuesto en razón), que de otra suerte no le entregaríanlos hombres.

Dudas e indecisiones

Y el P. Menni, hombre arrojado siempre hasta elheroísmo, hecho a esperar el embate de la tormenta,erguida y serena la frente, sintió abatimiento y peque-ñez de corazón, sintió el miedo que originó tantasdudas, tantas indecisiones como revela el largo proce-so de su nueva fundación. Oigamos sus mismas pala-bras:

“Dejando por brevedad muchos casos, me voy aconcretar a decir cómo experimenté la especial pro-

SEGUNDA PARTE – CAP. I 241

fuerte revés de su demencia se suman las debilidadesde su sexo. Cierto que desde muchos años contabacon ángeles que la llevasen en sus palmas por los sen-deros entrecortados de maleza y que en los penososrepechos y en las agrias cuestas de la desdicha de suvida le tendiesen su blanca mano, y que en las tristeshoras de angustioso desaliento la hiciesen reclinar lafrente dolorida sobre puros cuanto amantes senos yera dulcemente forzada a descansar sobre regazosblandos; pero a vuelta de unas lecciones de experien-cia había el P. Menni sorprendido secretos resortes enel arte del enfermero de dementes, y comprendido lanecesidad de que su hábil manejo fuese en el dominiodel ángel de la caridad para la locura en la mujer: ángelciertamente singular, selecto y educado con una edu-cación que se apartara de la enseñanza común. Lehabía el P. Menni concebido lo mismo que en la horapresente viene exigiendo la moderna ciencia.

Diose a buscar una Comunidad de religiosas queatendiese a las dementes al igual que él y los suyoscuidaban de los hombres, sustrayéndolos del ambien-te frío de la administración oficial para ponerlos com-pletamente bajo el amparo de la caridad sin disfraces,que tan a su placer se halla cuando nadie le estorba enla preparación de un lecho blando de amores para eldesgraciado, cuando nadie le atisba sus anhelos quetan delicadamente embalsaman la atmósfera del cora-zón oprimido del enfermo, a quien a solas le dice: todasoy tuya, como tú todo mío, allí donde nadie mira lasefusiones del alma, traducidas en dulces besos y ter-nezas santas, los ojos fijos en el original, que en el cua-dro del dolor se representa, Jesucristo; mas no dio con

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me lo requería el caso, mas fue inútilmente. Por otraparte, no me inclinaba por ningún concepto a que nisiquiera pasara por mi mente el pensamiento de la cre-ación de una nueva Institución que llenara esta necesi-dad. Pero, ¿puede acaso nuestra queridísima Madrede misericordia, María Santísima, dejar de atender aalguna necesidad? Ciertamente que esto nunca se havisto ni oído jamás. En efecto, sin ninguna diligencia demi parte, al contrario, resistiéndome, me instaron eimportunaron algunas señoras para que las dirigiera enla vida religiosa que querían emprender, dispuestas aabrazar cuanto me pareciera oportuno mandar quehiciesen para la consecución de su objeto.

Temí, lo confieso, que acaso era esta una señal conque el Cielo me mandaba tomar sobre mí un nuevo yno pequeño cuidado, cual era el de formar unaCongregación de Hermanas, especialmente dedicadasa las enfermas mentales; hice cuanto pude para des-vanecer de mi mente semejante idea, pero inútilmente;pues estas Señoras se habían acogido, sin que yo losupiese, al Patrocinio de Nuestra Señora del SagradoCorazón de Jesús y sin haberles yo nunca hablado detal devoción. Así es que su pretensión no podía quedarsin resultado; las cosas me vinieron a las manos de talmanera y providencialmente, que comprendí eraresueltamente oponerme a la voluntad del Altísimo, sino me prestaba a la dirección de dichas pretendientesa la vida religiosa, la que abrazaron gustosamente en laforma hospitalaria por mi simple indicación.

La reserva con que siempre procedí con las citadasseñoras, mientras proyectaba la fundación, no diolugar a que les manifestara mis dudas sobre la advo-

SEGUNDA PARTE – CAP. I 243

tección de Nuestra Señora del Sagrado Corazón deJesús, en la restauración del Santo Instituto de losHermanos Hospitalarios de nuestro glorioso Padre SanJuan de Dios en España. No la experimenté menos enla fundación de la institución de las Hermanas deCaridad, bajo la advocación de Hijas de NuestraSeñora del Sagrado Corazón de Jesús, que llenó unanecesidad social, puesto que en los tiempos actualesse van multiplicando de manera alarmante las enfer-medades mentales, y que si hay enfermos que necesi-ten estar asistidos por personas que, reconociendo enellos a la viva imagen de Jesucristo, les asistan porvocación religiosa y siempre con cariño, acordándoseque tanto en la luz del día, como en la oscuridad de lanoche, Jesús está viendo cuanto se hace por ellos, yque todo lo considera como hecho a Sí mismo, son deun modo especial los que no disfrutan cabalmente delinapreciable uso de su razón.

P e ro era de todo punto imposible que losHermanos de San Juan de Dios asistieran por sí mis-mos a las personas enajenadas del otro sexo, era,pues, preciso que una Congregación religiosa deHermanas Hospitalarias asistiera a las de su sexo, enEstablecimientos completamente distintos de los quetuvieren los Hermanos de San Juan de Dios, y así com-pletasen esta obra de misericordia; pues no era justodejar al sexo débil, sin la caritativa asistencia religiosaen sus enfermedades mentales.

En su consecuencia hice cuantas diligencias mefueron posibles para hallar en España una Congre-gación de Hermanas, que quisieran dedicarse a levan-tar por cuenta propia Manicomios particulares, confor-

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Señora del Sagrado Corazón de Jesús’, lo que se efec-tuó el día 31 de mayo de 1881”1.

Trazas misteriosas

Trazas eran estas misteriosas de la Providencia;mientras en aciagos días del año 1872 allá enBarcelona la Reina de los Cielos, invocada bajo el títu-lo de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús,paraba el golpe de la muerte ahuyentando su aleteo dejunto a las sienes del P. Menni, en el mismo año, lejosde allí, tal vez en los días mismos, en un hogar humil-de y cristiano, la misma Reina, adorada en su imagende Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús,sonreía al alma de una joven inocente y con sonrisadulce de madre le otorgaba la gracia de arrancar lavida de los descarnados brazos de la muerte de otrajoven a quien antes había la Señora inspirado el santodeseo de ser religiosa fundadora. Inspiración divinaque se ocultó en aquél corazón tiernecito como seoculta la semilla en el seno fecundo de la tierra, parabrotar después de muchos días de crudo invierno.

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1 Del número correspondiente al mes de Febrero de 1883 de laRevista Anales de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús.

cación que pensaba dar a la nueva Institución, puesestuve titubeando entre varias, hasta que vino a sacar-me de mi intranquilidad la resolución de darle el títulode ‘Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón deJesús’ en cumplimiento del voto que yo había hechode honrar en cuantas ocasiones me fuera posible a laVirgen Santísima en esta dulce y encantadora advoca-ción.

Tan pronto como se lo dije a las primeras entre lascitadas pretendientes dieron gracias a Nuestra Señoradel Sagrado Corazón de Jesús y entonces me mani-festaron que mucho tiempo había, aún antes de cono-cerme, ya habían encomendado su pretensión a estaAbogada de las cosas imposibles y habían puesto enella toda su confianza, y veían que su esperanza nohabía sido vana.

Ya reunidas algunas pretendientes a la vida religio-sa Hospitalaria, en un edificio que la divina Providenciaproporcionó en esta villa de Ciempozuelos, creí que elprimer paso que debía darse era presentar a alguna delas mismas, exponer su pensamiento y pedir laPastoral bendición a S. E. el Sr. Arzobispo CardenalMoreno, puesto por el Espíritu Santo para regir ygobernar las ovejas todas de esta vastísima Archi-diócesis de Toledo.

Su Eminencia, con su bondad Paternal, las recibió,bendijo, aprobó su caritativo proyecto, indicó la formade hábito que debían usar y las permitió que bajo mihumilde dirección representando a S. E., pudiesencomenzar el santo Noviciado y así dar principio a laCongregación hospitalaria de las ‘Hijas de Nuestra

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los encantos de su belleza nativa. Incorrecciones ei m p ropiedades, naturales en pluma iliterata queenmendar, añadir algún que otro dato de interés yponer algún ligero matiz, compone toda nuestra laboren este tratado. Plegue a Dios darnos acierto.

La doble vocación

Había ella sentido, según queda indicado, el llama-miento divino al estado religioso y a ser fundadora;pero la reflexión sobre esta última idea, le hacía ocultartambién la primera; las sentía a un tiempo insepara-bles, y si pretender consagrarse a Dios en la religiónparecería loable, habría de ser juzgada con sobradarazón, a su parecer, disparate que haría reír, aquello deser fundadora. Sólo con Dios y con su Virgen queridaNuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús confe-ría lo grato que le habría de ser darse a su divino ser-vicio en una Congregación que había de fundarse, ycon nadie más, ni a su virtuosa madre, ni al más queri-do de sus hermanos, ni a ninguna de sus amigas ínti-mas, ni a su padre confesor, sacerdote de mucha vir-tud y letras, era osada entonces a descubrirles lo quesentía; recatada en los pliegues de la conciencia ardíaaquella centellita de amores divinos para sólo Dios, ydesde lo escondido de su pecho le enviaba su luz,como envía, rasgando tinieblas en la tranquila soledadde la noche, la débil mariposa de la lámpara del san-tuario sus ondulantes destellos, fiel expresión de laesperanza del alma que la hizo arder, ante Jesús delSagrario. Y de aquella luz la joven empezó a olvidarseun tanto y tal vez la hubiera dejado extinguir, si la mano

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CAPÍTULO II

Las Fundadoras

Un re l a t o . – La doble vocación. – Ti b i e z a s . –Gracias excitantes. – Una amiga fiel. – P r i m e ro f i c i o . – Saludable re a c c i ó n . – R e s e rvas. – D i -rector espiritual. – Nuevas gracias interio -res. – Pruebas de fidelidad. – La despedida. –Un favor de Nuestra Señora del SagradoCorazón de Jesús. – Vida íntima. – Una revela -ción incompleta.

Un relato

Muy rico en pormenores, y que contiene todo loacontecido desde sus orígenes a su idolatradaCongregación, dejó escrito un hermoso relato la men-cionada joven, llamada María de las AngustiasGiménez, en Religión Sor Corazón de Jesús. Leído consumo placer del alma, lo confesamos, no nos quedacosa que hacer en esta parte histórica sino es alabar aDios e ir saboreando la dulce sencillez de un estilo quesin afeites acierta a presentarnos la verdad con todos

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Dios, pienso se había relevado por aquel otro que mellevaba en pos de las criaturas, distraída con bagatelasefímeras.

Gracias excitantes

La infinita bondad de Dios no quiso por muchotiempo dejarme en tan deplorable oscuridad, por loque se dignó curar mi ceguera y despertarme, dando ala puerta de mi alma una fuerte aldabada y haciéndo-me conocer que se apiadaba de mí, tan débil e incons-tante en la práctica del bien.

Una amiga fiel

Creo sería el año 1871 cuando la conocí. Muy pocodespués trasladó su residencia con su joven consortea un piso de la casa que mis padres y yo habitábamosen la calle San Jerónimo, nº 49, frente a S. Juan deDios. Amable en extremo y generosa conmigo me ofre-ció su amistad y con ella mi Jesús el medio para hacer-me de Él. ¡Querida y virtuosa amiga mía, rico presenteque el Cielo me tenía reservado! Había ella recibido deDios un corazón grande y le amaba con todo él. Poseíaen alto grado esa virtud fundamental que tan claraslecciones da en la escuela de la perfección, de amor aJesucristo, simbolizada en la flor de la fragante y sen-cilla violeta. Yo la noté esclava, y aún no sé si puedodecir dulcemente tiranizada, de dos pasiones santas:Un ardiente e insaciable deseo de saber amar a suCriador y un profundo conocimiento de su miseria, dedonde le nacía una total desconfianza de sí propia que

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misma que la encendió no cuidara de alimentarla. Ellamisma, Sor Corazón de Jesús, nos lo refiere: “Desdemi más tierna edad sentí en mi corazón dulces invita-ciones de mi Jesús que por su excesivo amor hacia míconstantemente me convidaba a desprenderme de loterreno. Este mi esposo quería que yo me uniera muyestrechamente a su divino Corazón y para obtenerlovalióse su bondad de innumerables medios.

Tibiezas

Me confundo al considerar que cuando mi amadoJesús se dignaba llamarme para del todo atraerme aSí, me dejé llevar del impulso de mis pasiones.

Por causas de Él sólo conocidas, permitió mi dulcedueño fuese yo violentamente combatida y que confuerza sintiese los atractivos de mis depravados apeti-tos. Espanto pone en mi alma mirar lo mudable delcorazón humano cuando se separa un punto de su ver-dadero centro; parece tornarse ciego, según se dejaenlodar por sus vilezas y ruin inclinación.

Acosada por mil sugestiones sentía en mí luchar laparte superior con la inferior; venció ésta y yo abando-né la oración, único asidero para no perderse; me juz-gué después indigna de frecuentar los Sacramentos,fatal idea que el enemigo de mi alma me sugirió, porver de apartarme de la senda de perfección, pues esasanta frecuencia es la que nos retrae de cometer faltas,por lo que se me fue introduciendo amor a las vanida-des e inclinación a las cosas transitorias, y aquel pen-samiento, que embargaba mi mente, de agradar a mi

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con frecuentes silbos, dándome a entender cuán maliba si no volvía pasos atrás; de otra, la vivacidad de mispasiones no me daba lugar a resolverme y romper deuna vez aquellas ligaduras; era tal mi flaqueza, que nopodía acabar de desasirme de mis inclinaciones terre-nas y prometer de nuevo a mi Jesús ser toda suya;aunque con verdad puedo decir que en nada de la tie-rra hallaba cumplido gusto ni descanso sosegado.

Para ganarme, mi amante amiga comenzó a tratar-me con mucha humildad, y como observase mi retrai-miento, me hacía frecuentes visitas y me rogaba conafable dulzura que le hiciese algún ratito compañía; ypara estimularme, me exponía cómo estaba todo el díasolita; y con todo, yo, desdeñosa, le ponía impedimen-tos y pretextos para no aceptar sus invitaciones.

Saludable reacción

Era además que yo principiaba a estar avergonza-da de mí misma. Veía el amargo desengaño que habíade sufrir mi amiga el día que descubriese quién yo era.Ella y su familia, amigos todos de mis padres desdemuchos años, recordaban las placenteras referenciasde mis primeros fervores, pero ignoraban lo ingrata queyo había sido después con mi amado Jesús. Recuerdoque en una de las primeras visitas que me hizo, mehalló muy afanada aderezándome para asistir a unafunción de teatro en compañía de una familia amiga.Pensaba yo, atenta solamente a darme satisfacción,que mis ruegos insistentes me habían alcanzado lícita-mente un permiso y no alcanzaba con mi ceguera queera sólo una tolerancia a más no poder de mi virtuosa

SEGUNDA PARTE – CAP. II 251

la hacía juzgarse inepta para cosa de pro v e c h o .Resultó, pues, que deseosa de amar a su Dios con lamayor perfección por una parte y por otra desprovistade luces para acertar en asunto de tanta monta, entróen grandes deseos de hallar persona con quien com-partir estos afectos, que la animase y enseñase.Permitió nuestro Señor que al unirse en amistad con-migo se engañase, creyendo que sus deseos se habí-an cumplido. Lo cierto era que la necesitada de alien-to y enseñanza era yo, resfriada entonces, indiferente yparada en medio del camino de mi vida moral. Puso enjuego cuantos medios tuvo a su alcance para intimarconmigo; a esto obedeció el mudarse a nuestra casa,y desde entonces buscaba con frecuencia mi trato. Acausa de mi carácter seco y no conocer yo el muchobien que me venía por estas amables relaciones, memantuve algún tiempo en mi acostumbrada indiferen-cia; mas ella, no obstante mis desatenciones, comen-zó a ejercer conmigo el oficio de una buena madre enreligión. Es verdad que nos eran ocultos los designiosde nuestro buen Dios sobre nosotras, pero su divinaProvidencia ya empezaba a trazar su plan.

Primer oficio

En orden a mí, creo que el primer oficio de miamiga fue el de pastora. Este fue el que por necesidadtuvo que ejercitar con esta su hija desleal, que tanextraviada andaba. ¡Pobre ovejuela errante, me recogiódel torcido sendero y me redujo al divino redil de miSeñor! En esta época sentía en mi corazón diversosatractivos: de una parte mi amoroso Jesús me llamaba

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ganando mi confianza, y tornándome más sencilla, ytodo nos estimulaba a estrechar nuestra amistaduniéndonos más en amor de caridad. Con gracia solíadecirme: Yo que pensaba que usted era tan buena ypor ello deseaba juntarme con usted y me veo a puntode pervertirme si se me pegan las aficiones de usted alos adornos y cosas de vanidad. Vaya, con qué amigahe venido a dar, que necesito tirarla de la cuerda, masque no ella me enseñe a mí”.

Director espiritual

“Ayudadas de la gracia, continuábamos, unidas enespíritu, nuestra vida devota y propuse a mi queridacompañera si quería ponerse bajo los sabios consejosde mi P. Director el señor Magistral, D. José MartínGutiérrez; con éste hizo minuciosa confesión general,quedando, según me confió, con notable paz y tran-quilidad de espíritu”.

Nuevas gracias interiores

“Mi Jesús puso en mi corazón un vehementedeseo de afianzarme en los propósitos de adelantar enlas vías de la perfección; no obstante, aún estaba yomuy tierna y necesitaba de nuevos divinos favores; alefecto, me hizo ver muy al vivo la ingratitud de mi almapara con Él, que tanto me amó. El conocimiento de miinfidelidad me inspiró aborrecimiento a mi pasado y talhorror que siempre le temía y detestaba y sólo suspi-raba desde entonces por ser toda de mi Dios. Yo ledirigía con frecuencia jaculatorias como estas: ‘Mi Dios

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madre, cuyos piadosos deseos más de una vez nosexpresó diciendo: ‘Hijos míos, jamás vuestro padre niyo hemos ido a esa casa desventurada, y con todo micorazón deseo que mis hijos la aborrezcan’. Pero yo nooía más voz que la de mis antojos, por ello fui causa dedejarles a mis padres contristados y a mis hermanitosdi este mal ejemplo. ¡Oh Jesús mío, qué misericordio-so os mostrasteis conmigo tan indigna, y con cuántocuidado preparasteis mi camino y enderezasteis aque-llos pasos tan torcidos que yo daba! Miraba a mi amigay me decía a mí misma: Cuando esta señora y su fami-lia observen y conozcan que en mí solo existen apa-riencias de virtud, habrán de escandalizarse y yo serécausa de descrédito de la religión. Debo advertir que ladivina Misericordia me conservó la gracia, a través demis debilidades, de aborrecer siempre el ser ocasiónde pecado a mis prójimos. Conocí ser esto un avisoque del Cielo me daban; me sentí impresionada ycomo si el corazón se me trocase, resolví retraerme delas faltas que pudieran desedificar a los demás.Terminó mi desvío con mi amiga y nuestra unión sirviópara que yo volviera a darme de nuevo a mis antiguosfervores y emprendiésemos ambas un género de vidaespiritual que fue el principio de la que en religión con-tinuamos después”.

Reservas

“Recuerdo que me había con mi compañera condemasiada reserva en lo que se refería a mi interior,mas su interés por mi bien le hacía hablarme de asun-tos espirituales y arreglo de costumbres, con lo que iba

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leve falta. Me actuaba en la conformidad con la volun-tad de mi buen Jesús y aceptaba por Él el sacrificio demi vida, pero deseaba mostrarme fiel antes de mi par-tida de este mundo.

Pruebas de fidelidad

De mi amada compañera recibí entonces muchas yseñaladas pruebas de fidelidad. Aunque rodeada den u m e rosas y graves obligaciones, su industriosa cari-dad le sugería medios que le hacían fácil asistirme: elprincipal era quitar el tiempo a su propio descanso.Continuadas noches pasaba junto a mi lecho y me con-solaba y animaba a sufrirlo todo por amor del Señor.Ella sentía pena por no poder mitigar mi padecimiento;de buen grado lo hubiera sufrido ella antes que vermetan fatigada. Me parece que después de Dios, a la pun-tual asistencia que mi buena amiga me prodigó y a suscontinuas oraciones debo haber salido de aquel peli-g ro. Era la octava de la Purísima Concepción del año1872, todos cre y e ron que aquél sería mi último día. Lacasa se llenó de gente para consolar a mi afligida fami-lia. En medio de mis terribles angustias mi Jesús meconcedía cortos espacios en los que me era dado diri-girle sencillas jaculatorias. Yo le decía en mis transpor-tes de dolor: ‘Jesús mío, mi corazón en el Vu e s t ro yv u e s t ro Corazón en el mío’. ‘Madre del Corazón deJesús, deseo sufrir cuanto quieras’.

La despedida

Tan mal me sentí un momento, que me dispuse a ladespedida última. Hice venir a mis padres, a quienes

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y mi todo, quiero ser toda tuya, tan tuya, que nada enla tierra me impida unirme muy estrechamente a Ti’. Ycomo el Señor sabía mi inconstancia, se propusodarme un aviso fuerte para que estos sentimientosarraigasen en mí y el fundamento de su amor fuesesólido, y firme su asiento.

La divina bondad se dignó visitarme con un graveataque al corazón. Fue la sacudida suprema que acabóde despejarme de mi prolongada soñolencia. Presen-tóse tan reciamente, que a los ocho días de mi caídaen cama recibí los últimos Sacramentos y me leyeronlas oraciones de la recomendación del alma. Entoncesfielmente dibujado vi ante mis ojos con todos sus ras-gos el cuadro de las infidelidades de mi vida. Penséque la muerte me sorprendía cuando yo aún me halla-ba alejada de mi Dios, embargada el alma con la afi-ción a las cosas de la tierra. El pobre corazón se opri-mía, creyendo yo que el alma se arrancaba de estecuerpo, sin antes haber dado muestras de mi arrepen-timiento y de la enmienda de mi vida con mi buenejemplo; y al sentir que me agravaba por momentos,rogaba a mi Jesús me concediese, si a Él le placía, unpoquito más de vida, solamente lo que bastase paraentregarme del todo a Él. En aquellos instantes deinminente peligro me hacía su bondad conocer todo elfondo de miserias de mi vida de alejamiento de Él, y mimaldad contra una bondad que tan fina y liberal siem-pre se me había mostrado, y me abandonaba en bra-zos del amargo sentimiento de ver que el tiempo se meiba sin poder ya vivir una vida santa y de reparación. Yohabría entonces querido derramar hasta la última gotade mis venas a trueque de no haber cometido la más

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según que después me contó: ‘Si es de vuestro agra-do y ella ha de ser muy buena, uniéndonos las dospara algo del servicio de vuestro Divino Hijo, conce-dedme, Madre mía, que no muera; pero si esto no es,que se cumpla la voluntad divina’. Terminó la súplica ybajó a verme de nuevo. Por señas le pedía yo que mebajase al suelo; creía que la Virgen quería que murieseasí; pero cuán poderosa es la mediación de NuestraSeñora del Sagrado Corazón de Jesús, luego no hubonecesidad de echarme en la tierra, porque el peligrocesó. El médico inteligente y experimentado quedósorprendido.

Aunque mi mal no curó del todo, pues quedó elcorazón lesionado, la Virgen iba mejorándome hastadisponerme para consagrarme a su divino Hijo en lanueva fundación. Todo lo considero gracia de mi Jesúsaunque de ello soy indigna.

Vida íntima

Despierta con los avisos que del Cielo recibí, sen-tía, ansia por la oración y santos ejercicios de piedad,y me esforzaba por purificar mi alma y moderar el usode mis sentidos. Como mi compañera estaba animadade los mismos sentimientos, ambas nos los comunicá-bamos, viniendo a formar, las dos un solo corazón yuna sola alma.

Trabajábamos por ganar la voluntad de algunasjovencitas para infundirles el desprecio del mundo y eldeseo de seguir a Jesucristo. Dábamos por bienempleado cualquier sacrificio que el Señor exigiera de

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no permitían estar conmigo; los abracé tiernamente yles di un beso, rogándoles más con mi corazón quecon mis labios, me perdonasen. Con lágrimas les sig-nifiqué la pena de haberles faltado mucho. Puse en susmanos un último beso de respeto y les pedí rogasen amis hermanos me perdonasen los malos ejemplos queles había dado. Estaba yo tan sobrecogida de emo-ción, que no me di cuenta de que mi aposento estaballeno de gente; todos se enternecían y lloraban, ydemandaban a la Virgen mi salud.

Un favor de Nuestra Señora del Sagrado Corazónde Jesús

Pasé la noche ahogándome y al amanecer del díasiguiente estaba tan sin fuerzas, que apenas podíapedir con el corazón misericordia. Mi hermano Manuelme asistía cariñoso y mientras me tenía sostenida lacabeza, me presentaba en su mano una estampita delSagrado Corazón de Jesús y me decía: ‘Repite estasjaculatorias al Sagrado Corazón de Jesús y alégrete elrecuerdo de las gracias que tiene prometidas a los quele aman’, y me iba recitando las jaculatorias. No es fácilexplicar mi consuelo al excitarme mi hermano a lo queyo tanto amaba. Al notarse solo conmigo, temió queme quedase muerta en sus brazos y con amabilidadme dijo: ‘¿Quieres que llame a Pepa?’, era mi amiga.Ya no estaba yo para pensar en nada de la tierra, e hiceun movimiento de indiferencia. Llamada por él vino, yal verme tan mal, se volvió a su cuarto y con gran con-fianza, postrada a los pies de una imagen de NuestraSeñora del Sagrado Corazón de Jesús, la rogaba,

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conocido antes de casarse! Yo conocía no ser conve-niente declararme a ella contentándome para mitigarmi sed con decirle que tenía esperanza de que meadmitiesen en una Corporación para ser religiosa, a locual sonriente contestaba: ‘no, no crea tal cosa; hastaque yo vaya a serlo juntamente con V. no lo consegui-rá’. Y al ver lo saludable que estaba su joven marido,mi genio vivo me hacía contestar: ¿por qué será decir-me cosas imposibles? ¡Cuán poca fe la mía! Nada esimposible a Dios”.

SEGUNDA PARTE – CAP. II 259

nosotras en esta santa labor de inducir alguna a sudivino servicio y era imponderable nuestro gozo cuan-do creíamos haber recogido algún fruto, aunque fuesepequeño.

Parece que empezábamos a sentir en nuestrocorazón lo sabroso y encantador que es servir al Reydel Cielo.

Una revelación incompleta

Con esto brotaban lozanos en mi pecho los anti-guos deseos de fundar una Congregación religiosa;pero me ocurría una cosa extraña, para mí inexplicable:no podía apartar de mí este pensamiento, pero tampo-co decidirme a exponerlo a mi director, y entre tanto,no acertaba a reprimir las ansias de ver realizadosestos mis intentos: Constantemente me ocupaba endiscurrir de qué medios me valdría y cuáles serían másconvenientes para su logro.

Gastaba, largas horas en presencia de Dios, rogán-dole con todas veras me concediese Él, que todo lopuede, que yo viese mis deseos cumplidos. Mas, ¡quécontraste, Jesús mío! Mi amiga se sentía, como yo,con más deseos cada día de seguir muy adelante loscaminos del Señor: yo necesitaba comunicar mis ideasy compartirlas con quien tuviese mis mismos senti-mientos y de aquí se me originaba cierto género deprofundo martirio. Yo me dirigía a Jesús con santasquerellas: Jesús mío, tu Bondad me dio esta virtuosacompañera ¿por qué no has querido sea de mi mismoestado? ¡Qué lástima, Dios mío! ¡Que yo no la hubiese

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mental de la mañana la hacía en mi casa y el examen yoración de la tarde en la de mi compañera, la cual mira-ba como una honra singular que en una de sus habita-ciones me diese al santo ejercicio de la oración. La lec-tura espiritual y rezo del Rosario y Trisagio lo hacíamosjuntas y devotamente a nosotras se unían nuestrasfamilias.

Actos comunes

Pasado algún tiempo formamos el propósito de irlas dos a oír la santa Misa muy tempranito todos losdías, y en ella los que el director nos tenía señalados,recibíamos la sagrada Comunión, pre p a r á n d o n o sdurante una hora y gastando en darle gracias lo menosmedia, y para no faltar a nuestros deberes, y segúnéstos nos consentían, al despuntar del alba cuando mást a rde, unas veces iluminado nuestro camino por lospálidos destellos de la luna, otras contemplando nues-t ros ojos el inquieto centelleo de las estrellas y algunas,en fin, bajo la bóveda de nubes o envueltas en los últi-mos jirones del manto negro de las noches de tormen-ta, salíamos de nuestra casa en dirección a la iglesia. Yembelesadas en nuestra preocupación de ser muy bue-nas, iba el corazón descargándose de todo lo terreno yd e s p reciando ya hasta las sombras de vanidad.

Tenía yo gran deseo de que mi reglamento lopudiese cumplir a punto de hora. Propuse a mi buenamadre que tuviéramos las comidas a hora fija y nopudo complacerme; se lo impedían los quehaceres demis hermanos. Pepa significó la conveniencia para ellade la puntualidad que yo anhelaba y mi madre me con-

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CAPÍTULO III

Comienzos de vida común

Nuevo director. – Actos comunes. – El hábito. –Obras de celo. – Crecimiento de deseos. – Undefecto humanamente insuperable.

Nuevo director

“En esto permitió nuestro Señor perdiésemos anuestro santo director el señor Magistral. Cuando tuvi-mos la triste nueva de haberse perdido toda esperan-za de salvar su vida, y apenas hubimos terminado dehacer oración por él, yo en mi mente elegí para maes-tro de mi espíritu al Sr. D. Fermín Ruiz y Vela, Canónigodel Sacro-Monte, ejemplar Sacerdote de gran sabidu-ría y eminente virtud. Le propuse a Pepa si tambiénquería ponerse bajo su dirección con objeto de queambas caminásemos fundadas en un mismo espíritu, yella que apreciaba justamente el mérito y raras prendasde D. Fermín, aceptó mi propuesta. Le expuse mimétodo de vida y con su bendición y acertados conse-jos, seguí la que hasta entonces llevaba. Mi oración

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medio nos valíamos para hablarles al corazón y darlesa conocer lo hermoso del camino que conduce aJesucristo, y nos valíamos de sutiles industrias paraver de infundir en sus tiernos pechos desprecio delmundo y amor a las virtudes. Descubríamos los lazos ypeligros que a la juventud rodean y la seguridad que leofrece el abrigado puerto del estado religioso; y ayu-dadas de la gracia algún fruto se recogió.

Crecimiento de deseos

Mis deseos de fundar crecían, y a las veces se mehacía insoportable no poder hallar coyuntura favorablepara su logro. Cierto que Dios me daba luz para cono-cer mi ineptitud en negocio tan superior a mis fuerzas;pues ni con salud corporal contaba, y esto mitigabaalgún tantico mi dolor, mas sólo a ratos muy cortos porcierto, pues con mi indignidad y todo, abrigaba laesperanza de que el Señor se apiadaría de mi pobrezay se dignaría concederme su gracia para suplir mi indi-gencia. Entonces no se concretaban ya mis deseossolamente a fundar, ansiaba además que mi instituciónfuese tan fervorosa que causara admiración al univer-so. Yo soñaba un coro de ángeles, unidos en un sólocorazón por ser uno su amor, y extendidas sus alas, sinvolver los ojos a la tierra que dejaron, volar a impulsosdel amor de Dios para unirse a Él y alabarle, alejándo-se del mundo y de cuanto a el pertenece con losvalientes arrestos de una profunda humildad, sosteni-dos todos en su veloz carrera como el viático de losviajeros santos, con su pan cotidiano, el de los fuertes,la Divina Eucaristía, y ganando la altura conquistar al

SEGUNDA PARTE – CAP. III 263

cedió que yo llevase todo lo necesario para comer conmi compañera. No dejan de ser estas cosas circuns-tancias menudas, pero en su conjunto nos hacen verque la Reina del Corazón de Jesús se complació enque esta su tierna familia tuviese su principio en la ciu-dad de Granada, ciudad feliz, campo sagrado y abier-to a las heroicidades de la inmensa caridad de SanJuan de Dios. Así cuanto dependía de nosotras hacía-mos vida común.

El hábito

Resolvimos después usar vestido de forma sencillay discurrimos unas batas semejantes a las sotanas delos Padres de la Compañía de Jesús (forma que hoyconserva la túnica de nuestro Hábito). Yo me forjaba laidea que así me vestía de religiosa. ¡Qué bueno esDios! Inspiraciones suyas me parecen hoy estas, másque ilusorios caprichos de aquellos días. Parécemeque Dios se complacía en que estas sus pobres hijasllevasen el vestido que pronto debía convertirse enhábito al consagrarnos formalmente a Él.

Obras de celo

Entre tanto invitábamos a cuantas jovencitas nosera dado, a venir a nuestro taller para enseñarles lo queen género de costura1 sabíamos nosotras y de este

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1 Refiere D. José Giménez Vera, hermano de María Angustias,que Pepita Recio era excelente modista, que hacía los vestidos a lomás selecto de la aristocracia femenina de Granada.

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CAPÍTULO IV

Cómo llegaron a conocer al P. BenitoMenni

Nuevo contratiempo. – Esperan al P. Menni. –Nuevo confesor. – Consejos y propósitos.

Nuevo contratiempo

“Muy contentas y animadas caminábamos en lassendas del espíritu bajo la dirección de nuestro D.Fermín, cuando los médicos le prohibieron confesarpor ofrecer esto grave peligro a su salud. Lo supimosen ocasión que yo me encontraba en unos apurillos deconciencia, y no hay para qué referir la pena que mecausó; yo me creí no hallaría otro director que meentendiese y consolase. No le sucedía lo mismo a micompañera: acostumbraba no esperar las cosas de lascriaturas, y me animaba diciéndome: ‘Todo el Señor lopermite para mayor bien nuestro, piensa V. que novamos a encontrar confesor y ahora se nos va a arre-glar todo mejor: pues no tendremos necesidad de subir

PRIMERA PARTE – CAP. I 265

Cielo. Soltaba rienda a la imaginación calenturienta ymi alma se inundaba de entusiasmos. Ilusionada yo, loveía realizado todo, y no pudiendo contener a veceslos ímpetus de mi alborozo me hacían salir de la estan-cia donde recogida oraba a mi Señor y vagaba comouna loca, con la euforia de mis santos y alagadoresdevaneos.

Un defecto humanamente insuperable

Solamente sentía una falta muy señalada en misinocentes planes, por la cual quedarían tal vez sinreducirse a la práctica, un director decidido y animadode mi sentimientos, a quien yo abriese mi corazón yentregase mi alma así como estaba, con mi chifladurade fundar. Yo lo pedía con todos mis fervores a miJesús. Ideas me daban de marchar a Roma, sola aun-que fuese, y postrarme ante el Romano Pontífice ypedirle valimiento y protección. En fin, no sé por quéno perdí la cabeza de tanto cavilar. ¡Gracias, Jesúsmío, por tanta misericordia!”.

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contesté yo, y Pepa dijo: yo voy a sentarme en esteportal y mientras viene rezaré el rosario.

Llegó el feliz momento; asomó la diligencia de Jaénen que venía y al llegar se pasaba sin parar y Ángelescorrió e hizo que retrocediese hasta la iglesia, donde seapeó y le recibió el P. Rafael, abiertas las puertas depar en par, iluminados los altares, abierto el camaríndel Santo Fundador y encendidas en él muchas velas,y el órgano tocando, todo en obsequio a la venida delPadre Menni.

Al bajar nuestro Padre nos acercamos y por másque procuramos fijarnos, con mengua de nuestro disi-mulo, no nos fue posible distinguir su fisonomía.Llevaba el manteo de tal forma colocado, que le som-breaba y oscurecía por completo el rostro. Diríase queel Padre desde aquel instante, comenzaba, sin cono-cernos, el oficio de maestro y superior nuestro, dándo-nos las primeras lecciones de contrariedad a nuestropropio querer y vana curiosidad mujeril.

Aun así volvimos a nuestra casa regocijadas y lle-nas de satisfacción, sin que conociésemos entoncesotra causa de nuestro contento, que haber ido a cono-cer a aquel Padre; mas debieron de ser presentimien-tos de los grandes favores que Dios por su medio noshabría de hacer, y de que la Santísima Virgen nos ledaba para que realizase nuestros deseos... para quepusiese fin a nuestras ansias. Mas no era posible com-prenderlo; a nuestros ojos como a los de cualquiermortal, todo quedaba reducido a una curiosidad, máso menos inocente, a medias satisfecha.

SEGUNDA PARTE – CAP. IV 267

al Sacro Monte’. Y para animarme más, tomando ensus manos mi pequeña imagen de Ntra. Sra. delSagrado Corazón, me decía: ‘Mire, Angustias, vamos apedir a Esta, que tanto poder tiene, que nos traigan aD. Fermín de capellán a San Juan de Dios. Este DivinoNiño ya sabe la necesidad; si esto nos concede, le pro-metemos ponerle una coronita de plata’.

Y yo que soy tan vehemente dije: ¡Oh! si esto fueseasí, no de plata, de oro se la pondríamos. Así endulza-ba mis penas mi buena amiga.

Esperan al Padre Menni

Una tarde llegó a mi casa el Padre Rafael Vivó,sacerdote, amigo nuestro y encargado de la iglesia deSan Juan de Dios y dijo a mi madre y a la Sra. Leonardaque esperaban a un Padre Delegado de la OrdenHospitalaria, amigo suyo y les dijo que fueran tambiéna recibirle; ellas también nos lo comunicaron, pero lanueva nos fue indiferente, ya que no parecía resolvernuestro problema. No obstante, animadas por ellasnos entraron ganas de ir a esperarle y nos fuimos miamiga, mi hermana Ángeles y yo a la puerta de la igle-sia de San Juan de Dios.

Mucho antes de la hora ya estábamos allí: Pasabael tiempo, para nosotras impacientes, perezoso y lento;y estando al caer las diez de la noche, agotada ya lacalma de mi hermana, nos dijo: ‘Ya no viene, nos pode-mos ir’. – ‘Hija, si tienes prisa puedes marcharte; noso-tras hasta que veamos a ese Padre no nos vamos’,

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Consejos y propósitos

Lo primero que nos aconsejó fue que todos losdías nos alimentásemos del Pan Eucarístico. No obs-tante reconocer nosotras nuestra indignidad para acer-carnos tan frecuentemente al divino Banquete, baja-mos nuestra frente y con humilde respeto acatamos lasdisposiciones de nuestro Padre.

Con esto comenzamos a vivir con más cuidadopara evitar las faltas y todo lo que obstase a recibir conmucho fruto al Divino Huésped. Al ponernos bajo sudirección hicimos confesión general sintiendo un con-suelo tan extraordinario, cual nunca le habíamos senti-do. Propusimos seguir sus enseñanzas y trabajar porser dignas hijas de tan buen Padre, hasta el último sus-piro de nuestra vida. Dios nos daba a conocer que susabiduría y santidad eran más que ordinarias. Dispusoel Señor que permaneciese una temporadita nuestroPadre en Granada y así tuvimos ocasión de recibir deél abundante doctrina que con amor de caridad secomplacía en darnos: ora nos instruía acerca de la per-fección con excelentes documentos; ora me hacía a míver la belleza y encantos de la vida religiosa, y atraídaspor su bondad y por lo suave de la virtud que él nosenseñaba, procurábamos con la gracia del Señorponer en práctica cuanto le oíamos, conociendo queen ello cumplíamos la voluntad divina.

SEGUNDA PARTE – CAP. IV 269

Nuevo confesor

P a rece que fue para nosotras providencial que D.Fermín no pudiese seguir confesándonos. Fuenos for-zoso re s o l v e rnos a confesar con otro, pero antes,viendo una mañana mi hermana Ángeles al P.Delegado en la iglesia de San Juan de Dios, le pidió laoyera en confesión, y le agradó tanto, que vino a nues-tra casa como loca diciéndonos: ‘he confesado conese Padre que de veras es un santo; me alegraría quefuesen ustedes a confesar con él, y compre n d e r í a nmejor lo que este Padre vale; yo no sé explicar lo quehe conocido en él’. No habríamos hecho mucho casosi la necesidad no nos obligara a prestarle oídos. De laprimera reconciliación que yo hice con él volví suma-mente satisfecha diciendo a Pepa fuese a confesarse,que me parecía teníamos refugio adonde acogern o s .Fue, en efecto, y por haber sido un poco extensa suconfesión y porque era más despejada que yo, pudoc e rciorarse de que nos convenía y vino animándome aque decididamente nos pusiésemos bajo su sabiad i rección. Pocas confesiones más bastaron para quemi corazón, que tan oprimido se hallaba, se ensan-chara y adquiriera tranquilidad y paz interior. Sin vaci-lar me abandoné en sus manos, confiada en quecomo padre y maestro que ya era mío, me conduciríapor las sendas del bien y de la perfección. Me juzga-ba dichosa en tener a este padre, que la Vi rgen nosdeparó, porque adornado de tan raras y extraord i n a-rias virtudes como se admiraban en él, a mí tambiénme las iría comunicando.

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Una tarde que tuve ocasión de hablar a nuestroP a d re, le manifesté con llaneza y sin reservas lo quetantos años venía ansiando ver efectuado. Recuerd oque prestó oídos con bondadosa atención a cuanto lefui exponiendo hasta quedar hecho cargo de mi pre-tensión. Luego pausadamente y con mucha seriedadme hizo estas preguntas: Hija mía, ¿has pensado lobastante las numerosas contradicciones que habrás des u f r i r, especialmente de tu familia, de quien tendrás quesepararte y marcharte lejos, ya que nadie es profeta ensu tierra? Yo comprendí que le había cautivado la aten-ción mi propuesta y mi corazón latía de júbilo; y él meconoció, y dijo simulando un poco su interés, siguióp reguntándome: ¿con qué medios cuentas para esoque quieres? Con ánimo resuelto le contesté: Eso digoyo; si esos pensamientos le hubieran ocurrido a la hijade un señor principal que poseyera cuantiosas rique-zas, ¡pero a mí que no cuento con un ochavo, ni aun desalud corporal disfruto! Sólo me inspiran confianza lamucha disposición y buena voluntad de una amiga; lasdos estamos unidas como hermanas, pero hay de pormedio una dificultad difícil por cierto de allanar: ella escasada. Después me mandó nuestro Padre que talcomo lo tenía en mi mente lo escribiese y se lo entre-gase. Sentí mucho re p a ro en ello y sobremanera meviolentó, pero no hubo más que acatar y obedecer.

Dudas y consultas

Como a la luz de mi razón me parecía claro serimposible alcanzar lo que yo deseaba, le consulté sisería más del agrado de Dios que entrase en una con-

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CAPÍTULO V

María de las Angustias expresa sus ocultosdeseos

Revelación de un pensamiento. – Dudas y con -sultas. – Indiferencia. – Prudente consejo. – Pia -dosos afectos.

Revelación de un pensamiento

“Con motivo de haber hallado a un Padre, como yoanhelaba, me sentí fuertemente movida a abrirle micorazón y revelar mi acariciado pensamiento. Veía yoque mi propósito era superior a mis fuerzas; esto y mipoca humildad era el baluarte donde encerraba silen-ciosa y permanecía oculta la idea que tan arraigada yotraía en ni alma. Vencíme al fin y lo manifesté. Claro hevisto después, que fue dispuesto por una singular pro-videncia de nuestro Señor que yo no me resolviera aexplicar a nadie mi intento, hasta que tuve por maestroal que estaba destinada para realizar cumplidamentemi firme esperanza.

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esperanza era alentada por la Señora de los tesorosdel Corazón de Jesús.

Piadosos afectos

No pudiendo contener el regocijo de que me sentíallena, le dije a nuestro Padre si le participaba este migozo a mi compañera. Él me contestó no ser conve-niente, por tratarse de materia delicada y que mi amiganada entonces haría, impedida como estaba por suenlace, de ser dueña de su voluntad.

Prudente consejo

Antes de seguir, séame dado un intervalo, parareflexionar sobre lo admirable de los juicios divinos;parece complacerle al Señor que cuanto mayor es laobra falten más los humanos medios, atendiendo conmisericordia a las necesidades de los que con humil-dad y confianza a Él recurren. Me confunde considerarla dignación de Nuestro Señor, queriéndose valer de mipequeñez y miseria para dar comienzo a una obra tanprodigiosa, que, a mi juicio, parecía un despropósito, alverme carecía de toda cualidad indispensable para laardua empresa de la institución, cuyo miembro, aun-que flaco e inútil soy, según su bondad tenía designa-do. Rindamos homenaje, alabanzas y hacimiento degracias a la divina Majestad y refirámosle todo el honorde nuestra obra. Al mismo tiempo seamos fielmenteagradecidas en todo a Jesús, que tanto nos ha privile-giado. ¡Oh Señor, quién me diera la dicha y la felicidadque encierra el poseeros a Vos, único verdadero centrode nuestro pobre corazón!”.

SEGUNDA PARTE – CAP. V 273

gregación ya formada, desistiendo de mi propósito defundar. No podía, sin embargo, desechar mi idea fija, yle añadí: Aunque reconozco mi insuficiencia para unatan alta empresa, perdura en mí la inclinación primera:poder fundar aun a costa de los mayores sacrificios;más todavía: si en este momento me ofrecieran entrara formar parte de una comunidad, y sólo después demucho tiempo de trabajos y pruebas poder crear unanueva institución, yo preferiría esperar; prefiero ser fun-dadora. ¿Qué le parece a V. R.? y me contestó: Hijamía, todo esto debo pensarlo en la presencia delSeñor. No obstante él me animaba, más que a otracosa, a que ingresase en un Instituto en que se ejercíamucha caridad y se me ofrecía a hablar por mí.

Indiferencia

Entre tanto, se portaba en todo con santa indife-rencia, mostrando más bien desinterés, y sin dar aconocer un asomo de importancia a mi asunto, conmañosas evasivas trataba de desprenderse de mis cui-dados; mas nada le valió porque claramente el Señorme mostraba que aquel Padre me pertenecía y debíaser mi sostén.

Rebosante de gozo no supe ocultar a mi Padre laconfianza que en su amparo había fundado, y él, másprudente, trató de cortar el alto y atrevido vuelo de misesperanzas. Un día me dijo: Hija, yo soy un pobre reli-gioso, mis votos me han despojado de todo, no dis-pongo de un ochavo. Nada de esto, sin embargo, eraparte para menguar mis entusiasmos; yo le había con-fiado mi secreto; yo esperaba un éxito feliz porque mi

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paciencia con que su virtuosa compañera le tolerabasus defectos, que no eran pocos ni pequeños, ni en suesforzado valor para no rendirse bajo el peso formida-ble de la cruz de su matrimonio. Aunque harto proba-da por Dios, jamás la noté abatida por el desaliento;ella esperaba verle algún día cambiado en otro, espe-ranza que ponía siempre afabilidad y cariño en suspalabras y trato con él.

Dejando a salvo la verdad

Una cosa debo anotar en loor suyo; es, que siem-pre respetó la unión íntima de su mujer conmigo ymostró gran voluntad en permitir que en lo posibleestuviéramos juntas, aunque a veces reconozco quehabía en ello demasía. Cuando nos tocaba subir alSacro Monte, era cosa sabida, nos uníamos a las tresde la mañana y nos despedíamos a las diez de lanoche para retirarnos al descanso. No sabía cómoexpresarme su agradecimiento en esta ocasión por laconstante amistad que con su esposa había yo soste-nido y me contaba que le habían servido repetidasveces de edificación los actos que en nosotras teníaobservados. Por divina misericordia ya mucho antesde caer enfermo habíamos logrado en fuerza de con-sejos que nos acompañase una mañana al SacroMonte y confesase con D. Fermín, siguiendo despuéscon bastante enmienda. Fuese agravando la enferme-dad hasta el extremo de aconsejar el médico la admi-nistración de los últimos Sacramentos, y como sehallase a la sazón nuestro Padre en Granada, aprove-chó Pepa tan oportuna coyuntura, llamándole para que

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CAPÍTULO VI

Fallecimientos inesperados y estado delibertad

Grave enfermedad. – Dejando a salvo la verdad.– Muerte del justo. – Sentida pérdida. – S i nimpedimentos. – Previsión.

Grave enfermedad

Continuábamos, con el valimiento divino, poniendoen práctica lo que nuestro Padre nos enseñaba enmateria de virtud y devociones, cuando he aquí queAntonio, el marido de Pepa, se sintió enfermo. Nopareció ofrecer peligro su mal en los primeros días,pero al cabo de algunos más se desembozó franca-mente alarmante. Tocóle Dios en la conciencia ycomenzó a reconocer los dolorosos y prolongadossacrificios que por él su esposa había sufrido, endere-zados a ganarle el corazón y asegurarle la salvación delalma, ciertamente un poco alejada de Dios. Hastaentonces no había parado mientes en la hero i c a

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Yo tomo parte en la pena de V. y le aseguro que nodejaré de encomendarle a Dios, pues no sé si algúnsacerdote habrá tenido ocasión de conocer tan afondo como yo, el interior del que era su marido(Q.E.G.E.).

Pena por una parte, porque comprendo la aflicciónde V.; sin embargo, yo me atrevo a decirle que estoymuy contento en medio de esto, y doy muchas graciasal Señor por habérselo llevado consigo; pues como sélo bien dispuesto que estaba su corazón y cómo elSeñor en esta enfermedad lo había enteramente con-vertido para sí: por esto estoy más contento que sihubieran V. y su marido (Q. E. G. E.) ganado una granfortuna. Dé V. también muchas gracias al Señor y ahoraacuérdese que la ha puesto en estado de viuda paraque pueda consagrarse enteramente a Él; sin embargo,no precipitar nada.

Yo tardaré aún algunas semanas en volver a esa; elSeñor así lo quiere; paciencia.

La bendice su affmo.

F. BENITO MENNI. (Rubricado.)

Recados a todos los de su familia”.

Como revela el sentido de la carta, tenía mi queri-da amiga, como yo, confiados a nuestro Padre todoslos sentimientos de su corazón.

Sentida pérdida

Al mes siguiente se sirvió Nuestro Señor dejarmel i b re del vínculo que más me impedía volar a Él, sepa-

SEGUNDA PARTE – CAP. VI 277

dispusiese a su marido a recibir el santo Viático y laExtrema-Unción.

Muerte del justo

Confesó con nuestro Padre, dando muestras dequerer mudar de vida, si el Señor se la dejaba; recibióa Jesús y la santa Unción muy devotamente y connotable fervor, y después de raros ejemplos de aborre-cimiento de su pasado y muestras de amor a su espo-sa, rindió tributo a la muerte y su alma a Dios el 27 demayo de 1879. Plugo sin duda al Señor coger su frutacuando se hallaba sazonada. Bien puede atribuirseaquella completa mudanza y el laudable estado en quele vimos morir a las fervientes oraciones de su fielmujer, quien tuvo el consuelo de ver romperse el lazoconyugal cuando en el alma de su marido había pren-dido fuertemente la llama del amor a Jesucristo; coneste mi sentir, concuerda la siguiente carta que nues-tro Padre dirigió desde Ciempozuelos, a Pepa al tenernoticia de su viudez.

J. M. J.

“Ciempozuelos a 15 de junio de 1879.

Mi apreciable hija en Jesucristo, Pepita Recio:Todos estos días estaba pensando en Antonio y comono sabía nada, estaba para escribir a V. diciéndole queme hiciera saber cómo seguía. Pero hoy por una cartaque he recibido, en la cual por incidencia, se habla dela enfermedad de su esposo, parece ha fallecido.

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Previsión

Recuerdo que oportunamente me inspiró el Señorel buen pensamiento de escribir al Padre al expirarAntonio, avisándole lo astuto que es el demonio porque no fuera a oponer obstáculos a que mi queridaamiga se consagrase al Señor, por lo cual sin pérdidade tiempo escribió nuestro Padre a Pepa la carta quehemos transcrito arriba, la que fue para ella un lenitivoespiritual y un escudo que le defendió el corazón decuantas astucias diabólicas se le prepararon.

¡Cuán bueno eres, Jesús mío, y cómo te dignasponer en nuestra mano las armas y enseñarnos sumanejo para hacer frente y alcanzar victoria en lasbatallas que la serpiente infernal nos presenta paranuestra ruina y perdición! ¡Jesús de mi alma, sólo quie-ro vivir para padecer por amor tuyo!

SEGUNDA PARTE – CAP. VI 279

rada del mundo; me ofreció la pena de ver ahogarsea mi madre en un lago de dolor, hasta quedar privadade sentido; y al fin una embolia nos paró el curso desu preciosa vida y sufrimos el desconsuelo de noescuchar de sus labios aquellas re c o m e n d a c i o n e sque su talento y su virtud le habrían inspirado en susúltimos días, para sus queridos hijos, de tanta esti-mación e instructivas; sólo le concedió el Señor unespacio de tiempo, el suficiente nada más para dis-ponerse y recibir con extraordinario fervor y humildadlos santos Sacramentos del Viático y Unción, en queestuvo aliviada. Habríanos confortado a todos quen u e s t ro Padre hubiera estado en Granada y a mi que-rida madre habría alegrado en extremo; ya muy alcabo y preguntándole Pepa si que quería que llama-se a su confesor, trabajosamente pero con claridad,señalando con el dedo cabe a su lecho, dijo: “Aquíquisiera yo al Padre Benito ahora”. Este fue aGranada con tal motivo, pero llegó unas horas des-pués del entierro.

Sin impedimentos

P a rece que el Señor quería con tan recios sufri-mientos y grandes pérdidas allanar nuestro caminopara que sin impedimentos, sin obstáculos, sin lamenor reserva, nos entregásemos a Él, según dispusosu adorable Providencia quedásemos libres de aque-llas apretadas ligaduras, con lo que pudimos marc h a ra consagrarnos como esposas suyas, siguiendo confirmeza a nuestro divino Amante Jesucristo, Vi d an u e s t r a .

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de Jesús, ¿será posible que tan presto nos privéis deeste consuelo que Vos misma con tanta bondad noshabéis presentado? Madre nuestra, pues tanta miseri-cordia habéis mostrado dándonos a este buen Padrepor maestro de nuestro espíritu, no permitáis que des-aparezca ahora, cuando va a recoger el fruto de sulabor. No, Madre mía, no lo permitas”.

La Imagen de Nuestra Señora del Sagrado Corazónde Jesús en el aposento del Padre Menni

Como la enfermedad iba siguiendo sin que el peli-gro cesase, ocurriónos enviarle mi preciosa imagen deNuestra Señora del Sagrado Corazón para que lapusiese en su cuarto y le dijesen se encomendase confervor a la Señora en unión nuestra y la tuviese hastaconvalecer.

Confieso en verdad que nada sabíamos nosotrasde la devoción de nuestro Padre a la Santísima Virgenbajo este hermoso título. Una mañana fuimos a pre-guntar por él y se nos dijo que estaba muy mal, que lafiebre muy alta no le dejaba descansar y que toda lanoche la había pasado repitiendo esta jaculatoria:“¡Jesús mío, sólo quiero amarte y servirte mucho!”.

Tanta impresión me produjo oír esto, que preciséretirarme para ocultar mis lágrimas, pidiendo al mismotiempo al Señor conservase la vida de aquel corazónque oprimido por el peso de su mal, sólo suspiraba poramar a su Dios. Propicia al fin Nuestra Señora en tanapremiante necesidad a nuestras oraciones, le sacódel peligro y nosotras quedamos una vez más obliga-

SEGUNDA PARTE – CAP. VII 281

CAPÍTULO VII

Una enfermedad grave e instanciasvehementes

Regreso a Granada. – Una imagen de NuestraSeñora del Sagrado Corazón en el aposento delPadre Menni. – Extrema indigencia. – La primerap ó s t u l a . – C o n t r a d i c c i o n e s . – Donosa negati -va. – Cartas. – Especiosa proposición.

Regreso a Granada

Después de participar a nuestro Padre nuestrasaflicciones por tan sentidas pérdidas y enviarnos él ensus cartas consuelos espirituales, diónos otro mayorcon su vuelta a Granada, pero tampoco nos dejó elSeñor en esta ocasión sin nueva espina que punzaranuestro pobre corazón; llegó atacado de una fiebremaligna y se empezó a temer por su vida; nosotras enseguida acudimos a nuestro común refugio, NuestraSeñora del Sagrado Corazón, comenzando una nove-na de preces en favor de la salud de nuestro Padre.Muy apenada yo le decía: “Madre y Reina del Corazón

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este Padre se emplea solamente en sacrificarse enbien de sus semejantes, ganar sus almas y llevarlas alcielo. Pepa se alegró sobremanera por tener ocasiónde hacer algo por nuestro Padre y por la esperanza deverle más pronto repuesto: había quedado tan ende-ble, tan sin fuerzas, que por mucho tiempo tuvo queandar apoyado en un bastón.

Contradicciones

Al sentirnos libres de los vínculos de sangre que almundo nos habían unido hasta aquel entonces,comenzamos a instar a nuestro Padre exponiéndole lavehemencia con que deseábamos ponernos en susmanos, firmes y resueltas a seguir sus indicaciones ycuanto él juzgase era del divino agrado en orden anuestra proyectada fundación.

Siempre conservaré vivo el recuerdo de aquellalarga y penosa lucha que haciendo frente a nuestroPadre tuvimos que sostener. Con nube negruzca eimpenetrable cerró del todo el horizonte de rosa y azulsonriente a nuestra dorada esperanza, sin dejarnos unrayo de luz; él nos presentaba poderosos razonamien-tos demostrativos de la imposibilidad de realizar lo queardorosamente le rogábamos; pero de otro lado, nues-tras miras fijas en el amor de Jesús, hacían renacernuevas confianzas en nuestras almas fundadas en labondad y poder de Nuestro Dios y esto nos manteníafirmes en la resolución de ser esposas de Jesús, y noshacía superiores a nuestra flaqueza; aunque a lasveces el espíritu diabólico nos urdía tales enredos quenos veíamos a punto de sucumbir. Representábanos

SEGUNDA PARTE – CAP. VII 283

das con este favor a tan bondadosa Madre, que vien-do nuestra miseria debió de apiadarse y concedernosde nuevo la dirección de aquel su predilecto sacerdo-te, inspirándonos también que con amor respetuoso ydocilidad de hijas humildes nos dejásemos guiar por lamano bondadosa de este Padre, que Ella con tanespecial amor nos había proporcionado, seguras quesiguiéndole caminábamos conforme al divino beneplá-cito.

Extrema indigencia

Mucho hubo de sufrir nuestro Padre durante estaenfermedad, pasada en una casa que más que pobreera entonces el cobijo de la miseria. Sacrificios que laProvidencia proporciona a los justos por que sufranpor su amor. Acaso entraba también en el plan divinoque nosotras comenzásemos a ejercer el honroso ofi-cio de pedir limosna en favor del indigente, ya que mástarde habíamos por deber de nuestro estado dedicar-nos a tan laudable ocupación.

La primera póstula

Mi amada amiga, que por cualquiera de sus próji-mos habría entregado la propia vida, me indicó quedebíamos presentar la necesidad de nuestro Padre aunas muy virtuosas señoras, dedicadas al santo ejerci-cio de socorrer a los pobres necesitados. Lo hicimos yellas nos prometieron atender lo que tan urgente y detanta trascendencia era, toda vez que la conservaciónde aquella vida tanto importaba a la sociedad, pues

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tiempo, es oponerse abiertamente a la voluntad deDios”. Nos oyó tranquilo y muy afable nos contestó:“Hijas, ¿cómo queréis que os dé esperanzas, si a jóve-nes adornadas de excelentes cualidades que pretendí-an ser religiosas, he despedido sin ellas? y son instrui-das, virtuosas, de mucha menos edad que vosotras,con dote suficiente; en fin, estoy por decíroslo, hastaguapas son”. Escuchándole estábamos atentas, peroal oír esto último, sin poder contenernos le dijimos: “enuna palabra, que carecemos de todo y hasta feassomos. No le faltaba más que decirnos”. Sin embargo,bastaba ser de nuestro Padre para caernos en gracia.Y continuó diciéndonos: “No sé cómo estáis, me tenéisasediado; os hallo tan pegajosas... como dos sangui-juelas no sabéis separaros de mí”. Y con esto nos des-pidió.

Cartas

Retiróse nuestro Padre a un cortijo no muy distan-te de la ciudad, pero lo suficiente para no poderlehablar nosotras y allí le enviamos una lluvia de cartasmuy apremiantes; después marchó a Ciempozuelos yallí también descargó sobre él otro chaparrón de epís-tolas, de modo que no le dejábamos sosegar, juzgan-do que serían más eficaces que nuestras palabras.

Llegó Navidad y tuvimos el consuelo de volverle aver; le recibimos con extremada alegría creyendo sehabría convencido y nos dejaría irnos en unión suya,p e ro cada vez se nos mostraba más resistente. Referirtodas las pruebas que nos hizo, sería relato intermi-nable.

SEGUNDA PARTE – CAP. VII 285

como cosa vergonzosa e indigna de nosotras repetirtantas veces el mismo ruego a aquel Padre de cuyoslabios no oíamos otra respuesta que: “no os canséis,porque no conseguiréis nada”, y nos instigaba a que ledejásemos y no le molestásemos, pues no obtendría-mos resultado favorable. ¡Jesús mío y qué guerra tanterrible tuvimos que sostener por espacio de un año!La palabra de nuestro Padre suave siempre y consola-dora, habíase tornado para nosotras dura, áspera ypunzante como aguijón que se nos clavaba en lasentrañas, amargadas con nuevas hieles cada día; nosolo no consentía que le hablásemos de fundación,sino que ni la más remota esperanza nos daba de seradmitidas en alguna casa de religión.

Recuerdo que una de las veces que fue a Granadaestuvo todo el mes de octubre, y todos los días, sindejar uno solo, fuimos a sus pies a hacerle la plegariade siempre; nuestro Padre persistió en su oposiciónconstante y nosotras, oportunas o inoportunas, paratodo hallábamos salidas, y terminamos pidiéndole per-miso para marchar en compañía suya. ¡Señor y Dios demi corazón, qué secretos son tus juicios! ¿Cómo com-prender nosotras que hacernos pasar aquellas penasera templar nuestras almas, y dar a conocer a nuestroPadre si nuestra voluntad era firme, y estable nuestropropósito de entregarnos a Vos? ¿quién en tanto sufri-miento se habría sostenido sin la ayuda de la gracia?

Donosa negativa

Fuimos una tarde a ver a nuestro Padre y resuelta-mente le dijimos: “oponerse a nuestro intento por más

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sentimos llamadas a eso, en la forma propuesta; acualquier otra parte que nos lleve, vamos contentas”. Ynuestro Padre quedó de nuevo indeciso sin saber quéhacer con estas sus pobres hijas.

SEGUNDA PARTE – CAP. VII 287

Especiosa proposición

Suficientemente se había hecho cargo de la solidezde nuestra vocación, tanto por la sinceridad con que leabrimos nuestros corazones, como por las conferen-cias que tuvo con nuestro Director D. Fermín, a quiendimos amplia libertad, para que de nosotras dijera loque creyera oportuno. Esta consideración no nos per-mitía explicarnos por qué nuestro Padre se oponía tanresuelta y obstinadamente a nuestra pretensión.

Otra tarde que fuimos como de ordinario a tratar denuestro asunto, le encontramos sumamente afable:parecía estar su alma poseída de un muy encendidoamor de Dios, juntas las manos ante el pecho y eleva-da la vista cielo, con dulzura inefable nos dijo: “Hijasmías, os amo en el Señor y en su divina presencia lo hepensado todo y... creédmelo, vuestro deseo es lavoluntad de Dios. Median graves inconvenientes quehay que vencer. Dios quiere de vosotras eso que mehabéis dicho, que os dediquéis a atraer jóvenes para Ély en esto os prometo ayudaros. Trataremos de esta-blecer un Colegio donde tendréis internas, aquí en laciudad, y así no tendréis necesidad de alejaros devuestras familias; os proporcionaré un sabio Director yos aseguro que se hará un gran bien a las almas ydaréis vosotras mucha gloria al Señor”. Al oír tales pro-posiciones por un momento quedamos suspensas ysin saber qué giro tomar. No nos sentíamos con ánimopara obedecer en aquel punto, ni nos atrevíamos aoponernos a su voluntad que para nosotras era la vozde Dios. Y por fin resueltamente le dijimos: “quizá nonos habremos expresado bien, pero nosotras no nos

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ser admitidas a formar parte de cualquiera comunidad,y dirigiéndose a mí en particular, me dijo ser del todoimposible me dieran el Santo Hábito, y además añadió:“No creas que aunque fueras religiosa podrías hacer laoración que haces en tu casa”. A lo primero contestéque si no recibía el Santo Hábito, me contentaba conestar en la casa del Señor, y lo de la oración no meimportaba, pues tenía entendido que en re l i g i ó n ,obrando por obediencia, gana tanto el que trabajacomo el que está mano sobre mano; además le dije:“no se ufane V. R. porque tiene salud, ni porque Pepatambién la tiene, que bien puede ocurrir que los dos lapierdan y yo me ponga buena”.

Nueva proposición

Seguíamos rogando sin desfallecer y un día se nose x p resó así: “Si a vosotras os parece bien, enCiempozuelos os podría pro p o rcionar una casitadonde viviríais recogidas y yo os daría trabajo paravuestro sustento; no os puedo dar otra cosa, ya lo veis,soy un pobre religioso, hijo de obediencia; esto lo hagopara que podáis retiraros del mundo, según es vuestrodeseo”. En verdad que a la naturaleza no agradó laproposición; decíamos entre nosotras: para no ser reli-giosas, bien estamos en nuestra casa. Aceptar nosparecía locura o necedad; pero Dios nos inspiró y nosmovió a decir a nuestro Padre: “no queremos más queentregarnos en sus manos piadosas, de nosotras hagalo que quiera”. No le satisfizo del todo nuestra res-puesta, y diónos otro asalto para cerciorarse de nues-tra resolución: “Hijas, añadió, con tiempo os lo preven-

SEGUNDA PARTE – CAP. VIII 289

CAPÍTULO VIII

Más pruebas

Aflictiva distinción. – Nueva proposición. –Pureza de intención.

Aflictiva distinción

Otro día fuimos a ver a nuestro Padre, y dirigiéndo-se a mí, me dijo: “He pensado aconsejar a Pepa que seconsagre a Dios, pero a ti no me atrevo; ella tiene saludy tú estás enferma”. Tan penosamente me impresioné,que salí camino de mi casa llorando y así pasé la nocheentera, y sin dejar de llorar al amanecer fuíme de nuevoa nuestro Padre, entrecortando mis ruegos con sollo-zos y suspiros que no podía contener, pedirle tuviesecompasión de mí, manifestándole lo desolada y tristeque me había dejado su resolución. Al verme tan afligi-da me dijo riéndose: “ahora te cuadra tu nombre,Angustias”.

Otra vez se entretuvo en explicarnos un grancúmulo de dificultades que existían en nosotras para

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garnos tan desinteresadamente en sus manos, comonosotras le decíamos y marchar en su seguimiento,hízole sospechar si encerraría alguna afición hacia supersona, que debiera ser extirpada de nuestros cora-zones y nos mandó a decir: “Si lo que os propuse lle-gare a efectuarse, no os imaginéis que siempre anda-réis en derredor de mí, ni creáis que os podré confesarsiempre, lo más que os puedo ofrecer (si sois admiti-das en algún convento cercano a Ciempozuelos es ir avisitaros alguna vez, y si lo necesitáis, confesaros; os loaviso para que echéis vuestras cuentas”.

Ocurrencias eran estas de nuestro Padre que nosaplastaban y ponían nuestro pecho como en prensa;además las dudas y desconfianzas que nos asaltabanno teníamos valor para descubrírselas, temerosas deacabar de cerrarnos de una vez para siempre nuestraposible salida y dar ocasión a que se frustrase nuestroproyecto; era indecible nuestra tortura y congoja, porlo que nos acogíamos a la misericordia del Señor y tier-namente le presentábamos nuestras cuitas y pesares.Contestamos que ciertamente había mucho que ofre-cer al Señor de sacrificio en cuanto nos decía; peroque esperábamos que nuestro Buen Jesús lo arregla-ría todo y nos ayudaría.

No le aquietó nuestra respuesta y desde Ciempo-zuelos escribió a D. Fermín diciéndole que en su nom-bre nos comunicase cómo había de nuevo reflexiona-do con detención sobre nuestro asunto y que Dios leinspiraba que de ningún modo aprobase nuestra reso-lución; que a juicio suyo, en nuestra tierra y cerca denuestras familias podíamos servir a Dios y hacer bienal prójimo; y así cuando creíamos hallarnos casi al fin

SEGUNDA PARTE – CAP. VIII 291

go, si os pusiereis enfermas, no os quedará otro recur-so que ir al Hospital de Ciempozuelos; mi estado nome permite atenderos de otro modo”.

Esto nos fue un poco duro, particularmente a mí,por estar siempre enferma y recordar que cuando mesentía peor, rodeaba mi lecho el cariño de mis buenoshermanos, prodigándome cuantos remedios necesita-ba, ansiosos de aliviarme. Pero nos esforzábamos porapartar la honda tristeza y natural repugnancia quetales prevenciones despertaban en nosotras, y decidi-das le contestamos: “Padre, esto y cuanto nos dicesufriremos; confiamos en la bondad del Señor que nosayudará a soportarlo por su amor”. Aunque flacas ymiserables no nos determinamos a la práctica de estosolamente impelidas por nuestro fuerte deseo, sino porlo que meditamos en la presencia de Dios y cambia-mos varias veces impresiones y aun con la poca luz denuestra mente tuvimos nuestras conferencias aducien-do razones y tratando de conocer lo más acepto aNuestro Buen Jesús; y nos dábamos mutuamenteánimo para no retroceder ni vacilar. En esto marchónuestro Padre a Ciempozuelos sin hablarnos nada másdel asunto. Se veía que aún no estaba resuelto a lle-varnos.

Pureza de intención

Quiso extremar las pruebas hasta evidenciar la rec-titud y pureza de nuestras intenciones. Bien veía quesin una gracia extraordinaria del cielo no habríamosvencido tantas dificultades, lo que le daba a conocerser de Dios nuestra vocación; pero aquello de entre-

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CAPÍTULO IX

De cómo salieron de Granada e hicieron elviaje a Ciempozuelos

El consentimiento. – P reparando la marcha. –Por obediencia. – El día. – La evasión. – El viaje.

El consentimiento

Acercábase el mes de junio del año 1880 y nos pre-ocupaba como siempre el deseo de conocer la resolu-ción de nuestro Padre respecto de nosotras. No haytérminos para expresar el regocijo nuestro cuando amediados de dicho mes recibimos carta que decía:“Hijas, si queréis podéis veniros; ya os tengo una casi-ta para que viváis en compañía de buena señora, laque saldrá conmigo a la estación a esperaros”.

Preparando la marcha

El suspirado consentimiento, orden para nosotras,que tanto nos alegró en los primeros momentos, levan-

PRIMERA PARTE – CAP. I 293

de nuestro largo camino de gestiones y esperandomuy en breve el aviso para salir de Granada, nos vinoa dar esta adversa noticia nuestro buen D. Fermín yvolvimos a encontrarnos en el punto donde habíamoscomenzado, sufriendo con este andar y desandar unprolongado martirio.

Le mandamos en vista de esto con nuevas razo-nes, todas las que Dios nos inspiraba, unas cartas muyextensas rogándole nos facilitase consagrarnos alSeñor. Nos escribió un poco más blando, pero hacién-donos ver las contradicciones que de todas partes ten-dríamos que sufrir y repitiéndonos que con certezanada podía prometernos.

Cierto que en toda esta trama de oposición se pro-ponía nuestro Padre descubrir hasta lo más íntimo denuestras aptitudes para lo que él traía concebido en sumente, pero déjase al mismo tiempo traslucir su per-plejidad y su miedo en poner su mano en una obracuya trascendencia debió de conocer. Su humildad lehacía sentirse demasiado pequeño y demasiado flacopara tornar sobre sus hombros peso tan enorme, y cre-erse desprovisto de facultades para regir con aciertoun nuevo instituto.

Alegrémonos en el Señor, cuya misericordia nosdio a este nuestro buen Padre por maestro y fundadorde esta feliz familia de Hijas de Nuestra Señora delSagrado Corazón ¡Reina del amable Corazón de Jesús,recibe el nuestro en prenda de nuestro amor!

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salir por obediencia; fue la noticia un disparo a quema-rropa que le atravesó las entrañas; procuré contrarres-tar el efecto, simulando que aplazaba, en vista del dis-gusto y alarma, mi marcha; pero seguí disponiéndolotodo, sin dar parte ni más conocimiento a nadie.

Fuénos necesario cobrar nuevos ánimos para nodesfallecer y mantenernos firmes con un hero i c oesfuerzo. Yo me dirigí a mi Señora la Reina del SagradoCorazón de Jesús, diciéndole: “¿Malograremos tanbella ocasión por debilidad y cobardía? No lo permitas,Madre, no; no nos abandones; haríannos sucumbir lasinfernales astucias si nos dejases”. Ella protegió nues-tros pechos con escudo de fortaleza. ¡Gracias, Madremía, por tanto amor!

El día

Un tanto repuestas de tan fuertes impresiones, medijo mi buena compañera: “y cuándo le parece a V. quesalgamos?”. Torné a turbarme y sólo acerté a contes-tar: “yo lo dejo todo a su disposición. El día que V.señale, ése quiero yo”. Tomamos el calendario y topóen seguida la vista con la próxima festividad de SanLuis Gonzaga, de la cual distábamos unos tres o cua-tro días, y unánimes nos pusimos bajo su amparo, eli-giendo su día para nuestra marcha. Costoso y difícilnos fue prepararnos de suerte que nuestras familiasnada echaran de ver, pero nuestro Buen Jesús nosasistió e hizo que ni un alma se enterase, si no fue laseñora de Barajas, doña Josefa Miranda2 a quien deja-

SEGUNDA PARTE – CAP. IX 295

2 Dejaron las cartas a Dª Josefa Miranda y no a la Sra. deBarajas. Ésta se llamaba Mercedes Damas.

tónos, al concertar la partida, horrible tempestad detristezas y encontrados sentimientos. Debíamos cum-plir nuestro propósito; pero alejarnos de nuestras fami-lias se haría imposible si se dan cuenta. Se opondríanpor todos los medios imaginables; debíamos, pues,aparejar el viaje oculta y sigilosamente y aprovechar talvez un descuido, o salir en las horas avanzadas de lanoche; pero... ¡sin despedirnos! ¡Sin darles el últimoabrazo! ¡Sin decirles nuestro último adiós… a ellos tanafables y condescendientes con nosotras, tan cariño-sos, tan amables, que nunca osaron turbar el sereno ytranquilo curso de nuestra vida devota, rara y excéntri-ca en nuestro estado con la menor advertencia, éranosen extremo doloroso! Yo imaginaba a mis buenos her-manos con mi anciano y amante padre1, transida elalma de desconsuelo por mi furtiva ausencia, me pare-cía inhumano, crueldad despiadada y negro descono-cimiento ser yo la causa de su pena y amargura. Lanoche última, anterior a nuestra marcha, sentadostodos a la mesa, les miraba al rostro y con dolor delalma decía para mí: tal vez en la vida no vuelva a verosmás. Después de tanto sacrificio con tan buena volun-tad, ahora que necesitáis de mí, os abandono; y estasideas me iban desgarrando el corazón.

Por obediencia

Todo lo había previsto nuestro Padre; por esto ensu última carta me decía: “te mando que des cuenta detu salida a tu hermano Manuel”. Hícelo días antes de

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1 El padre de Mª Angustias había fallecido el 15.2.1873.

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mán, componía toda nuestra conversación... nos aho-gábamos, el tren no llegaba nunca para nosotras.

El viaje

Llegó por fin y comenzamos a tranquilizarnos.Invocamos el auxilio divino y subimos al tren. Luegosentimos la protección de nuestro abogado San Luis;al ponernos en marcha se nos dilató el pecho y respi-ramos, cual si nos hubiéramos descargado de enormepesadumbre, sin que el alejamiento de nuestra casafuese parte para estorbar el sentimiento de alegría queexperimentamos en aquellos para nosotras los másfelices instantes de nuestra vida.

Cierto que imaginábamos la impresión de desagra-do que nuestra fuga produciría a nuestros parientes yel recio y doloroso golpe que sus almas debían sufrir,pero orábamos por ellos y nuestro Valedor Angélicoinfundíanos entereza y confianza que nos hacía espe-rar que no les faltaría consuelo también en su que-branto.

¡Qué bueno es Dios! Desde que decididamente ycon voluntad resuelta a Él nos entregamos y le hicimosdonación de todo, empezó largamente a premiarnosesta mezquina oblación hecha por su amor. Es queDios no atiende tanto al don, cuanto al amor con quese ofrece. A medida que nos íbamos alejando de nues-tra ciudad íbase haciendo tenaz y persistente el pen-samiento de los nuestros y su recuerdo apareciéndo-nos más triste y más desoladora la escena que estaríadesarrollándose en nuestros amados hogares. ¡Cómo

SEGUNDA PARTE – CAP. IX 297

mos escritas algunas letras para que las entregara alos nuestros. Vivía mi compañera en nuestra mismacasa y dejamos a mi familia la comida preparada la vís-pera para el día de nuestra partida disponiendo lascosas de modo que pensasen que habíamos ido alSacro Monte, con gran pena por cierto, previendo nohabrían de probarla, desganadas por el profundo pesarque debería causarles tan dolorosa sorpresa.

La evasión

Hallábame convaleciente de una de mis recaídas yera obligada a levantarme en aquella sazón a las diezde la mañana lo más pronto; y con todo vino a llamar-me mi amiga el convenido día 21 a las dos de lamadrugada, y con suma presteza y alegría me eché alsuelo como si nunca hubiera sentido padecimiento;pisando quedo, de puntillas, a obscuras y a tientassalía yo, conteniendo la respiración; abrí los postigosde antemano preparados, lo bastante escasamentepara darme salida y vime en la calle gozosa con miamiga, y veloces como dos sombras fugitivas corrimosa la estación, donde recelosas y esquivas hubimos deesperar largo rato, soportando medrosas una angus-tiosa zozobra; cada cuerpo dibujaba la silueta de undeudo que venía a hacernos volver, y en la resonanciade cada palabra parecía herirnos el eco de una vozconocida, preguntando con avidez y pronunciandonuestros nombres; y al amparo de la sombra, comodos aves nocturnas, lo más lejos posible de la luz, unsuspiro entrecortado, una palabra imperceptible, un“cuanto tarda” expresando por cierto impaciente ade-

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y esto, nos dijo, suele ser prueba del agrado de Dios.No atiendan ustedes a razones de carne y sangre; eltiempo hará que sus familias conozcan su gran error ya p robarán con aplauso la decisión de ustedes tandigna de elogio. ¡Ánimo; somos en verdad flacos, peroDios todo lo puede; es la misma fortaleza y en éstahemos de confiar!

Dijímosle cómo nos habíamos puesto bajo la direc-ción de un virtuoso y sabio Padre de la Ord e nHospitalaria de San Juan de Dios y también en estepunto nos hizo razonamientos muy atinados y nos esti-muló a que le siguiésemos y nos dejásemos guiar porcompleto, según la providencia del Señor manifestadapor las indicaciones de tan digno Padre: “Conjuro austedes que sean fieles, que esto es cosa toda provi-dencial”.

Dimos aviso de nuestra salida a Ciempozuelos ynos dispusimos a continuar nuestro viaje más alegres yfortalecidas; Dios nos guió a aquella casa cristiana ynos presentó aquel buen señor como un ángel quealentó nuestros corazones oprimidos y allanó nuestroquebrado camino. Rogónos con encarecimiento no leolvidásemos en nuestras oraciones y reiteradamentese ofreció a nosotras. Las tres de la mañana eran cuan-do salimos de su casa; a la puerta nos tenía el cochedispuesto que nos llevase a la estación; fue esta la últi-ma fineza que en aquella ocasión tuvo lugar de hacer-nos. Nuestro reconocimiento no tenía límites, porquepara nosotras todo aquello era un favor inapreciable.Dios le habrá premiado a tan buen señor, como se lopedimos y lo esperamos. Subimos al tren y se apode-ró por completo de nosotras el deseo de ver a nuestro

SEGUNDA PARTE – CAP. IX 299

estarán ahora! decía yo a Pepa. ¡La casa del llanto seránuestra casa hoy! Y Dios nos consolaba otra vez conuna firme confianza de que a ellos no les faltaría opor-tuno lenitivo y les asistiría con la gracia de la resigna-ción.

Sintióse mi compañera enferma (sin duda sufríamás que yo) a causa de tanto sobresalto y emoción;p e ro al verme ella tan alegre y animada como nuncayo había estado, se sobrepuso a los fuertes dolore sque iba padeciendo, y continuamos animándonos ydando al Señor gracias hasta que al llegar cerca deC ó rdoba tuvo el buen acuerdo Pepa, tal vez inspiradapor Dios, de interrumpir nuestro viaje, quedando enesta ciudad para contener una nueva acometida detemor que yo le declaré de que mi hermano Manuelhubiera dado órdenes por telégrafo para que fuesedetenida y forzada a volverme. Nos dieron posada enla casa de un rico hombre conocido de Pepa, llamadoD. Ramón de Porras y Ayllón, quien nos recibió congrandes muestras de su bondad y aprecio, y conmucha caridad no sólo nos pro p o rcionó cuanto fuenecesario para alivio de mi compañera, sino que nosconsoló y nos dio luz con su ilustrada inteligencia paraasegurar más nuestros pasos en el camino comenza-do de emplearnos el servicio de Dios, cuando le hubi-mos comunicado el motivo de nuestro viaje. No aca-baba de alabar nuestra decisión y nos animaba más ymás a no desfallecer en la ejecución del pro y e c t o ,o f reciéndosenos generoso para cuanto le necesitáse-mos. Nos refirió las contradicciones, semejantes a lasnuestras, que dos hermanas suyas habían tenido quesufrir de parte de su familia al pretender ser re l i g i o s a s ,

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CAPÍTULO X

En Ciempozuelos, la casita preparada

El saludo. – Camino de nuestra morada. – Lahabitación. – El ama.

El saludo

¡Bendito seáis Vos, Dios mío, y cuán otros sonvuestros juicios y disposiciones! Sin duda, para quenos humillásemos y comprendiésemos que sin su gra-cia somos incapaces de un buen pensamiento, permi-tió el Señor que arrollase nuestras almas y nos hundie-se en un mar de abatimiento la recia sacudida de latristeza: luego que llegamos y vimos a nuestro Padre,agolpósenos a un tiempo todo lo presente y lo pasado:la situación angustiosa de nuestras familias, su justoenojo, las consecuencias deplorables para los ancia-nos mi padre1 y la madre de mi compañera, las airadasconminaciones de nuestros hermanos, la merecidacensura sin piedad de nuestra fuga, y hasta el escán-dalo a que habría dado ocasión entre los vecinos yconocidos; y nuestro porvenir presentóse ante noso-

PRIMERA PARTE – CAP. I 301

Padre y contarle cuanto nos había sucedido; estandoya cerca de la estación de Ciempozuelos nuestra ale-gría tornóse tan inquieta, que no nos dejaba sosegar,estábamos nerviosas; nos levantamos de nuestrosasientos azogadas y no acertamos a sentarnos más;cada momento que faltaba era un siglo, y nos decía-mos: “en seguida haremos actos de sumisión y obe-diencia, le expresaremos nuestro sano afecto y grati-tud y... además le tenemos que pedir perdón por amorde Dios de cuanto le hemos dado que hacer y moles-tado hasta obtener que nos dejase venir. ¡Que no senos olvide! Y además que Nuestra Señora del SagradoCorazón le premiará tan grande obra de misericordia.

¡Dichosa y bendita fiesta de San Luis Gonzaga quetanto bien proporcionó a nuestras almas!”.

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1 Cf. nota 1, capítulo anterior.

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sin merecimiento alguno el honroso título de sala en laplanta baja, éralo también bastante de techo, el pavi-mento puro suelo de tierra, caladas las paredes dehumedad, y no muy espaciosa; luz la que le daba unaventana con vistas a una calle que era fea como lascasas viejas e irregulares que la formaban, achaquepor cierto en que la nuestra no les iba en zaga, llamá-base la calle de la Barrera. Bien abastecida la sala denecesidad y extrema pobreza, se hubiera dicho que losmuros se hallaban en absoluta e imponente desnudez,si grandes manchones de salitre no los tapizaran pro-fusamente. Mobiliario y utensilios, un catre plegado ynuestros dos cofres que nos trajeron al par que toma-mos posesión de nuestro pobrísimo albergue. Allí vivi-ríamos bien a nuestro placer, desprendidas de todo loterreno y recogiditas; todo nos hacía recordar la frasedivina: “El Hijo del hombre no tiene donde reclinar sucabeza”.

P e ro hubo para consolarle: como menaje comple-mentario del mísero ajuar, nos dejó nuestro Padre uncabo de vela en una palmatoria de hoja de lata quehabía tomado de su casa para alumbrarnos al llegar,que fue al anochecer, y el ama de la casa, a la horade acostar, nos prestó un colchoncillo sucio y maltraído; tal linaje de privaciones no le habíamos nuncapensado y aún nos resistíamos a creer lo que tenía-mos ante nuestros ojos; “el Padre, decía mi compa-ñera, a buen seguro que no nos esperaba: así nadatenía apercibido”.

Hecha yo al cuidado y singularidades que en micasa me ofrecía el amor de mis hermanos, sentí repug-nancia de aquel colchón; conociólo Pepa, le tomó para

SEGUNDA PARTE – CAP. X 303

tras no en punto oscuro, su realidad, sino la boca tene-brosa de un abismo lejos de nuestro suelo, sin otroarrimo que aquella mujer, que en compañía de nuestroPadre bajó a esperarnos. La herida había sido honda,muy honda en nuestra alma, pero cierta especie deencantamiento había provocado en ella un estadosomnífero, la había conservado insensible desde nues-tra salida, y ahora el frío contacto de la mano descar-nada de lo real despertábala del sueño y el dolor seincorporaba implacable señoreándola; un nudo en lag a rganta nos hizo enmudecer; nuestras lágrimashumedecieron las manos de nuestro Padre al poner enellas los labios su beso de respeto y veneración, y estefue nuestro saludo; no hubo medio de sobreponerse.

Camino de nuestra morada

Con el Padre y la recién conocida, nos dirigimos ala casa de ésta, donde debíamos vivir; pero antes, alpasar por la de aquél, entramos en la capilla para visi-tar lo primero a Jesús Sacramentado. Le adoramos,hicímosle entrega una vez más de todo nuestro ser, ydándole rendidas gracias por la llegada sin contratiem-po, seguimos hasta la pobre habitación que se nostenía preparada y allí nos dejó el Padre con nuestranueva compañera, despidiéndose con estas palabras:“Hijas mías, aquí vais a habitar desprendidas de todolo terreno y recogiditas”.

La habitación

Bien pudo decirlo; a otro vivir no se prestaba lahabitación. Era una pieza que había recibido del ama

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CAPÍTULO XI

Temores y desalientos

Primer amanecer. – Humildes Provisiones. – Zo -zobras. – Una carta. – Consuelos.

Primer amanecer

Muy tempranito al día siguiente, serían como lascuatro, nos sobresaltaron unos golpes dados a la ven-tana desde la calle y oímos la voz delgada y amable denuestro Padre, que nos llamaba para que fuésemos ala capilla de los Hermanos a rendir homenaje a NuestroSeñor, purificar nuestras almas y encerrar en nuestropecho al amado Jesús.

Humildes provisiones

De vuelta a nuestra casa pensamos en proveernosde alimento y algunos enseres, los más precisos, decocina. Salió Pepa, compró un puchero y dos platos ytrajo para el consumo del día; improvisamos lo que lla-

PRIMERA PARTE – CAP. I 305

sí y me extendió el catre, diciendo no ser convenienteque me recostase en el suelo, y así comenzamos agustar algo de las mortificaciones de los que juraronseguir de cerca al Rey enamorado de la bendita y santapobreza, que entre guedejas pungentes de helado cier-zo dejó reclinasen su cuerpecito de tierno infante alnacer; y Varón de dolores en sus horas supremastocando ya su agonía, se recostó, desnudado por impí-as manos, en las duras asperezas de un leño, quedan-do sus miembros divinos con lacerantes puntadas dehierro cosidos a la Cruz.

¡Oh divino Jesús mío! ¿Qué especie de generosovino de amor bebisteis que a tal extremo de enajena-miento os llevó? ¡Gracias mil por aquel primer regalode la casita a nosotras preparada en Ciempozuelos!

El ama

Era la dueña de la casa la Sra. Joaquina, una viejaarrugada, gran madrugadora, asidua y puntual asisten-te a la misa temprana de nuestro Padre, muy devota ymuy rezadora, sin que estorbase esto ni a sus conti-nuos refunfuños, ni a su miajita de afición a la chincho-rrería y fisgoneo. Quizá conocía nuestro Padre susdebilidades cuando nos dijo: “Punto en boca; no ledigáis ni cómo ni a qué venís”.

Nos despedimos de nuestra buena vecina, cerra-mos la puerta y ganosas más todavía de llorar que dedescanso, nos acostamos en aquellos incómodoslechos.

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dad de la vecina inocentemente maliciosa como buenasorda y el haber llegado a nuestros oídos que andába-mos en lenguas de gente pícara ociosa y maleante,que no faltaba en ningún lugar, pusieron frío en el alma,y casi arrepentimiento de haber dejado aquellos rega-lados senos de amores santos de nuestras casitas,pobres con la venerada pobreza de las almas buenas;de haber roto los blandos lazos que nunca oprimieronel corazón; una mano aleve parecía haber ido despo-jándonos de todos los encantos y complaciéndosecruel en mostrarnos desvanecidas nuestras doradasilusiones. A esto habíamos venido; a vivir en privacio-nes extremas, sin honra, puesta ya en tela de juicionuestra fama, a coser para unos frailes, y por últimopara no ser nada; de vida religiosa ni hablar se nosconsentía. Nos habíamos equivocado siguiendo lasindicaciones del Padre; no sentíamos atractivo algunohacia él; no le culpábamos, no, que no era suya laculpa; le habíamos nosotras agobiado, habíamos ago-tado su resistencia, vencido su oposición; más noshabía dicho que en nuestra tierra seríamos felices yhablándonos de contratiempos y dolores sin cuento,no teníamos que culpar a nadie; nuestras propiasmanos nos habían labrado tal desdicha; todo era tristepara nosotras, nada nos sonreía, nada, ni un rayo deesperanza en la noche oscura de nuestro revés.

Una carta

En uno de estos días recibió, estando en Madrid, elPadre, una carta en que se le notificaba lo contrariadoque mi hermano Manuel estaba y se le aconsejaba que

SEGUNDA PARTE – CAP. XI 307

mábamos mesa: dos tablas sobre unas piedras y acer-camos dos asientos de piedra también; la buena Sra.Joaquina nos fue consintiendo unos días que arrimá-semos nuestro cocido a su fuego, hasta que conocien-do que debería serle molesto huésped, nos hicimoscon una hornilla de barro, donde quedó holgado y soli-tario. Sacábamos el agua del pozo que en el patio dela casa había, con una soga y un puchero cascado quela misma señora nos prestó, no sin mucho encargo deno estropear la soga ni romper el puchero porque todoiría a costa nuestra; nos sobrevino el adverso acciden-te de romperse y a ella la ocasión de romper con noso-tras, dejando amplia salida a sus quisquillas, enfados einconsideraciones; impertinencias éstas muy a propó-sito para acrisolar la paciencia de un santo.

Dábanos pena no tener una silla que ofrecer anuestro Padre cuando nos visitaba; se la pedimos porfavor para estas ocasiones a la Sra. Joaquina, y enseguida que el Padre marchaba nos la re c o g í a .Tratamos de adquirir pelaza y prepararnos unos jergo-nes y no encontramos, lo que nos hizo forzoso seguirdurmiendo como la noche primera. Así se completó elabastecimiento de nuestro mísero hogar.

Zozobras

Aquel silencio de nuestro Padre, el asedio de nece-sidades, la forzosa austeridad de la vida que comen-zamos, lo repulsivo del trabajo, el repaso de ropasmalolientes, destrozadas y harapientas de los pobreslocos, junto con el geniecillo áspero y escasa afabili-

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do, oculta en un celaje, suspiro último del crepúsculode la tarde. Besó nuestras sienes traspasadas de dolory puso aliento en el alma y fuimos a unirnos con la delMaestro Divino; y entrado que fue en el corazón, senti-mos renacer todas las agotadas energías y toda laentereza que habíamos menester. Dios quiso tambiénque nuestro Padre volviese de Madrid antes de lo queesperábamos, y sus palabras nos infundieron paz,tranquilidad y confianza.

No sé cómo juzgue de ello; era asaz discreto elPadre y harto perspicaz y no debió ocultársele nuestralucha íntima, aunque la celamos con sumo interés ycuidado; y acaso por esto, por dar el último toque anuestra exploración, tal vez porque él mismo vacilaba,nos sometió a otra prueba, la última, antes de hablar-nos seria y definitivamente de ordenar nuestro actos enforma de vida religiosa. Cual fue ella se declara en elcapítulo siguiente.

SEGUNDA PARTE – CAP. XI 309

notificándonos, a mí especialmente, el pésimo efectode nuestra salida, nos apercibiese para lo que pudiereocurrir.

Nos escribió nuestro Padre y nos decía: “Manuelestá fuera de sí”.

No estaba Pepa en casa; sola, recibí y leí la carta.No recuerdo haber sufrido impresión más horrible:entendí que mi hermano se había vuelto loco y que yoera la causa de su demencia; ni la muerte de mispadres, ni acontecimiento alguno de mi vida me pro-dujo nunca pesar tan hondo como tuve aquella tarde.Sentía una voz en el fondo de mi conciencia, que contodo el imperio de mis sagrados deberes de hija y dehermana, me imponía el retorno al seno abandonadode mi familia, por mí desventurada, como único posi-ble remedio de tanto mal.

Consuelos

Vino mi amada y piadosa Pepa, y me consolóhaciéndome comprender el recto sentido de la carta;pero ambas quedamos sobrecogidas de temores ysobresaltos. No nos acostamos aquella noche; ella lapasó cabe la ventana, auscultando los pasos de lostranseúntes; nos creímos que en cualquier momentoaparecería Manuel con la Guardia Civil y me obligaría avolver violentamente; contamos todas las horas unastras otras que daba la campana del cercano torreón,con monotonía desesperante, lentas, sin fin. Al des-puntar del alba la luz hirió nuestras pupilas, despiertasaún y anegadas en llanto cual de ellas se había aleja-

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agradaréis al Señor y me daréis gusto a mí; os lo pro-pongo porque os amo; yo deseo que os portéis muybien y con docilidad para que os forméis en el espíritureligioso; sed obedientes, sed buenas. Dios hará queestéis contentas y alegres; os visitaré alguna vez ypodréis confesaros, Dios mediante, conmigo; de ordi-nario os confesaréis con el de la Comunidad”.

No pude contenerme y le contesté: “Pues por loque a mí hace no trabajaré mucho por portarme bien,porque no tengo gana de entrarme en esa Comunidad;aunque yo quisiera creo que no podría hacerlo”.

Mi compañera, más prudente y más humilde, ledijo: “Sí, Padre, con la gracia del Señor procuraremosobedecerle en todo, pero no consienta en que vamosa perseverar. Nuestro Señor nos ha traído para otro fin;yo creo que no nos separaremos de V. Reverencia; queplanteará alguna cosa en la que tomaremos parte” yañadí yo: “Padre, lástima que no seamos como lasniñas de Barajas, ricas e instruidas”. A todo atendía elPadre suspenso y embebido; y cuando parecía másindeciso, tras unos momentos de silencio, puso fin a laconferencia despidiéndose con estas palabras: “Bien,mañana, a las ocho y media, en la estación y aMadrid”.

A las Ursulinas

Directamente desde el tren fuimos a las Ursulinas,con las cuales debíamos estar según lo dispuesto porel Padre. Nos recibió la Superiora y nos dijo ser indis-pensable para la admisión que nos presentásemos

SEGUNDA PARTE – CAP. XII 311

CAPÍTULO XII

Plan frustrado

Ruego encarecido. – A las Ursulinas. – La explo -ración. – El regreso. – Una revelación.

Ruego encarecido

Llegó un día a nuestra casa el Padre pensativo ycomo apenado por alguna contrariedad que entoncesno nos declaró, y nos dijo: “Para honra y gloria de Diosy edificación del prójimo es conveniente que os colo-que en una Comunidad de religiosas muy observantes,que yo conozco, dedicadas a la instrucción de lajuventud; mañana, pues, vendréis conmigo a Madrid;ya tengo hablado a la Superiora”. La disposición nonos cayó muy en gracia; pero aunque nos hubiéramosopuesto a ella, hubiera bastado a rendir nuestra volun-tad la conmovedora actitud de nuestro Padre: cruza-das las manos ante el pecho y elevados los ojos alcielo continuó: “Aceptad esto, hijas mías, que os reco-miendo como inspiración del cielo; creedlo, en ello

310 P. BENITO MENNI – BIOGRAFÍA DOCUMENTADA

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gos para que se convenciese de que no era aquella lavoluntad del Señor. Le decíamos entre otras cosas quenuestra confianza seguía puesta en Nuestra Señora delSagrado Corazón y de ella esperábamos nos conce-diera lo que anhelantes le pedíamos. Terminaba lacarta rogándole nos diese su permiso para volver aCiempozuelos. Nos contestó en seguida otorgándonosla deseada licencia y nosotras con alegría inexplicablenos pusimos en el tren para tornar a nuestro amadoredil, que aunque pobrísimo y desabrido de suyo, hací-anle dulce y apacible la voz, la sombra y el cuidado delbuen pastor.

Una revelación

¡Han quedado para siempre ocultas en el arcacerrada del pecho de nuestro Padre tantos hechos desu vida!... Hechas nosotras a tan copiosas pruebas y atanto género de contradicciones, hubiéramos seguidoteniendo todo esto por una más, según arriba dejoapuntado, si cartas con relaciones de lo ocurrido ennuestras casas con motivo de nuestra partida nohubiesen venido a revelarnos otra cosa. Al cerciorarseen Granada de nuestra forma de vida y de cómo noéramos religiosas, ni indicio alguno había de que enadelante lo fuésemos, comenzóse a sospechar denosotras y por ende la fama y honradez de nuestroPadre no debía quedar mejor parada. No era en sumano el dar satisfacciones ni hacer promesas quequizá no podría cumplir; ni se determinaba desdeluego a dar comienzo a la obra cuyos materiales falta-ban; quedábale únicamente el recurso de hacernos

SEGUNDA PARTE – CAP. XII 313

previamente al Sr. Arzobispo diocesano. No pudimosverle aquel día y el Padre nos llevó a casa de unasseñoras, sus conocidas, para que nos dieran alberguesiquiera una noche; se opusieron al principio, perocedieron después en fuerza de nuestros ruegos, y elPadre, triste al vernos sufrir y que en todo se nos atra-vesaban dificultades y trabajos, volvióse aquel mismodía, obligado por sus deberes, a Ciempozuelos.Mientras, no quedamos muy descontentas, presagian-do que no seríamos admitidas y asegurando que debe-ríamos regresar a Ciempozuelos tras no lejano plazo.

La exploración

Fuimos al día siguiente al Obispado, expusimosnuestra pretensión y contestamos a cuantas pre g u n t a snos hizo el Sr. Arzobispo; sin licencia para el ingre s osalimos aquel día y con la orden de volver al siguiente;así seguimos varios más hasta que nos dijo que yo nopodía ser admitida por mi enfermedad del corazón.Dijímosle que una sola no quedaría; que el Señor noshabía unido para que de igual modo a Él nos consagrá-semos. Pasamos estos días cansadas y llenas de fasti-dio de andar y desandar el largo camino desde la casade nuestro alojamiento, que aquellas buenas y amablesseñoras nos fueron prolongando con mucha caridaddesinterés, a la del Arzobispo, bajo los soles enervan-tes de la canícula, entre las doce y la una de la tarde.

El regreso

Era fiesta de San Pedro Apóstol y escribimos alPadre dándole cuenta de lo ocurrido y haciéndole car-

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CAPÍTULO XIII

Vida nueva

Trabajo manual. – Distribución de tiempo. –Placenteros recuerdos. – Una visita.

Trabajo manual

De nuevo en nuestra pobre casa, dispuestas a obe-decer y seguir las disposiciones del Padre, parecióleconveniente que adoptásemos un método de vida queen cuanto ser pudiese se asemejara al de observanciaregular. Díjonos que ante todo convenía que nos acos-tumbrásemos al trabajo de manos en que nos debía-mos ocupar, y al efecto, nos mandó ropa que coser entanta abundancia, que no nos era posible concluir ysobre esto aumentaba la cantidad cada día. Además,nos encargó de entregar cada semana a las lavanderasla ropa de la Casa de salud de los Hermanos, lo quedebíamos hacer contándola para anotar la especie y elnúmero de prendas.

Este empleo me repugnó mucho; confieso mi debi-lidad: al ver aquel montón de ropa asquerosa y consi-

PRIMERA PARTE – CAP. I 315

entrar en una casa religiosa, para poner a cubiertonuestro honor y ampararse él mismo contra la revueltaque el demonio levantó.

¡Pobre Padre! ni una insinuación, ni una palabra deesto nos dijo nunca. Recia prueba era para él; habíacomenzado apenas, y ya gustaba los primeros sorbosdel cáliz de amargura que debía apurar hasta la últimagota. No era mucho, pues, que estuviera amedrentado,que sintiera pavor, semejante al que sentía el adoradoMaestro en la cueva de la agonía de Getsemaní, anteel horrible cuadro de su obra de expiación.

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HORARIO

Horas MAÑANA

4 Levantarse y hacer la cama. 4 y 3/4 Angelus, ofrecimiento de obras y meditación

por espacio de tres cuartos de hora.5 y 1/2 Santa Misa y Comunión. 6 Desayuno.6 y 1/2 Trabajo.

11 y 1/4 Examen particular.11 y 1/2 Comida.

Horas TARDE

12 Trabajo 1 Visitas al Santísimo, a la Santísima Virgen y a

San José7 y 1/2 Cena y enseguida a fregar.8 y 1/2 Examen general, oraciones de acción de

gracias y lectura del punto de meditación deldía siguiente.

9 Acostarse.

Para la más puntual observancia nos trajo un relojy una campanilla para que hiciésemos la señal de losactos comunes a las diversas horas prefijadas.

Placenteros recuerdos

Llenas de buena voluntad y santos deseos queDios nos iba inspirando al presenciar los ejemplos devirtud sólida y perfección acabadísima en todas lasobras de nuestro Padre, sentíamos un gran regocijovislumbrando la realidad de nuestra soñada empresa.

SEGUNDA PARTE – CAP. XIII 317

derar que con mis manos debía coger trapo por trapo,no sé qué hubiera preferido. Tal repugnancia la tuve portentación; pero mi orgullo no me permitía descubrírse-la al Padre. Me imaginaba que habría de contrariarle yformarse mal concepto de mi. Así permanecí torturadaunos días, hasta que haciendo un esfuerzo se la mani-festé. Hízole gracia y sonriéndose sosegó mi inquietudy curó mi flaqueza diciéndome: Acaso no te causetanto re p a ro decirme esto, como declararme tus temo-res de verte llena de piojos. Cuando tenga ocasión osreferiré lo que me ocurrió estando de enfermero en laguerra del Norte. En efecto, un día entre otras cosas demucha edificación, nos dijo: “Debía yo auxiliar a losp o b recitos que morían, como sacerdote y como hospi-talario y entonces se me pre s e n t a ron ocasiones dea p render qué es sufrir; de junto a los moribundo y h e r i-dos me retiraba con frecuencia plagado de miseria,alguna vez tuve que raerme y hacer caer de mí unacostra de semejantes sabandijas”. Sirvióme la leccióneficaz y penetrante estímulo y con la gracia de Diosvencí fácilmente las repugnancias y de allí adelante metenía por indigna de ocuparme en aquella labor queredundaba en pro de los pobrecitos enfermos.

Distribución de tiempo

Cuando nuestro padre vio vencidas las primerasdificultades y que ya nos empleábamos en aquellosrepulsivos trabajos con desaprensión y soltura, nosdijo cómo era tiempo de pasar a otro modo de vivir.Diónos escrito de su mano un horario, al que debíamosajustar nuestros actos; era como sigue:

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fieles servidoras de Aquél y sumisas discípulas y agra-decidas hijas de su digno ministro.

Una visita

Entre los favores que de la bendita mano de Jesúsrecibimos en aquellos días de ventura, hubimos decontar la agradable visita que D. Fermín, nuestro anti-guo Director, vino a hacernos en Ciempozuelos.

Dirigíase a Madrid desde nuestra inolvidableGranada para arreglar unos asuntos suyos y disponer-se a entrar en la Compañía de Jesús, y se detuvo paraver a nuestro Padre, quien le invitó a que nos visitase.

De vez en vez asomaban ciertas neblinas en la leja-nía y, acercándose, venían a turbar la claridad risueñae nuestro cielo y a ocultarnos por corto espacio elbenigno sol de nuestra vida; eran tentaciones en mate-ria de vocación que sentíamos dificultad en descubrir anuestro Padre, por temor de levantar dudas de nuestrafirmeza. Tampoco tuvimos deseo de manifestarlas a D.Fermín, y nos contentamos con encomendarnos aDios. Debió de notar algo en nuestro espíritu el Padre,pues al ver que no pedíamos confesar ni consultarnada, nos dijo: ¿Pero no os vais a confesar con vues-tro Director? –Intención no hemos hecho, le contesta-mos–. “Pues yo deseo que lo hagáis; no hacerla seríafalta de respeto”. Las dos obedecimos. La mucha vir-tud de D. Fermín y el gran interés que por mi alma mehabía mostrado siempre, me hicieron desahogar libre-mente mi pecho y revelarle todas mis dudas y las zozo-bras que en ocasiones me molestaban, en medio de la

SEGUNDA PARTE – CAP. XIII 319

Fervientes eran las plegarias a nuestra amadaMadre Nuestra Señora del Sagrado Corazón, pidiéndo-le la perseverancia de aquel caminar empezado contanta delicia, suavidad y dulzura para nuestras almas,hasta lograr el deseado fin. ¡Felices tiempos aquellosen que toda carga era liviana, todo trabajo lisonjeantey toda ocupación regalada; en que el ambiente nos eraperfumado y puro; cuando no se hallaba senda áspe-ra, ni era torcido y polvoriento el caminar, cuando nosparecían pisar nuestras plantas blandura de alfombrade flores festoneadas de rosas de amor! ¡Era aquél,nos dicen ahora, el tiempo de la leche y de la miel;manjares propios de tierno y delicado paladar!

¡Oh desdichados paladares los míos; ¿por qué oshabéis estragado? que ya no me dais el sentir aquellassantamente embriagadoras dulzuras!... Pero me handicho, también ahora, que este es el tiempo del panáspero y seco.

Cada día se acentuaban más las ansias de darnosa Dios en una fundación, y se acrecentaba nuestraconfianza en Jesús, que todo nos lo proporcionaría; losazares no nos entristecían, la escasez y estrechuras denuestros haberes y habitación nos alegraban y a fe míaque no las diéramos por las comodidades y esplendi-dez de un rico palacio. Había prendido en nuestroscorazones la llama del amor de Dios, y producía susnaturales efectos. Conocíamos que tan notablemudanza, como era el hallar suavidad en lo áspero,gusto y agradable sabor en la insipidez de nuestrasocupaciones era don de Dios llegado a nosotras pormedio de la sabia dirección de nuestro caritativo Padrey maestro; por esto nada nos preocupaba si no era ser

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CAPÍTULO XIV

La Fundación incipiente

Ligera insinuación. – Tomando pare c e r. – D í afeliz. – Impaciencias.

Ligera insinuación

Como un mes era ya pasado desde la visita de D.Fermín y habiendo ido una mañana a la Iglesia delConvento de Santa Clara a confesarnos con nuestroPadre, según cada semana acostumbrábamos, conmotivo de acusarme yo de una falta de sumisión aPepa, me dijo: “Sí, hija mía, pide perdón al Señor, por-que debes reconocerla por tu verdadera Superiora”.Siempre la había yo respetado, pero cuando oí esto mealegré mucho y me reconocí su indigna súbdita.

Tomando parecer

Después me llamó a la sacristía para hablarme.Noté en él aquella mañana algo extraño, estaba turba-

PRIMERA PARTE – CAP. I 321

serenidad y bonanza en que bogaba mi alma; le dijeque no me agradaba nada lo que parecía pretendernuestro Padre: hacernos las costureras de la Casa delos Frailes, que para este papel mejor estábamos sir-viendo a nuestras familias. “Le repito, me dijo, cuantoen Granada le aconsejé: Que se dejen guiar dócilmen-te del P. Menni; que hagan cuanto les ordene, que sinduda en ello cumplen la voluntad del Señor. El espírituy virtud de este Padre me ofrecen gran tranquilidad yrespeto. Anímese y cobre mucha confianza; tranquilí-cese y procure la paz aun en medio de estas pequeñasborrascas; ya verá como todo se consigue”. Despuésnos habló a ambas, recomendándonos la firmeza ennuestras resoluciones, y nos encareció la importanciade conservar la santa e íntima unión que siempre habí-amos tenido, sin dejar nunca de observar el mutuodebido respeto, y otras muchas cosas nos dijo sobre laperfección del espíritu y todas ellas nos fueron de granprovecho y consuelo. Medio fue este de que se valión u e s t ro Padre para apaciguar nuestros pequeñostemores, que él por miedo de revelar algo de lo quecon sumo cuidado quería permaneciese oculto, no seatrevía a sosegar; por esto tuvo gran cuidado, segúndespués supimos, de advertir a D. Fermín que nadanos descubriese de la proyectada fundación, aunqueestábamos ya en vísperas.

A su marcha fuimos en unión de nuestro Padre adespedirle a la estación. ¡Benditas y adoradas sean,Señor, tus disposiciones! Director y dirigidas veníamosen un mismo tiempo a prepararnos para ser del todotuyos en Religión.

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y experiencia y de más disposición que tú. ¿Qué tep a rece? Dímelo. Años hace, le respondí, que la re s p e-to y tengo por superior a mí; por otro lado conozco miincapacidad, no se me oculta mi poquedad paratodo”. Tan consoladoras declaraciones hicieron bro t a ren mi alma nuevos fervores y no sabiendo qué hacerpara mostrar a Dios mi agradecimiento, pensé ofre-cerle una penitencia extraordinaria: pedí al Padre mepermitiera dormir en el desnudo suelo, mas él meaconsejó la mortificación del amor propio y me dijo noser oportuno mi deseo.

Pepa igualmente fue llamada a la sacristía; ignorosu respuesta a las proposiciones del Padre; pero abuen seguro que fue de aceptación y acatamiento máscumplido que el mío.

Día feliz

Se adivinaba fácilmente cuán feliz fue aquel díapara nosotras. Locas de contento volvimos a nuestracasa. No hablamos, porque el deseo de ser perfectashízonos llegar a tal extremo; por no quebrar el silenciono nos permitimos el inocente cambio de impresionesni compartir nuestros gratos sentimientos; pero nues-tros ojos brillantes, nuestra mirada expresiva de satis-facción, el rostro arrebolado, la dulce sonrisa que revo-loteaba en los labios, imagen aérea de las emocionesplacenteras del corazón, eran mutuos denunciadores;palabra callada, de elocuencia muda, con que nuestrasalmas dichosas conversaban en la placidez de unsanto silencio. Alegre despertar después de lúgubressueños de muerte; se alzaron al cielo y contemplaron

SEGUNDA PARTE – CAP. XIV 323

do y absorto; a las veces en transportes de amor deDios quedaba suspenso; violentándose un poco,comenzó a decirme: “Hija, deseo saber si te sientescon ánimo para vivir con unas jóvenes que, si Diosq u i e re, se unirán a vosotras; creo que unas doce seránsuficientes para lo que tendréis que hacer; unidastodas, estaréis más animadas a servir al Señor y osestimularéis a la práctica del bien. Espero que conse-g u i remos lo que tanto vosotras deseáis, aunque seat a rde, lo de atender a la juventud; pero se hace pre c i-so recibir las cosas como Dios las presenta. Estoypensando en traer algunas locas para que las cuidéisy asistáis y este será vuestro oficio. ¿Qué te pare c e ,hija mía? Dime sencillamente si te sientes con valorpara emprender esta vida y esta labor pesada y nadafácil”. Siempre me había causado gran espanto ver,aun de lejos, a cualquier persona loca. Cuando ciertavez en Granada entre las varias proposiciones que noshizo probando nuestra vocación, nos insinuó quepodíamos pertenecer a una Comunidad dedicada alcuidado de las locas, nos estremecimos de horro r ;p e ro al oír esto ahora, quedéme atónita y confusa, sal-tando el corazón de puro gozo; me sentí honradacomo yo no había soñado y me juzgué indigna detanto honor.

Me causa pena, le contesté, que V. R. consulte mip a recer; ya sabe que hace tiempo estoy abandonadaen sus manos y es mi deseo que haga de mí lo que leplazca; dispuesta me tiene con la gracia del Señorpara cuanto de mí disponga. Luego continuó:“Además, ¿te parece bien, hija mía, que ponga deSuperiora a María Josefa? Al fin, ella es de más edad

322 SAN BENITO MENNI – BIOGRAFÍA DOCUMENTADA

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Así iba mordiendo y pellizcando las demasías denuestro corazón, y trazando líneas diseñaba, y cince-lando, el golpe seguro de su mano inteligente de artis-ta sublime se repetía sin cesar en nuestro espíritu, sua-vizando asperezas, desbastando, labrando, con elsanto empeño de hacer dos santas.

SEGUNDA PARTE – CAP. XIV 325

los ojos del alma al descorrerse un velo impenetrablede nubes grisáceas en la bóveda inmensa, el dulceamanecer de un día de sol espléndido de misericordiasdivinas, que dejó nuestra frente serena y bañada de luzradiante.

Desde aquel punto de memoria imborrable, la vozinsinuante del Padre era más que nunca la envoltura defecunda semilla de virtudes, que la diestra mano desus edificantes ejemplos hacía caer a su tiempo en latierra de nuestras almas; obligación muy estrecha erala nuestra de hacerla germinar con el incremento delLabrador divino, de ayudarla a nacer, de impulsarla amedrar, hasta verla un día coronada de flores y otro díabrindar a su dueño legítimo el fruto en sazón.

Impaciencias

Pasó un mes y otro mes y uno tras otro fueron lan-guideciendo nuestros entusiasmos y cayendo marchi-tos en un nuevo vacío que nos cavó la desconfianza.

Aquellas satisfactorias proposiciones de la sacris-tía de Santa Clara habían quedado sepultadas en unsilencio misterioso, se habían hundido como piedraarrojada al fondo del mar; los labios del Padre sellados;su pecho un sepulcro.

A nuestra reiterada pregunta impaciente: “Pero¿cuándo vienen esa jóvenes que se unirán a nosotrascomo nos dijo?”. Sólo respondía con una sonrisa inex-presiva; y cuando más impacientes le hostigábamos,se alargaba a decirnos: “Hijas, yo no sé nada, soy unpobrecito religioso; vosotras sabréis”.

324 SAN BENITO MENNI – BIOGRAFÍA DOCUMENTADA

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nosotras dos y nos sorprendió la luz del día sin pegarlos ojos, sin haber cesado las reflexiones para con-quistarla, ni al parecer conseguido otra cosa que afir-marla más en su propósito de ser religiosa Ursulina.

Me acuerdo que la fuerza de nuestros argumentosla hacíamos estribar en que nuestro Padre era un varónde Dios, semejante a San Francisco de Sales y quehabíamos llegado a la convicción de que tenía que sersublime y estable lo que él fundase. Ella por nada sedoblegó.

Llegó la hora y al empezar los rezos nos avisó laconciencia de nuestra falta de silencio... ¡Charlandotoda la noche! Tocónos aquella mañana meditar del lla-mamiento de Jesús a sus primeros discípulos. Antesde la misa nos presentamos al Padre para acusarnosde la falta de silencio. “Lo estaba temiendo, nos dijo;se me olvidó deciros que la puerta quedaba cerrada;que no podíais hablar; Dios os perdone”. Con nosotrasvino Dolores; ella habló con el Padre; ¿Que qué se dije-ron?, no lo sé, pero ella no fue a Getafe. Luego se fueaficionando a nuestra vida, mostró entusiasmo porobservar los sabios consejos del buen Padre, y segui-mos unidas en un solo corazón.

Se constituye la vida regular

Después de la Santa Misa se presentó el Padre unamañana en casa diciéndonos que tenía que hablarnos.Nosotras que estimábamos sus visitas como las visitasde un ángel, y andábamos codiciosas de aprender ysedientas de oír su palabra, como la palabra de un

SEGUNDA PARTE – CAP. XV 327

CAPÍTULO XV

La Comunidad

Viene una joven. – Se constituye la vidaregular. – La Superiora. – La aceptación.

Viene una joven

Desde que se nos propuso la venida de las jóve-nes, no pudimos olvidarnos de una, nuestra conocidaDolores, de Granada, hija también de confesión delPadre, que pretendió ser religiosa. Le rogábamos quela aconsejase venir con nosotras, pero él se mostrabaindiferente. Diciéndole que estaba admitida en lasUrsulinas de Getafe la escribió el Padre; con este moti-vo e intención vino a Ciempozuelos el día de SantaAna. Se hizo de noche y propuso el Padre que se que-dase en compañía nuestra a descansar, para continuarhasta su destino al día siguiente.

Deseosas de que no marchase, nos habíamosacostado ya, y pensamos aprovechar el tiempo endisuadirla de su pretensión; la noche fue un soplo para

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les, y lo mismo sucede aún el día de hoy con los quesinceramente lo dejan todo por amor a Jesucristo. Ydespués la eterna vida. Por tanto, un solo interés quie-re Dios en vosotras: el de ser virtuosas para servirle,para darle gloria, el de ser santas. Estén siempre uni-dos vuestros corazones con los suaves lazos de lacaridad y ayudaos mutuamente a soportar las carg a sde la vida; aliviaos conllevando los defectos de una aotra como nos enseña el Apóstol, así cumpliréis la leyde Cristo.

La Superiora

“Quería deciros además de esto que como ya for-máis comunidad es necesario que desde ahora deisprincipio con gran fervor a una vida de estricta obser-vancia regular. Para que ésta sea más fácil y para másmérito vuestro, quiero que con humilde sujeción respe-téis a una como Superiora, y según que he pensado enla presencia del Señor, ésta será María Josefa. Sedle,pues, obedientes y humildemente confiad en Dios quees nuestro buen Padre”.

La aceptación

Muy conmovidas, sin poder apenas expresarnos,dominadas por la emoción, le dijimos: Sí, Padre, ayu-dadas de la gracia procuraremos obedecerle en todo loque de nosotras disponga, que nada merecemos.Nuestro agradecimiento era inmenso; sin límites nues-tra alegría.

SEGUNDA PARTE – CAP. XV 329

santo, en el mismo acto le rodeamos las tres ávidas deescucharle.

Empezó diciéndonos: “Hijas mías muy amadas enel Señor: debo deciros en nombre de Dios que esmucho lo que de vosotras exige. Dejad a los muertosque entierren a sus muertos”. Quiere que olvidéis todolo que es carne y sangre; que le entreguéis el corazóne n t e ro, y libre de cuidados de la tierra, vacío de cuan-to no os conduzca a uniros muy íntimamente a Vu e s t rocelestial Esposo. Elevad al cielo vuestra mirada; él esvuestra patria. ¡Oh si conociésemos el galardón eter-no que el Señor nos reserva por lo efímero a que porsu amor renunciamos! Aun aquí es inefable el consue-lo que el alma experimenta después del dolor delsacrificio, cual es, por ejemplo, muy sensible desga-jarse del árbol amado del paterno hogar, y trasplantar-se con independencia en la heredad bendita del Padrede la familia del cielo, o injertarse en el añoso y ro b u s-to árbol de las familias religiosas, consagrándose alservicio de tan gran Señor. Su divina palabra lo decla-ra: “Y cualquiera que dejare casa, o hermanos o her-manas, o padre o madre, o mujer o hijos, o tierras pormi nombre, recibirá ciento por uno, y poseerá la vidae t e rn a ”1. Ciento por uno quiere decir mucho más quelo que dejaron, porque en esta vida les dará Dios tran-quilidad de espíritu, consuelos interiores y otro smuchos bienes espirituales. Y en vez de un padre, her-manos y demás que dejaron, muchos padres, herma-nos, etc. Así se verificó en los Apóstoles, para quienesestaban abiertas todas las puertas y casas de los fie-

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1 Mt 9,29.

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CAPÍTULO XVI

De cómo trabajaba el Padre paraformarnos en virtud

La guarda del silencio. – La recreación. – Lec -ciones de humildad. – Corrección fraterna. – Elalimento cotidiano. – Espejo de perfección.

La guarda del silencio

No obstante nuestro buen deseo y cuidado, era laalegría tanta, que muchas veces no era en nuestramano contenerla, y se nos soltaba a cualquiera unpunto de los labios e insensiblemente todas seguía-mos platicando como unas descosidas sobre el temainteresante de la fundación. En ocasiones se acalora-ban los cascos y parecíamos tres frenéticas. En una deestas coyunturas se presentó el Padre; quisimoshacerle participante de nuestra alegre fiesta, refiriéndo-le un pequeño rozamiento, de los frecuentes, con laseñora Joaquina, que nos había causado mucha risa.Púsose a escucharnos sin alzar la vista del suelo y le

PRIMERA PARTE – CAP. I 331

Nos dio su bendición y marchó, dejando aquelrecinto pobre henchido de contentos puros, de amoresdel cielo, de gozo cumplido, de paz, de bonanza, deencanto, de dicha inenarrable, del ciento por uno,como nos acababa de explicar.

En los días siguientes frecuentó nuestra casa parainstruirnos, dirigiendo él mismo los actos regulares yhaciéndonos exhortaciones encaminadas a alentarnosa trabajar sin descanso en el basto campo de las virtu-des religiosas.

¡Por todo, alabado seáis, dulce Jesús mío!

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Ahora, hijas mías, perdonadme que os avise estascositas; son para bien de vuestras almas”.

Reconociendo nuestra falta, le rogamos que nosperdonase y le hicimos formal promesa de enmendar-nos. Desde entonces, aunque fue dificilillo trabajo, novolvimos a quebrantar el silencio. Yo le hice materia deexamen particular. Por divina misericordia llegamos lastres hasta el rigor en esta observancia. En cambio, enlos tres cuartos de hora de esparcimiento concedidos,nos desquitábamos hasta la saciedad. Un día tuvimosla ocurrencia Dolores y yo de hacer una toca de monjay ponérsela a María Josefa, y armamos una gran alga-zara; en esto llegó el Padre y se vio precisado a mode-rarnos.

Lecciones de humildad

En los siguientes días procedió a darnos leccionesde humildad, con raros ejemplos de sus actos propiosy brillantes elogios para hacérnosla amable.

Atacaba siempre al fondo orgulloso del corazón, yel golpe certero de la segur iba acertando a la raíz deldesorden del amor propio.

Comenzó por la que hacía de Superiora y se entre-tuvo un día en demostrarla su ineptitud e indignidadpara desempeñar el cargo; después la mandó a lavarcon las lavanderas de la casa de los Hermanos; ella, apesar de haber amanecido peor que de ordinario de supenosa dolencia de indigestiones, salió sin decir pala-bra camino del río, distante cerca de una legua, bajo lap resión enervante del sol abrasador del mes de agosto.

SEGUNDA PARTE – CAP. XVI 333

notamos que se ponía triste. Cuando hubimos termi-nado, levantó la frente y nos dijo, denotando disgustoy pesar: “Hijas mías, me da mucha pena veros tan disi-padas, tan distraídas. No quiero de ningún modo, nopuedo permitir que esto continúe así. Esto no es pro-pio de almas que desean santificarse; de esta manerano se progresa en la perfección. Es preciso emprendercon seriedad una vida nueva. Creédmelo, persona quedeja con facilidad su lengua suelta, nunca será alma deoración. Comunidad que no es observante del silencio,edificio es de muros reblandecidos, que más pronto omás tarde llega a su propia ruina. Por esto, hijas mías,deseo que viváis vida interior, lo cual no se da sin laguarda del recogimiento, de la abstracción y del silen-cio; de esta suerte en medio de las faenas de vuestraactividad os hallaréis siempre con el alma apercibidapara recibir cuantos avisos, consejos, gracias y donesse dignará comunicaros el buen Jesús. En la paz mis-teriosa del silencio percibiréis la voz dulce y queda devuestro celestial Esposo, que gusta a solas, sin ruidode palabras, tener sus coloquios regalados con el almaen la morada oculta y silenciosa donde pasan lascosas muy secretas.

Espero que seréis fieles en lo que os mando. ¡Valory alegría santa, hijas mías, que bueno es Dios y os darásu gracia para observarla!

La recreación

Para que os sea más fácil perseverar, tendréis des-pués de la comida, todos los días, tres cuartos de horade recreo.

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habríamos comido. Cuando vino le hicimos menudarelación a María Josefa del percance y le rogamos queno se fuera más.

Corrección fraterna

Mandóme el Padre avisar a Dolores de las faltasque en ella notase y me resistí fuertemente, oponiendola necesidad que yo tenía de ser avisada; pero ella lodeseaba con ardor y también me lo pedía. Estas yotras semejantes eran las contiendas habidas entrenosotras, encaminadas todas a unirnos más en espíri-tu de amor de hermanas y aventajar en la jornada de lavirtud. Una de las cosas de que más aprecio hacíamosera de nuestra concordia, y llegamos a hacer cosanatural el ser una nuestra voluntad, de modo que niinclinación sentíamos a nada que fuese opuesto a lavoluntad de las compañeras, y sí mucho placersiguiendo los dictámenes de la que teníamos porSuperiora. No se daba paso sin su permiso o sin pedir-la parecer, aunque cierto, era todo debido a la lluvia degracias que Jesús nos enviaba.

El alimento cotidiano

En el plan trazado para nuestra perfección resalta-ba en sitio principal el deseo de que no pasase un díasin que recibiésemos la dulce visita del amable JesúsSacramentado, y al efecto nos instruía el Padre confrecuencia sobre el modo de aprovechamos de lasanta Comunión, animándonos a no dejarla, comomedio para acrecentar nuestro amor a Dios y el cono-cimiento de nuestra miseria e indignidad.

SEGUNDA PARTE – CAP. XVI 335

Doloroso nos fue dejarla marchar tan delicada;pero también callamos.

Éramos las súbditas como dos niñas, que nadasabíamos hacer sin nuestra madre; más aquel día nosesforzamos por cumplir con nuestras obligaciones y lepasamos trabajando mucho: Dolores planchando y yocosiendo. Llegada la hora de comer, no sabiendo quéhacer, me preguntó Dolores qué me parecía se prepa-rase; yo le dije: “Lo que usted quiera”. “A usted lecorresponde decirlo”, respondía ella. Yo contesté queno acostumbraba tomar sino lo que mi madre medaba. Todo ello era por no tocar un guisado de carneque María Josefa había preparado. Terminó la contien-da friendo unas patatas, que salieron pegadas por cier-to, sobre habernos quedado cortas en la cantidad.Cuando María Josefa volvió y se lo contamos, faltólepoco para llorar, mientras nos decía: “Es decir, que siyo no vengo del río, ustedes se mueren de hambre”.

Mandóla otro día el Padre a Madrid para que com-prase una máquina de coser, visto que no bastaban lasmanos y el trabajo iba creciendo. Ocurrió mientras quela señora Joaquina se quedó en cama una mañana, ynos vimos obligadas a salir a la compra, para la vecinay para nosotras. Lo primero que nos echamos a la caraal llegar a la plaza, fue un grupo de lo menos cien hom-bres. Dejónos tan cortadas la impresión primera, queunos momentos no nos atrevimos a dar un paso, loque fue causa para llamar más su atención. Al notarque todos nos miraban y paraban mientes en nosotras,según se codeaban y hablaban entre sí, nos acometióun sofoco, una vergüenza que creímos no poder volvera casa. Por ahorrarnos el bochorno, de buena gana no

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CAPÍTULO XVII

La vida activa santificada

La cuarta compañera. – Santa porfía. – El traba -j o . – Lección de amor. – Otras leccionessantas. – La protectora primera regla.

La cuarta compañera1

Era el mes de octubre de 1880 y se hallaba nues-tra amiga Antonia en el Noviciado de las Hermanitas delos Pobres en Francia. De resultas de una enfermedadhabía quedado resentida su salud y con este motivovióse obligada a volver junto a sus padres. Pidió MaríaJosefa al nuestro que la hiciese saber cómo su maes-tra y su prima Angustias se encontraban en Ciempo-zuelos con ánimo de entregarse al divino servicio.Sabido que fue esto por ella, determinó venir a noso-

PRIMERA PARTE – CAP. I 337

1 En el libro registro general de filiaciones ésta aparece con elnúmero 5 de ingreso y con el número 4 Rita Morales, la cual quedó ins-cripta un mes antes, aunque no ingresó hasta el 24 de diciembre delmismo año; y así se explica que sin fijarse en la fecha de inscripcióndiga que Antonia fue la cuarta.

Espejo de perfección

Otro día se presentó el Padre trayéndonos crucifi-jos. Dio primero a María Josefa, luego otro a mí y porúltimo a Dolores y nos dijo: “Recibid, hijas mías, conhumildad esta sagrada imagen de Jesús crucificado yllevadla siempre con vosotras; este será el espejodonde os miréis y el modelo que debéis copiar. Hacedgrande aprecio de las indulgencias de que está enri-quecido. Tenedle mucha devoción y considerad cuan-do le miréis los dolores que en la cruz sufrió por nues-tro amor, lo que hallaréis fácil haciendo con frecuenciael Vía Crucis”.

Por último, nuestra última hacienda, fregar des-pués de la cena, quedó santificada cantando unascoplas a nuestra Madre Nuestra Señora del SagradoCorazón de Jesús, Dolores y yo.

¡Qué felicidad para el corazón humano amar aJesucristo!

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No se me olvida una fuerte reprensión que nos diopor haber una noche velado hasta muy tarde para ter-minar una prenda que nos pareció necesitaban losHermanos. Yo pienso que la Santísima Virgen nos dabafuerzas: hubiera sido imposible, sin esta ayuda, habertrabajado tanto. Antonia era incansable; nunca serábien ponderada la buena voluntad con que lo hacía. Enla recreación continuábamos la costura y decíamos alPadre que nos daba escrúpulo que no cundía la labordurante el recreo a causa de las frecuentes explosio-nes de alegría y de nuestro animado hablar. ¡Feliz tiem-po aquél!

Un día indicó el Padre a María Josefa que acaba-ban de recibir a un pobre enfermo, que venía, llena deropa de suciedad y miseria, y que no se atrevían ae n t regarla a las lavanderas; no bien terminó de decir-lo, cuando le contestó: “No se fatigue, Padre; yomisma iré a lavar cuanto haya menester”, lo que hizoal día siguiente acompañada de Antonia y Dolores. Alvolver venían contentas, más que de haber estado enuna fiesta, aunque tuvieron que hacer bien re p u g n a n-tes maniobras para llevar a cabo el generoso acto decaridad.

Lección de amor

Una tarde se presentó en casa nuestro Padre muyconmovido, diciéndonos: “Hijas mías, vengo de asistira una buena religiosa de Santa Clara que acaba deexpirar. ¡Qué hermoso es amar a Jesucristo! Alma eraesta poseída del amor a su Dios. ¡Me ha confiadocosas tan sublimes!... Mercedes tan subidas que me

SEGUNDA PARTE – CAP. XVII 339

tras. No dieron poco que hacer las trazas aviesas deldemonio empeñado en hacerla volver a Granada; perola Virgen que la tenía para su cuarta Hija, todas las des-hizo y la víspera de San Rafael la recibimos llenas deregocijo, reconociendo el favor de Dios. ¡Alabado seael Señor por su divino poder!

¿Quién podía adivinar, cuando en Granada incliná-bamos a nuestra buena discípula Antonia a que marc h a-se con las Hermanitas de los Pobres, que la disponía-mos inconscientes para que fuese con nosotras una Hijamuy buena de Nuestra Señora del Sagrado Corazón?

La suma escasez en que vivíamos y la angosturadel local que resultaba extrema con la venida de lanueva compañera, no fueron parte para enfriar su fervorgozoso al verse junto a nosotras y al ponerse bajo lad i rección del Padre, tan conocido y estimado de ella.

Santa porfía

Antes ya de que Dolores viniera, habíamos propor-cionado el Padre dos sillas. A la hora del trabajo todasabdicábamos el honor de sentarnos en ellas. Antonianunca se sentó en silla; se componía de modo que sesentaba la primera en un canasto o de unas piedrashacía su asiento para sí.

El trabajo

Trabajábamos con harto afán. El día nos era dema-siado corto y tomábamos una buena parte de la noche;mas luego que el Padre lo supo nos puso coto.

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traen; debe el alma remontarse muy alto, estribando enlas mismas cosas materiales. Valeos de industrias san-tas. Trabajad con recogimiento, para lo cual ayudagrandemente el silencio. Mientras cortáis decid con elcorazón: Jesús mío, no permitáis que mis pasiones meseduzcan; cortad, cortad Vos de mi corazón cuantofuere obstáculo para ajustarle a vuestra voluntad y a laperfecta unión con el vuestro. Arrancad de mí todo loque os desagrade. Si coséis, decidle: Jesús, Esposomío, no me dejéis sola, cuantas veces entre y salga laaguja, otros tantos actos de amor encendido os dirija,que a Vos me unan. La gracia vuestra me fortalezcapara que en el trabajo de mis manos no tenga otrointento que agradaros. Enderezad mis pasos a miúnico fin, que sois Vos. Todas mis respiraciones seanactos de amor que os dirija.

¿Si estáis dispuestas a seguirme, sabéis, hijasmías que exigiré de vosotras en adelante? Una solacosa: que vuestro querer sea el mío, porque yo noquiero sino servir y amar a Jesucristo con todo micorazón. ¡Que dicha la nuestra, vivir en la Casa delSeñor entregados del todo a Él! ¡Jesús, mi amor, yosólo aspiro a vivir para servirte! ¡Déjame que renueve laofrenda de mi corazón; una vez más tómale en pose-sión tuya, para que una vez más tornes a purificarle yle limpies de malezas, do se guarecen sus torcidasinclinaciones, como alimañas dañinas! ¡En Ti, confío,Señor!”.

Otro día nos dio muy preciosos documentos sobrela virtud de la castidad y sobre la modestia y recato,avisándonos que no nos permitiésemos la menor liber-tad ni confianza, y que lo mismo en público que en pri-

SEGUNDA PARTE – CAP. XVII 341

han enternecido. He notado en ella desasimiento abso-luto de lo terreno y de sí misma. Sus horas últimas hansido un suspiro de amor anhelante por el abrazo tiernocon su amado Esposo divino.

Me ha hecho contemplar las palpitaciones ansio-sas; por verse libre semejantes a las de una avecilladébil, prisionera. Al fin un sostenido y supremo esfuer-zo ha logrado soltar la soldadura del grillete, y de lacárcel, disparada como una flecha, yo creo que en untransporte de amor ha volado en derechura a posartranquila a las frondas sosegadas de eterno verdor deprimavera del paraíso. ¡Hijas mías, amemos mucho aJesucristo que tanto nos ama!”.

Puso tal interés en sus frases, era toda su actitudtan emocionante, que a todas nos enterneció y arran-có dulces lágrimas. Tenía encendido el ro s t ro, elevadosu mirar al cielo, movíanse sus labios dulcemente tré-mulos y cada palabra mostraba un relieve distinto delos sentimientos diversos que en el pecho escondía deferviente arrebato de amor, de languidez y santa tris-teza envidiando suerte tan dichosa, de ard o roso celopor pegar a nuestras almas fuego muy intenso de ca-ridad.

Otras lecciones santas

No había ocasión que no aprovechase para lograrque nuestros corazones se uniesen íntimamente aDios; cuando nos veía coser y cortar nos decía: “Hijas,no paréis vuestra atención, no descanse la voluntad enestos quehaceres, que las necesidades de la vida nos

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servarla. Resultónos todo ello indescifrable jeroglífico,y nos entretenía cavilando qué se propondría con dar-nos tal Patrona y tales recomendaciones. Era sin dudaque a él le parecía no convenir descubrirnos de unavez su plan y por otro lado atendía a que con estasvueltas y revueltas se nos hiciese el esperar más lleva-dero. Mientras nos daba unas gotas para apagar untanto la sed, nos la fomentaba por otra parte: hacía queno perdiésemos la esperanza, pero no nos consentíacantar victoria.

SEGUNDA PARTE – CAP. XVII 343

vado, con otra o a solas, apareciese nuestra actitudhonesta y recatada, y nos animó a trabajar para con-servar ileso el frágil vidrio de la pureza.

La protectora y primera regla

Vióse en los últimos días del mismo mes de octu-bre obligado a ir a Barcelona y vino una tarde a despe-dirse. Sensible nos fue, ya que era nuestro único alien-to, pero él encontraba fácilmente palabras y razonespara consolarnos, y lo quedamos con las que nos diri-gió a cada una. La despedida terminó con la mutuapromesa de escribirnos.

El día de Santa Isabel de Hungría nos envió unacarta que contenía larga serie de consejos, encamina-dos a enseñarnos la perfección y fundarnos en virtudessólidas, y al fin nos decía: “Hijas mías, hágoos sabercómo he pensado daros por protectora a la gloriosaSanta Isabel, Reina, por lo cual le seréis muy devotas,procurando imitar sus virtudes heroicas: su humildad,amor a los desprecios, y la ardorosa caridad con quese entregó al servicio de los pobrecitos en los hospita-les; considerando en ellos a Jesucristo, servíalos derodillas. Tomad a esta santa por modelo; yo le soy muyafecto. Deseo además que no olvidéis esto que osrecomiendo con gran encarecimiento:

Rogar, Trabajar, Padecer, Sufrir,Amar a Dios y Callar”.

Yo corté la parte del papel que contenía estas tanexcelentes e importantes prácticas con ánimo de con-

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debe ser de lo contrario, para que ella desde luegosepa lo que debe observar. Ya le he indicado yo lo rígi-das que sois en este punto; por tanto, ni una palabraos permito”. Y agregamos: ¿tampoco saludar? -No,respondió, no es preciso. Ave María Purísima y basta.Es noche esta de recogimiento, para meditar la pobre-za que Jesús Niño sufrió por amor nuestro; hagamosnacer en nuestros corazones a Jesús. Le pedimos ir asu casa a la misa de las doce y nos dijo que no. A lamedia noche nos cortó el sueño un golpe a la ventanay oímos una voz que nos decía de parte del Padre quefuésemos a Misa enseguida que ya estaba en el altar.Saltamos de la cama y en pocos minutos, nos presen-tamos en la capilla de los Hermanos.

Ejercicio de la disciplina

Antes de la venida de Rita practicábamos el santoejercicio de la disciplina desde algún tiempo hacía, dosveces cada semana.

División de empleos

Andaba el Padre a la sazón preocupado en estu-diar los medios más aptos para nuestro aprovecha-miento y formación en la vida perfecta. Recuerdo queun día me dijo: “Mira, hija, deseo facilitaros el adelantoen la virtud y al efecto hay que ir compartiendo los car-gos. He pensado que María Josefa continúe ocupán-dose del gobierno de la casa y tú de la parte discipli-nar. ¿Sabes qué es eso de la parte disciplinar?”. Nosupe contestarle con acierto. Después nos habló a

SEGUNDA PARTE – CAP. XVIII 345

CAPÍTULO XVIII

Disciplina regular

Otra compañera. – Ejercicio de la disciplina. –División de empleos. – Ejercicio de la culpa. –Besar los pies y comer de rodillas.

Otra compañera

Cuando estuvimos en Madrid con motivo de nues-tras pretensiones para entrar religiosas, tuvimos oca-sión de conocer a una señorita natural de Getafe, lla-mada Rita Morales, que vivía con dos hermanas suyastodas muy caritativas y piadosas. Vino a pasar unosdías con nosotras y después de experimentar nuestravida, díjonos que era muy de su agrado y que congusto se quedaría, pero asuntos de familia le imponíanel deber de volverse. Arregló sus negocios y se dispu-so a volver a Ciempozuelos, anunciándonos de ante-mano que lo haría el 24 de diciembre. Adelantóse elPadre y nos previno para el acto de su llegada.

“Hijas mías, nos dijo, no habéis de quebrantar elsilencio; en vez de ser su venida motivo de hablar,

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ser las exteriores, y que las internas habían de dejar-se para la confesión. Instruidas que fuimos, comenzóel capítulo de culpas por María Josefa, según lasiguiente fórmula que escrupulosamente observamosde allí adelante:

Todas nos arrodillábamos, y la que debía decir laculpa besaba la tierra, se santiguaba y decía luego:‘Me acuso a Dios, a la Religión, a V. Paternidad y a miscompañeras, de las faltas que he cometido contra laRegla, Constituciones u observancia regular y particu-larmente de... (aquí expresaba las que hubiese hecho).Y concluía: Pido a Dios perdón, a Vos, R. Padre y a miscompañeras, rogándoles no tomen mal ejemplo de mí,y que pidan al Señor me enmiende, lo que prometo conayuda de su gracia’.

Luego la que se había acusado daba un abrazo depaz a la que iba a decir la culpa después.

Tal novedad nos provocó una gran avenida delágrimas y sollozos tiernos; el Padre mismo no pudoresistir sin conmoverse. Cuando pudo hablar continuó:Hijas mías, sed muy humildes y permaneced unidas enel Señor. Pensad bien siempre unas de otras que estoos proporcionará una paz semejante a la paz de losángeles.

No os inquiete cualquier falta que por fragilidadcometáis, sírvaos para humillaros, haced un acto deamor a Dios, prometedle enmendaros con su gracia, yvivid santamente alegres. Sosegaos, no lloréis más;Dios es nuestro buen padre”.

SEGUNDA PARTE – CAP. XVIII 347

todas sobre la observancia puntual de cuanto nos teníamandado y dirigiéndose a mí en particular, me dio elencargo de tocar la campanilla a las horas determina-das y de vigilar sobre la práctica del silencio, impo-niéndome la obligación de avisar con caridad y discre-ción cualquier falta que notase, aunque fuese a MaríaJosefa y que al fin dijese: Por amor de Dios, no hable-mos más de lo necesario. Fuéme tan violento el man-dato que me hizo llorar mucho, pero allí no servíanlágrimas, tuve que obedecer. Era yo la que más faltabaal silencio así me vino muy bien para corregirme altener cuenta con las demás.

Temí, en lo de tocar a punto de hora, faltar por des-cuido y quedarme dormida, y en los primeros díaspasaba desvelada la noche casi entera; lo advirtieronmis buenas compañeras y me amenazaron con dela-tarme al Padre; rogué con sumo empeño que no lohicieran, no me fuera a quitar el cargo de la campana,que ya me haría a desempeñar mi empleo con sosiegoy tranquilidad.

Ejercicio de la culpa

O t ro día nos reunió sentadas en el suelo forman-do semicírculo y nos instruyó sobre el capítulo de cul-pas y nos habló largamente de su importancia y pro-vechos en las familias religiosas, nos dijo ser obramuy acepta a los divinos ojos el acto humillante derevelar sus propias debilidades una hermana delantede las demás, y al mismo tiempo un eficaz pre s e r v a t i-vo de reincidencias, cuando se hace con buen espíri-tu; que las faltas que se habían de manifestar debían

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CAPÍTULO XIX

Ejemplares de humildad y de amor

Superiora modelo. – Sus prendas naturales. –Humillaciones comunes. – Pequeño cenáculo. –Enojoso empeño.

Superiora modelo

Paréceme que contribuían en gran manera a laconservación de nuestra envidiable paz y unión decorazones las raras prendas de nuestra buenaSuperiora María Josefa.

Usaba ella de su autoridad solamente para encar-garse de todo trabajo penoso y cuanto causase fatiga,y dejarnos lo suave y menos molesto. A pesar de sucrónico mal, con sus dolores agudos, se levantabauna hora antes que nosotras. Salía ella misma a laplaza a hacer la compra y venía más contenta el díaque había encontrado algo con que nos pudiera aten-der mejor, según nuestros escasos haberes, en lasnecesidades que su amor de madre creía ver en noso-

PRIMERA PARTE – CAP. I 349

Besar los pies y comer de rodillas

Impuso como penitencia a María Josefa que nosbesase los pies y a Dolores y a mí que comiésemos derodillas. Aquí comenzamos este saludable género depenitencias y humillaciones exteriores a nosotras, des-conocido hasta entonces, que tanto nos sirvió parafundarnos en espíritu de humildad y conservar elsagrado fuego de nuestro fraterno y puro cariño.

Estando pocos días después María Josefa yDolores en cama enfermas y yo de enfermera, me dijoel Padre que podía besarles los pies; intenté, pero ellaslo notaron y no pude conseguirlo.

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tristeza, ingeniosa expresión de la paz de su hermosaalma y del dolor de sus ulceradas entrañas; la narizrecta y bien proporcionada; los ojos negros de radian-te y limpio mirar, modestamente recatados en la som-bra de sus cejas sedosas y oscuras. El negro azabachede su abundosa cabellera decía muy bien con el tintetrigueño y sonrosado pálido de su facie inteligente y elrasgado de su boca. Su figura esbelta, su airoso andar,su majestuoso continente, sus formas revestidas degentileza, componían una hermosura como las clási-cas de su tierra. Aun en las facciones marcadas por elsufrimiento, y oprimidas y desfiguradas por la garraopresora de la muerte, que presenta la única fotografíaque nuestra amada Congregación conserva, cualquie-ra reconocería fácilmente los encantos juveniles denuestra querida y admirada fundadora.

Ella era nuestra criada, que no quería ser otra cosa;la que a todas servía y atendía, la que se empleaba enlos más bajos oficios de la casa, la provisora de todolo corporal, y con serlo de intento y de hecho, se ele-vaba sobre todas, sin quererlo ella, sin advertirlo, conascendiente de reina. Su dulce mirar, su voz agradable,delgada, queda, humilde y mesurada, su obrar discre-to, toda ella, su sombra misma, creaba un ambiente desoberanía, que hubiéranos sido imposible no someter-nos, no obedecerle; su sumisión y obediencia tan sua-ves, tan gratas, que nadie que las gustara sintierahaber dejado las dulzuras y suavidades que ofrecen lasumisión y obediencia a la blanda, agradable sobera-nía de una madre tierna.

SEGUNDA PARTE – CAP. XIX 351

tras. Si notaba tristeza en alguna, olvidada de sus pro-pias penas, se llegaba amable y no se apartaba hastahaber derramado todo el bálsamo de su alma bonda-dosa sobre nuestra herida y dejarnos del todo conso-ladas y tranquilas.

Servíanos a todas como humilde esclava, sin per-mitirse el más leve descanso. Reservaba para su ali-mento lo peor que en la cocina había, y la veíamossiempre en estado de abatimiento y desprecio de símisma, sin que jamás se pagara de las dotes, nadacomunes que en alma y cuerpo la concedió el Señorcon mano larga. Era discreta y bella.

Sus prendas naturales

Su claro entendimiento señoreaba fácilmente cual-quier plan; su voluntad estaba siempre dispuesta albien; un tanto tímida, con prudente timidez para laspropias iniciativas y osada hasta el desbordamiento delcorazón en las empresas acometidas por amor a Dios;parca en palabras, larga en su obrar, ahorradora depromesas, pródiga en beneficios; hacendosa comouna abeja, diligente, solícita y aprovechada como unahormiga. Con darse tanto al trabajo de manos nuncadescuidaba los del espíritu, y con tanto afán se humi-llaba a las demás y se esclavizaba, como ponía sumocuidado en que nadie le aventajase en el adelanta-miento en las virtudes.

Su natural gracioso no sé si acertaré a describirle:Tenía el rostro ovalado, sus labios adornados de ama-ble sonrisa discretamente velada por ligera nube de

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que nuestras invocaciones al Espíritu Santo se repetí-an incesantes, para que fortaleciese a nuestro Padre yrenovase la faz de la tierra estéril de nuestros corazo-nes.

Enojoso empeño

Al nuestros deudos no dejaba de procurarles lasituación enigmática en que nos habíamos estaciona-do hacía ya más de seis meses, no les podíamos tran-quilizar pues nada cierto sabíamos sobre nuestro futu-ro estado, todo lo cual daba margen a un frecuentecambio de cartas poco tranquilizador para ellos y nadagrato para nosotras. Reducíanse a hacernos ver nues-tro desacierto y persuadirnos la necesidad y obligaciónde volver a casa, con mil argumentos y razones a losque no nos era dado oponer más que un resignado“Dios lo quiere así” con una constante resistencia pasi-va envuelta en un religioso silencio. Del tenor de lasiguiente eran casi todas las que recibíamos:

“Granada 13 de agosto de 1880.

Mi querida hermana Pepa: Me alegraré infinito tehalles buena en compañía de tu Angustias; nosotrosbuenos, menos mamá que cada día está peor, comoyo te decía; está que no es conocida, no tiene más quelos huesos y el pellejo, pero, si así lo quiere Dios, comotú dices, no hay más que tener paciencia.

No te he escrito antes porque estaba esperando elresultado de tu paradero, como decías que era cosa demuy pocos días, pero ya veo que estaréis lo mismo,cuando nada me decís. Estoy con mucho sentimiento

SEGUNDA PARTE – CAP. XIX 353

Humillaciones comunes

Era común a todas, sin excepción, postrarnoshumilladas ante el Padre y manifestar nuestra faltacuando con una ligereza de carácter, con un ligerorozamiento, con una palabra menos caritativa, con unacontestación poco afable habíamos molestado a algu-na hermana; y le pedíamos licencia para besar los piesa la ofendida, con lo que extinguíamos la más tenuellama de disensiones y tornaba la paz venturosa anuestras almas y el Padre nos animaba en estas oca-siones a fomentar el amor santo de caridad y soportaren paciencia las ajenas debilidades, condición inheren-te a la enferma naturaleza humana.

Pequeño cenáculo

Y el tiempo se deslizaba lento y perezoso paranosotras, que no veíamos la causa que Dios se reser-vaba entonces, de disponer así las cosas. Parécemeque Dios se complacía en prepararnos infundiendo ennuestros corazones singulares dones, y en moldearlosal fuego vivo del amor, para que al salir de aquel pobrerecinto, ebrias de entusiasmo, bien encendidas en lasllamas de la caridad, lo comunicásemos a todas nues-tras futuras hermanas y desatadas nuestras lenguas,cantasen las misericordias del Señor. Era aquello unligero remedo del Cenáculo: éramos cinco y no habíasino un corazón y un alma. Presididas por NuestraSeñora la Madre del Corazón de Jesús, a todas embar-gaba el mismo único deseo: ser santas, buscar luzpara conocer la voluntad de Dios y cumplirla; por lo

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CAPÍTULO XX

La Casa Matriz

Insinuaciones. – A ver la casa. – En vísperas delt r a s l a d o . – El oratorio. – El día del traslado. –Sensible innovación. – La adquisición.

Insinuaciones

Al entrar el año de 1881 y ver el Padre lo próximoque estaba el efectuarse su proyecto, parecióle opor-tuno declararnos algo, aunque como de costumbrecon reservas. “Pienso, hijas mías, nos dijo, que va ahacer falta buscar una casa más grande, en que puedalavarse la ropa de los enfermos; pero ya veremos loque Dios dispone. Sirvamos y amémosle con todonuestro corazón y estemos alegres.

Llegó una tarde después y nos dijo que quería ins-truirnos sobre el modo de sujetar a las enfermas de lamente, por si se nos ofrecía tener que asistir a algunaque necesitara este cuidado: Se les cruzan los brazosen esta forma, (y cruzaba él los suyos) y con vendas se

PRIMERA PARTE – CAP. I 355

y lo mismo mamá al ver que lo que nos decíais no apa-rece. ¡Esas eran todas las buenas colocaciones queteníais!

Aquí en Granada no ha habido ni una personasiquiera que haya aprobado lo que has hecho, inclusoel señor Cura, porque estando en tu casa en compañíade tu madre, que es lo que Dios manda, de maestra,sin que gracias a Dios te faltara qué comer, has tenidoque ir de moza de servicio de todo el que te quieraocupar, para que os den qué comer.

Por fin a mamá le pregunto qué quiere que te diga,y dice que todo te lo tiene dicho; sin otra cosa, recibeexpresiones de todos y hasta la tuya.

LEONARDA”.

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damiento la casa con todas sus dependencias y huer-ta, casa del colono, etc., de propiedad de usted enesta villa, por el precio de ciento y ochenta reales almes; será de mi cuenta el conservar el tejado en elbuen estado que se me deba entregar, así como lodemás del edificio y huerta.

Este compromiso será por el tiempo de tres años, yen el caso de no avisarse re c í p rocamente con seismeses de anticipación, se entenderá que de comúna c u e rdo continúa la contrata en las mismas condiciones.

El edificio y anejos se destinan a Establecimientosde mujeres dementes, o sea manicomio de mujeres.

Espero que en vista del objeto piadoso a que sedestina el edificio de su propiedad y anejos se serviráusted contribuir en lo posible a la realización del pro-yecto desde el 1º del mes entrante.

Con esta ocasión se reitera con la mayor conside-ración de usted affma. atta. S. S. S. Q. S. M. B.

(Firmado) Josefa Recio.

Ciempozuelos 12 de noviembre de 1880”.

Fuele ofrecida otra y una tarde mandó recado queMaría Josefa y Rita fuesen a verla. Contestó Rita queno podía; que fuese yo.

En aquellos mismos días se le ofreció otra demenos precio y optó por adquirirla en venta.

Vimos ambas casas con detención; estaba situadala una en la calle del Príncipe núms. 27 y 29 y la otra enla de Jardines núm. 1 y al fijarse María Josefa en unasplantas de granado que había en la huerta de esta últi-

SEGUNDA PARTE – CAP. XX 357

los atáis. Tened presente que al carecer de uso derazón vienen a ser como criaturas pequeñas y asídebéis con ellas hacer las veces de madres. Compa-decedlas, amadlas mucho y respetadlas, considerandoen ellas representado a Jesucristo; haced por ellascuanto os sea posible y reconoceos indignas de pres-tarles vuestros servicios. Os encargo mucho no lasti-marlas; deseo que vuestra caridad sea extrema llegan-do en este punto hasta sacrificaros por prestar vuestrosocorro a estas pobrecitas. Os enseño esto por si laSantísima Virgen os quisiere confiar algunas”.

Fácil es suponer el gozo que estas insinuacionesnos causarían. Yo saqué luego el pedacito que habíarecortado de la carta de Barcelona y lo adorné parafijarlo en la nueva casa. Sobre aquellos preciososdocumentos: Orar, Trabajar, etc., puse unas estampitasde los SS. Corazones de Jesús y de María1.

A ver la casa

Había pedido precio por una casa situada en lacalle del Príncipe y en vista de lo subido de él, 35.000reales, decidió tomarla en arrendamiento según se vepor esta carta:

“Sr. D. Luciano Ontiveros Díaz.

Muy señor mío y de mi mayor consideración: Envista de todos los antecedentes dirijo a V. estas líneas,comprometiéndome solemnemente a tomar en arren-

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1 El cuadrito se conserva aún, como aquí se describe, en elArchivo General (Roma).

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mente traía oculto: una preciosa fotografía de NuestraSeñora del Sagrado Corazón. Agradablemente sor-prendidas caímos de rodillas para adorar a la Señora ynos acercamos después a besarla con cariño y respe-to profundo. Desatinada yo con mis desmedidos rego-cijos, quise poner mi beso en el corazón del Niño y elPadre me dijo: “No, Hija, los pies se le besan”.

Nos designó el lugar donde debíamos levantar unaltarcito para la imagen ante la cual haríamos en ade-lante nuestra oración y demás rezos y en fin nos hizouna muy sentida y fervorosa exhortación para que dié-semos rendidas gracias a la Celestial Señora por elgran beneficio que de su mano bendita acabábamosde recibir y para que reconociéramos cuán sin méritosnuestros se nos otorgaban tan señalados favores, loque debiera hacernos más humildes y reconocidas, ynos animó a perseverar en la obra comenzada ponien-do nuestra confianza toda en Dios, Padre de lasMisericordias.

El día del traslado

To rnamos al anochecer al pobre y angosto nido denuestra primera morada para en él descansar la últi-ma noche y al siguiente día a 21 de febre ro del 1881enseguida del desayuno nos trasladamos definitiva-mente.

Vino el Padre para darnos órdenes; nos reunió ydirigiéndose a mí me preguntó el orden de vida ynúmero de actos, de lo que le hice minuciosa relacióny nos dijo que podíamos continuar del mismo modo.

SEGUNDA PARTE – CAP. XX 359

ma, como inspirada por Dios, dijo: “Esta casa tiene queser para San Juan de Dios, pues tiene estos frutales”.

El día del aniversario de la muerte de dicho Santotomamos de ella posesión, y recuerdo que aquelmismo día y junto a los pequeños granados me dijo elPadre; ¡Hija, cuán grande es la misericordia del Señor!la madre fundadora ha alcanzado de Dios con sus ora-ciones que se allanasen las dificultades que había paraobtener esta hermosa casa.

Desde aquel punto los minutos se nos hacíansiglos y pedíamos a la Virgen nos concediese muyp ronto el traslado, pues deseábamos honrarla enaquella casa de religión y esperábamos con su ayudaverlo en breve conseguido.

En vísperas de traslado

La tarde del 20 de febrero nos llamó a todas laatención ver entrar a nuestro Padre con el rostro alegrey nos dispusimos a recibir una buena nueva. Notamosque ocultaba con su escapulario un objeto que no con-seguimos ver ni que nos le mostrase a pesar de nues-tros repetidos ruegos. Mandónos le acompañásemos ala nueva casa. Tomé yo el cuadrito de nuestra primeraRegla y llegado que hubimos lo clavé en un muro muyvisible; vio el Padre mi operación y nada me dijo, en loque comprendí que era de su agrado.

El oratorio

Luego nos condujo a una habitación que señalópara oratorio y allí nos descubrió lo que cuidadosa-

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motivo de oraciones y esperanzas en la protección denuestra Reina y Señora, la Madre del Corazón deJesús. También recibimos dinero prestado de lasReligiosas de Santa Clara y de D. Raimundo de Oro.

Pertenecía esta finca a D. Enrique Barrie y Labros,coronel de la artillería de la Armada, noble y bondado-so caballero que, atendiendo a los fines para que sufinca sería destinada y a los buenos oficios de inter-mediario que nos prestó nuestro vecino D. Juan deVega, propietario de Ciempozuelos, nos cedió la pro-piedad en el precio de cinco mil quinientas pesetas,bastante menos de su valor.

Protegidas por el Excmo. Sr. Marqués del Bustohabilitaron algún tiempo, pocos años antes, esta casalas fundadoras de las Oblatas del Santísimo Redentor,que más tarde se trasladaron a la que fue antiguoConvento de Frailes Menores Alcantarinos, sita en elmismo pueblo, Casa Matriz y generalicia de suCongregación.

SEGUNDA PARTE – CAP. XX 361

Sensible innovación

Una experiencia restaba que hacer. Debía conocerel Padre hasta dónde llegaba nuestra indiferencia enmateria de mandos y obediencia. Habíamos apenasinstalado el mobiliario en la nueva casa y una mañanaviene y suspende en el cargo de superiora a MaríaJosefa y nombra en su lugar a Rita. De esta suertepudo cerciorarse que nos era igual mandar que obe-decer, sujetarnos a una joven que a otra de mayoredad; a la de menos disposición y experiencia que a lamás prudente y experimentada. Ninguna osó criticar ladisposición inesperada; todas conformes nos someti-mos.

La adquisición

Uniditas y contentas lo mismo que hasta entoncesseguimos con nuestro género de vida de mucho traba-jo, pero alentadas por la satisfacción de ocupar casapropia, más apreciada por nosotras por cuanto suadquisición era el fruto de no pequeños sacrificios.Acababa de reunir el Padre el dinero que en calidad depréstamo había recibido del ejemplar, cristiano y bon-dadoso señor D. Antonio María Díaz, rico propietariode la villa de Ciempozuelos para la compra del mani-comio de varones cuando se le ofreció la compra denuestra casa. Rogóle el Padre le consintiese retener eldinero, a lo que dicho señor accedió de buen grado yen esta forma se hizo la compra, abriendo un créditoen contra nuestra que debíamos pagar con el infruc-tuoso trabajo de nuestras manos, lo que fue nuevo

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La pequeña campana

Un domingo, después del Manifiesto, en la casa delos Hermanos, dispuestas ya para volver a la nuestra,se llegó a nosotras el Padre, ocultando un objeto bajoel escapulario; conociendo que algo nos traía, hicí-mosle instancia para que nos dijese lo que ello era;hízose el sordo unos momentos y al fin nos descubrióuna monísima campana. Como era de mi cargo eltocarla, me adelanté rogándole me permitiera llevarlayo a casa. El júbilo que yo traía con la campana no esdecible. No tardó el Padre en venir a colocarla. Pormotivos de caridad la fijó encima de mi cama y luegome enseñó a dar los diversos toques: el primero el delAngelus, que yo repetí llena de veneración, arrodilladay tiernamente conmovida.

La séptima Hermana

El 15 de marzo de 1881 recibimos a nuestra buenaHermana Martina Antía, que hizo el número siete, natu-ral de Cabredo (Navarra). Vino invitada por su hermanoFray Anselmo, religioso Hospitalario, Superior a lasazón de la residencia que la Orden de San Juan deDios tenía en Madrid.

Varios meses tuvo que esperar el aviso de nuestroPadre, con lo que crecían sus deseos, y así cuando sevio entre nosotras su satisfacción fue suma.

Nueva elección de Superiora

Uno de estos mismos días vino el Padre acompa-ñado, del Sr. Párroco del pueblo, D. Cecilio Gamo,

SEGUNDA PARTE – CAP. XXI 363

CAPÍTULO XXI

De algunas cosas notables y de mucha edi-ficación que sucedieron los primeros días

de nuestra estancia en la Casa-Madre

Otra Herm a n a . – La pequeña campana. – L aséptima Hermana. – Nueva elección de Supe -riora. – La octava compañera. – Reparto del tra -b a j o . – R e p rensión ejemplar. – La Herm a n aCatalina.

Otra Hermana

El gozo del primer anochecer en nuestra casa nosle acrecentó la venida de la sexta compañera. Eraentrada en años, pero sencilla y dócil como niña ejem-plar, un tanto ruda pero de voluntad grande y sumisa.Su nombre era Eusebia Gómez, natural de Fuentecén(Burgos).

Colocados los pocos y pobrísimos muebles quereuníamos, se reanudó el trabajo y ordinario andar denuestra vida regular, con más fervor y más ánimoscada día para llegar hasta donde Dios quisiera.

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Reprensión ejemplar

Una tarde entró en casa el Padre y nos sorprendióverle con cara de enfado y aspecto severo y de con-trariedad, sin que conociésemos la causa. Pronto losupimos. Habíame yo tomado la libertad de hacer unasbolsas pequeñas en forma de cartera para cadaHermana, sin pedir permiso, y María Josefa había teni-do un pequeño descuido y enterado él vino a darnosuna fuerte reprensión, la que hizo delante de lasdemás, reprobando nuestro proceder, y asegurándo-nos que por ningún concepto permitiría siguiésemosasí. Confusas y amedrentadas, y con grande pesar,nos arrodillarnos rogándole nos perdonase y prome-tiéndole enmendamos. No nos fue posible desenojarle,sino que nos llamó aparte para, con más libertad, usarcon nosotras de mayor rigor. Díjonos palabras tanduras y humillantes, que, a no habérselas oído, nuncacreyera que salieran de labios tan bondadosos; y elloduró largo rato. Permanecimos a sus pies suplicantesy él fuerte e insensible a nuestros ruegos como unbronce: “¿Para qué queréis que os perdone?, terminódiciendo, ¿para volver mañana a lo mismo? Obrasquiero y no que me pidáis perdón y estar siempreigual”. Nos dejó aterrorizadas. No bien amaneció el díasiguiente cuando fuimos que nos confesara y aúnseguía lo mismo. “Quiero realidades, nos dijo; no mesatisfacen las promesas. Si seguís así, cortaré por losano. Siempre estáis diciendo que os vais a enmendary nunca lo veo; para esto mejor será que todo se des-barate y me dejéis en paz. Si no os sentís con ánimobastante, dejadlo y marchaos”. Nuestra perseverancia

SEGUNDA PARTE – CAP. XXI 365

venerable y digno Sacerdote, nos reunió y reeligió aMaría Josefa Superiora de la incipiente Comunidad.Más resignada que satisfecha, aunque humilde y sumi-sa, y solamente por obedecer, inclinó sus hombros parade nuevo cargar con la cruz de la dirección de la casa.

La octava compañera

El 25 de marzo, fiesta de la Encarnación, recibimosa la octava Hermana, natural de Almadén (CiudadReal). La venida fue providencial. No tenía dolo en sucorazón, y con su natural simplicidad nos decía que nohabía visto nunca religiosas ni creía le hubiera sidoposible llegar a serlo y otras cosas a este tenor: queunos parientes de Rita le hablaron de nuestra funda-ción animándola a venir y ellos la acompañaron.

Reparto del trabajo

El trabajo quedó entonces repartido entre las ochoen esta forma: María Josefa, Superiora y esclava detodas, trabajaba más que ninguna porque su gran dis-posición así se lo permitía, a pesar de andar siempredelicada. Dolores cuidaba del refectorio y estaba dedi-cada a la costura, Antonia lavaba y después cosía. Ritaestaba dedicada a la máquina, trabajando con muchoafán. Concepción hacía de cocinera muy laboriosa.Martina no tenía otro oficio que lavar. Josefa lavaba yplanchaba y yo cosía. Todas en buena unión y por cari-dad nos complacíamos ayudándonos mutuamente enlos diversos oficios, según veíamos que una u otranecesitaba.

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La Hermana Catalina

Uno de los últimos días de abril del mismo año de1881 recibimos a la novena de nuestras compañeras,Catalina Rebollar, natural de Lastres (Oviedo).

Diez meses llevaba de novicia en el Convento deSanta Clara, de Ciempozuelos. Confesaba a laComunidad nuestro Padre, y enterado de que no podíapasar a hacer los votos la referida Hermana, la acon-sejó que viniera con nosotras y él mismo nos la trajosin habernos dicho antes nada.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXI 367

en pedir nos oyera le obligó a confesarnos y a calmar-se. Nos mandó que besásemos los pies a las otrasHermanas, como penitencia de los malos ejemplosque les habíamos dado. Contritas, humilladas y resuel-tas a andar muy derechas, como él quería, volvimos anuestra casa.

A eso de medio día se nos presentó con su habi-tual aspecto bondadoso y benigno. Al verle así se nosdilató el corazón y recobramos toda nuestra confian-za. Bien sabía él lo tristes que nos había dejado. Llamóa María Josefa, a Dolores, a Rita y a mí y pasamos alsencillo oratorio; se arrodilló ante la Vi rgen, invocó suasistencia y se sentó luego al extremo de un escaño ynosotras nos colocamos ante él formando semicírc u-lo; cruzó las manos, elevó sus ojos y nos manifestó lossentimientos que se habían apoderado de su corazón:“Hijas mías, comenzó diciendo, quiero haceros com-p render lo mucho que de vosotras exige vuestroEsposo Jesús. No podéis imaginar lo que mi corazóns u f re cuando debo re p re n d e ros. Pero ved que voso-tras sois las mayores y las primeras que la SantísimaVi rgen se ha dignado llamar para formar esta su fami-lia, y yo, pobre ministro del Señor y esclavo indigno desu Madre y Nuestra, deseo y le ruego con toda el almaque mis hijas estén desasidas de toda afición terre n a ,que transformadas por el amor a Jesús tengan un solopensamiento: Dios; una sola preocupación: desarrai-gar del corazón cualquier afecto, cualquier inclinaciónno dirigida a unirlas estrechamente con el Corazóndivino de Jesús. Dispuesto estoy a sacrificarme por-que vosotras seáis almas ansiosas de ser todas deDios”.

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una madre, estimando en gran manera el bien que lesocasionarían mis pobres instrucciones. Recuerdo quela primera vez que les hablé, fue de la actitud devotaque debe adoptarse ante el Santísimo Sacramento ycómo ha de hacerse su adoración. Parece que Dios meinspiraba, pues no distaba mucho el día venturoso enque el Buen Jesús de la Eucaristía había de residir ennuestra Casa y recibir sin interrupción, noche y día,homenaje de amorosas y rendidas adoraciones.

Caridad fraterna

Para el inmediato domingo me señaló como temade mi conferencia a las Hermanas la caridad fraterna.Les mostré como pude, cómo ella enlaza los corazo-nes. Díjeles que nunca los que se aman en Dios se fijanen si esto es obligación mía o deber tuyo; cómo en losque con tal linaje de unión se unen la consideración deser templos vivos de Dios, en medio de la afabilidad ycariño que mutuamente se profesan mantiene el reli-gioso respeto de unos a otros debido, y cómo hace tansuave el yugo de la vida religiosa, que insensiblementepone olvido del pródigo y tierno amor de la sangre queabandonamos por venir en seguimiento de Jesús,dulce Dueño nuestro, y por opuesta razón, cuando eltrato es desabrido, y nuestro carácter áspero y muchomás si llegamos hasta el menosprecio de los otros,hacemos que la naturaleza se resienta y la ponemos,en los principios al menos, en peligroso trance de dejarla religión, de suyo austera y poco halagadora a lacarne, dando ocasión a que se eche de menos aquellapaz amorosa y nada despreciable que se respira en los

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CAPÍTULO XXII

Nuestras conferencias dominicales

Honroso encargo. – Caridad fraterna. – Toleran -cia y buen ejemplo. – Preparación para el estadoreligioso.

Honroso encargo

Otra vez llegó el Padre y nos reunió para hablarn o sde la necesidad de la obediencia. “Os quiero sometidasabsolutamente como el barro en manos del alfare ro ;muertas al propio querer como un cadáver que es movi-do solo por ajena voluntad”, nos dijo. “Además esnecesaria otra práctica para vosotras nueva, pero degran provecho”. Nos llamó aparte a María Josefa y a míy, después de hacerme prometer que le obedecería, medio este doble encargo: avisar a María Josefa de susdescuidos y hacer una instrucción doctrinal a las jóve-nes cada domingo, a las diez de la mañana. Hizo venira las seis restantes y les manifestó esta última disposi-ción y les mandó que me respetasen y amasen como a

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Preparación para el estado religioso

El día del Patrocinio de San José les dirigí otracomo preparación para el estado religioso.

Hubo el Padre de hacer por aquellos días un viajea Granada y me encomendó de nuevo con interés lasinstrucciones de los domingos. Preocupada yo con laidea de vernos pronto abrazadas al estado religioso,vínome un fuerte deseo de prepararlas; pues a mi sim-ple entender en breve sería todo realizado.

Paréceme, les dije, oportuno que hagamos unasreflexiones sencillas, que nos sirvan para preparar elcorazón al nuevo estado que con la divina gracia espe-ramos, sobre tres puntos:

1.º Consideremos quién nos llama: Un Señor debondad infinita, el Rey del cielo, la majestad suprema,de inmenso poder, de grandeza suma, de tan alta y tanprofunda sabiduría, que nada existe, ni existir puede,que deje de comprender; a la lumbre de su inteligenciaavasalladora huye la tiniebla del misterio; de tan hondopensar que sus juicios son incomprensibles a todacriatura.

2.º A quién llama: A despreciables criaturas, dig-nas de eterno baldón y de aborrecimiento y no cierta-mente de atenciones y de amor. Hízonos de la nada; undestello de su luz intelectiva dejó caer en el alma y dela lumbre de su amor comunicó a nuestro corazón; a suimagen y semejanza nos hizo; y desleales fementidascuando debimos pagarle pecho, erguimos la cerviz,levantamos la frente, mirámosle desdeñosas y le ofen-dimos soberbias y engreídas, olvidando que Él nos

SEGUNDA PARTE – CAP. XXII 371

h o g a res cristianos, viveros benditos de re l i g i o s a svocaciones. Como miembros de un mismo cuerpo,cuya cabeza es Jesucristo, hemos de mirar unas porotras, cuidando con mucho estudio de aliviar nuestrascargas mutuamente.

El efecto de estas y otras semejantes considera-ciones que les hice, tuve lugar, con gran consuelo demi alma y mucha edificación, de verlo pronto. Por indi-cación del Padre, un día a la semana, en tiempo libre,regaba Antonia los arbolitos de la huerta, y como lasotras lo viesen, que estaban libres también, la primeravez que esto hizo se apresuraron a tomar los cubos ya prestarle su ayuda.

Tolerancia y buen ejemplo

Versó nuestra familiar y sencilla conferencia, elsiguiente Domingo, sobre la tolerancia mutua de losdefectos, y acerca del cuidado que cada una debemosponer cuanto posible sea, en no dar mal ejemplo con-sintiendo que se trasluzcan esos impulsos en que aveces pone más el temperamento que la propia volun-tad, porque esto provoca e irrita las ajenas debilidades.Díjeles cómo no es mucho acomodarnos al trato ymanera de ser de aquellas que despiertan simpatía, ose acomodan a nuestro carácter. Que la virtud va másallá, sufre y se conduele de la debilidad de su prójimo,la disimula cual si fuera propia, y estudia su curacióncon delicadeza y esmero y le trata con el cuidado yblandura tímida con que nuestra propia mano aplica elmedicamento, el revulsivo, el cauterio al otro miembroenfermo o parte lesionada de nuestro cuerpo.

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CAPÍTULO XXIII

La primera demente y la venida de ladécima Hermana

El aviso. – Piadosa ocurrencia. – La enferma. –Nuestros cuidados. – La Hermana María de laPaz.

El aviso

Escribiónos el Padre desde Granada unas letras enque sin preámbulo alguno ni pormenores se nos avisa-ba que en uno de aquellos días debía ingresar en nues-tra casa una pobre enferma de la mente, para que noscuidásemos de su asistencia. Como habíamos mani-festado el miedo que la enfermedad de la locura nosinfundía y el Padre en el escrito ninguna otra cosa nosdeclaraba, supusimos que siendo tan misericordioso,estaría con nosotras cuando hubiésemos de recibir a laenferma, pues la impresión debía ser recia cosa paranosotras; pero ni el Padre se presentó ni temor algunosentimos. Llegó la enferma y la recibimos con mucha

PRIMERA PARTE – CAP. I 373

sostiene, que Él nos conserva y nos sustenta, hastacuando le insultamos, escarnecemos de Él y nos mofa-mos, abusando de su paciente bondad, cuando peca-mos. Vasos de corrupción, hijos de ira, montones demiseria y podredumbre, áspides ponzoñosos, sórdidassabandijas, tales nos miran sus ojos puros infinitamen-te más que los rayos de luz, cuando nacemos; y talesnos tornan a ver cuando después de regenerados porsu misericordia sin medida volvemos insensatos a sersus enemigos. Solo una bondad infinita fuera capaz deprodigios semejantes de amor…

3.º A qué fuimos llamadas: Aunque de tan bajacondición, nos alargó su mano generosa y nos pusocabe sí para hablarnos al corazón, y nos dijo palabrasmuy regaladas y nos hizo promesas que nos asegurósu palabra de Rey; nos declaró el galardón de sus fie-les servidores, sobre manera grande. “Yo seré tu galar-dón muy grande” dijo a su siervo Abraham; proféticaexpresión que nos recuerda cuál es la merced que nosestá preparada, si oída su voz, atentas a su llamamien-to seguimos sus pasos; trabajoso caminar, cierto, masno intolerable, que Él nos lo asegura y alienta, dicien-do ser su yugo suave y ligera su carga. Sonrientes yalegres, su cruz a cuestas, caminan los caminos delSeñor los viandantes que al Cielo van, donde a noso-tras nos aguarda una corona, y el título de inmensohonor de Esposas del Cordero, sin que para lograr tanricos y subidos dones y tan codiciables, se nosdemande otra cosa que hacer su voluntad, vivir encaridad, cumplir su ley y sus consejos...

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Centelleantes los ojos, irritados y saltones que pare-cían escaparse de sus órbitas, en completo desarregloel cabello, una que otra palabra incoherente, con lagesticulación de la vesania, representaba un cuadroimponente; de verdad que era menester valor parahacer lo que hicimos. Pero allí no pasó nada, quedósorprendida por nuestra operación mirándonos embe-bida y absorta. Hubiérase dicho que hasta los que notienen uso de razón respetan la virtud. Terminamos yluego se puso agitada hasta el punto que nos fue pre-ciso poner en práctica las lecciones del Padre recibi-das sobre el modo de sujetar a las pobres enfermas losbrazos y los pies. Con todo nos despertaba la idea deJesús tenido por loco, y nos encendía en deseos deprodigarle nuestros cuidados y sacrificarnos en su ser-vicio.

Así comenzó nuestra vida Hospitalaria en favor delsexo débil, afectado de la terrible enfermedad de lamente.

Nuestros cuidados

Llegada la hora de recogernos, puso María Josefasu cama junto a la de la enferma, para mejor atender asu cuidado. Temiendo yo le resultase algún mal de tanheroica resolución, la previne diciendo: “A ver si amedia noche la ahoga”, y me contestó sonriente:“váyase tranquila y descanse que no querrá Dios mepase nada”. Dispuso María Josefa que durante el díafuese enfermera que la cuidase, Rita, mientras lasdemás seguimos el orden establecido.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXIII 375

alegría. Jesús nos hizo fuertes, y la Santísima Virgennos asistió.

Piadosa ocurrencia

Vínome la idea de decir a María Josefa que puesera la primera enferma que el Buen Jesús nos entrega-ba, y en ella a Jesús servíamos, era bien la rindiésemoshomenaje, besándole los pies. De perlas le pareció anuestra piadosa Superiora y gozosa aceptó mi pro-puesta y yo más todavía fui corriendo a reunir a todas.

Según veníamos me dijo Catalina sobrecogida porel peregrino acuerdo y un poco asustada: “HermanaAngustias, valor es menester para eso. A lo mejor nosdará un puntapié”; y repliqué yo: “Valor, Dios le presta-rá. Si algo nos da que sentir lo ofreceremos al Señor;estas cosas hay que principiarlas con sacrificio y conmucho fervor”. También me lo iba yo temiendo en misadentros aunque lo disimulaba. Reunidas, sentamoscon blandura y cariño a nuestra enferma y por orden,con mucho respeto fuimos poniendo cada una nuestrobeso en sus pies.

La enferma

Era la enferma una religiosa de la Congregación deOblatas del Santísimo Redentor, llamada Sor Antonia,procedente de la misma casa que en Ciempozuelostenía su Congregación. La recibimos sin pensión yllegó a casa uno de esos días espléndidos de sol, enlas horas de mayor calor. Venía sofocada, nerviosa.

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CAPÍTULO XXIV

El Noviciado

La licencia. – La forma del hábito. – La toma dehábito. – Despojo del vestido. – Corte del cabe -llo. – Prácticas del Noviciado. – Nuestra comi -da. – Las camas.

La licencia

Nada más ya podía exigirse para dar comienzo alestado religioso: El número de Hermanas que segúncálculos aproximados serían suficientes para la institu-ción, estaba completo; el deseo cada vez más vivo entodas, de consagrarnos al Señor, y la prueba de queestábamos curadas de espanto, y dispuestas a sacrifi-carnos cuidando locas, podía dar cumplida satisfac-ción a las arduas aspiraciones del Padre. Y debió suce-der así, porque en uno de aquellos días se hizo acom-pañar de María Josefa y de Dolores y fueron a Madridcon objeto de pedir al Sr. Arzobispo licencia para ves-tir el santo Hábito. Las demás quedamos rogando conmucha instancia a la Santísima Virgen que se despa-chase favorablemente la petición.

PRIMERA PARTE – CAP. I 377

La Hermana María de la Paz

Mucho deseábamos que volviese nuestro Padrepara darle cuenta de todo. A mediados de mayo, suregreso colmó sobradamente nuestro deseo, puestrajo en su compañía a Dolores Merino, nombre que lecambió en el camino por el de María de la Paz para queno le confundiésemos con el de la otra Dolores. Erauna joven candorosa y buena, que a la sazón contabadiez y nueve abriles, tierna y jugosa planta, flor de pri-mavera, rica de aromas, alma sencilla, que luego atra-jo el cariño de todas. Hacía tiempo que a la SantísimaVirgen la habíamos encomendado y al fin la mismaVirgen en su mes traíala para que fuese su hija al parque el querido Benjamín de nuestra casa.

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quedar conformes. A propósito de su forma nos pre-guntó si podríamos prescindir de almidón, no viniese asuceder que se despertase en alguna el vanidosodeseo de llevarlo pulido y bien ataviado, cuando eltraerlo modestamente compuesto basta a la decenciaque a nuestro estado corresponde. Repusimos que sinaquél no podría darse la forma que habíamos adopta-do, y entonces nos dijo: “Bien, atended únicamente ala necesidad”, y nos refirió que un religioso comenzó adisiparse por llevar los puños muy blancos y tiesos,asomados por las bocamangas, y que acabó el desdi-chado perdiendo la santa vocación.

Consistía el hábito que durante el noviciado vesti-ríamos en una túnica abrochada por delante, formandotres tablas en derredor del cuerpo, mangas anchas convuelta, esclavina que cubría hasta la cintura, correa decuero negro y delantal, prendas todas de estameña. Eltocado le componían un gorro de percal blanco quecubría la frente y por detrás hasta la cerviz y sobre éluna toca de lo mismo, con sus alas que caían exten-diéndose hasta más abajo del hombro y hasta el mediode la espalda, y un cuello de la misma tela sobrepues-to a la esclavina, planchado y abierto por delante. Todoello donación de la muy devota y piadosa Sra. DªPepita Alcaraz. Para salir de casa usábamos un mantonegro que nos cubría el tocado y hasta casi los pies.

El hábito nuevo le usábamos solo algunos días defiesta señalados y en nuestras salidas; para el trabajoaprovechábamos los antiguos vestidos que de segla-res trajimos, reformados, y cuando estos se nos gasta-ron hicimos nuevos hábitos de percal negro; nuestrocaudal no nos permitía más lujo.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXIV 379

P ronto volvieron llenas de contento re f i r i é n d o n o scómo habían sido recibidas con mucha amabilidad porel señor Arzobispo que aprobó y bendijo nuestro carita-tivo proyecto al propio tiempo que les había dado supermiso para que, bajo la dirección de nuestro Padre ,nos preparásemos al estado religioso empezando elsanto Noviciado, que duraría un año, pudiendo tambiénvestir en este periodo de probación el hábito re l i g i o s o .Nuevas tan gratas fueron estas que nos alegraron yre g o c i j a ron hasta el punto que parecía habernos vueltolocas. ¡Pluguiese al Cielo haberlo sido de amor de Dios!

La forma del hábito

Hicimos por nueve días retiro espiritual dirigido pornuestro Padre y terminamos, el 31 de mayo de 1881,fiesta de Nuestra Señora del Sagrado Corazón deJesús.

Como nada teníamos prevenido ni había aparejadonada, en aquellos mismos días de santos ejercicioshubimos de ocuparnos en aderezarnos el vestido reli-gioso. Al determinar la forma, mostró el Padre muchointerés y empeño en que fuese sumamente sencilla yhonesta, cual cumple a la modestia santa, sin quepudiese ser ni remotamente ocasión ni sombra devanidad.

Dejó a nuestra elección la forma y el color. Despuésde presentarnos varios modelos, nosotras preferimosel color y forma del que usaba el Padre, o sea el de laOrden Hospitalaria de San Juan de Dios. El tocado denovicias nos costó bastantes vueltas hasta decidir y

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Salimos en procesión A casa de nuestro PadreA celebrar la función. Los hermanos nos reciben Con alegría y amor y el repique de campanas Por doquiera resonó. Se celebraron dos misasCon solemne devoción. Al volver a nuestra a casaEl pueblo que lo notó, Salían por todas partes Con muy grande admiración. Fuimos a casa del Párroco Sin ninguna detención, Y nos recibió con gozo, En su humilde habitación,Dándonos la enhorabuena y también al Fundador.Llegamos a nuestra casa Dando mil gracias a Dios Y a nuestra madre querida Del Sagrado Corazón. A nuestro querido PadreDe grata feliz memoria que la Virgen le bendiga y después la eterna gloria”.

Amén.

En los hermanos oímos la santa Misa del Padre,recibiendo la sagrada Comunión; después fuimos a la

SEGUNDA PARTE – CAP. XXIV 381

La toma de hábito

Oyónos a todas en confesión al terminar los ejerci-cios. Antes de la devota ceremonia de la toma de hábi-to nos hizo una larga instrucción sobre los deberes queíbamos a contraer, encargándonos con sumo encareci-miento y como punto capital la obediencia y rendidasumisión a la Superiora. Después arrodilladas ante elcuadro de Nuestra Señora del Sagrado Corazón en elpobrecito oratorio, saltando el corazón de júbilo, perocon un santo respeto presenciamos la bendición de loshábitos y después nos los fue poniendo con sumadevoción a cada una en las manos y nosotras reci-biéndole con mucho agradecimiento, considerando enél las galas con que nuestro celestial esposo se digna-ba ataviarnos para el divino y casto enlace.

Despojo del vestido

En seguida nos retiramos para despojarnos de losprofanos vestidos del siglo y sustituirlos por los nuevosbenditos de la religión, meditando la muerte del apa-sionado hombre viejo en nosotras y la aparición delnuevo creado según Dios.

Después sucedió lo que dicen estos versos, com-puestos por la Hermana Eusebia en loor de tan faustoacontecimiento ocho años más tarde.

“Ocho años que diez hermanas. En esta Congregación, Tomamos el Santo Hábito Para su inauguración. Después gozosas y humildes

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noche. Advertimos que la hora de la primera recreaciónnos atrasaba la labor y pedimos al Padre que nos laquitase, mas él no accedió por sernos necesaria parareparar fuerzas y conservar la salud. Más tarde nosvinieron más enfermas y hubo necesidad de suspen-derla.

Las instrucciones, avisos y demás que necesitába-mos saber, corrió a cargo del Padre. El santo rosario lerezábamos durante el trabajo.

Nuestra comida

Desde que vinimos a la nueva casa la comida tuvoque ser más pobre, lo que no nos causó molestia algu-na; nuestro mejor regalo y única satisfacción la había-mos conseguido viviendo en la casa del Señor a Élconsagradas, y lo demás éranos indiferente. Igual nosera comer bien que ayunar. El Padre sin embargo, sedesvivía porque a sus hijas nada de lo necesario les fal-tase. Era nuestro desayuno una onza de chocolate yuna escudilla muy pequeña de sopa de pan con unaslágrimas de aceite; al mediodía un plato de potaje overdura con una ración de tocino como de una onza, ya la noche un plato de verdura o de arroz y un postrede fruta o gazpacho. En alguna que otra fiesta tenía-mos por la noche principio de menudillo o despojos yalguna vez pesca, sardinas o peces del río Jarama; encada comida había tasada y corta ración de pan yagua.

Con todo, ocasiones hubo en que lo necesario nosfaltó a nosotras por que a nuestras queridas enfermas

SEGUNDA PARTE – CAP. XXIV 383

parroquia, oímos otra Misa, nos dirigimos a la casa delPárroco y él nos obsequió con un modesto desayuno.

El gozo nuestro fue indescriptible. Todo lo pasado,tantos trabajos y penalidades, tantas zozobras y amar-guras nos parecían pocas, según lo que sobradamen-te galardonadas eran con el premio recibido en este díade la mano bendita de nuestra Reina y Señora que nossostuvo siempre y ahora daba tan cumplida satisfac-ción a nuestras ansias.

Corte del cabello

Pasaron tres o cuatro días y recordamos que lasreligiosas tienen corto el cabello y que así deberíamosllevarlo; pero debíamos consultar. Lo hicimos y nuestroPadre lo dejó a nuestra libertad. La Hermana María dela Paz empezó cortándose un hermoso rizo y luegoseguimos todas.

Prácticas del Noviciado

Llenas de alegría y con santo fervor dimos comien-zo a las prácticas de nuestro instituto, que no eranotras que las acostumbradas, si se exceptúan algunasligeras modificaciones impuestas por las necesidadesque se iban presentando. Aunque el trabajo era endemasía, cada cual sumaba su esfuerzo al de lasdemás y así levantábamos una carga enorme; por estemotivo el Padre determinó que tuviésemos recreo dosveces al día: después de la comida del medio día quedurante el verano convertíamos en siesta, y el de la

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CAPÍTULO XXV

Nuestro Dueño adorado y el títulodel Instituto

La Comunión frecuente. – La Capilla y la vela alS a n t í s i m o . – Complemento del hábito. – E lViacrucis. – Más Aspirantes. – El Título. – Cartade hermandad hospitalaria.

La Comunión frecuente

Cuando el Noviciado empezó y nos vinieron algu-nas enfermas creyó el Padre que no podríamos conti-nuar comulgando diariamente, al menos todas, por nopoder quedar la casa ni las enfermas desatendidas, niaun en el tiempo preciso para recibir la sagradaComunión, dado el género de enfermedad, peroNuestro Señor concertó las cosas de suerte que nin-guna nos quedásemos sin nuestro Pan de vida ni unsolo día. Debió de ser en premio a los ardientes deseosdel Padre que siempre suspiró porque arraigase ennuestra alma el amor a la Comunión diaria, haciéndo-

PRIMERA PARTE – CAP. I 385

no les faltase. Pero, ¡qué rica pobreza! Ninguna noscambiaríamos entonces por la emperatriz más opulen-ta. ¡Qué unión de corazones! ¡Qué paz, qué y venturo-so tiempo aquél y cómo el Señor iba bendiciendo suobra!

Las camas

Dormíamos unas en un jergón de paja sobre tablasaisladas del suelo por banquillos de hierro; algunastenían camas de hierro y otras de madera.

También más adelante nos acomodamos contablas sobre unas latas de petróleo, porque el personaliba en aumento y no contábamos con recursos sufi-cientes para proveernos de todo, y en jergón sobre elsuelo también durmieron algunas.

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noche siempre la hicimos dos Hermanas hasta lasdoce, y otras dos hasta el toque de Comunidad paralevantarse. Al aumentarse el personal de enfermas,entre las que había varias que deseaban unirse a noso-tras, pareció bien el que una de ellas pudiese velaracompañada de una Hermana, ya de día o de noche, yasí se viene practicando.

En vista del buen resultado pedimos su aprobacióny licencia al Emmo. Sr. Cardenal de Toledo para seguirnuestra vela continua el 11 de enero del siguiente año,y cinco días después despachó nuestra solicitud enesta forma:

“Madrid, 16 de enero de 1883.

Accediendo a los piadosos deseos de la Superiorade las Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazónde Jesús, en Ciempozuelos, le damos nuestra bendi-ción y licencia para que puedan velar de día y de nocheal Santísimo Sacramento, y, para más alentar el fervorde las mismas, les concedemos cien días de indulgen-cia por cada media hora que velaren ante el Santísimoy rogaren al propio tiempo al Señor por las necesida-des de la Iglesia y del Estado.

(Firmado)EL CARDENAL ARZOBISPO DE TOLEDO.

Así lo acordó y firmó S. E. el Cardenal, mi Señor, deque certifico.

(Firmado)

DR. JOSÉ FERNÁNDEZ MONTAÑA,Canónigo-Secretario”.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXV 387

nos frecuentemente instrucciones sobre el particular yanimándonos a ello.

La Capilla y la vela al Santísimo

No pararon aquí las finezas del Corazón divino conestas sus pobres siervas. El día 28 de junio de aquelmismo año se inauguró una humilde capillita que ben-dijo el Rdvmo. Fr. Juan María Alfieri, Prior general de laOrden de San Juan de Dios. Después cantó la Misadejando reservado desde entonces a Jesús, para locual nos otorgó benignamente su licencia el Emmo.Cardenal Moreno, Arzobispo de la Diócesis, y diofacultad para tener Exposición solemne los domingosy días de fiesta. No sabíamos cómo expresar nuestrotierno agradecimiento al amante Jesús al vernos pose-edoras de tan divino tesoro y tan dichosas, viviendojunto a nuestro dulce Dueño, y rogamos al Padre nosconsintiera hacerle vela perpetua, mas como resultá-bamos pocas para el mucho trabajo, nos permitió quelo hiciésemos solo de día. Velábamos una a una, rele-vándonos cada media hora.

Tan pronto como le fue posible al Padre compla-cernos, habiendo crecido el personal, lo hizo, propo-niéndonos velar también de noche a Jesús Sacra-mentado. Por vía de prueba comenzamos el 1 denoviembre de 1882 y, según queda dicho, en los prin-cipios la hacíamos una a una, relevándonos cadamedia hora; más adelante se acordó que la hiciéramosdos Hermanas durante una hora, y terminada ésta, unaavisaba a las que debían relevarlas, y mientras venían,seguía la otra para no interrumpir la continuidad. Por la

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La capilla se instaló en una habitación que había dequince metros de largo por cinco de ancho, según seentraba a mano derecha. Se abrió una puerta a la calley en el testero, de frente a ésta, se colocó el altar, queera una mesa de madera, y sobre ella un pequeñosagrario, donación de los Hermanos Hospitalarios, y alos lados unas gradas para candeleros y flores, pinta-do todo de gris, y sobre las gradas colgados los cua-dros de San Rafael Arcángel y de San Juan de Dios, alos lados del de Nuestra Señora del Sagrado Corazón.

Utensilios, vestiduras sagradas y algunos adornosnos prestaron las religiosas Clarisas y los mismosHermanos Hospitalarios. También recibimos algunosregalos.

Complemento del hábito

Presentónos el Padre a su Reverendísimo GeneralFr. Juan María Alfieri, que se complació de vernos, y ledijo al Padre que sobre el pecho, pendiente del cuello,podríamos llevar el santo Crucifijo, indicación queatendió gustoso y en seguida proporcionó unos cruci-fijos pequeños, con lo cual se completó nuestro hábitode novicias.

El Vía Crucis

Con objeto de inspiramos una cordial devoción ala sagrada Pasión del Señor, nos trajo el santo VíaCrucis, que con mucha veneración colocó en dichacapilla, y nos aconsejó que los domingos y días de

SEGUNDA PARTE – CAP. XXV 389

De que siempre seguimos haciéndolo da su testi-monio el mismo Padre en un artículo que aparece por élfirmado en el número del 31 de diciembre de 1897 de laRevista Eucarística La lámpara del Santuario, dice así:

“Quisiera, muy en verdad, disponer de más tiempoy espacio para expresar el entusiasmo que me produ-ce todo lo que se refiere a la adoración nocturna, cuan-do pienso en el piadoso empeño de las almas que, lle-nas de fe, hacen cuanto pueden para que JesúsSacramentado reciba continuamente homenajes deadoración y de amor de las criaturas, por cuyo amor suCorazón sacratísimo está constantemente en elSantísimo Sacramento del Altar.

Aunque el último de los Sacerdotes, he tenido ladicha de dedicar a esto con especial empeño mi santoministerio, y Su Divina Majestad se ha dignado bende-cir la obra, pues a más de la devoción con que misamados Hermanos en religión rinden continuos y casino interrumpidos cultos a Jesús Sacramentado, pre-sente en nuestras iglesias, he tenido la dicha de fundarhace diez y seis años la Congregación Religioso-Hospitalaria del Sagrado Corazón de Jesús y de laBienaventurada Virgen María, y desde entonces estándía y noche algunas Hermanas delante de JesúsSacramentado, adorándole, desagraviándole, pidiendopor todas las necesidades, por la conversión de lospecadores, por las almas del Purgatorio, en fin, por lasintenciones de la santa Iglesia y de su cabeza visible enunión del Corazón Inmaculado de María Santísima.

(Firmado).FR. BENITO MENNI”.

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legalidad, ora porque la correspondencia y tratos conlas familias de las alienadas también lo reclamaba,amén de otras muchas conveniencias que a ello lemovían.

Cuando nos anunció que nos llamaríamos: Hijas deNuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús, locelebramos sobremanera, contando otra nueva graciade nuestra Madre bendita que así se dignaba favore-cemos una vez más; y a fe que quien conociera el ori-gen providencial de nuestras primeras gestiones paravenir a ponernos bajo la dirección y órdenes del Padre,los favores sin cuento dispensados a la persona delPadre y a nosotras, no dijera sino que teníamos elnombre que nos correspondía. De la mano próvida dela Señora había salido la inspiración de la idea, la con-servación de las personas a través de mil azares, lavocación y la formación del Instituto; debíamos llamar-nos Hijas suyas.

Carta de hermandad hospitalaria

También obtuvimos esta hermosa y apreciabilísimagracia:

FRAY JUAN MARÍA ALFIERI, PRIOR GENERAL DE TODA LA

ORDEN HOSPITALARIA DE SAN JUAN DE DIOS,

A nuestras Hermanas muy amadas en JesucristoN u e s t ro Señor. Las Hijas de Nuestra Señora delSagrado Corazón de Jesús, para la asistencia dem u j e res enfermas y dementes, tanto actuales comovenideras.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXV 391

fiesta hiciésemos el santo ejercicio de re c o r rer lasestaciones y nos dijo ser él muy devoto de esta tanpiadosa práctica.

¡Qué propicia, se nos mostró nuestra Reina laMadre del Corazón de Jesús, alcanzándonos de suHijo divino estas tan preciosas dádivas; nosotras sushijas teníamos la inefable dicha de poseer un inmensoTesoro, a Jesús Sacramentado morador perpetuo denuestra casa, asiduo visitante de nuestros pechos,manjar divino de nuestras almas, prisionero amante denuestro amor. Sólo nos resta, mi tierna Madre, que nosobtengas unir de suerte nuestro corazón al de Jesús,que sólo de su amor vivamos! ¡Madre querida, toma entus manos puras estos corazones de tierra y tórnalosen corazones del cielo!

Más Aspirantes

Nuestro dulce Dueño fuenos trayendo más coope-radoras hasta reunirnos en pocos meses veinte; vinie-ron dos y luego otras dos, y poco después fueron lle-gando en grupos y sin cesar fue creciendo la fundaciónde maravilloso modo, y haciéndosenos palmaria labendición de Dios.

El título

Como el número de enfermas también creciese ynuestra naciente institución se fuese haciendo ya muyconocida, se vio precisado el Padre a darle un nombre,ora porque oficialmente en lo civil iba a tomar carta de

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de la preciosa Sangre, Pasión y muerte del Redentordel mundo Jesucristo Nuestro Señor y de la PurísimaVirgen María Nuestra Señora concebida sin mancha depecado original, de los santos Apóstoles San Pedro ySan Pablo, de todos los Santos y Santas de la Cortedel cielo, del bienaventurado San Juan de Dios nuestroPadre y de su Glorioso compañero el Señor San RafaelArcángel que sea a sus ojos agradable, acepta y firmeesta plenaria comunicación que a Nos (aunque indig-no) ha concedido hacer en la tierra por medio delSupremo Pastor de la Iglesia y las bendecimos en elnombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En fe de lo cual mandamos dar esta nuestra cartade Hermandad, firmada de nuestro nombre, selladacon el menor de nuestro Oficio y refrendada de nues-tro Secretario General de la Orden, y queda anotado enel asiento que le corresponde.

Fecha en este Convento Hospital de la Villa deCiempozuelos 29 junio de 1881. – El Prior General,Fray Juan María Alfieri. – Por el Secretario, El DelegadoGeneral, Fray Benito Menni.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXV 393

Salud y consolación del Espíritu Santo. Habiendoentendido la devoción que con tanto afecto tienen connuestra sagrada Religión, que se emplea en todos sushospitales y enfermerías en servir a los pobres delSeñor, cuidando de sus almas, dándoles los santosSacramentos, procurando sus vidas en la curación desus dolencias, velándolos en la hora de la muerte, y lle-gada ésta, enterrándolos. Por tanto, por la autoridadde nuestro Oficio y usando de los privilegios concedi-dos por la Santa Sede a dicha nuestra Religión, recibi-mos graciosamente a las sobredichas por Hermanasde toda nuestra Orden, admitiéndolas a los beneficiosespirituales que nuestro Señor les ha dado y diere porsu soberana gracia, así en vida como en muerte, es asaber, las misas, aniversarios, oraciones, confesiones,ayunos, vigilias, abstinencias, disciplinas, penitencias,peregrinaciones y trabajos que padecen los Religiososy Hermanos de ella, que se ocupan en ejercicios detanta caridad y misericordia como es curar a lospobres enfermos de todas sus dolencias, aunque seancontagiosas de pestes e incurables y así por ser bien-hechoras y Hermanas de nuestra sagrada Religión lescomunicamos y hacemos partícipes de todo lo dicho yde los sufragios y oraciones que todos los días sehacen por nuestras Comunidades y pobres, por todosnuestros Hermanos y bienhechores así vivos comodifuntos; y en llegando a nuestra noticia o la de nues-tro Sucesor la muerte de cada una de las menciona-das, gozarán en cada año perpetuamente solemneshonras de vigilia y misa cantada en todos nuestrosconventos, y por cada uno de los religiosos de sucomunidad se les encomendará a Dios, y esperamos

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ha dicho que quiere que sea como una niña? Y conmucha humildad me respondió: “Cierto hija mía, quie-ro que seas niña, pero formal ¡Cuántas veces oprimidapor las angustias de mi espíritu sentí consolárseme elcorazón con sus palabras! Hija, me decía, déjate deansiedades y temores vanos, ten el corazón holgadopara servir a tu Jesús. Ensancha la conciencia oprimi-da para que a ella torne su natural elasticidad y espon-jamiento. Pues la misericordia de Dios es infinita y esnuestro buen Padre; ten paz y alegría santa en elSeñor”. Y de este modo de todas y de cada una cura-ba el buen Pastor de aquel rebañito de corderas de laVirgen, con sumo cuidado nutridas con pastos saluda-bles, y apacentaba sus espíritus en los prados risueñosy frescos de la ciencia de la paz.

Aspirantes

Grandes muestras de amor nos dio la Virgen, puesnos proporcionó en aquel mismo año del noviciadobuen número de fervorosas aspirantes a ser hijassuyas y nuestras hermanas. El 20 de enero de 1882 fuenuestra madre fundadora a Madrid a recibir a ochojóvenes procedentes de Navarra. En febrero del mismoaño vinieron dos más, en marzo una y el 30 de mayootras cinco.

Señal de milicia espiritual

Comenzábamos los actos comunes con el “AveMaría Purísima” pero como íbamos creciendo, me ocu-rrió que sería más conforme al carácter de milicia espi-

SEGUNDA PARTE – CAP. XXVI 395

CAPÍTULO XXVI

Durante el Noviciado

El Maestro. – Aspirantes. – Señal de milicia espi -ritual. – Cambio de nombre.

El Maestro

Según la indicación del Emmo. Sr. Cardenal deToledo encargóse el Padre de la dirección delNoviciado y en efecto fue el Maestro.

Nos dio la Regla de San Agustín y sobre ella fre-cuentes conferencias para hacernos religiosas sólida-mente formadas, sin dejar de atender a las necesida-des espirituales de cada una, cual la más tierna y solí-cita madre.

Un día me corrigió así: Mira, hija, quiero que seasen todo sin doblez, sencillísima, como una niña.Procura hacerte niña. En presencia suya poco des-pués, en mi afán de obedecer y hacerme niña, memostré excesivamente alegre. Reprendió mi pocoseso, y con ligereza repliquéle a mi Padre: pero ¿no me

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CAPÍTULO XXVII

Constituciones y primeros Votos

Aprobación de las Constituciones. – Su trabajo.– Sus sentimientos caritativos. – Fecha memo -rable.

Aprobación de las Constituciones

No fue sola ocupación del Padre durante nuestrocurso de novicias enseñarnos a ser perfectas religio-sas, sino que se ocupó también en componer lasConstituciones que debían normalizar la vida nuestra ynuestras relaciones con las enfermas. En los últimosdías de mayo de 1882 le fue dado someterlas a exa-men en la curia arzobispal, y en 27 de septiembre delmismo año fueron aprobados por su Emma. elCardenal Moreno en esta forma:

“Madrid 27 de septiembre de 1882.

Damos por ahora, y cómo por vía de ensayo, nues-tra licencia para que pueda organizarse y constituirse

PRIMERA PARTE – CAP. I 397

ritual que iba tomando nuestro incipiente Instituto,adoptar otra señal, que indicara más vivamente el fer-vor que a todas debía animarnos. Al efecto, convini-mos en que al principio y al fin de dichos actos dijerala Superiora: “Viva Jesús Sacramentado y MaríaInmaculada” y respondiese la Comunidad: “Para siem-pre en nuestros corazones”.

Determinamos también que al toque de las cuatrode la mañana debía hacerse por la Superiora la mismaseñal y que a las primeras palabras: ¡Viva Jesús!, aban-donásemos la cama como si se prendiese fuego.Huelga decir que todo ello iba con la aprobación delPadre.

Seguía yo hasta entonces encargada de instruirsobre algunos punto de disciplina a las jóvenes yrecuerdo que por aquellos días me dijo el Padre que lesenseñase a trabajar en silencio y les explicase laimportancia de su guarda.

Cambio de nombre

Por entonces fue también cuando, apuntada porno sé quién la idea, pensamos en mudarnos de nom-bre si el Padre nos lo aprobaba. Parecióle bien y nosdio a cada una el nuestro, anteponiendo Sor en vez deHermana.

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cuánto han hecho y hacen los Hermanos Hospitalarios,Hijos del Héroe de Granada, San Juan de Dios; losgrandes manicomios que han levantado en muchasnaciones son el alivio de estos enfermos y el consuelode las familias a quienes aflige tanta desgracia.

Lo difícil era hacer lo mismo para las mujeres alie-nadas; pues si bien hay Congregaciones religiosas deSeñoras, que asisten en casos dados a estas enfer-mas, ninguna tiene por objeto el levantar manicomiospara las mismas y hacer de su asistencia el fin especialde su Congregación. – De aquí la necesidad de la ins-titución benéfica de la Asociación religiosa exclusiva-mente destinada a esta asistencia, como para los hom-bres dejamos indicado, hacen los Hermanos Hospita-larios Religiosos de San Juan de Dios.

Estas han sido las causas de la instalación de lanueva Casa en la villa de Ciempozuelos destinada a lacuración de las dichas enfermas con la institución de laAsociación piadosa de Hermanas Hospitalarias, con-sagradas con votos religiosos a la asistencia caritativay continua de esta clase de enfermas.

El haberse instituido esta Asociación bajo la advo-cación de Nuestra Señora del Sagrado Corazón deJesús, es porque, a más de ser esta una invocación dela Virgen Santísima aprobada por la Santa Sede, y enri-quecida de numerosas indulgencias por Su SantidadPío IX, de santa memoria, y del actual Sumo PontíficeNuestro Santísimo Padre León XIII, motivos especialeshan animado a los iniciadores de esta Institución, y cir-cunstancias providenciales los han determinado a ellopor las que están persuadidos que la Santísima Virgen

SEGUNDA PARTE – CAP. XXVII 399

la Asociación de Hijas de Nuestra Señora del SagradoCorazón de Jesús a que se refieren las precedentesConstituciones, a fin de que pasados cinco años y vis-tos los resultados, pueda pedirse la aprobación defini-tiva con arreglo a lo prevenido por los sagradosCánones y leyes del Reino.

(Firmado). EL CARDENAL ARZOBISPO DE TOLEDO.

Así lo acordó y firmó S. E. el Cardenal Arzobispo,mi Señor, de que certifico.

(Firmado).DR. JOSÉ FERNÁNDEZ MONTAÑA,

Canónigo-Secretario”.

Su trabajo

Constaban de un prólogo y 97 artículos. He aquícómo en aquél exponía el objeto inmediato y motivosde la fundación del Instituto:

“El creciente número de enfermos alienados hacesentir al corazón animado de la caridad de Cristo lanecesidad de la creación de Manicomios que al mismotiempo que reúnan las condiciones facultativas ysociales con todos los adelantos científicos, brille enellos la religión, que ha sido siempre la primera en lle-var el consuelo y enjugar las lágrimas de la humanidaddoliente doquiera las haya encontrado.

Que pudiera esto verificarse en cuanto a los aliena-dos no hay que demostrarlo; pues la experiencia y lahistoria de tres siglos a nuestros días bien nos dice

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Congregación, que la distribución de personal para eltrabajo, la formación de las novicias, las mutuas rela-ciones entre sí, los servicios a las acogidas y confiadasa la caridad de las Hermanas, cerraba su trabajo conestos hermosos artículos que transcribimos de la ter-cera y última parte que revelan la grandeza del alma denuestro Padre, su magnificencia, su elevación y delica-deza de sentimientos, su amor, sobre todo su amor asus semejantes, a sus enfermas y a nosotras, sus hijas.Sobre la asistencia corporal a aquéllas decía:

“Artículo 80. Todo el objeto de la misión de lasHijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón deJesús puede decirse no es otro que el socorro y asis-tencia de las enfermas, y por lo tanto, todo su celo,todo su interés, y como uno de los medios necesariospara su propia santificación, debe ser atender al biende sus amadas enfermas; éstas son sus verdaderashijas adoptivas y ellas deben mirarlas y cuidarlas con-tinuamente con solicitud de verdaderas madres. Cómoha de hacerse en cuanto a la parte espiritual, segúnpermita el estado de la misma enferma, queda dichoen el capítulo anterior. Digamos ahora acerca de la cor-poral.

Art. 81. Cuanto pueda desearse hacer en obse-quio a obtener la curación o alivio de las enfermasdementes queda reducido a estos cinco puntos:Asistencia facultativa, Asistencia piadosa, Asistenciade alimentos, asistencia higiénica, asistencia de recre-ación y ocupación y asistencia disciplinar.

Art. 82. La asistencia facultativa será observadapor la Enfermera mayor y la Asociación no omitirá

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desea ser así honrada, y, en fin, por la confianza en elOmnímodo Poder suplicante que Ella tiene sobre elCorazón adorable de su Hijo Divino”.

En los 97 artículos exponía con precisión y claridadcomo un maestro, toda la organización de la sociedadreligiosa, al mismo tiempo que a las asociadas explica-ba sus deberes, señalándoles también sus derechos,como personas religiosas y miembros sociales. Puestasiempre la mirada en el norte invariable de sus opera-ciones, decía en el artículo 5º:

“El fin principal es la mayor honra y gloria de DiosNuestro Señor, santificación de las personas que per-tenezcan a la misma y contribuir al mejor bien de lasociedad; por lo que las Hijas de Nuestra Señora delSagrado Corazón en el cuidado de sus enfermas, pro-curarán, en cuanto lo permita el estado respectivo dedichas enfermas, asistirlas no sólo en lo corporal, sinoen lo espiritual; resultando de aquí que ocupándoseeste piadoso Instituto de las enfermas dementespobres en primer lugar, a la vez que las de clase aco-modada, y en éstas y aquéllas de la salud espiritual alpar que de la corporal, contribuirán, aunque humilde-mente, y en cuanto esté de su parte, a la grande obradel divino Salvador y que prosigue siempre la SantaIglesia, a saber: la gloria de Dios, la salvación de lasalmas y el bien de la humanidad”.

Sus sentimientos caritativos

Después de bien fundamentado todo en firmesbases de virtudes religiosas, lo mismo el gobierno de la

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trato, procurando evitar los extremos en que suelencaer las enfermas dementes con motivo de la comida,en particular cuando alguna se niegue a tomar alimen-tos.

Art. 85. Para la asistencia higiénica las Hermanasdesplegarán todo su celo y caridad con el fin de obte-ner el mejor estado de salubridad entre las enfermas:en sus personas, ropas y habitaciones, y cuidaránsiempre de alcanzar buenas condiciones de local,amplitud y perfecta ventilación para sus establecimien-tos.

Art. 86. La recreación y las ocupaciones sirven engran manera para el alivio y aun completa curación delas enfermedades mentales. Al efecto, la Asociacióncuidará de proporcionar en la casa todos los mediosmás conducentes para conseguir este intento, y aunpudiendo servir en muchas ocasiones el producto deltrabajo como uno de los medios que facilite la admi-sión de mayor número de las enfermas pobres”.

Respecto de nosotras, no era menor su preocupa-ción, y así en el art. 95 decía:

“Nada, en fin, les ha de faltar de lo indispensablepara la vida; ni de descanso, ni de asistencia, y sobretodo, de muy grande cuidado por parte de laSuperiora, la que, mientras las Hermanas cuidan yasisten a las alienadas; ella, como verdadera madre,cuidará a la vez de las alienadas y de las Hermanas.Debe, pues, la Superiora procurar que nada de lonecesario falte a las que voluntariamente han renun-ciado a todo y a todas las esperanzas del mundo, paraseguir y servir perpetuamente a Jesucristo en la perso-

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medios no sólo para la curación de las enfermas pen-sionistas, sino también de las pobres, según la posibi-lidad del Establecimiento; pues este es objeto de espe-cial cuidado de las Hijas de Nuestra Señora delSagrado Corazón, para trabajar de consuno con losadelantos verdaderos de la ciencia en favor de la cura-ción de las enfermedades mentales.

Art. 83. La asistencia piadosa, además de lo indi-cado en el capítulo anterior, servirá a poner de mani-fiesto para que pueda conocer la humanidad doliente(hoy por desgracia afligida con tan crecido número deenfermedades mentales) que la religión y la ciencia tra-bajan de acuerdo y se ayudan mutua y necesariamen-te en el socorro que hay que prestar a las enfermas.Esta ha sido la idea especial de la Institución de estaAsociación, formada por personas consagradas alSeñor, dispensando a las enfermas una asistencia decaridad cristiana y atendiendo a las mismas enfermas,según lo permita su estado, con los auxilios y consue-los de nuestra sacrosanta Religión, logrando muchasveces volver por este medio la salud y mejorar su esta-do mental a enfermas que han encontrado su principalcuración en los recursos y medios morales.

Art. 84. La asistencia de alimentación será sana yabundante para las pobres, según lo permitan losrecursos de la casa ayudados por la piedad de los fie-les, con que sin duda cuenta esta Asociación, confian-do en que las personas bienhechoras sabrán apreciary acudir al socorro de las pobrecitas alienadas.

Para las pensionistas habrá reglamento particular ya unas y a otras se les dará la comida con aseo y buen

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Era el cuatro de junio del mismo año domingo de laSantísima Trinidad y prevenido todo de antemano, conla licencia del Sr. Cardenal, terminados nueve días desanto retiro, como habíamos hecho al vestir el santohábito, dispuestos los escapularios negros de estame-ña que debían sustituir la esclavina de nuestro vestidode novicias y la toquilla que usaríamos en vez delgorro, la cual dejando solamente la faz libre, cubría lafrente y todo lo demás de la cabeza, el cuello, los hom-bros y parte de la espalda y hasta la mitad del pecho,nos dispusimos a hacer la profesión.

Pero Dios quiso o permitió que yo sucumbiese víc-tima de una horrible tentación. Él sólo sabe cuánto yosufrí. Sobrevínome un temor tan fuerte, que no fueronbastantes a superarle, ni el ardiente deseo mío de serreligiosa desde mi tierna infancia, ni el edificante ejem-plo de mis hermanas, de las que sentía envidia, ni lassabias y consoladoras reflexiones del Padre. Fijósemela idea de que el Padre algún día no lejano, veríaseimpedido por ocupaciones de su Orden o mandatos desus Superiores, de seguir rigiendo la nueva grey, ydecía para mí: “Él es el alma de este cuerpo. Si él falta,el cuerpo necesariamente muere, perece sin remedio”.

Debiérame yo haber abandonado en los brazos dela Providencia, y me entregué a los de tan funestomiedo y no tuve valor para profesar; me sentí comooveja sarnosa disgregada de mi querida manada, fuerade mi amado redil. El Divino Pastor sólo sabe cuantopor mi corazón pasó, al ver arrodillarse una a una a mishermanas ante nuestro Padre que iba recibiéndoles laprofesión, como delegado del Emmo. Sr. Cardenal.

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na de sus pobres; mas, no obstante, tengan siemprepresente las Hijas de Nuestra Señora del SagradoCorazón los ejemplos del mismo divino Salvador y desu Madre Santísima, que los es también Madre de esteInstituto; consideren muy bien la vida y los ejemplosmás admirables de los Santos y Santas que más sedistinguieron en la vida hospitalaria, debiéndose fijarmuy en particular en la vida verdaderamente portento-sa de Santa Isabel de Hungría. Si, pues, las Hijas deNuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús han deabrazar la vida hospitalaria, estén siempre dispuestas atodo los sacrificios que el Señor, como su divinoEsposo, les exija acaso en prueba y premio de lamisma fidelidad a su vocación”.

Y en el artículo 96 terminaba señalándonos el finsupremo de nuestras aspiraciones diciendo:

“Y por último, como perseverando la HermanaHospitalaria e Hija de Nuestra Señora del SagradoCorazón de Jesús en el servicio de su santo Instituto,no debe esperar otro premio más aceptable, ni traba-jar por nada de este mundo, sino por el premio que elSeñor reserva para los justos en el día de la muerte, yparticularmente, a sus místicas esposas que le hanestado sirviendo toda su vida; estén muy alegres deespíritu y confiadas en esta dulce promesa”.

Fecha memorable

La prosperidad y crecimiento del Instituto nadadejaba que desear, y de otro lado, íbase todo propor-cionando de suerte que nada de lo que a la sazónnecesitábamos nos faltaba.

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En la misma forma la hicieron las demás Hermanapor el orden siguiente:

1ª. Sor María Josefa del Santísimo Sacramento. 2ª. Sor Dolores de Jesús María. 3ª. Sor Rita de San José. 4ª. Sor Antonia de Santa Genoveva.5ª. Sor Eusebia de la Purísima Concepción. 6ª. Sor Martina de San Rafael. 7ª. Sor Josefa de la Santísima Trinidad. 8ª. Sor Catalina de Santa Escolástica.9ª. Sor Dolores Paz de San Benito. Se encuentra en el Archivo general de esta

Congregación, escrita de puño y letra del mismo Rvdo.P. Fundador, la lista de las precedentes Hermanas y laaceptación de los votos en la forma siguiente:

Y Nos en nombre de Dios Todopoderoso, de laVirgen Santísima y de la Corte Celestial y del Rvmo.Primado Arzobispo de Toledo Cardenal Moreno, cuyaexpresa y especial delegación tengo por su Autoridad,recibo vuestra Profesión y os uno a todas y formocanónicamente de vuestras personas el místico cuerpode la Congregación de Hijas de Nuestra Señora delSagrado Corazón de Jesús.

En el nombre del Padre y del Hijo y del EspírituSanto. Amén.

Terminada la ceremonia recibieron de mano delPadre una estampa cada una como recuerdo feliz dedía tan dichosamente memorable.

Después el Padre procedió al nombramiento deSuperiora General, según orden recibida del Emmo.Señor Cardenal, recayendo el nombramiento en Sor

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Dióse al acto la mayor solemnidad que fue posible,honrándole en su presencia el digno Sr. Cura párrocodel pueblo y los demás eclesiásticos, los superiores yalgunos hermanos del manicomio de varones y algu-nas personas distinguidas por su piedad.

Hizo su profesión la superiora la primera, leyendoesta fórmula que en el mismo acto firmó de su mano:

“En el nombre del Padre y del Hijo y del EspírituSanto. Amén.

Yo Sor María Josefa Recio del Santísimo Sacra-mento, humildemente postrada hago profesión por tresaños de votos simples y prometo a Dios Todopode-roso, a la Bienaventurada Virgen María, al Bienaventu-rado Padre San Agustín, a toda la Corte celestial, alReverendísimo Primado de Toledo Eminentísimo SeñorDoctor D. Juan Ignacio, Arzobispo Cardenal Moreno,Superior General de esta Congregación Hospitalaria deHijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón deJesús, y en su representación a Vos, Reverendo PadreBenito Menni, que estáis aquí presente en su nombre,a sus sucesores canónicamente elegidos, a laSuperiora General del Instituto y a las Superioras loca-les, adonde fuere destinada, obediencia, pobreza ycastidad y observar la Regla de Nuestro Padre SanAgustín y las Constituciones de esta Congregación. –En fe de lo cual lo he firmado de mi propia mano estedía 4 de junio de 1882.

(Firmado)

Sor María Josefa del Santísimo Sacramento”.

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CAPÍTULO XXVIII

La vida de Profesas

Mi profesión. – Plan espiritual. – H u m i l d a d .– Santa emulación y rendimiento de juicio. –Obediencia. – Pobreza. – Caridad con las enfer -mas. – Tolerancia mutua. – Oración y mortifica -ción. – Observancia.

Mi profesión

Quiso nuestro Dios que la cerrazón de nubes que ami espíritu envolvían al fin se abriese y que yo vieraclaro ser todo tentación despreciable y soñadas inven-ciones que en mi imaginación habían tomado asiento yentonces di mi corazón a Dios, atándome con losVotos religiosos el día primero de noviembre del año1882, para ser toda de mi divino Jesús.

Plan espiritual

Despabilados mis ojos fueles dado con muchosolaz del alma mirar los peregrinos ejemplos de virtud

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María Josefa Recio del Santísimo Sacramento y des-pués confirió el cargo de Maetra de Novicias a SorEscolástica (antes Hermana Catalina), aunque su nom-bramiento oficial se hizo más tarde en primero deagosto de 1882. El Padre por disposición del mencio-nado Cardenal quedó como director de nuestraCongregación.

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corazón; que el alma asciende bajando, aunque parez-ca paradoja; porque Dios desciende al alma que cono-ciéndose cual es, desvalida flaca y enferma, eleva lamirada suplicante, pidiendo a Dios su gracia, el cual laotorga a los humildes, y siempre Dios la levanta delfondo de la miseria hasta junto a su trono; pero a quienpresume llegar a Dios sin conocerse, al arrimo de símismo, Dios le resiste y de sí le aleja.

Habíales enseñado el Maestro a reconocerse, converdadero conocimiento de sí mismas, viles gusanillosy a perder toda propia estimación. Aprendida estanoción, ella despertaba en la voluntad muchos afectosy movimientos, actos estos y funciones de la humildad.No pararon en el adelantamiento de esta virtud hastaponer las plantas en la ínfima grada de la escala; no seestimaban solamente despreciables, sino que confesa-ban serlo y querían que los demás se persuadiesen deque lo eran; llevaban en paciencia que de ellas corrie-se esta fama; sufrían en silencio misterioso los despre-cios y lo que es más todavía, los amaban.

Santa emulación y rendimiento de juicio

Así las cosas, no era mucho que tuviesen pacíficascontiendas sobre quién desempeñaría los oficios másrepugnantes.

Una pidió al Padre con mucho empeño que impu-siese a las demás obligación de no tomar parte en lalimpieza diaria de los vasos de uso íntimo para hacer-lo ella sola. Otra fue llamada un día por el Padre ymientras aquélla admiraba en silencio, él tomando un

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de mis hermanas recién profesas. Lo que ellos vieronno quiero pasar por alto. Notábase en cada una ciertaconstante emulación y empeño de aventajarse a lasdemás en llegar a la perfección, poniendo su confian-za toda en Dios.

Desarrollando un plan acertadamente trazado, erancontinuos y notables sus progresos. Sabían ellas quepara llegar a ser perfectas y salvarse es necesariopracticar humildad de corazón, oración continua, mor-tificación universal, abandono en la divina Providenciay conformidad con la voluntad de Dios; y que paraponer en práctica todos estos medios de santificacióny salvación es necesaria absolutamente la gracia deDios que a todos, más o menos, se da, y que el almafiel hace grandes cosas con mucha gracia y con pocagracia pequeñas, y en fin, que lo que hace subir de qui-lates nuestras acciones es la gracia que Dios da, si espor el alma seguida.

Humildad

Y digo que mis ojos vieron rasgos admirables dehumildad en mis hermanas las cuales adquirieron con-cepto exacto de esta virtud. Cavando cavando llegarona la hondura y no se dieron tregua hasta dar con la ricamargarita y con el espléndido tesoro de perfumes delparaíso; y ahondaron hasta topar con la mina de aguasvivas, a las cuales templaban sus ardores en el difícilcaminar montaña arriba, por la riscosa y estrechasenda de la perfección. Habíales enseñado el Maestroque antes que edificar es cimentar; que la humildadarrebata las gracias de la mano de Dios y le cautiva el

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de la más joven, si en seguirlo no había inconvenientede trascendencia superior la sumisión del propio juicio.Tal arraigo llegó a tener la obediencia, que cuando laSuperiora se ausentaba, cada cual se hacía súbdita dela primera que encontraba, sin parar mientes en si eramás antigua o más moderna. Mis oídos no oyeronnunca platicar sobre los motivos que los superiorestendrían para disponer de una u otra suerte las cosas,y por tanto, mucho menos criticarlas. Para nosotrasera Dios quien disponía y mandaba.

Pobreza

Arriba queda indicado algo de nuestra pobreza,que a más de ser voluntaria resultaba también forzosay con todo nos holgábamos tanto de aquella escasez yde las consiguientes privaciones y mortificación, quecuando se nos proveía de alguna cosa sentíamospesar, teniéndonos por más afortunadas con la faltaque no con la provisión.

¡Nos llegaban tan al alma los frecuentes ejemplosdel Padre! Acontecía darle una prenda de vestir nuevao en buen uso y él buscaba de propósito otra más viejay peor para cambiarla. Yo le vi tomar de la cabeza deun pobre Sacerdote demente el sombrero viejo y tro-carle por el suyo de mejor clase y nuevo y seguir usan-do nuestro Padre el viejo del enfermo. A veces se leveía con vestido extremadamente pobre.

Caridad con las enfermas

¿Cómo no seguir aquel dechado de caridad?Delante de nosotras iba a la hora de las comidas, ya

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pañuelo con ambas manos se lo mostró extendido yluego lo arrugó, le dio mil vueltas, lo tiró al suelo, lorecogió, lo envolvió, le hizo nudos, y repetida esta ope-ración varias veces, preguntó a la Hermana: Hija mía,¿estás dispuesta a verte como este pañuelo en cuantode ti quieran tus superiores, aunque, como con él heobrado, contigo quieran obrar? ¿Has observado la fle-xibilidad, la no resistencia, el silencio, lo imperturbablede este objeto a través de las operaciones que con élhe practicado?; pues bien, así quiere Dios la tela de tujuicio y de tu voluntad puesta en las manos de tussuperiores; si a esto te atreves sigue tu camino ade-lante; si no tuvieres valor para tanto, vuelve paso atrás,déjalo. Y la religiosa muy alegre contestó: esa es midisposición, Padre mío, o al menos, quiero que tal sea,si no estoy equivocada.

Obediencia

Bien puede decirse que la obediencia era universaly ciega. Nadie se permitía hacer cosa, por insignifican-te que pareciese, sin permiso, porque jamás se juzgó ennuestra casa ser la obediencia negocio de poca monta,aunque aconteciese versar sobre cosas pequeñas. Yo viderramar lágrimas de dolor por faltas leves en estamateria más de una vez. Nadie, ni la misma Superiora,era osada nunca a resolver asunto alguno sin consultarel parecer del Padre, y cuando le habíamos oído, nosdejaba tan contentas su afirmación como su negativa,fuesen o no conformes a nuestro sentir.

Entre nosotras se acostumbraba seguir el ajenoparecer con preferencia al propio, aunque aquél fuese

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admirable armonía, pues ellas se afanaban por evitar lamenor discordia, cediendo de buena voluntad; y siacontecía cometerse cualquier ligera falta, pedíaseperdón en seguida y se aquietaban los ánimos. Entodas había un solo sentir que era el de la superiora, aquien para todo se pedía parecer. Cada una quería quelas demás fuesen preferidas y no ella, y estas y otrasmuchas cositas menudas a este tenor hacía de nues-tra casa un edén y de nuestro nido un remedo de lavida de los bienaventurados, pues allí había paz, uni-dad plena y perfecta, cuanto es posible en la tierra.

Oración y mortificación

Quien no hubiera sido muy mortificada, prestohubiera abandonado nuestra compañía. Cuidábamospoco del descanso, hacíasenos tan dulce la mortifica-ción, que a no habernos ido el Padre a la mano y pues-to límite a nuestras mortificaciones hubiéramos perdi-do la salud y agotado la vida demasiado pronto. Comolas horas de trabajo no nos dejaban libertad para ir a lapresencia de Jesús Sacramentado tanto como querrí-amos y darnos a la oración según nuestro sensible pla-cer, queríamos quitar horas al sueño, y el Padre no loconsintió. A las que velaban de noche dio orden muysevera de delatar a las que no se entregasen al des-canso las horas establecidas. Él nos instruyó muy bienen la manera de unir la oración con el trabajo, y nosdeshizo el error en que habíamos caído creyéndonosmenos felices cuando no podíamos estar ante nuestroquerido Sagrario mientras las ocupaciones hechas porobediencia nos lo impedían.

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que otro oficio no le era dado ejercer con nuestrasenfermas, y buscando de intento a la más re p u g n a n t e ,a r rodillado le daba de comer. ¡Con qué veneración, conqué espíritu de fe, con qué ardor de corazón, verificabatal obra de misericordia!; aquel no sé qué de sobre h u-mano que se dibujaba en su faz y en su mirada, noalcanza mi pluma a describirlo. Esta era la obra delM a e s t ro y las Hermanas se esforzaban cuanto en ellasera por imitarle. Servían a sus enfermas como esclavasa sus señoras, abdicando todo derecho, la vida mismapara las enfermas era; las veneraban como a objetossagrados, y no sé si digo bien diciendo que las adora-ban de rodillas como a Dios, como el Maestro lo hacía,el cual nos había enseñado que a Jesús se hace cuan-to a ellas por amor de Jesús se hace. Mas puedo decirsin temor ni dudas, que en cada una mirábamos la cruzdel sufrimiento y en ésta, como víctima, clavada a nues-tra enferma, re p resentando la escena conmovedora delCalvario. Cada enferma para nosotras era una víctimasagrada. Si en períodos de agitación o accesos fuertesde locura era necesario sujetarlas, no comían tranquilaslas Hermanas, ni era su sueño reposado hasta verlasl i b res de las ataduras, blandas siempre, como lazocolocado por la mano del cariño y de la misericordia.

Tolerancia mutua

No logró turbar nuestra paz la gran diversidad decaracteres de las hermanas: unos presentaban la frial-dad de la indiferencia, otros eran fuertes, vivos otros,algunos fogosos, sin que faltasen los de mucha calmay por demás reposados, pero todos juntos formaban

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CAPÍTULO XXIX

Últimos días de la Fundadora, su muertey otros notables sucesos

Residencia de Madrid. – Reglamento. – Calum -n i a s . – Estatutos y aprobación. – Triste suce -so. – En su lecho de muerte. – Testamento espi -ritual. – Ante el cadáver.

Residencia de Madrid

Iba creciendo el número de enfermas de nuestroestablecimiento y presentándose cada día nuevas soli-citudes de ingreso, con todo lo cual se acrecentaba lanecesidad de más habitaciones, más mobiliario yaumento de todo lo demás y consiguiente de dinero, loque hubo de allegarse implorando la caridad pública.No contábamos con otra fuente de ingresos, pues quelas cortas pensiones de las asiladas no sólo no permi-tían hacer ahorros, sino que había que ayudarlas.

Esto motivó el que nuestro Padre se decidiese atrasladar a unas cuantas Hermanas a Madrid y dedi-

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Observancia

¿Para qué hacer mención de la observancia exac-ta y puntual desde el levantarse hasta el último toque asilencio? Como si cada una hubiese hecho punto dehonra que las otras no le aventajasen, así procurabaser la primera en presentarse allí donde la voz de lacampana la llamaba. La guarda del silencio se llevabacon rigor y todo lo demás de la regla y de lasConstituciones y sobre ello cuanto el Padre y la supe-riora avisaban o decían se hiciese, conociendo noso-tras ser los legítimos intérpretes de la voluntad de Dios,por cuyo amor todo lo hacíamos. Dichosamenteencantadora se deslizaba en el palacio de la religión lavida de sus moradoras saboreando el alma el sentidode aquellas palabras divinamente inspiradas al profetacon que expresaba las ardientes ansias que le inflama-ban de estar en el tabernáculo del Señor mientras de élse hallaba alejado: “¡Cuán amables son tus tabernácu-los, Señor de los poderíos! ¡Mi alma codicia y desfalle-ce por los atrios del Señor! Mi corazón y mi carne seregocijaron en el Dios vivo. Porque mejor es un día entus atrios que millares. Escogí estar abatido en la casade mi Dios antes que morar en las tiendas de los peca-dores” (Salmo 83. vv. 2, 3. 4. ll.).

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4.º Sólo al encontrarse por primera vez por lamañana, preguntar brevemente sin han pasado bien lanoche, sin detenerse en ninguna conversación porsanta y buena que sea; pues debe la religiosa tener engrandísima estima la práctica del silencio y preferirlaaun a toda conversación buena que no sea en el tiem-po de la recreación.

5.º No se han de ocupar de comida ni de cómo lahan de hacer, ni pedir ni ofrecer nada a las señoritas.

6.º Si las señoritas piden algo dárselo siempreque se pueda, pero sin entretenerse en conversaciónalguna; y se ruega a dichas señoritas que siempre quenecesiten algo lo pidan a la Hermana encargada y aninguna más.

7.º Ninguna Hermana que no esté encargada seocupará de las cosas de la casa, pues la Hermanaencargada cuidará de esto, según las instruccionesque tiene recibidas; sólo se la ayudará cuando laHermana encargada le pida que hagan o ayuden enalguna cosa.

8.º La Hermana encargada de la casa llevará a lashabitaciones de las Hermanas cuanto haga falta decomer y demás.

9 . º Estas sólo entrarán de paso sin detenerse en lacocina cuando necesiten algo y no deben ocuparse de loque está haciendo la Hermana cocinera; sólo decir “Av eMaría Purísima” y pasar de largo guardando silencio.

10.º Las visitas sólo las admitirán en el recibidoren la hora de recreo, y siempre ha de haber dosHermanas; no más de un cuarto de hora y no en otrotiempo ni lugar por ningún motivo.

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carlas a pedir, lo cual se hizo el año 1883. El 9 demarzo del mismo año fue nombrada Encargada de laresidencia Sor San José. Dios bendijo la nueva obramoviendo los corazones de los nobles madrileños, loscuales por suscripción y en diversas formas contribu-yeron incesantemente al desarrollo de nuestra casa deCiempozuelos.

Fueron cuatro Hermanas y la que hacía de superio-ra o encargada. Vivían en la calle de las Huertas, núme-ro 69; estaban con mucha pobreza y para ayudarse avivir lavaban la ropa y hacían la comida a los Hermanosde San Juan de Dios que vivían en la misma calle.

Reglamento

Por que fuese más económica la habitación, vivie-ron un tiempo en compañía de unas piadosas señori-tas, bajo las prescripciones de este Reglamento:

J. M. J.

REGLAMENTO QUE HAN DE OBSERVAR LAS HERMANAS DEMADRID.

1.º Guardar mucho el silencio y el recogimiento.

2.º Ser exactas en los ejercicios de piedad ydemás obligaciones.

3.º No pasar a dormitorios ni demás habitacionesde las señoritas sin muy grave necesidad, ni en lospasillos y cocina han de hacer saludos ni preguntar siestán buenas o malas, sólo decir: “Ave María Purísima”y pasar de largo.

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que brotan a una ligera fricción de fingimiento, paraponer en tortura el blando corazón de nuestro buenPadre y echarse a discurrir cómo atendería a la citadajoven.

Propúsole su estancia en la casa de Ciempozuelos,donde sus hijas, las Religiosas Hospitalarias, la aten-derían, aunque reconocía el inconveniente para ella deser asilo de enfermas dementes. Ella no puso reparo,se enteró del itinerario, tomó el primer tren que hubo ya Ciempozuelos nos vino portadora de unas letras delPadre, el cual nos ordenaba su admisión y cuidado ennuestra casa, y sin más, admitimos a la importunahuéspeda, la cual no tardó en revelarnos lo que en supecho guardaba. Comenzó haciendo mofa de nuestrogénero de vida, a reírse de nuestras costumbres, ycomo la caridad todo lo sufre, el Padre nos decía quetuviésemos paciencia y con nuestro ejemplo tal vez ellase reconocería. La tolerancia bondadosa del Padreprodujo en ella el mal efecto de llegar a engreírse y for-jarse ilusiones que terminaron en deshecha y horribletempestad. Era su afán verle y hablarle. No lo consi-guió nunca, pues teníamos mandado que siempreestuviésemos una en compañía de ella mientras élhubiese de permanecer en nuestra casa. Hizo ejerci-cios espirituales. Se mostró muy conmovida y se con-fesó, pero en la Parroquia. Visto que era imposiblelograr su intento, marchó a Madrid. Fue muchas vecesa la residencia de las Hermanas pidiendo volver denuevo. No se le hizo caso y un día se vistió de religio-sa y se fue a Ciempozuelos. En la portería de losHermanos preguntó por nuestro Padre y se presentó alportero como religiosa que tenía que hablarle. El Padre

SEGUNDA PARTE – CAP. XXIX 421

11.º El recreo y el Rosario de la noche será en lapieza que hay entre los dos gabinetes.

12.º Se prohíbe a las Hermanas el permitir anadie, ni de casa ni de fuera, por ningún motivo, laentrada en su gabinete, y se ruega a las Señoritas quesi algo tienen que decir a las Hermanas, sea desde lapuerta del gabinete de las Hermanas, mas sin entrar enél y lo más brevemente que sea posible para no dis-traer a las Hermanas, ni por cosas muy santas y muybuenas, y aunque se queden en cama por alguna leveindisposición.

13.º Se recomienda no ir frecuentando a muchasiglesias, sino a las señaladas, para así tener más ordeny sosiego.

Calumnias

Un día de aquellos apareció en el cielo de nuestradicha una nube de negrura horrenda. En el Colegio deunas religiosas adonde nuestro Padre solía ir a confe-sar a las educandas, le conoció cierta joven que secontaba entre ellas. Salida de allí, no sé si adrede oporque según el reglamento debía salir, fue a buscar anuestro Padre, expúsole su situación angustiosa. Sincariño de padres, sin protección de familia, sin vali-miento de una mano amiga, sin amparo de nadie, nau-fraga en el mar de la corte, una joven sola, pobre, de-samparada, ciertamente que la embestida de una olea-da podía hundirla en el abismo. No le fue necesariorogar: bastó la simple exposición de su necesidad yunas lágrimas tan a flor de ojos en algunas mujeres,

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“Excmo. Sr.: Dª María Josefa Recio Martín, encompañía de otras señoras, a V. E. con todo el mayorrespeto expone:

Que deseando dedicarse caritativamente al cuida-do de las enfermas alienadas en un establecimiento depropiedad particular preparado al efecto en esta Villaen la forma que lo determina el párrafo cuarto del artí-culo octavo de la Instrucción que por la Superior auto-ridad de Beneficencia fue emanada en 27 de abril de1875, y que por lo tanto, queda bajo la inspección delProtectorado por lo que toca a la higiene y moral públi-ca, tiene el honor de ponerlo en conocimiento de laSuperior Autoridad de V. E. para los efectos consi-guientes, esperando de los humanitarios sentimientosque distinguen a V. E. se digne dispensar su protecciónal objeto caritativo del mismo.

Ciempozuelos, 17 de mayo 1883. – Excmo. Sr.Gobernador civil de la provincia de Madrid”.

En pliego aparte:

“Manicomio de Nuestra Señora del Sagrado Corazónde Jesús.

ESTATUTOS

Artículo 1.º El establecimiento se funda en unacómoda y espaciosa finca urbana, sita en la Villa deCiempozuelos, Provincia de Madrid, y es propiedadparticular de sus fundadoras, Dª Josefa Recio en com-pañía de otras señoras.

Art. 2.º El establecimiento está destinado a aco-ger mujeres afectadas de enfermedades mentales y a

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al recibir el aviso entró en sospechas y cayó en lacuenta de quién debía ser, luego que le hizo al porteroalgunas preguntas. Mandó el Padre Prior que la des-pachase y ya la encontró de seglar en el recibidor.

Frustrados todos sus planes se despidió con fra-ses insultantes y ademanes soeces y se alojó en elpueblo y entre la credulidad de las gentes sencillas y lainclinación aviesa y mala voluntad de algún enemigode lo bueno en ese poco de tierra que el mal hombreque mienta el Evangelio tiene en todas partes a suantojo abonado para cizaña, sembró contra el Padre ycontra nosotras las más vergonzosas calumnias. Porfin hubo que hacer intervenir a la guardia civil para queabandonase el pueblo. Partió para Madrid y pocos díasdespués encontró a nuestro Padre manos a boca y enpleno día y en plena calle a presencia de gran concur-so de curiosos transeúntes, vomitó en su cara a nues-tro amado Padre toda la ponzoña de su infame cora-zón de ruin mujer. El Padre sufrió en silencio aquellavez, como tantas otras, porque la caridad lo sufre todo,y rogó a Dios y siguió rogando con sumo interés por sucalumniadora y al cabo de poco tiempo volvió aCiempozuelos reconociendo su mal, y ante el Párrocodel pueblo, D. Cecilio Gamo, hizo pública denuncia desus desmanes y pidió perdón.

Estatutos y aprobación

Unida a una solicitud, presentó la Madre un ejem-plar de los estatutos del nuevo manicomio, pidiendoautorización al Gobierno civil. La solicitud decía:

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nándole lo prescrito en el inciso 6° del art. 3° y párrafo2º del 8º del Real decreto de 19 de mayo de 1885.

Madrid, 25 de abril 1902. – Firmado, S. MORET”.

Triste suceso

En primero de octubre de 1882 habíase recibido enn u e s t ro establecimiento, procedente de Alicante ynatural de Lugo, en calidad de “pensionista”, a unaenferma, Dolores Soler, que hizo el número ocho enorden de ingreso. Era alta, de buen color, fornida y fri-sando en los 37 años. Padecía enajenación mental cró-nica sin un momento de lucidez, con ideas siempreincoherentes, y manifestaciones impulsivas de agre-sión. Solía despojarse de su vestido, le hacía tiras y deéstas un tejido caprichoso y componía prendas paravolverlas a vestir a su morboso talante y cometía des-aguisados incontables. Toda desnuda dióle un día porencaramarse a la reja de su habitación; había albañilesen casa y era peligrosa su actitud. Acertó a pasar laMadre por junto a la ventana, mandóla bajar, y vistoque no hacía caso, entró a su cuarto y para despren-derla hubo de obligarla un poco y al sentirse contraria-da arremetió contra la Madre, la tiró al suelo, la golpeófuertemente y después se sentó sobre ella. Cuando lasacamos de debajo de la enferma estaba sin alientocasi y medio ahogada, y en este estado la llevamos asu cama, y aquí comenzó el principio de su fin. Suenfermedad visceral se agravó, y sensible y rápida-mente fue perdiendo hasta acabar dichosamente susdías.

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atender a su curación mediante la asistencia de com-petentes facultativos.

Art. 3.º La asistencia espiritual queda al cargo deun Sacerdote competentemente aprobado.

Art. 4.º El establecimiento queda sujeto a la supe-rior Inspección, con arreglo a las Leyes del Reino.

Art. 5.º Para la admisión en este manicomio esp reciso: 1°, una solicitud por escrito hecha a laDirectora por el jefe de la familia de la paciente o porpersona autorizada al efecto; 2°, la partida bautismalde la paciente y la de su estado; 3°, acreditar el estadoanormal de la razón de la paciente por medio de unacertificación de dos facultativos que no sean parientesde la enferma hasta el tercer grado inclusive; 4°, con-venir la familia de la enferma y la Directora del estable-cimiento en las otras condiciones de admisión y soste-nimiento.

Art. 6.º Un especial convenio entre las respectivasDiputaciones provinciales y la Directora del estableci-miento determinará las condiciones con que lasdementes pobres de una o más provincias podrán seracogidas en el mismo.

Ciempozuelos, julio de 1882”.

Así siguió, al menos tácitamente, aprobado el esta-blecimiento, hasta que en 1902 recibió nueva aproba-ción por Real orden en la forma que sigue:

“S. M. el Rey (q. D. g.), y en su nombre la Reinaregente del Reino, se ha servido aprobar por Realorden de esta fecha el presente Reglamento, adicio-

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decir. Insistí con dulzura diciendo: para mí como sepaestá bien. Vino en ello, pero su acostumbrada obe-diencia le detuvo la mano trémula que comenzaba alevantarse y me dijo: cuando el Padre esté presente yme dé su licencia. Vino él, contóle lo ocurrido y com-placiente y risueño, sí, le dijo: por obediencia bendicea todas tus Hijas; ellas lo desean; y con mucha humil-dad nos la dio.

Todos los medios que podía empleaba para con-solarme; una vez me dijo: Aunque acontezca que memuera procure no entristecerse, recíbalo con alegríacomo venido de Dios: y como yo le dijese: “Es claro,voy a ser una santa de piedra”. Muy resuelta mientrasme acariciaba las manos y las acercaba a sus labiospara besármelas me contestó: razón tiene V. para serlo;siga siendo muy buena.

En unos apuntes suyos, que son al mismo tiempouna descripción de su carácter y de sus virtudes, diceSor San José: “Por más que yo no supiera apreciar susbuenas dotes en todo su valor, no se me ocultaba sugrandísima voluntad para todo cuanto se le presenta-ba aunque fueran cosas difíciles siendo tan extrema-damente servicial que confieso me abrumaba y no unavez sola llegué a impacientarme y acaso la haya oca-sionado con esto algún disgustillo; de todo la he pedi-do perdón en vida y ahora cuando la invoco para queme ayude se lo pido también añadiendo: Ya que tanbien sabes mis miserias ayúdame para que sepa domi-narme y conducirme en todo, para que marchando porel camino de la perfección consiga santificarme en estavida”. Era incansable en el trabajo siempre, pero desdeque tomó el cargo de Superiora y tanto se aumentaba

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En su lecho de muerte

Repuesta un tanto del accidente sufrido por causade la enferma, pudo ir a la casa de Madrid y permane-cer algunos días ayudando a las Hermanas, pero luegorecayó para no levantarse más, sino fue el día que setrasladó a Ciempozuelos. Como me querían tanto,temían me impresionase y me prohibieron verla; tanmal la hallaban que esperaban no duraría mucho tiem-po. Supliqué me permitieran estar con mi queridaMadre y ella misma lo obtuvo de nuestro Padre, el cualdejó mandado una tarde al despedirse que estuvieseyo al lado de nuestra amada enferma y la asistiese jun-tamente con la que este cuidado tenía. Lo que vi enaquellos quince últimos días de su vida no lo olvidaréjamás; lo que sentí no sé expresarlo. Habíanos amadosiempre con entrañas de madre y en aquellos anhela-ba amarnos más; cada una se creía la preferida de sucariño, y nos daba más que nunca en sus palabras, ensus movimientos, en su resignado sufrir, en su silencio,en sus miradas, en su obediencia y en sus mandatos,en todo nos daba más que nunca, ejemplos de edifi-cación.

Al recibir el Santo Viático suplicó que asistiésemostodas. Su humildad no le consentía llamarnos hijas,s i e m p re fuimos sus hermanas, y ella la menor.“¡Hermanas mías! Pidamos al Señor que continúenuestra obra siempre como por divina misericordia seencuentra hoy, con santa unión, en santa paz”, nos dijoestando todas rodeando el lecho de su dolor.

Quedé a solas con ella un día y le pedí su bendicióny con su candorosa sencillez me dijo que no sabía ben-

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se, como sus facultades intelectuales lejos de entorpe-cerse se despejaban de una manera extraordinaria,nos hacía concebir esperanzas de su vida; pero des-graciadamente no eran fundadas y sí hijas de nuestrodeseo. Sin duda lo permitió así el Señor para que nosdejara como en testamento tantos consejos y tan bue-nos ejemplos, pues no parece sino que siendo la pri-mera que faltaba de esta santa casa, estaba obligaday quería enseñarnos a morir cristiana o mejor dichosantamente. ¡Alabado seáis por siempre Jesús mío!,haced que yo, pobre y la más ruin de sus hijas, lostenga presentes, y no falte a todos, porque algunos pordesgracia ya los voy quebrantando; quieran la Stma.Virgen y San José bendito tenerme de su mano.Ruégalo, Madre querida, pues ya tú sabes lo necesita-da que me encuentro. Así lo espero, no olvidando queen el lecho de la muerte al decirle nuestro Rvdo. Padre:“mira a Sor San José, ¿no pides por ella?” contestas-teis con santo entusiasmo: “¡la primera! y también porsus Hermanas!”. Aún parece suena en mis oídos eltono con que me las dijo, lo cual, sin ser esta su inten-ción, en aquel momento lo atribuí a que siendo la másnecesitada, era por consecuencia la más acreedora.No me equivocaba, y me causa gran pena; pero tengola confianza de que sus ruegos no serán ineficaces.Quiera S. D. M. concedérmelo, que mucho lo deseo.

A los moribundos lo que procede es pedirles per-dón, (máxime en circunstancias como las en que yo meencontraba), que no faltaba de qué ni por qué, perogracias a la divina Providencia, se presentó ocasión enque yo pudiera cumplir con este acto de humildad,aunque no tanto como mi delito me obligaba, pero sí

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el personal, no queriendo dejar de atender a las cosi-llas de todas por insignificantes que fueran y no dandoel día de sí para tanto, aprovechaba las horas de lanoche para concluir los remates, según ella tenía cos-tumbre de decir cuando se la reconvenía porque seacostaba tarde.

Era tanto el entusiasmo por el progreso de estaInstitución, que le servía de narcótico para adormecerlos dolores de su penosa enfermedad que veníasufriendo desde el principio, no siendo nada bastantea quitarle la alegría que el Señor le concedía en premiode la paciencia con que sobrellevaba sus trabajos ydolencias. Y nos ha dicho varias veces que cuando alas altas horas de la noche se veía algo agobiada al oírrezar y cantar a sus hijas las alabanzas a nuestro Jesúsen el coro, se le convertían sus penas en gozo inexpli-cable.

Poseo pleno convencimiento de que en estosaños, hasta el último momento de su vida ha sido com-pletamente feliz cuanto puede serlo un mortal, pues niaún en su larga agonía desapareció su semblanterisueño. ¡Bendito seas Señor! que tan largo sabes pre-miar a los que de veras te sirven.

Además de todos sus quehaceres no dejaba deasistir a nuestras pobres enfermas lo que hacía conaquel cariño y dulzura que debe ser característico de laverdadera hermana de caridad. Después de todos susesfuerzos casi sobrehumanos, permitió el Señor que laenfermedad se sobrepusiera a éstos, pareciendo másbien un cadáver en pie. Por fin tuvo que postrarse encama y a pesar de que la enfermedad iba agravándo-

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Señor! ¡Yo no soy digna de tanta dicha!” esto lo repe-tía con frecuencia, añadiendo: “¡Jesús mío, quiénsiempre te hubiera amado y nunca te hubiera ofendi-do!” con otras jaculatorias dirigidas alternativamente aJesús, María y José; todo dicho con una tranquilidad,tanta animación, con semblante tan alegre, que nos ali-mentaba la esperanza de su vida hasta el últimomomento, ya cuando la llevábamos la SagradaComunión y se preparaban los Santos Oleos, se le apli-caban las indulgencias y se le leía la recomendacióndel alma.

El Padre la exhortaba a que aumentase su amor ya que se excitase a contrición y ella recibía sus pala-bras con tanta paz en su alma, que le servían de leniti-vo para alentar su espíritu y sostenerla artificialmente.

Varias veces versaba la conversación en nuestrosrecreos sobre los escrúpulos para acercarse a laSagrada Mesa que no dejan de presentarse con fre-cuencia en las comunidades; pues siendo la fuente dedonde mana todo bien, el enemigo de nuestras almasse obstina en apartarnos para encontrarnos más débi-les en el asalto de sus tentaciones; todo esto lo sabíaella muy bien y por eso decía “pues yo no quiero hacercaso, y aunque conozco que soy muy miserable ymuchos días ni tiempo para prepararme tengo, ya sabeel Señor que quiero enmendarme y ser muy buena; ydiciéndoselo así; me acerco tan tranquila a recibirle”.

Tales eran sus deseos de unirse a Jesús en laComunión. El último ejemplo nos le mostró el día quese le administraba por Viático: debió estar la SagradaForma algo incompleta y al preguntarle si había pasa-

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con todas las veras de mi corazón le pedía y suplica-ba, dándole tanto tormento que me contestaba: “yo aV. debo pedirle” y viendo que insistía, “¡no me lo digamás, que me da mucha pena!” y a esto quiso besarmela mano, que no sin violencia pude evitar, y terminóabrazándome.

En todo el tiempo que estuvo en cama, que fuedesde el 1º de septiembre que la trajeron de Madrid, yamoribunda, hasta el 30 de octubre que sucedió sufallecimiento, nos decía: “Hermanas mías, sed muyobedientes a todos los superiores, lo mismo a los debueno como a los de peor genio, sobre todo a estenuestro Padre que tanto hace por nosotras: pedidsiempre mucho por él, haced todo cuanto os diga; yono sé cómo pagarle tanto como ha hecho y hace portodas. Pedid por el Sr. Cardenal y el Sr. Cura Párrocode este pueblo, que tantos favores nos hacen sinmerecerlo, pedid por todos los pecadores que se con-viertan, y por que esta Congregación vaya en aumen-to, para que se salven muchas almas; nunca tengáisquisquillas ni discordias. Nos encargaba que todas nosquisiéramos mucho, pero sin particularidades, porqueesto podría traer muchos trastornos y grandes males.Que ella a todas quería con todo su corazón, y a pesarque pedía a la Stma. Virgen la concediera algunos añosmás de vida para estar entre nosotras, hacía con gustoel sacrificio de su vida, lo mismo por la primera quevino en su compañía como por la última y hasta por lasque todavía no habían venido. Por Dios les pido (nosdecía) que perseveren y no se dejen llevar de las ten-taciones del enemigo que trata de quitarnos estadicha, porque, ¡qué hermoso es morir en la casa del

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mente angustiada con los mismos síntomas se vio apunto de faltar a su palabra, mas para que, aun lo quehacía forzosa no fuese sin el mérito de la obedienciadirigiendo al Rvdo. Padre y al Médico una mirada enque manifestaba la lucha de querer contener el impul-so irresistible que se lo impedía, con inimitable humil-dad, con voz apagada dijo: “Padre... ¡un poquito!...¿me da permiso?” accediendo a su deseo del quetodos estábamos pendientes para procurarla todo elposible alivio tratamos de complacerla y cuando creí-mos haberla satisfecho inclinó un poco la cabeza (por-que estaba sentada) y pasando algunos segundos, alver su tranquilidad que parecía sueño, después deobservarla con gran admiración por no haber hechoningún otro movimiento, nos cercioramos que efectiva-mente era sueño, dormía en los brazos del Señor.

¡Descansa...! descansa en paz!mas no olvides a tus Hijasque con instancia te rueganque desde ahí las dirijas.

marzo, 19-1884.

Testamento espiritual

Exhortación que nuestra amada y virtuosa Madrefundadora hizo a la Comunidad dos días antes de sufallecimiento, al dejar este destierro para ir a la Patriaeterna y que se considera como su último testamento:

Hermanas mías, nos decía con los labios ya tem-blorosos, ámense sinceramente las unas a las otras,sobrellevándose recíprocamente sus defectos por el

SEGUNDA PARTE – CAP. XXIX 433

do su Divina Majestad contestó: “Reverendo Padre ¡siera tan pequeñita!”... no porque ignorara que en la máspequeña partícula se contiene todo entero el cuerpo deNuestro Señor Jesucristo y en comprobación de estoal tratar de hacerle una ligera observación dijo muyserena y sonriente: sí, Padre, pero ¡es tan poquito paraun viaje tan largo!... Allí eran muy del caso las palabrasdel Salmista: “A la manera que el ciervo sediento desealas aguas de las fuentes, así te desea el alma mía ¡ohDios mío!” a todos nos causó admiración ver los prodi-gios que obra en sus criaturas la gracia de Dios.

Concluido este solemne acto acompañamos alSantísimo Sacramento a la capilla y toda la Comunidadvolvimos acompañando al P. que llevaba los SantosOleos, que ya la paciente esperaba, recibiéndolos conel mismo contento y tranquilidad mencionada.

A pesar de tantas impresiones como debió recibirpues en todo esto bien transcurrieron dos horas, nosretiramos dejándola aquella noche más aliviada y aúnduró algunos días en el mismo estado repitiéndole losaccesos. Por fin el 30 de octubre, a media tarde, ter-minó su tiempo en este valle de lágrimas pero no sinrendir tributo al voto de obediencia que había profesa-do y cumplido con tanta perfección demostrándolo entan críticos momentos del modo siguiente: Minutosantes de expirar acometióle un síncope y se creyóexhalaba el último suspiro. Se reanimó un poco llegan-do oportunamente el médico, ella misma le hizo laexplicación algo apenada, mas como los circunstantesdijeran que había sido a consecuencia del movimientoal cambiar de postura, contestó: ¡ay! ¡pues no memoveré más! ¡Pobre! se engañaba porque instantánea-

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Tengan mucha caridad y paciencia con las pobresenfermas, siendo con ellas como verdaderas madres,pues las pobres no comprenden muchas veces nadade lo que hacen y dicen.

Procuren tratarse siempre entre sí con buenosmodos, no sean quisquillosas, Hermanas mías, ni quie-ran más a una Hermana que a otra, lo mismo se ha dequerer a la que es primera que a la última.

Sean muy exactas en el cumplimiento de nuestrasReglas y Constituciones hasta en lo más mínimo, asícomo en todas las obligaciones que les sean manda-das. Procuren ser muy humildes y obedientes a cual-quier Superiora que les pongan, aunque ésta seajoven, de poca virtud o de carácter áspero, pues sién-dole obedientes y sacrificando en todo la propia volun-tad a la de los superiores, aunque lo que les mandenles parezca un despropósito, mientras no sea pecado,entonces es cuando se gana la corona y es segura lavictoria; pues lo que no podamos con nuestros débilesesfuerzos, el Señor lo suplirá.

Mi deseo era haber vivido hasta tener siete casasen honor de los siete dolores de la Virgen Santísima,pero Nuestro Señor quiere otra cosa; cúmplase susanta voluntad.

Ánimo, Hermanas mías, desde el cielo rogaré portodas y digan a las que vengan, que a todas las quierolo mismo, tanto a la primera como a la última que estápor venir a esta Congregación.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXIX 435

amor del Señor, sin resentirse nunca por nada; consi-dérense dichosas de tener algo que sufrir callando;estén muy sobre sí para no disgustarse por cualquierofensa que por fragilidad humana la una causare a laotra; nunca refieran nada de una a otra, porque esto escausa de desunión en las comunidades; procurenechar todas las cosas a la mejor parte y así tendrán losconsuelos del Espíritu Santo en sus corazones; mucholes encargo y les ruego que, donde quiera que seencuentren dos Hermanas, estén como dos ángeles encarne, sirviéndose de edificación mutuamente y acuantos las miren.

Sean siempre muy obedientes a nuestro PadreFundador, procurando serle muy sencillas en todo, ycuando alguna duda se les ofrezca, no anden diciendoa esta o aquella Hermana, sino que vaya a aconsejar-se del que el Señor nos ha dado por guía, teniendo suspalabra como palabras de Dios, mirando su espíritucomo espíritu del Corazón de Jesús, respetándole nosolo como Padre Fundador, sino también como asanto; la Santísima Virgen nos le dio, seámosle muyobedientes, humildes y agradecidas, aunque sea en lomás mínimo, no dándole nunca que sentir en nada ypor nada. Háganlo así, Hermanas mías, y gran premiorecibirán por ello y también gran paz sentirán en suscorazones al mismo tiempo que las bendiciones delSeñor vendrán sobre esta naciente Congregación.

Los primeros rezos que se hagan por la mañanasean tres Ave Marías a Nuestra Madre, Nuestra Señoradel Sagrado Corazón de Jesús, rogando con muchofervor por nuestro Rvdo. Padre.

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CAPÍTULO XXX

Primeras elecciones

Un re c u e r d o . – F e c u n d i d a d . – Provisión interi -na. – Primer Capítulo. – Enfermas de la Dipu -t a c i ó n . – Profesión perpetua. – Sor María deJesús.

Un recuerdo

El año 1914 se colocó una lápida conmemorativaen la iglesia donde fue bautizada la virtuosa Madre. Lalápida de mármol blanco dice:

Memoria tua dulcedo. En esta Pila fue bautizada lasierva de Dios, Rvda. Madre Sor Josefa Recio y Martíndel Santísimo Sacramento, Fundadora de las religiosasHospitalarias. Salió de Granada con el Rvdmo. P.General. Fr. Benito Menni del Sdo. Orden de San Juande Dios, para fundar la primera casa del Instituto enCiempozuelos, en la que falleció víctima y mártir de laCaridad el 30 octubre de 1883.

Acerca de la fiesta hizo el siguiente comentario elperiódico “La Gaceta del Sur”. –Una Lápida–. A las

PRIMERA PARTE – CAP. I 437

Ante el cadáver

Las Hijas lloramos su muerte, sentimos profunda-mente el vacío que en nuestra casa dejó y su irrepara-ble pérdida hirió nuestro corazón con herida que no secierra. El venerado cadáver fue transportado por noso-tras a la capilla, donde quedó expuesto a nuestras ora-ciones, a nuestros tiernos recuerdos, a nuestros lazosde amor en su último trance de ruptura hasta la eterni-dad, a nuestros sollozos, a nuestras lágrimas..., a losúltimos besos de huérfanas tristes puestos en la frentehelada de su madre muerta. Y nuestro Padre con noso-tras hondamente apenado también, pero sereno con lapaz que la resignación pone en los justos, díjonos queaquella muerte santa semejaba a la del grano de trigodel Evangelio: Es preciso que el grano muera para quela espiga nazca.

Celebróse el entierro al día siguiente con acompa-ñamiento de música, asistieron las Comunidades deHermanos y Oblatas y quedó depositado el cadáver enun nicho del cementerio parroquial.

A los 17 días del mes de enero de 1897 fue trasla-dada al nuevo cementerio donde hoy se encuentra1.

Hízose la exhumación a presencia de algunasHermanas. El cadáver estaba momificado. Le cambia-ron el hábito y la toca sin que se desarticulara ningúnhueso.

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1 Sus restos hoy se encuentran, junto con los de san BenitoMenni y de María Angustias Giménez, en la Capilla de los Fundadoresde la Casa de Ciempozuelos.

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La lápida que ha motivado estas líneas ha sidolabrada por el inteligente escultor granadino señorNavas Parejo a expensas de una ilustre dama de laaristocracia de esta capital, que trató íntimamente ydistinguió con particular cariño a la santa fundadora”.

Fecundidad

Y como la del grano de trigo se hizo fecunda lamuerte de nuestra Fundadora. Habíanos dicho elPadre viéndonos rodeadas a él, desoladas por la pér-dida tan sentida y dolorosa: “No desconfiéis, hijasmías, yo haré con vosotras las veces de madre.Nuestra virtuosa Fundadora nos ha prometido quedesde el cielo pedirá por nosotros, y el Buen Jesús nosbendecirá, si dóciles nos conformamos con lo que Élha dispuesto”. Efectivamente, muy pronto vinieronmuchas cartas de jóvenes solicitando pertenecer anuestro Instituto, creciendo rápidamente el número dereligiosas y desarrollándose nuestra amada Congre-gación.

Provisión interina

El día mismo de la muerte nos proveyó el Padre deSuperiora, designando a Sor Escolástica, hasta queoficialmente fuese nombrada la que debía reemplazara nuestra primera Madre. Para esto, al mes siguientepresentó al Emmo. Cardenal Moreno la siguiente expo-sición que es al par que un modelo muy expresivo desumisión y respeto, un lauro colocado en la frente denuestra inolvidable difunta.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXX 439

nueve de ayer, en la capilla del baptisterio de la Iglesiaparroquial de los Santos Justo y Pastor celebróse unacto religioso interesante y solemne.

“En el altar que hay cerca de la fuente sagrada delos bautismos, con muchas luces que se extendían porel recinto, el señor cura ecónomo de aquella feligresía,don José Morales Martínez, cantó una Misa asistién-dole de diácono D. Nicolás Marín y de subdiácono D.Enrique Vela y oficiándola una nutrida orquesta, cuyosmúsicos y cantores interpre t a ron además algunosmotetes y otras composiciones religiosas, entre estasel ‘Responsorio’ de San Juan de Dios ‘Decor Hispa-niae, etc.’

Terminada la celebración del Santo Sacrificio, elReverendo Prior de los Hospitalarios del Asilo de SanRafael de esta capital, Fr. Leopoldo Bataller, descubrióuna hermosa lápida orlada con dibujos alegóricos ycuya inscripción comienza: ‘Memoria tua dulcedo’. (Tumemoria es dulzura.)

Han transcurrido treinta y tres años desde que dosgranadinas que en la religión tomaron respectivamentelos nombres de Sor Sacramento y Sor Corazón deJesús, llegaron a la puerta de nuestro grandioso tem-plo de San Juan de Dios para exponer al Rvdmo. PadreMenni lo que fue principio de la fundación de las reli-giosas hospitalarias, y su Instituto hállase hoy extendi-do por España, Francia y otros países, siendo admira-bles e indecibles los beneficios y las obras de caridadque van dispensando a los pobres, a los enfermos y alos desvalidos de todo el mundo.

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Emma. no determinara otra cosa, siguiera en el cargode dirigir la Congregación Sor Catalina Rebollar deSanta Escolástica, Maestra de Novicias, que era laque, aun en vida, hacía las veces de la difunta MadreFundadora en sus ausencias o enfermedades, lo cualpareció bien a todas.

Por lo tanto en nombre de las Hermanas pro f e s a sde dicha Congregación propongo a V. Emma. el que enconformidad con lo que establecen las Constitucionesde la misma, que en el capítulo 7°, art. 52, dicen: Laforma en que estos Capítulos de Elecciones debencelebrarse será objeto de un especial estudio que suje-tará a la aprobación del Emmo. Sr. Primado de To l e d o ,toda vez que interiormente y según el artículo 10 deestas Constituciones, la Asociación debe gobernarse enla forma que su Eminencia determine se digne V. Emma.autorizar y ordenar a la misma Sor Catalina Rebollar deSanta Escolástica profesa de la Congregación de Hijasde Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús, paraque mientras V. Eminencia no determine otra cosa tengael cargo de Superiora de dicha Congregación y tengaobligación de dirigirla tanto en la parte disciplinar comoadministrativa y atender a los fines santos y caritativosde la misma Institución y que todas las Hermanas tantop rofesas como novicias, la reconozcan por tal y la re s-peten y obedezcan, en conformidad a la Regla yConstituciones de la dicha Congregación.

Todas las Hermanas de Nuestra Señora delSagrado Corazón de Jesús y este su humilde Padreespiritual reiteran en esta ocasión a V. Emma. la expre-sión de su más profundo respeto y afectuosa y filialobediencia y piden a V. Emma. la Pastoral Bendición,

SEGUNDA PARTE – CAP. XXX 441

“Eminentísimo Señor: Tengo el sentimiento deponer en el superior conocimiento de V. Emma. cómoS. D. M. se ha dignado llevar a Sí después de una largay penosa enfermedad, el día 30 del finado mes a laRvda. Madre Sor María Josefa Recio del Stmo.Sacramento, Fundadora y Superiora de la Congrega-ción religiosa de Hijas de Nuestra Señora del SagradoCorazón de Jesús, dedicadas la asistencia de lasenfermas y locas de su sexo.

Grande es, Eminentísimo Señor, el vacío que hadejado; pero grandísimo es el consuelo que experi-mentan tanto sus amadas hijas como este su indignoPadre espiritual, por el bálsamo y olor de virtudes queen su vida y principalmente en sus últimos meses,derramaba en derredor suyo esta alma bendita princi-palmente con la humildad, con el amor a su santavocación, y caridad con el prójimo, pues un acto heroi-co que practicara de esta última con una loca furiosa,fue el que determinó la enfermedad traumática que lallevó al sepulcro.

Asimismo no puedo menos de reconocer que alraro don de gobierno con que el Señor había dotado ala difunta y a los sabios y prudentes consejos que en ellecho de su muerte daba a sus hijas, es debido el que,con la gracia del Señor, éstas continúen en la buenasenda en que las encaminó, viviendo en una santaarmonía y observando sus reglas con recíproca edifi-cación.

Con el objeto de proveer al Gobierno de laCongregación, me pareció oportuno proponer a lasHermanas de más antigüedad el que mientras V.

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Dios gracias, cuenta la dicha Institución con 23 religio-sas profesas, creo oportuno rogar a V. Emma. para quesegún el espíritu de las Constituciones de dichaCongregación, se proceda por votación de todas lasprofesas a la elección de la Superiora y pueda así pro-veerse de un modo más estable y de general satisfac-ción a su gobierno.

Gracia que espero de la bondad Paternal de V.Eminentísima cuya vida guarde Dios muchos años. –Ciempozuelos 10 de marzo de 1884. – Emmo. Señor. –F. Benito Menni. – Eminentísimo y Excmo. Sr. CardenalMoreno, Arzobispo de Toledo”.

La respuesta fue como sigue:

“Madrid, 13 de marzo 1884.

Accediendo a la súplica que se nos hace en el pre-sente oficio, damos comisión con las facultades nece-sarias al P. Benito Menni para que proceda a la elec-ción de Superiora de la Congregación de las Hijas deNuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús en laforma que previenen las Constituciones del Instituto,confiando en la religiosidad de las mismas, elegirán laque fuere más conveniente para el buen gobierno de laCongregación.

(Firmado).EL CARDENAL ARZOBISPO DE TOLEDO.

Así lo acordó y firmó S. Emma. el Card e n a lArzobispo, mi Señor, de que certifico.

(Firmado).

DR. JOSÉ F. MONTAÑA,Canónigo-Secretario”.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXX 443

mientras ruegan con todo su fervor a S. D. M. concedaa V. Emma. muchos años de vida en bien de su santaIglesia. – Eminentísimo Señor B. S. M. y S. P. Su humil-dísimo Hijo Siervo y Capellán, F. Benito Menni,Delegado Gral. O. S. J. de D. – Ciempozuelos 6 denoviembre de 1883. – Eminentísimo Señor CardenalMoreno, Arzobispo de Toledo”.

A la instancia contestó S. Emma.: “En Madrid a 4 ded i c i e m b re de 1883. Atendiendo a lo que se nos exponeen la precedente instancia, nombramos Superiora de laC o n g regación de Hijas del Sagrado Corazón de Jesúsen Ciempozuelos a Sor Catalina Rebollar de SantaEscolástica, facultándola mientras otra cosa no dispu-siéramos, para dirigir dicha Congregación tanto en laparte disciplinar como administrativa, y demás finescaritativos del Instituto. Firmado. – El Card e n a lArzobispo de To l e d o . – Así lo acordó y firmó el Card e n a lArzobispo, mi Señor, de que certifico. – D r. JoséF e rnández Montaña. Canónigo-Secre t a r i o ” .

Primer Capítulo

Pocos meses después creyó el Padre convenienteproceder a la provisión canónica de Superiora Generalsegún prevenían las Constituciones y pidió nueva auto-rización al Señor Cardenal. “Emmo. Señor: Habiéndo-se dignado V. Emma. acceder a la propuesta que en 6de noviembre último tuve el honor de hacer a V. Emma.para proveer interinamente al gobierno de la Congre-gación de las Hijas de Nuestra Señora del SagradoCorazón, que habían quedado huérfanas por la muerteprematura de su virtuosa Madre Fundadora, hoy que, a

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cada una en la presencia de Dios diera su voto en favoro en contra. Procedióse a la votación por votos secre-tos, siendo 41 las que votaron, resultaron 38 votosfavorables para Sor María del Pilar y tres votos contra-rios a su elección; quedando, por lo tanto, elegida lareferida Sor María del Pilar por Madre Presidenta de laCongregación referida con casi unanimidad de votos.

En fe de lo cual firmamos el presente documentoen Ciempozuelos, fecha ut supra.

(Firmado).

El Cura párroco, CE C I L I O GA M O. – F. BE N I T O ME N N I,Director provincial O. S. J. de Dios. – HERMANO JUAN DE

LA CRUZ, Presbítero de la Orden de San Juan de Dios.

Enfermas de la Diputación

El 16 julio de 1884, fiesta de Nuestra Señora delCarmen, tuvimos el consuelo de recibir por primera veza las enfermas de la mente pensionadas por la Exma.Diputación de Madrid. Según contrato firmado confecha 3 del mismo mes y año. Que no era negocio tem-poral y sí de mucho sacrificio de abnegación y des-prendimiento, muéstranlo estas condiciones del Con-trato que a la letra decían: 1ª. La casa de Salud, y ensu representación el Director, será responsable desdeel momento en que se haga cargo de cada demente,de su seguridad individual, clausura, buen trato, ali-mentación, asistencia facultativa y espiritual adaptadaen lo posible al estado de las enfermas. – 2ª. Será tam-bién de cuenta de la Casa de Salud el lavado de ropa,vestido y calzado de las dementes cuando lo necesi-

SEGUNDA PARTE – CAP. XXX 445

El Capítulo se celebró el 4 de abril inmediatosiguiente. La elegida fue Sor María de Jesús.

De cómo se unía en un punto nuestra libertad deacción en las elecciones con la unidad de parecer,unión que efectuaba el común deseo de amar y servira nuestro Dueño adorado lo más perfectamente posi-ble, muéstralo esta acta conservada en el archivo,correspondiente al segundo Capítulo general de nues-tra Congregación.

“En el nombre de Nuestro Señor Jesucristo y de suSantísima Madre. Amén.

En este día 10 de abril del año 1887. Los abajo fir-mados certificamos que habiéndonos personado en elestablecimiento de la Congregación religiosa de Hijasde Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús, enesta Villa, por medio de campana se ha reunido a todaslas profesas existentes en la casa, que han podidoacudir al acto y después de haber invocado la graciadel Espíritu Santo. El Rvdo. P. Benito Menni, Provincialde la Orden de San Juan de Dios y Director de la dichaCongregación, expuso en sentidas frases el objeto dela reunión a saber: el de atender a las necesidades deesta Congregación sobre la cual llueven las bendicio-nes del Señor, a pesar de las muchas pruebas que elSeñor envía, y por lo tanto, habiendo él sido elegidopara llenar otro oficio en la Orden de San Juan de Dios,por lo cual no podría en lo sucesivo estar constante-mente a la vista de las necesidades de dichaCongregación, les había dado una Superiora para queexperimentaran si les gustaba a todas y que habiendoya pasado algunos días de experiencia les rogó que

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Sor María de Jesús

Cúmpleme hacer mención singular de la Rvda.Madre María de Jesús, pues que lo merecen sus rele-vantes prendas. Endeble y achacosa, siempre muyenferma mientras fue Superiora, se distinguió por sudiligencia y exactitud en cumplimiento de sus deberes.Como verdadera humilde, rebosaba paz y alegría susemblante en medio de honda tribulación. Cuidando asus Hijas y a sus enfermas era toda caridad. Su silen-cio era ejemplar, Cuando corregía, consolaba y ense-ñaba con grande paciencia. Sufrida y bondadosaescuchaba las impertinencias de todas. En la pureza,parecía un ángel, nadie le pudo notar la más pequeñaliviandad. La prudencia aventajaba incomparablemen-te a su edad. Era admirable la madurez de su juicio.Firme, constante, sin veleidades su voluntad. Las amo-nestaciones en los capítulos, insinuantes y claras,hacíalas deleitosas la sencillez, el amor, la humildad yprudencia que acompañaba a su palabra. Joven, muyjoven, nos dejó para recibir el premio de sus méritos.Murió cantando a la Virgen, víctima del cólera morbo.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXX 447

ten, así como los gastos de medicamentos y trata-mientos curativos que se practiquen dentro del esta-blecimiento. – 3ª. La Provincia de Madrid, y en su nom-bre la Diputación provincial, abonará a la Casa deSalud una peseta veinticinco céntimos al día por cadademente, contándose por su estancia el en que ingre-sa en la casa y el que salga de la misma o fallecimien-to. – 4ª. El pago de estancias se hará por mensualida-des vencidas, según la relación y cuenta que presenteel Director del establecimiento, debidamente compro-bada. – 5ª. La conducción de las dementes a la Casade Salud será de cuenta del mismo establecimiento. –11ª. La Diputación provincial se reserva la facultad degirar visitas por medio de Delegado a dicha Casa deSalud, siempre que lo crea oportuno, a fin de inspec-cionar la asistencia y trato que se dé a los enfermosque se pongan bajo su cuidado; asimismo podrán visi-tar el Asilo los demás Diputados provinciales cuando lojuzguen oportuno.

Y con todo, nuestro gozo fue indecible.

Profesión perpetua

El 4 de junio de 1885, cumplido trienio de votostemporales de la primeras que profesaron, exploró suvoluntad el Padre, y adquirida certeza de su firme reso-lución en seguir la vida religiosa, el día citado hicieronsu consagración a Dios por sus votos perpetuos lassiete que subsistían: Sor María de Jesús (Madre gene-ral), Sor San José, Sor Genoveva, Sor Concepción, SorRafaela, Sor Escolástica y Sor Benita de la Paz.

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labios cárdenos, pero sonrientes, ante la imagen deJesús Crucificado que sus manos crispadas y trémulassostenían y trabajosamente le acercaba para besarle yse le ofrecía a apurar por su amor hasta la última gotadel cáliz amargo de su mal. Y mirando a la imagen ben-dita de nuestra Madre, Nuestra Señora del SagradoCorazón de Jesús, le entonaba endechas decidoras desu cariño acendrado. Creí padecer ilusión cuando oísalir de su aposento el eco ferviente de una voz, algoconocida, dulce y melodiosa, diría yo que fue aqueleco semejante al de la voz de un ángel; quedamenteme acerqué a la puerta, apliqué atenta el oído y perci-bí su voz clara y distintamente. Tres coplas cantó a laVirgen Madre, tan sentidas, de tan viva expresión, queme enternecieron y me hicieron llorar. Aun recuerdo laletra de una de ellas:

A María nuestra Madre amadaHoy cantemos con placer y amor,Que desea le pidan su gracia Sus hijitas con fiel corazón.

A las veinticuatro horas de ser invadida, su almapurificada creemos que desplegó sus alas y subió alcielo para seguir cantando eternamente a la Reina delos Ángeles. Esto acaeció el día 23 de junio del citadoaño.

También murió Sor Micaela, maestra de novicias,que se había granjeado especial cariño de todas lasHermanas por su humildad y espíritu religioso, y SorÁngela, que sucumbió junto a las apestadas del mismomal, mientras las asistía. Era de excelente virtud, de

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CAPÍTULO XXXI

Caridad heroica

La epidemia. – Remedios eficaces. – En memo -ria de Sor Angustias.

La epidemia

En junio de 1885 nos visitó un terrible huésped, elcólera morbo. Él día 16 del mencionado mes y año unanovicia, Sor Mónica, nos denunció su presencia encasa. Luego fue atacada la Rvda. Madre Sor María deJesús, la cual, temerosa de la invasión, andaba comotemblando, desde que se declaró por el médico que elmal de la novicia era el cólera, pero al sentirse conidénticos síntomas, lo recibió con un acto de amor deDios, uniendo todos sus deseos a la voluntad divina.Ella soportó con heroica paciencia los dolores agudos,las torcedoras convulsiones, los continuos vómitos, ydemás accidentes anejos al terrible mal. A no presen-ciarlo yo misma, no lo hubiera creído; en los cortosintervalos de relativa tranquilidad se entreabrían sus

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miréis más con airados ojos!... ¡Pedídselo Vos por nos-otros, Madre del Corazón de Jesús!, decía mirando a laimagen de la Señora.

Yo cobré mucha esperanza desde aquel día ycomencé curiosa a observar. La epidemia no cesó porcompleto, cierto, pero no ocurrió ninguna otra defun-ción de aquel mal en nuestra casa. El Dr. Rodrigo,nuestro inolvidable médico, padre de sus enfermos,más todavía que médico, tuvo un acierto en su ciencia,compuso una fórmula cuya aplicación libró de la muer-te en nuestra casa a todas las invadidas y fuera denuestro establecimiento a innumerables enfermos.

En memoria de Sor Angustias

Hasta los hechos consignados en el presente capí-tulo llegan nada más los apuntes cronológicos de SorAngustias Giménez del Corazón de Jesús, tan entu-siasta en los días postreros de su vida, como fueronvehementes los entusiasmos por la fundación, tantasveces soñada y más veces dibujada con tintas degrana y azul en su alegre y soñadora fantasía allá enlejanos tiempos en su suelo natal. Lástima que la obe-diencia no le haya permitido seguir anotando lo acae-cido desde el año 85 hasta su muerte, sucedida en SanBaudilio de Llobregat a 2 de agosto de 1897; con ellohabría prestado señaladísimo servicio a su Congre-gación, la cual deslizó su vida con exuberancia cre-ciente en la multiplicación de sus miembros y de susobras hasta el tiempo en que escribimos, sin anotaciónde sucesos, y así, al querer referir sus hechos hoy, noslos presenta oscuros unos, otros desfigurados, trunca-

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trato muy agradable por su dulzura de carácter, inteli-gente y docta como no había ninguna.

Murieron también enfermas en número considera-ble. Atacadas de la peste lo fueron casi todas. El buenPadre estaba consternado, iba y venía de su casa,igualmente invadida, a la nuestra, animando a todos,sufriendo con todos y a todos, consolando y enseñan-do virtud de amor a Jesucristo sin dar un momento aldescanso.

Remedios eficaces

Un día en que la tribulación y la pena llegó a sucolmo en nuestra casa ante el cuadro aterrador de nohaber medio de cortar la acción de la epidemia, era el28 de junio de 1885, tercer aniversario de la instalaciónde nuestra humilde capilla, vino nuestro Padre y, pose-ído de fervor extraordinario, expuso a JesúsSacramentado a nuestra veneración y nos invitó aimplorar misericordia para ver de aplacar a la justiciadivina que tan reciamente descargaba sus iras.Después de manifestar, yo le vi de hinojos dirigiendohumildes súplicas al Corazón de Jesús y a su Madrebendita, pidiéndoles se apiadasen de las pobres mise-rables contagiadas, y al efecto, extendía los brazos yelevaba sus manos en actitud suplicante al par queelevaba la voz de su plegaria y derramaba lágrimas,prometió al Señor que nos enmendaríamos, que sería-mos otros, que su justicia santa se diese ya por satis-fecha con la horrenda mortandad acaecida, que cesa-se su castigo, justo y bien merecido por nuestros peca-dos. ¡Misericordia, Señor, perdón os pedimos, no nos

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CAPÍTULO XXXII

Nuevas fundaciones

Los Diques. – Asilo de Huérfanas en proyec -to. – Instalación de la Comunidad. – El manico -mio de Málaga.

Los Diques

Acerca de la hermosa finca llamada los Diques,complemento de la casa-manicomio, escribe unaHermana Hospitalaria conocedora desde el principiode la posesión.

“Corría el año 1886; la casa de Ciempozuelos esta-ba llena de enfermas y era necesario más local para lasque debían ingresar de las diferentes Diputaciones conlas que se tenía adquirido compromiso. Estábamosencargadas del lavado de la ropa del manicomio de losHermanos de San Juan de Dios y con el aumento depersonal se hizo insuficiente el lavadero que en casateníamos, sobre ser ya insoportable el trabajo deextraer el agua del pozo por no bastar lo que a cubasse acarreaba de la acequia del Jarama.

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dos e incompletos casi todos y de muchísimos hamuerto el recuerdo para siempre.

En su largo y minucioso relato se reproduce a símisma Sor Angustias. Dícelo todo, con naturalidadembelesadora, según lo siente con su sentimientopuro, y como sus ojos de candoroso mirar lo percibie-ron. Lo que a su corazón, sin doblez, tiernamente sen-sible como de niña, impresionó, eso nos dejó escrito yal leerlo, su sencillez va en el ánimo del lector dejandoperfumada estela de aromáticas exhalaciones dehumildad de santa.

A nosotros, a presencia de los hechos, con lagarantía de imparcialidad, que otorga juzgar lo que nin-gún interés pasional ofrece, nos toca cederle lo que lajusticia le señale en la magna obra del ilustre hijo deSan Juan de Dios, el Venerado Padre Menni; lo que ellatal vez no vio porque en su humildad se ocupó siempreen mirar sus defectos propios.

Antes que su compañera habló al Padre de funda-ción; ella despertó el deseo de ser religiosa en JosefaRecio, y sin su aviso a tiempo no hubiera llegado tanoportuna, aquella carta, concisa y terminante, que parólos pasos enderezados tal vez a tomar otro estado, quecomenzaba a dar la recién viuda. Después cuál fue suintervención, sus trabajos, su constancia hasta el finalde la penosa jornada de la fundación escrito queda.

Probado está sobradamente que le correspondecon pleno derecho ser llamada fundadora de laCongregación Hospitalaria, al igual por lo menos que asu inseparable amiga, Pepita Recio y Martín.

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fue la primera que tomó posesión de la casa porque seadelantó a nosotras el Padre y cuando llegamos nosdio la grata sorpresa de encontrarnos con nuestra que-rida Madre la Reina del Corazón de Jesús que con granentusiasmo nos mostró. Estaba el suelo de la huertacubierto de fruta caída y tenían mucha los árboles. Laentrada de la casa estaba sombreada por un toldo deverde pálido con tono amarillo, formado por las hojasde extensa parra bien cargada de dorados racimos.

El Padre no nos permitió probar de nada, solamen-te a Sor Rafaela le consintió comer una pera. Despuésfueron bajando en grupos y en diversos días todas lasdemás Hermanas y daban gracias a Dios por las mise-ricordias que sobre nosotras derramaba, cantando yrezando ante el cuadro de Nuestra Señora.

Instalado el lavadero bajaba el Padre con la fre-cuencia que le era posible para enterarse de las defi-ciencias y tratar de remediar los inconvenientes que sep resentaban y al mismo tiempo alentaba a lasHermanas invitándolas a elevar sus corazones a Diosdurante el penoso trabajo, y con esto toda carga senos hacía ligera.

Muy penoso era para las Hermanas subir a piecada día a oír la santa misa y comulgar, pero el solícitoP a d re suavizaba cuanto le era dado ese trabajoenviando siempre que podía una tartana, y como noera bastante, para que las enfermas que nos ayudabanno bajasen y subiesen a pie hasta nuestra casa com-pró un carruaje grande que llamaba el Ripe. Más tardemandó levantar una devota capilla en que pudiesecelebrarse la santa Misa. En octubre de 1890 estaba

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Era además insaludable y falto de higiene por todolo cual el Padre buscaba donde colocar el lavaderofuera de la casa. Supo cómo los Diques, distantes algomás de un kilómetro de esta población, finca com-puesta de casa y huerta con frutales y tierra de rega-dío, separada de la fertilísima vega de Ciempozuelospor abundoso cauce que la riega y embellecida porgran profusión de altos álamos negros que se prolon-gan en hilera a lo largo de la corriente de la acequia sevendía. Trató de comprarla, pero los dueños no quisie-ron vendérsela. En su vista encargó el asunto a D.Raimundo de Oro y Reluz, quien a su vez por alejartodo recelo del dueño, conocedor de la amistad que leunía a nuestro Padre, encargó a su hermano D.Gregorio de Oro de la compra, y hecha que fue la escri-tura la entregó a nuestras Hermanas para que enseguida tomasen posesión. Firmóse la escritura a 4 deseptiembre de 1886. Gran consuelo fue para nuestroReverendo Padre la adquisición de los Diques. Luegose prepararon los utensilios para la instalación del lava-dero. Antes quiso que las Hermanas delicadas desalud disfrutaran visitando la hermosa huerta y tanluego como quedó desocupada la casa que habitabael guarda encargó a la Madre Superiora que mandara adichas Hermanas, a dar un paseo para que vieran losDiques y prometió que él también iría. Así se hizo y laque esto escribe fue una de las afortunadas. Bajamosel día 6 del referido mes y año. El Rvdo. Padre fue mon-tado en la mula, llevando en su mano un cuadro pinta-do que re p resentaba la Santísima Vi rgen NuestraSeñora del Sagrado Corazón de Jesús con unasHermanas postradas a sus pies. La Santísima Virgen

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y no nos dejásemos vencer del desaliento, consideran-do lo mucho que sufrió nuestra querida Madre, cuandoa la flaca naturaleza se le hiciera penoso soportar laspenalidades del trabajo.

Tenía especial empeño en que la santa misa sedijese diariamente siempre que fuese posible. Másadelante cuando íbamos a pasar una tarde de recreo ocon ocasión de bajar a cantar la santa misa, como sucorazón siempre estaba elevado, quería que nosotrasnos aprovechásemos de aquella expansión y nos invi-taba a que algún ratito fuésemos a hacer compañía ala Santísima Virgen en su soledad, pues allí encontrarí-amos remedio de nuestras necesidades y consuelopara todas nuestras penas; pues no era justo que elcuerpo se recrease sólo, sino que también el espíritudebía solazarse orando un ratito en la devota capilla”.

Asilo de huérfanas en proyecto

Mientras los Hermanos estaban encargados delAsilo de San Bartolomé de Málaga, del cual nos hemosocupado en la primera parte, el Padre Menni, envió acuatro Hermanas de su Congregación de Hospitalariaspara que cuidasen las ropas del Asilo, y principalmen-te por la promesa que unos señores le hicieron decederle una casa, en que se fundaría un Asilo parahuérfanas, semejante al que los Hermanos cuidaban,proponiéndole además contribuir con una pensiónsuficiente para doce asiladas.

De la llegada nos da cuenta esta carta del Padre,en cuya compañía fueron.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXII 457

terminada. En el mismo mes se solicitó licencia paracelebrar, del obispo diocesano pero, sin duda porquelo bueno ha de ser probado como el oro, no faltó suoportuno contratiempo y vino a obtenerse por oficiodel 10 de septiembre del año siguiente; grande pacien-cia unida a mucha oración lo allanó todo. El 12 delmismo mes bendijo la capilla y celebró la santa Misa elseñor Cura Ecónomo de la parroquia de este pueblo D.Mariano Andrés, acompañado de nuestro Rvdo. Padre,la Reverenda Madre General, su Consejo y la MadrePriora de esta casa. De gran satisfacción sirvió esteconsolador acto a nuestro Padre, pues con él se com-pletaba el proyecto concebido hacía tanto tiempo deun lavadero sano y cómodo.

A la vez contaba la Casa de Ciempozuelos con unafinca necesaria donde las Hermanas delicadas pudie-ran reponer su salud y la comunidad tener un lugar deesparcimiento y recreo en esos días ya reglamentarios,dispuestos por él en que cada año la comunidad saleal campo. Mandó que dos veces al año, el viernes deDolores y en la festividad de los Dolores gloriosos de laSantísima Virgen, fuese la comunidad a comulgar y oírla santa misa a los Diques y deseaba que a ser posiblefuese cantada y cuando podía lo hacía él y dirigía unafervorosa plática a las Hermanas. Tenía extraordinariadevoción a la pasión de Nuestro Señor Jesucristo y lomismo a la Santísima Virgen de los Dolores, por lo cualen una de sus idas a Valencia compró una imagen dela Virgen dolorosa con su Hijo muerto en los brazos ehizo se colocase en dicha capilla y nos exhortaba con-tinuamente a fijar nuestra mirada en ella para que nossostuviese en el mucho trabajo que entonces teníamos

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Instalación de la comunidad

Previa autorización del Prelado, concedida pordecreto del 13 de diciembre de 18841, las hermanascomenzaron a habitar el antiguo convento de PadresCapuchinos, situado en la Plaza del mismo nombre yluego se encargaron del lavado y repaso de ropas delasilo de huérfanos. Mientras aquí vivieron tuvieron quesufrir no pocas inconsideraciones y groserías de susimportunos vecinos los soldados, cuyo cuartel teníaventanas a los patios de la casa de las Hermanas.

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1 Secretaría de Cámara y Gobierno del Obispado de Málaga: En la exposición dirigida por V. R. a S. E. I. el Obispo, mi Señor,

ha recaído con fecha 13 del actual el Decreto siguiente: Vista la presente exposición y constándonos los muchos y desin-

teresados sacrificios que en bien de los pobres viene prestando laCongregación Religiosa de Hijas de Nuestra Señora del SagradoCorazón, el celo y caridad con que coadyuban al bienestar del Asilo deSan Bartolomé de esta Ciudad, por el presente y en uso de nuestrasfacultades ordinarias, autorizamos a la Rvda. Madre Superiora generalde la citada Congregación, para que establezca una casa en esta capi-tal Diocesana así como también para que en su día puedan tener en lacapilla pública de la misma el Santísimo Sacramento, guardando entodo las reglas aprobadas por las que se gobierna la Congregación ydándonos en su día cuenta de su instalación.

Transcríbase este nuestro Decreto a la Suplicante. Lo decretó y firma S. E. I. el Obispo, mi Señor, de que certifico.

–MANUEL, Obispo de Málaga.– Por mandado de S. E. I. el Obispo, miSeñor, EDUARDO DEL RÍO, Canónigo-Vicesecretario.

Lo que traslado a V. R. para su conocimiento y efectos consi-guientes.

Dios guarde a V. R. muchos años.Málaga 13 de Diciembre 1882. Firmado, EDUARDO DEL RÍO, Canónigo-Vicesecretario. Rvda. M. Sor María de Jesús, Superiora General de la

Congregación de Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón deJesús.

“Málaga. Asilo de San Bartolomé a 25 de marzo1884.

Mis amadas Hijas en el Señor: Ayer tarde casi denoche llegamos a ésta muy bien a Dios gracias, einmediatamente se instalaron las Hermanas en lasceldas del antiguo Convento de frailes capuchinos yhan pasado la noche con su amorosísimo Jesús, puestienen al lado de sus celdas el coro de la magníficaiglesia.

Esta mañana han venido a nuestra casa a oír misay comulgar y después de tomar el desayuno las hedejado ver a los cien niños que tenemos y ahí habíaque ver a Sor Trinidad, que si no la detengo, me comealgunos a fuerza de besos y estrujones; y en seguidame ha pedido mucha tela para vestir muy guapos aestos angelitos. Los pobrecitos son huérfanos ydebemos hacer con ellos el oficio de padres. ¡Quéhermosa es, Hijas mías, la religión que les da a estosp o b recitos padres y m a d res cariñosos, que acasohacen más que lo que harían sus mismos padres siviviesen! y qué dicha es la nuestra mis amadas Hijas,de haber sido favorecidas con tan hermosa vocaciónde caridad.

Hoy ha tenido lugar la bendición de nuestra nuevaiglesia y he presentado a las Hermanas al Sr. Obispo,que las ha recibido con el mayor cariño y les ha pro-metido toda su protección pastoral.

Las Hermanas os mandan un cariñoso abrazo atodas y os bendice afectuosamente este vuestro Padreespiritual, Fray Benito Menni”.

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mos en arreglarla y el Rvdo. Padre estuvo también ayu-dándonos a poner los candeleros y las flores, quecomo no teníamos artificiales más que las que trajo laRvda. Madre, todas eran naturales del tiempo. A laVirgen le pusimos un dosel blanco con turquesas azu-les y a la derecha del altar se colocó la Virgen de losDolores que nos regalaron, la que está tan propia queenternece el verla. Tenemos coro bajo como en esacon comulgatorio; este es muy pequeño y la celosía estan espesa, que el otro día vino un sacerdote a ver lacasa y nos decía: parecéis con este coro monjas declausura. Después de estar todo bendecido entramostodas al coro y nuestro amadísimo Rvdo. Padre nosechó una corta plática y también rezamos la letanía delos Santos. Ya teníamos nuestra capilla pobrementearreglada, cuando en esto llaman a la puerta, vamos ynos encontramos con una pandilla de niños que nostraían candeleros, el manifestador, floreros, bancos,cada uno venía con su cosa y todos tan contentos,todo lo del asilo nos lo querían traer; y nos dijo elHermano Sacristán que si hubieran podido nos traentodo lo que tienen. Estaban deseando que abriéramosla boca pidiendo algo para echar a correr al asilo y traerlo que nos hiciera falta. Otra cosa más graciosa pasócon ellos: todos nos preguntaban a ver cual era laMadre provincial que la querían ver la cara y laReverenda Madre agachaba la cabeza y no se la po-dían ver. En esto estábamos cuando nuestro Rvdo.Padre nos vino a confesar y en aquel día estrenamos elconfesionario. Estaba el Rvdo. Padre muy encendidoen amor de Dios y a cada instante salía a ver a nuestraMadre del Cielo que tan hermosa está en el altar. ¡Qué

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXII 461

Comenzóse a preparar la fundación del de niñas,mas los señores exigieron condiciones no aceptables,entre otras reservarse el derecho de intervenir en laadministración, inspeccionar a su arbitrio, imponer alas Hermanas la obligación de cuidar las ropas de losseñores, etcétera; el Padre desistió de su intento, vistoque los mencionados señores no accedían de otrasuerte.

El manicomio de Málaga

Entonces trató de fundar un Manicomio para seño-ras en la misma ciudad. Obtenidas las oportunas licen-cias, compró por cuenta de la Congregación deHermanas unos terrenos en la calle Casabermeja.

Una de las Hermanas que oculta su nombre dicealgo de los principios de esta fundación en la siguien-te carta enviada a las Hermanas de Ciempozuelos, refi-riéndoles la inauguración.

“Málaga 4 de junio de 1889. Nuestra muy amada Madre Vicaria y Comunidad,

en el Sagrado Corazón de Jesús. Deseamos sigantodas buenas, nosotras seguimos bien y muy conten-tas con nuestros amadísimos Rvdos. Padre y Madre,que también siguen buenos.

Esta sirve para darles algunas noticias, aunquebreves de la víspera y día de la tan deseada inaugura-ción de nuestra Capilla. La víspera del día de NuestraMadre que fue la fiesta de la Ascensión, estuvo elRvdo. Padre con nuestro Capellán y diez niños delAsilo a bendecir la capilla. Aquel día todo nos lo pasa-

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tocar hechó a correr pensando que era música de latropa. Vino bastante gente aunque nosotras pensába-mos que hubiera venido muy poca y se llenó la capilla.Después de acabarse la función que fue muy solemne,y habiéndose cantado el Te-Deum, pasaron los niños ytoda la gente a tomar refrescos y dulces. Después quese fueron los niños y toda la gente, nos llamó el Rvdo.Padre a la capilla, se encendieron las velas y tuvimosmanifiesto con el sagrario abierto. Nos echó una pláti-ca tan fervorosa que a todas nos hizo llorar. Gracias alSeñor pasamos el día con mucha alegría y por la nochehicimos la vela a su Divina Majestad.

A la casa le han puesto el nombre de Manicomioparticular de las Hijas de nuestra Señora del SagradoCorazón de Jesús. Al otro día vino temprano el Rvdo.Padre y nos preguntaba con mucha gracia a ver qué talnos había ido con el amo nuevo.

No tenemos más que decirles; sólo que nos ayu-den a dar gracias a Nuestro Señor por el beneficio tangrande que nos ha concedido de quedarse en nuestracasa sin nosotras merecerlo. También les damos lasgracias por las felicitaciones que nos mandaron el díade Nuestra Madre; nos las leyeron en el refectorio almedio día, estando el Rvdo. Padre en la mesa y todasnos alegramos muchísimo. El Rvdo. Padre hace tresdías que está en Granada; pensamos que pronto vol-verá; la Rvda. Madre nos la queremos quedar paranosotras; con el Rvdo. Padre no sé como andaremos,si le dejaremos salir o no de Málaga. La abuelaJoaquina está contenta. Ya ha visto el mar que tantodeseaba.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXII 463

día de tanta alegría fue para nosotras al pensar que yapronto íbamos a tener a Jesús en casa. El Rvdo. Padrese sentó a última hora a tomar un refresco y nos decíaque si conociéramos bien lo que era tener el Señor encasa, nos volveríamos locas de amor, así es que tantoel Rvdo. Padre como nosotras estábamos deseandollegar al otro día.

Ya llegó este dichoso día 31 de mayo tan esperadoy deseado de todas las Hermanas. Vino muy tempranonuestro amadísimo Rvdo. Padre a celebrar la primeramisa que fue a eso de las seis, con dos niños; y toca-mos a misa que ya tenemos una campana muy her-mosa qué se llama Trinidad y tiene un sonido tan her-moso que parece de la Catedral, salió el Rvdo. Padre acelebrar la misa que parecía un serafín: No sabemosqué le pasaría, porque parecía estaba extático durantela misa mirando á la Virgen. Al empezar nos echó unaplática muy fervorosa en la que nos recordó que aqueldía se celebraba también el octavo aniversario de latoma de Hábito de las primeras Hermanas. A mitad dela misa comulgamos y no les podemos explicar la ale-gría tan grande que todos teníamos al pensar que yase nos quedaba en casa nuestro Esposo Jesús, esetesoro que por tanto tiempo lo estábamos esperandotanto las Hermanas que han estado antes que nosotrassufriendo tanto como nosotras, que también nos hatocado algo. Gracias a Dios a las diez fue la función.Celebró la misa el Rvdo. Padre Agustín y le ayudaronnuestro Capellán y el P. Castaño. Vinieron a cantar lamisa los niños del asilo con toda la banda de música;vinieron tocando por la calle, hasta llegar a nuestracasa y Sor Candelaria, que no les había oído nunca

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CAPÍTULO XXXIII

Asilo de Madrid

Como se fundó. – Testimonio de la primeraniña. – Traslado a Cañizares. – En la calle de laCabeza.

Cómo se fundó

Por vía de prueba nada más dispuso el P. Mennique en la residencia de las Hermanas en Madrid seadmitiesen algunas niñas de cuya educación cuidasen.

La Madre General entonces Sor Gabriela, elevóuna instancia al Señor Obispo de Madrid por la queobtuvo la siguiente respuesta:

“Secretaría de Cámara del Obispado de Madrid-Alcalá. En orden a la instancia que con fecha 2 delactual dirigió V. R. a S. E. Ilma. el Obispo mi Señor, harecaído un decreto del tenor siguiente: Obispado deMadrid-Alcalá 5 de mayo de 1888. Por recibida estainstancia damos licencia por lo que a Nos correspondepara que la Rvda. Madre Presidenta de la Congre-

PRIMERA PARTE – CAP. I 465

Ya nos perdonarán que no les hayamos escritoantes; No ha sido por falta de voluntad, sino por lo muyocupadas que estamos con tanto que hacer. A la seño-rita Luisa muchos recuerdos, que aunque no la cono-cemos, todas la apreciamos muchísimo y rogamos alSeñor por ella. Todas las Hermanas les mandamos unabrazo a SS. CC. y les pedimos rueguen al Señor pornosotras para que seamos muy buenas y agradecidasa tantas gracias como nos concede: pues nosotras nonos olvidamos de SS. CC. en nuestras pobres oracio-nes. – Las Hermanas de Málaga.

El reglamento en que se establece la organizacióny régimen del Manicomio fue autorizado por elGobierno Civil de Málaga con fecha 23 de octubre de1889. En 19 de mayo del siguiente año sobre el mismoreglamento recayó esta Real Orden: S. M. el Rey (q. D.g.) y en su nombre la Reina Regente del Reino, porReal Orden de esta fecha, se ha servido aprobar el pre-sente reglamento para el régimen del Manicomio parti-cular en Málaga, fundado por la Congregación de lasHijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón deJesús. Madrid 19 de mayo 1890.

Mientras ayudaron a los Hermanos del asilo vivie-ron las Hermanas en pobreza extrema careciendomuchos días hasta de lo necesario.

El Señor Obispo desde la llegada de las Hermanasa Málaga las atendió y apoyó cuanto pudo; de él reci-bieron varias limosnas”.

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jas del convento de Mercedarias de D. Juan deAlarcón, para mandar hacer la imagen que hoy tienenen la clase las niñas. Pensamos en buscar casa, yencontramos una en la calle de Atocha. El piso erabastante grande. Pagábamos cien pesetas mensuales.En un salón que era la mejor habitación se colocarondoce camas y en otro más pequeño unas cuatro o seiscunas, todas nuevas. El mismo Padre nos llevó a unafábrica y fueron hechos al modo que nuestro Padremandó. Se fue formando clase con las gradas y demáscosas necesarias; pronto se llenó el piso y tuvimos quetomar el otro que tenía la casa.

Estuvimos bastante tiempo sin tener reservadoNuestro Señor, y salíamos a oír misa al hospital delCarmen que está en la misma calle y nos confesába-mos con el capellán del mismo establecimiento.

Se admitían, las niñas de tres a cuatro años deedad, que fueran huérfanas, aunque fuesen solo depadre o madre; y era la voluntad del Padre fundadorque estuviesen hasta los 20 años, para así librarlas delos peligros del mundo. En cuanto a la enseñanza,deseaba que las hiciéramos buenas cristianas y supie-ran todo lo que atañe a una mujer de su casa.

El uniforme se les hizo muy modesto y sencillo;negro y una esclavina con vivos azules y en la cabezauna especie de capota azul.

Dos años después se trasladaron Hermanas yniñas a la calle de Méndez Álvaro, número 24”.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXIII 467

gación de Hijas de Nuestra Señora del SagradoCorazón de Jesús de Ciempozuelos pueda admitirunas cuantas niñas huérfanas pobres en la sucursalque dicha Congregación tiene en esta Corte, calle deAtocha número 141 toda vez que el local lo permite ycuenta dicha Rvda. Madre con medios bastantes parael sostenimiento de las mencionadas niñas. Lo decre-tó y firma S. E. Ilma. el Obispo mi Señor de que certifi-co. El Obispo de Madrid - Por mandato de S. E Ilma. elObispo mi Señor, Doctor José Barba y Flores. Lo quetranscribo a V. R. para su conocimiento y efectos con-siguientes. Dios guarde a V. R. muchos años. Madrid 5de marzo de 1888. Dr. José Barba y Flores. Hay unarúbrica. Rvda. Madre Presidenta de la Congregaciónde Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón deJesús de Ciempozuelos”.

Sor María del Refugio escribe: “En el mes de abrilde 1887 fui nombrada Priora de la casa de Madrid.Vivíamos en la calle de las Huertas unas ochoHermanas y sufríamos mucho con los vecinos; tenía-mos que andar descalzas para no hacer el menor ruidocuando nos levantábamos a la oración a las cuatro dela mañana. Un día dijimos a nuestro Padre que pensa-ra en algo, que así llamábamos la atención a los veci-nos, quienes al observar a las religiosas sin que viesenen lo que nos ocupábamos, sospechaban y hablabanmal; contestó que sí, que ya lo pensaría. Un día nosdijo: Ya lo he pensado, vamos a la iglesia de la BeataMaría Ana de Jesús a orar y pedir a la Santa, puesquiero poner bajo su amparo y protección a las niñas.

Fuimos una Hermana y servidora, con nuestroPadre, quien pidió una estampa de la Beata a las mon-

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recomendaba a las maestras la eximieran de las lec-ciones y la permitieran pasar más horas al aire libre yaun las enseñaba cómo habían de darle duchas u otracosa conveniente a la flaqueza de la interesada.

Tenía para sus niñas una ternura más que maternal;él era el encargado de distribuir los premios y tambiénimponía los castigos; el mayor era privarnos de besar-le la mano; la castigada lloraba inconsolable y su com-pasivo corazón no podía resistir al deseo de ir a laclase antes de marcharse de casa, para enjugar con supropio pañuelo las lágrimas de la delincuente, rodeán-dola de caricias hasta cerciorarse de que la niña habíaquedado contenta y tranquila.

La ceremonia de repartir por vez primera el Pan delos Ángeles fue conmovedora en extremo; me tocótener el paño y recuerdo que nuestro Padre llorabatanto, que gruesos lagrimones caían en la toalla, vién-dose en la precisión de suspender por unos minutos ladistribución del Pan Eucarístico para desahogar sucorazón oprimido bajo el peso consolador de ver que,las primeras niñas protegidas por la Congregación erantabernáculos vivos de Aquel que se apacienta entrelirios y durante su vida mortal gozaba en rodearse deinocentes niños.

La Casa estaba muy distante del centro de la capi-tal y para que las Hermanas pudiesen ir a recogerlimosnas y no se les hiciese pesado andar tanto,adquirieron una tartana y un caballo que las llevaba ytraía diariamente; también iban a buscar al sacerdoteque había de celebrar la santa Misa que decía uno delos Padres Escolapios del Colegio de San Fernando,

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXIII 469

Testimonio de la primera niña

Al requerimiento de la Superiora General, contestala que fue primera colegiala del establecimiento, hoyreligiosa Hospitalaria:

“Me mandan que traslade al papel los recuerdosque conserve de mis primeros años y tengan algunarelación con nuestro amadísimo Padre fundador y apesar de que cada día siento mayor repugnancia aexpresar mis sentimientos por escrito, lo hago en lapersuasión de que ésta mi desaliñada relación aporta-rá un granito de arena al gigantesco edificio de la heroi-ca vida de nuestro llorado Padre fundador.

Casi no recuerdo haber visto a nuestro Padre en lacalle de Atocha, donde creo nos reuníamos de diez aquince niñas. Durante los primeros meses, no tenía-mos clase formal y hacíamos vida común con lasHermanas, que en sus ratos libres nos enseñaban lasprimeras oraciones apropiadas a niñas de corta edad,ya que ninguna pasaba de los 7 años. No obstante,asistíamos a los ejercicios del mes de mayo y otros yno tardaron en destinar a un Hermana a que nos ense-ñara las letras, costura, etc., etc.

El traslado a la calle Méndez Álvaro debió de obe-decer a la estrechez en que estábamos en la calle deAtocha y también a las ventajas que reunía, pues esta-ba la casa en medio del campo, rodeada de ampliospaseos y jardín. Aquí hacíamos vida de colegio formal,es decir, teníamos horas destinadas para clase, recre-ación, etc., etc.

No pocas veces iba nuestro Padre a la clase ycuando advertía que alguna niña se desmejoraba,

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tras alegrías y siempre tenía una palabrita de padre aunpara la más traviesa y desaplicada, disculpándonoscuando las Hermanas le contaban cualquier picardía odesobediencia.

No sé por qué dispusieron la mudanza a la calle deCañizares, pero debió de ser por lo apartado que esta-ba el asilo lo que ocasionaba muchos gastos, pues latartana, caballo y sostener a un criado se hacía gravo-so, además de que no acudían bienhechores a visitar-lo por lo distante que estaba.

Con pena, por parte de las niñas, dejamos aquellacasita de campo, donde diariamente salíamos depaseo y nos vimos forzadas a privarnos de respirar losaires puros.

En la calle de Cañizares ya veíamos poco al Padre;aumentándosele las obligaciones, érale forzoso aten-der a ellas.

Hasta aquí lo que puedo decir de mis primerosaños; lo ocurrido posteriormente carece de importan-cia; además como íbamos creciendo, tratábamos alPadre con más respeto, aunque siempre veíamos en élalgo grande y digno de nuestro amor y veneración.

Era también de su agrado que las niñas del asiloviniesen a la Casa-Madre para tomar parte en algunafiesta notable del Instituto, especialmente la del 31 demayo, aniversario de la fundación; a los principioshacía que viniesen todas y al efecto les enviaba desdeCiempozuelos el carruaje; más adelante, creciendo elnúmero de asiladas, sólo venían seis u ocho, las que seconsideraban muy felices con la distinción; y el Padrese conmovía al verlas vestiditas de blanco acompa-

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXIII 471

acreedores a un especial recuerdo de gratitud, puesdurante varios años nos sirvieron desinteresadamenteconfesando a las niñas, dándoles ejercicios y, prepa-rándolas a la primera Comunión, para lo cual venía dia-riamente un Padre durante un mes, a examinarlas dedoctrina, etc. Con frecuencia nos hacían estudiar poe-sías y diálogos para recitar a nuestro Padre en fechasseñaladas. Su corazón más que maternal, se deleitabaoyendo a sus niñas y sonrisas entremezcladas conlágrimas eran prueba inequívoca de su satisfacción,aunque algunas veces teníamos que interrumpir y aundejar la relación por lo mucho que se impresionaba.

Recuerdo que la primera confesión que hicimosvarias pequeñas fue sentadas en sus rodillas y sinduda que no eran grandes nuestros pecados, cuandonos impuso de penitencia a cada una que la Madre nosdiese de merendar. No es para descrito el gozo queembargaba su alma cuando la Madre le decía: ‘Padre,hoy nos ha hecho una buena jugada y no conviene serepitan mucho las confesiones, porque esto ha sidouna procesión toda la tarde; cada pequeña ha venidopidiéndome merienda, alegando que es la penitenciaque les ha impuesto’, a esto contestaba (como siem-pre) con lágrimas, que eran indicio de la grandeza yternura de su alma. Otras veces bajaba a la clase ysentándose en medio, nos confesaba dos a la vez (unapor cada oído) ¿qué le diríamos? no sé, lo cierto es queel Padre se marchaba muy satisfecho. En esta casaparece que el Padre hacía vida íntima con nosotras,pues aun en nuestros juegos nos sorprendía, compla-ciéndose en vernos correr para besarle la mano yrogarle que se sentara un poco; él participaba de nues-

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su corazón, para que sean bien morigeradas, procu-rando además enseñarles las labores propias para suclase y con que puedan más tarde ganarse su subsis-tencia, las que de otra manera debieran ser siempregravosas para la familia y la sociedad.

Art. 3º. La instrucción y cuidado de las niñas, asícomo el buen régimen de la casa, corre a cargo de laSuperiora y Hermanas Hospitalarias del SagradoCorazón de Jesús.

Art. 4º. Las horas del día son distribuidas con unacombinación propia para que las recreaciones, lospaseos, las clases, las ocupaciones y todo, contribu-yan al desarrollo y utilizar la inteligencia y capacidad delas niñas asiladas.

El artículo 5º. señala la forma legal de admisión:

Art. 5º. Para que sea admitida alguna niña en elAsilo es preciso:

1º. Que la persona encargada de la niña, cuyaadmisión se solicita, se dirija pidiéndolo por escrito a laSuperiora del Asilo, presentando la competente certifi-cación de defunción de su padre, o madre, o de losdos, y que si vive uno, deberá presentar también lacompetente certificación de conservar su estado deviudez.

2º. No tener menos de cuatro años ni más deocho, presentando al efecto la fe o certificado de bau-tismo y confirmación, si la ha recibido.

3 º . Una certificación del Cura Párroco y delAlcalde, atestiguando su estado de pobreza.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXIII 473

ñando la imagen de la Santísima Virgen en la proce-sión, o bien recitando con infantil candor las poesíasque traían aprendidas.

En la calle de Cañizares permanecieron hasta elverano del año 1893 en que adquirida en venta la casanúmero 8 de la calle de la Cabeza, abrieron formal-mente el asilo cuyo objeto benéfico expresa su regla-mento visado por el Gobernador de Madrid”.

En la calle de la Cabeza

“Asilo de la Beata María Ana de Jesús, para niñashuérfanas pobres. Calle de la Cabeza, núm. 8. Madrid.

Este asilo que fue creado en 12 de diciembre delaño 1888 por esta Congregación de HermanasHospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, está des-tinado a dar acogimiento gratuito a pobres niñas huér-fanas, tanto más dignas de compasión cuanto mayores su desamparo, siendo ésta sin duda la razón por lacual tanto los Excmos. Sres. Gobernadores Civiles quese han venido sucediendo, como las demás autorida-des Eclesiásticas y Civiles, así como muchos particu-l a res le han dispensado su constante pro t e c c i ó n ,habiéndose adoptado el siguiente Reglamento.

Art. 1º. Este asilo está exclusivamente destinadoa amparar y educar niñas pobres, que sean huérfanas,al menos de padre o de madre.

Art. 2º. Con el fin de que este Asilo sea lo másventajoso posible a las acogidas, se procurará a la vezque su educación, su desarrollo intelectual, dándolesla instrucción elemental y atendiendo a la formación de

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El bien incalculable hecho por el asilo está sinteti-zado en unas palabras que se leen en el decreto queMonseñor Angelo di Pietro firmó en Madrid, siendoNuncio Apostólico, concediendo la gracia de Oratorioprivado a favor del asilo en 3 de noviembre de 1888:“In qua puellae a mundi periculis liberentur et christia-nam educationem accipiant”.

Dice que está instituido el asilo para que en él sepreserven las niñas de los peligros del mundo y recibancristiana educación.

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4º. Una certificación facultativa por la cual consteque la niña no sufre ninguna enfermedad.

Art. 6º. Si la niña tiene familia, es obligación deésta el volver a hacerse cargo de la misma, cuando laSuperiora lo crea conveniente; y en el caso de que unaniña se encuentre completamente desamparada por sufamilia, o que siendo huérfana de padre y madre noquiere absolutamente volver con sus parientes, enton-ces la Superiora cuida de su colocación, cuando tienela edad competente.

Art. 7º. En el caso de que el padre o la madre deuna niña vuelva a contraer matrimonio, es obligaciónde los mismos hacerse cargo de la niña puesto que elasilo solamente fue establecido para huérfanas.

Art. 8º. El asilo se sostiene de limosnas y donati-vos y actualmente admite hasta cincuenta y seis niñasesperando que más adelante pueda aumentar sunúmero.

Madrid a 18 de mayo de 1901.

Presentado en este Gobierno de Provincia. Madrid5 de junio de 1902. El Gobernador (firmado) Barroso.Hay un sello que dice Gobierno de Provincia. Madrid.

En el documento arriba anotado el Pre l a d oDiocesano nos dio expresamente licencia para abrirasilo, solamente la tenían de palabra la cual siendonecesario que constase en documento escrito, laRvma. Madre Sor Verónica de Jesús le pidió oportuna-mente y se le concedió y firmó el Ilmo. Sr. Guisasola,Obispo a la sazón de Madrid en 19 de mayo de 1902.

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El escaso número de Hermanas, las que además noestaban lo suficientemente impuestas para servir enestablecimientos de aquella clase, y sobre todo, el tra-tarse de enfermos de ambos sexos, obligó al Padre arehusar, si bien con grande pena más que todo porcontrariar el santo deseo de una persona que tantísimole había favorecido desde su llegada a España. Sintió,en efecto, la buena Señora la contrariedad; pero con-vencida de las razones del Padre y animada siemprepor aquel insaciable deseo, característico en ella, dehacer bien a sus semejantes, propuso al Padre que sien alguna otra forma él veía que sus Hermanas podíanejercer su misión, ayudaría muy gustosa y vería congozo la fundación de algún establecimiento dirigidopor ellas. Acogió el pensamiento el Padre, creyendoque lo más a propósito sería un Asilo para niñas raquí-ticas, lisiadas y escrofulosas, que tanto abundan en lasgrandes capitales y para las que no existía en Barce-lona ninguno. Luego quedó aprobado por parte de DªDorotea y solo pensaron en acudir al Sr. Obispo pidien-do su bendición y que autorizara la venida de lasHermanas y la apertura de la Casa, la que debía sus-tentarse exclusivamente de limosnas y donativos deBarcelona y su provincia. Bien conocidos tenía elSeñor Obispo a ambos solicitantes; así que no sóloaprobó y autorizó lo que se le había pedido, si no queañadió, “veía con sumo agrado la institución de aquelasilo que venía a remediar una necesidad que no habíasido objeto hasta entonces de especial atención”.

Antes de venir las Hermanas a Barcelona se hicie-ron gestiones para comprar una casita que a las con-diciones propias para el objeto a que se le destinaba,

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXIV 477

CAPÍTULO XXXIV

El Asilo de Las Corts

Su Origen. – El viaje y primeros días. – La inau -guración. – Objeto y beneficios del Asilo.

Su origen

Entre las personas caritativas que habían favoreci-do al Rvmo. Padre Menni en la fundación del asilo deBarcelona, primero de la restauración de su Orden,contaba señaladamente a doña Dorotea Chopitea,Vda. de Serra, muy conocida por su generosa caridaden favor de los desgraciados. Fundó a sus expensasmuchos establecimientos de caridad, entre ellos elHospital o Clínica de Nuestra Señora del SagradoCorazón de Jesús, sito a las afueras de Barcelona,destinado a la curación de enfermedades agudas, paraambos sexos, obra digna del mayor elogio. Pensandola buena señora encargar del servicio de su Hospital auna Comunidad religiosa, creyó que el Padre Menni notendría inconveniente en concederle Hermanas de lasque recientemente había fundado y así se lo propuso.

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zar la nueva obra. ¡Ya veis, qué buena señora! ¡QueDios se lo pague! Quisiera que le escribieseis una cartabien hecha; le daréis las gracias por todo…”.

Y en otra, estando apenadas por falta de dineropara hacer algunos pagos, les aconseja se dirijan aella, como a su madre y fundadora, no dudando lessacará de aquel apuro, como a él le había sacado detantos otros.

En uno de los recibidores del Asilo de Las Corts seconserva el retrato de la Excelentísima Señora. Aun lasprimeras Hermanas que fueron a la fundación larecuerdan como a su cariñosa madre y muy justo es eltestimonio de agradecimiento a la que puede llamarsecofundadora y bienhechora insigne y magnífica de lacasa de Las Corts.

El viaje y primeros días

“Cuando fuimos a fundar a Las Corts, dice SorEstanislaa, fuimos cuatro Hermanas y en Zaragoza nosreunimos con nuestro Rvmo. Padre Fundador.Llegamos el 5 de noviembre y pasamos la noche en elColegio de las Madres Escolapias. Muy de mañana,fuimos al Pilar, acompañadas del Padre y llegamos a lapuerta poco antes de tocar el Angelus, que rezamosarrodillados. Abrieron y entramos en la capilla de laVirgen del Pilar: al arrodillarnos ante la santa imagennuestro Padre lloraba de emoción y nos decía: ‘Hijasmías, pedid a la Santísima Virgen que me ayude, yaque todo es para mayor honra y gloria de Dios’.Nosotras rogábamos según sus intenciones y al verle

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXIV 479

reuniera el no ser de precio subido. El Señor les pro-porcionó una que les satisfizo. Estaba situada en LasCorts, no muy lejos de la ciudad y tenía su buena huer-ta. Era propiedad de la Comunidad de re l i g i o s a sCarmelitas. En ella habitaron algunos años hasta quehicieron el nuevo Convento en que últimamente vivían,lindante con el Asilo de San Juan de Dios junto a lacarretera de Sarriá. Como se trataba de personas reli-giosas no costó mucho cerrar el trato y así en pocotiempo quedó hecha la compra a favor de lasHermanas Hospitalarias, costeada por doña Dorotea.

La acogida que tuvo en Barcelona no pudo ser másfavorable y gracias al Señor siempre ha habido almasbuenas que favorecieron con limosnas de toda especiea la pobrecitas asiladas. En poco tiempo se llenó lacasita de niñas haciéndose necesario ensanchar yreformar la casa y Dª Dorotea que siempre estaba a lamira de las necesidades que se presentaban, hizo quea su cuenta se comenzase un pabellón que fue desti-nado a clases y dormitorios, capaz para unas 60 ó 70.La piadosa señora no vio terminada esta obra. Falleciódejando encargo a sus hijos de satisfacer su importe:4.000 duros. Ella también había pagado hacía algúntiempo varias facturas de camas, colchones. etcétera,y antes debió de ayudar también a hacer algunospagos, según se desprende de esta carta del Padredirigida a la Superiora General:

“Gibraltar (Iglesia Católica), a 27 de enero de 1890.

Mi estimada Hija en el Señor, Sor Gabriela: DªDorotea me ha escrito diciéndome que ha pagado losdos mil duros y ofreciendo otros dos mil para comen-

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A la mañana siguiente celebró la Misa de Comu-nidad y después de haber desayunado nos llevó a casade doña Dorotea y al mediodía a la de Dª Celestina Clotde Ballester; todos los días estábamos convidados acomer en casa de alguna persona conocida. A los seisdías fuimos a Las Corts y después de comer en casade los Hermanos, fuimos a la torre que nos había com-prado Dª Dorotea. Como nuestro Padre conocía algo elpueblo, preguntó por una cacharrería y nos compró unplato para cada una y algunos enseres necesarios; élmismo nos compró una arroba de carbón y un cestopara llevarlo. También con él fuimos a la panadería y entodos estos lugares nos presentaba como fundadorasdel nuevo asilo para niñas enfermitas, en vista de locual se nos ofrecían muy atentos para cuanto pudiesenayudarnos, prometiendo que nos darían al fiado cuan-to no pudiésemos pagar.

Ya en nuestra casa, nos animó el Padre con unaspalabras sobre la caridad que por todas partes encon-trábamos, lo cual nos obligaba a un grande amor yagradecimiento al Señor que así favorecía nuestraobra.

Por la noche se fue al Asilo de los Hermanos deSan Juan de Dios y de allí nos trajeron cuatro jergonesde paja y la cena; también nos regalaron cuatro sillas.Tristes nos quedamos al irse nuestro Padre, y al verlede nuevo a la mañana siguiente todas rompimos a llo-rar; él nos animó y consoló diciéndonos que en las fun-daciones se aprende mejor que en otra ocasión a prac-ticar la santa pobreza y nos asemejábamos más anuestro Divino Esposo que no tenía donde reclinar sucabeza. Le dijimos: ‘Padre, no llorábamos por estar

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXIV 481

tan conmovido, también llorábamos. Pasado un rato,nos dijo: ‘besad este pilar, donde se dignó posar susplantas la Santísima Virgen’ y continuó enfervorizándo-nos con sus palabras, haciéndonos participar de suspiadosos afectos.

Llegada la hora nos dirigimos al tren y pasando poralgún pueblo nos hacía mirar a la torre, recordándonosque Jesús estaba ahí y nos pedía el corazón. ¿No se lodaréis? nos preguntaba; y nosotras le contestábamos:sí, padre, ya se lo dimos el día de nuestra profesión.

Siempre iba en la presencia de Dios; al divisar algu-na torre se descubría, y nos encargaba hiciésemos unacomunión espiritual, recordándonos de nuevo que elbuen Jesús nos miraba y preguntaba interiormente:‘¿Me amáis, esposas mías…?’. En fin, todo el caminole pasó repitiendo jaculatorias y aun por la noche inte-rrumpía nuestro sueño diciéndonos: ‘Hijas mías, levan-tad vuestro corazón al Señor. ¡Cuán sólo estará Jesúsen las iglesias! visitémosle en espíritu, ya que está pri-sionero sólo por amor nuestro’. Las horas que viajába-mos de día nos hizo que rezásemos rosarios por lasbenditas almas y por los pecadores.

En Barcelona fuimos a hospedamos al Hospital deSanta Cruz, donde había Hermanos y Hermanas ter-ciarios de San Juan de Dios y antes de llegar nos dijo:‘Ya veréis cómo mis Hijos salen a recibirnos’. Al llegara la puerta del Hospital nos apeamos de las tartanas yencontramos en dos filas a uno y otro lado unos trein-ta Hermanos y veinte Hermanas terciarios.

Después de habernos dado su bendición el Padrese fue con sus hijos y nosotras quedamos con lasHermanas, que nos acogieron con sumo cariño.

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llegué unas tres horas después de ellas. ¡Yo aún en eltren y ellas ya en cama blanda según me dijeron ayer!¿Qué os parece Hijas?

Por la mañana muy temprano fueron las Hermanasa la Iglesia de Nuestra Señora del Pilar y despuéscomulgaron en las Escolapias, fuimos al tren y anochellegamos felizmente; pero nuestra felicidad ha sido aúnmás grande, porque por el camino salía al encuentro acada paso un divino ladronzuelo llamado Jesús y nosrobaba repetidamente el corazón y tanto las Hermanascomo yo estábamos embobados con los artificios delrobador de corazones, así es que repetidamente se losentregábamos y le decíamos: toma, toma, Jesús míoadorado que estás ahí sacramentado, pues yo no quie-ro tener otro corazón que el tuyo y así le íbamos dicien-do boberías de enamorados a nuestro buen Jesús.

Sin tiempo para más os bendice y se encomiendaa vuestras oraciones vuestro pobre y amantísimoPadre en J. M. J. Fray Benito Menni.

La inauguración

Sor Rufina de San Pedro, Superiora del Asilo,cuenta con todo pormenor la fiesta inaugural delmismo en carta que escribió a la Rvda. Madre Generaly Hermanas de Ciempozuelos:

J. M. J.

Barcelona, Las Corts 4 de abril del 89.

Nuestra Rvda. y amada Madre: Después de mani-festarle que lo mismo nuestro Rvdo. y amado Padre

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXIV 483

pobres, porque estamos muy contentas de ello, sinode alegría que nos ha causado verle esta mañana’.

Pasados diez días nos anunció que iba a dejarnos;‘pero no os apenéis, nos decía, Jesús estará con voso-tras y os ayudará; yo también os acompañaré con misoraciones y dentro de seis meses volveré para abrir elasilo’.

-Y ¿quién nos dará dinero si llegamos a necesitar?le preguntamos- Hijas mías, sólo puedo daros cincopesetas; la divina Providencia os favorecerá; arregla-réis la ropa a los Hermanos de San Juan de Dios y coneso podréis manteneros. Para lo demás Dios proveerá.

El mismo día vino a casa Dª Celestina y prometiócomprarnos una máquina de coser y en seguida nos laregaló.

Por aquél tiempo llegó también una señora pre-guntando si vivían allí las Hijas del Padre Benito; le diji-mos que sí; nos traía dos piezas de tela blanca y al vernuestros asientos se compadeció y nos regaló unamesa y seis sillas que nos sirvieron para amueblar unasalita”.

También el Padre refiere algo del viaje en estacarta:

J. M. J.

Barcelona 7 noviembre del 88.

Mis amadas Hijas en el Señor: En Zaragoza meencontré con las Hermanas; allí por disposición delMuy Rvdo. P. Provincial de los Escolapios, se hospe-daron en casa de las Madres Escolapias en cuanto lle-garon; así es que no tuvieron que esperarme, pues yo

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pasó nuestro amado Padre a nuestro lado, haciéndo-nos estar a todas como fuera de nosotras mismas, nosdirigía a cada momento palabras muy dulces y conso-ladoras y frases de entusiasmo por la dicha de tener aJesús entre nosotras. Después de comer nos llamó atodas en la capilla y allí, Rvda. Madre, fue donde lallama del amor divino que devora y abrasa el corazónde nuestro Padre produjo su voraz incendio y al mismotiempo que él encontraba el reposo que buscaba traíaa los nuestros la tranquilidad y el consuelo; nos puso alSeñor en la custodia y en su divina presencia nos diri-gió una plática capaz de ablandar a los más empeder-nidos corazones. Todas estábamos llorando por lo quenos hablaba y por vernos tan diferentes de lo que esnuestro amado Padre, pues sobre todo en aquel día,parecía un serafín transformado en el amor de Jesús.Nos exhortó mucho ante Jesús sacramentado a sermuy observantes y fervorosas, a amar mucho el silen-cio y la santa humildad y sobre todo a no olvidarnosdel exceso tan grande de amor que en aquel día Jesúsnos manifestaba. Últimamente nos dio a nosotrassolas la bendición con el Santísimo.

Al poco rato, Rvda. Madre, estando comiendonuestro Padre y los demás convidados, empezó a venirtantísima gente, que no se podía creer sin verlo; yateníamos el recibidor, la entrada, el jardín que tenemosdelante de la puerta y la huerta llenos de gente, sinsaber nosotras dónde colocarla y sin poder estar contodos, pues nos era imposible atender a tantos. Enesto empezamos a repicar las dos campanas, de soni-do más bonito que las de ahí y las tocábamos como lohacen para el manifiesto. La gente cada vez se iba

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXIV 485

que nosotras seguimos sin la menor novedad vamos adarle aunque de modo sencillo y breve cuenta de lafiesta que hemos celebrado con motivo de la inaugu-ración, que fue a 31 de marzo.

En primer lugar tuvimos el inapreciable beneficio eincomparable consuelo de que se dignara nuestroamado Jesús quedarse en nuestra compañía, perma-neciendo encerrado en el sagrario. Por la mañana des-pués de repicar bien las campanas hubo misa muysolemne de tres sacerdotes, cantándola nuestroamado Padre, el cual con el entusiasmo y fervor que lohacía, parecía iba a volar al cielo y sus pobres Hijas alverlo, aunque muy lejos de sentir el fervor que abrasasu corazón queríamos poder volar a nuestra patria ensu compañía. No podemos explicar a V. R. lo que pornosotras pasaba en ese dichoso día; de tanta alegría yentusiasmo estábamos como fuera de nosotras. En lasanta misa tuvimos el consuelo de que nuestro buenPadre nos diera la sagrada comunión y también recibióa Jesús en nuestra capilla doña Dorotea, que bienpodemos llamarla la Madre Fundadora de este Asilo, lomismo que amorosa madre de los pobrecitos por lainmensa caridad que con todos tiene. También comul-gó Dª Celestina y algunos otros bienhechore s .Después de la misa tomó Dª Dorotea chocolate, mos-trándose muy sencilla y cariñosa y lo mismo la Srta.Vi rginia, su hermano D. Pelayo a quien nosotrasmuchas veces llamamos el segundo Reverendo Padre;él no se enfada, pero con mucha gracia nos dice quequizá algún día se ponga la capucha; también desayu-nó Dª Celestina y su madre y en fin muchos otros, per-maneciendo aquí todo el día. También todo entero lo

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to consuelo no les hubiera causado! Parecía unQuerubín en carne mortal. Lo mismo el Sr. Obispo quetodos los Sacerdotes y la gente le miraban con unacomplacencia grande.

El Sr. Obispo se dignó darnos la bendición con elSantísimo, terminada la cual, uno de los pajes delSeñor Obispo alargó la bandeja a uno de los monagui-llos para que fuese recogiendo limosna entre la muchagente que había; y recogimos bastante. Después de lafunción, pasó el Sr. Obispo, sus pajes y los demásSacerdotes a visitar la casa, la que les gustó muchísi-mo alabando la ventilación, limpieza y orden que enella había. Sí, Rvda. Madre, si viera qué bonita vistatiene nuestra casa, les daría mucha alegría, como anosotras nos obliga a levantar continuamente el cora-zón a Jesús y suspirar sin cesar por la hermosura delCielo. Toda está rodeada de jardines, llenos de flores yde huertas que con solo mirar a cualquier lado, nos damucha alegría. Cuando el Sr. Obispo y los demássacerdotes iban visitando la casa, uno de los pajesrepartía medallas a nuestras pobrecitas niñas, que noslas hicieron reunir a todas en uno de los corredores ogalerías que tenemos. En un día, o mejor dicho casi endos días vinieron 10 niñas y ese día teníamos ya hastaeste número, ahora ya va creciendo. Amada Madre, nopasa día sin que venga alguna o algunas a solicitar ysuplicar la entrada. Mientras salía el Sr. Obispo, nocesaban los niños del Asilo de los Hermanos de SanJuan de Dios de tocar; lo hicieron muy bien, y nosotras,en premio, les dimos muchos y ricos bizcochos y algu-nas copitas. Cuando todos los bizcochos se hubieroncomido, salieron muy contentos del refectorio los cie-

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aumentando y todos, sobre todo nosotras, esperába-mos con ansia la llegada del Sr. Obispo de estaDiócesis, que se dignaba visitarnos y presidir la funciónde la tarde; al llegar Su E. I. o más bien antes de llegar,sin que cesaran las campanas, fuimos nosotras espar-ciendo por el pavimento de la capilla, entrada de éstay por donde tenía que pasar el Sr. Obispo muchas flo-res que nos habían regalado; de modo que con los olo-rosos perfumes que había y tanta alegría que nosmanifestaban tenían todos, nos parecía que nos hallá-bamos en el empíreo. Al entrar el Sr. Obispo, la bandade música de los niños del Asilo de los Hermanos queaquel día cantaron la misa y por la tarde también vinie-ron, le tocaron la marcha real y todas nosotras salimosa su encuentro a besarle el anillo, mostrándonosmucha alegría y cariño, lo cual concluido, pasó a lacapilla a dar principio a la función. No cabía, Rvda.Madre, tanta gente en la capilla y tenían que estar porfuera. Aunque pequeña, al Sr. Obispo y a todos lesgustó mucho; estaba adornada con mucho gusto; eldía antes, hasta cerca de las diez de la noche, sequedó nuestro amado Padre arreglándola; teníamuchas luces y unos ramos muy bonitos, sobre todo,dos que nos regalaron de flores naturales, muy bienhechos y muy grandes; nadie diría que eran del tiem-po; todo el suelo de la capilla le teníamos cubierto conuna estera muy bonita. Cuando el Sr. Obispo se huboya colocado, salió nuestro Padre revestido a exponer anuestro Divino Jesús. Ante S. D. M. cantaron los niñosde la casa o Asilo de los Hermanos el Trisagio que lohicieron muy bien. Si hubieran sus Caridades visto uoído a nuestro Padre rezar el Trisagio y la visita, ¡cuán-

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muy contentas; las chiquititas y todas se ponen derodillas a besarle la mano.

No me detengo más, por no molestarla y mássobre todo, porque son cerca de las doce de la nochey tengo mucho sueño. Nos perdonará a mí, sobre todo,la mala letra, las faltas y borrones que en ésta pongo,pues estoy escribiendo con un ojo ya cerrado y nopuedo decir más.

Se despiden sus hijas que mucho la aman en elSeñor y postradas humildemente S. M. B. y le piden nodeje ni se olvide de encomendarlas a Jesús María yJosé. – Sor Mª Rufina de San Pedro.

En 1888 recibió aprobación canónica del Sr.Obispo de Barcelona.

Objeto y beneficios del Asilo

El Asilo de San Rafael, situado en Las Corts deBarcelona Calle de Cabestany núm. 1, (antes SanBenito) fue fundado en 18 de agosto de 1888 con laautorización del Excmo. e Ilmo. Sr. Dr. D. Jaime Catalá,Obispo que fue de esta Diócesis, el cual, al autorizar lainstalación de la Comunidad destinada a este efecto,se dignó hacer notar cómo la misma venía a remediaruna necesidad, tan laudable, como que no era objetoespecial de las casas religiosas de señoras existentesen el Obispado.

El origen de este establecimiento es debido a lanecesidad de crear un Asilo para niñas, de la índole delque los Hermanos de San Juan de Dios tienen paraniños varones y así realizar un acto de verdadera cari-

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gos y los cojos, con sus instrumentos, más grandesque ellos, gritando por medio de toda la gente: ¡Vivanlas Hermanas! Las pobres novicias andábamos bus-cando algún bizcocho, pero los rapaces y golosos niuna migaja nos dejaron.

Cuando se hubo ido el Sr. Obispo, toda la gentepasó a visitar la casa; a todos les gustó mucho y nosprometían ayudarnos con sus limosnas para el aumen-to de la misma.

Los diarios han publicado nuestra función y handicho que en la casa había mucho orden y limpieza yhasta han llegado a poner que todas éramos hijas deAndalucía, excepto una que era catalana. Sin decirlaotras muchísimas cosas que pudiéramos contar, portemor de molestarla, sólo le digo que la función de latarde se acabó con un globo, que entre repique decampanas y de música echaron, el cual fue un regaloque nos hicieron.

Todo esto, Rvda. Madre, le hemos dicho para quelo mismo V. R. que nuestras amadas Hermanas nosayuden a dar rendidas gracias a nuestro amado Jesúspor tantas mercedes y misericordias como sin cesarestá sobre nosotras derramando sin merecerlo, y nosanimemos por nuestra parte a ser muy generosas ensu divino servicio y a mostrarnos muy agradecidas atan liberal Señor.

Rvda. Madre, entre las niñas que tenemos hayalgunas muy pequeñitas; una hay de dos, otra de tresaños; las hay de cuatro y de seis; reímos mucho conellas; como no saben el castellano casi nada las enten-demos. Cuando ven a nuestro amado Padre, se ponen

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ción, quedando en 31 de diciembre del mismo año 101asiladas.

La edad para el ingreso en el asilo es de 4 a 10años, salvo raras excepciones de alguna apremiantenecesidad que se presenta, bastando para ser admiti-da el ser pobre y padecer de escrófulas, raquitismo,ceguera o estar lisiadas.

Es indispensable para el ingreso solicitarlo, seaverbalmente, sea por escrito a la Madre Superiora delAsilo.

Todas las plazas del asilo son puramente gratuitasy por ninguna se cobra asignación de ningún género;recibiendo todas las niñas que están en condiciones lainstrucción elemental.

Las niñas que no están obligadas a guardar cama,tienen distribuidas las horas del día de modo que noobsta la ocupación a las recreaciones y los paseos,evitando la monotonía para que todo contribuya aldesarrollo físico, moral e intelectual de las asiladas. Elasilo y Comunidad fueron inscriptos en el Gobiernocivil, como consta del libro registro de Asociacionesque obra en el Negociado respectivo de dichoGobierno en cumplimiento de lo dispuesto por la Leysobre las mismas, de 30 de junio de 1887 en el tomo2º, al folio 106 con núm. 3.391; que fue sujeción a loprevenido en la R. O. circular de 9 de abril de 1902.

Durante el transcurso del último año, habíanascendido los gastos de manutención y demás de lasasiladas a unas 37.500 pesetas.

En la semana trágica fue respetado por los revol-tosos.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXIV 491

dad atendiendo a las pobres niñas enfermizas o estro-peadas, que de otro modo se verían obligadas a sucum-bir bajo el peso de sus achaques e infortunio, pro c u r á n-doles en este establecimiento un medio de curación enlo físico y de educación en lo moral e intelectual.

El objeto de este asilo es dar acogimiento gratuitoa niñas pobres raquíticas, escrofulosas, lisiadas o cie-gas, las cuales, mientras no tienen cabida en losdemás Hospitales y Establecimientos, no pueden tam-poco asistir a las escuelas ni aprender arte alguno enlos talleres a causa de sus llagas y sus deformidades,teniendo así que vivir con sus familias pobres en habi-taciones ordinariamente malsanas, expuestas alembrutecimiento de la ignorancia y de la miseria,segregadas ya desde la infancia de casi toda comuni-cación social, con evidente peligro de los desórdenesque germinan en el ocio.

Su organización y funcionamiento es tal como loexige el mayor bien de las pobres asiladas, que por suestado requieren que la marcha del Establecimientoobedezca más que a una rígida uniformidad, al mayorbien y alivio según las individuales circunstancias.

El asilo está a cargo de las Hermanas Hospitalariasdel Sagrado Corazón de Jesús, dedicadas a la asis-tencia y sostenimiento de las personas de su propiosexo, ya sea en los asilos de niñas huérfanas pobres, ode raquíticas, lisiadas, etc., o en los manicomios quetienen a su cargo.

En 31 de diciembre de 1909 quedaban existentesen el asilo 102 niñas. Durante el año 1910 ingresaroncuatro y salieron cinco, tres por curación y 2 por defun-

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ejecución se destinarán los donativos para este efectoentregados a la Comunidad por el Ilustrísimo Preladode la Diócesis, a quien la Diputación y los Religiososvivirán siempre reconocidos, toda vez que sin el efica-císimo y valioso concurso del caritativo y virtuoso Sr.Obispo, no era posible la instalación de los dementesen el antiguo Hospicio de San Juan de Dios”.

“Como por la cláusula 12, y al objeto de una radi-cal separación entre los dos sexos, se autoriza a losHermanos para confiar la sección de mujeres a unacorporación religiosa del correspondiente sexo, en suvirtud, al par que nuestra Comunidad, vino otra denuestras Hermanas, esto es, de Nuestra Señora delSagrado Corazón, a encargarse de las enfermas, conabsoluta independencia en la dirección y administra-ción de su sección respectiva1”.

Licencia canónica

Para la instalación canónica de la Comunidad deHermanas, expidió el Ilustrísimo Sr. Obispo esteDecreto:

“D. Andrés Barcenilla Sardón, Presbítero, Vicese-cretario de Cámara del Ilustrísimo Sr. Dr. D. JuanLozano y Torreira, por la gracia de Dios y de la SantaSede Apostólica, Obispo de esta Diócesis de Palencia,Conde de Pernia, Prelado asistente al Sacro SolioPontificio, etcétra, etc.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXV 493

1 Caridad y Patriotismo, pp. 238 y 239.

CAPÍTULO XXXV

Casa de Salud de Palencia

Orígenes de la Fundación. – Licencia canónica.– La inauguración. – Disposiciones del Padre .M e n n i . – Las enfermas de la mente de laProvincia de León. – En la actualidad.

Orígenes de la Fundación

En el último decenio del siglo XVI ya tenían losHermanos de San Juan de Dios un hospital enPalencia, el antiguo de San Blas, que les entregó elAyuntamiento. Allí prestaron sus benéficos servicioshasta el año 1820 que desaparecieron. El año 1888 laDiputación concertó con el P. Menni en escritura otor-gada a 7 de octubre, la asistencia de los enfermosdementes de la provincia.

En la escritura hay dos cláusulas, la 3ª y la 12merecedoras de mención aparte. La una dice entreotras cosas:

“… Siendo de cuenta de los religiosos cuantosgastos se ocasionen por las obras, a cuya inmediata

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Vº Bº El Obispo. Hay una rúbrica. – A n d r é sBarcenilla. – Hay una rúbrica.

La inauguración

La describe Sor Gabriela: “La víspera de San Pedrobendijeron la Iglesia por la mañana; después empeza-ron a adornar los altares; nuestro Rvdo. Padre coloca-ba los ramos, muchas señoras trajeron muchísimas flo-res y después de estar llenos los altares se alfombró elsuelo de verde y con flores. Nosotras no podíamosatender a nada por la mucha gente que entraba y salía.Los Miembros de la Diputación con sus señoras yseñoritas no sabían salirse de casa de la alegría quetenían todos porque estaban en vísperas de venir lasenfermas y lo mismo toda la gente. Llegamos a lanoche rendidas de trabajar y de sueño; como lasmuchas visitas no nos dejaban trabajar de día, lo tení-amos que hacer por la noche; unas noches fregar sue-los, otra noche nos quedamos a hacer las camas delos hombres y así todo como Dios nos lo ha dado aentender.

El día de San Pedro nuestro Rvdo. Padre celebró laprimera misa rezada y nos dio la sagrada Comunión.Como este día no era el de la función todo fue muysencillo; con todo, nuestro gozo fue sumamente gran-de, por quedarse ya en nuestra compañía este divinoamante de los amantes, Jesús Sacramentado. Por lanoche nuestro Rvdo. Padre nos hizo el acto de consa-gración al Sagrado Corazón de Jesús. El Rvdo. Padrey los Hermanos estaban al pie del altar y nosotrasabajo en el comulgatorio y tribunas. Mientras estába-

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXV 495

Certifico: que habiendo acudido a S. S. I. el Obispomi Señor, con fecha 4 de septiembre último, la Rvda.Madre Sor Cecilia Paternain de S. Gabriel, PresidentaGeneral de la Congregación Religioso-Hospitalaria deHijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón deJesús, exponiendo que habiendo sido invitada por elR. P. Provincial de la Orden de San Juan de Dios enEspaña, para que las Hijas de la citada Congregaciónde Nuestra Señora presten los servicios de su caritati-vo Instituto a las enfermas dementes del manicomioque se va a establecer en esta ciudad, ha resueltoaceptar dicha invitación y al efecto suplica a S. S. I. sedigne conceder su autorización a fin de que pueda ins-talarse canónicamente en el referido manicomio unacomunidad de la expresada Congregación con el obje-to indicado; con fecha 8 del actual se acordó y firmópor S. S. I. el Obispo mi Señor, sobre la mencionadaexposición el Decreto siguiente:

Por lo que a Nos toca, concedemos nuestra licen-cia y permiso para que pueda instalarse una comuni-dad de la Congregación Hospitalaria que preside laexponente, en el manicomio mencionado en esta soli-citud, con el objeto que en la misma se expresa. – ElObispo de Palencia. Por mandato de S. S. I. el Obispomi señor, Andrés Barcenilla. – V. Srio”.

C o n c u e rda con el original que obra en estaSecretaría de mi cargo y para los efectos consiguien-tes, a instancia de la expresada Madre PresidentaGeneral y por mandado de S. S. I. el Obispo mi Señor,con su Visto Bueno y sellada con el mayor de susarmas expido la presente en Palencia a 15 de octubrede 1888.

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Diputación y demás Autoridades. Después fuero ntodos a casa de los Hermanos a refrescar y luego visi-tó la casa el señor Obispo con todos los demás. Por latarde se fueron los Hermanos a Valladolid por las enfer-mas y al día siguiente por la mañana llegaron; a una deellas la trajeron desde la estación a casa en un coche.Era tanto el gentío que tenían que ir abriendo paso losde la policía. Que todo sea para mayor gloria de Dios,porque se pasan los días alegres y festividades comolos días tristes, todo pasa, todo se acaba; dichosa elalma que está solo endiosada. Nosotras tenemosahora mucha alegría porque nos toca la suerte de teneren nuestra compañía nuestros muy amados Padre yMadre, pero al pensar que pronto se van a ir se nosentibia el gozo.

Nos hemos alegrado al leer sus hermosos versos;aquí se ve qué grande es el poder de Dios y qué her-mosa es la religión que nos une a todas en un solocorazón.

Adiós, nuestras amadas Hermanas; que Dios lesaumente la alegría y amor suyo y así todas nos veamosen el cielo. – Sor Gabriela”.

Disposiciones del Padre Menni

Prudente el Padre y previsor en todo, en la visitacanónica girada en la casa de Palencia, dio entre otrasestas disposiciones encaminadas al buen orden y con-servación del espíritu religioso de ambas comunidades:

“A este fin dice a los Hermanos creemos nuestrodeber recordaros que haya la más absoluta separación

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXV 497

mos haciendo el acto de consagración empezó lamúsica (sin saber nosotras nada) a tocar desde fueraporque estaba la iglesia cerrada. La alegría de la genteera tal que encendieron una grande hoguera en mediode la calle, empezaron a tirar cohetes, se subieron altejado algunos niños a tocar la campana porque toda-vía no tenía cuerda para tocar desde abajo, pero comola campana es tan pequeñita, con el ruido de la músi-ca y el regocijo y algarabía de la gente apenas se oía.También subieron algunos hombres al campanario atirar ruedas de fuego. Con tanto ruido y tanta algazaraestábamos, como he dicho, haciendo el acto de con-sagración, añadiendo nuestro Rvdo. Padre algunaspalabras más porque su fervor ya no tenía cabida en sucorazón. Como había tanto ruido, el pobrecito gritabatodo lo que podía para que nosotras oyéramos y pormás que poníamos toda nuestra atención, no era posi-ble oír todas las palabras. Después nos dio la bendi-ción con el copón que contenía el Señor. Luego quesalimos de la iglesia tuvimos un rato de expansión.Hasta las once de la noche estuvieron tocando losmúsicos y estaba la calle que ya no cabía más gente;pero nosotras a las diez o diez y media nos subimos ahacer el examen y acostarnos, menos algunas que porser la primera noche de estar Su Divina Majestad entrenosotras se quedaron a hacerle compañía. El díasiguiente o sea el 30 de junio fue la función mayor. Vinoel señor Obispo con todo su séquito, celebraron conmucha solemnidad la Santa Misa con Su DivinaMajestad manifiesto, con la música y cantores de lacatedral y hubo un elocuente sermón, asistiendo alacto el señor Gobernador, todo el Ayuntamiento, la

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el libro de circulares en la página 33. – Fray BenitoMenni”.

Las enfermas de la mente de la Provincia de León

Mediante convenio entre la Diputación de León yde la Madre Presidenta General, fueron en el año 1902trasladadas las enfermas pertenecientes a dicha pro-vincia al Manicomio de Palencia desde el de Valladolid,donde a la sazón estaban.

De Ciempozuelos a 27 de abril de 1893 fueronenviadas las primeras bases del contrato al Presidentede la Diputación de León y con ligeras modificacionesfueron aceptadas, viniendo a quedar en las mismascondiciones que las de la provincia de Palencia, y alaño siguiente ingresaron las enfermas.

En la actualidad

Del estado actual nos da idea el reglamento o pros-pecto del Manicomio:

“Este establecimiento ha sido en la actualidadcompletamente transformado y ampliado con moder-nas edificaciones que reúnen cuantas condiciones dehigiene puede exigir la ciencia y la más deseablecomodidad.

Está situado en la parte S. E. de la capital de estaprovincia, que fue centro de los antiguos campos góti-cos, cuya región se distingue por su saludable clima ypuros cuanto nutritivos alimentos.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXV 499

de nuestra casa con la de las Hermanas y que existedesde el principio la prohibición de tener comunicacio-nes ni dar recado alguno por el comulgatorio, lugardestinado a lo que significa su nombre y, no dejaría deser una profanación el hacerle servir para otros fines; yademás, hemos de recordar siempre que somos muyfrágiles y estas comunicaciones no pueden traer con eltiempo sino muy fatales consecuencias.

Los recados deben darse por la calle y a ser posi-ble, por medio de sirvientes, debiendo ser el Prior elque escribe o manda los recados, los cuales nuncadeben darse a ésta o aquella Hermana, sino a la MadreSuperiora o a la que haga sus veces.

Si algo necesita explicación verbal, es precisohacer una de estas dos cosas; o que vengan a estacasa dos Hermanas o que vaya a la de ellas el PadrePrior con el Hermano que ha de dar la explicación, evi-tando toda conversación inútil.

Tampoco debe permitirse que vengan librementelas Hermanas a nuestra Iglesia a no ser cuando hayfunciones públicas y si alguna que otra vez han devenir para lavar el suelo o preparar para alguna fiestade ellas, en tal caso debe cerrarse la sacristía y nadiede nosotros entre en la iglesia mientras ellas están enla misma, a no ser por una cosa muy urgente y con bre-vedad; no yendo empero nunca un religioso sólo, sinosiempre acompañado.

Por último recomendamos eficazmente y volvemosa ordenar acerca de los lienzos y ornamentos sagradosy del culto lo que dejamos consignado y dispuesto ennuestra circular del 31 de enero de 1896 y que está en

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CAPITULO XXXVI

Es calumniado

En el Tribunal. – Decretos. – Cómo se dio visosde veracidad a la calumnia. – Retractación.

En el Tribunal

No todo fueron consuelos en esta época de rápidocrecer de la Congregación de Hermanas con sus múl-tiples fundaciones.

Permitió la Divina Providencia se mezclasen laspuras e inocentes alegrías con acerbísimos dolores enel alma de Padre Menni.

Corría el año 93, cuando cierto sujeto, o mal infor-mado como él dice, o alucinado, cosa que no nos tocaaveriguar, presentó una denuncia al Tribunal de laInquisición Romana firmada por tres personas contrael Padre Menni. Sobre qué versaba la acusación, no losabemos de cierto; mas que debían ser culpas graveslas que se le imputaban, pruébanlo las medidas deurgencia y apremiantes disposiciones del Supremo

PRIMERA PARTE – CAP. I 501

Dista pocos metros de la línea férrea del Noroesteque sirve de empalme a los ferrocarriles de Madrid,Santander, Asturias y Galicia.

La Dirección administrativa está a cargo de lasmencionadas Hermanas Hospitalarias.

Está confiada la asistencia facultativa al ilustradoMédico alienista, Dr. D. Luis Martín Isturiz, Directorfacultativo del establecimiento, y al Médico deBeneficencia Provincial nombrado por la Excma.Diputación”.

El número de enfermas será aproximadamenteciento sesenta y dos.

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cifijo entre las manos, acercábale a mis labios y luegolo estrechaba contra mi corazón; la tempestad sesosegaba y me sobrevenía una gran tranquilidad”.

Decretos

Del severo Tribunal salieron Decretos para Españapidiendo informes y atestados sobre la causa; y a lavuelta de unos meses visto que el infame aserto lejosde afirmarse, iba tomando cariz de calumnia, losEmmos. Inquisidores enviaron este decreto al PadreGeneral.

“ S u p rema Congregación del Santo Oficio. –Cancillería. Roma, 11 de mayo de 1894. – En cumpli-miento de un decreto emanado la fer. IV. 9 del corrien-te, el abajo firmado asesor del S. O. informa a V.Paternidad Reverendísima para que deje plena facul-tad al Reverendísimo Padre Benito Menni (llamado conanterioridad a Roma por orden de este Tr i b u n a lSupremo) de regresar a España.

Sin embargo, los Emmos. Inquisidores Generalesconsideran oportuno que no resida en Madrid ni en suDiócesis.

Con la expresión de sus sentimientos de la másdistinguida estimación, el que suscribe se repite

De vuestra Paternidad Reverendísima. – Devotísi-mo siervo, Francisco Serna, Asesor. – ReverendísimoPadre General de los Hermanos Hospitalarios”.

Casi dos años transcurrieron pesando sobre elPadre Menni aquella causa que se grababa en su con-ciencia como con sello de fuego y que había comen-

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXVI 503

Tribunal. Por un decreto que recibió por conducto delRvmo. Prior General de su Orden, se le ordena presen-tarse ante el citado Tribunal a la mayor brevedad y bajograves y severísimas penas, en caso de incumplimien-to. Había siempre bastado la simple indicación de unSuperior al virtuoso Padre Menni para abandonar losmás graves negocios y ponerse bajo la obediencia.Esto deja conocer con qué presteza iría a presentarse,reo de culpa ignorada, ante sus jueces.

Cuando le fue leído el libelo y notificada la infamiadel asqueroso salivazo que se le arrojaba en la frenteque siempre pudo llevar levantada, radiante con elreflejo del pensamiento del bien, y vio que el suplicioestaba labrado por manos amigas, tornadas traidorasde su honra inmaculada, (él mismo lo descubrió a per-sona íntima que nos lo testifica) desatóse en su alma lamás fuerte tempestad que jamás había sufrido. “Enaquellas largas e interminables horas de espera en lossalones de la Sagrada Inquisición, contemplaba a tra-vés de las rejas a los transeúntes, a los trabajadores, alos carreteros y el alma se me ahogaba: yo hubierasido más feliz, decía para sus adentros, empleado ensus faenas; mi pan me habría sabido mejor, comido enel camino siguiendo el paso lento, marcado por el pau-sado tintineo de un par de bueyes, detrás de una reata;que ellos vivían contentos, y sin la negrura de la man-cha en el honor. Sin la tabla de la fe, me hubiera hun-dido en la desesperación. El enemigo de mi alma mesugería poner fin a mi vida, arrojarme desde el puenteque atraviesa el Tíber, al volver de la Inquisición alHospital de San Juan Calibita; pero la misericordia demi Jesús siempre me sostuvo; yo tomaba mi santo cru-

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Cómo se dio viso de veracidad a la calumnia

Lo dicen las cartas auténticas de las que suscribie-ron la acusación, en las que se lamentan de su incau-to proceder y protestan de su inocencia, contribuyen-do inconscientes a denunciar lo que en el papel seescribió, ignorado por ellas.

Retractación

No conocemos la carta de retractación llegada altribunal del Santo Oficio pero tenemos varias deldenunciante dirigidas a diversos personajes:

Plácenos transcribir la que al P. Menni envió: –“MuyR. P. Provincial.

Muy amado Padre: Por la misericordia de Diosestamos terminando los santos ejercicios. No sé sihabré sacado todo aquel fruto que Dios tenía determi-nado, y si yo habré sido fiel a sus inspiraciones. Yopuedo decir que he quedado satisfecho y tranquilo, sibien con el pesar de haber dado a V. R., desde hacemucho tiempo tan malos ratos. El mal está hecho; y enla sinceridad de mi corazón no me queda otro caminoque el arrepentimiento de mi parte, e implorar humilde-mente el perdón, de V. R. Seguramente que no ha teni-do entre sus hijos otro que le haya dado mayores dis-gustos, y por lo mismo, también me creo con mayorderecho que todos los demás, para implorar y esperarsu perfecto y sincero perdón. Este ha sido el primer yprincipal fruto, que con la ayuda del Padre Director,después de la gracia divina, he sacado de los santosejercicios. La necesidad de una reparación, me hace, a

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXVI 505

zado prohibiéndole venir a Madrid y a su Diócesis, queera lo mismo que no poder pisar sus amadas casas deCiempozuelos, sobre significarle de presunto reo dealgo grave o al menos de sospechoso hasta que a ins-tancia de los definidores de la Provincia Española de laOrden Hospitalaria, se sometió a nuevo examen lacausa y se solucionó como dice el siguiente despacho:

–“1º de abril de 1896.– He recibido de losDefinidores de España y Portugal, de la BeneméritaOrden de San Juan de Dios, una carta con fecha 4 demarzo, en la cual se toma vivo interés porque sea reco-nocida la inocencia del P. Provincial Benito Menni, res-pecto a las acusaciones contra él dirigidas.

Tengo ahora la satisfacción de participar a VuestraPaternidad Reverendísima que, propuesta la causa delPadre Menni al Tribunal del Santo Oficio, y después deleída la carta de retractación escrita por su calumnia-dor, los Emmos. Inquisidores decretaron: que no debíatenerse en cuenta de ningún modo, la acusación lan-zada contra el referido P. Menni.

Encargo a Vuestra Paternidad Reverendísima sesirva comunicar este mi escrito a dichos definidores ybendiciéndole en el Señor me repito su devotísimo enC. J. – Firmado. – L. M. Card. Vicario –Protector– Re-verendísimo Padre General de la Orden de San Juan deDios. – Por la copia conforme con el original, que seconserva en el archivo de la Secretaría General.

Roma 6 de abril de 1896. – Fr. Casiano MaríaGasser General”.

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CAPITULO XXXVII

Casa de París

O r i g e n . – Primeras gestiones oficiales. – L aa u t o r i z a c i ó n . – Primer tropiezo. – Medios desolución. – Nuevas dificultades. – Invitación.

Origen

Por indicación del buen Hermano Cayetano de losde San Juan de Dios, Superior de su asilo de niños enParís, las señoras que componían la junta delPatronato, cuyo propósito era amparar a las niñas des-graciadas al igual que a los asilados de San Juan deDios, dirigieron al M. Rvdo. P. Provincial de Francia unaexposición que decía: “Mi Rvdo. Padre: Deseamosestablecer en París un asilo de niñas incurables por elestilo del de los niños, dirigido por los hermanos deSan Juan de Dios.

Nuestra póstula se organiza, pero no podemosseguir adelante sin conseguir vuestra alta autorización.Desgraciadamente, el tiempo que hemos empleado en

PRIMERA PARTE – CAP. I 507

pesar mío, recordarle asuntos de triste memoria, quejamás hubiese creído habían de tomar las proporcio-nes que han tomado y que contra mi voluntad se hanreproducido, los cuales, para mí han sido leccióndemasiado viva para que no la olvide toda mi vida. Talvez así Dios lo habrá permitido, para que, escarmen-tando los demás en cabeza ajena, sepan comprenderel mérito de una obediencia ciega. El Rvdo. P. Alet,Redentorista y a quien después de Dios debo el frutode estos Santos Ejercicios, me ha dicho que muy enbreve tiene que verse con Vuestra Reverencia y él depalabra le dirá lo que no es oportuno para una carta.Como la mayor parte de los religiosos Hospitalarios, nosé por qué conducto se han enterado de este asunto,ruego a Vuestra Reverencia si le parece oportuno yconveniente, que les manifieste mi reconocimiento; yespero en lo sucesivo, ayudado de la divina gracia, darcon mi conducta un verdadero testimonio de mis sin-ceros propósitos. Espero de su benignidad y pacienciaque no poco ha contribuido a mi reconocimiento, otor-gará su bendición a este humilde hijo que le ama en J.M. y J.

Firmado.P. D. Para mi satisfacción desearía saber si Vuestra

Reverencia ha recibido esta carta”.

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tas y no esperamos más que una carta vuestra parahacer firmar a nuestros bienhechores. El propietarioespera igualmente para echar a sus inquilinos y hacer-nos las reparaciones necesarias. Compraremos elmobiliario según las indicaciones que tengáis a biendarnos.

En fin, mi Reverendo Padre, ayer el P. Cayetano medecía, leyendo otra vez vuestra carta y nuestra peti-ción: “Deberíais escribir al Reverendo Padre Provincialque venga de España con religiosas en sus bolsillos”.

Nos hemos quedado en esta última frase.

Actualmente nada está listo, pero todo se prepara.Puede ser que si os acompañaran Hermanas fueranútiles para seguir la instalación proyectada. A vos ostoca, mi Reverendo Padre, decidirlo, según vuestrasabiduría.

Las Hermanas de San Juan de Dios podrían estaren un antiguo piso de mi cuñado, esperando su insta-lación.

En vista de estos proyectos, mi Reverendo Padre,ninguna de nosotras dejará París sin tener contesta-ción vuestra, esperando vuestra visita anunciada parael mes de junio.

Recibid, mi Reverendo Padre, mi más profundorespeto. – A. Pillet. París, 9 de mayo 1893.

En otra enviada poco después le decía: Deseamosmi Reverendo Padre hallar en una Orden de mujeres elmismo espíritu de celo, de abnegación y de sacrificioque el que despierta nuestra admiración en losHermanos de San Juan de Dios. El Hermano Cayetano

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXVII 509

ello nos hace entrar en la estación de verano; tenemos,tardando más, ver marchar a nuestros bienhechores.

Dignaos, pues, mi Reverendo Padre, honrarnoscon una contestación que anime nuestros esfuerzos,dándonos la esperanza de ver realizado el más queri-do de nuestros votos. – M. Degany, Comtesse deGrailly, M. Pillet, L. Duboix, M. Manqui, Menard, M.Matthieu, M. Jonttchi”.

Conocida la fundación del Muy Rvdo. P. Provincialde España por los Hermanos franceses, le comunica-ron el proyecto y los fervientes deseos de las señorasa los que el P. Menni contestó favorablemente.

Testificando el agradecimiento de la Junta, recibióel Padre Menni esta carta: Leídas las cartas que habéistenido la bondad de dirigir al P. Cayetano, veo no sernecesaria mi petición y me place deciros cuán felicesnos hacéis teniendo la bondad de querer confiarnosvuestras hijas.

Nuestra pequeña reunión está así constituida: laseñora Matthieu, señora del Almirante. La Sra. Degony,señora del Secretario del Ministro de Marina y Oficialdistinguido del almirante Matthieu. La Sra. deCoqueseaumont, señora de un antiguo Oficial, cuyoshijos están en el colegio de los PP. Jesuitas. La Sra. deChaussón, mi hermana, que asegura una casita conve-niente a las Hermanas de San Juan de Dios. Mas vues-tra humilde servidora, que no es nada y no hará nadamás que decir bien de las Hermanas de San Juan deDios.

Nuestra póstula se organiza por suscripción, segúnlos consejos del P. Cayetano. Ya hemos hecho las visi-

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Os he mandado remitir antes de mi marcha la vidade San Juan de Dios que habíais tenido la bondad deconfiarme, así como un cuadernito, el número 26.

Sigo siempre sin noticias del Padre Provincial deEspaña. Os agradecería mucho, Padre mío, que le dijé-rais cuán desagradable nos será hacer marchar inqui-linos a precio de dinero, mientras que se irían sin decirnada despidiéndolos este mes. Recibid, mi buenPadre, nuestros profundos respetos. – A. Pillet.

Primeras gestiones oficiales

Convínose lo más elemental para el envío de lasHermanas entre el P. Menni y el Hno. Cayetano deacuerdo éste con las damas del Patronato y luego sedirigieron las oportunas solicitudes demandando licen-cia al Cardenal Arzobispo de París y a la autoridad civil.–“Mi Reverendo Padre, escribía M. Pillet: Vuestra cartallena de sabiduría era esperada como el Mesías; hasufrido un retraso porque me la han tenido que mandaraquí, al campo.

En cuanto llegó vuestra carta, fui inmediatamenteen busca del Padre Cayetano, el cual me ha enviadoenseguida a ver al Cardenal para darle parte de misproyectos, hacerle leer vuestra carta y preparar así lademanda o petición oficial.

Monseñor me ha recibido muy bien: ha presentadoalgunas dificultades diciendo que nuestra obra podríaejecutarse por Hermanas de San Vicente de Paúl, peroha reconocido que las Hermanas de San Juan de Diosdebían ser más especiales para el alivio de las niñas

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXVII 511

al cual hemos dado parte de nuestras intenciones, seha mostrado tan amable, que ha sido nuestro intérpre-te para con vos y ha prometido rogaros que nos con-cedáis Hermanas de San Juan de Dios. Venimos, pues,a juntar nuestros ruegos a los suyos, pidiéndoos denuevo una contestación favorable a la realización denuestros proyectos.

El local que aseguraremos a las Hermanas serámodesto, pero sano: encontrarán un mobiliario para laadquisición del cual nos conformaremos a las reglasque nos impongáis.

Los medios de existencia les serán facilitados máspor nuestro celo que por nuestras riquezas: sabremoshacer la parte del pobre y consideraremos como unhonor venir en ayuda de las hermanas que tengáis abien confiarnos.

Dignáos, mi Reverendo Padre, no rechazar nuestroruego y creernos vuestras humildes servidoras. – A.Pillet.

Comprometida la palabra del P. Menni fue presen-ciando el Hermano Cayetano los pormenores todos delproyecto del futuro asilo, según las atentísimas damasde la Junta por conducto ordinariamente de MadamePillet, se los mostraban y sometían a su superior apro-bación: “Mi buen Padre, escribía desde Buchelay a 9de junio de 1893 M. Pillet, no he tenido tiempo desometeros el texto que deseamos hacer imprimir alrespaldo de la imagen de Santa Germana; lo hago hoy.Es mi hermana la que lo ha compuesto y si lo aprobáis,lo publicaremos.

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han sido remitidas a las manos de Monseñor, el 11 dejulio último.

Estaba a orillas del mar, cuando recibí esta cartatan deseada de España, la que debe decidir del esta-blecimiento de nuestras queridas Hermanas. En segui-da he enviado un parte al Padre Cayetano, rogándoleque me dijera si Monseñor Richard estaba en París.Tras su contestación afirmativa, me he llegado al ladode su Eminencia. En una larga audiencia, Monseñor seha informado de todo lo que podía asegurar el buenfuncionamiento de la obra. Su Eminencia manifestó sucontento de encontrar en vuestra carta el modo deinformarse de Monseñor el Obispo de Barcelona; la havuelto a leer y ha prometido dentro de poco una con-testación que esperamos favorable. Monseñor haaprobado nuestras diligencias precedentes para laorganización de la obra; nos ha hecho el honor deaceptar una de nuestras carteras de suscripción, asícomo una de nuestras estampas.

Monseñor, dándome su bendición, ha añadido:‘Bendiciéndoos, ruego a Dios que bendiga vuestrospiadosos pensamientos’. Nos queda, pues, rogar ypedir con fervor, en unión con nuestras buenasHermanas, a las cuales estamos ya todas abnegadas.Las distancias no son nada para el buen Maestro y loscorazones que le aman no son más que uno para ser-virle.

Recibid, mi Reverendo Padre, con nuestro vivoagradecimiento, nuestros sentimientos de respeto. – A.Pillet. 19 de julio de 1893”.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXVII 513

enfermitas. Ha manifestado el deseo de ver al PadreCayetano antes de decidir nada; ha aprobado muchonuestra casita con unas cuantas Hermanas y dos o tresniñas enfermitas para empezar.

Sus últimas palabras han sido: ‘Si la voluntad deDios se manifiesta, las concederemos’. Inmediatamen-te he dado parte de mi entrevista al Padre Cayetano.Este buen Padre que sabe siempre sacrificarse, hahecho su visita al Cardenal al otro día por la mañana;tiene confianza que lo lograremos, si, de nuestra partemantenemos la cosa discreta; esperamos hacerlo.

Hemos despedido a los inquilinos de nuestra casi-ta a fin de tener nuestro local asegurado.

Creo que cuanto antes podamos hacer la peticiónoficial a Monseñor, tanto más pronto se arreglará nues-tro asunto. No había que dar lugar a las órdenes reli-giosas de hacer sombra a la llegada de nuestrasHermanas que no tendrán su igual en Francia por sucaridad y su humildad.

No me toca a mí, Reverendo Padre, fijaros la épocade vuestro viaje a Francia. Lo que sé es, que en cual-quier lado que esté vendré a París para veros.

Mi profundo respeto: – A. Pillet”.

Orilladas las primeras dificultades, en el messiguiente recibía otra carta en que se vislumbraba elúltimo dato de seguridad, que la decisión del Sr.Arzobispo de París exigió:

“Mi Reverendo Padre: La carta que habéis tenido labondad de dirigirme así como la petición oficial de laMadre General de las Hermanas de San Juan de Dios,

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Podéis, además, en el intervalo, dirigiros al señorl’abbé Begé, Vicario General.

Recibid, señora, la expresión de mi respeto. M. F.Cardenal Richard”.

Con este motivo escribió el P. Menni al Obispo deBarcelona:

“J. M. J. (Álava) Baños de Sobrón 13 septiembre de1893.

Excmo. e Ilustrísimo Señor Obispo de Barcelona:

Muy Señor mío y venerado Prelado: Unas señorasde París se han empeñado en que nuestras Hermanas,que con la Superior aprobación de V. E. Ilma. estánestablecidas en Las Corts de Sarriá, en donde tienen elAsilo para niñas lisiadas, raquíticas y escrofulosas,vayan a fundar allá un asilo con el mismo objeto, puesteniendo nosotros en la capital de Francia un asilo paraniños como el que tenemos en esa, quieren que nues-tras Hermanas hagan lo mismo que han hecho enBarcelona y así sean asistidos los dos sexos.

Como era natural, lo primero que se hizo fue diri-girse la Superiora General del Instituto al Excmo. SeñorCardenal Arzobispo de París, pidiendo su superior per-miso para establecerse en su Diócesis. Su EminenciaReverendísima sin desaprobar la cosa comenzó pordar largas al asunto y después manifestó alguna extra-ñeza por que de Francia se viniese a España a buscarun Instituto religioso.

Las personas que tienen empeño en la realizacióndel proyecto, han manifestado a Su Eminencia que lacausa era que, no obstante la existencia de tanta cor-

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Poco más tarde recibía M. Pillet una carta delArzobispo de París, concebida en estos términos:–“Arzobispado de París– 1º de septiembre de 1893.Señora: Os ruego me perdonéis el silencio que heguardado para con vos; no he podido dar abasto a lasocupaciones que se me han impuesto hace variassemanas. Escribo a Monseñor, el Obispo de Barcelonapara hacerle conocer la petición de las Hermanas deSan Juan de Dios que están sometidas a su jurisdic-ción y preguntarle si el proyecto de venir a París harecibido su aprobación.

Creo, señora, que hay que obrar con prudenciacuando se trata de una nueva fundación y que no nosarrepentiremos de haber empleado el tiempo y las pre-cauciones necesarias para obrar con conocimiento decausa.

Las religiosas de San Juan de Dios son españolasy ajenas a nuestras costumbres; pueden, en los princi-pios, encontrar dificultades.

Es, pues, mi parecer que, si la contestación deMonseñor el Obispo de Barcelona es favorable y queautorizó a estas buenas religiosas a venir a París,deben empezar modestamente.

No os disimulo que estoy un poco inquieto al oíroshablar de dos fincas importantes, para añadir a vues-tro primer local; me temo que os impongáis cargasdemasiado pesadas.

Me voy a ausentar hasta el fin de septiembre; ten-dré el honor de veros a mi vuelta, si queréis venir alArzobispado.

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vez dados los informes que su bondad Paternal le dic-tare sobre el asilo de niñas lisiadas, raquíticas y escro-fulosas sito en Las Corts, así como su Comunidad reli-giosa, diga V. E. Ilma. al Señor Arzobispo de París quede parte suya V. E. Ilma. no tiene inconveniente en quenuestras Hermanas hagan en París lo que hacen enBarcelona en su asilo; el cual, según la predicción queV. E. Ilma. pronunció en el día que tuvo la bondad de ira su inauguración, está prosperando de modo admira-ble.

Estaré unos ocho días aún en este balneario al cualme obligaron a venir los médicos a causa de unos cóli-cos nefríticos; de aquí volveré a Ciempozuelos.

Dígnese V. E. Ilma. recibir la expresión de respetocon que me reitero con la mayor consideración de V.Eminencia Ilma. humilde y afectísimo Hijo y Cap. en J.M. y J. q. s. m. y A. b., Fray Benito Menni. Provincial O.S. J. de D. – P. D. Adjunto tengo el honor de remitir unacopia del decreto laudatorio de la S. C. de Obispos yRegulares sobre nuestras Hermanas. Hasta la fecha nose lo había mandado a V. E. Ilma. porque aunque datade más de un año, sólo hace pocos días que nos locomunicó la Secretaría Episcopal de Madrid”.

La autorización

La obtuvo verbalmente, primero Madame Pillet ydespués por escrito; Mi Rvdo. Padre (decía Madame)escribiendo al Padre Menni en octubre del mismo año93. “Mi Rvdo. Padre, el tiempo me ha faltado paradaros detalles sobre la autorización del Arzobispado;

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poraciones religiosas dedicadas a obras de caridad, noexiste ninguna que se dedique a la asistencia de estaclase de enfermitas como lo hacen en Las Corts deSarriá y nosotros lo hacemos no sólo en Las Corts deSarriá sino también en el mismo París, obteniendograndes resultados en dicha capital, por contar el esta-blecimiento aún más tiempo de vida que no el de esa.

Convencido Su Eminencia Rvma. por estas razo-nes dadas por damas de alto rango de París contestóque daría su permiso siempre que recibiera informesfavorables de V. E. Rvma.; toda vez que el asilo deniñas aludido, se halla, en esa Diócesis y nosotros mis-mos le dijimos que si lo estimaba conveniente podíadirigirse a V. Excelencia Ilma. para los informes queestimara oportunos.

Efectivamente, según carta de dicho EminentísimoPurpurado se ha dirigido a V. E. Rvma. no sólo pidien-do informes, sino también preguntándole si el proyec-to de ir nuestras Hermanas a establecerse en Paríshabía merecido la aprobación de V. E. Rvma.

Nosotros, o mejor diré nuestras Hermanas, nopidieron a V. E. Ilma. tal permiso, toda vez que en susConstituciones aprobadas por la Sagrada Congrega-ción de Obispos y Regulares se exige el permiso delOrdinario del lugar a donde tratan de establecerse,quedando sujetas a su jurisdicción; pero no se exige elpermiso del ordinario de la Diócesis en que se hallanestablecidas para poder enviar algunas Hermanas aestablecerse en otra Diócesis.

Sin embargo, deseando obviar dificultades y evitardisensiones, me atrevo a suplicar a V. E. Ilma. que una

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de retirarme he preguntado si no tenía ningún escritoque recibir confirmando la autorización. El Sr. VicarioGeneral me ha dicho que no, que la autorización escri-ta sería dada después de la instalación; que no podíandarla antes.

Ahora, mi Rvdo. Padre, el Arquitecto espera vues-tras instrucciones para la casa; principalmente parasaber si las Hermanas duermen en celdas, etc., etc.Recibid mi profundo respeto. – A. Pillet. París, 23 deoctubre de 1893”.

La autorización escrita se obtuvo en noviembresiguiente. Yo abajo firmado Vicario General de París,declaro que Su Eminencia el Sr. Cardenal Arzobispo deParís, autoriza a las Hermanas Hospitalarias deNuestra Señora del Sagrado Corazón y de San Juan deDios para fundar en París un establecimiento de suOrden.

París 3 de noviembre 1893.

Sigue la firma; hay un sello en seco que dice:Franciscus M. B. Tit. S. M. in Via S. R. E. Presb. Card.Richard Archicp. Parisien.

Madame Pillet dirigió luego instancia demandandoautorización de la Autoridad Civil, de la cual obtuvotambién respuesta.

“República Francesa, Prefectura de Policía, 1ª divi-sión, 5º despacho, 1ª sección, número 2.356. Comi-sariato de Policía del Barrio de San Lambert, núm.1.770. Proceso verbal. Notificación. Año 1893, 26 dediciembre.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXVII 519

entonces os he enviado un parte que habréis recibido.Veo me pedís en vuestra última una autorización porescrito.

Os he dirigido ese parte después de haber consul-tado con mi Director el Rvdo. Padre de Salinis, que meha asegurado que mi carta es digna de fe y comodocumento de fe para la Madre General y que a vos ostoca dirigiros al Arzobispado, en el caso en que des-eéis algo más preciso. El R. Padre de Salinis me harecomendado escribiros, detallando lo que me habíasido dicho, y que eso debía bastaros. Es pues, preci-so, mi Rvdo. Padre, que por un momento sea yo paravos Monseñor el Arzobispo Cardenal de París eso osva a parecer bien difícil y a mí también, os lo aseguro.

El día 6 de octubre (el señor Vicario General l’abbéBelgé), habiéndome invitado a ir a su casa, fui. El señorVicario General después de haberme pedido algunosdetalles sobre la fundación de las Hermanas de SanJuan de Dios en París, me ha dicho: ‘este asunto es yaantiguo; ha sido sometido al Consejo en el mes dejulio; además, voy a consultar con el Sr. SecretarioGeneral’. Al cabo de unos minutos volvió y me dijo:‘Señora, la fundación que pedís está autorizada;podéis tener tres, seis o doce Hermanas, tantas cuan-tas deseéis; andad tan libremente como queráis, segúnvuestros recursos o más allá de vuestros recursos.¿Construís una capilla? Los PP. Jesuitas harán ese ser-vicio’. Me apresuré a contestar que nuestra casita espequeña y que todavía no había nada proyectado. ElSr. Vicario General añadió entonces: ‘preparad unpequeño oratorio: invitad a Su Eminencia a visitaros yserá muy gustoso Monseñor en complaceros’. Antes

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Su Eminencia después de haberse enterado de sucontenido me ha dicho:

Escribidles: Ante la gravedad de los hechos que sepresentan, os rogamos, que desistáis de vuestro viaje.Aceptad, mi Rvdo. Padre, la expresión de mi profundorespeto, A. Pillet.

381 Calle de Vaugirard. París, 30 de diciembre1893”.

“Mi Rvda. Madre: Sentimos mucho que la carta del21 de diciembre del R. P. Benito haya ocasionado unretraso en la fundación que iban ustedes a hacer aquí.

En Francia y sobre todo en París, donde las obrasson muy numerosas no se puede inspirar confianzamientras no se presente uno con una situación perfec-tamente establecida. Y la vuestra, que tiene sin embar-go toda nuestra confianza, necesita aclararse en unpunto.

¿Podéis traer a París los nombres bajo los cualesos habéis declarado al Arzobispado? Es decir:¿Superiora General de la Congregación de lasH e rmanas Hospitalarias de Nuestra Señora delSagrado Corazón y de San Juan de Dios?

Toda la fundación está ahí. Esperamos que no osserá muy difícil justificar vuestra declaración oficial aMonseñor el Cardenal, el cual está con nosotros peno-samente impresionado de la carta del P. Benito.

No hay necesidad de decir que en cuanto puedanustedes llamarse “Hermanas Hospitalarias del SagradoCorazón y de San Juan de Dios” os enviaremos eldinero necesario para vuestro viaje. Un gran personajeespañol estaba dispuesto a haceros esta generosidad.

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Nos, Luciano Chadefaur, Comisario de Policía delBarrio de San Lambert, Oficial de Policía Judiciaria,Auxiliar del Procurador de la República: Notificamos ala señora Pillet la decisión del Sr. Prefecto de Policía enfecha 24 del corriente diciembre, cuyo contenidosigue: He recibido su noticia del 22 de noviembre últi-mo referente a la señora Pillet que había puesto gran-de empeño en conseguir el permiso de fundar y de diri-gir calle Desnouettes, 45 una Casa de Salud destinadaa la recepción de niñas escrofulosas.

La Sra. Pillet habiéndome hecho saber despuésque la admisión de las niñas era absolutamente gratui-ta me ha parecido que este establecimiento no entra-ba en las condiciones previstas por el artículo 2 de laOrdenanza de Policía del 9 de agosto 1828 que dice:Son consideradas como Casas de Salud, los estable-cimientos donde se recibe a domicilio a títulos honora -rios.

Mi administración no tiene, pues, autorización quedar por esta circunstancia.

El Comisario de policía, L. Chadefaux”.

Primer tropiezo

En el corto intervalo de los días que sus fechasmuestran se re c i b i e ron estas dos cartas enCiempozuelos de Madame Pillet.

“Mi Rvdo. Padre: No he querido contestar a vues-tra carta fechada el 21 de diciembre último antes dehabérsela enseñado a Monseñor el Cardenal.

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Nuestro Rvdo. P. Provincial ignora todo esto; que-ría avisaros a fin de que no vengáis con vuestrasHermanas antes de estar bien en regla sobre el nom-bre que hay que darles, pues no os recibirían.

Como mi nombre figura demasiado en este asunto,deseo mi Rvdo. Padre, conservar las cartas que os hedirigido quiero tenerlas para servirme de ellas en casode necesidad.

Dignaos, mi Rvdo. Padre, aceptar el homenaje demi profundo respeto. – Hermano Cayetano.

P. D. Tened la bondad de escribirme cuanto antes”.

Medios de solución

A la Sagrada Congregación de Obispos yRegulares se elevaron estas preces por la Rvda. MadreGeneral y su Consejo que vertidas del italiano dicen:

“Eminentísimo y Reverendísimo Sr. Card e n a lPrefecto de la Sagrada Congregación de Obispos yRegulares.

Eminentísimo Señor: Sor Cecilia Paternain de SanGabriel con el mayor respeto y veneración viene ae x p o n e ros que, aunque indigna se encuentra constitui-da Superiora General de una institución Hospitalariafundada en el año de 1881 para practicar exclusiva-mente con su sexo lo que los Religiosos de San Juande Dios practican con los hombres, llamándose desdeun principio con el título de ‘Hijas de Nuestra Señoradel Sagrado Corazón de Jesús y añadiendo también amenudo y de San Juan de Dios’ por el objeto, por serSan Juan de Dios uno de nuestros principales pro t e c-

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Entre tanto que tengamos el gusto de recibir noti-cias vuestras os rogamos que aceptéis, mi Rvda.Madre, nuestros mejores deseos para el éxito de vues-tra fundación. – A. Pillet. París, 2 enero 1894”.

El Hermano Cayetano expone el estado del asuntocon más claridad.

“París 19 de enero de 1894.

Mi muy Rvdo. Padre: Vengo a avisaros de grandesdificultades que se han levantado contra vuestra fun-dación en París.

Estas señoras han creído siempre que vuestrasHermanas se llamaban de San Juan de Dios; vuestracarta en la que me decís que no pueden tomar esenombre, lo ha parado todo. La señora Pillet está engran desolación. El Arzobispado está disgustado, y mehan dicho que este asunto ha ido hasta Roma.

Vuestra última carta y la de la Rvda. Madre no ins-piran a estas señoras ninguna confianza, no quierencreer en su contenido sin tener un escrito venido de laautoridad que os permita dar a vuestras Hermanas elnombre de San Juan de Dios.

La confianza que esas señoras tenían en vos, estácompletamente perdida; ya no quieren correspondercon V. R. Ha sido la señora Pillet la que ha venido adecirme eso ayer; esta señora tiene gran pena, pues hahecho crecidos gastos. El Arzobispado y esas señorascreen que somos nosotros los que hemos hecho opo-sición al nombre de San Juan de Dios; de ahí el granrumor y disgustos contra los Hermanos de San Juande Dios que, sin embargo, no han hecho nada.

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gación ha ordenado relativamente y nuestro título lasi m p resionó vivamente y nos exigieron con urgencia unadeclaración, diciéndonos también que este cambioimposibilitaba la fundación de París. Con el fin de cal-mar la ansiedad y dar lugar a explicaciones hemoscontestado que creemos que se podría hacer la funda-ción conservando el título que teníamos cuando nosdirigimos al Arzobispado de París. Era con la esperan-za de que el asunto no hubiera tenido ulteriores conse-cuencias y que verbalmente se hubieran dado lasexplicaciones y que se hubiera podido también dirigir-se a la Santa Sede en caso necesario para que nosautorizara un título que pudiera satisfacer a esas seño-ras protectoras al mismo tiempo que se evitara, todaconfusión con ninguna otra Institución religiosa. Perosegún parece esas señoras no han quedado satisfe-chas y se han dirigido a la Sagrada Congregación que-jándose del cambio de nuestro título. Por lo tanto yconfiando en la dignación y bondad Apostólica lamisma Superiora General con sus Consiliarias, viendoque esa Sagrada Congregación el 25 del mes de juniodel año 1892 no aprobó el título de ‘Hijas de NuestraSeñora del S. C. de Jesús’ porque existía otraInstitución con el mismo título, con la más pro f u n d are v e rencia ruegan a V. E. que, si lo juzga conveniente,se digne autorizarnos para servirnos del título comple-to de ‘Hermanas Hospitalarias de Nuestra Señora delSagrado Corazón de Jesús y de San Juan de Dios’bajo el cual creemos que no existe ningún otro y deeste modo se podrían allanar las dificultades nacidasactualmente en París, tanto como las que pudieren sur-gir ulteriormente en España con las autoridades civiles,

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t o res y también porque nuestra Institución ha sido fun-dada por un Religioso de San Juan de Dios. Por eso el3 de julio del mismo año, la arriba mencionada, firmán-dose Superiora General de las Hermanas del SagradoCorazón y de San Juan de Dios recurrió a SuEminentísima Monseñor Cardenal Arzobispo de París,pidiendo autorización para establecer en su Diócesisuna comunidad de su Congregación con el fin indica-do invitando a Su Eminencia Rvma. a dirigirse, si lo juz-gaba oportuno, a Monseñor el Obispo de estaDiócesis, donde tenemos un establecimiento igual alque deseamos fundar en París. Pero he aquí que el día5 de septiembre de 1893 el Obispado de Madrid nosha dado conocimiento del Decreto que esa SagradaC o n g regación ha dado el 21 de junio del año 1892o rdenando que el título de nuestra Institución fuesereformado de la manera siguiente: ‘Instituto de lasHermanas Hospitalarias bajo la invocación del S. C. deJesús y de la Bienaventurada Vi rgen María SeñoraNuestra’. Poco tiempo después de esta comunicacióndel señor Obispo de Madrid, recibimos copia de unac i rcular que las señoras protectoras de nuestra funda-ción en París habían preparado para hacerla imprimir,en la que, suprimiendo todo otro título, nos llamabansencillamente: ‘Hermanas Hospitalarias de San Juande Dios’. Esto nos obligó a comunicar a nuestras pro-tectoras el Decreto de la Santa Sede a propósito den u e s t ro título, añadiendo que por otras razones tam-bién no convenía esta igualdad de nombre con los re l i-giosos de San Juan de Dios. Creímos que el nombrehubiera sido considerado como una cosa secundaria,p e ro la manifestación de lo que esa Sagrada Congre-

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“Ciempozuelos 3 de marzo de 1894. Señora A. Pillet.Nuestro Reverendo Padre nos ha dado parte de lacarta que le habéis dirigido el 17 del mes pasado ycomo vemos con pena que la señora habla de unescándalo que ha tenido lugar, antes de hacer nada nide tomar ninguna resolución, creemos que nos esnecesario saber cuál ha sido el escándalo y quién lacausa; porque no podemos comprender cómo, entrecatólicos, puede ser causa de escándalo lo de haberoscomunicado la decisión que a propósito de nuestrotítulo ha tenido la bondad de dar la Santa Sede, sin quenosotros ni nadie lo haya procurado; además, nuestrobuen Padre no ha hecho sino cuanto ha podido paradaros gusto aun en esto.

Comprenda V., señora, que necesitamos saberbien cuál será la situación de nuestras Hermanas enParís bajo todos conceptos y si podrán sin dificultadllamarse como la Santa Sede lo ha ordenado.

Aceptad, señora, la expresión de nuestro profundorespeto. La Superiora General, Sor Cecilia de SanGabriel”.

M. Pillet respondió: “París 14 de marzo de 1894. MiRvda. Madre: Contesto a vuestra buena carta del 3 demarzo. La palabra escándalo ha sido mal interpretadapor vos; queríamos hablar de la confusión en que noshabía puesto el nombre de vuestra Congregación.

Ese nombre no era bajo el cuál os conocíamos ybajo el que os habían presentado a nosotros.

No hemos sabido ya a qué orden pertenecían yhemos tenido que tomar nuevas informaciones porquequeríamos no poner al lado de nuestras niñas sino

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXVII 527

con las cuales hemos hecho contratos para la asisten-cia de las enfermas en nuestros establecimientos.

Besa la Sagrada Púrpura vuestra humilde hija enJesucristo Sor Cecilia Paternain de San Gabriel.España Barcelona. Las Corts. Asilo de Niñas raquíti-cas, 4 de febrero de 1894”.

Madame Pillet por su parte gestionaba lo mismo;pero la Sagrada Congregación no creyó oportuno con-ceder la gracia.

No obstante en febrero del 94 el P. Menni recibióesta carta de Madame Pillet. “París 17 de febrero de1894. Mi Rdo. Padre: Monseñor el Cardenal permiteque las Hermanas que habéis tenido la bondad de con-cedernos, hagan su fundación en París.

Os ruego, pues, que nos digáis qué día saldrán deesa las que nos destináis a fin de que tomemos nues-tras disposiciones para los gastos de su viaje.

Tenemos mucha tristeza, mi Rvdo. Padre, por todolo que vuestras últimas cartas nos han puesto en laobligación de hacer. Me pregunto si, verdaderamenteos figuráis todo el escándalo que ha habido. El buen P.Cayetano que había participado de las alegrías denuestra fundación, no ha encontrado como nosotrasmás que espinas. No contestará a vuestra última cartaque me ha enseñado. Las explicaciones que nos pro-metéis, borrarán, lo esperamos, estos desagradablescontratiempos. Lo deseamos vivamente. Os rogamosmi Rvdo. Padre, que no tardéis en darnos noticiasvuestras; Monseñor desea una solución.

Recibid mi Rvdo. Padre, la expresión de mi profun-do respeto. A. Pillet”. La Rvda. Madre contestó:

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el asilo de Santa Germana, y al dar a ustedes las gra-cias creo mi deber decirles que la contradicción que seha creído ver entre las dos cartas del M. Rvdo. P.Benito nuestro muy querido fundador no existía verda-deramente; y así se habría reconocido, si se hubieratenido la bondad de pedirnos las explicaciones que elmismo Rvdo. Padre había insinuado; teníamos ciertaseguridad moral de poder hacer causa común conustedes y haber recurrido unidas a Roma, para obtenerun título más análogo al primitivo nuestro. Como puedeusted ver esto no era más que una nueva prueba de labondad de nuestro Rvdo. Padre y del deseo de agra-dar a ustedes.

Por lo demás nunca nos hemos llamado simple-mente Hermanas de San Juan de Dios; el título deNuestra Señora del Sagrado Corazón siempre ha sidoel principal. Nuestro Rvdo. Padre en su delicadeza haquerido que nos entendiéramos directamente conusted hasta terminar este incidente, que sin duda hapermitido la Divina Providencia por lo mejor y que nos-otros damos por terminado.

En su consecuencia tengo el gusto de manifestar austed que espero acompañar a nuestras Hermanas aParís, pero es menester que vayamos inmediatamente;de otro modo nos veremos obligadas a diferirlo hastael fin de mayo próximo, porque nuestro Rvdo. Padredebe necesariamente hacer una excursión por Españay Portugal, acompañando al Superior General de suOrden; viaje que durará desde el 15 de abril hasta el 18o 20 de mayo próximo; nosotras no nos sentimoscapaces de emprender este viaje y la fundación sin quenuestro Fundador nos acompañe”.

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buenas y santas religiosas, todas dedicadas a la obradelicada que venían a emprender.

Puedo deciros, mi Rvda. Madre, que estos infor-mes han sido del todo ventajosos para ustedes; asívuestras Hermanas serán bienvenidas como lo hubie-ran sido hace seis meses. En cuanto al nombre que lle-van nos someteremos enteramente a todas las deci-siones de la Santa Sede.

Solamente no habría que tardar en venir a Francia;otras Hermanas gestionan para tomar esta fundación.Monseñor nos ha prometido no dar autorización sindecírnoslo, pero habría que darse prisa en abrir el asilo.Es el deseo de Su Eminencia y el nuestro que os comu-nicamos.

Nos alegraríamos mucho veros acompañar a vues-tras Hijas: os daríais cuenta así de la situación que ten-drán en París.

Tened la bondad de contestarnos pronto. Lasobras de Dios sufren violencia; en ésta no han faltadocontradicciones; vemos en ello la señal que Dios pideen esta fundación y le bendecimos por ello.

Recibid, mi Rvda. Madre, la expresión de nuestroprofundo respeto, A. Pillet, Presidenta, G. a L. deCoqueseaumont, Vicepresidenta, E. Remy, Consejera.H. Mathieu, Consejera. C. Francés, Consejera. O.Bonté, Tesorera. H. Chaussón, Secretaria”.

La Superiora contestó: “Sra. Dª A. Pillet: He tenidoel honor de recibir la carta que se ha servido V. escri-birme en unión de las otras señoras del Patronato, para

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He aquí, pues, una prueba que nos está bien clara-mente marcada por la autoridad de la Iglesia que reco-nocemos ser la de Dios.

He aquí lo que debemos hacer en espíritu de fe siq u e remos que Dios nos bendiga en la obra que que-remos hacer a su gloria y al bien de estas pobre sniñas, que son ángeles que traerán sin duda la bendi-ción de Dios sobre su obra si no nos oponemos a losdesignios de la divina voluntad, si renunciamos anuestra manera de ver para seguir la voluntad de Diosmanifestada por todo el conjunto de circ u n s t a n c i a sque nos ro d e a n .

Las Hermanas además han venido sin pedir ningúncontrato; y no han exigido más que el local y la peque-ña instalación y sus Superiores se han comprometidode un modo especial a trabajar y ayudar a la obra paraque pueda realizarse y cumplir el fin que de una mane-ra bien digna de toda alabanza se han propuesto lasseñoras fundadoras de la misma; solamente se pideante todo que las Hermanas sean reconocidas delmodo que la Santa Sede lo ha ordenado, sin ningúnpensamiento contrario, y segundo, que estas señoraslas ayuden cuanto les sea posible y en este sentido.

Vengo de Roma y he tenido la ocasión de recono-cer las cosas de cerca; toda tentativa que se hicierepara conservar por poco que sea el título de San Juande Dios no haría más que ocasionar a estas señorasasí como a nosotros penosos disgustos y losSuperiores se verían obligados a retirar inmediatamen-te a las Hermanas, porque se preferiría no tener estacasa antes que verse expuestos a todas las conse-

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXVII 531

Nuevas dificultades

Instalada la casa por las señoras, comenzaron asurgir dificultades porque las disposiciones de las pro-tectoras no eran compatibles con el género de vida yrégimen de una comunidad religiosa por lo cual el P.Menni se dirigió a la Junta en esta forma: “Para queuna obra de Dios pueda establecerse y desarrollarse,es preciso que las personas que la divina Providenciaha escogido para hacer la obra, se dejen ante todo diri-gir por el espíritu de fe y por una gran docilidad a losdesignios de esta misma Providencia.

Pero no hay que dudar que si contra eso quisiéra-mos seguir nuestro modo de ver no haríamos más queir contra los designios y la voluntad de Dios, y no harí-amos más que volver estéril lo que de otro modo seríade un gran resultado para la gloria de Dios.

La fe y la razón nos lo enseñan y la larga experien-cia adquirida en las numerosas fundaciones que hehecho han certificado siempre que efectivamente esasí.

Una vez empezadas las negociaciones para esta-blecerse en París las Hermanas Hospitalarias que hefundado, la Sagrada Congregación de Obispos yRegulares en nombre de la Santa Sede y sin que nadiehaya hecho ninguna diligencia dio un Decreto por elcual el título de estas Hermanas fue cambiado, dándo-les el de ‘Hermanas Hospitalarias del S. C. de Jesús yde la B. V. María’. y cortando las cosas de tal maneraque no se ve absolutamente ninguna relación con laOrden de San Juan de Dios.

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Pero apenas es conocida la existencia, desde haceunos cuantos años, de una Orden igual a la de SanJuan de Dios para niñas incurables y pobres en el terri-torio de nuestra parroquia, calle Desnouettes, 45, quie-ro hablar del Asilo de Santa Germana dirigido por lasreligiosas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús,debido a la inagotable caridad del Venerado Superiorgeneral de los Hermanos. Esta obra se inspira en suabnegación y en sus sabios consejos.

Desde hace tiempo las peticiones de admisión enel asilo se multiplicaban sin que las pudiésemos aco-ger. ¡Tan reducidas estaban las habitaciones! Mas apesar de la desdicha de nuestros tiempos, con grantranquilidad se elevaban construcciones dispuestas arecibir estas pobrecitas víctimas de las razas corrom-pidas. ¡Bendita sea por ello la Providencia!

Su Eminencia el Arzobispo de París siempre tanbueno para con los que sufren, hizo expresar su senti-miento muy vivo de no poder llevar a esta obra susconsuelos, sus alientos y sus bendiciones.

Fue Monseigneur Odelin el destinado por laProvidencia para pedir y atraer las bendiciones delcielo sobre esta grandiosa obra. Algunos fieles de SanLambert la han visitado en piadosa peregrinación. Hanvisto ahí un doloroso compendio de todas las miseriashumanas, de todos los accidentes que pueden herir alos desgraciados de la vida y la lástima y la compasióndel corazón los han inclinado con respeto ante esaspobres criaturitas lisiadas, disformes por el mal, con elsemblante pálido, estropeado, arrugado, envejecidoantes de tiempo. Las unas andan con muletas o arras-

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXVII 533

cuencias de una desavenencia con la Sagrada Con-gregación de Obispos y Regulares.

Obrando de esta suerte tendremos la protecciónde San Juan de Dios en el cielo y aun tendrá la obra laprotección de los Hijos de este mismo santo aquíabajo, obrando al mismo tiempo sin parecer que nosocupamos de ello.

Hay pues que presentar la obra tal como es, sinhacer mención de nada, y las Hermanas podrían lla-marse sencillamente Hermanas Hospitalarias del Asilode Santa Germana para las niñas escrofulosas”.

Con toda esta serie de enredosas dificultades yotras que omitimos por no hacer el capítulo intermina-ble comenzó y siguió viviendo el asilo, hasta que, deja-do por completo en manos de las Hermanas, se fuetodo allanando y asegurándose el establecimiento, quese amplió poco a poco hasta resultar hermoso edificio,con extensos terrenos de jardín y huerta. Las religiosasde no haberlas sostenido la voz del Padre Menni hubie-ran más de una vez abandonado la fundación; pero élsiempre confió en su prosperidad, ayudado e ilustradopor la gracia.

Invitación

El Boletín Parroquial de Saint Lambert de Baugirarden el número de noviembre de 1911 invita a sus feli-greses a visitar el Asilo, dando al propio tiempo a cono-cer las considerables obras y beneficios del mismo.

“Todo el mundo en Vaugirard conoce la admirablecasa fundada por los Hermanos incurables y pobres.

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CAPITULO XXXVIII

Casa de Portugal

P r o y e c t o s . – Una hermana negrita. – Iglesia ynuevas adquisiciones. – Noviciado Portugués. –Residencia. – Aprobación del Gobierno.

Proyectos

Desde que los Hermanos Hospitalarios, a peticióndel Sr. Patriarca de Lisboa, quedaron cuidando y diri-giendo el Hospital de Santa Marta, de dicha ciudad,para sacerdotes ancianos, concibió el Padre Menni laidea de fundar una casa para enfermas de la mente ypara su asistencia llevar a sus hijas. Y viendo lo muchoque a la fundación ayudaría la presencia de Hermanasportuguesas en la nueva institución, con el valimiento yprivanza que obtuvo de algunos buenos sacerdotesportugueses logró reclutar unas cuantas jóvenes que élmismo condujo a España, las cuales luego ingresaronen el Noviciado de Ciempozuelos. Una de éstas, SorMaría Querubina, nos lo dice: “Nuestro ReverendísimoPadre Fundador tenía un alma grande y un corazón

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tran a fuerza de brazos sus butacas con ruedas, otrasestán servidas por enfermas menos inválidas, o sonllevadas en los brazos de las Hermanas.

El espectáculo es más bien lúgubre; viéndolo sepiensa involuntariamente en esas pruebas que man-chadas presentan deformidades enormes que a vecesse ven en la sala de trabajo de un fotógrafo. A nada seasemejan estas desgraciadas víctimas que a pruebasmal sacadas por la naturaleza, desarreglada en su obrapor culpa del hombre.

En esta casa se aprende a avergonzarse de tantosdesalientos pueriles, de tantas desesperaciones sincausa y se aprecia lo que Dios nos ha dado, haciendode nosotros un ser que piensa, vive y siente y que gozade todas las manifestaciones de lo hermoso.

Tan doloroso espectáculo hace tocar con el dedolas lamentables consecuencias en que puede caer lanaturaleza humana y pone también sobre todo de relie-ve la grandeza de alma de esas mujeres que renunciana todo para curar llagas, a menudo repugnantes.

Como para San Francisco de Sales, que decía desemejantes enfermitas que son joyas mal montadas,para las religiosas que las cuidan, en esos cuerposdébiles y disformes hay almas del mayor precio, por-que han sido rescatadas por la sangre de Jesucristo.

¡Que Dios proteja esa obra admirable! fue el voto omás bien el grito del corazón de M. J. R. Odelin diri-giéndose a la simpática asamblea que le escuchaba.Fue igualmente el nuestro, que ofrecimos en el altardurante la misa que siguió a la ceremonia de la bendi-ción”. – Ch. Lémond. – Cura de San Lambert.

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p retendíamos abrazar. En aquel tiempo, todavía noestaba concluida la vía férrea, por tanto era necesarioviajar en coche hasta la estación de Guarda, y allítomamos el tren. Como el día de la salida había másv i a j e ros que asientos en los coches y nosotras llega-mos algo tarde, resultó que faltaba sitio para dos.Ninguna queríamos perder la ocasión de viajar con tanbuena compañía y nos decíamos unas a otras: ¿quéhacer aquí? Estaba lloviendo, pero a pesar de eso, mihermana Sor Aurelia, y mi prima, Sor Alfonsa (que engloria estén), pidieron les permitiesen subir con elc o c h e ro e ir recostadas sobre el equipaje de los viaje-ros, que iba todo liado y cubierto con un hule y les fueo t o rgado. Entonces, nuestro Rvmo. y caritativo funda-dor se quitó el gabán, para que ellas se tapasen y re s-g u a rdasen de la lluvia. Al llegar a la ciudad de Guard a ,donde siempre se detenían un poquito, para recoger elc o r reo y dar descanso a los animales, nuestras viaje-ras de arriba estaban mojaditas y no podíamos sacarnada de la ropa que llevábamos; entonces todos losv i a j e ros se bajaron para tomar algo y mientras, yo fuia visitar a una persona conocida, nuestro Rvdo. Padrefue a una lonja y compró ropa interior de hombre, a finde que no se sospechase para quién era y se la llevóal coche, mandando a una que guardase la puerta,para que nadie entrase mientras ellas se mudaband e n t ro, y él se re t i r ó .

Bien se deja comprender que nuestro Padre seolvidaba de sí mismo, para socorrer las necesidadesdel prójimo; y este amor del prójimo, vaciado en el delmismo Dios, todo lo allanaba y superaba todas las difi-cultades.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXVII I 537

noble lleno de caridad con todas las criaturas, sinexcluir a nadie, y que amaba de un modo especial a losmás pobres y desgraciados.

Debo describir aquí las primeras impresiones quesu gran caridad hizo en mi corazón, cuando en mayode 1891, se dirigió por primera vez a Portugal para tra-tar los asuntos de la primera casa que fundó en aquelpaís, para los religiosos de su orden, ante todo fue aBraga a visitar el santuario del buen Jesús del Monte,uno de los primeros monumentos de aquel reino. Estásituado en la cumbre de un alto monte, rodeado deuna hermosa arboleda, y hay una grande escalera a lasubida, en la cual encuentran todos los pasos de laPasión, Muerte, Resurrección y Ascensión de NuestroSeñor Jesucristo y las estatuas de los profetas y demuchos personajes de la Historia Sagrada. Despuéspasó a la ciudad de Covilha, donde cinco jóvenes quehabíamos oído hablar de su gran virtud, estábamosdeseosas de ponernos bajo su sabia dire c c i ó n .Estábamos hospedadas en casa de los Doctores Juany Francisco Grainhas, ejemplares sacerdotes, dondese hospedó también nuestro Rvmo. y dignísimoF u n d a d o r. Fue recibido en aquella casa por los pre c i-tados sacerdotes, con la veneración debida a su per-sona y como a hombre de Dios. Como nuestro Padreentró en la ciudad a las tantas de la noche, no le pudi-mos conocer la cara hasta el día siguiente, muy demañana, en la magnífica capilla de los re f e r i d o sP a d res, donde estaba todo a punto, para que celebra-ra el santo sacrificio de la misa. Durante los dos díasque él y nosotras nos detuvimos allí, varias veces nosmandó reunir para instruirnos en la vida religiosa que

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bienhechora de los Hermanos, diciéndole cómo teníauna sobrina enferma de la mente, y que habiendo oídoa los Hermanos hablar de unas religiosas fundadas porél, que curaban de esta clase de enfermas, era sudeseo entregar a sus caritativos cuidados a su amadasobrina. Vuelto a España el P. Menni, al pasar porSevilla, donde se hallaba a la sazón el HermanoBernardo, muy conocedor de Lisboa y sus contornos,por haber estado en Santa Marta y en la primera casade Salud que, después que abandonado el hospital,fundaron en Telhal, fue enviado, provisto de poderes,por el P. Menni, para que adquiriese una casita enalgún pueblo cerca de la ciudad, que tuviese cerquitaalguna iglesia, y de poco precio. Con todas estas cir-cunstancias hallóla el buen Hermano, antes que pen-saba, a las cuales unía la de ser asaz pobre y por elmucho abandono del dueño en gran deterioro .Propiedad de un señor que residía en el extranjero,estuvo cerrada muchos años, y por fin, dio encargo devenderla al Cónsul español, D. julio Franco. Lo únicoque tenía en buen estado era un hermoso huerto consesenta olivos y su cerca de recios muros.

La nueva de haber hallado la casa contentó muchoal P. Menni, y le envió nuevos recaudos al Hermanopara que la adquiriese y en seguida mandó a tresHermanas, española una y portuguesas las otras dos.Sucedió esto en enero de 1894. Fue el H. Bernardo arecibirlas a la estación de Lisboa, y como nada habíaapercibido, ni la compra hecha, ni la casa en disposi-ción de ser habitada por necesitar indispensablesreparaciones, las acomodó en otra casa, propiedad, enBellas, del Ecónomo de la sede del Patriarcado, el P.

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En seguida continuamos nuestro viaje paraCiempozuelos. Al llegar a Freineda, última estación dePortugal, estaba otra joven que, noticiosa de las virtu-des de nuestro Padre, deseaba también con ansia sullegada para ponerse bajo su dirección, como se lenotaba en la alegría de su semblante, cuando le vio. Alllegar a Medina del Campo, nos entregó a nuestrabuena Madre Sor María de los Remedios, que allí nosestaba esperando, y él siguió hasta Palencia. No le vol-vimos a ver hasta el tercer día en Madrid, causándonossu presencia una grande alegría, la que me recordabala de los Reyes Magos, a la reaparición de la estrella.

Después que llegamos a la Casa Madre, los prime-ros días iba todos al noviciado, para alentarnos en elservicio de Dios y consolarnos, pues nos encontrába-mos como unas parvulitas, en país extranjero. Y noparó aquí su benignidad para con nosotras, sino que,como era también muy observante de las reglas deurbanidad, un día que mandó reunir a todas las novi-cias para hacernos una plática, entre otros consejosque nos dio, uno fue, que nos amásemos mucho unasa otras y de un modo especial, recomendaba a todasque fuesen complacientes con las extranjeras, aúnmás si cabía que con las demás; pues así lo preveníala buena educación. Se puede decir con verdad que delas seis primeras extranjeras que tuvimos la dicha deconsagramos al Señor en este santo Instituto, nuestrodignísimo fundador, no ha sido solamente padre sinotambién maestro. ¡Ojalá que yo hubiera aprendido biende sus lecciones!”.

Una de las veces que el P. Menni se hallaba enLisboa, se llegó a él una señora (Dª Mariana Ferreira)

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plazo; además nos daba todos los meses 90 pesetas yen varias ocasiones nos proveyó de alimentos, intere-sándose mucho por que no pasásemos necesidad;todo esto, a pesar de que su sobrina no pudo ingresaren nuestro establecimiento por miras interesadas de sufamilia.

Pusimos la mayor diligencia en preparar cuantoantes nuestro nuevo domicilio, dedicándonos al arreglode la casa, comprar ropas de cama y demás cosasnecesarias en nuestros establecimientos. Nos manda-ron por entonces de España un baúl con ropa deIglesia; pero en la estación no sé qué llegaron a figu-rarse y nos le detuvieron, exigiéndonos una suma con-siderable si queríamos recobrarlo. El Sr. Cónsul, siem-pre atento a nuestros intereses, enterado de lo queocurría, se lo comunicó al Sr. Vizconde, quien lo reco-gió y nos lo envió sin que nada nos cobrase.

Hasta que ingresaron enfermas solíamos enseñarel catecismo por las tardes a algunos niños de los alre-dedores y pronto empezaron a acudir personas mayo-res, algunas de las cuales, venían de bastante lejos.

Sor María de la Luz, era la que principalmente lesinstruía y al poco tiempo pudimos preparar para la pri-mera Comunión a unos 45 entre niños y niñas. Hicimoscon este motivo, una gran fiesta, contribuyendo a ellael entusiasmo con que varias personas piadosas nosayudaron, regalándoles el desayuno y proporcionandouna banda de música que la hizo todavía más solem-ne. Con el fin de poder también ser útil en la enseñan-za del catecismo, en los recreos procuraba yo estu-diarlo, puesto que no lo sabía en aquella lengua.

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Rosario, muy siervo de Dios, y devoto de los HermanosHospitalarios, el cual, solamente la habitaba en tiempode verano.

En esta casa estuvieron las Hermanas empleadasen coser para la casa de los Hospitalarios y éstos ydoña Mariana, por cuya iniciativa habían venido, lesproporcionaron lo necesario, hasta el mes de mayo,que pudieron trasladarse a su pobre casita, ya repara-da.

Nos refiere Sor Trinidad:

“Al tratar de la casa, nos querían disuadir, alegan-do la conducta poco favorable de los vecinos de aquelpueblo y que estábamos muy expuestas a sus insultos.Pedí consejo a nuestro Padre y me escribió animándo-me a la compra, y diciéndome podía consultar con elSr. Vizconde de Idanha, y obrar según lo que éste meaconsejase. Dicho Señor, era muy respetado y apre-ciado en aquel país; tenía además mucha autoridad;cuanto él hacía o disponía era ejecutado con sumisión.Me presenté a él y me recibió con mucha amabilidad,diciéndome que contase con cuanto nos hiciese falta,que en todo nos ayudaría y que no temiésemos, puesnadie se atrevería a hacernos el menor daño. Esto nosdeterminó a comprar la finca, cuyo coste fue 6.750pesetas y con la escritura 7.500. Nos pareció muybarata. Además, nos consintieron pagarla a plazos ysin réditos de ninguna clase.

La señora que había trabajado para nuestra insta-lación en dicho punto, puso en mis manos al díasiguiente de nuestra llegada una limosna de 2.000pesetas, con lo cual pudimos satisfacer el primer

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después nos regalaron conejos, en fin, íbamos hacien-do provisión de todo, gracias a la Divina Providenciaque tanto nos favorecía.

Pronto solicitaron el ingreso en nuestra Casa deSalud para una señorita llamada María Almeida, quepertenecía a una distinguida familia de Lisboa y al pocotiempo ingresó otra de Oporto (Srta. Julia), las cualesnos tomaron tanto afecto y se mostraron tan agradeci-das a nuestros cuidados, que en los ratos de lucideznos ayudaban a la confección de ropas, especialmen-te de Iglesia, costeándonos sus familias el importe dela tela y demás para este objeto”.

Está la casa situada en Idanha, distante de Bellaspoco más de un kilómetro. El Hermano Bernardo y D.julio Franco, hombre muy buen cristiano, compraron lomás indispensable para la instalación.

Como el poco dinero allegado, venido parte deEspaña, 25 pesetas que puso en la mano a SorTrinidad el Padre al enviarla a Portugal, y parte dona-ción de la señora antes mencionada, hubo de invertir-se en el pago del primer plazo convenido en el contra-to y en las reparaciones, quedaron las Hermanas entan grave necesidad, que la primera vez que la MadreGeneral las visitó, tuvo intención de hacerlas volver aEspaña sintiendo mucha pena al verlas sufrir tan gran-des privaciones. Y lo hiciera si por ventura la Hermanaque le acompañaba, su secretaria, no le diera ánimos yconfianza diciéndole, cómo el Sr. Vizconde que poseíaen Idanha unas cuantas casas, y allí pasaba algunastemporadas, les había cobrado tanto afecto y queentre sus buenas y numerosas relaciones les daba aconocer; por lo cual podía esperarse que pronto esti-

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Ya nuestro Padre había ido a visitarnos; él mismonos presentó al Sr. Patriarca, Emmo. Sr. D. José Netto,quien se nos mostró muy bondadoso y aprobandonuestro proyecto, prometió ayudarnos cuanto le fueseposible.

Mandó que nos diesen algunas imágenes de talla yotros objetos, para cuando pudiésemos edificar lacapilla, y entre tanto, nos autorizó para servirnos deuna ermita que pertenecía a la población y estaba muycerca de nuestra casa, en la que pudimos instalar elSantísimo y hacer nuestras funciones religiosas. Endicha capillita hicieron la primera comunión los niños yniñas anteriormente citados y el 31 de mayo del mismoaño pudimos celebrar en la misma también con solem-nidad la fiesta de nuestra Excelsa Patrona NuestraSeñora del Sagrado Corazón de Jesús, siempre favo-recidas con la generosidad de personas buenas y prin-cipalmente del Sr. Cónsul y Sr. Vizconde, quienes noperdían ocasión de favorecemos. Los Hermanos deSan Juan de Dios también nos ayudaron bastante ydesde nuestra llegada nos encargamos de coserles laropa. Después de algún tiempo supimos que el motivode no estar habitada la casa en muchos años, era porcorrerse la voz de que se veían en ella fantasmas osombras blancas y nadie se atrevía a vivir allí. A noso-tras nada nos ocurrió y hasta los vecinos vieron conagrado nuestra obra. Ellos y otros señores de Lisboanos facilitaron lo necesario, ofreciéndonos voluntaria-mente limosnas ya en dinero, ya en telas, alimentos,etc. En la casa que primeramente habíamos estado,nos prestaron dos gallinas cluecas; así que al trasla-darnos a Idanha pudimos llevar unos cuantos pollos,

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adquiriendo los terrenos del contorno y haciendo nue-vas edificaciones a medida que el número de enfermaslo iba pidiendo y la Divina Providencia fue ayudandosiempre.

Noviciado Portugués

En 1907 obtuvo la Rvma. Madre General SorVerónica de Jesús un Rescripto de la Sagrada Congre-gación de Obispos y Regulares, concediéndole facul-tad para abrir un noviciado de Hermanas Hospitalariasen Portugal, al cual gracias al Señor nunca han faltadovocaciones contándose en la actualidad catorce novi-cias y son varias las profesas formadas en esteNoviciado.

El fin de haberle establecido en este punto fue paraque cada Nación tuviese personal de sus mismas cos-tumbres y lengua; y atendiendo a que a medida que laCongregación vaya desarrollándose cada provinciaque se vaya formando tenga su Noviciado.

Residencia

Aunque la casa se vio pronto favorecida con elingreso de un crecido número de señoras pensionistas,se admitieron también muchas pobres de solemnidady con el fin de ayudar a su sostenimiento, se obtuvo lacompetente autorización para pedir y recoger limos-nas. Como en la población en que principalmente serecogían era Lisboa, se creyó conveniente el abrir endicha capital una residencia y al efecto se alquiló un

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madas las Hermanas de muchas personas piadosas,prosperaran en su fundación, como así sucedió.

La primera enferma que ingresó la condujo elHermano Bernardo; era una señorita brasileña, cole-giala del de las religiosas Doroteas, ingresó en la Casade Salud el 1º de julio de 1894, con pensión de prime-ra clase.

Una hermana negrita

Servía en el Hospital de Santa Marta de Lisboa unanegrita, nacida en Quintiniana (África Oriental), llamadaVirginia y en religión Sor Josefina; con tal motivo eraconocida del Hermano Bernardo, a quien manifestósus deseos de ser religiosa y cómo lo había solicitadoen un convento y le habían dicho que como el hábitoque allí se usaba era blanco, decía muy mal con lasmanos y cara negras; escribió el Hermano al P. Menni,intercediendo por la candidata negra, y el Padre con-testó: “Hijo mío, dile a esa alma que está admitida enla Congregación de Hospitalarias; que si su cuerpo esnegro, quizá su alma y su corazón sean más blancosque los de muchas blancas”. En la primera ocasiónque tuvo el Padre, la trajo él mismo al Noviciado deCiempozuelos y recordaba la imposición de las manosde un Obispo negro en su ordenación sacerdotal; de loque ya hemos hecho mención en la primera parte.

Iglesia y nuevas adquisiciones

En 1897 se bendijo la primera capilla de la casa eldía del Patrocinio de San José y después se fueron

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Paço, a 18 de octubre de 1901. – E rn e s t oRodolpho Hintze Ribeiro.

A continuación publica el mencionado diario los‘Estatutos de la Asociación de las Herm a n a sHospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús’:

Art. 1.º La Asociación de Hermanas Hospitalariasdel Sagrado Corazón de Jesús, se constituye comoasociación de carácter religioso y de beneficencia, enlos términos de las leyes del país.

Como Asociación de carácter religioso tiene por finmantener, observar y propagar la religión Católica,Apostólica Romana, que es la religión del Estado, pro-curando practicar las virtudes que ella enseña; y comoasociación benéfica practicar la caridad con los enfer-mos, del modo que se expresa en el capítulo siguien-te:

Art. 2.º La Asociación está destinada a prestar aNuestro Señor el culto que le es debido en la formaprescripta por la Iglesia y también a prodigar su carita-tiva asistencia a personas del sexo femenino, pobres opensionistas atacadas de alienación mental o de cual-quier otra enfermedad, sin excluir las contagiosas, asícomo a niñas raquíticas, escrofulosas, lisiadas, etc.

1.º Podrá la Asociación ejercer otras obras de cari-dad que puedan ser convenientemente practicadaspor personas del sexo femenino.

2.º El centro de la Asociación está en el lugar deIdanha, Parroquia de Bellas, distrito de Cintra, dondeestá establecida y posee en propiedad una casa desalud para dementes, en donde actualmente son trata-das, vestidas y sustentadas gratuitamente tre i n t a

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXVII I 547

pequeño piso en la Rúa de la Caridad núm. 55, 1°donde se reunían todas las Hermanas limosnerashaciendo en lo posible vida de Comunidad, ya que acausa de la distancia habría de hacérseles pesado elvolver todos los días a Idanha.

Solían estar unas seis u ocho Hermanas haciendouna de ellas de encargada y los sábados por la tarderegresaban a la Casa, para pasar el domingo en com-pañía de las demás, confesarse, recibir encargos de laM. Priora, etc., etc., y el lunes volvían para emprenderde nuevo su tarea.

Siguieron en esta forma hasta que se levantó larevolución, desde cuya fecha no les fue posible conti-nuar la póstula, ni siquiera salir a la calle con el hábitoreligioso.

Aprobación del Gobierno

En el “Diario do Governo” del 21 de octubre de1901, página 2.878, se lee:

“Su Majestad el Rey, a quien fueron hechos pre-sentes los estatutos por los que pretende regirse, paralos efectos del decreto de 18 de abril último, la‘Asociación de Hermanas Hospitalarias del SagradoCorazón de Jesús’. Vistas las disposiciones del dere-cho aplicables:

Tiene a bien conceder su aprobación, con la expre-sa cláusula de que les será retirada luego que dejen deser debidamente cumplidos, o que la sobre d i c h acolectividad se desvíe de los fines legales de su insti-tución o de los precisos términos del citado decreto.

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cuando la asociada o sus representantes no quieranrecibirlos en los términos del derecho.

Cuando la Asociación no tenga edificio propio paralos fines de la misma, podrá alquilar los edificios que lesean necesarios.

Así también la Asociación podrá ejercer su misiónde caridad en los hospitales o casas de salud ya seanpropios o de cualquier corporación, cofradía o personaparticular, mediante las condiciones que previamenteestipularen.

Art. 7.º Los fondos de la Asociación provienen delas mensualidades de las pensionistas, de las limos-nas, legados, producto de cualquier suscripción, dona-tivos, etc.

§ único. La factura de cada artículo será anotadaen su respectivo lugar de gastos, debiendo cualquiersaldo entrar en cuenta y no podrá ser aplicado sino alos fines de la Asociación, en los términos de estosestatutos.

Art. 8.º Sólo podrán ser admitidas como asocia-das, personas del sexo femenino, debiendo las meno-res tener licencia escrita de sus padres o tutores y lascasadas licencia escrita de sus maridos.

Art. 9.º Las asociadas conservan todos sus dere-chos individuales, según la ley civil establece o reco-noce.

Art. 10. La administración de la Asociación perte-nece a un consejo director, elegido anualmente por laasamblea general, de entre las asociadas que lo com-ponen.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXVII I 549

enfermas de alienación mental y diez pensionistas conigual enfermedad.

Art. 3.º La Asociación está sometida, en lo querespecta a lo espiritual a las autoridades eclesiásticasordinarias portuguesas: y en lo que toca a lo temporal,a la inspección del Estado, todo en los términos de lasleyes del país.

Art. 4.º Luego que los estatutos fueren aprobadospor el Gobierno, sujetará la Asociación a la aprobacióndel gobierno civil de su respectivo distrito el reglamen-to de su establecimiento; y lo mismo hará en los esta-blecimientos que posteriormente llegue a fundar, antesde abrirlos.

Art. 5.º Los establecimientos de la Asociaciónquedarán sujetas a la tutela e inspección de las autori-dades, en los términos de la legislación común.

La Asociación organizará y traerá siempre escritosal día, un inventario de sus haberes y una relación desus asociados, así como la designación de la edad,estado y nacionalidad, para hacerlos presentes a laautoridad administrativa, con los demás libros y docu-mentos de administración, cuando por ella fuerennecesitados.

Art. 6.º Los inmuebles que la asociación adquieragratuitamente serán desamortizados en los términosde la ley: y por título oneroso se podrán adquirir losindispensables para el desempeño de sus fines, prece-diendo, empero, licencia del Gobierno.

Por ningún título podrá la asociación adquirir cual-quier bien de las asociadas, ya directamente o por otrapersona, so pena de perderlos en favor del Estado,

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La primera reunión ordinaria se ha de efectuar en elsegundo domingo de julio y en ella se procederá a laelección de la comisión revisora de cuentas, y a la demesa de asamblea general (de tres en tres años). Enesta reunión se harán presentes por el consejo director,la relación y cuentas de gerencia del año económicofinado.

En la segunda reunión ordinaria, que debe efec-tuarse quince días después de la primera, debe discu-tirse el parecer de la comisión revisora sobre las cuen-tas, y asimismo la relación del consejo director y seprocederá a la elección de éste.

Art. 15. El consejo director designará de entre susmiembros, presidente, secretaria y tesorera.

Art. 16. Pertenece a la presidenta representar a laAsociación en juicio y fuera de él, dirigir los trabajos delas sesiones del consejo, convocar las reuniones y eje-cutar las deliberaciones del mismo; proveyendo atodos los casos ordinarios de administración y a losextraordinarios que fueren urgentes.

A la secretaria corresponde encargarse de lacorrespondencia y extender las actas de las sesiones.

A la tesorera la recaudación de fondos.

Art. 17. Al consejo director incumbe:

1.º La admisión de las asociadas.

2.º La admisión o exclusión de los enfermos y decualesquier personas socorridas por la Asociación, yen general deliberar sobre el modo de dirigir los esta-blecimientos de la asociación y de cumplir cualquierade sus fines.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXVII I 551

Art. 11. Tienen derecho a tomar parte en lasasambleas generales todas las asociadas mayores deveintiún años.

Art. 12. Compete a la asamblea general:

1.º Elegir de tres en tres años su mesa y anual-mente al Consejo director de la comisión revisora decuentas.

2.º Despedir a cualquier asociada ya sea a peti-ción suya o con motivo justificado, debiendo en esteúltimo caso preceder audiencia debida; dicha votacióndeberá ser confirmada por dos terceras partes de losmiembros de la asamblea.

3.º Deliberar sobre las cuentas, relaciones y cual-quier asunto referente a la Asociación, para el que hayasido convocada.

§ único. Siendo el fin esencial de esta Asociaciónprestar gratuitamente sus servicios a los enfermos,cuando alguno de sus miembros se retire voluntaria-mente o fuere despedido, no tendrá derecho a recla-mar cosa alguna por los servicios prestados durante supermanencia en la Asociación.

Art. 13. La mesa de la asamblea general se com-pone de presidente y una secretaria; el consejo direc-tor de tres miembros y la comisión revisora de cuentastambién de tres.

Art. 14. Habrá anualmente dos reuniones ordina-rias de la asamblea general y las extraordinarias quefueren requeridas por el consejo director o por doceasociadas.

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CAPÍTULO XXXIX

Casa de Salud Ntra. Sra. de los Dolores enSan Baudilio de Llobregat

Origen. – Nuevos dueños. – Temores y presenti -m i e n t o s . – R e a l i d a d e s . – Nuevo Reglamento. –Noviciado. – Varios avisos. – Relevación de car -gos en el cuerpo médico. – Sobre una memo -ria. – Decisión extrema. – Algo sobre la actualtopografía del Manicomio.

Origen

El año de 1854 era el dueño del antiguo Convento,ya ruinoso, de Servitas, situado a las afueras de SanBaudilio, el Marqués de Santa Cruz de Vilasor. Vivíaentonces en Barcelona un médico muy cristiano queaplicaba su talento al estudio de las enfermedadesmentales, conocido por el Dr. D. Antonio Pujadas yMoyans, el cual se propuso adquirir el mencionadoConvento y establecer una casa de alienados, con loque satisfaría dos fuertes anhelos: darse de lleno a suespecialidad, y hacer tornar aquel sagrado recinto,

PRIMERA PARTE – CAP. I 553

3.º El nombramiento y dimisión del personal yempleados.

Art. 18. El consejo director debe someter a laaprobación de la autoridad pública sus presupuestos ycuentas en las épocas y según la forma determinadaen la ley para las corporaciones administrativas.

Idanha-Bellas, Casa de Saúde 8 de octubre de1901.

En la revuelta de 1910 fue respetada la casa por losrepublicanos, merced a la bandera italiana que enar-bolaron las Hermanas; mas las españolas no pudieronpermanecer en suelo portugués y hubieron de venirsea España.

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blecimiento para que con los productos se extinguie-sen las deudas. Hízose tal cesión el 19 de abril de 1881la cual fue ratificada y confirmada por su heredero D.Juan Federico Pujadas, mediante convenios de 24 deenero de 1882 y 11 de diciembre de 1883.

Nuevos dueños

Adquirieron después el manicomio dos acaudala-dos señores de Barcelona D. Benito Adroer y D. PedroSerra. Caídas la administración y dirección en manospecadoras, hubieron de acabar por decidirse a enaje-narle, después de algunos años de menguada explota-ción y escasos dividendos, y al efecto le ofrecieron enventa al P. Menni. La primera carta sobre el asunto fueenviada por el Sr. Adroer y desde aquella lejana fechano cesó de preocupar al P. Menni la proposición quevino a efectuarse algunos años más tarde.

Temores y presentimientos

La falta de personal en un principio hacía casiimposible al P. Menni la compra. Después cuando con-taba con suficientes Hermanos, siquiera para la direc-ción y tenía dispuestas para las mujeres algunasHermanas de su naciente Congregación de Hospita-larias, atajaba su decisión un cúmulo humanamenteinsuperable de dificultades.

La población vesánica era imponente; se acercabaa dos mil el número de enfermos de ambos sexos. Eldesaliento de los dueños y la indiferencia y poco cui-

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXIX 555

huesa de santos, relicario de mártires por aquél enton-ces y seminario de santidad en tiempos más venturo-sos, a ser casa donde se hiciesen obras del divinobeneplácito.

Era novicio de aquel convento el Sr. Pujadas cuan-do en 1835 salió fugitivo merced a los trágicos sucesosde aquella época, y a través de sus largos años deestudios y vida de seglar le había conservado grandevoción y cariño a la bendita casa donde respiró tana placer su adolescencia puras auras del cielo. El día 2de mayo de 1854 comenzábase a realizar su sonrosa-do ensueño otorgando la escritura de venta del con-vento a su favor el Sr. Marqués de Santa Cruz.

Luego instaló su manicomio, que se desarrollópresto con bastante vida, y que después de grandestrabajos y dispendios le ocasionó sinsabores y disgus-tos tales, que, según es fama perdió el seso y murióloco. Hemos oído referir que en cierta ocasión el des-cuido de la servidumbre llegó a tal extremo que se des-arrolló una epidemia de la cual murieron multitud deenfermos. La desinfección se hizo imposible; los quequedaron con vida fueron sacados del establecimientoy acomodados en las vecinas montañas de SanRamón, debajo de los árboles. No se hallaba quienextrajese los cadáveres del manicomio, y allí hubiesenquedado con grave peligro de la salud pública, si lasheroicas hermanas de Santa Ana, a instancias delG o b i e rno Civil, no hubiesen arriesgado sus vidasentrando a desinfectar, enterrando a los muertos y lim-piando el manicomio.

El Dr. Pujadas, con objeto de pagar a sus acreedo-res les cedió la administración y dominio útil del esta-

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refiere, cuando éstas quedaron encargadas e intenta-ban darles la comida a la boca mediante una cuchara,se les resistían. Venían a ser como el sombreado ymatices de tan feo cuadro, complicadas marañas en laadministración, intereses creados, malas costumbres,sucios desenfrenos de erotismo, amén de otras mildificultades que habría que vencer. De haber sido soloel P. Menni, a buen seguro que no le hubiese faltadoánimo para afrontar todo el peligro del gravísimo nego-cio que se le ofrecía; pero no era él sólo; había decomenzar comprometiendo el crédito de la provinciaespañola y de su nueva Congregación de Hospitalariascon una deuda de dos millones de pesetas; tendría quecortar por lo sano para extirpar el cáncer de la inmora-lidad y la carne viva de por fuerza habría de resentirsey oponer obstinada resistencia; tenía que substituirseel personal facultativo y de la dirección y servidumbrey dejar sin empleo a una buena porción de jefes defamilia y someter al yugo asperísimo y a la gravosacarga de un trabajo inmenso, hasta conseguir el sane-amiento moral y físico del establecimiento, a susHermanos queridos y a sus amadas Hijas. Y el P. Mennien incesante y larga oración ante el Sagrario, repetíasin cansancio, perplejo: ¡Jesús, de mí desconfío; enVos confío y me abandono! Jesús mío, ¿exigís de mí yde mis hijos este sacrificio? Y en el fondo de su almadebió sentir que Dios respondía afirmativamente y undía se levantó de los pies de Jesús con nuevas graciasfortalecido el espíritu para dar un paso más en la víadolorosa que vimos comenzar en sus primeros años dereligioso y hemos visto terminar el último de sus díasen la tierra.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXIX 557

dado que debieron poner en su negocio, dada la cortautilidad y los numerosos y graves disgustos dieron porresultado la conversión del manicomio en una casasólo comparable a cubiles de fieras y a zahúrdas.

Las Hijas de la Caridad o Hermanas de San Vicentede Paúl, solamente alcanzaban a proporcionarles buenalimento; no se les consentía otra ingerencia.

Una insuficiente división de sexos daba lugar a lasinmoralidades anejas a la falta de freno de la razón ysobrada holgura de los apetitos sensitivos en los infe-lices enfermos de la mente.

La impericia de los enfermeros laicos y las preven-ciones contra el pobre loco, a quien se miraba comoantaño, como a animal traidor, convertían las estanciasde agitados en espantosa visión. Las desdichadasdementes vagaban descalzas. Un saco de arpilleríahasta la rodilla y un babero sucio y repugnante decuero abrochado a la espalda y colgante sobre elpecho, era su extraña vestimenta; las greñas cubrién-doles la faz, muchas teníanlas cortadas, y a cada des-mán de la enferma respondía el golpe brutal de la llavede la enfermera. Las más andaban maniatadas y atodas se les hacía sentar a una larga mesa sobre lacual enfilaban a lo largo agujeros donde encajabanunas cazoletas metálicas, en las que se depositaba asus tiempos la comida y allí se alimentaban al uso delos brutos, sin que nadie se tomase el cuidado de dár-sela, las infelices maniatadas, quienes ni para estosmenesteres lograban la soltura de una mano. Tanacostumbradas se hallaban a este modo de tomar losalimentos que, según alguna Hermana Hospitalaria

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asisten y cuidan por sí mismos a los asilados varonesy cumplen las prescripciones médicas; y las religiosasHospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús hacen lopropio en la sección de mujeres.

Art. 17. La asistencia facultativa de los asiladosestá confiada a ilustrados médicos, competentes en laespecialidad.

Art. 18. Las prácticas religiosas y demás mediosde moralización se emplean en la forma que a juicio delfacultativo se conceptúa más conveniente, a cuyoefecto se cuenta con capellanes para la celebración dela Santa Misa, administración de Sacramentos ydemás auxilios espirituales.

Art. 19. El establecimiento cuenta en cada sec-ción con balneario para las aplicaciones hidroterápi-cas, principal terapéutica en estas enfermedades, tienefarmacia y Gabinete Electro-Terápico.

Art. 20. Como medios de curación se emplean lospaseos, la buena alimentación, las distracciones y ocu-paciones apropiadas a cada clase, el aseo personal yla higiene, todo lo cual concurre al plan curativo pres-crito por los señores facultativos.

Art. 21. El horario para las comidas y distribucióndel tiempo varían según las estaciones del año.

Art. 22. A los convalecientes se procura iniciarlesgradualmente para volver a vivir en sociedad y a estefin los señores facultativos señalan los que deben salira paseo con expresión de si han de ir acompañadospor personas de la casa, o si su estado permite dejar-les salir solos”. Y al final del último artículo decía: “Estereglamento anula los anteriore s . – San Baudilio de

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXIX 559

Realidades

En efecto, luego que conocieron los dependientesdel manicomio que habrían de ser sustituidos o some-tidos a un régimen más estrecho, comenzaron lasrepresalias y oposiciones. Cerróse el trato el 20 deagosto de 1895, empezando la administración las dosComunidades el día primero del mes de octubre delmismo año. La residencia de ambas Comunidadesrecibió la aprobación canónica en 28 de septiembre de1895 del Excmo. Sr. D. Jaime Catalá y Albosa, Obispode Barcelona, y el establecimiento de la casa segúnpreviene el mandato apostólico de S. S. León XIII del 8de mayo de 1881 fue aprobado por la S. C. De O. y R.en 27 de noviembre del mencionado año 95.

Lograda un tanto la renovación del régimen, cuan-do oía recitar el santo rosario en los diversos departa-mentos a los enfermos decía el Padre: “No es extrañoque el demonio nos haga padecer tanto, pues lehemos arrojado de aquí donde tenía sus ganancias”.

Nuevo Reglamento

Desde luego se implantó un régimen nuevo en todoy se publicó un reglamento orgánico en conformidadcon las Leyes y Reales Decretos entonces vigentes enmateria de establecimiento de alienados, en el cual ensu sección última se consignaba:

“Manera de funcionar el Manicomio:

Art. 16. Los Hermanos Hospitalarios de San Juande Dios a cuyo cargo corre la sección de hombres,

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de Dios para que a su arbitrio y conciencia, de acuer-do con el Sr. Obispo de Barcelona, concediera la gra-cia solicitada de erigir un noviciado.

La erección se hizo personalmente por el P. PriorGeneral según consta en este certificado: “Habiendovisitado personalmente el local que la Congregación deHermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesúsy de la Bienaventurada Vi rgen María Señora Nuestratiene preparado para establecer en el mismo un novi-ciado de su Congregación en este establecimiento-Manicomio, habiéndolo hallado conforme con cuantoo rdenan los Sagrados Cánones y las ConstitucionesApostólicas, en virtud de la delegación que nos ha sidodada por la Sagrada Congregación de Obispos yR e g u l a res por el Rescripto que antecede con fecha 24de abril del corriente año y de inteligencia previa con elExcmo. y Rvmo. Sr. Obispo de Barcelona, hemosdeclarado canónicamente erigido el dicho noviciado,quedando siempre salva la autoridad o jurisdicción delO rd i n a r i o . – San Baudilio de Llobregat a 2 de junio de1 8 9 6 . – F r. Casiano María Gasser, Prior General de laO rden de San Juan de Dios”.

Con las novicias pudo atenderse más fácilmente alservicio de las enfermas y sustraerlas del desagradablecuidado de las antiguas enfermeras, que aún habíaalgunas a falta de Hermanas.

En pocos años se multiplicaron las religiosas entrelos dos noviciados de Ciempozuelos y San Baudilio, desuerte que no hubo necesidad de que continuaraabierto el de San Baudilio, reduciéndose la formaciónde nuevas Hermanas al de Ciempozuelos solamente.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXIX 561

Llobregat 18 de diciembre de 1897. – El Provincial dela Orden Hospitalaria de San Juan de Dios y Directordel Manicomio”.

Noviciado

Unas preces con fecha 9 de abril de 1896 dicen:“Beatísimo Padre: Sor Josefa Marturet de SantaVerónica de Jesús, Superiora General de la Congre-gación de Hermanas Hospitalarias del SagradoCorazón de Jesús y de la B. V. María Señora Nuestra,postrada humildemente a los pies de V. Santidad expo-ne: que el Consejo General de este Instituto ha decidi-do por unanimidad recurrir a Vuestra Santidad, deman-dando el permiso para la creación de otro noviciadodel mismo Instituto en el establecimiento que ha insta-lado en la villa de San Baudilio de Llobregat, en laDiócesis de Barcelona, en vista del creciente númerode aspirantes que solicitan el ingreso en laCongregación y creyéndolo necesario para el desarro-llo de la misma.

En el citado Establecimiento Hospitalario se alber-gan al presente setecientas mujeres enfermas demen-tes, y reunidas las condiciones que exigen lasConstituciones Apostólicas y asimismo las propias delInstituto para erigir el susodicho Noviciado, esperaconseguir esta gracia de la benignidad Apostólica deVuestra Santidad, etcétera, etcétera”.

La Sagrada Congregación de O. y R. respondiócomisionando por rescripto del 22 de abril del mismoaño, al Rvmo. P. Prior General de la Orden de San Juan

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5ª Con el fin de evitar cuanto sea posible el ir adepartamento de otro sexo, es preciso que para cier-tas cosas de poca importancia, la Madre Superioraavise al Padre Prior, diciéndole que necesita, por ejem-plo, componer una cerradura, una puerta, o lo que sea,para que el Padre Prior cuide de enviar al oficial de car-pintería, cerrajería, albañil, hojalatero, etc., etc.

6ª Toda vez que el arreglo de los colchones lohacen los hombres que son del oficio, cuando hayaque arreglar los de las mujeres se traerán al departa-mento de hombres, para evitar el que por tal causaéstos entren en el de mujeres a no ser que el colcho-nero fuera hombre de toda confianza; y en tal casopodría arreglar los colchones bajo la vigilancia de lasreligiosas.

7ª La Madre Priora, sin necesidad de consultarlo,cuide de las menudencias de la ropería, llevandoempero notas de altas y bajas con exactitud.

8ª Cuando se ofrezca alguna grave dificultad queno pueda resolver la Madre Priora por sí, llamará alPadre Prior para que éste lo examine; en tal caso, avi-sará a la Madre, para que a la hora que convengapueda estar prevenida con su compañera para recibir-le y acompañarle desde su ingreso en el departamen-to de mujeres, hasta salir del mismo.

9ª Igualmente cuando el Padre Prior estime nece-sario entrar en un departamento de otro sexo, no lohará sin prevenir de antemano a la Superiora, para queella u otra en su representación pueda con su compa-ñera concurrir a recibirle y acompañarle como se hadicho.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXIX 563

Varios avisos

Aunque la separación de sexos quedó hechadesde que las Comunidades se encarg a ron delManicomio, la construcción del edificio, las mutuasnecesidades, las provisiones tomadas de una mismadespensa y cocina y otras muchas causas no consen-tían el aislamiento a que el prudente P. Menni aspirabay mientras otra cosa no podía conseguirse constante-mente predicaba e increpaba para alejar todo peligrocuanto era en su poder, como puede verse por estosavisos:

“Creemos nuestro deber dar las siguientes ordena-ciones:

1ª Volvemos a mandar que se evite toda familiari-dad con las religiosas; no faltarlas en nada, pero evitarcuanto sea posible el trato con ellas.

2ª En las cosas necesarias háblese con ellas conbrevedad, debiendo evitarse absolutamente toda pala-bra jocosa, inútil u ociosa, y todo cuanto pueda serconsiderado como broma.

3ª Todo lo cual se prohíbe que se haga, no sólo depalabra, sino también por escrito, por teléfono o cual-quier otro medio; debiendo evitarse toda comunicacióninnecesaria.

4ª Los sacerdotes que para el ejercicio de susagrado ministerio necesiten entrar en el departamen-to de mujeres, no lo harán nunca sin estar convenien-temente acompañados de dos religiosas o bien de unareligiosa y otra persona que tenga uso de razón y endefecto de religiosas de otras dos personas capaces.

562 SAN BENITO MENNI – BIOGRAFÍA DOCUMENTADA

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20. Se recomienda y encarga mucho, bajo penade grave responsabilidad la limpieza de los departa-mentos y de los enfermos; pues reconocido está quelos Hermanos cuidadosos siempre tienen en esto ocu-pación, mientras que los descuidados y desidiosossiempre están con los brazos cruzados, sin saber quéhacer. – Dando fin a esta visita implorando la bendicióndel Altísimo sobre las dos Comunidades con sus aco-gidos y todo este establecimiento, en el nombre delPadre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. – ElProvincial, Fr. Benito Menni. – A continuación el M.Rvdo. Padre Provincial recomendó de una manera efi-caz que siempre que tengan necesidad los religiososde ir al departamento de mujeres, avisen a la MadrePriora y no pasen de la portería del mismo sino acom-pañados de dos religiosas, las que cumplirán esteencargo hasta la salida del mismo, evitando toda fami-liaridad con ellas y sólo hablando las palabras necesa-rias, en conformidad con cuanto fue ordenado ante-riormente”1.

Asimismo manifestó que no pudiéndose hacer porentonces la separación completa de la administraciónde ambos departamentos por varios motivos y con elfin de que se hiciese entretanto la separación posible yconveniente, se podrían proveer las Hermanas de porsí, de ropas y otros artículos. Después el referido M.Rvdo. P. Provincial dijo: Que con el fin de mejorar lascondiciones del Establecimiento y ponerlo a la altura desu clase, era necesario la construcción de cinco pabe-llones (uno de ellos para pensionistas) con el objeto de

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXIX 565

1 Libro de Cap. conventuales p. 9 y siguientes.

10. En ambos casos el Prior o quien haga susveces llevará consigo un compañero prudente, sea ono religioso.

11. Los Hermanos encargados de departamen-tos, cuando necesiten algo de la Ropería, se limitarána expresar por escrito lo que necesiten y nunca seponga otra cosa, ni noticias, ni hacer preguntas, ni feli-citación de su santo, ni saludo, ni nada absolutamentemás que lo indispensable para el objeto que necesita.

12. Cuanto dejamos arriba ordenado es en virtudde santa obediencia y bajo pena de pecado, previnién-doles que incurrirán en la indignación del Señor, losque a sabiendas faltaren a ello; y prevenimos que sus-penderemos de todo oficio, de voz activa y pasiva, eimpondremos otras penas a quien faltare a este nues-tro mandato.

13. Nadie que no esté encargado debe cambiarlas bombillas, ni modificar nada en las luces, debién-dose procurar que estén apagadas siempre que nosean indispensables.

14. Se prohíbe la lectura de periódicos; permitién-dose solamente lecturas y libros piadosos; leer otroslibros nadie lo hará sin previo y explícito permiso, quedeberá darse por escrito y solamente por verdaderanecesidad.

16. Acuérdense que está prohibido el usar entrelos Hermanos otro tratamiento que no sea el ordenadode “Su Caridad, Su Reverencia, o V. R.,” según las cir-cunstancias.

19. No se permite jugar con los enfermos niempleados, pues esto trae gravísimos inconvenientes.

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comio de San Baudilio a 31 de julio de 1902. – ElProvincial de la Orden de San Juan de Dios, Fr. BenitoMenni”.

Todos juntos los del cuerpo facultativo calumniaronatrozmente al manicomio, insultaron a P. Menni, formu-laron denuncias de supuestos abusos ante las autori-dades civiles y escribieron artículos infamatorios en laprensa.

Sobre una memoria

En abril de 1911 el cuerpo médico del manicomiopublicó un folleto en defensa de nuevas acusaciones.En su primera página se lee: “A la Excma. Diputaciónde Barcelona. – La Memoria médica redactada por losseñores Villa, Coroleu y Ferrer, como resultado de lasvisitas de inspección que, por encargo del Excmo. Sr.Presidente de la Diputación Provincial de Barcelona,giraron dichos señores al Manicomio de San Baudiliode Llobregat y que la Excma. Corporación provincial seha dignado remitir a la dirección de este estableci-miento frenopático, para que conteste en la forma quecrea conveniente a los cargos consignados en lamisma, constituye el objeto de este informe facultativoque los médicos del Manicomio tienen el honor desometer a la ilustrada consideración de la Excma.Diputación provincial, con independencia de los infor-mes de otro orden que pueda aportar con el mismo finla dirección administrativa del Frenocomio.

Y habida cuenta de la trascendencia y gravedad dealgunos de los cargos formulados en dicha Memoria,

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXIX 567

ceder al departamento de mujeres los locales que ocu-pan los hombres, denominados San José, San Benito yel Santo Ángel Custodio, y además otro pabellón parainstalar la sección de hidroterapia, sala de operaciones,etc., etc., lo cual se haría (D. m.) así que fuese posible,ya que no podía hacerse inmediatamente2.

Las transformaciones de la antigua Babel no po-dían ser más radicales. Pero no pararon aquí.

Relevación del cargo en el cuerpo médico

Creyó un deber renovar el personal médico sintemor a consecuencias y sin respetos humanos.

Al Director mandó esta atenta carta el P. Menni: “Enatención a la nueva organización del servicio facultati-vo que se ha resuelto dar a este establecimiento, meveo en el deber de participar a V. que desde esta fechaqueda V. relevado del cargo de Director facultativo delmismo.

Adjunto remito a V. un cheque por valor de 500pesetas que podrá V. hacer efectivo en casa de losSres. Hijos de Magín Valls, de Barcelona en satisfac-ción de los honorarios que le corresponden por susservicios durante este mes; comunicándole asimismoque si V. tiene a bien participarme su domicilio, a últi-mos de agosto pondré a su disposición igual cantidadcomo atención, aunque no preste V. ya los referidosservicios. – Dios guarde a V. muchos años. – Mani-

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2 Consta en documento visado por el P. Menni en 16 de octu-bre de 1902.

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otras corporaciones o entidades nacionales o extran-jeras, para regular las entradas y salidas de dementesy demás detalles de organización de este servicio, concomparación de los procedimientos de entradas ysalidas seguidos en los Manicomios de San Andrés ySan Baudilio, y con la pro p o rción de curaciones endichos manicomios y otros establecimientos impor-tantes de España y del extranjero, exponiendo ade-más, los diferentes sistemas de organizar este servi-c i o ” . – El día 10 de septiembre siguiente se pre s e n t a-ron en el manicomio, por primera vez, los señore scomisionados, y, sin manifestar previamente las atri-buciones que tenían, ni exhibir el nombramiento deque seguramente iban provistos, dieron principio en laforma que cre y e ron conveniente sin obstáculo de nin-gún género por parte del personal del manicomio acumplimentar el primer punto decretado por el Excmo.S r. Presidente de la Diputación.

A mediados de noviembre, o sea a poco más dedos meses de haber comenzado, visitaron por últimavez el Manicomio los señores comisionados, habiendohecho en dicho espacio de tiempo unas dieciséis o die-cisiete visitas, casi todas (con dos o tres excepciones)a la misma hora de ocho y media a once y media de lamañana y casi todas, también, con una duración varia-ble de dos a tres horas. Todas ellas las efectuaron sinp revio aviso, con intervalos irre g u l a res el mayor núme-ro, y solo tres o cuatro en días consecutivos. No todasre s u l t a ron colectivas, pues algunas veces, solo fuero nal Manicomio uno o dos de los señores comisionados.

En la página 69 del folleto se consigna la “Accióncientífica y social del Manicomio”. Tal vez dice bajo

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXIX 569

entienden los médicos del Manicomio que su informeha de tener gran amplitud y gozar, necesariamente, decompleta libertad, sin que esto signifique que debarebasar los límites necesarios a la defensa de susactos y a la de los servicios técnicos del Manicomio,que, en realidad y con rarísimas excepciones, sontodos los que integran la vida del establecimiento fre-nopático.

Así, pues, creyendo hacer uso de un perfecto dere-cho y en cumplimiento de una obligación indeclinable,emiten el siguiente informe que, para mayor claridad,dividen en diez y siete capítulos:

1. Consideraciones preliminares.

En uno de los últimos meses del primer semestredel pasado año de 1910 se publicaron, en un periódi-co político de Barcelona, una serie de artículos anóni-mos en los que, en forma violenta y difamatoria, sedenunciaban supuestos abusos cometidos por laAdministración del Manicomio de San Baudilio en per-juicio de los enfermos asilados en el mismo, e impre-sionado, sin duda, por dichas denuncias, El Excmo.S r. Presidente de la Diputación provincial deB a rcelona de cuya corporación dependen centenare sde alienados recluídos en el Manicomio juzgó conve-niente decre t a r, con fecha 20 de agosto del mismoaño, el nombramiento de una Comisión de personastécnicas encargadas: 1º “De hacer una detallada visi-ta de inspección en el Manicomio de San Baudilio,para dar cuenta de la manera cómo en él se hace elservicio de dementes, y 2º Informar a la CorporaciónP rovincial sobre los procedimientos seguidos por

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Medicina de Barcelona, con materiales en gran parterecogidos en el Manicomio de San Baudilio.

También por los mismos años escribió el malogra-do Doctor Martínez Valverde, médico del Manicomio,su importante obra “Guía del diagnóstico de las enfer-medades mentales”, que se editó años más tarde,(1900), y que aún hoy constituye un buen libro de estu-dio, principalmente por la base clínica extraída de SanBaudilio.

Los Médicos del Manicomio presentaron excelen-tes trabajos clínicos en el Congreso internacional deciencias Médicas celebrado en Barcelona en 1888(Actas del Congreso).

Más recientemente, en 1903, dio principio la publi-cación de la “Revista Frenopática Española”, órg a n ocientífico del Manicomio de San Baudilio, que cuentacon nueve años de existencia y ha conseguido el honorde tener como re d a c t o res o colaboradores a los princi-pales alienistas de España y de los países Hispano-Americanos. En esta Revista que ha logrado traspasarlas fronteras, han publicado numerosos artículos dos delos señores comisionados, y por cierto que en uno deellos se elogia a la actual Administración del Manicomiode San Baudilio por sus iniciativas y por las notablesmodificaciones introducidas recientemente en el esta-blecimiento (tomo VI, páginas 281 a 285, año 1908).

Los Médicos del Manicomio han concurrido, enrepresentación del mismo y con trabajos referentes aasuntos clínicos y a problemas de asistencia de aliena-dos, a los Congresos Internacionales de Medicinacelebrados en Madrid y Lisboa (1903 y 1906), al

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXIX 571

este epígrafe, se repute inmodesto lo que vamos aseñalar por nuestra exclusiva cuenta en este capítuloque no figura en la Memoria de los señores Comisio-nados pero como la mayor parte de los hechos queapuntaremos se refieren a épocas muy pretéritas y loselogios que acaso merezcan sólo en mínima parte pue-den alcanzar a los actuales médicos y administradoresdel Manicomio, creemos un deber hablar de ello, comoepílogo de este informe dedicado a defender a esteestablecimiento frenopático.

No será nada más que un breve, índice de lo que elManicomio de San Baudilio ha hecho en beneficio dela ciencia y de la cultura patrias.

Ha sido el primer establecimiento fre n o p á t i c oespañol, organizado con arreglo a las modernas pres-cripciones psiquiátricas, por su fundador el sabio alie-nista Dr. Pujadas. (1854 a 1880).

Bajo la dirección del ilustre catedrático Dr.Rodríguez Méndez, se editó en el Manicomio, redacta-do por médicos y asilados, el primer periódico españoldedicado a estudios frenopáticos. Se titulaba “LaRazón de la sin razón”. (1879 a 1881).

Durante la dirección del eminente mentalista Dr.Galcerán, se publicó una revista psiquiátrica, “Boletíndel Manicomio de San Baudilio” (1886 a 1895) quegozó de merecido renombre por los brillantes trabajosen ella publicados.

En la misma época el doctor Galcerán publicó sutratado de Neupatología y Psiquiatría generales, con-secutivamente a las lecciones dadas en la Facultad de

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El Director de esta Revista, P. Joaquin Mª Vila, hapublicado un tratado, impreso en el Manicomio conconsejos y reglas para las relaciones sociales de losreligiosos y asistencia de enfermos de Hospitales,Asilos y Manicomios.

Y por último, desde el punto de vista científico,este establecimiento ha merecido Gran Diploma deHonor en la Exposición anexa al Congre s oInternacional de la Asistencia de los alienados (Milán,1906), y a su Director se le nombró, por la representa-ción que ostentaba del Manicomio, Presidente deHonor del Congreso. (Libro de actas, Milán, 1907).

En la esfera social también puede aportar timbreshonoríficos el Manicomio de San Baudilio, pues prestaun servicio público de beneficencia por reducidísimosestipendios, alberga gratuitamente a algunos desgra-ciados y hace todo lo que humanamente puede, consus medios de acción, para enseñar a los analfabetos,educar cristianamente a los incultos y proporcionar unoficio a los que carecían de todo elemento para sub-venir a sus necesidades.

Recientemente, ha contribuido, con modestos ele-mentos a la formación del instructivo y admirableMuseo Social, patrocinado por la Excma. Diputaciónprovincial de Barcelona.

Decisión extrema

No cesó por esto la obstinada oposición, según sedesprende de la siguiente carta:

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXIX 573

Internacional de la asistencia de los alienados, cele-brado en Milán (septiembre de 1906) y al EspañolInternacional de la Tuberculosis, celebrado en Barce-lona, en octubre de 1910.

En 1906, 1907, 1909 y 1911 los alumnos del últimocurso de la Facultad de Medicina de Barcelona, acom-pañados de sus profesores, han visitado el Manicomiocon objeto de estudiar su organización y recoger algu-nas impresiones clínicas, siendo ésta la única ense-ñanza de Psiquiatría práctica que hasta este año se hadado en Barcelona, con excepción de las admirableslecciones que el eminente doctor Giné y Partagás dio,en 1881, en el Manicomio Nueva Belén.

En 1909 un distinguido médico militar, agregado alManicomio, dio un cursillo oficial de Psiquiatría a otrosmédicos militares, aprovechando el material clínico yterapéutico del establecimiento. El mismo médico, Dr.Fernández Victorio, publicó en 1907, un notable traba-jo clínico, basado en los estudios hechos en SanBaudilio, lo que valió a su autor la Cruz del mérito mili-tar pensionada.

Tres años después, en 1910, el mismo señor dio aluz una excelente obra sobre enfermedades mentales ynerviosas, basada precisamente, en sus partes clínicay psicológica, en estudios también hechos en enfer-mos albergados en San Baudilio.

Por los Hermanos de San Juan de Dios delManicomio, se publica y se imprime en la Tipografía delEstablecimiento, una Revista religiosa-social, “ElArchivo Religioso Hospitalario” que inserta trabajos dereconocido mérito.

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las Hermanas sumamente doloroso tener que desha-cemos de un establecimiento que tanto nos ha costa-do; aunque algo mitiga este dolor, el que como ustedindica, podremos quedarnos al servicio de los pobres,y que podremos servirlos con mayor paz y tranquilidadque lo hemos hecho hasta aquí.

En cuanto a la Casa de Salud para señoras queusted quiere fundar, creo que nuestras Hermanas notendrán dificultad de encargarse de la misma.

Con mis finos recuerdos para su señora, les deseala salud y mil felicidades mientras me reitero su afectí-simo S. S. y Capp. q. b. s. m.

Fr. B. M”.

En fecha posterior escribía el P. Menni:

“Roma 24 de marzo I912. – S r. D. Pedro Serra. LaG a r r i g a . – Muy Sr. mío y distinguido amigo: Me haf a v o recido su atenta del 17 del corriente mes.Empiezo por agradecer a usted y a Dª Susana las cor-diales felicitaciones. Y viniendo a nuestro asunto deSan Baudilio, por mi parte estoy conforme en un todocon cuanto usted propone y al efecto de venir pre c i-sando las cosas, escribo hoy mismo al P. Pro v i n c i a l ,para que en unión con su Secretario, o sea el P.Joaquín Vila y el P. Pedro, traten con usted el asunto,para que vean cuál debe ser el precio límite del mani-comio, partiendo del principio que, con tal de salir aflote de nuestros compromisos, nosotros nos conten-t a remos con una moderada compensación que se nosdé por los gastos hechos, sin pretender un completocompenso de todo.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXIX 575

“Sr. D. Pedro Serra.

La Garriga.

Muy señor mío y estimado amigo: Acabo de recibiruna carta del Prior de San Baudilio, P. Pedro Piera, enla que me da cuenta de la conferencia tenida con ustedacerca del Manicomio de San Baudilio. Efectivamentese ve que la encarnizada guerra que ciertas personashan declarado a dicho establecimiento pone en peligrosu existencia. Por lo cual soy del parecer de usted quese debe vender cuanto antes sea posible, procurandosea en condiciones aceptables. Según lo que me diceel P. Pedro, parece que la Diputación provincial deB a rcelona lo compraría, pues muchos de losDiputados desean tener un Manicomio propio. Poresto mi gusto sería que usted, que siempre se ha inte-resado por nosotros y en quien tenemos depositadatoda nuestra confianza, tuviera la bondad de ir dandoalgunos pasos sobre esto, y si usted no tiene inconve-niente le enviaríamos los poderes necesarios al efecto.Entre tanto, yo me cuidaré de hablar a la MadreGeneral de las Hermanas, la cual, espero que tambiénconsentirá en la venta, y como yo espero y deseo queusted tenga la bondad de tenerme al corriente de lamarcha y estado de sus gestiones, haciéndonos lasindicaciones que usted crea oportunas, cuando ya seconozcan en globo las condiciones, antes de contraerningún compromiso formal, pediremos reservadamen-te a quien corresponde las facultades necesarias alefecto.

Es verdad que, a pesar de estar convencidos de lanecesidad de dar este paso, es para nosotros y para

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do dividida también la propiedad entre ambas corpo-raciones de Religiosos y Hermanas en esta forma: “Lasuperficie total del Manicomio de señoras es de unasseis hectáreas y sobre ocho hectáreas el de hombres,hoy completamente separados en su administración,no menos que en su compartimiento”.

SEGUNDA PARTE – CAP. XXXIX 577

2° En cuanto a la cantidad que se podría destinara los trabajos para gestionar el asunto, de mi partetodo lo dejo en manos de ustedes para que hagan loque crean más conveniente, pues la entidad que debevender es la Sociedad propietaria del referido manico-mio y en ella van comprendidas también las Hermanasque ya están en un todo conformes; para ello debeusted entenderse con el P. Provincial y los otros doscitados Padres.

3° Para la venta indicada es necesario el permisodel Sr. Nuncio Apostólico en Madrid; encargaré al P.Provincial de pedirlo.

Con el fin de usar toda la precaución necesaria yobrar con acierto, yo encargaré al P. Provincial el mayorsigilo, en el asunto y acabo reiterando a usted mi agra-decimiento mientras me repito de usted affmo. amigoS. S. y Capp. q. b. s. m. – Fr. B. M”.

Las gestiones del asunto llegaron a obtener hastala autorización del Sr. Nuncio Apostólico para la enaje-nación, sin que se hayan pasado de aquí hasta lafecha.

Algo sobre la actual topografía del Manicomio

Mediante una transacción otorgada en Roma por elP. Provincial de los Hermanos y la Rvma. MadreGeneral de la Congregación de Hospitalarias, el día 25de julio de 1905 ante el notario P. Francisco Risi delOrden de San Juan de Dios, comenzó la división de lassecciones del Manicomio, tan difícil y costosa comodeseada, que terminó algunos años después, quedan-

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de la amplia galería de arcos de piedra que da al her-moso jardín del Balneario.

Documentos que le autorizan

El 26 de enero de 1898 daba su licencia elExcelentísimo e Ilmo. Sr. Obispo de la Diócesis, enestos términos: “Teniendo en cuenta los muchos ygrandes beneficios que mis amados diocesanos repor-tarán, no tan sólo en el orden temporal, sino tambiénen lo tocante a sus almas, en dicho establecimientofrenopático encomendado a la Orden Hospitalaria deSan Juan de Dios, venimos en conceder cuanto a Noscorresponde y con suma complacencia de nuestroánimo la licencia y bendición solicitada”.

La Sagrada Congregación de Obispos y Regularesaprobó la fundación con fecha 1 de abril del mismoaño.

El Gobernador Civil de Guipúzcoa aprobaba lasBases fundacionales el 20 del mismo mes y año conrelación a estancias de los dementes pobres de laProvincia.

Por último el 20 de mayo de 1899 se expedía por elMinisterio de la Gobernación esta Real Orden: Visto elReglamento formulado para el régimen y gobierno dela casa de Salud destinada a enfermedades mentalesestablecida en Santa Águeda de Mondragón de esaProvincia. Considerando que dicho reglamento ha sidoinformado en los más estrictos principios de moralidady justicia, Su Majestad (q. D. g.) y en su nombre laReina Regente del Reino, se ha servido aprobar el refe-

SEGUNDA PARTE – CAP. XL 579

CAPÍTULO XL

Manicomio de Santa Águeda (Guipúzcoa)

Origen. – Documentos que le autorizan. – Fechade apertura. – D e s a r r o l l o . – Nueva Cruz delPadre Menni.

Origen

Desde que a raíz de la guerra del Norte le hicieronal P. Menni y a sus Hermanos abandonar el estableci-miento de Escoriaza traía en la mente reanudar susgestiones para abrir de nuevo una Casa de Salud enlas Provincias Vascongadas. Fue bastante fácil, apro-vechando las vicisitudes de algunos de los Balneariosde la provincia de Guipúzcoa, sitios poco antes muyconcurridos, por lo a propósito para el esparcimiento yrecreo, en los meses estivales.

Más de uno le fue ofrecido; pero fijó su atención enel de Santa Águeda de Mondragón, cerrado desde el 8de agosto de 1897, en que fue asesinado Cánovas delCastillo mientras estaba sentado en uno de los bancos

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los gastos que originaba la traslación de los dementesdesde el pueblo de su residencia al Manicomio asícomo también el coste de las estancias.

Deseosa la Comisión Provincial de cerciorarse delestado de los dementes guipuzcoanos en la nueva Casade Salud, comisionó a los vocales Sres. Ituarte y Pavíapara que giraran, con este objeto una visita al estableci-miento y según el descargo presentado por ellos estánperfectamente atendidos y cuidados con esmero, dis-frutando del bienestar que es compatible dentro de latriste condición en que les coloca la enfermedad”.

Desarrollo

Desde su adquisición no cesó de ser reformado yampliado el establecimiento hasta la fecha en que tra-zamos estas líneas en la cual se encuentra a la alturade los más adelantados frenocomios y de poblaciónmás numerosa. Actualmente existen 450 alienadas enla sección de señoras.

Situado en el confín de Guipúzcoa, lindando casicon Álava y Vizcaya, a 513 kilómetros de Madrid, 82 deSan Sebastián y 4 de Mondragón; a 233 metros de alti-tud sobre el nivel del mar; en un estrecho pero amenovalle, regado por el río Deva, cerrado al Noroeste por elmonte Udalaits, al Sur por el Murugain y al Oeste porlos montes de Aramayona, formando pintoresco grupocon las caserías de la anteiglesia de Santa Águeda oGuesalíbar, álzase el que fue aristocrático y concurridobalneario de Santa Águeda, hoy casa de Salud paraenfermos de la mente.

SEGUNDA PARTE – CAP. XL 581

rido reglamento por el que se habrá de regir en un todola Casa de Salud de Santa Águeda. Firmado. – Dato”.

Fecha de apertura

Fue abierto al público el 1º de junio de l898. En juliosiguiente decía el Boletín Oficial del Gobierno deGuipúzcoa. “Aprobadas por V. E. en sesión de 20 deabril último las Bases propuestas por el Rvdo. P. FrayBenito Menni, Comisario General de la Orden de SanJuan de Dios para que los dementes pobres de laProvincia, cuyas estancias se costean a medias por laCorporación Provincial y el Ayuntamiento respectivo,fueran asilados en el establecimiento de Santa Águe-da, del término municipal de Mondragón, que la referi-da Orden estaba habilitando para Casa de Salud de losalienados se procedió a la traslación de los de estaProvincia que estaban recluidos en los Manicomios deZaragoza y Valladolid, tan pronto como se terminaronlas obras de habilitación que fue a principio del mes dejunio ascendiendo a cincuenta (treinta y cuatro hom-bres y dieciséis mujeres) los procedentes de Zaragozay doce (siete hombres y cinco mujeres) los proceden-tes de Valladolid.

Muchas y muy importantes son las ventajas queGuipúzcoa reporta del indicado establecimiento, puesha venido a satisfacer la necesidad que se venía sin-tiendo de fundar en la Provincia un establecimiento deesta clase, en vista de los muchos casos de demenciaque ocurrían en la misma y este resultado se ha obte-nido sin gravar en lo más mínimo el erario provincialantes bien aliviándolo, toda vez que se han disminuido

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Encomendados como debían estar los hombres alcuidado de los Hermanos y las mujeres al de lasReligiosas Hospitalarias debía hacerse una división dehabitaciones, de departamentos, muebles y ensere sadquiridos por ambas Comunidades, compradoras proindiviso de la finca y mobiliario, y al llevarla a efecto per-mitió Nuestro Señor que los entendimientos de los quedebían intervenir en el asunto apreciaran las cosas detan diverso modo y discreparan tanto los pare c e re s ,que con ser asunto de suyo claro y llano no hubo mediode llegar por sí mismos a una inteligencia amigable.

Se propuso un arbitraje, y no lograron ponerse deacuerdo en la designación de las personas por parecera unos y a otros que el respectivo árbitro designadopor el contrario carecía de competencia. Todo elloestribaba en que se había llegado a fijar la idea en lamente de algunos, de que el P. Menni era parcial enfavor de los intereses de la Comunidad de Hermanas.Cuánto le dio que sufrir tal error pruébanlo estas pala-bras que entresacamos de sus cartas y escritos conmotivo de la penosa división. En una con fecha 1º deabril de 1904, en que ofrece al M. Rvdo. P. Provincialprofunda expresión de respeto y acatamiento, se leenestos párrafos expresivos de su dolor y entereza:

“Muy amado P. Provincial: No dudo que V. R. habrácomenzado a convencerse de lo mal que ha sido infor-mado sobre los terrenos de Santa Águeda y se habrácomenzado a penetrar de que no me domina la pasión;toda vez que está muy a la vista. Pues bien, así comoen esto, también está mal informado en todos losdemás puntos de diferencia que existen entre V. P. y laMadre General, como puedo probárselo con los datos

SEGUNDA PARTE – CAP. XL 583

Organizado el manicomio el año de 1898 sobre labase de un establecimiento balneo-terápico de primerorden, hánse agregado a los recursos hidroterápicosde que estaba dotado, cuantos medios terapéuticosestán recomendados en el tratamiento de las vesanias,introduciéndose además en el edificio y jardines lasmodificaciones conducentes a la higiene, comodidad yseguridad de los enfermos en él acogidos.

Cuenta, al efecto, con instalación balneoterápicacompleta, pudiendo utilizarse, según indicación, elagua sulfurosa o natural, gabinete electroterápico,botiquín bien surtido, jardines que establecen la con-veniente separación según la forma vesánica.

Magnífico pabellón para Señoras pensionadas,levantado de nueva planta para este objeto, dotado detodos los adelantos que la ciencia psiquiátrica exige:salones de recreo y labor, gabinete de lectura, depiano, paseos cubiertos, magníficos jardines, habita-ciones amplias, confortantes y lujosas.

Santa Águeda brinda al pobre vesánico una vidatranquila y metódica, un clima de agradables y suavestemperaturas medias, un paisaje agreste, genuinamen-te vascongado y excepcionales condiciones de higie-ne, confort y esmerado trato; reúne, pues, condicionesinmejorables para los fines a que está destinado.

Nueva cruz del P. Menni

Comenzó a probar sinsabores el Padre Menniluego que empezó la separación absoluta de ambossexos y de intereses.

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Convenido de común acuerdo que el P. Mennirepresentase a las Hermanas ante el Definitorio de laProvincia española de los Hospitalarios, presentó aéste un escrito expresivo más que el anterior.

Demuestra en él con hechos que aduce su impar-cialidad y su espíritu de justicia y señala el senderooscuro por do han ido a dar en su yerro los que no seavienen. Explícales en forma de cierta luminosa pará-bola todo el nudo de la cuestión, al tiempo que lespone delante su estado de ánimo de los no convenci-dos. Mas a pesar de esto nada consiguió. En su con-secuencia los Religiosos hicieron intervenir a laSuprema Autoridad de la Orden Hospitalaria, la cual,desde Roma, a 6 de abril de 1904, dirigió a la SuperioraGeneral una carta que, si ciertamente asegura la justi-cia en el reparto de intereses, es por otro conceptopoco consoladora para el Padre Menni.

“Roma a 6 de abril de 1904.

He recibido su segunda carta tratando de asuntosde Santa Águeda.

En respuesta a la primera escribí a usted, y confir-mando aquélla respondo a la segunda asegurándolaque nada pretenderán con insistencia nuestros religio-sos de aquello que en justicia no les pertenezca.Necesito un poco de tiempo para juzgar con perfectoconocimiento de causa el asunto propuesto.

Yo dejé siempre la mayor libertad de acción alFundador de esa Congregación de todo mi aprecio,pudiendo, y tal vez debiendo, en algún caso limitarla.La casa de Santa Águeda fue adquirida más con el cré-

SEGUNDA PARTE – CAP. XL 585

en la mano, pues creo conocer el asunto que nosocupa hasta los últimos detalles. Y si procuré hacer verlas terribles consecuencias consiguientes a intentar laresolución, sin conocer la cosa tal cual es, ha sido por-que amo V. R. y amo a mi Orden y me creo en el deberde concurrir, cuanto pueda, a evitar que se cometa undesacierto, que está a la vista y que conocen muchaspersonas, las cuales han llamado hace tiempo la aten-ción de la Rvda. Madre y de otras Hermanas, tanto enesto como en otras cosas.

Créame M. Rvdo. Padre que siempre he procuradola justicia en las relaciones entre los dos Institutos,teniendo muy en cuenta los servicios que hemos pres-tado a las Hermanas, y en los casos dudosos he dadoel favor al nuestro; de manera que si alguna vez se lasha favorecido en algo, siempre he procurado que nosrecompensaran después con creces. Podrán deciralgunos lo que quieran, yo les perdono; pero no puedodecir que digan verdad, sino que son engañados delcomún enemigo y su gritería no significa que estén enlo cierto; pues no es de extrañar que suceda esto con-migo, miserable criatura, si esto y muchísimo más hasucedido en Jerusalén contra la misma inocencia.

Por divina misericordia, repito, a todos perdono ycomprendo que hacen mucho bien a mi alma; pero enaquellas cosas que traen malas consecuencias, mecreo en el deber, aunque penoso, de hacer cuanto estéa mi alcance para impedirlas.

Su afectísimo Hermano en el Corazón de Jesúsagonizante por nuestro amor.

(Firmado).FRAY BENITO MENNI”.

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extranjero, refiriéndose a la actuación de los religiososy religiosas de Santa Águeda principalmente: “El per-sonal de nuestros manicomios es superior con muchoal empleado en los manicomios del extranjero: guíale elmás estimulante, el más confortante de los sentimien-tos, la caridad cristiana, que le anima a sufrir conpaciencia los vejámenes y peligros anejos a su profe-sión, y si el ‘non restraint’ no se aplica en los manico-mios en la deseada medida, si en ellos tienen aún apli-cación los medios coercitivos, débese sólo a la esca-sez de personal de vigilancia”.

Diremos, pues, lo que la Virgen de Ávila: ¡Qué cier-to es, Señor, a quien os hace algún servicio pagarluego con un gran trabajo!1.

SEGUNDA PARTE – CAP. XL 587

1 Santa Teresa, libro de las Fundaciones.

dito de la Orden de San Juan de Dios que con otroalguno. Usted sería la primera a reconocerlo.

Yo no quiero que sus intereses sufran detrimento,pero sería el primero en deplorar que fueran poco res-petados los nuestros, sacrificados tantas veces enhonor y prosperidad de los suyos.

Esté tranquila la Madre General y con ella tranqui-lícense los interesados.

Los intereses materiales en cuestión no turbaránpor mucho tiempo la paz de ustedes.

Un poco de paciencia y todo quedará solucionadoa favor suyo.

Grato a las últimas expresiones de consideraciónen su carta, con la mayor sinceridad me reitero, Siervoen Jesús, FRAY CASSIANO MARÍA GASSER, Generale”.

A quien conozca los errados dictámenes que anteel Rvmo. General se emitieron sobre la conducta del P.Menni, no verá con extrañeza que aquél diga que enalguna ocasión debió tal vez limitar su libertad deacción en la Congregación de Hermanas Hospitalarias.

Todo ese conjunto de contrariedades y desencan-tos para el alma privilegiada del P. Menni era el con-traste que el cielo ponía a ésta como a todas sus obrasde tanta gloria para Dios y de tanto provecho para lospobrecitos enfermos cuidados y asistidos en las casaspor él fundadas como en ninguna otra parte. Cumple anuestro propósito consignar unas palabras del Dr.Añíbarro tomadas de una memoria en que reúne yexpresa datos e impresiones recibidas por él comovisitante de los más renombrados Manicomios del

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madre de la enferma, tal vez ilusionada y engreída conla insensata esperanza de ser un día dueña de buenaparte de la inmensa ganancia soñada y prometida porlos del libre pensamiento.

(Relación de Sor María del Consuelo).

“Nadie ignora la calumnia que nuestro Rvdo. Padresufrió durante más de siete años contra la que no esta-ba dispuesto a defenderse si el Arzobispo-Obispo deMadrid-Alcalá, D. José María de Cos, no se lo hubieraordenado.

He oído decir al mismo Padre que le habían pedidodinero en cantidad considerable algunas personas yque el Señor le inspiró no soltar un céntimo. No sé sidebido a esto un día vino la madre de la enfermaFrancisca a verla y la interrogó sobre una mala acción,y a todo contestaba que sí. Sor Ana de Jesús que laacompañaba, que distinguió bien las maneras atrevi-das y escandalosas de la mujer, trató de abreviar lavisita y que marchara de casa cuanto antes. Despuéssolía venir la infeliz acompañada de dos hombrescomo testigos y alguna vez la Hermana que acompa-ñaba a la enferma en la visita se veía obligada a dejar-los y retirarse, por el lenguaje escandaloso.

U rd i e ron una calumnia que fue tomando incre m e n-to hasta que el juzgado de Getafe vino a tomar declara-ción a las enfermas y la mayor parte de éstas a las inte-r rogaciones que les hacían contestaban que no conocí-an a ningún Padre Benito y otras decían que a casa sólovenía el Rvdo. Padre. Entre tanto la Comunidad estába-mos en el coro rogando a Nuestro Señor para que nos

SEGUNDA PARTE – CAP. XLI 589

CAPÍTULO XLI

Calumniado y perseguido

F u n d a m e n t o s . – Proposiciones inadmisibles. –A m e n a z a s . – P e r s e c u c i ó n . – I n s u l t o s . – S e n t e n -cia y venganza.

Fundamentos

La razón no alcanza otra causa, en los hechos quevamos a referir, que el insano deseo de explotar unnegocio sórdido, que a los periodistas radicales se lesantojó pingüe botín, fácil de arrebatar a vuelta de unasbrutales amenazas al par que arrastraban por el fangola fama del Padre Menni, mordida y despedazada conaudacia rabiosa de chacales. Obra infernal que prolon-garon por siete años, haciéndole blanco de insultossoeces, contumelias despiadadas, persecución sin tre-gua, escarnios y befas indecibles.

Sirvieron de materia explotable una infeliz asiladaimbécil y epiléptica del Manicomio de Ciempozuelos, yla conciencia adormecida al halago del interés de la

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el Padre Menni, insidiosas todas y con la más torcidaintención:

“Sr. D. Benito Menni.

Muy respetable señor mío: Extrañará usted la liber-tad que me tomo de molestar su digna atención, perome impulsa a honrarme con la presente el deseo deexpresarle algo que le puede interesar y es que en elasunto de Juliana Semillán le preparan un escándalomonumental; que están en prensa unos folletos congran adución de documentos que verán la luz muy enbreve, y éstos unidos a dos Abogados, un Diputado aCortes y el Procurador, que creo usted ya conoce, yque tratan de llevar a cabo el esclarecimiento de loshechos sobre quien recaigan las responsabilidades cri-minales o civiles. No creo, D. Benito, que debe usteddejarlos hacer.

Se va aglomerando gente que todos querrán,como es natural, cobrar sus trabajos y que ustedpodría burlar indirectamente con suma facilidad, puesque hay medios para ello.

Por otra parte un sobreseimiento por falta de prue-bas es una sangría abierta y sólo se consigue cerrarlaacallando a la parte. La madre de la chica no deseatransacción, pero la aceptaría, estoy seguro de ello, yyo me comprometo formalmente a ultimar este asuntosi usted quiere y que creo sería lo más prudente. Loque le aconsejo, señor D. Benito, es precisamente ellema de usted hacer bien por vosotros mismos.

Si tiene usted a bien honrarme con sus órdenesdirecta o indirectamente me tiene a su disposición en

SEGUNDA PARTE – CAP. XLI 591

asistiera y efectivamente, la oración surtió su efecto,p o rque, como por la misericordia de Dios no habíanada, se fueron sin confirmar nada irre g u l a r.

En vista de la publicidad que se daba en los perió-dicos, el referido señor Obispo ordenó a nuestro Rvdo.Padre se querellase judicialmente, ya que entraban enla calumnia dos Institutos religiosos; y esto fue lo quemás movió a nuestro Padre y le determinó a defender-se. El Sr. Obispo le señaló como Abogado al Sr. Osorioy Gallardo.

Tenía el Padre toda su confianza en la oración: unavez nos reunió a las Hermanas Profesas en la capillateniendo el sagrario abierto y después de una pláticamuy fervorosa prometió a Nuestro Señor que si le con-cedía la gracia de salir bien ante los Tribunales, todoslos primeros viernes de mes se tendría el sagrarioabierto durante tres horas en todas las casas de laCongregación y en las que en este día no les fueraposible, lo tendrían el primer día que pudieran, y quedurante este tiempo todas las Hermanas que pudieranacompañaran al Señor.

Se celebró el juicio oral el día 20 de enero de 1902y el defensor de la parte contraria al Padre a falta depruebas desamparó su defensa. Nuestro Padre mien-tras duró la vista causa estuvo rezando con el rosarioen la mano”.

Proposiciones inadmisibles

Una lluvia de cartas al tenor de ésta, amén de otrasconferencias de este jaez tuvieron los interesados con

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le molesto a usted, sin títulos para ello, pero fiado ensu buen corazón para que me mande una carta derecomendación que sea eficaz para el Gobernador y sino le conociese, para algún alto personaje al que notenga más remedio que atender el Gobernador.

Si usted quiere tengo la completa seguridad queobtendré lo que pretendo. Al Gobernador ya estoyrecomendado, pero las influencias no son de granpotencia.

Hágame usted este favor, que, aunque yo nopueda hacer nada por usted porque gracias a Diosnada necesita, pudiera ser muy fácil que algún día menecesite, a lo cual me ofrezco, y en particular en elasunto de la Semillán. De hacerme este favor hace unaobra de caridad y daría pan a mis queridos niños decuatro años de edad. Como yo sé su rectitud, si no qui-siera mandarme la carta, puede avisármelo; aunquecreo que no tendrá inconveniente; a mí me serviría desatisfacción llevarla a la mano al que usted la dirija osea a la persona que crea que debe molestar.

Los negocios de mi agencia van mal, porque yo noapadrino pillos y malos asuntos y no tengo la suerte deque vengan negocios buenos y de prestigio y dinerolícito.

Suplico otra vez no me desatienda, que es usteduna gran potencia y sé que como usted quiera conse-guirá una cosa tan pequeña. Dios le ilumine para queme atienda y en nombre de mis hijos se lo pido.

Aguardando su grata y dándole gracias anticipadasse pone a sus órdenes su s. s. q. b. s. m. EugenioBasarrate, s/c. Cuchilleros 8, 3º Nota. Para que recuer-

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esta su humilde morada, Hartzenbusch 7 bajo, núm.4.- Madrid 25 de mayo 1898. – Su ínfimo servidor q. b.s. m. – Adolfo Bermúdez, ebanista”. Otra decía: “SeñorD. Benito Menni. – Muy señor mío de mi mayor consi-deración: Juliana Semillán Martínez me ha encargadoque quiere arreglar definitivamente el asunto que tan-tos disgustos le ha proporcionado y que de una vezquiere zanjarlo; así que me tomo la libertad de rogar austed que para llevar a efecto tal deseo, si en ello noencuentra inconveniente me indique usted día, sitio yhora en que usted y yo podamos tener una conferen-cia y acordar en definitiva el arreglo. Ruego me dis-pense este atrevimiento, hijo de un buen deseo y coneste motivo tengo el gusto de ofrecerme de ustedatento S. S. q. b. s. m. – Prudencio García Obeso. – 6abril 1898”.

Que no es aventurado nuestro juicio arriba emitido,muéstralo esta carta que obra en el sumario de lacausa seguida contra los calumniadores, folio 64: “Sr.D. Benito Menni. – Muy señor mío: Aunque no recorda-rá de mí por la firma, en cuanto que le diga que fui elapoderado de Juliana Semillán, y el que fui en su com-pañía en el coche el día de la entrevista con suAbogado y don Ricardo Barea, sí que recordará. Yo yano tengo este negocio, la tuve que mandar a paseo pormuy poderosas razones de delicadeza y dignidad yotras muchas que serían para manifestárselas a solasy de silla a silla.

El motivo de molestar a usted es que, sabiendo lasgrandes influencias que usted cuenta con personas dela política y queriendo que me dé el Gobernador deesta Corte una credencial de Sub-inspector de policía,

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coche, vino él y otro que no sé quién era; una vez lle-gados a la casa del señor D. Fermín H. Iglesias, leexpliqué aparte el asunto; después él habló a solas conel señor Barea; por lo cual nada puedo afirmar sobre elparticular, sólo dijo el señor Iglesias antes de celebrarla conferencia que él no opinaba de acceder a talesarreglos y después de la conferencia me dijo que nodebía acceder a tal convenio. Preguntóme el señorPresidente de la Sala si yo había dado al señor Iglesiasorden de ofrecer cierta cantidad, no con el fin de encu-brir delito alguno, sino con el de que no me molestaramás con tal enojoso asunto; contesté que, siendo esteseñor amigo mío de entera confianza no necesitabadarle orden ninguna, pues podía hacer cuanto creyeraoportuno”.

Amenazas

Del representante de las pretenciosas reclamacio-nes, se recibió en Ciempozuelos esta carta: “Sr. D.Benito Menni. – Muy señor mío: Viendo la callada quepor respuesta se ha dignado dar a la nuestra, le dirigi-mos hoy la última en la seguridad de que de no venirmañana empezaremos a dar los pasos para que lacausa que usted no ignora empiece y tome otro carizque con otros Abogados no tomó, en la seguridad queen el correo de mañana saldrá una memoria para SuSantidad en Roma. De usted atento s. s. q. s. m. b.,Freixa y Rancaño. – Madrid 7 de febrero de 1898”.

Que todo esto era obra sostenida por el malditointerés, lo confirma sobre lo dicho esta carta escritadespués de un año de perseguir el malvado intento:

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de mejor quién soy le diré que soy el que le entregó aV. la carta y estuvo hablando con usted en la sala de sucasa de la calle de Santa Isabel”.

El P. Menni en la Audiencia declaró lo que sigueque coincide con lo que llevamos expuesto: “Un señorque dijo ser Abogado, llamarse Barea y que vivía en lacalle la Palma o sus inmediaciones, pues no lo recuer-do con exactitud, me escribió invitándome a celebraruna conferencia con él relativamente a un asunto queél decía me interesaba en gran manera.

Acudí ignorando de qué se trataba; una vez allí mep ropuso un arreglo con la madre de FranciscaFernández Semillán por supuesta violación, etc., a locual respondí que si bien estoy siempre dispuesto adar una limosna en favor del pobre, según me seaposible, nunca daría un céntimo en el concepto queparezca un medio para encubrir ningún delito.

Descartada esa idea insistió que siendo él amigodel buen nombre de los religiosos, me aconsejaba engran manera buscar un medio de evitar se me moles-tara con ese asunto y con escándalos. Repliqué quetampoco me parecía conveniente esto; pero insistien-do el referido señor Barea que lo mirase mucho, que élme aconsejaba cortar tal asunto que llegaría a sermemuy enojoso y que ante eso era mejor hacer un sacri-ficio en metálico.

Repliqué otra vez que yo creía imprudente eso;pero como yo no había nunca intervenido en talesasuntos que para mejor asegurarme quería consultarlocon un señor Abogado muy amigo mío, a lo cual acce-dió gustoso el señor Barea y desde luego tomamos un

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te; el arreglo como Vd. comprenderá, deberá estargarantizado por una consideración respetable.

También será conveniente indicar que todo serhumano está expuesto a debilidades y cuando se tro-pieza con alguna, la nobleza de un caballero es re p a r a rla que se ha cometido, ayudando la parte débil en lo quese pueda; aquí se ha seguido el camino contrario, dandoalgunas cantidades para obscurecer el asunto amplian-do de este modo la gravedad de la parte ofendida.

Es muy probable que el médico del establecimien-to tenga también algún disgusto de consideración;ocasión tienen de poder arreglar y paralizar para siem-pre el asunto de referencia; así procede hacer ennobleza y generosidad, y de este modo quedaríanambas partes sin queja alguna y libres de cargos deconciencia y muertos los disgustos que puedan ocurriren lo sucesivo según quedan indicados. Suplicando alTodopoderoso para que incline el ánimo en favor de loque sea justo, su afectísimo y siempre s. s. q. b. s. m.Gaspar Cañellas. – Madrid 19 de octubre de 1899”.

La madre, o más bien a nombre de la madre, puesera mujer sin letras, ni sabía escribir, se le dirigió estaotra: “Sr. D. Benito Menni. – Muy señor mío: Despuésde tres años largos que entre nosotros media un litigiotan desgraciado para mí como repugnante, me dirijo austed por vez primera para manifestarle lo siguiente:Un año hace que con el fin de evitar la muerte segurade mi desgraciada hija Francisca Fernández Semillánsolicité la salida de ésta aún a costa de sacrificios, perocon el deliberado objeto de probar en su día los atro-pellos cometidos en ese establecimiento de su mando.

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“Rvdo. Padre Sr. D. Benito Menni. – Muy respetableseñor: Confiado en su notoria bondad me permitorecurrir a su alta dignidad, con el fin de evitar mayoresdisgustos en lo sucesivo, refiriéndole lo siguiente: elrecurrente que es oficial retirado del Real Cuerpo deGuardias Alabarderos y vive al lado de la desgraciadaFrancisca Fernández que estuvo en ese benéfico esta-blecimiento, la cual veo todos los días como igualmen-te a todos los de la familia que se compone de tres her-manos mayores de edad y de su madre; ésta acompa-ñada de los referidos hijos se presentó ayer alPresidente de la Audiencia del territorio de esta Cortecuya madre con lágrimas del mayor sentimiento expre-só que si no se hace justicia revocando el sobresei-miento provisional y que se lleve a plenario la causaque tantos disgustos ha dado y costado para esclare-cer la verdad, que se verá precisada a obrar como obróel célebre Villuendas, valiéndose para ello de susexpresados hijos que desean estar encausados paradefender la honra de la familia.

Es conveniente que tenga usted presente que paraque llegue a plenario la causa de referencia cuentancon varios Diputados y dos periódicos que están dese-ando dar más publicidad de la que se ha dado.

Con el fin de evitar mayores gastos y disgustos,creo que sería conveniente que usted nombrara unapersona de su mayor confianza para arreglar el asuntodefinitivamente, por creer tener facultad para lograrlo,persona que sería conveniente se presentase en estasu casa, calle de Jerte, núm. 8, cuarto 4° letra B, inme-diato al que ocupa la familia de la desgraciadaFrancisca u otro punto cualquiera que sea convenien-

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le esperaré hasta el viernes ocho del corriente, en todoel día, que sería gustosa de saber su opinión acerca deello; el viernes en la noche si usted no se digna el con-testar me reservo todo el derecho que usted mismo meconcede con su silencio, para obrar libremente. –Madrid 6 de julio 1898. – Juliana Semillán”.

Persecución

Comienza con esta carta: “Sr. D. Benito Menni. Muyseñor nuestro: Facultados por el silencio de usted anuestras anteriores y a petición de nuestra re p re s e n t a d aJuliana Semillán Martínez, publicamos en los periódicosde esta Corte el siguiente anuncio: ‘Caridad’ La suplicade las almas piadosas Francisca Femández Semillán.

Empezando de este modo por el interés que hay enque este hecho venga a los trámites que debe llevar.

A petición también de la misma hemos dispuesto omandado a imprimir 80.000 ejemplares para su ventaen las plazas y calles públicas de España y extranjero,y cada ejemplar llevará el siguiente encabezamiento:‘El Padre Eterno en Madrid, Fray Benito Menni, crimi-nal sin castigo’.

En la portada hay un dibujo representando su her-moso busto.

Como es de suponer, creemos no ofender a usteden ello ni perjudicarle, toda vez que es de esperarsabrá defenderse si puede.

Nos repetimos a sus órdenes atentos ss. ss. q. b.s. m.

M. FREIXA Y RANCAÑO”.

12-2-98.

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Practicados reconocimientos facultativos a presen-cia de varios testigos, e interrogada ante los mismosacerca de las personas que con ella habían cometidosemejante criminalidad, contestó ser el P. Benito; demodo que con los documentos científicos que obranen mi poder, las declaraciones de los expresados tes-tigos y otras varias pruebas que me reservo, así comola operación llevada a cabo en dicho manicomio paradespistar, han de dar a la justicia la clave de cuanto seha cometido.

Mi hija hizo manifestaciones ante los mismos deque en ese manicomio estuvo enferma y otras muchasdeclaraciones que ha manifestado, y que tanto ustedcomo otras personas de ese manicomio son las llama-das a responder a dicho delito; han sembrado en micasa a más de la miseria, un mar de lágrimas que sustres hermanos van recogiendo y guardando quizá parahacer en su día mi estado más aflictivo; y como madrecariñosa y celosa de sus hijos, al mismo tiempo develar por su honra, he nombrado Procurador yAbogado de entera confianza, a fin de poner en juegocuantos medios estén al alcance de la ley que ofrecengarantías y seguridades individuales, a fin de esclare-cer hechos que usted y otras personas de su estable-cimiento han cometido con mi hija Francisca Semillán.

No obstante, queriendo probarle a usted hasta elúltimo extremo el grado de consideración y de digni-dad aun con mis mayores enemigos y deseando evitarlos disgustos consiguientes, gastos y demás que con-tra mi voluntad y sólo por el deber de madre me veoobligada a causarle, por si tiene o quiere hacerme algu-na advertencia referente a este asunto que nos ocupa,

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un rótulo que dice: “60 millones en perras chicas” y eno t ro brazo del árbol, dominando la cabeza del ahorc a-do, va puesto el INRI, la causa ignominiosa de la eje-cución. Perdona a mi pluma, lector cristiano, queomita el detalle y no te declare lo que mis ojos leens o b re el vilipendiado fraile; tal es de horrendo, brutal einfamante.

Insultos

Sobre los que llegaron de palabra a sus oídoscopiamos unos pocos de los innumerables que vieronla luz pública en la prensa callejera liberal. Se le llamó:“Criminal sin castigo; y ¿cómo hacer justicia a un hom-bre como el P. Menni que lleva gastados 22.000duros?”. “Autor de vergonzoso abuso monástico. Frai-lote extranjero y criminal. Despreciador de todas lasleyes. Fraile italiano Menni; digno con todos sus cóm-plices de caer bajo el peso del público desprecio y dela execración del pueblo. Hombre de suerte loca antelos Tribunales. Presidente de un conventículo de explo-tación. Persona siniestra. Fraile extranjero y antipáticoindustrial que tiene embaucado a medio Madrid. Frailecarlistón, enemigo de España que ha venido aquí asacarnos el jugo. Frailuco truchimán. Carcelero volun-tario del desgraciado P. F. Miserable consentidor de losmalos tratos que dieron a un hombre que a nadie habíahecho mal. Desatento y gro s e ro con las damas.Extranjero que no puede residir en su patria por serdemasiado conocido. Aventurero de repulsiva desnu-dez, que después de haberse hecho imposible en sutierra, pasa al extranjero a continuar su vida de mero-

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Sin fecha ni firma, pero coincidiendo la idea yhaciendo más claridad en derredor del concepto sobreel fin perseguido, una mañana recibió esta otra:

“Rvdo. P. Benito Menni.

Ciempozuelos.

Querido Padre: Las reclamaciones de JulianaSemillán vuelven a reanudarse con mayor violencia queantes.

Esta ha dado poderes y facilitado datos a un perio-dista que firma en ‘El País’, ‘La Lucha’ y ‘El NuevoEvangelio’ con el nombre de El Capitán araña y que vaa emprender contra S. R. fuerte campaña.

Para que comprenda la importancia de mi aviso leremito una copia de la portada del folleto que he con-seguido en casa del dibujante mi amigo. Este mal cris-tiano y mal periodista vive en Tetuán de Chamartín,próximo a la Plaza de Toros; no sé más de sus señas.Por honra de la sacrosanta religión de Nuestro SeñorJesucristo, cuyo Ministro sois en la tierra, os lo aviso.Besa vuestras manos. – UNA DEVOTA”.

No es precisamente el busto hermoso del P. Menniel re p resentado en la portada del amenazante folleto,sino una figura grotesca, repugnante. Aparece dibuja-do un árbol que se levanta a buena altura, tiene corta-da su fronda y dejadas las cruces escuetas y de unbrazo pende un fuerte y recio cordel con un nudoc o r redizo que aprieta el cuello de un panzudo fraileque aparece con un palmo de lengua fuera, suspensoal aire, y porque más pese y el dogal más le apriete,tiene atado a sus pies un repleto y abultado talego con

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plar venganza como su Maestro divino, de los que tanvillanamente le calumnian y persiguen: A todos otorgageneroso y amplio perdón.

Así corona Jesús la frente del P. Menni, cercano yael fin de sus obras.

SEGUNDA PARTE – CAP. XLI 603

deo, amparándose en la pretendida santidad de unhábito monástico, bandera de corso para toda clase deembustes y depredaciones. Italiano trapacero. Mennique entró en España sin otro objeto que explotarlacomo colonia o país conquistado, al que no tieneapego ni consideración. Su obra es de espíritu frailuno,estrecho, cruel y explotador. Señor carcelero de perio-distas. Rvdo. Padre explotador de la desgracia, que noalcanza más nivel intelectual que el de un hombre vul-garísimo. Persona de muy baja instrucción que noconoce ciencias ni eclesiásticas ni profanas; ni decirmisa correctamente supo en su vida. Simple negocian-te, escéptico. Vividor atrevido, pero sin verdaderotalento ni cosa que lo valga. Que lo saquen de la Ordeny le hagan Coadjutor de un pueblo y hasta el sacristánse reirá de su impericia. Ignorantón mayúsculo.Ejemplo de caridad explotadora. Pedazo de… fraile.Señor don Canalla. Ilustrísimo bergante. Fraile sinescrúpulos y de despreciable taifa. Orillado y desorien-tado...”.

Omitimos los epítetos escandalosos y ofensivos alpudor que cayeron arrojados a su frente como esputospodridos, como lluvia inmunda, como salpicazos denefando cieno.

Sentencia y venganza

Querellado el P. Menni de difamación semejante,obtuvo su demanda sentencia condenatoria contra suscalumniadores; pero el duro, el escéptico, el sin entra-ñas, al ver ante sí a sus enemigos que imploran su per-dón, no sabe resistirse y se lo otorga; tomando ejem-

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Ruego a usted en nombre del Sr. Ministro se sirvacontestar o venir por Madrid para tratar de esta cuestión.

Con este motivo se ofrece de usted afectísimoamigo s. s. q. b. s. m.

JOSÉ MARÍA GIMENO DE LERMA.

5 de mayo del 94”.

“Roma, 11 de mayo 1894.

Excmo. Sr. D. J. María Gimeno de Lerma.

Muy señor mío y de mi mayor consideración: Hesido favorecido con su atenta del 5 de los corrientescon que V. E. me interesa de parte del Excmo. Sr.M i n i s t ro para que acepte el albaceazgo dativo,Fundación Daoiz, que dejó sus cuantiosos bienes paraconstrucción de un gran Manicomio en la provincia deNavarra.

En su consecuencia ya he tenido el honor de dirigira V. E. esta mañana un telegrama aceptando el albace-azgo y diciendo que antes de finalizar el mes actualtendré el gusto de estar (D. m.) en Madrid a las órde-nes de V. E. para tratar de esta cuestión; sin embargo,si el asunto fuese tan urgente que fuese necesaria miinmediata presentación en esa, le ruego lo haga sabera mi representante en Madrid, P. Anselmo Antía, CalleSanta Isabel, 40, pral., dador de la presente, para queél me avise por telegrama.

Con este motivo tiene el honor de repetirse de V. E.afectísimo amigo c. c. y Cap. q. s. m. b. FRAY BENITO

MENNI, Superior de los Hospitalarios de San Juan deDios en España”.

SEGUNDA PARTE – CAP. XLII 605

CAPÍTULO XLII

Las Hermanas en el Manicomio Provincialde Pamplona

El P. Menni Testamentario de la FundaciónD a o i z . – O p o s i c i ó n . – Algunas condiciones. –Autorizaciones. – Topografía y algunos hechos.

El P. Menni Testamentario de la Fundación Daoiz

En mayo de 1894 cruzáronse estas cartas:

“Rvdo. P. Benito Menni.

Muy señor mío: El Sr. Ministro de la Gobernaciónha recibido un telegrama del Gobernador de Pamplonarogándole llame a usted a fin de interesarle para queacepte el albaceazgo dativo, Fundación Daoiz que dejósus cuantiosos bienes para construcción de un granmanicomio en la provincia de Navarra, cuyas obras deconstrucción comenzadas y hoy suspendidas, habránde continuar bajo la dirección de usted, según gestio-nes que al efecto se han practicado y deseo de lasautoridades judiciales que conocen de este asunto.

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asistiesen a los enfermos una vez se terminasen lasobras y funcionase el Establecimiento.

Deseando la Excma. Diputación provincial que losHermanos de San Juan de Dios se hiciesen cargo de laasistencia de los dementes varones dispuso que unacomisión de señores Diputados se trasladara a Madridpara tratar el asunto con el M. Rvdo. P. Provincial deEspaña, Fray Andrés Ayucar.

Para el cuidado de la sección de mujeres, la mismacomisión, por indicación de dicho Padre Provincial,concertó a las Hermanas hospitalarias del S. C. deJesús.

Oposición

Porque en éste como en todos los asuntos en queel P. Menni ponía la mano no faltase su punzante espi-nita, hubiéronse de vencer los empeños que algunasComunidades de religiosas pusieron en juego paraencargarse de la asistencia de las dementes.

Los Hospitalarios escribieron al Sr. Obispo en estostérminos:

“Naturalmente nosotros solamente asistimos a losh o m b res, y para la asistencia del otro sexo hemosfundado el Instituto de Hermanas Hospitalarias delSagrado Corazón de Jesús y de la B. V. María, que V.E. Ilma. ya conoce y que goza ya de la definitiva apro-bación de la Santa Sede; el cual Instituto, si bien dis-tinto del nuestro con su Superiora General, etc., fun-ciona de una manera paralela, digámoslo así, al nues-t ro .

SEGUNDA PARTE – CAP. XLII 607

“Roma, Hospital del Fatebenefratelli, 11 de mayo1894.

Excmo. Sr. Gobernador civil de Pamplona.

Muy señor mío y de mi mayor consideración: Por elExcmo. Sr. D. J. M. Gimeno de Lerma y de parte delExcmo. Sr. Ministro de la Gobernación soy avisadocomo V. E. se ha servido telegrafiarle para que se inte-resara para la aceptación del albaceazgo dativo,Fundación Daoiz; para la construcción de un grandio-so manicomio en esa provincia.

En su consecuencia ya he tenido el honor de tele-grafiar esta mañana a V. E., así como al Excmo. Sr:Director general de Administración, que aceptando elalbaceazgo y antes de finalizar el mes corriente mepersonaré, Dios mediante, en Madrid y en Pamplonapara, desde luego, poner mano a cuanto sea precisopara que se activen las obras.

Sin embargo, si el asunto fuese de tal urgencia queno permitiera esta pequeña dilación ruego a V. E. mediga por telegrama con la dirección que abajo pongopara, en tal caso, abreviar mi viaje cuanto me seaposible.

Con ese motivo tiene el honor de ofrecerse de V. E.afectísimo amigo s. s. y Cap. q. s. m. b. – FRAY BENI-TO MENNI, Superior de los Hermanos de San Juan deDios en España”.

A este fin hizo su viaje de Roma a Pamplona, exa-minó detenidamente el asunto y por varias causasjuzgó conveniente renunciar dicho cargo; no obstante,ofreció con muy buena voluntad que los Hermanos

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Al mismo tiempo le agradecemos mucho el interésque V. R. ha tenido en que vayamos nosotras. Dios selo pague.

Esperamos que así tendrá V. R. la caridad decomunicarlo a quien convenga y nosotras hoy mismoacudimos al Excmo. e Ilmo. Sr. Obispo de aquellaDiócesis para obtener la correspondiente licencia.

Siempre a su órdenes su afectísima servidora enJesús María y José. La Superiora General, SO R

VERÓNICA DE JESÚS”.

Cierto que no iban a lucrar las Hermanas con supenosa asistencia a las pobres dementes dePamplona: entre las bases del contrato con laDiputación de Navarra se leen éstas:

8ª La Comunidad de Hermanas Hospitalarias delSagrado Corazón de Jesús y de la B. V. María S.Nuestra viene obligada a cumplir estas mismas condi-ciones consignadas para la Comunidad de Hermanos,excepto el servicio de farmacia que lo desempeñaránéstos.

9ª La consignación señalada para ellas es deciento cincuenta pesetas anuales para cada una, fiján-dose por ahora en 20 Hermanas, las que deberán pres-tar los servicios en el establecimiento.

10. El servicio diario de cocinas queda a cargo dela comunidad de Hermanas, debiendo proveerse de laadministración.

11. Asimismo serán de su incumbencia los servi-cios de lavado y colanduría, planchado, repaso y cos-tura de ropas.

SEGUNDA PARTE – CAP. XLII 609

Sabemos por indicación de la Excma. Diputaciónprovincial que algunos Institutos están buscando todoslos empeños para entrar en el referido manicomio y poresto me tomo la libertad de ponerlo en el superiorconocimiento de V. E. Ilma. para rogarle que por losmedios que su elevado criterio estime más oportunolas aconseje que desistan de tal empeño. Lo primeroporque no produce el mejor efecto el que un Institutoquiera colocarse en un punto ya destinado a otro y ensegundo lugar porque nosotros no estamos conformescon ir a dicho establecimiento con otras Hermanas queno sean las nuestras; si bien tenemos cada Instituto elgobierno interior de la respectiva sección, hay muchospuntos de contacto y no queremos intervenir con nin-gún otro Instituto en un mismo establecimiento”.

Algunas condiciones

La Superiora General, vencidas todas las dificulta-des, escribía al Padre Provincial de los Hermanos deSan Juan de Dios a 22 de enero de 1904 desdeCiempozuelos:

“M. Rvdo. P. Provincial.

Respetable y estimado Padre: Nos hemos entera-do de las condiciones bajo las cuales la Excma.Diputación de Pamplona nos quiere llevar allá y aunquevemos que la cantidad que nos ha asignado es muymódica, no obstante como no buscamos el lucro, nosconformamos; toda vez que esperamos que aun asípodremos ir remediándonos.

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posible solamente con las alienadas atender al lavadodel establecimiento.

5º Que cada comunidad se sirva de la respectivapuerta que está al extremo de la fachada de su depar-tamento, tanto para ir a las oficinas como para ir a surespectivo departamento y así evitar el inconvenientede que Hermanos y Hermanas se encuentren en elmismo corredor.

Todo lo cual tengo el honor de comunicar a V. E.esperando que merecerá su aprobación y que se dig-nará comunicármela para los efectos consiguientes. –Dios guarde a V. E. muchos años. – Ciempozuelos a 19de diciembre de 1904. – La Superiora General de lasH e rmanas Hospitalarias del Sagrado Corazón deJesús. (Firmado) SO R JO S E FA MA RT U R E T D E SA N TA

VERÓNICA DE JESÚS. – Excmo. Sr. Presidente de la Dipu-tación Foral y Provincial de Navarra”.

Autorizaciones

En 20 de enero de 1904 la Superiora General de lasHermanas dirigía al Señor Obispo de Pamplona estasolicitud: “Excmo. e Ilmo. Señor: La abajo firmadaSuperiora General de la Congregación de HermanasHospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús y de la B.V. María Señora Nuestra, a V. Eminencia Ilma. Con elmás profundo respeto tiene el honor de suplicar que, sia bien lo tiene, se digne conceder su superior autoriza-ción para que pueda instalarse nuestra comunidad enel manicomio de esta Ciudad para la asistencia de laspersonas de nuestro sexo a cuyo efecto tiene el honor

SEGUNDA PARTE – CAP. XLII 611

12. Las Comunidades de Hermanos y Hermanasse obligan, además a cumplir lo que dispone el regla-mento interior del manicomio de Navarra, aprobadopor la Excelentísima Diputación con fecha 7 de diciem-bre del presente año.

En un oficio presentado a la Diputación pidieron lasHermanas no ventajas sino solamente la aclaración dealgunos puntos del contrato a lo cual accedió ésta enla primera junta. Decía el oficio: “Excmo. Señor: Tengoel honor de poner en su conocimiento cómo he firma-do el escrito en el cual están puestas las condiciones,bajo las cuales nuestra comunidad ha de prestar servi-cios en el manicomio de ésa.

Al dar mi conformidad, hubiera deseado que hubie-ran sido más explícitos los puntos siguientes:

1 º Que la consignación señalada para lasHermana no comprende la alimentación que debe serde la cocina general del establecimiento.

2º Que el servicio de cirugía menor de la secciónfemenina, lo harán Hermanas competentes, sin quepara nada tengan que intervenir los Hermanos.

3 º Que del mismo modo que los Hermanos,pueda la Superiora local, en caso necesario suplir concamareras la falta de Hermanas, con tal que al menoslas tres cuartas partes del personal sea de Hermanas.

4º Que en el número de las Hermanas no entranlas lavanderas, que han de lavar en compañía de lasalienadas porque las Hermanas solamente podremoscuidarnos de estar al frente de dichas operaciones,pues la circunstancia de que el número de alienadas noguarda relación con el de alienados hace que no sea

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Y para que conste a petición de la Superiora de laexpresada Asociación, expido la presente certificaciónsellada con el de este Gobierno y Visada por el señorGobernador de Pamplona a veintidós de agosto de milnovecientos diez. – V.º B.º. – Firmado. – Antonio Jimé-nez. – El Gobernador. – Firmado. – R. de la Rosa. – ElOficial del Negociado. – Julián Gago. – Hay un sello delGobierno.

Topografía y algunos hechos

Celebrado ya el contrato con la DiputaciónProvincial, fueron llamados los Hermanos y Hermanasalgún tiempo antes de terminar las obras del manico-mio, para que a su gusto, y según creyesen más con-veniente, se ultimasen los pormenores de la casa engeneral, tanto en la distribución de las habitaciones,como en el mobiliario, confección de toda clase deropas para las dos Comunidades y secciones deambas sexos, etc., todo con el fin de que la asistenciafuese idéntica a la que se acostumbra en los otrosestablecimientos de Hermanos y Hermanas.

“Calcúlase el valor total de las obras e instalacióndel Manicomio en más de dos millones de pesetas.

Este magnífico establecimiento está emplazado enuna dilatada llanura, al Este de la Capital, entre el Argay el monte de San Cristóbal. Dista de Pamplona doskilómetros próximamente, ocupando el centro de unextenso recinto amurallado, que abarca una extensiónde 218.677 metros cuadrados, de los cuales 60.066están ocupados por los diferentes pabellones y depen-

SEGUNDA PARTE – CAP. XLII 613

de acompañar un ejemplar de nuestras santasConstituciones. Gracia que espera de la bondadPaternal de V. Excelencia Ilma. cuya vida Dios guardemuchos años para bien de la santa iglesia. – Ciem-pozuelos a 20 de enero de 1904. – Excmo. e Ilmo.Señor. Su humilde sierva e Hija en J. C., Sor JosefaMarturet de Santa Verónica de Jesús”.

Al margen del mismo documento el Señor Obispomuy amante y devoto del Instituto puso su autorizacióncariñosamente concebida en estos términos:

“Pamplona, 23 de enero de 1904. – Con muchogusto accedemos a los deseos de la suplicante, auto-rizando la instalación de una comunidad de su Institutoen el Manicomio de esta Ciudad. – Firmado. – FRAY

JOSÉ, Obispo de Pamplona”.

En el Gobierno Civil se inscribió la Comunidad en18 de julio de 1910 según consta del certificado delmismo Gobierno que dice: D. Antonio Jiménez yMartínez de Goñi, Licenciado en Derecho Civil yCanónico, Jefe de Negociado de tercera clase deAdministración civil y Secretario del Gobierno de laProvincia de Navarra.

Certifico: que en el libro registro de asociacionesque obra en este Gobierno, aparece inscrita con eln ú m e ro siete la Asociación religiosa denominada“Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón deJesús” figurando como Superiora Sor María CándidaSanz, domiciliada en esta Capital (Manicomio) cuyoregistro data del 18 del pasado julio y su fundación deldía primero de enero de 1904.

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idénticos departamentos y distribución de los mis-mos”1.

Una vez terminado, se llevó a efecto la conducciónde los dementes que la Diputación costeaba enZaragoza y Valladolid, acompañándolos Hermanos yHermanas.

La misma corporación los esperaba en la estaciónde Pamplona, dispensándoles un cariñoso recibimien-to, a cuyo efecto llevaron una banda de música, tenien-do preparados los coches que debían conducirles alnuevo manicomio. Concurrió también inmenso gentío,ansioso de ver y hablar a los pobrecitos locos y duran-te aquellos días fueron innumerables las personas quevisitaron el establecimiento y los enfermos.

En los primeros días que las enfermas salían apaseo, se veían rodeadas de personas y a veces lesimportunaban haciéndoles preguntas, causando admi-ración el que se las tratase con aquella libertad.

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1 Caridad y Patriotismo.

dencias del establecimiento, jardines, patios, galerías,etc. Los restantes están destinados a la explotaciónagrícola.

Todo el establecimiento está ajustado a los progre-sos de la medicina mental y dotado de cuantos ele-mentos, medios curativos y adelantos reclama la cien-cia frenopática.

Atendiendo a las diferentes fases que la locura pre-senta y a los distintos procedimientos que aquéllarequiere para la curación del paciente, está constituidoel manicomio por una serie de pabellones aisladospara albergar los distintos grupos de enfermos, perounidos para lo que afecta a los servicios generales pormedio de amplias y cubiertas galerías.

Son veinte las secciones destinadas al albergue ycuidado de los orates, habiendo en cada uno de esospabellones todo lo necesario en un pequeño manico-mio, existiendo además seis pabellones destinados aservicios generales. Es capaz, en su totalidad, de qui-nientas plazas.

Hay local especial para enfermos pensionistas,cuya asistencia, confort y alimentación está en relacióncon las diferentes pensiones. Los de primera y segun-da tienen habitaciones individuales, y los de terceraocupan dormitorios colectivos.

Cuenta también este manicomio con dos elegantesy preciosos Hoteles para pensionistas distinguidos,separados de la masa general de los edificios, y estándotados de excelentes aguas potables y alumbradoeléctrico. La división de sexos es absoluta, pues elestablecimiento está dividido en dos secciones, con

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y todas las demás Madres y Hermanas de laCongregación de Hermanas Hospitalarias del Sagradocorazón de Jesús y de la Bienaventurada V. MaríaSeñora Nuestra. Hijas mías muy amadas en Jesús yMaría: Para que veáis una vez más cuán presentes ostengo en mi corazón y cómo no paso un momento sinpensar en vosotras, en vuestro bien, en el deseo vivísi-mo y ardiente que tengo de vuestro aprovechamientoen la vida espiritual y en las sólidas virtudes, cualcorresponden a la vida religiosa a la cual habéis tenidola inefable dicha de haber sido llamadas, y de quevuestra vida sea vida de oración continua y elevación,o sea unión de vuestro corazón con el Corazón deJesús y el de María, por medio de frecuentes y fervo-rosas jaculatorias y de que vuestra vida sea vida deabnegación continua por medio de la paciencia, tran-quilidad y santa conformidad en todas las cosas quecontrarían nuestras inclinaciones y en todos los esfuer-zos y violencias que necesitamos hacer para practicarlas virtudes y vencernos a nosotros mismos a cadapaso; porque continuas y pertinaces son las batallasque necesitamos sostener contra nuestras inclinacio-nes interiores y los peligros que continuamente nosrodean en lo exterior, hijas mías, para que lo veáis unavez más, os voy a hablar con el corazón en la mano,como un padre habla a sus hijas muy amadas. Os dirépues que esta mañana estaba haciendo la oraciónmental pensando en J. C. crucificado, cuya imagentenía en mis manos, y reflexionando sobre lo muchoque tuvo que sufrir por nuestros pecados, y cuánto hahecho para hacernos ver su entrañable amor, y cómosu Divino Corazón quiere que tengamos en Él una con-

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CAPÍTULO XLIII

Fundación de la Casa de Hungría

Fin de su viaje. – Nueva Casa.

Fin de su viaje

Como el insaciable deseo de extender pródigo elbien de sus fundaciones no le dejase sosegar, empren-dió un viaje a Hungría, habidas antes bendición y licen-cia de su Prior General1 y acompañándole el ilustre ypiadoso Canónigo de la Metropolitana de Toledo, suamigo íntimo, D. Santiago Pastor. Y no fue viaje derecreo ni de esparcimiento, de lo cual no supo jamás elP. Menni; lo fue de negocios de apostolado de su cari-dad hospitalaria.

De su llegada y primeras espirituales impresionesen Hungría, hace referencia él mismo en algunas desus cartas: “Graz a 9 de noviembre de 1904. A todasmis amadas Hijas en el Señor, la Rvda. Madre General

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1 Expedida en 22 de octubre de 1904.

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a su vivo deseo de que desconfiando de nosotros mis-mos, confiemos en Él; pues Él nos dará contrición denuestros pecados, esperanza segura del perdón, con-fianza y ánimo en la oración, valor y fortaleza en lapráctica de todas las virtudes, caridad con el prójimo,paciencia en las adversidades, constancia en las virtu-des y perseverancia hasta el fin.

Esta íntima unión, Hijas mías, debe renovarse enespíritu muy a menudo y de un modo especial en lasagrada Comunión, yendo a recibir a Jesús no comoquien se reconoce digno de ello, sino como quien va alamado Salvador, que por su inefable amor quiere venira concedernos todas estas gracias y a transformarnosen Él, para que de Él solo vivamos aquí en la tierra ycon Él seamos eternamente bienaventurados en elCielo, ocupados en bendecir, amar, alabar y adorar a laStma. Trinidad: Padre Hijo y Espíritu Santo, en lo cualconsiste la eterna bienaventuranza que a todas osdesea este vuestro pobre y amantísimo Padre que conel alma y el corazón os bendice, Fr. Benito, pobre quetodavía no ha llegado a comprender bien los tesorosinefables de la Cruz de Jesús y quisiera llegar a ser unverdadero amante de ella. De nuevo os bendice estepobre Ministro del Señor”.

Como si no fuese bastante expresiva esta carta deldesbordamiento de la caridad de su alma les escribeesta otra:

“Viena de Austria, 3 de noviembre de 1904.

A todas mis amadas Hijas en el Señor: Ayer osescribí desde Graz y hoy vengo a continuar la carta y a

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fianza sin límites y que descansemos en Él con enteratranquilidad, resueltos a no negarle nada y aun en loque se resiste nuestra inclinación, queriendo pedirle lagracia de vencernos en todo, estando pensando enesto, vi que para obtenerlo y llegar a estos sentimien-tos, lo único que podía hacer era meterme en las llagasDivinas de mi Jesús crucificado y especialmente des-cansar en la llaga de su Divino Corazón; pues he vistoque en mí nada bueno había, ni capacidad para adqui-rir cosa alguna buena por mí mismo y mientras queestando metido en espíritu en las llagas de Jesús,todo, todo adquiriría y llegaría a ser todo de mi Jesús,cual lo deseo vivamente, por su misericordia.

Pero he aquí, que estando metido en el corazón deJesús, a mi corazón le faltaba una cosa y era la com-pañía de mis amados Hijos y amadas Hijas en el Señor,y entonces he rogado a mi Jesús que se digne recibi-ros a todos y a todas y que ninguna de las almas queJesús me ha confiado se resista a esta gracia tan her-mosa.

Sí, Hijas mías; descansad en el Corazón de Jesús,bajo el manto y la protección de María Inmaculada,Reina de su divino Corazón, descansad en estas divi-nas llagas de Jesús, pues están abiertas para ser nues-tro refugio y seguro amparo; su sangre va manandocontinuamente para ser el bálsamo de salud contranuestros pecados, la fortaleza contra nuestra debili-dad, el rescate contra la esclavitud de nuestras pasio-nes y fragilidades de nuestro corazón.

Ánimo, pues, Hijas mías; descansemos todos uni-dos en el Corazón de Jesús; correspondamos siempre

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fidelidad y fervor cada día creciente hasta el últimoaliento. Amén.

Hoy, día 3, os voy a decir otra cosa, para que veáis,Hijas mías, que siempre anhelo vuestro bien. Estamañana hemos estado a ver unos tesoros muy precio-sos que hay en el Palacio del Emperador y vi allí coro-nas imperiales y Reales adornos de gran valor, todosde oro finísimo y plata, engastados con perlas precio-sísimas, diamantes y otras piedras preciosas; entoncesmi espíritu fue a pensar en las almas de mis Hijas y enla mía y me acordé de la preciosidad con que las haadornado Jesús en el momento de bautizarnos suministro, y cómo las volvió a adornar cuando nos con-cedió la gracia de confesarnos de nuestros pecados yrecibir la santa absolución y también consideré cómoestos adornos de la divina gracia son incomparable-mente más preciosos que no las perlas que estabaviendo; de manera que estas perlas son barro y basu-ra en comparación de la hermosura con que la divinaBondad adorna y enriquece nuestra alma, cuando laviste de su divina gracia. Pero aquí no paró mi pensa-miento, sino que me puse a reflexionar sobre la her-mosura que adquiere nuestra alma cuando tenemos ladicha de sufrir algo por amor de Jesús a imitaciónsuya. ¡Ah Hijas mías! ¡Qué perlas preciosas adornannuestra alma cuando tenemos la dicha de sufrir algunaofensa o falta de parte de cualquier persona! ¡Qué oroprecioso adorna nuestra alma, cuando sufrimos por lapobreza, los desprecios, los dolores, vengan de dondevengan! Si esto conociéramos bien, estaríamossedientos de tales cosas, repugnantes a nuestra natu-raleza, pero ansiadas y deseadas por el alma que se

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añadir alguna otra cosa, toda vez que llegamos a estamuy bien, gracias al Señor.

No me acuerdo, hijas mías, si os dije que a todasos había colocado en la llaga del costado de Jesús yque allí estáis todas, sin exceptuar una, bien guard a-das y seguras de vuestra eterna salvación, a no serque alguna, obstinándose en seguir sus malas pasio-nes quiera pecar mortalmente y así salir a la fuerza detan seguro Asilo, lo que Dios no permita suceda a nin-guna de mis hijas. Sí, Hijas mías, antes os quisiera vermuertas, que no veros fuera de tan seguro Asilo. –Hijas mías, pedid a Jesús y a María que nos otorg u e nla gracia de estar cada día más y más encerrados enesta divina Llaga. Pero para esto no basta el que nosalgamos ingrata y alevosamente de esta divina llagay sagrado recinto por la maldad de consentir en peca-do mortal; sino que como almas agradecidas y muypenetradas del amor de Jesús, debemos evitar tam-bién, cuanto podamos, aun todo pecado venial; por-que el pecado venial, si bien es verdad que no nossaca del todo de ese sagrado refugio, hace que nues-tra alma amargue, mortifique, disguste, al Corazónamantísimo de Jesús y le provoque a vomitarnos; asíes que, hijas mías, huid de todo pecado, para noa m a rgar al Corazón dulcísimo de Jesús y si caemosde improviso, o por nuestra fragilidad en alguna falta odescuido, démonos prisa a pedir a Jesús la gracia del e v a n t a rnos, pues Jesús ya se consuela cuando veque le pedimos de corazón socorro. Acudamos anuestra buena Madre la Vi rgen María, Madre del divi-no Corazón de Jesús y Madre nuestra amantísima,para que nos obtenga la gracia de servir a Jesús con

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Benito Menni. – Expresando la alteza de miras y lapureza de sus intentos les envía esta: “Viena de Austriaa 14 de noviembre de 1904. – Hijas mías en el Señor:el Divino Corazón de Jesús y Nuestra Madre la VirgenInmaculada, Reina de este Divino Corazón son los queme han hecho emprender este largo viaje. No, no hasido criatura alguna, sino el impulso misericordioso delSeñor el que me ha movido. Circunstancias especialesme han hecho conocer que era voluntad del cielo elque yo emprendiera y llevara a cabo este viaje. Aquí hevisto claramente y he acabado de convencerme deque el Divino Corazón de Jesús y Su Madre Santísima,nuestra Madre Inmaculada quieren darme nuevas hijasen estas tierras y quieren que vosotras también lasrecibáis con amor de grande caridad como vuestrasamadas Hijas y hermanas menores, para que ellastambién tengan como vosotras, la dicha de ser espo-sas del Espíritu Santo y que sus corazones, así comolos vuestros, lleguen a ser templo y morada de espe-cial agrado e la Santísima y adorable Trinidad, PadreHijo y Espíritu Santo, por medio de la Santa Profesiónreligiosa y por el fiel cumplimiento de los santos Votosy exacta observancia de las Reglas y Constitucionesque el Señor os ha dado. Sí, Hijas mías, vuestraHermana Sor María de la Paz os pide humildementeperdón y promete ser muy fiel a su santa profesión.Con grandes trabajos ha hecho cuanto era necesariopara establecer en Hungría vuestra Comunidad. ElSeñor le ha concedido la gracia de vencer todas lasdificultades, tanto ante las Autoridades Eclesiásticascomo Civiles, que eran grandísimas, y de alcanzar unaprotección que raya en lo admirable. Ya los Sres.

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dirige por la fe. Pidamos, pues, hijas mías, pidamos aJesús y María que aumenten en nosotros la fe y quenos hagan apreciar cuáles son los verdaderos tesorosque debemos desear, cuya consecución siempredebemos anhelar. Hacedlo así, Hijas mías, hacedlo asícon gran confianza; pues Jesús y María quieren con-cedernos estas gracias; pero quieren que las desee-mos y se las pidamos y si todavía no las deseamoscomo deberíamos, pidamos que nos concedan la gra-cia de desearlas. En fin, vámonos a Jesús y a Maríacon gran confianza porque están en tan buena dispo-sición que nos quieren otorgar con largueza cuantoconvenga para nuestro bien, pero quieren que se lopidamos humilde y confiadamente. Pedid, pedidmucho también por este pobre amantísimo Padre, paraque yo no sea nunca traidor a mi Jesús; sino que alma,vida, corazón y hasta lo más íntimo de mis huesos,todo esté consagrado a mi Jesús y ¡ojalá mi ser se des-truyera por amor de mi Jesús! Estos son, hijas mías,los deseos y las ansias de vuestro indigno y amantísi-mo Padre en el Señor: esto es cuanto os desea atodas, mientras en el nombre del Señor, del cual mereconozco indigno ministro, os bendigo con todasolemnidad y amor en el nombre del Padre, del Hijo ydel Espíritu Santo. Amén. Fr. Benito, que aunque muyindigno, quisiera tener la dicha de ser un verdaderoamante de la cruz de Jesús. – P. D. Mañana saldre-mos, (D. m.) para Budapest y el lunes a O’Béba puesqueremos detenernos el domingo en Budapest. Rogadsin cansaros y sin cesar por nuestros asuntos; confie-mos que Jesús y María lo bendecirán todo. Os bendi-ce de nuevo vuestro amantísimo P. en J. M. y J. – Fr.

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hermosas hemos visto ayer, pero ¿qué queréis que osdiga? sino que nada me llena el corazón, si no es elamar a mi Jesús y ayudar a las almas para que leamen. Todo, Hijas mías, todo es menos que basura,sino el amar a nuestro Dios; nada vale cosa alguna,sino es trabajar para que las almas se enciendan eneste amor. Fuera de este amor, el mundo es un destie-rro, una desolación, un calabozo; mientras que esteamor convierte los dolores, los sufrimientos, las cru-ces, los desprecios, los calabozos en un sumo bien.¡Hijas mías, pidamos a Jesús que nos encienda en suamor! Pidamos a la Reina de este amor la VirgenInmaculada, que nos enciendan en este divino fuego.Digamos a Jesús ¡oh Jesús mío, Salvador mío, Bienmío, del cielo a la tierra descendiste para traer de alláeste fuego divino; aquí tenéis nuestros corazones,indignos, miserables, fríos, repugnantes, que de nadabueno son capaces, pero Vos, oh Jesús, cuandobajasteis a la tierra, bien lo sabíais todo esto y sinembargo bajaste, porque Vos sabéis vencer todosestos obstáculos, si nosotros no queremos resistir! ¡AhJesús, ya no queremos resistir: venid y venced todoslos obstáculos, curad todas nuestras asquerosas lla-gas, que nos han hecho nuestros pecados, dadnos lagracia de aborrecer cada día más y más las faltas, latibieza, dadnos humildad y desconfianza de nosotrosmismos, dadnos confianza sin límites en vuestro divinocorazón! ¡Oh Jesús, ya no queremos vivir sino paraamaros, y no queremos vivir sino para seguir vuestrosejemplos de paciencia, de humildad, de sufrimientos,de pobreza y de abnegación! Nuestra felicidad, ohJesús, no ha de ser sino estar siempre en unión con

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Obispos sólo esperan el consentimiento, aprobaciónde la Rvda. Madre General y su consejo para dispen-sar favor de lleno a vuestra Congregación y a losEstablecimientos que allá fundaréis, así que las cir-cunstancias lo permitan.

Con nuestro querido amigo y bienhechor que detanto consuelo y ayuda me ha servido en esta como entantas otras ocasiones, el muy Rvdo. el ilustre Sr.Canónigo don Santiago Pastor y Just, espero volverpronto a esa, o sea para mitad de diciembre, puesantes no nos es posible; y en nuestra compañía irándos jóvenes aspirantes hungaresas; ya podéis com-prender el sacrificio que Dios les inspira hacer paradedicarse al Señor; esperamos, pues, que las recibiréiscon amor grande, con lo cual agradaréis al DivinoCorazón de Jesús y a la Virgen Inmaculada y daréisespecial satisfacción a este vuestro amantísimo, aun-que indigno Padre en el Señor, que con el alma y elcorazón os bendice a todas en el nombre del Padre,del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Fr. Benito, pobreque sólo quisiera llegar a ser un verdadero amante dela cruz de Jesús. Vales después refiriendo los sucesosde su estancia y viaje”. Barmherzigen Bruder a 17 denoviembre de 1904. La paz del Señor Dios NuestroJesucristo sea siempre en vuestros corazones, Amén.Mis amadas Hijas en el Señor: Ayer llegamos a estacasa de nuestros Hermanos, en donde nos recibieroncon gran caridad y demostraciones fraternales; esta esuna Comunidad muy observante (a. D. g.). Hoy hemosvisitado a unas religiosas que tienen escuela de niñasexternas, aquí muy cerca y hacen mucho bien; entreellas hay algunas que hablan el italiano. Cosas muy

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Prelado Diocesano y de los eclesiásticos. Eran SorMaría de los Remedios, nombrada Madre Asistenta,con poderes para re p resentar legalmente a laSuperiora General, Sor Josefa Oriol y Sor María de laPaz, ésta de nacionalidad húngara y Priora de la Casa.Despertaban mucha devoción entre la población civil lanueva casa y las Religiosas, a quienes expresaban suveneración y afecto haciéndoles objeto de obsequios yatenciones sin cuento. Les llovían limosnas y donativospara las niñas asiladas, que fueron reuniendo desdeluego que abrieron la casa y todo prometía feliz éxito,presentándose no pocas vocaciones; pero una propiavoluntad, en no someterse a la obediencia religiosa essuficiente para dar al través con lo mejor fundado yesto ocurrió aquí. La buena de Sor María de la Paz,habíase hecho árbitra sin consideración a constitucio-nes ni a mandatos y en su consecuencia, las dos quela acompañaban recibieron orden de retirarse, deján-dola sola; lo que hicieron el 29 de agosto de 1905.

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Vos y con vuestra Madre Inmaculada la Virgen María.Fuera amor propio, y cuando venga lo queremos echar,fuera voluntad propia, fuera el tener cosa alguna ni elhacer cosa alguna sin permiso, fuera el referir las cosasde otras, fuera el resentirse de cualquier cosa; no,Señor, no, nada de esto queremos, sino amaros, serosfieles, sacrificarnos, ser amantes del silencio, del reco-gimiento, del cumplimiento de nuestros debere s .Alegrarnos queremos cuando nos acusan, sea con ver-dad, sea sin ella; pues gran bien nos vendrá siemprede todo esto. Perdonad a este vuestro amantísimoPadre, que así os habla con el corazón en la mano y asíos bendice en el nombre del Padre, del Hijo y delEspíritu Santo. Amén. – Fr. Benito pobre que quisieratener un espíritu despojado de todo lo de acá abajopara sólo amar a Jesús y en Jesús. P. D. Espero quehabréis recibido mi última carta certificada sobre elasunto de Hungría.

Por fin les da cuenta de su vuelta: “Milán 20: ante-anoche llegamos muy bien aquí con las dos aspirantes;a éstas las he colocado con unas Hermanas hasta eldía 12 que las volveré a buscar, de vuelta de Roma,para estar (D. m.) el 14 en Barcelona y dar las profe-siones el 15 del próximo”.

Nueva Casa

Todo ello dio por resultado que obtuvo licenciapara que las Hermanas abriesen una casa en O’Béba,provincia de Torontal y obispado de Témesvar.

El 28 de marzo de 1905 salieron las Hermanas paraO’Béba, donde se establecieron con mucho agrado del

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Padre Ruperto Mª de Manresa, Capuchino secretarioentonces particular del Emmo. Cardenal Vives. Tuvoocasión por hallarse este Padre accidentalmente enBarcelona, adonde le envió desde Roma el Cardenalpor motivos de salud. Mostró grande interés por laCongregación en el indicado asunto; ella le era conoci-da; a la edad de 14 años había estado en la casa desalud de Ciempozuelos curándose de anemia cerebral,y asistió al entierro y funerales de la virtuosa MadreFundadora (Q. S. G. H.) y ofició de cantor. La estanciade éste en Ciempozuelos dio ocasión a la estrechaamistad que había entre el Cardenal y el P. Menni, aquien estaba muy agradecido; porque estando aquélde provincial en Cataluña le había admitido gratuita-mente en Ciempozuelos a dicho joven y a algún otromiembro de los capuchinos.

El Protector

Aconsejado y animado por el P. de Manresa escri-bió al Emmo. Cardenal Vives con fecha 15 de septiem-bre de 1904 pidiendo su consentimiento; obtenido, seelevó una solicitud a la Santa Sede para que le conce-diera como Cardenal Protector al Instituto deHospitalarias. Se obtuvo la gracia con fecha 29 deoctubre del mismo año, por conducto del Emmo. señorCardenal Merry del Val, Secretario de Estado.

De gran consuelo fue para el Padre Fundador reci-bir la noticia del nombramiento, porque ya su queridaCongregación que el Señor le había confiado, tendríaquien se interesase por ella en lo sucesivo cerca de laSanta Sede. Hasta entonces tenían sólo un agente lla-

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CAPÍTULO XLIV

Cardenal Protector y Fundación de la Casade Roma

Medios Providenciales. – El Protector. – Viaje aRoma. – Antes de la Audiencia. – La Audiencia.– Buscando casa. – Preces y oposición. – Aper -tura de la casa: su objeto.

Medios Providenciales

A consecuencia de lo ocurrido con el deslinde delas propiedades de San Baudilio, el P. Menni sintiódeseos de que su Congregación de Hermanas se diri-giera por sí sola bajo la acción de su SuperioraGeneral, y de que tuviera quien la protegiese en losasuntos que se le pudieran ocurrir ante la Santa Sede,toda vez que el Instituto ya estaba aprobado definitiva-mente por S. S. el Papa León XIII de feliz memoria,desde el 26 de noviembre de 1901. Al efecto pensópedir tal protección a un Cardenal de los residentes enRoma y de Curia, lo cual consultó con el muy Rvdo.

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Rvma. Madre General y su Secretaria. Nos prometió surecomendación y nos encargó que en la audienciamanifestáramos al Santo Padre el deseo del CardenalProtector de que nos estableciéramos allí.

Antes de la Audiencia

Hizo nuestro Padre la petición de audiencia priva-da con Su Santidad Pío X, y mientras se despachaba,aprovechamos el tiempo para visitar las principalesiglesias y demás monumentos religiosos que existenen aquella santa Ciudad, entre otros, la Escala Santa.Nuestro Rvdo. Padre que de todo se servía para quenuestro corazón se elevara a Dios, estando en la igle-sia de la Escala Santa nos hizo esta fervorosa exhorta-ción: Hijas mías, esta es la misma escalera que subióNuestro Señor, todo llagado y derramando su preciosí-sima sangre, para ser sentenciado a muerte, y todo poramor nuestro; y ¿quién fue la causa? nuestros peca-dos, hijas mías…, y así nos hizo algunas reflexiones.Después de esto nos arrodillamos y así mismo lasdemás personas que se acercaron para oír al Padre ycasi todos llorábamos. Hicimos fervorosos actos decontrición y los tres subimos las gradas de rodillas,adorando y besando el cristal por donde se ve la pre-ciosísima sangre de N. S. Jesucristo. Igualmente visi-tamos la Basílica de San Pedro, la de Santa María lamayor, San Juan de Letrán, Santa Práxedes y otros, yen todas guiaba el Padre nuestros rezos, pidiendo porsus hijos, por sus hijas, por los acogidos en nuestrascasas, en fin, todos parece que venían a su imagina-ción para que rogásemos por ellos. Así continuamos

SEGUNDA PARTE – CAP. XLIV 631

mado Sr. D. Andrea Cremaschi, al cual se encomenda-ban todos los asuntos.

Viaje a Roma

Dice Sor María del Consuelo: Preparada toda ladocumentación relativa a San Baudilio acompañada deuna interesante carta del Emmo. Sr. Cardenal Casañas,Obispo de Barcelona, el día 13 de enero de 1905emprendimos nuestro viaje para Barcelona. En ésta, DªCelestina Clot de Ballester, amiga de la Madre Maríadel Perpetuo Socorro, Consiliaria General de lasMadres Reparadoras, residente en Roma, nos dio unacarta de recomendación para ésta y pidiéndole hospi-talidad para nosotras. Después de un feliz viaje llega-mos a Roma, no obstante las amarguras consiguientesal enojoso asunto que nos llevaba. La Madre delPerpetuo Socorro nos recibió muy cariñosa como sisiempre nos hubiera conocido y a nuestro Rvdo. Padrele cobró santo afecto viéndole tan fervoroso y lleno deamor de Dios.

Una vez en Roma, primero visitamos al Emmo.señor Cardenal Vives, que vivía en su Comunidad, VíaBuoncompagne. Nos recibió con mucha amabilidad ydulzura y después de manifestarle el objeto de nuestroviaje y dándole gracias por habernos acogido bajo suprotección, nos dijo que se alegraba mucho de quehubiéramos ido a la ciudad Santa y que, como laCongregación había tomado tanto desarrollo, le pare-cía muy conveniente que nos estableciéramos allí, quepidiéramos audiencia particular del Santo Padre y queen la petición por escrito figuraran el Fundador, la

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aumento los dos Institutos religiosos Hospitalariostanto en la fiel observancia de la disciplina religiosacomo en todo lo demás. Delegó a nuestro Padre paraque en su nombre diera su bendición especial en todaslas Casas. También se dignó bendecir igualmente másde cuatrocientos rosarios, no sin interrogar antesdonosamente para quién eran tantos rosarios y si esta-ban pagados. Sí, Santísimo Padre; están pagados yson para dar a todas las Hermanas de nuestraCongregación, le dijimos. Los bendijo diciendo que lesimponía todas, indulgencias que pueden conceder losPapas, encargándonos que se rezase con muchadevoción.

Últimamente el Rvdo. Padre pidió a Su Santidadnos permitiera besar su pie y nos dijo con su acostum-brada graciosa sencillez sonriendo: “No; porque letengo un poco malo y, aunque sé que los hospitalarioscuran, no sé si me podré entregar a vosotras para queme curéis”; dio a besar la mano, repitiéndonos suApostólica bendición.

Con esto se terminó tan grata y paternal audiencia,saliendo de la misma los tres fortalecidos para conti-nuar nuestra santa misión y rebosando nuestros cora-zones santo gozo.

Buscando casa

Al volver a visitar de nuevo al Eminentísimo Sr.Cardenal Vives, le dio cuenta nuestro Padre de labuena acogida que nos había dispensado Su Santidady cómo nos había manifestado su beneplácito y dado

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hasta el día que nos trajeron el escrito en el que seconcedía el permiso para la suspirada audiencia, quese llevó a efecto el 28 de dicho mes de enero. Al pre-pararnos para salir de casa, la buena Madre delPerpetuo Socorro tuvo la feliz ocurrencia de darnos unsolideo hecho por ellas para que se lo prentásemos aSu Santidad y le pidiéramos el suyo; así lo hicimos, lle-vando además algunos objetos piadosos como rosa-rios, crucifijos, medallas, etcétera, para que nos losbendijera.

La Audiencia

Su Santidad nos recibió con su paternal bondad,haciéndonos tomar asiento a su lado y nuestro Rvdo.Padre, después de manifestarle el fin del Instituto porél fundado, le expuso los deseos de S. E. el CardenalProtector, de establecer por de pronto una residenciaen aquella ciudad, como representación de nuestraCongregación y el Santo Padre contestó que no sóloaprobaba este proyecto, sino que hasta lo veía congran satisfacción y, desde luego, bendecía la nuevafundación. Estaba muy impuesto de todo, gracias alEminentísimo Sr. Cardenal Vives. La Rvda. Madre pre-sentó a Su Santidad el solideo para que se dignaracambiarlo por el que tenía puesto y él, con bondadosagracia se lo cambió, entregando a la Madre el que lle-vaba y diciéndole: ¿para qué lo queréis? ¿os lo pon-dréis vos?

Después de una amable conferencia en que SuSantidad se dignó animarnos en gran manera, nosotorgó una especial bendición para que fueran en

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carta y el diseño que D. José Cavazzi le envió dandoexplicación de las gestiones que había hecho paraencontrar una casa a propósito para el ejercicio denuestra misión hospitalaria, pues, como queda dicho,la primera idea de nuestro Padre fue tener acogidasalgunas niñas, pobres raquíticas y escrofulosas, y enefecto, se recibió una llamada Clotilde, pero no fueposible continuar este hermoso proyecto. También serecibió carta de la Madre María del Perpetuo Socorrosobre el mismo asunto y así a esta Madre como al Sr.Cavazzi se contestó aceptando una casa que nos pro-ponían, pero más adelante surgieron dificultades queimpidieron realizar el contrato, por lo cual el Rvdo.Padre escribió al referido señor con fecha 20 de abril,anunciándole la salida en breve de dos Hermanas paraRoma y que así sería más fácil resolver el asunto.Igualmente se escribió con fecha 7 de abril a la buenaMadre del Perpetuo Socorro, aceptando los ofreci-mientos y buenos servicios de su Rvma. MadreGeneral y de ella misma y expresando mucha confian-za en que les darían caritativa hospitalidad hasta quepudieran encontrar casa a propósito para establecer-se. Recibida la respuesta por conducto de la Srta.Luisa de la Torre de Ayllón, que su Rvma. era muy gus-tosa en que fuesen a hospedarse a su casa las doshermanas, siguiendo sus indicaciones, salieron éstasde Ciempozuelos el 30 de abril de dicho año, las cua-les fueron Sor San José, que iba en representación dela Rvma. Madre y con el título de Asistenta general,según rezaba la obediencia despachada por la MadreGeneral, y Sor Gabriela con el cargo de Priora de aque-lla casa. Una vez establecidas allí nuestras Hermanas,

SEGUNDA PARTE – CAP. XLIV 635

su permiso para que nos estableciéramos en Roma.Con esto se comenzó en seguida a buscar una casaque reuniera las condiciones necesarias para hospita-lidad a algunas pobres niñas escrofulosas y así ejercernuestra misión hospitalaria, para lo cual visitamos al Sr.D. José Cavazzi, pariente de la Sra. doña Simona, Vda.de Esparza, de nacionalidad española. Dicha señoratuvo una hija casada con un hermano del señorCavazzi y como era de la colonia española, tenía bue-nas relaciones con la Madre María del PerpetuoSocorro, y todos fueron tan bondadosos que, en uniónde dicha Madre, se encargaron de buscar casa.

Tan luego como nos fue posible tornamos en direc-ción a París, y fue a fines del mes de enero. LasHermanas nos esperaban para que el Padre les dieralos santos Ejercicios, y se los dio con un fervor extraor-dinario. Terminados, vinimos a España, habiéndonosdetenido en Irún para ir a Fuenterrabía a visitar el lugardonde San Juan Dios fue derribado de la mula y asis-tido por la Santísima Virgen, que se le apareció enforma de pastora.

Deseaba nuestro Padre hacer en dicho punto unapequeña fundación y edificar una capilla para conme-morar este notable acontecimiento de su Santo Padrey Fundador, pero con dolor tuvo que desistir del inten-to, porque no se lo permitieron las circunstancias.Continuamos nuestro viaje a Santa Águeda, Palencia yPamplona, dando en todas las casas la bendiciónpapal, según la facultad recibida.

Al llegar a Ciempozuelos, que fue a 23 de febrerodel dicho año 1905, se encontró nuestro Padre con una

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de las gracias, cual es la oración y os aseguro, hijasmías, que nunca ha sido inútilmente, habiendo muchasveces visto palpablemente la mano del cielo venir ensocorro de nuestras necesidades, tanto espiritualescomo temporales.

Ahora bien, en la actualidad acudo a vosotras, misamadas hijas, para que todas, y a donde hay niñastambién en compañía de vuestras asiladas, recéis a miintención con la mayor devoción durante nueve días, elMiserere, el Veni Creator Spiritus, las Letanías delNombre de Jesús, una salve a la Virgen Santísima, unPater, Ave y Gloria a S. José y demás Santos aboga-dos y protectores nuestros y un Pater, Ave y Requiempor las almas del Purgatorio, acabando con el Subtuum praesidium confugimus, etc.

Además os ruego que ofrezcáis vosotras tre scomuniones cada una y las niñas al menos una, si nopueden más.

El día 8 de este mes, Dios mediante, he de salirpara ir a Roma; mi estancia allá será de unos días,pues tan pronto como pueda estaré de vuelta, y estees un nuevo motivo para que me tengáis presenteespecialmente en vuestras jaculatorias, esperando quela bendición del Señor me acompañará como en losviajes anteriores. Con esta ocasión os participo que, enconformidad con los deseos de nuestro Emmo. Sr.Cardenal Protector y con la bendición del Stmo. PadrePío X, han salido ayer de aquí, Sor San José y SorGabriela para ir a Roma con el fin de establecer unaresidencia de nuestro Instituto en aquella ciudad, cen-tro de la Iglesia Católica.

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en vista de las instrucciones recibidas del Emmo. Sr.Cardenal Vives, hizo nuestro Padre la solicitud porescrito, dirigida a Su Santidad para que pudiera insta-larse la Comunidad con la debida autorización, some-tiéndola al informe del Emmo. Sr. Cardenal, y se remi-tió por conducto del agente Sr. Cremaschi, a la sagra-da Congregación.

Teniendo que asistir nuestro Padre a Capítulogeneral de su Orden que aquel año se celebró a media-dos del mes de mayo, salió para Roma el 8 del mismomes, con el objeto de tratar personalmente y hacer lasdeclaraciones que le fueron pedidas.

Por fin se celebró el dicho Capítulo, y entonces,como siempre, nos dio muy notables ejemplos dehumildad e indiferencia para los cargos, como se vepor estas cartas que se conservan de aquella fecha,dirigidas a nuestra Rvma. Madre general, en las cualescuenta lo acaecido:

Ave María Purísima.

Ciempozuelos, 1° mayo de 1905.

A mis amadas Hijas en el Señor: Pedid y se osdará, dice nuestro divino Salvador; por esto, hijas mías,siempre encuentro mi refugio en la oración, pues por lomismo que su Divina Majestad me ha cargado con lamisión que me dio por boca de su Vicario, el gloriosoPontífice Pío IX, de Santa memoria, ordenándome venira España para hacer fundaciones, por esto mismo alencontrarme muchas veces con necesidades especia-les, acudo por mí mismo y por medio de las almas queel Señor me ha confiado, al gran manantial inagotable

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Sucedió que ayer teníamos en nuestra Iglesia unamuy solemne procesión con el Santísimo Sacramentoy había unos doce sacerdotes de la Orden, entre loscuales, dos que ayer celebraron su primera misa y heaquí, que cuando menos me lo pensaba sucedió quedispusiese Jesús, por un medio providencial, que yo lellevase en mis manos. Ya podéis comprender la alegríagrande que yo experimentaba llevándole en mis manosy frente a mis ojos y aproveché la ocasión para decirlemuchas cosas de vosotras todas y de las Superioras yConsiliarias, en fin, de todas; le decía con grande fe,que ya que había querido concederme la gracia deconsolarme, fortalecerme y escucharme tan de cercaasí lo esperaba todo de la bondad de su divinoCorazón.

Ahora os diré que una disposición providencial medetiene aquí unos quince días y después ya volveré D.m. a España a continuar la misión que el Señor se hadignado señalarme.

Recibid, hijas mías, la bendición que con el alma yel corazón os envía este vuestro amantísimo Padre. –Fr. Benito que quisiera llegar a ser amante de la Cruzde Jesús. – Mi amada Hija en el Señor Sor Verónica deJesús: Dos palabras para confirmar todo, o sea que esel mismo general y el mismo provincial. Dios nos hafavorecido mucho, muchísimo; pues por milagro no mehe quedado de Secretario ni de Prior, gracias a Dios.

No continúo escribiendo, porque voy a casa y notengo más tiempo; otro día seré más extenso.

Os bendice este vuestro amantísimo y feliz Padreen J. M. y J. – Fr. Benito pobre de la Cruz de Jesús.

SEGUNDA PARTE – CAP. XLIV 639

Ánimo, pues, hijas mías, toda vez que veis cómo elSeñor va bendiciendo la Congregación y este es unnuevo motivo para que correspondáis cada día connuevo fervor a la gracia de vuestra santa vocación.

Con este fin, os bendice este vuestro pobre yamantísimo Padre en el Señor. – Fr. Benito que deseaser amante de la cruz de Jesús. – Desde Roma escri-bía esto: Roma 23 de mayo de 1905. – Mis amadasHijas en el Señor, Sor Verónica de Jesús y todas lasProfesas: Objeto de esta carta es excitar y rogar atodas mis hijas para que me ayudéis a dar gracias alSeñor, por las grandes misericordias con que se hadignado Su Divina Majestad visitarme durante estosúltimos días; pues parece se digna llamarme a una vidanueva en su divino corazón, haciéndome ver un poqui-to los preciosísimos e inefables tesoros escondidosbajo la corteza de la humillación. ¡Ah Hijas mías! si porla fe y la divina misericordia llegáramos a descubrir unpoco los tesoros inefables de la vida humilde y pacien-te y los gozos del corazón y la paz que infunde en elalma el seguir a Jesús, andaríamos como fuera de nos-otros por el anhelo de seguir a nuestro buen Jesúshumilde, paciente, dulce, manso, amable, misericor-dioso y caritativo.

¡Ah Hijas mías! qué felicidad tan grande experi-mento; no tengo palabras para explicarme; ayudadmea dar gracias a Jesús y a nuestra buena Madre la reinay Madre del Corazón de Jesús.

Hijas mías, os voy a contar una cosa y no dudo quevais a tener mucha alegría:

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ceptara; de nuevo fue preciso que el Padre hicieseotra, y una persona seglar a la que hemos hecho bas-tantes favores, se conoce que no le venía bien quenuestro Instituto tuviese aquí casa, y por su medioempezó de nuevo el enemigo a trabajar para que tam-bién la segunda petición se interceptara; pero esta vezno le ha valido, porque nuestro Padre que tiene expe-riencia de sus artimañas conoció algo y tuvo la pacien-cia de ir un día tras otro a dicha Sagrada Congregaciónhasta que dio con la dificultad, y ya gracias al Señor,las mismas personas que tanto lo marearon, a la indi-cación de otra persona superior a ellas, inmediatamen-te despacharon el papel que se necesitaba de maneraque muy pronto, D. m. esperamos tener todos losdocumentos en regla para poder celebrar la primeramisa en nuestra capilla; no obstante, mañana, Diosmediante, tiene que volver nuestro Padre a la referidaSagrada Congregación de Obispos y Regulares paraver si puede recoger uno de los documentos que sonnecesarios.

Ya ven si les digo con verdad que nuestras funda-ciones tienen que llevar todas el sello del sacrificio ylas que componen las mismas tienen que ser crucifica-das en verdad; por lo mismo, como queda dicho, nosha reunido Nuestro Señor a las cinco llagas con elCrucificado. Estos dos días que aquí han sido festivos,los hemos dedicado enteramente para Nuestro Señor,visitando los seis las principales y devotísimas Iglesiasde esta santa ciudad; empezamos por la primeraIglesia, Cabeza y Madre de todas las Iglesias delmundo, o sea la iglesia de San Juan de Letrán, endonde hemos asistido a la Misa de Pontifical que cele-

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Preces y oposición

Las Hermanas, una vez en Roma no descansaronhasta haber encontrado casa a propósito, y entre lasmuchas que vieron, escogieron un hermoso piso en laplaza de Aracoeli, nº 36, el cual pareció muy bien anuestro Padre, según lo consigna en sus cartas. Setrasladaron a ella en los primeros días del mes de junio.Tampoco faltaron contrariedades en la nueva funda-ción como se desprende de la siguiente carta:

“Santa Ciudad de Roma a 25 de junio de 1905. –Amadísimas Madres, carísimas Hermanas profesas,novicias y aspirantes de nuestra querida casa Madrede Ciempozuelos: con el pensamiento siempre en tanpredilecta casa y mucho más en todas Sus Caridades,no queremos pasar muchos días sin manifestarles estomismo por escrito. – La Divina Providencia ha queridoque esta fundación, así como todas las nuestras,empezase por el sacrificio y el recuerdo de la SagradaPasión de Nuestro Señor Jesucristo. Por lo mismo, nosha reunido a las cinco llagas con el Crucificado, paraechar buen cimiento en tan santa fundación. El Señorhaga que en verdad imitemos al Crucificado, porquenosotras lo deseamos con todas nuestras potencias ysentidos. – Para que vean que en realidad esto es así,antes de venir nosotras aquí, mucho antes, NuestroPadre pidió a la Sagrada Congregación de Obispos yRegulares el permiso por escrito para la instalación,después de haber obtenido dicho permiso verbalmen-te de nuestro Santísimo Padre el Papa Pío X. Mas elenemigo, que no le gusta se aumenten las Casas delSeñor, hizo de manera que aquella petición se inter-

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Ya podéis pensar cómo hemos rogado por todas,para que todas nos mortifiquemos, en memoria de laflagelación de Jesús. Después fuimos todos juntos alSantuario de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro,que está allí cerca y hemos rogado a la Vi rg e nSantísima para que a todos nos tenga bajo el amparode su Socorro y protección maternal.

Ya comprenderéis que esta carta que comenzó laLlaga del pie izquierdo la está continuando elCrucificado, que dice que es un pobre y que quieretener expansión con sus hijas, para que ellas tambiénquieran ser buenas y humildes, fervorosas amantes delsilencio y recogimiento y con Jesús crucificadas.

Por hoy basta; así que podamos, continuaremos lahistoria.

Recibid la bendición que con el alma y el corazónos envía vuestro amantísimo Padre en J. M. y J. – Fr.Benito, que quisiera en verdad ser con Jesús crucifica-do, aunque muy indigno de tal gracia. (Firman tambiénlas cinco hermanas: Sor Verónica de Jesús. – SorMaría del Consuelo. – Sor San José. – Sor Gabriela. – ySor María de las Gracias. – “Por antefirma cada una delas llagas del Señor”).

Apertura de la casa: su objeto

El día 3 de dicho junio se hizo la petición para abrirla capilla al Santo Padre y para tener reservado elSantísimo, obteniéndose la concesión el 5 de julio y fuecumplimentada por el Emmo. Sr. Cardenal Vicario eldía 8, con la condición de que haya al menos cinco

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bró un señor cardenal; visitamos también la Iglesia endonde está la Escala Santa, que hemos subido los seisde rodillas, acordándonos mucho de las Hermanas quehemos dejado en Francia, Portugal, España y Hungría,para encomendarlas muy de veras a la Sagrada Pasióny Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, para que atodas nos conceda recoger el preciosísimo fruto de laSangre divina que Él derramó con tanto amor por nos-otros. Después fuimos a ver el Santo Baptisterio en elcual fue bautizado el Emperador Constantino que diola paz a la Iglesia, el cual en el acto de recibir elBautismo de manos del Papa San Silvestre, fue curadode la lepra que padecía.

Por la tarde fuimos a visitar la Iglesia de SantaMaría la mayor, que la Virgen Santísima mandó levan-tar, señalando el lugar con nieve, en la noche del 4 al 5de agosto. Allí, como en todas partes, hemos rogadopor todas las Madres y Hermanas para que todos sea-mos unos verdaderos esclavos de Jesús y María.

Fuimos también a visitar con fe viva la iglesia quehabía sido Casa de Santa Práxedes, en donde la Santatenía escondido a San Pedro y recibía a los cristianos,y además, ella y su compañera, iban fervorosamenterecogiendo con esponjas la sangre de los mártires y laescondían en unas pozos que había en su casa; hoycomo he dicho convertida en Iglesia. Allí está tambiénuna parte de la columna a la cual fue atado Jesús,nuestro amantísimo Salvador, para ser azotado y vimostodavía unas manchas de la sangre preciosísima queJesús derramó por pagar los pecados cometidos porcontentar las malas pasiones.

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De la inauguración de esta casa da noticia laReverendísima Madre Sor Verónica en la siguientecarta:

“Roma, 11 de julio de 1905.

Mis amadas Madre Priora, Vicepriora, Madremaestra, Hermanas profesas, Novicias y Aspirantes denuestra querida Casa de Ciempozuelos: Recibí lascariñosas felicitaciones que en particular y en generalme han enviado todas, las cuales les agradezco contodo mi corazón y mucho más por las oraciones quetodas han elevado al Todopoderoso por esta su pobrehermana que tanto las necesita y por las que esperomerecer todas las gracias que para mí han pedido. Pormi parte también he rogado al Señor por la intercesiónde mi gloriosa Santa, para que les recompense tantacaridad, concediéndoles la gracia de ser, a imitaciónde Santa Verónica, cada vez más observantes delsanto silencio y amantes de la observancia regular,fijándose muy detenidamente hasta en las cosas máspequeñas de nuestras santas Constituciones; pues lapráctica de la cosas más pequeñas nos alcanzarángrandes merecimientos delante de nuestro Señor.

El día 3 de los corrientes nos recibió nuestroSantísimo Padre en audiencia particular a las cincoLlagas en unión del Crucificado y después de bendeciresta nueva Comunidad, bendijo de un modo particularel santo Noviciado de esa y a toda la Congregación ya cada una.

Quisiera decirles muchas cosas, mis amadasHermanas, pero estamos sumamente atareadas, ya

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Hermanas en la Comunidad. Se celebró la inaugura-ción el día 9, fiesta de Santa Verónica de Julianis, ono-mástico de la Rvda. Madre, como se ve por su cartadel 11 de julio. (Se encuentra en el legajo núm. l de laCasa de Roma).

Como no se pudo llevar a efecto el primer deseo delP a d re de admitir niñas enfermitas, en vista de algunasdisposiciones que el Santo Padre había dado a las re l i-giosas existentes en Roma, con fecha 16 de junio de1905, relativas a hospedajes, nuestro Padre dispusoque se hiciera la petición al Vicariato, en conformidad alo nuevamente ordenado, a fin de poder dar hospedajey admitir en nuestra compañía a las Sras. que desearanllevar una vida retirada, ya que la Casa era a pro p ó s i t opara ello. Dicho permiso les fue otorgado y para el díade la inauguración ya tenían en casa dos señoras.

En cuanto se hizo la inauguración, no se descuidóel Padre en ofrecer la casa y Comunidad a los Emmos.Cardenales, a los que estaba reconocido por los favo-res que en aquella y otras ocasiones le habían dispen-sado.

Deseando el Padre que las Hermanas estuviesenbien provistas de confesores, tanto ordinarios comoextraordinarios, en conformidad con lo ordenado enaquel Vicariato, se hizo la petición con fecha 14 delmismo julio dirigida al Emmo. Sr. Cardenal Vicario deSu Santidad, pidiendo para confesor ordinario al M. R.P. José de Calasanz Alcantarilla, Escolapio, y comoextraordinarios al M. R. P. Ángel de Villaba, Definidorgeneral de los Capuchinos y al M. R. P. Antonio Naval,Misionero del Inmaculado Corazón de María.

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Reiterándoles, mis amadas Hermanas, mi profundoagradecimiento por las oraciones que han hecho pormí en el día de mi gloriosa Santa, saben, repito, que nolas olvida un momento, y mucho menos a las que estándelicadas, esta su pobre hermana en J. M. y J.

SOR VERÓNICA DE JESÚS”.

SEGUNDA PARTE – CAP. XLIV 647

con las visitas que vienen, ya con nuestros asuntos, yacon el arreglo de esta casa, y como somos pocas, nonos queda tiempo para nada.

El día de mi gloriosa Santa se inauguró estaCapilla, habiendo celebrado en la misma la primeraMisa nuestro amado Padre Fundador. La función fuemodesta, pero fervorosa y recogida; se empezó porbendecir la capilla y después de esperar un ratito aalguna señora que tenía que venir, se celebró la santaMisa; en la misma, antes de recibir a Nuestro Señor,nos hizo nuestro Padre una fervorosísima plática sobrela Sagrada Comunión y en acción de gracias porque,no obstante nuestra indignidad y miseria, se queríaquedar Jesús con nosotras, siendo tan pobres, reser-vado en el Santo Tabernáculo. Después de la SantaMisa y haber dado gracias, rezamos el ‘Veni Creator’ yel ‘Te Deum’ en acción de gracias por tantos beneficiosrecibidos, que, no obstante lo que ha trabajado el ene-migo para impedir esta nueva fundación, de todohemos salido bien, gracias a Dios.

Nuestro Padre está bueno, gracias al Señor; siviene ya le diré que les mande la bendición, y si nopuede ser, otro día lo hará, porque deseo salga estacarta en el primer correo.

Todavía no sabemos el día que regresaremos aesa, pero, creánlo que aunque no les escribimos con lafrecuencia que lo deseamos, no las olvidamos; ni tam-poco a las josefinas; el Señor ha permitido este retrasosin duda para que se preparen mejor para las Bodasque, Dios mediante, desean hacer con su celestialEsposo.

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petición dirigida al Papa, la Caja general se encargabade la manutención y alquiler, por estar prohibido termi-nantemente implorar la caridad.

Se dirigió pues, a algunos puntos que se le habíanindicado y entre ellos fue a ver una hermosa finca quese había construido para hospedería, y que, fracasadoel negocio, el dueño había puesto en venta.

Buscando en Roma quién podría aconsejarle eneste asunto, habló con un abogado (Sr. Perícoli), quienle dio la dirección de un médico llamado Dr. GiulioPaganini y de otro abogado (Sr. Egidi).

Fuimos a verlos el Padre, la Madre General y yo. ElD r. Paganini manifestó con toda franqueza al Padre sumodo de pensar en esto, diciéndole que en Viterbo noencontraría medios para dar vida a aquella fundación;mas como el Padre tenía tanta experiencia y lo habíareflexionado muy bien, le contestó que nunca le habíap a recido podría subsistir con lo de la ciudad solamente,sino más bien porque tenía medios de comunicacióncon Roma, Florencia, Génova, Milán, Ve n e c i a ,Antigliano, etc., lo cual era muy conveniente para lamisión a que se dedicaban las Hermanas, que es la asis-tencia a dementes y a otras enfermedades nerviosas.

Convenció la respuesta al Dr. Paganini y se ofreciócomo médico a cuanto nos pudiera servir.

Antes de comprometernos a nada, quiso el Padreque visitásemos al Sr. Arzobispo-Obispo de Viterbo,para lo cual escribimos desde Roma con fecha 7 dejulio, pidiéndole audiencia para el día 10 del mismo.

Le visitamos y nos recibió con grandes muestrasde afecto, como si siempre nos hubiera conocido.

SEGUNDA PARTE – CAP. XLV 649

CAPÍTULO XLV

Casa de Viterbo

O r i g e n . – C o n t r a r i e d a d e s . – Bendición de SuS a n t i d a d . – Licencia Eclesiástica. – Inaugura -ción de la capilla provisional. – En los primerosd í a s . – Inauguración definitiva de la Casa. –Progresos. – Objeto y representación legal delEstablecimiento. – Noviciado en Viterbo.

Origen1

Durante el tiempo que tardaron en tenerse los per-misos necesarios para abrir la casa de Roma, despuésde haberlo reflexionado y encomendado al Señor,según acostumbraba, se ocupó el Padre en buscar enlas cercanías de Roma algún local a propósito paraCasa de Salud, puesto que la ciudad no se prestaba aello a causa del clima y viendo que la Comunidadrecientemente establecida en ella, era más bien unacarga para la Congregación, pues según se dice en la

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1 Testimonio de Sor María del Consuelo.

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Entre tanto, dirigiendo jaculatorias a Jesús y aMaría, y bendiciéndola con todas sus piadosasHermanas, me reputo feliz al suscribirme su afectísimoen el Señor.

GRASELLI, Arzobispo-Obispo”.

La Rvma. Madre le contestó:

“Excmo. e Ilmo. Sr. Arzobispo-Obispo de Viterbo.

Mi respetable y amado Padre en el Señor: Grandeha sido el consuelo y satisfacción que hemos tenido alrecibir su paternal y afectuosísima carta.

Damos gracias al Señor por habernos dado oca-sión de conocer a un Padre tan bueno como V. E.Rvma., que tan buena acogida nos dispensó cuandotuvimos el honor de visitarle por primera vez y porcuanto nos dice en su apreciadísima carta, que deseaque nos contemos pronto en el número de sus Hijas.

En cuanto a lo que tenemos proyectado de la fun-dación en esa, de la casa de campo cerca de la esta-ción del ferrocarril a la puerta Florentina, nuestro PadreFundador escribe detalladamente a MonseñorBevilacqua por no cansar tanto a V. E. Rvma. y almismo tipo le encargamos de transmitir a V. E. Rvma.todo su contenido.

Desde que tuvimos la grandísima satisfacción deconocer a V. E. Rvma. no hemos olvidado su preciosajaculatoria; con frecuencia la recordamos y procura-mos extenderla y darla a conocer no solo entre nues-tras Comunidades sino también a otras personas dán-doles noticia de la particularidad de que el Santo Padrea petición de V. E. Rvma. la enriqueció de tantas indul-

SEGUNDA PARTE – CAP. XLV 651

Abrazó fuertemente al Padre y luego se dirigió a noso-tras; nos arrodillamos y le saludamos respetuosamen-te, después de besar su pastoral anillo.

Manifestado por el Padre el objeto de nuestra visi-ta, que era pedir su licencia y bendición para abrir unacasa de Salud para enfermedades nerviosas; pues senos ofrecía una casa en venta que tanto por el preciocomo por el punto en que estaba situada, era muy apropósito, nos contestó que con grande satisfacciónvería una nueva fundación de aquella índole en su que-rida ciudad de Viterbo, animando al Padre para que lallevase a efecto. El mismo Prelado intervino en las ges-tiones.

El 21 de febrero de 1907 dirigía a la Madre Generalestas letras:

“Muy Rvda. Madre General de las HermanasHospitalarias: Quiero que V. R. sepa lo que ahora escri-bí al Rvmo. Padre Benito Menni: es decir que con re s-pecto a aquella hermosísima casa de campo con terre-no anejo, cerca de la estación del ferrocarril a la puertaF l o rentina propiedad que al P. Menni y a V. R. plugomuchísimo, su propietario está dispuesto a venderla por40.000 liras; no puede darla en alquiler ni en enfiteusis.

Yo sentiría inmenso consuelo si pudiese ver unacasa de su Orden de V. R. tan benemérita, fundada enesta ciudad. Por eso sírvase escribirme al propósito deconcretar una tan santa obra en sumo grado meritoria.

Fíjese en la pequeña imagen que ahí le mando yestoy seguro que se aprovechará a menudo de una tanhermosa, preciosa y tan fácil indulgencia y que le ser-virá de protectora.

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alquiler o canon. Yo soy de parecer que el comprarla esmás conveniente para disponer de ella con más liber-tad y arreglarla según convenga.

Monseñor Graselli entre tanto escribe a la Rvma.Madre General en el mismo sentido con la esperanza ycon el vivo deseo de que Viterbo tenga pronto la ven-taja preciosísima de esta obra filantrópica y santa, pro-puesta por usted.

Agradezca una especial bendición de S. E.Monseñor Graselli y de mí los más finos obsequiosmientras me complazco confirmándome de V. P. Rvma.devotísimo siervo.

MONSEÑOR GIACOMO BEVILACQUA”.

La respuesta fue como sigue:

“Ciempozuelos, 2 de marzo 1907. Rvmo. Monseñor: Hemos recibido su apreciadísi-

ma de 20 del próximo pasado febrero, y empiezo dán-dole las gracias por su amabilidad.

Verdaderamente usted no puede hacerse una ideade la alegría que nos causó ver el sello que está estam-pado al principio de su carta, porque la invocación de‘Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús, rogadpor nosotros’ es la que simboliza esta Congregaciónque precisamente fue fundada a consecuencia de unvoto hecho por mí de honrar a la Santísima Virgen bajoesta hermosa invocación en circunstancia que meencontraba asediado de malhechores revolucionariosque querían matarme. Tanto la Madre General comolas demás Hermanas y un servidor, nos hemos alegra-do mucho considerándolo como signo seguro de que

SEGUNDA PARTE – CAP. XLV 653

gencias, pudiéndolas lucrar tan fácilmente; y así todosunidos por la invocación de los dulcísimos nombres deJesús y de María, demos alivio a las benditas almas delPurgatorio y procuremos para nosotros la protecciónde los mismos.

Recibimos la análoga y preciosa estampita deJesús y María que agradecemos mucho a V. E. Rvma.

Toda esta Comunidad eleva sus oraciones al Cieloy pedimos constantemente a Jesús y a María conser-ve su preciosísima existencia para bien de la santaIglesia, mientras que, reverente, pide su paternal ben-dición para todas nosotras y nuestras pobres y se pro-fesa su humilde Sierva e Hija en Jesucristo q. b. s. m.y a. P. – La Superiora General, SOR JOSEFA MARTURET DE

SANTA VERÓNICA DE JESÚS”.

He aquí lo que el Vicario de Viterbo dirige en nom-bre del Prelado al P. Menni:

“El Sr. Arzobispo me ha entregado su apreciadísi-ma del 11 del corriente y me he encargado de interpe-lar por medio de tercera persona al dueño de aquellosterrenos con su casa de campo a pocos pasos de laestación ferroviaria de Puerta Florentina, esto es, deaquella finca que con preferencia gustó a usted másque ninguna otra.

La construcción es nueva, en posición alegre ymuy cerca de la Ciudad, y lo que la hace más intere-sante es el terreno anejo que mide una superficie en laque se pueden sembrar cerca de dos quintales desimiente hoy sustituido por viña y olivos. Este señorestá dispuesto a venderlo por 40.000 liras, aunque notan fácilmente se encuentra dispuesto a cederlo en

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Antes de terminar esta carta creo bien manifestar-le el objeto que por ahora se proponen las Hermanas,que es abrir un establecimiento para enfermedadesnerviosas o personas de salud delicada de su sexo,que deseen ponerse en tratamiento o retirarse, puestoque creemos que Viterbo es un punto muy saludable.Sobre esto ruego a usted tenga la bondad de informa-mos bien.

He aquí, Rvmo. Monseñor, todo lo que queremos yrogamos a la bondad de usted para que se sirva infor-mar de todo a S. E. el Sr. Arzobispo y querer negociare informarnos de todo en honor de nuestra excelsaMadre Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús,la cual recompensará largamente a V. S. Rvma. y nos-otros le quedaremos sumamente reconocidos.

La Rvma. Madre General firma también conmigo,ya que ella y todas sus Consiliarias se unen a mí paraexpresarle todos estos sentimientos, mientras quebesando su mano nos profesamos con todo respeto,Rvmo. Monseñor, devotísimo siervo en Jesucristo. –FRAY BENITO MENNI. SOR VERÓNICA DE JESÚS”.

Contrariedades

También esta fundación hubo de cimentarse en lastribulaciones y contrariedades, porque al fijar su aten-ción el P. Menni sobre una casa con terreno adjunto enlas afueras de Viterbo, con preferencia a otras variasfincas que le habían sido propuestas, vio desaprobadosu intento por personas muy autorizadas y que se lehabían mostrado favorables en la fundación anterior,

SEGUNDA PARTE – CAP. XLV 655

la Virgen quiere que en Viterbo se haga la fundación deestas sus Hijas, donde hemos sido paternalmente reci-bidos, tanto del Excmo. y Rvmo. Monseñor Arzobispocomo de V. E. Rvma. su dignísimo Vicario general.

Viniendo ahora al asunto de la casa del Sr. Pigió,hoy Medori, la Madre General con su Consejo harían lacompra por el precio de 40.000 liras, siempre que lafinca esté libre de todo gravamen o que si lo tuviera sededuzca del precio, que el edificio sea sólido y la fincadotada de agua potable o al menos haya facilidad deobtenerla. Además se quisiera que el embolso fueseuna mitad en el acto de firmar la escritura y la otramitad un año después.

No obstante, se preferiría seguir el consejo expre-sado, por el Sumo Pontífice Pío X (felizmente reinante)de coger dicha finca en enfiteusis; o bien teniéndolagravada con una importante hipoteca pagando nos-otros al año el interés que se estipulase, de maneraque quede más segura y defendida nuestra Congre-gación en el caso de una rapiña gubernativa; siendoasí únicamente como se han salvado las propiedadesreligiosas en Francia, lo que se quería hacer tambiénen España por un gobierno fracmasón, y por fortuna nolo ha podido realizar porque los pueblos en masa sehan levantado en contra y han hecho caer al mismogobierno, el cual ha sido reemplazado por otro gobier-no de sentimientos católicos (gracias a Dios).

Esto, no obstante, al hacer la adquisición de lafinca Madori, lo haremos (si Dios quiere) en la formaque, atendidas las circunstancias, se estime conve-niente después de haber consultado con personascompetentes.

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Congregación de Hermanas Hospitalarias del SagradoCorazón de Jesús y de la B. Virgen María SeñoraNuestra para poder erigir en esta ciudad de Viterbo unanueva casa con destino a establecimiento de benefi-cencia: Considerando que dicha Congregación gozaya de la aprobación de la Santa Sede. Considerandotambién que la nueva fundación será de grandísimaventaja para el prójimo y especialmente a nuestra ciu-dad. Decretamos y autorizamos a la Rvma. MadreSuperiora General de las Hermanas Hospitalarias delSagrado Corazón de Jesús y de la B. V. María S. N.para que pueda erigir en nuestra ciudad de Viterbo unanueva casa-establecimiento de Beneficencia, obser-vando no obstante, todas las prescripciones inscritasen los estatutos y regla de la misma Congregación y delas Leyes clesiásticas. – Viterbo 20 de julio de I907. –Firmado, E. Salvadori. Vic. Gen. – S. Giulianello,Secretario general”.

Inauguración de la capilla provisional

De las Hermanas que en aquella ocasión se encon-traban en Viterbo se conservan estos apuntes:

“El día 9 de diciembre de 1907 nuestro amadísimoPadre Fundador llegó a Viterbo con el fin de ver si esta-ban ya preparadas las escrituras de la compra de lacasa.

El día 10 fueron la Rvma. Madre General SorVerónica de Jesús con Sor Jacinta Compte con el finde firmar las referidas escrituras y nuestro Padre salióa la estación del ferrocarril a recibirlas.

SEGUNDA PARTE – CAP. XLV 657

las cuales juzgaban, no sin fundamento, que en dichopunto no encontrarían las Hermanas medios de vidasuficientes para hacer prosperar su obra, por tratarsede una población pobre y atrasada y sin los adelantosmodernos de otras ciudades de Italia. Aunque él veíalas cosas de otro modo y preveía que su idea le habíade dar buen resultado, juzgó conveniente por entoncessuspender el proyecto, aunque sin abandonarlo; con-fiando que el Señor allanaría los obstáculos y propor-cionaría los medios para llevar a cabo la fundación siesta era su divina voluntad.

Bendición de Su Santidad

Decidida la fundación, habiendo obtenido audien-cia particular de Su Santidad el Papa Pío X, el día 20de agosto de 1907 fueron recibidos por éste, el P.Menni con la Superiora General Sor Verónica de Jesúsy la Secretaria general Sor María del Consuelo.

Manifestó el P. Menni su nuevo proyecto de fundaren Viterbo y Su Santidad recibió la noticia con agradoy bendijo la nueva obra.

Licencia Eclesiástica

“ F r. Antonio Maria Grasselli de los Menore sConventuales de San Francisco, por la gracia de Diosy de la Santa Sede Apostólica, Arzobispo-Obispo deViterbo y Toscanella, Administrador Apostólico de laAbadía Nullius de San Martino al Cimino:

Vista la petición de la Rvma. Madre Sor Josefa deSanta Verónica de Jesús, Superiora General de la

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cierto venía cargada de ornamentos, cáliz, copones ydemás cosas necesarias para la capilla; llegadas acasa del Sr. Paganini, después de la comida fuimos anuestra casa. Nuestro Padre parece que daba electri-cidad a los canteros y carpinteros porque se hacían lascosas al vapor; nosotras por otra parte las unas qui-tando telarañas, otras cosiendo el cortinón y haciendolos demás preparativos consumimos la tarde y ya noquedaba más que el viernes. Nuestro Padre deseabaviniesen las Hermanas de Roma para que la fiestafuese completa y así se las avisó para que acudiesen ala primera misa. Vinieron Sor Gabriela, que era enton-ces Madre Priora de la residencia de Roma, Sor Maríade las Angustias, Sor María de la Concepción y SorMaría de los Desamparados.

El viernes no era andar sino correr; queríamos yadesde este día quedarnos en la casa a comer y dormiry más porque esperábamos a las Hermanas para lanoche; nos pusimos perdidas de sudor y polvo.Nuestro Padre nos alentaba con sus ardientes jacula-torias. Por fin salimos con nuestro deseo y llenamossiete jergones con virutas menudas, con hierbas y conno sé qué más. La Rvma. Madre estuvo hasta las docey media comprando sacas, mantas y demás utensiliosnecesarios. Nosotras algunos ratitos que se sentabanuestro Padre en vez de alfombra le poníamos una col-cha de papel y nos decía muy alegre que calentabamuy bien. De este modo pasamos el día quedandotambién su parte de trabajo para la noche para noso-tras y para las Hermanas de Roma, que llegaron a últi-ma hora. Al día siguiente vino nuestro Padre muy con-tento a celebrar; todas estábamos con el mayor reco-

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El día 11 fueron Sor Clotilde Iribarren que seencontraba en Roma por haber ido acompañando a lacitada Madre y Sor Amalia Zurdo; las recibieron conmucha alegría y las esperaban en la estación nuestroPadre Fundador, la Rvma. Madre General y el SeñorDoctor Paganini con dos coches.

Llegados a la casa del Sr. Doctor todos nos senta-mos a la mesa, pues era la hora del mediodía. La seño-ra del Doctor estaba atareada haciendo primores parala comida; después de comer la Rvma. Madre, nuestroPadre y demás señores fueron a casa del Notario ymientras tanto Sor Clotilde y Sor Amalia fueron a ver lacasa y cuando la Madre volvió de casa del Notario nosdijo que tenía que ir a Roma en busca de ornamentos,pues nuestro Padre deseaba celebrar la primera Misaen la nueva casa el día 14 y esto era el 11, advirtiendoque todavía no teníamos ni capilla ni permisos, en unapalabra, nada. Pues bien, salió la Rvma. Madre paraRoma con Sor Jacinta y quedaron Sor Clotilde y SorAmalia en compañía de nuestro Padre que las enfervo-rizaba con sus fervientes jaculatorias.

El día 12, dice Sor Clotilde, nuestro Padre celebrómuy temprano y después de la misa nos llevó a losPadres Dominicos a tratar del altar del cual tenía anteshablado, pareciendo a todas increíble el que pudieraefectuar sus deseos, esto es, celebrar la misa el 14. Ala vuelta de los PP. Dominicos, que eran ya las nueve,desayunamos y a toda prisa fuimos a comprar unapieza de tela encarnada para cubrir los defectos quetenía la pared donde se iba a colocar el altar. Despuésde cortar la tela y preparar ya se hizo la hora del tren yfuimos a esperar a la Reverendísima Madre que por

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haga que correspondamos como debemos a tantosbeneficios!

Rogad, Hijas mías, por la Rvda. Madre y demásHermanas que están aquí y no os olvidéis nunca derogar también por este vuestro amantísimo Padre queconstantemente ruega por todas vosotras y recibid labendición que con el alma y el corazón os envía en elnombre del Padre, etc. Os felicita también las Pascuascon grandes bendiciones del Niño Jesús V. amantísimoP. Fray Benito, pobre del Niño Jesús”.

En los primeros días

De cómo transcurrieron los primeros días en lanueva casa, dan cuenta dos cartas dirigidas aCiempozuelos, de la Reverendísima Madre General SorVerónica de Jesús y la entonces Priora de Ciempozue-los Sor María Clotilde, que había ido acompañando aaquélla en su visita a las dos últimas fundaciones ypara tener algunos días de reposo, según en aquellaocasión necesitaba.

Dicen así las cartas: – “ Viterbo, 18 de diciembre1 9 0 7 . – Mi muy amada Madre Vicepriora y demásHermanas de nuestra Casa-Madre: Arreglando estanueva casa nos han llegado las navidades cuandonuestra intención y deseo era pasar esta fiesta en com-pañía de Sus Caridades. El Niño Jesús ha querido queeste año le hagamos en Italia la entrega de la envoltura;anhelando ser sumisas en cumplir su voluntad en estahermosa fiesta, nos postraremos gustosas ante su cunay allí haremos la entrega, o mejor dicho, la oferta de

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gimiento posible. También vino la mujer del criado y unchico y al poco tiempo de empezar la misa preguntónuestro Padre al pequeño si sabía ayudar a misa y élmuy satisfecho se levanta de su sitio y fue al altar perocada vez que nuestro Padre hacía genuflexión él toca-ba la campanilla. Después de la misa salimos a des-ayunar así continuamos el día muy ocupadas”.

El deseo tan vivamente manifestado por el P. Mennide celebrar la primera misa en la citada casa el día 14,era por conmemorar la fecha de la restauración de laOrden de San Juan de Dios en España, que tan glorio-samente había llevado a efecto. Así lo significa élmismo en carta dirigida a las Religiosas Hospitalarias:-“Viterbo, 14 de diciembre de I907. – A todas mis ama-das Hijas en el Señor, paz y bendición sempiterna. –Amadas Hijas: Hoy hace 40 años que, por la divinaMisericordia, tuve la gran satisfacción de inaugurar enBarcelona la primera capilla de la Restauración denuestra Orden en España. Era sábado y en la octava dela fiesta de la Inmaculada Concepción de MaríaSantísima nuestra Madre Amantísima. En este mismodía, hoy, he tenido también la vivísima satisfacción decelebrar la primera misa e inaugurar la capilla provisio-nal de esta casa de Viterbo y dar por primera vez en lamisma la Sagrada Comunión a la Rvma. MadreGeneral y a otras seis Hermanas, concluyendo la cere-monia con el ‘Te Deum’, que, aunque rezado, lo hemosdicho con todo nuestro corazón.

Ya veis, Hijas mías, cuánto nos favorece el Señor;pues estamos ya también autorizados para tener elSantísimo Sacramento en esta humilde capilla. ¡Dios

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mavera; pero lo que más nos llama la atención y nosconfunde es ver la bondad de nuestro Buen Jesús, quecon tanta misericordia se ha querido quedar en nues-tra compañía; démosle gracias infinitas por todo.

Como veo que el papel se me acaba y el tiempome falta, sólo deseo que pasen unas pascuas felices yse diviertan mucho cantando al divino infante, sin olvi-darse de rogar por estas pobres, para que nos conce-da su divino amor. – Su afectísima Hermana, SorVerónica de Jesús”. – “Viterbo, 25 diciembre 1907. –Mi amadísima Madre Vicepriora y demás Hermanas enJesús, de nuestra amada Casa-Madre: Dos letritaspara saludarlas y contarlas algo de la nochebuena quehemos pasado en esta nueva casa: el día 24, como decostumbre, todo él se pasó en preparativos; unasbarriendo, otras quitando el polvo, otras arreglando lanueva Catedral, y hasta nuestro amadísimo Padrehaciendo el oficio de sacristana, nos ayudó a pegarunas velas, porque eran cortas y había que añadirlas.Por fin, en estos trabajos, nos llegó la hora de hacercolación y después hicimos lo mismo que en esa: reco-gernos en la camita. A las once nos levantamos y baja-mos a nuestra Catedral a rezar el santo Rosario yAvemarías; al dar las doce, salió nuestro Padre revesti-do, para celebrar las tres Misas y darnos la SagradaComunión; nos ha hecho una plática sobre la fiesta, osea del Niño Jesús recién nacido; pueden figurarse conqué fervor nos la haría; pero he aquí que en la terceraMisa se acuerda nuestro Padre que no teníamos Niñopara adorar y da una voz, diciéndonos: ‘Bajad el Niñode Praga que está arriba, para que os lo dé a adorar’ ynosotras subimos como un relámpago y lo bajamos.

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n u e s t ro sacrificio, al mismo tiempo que ro g a remos muyde veras por todas nuestras Hermanas profesas, novi-cias y postulantes y diremos al Niño Jesús que aceptela canastilla que no dudamos le habrán preparado contoda diligencia y esmero, con cositas escogidas que leagraden al Infantito; pues le gusta bueno y abundante.

El modo de celebrar esta fiesta aquí, nos es des-conocido; pero los preparativos que vemos, son lomismo que en España porque se ven plazas conBelenes, pastores, panderos pequeñitos y pavos,capones, corderos, etc.

Nuestro Padre les manda una pequeña relación dela fiesta que hemos tenido al inaugurar nuestra capillaprovisional y servidora les mandaré otro día (D. m.)todo ello más extenso; pues la Sra. Ecónoma estáencargada de hacer los apuntes, para cuando mequede un ratito ampliarlos, con el fin de unir estapequeña historia a las demás de todas las Casas, quese guardan en el archivo.

Estamos muy contentas con nuestra Madre Priora,porque sabe hacer de todo: empezando el día porcelebrar la Santa Misa y alimentar a sus hijas con elPan de los Ángeles y después durante el día hacetodas las señales en los actos de Comunidad admira-blemente; sólo una queja tenemos y es que a la noche,cuando más falta hace para guardar la casa, nos dejasolas y se nos va a pasar la noche a la parroquia de laCrucheta. ¿Qué les parece de la tal Priora? Ya la qui-sieran tener Sus Caridades y en las demás casas: ¿ver-dad que sí? También estamos muy contentas connuestra casita, que tiene unas vistas deliciosas y hastael tiempo nos favorece porque está haciéndole de pri-

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bendición e inauguración solemne de la cual nos danoticia la siguiente carta de la Rvma. Madre general.

“Viterbo a 4 de marzo de 1909.

Amadísimas Madres y Hermanas en el CorazónSacratísimo de Jesús: Según tuve el gusto de anun-ciarles en mi última anterior, la inauguración de estacasa de salud y de su hermosa y linda capillita, se llevóa efecto el día 28 de febrero último.

La función sin mucho aparato resultó solemne. Eldía estuvo lluvioso; no obstante, acudieron muchaspersonas respetables, según más adelante les diré; asíque los cocheros estuvieron muy contentos ya quetodo el día hubo coches a la puerta del establecimien-to preparados para los que los necesitaran.

A la mañana tempranito celebró nuestro Padre lasanta Misa y nos dio la Sagrada Comunión como decostumbre para que quedásemos preparadas paranuestros trajines y el Padre para recibir la gente.

A las ocho vino el Sr. Obispo y algunos Sres.Canónigos y dos de sus religiosos, además varioscaballeros y señoras de lo más principal de la ciudad.En seguida empezó la bendición de la capilla por el Sr.Obispo revestido de Pontifical y así hizo las ceremo-nias acostumbradas para la bendición de las iglesias.Acto seguido fue la Misa rezada y cantaron en lamisma dos cantores de la Catedral varios motetes muydevotos. Después de terminarse la santa Misa el Sr.Obispo hizo señal para que nos acercásemos lasHermanas y nuestro Padre nos hizo pasar a todas ynos colocamos a su derredor. S. E. Ilustrísima nos dio

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Seguramente que el Niño de esa no es como el nues-tro, ni tan adelantado, pues ya está de pie y anda; tam-bién nos está echando la bendición con sus dos dedi-tos. A este Niño hemos adorado por mano de nuestroamadísimo Padre, que nos lo ha dado con aquel amorque Vuestras Caridades saben nos lo da siempre.Ahora me resta describirles el Belén que tenemos. Secompone de una estampa que representa la SagradaFamilia y los pastorcitos, con el asno y el buey; dichaestampa la tenemos metida en una caja de cartón osea en la caja del despertador, con unas ramitas ver-des. El resto del día lo pasamos muy bien; el manifies-to con su gran plática por el mismo orador de la noche,acudiendo varias personas de la ciudad. Mucho lesdiría, pero ya tocan a cenar; con todo, no crean quenos olvidamos de esa, todo lo contrario.

Acabo diciéndoles que nuestros amados Rvdo.Padre y Rvda. Madre, les saludan en unión de su afec-tísima Hermana que en Jesús las abraza,

SOR MARÍA CLOTILDE.

P.D. A todas mis amadas Hermanas las saludoafectuosamente, sin olvidarlas un momento, y les pidoque preparen los baños con agua abundante y toda laropa necesaria para vestirnos porque vamos a ir rotas,sucias y andrajosas. Su afectísima Hermana,

SOR VERÓNICA DE JESÚS”.

Inauguración definitiva de la Casa

Terminadas las obras de la nueva casa de saludcon gran satisfacción del P. Menni se procedió a la

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la bendición con el Santísimo y concedió otros ciendías de indulgencia, con lo cual se terminó la funcióndel día habiéndose retirado todos a sus casas. Ya tene-mos en esta dos enfermas nerviosas, una señora y unaseñorita, pero como el sanatorio lleva el nombre derosa y la rosa aunque sea muy olorosa tiene sus espi-nas, éstas empiezan ya a punzar, pues como esta clasede enfermas tienen todo su conocimiento y por otraparte son tan nerviosas y caprichosillas, las Hermanastienen que armarse bien de paciencia, mas como losufren por amor de Jesús Éste no las dejará sin recom-pensa. De aquí ya no podremos dirigirles ninguna cartapara todas, porque pensamos salir el día 17 de loscorrientes. Confiando en sus oraciones, saben no lasolvida un momento a los pies de Jesús su afectísimaHermana Sor María del Camino”.

Oficialmente comenzó el establecimiento a funcio-nar bajo la organización de una sociedad, como se vepor lo sigue.

Progresos

Del progreso del establecimiento hace relacióneste artículo del periódico italiano “La Vedetta delCimino” del 7 de marzo de 1909. La solemne inaugu-ración del “Sanatorio Villa Rosa”. La definitiva inaugu-ración del magnífico Sanatorio de Villa Rosa verificadael pasado domingo 28 de febrero resultó muy solemne.Como nuestros lectores saben, por iniciativa de lasociedad por acciones “La Rosa” se ha establecido enesta ciudad y en el mejor punto de la misma, o sea pró-ximo a la estación de Porta Florentina, un edificio des-

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una buena sorpresa haciéndonos una fervorosa pláticaen castellano sobre la vida de recogimiento interior,diciéndonos que al ir a hacer oración a aquella capilli-ta dejáramos fuera los pensamientos inútiles y quetoda nuestra atención fuera para Jesús y así sucesiva-mente toda la plática. Nuestro Rvdo. Padre que le esta-ba oyendo, hizo unos cuantos pucheritos de gozo, ytodo aquel día estuvo muy impresionado, dando gra-cias al Señor que tanto nos favorece. Después de laplática el Sr. Obispo dio la bendición con toda lasolemnidad, teniendo el Báculo en la mano y la Mitraadornada con piedras preciosas; después, de dar subendición concedió a todos cien días de indulgencia.En seguida pasaron todos a desayunar y el Sr. Obispoquedó en casa hasta la tarde.

A la comida asistieron el Sr. Obispo, nuestro Padre,los Canónigos y religiosos que acompañaban al Sr.Obispo, los médicos de la casa y varias personas res-petables, pero ninguna señora. Al final de la comida seecharon brindis muy oportunos, haciendo ver la nece-sidad que había de esta casa de salud y el favor que sehacía a Viterbo con fundarla, pero, como es natural,todo en Italiano, aunque nosotras entendimos todoperfectamente. Todos felicitaban a nuestro Padre y lehicieron muchos elogios, mientras tanto él lloraba deemoción. Después de los brindis el Sr. Obispo se reti-ró a descansar. A las cuatro de la tarde fue el manifies-to y en el mismo se cantó un solemne Te-Deum delMaestro Perosi, cantando un verso los cantores arribamencionados y otro verso toda la gente en masa contanta devoción que nos hizo llorar; parecía que nosencontrábamos en el Vaticano. Al final el Sr. Obispo dio

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niero Pío Balestra. El edificio está destinado a casa desalud para enfermedades nerviosas, convalecientes,anémicas y para operaciones quirúrgicas, y está pro-visto de calefacción central, gabinetes de Electrote-rapia, hidroterapia y masaje. Médico Director el Dr.Giulio Peganini, Vice-director el Dr. Cesari Cassani,Consultores, Prof. comm. Vincenzo Patella, el prof.Giovanni Mingazzini y el prof. Sante De-Santis;Quirúrgico operador el Dr. Hugo Rosi. El servicio deenfermeras y de asistencia está confiado exclusiva-mente a las Hermanas Hospitalarias del SagradoCorazón de Jesús.

A la misa celebrada por S. E. Mons. Graselli asis-tieron muchísimos señores, como también a la bendi-ción de la artística capilla y de los locales superiores.

A la comida inaugural fueron asistentes los seño-res: S. E. Mons. el Arzobispo Obispo Sr. Graselli, Mons.Salvadori, Vicario General, el presidente del Tribunalabogado Angeloni, el P. Menni, el Dr. Cesare Casanni,el muy Rvdo. D. Sestilio Giulianelli, el comm. CarloM o n a rchi, Mons. Magalli, el caballero abogadoFerdinando Egidi, el M. Rvdo. D. Oreste Guerrini, elcanónigo Gorrieri, el Sr. Luigi Anselmi, el M. Rvdo. P.Addeo, el Dr. Rosi, Mons. Pierotti, el comm. Perícoli, elcanónigo Garbini, el caballero Dr. Giulio Paganini, el Sr.Laurini, el P. Gresolindo, el ingeniero Balestra, el M.Rvdo. Sarzana, el M. Rvdo. Stramaccioni y el Sr.Filippo Mancini. Pronunciaron discursos y fueron muyaplaudidos los Sres. doctor Paganini, abogado Egidi yel Vicario General Mons. Salvadori, Mons. Magalli com-puso y leyó una genial y fina poesía, por la que fueaplaudidísimo. Por la tarde tuvo lugar en la capilla un

SEGUNDA PARTE – CAP. XLV 669

tinado, con todas las exigencias de la moderna tera-péutica, para la curación de las enfermedades nervio-sas, reservado por ahora, a solo señoras. El magníficoedificio transformado del viejo fabricado Peggeón,constituye uno de los mejores sanatorios de Italia y delextranjero y ha sido erigido bajo la hábil dirección delingeniero contratista Pío Balestra, nuestro carísimoamigo. La parte muraria estuvo confiada a la SociedadCoccia Francesco; las labores de carpintería a losseñores Ronchini Giulio e Pietrini Girolamo. La ebanis-tería estuvo encargada al egregio artista Sr. AragnettiIgino y la ferretería a los señores De-Santis Giovanni,Bizzarri Giacomo, Pastori Romolo, Eelicetti Giuseppe,todos vecinos de nuestra ciudad. La instalación eléc-trica al Sr. Clodomiro Martellotti, que con sus moder-nas y cómodas aplicaciones, se ha hecho verdadera-mente notable. Los baños, la cocina, el lavadero, lossistemas de calefacción, fueran provistos e instaladospor la sociedad De-Micheli, de Verona y los aparatosde Electroterapia por el Sr. Immalen de Roma. Pintoresy decoradores fueron los señores profesores CanevariEnrico, que dibujó y decoró la magnífica capilla y el Sr.Zanobbi Vincenzo. La parte de barnizatura fue ejecuta-da perfectamente por la Sociedad Fratelli Salcini, lostrabajos de cantería por los señores Paccosi e Mercati,los de marmolista por el Sr. Paccosi Luigi y los de esta-ñería y cristalería por el Sr. Quatrini Giacomo. La provi-sión de las camas fue hecha por la renombrada com-pañía Taurchini.

La instalación de las habitaciones ha resultado sor-prendente y perfecta bajo todo aspecto, por lo que deun modo especial nos felicitamos con el egregio inge-

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sanitaria está confiada a un médico quirúrgico, directorque podrá ser ayudado por un Vice-director. – Art. 7º.El director tiene la dirección técnica del establecimien-to, decide sobre la aceptación de las enfermas que sepresentan para ser puestas en cura y después dehaberlas visitado, establece el tratamiento a que debeestar sometida cada una. Asistencia de las enfer-mas. – Art. 16. Para la asistencia personal de las seño-ras, como también para el desempeño de los serviciosdel establecimiento, hay enfermeras a las que el direc-tor distribuye oportunamente todos los servicios parael buen funcionamiento del mismo. – Art. 17. Al frentede las enfermeras hay un directora para la vigilancia delexacto cumplimiento de los oficios a ellas confiados. –Art. 18. La directora deberá dar cuenta diariamente aldirector sobre la marcha de la casa, del personal y delas señoras; teniendo la obligación de avisarle inme-diatamente en cualquier novedad importante que ocu-rra entre las señoras”.

En su número del 16 de mayo de 1909 el periódicosemanal “La Vedetta del Cimino” escribía: “Una reu-nión genial”. “El sábado pasado en la fonda del Ángel,tuvo lugar una genial y elocuente reunión, para demos-trar que, según la evangélica regla, el trabajo y el capi-tal unidos, producen una laudable armonía, capaz deproporcionar por sí sola el bienestar en la vida social.Todos los operarios, socios de nuestra nueva uniónprofesional del trabajo, que participaron de los impor-tantes trabajos del “Sanatorio Villa Rosa” quisieron fes-tejar con un banquete la obra altamente meritoria delingeniero Pio Balestra, director competentísimo delmoderno edificio en la parte técnica y constructiva y

SEGUNDA PARTE – CAP. XLV 671

solemne ‘Te Deum’ y el señor Arzobispo dio la bendi-ción a todos los numerosos concurrentes.

Por este motivo, con viva complacencia, nos ale-gramos con todos los que han contribuido a llevar acabo el importante establecimiento que constituyeindiscutiblemente una gran ventaja para nuestra ciu-dad”.

Objeto y representación legal del Establecimiento

Copiamos del reglamento interior: “Fin del Estable-cimiento.

Art. 1º. La Sociedad anónima por acciones “LaRosa” establece en Viterbo una casa de Salud, parasólo señoras. – Art. 2°. En dicha casa son admitidas lasseñoras afectas de enfermedades nerviosas, las con-valecientes de enfermedad grave, las anémicas y lasque tuvieren necesidad de operaciones quirúrgicas. –Art. 3°. No podrá ser admitida en la casa persona quesufra enfermedad infecciosa o contagiosa ni las queestén afectas de enfermedad venérea o sifilítica.Dirección. – Art. 4°. La dirección administrativa de lacasa pertenece a la ‘Sociedad La Rosa’ propietaria; ypor ella su Administrador que da cuenta de ella a laAsamblea General de los socios, conforme a los esta-tutos sociales. – Art. 5º. El administrador establece lascondiciones económicas para la admisión de las seño-ras, estipula los contratos con el personal y con losproveedores cobra las pensiones de las señoras ysatisface todos los gastos necesarios para el buen fun-cionamiento de la casa. – Artículo 6°. La dirección

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CAPÍTULO XLVI

Casa de Nettuno (Italia)

Origen. – Establecimiento y vida. – Traslación aAnzio.

Origen

La Orden Hospitalaria de San Juan de Dios poseeen Nettuno, Diócesis de Albano, un magníficoSanatorio denominado “Orsenigo” apellido delHermano de la Orden misma, su fundador.

Está destinado a la curación de enfermedadesagudas y convalecientes, sirve para ambos sexos, y alefecto hay contrato con el Excmo. Ayuntamiento deAnzio y Nettuno.

Existe la conveniente separación, y un departa-mento especial para pensionistas.

El establecimiento está frente al mar. El local desti-nado a las mujeres es pequeño. En la planta baja haysala para las pobres del municipio y en el piso princi-pal para las pensionistas; unas y otras eran asistidaspor camareras, bajo la dirección de los Hermanos.

PRIMERA PARTE – CAP. I 673

del egregio Dr. cav. Giulio Paganini, director sanitario. Aéstos con bellísimo discurso del Sr. MartellottiClodomiro, electrotécnico, les fueron presentados dosmagníficos y significativos pergaminos conmemorati-vos, preciosa obra artística de los señores Canevari,prof. Enrico e Pizzini prof. Ausonio. Entre los concu-rrentes vimos los Dres. Cassani, Cesari, Vice-director, yRosi Rugo, quirúrgico del establecimiento, los síndicosde la sociedad anónima “La Rosa” Sres. Comm. CarloMonarchi, can. prof. D. Albino Gorrieri y Luigi Anselmiy también el representante de los accionistas av. cavoEgidi Ferdinando, y el capellán de la casa CanónigoGarbini. A los discursos pronunciados contestaron losseñores Rosi, Egidi, Martellotti; los cuales con exquisi-to pensamiento, resolvieron enviar al M. Rvdo. P. Menni(el inspirador de la benéfica Institución), un telegramade saludo. La genial reunión dejó a todos los asisten-tes un grato recuerdo.

Noviciado en Viterbo

La Sagrada Congregación de Religiosas atenta alas preces de la Rvma. Superiora General y por moti-vos análogos a los de la casa de Portugal, concediófacultad para abrir Noviciado con fecha 10 de agostode 1912. (Este Noviciado no ha sido muy numeroso;sin embargo hasta la fecha, no han faltado vocacio-nes).

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médicos no hubiesen conocido su estado de gravedady por lo tanto, no se le habían administrado los santosSacramentos. Al ver la enferma a las Madres, manifes-tó con una sonrisa la satisfacción que le causaba ver-las y las Madres, aprovechándose de esta buena dis-posición, le preguntaron si deseaba recibir a Jesús a loque contestó afirmativamente. Av i s a ron inmediata-mente al P. Capellán, quien la confesó, y acto seguidorecibió la Sagrada Comunión por Viático, administrán-dosele luego la Extrema-Unción y finalmente, todos losauxilios espirituales. Tuvo un ratito de sosiego en elque pudo expresar a las Madres lo agradecida queestaba a la satisfacción que le habían proporcionado,después de lo cual, expiró tranquilamente en aquellamisma noche. Al día siguiente escribió la Rvma. Madrea las Hermanas de Roma lo ocurrido con aquella pobreenferma, añadiendo que verdaderamente había sidouna inspiración de Dios la que había tenido nuestroPadre al enviarlas aquel día, pues de haber ido dosdías más tarde, según se tenía pensado, no se hubierapodido hacer aquella obra de caridad espiritual.

Una vez establecidas en Nettuno, se ocuparon lasHermanas en arreglar la casa y hasta que no estuvohecha la instalación de la cocina y algunos detallesmás que eran necesarios, corrió por cuenta de losHermanos la alimentación; así continuaron hasta el día18, que empezaron las Hermanas a administrar por sucuenta, como se puede ver por carta de la MadrePriora, que se conserva.

El Rvmo. Padre Vicario general tuvo grande empe-ño en que comprásemos el local destinado a las muje-res, pero no se juzgó conveniente llevar a efecto su

SEGUNDA PARTE – CAP. XLVI 675

A principios del año 1910, la Sagrada Congrega-ción, de Religiosos ordenó a los Superiores mayoresde la Orden que una Congregación religiosa deHermanas se encargara de la asistencia de la secciónde mujeres. En consecuencia de esta orden el Rvmo. P.Vicario general, Fray Pedro de Giovanni, rogó a nues-tro Padre para que nosotras nos encargásemos, diceSor Mª del Consuelo.

Después de haber bien reflexionado, escribió a laReverendísima Madre general, con fecha 14 de mayo,para que fuera ella acompañada de tres Hermanas,con destino a dicha fundación.

En cuanto les fue posible, salieron las Hermanas deCiempozuelos, llegando a Roma el domingo de laSantísima Trinidad. Habiendo acordado nuestro Rvmo.Padre y el P. Vicario general con la Rvma. Madre lascondiciones en que se instalarían las Hermanas, empe-zamos a preparar la ropa y demás necesario para lafundación. Transcurrido un poco de tiempo, se dispu-so salir para Nettuno el día 11 de julio, pero nuestroamado Padre se presentó en nuestra casa el día 8 yrogó a nuestra Rvma. Madre que aquel mismo día nospusiéramos en camino. En vista de su vivo deseo, seaceleró la salida y aquel mismo día partió la Rvma.Madre general con Sor María de la Soledad, que habíasido nombrada Superiora de la nueva casa y otras dosHermanas.

Llegadas al Sanatorio, ocurrió un caso digno demencionarse: El P. Superior llevó en seguida a lasHermanas a la enfermería y encontraron una enfermamuy grave, casi en la agonía; el Señor permitió que los

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He rumiado y pensado mucho sobre lo que medijiste relativamente a la compra del departamento queocupan las Hermanas en Nettuno, y para obrar conmás acierto he hecho que la Madre Sor Verónica deJesús fuera a hablar con el Emmo. Sr. Cardenal Vi v e s ,el cual las recibió muy bien, y después de decirle elobjeto que llevaban, que era pedir su consejo y pare-c e r, el referido Sr. Cardenal les dijo que en esto hicierantodo lo que les aconsejara el Reverendo Padre, que aél francamente no le parecía bien estuvieran lasHermanas o sea el departamento de las Hermanas tanmetido en el de los Hermanos y que hasta le re p u g n a-ba, pero que de todos modos él deseaba que elR e v e rendo Padre, resolviera esto y que hasta seríamejor tomar por de pronto aquello en arriendo, perorepitió muchas veces lo que queda dicho. En vista deesto, como se encontraba también aquí la Madre SorMaría de la Soledad me pareció conveniente se trataraesto con el Reverendísimo Padre Vicario General; fue-ron a verle, le dijeron el objeto que llevaban y entoncesles dijo que quería estuviese yo presente para re s o l v e resto; me llamó, y el asunto se resolvió amigablemente,pues a mí me parecía también mejor se alquilara por dep ronto y al Rvmo. Padre le pareció bien. Entoncesdicho P. Vicario General dijo que convenía fijar el tiem-po de arrendamiento y a mí me pareció se podría arre n-dar por cinco años, y los muebles que a las Hermanasles convenga que se quedaran con ellos; de maneraque para arreglar todo esto, iremos, Dios mediante, elRvmo. P. Vicario General y yo el próximo lunes, día 20y con lo que se resuelva ya os escribiremos.

Os bendice, etc. – Fr. Benito Pobre de Jesús”.

SEGUNDA PARTE – CAP. XLVI 677

deseo por la estrechez del local que no permitía ladebida separación y además no nos era posible ensan-char el edificio.

Tanto nuestro Rvdmo. Padre como el P. Vi c a r i ogeneral tuvieron vivísimo empeño de establecer com-pleta separación de los dos sexos y, desde luego, set a b i c a ron todos los sitios en que hasta entonces se re u-nían unos y otras, y también en el túnel por donde todospasaban al ir al mar se hizo una pared para impedir elpaso, por estar enclavado en nuestro departamento.

En vista de que no nos determinamos a compraraquello, se hizo un contrato de arrendamiento confecha 6 de marzo de 1911. Las Hermanas se encarga-ron del lavado en general, para lo cual se hicieron unoslavaderos en nuestro departamento, continuando lasHermanas dicho trabajo hasta que por orden superiorse mandó otra cosa. El trabajo resultaba excesivo parael corto número de Hermanas y verdaderamente huboque hacer grandes sacrificios; no obstante, se hicieroncon gusto, ya por ejercitar nuestra Misión de caridadhospitalaria, ya para ayudar a los Hermanos cuantonos fuera posible.

Confirma parte de lo anterior la siguiente discretacarta del Padre.

“Roma, 16 de enero de 1911.

Mi amada Hija en el Señor, Sor María del Camino:Sin ninguna tuya a qué hacer referencia, te escribo éstapara deciros que continuamos bien, a Dios gracias,aunque muy atareado, pues no me queda tiempo nipara ir a las Hermanas.

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Roma 21 noviembre 1910. Firmado. – A. CardinalAgliardi, Obispo de Albano”.

Obtenido éste y los demás requisitos legales yhechas las necesarias reformas, se encargaron lasHermanas de lo que les correspondía.

Prestaron sus benéficos servicios a satisfacción detodos, según indica este certificado del Sr. Obispo deAlbano:

“Cancillería Apostólica. Albano 19 de agosto de 1913.

Rvda. Superiora General de las HermanasHospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús: Tengo lasatisfacción de asegurar a Vuestra Reverencia que lasHermanas Hospitalarias que de usted dependen, resi-dentes en Nettuno son muy buenas, activas en su ser-vicio y objeto de edificación en mi Diócesis y de gloriaa Dios, a quien se debe todo el mérito que se ha con-quistado esa Santa Congregación del SagradoCorazón de Jesús.

Firmado, A. Cardinal Agliardi, Obispo”.

Así siguieron hasta el año 1914 en que las cosaspresentaron nuevo aspecto y por causas que no sonde apuntar aquí convino abandonar la fundación.

Traslación a Anzio

Se pensó en que la Comunidad tomase otra nuevacasa no lejos de la que debía abandonar mas topó coninconvenientes que la constancia, la oración y la gracia

SEGUNDA PARTE – CAP. XLVI 679

Mediante contrato que firmaron en Roma a 6 demarzo de 1911 como dejamos dicho, representantesde los Superiores mayores de ambos Institutos, seconvino en incomunicar parte del edificio, quedandocon vida independiente la Comunidad de Hospitalariasen sus actos religiosos y en sus servicios a las enfer-mas, pagando lo estipulado a los Hermanos comoarrendadores de la parte indicada a la Comunidad deHospitalarias.

Establecimiento y vida

La autorización del Obispo de Albano, a cuya juris-dicción pertenece Nettuno, para que las Hermanas seestableciesen tiene fecha del 21 de noviembre de1910. Dice así: “Curia Episcopal de Albano Laziale.

DECRETO

Vista la demanda de las venerables HermanasHospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús para lalicencia de su canónica instalación en la Casa de Saludde los Reverendos Hermanos de San Juan de Dios enNettuno:

Vista la relación favorable sobre el estado del localseñalado a las Hermanas en la susodicha casa, deSalud a Nos presentada por el M. R. D. Temístocle, Sr.Arcipreste de Nettuno, quien fue delegado especial-mente al efecto: Con el presente Decreto concedemosla suplicada licencia Servantis Servandis y ordenamosque la Curia episcopal de Albano envíe dicha comuni-cación a la Superiora del Instituto.

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pronto podrá él celebrar la santa misa. Mas es necesa-rio rogar, rogar mucho, para que el Señor, por interce-sión de la Santísima Virgen y de San José nos alcanceesta gracia; haga usted rogar a sus buenas Hermanasy confiamos serán escuchadas sus oraciones.

Con tal esperanza y junto con la especial bendiciónde Su Eminencia la envío mis más profundos obse-quios con los cuales me confirmo de usted devotísimo,Can. Alfredo Liberati, Secretario del Emmo. Card.Agliardi”.

La nueva casa se inauguró según indica el certifi-cado que a la letra dice: “Sor Josefa Turrillas y Galar deNuestra Señora del Camino, Superiora general de laCongregación de Hermanas Hospitalarias del SagradoCorazón de Jesús, dedicadas a la asistencia de laspobres alienadas y demás enfermas exclusivamentede su sexo, en hospitales, aunque sean contagiosas, yde las niñas huérfanas pobres de solemnidad, conautorización de la Santa Sede, del Rvdmo. Sr. PreladoDiocesano y del Gobierno de S. M. C. (q. D. g.)

Por la presente certificamos que, en el día 8 deabril de 1915, se celebró solemnemente la inaugura-ción de la Casa y Capilla del Pensionado para señorasconvalecientes, establecido en Nettuno (Italia) bajo laadvocación de San José. Bendijo la capilla, celebran-do en ella el Santo Sacrificio de la Misa, Mons.Giuseppe Marazzi, Vicario Capitular de la Diócesis deAlbano Laziale, autorizado al efecto, por el Emmo. Sr.Cardenal Obispo de la referida Diócesis; y en la mismafecha quedó reservado S. D. M.

SEGUNDA PARTE – CAP. XLVI 681

que Nuestro Señor prodigó hicieron desaparecer: fue elprincipal, sobre otros muchos la negación de la licen-cia del Sr. Obispo, a quien se había informado desfa-vorablemente sobre la conducta de las Hermanas. Masel siguiente año, la Curia episcopal expidió el decretosiguiente:

“El Emmo. Cardenal Agliardi, por mi medio, comu-nica a la Superiora de las Hermanas Hospitalarias deNettuno, que revoca el Decreto de septiembre delpasado año (Protocolo N. 259), y concede que las refe-ridas Hermanas puedan instalarse en el villino propie-dad del Rvmo. Monsieur Giurelli y abrir en él un pen-sionado para convalecientes, según el espíritu de suCongregación.

Con distinguido obsequio y fervientes votos paraque el Señor bendiga y haga prosperar su obra, ténga-me por su devotísimo. – Guiseppe Marazzi, VicarioGeneral. – Albano Laziale 12 de marzo de 1915”.

Poco después la Madre Vicaria recibía una cartaque decía: “Roma 17 de marzo de 1915. Rvma. MadreVicaria de las Hermanas Hospitalarias: El Emmo. Sr.Cardenal mi Señor, ha leído su apreciadísima carta yqueda complacido de haber podido dar a las buenasHermanas Hospitalarias el consuelo por el que tantohan suspirado. Da las gracias vivamente por la hospi-talidad ofrecida en el nuevo hotel que van a habitar, enespera, si el Señor quiere hacerle la gracia por todossuspirada de su curación, de poder pasar entre uste-des la convalecencia a orillas del mar. Entre tanto hadado ya a Monseñor el Vicario general la facultad debendecir su nueva capillita, donde esperamos que

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Hijas mías muy amadas en Jesús y María: en estosdías tuve necesidad de repasar las Santas Constitu-ciones que el Divino Corazón de Jesús os ha dado pormedio de este su indigno ministro, vuestro pobre yamantísimo Padre en Jesús y María; y siento la necesi-dad de desahogar con vosotras mi corazón, diciéndo-os lo que he experimentado en su lectura.

Pues bien, Hijas mías; al ver el espíritu de queestán animadas y con que han sido dictadas, he nota-do una vez más, que no ha sido este pobre quien lasha dictado, sino el Espíritu Santo, que se ha servido deeste miserable instrumento para daros una guía fácil ysegura para el camino que debéis seguir para ir a laeterna felicidad en la Patria celestial.

Yo mismo me he quedado suavemente prendado alver con cuánta benignidad, prudencia y eficacia, atodo se provee en las mismas; de manera que cadauna no tenéis más que seguirlas fielmente para conse-guir la paz, la felicidad de vuestros corazones: nonecesitáis más guías, ni más reglas que el exacto cum-plimiento de las que habéis tenido la dicha de recibirdel Cielo y que habéis profesado; en las mismas halla-rá la Madre general el espíritu de que debe siempreestar animada, en ellas hallarán las demás superiorascómo deben proceder en todo tiempo; en las mismasencontrarán todas las oficialas, así como todas lasdemás hermanas, el espejo en que deben mirarse,para corresponder fielmente a su santa vocación.

Estudiadlas, pues, Hijas mías, con gran cuidado,procurando no sólo escucharlas con atención cuandolas leen en Comunidad, sino también cada una en par-

SEGUNDA PARTE – CAP. XLVI 683

Y para que conste, firmamos el presente selladocon el de este Instituto en Ciempozuelos, a veinte deagosto de 1915.

La Superiora general, Sor Josefa Turrillas deNuestra Señora del Camino. – Sor María Claramunt deSan José Oriol, Secretaria general”.

A pesar de las tristes circunstancias por que atra-viesa Italia con motivo de la guerra actual, como desdelos principios la nueva casa ha seguido su marcha,prosperando con la ayuda del Señor.

Son numerosas las señoras que durante el año, yprincipalmente en verano, acuden para restablecerse opara tomar los baños de mar; y a las comodidades quedicho punto ofrece, únese el ser Anzio uno de los prin-cipales y más concurridos puntos de veraneo, a dondevan familias pudientes de Roma y de sus contornos.

Con esta pone fin la divina Providencia a las fun-daciones de la Congregación de Hermanas en vida dePadre Menni, quien pudo, dirigiendo su vista a laextensión adquirida por su amadísimo Instituto, darsepor satisfecho viendo su obra consumada. Ha contem-plado su obra y viviendo en cinco naciones; ha obteni-do aprobación de la suprema autoridad de la Iglesia; leha dotado ésta de Protector, y le deja Constitucionescon la sanción eclesiástica. Puede ya vivir por sí sola yregirse santamente. Así lo siente él y se lo comunica asus Hijas desde Roma. “Ave María Purísima. Roma 7de diciembre de 1909 víspera de la fiesta de laInmaculada Concepción. A la Rvda. Madre general y atodas mis Hijas en el Señor, las Hermanas Hospi-talarias del Sagrado Corazón de Jesús.

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CAPÍTULO XLVII

El P. Menni Visitador Apostólicode su Orden

El motivo. – El nombramiento. – En San JuanC a l i b i t a . – La visita. – Biblioteca Hospitalaria. –Muerte del General. – Continúa sus traba -jos. – Jubileo de su ingreso en Religión.

El motivo

La Orden de San Juan de Dios en Italia se encon-traba en el año de 1909 bastante escasa de personalpor falta de vocaciones; tanto, que en especial la pro-vincia alemana venía en su ayuda enviándole religiosose igualmente hacían otras. El Noviciado de Roma esta-ba poco menos que cerrado. La vida religiosa de laProvincia y por ende la disciplina, no obstante los bue-nos deseos y el celo del Rvmo. P. General Fray CasianoMaría Gasser, se resentían. El Rvmo. Padre se encon-traba sufriendo dos graves enfermedades, estaba dia-bético y medio ciego. Y todo ello motivó la necesidad

PRIMERA PARTE – CAP. I 685

ticular, cuando os sea posible. De un modo particularí-simo encargamos a todas, de estudiar en particular, almenos cuatro veces al mes, aquellos artículos referen-tes al oficio que a cada una le haya sido dado por lasanta obediencia y aprenderlos de memoria.

Este es el obsequio que os encargo ofrezcáis alDivino Niño Jesús para las próximas navidades y parael año entrante, prometiéndole comenzar ahora paracontinuar toda la vida; y así estad en la firme confianzade que el Divino Niño y su Madre Inmaculada MaríaSantísima, os mirarán con ojos de amor y complacen-cia desde el Portal de Belén, como se lo suplica contoda su alma y corazón este su indigno ministro, vues-tro amantísimo Padre, que en el nombre del Niño Jesúsos bendice. – Fray Benito absolutamente pobre que desí desconfía, solo en Jesús y María confía y en suscorazones descansa”.

Y nuestro Señor le llama ya a otro lado para queconsume el sacrificio que presiente y cada vez le tocamás de cerca.

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Le fue entregado después de haber celebrado laSanta Misa al día siguiente. Recia impresión le produjoy por más que se resignó desde luego con la voluntadde Dios, que así le deshacía sus planes, no dejó dederramar abundantes lágrimas; acudió ante elSagrario, su continuo refugio, y habiéndose serenado,se retiró a su casa. Al día siguiente escribió al Emmo.Sr. Cardenal Vives acusando recibo del telegrama yhaciéndole ver el retraso que se había ocasionado porno expresar la dirección el número de la casa de lasHermanas y que lo antes que le fuera posible se pon-dría en camino. Se apresuró a ultimar los asuntos quetenía entre manos y dispuso su viaje a Roma, a dondellegó el 20 de octubre por la mañana y el mismo día sepresentó al Cardenal.

Por más que el Padre presentía la cruz que iba apesar sobre sus hombros, al notificarle Su Eminencia lodispuesto por el Santo Padre se emocionó de suerteque fue preciso suspender la audiencia por breve rato,hasta que se reanimó y entonces interrogó al Sr.Cardenal si sería esta la voluntad de Dios, y contestán-dole afirmativamente, aceptó el cargo de VisitadorApostólico que le era encomendado. (Se conserva elDecreto de nombramiento).

En San Juan Calibita

Ante la Comunidad de San Juan de Calibita fue leídopor el Subsecretario de la S. C. de Religiosos el nom-bramiento. Luego el Rvmo. P. General Fray Casiano MªG a s s e r, fue el primero que prestó la obediencia alVisitador Apostólico, el cual la recibió con gran emoción.

SEGUNDA PARTE – CAP. XLVII 687

de encargar a un miembro de la Orden de levantar unpoco el espíritu y la carga de la provincia romana, y sehizo nombrando Visitador al Padre Menni.

El nombramiento

Muy tranquilo se encontraba el ReverendísimoPadre Menni después de verificar y llevar a buen tér-mino la separación de las propiedades de sus dosInstitutos, complaciéndose, santamente satisfecho,con el decreto de aprobación definitiva de las Constitu-ciones de la Congregación de Hermanas y ocupado,como él decía, en ir imponiendo a la Superiora generalen las obligaciones de su cargo, con el fin de no enten-der él tan minuciosamente como hasta entonces en losasuntos de las Hermanas y disponiendo las cosas paraprepararse a una santa muerte, no obstante haber sidotoda su vida una constante preparación.

Según re f i e ren las Hermanas el día 7 de octubre de1909, fue a visitarlas y les dijo: “Hijas mías, doy graciasa Dios porque todo está arreglado en lo relativo a lasp ropiedades y demás; veo que vosotras os vais impo-niendo, gracias a Dios, y todo marcha bien; así es quevoy a ocuparme en pensar solamente en mi propia san-tificación, llevando una vida de re t i ro y recogimiento”.

En estas santas disposiciones se encontraba,cuando aquel mismo día por la noche, trajeron aCiempozuelos las Hermanas de Madrid un telegramade Roma que decía: “Padre Menni. – C a b e z a . –Madrid. – Venga inmediatamente, Santo Padre le con-fiere cargo delicado. – Cardenal Vives”.

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religiosa, por eso, el humilde exponente suplica a V.Santidad una facultad semejante a la concedida por laSagrada Congregación de Obispos y Regulares a losTrapenses, el 21 de abril de 1871, esto es, de mandarhacer a los novicios la profesión de seis en seis meses,hasta que haya cesado el peligro, de cuyo rescriptounimos la copia fiel, como fue dada en la resolución ala duda del 2 de septiembre de de 1896, relativamenteal mencionado rescripto de los Trapenses el 21 de abrilde 1871. He aquí la gracia que se suplica”.

“La sagrada Congregación encargada de los asun-tos de los Hermanos Religiosos, después de examinarlo que se expone, en virtud de las facultades especia-les que se le han concedido por Nuestro SantísimoPadre Pío X, ha otorgado la gracia pedida según laspreces y conforme al rescripto concedido a la Ordende cistercienses reformados de la Trapa, el 21 de abrilde 1871 y según la respuesta a las dudas del día 2 deseptiembre de 1896.

No obstante cualquier disposición en contra.

Dado en Roma el 29 de diciembre de 1909.

Fray José de Calasanz, Card. Vives Prefecto L. † S.

D. L. Jansens, O. S. B. Secretario”.

En el mismo mes de diciembre del referido añorecibió orden del Emmo. Sr. Cardenal Vives de recorrerlas casas de España regresando por París, con el fin dehacerse cargo del estado de las cosas, tanto de la pro-vincia española como de la de Francia. Regresó aRoma hacia el 23 de febrero de 1910, continuando sustrabajos de Visitador Apostólico con verdadero celo.

SEGUNDA PARTE – CAP. XLVII 689

En el refectorio, a la hora de comer, dirigiéndose elPadre Menni al segundo lugar, dejando la presidenciaal Padre general, surgió entre ambos una santa con-tienda, porque cada uno escogía para sí el segundolugar; hasta que el buen Padre General dijo al Visitadorque era voluntad del Señor por haberlo así ordenado laSanta Sede.

La visita

Fortalecido con la Bendición de Su Santidad y ani-mado de una grande confianza en la divina Pro v i d e n c i a ,contando además con las oraciones de sus Hijos, a losque envió una piadosa circular pidiéndoles, dio princi-pio a la difícil y penosa misión. Empezó la visita por laCasa Generalicia y siguió la de Nettuno, aconsejándo-se con el Rvmo. Padre General para resolver las dificul-tades que encontraba. Con verd a d e ro celo y fervora rdiente seguía sus trabajos, interesándose sobre todopor aumentar el Noviciado y conservar las vocaciones,velando por los Hermanos que debían ir al servicio mili-t a r, como se ve por la solicitud que en el siguiente mesde diciembre dirigía a Su Santidad. Dice así:

“Santísimo Padre: Fray Benito Menni, VisitadorApostólico de la Orden de San Juan de Dios, postradoa los pies de Vuestra Santidad, expone lo que sigue:

Sucede que muchos novicios, a los tres meses dehaber terminado el año canónico del noviciado han dehacer la profesión de votos simples; pero como algu-nos de éstos después de la profesión, son llamados alas armas, perdiendo entonces su respectiva vocación

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Muerte del General

Nuestro Señor probó al P. Menni con un aconteci-miento muy sensible: el Rvmo. P. General, que comohemos dicho ya se encontraba muy delicado de salud,se agravó de tal manera que en breve se acercó su últi-ma hora. Un hermano italiano que le asistía refirióhaberle dicho a él mismo que moría tranquilo por dejaral frente de la Orden al P. Menni, quien se distinguía porsu observancia e interés por el bien de la Orden y enparticular por la provincia de Hungría, porque él losentendía muy bien y confiaba lo había de arreglar todoperfectamente. He aquí la relación hecha por esteHermano, del fallecimiento al P. Vila: “Roma 9 mayo1910. – Mi muy apreciado Padre en el Señor: Penetra-do de intensísimo dolor, voy a dar a su S. R. unapequeña reseña de la trascendental noticia del falleci-miento de nuestro amado y Rvdmo. Padre General (Q.S. G. H.) acaecida el día 17 de abril último fiesta delPatrocinio de S. José a la 1 y 30 de la mañana. – Hacíaunos días que se hallaba delicado y comía muy poco,mas a pesar de esto, como ni él ni nosotros dábamosimportancia a la enfermedad, se levantaba todos losdías a la hora acostumbrada y bajaba a la iglesia paracelebrar el Santo sacrificio de la Misa y atender a lasdemás ocupaciones ordinarias. – El 16 por la tardebajó a la iglesia a confesarse, como toda la Comu-nidad, y después mientras le fue servido el té que solíatomar, versó la conversación sobre el Rvdmo. PadreVisitador Apostólico. Entre otras cosas me dijo: El P.Visitador es buenísimo; yo le conozco muy bien; en supecho se eleva vivísima llama de ardiente caridad; es

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Biblioteca Hospitalaria

Con el fin de animar a los religiosos de la Provinciaespañola para que se llevara a efecto el proyecto deuna Biblioteca para la reformación e instrucción de losHermanos, escribe a San Baudilio con fecha 8 demarzo de 1910.

“Rvdo. y amado Hermano en el Señor: Hemos leídocon toda satisfacción el proyecto de la Biblioteca que V.R. ha formado con aprobación del Muy Rvdo. PadreP rovincial de esa, en la que se propone publicar algunasobras destinadas especialmente a la formación e ins-trucción de nuestros Hermanos, toda vez que nuestraO rden, si bien la más humilde entre todas, está llamadaa hacer un gran bien en favor de nuestro prójimo, en loespiritual no menos que en lo corporal, y para conse-guirlo, en efecto, es indispensable la buena formación.

Tal proyecto no puede menos de merecer nuestramás completa aprobación y nuestros plácemes de lomás íntimo de nuestro corazón; así es que imploramosdel cielo sobre el mismo y sobre Su Reverencia las másespeciales bendiciones, principalmente por la interce-sión de la Virgen Santísima, del Glorioso Arcángel SanRafael y de nuestro Santo Fundador, cuya fiesta cele-bramos precisamente en este día.

El Sumo Pontífice Pío X, felizmente reinante, tanamante de nuestra Orden, también bendice el proyec-to y a su autor, lo cual tengo el honor de participar a SuReverencia para su satisfacción.

Su afectísimo Hermano en Jesús, María y José. –El Visitador Apostólico, Fray Benito Menni”.

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día; gracias a esto, si no me hubiera encontrado alRvmo. Padre muerto a la mañana siguiente. Apenashube entrado, noté la gran fatiga que tenía; abrí la ven-tana para que respirara mejor, y le dije sería bueno lla-mar al doctor. Llame, dijo, a todos los Hermanos.Asustado, corrí enseguida a llamar al Padre Anacleto,que vino al momento. – Cuando volví, se sentía muchopeor. – ¿Quiere recibir la Santa Unción? le pregunté. –El Viático, me respondió. En tanto que la habitación sellenaba de religiosos, y él los miraba a todos comodespidiéndose, llegó el Rvmo. P. Visitador quien seemocionó mucho, al ver a todos sus queridos Hijosrodeando el lecho donde yacía moribundo el Rvmo.Padre General. Este le tomó la mano apretándole fuer-temente pronunciando con mucho afecto aunque congran trabajo, algunas palabras que apenas se com-prendían. Entre tanto, trajeron el Santo Viático, pero yaera tarde: el Rvmo. Padre había perdido el uso de lossentidos, exhalando su último suspiro a la 1,30 de lamañana del día 17, dejándonos sumidos en la mayortristeza. El Reverendísimo P. Visitador celebró en laCapilla Generalicia la Santa Misa a las dos de la maña-na, teniendo á su alrededor a sus Hijos que suplicabanal Señor el eterno descanso para el alma de su buenPadre General. Después, con la ayuda del P. Benito, Fr.Anacleto y Fr. José, llevamos el cadáver a la sala-reci-bidor del mismo departamento Generalicio”. (Hastaaquí es la relación del Hermano que le asistió).

Continúa sus trabajos

Una vez celebrados los funerales y cumplido contodo lo ordenado en las Constituciones y haber toma-

SEGUNDA PARTE – CAP. XLVII 693

infatigable; él y sólo él hará florecer en nuestra Ordensu primitivo espíritu.

Aquel mismo día de cuándo en cuándo, se enco-mendaba a San José, de quien era devotísimo. Aquellamisma tarde a eso de las 6,45 nos habló el Rvmo.Padre General al P. Benito y a un servidor y despuésestuvo paseando por el corredor inmediato a su habi-tación, rezando el santo rosario. – A las 7,45 dice elHermano que le asistía fue a llevarle la cena que con-sistió en un poco de sopa y dos huevos, y como teníapoco apetito no quería tomar nada, pero a instanciasmías lo tomó. El Dr. Proli le aconsejó que probara elcambio de aires y que no se cansase mucho rezandoel oficio y él contestó, a lo primero, que cuando fueseal cielo, y a lo segundo, que cuando muriese no lo diríamás. – A eso de las 8,45 el P. Leandro y un servidor fui-mos a la habitación del P. General. El Padre Leandropara leerle la meditación, como de costumbre, y unservidor para limpiarle el hábito. Concluida la lecturade la meditación, quiso preparar las cosas para partir aNettuno al día siguiente, en el tren de las 9,30. Se pre-paró pues, alguna ropa limpia y se retiró a descansar.Salí un momento fuera de la habitación y cuando volví,que eran las 9,45, le encontré un poco fatigoso; perono como las otras noches. Rezamos el Santo Rosario,p o rque era el aniversario del M. R. P. Card i n a l i ,Exprovincial de Roma, y luego me senté en el reclina-torio. A las once se despertó y viéndome allí, me dijo:váyase a la cama, Hermano, y muchas gracias; lo queme decía siempre que le prestaba algún servicio; lebesé la mano y me retiré. A las 12,30 oí tocar el timbre,que afortunadamente había arreglado aquel mismo

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La audiencia duró hora y media y el Santo Padre,con su acostumbrada dulzura y bondad, estuvohablando cordialmente con ellos, animándoles a todosy en especial a los de Hungría, a continuar la vida desu Santo Fundador, consolándoles con palabras muycariñosas; el Santo Padre amaba mucho al Rvmo. P.Visitador y a toda la Orden.

Su actividad y celo por el bien de su Orden no ledejaban momento de reposo; visitó varias casas de laprovincia de Milán y la de Roma, Benevento, Ruffano yotras varias.

En el Hospital de San Juan de Calibita se hiciero ngrandes reformas, para lo cual contribuyeron conbuena voluntad varias provincias de la Orden, acce-diendo a las indicaciones del Padre, al girar su visitaApostólica en las diferentes casas. Se terminaron lasobras para el día 15 de agosto del mismo 1910. En elmismo día se inauguraron dos nuevas salas: la delSagrado Corazón destinada a enfermos tuberculosos yla de la Asunción para enfermos de fiebres, habiéndosehecho en las demás importantísimas reformas, segúnlos dictámenes de la más escrupulosa terapéutica.

“Invitado por el Rvmo. Padre Visitador General FrayBenito Menni, dice ‘El Archivo Hospitalario’ (tomo IV,págs. 521 y siguientes), tuvimos el honor de recibir alEmmo. Sr. Cardenal Vives y Tutó quien, a las once dela mañana, hizo su entrada pública en la iglesia, con lasrubricas de costumbre y después de orar brevemente,procedió Su Eminencia a la bendición de las nuevassalas, acompañado del R. P. Visitador, la Comunidad yselecta concurrencia.

SEGUNDA PARTE – CAP. XLVII 695

do el cargo de Vicario General el Muy Rvdo. P.Procurador, Fr. Pedro de Giovanni, continuó el P. Mennicon sus tareas apostólicas: trabajó sin descanso paraobtener de S. S. los privilegios de que antes gozabanlos religiosos de Hungría y en unión con el M. R. P.Provincial de dicha provincia y otros dos Padres quetrajo en su compañía, fue el Padre Menni a visitar avarios Emmos. Cardenales y por fin, después demuchos pasos, pidió audiencia privada a Su Santidad.Entre tanto no se olvidaba de sus queridos Hijos losespañoles, y así, teniendo ya en su poder el primertomo de la Biblioteca dedicada a la instrucción de losmismos, solicitó la bendición Apostólica, con el fin deanimar, como él decía, a continuar los trabajos. El día27 de abril recibía Su Santidad a los referidos Padres ycon esta ocasión presentó el P. Menni al Santo Padreel tomo ya citado, en el que se dignó poner su autó-grafo. – Acompañaba al tomo esta solicitud: “Santí-simo Padre: Fr. Benito Menni, Visitador Apostólico dela Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, postrado alósculo del Santo Pie, humildemente implora la bendi-ción apostólica para la obra ‘Biblioteca Hospitalaria’,dedicada a la instrucción de los religiosos de la men-cionada Orden, a fin de que sirva de mayor estímulo asu Autor el Reverendo P. Joaquín María Vila, Sacerdotede la misma Orden y a sus cooperadores”.

Decía el autógrafo:

“Bendecimos de corazón la santa obra, que contri-buirá a mantener en todos los amados religiosos, a loscuales damos de corazón la Bendición Apostólica, elverdadero espíritu de San Juan de Dios. – Del Vatica-no, 27 abril de 1910. – Pío, Papa X”.

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En esta casa Generalicia se han hecho grandesobras en el corto espacio de siete meses, pues ade-más de las grandes restauraciones hechas en las dosgrandes salas, objeto de estas líneas, las cuales hanquedado como nuevas, también se ha instalado elalumbrado eléctrico en todas las dependencias.

El alma principal de tan radicales y recientes mejo-ramientos ha sido nuestro Rvmo. Padre Visitador, elcual no ha dejado un punto de trabajar desde su veni-da a ésta, con el fin de poner nuestro Hospital de SanJuan Calibita a mayor altura que los mejores de Roma.En tan importantes mejoras se han invertido sobre45.000 liras, quedando en suspenso por ahora, otrasobras en proyecto, por falta de fondos para llevarlas acabo”. – F. D. P.

Corría el año de 1910 y seguía el Padre Menni consus tareas. Con fecha 24 de octubre del mismo año,dirigía el Muy Rvdo. Padre Vicario General Fray Pedrode Giovanni una circular a toda la Orden, convocandoel capítulo general para la dominica tercera después dePascua del siguiente año de 1911. El Padre Menni hizoesfuerzos para finalizar su misión y como términoredactó un escrito, dirigido a la Sagrada Congregación,dando cuenta de sus gestiones en el tiempo de su visi-ta Apostólica antes de aquella fecha.

Anunciada su salida a las casas de Francia, partióde Roma a 3 de octubre con dirección a Lyon, giró allísu visita y después de animar a la comunidad y exhor-tarlos a la estricta observancia, se dirigió a París. Visitólas dos casas que tiene la Orden en aquella Capital yemprendió de nuevo su viaje para España; el 20 de

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Concluida la ceremonia, su Eminencia visitó unopor uno a los enfermos, dirigiéndoles palabras de con-suelo y regalándoles un librito piadoso de las miseri-cordias y glorias de María. Concluida la visita alEstablecimiento, pasó Su Eminencia a la sala capitular,donde el Rvmo. Padre Visitador, en nombre de lacomunidad, dio las gracias a Su Eminencia; y elCardenal, con cariñosas frases manifestó lo satisfechoque estaba del buen régimen y orden del estableci-miento, animándonos a proseguir nuestra misión decaridad para con los pobres enfermos; aceptó unrefresco que se le ofreció y se retiró, bendiciéndonos.Se hallaron presentes a todas las ceremonias, ademásdel P. Visitador, el Rvmo. P. Vicario General, MuyReverendo P. Prior Fr. Celestino Castelletti, Muy Rvdo.Padre Secretario General Fray Magnóbono Reiser,Reverendo P. Maestro de novicios Fray Juan de la CruzSansegundo, Rvdo. Padre Vicario Honorario FrayNorberto Va w e rda, Rvdo. Padre Leandro StellerDirector del Laboratorio de cirugía.

El cuerpo médico se halló representado por el doc-tor D. José Proli, Director de la sección de medicina ysu ayudante Dr. D. Gustavo Cremisini, Director de lasección de cirugía, Dr. D. Ignacio Nicola y su ayudantedoctor D. Alceste Regolanti.

Entre los invitados hallábanse el Rvmo. PadreMonseñor Garloni, el Rvdo. Padre Rossi, S. J. Rectorde la Universidad Gregoriana, R. P. Deodato, Directorde la farmacia del Vaticano, el caballero Ripandelli,Comisario de P. S. Trasteveri y varios representantesde la prensa.

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A pesar de haber llegado nuestro Rvmo. PadreVisitador muy rendido, accedió gustoso a la invitaciónque se le hizo y presidió la velada, acompañado de losReverendos Padres Superiores de este Asilo y de laCasa de Zaragoza y comunidad. Dos horas pasamosmuy amenas y placenteras a los pies de MaríaInmaculada. Los discursos diálogos y poesías, ora delos Hermanos, ora de los niños, no eran otra cosa quemanifestaciones de amor a María; pues de la abun-dancia del corazón habla la boca. La capilla del Asilocontribuyó a dar amenidad al acto, tocando en losintermedios escogidas piezas y cantando bonitoscoros, entre otros a ‘Ofelia’, sinfonía; el coro del tochde l’Ave María, un ‘Bendita sea tu pureza’ a duo, unamelodía a María Nuestra Madre y otras muchas.

El Rvmo. P. Visitador dio la despedida dirigiéndo-nos breves pero animosas palabras, con las que nosexhortó a dar muchas gracias al Señor por el favor tansingular que nos había hecho al unirnos en religión yconocer las gracias de María y alentó nuestros corazo-nes a amarla más y más”.

Hº P. de la C. B.

Archivo Hospitalario, pp. 30 y 31 del año 1911.

Terminada la visita de Las Corts, pasó a la de SanBaudilio; allí estuvo atareadísimo, ocupándose final-mente en la publicación de la importante circular quehabía preparado de antemano para toda la OrdenHospitalaria la cual firmó con fecha 24 de diciembre de1910. (Es una hermosísima Circular que se encuentraen la página 9 de la Revista “Archivo Religioso Hospi-talario” correspondiente al año 1911.)

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octubre se encontraba pasando la visita por Palencia yde allí fue a Ciempozuelos, a donde llegó para la fiestade San Rafael Arcángel. Tuvo la satisfacción de presi-dir la ceremonia de la profesión temporal de doce novi-cias y de la toma de hábito de 11 aspirantes de lasHermanas.

De Ciempozuelos se dirigió a la casa de Pamplonay de ésta a Barcelona pasando a Zaragoza en dondetambién visitó a sus Hermanos en Religión. Llegó aBarcelona el día 8 de diciembre. El Hermano Pablo dela Cruz Bueno, relata lo siguiente:

“Con grande entusiasmo y fervor se celebró eneste Asilo, como en años anteriores, la festividad de laInmaculada Concepción Titular del mismo, contribu-yendo este año en dar mayor realce la solemne entra-da que en dicho día hizo nuestro Rvdmo. PadreVisitador Apostólico, Fray Benito Menni.

Terminada la misa mayor, acto seguido hizo suentrada solemne Nuestro Rvdmo. Padre Vi s i t a d o rApostólico acompañado del Rvdo. P. Lore n z oGonzález, superior de esta Casa y del Rdo. PadrePedro Piera de la de Zaragoza. Fue recibido por laRvda. Comunidad a la puerta de la iglesia, donde seentonó un solemne ‘Te Deum’ que terminó en el pres-biterio, donde se le rindió obediencia, según ordenanlas constituciones.

Por la noche, según tradicional costumbre, cele-bramos una veladita literario-musical en honor deMaría Inmaculada. ¿Y como no, si esta Casa la tienepor Patrona y nos gloriamos de estar bajo suPatrocinio?

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ambas casas de Telhal e Idanha; el Ministro de Italia leacusó recibo de su carta del 27 en la que asegura queha hecho y hará todo cuanto esté en su poder, paradefender dichos bienes.

En efecto, el Sr. Presidente de la República ordenóse hicieran los inventarios en la casa de Idanha, lo quese efectuó el día 3 de mayo del citado año. Se enarbo-ló la bandera italiana; mas los republicanos, sin darcrédito a lo que aseguraban las Hermanas, fueron aCintra, cabeza de partido, para cerciorarse por sí mis-mos de quién eran las propiedades. Viendo que esta-ban a nombre de un italiano, el que satisfacía oportu-namente la contribución, no volvieron a molestarlas. El2 de junio siguiente dieron también principio al inven-tario de la Casa de Telhal, según consta por carta delPadre Prior, pero sus gestiones no tuvieron efecto yambas propiedades fueron respetadas.

¡Cuántas angustias no sufrió el Padre Menni enaquella ocasión! No se desanimó, sin embargo, y ade-más de poner en ejecución todos los medios que juz-gaba necesarios, acudía con gran fervor a la oraciónponiendo por intercesora a la Santísima Virgen, aboga-da de las causas difíciles y desesperadas. Ofrecíadurante aquella temporada el Santo Sacrificio y demásobras meritorias por esa intención, y pedía a todos susHijos e Hijas le ayudasen con fervientes oraciones. ElSeñor escuchó favorablemente sus ruegos, porque nosólo fueron respetados los intereses de ambas comu-nidades, sino que se les permitió continuar su misiónde hospitalidad, bien que prohibiendo vestir el hábitoreligioso y expulsando a las Hermanas que no fuesende nación portuguesa.

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En los primeros días de febrero del año 1911emprendió su viaje de regreso a Roma a donde llegó eldía 9 del mismo.

Como si no fueran bastantes todos estos trabajosemprendidos para gloria de Dios y bien de su amadaOrden Hospitalaria aún le probó el Señor con otranueva tribulación. En los primeros días de octubre de1910 estalló la revuelta en Portugal, encontrándose elRvmo. Padre visitando las casas de la provincia espa-ñola. Al llegar a Ciempozuelos ya se encontró con lasHermanas expulsadas de aquel reino y no pudo menosde afligirle muchísimo todo lo ocurrido, preocupándoleen gran manera el estado en que quedaban los intere-ses de ambos Institutos. Una vez en Roma, no cesó detrabajar para asegurar las propiedades que conserva-ba a su nombre como súbdito italiano, con licencia dela Santa Sede.

Ante todo procuró verse con el Ministro de Roma,encargado de los asuntos extranjeros, y después demuchísimos pasos e informaciones necesarias a fin depoder conservar la referida propiedad, entregó al Sr.Ministro una memoria de la misma, que le habían remi-tido desde Lisboa, y que fue nuevamente enviada alMinistro de Italia en Portugal. (La carta del Ministro deRoma al Sr. Abogado de los Hermanos con fecha 24 deabril 1911 se conserva en el archivo general de lasHospitalarias).

También se conservan copias de las que en lamisma fecha escribió al Ministro italiano en Lisboa,recomendándole la referida propiedad y a la vez leruega ordene que enarbolen la bandera italiana en

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fesiones de cinco Hermanas, las cuales se lo habíanrogado, así como toda la Comunidad; se temía que siella pedía esta gracia, no la pudiera conseguir. ElRvmo. P. Vicario General cumplió a satisfacción esteencargo y así la Casa de Viterbo fue la afortunada y laque tuvo en dicho día a su Venerado Padre Fundador,para poder honrarle personalmente.

Muy modestamente, pero con gran alegría y rego-cijo espiritual, se celebraron los cultos en la preciosa ydevota capilla de la Casa de Salud.

Por la mañana, a las cinco y media celebró la SantaMisa de Comunidad el mismo Rvmo. Padre Fundadorde las Hermanas, recibiendo en la misma el Pan de losÁngeles las Hermanas y señoras Pensionistas. A lasseis y media celebró la segunda misa Mons. OstilioGarbini, Canónigo de la Santa Iglesia Catedral deViterbo y capellán de la referida casa. Acto seguido, elRvmo. P. Menni dio principio al conmovedor acto de laprofesión, con el Veni Creator y tres Avemarías aNuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús. Enseguida las cinco Hermanas una a una hicieron susanta profesión temporal ante la citada Madre, delega-da de la Rvma. Madre General, terminándose con el TeDeum. A las diez, celebró la misa solemne el muyIlustre Sr. Gobernador Eclesiástico de la diócesis,Mons. Salvatori, ayudado por Mons. Ostilio y otroSacerdote. El mismo Sr. Salvatori se encargó de hacerel panegírico, ensalzando en gran manera la caridad yel bien que se hace en los establecimientos fundadospor el Rvmo. P. Benito Menni, entusiastamente le felici-tó encomiando en gran manera sus fundaciones y sumisión de Hospitalidad, terminando el panegírico con

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Jubileo de su ingreso en religión

Fecha memorable fue la del 13 de mayo de 1910,por cumplirse en ella los 50 años de la investiduracomo religioso del Rvmo. Padre. En todas las casas desu Orden la celebraron con gran entusiasmo, princi-piando por la Casa Generalicia.

En ésta, por la mañana hubo misa solemne y por latarde, exposición de S. D. Majestad y un solemnísimo“Te Deum” cantado por la Capilla Sixtina y la Rvda.Comunidad. La iglesia estaba ricamente adornada.Asistieron a la función, especialmente por la tarde ungran concurso de fieles y un Sr. Obispo.

También la Congregación de Hermanas tomó granparte en la fiesta, celebrándose en todas las casas congran solemnidad. Entre otras merece especial menciónla celebrada en la casa de Viterbo. Allí se recibió undocumento que decía: “Con el fin de solemnizar la fies-ta del 13 de mayo de 1910 en el que se han cumplidolos 50 años de haber tomado el santo Hábito religiosoel Rvmo. Padre, el Santo Padre, Pío X, con rescripto dela Sagrada Congregación de religiosos y firmado por elEmmo. Sr. Cardenal Vives, Prefecto de dicha SagradaCongregación y Protector de las Hermanas Hospitala-rias, ha concedido la gracia de que todas lasHermanas que debían hacer su profesión en el referidomes de mayo, la hicieron en el día 13 del mismo”.

La Rvda. Madre Sor Verónica de Jesús Ex-Generaly Priora de la referida Casa de Salud de Viterbo, rogóal Rvmo. P. Vicario General de Fate-Benefratelli, quesirviera de mediador y animara al P. Visitador Apos-tólico a que fuera a Viterbo a presidir el acto de las pro-

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CAPÍTULO XLVIII

El P. Menni, Prior General de todasu Orden

Nombramiento. – Una audiencia. – Fiesta jubilarde la profesión religiosa. – Nuevos trabajos. – Essustituido. – Sale de Roma. – Penosa sorpresa.

Nombramiento

Cuando él daba por terminada su misión deVisitador Apostólico, púsole el Señor ante sus ojos otracruz harto más pesada. Así se lo escribía a sus Hijas:

“Roma a 22 de abril 1911.

Mis amadas Hijas en el Señor: Os hago saber queel Santo Padre de su puño y letra me ha sentenciado aser enclavado en la cruz y acaba de venir el Sr. Obispo,Secretario de la Sagrada Congregación con otros dosprelados a ejecutar la sentencia; ya lo sabéis, se lopodéis comunicar a la Rvda. Madre, para que todasencomendéis al Señor a este pobre, vuestro amantísi-

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una ferviente plegaria a Nuestro Señor, para que ben-dijera en este día al mismo Padre y toda su obra. Porla tarde, a las tres fue la Exposición de su DivinaMajestad; se hizo el mes de las flores y se cantó unsolemne “Te Deum” del Maestro Perosi. Se terminó elacto con la bendición del Santísimo y motetes aNuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús. Paracoronar la fiesta Su Santidad el Papa Pío X, felicitótelegráficamente al Rvmo. Padre, por medio del Emmo.Sr. Cardenal Merry del Val, con las siguientes frases:“Santo Padre benedice di cuore V. Rvma. fasta occa-sione cinquantésimo compleannos di re l i g i o n e . –Cardenal Merry del Val”.

“Asimismo recibió muchas felicitaciones de perso-nas eclesiásticas y particulares, entre ellas del Rvmo.S r. D. Benjamín Miñana, Superior General de laCongregación de Sacerdotes para Vocaciones Ecle-siásticas, del Pontificio Colegio Español, de sus Hijosde Fatebenefratelli, del Rvmo. P. Vicario General, de suDefinitorio y Comunidad”. (Del Archivo Hospitalario,año 1910, p. 305).

Como el Padre Menni se encontrase con tantalabor en la que tuvieron gran parte de los asuntos de laprovincia de Hungría, con el fin de atender también contoda solicitud a los de las otras provincias y en espe-cial la española, hizo venir desde Guadalajara (Méjico)al Rvdo. Padre Fray Juan de la Cruz Sansegundo y alHermano Cornelio Anaut, practicante de farmacia, losque ayudaron con verdadero interés al ReverendísimoVisitador.

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el camino del Vaticano; el Papa, que debía recibirnos alas nueve y media, acababa de avisar que no nos reci-biría hasta las diez y media; a las diez estábamos en lafarmacia del Vaticano, la cual, como sabe V. R. está enel interior del Palacio y servida por nuestros Hermanos.Allí el P. Prosdócimo y el P. Deodato, farmacéuticos,nos dijeron que el Papa les había invitado a unirse anosotros. El P. Prosdócimo es a un mismo tiempo far-macéutico y enfermero del Papa. Todas las mañanaspasa a las habitaciones de S. S. para prestarle algunosservicios que su salud reclama y por la noche duermeen un aposento contiguo al del médico, próximo al delPapa. Cuando no puede le reemplaza el P. Deodato. Ala hora oportuna nos dirigimos a las habitaciones delSanto Padre, dejando atrás las grandes salas derecepciones públicas, pues estábamos en el interiordel palacio. Entonces advertí que el buen P. Prosdó-cimo llevaba unas magníficas gafas con montura deoro. Este es, me dijo, un regalo que me hizo S. S. y lasuso siempre que voy a prestarle algún servicio. Hénosya en el ascensor privado del Padre Santo, por el quedesciende de sus habitaciones a los jardines del pala-cio. Póngase aquí, me dice el P. Prosdócimo, ese sitioes donde se sienta siempre el Papa. Nuestro P. Generalestaba ya colocado en el ascensor y sonreía. ¡Oh! sí, ledije yo, V. Rvma. ya tendrá hoy bastante honor, yo mereservo éste; y me hundí en el asiento del Padre Santo,procurando no perder nada de aquella tela, tantasveces santificada por el Vicario de Jesucristo. Elascensor se detuvo en la sala de los guardias; nosotrosla atravesamos, saludados militarmente. Recorrimosuna serie de quizá diez o doce salones, unos másgrandes, otros más pequeños. En una de aquellas

SEGUNDA PARTE – CAP. XLVIII 707

mo Padre en Jesús, María y José, Fray Benito el hara -poso”.

La Santa Sede, por decreto de la SagradaCongregación de Religiosos a 21 de abril de 1911 lenombraba General de toda la Orden por seis años y asíno hubo lugar al Capítulo General.

Ante tal disposición, dijo que no quería escatimarnada a Nuestro Señor y la aceptó por amor de Dios yde su Orden. Con nuevo celo empezó a trabajar ypasados algunos días, como tuviese la fe en la bendi-ción del Vicario de Jesucristo que siempre tuvo, pidióde nuevo audiencia y el próximo 14 de mayo fue reci-bido con su definitorio.

De ella hizo relación detallada uno de los definido-res de la que extractamos lo que sigue:

Una audiencia

“Roma 14 de mayo de 1911. – Mi muy amadoPadre: Fecha memorable de mi vida es esta, dulcegozo para mi corazón tan amante del Papado, día cuyorecuerdo no se borrará jamás de mi memoria, en el quenuestro definitorio general ha sido recibido en audien-cia privada del Papa. Hace algunos días, el Definitoriogeneral fue en corporación a visitar al Eminentísimo Sr.Cardenal Vicario cuyo recibimiento y acogida tan ama-ble y afectuosa me ha dejado encantado. Oprimidoscomo estábamos por el mucho trabajo y la escasez detiempo, hubo de hacerse la ida y vuelta en carruaje, yasí después de quince días que llevo en Roma, todavíano he visto nada de Roma. Esta mañana emprendimos

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él y para con toda la Orden y le ofreció los respetos ydevoción de todos nosotros. Pío X tomó entonces lapalabra, hablándonos de amor a la Orden; él nos diograndes consejos y nos señaló las direcciones a quedebíamos atenernos; nos dijo entre otras cosas: Hacedpracticar la regla, la regla sobre todo; yo os recomien-do la regla y con ella la caridad, la bondad, la pacien-cia con los pobres enfermos; mas la caridad no lapracticaréis bien si vosotros no observáis la Regla ysois humildes; otra vez os recomiendo la Regla; y sientre vosotros hay algún religioso que no observa laRegla, que no es obediente, si no le podéis reducir alcamino de la observancia y regularidad, hacedle mar-char al siglo. Después añadió: Os voy a bendecir atodos, a vuestra Orden, vuestras familias, vuestrosamigos; vosotros formad vuestras intenciones interior-mente y yo os bendeciré según los deseos de vuestrocorazón. Yo esperaba este momento; desde por lamañana me había preparado; me recogí un momentoen la presencia de Dios y ratifiqué mi intención de quefueran bendecidos todos los que yo amo, según elgrado de derecho y de predilección en que yo lestengo. La audiencia había terminado y nos disponía-mos para salir. Nuestro Padre General formulaba lasfrases de gracias y de despedida, cuando Pío X mirán-dole con aquella su vista tan dulce y penetrante, le dijo:Me parece que al entrar, os he visto doblar con dificul-tad la rodilla; ¿es que sufrís? Muy Santo Padre, tengolas venas dilatadas. Entonces S. S. mirando y sonrien-do al P. Prosdócimo, que es bastante grueso le dijo:Haceos cuidar de éste que os pondrá tan bueno comoél está. Después mirando al P. Déodas, que es muydelgado. Por este no os dejéis cuidar, que no sabe cui-

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salas más grandes había un trono, el P. Prosdócimonos dijo que en ella había muerto León XIII. Más alláhabía otra sala pequeña, también con un trono; es lapieza que precede inmediatamente al gabinete de tra-bajo del Papa, y el trono y algunos asientos que en ellahay, es porque allí Pío X recibe a los personajes distin-guidos, dando así solemnidad a sus recepciones priva-das. Aquí nos esperamos nosotros como unos diezminutos, pues nuestra audiencia sería de íntima fami-liaridad y el Papa nos recibiría en su mismo gabinetede trabajo. En fin, la puerta se abre, un camarero secre-to nos invita a entrar; el corazón latía con violencia,mas yo me esforcé por parecer sereno; el Papa está allíde pie en su gabinete de trabajo; su fisonomía tranqui-la, impregnada de dulzura y resignación; me sobrecogíprofundamente; yo me preguntaba a mí mismo si eraaquél en cuya presencia me hallaba, Pío X, el Papa demis ensueños, el Pontífice tan bueno y quedé por unmomento como enajenado. Se acercó a nuestro P.General y antes de que hubiese podido arrodillarse, elP. Santo le ayudó a levantar y con mucha bondad lepreguntó por su salud; todos le besamos la mano; des-pués con un gesto gracioso nos mostró a cada uno suasiento, los que estaban preparados alrededor de sumesa de escritorio, en número igual a nosotros y cadauno tomó el ofrecido, según su dignidad. El últimoasiento estaba ocupado con un libro grande, el PadreSanto dijo al P. Prosdócimo: llévelo a otro sitio y tomeasiento ahí. Después él se sentó también pues hastaentonces había permanecido de pie. Su fisonomía sealegra, sus ojos se animaron, nos miró sonriendo conamabilidad y se dispuso a escucharnos. Ntro. Rvmo. P.General le dio las gracias por sus bondades para con

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s e c retarios, deberíamos no hacer otra cosa que estartodo el día con las cartas de los niños. ¡Cómo le re b o-saba al Papa la alegría y la satisfacción al decir esto!Para cada uno de los Padres definidores tuvo unafrase amable y cariñosa. Yo me sentí animado y le dijeaún: Santísimo Padre, mañana nosotros celebramos elquincuagésimo aniversario de la profesión religiosa den u e s t ro Superior General, bendecidle, a fin de que nosg o b i e rne todavía muchos años. ¡Oh! dijo él, ¡qué her-mosa carrera! sí, sí. El Padre General le dio las graciasy en su respuesta dijo una frase milanesa por lo que elPapa recogió la palabra y dijo: ‘Sois de Milán’, con-testándole el P. General en sentido afirmativo.Después, refiriéndose a las Hermanas fundadas porn u e s t ro Padre General, dijo el Padre Santo: ¿Hacemucho tiempo que no véis a las Hermanas? ¿cómoestán? ¿estáis contento de ellas?… El Papa se pusode pie y nosotros nos apresuramos a levantarnos. Laconversación continuó aún algunos minutos, pero yono sé con quién ni lo que se dijo, porque en talesmomentos yo sólo tenía una preocupación: contem-plar los rasgos de Pío X y retenerlos en mi memoria.Nos arrodillamos por última vez para besar su Anillo ynos retiramos con el corazón lleno de alegría y re c o-nocimiento hacia este Papa tan bueno, tan santo, afa-ble y paternal. Sí, mi buen Padre Juan Pablo; he aquípara mí y para todos los que la hemos disfrutado, unaj o rnada inolvidable. En saliendo de la audiencia fui-mos a ofrecer nuestros homenajes al mayordomo deSu Santidad Mon. Bisleti, quien está a la cabeza ylleva la responsabilidad de todo lo que se hace en elPalacio del Vaticano.

SEGUNDA PARTE – CAP. XLVIII 711

darse y lo haría mal, como lo hace consigo mismo.Esto lo dijo sonriendo, y como es natural todos reímos.Nuestro P. General respondió entonces: Yo soy yaviejo, y todos los cuidados son inútiles. ¡Oh! dijo el P.Santo, yo no veo lo que vos decís, que sois viejo; decidun poco gastado; yo tengo cerca de seis años más; sivos decís que sois viejo podemos convenir en que yohe caído ya en la decrepitud. Al oír esto todos noshemos reído; y desde este instante, ya no nos hemoscreído en la presencia del Papa, sino en la casa denuestro querido Padre, del que la bondad iguala a lamajestad. Hubo un momento de pausa; nuestro PadreGeneral lo aprovechó para presentarnos individual-mente. He aquí, le dijo al presentarme, el ProcuradorGeneral; es francés. Hasta aquí el Papa había habladoen italiano y todo lo que os vengo refiriendo es la tra-ducción hecha por nuestro Padre General, aunque yolo había comprendido todo con corta diferencia. Loque sigue fue dicho en francés. Muy Santo Padre ledije yo, le pido una bendición especial para laComunidad y para mis queridos niños enfermos queacabo de dejar. Sí, yo les bendigo, que ellos rueguenpor mí; pídales rogar por mí. Santísimo Padre, ellosrogarán, porque os aman. Nosotros os amamos todosy os damos gracias del bien que V. S. ha hecho a laFrancia y a los niños, por la comunión frecuente. Lahermosa fisonomía del Papa se iluminó. ¡Oh! los niños,los niños, dijo; tendré que dar un Decreto rogando queno me escriban tanto. (Esto lo decía S. S. en broma ylleno de satisfacción). Los niños me dan demasiadotrabajo; ellos me escriben, para decirme que me obe-decen y me dan gracias; falta que yo les responda, quepueda firmar tantas cartas. Yo, mis secretarios y sub-

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detuvo en Milán cinco días, llegó a París el día 8, dedonde pasó a Lión y en julio ya se encontraba enCarabanchel Alto, recibiendo la profesión de sieteNovicios de su Orden. Desde el 17 al 22 de julio secelebró el capítulo Provincial de los Hermanos, presidi-do por el mismo Reverendísimo Padre.

Pasó luego a visitar varias casas y regresó nueva-mente a Roma, acompañado del Rvdo. Padre PedroPiera, el 31 de agosto del referido año 1911.

Después de adelantar sus trabajos en la provinciaromana, nuevos asuntos le obligaron otra vez a dejar laciudad Santa, para encaminarse a París, a donde llegóel 14 de octubre de dicho año; el Arzobispo de París ledelegó para que en su nombre bendijera la Capilla ynuevo pabellón que acababa de construirse en el Asilode Santa Germana de las Hospitalarias, cuya bendi-ción se efectuó el mismo día 14 y la inauguración tuvolugar al día siguiente. Presidió dicha cere m o n i aMonseñor Odelin, Vicario General del Arzobispado,acompañado del P. Menni.

Después de visitar las casas de los Hermanos enParís se dirigió a su amada España, donde nuevamen-te recorrió varias casas de la Orden, con grande satis-facción suya y de sus amados Hijos en el Señor. Suintención era regresar a Roma para la Nochebuena,mas no le fue posible, porque asuntos delicados leobligaron a permanecer en San Baudilio hasta el 14 delpróximo enero de 1912.

Por aquel tiempo tuvo el Padre Menni presenti-miento de que no volvería más a España; así se locomunicó a algunos de sus Hijos y a alguna otra per-

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De allí hemos descendido a San Pedro, para rogardelante de la confesión de los Santos Apóstoles y enseguida ante la imagen de nuestro glorioso PatriarcaSan Juan de Dios, regresando a San Juan Calibita,comentando por el camino las escenas de esta hermo-sa mañana”.

Fiesta jubilar de la profesión religiosa

El 15 de mayo de 1911 se Celebraron en todas lascasas de ambos Institutos solemnes fiestas con moti-vo del quincuagésimo aniversario de la profesión per-petua del Rvmo. P. Menni. Con este motivo la provinciaespañola se distinguió singularmente; de acuerdo conel Definitorio, envió al Rvmo. Padre un valioso y artísti-co cáliz, con esta inscripción: “La provincia española asu Restaurador y General de la Orden en el quincuagé-simo aniversario de su Profesión religiosa”. Acompa-ñaba a la ofrenda una expresiva y respetuosa carta, enla que los religiosos de la provincia ofrecían a S. P.Rvma. el tributo de sus filiales sentimientos.

Tanto en esta ocasión como en el año anterior, alcelebrarse las bodas de oro, se hicieron imprimir re c o r-datorios conmemorando las dos festividades, con ins-cripciones redactadas por el Emmo. Sr. Cardenal Vives.

Nuevos trabajos

Asuntos importantes de su Orden le obligaron ae m p render de nuevo un viaje a Milán, Francia yEspaña, saliendo de Roma el día 2 de junio de 1911; se

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Rvmo. Padre había prometido el día de su primera pro-fesión trabajar y luchar sin descanso hasta el últimoaliento, y así lo cumplió con la gracia de Dios y suconstancia en la oración. Enterado como estaba delestado de su Orden y de sus necesidades, formulóbases y todo cuanto era necesario para conservar elorden y santa observancia donde estaba en su vigor, ypara que floreciera de nuevo en aquellos puntos dondehubiera decaído. En unión de su Definitorio trabajabapara poner a su Orden a la altura que le correspondía.Teniendo en cuenta que sus Constituciones teníanalgunas deficiencias y necesitaban modificación enalgunos puntos, después de preparar un extenso tra-bajo, no queriendo resolver por sí mismo, convocó atodos los Provinciales y demás Padres que por dere-cho les corresponden asistir a los capítulos, para con-sultar y resolver en unión con los mismos.

Es sustituido

El 19 de junio hizo dimisión de su cargo1 y fuelenombrado sustituto en el Vicario General y según cos-tumbre establecida en Roma para las órdenes religio-sas, recibió el Santo Padre en audiencia privada alnuevo Definitorio poco después en unión con el PadreMenni.

De la audiencia, el P. Prosdócimo, que se unió a losmismos, dice lo que sigue: El Padre Santo recibió con

SEGUNDA PARTE – CAP. XLVIII 715

1 En el archivo de las Religiosas Hospitalarias se conservanapuntes sobre las causas que motivaron el cese en el cargo y otroshechos de mucho interés.

sona de su confianza, bien que fuera esto una inspira-ción del Señor, o que con su clara inteligencia preveíalo que le iba a ocurrir por las noticias recibidas.

En el mes de marzo se había propuesto visitar lascasas de Hungría y demás provincias que la Orden tieneen aquellos países, para lo cual les anunció su ida yellos se preparaban con entusiasmo para recibirle. No lecupo esta satisfacción, porque en aquella época hacíamucho frío y le aconsejaron dejarla para más adelante.

En los intervalos que le dejaban libre sus continuosviajes, preparó un Manual de piedad con su horariopara las diferentes estaciones del año, en el que ponede manifiesto su deseo de que los Hermanos acudancon puntualidad a los actos religiosos, sin descuidarpor esto de ningún modo la asistencia de los pobresenfermos. Compró libros escogidos y a propósito parareligiosos de vida activa. La Casa Generalicia quedótransformada, así como el Hospital, y lo mismo elSanto Noviciado, que floreció como ya hacía muchosaños no se había visto. No hay que extrañar que elenemigo estuviera furibundo al ver las pérdidas quetenía desde que el Rvmo. Padre había sido puesto a lacabeza de la Orden; así es que se valió de todos susardides y trazas para echar por tierra todo lo que elRvmo. Padre había reformado.

Había ya girado su visita por las más importantescasas de su Orden de España y Francia y si por faltade tiempo no había podido visitar las restantes, procu-ró informarse de los Padres Provinciales de las mismassobre el estado en que se encontraban. Parece quepodía descansar siquiera una temporada, pero no; el

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CAPÍTULO XLIX

Últimos días del Padre Menni y su muerte

Su re t i r o . – Durante su estancia en París. –Orden de traslado. – La despedida. – En Dinán.– Última enfermedad y su muerte.

Su retiro

Hallábase en París, aliviados un tanto sus cansa-dos hombros con el cese en el Generalato efectivo,holgada el alma sin la pesadumbre de responsabilida-des, y adornada su venerable persona con la investi-dura, tan sobradamente merecida, de Prior General adhonorem, cuando se sintió impulsado a abandonar elsitio tranquilo de su descanso por las inquietudes quelevantaba en su ánimo la incierta suerte de sus funda-ciones lusitanas, a cada paso amenazadas desde lasangrienta revuelta.

Para enterarse de la situación y por asegurar cuan-to fuese dado la propiedad de las casas de Telhal eIdanha, se trasladó a Portugal y en estas andanzas se

PRIMERA PARTE – CAP. I 717

su acostumbrada bondad a los Rvmos. Padres Defi-nidores y de una manera especial se dirigió al Rvmo.Padre. Después de animarle mucho, le dijo: “AhoraVos, os podéis dedicar a rogar y aconsejar a vuestrosHermanos”. Por fin les bendijo y el Padre salió fortale-cido con esta bendición para continuar su vida desacrificio. Varios asuntos que la Orden tenía pendien-tes, le obligaron a permanecer en Roma por algúntiempo.

Sale de Roma

Salió de Roma el día 5 de septiembre, llegando aParís el 7 del mismo mes. Los Hermanos de París lerecibieron en su casa como un don del cielo y no leescatimaron los cuidados y atenciones que exigía sudesgastada naturaleza a fuerza de sus años, excesivostrabajos y sufrimientos.

Penosa sorpresa

También le dio qué pensar y le hizo sufrir el nom-bramiento inesperado de Visitador Apostólico para laCongregación de Hermanas Hospitalarias, que lo fueprimero un Padre de la Orden de San Juan de Dios ydespués el auditor de la Rota Española Ilmo. Sr. D.Enrique Reig y Casanova, actual Obispo de Barcelona.Sobre este acontecimiento hay muchos documentosen el archivo de las Religiosas Hospitalarias.

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pobre sayal hospitalario; y agrega que no consiguiódistraerle una vez sola, que iba siempre a guisa depenitente romero, sin darse cuenta por do pasaba, sindejar de rezar, ni parar mientes en nada de la tierra,mezclando sus rezos con frecuentes jaculatorias y queen las iglesias quedaba absorto ante el sagrario. A estose reducían sus ratos de esparcimiento y así se ibaacercando su vida rápidamente al ocaso.

Orden de traslado

Pero aquel acercarse a su fin, era un deslizarsedemasiado blando, en extremo dulce para un almadivinamente enamorada de la cruz. El cronista de suOrden tiene la palabra sobre este punto1. “Supimos enEspaña que el Rvmo. P. Restaurador había sido trasla-dado a nuestra casa de Dinán”. Hace enseguida el cro-nista conjeturas sobre las causas que le parecen deci-dieron su traslado2 añade: pero debieron comprenderlos autores de semejante medida que alejando a nues-tro Padre de la compañía de sus Hijos e Hijas le empu-jaban hacia el sepulcro... Dios había dispuesto que sufiel siervo apurara el cáliz de la amargura y diera pen-diente de la cruz el último suspiro. Porque ¿qué mayorcruz y martirio para un padre amantísimo que versepróximo a exhalar el postrer aliento lejos de sus hijos yde sus hijas, aquellos a quienes con tanto trabajos, pri-vaciones y desvelos había engendrado en Jesucristo?

SEGUNDA PARTE – CAP. XLIX 719

1 Caridad y Patriotismo, p. 324.2 Sobre el motivo de su traslado dan mucha luz la correspon-

dencia y documentos recibidos de Roma por aquel entonces, que seguardan en la Secretaría general de las Hermanas Hospitalarias.

hallaba, cuando recibió orden de dejar todo aquelpenoso enredo y volver a París; y con la sumisión ypuntualidad de un novicio, dejólo y tornó al lugar de suretiro. En marzo de 1913 sufrió un fuerte ataque dereuma; quedó privado del habla y se creyó inminenteen extremo el peligro; pero Dios le reservaba otrasheces más amargas de su cáliz antes de expirar.

Durante su estancia en París

Algo repuesto de su enfermedad, recibía en Parísconsoladoras visitas, y sostenía amable corresponden-cia con sus Hijas y con muchas personas de gran esti-mación y le era consolador regalo que le alegraba dul-cemente ponerse al tanto de cuándo en cuándo de lamarcha de sus dos queridos Institutos. Son dignas demención las visitas de Mons. Ragonesi, que al venirdesde Roma a tomar posesión de su cargo de NuncioApostólico en Madrid, no quiso pasar por París sin veral venerable anciano inveterado en las luchas por lacaridad y agobiado con el peso de la cruz de sus tra-bajos. Otra fue la de doña Celestina Clot, noble y pia-dosa dama de Barcelona, la cual durante su estanciade varios días en París le hizo salir en coche, lo que elilustre enfermo agradecía en el alma, por lograr conesto ocasión de visitar las más devotas iglesias y ora-torios de la capital, renovando de esta suerte elambiente de piedad que su alma respiraba; aunquenos cuenta la señora, que lo conseguía, bien a pesar,por otro lado, del P. Menni y en fuerza de repetidos rue-gos, porque le sobrecogía el temor de escandalizar aquien le viera caminando en carruaje, vestido con el

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humildad. Nosotras por nuestra parte, procuremos imi-tarle, mis amadas Hermanas, elevemos al cielo ‘unFiat’ lleno de confianza en Nuestro Señor para queacepte nuestros sufrimientos y nos dé santa resigna-ción, paz y unión entre nosotras y a nuestro veneradoy pobre Padre su corona. – Tres veces hemos tenido elconsuelo de verle y dos de ellas en nuestra casa.Constantemente está rezando y diciendo jaculatorias ynos ha repetido muchas veces: ‘Orad y perdonad’. –Se sufre atrozmente viéndole. Hemos pasado días tris-tísimos. La despedida nos han dicho fue horrible,como el último adiós del cementerio. Verdad es quemientras viva hay esperanza, pero él ha de sentir grandesconsuelo, ausente de esta casa donde tanto lequieren y veneran. – Mis amadas Hermanas, basta decosas tristes; a todas las dejo en la llaga del Corazónde Jesús unidas en la pena y el dolor. Las abraza afec-tuosamente su afectísima Hermana en el Señor. – SorMaría del Camino”.

La despedida

La Superiora General de sus Hijas las Hospita-larias, pocos días antes habíale prometido trabajarcuanto pudiera por volverle a Ciempozuelos, sitio rega-lado de sus santos cariños, y él le contestó: “Bien, Hijamía, si es voluntad de Dios, de lo contrario, no”.

A punto de ponerse en marcha, dirigió por últimavez su palabra a sus amigos y más caros hijos enJesucristo: todos con los ojos llenos de lágrimas y elcorazón conmovido recibieron su última bendición ycada cual para sí le pedía una particular y se despedían

SEGUNDA PARTE – CAP. XLIX 721

“Era la corona que faltaba al mártir del deber, al fer-voroso celador de la más perfecta vida religiosa, alincansable misionero de la caridad evangélica, al entu-siasta propagador de los corazones de Jesús y deMaría”.

He aquí la comunicación que la Superiora Generalde las Hospitalarias envía desde París a susHermanas: – “Ave María Purísima. – París a 25 de abrilde 1913. – Mis amadísimas Madres y Hermanas en elCorazón de Jesús: Les dirijo ésta con el corazón tras-pasado de pena causada por la orden de traslado denuestro pobre Padre a otra casa de su Orden. Al llegaraquí con las Hermanas a este asilo destinadas, nosdieron la triste nueva de haberse recibido mandato envirtud de santa obediencia de llevar a nuestro Padre aDinán, donde le han fijado residencia. El amor y vene-ración de sus buenos Hermanos les ha hecho resistir-se, pero al fin, como buenos, han tenido que obedecer.¡Pobre Padre! ¡Cuánto le ama Nuestro Señor! Su impre-sión al vernos ha sido horrible. Quedó sin poderhablarnos durante unos minutos. Y nosotras, ¿qué lesdiremos? A pesar de nuestro esfuerzo por no apenarlelas lágrimas nos han hecho traición, el corazón queríasalirse del pecho ante cuadro tan triste. Apenas puedehablar; lo hace silabeando como los niños; mueve acompasión a todos su estado; no parece el mismo sinoes en el fervor. Sus fuerzas físicas están agotadas. Suaspecto es tristísimo. Hemos visto a los Hermanosdespués de la dolorosa marcha y nos han manifestadogran sentimiento: estaban, dicen ellos, orgullosos detener en casa un santo, y admirados de su virtud vién-dole recibir todos los reveses con gran sumisión y

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Este arroyuelo se desliza suavemente por la llanu-ra, pero su murmullo no es el mismo que oí en mi infan-cia no lleva a mi alma ningún recuerdo.

Suaves son estos cantos, pero las tristezas y lasalegrías que despiertan no son ni mis tristezas ni misalegrías.

Me han preguntado: ¿por qué lloras? Y cuando lohe dicho nadie ha llorado, porque no me entendían.

He visto ancianos rodeados de niños, como el olivode sus pimpollos, pero ninguno de esos ancianos meha llamado hijo suyo: ninguno de esos hijos me ha lla-mado su hermano. ¡Por doquiera me hallo sólo! ¡Perocon Vos, oh Dios mío no estoy sólo!

Rudamente golpeadas sus sienes por tales ideas ytraspasada el alma, fue sobrecogido de parálisis ycomenzó a extinguirse la luz de su inteligencia acelera-damente; pero aún llegó a ver un día a dos de sus hijas,que postulando por el Norte de Francia, llegaron hastaDinán. Al verlas, conmovido, entrecortada el habla porla emoción con voz apagada, casi extinguida, pudoapenas preguntarlas: ¿Hijas mías, existís aún?...¿dónde está la Madre General? Sólo ideas torcedorascruzaban por su mente y atribulaban su alma. Así lotestifican sus hermanos los Religiosos.

Ya no podía re z a r, pero se le veía clavados los ojosen la estatua del Corazón de Jesús que sobre rústicoescabel se levanta al final de una de las hermosas callesde álamos de el amplio parque de la Casa de Salud, elrosario en su mano temblorosa, pasando sus cuentase n t re los dedos, torpes ya, sin otra sensación que la deladormecimiento y hormigueo frío de la parálisis.

SEGUNDA PARTE – CAP. XLIX 723

besándole sus manos consagradas con la veneraciónque se tributa a las cosas santas y con el cariño tiernoy profundo que se profesa a un Padre extraordinaria-mente bueno. Y luego partió el viajero, acompañado deun religioso, dejando a la comitiva muda y anegada ensentimientos de dolor, contemplando cuán desgarra-dor debía ser a aquel corazón lacerado, alejarse sinesperanza de los seres que tanto amó.

En Dinán

En aquella estancia de placer, tan a propósito parael solaz y el descanso, siguieron hostigándole moles-tos y tristes pensamientos, asediando su alma conmelancólicos pesares. Derramando lágrimas lenta ypausadamente le traía su flaca memoria las estrofasllorosas de la elegía del poeta y del filósofo Lamennais:“He pasado por los pueblos, los he mirado, ellos mehan mirado y no nos hemos reconocido”.

Cuando veía al declinar la tarde elevarse del fondode valle el humo de alguna chimenea se decía: feliz elque vuelve a encontrar por la noche el hogar domésti-co y en él toma asiento en medio de los suyos.

¿Adónde van esas nubes arrojadas por la tempes-tad? Como a ellas también a mí me arrojó la tormenta.Mas ¿qué importa dónde? Quien está sin los suyos pordoquier se halla sólo.

¡Hermosos son estos árboles; hermosas estas flo-res, pero no son las flores y los árboles de mi país! Nome dicen nada.

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Lo que más le ha emocionado ha sido el relato dela ceremonia de pronunciar sus votos perpetuos variasde vuestras Hermanas, haciendo votos al cielo paraque el Señor les conceda la perseverancia en su santavocación.

Me encarga el Rvmo. Padre que les ruegue haganoraciones todas vuestras Comunidades, para que Diosle conceda mucha paciencia y entera sumisión a suadorable voluntad. Estad segura, mi Rvda. Madre, queél no os olvida y envía a todas su más afectuosa ypaternal bendición.

Dígnese mi Rvda. Madre hacer un recuerdo ensus oraciones de este que le envía el testimonio de sureligioso respeto. – Fr. Severino”.

Al día siguiente se recibe otra que retrata al Padrecual fue siempre, el devotísimo de la Eucaristía y delRosario:

“Dinán 2 de julio de 1913.

Mi Reverenda Madre: El buen Padre no está peor.Continúa recibiendo diariamente la Sagrada Comunióny mañana y tarde pasea por el Parque. Reza mucho yno se descuida nunca de rezar el rosario. Inútil meparece decirle que no olvida a ninguna de vuestrasHermanas en sus continuas oraciones.

Dígnese, mi Reverenda Madre, aceptar el testimo-nio de mi religioso respeto. – Fr. Juan de Dios”.

Las restantes comunican los pasos ligeros de laremisión de fuerzas y el apagarse la vida.

SEGUNDA PARTE – CAP. XLIX 725

Ultima enfermedad y su muerte

Del progreso de su mal y del funesto fin nos danrazón estas cartas de los buenos religiosos susHermanos de Dinán, que se consideraban felices, aun-que lamentando su desventura de no poderle aliviar,por la suerte de atender en sus últimos días al miem-bro tal vez más ilustre después del Santo Fundador,que ha contado la Orden Hospitalaria.

Ruega la Superiora General de las Hospitalarias sedignen comunicarle nuevas con la frecuencia posible yse le contesta:

“Dinán 17 de mayo de 1913.

Reverendísima Madre: Tengo verdadera satisfac-ción en complacerla dándole noticias del Rvmo. Padre.

Desde su llegada a Dinán no hemos notado ningunamejoría. El pobre tiene las piernas muy débiles y andacon gran trabajo, fatigándose en seguida. Su memoria lees infiel y tiene mucha dificultad en explicar sus ideas,así le es imposible celebrar la Santa Misa. La SagradaComunión la recibe diariamente en su habitación.

Poco a poco se va acostumbrando a su nuevasituación y (como él dice a menudo), se pone en lasmanos del buen Dios para que disponga de él segúnsu beneplácito.

Con gran emoción ha oído la lectura de vuestracarta, enterneciéndose con los sentimientos que ennombre propio y en el de vuestras Hermanas le signifi-cáis, así como os agradece las fervorosas plegariasque por él eleváis diariamente al Buen Dios.

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No sale de su habitación y su triste estado necesi-ta cuidados particulares e incesantes. Hacemos cuan-to es posible para endulzarle su triste situación.

Le hemos presentado sus recuerdos y se ha enter-necido mucho.

El buen Dios le prueba en este mundo a fin derecompensarle en el otro, donde nos re u n i re m o stodos.

Agradezca, mi Rvda. Madre, la expresión de misreligiosos respetos. – Fr. Juan de Dios”.

“Dinán, 26 de enero de 1914.

El Rvmo. Padre hace algunas semanas que guardacama y está paralizado totalmente sin hacer memoriade nada.

Es una lástima que no se hayan acordado antes dela fotografía, pues hoy es casi imposible hacerlo. Siviésemos alguna ocasión favorable no nos olvidaremosde complacerla.

Reciba, mi Rvda. Madre, la expresión de mis reli-giosos respetos. – Fr. Juan de Dios”.

Otra carta de marzo notifica haberle hallado elsuperior con gran despejo de inteligencia el día de SanJuan de Dios y haber recibido el enfermo con más con-suelo del alma la sagrada comunión. Otras llegandiciendo:

“Dinán, 20 de abril de 1914.

Mi Rvda. Madre: El Rvmo. Padre, vuestro venerableFundador, está peor hace unos días. Se alimenta con

SEGUNDA PARTE – CAP. XLIX 727

“Dinán, 15 de diciembre de 1913.

Mi Reverenda Madre: El Rvmo. Padre goza debuena salud, dadas su edad y achaques.

Tiene bastante apetito y no sufre mucho, puescada día se da menos cuenta de cuanto pasa a su alre-dedor. Parece que se ha alegrado con la lectura devuestra carta, pero no está en disposición de contes-taros.

Admita, Rvda. Madre los sentimientos de religiosorespeto. El Superior, Fr. Garambau”.

“Dinán, 29 de diciembre de 1913.

Mi Rvda. Madre: Muy grato me hubiera sido poderenviarle buenas noticias de nuestro Venerable y queri-do enfermo y también algunas líneas de su mano,pero... el buen Dios no lo quiere. Digamos con resigna-ción: ‘Fiat’.

No quiero entrar en detalles del estado de salud delvenerado enfermo. Me contento con decirle que elbuen Padre se va acabando mucho y si su estado físi-co es más lamentable, sufre menos porque se da pocacuenta.

Yo me encomiendo a sus oraciones y soy todosuyo en Jesucristo. – Fr. Juan de Dios”.

“Dinán, 6 de enero de 1914.

Mi Rvda. Madre: El Rvmo. Padre no está peor,p e ro como ya le he dicho otra vez, no está para re c i-bir visitas.

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El 21 de abril de 1914 apareció el período agónico.El Padre Casiano, Sacerdote de su Orden, le asistió,repitiéndole fervorosas jaculatorias, cumpliendo así elencargo encarecido que el ilustre enfermo le habíahecho, si acaso moría sin poderlas pronunciar, comoaconteció. El venerable moribundo pudo sólo expresarsu asentimiento con miradas y movimientos afirmati-vos, a cuanto piadosamente le exhortaba el P. Casiano.Duró su agonía hasta las nueve del día 24, que era vier-nes, en que su alma, rotos los lazos de la materia,adornada de virtudes y llena de merecimientos, seentregó plácida y tranquila en los brazos divinos de suJesús, en quien tanto había confiado siempre.

La tristísima noticia la comunicó el telégrafo a susHijas las Hospitalarias de París y de aquí otro telegra-ma decía a las de su Casa-Matriz de Ciempozuelos:“París, 24, 14, 30: Padre fallecido, 9 mañana. – Elisa”.

SEGUNDA PARTE – CAP. XLIX 729

dificultad, duerme poco y la parálisis hace progresos;no se levanta para nada y parece que no sufre mucho.Su estado, aunque no es crítico nos inspira seriostemores, teniendo en cuenta su edad y que podía aco-meterle un síncope.

Reciba el testimonio de mi religioso afecto. – Fr.Juan de Dios”.

Domingo 11 h. 30. – El venerado Padre se ha agra-vado esta mañana y le hemos administrado los SantosSacramentos a las once.

Dinán, 21 abril 1914.

Mi Rvda. Madre: el Rvmo. Padre está peor. Losmédicos juzgan que será cosa de pocos días y quizáde horas. El venerado enfermo apenas se alimenta y surespiración es lenta y difícil.

Reciba la expresión de mi religioso afecto. – Fr.Juan de Dios.

Dinán, 23 de abril de 1914.

Reverenda Madre: El Rvmo. Padre está poco máso menos. Su estado aunque no es grave, es muy críti-co y nos tememos cualquier desenlace porque losmédicos han perdido toda esperanza.

El venerable enfermo se da poca cuenta de suestado y así no sufre tanto.

Dígnese recibir la expresión de mi religioso respe-to. – Fr. Juan de Dios.

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este Padre nos ha dicho que al sugerirle pensamientossantos, le manifestaba gran satisfacción, mirándole; élno podía articular palabra pero mostrábase sonriente.Le administraron la Santa Unción porque se veía priva-do de poder alimentarse; la parálisis le atacaba granparte de la cabeza. Su agonía fue larga pero tranquila;según dicen, conocía, porque al ponerle la vela de laagonía en la mano, él mismo la empuñaba.

Por fin falleció dejando a toda la Comunidad edifi-cada de su paciencia y gran resignación.

Cuando nosotras llegamos aquí hacía más dev e i n t i c u a t ro horas que había fallecido y con el fin deque pudiéramos verle y acompañarle todo el tiempoque restaba hasta el día del sepelio, le depositaron enuna capilla mortuoria que tienen para los pensionis-tas; dicen que para los Hermanos tienen otra en laclausura, y de dejarlo allí no le hubiéramos podidoa c o m p a ñ a r.

Hicimos que lo fotografiaran. Quedó con unaexpresión de tranquilidad que no parece sino que esta-ba durmiendo plácido sueño.

Por fin dispusieron darle sepultura el lunes, segúnles dije en mi anterior, dada la oposición que se noshacía para trasladarle a España; se conoce que elSeñor, a pesar de todo, quiere que su cuerpo vaya aunirse con los de aquellas personas que han trabajadocon él, pero antes ha tenido que estar sometido a lacontradicción. El domingo por la noche, se recibió untelegrama diciendo que no se procediera al entierro delPadre hasta recibir órdenes del Vicario General; elentierro se suspendió, pero no los funerales y demás

SEGUNDA PARTE – CAP. L 731

CAPÍTULO L

Después de su muerte

Últimas noticias. – El sepelio. – Juicios de laprensa.

Ultimas noticias

Las da esta carta: “Dinán a 26 de abril de 1914.Muy amada Madre Priora y demás Hermanas en elSeñor: Supongo en su poder una carta que las escribíanteayer, en la que les decía que en otra les daría másnoticias de nuestro amado Padre (q. e. p. d.).

En cuanto a su enfermedad pocas cosas podemosdecirles, pues hace algún tiempo que apenas podíahablar; al ver que se agravaba su estado, estos buenosHermanos han trabajado cuanto han podido parahacerle dulce, si cabe, su estado y proporcionarlecuantos medios han estado a su alcance, para quenada, ni espiritual ni temporal, le faltara. Vino de Parísel P. Lambert, a quien nuestro Padre apreciaba mucho,con el sólo fin de asistirle en sus últimos momentos;

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Según las nuevas disposiciones del telegrama delProvincial de España, salió de Dinán el cadáver el 29de abril en triple caja, de cinc la primera envolvente delcadáver y de castaño las otras dos, precintada y sella-da la exterior. Llegó a la frontera y como en la docu-mentación de que era portador el Padre Lambert noapareciese el certificado del embalsamamiento, no exi-gido en los traslados dentro de Francia, fue detenido yvuelto a la primera estación, a Hendaya. El encargadode recibir el cadáver en nombre de la Ord e nHospitalaria en España, comunicó el suceso al directorde los manicomios de Santa Águeda, Dr. Añíbarro,quien acompañado de dos Hermanos Hospitalarios,marchó en automóvil y halló el cadáver en el cemente-rio de Hendaya. Allí con el delegado de medicinai n y e c t a ron, cubriendo las formalidades legales, seobtuvo licencia del Gobernador y continuó el transpor-te, llegando a Ciempozuelos, después de nueve díasde viaje, y a los catorce de su fallecimiento.

El sepelio

Hízose en la capilla que en el cementerio parro q u i a lde Santa María Magdalena de la villa de Ciempozuelosposee la Congregación de Hermanas Hospitalarias, sitiopor él más de una vez indicado. Se abrió la sepultura enmedio del local y para preservar de la humedad delsuelo el ataúd, se atravesaron barras de hierro a unoscincuenta centímetros del suelo de la fosa, revestida deladrillo, que se cubrió con bóveda de lo mismo. Ta m b i é naquí se presentó la contradicción: se tenía abierta otrafosa en el reservado que los Hermanos de su Orden tie-

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ceremonias, que se hicieron con toda solemnidad. Vinoa presidirlas un Delegado del Señor Obispo de estadiócesis y otras personas eclesiásticas. Como el cadá-ver no se podía enterrar lo volvieron a depositar en lacapilla mortuoria. Los Hermanos lo llevaron en hom-bros procesionalmente a la Iglesia y en igual forma levolvieron a la capilla y por lo tanto nos quedamos otravez acompañándole.

Todo el día hemos estado esperando órdenes deEspaña; por fin podemos decirles que han ordenado setraslade el cadáver a Ciempozuelos; hoy están hacien-do los trámites necesarios y mañana, Dios mediante,saldrá de aquí, sin poderles decir cuándo llegará allá;de todos modos esperamos nos cabrá el consuelo depoderlo llevar con nosotras. En otra ocasión les dare-mos noticias de lo que venga.

Continúen agradeciendo al Señor los favores quenos concede: veíamos ya perdida la esperanza depoder tener cerca de nosotras a nuestro pobre Padre yel Señor al fin nos lo concede.

Estamos agradecidísimas de estos buenosHermanos que se han desvelado por atendernos entodo y en hacer por el Padre cuanto ha estado a sualcance.

Pidan al Señor por todos, y de una manera espe-cial por su afectísima Hermana que a todas las abraza.Sor María del Camino”.

A los funerales de Dinán asistieron siete Hermanas.En el cementerio de la Comunidad que existe dentrode la finca de los Hermanos de Dinán, en el sitio demayor honra y preferencia, habían abierto la fosa.

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p. mes de abril, en el convento hospital de Dinán, enFrancia, rodeado de sus hermanos en religión, confor-tado con los auxilios espirituales y con la bendición delSumo Pontífice, a los 73 años de edad, con la sonrisade los santos, fallecía el Reverendísimo P. Benito, en elsiglo Hércules Menni, superior General de la Orden deSan Juan de Dios.

El P. Menni fue y será un orgullo, una gloria denuestra Parroquia: nació el 11 de marzo de 1841, defamilia suficientemente provista de bienes materiales,pero mejor conocida y apreciada por sus sentimientosreligiosos.

Después de una juventud que no hacía prever unporvenir tan extraordinario, movido hacia el 1859, en elcurso de una de aquellas misiones que se acostumbratener aquí cada decenio, con otros tres compañerossuyos, pedía entrar en la Orden de San Juan de Dios.Tal elección no había sido casual, pues en la guerra de1859 se había prestado para la asistencia de los heri-dos en el hospital que aquellos religiosos tenían aquíen Milán en la Puerta Nueva. Fue recibido en el 1860 ypreparado ya con buenos estudios, en octubre de1866 fue consagrado Sacerdote en Roma.

Por aquel tiempo se proyectaba la restauración delbenemérito Orden en España, donde, si bien habíatenido su cuna, por razones de los turbulentos azarespolíticos entonces encontrábase casi extinguido. PíoIX, fácil conocedor de los individuos, indicaba a nues-tro Padre Menni como idóneo, y en 1867 fue enviadocomo Delegado Apostólico.

El asunto que se confiaba a nuestro buen religiosono era en verdad fácil. Infinitas fueron las privaciones,

SEGUNDA PARTE – CAP. L 735

nen en dicho cementerio. Mas a ruegos encarecidos delos conocedores de la voluntad del finado, el Vi c a r i oGeneral accedió a que se abriese otra a última hora enel indicado sitio, donde hoy se encuentra1.

Cubre el sepulcro un sarcófago de mármol blancocuya inscripción dice: “Rvmo. Padre Fr. Benito MenniFigini, XXXIX General de la Orden Hospitalaria de SanJuan de Dios, Varón penitentísimo, de caridad inagota-ble y exepcionales dotes de gobierno: Restaurador dela Orden Hospitalaria en España, Portugal y Méjico:Bienhechor incansable de la humanidad doliente,fundó para los pobres y desgraciados hasta veintidósgrandiosos establecimientos de beneficencia entrehospitales, Asilos y Manicomios. No pudiendo conte-ner el ardiente celo de su magnánimo corazón, fundótambién la insigne Congregación de HermanasHospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, que detan admirable y heroica manera secundan en las per-sonas de su sexo, la caritativa labor de los Hermanosde San Juan de Dios, en todo el mundo.

Amado de cuantos tuvieron la dicha de conocerle,colmado de días y de merecimientos, falleció en la pazdel Señor a los 73 años de edad, en Dinán (Francia) eldía 24 de abril de 1914. Rogad por él”.

Juicios de la Prensa

“ N e c rología, Rvmo. P. Benito Menni, SuperiorGeneral de la Orden de San Juan de Dios. El 24 del p.

734 SAN BENITO MENNI – BIOGRAFÍA DOCUMENTADA

1 Cf. nota 1, capítulo XXIX.

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El P. Menni probó que la religión no extingue losafectos naturales, nobles y rectos: amaba a su patriaItalia, y siempre vivió no sólo con el afecto vivísimo,sino pensando y proyectando cómo le sería factiblebeneficiarla, transplantando allí su obra. Esto lo decíahace años a quien escribe estas pobres líneas; pero loexpresaba con tal calor como si estuviera ya a puntode realizar su plan. “Una sola cosa me falta, decía él,encontrar una persona que me entienda y que puedabien interpretarme”. Sin duda fue para él una de lasmayores satisfacciones poder llevar a efecto la funda-ción de la casa de Viterbo en 1907.

¿Si amaba su patria? Apenas desembarcadas lastropas italianas en Libia, él ya General de su Orden,dispuso en seguida establecer un hospital en Trípoli yde acuerdo con el P. Provincial de Milán, fueron desti-nados a él seis de sus religiosos, un sacerdote y unmédico quirúrgico. Mano secreta malogró la bondado-sa iniciativa del buen Padre, que por ello pasó grandí-simo disgusto.

Apenas se estableció en Italia, conocidos sus méri-tos, León XIII de santa memoria, le nombró consultorde la Sagrada Congregación de Religiosos y Pío X, lenombró primeramente Visitador Apostólico y despuéscon “Motu proprio” de 22 de abril de 1911, hacíaleSuperior General de toda la Orden.

El P. Menni, a pesar de verse agobiado por el cui-dado de tantos asuntos, no olvidó jamás a su familia nia su Parroquia.

Escribía breve, pero frecuentemente. De cuándo encuándo hacía una pequeña desviación de sus conti-

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los desengaños y las persecuciones que debió supe-rar. Dotado de un celo infatigable y sostenido de unavirtud sólida, no tardó en establecerse en Barcelona;después en varias ciudades de España, de Portugal,Francia y hasta Méjico (América); fundó 18 hospitales,de los cuales algunos, como el de Ciempozuelos, soncapaces de 800 y más camas. Abrió también estable-cimientos para niños raquíticos, escrofulosos, en loscuales todo es gratuito.

Fundaciones de semejante naturaleza reclamabanla cooperación activa y caritativa de hombres religio-sos, cuales fueron escogidos por San Juan de Dios enla institución de su orden; tampoco debía faltar la asis-tencia delicada, minuciosa y materna de mujeres, quese consagrasen a ella con misión especial.

A esta, diremos, laguna dejada por el Santo Fun-dador, suplida admirablemente con sus vastas ideas elPadre Menni, que instituía a tal fin la Congregación deHermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón deJesús.

No puede expresarse cuánto bien obtuvo pormedio de éstas, ni significarse cómo por su excelsaobra felizmente llevada a cabo, fue celebrado su nom-bre por toda España. Las más altas autoridades civiles,sin excluir la Corte Real, en especial siendo Regente laReina Madre, le guardaron las mayores atenciones; nosólo mostrándose deferentes, sino que en ocasionesmuy difíciles le dispensaron su real protección. Al P.Menni se confiaron no pocos y delicados asuntos, quecon su ingenio y prudente penetración supo siempreconducir a feliz término.

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ciencia de méritos y lo llamó al premio de los elegidos.– La Orden de San Juan de Dios ha perdido en él sumás valioso apoyo, la familia el más seguro consejero,nuestra parroquia el mejor de sus parroquianos; masno sólo esperamos, estamos ciertos de haber todosadquirido un fortísimo protector en el Cielo.

(Del Bullettino Parrocchiale di S. Maria alla Fontana.– Revista mensual – Milán, mayo de 1914).

–“Padre Menni. – El 24 de abril, en Dinán (Francia),asistido de sus Hermanos en Religión, y confortadocon la bendición del augusto Pontífice, con una sonri-sa envidiable de paz, rendía su bella alma a Dios elRvmo. Padre Benito Menni Superior General de laOrden de San Juan de Dios. Nació en Milán, en el añode 1841. Ordenado en 1866, fue enviado a España en1867 para la restauración de aquella provincia de suOrden, casi extinguida por las vicisitudes políticas. – ElP. Menni, amantísimo de la Religión y de espíritu fer-viente, se prepara a tan ardua empresa y superadasuna infinidad de privaciones y persecuciones, salió arecoger limosnas y abrió en Barcelona un Hospital. –Con el espíritu y con aquella táctica que es propia delos Hijos de San Ambrosio y de San Carlos, no obs-tante las alteraciones de los tiempos, el P. Menni llevóa afecto la apertura en diversas ciudades de España,Portugal y América, de 18 Hospitales, la mayor partegratuitos, para toda clase de miserias humanas. Portanta caridad su nombre se hizo célebre en España yfue honrado por la misma autoridad civil, de quien reci-bió delicadas comisiones que con su elevado ingenio,condujo a feliz término. Vuelto a Italia, el SumoPontífice León XIII de santa memoria, le nombró con-

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nuos viajes y casi todos los años venía a visitar a susparientes.

El recibimiento que siempre se le hacía, era el quese hubiera hecho a un santo, como efectivamente loera. De estatura alta, como todos los de la familia, peroun poco inclinado, la fisonomía de asceta, la voz siem-pre moderada, algo lánguida; el conjunto, el andar, lasonrisa, revelaban en él la consumación de la virtud, laperfección de la vida. Era afable con todos, de todo ypor todos se interesaba, siempre movido del deseo desaber que todos obraban bien. Apenas llegaba, anun-ciaba en seguida su pronta partida, y a la natural insis-tencia de los parientes, que lo habrían entretenido díasy semanas, respondía siempre con una sola palabra:“Amados míos, ante todo el deber”.

Nunca dejaba de celebrar la santa misa, aunquefuese después de haber pasado una noche entera enel tren y con ayuno de 18 o 20 horas, precedida siem-pre de una larga preparación y haciéndola seguir unalarga acción de gracias. Quien lo observaba celebran-do, no podía quitar de él los ojos hasta que lo perdíade vista, entrando en la sacristía. Todas las veces quesalía de la parroquia, se llegaba al baptisterio y aquí,arrodillado y profundamente inclinado, rendía gracias aDios, porque allí mismo le había hecho cristiano y reno-vaba entonces las promesas que por él habían hechosus padrinos. – En los últimos años se encontrabaextenuado por la fatiga y abstinencia, y regía, no obs-tante, aquello que él consideraba su deber, pero sos-tenido más que de su complexión de acero, de la vir-tud y de su voluntad, más firmes que el acero. –Finalmente, Dios lo encontró colmado más que a sufi-

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le a los 73 años en la tumba. – En el periodo de tiempoen que fue, por orden de la Santa Sede, DelegadoApostólico, ha devuelto a España, cuna de la Orden,muchos hospitales, además ha instituido y fundadouna Congregación floreciente de Hermanas bajo laRegla de San Agustín, intituladas Hospitalarias del S.Corazón de Jesús. Estas tienen el cuidado de laspobres mujeres enfermas y dementes. ¡Oh cuánto detodos hubiera sido deseada la larga existencia de esesanto religioso! Pero siendo muy violento el mal quedurante largo tiempo le afligía, habiéndole sobrevenidouna terrible crisis se aceleró su última hora. Con la des-trucción de su robusta naturaleza, su espíritu no sedesanimó jamás, conservándose siempre sereno, antecuanto le preparaba la Divina Providencia. Dispuestode buen grado a continuar su vida ejemplarmentesacerdotal con la adquisición de la deseada salud, eigualmente resignado si los sufrimientos que trabaja-ban su existencia le fuesen prolongados, tambiénpronto a aceptar la muerte, cuya imagen tremenda viotantas veces de cerca. – Los consuelos de nuestraSanta Religión y una bendición especial del SantoPadre, hicieron menos amargos los indecibles sufri-mientos del período agudo de la inexorable enferme-dad que el 24 de abril próximo pasado lo llevó al sepul-cro. – Los solemnísimos funerales celebrados el juevespasado en San Juan Calibita en Roma, con la asisten-cia de casi todos los generales de las diversas Ordenesy muchísimos religiosos con grande concurrencia delpueblo, fueron prueba solemne del sentimiento generalque ha suscitado la desaparición de este docto y vir-tuoso general de una Orden bien vista en el mundo

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sultor de la Sagrada Congregación de Religiosos. Node menores favores gozó junto al reinante Pío X, que lenombró Visitador Apostólico y por último con “Motuproprio” en 1911, Superior General de la Orden.

Para mejor ayudar a toda clase de personas, elPadre Menni fundó la Congregación de HermanasHospitalarias del S. Corazón de Jesús, que tienencasas de salud para dementes, Asilos para niñas raquí-ticas y huérfanas, etcétera.

No obstante su avanzada edad, conservó siemprela inteligencia y el espíritu juveniles. Desembarcadaslas tropas italianas en Libia enseguida pensó en abriren dicho punto un Hospital y ya el P. Provincial Celes-tino Gastelletti destinaba seis religiosos de la provinciade Milán, cuando mano secreta impidió y esta negati-va ocasionó en él grandísimo disgusto. Pocos mesesantes, el Padre Menni estuvo en Portugal, después vol-vió a París, luego fue a Dinán, pero sus setenta y tresaños le impidieron hacer otros viajes como habríadeseado su férvido amor por la Orden y el Señor lo lla-maba a recibir el premio de tantas fatigas sostenidasen favor de la humanidad doliente”. (Hasta aquí es delperiódico La Resegone, 30 de abril de 1914).

–“Gran luto en la Orden Hospitalaria de San Juande Dios. – Después de una larga vida gastada toda ellaen el ejercicio de la verdadera caridad cristiana, juntoal lecho del enfermo y del pobre, el Rvmo. PadreBenito Menni, General de la Orden Hospitalaria de SanJuan de Dios, que con gran solicitud, energía e inteli-gencia la dirigía, fue sorprendido de enfermedad tancruel que resistiendo a todos los cuidados, encerrába-

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santo que, haciendo traición a su humildad, pronto seextendió y propagó por toda Italia hasta llegar a oídosdel Sumo Pontífice, el inmortal Pío IX, quien deseandoconocerle, mandóle llamar y le recibió en audiencia pri-vada para más de cerca observar la virtud y el candordel insigne joven, Hermano Benito Hércules Menni;prendado S. S. de las bellas cualidades que adornabanal joven religioso y de sus sublimes virtudes, halló en élen quien encomendar la restauración de la Orden deSan Juan de Dios en España, idea que S. S. ansiaba yacariciaba en su mente mucho tiempo había; ordenólede sacerdote en 14 de octubre de 1866, a los veinti-cinco años de edad, y revelóle su pensamiento de quepasara a España; la empresa era ardua, costosa, difícil,pero el joven Padre Benito Menni, que no es sóloHércules en el nombre sino también, muy principal-mente en las obras y en el valor, la aceptó generoso, yponiendo toda su confianza en aquel Señor Dios de losEjércitos, se lanzó heroico a arrostrar, a acometer yvencer las dificultades todas que, cual enemigos, seopusieran a la realización del ideal del Santo Padre a élencomendado. Sin más apoyo y protección que la delcielo y la bendición de Su Santidad, emprende el cami-no y llega a España el 8 de noviembre de 1876, paradar comienzo a una obra a todas luces sublime, raya-na en temeraria, en cuyo desarrollo no habían de fal-tarle persecuciones, menosprecios y desdenes; mas elP. Menni no desfallece, ¡cuánto pueden la virtud y elamor de Dios! antes al contrario, constante e invenci-ble, lucha contra todos los obstáculos, los vence, y porfin logra ver coronada con gloriosa victoria, la feliz yansiada idea del Santo Padre y restaurada la Orden de

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entero, muy querida de la Iglesia y de la Sociedad”.(Del Corriere d’Italia 4 de mayo de 1914).

–“Rvmo. P. Benito Hércules Menni Figini. – E nDinán (Francia), ha fallecido el 24 de abril de loscorrientes, tan santamente como había vivido, elRvmo. P. Benito Menni y Figini, Superior General detoda la Orden de S. Juan de Dios, Restaurador de lamisma en España y Fundador de las re l i g i o s a sHospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús. Nacióesta ilustre lumbrera de la Orden Hospitalaria que a tansublime altura ha sabido colocarla, en Santa MaríaFontana (Italia), el 11 de marzo de 1841, dejándosetraslucir desde su niñez su amor al trabajo, a la cienciay a la virtud. Apenas contaba diecinueve años de edad,sintióse inspirado a abandonar el mundo, y dándole,un sempiterno adiós, abrazó la vida religiosa, ingresan-do en calidad de postulante en la Casa que la OrdenHospitalaria posee en Milán, donde vistió la santalibrea de la Hospitalidad de San Juan de Dios, el día 13de mayo de 1860. Terminado el año de noviciado, queaprovechó solícito para adornar su inocente alma deinmortal aureola de todas las virtudes, hizo su profe-sión simple, consagrándose al Señor en cuerpo y almapara siempre, pronunciando los cuatro votos de obe-diencia, pobreza, castidad y perpetua Hospitalidad eldía 15 de mayo de 1861, acto que repitió con inusita-do fervor tres años después, el 17 de mayo de 1864,por la profesión solemne de sus votos. – Ante la impo-sibilidad de poder narrar todas y cada una de las virtu-des en que sobresalió, ya religioso, solo diré que entodas floreció y todas practicó en grado sumo y heroi-co, sin excluir ninguna: fue tal su fama de virtuoso y

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Superior General y Restaurador en España de losHermanos de San Juan de Dios y Fundador de lasHermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón deJesús, costeadas por el ilustre Ayuntamiento como tri-buto de gratitud a los innumerables favores que dedicho Padre Menni ha recibido aquella villa en cuyohonor le ha dedicado una de las mejores calles, dán-dole su nombre.

La oración fúnebre estuvo a cargo del eminenteorador sagrado, Párroco de Ntra. Sra. de la Almudena,D. Bonifacio Sedeño de Oro; la capilla musical deHermanos de San Juan de Dios del Manicomio deVarones interpretó con gran maestría y precisión per-fecta la célebre misa de final un tierno y conmovedor‘Ne recorderis’, a tres Requiem del maestro Ledesma acuatro voces y órgano; al voces y solos, original de sueminente director (compuesto para este funeral y dedi-cado al Rvmo. P. Benito Menni) Fr. Castor Roca, de lamisma Orden Hospitalaria. – Descanse en paz el ilustrefinado y a todos nos bendiga desde el cielo, donde sinduda está disfrutando del premio debido a sus traba-jos y virtudes. (Un suscriptor de Madrid). (De LaSemana Católica, mayo de 1914).

–El Rvmo. P. Benito Menni. – En Dinán, poblaciónal norte de Francia, falleció el día 24 del pasado a lasnueve de la mañana, el Rvmo. P. Benito Menni,Restaurador de la Orden de San Juan de Dios enEspaña y Fundador de la Congregación de HermanasHospitalarias del S. Corazón de Jesús. – Este siervo deDios es muy conocido en Navarra. – En los tres añosde la última guerra permaneció en el Hospital de Iracheal servicio de los enfermos en compañía de algunos

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San Juan de Dios en España, en posesión de variosestablecimientos benéficos en distintas ciudades de lapenínsula, y vuelta, en más si cabe, a su primitivo apo-geo y esplendor.

Pareciéndole pocas las penalidades sufridas en ellogro de sus aspiraciones, lánzase intrépido de nuevoa la lucha, fija su mirada en una nueva obra como laprimera, grande, y no cede hasta verla coronada con lafundación de una Congregación religiosa de HermanasHospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, conmisión de servir y cuidar a pobres enfermas; congre-gación que, cual los Hermanos de San Juan de Dios,es venerada y admirada del mundo entero. – A vos-otros, heroicos religiosos Hospitalarios de San Juan deDios y heroínas Hospitalarias del Sagrado Corazón deJesús, que lloráis con lágrimas copiosas de amor lamuerte de vuestro venerado ‘Padre’ enviamos desdeestas líneas, en nombre de España entera, nuestro mássincero pésame por la pérdida tan irreparable quesufrís, viéndoos desposeídos del cariño y dirección depadre tan sabio y tan santo; pero cese vuestro llanto;enjugad vuestras lágrimas porque vuestro queridísimoPadre Benito Menni está en el cielo, en trono muy ele-vado y cercano al de la Divinidad, desde donde oscontempla y protegerá compasivo; sí, truéquensevuestras lágrimas de dolor y pesar en lágrimas de ale-gría, porque vuestro Padre Restaurador y Fundador, esun santo de la corte celestial”. – E l i s i o . – (De L aSemana Católica, 9 de mayo de 1914).

–Solemnes honras fúnebres. – El día dos de mayocelebráronse en Ciempozuelos solemnes honras fúne-bres por el alma del Rvmo. Padre Benito Menni,

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A los religiosos Hospitalarios de San Juan de Diosy a las religiosas Hospitalarias del Sagrado Corazón deJesús, enviamos nuestro más sentido pésame por lairreparable y sentidísima pérdida de su queridísimoPadre General, Restaurador y Fundador. – Un suscrip-tor de El Salmantino”.

“El Rvmo. Padre Benito Menni. – Ayer por la maña-na falleció en Dinán, (Francia) el Rvmo. Padre BenitoMenni y Figini, General de la Orden Hospitalaria de SanJuan de Dios, pasando de este mundo tan santamen-te como en él vivió. Una antigua enfermedad agudiza-da en estos últimos tiempos, le ha llevado al sepulcro,lejos de su querida España, que fue el campo de susapostólicos trabajos y en donde siguiendo las huellasdel santo Patriarca de la Caridad, restauró la OrdenHospitalaria de San Juan de Dios y su ardiente caridade intenso celo por la gloria de Dios y bien de lospobres, le llevó a fundar una nueva Orden religiosa: lade las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazónde Jesús y la B. V. María, que ya goza de floreciente ypróspera vida en la mayor parte de las naciones cató-licas de Europa.

Su muerte deja sumidos en la mayor tristeza a susbeneméritos Hijos y a las Hermanas Hospitalarias ypriva a los pobres enfermos, a los dementes y a losniños, y en general, a todos los desvalidos, de aquelgigante de la Caridad que en vida se llamó el P. Menni.

Reciban todos ellos la expresión de nuestro pesar,y aunque piadosamente pensando, el insigne muertoestará ya gozando de la gloria de Dios, a quien pediráconstantemente por sus hijos y para la prosperidad de

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Hermanos de su Orden. – Poco tiempo después de laguerra hizo un viaje por Estella y sus cercanías, parareclutar algunos jóvenes con que engrosar su Orden.Cuando más tarde fundó la Congregación de Herma-nas Hospitalarias, solicitó la cooperación de algunossacerdotes navarros que le proporcionaron bastantesjóvenes de vocación religiosa, con las cuales pudohacer la fundación. Así se explica que muchos de losque hoy ejercen cargos elevados en ambas congrega-ciones, sean naturales de Navarra.

Aquí en Pamplona estuvo en varias ocasiones, yade paso para Belascoain, cuyas aguas solía tomar, yatambién para tratar de la instalación de los Hospi-talarios y Hospitalarias en el manicomio y visitar lasComunidades en él establecidas. – Sus excesivos tra-bajos han concluido con su salud y lo han mandadolleno de méritos al otro mundo.

Decanse en paz este nuevo apóstol de la Caridady Dios haya premiado sus trabajos en el cielo. (De ElPensamiento Navarro, diario de Pamplona).

“Muerte sentida. – Acábase de recibir de Dinán,Francia, noticia de haber fallecido en aquella capital eldía 24 de los corrientes, el Rvdo. P. Benito Menni yFigini, Superior General de la Orden de San Juan deDios y Fundador de las Hermanas Hospitalarias delSagrado Corazón de Jesús, varón eminentísimo porsu ciencia y santidad, que ha implantado en Españamultitud de establecimientos benéficos cuya noticiaha cundido rápidamente por toda España, donde esmuy estimado y venerado este santo varón y siervo deDios.

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dignísimo Ayuntamiento ha dado a la calle principal delpueblo el nombre de ‘Calle del Padre Benito Menni’.

Con la muerte del Padre Benito pierde la causa tra-dicionalista un veterano de los que iban de batalla, enbatalla recogiendo los heridos y animando a los queiban a recibir el precio de su sangre en la otra vida.

Reciban un sentido pésame la Orden Hospitalaria ytodos los que con él estuvieron en las filas de CarIosVII (q.e.p.d.) defendiendo la santa causa de Dios,Patria, y Rey. – Emilio Gené Coll”. – (Del Corre oCatalán, mayo de 1914).

“Rvdo. P. Benito Menni: En el tren correo deFrancia que pasa por ésta a las doce del mediodía, hansido trasladados a la Casa Matriz de Ciempozuelos losrestos del que en vida fue el Rvdo. P. Menni, que comosaben los lectores del Heraldo Alavés, falleció santa-mente en Dinán (Francia) el día 24 de abril próximopasado.

Era el P. Menni restaurador de la benemérita Ordende Hermanos de San Juan de Dios y Fundador de la deHermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón deJesús, las cuales órdenes por su desinteresado espíri-tu de caridad y abnegación tantos beneficios reportana la humanidad. Desde la frontera ha acompañado alcadáver hasta Vitoria el Hermano Claudio y de aquí aCiempozuelos el Hermano Leandro.

De Santa Águeda llegaron a ésta el P. Miguel yHermano Arsenio y las Hermanas Sor María de laSalud, Sor María de la Aurora y Sor María de Jesús, losque presenciaron el paso del cadáver en la estación,donde se rezó un responso.

SEGUNDA PARTE – CAP. L 749

sus obras, rogando a nuestros piadosos lectores unaoración por su alma”. (De El Correo Español).

El Siglo Futuro, dice lo mismo.

Idem el Correo de Andalucía.

“Pueblo agradecido. – El sábado, 2 del corriente,se celebraron en la villa de Ciempozuelos solemnesfunerales por el eterno descanso del gran protector dela misma, el Rvmo. P. Benito Menni y Figini, Fundadorde las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazónde Jesús y Restaurador de la Orden de S. Juan deDios, cuyos frutos está recogiendo la humanidad ente-ra y en particular en aquellos puntos donde tienen fun-dados sus hospitales, manicomios y asilos.

Grandes fueron sus virtudes y grandes fueron tam-bién sus obras de caridad para con sus semejantes, yesto lo demuestra la grande obra de la restauración,obra que todos respetan y veneran y que a este fin secongregó venerar su memoria en los solemnes funera-les que se celebraron en la iglesia parroquial deCiempozuelos, costeados por el Ayuntamiento y con lamás grande alegría de todo el pueblo, que asistió conuna verdadera devoción a tan solemne como piadosoacto, el cual fue presidido por el mismo Ayuntamientoy demás autoridades, tanto civiles como militares y conla asistencia de todo el ‘Capítulo’ de la Ord e nHospitalaria, presidido éste por el Reverendísimo P.Vicario General de toda la Orden, Provincial y Defini-torio de la misma.

La villa de Ciempozuelos ha cumplido su deber tanjusto y tan grande, que quedará grabado para siempreen el corazón de todos y para perpetuar su memoria el

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cido el cadáver al cementerio, seguido de todo el pue-blo que llora en el P. Menni la muerte de un Padre.

Al entierro asistieron más de 600 personas, sincontar las dos Comunidades que pasaban de 170.

Descanse en la paz del Señor el que en vida luchópor la causa tradicionalista y fue un gran bienhechor dela humanidad. – Emilio Gener”.

(Del Correo Catalán, 14 de mayo de 1914.)

Al entierro asistió también la Comunidad de religio-sas Oblatas del Santísimo Redentor.

SEGUNDA PARTE – CAP. L 751

A su vez la Madre Superiora. de Santa Águeda, SorVicenta, marchó en el exprés de ayer tarde a Ciempo-zuelos para acudir al grandioso recibimiento que allí leha preparado el pueblo en masa para acompañarle a laúltima morada.

Les acompañamos en su justo dolor a losHermanos de San Juan de Dios y Hermanas Hospita-larias; y descanse en paz el Rvmo. Padre Menni quepensando cristianamente, estará ocupando el lugarque Dios tiene preparado en la mansión celestial a susfieles servidores”. Z. R. A. (Del Heraldo Alavés.)

“En Ciempozuelos. Entierro del Rvdo. P. BenitoMenni. El día 6 del corriente se efectuó el entierro delReverendo Padre Benito Menni, que murió el día 24 deabril en Dinán (Francia), y cuyo cuerpo fue trasladado ala villa de Ciempozuelos (Madrid).

Nuestro querido amigo y correligionario y concejaldel Ayuntamiento salió a esperarle en la frontera y deallí acompañarle a su destino.

A las dos y media llegó el cadáver a la estación deCiempozuelos, que una hora antes ya estaba llena decuriosos. Recibieron el cadáver las autoridades, yluego bajó la cruz del Manicomio y la de la Parroquia,junto con toda la Comunidad del Manicomio y la deHermanas del Sagrado Corazón, (de la que eraFundador el P. Menni), y se le cantó un responso. Elduelo fue presidido por el Ayuntamiento y por elCapítulo de la Orden, con asistencia del Rvdo. PadreProvincial, Fr. Federico Rubio.

En cuanto el duelo llegó a la puerta de la capilla delManicomio se le cantó un responso y luego fue condu-

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tributó. Reunido el Concejo, acordó lo que hizo cons-tar en acta formulada en los términos que reproduce elsiguiente certificado:

“D. Juan Pachón Rivera, Secretario del Ayunta-miento de la villa de Ciempozuelos.

Certifico: Que en el libro de actas de sesiones ordi-narias celebradas por este Ayuntamiento en el añoactual en la correspondiente al día 25 de abril próximopasado, aparece entre otros, el particular siguiente:

1°. El Sr. Alcalde manifestó a la Corporación queen el día de ayer falleció en Dinán (Francia) el Rvmo.Padre General de la Orden Hospitalaria de San Juan deDios, Fr. Benito Menni y Figini, Fundador en estapoblación del Manicomio de varones a cargo de losHermanos de la expresada Orden y del de señoras acargo de las Hermanas Hospitalarias del SagradoCorazón de Jesús.

Que aunque mucho se dijera en alabanza de sumemoria, resultaría escasísimo la realidad por susgrandes merecimientos, su virtud especial, su incansa-ble amor al trabajo, hasta hacer lo que con ayuda deDios consiguió para ser después admirado de todos ydesde ayer en adelante de nadie olvidado.

Que con respecto a los beneficios que este puebloha recibido en todos sentidos del sabio Sacerdotenada tenía que exponerse por ser de todo el puebloconocido y habiendo sido esta localidad su predilectaresidencia, a la que tanto cariño profesó siempre,entendía que era llegado el caso de que el Ayun-tamiento dedicara un recuerdo a su memoria, que aun-que insignificante resultaría siempre de su agrado allí,

SEGUNDA PARTE – CAP. LI 753

CAPÍTULO LI

Homenaje necrológico

Funerales. – General sentimiento de dolor y opi -nión unánime.

Funerales

Llegada la infausta nueva a todas las casas de laOrden Hospitalaria, se celebraron solemnes funeralesen cada una, e igualmente en las de la Congregaciónde Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón deJesús. En San Baudilio de Llobregat pronunció la ora-ción fúnebre el Rvdo. P. Fr. José María Gutiérrez, (fran-ciscano).

En Ciempozuelos, en el que se celebró en la casamatriz de las Hermanas Hospitalarias ofició el Ilmo. Sr.Dr. don Enrique Reig, Obispo de Barcelona y dijo laoración fúnebre el Rvdo. P. Dámaso Fuertes (Misionerodel Inmaculado Corazón de María). En muchas otrasiglesias se celebraron también y es digno de menciónaparte el recuerdo que el pueblo de Ciempozuelos le

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ideal, confiando siempre en Dios de quien esperabarecibir el galardón. La gran iglesia se llenó de fieles ymuchas personas amigas vinieron de Madrid. En otrasiglesias celebraron funerales por el eterno descanso desu alma, en testimonio de reconocimiento y cariño porbeneficios incontables recibidos de su bendita mano.

General sentimiento de dolor y opinión unánime

Al doloroso sentimiento por su grandísimo que-branto de las dos Congregaciones religiosas, se unie-ron los de innumerables personas de todas las clasessociales haciendo constar el concepto elevado que laejemplarísima vida del P. Menni les había hecho formarde él y de su suerte suprema.

Consignando los nombres de los que firman losdocumentos recordatorios que a la vista tenemos yomitiendo los muchísimos que debemos omitir evitan-do la prolijidad, y muchos más que en el archivo de lasreligiosas Hospitalarias no se conservan, debemosmencionar los de los Emmos. Cardenales Vico y Cos,de S. M. la Reina Dª María Cristina y Ministro de Graciay Justicia. En carta dirigida a la Superiora General delas Hospitalarias, dice el capellán del manicomio deseñoras de San Baudilio que: Al pedir a los Sres.Obispos la concesión de las Indulgencias, todos, ade-más del oficio otorgando la merced me mandaban unacarta particular con frases como estas: “Ha muerto elsiervo fiel, el Santo”.

He aquí algunos testimonios en particular: “Pam-plona 30 de abril 1914. – Rvma. M. General de las

SEGUNDA PARTE – CAP. LI 755

donde los buenos como él reposan etern a m e n t e .Enterada la corporación municipal y por unanimidad devotos acordó: 1º. Que conste en acta su sentimientopor la muerte del Rvmo. Padre General de la OrdenHospitalaria de San Juan de Dios, Fr. Benito Menni yFigini. 2°. Que una comisión de la Corporación se tras-lade a la casa matriz de dicha Orden establecida enesta población y exprese el sentimiento de esteAyuntamiento por tan irreparable desgracia: 3°. Quecon cargo al capítulo de Imprevistos del presupuestode gastos de este Municipio, se costee un funeral deprimera clase en sufragio del alma del expresadoSeñor, al que se procurará dar la mayor brillantez ypopularidad dentro del vecindario y 4º. Que a la callede los Caños de esta localidad se le ponga su nombrepara perpetuar su memoria. Y para que conste, expidola presente que visada por el Sr. Alcalde, sello y firmoen Ciempozuelos a primero de mayo de 1914. Vº Bº. ElAlcalde José López. – Juan Pachón. Hay un sello quedice: Ayuntamiento Constitucional de Ciempozuelos”.

Las honras fúnebres se celebraron en la iglesiaparroquial asistiendo el Vicario General de la OrdenHospitalaria, el P. Provincial y su Definitorio y todos losPriores de la provincia española, los cuales vinieroninvitados por el Ayuntamiento para éste acto desdeCarabanchel, donde se hallaban celebrando Capítuloprovincial. Después de la Misa, pronunció un discursofúnebre el Dr. D. Bonifacio Sedeño de Oro, párroco deSanta María la Real de la Almudena de Madrid y cape-llán de Honor; de S. M., en loor del ilustre finado,haciendo resaltar su espíritu fuerte a través de las con-tinuas luchas de la azarosa vida hasta el logro de su

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Un santo más en el cielo, donde el Señor nos con-ceda verlo. Juan Franco, Pbro. (Arcipreste de la SantaIglesia Catedral).

Escoriaza 5 de julio 1914. Rvda. M. SuperioraGeneral de las Hermanas Hospitalarias. Mi distinguidaSeñora: Bien comprenderá usted el grandísimo senti-miento que produjo en esta su casa la muerte del bue-nísimo P. Menni a quien tanto queríamos, y con el cualme ligaba una sincera amistad desde mi niñez. Muchotrabajó y sufrió en este mundo, pero ya tiene todogalardonado y pagado con creces por Cristo N. S. dequien fue su fidelísimo siervo. Ustedes cuentan ya conun protector especialísimo en el cielo; que siempre seacordará de ustedes su santo Fundador. Muchísimo lahe agradecido el recordatorio que me ha remitido.Aunque el P. Menni no tiene necesidad de sufragios nole olvidaré en mis pobres oraciones. Mi madre, mujer ehijos me encargan dé a usted muy especialmente y alas religiosas Hospitalarias nuestro más sentido pésa-me por la pérdida de tan querido padre.

Sabe usted que puede disponer cuanto guste desu muy affmo. s. s. q. b. s. p., José de Itarte.

Villarejo de Salvanés 6-5-14. Rvda. M. General delas Hermanas Hospitalarias. Muy respetable Madre yestimada en Cristo: Me creo en el deber de asociarmea esa venerable y para mí estimadísima Comunidadpor el justo dolor de la sensible e irreparable pérdida desu Fundador y Director. Justo es que le tengamos pre-sente, pero feliz él que seguramente habrá ya recibidoel premio de sus muchos trabajos y méritos. Reciba laComunidad mi sentido pésame y el testimonio de mimás distinguida consideración. Rafael G. Tuñón.

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Hospitalarias. Ciempozuelos. Mi querida Hija en elSeñor: Así se lo conceda el Señor como yo se lo pido.Dios Nuestro Señor ha conservado al Rvmo. PadreMenni hasta ver sosegada la tempestad y así habrámarchado tranquilo al otro mundo a recibir el premiode sus trabajos. Consuélense todas con esta esperan-za, y anímense a seguir con más perfección cada díaen el camino que él las trazó, como las desea de todocorazón el que se encomienda a sus oraciones y lasbendice en el Señor, su affmo. cap. y Padre en Xto. ElObispo de Pamplona”.

Madrid 3 de mayo de 1914. Rvda. Madre Supe-riora: Conocí y traté al P. Menni, y siempre admiré sugrande virtud y sobre todo la fortaleza en llevar a cabotan importantes empresas no obstante las contradic-ciones y obstáculos que encontró en su camino. ElSeñor le habrá recompensado con abundancia sus tra-bajos. No me olvido en mis pobres oraciones delRvmo. P. Benito Menni ni del Instituto que tanto ledebe; pido las de usted y las de sus hijas para mí ypara mi Orden. De V. affmo. en Cto. Fr. Enrique Pérezde la Sagrada Familia (Prior General de AgustinosRecoletos).

Málaga, Sábado 2 mayo 1914. Rvma. MadreGeneral de toda mi consideración y aprecio: Acabo derecibir la carta fúnebre, por la que me entero que volóal cielo nuestro amadísimo Padre Benito Menni.

Tanto mis hermanas como yo damos a V. R. nues-tro más sentido pésame y a la venerable Congre-gación.

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parto en las penas y prosperidades de V. R. y de laCongregación. Si bien no me cabe duda de que másque motivos de pena tienen ustedes de inmensa ale-gría al considerar que si bien le han perdido para estemundo miserable le han ganado para la eternidad yque desde la gloria del cielo ha de vigilar e intercederpoderosamente por su amada Congregación. Desdeque tuve noticia de la triste nueva no ceso de enco-mendar a Dios su alma en el momento de la SantaMisa, por si en sus inescrutables juicios tuviera todavíaalgo que purgar, si bien más me inclino a encomendar-me yo a él al recordar sus heroicas virtudes, que segu-ramente habrán tenido su corona en el cielo.Aprovecho esta triste ocasión para reiterarme de V. R.y de toda la Congregación de su digna dirección affmo.s. s. y C. que se encomienda a sus oraciones. JoséJoaquín Arín (Arcipreste de Mondragón).

Madrid 28 de abril de 1914. Rvma. Madre María delCamino. Muy respetable Madre General: Al fin DiosNuestro Señor ha querido llevarse para Sí al Rvmo. ysantísimo Padre Fundador de sus buenas Hijas lasReligiosas Hospitalarias del Sagrado Corazón deJesús. Ha ido a recibir el galardón de su vida virtuosay santa. Por la sincera amistad que con el egregiodifunto me unía y por el grande afecto que profeso aesa su amadísima Congregación, con el alma sumidaen honda pena, doy a usted y a su Consejo y a toda laCongregación mi más sentido pésame, y aunque tengola seguridad de que nuestro llorado Padre estará velan-do con el celo de siempre por sus amadas y huérfanasHijas, a él y a todas tengo muy presentes en mispobres oraciones y Santo Sacrificio de la Misa. Con

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Pinto abril 27 de 1914. Mi muy apreciable M.Superiora: ya antes por los periódicos y hoy por laesquela que acabo de recibir, tengo noticia del falleci-miento del venerado de V. R. y mi buen amigo P. Benitoy no sé si darles a ustedes mi sentido pésame por tanirreparable pérdida o felicitarles; porque si en vida tra-bajó tanto en su provecho espiritual y temporal, ahoradesde el cielo en donde de seguro le ha admitido elSeñor por sus extraordinarias virtudes y méritos no hade olvidarse de rogar por ustedes principalmente comoobra suya, y por toda la Orden de San Juan de Dios porla que tanto hizo. No olvidándome sin embargo de quelos juicios de Dios son ocultos, me uno a las oracionesy buenas obras que esa Santa Orden aplique en sufra-gio de su alma y le acompaña en su sentimiento suaffmo. s. s. y capp. Ildefonso García.

El Superior y Misioneros del Inmaculado Corazónde María acompañan a V. R. y a todo el Instituto en lahonda pena que sufre por la pérdida del SantoFundador cuyo fallecimiento hoy se me ha comunica-do y no dejaremos de encomendarlo al Dios de lasmisericordias. Singularmente lo hará quien tuvo lasuerte de recibir de él confidencias de la Orden y de suespíritu y es el Superior.

Mondragón 1° de mayo de 1914. R. M. SuperioraGeneral de Hermanas Hospitalarias del SagradoCorazón de Jesús. Ciempozuelos. Mi muy respetableMadre: Saludo a V. R. en el Señor para manifestarle mimás sentido pésame por el justo dolor que a V. R. ytoda la Congregación de su digna providencia embar-gó por la pérdida para el mundo de su llorado Rvmo. P.Fr. Benito Menni, pues sabe cuán íntimamente com-

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Mientras rogaré al alma bendita del ilustre finado,pido a usted quiera aceptar mi profundo pésame yagradeceré lo participe también a la Rvma. cabeza dela Orden.

Con distinguidos obsequios me profeso devotísi-mo. – Pablo Pericoli, Abogado.

Roma 11 de junio de 1914. Rvma. Madre Supe-riora: Recibida su apreciada tarjeta, conteniendo elrecuerdo de difunto P. Menni. Por mi oficio he asistidoen varios casos al Rvmo. Padre Menni y he podidoapreciar su gran inteligencia y su bondad. Su almaestará ya en el cielo a gozar el premio de los justos.

Le doy las más efusivas gracias y con el mayorobsequio me profeso dispuesto a ofrecerle mi profe-sión en cuanto pueda ocurrirle.

Devotísimo siervo, Paolo Pericoli, Abogado.Sentidísimo pésame por la muerte de tan prestigio-

so varón. – D r. Rodríguez Méndez, Catedrático deMedicina.

Barcelona, 6-V-14. – Muy digna y Rvda. Madre:Con verdadera pena me enteré por la esquela mortuo-ria del fallecimiento de nuestro amado P. Benito (q. e.p. d.).

Crea usted que no olvidaré jamás al amigo y maes-tro insuperable en virtudes y bondades y que por susola obra de San Juan de Dios, bien mereciera la admi-ración terrena así como ganó la gloria del Señor.

Con tan triste motivo acompaño de corazón en elsentimiento de todas ustedes, y con ustedes ruega contoda su familia por él, este su affmo. y S. S. FranciscoRisech.

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esta ocasión me repito de usted siempre affmo. s. enCristo. Rosendo Ramonet, C.M.F.

R. M. Sor María del Camino. R. Madre: Acabo desaber la muerte de nuestro R. P. Menni y a ustedes quetanto le querían les envío mi sentido pésame. Varónejemplar, virtuoso, incansable en la propagación de laOrden; con alma de niño y aliento gigante estará deseguro en la presencia del Señor, a quien sirvió toda suvida. A los que aquí quedamos nos duele no haberleacompañado en sus últimos días; también, estoy segu-ro, le habrá dolido a él la falta de ese consuelo, quehabrá ofrecido a Dios como uno de los más amargossacrificios de su vida; pero sin duda, le faltaba esa cruzen su corona de gloria, y el Señor lo ha permitido.Acatemos su voluntad y guardemos su recuerdo con lafuerza que tienen todos aquellos a los que no damostodo lo que nuestro corazón desea; dejan una impre-sión muy triste, un gran vacío; pero es indudable quenos acercan a Dios, al ofrecerle tanto desencanto.

Lloro con ustedes su falta y me ofrezco comosiempre atto. s. s. Ignacio de Aldama (Arquitecto)Escorial 26 de abril de 1914.

Roma 6 mayo 1914. Rvma. Madre Superiora: Herecibido la dolorosa participación de la muerte delReverendísimo Padre General Menni Figini, a quien hetenido ocasión de conocer por haber tratado con élvarios asuntos y habiendo sido yo su abogado. Enaquellas circunstancias he podido apreciar en él lasmás distinguidas dotes de inteligencia y corazón. Hequedado profundamente consternado por la grave pér-dida que ha sufrido la Orden.

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gloria que por tantos motivos mereció y desde ellaconstantemente pedirá por la prosperidad de susaltruistas y meritísimas obras y de que siempre ocupa-rá el más preferente lugar en nuestro corazón y le dedi-caremos nuestras más fervientes oraciones. Dígnese,Rvda. Madre, transmitir estos efusivos testimonios depésame y gratitud a toda esa mi querida Congregaciónde beneméritas Hermanas, y sabe V. R. cuán de cora-zón le estima y respeta, su affmo. S. S. q. s. p. b.; LuisMartín Isturiz, (Director de los Manicomios de Pa-lencia).

Madrid, 11 de mayo de 1914.

Rvma. Madre General de las Hermanas Hospitala-rias del Sagrado Corazón de Jesús.

Muy Rvda. y amada Madre en el Corazón de Jesús:Con verdadera pena hemos sabido la muerte delReverendísimo Padre Menni, a quien tantos favoresdebíamos y tan respetuosamente estimábamos en elSeñor.

Gran pérdida ha sido para la Orden de San Juan deDios, pero sobre todo para sus queridas Hijas a quie-nes mandamos nuestro más sentido pésame y nos uni-mos de Corazón a su justa pena en la cual tomamosuna gran parte, pues ya sabe qué amistad tan estrechay tan íntima le unió en vida con nuestros veneradosPadres Fundadores. En el cielo se hará más perfectaesta amistad y desde allí pedirán por sus amadas Hijasy nos alcanzarán miles de bendiciones. Así, pues, con-suélese V. R. con este dulce pensamiento y pídale nose olvide tampoco de nuestro querido Instituto a quien

SEGUNDA PARTE – CAP. LI 763

Almería 27-IV-914.

Rvda. Madre Superiora de las HermanasHospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús y de laBienaventurada Virgen María.

Muy respetable Madre en Cristo nuestro Señor: Porla prensa me entero de que Dios dispuso de la precio-sa vida del santo Fundador de vuestra Orden y de lagigantesca restauración de la del Excelso San Juan deDios.

En comunicación con él desde el año 1897, en quevino a fundar aquí la décima octava casa (que desgra-ciadamente no pudo substituir), cada día fue másadmirado por su caridad para todos.

En el mismo local donde tuvimos la dicha de oírlesu santo sacrificio el 26 de febrero de dicho año, hoy lehemos ofrecido en esta su casa la comunión. Desde elcielo cuidará de sus hijos y confiemos no nos olvide yencomendándome a sus santas oraciones se repite deV. R. affmo. Hijo en Jesús María y José, Juan J. VivasPérez. (Farmacéutico).

Palencia, 27 de abril de 1914. Muy Rvda. MadreSor María del Camino. Ciempozuelos. – Mi respetabley bondadosa Madre: En esta luctuosa fecha en queaquí hemos dedicado triste homenaje funeral al insigneApóstol de la caridad, nuestro amado Rvmo. PadreFundador, suplico a V. R. se digne recibir mi más pro-fundo y sincero sentimiento por una tan irreparablepérdida que nos ha sumido en la mayor tristeza a cuan-tos tuvimos la honra de tratarle y admirarle.

Sírvales de lenitivo a su legítimo desconsuelo laplenísima confianza de que estará gozando la santa

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Sigüenza, 9- V-914. – Muy Rvma. Madre General.

Amadísima Madre en el Señor: La impresión que enmí causó la triste noticia del fallecimiento del Rvmo. yamado P. Menni fue muy grande, pues se agrupaban ami imaginación las ideas de que ya no existía el sostény columna de su Congregación de Hermanas Hospi-talarias del Sagrado Corazón, la pena que a VV. RR. lescausaría tal pérdida; pues habían perdido al P. cariño-so, al consejero acertadísimo, y en fin, a un santo y conesto está hecho el resumen de todo su valor. El mismodía que se recibió la esquela le encomendamos alSeñor en Comunidad como ordenó nuestra MadreAbadesa, yo agradecí a toda la Comunidad hicieranesa demostración de cariño. V. R. reciba el afecto queen el Divino Corazón la profesa su afectísima S. S. –Sor Mª de la Natividad, Religiosa Franciscana.

Madrid, 4 de mayo 1914. – Mi Rvda. y muy amadaMadre: Como VV. RR. saben lo muchísimo que en estaComunidad venerábamos y apreciábamos al RvdoPadre Menni mirándole como a un Santo, no dudaráncuánto sentimos no poderle ya contar entre las almassantas que viven en la tierra; sin embargo, nos con-suela muchísimo el pensamiento de la gloria quehabrán conseguido sus virtudes y santas tareas y almismo tiempo que le encomendamos a Ntro. Señor,nos complacemos en encomendarnos a él. ¡Cuántonos alegraríamos si algún día pudiese pasar por aquíalguna de las Hermanas y darnos detalles de su santamuerte! ¡Cuánto va a proteger desde el cielo a esaCongregación que se lo debe todo después de Dios!Con un saludo respetuoso, especialmente de nuestrasHermanas Aparici y Aristizábal, que tanto conocieron y

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él tanto protegió y amó en este mundo. – Mucho nosacordamos de Vds. el día del funeral y nos unimos aVds. para pedir a Dios N. S. por el que todas lloramos.– Reciba, Rvma. Madre, el testimonio de la más since-ra amistad que en Jesús la une con su amada Congre-gación y créame su afectísima Hermana en el DivinoRedentor. – Sor Mª Francisca de Nuestra Señora delPilar. – (Oblatas del Smo. Redentor).

Pinto, 5 de mayo de 1914. – Muy Rvma. MadreGeneral: – Es verdad amada Madre, que la pena esmuy grande, pues han perdido un guía y un Padre;pero no deben olvidar que tienen un Protector más enel cielo y desde allí se interesará más y más por susamadas Hijas y esto mismo será un aliento para conti-nuar la misión tan penosa que todas están llamadas acumplir cerca de esos pobrecitos dementes, los quejamás cesarán de bendecir tanto al Padre que fundóesas casas como a las Hijas que con tanta generosi-dad siguen sus huellas. – Haga V. R. extensivo nuestromás sincero pésame a toda esa santa Comunidad quetanto apreciamos y muy especialmente a las Hermanasque conocemos y para V. Reverendísima Madre guar-de el sincero afecto de su hermana en J. M. J. – Sor S.Luis.

Valladolid, 5 de junio de 1914. – Muy Rvda. Madre:Mil gracias, mi Rvda. Madre, por el recordatorio de suSto. Fundador; no hay más que verle para comprenderlo que sería; desde el cielo protegerá su Congregación.– Saludo a sus amadas Hijas con el mayor cariño, que-dando de V. R. afectísima en Nuestro Señor, – Sor MªEstanislaa Andriani, Superiora de la Visitación de Sta.María).

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por la cual doy a V. R. y a todas las demás Madres yHermanas el más sentido pésame; ya me figuro cómoestarán de apenadas por tan sensible pérdida; peroconsuélense porque les ha de ser de más provechoahora desde el cielo que cuando estaba con nosotros;desde el cielo ve mejor nuestras necesidades y lassocorrerá con más presteza. Yo desde que supe quehabía muerto, no he dejado de encomendarme a élporque tengo la seguridad que está en el cielo; era unsanto, así que las oraciones que yo hago por él sonpara que se le aumente la gloria, no puedo ni siquierapensar que hombre tan santo como él lo era, puedapasar por el purgatorio. – Alégrense porque tenemosun intercesor más en el cielo, donde estará gozandopor lo mucho que ha trabajado y sufrido por el amor deJesús en una vida tan larga y tan llena de méritos comode buenas obras. Nosotras lo que debemos hacer esrecordar sus buenos ejemplos y consejos para imitarleen lo que podamos y así es como mejor le agradare-mos correspondiendo a lo que él deseaba de sus Hijasque fuéramos santas, y llegaremos a serlo si le imita-mos a él en su gran caridad, en su profunda humildad,y en la paciencia tan grande que siempre tuvo en lasgrandes calumnias y desprecios que con tanta pacien-cia siempre sufrió.

Yo ahora me acuerdo de muchas cosas que cuan-do era niña no podía apreciar y me alegro cada vez quelo pienso, que he tenido la suerte de recibir mi primeracomunión de las manos de un santo y de haber recibi-do siempre tan buenos consejos de sus labios, y sobretodo, de saber que hay un santo en el cielo que seacuerda de esta hija que siempre le ha amado mucho,

SEGUNDA PARTE – CAP. LI 767

veneraban al Rvdo. Padre, quedo de V. R. humilde eindigna Hª y S. en Ntro. Señor. – Sor María EngraciaGarcía. – de la Visitación de Sta. María.

Santiago de Compostela, 29 abril de 1914. – Re-v e renda Madre General de las Hermanas Hospi-talarias. – Mi muy Rvda. y amada Madre: Acabo desaber la desagradable noticia del fallecimiento delRvmo. y santo Fundador Benito. Le doy el más sentidopésame por esta desgracia que para él habrá sido sinduda el fin de sus penas y tribulaciones y el principiode su total felicidad, merecida por sus virtudes y obrasbuenas. – Haga presente a esa Comunidad que lasacompañamos en su justo dolor y aunque no lo nece-sita, le encomendaremos a Dios. – Queda suya affma.S. S. Sor Dolores Cucalón. – (Superiora de las Hijas dela Caridad, Casa de Beneficencia Municipal).

Madrid, II-V-914. – Rvda. Madre Superiora Gene-ral. – Amadísima Madre en el Divino Corazón: He sabi-do la noticia de la muerte de su venerado P. Fundadory me apresuro a ponerle unas líneas dándole mi mássentido pésame por pérdida tan irreparable. – Le pro-meto que pediremos muy de veras al Señor por el eter-no descanso de su alma, aunque dada la gran santidadde su vida, creo más debemos pedir a él que intercedapor los que aún militamos en este destierro. – Ya sabees siempre afectísima Hna. en Cristo. – Dolores R.Sopeña. – (Fundadora de las Damas Catequistas).

Madrid, 27 abril de 1914. – Muy Rvda. Madre SorMª del Camino. – Mi amada Madre: Con gran senti-miento de mi corazón he sabido la triste noticia de lamuerte de nuestro muy amado y querido Rvdo. Padre,

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me y saben que las acompaña en su muy justo senti-miento y que haré por su alma todo lo que pueda aun-que ya le creo en el cielo; pero para que pida por estasu hija que también está llena de sentimiento. –Amadísima Reverenda Madre: tengo mucho sentimien-to, con fecha 15 de abril escribí a V. R. y mandé unacarta para mí amadísisimo R. P., dígame si se la dierony deseo saber cómo y de qué manera ha muerto.Deseo que hagan la caridad de mandarme algún obje-to, aunque sea pequeño, de mi amadísimo Rvdo.Padre; ya que nunca le tengo que ver, siquiera me con-solaré con eso, aunque sea una estampa vieja o algúnlibro piadoso, y si es su santa vida, mejor. Saludosafectuosos a mis queridas Hermanas y V. R. reciba unabrazo de su afectísima en Jesús. – Sor María delPilar. – Religiosa Franciscana Concepcionista.

-“He tenido el consuelo de tratar durante variosaños al Rvmo. y virtuosísimo Padre Menni. He visto enél ejemplos de gran virtud y edificación que he admira-do siempre. Era todo de Dios y no le hablé una vez queno le viese todo abrasado en su amor.

Su caridad no conocía límites; se sacrificaba siem-pre por el bien de los prójimos, a todos acogía conigual bondad y siempre encontraba palabras de con-suelo y aliento para los atribulados; excusaba aun lasfaltas manfiestas de los que le perseguían y a ejemplode Jesús en la cruz no sólo perdonaba las injurias, sinoque procuraba el bien de los que le injuriaban y perse-guían calumniándole. Su humildad tan profunda lehacía alegrarse en las humillaciones, le vi repetidasveces en ocasión que recibió muchas humillaciones,venir siempre gozoso; de tal modo, que el día que le

SEGUNDA PARTE – CAP. LI 769

pero sobre todo ahora, que sé me puede ser de másprovecho ante la presencia de Jesús y María. – Recibaun cariñoso saludo de mi Reverenda Madre Priora, detoda la Comunidad y V. R. reciba el cariño de esta suhija que mucho la ama y nunca la olvida en la presen-cia de Jesús. – Sor Visitación. – (Convento de Domini-cas de Sta. Catalina de Siena).

Alcázar de San Juan, 3 de mayo de 1914. – M.R e v e renda Madre General. – C i e m p o z u e l o s . – M u yrespetable y amadísima Rda. Madre y demás herma-nas todas muy queridas en el Sagrado Corazón deJesús. No sé cómo dar principio ni tengo frases parademostrar el grandísimo sentimiento que me ha causa-do la muerte de mi amadísimo y virtuoso Rvdo. Padre(Q. E. E. G.). – Todas hemos perdido un Padre bonda-doso y caritativo; pues si no fuera por su paternal cari-dad ¿qué hubiera sido de mí y de tantas almas quecual pastor amoroso a todas nos recogía?

Considero a toda esa amadísima Comunidad muytristes por su gran pérdida pero no me consideromenos a mí; ha sido mi padre; bien saben que casi nohe conocido a otro; por mí ha hecho lo que un padrehace con su verdadera hija y espero que ahora queestá en el cielo ha de pedir para que todas sus hijasseamos santas; no desconfiemos pues; siempre fueamigo de confiar en Jesús y así nos enseñó: “Jesúsmío, en Vos confío; de mí desconfío y me abandono”.Parece que le estoy oyendo: con aquella dulzura yaquella bondad tan hambrienta de almas que sirvan yamen a Jesús; muchos sentimientos tengo en mi cora-zón pero no sé cómo expresarlos. A toda esa miamada y santa Comunidad, envío el más sentido pésa-

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Manicomio de Varones de Ciempozuelos, poco des-pués de la muerte del Padre: “Un recuerdo, un aplau-so, una oración para el Rvmo. Padre Menni, hombre deDios, hombre extraordinario. Seguid su espíritu y sudoctrina”. † Enrique, Obispo de Barcelona.

Después de todo esto, se recibieron los testimo-nios que forman el capítulo que sigue.

SEGUNDA PARTE – CAP. LI 771

veía llegar lleno de gran júbilo, yo le decía: ‘Padre, hoyha sido regalado con muchas humillaciones’ y se reía,con aquella santa sencillez que acompañaba todos susactos.

Su prudencia era poco común y su acertado con-sejo lo he visto muchas veces dar frutos de mucha vir-tud. En todas las virtudes que aquí menciono, lo hevisto repetidas veces practicar actos de ellas muy edi-ficantes y algunas veces heroicos. Su igualdad deánimo era también muy notable; en la última pruebacon que Dios se sirvió enriquecer su alma, dio cons-tantes ejemplos de virtud heroica y edificó a cuantos letrataron. Personas de consideración y sacerdotes leveneraron y respetaron desde entonces como a unsanto. – María del Perpetuo Socorro. – Religiosa Repa-radora”.

“Vergara a 8 de mayo de 1914. – Mi queridísima einolvidable Madre: Me alegraré que al recibo de estacarta se halle V. buena en compañía de toda laComunidad, nosotros bien gracias a Dios.

Recibimos la esquela de defunción del Rvmo.Padre Menni (Q. E. P. D.) lo que sentimos muchísimo,basta que le conocíamos y había estado en nuestracasa con usted y a bendecir la fábrica; pues tenemosnosotros esta suerte de poder decir que está bendeci-da la fábrica por un Santo, que así se le considera.

Reciba un fuerte abrazo de esta que no le olvidanunca. – Clotilde Emaldí”.

El Señor Obispo de Barcelona dejó este recuerdoen el álbum del salón de visitas a su paso por el

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pide le dé algún dato para formar la biografía del SantoPadre Menni. – Con mil amores lo haría, si me acorda-ra en concreto, de algún episodio, aunque fuera algu-na anécdota de su vida, pero no recuerdo. Lo que sípuedo decir a usted es que lo traté muy de cerca enGranada, siendo yo magistral de aquella catedral ycuantas veces le hablaba, sacaba la impresión de queera un santo. Su mansedumbre y la dulce paz de sualma me impresionaban de un modo extraordinario;desde aquella época (y ya hace más de treinta años),jamás he podido olvidarlo.

Siento, Madre, no poder ser más concreto en loque usted me pide, porque me agradaría poder coope-rar con mis datos a la preciosa biografía que podráhacerse del bendito Fundador de esa Congregación.

Con mucho gusto le saluda y encomienda a susoraciones su afectísimo Padre que la bendice.

† El Obispo de Málaga.

Rda. Madre Superiora General de las HermanasHospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús.

Madrid (Ciempozuelos). Mi Rvda. Madre en Cristo: Con mucho gusto con-

testo a su apreciada y atenta carta, manifestándoleque en varias ocasiones traté al Rvmo. P. Benito Menniy Figini, fundador de esa ilustre Congregación, y siem-pre tuve la dicha de observar en él que era persona decarácter agradable ejemplar en sus obras y edificanteen su conversación.

Bendice cordialmente a V. R. y a ese Instituto suafectísimo en Cristo, † Vicente, Obispo de Almería.

SEGUNDA PARTE – CAP. LII 773

CAPITULO LII

Juicios de algunos de los que leconocieron

Obispos. – Prelados Regulares. – Sacerdotes. –Doctores y otras personalidades.

A la amable invitación de La Superiora General delas Hermanas Hospitalarias han respondido muchísi-mas personas de gran significación, haciendo todasconstar la alta idea que la persona del P. Menni les hizoconcebir de su valía y de sus virtudes extraordinarias.

Por no aumentar en demasía el cúmulo de docu-mentos, ya bien crecido, escogemos sólo unos cuan-tos.

Obispos

Antequera, 16 de octubre de 1918. – Reveren-dísima Madre Superiora General de la Congregaciónde Hermanas Hospitalarias. – Muy Rvda. y amada Hijaen C. J.: He recibido su estimada carta por la que me

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Barcelona, doctor Reig, después de la visita Apos-tólica; y permitiéndole expirar tranquilamente en elósculo del Señor entre sus queridos Hijos.

Esto es lo que yo puedo decirle de su VeneradoFundador, quien ya habrá recibido el premio de sus tra-bajos en el cielo, desde donde velará para que se con-serve siempre entre ustedes el buen espíritu que supoinfundirles.

Deseando a usted y a toda su Comunidad la graciadel Señor es de usted affmo. y s. s., Fr. TomásRodríguez, General de los Agustinos.

El Rvmo. P. Menni: Entre las dichas de mi vida, meglorío de cantar que conocí y traté al P. Menni,Restaurador de la Orden Hospitalaria de San Juan deDios en España y Fundador de las Religiosas deNuestra Señora del Sagrado Corazón, hombre de sóli-da virtud, laborioso en extremo, de mucha abnegación,de caridad inagotable, de una amabilidad sin límites,de corazón bondadoso y cándido, de mucho dominiode sí mismo, de igualdad de ánimo con santa libertadde espíritu y más que todo, para mí un gran santo.

Me hallaba en Ciempozuelos predicando ejerciciosespirituales a la comunidad de las Religiosas, deNuestra Señora del Sagrado Corazón, fundadas por él,entonces tuve ocasión de penetrar su gran espíritu, sualma de santo. Nuestras conferencias y conversacio-nes sólo versaban de Dios, de hacer bien a las almas,de instruirnos en la disciplina de la Iglesia y en lascosas espirituales.

Su obediencia al Papa, a la Iglesia, era sobre todaponderación y lloraba el venerable anciano al referirme

SEGUNDA PARTE – CAP. LII 775

Prelados Regulares

Roma 16 de octubre de 1918. – ReverendísimaM a d re General de las Hospitalarias del SagradoCorazón de Jesús.

Muy estimada Madre: Poco puedo decir a ustedde su Venerado Padre Fundador; le conocí en sus ulti-mos años y precisamente cuando se hallaba muy atri-bulado por la dura prueba con que el Señor le visitópor causa de su amada Congregación y para afirmarsin duda más y más los quilates de su mucha virtud.Mostró entonces lo bien fundado que estaba en ele j e rcicio de las virtudes cristianas: perseguido por losbuenos, que es una de las más terribles tribulaciones,humillado, privado del consuelo del trato con susHijas, puesta en duda la rectitud de sus intenciones ytraído y llevado de boca en boca con desprestigio desu dignidad y buen nombre, no se rebeló, supo sufrircon la mayor fortaleza y cristiana resignación tan duraprueba y adorando las secretas disposiciones delS e ñ o r, exclamaba: “Sea Dios bendito, hágase en todosu santa voluntad”.

Cuando se le exigió la renuncia del Generalato vinoa aconsejarse de mí y preguntándole yo si la había pre-sentado, al contestarme que sí, le dije: “Pues entoncesesté V. R. tranquilo; déjelo todo en manos de Dios, Élhará lo que más convenga y sea de su mayor agrado”.“Así lo pienso yo, me dijo, hágase en todo la voluntadde Dios”. Y el Señor permitió tanto heroísmo, hacién-dole ver antes de morir salir airosa su Congregación deHospitalarias de la tribulación en que se encontraba,merced al informe favorable del actual Sr. Obispo de

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fin, vio el santo anciano muy floreciente su Instituto yaprobado por la Santa Sede. Lloraba el Padre Mennide ternura y de santa alegría ante estos hechos, por-que jamás creyó que él era capaz de fundar unaCongregación de tanta vida religiosa, de tanta cultura yde tanta abnegación y caridad. Además, las obrasbenéficas del P. Menni no son de esplendor y aparatomundano, sino de verdadera humildad, sencillez yamabilidad. Todo subordina a Dios, en el prójimo tam-bién mira a Dios y comprende el santo varón, que lavanidad y el boato del siglo son incompatibles con lavida sobrenatural y verdaderamente religiosa. Un hom-bre de tan elevados sentimientos no podía menos defundar con solidez divina su Instituto de las heroínas yángeles de paz y de caridad, las Religiosas de NuestraSeñora del Sagrado Corazón.

En la fe y en la esperanza radicaba su inagotablecaridad y a estas virtudes teologales se juntaban lasvirtudes cardinales o morales, con intenso amor a laoración y a la mortificación. Era exacto en el cumpli-miento de todas las leyes y se fijaba hasta en las cosasmás pequeñas e insignificantes, porque comprendíaque del descuido de las cosas pequeñas venía la ruinaespiritual de las comunidades.

Nos haríamos interminables en el relato de las vir-tudes del gran siervo de Dios, el P. Menni y haremospunto, deseando eterna gloria en el cielo, un altar en eltemplo y culto en los corazones de todos al ilustreRestaurador de la Orden Hospitalaria en España, alFundador de las ínclitas religiosas de Nuestra Señoradel Sagrado Corazón, al Provincial y General de la

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algunos episodios que le habían pasado con losSumos Pontífices Pío IX, León XIII y Pío X. El P. Mennitodo lo que había hecho en España en bien de suInstituto, de las almas y de la religión, atribuía a lasbendiciones de los Vicarios de Jesucrito, a quienespidió licencia y bendición para todo.

Su humildad era profunda y sólo comparable con lade su Patriarca San Juan de Dios, con la de SanFrancisco de Asís, con la de San Antonio de Padua yde otros santos que gozaban en el desprecio y en la tri-bulación. Le vimos exaltado, le vimos humillado y levimos siempre alegre, conforme y risueño, porqueamaba esta santa virtud, que es la base del edificio dela perfección.

La caridad del P. Menni no es posible explicar eneste mundo. Aquel cariño a los enfermos, aquella acti-vidad para atender a toda clase de necesitados, aquelcorazón de madre para todos, era capaz de consolarlos corazones más duros e insensibles. No contentocon atender a los hombres en toda clase de miserias ytrabajos, quiere extender la misión y la obra de SanJuan de Dios al sexo femenino. Hace mil ensayos conreligiosas de varios Institutos; pero no llenan del todolos fines santos de su mente, y entonces, movido porDios, se lanza a fundar un Instituto de RegiosasHospitalarias y como muy devoto de la Virgen Santí-sima, por los especiales favores que había recibido deNuestra Señora del Sagrado Corazón, dedica a estaadvocación el naciente Instituto. Referir lo mucho quesufrió para organizar la nueva grey de estas heroínas ylas dificultades que tuvo que vencer para llevar la obraa su complemento, merecerían varios capítulos. Por

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“Pamplona 3 de junio de 1918.

Rvma. Madre Superiora General de las HermanasHospitalarias del Sagrado Corazón.

Ciempozuelos.

Comienzo por rogar a V. R. me perdone la tardan-za con que le escribo sobre mis reminiscencias delsanto Padre Benito Menni. Cada día he querido hacer-lo y cada día me lo ha estorbado alguna ocupación delas que no sufren dilación; y cuando no, el cansancionatural de predicar sin cesar. Lo que más sentiría esque los datos que hoy le pueda suministrar a V. R. seande Communi y no tengan por tanto la importancia quehayan hecho concebir. Se los daré sin embargo:

1.º Conocí por primera vez al Rvmo. Padre BenitoMenni en Granada, cuando yo era muchacho y cursa-ba latín en el Seminario. Me acuerdo que en todoGranada se hablaba del Padre Menni como de unsanto. Esta fama de santidad corría de boca en boca,y pude oír esta afirmación de labios de algunos que notenían nada de piadosos, pero que sabían apreciar elvalor de la caridad. Para ellos no había más que dossantos San Juan de Dios y el Padre Benito, que lesparecía San Juan de Dios resucitado. Su sola presen-cia cierto día en el seminario, impresionó tanto a losseminaristas, que muchos externos fueron luego averlo a San Juan de Dios y estaban por dejar la carre-ra eclesiástica, si fuera necesario, para ingresar deHermanos en la Orden. Yo mismo fui a ver al PadreMenni durante una Semana Santa en que hacía unasmeditaciones devotísimas en San Juan de Dios y mehizo la impresión de ser un hombre altamente espiri-

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heroica religión de San Juan de Dios y a la honra de laReligión católica y padre de los pobres y enfermos.

FR. ANDRÉS DE OCERIN JÁUREGUI,Ex-Vicario General de PP. Franciscanos.

Convento de San Francisco de Bermeo, 13 deoctubre de 1918.

Con fecha I2 de julio de 1918, el Superior de losHermanos de San Juan de Dios del Asilo de Parísescribe:

“Mi muy Rvda. Madre: Cuando la edad y las enfer-medades se presentaron, escogió (el Padre Menni), lacasa de la calle Lecourbe para su descanso.

Durante los pocos meses que el buen Padre estu-vo entre nosotros, continuó edificándonos por supaciencia y gran resignación. Cuando le preguntaban‘¿Sufrís, mucho, Padre?’ contestaba sonriendo:‘Amemos mucho a Dios’. Esta exclamación salía de sucorazón. Cuando se le preguntaba: ¿Necesita algo?‘Soy, decía, el pobre de Dios’. Como sus habitacionesestaban al lado de la enfermería de los niños, el buenPadre pasaba todos los días a visitar a los enfermitos,a decirles una buena palabra y a bendecirles; por estoera amado y venerado de los niños. En recuerdohemos puesto su retrato en la enfermería.

Estas pocas líneas os dirán, mi muy Rvda. Madre elcariño filial que conservamos aquí hacia nuestro muyamado P. General.

Dignaos aceptar, mi muy Rvda. Madre, el homena-je de mi religioso respeto en Nuestro Señor. – HermanoJuan Pablo”.

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dar gusto al Hermano que venía con él, que creo era elque después fue Provincial, P. Andrés Ayucar, y ocurrióque otros Padres nuestros, que en tan poco tiempo sele habían aficionado, quisieron venir también, por gozarun rato más de su conversación. Lo que no se pudoconseguir fue que aceptase el P. Benito el cochecitoque tenemos allí por estar tan lejos de poblado y sevolvió a Sobrón a pie como había venido.

4.º Unos dos años más tarde volví a encontrarmecon él en Granada, siendo yo de aquella Comunidad.Venia el Rvmo. Padre General y subió a San Juan delos Reyes, donde teníamos entonces la Residencia, aver al Rvdo. Padre Allet. Deseaba el Rvmo. P. CasianoGasser, por inspiración del Padre Benito, que el PadreAllet predicase ejercicios espirituales en todas lascasas de San Juan de Dios en España y Portugal,como lo hizo. Pero el Padre Benito rogó al P. Allet quetuviese a bien que un Padre de su Comunidad fuesetodas las semanas a San Juan de Dios a confesar a losHermanos. Yo fui el designado, y estuve yendo hastaque salí de Granada para Madrid. El Padre Benitoquedó muy contento por el bien espiritual que entendíahabía procurado a sus Hermanos.

5.º Estando yo de residencia en Madrid, en losprimeros años de este siglo, fue cuando traté más fre-cuente e íntimamente al santo Padre Benito. Con fre-cuencia venía a nuestra Iglesia del Perpetuo Socorro yse confesaba conmigo. Y el año de 1904 con ocasióndel jubileo de la Inmaculada Concepción, estuvomucho tiempo preparándose con ayunos y penitenciapara ganar el jubileo y quiso hacer confesión general,no en el Confesonario, sino en un lugar retirado. Y

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tual. Solo que procuré no acercarme demasiado a él,no fuera que me pegara la vocación de Hermano deSan Juan de Dios y me quedara lego por toda la vida.

2.º Como los santos se entienden y se atraenmutuamente, el P. Menni tenía en Granada estrechaamistad con el P. Víctor Loyódice, italiano también, quegozaba en Granada de fama de santidad y de tenerdon de milagros, y que murió hace dos años en olor desantidad. Y he entendido que el P. Victorio Loyódice leanimó mucho a la fundación de las HermanasHospitalarias y que tenía del Padre Benito la más altaidea de hombre de oración y de acción.

3.º No volví a ver al Padre Benito en unos doceaños; cuando en 1893 ó 94, estando yo de profesor ennuestro convento del Espino, pasó por allí. Había ido aSobrón algunos días por prescripción médica, ysabiendo que a cosa de legua y media había un con-vento nuestro, se vino un día a pie a confesarse. ElSuperior no sabía quién era, porque no se presentósino como un Hermano de San Juan de Dios. Yo que leconocí, lo descubrí, y el Superior no le dejó volversetan pronto, y dio coloquio a la mesa en su honor. Ytoda la comunidad estuvo encantada de las cosas quedecía; de suerte que no había más que una conversa-ción, de todos con el Padre Benito y de este con todos,como si todos le conocieran de antiguo. Y todos esta-ban admirados de la amenidad de su conversación,toda espiritual sin sombra de afectación. Después delrecreo común que fue tan espiritual como el tenido enel refectorio el P. Superior le ofreció si quería le acom-pañase yo a ver Santa Gadea y los objetos preciososde su iglesia parroquial. El Padre Benito aceptó para

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no olvidasen lo que habían oído y que lo pusiesen porobra.

7 . º Habiendo sido yo trasladado a Roma en 1909supe pronto que estaba allí el P. Menni y fui a verlo aSan Juan Calibita. Le encontré bastante delicado ypude ver que sufría mucho corporal y espiritualmente yque se hacía mucha violencia para mostrarse alegre yexpansivo. Con todo me habló de sus cosas comocuando estaba en España, y sobre todo de sus Hijas yde las fundaciones de éstas en Italia. Un tinte de triste-za profundísima se dibujó de repente en su ro s t ro; yc o m p rendí que sentía ya o presentía una gran tribula-ción para su Instituto del cual me hablaba. Comoentiendo que todavía no había comenzado la gran prue -b a, comprendo era previsión, quizá por vía sobre n a t u-ral, de lo que sus Hijas habrían de sufrir de allí a poco.

8.º En 1910 fue la última vez que vi al buen PadreBenito, con ocasión de los funerales del Rvmo. P.Casiano Gasser. Estaba nuestro Rvmo. Padre Generalausente y en lugar suyo fuimos a las exequias el M. R.P. Hudeçek, consultor general y su servidor. El PadreBenito estaba con el duelo y recibía las Comisiones delas Órdenes religiosas. Yo me eché atrás dejando,como convenía, al P. Consultor General el honor de larepresentación de nuestro General. Mas el P. Mennivino y me llevó a lugar de preferencia junto al Emmo.Gran Comendador de la Orden de Malta, que teníareservada la presidencia. Cuando terminadas las exe-quias, el buen Padre Menni despedía el duelo, yo mequedé un poco a que se fueran todos, le di las graciaspor la distinción de que me había hecho objeto, y ledije: ‘Ahora, Rvmo. Padre, ya sé yo lo que le viene enci-

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entonces vi que la opinión de santo en que yo le teníadesde cuando era chico, no llegaba a la realidad. Puesme encontré delante de un alma devorada durantetoda su vida del amor de Dios y del prójimo llevadohasta el heroísmo, y en la que tanta virtud no habíaeclipsado su profundísima humildad. Alabé a Dios, queen todos los siglos tiene almas que le glorifiquen consus virtudes y sean prueba visible de la santidad de laiglesia.

6.º El P. Benito asistió a dos retiros predicados pormí, uno en las Piqueñas y otro en Ciempozuelos. Eneste último no era ejercitante. Pero no dejaba de asis-tir a ninguna plática o meditación y con frecuenciavenía a decirme sobre qué cosas había de insistir alpredicar a los Hermanos, y en qué entendía él habríamás necesidad para bien de sus almas. Un día, habien-do yo hablado en la plática de media mañana sobre laOración, y por la tarde de la Meditación como mediosde santificación, el Padre Benito vino a mi celda y medijo: ‘Padre mío, no quisiera agravarle el trabajo detanta predicación, pues con cuatro ejercicios diariostiene ya demasiado. Pero quisiera rogarle que no sevaya de Ciempozuelos sin predicar esos dos sermonesa mis Hijas. Pero mire, no cambie nada, absolutamen-te nada de lo que ha dicho a los Hermanos: que creoque todo eso que ha dicho, les servirá a ellas, tantocomo a ellos’. Procuré darle gusto y fui dos veces aese noviciado. Y el P. Benito vino conmigo y se sentó,no en el presbiterio sino casi en medio de laComunidad, escuchando otra vez los dos sermonescon mucha devoción. Y luego me dio las gracias delan-te de todas, añadiendo a las Hermanas y Novicias que

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tad para con nadie: era un hombre de fe, que veíasiempre la acción de Dios en las disposiciones de susSuperiores, aunque fueran legos y discípulos suyos, enlos sufrimientos que Dios le enviaba y en toda las cir-cunstancias que le rodeaban.

10. Tenía el Padre Benito especial don de conse-jo y algunas veces que él me lo pedía, cuando se con-fesaba conmigo en Madrid, yo le contaba a mi vezalgunas cosas en que creía estar interesada la gloria deDios; y siempre me dio el consejo más oportuno ysiempre de orden sobrenatural.

11. Es de lamentar que hayan muerto varios ami-gos y confidentes del siervo de Dios, que serían en sucausa testigos de mayor excepción, como elArzobispo D. Bienvenido Monzón, el Chantre deGranada y luego Fiscal de la Rota D. Joaquín TorresAsensio, el P. Victor Loyódice y el Emmo. CardenalVives, de quienes sé que sabían muchas cosas buenasdel P. Benito.

Pero aún queda uno de quien sé que tuvo trato ínti-mo con el Padre Benito y le apreciaba mucho, es elEminentísimo Señor Cardenal Gustini, antiguo secreta-rio de Regulares.

Con esto, Rvma. Madre, le digo todo lo que hoypor hoy recuerdo y puedo prudentemente decir. ¡Ojaláque estos pobres datos puedan ser de alguna utilidadpara la vida del siervo de Dios! Dispense el habérseloshecho tanto esperar.

Encomiéndeme al Señor y mande a su affmo. enCristo servidor y cohermano. P. Antonio Mariscal,Redentorista.

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ma, Vuestra Paternidad es el sucesor del PadreGasser’. ‘No me diga eso ni de broma -me contestó-,sería la mayor cruz que me podría venir’. Pero no que-rrá Dios, ni querrán ellos, ni quiero yo, y así no será V.profeta. Yo insistí en mi tema, diciéndole: ‘Ya veráVuestra Paternidad como salgo Profeta’. El Padre meapretó la mano, como agradeciéndome lo que en míera un buen deseo, pero se puso muy triste, y yo medespedí de él y no le volví a ver más porque poco des-pués salí para Nápoles y luego regresé a España,donde supe su elevación al Generalato por Motu pro -prio del Santo Papa Pío X. Lo que no supe tan prontoes que él salió más profeta que yo. Pues, al anunciarleyo que sería el sucesor del Padre Gasser, lo hacía porno creer que hubiera en la Orden hombre más digno deserlo que él que la había restaurado en España yAmérica y la había completado con la creación de lasHermanas Hospitalarias. Pero el P. Benito anunció loque yo no podía ver ni adivinar, que el Generalato seríapara él la mayor cruz.

9.º Muchas cosas podría decir aún: pero ya estánsabidas, pues constan, y por cierto muy bien aprecia-das, en el libro publicado con ocasión del quincuagé-simo aniversario de la Restauración de la Orden de SanJuan de Dios en España. Otras que, aunque sean muygloriosas para el siervo de Dios, no es por lo menosprudente decir tan pronto. Algunas que siendo tambiénhonrosas y edificantes, no podré decir jamás por estarincluidas siquiera indirectamente en el secreto, por lomenos natural. Lo que puedo decir es que habiendosabido de sus labios muchas cosas que le hacíansufrir, jamás le oí una palabra de queja o de mala volun-

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aun de que le tratara con desvío, cada vez que le veíame inspira más veneración y respeto.

Que el mismo señor Cardenal que no le quería reci-bir y que estaba prevenido contra él por extranjero yporque no conservaba muy buenos recuerdos de losúltimos miembros de la Orden de San Juan de Dios, encuanto por fin le recibió, quedó prendado de él y lefavoreció en todas sus pretensiones.

Que habiendo oído al Rvdo. Padre en dos vecesque hizo confesión general de toda su vida, no encon-tré materia grave de absolución. Que en varias vecesque hizo ejercicios conmigo me manifestó algunosfavores especiales de Dios y señaladamente una apa-rición de la Santísima Virgen, prometiéndole su protec-ción y auxilio en los casos y empresas difíciles y queasí lo había experimentado siempre y en particular enuna ocasión en que estaba para ser fusilado.

Y finalmente, que en los muchos años que le hetratado y sobre todo en un viaje largo que con él hice,siempre quedé edificado de su trato y conversación,admirando su paciencia y fortaleza en las contradic-ciones y adversidades y su confianza en Dios y sereni-dad de espíritu en llevar a cabo todas sus empresas.Santiago Pastor Yust. Canónigo Arcipreste de la SantaIglesia Catedral de Toledo”.

7 de octubre de 1918. Rvda Madre María delCamino.

Muy estimada Madre General: Recibo su muy gratadel día 3 alegrándome muy mucho del proyecto deBiografía del insigne Padre Fundador a quien tuvesiempre por gran siervo de Dios, aunque poco pude

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“Tortosa, 18 de octubre de 1918. Rvma. MadreMaría del Camino. Muy estimada en el Señor, MadreGeneral: En gran manera me alegra la noticia de queestán ustedes preparando la biografía del amadísimo ysantito Padre Fundador del benemérito Instituto deustedes y lo que siento es que haya sido mi trato conese buenísimo Padre tan de corrida siempre, que nopueda yo añadir nada nuevo a lo que las Hermanas,especialmente las que yo conocí en Roma, habrándicho con todo detalle. Solo sí he de manifestar quesiempre que estuve con dicho amado Padre quedéedificadísimo de su trato y conversación y que, si tantome admiró todo lo que hizo durante la larga vida deApóstol, todavía me admiró y edificó más el modocómo sufrió las terribles pruebas que Dios NuestroSeñor le envió, en los últimos años de su vida. Ya sabeusted que no todo se puede escribir, ni menos publi-car; pero no dudo que ha de llegar el día oportuno paraque, sin faltar a la caridad, se puedan publicar cosasadmirables del P. Menni que muy alto han de proclamarsu gran santidad. Téngame al corriente de cuantohagan por la exaltación bien merecida de su buen P.Fundador, y les agradeceré todo lo que de él publiquenustedes. Todo me ha de interesar mucho. Se enco-mienda a sus oraciones y se repite afectísimo in CordeJesu. Benjamín Miñana, Superior General de losOperarios Diocesanos para Vocaciones Eclesiásticas”.

“Del Muy Rvdo. Padre Benito Menni puedo decir losiguiente: que ya que desde la primera vez que le vi yhablé, como Secretario del Señor Cardenal, me pare-ció ver en él a un hombre de Dios y que a pesar de lasprevenciones del Prelado de que no intimara con él y

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Rvmo. Padre Benito Menni fue uno de esos hombresprovidenciales que de cuándo en cuándo envía Dios almundo, bien para llenar alguna necesidad de sus tiem-pos, bien para salvar algún pueblo o nación; sin dudaque el Rvmo. P. Benito Menni vino enviado por Dios aEspaña para arrojar nuevo combustible e impedir quese extinguiera la llama de la Caridad que estaba algúntanto amortiguada, para enseñar a esta nación predi-lecta del Señor que sólo con una efusión grande decaridad, con mucho amor de Dios y mucho amor alprójimo podría salvarse, y librarse del cataclismo que leamenazaba. Lamento de nuevo no poder aportar nue-vos materiales para una obra tan buena y se reitera deV. R. affmo. en el S. C. de Jesús. Guillermo A.Gutiérrez, Vice-secretario del Obispado de Palencia.

Doctores y otras personalidades

Barcelona, 10 de noviembre de 1918. Reveren-dísima M. Sor María del Camino. Muy Sra. mía y de mimayor consideración: Tengo el gusto de contestar a sucarta, recibida hoy, complaciéndome en manifestarleque todo cuanto ustedes hagan para honrar y enalte-cer la memoria de la gran figura espiritual y social delRvmo. P Benito Menni (q.e.g.e.) no podrá llegar aalcanzar las proporciones de homenaje a que se hizoacreedor aquel insigne varón que tanto trabajó y tanardorosamente luchó para hacer bien a sus semejantesen general y más especialmente para proporcionaralbergue y asistencia a los más desgraciados, a losque acogió amorosamente y los que cuidó con unacaridad cristiana tan admirable que sólo puede com-

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tratarle; solamente recuerdo y con gran edificación lasamarguras de sus últimos tiempos de Roma y lascosas que Dios permitió para llevárselo crucificado alotro mundo; de su boca no salió; una sola queja; cuan-do al despedirse de mí tuvo una explosión de llanto,recuerdo que sus palabras fueron para excusar y per-donar a todos; “solamente suplico al Señor, decía, queno permita a mis superiores juzgar y fallar sin oír a lasdos partes”.

De usted siempre affmo. capellán y s. s. en J. LuisM. Albert.

Palencia 17 de noviembre de 1918. Rvma. MadreSuperiora General de la Congregación de HermanasHospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús. Muy res-petable y estimada Madre en el Señor: Me invita usteda contribuir a la Biografía que están escribiendo delRvmo. P. Fundador de esa Congregación a la que porvarios motivos profeso admiración y afecto especial, ysiento de veras no poder proporcionarlas relación algu-na referente al Reverendísimo P. Benito Menni, porquesi bien es verdad que le conocí, fue poco lo que letraté; solamente en visita y mis visitas fueron siemprede corta duración; humildísimo él no desdeñaba eltrato con los pequeños, era tanta la grandeza que através de esa misma humildad revelaban sus virtudes,su talento, su actividad, su modo de ser verdadera-mente extraordinario, que a fuer de sincero he de con-fesar que en su presencia me sentía confundido y ano-nadado, y pretextando no querer distraerle de susmuchas y graves ocupaciones, procuraba retirarme lomás pronto posible. Aparte de esto, debo manifestarcon igual sinceridad que antes, que a mi pobre juicio el

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vilegiados que la Providencia destina para realizargrandes cosas. De su actividad incansable dan testi-monio los varios Institutos de asistencia para los seresabandonados, erigidos bajo su dirección en España,Francia y Portugal con la cooperación de los Herma-nos de San Juan de Dios, los cuales en el P. Menniencontraron un segundo Padre, que dio nueva vida asu Orden, enderezándolos a obras grandiosas de cari-dad hacia el prójimo.

De ello dan testimonio sobre todo las Casas de laCongregación de ustedes, Reverendísima Madre, porél instituidas y que con tanta solicitud y acierto dirigióhasta lo último de su vida; habiéndose extendido de talsuerte, que viene a ser una de las primeras Congrega-ciones femeninas de Europa. Después de haber difun-dido los benéficos efectos de la caridad de sus Hijashacia las pobres criaturas que se hallan privadas delinestimable don de la inteligencia o sufren otras enfer-medades e imperfecciones corporales en los reinos deEspaña, Francia y Portugal, tenía grandísimo deseo deque los amorosos y solícitos cuidados de sus Hijaspara con las pobrecitas enfermas se extendiesen tam-bién a Italia, a la que él amaba como a su amadaPatria, aunque por razón de su ministerio se vio obli-gado a estar lejos de ella durante varios años.

Fueron muchas las dificultades que surgieron parala realización de la obra ideada por el beneméritoPadre, pero al fin sus deseos pudieron cumplirse, yViterbo tuvo el honor de poseer la primera Casa italia-na en el Sanatorio Villa Rosa.

Habiéndome sido confiada la dirección sanitaria,he visto levantar la casa desde sus fundamentos, y

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pararse a la que practicó el Santo Fundador de laOrden que inmortalizó su nombre, Juan de Dios.

En cuantas ocasiones fui honrado con el trato delPadre Menni pude admirar sus excepcionales dotes deorganizador, de inspirador y de director de los distintosestablecimientos por él fundados, resplandeciendo entodas sus acciones un espíritu evangélico que corríap a rejas con su humildad y con su extraord i n a r i amodestia. Aunque mis opiniones tengan escaso valor,he de consignar que, entre otros muchísimos méritosque reunía el ilustre milanés sobresalían a mi entenderla restauración gloriosa de la Orden de San Juan deDios en España y América y la fundación de HermanasHospitalarias que usted dignamente preside en laactualidad. Ambas Comunidades han de tener venera-ción eterna por el que les dio vida, dirigiéndolas conacierto durante largos años. Saluda a Usted afectuosa-mente y queda a sus órdenes su servidor. AntonioRodríguez Morini, Director facultativo de los Manico-mios de San Baudilio de Llobregat.

Rvma. Madre General de la Congregación deHermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón deJesús. Ciempozuelos. Rvma. Madre: A su petición deescribirle algunas líneas sobre su Fundador de ustedesRvmo. Padre Benito Menni, (q.e.g.e.) a quien tuve lasuerte de conocer y tratar personalmente, me apresu-ro a contestarle que de él se puede decir que fue unhombre recto bajo todos conceptos, de talento nocomún, de firme voluntad, de carácter dulce, y que entodo su continente brillaba la más sincera modestia sinsombra alguna de ostentación. En una palabra; sepuede afirmar que el P. Menni fue uno de los pocos pri-

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los Ángeles, e invocando sobre ellas y sobre la casa lasbendiciones del cielo; como cuarenta años antes, en elmismo día, las había implorado para sus Hijos yHermanos de España, que el inmortal Pío IX había con-fiado a su paternal dirección. Podría decirle, Madre,algo sobre el celo y perspicacia de su Fundador; peroeso sería invadir directamente, el campo a quien mejorque yo, hablará sobre ello.

Acepte mis más distinguidos obsequios haciéndo-los extensivos a todas las Hermanas y téngame por suaffmo. y s. s. – Dr. Giulio Paganini, Director facultativodel Sanatorio “Villa Rosa” de Viterbo (Italia.)

Encontrábanse los desgraciados orates de las pro-vincias vascongadas desperdigados en los Manico-mios de Valladolid y Zaragoza, alejados de su tierra yde sus familias; muchísimos de ellos sin poder siquie-ra comunicarse con los médicos y enfermeros y obte-ner algún alivio a las penas del alma con las reconfor-tadoras frases de cariño y consuelo de aquellosextranjeros en su patria, cuando surgió para bien deellos el genio de la Caridad, el espíritu anheloso dehacer el bien, que puso remedio a la necesidad senti-da de repatriar a los que ansiaban volver al país de susmayores.

Fue el Rvdo. Padre Fr. Benito Menni el que, anima-do de este nobilísimo propósito y generosa ambición,se propuso crear un Manicomio en este riconcito deGuipúzcoa, retirado y tranquilo utilizando al efecto elrenombrado balneario de Santa Águeda, puesto a laventa por sus propietarios, a raíz del asesinato en él delExcmo. Sr. don Antonio Cánovas del Castillo.

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seguido siempre al P. Menni, siendo testigo de lossabios consejos que daba al Arquitecto y a los ope-rarios a fin de que la casa fuese sólidamente cons-truída con aquella solicitud que su natural actividad ledictaba.

Me place recordar un episodio de aquella época.Estábamos a principios de diciembre de 1907 y elPadre Menni ardía en deseos de celebrar el santosacrificio de la Misa en la casa en construcción VillaRosa el día 14, en el que se cumplía el cuadragésimoaño de la Misa que por primera vez había celebrado enEspaña.

Pero los trabajos de la obra se habían apenas ini-ciado y no se encontraba habitación decente paraimprovisar un altar. El P. Menni no se desanimó poreso, antes bien supo infundir tal actividad en los ope-rarios que en la mañana del día 13 la habitación esta-ba terminada y las Hermanas pudieron preparar unaltar, cubriendo las toscas paredes con tela. Había noobstante, un inconveniente y era que el hueco dondedebía ser colocada la puerta no estaba terminado. Porotra parte, a causa del frío que hacía, (pues era invier-no) no se creía prudente, ni para el Sacerdote ni parael acólito, estar con aquel hueco abierto sin puerta;pero el buen Padre supo insistir con tan buenos modosa los operarios, que éstos trabajaron, no sólo durantetodo el día, sino también gran parte de la noche, paraterminar su trabajo.

Así el Padre Menni pudo celebrar la santa Misa enla primera casa que para sus amadas Hijas se constru-ía en Italia, distribuyendo a las allí presentes el Pan de

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P. Menni de prestar aliento y estímulo al desenvolvi-miento y prosperidad de su obra, honrándonos consus frecuentes visitas y solicitando la opinión técnicadel que suscribe, para ponerla en ejecución. Así haadquirido este Establecimiento el desenvolvimiento yre n o m b re de que disfruta entre sus similares deEspaña. – Pero la atrevida y generosa concepción deaquel varón prestigioso, de cobijar en su término a losinfelices orates alejados de su hogar, fue sólo un meroepisodio de la gigantesca empresa a que dio venturo-sa cima en el decurso de algunos años. Iniciada cuan-do España yacía en el estupor de una revolución caó-tica, aniquilada además por guerra civil enconada, san-grienta y de larga duración, cuando los escasísimosrestos de la Orden Hospitalaria de San Juan de Diosvivían dispersos y sin albergue oficial, fue sin embargollevada a feliz término por el P. Menni, solo, extranjero,sin fortuna y sin más recursos que los alientos sobre-humanos que anidaban en su alma grande y genero-sa. – Ahora queda a los sucesores del P. Menni, legiónpor él restaurada, a los antiguos y bien adquiridosprestigios de la Orden Hospitalaria de San Juan deDios, por su bienhechora labor de curar y aliviar dolo-res y lacerías de la humanidad, la ardua empresa decontinuar la obra de su ilustre restaurador, que por sugrandeza misma exige mayores desvelos para soste-nerla a la altura a que la encumbró aquella hermosafigura. – Ardua y difícil es la labor a realizar, ya que losestablecimientos frenopáticos creados por el restaura-dor de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios yFundador además de las Hermanas Hospitalarias delS. Corazón, por su número, importancia y renombre

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Cúpole al autor de estas líneas el honor de conocerpersonalmente al Rvdo. P. Menni con ocasión de lasnegociaciones y trabajos que la realización de obra detamaña magnitud supone, y de merecer su amistad yconfianza, hasta el punto de ser honrado con la direc-ción facultativa del naciente establecimiento manico-mial, cargo en el cual ha colaborado a la creación ydesenvolvimiento del mismo.

¡Cuantísimos días de aquel período de gestación,lleno de cavilaciones buscando solución favorable alas dificultades que se presentaban para la convenien-te organización del nuevo frenocomio dialogó el quesuscribe con el benemérito Padre Menni, teniendoocasión de ahondar en aquella alma colmada de espí-ritu de caridad y ansia del bien de los necesitados deayuda en sus dolores!

Pero en aquellos días eran mayores los entusias-mos y anhelos que los medios para ponerlos en ejecu-ción, y sin embargo, nunca decayó el espíritu de aquelhombre singular, que en toda dificultad, conflicto o tri-bulación, encontraba aliento acudiendo al Señor endemanda de protección con la plegaria: “Dios sea ben-dito”. Venciendo no pocas dificultades pudo inaugurar-se este manicomio el 18 de julio de 1898, con enfer-mos guipuzcoanos y alaveses en número de 66 hom-bres y 44 mujeres, que estaban recluídos en los mani-comios de Valladolid y Zaragoza.

En los veinte años transcurridos desde aquellafecha, la población de este nosocomio ha crecido deaño en año, contando en la actualidad con cerca de800 enfermos. En este lapso de tiempo no descuidó el

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aquel entrañable cariño que profesaba a los pobreslocos, por quienes se desvivía. – Todas estas circuns-tancias contribuyeron de modo eficaz a que el nombredel P. Menni se extendiera por todo el mundo católicoy fuera promovido General de la Orden de San Juan deDios, con aplauso de los que tuvimos la suerte deconocer y tratar a tan insigne y virtuosísimo Sacerdote,que seguramente habrá obtenido el premio que DiosN. Señor concede al que haciendo dejación de cuantopuede halagar la naturaleza humana, se consagraexclusivamente a su santificación y a la asistencia ycuidado de los alienados. – Siento no disponer de mástiempo para referir los grandes proyectos que abrigabael sabio Fundador de esa Congregación que tantosservicios presta a la humanidad doliente, y que merceda la protección que para ella pide desde el cielo el queacometió la obra de fundarla, se ha conquistado prefe-rente lugar entre sus similares, porque una cosa sonlos pobres ancianos acogidos en Hospitales, en casasde Beneficencia y Hermanitas y otros los que, faltos dela luz de la razón, se convierten en fieras, más cruelesy terribles que los que habitan en las selvas africa-nas. – De V. Sra. Superiora General muy affmo. S. quese encomienda a sus oraciones. – Domingo DíazCaneja, de la Diputación Provincial de Palencia.

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exigen, especialísima atención, a fin de que sobresal-gan de similares de España y no teman la comparacióncon los del extranjero, que cuidan de seguir al día losavances de la ciencia psiquiátrica. Personal idóneo ylleno de celo profesional, tener al frente de susEstablecimientos frenopáticos al que pueden y debenacudir en solicitud de los medios conducentes a elevarla eficiencia de aquéllos en el cuidado, asistencia y tra-tamiento de los orates en ellos internados. Con elloenaltecerán los prestigios de las Órdenes Hospitalariasque los rigen, testimoniando a la vez, la veneración yamor que guardan a la honrada memoria del P. Fr.Benito Menni. – D r. Ricardo de Añíbarro, Dire c t o rFacultativo, de los Manicomios de Santa Águeda.

Palencia, 12 de noviembre de 1918. – Sra. Supe-riora General de la Congregación de HermanasHospitalarias. – Ciempozuelos. – Muy distinguida Sra.de mi mayor aprecio y consideración: Deficientísimosson los datos que puedo aportar a la biografía del vir-tuoso y sabio Fundador de esa Congregación, Fr.Benito Menni y Figini, a quien tuve el gusto de conocery tratar en el año de 1888, en que se instauró esteManicomio de San Juan de Dios, merced a los des-prendimientos del que fue Ilustre Prelado de estaDiócesis, D. Juan Lozano y Torreira, (que en santa glo-ria esté).

Era el P. Menni varón de gran cultura, finísimo trato,preclaras y excelsas virtudes y conocedor como pocosdel corazón humano, así es que todos se rendían a susindicaciones inspiradas siempre en el amor al desvali-do que falto de la luz de la razón era rechazado por lasociedad y de la misma familia. – A esto obedecía

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PRIMERA PARTE – CAP. I 799798 P. BENITO MENNI – BIOGRAFÍA DOCUMENTADA

TE R C E R A PA RT ET E R C ER A P A RT E

El P. Menni,varón espiritual

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CAPÍTULO I

Su espíritu de piedad

Preliminares. – Actos piadoso. – Otras devocio -nes.

Preliminares

Cuando la figura es naturalmente bella parece queestorba todo linaje de atavíos y adornos artificiosos;por esto, después de leer el abultado epistolario delPadre Menni1 que se conserva en el archivo de susHijas las Hospitalarias y unos apuntes que se nos hanfacilitado, con lo cual debíamos trazar la semblanzaespiritual de nuestro personaje, hemos sacado la con-vicción de que huelga en nuestra obra hasta el comen-tario, que por sí mismo y sin violencia se desprende;pues en aquéllas y en estos se destaca un relieve, tansublime como a ningún arte es dado producirle.

Con todo, la fisonomía moral del Padre Menni jamásen esta vida podrá presentarse totalmente bañada de

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1 Cuatro gruesos volúmenes.

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“Del espíritu de piedad que adornaba a nuestroPadre, diré: que desde la edad de diecisiete años reza-ba diariamente las tres partes del santo rosario y otrasdevociones que él tenía, con grandísimo fervor. Eraexageradamente exacto en el rezo del Oficio Divino. Nisus múltiples ocupaciones, ni las largas horas de con-fesonario, fueron causa para que dejara nunca susdevociones. Al ir de un sitio a otro o teniendo queesperar lo hacía siempre rezando el rosario. No perdíaun segundo. Si había rezado ya las tres partes del rosa-rio y le quedaba tiempo libre, volvía a rezar de nuevo,ofreciéndolo en sufragio de las almas del purgatorio.

Era tal su espíritu de recogimiento y presencia deDios, que lo mismo en los trenes que en las calles yplazas siempre iba rezando. Como al terminar el oficiodivino debe haber alguna oración que se hace de rodi-llas, él sin respeto humano se arrodillaba delante de lagente y terminaba su rezo, y aun en viajes o fuera decasa. ¡Cuántas veces he visto a los viajeros edificados,mirando a nuestro Padre rezar con los brazos en cruz!Sus jaculatorias favoritas eran estas: ‘Jesús mío, de mídesconfío, en Vos confío y me abandono’. ‘VirgenSanta y Madre mía, amparadme’. ‘Oh María Inmacu-lada Madre de Jesús, rogad por nosotros que recurri-mos a Vos’.

En sus últimos años cantaba con frecuencia lasiguiente estrofa, que niño aún, había aprendido de suvirtuosa madre: O Gesù d’amor acceso, = Se nos tiavesse mai offeso, = O mio caro e buen Gesù = Non teboglio ofendere mai più. = E mai più disgustarvi =Perché vi amo sopra ogni cosa. = O mio caro e buenGesù = Io ti voglio amare sempre più’.

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claridad; lo más bello de su figura, sus rasgos más deli-cados, supo él siempre recatarlos y rara vez logró sucorazón expansión suficiente para mostrar al exterior loque en sí encerraba, domeñado y sujeto como estuvos i e m p re a la privilegiada razón de su señor. Él mismodice a sus Hijas las Hospitalarias que no ha creído con-veniente nunca comunicarles ciertos secretos íntimos ysi alguna vez les revela alguno, es convencido de que enello está la gloria de Dios interesada.

Sus obras gigantescas dicen mucho, sus cartas,sus escritos, sus consejos dicen más, pero quedamucho más, oculto, dormido con sueño compañero alde sus cenizas, al amparo del silencio de su sepulcro,envuelto en el sudario frío que le tendió la muerte.

Sus confidentes eran el amado de su alma, Jesúsen la Eucaristía, su adorada Señora la Virgen Madre ylos Santos sus protectores.

Cuando sus Hijas le importunaban para que lesdijera algo que él se reservaba, solía decirles que sóloa dos mujeres rendía su voluntad, a la Santísima Virgeny a Santa Teresa de Jesús.

Todo cuanto va consignado en esta parte es testi-monio de quienes lo han visto y copia de sus cartasoriginales. Creemos sinceramente que ello convencemás que cuanto nosotros pudiéramos decir. Descanse,pues, nuestra pluma y que ellos hablen.

Actos piadosos

Dice Sor María del Consuelo, una de las HermanasHospitalarias que más de cerca le ha seguido y pormás tiempo pudo observarle:

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Santísima Virgen del Carmen a todas las enfermas y alas niñas, aunque fuesen de corta edad, de susHospitales y Asilos, lo cual se practica rigurosamenteen todas las casas del Instituto.

De su devoción y aprecio a las Cofradías y piado-sas asociaciones son prueba las patentes de agrega-ción que entre otros apuntes y escritos devotos de suuso se conservan en el Archivo de las Hospitalarias: La“Agregación al Apostolado de la Oración y a la Her-mandad del Sagrado Corazón de Jesús”, expedido enModena (Italia) el 17 de julio de 1864; “Hora de Oracióna Nuestra Señora de los Dolores y Hábito de la misma”,con fecha 15 de mayo 1866. “Agregación al culto per-petuo del Sagrado Corazón de Jesús”, erigido enBarcelona. Tiene fecha 30 de abril de 1867; a la“Sociedad espiritual de María Santísima contra la blas-femia”, 13 de agosto de 1868; al “Culto perpetuo deSan José”; “Asociación de San Francisco de Sales”, 13de julio de 1864; “Pía unión de los incurables bajo elTítulo de Nuestra Señora de la Salud y de los SantosCamilo de Lelis y Juan de Dios”, y “Piadosa asociaciónde personas devotas del glorioso Arcángel San Rafaely San Juan de Dios”. Era también Hermano de la pia-dosa Asociación de devotos de Nuestra Señora delConsuelo de Ciempozuelos.

Aprobó y vio siempre con agrado que en los esta-blecimientos fundados o dirigidos por él se erigiesenAsociaciones piadosas entre los asilados de ambossexos. Hoy todavía existen en algunos manicomios las“ A rchicofradías de la Guardia de Honor” y “delInmaculado Corazón de María”; la “Venerable OrdenTe rcera de San Francisco”, el “Apostolado de la

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Entre sus escritos son varios los apuntes devotosque se encuentran de su propia mano: Guárdate, dicenunos, como del mayor veneno, de dejar una mortifica-ción, un ayuno u otra cosa porque se haga duro a lanaturaleza, pero déjalo solamente para hacer el sacrifi-cio de tu voluntad.

Tiembla... porque si con tantas misericordias no tehaces santo, ¡quién sabe qué será de ti!... ¡quién sabesi el momento que dejes de santificarte aquel será elprimer paso que te precipitará en el laberinto de tu per-dición!... pero si yo nada puedo, todo lo puedo con miJesús; su Corazón es mi refugio y sus llagas mi salud”.

Al tenor de estos hay muchos otros.

Profesaba gran devoción a la Santísima Trinidad.Rezaba en su honor el Trisagio cada día; e impuso eldeber de rezarle diariamente a los dos InstitutosHospitalarios. Compuso y recitaba todos los días lasiguiente oración: “Dios mío, Padre, Hijo y EspírituSanto, que me habéis criado a vuestra imagen y seme-janza y me habéis hecho capaz de amaros y poseeroseternamente, con toda humildad os adoro como misoberano Señor; dadme la gracia de amaros y decorresponder fielmente a vuestra bondad infinita con elamor que os es debido y con una perfecta obedienciaa vuestros santos mandamientos. Amén”.

Era devotísimo de los escapularios de las cuatroÓrdenes, los cuales llevaba siempre con el de NuestraSeñora del Carmen y procuraba les fueran impuestos alos Hermanos y a las Hermanas luego que entraban enreligión. Dejó ordenado en las Constituciones de estasúltimas que fuera impuesto el escapulario de la

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a todas y a cada una que con humildad perseverarehasta morir fielmente en la Congregación. Sí, Hijasmías, la Madre del Corazón de Jesús y el SantoArcángel Rafael os asistirán a cada una con especialamor y os ayudarán durante todos los días de vuestravida a vencer todas las tentaciones, con tal que procu-réis invocarlos y también de un modo especialísimoasistirán a todas mis Hijas en la hora de la muerte. ¡Quéconsuelo, Hijas mías, para mí (que tanto os amo) y paravosotras y qué a propósito es esto para que seáisgenerosas y fieles en el servicio de Dios, alentadascomo os halláis con tan dulce esperanza!

Sí, Hijas mías, Jesús quiere que no le neguéis nin-gún sacrificio y que seáis dóciles, humildes, amantesdel santo silencio.

El demonio trabaja en contra, pero vosotras, Hijasmías, escuchad con docilidad la voz del amante, aun-que indigno Pastor que el Señor os ha dado y os ben-dice con toda su alma y corazón. Fray Benito Menni.Braga a 11 de diciembre 1892”.

En los frecuentes viajes que hacía a París visitabasiempre los Santuarios de Ntra. Sra. de las Victorias. ElSagrado Corazón de Montmartre, la santa IglesiaCatedral titulada Notre Dame, también la de SantaClotilde y mientras las visitaba e iba de una a otra reza-ba y hacía rezar también a los que le acompañaban elrosario entero. En 6 de octubre de 1898 recientementellegado de París, escribía desde Santa Águeda: “Hijasmías muy estimadas en el Señor: Anoche llegué a éstamuy bien, gracias a Dios y tengo el gusto de decirosque estuve en el Santuario del Sagrado Corazón en

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Oración”, la “Cofradía del Rosario Perpetuo” y en losAsilos, Asociaciones de Hijas de María y de San LuisGonzaga, canónicamente establecidas en las casas deambos Institutos, cuyos reglamentos se observan conla mayor posible exactitud y con notable aprovecha-miento espiritual de los enfermos y asilados.

Otras devociones

Cualquier ocasión la aprovechaba para rogar portodos y hacer devotos ejercicios de oración. A suregreso de Portugal, en 21 de mayo de 1890, escribía:“Acabo de llegar de Portugal; he estado en el sitiodonde nació San Juan de Dios y en el que nació SanAntonio de Padua; en ambos he celebrado la santaMisa y me he acordado de vosotras”. En otra ocasiónescribía desde Portugal: “Hoy he tenido la gran satis-facción de tener el día un poco libre y poder visitar enperegrinación el Santuario llamado del Buen Jesús yotro de la Virgen titulada Nuestra Señora do Sameiro,distante de aquél una legua escasa.

Es magnífico el primero, no he visto otro igual. Hayen unas capillas del monte figuras de la pasión y muer-te de Jesús, y otras de la vida gloriosa o sea desde laResurrección de Jesús hasta su gloriosa Ascensión. Entodas partes os tenía muy presentes y sobre todo mehe sentido muy movido a pedir que seáis dóciles, obe-dientes y fieles a la gracia que Dios os ha hecho de lla-maros con santa vocación a esta su amada Con-g regación; porque, Hijas mías, pertenecéis a unaCongregación santa y de parte del Señor os prometo yaseguro la gloria eterna o sea vuestra segura salvación

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A todas, todas, Hijas mías, a todas Madre s ,Profesas, Novicias y aspirantes y todas os bendicevuestro pobre indigno y amantísimo Padre en JesúsMaría y José. Fray Benito, esclavo de Jesús”.

Su piedad y devoción resaltaban hasta en sus con-versaciones familiares y refieren las Hermanas que másocasión tuvieron de tratarle íntimamente que tanto ensus viajes como en medio de las más graves ocupa-ciones interrumpía frecuentemente el trabajo o la con-versación con jaculatorias o bien diciendo: “lo princi-pal, lo único necesario es servir y amar a Jesús” “Jesúsmío, de mí desconfío, en vuestro Corazón confío y meabandono”. Al encontrar alguna Hermana que se arro-dillaba para saludarle y besar su mano, después decontestar al Ave María Purísima que exigía rigurosa-mente de ellas, decía con acento de Padre y de Santo:Hija, ¿deseas con verdad servir y amar a Jesús? y alcontestarle afirmativamente demostraba gran satisfac-ción y entonces y no antes le daba a besar la mano.Aún se hacía más visible su devoción en el ejercicio desus funciones sacerdotales. De tal modo hablaba deDios, de los misterios de nuestra santa religión y parti-cularmente de la pasión de Jesús y del divino amor deJesús Sacramentado por nosotros, que impresionabael ánimo de cuantos le oían; las más de las veces llo-raba él y hacía llorar tratando de estos sublimes miste-rios. Muchas veces prolongaba bastante la celebraciónde la santa misa y derramaba muchas lágrimas, fieltestimonio del ardoroso fuego de caridad que caldea-ba su corazón tan enamorado de su Jesús.

La santa misa la celebraba con tal fervor que locomunicaba a los circunstantes. En los mementos

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París y he pedido muy mucho por todas vosotras paraque correspondamos todos a nuestra santa vocación ysu corazón Divino sea nuestro descanso y nuestroabrigo. Pedí a nuestra buena e Inmaculada Madre laVirgen María para que Ella sea siempre nuestra guía yconductora al Corazón de su Hijo divino Jesús, sumobien... Vuestro afectísimo Padre en J. M. J. Fray BenitoMenni”.

En otra ocasión escribe: “Ayer estuvimos en Jerez;hemos celebrado ante el sepulcro de nuestro amadoHermano el Beato Juan Grande; allí hemos visitadomuchas cosas y recuerdos del Bienaventurado quedan mucha devoción y en todas partes continuamenteos tenía, Hijas mías, a todas muy presentes en mispeticiones, porque como Hermano mío muy bueno lehablaba con mucha confianza. Acudid pues, Hijasmías, a él con gran confianza. Allí vimos también la fede bautismo de otro Hermano nuestro el venerablePadre Francisco Camacho, cuyas virtudes han sidodeclaradas en grado heroico por el Sumo PontíficeLeón XIII.

Hemos estado también ante el sepulcro del otron u e s t ro venerable Hermano llamado Fernando elIndigno, que fue el sucesor del Beato Juan Grande. Enfin, Hijas mías, Jerez es para nosotros un segundoGranada. El Señor haya oído y oiga las súplicas que lehe dirigido para que todos mis Hijos y todas mis Hijassean almas santas, fieles, fidelísimas a la santa voca-ción religiosa hospitalaria a que hemos sido llamados;siendo muy fieles en todo hasta lo más mínimo en laabnegación, mortificación y observancia regular, queasí será como nos santificaremos.

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habla la boca, espiguemos en su correspondencia pri-vada algunos conceptos aunque a vuela pluma para nohacernos interminables. “Mucho me alegro y ruego alSeñor permita que las célebres procesiones deSemana Santa con que Sevilla recuerda los variospasos de la Sagrada Pasión y muerte de nuestro DivinoSalvador, que S. C. habrá visto, y solemnes funcionesa que habrá asistido, le sirvan para más y más encen-der en su corazón vivos sentimientos de compasión yamor divino, con que merezca resucitar con Cristo enla patria de los bienaventurados...”. “La vida militarhállase rodeada de graves peligros de cuerpo y alma yéstos aumentan en tiempo de guerra y hácese de todopunto indispensable ser muy precavido para poderselibrar de unos y evitar en cuanto sea posible los otros.Los del alma sabe S. C. muy bien cómo debe evitarlos;encomendándose muy de veras al Sagrado Corazónde Jesús, a la Santísima Virgen nuestra buena Madre,San José, Santo Ángel Custodio, San Rafael Arcángel,San Juan de Dios, etc. y frecuentando cuanto puedalos Santos Sacramentos. Los del cuerpo puede evitar-los procurando guardar la salud y no exponerla teme-rariamente cuando no lo pida el bien de la patria y sien-do moderado en todo. Por último lo que más le reco-miendo es que ore mucho para que el Señor le salve detodo peligro, pues de él es de donde pueden venirnostodo bien y auxilio”.

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pasaba grandes ratos, en la elevación deteníase algu-nos segundos para que se pudiese adorar con deten-ción la sagrada hostia. En el Confiteor Deo y Agnus Deise daba fuertes golpes de pecho. Las partes de la misaque deben decirse en voz alta, las leía de modo que sehacían inteligibles. Las Ave Marías, oraciones finales yel Cor Jesu sacratissimum los rezaba con extraordina-rio fervor. Muchas veces al cantar el Prefacio se emo-cionaba y derramaba muchas lágrimas. Alguna vez quese detuvo más tiempo que el ordinario durante la misay que parecía se extasiaba, al interrogarle qué le habíasucedido contestaba lo de siempre: ‘Hijas mías, yo soyun pobre’ y no se podía sacar más de él.

Tomamos del libro “Caridad y Patriotismo” lo quesigue: “La piedad del Rvmo. Padre Benito Menni eratan visible que habremos de esforzarnos muy pocopara hacerla palpable. De sus caritativos sentimientos¿no dan voces sus obras? Estas fundaciones en favorde los menesterosos ¿no están delatando al hombrede corazón magnánimo, de agigantado amor de Dios ypor ende del prójimo? ¿Acaso se puede ser piadososin ser caritativo? ¿Se puede ser caritativo sin ser pia-doso? Jamás se dispensó de la asistencia al coro porla mañana; sus infinitas ocupaciones no le impidieronnunca tener con nosotros la oración mental; a conti-nuación celebraba la santa misa con profundo recogi-miento; porque el P. Benito Menni a imitación del melí-fluo San Bernardo, todos los cuidados y pensamientoslos dejaba a la puerta de la Iglesia. Si veinte veces salíade su despacho otras tantas al volver se arrodillabapara impetrar la asistencia del Espíritu Santo y de losSagrados Corazones. Si de la abundancia del corazón

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piedra fundamental de su Iglesia, de manera que,según la palabra infalible del divino Redentor perma-necerá siempre inquebrantable y el Espíritu Santo seráquien en todo tiempo hablará por boca de San Pedro ysus sucesores cuando se trate de materia de la fe o deLey de Dios. Con estos sentimientos me postré ante laestatua del glorioso San Pedro, regué con abundanteslágrimas sus pies, puse repetidamente mi cabezadebajo de los mismos pidiéndole que se dignara obte-ner para mí, para los míos y para cada una de vosotras,una fe viva, más fuerte que las rocas, la cual nos con-duzca a todos por el camino sobrenatural en vida espi-ritual, vida de unión con el cielo y especialmente conJesús nuestro divino Redentor. Sí, Hijas mías, pidamosconstantemente al Señor por intercesión de MaríaSantísima y del Glorioso San Pedro, que nos concedauna fe viva, la cual nos haga vencer todos los obstácu-los que encontremos en el camino de nuestra eternasalvación y en la práctica fervorosa de la vida religiosa;que nos inspire gran generosidad para hacer todos ycualquier sacrificio por grandes y costosos que seanconsiderando ser nuestra única dicha el vencernos, elsacrificarnos a nosotros mismos y a todas nuestrasinclinaciones hacia este mundo para sólo vivir de lavida y doctrina de Jesucristo, nuestro único y sumobien. Espero, pues, que todas os uniréis en espíritu aeste vuestro pobre y amantísimo Padre, para pedir alglorioso San Pedro que nos obtenga esta gran fe, porla cual vivamos constantemente vida sobrenatural,mientras estamos en este valle de lágrimas, para quepodamos así llegar un día a vivir en la gloria celestialcual para vosotras y para todas las almas que el Señor

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CAPÍTULO II

Su fe

Una carta. – Sus fundaciones.

Una carta

El fundamento de la vida espiritual para sí propio ypara los demás poníale como es razón en la virtudsobrenatural de la fe según lo muestra en esta carta:“Roma, fiesta de la Asunción de la Santísima VirgenMaría del año 1907: A mis amadas Hijas en el Señor lasreligiosas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesúsy de la Bienaventurada Virgen María Señora nuestra.Hijas mías: bien sabéis que mi corazón no late sino porel anhelo constante de hacer cuanto me es posiblepara que las almas que Dios me ha confiado vivan dela vida sobrenatural que nace del Corazón de Jesús yque se nos comunica por las virtudes teologales, de lascuales la fundamental es la fe. Embebido mi corazónen estos sentimientos, entré uno de estos días en laBasílica de San Pedro, cuya fe puso el Señor como

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CAPÍTULO III

Su esperanza en Dios y confianza en sugraciosa Providencia

Concepto de esta virtud. – Quilates de su espe -ranza. – Pruebas abundantes.

Concepto de esta virtud

Como el niño pequeñuelo en los brazos de sumadre, así sosegaba su alma en la esperanza y dejá-base confiado en las manos de Dios, mas sin extremosde presunción. Dejemos que nos lo digan sus cartas:“San Baudilio de Llobregat 3 de enero de 1896. – Conel corazón puesto en Dios os dirijo esta cartita paramanifestaros una vez más mis sentimientos y losdeseos de mi corazón; al comenzar este año nuevoquisiera que todos comenzáramos una vida animadade un nuevo fervor. – Cuando examinamos nuestravida, los beneficios innumerables que recibimos y cuánfrágiles somos, vemos que no nos queda más quereconocer la bondad de Dios y que solamente su infi-

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me ha confiado lo desea este vuestro amantísimoPadre que en el nombre del Señor os bendice desde loíntimo de su corazón. – Fray Benito, pobrecito deJesús”.

Sus Fundaciones

Prueba de su fe son la mayor parte de sus funda-ciones emprendidas sin ningún recurso material y sóloconfiadas a la acción de la divina Providencia. En elvestíbulo de un asilo hizo inscribir: La Providencia y lafe tienen esta casa en pie.

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vuelta por esa, aunque sea una visitica muy corta. –Gracias al Señor que tanto nos favorece, y es un nuevomotivo para que le correspondamos con gran fidelidady en espíritu de obediencia, pobreza, abnegación yhumildad, con espíritu de oración, con gran descon-fianza de nosotros, pero con una confianza grande,grandísima y sin límites en la bondad y misericordia delSeñor, cuyo poder nos sostendrá con infinita fortalezaen todos los trabajos. ¡Jesús, dadnos trabajos y tribu-laciones, pero juntamente la fuerza para sufrirlos!Recibid la bendición que con el alma y el corazón os daen nombre del Altísimo este su indigno Ministro, vues-tro afectísimo Padre en J. M. J. – Fray Benito Menni,pobre de Jesús”.

En la que sigue muestra el deseo de que todas susHijas sean participantes del gran bien de esta virtuddivina:

“La Línea (Gibraltar) a 25 de marzo 1898. – Misamadas Hijas en el Señor residentes en San Boy: Osruego digáis a todas mis muy amadas Hijas lasHermanas profesas, novicias, aspirantes, en fin, atodas que no hay más que una cosa que vale y mere-ce estima, la cual es servir y amar a Jesús trabajandosiempre y sufriendo por su amor. – Esta es, Hijas mías,la verdadera dicha a que debemos aspirar, esta es laverdadera y única vida, en esto se encierran todos lostesoros; echémonos en los brazos de nuestra buenaMadre la Virgen María Inmaculada y descansemos en elCorazón de Jesús y ojalá pudiéramos así sacrificar gotaa gota nuestra vida y morir por amor de Jesús; esta esla única y verdadera dicha y verdadera vida fuera de lacual sólo hay la muerte. Orar, trabajar, servir a Dios y

TERCERA PARTE – CAP. III 817

nita clemencia y misericordia es el fundamento de todanuestra esperanza y nuestra alegría; porque Él se com-place en favorecer a los que sienten su pobreza, sumiseria, su indignidad y por esto no descansan en símismos ni se fían de sí, sino que todo su descansoestá en Dios, Padre nuestro, que ha venido a buscar alos miserables, a las almas que se reconocen enfermasy lisiadas, que con serenidad dicen: Dios mío, de mídesconfío, en Vos confío, en Vos me abandono y envuestros brazos descanso. Sin embargo, el Señor quie-re que cooperemos a su gracia y que pongamos enpráctica lo que podamos con su divino socorro y asírecibiremos por nuestra fidelidad en las cosas peque-ñas la abundancia de gracias también para las gran-des. – Vuestro afectísimo Padre en J. M. J. – FrayBenito Menni”.

Quilates de su esperanza

Sobre el concepto claro que revela de la virtud laprecedente, demuestra ésta que sigue hasta dóndellega su grado de confianza en el Señor:

“Ciempozuelos 18 de marzo de 1898. – Muy esti-madas Hijas en el Señor, la Madre Priora, y todas lasresidentes en París: Hijas mías: empiezo rogándoosque perdonéis mi largo silencio; no fue olvido, sino quehe estado sumamente abrumado de ocupaciones ybendiciones del Señor; cada día ruego por vosotras enla santa Misa y muchas veces al día y no dudo quevosotras haréis lo mismo. – Ya sabéis que Santa Águe-da está muy cerca de Francia, así es que voy a ver sicuando vayamos a instalar aquella casa puedo dar una

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gido, limpiado, aseado, aunque después se la lleven!Mucho, mucho os quisiera decir, pues quisiera envia-ros retratados los sentimientos todos de mi corazón;pero ya me comprendéis y no dudo que el Corazón deJesús hablará con misericordia a vuestros corazones;pues misericordia grande espera a los corazones quese consagran al bien de su prójimo. – Os bendicevuestro amantísimo Padre en J. M. J. – Fray BenitoMenni”.

Pruebas abundantes

En sus innumerables cartas es raro no sorprenderel mismo concepto y la misma abundancia de su cora-zón:

“Santa Isabel a 11 de marzo del 97. – Mi estimadaHija en el Señor: Os bendice este pobre e indignoMinistro del Señor, que tiene toda su dulce confianzaen el Corazón de Jesús y de su Madre María Santí-sima. – Fray Benito Menni”.

A una religiosa escribe:

“Ciempozuelos 6 de noviembre de 1898. Muy esti-mada Hija en el Señor... Mucho espero de la bondaddivina, que con tanto amor vela por vuestro bien; pro-curad, Hija mía, corresponder fielmente, cooperandocon humilde resolución, con espíritu de abnegación ysanta oración. – Vuestro afectísimo Padre en J. M. J. –Fray Benito Menni”.

Por todo cuanto pasa va afianzado con el áncorade la santa esperanza:

TERCERA PARTE – CAP. III 819

callar. Léase esta carta a las profesas y a las novicias.A todas bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y delEspíritu Santo. Amén. – Vuestro afectísimo y pobrePadre en J. M. J. – Fray Benito Menni”.

Desea además que abunde tanto que con benefi-cios de caridad se manifieste en los prójimos.

“Mondragón a 15 de agosto 1898. – A mis muyamadas Hijas en el Señor: Hijas mías, con mi corazónpuesto en el Corazón piadosísimo de Jesús, en unióncon el Corazón Inmaculado de nuestra amantísimaMadre la Virgen Inmaculada, os dirijo esta carta paradeciros que recibáis a las pobres dementes que estánen el hospital de Madrid, esperando vuestra caridad.Hijas mías, los hombres no merecen que se tenga estacaridad; pero Jesús, por cuyo amor os lo pido todo, lomerece, y estad seguras, Hijas mías, que obrando asínada os faltará, pues S. D. M. hará que paguemostodas las deudas y hagamos mucho bien a los pobresdementes, que cuanto más desgraciados representanmás al vivo a Jesús, nuestro Redentor amantísimo. –Bien es verdad que esos señores de la Diputación nosfaltan a su palabra, pero nuestro benditísimo y adora-do Jesús no nos faltará a la suya; aunque tengamosque pasar algunos trabajitos. Él nos sacará de todo.Decidme, Hijas mías, ¿si no hubiéramos de pasaralgún apurillo para hacer el bien, qué mérito tendría-mos?- Sea, pues, Hijas mías, vuestra sed, vuestrodeseo, vuestro anhelo, el imitar al glorioso Padre yPatriarca San Juan de Dios, que no miraba sino cómosacrificarse para aliviar a los pobres por amor deJesucristo. ¡Ah Hijas mías, qué gloria tan grande ten-dremos en el cielo por cada pobre que habremos aco-

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“Las Corts, 14 de noviembre de 1900. – Mi amadaHija en el Señor:... y a ti, Hija mía, en particular, te digoque descanses en el Corazón de Jesús que es des-canso de los pobres y miserables que en Él confíanpara obtener el remedio de todas sus miserias. – Osbendice vuestro amantísimo Padre en J. M. J. – FrayBenito, pobre de Jesús”.

“Madrid, 26 de mayo de 1902. – Mi estimada Hija:..Esperemos en la misericordia del Señor, que aun denuestras faltas sabe sacar nuestro bien. – Os bendicevuestro amantísimo Padre en J. M. J. – Fray Benito quese reconoce muy indigno, miserable pecador; pero quepor eso mismo sabe que tiene que descansar en elCorazón del Padre Redentor y de los pobres, Jesúsbendito. Amén”.

“Ciempozuelos a 16 de agosto de 1901. – Muyamada Hija en el Señor: He recibido tu carta del 1º deeste mes y has hecho bien, Hija mía, en desahogar tucorazón en el corazón de este tu amantísimo Padreque tanto y tanto le interesa cuanto se endereza al biende tu alma.

Veo lo que te cuesta la santa obediencia cuando setrata de salir para la limosna. Yo desearía, Hija mía,verme un poco más libre para dar una vuelta por esa;pues lo deseo vivamente para que mis Hijas desaho-guen su corazón y sus cuitas en el corazón de este supobre pero amantísimo Padre en el Señor. Tú misma,Hija mía, tú misma ves y comprendes el gran méritoinherente a la abnegación y sacrificio tan grande de ira pedir limosna: no pierdas, Hija mía, tan grandes teso-ros; te aseguro que me asocio a tu corazón en espíritu

TERCERA PARTE – CAP. III 821

“San Baudilio de Llobregat 11 de noviembre de1898. Mi estimada Hija en el Señor… El asunto que meha traído aquí parece que va bien, a Dios gracias. Otroha salido inesperado y grave, pero confiemos en elSeñor, que lo arreglará todo bien su divina Providencia.Os bendice vuestro afectísimo Padre en J. M. J. – FrayBenito Menni”.

“Roma 20 de abril del 99. – Mi estimada Hija en elSeñor… Confiemos que Jesús nos ha de mirar conojos de compasión y estemos ciertos, ciertísimos quenos ha de dar lo que más nos conviene. Descansemos,pues, en su Corazón divino; pidamos a MaríaSantísima que nos alcance este descanso en suCorazón maternal y en el de Jesús. – A todas os ben-dice vuestro amantísimo Padre en J. M. J. – FrayBenito Menni”.

“Idanha 23 de septiembre de 1900. – Mi amadaHija en el Señor… Confiemos en el Señor, que todo lodirigirá a mayor bien si descansamos en el Corazón deJesús. Descansemos allá y todo irá muy bien con sugracia; todo será lo que más nos convenga; sea estenuestro afán: el descansar en Jesús y María. – A todasos bendice vuestro amantísimo Padre en Jesús, Maríay José por su felicidad pobre de Jesús. – Fray BenitoMenni”.

“14 de octubre de 1900. – Mi amada Hija en elSeñor... Lo de D. Liborio ya lo pensaremos, y Dios nosdé luz, ánimo, serenidad, humildad, confianza y forta-leza. Así lo debemos esperar con toda confianza delCorazón de Jesús. Vuestro afectísimo Padre en J. M. J.que os bendice. – Fray Benito Menni”.

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Haced lo mismo vosotras, Hijas mías, y descanse-mos todos en paz en el Corazón de Jesús y repitamos:Jesús mío, de mí desconfío, en Vos confío, en Vos meabandono. – Madre mía alcanzadme este descanso yno permitáis que el demonio me quite o disminuya estagran confianza diciéndome que soy miserable; puespor más miserables que seamos, tenemos derechoverdadero y real a esperar en la bondad del Corazón deJesús, que anhela que nosotros descansemos en Él;pues, Hijas mías, Él quiere hacer con nosotros prodi-gios de misericordia; démosle, pues, este gusto y des-cansemos seguros en Él, para que Él pueda dejarcorrer la bondad de su Corazón, perdonarnos lospecados, ponernos en buen camino, darnos humildad,fervor y perseverancia en su santo servicio. Amén. –Os bendice vuestro pobre y amantísimo Padre en elCorazón de Jesús, Fray Benito, pobre de Jesús”.

TERCERA PARTE – CAP. III 823

de sacrificio y quiero compartirlo contigo para que sete haga la carga más llevadera y los dos así unidos noscobijaremos en el Divino Corazón de Jesús para que Élsea nuestra fuerza, nuestro aliento, nuestro todo; por-que, Hija mía, ni tú ni yo podemos nada bueno sino enunión con nuestro buen Jesús. – Ánimo, pues, Hijamía, ¿te reconoces débil? acude a Jesús y únete a Él,que será tu fortaleza. ¿Sientes repugnancia en el sacri-ficio? únete a Jesús, que suda sangre en el huerto deGetsemaní y te aseguro que sus sudores, sus fatigas,sus gotas de sangre y su agonía te harán vencer larepugnancia y te darán aliento de león para empren-derlo todo y alas de águila para volar presto y ligera enel cumplimiento de la santa obediencia.

Ánimo, pues, Hija mía, escríbeme presto y estásegura que éste tu amantísimo Padre desea vivamentealiviarte y ayudarte y con este fin mucho se lo pide aJesús. – Recibe Hija mía, la santa bendición que con elalma y el corazón en nombre de Jesús y María te envíapara ti y tu compañera este pobre y miserable vuestroamantísimo Padre en el Corazón de Jesús. – FrayBenito, muy pobre y muy nada, pero feliz porque des-cansa en el Corazón de Jesús”.

“Golfo de Méjico, 20 de enero de 1901. – Hijasmías, fuera de Jesús y lo que conduce a Jesús no veoni oigo ni percibo sino palabras de muerte: Jesús esnuestra única y verdadera vida, fuera del cual no haysino engaño y perdición. ¡Ah! ¡quién me diera, Hijasmías, la gracia tan grande de estar enteramente muer-to a mí mismo y a todo lo que no sea Jesús! – Jesús,Jesús mismo me la dará; en Él espero, en Él confío, enÉl descanso. Así sea. Así sea.

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Espejo de amor

Siguiendo nuestro plan, veamos como reflejan elintenso llamear de su amor a Dios, sus preciosas car-tas: “Buenos Aires, Colegio Salvador a 25 julio 1892. –A mis amadas Hijas en el Dulcísimo Corazón de Jesús:

Hemos tenido un viaje muy feliz, a Dios gracias;verdaderamente nuestra buena Madre nos ha tenido ytiene bajo su felicísimo amparo. Quisiera, Hijas mías,tener un corazón verdaderamente encendido en elamor a Jesús y a María para corresponderles debida-mente; pero el Señor es bueno y se contenta aún de lochiquitito ofrecido con buen deseo y humilde confian-za. Hijas mías, en este viaje he hecho nuevos propósi-tos de vivir sólo en Jesús y de Jesús y procurar atraera todas al Corazón de Jesús con su gracia y misericor-dia; pues así espero que de un modo particular corres-ponderéis también vosotras, mis amadas Hijas enJesús y María ¿no es verdad, Hijas mías, que así loharéis en Jesús y por Jesús? ¿No es verdad Hijasmías, que dóciles bajo el manto de María correspon-deréis con humildad y recogimiento a las maternalesinvitaciones de esta reina del Corazón de Jesús? ¡Ah,sí, Hijas mías, sí! éstas y no otras deben ser nuestrasaspiraciones, nuestros deseos y alientos todos, asícomo los latidos de nuestros corazones. Fuera de estono hay paz, quien no busca a Jesús por medio deMaría no tiene sosiego; abneguémonos, pues, a nos-otros mismos, aspiremos a Jesús y María, salgamoscon el deseo de este mundo y nuestro corazón sólodescanse en Jesús sacramentado. – ¡Ah Hijas mías! noquisiera acabar, pero aquí no es posible; sólo en el

TERCERA PARTE – CAP. IV 825

CAPÍTULO IV

Amor a Dios

Un testigo. – Espejo de amor. – Sublime cari -d a d . – Suspiros de amor. – Amor compasi -v o . – La caridad le consuela. – Alientos deamor. – Otro testimonio.

Un testigo

Vivía nutriendo el alma de amor a su Dios, y anhe-laba que todos le amasen ardientemente.

Fray Leopoldo Bataller, de la Orden de San Juan deDios, escribe del P. Menni: “Recuerdo que en una visi-ta que hizo al Señor Obispo de Yerápolis, que vivía reti-rado en Sarriá (Barcelona) hacía quince años, tras unalarga conversación sobre el amor de Dios, vi que losdos lloraban de alegría. Antes de despedirse se confe-saron y luego se abrazaron, se besaron los pies y elVenerable Obispo salió hasta la calle a despedirle y envoz alta dijo: Me habéis proporcionado el consuelomás grande de mi vida, voy a morir pronto, os ruego nome olvidéis; espero de vos ese favor”.

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me por la noche. – No hay tiempo para escribirme. – Atodas os bendice y se recomienda a vuestras fervien-tes y humildes oraciones este vuestro pobre y humildePadre espiritual. – Fray Benito Menni”.

Sublime caridad

La que sigue nos revela el alto grado de su amor aDios. Amar padeciendo por Dios es colocarse en lagrada más alta de la caridad.

“Ciempozuelos 14 de marzo 1897. – Mis amadasHijas de la casa de Idanha: Dos palabras para darosuna buena noticia y es que el Señor me ha hecho lagracia, al cumplir los 56 años, de sentir un vivo deseode amar de un modo más nuevo, entero y decidido ami Jesús, que es delicia de mi corazón. Hijas, si mequeréis acompañar os convido a banquete tan delicio-so; pero para gustar de lo delicioso de esos manjareshay que gustar lo amargo de la abnegación de nos-otros mismos y hacer sacrificio de todo, empezandopor este enemiguillo tan querido del amor propio;entonces el banquete es dulcísimo y alegra inundandoel corazón de alegría. – También tened paciencia lasunas con las otras, porque si nadie nos ofendiera o nosdiera que sufrir, nunca tendríamos ocasión de gustarde las delicias de sufrir algo por amor de Jesús. Mirad,Hijas mías, yo soy superior, y, aunque no quisiera hacersufrir nunca a nadie, por mi miseria hago sufrir muchasveces y así los demás han de tener paciencia conmigoy les hago ganar el cielo. Otros, hasta mis amadosHijos y amadas Hijas, me hacen a veces sufrir algo yles tengo que dar las gracias porque me dan la hermo-

TERCERA PARTE – CAP. IV 827

cielo no tendremos más ocupación que ésta: estarfelizmente embriagados en el amor de Dios sin nadaque nos distraiga de esto; pero aquí en este valle delágrimas quiere Dios que por su amor nos ocupemostambién de otras cosas: ‘hágase, pues, su voluntad,así en la tierra como en el cielo’. – Ya os he dicho quellegamos muy bien y mandé el parte a las Hermanas deMadrid; supongo que lo habréis recibido. – Deseamossalir de aquí, para volver el 2 ó 3 de agosto, pero nosabemos de cierto si podremos concluir, y entoncestendríamos que tardar unos 15 días más. Si salimos aprimeros de agosto esperamos llegar a Barcelonasobre el 23 ó 25 del mismo mes, pero si salimos el 15ó 16 entonces tardaremos unos quince días más, puesel viaje cuesta lo menos 22 ó 24 días. Hay unas dos milleguas, poco más o menos; pero Hijas mías, todo espoco por amor de nuestro buen Jesús, y si por amorsuyo hubiéramos de andar millones de leguas, todo esmuy poca cosa y es un negocio grande que se nosconcede baladí y de balde, porque sólo es grande ladicha que nos concede el Señor de poder decirle muypobremente pero con confianza en Él: ‘Jesús mío, teamo, y si no te amo como debo, al menos por tu mise-ricordia deseo amarte con toda el alma, mi corazón,mis fuerzas, mis sentidos, mis potencias, todo, todoquiero sea tuyo, y amarte y hacer que otros y todos teamen. ¡Oh Jesús mío, amor mío, bien mío, mi todo!’.Pues bien, si no llegamos en agosto no os turbéis, por-que en el Corazón de Jesús estamos bajo el manto deMaría, será señal de un poco de retraso. Espero que elSeñor os defienda de todo. A todas os bendigomuchas veces al día y, especialmente, al ir a acostar-

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sacia la sed del pobre hambriento del cielo, en dondesólo tendremos la satisfacción de ser totalmente deJesús, sin faltas ni imperfecciones; sí, Hijas mías, allí,en el cielo nos embriagaremos feliz y eternamente en elamor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo por siem-pre, Amén. Esto os desea entrañablemente vuestropobre y amantísimo Padre que os bendice en J. M. J.Fray Benito Menni pobre de Jesús”.

He aquí la delicada pureza de su amor:

“Guadalajara de Méjico a 21 de marzo de 1901.Mis amadas Hijas en el Señor... Yo continúo muy bien(a Dios gracias) y deseando servir y amar a Jesús contodas las veras de mi alma; pues, Hijas mías, todo con-vida a ello, y no juzgaría ser vida sino muerte horroro-sa si hubiera de vivir aunque no fuese más que un soloinstante sin amar a mi Jesús, vida de mi vida, bienúnico y soberano, en fin, mi todo, mi felicidad, mi anhe-lo, en quien confío y descanso. ¡Señor mío, concéde-me la gracia de ser dócil en todo a las inspiraciones ycomunicaciones de tu divino Corazón al mío, que aun-que tan miserable, quieres que sea templo tuyo! ¡OhJesús mío, no permitas que yo profane lugar tan sagra-do, con la menor mezcla de lo que no sea de tu divinoagrado! ¡Oh Jesús mío, cuánto me temo a mí mismo ya mi miseria! ¡Tenme, oh Jesús, de tus manos para quenunca te desagrade en lo más mínimo! ¡De mí descon-fío, oh Jesús, en Ti confío y en Ti me abandono!...Rogad para que todos seamos muy fieles al Señor. Osbendice vuestro amantísimo Padre en J. M. J. FrayBenito, pobre de Jesús, pero muy feliz por hacer lavoluntad de Jesús”.

TERCERA PARTE – CAP. IV 829

sa y preciosa ocasión de sufrir algo por amor de miJesús. – Ánimo, pues, Hijas mías; nuestro estudio hade ser ver como llegamos a amar a Jesús; y obras ypaciencia son amores. – Os bendice vuestro afectísimoPadre en J. M. J. – Fray Benito Menni”.

Su privilegiada alma lee y aprende lecciones deamor en todo:

“Mar Atlántico, a bordo del vapor Ciudad de Cádiz,9 de enero de 1901... resulta Hijas mías, que soy elmás viejo de todos los que estamos en el barco, y porlo tanto tengo mayor obligación de servir y amar aJesús. Ojalá que así lo haga y que el mar, las olas, lasnubes, el viento, el temporal y la calma, todo, todo, meenseñe a amar a Jesús y a que Él sea siempre el cen-tro de mi corazón. Concluyo ya. Rogad por este pobre,vuestro amantísimo Padre que siempre está pidiendodía y noche para que seáis unas verdaderas humildesy pacientes esposas de Jesús. Acabo diciéndoos queestoy muy contento y doy gracias al Señor de poder-me firmar el pobre de Jesús y Hermano menor de FrayCebrián de la Nada”.

Suspiros de amor

Le hace el mismo amor suspirar por el cielo.

“Guadalajara de Méjico 26 de enero de 1901. Misamadas Hijas en el Señor... El clima es buenísimocomo en esa en el mes de mayo, y dicen que con pocadiferencia es lo mismo durante todo el año; pero Hijasmías, nada, nada de esta tierra llena mi corazón; sóloel descanso en el Corazón de Jesús, da paz y alegría y

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así, añadiendo el tiempo frío, lluvioso y triste que tene-mos, la conformidad con la voluntad del Señor auncuando cuesta un poco al principio, después es fuen-te de inagotable y verd a d e ro consuelo. ¡Bendito sea elS e ñ o r, que así se digna visitar a sus pobres! Pero veoque algunas de vosotras me están diciendo: peroP a d re, nada nos dice de cómo le va en el viaje, si seha mareado, en fin ¿cómo le va? a lo cual, en primertérmino me viene el pensamiento de contestar: y a ti¿qué te importa eso? Con tal de que te hable de serviry amar a Jesús, todo lo demás vale bien poco. Pero ,en fin, comprendiendo que es por espíritu de caridad,os diré que (a D. g.) me va bastante bien; pues no hellegado a marearme, no obstante el tiempo medianoque hemos tenido y que muchísimas personas sem a re a ron; lo único que he experimentado ha sido uncierto malestar, que era algo de mareo, no mucho (a D.g.) Os confieso, Hijas mías, que por ninguna cosa deeste mundo haría estos viajes; pero por amor de miJesús, haría con su gracia miles de éstos y peore s ;pues, Hijas mías, es gran felicidad en este mundotener la dicha de sacrificarnos por amor de Jesús. ¡Oh!pidamos Hijas mías, esta gracia al Corazón de Jesúspor la intercesión de María Santísima, ya que, por nos-o t ros mismos, no somos capaces de nada absoluta-mente. Así es que debemos decir con San Agustín:S e ñ o r, de mí desconfío, pero dame lo que Tú quieres ymándame lo que quieras; dame la gracia y la fortalezapara sufrir y hacer lo que Tú quieras y mándame lo quequieras; pues, con tu gracia nada quiero negarte; ojalátuviera yo la dicha de ser entera y totalmente sacrifi-cado por tu amor; pues no quiero reservarme nada

TERCERA PARTE – CAP. IV 831

Amor compasivo

“A bordo del vapor Kaiser Wilhem der Grose, elViernes Santo de 1901 a las tres de la tarde. Mis ama-das Hijas en el Señor: En este momento de la muertede nuestro divino Redentor quisiera que mi corazón yel de todas las almas que me están confiadas queda-ran abrasadas de dolor, de amor y de agradecimiento.De dolor de nuestros pecados y de la muerte ignomi-niosa sufrida por nuestro Señor, la que hemos tenido lainmensa desgracia de renovar en cierto modo cuantasveces hemos pecado. De amor y agradecimiento anuestro divino Salvador, que con tanto amor y fervor hapadecido por nosotros, estando su corazón preparadopara sufrir más y más, si hubiera sido necesario, porcada uno de nosotros; sí, Hijas mías, por mí y por cadauna de vosotras. Pensémoslo bien, Hijas mías, y deje-mos de amarle si podemos; que si de veras pensamosen esto no podremos menos de amarle con todo elcorazón. Espero, Hijas mías, que no dejaréis de hacer-lo y que corresponderéis al amor de Jesús”.

La caridad le consuela

“6 de abril de 1901, día de Sábado Santo. Misamadas Hijas en el Señor: Hoy Hijas mías, he pasadoun día bien penoso; pero, con la gracia del Señor, hep rocurado hacer actos de conformidad y decir alSeñor que me alegraba de corazón de tener ocasiónde ofrecerle el sacrificio de pasar estas fiestas en ested e s t i e r ro, tan lejos de nuestras casas y el Señor me haconsolado, pues aunque se me hacía duro pasarlas

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Alientos de amor

Cual desea que todos amen a Dios muéstralo aquí:

“Granada a 9 de octubre de 1886. A mis amadasHijas las profesas, Paz y Bendición del Altísimo. Yo qui-siera, Hijas mías, muy amadas en el Señor, yo quisieraque pensarais bien en la presencia del Señor el granprivilegio y la gran gracia con que su Divina Majestados ha favorecido por haberos hecho esposas suyas. Esesta una gracia tan grande y tan singular que bienmeditada basta para encender el corazón en el divinoamor; pero ¿qué digo? No sólo encenderlo sino arre-batarlo y enajenarlo embriagándolo en el dulce licor delagradecimiento a tanta divina bondad, que sin mere-cerlo nos ha llamado a su santa casa y a sus santosdesposorios. Correspondamos, pues, Hijas mías,sacrificando nuestro amor propio, siendo exactos en laobediencia pronta y alegre sin réplica, en el silencioperfecto, y en la humildad sincera y en la mortificaciónde nuestras inclinaciones; mirad, Hijas, os lo digo conel corazón en la mano, mirad, el enemigo anda rode-ándonos a ver si puede seducir a una u a otra, a la unapara que piense mal de otras, a otra para que se dejellevar de la tristeza, a otra para que falte al silencio o ala obediencia, a otra para que no sea exacta, a otra enotra cosa, y así el enemigo va a su negocio; pues bien,Hijas, con resolución tratad de vencer todas estas tra-zas infernales y con resolución tratad de correspondercon fidelidad al amor de Jesús, que pide sacrificios devosotras mismas para que sólo viváis de Jesús, enJesús y por Jesús. Os bendice y de rodillas os pide leencomendéis con fervorosas oraciones al Señor, este

TERCERA PARTE – CAP. IV 833

sino que quiero que todos los más recónditos senti-mientos de mi alma y de mi ser sean total y entera-mente tuyos. ¡Oh Jesús mío no permitáis que yo tengala desgracia de quitar nada a mi entero y total sacrifi-cio! pues más vale morir, oh Jesús mío, más vale moriruna y mil veces que quitar nada de mi total sacrificio.Q u i e ro amar el silencio, el sufrir, el trabajar; quierolevantar continuamente mi corazón hacia Ti, en fin,Jesús de mi alma, delicia de mi corazón, quiero sertuyo y enteramente tuyo. Ser tuyo es vivir, si no soytuyo, no vivo sino que estoy en la muerte. Oh María,M a d re mía alcanzadnos esta gracia de sólo anhelar launión con Jesús y de no apreciar sino lo que nos llevaa Jesús y de imitar sus ejemplos, abnegándonos an o s o t ros mismos, fijándonos mucho en la fidelidad ens a c r i f i c a rnos en las cosas pequeñas, que son las quecontinuamente se nos ofrecen. Esa es la gracia que ospide este vuestro pobre, miserable e indigno siervoque hace consistir toda su felicidad en ser esclavov u e s t ro, oh María, Madre mía. Esto mismo os pidopara mis Hijos y mis Hijas; concededles la gracia deser muy fieles y muy rendidos esclavos vuestros; pues,oh María, oh Madre mía, oh Reina del cielo, el lograr ladicha de ser esclavos vuestros es ser más que re y e s ,es llegar a ser verdaderamente grandes. ¡Oh María!vuestra bondad me asegura que me escucháis. Nopermitáis, oh Madre mía, que pongamos obstáculo avuestra misericordiosa protección. Sí, María, haced-nos rendidos esclavos vuestros. Amén. Os bendice,Hijas mías, este más pobre que todos, el último escla-vo de María, vuestro amantísimo Padre. Fray Benitop o b re de Jesús”.

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poníamos a escuchar con mucha atención y si tardabaun poco en decírnosla, le interrogábamos: Padre, ¿quénos iba a decir? ‘Hijas mías, que es necesario servir yamar a Jesús, esto es lo importante, esto es lo quevale’. Otras veces venía muy animado y nos decía:‘¿Sabéis que ha salido un nuevo Decreto?’ Nosotrasesperábamos con tanta atención y decíamos paranuestros adentros: ¿que será? ‘Pues, Hijas mías, quees necesario servir y amar a Jesús’, y luego nos pre-guntaba: ‘¿Vosotras queréis lo mismo?’ y no callabahasta que le contestábamos afirmativamente; enton-ces nos decía muy satisfecho: Ahora sois mis Hijas”.

TERCERA PARTE – CAP. IV 835

pobre Ministro del Altísimo, que os bendice cual vues-tro indigno y afectísimo Padre espiritual. Fray BenitoMenni”.

“Ultimo día del año 1911. Hijas mías en el Corazóndivino de Jesús: En este último día de 1911, os supli-co, os encargo, os ruego, os mando, que tengáis vues-tro corazón todo, todo, todo, entregado al CorazónDivino de Jesús para que no viváis sino de Jesús, ysólo respiréis de su amor en unión con el CorazónInmaculado de María y del bendito San José.

Vuestro pobre y amantísimo Padre en J. M. J. queos bendice. Fray Benito pobre siervo y ministro deJesús”.

Basta con esto. Así siempre, como en las prece-dentes cartas, unas veces se siente arrebatado deamor hacia la divinidad, otras enamorado de Jesúspaciente, ora ceba el fuego de su amor con devotasconsideraciones y siempre desea que prenda en loscorazones de sus Hijos e Hijas en Jesucristo.

Otro testimonio

Testifica una Hermana de las Hospitalarias que:“Nunca se le oían palabras inútiles. Si le hacíamos,dice, alguna pregunta de cosa insignificante, nos con-testaba: ‘servir y amar a Jesús’; este era su lema.Recuerdo que en un viaje tuve el gusto de contar lasveces que repitió esta jaculatoria y en el espacio dedos horas la dijo más de treinta veces. El primer salu-do que nos hacía, casi siempre era: ‘Hijas mías, os voya decir una cosa’ y como se paraba tan formal, nos

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Estando enfermo rogaba le llevaran la SagradaComunión y cuando viajaba, preparaba su itinerario desuerte que no se quedase sin celebrar la Santa Misa.Sufrió en cierta ocasión, estando en Ciempozuelos, unfuerte ataque de reuma en los tobillos y pies, por lo quecon grave dificultad podía andar sin sufrir agudísimosd o l o res, pero eran tan ardientes sus deseos de celebrary recibir a Jesús, que en uno de los primeros días de laenfermedad se resolvió a ir al altar apoyándose en unasilla revestido, pero a las primeras oraciones la fuerzadel dolor fue tal que le privó del sentido y fue pre c i s osentarlo en una silla desvanecido. Entre el que escribeesta biografía, capellán entonces de la casa y el sacris-tán le condujeron a una cama, donde pasó sin podermoverse veintiséis días, todos los cuales recibió lac o m u n i ó n . – Todas sus fundaciones y negocios losresolvía después de haberlos encomendado a Diosmás de una vez en la santa Misa. Con dificultad se con-seguía que ligase su intención o que recibiese estipen-dio. Decía que generalmente ofrecía la santa Misa porlos dos Institutos que Nuestro Señor le había confiadoy otras veces por algunas almas que él deseaba enco-m e n d a r. Si en alguna ocasión aceptaba alguna dee n c a rgo, para que no se le olvidara anotaba en el papelen que iba envuelto el dinero del estipendio el fin paraque estaba destinado y volvía a anotarlo después en lacartilla del rezo, a medida que las iba celebrando, comopuede comprobarse en una de las que se conservan enel archivo de las Hermanas Hospitalarias. – Nunca salíade casa sin ir antes de hacer una breve visita a JesúsSacramentado y lo propio hacía a su re g reso. Cuandovenía a nuestra casa, nunca quería atendernos, por

TERCERA PARTE – CAP. V 837

CAPÍTULO V

Amor y devoción a Jesús Sacramentado

Edificante narración. – Exhortación. – Unos avi -sos. – Desde alta mar. – Comunión diaria.

Edificante narración

Escribe Sor María del Consuelo, de su devoción yamor a la Sagrada Eucaristía: “A cuantos dirigía reco-mendaba la comunión frecuente. Desde los principiosde nuestra Congregación estableció la comunión diariacomo queda consignado por Sor Corazón de Jesús1. –Ni sus largas enfermedades, ni los continuos e incon-tables viajes por razón de sus oficios de Delegado,Comisario y Provincial de su Orden, cargos que en elespacio de más de treinta y seis años desempeñó, fue-ron motivo para que dejara de celebrar el SantoSacrificio. Lo mismo hizo en sus últimos años mientrasfue Visitador Apostólico y Prior General, a pesar de susmúltiples expediciones.

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1 Segunda parte de esta obra.

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donde está sacramentado para llenarlas de sus graciasy bendiciones, para derramar sobre ellas los dones, lasmisericordias y la fortaleza que necesitan para seguir elcamino de su santa vocación. He visto el consuelo queexperimenta el Corazón de Jesús cuando mis Hijas vana sus plantas y le dan ocasión de ejercer su oficio dePadre, Pastor y Redentor; pues eso es lo que anhelaansiosamente su divino Corazón. Todo esto lo he visto,estando mis Hijas haciendo la Hora de Adoración. –Esto os digo, Hijas mías, para que os animéis a ser dili-gentes y fervorosas para ir con júbilo y santa alegría ahacer la hora de adoración o a velar durante la noche,pues Jesús se entretiene comunicándose en tales oca-siones con una benignidad, contento y admirable fami-liaridad que parece increíble. – Fray Benito, pobre,indigno y miserable que de sí desconfía y sólo en Jesúsy María confía y se abandona. – Ciempozuelos y agos-to de 1908”.

Unos avisos

Sobre el punto particular de hacer compañía aJesús del Sagrario dio este aviso a sus Hijas:

“Ciempozuelos a 15 de mayo de 1887, vigésimosexto aniversario de la profesión religiosa de vuestropobre Padre espiritual. – Acudid con puntualidad a lavela del Santísimo, pues el demonio que sabe cuán útiles y cuánto agrada al Señor esta compañía, procuraque algunas tengan siempre pretextos para no acudircon puntualidad; y cuando estéis en la vela tened cui-dado a la hora de avisar a las que les toque y no suce-da que por rezar algo más algunas tarden en avisar”.

TERCERA PARTE – CAP. V 839

u rgente que fuera el caso, sin haber saludado antes aJesús Sacramentado. Cuando se escribía algún docu-mento importante en el momento de ir a leerlo noshacía arrodillar para recitar con él sus acostumbradasjaculatorias; otras veces lo ponía delante del sagrario yallí lo dejaba mientras hacía oración. – Como dondetenía su tesoro allí tenía su corazón, no obstante, irdelante de Jesús sacramentado encerrado en el taber-náculo antes de empezar sus trabajos ordinarios (comoqueda dicho) con frecuencia los suspendía para re n o-var sus visitas al nido de sus amore s ” .

Refiere Dª Celestina Clot que le acompañó repeti-das veces estando en París enfermo en sus últimosdías: “Parecía distraerse al entrar en las iglesias miran-do la arquitectura pero luego su amor le llevaba alsagrario y allí tenía yo ocasión de verle tan devoto ycomo fuera ya de este mundo. Le daba mucha devo-ción verle de manifiesto en la capilla o iglesia que lla-man de los españoles, que está la custodia puesta muyelevada bajo dosel grandioso...”.

Exhortación

Cómo anima y exhorta a sus Hijas al amor de Jesússacramentado dícenlo estas palabras escritas de sumano: “Hijas mías, somos miserables, pero al mismotiempo hemos de acordamos que a la medida queaumenta nuestra miseria sobrepuja la gracia del Señor;sí, Hijas mías, para vuestro consuelo y aliento debodeciros que en estos últimos tiempos me ha manifes-tado repetidas veces Jesús desde el tabernáculo, queestá anhelando que mis Hijas vayan a sus plantas en

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del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. – Fray BenitoMenni, pobre de Jesús”.

Desde alta mar

Aquí se siente desbordar su amor; ora le salta dejúbilo el corazón, ora padece tristezas de muerte por laausencia del amado en las inmensas soledades delocéano que atraviesa por amor a Jesús en el viaje aMéjico.

“2 enero de 1901... Hace tres días que no vemostierra y echo mis miradas y mi corazón hacia donde meparece estar más cercano algún templo con Jesússacramentado, nuestro bien, nuestra vida, nuestroamor, nuestro todo, y me parece sentir que Jesús nosacompaña en espíritu con más solicitud de la que nos-otros tenemos para adorarle en espíritu desde aquíhacia donde se halla sacramentado. – Hoy tambiénhemos tenido misa (g. al S.) pero no hemos podidocomulgar sino espiritualmente”.

“Día 3 ídem... Hoy día grande, día de gran sucesoy de gran consuelo: Jesús, el Hijo de Dios e Hijo deMaría ha venido a mí real y verdaderamente cual estásentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso. – Sí,Hijas mías, Jesús ha tenido compasión de mí; Él oía lossuspiros de mi pobre corazón, que iba sintiendo grandebilidad porque no recibía en mi pobre pecho el panque da fortaleza a los pobres, el pan que repara nues-tras fuerzas, el cordero sin mancha que purifica nues-t ros corazones; esta mañana, digo, me despertéencontrándome muy bien a Dios gracias, y conocí quepodía quedarme sin tomar nada hasta las ocho y

TERCERA PARTE – CAP. V 841

A una casa en particular escribe: “Ciempozuelos,31 de diciembre de 1892. – Mis amadas Hijas en elSeñor: Hemos resuelto que en esa casa se haga a másde los domingos la adoración perpetua al SantísimoSacramento, desde la mañana hasta al acostarsetodos los lunes y miércoles, pudiendo estar una niñacon una Hermana, o una Hermana sola cuando nohaya niñas...”.

Renueva su fervor y el de sus hijas recordando eldía de la instalación de las capillas o en el que por pri-mera vez quedó en su iglesia reservado Jesús, comoen esta carta:

“Telhal a 28 de junio 1900. – Amadas Hijas en elSeñor:2. Las fechas se van sucediendo y nos vanrecordando al vivo los grandes y continuos beneficiosque hemos recibido de la mano bondadosa de nuestroSeñor. – Hoy, Hijas mías, es un día de gran recuerdo,pues es el 19 aniversario del día en que nuestro aman-tísimo Salvador se ha dignado quedar sacramentadopor primera vez entre vosotras, sin apartarse un ins-tante de vuestra compañía. ¡Ah cuán grande agradeci-miento le debemos, Hijas mías, y cuán grande es laobligación que tenéis de ser fieles en hacer la vela díay noche con gran fervor! Otra cosa sería una ingratitudmuy grande y que los ángeles no dejarían de castigar.– Ánimo, pues, Hijas mías; sed muy fervorosas ante elSantísimo Sacramento del Altar, pedidle amor a lahumildad, a la mortificación y al silencio; pedid, Hijasmías, pedid esto mismo por este vuestro amantísimo ypobre Padre que os bendice en el nombre del Padre,

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2 Escribe a la Casa de Ciempozuelos.

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la compañía de mis Hijos y de mis Hijas, por ser unsacrificio que tengo la dicha de ofrecer a mi amantísi-mo y amadísimo Jesús, pues, Hijas mías, en este vallede lágrimas no hay mayor consuelo ni dicha que unir-me con Jesús, a lo cual conducen poderosamente lossacrificios que se tiene la dicha de hacer por su amor.Por otra parte, veis, Hijas mías, cómo con tanto amorJesús ha bajado a mis manos en medio de esteOcéano y ha entrado en mi pobre y sediento corazón.-¡Cuántas gracias le habrán dado por mí mi santo Ángelde la Guarda, San Rafael y el santo Ángel Custodio deMéjico! – Ayudadme también vosotras a darle gracias ya pedirle con gran docilidad de espíritu y fidelidad ensu santo servicio. – Ya veis, Hijas mías: dos éramos losque deseábamos unirnos. – Por una parte, Jesús llenode amor y de bondad que tiene sus delicias en estarcon nosotros, sus pobres criaturas, Él ve la pobreza,miseria e indignidad de mi corazón, Él ve que sin Él nopuedo ir sino torcido, y como nos ama tanto, deseabavivamente venir a visitarme real y verdaderamente.Bien es verdad que Jesús, por su misericordia viveespiritualmente en el corazón del pobre que le desea yanhela por Él; pero Jesús quiere también, para mayorbien nuestro, venir a nosotros real y verdaderamenteen su augusto Sacramento. – Por otra parte mi pobre ymiserable corazón desea recibir constantemente aJesús, pues sin Él es una tierra seca, árida y que nopuede dar sino maleza; así es que no quisiera apartar-me ni un minuto de mi Jesús sacramentado. – ¡Ah, quéengaño Hijas mías, el de aquellas almas que porquesienten su miseria y ven que han caído en faltas seapartan de Jesús, su único remedio! Engaño es este

TERCERA PARTE – CAP. V 843

media y poder así comulgar; efectivamente se lo hedicho al señor Capellán y puso unas formas. Comulguécon gran consuelo de mi alma viendo que mi Jesús havenido a visitarme no sólo en espíritu sino real y verda-deramente en alma, cuerpo y divinidad, aquí en mediode este océano”.

“19 ídem… Hoy hemos tenido misa (a D. g.) perono pudimos comulgar sino espiritualmente, como ayer.¡Hágase, Señor, tu voluntad así en la tierra como en elcielo, y que nuestro corazón esté siempre unificadocon el tuyo! Amén. – Como aquí son las nueve de lanoche y en esa las dos y media de la mañana, estoyacompañando en espíritu a las que velan ante elSantísimo y adorable Sacramento del Altar, que esnuestro único centro”.

“Guadalajara de Méjico, 4 de marzo 1901. – Fiestade glorioso San Casimiro y 40 aniversario de la defun-ción de mi santa y querida madre (q. s. g. h.). Continúa,Hijas mías, el ayuno, pues el pie no me ha dejadolevantar para celebrar la santa Misa; venid Jesús, a mipobre corazón, que sin Vos no tiene vida; que vuestroespíritu esté conmigo y dadme fortaleza para hacercon paciencia y alegría santa y tranquila vuestra santí-sima voluntad”.

“Pascua de Resurrección de 1901. – A l e l u y a ,Aleluya, Hijas mías, Aleluya: Jesús ha resucitado. –Aleluya, Jesús me ha visitado. – Aleluya, que la santaMisa he celebrado. – Aleluya, que Jesús me ha conso-lado. – Aleluya, Aleluya, Aleluya, Jesús ha resucita-do. – Aleluya, Hija mías, cuán grande es mi consuelo ymi alegría al verme en este día tan solemne privado de

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zos de María y Ella nos llevará a Jesús, nuestro biensumo, nuestro amor, nuestra vida, nuestra gloria, nues-tro todo. – Amén, Amén. Amén. – Aleluya. – Aleluya. –A l e l u y a . – Os bendice vuestro pobre y amantísimoPadre en J. M. J. – Benedictio Dei Omnipotentis Patriset Filii et Spiritus Sancti descendat super vos et mane-at semper. – Amén. – Fray Benito, pobre del Corazónde Jesús”.

Comunión diaria

A primero de abril de 1906 escribía a sus Hijas:“Amadas Hijas en el Sagrado Corazón de Jesús: Conla viva satisfacción que podéis imaginar, os envío unacopia de cuanto el Sumo Pontífice Pío X, que gloriosa-mente gobierna, se ha dignado últimamente disponersobre la comunión diaria; pues según nos enseña,nuestro Señor Jesucristo desea vivamente que sepractique, especialmente por las religiosas. Grande esel gozo que me causan todas las disposiciones queemanan de la Santa Sede, mas como este ninguno, ysi cabe aún es mayor, considerando cómo por elVicario Infalible de Ntro. Señor Jesucristo veo confir-madas las enseñanzas que en su nombre siempre oshe dado sobre la necesidad de la comunión diaria,como punto esencial para mantener y fomentar el espí-ritu de vuestra santa vocación religiosa y lograr la per-severancia final. – Por lo que se leerán cada año estosDecretos durante la octava del Corpus y deseo que laadjunta oración, compuesta por el mismo SumoPontífice, se diga pausadamente por toda la comuni-dad cada noche antes de las tres Avemarías que dice

TERCERA PARTE – CAP. V 845

del diablo, porque con esta capa engañosa quiere queestemos lejos del remedio. ¿Eres miserable, Hija mía?no desconfíes, vete con humildad a tu Jesús, pídeleverdadero arrepentimiento de tus pecados, haz cuantopuedas para enmendarte, vete a los pies de Jesús contu corazón humillado mil veces al día, pídele que te délas verdaderas disposiciones de arrepentimiento yhumilde confianza y adelante, Hija mía, adelante; puesJesús sabe que somos miserables, Jesús se ha des-posado contigo, sabiendo y conociendo cuán misera-ble eres y que le faltarías muchas veces; pero así ytodo, te ama, te quiere y quiere remediarte mil veces aldía, si mil veces caes por tu fragilidad, con tal que tehumilles y acudas a Él pidiéndole humildad, pidiéndoleperdón, rogándole para que te levante. – Sí, Hija mía,vete a Jesús, aunque estés chorreando sangre por lasheridas que has hecho a tu alma con tus repetidas infi-delidades. – Vete a Jesús con ánimo sinceramentearrepentido, humillado, lleno de buenos deseos deenmendarte; vete a Jesús, que es médico, medicina,bálsamo y remedio de tus miserias e infidelidades, porgrandes, por multiplicadas que sean. – R e c o n c i l i acomo debes tu alma con tu Jesús y únete con Él, por-que Él lo desea vivamente y tú lo necesitas en granmanera. – ¡Ah Hijas mías, no vivamos ni un instantesino pensando en Jesús, amando a Jesús, haciendotodos los sacrificios por Jesús, trabajando por Jesús ycon Jesús y descansando en el Corazón de Jesús. –Para todo esto acudamos a María; Ella es nuestraMadre, Ella así lo desea vivamente; Ella será nuestraintercesora para ello; Ella suplirá todo lo que nos faltaa nosotros. – En fin, echémonos Hijas mías en los bra-

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purifica nuestros corazones siempre que no pongamosun obstáculo positivo a los efectos de esteSacramento. – ‘En verdad, en verdad os digo: (afirmaJesús) si no comiereis la carne del Hijo del Hombre yno bebiereis su sangre no tendréis vida en vosotros’. –Bien es verdad que no debemos comulgar indigna-mente; pero, ¿qué se entiende por comulgar indigna-mente? Se entiende comulgar con conciencia cierta depecado mortal y de no arrepentirse debidamente y noquerer confesarse de ello, y así querer obligar alevosa-mente a Jesús a entrar en un corazón actualmenteennegrecido con el pecado mortal. – Hijas mías, ¡queDios os libre de tal maldad!... pero, ¿será obstáculopara comulgar diariamente tener la debilidad de come-ter algunas faltas leves, no obstante el deseo de irenmendándose de las mismas? No, Hijas mías, puesprecisamente la doctrina que la santa Madre Iglesia haenseñado durante todos los siglos y brillantemente nosviene a repetir el actual glorioso Pontífice Pío X, nosdice que la Comunión cotidiana es el remedio cotidia-no de nuestras cotidianas debilidades y el manjar decada día para alimentarnos contra nuestra debilidad. –Así es que, Hijas mías, arrepentíos muy de corazón convivo deseo de trabajar en la enmienda de todas vues-tras faltas, por pequeñas que sean, y acudid con ansiay fervor a la sagrada mesa como al remedio que purifi-ca vuestras almas y con el deseo de recibir gracia yfortaleza para ir enmendándoos, y si tenéis la desgra-cia de caer en fragilidades mil veces, levantaos milveces acercándoos a Jesús como al remedio infalible.Repito, esta es la doctrina infalible de la santa madreIglesia dirigida por el Espíritu Santo y otra doctrina

TERCERA PARTE – CAP. V 847

la Madre Priora para ir a acostarse, y así sirva de pre-paración para la comunión del día siguiente; y para quese haga bien os encargo que os fijéis en los puntos yen comas para decirla pausadamente y todas a unmismo tiempo. – Espero, Hijas mías, que todas osapresuraréis a ser diligentes para seguir el camino queen nombre del Corazón de Jesús nos traza nuestroSantísimo Padre Pío X, y con esta confianza os bendi-ce vuestro pobre y amantísimo Padre en J. M. J. – FrayBenito, pobre de la cruz de Jesús”.

Concuerda con la anterior la siguiente bien razona-da y fervorosa circular dirigida a sus hijas con el santoempeño de que comulguen diariamente:

“Idanha (Bellas) a 4 de noviembre de 1908. – Misamadas Hijas en el Señor: La unión de nuestras almascon el Corazón Divino de Jesús es el objeto final detodas las prácticas religiosas y del culto que la santaIglesia rinde a la Majestad Divina. Ahora bien, la pre-ciosísima sangre que Jesús derramó para nuestraredención se nos aplica por medio de esa unión que serealiza en la santa Comunión. – Ciertamente que si nosmiramos a nosotros mismos, debemos en realidadreconocernos indignos de tal gracia: empero así comocuando el humilde San Pedro no quería permitir que eldivino Maestro le lavara los pies, hubo de oír que Jesúsle decía que esto era preciso, pues de otra manera nopodría tener parte con él, así también al reconocernosindignos de recibirle dentro de nosotros, nos dice elSeñor, que si no comemos del Pan de vida, que es elSantísimo Sacramento, no podemos tener parte conÉl, ni vivir de la vida espiritual que Él comunica a lasalmas y por la cual se nos aplica su divina sangre, que

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CAPÍTULO VI

Devoción a la Santísima Virgen María

Confianza. – Honor singular. – Su amor compa -sivo. – Hecho que le complace. – Saludo entresus Religiosas. – Voluntad de la Virgen.

Confianza

Sigámosle hasta el trono de María y admiremos supiedad y filial confianza en la celestial Señora.

De mucha estima y honra era para él, llamarseesclavo de María. Bien probado le tenía su experienciacuán sin límite es poderosa la intercesión de la sobera-na Señora y así no dejaba de invocarla constantemen-te. Aseguran varias Hermanas y Hermanos que en suaposento, al entrar y salir recitaba una breve oración ala Santísima Virgen, algunas veces con los brazos encruz y siempre arrodillado; y afirman haberle oído queesta devoción la venía practicando desde la edad de17 años. La oración era esta: “Profundamente os hagoinfinitas reverencias ¡oh querida Madre de mi Señor!

PRIMERA PARTE – CAP. I 849

estaría impregnada del malvado error Jansenista, pormás que se presente con capa de profundo respeto alSantísimo Sacramento. – No, Hijas mías, no escuchéistales doctrinas; pues bien sabéis que siempre os heenseñado lo contrario. La verdad es que Jesús ha veni-do del cielo a la tierra, ha derramado su sangre divina,permanece en el Santísimo Sacramento y quierecomunicar con nuestras almas que están enfermasporque Él desea sanarlas, toda vez que dice no havenido sino para sanar a las almas enfermas. Repito,Hijas mías, seguid esta doctrina y no hagáis caso decualquier otra, venga de donde venga, pues por buenaintención que quiera tener quien os la enseñare y qui-siere induciros a ella, no la escuchéis, pues no es ladoctrina de nuestro divino Salvador ni de nuestramadre la Iglesia y contra esta no hay autoridad quevalga; pues, repito, sólo el pecado mortal es el obstá-culo que impide la sagrada Comunión; pero el tenerfragilidades de las que deseamos enmendarnos, no esobstáculo, sino más bien una razón poderosísima paraque recibamos constantemente a Jesús, nuestro únicoy verdadero remedio, y por ser este el deseo de suamantísimo y divinísimo Corazón. – Os bendice vues-tro amantísimo Padre que os deja en el Corazón deJesús. – Fray Benito, pobre de Jesús”.

Para excitar el fervor de las Hermanas, tenía lasanta costumbre de dirigir a la comunidad casi siempreque distribuía la sagrada Comunión algunas frases ofervorines con que avivaba la fe y encendía los corazo-nes en amor a Jesús sacramentado, y era también muygrande su deseo de que lo recibieran con la mayor fre-cuencia posible las Hermanas enfermas y delicadas.

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todo bien y sobre todo la salvación eterna, quien lainvoca, por miserable que sea. ¡Qué alegría, Hijas mías,que alegría, poder invocar a María! Quien la invocatiene cierta su salvación. Invoquémosla, pues, Hijasmías, invoquémosla siempre con fe y confianza paraque ella nos alcance la gracia de servir con muchahumildad y gran fidelidad a su divino Hijo Jesús espo-so amantísimo de nuestras almas. La Virgen trae ensus brazos virginales a Jesús benditísimo que nosmanifiesta su Divino Corazón y con su ademán y bra-zos abiertos nos convida a que vayamos a Él, pueseste divino Corazón es fuente o el manantial de todaslas gracias de donde las saca María para enriquecer-nos con ellas. Ya veis Hijas mías, si tengo motivos parahacer el viaje con santa alegría”.

Honor singular

Nos dice cómo se siente singularmente honradopor haber celebrado el Santo Sacrificio ante la imagende Ntra. Sra. de Guadalupe y lo celebra con júbilo.

“26 de enero de 1901. Al día siguiente celebramosla santa misa en una iglesia de Carmelitas, a las diezcontinuamos nuestro viaje por tren hasta la ciudad deMéjico adonde llegamos sobre las siete de la noche. El23 fuimos a celebrar al gran Santuario de Ntra. Sra. deGuadalupe, y me hicieron el grandísimo obsequio deinvitarme a celebrar en el altar mayor, ante el mismolienzo en que está milagrosamente pintada la Virgen.Es un magnífico Santuario. Hicimos oración y visita-mos también las otras capillas, donde ocurrieron lasotras apariciones de la Virgen a Juan Diego, pobre

TERCERA PARTE – CAP. VI 851

Recibidme por vuestro hijo bajo vuestro manto; bende-cidme, custodiadme y llevadme con Vos al Paraíso.Amén”.

Nada resolvía sin encomendarlo primero al EspírituSanto por la intercesión de María Santísima.

Su confianza sin límites en esta devoción decláran-la estas cartas escritas en su ida a Méjico:

A 2 de enero de 1901. Continuando, pues, Hijasmías, mi relato os voy a decir una cosa muy notable yos pido perdón por no habérosla dicho en primer tér-mino; y me habéis de perdonar, porque, si bien, a Diosgracias, no me he mareado del todo, he estado algomolesto y con la cabeza atolondrada por el movimien-to y rumor del barco. La noticia es grande, Hijas mías,y sé que os vais a alegrar mucho de ella. Es tan gran-de, Hijas mías, y tan hermosa, que no sé cómo comen-zar a hablaros de ella; pero en fin, allá va, os la diré talcomo pueda y la Virgen Santísima me ayude. El casoes, Hijas mías, que mi Madre y Madre vuestra, la Reinay Madre y del Corazón de Jesús nos estaba esperan-do allá en la estación de Cádiz, en su preciosa imagen,que vino de Barcelona, y viene en el barco en nuestracompañía hasta Méjico. Con nosotros ya venían,desde Ciempozuelos, San Rafael y San Juan de Dios;pero ahora está la cosa completa porque viene laVirgen Santísima, la Reina del Cielo y de la tierra, latesorera del Corazón de Jesús, la Madre de misericor-dias, el refugio de los pecadores, la abogada todopo-derosa de las causas más desesperadas, en fin, vienecon nosotros esta Señora, Madre nuestra y Madrevuestra amantísima, de la cual recibe infaliblemente

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segundo, tan loco, tan ciego, tan duro, sin querer escu-char la voz amorosa de su divino Redentor! ¡Oh cuán-to rogaría María Santísima en aquella noche! Sin dudaa sus oraciones debemos nuestra conversión. Estadseguras, Hijas mías, a sus oraciones se la debemos, alo menos en parte. Pues, Hijas mías, entreguémonosde veras y sin reserva al amor de Jesús abnegándonosa nosotros mismos bajo todos conceptos; así corres-ponderemos a nuestra Madre María Santísima; así laconsolaremos en su soledad; así haremos el mayorbien a nuestras almas; así recibiremos el fruto de nues-tra redención. Así sea”.

Hecho que le complace

De cómo se complace en que las niñas del Asilo deBarcelona se pongan bajo la protección de la Virgen yse hagan Hijas de María hace mención esta carta:

“Ciempozuelos 23 de marzo 1892. A mis amadasHijas en el Señor las niñas del Asilo de San Rafael. Muyestimadas Hijas en Jesucristo: he recibido vuestracarta de felicitación que os agradezco tanto más,cuanto que la mejor felicitación que pueden hacerme,es prometerme ser buenas y muy devotas de laSantísima Virgen. Así es que he leído vuestra carta conel mayor gusto y tendré especial satisfacción en reali-zar vuestros buenos deseos de formar la Congregaciónde Hijas de María de la cual me ocuparé, y cuando yovaya a esa veremos, si se puede inaugurar. Os bendi-ce con el alma y el corazón este pobre Ministro delSeñor que os ama en Jesucristo. Fray Benito Menni”.

TERCERA PARTE – CAP. VI 853

indio. De vosotras, Hijas mías, me acordé mucho yaunque indigno, pobre y miserable, rogué a la VirgenSantísima para que os dé el verdadero espíritu religio-so de paz, humildad, abnegación y caridad; en fin, antela Virgen y ante una imagen preciosísima del SagradoCorazón derretí el mío hablándoles de vosotras, Hijasmías, para que todas, superioras e inferiores, corres-pondáis santa y fielmente a vuestra santa y sublimevocación, en espíritu de humildad y abnegación”.

Su amor compasivo

Su amor a la Señora le hace sentir compasión desus dolores y se enciende más en su amor conside-rando lo que se dignó padecer por nosotros sus hijosingratos.

“Sábado Santo 1901. Es la una de la madrugada yestoy pensando en que estaréis velando a Jesús en elsepulcro y en soledad con María Santísima. ¡Qué mis-terios de amor, qué misterios de amor, Hijas mías!¡Jesús en el sepulcro y María en soledad! Jesús en elsepulcro, para que, por la virtud de su muerte, pudié-ramos nosotros morir al pecado, morir al hombre viejo;y por su resurrección, resucitar a una vida nueva, vidade la gracia acá abajo y vida de la gloria en la eterni-dad. ¡María Santísima en soledad! ¡Oh, qué no sufriríaaquel corazón de Madre! ¡Jesús pendiente de la cruz lahabía constituido Madre nuestra y Ella aceptó el oficioque su Hijo divino le encomendó en aquel momentosolemne, así es que en su soledad pensaba en sus doshijos; el uno Jesús y el otro el género humano; el pri-mero que había muerto para redimir al segundo, y el

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Virgen María’ suprimiendo la palabra siempre, y haycatecismos y varios libros piadosos, que no la tienentampoco; pero es también verdad que en otros librosespañoles aprobados por la santa Iglesia la tienen, ycomo el decir siempre Virgen María es realzar más loque tanto honra a nuestra Madre Inmaculada, y comoes propio que nosotros, amantísimos Hijos suyos des-eemos aprovechar toda ocasión para honrarla más ymás, por esto os encargo que digáis oh dulce siempreVirgen María. Esto no hace falta consultarlo con nadie,porque como no es cosa obligatoria, cada sacerdoteos diría una cosa y os pondría en confusión. Rezad,pues, tal como os digo: ‘oh dulce y siempre VirgenMaría’ sin andar en más investigaciones, con lo cualagradaréis a María Inmaculada y siempre Virgen, cuyabendición implora sobre vosotras este vuestro indignoy amantísimo Padre en J. M. J.

Os voy a hacer también otro encargo especial parael año que, Dios mediante, vamos a comenzar, y esque no descuidéis el saludo que os está encargado enlas Constituciones y que tanto se empeña el demonioen que le echéis en olvido y seáis en ello descuidadas,p recisamente porque agrada a María SantísimaNuestra Madre y desagrada a la infernal y maldecidaserpiente. Hijas mías, no ama mucho a María Inmacu-lada la que no tiene el cuidado de saludarla siemprecon gran diligencia. Por lo tanto, Hijas mías, no se oscaiga nunca de vuestra boca esta hermosa salutación,sino repetidla constantemente con afectuoso amor,diciendo siempre que os encontréis o vayáis a comen-zar algo ‘Ave María Purísima’ respondiendo las otras‘sin pecado concebida’. Así espero que lo haréis,

TERCERA PARTE – CAP. VI 855

Quería que esta como todas las devociones fuesebien entendida y estuviese bien sólidamente fundada.Una vez le envió esta esquelita a la Superiora delManicomio:

“Ciempozuelos. M. Rvdo. Padre: Mañana es laPresentación de la Virgen y le pedimos permiso paracantar misa. Tenga la bondad de contestarnos enseguida lo que V. R. disponga. La Rvda. Madre está tanocupada que no puede firmar”.

En el mismo papel contestó: “Me parece más con-veniente que nos limitemos sin introducir nuevas fies-tas; obsequiemos a la Virgen con mucho recogimientoy espíritu de oración, con abnegación, cada vez mayor,de nosotros mismos y la Virgen nos dará más fervorinterior. Vuestro afectísimo Padre que os bendice. FrayBenito Menni. A 20 de noviembre del 93”.

Saludo entre sus Religiosas

Del celo por que se honre a la Virgen en el saludohabitual de su Congregación de Hermanas y por queno decaiga el espíritu piadoso de tan santa costumbrese ocupa en esta circular que toca otros puntos sobrela manera de darle honor.

“… Ya que os estoy hablando de las oraciones, osvoy a decir otra cosa que hace tiempo la tengo en micorazón y es mi parecer acerca de una duda que hasugerido sobre si se debe en la salve decir ‘oh dulcesiempre Virgen María’ o sencillamente ‘oh dulce VirgenMaría’. Sin que yo os pueda explicar la causa, pareceque se ha generalizado bastante el decir ‘oh dulce

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por nuestro medio cosas maravillosas en bien de lasalmas. – Estando haciendo esta meditación y pidiendoesta gracia para mí, pobre y miserable e indigno peca-dor, me dio a entender mi buen Jesús que esto debíapedir no solo para mí, sino también para mis Hijos ymis Hijas, especialmente para ti y tus sucesoras, paraque seáis almas dóciles y estando nosotros y nuestrossucesores y sucesoras animados de este espíritu, conmás facilidad los traspasaremos e infundiremos en lasalmas que ocupan los cargos en las casas yCongregación y entonces no vivirá en nuestras ama-das Hijas y en mis amados Hijos otro espíritu que el dela abnegación propia, el de la humildad, silencio, reco-gimiento, y el espíritu de una caridad sin límites, cual laquiere infundir en nosotros el Espíritu Santo. – Sí,amada Hija, seamos dóciles y veremos los milagros dela bondad divina. No nos dejemos achicar el corazón,pues esta es tentación grande del enemigo, el cualquiere inducimos a la desconfianza por una parte y a ladisipación por otra, quitándonos aquella paz y alegríainterior propia del corazón que desconfía de sí, peroque confía en Jesús y María. Disponte a sacrificarlotodo sin miramiento humano ni arredrarte por la propiaindignidad y miseria y di: he aquí, Señor, tu miserableesclava, que no quiere ser suya, que desconfía de símisma y sólo confía en Vos y dice hágase por tu mise-ricordia en mí según tu caritativa y santa voluntad: yoquiero ser tuya. ¡Dámelo tú, oh Señor! – Esta disposi-ción es la que Jesús me excita a pedir para ti, para lasdemás Superioras, para todas las Hermanas, paravuestras sucesoras y para todas las que vengan, paraque este sea el espíritu que reine en esa mi amada

TERCERA PARTE – CAP. VI 857

mientras os bendice este vuestro pobre y amantísimoPadre en Jesús María y José. Fray Benito Menni, pobrede Jesús”.

Voluntad de la Virgen

Escribiendo a Sor María Gabriela, SuperioraGeneral, le dice qué es lo que desea la SantísimaVirgen de la Congregación de Hermanas y de susSuperioras, y declara además cómo todo es de laSeñora.

“Oporto a 9 de diciembre de 1892... Esta mañana,mi amada Hija, mucho me acordé de todos mis Hijos ymis Hijas en el Señor, pues yo no respiro sino para lle-varlos a todos al Corazón de Jesús. – Estaba pidiendoantes de la Santa Misa que me concediera el Señormucha humildad, mucha paciencia y caridad, que mevenciera a mí mismo y no me dejara nunca llevar de lasprimeras impresiones, en fin, que yo sea tal que noponga obstáculos en mi interior por la dureza de micorazón por la soberbia y ceguedad mía, de maneraque siempre mi corazón sea dócil instrumento parahacer cuanto sea del agrado del misericordiosísimoCorazón de Jesús. Porque mira, Hija mía: nosotros nosomos otra cosa más que un emplasto soberbio yasqueroso de miserias y además muy duros y sober-bios y llenos de nosotros mismos sin darnos cuenta deello. Pues bien, así y todo, Jesús Padre de bondad ymisericordia y Dios de todo poder, quiere servirse denuestra docilidad para hacernos grandes bienes; sóloquiere humilde docilidad de estos sacos de podre ymiseria, para hacer y obrar Él con su mano poderosa

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CAPÍTULO VII

Devociones particulares

Devoción a San José. – Devoción a las benditasá n i m a s . – Devoción a los Ángeles. – A v i s o ssobre devociones.

Devoción a San José

A San José teníala muy grande y confiada. Dícenloestas cartas:

“Viterbo, 10 de julio de 1910. – A mis amadas Hijasen el Señor las Josefinas: Hijas mías, el hermoso títulode Josefinas con que el Señor se digna honraros alacercarse el tiempo de vuestra irrevocable consagra-ción total al Señor por medio de la santa vocación reli-giosa, os enseña que Él ha querido inspirarnos el her-moso pensamiento de poner a todas las que se vayanpreparando para acto tan solemne bajo la protecciónde tan glorioso santo protector especialísimo de lasalmas religiosas. Acudid, pues, Hijas mías, con granconfianza al glorioso San José que practicó las virtu-

PRIMERA PARTE – CAP. I 859

Congregación; porque, Hija mía, esta es la voluntad devuestra amada Fundadora la Reina del Cielo, pues porsu voluntad, Hijas mías, se hizo la fundación y por suencargo os trasmito este espíritu. Esto pedí en toda laMisa y después. Dios lo bendiga todo. – Ya veremos loque el Señor dispone, porque Él es Padre de miseri-cordia, la que implora para sí y para vosotras, mis ama-das Hijas, vuestro afectísimo Padre . – Fray BenitoMenni”.

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mismo que este vuestro pobre Padre que os ama ybendice en el nombre del Padre, del Hijo y del EspírituSanto. Amén. – Fray Benito Menni”.

Devoción a las benditas ánimas

Era también muy devoto de las benditas ánimas:

“Ciempozuelos, 27 de octubre de 1896. – Muy esti-madas Hijas en el Señor:… Esta carta es para todas,Madres, Profesas, novicias y aspirantes y a todassuplico que hagan cuanto puedan en sufragio de lasalmas del Purgatorio: ofreciéndoles también la prácticadel santo silencio y el sufrir con humildad cualquiercosa que se ofrezca. A menudo con jaculatorias rogadpor las pobrecitas almas del purgatorio, pues estoagrada al Corazón Jesús”.

A ellas se encomienda y en su oración confía:

“4 de octubre de 1900… No dejéis, Hijas mías, derogar a las benditas almas del purgatorio por estepobre vuestro amantísimo Padre que os bendice paraque sirvamos y amemos a Jesús abnegándonos a nos-otros mismos. – Fray Benito Menni”.

Otro día les escribe a sus Hijas desde “Roma a 11de febrero de 1911. – … Hoy no os puedo decir más,solamente que roguéis mucho al Señor y le ofrezcáiscuantos sacrificios se os presenten en sufragio de lasbenditas almas del purgatorio y por las intenciones deeste vuestro pobre y amantísimo Padre que cada díaos bendice para que seáis almas de oración y de mor-tificación, pues son tan amigas que la una no puedevivir sin la otra porque donde no hay espíritu de morti-

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des todas de la vida religiosa con tanta perfección ypor esto Dios le ha dado tan gran poder para favorecera las almas religiosas que imploran su Patern a lPatrocinio; acudid a Él con humilde confianza y conánimo enteramente decidido a ser verdaderas esposasde Jesús, que siendo Dios infinito se digna aceptaroscon tanta bondad y misericordia, aceptando vuestrossantos votos; pues por la santa obediencia le ofrecéisel oro de vuestra propia voluntad, por la pobreza leofrecéis el desprendimiento de todas las cosas de latierra y por la castidad, la mortificación de la carne ytodas sus malas inclinaciones. Felices, Hijas mías, feli-ces mil veces las almas que el Señor llama con tangran misericordia; estimad, Hijas mías, esta graciacomo el mayor tesoro y la perla preciosísima que elSeñor os concede; dad gracias al Corazón de Jesúsporque así os favorece por su pura misericordia ypedidle cada día muy a menudo la gracia de serle muyfieles, sacrificándolo todo por su amor. Esto es lo queincesantemente pide por vosotras, este vuestro aman-tísimo Padre E. que os bendice con Jesús, María yJosé. – Fray Benito, pobre de Jesús”.

“Mis amadas Hijas en el Señor: Soy un pobre yquiero amar a mi Jesús y a María y ved aún qué pre-tensión tengo, que quiero amar también a San José,porque como él iba por el mundo con la Virgen Maríaen sus viajes tan recogidito que sólo pensaba en Jesúsy María y haciendo coloquios interiores, con el pensa-miento y el corazón unidos a Jesús, ved ahí, por qué yoquiero mucho a ese Santo viejecito mi Patrono yProtector. Le quiero imitar un poquitín, todo lo quepueda. Vosotras, Hijas mías, creo que querréis hacer lo

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do las alabanzas eternas y gozando de la gloria delPadre, Hijo y Espíritu Santo que les es participada.Esto, mis amadas Hijas, es un modo para obtener gra-cias también para nosotros y para nuestro prójimo, asícomo la conversión de los pecadores y todas las gra-cias que necesitamos; pues el Señor se complace engran manera de ver nuestra caridad para con las almasdel Purgatorio. – Espero, pues, que se adoptará condócil satisfacción cuanto indico con amor, en el nom-bre del Corazón de Jesús y de su amantísima Madre,siendo yo vuestro pobre e indigno Padre en J. M. J.que os bendice de nuevo, invocando a las santasalmas del Purgatorio para que os obtengan de Jesúsaquel espíritu religioso que ellas ven os conviene más,como esposas que sois del Divino Cordero para que seos evite el tener que ir a purgar faltas en aquel fuegodolorosísimo del Purgatorio. Así lo espero y deseo enel nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.Amén. – Fray Benito, pobre consagrado al alivio de lasalmas queridas del purgatorio.

NOTA. No obstante, cuanto os acabo de decirsobre aplicar el santo rosario con requiem cada día ensufragio de las almas del purgatorio, cuando estámanifiesto el Santísimo Sacramento o abierto elSagrario no se debe decir con requiem, sino con GloriaPatri, aunque se aplique también por las almas del pur-gatorio”.

Devoción a los Ángeles

Era también muy devoto de los Santos Ángeles, demodo singular de San Rafael: “Telhal, 28 de julio

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ficación mal irá la oración o viceversa. – Fray Benito elde sí desconfiado y sólo en Jesús descansado”.

Veamos cómo procuraba el alivio de las benditasÁnimas:

“Pamplona, 16 de diciembre de 1908… He con-cluido esta circular, pero a la verdad no he concluidode deciros lo que hace mucho tiempo tengo en mi pen-samiento y como siento un impulso que no me dejatranquilo lo pongo a continuación: tengo un vivísimodeseo de que luego que recibáis ésta se rece en todaslas casas todos los días el santo rosario entero conrequiem, formando la intención de que sea para lasalmas del Purgatorio; lo cual es del agrado de Dios yde la Virgen Santísima. Espero que así lo haréis y enello agradaréis mucho al Señor, por lo mucho que lecomplace el que tengamos gran devoción a las almasdel Purgatorio. Yo desde la edad de diecisiete años,Hijas mías, he tomado la costumbre de rezar cada díael santo rosario entero con requiem, y no sabéis cuán-to me ayudan las pobrecitas almas. Para sí mismas yano pueden hacer nada y somos nosotros los que connuestras oraciones y sacrificios las tenemos que servirde medianeros; pero ellas pueden obtener mucho ennuestro favor y como son tan amadas del divinoCorazón de Jesús y de su Madre María Santísima, asícomo de toda la corte celestial, sucede que Jesús,María y todos los santos se interesan admirablementeen favor de los que procuran el alivio de las almas delPurgatorio, procurando adelantarles el momento de lavisión beatífica que así vayan por nuestro medio cuan-to antes a aumentar el número de los ciudadanoscelestiales que están ante el trono del Altísimo cantan-

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Guarda presente, y en vuestro espíritu y en su uniónadorad a Dios presente en todas partes, con él elevadvuestro corazón a Jesús esposo de vuestras almas, ya María nuestra amantísima Madre y refugio nuestro, ya San José glorioso y al bienaventurado Padre SanJuan de Dios. Sí, Hijas, al ver una parroquia acordaosque Jesús sacramentado está allá con tanta humildad,con tanta paciencia, con tanto amor; dirigirle vuestramirada, enviad allá vuestro corazón a los pies de Jesússacramentado y pedidle que os haga unas verdaderasreligiosas esposas suyas, amantes la humildad y de laabnegación. – Rogad siempre también por nosotros yen especial por este vuestro afectísimo Padre E. que osbendice con el alma y el corazón en J. M. J. – FrayBenito Menni., muy pobre gracias a Dios”.

“San Baudilio de Llobregat, 15 de abril 1889...Confiemos, pues, en el Señor, pero para ello debemosacudir a Su Divina Majestad con humildes súplicas,con ánimo sinceramente piadoso y recto con recogi-miento y espíritu de humildad por intercesión de laVirgen Inmaculada, Reina y Madre del Corazón deJesús, del glorioso San Rafael Arcángel, nuestroHermano mayor, de los santos Ángeles de la Guarda,del glorioso San José y demás Santos nuestro sAbogados y Protectores. – Os bendice vuestro amantí-simo Padre en J. M. J. – Fray Benito Menni”.

Acostumbraba encomendarse con gran fervor alSanto Arcángel, Protector de la Hospitalidad, en susfrecuentes viajes y dejó introducida esta santa costum-bre en ambos institutos, y no sólo en sus viajes, sinosiempre que salía de casa. En muchos casos pudoconocer su protección.

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1893... Veo por vuestra carta lo que pensáis del viaje,porque vine solo, y no vine solo, sino que un buencompañero tuve que me hizo comer con apetito, dor-mir toda la noche y despertar por la mañana cerca deLisboa, y después todo el día a correr y ya enteramen-te sano y bueno ¿para que quería otra compañíateniendo una tan buena y tan poderosa? en el viaje mifiel compañero cuidó de mí y me guisó tan bien lacomida que se me abrió bastante el apetito. ¿Veis québuen compañero tengo, aunque invisible? por esto yano me hizo falta el P. Anselmo, mi secretario, y le hicevolver desde Leganés, porque ya conocí que iba muybien, y no quería que mi buen Rafaelito de mi corazónme hubiese dicho que ¿por qué no me fiaba de él y desus buenos cuidados?”.

Inculca a sus Hijas esta devoción, según se ve enestas tres cartas: “Las Corts, 22 de noviembre 1895…Cuando alguna Superiora tiene que advertir algo aalguna Hermana, que tome la costumbre de encomen-darse a los santos Ángeles de la Guarda, al suyo y alde la Hermana que va a corregir; debéis tener todasuna gran devoción a los santos Ángeles y sabed que elSeñor pone un Ángel especial para guardar laCongregación. – Debemos, pues, nosotros ser fielescompañeros de los santos Ángeles y ser otros tantosángeles en carne mortal, por la pureza de buenas cos-tumbres y santas obras; y de este modo tendremos ladicha de obtener una santa muerte y de gozar de Diospor toda la eternidad en el cielo como verdaderasesposas de Señor. – Fray Benito, pobre de Jesús”.

“Madrid, 14 de enero 1895... En lo demás, Hijasmías, tened siempre a vuestro santo Ángel de la

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“Mis amadas Hijas en el Señor: Con esta ocasióncreo también necesario avisar a todas para que ningu-na se deje engañar ni ilusionar de ciertas devocionesque van por ahí extendiendo algunas personas quecon capa de virtud inducen a errores y a prácticassupersticiosas, como son, por ejemplo, ciertas oracio-nes a la pasión de Nuestro Señor Jesucristo, a laVirgen o a San José, con garantías o promesas de reci-bir de seguro ciertas gracias especiales, y con amena-zas terribles para quien no practicare ciertas cosas ono extendiere tales devociones. Por lo que os preveni-mos que está terminantemente prohibido el hacer casode tales devociones, aunque diga el escrito que estánconcedidas muchas indulgencias por varios Prelados,etc., pues el Santo Padre ha prohibido terminantemen-te que se dé crédito a tales promesas o amenazas.

Sepan todas que en vez de agradar al Señor contales devociones, que por una u otra circunstanciasson supersticiosas, agradan al demonio, el cual secomplace con cualquier culto o devoción que se prac-tique en un modo distinto de lo que manda la SantaSede. Tampoco se permite a ninguna que acepte elencargo de extender ninguna devoción de las aproba-das, ni que se obliguen con ninguna Cofradía, ni sesuscriban a ninguna clase de devociones fuera de lasadoptadas por la propia Congregación; pues ese es elespíritu que exige el buen orden; sino sucede que hayHermanas que, mientras están ansiosas de practicarvarias devociones buenas o acaso supersticiosas, sehacen negligentes y remisas en el cumplimiento de susempleos y en las prácticas y devociones de laComunidad que son las que Jesús quiere y bendice

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He aquí una oración que solía recitar con frecuen-cia, hallada en un libro de su uso: “Oración a los Ánge-les de guarda de nuestros amigos ausentes. – Ángelesde Dios, celestes guardianes de aquellos que mi cora-zón os nombra: una de las consolaciones de la ausen-cia es el saber que vosotros les servís en todo. Hacedpor ellos en la difícil peregrinación lo que el ángelRafael con el joven Tobías; protegedles contra eldemonio que rodea sin cesar, buscando a quién podrádevorar. Si ellos son flacos, sostenedles; si lloran, enju-gad sus lágrimas; enseñadles a ser obedientes comoVos; en la oración, abrasadles en fuego que os consu-me; en el tribunal de la penitencia, sugeridles los sen-timientos de arrepentimiento y el deseo de enmendar-se que les es necesario. En la iglesia, enseñadles aadorar y a orar, ¡que ellos sean ángeles de Jesús! suge-ridles lo que les haga agradables y útiles al prójimo.Orad y presentad nuestras oraciones ante el Trono deDios. ¡Oh Santos Ángeles de guarda! disipad los sus-tos y temores de la muerte, y obtenednos la gracia derecibir todos los auxilios de la Religión y de recibirnosen el cielo. Amén”.

Cuando se veía en alguna tribulación o con ungrave negocio entre manos, luego recurría a las oracio-nes de las Hermanas y niñas de los Asilos, y una de lasdevociones que acostumbraba ordenar en estoscasos, era la Letanía de los Santos Ángeles.

Avisos sobre devociones

Para que las devociones sean sólidas y limpias desupersticiones previene a sus religiosas en la Circularfechada en Ciempozuelos a 1º de febrero de 1907.

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CAPÍTULO VIII

Caridad con el prójimo

Testimonio de mayor excepción. – De unosa p u n t e s. – Pidiendo oraciones por caridad. –Una carta ejemplar. – A sus Hijas. – Otros testi -monios y ejemplos.

Testimonio de mayor excepción

Escribe el cronista de la Orden Hospitalaria en suhermoso y edificante opúsculo “Religión y Patrio-tismo”1: “El Padre nos amaba a todos sus Hijos con unamor puro, desinteresado, espiritual; y este amor,como manda el Apóstol San Pablo, lo sabía traducir enobras. Sus cartas abundan en pruebas: En cuanto a lodel Confesor, como lo que yo deseo ante todo y sobretodo es que nuestros Hermanos que son mis Hijos muyamados, estén bien con Dios, he declarado más deuna vez que si con buena fe alguno va a confesarse

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para vuestra santificación. Palabra del Espíritu Santoes, que os santificareis ciertamente si fuereis diligentesen la práctica y en el espíritu de cuanto exige vuestroestado. De este espíritu tiene tenaz empeño el enemi-go infernal de apartar a la religiosa comenzando concapa de virtud para así poco a poco llevarla al despe-ñadero de la ilusión, y de allí a la relajación y perdición.Hijas mías, animaos a servir a Jesús con humildad yfervor y con este fin os bendice vuestro amantísimoPadre en el Corazón de Jesús. Fray Benito, pobre deJesús”.

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campean a un mismo tiempo la ternura de un Padrevivamente contrariado, la rendida obediencia del súb-dito humilde y la fe firmísima del perfecto religioso:“esta disposición del Rvmo. Padre General por depronto me impresionó vivamente; pero repuesto alpunto, llenó mi corazón de consuelo, considerando seresta la voluntad del Señor, en cuyo cumplimiento notan sólo hallaría la paz de mi alma, sino que tambiéncolmadas bendiciones para mis amados Hijos; pues mimayor sacrificio, no son las fatigas ni los sufrimientosinherentes a tales viajes, sino el haberme de alejar delas ovejas que el Señor ha puesto bajo mi custodia...”.Durante el viaje desde su camarote del “Perseo”, escri-bió dos cartas tiernísimas dándonos largas explicacio-nes de los accidentes sufridos, la altura a que seencontraban, el cambio de estación verificado, pasadoel Ecuador, todo ello expresado con verdadero lujo dedetalles dirigidos al corazón, no menos que a la inteli-gencia de sus Hijos. “Nos hallamos el Rvmo. P. Generaly este vuestro amantísimo Provincial… en plenoOcéano, pues el punto más próximo a tierra está a uncentenar de leguas... Ya estamos en situación perpen-dicular al sol, y desde mañana le veremos por la parteopuesta, esto es, estando en Ciempozuelos a la horade mediodía en vez de verlo por la parte de Aranjuez leveríamos por la parte de Valdemoro; también desdemañana entramos en la estación de invierno. En cuan-to lleguemos a Buenos Aires pondré un cablegrama aMadrid y lo enviaré a las Hermanas, porque ellas estánsiempre en casa, y así será más seguro para que todoslo sepan pronto, porque ellas lo comunicarán en segui-da a Ciempozuelos. En el parte seré muy breve, porque

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con algún sacerdote aprobado de la Diócesis, entien-do de darle la facultad necesaria...”. Carta 33, dirigidaa un Superior. “Cuando habíamos de viajar nos pre-guntaba si estábamos abrigados, si llevábamosmerienda, qué dinero se nos había dado, y nos expli-caba el itinerario que habíamos de seguir, descendien-do a los menores detalles. Jamás su noble corazóndejó de perdonar a los Hijos pródigos, a esos malaconsejados que nunca faltan en la vida religiosa.Bastaba que ellos reconocieran su error para que elPadre les tendiera los brazos y acogiera de nuevo en elsagrado redil. En virtud –escribía a uno– de que seencuentra desengañado una vez más (era la terceravez que volvía a la Orden) de sus extravíos e ilusiones...puede venir a esta santa casa y será recibido, aun estavez, con todo el amor del Padre que recibe al Hijo pró-digo...” (Carta 274).

Conocemos a un Hermano cuya mala conducta leacarreó por parte del Definitorio Provincial sentenciade expulsión por dos veces; pero nuestro Padre queera el más ofendido y el que más sufría las conse-cuencias del díscolo, nunca se resolvió a ejecutar lasentencia; oraba, ayunaba, se disciplinaba, y, en elsanto sacrificio, encomendaba al Hijo extraviado aquien por otra parte amaba mucho. Dios oyó a nuestroPadre; aquel Hermano vive en perfecta observancia ycumple con sus deberes. ¡Cómo se alegraría nuestroPadre si viviera! Donde más pudimos apreciar el cariñoque el Padre nos profesaba fue en su largo viaje a laArgentina. El acto de la separación le costó un esfuer-zo supremo; hubo de echarse, como quien dice, unnudo al corazón. En la carta Circular de despedida

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mediante. De San Vicente a Barcelona tardaremos deocho a diez días, según sea el tiempo. ¡Cuánto deseoabrazaros a todos!... Mucha confianza en el Señor,Hijos míos; mucha paciencia y caridad, amor al silen-cio y al santo Instituto profesado; procurad el recogi-miento y una santa alegría; poneos bajo el manto de laSantísima Virgen nuestra Madre; levantad a menudo elcorazón a Jesús, María y José, cuyos santos nombres,cuando son pronunciados con fervor son un preciosonéctar que embalsama el alma y la hacen correr alegreel espinoso camino de la abnegación y de la santacruz, segura esperanza nuestra y puerta del cielo...”.

No se crea por lo dicho que al Rvmo. P. Menni fal-taba la entereza con que imponerse a tiempo a los dís-colos, aplicar la corrección conveniente y mantenerincólume la disciplina. Grande era su caridad, nosamaba mucho, pero ante el deber era inflexible. Entrenosotros es un delito penado con la expulsión el ponermano airada sobre un enfermo. El reincidente, ya seaprofeso o novicio, es despedido. Así le sucedió a unprofeso de varios años, por quien un Superior interce-día con el Padre para que fuera recibido de nuevo.Véase lo que el Padre contestó: “En cuanto alHermano… lo siento mucho, pero me es imposible vol-verlo a recibir; tiene buen fondo, mas la vehemencia desu carácter le arrastra a cometer estos excesos quecomprometen a la Corporación entera. Muchas lágri-mas ha costado a mi corazón el dar el paso que hedado, despidiéndole; he sufrido como a quien cortanun miembro; pero ha sido mi deber quien me ha obli-gado a dar este paso, y ante el deber, no debo, nopuedo retroceder. Mucho he sufrido, y mucho sufro al

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me dicen que cada palabra cuesta sobre unas 12pesetas. Ruego al Rvdo. Padre Superior de Ciempo-zuelos envíe a todas las casas copia de esta carta, por-que yo no puedo hacerlo y deseo que todos recibancon nuestras noticias la expresión de nuestro cordialafecto y la bendición que con toda mi alma les doydesde este lugar donde me hallo feliz, porque hago lavoluntad de Dios, fuera de lo cual, esto es, de la santaobediencia y del cumplimiento de mi deber, no habríafuerza humana que me hiciera emprender tales viajes.Vivamos, pues, Hijos míos, sólo del espíritu de abne-gación y práctica fiel de santa obediencia.

Benedictio Dei Omnipotentis, etc. En el ‘Perseo’,Océano Atlántico, 8 de julio de 1892”.

De la segunda carta son los conceptos siguientes:“A más de cuarenta o cincuenta millas distante de laRepública del Uruguay, cuyas costas vamos siguiendo,con tiempo lluvioso, pero con salud (a. D. g.), tomo lapluma para comunicaros que nos vamos acercando altérmino de nuestro viaje... Hace un día propio dediciembre y enero, y todos nos hemos tenido que abri-gar; a las cinco de la tarde hay que encender luces, ypor la mañana no amanece hasta las siete; en fin, esta-mos en pleno invierno. (Era el 20 de julio cuando escri-bía). Esperamos llegar mañana, antes de mediodía, aMontevideo en donde bajaremos a tierra a expedir estacarta y hacer algunas visitas... No pueden imaginarsecon qué viveza me acuerdo de todos para encomen-darlos a Dios, a fin de que, encendidos en nuevo fer-vor, nos enmendemos de nuestras faltas. Comunicadnuestras noticias a todos los Hermanos de todas lascasas y decidles que pronto nos veremos, Dios

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gidas a los Hermanos, rodeaba a la persona delMédico de omnímodas facultades, de manera que enel ejercicio de sus funciones ninguno, súbdito o supe-rior, se atreviera a contravenir sus órdenes en el tratocon los enfermos.

“Es preciso, dice en la Circular 392, que todos sepersuadan del derecho que a los médicos asiste, porrazón de su cargo, en la dirección técnica o facultativadel establecimiento; que, por esto mismo, ellos sonresponsables de cuanto suceda en el Manicomio,tocante a lo que tenga relación con la parte científica;por lo mismo, nada más justo, nada más natural querespetar estos derechos y libertad de acción, a ellostan necesarios. – A los médicos corresponde designarel departamento en que cada enfermo ha de estar;cuáles han de ser dedicados al trabajo, en qué forma ytiempo; si han de levantarse de la cama o si han depermanecer en ella; si han de estar aislados, o encomún, si han de recibir o no visitas, etc.”.

Grande era la ternura del corazón de nuestro Padrepara con los enfermos; en nuestra casa de Ciem-pozuelos, su residencia habitual, estaba al tanto delmovimiento diario; el Doctor Rodrigo, cuya meritísimalabor no nos cansaremos nunca de encarecer, despuésde la visita, pasaba por el despacho del Padre, dándo-le cuenta detallada de cuanto había ocurrido en lasveinticuatro horas. Cada día ordenaba la salida alcampo de uno o varios grupos de enfermos, de mane-ra que a la semana todos habían salido a disfrutar delaire libre y del alegre panorama de los montes. Hizoformar (en 1884), con los Hermanos que entendían demúsica y algunos enfermos, una bonita charanga que

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escribir esta negativa, y sabe Dios la violencia que mecuesta...”.

Alguna vez era un médico a quien había de recor-dar el cumplimiento de sus deberes; entonces nuestroPadre usaba un lenguaje dulce, comedido, pero senci-llamente enérgico. “Uno de estos, y no el menor, es elrelativo a la parte técnica de ese establecimiento, lacual me parece no está a la altura que debiera, y yo noiría tranquilo al tribunal de Dios si dejara las cosas talcomo están; pues lo mismo puede uno condenarse porno hacer el bien que debe, que por hacer mal. Ustedsabe, mi querido Doctor, cuantas manifestaciones deaprecio le tengo hechas, y mis sentimientos de simpa-tías para con V. son siempre los mismos; pero el deberse antepone a todo, y la salvación de mi alma y la deV. me interesa sobre todo; por lo que debo prescindirenteramente del respeto humano. – Ahí... me pareceque ni el Jefe facultativo, ni sus auxiliares, se dedicancon verdadero empeño y amor al estudio clínico de losenfermos; pues aunque cumple con la visita general,no lo juzgo suficiente; en mi concepto, debe cadaenfermo ser estudiado detenidamente según lo hevisto practicar en establecimientos de esta clase…Asimismo deseo que haya muchas salidas del estable-cimiento, pero que éstas sean por curación y no a peti-ción de las familias; pues mientras aquéllas acreditanel establecimiento y a sus facultativos, éstas hacenmuy poco favor a los médicos y a los Hermanos...”.

Del mismo modo que nuestro Padre velaba por queel personal facultativo cumpliera concienzudamentecuanto era de su especial obligación, por medio decartas circulares y otras particulares disposiciones diri-

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“Nuestra casa de salud de Ciempozuelos ha sidoen todo tiempo el paño de lágrimas de la Villa. Ordenóel Padre no negar la limosna a ningún pobre, y si no seda de comer al mediodía, porque el Sr. Alcalde seopuso terminantemente con razones poderosas, encambio, se le autorizó para enviar al manicomio aque-llos pobres que él juzgara con verdadera necesidad. –Los Médicos titulares están autorizados para recetarraciones de caldo, leche, gallina, etc., etc., que elmanicomio hace efectivas a los enfermos pobres.

De orden del Padre se estableció también la con-sulta pública; en la portería se facilita a los necesitadosmédico, practicante y medicinas”.

De unos apuntes

Los apuntes de Sor María del Consuelo confirmanlo mismo: “De su caridad. Esta hermosísima virtud notenía límites en el corazón de nuestro Padre. Con justomotivo se le podía llamar el apóstol de la caridad;¡cuántas lágrimas enjugó! ¡cuántos consuelos haderramado en los corazones! Cuando se trataba dehacer bien, no miraba si eran amigos o enemigos,conocidos o desconocidos; nunca se ha visto a nues-tro Padre negar la limosna a quien se la pedía; cuandopor sí no podía hacerlo pedía y a todos dejaba conso-lados. En favor de uno que había sido Hijo suyo en reli-gión y se hallaba en grave necesidad, no tuvo descan-so nuestro Padre, mientras no le proporcionó la canti-dad que necesitaba para obtener el título dePracticante (se la dio a nuestra Rvma. Madre General)no obstante haber hecho, mucho daño a nuestro Padre

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hacía las delicias de los patios en las buenas tardesestivales y concertó a un joven ciego pianista, para dis-traer a los enfermos.

Una de las Corporaciones que confiaron sus enfer-mos al Rvmo. P. Benito Menni dejó por mucho tiempode abonar las pensiones, comprometiendo el créditodel establecimiento y aumentando considerablementesus deudas. La Comunidad determinó varias vecesque aquellos enfermos fuesen despedidos, pero dichaprovidencia no pudo, jamás realizarse, porque nuestrocaritativo Padre se afligía y lloraba como un niño,lamentando lo que sería de aquellos pobrecitos, lejosde nuestro amparo. Para compensar de algún modo lafalta de aquellas pensiones y subvenir al sostenimien-to de la casa, el Padre optó por enviar dos parejas deHermanos a postular. – Sobre esta delicadeza de loshumanitarios sentimientos del Padre vamos a exten-dernos, refiriendo hechos hasta ahora privados, o biendel dominio de contados testigos. Cuando más persis-tente y dura era la campaña de difamación emprendi-da por dos asquerosos papeluchos de Madrid contrala honorabilidad del P. Menni, contestando a una cartade condolencia de un amigo escribía nuestro Padre:“He recibido la suya del... que mucho le agradezco ycomo dice, he vuelto a ser vilmente calumniado...;hemos llevado ya a los Tribunales a la calumniadora.¡Qué le hemos de hacer! Dios Nuestro Señor bendiga aesa mujer que tanto bien hace a mi alma, pues asípuedo tener la dicha de llevar un poco la cruz de Jesúscalumniado. – Preferible es, mil veces, ser calumniadoe inocente, a ser tenido por santo, con la concienciamanchada...”.

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muy atareado que se hallara, dejaba de visitar lasenfermerías.

Si su caridad para los sufrimientos corporales eragrandísima, no era menor la que abrasaba su compasi-vo corazón ante los sufrimientos y penas del espíritu ypor esto era obligado a encargarse de la dirección espi-ritual de muchas almas, a las que por medio de susescritos y consejos, tranquilizaba y henchía de paz susc o r a z o n e s . – El año de 1905 en que nuestro Padretemía fundadamente que los enfermos de ambos sexoscosteados por la Excelentísima Diputación de Madridsalieran de los establecimientos que tenemos en estaVilla de Ciempozuelos por atraso insoportable de pago,es indecible lo que sufrió su compasivo corazón. –Además de acudir como siempre lo hacía a la oración,se valió de mil medios para hacer ver que no habíamotivo suficiente para dar este paso que tan lamenta-ble hubiera sido para los dos Institutos y para losp o b recitos enfermos, y decía (son sus palabras): Deotra manera no sólo vendrá el descrédito de nuestraO rden, sino que tendremos que dar cuenta en el díaterrible de haber quitado de la casa y tutela religiosa, atantos pobres que aquí están caritativamente asistidosen vida y en muerte para pasar a la eterna salvación porla especial asistencia de la Vi rgen Santísima y la queSan Rafael prodiga a todos los que mueren en nuestrascasas según la promesa que hicieron a nuestro benditoP a d re Fundador el Glorioso San Juan de Dios”.

Pidiendo oraciones por caridad

¡Legítimo descendiente espiritual y digno sucesordel noble Loco de amor de Granada!

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y haberle causado hondos disgustos. Otro, semejante,le dijo: ‘Padre, comprendo que he sido el que más dis-gustos ha causado a V. R.; conozco, sin embargo, subuen corazón y me he resuelto a presentarme a V. R.en la seguridad de conseguir lo que necesito pararegular mi situación’. Este pobre, era sacerdote y habíasido religioso de Votos solemnes y nuestro Padre no sedio punto de reposo hasta proporcionarle cuanto nece-sitaba. – Como éstos podrían referirse innumerableshechos. – Cuando teníamos que despedir a alguna denuestras Hermanas, fuesen profesas, novicias o aspi-rantes, nos decía: ‘¡Hijas mías, no me llaméis para eso,mandadlas vosotras, a mí me da mucha pena’; aunquereconocía que no quedaba otro remedio, porque antesde aconsejarnos esta resolución, agotaba con ellastodos los recursos imaginables, avisándolas en parti-cular con amabilidad, con energía… Para todas ha sidomás que una madre; si nos reprendía enérgico, siem-pre hacía ver era mirando solamente nuestro bien. Sicada una escribiese lo que sobre el particular siente, abuen seguro que grandes volúmenes serían necesariospara contener lo mucho que trabajaba nuestro buenPadre para animarnos y consolarnos en toda clase detribulaciones, sobre todo del alma.

De todas partes acudían a él, pidiéndole, unos queles buscara colocación, otros para que los aconsejarao resolviera sus dudas, a pedir parecer otros, como loprueba la mucha correspondencia que recibía a diario,y muchas personas se valían de nosotras para hacerllegar sus cartas a mano de nuestro Padre, y a todosprocuraba consolar y cuando le era posible remediarlas necesidades que le manifestaban. – Ningún día, por

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pueden testificar, sean seglares, sean religiosos, paraque yo pueda así cumplir la misión que me ha dado elseñor Cardenal; y por fin quiero que lo confirme todocon juramento. Hágalo, pues, cuanto antes, pues urgey de esto no conviene que hable con nadie hasta nuevaorden. De todo corazón le bendice su afectísimoHermano en J. M. J. Fray Benito Menni, Prior General”.

A sus Hijas

Como él quería que fuesen sus Hijas tan amantes ycaritativas, he aquí como escribe a una superiora:“Ciempozuelos 17 de mayo 1897. Mi estimada Hija enel Señor: He recibido tu carta y no te aflijas, Hija mía,pues todas estas cosas son regalos del Señor, son gra-cias y bendiciones suyas. No me extiendo mucho, louno porque no tengo tiempo por lo atareado y atrasa-do a causa de la visita del señor Obispo y lo otro por-que en estos días he estado malo y aun no estoy deltodo bien. Cuando nos veamos, Hija mía, ya te habla-ré de todo cuanto debo decirte para bien tuyo y con-suelo de tu corazón; ánimo, pues, Hija mía, y no te tur-bes ni inquietes; la humildad sea la flor que ofrezcas alSeñor. Mira, Hija, por amor de Jesús no desplieguestus labios para quejarte; sólo bendice al Señor y tenpalabras de amor para todas tus Hermanas y veráscómo el Señor te consolará y lo arreglará para quetodas reconozcan sus faltas; mientras que si te enfa-das, todo lo echas a perder; tómalo todo con paz poramor de Jesús y María y créeme que muy mucho tevaldrá. Te bendice con el alma y el corazón tu afectísi-mo Padre en J. M. J. Fray Benito Menni”.

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A vista de una desgracia que no puede socorrer deotra suerte pide oraciones: “Lunes de Pascua de1901... El pobre sacerdote polaco se ha puesto muyenfermo; su pobre hermana está con mucha pena,pues teme que se le muera en el camino, que todavíale falta mucho, dos días de mar y cincuenta horas det ren para llegar a su casa. La pobre aparece muy buenay piadosa y me da mucha lástima; rogad por los dos”.

Una carta ejemplar

A un enemigo implacable, de quien no espera sinopersecución mientras tenga vida, trata y consideracomo lo dice esta carta que escribe porque se lo exigela obediencia y por el bien común: “Roma 7 febrero1912. Querido Hijo en el Señor: La divina Providenciaen sus inescrutables designios ha permitido que hayasido hecha al Señor Cardenal Vives una denuncia decosas graves del... a este fin he sido llamado por elCardenal al cual he dicho cuanto sabía yo sobre la con-ducta de... y me ha ordenado en virtud de santa obe-diencia que le haga una relación detallada de todocuanto sepa de él. Por tanto; como yo sé que S. R.está enterado de todo con pelos y señales, deseo y lemando en virtud de santa obediencia que a la mayorbrevedad y deponiendo todo sentimiento de antipatíacontra el citado… por todo lo que hizo contra S. R. yponiéndose en la divina presencia y como si inmedia-tamente hubiera de comparecer ante el divino Tribunal,me diga clara, distinta y sencillamente todo cuantosepa sobre la conducta del... Además quiero que mediga qué personas están también al tanto de todo y

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No consentía se murmurase en su presencia y sialguna palabra de censura salía de labios de alguna desus religiosas la hacía besar el suelo o enseñaba aexcusar la falta salvando la intención.

Durísimas recriminaciones contiene una circulardada en Ciempozuelos a 2 de abril de 1899 contra ladetracción y los murmuradores.

TERCERA PARTE – CAP. VIII 883

Otros testimonios y ejemplos

En sus últimos tiempos. En 3 de marzo de 1913escribía desde Barcelona Dª Celestina Clot a una delas Madres Reparadoras, residente en Roma, entreotras cosas lo siguiente: “Mi muy amada en Jesús,M a d re María del Perpetuo Socorro: Recibí su cartaque como todas las suyas me sirvió de mucho, por-que tenemos la misma pena, los mismos deseos y lamisma esperanza... Sus palabras (del Padre) erans i e m p re edificantes no merezco más que zurras ys i e m p re tan humilde; no tenía ni una palabra de quejani mucho menos de re n c o r. El médico re c o m e n d a b as o b re todo se le distrajera. Doy gracias a Dios, porq u epude lograr, tal vez, algún poco de lo que tanto re c o-mendaba el médico. Un día gasté hasta un poco de loque diríamos broma. Se le caía el gabán (o no sécómo se llama un abrigo que le habían puesto) y yoestaba más cerca que el enfermero; quise ayudarle ycomo oponiéndose ‘que se van a escandalizar’ medijo. Le contesté: ¿acaso se escandalizan de lasHermanitas de los pobres porque cuidan y pre s t a nservicios a los viejecitos? y usted es un pobre .Entonces se sonrió y como convencido dejó que arre-glara su balandrán”.

Cuando a las pobres dementes se les antojaba quese cometía alguna falta o desmán con ellas, decía: “Selo voy a contar al Rvdo. Padre” seguras de su amparo.

Él enseñaba a tratarlas con cariño de madres, avenerarlas como a cosa santa y del mismo modo a susreligiosos para con sus enfermos.

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mo, confesión, comunión, matrimonio y extremaun-ción. Apenas enterado nuestro Padre apresuróse aenviar un Hermano sacerdote, que por varios añosregentó la parroquia, hasta que el Señor Obispo hallómedio de reparar la necesidad. Durante el tiempo de larecolección el señor Párroco recurría a nuestro Padre,quien con el mayor gusto enviaba los domingos y díasfestivos un sacerdote, que de madrugada decía misa alos labradores para que cumplieran el precepto. Parainstruir a los niños en la doctrina cristiana y disponer-los a la primera comunión nuestro Padre ponía a dis-posición del Sr. Cura párroco los Hermanos auxiliaresque necesitaba, y para las niñas Hermanas. Y el queasí se ocupaba de los extraños, no hay para qué decirel celo y la constancia que desplegó en la santificaciónde los suyos. No hay una sola de sus numerosas cir-culares en que no pondere la importancia del fervor enel cumplimiento de los preceptos divinos. A los supe-riores encarga que, en los días festivos, no falten nuncados misas; no tanto por la mayor comodidad de nues-tros asilados, como por la particular de los habitantesdel barrio: Se recomienda al Rvdo. P. Prior de un modomuy especial, que en los días festivos no haya menosde dos misas; acuérdese de la grave responsabilidadque tendremos delante del Señor, si pudiendo evitarmuchos pecados mortales, a costa de un tan pequeñosacrificio, no lo miramos con aquel empeño que losdiscípulos de Cristo debemos mirar los intereses de lagloria de Dios”... (Carta circular núm. 291). Hasta aquíFr. Luciano.

En Bayona aprovechó la ocasión de un funeral alque por ser de un principal del pueblo habían asistido

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CAPÍTULO IX

Celo de las almas

Para propios y extraños. – Lo que dicen lasHermanas. – La Hospitalidad y la salud de lasalmas. – Unas cartas.

Para propios y extraños

Afirma Fr. Luciano del Pozo1: “Ni como religioso nicomo sacerdote podía el Rvmo. Padre Benito Menniolvidar un momento la salud de las almas. No lejos deCiempozuelos, a la otra parte de la vega y del Jarama,se alza la antigua Titulcia, población importante en laantigüedad, hoy tan reducida y pobre que ni siquierapuede permitirse el lujo de mantener un sacerdote ensu parroquia. Deplorabilísimo era el estado moral delos habitantes de aquella villa privados de la santamisa, y habiendo de recurrir a Ciempozuelos para laadministración de los santos sacramentos del bautis-

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1 Caridad y Patriotismo, pág. 316.

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Y ¿qué diré del celo que tenía por la salvación denuestras pobrecitas enfermas? Cuántas veces sepasaba horas en el confesonario, hasta que las poníaen disposición de recibir la santa absolución para quepudieran recibir a Nuestro Señor! Aprovechaba todaslas ocasiones que se le presentaban para hacer a lacomunidad pláticas tan fervorosas que aunque unaestuviera fría como el hielo la encendía en el amor deDios; es que su corazón era como una fragua de amordivino y lo comunicaba a quien le oía. Lo propio suce-día cuando en los viajes tropezaba con algunas perso-nas que comprendía les podía hacer algún bien; conmucha habilidad empezaba por hablarles de cosasindiferentes, hasta que al fin caía en lo importante parasus almas. El celo que tenía por la salvación de lasalmas, le obligó a continuar sus estudios de GramáticaAlemana a la edad de sesenta y cinco años; y el mismocelo le obligó a estudiar el Inglés cuando en 1901 pasóa Méjico para restaurar su Orden. ¿A cuántas almas nohabrá libertado de las garras del enemigo? Sólo Dios losabe, pero lo cierto es que en todos los puntos o ciu-dades en que se detuvo algún tiempo, hizo grandesconquistas para el cielo. En Granada, todas las jóvenesque iban al santo hospital para curarse, salían aún máscuradas sus almas. La que esto escribe oyó decir anuestro Padre, que cuando las mujeres que estaban alfrente de las casas malas se fijaron en lo que sucedía,no consentían que fuesen aquellas infelices a curarseal hospital, sino que ellas mismas las asistían en suscasas.

También en el hospital de San Juan de Dios deMadrid pudieron decir algo de esto; porque mientras

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todos, y les predicó un sermón. Era imposible reunirlesen la iglesia de otra suerte.

Lo que dicen las Hermanas

Dice una Hermana Hospitalaria: “El celo de la sal-vación de las almas le devoraba. Tenía especial don deDios para el confesonario y dirección espiritual; con élno se podían hacer malas ni infructuosas confesiones;poseía tal habilidad para limpiar las conciencias, quedifícilmente se le podía ocultar nada. De las muchasveces que dio los santos ejercicios a las Hermanaspara tomar el santo hábito o profesar, en tres diferen-tes ocasiones las reunió después de haberlas confesa-do y les dijo: ‘Hijas mías, esta noche no he podido des-cansar porque tengo el corazón muy afligido; el Señorparece me ha dado a conocer que una de vosotras nose ha confesado bien y está en pecado mortal. Hijasmías, por el amor de Dios entrad dentro de vosotrasmismas y la que sea, que pida al Señor la gracia porintercesión de la Santísima Virgen de confesarse bien;no tengáis reparo que al confesor no le extraña nada;deseo que de nuevo volváis todas al confesonario’.Después se supo una vez por la interesada que habíahabido motivo para que dijera esto. Era incansablepara el confesonario: en una ocasión que estaba enGranada, él mismo contó que le había dicho un ancia-no ‘si está usted aquí mucho tiempo, Padre, no se va aquedar ni uno que no se confiese con usted’. A puntode subir al coche para ir al tren le pidieron por favorque fuese al confesonario, porque estaban esperandounas personas que habían venido de un pueblo vecinoa confesar con él.

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estaba ocupado en sus múltiples obligaciones y sinembargo se le veía atender a la menor insinuación dedichas enfermas. – ¡Cuántas veces le seguían detrásllamándole: Padre Benito, que me quiero confesar, y éllleno de verdadera caridad les decía: Sí, hija sí; vete ala capilla y prepárate bien que luego iré y te confesarécon la gracia del Señor y nos decía a las religiosas:mirad, Hijas, cuando alguna enferma os pide confesarno se lo neguéis nunca, pues aunque os parezca queno está bien para ello, eso no lo podéis juzgar voso-tras, pues el Señor le puede dar un momento de luci-dez y salvar su alma. Estos mismos sentimientos naci-dos del corazón de un Padre quería vivamente infundiren nuestro espíritu para que a imitación suya podamoscumplir con el deber sagrado de atender y cuidar anuestras pobres enfermas, imágenes vivas de nuestroSeñor.

Rvda. Madre: siento en mi corazón un verdaderodeber de gratitud para con nuestro amado Padre, porlos muchos y grandes favores que de él tengo recibi-dos; yo debía llenar las páginas de un libro, pero meencuentro tan miserable que no tengo expresión paranada. Haga aquello que le parezca y sabe le ama muyen verdad la última de sus Hijas. – Sor Dorotea deJesús”.

Otra escribe desde

“Santa Águeda... Nuestro amado Padre (q. e. p. d.),Sor Gabriela y yo estuvimos en Bilbao a ver una casaque nos ofrecían para fundar un asilo de niñas, peropor lo visto no era eso el único motivo que llevó a nues-tro amado Padre, sino el rescate de un alma; pues cual

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estuvo allí nuestro Padre, iba a confesar a aquellasdesgraciadas y después que se ponían buenas lascolocaba para que no volvieran a su vida de perdi-ción. – Algo de esto pueden también referir las religio-sas Oblatas de esta villa, Instituto a quien profesabanuestro Padre gran veneración.

Su celo por la salvación de las almas, repito, eraincansable y fue el que le hizo resolverse a pedir alReverendísimo Padre General Alfieri el traslado deProvincia; toda vez que en la de Roma no podía dedi-carse él como deseaba a su adelantamiento espiritual,al que él unía la salvación de las almas”.

Otra Hermana escribe:

“El objeto de ésta es darle algún dato para agregara la vida de nuestro amadísimo Padre Fundador: Todaella fue ejemplarísima; su celo por la gloria de Dios eraferviente, trabajando sin descanso por la salvación delas almas y decía que un alma valía la sangre delRedentor; por lo tanto, que él quería trabajar para sal-varla.

En su corazón de padre todos encontraban des-canso, consuelo el triste y el afligido y el pobre reme-dio de sus males.

La caridad para con las pobres enfermas fue gran-dísima, no hay duda, pues como ardía el amor de Diostan vivamente en su corazón, no podía menos que pro-ducir frutos tan exquisitos y sabrosos. Todas y cadauna, le llamaban Padre, pues en verdad que así lo era,para todas y cada una sin excepción, tanto en lo cor-poral como en lo espiritual; su corazón compasivonunca se dejó ganar en generosidad; continuamente

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La Hospitalidad y la salud de las almas

De las Constituciones de las Hermanas Hospita-larias que él compuso y aprobó la Santa Sede, toma-mos del artículo 5º del capítulo 1º lo siguiente: “El finsecundario (de las Hermanas) es el de socorrer, curar yasistir a las enfermas del propio sexo, aunque seancontagiosas, especialmente las pobres dementes,niñas lisiadas y raquíticas y las huérfanas pobres; pro-curando así, con verdadero y fervoroso celo, al mismotiempo que la propia santificación y salvación, cuantoles sea posible la salvación de las almas y el alivio delos afligidos, todo a honor y gloria de Dios”.

Y del artículo 166, relativo a las obligaciones de laenfermera mayor, la 5ª y la 6ª que dicen: “Tendrá cui-dado que aquellas enfermas cuyo estado mental lopermita, oigan la santa Misa a lo menos en los días deprecepto, y más frecuentemente si pueden, procuran-do también ponerse de acuerdo con la Hermanaencargada de enseñarles la doctrina cristiana, para quese confiesen y comulguen aquellas que a juicio delconfesor, se hallen en disposición… Tendrá tambiénespecialísimo empeño para que reciban los santosSacramentos de Penitencia, Eucaristía y Extremaun-ción todas las que estén gravemente enfermas. En lasdesgracias imprevistas no se dejará jamás de llamarcon urgencia al Sacerdote...”.

Mientras tuvo la suprema dirección de su Ordenprocuró interpretar el sentido de las Constituciones enpunto al cuidado espiritual de los enfermos del modomás amplio, y con respecto a la extensión del voto dehospitalidad, cuarto que emiten los religiosos de San

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otro Padre del Hijo pródigo salió a su encuentro. Hizomás todavía que el padre del pródigo; allí fue el hijo ahumillarse al padre, pero aquí fue el padre en busca delhijo. Nosotras no sabíamos nada. Al anochecer fuimosa la fonda y nos dijo una chica si queríamos cenar, con-testó el Padre que ya la avisaría. Al irse la muchachanos dijo que él tenía otra comida que nosotras ignorá-bamos y luego nos mandó a nuestro aposento. A esode las nueve vino un joven vestido de negro, que entróen la habitación de nuestro Padre, se cerró la puerta,dieron media vuelta a la llave y nosotras, curiosas, fui-mos de puntillas a mirar por el agujero de la cerradura.Estaban los dos abrazados; el padre llorando con elhijo y el hijo llorando con el Padre; era una escena con-movedora y duró buen rato. Cuando se marchó vino elPadre a donde estábamos. No cabía en sí y nos dijo:¡qué contento estoy de haber venido y hecho este grannegocio! ¡he sacado un alma de las garras del demo-nio! ¡Qué rabia me tendrá ese condenado! y otrascosas que no me acuerdo. Era uno que había abando-nado los hábitos y se fue a Bilbao y estaba en un café.El Padre se lo trajo consigo, pero en el tren montóaquél en distinto vagón.

En el camino nos enseñó un reloj de oro que leregaló el convertido, que marcaba el mes, la semana yel día. Nosotras nos quedamos en Palencia y ellossiguieron hasta Madrid. – Sor María de la Salud”.

En uno de los capítulos conventuales encargómucho se mandase a las enfermas a la plática doctri-nal de cada semana, porque decía pudieran hacerselas Hermanas responsables de pecado no teniendo elcuidado de hacerlo.

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cios espirituales, antes tomada en su sentido obvio ynatural, los incluye evidentemente. En efecto, se tratade servir, no sólo a cuerpos enfermos, sino a hombresenfermos, compuestos por tanto, de alma y cuerpocon necesidades y enfermedades corporales y espiri-tuales y se trata de servirles cristianamente, es decir,como un ejercicio de cristiana caridad, y sabido es quela caridad cristiana, en todo caso y principalmente,atiende primero a la salvación de las almas, sin des-cuidar, no obstante, la salud de los cuerpos.

A más de esto, nadie puede negar que la expresiónservir a los enfermos, puede entenderse e incluirambos servicios, a saber: los espirituales y corporales.Ahora bien, puesto que la fórmula no distingue, debebuscarse la verídica interpretación de la misma en lapráctica constante de la Orden, en sus tradiciones ydemás documentos que expresen la extensión dadageneralmente en todo tiempo y en todas partes a laobligación de servir a los enfermos, que contraemospor el voto de hospitalidad. El argumento que de todoesto puede formularse es del todo favorable a la inclu-sión de los servicios espirituales. No hemos de dete-nemos en el desarrollo de este argumento, pues nosexpondríamos a dar a estas nuestras letras unas exce-sivas proporciones. Sólo indicaremos algunos docu-mentos que lo apoyan y confirman plenamente…

Estando así las cosas, y siendo necesario dejardefinitivamente resuelta una cuestión tan importante,después de consultarla con personas muy competen-tes, así de fuera como de dentro de nuestra Orden,venimos a declarar que las palabras servir a los pobresenfermos, que en la fórmula de la profesión expresan

TERCERA PARTE – CAP. IX 893

Juan de Dios, ordenó lo siguiente2: “... Vengamos ya atratar de otra de las cuestiones arriba anunciadas, lacual, no por haberla dejado para el último lugar, cedeen lo más mínimo en importancia. Puede formularsedel modo siguiente: ¿El Voto de Hospitalidad que pro-fesamos en nuestra Orden, obliga a todos sus indivi-duos y de qué modo a prestar a los enfermos serviciosespirituales y corporales, o sólo estos últimos? No esesta la única cuestión a que podría dar lugar un dete-nido examen de las obligaciones que contraemosmediante el cuarto voto de hospitalidad, que profesa-mos en nuestra Orden, puesto que poco se ha escritosobre el particular; pero lo cierto es que la presentecuestión supera a todas en importancia, porque ningu-na como ésta afecta más directamente a la esenciamisma de nuestra misión hospitalaria. De aquí queconviene resolverla pronto y de un modo decisivo.

El argumento principal y casi único, que aducen lospocos que sostienen la opinión de que el voto de hos-pitalidad que profesamos no se extiende a los serviciosespirituales, sino solamente a los corporales, estátomado de la fórmula misma de la profesión. Dicen lostales que la frase servir a los enfermos, debe entender-se única y exclusivamente de los servicios corporales,que es –dicen ellos– el sentido obvio y natural de lapalabra servir.

Mas no advierten estos tales que la expresión ser -vir a los enfermos, no solamente no excluye los servi-

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2 Circular dirigida a la Orden de San Juan de Dios, con ocasiónde la visita apostólica, fechada en San Baudilio de Llobregat a 24 dediciembre de 1910.

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Le hemos visto llorar en el acto de las profesionesde sus religiosas siempre que pronunciaba la oraciónque empieza: Agnosce, Domine Jesu Christe, al llegara las palabras: “et alienum pastorem non sequantur”.“Y no sigan al ajeno pastor”. El solo temor de que algu-na de sus Hijas oyese otra voz que la dulce de suamante Pastor Jesucristo y la siguiese, causábaledolor muy hondo.

Unas cartas

Las tres siguientes cartas nos abren el corazón delPadre Menni, dejándonos ver su encendido amor porlas almas: “enero día 15 de 1901. Camino en elAtlántico de Nueva York a la Habana… Esta mañanahace un día hermoso (a D. g.): la mar tranquila, y comoya hemos salido de los fríos del Norte, tenemos unatemperatura de primavera. No ha sido posible comul-gar sacramentalmente y he tenido que conformarmecon la comunión espiritual.

–Alabado sea Dios. Mis dos nuevas Hijas, SisterMaría Rosa y Sister Sobeglina están ya buenas (aD. g.).

Sister en inglés quiere decir Sor o Hermana.

Anoche estaba yo sentado en un banco grandesobre cubierta y dos buenas señoras, mejicana la unay española la otra, que viajaban con sus maridos, seme acercaron y como el banco es grande y hay sitiopara estar varias personas con holgura, las dos se sen-taron, una a mi derecha y otra a mi izquierda y parecíaque deseaban que yo les dijera algo. Por de pronto no

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la obligación proveniente del voto de hospitalidad,deben entenderse sin limitación de personas y de ser-vicios. Por lo mismo, en virtud del voto de hospitalidad,cada uno de los individuos profesos de nuestra Ordenestá obligado a prestar a los enfermos, sean pobres,sean ricos, que la obediencia de conformidad, con losfines de nuestro Instituto le encargue, aquellos servi -cios corporales y espirituales que necesiten y segúnsus aptitudes y facultades les pueda prestar”.

Esta idea la había manifestado mucho antes en elManual titulado “Camino de Perfección para losNovicios de la Orden Hospitalaria de San Juan deDios”, página 119, donde dice: “Pero no nos forjemosla ilusión ni nos lisonjeemos de haber cumplido con lamisión de nuestro Instituto si limitamos nuestros cui-dados y nuestros servicios a conseguir solamente lasalud corporal de los enfermos; porque teniendo cadaenfermo un alma nobilísima que costó a Nuestro SeñorJesucristo tantos sudores y lágrimas, toda su sangre ysu preciosísima vida, hemos de entrar allá dentro -diceSan Bernardo- y poner los ojos en el alma que es laque fue hecha a imagen y semejanza de la SantísimaTrinidad y considerarla como templo vivo del EspírituSanto; condoliéndonos si la vemos disforme y afeadacon el pecado, y sintiéndolo con gran dolor, si vemosen ella perdido el precio tan caro que costó al Hijo deDios. Por consiguiente estamos más obligados a pro-curar la salud del alma que la del cuerpo, tanto más,cuanto más vale el alma que el cuerpo, la eternidadque el tiempo... Grande ha de ser el celo por la saludcorporal de los enfermos, pero infinitamente mayor ymás ardiente ha de ser por la salud de las almas”.

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amor de mi Jesús! Pues bien, Hijas mías, por amor demi Jesús y para ponerme en disposición de hacer biena las almas redimidas con su sangre preciosísima,necesito aprender el inglés y por esto voy como unchico a la escuela, y feliz de mí que me conceda elSeñor hacerme como un chico por su amor! Comotengo unos días sin mucho que hacer hasta el 11 o el12 del mes próximo en que (D. m.) saldré para Europa,no quiero perder estos días preciosos, y voy a aprove-charlos para este estudio que, después espero conti-nuar cuanto sea preciso para ser útil a las almas; y sicon este trabajo puedo lograr alguna vez hacer algúnbien, aunque no fuera más que a un alma ¡por cuánbien empleado lo daría! Rogad, pues, para que apren-da pronto las lecciones a honra y gloria del Señor y nome castiguen en la escuela. ¡Qué dicha, Hijas mías,hacerse niño por amor de mi Jesús y por el vivísimodeseo de ser apto para la salvación de las almas! Es latarde, ya he vuelto de la escuela y (a D. g.) estoy con-tento, porque he sabido dar bien la lección, y se me hadicho que me había aplicado; omití decir que me apli-caba por el deseo de ser útil a las almas, y que estaconsideración me daba ánimo y aliento para arrostrareste trabajo con la gracia del Señor. Otras cositastengo que deciros, pero por ahora concluyo enviándo-os la bendición en el nombre del Padre, del Hijo y delEspíritu Santo. Amén. Fray Benito pobre de Jesús.Hermano menor de Fray Cebrián de la Nada”.

“Las Corts a 26 de febrero de 1894. A mis amadasHijas en el Señor residentes en Madrid. Voy a escribi-ros porque no quiero ya esos malos juicios que estáishaciendo, de que si me habré ido a la América o a la

TERCERA PARTE – CAP. IX 897

sabía qué hacer al verme entre las dos; pero luego dijepara mí: aquí hay que pescar; y aprovechando la con-sideración de cómo corría el barco sobre las aguas leshice una meditación sobre lo fugaz que es esta vida,que corre muy deprisa, y la conveniencia de pensar enlo firme, que consiste en servir y amar a Dios y salvarnuestras almas. Las dos quedaron muy contentas, por-que la mejicana es muy piadosa y devota de la Virgeny la española estuvo para ser religiosa y siente lasinquietudes subsiguientes a haber tomado otro estado.¡Ah, Hijas mías, cuán felices somos los que por elSeñor hemos sido favorecidos con la gracia del estadoreligioso! Esto, si correspondemos fielmente a nuestrasanta vocación; pues siempre he visto feliz y dichosa lareligiosa fiel en la observancia regular y amiga de lavida estrecha, aunque tenga que pasar penas; mien-tras que la vida religiosa se hace insoportable a quienquiere vivir a medias, o sea a quien no se resuelve aseguir generosamente a Jesús abnegándose a símisma para vivir cual lo exige el espíritu religioso. ¡OhJesús mío, no permitáis que esto suceda a ninguna demis Hijas, sino que todas sean muy fervorosas, aman-tes del santo silencio y de la propia abnegación! Asísea”.

“Guadalajara 23 de febrero de 1901... Os voy a darHijas mías, una noticia inesperada, y es que desde hoyvoy a hacer una cosa propia de gente joven, (porque osdije que me he rejuvenecido) propia de niños; me estoypreparando para ir a la escuela. No os espantéis, ni osmaravilléis porque ya os he dicho; yo soy un pobremiserable pero feliz porque quiero hacer la voluntad delSeñor y ¡ojalá pudiera deshacerme y aniquilarme por el

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CAPÍTULO X

Dirección espiritual

Transformación de las almas. – Delicadas consi -deraciones. – A un alma atribulada. – Al Novicia -do. – Particulares.

Transformación de las almas

Increíble a no verlo, es lo que el Padre Menni hacía:sobre su trabajo inmenso en el régimen de las dosCorporaciones que presidía, tenía a diario una porciónde cartas de sus religiosas, de sus Hijos los Hospita-larios y de muchas otras personas de religión y segla-res, a las cuales contestaba con todo pormenor,pidiéndole ayuda en materia de conciencia y direcciónde espíritu.

Hasta dónde llegaba en el pulimento de las almas,muéstranlo estos interesantes datos que nos ha sidodado re c o g e r. De la casa del Sr. Ballester, enBarcelona, militar de profesión, persona noble y princi-pal, pero que vivía en pleno mundo, aspirando el

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China: pues, Hijas, aún no ha llegado la hora de talcosa; pero sí os diré que cada día voy perdiendo elgozo de las cosas de esta tierra, sólo anhelando tenermi corazón entera y totalmente con mi Jesús; ya la tie-rra se me va haciendo empalagosa y sólo un atractivotiene y es el de servir como Ministro (aunque muyindigno) para ayudar a las almas para que le amen y sesalven. Este es, Hijas mías, el único atractivo que tienepara mí este valle de lágrimas y por esto yo quisierasaber sufrir como los santos sabían y abnegarme a mímismo para salvar almas! ¡Oh Hijas mías!, ¡quién meconcediera el saber sufrir mucho, mucho, para salvarinnumerables almas! ¡Oh, aunque hubiese de estarhasta el día del juicio en un tormento y en unas humi-llaciones y desprecios grandes, con tal que sea poramor de mi Jesús y para salvar aunque no fuese sinoun alma además de las que me tenga ya concedidas;feliz de mí, si el Señor me concede la gracia de sabersufrir, de saber apreciar los abatimientos a imitación deJesús! ¡Es esto, Hijas mías, un gran conocimiento, ungran tesoro, que si el Señor nos lo concede por sumisericordia, será la verdadera sabiduría y habremoshallado el gran tesoro celestial. ¡Oh amor de los des-precios, oh amor de las humillaciones! ¿Cuándo ven-drás a mí? ¿cuándo sabré apreciar tus tesoros? ¡No teconozco aún, y sólo te vislumbro y por esto deseo oempiezo a desear tenerte amor y saberte apreciar!Hijas, aún tardaré en volver unos días; vivid en humil-dad y santo recogimiento en el Señor. Os bendicevuestro pobre y amantísimo Padre indigno Ministro delRey de los cielos. Fray Benito Menni”.

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poniente, y por lo tanto, contrario a nuestra dirección;pero el vapor va adelante y a las ocho el Sr. Capellánnos dice la santa misa en la cual este pobre miserablee indigno tiene la dicha de recibir al Hijo de Dios y deMaría Santísima en la sagrada comunión.

El tiempo ha ido arreciando, las olas se levantancomo montañas, de manera que el agua sube sobre lacubierta, del barco; aunque esto no importa, porquelos barcos están hechos a propósito para echar fuerael agua; si no pronto se hundirían.

También ha estado lloviendo y yo me estuve muybien con la manta obediente sentado sobre cubierta,viendo y contemplando aquel gran espectáculo de losmontes y valles que se formaban en el inmenso océa-no y sobre los cuales y a través de los mismos ibapasando y como escurriéndose nuestro bastimento osea barco o vapor.

Varias consideraciones se me han ofrecido y entreellas dos; os las voy a referir.

La presteza con que el barco día y noche, mañanay tarde, días tras días va velozmente pasando a travésde las aguas, me representaba la velocidad con quenosotros pasamos la vida; y al ver que el barco todo lova despreciando, dejándolo todo atrás, sin detenerseen nada, sino yendo sin cesar adelante y adelantehacia el puerto a donde se dirige, me ha parecido quenos enseña muy bien lo que nosotros debemos hacer,y es como comprenderéis, Hijas mías, que en esta vidano nos hemos de fijar en si vienen olas o marejadas, sila tempestad nos echa arriba o abajo, si el viento y lamarea viene de frente o de costado, de arriba o de

TERCERA PARTE – CAP. X 901

ambiente moderno saturado de libertades, mal llama-das inocentes, hizo una de esas en que los siervos deDios hallan cabida y espaldas, remedo de un conventi-to; puso en el ánimo del señor, desprendimiento de losbienes terrenos y trocó a la señora en alma bien fun-dada en el amor de Dios. De una carta de ella sonestos párrafos: “Altafulla 7 de septiembre de 1912.Muy apreciada en Jesús Madre Consuelo: Bendito seaDios que ha permitido me escribiese el pobre y tam-bién ha permitido no se me marchase el reuma. Al con-trario, lo tengo tan pronto a la derecha como a laizquierda y me priva algo. Me dicen vaya a tomar losbaños de Caldas: y yo pienso ¡bendito sea el reuma!¡qué dicha si en lugar de medicina viene el Médico! Siel Señor me concede la gracia de que venga el que desí desconfía, cuánto consuelo para él poderse hospe-dar en la misma casa que el divino Médico. Benditoreuma. Siempre me pareció bien y ahora mejor. ¡Cuánacertada ha estado usted, porque en lugar de disminuirha aumentado... Las cartas de usted, sobre todo cuan-do vienen con la adición del pobre, son una verdaderadelicia y es lo que veo con grande interés.

Será entonces ocasión de cantar o rezar el TeDeum cuando el desconfiado instale a Jesús en su pri-sión. Besa a usted el Crucifijo. – Celestina”.

Delicadas consideraciones

A sus religiosas dirige estas bellas y delicadas con-sideraciones: “Mar Atlántico a 4 de enero de 1901… Lanoche la pasamos tranquila (a D. g.); pero por la maña-na el viento empezó a hacerse fuertecillo, viene de

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mes, hasta morir, en el fin santo que nos ha traído a lareligión.

Otra consideración se me ha ofrecido también y osla voy a escribir si puedo; y digo si puedo, porque elbarco tiene bastante movimiento y la mano va muyinquieta.

Pues, Hijas mías, estando sobre cubierta, me detu-ve a contemplar la obediencia de las aguas.

Sin contar que el inmenso Océano, siempre obe-diente al imperio del Altísimo, estaba contemplando lasaguas que corrían por acá y por allá, a derecha eizquierda, adelante y atrás, sobre la cubierta del barco,veía que las aguas aquellas estaban tan dispuestas acambiar de posición y de movimientos según se lomandaba la ley de gravedad que las gobierna, estabanyendo de prisa y derechas a una parte y de pronto tení-an que enderezarse hacia otra; estaban a mitad decamino y tenían que volverse a un lado o volver atrás,prontas y sin réplicas en sus movimientos. – He aquí,me decía yo, el modelo de la santa obediencia religio-sa, siempre pronta a este o aquel empleo, adelante,atrás, a un lado, a otro y siempre pronta y contenta dehacer la voluntad del Señor que así se manifiesta porlas distintas circunstancias, por diferentes modos, porlas disposiciones de quien las gobierna. Imitemos,Hijas mías, la obediencia de las aguas”.

“Guadalajara a 23 de febrero de 1901. Mis amadasHijas en el Señor: Sor Verónica de Jesús y todas lasotras, pequeñas y grandes; para mí todas sois grandessi sois bien humildes, si penetradas de nuestra nada,de nuestras torcidas inclinaciones y de nuestra miseria,

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abajo, todo esto poco importa, Hijas mías; adelante,hacia el puerto de nuestra patria celestial, adelante;hagamos lo que conviene para nuestra santificación ysalvación eterna; adelante, poco importa todo lo deaquí abajo; adelante, servir y amar a Jesús; adelante, yno hacer caso de nuestro amor propio; adelante, puesnuestra felicidad consiste en abnegarnos a nosotrosmismos para sólo seguir a Jesús imitando su amor, sumansedumbre, su silencio, su abnegación; adelante,Hijas mías, adelante, desconfiando de nosotros mis-mos y confiando sólo en Jesús.

Adelante, adelante, adelante; nada podemos pornosotros mismos, pero todo lo podemos asistidos porel poder de María. No nos abata ni nos aterre nuestrapoquedad, ni nuestras malas inclinaciones; no nosespanten, Hijas mías, ni las más horribles y malas ten-taciones; no nos aterre el demonio coligado con nues-tras pasiones porque Jesús está con nosotros, si nodejamos de invocarle. María es nuestro sostén, si a ellaacudimos, seguros de su poderosa protección. Estadciertas, Hijas mías, de que si así lo hiciereis el demo-nio, el infierno entero y vuestras pasiones serán inca-paces de hacer que caigáis en sus garras. Ánimo, Hijasmías, ánimo, tened el corazón y la mirada suplicantehacia el cielo y no temáis, porque el Señor os hará másfuertes que una roca muy firme.

Ánimo, Hijas mías; el cielo está todo en vuestrofavor y en vuestra firme ayuda si estáis firmes en seguircon humildad y constancia la bandera santa de laCongregación que habéis profesado sin deteneros amirar ni a derecha ni a izquierda para escuchar vuestroamor propio; sino adelante, adelante, adelante y fir-

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en práctica con su gracia, los medios para huir delpecado y de las faltas y negligencias y practicar las vir-tudes. – Sí, Hijas mías, confiemos en el Señor y conánimo grande abneguémonos a nosotros mismos yJesús nos dará fortaleza”.

A un alma atribulada

Dirigidas a una religiosa Salesa, enferma en elManicomio de Ciempozuelos, que sufre gran descon-suelo en su ánimo, son estas cartas: “Roma, 15 de juliode 1907. – Mi muy amada Hija Sor..: He recibido suscartas y por su contenido quedo al alcance de todocuanto me dice. Comprendo, Hija mía, que su cruz esun poco pesada; sin embargo la estimulo a llevarla convalor, porque V. no la lleva sola; aunque de una mane-ra invisible Dios la acompaña realmente para sostener-la y levantarla: cuando la rinda el peso de su gravedad.– Entonces, Hija mía, es cuando tiene más necesidadde ir con más confianza que nunca al pie del altar ydecir a Jesús: ¡’Oh mi divino Salvador, he pecado, yohe hecho lo que sé hacer, soy una miserable pecado-ra; haced Vos el oficio para el cual habéis bajado delcielo, para establecer vuestra morada entre nosotrospobres pecadores y estar siempre dispuesto a aplicar-nos la medicina saludable de vuestra sangre divina’. –Sí, abísmese en el fondo de este baño salutífero;sumérjase en la sangre de Jesús y su corazón queda-rá purificado; escóndase en las Llagas de Jesús yrepose siempre en el Corazón amable de su DivinoEsposo: Él la escogió porque vio su miseria y parahacer ver a sus Ángeles la grandeza de su misericordia

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desconfiadas de vosotras mismas os echáis de lleno yplenamente con gran confianza en el Corazón deJesús, seguras, muy seguras que allí todo lo encontra-réis; pues el único obstáculo que hay para que elOcéano inmenso de las bondades de Jesús inundenuestro corazón, es el que pone nuestra dureza y ter-quedad, porque no acabamos de dejarnos en lasmanos del Señor ni ser dóciles con él, y queremosnosotros gobernarnos pareciéndonos que sabríamosacertar mejor. ¡Ah, Hijas mías, qué engaño es éste!¿Cuándo acabaremos de echarnos en las manos delSeñor como el barro en manos del alfarero, o como unestropajo en manos de la que con él va limpiando cual-quier rincón? ¿Cuándo nos echaremos en manos de ladivina providencia con esa fe, con esa tranquilidad yconfianza de quien sabe, que en las manos del Señor,todo, todo será para nuestro bien acá, y nos llevará ala gloria eterna allá? Que aún acá tendremos el mayorbien, la mayor tranquilidad y las bendiciones másextraordinarias y milagrosas de la divina misericordia. –¡Ah Hijas mías! Os lo repito: desconfiemos de nosotrosmismos y confiemos en el Señor; repitamos a menudoesta jaculatoria que todo lo comprende: ‘Dios mío, demí desconfío en Vos confío y en Vos me abandono’…repetid esto en las tentaciones de las malas inclinacio-nes, repetidlo en los movimientos de soberbia, asícomo en las tristezas y tentaciones de abatimiento. Sí,Hijas mías, repetid siempre: ‘Dios mío, de mí descon-fío, en Vos confío y en Vos me abandono’... Jesús nosdará, por medio de María Santísima, fortaleza, aliento,guía, humildad y perseverancia; Jesús nos sacará detodo con bien con tal que nosotros procuremos poner

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aún, en medio de gente viciosa y muy mal hablada, ysin embargo por divina misericordia no me era obstá-culo para comulgar diariamente, porque, por la divinamisericordia, aunque oía no consentía. – Así le hablo,con esta confianza como un Padre a una Hija para queesté tranquila y espere siempre en el Señor y en nues-tra Madre Inmaculada, porque así estará segura deobtener la gracia que verdaderamente nos interesa, yes el tener nuestro corazón indiferente para todo lo quenos rodea, sólo estando firme en sacrificarlo todo contal de hacer la voluntad del Señor. – Reciba pues, Hijamía, la bendición que con el alma y el corazón le envíaeste pobre que dice y quiere que sus Hijas repitansiempre: ‘Jesús mío, de mí desconfío, en vuestroCorazón confío y me abandono’ y es vuestro afectísi-mo Padre en J. M. J. – Fray Benito Menni, indigno sier-vo de Jesús”.

“Villa Rosa, 4 de marzo de 1909. – Mi muy queriday amada Hija en Nuestro Señor Jesucristo Sor…:Empiezo mi cartita pidiéndole me perdone el granretraso con que contesto la suya; mi voluntad estabapronta, mas varias circunstancias que se cruzaron melo han impedido hasta hoy, que con mucho gusto tomola pluma para contestarle a todo. Primeramente ledigo, que no es V., Hija mía, del número de las que tie-nen ya recibido el pasaporte para el infierno, porque siV. se encuentra en ese lugar en el manicomio es por-que el Buen Jesús la ha colocado en él, además, V.tiene hecho todo lo posible para volver al seno de sucomunidad hasta el punto de haber apelado a la SantaSede en ocasión que yo me encontraba en Roma,cuando precisamente llegó la apelación del Señor

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hacia V. – Vamos, vamos pues, Hija mía, estemossiempre en unión de oraciones y no deje de hacersiempre el Vía Crucis y la santa Comunión. – Reciba,Hija mía, la Bendición del Santo Padre, que se la doycon gran amor Paternal. Ánimo, Hija, ánimo y confian-za en Jesús. – Reciba también la bendición que detodo corazón y en nombre del Padre y del Hijo y delEspíritu Santo le envía este indigno Ministro del Señor,vuestro muy afectuoso Padre en Jesús María y José,Fray Benito Menni”.

“ Viterbo, 22 de diciembre de 1908. – Mi muyamada Hija en el Señor Sor…: He recibido su carta 4de los corrientes y veo los deseos grandes que la ani-man de corresponder al amor de Jesús con todas lasveras de su alma, lo cual me agrada mucho, muchísi-mo, y pido al Divino Niño Jesús y a su Madre In-maculada y Madre nuestra misericordiosísima paraque le concedan la gracia de tener aquellas disposicio-nes de corazón por las cuales pueda con la divinamisericordia cumplir bien en sí misma; o mejor dicho,dejar que Jesús cumpla sus designios amorosos; por-que, Hija mía, el tenerla Jesús fuera de su convento noes sino para que V. con su humilde sumisión soporteesta prueba con humildad y paciencia, procurando, asívivir unida con Jesús y María, acordándose siempre delas lecciones de mansedumbre de nuestro gloriosoPadre San Francisco de Sales, el cual nos enseña quetodo, todo, hasta los obstáculos mayores que nospone el enemigo o nos vienen del ambiente en que nosencontramos o de las personas con quienes vivimos,no son parte para separarnos de Él, Hija mía, hablo porexperiencia, porque tuve que vivir, cuando era joven

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confía plena y enteramente en el Sagrado Corazón deJesús”.

“Idanha, 9 de septiembre de 1909. – AmadísimaHija Sor…: Tengo en mi poder su muy comunicativacartita con fecha 2 del corriente, creo que ya habrárecibido una que le he dirigido hace algunos días encontestación a su anterior. – Hoy solamente le diré quehaga su examen particular sobre la humildad, funda-mento y base de todas las virtudes, sea muy mortifica-da, no me gusta que mis Hijas sean demasiado tiernasni compasivas para consigo mismas; también deseoque siga V. muy resignada con la santa voluntad delSeñor, aceptando de buen grado sus designios sobreV. Nosotros, Hija mía, somos las piedras del grandeedificio que Dios quiere construir; cada uno debedejarse labrar y pulir según los designios del Arquitectoa fin de poder ocupar en ese vasto edificio el lugar porDios designado desde toda la eternidad. – Esté puessegura del muy paternal afecto de vuestro Padre que labendice en Nuestro Señor. – Fray Benito Menni, humil-de de Ministro de Jesús”.

“Roma, 5 de mayo de 1910. – Mi muy amada Hijaen Nuestro Señor Jesucristo Sor…: Recibí su cartita,fecha 26 de marzo y presuroso voy a contestarle; ¿quéle pasa Hija mía? No puedo comprender el asunto desu carta. ¿Por qué me dice que espera o aguardadesastres y funestos acontecimientos que serán supe-riores a sus fuerzas? Puede ser, Hija mía, que hayatenido V. algún sueño; creer en ellos es una supersti-ción. – Escríbame todas sus cosas muy franca y senci-llamente cualesquiera que sean, nada importa; quierosaber todo, absolutamente todo, y mientras, únase a

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Obispo de Oporto. – En esta ocasión con la autoridaddel Santo Padre me comisionaron notificarle que debeVd. quedarse tranquila donde hoy se halla como siestuviera en su convento, pues la Santa Sede tienepleno poder sobre las religiosas y ha designado parasu residencia las casas de las Hermanas Hospitalariasdel Sagrado Corazón de Jesús, donde debe V. procu-rar hacer una vida muy religiosa que la conduzca a lasantificación y después al cielo. – Quédese, pues, tran-quila, Hija mía, y le digo por último que cuando yotemía tomar sobre mí la responsabilidad de tantasalmas que el Buen Jesús quería colocar bajo mi sacer-dotal dirección, la Santísima Virgen se dignó animarmeasegurándome que Ella me asistiría de una maneratoda especial a fin de que yo pudiera conducirlas atodas por la senda de la vida eterna, al cielo. – Ea,pues, Hija mía, ya ve que le hablo muy ingenuamente yque V. pertenece al número de las Hijas que el BuenJesús me ha confiado. – Aquí está mi Hija muy amada,mi Hija predilecta en el Sagrado Corazón de Jesús. –No puedo terminar esta carta sin enviarle la especial ymuy paternal Bendición del Soberano Pontífice Pío Xconcedida durante la audiencia particular que hemostenido la dicha de gozar el 19 de febrero último. – Seapues, muy reconocida a la misericordia de Jesús haciausted y procure ser una buena Hija de San Franciscode Sales. Todas las casas que he fundado le pertene-cen. Él es mi especial Protector. – Reciba, pues, labendición del Santo Padre con la que le envía estepobre Ministro del Señor y su muy amado Padre en losCorazones de Jesús y María. – Fray Benito Menni,indigno siervo de Jesús, que de sí desconfía y que

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giosa como lo ha sido hasta aquí. – Nada de pusilanimi-dad en las vicisitudes. – Nuestra religión está fundadas o b re un monte Calvario. Calvario viene a decirnos cru-cifixión. Es decir: que es preciso sostener una guerra sinpar ni tregua, una guerra en que necesariamente debeser vencida la propia voluntad, el amor propio, la estimap ropia, el juicio propio para que Jesucristo triunfe enn u e s t ros corazones. – Yo le digo en secreto, que este suP a d re también sufre y sufre desprecios de las mismaspersonas que debían ser su ayuda y su consuelo, y sine m b a rgo, Hija mía, les perdono de todo mi corazón. –C reo que todo esto que le digo le servirá para re a n u d a rla paz y la tranquilidad de su alma y continuará traba-jando generosamente en el importante negocio de susantificación, única cosa que nos interesa.

Le envío mi bendición en el nombre del Padre, delHijo y del Espíritu Santo.

Vuestro muy afectísimo Padre en J. M. J. – FrayBenito, humilde pobre de Jesús”.

Así consolaba a sus enfermas. Con otras tambiénsostenía correspondencia espiritual.

Al noviciado

A las novicias de Ciempozuelos con motivo dePascuas y felicitaciones les escribe estas tres:

“Sevilla a 31 de diciembre de 1885. Mis amadasHijas en Jesucristo la Madre Maestra, las Hermanas,todas las novicias y aspirantes.

Mis amadas Hijas en el Señor: Jesús ha nacidopobre y humilde en el Portal de Belén; tal noticia los

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mis oraciones para obtener la gracia de una constantepaz de la cual tanto necesita. – Deje hacer, deje obrar.En los magníficos jardines las más delicadas plantasson cultivadas con más esmero y cuidado para quebroten de ellas preciosas flores que adornen lo másselecto de esos jardines; lo mismo sucede en el místi-co jardín de la Iglesia; es necesario cortar y arrancar lasmalas hierbas que son los defectos y malas inclinacio-nes que brotan de nuestra naturaleza y que nos impi-den el camino de la perfección; extraídas las malashierbas, podrá entonces crecer y llegar a un alto gradode paciencia, humildad mortificación y caridad y man-tenerse en toda circunstancia, inalterable. – Esto es loque os desea obtener de los Sagrados Corazones deJesús y María este vuestro afectísimo Padre enNuestro Señor. – Fray Benito Menni, indigno Ministrode Jesús”.

“Roma, 16 de mayo de 1911. – Mi muy amada Hijaen Nuestro Señor: Tengo presente su cartita y sientomuchísimo lo sucedido y me impongo el deber de darlealgunos consejos para su dire c c i ó n . – Sin sufrimientono puede haber santidad; por esta razón nadie podrásalvarse sin la cruz que debemos abrazar de buengrado y decir a la persecución cuando ella se pre s e n t eo a las penas interiores y exteriores, o bien a la tenta-ción: seáis bienvenidos favores celestiales, santas prue-bas, yo os recibo con el corazón lleno de respeto, desumisión y confianza hacia aquel que os envía. Ea,pues, Hija mía muy amada en el divino Corazón deJesús, lo que os ha sucedido es porque Dios NuestroSeñor quiere que llevéis una vida de humillación y ano-nadada, que continúe siendo una buena y perfecta re l i-

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corazón sólo desea ayudaros para que os preparéistodas para ser unas verdaderas y santas esposas delNiño Jesús. Para esto debéis ser unas almas sencillascomo palomas, bien abiertas con vuestra MadreMaestra, que tiene el lugar de Dios, para enseñaros aobedecer a la Madre Maestra que es la Superiora detodas, a obedecer a todas las que están encargadasdel oficio en que estáis, en fin, a practicar la obedien-cia, la humildad, a guardar bien el santo y amadísimosilencio, a no entrometeros en lo que no os correspon-de, y cuando haya alguna cosa que no esté bien noentrometeros a hablar, sino pasar aviso a quien corres-ponde y no armar chismes.

Hijas mías, sed exactas en todo y por todo; la quees verdaderamente obediente, no sólo obedece en eltrabajo, en la oración y penitencia, sino también en elrecreo, no haciendo la propia voluntad, sino sujetándo-se en el modo y forma de recreo. La que quiere estartriste en el recreo nunca será buena religiosa; pero nodisiparse sino recrearse con religiosidad, teniendo pre-sente en el corazón a Jesús, por cuyo amor os re-creáis.

Fuera del recreo mucho silencio, rigurosísimo; ymucha formalidad. Pronto nos veremos; no tengo tiem-po para más.

Ordeno que esta carta se lea estando reunidastodas las novicias y aspirantes en el recreo y se leerádespués otro día a las que no puedan estar.

Os bendice vuestro afectísimo Padre en Jesucristo.– Fray Benito Menni”.

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Ángeles dieron festivos a los pastores, que llenos degozo, alegría y sencillez de corazón, corrieron fervoro-sos a adorar al recién nacido. ¡Ah, Hijas mías, qué lec-ciones nos da tan sublimes! Contempladle y escucha-dle dentro de vuestros corazones y veréis qué leccio-nes os da este admirable y divino Niño. Su mirada tras-pasa el corazón, su silencio habla al espíritu, su pobre-za nos enseña mortificación; todo infunde una santaalegría, pero con modestia, recogimiento, silencio, dili-gencia en el cumplimento de los deberes y guardaexacta de la regla del santo noviciado.

Yo quisiera, Hijas mías, que la imagen del DivinoNiño la tuvieseis bien grabada siempre en vuestroscorazones, porque Él es vuestro divino y amantísimoesposo prometido, con el cual ha de estar entera ytotalmente embebido vuestro corazón para prepararosa desposaros bien con Él en el día de vuestra santaprofesión religiosa.

Hijas mías, divertíos bien, pero delante del NiñoJesús, y teniendo presente al Niño Jesús en vuestroscorazones; y si donde bailáis no está el Niño Jesús,que la Madre Maestra lo llevé allá y delante de Élhabéis de bailar.

Espero estar en ésa para el día de Reyes; rogadentre tanto muy especialmente por este vuestro afectí-simo y pobrecico Padre espiritual que os bendice en elnombre del Niño Jesús. Amén. – Fray Benito Menni”.

“Sevilla, 1º de enero de 1886. Mis amadas Hijitasen Jesucristo: Con especial gozo he recibido vuestrasfelicitaciones y he visto vuestros deseos. Dios median-te, voy a ver como contestaros; bien sabéis que mi

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amistades particulares; haciéndose fuertes y valientesen la práctica de la mayor observancia regular, en lapráctica del santo silencio y recogimiento; en la prácti-ca de la santa caridad hospitalaria, con las pobresenfermas, acordándose que cada una de ellas repre-senta al vivo a Nuestro Señor Jesucristo y a su MadreSantísima, y que ellos reciben cuanto se hace por cadauna de ellas tanto más cuanto mayor es su desgracia yos dará, Hijas mías, un premio tanto más grande y bri-llante cuanto más tengáis ocasión de sufrir por causadel desatino y desagradecimiento de las pobrecitasenfermas; y dichosas vosotras si por amor de Jesús yde María tenéis la dicha de sufrir alguna bofetada oalgún golpe o algún salivazo en vuestro rostro; enton-ces, sí, Hijas mías, que seréis hermosas delante delSeñor y de los Ángeles del cielo, aun cuando la natu-raleza os hubiera dado un rostro más feo que un car-bón. Hijas mías, os hablo con el corazón de Padre enlas manos.

Se me mojan las mejillas con las lágrimas que seme caen y no puedo continuar ni las puedo detener,porque sois Hijas mías, que el Señor me ha dado paraque os lleve a Él y lleguéis a ser esposas suyas muyamantes de la cruz y del sacrificio y de la abnegaciónpropia y así lleguemos un día a cantar las victorias dela cruz en el cielo; a cuyo efecto os envío la Bendicióndel Santo Padre, juntamente con la de este vuestropobre y amantísimo Padre en el Corazón de Jesús y enel Corazón Inmaculado de María Santísima. –Benedictio Dei, etc. – Fray Benito, pobrecito de la cruzde Jesús”.

TERCERA PARTE – CAP. X 915

P. D. – Amad a vuestra Madre Maestra porque tienee lugar de Dios y que la Madre Maestra os ame comoamante Madre que tiene el lugar de Dios y que sabeque el Corazón de Jesús le pide amor para esas oveji-tas que Él mismo le ha confiado. Paz, Hijas mías, amor,caridad y silencio.

“Roma, 1º de julio de 1907.

A la Madre Maestra, Vice-Maestra, ayudantes delas mismas, todas las novicias y aspirantes de laCongregación religiosa de Hermanas Hospitalarias delSagrado Corazón de Jesús, en el santo noviciado denuestra predilecta Casa-Madre de Ciempozuelos. Lapaz y bendición de Nuestro Señor Jesucristo sea siem-pre con nosotros, amén.

Mis amadas Hijas en el Señor: Continuamente ostengo presentes en mi corazón y no ceso de pedir cadadía por vosotras para que seáis fieles al Señor y osaprovechéis del tiempo del santo noviciado porquepasa y ya no vuelve más. ¡Ah, Hijas mías, ya veréisdurante toda vuestra vida la importancia que tiene elaprovecharse bien de este tiempo de gracias especia-les! Os repito, Hijas mías, no podéis imaginaros la ale-gría que causará en vuestro corazón durante toda lavida y principalmente en la hora de la muerte el dulcepensamiento de haber hecho el noviciado con todo elfervor; procurando estudiar la práctica de la propiaabnegación y el vencimiento de sí misma, especial-mente del amor propio escupiendo en cara y abatien-do aquellas ganas de sobresalir y de llamar la atención,rompiendo con todas las inclinaciones de tonterías y

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con recta intención, con santa alegría, no de malhumor, que Dios te asistirá.

Te ruego, Hija mía, que tomes todas estas cosascomo venidas del cielo y todas para tu mayor bien, pormás que tú no lo conozcas.

Mañana lunes probablemente irá a esa la MadrePresidenta. Te ruego que con ella y con todas te portescomo quien está muy conforme en lo que la santa obe-diencia ha dispuesto en nombre de Dios. Mandarás abuscarla a la estación a las ocho y cuarto, pero tú novayas, sino otras; ya lo sabes. – Ya me puedes escribirhoy mismo pidiendo perdón a tu esposo Jesús y a mísu indigno Ministro. Ánimo pues y santa alegría; yo irépronto. – Te bendice en el santo nombre de Dios tuafectísimo P. E. – Fray Benito Menni”.

“Molino del Rey, San Fernando a 30 de octubre de1889. – Mi estimada Hija en el Señor… He recibido tucarta y si no te he contestado a la otra es porque no meparecía necesario, y si cuando entro en la portería nodigo nada es porque así lo hago con todas; pero no esque yo deje de amaros a todas, sino que me parecemejor no perder tiempo en hablar inútilmente, porqueel verdadero amor es procurar que nuestras almas seunan al Señor y no busquemos los consuelos de estatierra, que no pueden nunca dar verdadera paz y ale-gría; pues ésta se encuentra en la abnegación de lapropia voluntad; por esto no desees nunca que te denéste o aquél empleo u ocupación porque donde pen-sabas encontrar alegría encontrarás pesadillas: La ale-gría verdadera sólo la encontrarás en no desear nada yen estar siempre deseosa de desprenderte de todo lo

TERCERA PARTE – CAP. X 917

Particulares

Una de sus religiosas nos facilita estas para que laspubliquemos que nos dicen su caridad, su paciencia ysu celo por las almas.

“Ciempozuelos 7 de agosto de 1887.

Muy estimada Hija en el Señor:… He recibido tucarta de ayer y pienso que ya te habrás tranquilizado,según espero de tus sentimientos de buena religiosa.

El haberte mandado así sin decirte nada claro y nohaber querido contestarte cuando me pedías algunaexplicación sobre tu ida a esa, ha sido en primer lugar,porque conociendo yo lo poco virtuosa que eres, com-prendí que ibas a llorar y habrías cometido faltas contu mala costumbre de replicar siempre a la santa obe-diencia; lo cual tú misma comprenderás que no estábien y yo quiero que te acostumbres a obedecer sinreplicar, o sea obedecer ciegamente.

Segundo, porque comprendí lo que las noviciashubieran movido si lo hubieran conocido, lo cual eranimperfecciones y faltas; y creo que te debes alegrar deque se hagan las cosas de manera que se eviten lasfaltas.

Mira, si te has incomodado según tú dices, te digoque has faltado; humíllate y pide perdón de veras alSeñor; pues si te has incomodado es señal que no hastenido ni la humildad ni la obediencia ciega que esmenester.

En cuanto a eso de hablar y tratar con los seglaressi te es de penitencia, bueno está; y me alegro que ten-gas ocasión de hacerla, pues todos la necesitamos; ve

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“Las Corts a 11 de agosto 1891. – He recibido tucarta del 6 y veo que necesitamos mucho pedir aJesús nos dé la santa mansedumbre para llevarlo todocon paciencia y no hacer lo que has hecho de dartecoraje. – Hija, Hija, Hija, esto no, sino paciencia.

No conviene ya decir nada a nadie de lo que meescribiste; pues yo veré como en caridad se puederemediar algo de lo que contó… sino le encomendare-mos a Dios y Pax Christi. – En lo demás pide perdón ala Rvda. Madre del enfado y comulga con su permiso.– Dios mediante pronto llegaré a ésa. Te bendice estepobre Ministro del Señor rico de misericordias, tu afec-tísimo Padre Espiritual. – Fray Benito Menni”.

“Ciempozuelos, 29 de mayo 1897. – Mi estimadaHija en el Señor:… He recibido tu carta del 25, puesacabo de llegar de fuera y también he hablado con laRvda. Madre, la cual verdaderamente sólo desea elbien y la paz al mismo tiempo que la observancia regu-lar. Mi deseo hubiera sido que hubieses venido con laRvda. Madre; yo lo quiero pensar mucho en la presen-cia de Dios y pedirle que me ilumine sobre lo que másconviene al bien de tu alma y a la gloria de Dios; píde-le mucho, Hija mía, que nos ilumine, pues, lo másimportante, lo que más nos interesa es acertar con lavoluntad del Señor; esto es lo único que da paz y labendición del Señor, mientras que todo lo demás nosda intranquilidad y oscuridad. – Descansa en el Señory pídele la gracia de que nunca permita que se haga tuvoluntad, sino que te haga comprender que el único yverdadero bien es hacer la suya con paz y serenidad,cueste lo que costare. – Os bendice vuestro amantísi-mo Padre en J. M. J. – Fray Benito Menni”.

TERCERA PARTE – CAP. X 919

de la tierra y anhelar la unión con Jesús; ni pidasempleos ni los rechaces; ni pidas cambio de casa ni lorechaces. Esta muerte a todo, es dura a la carne, perosus frutos son suaves para el espíritu. – Te bendiceeste tu pobre afectísimo P. E. – Fray Benito Menni”.

“Las Corts, 26 de febrero 1890. – Mi estimada Hijaen el Señor… He recibido carta del 23 y me alegro quetengas muchos deseos de amar a Jesús y por estoconviene que medites lo que esto significa, porque nosengañaríamos si creyésemos que con decir esto basta.Es necesario reflexionar que para amar en verdad hayque abrazar la cruz y hacer sacrificios. – Abrazar lacruz, recibiendo con humilde conformidad y hastaagradecimiento, todo lo que nos acontece desagrada-ble y hacer sacrificios de nuestro amor propio, noexcusándose y mortificando nuestra gana de dar expli-caciones, ni entrometiéndose en nada absolutamenteen oficios ajenos y aun en el nuestro andar con granhumildad y paciencia; sufriendo las impertinencias delas demás, pero sin demostrarlo; porque demostrán-dolo se pierde lo mejor del mérito, que Dios lo ve. –Pedid al Señor la gracia de abrazar lo amargo; esta esgracia que debes pedir constantemente, sino pobresde nosotros, si sólo amamos a Jesús cuando nos dafervor sensible y dulzura interior. ¡Ah Dios mío, cuándoseremos bien humildes de corazón y en verdad y nosólo en apariencia! Dios mío, dulce Corazón de miJesús, concedednos esta gracia, Virgen Santa alcan-zádnosla!- Te bendice y no dejes de pedir misericordiapor este pobre tu amantísimo Padre Espiritual. – FrayBenito Menni”.

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sobre todos tus actos y así lograr con la ayuda delSeñor el que no nos dejemos llevar de estas prontitu-des. Es eso, Hija mía, una reflexión que todos necesi-tamos grandemente, o sea mucho; yo el primero puessoy un miserable. – Recibe la bendición de este afectí-simo Padre en J. M. J. – Fray Benito Menni”.

“San Baudilio de Llobregat, 28 de julio de 1901. –Mi amada Hija en el Señor… He recibido tus cartas yveo que pasas apuros tontos; descansa, Hija mía, en elCorazón de Jesús y bajo el manto de María Santísimay todo te irá bien y estate segura que el Señor es nues-tro amparo. Jesús está en todas partes y siempre consus brazos y su corazón abierto, para recibirnos y favo-recernos. – Vámonos pues a Él y descansemos en Él.Humillémonos ante su presencia con fe viva y tenga-mos seguridad en su protección… A todas lasHermanas que sean buenas y amen a Jesús; yo espe-ro ir a visitarlas en el mes de agosto, si Dios quiere. –Ánimo, pues, y no acobardarse, pues Jesús y Maríaestán con nosotros. – Recibid todas la bendición queos envía este pobre miserable e indigno Ministro delAltísimo, vuestro amantísimo Padre en Jesús, María yJosé. – Fray Benito, feliz esclavo de María Santísima”.

Así son todas las de dirección espiritual, imposi-bles de transcribir por su número incontable; pero cre-emos bastan éstas para conocer la solidez de su doc-trina y rectitud de miras.

TERCERA PARTE – CAP. X 921

“San Baudilio de Llobregat, 7 de junio 1897. – Mimuy amada Hija en el Señor… Acabo de recibir tu cartadel 2 de los corrientes y te digo, Hija mía, que me hasdado un verdadero consuelo y has escrito como debehacerlo una Hija con su amantísimo Padre, que aunquepobre y miserable, os ama y sólo anhela el bien y lasantificación de sus amadas Hijas en el Señor. Sí, Hijamía, repite estas palabras que escribes: ‘deseo hacerla voluntad de Dios con todo mi corazón’ y unida aJesús, que tienes en casa, dile: ‘Jesús mío, no quierohacer mi voluntad, sino la vuestra; manifestádmela pormedio de vuestros representantes en la tierra’. – Hijamía, no debes fijarte en eso de que ponía en una cartami estimada Hija y en la otra mis amadas Hijas porquelo he hecho sin pensar y tal vez por no repetir las mis-mas palabras; por lo demás, bien sabes que yo notenga preferencias para nadie y a todas os amo conamor grandísimo, como fruto y participación del amorde mi Jesús; porque agrada a Jesús que os ame comoPadre y como Pastor vuestro que soy, aunque indigno,pobre y miserable… A todas las Hermanas diles quepidan al Señor para que les dé la abundancia de losdones del Espíritu Santo y que la fiesta tiene octava yque estoy esperando su felicitación. – A todas os ben-dice este vuestro pobre e indigno Padre en J. M. J. –Fray Benito Menni”.

“Telhal, 28 de junio 1900. – Mi amada Hija en elSeñor… Te escribo estos renglones para decirte queestés tranquila; pues el avisarte tan claramente y sinrodeo de todo es precisamente porque sé que de cora-zón quieres ante todo corresponder a tu santa voca-ción y yo quisiera ver si te habitúas más a reflexionar

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términos y tan justos, que yo, con ser Abogado, si lohubiera tenido que redactar no sé si lo hubiera hechotan bien como V.’. Casos semejantes ha tenido oca-sión de presenciar la que esto escribe. Para re s o l v e ralgún asunto de nuestra Congregación, siempre loconsultaba con las Madres y con algunas Hermanas,no obstante haberlo podido hacer sin consultar, y si sele decía que resolviese él sin pedir pare c e r, siemprenos decía: ‘¡Hijas mías! lo hago así porque de estamanera se obtienen más fácilmente las bendiciones yluces del Señor y se alivia mucho la re s p o n s a b i l i d a dde quien gobierna’. No le gustaba nunca guiarse porsí mismo. Muchas veces le oí decir: ‘si vierais, Hijasmías, cuánto me ha servido en nuestra Restauraciónconsultar antes de tomar determinaciones, conHermanos que al parecer no eran de gran capaci-dad…’ todo lo cual muestra a más de su prudencia elinferior concepto que de sí tenía. – Cuando le pare c í ase había dejado llevar algo del genio (si por la energ í ap ropia de su carácter y debido a su celo y al deseoque tenía de que la observancia regular se llevase a laperfección, nos avisaba de las faltas), no se quedabatranquilo mientras no hacía venir a las Hermanas parahumillarse delante de ellas. Tenía grandísimo empeñoen que nos cimentáramos bien en el verd a d e ro espíri-tu de humildad; y por esto, cuando nos avisaba de lasfaltas, no le gustaba que se replicase; muchas vecesle replicó la que esto escribe, y lo único que conseguíaera que la riñese más; pero después le daba tantapena, que me llamaba, me pedía perdón y me decía:Hija mía, tenías razón, pero ya ves, como soy un pobreque me he dejado llevar de mi genio”.

TERCERA PARTE – CAP. XI 923

CAPÍTULO XI

Su humildad

Una testigo de vista. – Sus títulos más precia -d o s. – Su concepto cabal de la humildad. –Actos de humildad. – Recomienda la humildad.

Una testigo de vista

Copiamos de los ya citados apuntes: “Que poseían u e s t ro Padre la santa virtud de la humildad en gradomuy heroico, lo prueban evidentemente sus obras yescritos. Nunca se fiaba de sí mismo para tomar re s o-luciones, no obstante haberle dotado nuestro Señorde inteligencia nada común; según la clase e impor-tancia de los negocios que traía entre manos, lo trata-ba con abogados o con personas competentes parano exponerse a errar. En una ocasión que había hechoun escrito relativo a los bienes de nuestraC o n g regación, al presentarlo a un señor Notario yAbogado, después de enterarse bien de su contenido,dijo: ‘Padre, este escrito está hecho con tan buenos

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“Fray Benito, el más miserable de todos, queimplora la misericordia del Señor para sí y sus amadasHijas”.

“Fray Benito, pobre, indigno de ser llamado Siervode Dios como así le honró, llamándole con tal nombreel Sumo Pontífice, el Papa Pío X”.

“Fray Benito, indigno y que sólo por la misericordiadel Señor tiene la inmensa dicha de ser esclavo deJesús y María”.

“Fray Benito, que se reconoce muy indigno, mise-rable pecador, pero que por eso mismo sabe que tieneque descansar en el Corazón del Padre y Redentor delos pobres, Jesús bendito. Amén”.

“Fray Benito, indigno religioso que no merecería lahonra de llevar la cruz de Jesús”.

“Fray Benito, que ojalá llegase a conocer bien lapropia indignidad”.

“Fray Benito, que desea ser iluminado del amor dela cruz de Jesús”.

“Fray Benito, digno de ser echado en un basureroy feliz con tal que allí ame, alabe y cante al Señor”.

“Fray Benito, que de sí desengañado, sólo confíaen Jesús crucificado”.

“Fray Benito, el haraposo” (Este título se dio cuan-do le nombraron General de su Orden).

“Fray Benito, el más pobre de todos”.

“Fray Benito, que quisiera esconderse debajo de latierra y allí estar amando a Jesús y a María”.

“Fray Benito, indigno de llevar el santo hábito”.

TERCERA PARTE – CAP. XI 925

Sus títulos más preciados

Sus títulos de mayor honra y que casi nunca omitíaal firmar sus cartas íntimas, son estos que entresaca-mos de sus escritos:

“Golfo de Méjico, 19 de enero 1901. – … Una noti-cia os voy a dar, Hijas mías, y es que en la Habana, porel traje que llevo y por no sé qué más, me han tomadopor un Obispo católico inglés. Ya veis, quieren quitar-me el título de humilde pobre de Jesús y Hermanomenor de Fray Cebrián de la Nada; pero yo no los suel-to; que los prefiero a los más encumbrados títulos delmundo”.

“Ciempozuelos, mayo de 1910. – … Mis amadasHijas en el Señor: aunque pobre desahuciado, que sólodescansa a los pies de Jesús crucificado, os envía labendición como Ministro del Altísimo; indigno soy, peroconfío, que S. D. M., dador de todo bien, os bendecirácon largueza, porque Él no mira la indignidad delMinistro, sino su gran bondad.

Bendictio Dei, etc. Fray Benito, indigno de llevar elhonrosísimo título con que el Vicario de Cristo le honró,llamando a esta miserable criatura: ‘Siervo de Dios’;título más honroso que el de Emperador de las Rusias,de las Indias, del Japón, etc., etc”.

Después de su nombre solía escribir:

“Fray Benito pobre verdadera y totalmente pobre,pero muy animoso, alegre y confiado en los corazonesde Jesús, María y José”.

“Fray Benito, que sólo anhela pasar su vida consa-grando almas al Señor, aunque muy indigno de ello”.

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A todas, todas, todas os bendice y se encomiendaa vuestras oraciones, este vuestro afectísimo Padre enJesús, María y José. – Fray Benito Menni”.

Actos de humildad

Cómo practicaba lo que enseñaba y traducía suconcepto en obras, dícenlo estos hechos:

Una Hermana Hospitalaria nos facilita una nota, enque de sí misma dice:

“Algunas veces me portaba con nuestro Padre deuna manera muy indigna de su respetable persona y,llevada de mi refinada soberbia, o le contestaba demala manera, con poco respeto, con mal humor y eva-diéndome con frecuencia de darle alguna contestaciónnecesaria que me pedía, o bien con mi manera de pre-sentarme ante él al ser llamada, le daba mucho quesufrir en ocasiones. Lejos de humillarme, al notar quecuanto yo más mostraba este mi mal proceder, él conmayor cariño y bondad paternal me trataba y amaba,llegué unas dos veces, (no recuerdo si fue alguna más)a ensoberbecerme en gran manera y a faltarle a laveneración merecida con mi modo de proceder con élen aquellos momentos y también con mis palabras; yél dos veces, las recuerdo perfectamente, en vez deser yo la que caía postrada a sus pies demandandoperdón, era él, el que de rodillas se lo pedía a su sober-bia hija, sin que ni este rasgo de profundísima humil-dad venciera mi estúpida y diabólica soberbia”.

Más actos de humildad se nos han referido; entreotros, he aquí uno digno de notarse.

TERCERA PARTE – CAP. XI 927

“Fray Benito, indigno de ser vuestro Padre, aunquesólo os quiere hechas unas santas”.

“Fray Benito, muy pobre, pero cuanto más pobre ydesechado, más confiado en el Corazón de Jesús ybajo el manto de María Santísima”.

“Fray Benito, que merece que lo echen en un hoyo,debajo de un basurero. Así firma la circular en quedetermina las fiestas de acción de gracias por cele-brarse las Bodas de plata de su amada fundación”.

Su concepto cabal de la humildad

Muéstrale en esta carta: “San Águeda, 24 de abrilde 98. Mis estimadas Hijas en el Señor:… Hijas míasmuy amadas en el Señor: Paz os deseo y bendiciónp rocedente del Corazón de Jesús. A todas os dirijo lap resente; sí, a todas, a las Madres, a las profesas, alas novicias y a las aspirantes, y a todas os digo quedebemos, cada día tener un vivísimo deseo de adqui-rir la virtud de la humildad, lo cual no se consigue sinopidiéndolo mucho a Jesús por medio de María, pro c u-rando meditar toda nuestra miseria y que si algobueno tenemos es de Dios y p rocurado además abra-zar con buen espíritu las ocasiones de humillarn o s ;p o rque la humildad es una virtud que para arraigarsey c recer necesita ejercitarse; así la que quiere de verasser humilde, debe recibir como un tesoro cualquierhumillación, no despreciando ninguna ocasión, porpequeña que sea, para tan hermoso tesoro escondi-do, aunque sólo Jesús sea quien vea nuestra humil-dad…

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“Roma, 23 de abril de 1893.

…Creo que volveremos nosotros con el mismocargo de antes, es decir, que aun no se me concede elser capellán del Molino.

Rogad, Hijas mías, para que amemos mucho aJesús.

Os bendice vuestro afectísimo Padre en J. M. J. –Fray Benito Menni el pobre, que desea ser más pobrepor amor de Jesús pobre y humilde de corazón”.

“Telhal 18 de enero de 1894.

Mis amadas Hijas en el Señor: Me olvidé de entre-garos el adjunto encarguito y os lo mando con D.Rodrigo; yo pienso llegar a esa, Dios mediante, el 25por la noche, si Dios quiere, Y por esto os mando elencargo este de las agujas, pues me olvidé y convieneque lo hagáis cuanto antes, humillándome y pidiendoperdón por el olvido que he tenido, para que se veauna vez más lo miserable que soy.

Rogad por vuestro afectísimo P. E. que os bendiceen el nombre de J. M. J. – Fray Benito Menni”.

“Ciempozuelos, 16 de febrero de 1897.

Mis amadas Hijas en el Señor: He visto que os haimpresionado algún tanto la noticia que os ha dado laReverenda Madre sobre lo que el enemigo no deja demover contra este vuestro pobre padre en Jesucristo.

Ciertamente que las cosas miradas al primer golpede vista, son muy desagradables y os aseguro que memoriría de pena si no fuese por la gracia del Señor quesostiene y consuela aún al más pobre que confía en Él.

TERCERA PARTE – CAP. XI 929

“Siendo yo novicia, dice Sor María de Jesús,cometí una falta de obediencia a una Hermana encar-gada de los Diques y quiso el Padre corregirme.Teníamos para sacar el agua de lavar una bomba y medijo: Hija mía, ven acá; al punto me fui y me mandó dara la bomba, a lo que me puse al instante; él sacó supañuelo de bolsillo y se puso a lavarlo en el chorro delagua; al verle yo le dije: ¡Ay Padre!, venga el pañuelo;yo se lo lavaré, que no quiero que V. R. haga esto; instóa que le sacara el agua y no quise hacerlo; entoncesme riñó fuerte; y cuál no sería mi pena y llanto que paramí no había consuelo. ¡Pobre Padre! Al día siguiente seme puso de rodillas pidiéndome perdón. Con este actode humildad caí en cuenta y me enseñó a ser obedien-te para otra vez”.

Recomienda la humildad

“Lisboa, Palacio Patriarcal a 9 de febrero de 1893.

Mis amadas Hijas en el Señor… Aquí hay muchascuestas y bajadas; las cuestas enseñan a aspirar alcielo y a Jesús y las bajadas enseñan a humillarse pararecibir de Jesús las gracias; pues Jesús llena de susgracias al corazón que se humilla y aborrece al que seenorgullece. Hijas, alerta, pues, a coger lo primero quedigo, o sea humillarnos y así Jesús nos llenará de susmisericordias.

A todas os bendice vuestro afectísimo Padre E. –Fray Benito Menni”.

Véase cómo expresa su sentimiento de no quedaren lugar humilde y lo va enseñando con sus obras.

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el de la desgracia de no corresponder al Señor conaquella fidelidad que debemos. Esto es cabalmente loque significa saber o entender filosofía; porque la ver-dadera filosofía o sabiduría, consiste en apreciar y esti-mar lo que Cristo estimó y apreció y así buscar siem-pre con todo el afecto y todas nuestras cosas y anhe-lo el que el Reino de Dios esté en nuestros corazonespor la humildad, la pobreza de espíritu y la mortifica-ción de la carne y sentidos.

Pidamos esto muy de veras; dirijamos a esto nues-tros pensamientos y cuanto hagamos a honra y gloriade Dios, para bien de nuestros Hermanos, y todo ser-virá para santificarnos y salvarnos, que es todo lo quedebemos desear.

Os bendice vuestro pobre y afectísimo Padre en J.M. J. Fray Benito Menni”.

Importábale poco sufrir alguna humillación a true-que de hacer algún bien o acrecentar esta virtud en sualma.

Refiere D. Raimundo de Oro que saliendo con éldel Convento de Clarisas de Ciempozuelos y habiendode ir ambos al manicomio de mujeres, como le tuvie-sen preparada al Padre la mula, muy ligera de paso,que usaba más en provecho del tiempo que de sí pro-pio, le dijo: “Monta a ancas, Raimundo, y llegaremosantes”. No hubiera sido flaca la burla que los desocu-pados de la plaza que debían atravesar hubieran hechode los jinetes, si D. Raimundo hubiese aceptado. ¡Mas,qué le importaban las burlas al humilde fraile!

TERCERA PARTE – CAP. XI 931

Empero os debo decir que la bondad del Señor estan grande, que muchas veces hace experimentar losmás dulces consuelos a los pobres que tienen la dichade sufrir algo por su amor.

Ya nuestro Patriarca, el Glorioso San Juan de Dios,cuando todo el mundo lo despreciaba, dijo una sen-tencia muy a propósito para nuestro caso, pues dabaa entender que el mundo no sabe ni entiende en lascosas del espíritu y así a las preguntas con que le sitia-ban algunos indiscretos para que diera explicación desu modo de vivir contestó: ‘Este es el juego delBirlimbao, tres galeras y una nao, cuanto más lo estu-diareis menos lo entenderéis, si filosofía no sabéis’.

Efectivamente; para viajar sin trabajo hacia la patriacelestial, en donde tendremos la dicha de amar sininterrupción ni imperfección a su Divina Majestad yestaremos en su íntima unión y posesión eterna, hayque abrazarse con tres cosas.

1.º Con el amor a los desprecios, deshonras ysanta humildad.

2.º Amor a la pobreza.

3.º Amor a la mortificación.

Estas son las tres hermosas y apetecibles galeras,que viento en popa nos hacen pasar este mar de lágri-mas en unión y bajo la guía de la gran Nao, que signi-fica la voluntad de Dios que nos llevan sin trabajo aldichoso fin para el cual el Señor nos ha criado.

Ánimo, pues, Hijas mías, busquemos al Señor yprocuremos tener sólo un deseo: el de cumplir siemprey fielmente la voluntad de Dios; y tened un temor sólo:

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He recibido orden del Rvmo Padre General y medice que el viaje a Buenos Aires está fijado y que paraprimeros de julio saldremos de Barcelona; cuesta die-ciséis días ida, dieciséis vuelta y siete u ocho días nosestaremos allá; así es que total un mes y medio quebien corto es y sobre todo esta es la voluntad deJesús, la hemos de cumplir con todas las veras denuestro corazón, y esta es y debe ser nuestra felicidad,el estar desprendidos de nuestra voluntad y de todaslas cosas, para solo estar unidos a la voluntad de Dios,aun de las almas que es lo que más amamos. Para quenuestro amor sea verdadero, emanación del amor divi-no debemos colocarlas en el Corazón de Jesús y estarconfiados que Él las guardará con cariño paternal,sobre todo durante la ausencia de este pobre indignoy miserable Pastor… Memorias a todas y os bendiceeste pobre que quisiera estar en un rincón bendicien-do al Señor con toda su alma; pero si Su DivinaMajestad me quiere en el bullicio, hágase gustosamen-te su santa voluntad; sólo le pido que mi corazón seasólo para Él y nada me distraiga en lo más mínimo desu constante servicio aunque me acribillaren cienveces al día. ¡Qué dicha sería, si el Señor nos conce-diera gracia y fortaleza de sufrir por Él! La naturalezarepugna, mas la gracia nos ayudará. No acabaría, perotengo que acabar. A todas os bendice vuestro afectísi-mo Padre en Jesús. – Fray Benito Menni”.

Efectos que siente en cumplirla

Hablando a sus Hijas otra vez del mandato recibi-do de su Superior General de acompañarle a BuenosAires les dice: “28 de junio de 1892.

TERCERA PARTE – CAP. XII 933

CAPÍTULO XII

Conformidad con la voluntad divina

Estima de la divina voluntad. – Efectos que sien -te en cumplirla. – A una religiosa. – A todas.

Estima de la divina voluntad

Su conformidad con el divino beneplácito la ponende manifiesto sus actos, sus palabras, sus escritos,todo lo suyo. Después de dar noticias a sus Hijas de losucedido en la preparación del Capítulo General de suOrden en Roma, en carta del 19 de abril de 1893 lesdice: “… Por amor de Dios que roguéis a Jesús, Maríay José para que nos den lo que nos convenga, estoserá lo mejor: que se haga lo que Jesús quiere paranuestro bien, y que nuestra alegría esté en el corazónde aquel Jesús, amantísimo Ladrón de nuestro pobrecorazón. Así sea. Amén”.

“Málaga a 17 de junio de 1892.

Mis amadas Hijas en el Señor: Ya he vuelto a estacasa con bien (a D. g.) y Dios mediante espero llegar aesa el martes próximo día 21 en el primer correo.

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He aquí la postdata de una carta escrita por él a 31de marzo del 99. “Una visita al Sagrado Corazón deJesús para que en el Capítulo General se resuelva noésta ni aquella cosa, sino lo que sea más del agradodel Señor, pues esto es lo que nos conviene. Vuestroafectísimo Padre en J. M. J. Fray Benito Menni”.

A una religiosa

Muy de propósito habla a una religiosa sobre elcumplimiento de la divina voluntad:

“Todavía no puedo precisar el día de mi viaje, pen-saba salir hoy en el exprés, pero las circunstancias nome lo permiten; hágase Señor tu santísima, adorable yamabilísima voluntad; pues yo no quiero poner mi feli-cidad sino en el fiel cumplimiento de su santísimavoluntad, manifestada por las circunstancias, que vanseñalando mis deberes. De otra manera, Hija mía, notendríamos la bendición del Altísimo, que es la que daeficacia y fruto a nuestras gestiones y pasos. ¡Ojalá,Hija mía, desapareciera toda nuestra propia voluntad(que es nuestra mortal enemiga) para sólo tener ladicha de hacer en cada instante la divina voluntad, per-diéndonos, digámoslo así, a nosotros en ella; así que-daríamos santificados, divinizados; Cristo viviría ennosotros en toda plenitud! ¡Ojalá tuviéramos la dicha afuerza de sacrificios de nuestro yo de llegar a morir anosotros mismos; pues Jesús desea darnos su vida,desea vivificarnos Él, desea divinizarnos en Él y por El,pero necesitamos cooperar con nuestro espíritu siem-pre deseoso de hacer su santísima y adorable volun-tad! Grande es todo esto, pero Jesús lo quiere, Hija

TERCERA PARTE – CAP. XII 935

… Esta disposición que por muchas causas meimpresionó al pronto, en seguida llenó de consuelo mialma porque en el mismo instante que me impresionéme acordé que era esta la voluntad del Señor y que ensu cumplimiento hallaría no sólo la paz de mi alma,sino que el Señor llenará de bendiciones a mis amadasHijas en el Señor, pues mi mayor sacrificio no son lasfatigas ni los sufrimientos inherentes a tales viajes, sinoel alejarme de las ovejas que el Señor ha puesto a mihumilde custodia. Pero repito, así que al instante hicetotal y resuelto sacrificio, se me llenó el corazón de ale-gría porque Jesús será nuestro protector.

Ánimo, pues, y no dudo que todos procuraremosdurante este viaje estar unidos en el Corazón de Jesúsy de este modo estaremos siempre bebiendo de lasdivinas aguas que vivifican nuestra alma y que des-pués de este destierro nos llevarán para siempre a lavida eterna. Amén. Os recomiendo pues que durante laausencia de este vuestro amantísimo Padre os esfor-céis en estar con recogimiento y cumplir con másexactitud que de ordinario con las reglas, constitucio-nes y observancia regular. Os ruego y encargo quedesde el día 30 de este mes hasta nuestra vuelta que,Dios mediante, será para últimos de agosto se rece encomunidad por la mañana, al mediodía y por la noche,una salve a la Virgen Santísima, Madre del Corazón deJesús. Un padrenuestro, avemaría y gloria a San RafaelArcángel, otro a San Telmo y otro a Santa María delSocorro, religiosa mercedaria, que son especiales pro-tectores de los navegantes. Os bendice vuestro afectí-simo Padre en J. M. J. Fray Benito Menni”.

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la mar esta hinchada, el viento sopla y el barco baila;alabado sea Dios. Hemos tenido la dicha de oír la santamisa, pero no de comulgar, porque se ha celebradotarde, gracias a que algo se ha sosegado la mar; perodespués ha vuelto a alborotarse bastante, y por másque no estamos mal (a D. g.) en general ninguno tienegana de trabajar y con harta dificultad escribo esto,agitándome con el barco y alabando así al Señor, porcuyo amor hacemos este viaje. Ocho días y ochonoches llevamos andando sin cesar unos dieciséiskilómetros por hora; de manera que ya hemos andadosin cesar unos 3500 kilómetros, sin ver más que aguay cielo, nubes y vientos, ni más criatura viviente enderredor del barco que las buenas gaviotas vestidas deblanco y negro que todavía nos siguen y van revolote-ando en rededor, guardando con mucha fidelidad elpunto de su regla de ir siempre de dos en dos al menosy de nunca perderse de vista la una a la otra. Lecciónhay en esto, Hijas mías, y lección importantísima.Muchas cosas quisiera deciros, pero hoy es día en queconviene decir: Señor, quiero hacer siempre y en todotu santísima voluntad, ella es preferible a todo y noestimo bien alguno ni lo quiero, sino es hacer tu santí-sima y adorable voluntad; esto quiero con toda mialma, mi corazón, mis potencias y todo mi ser; y estaes y quiero que sea con tu gracia y socorro mi únicadelicia, mi única alegría, mi único anhelo hasta morir;así sea, así sea, así sea. Amén. Os bendice desde lainmensidad del Océano Atlántico vuestro amantísimo ypobre Padre en el nombre del Padre, del Hijo y delEspíritu Santo. Amén. Hijas mías, descansad en elCorazón de Jesús y bajo el manto de María. Amén”.

TERCERA PARTE – CAP. XII 937

mía, Jesús lo puede; abandonémonos, pues, en susbrazos; su divino Corazón sea nuestro re p o s o .Indignos somos, pero Jesús lo quiere; reconozcamosnuestra indignidad inconmensurable, pero al mismotiempo confesemos con júbilo que Jesús, Dios y hom-bre verdadero es nuestro protector nuestro vivificadory el que nos ama y quiere darnos todo lo que nos hacefalta. Nunca acabaría, Hija mía, pues quisiera pasar lavida sólo ocupado en estas cosas; pero la divina volun-tad quiere que nos ocupemos también de la tierra.Diremos: ¡Hágase tu voluntad así en la tierra como enel cielo! ¡sólo concédenos la gracia de ser siempre fie-les! A todas os bendice vuestro pobre indigno y aman-tísimo Padre en J. M. J. – Fray Benito Menni”.

A todas

Una carta dirigida a la Superiora General comuni-cándole su imposibilidad de moverse de Portugaldonde se halla convaleciente de un recio ataque visce-ral termina: paciencia, Hijas mías, amad mucho aJesús, pues así le hemos de amar conformándonoscon paciencia y santa tranquilidad con su santísimavoluntad. Os bendice vuestro amantísimo e indignoPadre en J. M. J. Fray Benito indigno de llevar la Cruzde Jesús.

Desde el mar habla a sus Hijas de lo mismo: “Día 6 de enero de 1901. Fiesta de los Santos

Reyes Magos. Hágase, Señor, tu voluntad así en la tie-rra como en el cielo. Esta es y debe ser nuestra únicadicha y alegría, cueste lo que costare, hasta morir.Hemos pasado la noche bastante desasosegada, pues

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ahogarnos un poco?” nos contestaba: ‘Hijas mías, nopermita el Señor que tengáis abundancia de dinero,porque entonces ya no habrá observancia regular…’.

¿De qué os parece que han venido a caer en latibieza y relajación y hasta en su mima destrucciónvarios Institutos? Pues de que han tenido muchosbienes y de ahí que los religiosos hayan creído que yase podían dispensar de la práctica de la santa pobrezay por fin, el Señor ha permitido la total extinción de susreligiones aunque algún tiempo se conservaran en suprimitiva observancia. Cuando andaba por la casa,notábamos que se fijaba en cosas al parecer bieninsignificantes; en una tabla pequeña, en un hierro queveía por el suelo, etc. y nos decía: Hijas mías, recogedesto y llevadlo a la carpintería; pues se puede aprove-char; veo que hacéis poco escrúpulo de la santapobreza y eso es una falta contra la misma. No se lepasaba nada; ¡qué cuidado tenía en mandar recogerlas puertas, ventanas, maderas y desechos de losderribos y que se guardaran para cuando hiciesenfalta!… y después, cuando se presentaba la ocasión dehacer algún arreglo en la casa decía: aquí podéis poneraquella ventana que os encargué recoger y que latenéis en tal sitio; ya veis si conviene guardar lascosas; porque cuando menos se piensa vienen bien.Para su uso siempre deseaba lo más pobre; nunca leveíamos más contento que cuando le dábamos unaprenda muy remendada. De todas las ocasiones seservía para recomendarnos la práctica de esta virtud,como se ve en las circulares y escritos dirigidos anosotras, así como en las Constituciones de nuestraCongregación, en las que hablando de ella, nos dice:

TERCERA PARTE – CAP. XIII 939

CAPÍTULO XIII

Su pobreza evangélica

Relación de actos de pobreza. – Lecciones depobreza. – Algunos hechos.

Relación de actos de pobreza

De los apuntes varias veces mentados tomamosestas líneas:

“¿Qué diré del gran amor que nuestro Padre teníaa la santa pobreza? Continuamente nos estaba ense-ñando y dando lecciones relativas a este preciosovoto, muro de la vida religiosa. Compró una vez unasuperiora una estera sencilla para ponerla en el centrodel refectorio de la Comunidad; la vio nuestro Padre yno le pareció bien porque era, dijo, contra la santapobreza, ya que así en el refectorio como en todas lasdemás habitaciones de la Comunidad debía resplan-decer esta virtud santa de la que hacemos voto alSeñor. Si alguna vez nos oía decir: ¿cuándo tendremosbastante dinero para pagar todas las deudas y des-

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que no consideran la pobreza en que están; y es desuponer que su pobre padre los está esperando allá enalguna parte de Méjico, a donde fue a ganar el panpara su atribulada familia. Una de las reflexiones quehoy nos hacíamos nosotros, al ver las privacionesgrandes y trabajos de estos pobres, que viajan contanta incomodidad, echados sobre un poco de paja,comiendo un mal rancho, a la intemperie, sobre lacubierta del buque, muy cerca de las bestias que lle-vamos para irlas matando a medida que hace faltapara comer tanta gente; en medio como digo de losbueyes, terneras, vacas, corderos, cerdos, gallinas,etcétera, allí están los pobres; y decíamos nosotros:cuán grande es la diferencia del modo con que nos-otros viajamos; nosotros vamos en buenos camarotescon muy buena alimentación, con una cama que, aun-que algo estrecha es muy suficiente para descansar;nosotros que hemos hecho voto de pobreza, disfruta-mos de tantas comodidades (decíamos) y esa pobregente va con tantas privaciones y va contenta. ¡Ah, quélección para nosotros los religiosos, que tan fácilmen-te nos quejamos, apenas nos falta cualquier cosita!este, decíamos, ha de ser uno de los capítulos másimportantes sobre que se nos ha de juzgar a las per-sonas que Dios ha llamado a la vida religiosa; puesmuchas veces pretendemos mucho más de lo quehabríamos podido tener allá en el siglo: allá nos habrí-amos pasado contentos con una medianía, conmuchas privaciones, a fuerza de muchos trabajos, dis-gustos, desvelos y contratiempos; y aquí en la religión,muchas veces no queremos sufrir que nos falte cosaalguna; hemos hecho el santo voto de pobreza, pero

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‘En las prendas de vestir que usan las Hermanas, deberesplandecer la santa pobreza’. Cuando se estaba ter-minando en nuestra casa de Ciempozuelos la nuevaiglesia y se hallaban colocando ya los altares, le veníatemor, pareciéndole había resultado demasiado lujosa,y de si sería contra la santa pobreza. Lo mismo suce-dió con las campanas de la misma; y costó grande tra-bajo tranquilizarlo, haciéndole ver que nosotras había-mos sido gustosas en ello y que se había pensadomucho, y que tuviese en cuenta que esta era la casaMadre de la Congregación y que todo debía resultar lomás cumplido que fuera posible”.

Lecciones de pobreza

De todo toma ocasión para enseñar la práctica dela pobreza.

“Día 2 de enero 1901; 9 de la noche… Como hedormido mucho y ahora no tengo sueño, voy a escribi-ros algunas cosas que se me habían pasado. En primerlugar, vamos mucha gente y todo el mundo parece ani-mado del deseo de servir y amar a Jesús pues dicenque es verdad que este es el verdadero negocio desuma y capital importancia. Aquí no se oye una malapalabra, ni se oye cosa alguna que desdiga de buenoscristianos; van italianos, franceses, americanos y lamayor parte españoles, todos somos muy amigos; vandos Capitanes, son españoles y buenos cristianos; aDios sean dadas las gracias por tanto bien como nosconcede. Hay una pobre mujer la cual va en la clasepobre, rodeada de cinco o seis chiquillos, que, cuandono está la mar muy mala, van contentos y alegres, por-

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Por esto recomiendo a las Madres Prioras quevean de hacerlas procurando el modo más económico,aprovechando las prendas o mantones ya existentes ylas cosas dadas de limosna; pues si una Madre gastamás de lo indispensable, ella carga su conciencia ytendrá que dar cuenta al Señor, asimismo todas osdebéis contentar con lo que os den sin ninguna clasede contradicción y lo único que podríais hacer cuandose os dejase en alguna libertad en eso, es escoger lomás inferior, para así imitar mejor a los santos y aJesús vuestro esposo Rey de los pobres y que favore-ce a sus esposas que aman ser tratadas como pobres.

No suceda, Hijas mías, que lo que se os da paraabrigo y para atender a la miseria humana, sirva depretexto o motivo para manchar vuestra alma.

Deseo que me escribáis sobre esto y sabéis concuanto amor os bendice este vuestro indigno y pobreP. E. en Jesús, María y José. – Fray Benito Menni”.

Preocupada la Superiora de Ciempozuelos porcierto descuido de sus Hijas en el repaso de las ropasde uso del Padre, le escribe esto:

“Ciempozuelos a 16 de mayo de 1892.

Viva Jesús en nuestros corazones.

Mi amada Hija en el Señor, Sor Gabriela: Te escri-bo estas dos líneas porque me temo si te he amarga-do algún tanto, aunque no llevaba tal intención.

Mi deseo, Hija mía, es no amargaros ni amargarmepor cosa alguna referente a mi persona, con tal quetodo sea conforme a nuestro religioso estado, lomismo en la comida que en el vestido; pues en verdad

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no queremos que nos falte nada; se diría, a veces, queno hemos venido de una humilde y pobre casa y fami-lia, sino que descendemos de príncipes y grandes; sediría que en vez de haber venido a la religión paraseguir a Cristo humilde, pobre y abatido, hemos veni-do para aparecer unos grandes; para hacer el papelridículo de aquellos de quienes habla San Agustín ensu Regla cuando dice: ‘No suceda el desorden de quemientras los ricos se humillan y abaten cuanto pueden,vengan los pobres a hacerse ociosos y delicados’.Pues bien, Hijas mías, esto estábamos nosotros plati-cando hoy y uno de los padres decía: verdaderamentees esto muy digno de ser meditado pues sin duda hade ser esto un punto o artículo muy importante del exa-men que se nos ha de hacer y de muchos cargos, si noprocuramos dar infinitas gracias al Señor por tan gran-des beneficios con que Su Divina Majestad nos favore-ce aún en lo temporal, conformándonos muy de cora-zón, cuando tenemos que sufrir alguna privación”.

De nuevo toma ocasión de enseñar a sus hijas:

“Ciempozuelos, 5 de diciembre de 1894.

Mis estimadas Hijas en el Señor: Siempre con eldeseo de amantísimo Padre en el Señor, estoy pen-sando en su divina presencia cuanto pueda interesar albien de mis Hijas en Cristo. No hay duda que uno delos puntos importantes es el que toca al espíritu dehumildad y santa pobreza y en esta ocasión en que séque para el abrigo religioso se os están haciendo unascapas quiero que no os descuidéis en punto tan impor-tante.

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ba alegría, adornado con flores, trapos de color ymacetas. Estaba todo a punto; cada religiosa en susitio, las superioras con sus delantales y mangos blan-cos para servir al Padre, y todas conteniendo la explo-sión del júbilo que les rebosaba en el pecho. Llegó elPadre y entrar y tras de la primera mirada dar mediavuelta y salirse, todo fue uno. Iba denotando su dis-gusto por aquella falta de pobreza y por la herida quese infería a su humildad. Las superioras se arrodillaron,pidiendo las perdonase, pero él no volvió mientras nohubo desaparecido todo aquel lujo y aparato ostento-so, para él intolerable, que en total ningún dispendiohabía ofrecido o poco más que el quitar las colchas aun par de camas.

Se fijaba en cualquier pormenor cuyo descuidopudiese inducir a la inobservancia de esta virtud, comoen la forma de los hábitos, modo de usarlos, etc.

“Sobre lo mucho que velaba nuestro llorado Padre–dice Sor Verónica de Jesús– por la observancia quedeseaba brillara en todas sus Hijas, se pudieran citarmiles y miles de casos imposibles de recordar; enume-raré uno que me ha referido la misma Hermana a quienle pasó y algunos otros que recuerdo:

En el año 1896 habían terminado las niñas de nues-tro asilo de Las Corts de bordar varias palias, hijuelas,purificadores, escapularios, etc. y sobre todo, un her-moso estandarte de Ntra. Sra. del Sagrado Corazón, elcual todo estaba bordado en oro. Colocada toda estalabor en una habitación, fue llamado nuestro Padre,que por entonces se hallaba en Las Corts, para quebendijera los objetos que debían llevar bendición; mas

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sólo quiero vivir para mi Jesús y trabajar para olvidar-me de mi miserable persona. Así es que sólo quieroque seamos fieles a la santa pobreza profesada almismo tiempo que atendamos a la necesidad y decen-cia conforme a nuestro humilde estado de pobrezaevangélica.

Mañana por la mañana, si puedo, iré y veremos laropa y quedaremos en la que ha de servir de muestrapara que se conserve y todo se haga igual y haya tran-quilidad para vosotras y para mí, y que no tengamos yaque ocuparnos de esto.

Yo por mi parte, si viene algo descosido u olvidado,todo lo recibiré con paz, como venido de la mano delSeñor y lo remediaré si es indispensable del mejormodo que la prudencia lo aconseje; así deseo cumplir-lo, pues hija mía, quiero en verdad buscar la paz conti-nua de mi corazón y solo abnegándonos a nosotrosmismos la obtendremos; esta abnegación consiste enser diligentes en todo por amor de Jesús para cumplirbien con cuanto nos está confiado y procurar sufrir consanta paz los descuidos ajenos…”.

Algunos hechos

Celebrábase la fiesta onomástica del Padre. LaSuperiora General de las Hospitalarias, Sor MaríaGabriela, había sobre un humilde tablado hecho formarun modestísimo dosel en el refectorio de la Comunidadde Ciempozuelos y colocar un silloncito y una mesadonde comería el Padre asistido y honrado de aquellasuerte por sus hijas las religiosas. El refectorio, respira-

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CAPÍTULO XIV

Castidad

Anotaciones sobre su conducta. – A sus religio -sas. – Previene y aleja todo peligro.

Anotaciones sobre su conducta

“¡Cuánto pudiera decirse, exclama la autora de loscopiosos apuntes, en loa de lo mucho que amó estasanta virtud y de su gran delicadeza de conciencia res-pecto de esta materia! Para conservarla procuró siem-pre estar prevenido con las armas de la oración, lamortificación de su carne y sentidos, con una grandedesconfianza de sí mismo, unida a una firmísima con-fianza en el Señor; muchas veces nos decía: ‘esta vir-tud no se consigue con las propias fuerzas, se necesi-ta mucho de la gracia del Señor y ésta se obtiene acu-diendo a Él con constancia por medio de la oración ylos Santos Sacramentos’.

No consentía estar a solas con persona de diferen-te sexo, a no ser para tratar de asuntos reservados o

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en cuanto entró y observó el estandarte, lleno de aque-lla ira santa que el Espíritu Santo aconseja cuandodice: ‘Airaos y no pequéis’ se disgustó muchísimo y senegó a bendecir los objetos que deseábamos bendije-ra; mandando al mismo tiempo que escribiéramos atodas las casas el acto que acabábamos de presenciary que no se quedara de ninguna manera aquel estan-darte, que tanto suponía él había costado, en casa, porcreer era contrario a la pobreza. Hizo que se rifaraencargándose de hacerlo unas buenas señoras deBarcelona”.

“En otra ocasión observó que en una de nuestrascasas se había comprado, para hacer algunas capasde invierno para las Hermanas, un paño con brillo y declase superior al que de ordinario usan las mismas ytambién se disgustó mucho, mandando que aquellascapas desaparecieran; al fin logramos calmarle de sudisgusto cuando se le dijo que las capas se habíandesecho y puesto la parte brillante para el interior”.

Una Hermana se hizo unos mangos sin pedir licen-cia. Súpolo él y los mandó quemar delante de laComunidad.

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meros años de nuestra fundación en que nos teníanque dar algunas instrucciones prácticas sobre esteparticular para hacer las curas, como le manifestase laque esto escribe repugnancia en ello, le dijo: ‘¡Hija mía,no tengas cuidado, que nuestro Señor ayuda cuandose atiende a la necesidad; te puedo asegurar, que enlos años que llevo de vida hospitalaria, nunca por lamisericordia del Señor me ha venido un mal pensa-miento’. – Si nos recomendaba la vigilancia en el tratocon las personas de fuera que entraban en nuestrascasas, de una manera especial nos la inculcaba ydeseaba la tuviéramos también con nuestras pobresenfermas, con los criados y operarios, que andan porlas mismas; y en esto era tan riguroso que una vez diouna reprensión muy fuerte, (fui testigo de ello), a unoscriados, porque los encontró hablando y riendo conalgunas enfermas, y les dijo: ‘que les prohibía termi-nantemente hasta el mirarlas y que sería suficientemotivo para despedirles de nuestra casa si se les vol-vía a encontrar riéndose de estas pobres infelices; y yoe s p e ro, añadió, que no se repetirá esto más’. –Cuando veía que no se tenía toda la vigilancia que élnos recomendaba mientras los criados tenían necesi-dad de andar por el interior de la casa, nos decía:‘¡Hijas mías, me parece que dais poca importancia aesto que os digo de la vigilancia que debéis tener conlas pobres enfermas y los criados, y cuando os pasealguna desgracia ya la cosa no tendrá remedio, llora-réis y os acordaréis de lo que os estoy diciendo’. Nocontento con recomendar esto de palabra en sus con-tinuas exhortaciones, nos lo dejó escrito en una de suscirculares”.

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de conciencia y aun entonces lo hacía con toda pre-caución, dejando las puertas de manera que pudieranser vistos; por lo cual procuraba que las oficinas dondetrabajaba y habitaciones en que recibía tuvieran puer-tas de vidriera y esto mismo hacía cuando tenía quehablar con las Madres, asuntos reservados de laCongregación. Ni aun para darle algún recado permitíaque fuera una hermana sola. En esto era rigurosísimohasta el punto que si alguna llegaba sola a su puerta ledecía: ‘¡Vete a buscar compañera, diablo!’ Nunca, asi-mismo, permitió le tomásemos la mano al besársela ycuando alguna Hermana se descuidaba en ello, lareprendía seriamente.

Desde el principio de la fundación dispuso quecuando debiéramos hacer oficios que exigieran levan-tarnos las mangas del santo Hábito, usáramos mangospara que así no quedase nunca la carne al descubier-to. ‘Así como cuando se hacen las cosas por necesi-dad, nos decía, el Señor ayuda, yo veo como una faltael enseñar los brazos sin ella’. Otras veces nos repetíaque ni aun las manos debíamos llevar descubiertas aser posible, que para eso teníamos largas las mangas.– Tenía un verdadero empeño en que todo en nosotrasrespirara modestia y honestidad, tanto en la manera dehablar como en el vestir.

No obstante lo delicado que era en esta materia,cuando nos tenía que hablar de la misma, lo hacía contoda la claridad que consentía nuestro estado y condi-ción, pues no quería que por ignorancia nos condená-ramos, asegurándonos, que porque nos quería para elcielo, nos hablaba con aquella claridad. – En los pri-

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de ánimo; de manera que aun en medio de toda lamiseria, que por caridad debe tratar, el corazón de lahospitalaria debe estar siempre desprendido de cuan-to pueda mancharla, y así debe practicar cuanto seamenester en el cumplimiento de su deber con corazónpuro y elevado, santificado por la rectitud de intenciónhaciendo lo que debe sin entretenerse nunca ociosa-mente ni por curiosidad, sino sólo en lo puramentenecesario y con la mayor modestia posible; la hospita-laria debe tanto consigo misma como con las demás,ser tan cauta y recatada y con el corazón tan lleno deaborrecimiento a todo cuanto pueda mancharla, quenunca se detenga ni consienta con la menor compla-cencia en cosa alguna; sino que haga, aun lo que laverdadera necesidad requiera muy a escape y comoquien estuviera manejando ascuas. Así será, Hijasmías, como os haréis santas y almas muy puras, aun-que tengáis muchas veces sin querer que ver y oírcosas muy malas, aunque sintáis acaso la rebelión delas pasiones, aunque os molesten fantasmas e imagi-naciones del enemigo; no os entretengáis ni os espan-téis por esto, sino despreciándolos, no los examinéissiquiera, porque su examen es pestilencial; vosotrasdebéis aborrecerlos y ni poco ni mucho querer con-descender con estas cosas; y aunque os molesten enel tiempo de la oración o en el de la santa comunión,vuestra respuesta a las malas insinuaciones, sea: antesmorir que pecar, antes morir que pecar; Jesús, María,ayudadme; y no os detengáis en hacer examen de latentación, sino adelante, adelante, pues el alma que enesas turbaciones no hace cosa alguna para contentarel mal y no deja de invocar el socorro de Jesús y María,

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A sus religiosas

Instruyendo en materia de tentaciones de estegénero decía a sus religiosas en una carta:

“A 5 de enero 1901... Esta noche he recordado quenada os dije de la visita que el día 29 hicimos a nues-tro santo y amado Hermano el Beato Juan Grande,aquel inocente y santo varón, tan lleno de caridad yhumildad, que como dice la Iglesia en su oración, sien-do tan inocente y habiendo llevado una vida tan purase apellidaba a sí mismo con el título de pecador, y lle-vaba vida tan penitente y mortificada como si efectiva-mente lo hubiera sido en grande y hubiera tenidomucho que expiar y necesidad de gran penitencia. –Pues bien, Hijas mías, llegamos a Jerez de la Fronteray directamente fuimos a la Iglesia de San Dionisio; allíhicimos primero oración ante el Santísimo Sacramentodel Altar y ante la imagen de María Santísima y enseguida fuimos ante el altar del Beato, en el cual estála urna con sus venerados restos; nos hemos enco-mendado a su poderosa intercesión, y no me olvidétampoco de vosotras, Hijas mías, para que todos leimitemos en las virtudes que practicó en grado tanheroico; al contemplar su estatua, queda uno atraídoviendo cómo expresa su dulzura, su humildad, su espí-ritu de oración, y principalmente aquella candidez ypureza angelical que se halla expresada en su rostro yen el lirio santo, que cual otro Luis Gonzaga lleva en sumano. – Sí, Hijas mías, la vida hospitalaria, por lomismo que tiene que ver y muchas veces tratar tantamiseria humana, es preciso que vaya acompañada deuna gran pureza de corazón, pureza de mente, pureza

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Dios y por Dios, pero nada de cariños sensuales. Aeste efecto, ruego y encargo a las Madres Prioras queno permitan en la recreación que se pongan dosHermanas juntas más de dos veces seguidas. Paraperseguir hasta en sus causas remotas la posibilidadde vicio tan pestilente, ruego y suplico a todas, comoPadre Fundador que soy, aunque pobre e indigno, quecontribuyan con docilidad para que esto se cumplafielmente y que ni aun a su lado permitan las MadresPrioras que se pongan siempre las mismas. Así, pues,con toda la fuerza de mi alma grito y gritaré: Hijas mías,guerra a las amistades particulares; guerra a tan enga-ñoso y asqueroso enemigo; amaos, repito, amaostodas muy veras en Jesús y por Jesús, pero fuera deamistades particulares que trastornan y envilecen loscorazones y los apartan del Señor como enemigos dela caridad fraterna y común o sea universal. Fuera par-ticularidades y abominemos estas amistades desdesus comienzos”.

En la Circular 289 (7-VIII-1908), después de descri-bir los desastrosos efectos de cierta amistad carnaltermina: “Mi corazón, oprimido por la pena, no me con-siente seguir más adelante con tan dolorosa narración;sólo me limitaré a deciros a todas, y especialmente aaquellas en que se noten tendencias a las amistadesparticulares, que resueltos estamos a perseguir sin tre-gua su inclinación en vida, en muerte y aún desde elsepulcro; toda vez que queremos enérgicamente apar-tar de las ovejas que el Señor nos ha confiado, un lobotan pestífero y engañoso, como son las amistades par-ticulares, que suavemente lleva a las almas a todos losdesórdenes hasta despeñarlas en el profundo del

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estése en la seguridad que no ha pecado; adelante,haga actos de amor de Jesús, para que la purifiquemás y más y adelante, pues si hubiera habido algunasorpresa o descuido, no bien advertido, ni bien cono-cido; haciendo actos de amor del Señor, el alma queacaso se haya manchado algo sin darse bien cuenta,se purifica sin advertirlo también; adelante, y pedirmucho a Jesús la limpieza angelical”.

Previene y aleja todo peligro

Dice en el párrafo 7º de una circular pertenecienteal mes de junio de 1908.

“Temo que alguna o algunas de mis Hijas engaña-das por el lobo infernal, manchen su alma con el abo-minable vicio de las amistades particulares ¡Hijas mías!por amor de Dios estad alerta, y si por desgraciahubiera alguna entre vosotras dominada de tan gravedefecto, huid de ella como se huye de la peste; huid deella como huiríais de venenosa serpiente que anduvie-ra por la casa; pues aún es peor que ésta la amistadparticular; aquélla os podría quitar sólo la vida corpo-ral; ésta da muerte al alma que incauta se deja seducir.Como lepra se desarrolla suavemente. Prende condulce atractivo y la que no es discreta y avisada sehalla caída sin darse cuenta; y es lo peor que se tornatan ciega que la infeliz pretende que en ello no hay malalguno; y si la avisan, se excusa diciendo que es malavoluntad que le tienen. No hay que hacer caso a estosrazonamientos: las Madres Prioras vigilen y traten decurar a las que adolezcan de tan grave defecto. Yodeseo que todas os améis como buenas Hermanas en

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CAPÍTULO XV

Obediencia

Lo que dice una hospitalaria. – Respeto a losSuperiores. – Se opone a lo que puede relajar laobediencia. – Alaba y desea el espíritu de obe -diencia en todo.

Lo que dice una hospitalaria

Afirma una religiosa hospitalaria que “era obedien-te en extremo, ante todo a cuanto ordenaba la SantaSede en sus decretos para lo cual procuraba estar sus-crito al ‘Acta Sanctae Sedis’.

Acudía a su General en cuantas dificultades encon-traba en lo relativo a su cargo. Cualquier indicación deun superior cumplíala como serio mandato. Un día levio su General unas cintas que usaba en una prenda devestir; le parecieron largas y así se lo indicó y el Padreen la primera ocasión las mandó cortar, creyendo satis-facer a un deber.

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pecado y del infierno, alerta, alerta, pues, Hijas mías,alerta”.

Estos consejitos y otros semejantes daba siempreque se presentaba ocasión, lo mismo en general, queen particular.

A una de sus religiosas entre otros la encarecíaeste aviso en una carta. “Ciempozuelos a 28 de mayode 1890.

Mi estimada Hija en el Señor:… En cuanto al médi-co es necesario tengas siempre cuidado, primero, deque no estéis nunca sola y segundo no tomar nunca elatrevimiento de mirarle a la cara; si por casualidad y sinquerer le ves la cara, en seguida aparta la vista conmodestia, tercero, siempre mucha prudencia en elhablar”.

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“Santa Cruz de Bezana 16 de diciembre de 1886…Pues bien, después de haberos dicho esto y de habe-ros afirmado, como requiere la verdad, que soy polvo yceniza, postrado a vuestros pies y suplicándoos muyencarecidamente que pidáis misericordia por vuestroamantísimo Padre, os digo que el Señor que es Padrede misericordias y obra prodigios escogiendo lo máspobre y la basura para lo más grande y prodigioso, haescogido a este vuestro pobre padre espiritual para servuestro ángel visible, vuestro guía y vuestra dirección yjunto con este vuestro amantísimo Padre, tenéis porayuda y por guía bajo su dirección a vuestras superio-ras que son vuestra guía en nombre de Dios respecti-vamente, cada una en sus atribuciones conforme loseñalan las Constituciones de vuestra santaCongregación. ¡Oh que orden tan admirable es éste, silo guardáis bien! por esto el enemigo común procurasiempre enderezar sus tiros contra esto; procura elenemigo que tengamos los ojos torcidos para vermalamente y criticar el proceder ajeno y sobre todotiene el enemigo empeño en haceros ver torcido y de lapeor manera, si puede, el proceder de vuestras ama-das superioras, sea superiora general, sea local, seamadre maestra. Contra estos tiros, cerrad, Hijas mías,la puerta y dad siempre a su proceder la mejor inter-pretación. Creédmelo, Hijas mías, nunca existe la malafe que el demonio quisiera haceros pensar de vuestrasHermanas y sobre todo de vuestras Madres, a las quedebéis siempre defender, amar y respetar con todavuestra alma y corazón y manifestar con vuestro pro-ceder vuestro amor constante, verdadero y leal a vues-tras superioras y a todas las que ocupan algún cargo,

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Él obedecía ciegamente y quería que todos le imi-tasen en esta virtud, lo mismo sus Hijos que sus Hijasen el Señor.

En San Baudilio se había ordenado con motivo decierta enfermedad, que de todos los departamentosfuesen a proveerse de agua potable a un filtro; pregun-tando algunos días después si, se observaba esto,dijéronle que sí, menos en el lavadero, llamó a laHermana encargada, pidiole, cuenta de su falta, lareprendió severamente y la hizo comer de rodillas en elrefectorio.

El Rvmo. Padre General le mandó que los sagrariosde las Casas de su Orden se forrasen por dentro contisú dorado y aunque nosotras no estábamos sujetas alGeneral, hizo también que se forrasen los nuestros,porque así era del agrado de su Superior.

Enfermo, obedecía ciegamente a las prescripcio-nes médicas y tenía tanta fe en ellas, que empezandoa tomar las medicinas en seguida decía que notaba subuen efecto. En fin, era obedientísimo y así quería quenosotras fuéramos perfectas obedientes y por lomismo castigaba y reprendía con gran rigor las des-obediencias”.

Respeto a los Superiores

Con cuánta fuerza y empeño enseñaba a tenersumisión y santo respecto a los que Dios había puestoen lugar preeminente en la religión, se ve claro por estacarta:

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ción, contra vuestras superioras; pero en fin, si algohubiera efectivamente digno de corrección, manifes-tadlo sencillamente a quien corresponde corregirlo,pero a nadie más, y sin que nadie lo perciba ni se sepaque vos lo habéis manifestado; y aun entonces mos-trad siempre vuestro respeto y consideración a la queos gobierna”.

Se opone a lo que puede relajar la obediencia

“Santa Águeda 13 de agosto de 1900.

Mi amada Hija en el Señor: He recibido tu carta del7 y no puedo menos que decirte que me ha causadomucha pena eso que han hecho las Hermanas de bus-car un piso en Barcelona; pues aunque se lo han dadode balde lo han hecho sin permiso, y por lo tanto sin labendición del Señor. Esta desobediencia y arbitrarie-dad me ha disgustado en gran manera y tú no debíashaber firmado nada sin permiso de los Superioresmayores. Pregunta a las Hermanas limosneras, si elfruto de los santos ejercicios ha sido el ser desobe-dientes. No autorizo por mi parte que se lleven ni mesa,ni silla, ni nada; solo espero la respuesta de lasHermanas que han buscado el piso que me digan siéste ha sido el fruto de su retiro. Vuestro afligido Padreno puede menos que llorar cuando ve a sus Hijas quevan perdiendo el espíritu religioso que es espíritu deobediencia y mortificación. La serpiente dijo a Eva quemejor era lo que ella le proponía que lo que Dios lemandaba; desobedeció la infeliz y trajo desgracias sinfin. La serpiente ha dicho a mis hijas, que mejor era loque ella proponía, que no lo que los superiores en

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y esto aunque no sean vuestras Superioras; puesbasta que una ocupe algún cargo para que se le tengamas respeto; y basta que el demonio tenga empeño enhacer que murmuréis de las que ocupan algún cargopara que vosotras le deis en el hocico al condenado, ysiempre tanto con el corazón como con las palabras yobras, manifestéis especial respeto a las pobres reli-giosas que ocupan algún cargo elevado; por ejemplo,los Padres Priores de nuestras casas no son mis supe-riores y sin embargo tendría yo un grandísimo remordi-miento de no manifestarles el respeto y deferencia queles es debido; y aun cuando por ejemplo el PadreMaestro no es mi superior, creería yo pecar muchoante el Señor y ante mis Hermanos si no hablara conrespeto del que ocupa este puesto. Os habréis fijadoque he llamado pobres religiosas a las que desempe-ñan algún cargo, porque de hecho son las más pobresen la comunidad; las superioras son las sirvientas detodas, tienen que sufrir por todos conceptos y tragaren silencio mil tragos amargos y encima de esto eldemonio tienta a ésta y aquélla, para que interpretenmal su proceder; y la inspira que diga que es rígida, ala otra que es blanda y hace ver muy grande cualquierfaltilla o humana fragilidad de cualquiera superiora ynuestro amor propio la aumenta y nos hace ver unmonte donde no hay más que un poco de humo dehumanas debilidades, lo cual permite precisamente elSeñor, para que tenga motivo de humillarse en su cora-zón la que acaso sin estas fragilidades no sería tanagradable al Señor porque no sería tan humilde. Tened,Hijas mías, por lo tanto, un gran cuidado de no darentrada a vuestro corazón a ningún mal juicio ni cavila-

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que la obediencia haga quedar en casa, ganarán lomismo y más que las que vengan. – Vuestro afectísimoPadre en J. M. J. – Fray Benito Menni”.

“Ciempozuelos 6 de mayo 1903... Creo Hija mía,haber contestado a todo, y sólo me queda decirte queel gran empleo y negocio importante es servir y amar aJesús con entera conformidad en todo lo demás, que-dándonos muy tranquilos con lo que ordene la santaobediencia. Las medidas que se toman no son pordesconfianza, sino por obedecer a lo mandado por laSuperioridad… Fray Benito, el pobre que quisierasaber apreciar y amar mucho los tesoros encerradosen la cruz de Jesús y seguirle fielmente con ella a cues-tas”.

“San Baudilio, 15 de agosto de 1901… Accedien-do gustoso y con todo mi corazón a todo cuantopueda contribuir al bien de la Congregación, a la paz ytranquilidad de todas, a mantener la uniformidad entodo, hasta en lo más mínimo, os envío los siguientesavisos que por mejor acierto he querido antes tratar enel último Capítulo intermedio de vuestra Congrega-ción…- Observadlos con aquel espíritu de santa obe-diencia religiosa que todo lo hace grande y sublime, yestad ciertas que es tan grande la hermosura y elmayor grado de mérito que adquiere el alma religiosapor cada acto de esta virtud, que si lo conocierais y osfuese concedido verlo, como es en sí, os quedaríaispasmadas y extasiadas... Vuestro indigno y amantísi-mo Padre en J. M. J. – Fray Benito Menni”.

“… Hijas mías, os hablo en verdad y cual lo sientemi corazón y os aseguro que en mí espíritu me postro

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nombre de Dios mandaban; y mis Hijas escucharon ala tentadora y desobedecieron; por esto no tendránpaz ni bendición en el fruto de su propia voluntad.Vuestro afligido y amantísimo Padre en J. M. y J.”.

Alaba y desea el espíritu de obediencia en todo

“San Baudilio de Llobregat 7 de noviembre de1902. Muy estimada Hija en J. C.: Dos cosas, Hija mía,tengo que agradecerte en estos últimos tiempos, puesen ellas me has manifestado santa obediencia, sin lacual nada es agradable a los ojos del Señor ni a estepobre P. E. – La primera, muy mucho me agradó laobediencia con que al llegar a Madrid te fuiste aCiempozuelos; mientras que me hubieras desagrada-do si me hubieras esperado. – La segunda, el nohaberte venido ahora no obstante el vivo deseo quetenías, en lo cual muy mucho me agradaste porquequiero que en verdad seas una obediente esposa deJesús; Ánimo pues, Hija mía, aquel tu divino y amantí-simo esposo que te concedió comenzar esta prácticate concederá también la gracia de ir continuando y per-feccionándote en esta y otras virtudes por su divinam i s e r i c o rdia y por la intercesión de la Vi rg e nInmaculada Madre nuestra amantísima y misericordio-sísima. – Os bendice vuestro amantísimo Padre en J.M. J. – Fray Benito Menni”.

“Las Corts, 28 de agosto del 92. – Mis amadasHijas en el Señor: Esta mañana a las nueve y cuartotendré la viva satisfacción de cantar la santa misa ennuestra hermosa iglesia. – Vuestras Revere n d a sCaridades y niñas, que puedan están invitadas. Las

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tra propia voluntad; pues nunca debéis estar más con-tentas que cuando hay ocasión de vencer la propiavoluntad, sujetándola en todo a la obediencia aun en loque más os cuesta...”.

“… Que las Hermanas todas no sólo acepten conespíritu religioso cualquier superiora que le sea desig-nada sino que tampoco muestren nunca desagradocuando les sea cambiada la superiora o vicaria niintenten de ningún modo inducir a los Superioresmayores a que desistan de hacer las combinacionesque crean convenientes para el mayor bien de laCongregación…”.

Aprovecha el comunicarles noticias de su estanciaen Roma para enseñar obediencia a sus Hijas:

“… Son las seis de la tarde y hemos tenido unasolemne sesión preparatoria bajo la presidencia delEminentísimo Sr. Cardenal Vicario del Papa, tocando aeste pobre actuar de secretario por hallarse enfermo elPadre al cual le correspondía; y como a mí me ha toca-do el ser siempre el llena huecos, he aquí que sin más,allá me lo mandan y no había otro camino que obede-cer y callar, si no quería recibir castañas negras. – Conlo cual ya me sale mal la cuenta del rincón que habíaescogido para no ocuparme de nadie, sino de ir a darmi voto y callar…”.

“… Hijas, la obediencia y no la propia voluntad nosdebe regir; así espero que lo haréis vosotras si comoespero queréis ser religiosas no sólo de nombre sinoen verdad…”.

“… Obedecer es amar; abnegar la propia voluntadpor amor de Jesús es seguir a nuestro divino Salvador

TERCERA PARTE – CAP. XV 963

delante de cada de vosotras, y con todo rendimientoestaría preparado a oír vuestra voz si Dios hubierapuesto o pusiera a cualquiera, aun la última de voso-tras por mi superiora; porque polvo y ceniza soy ysemejante a la última entre vosotras y con lágrimas ossuplico a todas que pidáis al Señor misericordia pormí...”.

“… Así es que reitero esta orden y mando de nuevoesto que nunca ha sido mi intención retirar, para quesepáis que las inferiores debéis con humildad consul-tar a vuestra superiora local en las dudas que tengáissobre vuestros oficios y en las dificultades que se osofrezcan; y a la superiora local mando que os oiga conamor y caridad y Dios la ayudará para que cumpla conbendición su oficio… Hijas mías, no estéis nunca enpena por cualquier duda que tengáis, porque el pre-guntar humildemente no es contrario a la santa obe-diencia porque así lo ha echo en su duda la mismaVirgen Santísima y todos los santos; el que preguntahumildemente no tiene intención de faltar a la obedien-cia sino de saber cómo cumplirla bien...”.

“… Cada cual cuídese de lo que le tiene mandadola santa obediencia y si una Hermana ve que otra hacealguna cosa mal hecha o deja de hacer lo que debe,que lo avise a la superiora, pero que ninguna Hermanase entrometa con la otra; pues a la superiora sólo per-tenece el avisar en todos los oficios y en todas lascosas y cuando la superiora no está o no puede,entonces la ayudante puede, porque tiene el lugar dela superiora…”.

“… Hijas mías, sed muy humildes, muy obedientes,amantes del silencio y del recogimiento; venced vues-

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CAPÍTULO XVI

Mortificación

Oración y mortificación. – Mortificaciones per -sonales. – Impone mortificaciones para obtenergracias. – Recomienda y encarece la mortifica -ción.

Oración y mortificación

Persuadido de la buena hermandad e íntima uniónentre orar y mortificarse, no aconsejaba ni prescribía loprimero nunca sin lo segundo; todas las preces y rue-gos que por cualquier necesidad se hacían en suscomunidades iban mezcladas con el ejercicio de la dis-ciplina o con alguna otra penitencia exterior o interior.

Así procuraba él practicarlo.

“… El Señor que es tan bueno, escribía a sus reli-giosas, y conoce el reposo que necesito, me ha man-dado un pequeño retorcijón en un pie y estoy muy con-tento, porque tengo más tiempo para hacer oración;

PRIMERA PARTE – CAP. I 965

en el camino de la cruz que Él nos ha trazado comocamino real que nos conduce al cielo y a la unión per-durable con la Santísima y adorable Trinidad. – Por locual, Hijas mías, no habréis extrañado que me salí sinpoderme despedir, pues a ello me vi obligado por lapremura que me dio el Rvmo. P. General, al cual tengoobligación de obedecer y le obedezco puntualmentecon todas las veras de mi corazón; pues obedeciendoa mi legítimo superior obedezco a mi Jesús, dueño ySeñor de mi corazón, vida de mi vida, amor de misamores, Jesús benditísimo en quien espero y a quienamo de todo mi corazón…”.

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Esto mismo ordenaba a las Hermanas Hospita-larias en casos análogos. Durante muchos años, ase-gura una Hermana Hospitalaria, no nos permitía le sir-viéramos otra comida que la que se guisaba para lacomunidad y teníamos que sufrir fuerte reprensióncuando en esto no se le obedecía. Quería que sus Hijasfuésemos también muy mortificadas. Un día que oyó auna Hermana decir al pasar por delante de ella la comi-da ‘qué pimientillos tan ricos’ mandó que no se le sir-viera de aquel plato y por más que las que servían selo rogaron, no las permitió. Pronto comprendió laHermana que aquella inmortificación había disgustadoal Padre y le pidió perdón. – ‘Sí, Hija mía, has dadobien a comprender que tu espíritu estaba más en lacomida que en Dios; tal vez yo os daré mal ejemploporque con esta enfermedad que tengo debo tenercuidado con lo que como y no de todo puedo comer;pero te puedo asegurar que por la misericordia de Diosnunca se pega mi espíritu a la comida y en todo pro-curo mortificarme’. Efectivamente así lo hacía: llevabasiempre consigo un frasquito de cuasia amarga y enlas comidas echaba unas gotitas que tomaba como sifuera un exquisito licor; lo mismo hacía en los viajes ycuando le preguntábamos por qué tomaba aquello tanamargo, decía que era un excelente aperitivo, perotodo era para mortificarse”.

“Sobre su mortificación en las comidas, dice SorVerónica de Jesús, ¡cuántas veces hemos presenciadoen los primeros años del funcionamiento de nuestroAsilo de Madrid, que consentía quedarse sin comer,porque observaba que la comida que le habíamos pre-parado no era de lo que de caridad recibiéramos!”.

TERCERA PARTE – CAP. XVI 967

estoy en cama y sin andar por la casa (g. a D.). Meacuerdo mucho de todas mis Hijas y también de lospobres soldados que están en la guerra; Hijas mías,rogad mucho al Señor por esos pobrecitos y que Diosse apiade de ellos; que el Divino Corazón de Jesús lesdirija su misericordiosa mirada y haga que se acabepronto y bien esta desgraciada guerra. Para eso, Hijasmías, levantad a menudo vuestros corazones a esteDivino Corazón y al Corazón Inmaculado de Maríapidiendo por estos pobrecitos y aunque estamos entiempo Pascual os pido que hagáis por tres semanas,tres veces la disciplina, para que Jesús se apiade de lapobre España y la convierta, y convierta también a susenemigos. Esto digo por la desgracia tan grande quetenemos de esta guerra. – Ofreced la paciencia en lossufrimientos, las oraciones y comuniones con fines tansantos y tan apremiantes. – A todas, a todas os bendi-ce y se encomienda a vuestras oraciones este vuestroafectísimo Padre en J. M. J. – Fray Benito Menni. –Santa Águeda, 24 de abril de 1898”.

Mortificaciones personales

Persona que le conocía mucho y le observaba decerca, dice: “Era amante en extremo de la mortificacióninterior y exterior. Con mucha frecuencia se disciplina-ba y era muy devoto de usar el cilicio. Cuando empren-día alguna nueva fundación, antes de tratar el negociocon las personas interesadas y después de ofrecer elsanto sacrificio de la Misa por el buen resultarlo, no seperdonaba una buena disciplina. El cilicio le usabaordinariamente cada día durante algunas horas.

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Por esto continuando las mismas preces por lamañana, se rezarán también al mediodía después dedar gracias, y a la noche antes de acostarse y ademásse tomará la disciplina en comunidad en los días 15,17, 19 y 21 de este mismo mes. Esperamos de la doci-lidad de nuestras buenas Hijas en el Señor, que conhumildad, principalmente durante la ausencia de susPrioras, todas se esmerarán en portarse con ejemplarreligiosidad durante estos días y que todas serán másque nunca exactas en el cumplimiento de sus debe-res… Con tal ocasión os bendice e invoca sobre todaslas bendiciones de Señor este vuestro indigno y aman-tísmo Padre en el Señor. – Fray Benito Menni”.

Su modo de obrar es idéntico entre sus HermanosHospitalarios:

“A los Rvdos. y amados religiosos de esta nuestraProvincia Española.

Mis venerados y amados Hermanos en Jesucristo:está próximo el desenlace o sea la resolución que laSuprema Autoridad de la Sagrada Congregación deObispos y Regulares ha de dictar sobre una diferenciasurgida entre un Ilustrísimo Prelado Diocesano y estevuestro humilde Provincial.

No hemos accedido a cuanto el referido Ilustrísimoseñor nos quería imponer, por creerlo contrario a lasdisposiciones de la Santa Sede y además, por haber-nos mandado estrictamente nuestro EminentísimoCardenal Protector defender con firmeza nuestros pri-vilegios; así lo hemos hecho, gracias a Dios, hasta aquíy por más que nos han costado grandes trabajos y

TERCERA PARTE – CAP. XVI 969

“A propósito de la profesión de una ReligiosaSalesa, Srta. de Aristizábal, recuerdo que invitadonuestro Padre no pudo, por la aglomeración de gente,ocupar el sitio que le habían destinado junto a la mismareja y no pudiendo resistir todo el tiempo de pie, sepuso de rodillas y se sentó sobre los talonesCompadeciéndole después nosotras, dijo muy alegreque él había cumplido con su encargo que era acom-pañar a la profesa sin ocuparse de lo demás”.

Impone mortificaciones para obtener gracias

“San Baudilio de Llobregat a 10 de noviembre de1895.

Mis amadas Hijas en el Señor: Como ya os hemosanunciado, el 22 del corriente es el señalado para lacelebración del primer Capítulo General de esta humil-de Congregación.

Bien sabéis cuán grande ha sido nuestro deseo ycuidado para que todo se disponga oportunamente aeste fin; y al efecto ya hace muchos meses que entodas las casas se hacen diariamente oraciones y secanta el Veni Creator Spiritus para invocar la gracia delEspíritu Santo; pues nuestro deseo no es otro sino elque cuanto se haga, tanto en las elecciones como enlo demás, todo esté inspirado por el divino Espíritu delcual desciende todo bien, y sin cuyo divino soplo nohay cosa sobrenatural en nosotros ni tenemos luz quenos guíe a la vida eterna.

En estos últimos días debemos duplicar nuestrosgemidos invocando a este divino Consolador y debe-mos unir la penitencia a la oración.

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la Orden con el disfrute libre de las abundantes gra-cias, con que la Santa Sede se ha dignado favorecernuestro santo Instituto Hospitalario.

Dado en esta nuestra casa de Ciempozuelos a 19de febrero de 1892. El Provincial, Fray Benito Menni”.

“16 de abril de 1893

Rvdo. P Prior.Amado Hermano en Jesucristo: Hoy salimos para

Roma los tres vocales del Capítulo General.

A todos recomendamos que en este tiempo pidanal Corazón divino de Jesús por la intercesión de MaríaSantísima, del Patriarca San José, de San Juan deDios, San Rafael y demás santos abogados nuestros labendición sobre el Capítulo futuro.

Desde el 14 hasta el 25 se rezará en Comunidad laLetanía de los Santos. Se tomará la disciplina el 14, 17,19, 22 y 24 y se cantará o celebrará misa el 23, invo-cando la asistencia especial del Espíritu Santo y lomismo el 25.

Con esta ocasión los bendice su afectísimoHermano e indigno Provincial, Fray Benito Menni”.

Recomienda y encarece la mortificación

“Pamplona (Belascoain) 7 de septiembre de 1894.

La paz del Señor sea siempre con vosotras. Sí, misamadas Hijas, la paz os deseo, la paz del corazón,aquella paz que inunda el alma y hace rebosar de unasanta e íntima alegría el corazón de las almas que lasienten, de tal manera que aun en este valle de lágri-

TERCERA PARTE – CAP. XVI 971

sufrimientos de ánimo, los hemos sostenido hasta lle-var el asunto a la decisión de la Santa Sede.

Ya todo está presentado en aquel Supre m oTribunal, y aunque no sabemos el día fijo de la senten-cia o resolución sabemos que será después del 25 deeste mes y probablemente antes de concluir el próxi-mo mes de marzo.

El asunto es trascendental y es necesario quetodos hagamos un esfuerzo para implorar que el cielonos favorezca y que la sentencia nos sea favorable sies para gloria de Dios.

Por esto venimos en disponer que desde el citadodía inclusive hasta la víspera del día de nuestroGlorioso Padre San Juan de Dios, se recen en comuni-dad y con los pobres asilados, si es posible, una SalveRegina con la oración ‘Defende quaesumus’, siguiendolas Letanías de los Santos y al fin, un De profundis conlas oraciones ‘Deus neviae largitor’ y ‘Fidelium Deus,etc.’, todo ante Jesús Sacramentado a cuyo efectoestará abierto el sagrario durante dicho acto.

Además, se tomará la disciplina en los días 25, 26,27 y 29 de febrero y 2, 4, 5 y 7 de marzo.

Con esta ocasión creemos nuestro deber reco-mendar más y más a nuestros amados religiosos elque siendo cada vez más exactos en la obediencia, enla guarda del santo recogimiento, en la observanciaregular y espíritu de oración será como alcanzaremoscon más facilidad con la i n t e rc e s i ó n de MaríaSantísima y nuestros Santos protectores las graciasdel Señor y en especial esta que vivamente deseamospara poder servir a Dios con más facilidad y prosperar

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inclinaciones; que si debemos estar alerta contra loque halaga al cuerpo, mucho más atentos debemosestar contra las pasiones del espíritu.

¡Oh, el amor propio cuán sutil es, cómo sabe reves-tirse de mil maneras para pasar por bueno siendo tanmalo! ¡Cuánta vigilancia y cuánta oración necesitamospara no dejarnos seducir de la secreta ambición ni dela envidia! Esta pasión, Hijas mías, devora el alma adonde entra y la hace cometer locuras, a más de ator-mentarla haciéndola sufrir un tormento indecible, de talmanera que no deja descanso a la pobre alma quetiene el descuido de admitirla en su propio corazón.

Huid, pues, Hijas mías, y echad de vuestro corazóntoda envidia y todo temor de que otra os sea preferida,pues vuestro afán no debéis ponerle en ser preferidas,sino en ser humildes en verdad, humildes de corazón,entonces todo os sabrá bien y vuestro corazón hallarála felicidad, descansando en el Corazón de Jesús,uniéndoos a Él en la santa oración, que es el segundomedio que os he indicado.

La Religiosa debe vivir una vida de oración de talmanera que desde la mañana hasta la noche y de lanoche hasta la mañana, todos los movimientos de sucorazón, todos los suspiros de su alma y todos lospensamientos deben dirigirse al Señor, pidiendo a suDivina Majestad que la despoje de sí misma y Él sea sunueva vida; procurando al efecto levantar frecuente-mente el corazón al Señor con frecuentes jaculatoriasy caminando siempre en la presencia de Dios, hacien-do todas las cosas por su amor, sufriendo, callando ysiendo mansa y humilde de corazón por su amor, aun-

TERCERA PARTE – CAP. XVI 973

mas ya están experimentando como una antesala delparaíso y parece que ya gozan de unas migajas quecaen del banquete celestial que el Señor nos dará agustar en la gloria eterna.

Pero Hijas mías en el Señor, no quiero que seáiscomo aquellas vírgenes necias de que nos habla elEvangelio, las cuales querían tener parte en el banque-te con Cristo su esposo, pero no tomaron las precau-ciones o medios necesarios al efecto; sino que quieroque seáis como aquellas prudentes que estando bienprevenidas tuvieron la dicha de ser participantes deldivino convite, mientras que no fueron admitidas lasque no habían tenido cuidado de estar preparadasconvenientemente.

Si queréis, pues, entrar en ese banquete de launión con Jesús, imitad a las Vírgenes prudentes delEvangelio, las cuales tuvieron buen cuidado de tener lalámpara de su corazón bien encendida en el fuego conel aceite de la caridad. Ese aceite, Hijas mías, se com-pra con dos monedas que son: primera la abnegaciónde nosotros mismos y segunda la santa oración. Laabnegación de nosotros mismos nos lleva al despojode las malas inclinaciones, del amor propio, de la pro-pia comodidad y de la envidia, que tan sutilmente seentrometen en nuestro corazón disfrazándose de milmaneras, para seducirnos. Pues bien si llevamos antenuestra vista el deseo constante de abnegarnos, des-cubriremos con la gracia de Dios los ardides de estaspasiones; pues siempre tienen por objeto el halagarnosde una manera o de otra y engañarnos atrayéndonoscon el cebo de su fina astucia. Estemos, pues, alertacontra todo lo que favorece cualesquiera de nuestras

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CAPÍTULO XVII

Su amor a las cruces y al sufrimiento

Oro, plata, diamante. – S e c reto íntimo. – Tre sg r a c i a s . – De una hija espiritual. – P re c i o s o sdocumentos.

Oro, plata, diamante

Que soportó una carga penosísima de trabajos yque sobre sus hombros llevó una cruz enorme de tri-bulaciones que le rindieron multitud de veces en ellargo camino del calvario de su vida, a la vista está;pero ¿conformó su querer con sus penas? ¿Las llevóparticipando de aquella sublime y sobrenatural resig-nación de Jesucristo que hace exclamar: ¡no se hagami voluntad sino la tuya! y presta valor para abrazarsea la cruz con santo placer y hallar blando y suave sucontacto? Este capítulo nos lo va a declarar, presen-tándonos pruebas documentales.

“Guadalajara, 3 de marzo 1901. Hijas mías muyamadas en el Señor: Servir y amar a Jesús; plata

PRIMERA PARTE – CAP. I 975

que las criaturas humanas no consideren nada de estoy juzguen de un modo muy distinto.

He aquí, Hijas mías, algo de lo mucho que quisieradeciros vuestro pobre Padre en Cristo. Este algo espoco en la apariencia pero mucho en la realidad; demanera que si bien practicareis ese poco, que os digoen estos primeros momentos que he tenido libres des-pués de muchos trabajos, os aseguro, os repito, que sibien lo practicáis hallaréis la felicidad del corazón y lapaz del Señor con todas sus inefables delicias inunda-rá vuestra alma, según os lo desea este vuestro indig-no y amantísimo Padre en el Señor que os bendice enel nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.Amén. – Fray Benito Menni”.

“… A todas recomendamos el mortificarse cuantoles sea posible procurando redoblar su vigilancia sobrela mortificación de los sentidos, renovar su espíritu defervor, pronta obediencia y caridad, procurando tenersu corazón unido a Dios por la continua oración, paraasí llegar a su santificación…”.

“… Ánimo, pues, Hijas mías, sed muy fervorosasante el Santísimo Sacramento del Altar; pedidle amor ala humildad, a la mortificación y al silencio; pedid, Hijasmías, pedid eso mismo por este vuestro amantísimo ypobre Padre que os bendice en el nombre del Padre,del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. – Fray Benito,pobre de Jesús”.

Su lema, que es una síntesis de perfección, envuel-ve lo mismo: Orar, trabajar, padecer, sufrir, amar a Diosy callar.

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desvanecimiento que hubo necesidad de echarme enposición horizontal hasta que pasada una media horao algo más me repuse y pude venir a casa en el tranvíaque hay desde el centro de la ciudad hasta nuestracasa. – Ya veis Hijas mías, cómo el Señor, que es mibuen Padre, me visita; para que mi Corazón esté siem-pre en Él.

Sí, Hijas mías, unid en todas ocasiones vuestrocorazón al de Jesucristo y decidle: contigo, oh Jesús,quiero sufrir esto y aquello, contigo, Jesús, quiero ven-cerme y mortificarme”.

Secreto íntimo

Tomamos de unas notas sobre su vida: “En oca-sión que sufría muchas penas interiores nuestro Padre,providencialmente llegó a manos de la que traza estosrenglones, un escrito de su mano que él guardaba concuidado y cuando se enteró que me lo había hallado yleído, me prohibió lo manifestase a nadie, y lo he teni-do reservado hasta después de su muerte.

Decía así:

Ave María Purísima. – Ciempozuelos, 12 denoviembre de 1906. Alma mía, redimida con la precio-sísima Sangre de Jesús y por lo tanto digna de todo miamor: te ruego consideres que la mayor felicidad eslograr sufrir desprecios, calumnias, trabajos y dolorespor amor de Jesús; pues es la mayor dicha, el mayorhonor, el mayor bien, seguir a Jesús con la cruz.

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buena, oro fino, diamante precioso, y alabado sea Diosnuestro Señor. – Mis amadas Hijas en el Señor: no osespantéis de oír estas palabras, pues estoy seguro deque en seguida comprenderéis que no hablo de pre-ciosidades materiales, sino de las margaritas espiritua-les… Yo estaba aquí sin tener apenas que hacer yesperando la conclusión de los trabajos para la inau-guración; después de concluir vuestras Constitucionesme he dedicado a estudiar el inglés; pero esto era pocoy el Señor, mi Padre de bondad, me mandó algo. Tuveuna pequeña torsión en el pie izquierdo y ya voy mejor(a D. g.); asimismo me ha vuelto el reuma en el piederecho, de lo cual también voy mejor (a D. g.) y todoesto es plata muy buena con que me regala nuestroSeñor. Llevo tres días sin celebrar porque no me eraposible estar en pie; hoy he comulgado en la cama;pero mañana espero celebrar, porque ya me encuentromuy aliviado y puedo estar de pie. Mañana es el 40ºaniversario de la muerte de mi buena y santa madre(que santa gloria haya) y deseo aplicar la santa Misa ensu sufragio.

El oro ha sido una periostitis en la raíz de unamuela, la cual me dolía, no me dejaba comer y meresolví a hacérmela arrancar; pero como por la enfer-medad que tenía en la raíz ésta se había abultado, pormás que tiraba el dentista no podía sacarla y fue preci-so mucho esfuerzo para que fuera abriéndose camino;con el conjunto de tal operación os aseguro que nosólo adquirí granos de oro muy fino durante un buenrato, sino que también a lo último me tocó disfrutar dealgo muy subido, que lo comparo a un precioso dia-mante; pues al cabo de unos segundos me vino tal

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Tres gracias

Otro escrito íntimo de su cartera, dice: “J. M. J. –Ave María Purísima. – Tres gracias especialísimasdeseo de vuestro amantísimo Corazón, oh buen Jesús,dulcísimo Salvador mío.

1.ª Desear ser humillado y despreciado y teneranhelo de descubrir un poco del preciosísimo e inefa-ble tesoro que está escondido en los desprecios sufri-dos por vuestro amor.

2.ª Sufrirlo todo de tal manera que no pretenda nidesee ser compadecido, ni alabado por ello; sufrirlotodo como si nada sufriera; sólo hablarlo un poco conquien me pueda ayudar en obra tan apetecible, envi-diable y felicísima.

3 . ª Alegrarme y dar infinitas gracias y bendicio-nes al Señor, por dignarse disponer que me venganhumillaciones por lo que al pare c e r, y según los hom-b res, debería traerme honores, para que así vea quenada soy, y tenga ocasión de hacer penitencia por lasmuchas y continuas faltas que yo he cometido en laejecución de las obras de Dios; pues lo bueno estodo de Dios y solamente mías son las faltas.¡Gracias os doy, Señor, por tanta misericord i a !Infundid en mí sentimientos de verdad, pues mi mise-ria, ignorancia y soberbia me pueden engañar yhacerme caer en el lazo diabólico de olvidarme de mimiseria y nada; y puedo tener la desdicha de pre t e n-der alguna gloria, la que solamente a Vos, oh Diosmío, toda es debida.

TERCERA PARTE – CAP. XVII 979

Este es el mayor bien que puedes aceptar, princi-palmente por dos motivos: por seguir de cerca e imitara Jesús, tu bien, tu amor, tu Redentor amabilísimo, yporque como tu anhelo, todo tu deseo, la vida de tuvida es el amor de los dos Institutos que el Señor te dioy aspiras a que en los dos se sirva al Señor en estrictaobservancia regular, se santifiquen las almas, se hagamucho bien a los enfermos, procurando en todo queJesús reine en la criatura humana, y esto solamente loprocurarás con eficacia si el Señor te concede sufrir,debes abrazar el desprecio y sufrimiento, como elmedio más apetecible, más precioso, como la marga-rita más digna de ser comprada, sacrificándolo todo alefecto, gustosísimamente.

Señor, abrid mi inteligencia y mi corazón para quevuestra gracia me ilumine y comprenda la preciosidadde la cruz y me encienda en su amor. – Con tal oca-sión, querida alma mía, te saludo en el Corazón deJesús y en compañía del Corazón dulcísimo de María,y te deseo mil felicidades en las delicias de las amar-guras, cruces, dolores, afrentas, desprecios, privacio-nes y demás regalos de tu amantísimo Redentor Jesúsdulcísimo y así, logres todo el fruto de su sangre,pasión y muerte y por este medio tengamos la dicha deabnegamos en el amor de Dios Padre, Hijo y EspírituSanto Amén. Amén. – Así te lo desea tu amantísimocorazón que arrepentido de todos sus pecados eingratitudes solo quiere y desea amar a Jesús. – FrayBenito, pobre andrajoso, que considera su mayordicha el poder firmarse, aunque indigno, esclavo deJesús y María, inútil siervo de Dios”.

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que tanto deseaba, ha sido quitarle una pesadísimacarga y sobre todo negocio redondo para el cielo. Sucorona en la tierra es de espinas. La dignidad con quesufre las vilezas de personas queridas me recuerda latraición de Judas y la caridad de Jesús. Estuve a puntode mandarle una preciosa estampa sobre ello a… peroluego temí podría achacarlo a influencias del Padre…”.

Y dirigiéndose al Padre Menni dice la misma:

“28 de agosto del 12. – Mi muy Rvdo. Padre: Hoyha venido a mis manos un libro de Santa Teresa y almomento he podido aplicar lo que leía en el capítulo33: porque como las oraciones eran tantas…me ense-ñó el Señor el grandísimo bien que es pasar trabajos ypersecuciones por Él, porque fue tanto el acrecenta-miento que vi en mi alma de amor de Dios… y esto mehace no poder dejar de desear trabajos…”.

“enero del 13… Estoy agradecida a los Padres dela casa donde está porque lo quieren y hasta conmigoestuvieron atentos. Se le veía abatido, aplastado por lagravísima enfermedad y la pena, y lo mismo era arrodi-llarse ante el Stmo. en la capilla, se le veía rejuvenecery con un no sé qué extraordinario; inspiraba devoción”.

El atribulado contesta:

“Jesús dadnos trabajos y tribulaciones pero junta-mente con la fuerza para sufrirlos”.

“… Os ruego que digáis a todas mis amadas Hijasen el Señor, que no hay más que una cosa que vale ymerezca estima, la cual es: servir y amar a Jesús tra -bajando siempre y sufriendo por su amor”.

TERCERA PARTE – CAP. XVII 981

Así sea, os lo suplica este indigno vuestro esclavoy pecador; así lo espera por la intercesión de María,Reina y Madre de vuestro Divino Corazón; Reina yMadre y Refugio mío.

¡Santo Ángel de mi guarda, rogad para que así sea!

¡Jesús mío, Adveniat regnum tuum, venga el tuReino que es el Reino de la verdad, que es el de lahumildad verdadera!

A Dios la gloria; a mí el desprecio… ¡Oh qué felici-dad estar en la verdad!

¡Concédeme, oh Dios mío, Salvador mío, esta gra-cia!

Todo de Vos lo espero y de vuestra intercesión, ¡ohMaría Inmaculada Madre mía!…

¡Dios mío, de mí desconfío, en Vos confío y meabandono!…

Estos santos propósitos, que en este día de SanIldefonso de 1904 hago, los pongo de un modo espe-cial bajo la protección de este glorioso Santo, fiel sier-vo de la Reina del Cielo.

Fray Benito, pobre de la Cruz de Jesús”.

De una hija espiritual

Su hija espiritual Dª Celestina Clot escribe:“Barcelona, junio 27 de 1908.-... El Rvmo. Padre habíahecho escribir por Sor María del Consuelo, cuando yoestaba con cuidado, por lo que sucedería: ‘Que canteun Te Deum con música’. – Veo que para él, al mismotiempo que una espina por no poder realizar el bien

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inundaría nuestro corazón, si llegáramos a comprenderalgún tanto la honra y felicidad que es el poder sufriralgo por amor de Jesús en su imitación y seguimiento.– Si fuera posible, daría un afectuoso abrazo a todaslas personas que bajo cualquier concepto nos propor-cionan ocasión de sufrir algo a imitación del mansísimoy dulce Jesús, cuyo corazón es nuestro modelo, nues-tra fuerza, nuestra guía, nuestro todo. Sí, Hijas mías,roguemos por quien nos hace tanto bien, para que elSeñor les convierta y los haga unos santos acá en latierra y unos bienaventurados en el cielo. Roguemospor la intercesión de la Reina Inmaculada y Madre delCorazón de Jesús no permita que el demonio saqueganancia ninguna de lo que nos mueve, sino que seapara su mayor confusión y suceda lo que sucediócuando martirizaron a San Esteban que él ganó la glo-ria del cielo y los que le apedrearon se convirtieron ysalvaron, entre ellos el apóstol San Pablo. – Ánimopues, Hijas mías, nosotros somos pobres y miserables,pero Jesús es nuestra fortaleza y alegría, descansemosen Él, pues su Corazón será el lugar de nuestro repo-so; allí encontraremos la paz, el remedio de nuestroscontinuos defectos y frecuentes pecados, allí la salud,la guía, la fortaleza; nada valemos, nada somos, perotodo lo podemos en Jesús. Él nos enseñará y daráfuerza para imitar su gran mansedumbre en todas lascircunstancias de la vida ¡oh Hijas mías, qué paz expe-rimentaremos si humillados ante ese divino Corazón,amoldamos nuestro corazón a la dulce mansedumbreque de Él dimana! ¡Oh Hijas mías muy amadas en elSeñor, seamos mansos y humildes de corazón y halla-remos siempre un paraíso anticipado en los sufrimien-

TERCERA PARTE – CAP. XVII 983

Preciosos documentos

“Santa Águeda, 5 de mayo de 1898. – Hijas míasen el Sagrado Corazón de Jesús: Os dirijo a todas estacarta para haceros saber que estoy ya bastante bien (aD. g.) pues ya celebro la santa Misa y doy alguna vuel-ta por la casa, aunque sea cojeando un poco. ¡Diosquiera, Hijas mías, que nunca cojeemos en el santoservicio del Señor!- Yo quisiera, que todos no tuviéra-mos otro anhelo que el de recibir con santa resignaciónde la mano del Señor todo cuanto nos mande; pues sitenemos la dicha de sufrir algo por su amor, esta serála mayor fortuna que podamos alcanzar en esta vida yque suframos en silencio, y que Jesús sea el que nosvea y nos mire con ojos de misericordia y bondadosaclemencia. – Hijas mías, amad, pues, la humildad ytened paciencia las unas con las otras, y sed muy cari-tativas con las pobres enfermas, no contrariándolaspor cosas de nada, ni castigándolas porque no quierancomer o cosas por el estilo, pues veréis que más valela caridad que el rigor; ahora bien, en lo que no sepuede acceder estad firmes, pero siempre de un mododigno de una religiosa. – Rogad, Hijas mías, por estevuestro amantísimo Padre en el Corazón de Jesús queos bendice en el nombre del Padre, del Hijo y delEspíritu Santo. Amén. Fray Benito Menni”.

“Santa Águeda, 20 de agosto de 1898. – A todasmis amadas Hijas en el Señor. – He recibido vuestrascartas y os agradezco íntimamente el aprecio que memanifestáis y lo que hacéis para que el Señor meayude en todas las circunstancias por difíciles quesean. – Verdaderamente sería inexplicable la dicha que

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CAPÍTULO XVIII

Celo por la observancia regular

Pormenores. – A una Superiora. – A todas lasreligiosas. – Una instrucción. – Carta circular asus religiosos Hospitalarios. – Disposiciones. –Avisos.

Pormenores

Nunca toleró la menor infracción de Reglas,Constituciones, avisos u órdenes superiores.

En los principios del Instituto había una Noviciamuy buena, pero algo fácil en faltar al silencio, no sólocon las personas de casa, sino aun con los trabajado-res; el Padre deseoso de verla corregida, le dio unasevera reprensión ante la Comunidad, le quitó el cruci-fijo pequeño durante algunos días, diciéndole no eradigna de llevarlo ni de llamarse Hija suya; este castigoimpresionó muchísimo a todas y en especial a la inte-resada, la que se corrigió de tal defecto y vivió en ade-lante como una santa religiosa.

PRIMERA PARTE – CAP. I 985

tos de esta vida! Id, Hijas mías, a recibir humildementeal Cordero sin mancha en la sagrada Comunión, paraque nos dé la gracia de ser mansos y humildes comocorderos; id a los pies de Jesús mansísimo y riquísimoque está vivo y verdadero en la sagrada hostia del altary Él nos dará la gracia de la humildad y mansedumbrecelestial. – No creáis, Hijas mías, que no podéis recibirtal gracia; animad vuestra fe y estad seguras que larecibiréis, si con ánimo humilde y lleno de fe se lapedís, reconociendo nuestra indignidad y que no lamerecemos, pero confiando en su bondad. – Os ben-dice en el Corazón de Jesús vuestro amantísimo ypobre Padre en J. M. J. – Fray Benito Menni”.

Y cerramos este capítulo convencidos de la sufi-ciencia del testimonio y creyendo que los santos ni hansentido ni han hablado de otro modo.

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obsequiarla, a la hora de la comida soltaron unas palo-mas en el refectorio, lo cual visto por el Padre, le dis-gustó sobremanera y encargó que no se repitieseaquel ni semejantes actos, pues el mejor modo deobsequiar a los Superiores es el ser fieles en la obser-vancia, uno de cuyos puntos es la moderación ennuestros actos exteriores”.

A una Superiora

Madrid a 5 de octubre 1897. Mi estimada Hija en elSeñor: Tengo el gusto de participarte que tu sobrino haprofesado, pues el pobre ha sentado bastante el juicio(a D. g.).

En lo que me preguntas de las cuentas es indis-pensable que pongas todo, todo, en las cuentas quemandas a la Rvda. Madre, pues de otra manera faltasy además nunca se os permitiría hacer las obras si noresulta que tenéis algún dinero para comenzarlas. Asíes que por Dios mételo todo, todo, con sinceridad y noescondas nunca nada a tus Superiores mayores.

Yo deseo ir a esa, pero todavía no puedo porquelos asuntos gravísimos aquí pendientes, no los puedodejar hasta encarrilarlos; mi larga ausencia de aquí haretrasado mucho las cosas, pero todo se irá arreglan-do (D. m.).

Estamos esperando a las Hermanas de ésa y quenos digas cuantas hacen falta y para qué empleo;todo con el fin, de hacer cuanto se pueda, para elbuen arreglo.

TERCERA PARTE – CAP. XVIII 987

Otra Hermana profesa se encontraba gravementeenferma y una de las Hermanas le pidió como recuer-do un objeto de su uso. Ella sin reflexionar en aquelmomento le indicó el que podía tomar. Llegó a saberloel Padre y mandó reunir a todas junto a la cama de lamoribunda, la hizo presente aquel acto de propiedad einobservancia desagradable al Señor y de mal ejemplopara la Comunidad. Arrepentida la Hermana pidió per-dón de su falta y todas quedaron muy aleccionadas deaquel caso.

Encontrábase él en la sacristía y entró en la mismala Madre Priora sola; y al verla sin compañera la riñómuy alto, de manera que se oyó desde fuera, llamán-dola “diablo”; luego hizo ver a la Comunidad que elamor que en Dios las tenía, no le permitía consentir lasmenores faltas de observancia y quería se acostum-brasen a observar escrupulosamente lo que estabaestablecido.

En uno de los Capítulos provinciales de losHermanos Hospitalarios fue a prestar obediencia alelegido, pero no se acordó de darle el abrazo acos-tumbrado; después sintió remordimiento de la distrac-ción y aprovechó la primera ocasión que tuvo paraabrazarle.

“Con mucha frecuencia, cuenta una religiosa, reco-mendaba la moderación en el trato y modales; aun enlos recreos nos decía que evitásemos todo lo que fueraestrepitoso o no conveniente a la santidad de nuestroestado; entre otros muchos casos que podrían referir-se, diremos uno: se celebraba el Santo de una de lasMadres Prioras, y algunas Hermanas, con el fin de

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“Los retratos suyos que daba a las religiosas ibansuscritos con una sentencia recomendando algúnpunto de observancia regular. En uno de ellos se lee:Acordaos, Maestras y Novicias, que debéis ser todasde Jesús y María. En otro Hija, silencio. Y en el quedebía servir para la sala de recreo: Hijas mías, recrea-ros todas sin particularidades; no se portará como Hijamía quien murmurara, criticara, refiriera faltas de nadie;pues no será un recreo Santo. Vuestro amantísimo P.Fundador”.

Una instrucción

“Dijo Nuestro Señor que es necesario que tenga-mos al mismo tiempo la prudencia de la serpiente y lasencillez de la paloma1, para enseñarnos que debemoscon una santa sencillez y rectitud buscar siempre unasola cosa; servir y amar a Dios con toda nuestra almay nuestro corazón, procurando con todas nuestrasfuerzas el mismo objeto como sumo bien para nues-tros prójimos, cuanto esté a nuestro alcance. Al mismotiempo es necesario tengamos toda aquella prudenciade que nos da muestra la serpiente cuando se trata dela propia conservación. Este animal cuando se ve ata-cado, lo que hace es defender y proteger su cabezaenvolviéndola en su propio cuerpo, a fin de que los gol-pes del que le hiere caigan sobre el cuerpo y no sobrela cabeza, porque un golpe en ésta, le sería mortal,mientras que todas las heridas en las demás partes delcuerpo no serían mortales, aun cuando se le cortara

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1 Mt 10,16.

Hija mía, sé alma de oración y recogimiento, puesnuestro descanso solo lo hallaremos yendo al Corazónde Jesús, por medio de María.

A las Hermanas todas las bendigo y deseo viva-mente verlas y que se animen a amar mucho a Jesús ya tener mucha paciencia, pues la paciencia nos trae lapaz del alma y del corazón. Todas, comenzando por laMadre Priora, tened paciencia, no precipitarse ni dejar-se llevar de las prontitudes aunque sea con fin bueno;todo, todo miradlo y proceded con paz, serenidad, ytranquilidad, si no aun de lo bueno sale malo.

Os bendice vuestro afectísimo Padre en. J. M. y J.,Fray Benito Menni”.

A todas las religiosas

A las Hermanas de Roma escribe así:

“Roma, 15 de abril de 1911.

Mis amadas Hijas en el Señor:... Por amor de Dios,haced todo lo posible para evitar que el Sr. N. N. duer-ma más en casa vuestra; pues es contrario a la volun-tad de la Santa Sede y del Vicariato. Recomienda a lasHermanas que por amor de Dios no vuelvan a convidara nadie, pues está prohibido. Ya anoche fue sin pensar,pero que no se vuelva a hacer”.

“Como si no fuera bastante, dice otra hospitalaria,cuanto nos recomendó sobre la fiel y exacta observan-cia de nuestras Constituciones en las pláticas que noshacía, dejó cartas importantes relativas a las mismas yuna fotografía suya en que aparece con un ejemplar delas Constituciones con este título: Constituciones. –Observadlas y os haréis santas”.

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nuestro voto, sino que nosotros designamos a las per-sonas que han de ejercer la autoridad que viene deDios. De manera que se ve claramente que la autoridadno es una cosa creada por nosotros, sino una cosadivina fiada a los hombres para que en bien de lasociedad humana usen de la misma en el grado que lescorresponda, según el puesto en que los ha colocadola Divina Providencia. Así es que ni al superior, ni alinferior está permitido el menospreciar la autoridad; ydel mismo modo será castigado el superior que nohabrá sabido guardar respetuosamente la autoridadque le fue confiada, que el inferior que no le haya pres-tado el debido homenaje. Claro está que nuestrohomenaje debe ser relativo al grado de autoridad; quie-re decir, que mayor ha de ser el homenaje que debe-mos prestar al superior mayor que al menor; y en elcaso de conflicto, aquél debe ser preferido a éste, todavez que debe ceder la autoridad de menor grado en lapresencia de autoridad de mayor grado, siendo de lamisma jurisdicción; pero al mismo tiempo es un debersagrado que incumbe a los superiores mayores, eltener grande empeño en hacer respetar la autoridad,no sólo en sí, sino también en las persona de sus súb-ditos que la ejercen, según el cargo u oficio que vienendesempeñando, no permitiendo ni dejando nunca sinel debido correctivo, el que se falte a las autoridadessubalternas por los que dependen de las mismas;teniendo grandísima prudencia en el ejercicio de susfunciones superiores, de modo que mientras intervie-nen inspeccionando, aprobando o modificando lo dis-puesto por los superiores o encargados subalternos,sea siempre de tal manera, que aún en el caso de

TERCERA PARTE – CAP. XVIII 991

una buena parte. Esta lección de nuestro DivinoSalvador que cada uno debemos tener siempre pre-sente, estando preparados para sufrirlo todo antes queperder la gracia de Dios que da la vida espiritual anuestra alma, que es el único y verdadero bien que noslleva a la eterna Bienaventuranza, debemos losReligiosos tenerla muy presente por lo que toca a lavida de la Corporación religiosa a que pertenecemos;debiendo de la misma manera que lo hace la prudenteserpiente, usar de gran cuidado para tener a cubiertode cualquier ataque cuanto constituye la parte vital dela Corporación.

A este efecto creo necesario llamar la atención detodas mis Hijas en Jesucristo, tanto de las que estánen cargos superiores y oficios, como de todas lasdemás, para que todas a una, como miembros de unmismo cuerpo que es la institución religiosa a que per-tenecen, estén constantes y firmes en usar de la pru-dencia de la serpiente, sacrificándolo todo para con-servar el principio vital de dicha Corporación.

¿Y cuál es este principio, esta fuerza vital de lasCorporaciones religiosas? este es la autoridad, de laque emana la jerarquía, o sea los diferentes cargos dela Corporación, principio y fundamento tan sólidocomo el mismo Dios, toda vez que la autoridad degobernar no viene de las criaturas humanas sino delmismo Dios2, y aun cuando nosotros por votaciones ode otra cualquier manera designamos a las personasque han de ejercer la autoridad, no es que seamosnosotros los que damos la autoridad a quien damos

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2 Rm 12,1.

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temblar las religiosas que con medias palabras, con-versaciones u otra cualquiera forma desprestigian lapersona de sus Superiores, principalmente en el ejerci-cio de sus funciones! ¡qué terribles remordimientos laesperan para la hora de la muerte! a más de que la reli-giosa que no profesa un profundo respeto a sus supe-riores, será siempre infeliz, siempre turbada en su inte-rior, perderá tesoros infinitos de merecimientos y nuncadisfrutará de aquella dulce y suave paz de que disfrutala religiosa humilde, obediente, respetuosa, que pasala vida con una tranquilidad, preludio de la paz eternaque la espera en la bienaventuranza que a todas osdeseo. – Amén”.

Carta circular a sus religiosos Hospitalarios

“Al muy Rdo. P. Superior de la Provincia Hispano-México-Lusitana-Brasileña y demás Religiosos de lamisma.

La Paz y Bendición del Señor sea siempre con nos-otros.

Mis amados Padres y Hermanos en el Señor:Habiéndose dignado Nuestro Santísimo Padre el PapaPío X, que gloriosamente gobierna la Iglesia Católicacomo Vicario que es de Nuestro Señor Jesucristo,nombrarnos Visitador Apostólico de la Orden de nues-tro Padre San Juan de Dios, nos ha encargado de unamanera especial el deber de velar por la estricta obser-vancia regular y disciplina religiosa, sin la cual es impo-sible que ningún Instituto regular consiga el fin queDios Nuestro Señor se propuso cuando lo fundara, ni

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haberse propasado el superior subalterno, siemprequede intacto el principio de que debe obedecerse atodos los superiores en el ejercicio de su propia auto-ridad siempre que no estén en abierta y clara contra-vención contra la ley de Dios o de otra autoridad supe-rior; teniendo sobre todo gran cuidado de no apoyarnunca a quien so pretexto de mayor respeto a la auto-ridad superior quiere eludir el yugo de la autoridad sub-alterna de quien está al frente de la casa o de algún ofi-cio. Como consecuencia natural se desprende, cuángran mal es todo ataque y toda falta a la autoridad; y laHermana Hospitalaria que cayere en semejante desor-den debe considerarse cual mala religiosa y destructo-ra de la vida de su santa madre la Corporación religio-sa, que cual madre amorosa la recibió en sus brazos yla hizo nacer a una vida sublime, la vida de la perfec-ción religiosa. ¡Oh, qué terrible cuenta tendrá que daral Señor esta desgraciada! ¡Oh, cómo se burlarán deella los demonios por haber logrado por su soberbia, aimitación suya hacerla caer del lugar sublime que teníaentre las hijas del Altísimo, en el profundo abismo delas esclavas de sus pasiones y de su amor propio! Porlo cual, si debemos aborrecer con toda nuestra alma ytodas nuestras fuerzas toda maldad, sea la que fuere,debemos tener un especialísimo horror al pecado de larebelión a la autoridad,3 pues esto fue, precisamente elpecado de los ángeles rebeldes, que tan riguroso einmediato castigo eterno mereció de Dios. Las buenasreligiosas siempre defienden a sus Superiores y nopermiten que nadie los critique. ¡Ah, cuánto deben

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3 Rm 12,1.

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de ayuno. Asimismo modificamos lo relativo a los jue-gos de que se hace mención, permitiéndoles con talque sean con la debida moderación y que no seacausa de faltar al cumplimiento de los respectivosdeberes.

De un modo especialísimo ordenamos la observan-cia de cuanto en la circular de 25 de diciembre de 1898está ordenado en el número 13 relativamente a laextricta prohibición de fumar. – Léase detenidamentecuanto en ella se ordena y las graves consecuenciasque causa la falta de observancia de esta prohibición.De tal manera que como decimos en la misma Circularno deben ser admitidos al Noviciado ni a la profesiónsimple o solemne, los individuos que se hallan domi-nados de este hábito y no llegan a vencerlo; pues aca-rrearía necesariamente como consecuencia, la deca-dencia fatal de la observancia regular.

Finalmente ordenamos que esta nuestra Circularsea leída en todas las casas a su recepción y ademásdos veces al año a continuación de las dos Circularesarriba dichas en las fechas indicadas en las mismas, osea en los días que siguen al 15 de marzo y el 1º denoviembre de cada año.

Esperamos del celo y santo fervor tanto de nuestromuy amado M. Rvdo. P. Provincial, como los demásReverendos Superiores y Hermanos, que todos procu-rarán practicar cuanto dejamos expuesto, enviando atodos en nombre del Sumo Pontífice la bendición delAltísimo que sobre todos invocamos, en el nombre delPadre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. El VisitadorApostólico. – Roma a los 25 de marzo 1910”.

TERCERA PARTE – CAP. XVIII 995

que cada uno de nosotros alcance el fin que nos movióa abrazar el santo estado religioso.

Nos, obligados como estamos en su consecuenciaa velar con gran diligencia para que no decaiga laobservancia a donde existe y se levante a dondehubiera disminuido, nos vemos precisados a dirigirosla presente.

Ciertamente lo que nos ha impuesto el Santo Padreno es tarea de un momento, sino que exige nuestraconstante vigilancia, si no queremos tener que darcuenta severísima ante el tribunal de Nuestro DivinoRedentor.

Con el fin de empezar por proveer a lo más urgen-te, hemos determinado inculcar la lectura y la obser-vancia de cuanto para esa nuestra amada Provincia(cuya fundación nos fue encomendada por el SumoPontífice Pío IX, de gloriosa memoria, desde el año1866), hemos ordenado en nuestras Circulares dadaspara la misma provincia, la una en fecha 25 de diciem-bre de 1898 y la otra en 2 de abril de 1899; pues que-remos que sea obligatoria su observancia y que sialgún punto hubiera de necesitar de alguna modifica-ción, mandamos que se nos haga presente para suexamen; porque repetimos, que es nuestra obligaciónel inculcar la observancia de cuanto en las mismasestá ordenado.

Una modificación que creemos necesaria es larelativa a la cena, pues así como se determina de darprincipio en la misma tan solamente los domingos,martes y jueves, disponemos que se dé cada día,excepto los viernes, fuera del tiempo pascual y los días

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ignorancia vencible, les recomendaba y aun ordenóque estudiasen y aprendiesen de memoria las mismas,o al menos se fijasen muy detenidamente en su conte-nido para observarlas con exactitud, pues ello las llevaa su santificación.

Avisos

“Ciempozuelos, 17 de mayo 1901.

Mis amadas Hijas en el Señor:… En vista de lasgraves consecuencias que traen algunos descuidos,c reo necesario daros los avisos siguientes:... 4°.Ninguna Hermana ni Aspirante debe abrir la puerta nidejar pasar a ninguna enferma por más que se lo pidapara hacer cualquier cosa que la hayan encargado ypor más que lo haga con mucha formalidad; pues,repetimos, únicamente las Hermanas de su departa-mento son las que han de ocupase de esto, bajo suresponsabilidad y en su compañía.

5.º Quedan exceptuadas las enfermas que ten-gan llave de paso.

6.º No se concederá llave de paso a ningunaenferma, a no ser por la Madre Priora; debiendo,empero, antes preguntar a la Hermana enfermeramayor y a la encargada del departamento en que está,y que tanto la Madre Priora, como la enfermera mayory la encargada, no vean peligro en ello. Hijas mías, nodudo que así lo haréis con todo cuidado y diligenciaacordándoos del gran mérito que adquiriréis en ello, delo mucho que agradaréis a vuestro Divino Esposo queos está mirando y os recompensará con grandes gra-

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Disposiciones

Sobre las Constituciones de sus Religiosas, mien-tras estaban a punto de ser aprobadas y luego quereciben la aprobación canónica dispone:

“Ciempozuelos, 1º de mayo de 1892. Mis amadas Hijas en el Señor: Mi corazón quisiera

saber corresponder al agradecimiento que debe alSeñor por tantos favores: acabamos de recibir carta deRoma diciéndonos que probablemente el viernes deesta misma semana la Sagrada Congregación deObispos y Regulares dará la resolución sobre lasConstituciones.

En su virtud y para pedir al Divino Corazón de Jesúsel favorable despacho, encargamos, de un modo espe-cial en esta semana, la exacta observancia regular y elsanto silencio, que se guardará riguroso en toda lasemana, hablando sólo lo indispensable, y en vez delre c reo se irá ante Jesús Sacramentado. Además en lanoche del jueves al viernes de esta semana se velaráante Jesús Sacramentado como se hizo en la noche delprimer viernes del mes de abril. Os bendice vuestroafectísimo Padre en J. M. J., Fray Benito Menni”.

“Ciempozuelos, 16 de mayo 1895.Muy estimadas Hijas en el Señor: Creo que habréis

recibido las Constituciones impresas y así os será másfácil el estudiarlas para practicarlas; pues ellas seránvuestro consuelo y fuente de gracia si las practicáiscon verdadero amor”.

A fin que las Hermanas se fijasen bien en el conte-nido de las Constituciones y no cometieran faltas por

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pobreza, que con voto hemos profesado y a la que nopodemos faltar sin incurrir en culpa grave o leve, segúnla materia. Y como creemos que nuestra Corporación,en tanto será bendecida de Dios, en cuanto sus indivi-duos sean fieles en la observancia de sus votos yreglas, de los que es guarda muy especial la pobreza,por eso encargamos su exacta observancia hasta en lomás insignificante como es: 1°. No permitirse el darregalitos, ni recibir nada para su uso particular, sin elpermiso de su Superior. 2º. Asimismo, que en espíritude santa pobreza, haya gran diligencia en cuidar biende todas las cosas de la Casa, y las concedidas a usoparticular. 3º. Que no tengan los religiosos a su uso nimuchos libros ni muchas estampas, por ser ello con-trario al espíritu de santa pobreza. 4º. En cuanto al usode relojes de bolsillo, sólo se conceda a los que, por elempleo que desempeñen, lo necesiten; entendiéndoseque deben devolverlo al Prior, no sólo cuando éste selo indique, sino también siempre que cesen en elempleo por el cual se les había concedido”.

De su amor a la santa pobreza certifican los con-ceptos siguientes4:

“Como se acerca –escribía a un Superior– la fiestade nuestro glorioso Patriarca me ha parecido oportunorecomendarle que, aparte el culto divino, procure noser fastuoso en la mesa; convide a aquellas personasmás respetables y de mayor compromiso..., porque losconvites numerosos no se avienen con la pobreza reli-giosa que hemos profesado y que debemos tenersiempre a la vista...”.

TERCERA PARTE – CAP. XVIII 999

4 Caridad y Patriotismo, p. 207.

cias la fidelidad que tengáis hasta en lo más mínimo;mientras que la que sea negligente en la observanciade estas y otras cosas semejantes, caerá en otros des-órdenes e infidelidades mayores; además la falta decuidado en la custodia de las enfermas y en cerrar bieny siempre las puertas, puede llegar a ser pecado máso menos grave y hasta pecado mortal, si por su culpase escapa una enferma, se puede ir a algún precipicioy cometer gravísimos pecados.

Esto mismo debe decirse de las Hermanas de vela,que deben constantemente, desde la primera hora yvarias y repetidas veces durante la noche, dar vueltaspor los patios, y por todos los rincones de la casa. Estomismo deben hacer las Hermanas que están de guar-dia durante los actos de Comunidad y el recreo; en fin,es preciso que todas absolutamente seáis diligentes ycuidadosas, y no haya negligencia, ni pereza, ni des-cuido en todo cuanto atañe al cumplimiento de vues-tros deberes y especialmente a la custodia de lasenfermas confiadas a vuestros cuidados.

Hacedlo así, Hijas mías, con espíritu religioso poramor de Jesús y todo trabajo se os hará ligero y cau-sará gran consuelo, sabiendo que agradáis a Jesús y aMaría Santísima. Con esta dulce esperanza os bendicevuestro amantísimo Padre en el nombre del Padre y delHijo y del Espíritu Santo. Amén. – Fray Benito, pobrede Jesús”.

En el libro “Religión y Patriotismo”, página 318, selee:

El 12 dice: “Llamamos la atención de los Priores yde todos los religiosos sobre la importancia de la santa

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CAPÍTULO XIX

Sus dotes de gobierno

Inmensa labor. – Aprovechamiento del tiempo. –Sostén del principio de autoridad. – Su pruden -cia. – Sus talentos.

Inmensa labor

Refiriéndose a los diez y ocho años que ejerció elcargo de Comisario General, dice Fray Luciano delPozo1: “Conocedor a fondo del pobre corazón huma-no, supo interesar en sus santas empresas a sus biso-ños compañeros, dándoles parte en la dirección, apro-vechando de ordinario sus consejos e iniciativas. Yaunque las Constituciones en el capítulo XXX, párrafo48, limitan el derecho capitular a los profesos solem-nes, durante esta primera época fueron también capi-tulares los profesos simples. – Al examinar, siquierasea con la brevedad que pide una ‘memoria’ la insólitalabor de este Varón insigne, enviado por Dios a levan-

PRIMERA PARTE – CAP. I 1001

1 Caridad y Patriotismo, cap. 12.

“ R e f e rente al reloj del H... no conviene sino guard a r-lo en lugar común, pues, atendida la pobreza de nuestroestado no debe hacer uso de reloj ningún re l i g i o s o ,excepto aquellos que para el desempeño de su oficio leses indispensable. Tales religiosos al terminar su carg otienen obligación de entregar el reloj al Superior...”.

“En una de sus cartas Circulares regula la exten-sión del culto en nuestras iglesias:

Creemos nuestro deber ordenar como lo ordena-mos, que la ropa rizada sea sólo para los días de gran-des solemnidades, o circunstancias extraordinarias, yde ningún modo podemos permitir que se haga un usomuy frecuente.

Asimismo mandamos que en el uso de las velashaya moderación, no pudiendo permitir que haya unnúmero excesivo…”. Y el que así regulaba el de la ropade iglesia no hay temor a que dejara de atar todos loscabos al mejor cumplimiento de la pobreza religiosa.Cierto día, el que estas líneas escribe, se ocupaba endesatar una cuerda; el frío era mucho y el nudo nocedía, con lo que ya amostazado lo corté sin que elPadre lo pudiera evitar. ¡Hijo mío! –me gritó–, ¿y lasanta pobreza?, es decir, para él era un despilfarro elinutilizar un pedazo de cuerda.

Tal era el espíritu que guiaba al Rvmo. P. BenitoMenni en todos sus actos: pureza de intención, cora-zón magnánimo y regularidad perfectamente evangéli-ca. No decimos que fuese Santo; esta decisión corres-ponde a la Santa Iglesia, pero sí podemos sostenerque ajustó su vida en un todo a la santidad del estadoque profesaba”.

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Sevilla. Apenas constituidas estas Comunidades,levanta su obra por excelencia, las Hermanas; y entien-de en las fundaciones de Osuna, Málaga y la Casa delos Pisas. – Cuéntense, si es posible, los viajes quehubo de hacer, las complicaciones y dificultades que adiario se le ofrecían, no siendo menores las que le pro-porcionaban la dirección de las dos Congregaciones,ya bastante numerosas. – ‘Según le había comunica-do, escribe en 15 de marzo de 1884, pasé a nuestraCasa de Málaga, la que hallé con muchos adelantos,gracias al Señor pero no pudiendo tener lugar la inau-guración de la Iglesia por no estar concluida, y nopudiendo detenerme allí por las muchas ocupacionesque me rodean, he regresado a esta santa casa hastael 23 del corriente que volveré a Málaga, a fin de que el25 tenga lugar la bendición y el 26 la inauguración…’.– Esta era la vida de nuestro Padre: correr de un puntoa otro de la Península, inspeccionando y encauzandola marcha de las Casas, observando y dirigiendo laregularidad de sus Hijos. – Si algo urgente se ofrece,escribía por el mismo tiempo a un Superior, envíeme unparte y yo iré a escape a esa”.

En el capítulo XXVI dice: “Fueron diez y ocho losaños que nuestro Padre gobernó como Provincial:desde 1885 hasta 1903. Su extensísima y vigorosalabor la hemos visto… felizmente coronada con mag-níficas fundaciones en España y Portugal, y aún lehemos seguido por el proceloso Atlántico y vístoledepositar el germen de la Santa Hospitalidad en la her-mosa Nueva España; porque el generoso corazón denuestro Padre con nada menos se contentaba que conver extendida nuestra Orden por las cinco partes del

TERCERA PARTE – CAP. XIX 1003

tar la cerca, talar la broza, labrar la tierra y repoblar decepas vivificantes la viña Hospitalaria, no hay duda quenos veremos obligados, en más e una ocasión, a excla-mar, a imitación de un gran Pontífice: ¡El dedo de Diosestaba en él! De su actividad responde la labor realiza-da de ocho magníficas fundaciones cuya reseña histó-rica acabamos de hacer. Reflexionemos que es unhombre sólo, extranjero, sin una blanca, ni más reco-mendación que sus buenas obras; que su misión larealiza en un país refractario a los Institutos religiosos yen un tiempo menguado, de continuas revoluciones;que él mismo se encuentra varias veces a punto de servíctima de las turbas a quienes desarma, ora con supresencia de ánimo, ora con su hombría de bien, ysiempre con su humildad y paciencia cristianas. – Dellóbrego fondo de una infecta prisión, escapa al extran-jero, no para ponerse a salvo de sus perseguidores,sino para volar al Norte de la Península Ibérica, a res-tañar la sangre generosa de dos Hermanos en lucha.Sin descanso ni recompensa terrenales escala losabruptos Pirineos, desciende a la llanura, guiado porlos regueros de sangre, por las huellas del exterminio;allí, sobre la disputada trinchera, recoge los heridos,templa la sed que los devora, faja sus miembros muti-lados, cárgalos sobre sus hombros y los lleva alHospital. Esta es su ocupación por tres años seguidos,luchando con los elementos atmosféricos, pisandonieves y barrizales, mojado hasta los huesos, pasandonecesidades en la alimentación y en el vestido y siem-pre expuesto a la muerte. – Lo hemos visto entender aun mismo tiempo en la organización de los Hermanosy en las fundaciones de Ciempozuelos, Granada y

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Pontificios que unió a las mismas. Escribió por tresveces en italiano y otras tantas las tradujo lasConstituciones para las Hermanas Hospitalarias.Compuso un librito de nueve Meditaciones extractan-do la doctrina de la vida de San Juan de Dios. Dirigió yarregló para uso de las Hermanas el Libro de la Horade Adoración, compuesto de doce coloquios y otrasmuchas devociones. También reunió las oraciones dela primera parte del “Manual de Prácticas piadosaspara uso de las Hermanas Hospitalarias del SagradoCorazón de Jesús”; hizo el “Reglamento para lasAspirantes de la Congregación de Hermanas Hospita-larias del Sagrado Corazón de Jesús”; el “Modo opráctica del examen particular y del general adaptadopara religiosas”. Un “libro de Avisos” para lasHermanas Hospitalarias que sirvió en su mayor partepara componer el del “Prácticas del Instituto” de lasmismas Hermanas.

Ordinariamente solía emplear el tiempo en estaforma: Se despertaba a las tres de la mañana y rezabalas Horas Canónicas. Si se encontraba algo fatigadodescansaba un poco y luego se preparaba para acudira la oración de la Comunidad; acostumbraba leer lospuntos y lo hacía con tal fervor que se traslucía en lalectura. A veces la transformaba.

Dicen varios Hermanos que algunas veces les habíagustado tanto la meditación de la mañana, que desea-ba repetir su lectura durante el día; mas al coger el librono podían encontrar la meditación y era que el Padre lahabía entremezclado con sus propios afectos. Estomismo hacía cuando la leía a las Hermanas y en el ter-cer punto solía hacer la preparación para la Comunión.

TERCERA PARTE – CAP. XIX 1005

mundo. – Para el gobierno de la Provincia y la másrecta administración de los Establecimientos, nuestromuy Rvdo. Padre Provincial Fray Benito Menni, publicóhasta 49 cartas circulares, amén de las infinitas parti-cularmente enviadas a diario, ya a uno ya a otro de losPriores, tan bisoños como sus súbditos en los caminosde vida interior y en las formalidades administrativas,puesto que todos eran principiantes. – Ordena el modode llevar los libros de misa (Circular número 334) regu-la el uso de ornamentos sagrados, observancia derúbricas, uso de velas y adornos (Circulares números335 y 340). – Enseña cómo deben proceder losHermanos en el canto del oficio Parvo y demás rezosde Comunidad; explica el motivo que introdujo lasdevociones del Vía Crucis los domingos; el trisagio dia-rio y la exposición de los primeros viernes de mes(Circular número 339). – Sobre el régimen alimenticiode los Hermanos (Circular número 316). – Modera losayunos en consideración a nuestra trabajosa misiónHospitalaria (Circulares números 306 y 357)...”.

Aprovechamiento del tiempo

A su laboriosidad sacrificaba todo recreo y espar-cimiento; jamás se le ha sorprendido ocioso, pues aunen los momentos en que le era forzoso esperar sintener una ocupación determinada, lo aprovechabapara rezar el Rosario de que era tan devoto.

Como si no fuera bastante lo mucho que trabajó enla Restauración de su Orden y Fundación de lasHermanas, tradujo las Constituciones de aquélla delitaliano al castellano y una porción de Decre t o s

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Terminados sus rezos reanudaba sus trabajos,escribiendo y contestando a las cartas particulares quedebía redactar él mismo. No impidiéndolo sus ocupa-ciones, el rato que tenía libre, iba a visitar a lasHermanas y como por causa de la defunción de laMadre Fundadora y de algunas muy aptas para ladirección del Instituto tuvo necesariamente que encar-garse él de dirigirlas en todo, tanto espiritual comomaterialmente, se vio precisado a ocuparse de ellaspara formar a las que iban ingresando.

Muchos años fue confesor ordinario de laComunidad de la casa de Ciempozuelos, empleandopara ello los ratos que le quedaban libres después desus grandes ocupaciones. Para las nueve de la nocheya se retiraba al descanso que era de algo más de seishoras contando con la pequeña siesta.

Sostén del principio de autoridad

“La entereza en sostener incólume el principio deautoridad fue otro distintivo del carácter de nuestroPadre, escribe Fr. Luciano. Su trato con nosotros erap a t e rnal, sencillo, graciable; a pesar del inmensocúmulo de negocios que gravitaba sobre él, siempreestaba asequible para nosotros, nos escuchaba atentoy aun cuando no pudiera acceder a la petición, sunegativa la rodeaba de dulces y convincentes razones.Ahora, para las faltas, más o menos veladas contra laobediencia, siempre se mostró inflexible. – Yo nopuedo, escribía a cierto… explicarme más claro paraque... se deje guiar de una vez y cumpla lo que tantasveces le he mandado y que con dolor de mi alma... no

TERCERA PARTE – CAP. XIX 1007

Terminada la meditación pasaba a la Sacristía ymuy pronto salía a dar la Sagrada Comunión y celebrarla Santa Misa.

Después de dar gracias y haber desayunado, seocupaba en la correspondencia y a cada oficina distri-buía el trabajo para el día, pues le gustaba se contes-tara puntualmente a todas las cartas y demás asuntosque traía entre manos. Si por la mañana le quedabatiempo rezaba. Antes de comer hacía el examen parti-cular que nunca omitía. Tampoco dejaba de hacer sulectura espiritual por la tarde, y cuando no la hacía enComunidad, leía con mucha frecuencia en el CombateEspiritual, libro primero, y en sus últimos años en lasMisericordias Divinas. También era devoto de leer laMonja Santa de San Alfonso María de Ligorio.Descansaba un breve rato después de la comida yrezaba vísperas, maitines y laudes; muchas vecesrezaba esto por la mañana, porque decía que teníanese privilegio de la Sagrada Congregación todos losSacerdotes de su Orden. Era excesivamente delicadopara el rezo del Oficio Divino. Se procuró unos regis-tros, de los que uno decía “rezado” y otro “sin rezar” yprohibía se le hablase cuando estaba ocupado en elrezo. En los últimos años de su vida en que iba sumemoria flaqueando, decía un Padre de San Juan deDios: “Siempre ha sido el Rvmo. Padre delicado deconciencia para el rezo del Oficio Divino, pero en estosúltimos tiempos es hasta escrupuloso; siempre le pare-ce o que no lo ha rezado o que le falta algo. Le hedicho para tranquilizarle que haremos el rezo entre losdos; así lo hacemos y queda tranquilo”.

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todos mis Hijos en Jesucristo, tanto de los que ejercencargo de Priores y oficiales como de todos los demás,a fin de que todos a una como miembros de un mismocuerpo que es la Institución religiosa a que pertenecen,estén constantes y firmes en usar de la prudencia de laserpiente sacrificándolo todo por conservar el principiovital de dicha Corporación”.

Su prudencia

“A su extremada prudencia responden una infini-dad de cartas y disposiciones escritas que de aquellosprimeros años tenemos. A un Superior que pretendíaser relevado del gobierno, por pesarle mucho la Cruz,Escribía: ‘Uno de nuestros principales estudios consis-te en saber amoldarnos con prudencia a todo y animara los súbditos, evitando el desaprobar sin una grave yevidente necesidad sus observaciones, y aun entoncesha de hacerse en los términos más caritativos; tenien-do además muy presente que en muchos casos nosserá de gran provecho el oír y seguir el parecer denuestros Hermanos, no sólo porque a veces sabenmejor que nosotros lo referente a sus empleos, sinotambién porque Dios bendice la cordial humildad delsuperior y le proporciona mayor acierto; además estaconducta le atrae las simpatías de los súbditos y asívivimos todos con más unión. No digo que siempre seha de hacer así, sino que hemos de proceder en todocon espíritu de humildad y de amorosa fraternidad yasí los súbditos se animan cuando ven que el Superiorno les contradice por sistema. Y en caso de corregir ohaber de dar avisos hágase con moderación y si puede

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ha cumplido; y digo con dolor de mi alma por dos razo-nes: la una por..., la otra por ver tan poco espíritu dereligiosa obediencia..., pues, no obstante, tanto encar-gárselo, tanto decírselo, tanto rogárselo... se ha hechoel sordo... Hijo mío, si no obedece no espere la bendi-ción y premio de Dios... con dolor grande le escriboesta carta porque esa manera de proceder contra laobediencia me contrista sobremanera…”.

En su carta circular, expedida a 8 de marzo de1879, refiriéndose en el párrafo cuarto a la obedienciareligiosa dice: “el voto de obediencia, mis amadosPadres y Hermanos, es, como enseña el Ángel de lasescuelas, el principal de los votos religiosos, porquepor él ofrece el hombre a Dios mucho más que por losdemás votos (aquí encomia y ensalza el mérito de cadavoto en particular y continúa). Si siempre y en todotiempo fue oportuno el recuerdo de los deberes quecon respecto a la obediencia tiene el religioso, lo esmás necesario hoy cuando tan neciamente se enseñaa los pueblos que la autoridad no recibe de Dios ni elprincipio, ni la majestad, ni la fuerza de mandar, sino dela multitud; a fin de prevenir cualquier funesto influjoque tales errores pudieran ejercer, pues ni la santidaddel lugar, ni lo sagrado de nuestra profesión estánexentos del ataque del enemigo a nuestras almas...”.Muchas son las circulares en que el Rvmo. PadreBenito Menni se ocupa de la virtud, méritos y extensióndel santo voto de obediencia; pero ciñéndonos a estaprimera época de su gobierno, todavía hay otra, expe-dida el año 1881 (se ignora el mes y el día), de la cualson dignos de consignarse los conceptos siguientes:“A este efecto creo necesario el llamar la atención de

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así está mandado terminantemente. Además se le sirvechocolate, pero sin cumplidos, se le saluda con aten-ción, pero con brevedad; y al servirle chocolate quevayáis siempre dos y así entren y salgan acompaña-das; Hijas, lo que os digo es fruto de la experiencia, ysi no me obedecieseis, terribles y amargas consecuen-cias os esperan. Os bendice vuestro affcmo. P. en J. C.Fray Benito Menni”.

Ciempozuelos 13 de febrero 1892. Mi estimada hijaen el Señor... Va a esa Sor San José por varios encar-gos; con esta ocasión y sin que ella ni nadie me hayadicho nada, te ruego que tengas con ella todas lasconsideraciones posibles en todas las cosas; porqueasí hay que ganar los corazones con buenos modos ybuena consideración; no dejándonos llevar de nuestraviveza impremeditada. Estoy de prisa. Os bendicevuestro afectísimo P. en J. M. J. Fr. Benito Menni”.

“Ciempozuelos 11 de septiembre 1896. Mi amadahija en el Señor: Hemos recibido tus cartas y vemoscon pena, que te quedaste con aflicción porque nosalimos a la ventana. Hija mía, no era eso por indife-rencia y olvido, sino porque la Rvda. Madre estaba enun sitio que no le era posible y yo también metidoadentro y no me parecía prudente llamar la atenciónporque al ver a un Sacerdote saludar a unas Religiosaso mirarlas y comprender que tenemos aprecio, ya esagente lo echa a mala parte y ofenden al Señor y poresto Hija mía, no me puse al ventanillo. Ánimo, no seasasí cobarde y estate con santa alegría…”.

“Madrid 14 de octubre de 1897. Mi amada Hija enel Señor... En cuanto al prospecto, no es conveniente

TERCERA PARTE – CAP. XIX 1011

ser a solas…’. Conociendo en otro superior la vehe-mencia de su genio y que podía, con capa de celo,cometer una ligereza de tristes e irreparables conse-cuencias para los pobres niños asilados, le ordena noproceder a tomar ciertas extremas medidas, sino des-pués de oír el parecer de dos Consejeros: “Atendiendoa lo grave que es la medida de expulsión de un niño, loraro del caso en que haya de tomarse esta medida; lodifícil que es sentar reglas precisas; que los niños quesuelen provocarlas por lo común son los más pobres yabandonados, y que en semejantes casos es cuandoconviene obrar con santa prudencia e inspirarse en losmás puros sentimientos de caridad cristiana, a fin dealigerar al Padre Prior la responsabilidad que consigotrae semejante determinación, ordenamos: que no pro-ceda a la expulsión de un niño sin haber obtenidoantes el asentimiento de dos Religiosos capitulares”.

A las religiosas son sin cuento las prudentes amo-nestaciones, los avisos, prevenciones, consejos ymandatos que les da. Veamos unos cuantos:

“Palencia 1º de agosto de 1889. Mi estimada Hijaen el Señor... Adjunta te devuelvo la solicitud para laMisa, para que la presentéis cuanto antes al Sr. CuraPárroco de San Sebastián que esperamos que os ser-virá.

De todos modos os recomiendo y mando expresa-mente que sin mi permiso especial no le pidáis que ospredique, ni quiero que por bueno que sea tengáis conél franquezas ni confianzas, que ninguna entre sola enla Sacristía cuando el Sacerdote está en la misma;pues si hay una verdadera necesidad, entrad dos, que

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fin de cosas, que parecen impropias de personas ymucho menos de religiosas. Pues bien, hija mía, labuena Superiora debe sufrirlo todo con prudencia ypaciencia; ver cómo acallar a ésta, cómo animar a laotra, cómo sobrellevar a aquella, cómo conciliar lasdiferentes pretensiones de otras y así vete discurrien-do, hija mía. Todo lo cual lo ha de sufrir como si nadafuese, sin manifestar nada a nadie a no ser a susSuperiores mayores para que con su experiencia y gra-cia del Señor le ayuden a llevar la cruz que sabemos espesada, pero que tomada así por amor de Jesús se tehará ligera. Es verdad que nadie servimos paraSuperiores, pero cuando Dios nos pone, debemosconfiar en su gracia, la que debemos pedir con granfervor. Por lo que, hija mía, no contradigas a la volun-tad del Señor que te ha puesto en ese cargo, sinohumíllate ante Él. Lo que te recomiendo es que procu-res medicar tu alma pues necesita cada día un baño deoración especial. Si por una enfermedad del cuerpo tefuese necesario estar un cuarto de hora en un baño, loharías para estar buena, para trabajar lo demás del día;pues bien, hija mía, un bañito de un cuarto de horaespecial recogida ante Jesús haciendo un poco demeditación sobre la pasión de Jesucristo o los Doloresde María Santísima; esta es la medicina y esta la peni-tencia que te doy para el tiempo de Cuaresma; pues teprohíbo el ayunar. Toma asimismo con paciencia el dis-gusto de algunas Hermanas; súfrele en penitencia detus pecados y en espíritu de humillación, no contestesnunca desabridamente, sino siempre caritativamente,aunque sea la cosa más insulsa la que te dicen o pre-tenden; si no puedes conceder, niega, pero con bue-

TERCERA PARTE – CAP. XIX 1013

todavía, porque se dice en él que hay grandes como-didades, etcétera, en la casa y no las hay, y esto puedetraer gran descrédito si se publica; más vale ir despa-cio y seguro; por ahora no conviene tal prospecto...”.

“Santa Águeda 11 de agosto de 1900. Mi amadaHija en el Señor... En cuanto al Doctor Rivas, convieneir con mucha prudencia para no disgustarle; yo creoque teniendo en cuenta que ha sido el médico de casay que yo le he dicho que siempre le guardaremos lasconsideraciones que se merece, espero que el médiconuevo se hará cargo y no se disgustará por que vaya avisitar a esa enferma; podrían tal vez ponerse de acuer-do los dos médicos para hacer las cosas en paz y con-tentar a la familia. Os bendice vuestro amantísimo P. Fr.B. Menni”.

Palencia 19 de febrero de 1904. Mi muy amada hijaen el Señor: He recibido tu carta que supongo del día16 y con gusto voy a contestarte diciéndote que efec-tivamente es a causa de la falta de experiencia, el quete sorprenda o que te maravilles de ver la miseriahumana, que llevamos con nosotros aun en la vida reli-giosa y que no por nada el Espíritu Santo hablando delos Superiores dice que son los que comen el pan deldolor; porque los Superiores son los que han deaguantar no sólo las propias miserias sino también lasmiserias e impertinencias de sus súbditos y por estoNuestro Señor Jesucristo dice que son los esclavos ysiervos de sus súbditos. Ya se sabe que al elegir a unapara Superiora no se hace otra cosa que declararle eloficio de yunque, que debe con paz, paciencia y humil-dad sufrir los golpes, las impertinencias, a veces lassinrazones, otras veces las tonterías, niñerías y un sin

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arquitectura; bajo su dirección se hacían al principiotodas las obras de los Establecimientos, y aun mástarde él daba su idea a los Arquitectos. También habíaestudiado Derecho y por lo mismo tenía tal habilidaden ciertos negocios, que siempre aconsejaba conmucho acierto.

Nuestro Señor le dotó de gran facilidad para apren-der idiomas y por su parte correspondió a esta gracia,para lo cual procuraba dedicarse a este estudio siem-pre que le era posible. Poseía los idiomas siguientes: Elitaliano y su dialecto milanés, el francés, el alemán, queestudió siendo pequeño y a los sesenta y cinco años loperfeccionó; el inglés, del que sabía algo y continuóestudiándolo en Méjico, según lo dicen sus cartas; elportugués, el castellano, el catalán con bastante per-fección; el valenciano y el latín. En su viaje a Hungríacon Don Santiago Pastor, éste quedó admirado de lobien que se expresaba y entendía con las autoridadesEclesiásticas hablando el latín.

Tenía diploma de Examinador Sinodal de lasDiócesis de Málaga y Burgos. Fue nombrado Consultorde la Sagrada Congregación de Obispos y Regularespor Su Santidad León XIII.

“De las muchas personas distinguidas de notoriavirtud que en él depositaban su confianza, escribe SorVerónica de Jesús, una era la Sra. de Aristizábal,P residenta entonces de la Guardia de Honor delSagrado Corazón, la cual con muchísima frecuencia leconsultaba. Igualmente Doña Elisa Pérez, a la quemuchísimas Hermanas conocen, Doña CarlotaJáuregui y toda la familia de doña Celestina Clot. En

TERCERA PARTE – CAP. XIX 1015

nas palabras. Procura hija mía, no dejarte poseer delmal humor, porque es de funestas consecuencias; asi-mismo está muy sobre ti misma con paz y tranquilidadpara no dejarte llevar del ímpetu de la indignación nidel disgusto; prepara tu espíritu, previendo lo malo yadverso que te pueda sobrevenir y prepárate pidiendoal Divino Corazón de Jesús la gracia de tomarlo todocon paz, prudencia y paciencia; venga lo que viniera,por injusto e irrazonable, caprichoso y necio que fuese.Paz, y siempre paz y paciencia, hija mía; por esto eresyunque, para sufrirlo todo; al yunque deben ir los gol-pes, prepárate, pues, a recibir con paciencia todos losgolpes, porque a cada cual lo suyo; al yunque por lotanto lo que corresponde; y no quieras resistir a Dios,el cual ahora te ha puesto en ese cargo: procura con-fiar en Jesús, pedir paciencia y caridad y sé alma deoración y unión con Jesús y María, como lo hacen losSantos. Eleva a menudo tu corazón.

Ánimo, pues, Hija mía, saluda a todas lasHermanas, tened un recreo alegre y recibid todas labendición que os envía este pobre vuestro amantísimoPadre en Jesús, María y José, Fray Benito, que de sídesconfía y en Jesús confía y en sus brazos se aban-dona”.

Hace a una Superiora llevar dos cartas con distin-tas disposiciones cada una, para que entregue una uotra, según vea se hallan las cosas en cierta casa.

Sus talentos

Tenía vasta ilustración junto con exquisita delica-deza en su trato, afable y cortés. Era muy entendido en

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Hemos procurado, como es natural y se acostum-bra, poner de manifiesto la esbelta figura de nuestropersonaje sin sombras ni arrugas. ¿Para qué? ¿Noabundan harto en este mísero valle del llanto y de lamuerte? Ansias de contemplar bellezas padece nues-tro mirar astrado de fealdades. Y este pasar por altos ysilenciosos sobre los defectos ¿es tácita afirmación deque no los tuvo? No seré yo el que se ponga contraquien dispute poniendo los puntos sobre las íes dealgunos procederes del P. Menni.

En días vecinos al de su muerte era fama que semovían lenguas (si buenas o malas no lo sabemos) afa-nadas en esta labor. Si los razonamientos lograron suobjeto, no es mucho suponer que al presente, no muylejano de aquella razón, haya quien mire con escama yrecelo cuanto en alabanza del P. Menni se diga y sehaga.

No es nuestro intento hacer volver a nadie de suacuerdo.

Estamos convencidos de que no hay hombre gran-de que por poco o por mucho no sea ruin y desprecia-ble; pero no lo estamos menos de que entre hombre yhombre, entre desprecio y desprecio merecidos, haydiferencias incalculables; existen hombres inmensa-mente más grandes e incomparablemente menos des-preciables.

He aquí el por qué de nuestro singular empeño enque los hechos que no sufren discusión y luego losdocumentos íntimos que revelan todo el interior del P.Menni hayan sido los encargados de demostrar lo queél fue.

TERCERA PARTE – CAP. XIX 1017

Barcelona había también otra familia noble que se diri-gía toda ella con nuestro Padre y una hija de éstos queestá casada en París, que es poseedora del título deCondesa de Vilardaga”.

He aquí una lista de sus licencias Ministeriales quese conserva en el Archivo de las Hospitalarias. Teníalicencias generales para celebrar, predicar y confesaren todas las Diócesis de España y además en las deLody (Lombardía), Milán, Roma, Lisboa y Guard a(Portugal), París y Viterbo (Italia). Facultad especialpara reservados. Facultad para celebrar a bordo yLicencia de Oratorio particular. Fue también confesorordinario y extraordinario de muchas Comunidadesreligiosas. Hay además muchas otras facultades parabendiciones e indulgencias.

Supo el Padre Menni ocultar su virtud de suerteque si estos documentos no lo revelasen hubiera pasa-do su personalidad, aun para muchos de los que le tra-taron, como la de un hombre que se elevó un poco, nomucho, sobre lo vulgar, en esta materia. Para satisfac-ción de todos, para que la verdad resplandezca con sunativa luz, no ha convenido, a juicio nuestro, panegiri-zarle con loas, que siempre habrían tenido, al menospara alguien, sabores de parcialidad.

A quien interese conocerle, levante su mirada,repare un tanto, y observará la figura de un extraordi-nario varón que se señaló por sus grandes empresas,por sus obras gigantescas, pero sobre toda pondera-ción por sus virtudes religiosas.

Séanos permitida una última reflexión antes delúltimo punto final de nuestro trabajo:

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Í N D I C E

Presentación ...................................................... 9Prólogo .............................................................. 13

PRIMERA PARTE

EL PADRE MENNI RESTAURADOR DE SU ORDEN

Cap. I. – Contiene sucinta noticia de sus años primeros y estudios hasta su ingreso en Religión ................ 19

Cap. II. – De cómo entró en Religión, se señaló en los estudios y fue ordenado Sacerdote .................. 28

Cap. III. – Es enviado a restaurar su Orden en España.................................... 38

Cap. IV. – En Barcelona abre el primer Asilo 54Cap. V. – Depuesto y perseguido .............. 67Cap. VI. – Una romería y un mal aventurado

v i a j e ............................................ 84Cap. VII. – Se da cuenta de su venida con

otros religiosos a la guerra civil . 105Cap. VIII. – Se dirige a Madrid para fundar .. 122Cap. IX. – Fundaciones en Granada ........... 132

PRIMERA PARTE – CAP. I 1019

No se nos pregunte si fue grande, mírense susobras y sus sentires, ellos lo dicen, ellos le describen,le narran y le proclaman.

Creemos, pues, que ellos pueden sin gran violenciainducir a los recelosos (si los hubiese) si no al conven-cimiento, sellar al menos sus labios con un respetuososilencio hacia el hombre que, si como tal, tuvo mise-rias, supo sobreponerse a ellas y remontarse a unaaltura que pocos, muy pocos alcanzaron.

1018 SAN BENITO MENNI – BIOGRAFÍA DOCUMENTADA

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Cap. VIII. – Más pruebas ........................... 288Cap. IX. – De cómo salieron de Granada

e hicieron el viaje a Ciempo-zuelos ...................................... 293

Cap. X. – En Ciempozuelos, la casita p re p a r a d a ................................ 301

Cap. XI. – Temores y desalientos ............ 305Cap. XII. – Plan frustrado ......................... 310Cap. XIII. – Vida nueva .............................. 315Cap. XIV. – La fundación incipiente .......... 321Cap. XV. – La Comunidad ........................ 326Cap. XVI. – De cómo trabajaba el Padre

para formarnos en virtud ........ 331Cap. XVII. – La vida activa santificada ....... 337Cap. XVIII. – Disciplina regular .................... 344Cap. XIX. – Ejemplares de humildad y de

amor ........................................ 349Cap. XX. – La Casa Matriz ........................ 355Cap. XXI. – De algunas notables y de

mucha edificación que suce-dieron los primeros días de nuestra estancia en la casa-madre ...................................... 362

Cap. XXII. – Nuestras conferencias domi-nicales...................................... 368

Cap. XXIII. – La primera demente y la veni-da de la décima hermana ....... 373

Cap. XXIV. – EI Noviciado ............................ 377Cap. XXV. – Nuestro Dueño adorado y el

título del Instituto .................... 385Cap. XXVI. – Durante el Noviciado .............. 394Cap. XXVII. – Constituciones y primeros

Votos ....................................... 397Cap. XXVIII. – La vida de Profesas ................ 409

ÍNDICE 1021

Cap. X. – Hospital de Nuestra Señora de la Paz en Sevilla ......................... 140

Cap. XI. – Manicomio de Osuna y Asilo de Málaga ........................................ 148

Cap. XII. – Nueva forma de gobierno .......... 161Cap. XIII. – Campaña anticolérica ................ 165Cap. XIV. – Asilos de San Juan de Dios, de

Valencia y Gibraltar .................... 173Cap. XV. – Asilo de San Rafael en Madrid .. 180Cap. XVI. – Instituto Asilo de San José para

epilépticos en Carabanchel Alto. Madrid ........................................ 193

Cap. XVII. – Hospital de San Martín en Gua-dalajara {México) ........................ 199

Cap. XVIII. – Fundación en Portugal ............... 206Cap. XlX. – Influencia de la restauración en

los Hospitales Provinciales ........ 216Cap. XX. – P royecto y ensayo de fundaciones 226

SEGUNDA PARTE

EL PADRE MENNI FUNDADOR

Cap. I. – Necesidad que apremia .......... 239Cap. II. – Las Fundadoras ...................... 246Cap. III. – Comienzos de vida común ..... 260Cap. IV. – Cómo llegaron a conocer al P.

Benito Menni............................ 265Cap. V. – María de las Angustias expre-

sa sus ocultos deseos ............ 270Cap. VI. – Fallecimientos inesperados y

estado de libertad ................... 274Cap. VII. – Una enfermedad grave e ins-

tancias vehementes ................ 280

1020 ÍNDICE

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Cap. LII. – Juicios de algunos de los que le conociero n ........................... 772

TERCERA PARTE

EL PADRE MENNI, VARÓN ESPIRITUAL

Cap. I. – Su espíritu de piedad ................. 801Cap. II. – Su fe ........................................... 812Cap. III. – Su esperanza en Dios y confian-

za en su graciosa Providencia ... 815Cap. IV. – Amor a Dios ............................... 824Cap. V. – Amor y devoción a Jesús Sacra-

mentado ..................................... 836Cap. VI. – Devoción a la Santísima Vi rgen

M a r í a ........................................... 849Cap. VII. – Devociones particulares ............. 859Cap. VIII. – Caridad con el prójimo ............... 869Cap. IX. – Celo de las almas ....................... 884Cap. X. – Dirección espiritual ..................... 899Cap. XI. – Su humildad ............................... 922Cap. XII. – Conformidad con la voluntad

d i v i n a .......................................... 832Cap. XIII. – Su pobreza evangélica ............... 938Cap. XIV. – Castidad ..................................... 947Cap. XV. – Obediencia ................................. 955Cap. XVI. – Mortificación ............................... 965Cap. XVII. – Su amor a las cruces y al sufri-

m i e n t o ......................................... 975Cap. XVIII. – Celo por la observancia regular . 985Cap. XIX. – Sus dotes de Gobierno .............. 1001

ÍNDICE 1023

Cap. XXIX. – Últimos días de la Fundadora, su muerte y otros notables sucesos ................................... 417

Cap. XXX. – Primeras elecciones ............... 437Cap. XXXI. – Caridad heroica ...................... 448Cap. XXXII. – Nuevas fundaciones ............... 453Cap. XXXIII. – Asilo de Madrid ....................... 465Cap. XXXIV. – Asilo de las Corts ................... 476Cap. XXXV. – Casa de Salud de Palencia .... 492Cap. XXXVI. – Es calumniado ........................ 501Cap. XXXVII. – Casa de París ......................... 507Cap. XXXVIII. – Casa de Portugal .................... 535Cap. XXIX. – Casa de Salud de Nuestra

Señora de los Dolores en San Baudilio de Llobregat ............. 553

Cap. XL. – Manicomio de Santa Águeda (Guipúzcoa) ............................. 578

Cap. XLI. – Calumniado y perseguido ....... 588Cap. XLII. – Las Hermanas en el Manico-

mio Prov. de Pamplona .......... 604Cap. XLIII. – Fundación de la Casa de Hun-

gría .......................................... 616Cap. XLIV. – Cardenal protector y funda-

ción de la casa de Roma ........ 628Cap. XLV. – Casa de Viterbo ...................... 648Cap. XLVI. – Casa de Nettuno (Italia) ........... 673Cap. XLVII. – El P. Menni, Visitador Apos-

tólico de su Orden .................. 685Cap. XLVIII. – El P. Menni, Prior General de

toda su Orden.......................... 705Cap. XLIX. – Últimos días del P. Menni y su

muerte ..................................... 717Cap. L. – Después de su muerte ........... 730Cap. LI. – Homenaje necrológico ............ 752

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Page 513: San Benito Menni Biografa

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